Alfred Marshall y la economía neoclásica La doctrina malthusiana de la población sostenía que los salarios reales bajarían a medida que aumentara la población, pero la historia económica inglesa continuaba demostrando lo contrario. Las medidas basadas en la teoría clásica también estaban siendo criticadas. Por ejemplo, el laissez faire difícilmente podía parecer adecuado a la luz de las pésimas condiciones de vida y de trabajo de la creciente población de obreros fabriles ingleses. Entonces aparece Marshall quien entre 1867 y 1890 forjó concienzudamente los principios del análisis de oferta y demanda. Keynes dijo: “Jevons vio cómo hervía la tetera y gritó encantado como un niño; Marshall también había visto cómo hervía y se sentó callado a construir una máquina”. Sus creencias religiosas despertaron en él una gran preocupación por los pobres, así como una optimista convicción de que el estudio de la economía podía facilitar los medios para mejorar el bienestar de toda la sociedad. En su intento de hacer juicios equilibrados, a veces fue vago e indeciso. A menudo parecía decir que todo es relativo: Ricardo tenía razón, pero también estaba equivocado; la teoría abstracta es buena y mala; el método histórico puede ser útil, pero la teoría también es necesaria; los pagos a los factores de producción determinan los precios desde un punto de vista, pero son determinados por los precios desde otro. El ámbito de la economía El capítulo 1 del Libro I de los Principles of Economics de Marshall empieza con: “La economía política o economía es el estudio de la humanidad en todas las actividades ordinarias de la vida; examina la parte de los actos individuales y sociales que está más conectada con el logro y el uso de los requisitos materiales del bienestar.” Utiliza 2 términos para referirse al concepto al que alude: economía política y economía. El término economía política, que era entonces más frecuente que el de economía, implica que la economía y la política están relacionadas y que la economía, como disciplina de las ciencias sociales, está íntimamente conectada con los juicios normativos. Pero John Neville Keynes, amigo de Marshall, publicó en 1891 una obra titulada The Scope and Method of Political Economy, en la que distinguió claramente 3 ramas de la economía: la economía positiva, que engloba la rama científica de la economía; la economía normativa, que consideraba cuáles debían ser los objetivos de la sociedad; y el arte de la economía, que relacionaba las ideas de la rama de la ciencia positiva con los objetivos determinados en la rama normativa. Suprimió el término economía política en favor del término economía. Lo paradójico de su elección del término economía es que practicó, más que casi cualquiera de sus contemporáneos, el arte, no la ciencia, de la economía. Centró la atención en la teoría aplicada y no se interesó por la ciencia pura de la economía.
Marshall no separó claramente la economía de las demás ciencias sociales. Marshall sugirió que cada economista define el ámbito de la economía en función de sus propias inclinaciones, ya que algunos pueden trabajar mejor en un ámbito estricto y otros en uno más amplio. Marshall introdujo otra cuestión en su análisis del ámbito de la economía: la complejidad de la relación entre los deseos de la sociedad y su actividad económica. Marshall sugiere que los deseos son una variable que se determina de forma independiente y de la que las actividades económicas son subsidiarias. Trató de corregir la conclusión, a su juicio, incorrecta de Jevons y Menger y de sus predecesores que parecían concebir “la teoría del consumo como la base científica de la economía”. Evaluó la importancia relativa de la demanda (deseos) y la oferta (actividades) en el contexto más amplio posible. Pensaba que nuestros deseos no son algo que surja en nuestro interior independientemente de nuestras actividades sino que muchos de nuestros deseos son, por el contrario, un producto directo de nuestras actividades. Obligado a elegir entre la supremacía de los deseos y la supremacía de las actividades en el análisis económico, Marshall optaría por las actividades; eso refleja su afinidad con la economía clásica, que hacía hincapié en la oferta, y lo diferencia de Jevons y Menger, que hacían hincapié en la demanda. Lo que más deseaba era que la máquina de investigación que estaba construyendo pudiera descubrir las causas de la pobreza y encontrar finalmente la forma de eliminarla. A diferencia de los teóricos clásicos, Marshall creía incondicionalmente en la posibilidad de mejorar significativamente el bienestar de las clases trabajadoras. Marshall y el método La propia metodología de Marshall intenta fundir el enfoque teórico, el matemático y el histórico. Para Marshall, el uso de una metodología diferente no implicaba conflictos u oposición, ya que todos los economistas están empeñados en una tarea común. Cada metodología arroja su particular luz sobre el funcionamiento de la economía y nos permite, pues, comprenderá mejor. Al analizar la oferta, Marshall tuvo que abordar la cuestión de los costos. Si la oferta depende de los costos normales de una empresa, ¿qué empresa debe considerarse normal? En este caso Marshall demostró de nuevo su flexibilidad, afirmando que “para este fin tendremos que estudiar los gastos de un productor representativo de este volumen agregado”. Marshall sugirió que se examinara una industria para localizar empresas gestionadas por personas de capacidad normal o media, empresas cuyos costos revelaran que tienen un acceso normal a la tecnología existente. Comprender lo complejo: el método marshalliano en acción
Marshall tenía 2 razones para considerar que el estudio de una economía era complejo y difícil. Por un lado, todo parece depender de todo lo demás: existe una compleja y a menudo sutil relación entre todas las partes del sistema. Por otro lado, las causas no producen inmediatamente efectos finales; se dejan sentir en el transcurso del tiempo. Pero cuando una causa, como un aumento de la demanda, deja sentir su influencia, otras variables de la economía pueden cambiar independientemente, por lo que a menudo es difícil aislar una única causa y estar seguro de sus efectos. Si el economista pudiera utilizar la técnica de laboratorio de las ciencias físicas este problema no existiría. Pero como los economistas no pueden utilizar la metodología del laboratorio, deben emplear una alternativa. Según este sistema, como los economistas no pueden mantener constantes todas las variables deben postular el supuesto teórico de que son constantes. Al comienzo de cualquier análisis, se mantienen constantes muchos elementos; pero a medida que avanza, puede permitirse que varíen más elementos, por lo que se logra un realismo mayor. La técnica del ceteris paribus permite abordar complejos problemas a costa de una cierta pérdida de realismo. La primera vez y la más importante que Marshall utilizó la técnica del ceteris paribus fue para desarrollar una forma de análisis de equilibrio parcial. Para resolver un problema complejo, aislamos una parte de la economía para analizarla, dejando de lado, pero no negando, la interdependencia de todas las partes que la integran. El procedimiento de Marshall consiste en delimitar primero el problema muy estrictamente en un modelo de equilibrio parcial, manteniendo constante la mayoría de las variables, y después ampliar lentamente y con cuidado el alcance del análisis permitiendo que varíen otras cosas. Su método se ha llamado acertadamente el método de una cosa de cada vez. D El problema del tiempo Una de las principales dificultades del análisis económico es que las causas tardan en dejar sentir sus efectos. A medida que se extiende el período al corto plazo, al largo plazo y al periodo secular, que también se denomina muy largo plazo, se permite que varíen un número cada vez mayor de constantes. Marshall definió cuatro periodos. El concepto de tiempo de Marshall no es el tiempo cronológico medido en horas de reloj sino un recurso analítico. Los distintos periodos de tiempo se definen desde el punto de vista de la economía de la empresa y de la oferta. El período de mercado es tan corto que la oferta es fija, o sea, perfectamente inelástica. Una variación del precio no afecta en absoluto a la cantidad ofrecida.
El corto plazo es un periodo en el que la empresa puede alterar la producción y la oferta, pero no puede cambiar el tamaño de la planta. En este caso, una subida de los precios sí provoca un aumento de la cantidad ofrecida y la curva de oferta tiene pendiente positiva. A corto plazo, los costos totales de la empresa pueden dividirse en dos componentes: los costos que varían con la producción, que Marshall denominó costos especiales, directos o principales y que los textos modernos llaman costos variables; y los costos que no varían con la producción, que Marshall denominó costos suplementarios, y que los textos modernos suelen llamar costos fijos. A largo plazo es posible modificar el tamaño de la planta y todos los costos se vuelven variables. La curva de oferta se vuelve más elástica a largo plazo que a corto plazo. La curva de oferta a largo plazo de una industria puede adoptar 3 formas generales: puede tener pendiente positiva y hacia la derecha (costos pueden aumentar); puede ser perfectamente elástica (costos constantes); o en situaciones excepcionales, puede tener pendiente negativa y hacia la derecha (los costos disminuyen). El período secular o muy largo permite que la tecnología y la población varíen, por lo que Marshall lo utilizó cuando analizó las variaciones de los precios de una generación a otra. Los periodos de tiempo de Marshall no se miden en días. El corto plazo en una industria muy intensiva en capital en la que sólo es posible cambiar el tamaño de la planta muy lentamente, como la industria siderúrgica, puede ser tan largo cronológicamente como el largo plazo en una industria en la que es posible modificar bastante deprisa el tamaño de la planta. El principal centro de atención de Marshall fe su análisis de la influencia del tiempo en la oferta. El aspa marshalliana La economía clásica, tal como la expuso J. S. Mill en sus Principles, hacía hincapié en la oferta, sin embargo Jevons, Menger y Walras pusieron el énfasis en la demanda y Jevons y otros autores llegaron a afirmar que el valor depende enteramente de la demanda. La forma de la curva de oferta depende del periodo de tiempo analizado. Cuanto más breve es el periodo, más importante es el papel de la demanda en la determinación del precio; cuanto más largo es el periodo, más importante es el papel de la oferta. A largo plazo, si hay costos constantes y la oferta es, pues, perfectamente elástica, el precio depende únicamente del costo de producción. Sin embargo, en general es inútil discutir si es la demanda o es la oferta la que determina el precio. Marshall utilizó la siguiente analogía para mostrar que la cuestión de la causalidad no es sencilla. Tan razonable sería discutir si es la hoja superior de unas tijeras al que corta una hoja de papel o es la inferior como discutir si el valor es determinado por la utilidad o por los costos de producción. Según Marshall, muchos economistas habían utilizado incorrectamente el análisis marginal.
Por ejemplo, cuando se analizan los precios de los bienes finales, no es correcto, según Marshall, decir que la utilidad marginal o el costo marginal determina el precio. El análisis marginal sugiere simplemente que “debemos ir al margen para estudiar la acción de las fuerzas que rigen el valor del todo”. La utilidad marginal o el costo marginal no determinan el precio. En este caso, Marshall también hizo una acertada analogía para ilustrarlo. Jevons había aislado los elementos esenciales de la determinación del precio: la utilidad, el costo y el precio. Pero había cometido un error al tratar de encontrar una sola causa y al concebir el proceso como una cadena de causalidad, en la que el costo de producción determinaba la oferta, a oferta determinaba la utilidad marginal y la utilidad marginal determinaba el precio. Si colocamos 3 pelotas en un cuenco – una es la utilidad marginal, otra es el costo de producción y otra es el precio- es incorrecto decir que la posición de cualquiera de ellas determina la posición del resto. Pero es cierto que las pelotas determinan mutuamente la posición de las demás. Marshall creía que su propia teoría del precio seguía fundamentalmente la línea ricardiana. Marshall observó que la teoría del valor de Ricardo basada en el costo de producción incluía tanto los costos de trabajo como los costos de capital. Marshall y la demanda Su aportación más importante a la teoría e la demanda fue su clara formulación del concepto de elasticidad-precio de la demanda. Como el precio y la cantidad demandada están relacionados inversamente, el coeficiente calculado de la elasticidad-precio de la demanda sería negativo. El precio de un producto multiplicado por la cantidad demandada es igual al gasto total de los compradores o a los ingresos totales del vendedor. Según Marshall, los individuos desean mercancías por la utilidad que obtienen consumiéndolas. La forma de la función de utilidad empleada por Marshall era aditiva, es decir, halló la utilidad total sumando las utilidades que se obtienen consumiendo cada bien. La utilidad que se obtiene consumiendo el bien A depende únicamente de la cantidad que se consuma de A, no de la cantidad que se consuma de otros bienes. Una función de utilidad aditiva se expresa de la forma siguiente:
La función de utilidad empleada en esa época reconoce explícitamente las relaciones de complementariedad y de sustitución y se expresa de la forma siguiente:
Edgeworth y Fisher, contemporáneos de Marshall, sugirieron la función de utilidad más generalizada que se emplea hoy. Marshall suponía que la utilidad podía medirse por medio del sistema de precios. Si una persona paga 2 dólares por otra unidad del bien A y 1 dólar por otra del bien B, A debe reportar el doble de utilidad que B. También sostenía que era posible hacer comparaciones de utilidad entre grupos porque en estas comparaciones se cancelaban las peculiaridades personales. Marshall aceptó la utilidad marginal decreciente (primera ley de Gossen) y formuló la condición de equilibrio que daba la utilidad máxima que obtenía una persona que consumiera muchas mercancías (segunda ley de Gossen).
En condiciones de equilibrio, el consumidor gasta de tal forma que el último dólar gastado en cualquier bien final tiene la misma utilidad marginal que el dólar gastado en cualquier otro. Los cocientes entre estas utilidades marginales y los precios serán iguales a la utilidad marginal del dinero y, por tanto, revelarán el valor de ésta. La utilidad marginal de un bien es igual a su precio multiplicado por la utilidad marginal del dinero:
Si comenzamos con una persona que maximiza la utilidad y ahora bajamos el precio de un bien, podemos obtener la relación entre el precio y la cantidad demandada. La reducción del precio del bien A produce dos efectos. El efecto sustitución refleja el hecho de que ahora el bien A es relativamente más barato que sus sustitutivos, por lo que el individuo consume una cantidad mayor de ese bien. El efecto-ingreso producido por las variaciones de los precios es más complejo. La reducción del precio del bien A provoca un aumento del ingreso real del individuo. Un bien normal, inferior… Las hamburguesas podrían ser un bien inferior. Si el efecto-sustitución es mayor que el efecto-renta, la curva de demanda tiene pendiente negativa. Marshall formuló por primera vez la ley general de la demanda: “la cantidad demandada aumenta cuando baja el precio y disminuye cuando sube el precio”. A continuación señaló que la información obtenida por Robert Giffen sugiere que la curva de demanda de pan por parte de las personas más pobres puede tener pendiente positiva. Como empleó una función de utilidad aditiva, no tuvo en cuenta las relaciones de sustitución y de complementariedad en su análisis matemático aunque sí analizó estas cuestiones. Marshall supuso simplemente que el efecto-ingreso de las variaciones de los precios es insignificante cuando son pequeñas.
Si bajamos el precio del bien A en la ecuación (11.1), la cantidad demandada aumenta y la utilidad marginal del bien A disminuye hasta que el cociente UM_A/P_A es igual a los cocientes de otras mercancías y todos ellos son de nuevo iguales a la utilidad marginal constante del dinero. Marshall tenía dos razones para dejar de lado estas dificultades teóricas y suponer que la utilidad marginal del dinero era constante: en primer lugar, carecía de los instrumentos teóricos para distinguir claramente entre el efecto-sustitución y el efecto-ingreso; en segundo lugar, sostenía que el efecto-ingreso de las pequeñas variaciones del precio de un bien era tan pequeño que no pasaba nada por dejarlo de lado. El excedente de los consumidores La creencia de Marshall de que la utilidad marginal del dinero era constante cuando las variaciones de los precios eran pequeños le permitió (o eso pensaba él) extraer ciertas conclusiones en el campo de lo que hoy se conoce con el nombre de economía de bienestar. El concepto de excedente de los consumidores, propuesto por primera vez por Marshall, sigue analizándose en la literatura sobre la economía del bienestar. Las curvas de demanda tienen pendiente negativa y hacia la derecha debido a la utilidad marginal decreciente. La diferencia entre la cantidad total que los consumidores estarían dispuestos a pagar y la que pagan realmente constituye el excedente de los consumidores. El excedente total de los consumidores es igual a CDA, que es la diferencia entre lo que gastaron los consumidores para comprar la mercancía, o sea, OCAH, y lo que habrían estado dispuestos a gastar, o sea, ODAH. (Insertar imagen)
La utilización de los precios por parte de Marshall para medir la utilidad depende de dos supuestos: (1) que hay una función de utilidad aditiva que no tiene en cuenta las relaciones de sustitución y de complementariedad; y (2) que el efecto sustitución producido por una pequeña variación del precio es inapreciable; es decir, que la utilidad marginal del dinero es constante. Los impuestos y el bienestar
La esencia del análisis puede apreciarse examinando el caso más sencillo, una industria de costos constantes. (Insertar imagen)
La pérdida de excedente de los consumidores es KaA mayor que el aumento de los ingresos. El análisis también puede utilizarse para mostrar que una subvención a una industria de costos constantes no es deseable, ya que sus costos netos serían mayores que sus beneficios netos. Una subvención de cantidad Ss desplaza la curva de oferta en sentido descendente a SS’. El aumento del excedente de los consumidores es SsaA, que es AaL menor que el gasto total en la subvención SsLA. Marshall amplió entonces el análisis para incluir las industrias que tienen rendimientos decrecientes (curvas de oferta de pendiente positiva) y las que tienen rendimientos crecientes (curvas de oferta de pendiente negativa). Una subvención a una industria de costos decrecientes aumenta el bienestar, ya que el aumento del excedente de los consumidores es mayor que el costo de la subvención. Marshall llegó a la conclusión de que la sociedad podía beneficiarse gravando algunas industrias de rendimientos decrecientes y utilizando los ingresos recaudados para subvencionar las industrias de rendimientos crecientes. Marshall y la oferta Su aporte más importante a la teoría de la oferta fue su concepto de periodo de tiempo, especialmente el corto plazo y el largo plazo. A corto plazo, la teoría microeconómica moderna afirma que la forma de las curvas de oferta de la empresa y de la industria depende del principio de los rendimientos decrecientes. Su principal aplicación del principio de los rendimientos decrecientes fue a la tierra, normalmente en el contexto del análisis a largo plazo. La curva de oferta de la empresa a corto plazo en una industria perfectamente competitiva es, pues, equivalente a la parte de su curva de costo marginal que se encuentra por encima de su curva de costo variable medio.
Afirmó que las empresas dudarían en vender a un precio que no cubriera todos sus costos, tanto fijos como variables, ya que temerían “acostumbrar mal al mercado”. Acostumbrar mal al mercado significa que si se vende a bajos precios hoy, no se podrán subir mañana, so pena de crear resentimiento en otras empresas de la industria. Marshall indicó las fuerzas a largo plazo que determinan la forma y la posición de las curvas de costes y de oferta de la empresa. Las primeras son las fuerzas internas a la empresa. A medida que aumenta el tamaño de la empresa, las economías internas de escala hacen que los costes sean decrecientes y las deseconomías internas hacen que sean crecientes. Sin embargo, el análisis de Marshall de las economías y las deseconomías externas dio origen a abundante literatura sobre las cuestiones teóricas implícitas en su análisis. Las economías externas – Marshall nunca dejó claro si eran externas a la empresa o a la industria – provocan un desplazamiento descendente de las curvas de costos y de las curvas de oferta de la empresa y de la industria a medida que se desarrolla la industria. En estas circunstancias, la curva de oferta a largo plazo de la industria tiene pendiente negativa: se ofrecen cantidades mayores a unos precios más bajos. Las principales causas de las economías externas son las reducciones que experimenta los costos de todas las empresas en una industria cuando todas las empresas se instalan en el mismo lugar y comparten sus ideas. Marshall y la distribución Marshall resolvió el problema de la medición de los productos marginales calculando lo que denominó producto neto en el margen. Si se incorpora un trabajador a la producción y necesita un martillo, el producto neto del trabajo es el aporte del trabajador al ingreso neto menos el