Bioética cristiana para el tercer milenio
Escrito por Dr. Antonio Cruz
El tema de la bioética ha penetrado en nuestra civilización de la mano de las modernas técnicas médicas que, en principio, pretenden mejorar el desarrollo y la calidad de la vida humana. Desde la fecundación hasta la muerte, toda la existencia del hombre puede ya recibir las atenciones científicas de las nuevas tecnologías biológicas. Las perspectivas de futuro que estas técnicas nos sugieren son altamente esperanzadoras, sin embargo, también es cierto que algunos nubarrones preocupantes se han empezado a elevar sobre el horizonte del respeto y la dignidad del ser humano. Todo parece depender, en definitiva, de la respuesta ética adecuada o equivocada que se dé a estas disciplinas.
¿Es lícito aplicar a la vida humana todo aquello que tecnológicamente es posible hacer? ¿Se pueden trasladar, sin más ni más, las prácticas habituales en veterinaria a la l a procreación del hombre? ¿Debe considerarse legítimo el trato del cuerpo humano como si fuera material para experimentos de laboratorio? ¿Existe alguna diferencia cualitativa capaz de distinguir entre la vida animal y la humana? Estos y otros muchos retos contemporáneos suponen un desafío directo a la conciencia cristiana y demandan una respuesta clara, coherente y desapasionada.
Ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma, escribió a comienzos del s. XVI el francés Fracois Rabalais en su Gargantua y Pantagruel. Ocurre con mucha frecuencia que los pacientes cuando acudimos al médico somos muy obedientes, (y eso generalmente es bueno) estamos acostumbrados a hacerle caso en todo, sus opiniones las aceptamos por que creemos que son muy autorizadas. Sin embargo, cuando tienen que ver con cuestiones éticas, con los métodos anticonceptivos, el nacimiento, el aborto, la vida o la muerte, quizás no las meditamos demasiado y nos dejamos llevar por razonamientos que, en ocasiones, no están de acuerdo con la Palabra de Dios. De ahí la necesidad de profundizar en la bioética cristiana.
1. ¿Qué es bioética?
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Para saber lo que es la bioética, quizás deberíamos saber primero lo que es la ética: "Estudio de la conducta humana que pretende diferenciar lo que está bien de lo que está mal". ¿Hay una sola ética? No, hay muchas, en función del concepto de hombre que se posea:
1. Hay sistemas éticos que buscan por encima de todo el placer y la felicidad, como el epicureismo y el utilitarismo; Epicuro (341-271 a.C.): El placer es el fin supremo del hombre Utilitarismo: Lo útil es el fin supremo del hombre 2. Otros son más idealistas y consideran que para distinguir correctamente entre lo malo y lo bueno, habría que confiar sobre todo en la infalibilidad de la intuición moral del ser humano; (La conciencia nunca se equivoca) 3. La ética evolucionista afirma, por otra parte, que cualquier conducta es buena siempre que sirva para adaptar el individuo a la sociedad en que éste vive y aumente así sus posibilidades de supervivencia; 4. por último, los sistemas éticos trascendentes, como el de Platón yAristóteles, proponen que el ser humano sólo puede realizarse, alcanzar la virtud por medio del uso adecuado de la razón. En la práctica esto sólo se conseguiría respetando la opinión general de la mayoría.
Frente a tal abanico de opciones éticas, en mi libro, Bioética cristiana he intentado definir ¿qué sistema sugieren las Sagradas Escrituras? ¿Cómo conocer la voluntad de Dios para poder obedecerle y ser responsables e íntegros en cuestiones tan nuevas, y ajenas al texto bíblico como las que se plantea hoy en biomedicina? El concepto de bioética surgió a principios de la década de los setenta, a raíz de la publicación de un libro del médico (oncólogo) norteamericano: Van Rensselaer Potter. Su significado literal sería el de "ética de la vida", pero, de manera más amplia, la bioética ha sido definida como: "El estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales". "Bioética": ética aplicada a todo aquello que tiene que ver con la vida. Generalmente la intervención sobre la vida se da, sobre todo, en los siguientes cuatro grandes ámbitos:
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La reproducción asistida Control de la natalidad, diagnóstico prenatal y aborto. La ingeniería genética y La eutanasia
1. Reproducción asistida
1.1 Inseminación artificial:
Introducción de semen en las vías genitales femeninas. Se aplica en casos de impotencia masculina, anomalías anatómicas congénitas o adquiridas, tanto del hombre como de la mujer. Por lo que se refiere a la aplicación de estas técnicas de IA fuera del matrimonio, a individuos que viven solos (hombres o mujeres) o a homosexuales, desde una ética bíblica está claro que el respeto a la dignidad personal de padres e hijos, exige que el marco adecuado, para la reproducción humana sea únicamente el matrimonio convencional. Por eso no creo que a las parejas homosexuales se les deba permitir adoptar bebés ni educarlos. En la Biblia esto está muy claro: Dios creó el matrimonio como una comunión entre el hombre y la mujer. Y esta clase de relación conyugal constituye el núcleo de la familia y de la sociedad. Por tanto, en mi opinión, la IA con semen del cónyugue no es un acto inmoral, ni tampoco atenta contra la ética cristiana.
1.2 Fecundación "invitro":
Es la fusión entre el óvulo y el espermatozoide realizada de forma artificial en el laboratorio, para transferir después el cigoto así formado al útero o a las trompas de Falopio. Dentro del ámbito católico las respuestas que se han dado, a veces, han sido muy tajantes. Las
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principales objeciones apuntan hacia la sustitución de lo natural por lo artificial. Se afirma que en la inseminación artificial y en la fecundación in vitro, la técnica sustituye al acto conyugal, el niño es fabricado y no engendrado, tratándose, además, de un gesto privado de su tradicional significado unitivo. De manera que, desde esta perspectiva, la inseminación artificial y la fecundación in vitro, son condenadas y rechazadas por su carácter inhumano e inmoral. Pero la verdad es que hay muchos interrogantes en juego: ¿Es, en realidad, tan evidente que aplicar la técnica al nacimiento de un nuevo ser, le confiere a éste la cualidad de fabricado y no de engendrado? ¿Con qué fin se utiliza la inseminación? ¿No es con el de crear una nueva vida que la enfermedad de los padres impedía? ¿No tiene significado unitivo la concepción artificial de un niño para unos progenitores que se aman y que lo desean ansiosamente? ¿Utilizar de esta manera la tecnología científica no forma parte también, para los creyentes, del mandamiento divino de "dominar la Tierra"? Desde la ética del Nuevo Testamento, el amor a la vida del prójimo, aunque éste sea un feto o un bebé que todavía no tiene uso de razón, es siempre un valor prioritario que debe hacernos reflexionar.
1.3 Otro asunto diferente es la investigación con embriones humanos:
¿Sería justo destruir un embrión humano para obtener de él neuronas que permitieran curara un enfermo de Parkinson? Esto es lo que se pretende hacer con la clonación terapéutica y con las llamadas células madre. Se destruyen embriones humanos para obtener células madre y con ellas elaborar tejidos para trasplantar a los enfermos. La ciencia y la investigación deben estar al servicio de todos los seres humanos, no sólo de los poderosos, sino también de los indefensos y de aquellos que aún no han nacido. La tecnología debe estar al servicio del hombre y no éste al servicio de aquélla.
1.4 Fecundación "postmortem":
En el caso concreto de la viuda que solicita una inseminación artificial postuma, con semen congelado de su difunto esposo, conviene plantearse los efectos y las consecuencias negativas que tendría esta práctica para el niño que se desea: ¿No es pedir la concepción de un niño huérfano de antemano? ¿Sería negativo para el desarrollo psíquico y emocional del nuevo ser entrar en la vida con el inconveniente de un padre ausente? ¿El hecho de que existan niños huérfanos, por accidente, puede legitimar la inseminación artificial postuma? A pesar de lo que digan las leyes, no parece ético condenar a una criatura inocente a la orfandad paterna desde el mismo vientre de su madre.
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1.5 Embarazo y parto postmenopáusico:
Pensamos que no saber, o no querer, aceptar la edad real que se tiene, en el caso de la mujer que aspira a la maternidad, y pretende por todos los medios la gestación de un bebé, constituye, ya de por sí, suficiente motivo para un adecuado tratamiento psicológico. ¿No existe el peligro aquí de usar al hijo como un medio, para sentirse feliz o realizada, en vez de cómo un fin en sí mismo? El recurso a métodos irreflexivos o imprudentes que atenten contra la vida y la libertad de las futuras personas será algo que se deberá evitar.
- Embarazo masculino: - Uteros artificiales: - Clonación animal y humana:
La clonación de animales que consiste en extraer el núcleo de un óvulo e introducirle el de otra célula corporal adulta, de la propia hembra o de otro individuo, con su dotación cromosómica completa, ya se ha realizado con éxito. (Oveja Dolly). Las ventajas de la clonación animal, desde el punto de vista de los ganaderos y veterinarios, apuntan hacia la obtención de rebaños resistentes a ciertas enfermedades, que fuesen más longevos y se adaptasen mejor a las condiciones de suelos difíciles, así como a la creación de animales productores de medicamentos en la lucha contra el cáncer (hormonas humanas, proteínas, etc.).
La clonación de células humanas con fines terapéuticos, es decir, para obtener tejidos para trasplantes es algo que ya se realiza legalmente en algunos países, como el Reino Unido. Las objeciones éticas son evidentes: para formar células madre de los diferentes tejidos del paciente, es menester primero fabricar embriones humanos clónicos, que una vez utilizados serán destruidos. ¿Es esto legítimo desde la perspectiva cristiana? Nos parece que es egoísta crear vida para utilizarla. El fin no debe justificar los medios. Y ¿qué decir de la posible clonación de seres humanos? ¿la llamada clonación reproductiva? ¿Se podría fabricar a un niño que fuese una copia genéticamente exacta de la persona que aportó el núcleo celular? ¿Qué puede decirse de tal posibilidad? Se ha argumentado que mediante la clonación podrían replicarse sólo aquellos individuos que poseyeran gran inteligencia o gran belleza, para mejorar así el patrimonio hereditario de la humanidad.
Clones de deportistas, modelos, artistas famosos, Einstein, Mozart, Claudia Schiffer o Arnold Schwarzenegger. Pero aquello que se supone bueno y deseable para la raza humana, ¿lo sería también para los clones implicados? Tales genios y bellezas ¿no podrían sentirse como
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una trágica maldición para sí mismos? Este ha sido precisamente el desgraciado sentimiento de muchas personas superdotadas. ¿Sería justo obligar a alguien, desde su nacimiento, a pagar tan alto precio por el bien de la sociedad? Nuestra opinión es que, tanto desde el punto de vista moral como legal, la clonación humana es completamente inaceptable. ¡La Biblia no habla de ingeniería genética, ni de niños clónicos pero sí se refiere, directa o indirectamente, a la igualdad humana y al respeto por la vida!
El atormentado Job se cuestiona y grita desde las páginas del Antiguo Testamento: "el que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?". Job fundamenta los derechos de los seres humanos en el hecho de que todos han sido creados por Dios. Muchos años después, el apóstol Pablo expondría lo mismo al escribir a los atenienses y decirles: "el Dios que hizo el mundo... de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres".
y este sigue siendo el principal argumento de peso para el creyente. La clonación humana supondría una discriminación del hombre por el hombre, un racismo minuciosamente programado: el de diseñar personas a imagen y semejanza de quienes pudieran pagar. La Biblia enseña que el ser humano es materia pero también espíritu y no podemos caer en el error de reducirlo todo a pura materia. En el supuesto de que alguna vez se llegara a clonar personas, cosa que no nos parece éticamente correcta, dos clones que fueran genéticamente idénticos y que hubieran sido educados por los mismos educadores y en el mismo ambiente, -podrían ser muy diferentes en inteligencia, carácter, personalidad y también desde el punto de vista moral y espiritual. Uno podría ser un santo y otro el mismísimo diablo porque la libertad no viene escrita en ningún gen. Jamás existirán las fotocopias humanas porque cada persona es única, irrepetible y responsable de sus propios actos. Por todo ello, creemos que el Dios Creador, que se revela en la Biblia, es la única base sólida para edificar una bioética objetiva y auténticamente universal.
2. Control de la natalidad, diagnóstico prenatal y aborto
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No todos los métodos anticonceptivos que pretenden controlar la natalidad son respetuosos con la vida humana. Aquellos que se basan en la destrucción del cigoto o del embrión, aunque sea en las primeras fases de su desarrollo, son claramente abortivos. Hoy es posible por medio del diagnóstico prenatal conocer la situación en que se encuentra el embrión o feto en el útero materno. Cuando el resultado es negativo, como suele suceder en la mayoría de los casos, no existen dificultades morales y los padres recobran la tranquilidad. El problema surge con el resultado positivo. Si se demuestra que existe una anomalía genética algunos médicos aconsejan inmediatamente el aborto como única salida. La cuestión es determinar si realmente el aborto es la única solución. ¿Es normal y necesario considerar que anomalía genética y aborto estén siempre ligados? ¿Es lícito dejar nacer a un ser cuya calidad de vida será muy pobre? No conviene olvidar que desde el punto de vista cristiano cualquier vida humana, por más disminuida que sea, posee un valor en sí misma. Y, por otro lado, con la eliminación de los deficientes, ¿no se contribuye a fomentar en la sociedad un ambiente hostil frente a toda vida disminuida o no bien formada?
El cristianismo de Cristo se ha caracterizado siempre por su defensa de la vida y por su condena del aborto, ante las sociedades que, de una u otra forma, rendían culto a la muerte. En la actualidad, el pueblo de Dios, debiera entender que condenar el aborto, no es hacerlo desde la distancia o la falta de compromiso. Estar contra la muerte de criaturas inocentes es también abrir vías de ayuda a las mujeres que experimentan su embarazo, como una experiencia de injusticia y soledad. Está bien manifestarse en contra del aborto, pero es necesario también articular soluciones reales para hacer que el aborto resulte innecesario. ¿Cómo se mira en las congregaciones evangélicas a las adolescentes que se equivocan y se quedan embarazadas? ¿y a las madres solteras? ¿Qué consejos se les da? ¿Cómo reaccionan los padres y los abuelos creyentes? ¿Qué razones aporta la propia familia? Aquí es donde se ve si el creyente está o no a favor de la vida. En muchos casos la decisión de abortar la provocan los mismos parientes por motivos absolutamente egoístas. Estar contra el aborto no es sólo fomentar un cambio de mentalidad frente a la madre soltera, sino también promover una mejor educación sexual de los niños; multiplicar los centros de ayuda psicológica, espiritual, jurídica y económica para las mujeres que atraviesan por esta dificultad; facilitar la adopción de bebés a tantas parejas que los desean y que tanto se les dificulta; subvencionar a las familias integradas por niños minusválidos, etc. Lo importante no es condenar teóricamente el aborto, sino entender y difundir el Evangelio de Cristo para que la triste realidad del aborto deje de tener cabida en nuestro mundo.
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3. Ingeniería genética
La ciencia de la herencia, la genética, ha dejado de ser una ciencia teórica, para transformarse en una ciencia aplicada. En pocos años se ha pasado de una genética únicamente científica que pretendía desvelar los secretos más íntimos de los mecanismos transmisores de la vida, a una genética manipuladora con capacidad para intervenir directamente sobre el material genético. Una de las técnicas más utilizadas hoy es la recombinación del ADN: Consiste en introducirle a un microbio, a una pequeña bacteria (Escherichia coli, del intestino), un pedacito de ADN humano, para que empiece a producir sustancias útiles al hombre. Mediante esta técnica se han obtenido nuevos productos biotecnológicos como la insulina humana que se necesita para el tratamiento de la diabetes. Antes se conseguía del páncreas de cerdos y vacas mientras que hoy la producen, en mayor cantidad, calidad y coste, las bacterias genéticamente manipuladas. De igual forma se obtiene la hormona humana del crecimiento, los interferones que se utilizan en el tratamiento de ciertos cánceres, así como vacunas y otras sustancias. Dentro del ámbito de la ingeniería genética humana se cree que en un futuro relativamente próximo será posible curar muchas enfermedades génicas: como la hemofilia, la enfermedad de los "niños burbuja", el SIDA, algunos trastornos cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Desde luego toda tecnología que contribuya a paliar el dolor humano y la enfermedad debe, en principio, ser bien recibida. La orden primitiva dada por Dios a las primeras criaturas humanas: "...llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Gn. 1:28), autoriza e invita al hombre para que colabore y actúe sabiamente en el mundo. Dominar, someter, labrar y cuidar la tierra y a los seres vivos que la habitan son los verbos que reflejan el eterno deseo de Dios para el ser humano. Cuando todo esto se hace de manera equilibrada, se está cumpliendo con la voluntad del Creador. Hoy no sería sabio pretender limitar el progreso o intentar volver a los tiempos pasados y querer vivir de espaldas a los avances biotecnológicos. La bioética cristiana debe permitir aquellas investigaciones en la naturaleza que respetan la vida humana, y contribuyen a eliminar el sufrimiento y el hambre en el mundo. Pero también es verdad que cuando la
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manipulación genética se vuelve arbitraria y reduce la vida humana a un simple objeto, entra en el terreno de la degradación y puede despojar al hombre de su libertad y autonomía. Como escribió el filósofo hebreo Hans Joñas: "los actos cometidos sobre otros por los que no hay que rendirles cuentas son injustos" (Joñas, 1996: 133). Toda manipulación genética del hombre que traspase la frontera de la libertad del prójimo, y pretenda programarle o diseñarle según criterios ajenos a él, es opuesta a la ética de Jesucristo. Contra esto el cristiano tendrá siempre que seguir luchando.
4. Eutanasia
Uno de los argumentos que se suele emplear a favor de la eutanasia es el del "derecho auna muerte digna". Con el fin de evitar el encarnizamiento terapéutico, se propone la eutanasia como una muerte digna. No obstante, una cosa es la dignidad de la vida y otra diferente la dignidad de la persona. Hay vidas dignas y vidas indignas, como también puede haber muertes dignas e indignas. Pero por indigna que haya sido la vida o la muerte de un ser humano, él como persona ha gozado siempre de la misma dignidad. Las criaturas humanas, desde que nacen hasta que mueren tienen la misma dignidad, ya que ésta no depende de ninguna circunstancia externa, sino del hecho de pertenecer a la especie humana, de ser "imagen de Dios".
Una persona no pierde dignidad por sufrir. Lo indigno es pretender basar su dignidad en el hecho de que no sufra. En cambio, ¿es digno provocar la muerte de un semejante, aunque sea por compasión? No es lo mismo negarse al encarnizamiento terapéutico que asumir la eutanasia, como tampoco lo es "ayudar a morir" que "matar". La ética cristiana ha considerado siempre que el valor de la vida humana debe ser cuidado especialmente por encima de los
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demás valores, porque se trata de un bien superior regalado por Dios. De esta inviolabilidad de la vida humana se sigue que cualquier forma de homicidio o suicidio es claramente contraria a la voluntad del Creador.
5. Principios bíblicos sobre el valor de la vida humana
No es fácil encontrar en la Biblia unas normas concretas sobre los complejos problemas que plantea la bioética, pero sí es posible descubrir posibles direcciones que pueden iluminarlos. 5.1 La Biblia afirma que el ser humano fue creado a imagen de Dios y que, por tanto, su naturaleza moral, constituye un elemento de ese parecido entre criatura y Creador. El fin
primordial de la existencia no es la búsqueda afanosa de placer, felicidad, equilibrio racional, adaptación al medio ambiente, o sometimiento a la opinión generalizada de la mayoría, sino obediencia a la voluntad de Dios. Él desea la salvación de su pueblo, de los que creen en él a través de Jesucristo, para que lleven vidas de integridad moral, que sean semejantes a la de su Hijo y produzcan así los frutos del Espíritu (Gál. 5,22-23).
5.2 La Biblia presenta a un Dios que crea por amor y que ama la vida. Todo lo que el Creador hizo era "bueno en gran manera" (Gen 1, 31). Y este origen divino de la vida le confirma al creyente el gran valor que posee cada vida humana.
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5.3 El hecho de la encarnación de Jesucristo, que asume nuestra naturaleza y nuestra historia, refuerza también el valor de toda vida humana. Si el Hijo de Dios se hizo hombre, entonces la vida humana, toda vida humana, vale la pena. El misterio de la encarnación del Verbo contribuye a darle mérito, a reforzar y revalorizar todo lo humano. La vida tiene un valor básico en sí misma. El ser humano vale por lo que es, no por las cualidades que posea o por el valoro utilidad que pueda aportara la humanidad.
5.4 Pero la vida no es un valor absoluto. Tenemos el ejemplo de Cristo que da su vida por amor. Esto significa que también el cristiano, llegado el momento, debería estar dispuesto a dar la vida por los hermanos y por los amigos (Jn 15,13) y (1 Jn 3,16) "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos". El respeto a la vida es una exigencia ética, pero tampoco tiene que adquirir formas idolátricas. No hay que rendirle culto a la vida, sólo Dios es merecedor de nuestra adoración. El Evangelio enseña que la fe y el seguimiento de Cristo merecen todo tipo de sacrificios, incluso el de la propia existencia terrena. De manera que el creyente se enfrenta a una doble exigencia: por un lado respetar y reconocer la dignidad de toda vida humana denunciando cualquier manipulación de la misma; y por otro, evitar todo culto idolátrico a la vida terrena como si ésta fuera el único valor absoluto de las criaturas.
5.5 Jesús se muestra en el Evangelio como la encarnación del Camino, la Verdad y la Vida. Su mensaje es de respeto absoluto a toda vida humana y a los que sufren enfermedad, dolor o marginación social. Su vida nos trae vida pero, a la vez, nos recuerda que la vida y la muerte continúan estando en las manos de Dios. De ahí que la Iglesia de Jesucristo deba tomar conciencia de su trascendental misión como anunciadora universal del Evangelio de la vida.
6. Hacia una bioética cristiana Muchas personas piensan en la actualidad que todos los secretos de la vida y del cuerpo humano han sido ya puestos al descubierto por las ciencias médicas. Esta idea contribuye a que ciertos individuos le pierdan el respeto a la propia vida y reduzcan la dimensión humana a un puro mecanismo, más o menos complejo, sobre el que es posible urgar sin dar explicaciones a nadie. Numerosos investigadores al pretender realizar sus estudios al margen de cualquier consideración bioética, añaden más leña al fuego y realizan un flaco servicio a la
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causa de la humanidad. Sin embargo, la ciencia sin conciencia sólo puede conducirnos al imperio de la monstruosidad y la irracionalidad, a pesar de toda la sofisticación en tecnología punta que se pueda utilizar. Los que opinan que la bioética sólo debe reconocer los principios éticos creados por ella misma, sin tener en cuenta las consideraciones religiosas o trascendentes acerca de la vida humana, tampoco contribuyen a mejorar las perspectivas de futuro.
Por el contrario, la bioética debería decantarse a favor de la vida, especialmente de los más necesitados, y constituir así un manantial de ilusión y esperanza para el hombre. Los creyentes estamos llamados a proponer una bioética cristiana que recoja las evidencias evangélicas sobre la dignidad del ser humano y el sentido trascendente de la vida. No se trata de fabricar una bioética de gueto paralela y exclusivista, sino de una aportación abierta, respetuosa y digna. Como cristianos evangélicos estamos obligados a saber escuchar la realidad de las distintas opciones éticas, que existen en la sociedad contemporánea, para iluminarlas con la luz del Evangelio de Jesucristo y con la ética del Nuevo Testamento. ¡A esto he intentado contribuir con el pequeño grano de arena que supone este libro: Bioética cristiana!
Plenaria presentada por el Dr. Antonio Cruz en "Congreso Latino de pastores y líderes VI, Agosto 2006. Perú"
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