Para comenzar, el poema presenta una sombra nocturna a cuyo cobijo una persona es acometida por el sueño en medio del silencio y la quietud de la naturaleza, de la que participan las aves nocturnas y los animales diurnos, ya cantando lentamente o ya durmiendo un sueño vigilante. Todos son llamados al silencio y al descanso por Harpócrates. El cuerpo de la persona suspende sus oper op erac acio ione ness ordi ordina nari rias as,, desc descri rita tass en térm términ inos os isi isiol ológ ógic icos os y simb simból ólic icos os,, culminando en la actividad de la imaginación como un aparato óptico! el aro. " partir de este momento, su alma, en un sueño, se ve a s# misma libre y en la cumbre de su propio intelecto$ esto es, en el %pice del monte espiritual de su intelecto agente, que se dirige a &ios y es luminoso. "'#, remontada como un %guila, el alma contempla la creación entera, pero racasa en el intento de comprenderla en un solo concepto. (onundida, el alma nauraga como una nave, en parte porque sus ojos mentales son deslumbrados por el sol, pero sobre todo porque es e)cedida por la inmensidad del universo en su potencia de ormar conceptos. conceptos. Habiéndose Habiéndose re'abilitad re'abilitadoo la vista vista del intelecto gracias a la mediación mediación de las penumbras, la razón lo releva en la empresa recurriendo al método de las diez categor#as para considerar las cosas una por una. *in embargo, la razón discursiva no va m%s all% de preguntarse por las caracter#sticas y causas del trayecto de la uente y el color y olor de la lor, comprobando quiz% que tal disciplina es un esuerzo in+til, 'abida cuenta de los obst%culos que la razón encuentra y los accidentes y misterios de cada ser. Es entonces cuando el cuerpo, que 'a consumido todo el alimento que ten#a, comienza a moverse y a despertar, dando in al sueño del alma. El poema poe ma termina con el sol venciendo a la noc'e en un combate entre ejércitos de luces y sombras y con el despertar de la poeta. ayamo yamoss en segu seguid idaa a los los embl emblem emas as qu quee m%s m%s ajus ajusta tann al po poem ema. a. Para Para comenzar, en una lectura literal, la sombra unesta es una amenaza a la luz de las estrellas. Parecer#a reorzarse al inal del poema en que es llamada -tirana/0 rente a la luz del sol, pero no 'ay que olvidar que, con este aspecto dram% am%tico, en medio del poema ema la somb ombra es una -piadosa /1 medianera que ayuda a los ojos del alma a recobrarse del deslumbramiento solar. 2os ep#tetos son incidentales o coyunturales. En realidad, la noc'e es el telón de ondo de todo el poema. Es igualada compositivamente a Harpócrates como una aposición suya 3-Harpócrates, la noc'e, silencioso /45. 6oc'e pletórica de signiicados, poblada de im%genes, o -enómenos, que nos 'ablan con mil indicios de la inteligencia divina que los 'a puesto a'# para ser descirados, la sombra nocturna de *or 7uana es el recept%culo primordial que encontramos en los te)tos platónicos, la chora del Timeo, donde las cosas est%n como semillas, llenas de potencia ontológica. Es la noc'e órica de la que 'abla Pico en susConclusiones mágico-cabalísticas as# como el m#stico *an 7uan! el espacio y el tiempo de acercamiento a lo divino, donde la naturaleza espera ser recibida y
nombrada desde su lec'o de quietud y silencio. El poema comienza a decirse, por tanto, como un 'imno inspirado en la noc'e que en él ructiicar%. *u tesitura musical es marcada con toda claridad al principio por el canto de las aves nocturnas y el viento. Precisamente la injerencia del gran tópico del silencio teologal nos obliga a pensar en otra alusión emblem%tica de la sombra nocturna presente en Pierio aleriano! aleriano! la cola del cocodrilo egipcio, que el emblemista ital italia iano no adap adapta ta de Ho Hora rapo poll llo, o, esto esto es, es, dand dandoo prim primer eroo su sent sentid idoo -p -par araa los los egipcios al transerir las primeras acepciones de los Hieroglyphica Hieroglyphicagriegos y añadiendo luego las teologales en todo un cap#tulo sobre el silencio que el cocodrilo simboliza, dentro del cual se encuentra la siguiente sección sobre el signiicado de -Tinieblas y cosa unesta, cuyas connotaciones anagógicas casan perectamente con el sentido del Primero sueño sueño! -8as para igurar las tinieblas 9...: pintaban la cola del cocodrilo, porque tan pronto como cerca a un animal, se sirve de la cola para matarlo, con la cual lo golpea 'asta 'acerlo morir, morir, pues todo lo que tiene de uerza y poder se concentra concentra en su cola. 9...: el cocodrilo escondido en una gruta es s#mbolo del poder y de la sustancia, es decir de la esencia de &ios que no puede sondearse son dearse ni n i comprenderse. 9...: ning+n 'ombre es capaz de e)plicar con palabras ni de abricar un retrato del comienzo y el in de la divina majestad, ni deinirla o encerrarla en ningunos l#mites. El poco conocimiento que tenemos viene de la consideración de sus obras 9...:. Porque igualmente en el *alm *almoo ;4 se dice dice que que &ios &ios a pu pues esto to las tinieb niebllas para para esconderse, para 'acernos comprender que muc'as de las cosas divinas son oscuras a muc'os, y conocidas solamente por los ieles. 9...: cierto es que pocos 'an llegado al conocimiento de &ios, sea que tengamos el entendimiento tan grosero que no podamos soportar el e l brillo de su espléndida luz, sea que nuestro esp#ritu impuro no es capaz de recibir la pureza suya, sea que el cuerpo 'umano impide de tal modo al alma que ella no puede admitir admitir el *anto Esp#ritu, Esp#ritu, sea que la virtud virtud de nuestro intelecto intelecto es tan débil, que no puede comprender por ninguna conjetura esta inmensidad/<.
=unesta, quieta y silenciosa, reerida a lo divino incognoscible, la pir%mide de la noc'e armoniza en el poema de *or 7uana con otros elementos alegóricos inspirados en la idea renacentista de la sabidur#a egipcia! las m+ltiples pir%mides,
sobre todo las de los Ptolomeos, en medio del poema, y la igura de Harpócrates, una deidad griega y egipcia que *or 7uana toma del De Isis y Osiris de Plutarco as# como de la literatura emblem%tica. " dierencia de lo que sucede con la empresa de *aavedra del eclipse moral del poderoso, la representación de las tinieblas en aleriano satisace isotópicamente la din%mica compositiva del Primero sueño.
=ig. ;.> -Tenebrae 3Horapollo, Hieroglyphica5
&eteng%monos m%s en esta igura para observar que la pir%mide no es solamente la primera igura emblem%tica del poema, sino que también lo alegoriza integralmente como s#mbolo o figura figurans que e)presa la triple relación entre &ios, el 'ombre y la naturaleza. En eecto, aparece varias veces en el poema, primero como la sombra de la tierra durante la noc'e, luego como la pir%mide de luz del intelecto agente part#cipe de la ?racia divina, también como met%ora de una altura inmensa, de la soberbia 'umana o del progreso ilosóico 'acia la verdad, y inalmente como la pir%mide de luz que recibe la tierra del sol. También nos percatamos de que *or 7uana 'a dispuesto de tal modo la pir%mide de sombra al principio y la de la luz del sol al inal, que de 'ec'o est% reiriendo objetivamente el poema a las ormas geométricas de dos pir%mides contrapuestas, una de luz y otra de sombra, en cuya parte media resulta, de su entrecruzamiento, la igura circular y, por ende, esérica, mencionadas puntualmente en los versos centrales del Primero sueño/@. En ;@0A, Barl ossler 'ab#a señalado dos pir%mides superpuestas sugeridas por el poema, una de oscuridad y otra de luz AC, reiriéndose a una ilustración >que no emblema> de "t'anasius Birc'er. Esta
atribución ue repetida por Dctavio Paz A; y por muc'os después de él. "unque nos adelantemos al inal del poema, que comentaremos en su momento, 'ay que señalar desde a'ora que se asigna igualmente a otra ilustración de "t'anasius Birc'er la mención de la linterna m%gica en un verso espec#ico del Primero sueñoA/, donde se comparan sus proyecciones antasmagóricas a las iguras de la imaginación. &esaortunadamente la cr#tica 'a concedido a Birc'er AA >o a obert =ludd> un inlujo e)cesivo en *or 7uana y olvida que tanto Birc'er como =luddAF ueron producto de la cultura 'umanista del enacimiento$ por tanto, las uentes reales de esta imagen 'an sido pasadas por alto. Birc'er y *or 7uana tuvieron por delante las obras de autores italianos como 2eone Gattista "lberti A0, Pomponio ?auricoA1, 2eonardo da inci A4, =rancesco 8aurolico A< y sus teor#as sobre el ojo y la perspectiva.
=ig. /.> Pir%mides convergentes de luz y de sombra 38aurolico, ;1;A5
=rancesco 8aurolico, conocido en el mperio Español por sus aportaciones a la óptica, no sólo 'ab#a escrito un libro sobre las proyecciones de luz y de sombra, sino que también 'ab#a e)perimentado con la c%mara oscura, antecedente de la linterna m%gica. 2uego, 7uan Eusebio 6ieremberg, en España, dedica el +ltimo cap#tulo de su Oculta filosofía , de ;1F0, a la linterna m%gica que le mostró un compañero de orden, narrando cómo, asombrado, vio! -un aposento obscuro, al qual entraba luz solo por vn pequeño abujero en que estava vn vidrio para dar cuerpo a los colores con su densidad a espacio competente$ puso vn papel solamente, en el vi representados todos los objectos que estavan uera con sus colores$ solo que parecian trastrocados los te)ados, y las puntas de las torres estauan 'azia ba)o. 2os argumentos con que probaba que aquello que se veia no era el objecto, sino sus especies, que auian parado alli, tenian alguna verosimilitud$ dezia, entre otras razones, que si uera el objecto,
avia de verse por rele)ion de las especies, y rayos visuales$ como se ve el objecto en vn espejo, y en aquel papel no se veia de aquel modo, porque no se podian ver por rele)ionA@.
El interés 'isp%nico por la interacción de conos luminosos y sombr#os as# como por los nuevos arteactos que pon#an en unción la reracción de la luz y la proyección de im%genes eran ya conocidos muc'o antes de que Birc'er publicase su Ars magna lucis et umbrae, de ;1F1FC. I todo lo anterior maniiesta la ad'esión 'isp%nica al interés por las complejidades de la luz y la perspectiva, que ya 'ab#a ascinado desde el siglo J a un renacentista como "lonso de la Torre, quien les dedica una sustanciosa parte en su isi!n "eleitableF;. &e eso precisamente es de lo que trata el Primero sueño! de la perspectiva, de su relatividad, de sus posibilidades y limitaciones, en breve, del compromiso barroco con las ideas de ilusión y de participación, y con el espacio ininito, donde el 'ombre 'a sido puesto a su libre albedr#o. En la literatura inglesa, el Paraíso Per"i"o de 8ilton es un ejemplo de este avistamiento telescópico del universo en el siglo J F/, cuando se vieron materializadas las especulaciones m#sticas de un 6icol%s de (usa, pues 'ay que volver a decir 'asta que la inercia académica lo asimile, que la ilustración de dos pir%mides superpuestas de Birc'er queda por muc'o rebasada por el inlujo que tuvo en *or 7uana 6icol%s de (usa, cuyo pasaje del De con#ecturisFA sobre las pir%mides de luz y sombra que se encuentran y penetran es deinitivamente la uente m%s probable de *or 7uana. 2a iloso#a teológica, contemplativa y geométrica, del (usano impregnó a los m#sticos españoles y a los poetas meta#sicos del enacimiento y el Garroco, y al Primero sueño en particular FF. El s#mbolo de la pir%mide en el poema de *or 7uana, como alegor#a totalizadora, nos lleva al terreno de la iloso#a, m%s all% de las iguraciones emblem%ticas a no ser por la orma pura de la meta#sica platónica! -*eg+n de Homero, digo, la sentencia, K las Pir%mides ueron materiales K tipos solos, señales e)teriores K de las que, dimensiones interiores, K especies son del alma intencionales! K que como sube en piramidal punta K al (ielo la ambiciosa llama ardiente, K as# la 'umana mente su igura trasunta F0. Homero, a quien *or 7uana atribuye esta idea en el discurso poético, en realidad es Platón en el Timeo. Tampoco ue Homero quien 'abló de las pir%mides egipcias, sino acaso Heródoto. Tres prestigiosos griegos de la "ntigLedad juntos en el sentido -original de la pir%mide. *or 7uana optó por el poeta. Muiz% por esta intencional
licencia que relega al 'istoriador y al ilósoo, *or 7uana ajusta cuentas con los 'istoriadores en los versos A
*e trata de un -emblema desnudo porque carece de imagen, pero el sentido de la pir%mide como representación que une naturaleza, alma y &ios es igual al de la silva *or 7uana! la idea platónica en una versión que concuerda con la cristiana bajo ropaje egipcio. Es una pir%mide mental cuya luz cimera es la ?racia, sin las obstrucciones pastorales que presenta, por ejemplo, la empresa del obelisco de =rancisco 6+ñez de (epeda, que cité en ;@@0 F4, a pesar de que el tópico de la atalaya F<, con todo lo que tiene que ver con el libre albedr#o y el consejo, se asemeje a la I"ea "el buen pastor . 2a abstracción del planteamiento platónico también se libra de intrusiones pol#ticas que s# est%n presentes en la pir%mide de 7uan *olórzano Pereira! - %ic Docti & Potentibus subliman"i F@$ el cual, sin embargo, versa sobre el apetito de sublimarse y sobre la culminación de
los esuerzos de la disciplina, que también describe el poema cuando el alma recurre a la razón metódica para comprender el mundo. El te)to de *olórzano contiene las mismas observaciones de *or 7uana sobre la conquista del vértice de la pir%mide, premio a las atigas del que se esuerza moral e intelectualmente. *i es cierto que el emblema de la 'ilosofía en la obra de (esare ipa 0C se relaciona también con esta idea, es m%s probable que la e)tensa rele)ión alegórica en el libro de *olórzano sea la uente de la pir%mide ilosoal Primero sueño. Pero por lo que respecta a esa pir%mide mental que contiene en s# todas las coordenadas del poema de *or 7uana, si queremos encontrar un paralelo emblem%tico m%s visual que la, por lo dem%s, e)acta versión platónico>egipciana de (urione, no parece 'aber un paralelo e)acto que guarde relación en imagen y signiicado a la vez. 2os emblemas de la pir%mide suelen encontrarse acotados a determinada signiicación, di#cilmente a una puramente ormal y platónica. *i pensamos en la de (amillo (amilli 0;, por ejemplo, que s# tiene en cuenta la matem%tica constitución de este cuerpo geométrico, se presenta el problema del idioma italiano, aunque recordemos que *igLenza tuviese en su poder varios libros de emblemistas italianos, como uscelli. &e las m+ltiples ediciones y adaptaciones de la Iconología, de (ésar ipa, 'ay una rancesa de ;4CC, de &aniel de la =euille0/, que coloca el lema - Point "(ombre ici 3-6ada de sombra aqu#5 a una pir%mide con el sol en la punta. Posiblemente la imagen es 'ipotiposis de alguna connotación ragmentaria contenida en la obra de ipa, que s# ormó parte importante del conte)to emblem%tico de *or 7uana. El sentido corresponde muy bien a los versos A1@ a A4<, donde los cuerpos opacos de las pir%mides egipcias no se opon#an al sol, sino que -tan del todo bañados K de su resplandor eran, que >lucidos> 0A, no proyectan ni señal de sombra. Pero si eligiésemos estas o cualquiera otra representación icónica podr#amos incurrir en una anacron#a o en un artiicial divorcio de las partes constitutivas del emblema, y de cualquier modo no llegamos a encontrar un equivalente adecuado a la pir%mide madre, la pitagórico>platónica. "caso sea preerible quedarnos con esa -imagen mental de la pir%mide perecta, cuyo arquetipo conceptual, para la propia *or 7uana, estaba en el Emp#reo!-reducción meta#sica que enseña K 3los entes concibiendo generales K en sólo unas mentales antas#as K donde de la materia se desdeña K el discurso abstra#do5 K ciencia a ormar de los universales0F. iene después de la sombra nocturna la mención de la luna o -triorme diosa, que tradicionalmente se 'a identiicado con la tr#ada de diosas &ianaKHécateKProserpina. *in embargo, nadie parece 'aber reparado que *or 7uana no es precisa a este respecto, y que bien puede tratarse de las tres caras de la diosa 8inerva, la Tritogenia, a quien *or 7uana avorece especialmente en su )eptuno aleg!rico00 y en su obra en general, por obvias razones. Tanto
aleriano, como (artari y (onti registran la triplicidad de 8inerva. El m%s citado por *or 7uana en toda su obra, 6atal (onti 01, orece una imagen de los tres aspectos de 8inerva, de los cuales el tercero >con la rama de olivo detr%s> es Hécate, identiicada con la luna y las aves nocturnas. *obre su car%cter triple dice! -Dtros la llamaban 2una porque cre#an que acostumbraba aparecer el tercer d#a de la conjunción, a pesar de que a veces ese d#a, por diversas causas juntas, se muestra vieja y nueva a la vez. 6o altaron los que opinaban que era el alma y as# la llamaban, cuyas tres acultades son la razón, el deseo y la que concita la ira. Dtros dier#an pensando que era el aire, que en tres épocas cambia radicalmente y genera la primavera, el verano y el invierno, por lo que el año ue dividido en estas tres estaciones04.
2as tres estaciones ueron equivalentes, as#, de las tres ases lunares, as# como de los aspectos de doncella, mujer y vieja. En su estudio sobre las acetas de la gran diosa, obert ?raves identiica en los te)tos cl%sicos la evolución del mito de la triple diosa en 8inerva, adorada como la virgen guerrera, la industriosa tejedora y la vieja -que inspiraba a los or%culos y dirig#a todas las artes0<, acompañada de la lec'uza.
=ig. A.> 8inerva Tritogenia, en 6atal (onti, *ythologiae
8%s a+n, 'ab#amos dic'o que el emblema piramidal -desnudo en (urione es el m%s apropiado a la gran alegor#a del Primero sueño. *in embargo, en un cap#tulo de los Hieroglyphica de aleriano, el dedicado a sis, aparece una representación de la pir%mide identiicada con 8inerva. 2a pir%mide es también la Tritogenia, y se pone la igura geométrica vista desde arriba con el siguiente te)to! -En cuanto a 8inerva, algunos la 'acen triple por las estaciones del año, de las cuales, como se suele decir, los egipcios no ten#an m%s que tres, a saber, la primavera, el otoño y el invierno. También le 'ab#an dedicado el tercer d#a de cada mes, comenzando el mes con el coito de la 2una..., pues Pallas, de acuerdo con su teolog#a, nació el tercer d#a. I muc'os interpretan también a Pallas y a la 2una como una misma cosa0@.
(on todo lo anterior e)plicamos m%s naturalmente la intención estética de incluir a las aves nocturnas, todas ellas consagradas a 8inerva, 'asta el murciélago, como seres que pueden ver en la oscuridad y vigilan cuando todos duermen. Estas connotaciones anagógicas de la lec'uza, el b+'o y el murciélago las encontramos en la edición de "lciato en Padua, as# como en la obra de incenzo (artari1C. *obre el murciélago en espec#ico, el propio Dvidio 'ace a las 8ineidas devotas de 8inerva 1;. En cambio para nada son activos sem%nticamente los -pecados o -altas de 6ictimene, "sc%lao o las 8inias, siendo la mención de sus nombres simplemente epon#mica, no simbólica. En cuanto a sus abundantes representaciones emblem%ticas, preiero sujetarme a lo dic'o arriba sobre la naturaleza endémica de su simbolismo como animales en la cultura de la "ntigLedad al enacimiento. En todo caso, entre el grabado de "lciato y el de (ovarrubias, considerando los epigramas que acompañan a cada uno, es preerible el de (ovarrubias, como apunté en ;@@0, m%s e)pl#cito en su epigrama y comentario sobre la calidad de -consejera de la lec'uza, la cual est% posada sobre un libro y diciendo el mote un-proverbio trillado, seg+n (ovarrubias 3uno de los A"agia de Erasmo5! - In nocte consilium1/. Dtra realidad m%s estructural es que las aves nocturnas est%n a'# para componer una sinon#a de lentas y pausadas notas que introduce el poema, sinon#a llena de silencios que bien podr#a ser emblematizada con alguna de las muc'as representaciones del festina lente1A de la "ntigLedad. 2as aves en coro
construyen as#, con la previa alusión impl#cita a 8inerva, la idea de la sabidur#a circunspecta, que se reuerza m%s adelante al mencionar el %rbol del olivo. Nsta se complementar% a pocos versos con la aparición de Harpócrates, sint%cticamente una aposición la noc'e misma y en términos simbólicos el dios del silencio en su identiicación con el Hermes de Homero, quien duerme a todo el mundo con el toque de su vara o caduceo y conduce a las almas al ultramundo1F. Por su parte, incenzo (artari, otro autor predilecto de *or 7uana, atribuye a los egipcios la representación de 8inerva acompañada de Harpócrates en dos de sus versiones! como el joven que cierra los labios con el dedo y como un 'ombre cubierto con una piel de lobo llena de orejas y ojos, que signiican que todo lo ve y oye, pero calla. 2a signiicación espec#ica de 8inerva con estos acompañantes es la de ser diosa del silencio sobre los arcanos de la religión 10.
=ig. F.> 8inerva con dos personiicaciones de Harpócrates 3(artari, magines deorum5
En cuanto a la igura de Harpócrates m%s adecuada al poema, podr#amos pensar en la igura de Harpócrates de Dtto aenius 11, bastante iel a la descripción de Plutarco y muy presente en la emblem%tica de las colonias americanas. &einitivamente no se trata del Harpócrates de "lciato 14, que 'a sido señalado por un sin#n de cr#ticos del Primero sueño pero que representa el silencio pol#tico con la imagen de un rey sigiloso. "l cabo parecen considerablemente m%s
adecuados que los dos anteriores los emblemas de "c'ille Gocc'i, uno de los cuales presenta a HermesKHarpócrates con una capa arremolinada y quieta a la vez, arremetido por el ragor de la tormenta de un lado y con el dedo sobre la boca del otro, donde también sostiene un candelero cuyas lamas verticales indican el reposo del ambiente, representando as# la dualidad del silencio y la quietud que se imponen sobre el sonido y la uria mundanos 1<. El Primero sueño establece esas mismas dos condiciones previas al dormir y al soñar. Es notable que el epigrama que acompaña a la imagen mencione a Tritonia Pallas, as# como a la imagen de la mente divina que es la 'umana y a la isla de =aro 1@.
=ig. 0.> 8ercurio como Harpócrates, instando al silencio y la quietud 3Gocc'i, 1/5
Harpócrates est% a'# no sólo como catalizador de un sueño que la soñante debe descirar, sino también para simbolizar la #ndole enigm%tica de ese sueño$ elocuencia prudente o sabidur#a elocuente, se 'ermana con las alusiones a 8inerva como la triple diosa con sus aves nocturnas y su %rbol de olivo. Hermes y "t'enea ueron representados como una usión o - "ei ambigui tanto en (artari4C como en Gocc'i4;. Por (artari sabemos que sol#a colocarse
la Hermathena como adorno de las academias, representando, precisamente, esa cualidad del silencio que -dice muc'o aunque calle, tal como lo describe *or 7uana en su $espuesta a %or 'ilotea4/. Es preciso señalar, aunque quiz% *or 7uana no lo tuviese a mano, que ollen'agen tiene un emblema que representa la Hermathena o conjunción de 8ercurio y 8inerva con sendas cornucopias y un caduceo presidido por la lec'uza. OEl lema In nocte consilium4A.
=ig. 1.> -n nocte consilium, ollen'agen
2os animales diurnos >el león, el ciervo y el %guila> tienen la unción poética de contrastar con las despiertas aves nocturnas representando el sueño durante la noc'e, as# como la de armonizar con ellas en el tópico de la vigilancia. &e igual modo, son alegor#a de los sentidos e)teriores >la vista, el o#do y el olato> latentes durante el sueño, los cuales aparecer%n poco m%s adelante al llegar a la descripción del cuerpo 'umano durmiente. Es casi seguro que por esta razón *or 7uana convirtió a "cteón en rey sin serlo en las %bulas mitológicas$ la licencia se la concede la intención compositiva y la cornamenta de la igura animal. En cuanto al tópico de la vigilancia, los tres animales constituyen una alusión a la responsabilidad de los reyes de velar sobre sus pueblos aun cuando se debe dormir, para lo cual *or 7uana recurre a un emblema m%s! el de la corona, cuya circularidad alegoriza el cuidado que nunca termina4F. Esta corona pudiera corresponder varias en la emblem%tica 'isp%nica! la de *olórzano Pereira 40, la de (ovarrubias41 o la de *aavedra =ajardo44. *in embargo, por los contenidos
aludidos por cada una de ellas, tal parece que la m%s adecuada es la de *aavedra, quien también atribuye al c#rculo continuo de la corona el simbolizar el cuidado constante de los reyes. "dem%s, reunidos los tres monarcas animales, con la elocuencia de su propia igura, son indicio del consejo >o consilium> del bien dormir, que es dormir con el alma vigilante. Todo lo anterior se cumplimenta con ese cuerpo 'umano >que al inal del poema descubrimos que es el de la poeta> acometido por el sueño. Primero vemos a los sentidos inertes, desmentidos por los órganos vegetativos, a los que corresponden, como dijimos arriba, el reloj al corazón, para el cual tendr#amos varios emblemas candidatos, pero el m%s a tono es el de *aavedra =ajardo, quien en su empresa 04 atribuye al reloj el papel de rey que dirige el mecanismo total del estado como un resorte o -volante, e)actamente igual que el corazón en relación con el resto de las partes del cuerpo en el poema 4<. 2uego, un par de jerogl#icos de Horapollo con la misma imagen! -Estómago4@ y -8edida, para la -cient#ica oicina del aparato digestivo, pues pintan un dedo 'umano aislado y anotando cantidades en el aire. eamos! -I aquella del calor m%s competente K cient#ica oicina, K próvida de los miembros despensera, K que avara nunca y siempre diligente, K ni a la parte preiere m%s vecina K ni olvida a la remota, K y en ajustado natural cuadrante K las cantidades nota K que a cada cu%l tocarle considera. "mbos jerogl#icos identiican la medición con el estómago bajo la misma idea que rige en el poema.
=ig. 4.> -Estómago 3Horapollo, en su edición rancesa de ;0FA5
"ntes que sorprendernos el conocimiento de Horapollo por *or 7uana, debemos tener en cuenta que no sólo 'ab#a adaptado sus jerogl#icos Pierio aleriano, sino también 7uan Horozco (ovarrubias, aunque en ambos autores igure el del estómago sólo en su orma verbal
=ig. <.> -"nima mea desideravit te in nocte 3H. Hugo, ;5
El alma se aana por conocer el Primum mo+ile a través de su magn#ica obra! -que como sube en piramidal punta K al (ielo la ambiciosa llama ardiente, K as# la 'umana mente K su igura trasunta, K y a la (ausa Primera siempre aspira. " pesar del nauragio y conusión que el espect%culo de la totalidad produce en ella, el alma vuelve a encontrar el camino valiéndose de la razón discursiva, pero siempre encaminada al mismo punto. 6uevamente, un emblema de Herman Hugo responde a esta caracter#stica de entereza y devoción a pesar de todos los contratiempos y peligros. *ucede, por ejemplo, con el del alma inmersa en un laberinto, pero orientada con e)actitud por un alto aro que la conduce desde lontananza@;. 2os trasiegos del a%n de conocer tampoco inmutan la alta aspiración del alma entre los meandros de la silva.
=ig. @.> -tinam dirigantur viae meae ad custodiendas iustiicationes tuasQ 3H. Hugo, ;45
2a atalaya, 'ermana del minarete %rabe, ue considerada en el *iglo de Dro una iguración del libre albedr#o. *eg+n ivalda, Erasmo ue uno de los promotores del atalayismo 'umanista, para el cual la torre o aro es un centinela o speculator @/. *or 7uana comparte esta ideolog#a especular de la +ita contemplati+a que, desde un lugar alto y apartado, permite a la vista e)tenderse sobre el mundo y los cielos, promontorio de la rele)ión sublime sobre &ios y la virtud, comparable a la escala de ascenso y descenso de 2ulio y, por la noc'e, alumbrada por la luz de una l%mpara. Ella debió conocer el pasaje de lasConfesiones de *an "gust#n que al azar leyó Petrarca en una situación idéntica! la contemplación de la enormidad desde la cima de una montaña @A. 8ilton la compartió también en Il Pensieroso@F, cuyo melancólico reugio dispone a la iluminación divina. 2a antas#a, no obstante, depende del calor del cuerpo, tal como lo describe aleriano al tratar sobre la l%mpara, s#mbolo del cuerpo y del esp#ritu. El emblemista italiano cita a Plutarco -cuando compara la
l%mpara con el cuerpo, retrato y mansión del alma, y la luz con el esp#ritu @0. 8%s adelante, también señala otra signiicación de la l%mpara, s#mbolo de la ciencia en las vigilias de los estudiosos! -En resumen, el uego es com+nmente el s#mbolo de la e, la l%mpara de la ciencia, que por designio de &ios debemos tener siempre entre nuestras manos. &ice el salmo ;
2a similitud con el Primero sueño aventaja con muc'o las connotaciones del aro de 6+ñez de (epeda, pues se centra en el aspecto intelectual del conocimiento guiado por lo divino, en lugar de 'acerlo en la dirección de la grey. 2a alta de imagen no aecta el car%cter emblem%tico de este s#mbolo de aleriano, pues cualquier aro o torre servir#a para visualizar la alegor#a$ adem%s, el complemento icónico lo encontramos muy bien en el emblema -tmam "irigantur +iae meae de Pia "esi"eria. 2o que importa es ese uego superior, triple en términos tom#sticos! tanto esp#ritu santo como esp#ritu intelectual y esp#ritu ant%stico @4. En este sueño enigm%tico, la revelación al alma 'umana es precisamente el -conócete a ti mismo que la sit+a en tensión entre lo superior y lo inerior. =altar#a ver a+n cu%nto de la ciencia llamada -catóptrica entra en este segmento clave del poema, es decir, el estudio de la reracción de la luz, que ascinaba a los sabios del siglo barroco. 2a obra del jesuita 7acob Gosc', %ymbolographia@<, es de ese periodo, pero posterior a la muerte de *or 7uana. *e trata de una suma del vértigo barroco por el desdoblamiento y la multiplicación. El interés, no obstante, es el mismo, y es el presupuesto retórico y conceptual que undamenta la alegor#a del Primero sueño, porque en ella los tres -esp#ritus de Tom%s de "quino se ponen en juego sobre la base del mundo terrenal. 2a antas#a es espejo de la luz intelectual, que a su vez es espejo de la luz divina. En el territorio de la retórica, ?raci%n describió las reracciones metaóricas con lujo de detalle en su Agu"e/a, como indiqué arriba. El sentido
reractado de la alegor#a 3o el moderno de -anagog#a5, que parte de representaciones de lo real y no de lo real, es el instrumento necesario para penetrar las concéntricas capas de una iguración mil veces multiplicada, como los rayos del sol naciente en el poema! -de mil multiplicados, K mil veces puntos, lujos mil dorados @@. Por lo que respecta a este emblema clave, reverberación de la pir%mide mental, si no uese por la l%mpara de aleriano y sus precedentes, *or 7uana casi es pionera en asignar a la igura del aro con su espejo o linterna el sentido de imaginaci!n adem%s de intelecto, apuntalada en lo que aprendió de la óptica de su tiempo y en la lectura de 6ieremberg. 2os emblemas de (ovarrubias;CC con el tema de reracción se aplican a otros asuntos, como la traición oculta y la 'ipocres#a o la luz del rey que m%s vale recibir reractada y no dejar que queme. *ólo veo en "c'ille Gocc'i ;C; uno en que el sol es &ios, y su luz relejada en un espejo cóncavo surte uego para que ardan los corazones cristianos. 2a idea es prometeica. También en (urione, por cierto, aparece el uego de Prometeo como el intelecto agente comprometido en la invención de las artes;C/. O"caso no es eso lo que 'ace el alma de *or 7uana, inventar las %bulas de su sueño y del poema como Prometeo inventó las artes con el uego robado El alma, enseguida >o el intelecto en los siguientes versos>, nauraga m%s por la imposibilidad de concebir la totalidad del universo presentada en un instante ante sus ojos intelectuales, que por 'aber sido cegada moment%neamente por el astro solar. *in embargo, no cae. 7am%s cae. 2a ca#da es uno de esos espejismos de la interpretación ajenos a la letra del poema. En el Primero sueño sólo se despeñan la vista a la base de la pir%mide mental antes de que el alma se vea encumbrada, y la noc'e a las ant#podas cuando a su término rompe el d#a ;CA. El alma, nunca. *ólo nauraga conundida, pero avorecida como ninguna criatura por su libre albedr#o y, enilada por un -reportado aviso, ec'a mano de la razón discursiva para lograr su propósito de comprenderlo todo. El nauragio s# que tiene muc'os paralelos emblem%ticos, ya en *aavedra y =ajardo ;CF, ya en *olórzano y Pereira ;C0. En ellos, el capit%n y tripulación de la nave deben considerar, en el peligro de la tormenta, el des'acerse de su carga para no zozobrar. *igue siendo el tópico del consilium, sólo que a'ora en su versión m%s pr%ctica para seguir adelante a pesar del asalto de la tempestad. 2a nave en trance de nauragar ue un tema recurrente de la poes#a renacentista. *i Petrarca le otorgó un lugar privilegiado en su repertorio de im%genes poéticas, si "lciato ;C1 la coloca entre sus emblemas, en ?iordano Gruno la encontramos presidiendo un cap#tulo de 0os heroicos furores;C4, lotando al in rente a los rayos salvadores de las dos estrellas, (astor y Pólu) o las dos Dsas, gu#a y aro de las naves atribuladas. Hay adem%s variantes emblem%ticas en que es el alma la que est% a punto de a'ogarse cuando la mano salvadora del amor divino la saca del mar en tempestad. "s# la vemos en el emblema ;; de Pia "esi"eria , - )on me "emergat tempestas a1uae, ne1ue absorbeat me profun"um;C<, pero antes tenemos el
s#mbolo 0; de "c'ille Gocc'i ;C@, sin que sea posible determinar cu%l de los dos >o quiz% ambos> incidió en la in+entiodel Primero sueño. Estas versiones remiten el alma en trance peligroso al amor divino. En cambio *or 7uana, como Gruno, a la iloso#a, don divino al 'ombre.
=ig. ;C.> -=ortuna orti svblevanda indvstria 3Gocc'i, 0;5
8as la razón discursiva también vacila, percat%ndose de la utop#a del conocimiento total! -Estos, pues, grados discurrir quer#a K unas veces. Pero otras, disent#a, K e)cesivo juzgando atrevimiento K el discurrirlo todo, porque ni aun el conocimiento gradual y disciplinado es capaz a su %ustico propósito. Poco después, viendo que ni la uente ni la lor dejan de guardar misterios a la mente 'umana, insiste en el -no lugar de su intención! -Ocómo en tan espantosa K
m%quina discurrir pudiera, K cuyo terrible incomportable peso K >si ya en su centro mismo no estribara> K de "tlante a las espaldas agobiara, K de "lcides a las uerzas e)cediera.... Este pasaje tiene el particular interés de juzgar la utop#a 'umana tan deseable como la unión con &ios por los m#sticos, pero igualmente imposible en esta e)istencia y, por lo mismo, siempre postergada al término del tiempo. 2as iguras de "tlas y Hércules son accesorias, emblemas cuya unción es conectiva, ya muy le)icalizados y representados con gran prousión en todas las artes. E)actamente es ese el caso de =aetón e Scaro, meros soportes metaóricos que dan pie al lucimiento elocutivo de *or 7uana. Pasamos después al comienzo del despertar, cuando en sueños nos percatamos de lo imposible de nuestro sueño. El cuerpo siente la alta de alimento y comienza a desperezarse. El d#a asoma. 2a noc'e se ve asaltada por los primeros rayos solares y comienza una batalla entre la 6oc'e y el a, dos contrincantes que nunca gobernar%n el mundo por entero. 2a 'erencia de las silvas de Estacio se deja sentir, mientras que en la emblem%tica tenemos, desde Horapollo ;;C, el jerogl#ico del rey que sólo posee la mitad del mundo! el cuerpo de una serpiente cortado a la mitad. Entre los españoles, *ebasti%n (ovarrubias ;;; y *olórzano Pereira;;/ tienen sendos emblemas sobre el asunto. *or 7uana debió ser consciente del supuesto -origen egipcio del jerogl#ico, presente en aleriano$ el emblema de (ovarrubias, por su parte, enuncia de una manera abstracta, pero e)acta para el sentido del Primero sueño, cómo una sola corona no puede ser pose#da por dos monarcas. *olórzano orece un grabado muy elocuente donde en lugar de una corona igura el globo terr%queo, aunque con un te)to abundante en consideraciones de car%cter pol#tico.
=ig. ;;.> -n eges pro Terrae puncto certantes 3*olórzano, <45
El triuno solar al inal del Primero sueño es m%s que un reerente cósmico, ormalmente se corresponde con la pir%mide de sombra al principio, y también presenta supuestos meta#sicos, empezando porque el sol es s#mbolo divino y siguiendo con la conrontación entre sueño y realidad. 2a orientación pr%ctica, emp#rica, del +ltimo verso 3-el 8undo iluminado y yo, despierta5, no sólo comporta un cambio radical en nuestra idea de la protagonista del poema, en tercera persona a todo su largo e)cepto al inal sorpresa astutamente deparada a los lectores por *or 7uana>, sino que nos pone en contacto directo con el mundo material, que para el emp#rico barroco est% a'# para ser conocido, para conocerse y para conocer al (reador. 2os rayos solares se esparcen por igual sobre todo lo creado y corroboran no sólo la orma piramidal sino, para *or 7uana, los +isos que tuvieron los egipcios del verdadero &ios al erigir sus prodigiosos ediicios solares. Muiz% el emblema m%s adecuado a esta idea, en orma y te)to, sea el de (ovarrubias ;;A!
=ig. ;/.> -Dmnibus idem 3(ovarrubias, , <5
2a luz meridiana del sol se reparte por igual sobre el orbe y rubrica su centralidad, si no cósmica, punta de su pir%mide de rayos y met%ora de la Providencia. 2as 'ipótesis sobre las convicciones cient#icas de *or 7uana 'an prolierado, pero indudablemente tenemos que ceder esta imagen del sol a la poes#a como tal, a su capacidad ormal de establecer l#mite y centro, y a su poder evocativo de la idea de &ios. Puesto en medio de todos los relejos, su igura briosa contradice el pesimismo del desengaño y la desolación del racaso. 2a importancia de la vigilia espiritual, de la perspicacia constante de la inteligencia mientras nuestra parte animal o sensitiva duerme, se 'a proyectado a través de la imaginación poética de *or 7uana. *u esp#ritu ant%stico nos 'a orecido los escenarios de las limitaciones 'umanas ante la creación ininita, ese gan/ an"ere con el que la curiosidad del 'ombre se debate perseverante y a perpetuidad. También contemplamos cómo la sabidur#a circunspecta o la elocuencia prudente conducen al alma que cruza por un sueño silencioso,
pletórico de secretos y descrito con espléndida acundia por su testigo. 6osotros, con los labios sellados y los ojos de la imaginación, atentos y vigilantes, cruzamos con ella. &esde una 6ueva España inmersa en sus particulares problem%ticas, la postración de la miner#a, la conversión al agro, el temor a las invasiones y los alborotos sociales, una monja jerónima desde su celda conventual, estrec'a y enorme a la vez, esboza un adem%n verbal que recoge el mundo en un trazo. Poema y igura se 'ermanan y como los vanguardistas de su tiempo, la poeta parece adscribirse a la geometr#a natural, ya no artiicial o plana, con todas sus par%bolas, puntos de oco y aberraciones. *u curiosidad no es aislada! como parte de la di%spora de 6ieremberg y (aramuel ;;F podemos atisbar una biblioteca particular inventariada en ;100, de alrededor de mil quinientos t#tulos, del maestro de obras de la catedral de 8é)ico, 8elc'or Pérez de *oto, preso por la *anta nquisición bajo la acusación de astrólogo. Entre sus libros estaba el Trata"o "e los rayos "e la +ista y "e la lu/ y "e los +i"rios transparentes con 1ue +emos, de 8arco "ntonio de &omines, tanto en manuscrito como la impresión latina de enecia ;;0. Entre ;110 y ;111 otro novo'ispano jesuita, "le)andro =avi%n, le escrib#a a "t'anasius Birc'er comentando con entusiasmo las m%quinas especulares y catóptricas de sus libros y requiriéndole cortésmente -aquellos vidrios lenticulares graduados con que se introducen en las cosas las especies intencionales de las cosas ;;1. *or 7uana une as# los opuestos! est% lejos de los ocos culturales de ultramar, pero cerca de ellos, en ellos a través de los libros. &esde el vértice de su mirada, su imaginación reverbera.