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José Vílchez
SOIS TEMPLO DE DIOS
INTRODUCCIÓN
Por templo o santuario se entiende, en general, todo lugar material, al que se relaciona directamente con la divinidad y en el que, por ello, se le tributa culto de adoración. La Escritura llama templo del Señor, en sentido amplio, a la creación entera: «Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su uerte irmamento! "Sal #$%,#&' de la misma manera llama a la naturale(a que nos rodea: «La vo( del Señor retuerce los robles, el Señor descorte(a las selvas. En su templo un grito un)nime: *+loria! "Sal -,&. La ra(ón undamental de esta orma de /ablar est) en la seguridad que tienen los autores sagrados de que el Señor est) presente en su creación y en la naturale(a, naturale(a, y por esto el creyente creyente lo adora en ellas. ellas. Lo m)s normal, sin embargo, es reservar el nombre de templo a un lugar determinado, separado de los espacios proanos y comunes, y consagrado e0clusivamente al culto del Señor. En el A1 1emplo con may2scula no /ay m)s que uno, el 1emplo de 3erusal4n, undado por Salomón, destruido varias veces a lo largo de la /istoria y de nuevo reconstruido, /asta la destrucción deinitiva por los romanos en el año 5% de la era cristiana. 6ste es el 1emplo por antonomasia de los israelitas, al que se reieren los te0tos sagrados con apelativos o sin ellos, y unido para siempre a la ciudad de 3erusal4n: «El Señor est) en su templo santo! "Sal ##,7&' «En el peligro invoqu4 al Señor, grit4 a mi 8ios, desde su templo 4l escuc/ó mi vo( y mi grito llegó a sus o9dos! "Sal #,5' c. -,-' ;,#%&' «A tu templo de 3erusal4n 3erusal4n traigan los reyes su tributo! "Sal ;,<%' c. 5,#' etc.&. El =1 recoger) 9ntegra esta tradición. El protom)rtir Esteban en su largo discurso a los >ud9os cita el pasa>e pasa>e de ?sa9as con su interpretación particular: «1ocó a Salomón Salomón construirle el templo' si bien el Alt9simo no /abita en )bricas /umanas, como dice el proeta @?sa9as: BEl cielo es mi trono y la tierra estrado de mis pies: Cqu4 casa me vais a construirD dice el Señor Cqu4 lugar para mi descansoD C=o /a /ec/o mi mano todo estoDF! "Gc/ 5,75H$%&. San Pablo en su discurso a los atenienses reairma la espiritualidad irreductible del Señor a un espacio
limitado: «El que es Señor de cielo y tierra no /abita en templos construidos por /ombres ni pide que le sirvan sirvan manos manos /umanas, /umanas, como como si necesitase necesitase algo! algo! "Gc/ #5,-7H-$&. =o se opone, sin emba embarg rgo, o, san san Pabl Pablo, o, a que que el cult cultoo al Seño Señorr de cie cielo y tier tierra ra se cele celebr bree en luga lugare ress determinados, respetando as9 la tradición secular de su pueblo, si bien con el nuevo esp9ritu de 3es2s.
1 El templo en el nt!"#o Test$mento %I& El pueblo de ?srael, al ser un pueblo esencialmente religioso, no /a de>ado de tributar culto al Señor durante su larga /istoria en alg2n lugar determinado, ll)mese 4ste 1ienda del encuentro, Santuario o 1emplo. Pero desde el principio debe quedar bien asentado que los israelitas >am)s /an pensado que la presencia y la actividad de su 8ios, el Señor, quedaban reducidas al lugar sagrado que se consideraba su morada, y en el que se invocaba su nombre. Las enseñan(as en este sentido >am)s /an cambiado en ?srael. Legisladores, /istoriadores y proetas /an inculcad inculcadoo siempre siempre al pueblo pueblo la mism mismaa doctrina. doctrina. Enseña Iois4s: «Jeconoce «Jeconoce /oy, y m4tetelo dentro, que el Señor es 8ios arriba en el cielo y aba>o en la tierra, y no /ay otro! "8t 7,<&. El eco de esta e se repite en boca de una no israelita, Ja>ab, la de 3ericó: «El Señor, vuestro 8ios, es 8ios arriba en el cielo y aba>o en la tierra! "3os -,##&. La misma conesión resuena en la oración que Salomón dirige al Señor en el templo reci4n estrenado: «*Señor, 8ios de ?srael =i arriba en el cielo ni aba>o en la tierra /ay un 8ios como t2, iel a la alian(a con tus vasallos, si proceden de todo cora(ón como t2 quieres! "# Je ,-<&' y en el proeta ?sa9as: «As9 dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies! "?s ;;,#a&. Para 8ios no /ay distancias' 4l est) presente en todo lugar y todo lo llena: «CSoy yo 8ios sólo de cerca y no 8ios de le>osD Hor)culo del SeñorH. Porque uno se esconda en su escondri>o, Cno lo voy a ver yoD Hor)culo del SeñorH, Cno lleno yo el cielo y la tierraD Hor)culo del SeñorH! "3er -<,-
os de tu alientoD, Cadónde Cadónde escapar4 escapar4 de tu presenciaD presenciaD Si escalo el cielo, cielo, all9 est)s est)s t2' si me acuesto en el abismo, a/9 est)s. Si me traslado al margen de la aurora o me instalo en el con9n del mar, all9 me alcan(ar) tu i(quierda, me agarrar) tu derec/a. Si digo: que la tiniebla me encubra, que la lu( se /aga noc/e en torno a m9, tampoco la oscuridad es oscura para ti, la noc/e es clara como el d9a! "Sal #<,5H#-&. La sagrada Escritura es constante en su enseñan(a acerca de la presencia invisible, pero activa, de 8ios entre los /ombres. Knas veces lo dice directamente' otras, las m)s, utili(a el lengua>e metaórico. Esta presencia real y activa no es una mera presencia local, que se pueda identiicar con los estrec/os l9mites de un lugar sagrado. Por esta ra(ón tienen sentido los continuados interrogantes de los autores sagrados, como los de Salomón a la /ora de planiic planiicar ar el templo al Señor: «El templo que voy a construir debe ser grande, porque nuestro 8ios es el m)s grande de los dioses. Cui4n se atrever) a construirle un templo, cuando el cielo y lo m)s alto del cielo resultan pequeños para contenerloD! "- Mrón -,7H$&. El Señor
< pregunta en ?sa9as: «Cu «Cu44 templo podr4is construirme construirme o qu4 lugar para mi descansoD! descansoD! "?s ;;,#b&. Salomón responde en su oración a su propia pregunta: «CEs posible que 8ios /abite en la tierraD Si no cabes en el cielo y lo m)s alto del cielo, *cu)nto menos en este templo que /e construido! "# Je .-5' c. - Mrón ;,#&. ue el Señor no pueda ser recluido en un espacio, por grande que 4ste sea, no se opone a que se pueda establecer alguna relación entre lugares determinados y 8ios. Estos lugares determinados no los escoge el /ombre sino 8ios, que es el que pronuncia su nombre donde quiere y como quiere. Pronunciar su nombre equivale a maniestarse, y Cqui4n puede obligar a 8ios a que se maniieste aqu9 y a/oraD =adie. Por esto la iniciativa es siempre del Señor, como claramente e0presan muc/os pasa>es de la Escritura. Iois4s, en el desierto, quiso acercarse al lugar donde la (ar(a ard9a sin consumirse, para averiguar la causa de tan raro espect)culo' pero le detuvo la vo( del Señor: «Iois4s, «Iois4s, Iois4s. Iois4s. Jespondió Jespondió 4l: Aqu9 estoy. estoy. 8i>o 8ios: 8ios: =o te acerques. u9tate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado! "60 <,7H$&. <,7H$& . Masi las mismas mismas palabras oyó 3osu4 cerca de 3ericó de labios del misterioso general del e>4rcito del Señor: «8esc)l(ate, porque el sitio que pisas es sagrado! "3os $,#$&. En cuanto al lugar donde los israelitas /an de orecer las orendas al Señor, una ve( que se /ayan asentado en Palestina, las palabras de Iois4s en el 8euteronomio son inequ9vocas: «?r)s al lugar que el Señor, tu 8ios, /aya elegido para morada de su nombre! "8t -;,-&. Este lugar ser) 3erusal4n, «la ciudad elegida entre todas las tribus de ?srael como lugar de sus sacriicios, en la que /ab9a sido ediicado y consagrado a perpetuidad el templo, morada de 8ios!, como sabe todo israelita y recuerda 1obit en su le>ano destierro "1ob #,7&. En las rele0iones siguientes vamos a ver cómo es recuente que se levanten estelas sagra sagradas das,, altar altares es,, santu santuari arios os,, en los luga lugares res don donde de un /ombr /ombree eleg elegido ido /a tenid tenidoo una una e0periencia particular de 8ios. Kn ob>eto material como es una estela, un altar, un santuario, es signo maniestativo de la presencia invisible de 8ios en aquel lugar. La lectura de la Niblia /ace que nos amiliaricemos con la idea de que 8ios est) presente en la /istoria de los /ombres. Los autores sagrados est)n convencidos de ello y, por eso, le /acen intervenir visiblemente, como si uera un persona>e m)s en sus relatos.
1' D!os $comp$($ )es)e el p*!nc!p!o $ n#est*os p$)*es 8esde 8esde los tiempos tiempos m)s m)s remotos, remotos, la tradición tradición b9bli b9blica ca mantien mantienee vivo vivo el recuerdo de algunas actuaciones e0traordinarias del Señor que dan lugar a la construcción de altares en su /onor y a la erección de estelas, que deber9an mantener vivo en las generaciones uturas el recuerdo de tales acciones. «=o4 construyó un altar al Señor! despu4s del diluvio "+4n ,-%&. Abra/)n de>ó constancia de su paso por las tierras de Palestina, construyendo altares en /onor del Señor: en la región de Siqu4n, >unto a la encina de Ior4 "+4n #-,;H5&' entre Netel y Ay "+4n #-,&' en el encinar de Gebrón "+4n #<,#&' en el pa9s de Ioria, donde iba a sacriicar a su /i>o ?saac "+4n --,-.&, identiicado posteriormente con el lugar del templo en 3erusal4n "c. - Mrón <,#&. ?saac «levantó en Nerseba un altar e invocó el nombre del Señor! "+4n -;,-$&. 3acob sembró de altares y estelas el territorio de Mana)n "Palestina&, que recorrió varias veces de sur a norte y de norte a sur. Mada altar y cada estela recordaba alg2n encuentro personal con el Señor. La primera estela ue levantada por 3acob en Netel para
7 recuerdo perpetuo de su visión celestial seg2n propia conesión: «Jealmente est) el Señor en este lugar y yo no lo sab9a. O añadió aterrori(ado: *u4 terrible es este lugar Es nada menos que casa de 8ios y Puerta del Mielo. 3acob se levantó de mañana, tomó la piedra que le /ab9a servido de almo/ada, la colocó a modo de estela y derramó aceite en la punta. O llamó al lugar Masa de 8ios @Netel. La ciudad se llamaba antes Lu(. 3acob pronunció un voto: Si 8ios est) conmigo y me guarda en el via>e que estoy /aciendo y me da pan para comer y vestido con que cubrirme, y si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor ser) mi 8ios, y esta piedra que /e colocado como estela ser) una casa de 8ios! "+4n -,#;H--' c. <#,#<&. I)s adelante el mismo 3acob levantar) all9 un altar por mandato del Señor que se le apareció cuando /u9a /u9a de su /ermano /ermano Esa2 "+4n <$,#H5' c. c. 3ue -#,7&, y una estela "+4n <$,#7H#$&. <$,#7H#$&. 8e vuelta de Pad)n Aram 3acob llegó a Siqu4n, en tierra de Mana)n. «All9 levantó un altar y lo dedicó al 8ios de ?srael! "+4n <<,-%&. La /istoria de los Padres, que es una /istoria sagrada, se e0tiende desde la primera orden del Señor a Abra/)n: «Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrar4! "+4n #-,#&, /asta la muerte de 3acob en Egipto "c. +4n 7,<<&. En esta /istoria 8ios acompaña a los padres en su permanente peregrinar e interviene directamente en ella, como admite 3acob poco antes de morir: «El 8ios ante el cual caminaban mis padres, Abra/)n e ?saac, el 8ios que me apacienta desde antiguo /asta /oy! "+4n 7,#$&. Los relatos del +4nesis son una sucesión de cuadros esc4nicos, en los que se representa visiblemente la acción invisible de 8ios que gu9a y protege a los antepasados del pueblo de ?srael: a Abra/)n "+4n #-H-7&, a ?saac "+4n -7H-5& y a 3acob "+4n -H7&.
+' El Se(o* es p*otecto* )el p#e,lo en E"!pto La /istoria providencial de los Padres continuar) en sus descendientes, primero uera de Mana)n y despu4s en Mana)n o Palestina, la tierra elegida. 8ios, el Señor, acompaña a unos y otros en su continuo peregrinar de ac) para all), como 8ios protector. A 3acob se lo dice e0presamente antes de aventurarse a ba>ar a Egipto: «8e noc/e, en una visión. 8ios di>o a ?srael: H*3acob, 3acob Jespondió: HAqu9 estoy. Le di>o: *Oo soy 8ios, el 8ios de tu padre. =o temas ba>ar a Egipto, porque all9 te convertir4 en un pueblo numeroso. Oo ba>ar4 contigo a Egipto y yo te /ar4 subir. 3os4 te cerrar) los o>os! "+4n 7;,-H7&. =adie conoce en aquel momento lo que el uturo reserva a este Bpueblo numerosoF. 8e lo que s9 pueden estar seguros los miembros de ese pueblo es de que su 8ios, el Señor, estar) siempre a su lado, como sombra bien/ec/ora, y de que la antigua promesa, /ec/a a los padres, de volver a la tierra, alg2n d9a se cumplir). As9 lo maniiesta 3os4 a sus /ermanos: «Oo voy a morir. 8ios se ocupar) de vosotros y os llevar) de esta tierra a la tierra que prometió a Abra/)n, ?saac y 3acob! "+4n $%,-7&. La estancia de los israelitas en Egipto se prolonga m)s de lo que se pod9a esperar con las secuelas subsiguientes: un pueblo e0tran>ero que prospera m)s que los nativos no puede ser mira mirado do con con buen buenos os o>os o>os "c. "c. 60 #,5H#%& #,5H#%&.. Pasad Pasadas as algu alguna nass gene genera racio cione nes, s, los los egip egipci cios os sometieron a los israelitas a una servidumbre insoportable. En su desamparo «los israelitas se que>aban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de au0ilio de los esclavos llegaron a 8ios. 8ios escuc/ó sus que>as y se acordó del pacto /ec/o con Abra/)n, ?saac y 3acob, y viendo a los israelitas, 8ios se interesó por ellos! "60 -,-
$ intervención de un persona>e carism)tico: Iois4s, que aparece en el relato revestido de la autoridad de 8ios que lo env9a: «Oo soy el 8ios de tu padre, el 8ios de Abra/)n, el 8ios de ?saac, el 8ios de 3acob ... Ge visto la opresión de mi pueblo en Egipto, /e o9do sus que>as contra los opresores, me /e i>ado en sus surimientos. O /e ba>ado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra 4rtil y espaciosa, tierra que mana lec/e y miel, el pa9s de los cananeos... La que>a de los israelitas /a llegado a m9, y /e visto cómo los tirani(an los egipcios. O a/ora, anda, que te env9o al araón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas israelitas "...&. Oo estoy contigo! "60 <,;H#%.#-' c. <,#;H#5' ;,$H&. I)s adelante, poco antes de entrar en la tierra prometida. Iois4s recuerda esta parte de la /istoria de su pueblo: «=uestros padres ba>aron a Egipto, donde vivimos muc/os años, los egipcios nos maltrataron a nosotros como a nuestros padres, entonces gritamos al Señor y 4l nos escu escuc/ c/óó y envi envióó un )nge )ngell que que nos saca sacase se de Egipt Egipto! o! "=2m "=2m -%,#$H# -%,#$H#;&. ;&. 1amb 1ambi4 i4nn las las generaciones uturas, establecidas ya en Mana)n, lo recuerdan, como vemos que /ace Samuel: «Muando 3acob ue con sus /i>os a Egipto, y los egipcios los oprimieron, vuestros padres gritaron al Señor, y el Señor envió a Iois4s y a Aarón para que sacaran de Egipto a vuestros padres y los establecieran establecieran en este lugar! "# Sam #-,&. O el proeta Qseas: «Por medio de un proeta, el Señor Señor sacó a ?srael de Egipto! Egipto! "Qs #-,#7&.
-' El Se(o* con)#ce $ s# p#e,lo $l s$l!* )e E"!pto Probablemente no /ay ning2n momento en la /istoria de ?srael que /aya sido m)s recordado y cantado que 4ste de la salida del pueblo de ?srael de Egipto. Precisamente la primera primera gran iesta de ?srael, la Pascua, Pascua, ue instituida instituida para recordar el /ec/o transcendental transcendental de la liberación de los israelitas de la servidumbre de Egipto: «Este d9a ser) para vosotros memorable, en 4l celebrar4is iesta al Señor. Ley perpetua para todas las generaciones! "60 #-,#7&' o bien: «Jespeta el mes de Abib celebrando la Pascua del Señor, tu 8ios, porque el mes de Abib te sacó de Egipto el Señor, tu 8ios! "8t #;,#&. 8espu4s del destierro Abib se cambió en =is)n "c. 60 #-,-' #<,7&. La memoria del pueblo /a sido iel, especialmente en los momentos di9ciles, como nos recordar)n los innumerables pasa>es de la Escritura que nos /ablan de cómo el Señor sacó a su pueblo de Egipto con mano uerte y bra(o e0tendido, por e>emplo: «Sacaste de Egipto a tu pueblo, ?srael, con prodigios y portentos, con mano uerte y bra(o e0tendido, e0tendido, y con gran gran temor! "3er <-,-#&. <-,-#&. El relator del libro sagrado utili(a, entre otras, una doble met)ora, para representar visiblemente la protección invisible, pero real, del Señor a su pueblo perseguido, la de la columna de nubes y de uego. En la primera >omada del pueblo en el desierto «el Señor caminaba delante de ellos, de d9a en una columna de nubes para guiarlos' de noc/e, en una columna de uego, para alumbrarles' as9 pod9an caminar d9a y noc/e. =o se apartaba delante de ellos ni la columna de nubes de d9a ni la columna de uego de noc/e! "60 #<,-#H--&. En no pocas ocasiones ocasiones los autores /ablan /ablan del )ngel de 8ios en sustitución sustitución del mismo mismo Señor en persona: «El )ngel )ngel de 8ios, que caminaba caminaba delante delante del campame campamento nto israelita, israelita, se levantó y pasó a su retaguardia' la columna de nubes que estaba delante de ellos se puso detr)s de ellos, manteni4ndose entre el campamento egipcio y el campamento israelita' la nube se oscureció y la noc/e quedó oscura, de modo que no pudieron acercarse unos a otros en toda la noc/e! "60 #7,#H-%&. Esta orma de /ablar se mantendr) tambi4n en los relatos antiguos del tiempo de los >ueces "c. 3ue ;&.
; El Señor dirige desde su atalaya la operación del paso del Iar Jo>o, como si uera un general en >ee. Los israelitas caminan de prisa, pero ordenadamente, a trav4s de la brec/a abierta en las olas' los egipcios los persiguen con la caballer9a y los carros pesados. «8e madrugada, miró el Señor desde la columna de uego y de nubes y desbarató al e>4rcito egipcio! "60 #7,-7&. Sigue la cat)stroe para unos y la victoria para otros: «Aquel d9a libró el Señor a los israelitas de los egipcios, y los israelitas vieron los cad)veres de los egipcios a la orilla del mar. Los israelitas vieron la mano de 8ios magn9ica y lo que /i(o a los egipcios, temieron al Señor y creyeron en el Señor y en Iois4s, su siervo! "60 #7,<%H<#&. El Señor en persona los /a liberado. liberado. Aun entre los pueblos pueblos e0traños corrió este rumor: «Porque /emos /emos o9do @/abla Ja>ab que el Señor secó el agua del Iar Jo>o ante vosotros cuando os sacó de Egipto! "3os -,#%&. 8e la misma manera que 8ios /a estado >unto al pueblo en Egipto, as9 lo estar) durante su orma ormaci ción ón y conso consoli lida daci ción ón en la traves traves9a 9a del del desi desiert erto: o: orien orienta tando ndo,, alec alecci cion onan ando, do, sosteniendo, protegiendo y guiando, /asta establecerlo en la tierra que /ab9a prometido a los padres con >uramento. >uramento. El estilo directo de los relatos del Pentateuco nos acerca a la realidad misteriosa y maravillosa de la presencia del Señor en medio de su pueblo.
.' El cent*o )el c#lto en el )es!e*to/ l$ T!en)$ )el enc#ent*o Momo en el paso del Iar Jo>o, la presencia del Señor se presenta ba>o la met)ora de la nube "c. 60 -7,#$H#: en el Sina9' =2m ,#$H-<: sobre el santuario&. El autor sagrado est) irmemente persuadido de que el Señor gu9a a su pueblo en persona, presente en la columna de nube y en la columna de uego: «Gan o9do que t2. Señor, est)s en medio de este pueblo' que t2, Señor, te de>as ver cara a cara' que tu nube est) sobre ellos, y t2 caminas delante en columna de nube de d9a y en columna de uego de noc/e! "=2m #7,#7&. Las repetidas y persistentes persistentes conesiones conesiones de e as9 lo conirman conirman:: «Oo soy el Señor, vuestro 8ios, que os sacó de Egipto para ser vuestro 8ios! "=2m #$,7#' ver tambi4n 60 #,#%H##' <-,##' Lev -;,7$' =2m -7,' -7,' 8t 7,<5' 3os -7,;' ?s ;<,&. Al recuerdo de la liberac liberación ión recuentem recuentemente ente va unido unido el de la esclavitud a la que estaba sometido en Egipto este pueblo que en el desierto se siente libre: «8ios /a pronunciado las siguientes palabras: HOo soy el Señor, tu 8ios, que te saqu4 de Egipto, de la esclavitud! "60 -%,#H-&' «Oo soy el Señor, vuestro 8ios, que os saqu4 de Egipto, de la esclavitud, romp9 las coyundas de vuestro yugo, os /ice caminar erguidos! "Lev -;,#<&. En el uturo se les debe recordar a los /i>os esta circunstancia: «Muando el d9a de mañana te pregunte tu /i>o: BCqu4 son esas normas, esos mandatos y decretos que os mandó el Señor, vuestro 8iosDF, le responder)s a tu /i>o: B6ramos esclavos del araón en Egipto y el Señor nos sacó de Egipto con mano uerte' el Señor /i(o signos y prodigios grandes y unestos contra el araón y toda su corte, ante nuestros o>os. A nosotros nos sacó de all9 para traernos y darnos la tierra que /ab9a prometido a nuestros padres! "8t ;,-%H-<&' y tambi4n: «Por puro amor vuestro, por mantener el >uramento que /ab9a /ec/o a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano uerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del araón, rey de Egipto! "8t 5,' ver, adem)s, =2m -%,#7H#5' 8t $,;.#$' #<.;.##' #$,#$' -7,#5H#' 3os -7,#7.#5&. Pasado el Iar Jo>o, los israelitas comen(aron su largu9sima peregrinación a trav4s del
5 desierto. Los ugitivos tienen que sortear y superar las diicultades que orece el )rido y desigu desigual al terreno y los escasos escasos pero aguerrid aguerridos os poblador pobladores es que lo /ab /abitan itan.. Kna curiosa curiosa interpretación teológica de por qu4 los israelitas eligieron el camino m)s largo para llegar a Mana)n nos la da el autor de 60 #<,#5H#: «Muando el araón de>ó marc/ar al pueblo. 8ios no los guió por el camino de Palestina, que es el m)s corto, pensando que si se ve9an atacados, se arrepentir9an y volver9an a Egipto, por eso 8ios /i(o que el pueblo diese un rodeo por el desierto /acia el Iar Jo>o!. La constante preocupación que el autor tiene por presentar al Señor cerca de su pueblo, la descubrimos en la igura del )ngel gu9a, otro recurso literario para acortar distancias y /acernos m)s amiliar la compañ9a invisible del Señor. El )ngel del Señor preceder) al pueblo: pueblo: «Roy a enviarte un )ngel por delante para que te cuide en el camino camino y te lleve al lugar que /e preparado! "60 -<,-%&. Lo que se repite en 60 -<,-<: «Ii )ngel ir) por dela delante nte y te llev llevar ar)) a las las tierra tierrass de los amorr amorreos eos,, /eteo /eteos, s, erec ereceos eos,, cana canane neos, os, /eve /eveos os y >ebuseos, >ebuseos, y yo acabar4 acabar4 con ellos!' ellos!' y, y, un poco despu4s: «Enviar4 «Enviar4 por delante mi mi )ngel )ngel para que e0pulse a los cananeos...! "60 <<,-&. El )ngel preceder) tambi4n a Iois4s, el >ee: «A/ora ve y gu9a a tu pueblo al sitio que te di>e: mi )ngel ir) delante de t9! "60 <-,<7&. Este )ngel es el mismo Señor: «Los saqu4 de Egipto y los llev4 al desierto! "E( -%,#%&. La protección que /a demostrado el Señor en Egipto la seguir) demostrando en los momentos di9ciles de la traves9a del desierto, cuando el pueblo empiece a dudar: «CPor qu4 nos /a tra9do el Señor a esta tierra, para que caigamos a espada y nuestras mu>eres e /i>os caigan cautivosD! "=2m #7,<&. Entonces Iois4s interceder) ante 8ios por ellos, como si al Señor se le pudiera convencer convencer como a un /ombre: «Si a/ora a/ora das muerte a este pueblo como a un solo /ombre, oir)n la noticia las naciones y dir)n: Bel Señor no /a podido llevar a este pueblo a la tierra que les /ab9a prometido' por eso los /a matado en el desiertoF. Por tanto, muestra tu gran uer(a, como lo /as prometido! "=2m #7,#$H#5' c. 8t ,-;H-&. Pero el Señor no sólo est) al lado de su pueblo desde el principio: «Oo soy el Señor, vuestro 8ios, que os saqu4 de Egipto para daros la tierra de Mana)n y ser vuestro 8ios! "Lev -$,<' c. v. $$&' «A vosotros os tomó el Señor y os sacó del /orno de /ierro de Egipto para que ueseis el el pueblo de su /eredad, como lo eres /oy! "8t 7,-%' c. 3er -,$H5' ##,4rc e>4rcito ito numeroso: «Muando salgas a combatir contra tus enemigos, y veas caballos, carros y tropas m)s numerosas que las tuyas, no las temas, porque est) contigo el Señor, tu 8ios, que te /i(o subir de Egipto! "8t -%,#&. La traves9a del desierto no /a sido un camino de rosas, a pesar del recuerdo ideali(ado de Iois4s: «Jecuerda el camino que el Señor, tu 8ios, te /a /ec/o recorrer estos cuarenta años por el desierto, para aligirte, aligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intencione intenciones, s, si guardas sus preceptos o no. 6l te aligió, /aci4ndote pasar /ambre, y despu4s te alimentó con el man) Hque t2 no conoc9as ni conocieron tus padresH para enseñarte que el /ombre no vive sólo de pan, sino de todo t odo lo que sale de la boca de 8ios. 1us vestidos no se /an gastado ni se te /an /inc/ado los pies durante estos cuarenta años, para que recono(cas que el Señor, tu 8ios, te
/a educado como un padre educa a su /i>o' /i>o' para que guardes los preceptos del Señor, tu 8ios, sigas sus caminos y lo respetes! "8t ,-H;' c. -,7' <-,#%H#7&. La dure(a del recorrido la recuerda tambi4n Iois4s al pueblo, al que le pide: =o te olvides del Señor, tu 8ios, «que te sacó de Egipto, de la esclavitud' que te /i(o recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que te sacó agua de una roca de pedernal' pedernal' que te alimen alimentó tó en el desierto desierto con un man) man) que no conoc9an conoc9an tus padres: para para aligirte aligirte y probar probarte te y para para /ace /acerte rte el bien bien al ina inal! l! "8t ,#7H# ,#7H#;&. ;&. Preci Precisa same ment nte, e, para para que las las generaciones uturas no olviden >am)s esta dolorosa e0periencia, ue instituida la iesta de las M/o(as: «Gabitar4is los siete d9as en c/o(as. 1odo ind9gena e israelita /abitar) en c/o(as' para que sepan vuestras uturas generaciones que yo /ice /abitar a los israelitas en c/o(as cuando los saqu4 de Egipto! "Lev -<,7-H7<&. En as iestas que se repiten periódicamente a lo largo del año, el pueblo recuerda agradecido los beneicios que el Señor le /a /ec/o' tambi4n acota lugares particulares para que la comunidad celebre actos de culto a su Señor. 8ios est) presente en todo lugar, porque suya es la tierra y suyo es el cielo' pero los israelitas creen, como todos los pueblos de su entorno, entorno, que en estos lugares lugares acotados, acotados, Bsagrado BsagradosF, sF, la presencia presencia del Señor es especi especial. al. Iientras el pueblo est) de camino en el desierto, no /abr) un lugar i>o que se considere la morada o templo del Señor. Momo santuario del Señor valdr) una tienda, Bla tienda del encuentroF, aprobada por el Señor: «Ga(me un santuario, y morar4 entre ellos! "60 -$,&, dice el Señor a Iois4s. Por encargo del mismo Señor comunica Samuel a 8avid: «Asi dice el Señor: BCEres t2 quien me va a construir una casa para que /abite en ellaD 8esde el d9a en que saqu4 a los israelitas de Egipto /asta /oy no /e /abitado en una casa, sino que /e via>ado de ac) para all) en una tienda que me serv9a de santuario. O en todo el tiempo que via>4 de ac) para all) con los israelita israelitas, s, Cencargu4 Cencargu4 acaso a alg2n alg2n >ue( >ue( de ?srael, a los que mand4 mand4 pastorear pastorear a mi pueblo, ?srael, que me construyese una casa de cedroDF! "- Sam 5,$H5&. El santuario ambulante es el s9mbolo visible de la presencia invisible de 8ios en medio de su pueblo: «En cuanto Iois4s entraba, la columna de nube ba>aba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras el Señor /ablaba con Iois4s. Muando el pueblo ve9a la columna de nube parada a la puerta de la tienda, se levantaba levantaba y se prosternaba cada uno a la entrada de su tienda. El Señor /ablaba con Iois4s cara a cara, como /abla un /ombre con un amigo! "60 <<,H##' c. =2m #-,$' 8t <#,#$&. El centro de la vida de aquella comunidad peregrina era la tienda. El autor sagrado est) convencido de que el Señor es el que gu9a al pueblo y marca el ritmo de la marc/a a trav4s del desierto. Esta convicción la e0presa de modo simbólico, al /ablarnos de los signos sobrenaturales que tienen como centro la 1ienda de reunión: «Muando la nube se al(aba del santuario, los israelitas levantaban el campamento en todas las etapas. Pero cuando la nube no se al(aba, los israelitas esperaban /asta que se al(ase. 8e d9a la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noc/e el uego, en todas t odas sus etapas, a la vista de toda la casa de ?srael! "60 7%,<;H<' c. =2m ,#$H-<' #%,<
0' D!os est con el p#e,lo en l$ t!e**$ p*omet!)$2 l#"$*es )e c#lto Mana)n o Palestina es la tierra tantas veces nombrada en tiempo de los padres, cuya posesión, posesión, como /eredad, 8ios la promete a ellos y a sus descendiente descendientes. s. En +4n #-,5 encontramos por primera ve( la promesa de la tierra: «El Señor se apareció a Abr)n y le di>o: HA tu descendencia le dar4 esta tierra @la tierra de Mana)n!. 8espu4s de que el Señor
asegurara a Abra/)n que su descendencia ser9a tan numerosa como las estrellas del cielo: «Abr)n creyó al Señor y se le apuntó en su /aber. El Señor le di>o: HOo soy el Señor que te sacó de Kr de los Maldeos para darte en posesión esta tierra! "+4n #$,;H5&. Abra/)n Abra/)n orece un sacriicio al Señor, que le responde con esta solemne promesa: «A tus descendientes les dar4 esta tierra, desde el r9o de Egipto al +ran J9o @6urates, la tierra de los quenitas...! "+4n #$,#H-#&. Palestina es el /ori(onte /acia el que se dirigen los israelitas desde que salen de Egipto. La promesa de la tierra a los padres recorre toda su /istoria "ver +4n #<,#7H#$.#5' #5,' -,#<' <$,#-' 60 ;,7.' etc.&. 5.1. En los tiempos de Josué J osué
8urante los largos y duros años del desierto Palestina ue para los israelitas un sueño dorado, la tierra donde vivieron antaño los padres, la tierra tan idealmente concebida que manaba lec/e y miel, la tierra prometida por el Señor. En este tiempo, a >uicio del autor sagrado, el Señor ue el gu9a gu9a del pueblo pueblo a trav4s de in/óspitos in/óspitos para>es, y su protector eica( rente a naciones m)s poderosas: «As9 dice el Señor, 8ios de ?srael: Oo os /ice subir de Egipto, os saqu4 de la esclavitud, os libr4 de los egipcios y de todos vuestros opresores, los e0puls4 e0puls4 ante vosotros para entregaros sus tierras! "3ue ;,H&. El Señor /a estado con el pueblo de ?srael desde sus inicios' 4l lo /a acompañado a trav4s del desierto y lo seguir) acompañando acompañando mientras subsista, subsista, est4 donde est4. La asistencia asistencia del Señor a Iois4s /a sido en unción de su misión' al terminar esta misión con su muerte a las puertas de Mana)n, Mana)n, la asistencia asistencia del Señor a 3osu4, su sucesor, est) asegurada. Iois4s lo declara en sus 2ltimas disposiciones al pueblo: «El Señor, tu 8ios, pasar) delante de ti... *Sed uertes y valientes, no tem)is, no os acobard4is ante ellos @los pueblos, que el Señor, tu 8ios, avan(a a tu lado, no te de>ar) ni te abandonar)! "8t <#,o en presencia de todo ?srael: HS4 uerte y valiente, porque t2 /as de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu 8ios, prometió dar a tus padres, y t2 les repartir)s en /eredad. El Señor avan(ar) ante ti. 6l estar) contigo, no te de>ar) ni te aban abando donar nar). ). =o temas temas ni te acoba acobarde rdes! s! "8t <#,5H <#,5H&. &. Pala Palabra brass que el Señor Señor con coni irm rmaa personalment personalmente, e, al decir del autor deuteronomista deuteronomista en 8t <#,-<: «El Señor ordenó a 3osu4: HS4 uerte y valiente, que t2 /as de introducir a los israelitas en la tierra que /e prometido. Oo estar4 contigo!. 8esaparecido Iois4s, su lugar lo ocupa, de /ec/o, 3osu4 "c. 8t <7,$H#- y 3os #,#H7& con la aprobación del pueblo y del Señor, que reairma su voluntad de seguir asisti asisti4n 4ndole dole en el desempeñ desempeñoo de su misió misiónn en todo momento momento:: «@8i>o «@8i>o el Señor Señor a 3osu4 3osu4 Iientras vivas nadie podr) resistirte. Momo estuve con Iois4s estar4 contigo' no te de>ar4 ni te abandonar4. "...& *Oo te lo mando *nimo, s4 valiente =o te asustes ni te acobardes, que contigo est) el Señor, tu 8ios, en todas tus empresas! "3os "3os #,$.& 3osu4 cumplió ielmente su misión, seg2n el esp9ritu de la 4poca' 4l ue consciente de que el Señor estaba a su lado en todo lo que emprend9a. Por esto, al inal de su vida, 4l mismo se considera parte integrante de la /istoria del pueblo y /ace de ella un magn9ico resumen desde los antepasados de Abra/)n Bal otro lado del r9o 6uratesF /asta el momento del pacto
#% del pueblo con el Señor Bba>o la encina del santuario del SeñorF en Siqu4n "c. 3os -7,#H-5&. En esa larga /istoria el Señor /abla y act2a en primera persona: «1om4 a Abra/)n..., lo condu>e..., multipliqu4 su descendencia..., le di en propiedad..., envi4 a Iois4s y a Aarón..., saqu4 de Egipto a vuestros padres..., os llev4 al pa9s de los amorreos..., os los entregu4..., sembr4 el p)nico ante vosotros..., os di una tierra por la que no /ab9ais sudado, ciudades que no /ab9ais construido y en las que a/ora viv9s...!. El Señor sigue siendo el conductor de su pueblo ba>o la igura del )ngel, )ngel, como en el 60odo: «El )ngel )ngel del Señor subió de +uilgal +uilgal a Netel y di>o: Oo os saqu4 de Egipto y os tra>e al pa9s que promet9 con >uramento a vuestros padres: B3am)s B3am)s quebrantar4 quebrantar4 mi pacto con vosotros, a condición condición de que vosotros no pact4is con la gente de este pa9s y de que destruy)is sus altares! "3ue -,#H-&. Qtro resumen de la /istoria de ?srael desde sus inicios /asta el asentamiento en Palestina lo presenta la conesión /istórica solemne que todo israelita deber) /acer en el uturo: «Ii padre era un arameo errante: ba>ó a Egipto y residió all9 con unos pocos /ombres' all9 se /i(o un pueblo grande, uerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron y nos /umillaron, y nos impusieron dura esclavitud. +ritamos al Señor, 8ios de nuestros padres, y el Señor escuc/ó nuestra vo(' vio nuestra miseria, nuestros traba>os, nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto con mano uerte, con bra(o e0tendido, con terribles portentos, con signos y prodigios, y nos tra>o a este lugar y nos dio esta tierra que mana lec/e y miel. Por eso traigo aqu9 las primicias de los rutos del suelo que nos diste, Señor! "8t -;,$H#%&. 5.2. Después de Josué hasta David
Kna ve( que los israelitas llegaron a Palestina, la 1ienda del encuentro anduvo de ac) para all)' all)' la instalaron instalaron en diversos diversos lugares, que se convirtieron convirtieron en santuarios santuarios y centros de peregrinación: peregrinación: en Siló "3os #,H#%' 3ue #,<#' -#,#' y, sobre todo, # Sam #H<&' en +abaón "- Mrón #,<&' en Netel "3ue -%,-;H-5&' en =ob, cerca de 3erusal4n "# Sam -#,-H5&' en uiriat Oear9n "# Sam 5,#&, y de aqu9 a 3erusal4n: «Ietieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que 8avid le /ab9a preparado @en 3erusal4n! "- Sam ;,#5' c. vv. -H#;&. Adem)s de los santuarios en los que provisionalmente residió la 1ienda de reunión /ubo en Palestina otros muc/os lugares donde se tributó culto legal al Señor, /asta que se impuso la unicidad de culto en el templo de 3erusal4n. Enumeramos algunos lugares en los que los israelitas tributaron culto al Señor, o levantaron una estela conmemorativa de un /ec/o religioso. Iisp) "c. # Iac <,7;' 3ue -%,#' -#,&' el monte Ebal "8t -5,7H' 3os ,<%H<#&' Siqu4n "3os -7,-;H-5&' Qr), donde /abitaba /abitaba +edeón "3ue ;,-7H-&' Sor), S or), patria de los padres de Sansón, /acia el noroeste de 3erusal4n "3ue #<,#H-<&' Jam), lugar de residencia de Samuel "# Sam 5,#5&' Ayalón, donde Sa2l construyó su primer altar "# Sam #7,<
## )ngel del Señor se le apareció @a +edeón y le di>o: HEl Señor est) contigo, valiente. +edeón respondió: HPerdón' si el Señor est) con nosotros, Cpor qu4 nos /a venido encima todo estoD C8ónde /an quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: B8e Egipto nos sacó el Señor...FD La verdad es que a/ora el Señor nos /a desamparado y nos /a entregado a los madianitas. El Señor se volvió a 4l y le di>o. HRete, y con tus propias uer(as salva a ?srael de los madianitas. Oo te env9o. +edeón replicó: HPerdón, Ccómo puedo yo librar a ?sraelD Precisamente mi amilia es la menor de Ianas4s, y yo soy el m)s pequeño en la casa de mi padre. El Señor contestó: HOo estar4 contigo, y derrotar)s derro tar)s a los madianita madianitass como a un solo /ombre! "3ue ;,#-H#;&. As9 que el Señor siempre estaba >unto al pueblo. A 4l se le atribu9an las cosas buenas: las victorias, y las malas: las derrotas. Algo parecido dice ?sa9as: «Oo soy el Señor, y no /ay otro: art9ice de la lu(, creador de las tinieblas, autor de la pa(, creador de la desgracia' desgracia' yo, el Señor, /ago todo esto! "?s 7$,;H5&. Risión providencial providencialista ista de la /istoria que enci encier erra ra un mens mensa> a>ee de espe esperan ran(a (a,, pue puess todo est) est) en mano manoss de 8ios. 8ios. Este Este mens mensa> a>ee de esperan(a para el uturo se puede e0presar magn9icamente con la palabra de 84bora a Narac: «*El Señor marc/a delante de ti! "3ue 7,#7&. Kna ve( que los israelitas /an entrado en la tierra y la /an conquistado, sigue siendo la tierra tierra del del Señor Señor,, en e0pre e0presi sión ón antrop antropomó omóri rica ca,, repeti repetida dame ment ntee utili utili(a (ada da por los los autore autoress sagrados, la tierra donde 4l /abita: «=o contamin4is @con sangre /umana derramada la tierra en que viv9s y en la que yo /abito. Porque yo, el Señor, /abito en medio de los israelitas! "=2m <$,<7' c. 3os <,#%&. Los lugares consagrados tienen como inalidad undamental orecer el culto debido al Señor "c. # Je <,-H$&' pero tambi4n desempeñan la unción simbólica de recordarnos su presencia invisible entre nosotros. La Btienda del encuentroF signiicó esta presencia presencia permanente permanente del Señor entre los israelitas israelitas peregrinantes peregrinantes durante la traves9a del desierto. As9 mismo los diversos santuarios provisionales en Palestina, como el antiguo de Siló adonde acudió Ana, la que /ab9a de ser madre de Samuel, «con el alma llena de amargura se puso a re(ar al Señor, Señor, llorando a todo llorar. O añadió añadió esta promesa: HSeñor HSeñor de los e>4rcitos, e>4rcitos, si te i>as en la /umillación de tu sierva y te acuerdas de m9, si no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un /i>o varón, se lo entrego al Señor de por vida y no pasar) la nava>a por su cabe(a! "# Sam #,##&. Jeprendida erróneamente por el sacerdote El9, le contesta /umildemente Ana: «Estaba desa/og)ndome ante el Señor! "v. #$&. A lo que El9 responde: «ue el 8ios de ?srael te conce conceda da lo que le /as /as ped pedido ido!! "# Sam #,#5&. #,#5&. Los persona persona>es >es de este este pasa pasa>e >e est)n convencidos de que en la oración /ablan con el Señor, all9 presente. Iuc/o tiempo despu4s un salmista recordar) que 8ios «abandonó la morada de Siló, la tienda que /ab9a instalado entre los /ombres! "Sal 5,;%&.
3' El templo )e S$lom4n en Je*#s$lén/ s# p*ep$*$c!4n Eectivamente, el arca de 8ios permaneció en Siló "# Sam #H<& /asta que los ilisteos la capturaron "# Sam 7,##H;,#-&. Kna ve( devuelta a los israelitas, ue instalada en casa de Abinadab de +uibe) en uiriat Oearim "# Sam 5,#H-&. All9 permaneció casi olvidada durante muc/os años, /asta que 8avid decidió trasladarla a su casa en la Miudad de 8avid, 3erusal4n' pero un imprevisto imprevisto /i(o que se quedara en casa de Qbededom, Qbededom, el de +at "- Sam ;,#H##' ;,#H ##' # Mrón #<&. Superadas las diicultades, «ue 8avid y llevó el arca de 8ios desde la casa de Qbededom a la Miudad de 8avid, /aciendo iesta. "...& O la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que 8avid le /ab9a preparado! "- Sam ;,#-.#5' c. # Mrón #$,#H#;,#&.
#Anteriormente vimos que en los tiempos del 60odo Bla tienda del SeñorF era el s9mbolo visible de la presencia invisible de 8ios en medio de su pueblo. Por esto se llamaba tambi4n Btienda del encuentroF. As9 lo entiende el autor de 60 -$, que pone en boca del Señor estas palabras, palabras, dirigidas dirigidas a Iois4s: «Ga(me «Ga(me un santuario, y morar4 entre ellos!, ellos!, entre los israelitas. israelitas. Al instalar 8avid la tienda del Señor en el cora(ón de su Miudad y, dentro de ella, el arca de 8ios, compendio de una /istoria de elección, est) pensando en que es 8ios mismo el que se instala en medio de ellos. Esta idea la conirman los pasa>es de la /istoria de la sucesión al trono de 8avid, en los cuales se /ace mención de esta tienda o santuario. 8urante toda la antigTedad los santuarios eran lugares de asilo: los que acud9an a ellos se pon9an ba>o la protección de la divinidad all9 presente "c. Sal -5,$H;' ;#,$&. Eso es lo que /i(o Adon9as, que «tuvo miedo de Salomón y ue a agarrarse a los salientes del altar! "# Je #,$%&. El derec/o de asilo val9a solamente para los /omicidas involuntarios "c. 60 -#,#<' =2m <$,##.#$' 8t #,$' 3os -%,unto al SeñorF. Salomón /ab9a mandado matar a Adon9as y destituir al sacerdote Abiatar. «Muando le llegaron a 3oab estas noticias "porque 3oab se /ab9a pasado al partido de Adon9as, aunque no /ab9a sido de Absalón& /uyó a reugiarse en el santuario del Señor, y se agarró a los salientes del altar. Pero cuando avisaron al rey Salomón que 3oab se /ab9a reugiado en el santuario del Señor y que estaba >unto al altar, Salomón le envió este mensa>e: HCu4 te pasa que te reugias >unto al altarD 3oab respondió: H1uve miedo y /e buscado asilo >unto al Señor. Entonces Salomón ordenó a Nenayas, /i>o de Oe/oyad): H*Rete a matarlo Nenayas entró en el santuario del Señor y di>o a 3oab: HEl rey manda que salgas. 3oab contestó: H=o. uiero morir aqu9! "# Je -,-H<%&. Salomón cree irmemente que el Señor est) presente en el santuario. Por esto, cuando despertó de su sueño en +abaón, «ue a 3erusal4n, y en pie ante el arca de la alian(a del Señor oreció /olocaustos y sacriicios de comunión y dio un banquete a toda la corte! "# Je <,#$&. 8e todas ormas, el lugar preparado para la tienda en la Miudad de 8avid era provisional en los planes de 8avid, como lo maniestó 4l mismo ante todas las autoridades de ?srael, reunidas en 3erusal4n: «Oo ten9a pensado construir un templo para descanso del arca de la alian(a del Señor y como estrado de los pies de nuestro 8ios! "# Mrón -,-&. Este sueño no pudo reali(arlo 8avid, bien sea porque las guerras con los ilisteos no le de>aron tiempo para ello, como dice Salomón a 3ir)n, rey de 1iro: «12 sabes que mi padre, 8avid, no pudo construir un templo en /onor del Señor, su 8ios, debido a las guerras en que se vio envuelto, mientras el Señor iba poniendo a sus enemigos ba>o sus pies! "# Je $,#5&' bien sea porque sus manos estaban manc/adas de sangre, como recuerda el mismo 8avid a su /i>o, Salomón: «Gi>o m9o, yo ten9a pensado ediicar un templo en /onor del Señor, mi 8ios. Pero 4l me di>o: BGas derramado muc/a sangre y /as combatido en grandes batallas. =o ediicar)s un templo en mi /onor porque /as derramado muc/a sangre en mi presencia. Pero tendr)s un /i>o que ser) un /ombre pac9ico y le /ar4 vivir en pa( con todos los enemigos de alrededor. Su nombre ser) Salomón... 6l ediicar) un templo en mi /onorF! "# Mrón --,5H#%' c. # Je ,#5H-#' # Mrón -,-H#%' - Mrón ;,5H#%&. El lugar santo por e0celencia en ?srael es, sin duda, el templo de 3erusal4n. 8avid /ab9a
#< conquistado la antigua ciudad >ebusea de 3erusal4n a t9tulo personal' por esto se la llamó Bla ciudad de 8avidF. Su importante situación estrat4gica /i(o que el rey 8avid la convirtiera en el el indiscut indiscutible ible centro centro pol9tico y religioso religioso del reino. Paciicado Paciicado el territorio y establecido establecido 8avid, como rey, en su palacio de 3erusal4n, parec9a que /ab9a llegado el momento de pensar en la construcción de un templo al Señor. El rey 8avid llamó al proeta =at)n y le di>o: «Iira, yo estoy viviendo en una casa de cedro, mientras el arca de 8ios vive en una tienda! "- Sam 5,-&. Probablemen Probablemente te los dos ya /abr9an /ablado /ablado muc/as muc/as veces del asunto, por lo que =at)n le respondió: «Anda, /a( lo que tienes pensado! "- Sam 5,<&, es decir, «ediicar un templo en /onor del Señor, 8ios de ?srael!, como conirma Salomón en # Je ,#5. Pero el Señor comunica al proeta =at)n que sus planes son otros: no ser) 8avid sino su /i>o Salomón el que lo construya "c. - Sam 5,$H#<' # Mrón #5,7H#-' -,;' # Je $,#' ,#H#&. 8avid, sin embargo, prepara los materiales "# Mrón --,o los planos "# Mrón -,##H#<&' elige el lugar de su empla(amiento: «Aqu9 se al(ar) el templo del Señor 8ios y el altar de los /olocaustos de ?srael! "# Mrón --,#&' acumula grandes cantidades de oro, de plata, de otros metales valiosos y de piedras preciosas "# Mrón --,#7H#;' -,#7H#' -,-H&.
5' S$lom4n const*#6e el templo Pero Salomón se pregunta con ra(ón si es posible construir una digna morada para aquel que no cabe en el cielo ni en la tierra: «El templo que voy a construir debe ser grande, porque nuestro 8ios es el m)s grande de los dioses. Cui4n se atrever) a construirle un templo, cuando el cielo y lo m)s alto del cielo resultan pequeños para contenerloD! "- Mrón -,7H$' c. v. # y # Je ,#5&. 6l sabe que no es posible encerrar a 8ios en los muros de un ediicio, por grande que sea' pero emprende la obra animado por las palabras que le dirigió su padre, 8avid: «nimo, s4 valiente' pon manos a la obra. =o te asustes ni te acobardes, que el Señor 8ios, mi 8ios, est) contigo! "# Mrón -,-%&. Salomón no tardó en emprender la magna obra que su padre, 8avid, /ab9a ideado, y que dio ama imperecedera a su nombre. 3ud) es la tribu elegida para regir a ?srael y para que en su suelo se ediique el templo del Señor. Salomón recuerda unas palabras de 8ios a su padre: «8esde el d9a que saqu4 del pa9s de Egipto a mi pueblo, no eleg9 ninguna ciudad de las tribus de ?srael para /acerme un templo donde residiera mi =ombre..., sino que eleg9 a 3erusal4n para poner all9 mi =ombre! "- Mrón ;,$H;' c. - Sam 5,;H5' # Je ,#;&. Es lógico que otras ciudades y territorios muestren sus celos y envidias en contra de 3erusal4n: «Iontaña divina es la montaña de Nas)n, montaña escarpada es la montaña de Nas)n. CPor qu4 ten4is envidia, montañas escarpadas, del monte que /a escogido 8ios para /abitarD En 4l /abitar) el Señor por siempre. siempre. Los carros de 8ios son miles y miles miles,, millares millares los arqueros. El Señor marc/a del Sina9 al santuario. Subiste a la cumbre llevando cautivos, recibiste como tributo /ombres, incluso rebeldes' y te instalaste, Señor 8ios! "Sal ;,#;H#' c. Esd 5,#$&. Salo Salomó mónn empi empie( e(aa a pone ponerr en pr)c pr)cti tica ca el enca encarg rgoo que que le /a de>a de>ado do su padr padre, e, comunic)ndoselo a su vecino rey de 1iro: «Ge pensado construir un templo en /onor del Señor, mi 8ios, como di>o el Señor a mi padre, 8avid! "# Je $,#' c. - Mrón -,
#7 @mayo! "# Je ;,#&, «en el monte Ioria, donde el Señor se apareció a su padre 8avid, en el lugar que 4ste /ab9a preparado, en la era de Qrn)n, el >ebuseo! "- Mrón <,#&. «En el año once, en el mes de Nul, que es el octavo @noviembre, ue concluido el templo en su totalidad, seg2n el proyecto. Salomón lo construyó en siete años! "# Je ;,<&. La estructura del templo salomónico era una imitación de los templos cananeos y enicios. El lugar sagrado constaba de partes cubiertas o ediicios y de una e0tensa e0planada, rodeada por un muro o muralla que señalaba los l9mites entre lo sagrado y lo proano. En el centro de la e0planada estaba el altar de los /olocaustos, donde se quemaban completamente las v9ctimas que se orec9an al Señor. =o le>os de 4l estaba el Iar de bronce, inmenso recept)culo lleno de agua, necesaria tambi4n para los sacriicios. Los ediicios ocupaban la parte occidental occidental del recinto sagrado. En primer primer lugar Bel Rest9buloF, desde el que se entraba en el BAulaF, BMasa grandeF o Bel SantoF, lugar reservado a los sacerdotes y en el que se /allaban el altar del incienso, la mesa sobre la que se pon9an diariamente los panes de la oblación y die( candelabros de oro. 8esde este espacio se acced9a a lo m)s santo del templo, que se llamaba precisamente Bel Santo de los SantosF o BSant9simoF, espacio c2bico sin lu( e0terior, donde se guardaba el Arca de la alian(a ba>o las alas de dos inmensos querubines. El 2nico que pod9a entrar en el Sant9simo era el sumo sacerdote y una ve( al año, el d9a de la e0piación "Lev #;,#$' Geb ,5&. La distribución, el mobiliario y los utensilios del templo est)n descritos con todo detalle en # Je ;,-H<;' 5,#
7' T*$sl$)o solemne )el $*c$ 6 cons$"*$c!4n )el templo Acabada la obra material del templo, «Salomón /i(o traer las orendas de su padre, 8avid: plata, oro y vasos, y las depositó en el tesoro del templo! "# Je 5,$#' - Mrón $,#&. Pero, en realidad, el templo estaba vac9o. Le altaba lo principal: el signo visible de la presencia presencia del Señor, Bel arca de la alian(a alian(a del SeñorF y Bla tienda del encuentroF. El traslado de Bla tienda del encuentroF y del Barca de la alian(a del SeñorF desde la Miudad de 8avid "o sea Sión& /asta el santuario del templo, el Santo de los Santos, el lugar apropiado ba>o las alas de los querubines, se describe de orma detallada y solemne en # Je ,#H "ver, tambi4n, Mrón $,-H#%&. Es tal la convicción del relator de que con el arca y la tienda viene el Señor que añade un comentario, como lo m)s natural del mundo: «Muando los sacerdotes salieron de la nave, la nube llenó el templo, de orma que los sacerdotes no pod9an seguir oiciando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo! "# Je ,#%H##&. O el creyente Salomón se admira de que el Señor del mundo /aya querido /abitar entre ellos: «El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere /abitar en la tiniebla, tiniebla, y yo te /e construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre! "# Je ,#-H#<' c. - Mrón ;,#H-&. El relato de una nueva aparición del Señor a Salomón conirma rotundamente la e irme del pueblo de ?srael en la presencia del Señor en su templo: «Muando Salomón terminó el templo.. templo.... el Señor se le apareció apareció otra ve(, ve(, como en +abaón, +abaón, y le di>o: HGe escuc/ad escuc/adoo la oración y s2plica s2plica que me /as dirigido. dirigido. Monsagro Monsagro este templo que /as construido, para que en 4l resida mi =ombre por siempre' siempre estar)n en 4l mi cora(ón y mis o>os! "# Je ,#H<' Mrón 5,#-H#;' c. Sab ,&. En este acto solemne Salomón act2a como un sacerdote m)s, oreciendo v9ctimas al Señor "# Je ,$.;-H;7' - Mrón $,;' 5,$&, orando por el pueblo "# Je ,#$H$<' - Mrón ;,7H7-& y despidi4ndolo con una bendición "# Je ,$7H;#: - Mrón ;,<&.
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+ El Templo en el nt!"#o Test$mento %II& 1erminado el ediicio del templo y consagrado solemnemente al Señor por Salomón, el templo de 3erusal4n ser) considerado en adelante como el lugar privilegiado, donde reside el Señor. 6l mismo se lo dice a E(equiel: «Gi>o de Ad)n, 4ste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los /i>os de ?srael... y residir4 en medio de ellos para siempre! "E( 7<,5H' c. 3oel 7,#5' Uac ,<' Sal #<$,-#&. El templo de 3erusal4n ser) tambi4n el lugar adecuado para celebrar el culto al Señor y para /ablar con 8ios en la oración. As9 lo pide Salomón en su oración inaugural: «Ruelve tu rostro a la oración y s2plica de tu siervo. Señor, 8ios m9o, escuc/a el clamor y la oración que te dirige /oy tu siervo. 89a y noc/e est4n tus o>os abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu =ombre. *Escuc/a la oración que tu siervo te dirige en este sitio Escuc/a la s2plica de tu siervo y de tu pueblo, ?srael, cuando recen en este sitio' escuc/a t2 desde tu morada del cielo, escuc/a y perdona! "# Je ,-H<%&. O 8ios lo ratiica: «Ge escuc/ado la oración y s2plica que me /as dirigido. Monsagro este templo que /as construido, para que en 4l resida mi mi =ombre por siempre' siempre' siempre siempre estar)n en 4l 4l mi cora(ón y mis mis o>os! "# Je ,<' c. - Mrón 5,#;&.
1' Cent*$l!z$c!4n )el c#lto en Je*#s$lén 3erusal4n, la ciudad de 8avid, es la capital del reino de las doce tribus, su centro pol9tico pol9tico natural' el templo templo de 3erusal4n, 3erusal4n, santuario real, es, desde desde sus inicios, inicios, el centro centro religioso m)s importante de ?srael, puesto que alberga en su lugar m)s santo el Arca de la alian(a, el s9mbolo religioso por e0celencia del pueblo que viene del desierto. La /istoria proana del pueblo de ?srael y su /istoria religiosa religiosa son la misma /istoria. /istoria. 3erusal4n 3erusal4n y el templo, desde su construcción /asta su destrucción, corren la misma suerte. 8urante siglos los israelitas /ab9an tributado culto leg9timo al Señor en m2ltiples santuarios y lugares altos uera de 3erusal4n, donde el Señor /ab9a pronunciado su nombre, siguiendo la costumbre de los mayores y el código de la alian(a, dictado por Iois4s "c. 60 -%,-7H-$&. Al mismo tiempo una uerte corriente de espiritualid espiritualidad ad centraba su atención en el templo de 3erusal4n 3erusal4n rente a la perieria. perieria. Las reormas religiosas de dos grandes reyes de 3ud): E(equ9as y 3os9as, en momentos cruciales de su /istoria, /acen que se centralice el culto en la capital del reino. El esp9ritu de estas estas reorm reormas as est) est) plas plasma mado do en el 8e 8eute uterono ronomi mioo del del que toma toma su nombre nombre:: esp9 esp9rit rituu deuteronomista.
#; El rey E(equ9as "5-5H;- a.M.& promueve una reorma religiosa a ondo, empe(ando por la puriicaci puriicación ón del culto al Señor: «Suprimió «Suprimió las ermitas de los alto(anos, destro(ó los cipos, cortó las estelas y trituró la serpiente de bronce que /ab9a /ec/o Iois4s "porque los israelitas segu9an todav9a quem)ndole incienso& ... Se ad/irió al Señor, sin apartarse de 4l, y cumplió los mandamientos que el Señor /ab9a dado a Iois4s! "- Je #.7H;&. En tiempo de E(equ9as cayó el reino del norte en poder de los asirios. El rey asirio Salmanasar R "5-;H5-a.M.& invadió el territorio y puso cerco a la ciudad de Samar9a durante tres años "c. - Je #5,$&. En este tiempo murió Salmanasar R y le sucedió en el trono asirio su /i>o Sargón ?? "5--H5%$ "5--H5%$ a.M.&, en cuyas cuyas manos manos cayó cayó Samar9a Samar9a el año 5-# a.M., a pesar de que - Je #,#% atribuya esta conquista a Salmanasar. «El rey de Asiria... deportó a los israelitas a Asiria! "Je #5,;&. Iientras tanto otros muc/os israelitas /uyeron al vecino reino del sur, a 3ud). Se supone con undamento que entre estos ugitivos /abr9a muc/os sacerdotes que se llevar9an consi con sigo go muc/ muc/as as tradic tradicio ione ness relig religio iosa sass y el n2cl n2cleo eo princ princip ipal al de lo que /ab9 /ab9aa de ser ser el 8euteronomio, el libro de la Ley encontrado en el templo en tiempo de 3os9as "c. - Je --,&. La conmoción por la ca9da de Samar9a, la nueva savia que tra9an los ugitivos del norte y la amena(a constante de los asirios alentaron en 3ud) la reorma religiosa, que /ab9a encabe(ado el piadoso rey E(equ9as y que pretend9a centrali(ar el culto al Señor en 3erusal4n "c. - Je #,--' ?s <;,5&. Pero el intento de E(equ9as duró lo que su vida, porque su /i>o, el imp9o Ianas4s, en su largo reinado ";-H;< a.M.& reinstauró la idolatr9a de Estado y ue m)s all) que todos sus antecesores en la maldad "c. - Je -#,ud9os y los /abitantes de 3erusal4n, los sacerdotes, los proetas y todo el pueblo, c/icos y grandes! "- Je -<,-&, terminó con el solemne compromiso de una alian(a del rey con el Señor, que el pueblo entero suscribió "- Je -<,<&. Siguió la puriicación del templo, la eliminación de los cultos idol)tricos en 3erusal4n y en todas las poblaciones de 3ud) "- Je -<, 7H#$& y de Samar9a "- Je -<,#&. ?nmediatamente despu4s el rey 3os9as celebró con todo el pueblo la iesta iesta de la Pascua. Morr9a el año ;-# a.M. «=o se /ab9a /ab9a celebrado celebrado una Pascua seme>ante desde el tiempo en que los >ueces gobernaban a ?srael ni durante todos los reyes de ?srael y 3ud)! "- Je -<,--&. La muerte inesperada inesperada del rey 3os9as en luc/a contra contra =ecó, rey de Egipto, en Ieguido ";% a.M.& puso in a la reorma que 4l mismo /ab9a comen(ado. Na>o el dominio de Egipto y la amena(a constante de =abucodonosor, rey de Nabilonia, los reyes y el pueblo de 3ud) 3ud) se olvidaron olvidaron pronto de la reorma reorma religiosa religiosa de 3os9as, 3os9as, y volvieron volvieron a las las antiguas antiguas costumbres "c. 3er 5,#H-%' #<,-5&. La cat)stroe nacional culminó con el desastre total del reino y la destrucción del templo a manos del e>4rcito babilonio de =abucodonosor. Lo que las reormas religiosas de E(equ9as y de 3os9as /ab9an apoyado pr)cticamente: la centrali(ación del culto al Señor en el templo de 3erusal4n, ue sancionado e0pl9citamente por el 8euteronomio "ver 8t #-,-H5.#
#5 8an al norte, para impedir que los /abitantes de su reino se despla(aran a 3erusal4n para rendir culto al Señor durante las iestas prescritas a todos los israelitas: «8espu4s de aconse>arse, el rey /i(o dos becerros de oro y di>o a la gente: H*Oa est) bien de subir a 3erusal4n *Este es tu dios, ?srael, el que te sacó de Egipto Luego colocó un becerro en Netel y el otro en 8an. Esto incitó a pecar a ?srael, porque unos iban a Netel y otros a 8an! "# Je #-,-H<%&. Mon la erección de estos dos santuarios santuarios reales 3erobo)n no pretend9a cambiar cambiar de 8ios. Su 8ios era el mismo que se veneraba en el templo de 3erusal4n. Lo que cambiaba eran los s9mbolos que lo representaban. Los becerros de oro no son dioses, sino una representación cultual del 2nico 8ios y Señor, el 8ios de ?srael. As9 ue entendido por los proetas del reino del norte. El9as, que tan bravamente luc/ó contra los sacerdotes y el culto de Naal "c. # Je #&, y al que los reyes de ?srael le /icieron surir tanto, no dirigió una sola palabra en contra del culto que se celebraba en Netel. 1ampoco el proeta Amós arremete contra Netel. Proeti(a contra el rey "c. Am 5,#%H#<&, contra el culto me(clado con la in>usticia "Am $,#H-7&' pero tambi4n lo /ace 3erem9as 3erem9as en contra del culto del templo de 3erusal4n 3erusal4n "c. 3er 5&. El becerro de Netel ni se nombra en la proec9a de Amós. Sin embargo, la proposición de los nuevos s9mbolos de 8ios: los dos becerros de oro, y el )nimo tan /ostil de 3erobo)n en contra de 3erusal4n, alentaban la conusión y el peligro real de sincretismo religioso en el pueblo que estaba acostumbrado a ver representado a Naal, dios cananeo, por un toro. Los proetas denunciar)n abiertamente al rey y al pueblo de idolatr9a. El proeta A>9as, el que proeti(ó que 3erobo)n ser9a rey de ?srael "c. # Je ##,-H <5&, le manda al rey este mensa>e de parte del Señor: «Oo te saqu4 de entre la gente y te /ice >ee de mi pueblo, pueblo, ?srael, arranc)ndole el reino a la dinast9a de 8avid para d)rtelo a ti. Pero... te /as portado peor que tus predecesores, /aci4ndote dioses a>enos, 9dolos de metal, para irritarme, y a m9 me /as ec/ado a la espalda, por eso yo voy a traer la desgracia a tu casa! "# Je #7,H#%&. =o es menos menos duro Qseas con el reino de ?srael por la misma misma causa causa "c. Qs ,7H;' #<,#H-&. El autor deuteronomista de los libros de los Jeyes condena abiertamente el culto que se celebraba en Netel y en 8an, y lo iguala al de las ermitas en los alto(anos con sus sacerdotes del vulgo y sus iestas inventadas "c. # Je #-,-H<<' - Je #%,-' #5,-#.--&. El rey 3os9as, 3os9as, modelo del ideal deuteronomista, deuteronomista, destruyó el altar de Netel >unto con todos los lugares de culto, pro/ibidos por la Ley "c. - Je -<,7H#$&, por la Ley deuteronómica, naturalmente "ver 8t #-,-H5.#
+' Dest*#cc!4n )el templo )e S$lom4n 8esde la muerte del rey 3os9as el año ;% a.M. en luc/a abierta con =eco, rey de Egipto "c. - Je -<,-&, el reino de 3ud) a duras penas pod9a mantener su identidad por la debilidad de sus gobernantes y por la presión que ven9a del este, de Nabilonia. Por in, =abucodonosor, =abucodonosor, rey de Nabiloni Nabiloniaa ";%7H$;- a.M.&, se decidió decidió a someter las levantisc levantiscas as regiones occidentales, entre las cuales estaba el reino de 3ud). i>ó su cuartel general en Jibl) del Qrontes, al norte del L9bano' sus tropas llegaron /asta 3erusal4n, a la que pusieron cerco durante # meses, al inal de los cuales el rey Sedec9as ue apresado cerca de 3ericó, cuando /u9a al desierto con su amilia. Lo llevaron a Jibl) ante =abucodonosor, que /i(o matar a los /i>os de Sedec9as ante sus propios o>os, despu4s cegó al rey y se lo llevó prisionero a Nabilonia "c. - Je -$,$H5&. Era el año $; a.M. Probablemente la ciudad de 3erusal4n ue entregada al
# saqueo "c. Lam $,##H#-&, antes de que =abusard)n, >ee de las tropas caldeas, incendiara el temp templo lo,, los los pala palaci cios os y las las casa casass de 3eru 3erusa sal4 l4nn "c. "c. - Je -$, -$,H H'' 3er 3er $-,# $-,#-H# -H#<& <&.. Los Los conquistadores se llevaron a Nabilonia todo lo que de valor /ab9a en el templo "c. - Je -$,#a >a en mult multitu itudd de escr escrito itos, s, cuy cuyoo tema tema centr central al es el desast desastre. re. Ga Gayy quie quiene ness describen los eectos demoledores en el pueblo "ver 3dt $,#' Lamentaciones& y algunos salmos "c. Sal 57' 5' #<5' Salmos&, quienes determinan las causas que lo /an producido y cu)les son sus remedios. Las causas son la apostas9a general y el olvido del esp9ritu que constituyó al pueblo desde sus or9genes, es decir, el de los Padres y Proetas que actuaron y /ablaron en nombre de 8ios, el Señor. En Esd $,#- leemos, por e>emplo: «=uestros padres irritaron al 8ios del cielo, y 4ste los entregó en manos del caldeo =abucodonosor, rey de Nabilonia, que destruyó este templo y deportó el pueblo a Nabilonia!. Los remedios son la conversión total y la vuelta a los or9genes. Esta es, poco m)s o menos, la concepción de los escritores deuteronomistas y cronistas, representados por el inal del segundo libro de los Jeyes "c. - Je --.#;H#5' -<,-;H-5' -7,-%&, de las rele0iones del segundo libro de las Mrónicas "c. - Mrón <7,-7H-$' <;,#7H<#& y de los proetas, testigos de la cat)stroe: 3erem9as "c. 3er 5,-%' -#,7H#%' -$,7H##' <-,-H<$' $-,<& y E(equiel "c. E( ,$H#' <<,-
-' D!os $comp$($ $l p#e,lo en el e8!l!o Es )ci )cill con cones esar ar la pres presen enci ciaa del del Seño Señorr cuan cuando do todo todo va bien bien,, en tiem tiempo po de prosperidad' pero si racasamos racasamos o la desgracia viene sobre nosotros la sombra de la duda se apodera de nosotros, nos sentimos abandonados de 8ios. Esto pensaba y dec9a el pueblo de ?srael el d9a de la gran prueba, cuando todo el pa9s y la ciudad de 3erusal4n cayeron en manos de =abucodonosor y todos se convirtieron en esclavos y bot9n de su e>4rcito. El proeta E(equiel, testigo de los /ec/os, lo conirma con palabras en boca del Señor: «Porque piensan: El Señor no nos ve, el Señor /a abandonado el pa9s! "E( ,#-&, y nos da la e0plicación teológica: «+rande, muy grande, es el delito de la casa de ?srael y de 3ud): el pa9s est) lleno de cr9menes' la ciudad colmada de in>usticias, porque dicen: HEl Señor /a abandonado el pa9s, no lo ve el Señor! "E( ,&. Estas palabras son, de /ec/o, el cumplimiento de lo que el 8euteronomio *preve9a que iba a suceder: «El Señor di>o a Iois4s: "...& el pueblo se va a prostituir con los dioses e0traños de la tierra adonde va. Ie abandonar) abandonar) y quebrantar) quebrantar) la alian(a que /e concluido con ellos. Ese d9a mi uror se encender) contra ellos: lo abandonar4 y me esconder4 de 4l, se lo comer)n y le ocurrir)n innumerables desgracias y surimientos. Entonces dir): BEs que no est) mi 8ios conmigo' por eso me ocurren estas desgraciasF! "8t <#,#;H#5&. =osotros, si embargo, preguntamos: Ces cierto que el Señor abandona al pueblo abatido por la mala suerte y las desgraciasD CSe ale>a realmente el Señor de su pueblo, cuando 4ste m)s lo necesitaD El proeta Qseas nos da la respuesta, aun previendo y suponiendo que el pueblo tendr) que surir: «CMómo «CMómo podr4 de>arte, Era9n' entregarte entregarte a ti, ?sraelD CMómo CMómo de>arte como Adm)' tratarte como a Sebo9nD Ie da un vuelco el cora(ón, se me conmueven las entrañas. =o e>ecutar4 mi condena, no volver4 a destruir a Era9n: Era9n: que soy 8ios y no /ombre,
# el Santo en medio medio de ti y no enem enemig igoo deva devasta stador! dor! "Qs ##,H ##,H&. &. 8ios 8ios no preten pretende de la destrucción con las pruebas /istóricas, sino la erradicación del mal, la conversión del cora(ón, la me>ora del pueblo. Por esto es muy necesario que comprendamos lo que el te0to sagrado nos quiere decir con las met)oras del abandono y del escondimiento de 8ios. 3.1. Dios se esconde
A 8ios no lo vemos con los o>os ni lo alcan(amos con las manos, pero sabemos que est) a nuestro lado velando nuestras vigilias y nuestro sueño. La e lo descubre en medio de la m)s densa niebla y oscuridad de la vida: «CA dónde te escondiste, amado, y me de>aste con gemidoD! "San 3uan de la Mru(&. ?sa9as tambi4n lo dice con claridad: «Es verdad: 12 eres el 8ios escondido, el 8ios de ?srael, el Salvador! "?s 7$,#$&. Entre nosotros puede /aber grados en lo escondido, m)s o menos escondido. El deuteronomista aplica a 8ios esta orma /umana de /ablar: «El pueblo me abandonar) y quebrantar) la alian(a que /e concluido con ellos. Ese d9a mi uror se encender) contra ellos: lo abandonar4 y me esconder4 de 4l, se lo comer)n y le ocurrir)n innumerables desgracias y surimientos. Entonces dir): BEs que no est) mi 8ios conmigo' conmigo' por eso me ocurren estas desgraciasF. desgraciasF. O yo, ese d9a, me esconder4 todav9a m)s, m)s, por la maldad que comete volvi4ndose a dioses e0tran>eros! "8t <#,#;H#&. Seg2n el proeta E(equiel la desgracia equivale a no ver el rostro del Señor: «Por eso les ocult4 mi rostro, los puse en manos manos de sus adversarios adversarios y cayeron cayeron todos a espada. espada. Los trat4 seg2n merec9an merec9an su inmundicia y sus delitos, ocult)ndoles mi rostro! "E( <,-a, cuando permite que vengan las desgracias sobre el pueblo. 8ice el Señor a E(equiel: «Gi>o de Ad)n, Cno ves lo que est)n /aciendoD +raves abominaciones comete aqu9 la casa de ?srael para que me ale>e de mi santuario! "E( ,;&. Este ale>amiento del Señor de su santuario o templo de 3erusal4n lo describe simbólicamente el mismo proeta E(equiel. En una visión ve cómo la gloria del Señor Hs9mbolo de la presencia divinaH abandona el templo: «La gloria del Señor salió levant)ndose del umbral del templo y se colocó entre los querubines. Ri a los querubines levantar las alas, remontarse del suelo "sin separarse de las ruedas& y salir. O se detuvo >unto a la puerta oriental de la casa del Señor' mientras tanto, la gloria del 8ios de ?srael sobresal9a por encima de ellos! "E( #%,#H#&. O poco despu4s: despu4s: «Los querubines querubines levantaron levantaron las alas "sin separarse de las ruedas&' mientras mientras tanto, la gloria del 8ios de ?srael sobresal9a por encima de ellos. La gloria del Señor se elevó sobre la ciudad y se detuvo en el monte, al oriente de la ciudad! "E( ##,--H-<&. 3.2. El Señor está con el pueblo en el exilio
El Señor se retira de 3erusal4n, es decir, la de>a en manos de los enemigos' pero en ning ning2n 2n mome momento nto aban abando dona na a los los israe israeli litas tas deste desterrad rrados, os, sino sino que los acomp acompañ añaa en su tribulación. Entre los desterrados est) E(equiel, proeta del Señor, que les /ablar) en su nombre "c. E( #,#H<' -,#H<&. La gloria del Señor, que /ab9a abandonado el santuario de 3erusal4n, est) presente en los campos del destierro y se maniiesta a su portavo(: «Entonces se apoyó sobre m9 la mano del Señor, quien me di>o: HLev)ntate, sal a la llanura y all9 te /ablar4. Ie levant4 y sal9 a la llanura: all9 estaba la gloria del Señor, la gloria que yo /ab9a
-% contemplado a orillas del r9o uebar, y ca9 rostro en tierra. Penetró en m9 el esp9ritu y me levantó levantó en pie! "E( <,--H-7' c. #,-' <,#-&. O, sobre todo, el mism mismoo Señor lo proclama proclama para consuelo de los despreciados e0iliados y escarmiento de los que se quedaron en Palestina y se consideran dueños de la tierra en 3erusal4n: «Gi>o de Ad)n, los /abitantes de 3erusal4n dicen de tus /ermanos, compañeros tuyos de e0ilio, y de la casa de ?srael toda entera: BEllos se /an ale>ado del Señor, a nosotros nos toca poseer la tierraF. Por tanto, di: Esto dice el Señor: Mierto, los llev4 a pueblos le>anos, los dispers4 por los pa9ses y ui para ellos un santuario pasa>ero pasa>ero en los pa9ses pa9ses adonde ueron! "E( ##,#$H#;&. El Señor llena llena la tierra y el cielo, cielo, «el Señor es 8ios arriba en el cielo y aba>o en la tierra, y no /ay otro! "8t 7,<&' la tierra y el cielo son el templo del Señor, y 4l es el Sant9simo en todos los lugares de la tierra. Por esto mismo el Señor es el pastor de su pueblo: «Oo mismo apacentar4 mis ove>as, yo mismo las /ar4 sestear Hor)culo del SeñorH. Nuscar4 las ove>as perdidas, recoger4 las descarriadas' vendar4 a las /eridas, curar4 a las enermas: a las gordas y uertes las guardar4 y las apacentar4 como es debido! "E( <7,#$H#;&. El Señor reairma, pues, su voluntad de permanecer con su pueblo: «O sabr)n que yo, el Señor su 8ios, estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de ?srael Hor)culo del SeñorH! "E( <7,<%&. Por esto puede animar a los pusil)nimes y temerosos: «No temáis al rey de Babilonia, a quien ahora teméis; no lo temáis -oráculo del Señor- porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su mano» !er "#,$$%; y el pueblo lo sabe y lo proclama: «12 est)s con nosotros, Señor'
llevamos llevamos tu nombre, no nos abandones! abandones! "3er #7,&. Mada uno en particular puede recordar las consoladoras consoladoras palabras del del Señor en el tercer ter cer ?sa9as: «Oo moro en la altura sagrada, pero estoy con los de )nimo /umilde y quebrantado! "?s $5,#$&. En la epopeya del libro de 3udit la intr4pida protagonista se enrenta con los >ees del pueblo, precisamen precisamente te porque cree con toda irme(a irme(a que el Señor bueno, iel, iel, poderoso y providente est) con el pueblo. 8espu4s de llevar llevar a cabo su peligrosa estratagema, de vuelta a la ciudad de Netulia, victoriosa e indemne, proclama a vo( en grito: «8ios, nuestro 8ios, est) con nosotros, para demostrar una ve( m)s su uer(a en ?srael y su poder contra los enemigos, como lo /a /ec/o tambi4n /oy! "3dt #<,##&. En mi comentario a este pasa>e escribo: «1odo /ab9a salido me>or a2n de lo previsto. Se /ab9a cumplido a la perección el deseo, e0presado por Q(9as y los >ees >ees de la ciudad ciudad la noc/e que 3udit salió de Netulia para entregarse a los asirios: Bue el Señor 8ios te gu9e para vengan(a de nuestros enemigosF ",<$&. Por esto 3udit proclama uera de los muros de Netulia, antes de que le abran la puerta: B Dios nuestro Dios está con nosotrosF. El pueblo de ?srael en el desierto /ab9a dudado de la presencia del Señor en medio de ellos: BCEst) el Señor entre nosotros o noDF "60 #5,5&. Iois4s se encargó de convencer al pueblo de que 8ios los segu9a acompañando, a pesar de todas las pruebas. 1ambi4n los /abitantes de Netulia, desesperados, creen que 8ios los /a abandonado: B8ios nos /a vendido a los asirios para sucumbir ante ellos por la sed y la gran destrucciónF "5,-$&. 3udit se encara con los >ees, porque no est)n seguros de la protección del Señor y lo /an puesto a prueba "c. ,#-H#<&' ella ella s9 cree en el Señor incondici incondicional onalmen mente: te: B6l tiene tiene poder para protegernos en los d9as que que quiera, o tambi4n tambi4n para destruirnos ante ante nuestros enemigo enemigosF sF ",#$&. Ella pide sinceramente la ayuda del Señor, pone manos a la obra aun a riesgo de su /onor y de su vida. Al inal puede gritar con todas sus uer(as, ante su gente incr4dula y desconiada, aquello en lo que siempre /a cre9do y coniado, que Dios nuestro Dios está con nosotros, para demostrar lo lo que tantas veces se /a e0perimentado en la /istoria de ?srael: su !uer"a # su poder contra los enemi$os "c. ,#7&, y se sigue e0perimentando también ho# . Lo que dice 3udit, lo pueden decir y lo deben decir todos los creyentes en 8ios, Señor del tiempo y de la /istoria. El libro de la Sabidur9a termina con un mensa>e de esperan(a, parecido al de 3udit.
-# Las palabras que yo escrib9a, comentando Sab #,--, son v)lidas tambi4n para 3udit #<,##: Bla lección que se desprende de la /istoria para el presente y para el uturo es de esperan(a. 8ios es iel a s9 mismo' lo que /a /ec/o en tiempos pasados con el pueblo, lo seguir) /aciendo en el uturo. Esta airmación de conian(a en 8ios salvador vale, pues, para el ?srael de todos los tiempos, para todo pueblo que recono(ca la soberan9a misericordiosa del Señor y para el nuevo V?srael de 8iosW "+)l ;,#;&, pues 3es2s mismo /a prometido su asistencia /asta el inal de los tiempos: VIirad que yo estoy con vosotros cada d9a /asta el inal del mundoW "It -,-%&» %ob&as # Judit @Estella @Estella -%%%, 7#5H7#&.
3.3. En el exilio se anuncia la vuelta a casa
Los Los dest dester erra rado doss tien tienen en conc concie ienc ncia ia desd desdee el prin princcipio ipio de que que su situ situac ació iónn de despla(ados /a sido la consecuencia lógica de los malos pasos pol9ticos y religiosos de sus gobernantes y responsables. La predicación de sus proetas "3erem9as y E(equiel& /a abierto los o>os al pueblo desorientado. Pero esta misma predicación /a mantenido encendida la llama de la esperan(a con los anuncios continuados del retorno inminente a la patria añorada: «Aquel d9a Hor)culo del Señor de los e>4rcitosH romper4 el yugo de tu cuello y /ar4 saltar las correas' ya no servir)n a e0tran>eros, servir)n al Señor, su 8ios, y a 8avid, el rey que les nombrar4. O t2, siervo m9o, 3acob, no temas' no te asustes, ?srael Hor)culo del SeñorH, que yo te salvar4 del pa9s remoto y a tu descendencia del destierro' 3acob volver) y descansar), reposar) sin alarmas, porque yo estoy contigo para salvarte Hor)culo del SeñorH! "3er <%,H ##&. La palabra del Señor est) empeñada inequ9vocamente: «O sabr)n que yo, el Señor su 8ios, estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de ?srael Hor)culo del SeñorH! "E( <7,<%&. 3erem9as /ab9a puesto un pla(o apro0imado a la liberación: «Esto es lo que dice el Señor: Muando se cumplan setenta años en Nabilonia, me ocupar4 de vosotros, os cumplir4 mis promesas tray4ndoos tray4ndoos de nuevo a este lugar. Oo cono(co mis designios designios sobre vosotros: desig designi nios os de prospe prosperid ridad ad,, no de desg desgrac racia, ia, de daros daros un porve porveni nirr y una espe esperan ran(a (a.. Ie invocar4is, vendr4is a re(arme y yo os escuc/ar4' me buscar4is y me encontrar4is, si me busc)is busc)is de todo t odo cora(ón' me de>ar4 encontrar y cambiar4 cambiar4 vuestra suerte H or)culo del SeñorH. Qs reunir4 en todas las naciones y lugares adonde os arro>4 Hor)culo del SeñorH y os volver4 a traer al lugar de donde os desterr4! "3er -,#%H#7' ver, tambi4n, 3er <%,<' <#,5H#5' #;,#7H#$' -<,<' -7,7H;' etc.&.
.' El se"#n)o templo )e Je*#s$lén Los desterrados en Nabilonia añoran su tierra le>ana "Sal #<5&. Pero el destierro dura menos de cincuenta años, dos generaciones. La situación pol9tica cambia dr)sticamente con la llegada de Miro, el persa, que conquista Nabilonia el año $< a.M. Los /istoriadores reconocen que Miro es tolerante y comprensivo con los vencidos' pero muc/o m)s con los pueblos so>u(gados por los vencidos, como es el caso de los >ud9os. Al año siguiente de su llegada a Nabilonia los libera y les permite volver a su tierra: «Miro, rey de Persia, decreta: El Señor, 8ios del cielo, me /a entregado todos los reinos de la tierra y me /a encargado construirle un templo en 3erusal4n de 3ud). Los que entre vosotros pertene(can a ese pueblo, que su 8ios los acompañe y suban a 3erusal4n de 3ud) para reconstruir el templo del Señor, 8ios de ?srael, el
-8ios que /abita en 3erusal4n! "Esd #,-H<' c. $,#<' ;,<' - Mrón <;,-<&. El rey Miro, adem)s de magn)nimo, se muestra generoso con los >ud9os, pues determina, al menos en principio, que «los gastos correr)n a cargo de la corona! "Esd ;,7&, e /i(o devolver al templo de 3erusal4n todos los ob>etos de oro y plata que =abucodonosor se /ab9a llevado a Nabilonia "c. Esd #,5H ##' $,#7H#$' ;,$' Naruc #,&. Por todo t odo esto a Miro se le recuerda siempre siempre avorablem avorablemente ente en la Escritura. 8el proeta ?sa9as son estas palabras: «As9 dice el Señor a su ungido, Miro, a quien lleva de la mano: 8oblegar4 ante 4l naciones, desceñir4 las cinturas de los reyes, abrir4 ante 4l las puertas, los batientes no se le cerrar)n! "?s 7$,#&. O tambi4n: «Miro, t2 eres mi pastor y cumplir)s todo mi designio! "?s 77,-&. '.1. Dios está con el pueblo a la vuelta del exilio
Muando el Señor entregó a su pueblo en manos de sus adversarios, el proeta E(equiel dec9a que el Señor les /ab9a ocultado su rostro "c. E( <,-<&' a/ora que los /ace regresar a casa de todas las naciones donde /ab9an estado dispersos, les vuelve a mostrar ben4volamente su rostro, y ya para siempre: «=o volver4 a ocultarles mi rostro! rostr o! "E( <,-&. El simbolismo de la gloria del Señor vuelve a estar presente en las palabras de E(equiel. La gloria del Señor Hla presencia ma>estuosa del SeñorH /ab9a salido del templo de 3erusal4n "c. E( #%,#H#' ##,--H-<&' la misma gloria vuelve al sitio de partida: «Ri la gloria del 8ios de ?srael que ven9a ven9a de oriente, con estruendo de aguas caudalosas' caudalosas' la tierra rele>ó su gloria... O ca9 rostro en tierra. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental. Entonces me arrebató el esp9ritu y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo. Entonces o9 a uno que me /ablaba desde el templo Hel /ombre segu9a a mi ladoH, y me dec9a: HGi>o de Ad)n, 4ste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los /i>os de ?srael! "E( 7<,-H5&. Los proetas del tiempo celebran a coro el retorno del Señor a su casa en 3erusal4n: «&este'a y aclama, 'oven Si(n, que yo ven)o a habitar en ti -oráculo del Seño Señor-* r-* +quel +quel da da se inco incorpo rporar rarán án al Seño Señorr much muchos os pueb pueblo los s y será serán n pueb pueblo lo mo; mo; habi habita taré ré en medi medio o de ti, ti, y sabr sabrás ás que que el Seño Señorr de los los e'ércitos me ha enviado a ti» ac #,$"-$.%* 8e tal manera se canta la presencia de
8ios para siempre en medio de su pueblo: «Jesidir4 en medio de ellos para siempre! "E( 7<,&, que el proeta cambia el nombre de 3erusal4n: «La ciudad se llamar) BEl Señor est) all9F! "E( 7,<$' c. # Mrón -<,-$&. '.2. (a construcci)n del se$undo templo
Los israelitas que volvieron a su tierra se dedicaron en primer lugar a la construcción de sus viviendas en sus ciudades y a la recuperación de sus campos de labor, de sus viñedos, etc. etc. para para empe empe(a (arr una una vida vida norma normall "c. "c. =e =e// 5,5-&' 5,5-&' del del templ temploo se ocu ocupar paron on despu despu4s, 4s, empe(ando por la erección de un altar para los /olocaustos en el mismo lugar que /ab9a ocupado el del templo de Salomón: «3osu4, /i>o de Oosadac..., y Uorobabel, /i>o de Sealtiel..., se pusieron a construir el altar del 8ios de ?srael para orecer en 4l /olocaustos, como manda la Ley de Iois4s... Levantaron el altar en su antiguo sitio... y orecieron en 4l al Señor los /olocaustos matutinos y vespertinos! "Esd <,-H<&. Los proetas Ageo y Uacar9as, viendo que
-< «a2n no se /ab9an ec/ado los cimientos del templo! "Esd <,;&, ec/aron en cara a los >ud9os su alta de entusiasmo por las obras de reconstrucción del templo. Leemos en Ageo: «As9 dice el Señor de los e>4rcitos: Este pueblo anda diciendo que todav9a no /a llegado el momento de reconstruir el templo. O el Señor dirigió la palabra, por medio del proeta Ageo: HC8e modo que es tiempo de vivir en casas recubiertas, mientras el templo est) en ruinasD!. «Emprend4is muc/o, muc/o, resulta resulta poco' met4is met4is en casa casa y yo lo aviento' aviento' Cpor qu4D Hor)culo Hor)culo del Señor de los e>4rcitosH. Porque mi casa est) en ruinas, mientras vosotros disrut)is cada uno de su casa! "Ageo #,-H7.&. O anima a todos a la acción: «nimo, Uorobabel Hor)culo del SeñorH' )nimo, 3os2e, /i>o de Oosadac, sumo sacerdote' )nimo, pueblo entero Hor)culo del SeñorH' *a la obra, que yo estoy estoy con vosotro vosotross Hor)cu Hor)culo lo del del Señor Señor de los e>4rc e>4rcito itosH! sH! "Ageo "Ageo -,7&. -,7&. Mosa Mosa que consiguió: «Uorobabel, /i>o de Sealtiel, y 3osu4, /i>o de Oosadac, se pusieron a reconstruir el templo de 3erusal4n, acompañados y alentados por los proetas de 8ios! "Esd $,-' <,H#%&. 8espu4s de superar muc/as diicultades e0ternas e internas durante -< años, «el templo se terminó el d9a tres del mes de mar(o, el año se0to del reinado de 8ar9o @$#$ a.M.! "Esd "Esd ;,#$&. ;,#$&. Re Rerr termi termina nada da la obra obra del del templ temploo susci suscitó tó en los prese presente ntess senti sentimi mien entos tos contradictorios. Para unos, probablemente los >óvenes, era causa de alegr9a' para otros, los mayores, de desencanto, como e0plica el te0to: «Iuc/os sacerdotes, levitas y cabe(as de amilia Hlos ancianos que /ab9an visto con sus propios o>os el primer temploH se lamentaban a voces, mientras mientras otros muc/os muc/os lan(aban lan(aban gritos de alegr9a! "Esd <,#-' c. 1ob #7,$&. Pero Ageo se adelanta al tiempo y anuncia en nombre del Señor lo inesperado: «La gloria de este segundo templo ser) mayor que la del primero Hdice el Señor de los e>4rcitosH. En este sitio dar4 la pa( Hor)culo del Señor de los e>4rcitosH! "Ageo -,&. El proeta piensa en la acción ben4ica del Señor, en el don de la pa( que 4l solo sabe dar. Ialaqu9as avan(a un poco m)s y anuncia la llegada en persona del mensa>ero del Señor, que preparar) el camino a la misteriosa venida del mismo Señor: «Iirad, yo env9o un mensa>ero a prepararme el camino. 8e pronto entrar) en el santuario el Señor que busc)is' el mensa>ero de la alian(a que dese)is, miradlo entrar Hdice el Señor de los e>4rcitosH! "Ial <,#&. El Señor llega y toma posesión tanto del lugar material o templo, como del cora(ón de aquellos que desean y esperan su venida. El =1 identiicar) al mensa>ero de la proec9a de Ialaqu9as con 3uan el Nautista, el precursor de 3es2s, el Señor "c. It ##,#%' Lc 5,-5&. 8esde el punto de vista cristiano Ial <,# adquiere un sentido totalmente nuevo, que nos introduce en el misterio de 3es2s. '.3. (uces # sombras del se$undo templo hasta su destrucci)n de!initiva
8esde inales del siglo R? a.M., en que se terminaron las obras del segundo templo, /asta el tiempo de los Iacabeos "#;5 a.M. y siguientes&, pasan tres siglos y medio, los m)s oscuros de la /istoria de ?srael. Sabemos que en este tiempo ?srael dependió siempre de potencias e0tran>eras: e0tran>eras: de los persas, de Ale>andro Ale>andro Iagno y a su muerte, el <-< a.M., de sus sucesores. Los Ptolomeos reinaron en Egipto y e0tendieron su dominio a la ran>a de +a(a y Palestina /asta el año -%% a.M. A partir de esta ec/a dominan los griegos antioquenos en Palestina. Al principio se muestran tolerantes con los >ud9os. Las verdaderas diicultades empie(an con Ant9oco ?R Ep9anes "#5$H#;7 a.M.&, que, envalentonado por las victorias contra Egipto en #; a.M., subió a 3erusal4n, entró violentamente en el santuario, lo proanó y arrambló con todo lo que conten9a de valor "c. # Iac #-%H-7&. 8os años despu4s, el #;5
-7 a.M., el e>4rcito del rey volvió a 3erusal4n, «mató a muc/os israelitas, saqueó la ciudad... y convirtió en acrópolis la Miudad de 8avid! "# Iac #,<%H<<&. Kn decreto del rey Ant9oco /i(o rebosar el vaso de la paciencia. En 4l se impon9a una legislación e0tran>era, «se pro/ib9a orecer en el santuario /olocaustos, sacriicios y libaciones, guardar los s)bados y las iestas' se mandaba contaminar el santuario y a los ieles, construyendo aras, templos y capillas idol)tricas, sacriicando cerdos y animales inmundos' ten9an que de>ar incircuncisos a los niños y proanarse a s9 mismos con toda clase de impure(as y abominaciones, de manera que olvidaran la Ley y cambiaran todas las costumbres. El que no cumpliese la orden del rey ten9a pena de muerte! "# Iac #,7$H$%&, y otras muc/as muc/as tropel9as. En el cora(ón del templo ue erigida una imagen en /onor de Ueus Ql9mpico: «El 9dolo abominable! "8an ,-5&, «el ara sacr9 sacr9le lega ga!! "# Iac ;,5&. ;,5&. Iuc/os Iuc/os >ud9 >ud9os, os, ado adopta ptando ndo costum costumbre bress pag pagan anas as,, /ele /elen9 n9st stic icas as,, apostataron de su e "# Iac #,##H#$&. Este mismo año #;5 a.M. Iatat9as con sus cinco /i>os, los Iacabeos, se levantaron en armas contra el rey Ant9oco. A ellos se unieron otros muc/os que «deseaban vivir seg2n derec/o y >usticia! "# Iac -,-&. Poco a poco, y ba>o el mandato de 3udas Iacabeo, llegaron a ormar una uer(a de c/oque, capa( de enrentarse al ormidable e>4rcito sirio y de vencerlo "c. # Iac <,-7H-;&. A s9 mismos se animaron con el grito de «*Jeparemos la ruina de nuestro pueblo *Luc/emos por nuestro pueblo y por el templo! "# Iac <,7<&, puesto que el panorama era desolador: «3erusal4n estaba despoblada como un desierto desierto,, ningun ningunoo de sus /i>os entraba entraba o sal9a. sal9a. El santuar santuario, io, pisotea pisoteado' do' e0tran>e e0tran>eros ros en la acrópolis, cobi>o de paganos! "#Iac <,7$&. En v9speras de un encuentro desigual con el e>4rcito sirio 3udas Iacabeo arengaba con ervo ervorr patrió patriótic ticoo y relig religio ioso so a sus sus tropas: tropas: «*Pre «*Prepar paraos aos Sed vali valien ente tes, s, estad estad pronto prontoss de madru madruga gada da,, para para dar dar batal batalla la a esos esos paga paganos nos que se /an /an reuni reunido do contra contra nosotro nosotross para para e0terminarnos, a nosotros y nuestro templo. I)s vale morir en la batalla que ver las desgracias de nuestra nación y del templo. Pero /)gase la voluntad de 8ios! "# Iac <,$H;%&.. Al d9a siguiente se enrentaron los e>4rcitos por dos veces y las dos veces cantaron victoria los de 3udas Iacabeo "c. # Ic 7,#H-$&. Las luc/as siguieron durante un año y las victorias tambi4n. Entonces 3udas creyó que /ab9a llegado el momento de subir a 3erusal4n, para puriicar y consagrar el templo que /ab9a sido destruido y proanado por los paganos "c. # Iac 7,<;H 75&. El templo ue reconstruido como me>or pudieron: «8ecoraron la ac/ada del templo con coronas de oro y rodelas. Monsagraron tambi4n el portal y las dependencias, poni4ndoles puertas. El pueblo entero celebró celebró una gran iesta, iesta, que canceló canceló la arenta de los paganos! paganos! "# Iac 7,$5H$&. 8el altar de los /olocaustos se dice e0presamente: «En el aniversario del d9a en que lo /ab9an proanado los paganos lo volvieron a consagrar! "# Iac 7,$7&. 3udas quiso que esta ec/a quedara marcada para siempre en el calendario >ud9o, por esto «determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes este>os, durante oc/o d9as, a partir del veinticinco de Masleu @noviembreX diciembre! "# Iac 7,$' - Iac #%,$&, es la iesta de la 8edicación, de la que se /abla en 3n #%,--: «Se celebró por entonces en 3erusal4n la iesta de la 8edicación. Era invierno!. El templo reconstruido por 3udas Iacabeo no surió m)s daños ni proanaciones en la 2ltima 4poca del Antiguo 1estamento. Miertamente no pod9a compararse al antiguo templo de Salomón por su grande(a y esplendor. Sin embargo, algunos testimonios literarios, que se pueden datar entre la segunda segunda mitad mitad del siglo siglo ?? y la primera primera del del siglo siglo ? a.M., al parecer, tienen tienen delante este templo con su belle(a particular. Leemos en la Marta de Aristeas, 7: «Sobre la cima @de la montaña en la que est) 3erusal4n est) colocado el templo con esplendor!. El libro ??? de los Iacabeos trata de la visita que /i(o a 3erusal4n el rey de Egipto Ptolomeo ?R
-$ ilópator @--#H-%$ a.M., y dice: «8espu4s de llegar a 3erusal4n, /i(o una orenda al 8ios supremo en acción de gracias. Kna ve( /ec/o esto..., entró en el templo y quedó maravillado por su solemne belle(a. belle(a. Al admirar la armon9a armon9a del santuario, le vino la idea de penetrar en el templo @e.d. en el Santo de los Santos! "< Iac #.H#%&. Pero al in no lo consiguió. 8el BSancta SanctorumF escribe lavio 3oseo, ya en la era cristiana: «La parte m)s interior del santuario era de veinte codos: estaba separada del e0terior igualmente por medio de una cortina. =o /ab9a absolutamente nada en ella: inaccesible, intangible, invisible para todos, era llamada el Santo del Santo! "+uerra 3udaica, $,$,$&. En el antiguo templo de Salomón el Arca de la alian(a era lo 2nico que albergaba el Santo de los Santos. 8esde la destrucción del templo por =abucodonosor en el $; a.M. desapareció el Arca. Seg2n el proeta 3erem9as en el uturo «ya no se nombrar) el arca de la alian(a del Señor, no se recordar) ni mencionar), no se ec/ar) de menos ni se /ar) otra! "3er <,#;&. Gacia el inal del siglo ? a.M., ya cerca de la era cristiana, el año -%X# a.M. Gerodes el +ran +rande de empr empren endi dióó la m)s m)s amo amosa sa de sus sus giga gigant ntes esca cass obra obras, s, la reco recons nstru trucc cció iónn y el embellecimiento del ave>entado templo de 3erusal4n. Las obras principales duraron nueve años y medio' pero los detalles continuaron muc/os años m)s, como testiica el evangelio seg2n san 3uan: «Muarenta y seis años /a llevado la construcción de este templo! "3n -,-%&. 3es2s conoció este templo, y de su /ermosura y esplendor dan testimonio los evangelios. evangelios. Leemos en san Lucas: «A unos que ponderaban los /ermosos sillares del templo y la belle(a de su ornamentación les di>o @3es2s: Llegar) un d9a en que todo lo que contempl)is lo derribar)n sin de>ar piedra sobre piedra! "Lc -#,$H;' c. It -7,#H-' Ic #<,#H-&. Esto se cumplió el d9a ; de agosto ago sto del del año año 5%, cuan cuando do el general general romano romano 1ito, 1ito, despu despu4s 4s de con conqu quist istar ar la ciudad ciudad de 3erusal4n a sangre y uego, redu>o a ceni(as todos los ediicios del templo. 8esde esta at9dica ec/ ec/aa ?srae ?sraell no orec orecee sacri sacrii ici cios os cruent cruentos os a 8ios, 8ios, porque porque no tiene tiene templ temploo ni altar altar ni sacerdocio.
Teolo"í$ so,*e el templo en el nt!"#o Test$mento El templo dedicado al Señor en 3erusal4n es uno de los temas importantes en la /istoria del pueblo de ?srael. Iientras e0istió el pueblo, el templo ue uno de sus signos de identidad' destruido el templo, el pueblo surió un golpe tan signiicativo que cambió por completo la trayectoria de su /istoria. Mon la destrucción del templo de 3erusal4n desaparece para los >ud9os lo que /ab9a /ab9a sido sido para ellos tal ve( el polo polo principal principal de atracción y el motivo motivo m)s uerte uerte de la unión entre las tribus. 8esde entonces su lugar ser) ocupado por otras realidadesH
-; s9mbolo, como son la tierra y la Ley o 1or). El templo, sin embargo, se mantendr) vivo en la memoria de todos y cada uno de los >ud9os, como el recuerdo perenne de una 4poca en la que nació y se constituyó el pueblo como tal, y en la que se /unden las ra9ces de las que vive el pueblo >ud9o >ud9o de todos t odos los tiempos. tiempos. Cu4 tiene tiene el templo para los >ud9os >ud9os que no lo tengan, por e>emplo, los palacios de los reyes, que simboli(aron el poder de sus moradores, y ueron tambi4n destruidos, pero no añoradosD El templo posee y simboli(a una uer(a trascendente que no la tienen los ediicios proanos, porque est) relacionado por su propia naturale(a con la presencia presencia de 8ios. Para comprender comprender el signiicado signiicado de esta presencia, presencia, que nos imagina imaginamos mos al modo /umano y, por tanto, de modo metaórico, vamos a seguir los pasos siguientes: #. El cielo es la morada de 8ios' -. 8ios est) tambi4n con los individuos y con el pueblo' <. Pero el templo es la casa o morada de 8ios por e0celencia entre los /ombres' 7. Al templo se dirige el /ombre para encontrar a 8ios' $. Los que est)n le>os se orientan /acia el santuario para encontrar a 8ios.
1' El c!elo es l$ mo*$)$ )e D!os Si a un creyente del Antiguo 1estamento se le pregunta dónde est) 8ios, su respuesta no es una, sino m2ltiple, aunque no contradictoria. La primera y m)s espont)nea es que 8ios est) en el cielo. 1radicionalmente se /a considerado en ?srael que el cielo es la morada de 8ios. Leemos en 8t -;,#$: «Ruelve los o>os desde tu santa morada, desde el cielo, y bendice a tu pueblo, ?srael, y a esta tierra que nos diste!. Masi con las mismas palabras ora Salomón en su c4lebre oración: «Escuc/a la s2plica de tu siervo y de tu pueblo, ?srael, cuando recen en este sitio' escuc/a t2 desde tu morada del cielo, escuc/a y perdona! "# Je ,<%' ver tambi4n # Je ,<.7<.7' ,<' Nar -,#;&. Este lengua>e es recuente en los Salmos: «=uestro 8ios est) en el cielo, lo que quiere lo /ace! "Sal ##$,<&. 1ambi4n se concibe el cielo como el trono del Señor, o como el lugar donde est) entroni(ado: «As9 dice el Señor: el cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies! "?s ;;,#&. Esta le>an9a 9sica no signiica que no se preocupe de la tierra y de sus /abitantes, los /ombres, porque, como dec9a Ja>ab, la que acogió en su casa a los esp9as de 3osu4: «El Señor, vuestro 8ios, es 8ios arriba en el cielo y aba>o en la tierra! "3os -,##&' y los Salmos conirman que 8ios est) presente y activo en todo el universo: «El Señor puso en el cielo su trono, su soberan9a gobierna el universo! "Sal #%<,#&' y tambi4n: «El Señor est) en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo: sus o>os est)n observando, sus pupilas e0aminan a los /ombres! "Sal ##,7&. Por esto nuestra conian(a en 4l debe ser total: «ue el Señor /a mirado desde su e0celso santuario, desde el cielo se /a i>ado en la tierra, para escuc/ar los lamentos de los cautivos y librar los condenados a muerte! "Sal #%-,-%H-#&. o/4let, el sabio, /a i>ado estas enseñan(as en su sentencia lapidaria: «8ios est) en el cielo y t2 en la tierra! "Ecl $,#&, subrayando de orma magistral que el )mbito o mundo de 8ios es absolutamente inalcan(able para el /ombre.
+' T$m,!én est D!os con los !n)!9!)#os 6 con el p#e,lo El verdadero israelita saborea con un gusto ineable la cercan9a de 8ios, de la que con tanta recuencia /abla su e, aprendida de sus mayores y consignada en los libros sagrados. 6l sabe que 8ios, el Señor, estar) siempre con 4l en cualquier tiempo y lugar, porque as9 lo /a prometido muc/as muc/as veces veces a particulares particulares y al al pueblo pueblo entero, por s9 mismo mismo o por medio medio de otros.
-5 8i>o 8ios a ?saac: «Oo soy el 8ios de tu padre Abra/)n, no temas, que estoy contigo! "+4n -;,-7&' a 3acob: «Oo estoy contigo, te acompañar4 adonde vayas, te /ar4 volver a este pa9s y no te abandonar4 abandonar4 /asta cumplirte cumplirte cuanto te /e prometido! "+4n -,#$&' a Iois4s: «Oo estoy contigo! "60 <,#-&' a 3osu4: «Momo estuve con Iois4s Iois4s estar4 contigo' no te t e de>ar4 ni te abandonar4!' «*Animo, s4 valiente =o te asustes ni te acobardes, que contigo est) el Señor, tu 8ios, en todas tus empresas! "3os #,$.' c. #,#5&' a 3erem9as: «=o les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte librarte Hor)culo H or)culo del SeñorH! "3er #,' c. #,#&. Abim4lec le di>o a Abra/)n: «8ios est) contigo en todo lo que /aces! "+4n -#,--&' Samuel a Sa2l: «Muando te sucedan estas señales, /ala, /a( lo que se te ore(ca, que 8ios est) contigo! "# Sam #%,5&' 3onat)n a 8avid: «*El Señor est4 contigo como estuvo con mi padre! "# Sam -%,#<&' =at)n a 8avid: «Anda, /a( lo que tienes pensado, que 8ios est) contigo! "# Mrón #5,-&' 8avid a Salomón: «=o te asustes ni te acobardes, que el Señor 8ios, mi 8ios, est) contigo! "# Mrón -,-%&' unos e0traños a los >ud9os: «Ramos con vosotros, pues /emos o9do que 8ios est) con vosotros! "Uac ,-<&. Iois4s /abla al pueblo en nombre del Señor: «8urante los 2ltimos cuarenta años el Señor, tu 8ios, /a estado contigo y no te /a altado nada! "8t -,5&' «Muando salgas a combatir contra tus enemigos, y veas caballos, carros y tropas m)s numerosas que las tuyas, no los temas, porque est) contigo el Señor, tu 8ios, que te /i(o subir de Egipto! "8t -%.#&. 8ios se dirige al pueblo por medio de los proetas. Por medio de ?sa9as: «=o temas, que yo estoy contigo' no te angusties, que yo soy tu 8ios: te ortale(co y te au0ilio y te sostengo con mi diestra victoriosa! "?s 7#,#%&' por medio de 3erem9as: «12 no temas, siervo m9o, 3acob, que yo estoy contigo Hor)culo del SeñorH! "3er 7;,-&.
-' El templo es l$ c$s$ )e D!os po* $ntonom$s!$ Para un israelita casa de 8ios puede reerirse a cualquier lugar sagrado donde se tributa culto leg9timo a 8ios, como se desprende de 3ue #,<#: «Iientras estuvo en Silo la casa de 8ios!' pero la casa o morada de 8ios por antonomasia es el 1emplo de 3erusal4n, como se dice en Esd #,7: «La casa de 8ios que est) en 3erusal4n!. Anteriormente /emos recordado cómo el Señor /ab9a maniestado a 8avid por medio del proeta =at)n el mandato de que se construyera un templo en su /onor "c. - Sam 5,#<' # Je $,#5H#' # Mrón -,-H##&. Sabemos que este mandato lo cumplió Salomón y no 8avid "c. # Je $,$H,-$' - Mrón -,emplo preclaro de ello lo tenemos en el relato de la e0periencia particular que tuvo tuvo 3aco 3acobb con el Señor Señor duran durante te una una noc noc/e /e,, mien mientra trass dorm9 dorm9a, a, que le /i(o /i(o e0cl e0clam amar: ar: «Jealmen «Jealmente te est) el Señor en este lugar y yo no lo sab9a. O añadió aterrori(ado: *u4 terrible es este lugar Es nada menos que casa de 8ios y Puerta del Mielo! "+4n -,#;H#5' ver el Y -Z sobre los espacios sagrados antes del templo de Salomón&.
- El templo de 3erusal4 3erusal4nn ser), por tanto, la casa casa o morada del Señor por e0celencia e0celencia.. El 8euteronomio ordena: «Muando entres en la tierra que el Señor, tu 8ios, va a darte en /eredad..., tomar)s primicias de todos los rutos que cosec/es de la tierra que va a darte tu 8ios, los meter)s en una cesta, ir)s al lugar que el Señor, tu 8ios, /aya elegido para morada de su nombre! "8t -;,#H-&. El libro de 1ob9as, por su parte, /abla de 3erusal4n como «la ciudad elegida entre todas las tribus de ?srael como lugar de sus sacriicios, en la que /ab9a sido ediicado y consagrado a perpetuidad el templo, morada de 8ios! "1ob #,7&. Esta orma de /ablar es la normal en la Escritura. ?sa9as ve en lontanan(a a los peregrinos de todos los pueblos, pueblos, que se dirigen /acia /acia el monte monte de la Masa del Señor: «Gacia «Gacia 4l conluir) conluir)nn las nacione naciones, s, caminar)n pueblos numerosos. 8ir)n: Renid, subamos al monte del Señor, a la casa del 8ios de 3acob! "?s -,-H<' Iiq 7,#H-&. Kn salmista dice: «Kna cosa pido al Señor, eso buscar4: /abitar en la casa del Señor por los d9as de mi vida! "Sal -5,7' ver, adem)s, 7-,$' 5;,<' 7' #--,#.' #<-,#
.' l templo se )!*!"e el hom,*e p$*$ encont*$* $ D!os Si al templo se le considera la casa o morada del Señor, es porque se cree que all9 /abita el Señor seg2n la manera antropomórica de concebirlo. Salomón ora as9 al Señor en el d9a de la solemne consagración del templo de 3erusal4n: «Oo te /e construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre! "# Je ,#<' - Mrón ;,-' c. - Iac #7,<$&' aunque sabe muy bien que esto sólo puede tener un sentido metaórico, metaórico, no literal, literal, pues pregunta: «CEs posible que 8ios /abite en la tierraD Si no cabes en el cielo y lo m)s alto del cielo, *cu)nto menos en este templo que /e construido! "# Je ,-5&. Pero as9 se e0presa la e inquebrantable en la cercan9a del Señor, al que el autor le /ace decir en primera persona: «Eli>o y consagro este templo para que est4 en 4l mi =ombre eternamente. Ii cora(ón y mis o>os estar)n siempre en 4l! "- Mrón 5,#;' c. E( 7<,5&. Mon este convencimiento el creyente se dirige al templo con alegr9a "Sal #--,#&, con aecto "Sal -;,&, porque sabe que se encontrar) con el Señor que lo invita continuamente: «Nus «N usca cadm dmee y vivi vivir4 r4is is!! "Amó "Amóss $,7&, $,7&, y que que lo reci recibi bir) r) y escu escuc/ c/ar ar)) como como un amig amigo. o. Espec Especia ialm lmen ente te cuand cuandoo el /omb /ombre re cump cumple le con con sus sus prome promesa sas: s: «Entr «Entrar4 ar4 en tu casa casa con /olocaustos para cumplir mis votos! "Sal ;;,#<&, o desea abrir de par en par al Señor las puertas de su cora(ón y de e0poner e0poner ante 4l sus penas penas y alegr9a alegr9a,, como /i(o Ana ante el Señor Señor y e0plicó despu4s a El9, el sacerdote, que la cre9a borrac/a: «=o es as9, señor. Soy una mu>er que sure. =o /e bebido vino ni licor, estaba desa/og)ndome ante el Señor! "# Sam #,#$&. El templo o casa del Señor es, ante todo, casa de oración, como nos recuerda el proeta ?sa9as: « Porque mi casa es casa de oración, y a mi casa la llamar)n todos los pueblos Masa de Qración! "?s $;,5' c. # Iac 5,<5&. El Señor escuc/a atentamente las s2plicas de los que a 4l acuden, especia especialme lmente nte las de los m)s necesi necesitado tados, s, como como ellos ellos mismos mismos testiican: testiican: «En el peligro peligro invoqu4 al Señor, invoqu4 a mi 8ios: 8esde su templo 4l escuc/ó mi vo(, mi grito llegó a sus o9dos! "- Sam --,5' c. Sal #,5&.
0' Los :#e estn le;os se o*!ent$n h$c!$ el s$nt#$*!o p$*$ o*$*
- Eran muc/os los israelitas que, por /abitar le>os de Palestina, no pod9an visitar el templ temploo de 3erus 3erusal al4n 4n en perso persona. na. 6stos 6stos const constitu itu9an 9an la di)s di)spor poraa de orien oriente te y occid occiden ente. te. Añoraban permanentemente la tierra de sus antepasados y el templo de 3erusal4n. Kna muestra sobresaliente de esta añoran(a es el salmo #<5, que comien(a: «3unto a los canales de Nabilonia nos sentamos y lloramos con nostalgia de Sión! "Sal #<5,#' c. ;$.$&. El m9tico 3on)s oraba as9 en el vientre de la ballena: «*ui4n pudiera otra ve( ver tu santo templo! "3on -,$' c. Sal -5,7&. Kna costumbre universal entre los >ud9os /ac9a que los ale>ados de Palestina se orientasen /acia 3erusal4n y su templo, cuando oraban al Señor. As9 lo /ar9a Sara en Ecb)tana de Iedia, cuando, al orar, «e0tendió las manos /acia la ventana! "1ob <,##&, probablement probablementee mirando mirando al oeste, donde se encontraba encontraba 3erusal4n, 3erusal4n, como quer9a Salomón Salomón que /icieran los israelitas de todos los tiempos: «Si en el pa9s de los enemigos que los /ayan deportado se convierten a ti con todo el cora(ón y con toda el alma, y te re(an vueltos /acia la tierra que /as dado a sus padres, /acia la ciudad que elegiste y el templo que /e construido en tu /onor, escuc/a t2 desde el cielo, donde moras, su oración y s2plica y /a(les >usticia! "# Je ,7H7&. As9 oraban 8aniel en su destierro "c. 8an ;,##& y los piadosos israelitas dispersos por el mundo mundo "c. Sal -,-' #<7,-' #<,-&. #<,-&. Mon el paso del tiempo tanto 3erusal4n como su templo adquirieron una signiicación que trascend9a las categor9as del espacio y de la /istoria, introduci4ndolos en el )mbito de la antas9a y de la escatolog9a apocal9ptica. El cristianismo /eredó esta tendencia, al /ablar de la 3erusal4n celeste y del templo, que es el Señor 8ios 1odopoderoso y el Mordero "Apc -#&. Pero en toda la tradición del Antiguo 1estamento no se conoce una doctrina seme>ante a la que va a desarrollar el =uevo 1estamento sobre el templo espiritual del Señor, tema del cap9tulo siguiente.
. El templo en el N#e9o Test$mento En los cap9tulos anteriores queda demostrado con toda claridad que en todo el Antiguo 1estamento por templo se entiende 2nicamente un lugar material, reservado al culto del Señor' a2n no se conoce el concepto de templo espiritual, que va a ser una e0clusiva del =uevo 1estamento, cuyo signiicado intentaremos e0plicar en el presente cap9tulo.
1' El templo m$te*!$l )e Je*#s$lén
<% El templo de 3erusal4n que conoció 3es2s y tambi4n la primera comunidad cristiana, era el templo reconstruido por Gerodes el +rande, como se nos dice en la respuesta que dieron los >ud9os a 3es2s despu4s despu4s de la puriicac puriicación ión del templo: «Muarenta «Muarenta y seis años /a llevado llevado la construcción de este templo, Cy t2 lo reconstruyes en tres d9asD! "3n -,-%&. En los relatos lucanos de la inancia de 3es2s cuatro veces se menciona el santuario o templo de 3erusal4n. La primera cuando a Uacar9as, el que ser9a el padre de 3uan el Nautista, «le tocó entrar en el santuario para orecer incienso! "Lc #,&. Las otras tres veces se relacionan con 3es2s niño, a saber, cuando el anciano Simeón, «movido por el Esp9ritu, se dirigió al templo y los padres introduc9an al niño 3es2s para cumplir con 4l lo mandado en la ley! "Lc -,-5&' en la misma ocasión, el encuentro con Ana, la proetisa, que «no se apartaba del templo, sirviendo noc/e y d9a con oraciones y ayunos! "Lc -,<5&, y al cumplir 3es2s los doce años subió con sus padres a 3erusal4n. Al volver a casa, se quedó 3es2s en 3erusal4n sin previo aviso. Los padres angustiados angustiados lo buscaron y «al cabo de tres d9as lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuc/)ndolos y /aci4ndoles preguntas! "Lc -,7;&. 8urante el ministerio p2blico de 3es2s son muc/as las veces en las que se /ace mención del templo de 3erusal4n. 3erusal4n. En el cuadro introductorio de las tentaciones de 3es2s "la segunda en Iateo, la tercera en Lucas& leemos: «Entonces el 8iablo se lo llevó a la Miudad Santa, lo colocó en el alero del templo y le di>o: HSi eres /i>o de 8ios, t9rate...! "It 7,$H;' c. Lc 7,&. Oa en la vida real, la primera ve( que 3es2s va a 3erusal4n, visita el templo, como nos dice san Iarcos: «Entró @3es2s en 3erusal4n y se dirigió al templo! "Ic ##,##&. Al d9a siguiente, seg2n la versión de san Iarcos, tiene lugar la puriicación del templo: «Llegaron a 3erusal4n y, entrando en el templo, se puso a ec/ar a los que vend9an y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vend9an palomas, y no de>aba a nadie transportar ob>etos por el templo! "Ic ##,#$H#;&. Para los dem)s evangelistas la e0pulsión de los mercaderes del templo tiene lugar la primera ve( que 3es2s entra en el templo "c. It -#,#-: Lc #,7$ y 3n -,#os y 4l los curó! "It -#,#7' c. 3n $,#7&. Sin embargo, los evangelistas airman un)nimemente la enseñan(a de 3es2s en el templo. San Iateo nos dice que 3es2s, al d9a siguiente de la puriicac puriicación ión del templo, templo, «entró en el templo y se puso a enseñar! enseñar! "It -#,-<&, lo que conirma conirma san Lucas: «A diario enseñaba en el templo! "Lc #,75' c. -%,#&, y san Iarcos, primero impl9citamente "c. Ic ##,-5& y despu4s e0pl9citamente en la controversia con los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores "c. Ic #-,<$&. Es sabido que san 3uan se aparta de los sinópticos y /abla de varias visitas de 3es2s a 3erusal4n con ocasión de las iestas de los >ud9os "3n "3n -,#<: primera primera Pascua' 3n 3n ;,7: segunda Pascua' Pascua' 3n ##,$$H$;: ##,$$H$;: tercera y 2ltima Pascua. Adem)s, 3n $,#: una iesta' 3n 5,-.#%: la iesta de las M/o(as' 3n #%,--H-<: la iesta de la 8edicación&. Pero en todas estas visitas, el templo es el centro elegido por 3es2s para enseñar: «Iediada la iesta @de las M/o(as subió 3es2s al templo a enseñar! "3n 5,#7' c. 5,-' ,-.-%&. Muando 3es2s propone la par)bola del ariseo y del publicano, 4l no est) en 3erusal4n, pero los protagonistas de la par)bola «subieron «subieron al al templo templo a orar! "Lc #,#%&.
<# Kn resumen de la actividad docente de 3es2s en el templo, poco antes de la pasión, nos la orece san Lucas: «8e d9a enseñaba en el templo' de noc/e sal9a y se quedaba en el monte de los Qlivos. O todo el pueblo madrugaba madrugaba para escuc/arlo escuc/arlo en el templo! "Lc -#,<5H<&. Masi con las mismas palabras se dirige 3es2s primero a los que van a prenderlo en el /uerto de +etseman9: «8iariamente estaba con vosotros en el templo enseñando y no me arrestasteis! "Ic #7,7' c. It -;,$$' Lc --,$<&' y despu4s al sumo sacerdote en casa de An)s: «Oo /e /ablado p2blicamente al mundo' yo /e enseñado siempre en sinagogas o en el templo, donde se re2ne re2nenn todos todos los los >ud9o >ud9os, s, y no /e dic/o dic/o nada nada a esco escond ndid idas as.. CPor CPor qu4 me inter interrog rogas asDD ?nterroga a los que me /an o9do /ablar, que ellos saben lo que les di>e! "3n #,-%H-#&. Knida a la puriicación del templo est) la controversia acerca de la palabra misteriosa de 3es2s sobre la destrucción del templo y su reconstrucción reconstrucción en tres t res d9as. Asombrados los >ud9os por la actuación tan e0pedita de 3es2s, le preguntaron: «Cu «Cu44 señal nos presentas para actuar de ese ese modoD modoD 3es2s 3es2s les les conte contestó stó:: H8erri H8erriba badd este este templo templo y en tres tres d9as d9as lo recons reconstru truir4 ir4.. Jeplicaron los >ud9os: HMuarenta y seis años /a llevado la construcción de este templo, Cy t2 lo reconstruyes en tres d9asD! "3n -,#H-#' c. It -#,-<' Ic ##,-' Lc -%,-&. Los >ud9os interpretaron estas palabras en sentido literal. En el >uicio contra 3es2s los alsos testigos las utili(aron en su contra: «Le /emos o9do decir: Oo /e de destruir este templo, construido por manos /umanas, y en tres d9as construir4 otro, no con manos /umanas! "Ic #7,$' c. It -;,;#&' >ud9os presentes en el monte calvario insultaban a 3es2s moribundo: «El que derriba el templo y lo reconstruye en tres d9as, que se salve, ba>ando de la cru(! "Ic #$,-H<%' c. It -5,7%' Gc/ ;,#7&. El evangelista san 3uan des/ace cualquier equ9voco e ilumina el misterio de las palabras de 3es2s a la lu( de la resurrección del Señor: «6l se reer9a al templo de su cuerpo! "3n -,-#&. Los evangelistas sinópticos tienen unas palabras sobre la ma>estuosidad del templo. En san Iarcos, un disc9pulo se dirige a 3es2s, «cuando sal9a del templo!, para que admire su grandiosidad: «Iaestro, mira qu4 piedras y qu4 construcciones! "Ic #<,#' c. It -7,#&. En san Lucas, 3es2s anuncia la destrucción del templo «a unos que ponderaban los /ermosos sillares del templo y la belle(a de su ornamentación! "Lc -#,$&. Kn lugar privilegiado para contemplar tanto esplendor era el monte de los Qlivos, «enrente del templo! "Ic #<,<&. Los evangelistas describen, cada uno a su modo, la muerte de 3es2s en la cru(. Seg2n san 3uan, 3es2s muere con suma tranquilidad, por agotamiento. 8espu4s de probar el vinagre que le orecieron, «di>o: HEst) acabado. 8obló la cabe(a y entregó el esp9ritu! "3n #,<%&. O no se ampl9a con ninguna interpretación especial. Los sinópticos, sin embargo, se acercan m)s a la tragedia real, y le añaden una interpretación trascendental y cósmica. Los tres coinciden en el grito desgarrador de 3es2s. San Iarcos: «3es2s, «3es2s, lan(ando lan(ando un grito, e0piró! e0piró! "Ic #$,<5&' san Iateo: «3es2s, lan(ando un nuevo grito, e0piró! "It -5,$%&' san Lucas: «3es2s gritó con vo( uerte: HPadre, a tus manos encomiendo mi esp9ritu. 8ic/o lo cual, e0piró! "Lc -5,7;&. 1ambi4n coinciden en señalar algunos enómenos e0traños que acompañaron a la muerte de 3es2s, sin duda, con valor proundamente simbólico. Iarcos y Iateo /acen seguir a la muerte de 3es2s el rompimiento del velo del templo: «El velo del templo se rasgó en dos de arriba aba>o! "Ic #$,<' It -5,$#a&' pero Iateo añade, adem)s, el llanto de la naturale(a: «La tierra tembló, las piedras se ra>aron, los sepulcros se abrieron...! "It -5,$#bH$-&. Lucas, por su parte, /ace que precedan a la muerte de 3es2s el duelo de la naturale(a y el rompimiento del velo del templo: «Era mediod9a mediod9a'' se oscureció todo el territorio /asta media tarde, al altar el
ó el dinero @que le /ab9an dado por entregar a 3es2s en el templo! "It -5,$&. Este dinero se consideraba maldito, por esto los sumos sacerdotes di>eron: «=o es l9cito ec/arlo en el arca pues es precio de una vida! "It -5,;&. La primera comunidad cristiana en 3erusal4n no percibió incompatibilidad alguna entre su e ardiente en el Señor resucitado y la tradicional pr)ctica religiosa >ud9a. As9 aparece en los primeros primeros testimonios testimonios que poseemos poseemos de aquella aquella comuni comunidad dad primitiva primitiva:: el discurso discurso de Pedro a los >ud9os y vecinos vecinos de 3erusal4n 3erusal4n el d9a de Pentecost4s "c. Gc/ -,#7H<;&' las e0igencias e0igencias que se imponen a los que se sintieron tocados por sus palabras "c. Gc/ -,<H7%&' y, sobre todo, el primer resumen resumen que /acen los Gec/os de los Apóstoles de la vida de los primeros cristianos: cristianos: «Los creyentes estaban todos unidos y pose9an todo en com2n' vend9an bienes y posesiones y las repart9an seg2n la necesidad de cada uno. A diario acud9an ielmente y un)nimes al templo' en sus casas part9an el pan, compart9an la comida con alegr9a y sencille( sincera. Alababan a 8ios y todo el mundo los estimaba. El Señor iba incorporando a la comunidad a cuantos se iban salvando! "Gc/ -,77H75&. Advertimos que los disc9pulos no ten9an reparos en visitar el templo y de orar en 4l, como se nos dice e0presamente de los Apóstoles: «Pedro y 3uan sub9an al templo para la oración de media tarde! "Gc/ <,#&. All9 tuvo lugar la curación del paral9tico por la palabra palabra de Pedro Pedro "c. Gc/ <,-H&. 1ambi4n Pablo ora en el templo de 3erusal4n "c. Gc/ --,#5&, y en 4l se somete a ritos de puriicación "c. Gc/ -#,-;H<%&. Acusado alsamente por sus enemigos de proanar el templo, Pablo se deiende con todo vigor de tal acusación "c. Gc/ -7,;.#-.#' -$,&. El año 5% de la era cristiana marca un /ito trascendental en la /istoria del pueblo >ud9o y de la ?glesia cristiana. El e>4rcito romano, liderado por 1ito, /i>o del emperador Respasiano y uturo emperador, entra a saco en 3erusal4n y en su 1emplo y lo destruye todo, sin de>ar piedra sobre piedra. Este /ec/o sangriento sangriento /ace que los cristianos abran los o>os y vean que ellos son un pueblo nuevo "c. It -#,7<&, y se consideren a s9 mismos como Bel ?srael de 8iosF 8iosF "+)l "+)l ;,#;&&. ;,#;&&. 8e 8esd sdee enton entonces ces el cami camino no que recorre recorrenn los los cristi cristian anos os y los >ud9 >ud9os, os, relig religio iosa same mente nte /abl /ablan ando do,, ya no es el mism mismo, o, sino sino que son son dos cami camino noss dive diverge rgente ntess e irreconciliables.
+' El templo )e D!os en el N#e9o Test$mento Las tradiciones religiosas de todos los pueblos nos enseñan que el templo es la morada de 8ios "o de los dioses&. El A1 no es una e0cepción. Pero esta morada /ay que entenderla metaóricamente, pues a 8ios no se le puede circunscribir a un lugar determinado, sea 4ste tan amplio como el cielo, y menos a2n el espacio reducido de un santuario, aunque sea 4ste el venerable templo de 3erusal4n. El =1 da un giro completo a nuestras especulaciones sobre el templo de 8ios. El templo material pasa a un segundo plano, o, simplemente, ya no interesa. Jecordemos las palabras del Señor a la samaritana: «Mr4eme, mu>er, llega la /ora en que ni en este monte @el +ari(9n ni en 3erusal4n se dar) culto al Padre... Pero llega la /ora, ya /a llegado, en que los que dan culto aut4ntico dar)n culto al Padre en esp9ritu y de verdad. 1al es
<< el culto que busca el Padre. 8ios es Esp9ritu y los que le dan culto lo /an de /acer en esp9ritu y de verdad! "3n 7,-#H-7&. El culto en esp9ritu y de verdad est) m)s conorme con un templo espiritual, como es, por e>emplo, 3es2s en primer lugar, y cada uno de nosotros, despu4s. 2.1. Jes*s es templo de Dios
ue 3es2s sea templo de 8ios nos lo dice e0presamente el evangelista san 3uan, al interpretar las palabras de 3es2s: «8erribad este templo y en tres d9as lo reconstruir4! "3n -,#&, en la controversia con los >ud9os, despu4s de la puriicación del templo. Los >ud9os creyeron que 3es2s se reer9a al templo material de 3erusal4n' el evangelista, sin embargo, descubre el verdadero sentido de la sentencia de 3es2s: «Pero 4l se reer9a al templo de su cuerpo! "3n -,-#&. El cuerpo de 3es2s, es decir, 3es2s en su realidad corporal, es templo de 8ios. O a2n m)s que templo, como 4l mismo di>o a los ariseos: «Qs digo que /ay aqu9 alguien mayor mayor que el templo! "It #-,;' c. Apc -#,--&. As9 pensaba pensaba toda la ?glesia ?glesia primitiva primitiva,, como vemos a continuación. 3es2s es la novedad absoluta en el =1, pues es «imagen de 8ios invisible! "Mol #,#$a' c. - Mor 7,7&, es decir, la maniestación visible del 8ios invisible. As9 se lo /i(o saber 3es2s mismo a sus disc9pulos, durante la sobremesa de la 2ltima cena. Seg2n el relato del evangelista san 3uan, 3es2s /abla de su muerte inminente, utili(ando la met)ora de un via>e de vuelta a la casa del Padre. 6l se adelanta para prepararles un puesto. El camino que /an de recorrer para encontrarse con 4l, en opinión de 3es2s, ya lo saben "c. 3n #7,-H7&. Pero no es as9, como ingenuamente coniesa 1om)s: «Señor, no sabemos adónde vas, Ccómo podemos conocer el caminoD! "3n #7,$&. 3es2s responde con una revelación de s9 mismo: «Oo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por m9. Si me conocierais a m9, conocer9ais tambi4n al Padre. A/ora lo conoc4is y lo /ab4is visto! "3n #7,;H5&. Pero los disc9pulos no est)n a2n capacitados para comprender tantas /onduras teológicas. Por esta causa 1om)s le pide al Señor que les maniieste al Padre sin rodeos: «Señor, ens4ñanos al Padre y nos basta! "3n #7,&. La respuesta de 3es2s no es m)s que la e0plicación de lo que signiica ser imagen visible de 8ios invisible: «uien me /a visto a m9 /a visto al Padre: Ccómo pides que te enseñe al PadreD C=o crees que yo estoy en el Padre y el Padre en m9D... Mreedme que yo estoy en el Padre y el Padre en m9! "3n #7,H##&. La teolog9a de san 3uan, su modo de pensar, es co/erente en todo su evangelio. En el prólogo del evangelio evangelio nos /a introducido de lleno lleno en el misterio misterio de 3es2s: el misterio misterio de la Palabra de 8ios, del Gi>o de 8ios, que se /a /ec/o /ombre visible y tangible en la /istoria de los /ombres "c. 3n #,#7&. La teolog9a de san Pablo es a9n a la de san 3uan, a la que prolonga y complemen complementa. ta. 8ios Padre es, sin duda, la plenitud en en todo. 8el Rerbo encarnado dice san 3uan: «8e su plenitud /emos /emos recibido todos! "3n #,#;&' de Mristo airma san Pablo: «Pues "8ios& tuvo a bien /acer residir en 4l "Mristo& toda la plenitud ! "Mol #,#&. Por el conte0to, toda la plenitud lo incluye todo y no e0cluye nada de los )mbitos de 8ios y del mundo, pues Mristo es el Gi>o querido del Padre, su imagen visible, el primero de toda la creación y el Mreador de ella: pree0istente a la ve( que sustentador y meta de toda la creación "c. Mol #,#$H plenitud d de que est) lleno #5&. En sus rele0iones sucesivas Pablo especiicar) a2n m)s la plenitu toda la plenit plenitud ud de la divin 3esu 3esucri cristo sto:: «En «En 4l resid residee toda divinida idadd corporalment corporalmente! e! "Mol -,&. (a plenitud de de la divinidad, no porque la divinidad pueda darse total o parcialmente, en un grado mayor o menor, puesto que la divinidad no tiene partes' sino porque se da, como es, en su
<7 totalidad totalidad.. El adverbio adverbio corporalmente /ace reerencia a la realidad corporalHmaterial de la e0istencia de Mristo: nada de icción o de meras apariencias. Mristo e0iste corporalmente en su estadio preHpascual y tambi4n postHpascual. Mristo resucitado no /a renunciado a su ser corporalHmaterial, no se /a convertido en un puro esp9ritu. Mristo resucitado sigue con su cuerpo real, si bien transormado en cuerpo celeste "c. # Mor #$,7-H$<&. San Pablo est) enamorado de este Mristo /umanoHdivino, que vive gloriosamente y para el que ya no e0isten distancias espacioHtemporales' por esto est) presente y llena tambi4n toda su creación. El apóstol Pablo no se cansa de enumerar las e0celencias /umanas y divinas de Mristo. Por esto pide con /umildad e insistencia al Padre que Mristo /abite en el cora(ón de todos los ieles, para que lleguen a conocer, por su gracia, lo que >am)s podr)n conocer por sus propias uer(as: el amor inconmensurable de 3esucristo que se les da gratuitamente y sin toda la plen plenit itud ud de Dios Dios! "E res reserv ervas, «y os llen4is de toda "E <,# <,#&. &. El inabarca arcabble e inconmensurable Mristo, lleno de 8ios, la plenitud de Dios , colmar) a rebosar la capacidad limitada del cora(ón /umano que le abre sus puertas. 8e esta plenitud rebosante rebosante en Mristo «todos /emos /emos recibid recibido! o! "3n #,#;&, #,#;&, o, como leemos leemos en Mol #,#%: «Rosotros «Rosotros en 4l est)is cumplidamente llenos!. 1odo lo que somos y tenemos, y seguiremos recibiendo en el uturo sin t4rmino, lo recibimos de la plenitud de de Mristo que perpetuamente rebosa y se da, sin que se agote ni merme un )pice. 2.2. +osotros somos templos de Dios
La actitud m)s adecuada del /ombre ante la presencia de 8ios, nuestro Señor, es la del respeto, que se maniiesta en la adoración. Primero es lo interior y despu4s lo e0terior' los sentimientos /umanos todos ellos son interiores, y es normal que se maniiesten al e0terior por medio de gestos, de signos, de palabras, etc. Pero, en absoluto, podr9an quedar ocultos, sin de>ar de ser lo que son. Las maniestaciones e0teriores sólo son signiicativas y tienen valor en cuanto rele>an vivencias interiores reales. Si 4stas no preceden, los gestos est)n vac9os de contenido, son alsos e inducen a todos los que los ven a interpretaciones erróneas. A esta realidad se reer9a el Señor, cuando apostroaba a algunos ariseos con estas palabras del proeta ?sa9as: «Este «Este pueblo me /onra con los labios, labios, pero su cora(ón est) le>os le>os de m9' m9' el culto culto que me dan es in2til! "It #$,H' ?s -,#<&. Los /ombres pueden construir lugares dedicados al culto divino, los santuarios y los templos. Pero estos ediicios materiales >am)s podr)n encerrar dentro de sus paredes a la divinidad. Pablo /abla as9 en el Areópago de Atenas: «Atenienses, observo que sois en e0tremo religiosos. Pues paseando y observando vuestros lugares de culto, sorprend9 un ara con esta inscripción: Bal 8ios desconocidoF. Pues bien, al que vener)is sin conocerlo yo os lo anuncio. Es el 8ios que /i(o cielo y tierra y cuanto contienen! "Gc/ #5,--H-7a&. Pero añade enseguida: «El que es Señor de cielo y tierra no /abita en templos construidos por /ombres! "Gc/ #5,-7b&. La creación entera, el cielo y la tierra, no es obra de /ombres, sino obra de 8ios' ella s9 puede considerarse, aunque en sentido amplio, su templo, su morada. En un sentido m)s apropiado, la ?glesia o comunidad de creyentes es templo y morada espirit espiritual ual del Señor, Señor, pues repetidame repetidamente nte se la considera considera cuerpo de Mristo. Mristo. Los escritos escritos paulinos paulinos son los que desarrollan ampliam ampliamente ente esta enseñan(a: enseñan(a: «6l nombró nombró a unos apóstoles, a
<$ otros proetas, evangelistas, pastores y maestros, para la ormación de los consagrados en la tarea encomendada, para ediicación del cuerpo de Mristo! "E 7,##H#-' Mol #,-7' <,#$&. La unidad de la comunidad cristiana se compara a la unidad de los miembros en el cuerpo /umano. En esta unidad superior, nosotros, los creyentes, somos los miembros: «C=o sab4is que vuestros cuerpos son miembros miembros de MristoD! "# Mor ;,#$&' «Rosotros sois cuerpo de Mristo y miembros singulares suyos! "# Mor #-,-5&' «Pues, as9 como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muc/os miemb miembros, ros, y no desempeña desempeñann todos los miembros miembros la misma misma unció unción, n, as9 tambi4n tambi4n nosotros, siendo muc/os, no ormamos m)s que un solo cuerpo en Mristo, siendo los unos para los otros, miembros miembros!! "Jom #-,7H$' c. # Mor #-,#-H-%' #%,#5' E $,<%&. La cabe(a cabe(a de este cuerpo metaórico es, naturalmente, Mristo: «El 8ios de nuestro Señor 3esucristo, Padre de la gloria "...&, lo /a nombrado cabe(a suprema de la ?glesia, que es su cuerpo! "E #,#.--H -<&' «6l es la cabe(a del cuerpo, de la ?glesia! "Mol #,#a' c. E $,-<&. La ?glesia o cuerpo de Mristo crece y crece en el tiempo, como todo t odo organismo organismo vivo, «/asta que todos alcancem alcancemos os la unidad de la e y del conocimiento del Gi>o de 8ios y seamos /ombres perectos y alcancemos la plena madure( cristiana..., /asta alcan(ar del todo al que es la cabe(a, a Mristo. +racias a 4l, el cuerpo entero, trabado y unido por la prestación de las >unturas y por el e>ercicio propio de la unción de cada miembro, va creciendo y construy4ndose con el amor! "E 7,#oH se perpet2a en la /istoria, siempre que /aya disc9pulos que escuc/en las palabras palabras del Señor 3es2s en el Apocalipsi Apocalipsis: s: «Iira que estoy a la puerta llamando. llamando. Si uno escuc/a mi llamada y abre la puerta, entrar4 en su casa y cenar4 con 4l y 4l conmigo!D "Apc <,-%&. 8e esta manera el cora(ón de los ieles se convierte en un permanente templo de 8ios, en un santuario del Esp9ritu Santo. En el pró0imo cap9tulo intentaremos desarrollar esta misma idea: la presencia de 8ios en el /ombre lo convierte en un verdadero templo suyo permanente.
JESUCRISTO SUMO SCERDOTE
<; "#& Geb #,<: Jeali(ada la puriicación de los pecados, tomó asiento en el cielo a la diestra de la Ia>estad' "-& Geb -,: "3es2s& por la gracia de 8ios, padeció la muerte por todos. "<& Geb -,#;H#: Est) claro que no vino en au0ilio de los )ngeles, sino del lina>e de Abra/)n. Por eso ten9a que ser en todo seme>ante a sus /ermanos: para poder ser un sumo sacerdote compasivo y acreditado ante 8ios para e0piar los pecados del pueblo. #Momo 4l mismo surió la prueba, puede ayudar a los que son probados
#5
"7& Geb <,#' 7,#7H#$' $,$H;' ;,#' 5,-; [ 3es2s, sumo sacerdote sacerdote "$& Geb 7,#7H#$: #7Puesto que tenemos un sumo sacerdote e0celente, que penetró en el cielo, 3es2s, el Gi>o de 8ios, mantengamos nuestra conesión. #$El Sumo Sacerdote que tenemos no es insensible a nuestra debilidad, ya que, como nosotros, /a sido probado en todo e0cepto el pecado ";& Geb $,#H7' 5,$.5' 5,-<' 5,-: El sacerdote /umano /umano Geb $,$H#%' 5,-7: Sacerdocio de Mristo "5& "5& Ge Gebb 5,-< 5,-estad "#%& "#%& Geb ,7: ,7: 7Si estuviera en la tierra, no ser9a sacerdote, ya que /ay otros que orecen legalmente dones. "##& Geb ,##H#$: ##En cambio, cambio, Mristo, Mristo, venido como como sumo sacerdote de los biene bieness uturos, usando una tienda me>or y m)s perecta, no /ec/a a mano, es decir, no de este mundo creado, #llevando no sangre de cabras y becerros, sino su propia sangre, entró de una ve( para siempre en el santuario y logró el rescate deinitivo. #
<5
"#<& Geb ,-;H-: ,-;H-: -;en tal caso tendr9a que /aber padecido repetidas veces desde la creación del mundo. A/ora en cambio, al inal de los tiempos, /a aparecido para destruir de una sola ve( con su sacriic sacriicio io los pecados. pecados. -5Momo es destino /umano morir una ve( y despu4s ser >u(gado, >u(gado, -as9 Mristo se oreció una ve( para quitar los pecados de todos y aparecer) una segunda ve(, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan. "#7& Geb #%,7H5: 7ya que la sangre de toros y cabras no puede perdonar pecados. $Por eso dice al entrar en el mundo: +o ,uisiste sacri!icios ni o!rendas pero me !ormaste un cuerpo. ; +o te a$radaron holocaustos ni sacri!icios expiatorios. 5 Entonces di-e /,u& esto# he venido para cumplir oh Dios tu voluntad 0como está escrito de m& en el libro0.
"#$& Geb #%,##H#7: ##1odo sacerdote se presenta a oiciar cada d9a y orece muc/as veces los mismos sacriicios, que nunca pueden quitar pecados. #-Este, en cambio, despu4s de orecer un 2nico 2nico sacriic sacriicio io por los pecados, pecados, se sentó para siempr siempree a la diestra diestra de 8ios 8ios #
0 L$ p*esenc!$ )e D!os en el hom,*e se"ustiicación o de la introducción del /ombre en el medio estrictamente divino.
< Jealidad absolutamente sobrenatural, imposible de ser comprendida por la mente /umana, si no es a la lu( de la revelación de 8ios en Mristo. =o se puede decir que en el A1 se /abla de la presencia de 8ios en el pueblo, y en el =1, de la presencia presencia de 8ios en el /ombre' tambi4n tambi4n el A1 /ace reerencia reerencia a los individuos individuos en los que 8ios /abita o a los que el Señor acompaña en su vida. Pensemos en todos los que recitan los salmos y se sienten en la compañ9a del Señor, en las personalidades tan singulares como Abra/)n, ?saac, 3acob, Iois4s, 3osu4, los Proetas, 8avid, Salomón, etc., y en tantos otros persona>es carism)ticos que est)n llenos del Esp9ritu del Señor y son guiados por 4l. Es verdad que cambia la orientación o perspectiva general. El concepto de puebloH nación, tan presente en todo el A1, se desvanece en el =1' su puesto lo ocupan las personas, los indiv individu iduos os en singul singular ar o colectiv colectivam ament ente: e: los disc9 disc9pul pulos, os, los elegid elegidos, os, los santos, santos, los cristianos, las comunidades o iglesias particulares. Si antes se dec9a que el Señor estaba en medio de su pueblo, que lo acompañaba en su tierra "Palestina& y uera de ella "en el destierro, en la di)spora&, a/ora se dice que el Señor acompaña a la comunidad de disc9pulos de 3es2s o ?glesia, que sustituye al pueblo de ?srael como nuevo pueblo de 8ios "c. It -#,7<& o como Bel ?srael de 8iosF "+)l ;,#;&, a las comunidades particulares, a los disc9pulos en general: «Oo estar4 con vosotros todos los d9as /asta el in del mundo! "It -,-%&, y, sobre todo, a los individuos particulares que abren su cora(ón a 8ios por la e. En el presente cap9tulo vamos a comprobar la realidad de este cambio, originado undamentalmente por la nueva y trascendental revelación de 8ios Padre, Gi>o y Esp9ritu Santo. Reremos cómo se nos /abla en el =1 de la in/abitación o presencia de 8ios, trino y uno, en el /ombre, que libre y gustosamente responde a la llamada del Señor: «Iira, estoy de pie a la puerta y llamo. llamo. Si alguien alguien escuc/a escuc/a mi vo( y abre la puerta, entrar4 en su casa y cenar4 con 4l y 4l conmigo! "Apc <,-%&.
1' =e*enc!$ )el nt!"#o Test$mento La espiritualida espiritualidadd del =uevo 1estamento nace con 3es2s de =a(aret. Pero 3es2s no es un aerolito ca9do del cielo, sin ra9ces ni contacto previo con la /istoria de los /ombres. 3es2s es un /i>o del pueblo de ?srael, «nacido de mu>er, nacido ba>o la ley! "+)l 7,7& en un tiempo y lugar determinados' respira los aires natales y se alimenta corporalmente de los rutos de la tierra en que vive, =a(aret de +alilea, en los tiempos de Augusto y 1iberio, emperadores romanos. Espiritualmente 3es2s se nutre de una riqu9sima tradición, contenida en las sagradas Escrituras y en las enseñan(as que se imparten en la sinagoga: 3es2s «ue a =a(aret, donde se /ab9a criado, y, seg2n su costumbre, entró un s)bado en la sinagoga y se puso en pie para /acer la lectura. Le entregaron el rollo del proeta ?sa9as...! "Lc 7,#;H#5&. 8e /ec/o, algunos pasa>es del =1 sobre la presencia de 8ios en el mundo y en el /ombre, son citas de la Escritura o reminiscencias de ella. El discurso del protom)rtir Esteban en Gc/ 5, dirigido a los m)0imos representantes del pueblo >ud9o, es una nueva lectura del A1 desde el punto de vista de un disc9pulo de 3es2s. 8e 4l es lo siguiente: «Aunque el Alt9simo no /abita en casas abricadas por manos /umanas, como dice el proeta: El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. 8ice el Señor: Cu4 casa me vais a construirD Q Ccu)l ser) el
< lugar de mi descansoD CEs que no /a /ec/o mi mano todas estas cosasD! "Gc/ 5,7H$%' comparar con ?s ;;,#H-&. La misma idea la e0pone san Pablo en el areópago de Atenas a un auditorio de paganos: «El 8ios que /i(o el mundo y todo lo que /ay en 4l, que es Señor del cielo y de la tierra, no /abita en santuarios abricados por /ombres' ni es servido por manos /umanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todos las cosas! "Gc/ #5,-7H-$&. Su presencia en el mundo es total, todo lo llena: nuestro medio e0terior y nuestro mundo interior' por eso «no est) le>os de ninguno de nosotros, ya que en 4l vivimos y nos movemos y e0istimos! "Gc/ #5,-5H-&. La presencia del Señor siempre es ben4ica ben4ica:: da la e0istencia e0istencia y la vida. Por lo que conocemos de las corrientes espirituales, vigentes en Palestina en el tiempo de 3es2s, la doctrina enseñada por los ariseos es la que m)s se acerca a lo que despu4s enseñar) 3es2s. As9 lo conirma la discusión entre ariseos y saduceos durante el >uicio contra Pablo ante los miembros del Sanedr9n: «Advirtiendo Pablo que una parte eran saduceos y otra parte ariseos, ariseos, e0clamó e0clamó en el Monse>o: Monse>o: HGermanos, HGermanos, yo soy ariseo e /i>o de ariseos, ariseos, y se me est) >u(gando por la esperan(a en la resurrección de los muertos. Apenas lo di>o, cuando surgió una discusión entre ariseos y saduceos, y la asamblea se dividió. "Pues los saduceos niegan la resurrección y los )ngeles y el esp9ritu, mientras que los ariseos lo airman todo&. Se armó un griter9o, y algunos letrados del partido ariseo se al(aron y airmaron pol4micamente: H=o encontramos culpa alguna en este /ombre' a lo me>or le /a /ablado un esp9ritu o un )ngel! "Gc/ --,;H&. 3es2s, sin embargo, no se limita a recoger, como en un lorilegio, las me>ores enseñan(as de los maestros espirituales que le /an precedido' sino que enseña con autoridad, como advierten en seguida sus oyentes con gran admiración: «Muando 3es2s terminó sus discursos @en el sermón del monte, la multitud estaba asombrada de su doctrina' porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados! "It 5,-H-' c. Ic #,-#H--' Lc 7,<#H<-&. Los guardias, que /ab9an sido enviados por los sumos sacerdotes y los ariseos para prender a 3es2s, declaran estupeactos: «3am)s un /ombre /a /ablado, como /abla este /ombre! "3n 5,7;&. La enseñan(a de 3es2s no se apoya en otros, como /acen los maestros de la ley: ulano /a dic/o..., sino en s9 mismo, como nos muestra Iateo en su cap9tulo $: «Gab4is o9do que se di>o..., pues yo os digo! "It $,-#H--.-5H-.<#H<7.<H<.7
+' L$ no9e)$) :#e nos t*$e Jes#c*!sto> el Se(o* 8e todas ormas, la novedad m)s importante en la enseñan(a de 3es2s no est) en el m4todo, sino en el contenido' no est) en el c)mo, sino en lo ,ue se enseña, cuya e0presión m)s certera es 4l mismo, como se encargar)n de e0plicitar los autores inspirados, empe(ando por los evangeli evangelistas. stas. 2.1. Jesucristo es Diosconnosotros
En el prólogo a los Gec/os de los Apóstoles Lucas se reiere a su evangelio con estas
7% palabras: palabras: «En mi mi primer primer tratado, querido 1eóilo, 1eóilo, cont4 todo lo que 3es2s 3es2s /i(o /i(o y enseñó! enseñó! "Gc/ "Gc/ #,#&. Mreemos que es muy importante subrayar el orden pretendido de los verbos en la e0presión «lo que 3es2s /i(o y enseñó!, pues Lucas /a elaborado el per9odo con sumo cuid cuidado ado.. En la vida vida de 3es2 3es2ss los los /ec/ /ec/os os prece precede denn siem siempre pre a las las pala palabra bras. s. Los cuatro cuatro evangelistas tambi4n est)n de acuerdo, desde el principio de sus obras, en presentar a 3es2s como Gi>o de 8ios antes de /acer reerencia a sus palabras. En su narración Iateo se vale del recurso literario de los sueños para introducirnos en el medio estrictamente sobrenatural del misterio de 3es2s: «Kn )ngel del Señor se le apareció en sueños @a 3os4 y le di>o: H3os4, /i>o de 8avid, no tengas reparo en acoger a Iar9a como esposa tuya, pues lo que /a concebido es obra del Esp9ritu Santo. 8ar) a lu( un /i>o, a quien llamar)s llamar)s 3es2s, 3es2s, porque 4l salvar) a su pueblo de sus pecados. 1odo esto sucedió de modo que se cumpliera lo que el Señor /ab9a anunciado por medio del proeta: Iira, la virgen est) encinta, dar) a lu( un /i>o que se llamar) Enmanuel @?s 5,#7 "que signiica 8iosHconH nosotros&! "It #,-%H-<&. 8e esta manera Iateo inserta el anuncio de la encarnación del Gi>o de 8ios en la corriente viva de la palabra pro4tica, que nos dice que 8ios est) con nosotros. En la cabecera del segundo evangelio est) la conesión m)s importante de la ?glesia primera primera acerca de 3es2s: «Momien(a «Momien(a el evangelio de 3esucristo, 3esucristo, Gi>o de 8ios! "Ic #,#&. Lo que 3uan dice al inal de su evangelio "que 3es2s /i(o muc/as cosas y reali(ó muc/as m)s señales de las que est)n escritas en su libro, «4stas /an sido escritas para que cre)is que 3es2s es el Mristo, el Gi>o de 8ios! @3n -%,<#& es el undamento y ra(ón de ser de la vida del creyente seg2n san Iarcos. 1ambi4n Lucas quiere iluminar el origen divino de 3es2s en sus cuadros iniciales, que nos recuerdan tantos episodios de los libros de los 3ueces y de Samuel, con el anuncio que el mensa>ero de 8ios, el )ngel, comunica a Iar9a: «El Esp9ritu Santo vendr) sobre ti y el poder del Alt9simo te cubrir) con su sombra' por eso el que /a de nacer ser) santo y se llamar) Gi>o de 8ios! "Lc #,<$&. El prólog prólogoo del del evan evange geli lioo de san san 3uan 3uan es una una de las las p)gi p)gina nass m)s m)s prou pround ndam amen ente te teológicas de toda la sagrada Escritura. 8esde el mismo principio nos introduce en lo m)s 9ntimo del misterio de 8ios. En 4l se nos revela que la Palabra divina y creadora del Padre, persona como 4l y que sostiene el mundo y est) presente en 4l, /a decidido decidido ormar parte de nuestro mundo, que es suyo: «La Palabra se /i(o /ombre y acampó entre nosotros! "3n #,#7&. El misterio de la encarnación del Gi>o de 8ios est) e0presado con elementos amiliares a las especulaciones de los maestros sagrados en ?srael sobre la palabra de 8ios y la tienda del Señor o del Encuentro durante la estancia de los /i>os de ?srael en el desierto. Eectivamente, en la Escritura /ay una larga tradición sobre el poder de la palabra divina, e0presión natural del poder creador de 8ios "c. +4n #,
7# Palabra de 8ios no sólo /abita entre los /ombres, sino que se /ace /ombre, uno de nosotros, miembro de la /umanidad, y no pasa>eramente, sino para siempre en el tiempo Hla vida de 3es2s antes de su muerteH y en la eternidad Hen la gloriicación a la derec/a del Padre en el cieloH y permanentemente entre nosotros, como est) 8ios Padre y el Esp9ritu Santo. Por la tradición antigua en ?srael sabemos que 8ios est) con su pueblo, que 8ios est) con nosotros. A/ora la buena noticia o evangelio es que 8ios se /a encarnado en el seno de una mu>er, en el seno de Iar9a' que el 8ios que no cabe en el cielo se /a concentrado en un espacio reducido H erbum abbreviatum H y que el que es eterno y sin principio se /a sometido a la rueda del tiempo. San Pablo, buen conocedor del misterio que se encierra en Mristo 3es2s, dir) que «en 4l tuvo a bien "8ios Padre& que residiera toda la plenitud! "Mol #,#&, «pues en 4l reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad! "Mol -,&. Esta buena noticia no la /a producido el /ombre' /ombre' por eso es obra del poder de 8ios, «es obra del Esp9ritu Esp9ritu Santo!. =o /ay m)s e0plicaciones por parte de los mensa>eros de 8ios ni de los evangelistas. Nasta saber que la encarnación del Gi>o de 8ios es obra de 8ios y que nosotros la /emos de aceptar /umildemente como el gran misterio de la e y con ininitas acciones de gracias. 2.2. Jesucristo # el adre entre s&
3es2s llama a 8ios su Padre' sólo 4l es el Gi>o natural del Padre. 6l di>o en una ocasión: «Oo te bend bendigo, igo, Padre, Señor del cielo cielo y de la tierra, porque por que /as ocultado estas cosas a sabios sabios y prudentes, y se las /as revelado a pequeños. S9, Padre, pues tal /a sido tu benepl)cito. 1odo me /a sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Gi>o sino el Padre, ni al Padre lo conoce bien nadie sino el Gi>o, y aquel a quien el Gi>o se lo quiera revelar! "It ##,-$H-5&. 1odos somos /i>os de 8ios y por eso el mismo 3es2s nos enseña a llamarlo Padre: «Padre nuestro que est)s en el cielo! "It ;,&' pero somos /i>os adoptivos de 8ios por la gracia de nuestro Señor 3esucristo. =unca di>o 3es2s: Bnuestro PadreF, incluy4ndose 4l en el nosotros , sino «mi Padre!, «vuestro Padre!. 6l lo llama Abba, que equivale a nuestro papa o pap). San Pablo tiene una e0presión predilecta para llamar a 8ios Padre: lo llama «Padre de nuestro Señor 3esucristo! 3esucristo! "M. # Mor #,<' - Mor #,<' E #,<' Mol Mol #,<' etc.&. Pero la paternidad de 8ios con relación a 3es2s es muy dierente a la nuestra. =uestros padres no est)n en nosotros ni nosotros estamos en nuestros padres. En 3es2s s9 se da esa mutua inH/abitación. 8iscutiendo con los >ud9os 3es2s airmó: «El Padre y yo somos uno! "3n #%,<%&, lo que encrespó m)s a los >ud9os que intentaron apedrearlo por blasemo. Pero 3es2s replicó: «Si no /ago las obras de mi Padre, no me cre)is. Si las /ago, aunque no me cre)is a m9, creed a mis obras, y os convencer4is de que el Padre est) en m9 y yo en el Padre! "3n #%,<&. El Padre est) en 3es2s y por 4l vive 3es2s "c. 3n ;,$5&, pero tambi4n 3es2s est) en el Padre, como di>o a elipe, respondiendo a su petición de que les mostrara al Padre: «C1anto tiempo /ace que estoy con vosotros y no me conoces, elipeD El que me /a visto a m9, /a visto al Padre: Ccómo dices t2: BIu4stranos al PadreFD C=o crees que yo estoy en el Padre y el Padre en m9D! "3n #7,H##&. O cuando 3es2s pide al Padre la unidad que debe e0istir entre sus disc9pulos, el modelo en el que piensa es el de su unidad con el Padre: «ue todos sean uno, como t2, Padre, est)s en m9 y yo en ti' que tambi4n ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que t2 me enviaste... Oo en ellos y t2 en m9, para que sean plenamente uno' para que el mundo mundo cono(ca que t2 me enviast enviastee y los amaste amaste como me amaste amaste a m9! m9! "3n #5,-#H #5,-#H
7-<&. 2.3. Jesucristo # el adre en nosotros
Las relaciones mutuas entre el Padre y 3esucristo se maniiestan naturalmente tambi4n cuando /ablamos de las nuestras con 8ios. En este )mbito divino la iniciativa es 2nicamente de 8ios. =osotros somos llevados /acia 3es2s por el Padre: «=adie puede venir a m9 @3es2s, si el Padre que me /a enviado no lo atrae! "3n ;,77&, y /acia el Padre por 3es2s: «Oo soy el camino, la verdad y la vida. =adie va al Padre sino por m9 @3es2s! "3n #7,;&. ue 3es2s sea el 2nico acceso al Padre se maniiesta en la comida eucar9stica y en la alegor9a de la vid y los sarmientos. 3es2s /a proclamado solemnemente en el discurso del pan de vida en Maarna2n: «Momo el Padre que vive me envió y yo vivo por el Padre, as9 quien me come vivir) por m9! "3n ;,$5&. La uente de la vida divina es el Padre' por el Padre vive 3es2s, y por 3es2s quien le come por la e en la eucarist9a. Por la vida divina nos unimos 9ntimamente: «uien come mi carne y bebe mi sangre /abita en m9 y yo en 4l! "3n ;,$;&. ;,$;& . Esta misma realidad de la comunión de vida se ilustra en la alegor9a de la vid. 3es2s es la vid, la cepa principal de la vid, y nosotros los sarmientos. La savia nace en la cepa y se propaga por los sarmientos sarmientos que brotan de ella. As9 As9 la vida vida divina, divina, que que est) en 3es2s, pasa a sus miembros, unidos a 4l por el amor y la e: «Permaneced en m9 y yo en vosotros. Momo el sarmiento no puede dar ruto por s9 solo, si no permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanec4is permanec4is en m9. m9. Oo soy la vid, vosotros los sarmientos: sarmientos: quien permanece permanece en m9 y yo en 4l dar) muc/o ruto' pues sin m9 no pod4is /acer nada! "3n #$,7H$&. As9 que 8ios siempre act2a en nosotros de modo maravilloso, sin que tengamos que advertir adv ertirlo. lo. Pero s9 podemos podemos y debemos debemos pedir que 8ios 8ios siga siga actuando actuando en nosotros, para mostrarle nuestra ad/esión por la e. Pablo pide para los colosenses: «ue la palabra de Mristo /abite entre vosotros en toda su rique(a! "Mol <,#;&' y para los eesios: «ue por la e resida Mristo Mristo en vuestros vuestros cora(ones cora(ones!! "E <,#5&. <,#5&. 3es2s 3es2s termina termina su oración oración sacerdotal sacerdotal con estas palabras: palabras: «Padre >usto, el mundo no te /a conocido' yo te /e conocido y 4stos /an conocido que t2 me enviaste. Les di a conocer tu nombre y se lo dar4 a conocer para que el amor que me tuviste est4 en ellos, y yo en ellos! "3n #;,-;&. El amor circula entre las divinas personas como en nosotros la sangre, y, por su benevolencia, tambi4n en nosotros. 8ice el Señor: «uien conserva y guarda mis mandamientos, 4se s9 que me ama. A quien me ama lo amar) mi Padre, lo amar4 yo y me maniestar4 a 4l... Si alguien me ama cumplir) mi palabra, mi Padre lo amar), vendremos a 4l y /abitaremos en 4l! "3n #7,-#H-<&' c. # 3n -,-7' <,-7&. As9 nos convertimos en la morada, en el templo de las personas divinas, me>or santuario que aquel en el que pensaba Salomón cuando dec9a al Señor: «Oo te /e construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre! "# Je ,#<&. 2.'. El Esp&ritu Santo de Dios
Los testimonios sobre la presencia y e0periencia del Esp9ritu en la comunidad primitiva cristiana son tan recuentes y amiliares que a nosotros nos parecen casi de )bula. El ambiente de los Evangelios y de los Gec/os est) marcado por la acción del Esp9ritu Santo desde el
7< principio principio /asta el inal inal.. 1odos los persona>es, empe(ando empe(ando por 3es2s, son conducidos, conducidos, llevados, llevados, guiados por la uer(a misteriosa que se llama Esp9ritu Santo. Pablo en especial no cesa de /ablar de las maniestaciones del Esp9ritu en las comunidades cristianas como de lo m)s normal y corriente. a4 (a presencia # acci)n del Esp&ritu en Jes*s
El Esp9ritu Santo, como persona, se nos /a revelado a partir de 3es2s' no que empe(ase a actuar a partir de 3es2s. Su acción es la misma acción divina, por eso el =1 atribuye al Esp9ritu Santo la inspiración de 8avid: «El mismo 8avid, inspirado por el Esp9ritu Santo, di>o: B8i> B8 i>oo el Señor Señor a mi Señor... Señor...F@S F@Sal al ##% ##%,# ,#!! "Ic #-,<;& #-,<;&.. Esta Esta revel revelac ación ión suce sucedi dióó lent lentaa y progresivament progresivamente. e. La comunidad comunidad de creyentes creyentes tuvo conciencia conciencia de ello por la propia e0perie e0periencia ncia del Esp9ritu despu4s de la partida deinitiva del Señor. En esta etapa postHpascual y de este medio surgen los escritos que constituyen el =1. Los autores, ervientes cristianos, est)n llenos del Esp9ritu Santo y ba>o su gu9a e inlu>o vuelven a interpretar la vida, /ec/os y palabras palabras de 3es2s. 3es2s. Los sinópticos, un)nimemente, presentan a 3es2s con una personalidad muy acusada, pero conducido conducido y guiado por el Esp9ritu Santo. Oa en boca de 3uan el Nautista ponen una palabra palabra que subraya las dierencias dierencias e0istentes entre su bautismo y el de 3es2s: «8etr)s de m9 viene el que es m)s uerte que yo' y no soy digno de desatarle, inclin)ndome, la correa de sus sandalias. Oo os /e bauti(ado con agua, pero 4l os bauti(ar) con Esp9ritu Santo! "Ic #,5H' c. It <,##' Lc <,#;H#5&. Jelieve especial9simo tiene la escena del bautismo de 3es2s en el 3ord)n. Es el momento solemne de la investidura de 3es2s por parte de 8ios como su Kngido, precisamen precisamente te en virtud del Esp9ritu Santo, y, al mismo mismo tiempo, el de la proclamación proclamación de la iliación divina de 3es2s: «Por entonces vino 3es2s de =a(aret de +alilea, y se /i(o bauti(ar por 3uan en el 3ord)n. 3ord)n. En cuanto salió del del agua, vio el cielo abierto abierto y al Esp9ritu Esp9ritu ba>ando ba>ando sobre 4l como una paloma. Se oyó una vo( del cielo: 12 eres mi Gi>o querido, mi predilecto! "Ic #,H##' c. It <,#;s' Lc <,-#H--' 3n #,<-&. Luca Lucass vuel vuelve ve a reer reerirn irnos os el /ec/ /ec/oo y su inte interpr rpreta etaci ción ón en un disc discurs ursoo de Pedro: Pedro: «Rosotros conoc4is conoc4is lo sucedido por toda 3udea, empe(ando empe(ando por +alilea, +alilea, a partir del bautismo bautismo que predicaba 3uan. A 3es2s de =a(aret lo ungió 8ios con Esp9ritu Santo y poder! "Gc/ #%,<5H<&. Precisamente Lucas es el evangelista que m)s insiste en la acción del Esp9ritu en 3es2s: «3es2s, lleno de Esp9ritu Santo, se ale>ó del 3ord)n y se de>ó llevar por el Esp9ritu en el desierto, durante cuarenta d9as, mientras el diablo lo pon9a a prueba! "Lc 7,lH-' c. It 7,#' Ic #,#-H#<&. El ministerio p2blico del Señor empe(ó, seg2n Lucas, ba>o la acción del Esp9ritu: «?mpulsado por el Esp9ritu, 3es2s volvió a +alilea! "Lc 7,#7&. En la sinagoga de su pueblo, =a(aret, 3es2s proclama proclama p2blicam p2blicamente ente que est) lleno lleno del Esp9ritu del Señor, porque es su ungido "c. Lc 7,#5H-#&. 1ambi4n en un momento de gran go(o, 3es2s «con el >2bilo del Esp9ritu Santo, di>o: H*1e doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra! "Lc #%,-#' c. It ##,-$&. En controversia con sus adversarios que dec9an: «E0pulsa los demonios con poder de Nelceb2, >ee de los demonios! "Lc ##,#$&, 3es2s rec/a(a como absurda tal acusación y añade una sentencia lapidaria: «Si yo e0pulso los demonios con el dedo de Dios , es que /a llegado a vosotros el reinado de 8ios! "Lc ##,-%&. Iateo, en el lugar paralelo, dice: «Si yo e0pulso los demonios con el Esp&ritu de Dios...! "It #-,-&. El dedo de Dios e0presa metaóricamente el poder o el Esp&ritu de Dios , del cual est) lleno 3es2s y no de demonios, como dec9an sus
77 adversarios. En este conte0to tanto Iateo como Iarcos /ablan de la blasemia contra el Esp9ritu Santo "c. Ic <,-H-' It #-,<#H<-&' Lucas la /a trasladado a #-,#%. La ra(ón de la imposibilidad de perdón radica en la ceguera voluntaria o perversión de los que blaseman, porque conunden el poder de Dios , el Esp&ritu de Dios , que reside en 3es2s, con un esp9ritu impuro: «Es que dec9an que ten9a dentro un esp9ritu impuro! "Ic <,<%&. b4 Jes*s # el adre nos dan al Esp&ritu Santo
El evangelista 3uan ratiica la interpretación de los sinópticos, si bien su teolog9a es muc/o m)s evolucionada. 6l tambi4n airma que el Esp9ritu Santo reside en 3es2s y que 3es2s lo da en el bautismo: «3uan @el Nautista dio este testimonio: HMontempl4 al Esp9ritu, que ba>aba ba>aba del cielo cielo como una paloma paloma y se posaba sobre 4l. Oo no lo conoc9a' conoc9a' pero el que me envió a bauti(ar me /ab9a dic/o: Aquel sobre el que veas ba>ar y posarse el Esp9ritu es el que /a de bauti(ar con Esp9ritu Santo! "3n #,<-H<<' ver, adem)s, <,$&. 8uran 8urante te una una cele celebra braci ción ón de la ies iesta ta de los los 1abe 1abern) rn)cu culos los 3es2s 3es2s di>o di>o una una pala palabra bra misteriosa, que 3uan la aplica al Esp9ritu Santo: «El 2ltimo d9a, el m)s solemne de la iesta, 3es2s se puso en pie y e0clamó: Huien tenga sed que venga a m9' quien crea en m9, que beba. Momo dice la Escritura: 8e sus entrañas manar)n r9os de agua viva. Se reer9a al Esp9ritu que /ab9an de recibir los creyentes en 4l: a2n no /ab9a Esp9ritu, porque 3es2s no /ab9a sido glori glorii ica cado do!! "3n 5,<5H< 5,<5H<&. &. En 5,< 5,< Esp9ri Esp9ritu tu est) est) por comu comuni nica caci ción ón del del Esp9ri Esp9ritu. tu. Esta Esta comunicación es una promesa mesi)nica, vinculada en los planes de 8ios a la gloriicación plena de 3es2s, es decir, a su muerte y resurrección. resurrección. Mlaramente Mlaramente nos lo enseña enseña 3uan en el discurso despu4s de la Mena: «Qs conviene que yo me vaya. Si no me voy, no vendr) a vosotros el Par)clito' si me voy, os lo enviar4! "3n #;,5&. Las luctuaciones del lengua>e en los pasa>es sobre la promesa del Esp9ritu Santo revelan el misterio de relaciones personales entre el Padre, 3es2s y el Esp9ritu. Knas veces es 3es2s el que nos va enviar al Esp9ritu: «Muando venga el Par)clito que yo os enviar4 de parte del Padre, el Esp9ritu de la verdad que procede del Padre, 4l dar) testimonio de m9! "3n #$,-;' c. #;,5&' otras veces es el Padre a petición de 3es2s: «Oo pedir4 al Padre que os env9e otro Par)clito que est4 con vosotros siempre! "3n #7,#;&' «El Par)clito, el Esp9ritu Santo que enviar) el Padre en mi nombre! "3n #7,-;&. El Padre es el origen y la uente del Esp9ritu' pero tambi4n es Mristo, porque suyo es lo del Padre: «Muando venga 4l, el Esp9ritu de la verdad, os guiar) /asta la verdad plena. Pues no /ablar) por su cuenta, sino que dir) lo que oye y os anunciar) el uturo. 6l me dar) gloria porque recibir) de lo m9o y os lo e0plicar). 1odo lo que tiene el Padre es m9o, por eso os di>e que recibir) de lo m9o y os lo e0plicar)! "3n #;,#an llevar del Esp9ritu de 8ios son /i>os de 8ios. O no /ab4is recibido un esp9ritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un esp9ritu de /i>os que nos permite clamar /bba adre . El Esp9ritu atestigua a nuestro esp9ritu que somos /i>os de 8ios. Si somos /i>os, tambi4n somos /erederos: /erederos de 8ios, co/erederos con Mristo! "Jom ,#7H#5&. Lo mismo escribe a los g)latas: «Momo sois /i>os, 8ios inundió en
7$ vuestros cora(ones el Esp9ritu de su Gi>o que clama: /bba adre. 8e modo que no eres esclavo, sino /i>o' y si eres /i>o, eres /eredero por disposición de 8ios! "+)l 7,;H5&. c4 (a presencia # acci)n del Esp&ritu en la comunidad de cre#entes
El evangelista 3uan intenta decirnos de muc/as maneras la misión que el Esp9ritu va a tener en el plan de salvación sobre nosotros, una ve( que el Padre o 3es2s nos lo env9en. Los disc9pulos conoc9an a 3es2s y por connaturalidad conoc9an ya su Esp9ritu' estaban, pues, preparados para su comunicac comunicación ión seg2n los planes planes de 8ios: «El mundo mundo no puede recibir recibir al Esp9ritu de la verdad, puesto que no lo ve ni lo conoce. Rosotros lo conoc4is pues permanece permanece con vosotros y est) en vosotros! "3n #7,#5&. En el uturo, el Esp9ritu tendr) su morada en ellos, donde podr) desplegar toda su actividad. Los conirmar) en la verdad y en la e en 3es2s, pues 4l ser) su testigo "c. #$,-;&. La inH/abitación especial o morada del Esp9ritu Santo en el cora(ón de los ieles va a ser uno de los temas recurrentes en las cartas de san Pablo. El gran d9ptico al que el apóstol reduce la vida del /ombre es vivir seg2n la carne H vivir seg2n el esp9ritu' el primer cuadro es signo de muerte, el segundo de vida, «pues la aspiración de la carne es muerte, mas la aspiración del esp9ritu, vida y pa(! "Jom ,;&. Por ortuna, los disc9pulos est)n del lado de la vida gracias a la acción del Esp9ritu Santo: «Rosotros no viv9s seg2n la carne, sino seg2n el Esp9ritu, si es que el Esp9ritu de 8ios /abita en vosotros! "Jom ,&. Este Esp9ritu del Señor garanti(ar) para siempre la vida: «Si el Esp9ritu del que resucitó a 3es2s de la muerte /abita en vosotros, el que resucitó a 3esucristo de la muerte dar) vida a vuestros cuerpos mortales, por el Esp9ritu suyo que /abita en vosotros! "Jom ,##&. Este /abitar del Esp9ritu Santo en nosotros nos convierte en templos suyos, como admirativa y en)ticamente pondera varias veces san Pablo: «C=o sab4is que sois templo de 8ios y que el Esp9ritu de 8ios /abita en vosotrosD! "# Mor <,#;&' «C=o sab4is que vuestro cuerpo es templo del Esp9ritu Santo, que est) en vosotros y /ab4is recibido de 8iosD! "# Mor ;,#&' «=osotros somos templo de 8ios vivo! "- Mor ;,#;&' y a 1imoteo: «+uarda el precioso depósito con la ayuda del Esp9ritu Santo que /abita en nosotros! "- 1im #,#7&. Por todo esto el Esp9ritu Santo ser) nuestro maestro interior en ausencia ausencia y en en sustitución del Iaestro 3es2s. El Esp9ritu no enseñar) cosas distintas a las de 3es2s, sino las mismas del Iaestro, pero que no /an sido comprendidas o asimiladas por los disc9pulos: «6l os lo enseñar) todo y os recordar) todo lo que yo os di>e! "3n #7,-;&. En su primera carta san 3uan insiste en el magisterio interior del Esp9ritu, que nos unge como ungió al Señor 3es2s: «Rosotros conservad la unción que recibisteis de 4l y no tendr4is necesidad de que nadie os enseñe' pues su unción, que es verdadera e inalible, os instruir) acerca de todo. Seg2n os enseñó, permaneced en 4l! "# 3n -,-5' c. -,-%' - Mor #,-#H--&. El Esp9ritu Santo ser) aut4ntico gu9a interior /acia la verdad completa. 3es2s es la verdad, pero a 3es2s no le pueden captar captar comple completam tamente ente ni los disc9p disc9pulo uloss de entonce entoncess ni los de a/ora' a/ora' 4l es simple simpleme mente nte inabarcable. El Esp9ritu /ar) que los ieles y la comunidad de creyentes vayan comprendiendo m)s y me>or, y penetrando m)s en la verdad 9ntima de 3es2s, de su misterio, del /ombre y de su destino, comprendida la /istoria. El Esp9ritu /ar) que 3es2s ilumine los momentos todos de esta /istoria /umana y por eso desvelar) desvelar) e interpretar) el sentido de los acontecimie acontecimientos ntos a los que quieran escuc/ar su vo(. As9 podemos entender las palabras de 3es2s: «Ie quedan por deciros muc/as cosas, pero no pod4is con ellas por a/ora. Muando venga 4l, el Esp9ritu de la
7; verdad, os guiar) /asta la verdad plena! "3n #;,#-H#<&. La misión del Esp9ritu es, pues, misión permanente, permanente, necesaria necesaria en todos los tiempos, tiempos, especialm especialmente ente en los momentos momentos de mayor mayor conusión e inestabilidad. inestabilidad. La reHlectura de las promesas de 3es2s en 3uan nos /a demostrado que 3es2s pensaba en la situación presente de sus disc9pulos y en la utura de los que /ab9an de creer en 4l "c. 3n 5,< y -%,-&. Si es verdad que /erido el pastor se dispersar)n las ove>as "c. Ic #7,-5&, tambi4n lo es que 3es2s /a rogado al Padre para que de nuevo se re2nan y que Pedro conirme a los /ermanos en la e "c. Lc --,<-&. Esta conirmación en la e ser) obra del Esp9ritu, testigo en la causa de 3es2s "c. 3n #$,-;&. La promesa mesi)nica por e0celencia, el don del Esp9ritu de 8ios, se cumple una ve( que 3es2s /a sido gloriicado "c. 3n 5,<&. Los escritores sagrados lo narran de distintas ormas, pero la realidad es la misma. 3uan vincula el /ec/o de la eusión del Esp9ritu a la resurrección del Señor. El mismo d9a de la resurrección 3es2s se aparece a los disc9pulos reunidos con las puertas bien cerradas, por miedo a los >ud9os, y, despu4s de identiicarse, reali(a la gran promesa: «Jecibid al Esp9ritu Santo! "3n -%,--&. Lucas /ab9a concluido su evangelio con una esperan(a: la promesa de que 3es2s iba a reali(ar reali(ar lo prometido por el Padre: «Oo os env9o lo que mi Padre prometió. Rosotros quedaos en la ciudad ciudad /asta que desde el cielo os revistan de uer(a! uer(a! "Lc -7,7&. Esta uer(a no es otra que que el Esp9 Esp9ri ritu tu Santo Santo "c. "c. Gc Gc// #,$. #,$.&. &. A parti partirr de Gc Gc// - se narra narrann prou prousa same ment ntee la comunicación y los eectos del Esp9ritu en la comunidad. Momo uego en cañaveral o en un bosque seco el Esp9ritu se e0tiende e0tiende por la geogra9a del imperio imperio romano, r omano, no para devorar ni devastar, sino para transormar, iluminar, guiar /acia la verdad plena, 3esucristo, a los que se iban agregando al grupo inicial "c. Gc/ -,75&. Momo acabamos de ver, Pablo se encargar) de enseñar a sus comunidades cu)l es la acción del Esp9ritu Santo en medio de ellas y en cada uno de los ieles. Su enseñan(a es la enseñan(a de la ?glesia de todos los tiempos.
3 L$ $)o*$c!4n en espí*!t# 6 9e*)$) El templo de 3erusal4n, mientras se mantuvo en pie, ue el lugar principal, no e0clusivo, donde el pueblo de ?srael rend9a el culto leg9timo al Señor, pues en 4l se encontraban los altares para los sacriicios cruentos Hdonde se quemaban los animales, total o parcialmenteH e incruentos Hla orendas o productos vegetales, como la lor de /arina, los panecillos, el aceite y, especialmente, el inciensoH. El templo era, ciertamente, el lugar principal del culto' pero no el e0clusivo, ya que, por e>emplo, el important9simo sacriicio del cordero pascual siempre se
75 celebró en las casas particulares. Muando desapareció el templo de 3erusal4n, cesaron tambi4n los sacriicios que requer9an altares, pero no cesó en absoluto el culto al Señor. En ?srael se repitió lo que se /ab9a practicado en los tiempos remotos del destierro babilónico, como parece recordarnos el Salmo $#: «Para 8ios sacriicio sacriicio es un esp9ritu quebrantado' quebrantado' un cora(ón quebrantado y triturado, t2 no lo desprecias, 8ios! "Sal $#,#&. A esto se añade que el =1 introduce un nuevo concepto de templo, que no es el templo material de piedras, construido por la mano del /ombre' el nuevo templo es el cuerpo de 3es2s "3n -,-#& y, por e0tensión, cada uno de los miembros de su cuerpo espiritual, que es la ?glesia "Mol #,#' E #,#.--H-<&. Es evidente evidente que el culto que se tributa tr ibuta a 8ios en este nuevo templo espiritual tiene que ser distinto al culto que se celebraba en el templo material de 3erusal4n. Por los autores del =1 nosotros aprendemos en qu4 consiste este culto distinto, esta nueva orma de maniestar nuestro respeto, nuestra reverencia y adoración al Señor. Pero la novedad del culto al Señor, seg2n el =1, no rec/a(a indiscriminadamente todas las ormas antiguas de adorar al Señor, como si en ninguna de ellas se /ubiera e0presado el verdadero culto al Señor. Por el contrario, descubrimos que e0iste una verdadera tradición espiritual en lo relativo al culto, que desembocar), como la cosa m)s natural del mundo, en la nueva orma de adorar al Señor en esp9ritu y verdad.
1' El c#lto $"*$)$,le $l Se(o* se"usticia real entre los miembros del pueblo, es decir, la adecuada adecuada relación relación entre la piedad individual individual y colectiva colectiva y la vida que se vive en la comunidad. 1.1. (a obediencia # la misericordia valen más ,ue los sacri!icios
8ios no tiene necesidad ni de oblaciones ni de sacriicios, pues suya «es la tierra y cuanto la llena! "Sal -7,#&' pero e0ige que el /ombre recono(ca su Señor9o y, por lo tanto, que se le obede(ca. El salmista as9 lo entiende y por eso dice: «Sacriicios y orendas no los quieres' me /as cavado o9dos' no pides /olocaustos ni v9ctimas e0piatorias. Entonces yo digo: Baqu9 /e venidoF. En el te0to del rollo se escribe de m9 que /e de cumplir tu voluntad: y yo lo quiero, 8ios m9o, llevo tu instrucción en las entrañas! "Sal 7%, 5H&. El Señor ordenó al rey Sa2l, por medio del proeta Samuel, que emprendiera una campaña de castigo en contra de Amalec, cumpliendo una serie de condiciones "# Sam #$,-H7&. Sa2l obedece sólo en parte la orden del Señor "# Sam #$,5H&, e in2tilmente se >ustiica a s9 mismo y a su e>4rcito con la e0cusa de que orecer)n pingTes sacriicios al Señor: «La tropa /a de>ado con vida a las me>ores ove>as y vacas, para orec4rselas en sacriicio al Señor! "# Sam #$,#$&. Pero las palabras palabras del proeta ponen las las cosas en su punto: «Cuiere «Cuiere el Señor sacriicio sacriicioss y /olocaustos /olocaustos o quiere que obede(can al SeñorD Qbedecer vale m)s que un sacriicio' ser dócil, m)s que grasa
7 de carneros! "# Sam #$,--&. Siglos m)s tarde, el proeta Qseas ormular) una sentencia muy parecida en nombre nombre de 8ios, sentencia sentencia que al menos menos en dos ocasiones ocasiones /ar) suya el Señor 3es2s: «Porque quiero lealtad, lealtad, no sacriicios' sacriicios' conocimie conocimiento nto de 8ios, no /olocaustos! /olocaustos! "Qs ;,;' c. It ,#< y #-,5&. 1ambi4n el proeta 3erem9as ec/ar) en cara a los /abitantes de 3erusal4n su conducta criminal y sus alsas >ustiicaciones: «Qs /ac4is ilusiones con ra(ones alsas, que no sirven: Cde modo que rob)is, mat)is, comet4is adulterio, >ur)is en also, quem)is incienso a Naal, segu9s a dioses e0tran>eros y desconocidos, y despu4s entr)is a presentaros ante m9 en este templo que lleva mi nombre, y dec9s: BEstamos salvadosF, para seguir cometiendo tales abominacionesD! "3er 5,H#%&. =o son los grandes y numerosos sacriicios al Señor, ni aun los celebrados con el m)0imo esplendor y la liturgia m)s elevada del templo, los que agradan y aplacan al Señor, sino la simple y sencilla obediencia a su voluntad, como sarc)sticamente dice el proeta a los >ud9os que se escudan tras el culto del templo: «As9 dice el Señor de los e>4rcitos, 8ios de ?srael: Añadid vuestros /olocaustos a vuestros sacriicios y comeos la carne' pues cuando saqu4 a vuestros padres de Egipto no les orden4 ni /abl4 /abl4 de /olocaustos /olocaustos y sacriicios' 4sta ue la orden que les di: Fobedecedme, y yo ser4 vuestro 8ios y vosotros ser4is mi puebloF' caminad por el camino que os señalo, y os ir) bien! "3er 5,-#H-<&. Est) claro que el Señor preiere el culto interior de la obediencia sincera a sus preceptos a todo el esplendor y boato de la liturgia liturgia del templo. templo. As9 lo manii maniiestan estan con toda irme(a irme(a sus leg9timos leg9timos portavoces a lo largo de los siglos 1.2. El culto verdadero es incompatible con la in-usticia
=o menos evide evidente nte es otro principio principio inque inquebrantab brantable le en toda la /istoria /istoria de ?srael: ?srael: 8ios no acepta ninguna orenda que tenga la m)s m9nima relación con la in>usticia. E0iste en las sagra sagradas das Escrit Escritura urass una una verda verdader deraa corrie corriente nte espi espirit ritua ual, l, que que disti disting ngue ue a los verda verdader deros os adoradores del 8ios vivo de los adoradores alsos. El lengua>e de los autores sagrados es inequ9voco, e0tremadamente duro y contundente. Q9mos en primer lugar la potente vo( de Amós en contra de una sociedad opulenta, que celebra un culto astuoso, pero viciado por las in>usticias de sus responsables y dirigentes: «8etesto y re/2so vuestras iestas, no me aplacan vuestras reuniones lit2rgicas' por muc/os /olocaustos y orendas que me traig)is, no los aceptar4 ni mirar4 vuestras v9ctimas cebadas. Jetirad de mi presencia el barullo de los cantos, no quiero o9r la m2sica de la c9tara' que luya como el agua el derec/o y la >usticia como arroyo perenne! "Am $,-#H-$&. El proeta ?sa9as comien(a su proec9a con una uerte requisitoria en contra de los pr9ncipes pr9ncipes y del del pueblo de ?srael, a los que trata con una acerada iron9a, iron9a, porque son capaces de simultanear un culto espl4ndido con unas in>usticias maniiestas: «Q9d la palabra del Señor, pr9ncipes pr9ncipes de Sodoma' escuc/a escuc/a la enseñan( enseñan(aa de nuestro 8ios, pueblo de +omorra. Cu4 me importa importa el n2mero n2mero de vue vuestros stros sacri sacriic icios iosDD Hdice Hdice el SeñorH Estoy /arto de /olocaus /olocaustos tos de carneros, de grasa de cebones' la sangre de novillos, corderos y mac/os cabr9os no me agrada. Muando entr)is a visitarme y pis)is mis atrios. Cqui4n e0ige algo de vuestras manosD =o me traig)is traig)is m)s m)s done doness vac9os, vac9os, m)s m)s incie incienso nso e0ecrab e0ecrable. le. =ov =ovilu iluni nios, os, s)bado s)bados, s, asamb asamblea leas... s...no no aguanto reuniones y cr9menes. Ruestras solemnidades y iestas las detesto' se me /an vuelto una una carga carga que no soporto soporto m)s. m)s. Mu Muan ando do e0ten e0tend4 d4is is las las manos manos,, cierr cierroo los o>os' o>os' aunqu aunquee multipliqu4is las plegarias, no os escuc/ar4. Ruestras manos est)n llenas de sangre. Lavaos, puriicaos, puriicaos, apartad de mi vista vista vuestras malas malas acciones. acciones. Mesad de obrar mal, aprended a obrar bien' bien' buscad buscad el derec/o, endere(ad endere(ad al oprimido oprimido'' deended deended al /u4rano, /u4rano, proteged a la viuda! viuda! "?s
7 #,#%H#5&. El tercer ?sa9as /ereda y prolonga el esp9ritu del primero' por esto aplica al ayuno lo que ?sa9as dice del culto, pues ayuno y culto van de la mano: «Iirad: el d9a de ayuno busc)is vuestro inter4s, y apremi)is a vuestros servidores' mirad: ayun)is entre riñas y disputas, dando puñeta(os sin piedad. piedad. =o ayun4is como a/ora, /aciendo /aciendo o9r en el cielo cielo vuestras voces. voces. CEs 4se el ayuno que el Señor desea, el d9a en que el /ombre se mortiicaD Iover la cabe(a como un >unco, acostarse sobre estera y ceni(a, ceni(a, Ca eso lo llam)i llam)iss ayun ayuno, o, d9a agradable agradable al SeñorD El ayuno ayu no que yo quiero es 4ste: abrir las prisiones prisiones in>ustas, in>ustas, /acer saltar los cerro>os de los cepos, de>ar libres a los oprimidos, romper todos los cepos' partir tu pan con el /ambriento, /ospedar a los pobres sin tec/o, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne! "?s $,os del imp9o rey 3oaqu9n el e>emplo de su padre, el piadoso rey 3os9as: «CPiensas «CPiensas que eres rey porque compites compites en cedrosD Si tu padre comió y bebió y le ue bien, es porque practicó la >usticia y el derec/o' Gi(o >usticia a pobres e indigentes, y eso s9 que es conocerme Hor)culo del SeñorH! "3er --,#$H#;' c. Uac 5,5H#%&. Las enseñan(as de los proetas /an calado tan proundamente en ?srael que tambi4n aparecen en las elucubraciones de los Sabios antiguos y menos antiguos. En el libro de los Proverbios encontramos estos dos magn9icos e>emplos: «Practicar el derec/o y la >usticia 8ios lo preiere a los sacriicios!' «Los sacriicios del malvado son e0ecrables, y muc/o m)s si los los ore orece ce con con c)lc c)lcul ulo! o! "Pro "Provv -#,< -#,< y -5&. -5&. Por Por su parte parte,, 3es2 3es2ss Nen Nen Sira Sira con conir irm ma la incom incompati patibi bili lidad dad entre entre la iniqu iniquida idadd y los sacri sacriic icios ios al Señor: Señor: «Sacri «Sacriic icios ios de posesio posesiones nes in>ustas son impuros, ni son aceptados los dones de los inicuos' el Alt9simo no acepta las orendas de los imp9os ni por sus muc/os sacriicios les perdona el pecado' es sacriicar un /i>o delante de su padre quitar a los pobres para orecer sacriicio! "Eclo <7,#H-%&. O por m)s que los malvados ore(can sacriicios, si permanecen en su maldad, a 8ios >am)s lo podr)n comprar: «=o lo sobornes, porque no lo acepta, no con9es en sacriicios in>ustos' porque es un 8ios >usto que no puede ser parcial! "Eclo <$,#7H#$&. Momo coloón y resumen de la m)s alta espiritualidad del Antiguo 1estamento sobre el culto real, aducimos todav9a otro testimonio de 3es2s Nen Sira, que, como sabemos, es un enamorado indiscutible del culto oicial del templo de 3erusal4n "c. Eclo $%,#H-7&. En este testimonio se une de tal manera el culto lit2rgico oicial con la iel observancia de la Ley y con el e>ercicio de la misericordia, sin llegar a conundirlos, que unos y otros son caliicados con los mismos t4rminos cultuales de orendas y sacriicios: «El que observa la Ley /ace una buena orenda, el que guarda los mandamientos orece sacriicio eucar9stico, el que /ace avores orenda lor de /arina, el que da limosna orece sacriicio de alaban(a. Apartarse del mal es agradable a 8ios, apartarse de la in>usticia es un sacriicio de e0piación! "Eclo <$,#H<&. 3es2s Nen Sira e0presa con claridad cómo /ay que vivir consecuentemente su e en 8ios. 1.3. El sacri!icio de la alaban"a
El contenido del te0to del Eclesi)stico, Eclesi)stico, que /a cerrado el p)rrao anterior, no orece una novedad absoluta en la espiritualidad del Antiguo 1estamento' pero s9 nos descubre /acia
$% dónde apunta su dirección. 8esde muy antiguo los autores sagrados /an insistido en la necesidad del aut4ntico esp9ritu religioso en todo aquel que orece sacriicios al Señor, de tal manera que ese esp9ritu religioso es v)lido ante el Señor y le es agradable sin los sacriicios' pero los sacriicios sacriicios no lo son sin 4l. En el A1 el sacriicio sacriicio propiamente dic/o era un acto de culto, por el que se orec9a al Señor sobre el altar una orenda material, animal o vegetal. La intención del oerente era la que daba el nombre al sacriicio. El sacriicio era e0piatorio, si con la orenda se pretend9a e0piar las culpas, conseguir de 8ios el perdón de los pecados' era de acción de gracias, si con la orenda se agradec9an a 8ios los beneicios recibidos' por 2ltimo, el sacriicio era impetratorio, sin con la orenda se deseaba conseguir de 8ios alg2n avor. Los sacriicios de alaban(a estaban naturalmente encuadrados en los sacriicios de acción de gracias o eucar9sticos "c. Lev 5,#-H#$' --,-&. Muando el pueblo no pudo orecer sacriicios materiales al Señor, porque estaba en el destierro "c. Qs ,7H$&, o el templo /ab9a sido destruido, llegó la /ora de los sacriicios espirituales del cora(ón, como preciosamente testiica 8aniel con la oración en boca de A(ar9as: «Por nuestros pecados, Señor, somos /oy el m)s pequeño de los pueblos, /umillado por toda la tierra' no tenemos ya ni pr9ncipe, ni >ee, ni proeta, ni /olocaustos, ni sacriicios, ni orendas, ni incienso, ni lugar donde orecerte primicia primiciass y alcan(ar alcan(ar tu misericordi misericordia. a. Pero tenemos un cora(ón quebrantado quebrantado y un esp9ritu esp9ritu /umillado' rec9belos como si ueran una oblación de /olocaustos de toros y carneros, de millares de corderos cebados. Ese ser) el sacriicio que /oy te orecemos para aplacarte ielmente' porque los que con9an en ti no quedan deraudados! "8an <,<5H7%' c. Sal $#,#&. El cora(ón quebrantado y el esp9ritu /umillado se desa/ogan espont)neamente ante el Señor con la alaban alaban(a (a y el elogio elogio en /on /onor or del Señor. Señor. Este elogio elogio o alaba alaban(a n(a se aseme>a aseme>a a una orenda, a un sacriicio de acción de gracias, del que nos /abla con recuencia la Escritura, como vemos a continuación. Si interpretamos la Escritura con palabras de la misma Escritura, la alaban(a al Señor es una de las acciones m)s propias del /ombre iel: «Alabad, >ustos, al Señor, que la alaban(a es cosa de /ombres rectos! "Sal #<<,#' c. #%,#' ###,#%' 3er #5,#7&' tambi4n es una de las acciones nuestras que m)s se merece el Señor, como dice el Salmo: «Alabad al Señor, que es bueno tañerle, tañerle, nuestro 8ios merece merece una alaba alaban(a n(a armoniosa armoniosa!! "Sal #75,#' #75,#' c. Eclo <,#$&. Pues su grande(a no tiene medida: «Los que ensal()is al Señor, levantad la vo(, esor(aos cuanto pod)is, que a2n queda m)s, los que alab)is alab)is al Señor, redoblad las uer(as, y no os cans4is, cans4is, porque no acabar4is! acabar4is! "Eclo 7<,<%&' por lo que es digno de alaban(a: alaban(a: «*+rande es el Señor y muy digno de alaban(a! "Sal 7,-' ;,7' #7$,<' # Mrón #;,-$' c. =e/ ,$' Sal 7,##' ;$,-&. Palabras seme>antes, que transmiten el mismo esp9ritu, resuenan en el =1: «8igno es el Mordero degollado de recibir el poder, la rique(a, el saber, la uer(a, el /onor, la gloria y la alaban(a. O escuc/4 a todas las criaturas, cuanto /ay en el cielo y en la tierra, ba>o tierra y en el mar, que dec9an: Al que est) sentado en el trono y al Mordero la alaban(a y el /onor y la gloria y el poder por los siglos de los siglos! "Apc $,#-H#<' c. 5,#-&. CPor qu4 8ios es digno de alaban(aD La pregunta no es ociosa para un creyente, pues ella nos obliga, en parte, a recordar qui4n es 8ios para nosotros. En la antigua alian(a decir 8ios era decir alaban(a o motivos incesantes de alaban(a. 8ice el 8euteronomio: «6l ser) tu alaban(a, 4l ser) tu 8ios, pues 4l /i(o a tu avor las terribles /a(añas que tus o>os /an visto! "8t #%,-#&' y, al contemplar e0tasiados la ma>estuosidad de la creación, reconocemos en ella la ma>estad y grande(a del Mreador: «*Señor dueño nuestro, qu4 admirable es tu nombre en toda la tierra! "Sal ,-.#%&. A los /ombres, a los que el Señor revistió de su poder, «colmó de
$# inteligencia y sabidur9a "...&, les mostró sus maravillas, para que se i>aran en ellas, para que alaben el santo nombre y cuenten sus grandes /a(añas! "Eclo #5,5H#%&. Esta es una dulce misión que el Señor impone de manera insoslayable a las criaturas, por ser criaturas, en especial a los /ombres' pero una misión imposible de cumplir, porque les sobrepasa: «Cui4n podr) contar las proe(as del Señor o /acer su elogio completoD! completoD! "Sal #%;,-&. 3es2s Nen Sira intentó enumerar los misterios de la creación y, al inal, no tuvo m)s remedio que conesar su impotencia ante la grande(a del Señor y de su obra: «Aunque sigui4ramos, no acabar9amos, la 2ltima palabra: BEl lo es todoF. Encare(camos su grande(a impenetrable, 4l es m)s grande que todas sus obras. "...& Cui4n lo /a visto que pueda describirloD, Cqui4n lo alabar) como 4l esD! "Eclo 7<,-5H-.<#&. Jespondamos o no respondamos a estas preguntas, seguiremos alabando a 8ios, porque su nombre es santo "c. Sal <%,$' #%;,75&, y su misericordia se traduce en beneicios de todo g4nero, como recuerda el proeta ?sa9as: «Roy a recordar la misericordia del Señor, las alaban(as del Señor: todo lo que /i(o por nosotros el Señor, sus muc/os beneicios a la casa de ?srael, lo que /i(o con su compasión y su gran misericordia! "?s ;<,5&. 8e /ec/o, en ?srael se estableció la liturgia oicial para asegurar en el culto el e>ercicio perpetuo de la adoración y la alaban(a a 8ios: «*Aleluya Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su uerte irmamento. Alabadlo por sus proe(as, alabadlo como pide su grande(a. Alabadlo tocando la trompa, alabadlo con arpas y c9taras. Alabadlo con tambores y dan(as, alabadlo con la cuerda y las lautas. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes! "Sal #$%.#H$' c. Mrón -,<%H<#&. Para que nunca cesara en ?srael el e>ercicio del culto divino, el Señor se reservó para s9 a todos los varones de la tribu de Lev9 "c. 8t #,$&. Por esta ra(ón a los levitas no se les asigna /eredad alguna en ?srael, sino que su /eredad ser) el mismo Señor "c. =2m #,-%H-#' 8t #,#H-' 3os #<,#7.<<&. O, aunque todo levita ten9a derec/o a e>ercer todas las unciones sacerdotales "c. 8t #,;H&, la realidad /istórica se impuso y sólo el clan de Aarón se consideró investido de la dignidad sacerdotal a perpetuidad como una promesa de 8ios. La actuación inequ9voca de ine4s, cuando el pueblo se prostituyó en Naal egor, ue la causa de esta elección y promesa. 8ice el Señor a Iois4s: «El sacerdote ine4s, /i>o de Elea(ar, /i>o de Aarón, celoso de mis derec/os ante el pueblo, /a apartado mi cólera de los israelitas y mi celo no los /a consumido' consumido' por eso prometo: Le ore(co una alian(a alian(a de pa(: el sacerdocio ser) para 4l y para sus descendientes, en pacto perpetuo, en pago de su celo por 8ios y de /aber e0piado por los israelitas! "=2m -$,##H#<&. Al resto de los levitas se les asignó en el culto divino una labor secundaria, au0iliar "c. =2m <,;H5' ,#$H#&. A la alaban(a del Señor en el culto oicial de ?srael se une la incesante alaban(a de los particulares particulares en p2blic p2blicoo y en en privado: privado: Iois4s canta, una ve( liberado de las uer(as egipcias, al otro lado del mar Jo>o: «Ii uer(a y mi poder es el Señor, 4l ue mi salvación. El es mi 8ios: yo lo alabar4' el 8ios de mi padre: yo lo ensal ensal(ar4! (ar4! "60 #$,-&. 8av9d entonó un salmo, Bcuando el Señor lo libró de sus enemigos y de Sa2lF: «1e alabar4 en medio de las naciones, y tañer4, Señor, en tu /onor! "- Sam --,$%&. O Bbendi>o al Señor en presencia de toda la comunidadF: «=osotros, 8ios nuestro, te damos gracias y alabamos tu nombre glorioso! "# Mrón -,#<&. 1obit y 1ob9as, despu4s que el )ngel Jaael se les maniestara y desapareciera de su
$vista: «Nendec9an y cantaban /imnos a 8ios y le conesaban por estas grandes obras suyas, pues se les /ab9a aparecido un )ngel )ngel de 8ios! "1ob #-,--&. 1obit en su c)ntico inal: «ue todos lo alaben y le den gracias en 3erusal4n! "1ob #<,#%&. 3udit con los suyos en Netulia, al volver de su /a(aña: «*Alabad a 8ios, alabadlo Alabad a 8ios, que no /a retirado su misericordia de la casa de ?srael! "3dt #<,#7&' «Mantad a mi 8ios con panderos, celebrad a mi Señor con timbales. Mantadle armoniosamente un salmo de alaban(a, enalteced e invocad su nombre! "3dt #;,#&. Iard Iardoq oque ueoo ora as9 as9 al Seño Señor, r, cuan cuando do se cern cern9a 9a sobr sobree el pueb pueblo lo la amen amena( a(aa del del e0terminio: «Escuc/a mi s2plica, s4 propicio con tu /eredad, y cambia nuestro duelo en iesta, para que vivos vivos te cantemos cantemos /imnos a tu nombre, nombre, Señor, y no /agas enmudecer enmudecer la boca de los que te alaban! "Rg #<,#5 [ Adición M,#%&. Los proetas alaban con recuencia al Señor. ?sa9as: «Señor, t2 eres mi 8ios, te ensal(o y alabo tu nombre, porque reali(aste planes admirables, asegurados desde antiguo! "?s -$,#&' «1e inundar) @a ti, 3erusal4n una multitud de camellos, de dromedarios de Iadi)n y de E). Rienen todos de Sab), trayendo incienso y oro y proclamando las alaban(as del Señor! "?s ;%,;&. 3erem9as: «Mantad al Señor, alabad al Señor, que libró al pobre del poder de los malvados! "3er -%,#<&. 8aniel: «Nendito eres, Señor, 8ios de nuestros padres, a ti gloria y alaban(a por los siglos. siglos. Nendito tu nombre, nombre, santo y glorioso, a 4l gloria y alaban(a alaban(a por los siglos. Nendito Nendito eres en el templo de tu santa gloria, a ti gloria y alaban(a por los siglos. Nendito eres en tu trono real, a ti gloria y alaban(a por los siglos. "...& Alabad a 8ios, ieles todos de 8ios, dadle gracias con /imnos, porque es eterna su misericordia' dura por los siglos de los siglos! "8an <,$-H%& En los Salmos se conserva y maniiesta la piedad de los particulares: «12 inspiras mi alaban(a en la gran asamblea! "Sal --,-;&' «As9 te canta mi alma sin callarme, Señor 8ios m9o, te dar4 gracias siempre! siempre! "Sal <%,#<&' <%,#<&' «Nendigo «Nendigo al Señor en todo momento, su alaban(a alaban(a est) siempre en mi boca! "Sal <7,-&' «1e dar4 gracias en la gran asamblea, ante un pueblo numeroso te alabar4! "Sal <$,#&' «Señor m9o, )breme los labios y mi boca proclamar) tu alaban(a! "Sal $#,#5&' «Momo de en>undia y de manteca se saciar) mi garganta, y con labios >ubilosos >ubilosos te alabar) alabar) mi boca! "Sal ;<,;&' «Llena «Llena est) mi boca de tu alaban(a alaban(a y de tu elogio todo el d9a! "Sal 5#,&' «Iuc/as gracias dar) mi boca al Señor, lo alabar4 en medio de una multitud! "Sal #%,<%&' «Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor!' «8e la salida del sol /asta el ocaso, sea alabado el nombre del Señor! "Sal ##<,#.<&' «Siete veces al d9a te alabo por tus >ustos mandamientos!' «8e mis labios brota la alaban(a, porque me enseñaste tus normas! "Sal ##,#;7&' «*Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor!' «Alabad al Señor, que el Señor es bueno, tañed en su /onor, porque es amable! "Sal #<$,#.<&' «Alaba, alma m9a, al Señor' alabar4 al Señor mientras viva, tañer4 para mi 8ios mientras e0ista! "Sal #7;,#H-&' «Alabad al Señor, que es bueno tañerle, nuestro 8ios merece una alaban(a armoniosa! "Sal #75,#&. Por 2ltimo, en boca del piadoso 3es2s Nen Sira resuena la alaban(a del Señor con estas
$< palabras: palabras: «Alabar4 «Alabar4 siempre siempre tu nombre nombre y te llamar4 llamar4 en mi s2plica. El Señor escuc/ó escuc/ó mi vo( y prestó o9do a mi s2plica, s2plica, me salvó salvó de todo mal, me puso a salvo del peligro. peligro. Por eso doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor! "Eclo $#,##H#-&' «El Señor me concedió lo que ped9an mis labios, con mi lengua lo alabar4! "Eclo $#,--&. La pr)ctica continuada y constante, durante siglos, de la alaban(a al Señor en el pueblo de ?srael /a elevado a una gran altura el nivel espiritual del verdadero culto al Señor. El cristianismo se reconoce a s9 mismo como /eredero leg9timo de esta rica /erencia, la acepta y recibe con reconocimiento, la guardar) con idelidad, y procurar) cultivarla y acrecentarla conorme a las enseñan(as de su Iaestro, y con la ayuda y gu9a de su Esp9ritu, siempre presente.
+' El c#lto $"*$)$,le $l Se(o* se"
El cristianismo primitivo no ec/a de menos el antiguo r4gimen, que consideraba el templo material de 3erusal4n como el centro de su vida nacional y religiosa. A los cristianos ni se les ocurre siquiera siquiera sustituir sustituir el templo templo destruido destruido de 3erusal 3erusal4n 4n por otro de las misma mismass caracter9sticas, como /ab9an /ec/o tantas veces los >ud9os en la /istoria pasada. Actuando de esta manera, la comunidad cristiana est) segura de que sigue ielmente las enseñan(as que su Iaestro /a e0puesto con toda claridad en su di)logo con la samaritana "c. 3n 7&. 3unto al po(o de 3acob la samaritana samaritana reconoce que 3es2s es un proeta y que por ello tiene autoridad de parte parte de 8ios 8ios para para diri dirimi mirr los los probl problem emas as de 9ndo 9ndole le relig religio iosa sa:: «= «=ue uestro stross pad padres res @los @los samaritanos daban culto en este monte @+ari(9n' vosotros, en cambio, dec9s que es en 3erusal4n donde /ay que dar culto. Le dice 3es2s: Mr4eme, mu>er, llega la /ora en que ni en este monte ni en 3erusal4n se dar) culto al Padre. Rosotros dais culto a lo que desconoc4is, nosotros damos culto a lo que conocemos' conocemos' pues la salvación salvación procede de los >ud9os. Pero llega la /ora Hya /a llegadoH en que los que dan culto aut4ntico dar)n culto al Padre en esp9ritu y verdad. 1al es el culto que busca el Padre. 8ios es Esp9ritu y los que le dan culto lo /an de /acer en esp9ritu y verdad! "3n 7,-%H-7&. B8ar cultoF es lo mismo que BadorarF' a/ora bien, sólo se puede adorar a 8ios seg2n el dic/o del Señor: «Al Señor tu 8ios adorar)s, a 4l sólo dar)s culto! "It 7,#%' Lc 7,' c. 8t ;,#<&. Los verdaderos y aut4nticos adoradores son aquellos que adoran al Señor como 4l quiere que lo adoren, los que tributan al Señor un culto agradable. Anteriormente /emos visto que la sagrada Escritura era constante y iel a s9 misma, al enseñarnos en qu4 consist9a el culto agradable al Señor. Por esto el =1 asume sin diicultad lo que para el A1 es esencial en el culto divino. 1ambi4n para 3es2s el e>ercicio de la misericordia
$7 es m)s importante que todas las orendas y sacriicios. As9 se lo recuerda a los observantes y puritanos ariseos, ariseos, que le ec/an en cara que vay vayaa a la casa de publicanos publicanos y pecadores y coma con ellos. En boca de 3es2s resuenan maravillosamente las palabras del proeta Qseas: «?d a estudiar qu4 signiica Bmisericordia quiero y no sacriiciosF @Qs ;,;. Pues no vine a llamar a >ustos, sino a pecadores.! "It ,#<&. O cuando en otra ocasión los observantes observantes ariseos ariseos reprenden a los disc9pulos, que arrancan unas espigas para com4rselas porque tienen /ambre, el Iaestro les vuelve a recordar el te0to de Qseas: «Si comprendierais lo que signiica misericordi misericordiaa quiero y no sacriicio sacriicios, s, no condenar9ais condenar9ais a los inocentes! inocentes! "It #-,5&. En la misma misma l9nea se pronuncia el Señor en el sermón del Ionte a propósito de las buenas relaciones que deben e0istir siempre entre los /ermanos: «Si mientras llevas tu orenda al altar te acuerdas de que tu /ermano tiene que>a de ti, de>a la orenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu /ermano y despu4s ve a llevar tu orenda! "It $,-imo pró>imo como a uno mism mismoo vale vale m)s que todos los los /olocaustos y sacriicios! "It #-,<<&. Pero la enseñan(a del Iaestro va precedida y avalada por su propia vida, vida, orenda orenda permanente permanente al Padre. 2.2. (a vida de Jes*s es adoraci)n al adre
Los autores del =1 creen en la pree0istencia del Gi>o o Rerbo de 8ios, como se maniiesta en la orma de /ablar del misterio de la Encarnación "c. 3n #,#7&. El autor de la carta a los Gebreos /ace /ablar a 3esucristo con las palabras del Salmo 7%: «Al entrar en el mundo dice: =o quisiste sacriicios ni orendas, pero me ormaste un cuerpo. =o te agradaron /olocaustos ni sacriicios e0piatorios. Entonces di>e: Aqu9 estoy, /e venido para cumplir, o/ 8ios, tu voluntad! "Geb #%,$H5&. Mon estas palabras el autor descubre el destino primero y 2ltimo de la vida de 3es2s, identiicado plenamente con sus sentimientos m)s 9ntimos: Entrega absoluta y sin reservas a la voluntad de 8ios, a cumplir o /acer la voluntad del Padre, que es la me>or e0presión del respeto debido y de la aut4ntica adoración. 3es2s mismo, durante su vida adulta, lo e0presar) repetidamente con toda claridad: «Ii sustento es cumplir la voluntad del que me envió y dar remate a su obra! "3n 7,<7&' «Porque no ba>4 del cielo para /acer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió! "3n ;,<&. Pensar otra cosa es pensar un imposible, pues 4l mismo dice: «Oo no puedo /acer nada por mi cuenta..., no pretendo /acer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió! "3n $,<%&. Aunque 3es2s, por reali(ar plenament plenamentee esta voluntad voluntad /asta el inal, inal, tenga que que que>arse que>arse y pedir pedir una y otra ve(: «Padre, «Padre, si es posible, posible, que pase de m9 este c)li(' pero no se /aga mi voluntad, sino la tuya! "It -;,<' ver, adem) adem)s, s, vv. 7-H7<' Lc --,7- y 3n #-,-5&' aunque aunque 3es2s 3es2s deba sudar sudar sangre sangre en esta luc/a luc/a interior "c. Lc --,77& y entregar su propia vida en sacriicio: «Por eso me ama el Padre, porque doy la vida... vida... Este es el encargo que /e recibido recibido del Padre! Padre! "3n #%,#5H#&. #%,#5H#&. 3es2s acepta acepta con la m)s irme resolución el encargo del Padre, y as9 lo maniiesta a su amigos 9ntimos en una /ora decisiva: «El mundo /a de saber que amo al Padre y que /ago lo que el Padre me encargó. *Arriba R)monos de aqu9! "3n #7,<#&. 6l ten9a plena conciencia de su destino, como lo /ab9a dado a entender en una ocasión anterior: «El Gi>o del /ombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muc/os! "Ic #%,7$&, y lo asume 9ntegramente desde el primer instante de su ser, «al entrar en el mundo! "Geb #%,$&, /asta el 2ltimo suspiro de su vida, clavado en la cru(: «Padre, a tus manos encomiendo mis esp9ritu. 8ic/o lo cual, e0piró! "Lc -<,7;&.
$$ As9, pues, la vida entera de 3es2s ue una adoración perpetua, una orenda pura, un sacriicio perecto a 8ios Padre. Sobre lo cual discurre largamente el autor de la carta a los Gebreos desde la perspectiva del creyente en 3esucristo resucitado y entroni(ado en la plenitud de su gloria a la derec/a del Padre. 3es2s, como miembro real del pueblo /istórico de ?srael, no era sacerdote: «Es sabido que nuestro Señor procede de 3ud), una tribu que no menciona Iois4s cuando /abla de sacerdotes! "Geb 5,#7&. Eectivamente, 3es2s no e>erció en su vida mortal la unción de sacerdote lev9tico, porque no lo era' sin embargo, su vida entera ue una oblación permanente a 8ios Padre. La particularidad de 3es2s es que en su vida mortal 4l mismo es el oerente y la v9ctima. En cuanto oerente 4l se aseme>a a los sacerdotes que orecen a 8ios orendas, v9ctimas agradables a 8ios' pero se dierencia de ellos en que 4l no necesita puriicarse de sus pecados, porque no los tiene, y, sobre todo, en que 4l mismo es la v9ctim v9ctima: a: «6l no necesi necesita, ta, como como los otros sumos sumos sacerdotes sacerdotes,, orecer orecer cada cada d9a sacriic sacriicios ios,, primero por sus pecados y despu4s por los del pueblo' pueblo' pues eso lo /i(o de una ve( para siempre, oreci4ndose a s9 mismo! como v9ctima "Geb 5,-5&. El te0to /ace reerencia directa a la muerte en cru(, que no sólo Gebreos sino todo el =1 la interpreta como verdadero sacriicio e0piatorio. Al comien(o de la vida p2blica del Señor, 3uan Nautista lo señala con el dedo y dice de 4l: «A/9 est) el cordero de 8ios, que quita el pecado del mundo! "3n #,-&. El relato de la pasión en los cuatro evangelis evangelistas tas culmina culmina con la muerte del Señor en la cru(, que es una muerte sacriicial para el perdón de los pecados de todos los /ombres. La antigua alian(a ue rubricada por Iois4s con la sangre de las v9ctimas, rociada sobre el pueblo "c. 60 -7,$H' Geb ,#H-#&' la nueva, entre 8ios y todos los /ombres, la instaura 3esucristo con su sangre "c. Geb ,#$.-7' #%,-&, como 4l mismo enseña en el rito de la 2ltima cena pascual "c. It -;,-5H-' Ic #7,-am)s, el perdón de los pecados, la eliminación deinitiva de toda culpa ante 8ios y el libre acceso al Padre "c. Geb ,#-H#7' #%,$H#&: «Por la sangre de 3es2s, /ermanos, tenemos libre acceso al santuario! "Geb #%,#&' «Rosotros, en cambio, os /ab4is acercado... a 3es2s, mediador de la nueva alian(a, a una sangre rociada que grita m)s uerte que la de Abel! "Geb #-,--H-7' c. #%,-' #<,#-.-%&. 2.3. El sacerdocio de 6risto $lorioso
La muerte real de 3es2s sobre el +ólgota ue el verdadero y 2nico sacriicio que /a aceptado el Padre en avor de todos los /ombres. Mon 4l se nos /a abierto el acceso a lo inea ineable ble,, a lo trascend trascendente ente,, a 8ios, 8ios, Padre nuestro, nuestro, llevad llevados os de la mano de 3esucri 3esucristo sto y representados por 4l, que, «despu4s de orecer un 2nico sacriicio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de 8ios "...&' con un solo sacriic sacriicio io llevó llevó a perección perección deinitiva deinitiva a los consagrados! "Geb #%,#-H#7' c. ,-7&. 8e esta manera, el que no era sacerdote seg2n la ley antigua antigua ue constitu constituido ido sacerdot sacerdotee en el estadio estadio deini deinitiv tivoo y para siemp siempre. re. 3es2s 3es2s glorioso glorioso «recibe el t9tulo "de sumo sacerdote&, no en virtud de una ley de sucesión carnal, sino por la uer(a de una vida indestructible! "Geb 5,#;&' «Mristo no se atribuyó el /onor de ser Sumo Sacerdote, sino que lo recibió del que le di>o: 12 eres mi /i>o, yo te /e engendrado /oy y en otro pasa>e: t2 eres sacerdote perpetuo en la l9nea de Ielquisedec "...&, 8ios lo proclamó
$; sumo sacerdote en la l9nea de Ielquisedec! "Geb $,$H;.#%' c. <,#' 7,#7.#$' ;,-%&. 6ste es el sacerdote que necesit)bamos necesit)bamos para acercarnos acercarnos a 8ios: 4l tiene lo que a nosotros nos alta, pues es «santo, sin tac/a ni manc/a, apartado de los pecadores, ensal(ado sobre el cielo! "Geb 5,-;&. Aunque se /able en lengua>e igurado, el estar sentado a la derec/a del Padre en los cielos no lo ale>a de nosotros, sino todo lo contrario: porque trasciende el espacio y el tiempo, siempre lo tenemos a nuestro lado. 6l mismo lo di>o: «Oo estar4 con vosotros siempre, /asta el in del mundo! "It -,-%&. San 3uan nos lo recuerda: «1enemos un abogado ante el Padre, 3esucristo el 3usto! "# 3n -,#&. O en otro lugar se nos e0/orta a que acudamos a 4l sin miedos ni reparos: «Mompare(camos coniados ante el tribunal de la gracia, para obtener misericordia y alcan(ar la gracia de un au0ilio oportuno! "Geb 7,#;&. 2.'. +uestro culto en esp&ritu # verdad
Mon 3esucristo como mediador permanente entre 8ios y nosotros, entre el cielo y la tierra, nos debemos sentir animados a orecer al Señor el culto que le es agradable y espera de nosotros: el culto de cora(ón. Este es el 2nico y verdadero culto, aunque de /ec/o lo e0presemos de dos maneras distintas: por medio de nuestras palabras Hel culto de nuestra alaban(aH y por medio de nuestras acciones Hel culto de nuestra vida realH, como desarrollamos a continuación. a4 El culto de nuestra alaban"a
El t9tulo del presente p)rrao corresponde al anterior #.<., dedicado al Sacri!icio de la alaban"a en el A1, en el que /a quedado suicientemente demostrado que la pr)ctica de la alaban(a al Señor, como sacriicio y orenda de suave olor, es tan consustancial a la piedad individual y colectiva de ?srael como el re(o de los Salmos. Momo /emos dic/o anteriormente, el Mristianismo se considera /eredero leg9timo de la m)s alta espiritualidad de la antigua alian(a, e0presada en el e>ercicio constante de la alaban(a al Señor. La comunidad cristiana primitiva primitiva aceptó go(osamente go(osamente esta /erencia /erencia espiritual espiritual de tanto valor, y procuró desde el primer momento momento que ese valor valor espiritual espiritual se acrecentara m)s y m)s por el impulso impulso y la la gu9a del Esp9ritu Santo. Por esta ra(ón los autores del =1 nos invitan a los cristianos a que /agamos de la alaban(a a 8ios un ob>etivo prioritario de nuestra vida. Leemos en la carta a los Gebreos: «Por medio de 4l @de 3es2s ore(camos continuamente a 8ios un sacriicio de alaban(a, es decir, decir, el ruto ruto de unos unos labi labios os que con conie iesa sann su nombre nombre!! "Geb "Geb #<,#$& #<,#$&.. 8e /ec/ /ec/o, o, son numerosos y variados los e>emplos que se nos orecen, para que los imitemos. Empecemos por el e>emplo de Iar9a, la madre de 3es2s, que encabe(a su c)ntico del Iagn9icat con una gran alaban(a al Señor: «Proclama mi alma la grande(a del Señor! "Lc #,7;&. #,7;&. Sigamo Sigamoss con la sinon sinon9a 9a de los )ngeles, )ngeles, que oyeron oyeron los pastores pastores seg2n el relato relato de Lucas. 8espu4s que el )ngel les dio la buena noticia del nacimiento del Salvador en la ciudad de 8avid, «se >untó al )ngel una multitud del E>4rcito celeste, que alababan a 8ios diciendo: *+loria a 8ios en lo alto y en la tierra pa( a los /ombres que 4l ama! "Lc -,#
$5 aquel momento, dando gracias a 8ios y /ablando del niño a cuantos aguardaban el rescate de 3erusal4n! "Lc -,<&. 8e la primera comunidad de cristianos en 3erusal4n nos dicen los Gec/os de los Apóstoles que «a diario acud9an ielmente y un)nimes al templo' en sus casas part9an el pan, compart9an la comida con alegr9a y sencille( sincera. Alababan a 8ios y todo el mundo los estimaba! "Gc/ -,7;H75&. Kn /ombre lisiado es curado por la palabra de e de Pedro y «toda la gente lo vio caminar y alabar a 8ios! "Gc/ <,&. Por 2ltimo, el vidente del Apocalipsis nos traslada al cielo y nos /ace o9r una vo( de los bienaventurados, que sal9a del entorno del trono de 8ios y dec9a: «Alabad a nuestro 8ios, todos sus siervos y ieles, pequeños y grandes! "Apc #,$' c. 5,##H#-&. La alaban(a al Señor se transorma en una conesión de e en 8ios conorme a la e0presión, que ya conocemos, de la carta a los Gebreos: «Qre(camos continuamente a 8ios un sacriicio de alaban(a, es decir, el ruto de unos labios que coniesan su nombre! "Geb #<,#$&' en la «conesión /umilde del evangelio de Mristo! "- Mor ,#<&' en «la conesión de nuestra esperan(a! "Geb #%,-<&. Monesar el nombre de 8ios implica nuestra e incondicional en 4l, la aceptación de su e0istencia y de todo lo que ello signiica en nuestra vida personal: /acer del Señor y de su voluntad el centro alrededor del cual gira nuestra vida espiritual. Monesar al Señor nos conduce indeectiblemente al reconocimiento de su grande(a, de su bondad, de su misericord misericordia, ia, es decir, de todos aquellos aquellos atributos por los que nos sentimos sentimos acogidos, queridos, protegidos, seguros. b4 El culto de nuestra vida real
Para que nuestra alaban(a al Señor alcance la categor9a de verdadero sacriicio y culto espiritual al Señor /a de ir acompañada del testimonio idedigno de una vida aut4nticamente cristiana, como nos recomienda e0pl9citamente a los cristianos el autor de la carta a los Gebreos: «=o descuid4is la beneicencia y la solidaridad: tales son los sacriicios que agradan a 8ios! "Geb #<,#;&. Mon estas recomendaciones el te0to sagrado conirma la unidad radical que debe presidir toda vida /umana. El /ombre no es sólo apariencias e0ternas: gestos, palabras..., palabras..., por muy elevados elevados que sean' sino, principalm principalmente, ente, vida interior: principios principios,, sentimientos, esp9ritu. I)s a2n: la perecta sinton9a entre lo visible o e0terno y lo invisible de 4l mismo' la vida e0presada con palabras y su vida espiritual o interior. Si aplicamos esta disertación teórica a lo que /emos aprendido del te0to de la carta a los Gebreos, nuestra vida ser) verdaderamente agradable a 8ios, ya que uniremos en uno el sacriicio de alaban(a, la conesión del nombre del Señor por medio de nuestras palabras, con el sacriicio de nuestras acciones reales en avor de nuestros /ermanos m)s necesitados: la beneicencia y la comunión de bienes, pues «tales son los sacriicios que agradan al Señor!. Este lengua>e se parece muc/o al de san Pablo, que, respondiendo a los ilipenses que le /an enviado una limosna por medio de Eparodito, llama a este acto de generosidad «un sacriicio aceptable y agradable a 8ios! "lp 7,#& Por la e vivi vivimo moss realm realmen ente te unid unidos os a 3esu 3esucri cristo sto,, el Señor Señor'' y por esta esta unió uniónn nos convertimos en piedras vivas, que, como 4l, construimos un templo espiritual y ormamos un sacerdocio santo, que orece por su medio sacriicios espirituales, aceptables a 8ios "c. # Pe -,$' E $,-&. As9 reali(amos tambi4n el ideal que propone san Pablo a los cristianos de Joma:
$ «A/ora, /ermanos, por la misericordia de 8ios, os e0/orto a oreceros como sacriicio vivo, santo, aceptable a 8ios: sea 4se vuestro culto espiritual! "Jom #-,#&. 1ambi4n, de modo parecido, escribien escribiendo do a los ilipe ilipenses nses,, alude san Pablo a su presentida presentida muerte muerte violenta, violenta, como si su sangre uera una libación sobre el sacriicio de la e de sus disc9pulos: «Si a/ora me /e de derramar como libación sobre el sacriicio y la liturgia de vuestra e, me alegro y lo celebro con vosotros! "lp -,#5&. Advertimos que el vocabulario que utili(a san Pablo est) tomado de la liturgia >ud9a, la que se celebraba en el templo de 3erusal4n. CSigniica esto que el culto cristiano es una copia del culto >ud9oD 8e ninguna manera. Mon Mristo la novedad es absoluta en todo lo relativo a nuestras relaciones con 8ios, abiertas a todos los /ombres por el /ec/o de ser /ombres y no por pertenecer a un pueblo determinado, por muy elegido que se considere. En este punto es san Pablo, otra ve(, el que nos instruye con m)s claridad y autoridad' su modo de /ablar no es sospec/oso de antiH>ud9o, pues 4l mismo es >ud9o de pura cepa: «circuncidado al octavo d9a, israelita de ra(a, de la tribu de Nen>am9n, /ebreo de /ebreos' respecto a la ley ariseo! "lp <,$&. Seg2n la antigua alian(a, el rito de la circuncisión convert9a al circuncidado en miembro del pueblo elegido. Sin embargo, aun entre los >ud9os, la circuncisión que interesa ante 8ios no es la e0terna, la de la carne, sino la interna, la del cora(ón, la del esp9ritu "c. Jom -,-H-&. C8e qu4 sirve estar circuncidado, si no se acepta la LeyD Por esto en la nueva etapa, instaurada por Mristo, la circuncis circuncisión ión pierde su signii signiicac cación ión religiosa, religiosa, «ser circunciso circunciso o incircunc incircunciso iso no cuenta' lo que cuenta es cumplir cumplir los mandamie mandamientos ntos de 8ios! "# Mor 5,#&. San Pablo /asta se atreve a airmar que «somos nosotros los circuncidados, los que servimos a 8ios en esp9ritu, ponemos en Mristo nuestra gloria y no nos apoyamos apoyamos en m4ritos corporales! "lp <,<&. Pues, en verdad, «siendo de Mristo 3es2s, no importa estar o no circuncidados' lo que cuenta es una e activa por el amor! "+)l $,;&. En esta nueva orma de vida, en la que «no se distinguen griego y >ud9o, circunciso e incircunciso, b)rbaro y escita, esclavo y libre, sino que Mristo lo es todo en todos! "Mol <,##&, orecemos un culto agradable al Señor, porque convertimos la propia vida en el sacriicio sacriicio del que nos /abla san Pablo en Jom #-,#, y nos describe describe minuciosamente en Mol <,#-H#7: «Por tanto, como elegidos de 8ios, consagrados y amados, revest9os de compasión compasión entrañable, amabilida amabilidad, d, /umilda /umildad, d, modestia, modestia, paciencia paciencia'' soportaos mutuamente' perdonaos si alguien tiene que>a de otro' como el Señor os /a perdonado, as9 tambi4n /aced vosotros. O por encima de todo el amor, que es el broc/e de la perección!. Precisamente en el amor a 8ios y al pró>imo pone 3es2s el cumplimiento de la ley antigua y nueva "c. Ic #-,-H<#&. El letrado >ud9o, que oyó las palabras del Señor, relacionó con aprobación del Señor esta enseñan(a con nuestro tema de los sacriicios y orendas espirituales a 8ios: «Amar a 8ios con todo el cora(ón, con toda la inteligencia y con todas las uer(as, y amar al pró>imo como a uno mismo vale m)s que todos los /olocaustos y sacriicios! "Ic #-,<<&.
5 Desc#,*!m!ento )el D!os escon)!)o
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En su segundo via>e apostólico Pablo llegó a Atenas, donde deb9a reunirse con sus compañeros Silas y 1imoteo. Iientras 4stos llegaban, se dedicó a discutir con los >ud9os en la sinagoga y con los atenienses al aire libre. En sus paseos por la gran urbe observó cómo estatuas de dioses y diosas de su rico panteón lanqueaban las calles principales, adornaban pla(as pla(as y pla(uelas pla(uelas y los lugares de culto. Por esta ra(ón «se indignab indignabaa al observar la idolatr9a de la ciudad! "Gc/ #5,#;&. El esp9ritu inquieto de san Pablo despertó de repente, cuando, en su deambular sin rumbo i>o por la ciudad, descubrió «un ara con esta inscripción: BA L 8?QS 8ESMQ=QM?8QF! "Gc/ #5,-<&. Le altó tiempo a san Pablo para empe(ar a evangeli(ar a aquello aquelloss atenien atenienses ses curiosos, curiosos, que se arremoli arremolina naron ron a su alreded alrededor or en el Areópago, Areópago, lugar lugar c4ntrico donde se intercambiaban toda clase de inormaciones. El /alla(go de aquel altar con una inscripción tan original dio pie a Pablo para /ablarles de aquel 8ios, al que ellos veneraban respetuosamente sin conocerlo, que no era material ni /abitaba en templos construidos por el /ombre, que /i(o el cielo y la tierra y cuanto contienen. Momo era su costumbre, Pablo les /abló enseguida de 3esucristo, el Señor, el /ombre designado y acreditado por 8ios, que vivió, murió y resucitó de entre los muertos "c. Gc/ #5,-ud9a, >ud9a, de la que era deudor y en en la que que 4l estaba estaba inserto. inserto.
1' D!os es #n D!os escon)!)o La e intr introd oduc ucee en el mundo ndo espi espiri ritu tuaal de lo invisib isiblle "c. "c. Ge Gebb ##,# ##,#&' &' m)s particularmente particularmente,, en el )mbito )mbito de lo divino, divino, que sigue estando envu envuelto elto en las sombras sombras del misterio sobrenatural. La e ciertamente es una lu(' pero ella por s9 sola no disipa la oscuridad y las tinieblas, connaturales al mundo de 8ios. La sagrada Escritura as9 nos lo enseña repetidas veces. ?sa9as, /ablando con 8ios, dice: «Es verdad: 12 eres un 8ios escondido! "?s 7$,#$&. En los momentos uertes de la tribulación el iel creyente se que>a ante 8ios, porque no e0perimenta su cercan9a' por el contrario, cree que 8ios se /a ale>ado de 4l y se /a ocultado de su vista: «CPor qu4, Señor, te quedas le>os y te escondes en los momentos de peligroD! "Sal #%,#&' y pregunta cu)nto tiempo va a durar esta dura prueba: «CGasta cu)ndo, Señor, te mantienes escondidoD! "Sal ,75&. El salmista responde en nombre de 8ios, recordando episodios vividos por el pueblo en el desierto: «En la alicción clamaste y te libr4, te respond9 oculto entre truenos! "Sal #,&. En realidad, aunque el Señor responda, seguir) estando oculto en el misterio, «oculto entre truenos!, pues 8ios >am)s se de>ar) ver por el /ombre' menos a2n por los que no quieren someterse a su voluntad, o niegan su e0istencia. Esta actitud, proundamente negativa, se maniiesta en una pregunta que, con recuencia, se repite en la Escritura: BC8ónde est) 8iosDF El tono de la pregunta depende de qui4nes sean los que la ormulan. Kna veces es de proundo menosprecio, menosprecio, si los que la /acen, pagados de s9 mismos y en son de burla, se r9en /asta de la misma noción de 8ios, cuando preguntan por el 8ios al que invocan los creyentes perseguidos, perseguidos, /umill /umillados ados:: «8ónde est) est) su 8iosD! "Sal 5,#%' ##$,-' ##$,-' 3oel -,#5&. -,#5&. Qtras veces son enemigos y adversarios los que increpan directamente a los creyentes: «C8ónde est) tu 8iosD!
;% "Sal 7-,7.##' c. Iiq 5,H#%&' o somos nosotros mismos los que preguntamos en situaciones angustiosas: «C8ónde est) el 8ios >ustoD! "Ial -,#5&, o en momentos de desorientación y de duda, como Eliseo cuando perdió a su padre y maestro: «C8ónde est) el 8ios de El9as, dóndeD! "- Je -,#7&. 1al ve( no nos atrevamos a /acer una pregunta tan directa como la que /i(o Eli/2 en el libro de 3ob: «C8ónde est) nuestro Gacedor, que restaura las uer(as durante la noc/e, que nos instruye por las bestias de la tierra y por las aves del cielo nos enseñaD! "3ob <$,#%H##' c. 3er -,;&. A las preguntas m)s o menos inquietantes sobre la ausencia de 8ios podemos añadir las airmacio airmaciones nes sobre el ocultamiento ocultamiento del rostro r ostro de 8ios. Mon este antropomorismo la Escritura se reiere a la alta de e0periencias de 8ios, que se interpreta como un ale>amiento real del Señor del )mbito de nuestras vidas. As9 /ablan los proetas que, en nombre de 8ios, maniiestan el rec/a(o que le produce la mala conducta del pueblo en su con>unto y de los individuos en particular. Poco antes de morir Iois4s, el Señor le /abla en estos t4rminos: «Iira, vas a descansar con tus padres, y el pueblo se va a prostituir con los dioses e0traños de la tierra adonde va. Ie abandonar) y quebrantar) la alian(a que /e concluido con ellos. Ese d9a mi uror se encender) contra ellos: lo abandonar4 y me esconder4 de 4l @le esconder4 mi rostro, se lo comer)n y le ocurrir)n innumerables desgracias y surimientos. Entonces dir): BEs que no est) mi 8ios conmigo' por eso me ocurren estas desgraciasF. O yo, ese d9a, me esconder4 @ocultar4 mi rostro todav9a m)s, por la maldad que comete volvi4ndose a dioses e0tran>eros! "8t <#,#;H#&. O en su c)ntico inal, Iois4s recuerda las inidelidades del pueblo y la respuesta de 8ios: «*8espreciaste a la Joca que te engendró, y olvidaste al 8ios que te dio a lu( Lo vio el Señor, e irritado rec/a(ó a sus /i>os e /i>as, pensando: BLes esconder4 mi rostro, y ver4 en qu4 qu4 acaban, porque son una generació generaciónn depravada, depravada, unos /i>os deslea deslealesF lesF!! "8t <-, #H-%&. 1ambi4n ?sa9as /ace de portavo( del Señor, que se muestra eno>ado con el pueblo inie iniel: l: «Por «Por su delito me irrit4 un momento, momento, lo /er9 y me ocult4 irritado! irritado! "?s $5,#5&. As9 mismo, el proeta E(equiel, testigo privilegiado del destierro babilónico: «Las naciones sabr)n que la casa de ?srael ue deportada por su culpa, por /aberse rebelado contra m9' por eso les ocult4 mi rostro, los puse en manos de su adversarios y cayeron todos a espada. Los trat4 seg2n merec9an su inmundicia y sus delitos, ocult)ndoles mi rostro.! "E( <,-ustiica que el Señor les /aya ocultado su rostro. Leemos en el tercer ?sa9as: «=adie invocaba tu nombre ni se esor(aba por aerrarse a ti' pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa! "?s ;7,;&' y en Iiqueas: «Muando griten al Señor, no les responder), les ocultar) el rostro entonces por sus malas acciones! "Iiq <,7&. Los particulares, sin embargo, se dirigen al Señor en tono de que>a, pues no comprenden que les /aya abandonado y olvidado: «CPor qu4 escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresiónD! "Sal 77,-$&' «CPor qu4, Señor, rec/a(as mi aliento y me escondes escondes tu rostroD! "Sal ,#$&.
+' Pe*o D!os est p*esente en l$ c*e$c!4n 6 en l$ h!sto*!$ En 3n #,#a leemos que «nadie /a visto >am)s a 8ios!, y # 1im ;,#; añade: «ni lo puede ver!. Sin embargo, como cristianos sabemos que 8ios /a remediado esta imposibilidad. En primer lugar, revel)ndosen revel)ndosenos os en su creación como en un libro abierto. abierto. San Pablo declara
;# ine0cusables a los «/ombres imp9os e in>ustos que co/9ben con in>usticia la verdad! "Jom #,#b&, si se niegan a aceptar la realidad y e0istencia del Señor: «Pues lo que se puede conocer de 8ios les est) maniiesto, ya que 8ios se les /a maniestado. 8esde la creación del mundo, su condición invisible, su poder y divinidad eternos, se /acen asequibles a la ra(ón por las criaturas! "Jom #,#H-%&. 8esde la e y con los o>os iluminados del cora(ón tratamos de descubr descubrir ir esta presenc presencia ia callada callada de nue nuestro stro 8ios 8ios en el mundo y en los acontecim acontecimien ientos tos /istóricos. Sabemos que podemos descubrirla, porque realmente est) presente en ellos. El Salmo #< nos lo asegura con insólitas im)genes espaciales: «CAdónde me ale>ar4 de tu alientoD, Cadónde /uir4 de tu presenciaD Si escalo el cielo, all9 est)s t2' si me acuesto en el abismo, a/9 est)s. Si me traslado al ruedo de la aurora o me instalo en el con9n del mar, all9 se apoya en m9 tu i(quierda y me agarrar) tu derec/a. Si digo: que me sorba la tiniebla, que lu( se /aga noc/e en torno a m9, tampoco la oscuridad es oscura para ti, la noc/e es clara como el d9a: da lo mismo tiniebla o lu(! "Sal #<,5H#-&. Es cierto que no nos vamos a encontrar con un ser anónimo y r9o, sino con un ser personal pero ineable, del que podemos decir m)s lo que no es que lo que es, cuya omnipotencia se nos impone, pues todo lo llena sin ser mensurable: «C=o lleno yo el cielo y la tierraD! "3er -<,-7&. 6l est) escondido como un tesoro en un campo. 8ice el canto de ?sa9as: «Es verdad: 12 eres el 8ios escondido, el 8ios de ?srael, el Salvador! "?s 7$,#$&. San 3uan de la Mru( comien(a as9 su M)ntico espiritual: «CA dónde te escondiste, Amado, y me de>aste con gemidoD Momo el ciervo /uiste /abi4ndome /erido' sal9 tras 1i clamando, y eras ido!. El ideal ser9a /aber descubierto ya dónde se encuentra, que en realidad «no est) le>os de ninguno de nosotros, pues en 4l vivimos, nos movemos y e0istimos! "Gc/ #5,-5&. Si todav9a no lo /emos encontrado, bueno ser) seguir busc)ndolo y m)s con la venta>a que tenemos, pues «gran cosa cosa es saber el lugar lugar donde est) escondido escondido para buscarle buscarle all9 all9 a lo cierto! cierto! " 6ántico espiritual 7684, 8eclaración a la Manción #,&. En eecto, sabemos que 8ios est) escondido en su creación y en nosotros mismos. San 3uan de la Mru( vuelve a decirnos en su 6ántico espiritual : «Iil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y, y4ndolos mirando, con sola su igura, vestidos los de>ó de /ermosura!. La creación entera /abla de 8ios a aquel que le pregunta por 4l' «y dice que pasó, 6ántico espiritual espiritual 7684, porque las criaturas son como un rastro del paso de 8ios! " 6ántico 8eclaración de Manción $,<&. O lo que decimos de la creación visible y sensible con relación a 8ios, vale tambi4n para la /istoria, pues 8ios no /ay m)s que uno, Señor de la /istoria, su acción es 2nica y continua. As9 pensaba el 84uteroH?sa9as que proclamaba la presencia de 8ios en las actuaciones de Miro, rey pagano: «As9 dice el Señor a su ungido, Miro, a quien lleva de la mano: 8oblegar4 ante 4l las naciones, desceñir4 las cinturas de los reyes, abrir4 ante 4l las puertas, los batientes batientes no se le cerrar)n. cerrar)n. Oo ir4 delante delante de ti, allan) allan)ndote ndote los cerros'... cerros'... 1e pongo
;la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de oriente a occidente que no /ay otro uera de m9. Oo soy el Señor, y no /ay otro: art9ice de la lu(, creador de las tinieblas, autor de la pa(, creador de la desgracia' desgracia' yo, el Señor, /ago todo esto! "?s 7$,#H5&. A pesar de lo que acabamos de decir de la presencia de 8ios en su creación, no /ay posibilid posibilidad ad de conusión ni de identidad identidad entre 8ios y la creación, en contra de lo que airman airman todos los pante9smos. 6l conserva la identidad de su mismidad, es otro, el Qtro. =o es el mundo ni parte de la totalidad del mundo. San Agust9n va buscando a 8ios entre las criaturas' todas le van respondiendo: «nosotras no somos 8ios!, «4l nos /a /ec/o! " 6on!esiones, \,;&. Mreer en 8ios es airmar su misterio de trascendencia, misterio insondable mientras la criatura sea criatura y 8ios 8ios, es decir, siempre. La parado>a de lo inito y lo ininito es una realidad. Es posible lo uno y lo otro, aunque la mente /umana no pueda comprender este misterio abisal. En una visión de e cabe lo inito y lo ininito, sin que uno quite nada al otro, ni uno quede absorbido, disuelto, en el otro. Porque no est) uno >unto al otro, sino uno dentro del otro. San 3uan de la Mru( vuelve a ser nuestro maestro. 6l nos dice: «Iuy bien /aces, *o/ alma, en buscarle siempre escondido, porque muc/o ensal(as a 8ios y muc/o te llegas a 4l teni4ndole por m)s alto y proundo que todo cuanto puedes alcan(ar' y, por tanto, no repares en parte ni en todo lo que tus potencias pueden comprender' quiero decir, que nunca te quieras satisacer en lo que entendieres de 8ios, sino en lo que no entendieres d4l, y nunca pares en amar amar y deleita deleitarte rte en eso que entendieres entendieres o sintiere sintieress de 8ios, sino sino ama y dele9tate dele9tate en lo que no puedes entender y sentir de 4l' que eso es, como /abemos dic/o, buscarle en e' que, pues es 8ios inaccesi inaccesible ble y escondido, como tambi4n tambi4n /abemos /abemos dic/o, aunque m)s te pare(ca que le /allas y le sientes y le entiendes, siempre le /as de tener por escondido y le /as de servir escondido en escondido. O no seas como muc/os insipientes que piensan ba>amente de 8ios, entendiendo que, cuando no le entienden o le gustan o sienten, est) 8ios m)s le>os y m)s escondido, siendo m)s verdad lo contrario, que cuanto menos distintamente le entienden, m)s se llegan llegan a 4l, pues, pues, como como dice dice el proeta proeta 8avid, 8avid, puso su escondri-o en las tinieblas "Ps #5,#-@Rg&' as9, llegando cerca de 4l, por uer(a /as de sentir tinieblas en la laque(a de tu o>o. Nien /aces pues en todo tiempo, a/ora de adversidad, a/ora de prosperidad espiritual o temporal, tener a 8ios por escondido, y as9 clamar a 4l diciendo: CA dónde te escondiste, Amado, y me de>aste con gemidoD! " 6ántico espiritual 968: . 8eclaración de Manción #,#-&. Para nosotros 8ios no es una abstracción, sino una realidad que se aclara a medida que la e se vive m)s /ondamente. Iientras caminamos en e, la obscuridad es una propiedad in/erente a nuestro conocimiento acerca de 8ios: siempre caminaremos «a tientas!, como dice Pablo en el discurso del Areópago: 8ios «/i(o que buscaran a 8ios y que lo encontraran aun a tientas! "Gc/ #5,-5&. El conocimiento de 8ios es una orma de revelación, pero 4sta >am)s es clara por s9 misma, mientras caminamos en e. Podemos compararla a lo que sucedió al ciego de Netsaida antes de recuperar la visión perecta: 3es2s, «tomando al ciego de la mano, lo sacó de la aldea, le untó con saliva los o>os, le aplicó las manos y le preguntó: HCRes algoD ue recobrando vista y di>o: HReo /ombres' los veo como )rboles, pero caminando! "Ic ,-
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-' P*esenc!$ )e D!os en nosot*os Nuenoo es busc Nuen buscar ar la pres presen enci ciaa de 8ios 8ios en la natu natura rale le(a (a que que nos nos rodea rodea y en los los acontecimientos de la /istoria de la que ormamos parte' pero no debemos olvidar que 8ios «no est) le>os de ninguno de nosotros, ya que en 4l vivimos y nos movemos y e0istimos! "Gc/ #5,-5H-&. 8ios se compara metaóricamente al medio en el que vivimos, como si uera nuestra atmósera natural. Pero 8ios es muc/o m)s, pues no sólo nos envuelve, sino que nos invade, nos llena. 8ios /abita en todo aquel que le abre las puertas de su cora(ón: «*Iira, estoy de pie a tu puerta y llamo. Si uno escuc/a mi llamada y abre la puerta, entrar4 en su casa y cenar4 con 4l y 4l conmigo! "Apc <,-%&. San Agust9n buscaba a 8ios entre las criaturas, e /i(o un gran descubrimiento que cambió su vida, descubrió la presencia de 8ios dentro de s9: «Estabas dentro de m9 y yo te buscaba buscaba uera! " 6on!esiones, \,-5 \,-5&, &, pues pues t2 eres eres «m)s «m)s 9ntim 9ntimoo a m9 que yo mism mismo! o! "6on!esiones, ???,;&. El contacto 9ntimo con 8ios puede ser tan real como el de un amigo con su amigo del alma: «El Señor /ablaba con Iois4s cara a cara, como /abla un amigo con un amigo! "60 <<,##&. Entre amigos y personas que se quieren a veces ni siquiera es necesario el uso uso de la pala palabr braa para para que que luy luyaa como como el agua agua la comu comunnicac icació iónn inte interi rior or mutua utua.. La comunicación del creyente con 8ios es a2n m)s )cil que la que se puede imaginar entre los me>ores amigos. Entre 4stos puede saltar la c/ispa de la simpat9a, pero en ning2n caso podr) darse una verdadera compenetración y usión material de uno en otro. Sin embargo, en la unión del alma con 8ios desaparece la distancia' 8ios est) presente por s9 mismo en el esp9ritu /umano que se abre a 8ios. En realidad, el /ombre se mueve en tres dimensiones o coordenadas: las dos conocidas de espacio y tiempo' la tercera es la de la trascendencia, por la que nos ponemos en contacto con lo divino. Esta tercera coordenada es tan real como las de espacio y tiempo, pertenece al ser /istórico del /ombre He0istencial sobrenaturalH, pero es perceptible perceptible sólo por la e. Por ella, ella, las cosas y los acontecimientos acontecimientos son trasparentes t rasparentes a los o>os de los puros y limpios de cora(ón, y, como si uera una potent9sima antena, podemos percibir, captar, e0perimentar, la maravillosa presencia de 8ios en nosotros: «8ic/osos los limpios de cora(ón, porque ver)n a 8ios! "It $,&. El /ombre, cima de la creación, est) /ec/o a imagen y seme>an(a de 8ios "+4n #,-;H -5&' por eso en 4l se puede vislumbrar a 8ios. Mlemente de Ale>andr9a llega a decir: «Gas visto a tu /ermano, /as visto a 8ios! " Stromata, ?,#: P+ ,##&. 8e manera muy especial y signiicativa 8ios se /ace presente y se identiica con los m)s d4biles de nuestra sociedad. 8e /ec/o, el =1 nos enseña que el /ombre es centro de atención de 8ios y de 3es2s, el Señor. Mristo se identiic identiicaa con los /ombres, especialme especialmente nte con los m)s pobres y necesitados necesitados "ver It -$,<#H7$&. Ellos son el camino seguro para llegar a 3es2s, y por 3es2s al Padre' 3es2s mismo lo /a dic/o: «Oo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por m9! "3n #7,;&. As9, pues, el Señor nos /a regalado la posibilidad de descubrir su presencia en la creación, en el /ombre, y en el /ombre por e0celencia, 3esucristo, que est) presente como el Padre y el Esp9ritu en su creación y en la /istoria.
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0 L$ p*esenc!$ $ct!9$ )e D!os en el p#e,lo )e Is*$el
El amor no conoce distancias ni le>an9as. Los que se aman siempre se sienten cercanos, presentes, presentes, al menos menos espiritualm espiritualmente, ente, pues la relación relación de amistad amistad no admite separación separación inte interm rmed edia ia en el esp9 esp9rit ritu. u. Por el con contrar trario, io, la relac relación ión de enem enemis ista tadd se e0pre e0presa sa con las las categor9a categor9ass de le>an le>an9a 9a y de separac separación, ión, aun aunque que espaci espacial alme mente nte los enemi enemista stados dos est4n est4n muy pró0imos. pró0imos. Entre 8ios y los suyos, suyos, que somos todos, la realidad realidad supera supera toda imagin imaginació ación. n. 8ios trasciende toda categor9a espacial: en realidad ni se acerca ni se ale>a, siempre est) presente, como leemos repetidamente en la sagrada Escritura: H Ja>ab comunica a los esp9as israelitas que «todos se /an quedado sin aliento ante vosotros' porque el Señor, vuestro 8ios, es 8ios arriba en el cielo y aba>o en la tierra! "3os -,##&. H En 3er -<,-< 8ios reprende a los alsos proetas y les comuni comunica ca por medio de su aut4ntico aut4ntico representante 3erem9as: 3erem9as: «CSoy «CSoy yo yo 8ios sólo de cerca y no 8ios de le>osD!. H O el salmista se pregunta a si mismo y responde, /ablando con 8ios: «CA dónde ir4 le>os de tu aliento, a dónde escapar4 de tu miradaD Si escalo el cielo, all9 est)s t2' si me acuesto en el abismo, all9 te encuentro' si vuelo /asta el margen de la aurora, si emigro /asta el con9n del mar, all9 me alcan(ar) tu i(quierda, me agarrar) tu derec/a. Si digo: Bue al menos la tiniebla me encubra, que la lu( se /aga noc/e en torno a m9F, ni la tiniebla es oscura para ti, la noc/e es clara como el d9a! "Sal #<,5H#-&. La Escritura, A y =1, es constante en su enseñan(a acerca de la presencia invisible, pero activa, de 8ios entre los /ombres Knas veces lo dice directamente' otras, las m)s, utili(a el lengua>e metaórico. Esta presencia real y activa no es una mera presencia local, sino que por ella /emos de entender la e0presión de la m)0ima comunión y comunicación de 8ios con su pueblo, es decir, la donación donación s9 mismo, mismo, de su propia vida, como se nos revelar) revelar) en el =uevo 1estamento. El presente cap9tulo se circunscribe al A1, el pró0imo al =1
1' D!os est con el p#e,lo ?#e*$ )e P$lest!n$ La lectura de la Niblia /ace que nos amiliaricemos con la idea de que 8ios est) presente en la /istoria de los /ombres. Los autores sagrados est)n convencidos de ello y, por eso, le /acen intervenir visiblemente, como si uera un persona>e m)s en sus relatos. En la pre/istoria del pueblo de ?srael 8ios acompaña a los padres Abra/)n, ?saac y 3acob en su permanente peregrinar. peregrinar. 8e la misma misma manera manera 8ios est) >unto al pueblo desde sus or9genes or9genes en Egipto, durante su ormación y consolidación en la traves9a del desierto: orientando, aleccionando, sosteniendo, protegiendo y guiando, /asta establecerlo en la tierra que /ab9a prometido a los padres con >uramento. >uramento. El estilo directo de los relatos del Pentateuco y de los otros libros libros narrativos nos acercan a la realidad misteriosa y maravillosa de la presencia del Señor en medio de su pueblo. 1odo esto lo vamos a ver conirmado por los innumerables pasa>es que a
;$ continuación recordamos ordenadamente. 1.1. Dios acompaña a los adres
8esde la primera orden del Señor a Abra/)n: «Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrar4! "+4n #-,#&, /asta la muerte de 3acob en Egipto "c. +4n 7,<<&, se e0tiende la /istoria de los Padres, que es una /istoria sagrada en la que interviene 8ios, el Señor, como persona>e principal, en palabras de 3acob poco antes de morir: «El 8ios ante el cual caminaban mis padres, Abra/)n e ?saac, el 8ios que me apacienta desde antiguo /asta /oy! "+4n 7,#$&. Los relatos del +4nesis son una sucesión de cuadros esc4nicos, en los que se representa visiblemente la acción invisible de 8ios que gu9a y protege a los antepasados del pueblo de ?srael, concentrados en tres nombres ilustres: Abra/)n "c. +4n #-H-7&, ?saac "c. +4n -7H-5& y 3acob "c. +4n -H7&. 1.2. Dios acompaña al pueblo en E$ipto
La /istoria providencial de los Padres contin2a en sus descendientes, primero uera de Mana)n y despu4s en Mana)n o Palestina, la tierra elegida. 8ios, el Señor, acompaña a unos y otros en su continuo peregrinar de ac) para all), como 8ios protector. A 3acob se lo dice e0presamente antes de aventurarse a ba>ar a Egipto: «8e noc/e, en una visión. 8ios di>o a ?srael: H*3acob, 3acob Jespondió: HAqu9 estoy. Le di>o: *Oo soy 8ios, el 8ios de tu padre. =o temas ba>ar a Egipto, porque all9 te convertir4 en un pueblo numeroso. Oo ba>ar4 contigo a Egipto y yo te /ar4 subir. 3os4 te cerrar) los o>os! "+4n 7;,-H7&. =adie conoce conoce en aquel momento lo que el uturo reserva a este Bpueblo numerosoF. numerosoF. 8e lo que s9 pueden estar seguros los miembros de ese pueblo es de que su 8ios, el Señor, estar) siempre a su lado, como sombra bien/ec/ora, y de que la antigua promesa, /ec/a a los padres, de volver a la tierra alg2n d9a se cumplir). As9 lo maniiesta 3os4 a sus /ermanos: «Oo voy a morir. 8ios se ocupar) de vosotros y os llevar) de esta tierra a la tierra que prometió a Abra/)n, ?saac y 3acob! "+4n $%,-7&. La estancia de los israelitas en Egipto se prolonga m)s de lo que se pod9a esperar con las secuelas subsiguientes: un pueblo e0tran>ero que prospera m)s que los nativos no puede ser mira mirado do con con buen buenos os o>os o>os "c. "c. 60 #,5H#%& #,5H#%&.. Pasad Pasadas as algu alguna nass gene genera racio cione nes, s, los los egip egipci cios os sometieron a los israelitas a una servidumbre insoportable. En su desamparo «los israelitas se que>aban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de au0ilio de los esclavos llegaron a 8ios. 8ios escuc/ó sus que>as y se acordó del pacto /ec/o con Abra/)n, ?saac y 3acob, y viendo a los israelitas, 8ios se interesó por ellos! "60 -,-e carism)tico: Iois4s, que aparece en el relato revestido de la autoridad de 8ios que lo env9a: «Oo soy el 8ios de tu padre, el 8ios de Abra/)n, el 8ios de ?saac, el 8ios de 3acob ... Ge visto la opresión de mi pueblo en Egipto, /e o9do sus que>as contra los opresores, me /e i>ado en sus surimientos. O /e ba>ado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra 4rtil y espaciosa, tierra que mana lec/e y miel, el pa9s de los cananeos... La que>a de los israelitas /a llegado a m9, y /e visto cómo los tirani(an los egipcios. O a/ora, anda, que te env9o al araón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas israelitas "...&. Oo estoy contigo! "60 <,;H#%.#-' c. <,#;H#5' ;,$H&. I)s adelante, poco antes de entrar en la tierra prometida. Iois4s recuerda esta parte de la /istoria
;; de su pueblo: «=uestros padres ba>aron a Egipto, donde vivimos muc/os años, los egipcios nos maltrataron a nosotros como a nuestros padres, entonces gritamos al Señor y 4l nos escu escuc/ c/óó y envi envióó un )nge )ngell que que nos saca sacase se de Egipt Egipto! o! "=2m "=2m -%,#$H# -%,#$H#;&. ;&. 1amb 1ambi4 i4nn las las generaciones uturas, establecidas ya en Mana)n, lo recuerdan, como vemos que /ace Samuel: «Muando 3acob ue con sus /i>os a Egipto, y los egipcios los oprimieron, vuestros padres gritaron al Señor, y el Señor envió a Iois4s y a Aarón para que sacaran de Egipto a vuestros padres y los establecieran establecieran en este lugar! "# Sam #-,&. O el proeta Qseas: «Por medio de un proeta, el Señor Señor sacó a ?srael de Egipto! Egipto! "Qs #-,#7&. 1.3. / la salida de E$ipto
Probablemente no /ay ning2n momento en la /istoria de ?srael que /aya sido m)s recordado y cantado que 4ste de la salida del pueblo de ?srael de Egipto. Precisamente la primera primera gran iesta de ?srael, la Pascua, Pascua, ue instituida instituida para recordar el /ec/o transcendental transcendental de la liberación de los israelitas de la servidumbre de Egipto: «Este d9a ser) para vosotros memorable, en 4l celebrar4is iesta al Señor. Ley perpetua para todas las generaciones! "60 #-,#7&' o bien: «Jespeta el mes de Abib celebrando la Pascua del Señor, tu 8ios, porque el mes de Abib te sacó de Egipto el Señor, tu 8ios! "8t #;,#&. 8espu4s del destierro Abib se cambió en =is)n: c. 60 #-,-' #<,7. La memoria del pueblo /a sido iel, especialmente en los momentos di9ciles, como nos recordar)n los innumerables pasa>es de la Escritura que nos /ablan de cómo el Señor sacó a su pueblo de Egipto con mano uerte y bra(o e0tendido, por e>emplo: «Sacaste de Egipto a tu pueblo, ?srael, con prodigios y portentos, con mano uerte y bra(o e0tendido, e0tendido, y con gran gran temor! "3er <-,-#&. <-,-#&. El relator del libro sagrado utili(a, entre otras, una doble met)ora, para representar visiblemente la protección invisible, pero real, del Señor a su pueblo perseguido, la de la columna de nubes y de uego. En la primera >omada del pueblo en el desierto «el Señor caminaba delante de ellos, de d9a en una columna de nubes para guiarlos' de noc/e, en una columna de uego, para alumbrarles' as9 pod9an caminar d9a y noc/e. =o se apartaba delante de ellos ni la columna de nubes de d9a ni la columna de uego de noc/e! "60 #<,-#H--&. En no pocas ocasiones ocasiones los autores /ablan /ablan del )ngel de 8ios en sustitución sustitución del mismo mismo Señor en persona: «El )ngel )ngel de 8ios, que caminaba caminaba delante delante del campame campamento nto israelita, israelita, se levantó y pasó a su retaguardia' la columna de nubes que estaba delante de ellos se puso detr)s de ellos, manteni4ndose entre el campamento egipcio y el campamento israelita' la nube se oscureció y la noc/e quedó oscura, de modo que no pudieron acercarse unos a otros en toda la noc/e! "60 #7,#H-%&. Esta orma de /ablar se mantendr) tambi4n en los relatos antiguos del tiempo de los >ueces "c. 3ue ;&. El Señor dirige desde su atalaya la operación del paso del Iar Jo>o, como si uera un general en >ee. Los israelitas caminan de prisa, pero ordenadamente, a trav4s de la brec/a abierta en las olas' los egipcios los persiguen con la caballer9a y los carros pesados. «8e madrugada, miró el Señor desde la columna de uego y de nubes y desbarató al e>4rcito egipcio! "60 #7,-7&. Sigue la cat)stroe para unos y la victoria para otros: «Aquel d9a libró el Señor a los israelitas de los egipcios, y los israelitas vieron los cad)veres de los egipcios a la orilla del mar. Los israelitas vieron la mano de 8ios magn9ica y lo que /i(o a los egipcios, temieron al Señor y creyeron en el Señor y en Iois4s, su siervo! "60 #7,<%H<#&. El Señor en persona los /a liberado. liberado. Aun entre los pueblos pueblos e0traños corrió este rumor: «Porque /emos /emos
;5 o9do @/abla Ja>ab que el Señor secó el agua del Iar Jo>o ante vosotros cuando os sacó de Egipto! "3os -,#%&. 1.'. En la tienda del encuentro en el desierto
En as iestas que se repiten periódicamente a lo largo del año, el pueblo recuerda agradecido los beneicios que el Señor le /a /ec/o' tambi4n acota lugares particulares para que la comunidad celebre actos de culto a su Señor. 8ios est) presente en todo lugar, porque suya es la tierra y suyo es el cielo' pero los israelitas creen, como todos los pueblos de su entorno, entorno, que en estos lugares lugares acotados, acotados, Bsagrado BsagradosF, sF, la presencia presencia del Señor es especi especial. al. Iientras el pueblo est) de camino en el desierto, no /abr) un lugar i>o que se considere la morada o templo del Señor. Momo santuario del Señor valdr) una tienda, Bla tienda del encuentroF, aprobada por el Señor: «Ga(me un santuario, y morar4 entre ellos! "60 -$,&, dice el Señor a Iois4s. Por encargo del mismo Señor comunica Samuel a 8avid: «Asi dice el Señor: BCEres t2 quien me va a construir una casa para que /abite en ellaD 8esde el d9a en que saqu4 a los israelitas de Egipto /asta /oy no /e /abitado en una casa, sino que /e via>ado de ac) para all) en una tienda que me serv9a de santuario. O en todo el tiempo que via>4 de ac) para all) con los israelita israelitas, s, Cencargu4 Cencargu4 acaso a alg2n alg2n >ue( >ue( de ?srael, a los que mand4 mand4 pastorear pastorear a mi pueblo, ?srael, que me construyese una casa de cedroDF! "- Sam 5,$H5&. El santuario ambulante es el s9mbolo visible de la presencia invisible de 8ios en medio de su pueblo: «En cuanto Iois4s entraba, la columna de nube ba>aba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras el Señor /ablaba con Iois4s. Muando el pueblo ve9a la columna de nube parada a la puerta de la tienda, tienda, se levanta levantaba ba y se prosternaba cada uno a la entrada de su tienda! tienda! "60 <<,H #%' c. =2m #-,$' 8t <#,#$&. El centro de la vida de aquella comunidad peregrina era la tienda' por eso el pueblo pueblo sólo se trasladaba de lugar, lugar, si se mov9a la tienda: tienda: «Muando «Muando la nube se al(aba al(aba del santuario, los israelitas levantaban el campamento en todas las etapas. Pero cuando la nube no se al(aba, los israelitas esperaban /asta que se al(ase. 8e d9a la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noc/e el uego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de ?srael! "60 7%,<;H<' c. =2m ,#$H-<' #%,##H#-.<7&. 1.5. / través del desierto
Pasado el Iar Jo>o, los israelitas comen(aron su largu9sima peregrinación a trav4s del desierto. Los ugitivos tienen que sortear y superar las diicultades que orece el )rido y desigu desigual al terreno y los escasos escasos pero aguerrid aguerridos os poblador pobladores es que lo /ab /abitan itan.. Kna curiosa curiosa interpretación teológica de por qu4 los israelitas eligieron el camino m)s largo para llegar a Mana)n nos la da el autor de 60 #<,#5H#: «Muando el araón de>ó marc/ar al pueblo. 8ios no los guió por el camino de Palestina, que es el m)s corto, pensando que si se ve9an atacados, se arrepentir9an y volver9an a Egipto, por eso 8ios /i(o que el pueblo diese un rodeo por el desierto /acia el Iar Jo>o!. La constante preocupación que el autor tiene por presentar al Señor cerca de su pueblo, la descubrimos en la igura del )ngel gu9a, otro recurso literario para acortar distancias y /acernos m)s amiliar la compañ9a invisible del Señor. El )ngel del Señor preceder) al pueblo: pueblo: «Roy a enviarte un )ngel por delante para que te cuide en el camino camino y te lleve al lugar que /e preparado! "60 -<,-%&. Lo que se repite en 60 -<,-<: «Ii )ngel ir) por dela delante nte y te llev llevar ar)) a las las tierra tierrass de los amorr amorreos eos,, /eteo /eteos, s, erec ereceos eos,, cana canane neos, os, /eve /eveos os y >ebuseos, >ebuseos, y yo acabar4 acabar4 con ellos!' ellos!' y, y, un poco despu4s: «Enviar4 «Enviar4 por delante mi mi )ngel )ngel para que e0pulse a los cananeos...! "60 <<,-&. El )ngel preceder) tambi4n a Iois4s, el >ee: «A/ora ve
; y gu9a a tu pueblo al sitio que te di>e: mi )ngel ir) delante de t9! "60 <-,<7&. Este )ngel es el mismo Señor: «Los saqu4 de Egipto y los llev4 al desierto! "E( -%,#%&. Momo en el paso del Iar Jo>o, la presencia del Señor se presenta ba>o la met)ora de la nube "c. 60 -7,#$H#: en el Sina9' =2m ,#$H-<: sobre el santuario&. El autor sagrado est) irmemente persuadido de que el Señor gu9a a su pueblo en persona, presente en la columna de nube y en la columna de uego: «Gan o9do que t2. Señor, est)s en medio de este pueblo' que t2, Señor, te de>as ver cara a cara' que tu nube est) sobre ellos, y t2 caminas delante en columna de nube de d9a y en columna de uego de noc/e! "=2m #7,#7&. Las repetidas y persistentes persistentes conesiones conesiones de e as9 lo conirman conirman:: «Oo soy el Señor, vuestro 8ios, que os sacó de Egipto para ser vuestro 8ios! "=2m #$,7#' ver tambi4n 60 #,#%H##' <-,##' Lev -;,7$' =2m -7,' -7,' 8t 7,<5' 3os -7,;' ?s ;<,&. Al recuerdo de la liberac liberación ión recuentem recuentemente ente va unido unido el de la esclavitud a la que estaba sometido en Egipto este pueblo que en el desierto se siente libre: «8ios /a pronunciado las siguientes palabras: HOo soy el Señor, tu 8ios, que te saqu4 de Egipto, de la esclavitud! "60 -%,#H-&' «Oo soy el Señor, vuestro 8ios, que os saqu4 de Egipto, de la esclavitud, romp9 las coyundas de vuestro yugo, os /ice caminar erguidos! "Lev -;,#<&. En el uturo se les debe recordar a los /i>os esta circunstancia: «Muando el d9a de mañana te pregunte tu /i>o: BCqu4 son esas normas, esos mandatos y decretos que os mandó el Señor, vuestro 8iosDF, le responder)s a tu /i>o: B6ramos esclavos del araón en Egipto y el Señor nos sacó de Egipto con mano uerte' el Señor /i(o signos y prodigios grandes y unestos contra el araón y toda su corte, ante nuestros o>os. A nosotros nos sacó de all9 para traernos y darnos la tierra que /ab9a prometido a nuestros padres! "8t ;,-%H-<&' y tambi4n: «Por puro amor vuestro, por mantener el >uramento que /ab9a /ec/o a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano uerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del araón, rey de Egipto! "8t 5,' ver, adem)s, =2m -%,#7H#5' 8t $,;.#$' #<.;.##' #$,#$' -7,#5H#' 3os -7,#7.#5&. La protección que /a demostrado el Señor en Egipto la seguir) demostrando en los momentos di9ciles de la traves9a del desierto, cuando el pueblo empiece a dudar: «CPor qu4 nos /a tra9do el Señor a esta tierra, para que caigamos a espada y nuestras mu>eres e /i>os caigan cautivosD! "=2m #7,<&. Entonces Iois4s interceder) ante 8ios por ellos, como si al Señor se le pudiera convencer convencer como a un /ombre: «Si a/ora a/ora das muerte a este pueblo como a un solo /ombre, oir)n la noticia las naciones y dir)n: Bel Señor no /a podido llevar a este pueblo a la tierra que les /ab9a prometido' por eso los /a matado en el desiertoF. Por tanto, muestra tu gran uer(a, como lo /as prometido! "=2m #7,#$H#5' c. 8t ,-;H-&. Pero el Señor no sólo est) al lado de su pueblo desde el principio: «Oo soy el Señor, vuestro 8ios, que os saqu4 de Egipto para daros la tierra de Mana)n y ser vuestro 8ios! "Lev -$,<' c. v. $$&' «A vosotros os tomó el Señor y os sacó del /orno de /ierro de Egipto para que ueseis el el pueblo de su /eredad, como lo eres /oy! "8t 7,-%' c. 3er -,$H5' ##,4rc e>4rcito ito numeroso: «Muando salgas a combatir contra tus enemigos, y veas caballos, carros y tropas
; m)s numerosas que las tuyas, no las temas, porque est) contigo el Señor, tu 8ios, que te /i(o subir de Egipto! "8t -%,#&. La traves9a del desierto no /a sido un camino de rosas, a pesar del recuerdo ideali(ado de Iois4s: «Jecuerda el camino que el Señor, tu 8ios, te /a /ec/o recorrer estos cuarenta años por el desierto, para aligirte, aligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intencione intenciones, s, si guardas sus preceptos o no. 6l te aligió, /aci4ndote pasar /ambre, y despu4s te alimentó con el man) Hque t2 no conoc9as ni conocieron tus padresH para enseñarte que el /ombre no vive sólo de pan, sino de todo t odo lo que sale de la boca de 8ios. 1us vestidos no se /an gastado ni se te /an /inc/ado los pies durante estos cuarenta años, para que recono(cas que el Señor, tu 8ios, te /a educado como un padre educa a su /i>o' /i>o' para que guardes los preceptos del Señor, tu 8ios, sigas sus caminos y lo respetes! "8t ,-H;' c. -,7' <-,#%H#7&. La dure(a del recorrido la recuerda tambi4n Iois4s al pueblo, al que le pide: =o te olvides del Señor, tu 8ios, «que te sacó de Egipto, de la esclavitud' que te /i(o recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que te sacó agua de una roca de pedernal' pedernal' que te alimen alimentó tó en el desierto desierto con un man) man) que no conoc9an conoc9an tus padres: para para aligirte aligirte y probar probarte te y para para /ace /acerte rte el bien bien al ina inal! l! "8t ,#7H# ,#7H#;&. ;&. Preci Precisa same ment nte, e, para para que las las generaciones uturas no olviden >am)s esta dolorosa e0periencia, ue instituida la iesta de las M/o(as: «Gabitar4is los siete d9as en c/o(as. 1odo ind9gena e israelita /abitar) en c/o(as' para que sepan vuestras uturas generaciones que yo /ice /abitar a los israelitas en c/o(as cuando los saqu4 de Egipto! "Lev -<,7-H7<&.
+' D!os est con el p#e,lo en l$ t!e**$ p*omet!)$ Mana)n o Palestina es la tierra tantas veces nombrada en tiempo de los padres, cuya posesión, posesión, como /eredad, 8ios promete a los padres y a sus descendien descendientes. tes. En +4n #-,5 encontramos por primera ve( la promesa de la tierra: «El Señor se apareció a Abr)n y le di>o: HA tu descendencia le dar4 esta tierra @la tierra de Mana)n!. 8espu4s de que el Señor asegurara a Abra/)n que su descendencia ser9a tan numerosa como las estrellas del cielo: «Abr)n creyó al Señor y se le apuntó en su /aber. El Señor le di>o: HOo soy el Señor que te sacó de Kr de los Maldeos para darte en posesión esta tierra! "+4n #$,;H5&. Abra/)n Abra/)n orece un sacriicio al Señor, que le responde con esta solemne promesa: «A tus descendientes les dar4 esta tierra, desde el r9o de Egipto al +ran J9o @6urates, la tierra de los quenitas...! "+4n #$,#H-#&. La promesa de la tierra a los padres recorre toda su /istoria "ver +4n #<,#7H#$.#5' #5,' -,#<' <$,#-&. Palestina es el /ori(onte /acia el que se dirigen los israelitas desde que salen de Egipto, dirigidos por Iois4s. A 4l dirige 8ios estas palabras: «Oo /ice alian(a con Abra/)n, ?saac y 3acob, prometi4ndoles la tierra de Mana)n, tierra donde /ab9an residido como emigrantes. "...& Qs llevar4 a la tierra que promet9 con >uramento a Abra/)n, ?saac y 3acob, y os la dar4 en posesión. posesión. Oo, el Señor! "60 ;,7.& #. 2.1. De Josué a David
etc.
adem)s, 60 <,.#5' #<,##' -<,-%H-<.<#' -<,-%H-<.<#' <-,#<' <<,#' Lev -<,#%' -<,#%' =2m #%,-' #<,-' #7,-#H-<.<%' #7,-#H-<.<%' #. Rer, adem)s,
5% 8urante los largos y duros años del desierto Palestina era para los israelitas un sueño dorado, la tierra donde vivieron antaño los padres, la tierra tan idealmente concebida que manaba lec/e y miel, la tierra prometida por el Señor. En este tiempo, a >uicio del autor sagrado, el Señor ue el gu9a gu9a del pueblo pueblo a trav4s de in/óspitos in/óspitos para>es, y su protector eica( rente a naciones m)s poderosas: «As9 dice el Señor, 8ios de ?srael: Oo os /ice subir de Egipto, os saqu4 de la esclavitud, os libr4 de los egipcios y de todos vuestros opresores, los e0puls4 e0puls4 ante vosotros para entregaros sus tierras! "3ue ;,H&. El Señor /a estado con el pueblo de ?srael desde sus inicios' 4l lo /a acompañado a trav4s del desierto y lo seguir) acompañando acompañando mientras subsista, subsista, est4 donde est4. La asistencia asistencia del Señor a Iois4s /a sido en unción de su misión' al terminar esta misión con su muerte a las puertas de Mana)n, Mana)n, la asistencia asistencia del Señor a 3osu4, su sucesor, est) asegurada. Iois4s lo declara en sus 2ltimas disposiciones al pueblo: «El Señor, tu 8ios, pasar) delante de ti... *Sed uertes y valientes, no tem)is, no os acobard4is ante ellos @los pueblos, que el Señor, tu 8ios, avan(a a tu lado, no te de>ar) ni te abandonar)! "8t <#,o en presencia de todo ?srael: HS4 uerte y valiente, porque t2 /as de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu 8ios, prometió dar a tus padres, y t2 les repartir)s en /eredad. El Señor avan(ar) ante ti. 6l estar) contigo, no te de>ar) ni te aban abando donar nar). ). =o temas temas ni te acoba acobarde rdes! s! "8t <#,5H <#,5H&. &. Pala Palabra brass que el Señor Señor con coni irm rmaa personalment personalmente, e, al decir del autor deuteronomista deuteronomista en 8t <#,-<: «El Señor ordenó a 3osu4: HS4 uerte y valiente, que t2 /as de introducir a los israelitas en la tierra que /e prometido. Oo estar4 contigo!. 8esaparecido Iois4s, su lugar lo ocupa, de /ec/o, 3osu4 "c. 8t <7,$H#- y 3os #,#H7& con la aprobación del pueblo y del Señor, que reairma su voluntad de seguir asisti asisti4n 4ndole dole en el desempeñ desempeñoo de su misió misiónn en todo momento momento:: «@8i>o «@8i>o el Señor Señor a 3osu4 3osu4 Iientras vivas nadie podr) resistirte. Momo estuve con Iois4s estar4 contigo' no te de>ar4 ni te abandonar4. "...& *Oo te lo mando *nimo, s4 valiente =o te asustes ni te acobardes, que contigo est) el Señor, tu 8ios, en todas tus empresas! "3os "3os #,$.& 3osu4 cumplió ielmente su misión, seg2n el esp9ritu de la 4poca' 4l ue consciente de que el Señor estaba a su lado en todo lo que emprend9a. Por esto, al inal de su vida, 4l mismo se considera parte integrante de la /istoria del pueblo y /ace de ella un magn9ico resumen desde los antepasados de Abra/)n Bal otro lado del r9o 6uratesF /asta el momento del pacto del pueblo con el Señor Bba>o la encina del santuario del SeñorF en Siqu4n "c. 3os -7,#H-5&. En esa larga /istoria el Señor /abla y act2a en primera persona: «1om4 a Abra/)n..., lo condu>e..., multipliqu4 su descendencia..., le di en propiedad..., envi4 a Iois4s y a Aarón..., saqu4 de Egipto a vuestros padres..., os llev4 al pa9s de los amorreos..., os los entregu4..., sembr4 el p)nico ante vosotros..., os di una tierra por la que no /ab9ais sudado, ciudades que no /ab9ais construido y en las que a/ora viv9s...!. El Señor sigue siendo el conductor de su pueblo ba>o la igura igura del )ngel, como en los tiempos del 60odo: «El )ngel del Señor subió de +uilgal a Netel y di>o: Oo os saqu4 de Egipto y os tra>e al pa9s que promet9 con >uramento a vuestros padres: B3am)s quebrantar4 mi pacto con vosotros, a condición de que vosotros no pact4is con la gente gente de este pa9s y de de que destruy)is sus sus altares! "3ue -,#H-&. Qtro resumen resumen de la /istoria de ?srael desde sus inicios /asta el asentamiento en Palestina lo presenta la conesión /istórica solemne que todo israelita deber) /acer en el uturo: «Ii padre era un arameo errante: ba>ó a Egipto y residió all9 con unos pocos /ombres' all9 se /i(o un pueblo
5# grande, uerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron y nos /umillaron, y nos impusieron dura esclavitud. +ritamos al Señor, 8ios de nuestros padres, y el Señor escuc/ó nuestra vo(' vio nuestra miseria, nuestros traba>os, nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto con mano uerte, con bra(o e0tendido, con terribles portentos, con signos y prodigios, y nos tra>o a este lugar y nos dio esta tierra que mana lec/e y miel. Por eso traigo aqu9 las primicias de los rutos del suelo que nos diste, Señor! "8t -;,$H#%&. Pero «los israelitas abandonaron al Señor, 8ios de sus padres, que los /ab9a sacado de Egipto! "3ue -,#-&' entonces «el Señor se encoleri(ó contra ?srael: los entregó a bandas de saqueadores, que los saqueaban' los vend9an a los enemigos de alrededor, y los israelitas no pod9an resistirles! resistirles! "3ue -,#7&. En su angustia, angustia, los israelitas israelitas gritaban al Señor, que se compadec9a de ellos y les enviaba un salvador. Pasado el peligro, los israelitas volv9an a /acer lo que reprobaba el Señor. O el ciclo se repet9a una y otra ve(. En una de estas ocasiones, «el )ngel del Señor se le apareció @a +edeón y le di>o: HEl Señor est) contigo, valiente. +edeón respondió: HPerdón' si el Señor est) con nosotros, Cpor qu4 nos /a venido encima todo estoD C8ónde /an quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: B8e Egipto nos sacó el Señor...FD La verdad es que a/ora el Señor nos /a desamparado y nos /a entregado a los madianitas. El Señor se volvió a 4l y le di>o. HRete, y con tus propias uer(as salva a ?srael de los madianitas. Oo te env9o. +edeón replicó: HPerdón, Ccómo puedo yo librar a ?sraelD Precisamente mi amilia es la menor de Ianas4s, y yo soy el m)s pequeño en la casa de mi padre. El Señor contestó: HOo estar4 contigo, y derrotar)s derro tar)s a los madianita madianitass como a un solo /ombre! "3ue ;,#-H#;&. As9 que el Señor siempre estaba >unto al pueblo. A 4l se le atribu9an las cosas buenas: las victorias, y las malas: las derrotas. Algo parecido dice ?sa9as: «Oo soy el Señor, y no /ay otro: art9ice de la lu(, creador de las tinieblas, autor de la pa(, creador de la desgracia' desgracia' yo, el Señor, /ago todo esto! "?s 7$,;H5&. Risión providencial providencialista ista de la /istoria que enci encier erra ra un mens mensa> a>ee de espe esperan ran(a (a,, pue puess todo est) est) en mano manoss de 8ios. 8ios. Este Este mens mensa> a>ee de esperan(a para el uturo se puede e0presar magn9icamente con la palabra de 84bora a Narac: «*El Señor marc/a delante de ti! "3ue 7,#7&. Kna ve( que los israelitas /an entrado en la tierra y la /an conquistado, sigue siendo la tierra tierra del del Señor Señor,, en e0pre e0presi sión ón antrop antropomó omóri rica ca,, repeti repetida dame ment ntee utili utili(a (ada da por los los autore autoress sagrados, la tierra donde 4l /abita: «=o contamin4is @con sangre /umana derramada la tierra en que viv9s y en la que yo /abito. Porque yo, el Señor, /abito en medio de los israelitas! "=2m <$,<7' c. 3os <,#%&. Los lugares consagrados tienen como inalidad undamental orecer el culto debido al Señor "c. # Je <,-H$&' pero tambi4n desempeñan la unción simbólica de recordarnos su presencia invisible entre nosotros. La Btienda del encuentroF signiicó esta presencia presencia permanente permanente del Señor entre los israelitas israelitas peregrinantes peregrinantes durante la traves9a del desierto. As9 mismo los diversos santuarios provisionales en Palestina, como el antiguo de Siló adonde acudió Ana, la que /ab9a de ser madre de Samuel, «con el alma llena de amargura se puso a re(ar al Señor, Señor, llorando a todo llorar. O añadió añadió esta promesa: HSeñor HSeñor de los e>4rcitos, e>4rcitos, si te i>as en la /umillación de tu sierva y te acuerdas de m9, si no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un /i>o varón, se lo entrego al Señor de por vida y no pasar) la nava>a por su cabe(a! "# Sam #,##&. Jeprendida erróneamente por el sacerdote El9, le contesta /umildemente Ana: «Estaba desa/og)ndome ante el Señor! "v. #$&. A lo que El9 responde: «ue el 8ios de ?srael te conce conceda da lo que le /as /as ped pedido ido!! "# Sam #,#5&. #,#5&. Los persona persona>es >es de este este pasa pasa>e >e est)n convencidos de que en la oración /ablan con el Señor, all9 presente. Iuc/o tiempo despu4s un salmista recordar) que 8ios «abandonó la morada de Siló, la tienda que /ab9a instalado entre los /ombres! "Sal 5,;%&.
52.2. 6on David # Salom)n
Eectivamente, el arca de 8ios permaneció en Siló "# Sam #H<& /asta que los ilisteos la capturaron "# Sam 7,##H;,#-&. Kna ve( devuelta a los israelitas, ue instalada en casa de Abinadab de +uibe) en uiriat Oearim "# Sam 5,#H-&. All9 permaneció casi olvidada durante muc/os años, /asta que 8avid decidió trasladarla a su casa en la Miudad de 8avid, 3erusal4n' pero un imprevisto imprevisto /i(o que se quedara en casa de Qbededom, Qbededom, el de +at "- Sam ;,#H##' ;,#H ##' # Mrón #<&. Superadas las diicultades, «ue 8avid y llevó el arca de 8ios desde la casa de Qbededom a la Miudad de 8avid, /aciendo iesta. "...& O la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que 8avid le /ab9a preparado! "- Sam ;,#-.#5' c. # Mrón #$,#H#;,#&. Anteriormente vimos que en los tiempos del 60odo Bla tienda del SeñorF era el s9mbolo visible de la presencia invisible de 8ios en medio de su pueblo. Por esto se llamaba tambi4n Btienda del encuentroF. As9 lo entiende el autor de 60 -$, que pone en boca del Señor estas palabras, palabras, dirigidas dirigidas a Iois4s: «Ga(me «Ga(me un santuario, y morar4 entre ellos!, ellos!, entre los israelitas. israelitas. Al instalar 8avid la tienda del Señor en el cora(ón de su Miudad y, dentro de ella, el arca de 8ios, compendio de una /istoria de elección, est) pensando en que es 8ios mismo el que se instala en medio de ellos. Esta idea la conirman los pasa>es de la /istoria de la sucesión al trono de 8avid, en los cuales se /ace mención de esta tienda o santuario. 8urante toda la antigTedad los santuarios eran lugares de asilo: los que acud9an a ellos se pon9an ba>o la protección de la divinidad all9 presente "c. Sal -5,$H;' ;#,$&. Eso es lo que /i(o Adon9as, que «tuvo miedo de Salomón y ue a agarrarse a los salientes del altar! "# Je #,$%&. El derec/o de asilo val9a solamente para los /omicidas involuntarios "c. 60 -#,#<' =2m <$,##.#$' 8t #,$' 3os -%,unto al SeñorF. Salomón /ab9a mandado matar a Adon9as y destituir al sacerdote Abiatar. «Muando le llegaron a 3oab estas noticias "porque 3oab se /ab9a pasado al partido de Adon9as, aunque no /ab9a sido de Absalón& /uyó a reugiarse en el santuario del Señor, y se agarró a los salientes del altar. Pero cuando avisaron al rey Salomón que 3oab se /ab9a reugiado en el santuario del Señor y que estaba >unto al altar, Salomón le envió este mensa>e: HCu4 te pasa que te reugias >unto al altarD 3oab respondió: H1uve miedo y /e buscado asilo >unto al Señor. Entonces Salomón ordenó a Nenayas, /i>o de Oe/oyad): H*Rete a matarlo Nenayas entró en el santuario del Señor y di>o a 3oab: HEl rey manda que salgas. 3oab contestó: H=o. uiero morir aqu9! "# Je -,-H<%&. Salomón cree irmemente que el Señor est) presente en el santuario. Por esto, cuando despertó de su sueño en +abaón, «ue a 3erusal4n, y en pie ante el arca de la alian(a del Señor oreció /olocaustos y sacriicios de comunión y dio un banquete a toda la corte! "# Je <,#$&. 8e todas ormas, el lugar preparado para la tienda en la Miudad de 8avid era provisional en los planes de 8avid, como lo maniestó 4l mismo ante todas las autoridades de ?srael, reunidas en 3erusal4n: «Oo ten9a pensado construir un templo para descanso del arca de la alian(a del Señor y como estrado de los pies de nuestro 8ios! "# Mrón -,-&. Este sueño no pudo reali(arlo reali(arlo 8avid, bien sea porque las guerras con los ilisteos ilisteos no le de>aron tiempo para
5< ello, como dice Salomón a 3ir)n, rey de 1iro: «12 sabes que mi padre, 8avid, no pudo construir un templo en /onor del Señor, su 8ios, debido a las guerras en que se vio envuelto, mientras el Señor iba poniendo a sus enemigos ba>o sus pies! "# Je $,#5&' bien sea porque sus manos estaban manc/adas de sangre, como recuerda el mismo 8avid a su /i>o, Salomón: «Gi>o m9o, yo ten9a pensado ediicar un templo en /onor del Señor, mi 8ios. Pero 4l me di>o: BGas derramado muc/a sangre y /as combatido en grandes batallas. =o ediicar)s un templo en mi /onor porque /as derramado muc/a sangre en mi presencia. Pero tendr)s un /i>o que ser) un /ombre pac9ico y le /ar4 vivir en pa( con todos los enemigos de alrededor. Su nombre ser) Salomón... 6l ediicar) un templo en mi /onorF! "# Mrón --,5H#%' c. # Je ,#5H-#' # Mrón -,-H#%' - Mrón ;,5H#%&. 2.3. resencia de Dios en el templo de Jerusalén
O as9 ue. Salomón no tardó en emprender la magna obra que su padre, 8avid, /ab9a ideado, y que dio ama imperecedera a su nombre. 3ud) es la tribu elegida para regir a ?srael y para que en su suelo se ediique ediique el templo templo del Señor. Salomón Salomón recuerda unas palabras palabras de 8ios a su padre: «8esde el d9a que saqu4 del pa9s de Egipto a mi pueblo, no eleg9 ninguna ciudad de las tribus de ?srael para /acerme un templo donde residiera mi =ombre..., sino que eleg9 a 3erusal4n para poner all9 mi =ombre! "- Mrón ;,$H;' c. - Sam 5,;H5' # Je ,#;&. Es lógico que otras otras ciuda ciudade dess y territor territorios ios mues muestre trenn sus celos celos y envi envidi dias as en con contra tra de 3erus 3erusal al4n 4n:: «Iontaña divina es la montaña de Nas)n, montaña escarpada es la montaña de Nas)n. CPor qu4 ten4is envidia, montañas escarpadas, del monte que /a escogido 8ios para /abitarD En 4l /abitar) el Señor por siempre. Los carros de 8ios son miles y miles, millares los arqueros. El Señor marc/a del Sina9 al santuario. Subiste a la cumbre llevando cautivos, recibiste como tributo /ombres, incluso rebeldes' y te instalaste, Señor 8ios! "Sal ;,#;H#' c. Esd 5,#$&. Pero Salomón se pregunta con ra(ón si es posible construir una digna morada para aquel que no cabe en el cielo ni en la tierra: «El templo que voy a construir debe ser grande, porque nuestro 8ios es el m)s grande de los dioses. Cui4n se atrever) a construirle un templo, cuando el cielo y lo m)s alto del cielo resultan pequeños para contenerloD! "- Mrón -,7H$' c. v. # y # Je ,#5&. 6l sabe que no es posible encerrar a 8ios en los muros de un ediicio, por grande que sea' pero emprende la obra animado por las palabras que le dirigió su padre, 8avid: «nimo, s4 valiente' pon manos a la obra. =o te asustes ni te acobardes, que el Señor 8ios, mi 8ios, est) contigo! "# Mrón -,-%&. Muando Salomón vio que el nuevo templo estaba terminado, «/i(o traer las orendas de su padre, 8avid: plata, oro y vasos, y las depositó en el tesoro del templo! "# Je 5,$#&. Pero, en realidad, el templo estaba vac9o. Le altaba lo principal: el signo visible de la presencia del Señor, Bel arca de la alian(a del SeñorF y Bla tienda del encuentroF. El traslado de Bla tienda del encuentroF y del Barca de la alian(a del SeñorF desde la Miudad de 8avid "o sea Sión& /asta el santuario del templo, el Santo de los Santos, el lugar apropiado ba>o las alas de los querubines, se describe de orma detallada y solemne en # Je ,#H "ver, tambi4n, - Mrón $,-H #%&. Es tal la convicción del relator de que con el arca y la tienda viene el Señor que añade un comentario, como lo m)s natural del mundo: «Muando los sacerdotes salieron de la nave, la nube llenó el templo, de orma que los sacerdotes no pod9an seguir oiciando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo! "# Je ,#%H##&. O el creyente Salomón se admira de que el Señor del mundo /aya querido /abitar entre ellos: «El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere /abitar en la tiniebla, y yo te /e construido un palacio, un sitio donde
57 vivas para siempre! "# Je ,#-H#<' c. - Mrón ;,#H-&. 8e a/ora en adelante el templo de 3erusal4n ser) considerado el lugar privilegiado donde reside el Señor. 6l mismo se lo dice a E(equiel: «Gi>o de Ad)n, 4ste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los /i>os de ?srael... y residir4 en medio de ellos para siempre! "E( 7<,5H' c. 3oel 7,#5' Uac ,<' Sal #<$,-#&. El templo de 3erusal4n ser) tambi4n el lugar adecuado para celebrar el culto al Señor y para /ablar con 8ios en la oración. As9 lo pide Salomón en su oración inaugural: «Ruelve tu rostro a la oración y s2plica de tu siervo. Señor, 8ios m9o, escuc/a el clamor y la oración que te dirige /oy tu siervo. 89a y noc/e est4n tus o>os abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu =ombre. *Escuc/a la oración que tu siervo te dirige en este sitio Escuc/a la s2plica de tu siervo y de tu pueblo, ?srael, cuando recen en este sitio' escuc/a t2 desde tu morada del cielo, escuc/a y perdona! "# Je ,-H<%&. O 8ios lo ratiica: «Ge escuc/ado la oración y s2plica que me /as dirigido. Monsagro este templo que /as construido, para que en 4l resida mi mi =ombre por siempre' siempre' siempre siempre estar)n en 4l 4l mi cora(ón y mis mis o>os! "# Je ,<' c. - Mrón 5,#;&.
-' D!os $comp$($ $l p#e,lo en el e8!l!o Es )cil conesar conesar la presencia del Señor cuando todo va bien, en tiempo de prosperidad' pero si racasamos racasamos o la desgracia desgracia viene viene sobre nosotros la sombra de la duda se apodera de nosotros, nos sentimos abandonados de 8ios. Esto pensaba y dec9a el pueblo de ?srael el d9a de la gran prueb prueba, a, cuan cuando do todo el pa9s y la ciudad ciudad de 3erus 3erusal al4n 4n cayero cayeronn en mano manoss de =abucodonosor =abucodonosor y todos se convirtieron en esclavos esclavos y bot9n bot9n de su e>4rcito. e>4rcito. El proeta E(equiel, E(equiel, testigo de los /ec/os, lo conirma con palabras en boca del Señor: «Porque piensan: El Señor no nos ve, el Señor /a abandonado el pa9s! "E( ,#-&, y nos da la e0plicación teológica: «+rande, muy grande, es el delito de la casa de ?srael y de 3ud): el pa9s est) lleno de cr9menes' la ciudad colmada de in>usticias, porque dicen: HEl Señor /a abandonado el pa9s, no lo ve el Señor! "E( ,&. Estas palabras son, de /ec/o, el cumplimiento de lo que el 8euteronomio *preve9a que iba a suceder: «El Señor di>o a Iois4s: "...& el pueblo se va a prostituir con los dioses e0traños de la tierra adonde va. Ie abandonar) y quebrantar) la alian(a que /e concluido con ellos. Ese d9a mi uror se encender) contra ellos: lo abandonar4 y me esconder4 de 4l, se lo comer)n y le ocurrir)n innumerables desgracias y surimientos. Entonces dir): BEs que no est) mi 8ios conmigo' por eso me ocurren estas desgraciasF! "8t <#,#;H#5&. =osotros, si embargo, preguntamos: Ces cierto que el Señor abandona al pueblo abatido por la mala suerte y las desgraciasD CSe ale>a realmente el Señor de su pueblo, cuando 4ste m)s lo necesitaD El proeta Qseas nos da la respuesta, aun previendo y suponiendo que el pueblo tendr) que surir: «CMómo podr4 de>arte, Era9n' entregarte a ti, ?sraelD CMómo de>arte como Adm)' tratarte como a Sebo9nD Ie da un vuelco el cora(ón, se me conmueven las entrañas. =o e>ecutar4 e>ecutar4 mi condena, no volver4 volver4 a destruir a Era9n: que soy 8ios y no /ombre, /ombre, el Santo en medio de ti y no enemigo devastador! "Qs ##,H&. 8ios no pretende la destrucción con las pruebas /istóricas, /istóricas, sino la erradicación erradicación del mal, mal, la conversión conversión del cora(ón, la me>ora me>ora del pueblo. Por esto es muy necesario necesario que comprendam comprendamos os lo que el te0to te0to sagrado nos quiere decir con las met)oras del abandono y del escondimiento de 8ios. 3.1. Dios se esconde
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A 8ios no lo vemos con los o>os ni lo alcan(amos con las manos, pero sabemos que est) a nuestro lado velando nuestras vigilias y nuestro sueño. La e lo descubre en medio de la m)s densa niebla y oscuridad de la vida: «CA dónde te escondiste, amado, y me de>aste con gemidoD! "San 3uan de la Mru(&. ?sa9as tambi4n lo dice con claridad: «Es verdad: 12 eres el 8ios escondido, el 8ios de ?srael, el Salvador! "?s 7$,#$&. Entre nosotros puede /aber grados en lo escondido, m)s o menos escondido. El deuteronomista aplica a 8ios esta orma /umana de /ablar: «El pueblo me abandonar) y quebrantar) la alian(a que /e concluido con ellos. Ese d9a mi uror se encender) contra ellos: lo abandonar4 y me esconder4 de 4l, se lo comer)n y le ocurrir)n innumerables desgracias y surimientos. Entonces dir): BEs que no est) mi 8ios conmigo' conmigo' por eso me ocurren estas desgraciasF. desgraciasF. O yo, ese d9a, me esconder4 todav9a m)s, m)s, por la maldad que comete volvi4ndose a dioses e0tran>eros! "8t <#,#;H#&. Seg2n el proeta E(equiel la desgracia equivale a no ver el rostro del Señor: «Por eso les ocult4 mi rostro, los puse en manos manos de sus adversarios adversarios y cayeron cayeron todos a espada. espada. Los trat4 seg2n merec9an merec9an su inmundicia y sus delitos, ocult)ndoles mi rostro! "E( <,-a, cuando permite que vengan las desgracias sobre el pueblo. 8ice el Señor a E(equiel: «Gi>o de Ad)n, Cno ves lo que est)n /aciendoD +raves abominaciones comete aqu9 la casa de ?srael para que me ale>e de mi santuario! "E( ,;&. Este ale>amiento del Señor de su santuario o templo de 3erusal4n lo describe simbólicamente el mismo proeta E(equiel. En una visión ve cómo la gloria del Señor Hs9mbolo de la presencia divinaH abandona el templo: «La gloria del Señor salió levant)ndose del umbral del templo y se colocó entre los querubines. Ri a los querubines levantar las alas, remontarse del suelo "sin separarse de las ruedas& y salir. O se detuvo >unto a la puerta oriental de la casa del Señor' mientras tanto, la gloria del 8ios de ?srael sobresal9a por encima de ellos! "E( #%,#H#&. O poco despu4s: despu4s: «Los querubines querubines levantaron levantaron las alas "sin separarse de las ruedas&' mientras mientras tanto, la gloria del 8ios de ?srael sobresal9a por encima de ellos. La gloria del Señor se elevó sobre la ciudad y se detuvo en el monte, al oriente de la ciudad! "E( ##,--H-<&. 3.2. El Señor está con el pueblo en el exilio
El Señor se retira de 3erusal4n, es decir, la de>a en manos de los enemigos' pero en ning ning2n 2n mome momento nto aban abando dona na a los los israe israeli litas tas deste desterrad rrados, os, sino sino que los acomp acompañ añaa en su tribulación. Entre los desterrados est) E(equiel, proeta del Señor, que les /ablar) en su nombre "c. E( #,#H<' -,#H<&. La gloria del Señor, que /ab9a abandonado el santuario de 3erusal4n, est) presente en los campos del destierro y se maniiesta a su portavo(: «Entonces se apoyó sobre m9 la mano del Señor, quien me di>o: HLev)ntate, sal a la llanura y all9 te /ablar4. Ie levant4 y sal9 a la llanura: all9 estaba la gloria del Señor, la gloria que yo /ab9a contemplado a orillas del r9o uebar, y ca9 rostro en tierra. Penetró en m9 el esp9ritu y me levantó levantó en pie! "E( <,--H-7' c. #,-' <,#-&. O, sobre todo, el mism mismoo Señor lo proclama proclama para consuelo de los despreciados e0iliados y escarmiento de los que se quedaron en Palestina y se consideran dueños de la tierra en 3erusal4n: «Gi>o de Ad)n, los /abitantes de 3erusal4n dicen de tus /ermanos, compañeros tuyos de e0ilio, y de la casa de ?srael toda entera: BEllos se /an ale>ado del Señor, a nosotros nos toca poseer la tierraF. Por tanto, di: Esto dice el Señor: Mierto, los llev4 a pueblos le>anos, los dispers4 por los pa9ses y ui para ellos un santuario pasa>ero pasa>ero en los pa9ses pa9ses adonde ueron! "E( ##,#$H#;&. El Señor llena llena la tierra y el cielo, cielo, «el
5; Señor es 8ios arriba en el cielo y aba>o en la tierra, y no /ay otro! "8t 7,<&' la tierra y el cielo son el templo del Señor, y 4l es el Sant9simo en todos los lugares de la tierra. Por esto mismo el Señor es el pastor de su pueblo: «Oo mismo apacentar4 mis ove>as, yo mismo las /ar4 sestear Hor)culo del SeñorH. Nuscar4 las ove>as perdidas, recoger4 las descarriadas' vendar4 a las /eridas, curar4 a las enermas: a las gordas y uertes las guardar4 y las apacentar4 como es debido! "E( <7,#$H#;&. El Señor reairma, pues, su voluntad de permanecer con su pueblo: «O sabr)n que yo, el Señor su 8ios, estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de ?srael Hor)culo del SeñorH! "E( <7,<%&. Por esto puede animar a los pusil)nimes y temerosos: «No temáis al rey de Babilonia, a quien ahora teméis; no lo temáis -oráculo del Señor- porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su mano» !er "#,$$%; y el pueblo lo sabe y lo proclama: «12 est)s con nosotros, Señor'
llevamos llevamos tu nombre, no nos abandones! abandones! "3er #7,&. Mada uno en particular puede recordar las consoladoras consoladoras palabras del del Señor en el tercer ter cer ?sa9as: «Oo moro en la altura sagrada, pero estoy con los de )nimo /umilde y quebrantado! "?s $5,#$&. En la epopeya del libro de 3udit la intr4pida protagonista se enrenta con los >ees del pueblo, precisamen precisamente te porque cree con toda irme(a irme(a que el Señor bueno, iel, iel, poderoso y providente est) con el pueblo. 8espu4s de llevar llevar a cabo su peligrosa estratagema, de vuelta a la ciudad de Netulia, victoriosa e indemne, proclama a vo( en grito: «8ios, nuestro 8ios, est) con nosotros, para demostrar una ve( m)s su uer(a en ?srael y su poder contra los enemigos, como lo /a /ec/o tambi4n /oy! "3dt #<,##&. En mi comentario a este pasa>e escribo: «1odo /ab9a salido me>or a2n de lo previsto. Se /ab9a cumplido a la perección el deseo, e0presado por Q(9as y los >ees >ees de la ciudad ciudad la noc/e que 3udit salió de Netulia para entregarse a los asirios: Bue el Señor 8ios te gu9e para vengan(a de nuestros enemigosF ",<$&. Por esto 3udit proclama uera de los muros de Netulia, antes de que le abran la puerta: B Dios nuestro Dios está con nosotrosF. El pueblo de ?srael en el desierto /ab9a dudado de la presencia del Señor en medio de ellos: BCEst) el Señor entre nosotros o noDF "60 #5,5&. Iois4s se encargó de convencer al pueblo de que 8ios los segu9a acompañando, a pesar de todas las pruebas. 1ambi4n los /abitantes de Netulia, desesperados, creen que 8ios los /a abandonado: B8ios nos /a vendido a los asirios para sucumbir ante ellos por la sed y la gran destrucciónF "5,-$&. 3udit se encara con los >ees, porque no est)n seguros de la protección del Señor y lo /an puesto a prueba "c. ,#-H#<&' ella ella s9 cree en el Señor incondici incondicional onalmen mente: te: B6l tiene tiene poder para protegernos en los d9as que que quiera, o tambi4n tambi4n para destruirnos ante ante nuestros enemigo enemigosF sF ",#$&. Ella pide sinceramente la ayuda del Señor, pone manos a la obra aun a riesgo de su /onor y de su vida. Al inal puede gritar con todas sus uer(as, ante su gente incr4dula y desconiada, aquello en lo que siempre /a cre9do y coniado, que Dios nuestro Dios está con nosotros-, para demostrar lo lo que tantas veces se /a e0perimentado en la /istoria de ?srael: su !uer"a # su poder contra los enemi$os "c. ,#7&, y se sigue e0perimentando también ho# . Lo que dice 3udit, lo pueden decir y lo deben decir todos los creyentes en 8ios, Señor del tiempo y de la /istoria. El libro de la Sabidur9a termina con un mensa>e de esperan(a, parecido al de 3udit. Las palabras que yo escrib9a, comentando Sab #,--, son v)lidas tambi4n para 3udit #<,##: Bla lección que se desprende de la /istoria para el presente y para el uturo es de esperan(a. 8ios es iel a s9 mismo' lo que /a /ec/o en tiempos pasados con el pueblo, lo seguir) /aciendo en el uturo. Esta airmación de conian(a en 8ios salvador vale, pues, para el ?srael de todos los tiempos, para todo pueblo que recono(ca la soberan9a misericordiosa del Señor y para el -. Es muy probable que el autor quiera aludir a la proec9a de ?sa9as sobre el Enmanuel o Dioscon
nosotros "c.
?s 5,#7' ,.#% y Sal 7;,.#-&. Iateo ve en la concepción de 3es2s el cumplimiento de esta proec9a, pues Bse llamar) Enmanuel, Enm anuel, que signiica 8iosHconHnosotrosF "It #,-<&.
55 nuevo V?srael de 8iosW "+)l ;,#;&, pues 3es2s mismo /a prometido su asistencia /asta el inal de los tiempos: VIirad que yo estoy con vosotros cada d9a /asta el inal del mundoW "It -,-%&»/* 3.3. En el exilio se anuncia la vuelta a casa
Los desterrados tienen conciencia desde el principio de que su situación de despla(ados /a sido la consecuencia lógica de los malos pasos pol9ticos y religiosos de sus gobernantes y responsables. La predicación de sus proetas "3erem9as y E(equiel& /a abierto los o>os al pueblo desorientado. desorientado. Pero esta misma misma predicación predicación /a mantenido mantenido encendida encendida la llama llama de la esperan(a con los anuncios continuados del retorno inminente a la patria añorada: «Aquel d9a Hor)culo del Señor de los e>4rcitosH romper4 el yugo de tu cuello y /ar4 saltar las correas' ya no servir)n a e0tran>eros, servir)n al Señor, su 8ios, y a 8avid, el rey que les nombrar4. O t2, siervo m9o, 3acob, no temas' no te asustes, ?srael Hor)culo del SeñorH, que yo te salvar4 del pa9s remoto y a tu descendenc descendencia ia del destierro' 3acob volver) volver) y descansar), descansar), reposar) sin alarmas, porque yo estoy contigo para salvarte Hor)culo del SeñorH! "3er <%,H##&. La palabra del Señor est) empeñada inequ9vocamente: «O sabr)n que yo, el Señor su 8ios, estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de ?srael Hor)culo del SeñorH! "E( <7,<%&. 3erem9as /ab9a puesto un pla(o apro0imado apro0imado a la libera liberación: ción: «Esto «Esto es lo que dice el Señor: Señor: Muando se cumplan cumplan setenta años en Nabilonia, me ocupar4 de vosotros, os cumplir4 mis promesas tray4ndoos de nuevo a este lugar. Oo cono(co mis designio designioss sobre vosotros: designios designios de prosperidad, no de desgracia, de daros un porvenir y una esperan(a. Ie invocar4is, vendr4is a re(arme y yo os escuc/ar4' me buscar4is y me encontrar4is, si me busc)is de todo cora(ón' me de>ar4 encontrar y cambiar4 vuestra suerte H or)culo del SeñorH. Qs reunir4 en todas las naciones y lugares adonde os arro>4 Hor)culo del SeñorH y os volver4 a traer al lugar de donde os desterr4! "3er -,#%H#7&7.
.' D!os est con el p#e,lo $ l$ 9#elt$ )el e8!l!o 8espu4s de tantos buenos augurios, de tantas palabras de aliento, a los desterrados, el Señor cumple su palabra, y se establece para siempre entre su pueblo en la tierra recuperada. El decreto de repatriación, irmado por Miro, subraya la presencia del Señor con los repatriados: «Miro, rey de Persia, decreta: El Señor, 8ios del cielo, me /a entregado todos los reinos de la tierra y me /a encargado construirle un templo en 3erusal4n de 3ud). Los que entre vosotros pertene(can a ese pueblo, que su 8ios los acompañe y suban a 3erusal4n de 3ud) para reconstruir el templo del Señor, 8ios de ?srael, el 8ios que /abita en 3erusal4n! "Esd #,-H<&. El simbolismo de la gloria del Señor vuelve a estar presente en las palabras de E(equiel. La gloria del Señor Hla presencia ma>estuosa del SeñorH /ab9a salido del templo de 3erusal4n "c. E( #%,#H#' ##,--H-<&' la misma gloria vuelve al sitio de partida: «Ri la gloria del 8ios de ?srael que ven9a de oriente, con estruendo de aguas caudalosas' la tierra rele>ó su gloria... O ca9 rostro en tierra. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental. Entonces me arrebató el esp9ritu y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba el templo. "Estella -%%%&, 7#5H7#. <. !* 0lche1, %ob&as # Judit "Estella 7. Rer, tambi4n, 3er <%,<' <#,5H#5' #;,#7H#$' -<,<' -7,7H;' etc.
5 Entonces o9 a uno que me /ablaba desde el templo Hel /ombre segu9a a mi ladoH, y me dec9a: HGi>o de Ad)n, 4ste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies, donde voy a residir para siempre en medio de los /i>os de ?srael! "E( 7<,-H5&. Los proetas del tiempo celebran a coro el retorno del Señor a su casa en 3erusal4n: «&este'a y aclama, 'oven Si(n, que yo ven)o a habitar en ti -oráculo del Seño Señor-* r-* +quel +quel da da se inco incorpo rporar rarán án al Seño Señorr much muchos os pueb pueblo los s y será serán n pueb pueblo lo mo; mo; habi habita taré ré en medi medio o de ti, ti, y sabr sabrás ás que que el Seño Señorr de los los e'ércitos me ha enviado a ti» ac #,$"-$.%* 8e tal manera se canta la presencia de
8ios para siempre en medio de su pueblo: «Jesidir4 en medio de ellos para siempre! "E( 7<,&, que el proeta cambia el nombre de 3erusal4n: «La ciudad se llamar) BEl Señor est) all9F! "E( 7,<$' c. # Mrón -<,-$&. Muando el Señor entregó a su pueblo en manos de sus adversarios, el proeta dice que el Señor les ocultó su rostro "c. E( <,-<&' a/ora que los /ace regresar a casa de todas las naciones donde /ab9an estado dispersos, les vuelve a mostrar ben4volamente su rostro, y ya para siempre: siempre: «=o volver4 a ocultarles mi rostro! "E( <,-&. 1ob9as, en su c)ntico, c)ntico, nos lo repite: «Muando os volviereis a 4l con todo vuestro cora(ón y con toda vuestra alma, para practicar la verdad en su presencia, presencia, entonces se volver) /acia vosotros y ya no os ocultar) >am)s >am)s su rostro! "1ob #<,;&. En el comentario a este pasa>e /ac9a /ac9a yo estas consideracio consideraciones, nes, que servir)n de cierre a este cap9tulo: «El autor e0/orta a los oyentes y lectores a la sincera conversión del cora(ón. Es una e0/ortación con esp9ritu deuteronomista. 8arse la espalda signiica que se /an roto las relaciones amistosas' volverse de cara o convertirse es restablecer de nuevo las relaciones de amistad. 6ste es el esquema que se utili(a en la sagrada Escritura para /ablar /ablar de las relaciones relaciones del pueblo o de los individ individuos uos con 8ios, especialm especialmente ente en los medios deuteronomistas, como se ve por los pasa>es siguientes. En 8t 7 /abla Iois4s de la dispersión que el pueblo /a de surir por olvidar la alian(a que sus padres /ab9an /ec/o con el Señor: BEl Señor os dispersar) entre los pueblos y no quedar4is m)s que unos pocos en medio de las naciones adonde el Señor os lleveF "8t 7,5&. Pero el pueblo pronto reconocer) sus pecados y volver) de nuevo al Señor: En el lugar del destierro Bbuscar)s Bbuscar)s al Señor, tu 8ios, y lo encontrar)s si lo buscas buscas con todo tu cora(ón y con toda tu alma. Muando est4s angustiado angustiado y te alcancen todas estas palabras, al in de los tiempos, te volver)s al Señor, tu 8ios, y escuc/ar)s su vo(' porque el Señor, tu 8ios, es un 8ios misericordioso: no te abandonar) ni te aniquilar), y no se olvidar) de la alian(a que con >uramento concluyó con tus padresF "8t 7,-H<#&. Si os volviereis al Señor de todo cora(ón Hdice nuestro autorH, 8ios se volver) a vosotros. En estas palabras parece que resuenan las del proeta 3erem9as: BIe invocar4is, vendr4is a re(arme y yo os escuc/ar4' me buscar4is y me encontrar4is, si me busc)is de todo cora(ón' me de>ar4 encontrar encontrar y cambiar cambiar44 vuestra suerte Hor)culo del SeñorHF SeñorHF "3er -,#-H#7' c. 8t <%,#H7.H#%' Uac #,<&. Muando se /abla antropomóricamente del rostro del Señor, se est) /ablando de 8ios mismo y de su actitud /acia el /ombre. Aqu9, naturalmente, se reiere no al rostro airado del Señor, sino a su rostro ben4volo. Iois4s sab9a que go(aba del avor y amistad del Señor "c. 60 <<,##H#5&' en un acto de atrevimiento le pide al Señor: BEns4ñame tu gloriaF "60 <<,#&, y el Señor le contesta: BPodr)s ver mi espalda, pero mi rostro no lo ver)sF "60 <<,-<' c. <<,-%&. Sin embargo, nuestro autor airma que cuando el pueblo de ?srael se vuelva sinceramente al Señor, y lo demuestre con la pr)ctica de la verdad en su presencia , vosotros # #a no que equivale a la pr)ctica de la >usticia "c. v. ;>&, entonces se volverá hacia vosotros os ocultará -amás su rostro , porque siempre os ser) avorable y misericordioso. Pues en la
5 mira mirada da de 8ios 8ios est) est) la salv salvac ació ión, n, y en la mani manies estac tación ión de su rostro rostro el s9mb s9mbol oloo de su $ misericordia! .
5 Desc#,*!m!ento )e l$ p*esenc!$ )e D!os El amigo verdadero busca la presencia del amigo' si decimos que 8ios es amigo del /ombre, lógicamente tendremos que admitir que 8ios busca la presencia del /ombre. Las motivaciones de la b2squeda en el /ombre amigo y en 8ios amigo no pueden ser las mismas, necesariamente son dierentes. El /ombre amigo busca la presencia de su amigo, porque le es dulce y reconortante' 8ios busca al /ombre, no porque tenga necesidad de 4l, pues es plenitud, plenitud, sino por el /ombre mismo: para llenar llenar su inmens inmensoo vac9o y /acerlo part9cipe part9cipe de su vida y del go(o de su amistad gratuita y enriquecedora. En este cap9tulo intentaremos /ablar del misterio de la presencia de 8ios seg2n algunas de sus m2ltiples acetas, a saber, como realidad ob>etiva y como vivencia sub>etiva. Las air airma maci cion ones es que /aga /agamo moss no pue puede denn ir m)s m)s all) all) de nues nuestra trass propia propiass perce percepc pcion iones es y e0periencias dentro del )mbito de la e cristiana y de la rele0ión /umana. Por lo primero Hla e cristianaH valientemente nos adentramos en el misterio de 8ios, como nos lo presenta la revelación en Mristo' por lo segundo Hla rele0ión /umanaH nos apoyamos en una tradición multisecular.
1' Nost$l"!$ mít!c$ La mentalidad de los antiguos era muy dierente a la nuestra, como se demuestra con acilidad al tratar de realidades meta9sicas y trascendentes. La mentalidad moderna imperante, que es materia materiali lista staHposi Hpositiv tivist ista, a, distin distingue gue entre la realida realidadd cercana cercana y directa directa de nue nuestra stra e0periencia sensible y espiritual Hmundo cercanoH y la realidad de la abstracción Hmundo idealH' al primero se le llama mundo real, al segundo imaginario o ant)stico. Por supuesto, la realidad ob>etiva se ad>udica al primero, la icción al segundo' la realidad es ob>etiva, la icción irreal y sub>etiva. Los antiguos /ablaban del )mbito primero con absoluta seguridad, porque ten9an una conian(a total, sin isuras ni cr9ticas, en la percepción de los sentidos' el )mbito segundo lo asimilaban al primero y le asignaban una realidad que no e0ist9a, la realidad m9tica: por e>emplo, el mundo platónico de las ideas. 8ios y su )mbito era equiparado al mundo de las ideas: un duplicado de nuestro mundo presente. Entre los paganos se disparaba la imaginación, $. !osé 0lche1, Tobías
y Judit Judit "Estella -%%%&, -%H-%.
% al tratar de /ablar del mundo de los dioses "de 8ios& con sus complicadas relaciones entre ellos y con el /ombre. La orma de pensar de los escritores sagrados era parecida en muc/os aspectos a la de sus coet)neos paganos. Los m4todos de e0presión eran los mismos, no as9 lo e0presado. El 8ios, en el que ellos creen, es real como ellos mismos' pero la orma y manera de e0istir es muy dierente a la /umana. La trascendencia divina la e0presan de manera multiorme: «ue soy 8ios y no /ombre! "Qs ##,&' por comparaciones: «8ios es m)s grande que el /ombre! "3ob <<,#-&' preguntando si /ay alguien seme>ante a 4l: «Salomón, en pie ante el altar del Señor, "...& di>o: H*Señor, 8ios de ?srael =i arriba en el cielo ni aba>o en la tierra /ay un 8ios como t2...! "# Je ,--H-<' c. 60 #$,##' Sal <$,#%' 5#,#' ?s 77,;H5' 3er #%,;' 7,#&' negando la posibilidad de comparar: «=adie se le puede comparar! "Sal 7%,;&. 6l es creador de todo y a 4l nadie lo /a /ec/o. Sin embargo, en sus relatos sobre los or9genes se me(cla el mundo de 8ios con el de los /ombres, 8ios es un persona>e m)s de la /istoria o del relato: ver, por e>emplo, cómo 8ios se pasea por el >ard9n tomando el resco y cómo /abla con Ad)n, con Eva y con la serpiente "+4n <&. Los autores sagrados saben que el relato es ingido: ellos mismos lo /an compuesto, y no pretenden que los lectores lo tomen al pie de la letra. Ellos creen irmemente en 8ios y en el )mbito que lo circunda, pero no conocen otra orma de /ablar de 8ios que 4sta que llamamos m&tica. En nuestro tiempo los int4rpretes intentar)n descir descirar ar este lengua lengua>e >e m9tico m9tico,, vali4 vali4ndo ndose se de sus cono conocim cimien ientos tos acerca acerca de los m4todos m4todos literarios de comunicación entre los antiguos. 8esde /ace casi un siglo se /an acelerado prodigiosamente prodigiosamente los estudios sobre los g4neros literarios literarios en la sagrada Escritura' por ellos /emos llegado a comien(os del siglo \\? a un conocimiento casi completo de los g4neros y m4todos literarios que utili(aban los antiguos. Por desgracia todav9a /ay muc/os que lamentan que se /aya conseguido el desciramiento de los relatos m9ticos, como si con ello se /ubiera perdido para siempre siempre el contenido contenido religioso religioso revelador revelador de esos escritos. Preerir9an Preerir9an que se siguiera pensando en los paseos vespertinos del Señor con Ad)n y Eva en Bel para9soF, o en los recuentes di)logos de los patriarcas con Blos )ngeles del SeñorF, o de Iois4s con el mismo 8ios en el monte Sina9, o de la acumulación de /ec/os prodigiosos del Señor o de Bsu )ngelF en Egipto y durante la traves9a del desierto, etc. *Aquellos eran tiempos maravillosos en que 8ios en persona actuaba visiblemente entre los /ombres 1iempos que ya pasaron y no se repetir)n, al menos, /asta el in de la /istoria en que otra ve( los B)ngeles del SeñorF actuar)n con gran estr4pito de sus trompetas, anunciando el cataclismo inal. Es la gran nostalgia de los tiempos tiempos m9tic m9ticos, os, nostalgia nostalgia que amena( amena(aa peligro peligrosam sament entee la vitali vitalidad dad y vigen vigencia cia de la e aut4ntica en 8ios y en su enviado 3esucristo, el Señor, en el momento presente. Porque la realidad del 8ios misterio, que nos transmite la sagrada Escritura con su estilo m9tico, es tan actual para nosotros, para nuestro mundo y para el uturo, como la vida misma que vivimos.
+' V!9enc!$ )e l$ ?e en el p*esente Al que cree en 8ios no es necesario deinirle primero qu4 es la e para que la practique' como tampoco /ay que e0plicar al que vive qu4 es la vida para que siga viviendo. Por lo general gustamos la realidad de la e, sin que previamente /ayamos rele0ionado sobre ella para construir un preciso concepto teológico de la e en 8ios. Sobre la vida vida /ay un dic/o dic/o que dice: «Primero vivir y despu4s ilosoar!. En eecto, es muy gratiicante sentir los latidos r9tm r9tmic icos os y acom acompa pasa sado doss del del cora cora(ó (ón, n, el alie alient ntoo rege regene nera rado dorr al insp inspir irar ar y e0pi e0pira rarr
# generosamente el aire de nuestros pulmones' percibir las agradables sensaciones en toda la e0tensión de nuestra piel' ver con los o>os abiertos un panorama de ensueño: el verde c4sped del suelo, la variedad de los )rboles y arbustos' el ocre de los te>ados, de la ?glesia, de la torre' los grises le>anos de las montañas medianas y altas' el pa>i(o de los rastro>os' el a(ul y añil del cielo' el blanco de las nubes' la l9nea irregular e ininita del /ori(onte' olatear el c4sped reci4n cortado' el aroma m2ltiple de las lores' el aire que se iltra entre los )rboles' gustar el sabor incoloro del agua resca y el coloreado de las rutas en sa(ón. 1ambi4n es bueno y provec/oso saborear la dul(ura de la e en 8ios, mientras se abre internamente la conciencia a la presencia de 8ios y se establece un di)logo directo con 8ios mismo que nos llena, nos envuelve, nos atrae poderosamente /acia s9 como un im)n. Antes de que nos introdu(camos en las proundidades de la conciencia , y de la e0periencia Hcasi ineableH de 8ios en ella, analicemos reposadamente los dierentes niveles o )mbitos en los que se desenvuelve nuestra vida consciente, que coincide con los niveles de la realidad que nos envuelve y en la que estamos inmersos. 2.1. +ivel super!icial
A la realidad primaria de la vida se le aplican met)oras espaciales de )cil comprensión, como la /ori(ontalidad y la verticalidad. La vida en sus aspectos m)s cercanos se llama supericial porque emerge y se /ace visible, como las rocas e islas en el mar o la vegetación que cubre cubre la tierra tierra.. Lo supe super ric icia iall de nues nuestra trass vida vidass lo con consti stituy tuyee todo aqu aquel ello lo que es mensurable en el tiempo y en el espacio por nosotros mismos o por otros que lo ven y pueden testiicar sobre ello. Para nosotros es supericial lo que nos sucede, lo que vivimos y sentimos en primer grado o primera instancia en el )mbito de los sentidos e0ternos e internos y en el medio espiritual que no requiere una rele0ión especial. uera de nosotros la realidad es plural, multiorme, activa. Los individuos y las cosas entre s9 y con nosotros orman una red de relaciones activas y pasivas en n2mero ininito. Este mundo es el ob>eto primario de la observación y contemplación: desde una roca, una lor, un p)>aro, un caballo, caballo, un valle, valle, una montaña, montaña, un r9o, el mar..., /asta el cielo estrellado, estrellado, un amanecer, un atardecer, un d9a de lluvia o un d9a esplendoroso..., y el /ombre en solitario o acompañado, en el campo o en la ciudad, etc. Podemos relacionarnos con ese mundo que se e0tiende /ori(ontalmente /asta l9mites insospec/ados, ensanc/ando as9 la amplitud de nuestro mundo interior, rele>o tami(ado y enriquecido de nuestro entorno. En este nivel, las relaciones interpersonales se reducen a un mero contacto que no de>an /uella en nosotros, si no se pasa a otros niveles de mayor proundidad. 2.2. +ivel pro!undo e inmanente
En nuestra observación de la naturale(a podemos quedarnos en la mera supericie de las cosas y seres vivientes, en un nivel supericial, como insectos que, atra9dos por los vivos colores, vuelan sin cesar de lor en lor. Si no pasamos de este nivel, nuestro conocimiento de la realidad es tambi4n muy supericial, como el que pueden tener los animales y, a veces, inerior, pues muc/os de ellos tienen los sentidos m)s desarrollados que nosotros: como las
aves aves de presa presa @la vista, vista, el perro @el o9do, casi casi todos los mam9e mam9eros, ros, especial especialme mente nte los depredadores @el olato, etc. Pero tambi4n podemos adentrarnos m)s all) de la supericie y penetrar en lo m)s 9ntimo de los seres' sólo el /ombre tiene esta posibilid posibilidad ad entre la multitud innumerable de seres que pueblan la tierra. =os reerimos al poder de la mente para conocer la naturale(a y las entrañas de las cosas. Ietaóricamente /ablamos de un nivel m)s proundo que el de la supericie. Lo llamamos inmanente, porque sólo se e0tiende a los seres que conor con orma mann la natur natural ale( e(a, a, en con contrap trapos osic ició iónn al )mbi )mbito to de lo estric estrictam tamen ente te divi divino no,, que trasciende el orden de nuestro mundo o universo creado. Los esuer(os del /ombre por penetrar en las entrañas de la materia, en el )mbito de los seres vivos, especialmente en el sagrado medio de la vida /umana, son un claro e>emplo de la aventura del /ombre moderno /acia un nivel proundo e inmanente. En este traba>o no bastan ya los medios de que nos /a dotado la naturale(a' son necesarios instrumentos, cada d9a m)s perectos y soisticados, soisticados, que el ingen ingenio io /umano /umano /a sido y es capa( capa( de imagina imaginarr y reali(ar reali(ar.. =osotros podemos anali(ar anali(ar nuestras vivencia vivenciass 9ntimas 9ntimas con la lu( interior de nuestro entendimiento, entrar en el laberinto de nuestra conciencia y salir de 4l. A2n as9 no todo lo nuestro nos est) patente' /ay muc/os espacios oscuros Hel reino del subconscienteH adonde no llega la lu( de la conciencia, a menos en primera instancia. Se requieren t4cnicas muy depuradas para descirar algunos enigmas que se guardan celosamente en lo m)s recóndito de nuestro interior' es el ob>eto de la psicolog9a prounda. Por analog9a e0tendemos a nuestros seme>antes estos problemas, resueltos o sin resolver. Si ya es di9cil el conocimiento de uno mismo, muc/o m)s el conocimiento de los dem)s. A este conocimiento nos apro0imamos bien por una revelación revelación o maniestac maniestación ión sincera sincera de parte del otro, bien por con>eturas m)s o menos menos undadas en actitudes y actos signiicativos con un alto riesgo de error. Por el esuer(o rele0ivo de nuestro esp9ritu podemos, pues, introducirnos en los niveles m)s proundos de la realidad que nos rodea: con apro0imación en nuestro mundo interior' con alguna probabilidad en el de nuestros seme>antes. 2.3. +ivel pro!undo # trascendente
I)s all) del nivel proundo del que acabamos de /ablar no /ay otro m)s proundo. El nivel proundo y trascendente, del que a/ora tratamos, se aplica e0clusivamente a 8ios, en cuanto 4l es el undamento lógico o ra(ón 2ltima que e0plica la e0istencia y persistencia de todos los seres creados. Este nivel proundo y trascendente no /ay que imaginarlo como una capa inerior, 2ltimo undamento en que se apoyan los seres, al modo de los estratos geológicos. Esto ser9a pasarnos al anterior nivel proundo e inmanente. =o. 8ios no es una capa m)s, aunque sea la 2ltima y m)s prounda. La presencia de 8ios no es local, sino esencial. 8ios est) presente en todo ser por el /ec/o de serlo, pues sólo 4l >ustiica y e0plica la e0istencia de todos los seres. A 8ios mismo >am)s podremos verlo con nuestros o>os "c. 3n #,#a' # 1im ;,#;&, ni abarcar y comprender con nuestro entendimiento de criaturas al que es Mreador y Señor de todo, el misterio absoluto por e0celencia. Sin embargo, en el =1 se nos revela como Padre, como Gi>o y como Esp9ritu' m)s cercano a nosotros que nosotros mismos. En el presente cap9tulo /ablamos de esta cercan9a y presencia de 8ios, en cuanto puede ser percibida y e0perimentada por nosotros. =o /ablamos de la naturale(a y ser de 8ios, que estudian los teólogos. 1rataremos, en primer lugar, de la presencia de 8ios en la creación y en
< la /istoria' despu4s, de la presencia c)lida y cercana de 8ios en nosotros.
-' P*esenc!$ )e D!os en l$ c*e$c!4n 6 en l$ h!sto*!$ En 3n #,#a leemos que «nadie /a visto >am)s a 8ios!, y # 1im ;,#; añade: «ni puede ver!. Sin embargo, como cristianos sabemos que 8ios /a remediado esta imposibilidad. En primer lugar, revel)ndosen revel)ndosenos os en su creación como en un libro abierto. abierto. San Pablo declara ine0cusables a los «/ombres imp9os e in>ustos que co/9ben con in>usticia la verdad! "Jom #,#b&, si se niegan a aceptar la realidad y e0istencia del Señor: «Pues lo que se puede conocer de 8ios les est) maniiesto, ya que 8ios se les /a maniestado. 8esde la creación del mundo, su condición invisible, su poder y divinidad eternos, se /acen asequibles a la ra(ón por las criaturas! "Jom #,#H-%&. 8esde la e y con los o>os iluminados del cora(ón tratamos de descubr descubrir ir esta presenc presencia ia callada callada de nue nuestro stro 8ios 8ios en el mundo y en los acontecim acontecimien ientos tos /istóricos. Sabemos que podemos descubrirla, porque realmente est) presente en ellos. El Salmo #< nos lo asegura con insólitas im)genes espaciales: «CAdónde me ale>ar4 de tu alientoD, Cadónde /uir4 de tu presenciaD Si escalo el cielo, all9 est)s t2' si me acuesto en el abismo, a/9 est)s. Si me traslado al ruedo de la aurora o me instalo en el con9n del mar, all9 se apoya en m9 tu i(quierda y me agarrar) tu derec/a. Si digo: que me sorba la tiniebla, que lu( se /aga noc/e en torno a m9, tampoco la oscuridad es oscura para ti, la noc/e es clara como el d9a: da lo mismo tiniebla o lu(! "Sal #<,5H#-&. Es cierto que no nos vamos a encontrar con un ser anónimo y r9o, sino con un ser personal pero ineable, del que podemos decir m)s lo que no es que lo que es, cuya omnipotencia se nos impone, pues todo lo llena sin ser mensurable: «C=o lleno yo el cielo y la tierraD! "3er -<,-7&. 6l est) escondido como un tesoro en un campo. 8ice el canto de ?sa9as: «Es verdad: 12 eres el 8ios escondido, el 8ios de ?srael, el Salvador! "?s 7$,#$&. San 3uan de la Mru( comien(a as9 su M)ntico espiritual: «CA dónde te escondiste, Amado, y me de>aste con gemidoD Momo el ciervo /uiste /abi4ndome /erido' sal9 tras 1i clamando, y eras ido!. El ideal ser9a /aber descubierto ya dónde se encuentra, que en realidad «no est) le>os de ninguno de nosotros, pues en 4l vivimos, nos movemos y e0istimos! "Gc/ #5,-5&. Si todav9a no lo /emos encontrado, bueno ser) seguir busc)ndolo y m)s con la venta>a que tenemos, pues «gran cosa es saber el lugar donde est) escondido escondido para buscarle buscarle all9 a lo cierto! ;. En eecto, sabemos que 8ios est) escondido en su creación y en nosotros mismos. San 3uan de la Mru( vuelve a decirnos en su 6ántico espiritual : «Iil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y, y4ndolos mirando, con sola su igura, vestidos los de>ó de /ermosura!. ;. 6ántico espiritual 7684 , 8eclaración a la Manción #,.
7 La creación entera /abla de 8ios a aquel que le pregunta por 4l' «y dice que pasó, porque las criaturas son como un rastro del paso de 8ios! 5. O lo que decimos de la creación visible y sensible con relación a 8ios, vale tambi4n para la /istoria, pues 8ios no /ay m)s que uno, Señor de la /istoria, su acción es 2nica y continua. As9 pensaba el 84uteroH?sa9as que proclamaba proclamaba la presencia de 8ios en las actuaciones de Miro, rey pagano: «As9 dice dice el Señor a su ungido, Miro, a quien lleva de la mano: 8oblegar4 ante 4l las naciones, desceñir4 las cinturas de los reyes, abrir4 ante 4l las puertas, los batientes no se le cerrar)n. Oo ir4 delante de ti, allan)ndote los cerros'... 1e pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de oriente a occidente que no /ay otro uera de m9. Oo soy el Señor, y no /ay otro: art9ice de la lu(, creador de las tinieblas, autor de la pa(, creador de la desgracia' yo, el Señor, /ago todo esto! "?s 7$,#H5&. A pesar de lo que acabamos de decir de la presencia de 8ios en su creación, no /ay posibilid posibilidad ad de conusión ni de identidad identidad entre 8ios y la creación, en contra de lo que airman airman todos los pante9smos. 6l conserva la identidad de su mismidad, es otro, el Qtro. =o es el mundo ni parte de la totalidad del mundo. San Agust9n va buscando a 8ios entre las criaturas' todas le van respondiendo: «nosotras no somos 8ios!, «4l nos /a /ec/o! . Mreer en 8ios es airmar su misterio de trascendencia, misterio insondable mientras la criatura sea criatura y 8ios 8ios, es decir, siempre. La parado>a de lo inito y lo ininito es una realidad. Es posible lo uno y lo otro, aunque la mente /umana no pueda comprender este misterio abisal. En una visión de e cabe lo inito y lo ininito, sin que uno quite nada al otro, ni uno quede absorbido, disuelto, en el otro. Porque no est) uno >unto al otro, sino uno dentro del otro. San 3uan de la Mru( vuelve a ser nuestro maestro. 6l nos dice: «Iuy bien /aces, *o/ alma, en buscarle siempre escondido, porque muc/o ensal(as a 8ios y muc/o te llegas a 4l teni4ndole por m)s alto y proundo que todo cuanto puedes alcan(ar' y, por tanto, no repares en parte ni en todo lo que tus potencias pueden comprender' quiero decir, que nunca te quieras satisacer en lo que entendieres de 8ios, sino en lo que no entendieres d4l, y nunca pares en amar y deleitarte en eso que entendieres o sintieres de 8ios, sino ama y dele9tate en lo que no puedes entender y sentir de 4l' que eso es, como /abemos dic/o, buscarle en e' que, pues es 8ios inaccesible y escondido, como tambi4n /abemos dic/o, aunque m)s te pare(ca que le /allas y le sientes y le entiendes, siempre le /as de tener por escondido y le /as de servir escondido en escondido. O no seas como muc/os insipientes que piensan ba>amente de 8ios, entendiendo que, cuando no le entienden o le gustan o sienten, est) 8ios m)s le>os y m)s escondido, siendo m)s verdad lo contrario, que cuanto menos distintamente le entienden, m)s se llegan a 4l, pues, como dice el proeta 8avid, 8avid, puso su escondri-o en las tinieblas "Ps #5,#-@Rg&' as9, llegando cerca de 4l, por uer(a /as de sentir tinieblas tinieblas en la laque(a laque(a de tu o>o. Nien /aces pues en todo tiempo, tiempo, a/ora de adversidad, a/ora de prosperidad espiritual o temporal, tener a 8ios por escondido, y as9 clamar a 4l diciendo: CA dónde te escondiste, Amado, y me de>aste con gemidoD! . Para nosotros los creyentes 8ios no es una abstracción, sino una realidad que se aclara a medida que la e se vive m)s /ondamente. Iientras caminamos en e, la obscuridad es una propiedad in/eren in/erente te a nuestro conocimiento conocimiento acerca de 8ios: siempre siempre caminare caminaremos mos «a tientas!, tientas!, como dice Pablo en el discurso del Areópago: 8ios «/i(o que buscaran a 8ios y que lo 5. 6ántico espiritual 7684 , 8eclaración de Manción $,<. . 6on!esiones , \,;. . 6ántico espiritual 968: . 8eclaración de Manción #,#-.
$ encontraran aun a tientas! "Gc/ #5,-5&. El conocimiento de 8ios es una orma de revelación, pero 4sta >am)s >am)s es clara por s9 misma, mientras caminamos caminamos en e. Podemos compararla compararla a lo que sucedió al ciego de Netsaida antes de recuperar la visión perecta: 3es2s, «tomando al ciego de la mano, lo sacó de la aldea, le untó con saliva los o>os, le aplicó las manos y le preguntó: HCRes algoD algoD ue recobrando vista vista y di>o: HReo /ombres' /ombres' los veo como )rboles, )rboles, pero caminando! "Ic ,-
.' P*esenc!$ )e D!os en nosot*os Nuenoo es busc Nuen buscar ar la pres presen enci ciaa de 8ios 8ios en la natu natura rale le(a (a que que nos nos rodea rodea y en los los acontecimientos de la /istoria de la que ormamos parte' pero no debemos olvidar que 8ios «no est) le>os de ninguno de nosotros, ya que en 4l vivimos y nos movemos y e0istimos! "Gc/ #5,-5H-&. 8ios se compara metaóricamente al medio en el que vivimos, como si uera nuestra atmósera natural. Pero 8ios es muc/o m)s, pues no sólo nos envuelve, sino que nos invade, nos llena. 8ios /abita en todo aquel que le abre las puertas de su cora(ón: «*Iira, estoy de pie a tu puerta y llamo. Si uno escuc/a mi llamada y abre la puerta, entrar4 en su casa y cenar4 con 4l y 4l conmigo! "Apc <,-%&. San Agust9n buscaba y buscaba a 8ios entre las criaturas, e /i(o un gran descubrimiento que cambió su vida, descubrió la presencia de 8ios dentro de s9: «Estabas dentro de m9 y yo te buscaba buscaba uera!#%, pues t2 eres «intimior intimo meo: m)s 9ntimo a m9 que yo mismo! ##. El contacto 9ntimo con 8ios puede ser tan real como el de un amigo con su amigo del alma: «El Señor /ablaba con Iois4s cara a cara, como /abla un amigo con un amigo! "60 <<,##&. Entre amigos y personas que se quieren a veces ni siquiera es necesario el uso de la palabra para que luya como el agua la comunicación interior mutua en las dos direcciones. La comunicación del creyente con 8ios es a2n m)s )cil que la que se puede imaginar entre los me>ores amigos. Entre 4stos puede saltar la c/ispa de la simpat9a, pero en ning2n caso podr) darse una verdadera compenetración y usión material de uno en otro. Sin embargo, en la unión del alma con 8ios desaparece la distancia' 8ios est) presente por s9 mismo en el esp9ritu /umano que se abre a 8ios. En realidad, el /ombre se mueve en tres dimensiones o coordenadas: las dos conocidas de espacio y tiempo' la tercera es la de la trascendencia, por la que nos ponemos en contacto con lo divino. Esta tercera coordenada es tan real como las de espacio y tiempo, pertenece al ser /istórico /istórico del /ombre /ombre He0istencia He0istenciall sobrenaturalH, sobrenaturalH, pero es perceptible sólo sólo por la e. Por ella, las cosas y los acontecimientos son trasparentes a los o>os de los puros y limpios de cora(ón, y, como si uera una potent9sima antena, podemos percibir, captar, e0perimentar, la maravillosa presencia de 8ios en nosotros: «8ic/osos los limpios de cora(ón, porque ver)n a 8ios! "It $,&. El /ombre, cima de la creación, est) /ec/o a imagen y seme>an(a de 8ios "+4n #,-;H #%. 6on!esiones , \,-5. ##. 6on!esiones , ???,;.
; -5&' por eso en 4l se puede vislumbrar a 8ios. Mlemente de Ale>andr9a llega a decir: «Gas visto a tu /ermano, /as visto a 8ios! #-. 8e manera muy especial y signiicativa 8ios se /ace presente y se identiic identiicaa con los m)s d4biles d4biles de nuestra sociedad. 8e /ec/o, /ec/o, el =1 nos enseña que el /ombre es centro de atención de 8ios y de 3es2s, el Señor. Mristo se identiica con los /ombres, especialmente con los m)s pobres y necesitados "ver It -$,<#H7$&. Ellos son el camino seguro para llegar a 3es2s, y por 3es2s al Padre' 3es2s mismo lo /a dic/o: «Oo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por m9! "3n #7,;&. As9, pues, el Señor nos /a regalado la posibilidad de descubrir su presencia en la creación, en el /ombre, y en el /ombre por e0celencia, 3esucristo, que est) presente como el Padre y el Esp9ritu en su creación y en la /istoria.
0' C*!te*!o am)s! "3n #,#' # 3n 7,#-&, «ni lo puede ver!, «pues /abita en lu( inaccesible! "# 1im ;,#;' c. 60 <<,#H-%&. A pesar de esto, s9 puede ayudarnos en este )mbito el testimonio de nuestra conciencia, como nos enseña san Pablo: «El Esp9ritu Santo conirma el testimonio de mi conciencia! "Jom ,#' c. Gc/ -7,#;' - Mor #,#-' Geb #%,-' #5,#' # Pe <,#;&. La conciencia es el rele>o de nuestra conducta' si 4sta se conorma a los mandamientos de 8ios, estaremos seguros de que permanecemos unidos a 4l, seg2n escribe san 3uan en su primera carta: «uien guarda sus mandamientos permanece en 8ios y 8ios en 4l' en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Esp9ritu que nos /a dado! "# 3n <,-7' c. <,;.' 3n #$,#%&. El respeto y amor al pró>imo es la suprema señal que 3es2s nos de>ó para mostrar al mundo y a nosotros mismos nuestro grado de ad/esión a 4l: «En esto conocer)n todos que sois mis disc9pulos, en que os am)is unos a otros! "3n #<,<$&, y, consiguientemente, la certe(a de la permanencia de 8ios en nosotros: «Si nos amamos unos a otros, 8ios permanece en nosotro nosotross y su amor amor /a lleg llegad adoo en nosotros nosotros a la perec perecci ción. ón. En esto esto recono reconocem cemos os que permanecem permanecemos os en 4l y 4l en nosotros, porque nos /a dado de su Esp9ritu! "# 3n 7,#-H#<&. As9 pues, el criterio 2ltimo y dein deinitivo itivo para conirmar conirmar la permanenc permanencia ia de 8ios en nosotros est) en la pr)ctica de la vida cristiana y en la conesión de nuestra e en Mristo: «=osotros /emos visto y damos testimonio de que el Padre /a enviado a su Gi>o, como salvador del mundo. Si uno coniesa que 3es2s es el Gi>o de 8ios, 8ios permanece en 4l y 4l en 8ios. =osotros /emos conocido y /emos cre9do en el amor que 8ios nos tiene. 8ios es amor: y el que permanece en el amor permanece en 8ios y 8ios en 4l! "# 3n 7,#7H#;&.
#-. Stromata, ?,#: P+ ,##.