Acción social y pautas sociales Social en la conciencia individual, y reduce la sociología a un anexo de la psicología. En su análisis del hecho social subraya las notas que lo caracterizan: son exteriores al individuo, en cuanto éste los ha recibido del repertorio cultural de su sociedad o de su grupo; tienen carácter coercitivo, se le imponen con una fuerza objetiva, aunque él los interiorice y no los perciba como algo extraño y «forzoso»; abarcan toda la conciencia individual: el pensar, el sentir y el obrar; tienen «vida» fuera del individuo, forman la «conciencia colectiva». El tercer personaje Durkheim, Max Weber y George H. Mead, entre otros, se han ocupado de él. El primero, para fijar, de una vez por todas, el objeto de la sociología; Weber, como concepto sociológico fundamental, y el gran psicólogo social de la Universidad de Chicago, George H. Mead, como punto de partida de la psicología social. Entre los tres han enriquecido este concepto básico de la mirada y del mundo de la sociología, que algunos consideran la primera unidad de observación del sociólogo y el objeto de su disciplina. En Las reglas del método sociológico, Emile Durkheim adopta un punto de vista objetivo, alejándose cuidadosamente de la tentación psicológica o, por mejor decir, psicologista, que encierra la acción. ¿QUE ES UN HECHO SOCIAL? en toda sociedad hay un grupo determinado de fenómenos que se distinguen por caracteres definidos de los que estudian otras ciencias de la naturaleza. Este último rasgo alude a la fecunda distinción durkheimiana entre la conciencia social individual, el mundo privado de cada uno, sus rasgos de carácter y temperamento, su herencia, sus experiencias personales, etc., y la conciencia colectiva, el repertorio de formas de pensar, sentir y obrar que los herederos sociales de todos los tiempos reciben de la generación precedente, y sobre las cuales existe un alto grado de consenso. El «hombre medio», según la terminología de Durkheim, es el individuo que, a través de la educación, convierte esa conciencia colectiva en su conciencia moral. La concepción sociológica de la acción social, objetiva y externa, de Durkheim, se enriquece con una nueva profundidad por el tratamiento que experimenta en manos de Max Weber. El sociólogo alemán lucha encarnizadamente por una ciencia natural, y por lo mismo orientada a explicaciones causales de la sucesión de acontecimientos, pero sin renunciar a la comprensión interpretativa de la acción social. La acción social (incluyendo tolerancia u omisión) se orienta por las acciones de otros, las cuales pueden ser pasadas, presentes o esperadas como futuras. Los otros pueden ser individualizados y conocidos, o una pluralidad de individuos indeterminados y completamente desconocidos (...). No toda clase de contacto entre los hombres tiene carácter social, sino sólo una acción con sentido propio dirigida a la acción de otros. Un choque de dos ciclistas, por ejemplo, es un simple suceso de igual carácter que un
fenómeno natural. En cambio, aparecería ya una acción social en el intento de evitar el encuentro, o bien en la riña o consideraciones amistosas subsiguientes al encontronazo. La acción social no es idéntica: ni a una acción homogénea de muchos, ni a la acción de alguien influido por conductas de otros. Durkheim insistió en el carácter objetivo y externo de la acción social y afirmó que la acción individual puede estar influida por el medio social sin que intervenga ninguna interacción efectiva entre el actor y otros actores. Max Weber tuvo el mérito de enriquecer la mirada sociológica poniendo de manifiesto su superioridad sobre la mirada puramente «natural» del científico de la naturaleza que no puede «penetrar» dentro de sus objetos, posibilidad abierta al sociólogo mediante la comprensión del significado de las acciones sociales. ACCION SOCIAL George H. Mead - acciones «puestas» en cooperación con otros - desde las actitudes y los «sentidos» del individuo - que se adapta al medio y lo «reconstruye»
está dotado de una naturaleza singular, casi misteriosa, no es un fenómeno natural, pero tampoco es humano en sentido propio, es anónimo e impersonal, forma parte de nuestra personalidad, pero nos coacciona desde dentro, es irracional. Durkheim había afirmado que los «hechos sociales» -lo social- emanaban de una supuesta y casi mística conciencia social o psique colectiva que los dotaba de racionalidad. El sociólogo debe por ello adoptar métodos de detective, formulando hipótesis para desvelar el jeroglífico de lo social. El carácter coactivo de la acción social-muy en la línea de Durkheim- la eleva a la categoría de norma de conducta reforzada por sanciones físicas y morales. Durkheim hablaba de «cosas», para poner de relieve la textura consistente y tenaz de los hechos sociales. Ortega los define como «esquemas de acción» prefijados y standarizados, dentro de los cuales se ve obligada a desplegarse gran parte de nuestra vida. No es la acción social la que depende del libre arbitrio del individuo, sino al revés: es su voluntad la que debe adecuarse a ella. La razón es simple e inexorable: ése es el uso. Los usos son, por tanto, los hechos sociales constitutivos, y lo social es, en suma, un gigantesco edificio simbólico cuyos ladrillos son los usos, las costumbres, las normas de comportamiento, que se imponen a los individuos, quieran éstos o no. La definición de la situación El actor social, como «heredero de la vida anónima», apoya su acción en sistemas preexistentes de soluciones de tipo intelectual, moral y material, experimentadas y convertidas en patrimonio social por las generaciones precedentes, afirmaba Ortega. La sociología ha reflexionado mucho sobre las complejidades del proceso por el que el individuo organiza su interacción en este entorno patrimonial, y fruto de esa reflexión ha sido un nuevo problema sociológico: la definición de la situación, punto central en el
fenómeno de la acción social. Ninguna persona es un puro mecanismo ni un mero reflejo de la cultura que le ha brindado el repertorio de soluciones con el que actúa en la vida social. El estudio de los hábitos o de las respuestas condicionadas del individuo no puede dar cuenta completa de su comportamiento. Es necesario profundizar en sus definiciones subjetivas de las situaciones en las que vive su vida social, mediante el estudio de documentos personales y de historias de vida a fin de capturar el significado que aquéllas, las situaciones, revisten para él. Definición de la situación .,Concepción personal de Actitudes preexistentes de individuos y grupo. Condiciones objetivas de la actuación individual. En todo caso, el actor social debe «hacerse cargo» de las condiciones inalterables de la situación y adoptar en consecuencia determinadas posturas cognoscitivas, emocionales y valorativas, que se encuentran influidas por los distintos sistemas de orientación. Pautas
y normas
El observador curioso de la vida social percibe sin mayor dificultad el carácter repetitivo de los hechos y de los comportamientos sociales. Con una atención algo más esforzada, el «curioso impertinente» capta, asimismo, a un nivel más profundo de la realidad, los valores que orientan de manera difusa la actividad de los individuos, proporcionándoles al mismo tiempo referencias ideales y símbolos de identificación. Normas, valores, ideales y símbolos configuran el universo normativo-simbólico del hombre y de la sociedad. Ahora se suele hablar del techo normativo. No es mala la expresión. El término norma tiene tres sentidos diferentes: - Cuando el hombre de la calle afirma convencido que en tal zona de la ciudad «los robos son normales», está empleando el término norma en el primer sentido: la normalidad estadística. Norma equivale aquí a un standard estadístico -una media, una mediana o una moda-, que se utiliza para comparar poblaciones, colectividades o fenómenos sociales de diversa índole. El despotismo de las normas y otras características La realidad social es terca y tenaz, como tuvo ocasión de comprobarlo la rebelión juvenil de los años 60 y 70. Los jóvenes minirebeldes de los últimos años han optado por un tipo diferente de lucha: ya que no pueden cambiar la sociedad, pretenden ocupar un sitio confortable en la misma. Pero la terquedad y tenacidad de la realidad social son «prestadas». Es la malla institucional y normativa, por una parte, y las estructuras de poder y de intereses, por otra, las que explican esa especial consistencia de la sociedad. Por estas y otras razones, generan tensión y conflicto psíquico en el individuo, sobre todo si éste se enfrenta en una misma situación con dos normas incompatibles, defendidas por dos individuos o grupos relevantes para aquél. La distinción ya vista entre pautas cognoscitivas, cazéticas y morales o valorativas ofrece un terreno propicio para el
desarrollo de estas tensiones y conflictos. El factor desencadenante del problema es la cuestión de la prioridad: ¿qué tipo de pauta debe prevalecer en una situación de incompatibilidad? Valgan dos ejemplos: - hay comportamientos que son «cazéticamente» positivos -el sexo extramarital- y moralmente negativos; - hay actuaciones moralmente requeridas -la intervención de la policía o del cuerpo de bomberos en un incendio- y cazéticamente negativas (para los actores «obligados», se entiende). El proceso de socialización invierte grandes dosis de tiempo y de energía en enseñar y forzar a los niños y jóvenes (a los «bárbaros invasores», como los describía humorísticamente Ralph Linton) a conocer, distinguir y plegarse a las pautas cognoscitivas, cazéticas y valorativas según las prioridades culturalmente exigidas por cada situación social y por cada rol.