L o que la l a gente está dici diciendo endo acerca de E l enrej enrejado y la vid v id Lo que Col Col y Tony Tony describ describen en aquí es precisamente precisamente lo que por años he tratado de hacer en mi propia vida y en nuestra congregación. Según este libro, los cristianos deben ser discípulos que hagan discípulos, y la misión de los pastores es prepararlos para lograrlo. ¡Magnífico! Está bien escrito, se usan excelentes ejemplos y contiene muchos consejos prácticos, pero lo más importante es que está lleno de sabiduría bíblica, pues al elaborarlo los autores prestaron mucha atención a lo que dice la Biblia. Entre los libros que he leído, éste es el que más nos dirige hacia la verdadera naturaleza del ministerio pastoral. M ark Dever Dever
L o que la l a gente está dici diciendo endo acerca de E l enrej enrejado y la vid v id Lo que Col Col y Tony Tony describ describen en aquí es precisamente precisamente lo que por años he tratado de hacer en mi propia vida y en nuestra congregación. Según este libro, los cristianos deben ser discípulos que hagan discípulos, y la misión de los pastores es prepararlos para lograrlo. ¡Magnífico! Está bien escrito, se usan excelentes ejemplos y contiene muchos consejos prácticos, pero lo más importante es que está lleno de sabiduría bíblica, pues al elaborarlo los autores prestaron mucha atención a lo que dice la Biblia. Entre los libros que he leído, éste es el que más nos dirige hacia la verdadera naturaleza del ministerio pastoral. M ark Dever Dever
Este libro tiene la habilidad de comprender la confusión por la que pasa todo pastor cuando olvida el objetivo central que Jesús tenía para el ministerio, en resumen: hacer discípulos que hacen discípulos. Pero no deja al pastor en su nube de desesperación; el libro le aporta el coraje para comenzar a confiar en la estrategia de su Maestro. Maestro. Y, ¡cómo no va a animarlo, si si su estrategia le permitió permitió alcanzar a países tan lejanos como el mío! Cristóbal Cerón
Sistema deEntrena Entrenam mientoMini Ministe steri rial al “Gimnasio” Coordinador General del Sistema “Gimnasio”,, en Chile
Durante más de veinte años he visto cómo las ideas expuestas en este excelen excelente te libro libro se han han desarrollado, puesto a prueba y mejor mejorado ado
Es imposible leer El enrejado y la vid sin que tus más preciadas creencias sobre el ministerio se vean profundamente cuestionadas. En tus manos tienes una reevaluación del ministerio cristiano que glorifica a Dios y que está completamente basado en las Escrituras. En este libro se corrige el error que significa ser un cristiano sin un corazón misionero y se identifica la enorme cantidad de estructuras que se dan en el ministerio y que se deben más al pragmatismo cultural que a la Biblia. Pero, por sobre todo, nos inspira para servir a la Iglesia de Dios, la cual él obtuvo con su propia sangre. Richard Chin Director Nacional de la Comunidad Australiana de Estudiantes Evangélicos, en Sidney, Australia (movimiento que forma parte de la Comunidad internacional de estudiantes evangélicos)
para mejorarlas no están a la altura de los estándares impuestos por las Escrituras y la sabiduría. Sí, está bien que reconsideremos lo que debemos hacer y ser como iglesia, pero hagámoslo con bases bíblicas, utilizando la sabiduría del discernimiento bíblico y la experiencia pastoral. Por eso, me alegra anunciar que cuento con otros interlocutores con quienes conversar mientras, bajo la autoridad de Dios y de las Escrituras, me hago preguntas sobre la estructura y ministerio de mi congregación: "¿Por qué hacemos lo que estamos haciendo? ¿Nos estamos concentrando en lo correcto? ¿Es el evangelio el punto central de lo que hacemos? ¿Estamos haciendo discípulos? ¿Estamos ,administrando' en vez de ministrando? ¿Es la Biblia la que le da forma a nuestra vida en común y a nuestra misión?", y aún más. Y mientras me hago estas
El enrejado y la vid es un libro peligroso de leer. Destruye preciados y amados ídolos, como los siguientes: "Si tenemos la visión y la misión adecuadas, la gente vendrá... si tenemos buenas vibras, se acercarán a nosotros... con tener un buen grupo musical,... con un buen lugar de reunión...". El enrejado y la vid le recuerda a la iglesia que Jesús dice exactamente lo contrario. Jesús nos dice que hemos de ser buenos comisionarios y que debemos ir y "haced discípulos de todas las naciones". El enrejado y la vid es el mejor libro que he leído respecto a movilizar a todos los cristianos para que sean buenos comisionarios. Hará que los que buscan la iglesia ideal se conviertan en siervos; los consumidores, en productores; y los discípulos, en hacedores de discípulos.
EL ENREJADO Y LA VID Una visión que transformará tu iglesia: discípulos que hacen discípulos
El Enrejado y la Vid Colín Marshall and Tony Payne © 2 0 10 Torrentes de Vida Prime ra edición: 2 0 10 Torrentes de Vida C orreo electrónico:
[email protected] Página w eb : www.editorialtv.org Esta ob ra fue pub licada originalm ente en inglés con el título:
The Trellis and the Vine por Matthias Media. © 2009 Matthias Media Matthias Media Correo electrónico:
[email protected] Página W eb : www.matthiasmedia.com.au Matthias Media (E E .U U .)
CONTENIDO
Capítulo 1
El enrejado y la vi d ............................................................
¡3
Capítulo 2
Nu evo enfoque al ministerio...........................................
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Cap ítulo 3
¡Dios, ¿qué estás hacie ndo?! .............................................
yj
Cap ítulo 4
Todos los cristianos deben ser viñ ado res .......................
49
Capítu lo 5
¿Culpa o gra cia ?.................................................................
y¡
Capítulo 6
La esencia de la ca pac itac ió n...........................................
79
Cap ítulo 7
La capacitación y el crecimientodel evangelio ................ 93
Capítulo 8
¿Por qué el sermón del dom ingo es necesario pero no suficiente?.................................................................¡0 5
Sobre los autores Colín Marshall ha pasado los últimos 30 años preparando
a hombres y mujeres en el ministerio del evangelio, dentro del contexto universitario y de la iglesia local. Se graduó en Moore Theological College, en Sidney, Australia. Es el autor de Growth Groups (Grupos para el crecimiento), un curso de entrenamiento para líderes de grupos pequeños, y de Passing the Baton (Pasa el testigo/Pasa la estafeta), un manual para el aprendizaje del ministerio. Hasta el 2006, fue director del Sistema de Entrenamiento Ministerial (SEM) y ahora dirige Cultivadores de la Vid, un nuevo ministerio de entrenamiento dirigido a ayudar a pastores y a otros líderes de la iglesia a implementar los principios que encontramos en este libro (ver www.vinegrowers.com).
Agradecimientos Col y yo hemos estado escribiendo este libro durante la gran parte de nuestros últimos 25 años, la mayoría del tiempo sin darnos cuenta, ya que lo que aquí exponemos es lo que hemos llegado a concebir como ministerio cristiano, y es lo que ha motivado y le ha dado forma a lo que nos hemos pasado haciendo durante toda nuestra vida. En el caso de Col, eso ha significado fundar y dirigir un organismo de capacitación dedicado a preparar a gente que trabaje para extender el evangelio, el cual se llama "Ministry Training Strategy", MTS, (Sistema de Entrenamiento Ministerial, SEM); y en mi caso, ha significado fundar y dirigir un ministerio editorial dedicado a producir material de apoyo para ese ministerio evangelístico: Matthias Media.
quien trabajó largo tiempo y se esforzó mucho para ayudar a que este proyecto se hiciera realidad. A la vez de agradecer a los amigos y compañeros que le dieron forma a este libro, quiero recalcar que este material es más obra de Col que mía. En las siguientes páginas hablamos mucho sobre trabajar cerca de las personas, discipularlas, ayudarlas a crecer y a florecer en el ministerio, y permanecer a su lado durante el largo trayecto que les toca recorrer. Y eso es precisamente lo que Col ha estado haciendo conmigo durante los últimos treinta y tantos años. Y aunque ahora tengo el privilegio de colaborar junto a Col como hermano y colega (y sé que él está muy agradecido conmigo por haber sido el artífice de las palabras que se han expuesto aquí), quiero dejar en claro que la mayor parte de las ideas que encontrarán a continuación, son ahora mías porque primero fueron suyas. Por último, queremos agradecer a nuestras familias y, en forma
Capítulo 1
El enrejado y la vid En nuestro jardín hay dos enrejados. El que está sujeto al muro del fondo del garaje es un hermoso conjunto de tiras de lámina flexible que se cruzan entre sí, conocido como entramado. Ojalá pudiera decir que yo mismo lo hice, pero no es así. Es resistente y seguro, y su diseño fue cuidadosamente pensado; además, su pintura color verde se ha ido renovando con el tiempo. Sólo le hace falta una cosa: una vid.
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Es difícil saber en qué estado se encuentra el enrejado detrás del jazmín, pero en las pocas áreas en que aún es visible, se puede ver que hace tiempo que no ha recibido una mano de pintura. En un extremo, los insistentes dedos del jazmín lo han separado del muro, y aunque más de una vez he tratado de volverlo a su sitio, es inútil. El jazmín se ha apoderado de él. Sé que a la larga tendré que hacer algo al respecto, porque algún día el peso del jazmín hará que el enrejado se despegue por completo del muro y todo terminará en el suelo. Ante esta posibilidad, varias veces he pensado en sacar un tallo o un renuevo de la planta para ver si crece en el hermoso pero vacío enrejado del garaje; pero no lo he hecho porque taparlo sería una lástima. El trabajo en el enrejado absorbe y se apodera de todo
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vid crece, la administración, las finanzas, la infraestructura, la organización y el gobierno se vuelven cada vez más importantes y más complejos. En este sentido, es invaluable contar con buenos trabajadores que se dediquen al enrejado; y todos los ministerios en crecimiento los necesitan. ¿En qué estado se encuentran el enrejado y la vid en tu iglesia? Quizás el enrejado ha pasado a ser más importante que la vid; hay comités, estructuras, programas, actividades y obras para recaudar fondos, y mucha gente trabaja para que todo ello siga funcionando, pero sólo unos pocos se ocupan de la tarea de hacer que la vid crezca. De hecho, quizás la única vez que efectivamente se trabaja para cultivar la vid es en el culto del domingo y, en tal ocasión, el único que lo hace es el pastor mientras da su sermón. Si tu iglesia es así, entonces lo más probable es que la vid se
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porque encargarse del enrejado es más fácil y menos amenazador a nivel personal. Ocuparse de la vid es de persona a persona y requiere de mucha oración. Nos exige depender de Dios y abrir la boca para hablar de su Palabra con otra persona. Por naturaleza (es decir, por nuestra naturaleza pecadora) rehuimos este tipo de cosas. ¿Qué preferirías hacer: ir a la iglesia a una tarde de limpieza y barrer unas cuantas hojas, o compartir el evangelio con tu vecino? ¿Qué es más fácil: tener una reunión de negocios para hablar sobre el estado de la alfombra en la iglesia, o tener una complicada reunión personal en la que tienes que reprender a un amigo por su conducta pecaminosa? Además, el trabajo en el enrejado sobresale más que el dedicado a la vid. Es más visible y estructural. Podemos apuntar a algo tangible, como un comité, un evento, un programa, un presupuesto, una infraestructura, y decir que hemos logrado algo.
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Cualquiera que sea la razón, no hay duda de que en muchas de nuestras iglesias solemos dar más importancia a mantener y mejorar el enrejado que a cuidar de la vid; organizamos reuniones, conservamos edificios, participamos en comités, nombramos funcionarios y nos ocupamos de ellos, administramos y recaudamos dinero; y, por lo general, hacemos todo lo que la denominación exige que se haga. Pero, por alguna razón, eso tiende a suceder cuando envejecemos. Empezamos a cansarnos de trabajar en la vid, y tomamos cada vez más responsabilidades dentro de la organización. Y a veces, paradójicamente, puede ocurrir cuando los demás nos consideran exitosos en la tarea de cultivar la vid, de manera que dejamos de hacer este trabajo para comenzar a decirles a los demás cómo se hace. Pero una vez que nos detenemos a analizar la comisión que
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Para la mayoría de nosotros, eso ya no es objeto de controversia. Tenemos claro que debemos enviar misioneros a todos los confines de la tierra con la mira de alcanzar a todo el mundo para Cristo. Pero, ¿es eso realmente lo que nos pide Mateo 28 que hagamos? ¿Acaso la comisión también se aplica a nuestra propia iglesia, y a todos los discípulos cristianos? Estos célebres versículos merecen ser analizados más a fondo. Cuando los abrumados discípulos vieron a Jesús resucitado en el monte en Galilea, cayeron de rodillas ante él, sintiendo en sus corazones una mezcla de asombro y duda. Y cuando Jesús se acercó a hablarles, sus palabras no ayudaron a calmarlos. Les dijo: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra" (Mat 28:18). Esta sorprendente afirmación nos recuerda a Daniel 7, donde leemos que alguien "como un hijo de hombre", llega a la presencia del Anciano de días y recibe "dominio, gloria
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de la visión de Daniel. Ese era el Hombre ante quien se inclinarían los pueblos de todas las lenguas y naciones. Es con base en esta autoridad única, suprema y mundial del resucitado hijo del hombre, que Jesús comisiona a sus discípulos a hacer discípulos a todas las naciones. A veces nuestras traducciones dan la impresión de que el énfasis de esta orden se encuentra en el "vayan", pero el verbo principal de esta oración es "hagan discípulos", apoyado por dos gerundios subordinados: bautizándolos y enseñándoles. Para hacer discípulos hay que hacerlo de dos maneras: "bautizándolos" y "enseñándoles". Sin importar qué otro significado pudiera tener el bautizo, aquí se refiere a enseñar a los discípulos a arrepentirse y a someterse a la autoridad de Jesús, el Señor reinante del mundo. Los discípulos deben enseñar de la misma manera en que
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el énfasis no está en el "vayan". De hecho, una mejor traducción sería "cuando vayan" o "al ir". La comisión no trata esencialmente de evangelizar por ahí en algún otro país. Es más bien una comisión que hace de la tarea de hacerdiscípulos algo que toda iglesia y discípulo cristiano debería hacer normalmentey de manera prioritaria. La autoridad de Jesús no tiene límites de ningún tipo. El es Amo y Señor de mi calle, mis vecinos, mi barrio, mis colegas de trabajo, mi familia, mi ciudad, mi país, y, sí, de todo el mundo. Nadie podría desear que se deje de enviar misioneros a predicar el evangelio en lugares donde éste aún no se conoce, pero también deberíamos asegurarnos de que la tarea de hacer discípulos sea nuestra principal labor en nuestro hogar, nuestro vecindario y nuestra iglesia. Cuando Jesús dice en Mateo 28:19 "hagan discípulos", no sólo les estaba hablando a los apóstoles que estuvieron junto a él
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Ser discípulo es ser llamado a hacer otros discípulos. Claro está que cada cristiano recibe y ejerce distintos dones y ministerios (en los siguientes capítulos profundizaremos sobre este tema). Pero como todos somos discípulos de Cristo y tenemos con él una relación de maestro-alumno, de señor y seguidor, todos somos hacedores de discípulos. En consecuencia, el objetivo del ministerio cristiano es muy simple y, en cierto sentido, puede ser medido: ¿estamos haciendo y formando verdaderos discípulos de Cristo? Las iglesias siempre tienden hacia el institucionalismo y la secularización, así que la preservación de programas y estructuras tradicionales se convierte en el punto focal, perdiéndose de vista el objetivo de hacer discípulos. El mandato de discipular nos entrega un referente con el cual medir si nuestra iglesia está involucrada o no en la misión de Cristo. ¿Estamos haciendo verdaderos discípulos de Jesucristo?
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• ¿Cómo podemos hacer que más personas se involucren en la tarea de ocuparse de la vid? • ¿Cuál es la relación que debería existir entre el enrejado y la vid? En los siguientes capítulos plantearemos que existe una necesidad urgente de responder estas preguntas, porque reina la confusión al respecto. Todos quieren que sus iglesias crezcan, pero la mayoría de la gente no tiene claro cómo y dónde empezar. Hay todo un ir y venir de "expertos" en la materia que prometen hacer crecer a la iglesia; distintos métodos de ministrar que, al igual que la ropa femenina, un día están de moda y al otro no. Vamos de una técnica novedosa a otra, esperando que (por fin) esta sí sea "el secreto para el éxito". Incluso aquellos reverentes y fieles pastores que evitan las modas pasajeras e innovadoras se sienten confundidos,
Capítulo 2
Nuevo enfoque al ministerio A lo largo de este libro plantearemos que en la actualidad la mayoría de las iglesias cristianas necesitan efectuar una reevaluación radical acerca de lo que realmente es el ministerio cristiano: sus metas y objetivos, cómo marcha y qué papel jugamos cada uno de los creyentes en el ejercicio del mismo. En los siguientes capítulos (en especial en los capítulos 3 al 5), escudriñaremos las Escrituras con el objeto de establecer las bases de este replanteamiento, y argumentar
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EL ENREJADO Y LA VID
1. Enfocarnos en las personas, en vez de llevar a cabo programas
Cuando se planifica el ministerio para el año siguiente (considerando aquí el término ministerio como el conjunto de actividades que se realizan dentro de la iglesia para alcanzar los objetivos), hay dos maneras posibles de hacerlo. Una de ellas es considerar los programas que ya existen en la iglesia (como las asambleas de los domingos, el grupo de jóvenes, las actividades con los niños, los grupos de estudio bíblico, etcétera) para luego definir cómo mantenerlos y mejorarlos. La otra manera consiste en enfocar los planes a la gente que asiste a la iglesia, sin ningún programa o estructura en mente, y pensar en quiénes son estas personas que Dios te ha dado, cómo puedes ayudarlas a ser cristianos más maduros y cómo sacar provecho de sus dones y de
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Preparar a las personas, en vez de llevar a cabo eventos
Con frecuencia, las iglesias suelen evangelizar realizando diferentes actividades para proclamar el evangelio: reuniones en la iglesia, planes para invitados, juntas misioneras, desayunos para mujeres, cenas para hombres, y muchas otras acciones igualmente creativas. Y para demostrar lo exitosas que son, realizan estos eventos cada vez más. Desgraciadamente, en cierto aspecto, esta táctica no funciona. En esta época post-cristiana y secular, la mayoría de los no creyentes jamás participarán en nuestras actividades. De hecho, hasta la participación de los propios miembros de nuestras iglesias es escasa. La "táctica de los eventos" depende en parte del atractivo y de los dones de algún orador invitado, lo cual significa que todo lo que queramos hacer dependerá de la disponibilidad
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Este tipo de estrategia implica identificar y preparar a más oradores, aumentando así la cantidad, variedad y efectividad de las actividades organizadas. Además, puedes usar las actividades para capacitar a tus trabajadores. Si a todos los miembros de tu congregación se les da la oportunidad de recibir capacitación en el evangelismo, aumentará la cantidad de no creyentes que asistan a nuestros eventos. Pero debe quedar claro que esta estrategia es caótica e incómoda. Capacitar evangelistas es lento. Y también toma tiempo para que los nuevos evangelistas construyan sus propios ministerios mientras van predicando la Palabra. Significará que tendremos que renunciar al control de nuestros programas porque, al irse predicando el evangelio, Cristo irá reuniendo a su gente en todo tipo de comunidades que no siempre encajarán con nuestras ordenadas estructuras.
2: NUEVO ENFOQUE AL MINISTERIO
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Por ejemplo, un matrimonio que conozco, muy comprometido y entusiasta, sirvió fielmente como monitor de estudios bíblicos por seis años consecutivos, mientras cumplía también con muchos otros compromisos de trabajo y estudio. Al séptimo año, alentados por su pastor, se tomaron un período sabático; dejaron de dirigir estudios bíblicos para renovarse, para simplemente pertenecer a un grupo y recargar sus baterías. Después de un año, retomaron sus funciones de liderazgo. Es necesario que nos preocupemos por las personas y las ayudemos a florecer y acrecer en el ministerio, no debemos matarlos trabajando para que nuestros programas sigan funcionando. 4.
Capacitar a nuevos trabajadores, en vez de llenar vacantes
Una de las presiones más apremiantes que sufrimos los pastores es la
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deportistas. A ella se le hizo un buen seguimiento en su fe, gracias a la cual llegó a establecerse sólidamente; además, su iglesia le proporcionó un ambiente sólido y edificante. Más aún, Sara sentía pasión por Cristo y por el evangelismo y contaba con muchos amigos, compañeros de equipo y conocidos que no eran creyentes y con quienes habría podido compartir el evangelio; sin embargo, en vez de prepararla y alentarla para llevar a cabo este ministerio evangelista, la iglesia la instó a convertirse en miembro del comité administrativo, pues había una vacante y una necesidad que llenar. Y Sara, muy dispuesta, ahí se quedó, sirviendo con entusiasmo. La iglesia estaba llenando una vacante, pero no estaba construyendo un ministerio usando los dones de las personas y las oportunidades que les llegaban. Un ejemplo más positivo fue David, un joven que sufría de esquizofrenia. Él era muy inteligente y capaz, y amaba al Señor,
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de usar a uno de nuestros miembros para llenar una vacante en un comité, quizás él podría comenzar algún ministerio dirigido a su comunidad étnica o un grupo de estudio bíblico en su lugar de trabajo. Además, concentrarnos en las personas nos ayudará a descubrir y a preparar a potenciales candidatos para el ministerio de la Palabra de tiempo completo (en los capítulos 9 y 10 volveremos a hablar de eso). 5. Ayudar a las personas a avanzar, en vez de solucionar problemas
Un sentimiento en común entre los cristianos es que sólo oran por ellos y los visitan cuando están enfermos o cesantes. Sabemos que en nuestras iglesias siempre hay personas con problemas: el pueblo de Dios tiene muchas necesidades, al igual que el resto de la población. Y nosotros, como ministros de Cristo, debemos amar
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personas, no te quedarán energías para actuar proactivamente, preparando a tu gente y generando nuevos trabajos. Si tu enfoque en el ministerio está basado en los problemas de tu congregación, las personas con necesidades más críticas dominarán tus programas, y esas necesidades te consumirán y agotarán, reduciendo la efectividad de tus otros ministerios. 6.
Desarrollar liderazgo de equipo, en vez de aferrarse a los pastores ordenados
Las denominaciones hacen muy bien en ordenar o acreditar pastores que sean guías fieles del rebaño de Cristo; sin embargo, la práctica de la ordenación dificulta en varios sentidos la preparación para el ministerio en las iglesias. En primer lugar, si los únicos pastores "verdaderos" son aquellos ordenados por la denominación, nuestras iglesias no tendrán ningún incentivo
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los miembros de la iglesia se oponen a ministrar en equipo por diversas razones. En primer lugar, la capacitación pudiera parecer elitista, pues sólo unos pocos son escogidos. En segundo lugar, algunos cristianos sólo aceptan que sea un "verdadero" pastor el que predique o visite a la gente, y les molesta que este lugar lo ocupe un principiante o pastor laico. Por último, el tiempo que el pastor ocupa capacitando al equipo a menudo es visto como una distracción de sus deberes pastorales. No obstante, los beneficios de ministrar en equipo son muchos, así es que valdría la pena liberar a nuestros pastores para que tengan el tiempo y el espacio de hacerse de un equipo. 7.
Forjar sociedades pastorales, en vez de concentrarse en la estructura política de la iglesia
Es común, que los temas concernientes al gobierno de las iglesias
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supervisar. Deberían ser del tipo de personas que leen la Biblia con otra persona y comparten su fe en Cristo con sus vecinos. 8.
Establecer sistemas locales de capacitación, en vez de depender de otras instituciones dedicadas a ella
El hecho de contar con un grupo de pastores calificados y eruditos que proporcionen una rigurosa capacitación teológica y académica en algún instituto es una excelente estrategia. Esta clase de preparación es esencial, tanto para los pastores laicos como para los ordenados. Pero no se puede esperar que un instituto proporcione un nivel de capacitación que abarque el carácter, la convicción y la habilidad que los pastores y los colaboradores requieren. Gran parte de esta preparación debería recibirse trabajando directamente en la iglesia. Entonces, lo ideal es que la educación en los institutos y la capacitación en las iglesi de l Puede se
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Sabemos que la capacitación de líderes nos ayudará a mantener y a extender cada ministerio, pero el sólo hecho de mantener funcionando los engranajes consume todas nuestras energías. Pero, si dejamos de enfocarnos en nuestras presiones inmediatas y nos concentramos en lograr una expansión a largo plazo, todas las presiones que nos toca enfrentar se harán menos urgentes y hasta podrían desaparecer. 10. Ocuparse del ministerio, en vez de en la administración
Es cierto que los pastores deben ser administradores responsables de los recursos que están a su cargo y, por lo tanto, siempre tendrán algunas tareas administrativas que llevar a cabo. Pero la trampa está en que se ven atrapados por dichas tareas que le restan fuerza a los ministerios de enseñanza y entrenamiento. ¿Cuántas horas a la semana le dedica tu pastor a participar en comités, administrar
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capacitación resultan ser muy exigentes. Pero nuestra visión de la obra del evangelio debería ser global y local a la vez: el objetivo no es el crecimiento de la iglesia (en el sentido de que nuestra iglesia local aumente en miembros, presupuesto, sedes y reputación), sino el crecimiento del evangelio. Si preparamos y enviamos trabajadores a nuevos campos (tanto a nivel local como global), puede suceder que nuestro ministerio local no crezca en número, pero el evangelio avanzará gracias a estos nuevos ministros de la Palabra.
Para mostrar lo que significan en la práctica estas nuevas formas de ver las cosas, daré un solo ejemplo que va al meollo de la cuestión. Imagínate que cierto cristiano, firme en su fe, se acercara a
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de la congregación es evidente: si todas las tareas y roles están ocupados, entonces no hay nada que yo pueda hacer en mi iglesia. No soy más que un pasajero. Me limitaré a esperar hasta que me pidan que "haga algo". Eso mismo ocurre con el equipo pastoral: involucrar activamente a la gente en la iglesia implica encontrarle alguna tarea que hacer. De hecho, los expertos en el crecimiento de la iglesia dicen que es fundamental entregarle una tarea a la persona dentro de los primeros seis meses de incorporarse en una iglesia para que se sienta parte de ella. Mas, si el verdadero trabajo de Dios es trabajar con la gente, llevar con oración su Palabra de una persona a otra, entonces no es verdad que los trabajos estén todos tomados. Las oportunidades que tienen los cristianos para ministrar de manera personal a otros son ilimitadas. Así es que, a ese amigo que te preguntó, podrías contestarle:
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EL ENREJADO Y LA VID
Ahora bien, si estás leyendo este libro y eres pastor, lo que podrías estar pensando en este momento sería algo como: "Muy bien. Ahora sí que estoy seguro de que estas personas están fuera de la realidad. En su mundo de fantasía se supone que tengo tiempo suficiente como para reunirme individualmente con todos los miembros de mi congregación, prepararlos y ser su tutor personal, para que después puedan ministrar individualmente a otros. ¿Acaso no han visto mi agenda? ¿Tienen acaso alguna idea de las presiones a las que estoy sujeto? Si es a eso a lo que se refieren cuando hablan de generar un cambio en nuestro modo de pensar, ¡a mí me suena más a que quieren volvernos locos!". Bueno, es cierto que no hemos visto tu agenda, pero si se parece a la de la mayoría de los pastores, entonces conocemos muy bien las presiones que estás experimentando y, llegado el momento, llegaremos al meollo de cómo se desarrollan estos cambios de
Capítulo 3
¡Dios, ¿qué estás haciendo?! En esos momentos de soledad en que te sinceras contigo mismo y con Dios, ¿un pensamiento así ha cruzado alguna vez por tu cabeza? ¡Dios, ¿qué estás haciendo?! Sabemos que eres fuerte, poderoso y majestuoso, y que gobiernas sobre todas las cosas. Tú sostienes al mundo en tu
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EL ENREJADO Y LA VID
Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos. Aparte de las dos últimas oraciones, que son una cita exacta, el resto de este pequeño estallido emocional es una paráfrasis de Salmos 80, un salmo que se escribió en una época en que Israel sentía lo mismo que muchas iglesias de hoy en día. Los días en que se manifestaba el poder de Dios, la redención y la victoria parecían haber quedado atrás. Es más, la aprobación de Dios, su rostro resplandeciendo sobre ellos, estaba preocupantemente ausente. Dios parecía actuar como un padre decepcionado que, después de ver cómo su caprichoso hijo lo avergüenza y lo humilla una y otra vez, simplemente se aparta, demasiado horrorizado y desconsolado para seguir viendo lo que ocurre. Incluso hoy en día, es probable que estemos sintiendo o
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"creía que la gente ya no hacía eso", o cualquier otro pensamiento desdeñoso por el estilo. Aunque las iglesias modernas (al menos en el occidente) no estén siendo directamente asediadas como en la época de Israel, ciertamente aún nos preguntamos ¿qué está haciendo Dios en el mundo? ¿Nos sigue escuchando? ¿Va a hacer algo? Creía que él era el Amo y Señor de todo lo creado; si es así, entonces, ¿cuál es su plan? Muchos de los salmos sondean estas profundidades. Pero el salmo 80 tiene la particularidad de explorar estas ideas, utilizando la imagen de Israel: la vid de Dios. Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos. Tú removiste una vid de Egipto; Expulsaste las naciones y plantaste la vid.
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poblada por un nuevo y resucitado pueblo de Dios, dentro del cual todos están unidos a Jesucristo. Pero aquí, en el salmo 80, todo pende de un hilo. Después del desastre de la Caída, y del castigo del Diluvio, y de Babel, el plan de Dios fue reunir a personas de todas las naciones para que fueran su pueblo, forjándose una nación en particular a partir de los descendientes de Abraham: Israel. Con el paso de los siglos, este plan comenzó a desarrollarse. La nación creció como una planta joven y vigorosa y, a pesar de sufrir la esclavitud en Egipto, Dios la rescató, expulsó naciones a su paso, y la plantó en el terreno que había preparado para ella. Pero en el momento histórico del salmo, todo el proyecto estaba al borde del fracaso. Los muros del viñedo habían sido destruidos, y todos los que entraban en él, incluyendo a los seres con colmillos y colas enroscadas, se aprovechaban y arrancaban las
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falsa y maldita, pero también profetizó que Dios la haría florecer de nuevo: Israel es un viñedo frondoso, Dando fruto para sí mismo. Según la abundancia de su fruto, Así multiplicaba los altares; Cuanto más rica era su tierra, Más hermosos hacían sus pilares sagrados. Su corazón es infiel; Ahora serán hallados culpables; El Señor derribará sus altares Y destruirá sus pilares sagrados. (Os 10:1-2) Yo sanaré su apostasía, Los amaré generosamente, Pues mi ira se ha apartado de ellos.
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EL ENREJADO ENRE JADO Y LA VID
Dios haría transitar a su pueblo por su juicio, hasta que llegara al otro lado, donde brilla brilla el sol de su salvación salvación.. Todas Todas las promesas promesas de Dios son "sí" "sí" y "amén" en Jesucristo (2 Cor Cor 1:20) 1:20),, y ésta no es la exce excepción pción.. El apóstol apóstol Pedro Pedro habló habló del cumplimiento de la promesa profética en su primera carta a los descendientes de Israel que se encontraban dispersos por todo el mundo antiguo, a "los elegidos, extranjeros dispersos". En uno de los más gloriosos párrafos de todo el Nuevo Testamento, escribió: Los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a ustedes, diligentemente inquirieron y averiguaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a ustedes, en estas cosas que ahora les han sido anunciadas mediante los que les
3: ;DIOS, ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!
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mas que sufriera el juicio del pecado antes de ser reivindicado y glorificado? Si nos vamos adelante varios cientos de años, podemos ver que es precisamente lo que hizo Cristo, sufrir y morir a causa del pecado, para después resucitar y subir triunfante al lugar glorioso. Y por eso, les dice Pedro a sus lectores, están en mejor posición que los profetas de antaño o los ángeles en el cielo, porque no sólo se ha cumplido la promesa, sino que también les ha sido claramente revelada por "los que les predicaron el evangelio por medio del Espíritu Santo enviado del cielo". ¿Qué significa eso? La predicación de las buenas nuevas es lo suficientemente clara. Unos evangelistas les habían predicado el evan ev angelio: gelio: que Jesús había muerto por el pecado y había resucitado resucitado para ir a la gloria, y por lo cual debían arrepentirse y creer en él. Pero esos evangelistas hicieron su trabajo "por medio del Espíritu Santo
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anuncia al mundo esta trascendental buena nueva por medio de su Espíritu Santo, el que obra a través de los evangelistas humanos y, por medio de este método, salva a personas y las hace renacer, otorgándoles una herencia eterna, inquebrantable e incorruptible en su reino eterno. Lo que Dios está haciendo ahora
Es precisamente lo que está haciendo ahora Dios en el mundo: predicando el evangelio en el poder del Espíritu Santo, para la salvación de las almas. Este es su programa, es su agenda, su prioridad, su centro, su proyecto o cualquier otra metáfora relacionada al mundo de los negocios que se quiera utilizar. Y a través de este programa, está reuniendo para sí a un nuevo pueblo, cuyo centro es Cristo; es decir, está haciendo crecer de manera lenta
3: ;DIOS, ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!
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conversión de Cornelio y su casa, en Hechos 10, donde el Espíritu Santo descendió "sobre todos los que escuchaban el mensaje" mientras Pedro hablaba. Es interesante la manera en que Pedro describe más adelante estos acontecimientos cuando, en Hechos 11 y estando en Jerusalén, relata lo ocurrido. Al terminar Pedro de hablar, hasta a los defensores de la circuncisión no les quedó más remedio que glorificar a Dios y decir: "Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida". La salvación y la vida nueva son posibles gracias a la predicación de la palabra, pero sólo si Dios concede arrepentimiento, sólo si el Espíritu Santo desciende sobre los que escuchan la palabra y, como respuesta a ella, sus corazones muertos vuelven a la vida. Pablo describe de modo muy similar el avance que tuvo el evangelio entre los colosenses. Epafras les había predicado la
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En la actualidad hablamos mucho del crecimiento de la Iglesia. Y cuando pensamos en nuestra falta de crecimiento, estamos pensando en la falta de crecimiento de nuestra congregación en particular: estancamiento o disminución en la cantidad de miembros, una precaria situación financiera y, tal vez, inminentes problemas concernientes a bienes inmuebles de nuestra iglesia. Pero es interesante notar cuán poco se habla en el Nuevo Testamento del crecimiento de la Iglesia, a diferencia de las muchas veces que se menciona el "crecimiento del evangelio" o del incremento de la "palabra". Y es que lo más importante es el avance de la Palabra de Dios que, con la ayuda del Espíritu, se abre camino en el mundo según el plan divino. Volviendo a nuestra metáfora de la vid, esta última representa a la Palabra que, facultada por el Espíritu, crece y se extiende por el mundo, liberando a la gente del reino de la oscuridad para llevarla al
3: ¡DIOS, ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!
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Tres cosas que podem os deducir
Es posible que no estés acostumbrado a pensar en estos mismos términos en la obra que Dios hace en el mundo, pero confío en que puedas darte cuenta de cuáles son sus implicaciones. Hay varias de ellas, y las iremos desentrañando en los siguientes capítulos. Por ahora, analizaremos tres importantes deducciones que se desprenden de este concepto de los propósitos de Dios para el mundo. La primera y más evidente es que, si eso es lo que está haciendo Dios realmente en nuestro mundo, entonces ya es tiempo de despedirnos de nuestras pequeñas y egoístas ambiciones, para entregarnos a la causa de Cristo y de su evangelio. Dios tiene un plan que decidirá el destino de cada persona y nación en el mundo, y este plan se expone, en este libro también, mediante la predicación del evangelio de Cristo y el derramamiento del Espíritu Santo.
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de servidores, edificios, etcétera, no es importante; el único crecimiento importante en los planes de Dios es el de los creyentes. Eso es lo que realmente significa la vid en crecimiento: creyentes que en forma individual han nacido de nuevo, que están injertados en Cristo por medio de su Palabra y de su Espíritu, y que se reúnen entre sí para edificarse mutuamente en comunión. La tercera deducción es que este crecimiento interior sólo se produce gracias al poder del Espíritu de Dios, que aplica la Palabra divina en los corazones. Así es como las personas se convierten, y así es como se hacen más maduras en Cristo. Nosotros plantamos y regamos, pero Dios genera el crecimiento. Nosotros compartimos su Palabra con alguien, y el Espíritu provoca una respuesta. Eso puede ocurrir de manera individual, en grupos pequeños y en grandes multitudes. Puede suceder en una conversación con el vecino, en una cena, durante un cafecito en la iglesia, en un
( Capítulo 4
Todos los cristianos deben ser viñadores En el capítulo anterior presentamos una idea sencilla pero profunda: que la obra que está haciendo Dios en el mundo, en estos últimos días, que se extienden entre la primera y segunda
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O, para decirlo más claramente, ¿quién se ocupa realmente de cultivar la vid?. ¿Es principalmente tarea de los pastores, maestros y evangelistas el cuidar y hacer crecer la vid por medio de su ministerio de la Palabra? ¿O la principal contribución del resto de la congregación es la de apoyar y ayudar en esta tarea manteniendo y fortaleciendo el enrejado? ¿Acaso tienen todos los cristianos un papel que desempeñar en el cultivo de la vid? No son preguntas sencillas, y en la historia del cristianismo se han ofrecido distintas respuestas a ellas. Ya desde la Reforma, que insistía en el sacerdocio de todos los creyentes, los cristianos han adoptado diferentes modelos y tradiciones de ministerio, algunos en los que el líder o pastor ocupa un lugar tan central y predominante que la congregación no es más que
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hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mat 10:32-33 ). Entonces, el llamado a ser un discípulo es un llamado a confesar nuestra lealtad a Jesús ante un mundo hostil; a servirle a él y a su misión, cueste lo que cueste. No te molestes en asistir al funeral de tu padre, le dice Jesús a alguien que le pregunta: "Deja que los muertos entierren a sus muertos... pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios" (Luc 9:60). Es decir, la Gran Comisión no está dirigida sólo a los once. Es el programa a seguir para todos los discípulos. Ser un discípulo es ser un hacedor de discípulos. El carácter radical de esta orden a menudo parece estar muy lejos de nuestros hábitos y costumbres cristianas normales. Vamos a la iglesia, donde cantamos unas canciones, tratamos de
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se consideraban a sí mismos "siervos" de Jesús, y a todos se les dio el Espíritu Santo para hablar en su nombre: Ahora, Señor, considera sus amenazas, y permite que tus siervos hablen tu palabra con toda confianza, mientras extiendes tu mano para que se hagan curaciones, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús. Después que oraron, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valor. (Hech 4:29-31)
El hecho de que en el capítulo 4 leamos que todos los discípulos hablaban sin temor en el nombre deJesús, no debería sorprendernos, ya que eso fue anunciado en Hechos 2. Cuando el Espíritu desciende
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Com partir la Palabra unos con otros
En Efesios 4, Pablo enumera los dones que el Cristo ascendido Ir ha entregado a la Iglesia: apóstoles, profetas, evangelistas, maestros y pastores.1 E igualmente dice que estos ministerios fundamentales de la Palabra cumplen la función de "capacitar a los santos para la obra del ministerio" o como dice la Nueva Versión Internacional: "capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio". Significativamente, en traducciones más antiguas hay una coma entre "perfeccionar a los santos" y "para las obras del ministerio", queriendo decir que las tareas que debían desempeñar los ministros de la Palabra eran las de perfeccionar a los santos y las obras del ministerio. Entonces, su ministerio incluía capacitar al pueblo de Dios, pero no significaba que debían capacitarlo para el ministerio que el propio pueblo de Dios habría de ejercer.
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cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor" (Ef4:15-16). La imagen que se nos muestra aquí es que todas las partes del cuerpo cumplen su propia función, cada una trabajando con las demás para el crecimiento del cuerpo; sin embargo, las diferentes partes del cuerpo, aunque realizan diversas funciones, tienen algo en común: "hablar la verdad en amor". Cada uno puede actuar de diferentes maneras, en distintos contextos y con diferentes niveles de efectividad, pero la metodología básica para el crecimiento del cuerpo consiste en que todos los miembros hablen "la verdad en amor" unos con otros. Al leer el capítulo 5 de Efesios nos encontramos con una
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en medio de ellos, es la palabra de Cristo, no menciona al Espíritu, ¡lo cual no debe sorprendernos!, pues el resultado es el mismo: se produce que hablen entre sí con un lenguaje reverente y alentador, enseñándose y amonestándose. En términos gramaticales, es difícil saber si el canto es la manera que usan para enseñarse y amonestarse, o si es otro resultado de que la palabra de Cristo habita en ellos en abundancia. En todo caso, no tiene mayor importancia. Lo importante es que todos los colosenses deben enseñarse y amonestarse mutuamente. Romanos 15:14 también hace referencia a que los cristianos se instruyen y aconsejan mutuamente: "En cuanto a ustedes, hermanos míos, yo mismo estoy también convencido de que ustedes están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento y capaces también de amonestarse los unos a los otros".
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tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca. (Heb 10:24-25) El escritor nos dice que es muy importante congregarse para alentarse mutuamente; para estimularse a amar y a realizar buenas obras mientras se espera la llegada del día de Cristo. Y es difícil pensar que pueda ocurrir si no abrimos nuestras bocas para hablarnos. Pero, de todas las veces que en el Nuevo Testamento se aborda el tema del ministerio de los pocos y de los muchos, la más clara alusión, y la más útil, es la primera carta de Pablo a los corintios, tan talentosos, pero arrogantes, divididos y propensos al pecado. Los corintios estaban teniendo verdaderos problemas, tanto
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En los capítulos 11 - 14, Pablo aborda el tema de cómo se deben conducir cuando se reúnan como congregación y la contribución que le corresponde a cada uno de los miembros. Como ya sabemos, por largo tiempo se ha discutido respecto a muchos de los detalles de estos capítulos (que tienen que ver con el carácter de los dones milagrosos y el hablar en lenguas, sin mencionar las reglas para cubrirse la cabeza, en el capítulo 11, y el lugar de las mujeres en el ministerio); sin embargo, en lo que incumbe a nuestra investigación sobre "el ministerio de los muchos", tenemos claro cuáles son los puntos más importantes, y podemos resumirlos del siguiente modo: •
El capítulo 11 prevé que tanto los hombres como las mujeres orarán y profetizarán de manera habitual durante las reuniones.2
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obtiene los mayores puntos (por encima de hablar en lenguas, por ejemplo) porque consiste en palabras inteligibles y edificantes. El versículo que resume esta idea es 14:26: ¿Qué hay que hacer, pues, hermanos? Cuando se reúnan, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, lenguas o interpretación. Que todo se haga para edificación.
Vale la pena leer detenidamente estos capítulos porque capturan muy bien tanto la singularidad como la diversidad del ministerio de cada miembro de la congregación. No todos somos iguales. No todos son "maestros" o "profetas", y la forma en que alentamos o edificamos al resto depende de los dones que Dios nos ha dado. Pero todos deberíamos perseguir
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fundamental de hacer eso es hablando la verdad de Dios a los demás, contando con la ayuda del Espíritu Santo. Tod os los c ristiano s debe n ser misi oner os
La mayoría de las referencias que hemos visto en las epístolas se refieren a cómo los cristianos hablan entre ellos la verdad de la Palabra de Dios. Pero, ¿qué hay acerca de hablar la Palabra con los que no son cristianos? Es un tanto sorprendente que en el Nuevo Testamento Man relativamente pocas las veces que se exhorta a los creyentes comunes y corrientes a hablar del evangelio con otros; las razones han sido largamente discutidas por los eruditos y los estudiosos de las misiones. Una posible respuesta se encuentra en la realidad de que el evangelio avanzaba sin parar de una región a otra,
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Y ustedes llegaron a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo, de tal manera que llegaron a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya. Porque saliendo de ustedes, la palabra del Señor se ha escuchado, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes la fe de ustedes en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos necesidad de decir nada. Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de ustedes, y de cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de entre los
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posible que la noticia se haya divulgado sin que también se haya comunicado el contenido del evangelio. Lo que quiero decir es que era inevitable y natural que estos nuevos conversos, cuya vida religiosa y social había cambiado por completo, hablaran con otros sobre el evangelio que los había transformado. No hubiese sido necesario pedirles que evangelizaran. ¿Cómo habrían podido evitar explicar lo que les había sucedido, ya juera en el mercado o en una fiesta? Todo eso nos lleva a un pasaje fundamental para lo que estamos (rulando aquí: Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No sean motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de
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volvía esclavo de todos, fueran judíos, gentiles o cristianos "débiles" (1 Cor 9:19-23). Pero, ¿por qué restringía su libertad y renunciaba a sus derechos? Su objetivo era "ganar al mayor número posible" (v. 19), salvar "a algunos" (v. 22), "por amor del evangelio" (v. 23). El objetivo de su flexibilidad social era la salvación de otros. Cabe destacar que, en Corinto, Pablo llamó a creyentes comunes y corrientes a que fueran imitadores suyos, tal como él lo era de Cristo. Y es que no se trata de imitar en un sentido general, sino en buscar activamente la salvación de otros. No deben buscar su propio beneficio dijo, "sino el de los demás, para que sean salvos" (10:33). En cuanto a las decisiones que se deben tomar respecto a qué comer y qué beber, como en todo lo demás, el objetivo es la gloria de Dios (v. 31). No debemos ser motivo para
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rectitud. Al vivir de este modo, somos como luces que brillan en el inundo, atrayendo alabanzas, no hacia nosotros, sino hacia Dios, nuestro Padre (Mat 5:13-16). Somos llamados a orar para que el evangelio sea proclamado sin temor en el mundo (Col 4:2-3). Cuando conversamos con gente ajena a nuestra fe, debemos hacerlo de manera cortés, pero provocativa, respondiendo apropiadamente a las preguntas que nuestra forma de vivir provoque (Col 4:56 ). La sana doctrina del evangelio produce un estilo de vida cristiano radical que no da lugar a calumnias y que hace que la enseñanza del evangelio sea atractiva para el mundo (Tito 2:1-10). Al igual que Israel (el pueblo escogido de Dios), los cristianos deben dar a conocer a Dios a las naciones, en forma tanto colectiva como individual, declarando sus misericordias en el evangelio y llevando vidas santas (1 Ped 2:9-12; 3:1-2). Incluso en medio de la persecución, los creyentes deben rendirse
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¿Cuánto tendrías que odiar a alguien para que, a pesar de que creyeras en la vida eterna, no lo trataras de convencer? O sea, si yo creyera sin ninguna sombra de dudas que un camión viene hacia ti, y tú no lo creyeras, y ese camión está a punto de atropellarte, en algún momento te empujaría para que lo evitaras. Y la salvación es todavía más importante... 3
Cuand o sea, como sea y a quien sea
El Nuevo Testamento prevé que todos los discípulos cristianos compartirán con oración la Palabra de Dios y en un sinnúmero de maneras y contextos. En cada contexto, el mensaje es esencialmente el mismo,
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conversaciones amenas y sazonadas como con sal, con personas que no son creyentes (Col 4:56 ), o cuando respondemos con amabilidad y respeto si nos preguntan por la esperanza cristiana (1Ped 3:15-16). Hagamos ahora una breve pausa para analizar lo que significa eso en la práctica. A continuación les ofrezco de manera preliminar diez estrategias con las cuales un cristiano puede "hablar la verdad en amor" con otra persona y en el nombre de Cristo, participando así en la gran obra que lleva a cabo Dios en el mundo: •
Pedro le pregunta a su compañero de trabajo: Jaim e, ¿qué hiciste el fin de semana?, y éste le contesta que escuchó un excelente sermón en su iglesia que le ayudó a entender por primera vez el verdadero problema que había en el mundo. Cuando Pedro le pide más detalles, Jaime le explica que el
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últimamente. Andrea le escribe una breve carta en la cual le da aliento, cita algunos versículos bíblicos y le ofrece reunirse con ella para orar. •
Guillerm o asiste cada semana a un grupo de estudio bíblico en la casa de José, junto a otras seis personas. Antes de ir se asegura de haber leído el pasaje y reflexionado en él, y ora para que Dios lo ayude a decir cosas ciertas y estimulantes durante la reunión.
•
Irene es una persona mayor y le es difícil salir de su casa, pero cada dos días llama por teléfono a su amiga Josefa, le comparte el pasaje de la Biblia que leyó esa mañana y ora con ella po r teléfono.
•
Clara lleva meses orando por su amiga Cecilia, y por fin la
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verdad de Dios a otras personas. Se puede hacer en casa, en el trabajo, conversando en la calle con los vecinos, en la iglesia, en grupos pequeños, en una cafetería, en cualquier lugar. Pero lo importante es que se haga, porque ésta es la "obra del Señor"; ésta es la Gran Comisión puesta en acción; éste es el trabajo que todos los cristianos pueden y deben hacer para cultivar la vid. Para aquellos que les gusta pensar de manera más sistemática, les presento a continuación otra manera de visualizar las distintas estrategias en las que los cristianos pueden involucrarse con oración en la tarea de llevar la Palabra de Dios a otros. Todos nosotros existimos en tres esferas o contextos de vida: nuestra vida familiar; nuestra interacción con los amigos, colegas, vecinos y la comunidad en general; y nuestra comunión con el pueblo de Dios en nuestras congregaciones. ¿Cómo podemos llegar a compartir la
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En grupos pequeños
• Leer y orar con la familia.
• Reunirse en grupos pequeños para orar y estudiar la Biblia. • Enseñar en la escuela dominical o en el grupo de jóvenes. • Participar en grupos de damas o de varones.
• Hacer evangelismo dirigido a grupos pequeños (cursos, etc.). • Enseñar religión, moral o civismo en las escuelas.
En grupos grandes
• Introducir contenidos cristianos en cumpleaños y reuniones familiares (ej., compartir un versículo
• Predicar de manera ocasional. • Dar un testimonio y/o aliento. • Dirigir las canciones en la iglesia. • Leer la Biblia.
• Dar una charla o testimonio evangelístico (ej., durante un desayuno de mujeres o una cena de varones).
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congregaciones se involucraran en un ministerio de lectura diaria de la Biblia como éste. ¿Quién podría estar en contra de algo así? No es tan sencillo. Si nos detenemos a reflexionar en lo que significa esta visión en la cual cada cristiano trabaja en el cultivo de la vid, muchas de las suposiciones más defendidas respecto a la iglesia, el ministerio, el evangelismo y la vida en congregación pueden quedar en tela de juicio. Para empezar, tira drásticamente por tierra muchas de las diferencias que tradicionalmente se hacen entre el "clero" y los "laicos". Muchos de nosotros ministramos en contextos donde implícitamente (¡e incluso explícitamente!) se supone que es tarea del pastor el edificar la iglesia, y es tarea de los miembros recibir dicho ministerio y apoyarlo, involucrándose en una serie de tareas y roles como contar el dinero de la ofrenda, organizar el té mañanero, servir de acomodadores, participar en comités,
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los que contradicen" (Tito 1:9). Gracias a la enseñanza de esta sana doctrina la congregación aprenderá a alentarse y a capacitarse mutuamente, como las ancianas mencionadas en el capítulo 2, que debían enseñar "lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos" (Tito 2:3-4). Dicho de otro modo, todos participamos en "la obra del Señor" (1 Cor 15:58). Todos ayudamos a hacer que la vid crezca, compartiendo la Palabra con oración en todo momento y del modo que podamos hacerlo. Lutero, con su reconocida agudeza, lo expresó del siguiente modo: El ministerio de la Palabra nos pertenece a todos. Evidentemente, atar y desatar no es más que proclamar y
Capítulo 5
¿Culpa o gracia? Hasta aquí hemos sostenido que todos los cristianos son viñadores; que todos son partícipes en "la obra del Señor". En los capítulos siguientes, exploraremos el importante papel que tienen los pastores y los líderes en la tarea de capacitar y alentar a los miembros de su congregación como colaboradores suyos en este trabajo; sin embargo, antes convendría hacer una pausa para analizar algunas dudas que se suelen presentar.
EL ENREJADO Y LA VID
Compañeros en el evangelio de la gracia Pablo les escribió esta carta a los cristianos que se encontraban en Filipo, mientras disfrutaba de la 'hospitalidad' de las
5: ;CULPA O GRACIA?
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La comunión que los filipenses compartían con Pablo no era una taza de té después del culto, ni una agradable tarde de estudio bíblico. L os filipenses y Pablo eran copartícipes de la gracia de Dios
autoridades romanas: se hallaba en prisión, probablemente en
por medio de Jesucristo (1:7). Al igual que Pablo, ellos anhelaban
Roma, y enfrentaba la real posibilidad de ser ejecutado por haber
que llegara el día de Cristo, cuando por medio de su muerte y resurrección serían considerados puros e irreprochables, y llenos del
osado predicar a Cristo como el rey verdadero, en vez de Cesar (1:13-14,21). ¿Cómo reaccionarías si tu pastor estuviera preso por haber predicado que Crist o es el único Di os verdadero? Quizás lo negarías por vergüenza o por temor a lo que pudieras perder. Si alguien te preguntara, tal vez contestarías: " La verdad es que no lo conozco muy bien. Sólo he estado unas pocas veces en su iglesia. Siempre me pareció un poco extremista". O a lo mejor encontrarías las fuerzas para solidarizarte con él, enviándole regalos, orando por él, aceptando la persecución de las autoridades y predicando con valentía el mismo mensaje de Cristo. Y también pudiera ser que dijeras algo como: "Sí, mi pastor está en la cárcel por predicar a Cristo. Y, si quieren, pueden venir y encerrarme a mí también, porque no voy a dejar de confesar la verdad: que Jesucristo es nuestro Señor, que resucitó de los muertos". ¿Qué harías tú? La carta de Pablo empieza con una oración de gran gozo
fruto de justicia ( 1 : 9 1 0 11; 3:8 ). Dios mismo había comenzado la buena obra en ellos, y él la perfeccionaría (1:6). La comunión que compartían los filipenses en el evangelio no era para asegurarse de quedar bien ante Dios. Si alguien tenía razones para vanagloriarse ante Dios y declararse justo, ése era Pablo, era un "hebreo de hebreos" (3:5). Pero el evangelio que él predicaba consideraba patético todo esfuerzo humano por alcanzar la justicia. Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como perdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe... (Fil 3:7-9) liste es el evangelio que los filipenses habían oído y, por la gracia de
porque los filipenses habían sido solidarios con él en el evangelio
Dios, creído. Era un evangelio sobre un Cristo sufriente que moría y resucitaba para traer justicia y salvación a su pueblo. Aceptar
"desde el primer día hasta ahora". Los filipenses no negaron a
este evangelio significaba estar dispuesto a sufrir como el mismo
su encarcelado apóstol, ni lo abandonaron; permanecieron a su
Cristo. En realidad, Pablo usa términos aún más poderosos. Dice
lado. La palabra que utiliza una y otra vez Pablo en esta carta para describir esta solidaridad es ,participación'. En griego el
t]ue defender el evangelio, y ser llamado a sufrir por Cristo, es en sí
término es koinonía (k o iv w v íq ) que por lo general se traduce como ,comunión'.
mismo un don de la gracia divina: Es justo que yo sienta esto acerca de todos ustedes, porque los llevo en el corazón, pues tanto en mis prisiones como en
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EL ENREJADO Y LA VID
la defensa y confirmación del evangelio, todos ustedes son
5: ¿CULPA O GRACIA?
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les ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en él,
de esta ciudadanía y permanecer unidos como un solo ejército, luchando por este rey en defensa de su honor y su gloria. Los creyentes comunes y corrientes de Filipo no eran ciudadanos de segunda categoría, y tampoco eran un equipo de apoyo ubicado detrás de la línea de frente. Debían unirse y luchar "por la fe del evangelio", sin sorprenderse por los conflictos y luchas que habrían de venir, y sin sentir temor de sus adversarios. Y al hacerlo, se hacían parte del mismo conflicto y lucha que Pablo había vivido y que aún seguía experimentando; unidos con él en su sufrimiento y en la "defensa y confirmación del evangelio" (1:7); compañeros de Pablo y entre sí. Esta es la razón de por qué es tan importante la unidad en una congregación, y por qué las quejas, el mal humor y la discordia no deben tener lugar en ella. El maravilloso pasaje que habla de la humildad y altruismo de Cristo, en el capítulo 2, es, en contexto, un llamado a los filipenses a dejar de lado su egoísmo y mezquinas rivalidades, para así poder luchar juntos en beneficio del evangelio, brillando cual faros en la corrupta sociedad que los rodeaba:
sino también sufrir por él, teniendo el mismo conflicto que
Hagan todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones,
vieron en mí, y que ahora oyen que está en mí. (Fil 1:27-30 )
para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin
El término griego de donde viene la palabra "compórtense", en el versículo 27, significa "vivir como ciudadanos". En 3:20 encontramos este mismo término en forma de sustantivo: "Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo...". Los filipenses sabían muy bien que eran una colonia romana, con todos los privilegios y derechos de ser plenos ciudadanos del Imperio. Pero Pablo les recuerda que su rey no es César y que tampoco son ciudadanos romanos; su rey es Jesucristo y su ciudadanía está en los cielos. Por lo tanto, deben llevar vidas dignas
tacha en medio de una generación torcida y perversa, en
participantes conmigo de la gracia. (Fil 1:7) Porque a ustedes se les ha concedido por amor de Cristo, no sólo creer en él, sino también sufrir por él. (Fil 1:29)
Entonces, Pablo llama a los cristianos comunes y corrientes de Filipo a permanecer fuertes en su comunión en el evangelio y a seguir defendiendo a Cristo ante enemigos y perseguidores. Dice Pablo que vivir de este modo es sencillamente llevar una vida digna del propio evangelio: Solamente compórtense de una manera di gna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a verlos, o que permanezca ausente, pueda oír que ustedes están firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio. De ninguna manera estén atemorizados por sus adversarios, lo cual es señal de perdición para ellos, pero de salvación para ustedes, y esto, de Dios. Porque a ustedes se
medio de la cual ustedes resplandecen como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano ni habré trabajado en vano. (Fil 2:14-16)
Los estudiosos no logran ponerse de acuerdo respecto a si, en el versículo 16, la expresión correcta es 'manteniendo en alto' o 'sosteniendo firmemente'. La primera implica una postura evangelista cuya mirada está dirigida hacia el exterior, en tanto
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que la segunda se refiere más a su propia perseverancia en la fe. Es difícil imaginarse a los filipenses creando problemas por tal diferenciación. Para ellos, 'sosteniendo firmemente' al evangelio como compañeros de Pablo, inevitablemente significaba luchar con él por el evangelio y aceptar el sufrimiento que esa lucha siempre traía consigo. Significaba permanecer junto a su encarcelado apóstol y hablar en "defensa y confirmación del evangelio". Pablo menciona a Timoteo y a Epafrodito como dos grandes ejemplos a imitar por los filipenses. El modo en que Timoteo se preocupa por los demás, en vez de por sí mismo, no tiene igual (2:20-21). Para él, los intereses de Jesús están primero, y sirve junto a Pablo como un hijo lo haría, ayudando en los asuntos de su familia. Epafrodito es un filipense al cual Pablo se refiere como "mi hermano, colaborador y compañero de lucha, quien también es su mensajero y servidor para mis necesidades. Porque él los extrañaba a todos, y estaba angustiado porque ustedes habían oído que se había enfermado" (2:25-26). ¿Te fijaste? Epafrodito no estaba preocupado por estar enfermo, sino porque los demás habían sabido de su enfermedad. ¿Cuántos de nosotros podemos decir que tenemos esta misma actitud cuando estamos enfermos? El compañerismo cristiano habitual
Según Pablo, en la vida cristiana lo habitual es que exista compañerismo en el evangelio. Esta frase significa permanecer juntos en el evangelio, o sea, decididos a vivir como ciudadanos del cielo en medio de nuestra generación corrupta, anhelando la defensa y proclamación del evangelio, luchando por ello y soportando con valentía los conflictos, luchas y persecuciones que inevitablemente sobrevendrán después.
5: ¿CULPA O GRACIA?
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La forma de demostrar este compañerismo es bastante variada. Vemos a los filipenses orar por Pablo (1:19), hacerse partícipes de sus problemas, enviándole ayuda en dinero (4:14-19); a filipenses como Epafrodita, Evodia, Síntique y Clemente formando parte del grupo de colaboradores de Pablo; y vemos cómo son llamados a imitar a Pablo para luchar por el evangelio a pesar de la oposición de los suyos y de la hostilidad de los demás (3:17 - 4:1). El evangelio en sí exige que permanezcamos junto a nuestros líderes y predicadores, en profunda unidad, trabajo en equipo y solidaridad; no debido a sus personalidades o dones, sino porque somos compañeros en el evangelio de Jesucristo. No hay dos clases de cristianos: los que son compañeros y los espectadores. Todos debemos participar por igual. Cierta iglesia que conocemos trató de expresar esta idea cambiando el término 'miembros' de la congregación por 'compañeros'. Y es que en nuestra sociedad, cuando uno pasa a ser 'miembro' de algo, podría dar la idea de pasividad y consumismo. Cuando me uno a un club, espero recibir ciertos beneficios. En cambio, cuando hablamos en términos de 'compañerismo', lo primero que viene a la mente es que se espera de nosotros que participemos de manera activa, que seamos compañeros en una gran iniciativa: la misión evangelizadora de Cristo. En el Filipo del primer siglo, no había dudas de lo que dio significaba. Implicaba estar dispuesto a comprometerse públicamente con una secta nueva en la que nadie confiaba y cuyos líderes eran enviados a prisión; significaba estar decididos a permanecer junto a sus hermanos, pasara lo que pasara, y luchar por el evangelio; significaba también comprometerse con sus hermanos y hermanas en Cristo, olvidándose de uno mismo. ¡Nada de esto constituía un programa de buenas obras para lograr entrar al cielo! De hecho, los legalistas, que pretendían poner
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su confianza en la carne, eran el enemigo. Pero la inmensurable gracia gratuita de Dios que vino a ellos por medio de su fe en Cristo, no era un permiso para llevar vidas fáciles y cómodas, con un toque de espiritualidad como acompañamiento; sino que constituía más bien un pasaporte para lograr una nueva ciudadanía de sufrimiento y lucha, codo a codo, en defensa del evangelio. Pablo era su líder, ejemplo y compañero de armas en esta lucha. Y este es también el patrón que se repite en el resto del Nuevo Testamento. Los líderes, pastores y ancianos son responsables de enseñar, advertir, amonestar y alentar. Son maestros de obras y organizadores, guardianes y movilizadores, maestros y modelos. Ellos proveen las condiciones bajo las cuales el resto de los compañeros en el evangelio pueden también participar en la tarea de cultivar la vid: compartiendo la verdad de Dios con otros. No obstante, en el fondo, los pastores y ancianos no son más que compañeros. No poseen una esencia o un estatus distinto y, en realidad, su tarea no es como si ellos fueran los 'jugadores' de verdad, y los demás de la congregación fueran los espectadores o el equipo de apoyo. Los pastores o ancianos son aquellos que se ocupan de la vid, a los que se les ha dado la responsabilidad de cuidar de la gente y capacitarla para trabajar juntos en el evangelio. Lo que hemos visto, inevitablemente, nos lleva al tema de la 'capacitación'.
Capítulo 6
La esencia de la capa citación Hay dos categorías en las que los lectores de este libro podrían caer. Hay algunos para los que la palabra 'capacitación' está de moda en el ministerio. Creen saber lo que significa y, por consiguiente, están a favor, en contra, o simplemente cansados de escuchar sobre ella. Habrá otros para quienes la 'capacitación' es algo que se hace en un instituto teológico o en un seminario, pero que nunca han pensado que es una actividad que la iglesia local debería realizar. En beneficio de ambos grupos, y de todos los demás, detengámonos a analizar qué es realmente la 'capacitación' en la vida cristiana y el ministerio. ¿En qué consiste la capac itación o entrenamiento?
Una dificultad siempre presente al analizar el tema de la 'capacitación' (y muchos otros) es que dicha palabra tiene connotaciones que no siempre tienen que ver con la forma en que dicha palabra es utilizada en la Biblia. En nuestro idioma actual, el término 'capacitación', o 'entrenamiento' tiene que ver con hacerse apto en algún ejercicio, arte o profesión. Mediante una combinación de instrucción, observación, práctica y disciplina, el 'aprendiz' aprende a hacer bien algo, ya sea correr en carreras de vallas o convertirse en soldado. En nuestro mundo, la 'capacitación' suele estar orientada
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a realizar alguna tarea, centrada en los procesos, mediante la cual las cosas se llevan a cabo. Pone énfasis en respuestas uniformes y predecibles que se aprenden y se refuerzan a través de la práctica. Cuando tenemos 'capacitación en el lugar de trabajo' esperamos que algún aspecto de nuestro rol alcance un nuevo nivel de competencia. La capacitación en el ministerio también puede ser eso: proporcionar conocimientos y enseñar cómo mejorar las habilidades que sirvan para que los cristianos puedan aprender a hacer ciertas cosas. Además, muchas iglesias tienen 'cursos de capacitación' que ayudan a la gente a ser más competente al leer la Biblia, al compartir su fe con otros, recibir en la iglesia a las visitas, liderar grupos pequeños, etcétera. Todo eso es beneficioso y útil, pero no constituye la esencia de la 'capacitación', al menos no en la forma en que la Biblia la concibe. En el Nuevo Testamento, el entrenamiento o capacitación tiene mucho más que ver con la forma de pensar y la vida cristiana, que con aprender ciertas habilidades o competencias. Esto se hace evidente en las epístolas pastorales por las distintas palabras que se usan para traducir este término. I mpartiendo doctrina y vida
En 1 Timoteo 4:7, por ejemplo, encontramos la siguiente instrucción de Pablo: "Nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad". La palabra griega aquí es gumnadze (γύμναζε), que originalmente se usaba en relación al deporte y las competencias. Como pastor cristiano, Timoteo debía aplicar esta metáfora del entrenamiento deportivo a su vida y a su carácter para que él y sus oyentes pudieran avanzar hacia la madurez y la justicia. En Hebreos, volvemos a encontramos con este término griego, usado
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del mismo modo: "...el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal" (Heb 5:14). En contraste, el corazón de los falsos maestros es "ejercitado en la avaricia" (2 Ped 2:14). El énfasis aquí está puesto en que la enseñanza y el ejemplo deben servir para alcanzar un tipo de vida en particular, no se menciona nada de alguna habilidad o competencia. En 2 Timoteo 3:16, la palabra griega paideia (paideia), se traduce como 'instruir': "Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia". Y es la misma palabra que se usa para referirse a enseñar con la intención de formar patrones de conducta adecuados (en este caso, la justicia). Es el mismo tipo de instrucción que un padre ejerce sobre un hijo para moldear su carácter, ya sea nuestro Padre Dios, quien nos disciplina por nuestro bien (Heb 12:5,7), o nuestro padre humano que busca instruirnos en los caminos del Señor (Ef 6:4). En el versículo que le sigue (2 Tim 3:17), el concepto de capacitación o entrenamiento es llevado un paso más adelante. Al ser 'instruido' o'capacitado' en la justicia, el hombre de Dios se vuelve competente o hábil gracias a las Escrituras, las cuales lo preparan para toda buena obra. Es la 'capacitación' en la justicia la que nos hace ser competentes, pero no se trata de tener alguna habilidad en particular, como ser capaz de enseñar con claridad, o de dirigir un grupo pequeño, o lo que sea, sino que tiene que ver con tener un carácter o una conducta basados en la sana doctrina de las Escrituras. La sana doctrina es un elemento esencial. En las epístolas pastorales se va entregando un testigo (una estafeta), como en una carrera de relevos, y ese testigo es el propio evangelio. Dios le confía el evangelio a Pablo (1 Tim 1:11-12), quien a su vez se lo entrega a
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Timoteo (1 Tim 1:18-19; 6:11-14,20-21). Después, Pablo quiere que Timoteo haga lo mismo: que aquello que él le ha entregado, Timoteo lo confíe a otros fieles que a su vez sean capaces de enseñar a otros (2 Tim 2:2). La esencia de la capacitación no es ejercitar una habilidad, sino impartir la sana doctrina. Pablo usa el término 'ejercitar' o 'capacitar' para referirse a un proceso que dura toda la vida, mediante el cual Timoteo y su congregación aprenden por medio de las Escrituras a rechazar toda falsa religión y a conformar sus corazones y sus vidas a la sana doctrina. Un buen entrenamiento bíblico da por resultado una vida santa basada en una enseñanza sana y sanadora. Relación e imitación
La transferencia del tesoro del evangelio, sin embargo, no es un ejercicio educativo carente de sensibilidad, sino que es profunda e innegablemente basada en relaciones humanas. Al observar la relación que tenían Pablo y Timoteo, de inmediato se hace evidente que en la capacitación de este último hubo mucho más que una simple transferencia de habilidades o información. En varias ocasiones Pablo describe a Timoteo con mucho cariño, llamándolo hijo o hijo amado (1 Cor 4:17; Fil 2:22; 1 Tim 1:2,18; 2 Tim 1:2), hijo en la fe y copartícipe de la gracia (1 Tim 1:2; 2 Tim 1:2; 2:1). Existe casi una plena certeza de que la conversión de Timoteo se produjo gracias al ministerio de Pablo (Hech 14:6-23; 16:1-3), convirtiéndose en un apreciado colaborador en la misión evangelizadora ("a nadie más tengo del mismo sentir", Fil 2:20), a quien Pablo confió la misión de ir como su mensajero a las demás iglesias (Fil 2:19-20; 1Tes 3:1-5). Esta cercana relación fue un vehículo para uno de los elementos clave en la capacitación de Timoteo: la imitación.
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"Tú has seguido mi enseñanza, mi conducta, propósito, fe, paciencia, amor, perseverancia, mis persecuciones, sufrimientos, como los que me acaecieron en Antioquía, en Iconio y en Listra. ¡Qué persecuciones sufrí! Y de todas ellas me libró el Señor" (2 Tim 3:10-11). Pablo le transfirió a Timoteo no solamente el tesoro del evangelio, sino una forma de vivir. Y, a su vez, Timoteo habría de ser un ejemplo para los demás de esta forma de vivir según el evangelio: "No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza" (1 Tim 4:12). Pablo le ofreció un consejo similar a Tito, otro de sus protegidos: "Muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, con pureza de doctrina, con dignidad, con palabra sana e irreprochable, a fin de que el adversario se avergüence al no tener nada malo que decir de nosotros" (Tito 2:7-8). Nótese que la conducta y enseñanza ejemplares de Tito también repercuten en Pablo ("no tener nada malo que decir de nosotros"), porque su enseñanza y su conducta no son más que una imitación de Pablo. Esta metodología de ser un modelo, ejemplo, alguien a quien imitar, era parte esencial del ministerio de Pablo: Hermanos, sean imitadores míos, y observen a los que andan según el ejemplo que tienen en nosotros. (Fil 3:17) No les escribo esto para avergonzarlos, sino para amonestarlos como a hijos míos amados. Porque aunque ustedes tengan innumerables maestros en Cristo, sin embargo no tienen muchos padres; pues en Cristo Jesús yo los engendré por medio del evangelio. Por tanto, los exhorto: sean im itadores míos . Por esta razón les he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor. El les recordará mis caminos, los caminos en Cristo, tal como yo enseño en todas partes, en cada iglesia. (1 Co r 4:14-17 )
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No sean motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos. Sean imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo. (1 Cor 10:32 - 11:1) Sabemos, hermanos amados de Dios, de la elección de ustedes, porque nuestro evangelio no vino a ustedes solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción; como saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos. Y ustedes llegaron a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, co n el gozo del Espíritu Santo , de tal manera que llegaron a ser un ejemplo para todos los creyentes en Mace donia y en Acaya. (1 Tes 1:4-7)
La cadena de imitación parte del mismo Señor Jesús, a quien copia Pablo, y pasa a Timoteo (quien imita a Pablo y les recuerda a otros la forma de actuar de éste), hasta llegar a los creyentes, quienes se convierten en "imitadores de nosotros y del Señor". Es importante hacer hincapié en el hecho de que Pablo no sólo desea que imiten su doctrina, sino también su forma de vivir. Pablo jamás separa la ética y la doctrina, porque una correcta interpretación del evangelio siempre trae consigo un cambio en la forma de vivir. Aunque estas palabras podrían hacernos sentir avergonzados, ya sea por humildad o porque conocemos muy bien la pobreza de nuestro ejemplo, Pablo no mostraba vergüenza ni por él ni por sus colaboradores. El instaba a Timoteo y a los demás a unírsele y ser ejemplo para los creyentes, e instaba a los creyentes a seguir dicho ejemplo.
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No obstante, debemos recordar qué tipo de ejemplo era el que daba Pablo al imitar a Jesús. El suyo era un ejemplo de aceptación, tanto de la enemistad y el rechazo de la sociedad, como del camino de autosacrificio, sufrimiento y malos tratos que es necesario soportar por los demás. Tal como sostiene Edwin Judge, el tipo de imitación que exigía Pablo iba contra la tendencia cultural de la época. No consistía en seguir ciertas reglas éticas de moda o tradiciones, imitando a su maestro espiritual, sino en dar la vida por los demás. "Este llamado a sacrificar los intereses personales por un objetivo superior era una inversión desconcertante de la ética perfeccionada por los griegos".1 Pablo llamaba a sus congregaciones a sufrir con él por la misión de Cristo y a buscar la salvación de otros, renunciando a sus propios derechos. Su ambición de salvar a otros también debía ser la ambición de ellos. Nos guste o no, siempre somos un ejemplo para los que enseñamos o capacitamos. No podemos dejar de ser un ejemplo. Una de las tareas fundamentales de los pastores y ancianos es estructurar sus vidas de tal forma, que puedan ser para los demás un ejemplo de lo que agrada a Dios, motivo por el cual la mayoría de los requisitos para los ancianos que se establecen en la Biblia, como por ejemplo en 1 Timoteo 3 y Tito 1, tienen que ver con su carácter y con su estilo de vida. No es que debamos ser modelos de perfección, ya que eso es imposible. Pero, como le dice Pablo a Timoteo: "Sé diligente en estos asuntos; * !
E. A. Judge, 'The Teacher as Moral Exemplar in Paul and in the Inscriptions of Ephesus' (El maestro como ejemplo moral en Pablo y en las inscripciones de Efeso), dentro del libro In the Fullness of Time: Biblical Studies in Honour o f Archbishop Do na ld Robinson (En la plenitud de los tiempos: estudios bíblicos en honor al arzobispo Donald Robinson), editado por D . Peterson y J. Pryor, Anzea, Homebush West, Nueva Gales del Sur, 1992, pág. 199.
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entrégate de lleno a ellos, de modo que todos puedan ver que estás progresando" (1 Tim 4:15, NVI). Debemos ser un ejemplo de lucha por alcanzar la santidad; no, por supuesto, de haber alcanzado la santidad perfecta (Heb 12:14). En realidad, en el fondo, nuestro ejemplo consiste en imitar el camino de la cruz. No intentamos crear clones ni un culto a la personalidad, sino que buscamos seguir su ejemplo, perseverando a pesar de las pruebas y la persecución. Si el maestro sufre, también lo hace el alumno. Lo importante aquí es que la capacitación no puede ser sino por medio de las relaciones personales. No puede hacerse en una sala de clases a través de una transferencia supuestamente neutra de información. El instructor requiere que su aprendiz no sólo adopte su enseñanza, sino también la forma de vivir que forzosamente fluye de dicha enseñanza. En otras palabras, el instructor debe hacer lo que Pablo le dice a Timoteo: Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza. Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan. (1 Tim 4:16)
Form ar como lo hacen los padres
Para resumir, podemos decir que el modelo de capacitación en el ministerio que ocupa Pablo se parece mucho a lo que hacen los padres con sus hijos: • Comienza cuando una persona es el instrumento que lleva a otra a experimentar un nuevo nacimiento. • Es un proceso a largo plazo y hecho con amor. • Implica transmitir conocimientos, sabiduría e instrucciones prácticas.
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• Involucra imitar y seguir un ejemplo. • No sólo forma creencias y habilidades, sino también carácter y estilo de vida. Cuando hablamos de capacitación, esta metáfora resulta ser muy útil. Formar a otros es como criar hijos. Es amar a otro lo suficiente como para desear verlo crecer y florecer; y es estar dispuesto a trabajar fielmente y a largo plazo, hasta lograr (con la misericordia divina) que ello ocurra. Se aprende por imitación y por instrucción; sin embargo, la mejor capacitación suele darse por osmosis. La naturaleza relacional de la capacitación da por resultado que, por osmosis, los aprendices terminen pareciéndose a sus maestros, tal como los hijos se parecen a sus padres. En la capacitación relacional (la que resulta de la relación directa maestro-aprendiz), los corazones del maestro y del aprendiz se ven expuestos. Cuando entrenamos a ministros de la Palabra de Cristo, los avances no se miden simplemente por el éxito en el desempeño de tareas, sino por la integridad de sus corazones. ¿Ama realmente el aprendiz a Dios y a su prójimo? ¿Se somete de verdad a la Palabra de Cristo? Las palabras y acciones espontáneas del aprendiz ponen al descubierto su corazón: lo bueno, lo malo y lo feo, así que el tira y afloja de la vida y del ministerio, la relación se profundiza, y el maestro llega a conocer más profundamente el carácter del aprendiz. Igualmente, los aprendices necesitan conocer el corazón de sus maestros: sus pecados y confesiones, sus temores y su fe, su visión y su realidad, sus éxitos y fracasos. La vida y el ministerio del maestro son un modelo para el aprendiz, no de perfección, sino de deseos de agradar a Dios en envases terrenales. Por eso es necesario que compartamos nuestras vidas de manera sincera y abierta.
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El lugar donde con mayor claridad podemos ver eso es en el hogar. En su casa, el maestro deja de ser el cristiano público', el líder pastoral. La fachada se desploma, para convertirse en lo que realmente es, el marido que ríe con su mujer, el padre que reprende a la hija que no quiere comer, el cocinero que disfruta de su lado creativo, el dueño de casa que repara el caño del agua, el hombre agotado que ve la TV con la mirada vacía. Experimenta la vida en el Espíritu en el contexto más difícil de todos. Del mismo modo, cuando un maestro inteligente va a la casa de un aprendiz, también se preocupa de observar cómo éste escucha con respeto a su esposa, o ignora a sus hijos, o espera ser atendido, o no puede relajarse. Todo eso es importante y, más adelante, deberá ser motivo de reflexión y análisis. Dicho lo cual, es importante mencionar que también la capacitación formal es un complemento muy valioso, e irremplazable, de la capacitación relacional. Es cierto que hay maestros poco comunes que intuitivamente pueden juzgar lo que es necesario para el desarrollo de cada aprendiz, y proporcionárselo improvisadamente. Es posible que este maestro intuitivo no necesite preocuparse de contar con un programa formal de capacitación; así de innata es para él la formación. Pero la mayoría de nosotros no somos maestros con tan brillante intuición; e incluso, quienes sí lo son, a menudo no logran proporcionar una formación integral, pues no tienen idea de qué temas fueron cubiertos y cuáles no. Por lo cual, los programas formales de capacitación no son incompatibles con la capacitación relaciona!. Si el maestro se ha comprometido a utilizar el enfoque relacional, los programas de capacitación realzan la capacitación personal, en vez de restarle méritos. De hecho, las sesiones o programas de capacitación formal son otra oportunidad para el maestro de ver a su aprendiz en
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acción: relacionándose con la gente, participando, completando tareas establecidas, etc. Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos cuál es el lugar que ocupan las habilidades y los cursos en la capacitación. ¿Qué lugar ocupan las habilidades, cursos y programas?
Cuando ya se puso el énfasis bíblico en el lugar correcto, y se han formado la mente, el corazón y el carácter por medio de la Palabra de Dios, es el momento en que podemos hablar sobre el lugar que ocupan las habilidades o competencias en la capacitación. La Biblia sí habla de habilidades prácticas. Por ejemplo, todos los cristianos deben estar "preparados para presentar defensa ante todo el que les demanda razón de la esperanza que hay en ustedes" (1 Ped 3:15), y deben considerar "cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras" (Heb 10:24). Otro elemento fundamental es que algunos tengan la habilidad de enseñar, como por ejemplo, los obispos en 1 Timoteo 3:2 y Tito 1:9, o los "hombres fieles" en 2 Timoteo 2:2. También leemos que algunos tienen el don de ,dirigir', en Romanos 12:8 (ver, los que ,gobiernan' en 1Tim 3:4). Las habilidades y competencias son importantes. De hecho, son necesarias para comunicar el mensaje del evangelio, pastorear al pueblo de Dios y dirigir a la iglesia; sin embargo, las habilidades nunca deben estar separadas del evangelio, de la verdad de la sana doctrina y del carácter santo acorde a ella. Desgraciadamente, es fácil dejarse llevar por las 'capacidades', pensando que basta con tener las habilidades y técnicas apropiadas para que todo resulte bien y el crecimiento sea cosa segura; es fácil concentrarse en las habilidades como un fin en sí mismas, y poner demasiada confianza en ellas.
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Pero, si permitimos que el evangelio ocupe el lugar principal central, entonces, el hecho de aprender a hacer las cosas con mayor efectividad simplemente será una forma de servir a Cristo y a los demás; que por supuesto agrada a Dios. Así, por ejemplo, podríamos desear ser mejores maestros de la Biblia; no para nuestra propia gloria ni porque erradamente confiemos en nuestra propia importancia, sino simplemente porque deseamos comunicar a los demás, con mayor claridad y peso, el mensaje transformador de la Biblia. Lo mismo se aplica a nuestros planes de preparar a otros en alguna habilidad en particular. Una manera útil de resumir el carácter y el objetivo de la capacitación es mediante las siguientes palabras. Las tres comienzan con la letra c. Nuestro deseo es que, a través de la relación personal, la oración, la enseñanza, el ejemplo que vean y la enseñanza práctica, las personas puedan crecer en: y
que puedan conocer a Dios y entender lo que dice la Biblia. Carácter: que se forme en ellas el carácter y el estilo de vida santo que caracteriza a la sana doctrina. Capacidad: que desarrollen la habilidad de compartir la Palabra de Dios a otros, orando, y de diferentes maneras.
• Convicción: • •
Una vez que nos armamos de una perspectiva más bíblica de lo que significa 'capacitar', estamos preparados para hacer uso de la gran variedad de cursos de capacitación y recursos disponibles actualmente. Si recordamos que la capacitación es una actividad ineludiblemente personal y de relaciones humanas, que involucra enseñar y dar ejemplo con una sana doctrina, que implica además un estilo de vida y la habilidad para servir a otros, entonces podemos decir que sí es útil contar con estructuras para capacitar, las cuales pueden ser programas formales de capacitación, como
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el curso de dos años desarrollado por el Sistema de Entrenamiento Ministerial (SEM; más sobre eso en el capítulo 11). Los programas y cursos pueden servir como un excelente marco para la capacitación, siempre y cuando las estructuras y recursos proporcionados no reemplacen la capacitación personal y el dar ejemplo. Es fácil creer que es tan sencillo como 'hacer el curso o programa'; proponiendo a los grupos pequeños a que lo hagan, o enviando una invitación general para que quien esté interesado se inscriba; y, una vez que se ha hecho el curso con uno o varios grupos, poder darse palmaditas en la espalda por haber logrado una 'capacitación' (y no cabe la menor duda de que trabajar así será de gran ayuda para quienes lo estudien); sin embargo, para realmente ayudar a los cristianos de nuestra congregación a que se conviertan en personas capaces de ministrar a otros, se necesita más que un curso. Requieren del ejemplo, de ver cómo se hace; y necesitan, con enseñanza personal, tutoría y oración abordar las temáticas espirituales que les permiten llegar a ser capaces de ministrar a otros. Esto toma tiempo y precisa de atención personalizada, antes, durante y después de haber realizado cualquier tipo de capacitación estructurada. ¿Cómo se puede hacer posible en la realidad de un pastor atareado, con las características de su propia congregación? En los siguientes capítulos nos ocuparemos de este asunto, pero antes, debemos seguir preparando el terreno.
Capítulo 7
La capacitación y el crecimiento del evangelio El concepto bíblico de capacitación que hemos estado analizando hasta el momento supone que el trabajo evangelizador es una 'Industria en crecimiento', que cuando se predica el evangelio, y el Espíritu hace su obra, entonces se produce un ,crecimiento'. Esta idea aparece en el cariñoso saludo de Pablo a los colosenses: Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por ustedes, pues hemos oído de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos, a causa de la esperanza reservada para ustedes en los cielos. De esta esperanza ustedes oyeron antes en la palabra de verdad, el evangelio que ha llegado hasta ustedes. Así como en todo el mundo está dando fruto constantemente y creciendo, así lo ha estado haciendo también en ustedes, desde el día que oyeron y comprendieron la gracia de Dios en verdad. (Col 1:3-6)
El crecimiento al que se refiere Pablo aquí parece tener dos aspectos. En un sentido, el evangelio crece en todo el mundo como una vid cuyas ramas no dejan de trepar por el muro, pasando por encima del mismo hasta llegar al patio del vecino. Gracias al noble Epafras, el evangelio llegó incluso a Colosas, donde Pablo jamás había estado, y echó raíces.
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Pero también crece en otro sentido, en las vidas de las personas. Allí donde se enseña la "palabra de verdad" y ésta es recibida con fe, hay fruto: la gente cambia. Es transferida de un reino a otro (tal como dice Pablo en el versículo 13). Comienzan a tener fe en Cristo Jesús, a amar a todos los hermanos en la fe, y a anhelar su herencia celestial. Sus prioridades cambian, su cosmovisión cambia, y poco a poco sus vidas son rehechas a la imagen del Hijo de Dios. Esto es lo que pide Pablo en sus oraciones que siga sucediendo en la vida de los colosenses: "Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que anden como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios" (Col 1:9-10). No hay nada escandaloso ni revolucionario en estas ideas. Está en la naturaleza del evangelio producir crecimiento, y todos lo sabemos; sin embargo, es importante recalcar tres puntos que se desprenden de esta simple idea. Enprimer lugar, el crecimiento del evangelio se da en las vidas de las personas, no en las estructuras de la iglesia. O, para decirlo en los mismos términos de mi metáfora inicial, el crecimiento del enrejado no implica el crecimiento de la vid. Podemos aumentar la cantidad de programas, eventos, comités y otras actividades en las que nuestra iglesia está involucrada; podemos agrandar o modernizar nuestros edificios; podemos replantear nuestras reuniones regulares para comunicarnos con nuestra cultura de una manera más atractiva y eficaz; podemos felicitarnos a nosotros mismos porque los números van en aumento, y está bien, ¡todo eso es bueno! Pero si las personas no están creciendo en conocimiento de la voluntad de Dios, de modo de que su comportamiento sea
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digno del Señor, buscando agradarle en todo y dando fruto en toda buena obra, entonces no podemos decir que hay crecimiento. Aunque hay muchas maneras de hacer que más personas asistan a la iglesia, y de hecho, algunas de las iglesias más concurridas del mundo son las menos fieles al evangelio y a la Biblia, la misma Biblia nos advierte que la gente se congregará donde sea que haya alguien dispuesto a decirle lo que quiere escuchar (2Tim 4:3-4). El crecimiento numérico o estructural no es necesariamente un indicador de crecimiento del evangelio (la verdad es que el fracaso en los números tampoco es un indicador de crecimiento del evangelio; no queremos dar a entender que en las iglesias pequeñas se promueve un mayor crecimiento del evangelio que en las más concurridas). En segundo lugar, significa que debemos estar dispuestos a dejar ir a algunas personas de nuestra propia congregación, si es lo más conveniente para el crecimiento del evangelio. Debemos estar dispuestos a enviar a nuestros miembros a otros lugares, para que el evangelio también crezca allí. Y una advertencia: así ocurrirá si tomamos en serio el crecimiento del evangelio y la capacitación. Si les dedicamos tiempo a las personas, si actuamos como sus tutores y las capacitamos, con frecuencia veremos que algunos de nuestros mejores aprendices, en quienes hemos invertido muchísimas horas, nos abandonarán. Se irán a trabajar como misioneros, se irán a otra parte de la ciudad para unirse a un equipo dedicado a iniciar iglesias, se irán a trabajar a otra región del país donde la necesidad del evangelio sea mayor, o continuarán capacitándose, tal vez en un instituto teológico o seminario lejano. Estar comprometido con el crecimiento del evangelio implica capacitar a las personas para que vayan madurando en su fe, no para el beneficio de nuestras propias iglesias o comunidades, sino para el beneficio del reino de Cristo.
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En tercer lugar, donde este concepto del 'crecimiento del evangelio’ repercute con mayor fuerza es en la forma en que pensamos respecto a las personas. No las vemos como si fueran piezas en nuestro mecanismo, ni como recursos para nuestros proyectos, sino como individuos con su propio nivel de crecimiento en el evangelio. Y nuestro objetivo para cada una de ellas es que se desarrollen, que avancen, que sigan un paso adelante de donde se encuentran ahora. Analicemos esta idea con más detalle. Etapas en el crecimiento del evangelio
En términos generales, hay cuatro etapas básicas de crecimiento del evangelio en la vida de las personas, y son: • Acercamiento • Seguimiento • Crecimiento • Capacitación En la etapa de acercamiento, la persona por primera vez entra en contacto con la Palabra de la verdad. Puede ser que en un principio ocurra gracias a una conversación sobre algún asunto relacionado con sus vidas o con el mundo. Pero de algún modo, en cierto contexto (amplio o reducido), alguien les explica el evangelio. La semilla echa raíces; y en el momento que Dios determina y por obra de su Espíritu, da fruto. Cuando alguien responde al mensaje del evangelio y pone su fe en Cristo, se hace necesario hacer algún tipo de seguimiento inicial para afirmarlo en su fe y enseñarle lo básico. Dependiendo de su formación y circunstancias, esta etapa inicial de llegar a ser firme en la fe, podría demorar de unos cuantos meses a varios años; pero sin importar el tiempo que tarde, es esencial que alguien permanezca a su lado, enseñándole, preocupándose y orando por él.
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Luego sigue el proceso de crecimiento como discípulo cristiano, el cual dura toda la vida e implica crecer en el conocimiento de Dios y en el carácter que agrada a Dios, carácter que fluye de dicho conocimiento. Este proceso de crecimiento no es nada fácil. Es un camino recto y angosto, como el que siguió Cristiano en el libro El Progreso del Peregrino (trata del viaje de Cristiano por la vida, buscando salvación), uno lleno de montes, valles, enemigos y elementos que buscaban desviar su camino. Varias veces durante su caminar los cristianos se verán enfrentados a problemas y necesitarán ayuda, consejo y oración. Podríaser alguna enfermedad o prueba, algún pecado en particular que esté comenzando a sobrepasarlos; o una temporada de debilidad o aridez espiritual que requiera atención. En todas estas circunstancias, tanto en los buenos como en los malos momentos, la fórmula para crecer es la misma: el ministerio de la Palabra y del Espíritu. El crecimiento proviene de escuchar la Palabra de Dios, compartirla y aplicarla a la vida diaria, orando, mientras el Espíritu efectúa su obra en el interior de cada persona. La cuarta etapa, la capacitación o discipulado, no es secuencial, como si sucediera después de que el crecimiento hubiera terminado (lo cual nunca ocurriría, ya que nunca dejamos de crecer). En realidad, la etapa de 'capacitación' es parte del crecimiento cristiano, porque la madurez cristiana no es individual ni egocéntrica, como si hubiésemos alcanzado el punto máximo de santidad por el hecho de dedicarle una hora diaria a la reflexión de la Palabra. Crecer como Cristo, es crecer en amor y en el deseo de servir y ministrar a otros, lo cual hacemos toda la vida, pero cuando usamos la palabra 'ca pa citar 'lo hacemos para describir el crecimiento que seproduce en los creyentes en su convicción, carácter y capacidad, que les permite ministrar a otros con amor y llevarles la Palabra de Dios, ya sea a los no creyentes durante la etapa de
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acercamiento, a los nuevos cristianos durante el seguimiento, o a todos losdemás cristianos durante elproceso de crecimiento diario. Si
cada cristiano es un potencial viñador (ver el capítulo 4), entonces la 'capacitación' es aquella etapa en el crecimiento del cristiano en la cual las personas reciben la preparación, la motivación, los recursos y el aliento necesarios para llevar a cabo tal labor. Es aquella etapa en la cual su crecimiento a nivel de convicción (creencias), carácter (santidad) y competencias (habilidades) está aumentando, hasta llegar al punto de poder ministrar a otros con mayor eficacia. EL PROCESO DE CRECIMIENTO EN EL EVANGELIO
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La segunda es que preparar a los cristianos como viñadores no consiste simplemente en ejercitar ciertas habilidades y destrezas (como acabamos de ver). El discipulado cristiano está relacionado con la sana doctrina y una vida de santidad, de modo que capacitar o equipar a alguien para ministrar a otros implica prepararlo y proveerlo de santidad y de buen juicio, y no sólo de un conjunto de habilidades; porque así es como ellos ministrarán a otros posteriormente. Por ejemplo, para que un cristiano maduro pueda hacerle seguimiento a un nuevo creyente, no sólo necesita saber cómo llevar a cabo una serie completa de estudios bíblicos básicos, también debe ser capaz de ser un modelo de fe y de vida cristiana. Con la mente puesta en las personas
Ahora bien, hay dos cosas importantísimas que debemos recordar. La primera de ellas es que, aunque todos los cristianos pueden y deben ser preparados para trabajar en el cultivo de la vid, no todos tienen los dones necesarios para ministrar de la misma manera o con el mismo alcance. Algunos serán predicadores o maestros, otros podrán ser guías de estudios bíblicos, otros serán muy buenos para contactar a los no creyentes y responder a sus dudas, otros preferirán reunirse individualmente con los nuevos creyentes y hacerles seguimiento, y también están los que en su calidad de padres y madres enseñarán a sus hijos. Hay miles de contextos y oportunidades para trabajar en la vid, y Dios le ha dado a cada cristiano un papel que desempeñar.
Una de las enormes ventajas de concebir el crecimiento cristiano en etapas, como las que acabamos de ver, es que nos ayuda a pensar en las personas, orar por ellas y ministrarlas de acuerdo a la posición en la que se encuentran. Entonces, si el crecimiento del evangelio realmente ocurre a nivel individual en la vida de cada creyente, ¿cómo podemos ayudarlos a avanzar? ¿Cómo podemos hacer que la Palabra de Dios tenga aplicación en las vidas de cada uno de ellos? La siguiente es una pequeña herramienta diagnóstica que nos ayudará a pensar en las personas. Haz un listado de siete personas que conozcas, tanto no creyentes como creyentes de tu iglesia. ¿En qué etapa se encuentra cada uno en lo que respecta a su crecimiento del evangelio? Veamos si podemos visualizarlo delineando las diferentes etapas de 'crecimiento del evangelio'.1 I
Esta tabla diagnóstica o de planificación la robamos y adaptamos descaradamente del excelente librillo escrito por Peter Bolt, "Mission Minde d' (Matthias Media, Sidney, 2000).
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Acercamiento
Roberto Josefina Bernardo Teresa Daniel Marcos Sara
7: LA CAPACITACIÓN Y EL CRECIMIENT O D EL EVANGELIO
EL EN REJADO Y LA VID Seguimiento
Ha Plantea escuchado inquietudes el evangelio •
Crecimiento Capacitación
Necesita Sólido General Específico ayuda • • • •
• •
Como verán, hemos subdividido la mayoría de las etapas para facilitar el análisis de las situaciones. Roberto, por ejemplo, aún no es cristiano. Definitivamente se encuentra en la etapa de acercamiento, pero en tus conversaciones con él aún no has llegado a compartirle el evangelio. Hasta el momento, te ha manifestado varias inquietudes relacionadas con Dios, la fe y la Biblia, pero está en los primeros días. En cambio Marcos vino de invitado a un culto en la iglesia y escuchó una clara explicación del evangelio. Aún no se ha convertido, pero lleva más camino avanzado que Roberto. Igualmente, en la etapa de crecimiento podrás ver que Josefina está en la categoría de 'necesita ayuda', en tanto que Bernardo se muestra 'sólido'. Ambos han sido cristianos durante varios años y ninguno de ellos necesita que se le haga seguimiento inicial. Pero Josefina está pasando por un momento muy difícil: su marido, que no es creyente, es adicto al juego y ella está luchando para criar a sus hijos adolescentes prácticamente sola. Su fe siempre ha sido sólida, pero últimamente se está sintiendo amargada y enojada con Dios y ya no asiste con la misma regularidad a la iglesia y a su grupo de estudio bíblico. Josefina necesita ayuda de verdad. Necesita que alguien (o más
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de alguien) la acompañe, se preocupe por ella, ore con ella y la aliente, usando pasajes de la Biblia, para que pueda seguir adelante, etcétera. Bernardo, por otra parte, va avanzando relativamente bien. Evidentemente, no todo le es tan fácil pero, por ahora, su avance en el Señor es bueno y firme. Ahora bien, no se trata de simples categorías del tipo blanco o negro, ni tampoco son estrictamente secuenciales. Casi todos los cristianos entran ysalen de la categoría 'necesita ayuda' en distintos momentos de su vida. Al año siguiente, podría ser Bernardo el que esté pasando por dificultades. Pero para efectos de visualizar lo que cada uno de ellos necesita en ese momento para poder crecer en el evangelio, es importante hacer una diferenciación. En la etapa de capacitación nos encontramos además con un par de subcategorías muy útiles: general y específica. La primera de ellas se refiere a la preparación o discipulado que todos los cristianos necesitan; y la segunda, a la necesaria para llevar a cabo ciertos ministerios en particular. Por ejemplo, Daniel es un cristiano firme y maduro que está aprendiendo a comprender y a compartir su fe con sus colegas de trabajo no creyentes. Esta es la capacitación general; es algo que todos los cristianos deberían saber hacer. En cambio Sara, es una mujer muy capaz y cariñosa y posee gran habilidad para explicar con claridad la Biblia. Actualmente está siendo preparada para dirigir uno de los grupos de estudio bíblico femeninos que se reúnen los martes en la mañana. No utilizamos este tipo de herramientas con el objeto de convertir al ministerio cristiano en una serie de listados, sino para que nos ayuden a enfocarnos en las personas, porque el ministerio tiene que ver con personas, no con programas. Si nunca pensamos de manera individual en las personas, sí no averiguamos en qué situación se encuentran, ni de qué manera necesitan crecer, y en qué área en particular, estaremos ministrando al azar y de
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manera dispersa. Es como si un doctor se dijera lo siguiente: "Me complica demasiado atender y diagnosticar de manera individual a cada uno de mis pacientes, aparte de que me ocupa demasiado tiempo. En vez de ello, voy a reunirlos a todos una vez a la semana y les recetaré el mismo medicamento. Cada semana iré cambiando la medicina para que todos puedan recibir al menos algún tipo de beneficio. Este método es más eficiente y fácil de manejar". Puede ser que algunos lectores estén sospechando que lo que decimos está comenzando a sonar demasiado anti-iglesia y anti sermón, y cuando vean el título del capítulo 8 ('¿Por qué el sermón del domingo es necesario pero no suficiente?') sus sospechas podrían aumentar. Cuando lleguemos a dicho capítulo analizaremos en más detalle esos temas. Por ahora, podemos adelantarles que somos pro-iglesia y que creemos que el sermón es una forma esencial, valiosa y altamente eficaz de ministrar la Palabra de Dios, pero no es la única manera de hacer crecer el evangelio. Si cultivar la vid tiene que ver con cultivar personas, necesitamos ayudarlas a crecer de manera individual, empezando por el nivel en el que se encuentran en ese momento. Y ambos ministerios son necesarios, tanto este ministerio personal y aparentemente ineficiente, como el que se lleva a cabo en grupos más grandes y que parece más eficiente. Pero veamos cómo Pablo prevé el tipo de ministerio personalizado, en 1Tesalonicenses 5: Pero les rogamos hermanos, que reconozcan a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen, y que los tengan en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivan en paz los unos con los otros. Les exhortamos, hermanos, a que amonesten a los indisciplinados, animen a los desalentados, sostengan a los débiles y sean pacientes con todos. (1 Tes 5:12-14)
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Los líderes trabajan duro en su importantísimo papel y, por ello, merecen todo nuestro respeto. Pero los 'hermanos' también tienen un papel igualmente importante que desempeñar: ministrar en las diversas situaciones que cada cristiano debe enfrentar durante su vida. Otro enorme beneficio que surge de usar una herramienta diagnóstica como la anterior es que nos ayuda a visualizar cuál será la siguiente necesidad de las personas, y que siempre consiste en avanzar un paso más hacia la derecha de la tabla. Lo que Josefina necesita más adelante, después de recibir ayuda, es obtener (o recuperar) firmeza y estabilidad en su fe. Lo que Bernardo con su sólida fe necesita, es recibir aliento y preparación para comenzar a ministrar a otros, en vez de seguir creciendo en su propio mundo feliz. Lo que Roberto necesita después de satisfacer sus inquietudes es dejar de discutir temas generales respecto a Dios o el cristianismo, y escuchar el evangelio. A propósito, si eres pastor de alguna iglesia, esta herramienta también te ayudará a ver dónde hay vacíos, agujeros y necesidades que resolver. En una iglesia con un buen 'crecimiento del evangelio', debería haber una buena cantidad de personas que pertenezcan a cada una de estas categorías. Si haces un listado de todas las personas que conoces, tanto dentro de tu congregación como al margen de ella, pronto te darás cuenta de dónde están los desafíos. Si hay muy pocas personas en la categoría de acercamiento, entonces tu iglesia no está haciendo lo suficiente para contactarse con los no creyentes para hablarles del evangelio. Ahora bien, si hay muchos en esta categoría, pero casi ninguno en la categoría de seguimiento, entonces lo más probable es que estás llevando a cabo muchas actividades y programas para contactarte con la gente, pero no estás compartiendo lo suficiente el evangelio, con oración, como para que estas personas
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se conviertan y necesiten pasar a la etapa de seguimiento. Y lo mismo se aplica al resto.
Capítulo 8 LA CAPACITACIÓN ES EL MOTOR QUE HACE POSIBLE EL crecimiento del evangelio. Y para que haya más crecimiento del evangelio, es necesario capacitar a más cristianos maduros y reverentes para la obra en la vid; es decir que hay que preparar, dotar y alentar a más personas para que, con oración, compartan la Palabra con otros, ya sea en actividades de acercamiento, de seguimiento o de apoyo para el crecimiento de algún cristiano. Por desgracia, la mayoría de las iglesias y la mayor parte de los pastores casi no se ocupan de capacitar. En términos generales, se considera que es el pastor a quién le corresponde la tarea de hacer crecer el evangelio, y como eso es prácticamente algo imposible de hacer a nivel individual o personal, se hace a nivel general y en masa. Y al poco tiempo, la administración y la organización de actividades, grupos, reuniones y estructuras ocupan todo el tiempo del pastor y la agenda semanal de los miembros de la iglesia. Hay otra manera de hacerlo, pero antes de ahondar en lo que implica en la práctica el ministerio de la capacitación, es tiempo de hacer una pausa y abordar algunos de los temas que sin duda se han estado anidando en las mentes de algunos de nuestros lectores.
¿Por qué el sermón del domingo es necesario pero no suficiente? Hemos llegado a un punto en nuestro tema en el que es necesario hacer una pausa y analizar en mayor detalle de qué manera el modelo de capacitación y crecimiento que aquí proponernos choca con la realidad de las estructuras, modelos y prácticas de nuestras iglesias actuales. Porque sí que choca. El mayor obstáculo que se presenta para replantear y reformular nuestros ministerios es, principalmente, la inercia de las tradiciones, tanto de las que se han mantenido por mucho tiempo en nuestras denominaciones o en nuestras reuniones, como de las más recientes innovaciones reconocidas como "movimiento para el crecimiento de la iglesia", ya que se han convertido en una especie de convencionalismo tácito en varias iglesias evangélicas. A su debido tiempo abordaremos la propuesta un tanto alarmante contenida en el título de este capítulo, pues primero analizaremos dos enfoques del ministerio pastoral muy comunes hoy en día, para contrastarlos con el enfoque de este libro. Claro está que estos dos enfoques son estereotipos y no reflejan la realidad multifacética del ministerio en toda su variedad, pero esperamos que puedas reconocer las estructuras y tendencias que se reflejan en estas descripciones, y te sirvan de base para efectuar los cambios que tu propia situación requiera. Existen tres enfoques o énfasis que deseamos examinar, y que llamaremos:
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• El pastor como clérigo proveedor de servicios. • El pastor como gerente general. • El pastor como capacitador. El pasto r como clérigo proveedor de servicios
Según este concepto de la vida y el ministerio en la iglesia, la tarea del pastor es la de cuidar y alimentar a la congregación. En este sentido, es un clérigo profesional (ya sea que lo llamemos "clérigo" o no), y tanto el pastor mismo como la congregación esperan que se le pague por llevar a cabo ciertas funciones fundamentales: • Alimentar al rebaño mediante sus sermones dominicales y la administración de los sacramentos. • Organizar y llevar a cabo el culto del domingo, que es considerado como un tiempo de adoración para la congregación. • Llevar a cabo diversos servicios ocasionales con diferentes propósitos: bautismos, bodas y, tal vez, eventos especiales para invitados. • Aconsejar individualmente a los miembros de la congregación, en especial en momentos de crisis. Este es el clásico modelo evangélico reformado de lo que hace un pastor ordenado para pastorear a las ovejas que Cristo le dio. Y este modelo tiene bastante fortalezas, por ejemplo: • Coloca a la predicación regular de la Palabra en el lugar que le corresponde, es decir, en el centro del ministerio. • Reúne a la congregación para que los domingos oren, alaben y escuchen juntos la prédica como una sola familia. • Los cultos ocasionales son una oportunidad para acercarse a la comunidad no creyente. • El pastor se ocupa de su congregación en tiempos de crisis.
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No obstante, este enfoque tiene también desventajas muy reales (y evidentes). Para empezar, el ministerio que se lleva a cabo en la congregación se ve limitado por los dones y la capacidad del pastor: depende de su eficacia para predicar y de la cantidad de personas que puede conocer y aconsejar individualmente. En este modelo, se hace muy difícil que la congregación pueda crecer más allá de cierta cantidad (por lo general entre 100 y 150 miembros regulares). Quizás la mayor desventaja de este punto de vista sobre el ministerio sea que se alimenta de la cultura de "consumismo" que ya reina en nuestra cultura, fomentándola. Va de acuerdo de manera perfecta con el espíritu de nuestra época, en la cual pagamos a profesionales entrenados para que lo hagan todo por nosotros, en lugar de hacerlo nosotros mismos, ya sea lavar nuestro auto, planchar nuestras camisas o sacar a pasear al perro. Existe una tendencia a reducir la vida y la comunión cristianas a una hora y cuarto los domingos por la mañana, relacionándonos muy poco o nada con los demás; y son muy pocos los ministerios que son llevados a cabo por la propia congregación. En este tipo de iglesia, se hace muy fácil que la congregación piense en su iglesia casi completamente en términos de "qué provecho saco yo de ella", cayendo así en críticas y quejas cuando las cosas no les parecen bien. Incluso la buena práctica del consejo pastoral puede llegar a convertirse en una práctica en la cual lo importante soy "yo", entonces se enojan cuando, en vez de recibir la visita del pastor, son visitados por su asistente: "El pastor lo envió porque no quiso tomarse la molestia de venir él en persona". Ninguna de estas cosas es por completo culpa del "consumidor". A pesar de todas sus fortalezas históricas, el enfoque del pastor como clérigo profesional les dice con toda claridad a los miembros de la iglesia que su función es la de
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recibir, en vez de ser la de dar. Como modelo, tiende a producir consumidores espirituales en vez de discípulos activos de Cristo, y suele quedarse estancado en modo de mantenimiento. En este modelo, los miembros individuales de la congregación y la iglesia en general, colocan al evangelismo al final de la lista de prioridades. En muchos aspectos, este concepto del ministerio pastoral refleja la cultura y las normas de un mundo diferente, del mundo de las naciones cristianizadas de los siglos XVI y XVII, en el que toda la comunidad iba a la iglesia, y donde el pastor era uno de los pocos que contaba con la suficiente educación para poder enseñar. El pastor co mo gerente general
En muchos aspectos, el "movimiento para el crecimiento de la iglesia" de los años 70 y 80 fue una respuesta directa al concepto evangélico-reformado tradicional de la vida en la iglesia y del ministerio. La gente se dio cuenta de algunas de las desventajas que mencionamos con anterioridad y comenzó a abordarlas. En términos bastante generales, se produjeron varios cambios fundamentales: • El pastor seguía siendo un clérigo profesional, pero ahora su papel fundamental era, el de dirigir a la congregación como una organización con metas definidas. Seguía siendo un predicador y un proveedor de servicios pastorales, pero también era un líder gerencial responsable de hacer que estas cosas ocurrieran a una escala más grande. Para hacer posible el crecimiento, el pastor tenía que aprender la diferencia entre ser un comerciante que maneja su propia tienda o dirigir una tienda departamental con mucho personal y una gran variedad de servicios.
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El domingo pasó a enfocarse en la tarea de "atraer a la comunidad", con el tipo de música, decoración y predicación que fuera atractiva para las visitas y recién llegados. Para que la iglesia creciera, sus "vitrinas" debían ser mucho más atractivas para el "mercado objetivo". Aunque suena de muy mal gusto expresado de este modo, para muchas iglesias se trataba de un enfoque centrado profundamente en el evangelio. Se originaba en un deseo puro de eliminar todo obstáculo cultural innecesario que no permitiera escuchar la Palabra de Dios, y asegurarse de que lo único raro, ofensivo o extraño en la iglesia fuera el propio evangelio. En vez de cultos ocasionales, el "movimiento para el crecimiento de la iglesia" produjo una revolución de programas y eventos, tanto para los miembros de la iglesia como para la comunidad en general, desde cursos y programas evangelísticos, hasta actividades de acercamiento diseñadas para alcanzar a la familia o amigos no cristianos de los miembros de la congregación, además de seminarios y programas para ayudar a los miembros de la congregación en diferentes aspectos de sus vidas (cómo criar a los hijos, cómo lidiar con la depresión, etc.). En una iglesia que cuenta con 500 miembros (en vez de 150), ¿cómo es posible conocer a cada miembro de manera individual, ocuparse y orar por ellos y ayudarlos en momentos de crisis? En términos logísticos, era imposible que el equipo pastoral (y mucho menos el pastor principal) pudiera aconsejar individualmente a cada uno de ellos, en especial dada la gama de programas y actividades adicionales que se llevaban a cabo. Como respuesta a ello surgieron los grupos que se reúnen en distintas casas, en
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los que cada miembro puede relacionarse individualmente con otros hermanos, darse a conocer y recibir su ayuda. Una de las principales fortalezas y ventajas de la postura que aboga por el crecimiento de la iglesia es que promueve la participación de la congregación. Este es uno de los conceptos fundamentales de este movimiento: si se quiere que alguien se una a nuestra congregación y se sienta parte de ella, tiene que haber alguna actividad en la cual pueda participar. Las investigaciones a este respecto nos decían que si le encontramos a alguien una función o papel que desempeñar en algún ministerio dentro de los primeros seis meses de haber ingresado a nuestra iglesia, las posibilidades d e retener a esa persona como miembro a largo plazo aumentan considerablemente. Otra de las principales fortalezas del "movimiento por el crecimiento de la iglesia" es que reconoce el hecho de que, para que una congregación crezca en número, hace falta trabajar más en el enrejado. Supuestamente, el pastor tiene que pasar menos tiempo "en el negocio" y más tiempo "organizando el negocio". Esta no es más que una función propia del crecimiento y del cambio organizacionales; y el pensamiento orientado al "crecimiento de la iglesia" ha ayudado a muchos pastores a enfrentar estos desafíos del liderazgo. Sin dud a alguna, hay muchas iglesias que estos últimos 30 años han crecido aplicando con éxito los principios del "crecimiento de la iglesia". Ha permitido que las iglesias crezcan hasta tener más de 150 miembros y ha promovido una participación más activa de sus miembros en diversos grupos, actividades y programas de las mismas. La desventaja es que, a pesar del crecimiento en miembros y en participación, muchas de las iglesias que forman parte de este movimiento también han aceptado las hipótesis consumistas de nuestra sociedad, pues su éxito se debe a la entrega de un
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"producto" más atractivo e interesante para un mayor número de personas, pero no siempre se consigue con ello un ministerio más fuerte de la Palabra aunada a la oración, que es lo que da como consecuencia el verdadero crecimiento espiritual. Sí, son muchas las personas que participan en la iglesia y que reciben apoyo y ayuda, pero ¿están creciendo como discípulos, al igual que en su misión? Hace poco, la Iglesia Willow Creek Community, de los Estados Unidos, descubrió lo mismo, luego de estar 20 años al frente del "movimiento para el crecimiento de la iglesia". Al analizar detalladamente a los miembros que la componían, el personal de esta iglesia descubrió que, a pesar de dirigir una de las iglesias más logradas y mejor organizadas de Estados Unidos, con fabulosas estructuras, música y obras teatrales de excelente calidad, además de un impresionante grado de participación de sus miembros en todo tipo de grupos pequeños y actividades, no existía en ellos un crecimiento espiritual personal como discípulos.1 Para presentar ambos enfoques, podemos utilizar la siguiente tabla:
1
El pastor como clérigo
El pastor como gerente general
El pastor es...
predicador y proveedor de servicios
predicador y gerente
El domingo es...
para realizar un culto de adoración
una reunión para atraer gente
Ver G. Hawkins y C. Parkinson, Reveal: Where are you? (Una revelación: ¿Dónde te encuentras?), Willow Creek Resources, Chicago, 2007.
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EL ENREJADO Y LA VID
Los demás días son...
para realizar cultos ocasionales
para realizar toda una gama de eventos y programas
El cuidado pastoral se ejerce...
aconsejando y visitando
en grupos pequeños
La iglesia es como...
un pequeño negocio con un solo empleado
una tienda departamental con mucho personal
Tiende a producir...
consumidores que quieren mantener las cosas como estaban
consumidores que quieren hacer crecer la iglesia
El pastor como capacitador
Hasta aquí, y tomando como base la Biblia, hemos sostenido que: • El verdadero crecimiento espiritual sólo se produce cuando el Espíritu Santo aplica la Palabra de Dios en los corazones de las personas. • Todos los cristianos tienen el privilegio y la responsabilidad de compartir la Palabra de Dios unos a otros y a los no creyentes, orando, ya que ésa es la manera por medio de la cual Dios provee este crecimiento. Si estas dos propuestas fundamentales son ciertas, entonces necesitamos hacernos otra imagen mental de la vida en la iglesia y del ministerio pastoral, un a en la cual el compartir con oración la Palabra de Dios ocupe un lu gar primordial, y donde los cristianos sean preparados y equipados para ministrar la Palabra de Dios a
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otros. Así, nuestras congregaciones se convertirán en centros de capacitación donde se prepara y se enseña a las personas a ser discípulos de Cristo, las que, a su vez, también buscarán hacer otros discípulos. • Según este concepto, el pastor es un predicador que ora, moldea y hace funcionar todo el ministerio a través de su predicación bíblica y expositiva; hecho esencial y fundamental. Pero, lo que es más decisivo aún, el pastor es también un capacitador. Su tarea no consiste sólo en proporcionar servicios espirituales, o en llevar a cabo todos los ministerios, su tarea es enseñar y preparar a los miembros de su congregación, con sus palabras y dando ejemplo con su vida, para que se conviertan en discípulos de Jesús y hacedores de discípulos. En este modelo, la diferencia entre lo clerical y lo laico desaparece de manera drástica. Ya no se trata del pastor y de los que son pastoreados, sino del pastor y de aquellos que trabajan colaborando con él en todo tipo de ministerios de la Palabra. • Cuan do incorporamos este concepto de la capacitación, lo que hacemos en el culto del domingo adquiere un mayor realce, ya que lleva el enfoque de que los asistentes adquieran madurez en el evangelio y a que la iglesia vaya creciendo. De esta manera, preparamos a todos para que sean colaboradores y siervos, no espectadores o consumidores. La congregación se convierte en una reunión de discípulos que hacen discípulos en la presencia de su Señor, reuniéndose con él, escuchando su Palabra, respondiéndole con arrepentimiento, adoración y fe, y discipulándose mutuamente. El punto de reunión de la congregación se convierte no sólo en un escenario para
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llevar a cabo el ministerio (el lugar donde se comparte la Palabra con oración), sino que también constituye un estímulo y un impulso para la adoración y el ministerio de cada discípulo durante la semana. • Cuando el pastor es un capacitador, se concentra en hacer que las personas se ministren unas a otras, en tanto que las estructuras, programas y eventos dejan de ser el centro. El evangelismo se produce cuando los discípulos se conectan con la gente que los rodea: en sus casas, con sus familiares, en la calle, sus lugares de trabajo, sus escuelas, etcétera. Los eventos y programas, además de los cultos para invitados, siguen siendo útiles para concentrar los esfuerzos de las personas y son una buena oportunidad para invitar a nuestros amigos, pero el verdadero trabajo de evangelismo con oración ocurre cuando los propios discípulos lo hacen. Retomando el ejemplo del capítulo anterior, sucede cuando Daniel se da el tiempo de conocer a Roberto, para luego ofrecerse a leer con él uno de los evangelios. • En esta propuesta, el cuidado pastoral también se basa en la preparación de discípulos que se ocupen de otros cristianos y los discipulen. Una manera de hacerlo es utilizando la estructura de los grupos pequeños, pero la estructura por sí misma no lo consigue. Nuestro objetivo no puede ser simplemente conseguir que las personas participen en estos grupos. Si no se prepara y enseña a los cristianos a reunirse unos con otros, a leer la Biblia y a orar juntos, a alentarse y a estimularse mutuamente para amar y hacer buenas obras, la estructura del grupo pequeño no servirá para generar crecimiento espiritual. Cuando las personas participan en grupos pequeños tienen la oportunidad de conocerse, sienten que forman parte de
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una fraternidad o comunidad, desarrollan lazos de amistad y, como resultado de ello, asisten con mayor regularidad a la iglesia y participan más en ella; pero ninguna de estas cosas equivale a crecer en el evangelio. Gran parte de la tarea de la congregación de alentar y discipular a otros puede fácilmente llevarse a cabo de manera individual, sin que haya necesidad de participar en algún grupo pequeño estructurado.2 Para contrastar el enfoque del "pastor como capacitador" con nuestros otros dos modelos, veamos la siguiente tabla:
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El pastor como clérigo
El pastor como gerente general
El pastor como capacitador
El pastor es...
predicador y proveedor de servicios
predicador y gerente
predicador y capacitador
El domingo es...
un culto de adoración
una reunión para atraer gente
una reunión de discípulos que adoran a su Señor
Los demás días son...
para realizar cultos ocasionales
para realizar toda una gama de eventos y programas
para que los discípulos intenten hacer discípulos
Para profundizar más sobre los grupos pequeños y la forma en que pueden ser vehículos positivos para el crecimiento del evangelio, ver el libro de Colín Marshall, "Growth Groups" (Grupos para el crecimiento), Matthias Media, Sydney, 1995.
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EL ENREJAD O Y LA VID
El cuidado pastoral se ejerce...
aconsejando y visitando
en grupos pequeños
conforme las personas ministran a otras
La iglesia es como...
un pequeño negocio con un solo empleado
una tienda departamental con mucho personal
un equipo con un activo capitán/ entrenador
Tiende a producir...
consumidores que quieren mantener las cosas como estaban
consumidores que quieren hacer crecer la iglesia
discípulos dispuestos a ser misioneros
En caso de haberlas olvidado, vale la pena repetir ahora las advertencias que hicimos al principio de este capítulo. Por supuesto que en esta exposición estamos hablando de hombres de paja y estereotipos, ya que n inguna iglesia en particular puede ser un ejemplo perfecto de cualquiera de estos puntos de vista o énfasis; existen muchísimas variaciones. De hecho, si observas tu propia congregación quizá verás que en ella se da una extraña mezcla de dos o más de ellos. De todas formas, como ejercicio mental, delinear estos tres puntos de vista resulta ser muy útil, pues podemos reconocer las distintas tendencias y tradiciones, al igual que las consecuencias. El sermón insuficiente
Tal vez el mejor mo do de enfocar el tema en este capítulo es señalar que los sermones dominicales son necesarios pero insuficientes.
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Para algunos de nuestros lectores estas palabras pudieran sonar a herejía y, en cierto sentido, esperamos que generen cierto impacto. ¿Acaso lo que pretendemos aquí es menospreciar la predicación? ¿Será verdad que los devotos y fieles sermones expositivos acompañados de oración, son lo único que se requiere para edificar la iglesia de Cristo? ¿No? Es cierto que necesitamos de los sermones, pero no son lo único necesario. Seamos totalmente claros al respecto: la predicación de exposiciones bíblicas poderosas, fieles y convincentes es absolutamente necesaria para la vida y crecimiento de nuestras congregaciones. Una predicación débil e inadecuada debilita a nuestras iglesias. Tal como dice el dicho: "los sermones pequeños producen cristianos pequeños". En cambio, una predicación pública que es clara, enérgica y poderosa constituye el cimiento sobre el cual se construyen todos los demás ministerios en la congregación. El sermón es un llamamiento para reanimar a la congregación. Es el momento en que la congregación se reúne para recibir el alimento de la Palabra de Dios, para ser desafiada, consolada y edificada. El ministerio de la predicación pública es como una estructura que marca la pauta y define el programa de todos los demás ministerios de la Palabra existentes. ¡No queremos que se vea disminuido el énfasis en la predicación o que se dediquen menos esfuerzos en ella! Por el contrario, deseamos que existan más maestros de la Biblia, reverentes y talentosos, que enciendan a las congregaciones con el poder de la Palabra predicada. Decir que los sermones (com o exposiciones bíblicas durante el culto del domingo) son necesarios pero no suficientes, es sencillamente hacer hincapié en la verdad teológica de que lo suficiente aquí es la palabra del evangelio, y no la forma en particular en que ésta es entregada. Podemos decir que compartir la palabra del evangelio en el poder del Espíritu es totalmente
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suficiente, pero que la forma de compartirla en un sermón de 25 minutos, no lo es. Afirmamos que no es suficiente porque el Nuevo Testamento nos obliga a hacerlo. Como ya vimos, Dios espera que todos los cristianos hagan discípulos compartiendo su Palabra y orando, de la forma y hasta donde sus dones y circunstancias lo permitan. Si Dios ha dotado a todos los miembros de la congregación de la habilidad de ayudar a formar discípulos, ¿por qué hemos de silenciar la contribución de todos en favor de la de uno solo (el pastor), y pensar que eso es suficiente o aceptable? En su excelente libro sobre la predicación, Speaking God's Words, Peter Adam realiza un detallado estudio de los ministerios de la Palabra en el Nuevo Testamento, además de hacer una reflexión sobre las prácticas de Juan Calvino, de Richard Baxter y de los ministerios que existen hoy en día en nuestras iglesias. Y Adam concluye que: ...si bien la predicación... es una forma de ministerio de la Palabra, hay muchas otras formas que se ven reflejadas en la Biblia y en la vida de la iglesia cristiana contemporánea. Es importante comprender este punto con toda claridad, de lo contrario estaríamos haciendo que la predicación cargue con un peso que no es capaz de soportar; es decir, el peso de hacer todo lo que la Biblia espera que hagan cada una de las distintas formas de ministerio de la Palabra.3
Luego, Adam procede a definir la predicación como "la explicación y aplicación de la Palabra a la congregación de Cristo, con el objeto de prepararla colectivamente para el servicio, la unidad en la fe, la madurez, el crecimiento y la edificación".4 3
4
Peter Ada m, Speaking God’s Words: A Pract ical Theology of Preaching, (Hablar las palabras de D ios: un a teología práctica sobre la predicación) IVP, Leicester, 1996, pág. 56.. Adam, p. 71.
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Pero, como él señala, la predicación del domingo no es la única manera de edificar el cuerpo: Aunque los individuos pueden ser edificados como miembros de la congregación, también podrían existir otras áreas en las cuales necesitan ser corregidos e instruidos en justicia, lo que no es posible a través del sermón del domingo porque éste, por naturaleza, tiene una aplicación más general.5
¿Quiere decir, entonces, que además de un sermón de 25 minutos, deberíamos tener 50 testimonios de un minuto por parte de la congregación? Aunque esto haría que los domingos por la mañana fueran fascinantes y alentadores (aunque un tanto prolongados), no es lo que proponemos aquí, porque la acción no se circunscribe sólo al domingo. Richard Baxter, uno de los más importantes ministros del evangelio, que caminó firme en nuestra herencia evangélica reformada por la Biblia, lo sabía muy bien. Veamos qué dijo. El ejemplo de Richard Baxter
El nombre de Richard Baxter siempre se asocia a su obra clásica, El Pastor Reformado. De manera interesante, al hablar de "reformado", Baxter no se refiere a ningún estilo de doctrina en particular (aunque su teología, un tanto idiosincrásica, ciertamente era reformada en ese sentido), sino que más bien se refiere a un ministerio renovado y rebosante de energía, fervor y propósito. "Si Dios reformara a los ministros", escribió Baxter, " y los avivara para cumplir celosa y fielmente con sus deberes, entonces, ciertamente el pueblo sería reformado y despertado".6 5
A da m, pá g. 7 1.
6
Richard Baxter, una versión resumida de E l Pastor Reformado en el sitio web www.iglesiareformada.com/Baxter_el_pastor_refdrmado.pdf ,pág 2.
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El extraordinario ministerio de Baxter entre las 800 familias del pueblo de Kidderminster comenzó en 1647, transformando por completo a la comunidad. Desarrolló una estrategia especial para el ministerio pastoral durante el caótico vacío de autoridad y disciplina eclesiásticas producido después de la Guerra Civil inglesa, y como consecuencia del fracaso de las reformas de Westminster. Baxter deseaba asegurarse de que cada feligrés comprendiera los principios básicos de la fe y de la vida en santidad, por ello en su libro El Pastor Reformado, publicado en 1656, exhortaba extensamente a sus colegas pastores a que sus ministerios no fueran sólo formales, sino también personales y orientados hacia su comunidad. La principal motivación de Baxter para hacer este llamado a efectuar esta reforma en el ministerio y en la vida de la iglesia era la salvación de las almas: "Nuestro propósito es defender al mundo; salvarlo de la maldición de Dios; perfeccionar a la creación; alcanzar los objetivos de la muerte de Cristo; salvarnos de la condenación, a nosotros y a los demás; vencer al diablo y destruir su reino; establecer el reino de Cristo; y esforzanos por alcanzar el reino de gloria, y ayudar a otros a lograrlo".7 Cada sección de este libro está impregnada de este primordial y desafiante reto a convertir almas, ya sea refiriéndose a las áreas que el pastor descuida de sí mismo o de su congregación. Según Baxter, ésta era la verdadera causa y prioridad para efectuar una reforma en la iglesia. Y no era posible llevarla a cabo con simples cambios estructurales. Recuerdo muy bien los tiempos cuando con todo fervor buscaba reformas en asuntos ceremoniales... ¡Ay de mí! ¿Acaso creemos que podemos generar reformas 7
8: EL SERMÓN DEL DOMINGO
EL ENREJADO Y LA VID
Richard Baxter, The ReformedPastor (El pastor reformado), 5oedición, Banner of Truth, Londres 1974, pág. 112.
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proscribiendo unas cuantas ceremonias, cambiando algunas vestiduras, gestos y formas? ¡Claro que no, señores! Nuestra responsabilidad es la conversión y salvación de almas. Es lo que principalmente se necesita reformar, lo que más beneficios trae, y lo que más ayuda a la salvación de las personas.8
Baxter afirmaba que para poder reformar el ministerio de modo que su principal objetivo sea la conversión de las almas, los pastores tienen que dedicarle mucho tiempo a la "tarea de enseñar individualmente e instruir al rebaño". Para él, el trabajo personalizado es irremplazable porque ‘la mejor oportunidad para aplicar la verdad a sus corazones, es cuando hablamos directamente a la necesidad de cada uno de ellos y le decimos al pecador: "¡Tú eres aquel hombre!"9 Según Baxter, la predicación pública no es suficiente. De hecho, llega al punto de expresar: "No tengo dudas en afirmar que la confesión auricular papal es una novedad pecaminosa... ¡pero nuestra negligencia en la enseñanza personal es mucho peor!"10 Como Baxter compartía en forma personal, pudo descubrir a aquellos que: ...me han oído durante ocho o diez años, y no saben si Cristo es Dios u hombre; y se maravillan cuando les cuento la historia de su nacimiento, de su vida y de su muerte como si no la conocieran... he descubierto que algunos ignorantes, que por largo tiempo han escuchado sin sacar ningún provecho, alcanzan más conocimiento y remordimiento tras media hora de hablar personalmente con ellos, que después de diez años de escucharme predicar en público. Sé 8
Richard Baxter,
The Reformed Pastor, pag.
211.
9 R ichard Baxter The Reformed Pastor, pag. 175. 10 Richard Baxter, The Reformed Pastor, pags. 179-180.
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EL ENREJAD O Y LA VID
que predicar el evangelio de manera pública es un excelente recurso, porque podemos hablarles a muchos a la vez. Pero, por lo general, es mucho más efectivo predicarlo en privado a cada pecador.11
También escribió: Lo que el pastor hace en el púlpito constituye una mínima parte de su tarea... La gran tarea consiste en las visitas diarias de casa en casa, viendo cómo viven, examinando qué beneficio obtienen de la predicación pública, dirigiéndolos a cumplir las responsabilidades con sus familias, y también preparándolos para la muerte.*12
Baxter trabajó duro para convencer a otros de la necesidad de realizar este tipo de reforma en el ministerio. Conformó la Asociación de Worcester con el objeto de promover dicha causa, cuyos miembros se comprometían a conocer individualmente a cada persona bajo su cargo, tarea nada fácil incluso ahora, y que en aquellos tiempos era considerada revolucionaria. Lamentablemente, el ejemplo de Baxter fue "aclamado por todos, seguido sólo por unos pocos y, por último, en la mayoría de los casos, simplemente desechado...".13 Ciertamente, no son muchos los pastores que hoy en día siguen sus pasos, aun cuando quizás leyeron The ReformedPastor (El Pastor Reformado) mientras estuvieron en el seminario, asintiendo con la cabeza en señal de aprobación. El concepto de un ministerio personal a la 1l Richard Baxter, The Reformed Pastor, pág. 196. 12 Baxter, The Saints’ Everlasting Rest (El descanso eterno de los santos), sig. A4, citado en Reformation Pastors: R ichard Baxter and the Ideal o f the Reformed Pastor (Pastores de la Reforma: Richard Baxter y el ideal del pastor reformado), Paternoster, Milton Keynes, 200 4, pág. 177. 13 Black, Reformation Pastors (Pastores de la Reforma), pág. 105.
8: EL SERMÓN DEL DOMINGO
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par de un ministerio de la predicación es admirable y es difícil discrepar con él. Además, es completamente bíblico. Pablo les dice a los ancianos en Efesios: "no rehuí declararles a ustedes nada que fuera útil, y de enseñarles públicamente y de casa en casa" (Hech 20:20). El lugar indicado para el ministerio de la Palabra tiene necesariamente que ser público, pero también es inevitablemente personal y doméstico. Según Baxter, ésta es la única manera de poder cumplir con la poderosa exhortación que les hace Pablo a estos mismos ancianos: "Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual él compró con su propia sangre" (Hech 20:28). Dado que nuestro contexto es sin duda muy diferente al de Baxter, tanto en términos culturales como políticos, sociales y educacionales, ¿qué aportes ofrecen sus ideas a nuestro concepto actual del ministerio? Hay cuatro desafíos fundamentales: • El evangelismo es el punto central del ministerio pastoral. Este ministerio no sólo abarca abordar crisis o problemas inmediatos, ocuparse de hacer crecer los números y de reformar las estructuras, también implica, y es lo más importante, preparar almas para la muerte. • Los pastores no tienen por qué estar atados a estructuras tradicionales, pueden utilizar cualquier "medio" (para usar los términos de Baxter) disponible para llamar a la gente al arrepentimiento y la salvación; lo que para Baxter implicaba soltar las ataduras del púlpito y llegar hasta la casa de las personas a enseñarles y exhortarlas. • No sólo hay que enfocarse en lo que se está enseñando, sino también en lo que las personas están aprendiendo y aplicando.
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EL ENREJADO Y LA VID
• Se puede implementar mejor la visión de Baxter sobre la instrucción personal en esta época en que la educación está al alcance de todos, incluso hay más oportunidades ahora. • En muchas partes del mundo encontramos laicos con un alto nivel de educación que no sólo pueden aprender bien, sino que también tienen la habilidad para enseñar a otros. El discipulado personal casa a casa no sólo ha de ser tarea del pastor, sino también de discipuladores preparados por él. Uno de los primeros pasos para aplicar estos desafíos es llevar a cabo un honesto estudio de todos los programas, actividades y estructuras de tu congregación, y evaluarlos en base al criterio del crecimiento del evangelio. ¿Cuántos siguen siendo buenos vehículos de acercamiento a la comunidad, de seguimiento, crecimiento o capacitación? ¿Hay algunos duplicados? ¿Hay estructuras o actividades regulares que ya han dejado de ser útiles? Decirle "sí" a un ministerio más personal casi siempre implica tener que decirle "no" a otra cosa. No obstante, incluso si liberamos nuestra agenda diaria para contar con más tiempo para "trabajar con las personas", igualmente nos veremos inundados de trabajo. Por eso necesitamos contar con colaboradores.
Capítulo 9
Multiplicar el crecimiento del evangelio al capacitar a los colaboradores Ahora, volvamos a nuestro inspirado pero agobiado pastor, quien quiere convertir a su iglesia en un centro de capacitación y equipar a su congregación para que sean "viñadores", pero al mismo tiempo está inundado de trabajo: sermones, comités, crisis pastorales, y todo lo demás. Tiene a su cargo a 130 personas, entre las que asisten regularmente a su iglesia, contactos diversos y personas al margen de la misma, y se ha tomado el tiempo de hacer un listado de todos y de evaluar el lugar en que se encuentra cada uno dentro del proceso de "crecimiento del evangelio". El problema es que casi no le queda tiempo para ocuparse de 10 de ellos, mucho menos de los 130. ¿Cómo va a poder ministrar individualmente a tal cantidad de personas? ¿Cómo va a lograr capacitarlos para "trabajar en la vid"? Analicemos su problema utilizando a las siete personas imaginarias de la tabla de "crecimiento en el evangelio" del capítulo 7.
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9. MULTIPLICAR EL CREC IMIE NTO DEL EVANGELIO | 127
EL ENREJADO Y LA VID Acercamiento
Seguimiento Crecimiento Capacitación
Ha Plantea escuchado inquietudes el evangelio Roberto
Necesita ayuda Sólido General
• •
Josefina
•
Bernardo •
Teresa Daniel Marcos Sara
Específica
• • •
Ahora bien, digamos que nuestro pastor sólo tiene tiempo para reunirse con dos de ellos de manera personal. ¿Con quiénes debería reunirse? Podríamos decir que con Josefina (porque realmente necesita ayuda) y con Roberto (porque de verdad necesita escuchar el evangelio). Pero también podría ser con Marcos (porque está a punto de cruzar la línea para convertirse en cristiano) y con Teresa (porque ya cruzó la línea y necesita urgentemente que se le haga seguimiento). Con esto, nuestros cristianos más maduros (Bernardo, Daniel y Sara) se quedan sin recibir ningún aporte del pastor, pero como ya son bastante sólidos en su fe, se da por sentado que podrán arreglárselas. No obstante, en la agenda sólo tiene espacio para dos personas. Entonces, ¿quiénes serán? Al final, lo más probable es que la mayoría de los pastores terminen escogiendo a Teresa y Josefina, porque ambas son cristianas y miembros de la congregación y pudieran sentir que tienen una obligación especial con ellas. Tendrán que dejar para más adelante a Roberto y a Marcos (los no creyentes). En cierto sentido, este tipo de decisiones sencillamente nos hacen depender de la soberanía de Dios. Todo el ministerio cristiano
es así. Hay más personas de las que somos capaces de atender. No todo depende de nosotros, ¡alabado sea Dios! Pero, con el objeto de que el pastor pueda sacarles el mayor provecho a su tiempo y energías, maximizando las posibilidades de hacer crecer el evangelio, a quienes debería dedicarle su tiempo es a Daniel y a Sara, seguidos muy de cerca por Bernardo. Como recordarás, Daniel ya se está capacitando para compartir el evangelio con otros. Si nuestro pastor le dedica algún tiempo, ayudándolo y sirviéndole como tutor en esta tarea, entonces podrá alentar a Daniel a que ore por Roberto y Marcos (dos no creyentes) y se reúna con ellos para, por ejemplo, hacer juntos algunos estudios bíblicos evangelísticos. Sara posee el corazón y los dones necesarios; lo único que necesita es un poco de aliento, enseñanza y tutoría personalizadas para poder acercarse a Josefina y animarla, como también para hacerle algún seguimiento básico a Teresa. Entonces, al dedicarle tiempo a Daniel y a Sara, nuestro ocupado pastor también ha ministrado (por intermedio de ellos) a los cuatro más. Con esto, el próximo en la lista para recibir capacitación es Bernardo. Hay que decir que esto va en contra de la intuición. Nuestro primer instinto es ir directo a los que necesitan más ayuda, y, por supuesto, como pastores, siempre habrá momentos en que tendremos que dejar atrás a los 99 para ir tras uno solo. Habrá emergencias y problemas pastorales que no podremos dejar de resolver. Pero si ocupamos todo nuestro tiempo en quienes necesitan ayuda, los cristianos estables se irán estancando y nunca recibirán capacitación para ministrar a otros, los no creyentes se quedarán sin ser evangelizados y muy pronto surgirá dentro de la congregación una regla general: si quieres contar con el tiempo y la atención del
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EL ENREJAD O Y LA VID
pastor, búscate un problema. Entonces, en vez de que el ministerio se enfoque en el evangelio y en que la congregación crezca en santidad, se dirige a solucionar problemas y a aconsejar. Y, con el paso del tiempo, la vid se seca. Pablo y su "b and a de hermanos"
Evidentemente, no somos los primeros en sugerir que el ministerio cristiano es un trabajo que se hace en equipo. El mismo apóstol Pablo contaba con una red de colegas y colaboradores que trabajaban con él en su ministerio. En el Nuevo Testamento hay alrededor de 100 nombres de personas relacionadas con Pablo, de los cuales, unos 36 podrían ser considerados compañeros cercanos y colaboradores. Pablo usa dos nombres en particular para referirse a ellos: colaboradores o compañeros de trabajo (sunergoi) y servidores (diakonoi). Sin pretender reproducir exactamente el patrón establecido por Pablo, ¿qué podemos aprender de su ejemplo? Analicemos cada uno de estos dos títulos o apelativos. Compañeros de trabajo o colaboradores
Pablo suele referirse a sí mismo como un colaborador de Cristo que trabaja duro y se esfuerza en la obra que el Señor le encomendó hacer (ver p. ej., 1 Cor 3:8-9; 16:10; Fil 1:22; Col 1:29). Al describir el resultado de su ministerio, como por ejemplo la iglesia en Corinto, dice "mi obra en el Señor" (1 Cor 9:1). Entonces, es natural que Pablo se refiera a los que trabajan junto a él llamándolos sunergoi, es decir, colaboradores o compañeros de trabajo. En Romanos 16, se describe a Priscila y a Aquila como sus "colaboradores en Cristo Jesús", a Urbano como un "colaborador en Cristo" y a Timoteo simplemente como "mi colaborador". En otros pasajes, a Timoteo también le llama
9. MULTIPLICAR EL CRECI MIEN TO DEL EVANGELIO
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"nuestro hermano y colaborador de Dios" (1 Tes 3:2). El noble Epafrodito es un "hermano, colaborador; y compañero de lucha" (Fil 2:25). Además, leemos que Pablo quiere que Evodia y Síntique se pongan de acuerdo en sus desavenencias, cualesquiera que éstas sean, porque ambas "han compartido m;is luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el Libro de la Vida" (Fil 4:2-3). El ministerio de Pablo era colaborativo. Poseía también un aspecto de hermandad y de unidad que provenía del hecho en común de que todos ellos eran colaboradores, no sólo de ellos mismos, sino también de Dios. ¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento. Ahora bien, el que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su propio trabajo. Porque nosotros somos colaboradores en lá labor de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, el edificio de Dios. (1 Cor 3:5-9)
Su mutua condición de colaboradores de Dios los dignifica y los hace ser humildes a la vez. Están trabajando junto a Dios en su gran tarea para el mundo; y, sin embargo, no son nada, porque es Dios el que produce el crecimiento. Servidores (Ministros)
Pablo también utiliza el lenguaje del "ministerio" para referirse a los colaboradores que trabajan junto a él y que también actúan en su nombre. Pablo y Apolo son dos de sus colaboradores; pero
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EL ENREJADO Y LA VID
también son "servidores" (o "ministros", diakonoi en griego), a quienes Dios les asignó su ministerio (1 Cor 3:5). Más adelante en la Carta a los Corintios, se describe en similares términos a la familia de Estéfanas: Los exhorto, hermanos (ya conocen a los de la casa de Estéfanas, que fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado al servicio de los santos), que también ustedes estén en sujeción a los que son como ellos, y a todo el que ayuda y trabaja en la obra. Y me regocijo por la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido lo que faltaba de parte de ustedes. Porque ellos han recreado mi espíritu y el de ustedes. Por tanto, reconozcan a tales personas. (1 Cor 16:15-18)
Qué hermosa imagen de trabajo y aliento mutuos. Estos primeros conversos no sólo se unieron a Pablo para trabajar por el evangelio, sino que también viajaron para reunirse con él para ayudar a los corintios y para reanimar el espíritu de Pablo. En Colosenses nos encontramos con Epafras, "amado consiervo quien es fiel servidor de Cristo"; quien en un principio enseñó a los colosenses la palabra del evangelio; y después lo encontramos esforzándose en orar por ellos (Col 1:7; 4:12). Este es el mismo evangelio "del cual yo, Pablo, fui hecho ministro (servidor)" (Col 1:23). Y así podríamos seguir. EstáTíquico, "fiel ministro (diakonos) en el Señor" (Ef 6:21; Col 4:7), y Arquipo, a quien se exhorta a cuidar "el ministerio que has recibido del Señor" (Col 4:17), por no mencionar a Timoteo, a quien se le confía el ministerio del evangelio (1 Tím 1:18), y se le exhorta a ser un buen ministro de Cristo, dedicándose en todo momento a predicar y a enseñar (1 Tim 4:6,13), aun cuando fuera mal aceptado (2 Tim 4:1-5).
9. MULTIPLICAR EL CREC IMIEN TO DEL EVANGELIO | 131
Al analizar el ministerio de los colaboradores de Pablo, hay dos temas que saltan a la vista. En primer lugar, aunque a veces actúan como "ministros de Pablo", es decir, como sus representantes ante las demás iglesias, también son ministros de Cristo. Ellos están haciendo la obra del Señor y cumpliendo con sus mandatos, no sólo los de Pablo. En segundo lugar, el ministerio que llevan a cabo no tiene que ver con prestar algún servicio o asistencia, sino que es un ministerio relacionado con la difusión de la Palabra y la edificación de la Iglesia. Repercusiones
No debería sorprendernos que Pablo reuniera a un equipo a su alrededor para la causa del evangelio, ya que su concepto de lo que era la Iglesia lo habría llevado a hacerlo. Pablo valoraba los distintos dones de gracia que entregaba el Espíritu para la edificación del cuerpo de Cristo y, por consiguiente, trabajaba con varios colaboradores que cumplían diversos roles, desde predicadores, escribas y mensajeros hasta guerreros en la oración. Por supuesto, algunos de los colaboradores de Pablo eran más cercanos y más permanentes que otros, pero él los trataba a todos como hermanos y colaboradores. Pablo no tenía discípulos, porque sólo hay un Maestro. Las mujeres también participaban en el equipo de Pablo, ofreciendo lugar en sus hogares para que las iglesias pudieran reunirse, proporcionando ayuda (como Febe en Rom 16:1-2), y luchando a su lado para el avance del evangelio. Esfácil ver que harían falta muy buenas razones para no adoptar la metodología de Pablo de ministrar en equipo. En términos teológicos, es una expresión del carácter de la Iglesia: un cuerpo que consta de muchas partes. Desde el punto de vista práctico y estratégico, proporciona apoyo y renovación, se comparte la carga y se multiplica la eficacia del trabajo en el evangelio.
132
EL ENREJAD O Y LA VID
Por supuesto, gran parte de la misión de Pablo era itinerante y muchos de sus colaboradores participaban en su ministerio evangelizando y estableciendo nuevas iglesias, pero algunos eran también líderes y pastores de iglesias. Y en este último caso, el patrón también parece ser la pluralidad en vez de la singularidad, pues podía ser, tanto un equipo de ancianos/obispos que trabajaban en una sola iglesia, como un colegio de ancianos que estaba asociado a un grupo de iglesias que se reunían en casas. Fácilmente podemos llegar a la conclusión de que tanto la misión itinerante como la obra en la congregación local eran el resultado de un trabajo en equipo. Pero, por alguna razón, hay muchas iglesias que han perdido esta perspectiva, incluso aquellas cuya historia y tradición ponen énfasis en la existencia de una pluralidad de ancianos. Con el paso del tiempo, el modelo de un único pastor ordenado que trabaja solo para pastorear una iglesia se ha convertido en la norma, aun cuando es muy diferente al patrón normal de ministerio establecido en el Nuevo Testamento. Ahora, antes de distraernos en antiguas discusiones respecto a la política y el gobierno de la iglesia, debemos enfatizar que no es a eso a lo que nos referimos aquí. Sé que hay muchos pastores anglicanos que reúnen sólidos equipos para el ministerio, así como también hay muchos pastores presbiterianos que trabajan prácticamente solos, y viceversa, pero el principio fundamental es que un pastor no puede ni debe intentar la tarea de ministrar a una congregación sin la ayuda de otros. Necesitamos contar con colaboradores. En otras palabras, necesitamos a personas como Daniel, Sara y Bernardo (de nuestro ejemplo anterior), personas firmemente convertidas, cuya madurez cristiana les permita trabajar a nuestro lado en las obras de evangelismo, seguimiento, crecimiento y capacitación de otros. Hay muchas actividades donde los
9. MULTIPLICAR EL CRECI MIEN TO DEL EVANGELIO
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colaboradores pueden participar, ya sea haciéndolas ellos mismos, o preparando y alentado a otros para hacerlas: • realizando evangelismo personal y capacitando a otros para compartir el evangelio; • dirigiendo grupos pequeños y supervisando una red de grupos pequeños; • haciéndole seguimiento a nuevos cristianos y capacitando a otros para que hagan lo mismo; • dirigiendo grupos de jóvenes y capacitando a la próxima generación de líderes de jóvenes; • reuniéndose personalmente con la gente, y capacitando a otros para que hagan lo mismo. Puede ser que la congregación termine pagándole a algunos de estos colaboradores para que trabajen en estos ministerios, ya sea de tiempo completo o parcial, en tanto que otros trabajarán fuera de la iglesia para ganarse la vida. Algunos serán oficialmente reconocidos en tus estructuras congregacionales (convirtiéndose en ancianos, por ejemplo); otros no. Otros serán oficialmente reconocidos por tu denominación (es decir, serán 'ordenados'); la gran mayoría no. Sin importar las estructuras, títulos o reconocimientos, el principio es sencillo: la mejor forma de construir una congregación llena de discípulos que hacen discípulos, es reunir y capacitar a un grupo de colaboradores que trabajen directamente contigo. Cuando estás solo, con 120 o más personas que necesitan ser evangelizadas, que se les haga seguimiento, se les alimente y capacite, es simplemente imposible lograrlo, en especial considerando todas las estructuras, reuniones, comisiones, programas y actividades que la vida de la iglesia parece generar. Pero, ¿qué pasaría si empezaras con sólo diez potenciales colaboradores en el evangelio, reuniéndote regularmente con
134
EL ENREJAD O Y LA VID
ellos, capacitándolos y entusiasmándolos sobre las posibilidades de ministrar juntos? Si durante un año lo único que haces es reunir a tus colaboradores cada semana en alguna sala para orar por la congregación, analizar las Escrituras, discutir sobre teología, confesarse mutuamente los pecados y capacitarlos en diferentes áreas del ministerio, al finalizar ese año, tendrás un equipo de colaboradores unido, dispuesto, con gran determinación y listo para trabajar contigo firmemente en el ministerio. Durante varios años Bruce Hall ha estado haciendo algo similar en la iglesia de San Pablo, ubicada en Carlingford, al noroeste de Sidney, Australia. Lo siguiente es lo que nos comparte de lo que hace en las reuniones con sus colaboradores laicos: Las iglesias no hacen discípulos; los discípulos son los que hacen discípulos (Mat 28:19-20). El principio que sigo con mis trabajadores laicos es el siguiente: si no estamos sintonizados a nivel espiritual, entonces tampoco lo estaremos en el ministerio. Por lo cual:1 1.
Escojo a algunos hombres para reunirme con ellos todas las semanas, de 6:30 a 7:30 am.
2.
Solía hacerlo los martes, miércoles y jueves, pero ahora sólo lo hago los martes.
3.
Luego dirijo una reunión de media hora, donde simplemente leo alguna sección de la Biblia, da lo mismo cualquier parte. La comento y los invito a hacer sus propios comentarios y a aplicar lo leído a nuestras vidas. Termino con 15 minutos de oración.
4.
Siempre nos enfocamos a analizar cómo estamos con respecto a nuestro evangelismo y, a veces, sólo oramos (en vez de leer las Escrituras).
9. MULTIPLICAR EL CRECIMIENTO DEL EVANGELIO
135
5. Siempre voy acompañado de mis coadjutores (ancianos), y procuro que en cada grupo haya alrededor de 8 o 10. En qué ha repercutido: 1. La mayoría de los que pertenecen a la administración (coadjutores y miembros del consejo) ya me han acompañado en mis reuniones con estos grupos. 2. La mayoría de los demás pastores que trabajan aquí conducen grupos similares, lo cual nos muestra que la mayoría de los líderes de grupo han participado en estas reuniones matutinas. 3. Los que participan en estos grupos son testigos de mis debilidades y fortalezas; me escuchan orar, me ven leer la Biblia y hablar sobre las cosas que me apasionan y mis perspectivas teológicas. 4. Casi no se producen tensiones cuando discutimos sobre asuntos de la iglesia o futuras orientaciones, gracias a que nos reunimos a orar en las mañanas. 5. Las funciones ministeriales que ocupan son las de pastores laicos (junto al pastor de la congregación), líderes de grupos en casa, ancianos, miembros del consejo y, prácticamente, todas las demás. Cómo elegir a nuestros colaboradores En un sentido, los criterios para seleccionar a nuestros colaboradores son evidentes. Es necesario que sean personas con un corazón entregado a Dios y con hambre de aprender y crecer. Deben haberse convertido plenamente, ser cristianos que estén avanzando en su vida cristiana y cuenten con la fidelidad y potencial para ministrar a otros. Es lo que dice 2 Timoteo 2:2: "Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros".
136
EL ENRE JADO Y LA VID
9. MULTIPLICAR EL CRECIMIENTO DEL EVANGELIO
No obstante, es fácil cometer errores al reclutar colaboradores. Los siguientes son algunos errores que debemos evitar: • Ceder en creencias y valores fundamentales: Por ejemplo, hay una persona en tu congregación que ha sido cristiana por algún tiempo, es una persona cálida y sincera, y sus dones y capacidades son evidentes, pero piensa muy distinto en algunas áreas importantes de la teología. Pudiera ser que tuviera una visión demasiado carismática de la obra del Espíritu, o un concepto más liberal de la autoridad de las Escrituras. Aceptar a este tipo de persona como colaborador es prácticamente garantizar que ocurran divisiones y problemas en el ministerio. Uno debe poder contar con que el colaborador manejará correctamente la Palabra de verdad; es necesario que podamos confiarle la tarea de enseñar a otros. • Dejarse impresionar por las apariencias, en vez de ir a la esencia. Es fácil dejarse deslumbrar por esas personas entusiastas que cuentan con una personalidad sociable, con habilidades y carisma para guiar a otros, pero mucho más importante es buscar a alguien que de verdad ame y obedezca a Cristo, que lleve una vida de santidad y disciplina, cuya vida familiar sea ejemplar y que sea un servidor de corazón. • No tomar en cuenta su historial: ¿Esa persona está sirviendo, aun cuando no tiene un cargo formal? ¿Lo respetan los demás como discípulo devoto de Cristo? Es necesario tomarlo en cuenta porque, si no son servidores de corazón ahora, ¿estarán listos para guiar a otros? • Escoger a los que no son buenos para relacionarse con la gente: ¿La persona que tienes en mente es socialmente torpe, dominante o enojona? ¿Pone nerviosa a la gente?
•
•
•
•
137
¿Tiene buen sentido del humor? El ministerio cristiano se basa en saber relacionarse con otros, y algunas personas claramente no tienen ese don. Reclutar en un momento de desesperación: La carga del ministerio a veces es tan pesada que te sentirás tentado a reclutar a cualquiera como colaborador con tal de alivianarte la carga. Es un gran error. Es mucho mejor que tu grupo siga siendo pequeño, hermético, unido y eficaz, antes que llevar a bordo a gente que no esté preparada o no sea la adecuada. Elegir a los que no se dejan enseñar : Algunas personas son doctrinarias y dogmáticas, y no están dispuestas a pensar, a cambiar o a crecer. Necesitas personas que tengan hambre de la verdad, que tiemblen ante la Palabra de Dios y que deseen que sus vidas cumplan con las Escrituras. Escoger a personas que concuerdan en todo con nosotros : Es tentador reclutar a personas que nos admiran y nos apoyan, y que nos hacen sentir bien porque siempre parecen estar de acuerdo con nosotros, pero tal vez no sean las personas adecuadas. Pedir voluntarios: Reclutar colaboradores no es lo mismo que pedirle a un grupo de personas que te ayude a ordenar las sillas en la iglesia. Es algo que requiere de una invitación personal, precedida de un análisis detenido y de mucha oración.
Y aquí terminamos con lo que no debemos hacer; vayamos ahora a lo que sí debemos hacer. Consejos para capacitar a los colaboradores
Una vez que hemos seleccionado a nuestros candidatos y hablamos con ellos (ya sea individualmente o como grupo),
138
EL EN REJADO Y LA VID
¿cómo les presentamos la tarea que deben llevar a cabo? ¿A qué los estamos invitando? Básicamente, lo que les estamos pidiendo es que renuncien a sus propias vidas y las pongan al servicio de Cristo. En otras palabras, simplemente los estamos invitando a ser discípulos. ¡Y debemos dejar perfectamente en claro cuán importante es! No estamos pidiéndoles que contribuyan con un club del cual da la casualidad que forman parte, como si estuviésemos tratando de encontrar a alguien que durante un año pueda cumplir la función de secretario en el equipo de fútbol infantil de la comunidad. Nuestra invitación es a que formen parte de la obra más importante del mundo, la obra que está haciendo Dios de reunir gente para su reino a través de la proclamación reverente del evangelio de su Hijo. Los estamos invitando a que formen parte de una causa a la cual vale la pena que le entreguen sus vidas, y debemos presentarles esta visión a nuestros potenciales colaboradores en toda su gloria y grandeza. Y, también es importante señalarles cuáles son las metas y objetivos específicos de los siguientes 12 meses. La visión puede ser tan grande como el cielo y la tierra, pero los pasos que hemos de dar para avanzar en el camino deben ser visibles y alcanzables. Debes darles una clara explicación de cuánto tiempo tendrán que dedicarle a esta tarea, qué preparación es necesaria, qué capacitación recibirán y qué ministerios podrían resultar de ella. Por ejemplo, podrías hacer una reunión de equipo cada quince días, de 2 horas, con seis personas de tu congregación que crees que cuentan con el potencial para ser tus colaboradores. Esas 2 horas podrías estructurarlas del siguiente modo:
9. MULTIPLICAR EL CRECIMIEN TO DEL EVANGELIO
ACTIVIDAD Estudio bíblico: Dirígelo tú o uno de los
139
DURACIÓN
30 minutos
miembros del equipo. Podrías usar este tiempo en enseñarles a dirigir discusiones grupales sobre la Biblia, primero dando tú mismo el ejemplo y luego ofreciéndoles la oportunidad a otros para que lo hagan. Oración: Oren de acuerdo al mensaje de la Biblia
10 minutos
que acaban de ver, y por diferentes aspectos del ministerio. Trabajo con la gente: Habla sobre las necesidades
20 minutos
pastorales y la situación particular de algunas personas de la congregación; y sobre aquellas personas a las que el equipo ya está ministrando o que podría ministrar. Es necesario acordar y respetar ciertos principios de confidencialidad; pero hablar en conjunto sobre cómo ministrar a personas reales y ayudarlas a crecer es un aspecto muy poderoso de la capacitación para el ministerio. Oración: Oren por las personas de tu
15 minutos
congregación y menciona sus nombres. Revisión de actividades: Hablasobre los diferentes
eventos o programas, como por ejemplo la reunión del domingo pasado. ¿Tuvieron efecto? ¿Por qué sí/por qué no? ¿Qué aspectos se pueden mejorar y cómo? Hacer esta revisión no sólo produce mejoras, sino que también le enseña al equipo a analizar el ministerio.
15 minutos
140
EL ENREJADO Y LA VID
Capacitación:
trata
las
convicciones,
haciendo (el principio es ¡hacemos discípulos para Cristo!) y
carácter y competencias de cada colaborador.
establecer metas y expectativas claras, realistas y alcanzables
Se podría abordar algún tema teológico (p. ej., la importancia teológica de la resurrección), o
respecto a su capacitación.
analizar algún aspecto del carácter santo (p. ej.,
Colaboradores, viñadores y el panorama completo
de qué modo somos tentados por la avaricia),
Resumamos lo que hemos visto hasta ahora.
o enseñar alguna habilidad ministerial en particular (p. ej., cómo conducir grupos
1.
a
30 minutos
tenemos que entusiasmarlos con la magnitud de lo que estamos
realizar
dirigida
una
141
de
capacitación
Se
9. MULTIPLICAR EL CRECIMIENTO DEL EVANGELIO
pequeños, o cómo leer la Biblia con alguien más de manera individual).
¿Qué está haciendo Di os en el mundo? Está llamando a la gente a formar parte de su reino, a través de la predicación del evangelio con la ayuda del Espíritu Santo. Está cultivando una gran vid mundial, que es Cristo y las personas que están en él.
Y podrías plantearles lo que esperas de ellos durante el año:
2.
Todo aquel que por gracia divina se convierte en un
•
que asistan a todas las reuniones de equipo del año;
discípulo de Cristo no sólo forma parte de la vid, sino que
•
que dispongan de una hora para hacer tareas o para prepararse para cada reunión;
también trabaja en ella, hace discípulos y es colaborador en el evangelio. Aunque sólo algunos cristianos poseen dones
•
que estén dispuestos a comenzar reuniones individuales
particulares y responsabilidades para enseñar y supervisar, a
con al menos una persona durante la segunda mitad del año.
todos los cristianos les corresponde permanecer en oración y
También podrías explicarles tus expectativas en cuanto a sus convicciones, carácter y competencias, por ejemplo: •
Convicción: Co mprender mejor lo que significa la cruz de
•
Cristo, la Trinidad y cuál es el propósito de reunirse. Caráct er: Establecer (o restablecer) la disciplina de la oración y la lectura bíblica.
•
Competen cias: Capacitar a cada persona para que pueda reunirse individualmente con otras a leer la Biblia.
compartirse la Palabra de verdad unos a otros y a los demás. 3. La capacitación a que nos referimos es al proceso de formación de cristianos maduros para trabajar en la vid; es decir, a formar cristianos lo suficientemente maduros en su fe, que busquen oportunidades para servir a otros, compartiendo con ellos la verdad divina. Este es nuestro objetivo al trabajar con las personas. No sólo involucra que crezcan en habilidades y competencias ministeriales, sino también en convicciones (entendimiento) y en carácter (santidad). Este es un aspecto fundamental de la vida de la iglesia, y podría significar un
Estos son sólo algunos ejemplos, pues esperamos que por sí
cambio en nuestra forma de concebir la iglesia (en especial en
mismo éste sea un principio evidente; es decir, si vamos a pedirles
lo que respecta a nuestra dependencia de los sermones como
a otros que trabajen con nosotros en el ministerio, entonces
el único medio de lograr crecimiento).
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4.
9. MULTIPLICAR EL CRECIM IENTO DEL EVANGELIO
EL ENREJADO Y LA VID
La capacitación (entendida de ese mod o) es el mot or para
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Figura 1
el crecimiento de la iglesia, porque las personas pasan de ser ajenas al cristianismo, e inconversas, a ser nuevos cristianos; a quienes se les hace seguimiento para que se conviertan en cristianos madu ros y estables; los que a su vez serán capacitados y movidos a guiar a otros a lo largo del propio proceso de crecimiento en el evangelio que estos últimos tengan. Y así, sucesivamente. 5.
Reclutar y capacitar a un grupo pequeñ o de colaboradores es el primer paso, para después ir reclutando y capacitando para ser viñadores a todos los demás cristianos. No puedes ministrar y capacitar de manera personal a 130 personas, pero sí puedes empezar con diez; y esos diez pueden trabajar a tu lado, no sólo ministrando individualmente a otros, sino también capacitándolos, para que ellos a su vez ministren a otros. Dicho de otro modo, los colaboradores no pertenecen
El camino hacia el crecimiento, y no sólo en términos numéricos sino de un verdadero crecimiento espiritual "evangélico", comienza capacitando a las personas para que hagan discípulos; eligiendo a algunos de los cristianos más maduros y entusiasmándolos con la
"viñadores", que cuentan con ciertos dones y trabajan a tu
visión qu e fundamenta la tarea de hacer discípulo s, o sea, eligiendo a los que en este capítulo hemos llamado "colaboradores". Entonces,
lado para que las cosas se sigan dando. Tener colaboradores es
la situación comienza a verse del siguiente modo:
multiplicar el ministerio a través de la capacitación personal,
Figura 2
a una categoría aparte, sólo son un grupo de potenciales
una de las cosas que más necesita la iglesia contemporánea. Digamos, por ejemplo, que tenemos a muchas personas para ministrar: no creyentes, nuevos cristianos y cristianos necesitados de recibir ayuda. Queremos que todos ellos avancen y crezcan en el evangelio, y que también, al final, todos terminen siendo discípulos que hacen discípulos (o "viñadores"). En muchas iglesias, la cantidad de "hacedores de discípulos" es muy pequeña. Bien podría ser sólo el pastor y su asistente, más un par de laicos muy entusiastas. En este caso, se vería así:
144Í
EL ENREJAD O Y LA VID
Ahora tú, como pastor, ya no estás haciendo todo el trabajo que involucra el ministerio. Estás capacitando a otros para que trabajen contigo, empezando con sólo unos cuantos; sin embargo, a la larga, el objetivo es "convertir" a todos los discípulos en "hacedores de discíp ulos", capacitar a todos los cristianos que se reúnen en tu iglesia como "viñadores"; personas con convicción, carácter y competencias para ministrar a otros. Así, la cantidad de trabajadores y de ministerios irá aumentando en la medida en que un número creciente de personas comience a compartir el mensaje de la Biblia con otros, de diferentes maneras, a gran y a menor escala, formal e informalmente, en el hogar, en el trabajo, en la iglesia, en pequeños grup os y de manera individual. Ah ora la situación se ve así: Figura 3
En otras palabras, elegir anticipadamente a algunos colaboradores es el primer paso para crear una creciente comunidad de trabajadores de todo tipo. Algunos de ellos trabajarán muy cerca de ti hasta que llegue el momento en que ellos mismos se conviertan en capacitadores. Y no sólo harán el trabajo, sino que también guiarán y capacitarán a otros "viñadores".
9. MULTIPLICAR EL CREC IMIEN TO DE L EVANGELIO | 145
No pretendemos crear una especie de ordenamiento aquí, como si tuvieran que empezar a usar etiquetas y uniformes según si son "cristianos estables", "trabajadores regulares en la vid", "colaboradores” o "pastores". El ministerio no tiene un orden específico porque involucra a personas reales. Algunas de las personas que escojas como colaboradores terminarán renunciando o no se darán cuenta de su potencial. Otros, con los que no trabajaste desde un principio, llegarán con gran fuerza, y rápidamente llegarán a formar parte del equipo principal. Con el paso del tiempo, la línea que separa a los "colaboradores" de los "viñadores" se irá desvaneciendo, porque estarás capacitando a un porcentaje cada vez más creciente de cristianos estables de tu congregación para que se conviertan en trabajadores en la vid. Y en la medida en que cada vez mas cristianos sean capacitados para ministrar a otros, la cantidad y la variedad de ministerios más pronto se escapará de tus manos, porque ellos mismos comenzarán a iniciar cosas, a tomar la iniciativa, a reunirse con otros, a tener nuevas ideas. El crecimiento es así. Crea una especie de caos, como una vid que constantemente crece más allá del enrejado, haciendo que sus ramas crezcan en todas direcciones. Hay un aspecto de este crecimiento que aún no hemos abordado. En la Figura 3 vemos a un grupo creciente de personas que es ministrada porque cada vez hay más personas capacitadas para trabajar en la vid. No obstante, aún hay un solo pastor dirigiéndolo todo y sosteniéndolo. Si la voluntad de Dios es que todo siga creciendo, entonces necesitaremos más pastores, más supervisores y más líderes. ¿De dónde van a salir?
Capítulo 10
Personas a quienes vale la pena observar ¿De dónde provienen los pastores y demás "trabajadores oficiales del evangelio"? La respuesta tradicional, que es una muy buena respuesta, es que son llamados y levantados por Dios. Jesús des dice a sus discípulos: "nieguen, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su cosecha" (Luc 10:2). Los evangelistas, pastores y maestros son dones del Cristo ascendido a su Iglesia (Ef 4:10-12). No obstante, decir que es Dios quien proporciona a los pastores no nos ayuda mucho a conocer cuál es la; participación humana en este proceso. Por ejemplo, podemos afirmar que las personas sólo se convierten en cristianas porque Dios obra en sus corazones, y eso no implica que la evangelizáción sea una pérdida de tiempo. Por el contrario, es precisamente gracias a la evangelización con oración que Dios, en su gracia, i convierte a la gente y la hace nacer de nuevo. La acción divina y la acción humana no son excluyentes, como cuando decidimos quién va a realizar: la acción de lavar los platos esta noche. Dios obra en nuestro mundo, pero no es una de sus creaturas. El es el Creador, y su manera característica de operar es trabajar en sus criaturas, y a través de ellas, para lograr sus propósitos. Pablo dijo: "Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento" (1 Cor 3:6).
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EL ENREJADO Y LA VID
Entonces, una mejor manera de plantear nuestra pregunta es la siguiente: ¿Por qué medio, o por medio de quién, Dios llama y levanta a la nueva generación de pastores y evangelistas? Lo que exponemos en este capítulo es que lo hace usando a pastores que se dedican activamente a reclutar a personas idóneas dentro de sus iglesias y a desafiarlas a pasar sus vidas trabajando para el evangelio. Es, haciendo lo que Pablo instó a Timoteo a hacer: hacer: ".. " ...l .lo o que has oído de mí en la presencia de muchos muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros" (2 Tim 2:2). En su comentario sobre este pasaje, Broughton Knox dice: Cabe recordar que es el deber de los ministros en la congregación el cuidar del bienestar espiritual de ella; y una de las áreas primarias del cuidado es la continuación del ministerio de la Palabra de Dios al interior de la congregación. Por ello Pablo le recordó a Timoteo que en su deber ministerial se incluía el observar que el ministerio de la Palabra de Dios continuara de modo eficaz. Tal como él había recibido recibido la verdad por medio de Pablo y sus compañeros, debía transmitirla a hombres fieles que
10: PERSONAS PERSON AS A QUI ENES ENE S VALE LA PENA OBSERVAR
Sin importar por qué, a la mayoría de nosotros nos cuesta desafiar a otros para que trabajen de tiempo completo en el evangelio. Antes de avanzar en este tema, debemos abordar algunas preguntas u objeciones habituales con respecto a la idea de "reclutar para el ministerio". Cuatro preguntas habituales Pregunta 1: Si todos los creyentes son llamados a servir, ¿por qué se llama a algunos a ser "pastores"? La palabra "llamar" constituye un verdadero problema. Estamos acostumbrados a pensar que el "llamado al ministerio" es una especie de experiencia individual y mística por medio de la cual las personas llegan al convencimiento de que Dios quiere que ingresen al pastorado. Pero, al observar el Nuevo Testamento, encontramos que este término no es utilizado en ese sentido. Casi siempre se le usa para describir la manera en que Dios, en su gracia, "llama" o convoca a las personas para que lo sigan o se arrepientan, con todos los privilegios y responsabilidades que implica. A continuación encontrarás una selección representativa de algunos versículos:
fueran capaces de enseñarla asimismo a otros (2 Tim 2:2): cuatro generaciones de sucesión apostólica en la palabra de
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas
los apóstoles.1
cooperan para bi en , esto es, para los que son llamados
Hoy en día, hay muchos casos en que esta tarea de levantar la siguiente generación queda en manos de "otros". Se considera la tarea de la denominación o del seminario. O quizás pensamos que es Dios quien tiene la tarea de instalar la idea en los corazones de las personas, sin contar con ninguna intervención externa. 1
D .B .B . Knox, Sent by Jesus: Som e aspeets o f Christian m inistry inistry today (Enviados por Jesús: Jesús: Algunos Aspectos del Ministerio Cristiano Hoy), Banner o f Truth, Edimburgo, 1992, pág. 14
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conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a ésos también llamó. llamó. A los que llamó, llamó , a ésos también justificó. A los que justif icó, a ésos también glorificó. (Rom 8:28 -30) El nos ha salvado y nos ha llamado llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino su propósito y según la
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10: PERSONAS A QUIENES VALE LA PENA OBSERVAR
EL ENREJADO Y LA VID
gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad. (2 Tim 1:9) ...que los ojos de su corazón les sean iluminados, para que sepan cuál es la esperanza de su
llamamiento ,
cuáles
son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos. (Ef 1:18) 1:18) —prosigo ha da la meta para obtener el premio del supremo supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús. (Fil 3:14)
Fiel es Dios, por medio de quien fueron
llamados
a
la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. (1 Cor 1:9) Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de aquel que los
llamó
de las
tinieblas a su luz admirable. (1 Ped 2:9) Yo, pues, prisionero del Señor, les ruego que ustedes vivan de una manera digna de la llamados .
vocación
con que han sido
(Ef4:l)
Que la paz de Cristo reine en sus corazones, a la cual en verdad fueron fueron llam ado s en un solo cuerpo, y sean agradecidos. (Col 3:15) Con este fin también nosotros oramos siempre por ustedes, para que nuestro Dios los considere dignos de su llamamiento y
cumpla todo deseo de bondad y la obra de
fe con poder. (2 Tes 1:11)
La Biblia no habla de personas que son "llamadas" a ser doctores, abogados, misioneros o pastores. Dios nos llama para que
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vayamos a él, para que seamos cristianos. Nuestra "vocación" (que proviene de la palabra latina "llamar") es ser discípulos de Cristo Crist o y obedecer todo lo que él ordenó, incluyendo i ncluyendo el mandato de hacer discípulos a todas las naciones. En ese sentido, todos los cristianos son "ministros", llamados y comisionados por Dios para renunciar a sus propias vidas y servirle, para caminar a su lado en santidad y justicia, y para hablar la verdad con amor cada vez que puedan, y de la manera posible. No obstante, aun cuando en este libro el énfasis está puesto en el "ministerio de los muchos", no es nuestro objetivo restarle validez al "ministerio de los pocos", sino crear las condiciones bajo las cuales este último también pueda prosperar. Cuando capacitamos discípulos para que se conviertan en discipuladores, inevitablemente nos encontramos con personas devotas y talentosas que poseen el potencial de ser líderes en el ministerio, de recibir el privilegio y la responsabilidad de ejercer la mayordomía al ser nombrados para predicar el evangelio y guiar al pueblo de Dios. Las dos categorías principales en que se dividen estos "nombrados" en el Nuevo Testamento son: una, los ancianos/pastores/obispos que están a cargo; de enseñar y guiar congregaciones; y otra, los miembros del equipo evangélico apostólico de Pablo, o sea, los "colaboradores" y "ministros" que trabajan para la difusión del evangelio. Estas categorías no son estrictas, como si los pastores no tuvieran también que evangelizar (ver (ver 2 Tim 4:5, donde a Timoteo se le dice dice "haz el el trabajo de un evangelista"), o como si Pablo, el evangelista, no se hubiese dedicado también a edificar a los cristianos que se convirtieron a través de su ministerio. Al final, la diferencia entre "evangelizar" y "pastorear" es borrosa.
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EL ENREJA DO Y LA VID
De hecho, uno de nuestros problemas cuando pensamos y hablamos de todo ese tema es precisamente éste, ¡que todo parezca ser tan borroso! Además, la norma occidental de contar con un pastor o clérigo profesional que recibe un sueldo por su labor no siempre se cumple. Se nos dificulta hablar con el mismo lenguaje de la Biblia, no sólo por la manera a menudo confusa e inconsistente en que dicho lenguaje ha sido utilizado a lo largo de la historia de la Iglesia, sino también porque la propia Biblia no se molesta en entregar etiquetas precisas. Veamos, por ejemplo, las siguientes diferencias: • Todos los cristianos deben enseñarse unos a otros (Col 3:16), aunque no todos son maestros (1 Cor 12:29; Sant 3:1). • Todos los cristianos deben "ministrarse" unos a otros otros (1 Ped 4:10-11), aunque sólo algunos son nombrados como "ministros" (o "diáconos", o "servidores", dependiendo de cómo se traduzca en tu Biblia 1Tim 3:8-13; nótese que Pablo llama "servidores" a los miembros de su equipo). • Todos los cristianos deben estar trabajando y creciendo creciendo siempre en la obra del del Señor (1 Cor C or 15:58), 15:58) , aunque, de acuerdo a lo que explica Pablo, él y Apolos sólo son "colaboradores" que realizan su labor entre los corintios para el crecimiento crecimiento de de éstos (1 Cor 3:5-9) 3: 5-9).. • Todos los cristianos deben hacer discípulos y hablar con con los demás demás sobre sobre Cristo (Mat 28:19; 28:19 ; 1 Ped 3:15), aunque aunque sólo a algunos se los llama "evangelistas" ((Ef Ef 4:11). En cada caso hay, tanto continuidad como discontinuidad. A todos nos corresponde lo mismo, aunque algunos tienen un
10: PERSONAS A QUI ENES VALE VALE LA PENA OBSERVAR
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papel especial. Y cuando tratamos de descubrir por qué ciertos roles son tan especiales en el Nuevo Testamento, encontramos que no se debe a que sean de tiempo completo, en vez de ser de tiempo parcial; ni a que sean remunerados o no (los roles no remunerados son una realidad que los pastores de los países en desarrollo entienden muy bien). Tampoco es porque algunas personas pertenezcan a una clase sacerdotal especial, mientras que otras no; ni siquiera porque algunas, posean ciertos talentos que otras no poseen. Todos los dones contribuyen a la edificación de las congregaciones que pertencen a Cristo. La clave parece estar en que algunas personas son nombradas, reconocidas o elegidas, por sus convicciones, carácter y competencias, para encomendarles la responsabilidad de llevar a cabo ciertos ministerios bajo la autoridad divina. Dicha encomienda pasa por una deliberación y decisión humanas, pero continúa siendo una encomienda solemne y divina; una mayordomía o administración de la cual somos responsables ante Dios (ver (ver 1 Cor 4:1-5). 4:1 -5). No es como si informalm informalmente ente decidiéramos por nuestra cuenta qué carrera seguir, para luego, si las cosas se ponen difíciles o dejan de ser convenientes, con la misma informalidad la pudiéramos dejar a un lado para hacer otra cosa. Cabe hacer notar la seriedad con que Pablo le encomienda a Timoteo que continúe co con n su ministerio, ministerio, en 1 Timoteo 4. Quizás, para mayor conveniencia conveniencia y claridad, a estos servidores deberíamos llamarlos "trabajadores reconocidos del evangelio"; reconocidos, no porque sean más espirituales o cercanos a Dios, ni porque tengan poderes especiales, sino reconocidos y elegidos por otros ancianos y líderes para llevar a cabo un roí particular de mayordomía; mayordomía; como el capitán de un equipo o la junta de directores directores de una empresa. Y de aquí se desprende una segunda pregunta.
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EL ENREJADO Y LA VID
Pregunta 2: ¿No deberíamos esperar a que las personas "sientan el llamado", en vez de instarlas a trabajar de tiempo completo en el evangelio?
Se ha vuelto costumbre que el factor determinante para que las personas se ofrezcan para trabajar de tiempo completo en el ministerio cristiano sea sentir un "llamado" (en el sentido personal y subjetivo de la palabra) a hacerlo. Quizás sea nostalgia por la dramática comisión personal experimentada por Moisés ante la zarza ardiente, o por Elias en el templo; o tal vez se deba a que preferimos que nuestra decisión de ministrar no provenga de nosotros mismos, sino de un llamado divino. Pero cualquiera que sea la razón, es normal que esperemos que la persona nos exprese: "sentí el llamado al ministerio" o "creo que Dios me está llamando para ser misionero", antes de empezar a evaluar su idoneidad. Pero la Biblia no se expresa en esos términos. Por más que busquemos, no encontramos ningún ejemplo o concepto de un llamado interior al ministerio. A algunos, Dios los llama de forma directa y espectacular (como a Moisés y a Elías), pero no tiene nada que ver con percibir algún sentimiento interior. Prácticamente, en todo el Nuevo Testamento, son otros ancianos, líderes o pastores los que reconocen o "designan" a trabajadores para el evangelio. Así como en cierto modo fueron los ancianos los que comisionaron a Timoteo (1 Tim 4:14), así también él habría de confiar el evangelio a otros líderes dignos de confianza que continuarían con la obra (2 Tim 2:2). Del mismo modo, Pablo le dio a Tito la responsabilidad de ministrar en Creta y, con el tiempo, Tito habría de designar a ancianos/obispos en todos los pueblos que visitaba (Tito 1:5-9). Quizás en este sentido sea correcto decir que las personas son "llamadas" por Dios para tener ciertos ministerios o responsabilidades en particular, siempre que reconozcamos que
este "llamado" pasa por la intermediación de pastores reconocidos. Lutero lo expresa del siguiente modo: Dios los llama de dos maneras: usando un medio o sin medio alguno. Dios hoy llama a todos al ministerio de su Palabra, no directamente él mismo, sino usando otros medios, es decir, por medio del hombre; sin embargo, los apóstoles sí fueron llamados directamente por Cristo, tal como los profetas de ayer fueron llamados por Dios mismo. Después, los apóstoles llamaron a sus discípulos, así como Pablo llamó a Timoteo, a Tito, etc. Estos hombres llamaron a obispos (como en Tito 1:5ss); y los obispos, a sus sucesores; hasta nuestros días; y así hasta el fin del tiempo. Estos son llamamientos por intermediarios, ya que son del hombre.2 No debemos sentarnos a esperar hasta que la gente "sienta el llamado" a trabajar en el evangelio, como tampoco podemos sentarnos a esperar hasta que se conviertan en discípulos de Cristo. Debemos ser proactivos al buscar, desafiando y poniendo a prueba a personas idóneas que puedan ser designadas: para la obra del evangelio. Pregunta 3: ¿Podemos participar en la "obra del evangelio" sin ser remunerados?
Hasta aquí hemos dicho que las personas deben ser escogidas o comisionadas para predicar el evangelio y pastorear al pueblo de Dios. Tradicionalmente, diríamos que tales personas son llamadas a la obra misionera o a ser ordenados para el ministerio, lo que 2
Martín Lutero, Luther's Works (Las obras de Lutero), Edición !norteamericana, vol. 26, Lectures on Galatians, ed. J. Pelikan, Concordia, San Luís, 1963 (1535), citado en R. Paul Stevens, The Six Other Days (Los otros seis días), Eerdmans, Grand Rapids, 2000 (19 99), págs. 154-155.
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EL ENREJADO Y LA VID
en muchas iglesias occidentales serían cargos de tiempo completo remunerados con las ofrendas del pueblo de Dios. No obstante, la forma de pago y la cantidad de horas trabajadas durante la semana no son factores determinantes. En el Nuevo Testamento no hay muchos ejemplos de un "ministerio remunerado y de tiempo completo", a excepción del de Pablo en algunas etapas de su misión, pues, por ejemplo en Corinto, trabajó elaborando tiendas, con Priscila y Aquila; pero luego, cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia (probablemente con ayuda monetaria de los macedonios; ver Hech 18:1-5), "comenzó a dedicarse por completo a la... palabra". Tres años estuvo en Éfeso, enseñando diariamente en el anfiteatro de Tirano: "...por tres años, de noche y de día, no cesé de amonestar a cada uno con lágrimas"; sin embargo, en ese tiempo Pablo seguía trabajando con sus propias manos para satisfacer sus necesidades (Hech 20:31-34; ver 19:9). De todos modos, la Biblia sí declara que los que predican el evangelio deberían ganarse la vida con esta tarea (1 Cor 9:1-12; Gál 6:6). Aun cuando comencemos nuestro ministerio manteniéndonos económicamente con nuestros propios medios, está bien que el pueblo de Dios provea con dinero a sus misioneros y maestros, al menos en parte. Dentro de este marco, son varias las posibilidades: trabajar a tiempo parcial y ministrar (como Pablo y su fabricación de tiendas); recibir apoyo económico de amigos cristianos; trabajar de tiempo completo en el ministerio, recibiendo remuneración de parte de una congregación, una denominación o una organización de apoyo a la iglesia; etc. En gran medida, depende de las costumbres o medios económicos de la sociedad que rodea al que participa en "la obra del evangelio". En último término, por lo general se trata de una decisión pragmática; pero es obvio que si podemos ministrar de tiempo completo con la ayuda económica de otros, tendremos más tiempo
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y energía para dedicarnos a la oración y a la Palabra de Dios. El "fabricar tiendas" tiene un cierto aire de romanticismo que, por lo general, no es compartido por quienes lo tienen que hacer. Es frustrante y difícil conjugar el exigente trabajo de pastorear una congregación con la rutina diaria del trabajo secular. Por eso creo que, en lo posible, deberíamos facilitar los ministerios de tiempo completo, sobre todo porque por lo general hacen que se genere más trabajo en el evangelio. Broughton Knox lo expone del siguiente modo: Si analizamos el carácter de la religión cristiana veremos que siempre habrá un lugar para el ministerio de tiempo completo de la Palabra de Dios. La religión cristiana es una religión de fe en Cristo el Señor. La fe se diferencia de la superstición porque se basa en la verdad, y se diferencia de la imprudencia porque se basa en el conocimiento de la verdad. Todo ello depende de contar con una auténtica enseñanza, ya que no nacemos cono ciendo la verdad. Además, el cristianismo es una religión que tiene que ver con una relación personal, que es la comunión. La com unión sólo proviene de escuchar y responder a una palabra dicha. Dios se relaciona con nosotros hablando a través de su Palabra y nosotros nos relacionamos con él respondiendo a dicha Palabra. Entonces, es evidente que un ministerio que com unica y deja en claro la verdad sobre Dios, que comunica la Palabra de Dios a la mente y, por ende, a la conciencia del oyente, es un fundamento esencial del cristianismo. Si este ministerio desapareciera, también lo haría el cristianismo. A esta mism a conclusión podríamos llegar si lo vemos desde un punto de vista un tanto diferente. Jesucristo es Señor, pero no puede ejercer ninguna soberanía
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EL ENREJADO Y LA VID
y no puede obtener la obediencia de los cristianos si no conoc en lo que él piensa , en especial en lo qu e respecta a las circunstan cias que están viviendo. Una vez más podemos ver que se requiere de un ministerio de enseñanza que entienda la mentalidad de Cristo y cómo ésta se aplica a las circunstancias modernas; y que, además, acompañe esta enseñanza con exhortaciones y amonestaciones dirigidas a la conciencia del oyente. El ministerio de enseñanza y predicación cristianas es una ocupación para toda la vida porque no es posible enseñar sin primero prepararse para ello, y la preparación toma tiempo. Como nunca antes, en esta generación es mucho más necesario que los maestros cristianos se dediquen a prepararse y a estudiar la Palabra de Dios y su relevancia.3
Las palabras de Knox: "si este ministerio desapareciera, también lo haría el cristianismo", no son una exageración retórica. Es la conclusión a la que llegó luego de reflexionar sobre el carácter de las Escrituras y observar lo que sucede en las iglesias cuando, por una razón u otra, se deja de ejercer este ministerio de enseñanza. Pregunta 4: ¿Se considera como inferiores a las personas que permanecen en sus trabajos seculares?
Esta es una pregunta complicada: ¿El hecho de llamar a algunos al "ministerio" da lugar a dos clases de cristianos, los especiales y dotados que aspiran al noble llamado de llevar a cabo un ministerio de tiempo completo, y el resto de la plebe, relegada a tener un trabajo con el cual ayudar económicamente a los que son 3
D.B. Knox, D. Broughton Knox Selected Works (Obras seleccionadas de D. Broughton Knox), vol 2. Church andM inistry (Iglesia y ministerio), editado por Kirsten Birkett, Matthias Media, Sydney, 2003, págs. 213-214).
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especiales? Si alguien no cuenta con los dones o las oportunidades para tener un "trabajo reconocido en el evangelio", ¿está condenado a una existencia de segunda categoría? Al otorgarle un lugar de importancia al trabajo de tiempo completo en el evangelio, ¿estamos diciendo (o dando a entender) que el trabajo secular cotidiano es inferior o menos importante? Estas preguntas surgen cada vez que desafiamos a las personas a dejar de lado sus carreras seculares y sus ambiciones para dedicarse a la obra del evangelio. En parte se debe a que existe un concepto equivocado de la naturaleza del ministerio y del rol que les corresponde a todos los cristianos de hacer discípulos; y muchas veces, del tipo de trabajo que se realiza en el mundo creado por Dios. No es materia de este capítulo bosquejar una teología bíblica del trabajo, pero los siguientes puntos resumidos te resultarán útiles. • El trabajo es una característica buena y fundamental de nuestra condición humana en el mundo de Dios. Desde sus inicios, la humanidad fue puesta en el huerto para trabajar en él y mantenerlo. • Desde la Caída, el trabajo es maldito y frustrante (¡no lo sabremos nosotros!), pero sigue siendo bueno, valioso y necesario. • A los cristianos se les motiva a trabajar, no sólo por el lugar que ocupa el trabajo en la creación, sino también porque éste (al igual que cualquier otro aspecto de la vida) es un escenario donde podemos servir a Cristo. Tal como dice Pablo a los colosenses, "todo lo que hagan de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre" (Col 3:17).
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• En el fondo, cada vez que hacemos un trabajo, lo hacemos para Cristo. Como dice Pablo más adelante, en Colosenses 3, hagan todo "de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven" (Col 3:23-24) • En nuestra calidad de cristianos, no trabajamos para sentirnos realizados, o para ganar fama o prestigio. No trabajamos para nosotros, sino para otros, para servirles; para no ser una carga para ellos y para poder compartirles (Ef 4:28; 1Tim 5:8). • En consecuencia, el trabajo secular es muy valioso y significativo. Pero como toda cosa buena, puede llegar a convertirse en un ídolo al cual recurrimos para sentirnos importantes y valiosos. • Debemos recordar que sólo el trabajo hecho por Cristo redime a la humanidad. Por muy útil que sea el trabajo secular en nuestro mundo, nunca podrá salvarnos ni construir el reino de Dios. Eso sólo sucede (como vimos en el cap. 3) mediante la predicación del evangelio con la ayuda del Espíritu Santo. Cuando desafiamos a otros a formar parte del ministerio del evangelio, hay dos errores que solemos cometer. El primero de ellos es crear dos clases de cristianos: los que realmente trabajan para el Señor y buscan proclamar su reino (los "trabajadores reconocidos del evangelio"), y el resto. En este modelo, hacer discípulos es como las carreras de autos de la Fórmula 1. Hay un solo conductor, y el resto de las personas involucradas contribuyen en la carrera en un segundo plano; son los que trabajan como mecánicos en los boxes o pits (sitios donde arreglan velozmente el carro durante la carrera), los que ayudan a financiar el equipo, o los que buscan
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a los patrocinadores y se encargan de los logotipos que van a ir adheridos al vehículo. Pero ninguno como el conductor, él es la súper estrella y el centro de atención, en tanto que el resto de los miembros del equipo permanecen en las sombras; ellos sí tendrían razón para sentirse ciudadanos de segunda clase. Como ya vimos, no es así como la Biblia presenta el trabajo en el evangelio. Aquí no hay dos clases de discípulos, todos somos discípulos y hacedores de discípulos a la vez. Todos los cristianos son llamados a negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguir a Jesús hasta la muerte; a renunciar a sus vidas para honrarle y servirle. Se parece más a lo que sucede en un equipo de fútbol, donde cada uno hace lo posible para hacer avanzar la pelota por el campo de juego. Hay estrellas y capitanes pero, por sobre todo, todos son jugadores. Tan es así que, en muchos equipos, no siempre el capitán es el mejor jugador o el que más contribuye en el partido. El segundo error que solemos cometer es reaccionar al error anterior eliminando la diferencia: que existe entre el trabajo en el evangelio y los demás trabajos. Se dice que el trabajo secular es "espiritual", y que se usa para establecer el reino de Dios en este mundo. Al hablar de esa manera, se piensa que si somos mejores doctores, abogados, hombres de negocios o ingenieros computacionales (aunque no sé por qué nunca se habla de ser mejores recolectores de basura o cuidadores de vehículos en un estacionamiento), estamos ayudando a "redimir la cultura', refiriéndose a rescatar esa cultura de trabajo, del paganismo, contribuyendo así con el crecimiento del reino de Dios. De acuerdo a este pensamiento, no deberíamos pedirle a nadie que deje su trabajo secular, sino más bien alentarlos a permanecer en él para la gloria de Dios. No obstante, éste también es un error. El trabajo en el evangelio es particularmente importante en los planes que Dios
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tiene para el mundo. No podemos hacer discípulos para Cristo construyendo mejores puentes o edificios, pero sí compartiendo con oración la Palabra de Dios con otros. Y éste es el deber, gozo y privilegio de todo discípulo, cualesquiera que sean las circunstancias de sus vidas. El trabajo secular es valioso y bueno, y no debe ser despreciado ni mirado en menos, pero no es el centro ni el propósito de nuestras vidas, y tampoco es el medio a través del cual Dios salvará al mundo. Mi principal identidad como cristiano no es ser un buen contador o un excelente carpintero, sino ser un discípulo que hace discípulos del Señor Jesucristo. Y no tiene ninguna importancia si para ganarme la vida como discípulo que hace discípulos trabajo con mis manos o dependo del apoyo económico de otros porque las exigencias propias del tipo de discipulado que hago así lo ameritan. Lo importante es que todos somos hacedores de discípulos. Personas a quienes vale la pena observar
En efecto, lo que estamos diciendo es que debemos ser cazatalentos. Si la actual generación de pastores y ministros es responsable de llamar, escoger y apartar a la próxima generación, debemos estar en una búsqueda permanente de personas que cuenten con dones e integridad para predicar la Palabra y pastorear al pueblo de Dios. Y en nuestras iglesias hay personas con talentos increíbles para el ministerio: personas con extraordinarios dones para liderar, comunicar y administrar; personas con visión, energía, inteligencia y espíritu emprendedor; personas sociables que pueden entender y articular ideas de manera persuasiva. Si estas personas son también siervas devotas de Cristo y anhelan su reino, entonces ¿por qué no reclutarlas para formar parte del "reconocido ministerio del evangelio"?
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Puede ser que en este momento sintamos una cierta ambivalencia teológica. Reclutar de manera activa a personas talentosas suena muy mundano y grosero. ¿No deberíamos simplemente confiar en que Cristo, el Rey ascendido, levantará a estas personas en su debido tiempo? Tal vez parezca extraño que recurramos a la soberanía de Dios o de Cristo en algunas ocasiones, y en otras no. Pero podemos ver que no dejamos de evangelizar o de enseñar la Palabra sólo porque confiamos en que el Dios soberano hará su obra en los corazones de las personas; ni dejamos de orar sólo porque los propósitos divinos son perfectos y no podemos impedirlos. De la misma manera, no tenemos por qué dejar de alentar a otros a servir a Cristo y a participar en la iglesia, aun cuando sabemos que sólo Cristo es el que finalmente edificará su Iglesia. Las acciones de Dios y las nuestras no son mutuamente excluyentes. Hablamos, servimos, oramos y trabajamos, sabiendo que Dios trabajará en todas esas cosas, y a través de ellas, para hacer posible el crecimiento. Igual ocurre con la preparación de una siguiente generación. Sabemos que el Señor de las cosechas levantará trabajadores, pero no por eso vamos a dejar de orar pidiéndole que lo haga, ni a dejar de reclutar activamente a personas devotas y dotadas cuando las encontramos. ¿Qué clase de personas debemos buscar? En las epístolas pastorales leemos que para elegir ancianos, obispos y diáconos debemos buscar a personas: • fieles en su compromiso y que entiendan la Palabra de Dios; • con una reputación, ejemplo y devoción intachables; • que posean el don de enseñar a otros; • y demuestren tener la capacidad de guiar y administrar a su familia.
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EL ENREJAD O Y LA VID
A este listado básico podríamos añadirle otras cualidades y características que suelen acompañar a las personas que tienen los dones y el potencial para ser trabajadores del evangelio: • comunicadores que usan el lenguaje y la persuasión para ganarse la vida (p. ej., vendedores, maestros, agentes de bienes raíces o abogados); • emprendedores que poseen el empuje y la inteligencia para reconocer oportunidades y comenzar algo nuevo; • líderes natos queinfluencian e inspiran aotros simplemente por la integridad y fuerza de sus características; • personas académicamente dotadas que podrían aplicar su intelecto a la teología, la enseñanza y el liderazgo, y para generar estrategias; • personas con el potencial para alcanzar a ciertos grupos en particular, en nuestra comunidad o en el extranjero, debido al grupo étnico al que pertenecen, a sus habilidades para hablar otros idiomas, a sus antecedentes laborales o a su lugar de origen. Al trabajar con la gente en nuestras congregaciones, debemos estar buscando siempre a personas que cuenten con estas cualidades, o con el potencial para desarrollarlas. Son las "personas a quienes vale la pena observar", los potenciales trabajadores del evangelio de la próxima generación. Si te encuentras con alguien así en tu congregación, hazte algunas de las siguientes preguntas: • ¿Se ha convertido de verdad, y es capaz de transmitir esa fe en Cristo? • ¿Lee y hace preguntas sobre la Biblia y sobre teología? • ¿Aplica fielmente la Biblia a su forma de pensar y a su vida? • ¿Es humilde y se deja enseñar?
10: PERSONAS A QUIENE S VALE LA PENA OBSERVAR
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• ¿Es fiel y digno de confianza? • ¿Hay algún pecado suyo, presente o pasado, que podría deshonrar el nombre de Cristo? • ¿Sirve a los demás sin que nadie se lo pida? • ¿Trabaja evangelizando? • ¿Es un comunicador nato? • ¿Muestra liderazgo en su escuela, trabajo o en sus actividades deportivas? • ¿Hay otros que lo sigan a causa de su ministerio? • ¿Las personas responden de manera positiva a; su ministerio? • ¿Lleva una buena vida familiar? • ¿Se relaciona bien con los demás? • ¿Está su cónyuge comprometido (a) también con el ministerio? • ¿Es emocionalmente estable y resistente? ¿Será capaz de enfrentar la crítica, la decepción y el fracaso? La persona que cumple con estas características tiene el potencial para convertirse en "trabajador reconocido del evangelio", y una de las maneras más útiles de avanzar en este camino es siendo un "aprendiz del ministerio".
Capítulo 11
Aprend izaje en el m inisterio ¿Qué ocurre en la etapa intermedia, después de haber demostrado poseer el potencial para ser elegido para tener ciertas responsabilidades en el trabajo del evangelio, y antes de llegar a ese punto (como misionero, evangelista o pastor en una congregación, por ejemplo)? Normalmente diríamos que hay que ir al seminario o a un instituto teológico. No obstante, cada vez más iglesias y candidatos al ministerio están haciendo uso de un paso intermedio, una capacitación en servicio, llamada también "aprendizaje en el ministerio", que viene antes de la educación teológica formal y que pone a prueba, capacita y desarrolla a personas en el camino hacia el ministerio de tiempo completo. Una organización por la cual ambos autores sentimos mucho afecto, el Sistema de Entrenamiento Ministerial (conocida como SEM, por sus siglas en español, y también corno MTS, por sus siglas en inglés), se ha dedicado los últimos 20 años a ayudar a las iglesias a establecer programas de aprendizaje de 2 años de duración en toda Australia, con filiales en Canadá, Gran Bretaña, Francia, la República de Irlanda, Irlanda del Norte, Singapur, Nueva Zelandia, Taiwán, Japón, Chile y Sudáfrica. La idea principal es reclutar a esas "personas que vale la pena observar" para que participen en un programa de 2 años, donde se meten de lleno a trabajar en una iglesia o en otro tipo de ministerio cristiano. Durante este proceso se ponen a prueba y se desarrollan sus convicciones,
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carácter y competencias. Sirve mucho porque, bajo la supervisión de un pastor con experiencia, captan la naturaleza y el ritmo del ministerio cristiano, aprendiendo valiosas lecciones y habilidades, y poniendo a prueba su idoneidad para trabajar a largo plazo en el evangelio. El programa de aprendizaje de SEM empezó en 1979, cuando Phillip Jensen comenzó a capacitar a unos pocos entusiastas y hábiles graduados universitarios que amaban a Dios. En ese entonces, no tenían una visión a largo plazo ni planes de expansión. Pero desde 1979, más de 1200 aprendices de SEM se han capacitado, sirviendo en iglesias y ministerios universitarios a lo largo de Australia. De ellos, más de 200 están actualmente realizando estudios en teología en distintas universidades, y otros 400 hombres y mujeres han terminado sus estudios formales y se encuentran ahora sirviendo en todo el mundo como trabajadores de tiempo completo en el ministerio.1 Una de las preguntas más frecuentes que nos hacen es: ¿Para qué tomarse la molestia departicipar en un programa de aprendizaje como ése, si nuestros aprendices también serán enviados después a realizar estudios teológicos formales? ¿Qué aporte significativo obtienen con este proceso de aprendizaje, ya que para los candidatos al ministerio es un gran sacrificio capacitarse durante dos años más; y también para los pastores e iglesias es pesado sostenerlos económicamente y fungir como tutores de los aprendices que, por lo general, son novatos y aún no han sido puestos a prueba? ¿Qué beneficios hemos visto que han recibido los que pasan por este periodo de aprendizaje? Los siguientes son algunos puntos a considerar.
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EL ENREJADO Y LA VID
En el apéndice 2 leerás una fascinante entrevista que le realizó Colin Marshall a Phillip Jensen sobre la capacitación de SEM.
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1. Los aprendices aprenden a integrar la Palabra a su vida mientras realizan la práctica ministerial
En la sala de clases, el énfasis está puesto en impartir y procesar información, y no siempre queda inmediatamente claro de qué modo la Palabra le da forma a cada aspecto de la vida y del ministerio. Existe en clases un inevitable y muy apropiado nivel de abstracción. En cambio, en el programa de aprendizaje, el maestro y el aprendiz estudian juntos las Escrituras semana tras semana, analizando de qué manera se aplican éstas a los temas pastorales, a las modas teológicas y a los planes ministeriales. El aprendiz aprende a pensar en todas las cosas de la vida diaria desde un punto de vista bíblico y teológico, y su capacitador lo ayuda a llevarlo a la práctica. 2.
Los aprendices ponen a prueb a su carácter
Un pastor que trabaja muy de cerca con un aprendiz puede ver cosas que no se pueden advertir en el contexto de sala de clases. Las presiones y dificultades del ministerio ponen al descubierto la brecha que existe entre las apariencias y la realidad, revelando a la persona tal cual es: sus verdaderas motivaciones, su capacidad de amar y perdonar, las cicatrices y heridas de su pasado, etc. Un buen maestro puede formar en el joven pastor el carácter que Dios quiere, por medio de la Palabra, la oración, la responsabilidad y el ejemplo. 3.
Los aprendices logran entender que el ministerio tiene que ver con personas, no con programas
Sabemos que el ministerio tiene que ver con transformar personas y construir comunidades de fieles a través del evangelio, por eso, un programa de aprendizaje consiste en pasar dos años trabajando con personas: reuniéndose con no creyentes, discipulando a nuevos
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creyentes, capacitando a líderes de jóvenes, dirigiendo grupos pequeños, alentando a los que pasan por dificultades. Nuestro objetivo es que los aprendices pasen 20 horas semanales ministrando individualmente a las personas, con sus biblias abiertas. De este modo aprenden de primera mano que el ministerio tiene que ver con personas, no con estructuras. 4.
Los aprendices reciben una buena preparación para continuar estudios teológicos formales
Durante los dos años que pasan en el ministerio, son muchos los temas bíblicos y teológicos que surgen y que son analizados en el mismo contexto del evangelismo y la edificación de la Iglesia, razón por la cual, cuando terminan este tiempo de aprendizaje, ansian tener la oportunidad de profundizar sus estudios, para seguir analizando, ahora con mayor rigurosidad, esos temas. Pero después de esos dos años habrá una gran diferencia: lo que los motive a seguir estudiando no será el hecho de aprobar exámenes, sino el de prepararse para el ministerio y para la vida. 5.
Los aprendices conocen el ministerio en el mundo real
Uno de los problemas de aprender en la sala de clases es que al alumno no le es necesario apropiarse de las ideas que le están enseñando de la misma forma en que lo tiene que hacer cuando habla desde el pulpito o cuando lleva a cabo un ministerio pastoral personalizado. En la sala de clases su aprendizaje está desligado de su vida diaria y de su ministerio. Es probable que aprenda unos diez conceptos diferentes sobre la expiación o propiciación, pero sólo para aprobar sus exámenes, no para aprender profundamente la importancia de las diferencias que existen entre ellos. Pero cuando el aprendiz vive la experiencia de enseñarles la verdad a otros, es cuando realmente alcanza a comprender la importancia de capacitarse en teología.
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EL ENREJADO Y LA VID
Otro problema de la capacitación puramente académica es que es útil para ciertos tipos de personas (p. ej., para los que les gusta leer, pensar, analizar y escribir). No obstante, a algunos de nuestros mejores evangelistas y fundadores de iglesias se les haría difícil aprender en sala de clases. A estas personas Ies sienta mejor un contexto en el cual poco a poco van siendo instruidos, mientras conversan, predican y construyen ministerios. En el mundo académico serían considerados como fracasados. 6.
Lo s aprendices captan cómo capacitar a otros para que el ministerio se multiplique
Debido a que los aprendices tuvieron la experiencia de ser formados para la vida y para el ministerio personalmente por otros, absorben mejor lo que llamamos "la mentalidad de capacitación". Si sólo aprenden en el salón de clases, muchos no captan la idea de capacitar en el ministerio a otros; en cambio, los que son formados durante su propio servicio, cuando en el futuro tienen a cargo un ministerio o sus propias iglesias, forman a sus colaboradores y crean equipos. Los que fueron capacitados mientras fueron aprendices, de manera instintiva tienden a buscar aprendices. 7. Los aprendices experimentan el evangelismo ministerio emprendedor
y
el
El programa de aprendizaje también es una oportunidad para pensar en el ministerio en términos estratégicos y creativos, pues en nuestro contexto misionero post-cristiano,2 pluralista3 y multicultural,4 muchos pastores ya no tienen congregantes que se sientan en sus bancas esperando el sermón del domingo. Por eso, 2
Una sociedad donde los valores cristianos han dejado de tenet autoridad.
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La posición que defiende que todas las religiones son caminos útiles para llegar a Dios o a la salvación.
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La convivencia entre diversas culturas o religiones.
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mientras están en el programa, los aprendices pueden experimentar con nuevas estrategias para llegar a la gente y tomar la iniciativa para empezar nuevos grupos y programas.
En muchos sentidos, SEM es la puesta en práctica de las palabras de Pablo a Timoteo: "Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros" (2 Tim 2:2). A medida que Pablo se acercaba a su fin, más sabía que la continuidad de la proclamación fiel del evangelio no depende de la escritura de confesiones doctrinales, ni de la creación de estructuras institucionales (aunque éstas, a su manera, son importantes). El evangelio sólo puede ser protegido y difundido si se transfiere de una mano fiel a otra, conforme cada generación de predicadores fieles entrega su sagrada responsabilidad a la siguiente generación, la que a su vez enseña y capacita a otros. SEM se dedica a entregarle el testigo (la estafeta) del evangelio a la siguiente generación de corredores. El manual de SEM sobre el sistema de aprendizaje en el ministerio, llamado Passing the Baton (Entregar el testigo/Entregar la estafeta), posee mucha información sobre lo que estos programas de capacitación de dos años pueden lograr, sobre cómo establecerlos y llevarlos a cabo, cómo reclutar y capacitar aprendices, etc., por eso no repetiremos aquí toda esa información. Ahora, es importante que nos detengamos a ver hasta qué etapa hemos llegado en el ciclo de capacitación y crecimiento. Como recordarás, comenzamos diciendo que todos los cristianos deberían ser capacitados para convertirse en discípulos hacedores de discípulos, así como capacitados en el conocimiento de Dios (convicciones), en su santidad (carácter) y en su habilidad para
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servir y ministrar a otros (competencias). Seguramente también recuerdas que sugerimos que para comenzar a hacerlo había que elegir sólo a una pequeña cantidad de potenciales colaboradores y empezar a capacitarlos, esperando que algunos de ellos pudieran capacitar a otros a su vez. Y que, a medida que este ciclo de capacitación continúa, comienza a formarse una plantilla de discipuladores: personas que trabajan junto a ti para ayudar a otros a "hacer crecer el evangelio". También vimos que si continúas discipulando y capacitando, empiezas a notar que hay ciertas personas con verdadero potencial para el ministerio; personas a quienes vale la pena observar. A ellas invitas y reclutas para que sean la nueva generación de "trabajadores reconocidos del evangelio", quienes ingresan primero a un programa de aprendizaje en el ministerio, y luego asisten a un instituto bíblico o teológico y, entonces, se meten de lleno en el ministerio y comienzan a capacitar discípulos... y así, el ciclo comienza de nuevo.
Al menos, así funciona en teoría. Claro que en la realidad, tiende a ser menos ordenado y menos fácil de graficar. Algunos aprendices
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en el ministerio nunca asisten a un instituto teológico; su periodo de dos años los ayuda a darse cuenta (o a sus maestros) de que no tienen el carácter o las competencias necesarias para trabajar en el ministerio reconocido. En tanto que, para los que sí asisten a algún instituto teológico, hay una enorme variedad de oportunidades ministeriales que los esperan al finalizar, desde convertirse en misioneros en otros países, hasta pastorear una congregación, o volver al trabajo secular y trabajar como colaboradores voluntarios en levantar alguna nueva iglesia. También se desordena porque a veces reclutamos a las personas equivocadas. Hay varios errores que se suelen cometer al escogerlos: • Sólo reclutamos a quienes se parecen a nosotros, a personas que coinciden con nuestra personalidad o estilo de ministerio. • Pasamos por alto a los inconformistas o revolucionarios, que son más difíciles de capacitar pero que podrían evangelizar países completos. • No les prestamos atención a las personas creativas o intuitivas, que no tienen capacidades administrativas, aunque podrían alcanzar a otros de maneras en las que no hemos pensado. • Reclutamos a jóvenes superestrellas, sociables y que se destacan del resto, en vez de enrolar a personas de verdadero carácter y espiritualidad. • Buscamos a la gente adecuada para un tipo de ministerio conforme al que tradicionalmente existe en nuestra denominación, en vez de comenzar con una persona devota y talentosa y, a partir de ella, preguntarnos qué tipo de ministerio podemos desarrollar.
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• No permitimos que las personas se salgan de la casilla en la que las hemos catalogado; no dejamos de lado nuestra primera impresión de ellas. • Esperamos demasiado tiempo antes de llamar a alguien al servicio y, entretanto, esa persona toma decisiones familiares o laborales que le imposibilitan cualquier opción en el ministerio. Quienquiera que sea la persona que reclutes, hay una difícil verdad que enfrentar: llamar a ciertas personas para el ministerio, capacitarlas como aprendices, y enviarlas a algún instituto bíblico, significará que con toda certeza cada vez que lo hagas tendrás que despedirte de los miembros más estables y dotados de tu congregación. Este es un desafío para ti. ¿Qué te interesa más: el crecimiento de tu propia congregación, o el crecimiento del reino de Dios? ¿Estás comprometido con el crecimiento de tu iglesia o con el crecimiento del evangelio? ¿Quieres más personas asistiendo a tu iglesia ahora, o más trabajadores para la cosecha durante los próximos 50 años? En teoría, es fácil responder correctamente, pero la fe sin obras es una fe muerta. Cuando sin cesar empujamos a nuestros mejores y más inteligentes jóvenes para que salgan de nuestra iglesia y se enrolen en el trabajo en el evangelio, demostramos nuestra confianza en el poder de este último y en el reino mundial de Cristo. Lo maravilloso que tiene la generosidad, es que Dios la ama y la bendice. Según nuestra experiencia, las iglesias que no intentan aferrarse a su gente, sino que continuamente la capacitan y, con toda generosidad, la exportan para que siga capacitándose y ministrando en otros lugares, son las iglesias que Dios llena cada vez más de personas nuevas para capacitar. La mentalidad de capacitación es un motor de crecimiento y dinamismo. Multiplica el ministerio porque multiplica ministros. Y
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continuamente genera y desarrolla discípulos que hacen discípulos, tanto dentro de nuestras congregaciones como en el resto del mundo, para la gloria del Señor Jesús, cuya autoridad se extiende sobre todo el mundo y hasta el fin de los tiempos.
Capítulo 12
Para em pezar Empezamos, pareciera que hace tiempo ya, con una vid, un enrejado y la Gran Comisión. Y desde el principio prometimos que no ofreceríamos ninguna técnica novedosa, ni truco, ni ningún camino garantizado hacia el éxito y el estrellato en el ministerio. No ofrecimos nada complicado porque, en realidad, el ministerio cristiano no es complicado. No es más que hacer y alimentar a verdaderos seguidores del Señor Jesucristo, a través de la predicación de la Palabra de Dios, junto con oración, en el poder del Espíritu Santo. Es hacer discípulos. No es algo difícil de entender, ni tampoco de hacer, a menos, claro está, que seas un pecador viviendo en un mundo de pecado. Pero la engañosamente sencilla tarea de hacer discípulos se vuelve exigente, frustrante y difícil en nuestro mundo, no porque sea muy difícil de comprender, sino porque es una tarea en la que es difícil perseverar. Es por esta razón que nos embobamos ante los nuevos expertos del ministerio que afirman que, sin fallar, logran crear iglesias de al menos 5,000 miembros a partir de la nada, y que cuentan con métodos infalibles para hacer crecer tu iglesia hasta ser como la de ellos. Cada cinco o diez años aparece una nueva moda que varía cada vez. Bien podría ser el modelo de culto centrado en los inconversos, o el modelo de una vida con propósito, o el modelo de participación misionera y cultural, o cualquiera que sea la novedad del momento. Todas estas metodologías tienen
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cosas buenas, pero igual todas ellas equivocan el objetivo, porque nuestra meta no es hacer crecer iglesias, sino hacer discípulos. Los siguientes postulados son parte esencial de nuestro pensar: 1. Nuestro objetivo es hacer discípulo s
El objetivo del ministerio cristiano no es hacer que más personas asistan a la iglesia el domingo, ni aumentar las membresías o hacer que más personas participen en los grupos pequeños; tampoco es aumentar el presupuesto; ¡por muy importantes y valiosas que todas estas cosas sean! El objetivo principal es hacer discípulos que hagan más discípulos para la gloria de Dios. Queremos ver que las personas se conviertan y dejen de estar muertas en sus transgresiones, para tener vida en Cristo; y que, una vez convertidas, se les haga seguimiento y se establezcan como discípulos maduros de Jesús; y, conforme se establecen, se les capacite en conocimiento, santidad y habilidades, para que ellas a su vez hagan discípulos. Esta es la Gran Comisión: hacer discípulos. Lo que caracteriza a una iglesia próspera es el hecho de formar verdaderos discípulos que a su vez hacen discípulos de Cristo. 2.
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EL ENREJADO Y LA VID
Las iglesias tienden a institucionalizar, tal como las chispas tienden a volar
Las iglesias inevitablemente se van inclinando hacia la institucionalización y la secularización. Llega un punto donde el centro de interés ya no es la vid, sino el enrejado; donde en vez de ocuparse de que las personas crezcan como discípulos, se dedican a organizar y a mantener actividades y programas. Y los pastores, empezamos a pensar sólo en términos estructurales y corporativos. Nos desgastamos pensando en cómo hacer que la gente participe en los grupos, en aumentar la asistencia a diversos programas,
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organizar eventos para atraer personas, etc. Dejamos de pensar en las personas, de orar por ellas, de preocuparnos por conocer cuál es su crecimiento espiritual, porque nos dedicamos a hacer funcionar toda una serie de actividades grupales, cuyo nivel de asistencia (suponemos) sería equiparable al crecimiento existente en los discípulos. Pero asistir a grupos y actividades no produce crecimiento en el discipulado, así como tampoco el hecho de escuchar el Sermón del Monte convertía a alguien en discípulo de Jesús. Muchos de los que andaban junto a Jesús y que lo siguieron en distintas ocasiones, no eran discípulos de verdad. Las multitudes iban tras él por muchas razones, pero con la misma facilidad se alejaban de él. 3.
El centro del discipu lado es enseñar con oración
La palabra "discípulo" significa, principalmente, "estudiante" o "alumno". Y nos convertimos en discípulos y crecemos como tales: escuchando y aprendiendo la Palabra de Cristo, el evangelio, mientras el Espíritu Santo aplica esa verdad en nuestros corazones. La esencia del "trabajo en la vid" es que una persona comparta, apoyándose en oración y con la ayuda del Espíritu Santo, el mensaje de la Biblia con otra persona (o con más de una). Claro está que existen varias estructuras, actividades, eventos y programas que proveen un contexto para poder compartir con oración este mensaje, pero si no lo compartimos, entonces todo es enrejado y nada es vid. 4.
El objetivo de todo el ministerio, no sólo de la obra personalizada, es criar discípulos
No existe un solo contexto o estructura para el discipulado. En algunos lugares, el "movimiento de discipulado" se ha apoderado del lenguaje del discipulado para dar a entender que la verdadera manera de hacer discípulos es mediante las tutorías individuales,
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y que las reuniones en la iglesia, los grupos pequeños y otras reuniones corporativas, no sirven; sin embargo, el objetivo de todo el ministerio, en todas sus formas, es hacer discípulos. Este debería ser el propósito del sermón del domingo, como también el de ese grupo pequeño que se congrega los martes por la noche, o el del grupo de hombres que se junta a cenar una vez al mes, así como también el de la reunión informal entre amigos cristianos de los domingos por la tarde. Pero, al parecer, la moda cambia. Mientras escribimos al respecto, el problema que existe en la mayoría de las iglesias que conocemos es que prácticamente no se está realizando suficiente trabajo individualizado. Las actividades estructuradas y los eventos grupales han tomado la delantera, y los que forman parte del equipo pastoral ocupan su tiempo organizando y administrando, en vez de buscar, discipular y capacitar a las personas; pasan poco tiempo trabajando con individuos y capacitándolos; y esos individuos, a su vez, pasan poco tiempo reuniéndose con otros individuos y capacitándolos. El centro de atención ya no está en los individuos y en su crecimiento como discípulos, sino en las actividades y eventos, y en aumentar la cantidad de asistentes a ellos. 5.
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Ser un discípulo es ser un hacedor de discípulos
Jesús les dio a sus discípulos la visión de hacer discípulos en todo el mundo. Ningún rincón de la creación es zona prohibida, y ningún discípulo está eximido de este trabajo. Es natural que el carácter radical de este desafío nos haga retroceder temerosos, pues reemplaza nuestra cómoda y acogedora visión de la "agradable vida cristiana", con un llamado a todos los cristianos a dedicar sus vidas a hacer discípulos para Jesús.
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"Hacer discípulos" es una frase muy útil para resumir este radical llamado, porque involucra ir con la palabra a los no creyentes y también alentar a nuestros hermanos en la fe a crecer a la imagen de Cristo. Como dice Mateo 28, "hacer discípulos" es bautizar a las personas en Cristo, enseñándolas a obedecer todo lo que Jesús ordenó. Entonces, "hacer discípulos" tiene que ver con un inmenso ámbito de relaciones, conversaciones y actividades; involucra todo, desde predicar un sermón hasta enseñar en la escuela dominical; desde conversar con un vecino no creyente por encima del cerco de la casa, hasta escribirle una nota de aliento a un amigo cristiano; desde invitar a un miembro de la familia a escuchar el evangelio en algún evento en la iglesia, hasta reunirse individualmente con algún hermano creyente para estudiar la Palabra; desde leerle la Biblia a tus hijos, hasta hacer algún comentario cristiano mientras tomas el café con tus ¿olegas de trabajo. 6.
Lo s hacedores de discípulos necesitan ser capacitados y equipad os en convicción, carácter y competencias
Si esta visión de hacer discípulos es correcta, entonces parte integral de este proceso es la enseñanza y capacitación de cada discípulo para que pueda hacer discípulos. Esta capacitación no consiste sólo en impartir ciertas habilidades o técnicas, sino que involucra cuidar y enseñar a la persona en lo que respecta a su entendimiento y conocimiento (convicciones), su santidad y forma de vivir (carácter), y en sus habilidades y experiencia práctica ministrando a otros (competencias). Este tipo de capacitación se asemeja más a: una relación padre e hijo que a la relación que se da en una sala de clases, por eso es relacional y personal, y el ejemplo y la imitación son parte de
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ella. En el caso de la mayoría de las congregaciones y ministerios, para que logren concebir de este modo la capacitación, capaci tación, será necesario que cambien de forma de pensar en varios aspectos del ministerio: en lugar de realizar programas y eventos, deberán darle prioridad a capacitar a las personas; en vez de usar a las personas, deberán hacerlas crecer; en vez de mantener estructuras, deberán capacitar a nuevos hacedores de discípulos. 7.
Hay sólo un tipo de discípulos, sin impo rtar qué roles o responsabilidades desempeñen
Todos los cristianos deben ser discipuladores y ocuparse de "cultivar la vid" cada vez que que puedan, y de la fo forma rma en que puedan. No obstante, a pesar de la variedad de dones y roles que cada cristiano posee en esta tarea, algunos tienen la responsabilidad particular, como pastores, obispos y ancianos, de enseñar, advertir, amonestar o alentar. Ellos son los encargados y organizadores de la visión discipuladora de Cristo, los guardianes y gestores, los maestros y ejemplos a seguir. Los pastores, ancianos y demás líderes proveen las condiciones bajo las cuales el resto de la congregación puede poner manos a la obra en el cultivo de la vid, compartiendo, con oración, la verdad de Dios con otros. En el fondo, todos los pastores y ancianos no son más que juga jugado dore ress dent dentro ro de un gran gran equip equipo. o. Su esenc esencia ia o esta estatu tuss no es distinto al del resto y su tarea tampoco es fundamentalmente diferente; no son ellos los jugadores, y el resto de la congregación espectadores o equipo de apoyo; simplemente, los pastores o ancianos son aquellos viñadores a los que se les ha dado la responsabilidad particular de ocuparse de la gente y capacitarla, para que sean a su vez discipuladores.
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La Gran Comisión, con su mandato a hacer hacer discípulos, debería hacemos reflexionar en nuestro concepto de las reuniones reuniones dominicales y del lugar que debería ocupar la capacitación en la vida de una congregación congregación
¿Qué impide que la visión de Cristo de hacer discípulos se haga realidad en las congregaciones cristianas? En la mayoría de los casos, no es la falta de personas para capacitar, o de no creyentes que convertir, sino de los agobiantes patrones y tradiciones propios de la iglesia. Estos obstáculos pueden ser denominacionales y estar arraigados en el tiempo; o pueden ser el resultado de haber adoptado alguna de las últimas modas para impulsar el crecimiento de la iglesia. También pueden ser obstáculos en la mente del pastor, o en la mente de la congregación o, lo más probable, en la de ambos. Si la meta de la totalidad de nuestro ministerio es hacer discípulos, entonces muchas iglesias (y sus pastores) deberán reflexionar en los objetivos que pretenden alcanzar al reunirse cada domingo, y en cómo se relacionan con otras actividades ministeriales durante el resto de la semana, lo cual puede significar iniciar cosas nuevas, pero por lo general implica darle término a las estructuras o programas que ya no sirven para alcanzar el objetivo de hacer discípulos. Podría requerir de eliminar algunas de las actividades o eventos regulares para que los miembros de la congregación tengan más tiempo para hacer discípulos, como visitar a sus amigos no creyentes, reunirse de manera individual con los recién llegados a la iglesia, etc. Y podría hasta llevar a una revolución en la forma en que el personal que trabaja en la iglesia conciba su ministerio, ya no como proveedores de servicios o gerentes, sino como capacitadores.
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9. La capacitación casi casi siempre siempre empieza desde abajo y crece con la multiplicación de los trabajadores
10. Debemos desafiar y reclutar a la nueva generación de pastores, maestros y evangelistas evangelistas
La capacitación siempre nos hace sentirnos tentados a iniciar algún nuevo programa, a llevar a cabo una multitud de cursos de capacitación y hacer que la mayor cantidad de miembros de la congregación participen en ellos, pero lo que hacemos con esto es llevar nuestra mentalidad estructural, gerencial y orientada a realizar eventos, a la tarea de la capacitación, intentando ver cómo hacer para capacitar capacitar a gran escala y de manera eficiente. Pero ya no es posible capacitar de esta manera, como tampoco es posible con este método funcionar como un padre. La capacitación es personal y relacional y, además, toma tiempo. Implica no sólo compartir habilidades, sino también conocimientos y carácter. Involucra imitación y ejemplo. Los cursos de capacitación y demás recursos son herramientas útiles para ayudarnos en esta tarea, pues pueden hacernos ahorrar mucho tiempo (porque no nos toca crear ni perfeccionar los contenidos de capacitación) y ofrecen excelentes marcos dentro de los cuales llevar a cabo la tarea personal y relacional de capacitación, pero esta tarea debe comenzar con las personas, concentrándose en ellas, no en los programas. En otras palabras, si queremos comenzar a capacitar discípulos para que se conviertan en discipuladores, necesitamos construir una red de ministerio personal en la cual unas personas capacitan a otras. Y esto sólo puede hacerse si primero elegimos a un grupo de posibles candidatos y empezamos a capacitarlos como colaboradores. Este grupo trabajará contigo; y, con el paso del tiempo, ellos mismos se convertirán en capacitadores de otros colaboradores. Algunos de tus colaboradores alcanzarán todo su potencial y se convertirán en provechosos compañeros de trabajo y discipuladores; otros no, y no es posible evitar que no ocurra. Construir un ministerio basado en personas, y no en programas, siempre requiere de mucho tiempo y es difícil de realizar.
Cuando el motor de la capacitación comience a calentarse y las personas de tu congregación sean llamadas a ministrar a otras, irán asomando algunas "personas a quienes vale la pena observar" (PVPO): personas con gran convicción, carácter y competencias. Estas PVPO son los potenciales "trabajadores reconocidos del evangelio" de la próxima generación. Y si eres pastor o anciano, una de las responsabilidades que Dios te ha dado es reconocer, cuidar, capacitar y confiarle el evangelio a estos "hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros" (2 Tim 2:2). Para muchas iglesias, el tener un programa de aprendizaje en el ministerio ha resultado ser un modo muy eficaz de promover este proceso (como el desarrollado y sostenido por p or el Sistema de Entrenamiento Ministerial). Para empezar
Esperamos que después de leer este libro tu mente haya comenzado a bullir con ideas y desafíos para el ministerio en el que estás involucrado; no obstante, por lo general es difícil traducir tal ebullición mental a objetivos concretos o acciones. Para ayudarte a pensar y a planificar, a continuación te damos sólo un posible plan para que comiences a reformular tu ministerio de modo que su centro sean las personas y la capacitación, y no los programas y eventos. Paso 1: Establece qué camino seguirás en la reunión del domingo
Si quieres cambiar la cultura de tu congregación en dirección al discipulado y la capacitación, entonces será necesario que tus reuniones del domingo se dirijan en esta nueva dirección.
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Así, por ejemplo, podrías predicar una serie de sermones titulados "¿Qué es el crecimiento del evangelio?", o sobre "Los discípulos y el hacer discípulos". Podrías exponer la visión bíblica de la Gran Comisión y cómo esta conduce a la creación de discípulos que hacen discípulos. Pero, especialmente, cada vez que hagas tu exposición de las Escrituras: • muestra cómo el evangelio de de gracia da lugar a una vida de alabanza alabanza y sacrificio por Cristo; • entusiasma entusias ma a la congregación con el gran propósito propósi to divino de hacer discípulos y de construir una comunidad de discípulos bajo la soberanía de Cristo; • llama a la congregación a un discipulado discipulado radical; radical; • hazles ver que lo que se enseña desde el el pulpito es también lo que se espera que ellos enseñen a otros (podrías entregarles resúmenes o preguntas para analizar en sus ministerios personales); • predica de manera tal tal que puedas ayudar a la congregación a aprender por sí misma a leer y a hablar sobre la Biblia; muéstrales cómo sacas tus conclusiones a partir del texto; • aborda temas temas apologéticos y pastorales que no sólo resulten útiles para los presentes, sino también para los que ellos alcancen a través de su ministerio personal. No es sólo el sermón el que establece el camino a seguir y da inicio al cambio en la cultura congregacional. En las reuniones de tu iglesia haz pasar adelante a los miembros para que compartan con el resto sobre los ministerios en los que están participando. No uses solamente las historias de las superestrellas o las que han resultado ser exitosas; provee ejemplos de personas que han asumido el riesgo de intentar algo nuevo.
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Esto también se aplica a los motivos de oración durante nuestras reuniones. Oren con regularidad con la congregación por los diferentes ministerios de sus miembros. Otra manera de hacer que la congregación adquiera una cultura orientada a la capacitación es incluyendo esta cultura en las cosas en que cada miembro contribuye en las asambleas. Capacita a los que sirven en estas reuniones y retroaliméntalos en distintas áreas: música, lectura de la Biblia, oración, entrega de testimonios, bienvenida a los recién llegados, etc. Paso 2: Trabaja muy de cerca con tus ancianos o tu consejo Para que puedas construir en tu congregación una mentalidad orientada al discipulado y a la capacitación, evidentemente es esencial que los ancianos y líderes de la misma participen plenamente en el análisis, la planificación y la toma de decisiones. Veamos el siguiente ejemplo de cómo se puede hacer esto: Cuando introdujimos el Sistema de Entrenamiento Ministerial en las Iglesias Cristianas Reformadas de Australia (CRCA por sus siglas en inglés), tuvimos que considerar que en estas iglesias cada congregación está gobernada por un sistema de ancianos. Todas las decisiones respecto a la vida y la dirección de la iglesia las toman los ancianos que conforman el consejo de la iglesia. De manera que, cuando Colin Marshall me invitó a unirme a su curso sobre el Arte de Capacitar en el Ministerio (precursor de este libro), supe que también debía incluir a mi equipo de ancianos. Le pedí permiso a Colin para fotocopiar fotocopi ar las lecturas y entregárselas a los ancianos. Este material se convirtió en lectura obligada antes de cada reunión del consejo de la iglesia, para luego analizarla durante la primera media hora de la misma. Durante todo ese año seguimos
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este procedimiento, de modo que cuando terminé el curso, el consejo también había leído todo el material. Una vez finalizado el curso, entusiasta por ponerlo en práctica, les pedí su opinión. Todos estuvieron de acuerdo en que debíamos incluirlo en nuestro quehacer como iglesia. Lo importante aquí, es que, antes de dar el curso, ellos me acompañaron durante todo ese año, y así tuvieron tiempo de asimilar todas las nuevas ideas, reflexionar sobre el curso y hacerlo suyo, de manera que al final del año, cuando les pregunté: "¿Lo hacemos?", todos estuvieron de acuerdo. Es muy importante que les des a tus líderes tiempo para procesar las cosas, aceptarlas y hacerlas suyas. Te lo digo, porque mis colegas no siguieron los mismos pasos que seguí yo y, cuando se lo plantearon a los consejos de sus iglesias, muchos encontraron resistencia a estas "nuevas ideas". Varios colegas me pidieron que conversara con sus ancianos, así es que en cada una de sus iglesias pasé una tarde haciendo talleres sobre los conceptos principales de la capacitación en el ministerio. Fue reconfortante ver cómo a algunos de los miembros más antiguos "se les hizo la luz", y luego fueron donde su pastor a alentarlo a iniciar un programa de capacitación en su propia iglesia. En las CRCA es necesario estar repitiendo este proceso con los ancianos, ya que sólo duran tres años en su cargo. En mi caso, capacito a todos mis nuevos ancianos durante seis meses. Este proceso de capacitación y los cuatro talleres en los que explicamos qué es SEM y cómo funciona, hacen que cuando llegue el momento de su admisión como líderes de la iglesia, ya su mentalidad esté orientada a la capacitación. Cuando los ancianos ven cómo se prepara a los jóvenes para predicar, cómo se capacita a los líderes
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que dirigen estudios bíblicos y cómo un aprendiz aprende las habilidades del ministerio, logran darse cuenta de que somos una iglesia dedicada a la capacitación; podríamos decir que ésta forma parte ahora de nuestro ADN. Lo importante aquí es crear una mentalidad: "Así es como hacemos iglesia". Significa ser fieles al mandato de "hacer discípulos" y de "capacitar a los santos para la obra del ministerio". Esto es lo que debemos hacer si queremos contar ahora y en el futuro con pastores, evangelistas y líderes de la iglesia. Una estrategia que resulta muy útil es incorporar en la agenda de las reuniones del consejo de la iglesia algún tipo de capacitación regular y "charla ministerial", ya que con el tiempo logra consolidar la unidad del equipo de ancianos, convirtiéndolos en colaboradores en el evangelio, en vez de ser un consejo de reguladores y contadores. Las decisiones se toman bajo la perspectiva del crecimiento del evangelio. A la larga, iremos creando la expectativa de que ser anciano o miembro del consejero pastoral también significa participar en un ministerio personal de la Palabra, visitando a los recién llegados, reuniéndose individualmente con otros o siendo tutores de personas que pudieran llegar a ser líderes en el futuro. El objetivo general es fomentar la unidad, en base a la tarea en común que todos ellos comparten en la obra del evangelio. Paso 3: Empieza a formar un nuevo equipo de colaboradores El principio es el siguiente: haz una obra profunda en las vidas de pocas personas. Este es tu grupo de hermanos y hermanas que estarían dispuestos a morir juntos por el evangelio; aquellos con quienes compartirás tu vida y ministerio en la esperanza de que aprenderán a evangelizar, enseñar y capacitar a otros.
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Fíjate que estamos hablando de un nuevo equipo. No pienses solamente en aquellos que ya están sirviendo en ministerios o en comités. Escoge una mezcla de líderes actuales y futuros alrededor de los cuales te gustaría construir el ministerio durante los siguientes cinco años. Recuerda que no estás preparando a las personas para llenar los huecos que pudieran haber en los programas de tu iglesia, sino a colaboradores alrededor de los cuales construirás el ministerio según los dones y posibilidades de cada uno. Algunas de estas personas iniciarán nuevos ministerios enfocados a acercarse a las personas o a cuidar su crecimiento cristiano, cosas que ni tú ni ellos han imaginado aún, o que ni siquiera han pensado que son posibles. Podemos capacitar a este equipo de colaboradores mediante reuniones individuales, reuniones grupales o, por lo general, con una mezcla de ambas, donde se incluyan también nuestras ya mencionadas tres Cs (convicción, carácter y competencias). Te recuerdo que en el capítulo 9 es donde encuentras más ideas sobre cómo capacitar a un equipo de colaboradores. Paso 4: Decide con tus colaboradores qué harán para hacer crecer el discipulado de acuerdo a tu caso p articular
Ya estás capacitando a un equipo de colaboradores, pero ahora piensa, ¿qué van a hacer para hacer crecer el discipulado de acuerdo a las características que tiene este equipo? ¿Cómo van a multiplicarlo? Evidentemente, no existe una sola respuesta correcta, porque en gran medida depende de los dones y circunstancias de tus colaboradores y del contexto de la iglesia o ministerio en el cual estás trabajando. La siguiente es sólo una idea para inspirarte.
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Es probable que en tu congregación ya exista una red de grupos de estudios bíblicos que funciona bastante bien, pero tu verdadero desafío es ayudar a los nuevos (sean cristianos o no) a encaminarse en la vida congregacional y ser discipulados. Entonces, trabaja con tus colaboradores en un ministerio de visitas y seguimiento dirigido especialmente a los recién llegados. El objetivo es que cada recién llegado o visitante que llega a la iglesia reciba una visita personalizada en sus hogares, para luego hacerles un seguimiento durante varios meses, hasta que llegue el momento en que estén participando felices y seguros en un grupo pequeño (que es cuando el líder del grupo toma la responsabilidad de discipulados). Tus colaboradores serán los primeros en hacer posible este proceso de integración. Ellos te acompañarán a visitar a los recién llegados y, mientras, puedes aprovechar y capacitarlos para que aprendan a evaluar en qué nivel se encuentra alguien en su "crecimiento en el evangelio". Cada colaborador podría hacerse cargo personalmente de dos o tres recién llegados en un periodo de tres meses: reuniéndose varias veces con cada uno, evangelizándolos si no son creyentes, leyendo la Biblia y orando con ellos, explicándoles la visión de la iglesia y cómo participar en ella, invitándolos a almorzar para presentarlos a otros miembros de la congregación, llamándoles cuando no asistan a la iglesia para ver cómo les está yendo, y encargándose de que se unan a algún grupo pequeño. Hay muchísimas opciones a las que tus colaboradores pueden recurrir y que los ayudarán en sus reuniones con los recién llegados para ministrarlos individualmente. Una buena herramienta son los estudios bíblicos; pueden usarlos para analizar el evangelio con alguien, de manera personal, o para enseñarle los fundamentos de la vida y la fe cristianas, o simplemente pueden ponerse a leer la Biblia con esa persona nueva. Hay también excelente material de
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diversos tipos para ayudarte a capacitar a tus colaboradores en las habilidades que requiere el ministerio. Ahora bien, la idea que exponemos en este libro sólo funcionará a largo plazo si los grupos pequeños están funcionando bien, en especial si los líderes grupales han sido capacitados para verse a sí mismos, no como meros facilitadores u organizadores, sino también como discipuladores de primera línea y "minipastores" de las personas de su grupo. Puede ser que tu próxima prioridad sea ocuparte de capacitar a los líderes de los grupos en esta dirección. Paso 5: Lleva a cabo algunos programas de capacitación
Aunque hasta aquí hemos enfatizado la necesidad de capacitar a nuestros colaboradores por medio de relacionarnos con ellos de manera personal (en vez de simplemente hacerlos tomar un curso de tres semanas), no estamos afirmando que los programas de capacitación ya estructurados y listos para ser implementados sean obsoletos, por el contrario, siguen teniendo muchas ventajas. No sólo proporcionan un nivel de estructura formal que puede mejorar la calidad de la capacitación, sino que también pueden funcionar como un primer paso para identificar a las personas que son idóneas para darles mayores responsabilidades y para recibir una capacitación personal más intensiva. Por ejemplo, podrías alentar a todos tus grupos pequeños a que, en el tiempo que normalmente usan para reunirse, hagan un curso de capacitación sobre el evangelismo personal, tal como Six Steps to TalkingAbout Jesús (Seis pasos para hablar sobre Jesús), o Dos Formas de Vivir: la decisión que todos enfrentamos. Esto hará que todos los miembros del grupo alcancen un grado de habilidad y confianza básico que les permitirá hablar sobre su fe, sin importar su
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situación ni el nivel de sus dones, ¡y es algo que todo discípulo debe tener! Y, además, cuando desarrollas un curso así, por lo general descubres a personas que realmente son buenas para evangelizar, y que están listas para recibir una mayor capacitación y ministerio en dicha área. Paso 6: Estar pendiente de las "personas a quienes vale la pena observar"
Aunque aumente la cantidad de personas que :estén siendo capacitadas y las que ya estén trabajando en el ministerio, tú permanece pendiente de las personas con verdadero potencial. Invita a una o dos de ellas a realizar un programa de aprendizaje de dos años en el ministerio (para los que saben inglés, en el libro Passing the Baton podrán encontrar todos los detalles sobre cómo establecer y llevar a cabo este tipo de programa). El objetivo a largo plazo podría ser lograr que estos aprendices se capaciten formalmente para que luego regresen a la congregación a trabajar contigo, o vayan a plantar una nueva congregación con tu apoyo. El tipo de ministerio del cual hablamos aquí siempre genera más ministerios. A medida que más y más personas son capacitadas como hacedores de discípulos, son más las personas que son contactadas, evangelizadas y/ o a las que se les da seguimiento. Poco a poco, la cantidad de trabajo dedicado a las personas se multiplica y en el mismo grado aumenta la necesidad de pastores, líderes, obispos y ancianos. Por consiguiente, la cantidad de personal remunerado en tu iglesia debe aumentar para dar abasto con la creciente cantidad de personas que necesitan ser dirigidas y pastoreadas.
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NO OLVIDES QUE ÉSTAS NO SON MAS QUE ALGUNAS IDEAS SOBRE cómo comenzar a actuar. Tu ministerio y tu propio contexto generarán sus propias variaciones y desafíos. Cuando empieces a introducir estos conceptos en tu congregación, preocúpate de seguir predicando el evangelio del perdón gratuito a través de Jesús y de la vida de gozosa obediencia que fluye del mismo. Sigue sosteniendo en alto la muerte y resurrección de Cristo, y continúa orando por tu congregación. La motivación para que sirvan y sean capacitados provendrá del evangelio y de la profunda obra del Espíritu en sus corazones. No se motivarán porque les repitas una y otra vez la necesidad de capacitarse, acosándolos hasta que, por fin, se apunten en el programa. Es por gracia, no por culpa. No conviertas a la capacitación en la nueva prueba del verdadero discipulado. No obstante, las posibilidades que existen en la mayoría de las congregaciones para capacitar y generar crecimiento son ilimitadas e ilimitadamente apasionantes. Lo importante es que analices por tu cuenta cuáles son los posibles cambios radicales que necesitas hacer. Para ayudarte, y como una manera útil de terminar, hagamos un pequeño experimento mental. Imagina que...
Mientras lees esto, los titulares de los periódicos del mundo anuncian las primeras temibles señales de una pandemia de gripe porcina. Imagínate que esa pandemia está azotando la región del mundo donde vives y que el gobierno, por razones de salud y seguridad públicas, prohibió todas las reuniones públicas de más de tres personas. Digamos, también que, a causa de una combinación catastrófica de circunstancias locales, esta prohibición se mantuvo por 18 meses.
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¿Cómo podría seguir funcionando tu congregación de 120 miembros, si no se pueden hacer ningún tipo de reuniones en la iglesia y tampoco pueden reunirse en grupos en las casas (a menos que sean en grupos de tres personas)? Si tú fueras el pastor, ¿qué harías? Podrías enviarles cartas y correos electrónicos con regularidad. Llamarlos por teléfono e, incluso, comunicarte con ellos mediante Ipod. Pero, ¿cómo se podrían llevar a cabo las funciones de enseñanza, predicación y pastoreo? ¿Cómo podría alentarse a la congregación a perseverar en amor y buenas obras, en especial ante tan difíciles circunstancias? ¿Y qué sucedería con el evangelismo? ¿Cómo se podría alcanzar a otras personas, contactarlas y hacerles seguimiento? No podría haber cenas de varones, ni reuniones a la hora del café, ni cursos evangelísticos, ni reuniones de extensión. Nada. Claro que podrías volver a la antigua práctica de visitar a tu congregación casa por casa, y comenzar a tocar las puertas de la comunidad para contactar a nuevas personas. Pero en tu calidad de pastor, ¿crees que podrías enseñar y reunirte con cada uno de los 120 adultos de tu congregación, sin mencionar a los niños? Y ni hablar de lo que significaría ir a tocar puertas en la zona residencial, o de hacerles seguimiento a los contactos que habías logrado hacer. No, para poder hacer eso necesitarías ayuda. Lo que sí podrías hacer es comenzar con diez de tus cristianos más maduros y, durante los dos primeros meses, reunirte periódicamente con dos a la vez (al mismo tiempo que sigues en contacto con el resto a través del correo electrónico y el teléfono). A estos diez los capacitarías para leer la Biblia y orar con una o dos personas más, y con los hijos de éstas. En consecuencia, esos diez cristianos maduros tendrían una doble tarea: "pastorear" a sus esposas y familias, orando y leyendo regularmente la Biblia, y reunirse cada uno con cuatro hombres a
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los cuales puedan capacitar y alentar a hacer lo mismo. Suponiendo que el 80% de tu congregación estuviera casada, entonces por medio de los diez primeros hombres, y de los que posteriormente ellos capacitaron, la mayoría de los adultos casados estarían siendo alentados regularmente por la palabra de la Biblia. Mientras esto está ocurriendo (y tú sigues ofreciendo apoyo a través del correo y del teléfono), podrías escoger a otro grupo para capacitarlo personalmente; personas que pudieran reunirse con los solteros, o con personas que pudieran servir para evangelizar puerta a puerta o para darle seguimiento a los nuevos contactos. Habría mucho contacto personal y muchas reuniones individuales que hacer. Pero recuerda que no habría cultos que dirigir, ni comités, ni consejo parroquial, ni seminarios, ni grupos que se reúnen en casas, ni grupos de trabajo; en realidad, no habría actividades ni eventos de ninguna clase que organizar o administrar, o para los cuales buscar apoyo, o a los cuales asistir. Lo único que habría que hacer sería enseñarlos y discipulados personalmente; y ellos capacitarían a su vez a otros para que sean discipuladores. Ahora bien, después de 18 meses, una vez que la prohibición se levantara y pudieras recomenzar las reuniones de los domingos y todas las demás reuniones y actividades propias de la vida de la iglesia, ¿qué harías de manera diferente?
Apéndice 1
Preguntas frecuentes A lo largo de los años hemos compartido estas ideas con muchas personas y dentro de las preguntas que nos han hecho, las que más se repiten son las siguientes: 1. Dices que todos los cristianos son llamados a ser viñadores y a ser "discípulos que hacen discípulos". No soy muy bueno par a enseñar ni para h ablar y siento que no sé mucho sobre la Biblia. ¿Cómo puedo cumplir con ese llamado del cu al me hablas?
Quizás la mejor manera de responder esta pregunta sea contando una conversación que hace poco tiempo tuve con unos amigos cristianos que se dedican a las ventas; uno de ellos vende propiedades y el otro, software. Empecé contándoles que a veces me parece difícil conversar sobre temas cristianos, en especial con quienes no son creyentes porque, a diferencia de ellos, no tengo la personalidad de un "vendedor". Entonces uno de ellos me paró en seco. "No", me dijo, "tú no entiendes cómo funcionan las ventas". "No tienen nada que ver con un tipo de personalidad en particular ni con tener mucha labia. Hay muchos individuos que trabajan para mí que creen ser magníficos vendedores por el hecho de ser persuasivos y ambiciosos, pero en realidad, no son los mejores vendedores. La chica que más ingresos nos genera es mucho más relajada que ellos, pero es auténtica. Transmite verdadero interés y sinceridad. Se acerca a las personas, las comprende y las escucha,
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y luego trabaja con ahínco para ayudarlos a conseguir lo que quieren. Ella nos está trayendo utilidades, pero si le preguntas, te dirá que no cree ser una vendedora innata". "Lo que realmente importa es amar el producto, conocerlo bien, interesarte por las personas y buscar su satisfacción. Si realmente crees en tu producto, lo venderás". En este momento, mi otro amigo vendedor se sumó a la conversación: "Es cierto. Puedes tener a alguien que conoce los detalles técnicos del producto a la perfección, pero que no siente pasión por él, ni empatia ni habilidad para relacionarse con la gente y escucharla. Saber escuchar es parte importantísima de las ventas". La lección que sacamos aquí es que, aunque todos tenemos diferentes dones y habilidades, el factor más importante es el amor que sentimos por el mensaje de Dios y por las personas que nos rodean y que necesitan escucharlo. Puede ser que no seas de las personas que vayan a predicar a grandes multitudes, o que dirija grupos de estudio bíblico, pero si realmente anhelas ver que las personas se conviertan en discípulos de Jesús, entonces encontrarás cómo hacerlo con los dones que Dios te ha dado, como David, el joven con esquizofrenia que mencionamos en el capítulo 2. 2.
Soy pasto r y me convence tu argumento de que, a largo plazo, capacitar a las personas no sólo edificará el ministerio, sino que también me dará más tiempo, ¡pero ahora no tengo tiempo para nada! ¿Cómo puedo empezar a hacerlo?
Lo primero que debemos entender es que, en realidad, "capacitar" implica un cambio de mentalidad y no simplemente nuevas responsabilidades o tareas. Capacitar es, en su mayor parte, una
Apéndice 1: PREGUNTAS FRECUENTES
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actividad de relaciones interpersonales que se lleva a cabo en el lugar de trabajo. Es algo que impregna cada uno de los distintos aspectos de tu ministerio; no es un programa adicional añadido en tu calendario. Entonces, cuando vayas a visitar a un recién llegado o a un miembro de tu congregación, hazte acompañar por alguien. Cuando prepares tus sermones, ocupa parte del tiempo hablando de los temas a tratar con algún colaborador (¡y eso también te ayudará a tí!). Cada vez que puedas, incluye a otros en las cosas que estás haciendo y capacítalos mientras lo haces. Déjalos que puedan verte en acción, que conozcan tu forma de pensar y de reaccionar y la forma en que aplicas la Biblia a tus tareas inmediatas. En segundo lugar, haz una revisión sincera y honesta de la manera en que ocupas tu tiempo. ¿Cuáles son las actividades, programas y prioridades que no te dejan dedicarle tiempo a la capacitación? ¿Existen buenas razones para que tengan prioridad sobre la capacitación? ¿O acaso esas razones son producto de motivaciones equivocadas, como por ejemplo, porque deseas cumplir con las expectativas de los miembros de la congregación, o porque antes de predicar te sientes demasiado ansioso (lo que produce una excesiva preparación), o porque tienes miedo de no cumplir con algún plazo, por inseguridades personales, etc.? En tercer lugar, adopta una visión a largo: plazo. Tal vez parezca que ahora no tienes tiempo para capacitar porque tienes una excesiva carga de trabajo, pero si no lo haces; nunca podrás librarte de esta carga de trabajo. Sientes que tienes demasiadas cosas que hacer y que no te quéda tiempo para: capacitar, por eso no lo haces, pero es porque no estás levantando ayudantes y colaboradores que puedan trabajar contigo en el ministerio, y entonces sigues soportando solo esa carga de trabajo y de estrés, lo
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Apéndice 1: PREGUNTAS FRECUENTES
cual con el tiempo termina por agotarte. Terminas siendo víctima de una planificación y forma de vivir reactivas y a corto plazo. En cuarto lugar, acostúmbrate a decir "No" y a caer mal por esta razón. En la mayoría de las situaciones, decir "Sí" a una mayor capacitación inevitablemente significará decirle "No" a otra cosa. Y, como resultado de tus decisiones, serás objeto de la antipatía y del rechazo de algunos de los tuyos, o de las autoridades religiosas, o incluso de ambos. Puede ser que haya personas que incluso abandonen tu iglesia; y será difícil, pero inevitable; no todos compartirán las mismas prioridades del evangelio. No obstante, conviene a este respecto desarrollar un conjunto de prioridades, hacerlas públicas y trabajar duro para conseguir que los ancianos o el consejo de tu iglesia te acompañen en este proceso (lee el paso 2 del punto "Para empezar", en el cap. 12). De más está decir que el objetivo no es caerles mal a los demás ni hacer que las personas se vayan de nuestras iglesias. Cuando algo así ocurre, siempre debemos revisar nuestras motivaciones, acciones, prioridades y forma de presentarlas. Aunque a veces es necesario permitir que así ocurra, para que las prioridades correctas puedan prosperar; sin embargo, aún cuando nuestras prioridades sean las correctas, cuando decimos "No" a ciertas personas y cosas, no caemos bien. 3.
Ya cuento con líderes en mi iglesia. ¿Debo igualmente emplear el modelo del pastor como capacitador?
Varios pastores con los que suelo conversar suponen que están capacitando porque llevan a cabo ciertos programas o tienen funcionando algunos grupos pequeños. Aunque hasta cierto punto puede ser verdad, valdría la pena evaluar tus actuales prácticas con algunas preguntas de diagnóstico como las siguientes: • ¿Existe en tu congregación la cultura de hacer discípulos a nivel individual?
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• ¿Conocen los líderes de estudios bíblicos de tu iglesia lo que significa pastorear y guiar a las personas en sus grupos? • ¿Están tus líderes orientados a la capacitación, es decir, buscan generar y capacitar ellos mismos a más líderes? • ¿Todos los de tu iglesia saben compartir de manera elemental la verdad del cristianismo? • ¿Todos saben alentar a otros usando la Palabra de Dios? • ¿Todos los de tu iglesia entienden lo que significa servir a Jesús y poner en práctica la fe en la vida diaria? • ¿Cuentas con un grupo de personas que puede enseñar un estudio bíblico y comunicar el sentido del texto? • ¿Hay algún grupo de personas que entiende cuáles son las prioridades de la iglesia y que pueden capacitar eficazmente a otros en dichas prioridades? • ¿Estás identificando, reclutando y capacitando a los que tienen el don de evangelizar ("misioneros laicos"), y los estás motivando a salir con el evangelio hacia tu comunidad? • ¿Se está formando en tu iglesia la siguiente generación de trabajadores en el evangelio? ¿Están surgiendo en ella nuevos "talentos para el ministerio"? 4:
¿Cómo pued o hacer que los demás se sientan cautivados con la capacitación en el ministerio?
Es importante que puedas entregar un breve resumen de lo que tú, como iglesia o como líder, estás haciendo. Como hemos estado diciendo en todo el libro, queremos que todas las personas sean discípulos que hagan discípulos de Cristo. Y deberás expresarlo de la manera y en los términos qué funcionen en tu propio contexto, pero igualmente conviene trabajar con tus líderes más importantes para elaborar una declaración que concentre tus
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Apéndice 1: PREGUNTA S FREC UENTES
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profesión; y, como no es ésa la profesión que él desempeña, entonces no es parte de su rol como cristiano. Quizás para el pastor sea una situación lamentable, pero debería ver la responsabilidad que él mismo tiene ante esa conducta de los miembros de su congregación. En muchos lugares, el ministerio está completamente centralizado y controlado por los pastores y/o ancianos; en parte, porque les gusta que sea así. Ellos tienen el control. Las cosas se hacen en cierto orden y de manera predecible. Y es emocionante movilizar y liberar a la congregación para que trabaje en el ministerio, pero es inevitable que al hacerlo se produzcan desorden y caos.
objetivos. Quizás después de trabajar cerca de tus ancianos o del consejo por más de un año, podrías iniciar la tarea conjunta de reformular la visión o misión de la congregación de manera de manifestar un cambio de dirección. Por ejemplo, Matthias Media acaba de reformular su declaración de objetivos del siguiente modo: Deseamos convencer a todos los cristianos de la verdad de los propósitos divinos en Jesucristo tal como han sido revelados en la Biblia, y proporcionarles recursos de alta calidad, de manera que por medio de la obra del Espíritu Santo puedan: • entregar sus vidas a honrar y servir a Cristo en santidad diaria y en las decisiones que tomen; • orar constantemente en el nombre de Cristo por prosperidad y crecimiento del evangelio; • compartir la Palabra bíblica transformadora de vida cada vez que puedan y como puedan hacerlo, en el hogar, en la comunidad donde viven y en el mundo entero.
•
¿Por qué las personas no se quieren comprometer?
La razón que dan la mayoría de pastores y líderes para no capacitar en sus iglesias es, probablemente, la falta de compromiso de los miembros de la misma. Lamentablemente, no existe una solución sencilla para esta situación. Se trata en el fondo de una enfermedad espiritual, aunque hay varios factores culturales, teológicos e históricos que contribuyen a su crecimiento y virulencia: • La profesionalización del ministerio: En muchas iglesias, el cristiano promedio cree que el ministerio es una
Una
visión
"clericalizada"
del
ministerio:
Hay
denominaciones en las que esta visión es más acentuada que en otras, pero en todas está presente. La ordenación es una unción especial, de una persona especial, para llevar a cabo un trabajo especial, de modo que los laicos tienden a dejar que sean los clérigos, el personal ordenado de la iglesia, los que lleven adelante el ministerio. • Un ministerio especializado: En su libro La Iglesia Deliberante, Mark Dever da razones en contra de que existan en el ministerio cargos especializados, porque privan a la congregación de poder participar en ellos.1Si existe un pastor para los jóvenes, entonces este ministerio deja de pertenecerle a los padres de los jóvenes (quienes deberían tenerlo) y pasa a corresponderle a dicho pastor. La estructura desincentiva a las personas a involucrarse. • Inmadurez espiritual: Algo que revela la madurez cristiana es desear servir a otros, cada día más. Mientras más nos parecemos a Jesús, más queremos vivir sirviendo y
¿Cómo adaptarías esta declaración para expresar tus objetivos en el ministerio? 5.
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1
M . Dever, La Iglesia Deliberante, Faro de Gracia, págs. 177-189
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amando a los demás. Si las personas de tu congregación no desean servir, entonces ¿cuán eficazmente están siendo enseñados y discipulados? ¿Qué tan bien y con cuánta claridad se está predicando el evangelio? ¿Saben que dar sus vidas por otros es parte integrante de ser un cristiano? Posiblemente sea tiempo de volver a los fundamentos y de poner a prueba la solidez de su compromiso con Jesús como su Señor. Tal vez sea tiempo de orar para que Dios, por medio de su Espíritu, haga una obra profunda en las vidas de tus congregantes, para que deseen vivir con un espíritu de sacrificio. No pasar tiempo con las personas adecuadas: Cuando intentamos capacitar o discipular, tendemos a incluir a todas las personas. Además, tendemos a pasar gran parte de nuestro tiempo con los que tienen alguna necesidad, como los que recién se integran a nuestra iglesia, los enfermos o los que están afligidos. Todas estas personas son importantes, pero no son las personas ideales en quienes invertir al principio. En vez de ello, escoge a personas, aunque sea a una sola, que deseen crecer; y empieza con ellas. La gente adecuada en el lugar incorrecto: Es probable que las personas a las que te gustaría empezar a capacitar, y con las cuales trabajar, ya estén abrumadas de trabajo en distintos comités y otras actividades dedicadas al "enrejado". Para que puedan dedicarle tiempo y energía a la capacitación ¡será necesario que las saques de esas estructuras, o incluso que desarmes las estructuras! Dones espirituales: Las personas tienden a hacer sólo aquellas cosas para las cuales sienten que tienen algún don. En la década de los 90, los "inventarios de dones espirituales" estaban muy de moda en las iglesias. Pero
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hacer que todos hagan un inventario de sus dones no ha servido de nada para solucionar el problema 80/20 (80% del trabajo es hecho por el 20% de las personas). ¿Por qué no ha servido? Porque el problema principal no es que las personas no sepan cuáles son sus dones espirituales, el problema es que no están motivadas a servir y tampoco comprenden el ministerio. Otra cosa que podemos hacer para motivar la participación en la capacitación es promover una visión actual. Es decir que, en vez de simplemente decir: "¿A quién le gustaría venir a capacitarse para ministrar a los niños?", podrías plantearles la posibilidad de formar un nuevo club infantil o algún ministerio en las escuelas locales. Cuando las personas se sientan atraídas por la idea de este nuevo ministerio, quieran participar y, de hecho, comiencen a participar, estarán ansiosos por capacitarse. Si tienen que enfrentarse a un grupo de adolescentes cada semana para enseñarles la Biblia, lo más probable es que estarán deseosos de recibir ayuda y de ser capacitados, equipados y guiados de cualquier modo posible. Y es que un líder sólo necesita tener visión, no necesita ser obligado. 6.
En la sección ,,Para empezar" (capítulo 12), me cuesta mucho pasar del paso 3; es decir, cuento con algunas personas a las que sería posible comenzar a capacitar como colaboradores, pero, ¿cómo las convenzo de que su participación es importante? ¿Cómo los entusiasmo a capacitarse para ministrar a otros?
¿Cómo se produce esta transformación personal que hace que los corazones de la gente ardan en deseos de servir a Cristo y a los demás? ¿Cómo pueden las personas dejar de vivir de manera egoísta y mundana (incluso siendo cristianos), para servir a los
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Apéndice 1: PREGUNTAS FRECUENTES
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demás, buscando los intereses de otros, y con las mentes puestas en el cielo? Sólo puede ser posible gracias a la obra milagrosa de Dios en sus vidas, a medida que usa a su Espíritu para aplicar la Palabra a sus corazones. ¿De qué manera participamos en la obra de Dios? • Orando constantemente y de corazón por nuestra congregación, para que Dios reblandezca sus corazones. • Enseñándoles la Palabra de Dios y cómo aplicarla a sus vidas, desde el púlpito, en grupos más pequeños e individualmente. Una manera de hacerlo sería ocupando el material de los primeros capítulos de este libro (en especial los capítulos 1 al 6) para analizarlos junto con un grupo clave de personas. Si lo deseas, toma nuestras ideas y conviértelas en estudios bíblicos o sermones (¡no nos importa!). También podrías examinar el libro capítulo por capítulo, escudriñando cada uno y preparando de ahí estudios bíblicos. • Mostrándoles lo que significa servir a otros, haciendo que nos acompañen a hacer diferentes cosas en el ministerio. Cuando vayas de puerta en puerta entregando la Palabra, o vayas a visitar a alguien, hazte acompañar por uno de tus aprendices, o pídeles que te acompañen cuando hagas un estudio bíblico con alguien recién convertido. • Perseverando pacientemente. A menudo, todo esto toma tiempo, dependiendo de cuán maduros y santos son los miembros de tu congregación.
personas se transformará y querrán dedicarse a discipular y a servir a otros. Entonces, ¿por qué es necesaria esta otra cosa llamada "capacitación"? La respuesta es que la "capacitación" no es una cosa separada, sino el efecto de la proclamación fiel de la Palabra acompañada de oración, como se evidencia en la vida de las personas. La capacitación no tiene que ver con sólo desarrollar ciertas habilidades, es un ministerio de la Palabra que hace crecer a la persona, tanto en convicción y carácter como en competencias. El verdadero poder de la capacitación no está en el método ni en la estrategia, sino en la manera en que la Palabra de Dios y el Espíritu obran en las vidas de las personas. Dicho de otro modo, la "capacitación" es el ejercicio del ministerio pastoral antes de la crisis. Es lo que haces con cada uno de los miembros de tu congregación para hacerlos crecer y alcanzar la madurez cuando no estás atendiéndolos y ocupándote de ellos en su dolor, enfermedad y problemas familiares. Esta nueva mentalidad orientada a la "capacitación" también influye en la forma en que las personas escuchan tus enseñanzas y aprenden de ellas. Si en tu iglesia los acostumbras a pensar que cada cristiano no es sólo un oyente sino también un orador, entonces su forma de escucharte cambia. No hay nada como tener que explicar el evangelio, para sentir el deseo de aprender lo que es.
7.
Si el objetivo es capacitar discípulos de Jesús que sean díscipuladores, entonces el objetivo es capacitar a personas que se amen unas a otras tal como Cristo lo ordenó. Según nuestra experiencia, las iglesias con una sólida cultura orientada a la
¿Por qué, jun to con la predicación fiel y el ministerio pastoral, también es necesaria la "capacitación"?
Solemos pensar, con mucha razón, que si predicamos fielmente la Palabra y la acompañamos con oración, el corazón de las
8.
¿Qué hay de la importancia de la comunidad cristiana? ¿Todo esto que se dice sobre la "ca pacitació n" no es más bien a nivel individual?
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capacitación (según nuestra definición) terminan construyendo comunidades cristianas sólidas, honestas y llenas de amor. Los que forman parte de esas comunidades ya no se consideran a sí mismos consumidores o espectadores, sino siervos que desean el crecimiento de los demás. Aunque la capacitación comienza a pequeña escala y se concentra en el individuo y en lo que cada uno necesita para crecer, da como resultado un estallido de amor que impacta lo que está a su alrededor. Otra cosa que suele suceder es que las personas "captan" la visión del ministerio y de la capacitación y comienzan a hablar con otros de su fe y a desarrollar nuevos ministerios alrededor de sus propios dones y circunstancias. Además, se desarrollan nuevas comunidades pequeñas de creyentes, ya sea como subgrupos dentro de una congregación o al plantar nuevas iglesias. 9.
¿Qué lugar ocupan los grup os pequeños en tu concepto de capacitación?
En la actualidad, hay muchos lugares en que las redes de grupos pequeños constituyen los "enrejados" de la vida de la iglesia; es una estructura que permite que los cristianos puedan reunirse para alentarse mutuamente fundamentados en la Biblia, y orar unos por otros. No obstante, hay pastores que tienen buenas razones para no estar muy convencidos del valor de los grupos pequeños. Si no se sabe conducirlos y ejecutar bien, pueden convertirse en estructuras ineficaces e incluso peligrosas que la gente ocupa para reunirse a compartir su ignorancia. Y es frecuente que no cuenten con una verdadera supervisión pastoral. Sin capacitación., el delegar el ministerio y la responsabilidad ministerial a una estructura de grupos pequeños es renunciar a la
Apéndice !:PR EGU NTA S FRECUE NTES
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mayordomía pastoral. Los grupos pequeños pueden ser vehículos muy eficaces para el ministerio, pero solamente si capacitamos líderes que tengan un sólido conocimiento de la doctrina, un carácter santo y la habilidad de entender y enseñar la Biblia mediante discusiones grupales. Debido a que muchas iglesias no capacitan de manera adecuada a su gente y, en consecuencia, no producen la clase de viñadores que pueden dirigir grupos pequeños eficaces, el liderazgo y la enseñanza suelen estar centralizados en el o los pastores ordenados o, incluso, en algunos ancianos laicos. Esto protege el evangelio, pero no multiplica el ministerio. Los grupos pequeños pueden ser estructuras muy útiles para capacitar en ellas. Si el líder del grupo no se considera a sí mismo un facilitador o presidente, sino un capacitador , los objetivos y la dinámica del grupo cambian por completo. El líder llega a tener el mismo objetivo que el del ministerio en general: no sólo hacer discípulos, sino hacer discípulos que hacen discípulos. 10. ¿Cómo se relaciona tu propuesta sobre el ministerio y el crecimiento, con fundar o plantar iglesias? ¿No es plantar nuevas congregaciones u na estrategia clave en el crecimiento del evangelio?
En muchos aspectos, la metáfora de "el enrejado y la vid" nos ayuda a comprender y aclarar la utilidad e importancia de plantar iglesias. Pero también nos alerta de ciertos peligros. En términos metafóricos, podríamos decir que si en un extremo de nuestro patio tenemos un enrejado con una vid que se desarrolla rápidamente, y quisiéramos que creciera también al otro extremo, habría dos maneras de hacerlo. Podríamos regar, podar y cultivar la vid y, al mismo tiempo, mantener y hacer crecer el enrejado, hasta que con el tiempo la
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vid crezca por todo el cerco trasero hasta el otro extremo del patio; en este caso, podríamos decir que estamos ante una mega vid. O podríamos construir un nuevo enrejado al otro lado del patio, sacar un esqueje de la vid original y empezar desde el principio. Ambos enfoques son legítimos, y decidir cuál de ellos utilizar depende de varios factores (entre ellos, de la habilidad del liderazgo para hacer crecer una congregación ya grande y mantenerla cohesionada). No obstante, muchas iglesias han descubierto que fundar nuevas congregaciones en nuevos contextos, ubicaciones y épocas, o con nuevos énfasis y estilos, ha sido una verdadera ayuda para el crecimiento de la vid. Hacer que una vid de 30 ó 40 miembros crezca hasta tener 120, suele ser más fácil, en términos de las complejidades del enrejado, que hacerla crecer de 120 a 200. Pero, si la vid no es sana, el hecho de plantar en otro lugar un nuevo enrejado con su respectiva vid, no ayuda al crecimiento. Este simple acto de transplante no genera crecimiento del evangelio; es decir, evangelización, conversión y crecimiento de discípulos de Jesucristo que hacen discípulos. Pero si en una congregación hay crecimiento del evangelio y colocas a algunas de esas personas en otro lugar, es muy probable que también crezcan y se multipliquen allí con renovado entusiasmo. Dicho de otro modo, a veces el entusiasmo por plantar iglesias hace que las personas crean que el simple hecho de construir un nuevo enrejado en otro sitio dará por resultado una vid nueva, sana y en constante crecimiento. Pero el elemento fundamental de plantar iglesias no es la calidad o ubicación del enrejado, sino la calidad de las personas, los viñadores que dan inicio a esta nueva obra. De nuevo, todo se remite a cuán bien estamos capacitando a nuestros fieles para que se conviertan en discipuladores. Para muchos, fundar iglesias implica erigir un enrejado con características familiares y reconocibles: un edificio, un pastor
Apéndice 1: PREGUNTAS FRECUENTES
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ordenado, una constitución, etc. Pero si comprendemos que la clave está en el trabajo en la vid, entonces podemos ser flexibles en cuanto al tipo de enrejado que se requiere para plantar una nueva vid en este nuevo lugar. Por ejemplo, podemos empezar con un grupo de cristianos que se reúnen en una sala sin un pastor ordenado que los dirija. Cualquiera sea el enfoque que elijamos, lo esencial es capacitar a las personas para que trabajen en la vid. Necesitamos formar equipos de discípulos que se ocupen del ministerio de la Palabra con la ayuda del Espíritu Santo. Necesitamos que este ministerio esté construido alrededor de las personas, no de las estructuras. 11. ¿Está tu enfoque del ministerio en contra de las grandes iglesias? ¿Lo que estás diciendo es que la iglesia "ideal" es aquella donde hay un pastor que capacita y cuya congregación no supera los 120 miembros?
Por supuesto que no. Los principios del ministerio que esbozamos aquí son (según lo que sostenemos) los principios que establece la Biblia para hacer discípulos de todas las naciones. Se aplican tanto a los grupos de estudio bíblico que sólo cuentan con ocho miembros, como a las mega iglesias de 2.000 miembros. O sea, el objetivo del ministerio en general es ver que las personas se conviertan en discípulos de Cristo santos y maduros, y qué, imitando a su Señor, anhelen alcanzar y servir a otros para convertirlos también en discípulos. Capacitar discípulos en convicción, carácter y competencias debería ser el centro del ministerio cristiano en su totalidad, sin importar el tamaño de la comunidad ni de sus estructuras. Por ejemplo, conocemos a un pastor que; actualmente se esfuerza por hacer crecer su congregación de 500 a 1000 miembros. Tiene que lidiar con problemas organizacionales y estructurales
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(problemas con el "enrejado"); además, las habilidades de liderazgo y de manejo de personas que requiere no son las mismas que si estuviera pastoreando una iglesia de 80 personas. Él sabe que necesita ocuparse del "enrejado", y no sólo de la "vid". No obstante, este pastor en particular también sabe que su meta no es simplemente conseguir otras 500 personas que vayan a sentarse dentro de su edificio (¡algo que podría lograr de varias maneras!), sino hacer 500 discípulos más de Jesús. Y sabe que no podrá encontrar, reunir y enseñar a esos nuevos discípulos por sí solo. Sólo podrá lograrlo si, con la ayuda de Dios, continúa capacitando a su congregación para que trabaje a su lado en actividades de acercamiento a la comunidad, seguimiento, crecimiento y capacitación. En otras palabras, conformar una congregación de muchos miembros no sólo requiere de un liderazgo capaz y hábil, sino también de un compromiso inquebrantable de capacitar a un ejército de colaboradores. Requiere del compromiso aún mayor de hacer que las personas sean el centro, y no los programas. Hay que reconocer que no todos tienen las capacidades de liderazgo ni la personalidad para construir y liderar una iglesia con muchos miembros. Pero nuestra filosofía del ministerio es que debemos apoyar, alentar y defender a quienes sí cuentan con estas características. El ministerio debe construirse alrededor de las personas y de sus dones. Si alguien tiene los dones necesarios para construir una inmensa e importante obra evangélica, ofrezcámosle toda nuestra ayuda y capacitación para que pueda hacerlo. A este respecto quisiera mencionar que uno de nuestros capacitadores de SEM decidió capacitar y enviar a 30 de sus mejores líderes a trabajar en el ministerio del evangelio alrededor del mundo. Con ello no construyó ninguna mega iglesia. Esos 30 líderes están sirviendo ahora como pastores, fundadores de iglesias, misioneros y maestros de teología. Si se hubiese quedado
Apéndice 1: PREGUNTAS FREC UENTES
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con todos ellos, quién sabe cuán grande sería su iglesia ahora, pero al cederlos de manera intencionada y generosa, el evangelio ha podido avanzar en muchos frentes. La decisión estratégica que debemos tomar es: hacer crecer nuestras propias iglesias o hacer crecer el evangelio más allá de nuestra obra local. Claro está que podemos hacer ambas cosas a la vez. Pero no debemos pensar que las iglesias de mayor tamaño son las únicas indicativas del avance del evangelio. 12. Soy pastor y gran parte de mi labor consiste en ocuparme de los que sufren, de los enfermos y los necesitados. De acuerdo a lo que explicas en los capítulos 8 y 9, ¿realmente estás sugiriendo que debo dejar esa labor?
Claro que no. Los miembros de nuestra congregación que sufren y están enfermos necesitan de nuestro cuidado. Lo que decimos es que no son los únicos que necesitan de tu tiempo y de tu servicio. Si de verdad quieres cuidar de ellos y ver un real crecimiento del evangelio, entonces lo lógico es que capacites y movilices a los cristianos santos y maduros de tu congregación para que ellos se hagan cargo de hacer parte de esa labor. Para ello, tal vez sea necesario que como pastor debas tomar ciertas decisiones complejas, por eso debes pedirle a Dios que te dé sabiduría. Siempre habrá crisis y necesidades que sencillamente necesitan ser atendidas por el propio pastor. Pero tu responsabilidad como pastor es "alimentar a las ovejas", a todas ellas. Si las ovejas enfermas absorben todo tu tiempo y tus energías, entonces no sólo las más fuertes se quedarán sin alimento, ¡sino que podrían terminar yéndose a otro lado!
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13. Si alentamos a las personas a iniciar sus propios ministerios, haciendo uso de sus dones y oportun idades, ¿no será un poco caótico y desordenado?
Sí, ¿pero cuál es el problema? La verdad es que muchos de nosotros somos demasiado controladores; nos gusta ver todo ordenado y bajo control. En el ministerio de las personas, es inevitable que haya algo de desorden. No obstante, el tipo de control que sí necesitamos es el control de la sana doctrina y del carácter santo. Podemos lidiar fácilmente con el caos administrativo y organizacional, pero el verdadero daño lo produce el caos del pecado o de la falsa enseñanza. Por ello es tan importante capacitar a las personas en convicción, carácter y competencias, para que los ministerios en los que estén involucrados agraden a Dios y estén basados en la Biblia.
Apéndice 2
C olín M arshall conversa con Phillip Jensen sobre la capacitación de SEM CM: ¿Podemos decir que SEM es un sistema o un plan de estudio? PJ: Seguir un plan de estudio solamente, nunca ha funcionado para mí, porque creo que la forma de aprender, así cómo la de hacer el ministerio, sí se enseña, pero más que nada se capta. Quizás influye mi personalidad, como influye en todos, pero prefiero un acercamiento más espontáneo al proceso de capacitación de los colaboradores. Lo que un individuo necesita escuchar no es lo mismo que necesita otro. Si algo me entusiasma, soy capaz también de entusiasmar a otros y, por lo general, me entusiasman las ideas nuevas o las más actuales; y me interesa oír acerca de las cosas con las que estoy luchando. En SEM, estamos capacitando oficiales en vez de soldados, así es que debemos capacitad sobre la base de principios en vez de procedimientos. Entonces no importa de qué tema estemos hablando, lo importante es tener claro el principio que respalda ese tema. Y más tarde, cuando nuestros aprendices enfrenten diferentes temas, podrán aplicar esos principios. Por eso estoy más que dispuesto a hablar de lo que ellos quieran. CM: ¿Puedes darnos un ejemplo de algo que hayas hablado esta semana con tus aprendices?
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PJ: Esta semana leí algo sobre criar a los hijos, y las guarderías
o estancias infantiles, esos lugares donde los padres que trabajan dejan a sus hijos desde bebés. Criar a nuestros hijos como cristianos y ministros es un asunto permanente. Uno de mis principios es no seguir las modas imperantes respecto a la crianza de los hijos, y otro principio es no leer demasiados libros sobre este tema, porque sólo dan lugar a mayor confusión. Lo que hago es que, cuando me topo con algo, por ejemplo en este caso, sobre la crianza de los niños, lanzo la pregunta: ¿Qué dice la Biblia al respecto? CM: Entonces simplemente te encontraste con este artículo en un periódico y lo convertiste en material para tu capacitación. El artículo te provocó una reacción intensa y motivaste tanto a tus aprendices, que se entusiasmaron con el tema durante una de tus reuniones. Pero, ¿cómo sabes que has abarcado todos los temas durante los dos años que dura SEM? PJ: No los he abarcado todos. CM: ¿Y no quedan brechas sin cubrir? PJ: Sí y no. Si nunca fue tu intención abarcar todos los temas, no hay en realidad ninguna brecha. La capacitación es algo que dura toda la vida; tienes que aprender a pensar, a racionalizar. No puedes aprender a pensar con un programa de estudio cerrado. La idea es aprender a ver el mundo a través del lente de la Biblia. CM: Entonces, empiezas con cualquier tema y los haces pensar en él desde la perspectiva bíblica. PJ: Sí. Necesitan ver el mundo desde el punto de vista del evangelio y del ministerio del evangelio, y después irse a estudiar al instituto teológico con esta mentalidad. Por lo tanto, no necesito prepararles un curso sobre la historia de la Iglesia, pero sí me interesa que entiendan quiénes son los buenos y los malos, y la manera en que la historia nos ha moldeado para ser como somos. Entonces, me
Apéndice 2: COLIN MARSHALL CONVERSA
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basta con mostrarles el panorama general, sabiendo que los detalles los aprenderán más adelante en el instituto. CM : Entonces las fechas para ti no tienen mayor importancia. PJ: No. Pero sí me interesa, por ejemplo, que los ingenieros deseen aprender historia y que abran sus mentes, porque el cristianismo es muy histórico. CM : Pero cuando los pastores empiezan a capacitar a alguien como aprendiz de SEM, puede ser que no tengan tu misma habilidad de empezar con un tema y convertirlo en una sesión de capacitación. O qué piensas tú, ¿cualquiera puede aprender a hacerlo? ¿No crees que hay capacitadores que sólo pueden enseñar por medio de un programa de estudio? PJ: Creo que cada quien es como es. Tus aprendices llegarán a ser como tú eres, cualquiera que sea tu forma de ser. Todos somos diferentes. A los capacitadores y a los aprendices les apasionan distintas cosas. Así, por ejemplo, lo que apasiona a ciertos capacitadores es la teología reformada y, por lo tanto, enseñarán a sus aprendices basándose en la Teología Sistemática de Louis Berkhof. Y está bien que lo hagan. Las ovejas siempre terminarán siendo como su pastor. Entonces habrá aprendices que al terminar su capacitación tendrán esa forma de ser. En mi caso, si empezara a trabajar con la obra de Berkhof, a los tres capítulos ya estaría perdido, o me habría olvidado de todo, o... CM : ...querrías escribirlo de nuevo. PJ: Supongo que sí. Entonces, significa que de mi capacitación saldrá un montón de "cabezas de chorlito", ¡personas incapaces de concentrarse más de dos minutos en un tema! CM : Entonces, si el método exacto no importa mucho y tampoco la personalidad del capacitador, ¿qué es lo que importa al capacitar a un aprendiz que más adelante ingresará al instituto de teología?