LECCIONES DE AP OL OGÉ T I CA POR
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GÓMEZ OTERO
Canónigo de la Catedral de Bogl>tá
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LECCIONES DE APOLOGÉTICA POR
JOAQuíN GÓMEZ OTERO Canónigo de la Ca¡edral de Bogotá
MC MX V1·IMP.
DE LA CR UZADA - BOG OTÁ
ADVERTENCIA
Estas lecciones fueron dictadas en el Colegio d~ Nuestra Señora del Sagrado Corazón de jesús, y çoleedonadas por una de las señoritas alumnas. Si este modesUsimo trabajo merece la a,ceptaeión del público, s e hará otra edición más completa y más correcta. EL AUTOR
Imprimatur.
f f i BERNARDUS, Archl eplscopus Bogotensls.
(L. S.)
Apologética
NOCIONES
PRELIMINARES
S,~ llama ApOLOGÉTICA la ciencia que trata de demostrar y defender la verdadera religión y la verdadera Iglesia de Nu~stro Señor Jesucristo. Por tanto, se dividirá este tratado en dos partes: la primera tratará de la' demostración de Ia verdadera religión, y la segunda de la v'~rdadera Iglesia. La. demostración de la verdaden religión tiene por objeto: 1. Confirmar en la verdad a los que la poseen y prevenirias contra los errores; 2. 0 Condu0
y la buscan cir a la verdad a los que la ignoran de buena fe, y 3.° Contestar a las objeciones de los impíos y defender la fe de sus ataques.
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CAPITULO I En éste se darán algunas de las demostraciones con que se prueba la existencia de Dios. ARTíCULO I
Dios es el Sér infinito que tiene la razón suficiente de su existencia en su misma naturaleza y esencia; es, por tanto, absolutamente independiente de todo~ otro sér y es asimismo Eterno, Inmutable, Principio y Fin de todas las cosas . . Nô se puede dar una definición estricta de Dios por ser infinito; pero sí puede explicarse con algunas pafabras, más o menos precisas, su existencia, naturaleza y atributos. La existencia de Dios pue~e demostrarse por muchos principios que pueden servir de medios de demostración. Demuéstrase la existencia de Dios por la noción del movimiento. Todo lo que se mueve, es movido por -otro; esto es claro, PQrque el sér que está en reposo por lo mismo carece del acto del movimiento y sólo se halla - en potencia para él, y requiere por tanto otro principio distinto que Ig haga pasar de la potencia al acto del movimiento. No es posible suponer ni admi-
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tir una serie infinita de motores y de móviles finitos, porque esta serie, de cualquier modo que se la suponga, es completamente absurda, pues en todo. caso resultaría un ente infinito limitado, lo que es contradictorio. Luego es necesario llegar a un primer motor absolutamente inmóvil que debe ser infinito, y éste es Dios. La existencia de Dios puede probarse también por la noción de causa y efecto. Todo lo que existe en el mundo ha sido producido y por tanto es efecto. Todo efecto supone causa; y C0l110 no es posible admitir una serie infinita de causas finitas por ser absurdo, luego es necesario admitir una causa primera de todas las causas, y ésta es Dios. En (') Universo se observa un orden admirable en las leyes y en [os agentes de la naturaleza y no puede suponerse que ese orden haya resultado al acaso, pues al contrario, este orden admirable supone un ordenador soberanamente inteligente, y este ordenador es Dios. Por el unánime asentimiento del Universo- Todos los pueblos de la tierra, desd{: el principio del mundo hasta [a época presente, han considerado la existencia de Dios una mayoría verdad innegable; no es posible que lacomo inmensa de los hom-y .. bres, los filósofos, los físicos, [os astrónomos y, en
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fin, ,todos los sabios se hayan equivocado y 'lue sólo tengan' ra.z6n los ateos que ordinariamente son ignorantes y que forman una inapreciable minada en la historia del universo. ARTIcULO II
Atributos dlviDos
Dios es absoluta y actualmente infinito, porque de lo èontrario no sería causa primera; no seria supremo ordenador. Además, si fuera limitado sería limitado por otro, porque es claro que todo lo que . es limitado, lo es por otro ente. Siendo Dios infinito debe tener en virtud de su esencia todas las perfecciones, sin ninguna imperfecci6n. Dios es, pues, Uno y Unico, porque repugnan dos entes infinitamente perfectos. Por la misma razón Dios es Inmutable, Inmenso, Eterno, infinitamente Sabio e inteligente, Omnipotente, libre e independien,te de todo otro sér, infinitamente bueno y próvido. En fin, en Dios se halla la razón de toda perfección sin Iimi-: tación alguna.
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CAPITULO" Necesidad de la Reli(lón ARTíCULO I
Supuesta la existencia del hombre, la Religión es nece~aria y obligatoria de modo ineludible para todos los hombres. Esto se prueba por la naturaleza de Dios, del hombre
y
de la sociedad.
Por la naturaleza
de Dios ) del hombre
Se llama religión el conjunto de las verdades y de los deberes por los cuales el hombre está unido con Dios. Dios por su naturaleza es Creador, Conservador, Supremo Señor y Fin de todas las cosas por ser causa primera, Ente supremo e infinitamente bueno. El hombre por su naturaleza depende de Dios, porque es su Creador, su causa inmediata; y siendo el hombre inteligente y libre, no puede dejar Dios de exigir de él los deberes de fe, amor, obey adoración. Luego, si el hombre quiere vidiencia vir conforme= a su naturaleza, debe cumplir todos estos deberes para con Dios.
- 10Por ·Ia naturaleza de la sociedad
La sociedad es natural y necesaria al hombre y ésta no puede existir sin deberes mutuos, y sólo la religión puede ~xplicar estosPues ~ey sancionarlos beres de unaacertadamente manera eficaz. sólo en Dios y en la religión se halla la razón suficiente de los deberes mutuos de los hombres; porque sólo Dios es la autoridad suprema sobre todos los hombres y así, quitada de la sociedad la idea de Dios y de la religión, no quedaría otra razón de los deberes y ?e. los derechos de los hombres que la fuerza brut~Por eso concluye Platón: «Desfruye el fundamento de toda sociedad, el que intenta destruír la religión Y Voltaire, el jefe de la impiedad moderna, dice: "Si el mundo hubiera de ser gobernado por ateos, equivaldría a estar los hombres sometidos al imperio inmediato de seres infernales encarnizados sobre sus víctimas". También se prueba la necesidad de la religión por el asentimiento de todos los pueblos. Lo que todos los pueblos de la tierra han considerado siempre como verdad indiscutible, es necesario y_fundado en la naturale.za,racional del hom-
,S ..uficiente
lO,
bre, y tál es la idea de la religión. Al efecto, la Historia Universal nos demuestra que los legisladores, los filósofos, los historiadores,
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geógrafos y sabios de todo género afirman Unantmem~nte esta necesidad de la religión. Dice Cicerón: «Toda ciudad y pueblo tienen religión po rque la naturaleza conoce a Dios y sabe adora rio; y no hay hombre alguno que carezca del c onocimiento, de la l ey que la prescribe» y P lutarco: ~Si recorres la tierra acaso encontrarás ciudades destituídas de muros, ignorantes en literatura y en leyes, acaso se echen de menos en ellas las casas suntuosas, y los grandes monumentos, quizá ha~,ta haya algunas que carE·zean del uso dc la monedé.; pero lIna ciudad o pueblo destituidos de templos, del conocimiento de Dios, que no haga uso de or aciones, del juramento y que no ofrezca sacrificios ya para conseguir bienes, ya para evitar l1la1c~;que éll11enaZan, nad'c la vio jamás», AlnlcuLO II
De la Reli gión revelad!:
El hombre con sólo el us o dc la razÓn puede conocer ,la posibilidad y la necesidad de la revelación divina, Porque asi como to do:.; los hombrcs saben qU(~ la ley natural sola no basta para todos los y quI.:lose indecasosdedela laleyvida moral ya del para 110mbn:: necesita positiva, determinar terminado de la le y natural, ya para est ahlecer 5an-
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dón suficieo.te, etc.; asi también la razón natural nos ensefia qùe la religión natural, por ser universal e indeterminada necesita de la ley positiva que determine más los debere's, los explique con claridad, etc., ,y esto no puede hacerla sino Dios porque ningún hombre puede ser legislador para toda la humanidad y mucho menos en las relaciones con Dios, luego la razón sola nos hace conocer la necesidad de la revelación. Se llama revelación la manifestación de una verdad hecha por porelDios al hombre y recibida hombre en virtudsobrenaturalmente de la autoridad de Dios que la revela. La revelación es posible: primero de parte de Dios. No puede negarse a Dios las perfecciones que tienen los hombres; pero los hombrës pueden ser enseñados unos por otros, luego con mayor razón puede Dios enseñar a los hombres las verdades que ellos ignoran; pero la comunicación de las ideas es una perfección, que el hombre ha recibido de Dios, luego no puede carecer de ella. De parte del hombre
Es evidente que el hombre puede
recibir ense-
fianza de otro hombre, luego también puede recibirla de Dios que le ha dado la inteligencia y el lenguaje.
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Oe parte de
181
verdades
mIsmas
Porque toda verdad es susceptible de ser conocida por el sér inteligente, y el hombre ha recibido de Dios la inteligencia, que tiene por objeto propio la verdad. E~ posible la revelación
de los misterios
Se llama misterio una verdad superior al alcance de la in teligencia humana. Pero estas verdades puede también conocerlas el hombre aunque no pueda comprenderlas y dedemostrarlas; y la experiencia nos enseña que, aun en el orden natural, hay muchas verdades que los hombres las conocen y que no las comprenden perfectamente. Luego es posible la revelación tanto de las verdades naturales como de las sobrenaturales. La revelación es útil y necesaria al hombre para el conocimiento de la religión natural, y más para el conocimiento de la religión revelada. Porque es claro que es útil el conocimiento de todas las verdaçies, y principalmente de aquellas que son de grande importancia, y es también necesaria especialmente para el conocimiento perfecto de la religión, a fin de que conozca estas verdades de un modQ fácil, seguro y cierto, y sin peligro de error,
Parte prime ra Demostración de la verdadera
religión
en esta parte: 1.0 De la demostra-de ciónTrataremos de la religión cristiana;2,o Demostración la religión cat.ólica. CAPITULO I Dem ostración de la religión cristiana ARTICULO I Uuidad de l a verdadera
religión
La verdadera religión necesariamente debe ser Una y Unica. 1.0 Porque Dios. es Uno y Unico y es Supremo legislador. 2.° La especie humana también es Una, de consiguiente las relaciones entre el hom- , ~re y Dios deben participar de esta misma unidad; -'3.° La vercfad es una y no puede estar en contradicción consigo misma i por tanto, no puede haber
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varias religiones verdaderas: Una debe ser verdadera y 10das las demás falsas. Todos los hombres están obligados a investigar la vrrdadera religión y a abrazarla una vez conocida. Porque todos los hombres tienen el deber inprescindible de adorar y servir a Dios como a su Creador. y esto no puede haœrlo sino por medio de la única verdadera religión que es la que Dios ha establecido como ley, luego están en el deber de conocerla y abrazarla. Síguese de lo ydicho que el indiferentismo, la libertad de cultos el tolerantismo son invenciones absurdas, porque es absurdo que el inferior seflale regIas al superior y más aún que el hombre se las senale a Dios. Por tanto, sólo Dios puede ser autor de la religión como ley universal; igualmente es absurdo que Dios, siendo la verdad misma, sea honrado con cultos contradictorios o con manifiestos errores. Para conocer una verdad de tan grande importancia t;:omo es la verdadera religión, hay medios tanto intr[nsecos como extrínsecos al alcance de la razón humana. Los medios intrínsecos son: que la doctrina que se ensef'ia no sea evidentemente contraria a la razón; que no tenga contradicciones; que sea digna de Dios; que sea apta y eficaz para conducir al
hombre a su último fin y que el desarrollo de todos sus princjpios conduzca al hombre a su completa perfección. Los extrínsecos son aquellos hechos externos, claros, fáciles de conocerse y sencillos, por los cuales puedan venir tod?s los hombres al conocimiento de la verdadera religión. Estos hechos son los milagros y las profecias. Milagros
Milagro es un hecho superior a las fuerzas de la naturaleza creada. Los milagros pue.den ser de tres órdenes: Milagros de primer orden son aquellos que de tal manera superan a la naturaleza, que ésta no puede hacer nada análogo, como la resurrección de si mismo, la glorificación del cuerpo humano, Los etc. milagros de segundo orden son aquellos que ia naturaleza puede hacer algo análogo, pero no en el ,mismo sujeto. Ejemplo: la resurrección de un muerto. Los milagros de tercer orden son' aquell~s que la naturaleza puede hacer algo semejante, pero no del mismo modo, como es la curación repentina de una enfermedad grave. No deben confundirse los verdaderos milagros con los hechos meramente providenciales como e l
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favorecerse un individuo en u n peligro inminente; ni con los hechos angélicos como la traslad.)n de Habacuc é 1 1 Lago de los Leones; ni con los hechos diabólicos I~omo la ascensión de Si món Mago. Los milagrc.s de cualquier orden que sea son posibles. Los m ilagr'Js consisten en producir un efecto sin los agentes naturales o impedir que lin agente natural produzca un e fecto en d eterminadas circunstancias. p rmero es posible agentes ynaturalesLohan ~ecibido de D ios porque toda su losactividad energía, luegc10 pueden carecer de e lla; lO segundo es posible porque siendo Dios infinito es claro que puede imredir que una causa produzca un efecto en determinadas circunstancias. Por tanto, Dios puede producir ln efecto sin los agentes naturales y puede tar:1bién impedir, por la misma razón, que dichos agentes produzcan un efecto en determinadas circunstancia.s; luego los milagros son posible,. Les milagros prueban de un macla incontrastable la v'~rdad de la doctrina en cuya confirmación se hace. Esto (:s claro, porque según lo dicho antes, Dios y no es es causa única y exclusiva de los milagros posible que realice estos hechos sobrenaturales/para confirmar una doctrina falsa. Luego si hay una r e -
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1igión que tiene milagros en su favor, ésta será laúnica verdadera. Profecias
Profecía es el concimiento y anuncio cierto de un acontecimiento futuro que no puede preveerse en las causas naturales. Que la profecía es posible se deduce claramente de la perfección infinita de Dios; pues que siendo infinitamente inteligente y sabio, s6lo EL puede conocer esos acontecimientos, pero éstos puede revelárselos al hombre; luego la profecía es posible. Sólo Dios puede ser autor de las profecías; porque sólo el entendimiento de Dios en cuanto infinito, puede conocer con un solo acto lo presente y lo futuro, lo que depende de su voluntad soberana y lo que depende de la voluntad del h ombre; y para el conocimiento y anuncio de los hechos que son objeto de las profecías, se requiere entendimiento infinito, luego _iólo Dios puede ser autor de la profecía. Siguese de aquí: 1.0 Que las profecías son pruebas incontestables de la doctrina en cuya confirmación se hacen; 2. Que si hay una religión que 0
tiene profecías en su favor, ésta será la única verdadera. En estos medios de demostración se supone conocidas y demostradas ciertas verdades fundamentales que son medios para conocer otras verdades.
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Estos son en primer lugar los criterios, en segundo lugar la certeza, la evidencia, la existencia objetiva de los cuerpos, la existencia de Dios, su perfecci(jl1, la libertad humana, la espiritualidád e inmortalidad del alma. Criteriol'
Criterios son los medios de que nos valemos para conocer la verdad. 50'1Crltaio acho, de a saber: 1,° los sentidos externvs Son las cinco facultades orgánicas de q¡,e nos servimos para conocer los cuerpos y las propiedades corp" ns r ; son: la vista, el oido, el olfato, el gusto y el tacto. 2.° Cr i/erio de la intelir..l!ncía (o r;:¡zón natural). Es la f?cultad espiritual por la cual conocel'1()S las verdades primitivas y necesarias. 3.° Criterio de la conciencia.
Es la facultad espiritual por la cJal conocemos nuestras (¡fecciones espirituales presentes y nuestro propio sé(. 4." Criterio de la memoria,
Es la facultad por la cual conservamos el conocimiento de nuestras afecciones pasada~ y las recordamos en cuanto pasadas.
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5.° Raciocinio.
Es el criterio por el cual deducimos de principios universales conclusiones particulares. 0
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Inducción.
Es el criterio por el cual llegamos al conocimiento de las leyes de la naturaleza por la observación de los fenómenos y de los hechos. 7.° Autoridad divina.
Es el criterio por el cual asentimos. a las verdades reveladas por Dios . .8.° Autoridad humana. Es el criterio por el cual asentimos a las verdades que nos ensefian los demás hombres. Certeza
Certeza es la firme adhesión de la mente a la verdad conocida. La certeza es un estado del entendimiento, y por tanto es subjetiva; pero tiene por objeto la verdad y ésta es objetiva. Evldetlci.
La evidencia es la claridad de la verdad, que arrebata el asentimiento de la mente. Es propiedad de 'Ia ver~ad, y por tanto es objetiv'a; pero la percepción de la evidencia es subjetiva.
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Existencia objetiva de los cuerpos Es ésta Ulla verdad tan clara quc el negaria sería ridículo. La existencia ùe Dios y su perfección infinita se demuestra en otro lugar. La Providencia divina es la acci(¡r por la c ual y dirige las criaturas a s u fjn Que Dios conserva existe la Providencia es lína verdad m'lY clara, supuesto como se dijo ya, que Dios es Creador y Ordenador del universo; y la ac ción de 'la Pro'¡idencia es una consecuencia necesaria de estm, atri-
butos. Li be rtad
hu man a
Libertacl es la facultad de hacer el Jién pc·r elección. La libertad se divide: en libertad de contradicción, que es la f acultad de elegir entre cosas contradictorias. por ejemplo: estudiar o no estudiar; andar o no andar. La de contrariedad es la facultad de elegir entre cosas contrarias, por ejemplo: andar o estarse quieto, comer o ayunar; y la de especificación es la d e ~legir entre cosas distintas, pOI ejemplo: estudiar Geografía o Botánica. Para que haya verdadera libertad se requiere la inteligencia,
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El poder pecar no es de la naturaleza de la libertad sino una consecuencia del libre albedrío. Este es la facultad por la cual el hombre es dueño de sus y asiporque cuandoésta obraes elunamalperfección no es en yuso de laactos; libertad, un derecho, y como tal no puede tener por término lo que es esencialmente malo. 'La' espiritualidad e inmortalidad del alma se hallan perfectamente demost.radas en psicología. ARTíCULO II
Antes de exponer la demostración completa de la religión cristiana, debe advertirse que hay tres géneros .de pruebas: una indirecta, otra directá pero sumaria, y otra directa y completa. La prueba indirecta consiste en la referencia a los doctores y a sus obras; porque la demostración perfecta de las verdades de la religión requiere estudios especiales que no están al alcance de todos los fieles; y así éstos, al discutir con un adversario, pueden formular esta prueba del modo siguiente: «Yo e~toy cierto de las verdades de la religión que la Iglesia nos enseña, pero no puedo demostrarIas convenientemente porque para esto se requieren conocimientos profundos que yo no poseo,
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pero puede usted ocurrir a los doctores o a las obras especiales que tratan de esta demostración ~. Este modo de probar lo usan no sólo loshombres de pocos conocimientos, sino también los sabios. Así: el médico se refiere al jurisconsulto, éste al in:~eni';ro o al astrónomo, éste al morabsta, etc. La p rueba directa pero sumaria
Se funda en el hecho de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y se formula así: Si Nuestro Señor Jesucristo ha resucitado, su doctrina es divi· na; 'Jero es verdad que Nuestro Señor Jesucristo resucitó; luego su doctrina es divina. El antecedente dI; este argumento es claro y evidente; pues si Dios ha obrado un milagro tan notable no puede ser :3ino en confirmación de una ley y de una doctrinô. establecida por El..:mismo. La menor de este argumento está probada perent'Jriamcnte por el testimonio de muchos millones de testil~oS de todas edades y condiciones, entre éstos se cuentan los mártires, los sabios que ha habido en la Iglesia, muchos enemigos encarnizados de la religión como los judíos, muchos paganos como Celso, Porfirio y Hierocles, etc.; luego la religión establecida por Nuestro Señor Jesucristo es la única verdadera.
- 2, 4ARTICULO
Demostración
completa
III
de la verdad de la religlón cristiana
Para establecer esta demostración completa vamos primero a probar la autenticidad, integridad y veracidad de los libros del Nuevo Testamento. Se llama auténtico un libro si es realmente del autor a quien se atribuye o si realmente es de la época en que se supone escrito. Es íntegro sí ha llegado hasta nosotros como lo escribió su autor y sin alteración sustancial. Es veraz si narra hechos que realmente existieron. Los Iibrvs del Nuevo Testamento
son auténticos
Para probar la autentícidad de un libro hístóriea se requieren caracteres intrínsecos y pruebas extrfnsecas. Los caracteres intrínsecos son los siguientes: unidad de estilo, sencillez en la narración, moderación en el estilo del autor, en fin, que no contenga nota alguna por la cual pueda juzgarse justamente por supuesta. Las pruebas extrlnsecas son las siguientes: el testimonio de los autores contemporáneos, la comparación de dicho libro con otro& escritos contemporáneos V además la comparación de los ejempla-
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res modernos con los antig.1os, la gran difusión del libro por la cual se vea que es tenido COlTI'J auténtico. libroscaracteres del Nuevoy estas Testamento en sufavorLosestos pruebas reún¡-'¡ con LI naper fecciéon que no alcanza ningún otro libro histórico; efectivamente: en los libros del N úevo Testamento se observa una gran sencillez en la narración, gran moderación y modestia en sus autores, en ellos no se halla nada de ampuloso ni artificioso; están perfectamente conformes con la Histona, la Geografía, la Esta distica y las costumbres de aqu el ·¡jempo, y una perfecta unidad de estilo en cada uno de esos libros. La autenticidad de estos libros se prueba tamOién por las siguientes razones: l." ni los judias, ni l os paganos acusaron a los autore5 de estos libros. de impostura, ni mentira, y tampoco negaron que fueran de los autores cuyo nombre llevaban, y es claro que si estos libros hubieran sido supuestos, los judíos y lo s paganos, enemigos aCr~rrimos de los cr istianos, se lo hubieran echado en ca ra; 2.° Por los testimonios de todos los cristianos, de los herejes de los primeros tiempos y aun de los filósofos paganos. Estos se hallan te comprobados por lahechos historia. 3.° P orperfectamenla imposibilidad de la suposición. En los primeros siglos de
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la Iglesia fue imposible la suposición pórque, o la hubieran hecho los cristianos, o los judíos, o los paganos. No los primeros porque los judíos y los paganos los hubieran acusado de impostura; y no los judíos ni los paganos porque los cristianos hubieran reclamado. En los siglos que han transcurrido hasta la época presente, es también imposible esta suposición, ya por la gran difusión de los ejemplares lo que hacía imposible la suposición, ya también por la misma razón anterior; si lo hubieran hecho los católicos hubieran reclamado los herejes que ha habido en todos los tiempos, y sí l o hubieran hecho éstos los católicos hubieran reclamado; luego los libros del Nuevo Testamento son auténticos. Los libros del Nuevo Telltamento
son Integros
La alteración de un libro, y de la importancia de éste, ~s un hecho histórico que debe probarse históricamente, y en ningún tiempo se ha probado que estos libros hayan sido alterados, y por el contrarío se prueba directamente su integridad: 1.0 En la narración de estos ·libros no se halla nada en contradicción primitivo; La doctrina y los hechosconqueel texto se hallan hoy en 2.° el Evangelio, se hallan también en los escritores de los primeros
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3." Los Evangelios, tales como se citan hoy, se hallan citados por los primeros Padres de la Iglesia y el texto del Evangelio como actualmer·te existe está conforme con los manuscristos más antiguos, y 4. Por otra parte la gran difusión de l~stos libros y 1;1 lucha entre católicos y herejes hacen imposible la intcrpolación o mutilación de estos libros. Luego los libros del Nuevo Testamento se han conservado íntegros. si~\()s;
0
L(I~ libros
del Nuevo Testamento
Hon veraces
'," Es veraz un libro si su autor no ha sido engañado, no ha querido engañar y no ha podido engañar aunque hubiera querido. Los escritores del Nuevo Testamento no han sid.) ellgañados porque narran hechos pÚblicos, de grande importancia, de fácil conocimiento y ajenos Jas pasiones. Por otra parte lo:; autor~s son varios y fueron testigos oculares o contemporáneos. No quisieron engañar porque eran hombres probas; no se halla en Ja narración ningún vestigio de engaño ni voluntad de engañar; y al contrarío la narración es sumamente sencilla y modesta; y por otra parte ningún provecho podian recibir de!. engafto, y, en fill, padecieron tormentos y la muerte misma por defender la verdad de 10 que escribieron. J
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No pudieron engañar aunque hubiesen querido: Le Porque los judíos y los paganos hubieran reclamado; 2. Por el testimonio de todos los escritores cristianos, de los judíos y paganos convertidos y de muchos escritores profanos; 3. 0 Por los absurdos que se seguirían, pues sería preciso admitir que unos pescadores pobres e ignorantes, hubieran forjado una doctrina tan sublime, tan pura, y al mismo tiempo tan profundamente sabia que hace exclamar a Rou'sseau (uno de los más notables jefes de ia impie0
dad moderna.) «Con fieso ing en ua men te qu e la maj ~~ -
tad de las escrituras me llen a de as omb ro ,. la san tidad de l Eva ngelio me hab la al co raz ón. Ve d los libros de los filósofos , con tod a su pom pa qué pequeños so n comparados con éstos. ¿Se pod rá por ventura que un libro tan sublime y a ,la vez tan sencillo sea obra de los homb res? ¿S er á po sible ac as o qlLe el p er son aje cu ya histor ia se narra en ellos no sea má s que un homb re? Acaso se en cu en tra en es óS libros el ton o y el estilo de un ap asion ad o o de un am bicios o sectar io? Qu é dulzura,. qué p ureza en s us palabras y en sus cos tumb res, qué ag rad ab le atrac tivo en sus inst,;uccion es, qu é elev ac ión . en su s má ximas , qu é profunda sabidurla en sus discursos, qué presencia de alma , q~ é cultura, qué justicia en su s respue stas y qu é imp er io sob re las pa sion es.
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,~Dóllde está el hombre que asi sabe obrar, padecer y mor ir sin deb ilidad y sin ost ent aci ón? Cua nd o Pl afón pinta su ¡us to illlo¡ zirwr io, llen o de op rob ios osde ldeerlaimenvirtudy ; digr lO sill de todoslos lJs pr emi pirda raS emb ,L'Oar go a rasgo el ies uc risto .. es ta seme ¡an za es ta ll no tab le qu e todo s los Pa dr es de la Igles ia lJ ha rl e stim, 1d o as í. Qu,: preocupación y qu é ce gu ed aJ ser ía co mpar ar al lliio de S ofronisca con el hijo de M aria; qué in· mens a dist'lnc ia en tre U/1O y otro, Só cr ah s mur ien do sin dol or , sin igno mín ia y sast er. édo - Sll alJ emente por sus ami gos, si es ta /fluerte fácil honró su vida, se podría dudar de si Sócrates, con tadaw elevación de ar ,nu , fia fue más qu e ur l s oji'ita ..., La mue rte de Só cr ates f ilos ofan do tran qu ilamen te co n SlLS amigos e:; l a más suave que se puede desear; la d e ! esús ex pirll(ldo en los tor ment os , infur iad o, éu rlod o y mal decido por todo un pueblo es l a má s horrible que ¡;ue de ten er se. je sús elZ med io de un sup licio tan es pantoso, ruega a Dios por sus verdugos. Si la vida J I la mu erte de Sócrútes son de un sabia, la vida y la mue rte de /e sLÍ s s on la de un Di os . ARTICULO
IV
La d ivinidad de la religión cristiana se prueba por los mila~ros y por las profecías, por su propagaci ón admi ra bl e
y su ac tua l ex istenc ia.
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1.0 Por [os milagros. Los Evangelistas, testigos dignos de fe, como queda ya probado, refierea que Nuestro Senor Jesucristo "hizo muchos milagros, que éstos fueron hechos realmente sobrenaturales y que los hizo para probar la divinidad de su doctrina. En .los Evangelios se refiere que Nuestro Sefíor .Jesucristo resucitó muchos muertos, devolvió la vista a ciegos de nacimiento y curó toda 'clase de enfermedades con verdaderos sólo el poder de su palabra. hechos fueron milagros porque noEstos estaban al alcance de la naturaleza creada. Con ellos probó Nuestro Sel'l.orJesucristo ~ doctrina y por eso dijo: (San Juan V, 36). «Las obras que yo he hecho dan testimonio de mí porque mi Padre me ha enviado" y en otra parte (IV, 10) dice: «Si no queréis creerme a mí, creed a mis obras». Los Apóstoles vieron estos milagros como una demostración clara de las verdades que Nuestro Sefíor Jesucristo enseñaba. Los fariseos mismos no pudieron negar la realidad de estos milagros y así decían: «Qué hacemos que este hombre hace muchas obras admirables?» Luego la doctrina de Nuestro Sefior Jesucristo fue comprobada con milagros; y s6lo Dios es autor de los milagros, .Y es imposible que los haga en
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confirmación de una doctrina que no fuera verdadera; luego la doctrina de Nuestro Sefior Jesucristo es divina. 2..) Por las pro fecías.
R~fieren los Evangelistas que Nuestro Senor Je· sucri:;to hizo muchas profecias para comprobar la divinidad de su doctrina; la destrucèión de Jerusalén y del templo, la dispersión del pueblo judío y la p','opagación admirable del Evangelio, elC. Además, en Nuestro Señor Jesucristo se cumplieron las profecias hechas muchos siglo'3 antes de Isaías, Jeremia~, Ezequiel, Daniel y todos los profetas menores. Sólo Dios es autor de las profecías, y como queda probado, la religión cristiana tiene en su favor I11w;has profecías, como prueba de su divinidad; y como no es posible que Dios haga estos prodigios en comprobación de una doctrina que no sea autorizada por EL; luego la religion cristiana es divina. 3.° Por su prop agac ión
ad mira ble.
Esto lo atestigua la historia, y la propagación de una religión tan santa, tan elevada y tan severa en sus preceptos no p uede ser obra de los hombres; porque por ella debía abolirse la idolatría y el judaísmo; por otra parte las pasiones se desenfrenaban contra ella y los que la propagaron tuvieron que sufrir el martirio, y sin embargo decía Ter-
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tuliahO: "Somos de ayer y todo lo hemos llenado: ciudades, islas, castillos, municipios, el senado, los cAmpamentos, el fo ro; os hemos dejado solos vues· tros templos. 4.° Por su actual existencia. Pues es claro que si las grandes obras de los hombres, las' instituciones sabias, las Repúblicas mejor ordenadas han desaparecido..a pesar de los más eficaces esfuerzos para conservarias, la Iglesia que ha sido perseguida desde su principio habría desaparecido indudablemente si fuera obra humana; y al contrario, se conserva -en toda su integridad.
Parte segunda Demostración de la Religión católica La religión católica es la única verdadera y por tanto todos los hombres están obligados a investigaria y a abrazarla una. vez conocida. Nuestro Sefior Jesucristo estableció una religión Única, verdadera, obligatoria a todos los hombres y para esto fundó la Iglesia católica, es decir universal.
CAPITULO I Ell eSI:e capitulo trataremos: 1.0 De la naturaleza y constitución de la Iglesia; 2. 0 Caracteres de la
verdadcrél Iglesia. y 3. Que la Igl·~sia romana es la única que tiene esos caracteres de la v'~rdaderaù
IgleSia. ARTíCULO
Naturaleza
y constitución
I
de la l¡tlesia
La 1¡,lesia es congregación de hombres unidos entre sí por la profesión de una misma f¡,~, la par3
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ticipación de unos mismos sacramentos y bajo el régimen de legitimos pastores, principalmente/,del Romano, Pontífice. La Iglesiaperfecta es una sociedad perfecta. Socie(1ad es: reunión de hombres que se proponen conseguir un mismo fin, por unos mismos medios, con unión moral entre ellos e independiente de cualquiera otra. La Iglesia reúne estas condiciones, según la definiCión anterior, luego es' sociedad perfecta. En la Iglesia debe haber necesariamente un jefe supremo que sea juez de las controversias en materia de fe. Esta autoridad SUprema debe ser b~n conocida, dara, al alcance de todos e infalible, por-' que de lo contrario la mayor parte de los fieles • care£erí~n 'del conocimiento de la Suprema Autoridad, habría lugar a dudas que no se podría desvanecer sí no tuviera estas cualidades. ARTICULO
Il
Caracteres de la Iglesia
,La verdadera Igl~ia de Nuestro Senor Jesucristo debe tener cualidades relevantes y claras por las cuales deba distinguirse de las religione,s falsas; y 'Nuestro Senor Jesucristo la dotó, efectivamente, de estas cualidades ri caracteres.
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Estos 50'.1: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. La v erdadera Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo debe ser una en sí misma, en la fe, en lCos sacramentos, ell e l r égimen, cte. Como la I glesia fue instituída por Nuestro Señor Je s·JCrif.to como depositaria de la única verdadera religiÓn, es claro que debe ser una y la misma para todos los f ieles en la fe, en los sacramen- . tos, en el régimen, etc. Nu{:stro Señor Jesucristo dotó deSanesta."v\ateo, unidad y p or eso dijo (segÚn nos lola enseña San Juan y los otros evangelistas): que estableceria un solo rebaño y un solo pastor, y siempre que habl
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Porque es claro que Nuestro Señor Jesucristo e S T tableció una sola religión par~ todos los hombi'~ y por tanto debe ser universal; y por e~o dijo a sus «Id y ensefíaq a todas las nacio~ nes, Apóstoles: etc. lo Debe ser apostó)ica, es decir, que debe haber sido propagada parlas Apóstoles y debe conservarse como ellos la establecieron, y su doctrina la que ellos ensefiaron; porque N~estro Senor Jesucristo designó·a los Apóstoles como únicos propagadores de su doctrina y por eso dijo: «El que a vosotros oye a mí me oye"el que a vosotros desprecia a mí me desprecía». Estos son los cuatro caracteres o cualidades manifiestas y claras por las cuales se puede co!,ocer y se conoce de hecho la verdadera Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo y por tanto la religión única verdadera. ARTICULO
III
L1ámanse notas los caracteres o cualidades cph que Nuest~o Señor Jesucristo· dotó a la verdadera Iglesia en cuanto éstos se hallan reunidos en la Iglesia romana. La Iglesia romana gobernada por el Sumo Pontifiee, es lai única que reúne en si los caracteres que NuestrQ Sefior Jesucristo imprimió asu Iglesi3;.
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La Iglesia romana y sólo ella posee la verdadera unidad de fe, de sacramentos y de r égimen. Unidad de fe
La Iglesia romana, desde San Pedro hasta el actual Pontífice Benedicto XV, ha enseñado siempre la misma doctrina establecida por Nuestro SenOTJesucristo y esa misma es la que profesan y han pr,~fesado siempre todos los fieles en el mundo entero. Esto lo comprueba perfectamente la Historia. Unidad de sacramentos
y de cu ltu
En todo el mundo partici.pan los fieles católicos de unos mismos sacramentos con la misma mate-ria, la misma forma y el mismo rito. Y estos sacramentos que fueron todos instituído~ por Nuestro Señor Jesucristo los ha conservado la Iglesia desde su institución hasta hoy, sin variacióp alguna, como lo atestiguan los monumentos históricos y aun el testimonio de los enemigos de la Igksia. Unidad de régimen
Desde San Pedro hasta el actual Pontífice la 19lesi~. se ha gobernado siempre del mismo modo; y los fiele-s católicos siimpre han prestado invariablemente la misma obediencia a las leyes de la Igle-
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sia, y la unidad de régimén de la Iglesia católica que observamos hoy en el mundo la han conservado invariablemente desde su fundación hasta el presente. Lo mismo puede decirse del culto con que la Iglesia romana honra y ha honrado a Dios en todos los siglos. Luego la Iglesia romana posee la unidad de fe, de sacramentos y de culto. La Iglesia romana es santa y es la única que posee la santidad de la doctrina, lo que constituye .Ia santidad activa; y es también la única que ha tenido y tiene santos en su seno, lo que constit\lye la santidad pasiva. ta doCtrina ensenada pOTla Iglesia romana es verdaderamente santa: 1.0 Porque esta doctrina es .la misma que ensefiá Nuestro Seflor Jesucristo, el Santo por excelencia, y la Iglesia !JO ha variado, como puede comprobarse por la Historia, y 2,° Porque la doctrina enseñada por la Iglesia romana, desarrollada en todas sus consecuencias, conduce directamente a la santidad. En cuanto a la santidad -'pasiva, la historia se encarga de ~emostrar de modo incontestable que la Iglesia ha tenido y tiene actualmente santos de to-
das edades y condiciones. L.uego la Iglesia romana y sólo ella 'posee la santida.d activa y la santidad pasiva.
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y sólo ella es verdaderame nLa IgIe;;ia romana te cat6lica, es decir, universal. Para que sea universal una doctnna se requiere l a identidad sustancial y a bsoluta de ésta para todos los lugares y personas de toda condición; de lo contrario, no sería la misma doctrina para todos los 11Ombles, en lo que consiste la verdadera universalidad. La I glesia romana es la única que posee esta universalidad. La catolicidad podemos dividiria en catolicidad de derecho y catolicidad de hecho. La primera consiste en la aptitud de l a doctrina de la Iglesia para ser profesada y seguida en todos los tiempos y lugares por todos los hombres de toda.s edades y condiciones, y también que todos los hombres de todas las épocas hayan profesado y profesen esa mism a doctrina y que sea ap ta para conducirlos a todos a su último fin. La segunda consisté en qu;~ la doctrina de la Iglesia se haya extendido efectivamente por toda la ti erra y que en toda ella se hallen fieles que pr ofesen esta misma doctrina. Sentados estc.s a ntecedentes, vamos a pr obat que la Iglesia rorr ana y sólo ella posee la verdadera catolicidad.
I. o Catolicidad de derecho
La doctrina enseñada por la Iglesia romana, aunqUI~ sublime y severa, es, sin embargo, tan fácil y
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sencilla que pueden conocerla y practicarla perfectamente hasta los más ignorantes; y desarroliada hasta en sus últimas conseêuencias,conduce aIos hombres a.la santidad y portanto a su último fin; lo que no podría afirmarse de ninguna otra doctrina. Z. o Catolic:ldad
de
buho
Este es un hecho histórico, y la historia nos atestigua que en todos los países dé la tierra se hallan hijos obedientes a la Iglesia católica, que profesan su doctrina y obedecen fielmente a sus mandamientos. La estadfstica moderna comprueba que ..se hallan es:parcidos en ~odos los paIses de la tierra cerca de' 450,000.000. APllstollcicl"
La 19lesià romana es la única que profesa
y
en-
sena la doctrina que profesaron y ensefiaron los Apóstoles. En .efecto¡ si recorremos la historia de la Iglesia. desde el tiempo presente hasta el tiempo de l os Apóstoles, hallamos que la doctrina ensenada y propagada por los Apostoles es la que ha ensenado siempre y ensena hoy la Iglesia romana. En ella ha habido una serie no interrumpida de Pontifiees desde San Pedro hasta Benedicto XV, y . . /...
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ellos han enseñado siempre sin alterar en lo más mínimo la doctrina ensef'lada pûr los ApóstoJes, comO lo prueban las Encíclicas y demás documentos en que los f~omanos Pontífices han enseñado siempre esta misma doctrina. Ig;ualmente son pruebas de esta verdad los Concilio~, Ecuménicos, en los cuales se halla siempre. consignada la doctrina que enseñaron los Apóstoles. Las ~;ectas protestantes no pueden alegar ningu1.0 Por carecer de na de estas notas enel sudesarrollo favor: de unidad; 2. Porque la doctrina enseñada por estas sectas, lejos de cO~lducir a la santidad, aparta a los hombres del verdadero culto debido a Nuestro Señor Jesucristo; 3.° Porque éstas no poseen la catolicídad, pues aunque se hallen bastante extendidas en el mundo, no enseñan la mis0
ma doctrina para todos los hombres, y por tanto no es universal; 4.° Porque la doctrina de estas sectas no se Óeriva de la ensefianza de los Apóstoles sino de los;::aprichos de un religioso apóstata llamado Lutero que existió hace pocos siglos. Luego la Iglesia romana es la única que posee estas cuatro notas y por tanto es la única verdadera.
-42 CAPITULO II
En éste se tratará: 1.0 Del poder, de la Iglesia y forma del gobierno de la Iglesia, y 2. De las principales objeciones que se bacen contra la Iglesia. 0
ARTICULO
I
La Iglesia católica fundada par Nuestro Sefior Jesucristo fue anunciada por los profetas del Antiguo Testamento, muchos siglos antes de su establecimiento.Fue, además, anunciada también p o r rn~dio de figuras tanto en el Antiguo como en el Núevo Testamento;, y Nuestro Senor Jesucristo la representó tambi,én 'por medio de parábolas. Las figuras de la Iglesia en el Antiguo Testamento son: El paraíso terrestre, en que estaba plantado el árbol, de la vida; Eva, esposa del primer hombre, lIam~da de' losse. hombres; el arca de Noe, fuera de la madre cual nadie salvó del diluvio; el pueblo de I$rael, llamado pueblo de Dios; el Tabernáculo dela Alianza, la tierra prometida, la mon,tafla de S1óny el templo de Salomón. Las figuras con que se representa la Iglesia en el Nuevo Testamento son: La barca de San Pedra, :la pesca milagrosa, la túnica inconsútil de Nuestro 'Senor Jesucristo y por último la. persona misma de NuestroSefiol' Jesucristo.
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Las parábolas con que se representa a la I glesia S'Jn: Las bodas reales, el gran banquete, las redes para pescar en el mar, el rebaño y el redil del buen pastor, el campo, la viñé. y el I~rano de mostaza. Gobierno de la 1¡{lcsia
La Iglesia es sociedad docente tal como la instituyó nuestro Señor Jesucristo y por eso dijo a los Apóstoles: « Id y enseñad a todas las naciones". Además de este poder de enseñar tiene la Iglesia la pote~.tad de ordenar; ella es la única que tiene el poder de consagrar y ordenar ministros de la única religión verdadera; es decir: de consagrar Obispos, sacerdotes, diáconos, subdiáconos y clérigo~,. También tiene la Iglesia la potestad de jurisdicción; en virtud de ésta la Iglesia tiene todos los poderes de sociedad perfecta, a saber: poder legislativo, judicial y coactivo. El poder legislativo lo ejerce el Romano Pontífice en toda la Iglesia, también lo acompaffan en este poder los Obispos reunidos en Concilio Ecuménico y bajo la presidencia del Romano Pontífice; y los Obispos;egislan en sus respectivas Diócesis. El . poder judicial lo ejerce para toda la Iglesia el Ro:nano Pontífice por medio de sus tribunales
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establecidos en Roma, y los Obispos en sus respectivas Diócesis por sí o por medio de sus Provisores. Lo mismo podemos decir réspecto derpoder coactivo, en virtud del cual la Iglesia tiene perfecto p~ der para establecer penas como sanción de sus leyes. Como la Iglesia se distingue esencialmente de la sociedad civil, su forma de Gobierno no puede identificarse con ¡ninguna de las formas de gobierno de ésta y así só fo'rma de gobierno es exclusivamente propia y peculiar suya. En virtud estaSupremo forma dey gobierno, ef Romano Pontífice ei eldejefe cabeza visible de la Iglesia, y los Obispos, sacerdote~ y fieles obedecen tOdos \unánimemente sus leyes. Los Obispos gobiernan sus Diócesis con subordinación al Romano Pontifiee. Todos éstos poderes de la Iglesia son de det:echo divino por haberlos establecido asi Nuestro Senor Jesucristo, como queda explicado en los capItulos anteriores. ARTICULO
II
No obstante que la 19l~~ia n , a probado su mi-o sión divina y la incontestable vetdad de la doctrina que enseftaj ha sido y es sin embargo objeto de odios y de calumnias. Pero esto es natural porque la Iglesia comb'ate todos los errores y todos lós vi-
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cios, y los hombres exacerbados por las pasiones, buscan los medios de combatirla. En este artículo vamos a contestar las principay son: de les objeciones que sela hacen contra ella La intolerancia, inquisición, la matanza San Bartolomé, antagonismo entre la Iglesia y la ciencia, proceso de Galileo, los malos Papas, las Cruzada~;, el cisma de Occidente, el poder temporal de ¡'JS Papas y su intrusión en 103 goQ.iernos secula -es, reacción contra el progreso y la civilización,
el Sylabus y la condenación libertades modernas.
del liberalismo
y
de las
Intolerancia
acusa a la Iglesia de ser intolerante; pero es preciso distinguir la intolerancia en dogmática o doctrinal y en personal y civil. La primcra consiste en no aceptar, ni aprobar, ni permitir que se enseñen los errores contrarios a la ·¡crdad. En este sentido la Iglesia es y debe ser intolerante, como lo es la verdad y como lo son todos bs principias científicos evidentes: pues es cla"o que la Iglesia el~seí'ia y ha enseñado siempre SI.:
y esto lo ha demostrado de una manera la verdad clara y concluyente y por tanto no puede aceptar la tolerancia dogmática o doctrinal, porque no es
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posible ni justo conceder iguales derechos a la verdad y al error, y demostrada una verdad, es claro como la luz del día, que ¡lO pueden aceptarse los erroresintolerante que. la contradicen. si lay Iglesia fuera en materia Luego de dogma de doctri-n o na, no sería la verdadera Igles~ de Nuestro Seilor
Jesucristo. En cuanto a la fórmula: «fuera de la Iglesia no ,bay salvación", es preciso abservar: 1.0 Que'ella es verdadera y no admite excepción; 2.° Que según nos enseña I.a misma Iglesia se puede pertenecer a 'ella perteneciendo al cuerpo y al alma de la Iglesia o sólo al alma de ella. Pertenecen al cuerpo de la Iglesia los que están unidos a ella por la profesión de la fe y la parti~paeión de 1M sacramentos y no han sido excluídos _de ella, ~s decir, arrojados. de su seno. Pertenecen al alma de la Iglesia los justos, y ~ntre éstos puede haber algunos que no conociendo la verdadera Iglesia guardan, sin embargo, la ley natural y tienen voluntad decidida de unirse con Dios. En cuanto a la tolerancia o intolerancia personal civil debemos observar: 1.0 Que todos los hombres, sin excepción están obligados, según queda demostrado, a inquirir o a averiguar la verdadera
y
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religr6n y a abrazarla una vez conocida; 2. Que en ningÚn caso es permitido ni justo hacer uso de: violencia para propagar la religión verdadera, ni para impedir su propagación; 3 -. 0 Que en ningún caso es justo ni moralmente licito el impedir la propagación de la religión verdadera; esto ded'.ícesc de lo demostrado hasta aquí. Si la tolerancia civil se entiende en el sentido de c¡ueia ley conceda iguales derechos a todas las religiones y a todos los cultos, es claro que es ab0
surda e injusta, por ser absurdo e injusto el conced~:r iguales derechos a la verdad y al error. Pero si la tolerancia civil se entiende en el sl~ntido de que la ley favorezca y ampare la verdadera religión, y tolere la5 demás (siempre que no sean contrarias al orden público y a la moral), y esto con sólo el objdo de favorecer las transacciones comerciales y las relaciones diplomáticas, es claro que nada tiene de injusto ni de inmoral. Como lél Iglesia ensefía y ha enseñado siempre la verdad no puede ni prescribir, ni permitir, ni disimular lo que es falso o inmoral; pero fiel a la enseñanza de su divino fundador, es intolerante con el error y con el pecado, pero tolerante, caritativa y carifto3a con los que están errados y con los pecadores.
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Inquislcló.1
Los enemigos de la Iglesia objetan; la lnquisi..;. dón es Utl monumentQ histórico de violencias J ~rueldades ejercidas por el clero católico para forzar las conciencias. Antes de contestar será bueno consignar aqui' el pensamiento de un filósofo inglés: «Son más las objeciones y dificultades que puede proponer un necio en un' cuarto de hora, que las que puede resolver un sabio en dos afias de estudio asiduo" La Inquisición fue un tribunal de justicia a la 'vez - eclesiástjco y civil, establecido para juzgar acerca de los crímenes de heréjía y castigar a los culpables. _ . Fue establecido hacia el año de 1200 con el objeto de reprimir a los Albigenses y Waldenses, sectarios que propagaban con sus errore~. el espíritu de rebelión contra toda autoridad y llevaban a fb;.. das partes el incen~io Y¡la matanza. Procurábase .en un' principio reducirlos al deber con la instrucción y el convencimiento; pero habiendo resultado completamente ineficaces estos medios, el poder eclesiástico y él civil se unieron pata la mutua defeny evitar así el exterminio de los países civíllzasa , dos de Europa: el primerO'prestaba su concurso para prohar los crimen es, y el segundo aplicaba el cas.
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tigo. Tal lue el origen de la Inquisición, como lo enseñan los historiadores honrados. Preciso es distinguir la Inquisición romana y eclesiástica de la Inquisición española. La Inquisición romana fue un tribunal justo y equitativo, en armonía, desde luego, con los principios jurídicos que regían entonces en la sociedad. Puede aSI~gurarse que ella ha sido el tribunal más equitative· y benigno que ha existido; como lo prueba claramente el proceso de los Te,nplarios, quie11es pidieron como gracia ser juzgados por la Inquisición mélS hien que por cualquier otro tribunal. En cuanto a la Inquisición española, en ella había cios tribunales: el eclesiástico, que definía los delitos cqntra la fe, y el civil, que castigaba estos delitos. En Cllanto a los abusos del tribunal de la Inquisición, principalmente de la española, debemos establecE r dos cuestiones: 1.0 ¿ Hubo abuws en la InquisiciÓn? 2.° ¿Estos abusos son imputables a la Igle5ia católica? Es verdad que en la InquisiciÓn hubo abusos como 105 ha habido y los hay actualmente en todos los lribunales humanos. Y aquí debe la siguiente regla de crítica histórica: «Lasobservarse personas y }C'Sacon1ecimientos deben juzgarse y apreciarse 4
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atendiendo a la époça en que VIVIeron aquéllas (1 tuvieron lugar éstos". Y en el tribunal de la h~qui-::, sición no son imputables a la Iglesia católica, porque todas :las sentencias eclesiásticas' terminaban siempre coJ!l esta fórmula: "Se entrega al brazo secular para que sea castigado con la mayor lenidad pos,ible y en todo caso sin la pena capital". Por otr~ parte, consta de documentos auténticos que los Ro~anos Pontifiees amonestaron a los Re-
...
/
yes gor
de Esp~fta y Portugal que moderaran el ride los Fastiges, y aunpara llegaron a amenazarlos con la exconlUtlión si no disminuían esos rigores; luego èstos abusos no son imputables a la Iglesia católica. Matanza de San s.rtolomé Se le ech.a en cara a la Igl.esia el haber tomado parte en esm matanza. LQs hech9s pasaron así: Catalina de Médicis, madre de CarlQs IX, Rey de Francia" en aquella épo~ quiso ab*tir el partido. calvinista, cuyo jefe era el Almirante: Coligni, 'y para esto se atribuyó a los calvinistas una rebelión y un proyecto de atentado contra la de persona del Rey; así lugar sugirióefectivamena é ste la matanza Hugonotes, que ytuvo te la víspera de San Bartolomé, y de ahl tomó su nombre. Esta decisión fue, pues, un g~lpe puramen-
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te po lítico sugerido por aquella Reina sanguinaria. Pero debe advertirse que se ha exagerado mucho el de los que perecieron tal golpe. Consta nilmero por les documentos históricos enque ni la Iglesia ni el clero tuvieron ni la más mini'na parte en tal lfléltanza. Y si es verdad que el Sumo Pontífice Grego{i(, XIII celebró un Te Deum con este motivo, fue porque la primera noticia que se hizo llegar a oidos del Papé. fue la siguiente: que el Rey Carlos IX había sido salvado providencialmente de U;1 atentado de muerte contra su persona, y por esto el Papa, en acción de gracias por haberse salvado el Rey de la muerte, celebró un Te Deum. Pero luego que fue informaro de la verdad de los hechos, dirigió una carta al Rey mismo en que lo reprendía y le improbaba enérgicamente aquel procedimiento político. Esta es la verdad histórica de los hechos que nos ocupan; luego la Iglesia no solamente no tuvo park en estos hechos, sino que los improbó. Pero los enemigos de la Iglesia no se cuidan de la verdad histôricé; y con esa misma lógica bien podrían imputar/e a la Iglesia las desgracias del diluvio. Antagonismo
entre la Iglesia
y l a ciencia
Afirman los enemigos de la Iglesia que ella es enemigél de las ciencias porque se funda en la fef
- 52y la fe es opuesta
a la ciencia como la obscuridad
a la luz. Para contestar esta objeción .preciso es distinguir aqui 1 0 que es ciencia y lo qué es fe: ciencia es el cbnocimient~ de las cosas por sus causas, o bien: e l Conocimiento cierto y evidente adquirido por la demostración .. Síguese de aqui que la ciencia tiene por objeto la verdad y también los medios de deriiostrarla. Pero la verdad, considerada entitativamente, es úna, necesaria e inmutable, y tiene su fundamento, según se demuestra en metafísica, en el entendimien.to divino, que es razón suficiente de la verdad . . Dedúcese también que el error y todas las consecuencias que de él se siguen jamás pueJen cons· tituir ciencia. fe es el asentimiento de la inteligen~ da a verdades reveladas por Dios. Por tanto, .sÎendo ias Dios la Verdad infinita,. no puede proponer . 1 . 1 erttendimi~nto como objeto de la fe nada que sea ~also o erróneo, porque esta seria absurdo. De aquí se deduce cléirament~ que la fe no sólo no es opuesta a la ciencia, sino que la perfecciona y ennoblece,. porque la ciencia versa acerca de ver;" ~ad~s que están al alcance del entendimiento; y la fe tiene por Objeto verdades de un orden más sublime y elev~do, puesto que se refieren a la natu-
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raleza de Dios y a sus relaciones con las criaturas. Decir, pues, que hay oposición entre la fe y la ciencia, es decir que hay oposición entre la verdad y la verdad, cosa imposible. La Iglesia fue fundada por Nuestro Seiíor Jesucristo para enseñar a los hombres la verdad que los ha de conducir a la salvación eterna; de consiguiente nada en.seiía la Iglesia que sea contrario al desarrollo armónico de las facultades intelectuales. físicas y morales del hombre. Si consultamos historia ha de producido todas las naciones. encontramos que lala Iglesia efectivame1te los más grandes sabios en todas las ciencias y en todos los ramos dcl saber humano: desde Or[genes y Tertuliano en el primer siglo de la Iglesia. ha~,ta Rug-ens y Pasteur Sechi (sequi), etc. Galileo
Se acusa a la Iglesia de ignorancia y de oposición a las ciencias porque condenó, se dice, a Galileo por enseñar las doctrinas de Copérnico acerca de la rotación de la tierra. Es verdad que unas proposiciones de Galileo fueron condenadas por una comisiÓn de la Inquisición; pero no precisamente la doctrina de la rotación de la tierra (al rededor d e l SOi), puesto que ésta ya había sido defendida por
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el canónigo Copérnico y por otro religioso astrónomo; sino porque con ellas mezcló otras cuestiones distintas. En 1632 publicó los diálo'gos sobre los síst~mas de Tolomeo. y de Copérnicó, por lo cual la comisión del Santo Oficio lo condenó < l pena de encarcelación en 1636, pero el Papa Urbano VIII le conmutó inmediatamente la pena por la simple detención e n los jardines de la Trinidad del Monte, conservanao suS criados y la facultad de recibir visitas de- sus amigos. Pronto recibió autorización para.vol-verse a su casa de campo, en donde murió tranquilamente. Adviértase que Galileo mismo, escribiendo :. su familia, decía que había sido tratado aHí con más consideraciones que en su casa. No es cierto, pues, que se atormentara a Galileo ni se le pJ.lsiera en tortura . .' .. Oalileo no fue condenado por ningún Concilio ni por el Papa y por tanto, si en esta condenación hubo error, en nada afecta la infalibilidad de la 19le~siani la det: Papa, puesto que aquella comisión no 'èónstituia el 'tribunal supremo de .Ia Iglesia. Papas malos
La Iglesi~ no es santa, se dice,_ porque ha dado ~spectáculo (le muchos desordenes·y hasta la Silla .Apostólica se ha visto deshonrada por malos Papas.
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Antts de co.n~estar, es -preciso observar Q\'.Xffll cosa es el pontIficado romano y otra la perstl,',:t,;';-fi Papa como hO~bre; llna. cos~ .~s la infalibUt~~ y otra es el sUjeto de la lIlfahblhdad, y así co~ un 5acerdote, sea bueno o malo, consagra váUd~ menk en el santo sacrificio de la misa y no pierde el carÜcler sacerdotal por ser irregular en su conducta; de la misma manera el Romeno Poutífice no deja je ser Jefe Supremo de la Iglesia y sujeto de la infalibilidad, aunque su conducta 110 corresponda a su .llta misión. Obsérvese igualmente que cn la Iglesia 113 habido 260 Pcntífices, y cntre ellos m~ís de 50 ~on venerados como Santos y la mayor DarL~ sut'ri(~ron el martirio. Que la mayor parle de los Plpas l1éin sido hombres eminentes por sus virtllùc~ y su e;encia; y sólo pueden citarse, scgÚn la "cread ¡¡is'órica, cuatro pontífices contra Ins (nail's f1:ydl'1I hacerse justas objeciones a su conducta. Es ve rdad quc tales hechos ~Oll ¡kplorables y los ha depk rado la IgleSia entera; pern. e il :calidad, ellos d{~muestran del 1Ilodo má~: cl{lro la Divinidad de la Iglesia. católica y el cuidad,) que Dios ,ha tenido en conservarIa en toda su perkcción. Porque si fuera obra humana habría sufrido una inevitable decadencia ya con los hechos citados, ya con
la conducta iirregular de algtinO$ de sus ministros.: _obj~'p()sy .cerdotes. fir -dtr. parte I < : > s Papas que se citan como ma-_ 1QSnada decretaron nienautorizáron contra de su la conducta fe: ni de irrela sbuenas costumbres, gular con ningún acto de jurisdicción. Luego esta objeción lejos de empañar las glorias de la Iglesia, las hace más visibles. las Cruzadu
Los enemigos de la Iglesia censuran con demasiado rigor las Cruzadas: han _pretendido hacer responsable -a la Iglesia de los males, verdaderos o falsos, que:de ellas se siguierQ~¡Estas guerras, se_dice~ trajeron a Europa la pérdt~- de varios millones de. hombres! y de mud1as riquezas que fueron trasp.ortadas al! Asia. Apr~ciando las Cruzadas con estricta justicia; es preciso i confesar, como Ic i hacen los historiadores honradOs, que ellas -fueron legitimas y justas porque tuvieron por objeto protege~ a Jos crj~tianos de_ Orient~ contra la opresi.ó.~cruel e inhumana de los mahometanos y defend~Ja Europa contra el furor ~,
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de los parte bárbaros, invadiria. elSibien la mayo# de lasqùe-ajnellélZaban Cri:tÎ1iaas no produjeron que s e esperaba, y si por otra parte se desmoraJi-
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zaron las tropas cristianas, lo primero fue por la perfidia de los griegos y lo segundo fue una consecuencia de la mala dirección milita.r, de la indisciplina y de otras circunstancias que ordinariamente acompañan a todas las guerras. No obstante esto, es pr'~cis() confesar que las Cruzadas trajeron muchos bienes: salvaron a Europa de las invasiones mus_ulmanas; libraron a los pueblos de Europa de los males que mutuamente se causaban con sus guerras; apaciguaron las discordias civiles, que en el ~iglo XII, tuvieron armados a los fel;dales r,nos contra otros, Además mejoraron la suerte de muchos pueblos, porque con motivo' de las Cruzadas, estos se emanciparon del feudalismo; favorecieron en gran manera el comercio. Pero en ninguna manera pueden atribuírse a la 'Iglesia los desórdenes de los cruzados, y amonesporque ella trató corregirlos históricos. tarlos como constasiempre en los de monumentos Cisma de Occidente
Los enemigos de la Iglesia objetan: ~n los siglas XIV y XV, durante el cisma de Occidente, la Iglesia dio el espectáculo de una división escandalosa, que hizo perder al clero hasta las apáriencias del decoro y trajo ia intranquilidad a las aimas de los fieles.
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Es verdad que el cisma de Occidente fue una gran desgracia y una prueba durísima en la cual, más que en otra circunstancia, necesitó la Iglesia de ser sostenida por Dios. Fue una calamidad padecida p~rla Iglesia, pero no un escándalo dado por ella. La Historia atestigua que desde 1378, por más de 40 al'íos, se vieron en la Iglesia dos Papas, Ur~ bano VI de: una parte, y de otra Clemente VII y.Pedro; de Luna con sus respectivos sucesores. Cuai1d~ el Papa Clemente V, a prinçipios del sigla XIV, trasladó la ;Silla Pontificia de Roma a Avignon, for.máronse d()s partidos, los unos querían que los Pa.pas volvier~n a Romà y los otros que continuaran residíendo en I:rancia. Esto fue 10 que ocasionó la elección de, Clemente VII, viviendo aún Urbano VI, r- cinco meses después de su elección, que dijer,on ,haber sidodesde rula. entonces dos Papas que cada uno Hubo .podía apare~er legítimo, porque habían sido elegidos por Ias!,mismos Cardenales. De aqui el cisma de Jas naci~nes' cristianas porque· los unos seguían la obediencia de Urbano, y 1050tr05 la de Clemen.~: cisma deplorable en verdad que no logró extin,gllir la fe, pero sí debilitaria
un poco. La división :sólo recaía ~obre el derecho de la representación del
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Pontificado pero nó sobre el dogma del primado, ni sobre la unidad de la Cátêdra Apostólica. Todos creían que no había más que un solo Jefe visible de la Islesi a; pero, con lo ocurrido, i~~n
en los
Los Papas, dicen los enemigos cc la Iglesia, tienen un poder enteramente espiritual: su reino, según la palabra del mismo Jesucristo, no es de este mundo; sin embargo, han querido poseer estado temporal, se han arrogado el derecho de juzgar los asuntos temporales de los príncipes, y l egaron hasta absolver li los súbditos del juramento de fidelidad.
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-Toda$ estas objec~onesdesaparecen aclarando las ideas confusas y explicandõ los hechos comopas a .r.o n
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Las p~labras de Nuestro Senor Jesucrtstõ~- cMi reino no ;es de este mundo·. fueron una r-espuesta a Pilatos :en las cuales q4iso siinificar que no venia a -establecer reinado temporal; pero no significan ni pueden si2nificar qué su reino no esté en este -mundo, sine que no procede de este mundo y que no es de la misma naturaleza que los reinos -de tierr,,a; es claro que al establecer la Iglesia, laque es supero reino, la constituyó como -sociedad visIble en i, la tierra; luego.~ interpretació.n de -10& enèmigos ès torcida y falsa._
- - Papas deEn cuapto al poder temporal de ios bemos establecer: 1.0 Que el poder civil y temporaI del Romano Pontifiee no es absolutamente neo
o
cesario para la constitución y -gobierno de la Iglesia y así, __ntes de haber adquirido los Estados Pontiflclos, y 4espués de que le fueron arrebatados, la Iglésia se ha gobernado con la perfección que' la Caracte"riza;. 2. Que si es útil 'y conveniente que él Romano Pontífice posea sus estados porque así e s más fácil y más expedita la administración de -los asuntos de :la Iglesia como convocación de Conci'lios, etc., y 3.° No repugna que el Romano Pontífice 0
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.adquiera dominio temporal en determinado territorio por título adventicio, porque en este caso los dos gobiernos, espiritual y temporal, aunque tengan su respectiva autoridad suprema representada en una misma persona, la administración de justicia, los tribunales, los empleados de uno y otro gobierno son distintos; y aunque. marchan en armonía, no se confunden sus fUllciones. Luego esta objeción no tiene valor ninguno. En cuanto a la intervención de lOf, Papas en los asunto~ de los gobiernos civiles es preciso observar, según lo ensefia la Historia, 1.0 Que en ese tiempo la Europa er~ católica y los príncipes consideraban al Romano Pontífice como árbitro en tod2.s las dificultades .Y'~onf'ictos que se suscitaban ya ':ntre los príncipes, ya entre los pueblos y su soberano; 2.° Que los Papas no podían ni debían guardar silencio cuando los principes se convertían en tiranos, o. cuando los pueblos se desbordaban en escandalosos excesos, y 3.(1 Que esta intervención la establecieron los mismos reyes y emperadores católicJs, a fin de tener en el Romano Pontífice un mediador y un árbitro justo, caritativo e imparcial. Papas los de la Edad Media eran como Papas Lns dc:odos tiempos: defensores de lalosverda~ dera libertad contra todos los despotismos, protec-
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tores de la autoridad legitima contra todas la~. ucencias, fonciliadorës de la paz en tódas las guerras~, y discord.iás. Luego esta intervención, lejos dese":, periudici~l a la tranquilidad yal orden público de . los Estados, fue de grande utilldad y contribuyó eminentemente a conservar el equilibrio social y la armonía entre los pueblos y SUS soberanos; y P?r eso cuando algún príncipe católico oprimía a los .pueblos con actos tiránicos,.lo reprendía con carl-:dad, y si ,a pesar de esto continuaba en sus opresiones y tiranías, entonces absolvía a los fieles del juramento\de fidelidad que babían~prestado al_princlpêen mimbre dela -relig!6íL Y nada más Justo; :pues es clluo que cuando 'las teyes dejan de ser :tates para ~onvertirse en iniquidad y en despotismo, ',no obligan :ni pueden obligar en conciencia. Luego
todas estas:, objeciones no tienen valor alguno. ~e8c¢ióo cootra el progreso
y
la civilización
La 19lesia,-dicen sus contrarios, es enemiga. del progreso y 'de la civilización..~. Esta objeción es simplemente una proposición :jaIsa, una mentira y una calumnia, porque bien saben los ene~igos de la Iglesia que el .desarrollo de J os principios y de la doctrina ensefiados por ella conduce a Jos pueblos a la verdadera felicidad.
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en el sel1tido genuino, civilización es la perfección de la vida social entre los hombres, en el orden /TIoral, intelectual y material. Progreso es el desar~ollÜ' y el adelanto armónicos de la s facultades morales, intelectuales y físicas del hombre; de las artes, de las ciencias y de la riqueza social, de modo que conduzca a los hombres y a los plleblos a la mayor felicidad posible. Dedúcese de aquí que la civilización comprende tres ,~lementos: el moral, el intelectual y el material. y del mismo modo el progreso abraza el desarrollo y perfeccionamiento de estos mismos elementos, pero de modo que en este desarrollo se guarde la subordinadón de los elementos menos trascendentales y menos p,:rfectos a los más trascendentales y más perfectos. La Iglesia quiere y procura la civilización, pero la civilización perfecta y completa; por eso sus cuidados 5e dirigen principal menté al perfeccionamiento mora', e intelectual de los hombres y de los pueblos. Basta, para convencerse de esta verdad, conocer los principioB enseñados por la Iglesia y desarrollarhastavolver en sus últimas por otra parte, la vista peroconsecuencias; sin pasión y sin: r, preocupaciones al incontable número de sabios que ha producido la Iglesia en todos los horizontes científicos. lOS
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, Por consiguiente, la civilización que la IglesIa e.nselia y procura' e~ la única que puede condlJèir, a los hombres y il los pueblo~ a su ve(d~d~ro per~' Y at ~oh~ 'feccionamiepto ya la v~rdaderà-felicidad. traria, esta', civilización materialista qúe' proclaman los -enemigos de la Iglesia, lcjos de conducir a los pueblos a la verdadera felicidad, no hace' otra cosa ,quesumirlos .en la anarquía y establecer como úni,'" ea fundame~to del derecho la fuerza brúta;' resultando de aquí los desórdenes y las guer~~s, porque
-descuida en' el desarrollo de la civilizaci6n el ele~ento moral -que, por una parte: es el más notable' ,-l,el' único que contiene il 10~JlOmbresy a los pue'fitosen .us ¡deberes mutuos'; Las desastrosas con's~uencias de esta pretendida civilización sin reli-, gión y sin Qios nos las dan a conocer la revolución :francesa, ese ¡monstruo llamado la Commune de París, y multitud de escandalosos desórdenes que registra la historia de las naciones que han querido 'gõbernarse sin religión y sin Dios. Et Syllabus. ealndenaclón
del IiberalitÁlo
y de la •. lI&ertades
modernas
La dicen modernos, sus enemigos, está aenlaopaal:tl!r~deIglesiá, los tiempos se hano puesto
-síción con la ¡sociedad contemporánea, se ha decla-
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rado enemiga del liberalismo y de las libertades modernas. Antes de contestar esta objeción es bueno observar que la Iglesia no os enemiga de nadie; condena si lo que es falso, lo que es vicioso y funesto al hombre. Es verdad que la Iglesia ha condenado el liberalismo, como se ve en la Encíclica Mirar ; vo s de Gregario XVI y el Syllabus de Pío IX; pero es porque los pr:ncipios y la doctrina del liberalismo, en lo que se refiere a falsos, Dios yerróneos a la religiÓn verdadera, son evidentemente y contrarías a la única verdadera religión y porque el desarrollo de estos principios y de esta doctrina conduce al hombre y a los pueblos a la negación de Dios y al desorden. Veamo5, en efecto algunos de los principales principios del liberalismo: t.O El Estado es la única fuente de todos los derechos. Este principio es evidentemente falso y le niega a Dios sus derechos sobre el hombre y la sociedad. 2.° Independencia absoluta de la razón humana, onalista. sea laSegún libertadestede principio, conciencia elenhombre, el sentido raciodièen los partidarios de aquel sistema, el hombre tiene dereI
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cho de abrazar y seguir la religión que a bien tenga, o. de no abrazar ninguna, y nadie tiene derecho de imponerle al hombre una religión como obligatoria. Según queda demostrado, esta, proposición eS errónea y absurda porque de ella se siguen consecuencias contradictorias, le niega a Dios sus derechos, es contraria a la doctrina de la Iglesia y su desarrollo conduce al hombre al ateismo práctico. 3. El Estado no debe profesar religión ninguna, pero debe .permitirlas todas, es decir, t3 libertad de 0
cultos. La primera parte de esta proposición-. es evidentemente falsa y trae como consecuencia el ateísmo politico. y es evidente, según queda ya demostrado, que Dios es Creador del hombre y también de la sociedad civil; y los deberes morales adquieren mayor importancia con la perfección de los entes racionales, y la sociedad es más perfecta que el individuo, el Estado más perfecto que el hombre aislado y por tanto los deberes para con Dios abrazan igualmente al hombre y a la sociedad civil, porque ésta, . lo mismo que el hombre, depende de Dios en to- . das sus perfeccioJl.es y asi es innegable que debe haber relaciones morales entre ia sociedad, o sea el Estado y Dios. 4. El Estado debe estar separado de la Iglesia y~ésta del Estado, y el Estado, en su constitución 0
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y administración política, debe prescindir absolutamente de toda relación con la Iglesia. También suelen proponer esta otra fórmula: La Iglesia libre y
el Estado libre; la Iglesia libre en el Estado libre; este principio de la separación de la Iglesia y el Estado es manifiestamente falso y rio significa otra CGsa que la persecución sistemática del Estado contra la Iglesia, como lo prueba de una manera incontestable la historia de las naciones y la historia de nuestra propia Patria. Además, esta separación no es posible porque los súbditos de la Iglesia son los mismos súbditos del Estado. El liberalismo defiende y propaga igualmente la libertad absoluta de la palabra yde la prensa. Y esta libertad, tal como la proponen los defensores del liberalismo, es absurda y conduce a los hombres y a los pueblos al m,ís completo desorden. Efectivamente, la libertad es un derecho, todo derecho supone un deber correspondiente, y así, si Pedro tiene derecho a sus bienes, los demás hombres tienen el deber de respetarle ese derecho; de consi¡?;uiente, si un hombre tiene derecho para decir o imprimir todo lo que quiera, los demás hombres tienen el deber de respetarle ese derecho, y según esta libertad, hay derecho para calumniar, difamar y pervertir, pero es claro que esto no solamente no e s un derecho sinQ que es un pe-
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cado abominable y co nstituye un verdadero crimen. Por otra parte, si se dice que el ca lumniado tiene derecho a desmentir al c alumniador, resultan entonces dos derechos contradictorios y de consiguiente la c olisión real de derechos, y todo esto constituye un absurdo. En cuanto a la libertad de -conciencia en el sentido ra,cionalista ésta queda ya refutada en los capltulos anteriores. Además, según lo h an manifestado de una manera ¡nequlvoca los representanteS del liberalismo en todos los paises, el liberalismo es el od io a l a . religión católica y la persecución contra la Iglesia; y asi dice la Independencia belga: e El liberalismo o es la gu~rra a la Iglesia o no es nada .... Ni nguno puede ser a la vez liberal en polftica y católico en religión". Luego, según lo muestra que llevamos hasta aqui, fácilmente se de que elexpuesto liberalismo ha sido justamente reprobado por la Iglesia, porque es falso y aun absurdo en sus principios; el desarrollo de sus princip¡o& y de su ducttina conduce· a los hombres y a los pueblos al ateísmo y a no conocer otra ley que la f uerza y por tanto en gran manera pernicioso. En cuanto a la libertad de cultos ya h emoslprobado que ésta es falsa y absurda porque de ella
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se s(~guiría que dos proposiciones contradictorias son ambas verdaderas, es decir, se debe adorar a Jesucristo y no se debe adorar a Jesucristo serían dos proposiciones contradictorias que según esta lihertad dE' cultos serían ambas verdaderas. Además, como queda dicho varias veces, sería conceder iguales derechos a la verdad y al error lo que es absurdo. En cuanto a las otras libertades modernas: libertad absoluta de la palabra, de la imprenta y de la enseftanza son contrarios al derecho natural y a la razón, porque si un hombre tiene derecho para calumniar a otro y éste a su vez para desmentiria, resulta de :lquí el más completo desorden moral. Lo mismo puede decirse de la libertad de enseseftanza que sería la libertad y ci derecho de pervertir la juventud; luego con mucha razón las ha reprobado la Iglesia. El Syllabus no es más que un catálogo de proposiciones condenadas por la Iglesia, por.ql.e son subversivas del orden moral, contrarias a la razó;-¡ y enteramente opuestas a la verdadera religi(Sn, eomo cualquiera puede verla consultando este documento.
INDICE Págs.
5
Nociones preliminares ... CAPITULO
I
Pruebas de la existencia de Dios
ArticuloI Artfculo II--Atributos
6 divinos .................••. CAPITULO
8
II
Necesidad de la Religión
Articulo I .............•..•..................••. Artículo ll--De la Religión revelada
9 II
PARTE PRIMERA Demostración de la verdadera religión CAPITULO
I
Demos'\raciÓn de la Religión Cristiana Articulo I-·Unidad de la verdadera religión
,.
14 14
7 2 -
Articulo ·lI---Pruebas 22 Artículo lII-Demostración completa de la verdad de la Religión Cristiana 24 Articulo IV-Divinidad de la Religión Cristiana ~9 PARTE SEGUNDA Demostración de la Religión Católica CAPITULO
I
Naturaleza, Constitución y caracteres de la Igle-
sia
33 ArUculo I~Naturaleza y Constitución de la Ig lesia 33 Articulo lI-Caracteres de la Iglesia 34 3(j Articulo III--Notas de la Iglesia CAPITULO
II
Articulo l-Poder y forma del Gobierno de la Igle42 sia Articulo II~Objeciones contra la Iglesia -44