Centenario del anarcosindicalismo
Autogestión Ayer y Hoy
Málaga, octubre de 2010
autogestion ayer y hoy Experiencias y propuestas para otra sociedad posible Varios autores
Centenario del anarcosindicalismo Málaga, octubre de 2010
AUTOGESTIoN AYER Y HOY Experiencias y propuestas para otra sociedad posible Varios autores
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Félix García Moriyón; Paco Puche; Alejandro R. Díez Torre; Frank Mintz Alicia Alonso, Peter Jancsy y Paquita Ruiz; Bea y Javi; Mabel Cañada; Fabián Pierucci.
AUTOGESTIÓN AYER Y HOY Experiencias y propuestas para otra sociedad posible
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1910
2010
100 AÑOS DE ANARCOSINDICALISMO
Edita: C.C. de la Confederación General del Trabajo C.C. de la Confederación General del Trabajo de Andalucía Varios autores Producción gráfica: pardetres.net Impreso en Madrid. Agosto de 2011
D. L.:
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Índice Presentación libro-memoria. Jacinto Ceacero
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Prólogo. Paco Zugasti
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Autogestión. Félix García Moriyón
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El gobierno de los bienes comunes. Paco Puche
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Colectividades en una emancipación histórica: promesas y oportunidades colectivas, 1936-1939. Alejandro R. Díez Torre
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Autogestión en España (1936-39), Yugoslavia (1950-1986/1990) y Argentina (1996-2010). Frank Mintz
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La autogestión en la España de 1936-1939, síntesis
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Autogestión en Yugoslavia 1950-1986/1990 Argentina y autogestión, síntesis
Cooperativa agroecológica autogestionada «La Acequia». Alicia Alonso, Peter Jancsy Schebesta y Paquita Ruiz Escudero
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La escuela popular de personas adultas “La Prospe”. Bea y Javier: miembros de la Asamblea de la Escuela Popular de «La Prospe» 115 .
Lakabe: una ecoaldea autogestionada. Alicia Alonso, Peter Jancsy Schebesta y Paquita Ruiz Escudero Hotel Bauen, tomado y autogestionado. Fabian Pierucci
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PRESENTACIÓN LIBRO-MEMORIA JORNADAS CONFEDERALES SOBRE AUTOGESTIÓN AYER Y HOY. Málaga, octubre 2010 Las Jornadas Confederales sobre “Autogestión ayer y hoy”, organizadas en Málaga en estrecha colaboración con la Confederación Territorial de CGT-Andalucía y de forma específica con el Comisión Organizadora constituida al efecto en la Federación Provincial de Málaga, han formado parte del conjunto de Actos Confederales organizados por la CGT para la conmemoración del Centenario del Anarcosindicalismo. La autogestión, junto con la acción social, la acción internacionalista, la acción formativa, cultural, educativa... forma parte de las señas de identidad del movimiento libertario y de forma más concreta del anarcosindicalismo. En consecuencia, la autogestión debía ser uno de los grandes ejes centrales de los Actos planificados para celebrar el Centenario. Para la CGT, un objetivo básico a la hora de plantearse la conmemoración del Centenario fue que los ideales anarcosindicalistas, el pensamiento, la ideología, la cultura anarquista, libertaria, no son algo que haya quedado en la memoria histórica olvidada del siglo XIX y primer tercio del siglo XX sino que, estos ideales como los planteamientos del modelo autogestionario de la sociedad, de los medios de producción... tienen plena vigencia en el siglo XXI, máxime cuando el modelo explotador capitalista provoca una crisis sistémica que vuelve a pretender esclavi-
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zar a la clase trabajadora y el modelo comunismo de estado se desvaneció de forma pública tras la caída del muro de Berlín. Otro de los grandes objetivos de la celebración del Centenario del Anarcosindicalismo fue que el pensamiento anarquista y la práctica anarcosindicalista, debían ser rescatadas de todas aquellas manipulaciones interesadas propugnadas desde el poder mediante las cuales se asocia de forma indisoluble el anarquismo con violencia, terrorismo, caos, desorden... ignorando que el anarquismo es la máxima expresión del orden como decía Eliseo Reclus, ya que, exige la participación de todas las personas en un mismo plano de igualdad, renegando de cualquier principio de autoridad que nos conlleve a la división entre dirigentes y dirigidos. El anarquismo respeta a todos y todas por igual, representa un modelo de pensamiento para el funcionamiento horizontal y autogestionario de la sociedad. Para conseguirlo, el anarquismo siempre ha apostado por la educación integral de los y las trabajadoras, ha creado escuelas racionalistas, modelos de pedagogía libertaria, ateneos, centros culturales... el anarquismo siempre ha aportado ideas de construcción, de educación, de cultura, de pacifismo, de naturismo, de antimilitarismo, de reparto, de justicia social, de libertad, de solidaridad y apoyo mutuo... y nunca ideas de desorden, explotación, darwinismo social... como ha hecho siempre el capitalismo. Las Jornadas celebradas en Málaga han tenido un nivel excelente en sus contenidos por la calidad de las ponencias y el rigor de las experiencias prácticas expuestas. Este libro pretende reflejar ese nivel y ser una prueba evidente de que la autogestión fue posible, es posible y será posible como consecuencia de nuestra lucha y de nuestra acción. Enhorabuena por los resultados de las Jornadas, por los trabajos aquí recogidos y expresar el agradecimiento de toda la CGT a las y los ponentes que han participado así como a la Comisión Organizadora y grupo de personas militantes que han hecho posible que estas Jornadas se hayan podido celebrar. Gracias. Salud y autogestión. Jacinto Ceacero Secretario General de la CGT
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PRÓLOGO Como ocurre con todos los términos abusivamente utilizados, hablar de autogestión exige que nos pongamos de acuerdo acerca de su significado, si queremos entendernos. Para ello, nada mejor que espulgar aquellas adherencias que han querido identificarse con la autogestión, algunas veces desde la ignorancia parcelaria y otras con la deliberada intención de descafeinar la idea y eliminar su potencial contenido revolucionario que concita no pocas adhesiones. La autogestión no es la cogestión ni es el accionariado obrero, fórmulas sucedáneas de participación de los trabajadores cuya finalidad es integrar a éstos en los planes de la empresa pero sin cuestionar la sacrosanta propiedad privada de los medios de producción. El capital sigue mandando, aunque parece que manda menos. La autogestión no es una fórmula técnica de gestión de la empresa o de la economía que pueda coexistir con prácticas autoritarias en otros ámbitos sociales. La autogestión, o tiene un trasfondo ideológico, o no pasa de ser un diseño tecnocrático sin ningún efecto potenciador de la persona ni transformador de la sociedad. Cuenta Juan Gómez Casas en su Historia del Anarcosindicalismo español cómo el Conde de Romanones, al acabar la guerra, fue a visitar sus tierras de Guadalajara —que habían sido colectivizadas por la CNT— y quedó sorprendido del enorme progreso que éstas habían tenido. Preguntó quién había dirigido esa colectividad y le indicaron a Jerónimo Gómez Abril, pintor de brocha gorda que en aquellos momentos se hallaba preso y sobre el cual pesaban varias condenas a muerte. El Conde fue a visitar al pintor y le ofreció sacarlo de la cárcel a cambio de que aceptase dirigir sus tierras, contratado como capataz, con un buen sueldo. “Señor conde —contestó Jerónimo—, lo que usted ha visto no es solo obra mía sino de un colectivo de personas unidas por un ideal común, y esas cosas, señor Romanones, no se hacen por dinero sino por ideas”.
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Así ha de entenderse la autogestión, como la entendió y practicó Jerónimo, como un proyecto colectivo de sociedad que hunde sus raíces en el pensamiento personalista y libertario. Personalista porque la autogestión orienta la actividad económica y política en función de las necesidades de la persona, que pasa a ser el centro y leit motiv de la actividad productiva y social, y libertario porque desarrolla un marco social igualitario desde el respeto a la plena autonomía y libertad de cada persona. Así, la autogestión parte de la afirmación de la persona y del rechazo a todo intento de dominio sobre ésta. La autogestión es socialismo Ciertamente todo sistema socioeconómico que propenda hacia la igualdad entre las personas puede considerarse socialista. Pero una cosa es la pretensión en origen y otra, muy distinta, la realidad práctica. Veamos qué ha pasado con los socialismos realmente existentes: La socialdemocracia, o el ahora llamado socialismo democrático, no ha pasado de ser un intento de hacer más soportable el capitalismo mediante la generalización de algunos servicios públicos, como la enseñanza o la sanidad, y una relativa mejora en el nivel de vida de los asalariados. Pero, eso sí, sin cuestionar la propiedad privada que hace que unos pocos dominen sobre el resto de los mortales. Es el llamado Estado del bienestar, solo aplicado en las sociedades más ricas, y cada vez menos, a costa del expolio de las sociedades más pobres. Aparte de estas insuficiencias socializantes, el tiempo y los intereses intocables del capital han descafeinado hasta tal punto la socialdemocracia originaria que ya es francamente difícil distinguir donde está la línea de separación entre la socialdemocracia y el liberal capitalismo. Ambos se disputan la mejor defensa de la economía de mercado y solo discuten sobre el grado de intervención estatal para corregir algunos horrores —que ellos llaman errores— del mercado. ¿Y qué decir del socialismo estatista de corte autoritario? Fiar la transformación de la sociedad a una vanguardia revolucionaria ilustrada que se considera genuina intérprete de las aspiraciones de toda una clase social significó abrir la puerta a una nueva tiranía, que redujo al pueblo a una obediencia pasiva y recreó una nueva sociedad de clases, basada no ya en la dicotomía entre poseedores y desposeídos, sino entre poderosos y oprimidos. La mera socialización de los medios de producción no crea, por si sola, un cambio en las condiciones de vida de las personas, y ni siquiera introduce nuevos modelos de comportamiento social. El más triste espectáculo tras la caída del muro de Berlín, decía un amigo mío, era ver cómo la gente no salía a comprar libros sino hamburguesas. Tanto sacrificio humano para nada. Por eso ya no resulta extraño ver cómo en China se está produciendo la síntesis de los dos sistemas, de lo peor de los dos sistemas: un régimen político totali-
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tario que se autodenomina socialista convive con la libertad de mercado, con la dictadura del capital. Los en otro tiempo enemigos irreconciliables se unen en el interés que les es común: el poder, económico y político. Nada que ver estos socialismos “realmente existentes”, en realidad inexistentes, con el socialismo autogestionario. La autogestión —y aquí vamos a seguir a Garaudy— “es lo contrario del dualismo y de la ausencia de finalidad humana”. La autogestión “pone en tela de juicio el principio de la delegación del poder, tan característico de la democracia burguesa formal, de tipo parlamentario, como del ‘socialismo’ burocrático donde el militante delega y aliena su poder en un dirigente que decide por él.”1 La autogestión es democracia La democracia es, junto con el socialismo, otro componente esencial de la autogestión. Pero no la democracia formal representativa para la cual hombres y mujeres son solo individuos, sino la democracia participativa y directa para la cual hombres y mujeres son personas. La democracia formal, representativa, se agota en el momento electoral y se basa en la delegación de poderes. La democracia directa se proyecta y completa en el concurso de todas las personas para el ejercicio del poder, del poder compartido. Mientras que la democracia formal está ligada a la existencia de las clases, la democracia participativa exige la superación de éstas. La democracia autogestionaria exige la participación responsable y solidaria en un proyecto común, es una democracia de personas, verdaderos sujetos de la historia, y no de individuos-objeto manipulados y degradados de su condición humana. Tanto en la democracia formal, de cuño liberal, como en el llamado centralismo democrático, se produce la apropiación del poder por minorías gobernantes, los ciudadanos «votan» pero no «eligen», y la burocracia omnisciente y omnipresente pervierte el sentido de la representación y de la democracia. Una cohorte de políticos profesionales, en nombre de la eficiencia y de la racionalidad, monopoliza la toma de decisiones; el gobierno —dicen— es asunto de técnicos, de expertos que conocen bien los secretos de la ciencia económica y política; ya que solo ellos poseen el saber, ellos deben controlar el poder. Como dice Yvon Bourdet, de la desigualdad del saber se pasa rápidamente a la desigualdad del poder. La autogestión es pedagogía En efecto, si analizamos brevemente quiénes son los enemigos de la autogestión, nos encontramos en primer término a todos aquellos que disfrutan de privi1 Roger Garaudy. La Alternativa. Editorial Cuadernos para el Diálogo. Madrid 1973
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legios económicos o políticos logrados a costa de la sumisión de los demás. Empresarios capitalistas, políticos que temen perder su clientela, burócratas y tecnócratas al servicio del orden establecido; en suma, todos los que son más porque tienen más, son los principales enemigos de la autogestión. Pero en último término, y no por ello menos importantes, son también enemigos de la autogestión aquellos hombres y mujeres domesticados por el poder de turno que son reacios a participar, a responsabilizarse de sus actos y decisiones, a asumir tareas y responder por su gestión y realización. Y en esta onda están las personas que prefieren obedecer y cumplir órdenes en lugar de asumir el riesgo de equivocarse en el uso activo de su autonomía y libertad personales, quienes prefieren ser súbditos en vez de ciudadanos, objetos de la acción del poder en vez de protagonistas de su propia historia. La autogestión, como la libertad y la autonomía humanas, no es algo que nos pueda venir dado, sino una tarea permanente que exige una lucha permanente por conquistarlas. Por ello la autogestión es un proyecto pedagógico de liberación humana. Hombres y mujeres que no han aprendido a gestionar sus propias vidas difícilmente podrán gestionar los asuntos comunes. La puesta en práctica de la autogestión supone una previa autogestión personal de la propia vida, pero hace falta el concurso colectivo, libremente elegido, sin imposición, para hacer posible la autogestión. Esto exige un permanente ejercicio de participación en el que cada quien vaya adquiriendo su cuota de responsabilidad, su parte del poder si se quiere, por eso la autogestión es una tarea esencialmente pedagógica, una pedagogía de la revolución y una revolución de la pedagogía. No caben aquí vanguardias que se atribuyan papeles dirigentes, aunque sí es necesario el concurso de las personas que ayuden, apoyen, estimulen… en suma, que ejerzan una labor pedagógica transformadora. Este libro es la suma de varios trabajos realizados por las mismas personas que intervinieron como ponentes en las jornadas sobre AUTOGESTIÓN, AYER Y HOY que se desarrollaron en Málaga durante el mes de octubre de 2010. Concebimos estas jornadas —dentro del marco de la conmemoración del Centenario del Anarcosindicalismo promovido por la Confederación General del Trabajo— como una buena oportunidad para rescatar y actualizar la autogestión como concepto teórico y como experiencia práctica de un modelo de sociedad alternativo al sistema capitalista y al fracasado sistema socialista de estado. Para ello quisimos traer al presente experiencias históricas autogestionarias, “reciclar” los planteamientos teóricos a la luz de lo habido y vivido y poner sobre la mesa diversas experiencias actuales de carácter comunitario que tratan de vivir un modo de vida diferente, una humanidad más humana. Las Jornadas, y este libro que de ellas se deriva, abarcan tres espacios de reflexión. Uno de ellos es el de la actualidad de la Autogestión, espacio de recuperación, revisión y puesta al día de las teorías autogestionarias. En éste se enmarca
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el trabajo de Félix García Moriyón, que aborda lo que podríamos llamar la fundamentación filosófica de la autogestión con un lenguaje tan cercano como distante del academicismo. Partiendo del principio de que la autogestión supone la confianza en la capacidad de los seres humanos para asumir el protagonismo de sus propias vidas, analiza los obstáculos que se oponen al desarrollo de esta forma organizativa de la sociedad —forma coherente con los rasgos más distintivos de los seres humanos— para desarrollar con detalle y rigor los principios básicos de una organización autogestionaria, y en esa misma línea da cumplida respuesta a los tópicos y resistencias que se oponen a la autogestión Este espacio se complementa con el trabajo de Paco Puche, que a través de las más recientes investigaciones sobre la gestión de los bienes del común, actualiza y refuerza la fundamentación antropobiológica de las prácticas comunitarias. Partiendo del análisis de los bienes comunes y la liquidación de estos, destaca la importancia de la cooperación, “que está en nosotros por naturaleza”, y concluye que, más allá de la lucha por la supervivencia, “se puede reconocer la sociabilidad como el factor principal de la evolución progresiva”. Ahonda finalmente en las investigaciones de Elinor Ostrom, premio nobel de economía 2009, a las que califica “de especial relevancia para demostrar que las propuestas de los libertarios son mucho más que meras utopías y que la autogestión goza de muy buena salud, eso sí, en pugna con la ideología capitalista-neoliberal”. Otro espacio de reflexión es el de la utopía vivida, ésa de quienes no sabían que era imposible hacer la revolución y por eso la hicieron. En la mayor experiencia histórica autogestionaria vivida hasta el presente, las colectividades de 1936 a 1939, se centra el trabajo de Alejandro Díez Torre que tiene la originalidad de superponer al relato de los hechos las múltiples facetas del fenómeno colectivizador y sus repercusiones en el medio y en la vida de las personas, mucho más allá de una forma de propiedad y gestión colectiva en las ciudades y en el medio rural. Completa este espacio el trabajo síntesis de tres experiencias autogestionarias distintas y distantes en el tiempo que realiza Frank Mintz, lo que le permite mostrar en la práctica los efectos que producen unas y otras formas de concebir la autogestión, destacando la importancia del contexto social en que se desarrollan. Estas diferentes expresiones históricas del fenómeno autogestionario van desde la Autogestión en la España Revolucionaria, que se inicia en la primavera del 36, pasan por la experiencia de Autogestión en Yugoslavia entre 1950 y 1986 y concluyen en las formas de lucha y ocupaciones de empresas autogestionadas en Argentina durante los años 2000. El tercer espacio de reflexión es el de las prácticas autogestionarias del momento. Conscientes de la dificultad de seleccionar entre la multitud de experiencias autogestionarias que hoy se extienden por el planeta, optamos por elegir cuatro experiencias significativas de cuatro grandes campos en que se están desarrollando estas prácticas. En el terreno de los movimientos sociales, y más concretamente en
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el ecologismo social, se inserta la experiencia de la Cooperativa Agroecológica La Acequia, un colectivo de personas que proponen un modelo alternativo de producción, distribución y consumo agrícola. Tienen una huerta en Encinarejos, Córdoba, y practican una economía alternativa y un consumo responsable, siguiendo los principios del movimiento Bah! (Bajo el Asfalto Está la Huerta): autogestión, asamblearismo y horizontalidad. Sobre ella escriben Alicia Alonso, Peter Jancsy Schebesta y Paquita Ruiz Escudero, integrantes de La Acequia. Una de las experiencias pedagógicas de corte autogestionario con más solera en nuestro país es La Escuela Popular de Personas Adultas La Prospe, un proyecto pedagógico y social que surge por iniciativa popular en 1973 en el barrio madrileño de Prosperidad. Se definen como asociación asamblearia, autónoma e independiente y tratan de aprender esa forma de organización colectiva que es la Autogestión, poniéndola en práctica, viviéndola; con la intención de comprender la realidad que nos rodea y transformarla. En La Prospe participan Bea y Javi, que son quienes nos describen su realidad y sus proyectos. También lleva un largo recorrido Lakabe, una pequeña comunidad ubicada el norte de Navarra que hace 30 años un grupo de personas decidió ocupar y autogestionar. Mabel Cañada es una de ellas y lo cuenta así: «Llegamos a lo ecológico cuando todavía no existía esa palabra, y a la idea de decrecimiento, que hoy empieza a estar vigente, por estar fuera de la carrera de creación de necesidades, por descubrir que se puede prescindir de mucho y vivir con poco sin vivir peor. (...) El movimiento de ekoaldeas trata de implementar las pequeñas realidades locales, abordar la relación y lo regional, pero siempre buscando la cercanía». Y para demostrar la viabilidad económica de la autogestión, es buena muestra el Hotel Bauen de Buenos Aires y, en general, el conjunto de empresas recuperadas y autogestionadas por los trabajadores, tras ser abandonadas por sus propietarios en Argentina. De estas experiencias habla Fabián Pierucci —en este caso transcribimos su intervención en las Jornadas de octubre en Málaga—, activo militante de la comunicación alternativa, animador del Grupo Alavío, que tiene su sede en el Hotel Bauen, y de Ágora TV, que facilita la difusión de la voz y la imagen de los movimientos sociales del país. Como la autogestión es un fenómeno en expansión y las experiencias se multiplican por todo el Planeta, nos ha parecido mantener activa la página web que funcionó antes y durante las jornadas para ir colgando en ella enlaces y referencias que nos vayan llegando sobre reflexiones y experiencias autogestionarias. Cualquier persona que quiera aportar algo a este respecto nos lo puede hacer llegar escribiendo al contacto que aparece en: http://www.cgtandalucia.org/autogestion2010. Este libro y las jornadas que han dado origen al mismo son fruto de un trabajo colectivo en el que, además de los autores de los textos y de las ponencias, han participado otras personas: organizando las jornadas, diseñando, pensando juntas, co-
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rrigiendo textos, transcribiendo, difundiendo, haciendo en suma todo lo necesario para que cosas como éstas salgan adelante. Ha sido en definitiva una tarea autogestionada hecha con la ilusión y el deseo de que tanto este libro como las Jornadas de octubre pasado contribuyan en alguna medida a pensar y hacer un mundo más justo y libre. Partícipes han sido Antonio Somoza, Begoña Espejo, Carlos Peña, Fernando Heredia, Gerónimo de Silva, Jesús María Canto, José Candón, José Carlos Claros, José María Ramírez, Juan Calvente, Miguel Sola, Roberto Blanco, además de otras personas con las que hemos podido contar ocasionalmente. Paco Zugasti Junio 2011
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Autogestión Félix García Moriyón
1. Principios generales La autogestión es uno de los conceptos que ha contribuido a definir de manera más clara y precisa la propuesta social anarquista. En este caso, lo social abarca lo económico y lo político. De algún modo, los anarquistas, fieles a una manera de entender la sociedad y el ser humano, intentamos llevar hasta el final algunos principios fundamentales que, presentes desde que el ser humano es un ser humano, se radicalizaron a partir de la Revolución Americana y Francesa, y desde entonces buscan una mayor implantación en la sociedad, tanto en su sentido intensivo (aplicarlos de forma más exhaustiva, llegando hasta las últimas consecuencias) como extensivo (aplicarlos a todos los ámbitos de la vida humana, y no sólo a algunos, e incluir a todas las personas). Uno de estos principios es que los seres humanos debemos asumir el protagonismo de nuestras propias vidas, lo que se traduce en la necesidad de que tomemos decisiones en todos los temas que nos afectan. Es lo que, habitualmente, cuando hablamos de política, entendemos como organización democrática; en los últimos tiempos ha venido recibiendo el nombre de democracia deliberativa y participativa. La cuestión surge cuando comprobamos que esos principios de participación se aplican tan sólo, y de manera muy imperfecta, como ya mencioné, en un ámbito, el de la participación política, más debilitado, obviamente, cuanto más amplio es el marco en el que se desarrolla la vida política. Otros ámbitos de la vida
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están excluidos de una organización democrática, como puede ser el de la familia, la escuela o, lo que más me interesa en estos momentos, el del trabajo. El capitalismo mantiene una concepción descendente y jerarquizada del trabajo, totalmente ajena a la organización que, al menos en teoría, se exige para la vida política en una sociedad democrática. En todo caso, tampoco conviene olvidar que el capitalismo no necesita una organización social democrática; eso es algo añadido, útil para la burguesía en sus primeros momentos de lucha contra la sociedad estamental, pero no tanto con posterioridad, es decir, cuando las clases populares se incorporan a las exigencias de participación política. No obstante, conviene resaltar que el capitalismo puede convivir con democracia política, incluso serle muy ventajosa, pero es contradictorio con una organización democrática de los centros de trabajo. Por otra parte, parece ser también necesario que una sociedad democrática incluya la libertad en el ámbito de la creación de empresas y de la vida económica en general, siendo más bien incompatible con una economía de planificación estatal. Dicha libertad, desde luego, no puede ser absoluta, sino que tiene que someterse a las mismas normas que rigen el ejercicio de la libertad personal. Está claro que el pivote sobre el que gira la organización de la vida económica es el de la división entre los que tienen la propiedad de los medios de producción y los que sólo pueden trabajar. La completa sumisión a las exigencias de la propiedad privada pretende justificar que las decisiones en la empresa competen única y exclusivamente a las personas propietarias. Esas decisiones se basan, a su vez, en la estricta lógica del mercado y de la extracción de beneficios, aunque de esos temas no voy a hablar por el momento, pero los mencionaré al final dado que la autogestión no sólo afecta a la organización del trabajo, sino que implica también una revisión de los fines del trabajo. En el caso de las grandes empresas, en las que la propiedad, a través del accionariado, está más fragmentada y dividida, sin perderse, no obstante, la nítida distinción entre propietarios y trabajadores, se mantiene con igual contundencia la división entre aquellos que ocupan posiciones de mando, que son los únicos que pueden tomar decisiones, y aquellos que ocupan posiciones secundarias, que son los que sólo deben obedecer esas órdenes emanadas de la superioridad. Si nos fijamos en la última crisis del sistema capitalista, teníamos por un lado auténticos propietarios de enormes sumas de dinero, como Soros, y otros expertos financieros en los puestos de control de los grandes fondos de pensiones o bancos de inversión. Ambos, propietarios y gestores, toman decisiones arbitrarias que inciden profundamente en el desarrollo de la economía y generan notables alteraciones. Conviene, por tanto, no olvidar que en la vida económica no sólo se produce esa explotación que se da en la extracción de plusvalía, sino también una real opresión en la medida en que los seres humanos son privados de la posibilidad de decidir sobre aquello que les afecta, estando obligados, por el contrario, a obedecer. Si admitimos que somos lo que somos en la medida en que trabajamos y ejer-
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cemos nuestro poder, podemos comprobar la radicalidad de la desrealización humana que se da en el proceso de trabajo. El ámbito en el que deberíamos llegar a ser más personas, es un ámbito en el que perdemos humanidad, y del que salimos algo más embrutecidos de lo que entramos. No obstante, la importancia del trabajo asalariado en las actuales relaciones sociales de producción es tan básica para el ser humano que, incluso aceptando lo anterior, debemos admitir que peor todavía es no ser ni explotado ni oprimido en el centro de trabajo, es decir, es peor ser un marginado o un excluido, o un parado de larga duración. En cierto sentido, el propio capitalismo siempre ha sido consciente de esa situación y se ha preocupado constantemente de la necesidad de cuidar las condiciones de trabajo para evitar un completo desinterés de los trabajadores por el proceso de producción. Excepto en momentos de brutal explotación, que se han dado y se siguen (y probablemente se seguirán) dando, la organización industrial y la psicología del trabajo han procurado organizar las cosas de tal manera que no se produjera la completa enajenación que tan bien recogía Charlot en Tiempos Modernos. Las condiciones laborales descritas por Dickens son mejoradas con la división del trabajo, que a su vez es mejorada y completada por Ford al incluir a sus propios trabajadores en la participación de los productos elaborados en la cadena de montaje. Desde entonces, nunca se ha abandonado esta perspectiva y la última elaboración de la misma sería el Nuevo Orden del Trabajo implantado desde Japón, con los círculos de calidad. Algunos autores han visto en este modelo una incorporación de los principios anarquistas al mundo de trabajo en la medida en que recoge las ideas de participación y auto-organización, rompiendo con la cadena de montaje tradicional. Pero en este caso, como en todos, no es lo mismo una aceptación parcial de un principio organizativo que la aceptación con todas sus consecuencias. Ya he comentado que el capitalismo viene orientado por la extracción de plusvalía; de ahí que, cuando analiza las condiciones de trabajo y decide incorporar formas organizativas en las que se dé la participación de los trabajadores, lo haga para incrementar la productividad de los mismos, o para disminuir la conflictividad o el absentismo, en ningún caso para reconocer el legítimo derecho de los trabajadores a controlar el proceso de trabajo. Lo mismo podemos decir de la aceptación de la presencia de representantes sindicales en los consejos de administración de algunas empresas. Son sin duda, pequeñas conquistas en la medida en que peores son las condiciones laborales en las que ni siquiera eso se reconoce, y como mejoras son percibidas por los propios trabajadores. En ningún caso, sin embargo, suponen una subversión de los principios fundamentales del sistema y además pueden contribuir a consolidar la división jerarquizada de la sociedad y la economía. Prueba evidente, por ejemplo, es la limitación de los círculos de calidad al propio taller, sin llegar en ningún momento a dejarles intervenir en la gestión general de la empresa, incluidos los objetivos de producción.
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Defendiendo, por tanto, la autogestión como una forma organizativa buena y beneficiosa para el ser humano y para la sociedad, casi como la única forma coherente con los rasgos más distintivos de los seres humanos, conviene recordar que su aplicación no es del todo sencilla, puesto que debe superar diversos obstáculos. Unos proceden precisamente de quienes ven su poder amenazado por la participación de quienes son obedientes súbditos o empleados; éstos son quienes manejan sus redes de influencia social para desprestigiar la autogestión, a la que en el fondo temen. Otros proceden de los mismos posibles beneficiarios de la implantación de procesos autogestionarios. No todas las personas están ansiosas por ser dueñas de sus propias vidas, al menos no en sentido pleno, y por eso están dispuestas a obedecer cuando la obediencia les reporta algunos beneficios importantes, aunque siempre de corto alcance. En el fondo, ellas también temen la autogestión, pues no tiene interés real de asumir el protagonismo de su propia vida. De los rasgos de la autogestión y de las resistencias que genera es de lo que hablo en los dos apartados siguientes. 2. La organización autogestionaria Esto me lleva a intentar establecer con algo más de rigor y detalle cuáles son los principios básicos de una organización autogestionaria. Si bien el núcleo de la reflexión sobre la autogestión se aplica al mundo laboral, a la gestión de las empresas, es importante recordar que debe aplicarse a todos los ámbitos en los que los seres humanos actúan de manera colectiva. 1. En primer lugar, conviene insistir en que la autogestión es una forma organizativa que ofrece la posibilidad de desarrollar plenamente las capacidades del ser humano y le permite ser protagonista y dueño de su propia vida. Lógicamente es el modelo más adecuado para hacer frente a los problemas de explotación y opresión a los que constantemente son sometidos los seres humanos. No debemos, por tanto, olvidar que es sólo un medio, coherente —eso sí— con el fin propuesto, pero no intrínsecamente vinculado a él. Se trata de garantizar la participación de todos los interesados en la toma de decisiones. En muchos ámbitos, en especial en el sector de servicios básicos como pueden ser la atención sanitaria y la educación, eso incluye no sólo a los trabajadores, sino también a los usuarios. 2. La autogestión debe afectar a todos los ámbitos de la vida humana. Cuando estamos hablando de vida política, solemos enunciarla con el nombre de democracia participativa (por más que sea una redundancia, pues, en sentido estricto, no podría haber una democracia no participativa). Normalmente reservamos el nombre de autogestión para el mundo de la producción económica, pero insisto en que es un término estrechamente vinculado a la configuración democrática de la vida social. La familia, núcleo
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básico de la convivencia y la socialización, debe ser autogestionada, superando así modelos empobrecedores, incluso altamente nocivos, como el patriarcado; y lo mismo puede decirse de la educación, con centros organizados de manera democrática que dan cabida a la participación de todos los miembros de la comunidad educativa, familias, profesorado, alumnado, personal administrativo… 3. La autogestión implica someter a discusión no solamente cómo se organiza la producción, sino también qué se produce. La satisfacción de las necesidades de la población se convierte en criterio básico orientador de la producción, así como la generación de riqueza (en el sentido estricto de mejor satisfacción de las necesidades básicas y no básicas con el menor gasto posible, tanto en recursos humanos como materiales). Debe incluir, por tanto, la discusión sobre los satisfactores de esas necesidades básicas, pero también sobre la definición de las necesidades y sobre la ordenación jerárquica de las mismas, algo imprescindible para poder tomar decisiones cuando entran en conflicto diferentes necesidades, lo que es habitual en la vida social. La productividad, entendida como incremento de las ventas y aumento de los beneficios, no es, en principio, criterio compatible con un modelo autogestionario. Si la aplicamos a la gestión de un hospital, será importante buscar las medidas adecuadas para garantizar la salud de los pacientes, producto final de la atención hospitalaria, pero deberá incluir también la discusión en torno al concepto de salud y enfermedad que se maneja para decidir la productividad hospitalaria. 4. El principio de organización básico de un sistema autogestionario es la participación efectiva y constante de todos los implicados en todos los procesos de discusión y toma de decisiones. Esa participación debe ser real, lo que exige respetar unos mecanismos de organización que hagan posible que la gente disponga de la información necesaria para intervenir en el proceso. La transparencia informativa es un requisito imprescindible, al que no siempre se le concede la importancia debida. Va unida a la publicidad en la discusión y toma de decisiones. Además, las personas implicadas deben participar en condiciones de igualdad, lo cual nos lleva a arbitrar los procesos educativos gracias a los cuales la gente va a ser capaz de expresar lo que realmente piensa. Y exige además evitar una división entre expertos y gente común, ejerciendo los primeros todo el poder de decisión amparados en sus conocimientos sobre el tema. 5. La autogestión es inmediata y fácilmente aplicable a niveles pequeños de organización. Va complicándose, como es obvio, a medida en que están implicados ámbitos más amplios de la producción. Eso exige un esquema organizativo de tipo consejista, en el que la comunicación va de abajo arriba y viceversa. A cada nivel superior de organización de consejos acuden los
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representantes y/o mandatarios del nivel inferior; deben llevar los resultados obtenidos en la discusión realizada en el nivel al que pertenecen; posteriormente, transmiten la información obtenida en el nivel superior al inferior. En cada nivel hay un ámbito de decisión autónomo y otro en el que es imprescindible la coordinación, objetivo central de la estructura consejista. Es algo similar a lo que se pretende, en la organización política, con los modelos federales y confederales. Por eso mismo es importante reforzar la dimensión local de la vida política, conscientes por otra parte de que una gran parte de los indicadores que muestran el nivel de felicidad y satisfacción de las personas dependen sobre todo de lo local. Y por esto también debemos ser conscientes de las dificultades que plantea actualmente la globalización, puesto que los lugares en los que se toman decisiones importantes terminan siendo lejanos y bastante opacos. 6. Los delegados son más bien mandatarios que representantes. Su capacidad de decisión es mínima, salvo mandato expreso de la asamblea o consejo al que representan. En esos casos, se mantiene como mecanismo de garantía la necesidad de rendir cuentas en público de las decisiones tomadas. En muchos casos y niveles, se deben seleccionar mediante estricto sorteo, dejando claro que la mejora organizativa no es consecuencia de la calidad personal de los que ocupan cargos de representación o mandato. La sociología política ha mostrado ya con cierto rigor que los representantes, una vez elegidos, no se deben a los intereses de las personas que los eligieron, sino a los que son propios del colectivo del que pasan a formar parte. En ese sentido, empiezan a tener intereses propios que terminan imponiéndose de manera generalizada, y esto pasa con representantes políticos o sindicales. 7. Un organismo básico en todo sistema autogestionario es la asamblea. En ella se deben discutir públicamente los asuntos y tomar, cuando fuera necesario, las oportunas decisiones. Para que una asamblea contribuya a potenciar la autogestión es importante que cumpla requisitos muy estrictos. Hay procedimientos sofisticados de manipulación de las asambleas. Conviene también recordar que hay que reducir al mínimo las decisiones; las asambleas pueden ser deliberativas, lo cual sin duda enriquece la vida comunitaria, pero no siempre tienen que tomar decisiones que afecten a todo el mundo. La autogestión implica que debemos dejar un amplio espacio en el que las personas individuales toman decisiones por sí mismas. La obsesión legisladora e intervencionista del Estado actual, que lo quiere regular todo, termina acabando con la capacidad de la gente para tomar decisiones. La autogestión no puede florecer en el seno de macroestados burocráticos; el Estado debe reducir al máximo su papel y actuar solo para coordinar y para atender subsidiariamente aquellos sectores en los que la iniciativa de pequeños grupos o individual no parece suficiente.
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8. Un mecanismo igualmente básico para garantizar la participación efectiva propia de la autogestión es la rotación. Ninguna persona debe ocupar cargos de mandato, representación o delegación, por un período largo. La rotación debe afectar también, aunque con algunas limitaciones técnicas obvias, a los puestos de trabajo. La tradicional división del trabajo, y más en concreto la que se apoya y refuerza la distancia entre los que dominan el proceso de producción y los que lo ignoran casi todo, debe ser disminuida en la medida de lo posible. El control del saber por parte de los expertos, como ya indicaba antes, es contradictorio con una propuesta de organización social autogestionaria. Ciertamente puede haber personas que muestren especiales capacidades para ejercer el liderazgo funcional que tan buenos resultados da para la vida comunitaria, pero lo importante sigue siendo la capacidad de las personas de aportar su propio punto de vista al proceso de gestión y de decisión. Nadie es imprescindible nunca para que la vida del grupo siga adelante; como se dice con alguna frecuencia, los cementerios están llenos de gente imprescindible. 3. A lgunas dificultades, algunas resistencias No se puede negar que un proyecto autogestionario suscita algunas dificultades, en gran parte porque hemos sido socializados en sistemas jerárquicos en los que una minoría desea mantener el control de los mecanismos de decisión para utilizarlos en su propio beneficio. Es cierto que, como bien viera Kropotkin, son numerosos los ejemplos de apoyo mutuo en la historia natural y también en la historia de las sociedades humanas. También es cierto que hoy día existe un importante sector de economía social o cooperativa en el que existen prácticas autogestionarias muy valiosas. Pero en la cultura dominada por las relaciones sociales de producción capitalistas, lo dominante ha sido el modelo contrario, un modelo fuertemente jerarquizado en el que el patrono impone su voluntad y unos representantes políticos que en última instancia obedecen a su propio partido y a los grandes patronos. Y en ese modelo hemos sido socializados casi todos nosotros. Por otra parte, debemos recordar que la convivencia de los seres humanos tiene como objetivo prioritario y fundamental garantizar la subsistencia, en las mejores condiciones posibles, de todos sus miembros. Lo primero que debe garantizar una organización social, sea política o de otro tipo, es que las necesidades básicas de realización del ser humano sean satisfechas. Sé que esto tiene algo de ambiguo, pero en líneas generales no debe ser echado en saco roto. De lo anterior se desprende que la participación activa en la gestión de los asuntos que nos concierne se sitúa, en la jerarquía de valores de una gran cantidad de personas, en un lugar secundario. Para mucha gente va primero lograr
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una vida con las necesidades básicas bien cubiertas (entendidas éstas en el mismo sentido que lo hace Maxlow), dejando para un segundo plano las necesidades más «elevadas» como son las que tienen que ver con la participación activa en los diferentes ámbitos en los que estamos presentes. Esto explica el éxito político y social que han tenido muchas veces fórmulas de convivencia como las que bien describe la muy antigua frase de panem et circenses. Es más, si nos atenemos, por ejemplo, a los informes del Banco Mundial sobre la gobernanza, no parece que la situación actual sea muy favorable y se dan retrocesos democráticos en muchos países que no son percibidos como desgracias por los ciudadanos. En los países desarrollados, por ejemplo, la gente acepta con gusto el crecimiento de un Estado policial y el incremento de las medidas carcelarias bajo el señuelo de que todo eso proporciona seguridad. Además, en estudios realizados en muchos países, se observa un mismo retroceso de la democracia en general. Son significativos los datos de los países del Este de Europa que pasaron de una sociedad comunista a otra capitalista y muestran un creciente desencanto con la democracia, algo mayor que el que siente por el capitalismo. Por eso hay algunos que defienden el modelo chino: un control fuerte y jerarquizado que impide todo tipo de participación efectiva en el gobierno, pero que garantiza el crecimiento económico y la salida de la pobreza. Esto significa que, en cierto sentido, la autogestión debe hacer frente a algunas resistencias y también a algunos miedos. Sin ánimo de agotar por el momento el tema, me parece importante contestar a algunas de esas dificultades y resistencias. 1. Es un modelo irrealizable. Ésa es una crítica que suele proceder de todos aquellos que defienden de una manera más o menos explícita un modelo de organización social, económica y política en el que son las elites (bien porque poseen el poder económico, bien porque poseen el conocimiento técnico) las que deben gobernar, poniendo freno a las reivindicaciones participativas. Existen numerosas experiencias que muestran que no sólo es posible organizar modelos autogestionarios, incluso en niveles complejos que van más allá de una simple fábrica, sino que también es muy positivo. El movimiento cooperativista en el ámbito mundial parece dar prueba de lo que digo. Basta recordar, en el caso de España, el movimiento cooperativo de Mondragón que, con todas sus limitaciones, supone una participación activa de los trabajadores mucho más elevada que la que se da en las empresas normales. Y lo mismo podemos decir de la vida política, con ejemplos sugerentes como las redes de municipios autogestionados en Perú, las ciudades con presupuestos participativos, el movimiento de escuelas democráticas o incluso la tradición confederal de Suiza. 2. Es poco eficaz y muy lento. La necesidad de consultar y hacer posible la participación de todas las personas hace que sea un proceso más lento y, en muchos casos, ineficaz. En cierto sentido la acusación es correcta, pe-
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ro no está claro que la lentitud sea un mal intrínseco que debe ser evitado sistemáticamente, por lo que no parece una acusación muy justa. En primer lugar, se apoya en una drástica distinción entre medios y fines que no es del todo adecuada, puesto que no siempre se pueden distinguir con claridad y además es imprescindible siempre emplear unos medios coherentes con los fines propuestos. Esto es, si el objetivo es lograr una sociedad con una democracia participativa, tenemos que utilizar medios participativos. Podemos aplicar a este caso lo que Gandhi decía de la paz: no hay un camino para llegar a la paz, la paz es el camino. Además, en la autogestión estamos buscando alcanzar fines más complejos, por lo que es necesario invertir más tiempo y esfuerzo; no solo pretendemos lograr alcanzar un producto específico, sino que buscamos objetivos integrales entre los que siempre se encuentra la plena realización de las personas implicadas en el proceso. Lógicamente necesitamos más tiempo y los ritmos son más lentos. Cuando hay un objetivo único, la obtención de beneficios gracias a la producción de mercancías, todo resulta más sencillo, pero también más empobrecedor. Eso se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida humana. Por último, debemos recordar las reivindicaciones recientes de algo que se llama el movimiento slow, pues llaman la atención a las corrosivas consecuencias que tiene la aceleración que padece nuestra sociedad obsesionada por el cambio rápido y la obtención cortoplacista de resultados. 3. Las personas no están interesadas en participar. Es cierto que para muchas personas resulta una carga que no están dispuestas a asumir. Basta con observar el absentismo que se da en gran parte de la vida asociativa, sea cual sea el ámbito en el que nos movemos. Eso es cierto incluso en organizaciones que proclaman su adhesión a principios autogestionarios. Ese absentismo tiene muchas raíces y hace falta luchar contra ellas: educación recibida, miedo a ejercer la propia libertad, descargar el trabajo tedioso en otras personas. Con demasiada frecuencia, las personas no están dispuestas fácilmente a ejercer su propia libertad; no se atreven a pensar por sí mismas y están abiertas a dejarse llevar por un líder que les resuelva los problemas, que les garantice unas prestaciones y que, aparentemente, no les pida nada a cambio. Además, toda dinámica autogestionaria exige una mayor implicación: hay que dedicar tiempo a buscar, leer y comprender la información relevante para los temas que se tienen que discutir; es necesario acudir a reuniones en las que se discuten los problemas y se toman las decisiones; en la medida en que hemos asumido cierto protagonismo en el proceso, vamos a tener que implicarnos más en la ejecución de las decisiones que se han tomado. En definitiva, mucho tiempo y mucho esfuerzo, que bien se puede dejar en otras manos. Solo cuando esas decisiones que hemos delegado por pura pereza empiezan a ser muy gravosas
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para nosotros y nuestros intereses, es posible que intentemos recuperar el poder de decisión, pero con frecuencia ya no es tan fácil. Nuestros representantes han terminado desarrollando unos intereses corporativos propios que entran en conflicto con los intereses de sus representados. Como es obvio, a nadie se le puede obligar a participar, pero desde luego se puede preparar a la gente, vencer sus resistencias y miedos y potenciar la participación. En todo caso, conviene recordar que el absentismo no parece razón suficiente para suspender el proceso autogestionario: la posibilidad de participación debe estar siempre abierta, del mismo modo que la formación en la participación debe formar parte de todo sistema que quiera ser autogestionario. No debemos olvidar que no se nace participando, como tampoco se nace obedeciendo; esas cosas se aprenden. 4. No es un modelo organizativo rentable. Para muchas personas, el esfuerzo invertido en la participación no es compensado ni mucho menos por los beneficios obtenidos. Algo de esto está ya presente en algunas objeciones anteriores, y a ellas he dado respuesta. Es cierto que nos puede resultar absolutamente imposible participar en todos los ámbitos en los que nos movemos: acudir a asambleas deliberantes y decisorias en nuestra vivienda, nuestro barrio, nuestra ciudad, en el trabajo, en las asociaciones a las que pertenecemos voluntariamente..., puede ser absolutamente agotador. De hecho, no es muy infrecuente encontrarse con personas convencidas del modelo que no paran de acudir a cientos de reuniones. En gran parte se puede simplificar todo el proceso para que la asistencia a asambleas no se convierta en toda una carga; en parte también, participar exige esfuerzo, como lo exige el querer ser protagonista de la propia vida. Es posible, sin embargo, que haya que seleccionar, participando en algunos ámbitos, pero no en todos. También es posible que sea necesario confiar: no participo en algunos ámbitos, pero dado que en todos hay estructuras de participación con ciertos niveles de autogestión, confío, en principio, que los que allí participen representarán adecuadamente los intereses que yo comparto. Por último, es posible igualmente que haya un techo para los mecanismos autogestionarios: insistir en formas de autogestión a partir de determinados niveles o en determinados ámbitos puede convertirse en algo contraproducente. En todo caso, esto último es algo que deberá ser verificado y contrastado en la práctica. Para conocer los límites de un modelo hay que llevarlo a la práctica, y esos límites no invalidarían en absoluto el modelo que sigue siendo, en este caso, esencial. 1. Es un modelo frágil y complejo. Sin duda lo es; no hay modelo organizativo, ni éste ni ningún otro alternativo, que pueda presentarse como estable y definitivo. Posiblemente la autogestión reconoce esa fragilidad inherente a todo sistema humano y apela por eso a la participación permanente
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de todos los afectados como mejor manera de hacer frente a esas insuficiencias. Ya he comentado anteriormente que no hemos nacido participativos, aunque ésa sea una de las posibilidades más coherentes con nuestra constitución. En la autogestión, como en la democracia, hay siempre algo de apuesta por construir una sociedad en la que pueda florecer lo mejor de nosotros mismos. Hay mucho de voluntad de poder, como vengo insistiendo en toda esta exposición. 4. Conclusión La apuesta por la autogestión constituye una de las propuestas más sólidas del pensamiento y la práctica libertarias. Es el modelo concreto y eficaz de organización de la vida social de los seres humanos en todos los ámbitos en los que ésta se desenvuelve, desde la fábrica hasta la casas y desde éstas hasta el barrio, el municipio y el Estado. Crear las condiciones materiales y humanas que hagan posible autogestionarse y además hacerlo cada vez mejor, es uno de los objetivos estratégicos del anarquismo, que haría realidad lo que se postula en la teoría y se detecta parcialmente en lo que de hecho ocurre en la vida cotidiana: la anarquía es la máxima expresión del orden. No es, sin embargo, tarea sencilla, puesto que cuenta con importantes enemigos y debe hacer frente a notables dificultades. Éstas proceden sobre todo de las prácticas ya sedimentadas de una sociedad organizada en torno a principios jerárquicos, que fomentan justo lo contrario: la dependencia, la obediencia, el pensamiento heterónomo… Demasiadas cosas están organizadas de tal modo que no sólo no se favorece la participación y autonomía ciudadanas, sino que se la impide y se la denigra, y romper con esas inercias viscosas que todo lo entorpecen requiere un lento trabajo de reconversión, con etapas de mayor aceleración transformadora y tiempos lentos en los que se pueden introducir cambios parciales. Los enemigos son externos e internos. Los primeros son quienes ocupan posiciones de poder y privilegio y pretenden seguir manteniéndolas para garantizar unas condiciones muy favorables de existencia aun a costa de otras personas, sean éstas muchas, vivan ahora o les toque vivir en un futuro próximo o lejano. Los segundos somos en muchas ocasiones nosotros mismos, como personas individuales, e incluso los colectivos que asociados luchan por fomentar e implantar estructuras autogestionarias, criticando el orden establecido. En ambos casos parece que nos encontramos en situaciones en las que anida fundamentalmente el miedo a la libertad, a asumir las responsabilidades que se derivan de tomar las riendas de la propia vida, y además amenaza siempre la fuerza de la pereza, el instinto tanático que nos lleva a preferir la existencia pétrea, mineral, sin sobresaltos, sin éxitos ni fracasos, con la sedante tranquilidad de la mediocridad, renunciando a la vida de quien lucha, busca, encuentra y nunca se rinde. Superar las resistencias de los pri-
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meros no es desde luego tarea fácil, pero tampoco lo es dejar atrás los miedos y renuncias que plantean los segundos, que planteamos nosotros mismos. De ahí que la autogestión deba ser entendida siempre como una idea reguladora, es decir, como un criterio con el que sometemos a perpetua evaluación lo que hacemos aquí y ahora y que además nos orientan la dirección que debe seguir nuestra marcha. Una sociedad plenamente autogestionaria no es algo realizable a corto y medio plazo, pero eso no significa en absoluto que pierda su eficacia. No la pierde primero porque es la meta que anima nuestros esfuerzos, ese horizonte de sentido hacia el que caminamos permanentemente. Y no la pierde sobre todo porque es el modelo que nos toca realizar aquí y ahora, en todas y cada una de las prácticas que acometemos para vivir y transformar la sociedad y a nosotros mismos. Y en ese sentido no estamos hablando de una autogestión posible, sino de una autogestión real, realizada en las mediaciones que el contexto y nosotros mismos permitimos y queremos transformar.
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El gobierno de los bienes comunes Paco Puche
“Elinor Ostrom ha puesto en cuestión la afirmación convencional de que la gestión de la propiedad común suele ser ineficiente” El Comité del Nobel, al concederle el premio de Economía de 2009 “¿Tendremos alguna vez la inteligencia (intelecto más afecto) para atrevernos a pensar y actuar en términos de Recursos de Propiedad Comunal Planetaria, tal como lo hacen muchas culturas “pobres y atrasadas” como muestra Ostrom desde hace tiempo?”1 Federico Aguilera Klink
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Por primera vez la concesión de un premio Nobel de Economía recae en una mujer y, también, ha sido especial el motivo por el que se le ha concedido, porque la trayectoria de la premiada contradice la economía convencional que se estudia en las facultades y que aceptan muchos gobiernos y empresas. La letanía que éstos repiten es la de que no existe más solución para gestionar bien los supuestos bienes escasos que la propiedad privada y, en situaciones especiales, la estatal. Elinor Ostrom viene a demostrar lo contrario. Curiosamente, y en contra de lo que suele ocurrir en estos casos, es casi imposible encontrar libros de la autora premiada o sobre ella, y la razón es muy sencilla, ni siquiera su obra más importante El gobierno de los bienes comunes, publicada en 1990 y reeditada en el año 2000, ha sido de nuevo publicada, estando las anteriores ediciones totalmente agotadas. Elinor Ostrom es una gran desconocida en lengua castellana. Sus investigaciones son de especial relevancia para demostrar que las propuestas de los libertarios son mucho más que meras utopías y que la autogestión goza de muy buena salud, eso sí, en pugna con la ideología capitalista-neoliberal. La tragedia de los comunes El U.S. National Research Council (Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos) reconoce la siguiente evaluación: “Ésa es la verdadera tragedia: ver cómo los sistemas económicos tradicionales que han funcionado durante siglos, se han vuelto obsoletos en pocas décadas y se sustituyen por sistemas implacables basados en la explotación de la población rural y de sus tierras”2. Los “sistemas económicos tradicionales” se han caracterizado por estar vinculados directamente a la naturaleza a la que han considerado como sagrada, La Pachamama o Madre Tierra. Son economías de la reciprocidad (“hoy por mí y mañana por ti”), de distribución equitativa, de donación y de intercambio. Siendo el trueque, lejos de lo que creía Adam Smith sobre el hombre primitivo, “una tendencia poco común a los seres humanos en sus actividades económicas, sino más bien una inclinación poco frecuente”3, y el “comercio y algunos usos del dinero tan antiguos como la humanidad (…) mientras los mercados no ganan importancia hasta tiempos recientes”4. Estos sistemas tradicionales, en sus diversas formas, han sido los más practicados en la historia de la humanidad que, como homo sapiens sapiens, abarca como máximo unos 200.000 años. En la actualidad unos 350 millones de integrantes de poblaciones originarias continúan estas tradiciones económicas. La Declaración de las comunidades indígenas respecto del Convenio de la Organización Mundial del Comercio sobre los derechos de propiedad intelectual (TRIPS, por sus siglas en inglés) del 25 de julio de 1999, que es muy significativa de lo que decimos, dice así: “¡No a la patentización de la vida! Nosotros, las comu-
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nidades indígenas del mundo, creemos que nadie puede poseer lo que existe en la naturaleza. Un ser humano no puede ser propietario de su madre. La humanidad es parte de la naturaleza (…) no podemos exigir algo que no nos pertenece. Pero una y otra vez nos han impuesto sistemas de propiedad occidentales que contradicen nuestra cosmovisión y nuestros valores”5. La tragedia a que se refiere el U.S. Council, citado más arriba, como no verdadera, es la que se denomina “la tragedia de los comunes”. Su autor es Garrett Hardin, que en 1968 inventa una especie de dogma económico por el que sostiene que la propiedad o gestión común de cualquier recurso (tierra, bosques, pastos, agua, aire, océanos, genoma, etc.) está condenado a su deterioro, de manera trágica, porque es un destino contra el que no tenemos nada que hacer. Y lo argumenta como sigue: “Imaginemos un pastizal al alcance de todos. Cada pastor racional concluye que la única opción sensata es añadir otro animal a su rebaño. Y otro, y otro, y otro…Sin embargo, a esta conclusión han llegado cada uno de los demás pastores que comparten el pastizal y precisamente en eso reside la tragedia. Esta libertad lleva a todos a la ruina. (…) Tenemos solo una alternativa; venderlo como propiedad privada o conservar el carácter público pero restringiendo su derecho de entrada”6. En 1991, Federico Aguilera responde a este dilema con un trabajo titulado “¿La tragedia de la propiedad común o la tragedia de la mala interpretación en economía?”7, cuyo título ya es por sí mismo esclarecedor. Dice Aguilera que, más que un problema, la propiedad (uso o gestión) común es una cuestión de concepto. Si la consideramos como Hardin un recurso abierto a todos sí puede devenir en ruina, pero no es una tragedia si la consideramos como un aprovechamiento, como dice Kapp, “celosamente regulado por hábitos e instituciones impuestos por la costumbre (y) no hay dificultad en concluir que las sociedades tradicionales mantenían un mínimo social de seguridad en la utilización de los recursos renovables”. Es más, lo que se puede afirmar es justo lo contrario, es decir, que el ejercicio total de la propiedad privada es en la actualidad virtualmente imposible en un contexto de ecosistemas. Por eso concluye su artículo Aguilera, citando de nuevo a Kapp, afirmando que “… la organización de principios de sistemas económicos guiados por valores de intercambio, es incompatible con los requerimientos de los sistemas ecológicos y la satisfacción de las necesidades humanas básicas”. Este texto trata de seguir la estela de las anteriores críticas, de la mano de Elinor Ostrom. Los “sistemas implacables” a los que refiere el U.S. Council han de ser el totalitarismo y el capitalismo. El primero sustituye a la comunidad por el Estado (El Leviatán o el “ogro filantrópico”, según los casos) y el segundo individualiza la sociedad, rompe los vínculos, consagra el homo economicus egoísta, asigna a la economía el móvil de la ganancia, la maximación y el crecimiento y, como conse-
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cuencia, la explotación de las gentes, el saqueo de la naturaleza y su propia autodestrucción se vuelven irrefrenables.8 Los bienes comunes Los bienes comunes son las redes de vida que nos sustentan. También las creaciones humanas que son siempre sociales. Son el aire, el agua, las semillas, la tierra, el espacio sideral, las culturas, el genoma, la biodiversidad, el paisaje, el sol, la autoregulación, las materias primas…, el software libre, las obras de arte, los saberes… No son de nadie en particular, pertenecen a todos, a las generaciones futuras y al resto de seres vivos (“no podemos ser propietarios de nuestra madre”). Proceden de los servicios de la naturaleza y de las construcciones culturales de la humanidad. Como se ve, son heredados y de importancia básica para la vida. Como la mayoría forman parte de ecosistemas, no son apropiables. ¿Cómo se puede apropiar un individuo, o una sociedad anónima, de un cardumen de peces que cambia constantemente de lugar o de un río que fluye? Por eso, como ya sentenció Quinto Horacio Flaco en el siglo I antes de nuestra era: “resulta difícil definir como propias las cosas comunes”. Marx decía con toda razón que “desde el punto de vista de una formación económica-social superior, la propiedad privada en manos de un individuo será tan absurda como la de un hombre en manos de otro hombre. Ni siquiera toda una sociedad o nación, o todas las sociedades contemporáneas reunidas, son propietarias de la tierra”9. Esto mismo se puede afirmar desde la perspectiva de una formación económica-social tradicional, como hemos visto. Por ello, el capitalismo y el totalitarismo se pueden considerar como un breve paréntesis en una larga historia de la humanidad. La liquidación histórica de los bienes comunes: de los cerramientos ingleses a la desamortización española, y más allá El paso desde el régimen señorial al capitalismo tiene como un elemento característico la lucha por el cerramiento de los campos (enclosures) por parte de sus propietarios, cosa que les interesaba mucho porque podían dedicarlo a criar ovejas y vender a muy buenos precios la lana. Se calcula que en Inglaterra, a finales del siglo XVII, un tercio de los poseedores de tierras estaban condicionados por derechos comunes10 consuetudinarios: espigueo, pastoreo, recolección, agua, paso, etc. Una costumbre llamativa era la de las Lammas-day, que se decía de tierras que eran propiedad privada hasta el 1 de agosto, momento en que quedaban sometidas a derechos comunales de apacentamiento hasta la primavera. “Desde
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la creación del mundo hasta ahora, la segunda hierba pertenece a la comunidad”, se decía en la Revolución francesa de 1789. Estos cercamientos eran una auténtica revolución de los ricos contra los pobres, por ello hubo muchas resistencias y el proceso que se inició en 1710 no culminó hasta 1850. La siguiente lámina de mitad del siglo XVIII expresa con contundencia la oposición que ejerció el pueblo durante cerca de 150 años a la pérdida de sus derechos comunes:
Los feligreses y su párroco derribando el muro levantado en el parque de Richmond, 1748
En España, la propiedad de la tierra en el Antiguo Régimen (antes del XIX) se repartía, aproximadamente, de la siguiente manera: la Iglesia el 16,5%, el señorío el 50% y los bienes concejiles (de propios o comunes) oscilaban entre un 22% en Andalucía y un 59% en Extremadura. “Este todavía ingente patrimonio comunal se vio sometido en el siglo XVIII y XIX a las mismas usurpaciones, enajenaciones y ventas que había sufrido en el pasado”11.
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La liquidación en España de los bienes comunes empieza en el siglo XIV12, continúa con la desamortización y el franquismo y culmina en la actualidad (ver la ley Andaluza 5/2010 de julio, sobre la reordenación del sector público). La distinción entre tierras de los municipios (de propios, públicos) y las comunes (de los vecinos reunidos en concejos) no era clara, por lo que, históricamente, una forma de usurpación era pasar los bienes comunes a “de propios” y de aquí a su privatización definitiva13. La actual Ley de Montes de 2003 incide en la misma ambigüedad: define a los montes comunales como los “pertenecientes a las entidades locales, en tanto su aprovechamiento corresponde al común de los vecinos”. A pesar de esta dinámica, aún se mantienen bienes comunes en España: En Galicia los montes vecinales llegan a 660.000 has; en Navarra el 43% de las tierras, unas 407.000 has, son nominalmente comunales; en Castilla, ocupan cientos de miles de has; y en Cuenca el ayuntamiento posee unas 45.000 has14. En el caso de Málaga, el Catálogo de Montes de Utilidad Pública de 1971 le asigna 101.508 has entre común y público, o sea el 33% de los territorios con vocación forestal. La liquidación de los bienes comunes en la actualidad: el caso de Hernando de Soto y las filantrópicas del gran capital Avina y Ashoka El pasado junio de 2009 se desencadenaron en Bagua (Perú) unas graves luchas entre los indígenas amazónicos y la policía del país. El resultado fue de varias decenas de muertos entre manifestantes y policías (se habla de 50 muertos y 400 desaparecidos indígenas y 24 policías muertos). El asunto que ha provocado el conflicto ha sido el intento de privatizar los bienes comunes de la Amazonía pertenecientes a las comunidades originarias. En el marco de implementación de los Acuerdos de Libre Comercio (TLC) con EEUU, se dictaron leyes para parcelar del orden de 63 millones de hectáreas de selva en propiedades privadas de cinco a veinte mil hectáreas. Las luchas han resultado hasta el momento fructíferas, y se está produciendo una revuelta de los pueblos amazónicos “llamados a cambiarle la cara al país, y muy en particular, a los sectores que resisten y se organizan en movimientos antisistémicos (…) la región andino-amazónica está siendo sacudida por levantamientos indígenas en defensa de los bienes comunes”15. En este conflicto ha aparecido en escena un economista neoliberal peruano llamado Hernando de Soto, uno de los asesores del presidente en la negociación del referido tratado TLC. Este economista va por el mundo difundiendo ideas parecidas a las de Hardin, en el sentido de que los bienes comunes no permiten movilizar el capital ni hacer entrar a los pobres en el circuito de la economía formal privatizada y bancarizada. Es lo que llama “integrar a los parias en el capitalismo”, y explica que “los pobres son pobres porque no tienen registro de propiedad”. Por eso propone transformar
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los bienes comunes en propiedades parceladas, privadas y legalizadas. Y así va por el mundo. Actualmente, una fundación que preside ha recibido de los gobiernos canario y español, en los últimos años, una subvención de 700.000 € para hacer un prediagnóstico de la situación de la economía informal de Senegal, Mali, Níger y Cabo Verde.16 Hernnado de Soto es, además, miembro destacado de Ashoka, una fundación del gran capital experta en cooptar líderes sociales, financiarlos y conducirlos, con el propósito explícito de convertirlo todo en negocio a través del mercado. La citada fundación Ashoka está a su vez coaligada estrechamente con otra denominada Avina, cuyos medios proceden del negocio del letal amianto que su fundador, Stephan Schmidheiny, ha dominado en el mundo hasta los años noventa. Por ello está siendo juzgado por lo penal en Turín, demandado por los representantes de tres mil personas, dos mil ya fallecidas. Le piden 13 años de cárcel y 5.000 millones de indemnizaciones (El amianto mata en el mundo 100.000 personas al año, según la OMS). Y para redondear el asunto, Ashoka se ha aliado con la fundación Bill y Melinda Gates para llevar a cabo el proyecto AGRA en África, que es un intento de desarrollar una segunda “revolución verde” en el campo. Proyecto que ha sido rechazado por la Vía Campesina, la mayor organización en el mundo de campesinos alternativos, que en un comunicado difundido el pasado mes de septiembre afirmaba que “desde 2006 esta Fundación ha colaborado con la Fundación Rockefeller, entusiasta promotora de cultivos transgénicos para los pobres del mundo, para implementar la Alianza de una Revolución Verde en África (AGRA), la cual está abriendo el continente a la semilla transgénica y a sustancias químicas vendidas por Monsanto, Dupont y Syngenta ”17.
Los bienes comunes en el mundo al día de hoy
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La Asociación Internacional para el Estudio de los Bienes Comunes, creada en 1989, cita cientos de sistemas de gestión colectiva de recursos comunes en funcionamiento, en especial en países no industrializados. — Por ejemplo, en México el 59% de la tierra es comunal y acoge a 3 millones de familias; el 75% de los bosques es propiedad colectiva y el 50% de la producción forestal del país está en manos de empresas comunitarias. — En el mundo existen 800.000 cooperativas, en 80 países, en las que trabajan 100 millones de personas — Los campesinos familiares producen el 50% de los alimentos, y alimentan al 70% de toda la población y son unos 1.500 millones. — 1.600 millones de habitantes obtienen parte sus alimentos en los bosques, y 60 millones viven en ellos. — Existen aún 190 millones de pastores nómadas, que recorren tierras comunales. — Y 35 millones de pescadores, de los cuales el 90% lo hacen en pequeña escala, y obtienen el 50% de las capturas mundiales.18 Todos estos habitantes gestionan propiedades comunes o usan de ellas. La tragedia anunciada por G. Hardin olvida que los bienes pueden ser de cuatro tipos: públicos, comunes, privados o “de nadie”. Los públicos son abiertos a todos y no son sustractivos (el aire que respiro no va en menoscabo del que ingiere mi vecino); los comunes han de estar en accesos restringidos y son sustractivos, dan lugar a juegos de suma cero: lo que unos usan es a costa de que otros no lo puedan hacer. Por tanto, ante los dilemas que plantea, Hardin olvida que hay un campo inmenso de propiedad, uso y gestión que son los bienes bien llamados comunes. En el siguiente cuadro se puede ver con detalle esto que decimos: Uso, gestión Propiedad Pública
Colectivo Sí
Común No
Libre acceso
Común
Sí Sin Libre acceso
Privado Sí Concesiones privilegios
Sí
Gestión Democrática/ autoritaria
NO
Autogestión
Agente Estado Ayuntamientos, etc… Autogestión
Solo miembros
Privada
No
Sí Costumbre
Sí
Sujeto a leyes
Individual
Sin dueño
Sí
Sí
Sí
Libre acceso
Acuerdos Convención del Mar y T. Antártida
Sí
Res nullius
Elaboración propia con aporte comunitario
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Todos
¿Por qué cooperamos?19 ¿Somos egoístas por naturaleza —el gen egoísta— como dice el neodarwinismo y la economía liberal? ¿Es innato el instinto de agresión como afirma cierta sociobiología y etología? ¿Somos competitivos en la “lucha” por la vida? Estas aseveraciones están muy presentes en la vida académica y en la vida corriente, y se consideran bien establecidas: pertenecen al imaginario social. El epígrafe que abre esta parte con un interrogante, más bien afirma lo contrario pero se pregunta cómo es que ocurre eso en lugar de los supuestos más establecidos. Las relaciones entre organismos y especies se pueden encuadrar en alguna de las trece interacciones que ilustra el siguiente diagrama:
Formas de relación entre los seres vivos
Fuente: Odum y Sarmiento20
De las relaciones señaladas, seis son beneficiosas para ambos seres o no perjudiciales, y siete son perjudiciales para algunos de ellos. Veamos algunas de ellas. La competencia denota la lucha por la misma cosa. Una veces resulta excluyente, entonces una especie (u organismo) es o bien eliminada, o bien obligada a buscar otro hábitat, o bien se adapta a la coexistencia reduciendo la presión competitiva a través de cambios fisiológicos, conductuales o genéticos o, en fin, se reparten
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la insuficiencia viviendo juntas a densidades reducidas. Hay pues dos grandes posibilidades: una de exclusión competitiva y otra de coexistencia. Los trabajos de Den Boer en 1986, que revisó la competencia, concluyen que “la coexistencia es la regla y la exclusión competitiva completa es la excepción”21 Las relaciones de mutualismo o simbiosis son muy frecuentes: Todos los líquenes son el resultado de asociaciones simbióticas entre hongos y algas. Hoy día se sabe que una cuarta parte de los hongos documentados están “liquenizados”. Las micorrizas son protuberancias simbióticas producidas por la alianza de un hongo y una planta en las raíces de ésta, esencial para ambos. Hay micorrizas en las raíces de más del 95% de las especies vegetales22. Los seres humanos no podemos sintetizar vitaminas B o K sin nuestras bacterias intestinales. Los rumiantes y las termitas descomponen la hierba y la madera por las bacterias que tienen en su aparato digestivo. Pero lo que es más sorprendente, el paso trascendental de las células procariotas, sin núcleo, a las eucariotas es el resultado de una simbiosis de bacterias23, división que dio origen a los cuatro reinos de seres vivos distintos a las bacterias, a saber: Protoctistas, Animales, Vegetales y Hongos. Como ecosistema de ecosistemas, la biosfera constituye un sistema autorregulado con capacidad para mantener la salud de nuestro planeta mediante el control del entorno físico y químico que lo hace óptimo para la vida. Ésta es la llamada hipótesis Gaia, atribuida a Lovelock, que la formuló en 1969 y según la cual “la vida no está rodeada por un medio esencialmente pasivo al cual se ha adaptado, sino que se va construyendo una y otra vez su propio ambiente”24. Podemos concluir con Margulis que: “la vida no conquistó el planeta mediante combates, sino gracias a la cooperación. Las formas de vida se multiplicaron y se hicieron más complejas asociándose a otras, no matándolas”25. Acercándonos a nuestra especie, homo sapiens sapiens, vamos a observar a nuestros parientes más cercanos, los chimpancés y los bonobos, que se separaron de nosotros hace unos 5,5 millones de años y con los que compartimos el 99% del genoma. El primatólogo Frans de Waal ha estudiado profusamente ambas especies y ha llegado a algunas conclusiones que se pueden resumir en el siguiente cuadro:
Chimpancés jerárquicos violentos brutalidad y afán de poder machos dominantes infanticidio poderosos mecanismos de control
Bonobos más empatía y amabilidad pacíficos hacen el amor, no la guerra hembras dominantes no infanticidio pelean sin daño
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Tenemos rasgos de nuestros “dos primos cercanos”, por eso exclama de Waal: “Ya está bien de la supervivencia del más apto (…) hay mucho de eso, por supuesto, (pero para los primates) llevarse bien con los demás es una aptitud capital, porque las posibilidades de supervivencia fuera del grupo, merced a predadores y vecinos hostiles, son ínfimas”26.
Kevin, un bonobo macho Nuestro lado oscuro es tristemente obvio: se estima que sólo en el siglo XX, 160 millones de personas perdieron la vida por causa de la guerra, el genocidio o la opresión política. Pero la agresividad humana en el siglo XX no es extensible a todas las épocas porque no hay evidencia sobre el asunto, más bien se puede afirmar que “los grupos de cazadores-recolectores contemporáneos coexisten en paz la mayor parte del tiempo (…porque) la guerra no es un impulso irreprimible. Es una opción”27. Los rasgos cooperativos han quedado marcados en nuestra fisiología a través de las denominadas neuronas espejo28 que inducen a la empatía, es decir a la tendencia a ponerse en el lugar del otro y sufrir, llorar y reír con él, y a través del denominado ojo colaborativo 29, que se manifiesta a través del blanco del ojo, la esclerótica, que es casi tres veces más grande que en las más de otras 200 especies de primates. Esta característica específicamente humana hace que la dirección de la mirada de un individuo sea detectable para los demás y sirve para comunicarse. Por tanto podemos esperar cooperación ya que está en nosotros por naturaleza.
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Después de lo dicho, podemos establecer algunas conclusiones: — Pertenecemos a un mundo vivo simbiótico, autoorganizado y con un éxito cifrado en 3.500 millones de años de permanencia, a pesar de que el 99% de las especies han desaparecido. — Con unos antecedentes humanos (los bonobos) colaboradores y pacíficos, además de los violentos (los chimpancés). — Por ello el mundo de la vida es mucho más que egoísmo, competencia y violencia: podemos desarrollar mucha amistad y cooperación. Kropotkin se adelantó a estas conclusiones en el siglo XIX con una visión profética. Afirmaba que, además de la lucha mutua, “se observa al mismo tiempo, en las mismas proporciones, o tal vez mayores, el apoyo mutuo, la ayuda mutua, la protección mutua entre animales pertenecientes a la misma especie o, por lo menos, a la misma sociedad (…) de manera que se puede reconocer la sociabilidad como el factor principal de la evolución progresiva” 30. Elinor Ostrom y el gobierno de los bienes comunes El premio Nobel de economía de 2009 le ha sido concedido a Elinor Ostrom porque “ha puesto en cuestión la afirmación convencional de que la gestión de la propiedad común suele ser ineficiente, razón por la cual debería ser gestionada por una autoridad centralizada o ser privatizada. A partir de numerosos estudios de casos de manejo por parte de sus usuarios de bancos de pesca, pastizales, bosques, lagos y aguas subterráneas, Ostrom concluye que los resultados son, en la mayoría de los casos, mejores que en las predicciones de las teorías estándar. Sus investigaciones revelan que los usuarios de estos recursos desarrollan con frecuencia sofisticados mecanismos de toma de decisiones, así como de resolución de conflictos de intereses, con resultados positivos”.31 La galardonada, en una entrevista que se publica digitalmente, afirma: “Hemos estudiado varios cientos de sistemas de irrigación en el Nepal. Y sabemos que los sistemas de irrigación gestionados por los campesinos son más eficaces en términos de aprovisionamiento de agua y presentan una mayor productividad que los fabulosos sistemas de irrigación construidos con la ayuda del Banco Mundial y la Agencia Norteamericana de Ayuda al desarrollo (USAID), etc. Así, sabemos que muchos grupos locales son muy eficaces”32 . Pero no solo se dan estos éxitos de gestión de bienes comunes en muchas experiencias recientes, sino que lo más llamativo son las múltiples experiencias que llevan cientos de años funcionando bien33. Tal es el caso de la aldea de Törbel, en la región alpina de Suiza, con 600 habitantes y que gestiona los bienes comunes desde 1225. Éstos afectan al 80% del territorio y en ellos coexiste la propiedad privada con la comunal, estando esta úl-
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tima en régimen de autogestión. Para evitar desigualdades, readjudican los derechos de pastoreo cada 10 años. Otro caso digno de mención es el caso de Japón. Entre 1600 y 1867 existían miles de aldeas comunales, que abarcaban unos 12 millones de hectáreas, lo que suponía un 30% de todo el territorio. En la actualidad solo quedan unos 3 millones de hectáreas, o sea el 10% del territorio. La asamblea, en autogestión, creaba reglas detalladas de su gobierno y gestión, asignaba trabajos colectivos y contaban con sistemas de supervisión y castigos internos. Otro caso de mucho interés es el que se ha mantenido en las Costas Levantinas españolas, desde la época árabe, siglo XIII, hasta nuestros días, en los sistemas de manejo de riegos comunes. En Valencia se tienen noticias de que, desde 1435, el Tribunal de Aguas se ha reunido durante siglos todos los jueves a la puerta de la catedral. Se tomaban decisiones inmediatas para solventar los conflictos, según reglas establecidas y se ponían las multas pertinentes. El caso de Filipinas, con las comunidades de riego, también es de larga duración. Hay noticias de su existencia desde 1630; en 1979 aún quedaban 686 sistemas de estos riegos en comunidad. Los comuneros reunidos en asamblea hacen sus reglas, específicas para cada lugar, eligen sus funcionarios, cuidan sus canales y deciden las contribuciones de trabajo para la colectividad de cada uno de los comuneros. Constata Ostrom que “aún no se ha encontrado un ejemplo de un bien común que haya sufrido un deterioro ecológico cuando todavía era común”. En la entrevista citada más arriba, Elinor Ostrom subraya que el éxito del gobierno de los bienes comunes no es automático, así contesta: “sabemos que muchos grupos locales son muy eficaces. Pero esto no es universal, de modo que no podemos ser tan ingenuos como para pensar ‘Oh, fíjate, limitémonos a entregar las cosas a la gente, que siempre se organizará. Existen muchos escenarios que desestimulan la autoorganización’”. Hay unas condiciones para que la autogestión funcione con eficacia y sea duradera. El secreto está en el cumplimiento regular de las siguientes características: 1. Especificación clara de los límites. Tanto las personas que tengan derecho a extraer el recurso como el propio recurso deben estar claramente especificados y delimitados. No hay libre acceso. 2. Coherencia entre las condiciones locales y las reglas de apropiación y de colaboración. Las reglas de apropiación que limitan el momento, el sitio, la tecnología y/o la cantidad del recurso que se puede extraer, deben estar relacionadas con las condiciones locales y las reglas de colaboración que indican el trabajo, el material o el dinero a aportar. 3. Acuerdos sobre las decisiones colectivas. La mayoría de los individuos afectados por las reglas operativas pueden participar en la modificación de di-
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chas reglas. Son soberanos, deciden autogestionariamente. Se dan reglas y ellos las modifican. 4. Supervisión y control del cumplimiento de las reglas. Las personas que controlan el cumplimiento de las reglas son responsables ante los miembros o son, ellos mismos, miembros. 5. Sanciones proporcionadas. Los usuarios que incumplan las reglas serán sancionados de manera proporcional, bien por otros usuarios, bien por los encargados de vigilar el uso del recurso. 6. Mecanismos para la resolución de los conflictos. Los usuarios y los vigilantes tienen rápido acceso a medios (foros) locales accesibles y baratos para resolver los conflictos que ocurran tanto entre usuarios como entre usuarios y vigilantes. 7. Reconocimiento mínimo del derecho a auto-organizarse. Los derechos de los usuarios para diseñar sus propias instituciones no están amenazados por autoridades gubernamentales externas. 8. Múltiples niveles gestión de la coordinación. Se desprende que, como mínimo, tiene que haber, pues, acceso restringido, reglas claras, capacidad autoorganizativa soberana, sistemas de control y sanciones, mecanismos de resolución de conflictos y coordinación con otros niveles de autoorganización. El siguiente cuadro (Tabla 1) compara ocho experiencias estudiadas por Ostrom en las que se dan las tres posibles situaciones de éxito, fracaso o situación de debilidad: Vemos que en el caso de que no se cumplan casi ninguna de las condiciones señaladas, el fracaso es seguro, y el éxito depende precisamente de su cumplimiento. La falta de reglas, el acceso abierto, la falta de supervisión y las correspondientes sanciones son los defectos que llevan al fracaso, seguido de la autogestión. La existencia de “gorrones” y de falta de participación resulta intolerable para el buen gobierno de los bienes comunes. Conclusiones “Las instituciones que descansan sobre el concepto de ‘propiedad común’ han jugado un papel socialmente beneficioso desde la prehistoria económica hasta nuestros días”, por ello lo que se desprende por razones históricas y sistémicas es que el “ejercicio total de la propiedad privada es en la actualidad virtualmente imposible en un contexto de ecosistemas”�. Un pensamiento alternativo debe tener unos fundamentos biológicos, antropológicos e históricos que lo hagan creíble, y éstos existen tal como hemos ido desbrozando. Por tanto, hay que rechazar las imágenes del egoísmo generalizado, la violencia irrestricta y la competencia feroz. Un pensamiento político de la izquierda en todas sus acepciones debe ser esperanzador y no derrotista, que es el que corresponde a la derecha. Las ideas y prácticas de egoísmo, competencia y vio— 44 —
Tabla 1 Lugar
Límites
Reglas
Autogestión
Supervisión
Sancion -es
Conflictos
Derecho organiza ción
Coordinación
Resultados
Törbel
Sí Sí Sí Sí
Sí Sí Sí
Sí Sí Sí Sí
Sí Sí Sí Sí
Sí Sí Sí
Sí Sí Sí
Débil
Débil
NR NR Sí NR
Éxito
Turquía Alanya
Sí Sí Sí No
SriLanka Gal Oya
Sí
Sí
Sí
Sí
Poca Informa
Débil
Débil
Sí
Frágil
Turquía Bahía Izmir
No
No No
No
No
No
Débil
No
Fraca so
SriLanka Kirindi
Sí
No No
No
No
No
No
No
Fraca so
California Mojave
No
No Sí
No
No
Sí
Sí
No
Fraca so42
Japón Filipinas
Débil
Éxito Éxito Frágil
Fracasos y éxitos comparados lencia ocurren bajo el capitalismo y las teorías e instituciones que lo apoyan. Como dice John Berger, lo que está ocurriendo es lo siguiente: que “en primer lugar están los operadores del orden mundial, los cuales toman cada minuto alguna decisión que afectan a millones de vidas, sin responder ante nadie. Tenemos después a millones y millones de personas que en un cierto sentido no tienen poder. Estas personas trabajan para ofrecer pequeñas soluciones que les permitan sobrevivir con la mayor simplicidad... no están planificando el cambio, simplemente lo construyen con sus propias vidas. «...En el espejo que el cielo me ofrece veo un espacio que contiene dentro de sí a todas las personas que intentan restituir un sentido a sus vidas». Como conclusión final podemos decir que, no solo “otro mundo es posible”, sino que ya se está construyendo cada día. El desenlace final queda en nuestras manos.
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Notas y referencias
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Aguilera, F. (2009), “Una nota sobre la Nobel de Economía Elinor Ostrom”, Revista de Economía Crítica, nº 8, segundo semestre, p.7 Helfrich, S. comp. (2008). Genes, bytes, y emisiones: bienes comunes y ciudadanía, Fundación Heinrich Böll, p.123 Polanyi,K. (1944). La gran transformación. Crítica del liberalismo económico, La Piqueta, 1989, p.390 Polanyi, K. (1957). “El sistema económico como proceso institucionalizado”, en Lecturas de antropología social y cultural, Cuadernos de la UNED, 2000, p. 398 Helfrich, S. comp. (2008), o. cit. p. 108 Hardin, G. (1968), “La tragedia de los espacios colectivos”, en Daly, H. (1989), Economía, ecología, ética, FCE. pp. 115 -116 Aguilera, F., coord. (1992), La economía del agua, Ministerio de Agricultura. pp. 365 y 377 “La idea de un mercado que se regula a sí mismo (…) no podía existir de forma duradera sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto (…) toda sociedad cuya vida económica descanse en el interés personal es totalmente no natural en el sentido estrictamente empírico de que es excepcional”, en Polanyi, K. (1944), o. cit. pp. 26 y 390 Marx, K. (1867). El Capital, vol.3, cap.47 Thompson, E.P. (1995). Costumbres en común, Critica, p.135 De Dios, S. y otros, coords. (1999). La historia de la propiedad en España. Siglos XV-XX, Centro de Estudios Registrales, pp. 20,27,53 y 108 Rodrigo, F. (2008).Naturaleza, ruralidad y civilización, Editorial Brulot, pp. 98 y ss. De Dios, S. y otros, coords. (1999), o. cit. p. 107 Rodrigo, F. (2008). o. cit. p. 97 Zibechi, R. (2010), “ Un año de la masacre de Bagua”, Rebelión, 5 de junio Ver El Digital de Canarias, 1 de noviembre de 2009 : http://www.eldigitaldecanarias. net/noticia22689.php Aparecido en Rebelión, el 16 de septiembre de 2010: http://www.rebelion.org/noticia. php?id=113039 Grupo ETC (2010). “Quién alimenta al mundo”, Ecoportal-net, 14 de julio: http:// www.ecoportal.net/content/view/full/247 Con este título he realizado un trabajo específico que ha aparecido en el Observador, noviembre 2010 Odum, E. P. y Sarmiento, F. O. (1997), Ecología. El puente entre ciencia y sociedad, McGraw-Hill, p.188 Odum, E.P. (1992). Ecología. Bases científicas para un nuevo paradigma, Ediciones Vedra, p.171 Margulis, L. y Sagan, D. (1996), ¿Qué es la vida?, Tusquets Editores, p. 148 Villee y otros (1992). Biología, Interamericana-McGraw Hill, (2ªedición española de la original americana de 1989) p. 433 y 98
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24 Lovelock, J.E. (1985). Gaia. Una nueva visión de la vida sobre la Tierra, Ediciones Orbis, p. 10 y 23 25 Margulis, L. (2002). Una revolución en la evolución, Universitat de València, p.108 26 De Waal, F. (2005). El mono que llevamos dentro, Tusquets, p. 231 27 De Waal, F. (2005). o. cit., pp. 38 y 144 28 Riechmann, J. (2009). La habitación de Pascal. Los Libros de la Catarata, p.252, 29 Tomasello, M (2010), ¿Por qué colaboramos?, Katz Editores, p. 96 30 Kropotkin, P. (1989), El apoyo mutuo, Ediciones Madre Tierra (edición inglesa original de 1902), p.43 31 Parte del texto con el que el Comité del Nobel argumentó para darle el mencionado premio. 32 Entrevista a Elinor Ostrom publicada en Sin Permiso, el 18 de octubre de 2009. 33 Ostrom, E. (1990). El gobierno de los bienes comunes, FCE, 2000, pp. 110-145 34 Ostrom, E. (1990). o. cit., p.283 35 Aguilera, F., coord. (1992), o. cit., p. 364 y 368
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Colectividades en una emancipación histórica Promesas y oportunidades colectivas, 1936-1939 Alejandro R. Díez Torre Departamento de Historia II Universidad de Alcalá de Henares
“La CNT es en España la más importante y la más activa de las organizaciones de trabajadores —para saberlo, no he prestado atención a lo que se me dice. Esto salta a la vista, las grandes empresas, con toda evidencia están principalmente dirigidas por la CNT— los ferrocarriles, los textiles, la electricidad, la construcción, la agricultura... Fui extremadamente impactado por el trabajo revolucionario constructivo que efectuó la CNT. El éxito del control obrero en la industria inspira entusiasmo... Existen aún británicos y americanos que tienen a los anarquistas españoles por hombres imposibles, indisciplinados, ingobernables. Una opinión tal se sitúa en las antípodas de la verdad. Los anarquistas de España reunidos en el seno de la CNT, realizan una gran obra de construcción, una de las más grandes jamás acometida por la clase obrera. En el frente, combaten al fascismo.
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En la retaguardia, edifican realmente la nueva sociedad de trabajadores. Abordan simultáneamente la revolución social y la guerra contra el fascismo. Los que los han visto, y han comprendido lo que hacen, les deben respeto y reconocimiento. Es, ciertamente, la más grande obra nunca acometida por los trabajadores en ninguna parte del mundo”. Fenner BROCKWAY, cit. como testimonio de R. Rocker Anarchism and anarcho-syndicalism: en P. Eltzbacher (ed.): Anarchism, London, Freedom Press, 1960. “(…) Hay comunidades de individuos que se han basado en instituciones que no se asemejan ni al Estado ni al mercado para gobernar algunos sistemas de recursos durante largos períodos de tiempo con un razonable grado de éxito” Elinor OSTROM, Gobernando los comunales. México, FCE, 2001 (premio Nobel de Economía 2009, estudiosa de sistemas de irrigación en Filipinas, Nepal y España; pastos de montaña en Alpes, sistemas de pesca de bajura en Turquía y de seguridad ciudadana en EE.UU). 1. Introducción Desde hace siglo y medio, el empleo de los términos colectivismo, colectividades, tiene una larga trayectoria en el movimiento obrero. En concreto, desde la aparición del término colectivista en el movimiento de la Iª Internacional, en 1864, designando una corriente de partidarios de un nuevo tipo de posesión-gestión distinta a la propiedad individual, bajo la que eran agrupados dos grupos de socialistas: los autoritarios o socialistas de Estado (marxistas) y los que prescindían de él, como socialistas antiautoritarios (bakuninistas). Pero los caminos acuñados en las corrientes colectivistas fueron diferentes, según las líneas comunista y anarquista, en la implementación de términos como colectivismo-dades-colectivización. Este último término fue usado por comunistas —como política forzada, desde arriba por el Estado— hacia un llamado por estalinistas “socialismo real”, desde las campañas y políticas de colectivizaciones forzadas de 1927 por Stalin en Rusia: en realidad, una imposición de la propiedad colectiva de tipo estatal, dictada y programada en la agricultura; junto a una depuración política de opositores reacios, y segmentos refractarios de la sociedad, como pertinaces propietarios individuales y díscolos comerciantes o cultivadores autónomos, adaptados o consentidos por entonces; en fin, una aplicación de despotismo, a partir de una teoría jerárquica típica del leninismo, de transición entre el capitalismo y el socialismo. La práctica colectivista de tipo anarquista más significativa fue la que tuvo lugar en España durante el transcurso de la Guerra Civil, con importantes experiencias previas. Pero los especialistas de la República y la Guerra Civil española, con pertinaz actitud, tendieron a negar, minimizar o simplemente soslayar el fenómeno colectivo, en aras de representaciones históricas ideológicamente presentables
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(según tiempos, ante y posfranquistas). Extraño silencio —y olvido— durante largas décadas de las experiencias colectivas españolas: superiores a las demás (recientes o pasadas) en muchos e importantes logros, sin embargo fueron simplemente ignoradas (para evitar que se constatasen), después de vilipendiadas, por liberales de derecha y autoritarios de izquierda (a falta de una descripción de su naturaleza y visión del conjunto de cambios). La naturalidad del silencio y olvido del singular caso español, de su colectivismo denso y extenso pero inapreciable históricamente, fue constatada ya de una forma harto singular en 1967 por Noam Chomsky, quien comentaba entonces sorprendido cómo “en las obras de historia recientes, esta revolución esencialmente anarquista, que condujo a un importante cambio social, es tratada como una especie de aberración, un molesto contratiempo que impediría la victoriosa prosecución de la guerra y la protección del régimen burgués amenazado por la rebelión franquista”.1 En el ámbito de nuestra Guerra Civil, se produjo pese a todo la más extensa y profunda revolución del siglo XX: abarcando el cambio socieconómico a todos los sectores y adoptando una cultura y modo de vida distintos a las sociedades occidentales. El término-concepción colectiva en la experiencia libertaria española designó un movimiento en la sociedad y la vida cotidiana —pero también el ejército hasta la militarización, la escuela y la cultura, la gestión de asuntos públicos, los servicios locales o comarcales, etc.— y formas socieconómicas sin imposición desde arriba y mediante gestión autónoma, que singularizó una forma de socialización en transición, no coercitiva. Con una forma de gestión directa en la sociedad por los sectores interesados y de una forma conjunta —aunque apoyada en organizaciones sindicales— de intereses y recursos colectivos, de riqueza y bienestar sociales, y del trabajo y los medios técnico-organizativos para conseguirlos. En el seno de las corrientes obreristas y de movimientos campesinos anteriores a la coyuntura republicana, la tradición organizativa libertaria había demostrado una gran capacidad de arraigo social, así como de adaptaciones sucesivas a las necesidades e intereses cambiantes. En particular, las organizaciones anarcosindicalistas contaban con tres elementos fuertes en España: los conceptos-guía de acción directa, sindicato único y federalismo. El balanceo izquierda-derecha-izquierda, entre 1931-1936, con choques armados para aplicación circunscrita y limitada del comunismo libertario por la CNTFAI, o del socialismo, por la UGT-PSOE, seguido de brutales represiones con violencia castrense —de fuerzas militares ocupando comarcas catalanas, aragonesas, riojanas o andaluzas, entre 1933/34; o del Tercio en Asturias bajo Franco y Yagüe; seguido de atentados de seguidores de José Antonio en algunos puntos—, seguramente en las poblaciones ahondó un sentimiento latente de aspirar a equi-
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Vid. Noam Chomsky: American power and the new Mandarins, Pelican, 1967: 65.
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librios y orientaciones constructivas permanentes.2 No obstante, el golpe militar de julio de 1936, con directivas tan africanas como la de su principal cerebro, el general africanista Emilio Mola, de aniquilación preventiva de todas las izquierdas —tanto políticas como sindicales; reformistas o revolucionarias— supuso un corte sin retorno de un país en dos mitades, no simétricas precisamente. Fue un designio militar inaudito, tan solo con precedentes en represiones sociales —como las del general Gallifet en la represión de la Comuna de Paris, en 1870— o étnicas —como el genocidio armenio de los generales turcos en 1915. Pero para los asalariados y afiliados a sindicatos o partidos fue llegado el momento, no solo de la supervivencia frente a tan espantable designio, sino de plasmar definitivamente aspiraciones socializantes —durante muchos años ahogadas por culturas lugareñas de mando y orden, como los del cacique, el cura y la guardia civil— o incluso impulsos de afirmación y promoción de sectores o poblaciones olvidadas. Por efectos del golpe militar triunfante, para el movimiento anarquista y en general para la II República o su sociedad cívica, pese a todo lo sobreviviente al golpe, antes de nada un balance primario acusaba un contraste demoledor respecto a expectativas iniciales del cambio. En cuanto a pérdidas: 1) en áreas sublevadas, quedaron en manos de militares y represores, perdidos o aislados sus militantes en áreas enteras del territorio: gallegos, castellano-leoneses, riojanos, canarios y baleares; gran parte de andaluces y extremeños; sectores o ámbitos militantes enteros de los aragoneses; 2) en áreas leales a la República, irremediable desvío —para su formación y aspiraciones anarquistas— de capacidades —organizativas, humanas, sociales— de numerosos y competentes dirigentes libertarios, en cometidos anómalos o imprevistos: puestos y mandos militares; jefaturas burocráticas de resortes y servicios administrativos fallidos; gestores cívico-políticos, de órganos políticos improvisados (o compartidos con otros líderes políticos, con gran derroche de energías y tiempo); 3) competencia y pugnas, en el terreno político, entre nuevos y antiguos organismos del Estado que preservaron resortes de poder (policía; judicatura; ejército-marina, enseñanza-red de comunicaciones, parcialmente; banco nacional, gaceta) a veces intactos. Por lo que a ganancias respecta: 4) actuación excepcional y protagonismo en territorios de lucha y oposición exitosa a militares (Cataluña, Aragón, Levante, Madrid y Castilla la Nueva, Asturias-Santander, Vizcaya), donde el Estado tuvo pérdidas —pero ganancia libertaria— por incapacidad del gobierno republicano y su pérdida de iniciativa, para articular la resistencia en algunas provincias (Aragón, litoral de Andalucía, Levante), con pérdidas de estructuras enteras de servicios administrativos —sobre todo, gubernativos, jurídicos y diplomáticos— y económicos del Estado, y con incidencia social; 2
Vid. un reciente trabajo de evaluación de la coyuntura frentepopulista del movimiento libertario en España, en Kelsey, Graham: “El movimiento libertario español en vísperas de la sublevación fascista-militar de julio de 1936”, en Historia Actual Online, n.º 21 (Invierno 2010): 87-100.
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lo que redundó en 5) iniciativas de todo tipo emergentes desde abajo: barrios, fábricas, puertos y transportes, ciudades y pueblos, que se autoorganizaron en torno a los órganos sociales (sindicales, vecinales, asociativos); en ausencia de poder —o reordenación cívica y popular del mismo en Comités local/provinciales— así como necesidades de guerra y seguridad de abastos, hicieron emerger y abrieron 6) un nuevo esquema participativo de tipo sociopolítico (al margen de medios oficiales o en abierta competencia con autoridades, donde éstas resistieron a los militares). 3 2. Efectos cruzados del cambio colectivizador En áreas donde el proceso reorganizativo de corrientes libertarias tenía previsiones de autodefensa u organizativas prioritarias, frente a la sublevación militar fructificó una reacción fulminante del proletariado, como en algunas ciudades y, en especial, los centros neurálgicos como Barcelona y Cataluña. Aunque también explica la inconsistencia de faístas: al dejar propagar el mito revolucionario de una victoria rápida (y no poner a la gente frente a sus responsabilidades: no admitir contradicciones económicas, despilfarro...). El anarquismo se reorganizó mejor en regiones donde la sublevación no encontró desmovilizados y sin alerta a sindicatos y comités (anarcosindicalistas o de defensa), como en Cataluña, Aragón, Levante, litoral del SE; puntos del centro y orla cantábrica (Asturias-Santander, más que Vizcaya). Así el fenómeno colectivizador, cuando surgió siguiendo al golpe militar, fue: 1) una reacción frente a militares sublevados contra la República, en zonas donde fueron derrotados por milicias urbanas o en territorios recuperados —con ayuda de grupos locales de sindicatos y activistas comarcales— por columnas milicianas improvisadas, como en el E. de Aragón, o en la Alcarria de Guadalajara, y como reacción a las razias o las acciones de destacamentos de la Guardia Civil sublevada. Hubo pueblos en los que se enarboló la bandera roja —como en algunos de Tarragona, que no tenían sindicato antes de julio de 1936— o se requisaron iglesias y conventos como salas de reunión, reclutamiento, almacén o garaje improvisado; 2) una alternativa, a veces largo tiempo deseada —y en algunas costumbres supervivientes del campo español, practicada, según testimonió Langdon Davies en sus recorridos por la costa catalana o el Alto Aragón, en abril o mayo de 1936-; se ocuparon tierras y comunalizaron cosechas, como salida a un duro golpe militar y a una de las peores crisis económicas y sociales del siglo XX, como la de los años de 1930. 3 Cfr. en Díez Torre, Alejandro R.: “La sociedad anarquista durante la Guerra Civil española”, ponencia al Congreso Internacional sobre la Guerra Civil Española, 1936-2006, Madrid, nov. 2006; publ. digital de la SECC, 2007. Vid. también G. Kelsey; op. cit. Ibíd.: 95-96.
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Dentro de la coyuntura abierta en un número de regiones por la derrota popular del alzamiento de los militares, los rasgos iniciales del fenómeno colectivo/ ista4 fueron: a) las colectividades representaron una forma natural de rechazo y salvaguarda frente al golpe militar —hasta cierto punto, propiciada por los encuadramientos masivos en estrategias sociales— como respuesta al mismo, desde poblaciones y masas fabriles o de servicios, y b) una organización desde debajo de la supervivencia en ciudades y campos; así como una afirmación de la nueva sensibilidad colectiva y de los nuevos valores en alza —como la solidaridad o la equidad en los esfuerzos y sacrificios— para los que los sindicatos demostraban una atribución y competencias reconocidas por la gente; así como un esfuerzo sindical y popular de comités cívicos por atajar vacíos de autoridad, caos y desmembración económica o de la vida pública (efectos esperados por los militares, para la descomposición republicana, en lugares donde su golpe triunfó). Tienen argumentos o apoyos explicativos/documentales endebles las teorías de espontaneidad o violencia5 en el origen de colectividades (más bien, estas explicaciones tienen realidad en casos circunscritos y en los clichés interpretativos de un número de historiadores: condicionados por los esquemas de otras revoluciones anteriores, como la rusa, junto a los tópicos e insidias puestas en circulación precisamente por comunistas, para imponerse y justificar sus deseos de arrinconar o erradicar a su poderoso adversario y competidor: el anarquismo: infinitamente más potente y socialmente influyente en España que lo fue en Rusia). La cuestión de la espontaneidad frente a cambio forzado resultaba más bien una típica objeción ideológica, en los ajustes entre sectores en competencia —pero muy distinto peso— por la influencia y el control social, entre cenetistas y otras líneas socialistas u obreras; lastrando transmisiones testimoniales y lecturas tópicas, para uso y difusión de un stalinismo y republicanismo recalcitrantes (o anti-anarquismo empecinado); según presupuestos o toma de posición previa de ciertos intérpretes-estudiosos, durante largos años posteriores. En ciudades (Barcelona, p.e.), la llamada a la huelga general el 18 de julio por los comités fue pronto seguida de llamadas en asambleas a la colectivización de empresas, industrias y servicios (el 21 de julio los trabajadores colectivizaron trenes, el 25 los tranvías, buses y metro; el 26 la producción de electricidad; el 27 el sector textil, el metalúrgico y del acero, inmediatamente colectivizado y transformado para surtir de vehículos y granadas a las Milicias. En muy pocos días fueron colectivizadas o cogestiona-
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Cfr. en Introducción a nuestra obra, Díez Torre, Alejandro R.: Trabajan para la eternidad. Colectividades de trabajo y ayuda mutua durante la Guerra Civil en Aragón, Madrid-Zaragoza, La Malatesta-PUZ, 2009: 35-46. Vid. Mintz, F.: Autogestión y anarcosindicalismo en la España revolucionaria, BB. Aires, Libros de Anarres, 2008: 59-66.
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das el 70% de empresas e industrias de Cataluña, 2/3 del sector en España).6 La atmósfera de una ciudad reorientada por nuevas metas y modos colectivos fueron gráfica y convincentemente descritos por testigos de excepción, como George Orwell (“Fue la primera vez que he estado en una ciudad que estaba dirigida por la clase obrera. Prácticamente cada edificio de cualquier dimensión estuvo bajo el control de los trabajadores y fueron adornados con banderas rojas o con la roja y negra de los anarquistas. Cada tienda o café tenía una inscripción que decía que había sido colectivizado; hasta los limpiabotas se colectivizaron y sus cajas estaban pintadas de rojo y negro. Todo era genuino y emocionante. Había mucho que no entendía, aunque en algunos sentidos no me gustaba, lo reconocí inmediatamente como un estado de cosas por las que luchar”).7 Otro testigo privilegiado, el austriaco Franz Borkenau, uno de los muchos extranjeros atraídos entonces, en sus abundantes recorridos por un país en revolución, describió el caso de un joven empresario USA, cuyo negocio se estaba arruinando por los acontecimientos del cambio económico y social: pese a lo cual, fuertemente atraído por el impulso anarquista y su contención ante el dinero, rechazó abandonar el país al que amaba —con su gente— y reparando poco en sus pérdidas bajo el colapso del viejo orden, saludaba aquella “alta, noble y feliz comunidad de hombres” que estaba abriendo un nuevo mundo solidario en España.8 La prensa anarcosindicalista y ugetista lanzó consignas irrenunciables: relación orgánica; vuelta al trabajo y motivos de orden/control social (contra arbitrariedades, pillajes, acaparadores, venganzas personales, etc.). Y difundió dos campañas: alianza a ultranza contra militares, pese a rencores entre sectores; respeto a bienes de extranjeros (y evitar riesgo de intervención exterior). La decisión de organización de milicias por la CNT-FAI (para liberar Zaragoza), tuvo su contrarréplica sindical en la toma por asambleas de empresas y talleres, de iniciativas que vinculaban a sectores enteros bajo su control (o gestión), para sostener aquella decisión: los sectores vitales —metalurgia, transportes, energía, comunicaciones, comercios, abastos y restauración— pasaron a manos sindicales (cenetistas y ugetistas). Los hechos en las bases se sucedieron por otro camino de los dirigentes, encontrándose la CNT el 20 de julio con que controlaba casi totalmente la vida ciudadana. Y por sectores y ramos de actividad decidieron iniciar el cambio socioeconómico, a base de dos formas nuevas de administración colectiva: de administración obrera con restricciones, a través de controles sindicales en industrias, comercios, negocios; o de modo alternativo, incautación y dirección obrera 6 Vid. Semprun-Maura, Carlos: Révolution et contre-révolution en Catalogne, Tours, Edtons. Mame, 1974. 7 Vid. Orwell, George: Homage to Catalonia, London, Secker & Warburg, 1938. 8 Vid. Borkenau, Franz: The Spanish cockpit: an eye-witness account of the political and social conflicts of the Spanish civil war, London, Faber &Faber, 1937 (ed. castellana, Ruedo Ibérico).
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sin restricciones: colectivización de tareas, reorganización laboral, empresarial y del consumo siguiendo pautas colectivas. Por sectores como en Barcelona y otras ciudades catalanas, las colectividades urbanas avanzaron en: Metalurgia: incautaciones de talleres y centros fabriles, para organizar mejor trabajos de defensa y blindajes necesarios (Soli, 22-VII-1936) o establecimiento de administraciones obreras de empresas y talleres, a base de control obrero y respeto de la titularidad empresarial (extranjera, a menudo): (Generalmente, la CNT tomaba las iniciativas; la UGT ayudaba tiempo después, con integraciones en comités fabriles, donde tenía presencia mínima; en todos los casos, se cumplían medidas o normas dictadas después o respaldadas por la Generalitat: 40 h. de jornada; subidas salariales del 15%, con protestas de CNT por ser tiempos de estrechez económica y guerra). Incautaciones típicas: Casa Torras (500 obreros); Casa Girona (1.500 obreros); Casa Vulcano (con UGT; 520 obreros); Maquinaria Terrestre y Marítima (con UGT). Controles sindicales: S.A. Barret (Suiza; 2.000 obreros) Transporte: Con tres compañías ferroviarias (MZA; red Norte y FF Catalanes), el ferrocarril fue un medio donde proliferó la administración obrera directa: a base de concentraciones empresariales (en una red unificada) y adaptaciones o modernizaciones ineludibles (electrificación). Administración directa sindical (CNT-UGT) y reajustes de costes (nivelaciones/salarios y tarifas viajeros/baja). Disminuciones de tráfico (70%), por la división territorial de España en dos zonas. Otros transportes (urbanos: Barna.), sin embargo, añadieron: reducciones de horas/trabajo (dar empleos a parados) y pensiones a jubilados. Energía: gasolina racionada desde agosto 1936 (gratis primeros tiempos). Incautaciones sindicales del agua, gas, electricidad. Comunicaciones: controles sindicales (conjuntos) de la telefonía Bell (y pretexto de hechos de mayo 1937). Comercio: Incautaciones de grandes almacenes (El Siglo; El Águila) y confluencia de entidades en un consorcio colectivo de barbería y peluquerías (desde mitad agosto). Abastos: Incautaciones y reajustes de costes en grandes mercados (Borne); cervecería Damm (610 obreros), con nivelación de salarios y aumento de jubilaciones. Reapertura de entidades (fábricas alimenticias) quebradas. Espectáculos: refundiciones en consorcio de todo oficio-profesión, que bajo la misma administración colectiva resolvió tres problemas crónicos en el sector (paro, favoritismo y salarios). También fue centro de iniciativas creativas (documentales cine: testimonios de guerra y cambio social/económico). La cronología de las colectividades nos devuelve un elemento rectificador/resituador, así como una clave o posibilidad de determinación común-lógica, según: a) fechas próximas colectivizadoras, por aparición de colectividades simultáneas o inducidas en empresas, en las que los cambios/decisiones pudieron ser orgánicamente dirigidas (“de arriba” en los comités sindicales y aplicación en la base); b) fechas dispersas y aleatorias, de colectividades iniciadas en momentos dispares entre sí
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(en cada sector): indicarían discusión, espera o vacilación en plantillas o asambleas de fábrica/taller/entidad; c) diferenciación entre dos momentos de iniciación de colectividades: hasta el 8/VIII de 1936 (decretos incautadores de la Generalidad: respaldo oficial de actuaciones de comités-bases) y 9/VIII (gran mitin anarquista en Barcelona: haciendo oficial una normativa de cambios, pero también disponiendo frenos a la revolución socioeconómica, por los notables anarquistas); así como creaciones de colectividades industriales o de servicios después de esa fecha.9 En estas dos etapas cronológicas —antes y después del 8 de agosto: en ausencia de poder legal y con el de la Generalitat, cuyos decretos incautadores respaldaban la actuación de comités de base—, en la primera aparecen 26 empresas colectivas en Barcelona, en distintos ramos (metalurgia, transporte, servicios) y momentos escalonados (y algún ofrecimiento de empresa por el patrón a trabajadores). En la segunda etapa, con incautaciones progresivas o lentas: como en el sector automóvil, con 11 casos hasta el 31 de agosto (distribuidos en colectividades CNT, UGT o mixtas); 23 casos en septiembre (también de diversa adscripción e indeterminados, incluidas daciones de patrones a obreros); etc. En el sector de la industria del vestir, con actas de incautación de variada adscripción, aparecen 15 casos antes del 12 de agosto; 11 casos desde esa fecha; 19 casos en septiembre (y en tres casos los patrones donan o participan en los traspasos de gestión colectiva). En el sector de ediciones y papelerías: con 29 casos en agosto; 39 casos en septiembre. En el sector de peluqueríasbarberías, en el que en una reunión conjunta del sector entre patronos-obreros de CNT, desde el 11 de agosto decidieron entrar todo el sector en la colectividad y se decretaba oficialmente la colectivización de la industria el 14 de septiembre, incluida una mutua de accidentes. En colectividades industriales, tanto el principio como las prácticas de ayuda mutua, siendo la vida más compleja y el sentimiento de sociabilidad menos determinante, la socialización fue una aspiración organizativa más que la comunista. Aunque en ciertos entornos industriales —como en Hospitalet— el principio comunista pareció aplicarse pronto, en los ferrocarriles catalanes después y en centros de Levante como Alcoy más tarde. Según pensó Leval, la práctica de solidaridad intercolectiva de compensación dentro de ramas industrializadas socializadas habría sido abiertamente adoptada desde el principio, si el compromiso cenetista, el de cuadros orgánicos más que la militancia, con relación a otros partidos no lo habría impedido. 10 Pero el fenómeno significó: a) La profundización en la más extensa revolución libertaria conocida y una de las más profundas revoluciones contemporáneas en Europa: basada en movilización y sostén de amplias fuerzas populares, como las engrosadas y sostenidas por masas anarcosindicalistas, cuando la lucha en una guerra civil 9 Cfr en Mintz, F.; op. cit. Ibíd. Para Mintz, 1977: 84-85. 10 Vid. Monjó, Anna y Vega, Carme: Els treballadors i la guerra civil. Historia d’una industria catalana collectivitzada, Barcelona, Empueries, 1986.
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estuvo al principio conscientemente impulsada por metas de revolución social, no ya para defender una República esencialmente burguesa. b) La transformación de amplios sectores de la industria, los servicios y la agricultura, siguiendo una orientación esencialmente colectiva, así como en gran número de pueblos y comarcas, el consumo y la vida cotidiana entera. Al estar enraizada en una fuerte conciencia política de la clase obrera española, así como estar basada en parte de prácticas ancestrales no olvidadas, la colectivización fue impulsada indistintamente por redes sindicales diferentes en las localidades y las ciudades: la CNT y la UGT, en un número de sectores y con frecuentes casos de colaboración o estructuración conjunta de los dos sindicatos. c) Un movimiento que, en el caso de CNT, implementó espontáneamente —sin esperar consignas de comités sindicales, nacionales o regionales— un programa de transformaciones de la producción, el consumo y la organización de servicios. 3. Una nueva sociedad colectivamente orientada, estimulada o bloqueada por una Guerra Civil: Sobre la amplitud y cobertura expansiva del fenómeno colectivista, globalmente fueron realidades indiscutibles las de un espacio y sector colectivo en las poblaciones, siguiendo cálculos todavía no finalizados —porque se siguen manejando datos frecuentes, provenientes de series de CNT; no obstante la existencia, constatada, de componentes colectivos de UGT, o colectividades exclusivamente ugetistas— geográficamente de asalariados colectivistas, inscritos o integrantes —en diversa medida y tiempos distintos— de colectividades industriales, urbanas o rurales. En algunas provincias, es conocida la importancia aún mayor de colectividades de la UGT respecto a las adscritas u orientadas por la CNT (aunque ésta parece haber sido la que, entre historiadores, se ha llevado la adjudicación, casi tópica, de su identificación colectivista; eso sí, autónomamente organizada y orientada). Según cifras aproximativas 11, las colectividades podían configurarse territorialmente —y teniendo en cuenta distintos momentos organizativos— en: — Andalucía (Jaén, Córdoba, Granada, Almería): colectividades: 120 (mí11 Cfr en Mintz, F.: Autogestión y anarcosindicalismo en la España revolucionaria, BB. Aires, Libros de Anarres, 2008: 101-102. El autor desglosa cifras por fases de colectividades: fase julio 1936 – marzo 1937: 1.632.000, correspondiendo a una población activa de 6 mills. de personas, un 27,2%; fase marzo 1937 – marzo 1938 (sin el Cantábrico y con el Centro territorial a medio camino aún, en zona republicana), 1.725.000, sobre 5 mills., un 34,5%; fase marzo 1938 – enero 1939 (desaparición de Cataluña republicana y restos de Aragón, con mermas de Levante, pero el Centro en plena actividad colectivista), 1.450.000, sobre 4.200.000, un 34,5%.
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nimo) 300 (máximo): 63.000 componentes familiares (promedio de 210 colectivos — 300 colectivistas/colectivo). — Aragón (partes de las tres provincias: Huesca, Teruel y mínima Zaragoza): 450 (máximo) integradas por más de 300.000 colectivistas. (UGT en Huesca = 31 colectividades) — Cantábrico: datos mínimos, de 100 colectividades (UGT), representando unos 13.000 componentes familiares. — Cataluña: colectividades agrícolas: 297 (mínimo) — 400 (máximo); representando 70.000 integrantes familiares (promedio de 350 colectividades y 200 colectivistas/colectivo). — Colectividades industriales: 80% de los 700.000 obreros, industrialmente implicados en empresas colectivas: unos 560.000 componentes familiares (1.020.000 personas equivalentes a componentes familias). — Centro: colectividades agrícolas: CC: 240 de CNT, unos 23.000 integrantes familiares (67.992 componentes familiares); la UGT: colectividades de 240 (mínimo) — 250 (máximo) con unos 176.000 componentes familiares. — Colectividades industriales: mínimo de 30.000 componentes familiares, implicados en colectividades industriales. — Extremadura: colectividades varias (conjuntamente, o de CNT o UGT): unas 30, con unos 6.000 (máximo) componentes familiares. — Levante: colectividades agrícolas: 503 (mínimo), representando 130.000 integrantes familiares. Colectividades Industriales: integradas por mínimo de 30.000 componentes familiares.
Los totales darían —para la red cenetista, las cifras se basarían en un componente no totalmente computado de integrantes, personales o familiares, según Frank Mintz— 758.000 colectivistas agrícolas y 1.080.000 colectivistas industriales: con cifras de conjunto sobre los 1.725.000 colectivistas, aun incompleto su cómputo. 12 Con una paradoja, señalada por Mintz: iniciado el impulso colectivizador, desde el principio sin órdenes preestablecidas —y como movimiento imprevisto de reacción frente al bando de Franco y su alzamiento—, que llevó a término o buscó transformaciones socioeconómicas hoy sorprendentes13. Sin embargo, casi desde sus inicios estas realizaciones fueron dificultadas por organizaciones representativas de las mismas: tanto CNT-FAI, como UGT y los partidos (desde el PSOE al POUM, sin hablar del PCE, totalmente en contra) intentaron controlar o frenar el movimiento de colectividades: porque improvisaban o no encajaban en planes 12 Vid. Mintz, Frank: Autogestion et anarcho-syndicalisme, Paris, Editions CNT, 1999. 13 Vid. Díez Torre, Alejandro R.: Trabajan para la eternidad; op. cit. Ibíd; cap. II: “Sociedad federal y ‘constructivismo’ social”: 107-134.
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gubernamentales o alianzas políticas de cúpulas dirigentes (que querían a menudo disponer de bases sin consultarlas). El impulso colectivizador, que terminaría por implicar entre 1 millón y medio y 2 mills. de colectivistas con sus familias (aun con dificultades de establecer cifras; sin estadísticas generales accesibles, con archivos destruidos después, muchas cifras parciales aparecieron en la prensa y han permanecido; especialmente en la sindical); que en un país de 23,5 millones en total —menos de 12 mills. en la zona republicana, y en torno a 2,5 mills. a 3 mills. que tomaron parte o quedaron dentro del sector colectivo14— supusieron: 3. a. Las colectividades en sectores industriales, manufactureros o de servicios enfrentaron: 15 1) Una reorganización empresarial, donde a menudo se dio: la sustitución del director por un Comité de Administración elegido por trabajadores sindicados, cuyos miembros, aunque nuevos gestores, continuaban trabajando (pero con iguales salarios o jornales que el resto de empleados u obreros). 2) Una reeestructuración sectorial, donde algunos sectores (de la madera o la edificación) fueron completamente reestructurados: formando sus diferentes talleres un conjunto unificado de producción, bajo administración obrera o sindical única para todo su sector. 3) Nuevas opciones de gestión económico-social, donde ramas socializadas de la producción industrial o los servicios fueron reorganizadas siguiendo líneas sindicales de administración: con Comités de fábrica (elegidos en asambleas obreras de fábrica), delegados de empresas a Comités locales, de éstos a comités comarcales o regionales de sector o de industria; terminando en comités nacionales de delegados regionales. La gestión podía ser discutida a nivel local por asambleas obreras; pero a nivel de sector, eran convocatorias o congresos de delegados los que decidían orientaciones de rama socializada o colectivizada. En Cataluña, en la práctica, gran parte de esa orientación general era sostenida por la CNT, debido a su peso e influencia obrera. 14 Cfr. en Bernecker, Waltther: Colectividades y revolución social. El anarquismo en la guerra civil española, 1936-1939, Barcelona, Crítica, 1982: 110-111. 15 Vid. Mintz, F.: Autogestión y anarcosindicalismo en la España revolucionaria, BB. Aires, Libros de Anarres, 2008: caps.: 4 “Organización nacional de la autogestión”: 7596; 6, “Los resultados de la autogestión” y 7, “Conclusiones sobre la autogestión en 1936-1939 y reflexiones generales”: 101-113. ; también, vid. Bernecker, Walther: Colectividades y revolución social. El anarquismo en la guerra civil española, 1936-1939, Barcelona, Crítica, 1982: cap. 4 (“La colectivización en la industria y en los servicios”): 265-382.
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La gestión directa obrera afectó incluso a la mayoría de compañías extranjeras —de propiedad o capital exterior: USA, británico, francés, alemán, belga o suizo— que siguieron conservando la propiedad formal de negocios (como teléfonos, grandes metalurgias, textiles o de alimentación) como una concesión a las democracias occidentales. La intervención subsidiaria de la Generalitat catalana, después de legalizar las colectividades, se atribuyó una planificación colectivista a cambio de financiación de actividades, así como su inspección (inspectores gubernativos en las empresas: alcanzaron más importancia a medida que cedía influencia política el anarquismo). Solamente el sector bancario escapó a la colectivización y fueron intervenidos gubernamentalmente (los gobiernos —central o catalán— obtuvieron así importantes medios de pago y presión gubernamental sobre empresas colectivizadas, con importantes problemas de liquidez o caja y reservas). En otros casos, como Aragón, se constituyeron depósitos bancarios a disposición de colectividades o comarcales, con sucursales de bancos regionales que operaban sus oficinas centrales en el área sublevada (y desde el gobierno autónomo hubo un proyecto de reestructuración de una red de cajas-cooperativas bancarias, para abastecer a dos sectores, el individual y el colectivizado, proyecto estructurado por la consejería de Hacienda del Consejo de Aragón, a cargo del empleado bancario ugetista José Ruiz Borau). 4) Nueva orientación de las retribuciones y el consumo. Había no obstante importantes diferencias entre empresas colectivizadas: p.ej. en salarios: en los Ferrocarriles catalanes, empleados con sueldos anuales de 5.000 pts. (con complemento extra de los cualificados y técnicos de 2.000 pts.). Y si en 1938, en Lérida, la tónica de salario único era lo normal en el sector de la Construcción, en Barcelona había técnicos que cobraban 10 veces más que los peones. Aunque en uno de los sectores industriales más importantes de Cataluña, el textil, las diferencias salariales —entre técnicos y operarios— así como destajos femeninos fueron abolidas, con jornadas de 40 h. semanales. Pero en general se mantuvieron diferencias de salarios entre hombres y mujeres. Por comparación, en una mitad de colectivos agrarios el salario familiar atribuido era distinto para el hombre y la mujer (inferior para ésta); mientras en otra mitad aproximadamente, equivalente. Las diferencias se explican por lo raro de que la mujer soltera viviese independiente (al margen de padres, hermanos o marido). Pero siempre en las colectividades cenetistas o mixtas entendieron que el conjunto del trabajo desarrollado en una colectividad, con los recursos o disponibilidades que creaba, al conjunto pertenecía y no a los individuos que la integraban. Pero fue una orientación colectivista importante la de aspirar a la igualación entre hombres y mujeres, no solo asegurando el derecho a la vida para todos, sino su equiparación personal, fuesen cualesquiera que fuesen las funciones sociales de hombres y mujeres. Los salarios colectivistas en las industrias llegaron, en 1938, a las 120-140 pts. (en industrias de guerra, los operarios ganaban 200 pts.) por semana; en la agricultura, los salarios rurales colectivistas estaban en una me-
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dia de 70 pts. semana.16 Ante tales disparidades, algunos revolucionarios empezaban a hablar de “neocapitalismo” obrero.17 El derecho de niños en tanto seres con necesidades propias fue un reconocimiento espontáneo en colectividades, igual que su instrucción general hasta los 14-15 años. 5) Una búsqueda de procesos de actualización o modernización técnica, aunque a menudo no fueron una línea persistente o preferente: con todo su esfuerzo concentrado en fabricaciones de guerra o para los militares, la producción colectiva colapsó en algunos sectores, por incidencia de adversidad económica (inflación galopante; fracaso en concurrencia exterior de productos, desabastecimientos de materias primas o de repuestos, redundancias masivas). Avanzando meses o años, la guerra fue una pesada —crecientemente intolerable— carga, en la que las innovaciones o sustituciones fueron más azarosas u ocasionales: por ejemplo, los aglomerados en el sector de la madera. (para sustituir mm.pp., crecientemente escasos abastos, acortada e incrementada la lejanía de aprovisionamientos, a medida que los rebeldes ganaron terreno). 3.b. Las colectividades y la socialización en la agricultura:18 El principio jurídico de colectividades anarquistas o libertarias representaba un elemento enteramente nuevo: sin ser el Sindicato ni el Municipio, la Colectividad estuvo próxima al espíritu “comunal”: un número de ellas habrían podido llamarse “Comunidades” (no Comunas) en el sentido de aspirar o realizar un “todo” socioeconómico local: como en Binéfar (Huesca), integraban grupos profesionales y de oficios, servicios públicos, abastos, intercambios y producciones agro-industriales. Con funciones municipales que quedaron subordinadas —dependientes del conjunto de actividades y producciones colectivamente organizadas— sin embargo cada rama conservaba autonomía (de estructura y funcionamiento interno, para aplicar sus fines particulares).
16 Vid. Souchy, Austin: artículo en Solidaridad Obrera, febrero 1938. 17 Vid. Leval, Gaston: Espagne libertaire (1936-1939). L’ oeuvre constructive de la revolution espagnole, Paris, Editions du Cercle, 1971. 18 Vid. más extensamente nuestra apreciación, en Díez Torre, Alejandro R.: Trabajan para la eternidad, Madrid-Zaragoza, La Malatesta-PUZ, 2009: cap. 3 y 4: 135-194. También vid. Bernecker, Waltther: Colectividades y revolución social. El anarquismo en la guerra civil española, 1936-1939, Barcelona, Crítica, 1982: cap. III (“La colectivización en la agricultura”): 92-264. Testimonios ineludibles aparecieron en determinadas regiones en fecha temprana, como informes: p. e., de Austin Souchy Bauer: Entre los campesinos de Aragón. El comunismo libertario en las comarcas liberadas, Barcelona, Tierra y Libertad, 1937 (ed. más cercana, Barcelona, Tusquets, 1977).
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El principio esencial, organizativo —socialmente más inspirado— de la Colectividad fue el de la solidaridad llevada al extremo grado, como regla general de colectividades agrarias. Fue en ese sentido el Comunismo Libertario —que quedó, bien como logro pasajero, o como aspiración duradera— el principio inspirador, siguiendo la máxima: “de cada uno según sus fuerzas, a cada uno según sus necesidades”. El método difería, pero el principio “moral” subsistió en las colectividades agrarias, incluso en sus Federaciones colectivas: no solo el derecho a la vida se aseguraba, sino el de la ayuda mutua —entre colectividades con fondos colectivos abundantes en auxilio de las más escasas, o menos favorecidas naturalmente— donde el sentimiento de sociabilidad fue profundo y arraigado, y no solo por integración cenetista (pero no excluyente; como prueban un gran número de colectividades mixtas CNT-UGT, así como de esta última en solitario). Aunque fue una aspiración ideológica en muchas de las cenetistas el de constituir en la práctica organizaciones comunistas libertarias: bien por la cantidad de recursos materiales asegurados a cada uno donde el dinero fue abolido, bien por el establecimiento del salario familiar, donde el dinero se mantuvo. Indistintamente respecto a esto último —el mantenimiento o no del dinero convencional como cambio económico— en Aragón y otras zonas agrarias, también fue aquel elemento articulador de la solidaridad, el motivo esencial de la red colectiva agraria —la de constituir cajas de compensación intercolectiva— y su expansión en un territorio comarcal y regional —en último término nacional— mediante la traslación del mecanismo de la solidaridad económica: lo mismo en Aragón que en Cataluña19, Castellón u otras áreas de Levante20, Andalucía21 o Castilla-La Mancha22 y
19 Vid. Cárdaba, Marciano: Campesinos y revolución en Cataluña: colectividades agrarias en las comarcas de Girona, 1936-1939, Madrid, Fund. Anselmo Lorenzo, 2002. 20 Vid. Bosch Sánchez, Aurora: Ugetistas y libertarios. Guerra civil y Revolución en el país valenciano, 1936-1939, Valencia, Inst. Alfons el Magnanim, 1983; 2ª parte, Colectividades agrícolas: 211-349. 21 Vid. Garrido González, Luis: Colectividades agrarias en Andalucía: Jaén (19311939), Madrid, s. XXI, 1979. 22 Vid. Alía Miranda, Fco.: La Guerra Civil en retaguardia. Conflicto y revolución en la provincia de Ciudad Real (1936-1939), C. Real, Dip. de C. Real, 1994: colectividades industriales y de servicios; colectividades agrarias: 178-213. Vid. también, Ruiz Alonso, José M.ª: La guerra Civil en la provincia de Toledo. Utopía, conflicto y poder en el Sur del Tajo (1936-1939), C. Real, Almud, 2004; 2 vols.: vol. I: La revolución en el mundo rural (incautaciones de tierras y colectivismo inicial; incautaciones de industrias y servicios): 260-279. También vid. Rodrigo Glez., Natividad Rodríguez: Las colectividades agrarias en Castilla-La Mancha, Toledo, S. Publics. de Junta de Comunidades Castilla-la Mancha, 1985. También nuestro trabajo, Díez Torre, Alejandro R.: “Del caciquismo a la colectivización. El desarrollo histórico de las colectividades de Guadalajara, 1936-1939”, en Wad-Al-Hayara, n.º 11 (1984): 175-226.
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Madrid23, constatables documentalmente por contabilidades aún sobrevivientes de intercambios y compensaciones mutuas interlocales e interregionales. 6) La complejidad de un cambio territorial. Con tres confluencias de tierras, inicialmente dispuestas para la producción y el patrimonio colectivos: 1) Fincas o grandes propiedades de ricos hacendados, ocupadas por peonaje, obreros u arrendatarios agrícolas, después de haber huido sus propietarios a la zona sublevada, como “facciosos” (o bien, presentes en pueblos y centros comarcales, después de ser evidenciada actividad antirrepublicana y, a veces, sumariamente juzgados y ejecutados) o por condición de ricos ausentistas ser incautadas sus propiedades; 2) Parcelas individuales o de arrendamientos detentados por pequeños propietarios o arrendatarios, con sus propiedades en el patrimonio colectivo de explotación; 3) Patrimonios vecinales o sociales, de propios o comunales, incorporados a los colectivos por los órganos municipales. 7) El replanteamiento de nuevas formas de producción y relaciones laborales. Coexistencia de dos formas de producción, coincidentes a menudo —no sin conflictos: p.e.: donde aparceros se transformaron en propietarios excluyentes de sus parcelas— a lo largo de meses y de casi tres años, el sector colectivo prosperó o convivió con el sector productivo tradicional, individual. Replanteándose nuevas formas de consumo interno de poblaciones —mediante cooperativa, para ambos sectores o internamente, para consumo de colectivistas; mediante tiendas o comercios individuales o municipalizados, en poblaciones más importantes— con todas las fórmulas de distribución o de pago en un consumo racionado o socialmente intervenido: por crédito familiar, mediante cartilla, por vales o “puntos”, mediante moneda colectiva, municipal, de curso obligatorio entre asociados o vecinos, etc. A menudo la convivencia de los dos sistemas de distribución o de consumo daría lugar a comparaciones, tensiones o conflictos, no siempre fluidamente resueltos, y a veces enquistados en meses de funcionamiento colectivo con restricciones crónicas. Organización del trabajo colectivo como esfuerzo cooperativo y asociado o mancomunado: para servir a fines nuevos (y no solo de subsistencia o de ingresos para financiar necesidades individuales) en las poblaciones agrarias o centros comarcales. El trabajo se organizaba y ejecutaba en Grupos de trabajo sin capataces o mayorales —función jerárquica o de privilegio abolida—, aunque sí con Delegados o responsables de tareas y áreas de trabajo —a menudo, fusionados en comités de colectividades e incluso con representantes municipales en los Consejos Locales. La existencia de descentralización de hábitats en granjas distribuidas en el término municipal, dotó a estos delegados de trabajo de res23 Vid. Gutiérrez Molina, José Luis: Colectividades libertarias en Castilla, Madrid, campo Abierto, 1977. También el folleto sin autor: El colectivismo en la Provincia de Madrid, Madrid, [1938].
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ponsabilidad y atribuciones variadas más amplias que el simple ordenamiento —la planificación: de acuerdo a directrices tomadas en el conjunto social de la Colectividad, con rotaciones incluso de ocupaciones laborales— de tareas o control de asistencias laborales. Creación de grupos de trabajo, a menudo con aplicación de jornadas de 8 h. e introducción de nuevas técnicas (avicultura, cría estabulada porcina, selecciones de especies, riegos y labores intensivas) y maquinaria puntual para alguna labor (tractores o trilladoras). En el caso de breve ejemplo, pueden matizarse líneas de creatividad. En Cretas (1.600 vecinos del Bajo Aragón, Teruel), con colectividad de 2/3 del pueblo, desde julio de 1936 a marzo de 1938, el trabajo por grupos en tierras que no les pertenecían antes fue motivo para el control mutuo de unos grupos sobre otros. Con mejoras urbanas prácticas (saneamiento, impedido tradicionalmente por clero), la higiene mejoró, así como la alimentación se diversificó (con leche y carne cada día para muchos vecinos). Pero la presión del PCE desde el otoño de 1937, la baja de nivel de vida por abastos y dificultades crecientes de zona republicana, refugiados, etc. hizo reducirse la colectividad crecientemente: hasta alcanzar solo algunas familias cuando llegó la ofensiva franquista de marzo de 1938. La abolición del dinero como medio de cambio interno iba en la dirección del control de la riqueza socialmente generada —sin acaparamientos o especulación— y su distribución equitativa entre necesidades y personas. Lo que fue origen del salario familiar, con cartillas o cupones de diferentes colores —para personas con dificultades de lectura— y adquisición de bienes, una vez por día —se anotaba la fecha de adquisición en el dorso de la cartilla o carnet— en diferentes tiendas o cooperativas sociales. Con el tiempo —y las dificultades de abastos de algunos productos escasos o de difícil intercambio— fue más un racionamiento que un crédito social abierto a las necesidades personales de socios. Pero a menudo, un número de servicios, como médico y medicinas, maestro o enseñanza o comedores colectivos, estaban cubiertos libres de pagos, cargos o anotaciones de consumo. No muy a menudo se ha precisado que el punto de vista ascético anarquista del modo de vida sencillo —con necesidades elementales aseguradas— encajaba bien con el puritanismo y machismo tradicionales campesinos. Aparte de no tener en cuenta —o despreciar como irrelevantes— a colectivistas socialistas, que no pertenecían al mundo de ideas libertarias, incluso en colectividades mixtas donde convivían ambas extracciones ideológicas, aquella apreciación, si respondía a algo era a lo arbitrario y prejuzgado del observador: más ligado al tópico de la visión folklórica popular que a las realidades, cambiantes como pocas veces lo han sido en campo español. Pero hay una visión impertérrita, transmitida a historiadores, de los que creyeron ver que la adopción general en colectividades rurales del salario familiar mantenía a las mujeres como “los más oprimidos seres en España, enteramente dependientes de los hombres”…que a menudo estaban en los frentes
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sus componentes masculinos (y añadían sus remesas al salario familiar, percibido, pese a todo, por integración de personas y necesidades de una familia).24 8) El replanteamiento espacial y ecológico de las poblaciones. En realidad, la colectivización supuso o implicó a menudo un replanteamiento espacial y ecológico integral: comprendido el hábitat humano y de relación con el espacio circundante o de términos municipales. Además, desarrollado todo ello con apego a lugares físicos o ambientales, en dos direcciones complementarias: a) conservacionistas preservacionistas —a largo plazo— de: rotaciones de cosechas, plantaciones arbóreas y prevención de erosión de suelos, ampliación de fertilización de tierras —y recrío de cabañas ganaderas-; b) desarrollo de formas de autonomía agraria o productiva, y el despliegue de cierto margen de movimientos, con recurso a nuevas industrias relacionadas agrarias: sectores conserveros, de subproductos de alcoholes, etc. Las acciones colectivas rurales, la nueva relación entre espacios-poblaciones-dispositivos sociales, evidenciaron patrones ideológicos libertarios: la organización espacial jugó papel clave en las sociedades locales, para una acomodación espacial de nuevas prioridades socioeconómicas, comunales. Cobraron un especial significado: descentralización ácrata; perfiles de nuevos paisajes locales (económico-comunal, social-comunal; racional-económico). Racionalización de medios y nuevas posibilidades de espacio agrario comunal/ colectivo: por concentraciones de recursos y medios en intensificaciones/especializaciones de cultivos; que exigían a menudo de las poblaciones una organización del terrazgo agrícola disponible en forma colectiva en dos modalidades: a) con distribuciones ordenadas —y completas— de extensiones agrícolas (fincas o propiedades incautadas; propiedades municipales conservadas o rescatadas, del común o de propios; propiedades individuales incorporadas o transferidas a las extensiones colectivas), en secciones de cultivos (tierras secano-olivares-huertas), atendidos por grupos definidos. (Ej.: Binéfar, Huesca); o b) adopción del sistema descentralizado de Granjas-zona, adaptado al tipo de hábitat y modo de agricultura preexistente (y no tanto, a las porciones equiparables de trabajo, según secciones del terrazgo agrícola) y amplísimos términos municipales. (ejs.: Huesca: Tamarite de L.; Teruel: Andorra: 256 kms. de territorio para 300 familias en 40 granjas; Oliete; Alcorisa, 23 granjas; Rubielos de Mora) 24 Vid. Kaminski, Erich-Halpérine: Ceux de Barcelone, Paris, Editions Denöel, 1937 (ed. catalana, 1977). Su testimonio relata casos como el de Ascó, en Cataluña, con cartillas de consumo familiares para diversos consumos de bienes, por colores diferentes según bienes de consumo; así como imprevistos extras —de viajes o visitas externas de colectivistas fuera de sus poblaciones— como en Alcora, donde un joven debía visitar a su novia en otra población y pedía al comité consentimiento para cambiar vales o cupones colectivos por dinero general, para pagar gastos añadidos (transporte, etc.) fuera del pueblo.
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Mientras, existieron transiciones —de una a otra modalidad— cuando se produjo al principio cierto “dualismo” de trabajo (individual-colectivo) de: antiguos arrendatarios, medieros, jornaleros sobre fincas incautadas y paso a regímenes generales de trabajo en “zonas” del término municipal dividido; con la misma proporción de dificultad, distancia y accesibilidad de labores agrícolas (p.e. las constituciones de Colectividades grandes, como en Calanda o el Mas, Teruel). En cuanto al espacio de poblaciones con reconversiones de nuevos usos, el más llamativo fue el de las iglesias: reconvertidas en usos variados, según necesidades colectivas (almacenes, tiendas varias, lugar de asambleas, bares-restaurantes, teatros-cines u hospitales), después de que la función religiosa cesara en las poblaciones (a menudo por abandono, huida del sacerdote o clérigos, por persecución y masacres de eclesiásticos y terratenientes locales o comarcales).25 Con nuevas necesidades —p. e.: de educación o cultura popular— proliferaron hasta en muy remotos pueblos escuelas o bibliotecas o centros de asociaciones culturales, en casas incautadas o municipales sin uso; o bien por necesidades colectivas nuevas, como la alimentación general, la vivienda o la asistencia a ancianos y no hábiles o enfermos, la aparición de nuevo tipo de espacio —de comedores populares, escuelas, residencias de ancianos o viviendas para familias nuevas o refugiados de otras zonas— impusieron la reconversión de casas de pudientes (a menudo, de terratenientes ausentes, pudientes o nobles) en esos nuevos usos. 9) Eficiencia productora y comercializadora. La colectivización rural evitó o contuvo la fragmentación, división o dispersión territorial en explotaciones demasiado raquíticas (de tenencias de explotación mínimas o arrendamientos improductivos); así como propició —o potenció— la modernización de métodos de cultivo y explotación agrícola. Con campesinos que unos pocos años antes habían roto máquinas en protesta contra su desempleo o caídas de salarios, ahora usaban de buena gana máquinas que aliviaran su trabajo. Además, los campesinos usaron de manera común fertilizantes, exploraron o desarrollaron nuevas líneas de producción —como la cría masiva de corral o de cerda, en instalaciones adecuadas— con granjas piloto, junto con intensificaciones de cultivos, con regadíos, nuevas comunicaciones, etc. Modernizaciones y expansión de producciones —con adopción de nuevas técnicas agrícolas y rendimientos de trabajo— fueron el empeño de un buen número de Colectividades: en relación a la preservación por las Co25 Vid. Bolloten, Burnett: The Spanish revolution. The Left and the struggle for power during the Civil War, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1979. Según su estudio desde posiciones no beligerantes o reaccionarias, un cierto número de miembros del clero y terratenientes perecieron en la masacre civil, en la reacción popular de los primeros días (a menudo, como represalia por masacres precedentes, ejecutadas por sublevados o programadas por franquistas).
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lectividades de las incertidumbres o disfunciones bélicas. Los avances y prosperidades materiales de Colectividades están en base de: añadir animales de labor/ recrío; introducir o extender maquinarias para determinadas labores; aumentar cultivos de superficies incultas (por ejemplo, por regadíos); diversificar producciones; desarrollar o incorporar nuevas técnicas; consolidar lazos intersectoriales, agrícolas o agroindustriales. En otra dirección, de eficiencia comercializadora, la colectivización en el campo impulsó nuevas líneas de comercialización exterior, antes implanteables: como en Valencia el ámbito regional de exportación, concentrado en el SURTEF —un Sindicato de Exportación Frutera, concentrado en esta actividad comercializadora, con la puesta en concurrencia exterior de grandes cantidades de producción naranjera— o en Aragón, tanto la Federación de Colectividades como el Consejo de Aragón especializaron líneas de colocación de mercancías de alto margen comercial —azafrán, azúcar, pieles— en el extranjero, vía Marsella y Pirineos. 10) La masividad de cambios y transformaciones agrícolas, territoriales y humanas en poblaciones sensibilizadas o predispuestas. La aparición de colectividades agrícolas o rurales se originó —a menudo pasadas una semana (en Aragón, al final de julio de 1936) o varias semanas del golpe de los sublevados— “sin que ninguna persona, partido u organización diera instrucciones a ese fin”, como dijo Diego Abad de Santillán.26 El planteamiento de la voluntariedad o involuntariedad —aparentemente, menos obligada por grupos como suscitada, en un cúmulo de circunstancias lugareñas— de las iniciativas colectivistas. A diferencia de otras colectividades — el modelo soviético o chino de agricultura estatalizada— el sistema español de colectividades fue voluntario: fue visto por sus propios artífices como un medio indefectible de derrotar al enemigo; por lo que, con una intención nítida de racionalizar el esfuerzo humano y material para la guerra, quienes quisieron continuar en su granja o explotación familiar, pudieron hacerlo; a condición de no emplear trabajo ajeno a los brazos familiares o utilizar servicios colectivos (algo que Costa había enfatizado en sus textos una y otra vez: permeando la menta26 Vid. Abad de Santillán, Diego: Por qué perdimos la guerra. Una contribución a la historia de la tragedia española, BB. Aires, Eds. Imán, 1940. El autor sin embargo testimonió en 1937 más precisamente el despliegue colectivista —y sobre “un programa de acción no realizado todavía”, a propósito de las colectividades agrarias— en una edición limitada y finalmente secuestrada, Abad de Santillán, D.: La Revolución y la Guerra en España. Notas preliminares para su historia, Barcelona, Edones. Nervio, 1937: caps. V (La industria, el transporte, la tierra en manos de los trabajadores. La revolución en la economía): 59-69 y VIII (Alrededor del problema agrario. Las colectividades agrarias): 91-98.
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lidad y actitud campesina, como nunca lo volvería a estar en el campo español de la segunda mitad del s. XX). Los campesinos a menudo reunieron sus propias tierras en explotaciones colectivas, e integraron colectividades llevando a los patrimonios colectivos todas sus pertenencias o cosas poseídas: aparte de sus pequeñas propiedades, incorporaron a la riqueza colectiva inicial sus herramientas, animales y otros medios de vida. También se incorporaron a colectividades familias de derecha que lo solicitaban: porque casi no existió la práctica leninista-soviética, de encarcelar —y hasta matar— familiares de militantes o activistas de derecha. 11) Democracia local o territorial en las poblaciones: por medio de asambleas populares —generales— o de ramas, ocupaciones y de sindicales agrarias; que en variadas formas o ratificaciones elegían Comités o Juntas colectivas, incluso enviaban o ratificaban representantes sociales en Consejos Municipales (órganos del poder local, y no meras agencias o sucursales oficiales de la administración provincial) o interlocales, Comarcales. Llegándose con esta dinámica de democracia local —o directa— por algunos meses, hasta discutir temas —por ejemplo, sobre trabajos, consumos o actividades locales variadas, municipalizaciones de las mismas, etc.— en asambleas populares de hasta pequeñas ciudades como Barbastro (Huesca). Este sistema representó un sector, público o asociativo, de decisiones en las poblaciones, que eventualmente chocaban con las orientaciones tradicionales de fuerzas políticas o intereses hostiles a la revolución y el control obrero o colectivo de resortes públicos. Así estuvieron marcados por reacciones estatales o de grupos políticos como el PCE, cuyos intereses políticos en ascenso —por la influencia de Stalin y de la URSS— estaban en el Estado y los gobiernos — central o catalán— desde las oficinas ministeriales que controlaban; y chocaban con la influencia política o social de anarquistas, anarcosindicalistas o ugetistas revolucionarios. De todas formas, aunque utilizadas para salvar cosechas o abastecimientos masivos de poblaciones —de ahí el decreto de legalización de colectividades, de junio de 1937, o los de regulación de su implante entre poblaciones o de patrimonios incautados, como los decretos de agosto u octubre de 1937— el ministerio de Agricultura operó en sentido de controlar o mediatizar el colectivismo autónomo, mediante la estructura del IRA, sus servicios, cobertura financiera y diversas de sus oficinas agrícolas estatales. Cuando necesitaron bloquear o cercenar el desarrollo colectivista dependiente de la red de CNT, los gobiernos —autónomos o central— desde sedes ministeriales, no desaprovecharon ocasiones de represión y neutralización anticolectivista: casi siempre, dentro de las estrategias comunistas de control de poderes y de subordinación de sociedades: como sucedió en Aragón con la represión antilibertaria y anticolectivista, con terror militar y amparo de intereses caciquiles, abiertamen-
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te reaccionarios, en poblaciones.27 Por no hablar de reasunciones de controles de sectores colectivos, como en Cataluña hizo la Generalitat, anulando el decreto central de octubre de 1937 de colectivización y tomando el control directo de vigilancia rural. Pero, debilitadas y cercadas por todos lados, por ej. en poblaciones de Aragón, las colectividades se recompusieron o subsistieron —lo cual demuestra que respondían a aspiraciones sociales de fondo— hasta la caída de frentes y la llegada de las tropas de Franco a las comarcas del Aragón oriental; a menudo abandonaron en masa estas comarcas, con enseres o documentos de gestión colectiva y se mantuvieron agrupados, fuera de sus lugares originales, en su periplo de desarraigo en poblaciones catalanas o en el exilio. 12) Con el paso de los meses —en el segundo año de la guerra— un último componente —en este caso, forastero— de incorporación a colectividades de retaguardia fueron poblaciones enteras de refugiados o huidos de pueblos de vanguardia bélica (o tomados por avances de tropas franquistas sobre las poblaciones). Los órganos municipales, que no supieron qué hacer con otro problema sobrevenido, vieron en la disposición favorable de los sectores colectivos en las poblaciones, para incorporar a las recientes oleadas en pueblos de retaguardia, un alivio y una salida a sus maltrechos recursos o infraestructuras de acogida (vivienda, comedores, escuelas, dispensarios médicos etc.), que sí estuvieron dispuestos en las Colectividades. Fue el primer experimento en el s. XX de refugiados, solidaridad de acogidas, recepción o sensibilización social y programas enteros de traslado y rehabilitación de grupos de poblaciones expulsadas y reacomodadas en colectividades de acogida: como grandes centros de trabajo, consumos e infraestructura social, para todas las edades, desde niños, viejos, pasando por personas maduras, laboral y económicamente productivas. No siempre este componente alógeno —y semivoluntario, de adscripción colectiva— representó un estímulo o una ocasión de compenetración interna con el colectivo de acogida, así como significaron a la larga pesadas cargas laborales, económicas o morales, respecto a la situación inicial de la colectividad.
27 Vid. Borkenau, Franz —op. cit.— comentó que en España los comunistas no apoyaron a los obreros o las masas sindicales en las poblaciones, oponiéndoles en su política anticolectivista a los “kulaks” contra los sindicatos (contrariamente a su política en la URSS). Además de casos declarados de favoritismo anticolectivista del ministro “agrícola”, el comunista Vicente Uribe: entregando la comercialización naranjera de Levante a una organización distribuidora de producción individualista —rival de la red comercial sindical y de colectividades— aliados antes de la Guerra con los regionalistas católicos y la derecha.
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4. A banico de oportunidades sociales, potenciadas por colectividades agrarias 4.a.— Vertientes inmateriales y materiales, disponibles en el espacio público o privativo de las colectividades 28 Correspondiendo a distintas vertientes, tanto morales o cívicas —dentro del espacio público republicano— como materiales o de visibilidad progresiva, en el orden de mejoras de disponibilidades de base en las poblaciones, encontramos: 1.ª— Entre vertientes no “materiales” ni económico-contables de la nueva Economía social aún pueden enumerarse algunas que no han sido objeto sistemático de estudio: asistencia social, sanidad, enseñanza, eficiencia e innovación agrícolas; “servicios” o “prestaciones sociales”, que daban sentido y concretaban el aspecto moral del colectivismo, de solidaridad y ayuda mutua. Sin ellas, carece de sentido considerar el esfuerzo colectivo, en pos de la rivalidad o la lucha ideológica. Fueron líneas que interesaron vivamente —a diferencia de historiadores— a otros científicos sociales: estudiosos del fenómeno de las Colectividades en términos de interacción social e integración ambiental, como geógrafos, arquitectos y especialistas en el entorno. Tales vertientes fueron difíciles de integrar en los marcos de la política local —pese a las municipalizaciones varias, y las atenciones nuevas de los nuevos Municipios socialmente agrandados o ensanchados— o en los estrechos espacios que dejaban en los ámbitos locales las luchas de fracciones ideológicas (como simples desarrollos políticos o sociales, determinados por la competición y lucha o rivalidad política de aquellas). 2.ª— El desarrollo de la participación campesina y lugareña, a través de reuniones y asambleas colectivas como vecinales: tanto en la toma de decisiones sobre asuntos laborales o de explotación agraria que les concernían —fuesen o no productores de bienes de consumo: incluso individualistas tuvieron voz y voto en asambleas colectivas y generales de población— como también los campesinos o vecinos se pronunciaban, sobre opciones colectivas, así como sobre la actividad de consejeros locales nombrados por ellos para cubrir objetivos o líneas decididas. Todos los habitantes —hombres y mujeres— participaban y determinaban acuerdos públicos y sociales. 3.ª— El desarrollo de la enseñanza avanzó rápidamente, como un movimiento de rapidez desconocida hasta entonces: una inmensa mayoría de colectividades o municipios más o menos socializados en servicios, dotó o construyó una o varias 28 A modo de corolario de distintas vertientes, vid. en nuestra obra, Díez Torre, Alejandro R.: Trabajan…; op. cit. Ibíd. una síntesis de aspectos, en docs.: 19 (“Procesos e iniciativas locales en centros del Alto y Bajo Aragón”): 312-319; 38 (“El Pleno de Colectividades Agrícolas de Aragón”): 397-405; 47 (“Aragón cosecha”): 430-432.
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escuelas a sus expensas. En Levante Leval testimonió que cada una de las 503 colectividades federadas tenía su escuela a comienzos de 1938. 29 4.ª— En las dotaciones de servicios a las poblaciones —en otro sentido de compensaciones y atenciones, revertiendo el esfuerzo y cobertura solidaria colectiva— en el ámbito aragonés del colectivismo p.e., fue bastante bien conocida y descrita la creación —a expensas de las colectividades locales— del Hospital comarcal de colectividades de Binéfar: instalado con varias especialidades y servicios —destacaban los de radiología y ginecología— a disposición de los colectivistas. Emplazado en antiguas dependencias de la Confederación del Ebro en Binéfar (Huesca), al servicio de las poblaciones comarcales, sería aprovechado después en el periodo franquista como servicios y dotaciones ahorrados en las disponibilidades de las nuevas autoridades de posguerra.30 5.ª— En el desarrollo colectivista local, las colectividades agrarias completaron, siempre que pudieron, su organización con formas de socialización o prestación de servicios. Por ej. en Aragón fueron efectivas infraestructuras del: comercio, mediante el establecimiento de una o varias cooperativas de consumo, mediante la adición de nuevos sectores o servicios; de municipalizaciones de la vivienda —como en Alcañiz en Teruel o Barbastro en Huesca— etc. Leval testimonió estas prestaciones sociales como expansiones de socialización o colectivización: en Levante (Carcagente o Alcoy) o Aragón (Tamarite y Alcolea en Huesca; Pina de Ebro, en Zaragoza; Calanda o Rubielos de Mora, en Teruel). Al contrario, en sus encuestas locales solo vio dos casos de fracaso: Boltaña o Ainsa, en el Pirineo de Huesca. 6.ª— En el proceso de colectivización agraria, las modificaciones más importantes serían: el aumento de mecanización y de irrigación; la extensión del policultivo, las plantaciones de árboles de toda especie. En la colectivización ganadera: la selección y multiplicación de especies de consumo; sus adaptaciones a condiciones concretas (medio, clima, alimentación); construcción de vasta escala de establos, porquerizas, rediles y hangares colectivos, que daba una unificación —o 29 Vid. Tiana Ferrer, Alejandro: Educación libertaria y revolución social, España 19361939, Madrid, UNED, 1987; cap. 3 (“Instrucción primaria”): 151-223. Vid. trabajos recientes: Ovejero Bernal, Anastasio: “Anarquismo español y educación”, en Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social, Barcelona, Univ. Autónoma de Barcelona, nº 8 (otoño 2005): 145-158, Mur Mata, Miguel: “Educación libertaria en Aragón, 1936-38”, Rev. De pedagogía de la Univ. de Salamanca, nº 8 (1996): 77-91. 30 Vid. testimonios distintos, recopilados en el libro de VV.AA: Realizaciones revolucionarias y estructuras colectivistas de la Comarcal de Monzón (Huesca), Esplugues de LL., Eds. Cultura y Acción, 1977: 33-40. Más reciente, vid. trabajo de Castillo Cañiz, Assumpta: “El fenómeno colectivista en la zona de La Litera – Comarca de Monzón”, monografía nº6 (117-132) de la Colección Territorio de docs. digitales, en el portal. aragón.es.
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racionalización— económica importante: hacia la formación de unidades intensivas agropecuarias. En entornos industriales de talleres e industrias31, la tendencia a la racionalización colectiva o concentración industrial fue un fenómeno similar, en su búsqueda de unificación económica y técnica: en sectores que cerraron pequeñas fábricas o talleres antieconómicos, racionalizando el trabajo y ahorrando costes (en una forma altamente social), como Leval observó en las industrias de Hospitalet, tanto como en el dispositivo industrial de Alcoy, los transportes urbanos de Barcelona o de pequeñas industrias de transformación en colectividades aragonesas. Con la elaboración de principios —o resultados avanzados— de planificación, sin embargo, conservaron estructuras anarquistas de economía. 7.ª— Sobre producciones agrícolas y rendimientos colectivistas sostenidos: sin entrar en cifras —cuestionables o circunstanciales— hay evidencias de eficiencia productiva y distribuidora, durante dos años y medio de funcionamiento efectivo de un número de colectividades. Las colectividades a menudo no se conformaron con administrar bienes —o parte de ellos— requisados: introdujeron siempre que les fue posible innovaciones o planes de renovación de cultivos, tareas o infraestructuras agrícolas. Una parte del resultado de producciones sostenidas o de diversificación agrícola y ganadera fue producto de aquellas innovaciones agrícolas, las adaptaciones de cultivos, la selección de crías o especies. En condiciones no muy favorables (ambiente político-administrativo enrarecido o bélico, que representaron rémoras, también las levas de reclutas y restricciones o inadecuaciones de mano de obra circunstancial, como la que prestaban refugiados, además de discrepancias constantes con republicanos o socialistas; rencillas ideológicas o rivalidades y tensiones sociales varias, etc.), las producciones agrícolas se sostuvieron —e incluso incrementaron— en un número importante de colectividades agrícolas e industriales. Y los mantenimientos o incrementos de producciones descansaron —en el caso de las agrícolas en alto grado— sobre mano de obra que solía componerse en gran número de mujeres o personas maduras, iniciales ancianos. En el ámbito de los recursos y las eficiencias agrícolas, la respuesta masiva y equilibrada con el medio y las disponibilidades de Colectividades estuvo en relación con: diversificaciones de recursos; aumentar los autoabastecimientos y aminorar las estacionalidades del trabajo, pero más a medio plazo, las aplicaciones colectivas enfatizaron: la disposición de estadísticas fiables de uso/ tierra; disposición de producciones futuras (y almacenajes, con preservación adecuada), que revelaron cambios significativos en la adecuación producciones-necesidades colectivas. 32 31 Vid. Bernecker, Walther: Colectividades y revolución social, Barcelona, Crítica, 1982: su visión de la “colectivización industrial: síntesis e intento de tipologización”: 373-381. 32 Vid. Breitbart, Myrna Margulies: “The theory and practice of anarchist decentralism
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8.ª— El despliegue de equilibrios y circulación de riqueza y compensaciones o ayudas financieras colectivas, a través de cada una de las Federaciones regionales o nacional de colectividades hacia el conjunto social. Constituyó un movimiento de unificación y extensión de armonía y ventajas de intercambios, cada vez más amplios, a través de una red de almacenes y cajas de compensación: desde las colectividades locales a las federaciones comarcales, regionales o nacional —cuando fue creada, en junio de 1937— una vez que las federaciones colectivas coordinaron cargos e intercambios, y aplicaron la ayuda mutua entre colectividades, o repartieron beneficios de márgenes ventajosos para ayudar a impulsar colectividades modestas o deficitarias. La tendencia a la unificación comercial se había expresado ya antes, mediante la adopción en cada región de cartas únicas de productor o de consumidor interlocal, como en Aragón fue adoptado siguiendo la resolución de su congreso federativo de febrero de 1937. A nivel de expansión de redes comarcales o regionales colectivas, Leval pudo testimoniar allí —con ocasión de sus diversos recorridos en momentos diferentes de los primeros meses de 1937— casos de constitución y progresiva ampliación de redes comarcales de colectividades como en Angüés, en al Alto Aragón: en febrero de 1937 comunicaba 36 colectividades al congreso regional, mientras que en junio se extendía a 57 pueblos. En ese movimiento expansivo del colectivismo agrario, también se encontró con la creación espontánea de colectividades vinculadas a redes comarcales o regionales libertarias, pero impulsadas por personas ajenas a los medios libertarios —aunque “libertarios sin saberlo”— como era el caso de una parte de colectividades agrarias de Castilla o Extremadura, obra de campesinos católicos o socialistas (inspirados o no por propaganda de militantes anarquistas aislados). Igualmente era el caso que citaba de las colectividades de UGT, con oposición oficial de su organización, pero formadas y sostenidas por sus afiliados, así como integradas a veces por miembros republicanos. 4.b.-Oportunidades aprovechadas/bles de creaciones colectivas Aunque en determinados casos apreciadas posteriormente como mejoras en sus propiedades o empresas por antiguos propietarios terratenientes o empresarios, los incrementos de dotaciones o racionalizaciones no fueron valoradas — más bien denigradas y displicentemente condenadas, pero a menudo aprovechadas por autoridades franquistas— al término de las experiencias colectivistas. Al menos tres ejemplos nos permiten reenfocar la pérdida de avances y proyectos, logrados por el esfuerzo colectivo, en el movimiento de transformaciones de tres in Spain, 1936-1939”, en Buttimer, A. y Seamon, D. (eds.): The Human Experience of Space and Place, London, Croon helm, 1980: 86-119.
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años de guerra: la granja agropecuaria de Miralcampo, en Azuqueca de Henares (Guadalajara); el complejo de servicios comarcales de Binefar (Huesca) o las dotaciones industriales de colectividades en Sabadell. En el primer caso, fue conocido —y contrastado a nivel local, por indicios y restos documentales que hemos manejado— el caso de la Colectividad agrícola de Miralcampo, en Azuqueca de Henares (Guadalajara): establecida sobre una hacienda del Conde de Romanones para cría de caballos de carreras, la iniciativa de la Colectividad agropecuaria dotó el terrazgo inicial de secano de instalaciones colectivas, de superficie de regadío —con el desvío del río Henares y la instalación hortofrutícola correspondiente—, campos de cultivo, horno, comedores colectivos, criaderos avícolas y otras instalaciones. Dotación en parte aún subsistente hoy junto al río Henares, las nuevas instalaciones sorprendieron gratamente al incrédulo Conde cuando giró visita a sus propiedades al final de la guerra en 1939.33 Romanones se maravilló de las mejoras hechas por colectivistas en una finca —hasta entonces solo tenida para cuadra caballar— e indagó acerca del responsable colectivista; y al encontrar en la cárcel de Guadalajara al artífice de los cambios, el dirigente cenetista local Jerónimo Gómez Abril, se propuso sacarlo de la cárcel y ofrecerle puesto de capataz y gestor agrícola (que el interesado declinó, pero hacia quien el Conde mantuvo deferencia y reconocimiento). La realidad de mejoras no esperadas o buenas condiciones de fincas agrarias, encontradas con rendimientos imprevistos por sus antiguos propietarios, al parecer fue más corriente de lo que una propaganda franquista durante años extendió, sobre los pretendidos efectos devastadores o de ruina agrícola de experiencias colectivas —“rojas”— en el campo. Al parecer, también fue constatada por un número de propietarios de fincas o haciendas aquella misma realidad, de mejora ostensible alcanzada en algunas colectividades andaluzas. En otro sentido, en cuanto a servicios, en el ámbito aragonés fue bastante bien conocida y descrita la creación —a expensas de las colectividades locales— de la Comarcal de colectividades de Monzón-Binéfar: con sus almacenes, su centro escolar de formación de secretarios de colectividad, su hospital comarcal, instalado con varias especialidades y servicios —destacaban los de radiología y ginecología— a disposición de los colectivistas. Emplazado éste en antiguas dependencias de la Confederación del Ebro en Binéfar (Huesca), su funcionamiento médico-sanitario, instalaciones, aparataje, durante la guerra, con equipos y dotaciones hechas por colectividades, creados para servicio comarcal de 32 pueblos colectivizados, sería igualmente aprovechado después. Desde la misma entrada de unidades de asalto franquistas y requetés del coronel Gazapo, éste se preocupó pronto de 33 Vid. Díez Torre, Alejandro R.: “Sin amos ni caciques. El colectivismo en Azuqueca de Henares, de 1936 a 1939”, en 70 años de la Guerra Civil en Castilla-La Mancha, C. Real, Serv. de Publics. de la Univ. de Castilla-La Mancha, 2007.
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apropiarse y difundir como primeros logros del régimen del alzamiento los depósitos y almacenes comarcales de las colectividades libertarias, rentabilizando finalmente su esfuerzo dentro del periodo franquista.34 En los talleres y centros industriales de Sabadell (provincia de Barcelona, el Manchester catalán estudiado por Gabriele Ranzato) 35, los propietarios que huyeron en los primeros tiempos de la guerra y regresaron a la ciudad industrial a recuperar sus bienes puestos bajo administraciones colectivas se encontraron con industrias cuyos activos y dotaciones eran superiores a los que habían dejado al marcharse. En otros casos de innovaciones que suelen apuntarse, las realidades colectivistas avanzaron formas mejoradas de gestión comercial o económica: las habidas en el sistema de exportación de agrios en todo Levante, a cargo de la red del SRTEF; las unificaciones colectivas de tres compañías de ferrocarriles en Cataluña, las de tranvías en Barcelona, en el complejo fabril de Alcoy, etc. 36 5. Sobre dificultades, principales obstáculos y rémoras o cortapisas colectivistas Se señalaron en su día las siguientes: coexistencia o resistencia activa de fuerzas anticolectivistas; tensión por el control de recursos —el trabajo, el más importante a nivel agrario—, servicios y mercado, entre colectivistas e individualistas; temores a política anticolectivista de gobiernos; temores a acciones militares, con intromisión terrorista de fuerzas represivas, o beligerancia anticolectivista gubernativamente incentivada. Pero hubo otras dificultades, provenientes por ejemplo del problema de transportes e intercambios económicos: indispensables para traspasos fluidos de excedentes e importaciones de productos carentes o suplementarios a la producción regional. La organización de Comarcales de Abastecimiento y Consumo, p. e., en la red colectivista de Aragón, añadía otras dificultades provenientes de la insuficiente concentración económica de la riqueza colectiva: deficiencia o carencia de estadísti34 Cfr. en Díez Torre, Alejandro R.: Trabajan para la eternidad. Colectividades de trabajo y ayuda mutua durante la Guerra Civil en Aragón, Madrid, La Malatesta-Prensas Univ. de Zaragoza, 2009; docs.: 2, 5-6: 232-38; 245-53. Vid. también, de AA.VV.: Realizaciones revolucionarias y estructuras colectivistas de la Comarcal de Monzón (Huesca), Esplugas de LL., 1977: 33-40. 35 Vid. Ranzato, Gabriele: La Aventura de la ciudad industrial. Sabadell entre el Antiguo Régimen y la Modernidad, Barcelona, Península, 1987. Ranzato fue autor también de un corto estudio sobre “Las colectivizaciones anarquistas en Cataluña y Aragón durante la guerra civil española, 1936-1939”, en Ranzato, G.: Lucha de clases y lucha política en la guerra civil española, Barcelona, Cuadernos Anagrama, 1979. 36 Vid. Moltó Moltó, Salomé: Una nueva economía. Socialización y colectividades alcoyanas, 1936-1939, Valencia, Grafcs. Pamplona, 1986.
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cas completas; deficientes cooperativas comarcales bien surtidas. Pero llenaron sus cometidos primordiales y mantuvieron un nivel de vida medio en la región, así como un mercado social bastante ajeno a las vicisitudes del mercado negro individualista (sobre todo, en la segunda mitad de 1937). No obstante deficiencias constatadas de datos, estadísticas para relaciones —verticales y horizontales—, falta de cualificación de miembros colectivos para dirigir la contabilidad (por lo que hubieron de plantearse cursillos e incluso ciclos de formación profesional y capacitación contable o de secretarías colectivista, en distintas áreas agrarias); también diferenciaciones salariales según una norma nacional y diferencias apreciables entre salarios de colectivos industriales y agrarios; etc. Pero aunque esto último está por estudiar, en qué cuantías se aplicaron medidas correctoras y si las colectividades ajenas a la CNT las siguieron, sin embargo se elaboraron principios de planificación que conservaron estructuras anarquistas: por ejemplo, acerca de supresiones de centros, sin antes encontrar acoplamientos reales de trabajo para productores.37 En una vertiente suplementaria, en algunas redes regionales de colectividades —sobre todo agrarias— surgieron dificultades de frustrados proyectos, como en Aragón, de un Banco de Colectividades o las no despejadas del todo reticencias antiburocráticas colectivistas. Alternativamente, la decisión de ir a una Caja Regional Colectiva —por ampliación del Comité Regional y su esfera de control regional— que valorase la plusvalía de los excedentes económicos colectivos, sin embargo, no entorpeció mientras tanto el refuerzo de los controles comarcales de existencias y riqueza colectiva a través de los Almacenes Comarcales, desde los que se arbitraba un mecanismo de compensación y saldos contables en un centro regional, coordinado por el Comité Regional de Colectividades (el CR llegó a presentar, mediante este sistema de intercambio, compensación y ayuda mutua regional, balances estadísticos de hasta 77 pueblos colectivizados, de los 245 federados, productores de trigo y aceite y compensados con vino, patatas, etc.; informe de 23-V-1937). Se pensaba en un mecanismo financiero de compensación e inversión, con el recurso masivo al comercio exterior y utilización favorable de divisas, además de la baja cotización en el extranjero de la peseta. Entre las gestiones del CR colectivista aragonés para la estabilización de inversiones, en un futuro inmediato, estaban la adquisición de parques de maquinaria regional y la regularización de pedidos regionales para la nueva cosecha. Dos circulares de la Regional de colectividades (24-II/17-III-1937) atestiguaron que concentraron comarcal y regionalmente documentación pormenorizada, para impulsar los movimientos comerciales y la riqueza colectiva. Un ejemplo del colectivismo altoaragonés lo encontramos en Barbastro, donde se concentraron importantes partidas de pieles y azafrán (28 cajas: casi 1.295 kg.) de la región para su exportación en el “Almacén Comarcal” de Colectividades, que fue incautado y vendido en metálico; 37 Cfr. en Mintz, F: La autogestión..; op. cit. ibíd., 1977: 350-51.
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después de ser inventariado, bajo órdenes del delegado gubernativo en Barbastro, entre el 19 y el 25 de agosto de 1937 (en pleno período de represión anticolectivista, propiciado por las intervenciones militares en distintas zonas de Aragón). Como apreciación general, es obligado anotar que el fenómeno colectivista fue practicado, impulsado o sostenido en un entorno político a veces hostil.38 Debido al cuadro de coexistencias cívicas —bastante lejos de violencias y prepotencia revolucionaria, que se ha supuesto en la creación y cursos colectivos— a veces con bases conservadoras, sectores sociales de afiliados a partidos refractarios al cambio social y órganos o cargos que los representaban: republicanos de toda tendencia, socialistas de derecha —a veces, también de centro— comunistas estalinistas (a veces, también poumistas). Mandos y comités ejecutivos de la UGT también llegaron a comportarse como entes opacos anticolectivistas, allí donde algún grupo de sus afiliados no había tomado esa opción (incluso con poblaciones simpatizantes de cambios estructurales: p. ej. de la propiedad, o de los recursos y empleo público o de defensa). Pero mayoritariamente, es conocida la iniciativa colectivizadora de la UGT y su impulso a la administración pública —o compartida con las organizaciones sociales— de intereses y recursos colectivos. El sector individualista, refractario a una opción colectiva en las poblaciones, alimentó su oposición de pequeños propietarios, campesinos medieros, con aspiración a tierras ajenas —catalanes o del Pirineo aragonés, p.e.—, que permanecieron o engrosaron filas anticolectivistas. Aunque los pequeños propietarios fueron en general respetados por las Colectividades, que les extendieron cartillas de consumo o les abrieron cuentas en sus cooperativas; además de mantenerles siempre abiertas las puertas de las colectividades (la adhesión era voluntaria, y los individualistas lo hacían cuando estaban persuadidos de ventajas o mejores resultados de trabajo en común; las colectividades agrarias en España, siguiendo sugestiones kropotkinianas, y como lo había propuesto I. Puente, pensaban que la Colectividad era para todos; y había libertad para entrar o salir, con bienes entregados por los integrantes). Pero las colectividades se opusieron a que dispusieran como individualistas más tierras de las que podían trabajar familiarmente, así como también se opusieron a que ejercieran comercio individual; lo que —por mucho que se justificara, y no solo por libertarios, en base a la situación de escasez de brazos por la guerra, o por la influencia de tradiciones, o teorías como la de Costa, justi38 Vid. a modo de ejemplo testimonio de J. Bassons, en sus manuscritos y en Cenit, Toulouse, 7-VIII-1965, sobre las trabas y sabotaje anticolectivista —negando permisos de importación de piezas; mandando guardias armados a impedir a cobradoras de autobuses hacer su tarea, etc.— en Barcelona, del sector de Economía de la Generalitat, dirigido por J. Comorera (expulsado del PCE en el exilio y denunciado a la policía franquista por sus antiguos colegas en 1947). Todo ello, para hacer quebrar a la Colectividad urbana de Autobuses y desprestigiar a la CNT en su apoyo sindical.
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ficativas de la autosufiencia agraria— siempre fue un elemento de discordia o resentimiento, a la espera de ajustes de fuerzas localmente dispuestas y deserciones colectivistas. Los temores de algunos miembros de colectividades a que una vez acabada la Guerra el gobierno destruyese sus organizaciones hizo dudar a sectores de los colectivistas —como preveían reaccionarios— y pequeños propietarios convencidos que —sin esos temores— hubieran decidido engrosar colectividades o mantenerse en ellas por sus ventajas apreciables.39 Pero la represión y beligerancia anticolectivistas —antes o después de luchas militares abiertas: en campañas programadas para desorganizarlas o hacerlas desaparecer, por destrucción de sus instalaciones y dispersión de sus partidarios— fueron pruebas de fuego, que no siempre pudieron superar los cuadros organizativos de las colectividades. Desde luego las más abruptas o brutales de estas intervenciones militares —verdadera guerra civil encubierta en el campo republicano, como clímax creado o incentivado por comunistas— marcaron zonas que los dirigentes stalinistas del PCE escogieron como campos de pruebas: algunas localidades toledanas del Tajo; determinados enclaves levantinos y —especialmente— las fortalezas sociales libertarias de Aragón o Cataluña. En tales situaciones, las ocasiones de intervención de fuerzas se comportaron con desprecio del orden cívico-republicano en retaguardias, como razias anticolectivas de unidades militares pertrechadas y mandadas por comunistas: como las tropas móviles de la división 11 de Líster y sus escaramuzas en Toledo o su más programada represión con carros de asalto y motorizados en el Bajo Aragón; los enfrentamientos con carros de asalto en Valencia; las operaciones de persecución y razias anticolectivas de la división 27 Carlos Marx en el somontano de Huesca; o de la catalanista división 30, Macià-Companys, en el Bajo Aragón de Teruel; o la brigada 22 del teniente coronel Francisco Galán, también en Teruel, etc. 40 Pero las respuestas campesinas en muchas de las poblaciones afectadas en Aragón desmintieron, por la vía de los hechos, las teorías de la coacción y la violencia como líneas habituales de imposición colectiva, cuando en esas mismas poblaciones —en Alcolea, Peñalba, Alco39 Vid. Mintz, F.: Autogestión...; op. cit. Ibíd., 2008: cap. 5 (“Ataques contra la autogestión”): 97-100. 40 Una apreciación sobre los impactos y efectos puntuales represivos, en el trabajo-resumen de Díez Torre, Alejandro R.: “La represión republicana contra sindicalistas y colectividades”, en J.L. Ledesma y J. Mª Maldonado (eds.): La Guerra Civil en Aragón, Barcelona, Ciro Edones., 2006, vol. 7. (Cambios políticos en el ecuador de la Guerra): 28-39. También vid. Díez Torre, A. R: Trabajan…; op. cit. Ibíd.: 216-220.; así como Díez Torre, AR.: Orígenes del cambio regional y Turno del pueblo, Aragón, 1900-1938, vol. II (Solidarios): 497-511. Respecto otras zonas de represión militar anticolectivista, en Toledo (Villa de D. Fadrique; Villanueva de Alcardete, Corral de Almaguer; Mora, con la 11 Div. De Líster), vid. Ruíz Alonso, José Mª: La Guerra Civil en la provincia de Toledo, C. Real, Almud, 2004; vol. II. 482-491.
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risa, Andorra, Calanda, etc.— se formaron una tras otra colectividades de nuevo, tras la marcha de unidades de Líster u otras divisiones represoras a sus lugares en los frentes o a sus posiciones señaladas. 6. Repercusiones y traslaciones temporales del alcance colectivista Los asalariados españoles de 1936-1939, especialmente los colectivistas que vivieron e hicieron suyos los proyectos históricos del obrerismo revolucionario contemporáneo, buscaron salidas a una crisis sin precedentes —como la de los años de 1930— o la superación de las adversidades de una guerra insólita e imprevisible como la Guerra Civil. Pero también experimentaron vías de funcionamiento de una democracia social —en sentido pleno: completando el mandato constitucional con otros derechos sociales o económicos sobre la riqueza, que aparecieron como afrenta a ministros y gestores gubernamentales de toda ideología—, persiguiendo la posibilidad para todo ciudadano de su país de participar en la organización de todos los ámbitos de la vida social y política que le concernían. En el plano de gestión de la producción económica y la distribución material —con rémoras, deficiencias o debilidades, generales o particulares—, aun abarcando zonas dispares (Aragón o Castilla y su agricultura deprimida, Cataluña y sus industrias de guerra, Levante y su exportación frutícola, Andalucía de cultivos extensivos), un importante número de asalariados demostraron que la autogestión revolucionaria, incluso al margen de sus sindicatos, fue una orientación factible (y no quimera o futurible) en una sociedad occidental de antes de la II GM.41 Incluso desde organizaciones sindicales, que incorporaron rápidamente a técnicos entusiastas y otros profesionales, planteándose —con capacidad no prevista— soluciones a problemas presentes entonces (de horarios, contabilidades, sistemas de fabricación en defecto de repuestos extranjeros bloqueados, etc.) o planteándose salidas a nuevos problemas (pensiones y creación de retiros por vejez, transportes militares gratuitos o reducciones de precios de transporte; actividades y medidas culturales; ensayos importantes, como la socialización de la medicina o medicina gratuita, como en las colectividades aragonesas, etc.). En algunos aspectos —de mejoras locales, dotaciones de servicios, unificaciones de ferrocarriles, etc.— como respuestas de la gestión colectiva al estado de cosas anterior, pervivieron como realizaciones colectivistas, a las que no renunció el régimen franquista en los años de la posguerra y después. En el campo español de las siguientes décadas a la Guerra, con retrocesos casi medievales —como en los tiempos de la autarquía, de los años 1940 a los de 1950—, incluso las autoridades franquistas tomaron sendas parecidas a las que 41 Reconocido p. ej. por un excomunista y después socialista, Fernando Claudín, en El Movimiento Libertario Español, París, Ruedo Ibérico, 1974.
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habían puesto en práctica las colectividades, quince o veinte años antes. Claro es que entonces —mediados de los años 1950— copiando modelos de desarrollo importados de USA, donde fueron enviados a formarse técnicos agrarios, y en España formaron futuros cuadros de expertos en dinamizar el desarrollo rural, como los del Servicio de Extensión Agrícola (SEA), creado en 1955, copiando un modelo norteamericano (el CES, Cooperative Extension Service, justo en el momento de mediados los años de 1950, en que las autoridades franquistas estaban intentando suscitar una liberación de la presión agraria, mediante migraciones internas y externas que vaciasen el campo español, lo que en los años 1960 dio lugar, por fin, a lo que los sociólogos llamaron “la gran transformación” de la sociedad española del tardofranquismo).42 Pero según había testimoniado G. Leval, en la obra de creación, transformación y socialización que supuso el fenómeno colectivizador, el campesino mostró una conciencia social superior a la del obrero urbano. Con todo, en el campo español sobrevivió la idea de autogestión como un estado de espíritu y una reivindicación vaga, inconcreta, entre campesinos, como penetrantemente anotó hace más de cuarenta años Martínez Aller en su estudio sobre La estabilidad del latifundismo.43 Extraño silencio —u olvido— entonces, entre historiadores, de las experiencias españolas: superiores a las demás (recientes o pasadas) en muchos e importantes logros, sin embargo fueron simplemente ignoradas (para evitar que se constatasen, o porque suponían la supresión del prove42 El SEA fue creado —con carácter experimental— por orden ministerial de 15 de septiembre de 1955, por el ministro de agricultura franquista Rafael Cavestany, a su vuelta de EE.UU., donde fue invitado para conocer personalmente la organización del CES. Un mes después eran enviados dos técnicos ministeriales a EE.UU., para una estancia de seis meses a fin de estudiar la organización y administración de la “Extensión” agrícola. Aunque la formación de los cuadros agrícolas del SEA se debió sobre todo a un acuerdo peculiar entre el Inst. Nac. de Inves. Agrarias y el Institute of International Education. En cuyo marco de cooperación, dos expertos norteamericanos formarían a los primeros agentes españoles: finalmente estabilizada su formación en la finca El Encín (próxima a Alcalá de H.), y en la Escuela de Capacitación de la Sta. Espina (Valladolid), donde los agentes recibían un primer ciclo de formación; pasando a las agencias del Servicio (donde recibían consejos de los asesores norteamericanos). Vid. contexto histórico, filosofía, estructura organizativa y tipo de agentes del SEA, en Gómez Benito, Cristóbal y Luque Pulgar, Emilio: Imágenes del mundo rural, 1955-1980, Madrid, M.º de Agr., Pesca y Alimentación (MAPA), 2006: 102-110. 43 Vid., Martínez Aller, Juan: La estabilidad del latifundismo, Paris, Ruedo Ibérico, 1968: 54-61. Se hacen allí muy pormenorizadas descripciones del espíritu colectivo, mantenido vivo —por distintas circunstancias— en el área estudiada por el autor: las zonas de Campiña y Regadío de Córdoba, al Sur de Sierra Morena, y en fincas de términos de Espejo, Santaella, Cañete, que habían conocido actividades del IRA hasta 1936, así como otras en Adamuz, El Carpio, Palma del Río, Montalbán, Montilla, Nueva Carteya, la Rambla, Córdoba, Posadas, Hornachuelos y Puente Genil.
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cho capitalista o leninista), después de vilipendiadas, por autoritarios de derecha y de izquierda (que sesgadamente las adscribieron al impulso anarquista; aunque aún faltaba su descripción y visión de conjunto, en el que no estaba ausente el colectivismo socialista, comunista o simplemente apolítico). Quedó a nivel histórico —no era el caso de otros científicos sociales— la naturalidad del silencio y el olvido del singular caso español, de aquel colectivismo denso y extenso: incluso cuando se criticaba la burocracia frondosa en las sociedades contemporáneas, o se apreciaba la autogestión como una nueva gestión y control de empresa, nunca se citaba el caso español. Pero aún surgieron preguntas sobre posibilidades de aplicación de gestión colectiva, autónoma, en otros contextos históricos —distintos al examinado aquí de la Guerra Civil— o geográficos, por poblaciones que asumen su propia orientación conscientemente; visión que quedó como una cuestión debatida pero no replantada. A mediados de los años setenta del s. XX, en plena crisis internacional nacida de la crisis petrolera de 1973, se debatieron posibilidades de aplicación de los problemas de gestión colectiva históricamente experimentados en España: tanto en la forma del colectivismo, como en las teorías del federalismo (y control permanente de facetas de gobierno o administración por ciudadanos). Franz Mintz constataba entonces un doble movimiento psicológico, favorable hacia tal tendencia: 1) En países adelantados: con centralismo político y económico llevaban a la debilidad estratégica del poder; o la concentración irracional de industrias; la despolitización de masas, que no entendían de complejidades de administración, las respuestas de elites directivas eran favorables a la participación, regionalización, etc. Allí economistas, políticos, religiosos (ciertos grupos sociales) tendían a integrar, responsabilizar, etc. (por ej., se veía más eficiencia y atractivo en la participación, admitiendo “equipos” en la toma de decisiones, la “descongestión” económica...). 2) En países subdesarrollados: por motivos diferentes apareció una visión semejante: de pueblos y células de población más autónomas; masas interviniendo intermitentemente en política (mediante guerras de liberación, conflictos..); surgieron experiencias de gestión colectiva entonces que, con muchas dificultades de estudio por el idioma (Yugoslavia, China), hacían imposible —además— la recogida de estadísticas fiables (Rusia, China, Yugoslavia). O bien, 3) en países emergentes —en sus inicios— con más facilidades de conocimiento y divulgación de gestiones colectivas, como México, Israel —pero en su experiencia, ya centenaria en 2010, de los “kibutz”, sin el elemento cardinal de la solidaridad, como piedra angular de la histórica experiencia en España—, hicieron atractiva esta vía alternativa, puesta a disposición del desarrollo autónomo de poblaciones.44. Incluso hoy el estudio de las ventajas de la gestión comunal —establecida sobre la propiedad o los 44 Vid. Mintz, F.: La autogestión en la España revolucionaria, 1977; op. cit. Ibíd.: 19-20; así como sus “Conclusiones” allí: 343-356.
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recursos, frente a la furia y los estrangulamientos de la iniciativa privada o la desidia gubernamental— cobran nuevo vigor al menos para los que otorgaron el premio Nobel de Economía 2009 a una de las estudiosas más persistentes y elocuentes, como Elinor Ostrom, de la gestión comunitaria y eficiente de los recursos.45 Todavía dos años antes, el publicista F. Mintz, ante la pregunta de qué le aportaba hoy la autogestión española, aquella experiencia a su entender aún proporcionaba “una brújula a las perversiones económicas que nos imponen”, para construir una vida digna con sentido social y colectivo. Y veía un nuevo ámbito de aplicaciones de principios autogestionarios —no solo por estrechamientos o marginaciones del sistema, debido a las crisis— siempre que se mantuviese confianza en las posibilidades de asalariados desde la base (potenciadas, además, por la utilización de la informática: con la multiplicación de la información y el uso y control de la misma por un número determinado de grupos y colectivos), en un planeta desigual y con un nivel de vida desequilibrado. 46
45 Vid. “Entre todos es mejor”, un informe desde Washington de Pablo Pardo, documentando el Nobel de Economía a la estudiosa durante 36 años de los bienes comunales y su gestión de recursos; en El Mundo, supl. Natura, nº 41; 10 de noviembre de 2009; así como en el ap. de Economía de El Mundo, 13 de octubre de 2009: 34. 46 Cfr. en Mintz, F.: Autogestión y anarcosindicalismo, 2007; op. cit. Ibíd.: 111-113.
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Autogestión en España (1936-39), Yugoslavia (1950-1986/1990) y Argentina (1996-2010) Frank Mintz
Estos textos fueron preparados para las Jornadas sobre autogestión organizadas por CGT en Málaga (del 20 al 23 de octubre de 2010) con motivo el Centenario del anarcosindicalismo en España. Agradezco la confianza y la empatía de los compañeros cegetistas que ahora publican el conjunto de las valiosas intervenciones que alentaron en ámbitos muy distintos. Esta aportación sobre España, Yugoslavia y Argentina, se enmarca en el plano de la ideología (anarcosindicalismo, marxismo-leninismo titista y la supervivencia colectiva y solidaria entre excluidos) y el de la preparación mental (generacional y amplia en un caso, nula en otro, improvisada; “sobre la marcha” habría dicho el camarada Isaac Puente, de no haber sido fusilado en agosto de 1936 por los fervorosos oscurantistas del fascismo católico). Frank Mintz
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La autogestión en la España de 1936-1939, síntesis Datos globales Entre 1929 y 1936 la crisis capitalista mundial siguió e incidió en España con un aumento lento y constante del desempleo. Los países limítrofes y cercanos estaban ya en parte bajo el dominio dictatorial (Portugal e Italia), Alemania acababa pasar del todo al nazismo. Francia y sus zonas de influencia del Magreb parecían bascular a la izquierda en el verano de 1936. Las relaciones internacionales sindicales entre España y estos países y África del Norte eran escasas o casi nulas; para los partidos políticos era casi igual con la excepción del minúsculo PC, feudo de la URSS. Hacia la autogestión Dentro de España, existían de hecho tres focos sociales contrarios. Los monárquicos eligieron la estrategia de dejar el poder sin resistencia para que la izquierda tuviera la responsabilidad de intentar superar los impactos de la crisis. Al sufrir los impactos negativos perdería votos y la derecha podría apoderarse del poder (como fue en parte el caso con las elecciones de 1933). La izquierda tradicional (Acción Republicana, Esquerra Republicana, etc.) y el PSOE pasaron de la demagogia de promesas de medidas sociales profundas antes de las elecciones de 1931 a una política inhibida y supuestamente equidistante de los golpistas militares (Sanjurjo en 1932) y de las protestas espontáneas en Castilblanco (Badajoz) el 31 de diciembre de 1931 (agradable presente para empezar el año) y Arnedo (La Rioja) el 5 de enero de 19321 en zonas de poca conflictividad social y durante manifestaciones de UGT. Y en este breve lapso de tiempo hubo también tiroteos y muertos (ocho) en Zalamea de la Serena, Épila (Zaragoza), Safor (Valencia)2. 20 días después del tiroteo de Castilblanco, los días 18-25 de enero de 1
En ambos casos la guardia civil disparó sobre manifestantes que no la hostigaban, un muerto vengado con creces con la masacre de cuatro guardias por parte de los campesinos en el primer caso, once muertos y treinta heridos en el otro.
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Todos los datos están en Casanova, Julián, De la calle al frente (el anarcosindicalismo en España), Barcelona, 1997
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1932 en Figols (Barcelona) se declaró el comunismo libertario y se propagó a ciudades de la cuenca minera de Berga. De hecho, se aplicaba una dura represión a los trabajadores (enero de 1933 y Casas Viejas) con la misma fuerza de represión de la monarquía (Guardia Civil) y otra reciente (Guardia de Asalto). Era una aplicación fuerte pero lógica del artículo primero de la Constitución: España es una República democrática de trabajadores de toda clase3, con todo el sentido de democracia burguesa que conocemos hoy. En el ámbito de las reformas sociales eficientes, destacan la ineptitud de presidentes de Gobierno como Manuel Azaña (octubre de 1931-junio de 1933) y Santiago Casares Quiroga (13 de mayo de 193619 de julio de 1936). Por eso, frente a esos dos grupos, decenas y decenas de miles de asalariados en cada provincia anhelaban un cambio social inmediato y profundo4. Paul Preston anotó, con referencia a la Castilla de los primeros años de la República, una observación que hago extensible a Extremadura y Andalucía: “[…] Había poca diferencia entre los anarquistas y los miembros de la FNTT. En muchos pueblos, la organización local de los braceros estaba ingenuamente afiliada a UGT, CNT y al partido comunista5. En todas partes, el hecho que los braceros analfabetos se adhirieran a la FNTT no les convierte en marxistas diplomados de la noche a la mañana y había poca diferencia de madurez política o de aspiraciones entre ellos y los miembros de CNT”6. Donde Preston ve “ingenuidad” veo que estos braceros estaban hartos de sufrir la explotación social, tenían sed de un cambio definitivo de la sociedad y por eso estaban en las tres organizaciones que en esa época parecían portadoras de la revolución, teniendo así la seguridad de que al menos una iba a emprender la 3 4
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Muchos asalariados interpretaron al revés la frase, o sea como “España es una República de trabajadores”. La CNT de la clandestinidad pasó a tener 800.000 sindicados (cifras de Pestaña) en 1931; la UGT de los 277.011 de diciembre de 1930 alcanzó el 1.041.539 en junio de 1932. La recién fundada FNTT (la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra) en abril de l930 con 27.340 afiliados, alcanzó los 392.953 en junio de 1932, es decir casi el 40 % del total de afiliados de la UGT, según la Memoria y orden del día del XVII congreso ordinario que se celebrara en Madrid los días 14 y siguientes de octubre de 1932, Madrid, 1932. p. 61; Malefakis Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Barcelona, 1971, p. 338. Un eslogan provisional de PC a principios de la II república fue Nuestro lema es “todo el poder a los obreros, campesinos, trabajadores”; si no se toma el poder no hay salvación contra la miseria, el hambre y el sufrimiento, la opresión y la represión. Textos españoles traducidos al ruso, 1933, reproducidos y traducidos en Mintz Autogestión y anarcosindicalismo en la España revolucionaria, p. 171. Preston, Paul, The coming of the Spanish civil war (reform, reaction and revolution in the second republic), Londres, 1978, p. 61
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lucha. Una elección política segura que demuestra que el analfabetismo no era un obstáculo para actuar de modo revolucionario7. En efecto, ser analfabeto es una constatación de incomprensión frente a una determinada grafía lingüística (rusa, japonesa, sánscrita, etc.), no significa ausencia de capacidad analítica y deductiva. Reincidir en los mismos errores económicos (el capitalismo) y políticos (verticalismo religioso o ateo) es sumamente más peligroso. Toda la propaganda de los anarcosindicalistas de CNT, desde hace decenios, insistía con múltiples folletos (leídos en voz alta en grupo, en Andalucía) en la revolución social a partir de la base. Y se completaba con un ensayo reciente: El Comunismo Libertario de Isaac Puente de 1932-1933. Dejo de lado los problemas internos —organizativos y teóricos— de CNT y UGT y sus antagonismos e influencias mutuas, así como las intentonas de implantación del comunismo libertario (pacíficamente en Figols en 1932, con cierta violencia en enero y diciembre de 1933), para insistir en un aspecto de la insurrección de Asturias de octubre de 1934. Una característica del movimiento de Asturias fue que por primera vez comunistas (del PC y del futuro POUM) y socialistas unidos a los sindicalistas de CNT y UGT aplicaron en España sus teorías revolucionarias, parecidas a los ensayos libertarios de 1932 y 1933: abolición de la moneda, distribución de mercancías y control por los comités obreros que daban bonos «vale por un kilo de pan», prohibición de la venta de bebidas alcohólicas8. Apenas logrado el control en los pueblos, se creaban instituciones de auxilio y atención a los niños y ancianos [...]. Se combatía y se creaba simultáneamente9. La consigna de UHP, Uníos (o Unión de) Hermanos Proletarios, resumía este empuje apartidario con un marco de acción directa de edificación social anticapitalista desde la base. Golpe de la derecha unida, respuesta armada, y nacimiento de la autogestión Como se podía prever desde la abdicación del rey, si la derecha no podía volver al poder por las urnas, lo haría por las armas. La diferencia con el último golpe de Primo de Rivera en 1923, es que la derecha se sentía una fiera herida de muerte. Si en 1909 se ensañó contra un hombre símbolo del ateísmo y del sindicalismo, Francisco Ferrer i Guardia, en 1936 lo hizo contra una clase social, la izquierda y los 7 8 9
Era válido desde fines del siglo XIX y lo es todavía en muchos países latinoamericanos. Conze, Edwards [trotskista], Spain today 1936, revolution and counter-revolution, Londres, 1936, p. 100. Jesús Hernández [comunista], Negro y Rojo. Los anarquistas en la revolución española, Madrid, 1946, p. 127.
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proletarios, víctimas de un genocidio. El General Mola lo explicó en estilo castrense10, 25-V-1936 (el golpe estaba previsto inicialmente en junio de 1936). Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. El golpe militar del 17 (en Tetuán y Canarias) y del 18 de julio en la Península no cogió desprevenidos a los cuadros de defensa de la CNT, cuando ya tenían cierta base como en Barcelona y Madrid, pero sí al Gobierno de Madrid y sus órganos de inteligencia policiales y militares. Para la Generalitat, su problema fue que en la lucha callejera contra los facciosos hubo una fraternidad entre cenetistas, mossos d’esquadra, guardias civiles y guardias de Asalto. Además CNT requisó unos 30.000 fusiles. Dos factores que obligaron el presidente catalán a tratar de pactar con CNT. Se produce un vacío de poder en toda la zona republicana y la toma de una parte de los medios de producción por los asalariados tanto en el campo como en las ciudades. Esta actuación se expandió paulatinamente, desde la base, tanto en Extremadura como en zonas de Tarragona que no tenían sindicatos. La primera ola fuerte fue entre fines de julio y septiembre de 1936 en Cataluña y en Aragón, también en Asturias, Andalucía y en unos focos en Extremadura y Castilla, con muchas colectividades mixtas CNT-UGT en las dos primeras provincias. Otra nació entre septiembre y octubre de 1936 en Levante (Valencia y Murcia), y fue la más importante en el plano financiero, el CLUEA (Comité Levantino Unificado de Exportación de Agrios), unificación entre CNT y UGT y primer y último caso de exportación generalizada de los agrios de España. Por fin, a principios de 1937 apareció la ola castellana que fue progresando hasta 1939. Y el esquema que cuajó tampoco tenía muchos vínculos con esquemas pre elaborados (el de la ponencia sobre el comunismo libertario del Congreso de Zaragoza en mayo de 1936 con la insistencia en la educación libertaria, los artículos recogidos en un libro de Abad de Santillán y su dirigismo y rechazo de las Arcadias felices, y tampoco la colectivización soviética, que casi no fue aplicada ni siquiera cuando dos divisiones del PC intentaron derribar el esquema CNT-UGT en Aragón en agosto de 1937). En el día a día, los casos de empresas autogestionadas fueron progresivos, e incluso lentos. Sector metalúrgico y del automóvil. 11 de agosto-31 de agosto: once casos, con el acta del comité de control (más huellas dactilares que firmas); seis para la CNT, uno para la UGT, tres para CNT-UGT, uno indeterminado. Septiembre: veinti10 En Casanova, Julián, Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa,
1936-1938, Madrid, Siglo XXI, 1985, p. 103.
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trés casos: ocho para la CNT, ocho CNT-UGT, siete indeterminados. De estos treinta y cuatro casos, observamos catorce comités CNT, uno UGT, once CNT-UGT, ocho indeterminados. Para nueve casos, el motivo invocado es la ausencia de patrón, lo que corresponde a seis comités CNT y tres CNT-UGT. En ocho casos, el patrón hace una donación voluntaria11 a sus obreros (dos comités CNT y seis sin filiación política). En varios casos las empresas estaban en la misma calle, pero la actuación no fue similar: calle Pedro IV números 6, 172 y 295: incautación el 27 de julio, CNT; el l de septiembre, CNT-UGT; el 15 de septiembre, indeterminado. Igual fenómeno se da en la calle de Corts en los números 419, 533, 570 y 674, tenemos: 28 de agosto, CNT; finales de agosto, UGT; 10 de septiembre, CNT-UGT; y 28 de septiembre, CNT-UGT. ¿Autogestión forzosa o voluntaria? La coacción es la lógica de los amos para seguir explotando a la gran mayoría de los ciudadanos, como lo demostró la II República española. En la URSS, para mantener la nueva explotación, la nueva clase dirigente acordó medidas para fortalecer su poder (ejército rojo de Lenin y Trotsky, creación de la Cheka por Lenin en diciembre de 1917 y luego de los campos de concentración). Algunos historiadores en favor del capitalismo o del leninismo acusan a los cenetistas de haber impuesto el comunismo libertario con violencia, es decir la conducta habitual de los correligionarios de esos mismos historiadores. Es una técnica habitual de los polemistas echar en cara sus propios defectos a los demás, consciente o inconscientemente. La acusación de imposición del comunismo libertario se hizo únicamente para Aragón, por la presencia de columnas confederales. Si se toman las primeras semanas de aparición de colectivos, hubo en Huesca: 9 colectivadades, 6 representadas en el congreso de la CNT en mayo de 1936 y dos con presencia libertaria antes de 1936, una sin documentar (8 sin presencia de columna confederal y una delegación al congreso de CNT para el pueblo cerca de una columna). Para Teruel: 7 colectividades, 3 en el congreso de Zaragoza, 1 de UGT, y 2 con presencia cenetista y 1 con una intentona de comunismo libertario; de estas tres, sólo la última tenía a una columna confederal cerca. En Zaragoza: 4 colectividades sin representacio11 No deja de ser sospechosa la calificación de “donación voluntaria” del patronato.
El miedo y el oportunismo debieron de jugar un gran papel. Sin embargo, hay que subrayar la actitud de la “Federació de patrons perruquers i barbers de Barcelona i Pobles limítrofs”, que contactó con el sindicato único de obreros barberos de CNT el 9 de agosto para enfocar la colectivización. El día 11 se acordó por unanimidad […que las] asociaciones patronales [… pasaban] ipso facto a formar parte sus componentes del Sindicato Único de Barberos de Barcelona y sus Contornos con todos los derechos y deberes inherentes al mismo.
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nes en el congreso de la CNT de mayo de 1936, una con algunos cenetistas y ugetistas, las cuatro con una columna confederal próxima. La presión eminentemente persuasiva es evidente, pero no la coacción. Para retomar el elemento de que no hubo un esquema preconcebido y uniformizado (señal de un plan de arriba abajo), pero sí una influencia anterior12, tres tendencias destacaron en los colectivos autogestionados desde fines de julio de 1936, desde Andalucía hasta Aragón. Eran la mejora de las condiciones de trabajo, iniciativas culturales y jubilar a los trabajadores, hombres y mujeres, de más de 60 años. Una medida que no respondía a criterios económicos de rentabilidad puesto que los colectivos iniciaban su andadura y no tenían capital de partida (excepto algunas fábricas o empresas urbanas). Era la ética de una nueva sociedad la que empezaba sin necesidad de etapas previas ni guardias civiles y chekistas. Se debe recalcar que entre las mejoras laborales están las realizaciones del CLUEA y la unificación en pocos días de las tres compañías de ferrocarriles en Barcelona provincia y las de tranvías en Barcelona capital. O sea la creación de una sección de mantenimiento de materiales diferentes, la armonización de los horarios, de los turnos, toda una preparación de los sindicatos CNT sin que ocurrieran accidentes ni descarrilamientos. Los hubo en cambio, con la privatización de los ferrocarriles en Gran Bretaña en los 198013 y una degradación constante en la Península con la privatización de Renfe (2002). Y una cuarta tendencia existía, no tan fuerte y duradera como las tres primeras, la solidaridad con el frente y los refugiados huidos de la zona facciosa, luego de la propia zona republicana (con las caídas de Málaga y poco a poco del Cantábrico). Una quinta característica fue la toma de los útiles de producción y de los espacios de la sociedad capitalista para dedicarlos a otros usos sociales. Un ejemplo de transformación fue el de parte de las empresas metalúrgicas en industria de guerra como en Barcelona, en Alcoy (Alicante) y en parte en Madrid. En Aragón, en antiguas iglesias, se habilitaron depósitos de víveres (Alcañiz, Oliete, Calanda y Mosqueruela), a veces con tiendas (carnicería en Calanda, ultramarinos y quin12 Por ejemplo en El Proletariado militante, Madrid, 2005, pp. 295-296, Todos los grandes
instrumentos de trabajo reunidos hoy en unas cuantas manos ociosas, podrían ser de la noche a la mañana transformados por una fuerza revolucionaria y puestos inmediatamente en usufructo a disposición de los trabajadores que hoy los hacen producir. […] Hay pequeños talleres de costura, zapatería [...] donde el trabajo se halla diseminado y los obreros se ven obligados a pasar la mayor parte de su tiempo sin luz ni ventilación y en las peores condiciones higiénicas, que podrían muy bien inventariarse y trasladarse interinamente a las iglesias y a los palacios de los príncipes. 13 Choques de trenes diciembre de 1988 (35 muertos y más de 100 heridos) y marzo de 1989 (6 muertos, 94 dañados); octubre de 2000 descarrilamiento (4 muertos) y en mayo de 2002 (7 muertos), choque en noviembre de 2004 (6 muertos y 60 heridos).
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callería en Mosqueruela, un restaurante en Bujaraloz) o cines (Alcorisa, Peñalba, Alcampel). Concretamente las cifras de personas entre colectivistas y sus familiares que participaron en la autogestión llegó aproximadamente a 1.830.000. La autogestión en la España de 1936-1939 chocó con las anteojeras ya aludidas de la burguesía republicana y del marxismo leninismo, ya fuera el de la URSS y del PC de España bajo control soviético (excepto algunas protestas en Aragón), del POUM y de Trotsky14. Era previsible y normal desde 1918-1921 con la lucha de los bolcheviques contra Néstor Makhno y los insurgentes de Kronstadt. La novedad fue la verticalización de la cúpula del anarcosindicalismo español, ya anticipada por Horacio M. Prieto en 193215. Y se concretó con una alianza con los sectores republicanos menos revolucionarios cuando a nivel de los asalariados surgía todo lo contrario. En marzo de 1937 el Comité Nacional ordenó el acatamiento de sus directivas y la suspensión de las críticas bajo pena de exclusión16. Los hechos de mayo de 1937 en Barcelona, la disolución del Consejo de Aragón en agosto de 1937, los múltiples encarcelamientos de militantes con escasas reacciones eficaces del Comité Nacional, la conversión de la FAI en un partido político, la reacción tardía de participación de parte de la CNT, de la FAI y de las divisiones del teniente coronel Cipriano Mera en el golpe de Segismundo Casado en marzo de 1939 son efectos de este verticalismo17. 14 El POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista, unión de cuatro grupos marxistas
activos desde 1930. Uno estaba dirigido por Andrés Nin, que entre 1921 y 1929 en la URSS apoyó a los bolcheviques disidentes y a Trotsky, aunque rompió con éste en 1933 cuando exigió el ingreso en el PSOE. La unión se realizó para formar un PC que no estuviese bajo la tutela de Moscú. Se hizo efectiva en 1935, tras un año de tensas discusiones en vista de las elecciones de 1936. El PC de la URSS consideró al POUM como un grupo de traidores trotskistas y fascistas, y Trotsky como revisionistas burgueses. 15 Tan pronto como el proletariado se adueñe de la situación, después de haber eliminado en lo posible a la burguesía […], en cuanto la huelga revolucionaria carezca de objetivo, todos los productores en general deben reintegrarse a sus puestos de trabajo y reconstituir así la situación prerrevolucionaria hasta que las estadísticas, el examen sereno de las circunstancias, establezcan normas factibles […]Anarco-Sindicalismo – Cómo afianzaremos la revolución, Bilbao, 1932, p. 13. 16 “Acuerdos del pleno nacional de regionales celebrado durante los días 6, 7, 8, 9 de febrero de 1937” 3° Se acuerda unánimemente que todo confederado viene obligado a acatar y cumplir los acuerdos de la organización. Se sobreentiende que nadie puede actuar contrariamente a los acuerdos y quien actúe independientemente, será desautorizado. […] Valencia, 12.II.1937, Por el Comité nacional, Mariano Vásquez, Secretario. 17 Dejo de lado las recaídas en la emigración, la lucha antifranquista y la reconstrucción de CNT a partir de 1976.
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Conclusión en dos planos Deseo citar el fin de una entrevista de 1971 a un ex colectivista de Madrid, Manuel Armario, de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz): A treinta años de aquellos hechos parece mentira que gente analfabeta acometieran una obra de tal naturaleza. Y esto cuando se proclama hoy en día a bombo y platillo que el pueblo español no está maduro para la democracia. Tal como me ves, tullido y todo, no habría podido vivir, si no hubiera tenido este sentimiento de superación. Nos corresponde durante este centenario extraer conclusiones prácticas para el día a día puesto que ni el exilio ni las diferentes corrientes de CNT lograron hacerlo entre 1945 y 1979. Para mí, veo tres principios: -La nula eficacia de acuerdos con una parte de la burguesía si no adoptan medidas económicas inmediatas por los trabajadores18. -La necesidad de oponerse a la imposición de una representación popular ficticia19. -La imposibilidad de poner en marcha nuevos proyectos sociales si no se discuten con los trabajadores, los precarios y los excluidos del capitalismo. Sin horizontalidad, duradera, con delegaciones controladas, rotadas, no hay autogestión auténtica.
18 Bakunin crítica y acción (libro en PDF) [cómo reconocer a un falso socialista]. Si en lugar de hablar de revolución o si se quiere de transformación social, él les dice que la transformación política debe preceder la transformación económica; si niega que ellas deben hacerse las dos a la vez […], que el obrero le dé la espalda pues o es un tonto, o un hipócrita explotador. pp. 67, 95-96. (http://www.fondationbesnard.org/ article.php3?id_article=717). 19 Una tarea enorme le corresponde a la organización: no sólo preparar el triunfo de la revolución popular por la propaganda y la unión de las fuerzas populares; no sólo destruir en totalidad, con el poder de esta revolución, todo el orden económico, social y político existente; sino que además […], debe imposibilitar el establecimiento de todo poder estatal sobre el pueblo, hasta un poder que sería en apariencia el más revolucionario, incluyendo el suyo. Bakunin Carta a Serguey Guennadevich Nechayev (http://www.fondationbesnard.org/article.php3?id_article=644).
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Autogestión en Yugoslavia 1950-1986/1990 Datos globales En 1944-1950 el país está en una situación tensa por varias causas: — Las pérdidas humanas y económicas provocadas por el enfrentamiento de las guerrillas yugoslavas contra los ejércitos de ocupación de la Alemania nazi, la Italia mussolinista y la Bulgaria zarista. Además simultáneamente dos tendencias guerrilleras luchaban entre sí, la monárquica y la comunista, con el predominio de los comunistas de Josip Broz, “Tito”. — En el reparto de zonas de influencia entre los países que iban a ganar la Segunda Guerra Mundial (Yalta, en 1945), Yugoslavia estaba en un sector “50 % /50 %” de acuerdo a una fórmula atribuida a Winston Churchill en una charla con Stalin. — A partir de marzo-mayo de 1948 se interrumpen y se quiebran las relaciones económicas y políticas con la URSS y sus colonias, con consecuencias visibles en los países limítrofes: proceso y ejecución por desviación titista del ex líder del PC albanés Koçi Xoxe en junio de 1949, del húngaro Laslo Rajk en septiembre de 1949, del búlgaro Traycho Kóstov en diciembre de 1949. En la misma Yugoslavia, la limpieza de elementos pro URSS es rápida y relativamente menos sangrienta (creación del campo de concentración para antititistas y otros opositores en 1949 en Goli Otok –literal y realmente “isla desierta”). Por supuesto, esta salida estrepitosa fue alentada por EE UU, y Yugoslavia pudo disfrutar de la ayuda del plan Marshall, como en Europa Occidental. La autogestión yugoslava De modo súbito, en 1950, el mariscal Tito anunció que los asalariados iban a poder administrar ellos mismos los centros productivos, samoupravlenie en varios idiomas eslavos, autogestión en la traducción oficial de la propaganda yugoslava. Para la Liga Comunista (denominación del PC de Yugoslavia), se estaba creando en Yugoslavia una tercera vía entre el capitalismo y el marxismo-leninismo, la de la autogestión y la participación paulatina en todos los ámbitos de la sociedad.
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El esquema autogestionario yugoslavo contradijo desde el inicio su propia lógica. El nombramiento del director de cada centro se hacía desde la cúpula del poder titista. Los órganos autogestionarios en la práctica no lo podían destituir. Un compañero anarquista yugoslavo emigrado en Francia describía el sistema en 19591: [hubo] importantes concesiones tanto al campesinado como a la clase obrera. Así los campesinos reconquistaron la libertad de decidir libremente la naturaleza de su producción, y fue abandonada paulatinamente la compra obligatoria de sus productos. La concesión consentida a la clase obrera era la creación de los consejos obreros de fábrica. La propaganda oficial afirma que los mismos obreros deciden el montante de sus salarios y la distribución de los ingresos de las empresas económicas. Esta participación obrera en la gestión de las empresas debía poner fin a la constante caída del nivel de vida de los obreros. «El Director dirige la producción y todos los asuntos de la Empresa. Los obreros y los empleados son responsables ante el Director del cumplimiento del trabajo. El Director representa a la Empresa ante el Estado y las otras empresas.» (Ley del 18 de junio de 1950, articulo 8). El director es miembro de la oficina del Comité de Gestión pero, un hecho por lo menos extraño, la Ley le coloca encima de dicho Comité: «Si el Director encuentra que una decisión del Comité de Gestión no corresponde a la ley, a las prescripciones legales y «a las órdenes de las autoridades estatales competentes», está obligado de avisar inmediatamente a aquellas autoridades y a suspender la ejecución de la decisión del Comité de Gestión hasta que tome la decisión definitiva el organismo competente del Estado.» (Art. 40 de la misma Ley). […] Cuanto más se desarrolla técnicamente una empresa, más porcentaje de cargas tiene y más obligación tendrá el colectivo obrero de disminuir los fondos de salarios, si quiere luchar contra la competencia. ¡Bastante pintoresco es este hallazgo de los «comunistas» yugoslavos que obliga a los obreros a bajar sus propios salarios! ¿Qué opinan de eso los «titistas» occidentales? Brevemente: hace algunos años había 11.000 consejos obreros que contaban cerca de 220.000 miembros (170.000 obreros y 50.000 empleados). Casi el 50 % lo constituyen las mujeres y la gente joven; se calcula en más de 1.000.000 el número de personas que han pasado por los órganos de autogestión obrera. En 1964 existían en el sector socializado 3.668.000 empleados, de los cuales 1.362.000 pertenecían a la industria manufacturera, 376.000 a la construcción y 346.000 a la agricultura (en 1961, en el sector privado, la agricultura contaba con 4.551.000 trabajadores, cifra que disminuye progresivamente)2. Zorkine, Paul. “El mito de los consejos obreros de Tito”, original en francés (http:// www.fondationbesnard.org/article.php3?id_article=820) Noir & Rouge n°14, 1959. 2 “La autogestión en Yugoslavia” (http://www.fondation-besnard.org/article.php3?id_article=840). 1
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Los primeros obstáculos internos surgieron en 1958 con las primeras huelgas estudiadas por Neca Jovanov, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Novi Sad y autor del libro Radnicki štrajkovi u SFRJ, Belgrado, 1979. Dijo en una entrevista en 19813: En ninguna otra parte del mundo se hacen huelgas tan breves y tan eficientes. Eso proviene del hecho que una huelga se contempla como una “vergüenza política” atribuible a las estructuras de la empresa, de la comuna o de la República. Eso permite a los obreros lograr en dos horas de huelga cosas que normalmente tardarían seis meses o que no se otorgarían nunca. También existe la creencia de que las huelgas dañan el renombre internacional de Yugoslavia, lo que contribuye igualmente a su corta duración y a su eficacia. La causa de la huelgas en un sistema autogestionario son poco comprensibles, mayormente dentro del marxismo-leninismo4: El fenómeno en cuestión no encaja en el marco jurídico, su índole es moral y política: ¿tiene la clase obrera, dentro de un régimen socialista, cuando ella ya no dispone de ninguna posibilidad para defender sus intereses en el marco del sistema constitucional existente contra las fuerzas que la amenazan, el derecho, no jurídico sino moral, de ir a la huelga? Hay que reconocer que la huelga es una acción muy arriesgada y que sería muy equivocado creer que los obreros acuden fácilmente a la misma. La suposición contraria, que fue durante un largo periodo públicamente sostenida, suponía una gran irresponsabilidad. Los obreros únicamente acuden a la huelga en situaciones extremas. La segunda ola de contestaciones ocurrió en 1968 con las manifestaciones y condenas de los estudiantes de Belgrado, que abucheaban a la burguesía roja y exigían: estamos por la autogestión, de arriba abajo, pero es imposible si los organismos autogestionarios y parlamentarios no tienen representantes directos de los productores5. Desde una visión del uso del poder, la interpretación es clara: las luchas internas socavaban el PC, que tenía que encontrar un apoyo popular, y lo tuvo en parte. Desde la misma lógica del poder, el paso a la órbita capitalista suponía dar garantías de “seriedad” para la implantación de las multinacionales (cuando en Es3 4
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Las huelgas en la autogestión (http://www.fondationbesnard.org/article.php3?id_ article=1052). Los asesores de Tito en marxismo-leninismo justificaron la autogestión con los pocos textos de Marx y Lenin sobre la Comuna de París, hasta que los marxistas críticos (Rudi Supek, entre otros) o expulsados de la Universidad en los 1970 (Ljubomir Tadic) demostraron la influencia de Proudhon. Carta de los estudiantes de Belgrado al presidente Tito, junio de 1968, en Noir & Rouge Autogestion, État, Révolution, 1972, p. 108.
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paña en los 1950 surge el SEAT 600, en Yugoslavia rodaba el Zastava 600). Esa garantía fue la competencia en el mercado entre las empresas privadas y autogestionadas y entre las mismas empresas autogestionadas. Como la España franquista, la Yugoslavia titista tuvo un auge económico indudable en el periodo 1955-1973 con el boom de las inversiones extranjeras, los beneficios del turismo y las remesas de los emigrantes (y por tanto la ínfima tasa de paro en el país). Conclusión Estos factores de política interna e internacional iban acompañados por la cúpula verticalista del aparato marxista-leninista de Tito, que intentaba superar las oposiciones económicas y nacionalistas entre comunistas, acentuadas por la ley de competencia en el mercado. Croacia y Eslovenia con un ritmo de desarrollo intenso, Macedonia y el sur de Montenegro con atrasos persistentes. Tito pasó de una fuerte centralización en la práctica a un regionalismo cada vez más estricto (restricciones a la inmigración interna en Croacia y Eslovenia). La muerte de Tito significó la desaparición de una garantía de cohesión definitiva. Las recetas y las estrategias del FMI impuestas a mediados de los 1980 acarrearon una fuerte inflación. La caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 desencadenó el retorno de Alemania a sus esferas de influencia privilegiadas en Europa Central (con el traslado clandestino de parte del material bélico soviético de Alemania del Este y Hungría a Croacia). El país se deshizo, con su socialismo científico, su marxismo leninismo y su autogestión.
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Argentina y autogestión, síntesis Datos globales América Latina está en el cepo del neo-liberalismo, además de sufrir una fuerte dependencia de EE UU y, en Suramérica, una fuerte influencia dominadora de Brasil, sobre todo en el Mercosur. Todos los gobiernos sin excepción alguna insisten y persisten en el modelo agroexportador (con OGM) y en la monoeconomía (con poca diversificación). El modelo reciente actual y en plena expansión a corto y medio plazo es la minería contaminadora y depredadora desde Argentina a Colombia y Venezuela (pasando por Bolivia y Brasil). Este modelo conlleva conculcar los derechos de los pueblos originarios, ignorar la protección de la naturaleza en el presente y en el futuro, lo que equivale a condenar a una fuerte contaminación las futuras generaciones de grandes zonas nacionales e internacionales (los Andes, la selva amazónica). Los gobiernos argentinos, desde el retorno de la democracia capitalista en 1984 de la mano de la dictadura militar, mantuvieron hasta hoy día el esquema neoliberal y una deuda internacional expansiva ilegítima al FMI y grupos bancarios internacionales. Y aún peor, las privatizaciones de los 1989-1999 del presidente peronista Carlos Menem –con el apoyo de la central sindical CGT1 y de los partidos políticos de la oposición— de gran parte de los servicios públicos —ferrocarriles, correos, teléfonos, canales televisivos, extracción petrolera, aerolíneas argentinas-, disparó el desempleo, la dolarización de la moneda —el peso— acentuando la deuda externa. Casi todo se hizo con asesoramiento de EE UU y del FMI y como supuesta panacea de los males endémicos del país (falta de eficacia, despilfarro2). Las clases medias, embriagadas por la “plata fácil” de los viajes al extranjero y del “deme 1 El sindicalismo es diferente del europeo porque estriba principalmente en la CGT,
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tradicionalmente ligada al peronismo y a la corrupción a expensas de los asalariados, con otras dos CGT, no muy diferentes. Existe la CTA Central de Trabajadores Argentinos desde 1995, que agrupa sindicatos disidentes (funcionarios y docentes) sin conseguir escapar a las lacras de CGT. Existen secciones de base de asalariados realmente defensores de sus compañeros (Subte) en permanente conflicto con su jerarquía. Males que continúan hoy con las privatizaciones y el abandono de las infraestructuras vitales (deforestación masiva e ilegal, sistema cloacal, sanitario y educativo sin mantenimiento de edificios y material).
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dos” (compras superfluas), perdieron en general su cautela y su sentido común (incluidos no pocos militantes en contra de la dictadura militar). Mientras tanto, Brasil ya había abandonado la dolarización en 1999 al ver sus estragos en su propia economía. Erupción, irrupción de los piqueteros: lucha y forma de organización desde la base y autogestionadas (1996-2001) La privatización de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), vendido a Repsol (al parecer sin que cobrase nada el Estado argentino), acarreó de golpe en el norte y en el sur del país la destrucción de miles de empleos en muchas ciudades. Como, paralelamente, el ferrocarril estaba desapareciendo, las carreteras nacionales se convirtieron en el único medio de transporte para los intercambios comerciales. Entre 1996 y 1998 hubo una serie de piquetes de parados con sus familias en las rutas que pedían ayuda para no morir de hambre, con el apoyo de los vecinos y pequeños comerciantes (que perdían también a sus clientes, ahora desempleados). Fue un movimiento casi espontáneo en el norte y en el sur (unos 2.000 km de distancia entre Cutral Có —Neuquén— y General Mosconi —Salta—, dos centros de los piquetes, de ahí el nombre de “piquetero”). Para resolver la situación, los municipios, las provincias, dieron subsidios mínimos, los planes, algunos empleos municipales para que la gente pudiera sobrevivir. Los sindicatos, grupos y partidos políticos no estaban al principio, pero sí había bastantes militantes que actuaban a solas en su comarca. Ya en el año 1997, los piquetes brotaron en Buenos Aires y en la periferia. Los piqueteros se organizan como hoy en día en MTD (Movimientos de Trabajadores Desocupados). La eficacia de la táctica de los piqueteros procedía de la solidaridad en el plano local. Fue al principio una acción defensiva, pero rápidamente se pasó a la ofensiva, con flexibilidad para aglutinar otras reivindicaciones, como fue el caso en Cutral Có en marzo de 19973. Entre 1998 y 2001, se siguen desarrollando los piquetes y se explica por varios factores: 3 […] se cortan los accesos a YPF, buscando evitar el transporte de mercancías, y se
toma el aeropuerto local en repudio a la llegada de la ministra María Julia Alsogaray [Secretaria de medio Ambiente de la Nación, condenada luego por corrupción] desde Buenos Aires. En esa ocasión la lucha se entrelaza con la de los docentes en huelga y los padres de alumnos que se habían organizado, se ocupan nuevamente los puentes, se realizan asambleas y se registra un enfrentamiento masivo con la gendarmería en el que muere la piquetera Teresa Rodríguez. Zibechi, Raúl. Genealogía de la revuelta. Argentina, una sociedad en movimiento, Letra Libre, La Plata, 2003.
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— La presión del hambre y del desempleo. Los piqueteros van con toda su familia y se instalan a vivir en la ruta, acomodan allí su carpa y se quedan ahí como si fuera su propia casa. El piquete garantiza la ayuda solidaria, allí se come diariamente, cosa que no está garantizada en la casa, y también hay luz porque los piqueteros se cuelgan de las redes eléctricas. Esta realidad es muy valorada por los piqueteros. Para ellos, el solo hecho de comer caliente a diario es razón suficiente para participar de un piquete. Pero van por más; la decisión de quedarse en los cortes todo el tiempo que sea necesario está mostrando la profundidad de la lucha, de la conciencia de sus protagonistas, y la voluntad colectiva que se recompone y organiza más allá de los efectos inmediatos4. — Y un elemento inseparable de peso: como está toda la familia, no es una decisión caprichosa que se puede abandonar para volver a casa. Desde los primeros piquetes hasta hoy, la presencia de las mujeres —y de sus hijos— resulta fundamental: decididas, se incorporan a los cortes desde el inicio, y garantizan protagónicamente el cumplimiento del ciclo de la vida diaria. Desempeñan tareas de variado tipo: desde armar las carpas para instalar los campamentos, encargarse de la seguridad en piquetes y caminatas, hacer guardias rotativas, contribuir con la preparación de los alimentos —junto con los hombres, claro-, hasta hacer las barricadas y quedarse en ellas para defender las posiciones tomadas. Con su presencia activa en los piquetes, ellas han impregnado estas luchas con una profunda emocionalidad, las han impregnado de sentimientos, de emotividad y pasión, y todo esto se traduce en fuerza. […]5 — La incapacidad de los gobiernos provinciales y del gobierno nacional, carcomidos por el clientelismo y la corrupción (los “punteros”), apareció con el ejemplo de una ministra nacional de Desarrollo Social ex Madre de Plaza de Mayo, entre diciembre de 1999 y marzo de 20016. Se puede observar que la actual pareja presidencial (Néstor Kirchner fue gobernador de la provincia de Santa Cruz de 1991 a 2003) no tenía ni protagonismo ni compromiso. Estos tres factores explican la creación de otra visión social entre los piqueteros: la solidaridad entre excluidos, la exigencia de “trabajo digno”, la protesta casi Emilio, piquetero de La Matanza, cita y comentario de Isabel Rauber. Piquetes y piqueteros en la Argentina de la crisis. Cerrar el paso abriendo camino, Rebelion, XI, 2002. 5 Ídem. 6 Graciela Fernández Meijide (ex Madre de Plaza de Mayo), del Frepaso (Frente País Solidario), ministra de Desarrollo Social de la Nación en el gobierno del presidente De la Rúa, un radical. [Pregunta de un periodista sobre los estallidos sociales y] -¿Cómo los piensan evitar? -Tenemos representantes en todos los lugares, una relación estrecha con los ministros o secretarios y gente nuestra recorriendo todo el tiempo el área que tiene asignada y que conoce todos los detalles. […]. El próximo plan es contra la pobreza extrema […]. La Nación, 17.07.2000. 4
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constante. En efecto, cada conquista se puede perder a las pocas horas (decisión judicial y/o clientelista). Es una autogestión permanente para garantizar una vida mejor. Entre 2000 y 2001 se fraguaron relaciones regionales e interregionales entre los piqueteros. Se multiplicaron los piquetes: en 1997 fueron 140 cortes, en 1998 bajaron a 51, en 1999 treparon a 252, en 2000 llegaron a 514, en 2001 a 1.383 y en los seis primeros meses de 2002 fueron 1.6097. El piquete se incorporó de lleno en las protestas, además de la huelga de los sindicalistas, «articulan diversos instrumentos de lucha, principalmente marchas y cortes de calles y rutas, junto con ollas populares, concentraciones, escraches, ocupaciones de facultades, radios abiertas, apagones e intentos o amenazas de saqueos, en todo el país»8. En diciembre, sobre todo en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, se encontraron y se juntaron los piqueteros y partes empobrecidas de la clase media. De unos 37 millones de habitantes, 19 millones estaban debajo del umbral de la pobreza (familias con ingresos inferiores a 188 dólares al mes) y casi la mitad, unos 9 millones, en la indigencia (ingresos de menos de 83 dólares al mes). En junio de 2002, el 70 % de los menores de 18 años, unos 8,6 millones, vivían en familias pobres. Y más de la mitad (4,39 millones) pertenecen a «familias indígenas”9. La Argentina de la oligarquía y del sector rico de las clases medias siguió a ciegas al FMI y despertó con los 19 y 20 de diciembre de 2001. Había millones de manifestantes en las calles de la capital y de las grandes ciudades del país. Y huyó el presidente de la república en helicóptero, a pesar de haber decretado el estado de sitio. Y dimitieron otros cuatro. Las secuelas de los 19 y 20 de diciembre de 2001 persisten en parte de los jubilados de la clase media que perdieron decenios de ahorros para quienes colocaron sus haberes en bancos nacionales y extranjeros (sea por quiebras, sea por fuga de los directivos con los recursos de los ahorradores). Continuación y fragmentación de las luchas piqueteras y autogestionadas (2002-2010) Diciembre de 2001 originó dos nuevas formas organizativas aleccionadoras y pervertidas en poco tiempo (en 2003 estaban agonizando). Fueron el Que se vayan todos (=QSVT) y las Asambleas, en profunda ósmosis y de auténtica autogestión en su práctica. El sistema económico y político capita7 8 9
Datos de la consultora Nueva Mayoría, en www.nuevamayoria.com; en Zibechi o. c. Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotarelo. «Clase obrera y formas de lucha en la Argentina actual, revista Cuadernos del Sur, No. 32, p. 51, en Zibechi o. c. Kohan, Aníbal. ¡A las calles! (Una historia de los movimientos piqueteros y caceroleros de los ‘90 al 2002). Buenos Aires, Colihue, 2002, p.12.
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lista era un fiasco, un fracaso, y sus responsables debían irse. Por lo tanto había que buscar entre todos soluciones para el día a día. ¿Por qué fracasó también (como el sistema capitalista) el QSVT y las asambleas? Los grupos políticos verticalistas de izquierda, con el pretexto de que el QSVT no les concernía, invadieron las asambleas, las neutralizaron, torpedearon y ellas se disolvieron o se integraron en los MTD. Los MTD tienen, en efecto, múltiples actividades que cubrían en parte las de las asambleas: comedores (casi gratuitos para los más pobres, los niños y parte de los adultos), apoyo escolar, talleres de costura, huertas comunitarias, bloqueras, etc. En paralelo, se fortaleció una tendencia minoritaria (y que continúa siéndolo) que ya existía en escasos lugares: la recuperación de empresas abandonadas por sus propietarios (por quiebra o por estafa). Estas ocupaciones de empresa reciben en ciertos casos un amparo legal gracias a una ley que permite la administración de una empresa durante un plazo de dos años. Por supuesto la decisión judicial depende de la presión de manifestaciones y de apoyos parlamentarios. Las ocupaciones corresponden a la presión de la supervivencia: […] nosotros no tomamos, ni empresas que trabajan ni empresas que pagan los salarios. Nosotros tomamos las empresas que abandonan los empresarios. Punto uno, eso hay que dejarlo aclarado. El otro punto es que en todas las empresas recuperadas, a los obreros se les debe un año de sueldo como a mí, porque se van atrasando, o seis meses; el que menos le deben, le deben seis meses. Entonces, otra cosa que hay que tener en claro, son obreros endeudados, empobrecidos, que no pueden hacer una inversión de nada, porque no les alcanza ni para comer. […] las empresas, con que uno no deja que las vacíen, son empresas que están vaciadas de materia prima […] con maquinarias que no están en buen estado, porque les falta el mantenimiento, y esas empresas están produciendo10. Zanón o Fasinpat (Fábrica sin patrón) es la empresa más conocida y politizada, empresa de cerámica en la ciudad de Neuquén, con creación de puestos de trabajo y apoyo solidario a las luchas de la provincia y del país. Dos representantes de Zanón hicieron, en Buenos Aires (a 1.300 km de Neuquén), en mayo de 2006, una declaración aún vigente para la pareja presidencial: El gobierno también es responsable de no darle solución a las fábricas recuperadas, porque este gobierno, 10 Cándido, imprenta Chilavert, en Sitrin, Marina. Horizontalidad, Voces de Poder
Popular en Argentina, Buenos Aires, Chilavert [imprenta recuperada], 2005, pp. 75-76.
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cuando estaba en campaña, dijo que podía darle solución a Zanon. Hace tres años que Kirchner es presidente y todavía no ha tomado ninguna posición11. Concretamente, en el país hay alrededor de 180 empresas que han sido recuperadas por sus ex empleados después de situaciones de abandono, quiebra o vaciamiento, y se estima que ocupan a unos 10.000 trabajadores. […] este proceso no terminó y no va a terminar, porque es el resultado de la concentración económica y de los nuevos sistemas tecnológicos. Va a seguir habiendo reactivación de empresas y organización de actividades por vía de la autogestión12. Los problemas pendientes son la igualdad de salarios, el cómo y el qué producir y las relaciones con el barrio. Existe la ANTA (Asociación Nacional de Trabajadores Autogestionados), en la CTA, con análisis claros13, pero vinculada al oficialismo. Después de diciembre de 2001, apareció una voluntad a escala provincial y nacional de coordinar los MTD y los piqueteros. El presidente de la República Eduardo Duhalde (designado el 2 de enero de 2002) intentó descabezar el movimiento piquetero con asesinatos programados durante una manifestación autorizada el 26 de junio de 2002. Cayeron Darío Santillán, 21 años, y Maxi Kosteki, 25 años, responsables piqueteros. El presidente Néstor Kirchner, y luego su esposa Cristina Fernández de Kirchner, por faltarles una base electoral, aplicaron y siguen aplicando una política de clientelismo (cooptación) con organismos de DD HH y movimientos piqueteros. Si en las cúpulas, los apoyos recabados son ciertos (con asistencia obligatoria a los mítines de políticos oficialistas), y si hasta existen grupos de violentos (patotas) que pueden reprimir a otros grupos piqueteros14, en la base y su día a día las tareas pueden coincidir totalmente con las de los grupos piqueteros anti K. Existe, a pesar de la corrupción, la capacidad de seguir en la base y coordinar las numerosas resistencias contra la hambruna crónica (acciones católicas en Jujuy), el abandono a la droga y la prostitución de los pibes (pelota de Trapo), de parte de los pueblos originarios (lucha solidaria en el Chaco), las minas a cielo abierto y la contaminación galopante (grupos en San Juan, Tucumán, Chubut, etc.), los pequeños campesinos pobres (Mocase, Movimiento de campesinos de 11 Lavaca, 22.05.06. 12 Pulseada n° 39, mayo de 2006, Rufino Almeida 13 El terrorismo de Estado a través de la desaparición de personas y la represión
generalizada apuntó a la desintegración de la comunidad, la confianza, la solidaridad y todas las prácticas colectivas de trabajo, consumo, ahorro y conocimiento. La vuelta al Estado constitucional no implicó la recuperación de aquellos valores y formas de organización social y económica. Por el contrario se ratificó el camino trazado por la dictadura y se profundizó en términos culturales e institucionales. Rufino Almeida, Tesis 11 —noviembre 2005— No. 79 14 Como en Salta para la Tupac Amaru de la kirchnerista Milagro Sala.
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Santiago del Estero, MNCI, Movimiento Nacional de Campesinos Indígenas), el MIC (Movimiento Intersindical Clasista). Todos estos grupos, y otros como se vio para la contra celebración del bicentenario en julio de 2002, son conscientes de que es sólo desde la base, con los demás grupos que tienen una práctica similar, como se puede ir avanzando. Un enfoque autogestionario claro y eficaz. Conclusión La desaparición del principal testigo, Jorge Julio López, en el primer juicio y condena a perpetuidad contra un represor el 18 de septiembre de 2006, el asesinato de Carlos Fuentealba (líder sindical durante un piquete) en 2007, cuñado de la primera víctima en una manifestación de piqueteros, Teresa Rodríguez, en 1997, demuestran el seguimiento del sistema neoliberal impuesto por la dictadura militar. La exclusión es una necesidad sistémica y por lo tanto invariable en la estructura económica actual, con su nueva matriz productiva y de apropiación de recursos, de concentración de activos y acumulación de capital15. Una exclusión que significa el mantenimiento de la pobreza y de la indigencia en niveles casi idénticos a los de 200116, el gatillo fácil para “domar” a los pobres. Como se leía en 2006, en banderolas en la manifestación del 24 de marzo contra la dictadura: Ayer desaparecidos, hoy excluidos.
15 Rufino Almeida, 2005, o. c. 16 La pareja presidencial impone una falsificación de las estadísticas sociales oficiales
desde 2007.
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Imágenes de La Acequia
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Cooperativa Agroecológica Autogestionada «La Acequia» Alicia Alonso, Paquita Ruiz Escudero y Peter Jancsy Schebesta
Lo que nos mueve: El modelo agroalimentario actual – un modelo insostenible y perjudicial Ya viene siendo habitual escuchar discursos en torno a la alimentación, la crisis alimentaria y la necesidad de trabajar con el objetivo de la seguridad y la soberanía alimentaria. En muchas partes de este planeta se están organizando grupos de personas que muestran preocupación ante la crisis de alimentos que sufrimos, en unas partes del planeta debido a la dificultad de obtenerlos; en otras, por la sobredosis de alimentos contaminados de agroquímicos y de otras sustancias que llegan a nuestros platos, como antibióticos, metales pesados, disruptores hormonales etc. Han ocupado muchas horas en muchos noticieros el llamado “mal de las vacas locas”, los pollos con dioxinas, etc., aunque hay mucho más que no nos cuentan y a lo que diariamente estamos expuestas muchas personas en el mundo. Plaguicidas como el DDT siguen hoy almacenados en la grasa de las focas y también en la leche materna que le damos a nuestros hijos, aun habiéndose prohibido su uso desde hace años. Son muchos los pesticidas que se utilizan y a día de hoy se desconocen sus efectos a largo plazo, pero sí sus nefastos impactos sociales, políticos, culturales y ecológicos.
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Comemos a diario productos transgénicos sin que se nos informe de ello. Mientras, cada producto que ha sido cultivado siguiendo prácticas respetuosas con el medio, tradicionales y sin agrotóxicos, ha de ser etiquetado y, por supuesto, vendido en el mercado a precios prohibitivos para muchas personas que no pertenecen a la élite del mundo rico. Resulta paradójico que tengan que ser los productos saludables los que se etiqueten e identifiquen y, sin embargo, los que perjudican nuestra salud y la del planeta, sigan siendo los que entran en el mercado como los “normales”. Quizá deberíamos exigir que en las etiquetas de estos “alimentos” se nos informe del contenido de metales pesados, residuos de plaguicidas, etc., que llevan y que se lea bien:“procede de una agricultura TÓXICA”. Los orígenes de La Acequia Son muchas las reflexiones que nos han llevado a organizarnos y a buscar alternativas económicas para satisfacer nuestras necesidades. Partimos de la necesidad fundamental de organizarnos como personas, no como consumidoras/es. Por ello, creemos que cualquier alternativa ha de pasar por vernos y reconocernos como tales, respetándonos y creando una amplia red de confianza que nos lleve a apoyarnos fuera de un sistema capitalista donde sólo se prima el valor del dinero. En un sistema donde el dinero es un bien más con el que especular, que podemos comprar y vender, sentimos el impulso de buscar una economía que se base en la confianza y en la ayuda mutua, donde el “dinero” adquiera un valor únicamente de intercambio. Así nació en 2004 la Red de Trueque de Córdoba “Kotruco”, de la que partimos para una experiencia posterior más centrada en la alimentación. Kotruco sirvió para que las personas que íbamos acercándonos reflexionáramos sobre nuestro consumo y en cómo hacer para ser más felices sin matar el planeta en el intento. Sobre todo sirvió para que nos conociéramos, para que supiésemos que no estábamos solas y que podríamos apoyarnos en el momento en que alguien lo pidiera. ¿Quiénes somos? Hace unos 6 años, desde la Red de Trueque Kotruco se pudo acceder a una parcela de tierra de 2500 m a 1,5 km de Córdoba. Una persona de la Red accede a trabajar esta tierra y comienza un proceso de invención del modelo de producciónconsumo con unas veinte personas más con una implicación fuerte desde el principio. Fue muy importante la influencia que algunas teníamos de las experiencias cooperativas del BAH! (Madrid) y de Hortigas (Granada) para comenzar a proponer un sistema autogestionado de producción y consumo donde no hubiera una compra del producto, sino una corresponsabilidad entre todas las personas para la producción de nuestros alimentos.
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Se comenzó cultivando la tierra al mismo tiempo que íbamos construyendo el modelo de organización que queríamos, de modo que en un mes y medio empezamos con los repartos de rabanitos y cebolletas, casi al mismo tiempo que comenzábamos a probar nuestro sistema de organización y a elaborar la carta de principios que recoge por escrito la identidad de la cooperativa. Esta carta de principios es asumida por toda persona que quiera participar de la Acequia y siempre es modificable. Se reparte un número de cestas de verdura por semana, con el tiempo llegamos a tener hasta 47, aunque ahora mismo estamos en 29. En algunos casos, una sola persona asume una cesta entera, pero normalmente dos o más personas comparten la verdura y las obligaciones (aportaciones de dinero y trabajo) derivadas de la cesta. En total actualmente somos unas 60 personas. Para facilitar la autogestión y la horizontalidad de la toma de decisiones, nos organizamos en grupos (grupos autogestionados de consumo – GAC), de entre 3 y 5 cestas. Ahora mismo, todos los grupos tienen 5 cestas, menos un grupo que tiene 4. La mayoría de ellos se basa en estructuras de confianza que ya existían (asociaciones y colectivos sociales, grupos de amigas/os, vecinas/os), aunque en otras se han juntado personas sin vínculos previos. Estos grupos se autogestionan para el reparto de tareas y la gestión de sus cestas. La verdura cosechada se distribuye en un reparto semanal (dos en verano) en un punto concreto en la calle, donde viene cada grupo a recoger su verdura. En unos casos viene una persona, en otras más, y muchos grupos prefieren quedar todas allí para hacer en el mismo momento su reparto por grupo. Hace unos meses tuvimos que cambiar de tierra. La que cultivamos ahora está cerca del pueblo de El Carpio, en el valle del río Guadalquivir, a media hora en coche de Córdoba. Es una parcela cedida por uno de los integrantes de la cooperativa, de unos 6000 m². Para ciertos cultivos como patatas y ajos hemos ido recurriendo a varias tierras cedidas temporalmente por vecinos y agricultores cercanos. De momento contamos con otra tierra cedida en Majaneque, a 5 km de Encinarejo, que cuenta con agua de pozo, en la que hemos cultivado patatas y ahora para la temporada de invierno hemos sembrado cebollas y puerros. Al principio, una sola persona asumió la función de productora, con una remuneración casi simbólica. Este sistema ha ido evolucionando, han habido dos hortelanas contratadas (con un sueldo digno y dadas de alta) a tres cuartos de jornada y actualmente hay un hortelano. Para apoyar a las personas que trabajan como productoras, tenemos una Comisión Técnica o Grupo de Producción, en la que junto a ellas participan gentes con conocimientos varios sobre agronomía y técnicas agroecológicas de manejo, para intentar llevar la huerta y la toma de decisiones sobre ella de un modo más colectivo. Sin embargo, este Grupo de Producción no tuvo la continuidad deseada, lo que llevó a una sobrecarga de trabajo y responsabilidades de las hortelanas, por lo que nos estamos ahora mismo planteando cómo revitalizarlo.
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¿Cómo hacemos autogestión? Fundamentalmente, nuestros ingresos vienen de una cuota fija por cesta que actualmente es de 60 euros/mes. Se deja vía libre para quien quiera aportar cuotas extra de solidaridad, o apoyos dentro de los grupos a otras personas que no puedan asumir la cuota. La asignación del hortelano actual está en 1066 euros. En asamblea general se estableció que los gastos fijos debían cubrirse con las cuotas fijas y gastos inesperados o puntuales se cubren con actividades extraordinarias, para lo que hacemos dos fiestas al año —primavera y otoño— como herramienta de autofinanciación, que sirven también para dar a conocer nuestra experiencia. Aunque nos consideramos cooperativa, por ahora legalmente somos una asociación. Había un amplio sentir de querer mantenernos al margen del sistema legal con sus normas, que muchas no compartimos, pero al final, después de seis meses de reflexión y debate, se decidió constituirnos como asociación, únicamente como fórmula para dar de alta en la seguridad social a las trabajadoras. Sin embargo, con este paso no se cerró la reflexión sobre las condiciones laborales y el modelo de autogestión de la salud que queremos, ya que vemos algunas deficiencias de cara a resolver las necesidades de las productoras. Así, en la asamblea extraordinaria del 2008 se decidió entre otras cuestiones como la subida del precio de las cestas para conseguir una asignación digna, que las productoras recibieran dos masajes al mes a cambio de un trueque con las personas que se ofrecieran para darlo. Hay una asamblea ordinaria o de enlace de grupos el primer miércoles de cada mes. A ella asiste como mínimo un representante de cada grupo de consumo, para trasmitir las decisiones o reflexiones que se han trabajado en ese grupo previamente y que se han planteado en el orden del día de la asamblea. Por lo tanto, el lugar fundamental de la toma de decisiones son los grupos, y en las asambleas de enlace sólo vamos acercando las diferentes posturas hasta alcanzar el consenso entre grupos. Ante determinadas situaciones y para abordar temas de interés especial o urgentes (de organización, cuestiones estratégicas, etc.) se convocan asambleas extraordinarias y generales, abiertas a todos los integrantes de La Acequia, que asisten a título individual. Tomamos todas las decisiones por consenso, tanto al nivel de los grupos y comisiones como en las asambleas, sean de enlace o generales, ordinarias o extraordinarias. Es cierto que esto ralentiza muchos procesos, pero mantenemos este principio, porque es la base y la expresión de otra forma de relacionarnos al nivel humano. Si al final se vota, aunque sea después de un largo proceso de búsqueda del consenso, quien no piensa como yo, por sistema, se convierte en mi rival y adversario. Pero si sé que no hay nada que hacer mientras aunque sea una sola persona no se sienta conforme con la decisión adoptada, tengo que intentar entender su punto de vista, plantearme el tema desde su postura y desde la empatía buscar conjuntamente una forma que nos satisfaga a todos. Claro que esto exige mucha
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empatía y sentido de la responsabilidad, tanto por parte de la mayoría como de quienes defienden posturas minoritarias. Hay que decir que estamos aprendiendo mucho con esta metodología, a frenar nuestro ego y a renunciar a imponer lo nuestro en beneficio del proyecto común. La metodología de la toma de decisiones ha sido un aspecto clave para la cooperativa, y por ello se ha trabajado a fondo, dedicándole primero un taller y luego una asamblea extraordinaria, con el fin de establecer un procedimiento consensuado y práctico a la vez. Si no se alcanza el consenso en la asamblea de enlace, la/s propuesta/s mayoritaria/s vuelve/n a los grupos y se intenta llegar al consenso en la siguiente asamblea. Si no se alcanza consenso en tres asambleas de enlace, situación a la que nunca se ha llegado en la cooperativa, se llevaría el tema a una asamblea general. Para ello se crearía una comisión de dinamización y facilitación de la asamblea, formada por gentes de diferentes grupos. Los grupos de consumo se reparten todas las funciones que no son del hortelano de forma rotatoria, como la gestión de la furgoneta, los contratos, la secretaría, la toma de actas y dinamización de las asambleas de enlace, la tesorería, la organización de las fiestas y las asambleas extraordinarias. Esta rotación entre grupos en la responsabilidad de tareas supone realizar un ejercicio cotidiano de autogestión organizativa y apoyo mutuo dentro de la cooperativa. Producción agraria Nuestra intención ha sido siempre la de acercarnos al campo, lo que supone acercarnos a las gentes del campo y entender su filosofía y conocimientos adquiridos a través de su historia campesina, como forma de revalorizar los conocimientos tradicionales. Hemos intentado siempre escuchar más lo que tenían que decirnos los/as agricultores/as y viejos/as del campo que buscar en libros lo que se recomienda para tal o cual situación. Partimos del manejo agroecológico de nuestra huerta, lo que quiere decir que conectamos nuestra visión con estas formas campesinas, tradicionales y autóctonas de la agricultura, anteriores al proceso de modernización agraria conocida como «revolución verde» que intensifica, artificializa y concentra la producción y expulsa las pequeñas producciones que históricamente han alimentado a la población. Así, nuestro manejo es producto de la fusión de estos conocimientos con los más técnicos de algunas personas con el resto de personas de La Acequia, fusión que nos invita a probar y experimentar. Todo ello inserto en una filosofía de confianza en los ciclos naturales, lo cual a veces nos marca algunas decisiones como por ejemplo en el manejo de plagas, hierbas, etc. Apostamos por la biodiversidad y esto se materializa en una media de 20-25 cultivos siempre en campo, con lo que la afectación que podemos tener por plagas se amortigua bastante y sobre todo, no hace tambalear la producción. La gran variedad de especies que cultivamos en
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la huerta responde también a la apuesta por variedades locales y de temporada, lo que por supuesto supone también apostar por consumir verduras de temporada, en un clima y suelo como es el de la Vega cordobesa, que nos ofrece gran variedad durante todo el año. La cantidad de verduras oscila mucho en función de las temporadas, siendo la época estival la más productiva. Así, como ejemplo, solemos tener algunos cultivos de verano como pimientos y berenjenas hasta bien entrado el otoño y en invierno prevalecen las hojas fundamentalmente: rúcula, espinaca, acelga, lechugas varias, escarola, rábano, remolacha, col, coliflor, brócoli, lombarda, puerro, entre otros cultivos. Desde nuestro enfoque agroecológico, en la huerta apostamos por la autogestión y queremos ir hacia una autonomía cada vez mayor. No queremos hacerle el juego a las multinacionales ni al econegocio, y por ello buscamos alternativas en la obtención de semillas. Apostamos por semillas que nos den autonomía, por ello nos decantamos por las variedades tradicionales que hemos conseguido siempre en la cooperativa La Verde (Villamartín, Cádiz) y puntualmente de otros agricultores y agricultoras. Desde el principio, hemos intentado hacer nuestras plantas y apostar por automultiplicar nuestras semillas para hacernos con un banco de semillas que nos den independencia. La experiencia de este trabajo nos ha hecho conscientes de la complejidad de la gestión y replicación de semillas propias, una debilidad en la Acequia actualmente: continuamos dependiendo de la compra de plántulas y semillas en la inmensa mayoría de los cultivos de nuestra huerta. El trabajo de preparación de la tierra en los cambios de cultivo lo hacemos mecánicamente con la mulilla mecánica, hecho que difiere del trabajo preferentemente manual de los primeros años de la Acequia. Quitando esta faena, el resto de tareas de mantenimiento y seguimiento de los cultivos es manual, con azadas, almocafres, biciazada... Realizamos planificaciones por temporada, intentando rotar los cultivos y asociar especies que se benefician mutuamente. En algunas ocasiones, hemos utilizado el calendario lunar en la planificación de nuestra huerta, en cuanto a siembras, recolectas, tratamientos... La planificación de la huerta, así como la gestión semanal del trabajo, es responsabilidad del hortelano, con el apoyo del resto de la cooperativa. Para fertilizar la tierra, hemos utilizado fundamentalmente estiércol de caballo, generalmente maduro, y si ha estado fresco, lo hemos compostado junto con restos vegetales de la huerta, y también hemos fertilizado con humus de lombriz, sobre todo en los últimos años. En otras ocasiones hemos experimentado con abonos verdes (alfalfa) en parcelas que iban a estar vacías durante parte de la primavera y el verano, evitando así suelos desnudos, como práctica ecológica de huerta. Esto nos permite además mejorar la estructura del suelo de algunas partes de la huerta que son algo más pobres.
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Participación en otros proyectos, redes y relación con otras cooperativas. Además de la autogestión de la producción de lo que comemos, desde “La Acequia” también intentamos trabajar hacia fuera. Para nosotras es muy importante la perspectiva de cambio social, y entendemos la agroecología como método para contribuir a lograrlo, haciendo nuestro el lema de que “comiendo también se lucha”. Esta dimensión externa la concretamos en dos esferas principales: por un lado, la participación que como colectivo tenemos en actividades varias a las que nos convidan otras organizaciones y, por otra parte, nuestros vínculos con proyectos y cooperativas afines, que son de cooperación y ayuda mutua. Respecto a la primera esfera, que podríamos llamar de participación política, cabe señalar que en los primeros años de la Acequia esta tarea o esta faceta se desempeñaba individualmente por las personas que se veían más motivadas para ello. Enseguida vimos que había muchas personas o grupos que, por un lado, nos pedían venir a la huerta para conocerla y que le contáramos estructura y funcionamiento y, por otro lado, nos invitaban a participar en actividades, jornadas y talleres varios. En esa coyuntura lanzamos el debate de cómo podíamos participar en otras actividades y, sobre todo, cómo queríamos estar y exponer el trabajo de la cooperativa. De ahí surgió una comisión de educación inicial (enfocada fundamentalmente al acompañamiento de grupos que quisieran conocer el trabajo en la huerta) y posteriormente empezamos un proceso de reflexión política cuya finalidad era consensuar cómo queríamos estar y, de alguna forma, “representar” a la Acequia en las colaboraciones que nos pidieran. Ahora mismo, una “comisión de comunicación externa”, basándose en todos estos trabajos y reflexiones anteriores, prepara y asume la participación en otros proyectos, jornadas, seminarios..., para así darle sentido a la dimensión política externa de la cooperativa. Confiamos en que este trabajo de clarificación además nos sirva para comprender mejor y afrontar adecuadamente la evolución de la propia Acequia. Actualmente, debido a una fase de importantes cambios en la cooperativa, la comisión de comunicación externa está en un cierto letargo pero esperamos reactivarla en cuanto nos estabilicemos. Respecto a la segunda forma de participación, las relaciones que generamos con otras cooperativas y proyectos afines, cabe señalar que ésta ha sido y es de suma importancia para la Acequia. Por un lado, la relación especial con La Verde como cooperativa que suministra buena parte de las semillas que cultivamos en la huerta y, por otro lado, la relación con otras cooperativas agroecológicas hermanas. Dado nuestro mejorable nivel de conocimientos en el cierre de ciclos en la huerta (desde que plantamos una semilla hasta que la extraemos, conservamos y replicamos de nuevo en campo), cooperativas como SCA La Verde han sido claves en nuestro funcionamiento.
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La Verde es una cooperativa de producción ecológica con la que hemos hecho intercambio de trabajo por semillas y plantas, además de ser un lugar de formación continuo, durante mucho tiempo. Normalmente el intercambio se producía de mano de las productoras y de algunas personas que se enganchaban para conocer la experiencia de La Verde, aunque se asumió posteriormente que este ejercicio de trueque era responsabilidad de la Acequia (semillas y las plantas son la base fundamental de nuestra producción y en lugares como La Verde se da también la posibilidad de formarnos para buscar la mayor autogestión posible). Actualmente esta relación es sobre todo de suministro de semillas tradicionales y de temporada. Otra cooperativa cercana, amiga y que surgió al calor de La Acequia es la La Rehuerta. Esta cooperativa comenzó en Córdoba en abril de 2007 y fue una alegría poder desde La Acequia apoyarla en sus inicios. La filosofía de La Acequia no es crecer, sino multiplicarse, servir de inspiración a otros colectivos, para ir creando un tejido de experiencias similares. Buen ejemplo de apoyo mutuo es la ayuda inestimable que nos brindó La Rehuerta (y también las compañeras de Hortigas, de Granada) cuando se produjo la inundación de nuestra huerta en febrero pasado. Del lado de las cooperativas agroecológicas afines encontramos algunos ejemplos geográficamente cercanos como, Hortigas de Granada, Crestas y Lechugas en Sevilla o más lejanos como el BAH de Madrid. Como ejemplos de trabajo en Red con éstas y otras iniciativas podemos citar la participación en eventos como la feria de la Biodiversidad de la Red Andaluza de Semillas en Encinarejo en 2007, el primer encuentro estatal de cooperativas autogestionadas agroecológicas en Madrid en 2008, la participación en la Alianza por la Soberanía Alimentaria de Córdoba (ASACO) o recientemente las jornadas sobre canales cortos de comercialización, organizadas por Ecologistas en Acción en Córdoba, entre otras participaciones y trabajos en red de la Acequia. Sin embargo, es cierto que nuestra participación en estas Redes hasta ahora ha sido más bien puntual y todavía no se puede considerar un pilar de nuestro trabajo, cosa a la que aspiramos. Resumiendo podemos decir que seguimos avanzando en la reflexión ideológica-práctica, seguimos en el binomio acción-reflexión y también nuestra participación en estas jornadas sobre la autogestión de Málaga de la CGT es reflejo de esa voluntad de enredarnos y participar en otros espacios. Los cambios los hacemos todas y queremos ser parte del cambio, sin estar aisladas y haciendo de nuestra crítica al consumo alimentario una esfera de lucha e incidencia política. Debilidades, conflictos, retos y perspectivas de futuro. Siendo conscientes de la importante labor que estamos realizando en la ciudad y periferia de Córdoba en cuanto al cuestionamiento crítico de nuestro consumo,
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siendo conscientes de que hemos servido de ejemplo multiplicador para otras experiencias posteriores a la Acequia, siendo conscientes de que comemos y aprendemos tanto de la huerta como del proceso organizativo de la cooperativa, siendo conscientes de que apostamos por el consenso que, aunque lento, nos ayuda a construir procesos inclusivos y sólidos, siendo conscientes de que funcionamos a través de relaciones de confianza, apoyo mutuo y ciertos cuidados y sabiendo que hemos cumplido 5 años de existencia (¡ahí es nada!) de autogestión y buena verdura, vamos a exponer brevemente algunas de las debilidades y retos con los que nos enfrentamos en nuestro seguir caminando de la cooperativa. La inmensa mayoría de las personas de la Acequia se ha criado y educado muy lejos de los ciclos de producción, ello hace que tengamos unos conocimientos muy limitados de manejo de huerta. Esta realidad se convierte en una debilidad cuando se genera una cierta dependencia respecto a algunas personas con más conocimientos en el trabajo en la huerta. Por ello pensamos y nuestra experiencia lo confirma, que es muy importante la transmisión de todo lo que pasa en la huerta al resto de la cooperativa, para que la información fluya y podamos resolver los problemas desde un nivel de información similar que nos permita encarar las situaciones. Actualmente estamos trabajando para revertir esta debilidad, ya que sentimos con mucha fuerza que el trabajo colectivo es lo que podrá dar estabilidad a esta Cooperativa. Deberíamos ser capaces de encontrar una forma de organización, una estructura estable, que hiciese que la producción no mermara si cambiaran las productoras, teniendo paralelamente un grupo de producción estable y constante. Otro reto, ligado al anterior, es que debido a la carencia en conocimientos técnicos de manejo de la huerta, tenemos la necesidad de autoformación y aprendizaje tanto individual como colectivo para empoderarnos y ser más autónomas en la planificación de la huerta. Esto enlaza con nuestro ideal de autogestión organizativa. El crisol diverso de personas que alberga la Acequia muestra un abanico de formas de estar en la Acequia muy variada que se intercala con los flujos de entradas y salidas de personas. Las distintas implicaciones que se deducen de esta diversidad tiene partes muy enriquecedoras y beneficiosas pero también incorpora cuestiones más complejas como el esfuerzo de acompañamiento, analizar cómo se cuidan estas entradas o ver qué Acequia estamos configurando entre todas las personas. Lo cierto es que la diversidad de implicaciones personales en la Acequia coloca un gran reto futuro de gestión, armonización y de proyección social para este colectivo. Los conflictos en un colectivo como éste en el que continuamente hemos de decidir sobre lo decidido, volver a ver si las cosas van bien, repasar la organización, estar siempre alerta de si el modelo puede modificarse a mejor… parece que siempre van a estar presentes. Los conflictos quizá siempre se han generado más en lo relacionado con lo económico: aumento de cuotas para aumento de asigna-
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ciones, gastos, etc., así como en el tema de la Seguridad Social y la legalización o no de la Cooperativa en su momento. En los últimos tiempos, hemos tenido tensiones internas muy fuertes a raíz de un conflicto entre algunas personas. Queremos afrontar esta debilidad como un reto, para adquirir a través de la autoformación y responsabilidad herramientas para la resolución de conflictos, que permitan ver estas situaciones como oportunidades de crecimiento tanto individual como colectivo y que generen mayor cohesión del grupo. De todo el fuerte trabajo interno organizativo de la Acequia, con la intención de conseguir una cierta estabilidad del colectivo, hemos quedado algo cojas en las relaciones externas y en nuestro trabajo hacia el exterior. Intensificar y profundizar la articulación con otras experiencias, la posibilidad de trabajo en red o de participar en diversas actividades, son algunas de las posibilidades futuras de trabajo hacia afuera de la Acequia. Otro reto es que debido a la carencia en conocimientos técnicos de manejo de la huerta, tenemos la necesidad de autoformación y aprendizaje tanto individual como colectivo para empoderarnos y ser más autónomas en la planificación de la huerta. Esto enlaza con nuestro ideal de autogestión organizativa. Actualmente y después de venir de un proceso de clarificación y definición organizativa de tareas tanto de hortelanas, grupos autogestionados de consumo como del grupo de producción, así como de la definición de criterios para el trabajo de hortelanía en la Acequia, estamos en una situación de transición constructiva. Después de varios meses convulsos, (dos inundaciones, cambio de tierra y de hortelanas) la cooperativa se ha reducido en número casi a la mitad de lo que éramos hace unos pocos meses. Tenemos un nuevo hortelano, un hombre de campo, y seguimos caminando juntas. Como decíamos anteriormente, los nuevos retos de la Acequia vendrán marcados por lo que queramos y sepamos hacer entre todas. En definitiva, nos quedan muchas cuestiones a resolver en colectivo, muchos retos que son perspectivas de futuro con las que contar para seguir, parafraseando a Galeano, demostrando que la realidad es transformable cuando nos ponemos a transformarla aunque sea un poquito, por ahora... ¡Autogestiona tu vida! Alicia Alonso, Paquita Ruiz Escudero y Peter Jancsy Schebesta de la cooperativa agroecológica autogestionada La Acequia
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La Escuela Popular de Personas Adultas «La Prospe» Bea y Javi, miembros de la asamblea de La Prospe
Un poco de historia: Nacimiento de la Escuela Popular “La Prospe” y la lucha por el espacio y el proyecto político (1973/2000) El proyecto surge en el año 1973, bajo la dictadura franquista, ante la detección de una tasa relativamente alta de analfabetismo en el barrio y la necesidad de un movimiento asociativo no clandestino. En este contexto, La Escuela empieza su andadura en la parroquia San Juan Ribera, situada en la c/ Rodríguez Marín, dando clases de alfabetización y conocimientos básicos. En 1977, en el barrio de Prosperidad hay un diverso movimiento asociativo y contracultural: la asociación de vecinos, una guardería libertaria, grupos musicales y de teatro. Estos grupos, junto a la Escuela Popular, ocupan la antigua escuela de mandos del movimiento, dando lugar al Centro Cultural de Mantuano, en el edificio que ahora es el CEIP y CC Nicolás Salmerón. El Ayuntamiento responde a esta ocupación cortando el agua y la luz y con otra serie de trabas que provocan que la gente se vaya marchando, quedando sólo la Escuela Popular y el proyecto de la guardería libertaria.
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Posteriormente, se negocia con el Ayuntamiento la cesión de turno de tarde del colegio Sagrado Corazón en la C/ General Zabala, 10 bis, siendo así utilizado desde 1981 hasta 1983, momento en el que pasa a ser de uso completo y autogestionado por la Escuela Popular, trasladándose el colegio a otro espacio y convirtiéndose en el Nicolás Salmerón. Los terrenos de General Zabala habían sido cedidos por una extinta orden de monjas al ayuntamiento para la enseñanza de población desfavorecida. Establecida la Escuela de la Prospe, el Arzobispado de Madrid decide que ése no es el uso que se le está dando y solicita recuperarlo. El ayuntamiento de Tierno Galván se niega a ello. Sin embargo, en el año 1991, a los dos días de ganar las elecciones el PP, nos llega una carta pidiendo el abandono del edificio. Esto da lugar a una larga campaña llamada “La Prospe Resiste”, que dura hasta el año 2000 y que tiene 3 ejes: — Un eje de movilización: La campaña reivindicativa “Permuta ya”, que exige un nuevo espacio en las mismas condiciones y que se materializó en una manifestación que empezó en la Plaza de Prosperidad y acabó en La Almudena, con gente encerrada de apoyo dentro de la catedral. — Otro eje pedagógico: Se logró el reconocimiento de Centro de Educación de Personas Adultas, el poder dar el título oficial de Graduado Escolar, el premio “Silla de Barro” por la integración de personas con Minusvalía, el Miguel Hernández,... — Otro eje judicial: Se recurrió en distintas instancias la decisión de desalojo y, aunque se perdió el último recurso, permitió alargar la “batalla” durante estos 11 años. Cabe destacar en esta campaña la existencia de un “enemigo” muy claro: La Iglesia. La gente no entendía cómo la Iglesia quería clausurar un centro de alfabetización, dando lugar a acciones como la que protagonizó un grupo de alumnas que fueron a la parroquia de al lado, donde solían ir a misa, a pedir al párroco que interviniera a su favor ante el arzobispado. La respuesta de éste fue la amenaza de excomunión si seguían asistiendo a clases de Graduado Escolar a “La Prospe”. Durante este proceso se mantiene una negociación a tres bandas; con el Ayuntamiento, el Arzobispado y la Escuela Popular. Cuando se está preparando la resistencia para el desalojo, se recibe una llamada sorpresa de la Consejería de Educación ofreciendo la cesión del actual local en Luis Cabrera, 19. Ésta fue aceptada al cumplir los requisitos que se pedían: Uso total del local de manera autogestionada, ubicación en el barrio y ser de similares características al anterior. Previamente se habían rechazado otros locales por no cumplir las mencionadas condiciones.
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Transformaciones en el proyecto pedagógico político: los GAC’s y los talleres de castellano para extranjer@s La propuesta educativa crítica que desarrollamos desde la Escuela pretende promover un proceso dialéctico por el cual el aprender nos permita reflexionar sobre la realidad cotidiana en la que estamos inmers@s, para poder intervenir sobre ella y transformarla. Los Grupos de Aprendizaje Colectivo (G.A.C.) y la autogestión educativa. Durante este tiempo se acercan a la Escuela gentes con otras inquietudes que las estrictamente pedagógicas, provenientes de los movimientos sociales (okupación, insumisión, solidaridad con América Latina, etc.). Esto provoca que se decida aplicar la Educación Popular no sólo para “dotar de herramientas culturales básicas para que los oprimidos se puedan rebelar contra los opresores” (alfabetización, Graduado Escolar), sino también para el conjunto de personas que desarrollan su militancia en “La Prospe”. La construcción de una educación para nosotr@s mism@s se materializa en diversos talleres y en los Grupos de Aprendizaje Colectivo (G.A.C.). Los G.A.C. Se forman en el año 1997 en torno a 6 ejes: Comunicación, trabajo, lectura y escritura crítica, energías alternativas, cuidado del cuerpo y la mente y visión crítica de la historia. Desde entonces, ha habido distintos G.A.C.s como Historia, Mujer, Leer la vida, Trabajando el trabajo, Energía, Comunicación Popular, Estira tus emociones, Samba, Lectura crítica... Los G.A.C.s implican la desaparición de la figura del monitor y la socialización del aprendizaje. Aunque esto pueda retrasar la marcha del grupo, se establece como una prioridad siendo igual de importante el proceso de aprendizaje colectivo que el tema de estudio. Los G.A.C.´s tienen la similitud con los grupos de debate en que se juntan grupos de afinidad por temas de interés, pero les diferencia el que promueven procesos de aprendizaje crítico orientado a la práctica transformadora, mediante un proceso de reflexión-acción-reflexión y vuelta a la acción. Esto se refleja de distintas maneras, como la realización de jornadas, salidas al barrio, coordinación con otros movimientos sociales... Esta forma de aprendizaje para la acción también se encuentra en colectivos de barrio, pero la Escuela se caracteriza por enfatizar la aplicación de herramientas pedagógicas como la programación. El proceso de enseñanza aprendizaje crítico implica una programación en base a unos objetivos y una evaluación de la misma: Evaluar esa programación, ver el porqué se hace, evaluar el cumplimiento de los objetivos y los objetivos mismos...
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Los talleres de castellano para personas inmigrantes: Una respuesta al nuevo contexto migratorio y a la demanda social En estos años también se produce un cambio en los movimientos migratorios pasando del eje del campo-ciudad al de países latinoamericanos, africanos, de Europa del Este y asiáticos hacía occidente, dando lugar, excepto en el caso latinoamericano, a una nueva necesidad pedagógica: la enseñanza del idioma. Unido esto a la obligatoriedad de la educación, que provoca la sucesiva desaparición de los grupos de Graduado, alfabetización y conocimientos básicos, surgen en el año 1994 los grupos de castellano para inmigrantes. Los talleres de castellano para extranjeros, diferenciados de los GAC por la existencia de la figura del monitor o monitora, se inician a partir de una reflexión previa sobre la educación bancaria y la educación popular. Frente a otras propuestas que privilegian el enfoque de la enseñanza del castellano por contenidos gramaticales (¿cómo pedir?, ¿cómo dar una instrucción?) o por objetivos funcionales (¿cómo buscar trabajo?, comprender las instrucciones del personal sanitario), desde la educación popular se propone una programación construida a partir de temas generadores representativos de la realidad social con la que interactuamos y sobre la cual aspiramos a intervenir críticamente. Los principales temas generadores que trabajamos en la Escuela son los siguientes: «Yo»/»Nosotr@s“; Familia; Compras; Vivienda e higiene en el hogar; Salud e higiene personal; Barrio/ ciudad/medio rural; Trabajo; Alimentación; Transporte. Además de estos temas generadores, también hay una serie de temas transversales que atraviesan cada uno de los anteriores: Género, la Escuela y su funcionamiento, la Educación, las Desigualdades Norte-Sur, la Ecología y la Participación Comunitaria. Las funcionalidades comunicativas y las estructuras gramaticales dependerán de los objetivos temáticos elegidos para cada tema generador. La programación de los temas generadores por contenidos temáticos se realiza siguiendo el siguiente esquema: Contenidos> Reflexión> Acción. Por ejemplo, para el tema generador “Alimentación”, uno de los objetivos temáticos es el siguiente: “Conocer alternativas de consumo que nos permitan reflexionar sobre nuestras prácticas de consumo para ampliar nuestras posibilidades de elección y capacidad de promover alternativas”. Este objetivo se ve facilitado porque en el espacio de la Escuela hay iniciativas llevando a la práctica propuestas alternativas de producción y consumo como el BAH, cooperativa agroecológica autogestionada.
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La Escuela y su funcionamiento interno: Autoorganización La Prospe es una escuela autogestionaria, que funciona de una manera asamblearia, con una asamblea plenaria mensual, en la que se toman decisiones de carácter político o pedagógico o que afecten al proyecto de la Escuela. Los temas relacionados con el funcionamiento cotidiano del local se tratan en una coordinadora bisemanal en la que acude un/a delegad@ de cada grupo. En la Escuela no hay liberad@s y todos los aspectos de la organización son asumidos por el conjunto de las personas implicadas. Algunas tareas del proyecto de Escuela son trabajadas a través de comisiones: burocracia, permanenciasecretaría, tesorería, biblioteca, cine, excursiones... La limpieza se hace de manera rotativa tocando cada semana a un grupo de la Escuela. Otro espacio, de carácter anual, que tenemos en la Escuela, es el “Comecocos”. Una vez al año intentamos salir al campo durante un fin de semana para reflexionar sobre el proyecto pedagógico y político de la Escuela. Este espacio de análisis y debate crítico no es de decisión, pero prepara el terreno para decisiones posteriores en asamblea. En el tema económico se pagan 5€ mensuales, aunque partimos de que nadie que no pueda pagarlos va a dejar de poder participar en la Escuela. También hay cuota de soci@ que son gente antigua que ha pasado por la Escuela y que sigue apoyando el proyecto de esta manera. Antes había una subvención por ser C.E.P.A. (Centro de Educación de Personas Adultas) que el año pasado fue recortada y que este año la Comunidad de Madrid, siguiendo con su línea privatizadora, ha decidido suspender. La participación del alumnado de los grupos de español: herramientas y grupos La autogestión y el aprendizaje colectivo están estrechamente relacionados con la palabra “participación”. Ésta es imprescindible para la definición del proyecto y para su puesta en marcha, organización y desarrollo cotidiano. Las clases de castellano, al darse en el marco de una Escuela Popular autogestionada, priorizan también objetivos generales que tienen que ver con la construcción permanente de dicho espacio político colectivo. Estos objetivos generales son: — Transmitir el proyecto de la Escuela y facilitar la participación abordando las barreras idiomáticas. — Fomentar el intercambio socio-cultural y el conocimiento mutuo reflexionando sobre la traducción de las diferencias en desigualdades y enriqueciendo la diversidad de sujetos y prácticas ya presente en la Escuela.
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— Propiciar la convivencia entre autóctonos y extranjeros y la creación de redes sociales. — Reivindicar los derechos de los inmigrantes, transmitiendo herramientas para facilitar el paso de la vulnerabilidad al empoderamiento. Hace unos años surgieron preguntas y debates en la Escuela ante la ausencia significativa de las personas de los grupos de castellano, que son grupos numerosos, en otras estructuras y espacios de participación y organización de la Escuela (asambleas, comisiones, GAC’s). Para abordar esta cuestión, iniciamos una reflexión-acción en torno a las barreras que podían dificultar dicha participación, poniendo en práctica algunas herramientas facilitadoras. Por un lado, se introdujeron herramientas autogestionarias en el aula: l@s alumn@s son las encargad@s de autoorganizar tanto los turnos de limpieza, en los que participamos todas las personas implicadas en la Escuela, como la tesorería y recogida de cuotas. Asimismo, se transmiten en las clases las decisiones tomadas en Asamblea invitando a las alumnas a participar de la misma con propuestas propias. Paralelamente, se trabaja la inmersión lingüística más allá de las clases de castellano y vinculada a contextos de sociabilidad convivencial ya funcionando en la Escuela. Las excursiones, las fiestas de Solsticio de invierno y Solsticio de verano, yincanas lúdicas, salidas reivindicativas al barrio... Otra herramienta que se planteó, pero que no hemos sistematizado, es la traducción simultánea: se ha llevado a cabo en algunos talleres concretos como uno sobre la Reforma de la ley de Extranjería. L@s responsables de realizar la traducción fueron alumnos y alumnas participantes de los grupos avanzados de castellano. Otras barreras de participación que detectamos más allá de la lingüística se relacionan con la situación crítica y represiva que viven las personas inmigrantes sin papeles de los grupos de castellano. Detectamos la importancia de abordar las problemáticas sociales a la inmigración que las personas extranjeras sin una situación administrativa regularizada en el Estado español sufren, enfrentándose cotidianamente a la ley de extranjería, a los controles sistemáticos, al riesgo de internamiento y expulsión y a la vulneración de los derechos más básicos. Consideramos de gran importancia trabajar estos contenidos en dos espacios con diferentes objetivos. Se crea el Grupo “Barrios Sin Fronteras” de denuncia pública en la calle, que posteriormente se fusiona con una iniciativa promovida por otros colectivos de Madrid llamada “Brigadas Vecinales de Observación de los Derechos Humanos” que interviene en controles policiales de documentación, visibilizando y denunciando esta situación de racismo institucional y acoso ilegal. También se organizó, en interacción con otros grupos presentes en Madrid como la red Ferrocarril Clandestino y las Oficinas de Derechos Sociales (ODS), el Grupo de Apoyo a Sin Papeles (GAS). Este grupo, formado por autóctonos, personas inmigrantes con papeles y personas inmigrantes sin papeles, trabaja esta
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problemática construyendo herramientas colectivas de apoyo a personas sin papeles. En concreto, tiene por objetivo principal desarrollar mecanismos de actuación en el caso de detenciones y traslados a comisaría por no presentar documentación en regla. Para ello, socializamos la situación administrativa de las personas sin documentación legal, recopilamos todos aquellos documentos que respaldan el arraigo social y la permanencia en el territorio y, en caso de detención, acudimos a comisaría para mostrar el apoyo social, presentar las pruebas de su arraigo y presionar para su puesta en libertad. En este proceso grupal, también trabajamos a través de la organización de talleres que nos aporten herramientas teóricas y prácticas para abordar los problemas derivados de las políticas de control de población. Este grupo permitió el acercamiento entre personas de castellano sin papeles y otras personas de la Escuela fomentando la iniciativa y la participación de las primeras en otros espacios de la Escuela. Esto se materializó en la constitución de dos talleres nuevos el año pasado cuyos monitores eran miembros a su vez de GAS: Taller de costura y Taller de Árabe. Estos procesos nos llevaron también a retomar en la práctica el cuestionamiento de la división binaria y jerarquizada entre saberes intelectuales y manuales tan presente en la sociedad: Se crea el GAC de “Ñapas” por parte de alumnos de las clases de castellano que se ofrecieron a socializar y aplicar sus saberes técnicos en la Escuela y otras personas de la Escuela interesadas. Este grupo se basa en la revalorización de saberes manuales y prácticos en procesos colectivos de aprendizaje y en el interés por desarrollar destrezas en arreglos cotidianos de albañilería, electricidad, fontanería, pintura, etc., tanto para mantener el edificio de la Escuela como para nuestras propias casas. “Prosprecariedades”: Trabajando las precariedades sociales en la Escuela de la Prospe. Paralelamente a estos grupos vinculados a castellano, surgieron otras iniciativas que consideraban importante el trabajo de las precariedades sociales en general y la construcción de propuestas colectivas para abordarlas. Prosprecari@s fue el primer grupo que abordó, a modo de pequeña investigación y a través de talleres, la diversidad de precariedades que podían estar afectando a las personas que participamos de la Escuela: trabajo, salud, vivienda, cuidados, papeles, consumo... Este grupo elaboró para el curso siguiente una propuesta práctica para abordar estas precariedades contando con los saberes y posibilidadades que tod@s y cada una de las personas de la Escuela tenemos: una Red de Trueque como espacio en el que poner en comunicación necesidades y ofertas de las personas de la Escuela y promover un intercambio no monetario y alternativo al espacio eco-
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nómico mercantilizado imperante. Esta red se empezó a construir a través de talleres, pero es un proyecto que actualmente se encuentra parado. Si ésta se ha materializado en algo concreto hasta el momento, es la Tienda Gratis, espacio de intercambio libre de ropa y de funcionamiento autogestionado. En la tienda gratis puedes dejar y coger lo que quieras con la única condición de dejar todo ordenado para que ésta siga funcionando sola (o lo que es lo mismo, gracias a la implicación de tod@s). Talleres, GACs y proyectos actualmente en “La Prospe” En el curso 2010-2011 recién empezado contamos en la Escuela con: — Clases de castellano (Acogida, Inicial e Intermedio) — Taller de Árabe (Inicial e Intermedio) — Taller de lectura colectiva — Taller de Taichí — G.A.C. de Género: “Generosas” — G.A.C de Contrainformación y Medios Audiovisuales — G.A.C de Ñapas — Grupo de Apoyo a Sin Papeles (G.A.S) — ASPACEN (Grupo que realiza actividades de Ocio y Tiempo Libre con personas con diversidad funcional intelectual.) — Biblioteca Popular — Cine — Excursiones — Actividades Culturales En el espacio de la Escuela también se desarrollan otros proyectos: — Bajo el Asfalto está la Huerta (BAH). Cooperativa agroecológica autogestionada. — Red de Autoconsumo (RAC). Red por un consumo ecológico y responsable. — Grupo de Teatro “Arta”. — Grupo de madres y padres monoparentales. ¡Y la Escuela está abierta a cualquier propuesta o aportación que queráis hacer !
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LAKABE: una ecoaldea autogestionada Mabel Cañada
Es relativamente fácil hablar y decir “lo que habría que hacer es…” y a partir de aquí una multitud de enunciados son expresados y expuestos como si realmente pudieran solucionar algunos de los grandes retos que tiene planteados esta sociedad, como son el autoritarismo, la guerra, la opresión o la discriminación, entre otros. Lakabe se planteó en un principio como un intento de plasmar en la práctica los ideales No-Violentos. Éramos un grupo que llevaba trabajando estos temas junto con la objeción de conciencia desde el año 1972 y, al reconocerse el derecho a objetar, decidimos, sin pensarlo dos veces, que era nuestro momento de irnos a vivir al campo. Llegamos a Lakabe en 1980 con la intención de crear un espacio nuevo desde el que poder experimentar con todas nuestras “máximas” NoViolentas. Y así empezamos este experimento con el que pretendíamos ver si era posible poner en práctica aquellas cosas que ya veníamos muchos años comentando y reivindicando, un discurso teórico que venía a decir: “la tierra para quien la trabaja”, “podemos vivir sin jefes”, “podemos vivir sin horarios”, “podemos tener estructuras libres”, “podemos ser libres, teniendo derecho a lo que necesito y ofreciendo lo que puedo”.
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Pero todas estas frases, que tienen mucho sentido cuando las decimos sentadas en un bar tomando café, crean muchas dificultades y vivirlas es un desafío en el que nosotras llevamos 30 años inmersas. Sentíamos la necesidad de experimentar cómo es eso de ser nuestro propio gobierno, de no tener que pedir permiso para soñar y vivir lo soñado. Aprendiendo a vivir en colectividad Empezamos unas treinta personas y los primeros tres años los vivimos de manera muy caótica, con muchas personas en situaciones muy diversas. Pasábamos de estar sesenta personas a estar doce, de un grupo muy activo a un grupo con muchos problemas interpersonales y con dinámicas asamblearias deficientes. Tuvimos que avanzar rápido y tomar decisiones, y la decisión que tomamos fue la de estructurarnos como grupo y dotarnos de un contenido, dotarnos de un objetivo común. Un grupo de estructuras antiautoritarias pretende ser muy abierto y quiere que la “no selectividad” sea lo que domine la situación. Pero una apertura ilimitada causa muchos problemas, así que, decididamente, después de tres años hicimos una gran asamblea de cuatro días en la que determinamos que íbamos a estructurar un grupo, que este grupo tenía una finalidad y esta finalidad era construir un pueblo alternativo. También comprobamos que decíamos alternativo porque no sabíamos lo que queríamos, simplemente sabíamos lo que no queríamos y esto es algo que también a muchos grupos les pasa hoy en día. Seguimos sabiendo lo que no queremos, pero no sabemos lo que sí queremos construir y así no se puede hacer casi nada. Era un punto de partida dificultoso porque no nos daba contenidos, simplemente nos daba un enunciado y nosotras queríamos salir de estar siempre a la contra de lo que es un Estado o una administración política. Nos queríamos fijar en aspectos que nos dieran una mayor riqueza a la hora de poder crear. Lo que hicimos fue colocarnos en la posición de a dónde queríamos llegar, imaginar la utopía, mirar la expectativa a largo plazo; luego la bajamos hasta nuestro cotidiano, enriquecimos nuestro discurso político y nos dotamos de herramientas para crear lo que queríamos. A partir de ahí empezamos a poder diseñar una sociedad en base a otros parámetros. Nuestra voluntad está en seguir avanzando por esta senda de lo comunitario, solo hay futuro en el plural. El singular se acaba con una. Las palabras que no se transforman en materia no sirven para nada. Nuestras palabras tienen ya raíces profundas y están aquí, insertadas en este mundo, viviendo ese otro mundo posible. Nos topamos con nuestra propia fragilidad como seres humanos, nuestra ignorancia, nuestros límites, nos sentíamos capaces pero no sabíamos lo que era vivir en colectividad, nos topamos con un sistema de relación interpersonal que invade todo el espacio y anula los espacios de movimiento y ahí tuvimos que trabajar
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mucho tiempo e invertimos muchos años en aprender a transformar todo el mundo relacional. Esto nos supuso trabajar realmente los sistemas de liderazgo, o de poder: cómo funcionan, cómo se introducen en los grupos, cómo emergen, y cómo podíamos sostener el proceso y hacerlo de manera consciente sin debilitar el sistema del grupo; de modo que pudiéramos autogestionarnos desde la base, que la asamblea fuera la que tuviera la capacidad de decidir todo y transformar cualquier elemento de nuestro grupo. Hoy en día —y estamos ya trabajando aspectos muy sutiles— las personas somos muy hábiles en manipular y cuesta muchísimo desprenderse de estos sistemas de dominación y/o patriarcales que emergen en cuanto te despistas: son como una pesadilla, los llevamos todavía impresos en nuestra piel y en muchos y muchas capas de la piel. De alguna manera lo que hemos creado ha sido el espacio en el que todo esto se pueda tratar, decirlo, y hablarlo de una manera abierta y que no genere más conflictos de los que ya teníamos y que no cree tantos problemas que se dinamite el proyecto. La vida cotidiana En lo cotidiano tenemos un sistema organizativo en el que cada persona se compromete a hacer aquello que desea y que de alguna forma satisface parte de sus necesidades y sus expectativas en la vida. Elige la actividad o labor de producción que más le gusta o que más le conviene y así potencia sus capacidades y acepta la labor durante el tiempo que quiera. Todos los días almorzamos juntas en el comedor común del pueblo. En este momento somos un grupo de 50 personas con niñas y niños y es un mogollón hacer la comida para todas. Tenemos una casa comunitaria donde desarrollamos muchas actividades, reuniones, asambleas, fiestas, cursos, talleres, etc. En esta casa comunitaria se alojan las personas que llegan de visita a Lakabe. Es éste un asunto que en Lakabe coge mucho, mucho espacio. La manera que tenemos en este momento de acoger a las personas que quieren pasar una temporada en Lakabe implica un proceso que dura entre uno y varios años. Las personas llegan y se van integrando de manera progresiva, tanto en las áreas de actividad como en la vida cotidiana, con su ritmo, su cadencia. Poco a poco participan en las asambleas, en las áreas de más responsabilidad, hasta que deciden dar el paso y comprometerse con el devenir del pueblo y de la comunidad. Cuando vives de manera colectiva te das cuenta de que emites una energía que hace que las personas se acerquen. Al principio nos llegaban personas de muy diversa índole, poco a poco se fue regulando esta llegada gracias a que nuestro grupo estaba mucho más conformado, era más claro y trataba de atraer a las personas que quería. Tenemos claro que vamos a trabajar todas las dificultades que se
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nos presenten con las personas que han decidido optar por la vida en comunidad, en un medio rural; pero para tener los mínimos problemas posibles lo que hacemos es ser muy honestas con lo que podemos acoger hoy aquí, y lo que como grupo podemos asumir, y pedir exactamente lo que queremos. Seguimos siendo un grupo abierto, seguimos acogiendo y apoyando a las personas que llegan, pero también procuramos ser súper claros porque muchos de los problemas surgen de negarse a admitir que necesitamos apoyo y que pasaremos un tiempo observando, escuchando, y aprendiendo… Vivir con autosuficiencia y en equilibrio con el medio Somos autosuficientes a nivel energético, tenemos un molino de viento, una turbina, muchas placas solares y sistemas de calefacción también con agua caliente de origen solar. Para nuestra alimentación tenemos vacas que nos proporcionan leche, queso, y ocasionalmente carne. También tenemos gallinas, caballos y ovejas. Elaboramos nuestro propio alimento y contamos con muchas y variadas huertas que nos dan de comer todo el año. No somos solamente vegetarianos, en determinados momentos comemos carne. A nivel comunitario la cocina es vegetariana, para las cenas que se hacen en cada casa las personas cocinan lo que quieren. No podemos todavía, como colectivo humano, prescindir de los animales ni para trabajar ni para alimentarnos. Ahora bien, cuidamos a nuestros animales solo con alimentos ecológicos y pasto libre, procuramos que sus espacios sean grandes y luminosos y que estén en el monte el máximo de tiempo libres. Las cuadras son solamente para los momentos de la parición y durante las grandes nevadas. Tenemos que volver a aprender a trabajar con los caballos, ya que las yeguas que teníamos enseñadas murieron. Ahora lo estamos haciendo aplicando nuevas prácticas basadas en el entendimiento y no en la dominación. Somos un círculo en el que cada cual está en su espacio, en su círculo de supervivencia; y lo mismo que en un momento dado un animal o un vegetal morirá para sostener los ciclos de la vida, yo también, cuando llegue mi momento, moriré para sostener el sistema holístico de la vida. Hay algo mucho más grande que nosotros y en ese sentido me dejo guiar. Trabajamos mucho la autosuficiencia del medio en que vivimos. Trabajamos mucho el bosque para obtener madera con que calentar nuestras cocinas y nuestra calefacción. Usamos también la madera para construir nuestras propias casas y otros espacios, como cuadras y cobertizos. También del bosque obtenemos comestibles, setas, hierbas y plantas medicinales. Procuramos en todo momento mantener un equilibrio entre el nivel de necesidad con nuestra capacidad, con nuestro potencial de actividad, trabajo o acción. Siempre estamos intentando que esto cuadre, que esté en equilibrio.
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A nivel económico dependemos del PAN, que es nuestra forma de obtener ingresos. Hacemos pan integral ecológico ya desde el principio de Lakabe, cuando aún no se hablaba ni de ecológico ni de nada parecido. Este trabajar con tus necesidades en cuanto al consumo y tomar conciencia del coste real que tienen los alimentos, el agua, la leña, el lavar la ropa a mano y con el agua helada, te hace tomar conciencia de hasta qué punto estás alejada de la capacidad de gestionar tus propias necesidades, si no es a través del dinero. En las ciudades normalmente lo compramos todo: los alimentos, el tiempo, la limpieza o el ocio, todo lo obtenemos con dinero. Cuando la moneda de intercambio es mi tiempo, mi esfuerzo físico y mi trabajo, empiezo a reducir necesidades y paso de muchas cosas. Paso, por ejemplo, de tener 20° en mi casa en invierno porque estaría talando bosque y acarreando leña 4 meses; prefiero ponerme cuatro jerséis y estar en equilibrio con el medio natural que me cuida y cuido y respetar mi cuerpo, no molerlo a base de bajar troncos y abrir leña. Todas estas cosas nos han ido dando un baremo de por dónde van las necesidades. Luego está todo el mundo de lo sutil, de la fantasía y de lo que necesito para ser feliz y que sigo necesitando y que este grupo no me está dando. Esta otra parte de la vida grupal es muy problemática, es como dinamita. Abarca todo el aspecto de las proyecciones personales en el grupo, del no querer darme cuenta de mis limitaciones y dificultades para entrar en el mundo de los valores grupales y del querer que el grupo haga mi trabajo. El proceso es largo, es un proceso de formación personal que exige mucho compromiso para no dejarse engañar y tener la determinación de ser una misma. Hay que olvidarse del “jama cocos” de la exclusividad porque es lo más fácil que tendemos a hacer, nos damos un montón de excusas para poder seguir manteniendo un ritmo y un nivel de vida que ya no podemos tener sin implicar a terceros, es decir a otros países y sus políticas de negocio y/o robo. Con el tiempo esta actitud va cayendo pero hay que sostener la presión de las necesidades de la persona y de su trayectoria, porque va a tener que ceder parte de sus privilegios, va a tener que decrecer, para que toda la colectividad pueda acceder a una vida igualitaria. A todas nos toca decrecer hoy, a nivel social y político, en éstas nuestras sociedades. Al recordar el trabajo de las colectividades de los años 36 al 39, me sorprende cómo pudieron conseguir tanto en tan poco tiempo en base a solamente la unidad de las personas porque, al menos en lo que yo conozco, el sistema de gestión (o autogestion) enseguida se convierte en una maraña y es muy difícil de sostener a nivel político. No puedo imaginarme cómo se puede gestionar una región o un país desde estos parámetros. A nivel personal tengo un compromisorio de investigar más en este área que me desafía muchísimo a nivel interior. Nuestro sistema económico es de lo más sencillo. El dinero está en una caja común donde todo el dinero entra y donde cada persona coge lo que necesita. Te-
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nemos algunos acuerdos sobre esto. No hay un gestor económico, solamente hay una persona que está encargada de hacer las cuentas mensualmente para conocimiento de la asamblea y cada persona es responsable de anotar aquello que coge y en qué lo gasta. El problema sobreviene de la escasez. Pienso que nos conecta con algo muy primario de nosotras mismas y nos cuesta muchísimo vivir dentro de ese temor a lo inestable. Tenemos el compromiso de satisfacer las necesidades básicas de las personas, comida, alojamiento, áreas de actividad y trabajo, salud básica, ocio básico… Pero lo que surge es el “jama cocos” de no sé cuánto me puedo gastar. No se plantea simplemente que pertenezco a un espacio donde si se da una necesidad que no está cubierta lo puedo hablar y consensuar con mi grupo, no. La pregunta es ¿hasta cuánto me puedo gastar? Y cuando se demanda información sobre qué es lo que falta o necesitas, no hay respuesta, solo hay una demanda de saber “¿cuánto?” cuando quizás la pregunta clave en este momento de la situación global es “¿para qué?”, no por juzgar, sino porque como miembros de países ricos tenemos una responsabilidad con el planeta y con el decrecimiento y éste pasa directamente por el cuestionamiento de mis necesidades. Obligar a un colectivo como Lakabe a tener una economía para suplir no sé qué necesidades, es forzar un incremento innecesario de la economía, y obligar al grupo a trabajar más de lo que necesita; para servir de medicina a la neurosis del consumo o del ahorro que tenemos. La pregunta es siempre: ¿cuál es tu necesidad real? Y esa necesidad es la que tenemos que satisfacer. Pero definir esa necesidad real puede hacerse en un espacio personal de honestidad y crecimiento o en ese otro espacio de ansiedad y necesidad creada por un sistema perverso que potencia la carencia para crear miedo, y por tanto esa necesidad puede ser cuestionada. El problema de esto es que el trabajo a realizar es personal e intransferible y no siempre nuestra intimidad está disponible para este nivel de cuestionamiento. Venimos de unos conceptos basados en la individualidad, la exclusividad, una necesidad de que todo lo que yo quiero necesito que se contemple y que se contemple ya. Pasar de este perfil de persona, a un perfil de persona que atiende a lo que la vida en este momento le está pidiendo y que está en consonancia con esta vida más austera, es un proceso que dura entre 3 y 5 años y esto hay que sostenerlo a nivel grupal. Éste es uno de los grandes problemas de las colectividades, el equilibrio entre las necesidades personales y las grupales. Creando estructuras sociales horizontales En este momento tenemos un concejo abierto que se gestiona desde el mismo Lakabe. En el año 91 tuvimos conocimiento de que el gobierno de Navarra quería cambiar la ley de concejos. Entendimos que era el momento de acceder a esto si queríamos y entonces nos presentamos a las elecciones municipales y sacamos
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nuestro alcalde. Esto nos ha permitido tener la gestión directa del agua, de la leña, de las fiestas y de otras cuestiones legales que solventamos desde la asamblea, como cualquier otra decisión. También nos da un rango mayor a la hora de dialogar con la administración. Nuestra forma de estar en el Valle o en otras organizaciones también responde a la vocación que tiene Lakabe de estar presente en el sistema social actual. No solo queremos recibir gente en tiempos de visitas o hacer cursos y talleres, también nosotras nos desplazarnos a otros espacios para poder hablar de otros temas en foros sobre energía renovable o sobre el cambio climático y conocer otras experiencias que nos ayuden a sobrepasar los problemas a los que nos enfrentamos. Todos los colectivos sociales tenemos que aprender a crear estructuras de iguales con una toma de decisiones horizontal y con sistemas de liderazgo compartidos, enfocados a la transformación de la expresión del poder colectivo. Nuestro sistema de salud, en el que hemos comprendido que todo se agrava cuando las personas no estamos haciendo aquello que queremos hacer, es amplio y variado: desde el ayuno, pasando por las hierbas y productos que recogemos y procesamos del bosque, a la homeopatía. En casos extremos vamos al hospital, pero estamos más enfocadas en la prevención, en estar atentas a las señales del cuerpo, y descansar, hacer trabajo personal, tomarse unas vacaciones, prestar atención a lo que pasa y cambiar, transformarse… Como nos toca transformarnos cuando llegan los niños y las niñas a Lakabe, en partos naturales y en casa. No fue fácil para las primeras criaturas que nacieron, ni para sus madres, ni para sus padres, ni para el grupo, todos los convencionalismos del mundo hicieron acto de presencia en cada nuevo gesto cotidiano cuando esto sucedió. La escuela del pueblo y las personas nacidas en Lakabe Otro cambio importante fue crear una escuela en el pueblo. Nuevos esquemas rotos: el tema de los horarios, el aprendizaje, la disciplina etc. Todos los tabúes de nuevo encima de la mesa y, claro, el volumen de desacuerdo era enorme, pero también era grande la voluntad para sacar adelante el proyecto de la escuela. Así que entre todas fue posible establecer unos mínimos en los que estábamos de acuerdo. A partir de ahí, a currar cada día y a ver lo que pasaba. Nuestras hijas e hijos lo pasaron bien, solo tenían tres horas de clase formal por la mañana y realmente fue suficiente, cuando años más tarde se integraron cada uno en su curso no tuvieron dificultad en alcanzar el nivel de una escuela convencional. También durante unos años trabajamos con otras comunidades del Estado en lo que llamamos la escuela itinerante. Existía entonces una red de coordinación entre las diversas comunidades: se llamaba MAR (Movimiento Alternativo Rural). Con todas estas comunidades hicimos un intercambio de actividades. Nos juntábamos una vez al trimestre, con los niños y niñas que querían de cada comunidad
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y durante 2 o 3 semanas convivíamos y realizábamos todo tipo de actividades relacionadas con la cultura de la zona y el tipo de actividad propia de esa comunidad. Teníamos una doble finalidad: que nuestros hijos e hijas vieran y convivieran con otras y niños con un hábitat y opción de vida similares y que aprendieran cosas muy variadas. A través de la escuela itinerante estuvieron en Huelva, en la comunidad de Rosa y Antonio; en Galicia cogiendo mejillones; en Aineto, Huesca, bajando cañones; en Cataluña con la comunidad de Arco Iris en Alcober, donde experimentaron unas inundaciones; en Levante, en la comunidad antroposófica de Ondara donde conocieron las mandarinas de primera mano. En Navarra estuvieron en Roncesvalles y cuando llegaron a Lakabe, la nieve y la ventisca eran impresionantes, todos subiendo, andando o en caballos durante dos kilómetros. Ahí vivimos los teatrillos, las marionetas, etc. Hemos sido unos padres bastante conscientes de nuestra labor, hemos intentado que estas personas pudieran acceder a lo máximo de información y que dentro de su propio ambiente pudieran comprobar que no eran los únicos bichos raros del planeta, sino que hay muchos otros bichos raros y Lakabe está entre ellos. Hemos estado trabajando mucho tiempo en liberarnos de todas estas cosas automáticas que nos surgían: “¡no te manches!” o “¡no grites!”, etc. Acabamos de terminar nuestro proceso de liberación personal y empezamos a tener contacto con otras maneras no solamente de construir estructuras sociales colectivas sino también de ver cómo podríamos acompañar a las nuevas personas en su crecimiento sin dañarlas demasiado. Todos estos hijos e hijas que tuvimos (hasta 19) han permanecido con nosotros hasta los 20, 23, 25 años. Han estudiado, viajado, han hecho un poco lo que han considerado que era en ese momento lo que ellos querían vivir. En el 2008 se fue un grupo importante de personas que habían nacido aquí. Ahora han ocupado otro pueblo y acaban de hacer el tejado. Es una buena noticia que parte de las personas que han nacido aquí y que han crecido aquí tengan la capacidad de hacerse una casa y de trabajar 22 personas juntas y bien organizadas en un espacio reducido, esto es un logro. Grupo y personas, integración y conflicto Las experiencias creativas enriquecen las energías personales y la energía personal se suma a la energía grupal. Entonces, ¿cómo se supera un conflicto en el que lo individual se opone a lo colectivo, o viceversa? Ésta es una de las grandes dificultades del grupo. Parece que sí perdemos libertad cuando nos adentramos en un grupo, pero un grupo se nutre de personas libres. El problema se presenta cuando vives con personas que no son libres, el grupo se come marrones que no le competen y cuesta mucho sostener a una persona y expresarle, “esta situación no la podemos resolver aquí”. Por eso hemos creado espacios para afrontar estas
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situaciones, incluirlas y aclararlas. Digo esto porque me parece importante resaltar que las personas tienen que tener claro que son responsables de todo aquello que sienten y también de todo aquello que provocan. A menudo, mi código ético, mis prioridades o mi sistema de creencias intervienen e interfieren oponiéndose a lo que se está trabajando en el grupo. Y cuando se está en medio de un conflicto de intereses, lo que se descubre es que no tenemos el mismo referente. ¿En base a que estamos hablando? ¿Cuál es nuestra prioridad? Un buen sistema referencial sería aquel que se conecta con la vida. Pero, ¿cómo se expresa la vida? La dificultad está latente hasta que de alguna forma el grupo acepta y asume que más que crear, lo que hay que hacer es aceptar, aceptar un sistema un poco diferente. Actualmente todo es dominar la tierra, hablamos de explotación agrícola o de explotación ganadera, ésta es nuestra manera de intervenir en la naturaleza, siempre pensamos que tenemos que “hacernos” con las situaciones, las cosas, la naturaleza… cuando en realidad tenemos que ser simplemente humildes. La vida existe y existirá independientemente de nuestra capacidad de percibirla, independientemente de lo que yo crea o no crea y por lo tanto tiene una manera de estar idónea. Lo que se nos pide es que como seres humanos que habitamos este planeta y como parte de esta humanidad, seamos capaces de percibir la vida y aceptar que esto tiene un sistema propio que funciona y que sólo tengo que escuchar y atender a lo que la situación demanda, y que lo que no funciona soy yo. Cuando percibes esto y te metes por este caminito y dices: ¡el mundo está ahí dentro! ¡No está aquí fuera!, llegas a cambiar la percepción de la naturaleza, de cómo son las cosas, del sistema colectivo, tienes otra percepción de cómo recibes al otro. Empiezas a entender a las otras personas desde otros espacios que no son solo los de la mente y la palabra, empiezas a relacionarte en un plano más sencillo y, aunque parece que la sencillez es simple, no es así. Para conectar con la vida y que se instaurare un sistema de intercambio sencillo con la vida hay que atravesar muchos sistemas muy áridos en los que entiendes que te entregas a una experiencia de vida. Se necesita un cambio de paradigma como humanidad si queremos salirnos de este sistema de dominación-sumisión y pasar a un sistema de intercambio real, de equidad y de horizontalidad.
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Hotel Bauen, tomado y autogestionado Fabian Pierucci
Presentación: La intervención de Fabián Pierucci no puede comprenderse sin conocer parte de su experiencia vital. Experto en Economía del Trabajo y Comunicación Popular, habla en primera persona de una experiencia de autogestión en un hotel de Buenos Aires, el Hotel B.A.U.E.N.1 Coop. Economista y trabajador por años en fábricas, participó en la creación de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA) conformada por 70 empresas recuperadas por sus trabajadores junto a otras cooperativas vinculadas a movimientos sociales. Es integrante desde principios de los 90 del Grupo Alavío, dedicado a la producción audiovisual para mostrar conflictos sociales y la lucha de los trabajadores y las trabajadoras en Argentina. Asimismo es participante de una televisión comunitaria y alternativa, Ágora TV, que comenzó su andadura en el 2006 con el objetivo de que “la audiencia se apodere del medio y lo utilice como herramienta transformadora”.
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Intervención en el panel: Mi idea es compartir la experiencia del Hotel B.A.U.E.N.Cooperativa de Trabajo y algunas otras empresas recuperadas por sus trabajadores, pero en particular me gustaría proponer pensar juntos la autogestión como un concepto profundamente político y que hoy está en disputa. Comenzaré con la proyección de un video que resume el proceso de transformación de una fábrica abandonada en otra ocupada por los trabajadores, proceso que recoge elementos comunes al llevado a cabo por más de 200 empresas recuperadas hasta ahora en Argentina2. Es la historia de una fábrica de globos3. Un lunes llegan los trabajadores y se encuentran que está cerrada y que han desalojado todo su contenido (las máquinas y herramientas). Los trabajadores empiezan a buscar por todo Buenos Aires y encuentran las máquinas que se había llevado la patronal en un almacén dedicado a la recogida de chatarra y basura en el gran Buenos Aires. Ante la desesperación, deciden poner una carpa las 24 horas delante de ese lugar para que la patronal no vuelva a robar las máquinas de su propia sociedad. Hay intervención judicial, pero el juez nunca tomó una acción con respecto a esto, hasta que en una de las guardias que hacían por la noche dos trabajadoras son atacadas. Se hace una asamblea con asistencia de trabajadores de varias empresas recuperadas y se juntan fondos para pagar el transporte de las máquinas de nuevo a la fábrica y se realiza una acción conjunta entre los trabajadores de ésta y los de otras fábricas recuperadas; por supuesto, con caravana de policía e intento de parar el dispositivo. Así se abre de nuevo esta pequeña empresa bajo control obrero. A finales de 2001, el Hotel B.A.U.E.N. de Buenos Aires cerró sus puertas dejando a más de 100 trabajadores en la calle y vaciando sus instalaciones. En asamblea, un grupo de ex trabajadores y trabajadoras resuelve volver a las instalaciones en marzo del 2003. Con la ayuda de otras cooperativas, fueron acondicionando el hotel hasta reabrir sus puertas a mediados de 2004. Desde entonces, el Hotel B.A.U.E.N. autogestionado es un hotel al servicio de la comunidad, de las empresas recuperadas y es un espacio cultural alternativo en pleno centro de la ciudad. El B.A.U.E.N. es un hotel de 20 pisos, una torre que está en el centro de Buenos Aires, a tres cuadras del Congreso Nacional, a poco más de un kilómetro de la Casa de Gobierno. Desde sus comienzos hay un vínculo muy estrecho entre el grupo de empresarios que lo construyó y el estado argentino. Haciendo gala a la tradición de los estados latinoamericanos, se funda con créditos de la dictadura militar en 1978, año en que se celebró el Mundial de Fútbol que ganó Argentina y que formó parte del aparato propagandístico de la dictadura. A 1500 metros del estadio donde se jugó la final del mundial estaba el centro clandestino de detención más importante que hubo durante la dictadura (ESMA), por donde pasaron miles de compañeros y compañeras, torturados, la mayoría hoy desaparecidos. Durante los treinta años que funcionó el hotel bajo la patronal no se pagaron los
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créditos hipotecarios que tenían como deuda con el estado argentino. Con el flujo de recursos del Hotel Bauen S.A., el grupo empresario construyó otro hotel a la vuelta, que hoy sigue bajo control patronal. Actualmente dicha empresa es además proveedora del Estado de elementos para hospitales públicos. No se entiende cómo durante más de treinta años un particular pueda tener una deuda hipotecaria con el Estado y que no sea ejecutada. Además, como práctica de flexibilización laboral y optimización de la tasa de ganancias a cualquier costo, hubo varios cambios de firma, por lo que los trabajadores perdieron antigüedad, derechos laborales adquiridos, etc., ya que cada nueva firma significaba empezar de nuevo como empresa. En el último cambio de firma hubo un cambio rápido de titularidad, con una venta del edificio. Como los vendedores no tenían el título de propiedad, porque no estaba completado el pago del crédito del grupo originario que construyó el hotel, el grupo comprador permaneció tres años y después lo abandonó, al no poder hacer efectiva la compra. Ellos fueron los responsables de la quiebra final y del cierre del Bauen el 28 de diciembre de 2001, pocos días después del estallido de la crisis económica argentina que generó un vacío de poder durante unos meses, desde el 20 de diciembre de 2001 a julio de 2002. Quedaron los últimos 80 trabajadores en la calle y el hotel fue abandonado y cerrado. Durante ese período ocurrieron diferentes acontecimientos. — Ante la desocupación de millones de trabajadores, la protesta masiva de trabajadores desocupados organizados en movimientos que tienen como herramienta fundamental el corte de carreteras (“los piqueteros”), para tratar de parar la circulación de mercancías como medio de presión, y como una adaptación de las históricas barricadas, en la lucha de clases actual. Sin ese antecedente sería poco probable la aparición de lo que vamos a referir después: el fenómeno de la empresa recuperada. — Aparece la Asamblea Popular como expresión territorial, intentando establecer vínculos sociales con un tipo de proyecto participativo para solucionar los problemas más graves de los vecinos. Ante la devaluación de la moneda argentina (la ruptura de lo que fue la equivalencia “1 peso - 1 dólar” durante diez años, del año 89 al 99, de golpe pasa a ser esta relación: 1 dólar = 4 pesos), lo que significó que el pan, la leche, el azúcar, aumentase cuatro veces, y los salarios e ingresos (subsidios, pensiones) quedaron reducidos al 25%. Ello produjo una grave situación social donde se podía ver, por ejemplo, cómo un vecino se iba deteriorando físicamente, porque si uno no come, le cortan la luz y no tiene calefacción, etc., biológicamente el ser humano no tiene mucha resistencia y se percibe nítidamente el deterioro físico y psicológico. Sabiendo que no hay alternativa cuando te despiden del trabajo, muchos núcleos organizaron formas de resistencia ante ese futuro negro: la ocupación de sus espa-
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cios laborales. Quedándose en el lugar de trabajo (en el taller, en la fábrica, en este caso en un hotel) como forma de presión para intentar, en principio, algún tipo de interlocución para generar un acuerdo, ya sea que la patronal pudiera tener algún plan de reinversión para darle continuidad a la empresa, ya sea que viniese un grupo inversor y se instalase para hacerse cargo de la gestión, ya fuese que el estado interviniera con algún tipo de solución, que por lo visto no tenía lugar. Después que el hotel Bauen permaneciese un año cerrado, se celebra una asamblea con otras empresas recuperada (en Chiilabert, una imprenta que ya había iniciado el proceso de producción bajo gestión obrera) y se discute entre todos qué hacer: los compañeros y compañeras deciden volver a entrar en el hotel el 21de marzo de 2003. Un segundo momento es el de la organización de la resistencia, que en este caso duró un año. Requería apoyo económico, organización de la autodefensa, organización interna del colectivo que toma las decisiones (establecer turnos, buscar solidaridad en otros grupos de resistencia en la misma situación y también con la comunidad). En Argentina hay una desafectación absoluta de la lucha gremial con respecto a la situación particular de las condiciones de trabajo, entre otras cosas porque los grandes ausentes en estos procesos son los gremios. A la burocracia sindical o los sindicatos verticales lo que les interesa es la cuota sindical o, en el mejor de los casos, como es en este caso de despidos o cierre de fábricas, obtener algún porcentaje o participación de la indemnización por cese laboral (lo que constituye un gran negocio para estas centrales sindicales). Por lo que los gremios (salvo excepciones) están en contra de estos procesos de recuperación de empresas por parte de los trabajadores. Y hay un tercer momento. Cuando es absoluta la desesperanza de solución desde fuera, se empieza a ver más próxima la posibilidad de generar algún tipo de solución que dependa de la propia fuerza organizativa y de posibilidades de desarrollo productivo. Y empiezan los procesos de autogestión de la producción y organización del trabajo. Es en ese momento cuando se decide poner en marcha una máquina en una fábrica o se decide, como fue en el caso del hotel B.A.U.E.N., alquilar un salón para una fiesta. Un compañero, consciente de la situación crítica propone, ante una fiesta familiar, hacer un canje de uso de un salón del hotel por elementos de limpieza. El paso siguiente fue abrir un bar a la calle, gracias al apoyo de los trabajadores de otra empresa recuperada que hicieron una donación de materiales y de dinero (1000 €) para comprar una caja registradora. Así es como se abrió el bar del hotel B.A.U.E.N., bajo gestión obrera. Después de muchos debates, entre esperanzas y temores, se acondicionan habitaciones para uso de pasajeros. Para todo esto se adoptó jurídicamente la forma de una cooperativa de trabajo.
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A continuación me gustaría hablar sobre los procesos de autogestión. Aparte de estos tres momentos, ocupar, resistir y producir, como conceptos análogos a los del (MST) Movimiento Sin Tierra de Brasil (que propiciaron procesos agrarios en los que se ocupan tierras, resisten para obtener algún tipo de legalidad a esa ocupación, se organizan las poblaciones que se van a asentar en esos terrenos y se producen alimentos básicamente para el autoconsumo), en nuestro caso se toman edificios y medios de producción (maquinarias y herramientas en su interior). La producción está vinculada a bienes y servicios en un marco urbano. Nuestro proceso autogestionario supuso una adaptación al utilizar conceptos que se usaron para la lucha rural y que son aplicados para la lucha de auto organización del trabajo y la producción urbana. En todos los casos se crean tensiones. La primera tensión tiene que ver con el derecho a la propiedad privada (una necesidad del sistema capitalista) contrapuesto con el derecho a la vida. En dicha tensión debería primar, como dicta el sentido común, el derecho a la vida. Sin embargo esto no es siempre así, ya que en muchos casos prima el derecho a la propiedad que se antepone al derecho a la vida. Por ejemplo, en Zanon4, una fábrica fundada hace treinta años (con alta tecnología, con obreros cualificados), se han producido más de treinta casos de accidentes laborales fatales en la etapa patronal. Cuando se dice que el derecho a la vida está por encima del derecho a la propiedad privada en el sistema capitalista, esta afirmación no queda tan clara en la práctica. Y hay una infinita cantidad de ejemplos en este mismo sentido. Otra tensión importante es la de la legalidad impuesta contra la legitimidad de la acción directa. La movilización permanente de los trabajadores desocupados, motivados por un estado permanente de miseria, da legitimidad y modifica la valoración social que implica que el puesto de trabajo se conforme en un bien social. Se transforma el sentido de la relación contractual laboral, de una relación privada, a través de un contrato laboral entre trabajadores y patrones, por la reivindicación del puesto de trabajo como un bien social. Y jurídicamente eso se da obligando a las legislaturas provinciales y nacionales, a través de la movilización, a través de la acción directa, a sancionar leyes en ese sentido5. En definitiva, tienen que reconocer que esos bienes (los puestos de trabajo y los medios de producción) son un bien de utilidad pública. Ése fue uno de los mecanismos que hasta ahora seguimos reivindicando, que no soluciona de fondo los problemas, pero que hacen torcer el brazo al estado que estuvo ausente como órgano de controlor: que haya procesos de vaciamiento, donde no se pagan impuestos previos al cierre de fábricas, donde se dejan de hacer los aportes previsionales por parte de las patronales, donde se toman créditos que quedan impagos en la banca pública y fundamentalmente hay un retraso salarial que hace que al momento del cierre se haga daño a los trabajadores, todo esto sin ninguna intervención o regulación estatal. Hay que reconocer que con ca-
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da puesto de trabajo que se pierde no es un vínculo personal el que se está rompiendo, sino que es un problema que atañe a todos y el estado debe tener algún tipo de intervención, por lo menos reconocer el problema, que es lo que se hace cuando se saca una ley de expropiación. De la misma forma que una ley se utiliza para hacer una carretera, una represa, tirando casas e indemnizando previamente a sus propietarios de acuerdo con el precio que determina el Estado, debería hacerse lo mismo con un puesto de trabajo que se pierde: si el empresario abandona la máquina, es fraude laboral; si quedó con deudas a sus trabajadores, debe ser expropiado dando continuidad a la empresa a través de una cooperativa de trabajo. Este tipo de experiencias demuestra en la práctica que el mecanismo de funcionamiento del sistema capitalista, basado en la tasa máxima de ganancia, esto es, máximo precio, máximo volumen de ventas, menores costes salariales, no es el único. Y eso sí es una cuestión novedosa: que la eficiencia no depende solamente de los precios y los costes, sino de la calidad de vida en el puesto de trabajo (cómo se puede trabajar mejor, con motivación, con desalienación, con conciencia de dónde se destina el producto del trabajo, etc.). En autogestón podemos trabajar eficientemente en términos productivos, pero generando un concepto de productividad que no sea impuesto de forma vertical por un patrón o por un Estado, sino que sea consensuado en algún organismo que permita reflexionar sobre nuestra práctica y poder tomar decisiones de forma colectiva. Ese mecanismo me parece uno de los fenómenos más interesantes y las experiencias de empresas recuperadas tienen en común a la asamblea como el órgano de toma de decisiones y de colectivización, de la historia de cada individuo, de los problemas y de la búsqueda de soluciones para estos problemas. Proponemos pensar juntos la autogestión como un concepto profundamente político y que hoy está en disputa. En disputa con el estado que identifica a la autogestión como mera forma de paliativo a los problemas sociales, en disputa con las patronales en el marco de la lucha de clases, como también en disputa dentro de la propia clase trabajadora a la que cuesta pensarse a si misma como sujeto de cambio estructural de las relaciones sociales. Para ello es importante partir de los elementos comunes llevados a cabo por más de 200 empresas recuperadas hasta ahora en Argentina. En ese sentido y en las experiencias que estamos llevando adelante, hablamos de autogestión en términos de disputa, porque nos permite, entre otras cosas, darle un sentido político a este tipo de experiencias que tienen que ver con que la autogestión no es solamente una herramienta que nos permite tener eficiencia en la organización del trabajo o en términos de la producción, sino también generar un anclaje hacia el pasado, hacia nuestra historia como clase trabajadora. Experiencias como las de la Revolución Española del 36; la Revolución en Rusia, en su primera etapa; las de los cordones industriales en Chile, durante el boicot patronal al gobierno de Salvador Allende, que tras el abandono de fábricas y talleres, fue-
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ron tomados bajo control obrero los procesos productivos; son un claro ejemplo en este sentido. Cada vez que dan testimonio los compañeros, lo que se quiere es demostrar que trabajar sin patrones es posible. Es la experiencia del B.AU.E.N. o de cualquiera de las empresas recuperadas que están funcionando, ya sean más pequeñas o más grandes. Así necesariamente el concepto de autogestión se amplia del campo de la producción al de las relaciones comunitarias. Y debemos pensarnos autogestionando el conocimiento, autogestionando el ocio y la recreación, autogestionando nuestras comunidades, en definitiva constituyendo un proyecto político en las antípodas del sistema capitalista en que hoy vivimos. En este sentido la autogestión tiene un fuerte sentido de futuro en términos de pensarnos en una sociedad sin explotación ni opresión.
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El hotel Bauen SA luego de su abandono por parte de la patronal fue recuperado por un grupo de trabajadores y trabajadoras el 21 de marzo de 2003. Hoy funciona bajo la figura jurídica de cooperativa de trabajo bajo la denominación de B.A.U.E.N. (Buenos aires Una Empresa Nacional) lo que permitió mantener la denominación con que era conocido. 2 Según “Las empresas recuperadas en Argentina” de Andrés Ruggeri, existen a diciembre del 2010 la cantidad de 205 empresas que agrupan alrededor de 9500 trabajadores. 3 Ex Global SRL, hoy Cooperativa de trabajo La nueva Esperanza. Este video y otros sobre empresas recuperadas por sus trabajadores pueden verse en el sitio de Internet Ágora TV: www.agoratv.org . 4 Zanon es una fabrica de cerámicas en la Patagonia argentina hoy gestionada por sus obreros bajo la denominación de FASINPAT (fábrica sin patrón). 5 Las llamadas Leyes de Expropiación son sancionadas por las legislaturas de los estados provinciales. Declaran de utilidad pública las instalaciones y maquinarias de las empresas quebradas, sujetas a expropiación a favor de los trabajadores organizados en cooperativas de trabajo. Fue una de las formas para dar legalidad a estas experiencias.
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AUTORES: Félix García Moriyón; Paco Puche; Alejandro R. Díez Torre; Frank Mintz Alicia Alonso, Peter Jancsy y Paquita Ruiz; Bea y Javi; Mabel Cañada; Fabián Pierucci.
Confederación General del Trabajo www.cgt.org.es www.cgtandalucia.org/autogestion2010 www.rojoynegro.info
1910
2010
100 AÑOS DE ANARCOSINDICALISMO