Lo que Lacan dice del ser ( 1953- 1960) François Balmès Amorrortu editores
Colección: Mutaciones Ce que Lacan d it d e l ’être (1953-1960), (1953-1960), François Balmès
© Presses U niversitaires de Franc France, e, 19 1999 99 Traducción, Traducción, Horacio Pons Pon s Unica edición en castellano autorizada por Pr P r e s s e s U n i v e r s i t a i r e s de d e F r a n c e , París, y debidamente protegida en todos los países. Queda hecho h echo el depósito que q ue previene la l a ley n° 11.723. 11.723. © Todos Todos los derechos de la edición en castellano reservados por Amorrortu editores S. A., Paraguay 1225, 7o piso (1057) Buenos Aires. La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyen do fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina ÏS§î^950-518-713-0 ISBN 2^.13-049969-4, París, edición original
150.195 Balm ès, François BAL Lo que Lacan dice del ser.ser.- l a ed.ed.- Bueno Bu enoss Aires : Amorrortu, 2002. 240 p. ; 23x14 cm.- (Mutaciones) Traducción de: Horacio Pons ISBN 950-518-713-0 T. "Títiftiík-Ü-. Psicoanálisis . T ¿ ---------------------------------------------------------------------------- :----------- ----------- ---------- ----------- ----------- -------
Impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, provincia provincia de Buenos Bueno s Aires, Aires, en junio de 2002. Tirada de esta edición: 2.000 ejemplares.
Indice general
11 Introducción real ización ón de l ser en en la pa la b ra 23 1. Revelación y realizaci
23 I. Revelación Revelac ión de la revelación 23 La revelación revela ción del ser como clave de los conceptos * freudianos 28 Revelación y realización realización 36 II. II. La verdad 38 La represión repre sión exitosa y el olvido olvido del olvido olvido 44 La verdad y el erro errorr en la revelación revelación del ser 48 III. III. Sobre lo que hay en el comienzo: comienzo: ¿el ¿el ser, ser, lo lo simbólico o lo real? 55 La m edu sa en la boca boca y el silencio silencio de de los plan etas Ane xo:: Wesen Wes en por Fernand Cambon 6 5 Anexo
69 2. D e l s í y l o s n o 70
I. An tes del mundo: el ser, ser, lo real y la realidad
B e j a h u n g y la apertura del ser 76 La Be 78 Lo real en tercera posición posición Au¡ 3tos ossun sung. g. Forclus 8 5 Verwerfung y Au¡3t F orclusion ion y expulsión expu lsión
91 II. II. La negació neg ación, n, ¿originaria o derivada?
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III. III. De Dell signifi sig nifican cante te primordial primordial
105 El significan sign ificante te primordial primordial y la paz del atardecer 106 La conferencia de Heideg Hei degger ger «Die «Die Sprache» Sprache» 109 El significante hace que el ser se levante
117 3. D e l s e r y d e l O t r o 1188 11
I. D istancia ista nciam m ientos iento s
118 La casa de torturas 118 121 R etom eto m o a la apertura ape rtura del Ser: Ser: la «r «raz azón ón mediocr mediocre» e» 127 U na lectura transgresora de la diferenc diferencia ia entre el ser y el ente 129 II. II. D el sujeto como pregun preg unta, ta, del ser y del Otro Otro 129 La pregunta pregu nta del sujeto 133 Metáfora Metáfo ra y metonimia: meton imia: el ser, ser, ¿uno o dos? dos? 138 El ser y el Otro Otro 142 III. III. ¿L ¿Laa verdad del ser se r debe decirse decir se sobre el sexo? A p énd én d i ce: ce : E l Da D a s e i n y el problema del ser 144 Ap
147 4. E l s e r y e l d e s e o 147 I. Heidegger Heid egger y/o y/o De Descartes scartes 155 II. La La pregunta es la respuesta. Dem anda y deseo deseo 161 III. III. La interpretación interpr etación apunta apu nta a la posición respecto del ser 166 IV. El ser, ser, el Otro y la falta: falta: ¿meton ¿m etonimia imia de qué? qué? 173 5. D e l f a l o p a r t i d o e n c u a t r o a l s e r d e l c o r t e 173 I. Do Doss veces vec es cuatro cuatro
177 Toda Toda significación es fálica. fálica. Cuatro lecturas lectur as 186 La falta de ser 189 II. II. Pasaje del ser del falo falo al objeto objeto 192 El ser puro y lo lo real como como corte corte 201 6. De una Cosa al Otro 201 I. Ex nih siquiera nada ni h il ilo. o. N i siquiera 201 La Cosa, Cosa, lugar del ser 204 El vacío vacío y su vasija vasija 213 ¿Qué real? real? 2177 II. 21 II. ¿Estética? ¿Estétic a? 225 III. III. Psico Ps icoan anális álisis is y filos filosof ofía ía:: realism o del goce contra ontología 231 Conclusión 231 Despu és de La L a étic ét ica a 233 Ser y sujeto sujeto 235 Epílogo
Introducción
— ¿Así que que Lacan dice algo algo del ser ser, y no na d a ? — Sí. No deja deja de hablar del ser, ser, teje incesan inces antem tem ente en te sus tér m in os 1 con refere ncia al ser. ser. Con Con entu sias m o o re ti cencia, con con neutralidad , fingida o no, con con ingenuidad ingenu idad m ás o menos sincera, rabia, vergüenza y burla, o resignación. Pero sin pausa. Ya sea que hable en contra o a favor, con la apariencia aparienc ia de no rozar rozar siquiera el tema, a pesar de todo, todo, hay en ello para él una necesidad ineludible. Y el hecho de que su posición a favor de la filosofía se haya transformado en su contrario no suprime nunca del todo esa necesidad. De ahí a hí que se nos plan tee la pregunta siguiente: siguiente: ¿el ¿el ser es ineludible sólo para Lacan o, por obra de este, lo es tam bién para todo lo que puede sostenerse teóricamente en el campo del análisis (salvo que se adopte la postura de quie nes han decidido que Lacan nunca existió)? La pregunta es válida para quien aborda a Lacan ante todo como analista. Pero para quien es privilegien pr ivilegien en él al pensador, pensador, lo lo que dice acerca acerca del ser les recuerda que algo en el psico análisis toca de cerca cerca al filóso filósofo fo en lo más má s íntimo de sus ambiciones ambicione s es en ciales. — ¿Pero acaso no declaró con firmeza que no tenía nin gu g u n a o n to l o g í a ?
— Tomemos la cuestión por por ese lado. lado. ¿Se puede pue de poner en tre paréntesis lo que ha dicho Lacan acerca del ser? ¿Se lo puede reducir a formulaciones sofistas? ¿Se dirá entonces: 1 Sus términos: el sujeto, sujeto, el el obje objeto to,, el el Otro Otro (barrad (barradoo o no), no), lo lo simbólic simbólico, o, lo real, el significante, el punto de almohadillado, la forclusion, la represión, el deseo, el fantasma, el inconsciente, la metáfora y la metonimia, la ver dad, la Cosa, el goce, el objeto a, a , el proceso analítico y su fin (en el doble sentido de finalidad y término) término).. Esta lista no es limitativa, pero todos los los términos mencionados en ella se articulan de modo preciso con proposi ciones que ponen en juego el ser.
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habló del ser, es cierto, pero a la manera de Gorgias, para decir que el ser no es? Esa lectura se podría justificar, y el mismo Lacan pudo complacerse en ella. Pero ¿cómo no ver que se alin ea en el otro otro bando, el de quienes no ceden un m i límetro con respecto a la verdad, hasta sus últimas conse cuencias?2 cuen cias?2 ¿Y cómo se podrían leer leer escritos y sem inarios ina rios sin dejarse imp impresionar resionar por el recurso recurso multiforme, multiforme, d urante uran te lar gos años, a la terminología del ser, utilizada sin el menor asomo de desvalorización? desvalorización? Quiérase Qu iérase o no, no, la mayoría de los conceptos que un analista lacaniano pone en práctica coti dianame diana mente nte (admitamos (ad mitamos por por un instan ins tante te el término concep concep to, que Lacan rechazó mucho más tarde por contradecir la lógica propia del discurso analítico) se definieron en ese contexto. s u s e r esté en cuestión en el proceso Que para el sujeto su analítico, es u na fórmula fórm ula a la cual Lacan no renunció jam ás durante su enseñanza. Nunca encontró otra mejor. La refe rencia al ser, en efecto, sirve de fondo a varias de las defi niciones dadas en diversos momentos de su trayectoria so bre los significantes fundamentales, las apuestas y la meta de la cura cura.. S in duda dud a estos pueden abordar abordarse se en la termino logía específica del lenguaje analítico, e incluso con las es crituras mudas de los maternas. Pero estas últimas están forzosamente duplicadas por formulaciones que desembo can en la lengua común y también en la filosofía. Ya en Freud encontramos el doble registro de la lengua técnica y el lenguaje len guaje corriente cuando, cuando, en lo que se refiere al fin fin —en el doble sentido del término— del análisis, propone por un lado «co «correcc rrección ión del proceso p roceso originario o riginario de represión» y, por por el otro, digamos que «trabajar y amar»; y una fórmula no tra duce la otra. s e r contribuye Ahora bien, bien, en cualquier cu alquier etapa, hablar de se de un modo esen cial a la rectif rectificac icación ión gue entraña entra ña el e l «reto «retorr no a Freud». Y en este marco, si el término estructura con centra una un a parte de lo que contradice contradice la la ontología, ontología, la persis pe rsis tencia inevitable de la lengua del ser hace constantemente mella me lla en todo intento de constituir un sistem a de Lacan cu 2 En 1980 reafirmará lo lo que había declarado declarado en 1964 en cuan to al prin cipio de la fundación de su Escuela, es decir, la necesidad de restituir el carácter carácter tajante y sin concesiones de la verdad verdad freudiana. freudiana. Ent iénd ase por por ello que no considero considero posibl posiblee sostener ha sta su s últimas consecuen cias la hipó tesis seductor a del «Lacan sofist sofista». a».
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ya palabra clave sea estructura. Así, el dese per de seo o se definirá per manentemente en términos de ser, aun cuando la perspec tiva de decepción prometida a este objeti objetivo vo se acentú a centúee cada vez con mayor fuerza. También se formula en términos de ser todo todo lo lo que gira en to m o del falo falo y la castración; castración; la re r e s pu p u e s t a que desmiente la expectativa de la pregunta, la res puesta pu esta que q ue pasa por el fantasma fantasm a y de un modo modo más radic radical al a , se explicita por el objeto a, explicita igualm ente en términos térm inos de ser (el (el objeto a, «nuestro único Dase Da sein in», », según una fórmula repe tida) tida).. Para Pa ra terminar, cuando Lacan ponga en primer plano el problema prob lema del goce, o los goces en su relación con el signifi sig nifi cante, lo hará har á a través trav és de un nuevo trabajo trabajo sobre el vocabu lario ontol ontológic ógico, o, m ás aristotélico aristotélico que heideggerian o o carte siano. En el punto cúlmine de la polémica con la ontología, «El atolondradicho»3 busca apoyo en el vocabulario del ser para par a darlo vuel vu elta ta y promover prom over el «pares «pareser» er» [« pa p a r é t r e »]. Inme diatam ente después, el seminario seminario Aú presen ta un vigoro vigoroso so A ú n presenta retom reto m o del porfiado porfiado debate con la lengua leng ua del ser. ser. En el mo mento mism o en que proclama proclama no tener ning una ontolo ontología gía,, Lacan forja el término habla-ser \par \p arlê lêtr tre\ e\ y llega hasta a sugerir que podría reemplazar al término de inconsciente. — Bue Bu e no no,, s u p o n g a m o s qu quee a s í sea. se a. Pero Pe ro L aca ac a n , com co m o u s te t e d m i s m o a c a b a d e d e m o s t r a r lo , n u n ca h a b l a s in o d e l s er de d e l su suje jeto to,, y m á s bien bi en n e g a t i v a d o (fal (f alta ta d e ser, ser, s e r d e f a lta lt a , des-se des -ser, r, m é on. . .), objetaría más de un analista. En E n c u a n to al a l s e r de d e los lo s filó fi lóso sofo fos, s, se p r e s c in d e d e él. L a s d e c la ra c io n e s de de La L a c a n sob so b re el a s u n t o son so n un a s u n t o p e r s o n a l, m a r g i n a l e s con co n r espe es pect cto o a l c o razó ra zón n d e l an álisis: su p rá ctica. Se p u e d e se s e g u ir a l L a c a n a n a l i s t a sin si n n e c e s id a d d e a c o m p a ñ a r l o en su s u s po p o l é m i c a s con co n los lo s fil f ilóso ósofos fos..
— Es cierto cierto que una prácti p ráctica ca no necesita nece sita ser esclarecida para ser operativa, y Lacan mismo mism o lo ha observad observado. o. E sta pa radoja, ampliamente verificada por la experiencia, marca un límite de la función de la la teoría teoría en este e ste extraño discurso. discurso. Pero si se s e quiere qu iere articular articu lar algo de dicha práctica, la elección de los términos no es en absoluto indiferente. Hay que constatar entonces que «el ser del sujeto» no se puede separar, ni para Lacan ni legítimamente, del lengua je j e del de l ser s er en sen se n tid ti d o plen pl enoo (o va vací cío, o, si s e prefi pr efiere ere). ). La pru pr u eba eb a 3 J. Lac an, «L’éto urd it» , en Scilicet, n” 4, París: Le Seuil, 1973. [«El ato londradicho», en E s c a n s i ó n , n" 1, Buenos Aires: Paidós, 1984.1
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de ello es que el sujeto es un término fundamental de la ontología desde Aristóteles, y Lacan lo sabe perfectamente. Por eso no quiere saber nada con el sujeto de los psicólogos, los médicos m édicos o los juristas, juri stas, cuya contaminación contam inación corro corroee sin ce sar, sar, en el núcleo de la práctica, práctica, la ética del discurso analíti an alíti co. Por supuesto, Lacan quiere distinguir su sujeto de toda acepción filosófica anterior. Pero esa distinción siempre se efectúa a partir de la filosofí filosofíaa como como pensam iento del ser, ser, in cluido el cartesianismo, que Lacan terminará por desta car co como mo un mom ento memorable en ese p ensamiento, que que inaugura el sujeto de la ciencia moderna con la Verwerfung de la cuestión del ser, justamente en cuanto ese ser se ve reducido al ser del yo [/e].4 Quiérase o no, el famoso «sujeto de la ciencia» se construye como un concepto filosófico que necesita no sólo de Descartes sino también de Heidegger y algunos otros. Recordemos Recordem os por ejemplo la frase: frase: «A «Así sí,, los invito a indig indi g narse nar se ante an te el hecho de que despué s de tantos siglos de hipo cresía religiosa y de alardes filosóficos, nada se haya enun ciado todavía de lo que vincula la metáfora con la cuestión del ser, ser, y la m etonim eto nim ia con su falta».5 falta».5 Los anali an alista stass corren el grave peligro de transformarse en los señores Jourdain de la ontología. on tología. ¿Y cómo podrían hacer de otra man era si, como sea, quieren conservar algo de Lacan? Lacan? Es peligroso reivindi car con cierto cierto exceso e xceso el e l «yo «yo no pienso pienso»» del d el analista an alista.. En cambio, es más fácil para muchos analistas dejarse seducir por los préstamos lógicos y matemáticos de Lacan, sobre todo todo porque porque este e ste hizo a esas es as disciplinas objeto objeto de una inversión y una valorización menos ambivalentes. Más precisamente, se protegen detrás de lo lo que que fue un sueño de Lacan: evadirse de la filosofía por medio del materna. Ha bría que adve adverti rtir, r, ademá ad emás, s, que q ue no retoma retoma la lógica lógica ni la m a temática sin pretender imponerles una reforma radical, aun menos men os adm isible, si cabe, cabe, que su uso de la filosof filosofía ía para los especialistas no analistas. En última instancia, hasta la cuestión del materna es un problema de orden filosófico en el seno sen o del psicoaná p sicoanálisis, lisis, y sobre sobre todo todo el problema problema de saber si 4 Remito a la conclusión con con que termina este ensayo, que será seguida de un desarrollo ulterior ulterior.. 5 J. Lacan, «L’instance de la lettre dans ses rapports avec l’inconscient», Ec E c r i t s , Le Seuil, 1966 (en lo suces ivo nos referiremos a ellos como E ) , pág. como E) 528.
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el materna topológico puede servir de alternativa a las res tricciones del discurso del ser, para permitir hacer valer «la asférica oculta por la articulación lenguajera», tal como pa rece ser la ambición que «El atolondradicho» desarrolla en su forma más radical. — La L a c a n h a b la d e l ser, ser, p o n e en m o v i m i e n to u n len le n g u a je de d e l ser, ser, lo ha hace ce d u r a n t e m ucho uc ho t iem ie m p o d e un m o d o po p o s it itiv ivo o, an a n t e s d e proc pr ocu u rar, ra r, en el ocaso, ocaso , «l i b r a r s e » de él. D e acue ac uerr do. do . Per Pe r o no p o r eso a r t i c u l a un una a ont ontol olog ogía ía..
— Es totalm tota lmen ente te cierto. cierto. El discurso discurso analít ana lítico, ico, tal como él trata de elaborarlo, pone en juego secuencias ontológicas, así as í como como secuencias secuen cias de otros otros discursos, el lingüístico, el m a temático temá tico y tam bién el teol teológic ógico. o. Vayamos más lejos. lejos. Es cier cier to que no hay una ontología de Lacan.6 Pero lo que él dice acerca acerca del ser nos abre caminos para hacer una crítica crítica de la ontoteología que no sea la deconstrucción desarrollada por Heidegger y los heideggerianos.7 Porque el psicoanálisis, sin pertenecer perten ecer a la filoso filosofía, fía, se apoya en ella y a la vez la in terpela radicalmente. radicalm ente. Queda abierto abierto el interrogante interroga nte de si el el ap a p rèsrè s-cc ou oup p de la sentencia definitiva de antifilosofía basta para iluminar la totalidad del camino. — Us ted t ra ta a La can como si fuera un aut autor, or, ¿no ¿no sign i fica fi ca eso e m b a l s a m a r l o ?
— Es cierto, cierto, él mismo m ismo dijo dijo que se podría privar del mérito de leerlo, con todas las exigencias que hemos aprendido a asignar al término «lectura», a quienes quieren reducirlo a la nada. Lacan m erece ser leído leído como como uno de los los pensador p ensadores es de nuestro tiempo, con método y rigor críticos, y atribuir a los matices y variaciones que se reiteran de un texto a otro toda la importancia que se les reconoce en los «grandes» del pensamiento. Estamos frente a un gran pensamiento, cuya 6 Antes del pasaje de A ú n en que lo afirma en sus comentarios del libro L e t i t r e d e l a Lettre Let tre (Galilée, 1973), lo J.-L. Na nc y y P. P. Lacoue-L abarthe, Le de J.-L. . ou p i r e dijo dijo — por prim era vez, que yo sepa — en 1971, en el sem inar io . . .ou en una reacción exasperada a la crítica de un interlocutor italiano en quien, por las alus ione s de Lacan, se reconoce reconoce a Umber to Eco, Eco, que le h a bría reprochado el carácter d em asia do ontológico ontológico de su discurso. A lo cual Lacan replica, con una interpretación brutal, que dice eso porque querría estructura es tuviese ausente. ausente. que la estructura 7 Pre sent am os en este ensayo un primer primer esbozo esbozo de esa crítica, crítica, que des a rrollaremos con ulterioridad. ulterioridad.
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fecundidad para nuestra época sigue intacta. Por lo tanto, no se trata de ninguna ningu na m anera de histor historia, ia, aunque sea h is toria conceptual. En ese sentido, tenemos con el aconteci m iento Lacan una un a relación diferente de de la que tuvieron sus contemporáneos inmediatos (¿diré: una relación menos car nal que de significante?).8 De ahí, también, un método que se aferra a la precisión de los textos, textos, aun en la incertidumbre relativa de ciertos pasajes de los seminarios. El texto de Lacan merece que se lo trate como hemos aprendido a tra tar los textos del pensamiento. Incluso sus contradicciones son ricas ricas en enseñan zas. somete al d iscurso universitari universitario. o. — Uste d lo somete
— Al contrario contrario,, habría que hacer entender, con las prue bas en la mano, que la especificidad del discurso analítico que, en el período período que analizamo s aquí, se busca a través de los préstamos préstam os filosófi filosóficos, cos, es la clave de su m alentendido alentendid o per m anent an entee con los los filóso filósofos fos.. Por eso, en cada etapa en particu lar, pasaremos por el contrapunto complejo entre los prés tamos sacados de un discurso del ser y la maduración pro gresiva de la categoría de lo real, real, que concentra concentra una un a ruptura con los discursos filosóficos. Ese es uno de los hilos conduc tores de este trabajo. Dicho esto, si el rigor se identifica con el discurso universitario, es hora de que los psicoanalistas, más allá del amor o del odio, aprendan de su ejemplo; ¿por qué no? no? Algunos Algun os empiezan em piezan a intentarlo. intentarlo. evidencia sus desplaza mien tos, sus — Usted pone en evidencia co c o n t rad ra d i ccio cc ion n es: es : ¿no s i g n ific if ica a eso desv de sval alor oriz izar arlo lo'? '? A d e m á s , su s u lec le c tu ra se de d e tie ti e n e en e n 1960 19 60.. ¿Qué ¿Q ué int i nter erés és pu e d e t ener en er co consi de d e r a r a spec sp ecto toss d e l d i s c u r s o l a ca n ia n o qu quee él m i s m o señ se ñ a l a como co mo su p era er a d o s , s a lvo lv o un mero me ro in inte teré réss h i s t o r i z a n t e ? Con Co n el pr p r e t ex t o d e l rig ri g o r crít c rítico ico,, in insi sist sto, o, u s t e d lo e m b a l s a m a .
8 Est o no quiere decir que podamos ignorar los contextos siempr e muy polémicos polémicos de los enunciados más teóricos, teóricos, cuyo cuyo rol rol determ inante fue señ a lado por el mismo Lacan. Pero en la posición en que nos encontramos, la finalidad de esos contextos es permitirnos captar mejor las articulaciones teóricas sin reducirlas a su mínima expresión, como lo hacen a veces quie nes fueron sus contempor áneos en la EFP (Eco (Ecole le Française de Psyc han aly se], para los cuales se diría a veces que no hay conceptos sino solamente acontecimientos. Para bien o para mal, «nosotros» somos posteriores a la disolución de la EFP.
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— Tenemos que vérnosla co con n una trayectoria de exp e riencia riencia y pensamien pensa mien to donde cada cada momento conserva conserva su va va lor intrínseco. El Lacan de la madurez no invalida al Lacan anterior, así como el Platón de las Ley invalid a al de la L eyes es no invalida Re R e p ú b l ic a . Lo principal es que la periodización no suscite el espejismo espejism o evolucionista evolu cionista de creer que sólo el último Lacan es el verdadero. Y como la última etapa es muy aporética, no quedaría al fin y al cabo más que un pedazo de cordel y un poco de humo. Muchas fórmulas fundamentales introduci das en este est e primer perí período odo de su enseñ anza,9 an za,9 extraordina extraordina riamente fecundo, permanecerán inalterables, ya sea en sus propios términos o en términos aproximados. Además, el contenido exacto de las correcc correccione ioness que Lacan hace ha ce a sus propias tesis está es tá lejos lejos de haber sido fij fijad adoo de un modo cla ro; esas correcciones sólo son inteligibles si se conocen las tesis en cuestión. Para saber en qué medida se podría libe rar a Lacan de la ontología, no basta con proclamarlo como un eslogan, eslog an, h ay que q ue saber cuál es la carga ontológica ontológica de los los conceptos que utilizamos todos los días. Nadie parece leer e n La L a log lo g ique iq ue d u f a n t a s m e , por ejemplo, la autocrítica que contiene en cuanto a las ambiciones ontológicas del psico análisis. Esa autocrítica es sin embargo lo único que puede hacer comprensible la elaboración que Lacan plantea en tonces del co g it ito o , la más profunda de toda su enseñanza, y la posición posición que la acompaña en lo concerniente a la relación del psicoanálisis con la ciencia. ¿Cómo explicarlo, salvo si decimos que nadie descifra en estas posiciones una autocrí tica, justamente, de esas mismas ambiciones ontológicas, tal como se afirma a firmaban ban en «La instan ins tancia cia de la letra», letra», que por otro lado seguimos manejando como un texto canónico? Cualquiera que lea a Lacan, y sobre todo si es analista, sigue utilizando esos textos del período entre 1953 y 1960. ¿Quién hablará, por por ejemplo, de la ética del psico ps icoan anális álisis is sin referirse al seminario que lleva su nombre? Ahora bien, el debate al respecto con Heidegger es uno de los más reñidos y radicales. Si no advertimos que los términos forjados en esa época vehiculizan una ontología más o menos tergiver sada, nuestras protestas no servirán para nada y seguire mos llevando el ser a la rastra. Si es inevitable, más vale saber cómo. 9 Obed ecem os en es te senti do la decisión del mism o Lacan, que al pu blicar los E s c r i t o s situó el comienzo de la enseñanza en 1953.
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