Aprendizaje y mente animal
Karen Pryor
Aprendizaje y mente animal
por suerte, suele ocurrir pero no es imprescindible: las leyes del refuerzo positivo harán el trabajo por sí solas. Klinghammer ha elegido un macho grande, D’Artagnan, para que le enseñe. Un nombre típico de lobo, porque nadie le pone a un lobo Chiqui, ni Coco, ni Toby. D’Artagnan se crió entre humanos, así que no sabe comportarse con otros lobos y tiene que vivir solo en un cubil de la parte más alejada del parque. Klinghammer y yo subimos al camión con un par de estudiantes y una gran lata de comida seca para perros y nos dirigimos al cubil de D’Artagnan. Yo saco mi silbato de adiestradora de delfines, agarró la lata de pienso y me acerco a la alambrada. En los dibujos e incluso en las fotografías, los lobos se parecen mucho a los perros, pero en la vida real son muy diferentes. Para empezar, no tienen las orejas largas y en punta, como el Pastor Alemán, sino pequeñas y redondas, como los osos. Además, no huelen a perro: huelen a alfombra de pieles. D’Artagnan me recibe con un espectacular despliegue de amenazas, gruñendo, lanzando dentelladas al aire y embistiendo a la alambrada que nos separa. Tiene el tamaño aproximado de un San Bernardo, pero con las mandíbulas mucho más anchas y los dientes más grandes, sobre todo los molares posteriores, con los que trituran el hueso, y de los que obtengo una excelente panorámica. Estoy convencida de que este espectáculo de agresividad es un comportamiento aprendido: no tiene el pelo del cuello erizado y no muestra el blanco de los ojos. En realidad no está tan enfadado, pero seguramente ha descubierto que a veces consigue que la gente se estremezca o incluso se escape si se muestra así de temible. Y, sin duda, le debe resultar muy divertido. El primer paso hacia el cambio consiste en explicarle al lobo que cuando escuche el silbato recibirá comida. Toco el silbato y le lanzo un poco de pienso. D’Artagnan no deja de gruñir, saltar y lanzar dentelladas frente a mi cara y, de pronto, la alambrada que nos separa me parece un tanto endeble. No quiero reforzar su – 12 –
Aprendizaje y mente animal
Karen Pryor
Traducción: Blanca Rodríguez Rodríguez
Título original: Reaching the Animal Mind. Clicker Training and What It Teaches Us about Animals Karen Pryor
© 2009, SCRIBNER, A Division of Simon & Schuster, Inc. 1230 Avenue of the Americas, New York, NY 10020. USA (versión inglesa) © 2011 Kns ediciones S. C. (versión en castellano) Pedrouso 42 15883 Cacheiras-Teo A Coruña Tlf: 981 519 281
www.knsediciones.com
Traducción: Blanca Rodríguez Rodríguez Corrección de estilo: Mensi Cortizas Bouza Corrección técnica: Benigno Paz Ramos Maquetación: Ana Loureiro Diseño cubierta: Alberto Mosquera Lorenzo
Depósito Legal: C 2384-2011 ISBN 978-84-937456-5-3 Impreso y encuadernado: Tórculo Artes Gráficas S. A.
Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro en cualquier forma o medio sea electrónico o mecánico, incluida la fotocopia o grabación o a través de cualquier sistema de almacenamiento, sin permiso escrito de la editorial. (Diríjase al Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org, si necesita fotocopiar o escasear algún fragmento de esta obra)
Para Max, Gwen, Wylie, Ellie, Micaela, Nat y Maile. Con mucho cariño, La abuela Karen
Índice 1. El camino a las mentes 2. Moldeado
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3. Comunicación
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4. Sentimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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5. Creatividad
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6. Lazos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
129
7. Miedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
159
8. Conversaciones
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187
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205
9. Preguntas
10. Respuestas
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225
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247
12. Intención . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
277
Más información . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
295
Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
307
Hágalo usted mismo
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313
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329
11. Personas
Agradecimientos
1.
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El camino a las mentes
Las personas y sus animales
Me encuentro al borde de una carretera polvorienta en un pueblo de Sudamérica y a mi lado pasa un niño descalzo y mugriento. Un niño muy pequeño, quizá de no más de tres o cuatro años, que va comiendo un bollo. Tras él camina un cachorro escuálido, también muy jovencito. El niño se vuelve, mira al perro y alza un puño amenazador ante el que el perro se encoge ostensiblemente, aplastándose contra el suelo. El niño alza la vista con una enorme sonrisa de triunfo: «¡Menudo susto le he dado! ¿A que sí?». Y continúa su camino carretera abajo. El cachorro se levanta y lo sigue, sigiloso. ¿Y saben qué? El niño se ha olvidado del bollo y lo deja caer: el cachorro lo atrapa y echa a correr. Así es como hemos lidiado con nuestros animales domésticos desde que empezamos a evolucionar juntos. Los tratamos como a seres humanos subordinados e idiotas. Los dominamos, los castigamos, les obligamos a cumplir nuestra voluntad. Y, aun así, ellos se las ingenian para hacer lo que les da la gana. Ambos lados sacan algún provecho de este sistema: en este caso, comida para el cachorrito escuálido y un infrecuente momento de superioridad para el niño. Por lo común, las personas que adiestran animales, dejando a un lado la práctica tradicional de amenazarlos y al minuto siguiente darles de comer, han resultado siempre seres especiales. A menudo se trata de personas con «buena mano para los animales» o «un don natural», un don que casi siempre consta de dos factores: un interés personal por algún tipo de animal en concreto (los adiestradores de perros adiestran perros, los –9–
Aprendizaje y mente animal
adiestradores de caballos adiestran caballos) y la capacidad de entender mejor que la mayoría las sutilezas del uso del miedo y la fuerza. El sistema tradicional de adiestramiento de animales, tal y como se ha llevado a cabo durante milenios, se basa sobre todo en la fuerza, la intimidación y el dolor. Y aunque los adiestradores tradicionales también pueden usar el halago y las recompensas, los principales objetivos del proceso son dominar al animal y conseguir controlar su comportamiento, objetivos que se consiguen mediante el miedo y el dolor. Estamos rodeados de adiestradores tradicionales. Por supuesto, hoy en día justifican sus prácticas con explicaciones pseudocientíficas sobre los líderes de la manada y la importancia de la dominación y de ser el macho alfa. Pero el método básico, pese a ese revestimiento, sigue siendo el castigo y la gente continúa aceptando ese enfoque. Casi todos los propietarios de caballos todavía tienen fustas y espuelas en el establo, las paredes de las tiendas de animales están empapeladas con collares de castigo y las estanterías rebosan de collares electrónicos, que la gente compra. Quizá usted mismo los utilice y yo no voy a discutir con usted. La fuerza y la intimidación llevan funcionando desde que los primeros perros se acercaron a las primeras hogueras (o, con más probabilidad, a los primeros vertederos). Pero ahora todo eso se ha quedado obsoleto. Ahora disponemos de nuevos métodos para tratar con los animales. Un auténtico enfoque científico nos ha permitido desarrollar una tecnología de adiestramiento que, como cualquier otra tecnología, es un sistema que puede utilizar todo el mundo. Los principios fundamentales son sencillos de aprender, funciona con todos los animales (personas incluidas) y es rápido. Lo que el método tradicional tardaba meses en conseguir ahora se produce en minutos. Es completamente benigno porque la fuerza y el castigo están totalmente excluidos del sistema y, además, produce auténtica comunicación entre dos especies. – 10 –
El camino a las mentes
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El lobo D’Artagnan
Erich Klinghammer, profesor de la Universidad de Purdue, es un conocido etólogo, fundador de un centro de investigación llamado Wolf Park (el parque de los lobos) en Indiana, Estados Unidos. El Dr. Klinghammer se topó con mi libro Lads Before the Wind (Los amigos del viento), que describe los años en los que trabajé como adiestradora jefa de delfines en un innovador oceanario, el Sea Life Park, en Hawai. Klinghammer observó que la tecnología que utilizábamos para adiestrar a los delfines se podría aplicar también con los lobos y me invitó al Wolf Park para que le enseñase a su equipo cómo hacerlo. A los adiestradores modernos nos encanta cualquier oportunidad de trabajar con nuevas especies, no solo con un perro o un caballo o un delfín nuevos, sino con un tipo de animal al que no hayamos adiestrado nunca. Siempre empezamos con curiosidad: «¿Quién eres? ¿Qué sabes hacer? Enséñamelo». Nunca había trabajado con lobos, así que, claro está, acepté. Unas semanas después tomé un avión hasta Indiana. Erich Klinghammer me espera en el Wolf Park, ansioso por llevarme a los cubiles para que conozca personalmente a algunos lobos y para que «viva en mis carnes lo bulliciosos que son». Esto ya no me hace tanta gracia. Klinghammer, con su grave voz germánica y su 1,95 m, cruza las puertas del recinto principal del parque y brama: «¡Buenos días, lobos!». Los lobos lo rodean meneando la cola y saltando para saludarlo: «¡Buenos días, Dr. Klinghammer!». En mi opinión, a mí me dirían: «¡Buenos días, desayuno!». Además, no necesito acercarme a un lobo para que funcione la magia del adiestramiento, es más: ambos estaremos más seguros y nos sentiremos mejor con una cerca de por medio. Esta maravilla de tecnología no depende de si somos capaces o no de dominar o impresionar al lobo, ni tampoco de que nos hagamos amigos ni de que tengamos una «buena relación». Esto último, – 11 –