Cammie Morgan ha perdido a su Padre y su memoria, pero en la conclusión final de la serie mejor vendida Gallagher Girls, encuentra su mayor misión hasta ahora. Cammie y sus amigos finalmente saben porque la organización terrorista llamada El Circulo de cavan ha estado persiguiéndola. Ahora las chicas espías y Zach deben rastrear a los miembros elite del Círculo para detenerlos antes que implemente un plan maestro que cambiara a Cammie y a su país por siempre. Capítulo 1
Traducido por ElyGreen El agua estaba calmada mientras caminábamos junto a ella. Un solo remero se deslizó a través del canal como una flecha disparando fuera del océano, y no pude evitar mirar tras él, más que un poco celosa. —Es hermoso. ¿No lo es, Cammie? —escuché a mi mamá preguntar. Deslizó su brazo alrededor de mi cintura. Me sentía segura. A salvo. Pero todo lo que pude hacer fue armar un asentimiento y agregar y no-muyentusiasta. —Sí. —¿Tienes interés en remar? —preguntó el hombre en la boina y de gabardina café quien nos estaba acompañando. Se veía como un anuncio de London Fog*. Eso o un imitador de Sherlock Holmes. O un pez gordo Británico académico. Y, por supuesto, sabía que la última era la correcta. —Cam, —Oh. —¿Remas
el
Dr. Sí.
Holt
te
Seguro. en
preguntó Remar tu
algo —,
mamá parece…
escuela
me
codeó. divertido. ahora?
Él sonaba interesado. Se veía interesado. Pero he sido entrenada a escuchar lo que la gente no dice —a ver las cosas que son mejor mantenidas escondidas — así que supe que el Dr. Holt estaba simplemente tratando lo mejor de ser amable. —No. Hacemos… otras cosas—, cosas—, le digo, y me recordé a mi misma que no era una mentira. No lo hacía, como sea, el sentir la necesidad de agregar que por otras cosas me refería a aprender cómo matar a un hombre con espagueti crudo y desarmar bombas nucleares con Tossie Rolls. (No es que haya hecho ninguna de esas cosas todavía. Pero aún me quedaba un semestre en la Academia Gallaher.) —Bueno –puso –puso sus lentes de carey encima de su nariz- Cambridge es una
universidad muy rondada. Cualquier actividad que disfrutes, estoy seguro que las tenemos allí. Oh, lo dudo grandemente, pensé, justo cuando mi mamá dijo. —Oh, seguro que lo hacen. El Dr. Holt se volvió a su camino, y mi madre y yo lo seguimos. Los largos pastos eran verdes, incluso en invierno. Pero el cielo arriba era gris, amenazando con lluvia. Me estremecí dentro bajo mi chaqueta. Yo no era tan delgada como había estado al inicio de mi último año, pero aun estaba un poco baja de peso. A pesar de el hecho de que la Abuela Morgan había pasado la mejor parte de las vacaciones de Navidad forzándome a comer varias cosas cubiertas con salsa, mi abrigo se sentía demasiado grande. Mis hombros se sentían demasiado pequeños. Y recordé con angustia lo que me había pasado el verano previo –que –que incluso las Chicas Gallager no son siempre tan fuertes como necesitaban serlo. —¿Cammie? —preguntó el Dr. Holt, trayéndome de vuelta al momento. —Dije, en qué otras escuelas estás— estás— —Oxford, Yale, Cornell y Stanford— Stanford —, dije, enumerando rápidamente las universidades que Liz había puesto en mi hipotética lista corta, respondiendo la pregunta que había sólo medio escuchado. —Todas ellas son excelentes escuelas. Estoy seguro que si tus resultados son alguna indicación, tendrás tu elección. Golpeteó mi espalda, y yo traté de ver lo que estaba viendo. Una adolescente americana de aspecto normal. Mi cabello estaba en una cola de caballo, y mis zapatos estaban estropeados. Tenía un grano que venía como un frenético en mi barbilla y un par de cicatrices en mi línea del cabello, las cuales había forzado un experimento reciente con flequillo que no había resultado tan bien. Absolutamente no había forma de que el Dr. Holt supiera lo que había hecho en mis vacaciones de verano; pero había algunas cicatrices que ni siquiera el flequillo las cubría, y aun estaban allí. Podía sentirlas. Y no podía decirle la verdad al Dr. Holt –que –que era una perfectamente chica de último año normal en la principal escuela para espías. —Y este, Cammie, es Crawley Hall. ¿Qué piensas de él? Me volteé para estudiar el gran edificio de piedra. Era hermoso. Antiguo. Real. Pero había estado viviendo en un antiguo, real edificio desde que tenía doce, así que no pude reunir el entusiasme que el Dr. Holt probablemente estaba esperando. —Nuestro departamento de economía es reconocido mundialmente. ¿Entiendo lo correcto de que estás interesada en la economía? Me encogí de hombros. —Seguro. —¿Podemos entrar? —preguntó mamá. —¿Echar un vistazo alrededor? —Oh, lo siento— siento —, El Dr. Holt subió sus lentes de nuevo. —La universidad está cerrada por nuestras vacaciones de invierno. Me temo que ya estamos haciendo
universidad muy rondada. Cualquier actividad que disfrutes, estoy seguro que las tenemos allí. Oh, lo dudo grandemente, pensé, justo cuando mi mamá dijo. —Oh, seguro que lo hacen. El Dr. Holt se volvió a su camino, y mi madre y yo lo seguimos. Los largos pastos eran verdes, incluso en invierno. Pero el cielo arriba era gris, amenazando con lluvia. Me estremecí dentro bajo mi chaqueta. Yo no era tan delgada como había estado al inicio de mi último año, pero aun estaba un poco baja de peso. A pesar de el hecho de que la Abuela Morgan había pasado la mejor parte de las vacaciones de Navidad forzándome a comer varias cosas cubiertas con salsa, mi abrigo se sentía demasiado grande. Mis hombros se sentían demasiado pequeños. Y recordé con angustia lo que me había pasado el verano previo –que –que incluso las Chicas Gallager no son siempre tan fuertes como necesitaban serlo. —¿Cammie? —preguntó el Dr. Holt, trayéndome de vuelta al momento. —Dije, en qué otras escuelas estás— estás— —Oxford, Yale, Cornell y Stanford— Stanford —, dije, enumerando rápidamente las universidades que Liz había puesto en mi hipotética lista corta, respondiendo la pregunta que había sólo medio escuchado. —Todas ellas son excelentes escuelas. Estoy seguro que si tus resultados son alguna indicación, tendrás tu elección. Golpeteó mi espalda, y yo traté de ver lo que estaba viendo. Una adolescente americana de aspecto normal. Mi cabello estaba en una cola de caballo, y mis zapatos estaban estropeados. Tenía un grano que venía como un frenético en mi barbilla y un par de cicatrices en mi línea del cabello, las cuales había forzado un experimento reciente con flequillo que no había resultado tan bien. Absolutamente no había forma de que el Dr. Holt supiera lo que había hecho en mis vacaciones de verano; pero había algunas cicatrices que ni siquiera el flequillo las cubría, y aun estaban allí. Podía sentirlas. Y no podía decirle la verdad al Dr. Holt –que –que era una perfectamente chica de último año normal en la principal escuela para espías. —Y este, Cammie, es Crawley Hall. ¿Qué piensas de él? Me volteé para estudiar el gran edificio de piedra. Era hermoso. Antiguo. Real. Pero había estado viviendo en un antiguo, real edificio desde que tenía doce, así que no pude reunir el entusiasme que el Dr. Holt probablemente estaba esperando. —Nuestro departamento de economía es reconocido mundialmente. ¿Entiendo lo correcto de que estás interesada en la economía? Me encogí de hombros. —Seguro. —¿Podemos entrar? —preguntó mamá. —¿Echar un vistazo alrededor? —Oh, lo siento— siento —, El Dr. Holt subió sus lentes de nuevo. —La universidad está cerrada por nuestras vacaciones de invierno. Me temo que ya estamos haciendo
algo
de
una
excepción.
Mi madre estiró la mano y lo tocó gentilmente en el brazo. —Y estoy muy agradecida de que usted trabaje así para nosotros. Como sabe, estamos en el Reino Unido por un par de días, y Cammie ha estado deseando tanto que llegue. El Dr. Holt me miró. Traté y fallé el hacer la mímica de la sonrisa de mi madre mientras el Dr. Holt caminaba. —Y aquí tenemos la biblioteca. Alguien podría decir que es la joya en la corona de nuestro campus— campus—, agregó Holt. —Tenemos la más fina colección de libros raros en el mundo. Primeras ediciones de Austen y Dickens –incluso –incluso tenemos una Biblia Guntenberg. Hinchó el pecho, pero todo lo que pude decir fue. —Eso es bueno. — Ahora, arriba de estas colinas encontrarán— encontrarán— —Disculpe, ¿Dr. Holt? —lo cortó mi mamá. —¿Cree que estaría bien si Cammie mira por sí sola? Sé que las clases no están en sesión, pero tal vez eso la ayudaría a conseguir un sentimiento por el lugar… —Bueno, yo… —¿Por favor? —preguntó mi mamá. —Oh, por supuesto. Por supuesto— supuesto —. El Dr. Holt me miró. —¿Qué dices, Cammie? ¿Nos encuentras de regreso en el patio en más o menos una hora? Algo parecía tan extraño acerca de ese momento. Por meses, siempre si empre había habido alguien a mi lado. Mi madre. Mis compañeras de cuarto. Mi (y no uso esta palabra a la ligera) novio. Siempre había alguien allí, mirando por mí. O sólo mirándome. Me sentía un poco más que extraña que mi madre asintiera con su cabeza y dijera, —Está bien, chica. Anda. Estaré aquí cuando regreses. Así que me alejé, recordándome recordá ndome a mí misma que cuando eres una espía, a veces todo lo que puedes hacer es ir adelante. Un pie frente al otro, a donde sea que el camino estrecho me dirija. Antes de que volteara la esquina, escuché al Dr. Holt decir, —Qué chica tan… encantadora. Mi madre suspiró. —Ha tenido un año difícil. Pero mamá no trató de explicar. Quiero decir, ¿cómo le dices a alguien, Oh, sí, mi hija solía ser una dulzura real, pero eso fue antes de toda la tortura? Así que ella no dijo nada, lo cual era tan bueno. El Dr. Holt no tenía la holgura de escucharlo, de todos modos. Caminé sola alrededor de la esquina del gran edificio antiguo. Había un cenador cubierto de hiedra. Una estatua cuyo nombre no conocía. El aire era húmedo y frío a mi alrededor. Me sentía sola mientras caminaba entre dos edificios y me encontré mirando al río de nuevo. Otra corriente sola se deslizó por el agua, mirando hacia atrás, moviéndose hacia adelante. Parecía ir contra toda lógica, pero el hombre se mantuvo presionando contra la corriente, y me pregunté cómo hacía que pareciera tan fácil. —Fantástico
verte
aquí.
La voz cortó mi tren de pensamientos, pero no me asusté; me volteé. —¿Así que lo conseguiste? —mi mejor amiga, Bex, preguntó. Su acento británico era incluso más notable en su tierra nativa, y su sonrisa era especialmente traviesa cuando cruzó sus largos brazos. El viento soplaba su negro cabello lejos de su cara. Se veía viva y ansiosa, así que levanté la tarjeta de acceso que había deslizado del bolsillo del Dr. Holt. —¿Estás lista? —pregunté. Deslizó su brazo entre el mío. —Cammie, mi querida, nací lista —, dijo, y luego caminó a Crawley Hall y pasó. Cuando la luz destelló verde dijo, —Vamos.
*London Fog: Tienda de ropa.
Capítulo 2 Traducido por ElyGreen Crawley Hall parecía vacío mientras Bex y yo cerrábamos las puertas tras nosotras. Nuestros pasos hacían eco en el corredor. Pasamos arcos pesados de madera y ventanas de vidrio empañadas. Se sentía más como un museo que una escuela, y no por primera vez en mi vida caminé bajo los sagrados pasillos de educación, totalmente rompiendo las reglas. —¿Así que, qué piensas Cam? ¿Eres una chica Cambridge? ¿O te imaginas a ti misma más como una Oxoniana? —¿Oxoniana?
—repetí.
—Es una palabra. Ahora, responde la pregunta—. Bex se encogió de hombros y se inclinó contra una puerta que era diferente a las otras que habíamos pasado — no de madera pesada, sino de metal. Cámaras de seguridad estaban en ella, y le tomó a Bex un segundo para arreglárselas para hacer su camino hacia adentro. —Cambridge es lindo. Aunque, podría usar mejores cerraduras —, dije. — Así que, no Cambridge—. Bex asintió. —¿Qué hay de Yale? O siempre puedes unírteme en MI6. Nosotras dos juntas, fuera en el mundo real. —Bex—,
dije,
rodando
mis
ojos.
—No
tenemos
tiempo
para
esto.
—¿Qué? —preguntó Bex. Puso sus manos en sus caderas y me miró con los ojos entornados. —Son las vacaciones de invierno. —Lo
sé.
—Y
somos
de
último
—Lo
sé—,
dije
de
—Así —¿Acerca
que
no
estás… de
año. nuevo. ¿curiosa? qué?
— Acerca de la vida. Allá afuera. ¡Vida! — dijo de nuevo. —Dime, Cameron Ann Morgan, ¿Qué quieres ser cuando crezcas? Alcanzamos otra puerta, y me detuve, miré a la cámara que monitoreaba la entrada y susurré. —Viva. Treinta segundos después estábamos paradas en el pasillo de la entrada de la más larga biblioteca que había visto. Viejas mesas de roble llenaban el centro del cuarto. Libreras de treinta pies de alto se estrechaban por todas las paredes. Primeras ediciones de Thackeray y Foster estaban acomodadas bajo vidrio protector, y Bex y yo caminamos solas a través del cuarto vacío como un par de extremas ladronas literarias. Alcanzamos las escaleras y comenzamos a través de un laberinto de estantes y pequeños huecos, perfectos para estudiar. —Debimos haber traído a Liz—, dije, pensando en cuan nuestra más pequeña, más inteligente, y… bueno… compañera de cuarto más nerd hubiera amado esto; pero cuando Bex vino a una abrupta parada, recordé por qué Liz no tenía permitido estar en este particular tipo de campo de viaje. Miré alrededor del hombro de Bex a tiempo para ver una sombra moverse por el piso. Las luces estaban apagadas y el corredor estaba quieto, aun así una figura cortó a través de la luz que entraba a través de las ventanas de vidrio empañadas, como un títere en un show que se suponía que sólo nosotras viéramos. Escuché una puerta abrirse y cerrarse, y lentamente Bex y yo nos deslizamos al suelo y nos acolchamos suavemente bajo un estrecho pasillo dende una puerta permanecía ligeramente entreabierta. Nos detuvimos por un momento, y Bex articuló las palabras ¿Estás segura? Pero no respondí. Había llegado demasiado lejos —Quería esto demasiado. Así que no dudé. Sólo empujé la puerta y caminé entre el cuarto, mi pulso rápido y mis manos firmes, listas para lo que sea que pudiera encontrar.
—¡Alto! —gritó el hombre. —¿Quiénes son ustedes? ¿Qué están haciendo aquí? Llamaré a seguridad. Habló rápido, apenas respirando entre las demandas, ciertamente sin darnos suficiente tiempo para responder. —Levanten las manos. ¡Arriba! Levántenlas—, gritó, incluso aunque no tenía un arma. Su cabello era largo y gris. Usaba un sucio, arrugado traje y se veía como si no se hubiese bañado en días. —¿Sr. Knight? —preguntó Bex. Se acercó. —¿Señor Walter Knight? —Esta es un área restringida—, gritó de nuevo. —El campus está cerrado. No se supone que estén aquí. —No se supone que sea un montón de cosas—, dije. —Mi nombre es Cammie Morgan—. Tan pronto como dije las palabras, una sombra cruzó su rostro. Era como si estuviera mirando a un fantasma. A
mí.
Me No
estaba se
suponía
mirando que
estuviera
a viva.
Pero
mí. lo
estaba.
—No tiene ningún guardia, veo—, dijo Bex, mirando alrededor del cuarto. Era una oficina, no muy grande –sólo lo suficiente para un viejo escritorio, una silla, un pequeño sofá de cuero que descansaba bajo la única ventana. Había una almohada arrugada y una sábana, y el basurero se rebalsaba con contenedores y periódicos pasados de fecha. —Supongo que eso tiene sentido—, agregó Bex. —No está seguro en quién puede confiar, ¿cierto? —Conozco el sentimiento—, dije. Cuando noté que se estaba sacudiendo, añadí, —No se preocupe. No tiene que tenernos miedo. —Oh, no sé de eso—. Bex se echó a reír. —Podría estar un poco temeroso. Bex se acercó, y Walter Knight retrocedió hasta que se quedó presionado contra su escritorio y no se pudo mover más. Cuando Bex habló de nuevo, su voz era tan baja que era casi un susurro —Elias Crane el sexto está muerto, Señor Walter. Usted probablemente escuchó acerca de su accidente de auto—. Bex hizo pequeñas comillas encima de su cabeza, enfatizando la palabra. —Oh, apuesto que lo volvió loco, preguntándose si
realmente fue un accidente. Quiero decir, es posible que sólo haya bebido demasiado cuando manejó su BMW fuera de ese acantilado. Pero cuando Charlene Dubois se perdió mientras llevaba a sus niños a la escuela… —Bex dejó que las palabras quedaran así. Hizo un sonido de chasquear la lengua. —Que no pueda llevarlo a coincidencia. Así que fue en camino —. Lanzó sus brazos fuera en el pequeño espacio. —Y vino aquí. —¡No sé de lo que están hablando! —gritó el Señor Walter, pero Bex sólo sacudió su cabeza. —Sí, la tiene. ¿Por qué más dormiría en el sillón en una oficina que se supone que está abandonada, en lugar de en un cómodo Londres? ¿O su villa Francesa? ¿O incluso su chalet sueco? Tengo que decir, esta era una decisión mucho más inteligente. Ocupar un lugar sin derecho en una biblioteca. Ingenioso. Apuesto que un montón de gente ni siquiera sabe que Cambridge lo ve como una pluma en su gorra por un primer ministro británico el tener una oficina aquí. Es lindo. Nos tomó poco para atraparlo. Pero sí que lo atrapamos, por supuesto. Y no seremos las últimas. —La primera regla de correr, Señor Walter —, le dije. —Nunca ir a algún lugar familiar. Él estaba sacudiendo su cabeza y diciendo, —No. No. Tienen al hombre incorrecto. —No, no lo hacemos—, le dije. —Usted es Walter Knight, hijo de Avery Knight, tátara tátara tátara nieto de Thomas Avery McKnight. Dígame, ¿su tátara abuelo cambió el nombre de la familia porque lo había más fácil que un chico Irlandés alcanzara el poder en el gobierno Británico al cambio del siglo? ¿O fue por el Círculo? —¿Cuál
es
tu
punto?
—Una vez vi el nombre de su tátara tátara tátara abuelo en una lista —. Puse mi mano en mi bolsillo y sentí la pieza de papel que mantenía allí, mientras la imagen destellaba en mi mente. Esa lista había estado enterrada por años en mi subconsciente, pero una vez la había recordado, no había sido capaz de olvidarla. Los nombres escritos allí iban a perseguirme hasta que los descendientes de cada uno de esos hombres fueran atrapados y contados. —Era una lista de hombres muy furiosos –muy poderosos-. Ahora sus descendientes son gente muy poderosa. Y, como usted sabe, Señor Walter, alguien lo quiere muerto. —¡Fuera de aquí! —chasqueó, y apuntó hacia la puerta. —Fuera de aquí ahora. Antes de que— —¿Antes
de
qué?
—Bex
lo
agarró
por
el
cuello.
—No estará seguro aquí—, dije, y vi las palabras aterrizar, la realización barriéndolo de sus pies. Caminó a la ventana y se hundió en el cojín, poniendo a un lado la almohada y la sábana. —¿Sabe la CIA que están aquí? —preguntó el Señor Walter. —No me digan que están enviando pequeñas chicas a hacer sus trabajos sucios estos días. Seguro, debí haberme sentido insultada. Después de todo, este hombre y los matones que trabajaban para él habían tratado de matarme por meses. Y fracasaron. Si alguien sabía no subestimar a una Chica Gallagher, debería haber sido este chico. Pero en mi opinión profesional, los chicos casi siempre subestimaban a las chicas. Y honestamente, nosotras las Chicas Gallagher no lo tendríamos de otra manera. Su mirada cambió rápidamente de Bex a mí. Miraba entre nosotras como si esperase que una de nosotras se teletrasportara de aquí y regresara con refuerzos. —Su formadora… socia… Catherine Goode. Ella mató a Crane. Sabe eso, ¿cierto? —pregunté, pero no dijo nada. —Y Charlene Dubois no sólo fue por un viaje y olvidó regresar a casa. —Charlene…
¿está
muerta?
—Quizá. Probablemente. Pero usted conoce a Catherine mejor que nosotras, así que dígame -¿por qué cree que está escogiendo los líderes del Círculo de Cavan? —Está loca—, dijo el hombre con una mueca, y supe por experiencia que estaba en lo correcto. —Nos odia. Quiere controlar cosas, y lo que no puede controlar lo destruye. Pensé en el hijo de Catherine Goode. No había sido capaz de controlarlo. ¿Eso significaba que era capaz de algún día destruirlo también? —Vienen por usted, Señor Walter —. Sacudí mi cabeza. —Y no serán tan buenos como nosotras lo somos. —No
estoy
en
Bex
sacudió
—¡No
lo
estoy!
—No
son
los
el su
Círculo cabeza
—Esta Boy
de
vez,
Scouts—,
Cavan
lentamente. gritó. le
—Ya dije.
—,
escupió
el
—Respuesta no —No
soy
parte
le
dejan
hombre. incorrecta. de
eso.
alejarse.
—Terminé. Y… y… esto es tu culpa—. Apuntó a mi dirección. —Deberías haber
tenido
la
decencia
de
morir
cuando
lo
necesitábamos.
—Lo siento—, admití. —He estado pasando a través de un pequeño espacio de rebelión. Juro que casi se acaba. —¿Así
que
están
aquí
para
secuestrarme?
—preguntó.
—Dice secuestrar. Nosotras decimos mantenerlo en una facilidad segura para voltearlo sobre las propias autoridades—, respondió Bex con una sonrisa. —Pero a cada quien lo suyo. —Si lo encontramos, Señor Walter, entonces sólo es cuestión de tiempo antes de que Catherine lo haga también—, le dije. — Ahora, vamos. Déjenos mantenerlo seguro. Estiré
la
mano
para
su
brazo,
pero
él
se
alejó.
—Ningún lugar es seguro. No entienden. Mírense ustedes. ¿Cómo podrían entender? Son niñas. Si supieran lo que los otros quieren hacer… lo que el Círculo Interno está planeando… nunca quise esto. —¿Por
qué?
—preguntó
Bex.
—¿Qué
están
planeando?
Knight sacudió su cabeza. Sus labios realmente temblaron cuando nos dijo. —Mp quieren saberlo. Parecía temeroso cuando nos vio al principio, cuando habló acerca de Catherine y la gente que había matado. Pero en ese momento, su miedo cambió a terror. Se meció para atrás y adelante, diciendo, —No pueden detenerlo. Nadie puede detenerlo. Es— —¿De qué está hablando? —gritó Bex, agarrándolo por los hombros, manteniéndolo quieto. —Díganos de qué está hablando, y lo detendremos –lo que sea que es. —Ustedes
tontas—.
Se
echó
a
reír.
—Ya
ha
comenzado.
Bex me miró. Habíamos venido aquí con una simple misión: para encontrar al descendiente de Thomas McKnight y ponerlo en custodia. No habíamos estado contando con esto. Si los líderes del Círculo— El Círculo Interno, como Knight los había llamado— estaban planeando algo, eso muy bien podría cambiarlo todo. Había una nueva urgencia en su voz cuando Bex dijo, —Mire, estamos preguntando amablemente. Cuando Catherine venga –no preguntará del todo. Así que venga con nosotros ahora. Por favor. El
hombre
sonrió,
—¿O
qué?
La ironía es una cosa divertida. Quizá el cuarto estaba con micrófonos ocultos y alguien escuchaba el ladeado y condescendiente tono de su voz. O quizá era sólo el destino que hacía que el francotirador disparara en ese momento. Pero supongo que nunca lo sabremos. De repente, el vidrio se hizo añicos, bañando el cuarto con brillantes restos cayendo. Bex y yo nadamos tras el escritorio mientras el rifle disparaba de nuevo. Escuché el sonido de la bala, vi la oscura mancha que se dibujó en el pecho del Señor Walter, y lo vi caer fuerte de rodillas. Aunque,
aun
estaba
derecho,
cuando
gateé
hacia
él.
—¡Señor Walter! —grité. Él era una de las personas que me habían enviado a mi camino un hombre heridor, me desearon y la lista dentro de mi cabeza fuera de existencia. Pero no sentía nada de paz. Fantasmas o lo que sea que me hayan seguido a ese cuarto, no estarían satisfechos con verlo morir. —¡Señor Walter! —grité de nuevo. Una gota de sangre corrió desde sus labios. Mientras la vida se drenaba de él, se vino abajo hacia el piso, para nunca desafiarnos –o a alguien – de nuevo. —¡Cam! —escuché a Bex decir mi nombre. Tenía un agarre de muerte en mi brazo y estaba llevándome a mis pies. Pero no me podía mover. Estaba congelada, mirando a través de la ventana hecha añicos a la mujer que estaba parada justo en el edificio al otro lado del camino, levantando un lanzador de granada y apuntándolo en nuestra dirección. —Catherine—,
dije.
Y entonces la madre de mi novio dio una mirada a nuestra ventana de nuevo. Y disparó. El Sangre
vidrio
crujió corrió
bajo entre
mis mis
pies. ojos.
La granada debió tener adoptada una línea de gas, porque humo subió en todo mi alrededor y pude sentir el golpe de la explosión en mi espalda. Pero la mano de Bex aún estaba en la mía, y ambas estábamos bajas, crujiendo contra el aire negro, corriendo por el pasillo, lejos del cuerpo y de las llamas. Cuando alcanzamos el final del pasillo, miré fuera de la ventana y vi a la madre de Zach correr por todo el camino. Debió haberme sentido allí, porque paró y se volteó, levantó su mano y la movió, casi como si hubiera estado esperándome, esperado verme.
Y luego estaba corriendo de nuevo, y supe que tenía qué encontrarla, hacerla pagar –que tanto quemo estuviera allá afuera, una parte de mí nunca, jamás sanaría. —¡Cam!
—Bex
gritó
cuando
las
sirenas
comenzaron
a
sonar.
Las clases podrían no haber estado en sesión, pero aun era uno de los más prestigiosos lugares en Inglaterra. Había detectores de humo y detectores de vidrios quebrados, y alguien iba a venir a buscar a quien sea que había hecho esta cosa, y necesitábamos estar muy lejos cuando lo hicieran. —Cam, —¡Ella
¡vamos! está
aquí!
—grité,
tratando
de
liberarme.
Bex se sostuvo tensamente a mi mano –no me dejó ir. —Se ha ido.
Capítulo 3 Traducido por ElyGreen He estado en la casa de Bex antes. Es mi mejor amiga, después de todo. Pero cuando tu mejor amiga es la hija de dos súper espías, entonces eso significa mucho que tu mejor amiga se mude. Mucho. Así que caminando dentro del piso de los Baxter, no pude evitarlo. Miré alrededor. Nuevos cuartos. Nuevas paredes. Mismo sentimiento. Incluso aunque cada espía que conocía (los cuales, eran un montón) había pasado las últimas semanas diciéndome que estaba segura –que tan pronto como recordara los nombres en la lista, no había razón para que el Círculo tratara de silenciarme- aun era algo tipo raro caminar dentro del piso de los Baxters y no tener a nadie para aclarar las habitaciones y tirar de las cortinas sobre las ventanas. En lugar de ello, la mamá de Bex me abrazó. Su padre besó mi mejilla. Le preguntaron a mi madre acerca de Sir Walter Knight y nos dijeron que todo el mundo estaba en la MI6 estaba hablando acerca de la explosión en una de las universidades más famosas en el mundo. Pero nadie estaba preocupado por mí. O… bueno… nadie estaba preocupado hasta que pregunté, —¿Así que, qué hacemos después?
— Ahora chicas—, comenzó el Señor Baxter. —Pensé que sabían que hoy era una excepción. —Knight está muerto—, dijo Bex. —Crane esta muerto. Dubois no aparece. Junto con sus dos niños—, agregó Bex señaladoramente. — Así que creo que Cam tiene un buen punto: ¿Qué hacemos después? —Regresamos a la escuela—, dijo mi mamá, tomando el control. —Regresamos y se lo dejamos a— —¿A —¡Rebecca!
quién?
—preguntó
—irrumpió
su
Bex. madre.
—Perdón—. Bex se encogió de hombros. — A quién—, se corrigió a sí misma, incluso aunque yo grandemente pensaba que ese no era el punto de su madre. —No escuchaste a Knight—. Sacudí mi cabeza. —No sólo estaba asustado. Y no era sólo Catherine. Lo que sea que el Círculo Interno esté planeando, es tan grande y terrible que incluso él estaba aterrorizado de ello. Y esto viene de un hombre que ha sido miembro del Círculo la mayor parte de su vida. Fue entonces cuando saqué el pedazo de papel arrugado de mi bolsillo. Era la escritura de Liz. Diminutas piezas de papel colgaban de la parte izquierda de la hoja de donde la había arrancado de un cuaderno de espiral sólo unas pocas semanas antes. Lo había doblado en cuartos y lo puse en mi bolsillo, y se había quedado allí desde entonces, nunca dejándome, siempre a mi alcance. El papel se había suavizado y gastado, e incluso aunque sabía cada palabra de corazón, lo guardé. Parte de mí pensaba que podría guardarlo para siempre. Parte de mí no podía esperar para verlo quemarse. — Aquí—, dije, golpeando el papel en la mesa donde los adultos podían verlo. — Siete nombre. Siete—, prácticamente grité. A pesar de todo, aún me sentía como si tenía que hacerlos entender. Bajé la mirada a la cursiva femenina de Liz, a los nombres que había llevado en mi subconsciente por años. Elias Charles Thomas Philip William Gideon Samuel
P.
Crane Dubois McKnight Delauhunt Smith Maxwell Winters
—Esos hombres formaron el Círculo con Cavan en 1863 —, les dije. —Lo sabemos—, dijo mi madre, pero continué como si no hubieran hablado. —Esos hombres lo sobrevivieron. Y sus niños tomaron los negocios de la familia. Y luego sus nietos. Y así. Y así. Y ahora… Ahora Elias Crane sexto está muerto—. Tomé un marcador y dibujé una línea a través del nombre Elias Crane al principio de la lista. —La tátara tátara tátara tátara tátara nieta de Dubois probablemente está muerta—, agregó Bex, y dibujé otra línea. —Y ahora el heredero de McKnight se ha ido también —. Terminé con una línea más. —Hemos encontrado tres herederos, chicas—, nos dijo el Sr. Baxter. —Tres es un buen comienzo. Sabía lo que el Sr. Baxter estaba diciendo. Los hombres y mujeres que representaban esa lista no eran buenas personas. Vendían armas a extremistas y asesinaban a líderes mundiales –terror con fines de lucro lo llamaba siempre el Agente Townsend. Y los odiaba. Los odiaba más que casi todos en la tierra. Pensé en la mujer en la azotea. Me había secuestrado –torturado- para conseguir esos nombres, y ahora los estaba matando uno por uno, eliminando la competencia en la más hostil toma de control posible. Y yo sabía que si Catherine quisiera a los líderes del Círculo muertos, entonces tal vez necesitábamos al menos sacar vivo a uno de ellos. —Tres de ellos están muertos—, dije, dando un profundo y lento respiro. —Pero aun tenemos cuatro nombres más. Ahora tenemos que encontrar a los descendientes de esos hombres. Tenemos que encontrarlos y detenerlos antes de que puedan hacer lo que sea que estén planeando después. Porque, según a Knight, hay algo malo y es algo grande. —Eso no es para que se preocupen, chicas—, dijo la Sra. Baxter, y Bex lanzó sus manos al aire. —¿Entonces quién se va a preocupar por ello? ¿La MI6? ¿La CIA? Todos miramos a mi madre, quien puso sus manos en su cintura. —Saben que eso no es posible. —¡Exactamente! —dijo Bex, como si mi madre sólo había probado su punto. —El Círculo tiene lunares en cada nivel de la CIA. El MI6 también. E Interpool. ¿Quién sabe dónde más? Y eso es por qué nos necesitan —, terminó Bex, pero su padre ya estaba sacudiendo su cabeza.
—Esto era un contrato por un tiempo, chicas—, nos dice el Sr. Baxter. —Sir Walter Knight era un político. Un intelectual. Un… nerd. No tenía una amenaza física, y por esa razón y sólo esa razón fueron permitidas de venir hoy. Ese no será el caso para los otros. —Pero no pueden hacer esto ustedes solos—, protestó Bex. —Es demasiado trabajo. Nos necesitan. La mamá de Bex dobló sus brazos frente a ella. —No. Realmente, no. Pensé en la puerta cerrada de la oficina de mi madre, el desfile de agentes y activos que habían estado dentro y fuera de la escuela en las semanas antes de Navidad. La tarea de derribar el Círculo era una misión tan secreta que sólo mi madre y mis maestros y sus amigos más confiables fueron invitados a la fiesta. Bex y yo deberíamos haber sabido que no nos permitirían quedarnos. —¿Dónde está el Sr. Solomon? —pregunté. —¿Qué hay de Zach? Han estado siguiendo a su madre, ¿no? ¿Sabían que Catherine estuvo aquí hoy? ¿Han hablado con ellos? ¿Están bien? —Cammie—, dijo mamá. —Joe Salomon es la última persona en el mundo por quien deberías preocuparte. Y Zach está con él. —¿Qué hay del Agente Townsend? Alguien tiene que ponerlo en el bucle. Y la Tía Abby. Ella y Townsend están juntos, ¿cierto? —miré a los padres de Bex. —Han— —¡Cammie! —dijo mi mamá, esta vez más alto, cortándome. —Es suficiente. Ustedes dos ya están más profundo de lo que deberían. Y allí es a donde llegarán. Por su propio bien. La Sra. Baxter caminó suavemente a través del cuarto y puso su mano en la espalda de su hija. —Bex, ¿por qué tú y Cam no van por una caminata? Diviértanse algo. Ambas nos volteamos y miramos fuera de la ventana a la gente en la calle. No estaba segura de qué era más extraño –que tres padres le estaban pidiendo a sus hijas adolescentes que salieran de la casa en la Víspera de Año Nuevo, o que Bex y yo no queríamos para nada ir. —Hacen un gran show de luces en el Thames—, dijo el Sr. Baxter. —Pueden verlo mejor desde el parque. Pero Bex y yo habíamos sido testigos de la parte justa de explosiones de este día. No necesitábamos ver más. —Sabemos
dónde
podemos
encontrar
otro
heredero—,
dije.
—No ahora, Cammie—. La voz de mi madre era una advertencia. —Sabemos que el tátara tátara tátara tátara nieto de Samuel Winters comparte su nombre y es el embajador de Estados Unidos en Italia. Probablemente está en la embajada de Roma justo ahora—, continué. —Y Preston está con él. —Chicas, no iremos con esto de nuevo. El embajador es un objetivo difícil. Estará seguro en la embajada. Y eso significa que Preston estará seguro. —Los niños de Charlene Dubois no estaban seguros —, dije, y pensé en la primera vez que conocí a Preston Winters. Había tenido una sonrisa fácil que le había hecho parecer un poco demasiado ansioso. Sus brazos estaban demasiado grandes rápidamente para el resto de su cuerpo para ponerse al día. Él era mi amigo. Y ahora había gente en el mundo que quería matar a su padre –quizá incluso al mismo Preston. La gente no escoge a su familia. O a sus empresas familiares. Bex y yo sabíamos eso mejor que nadie. Y no podía evitarlo sino sentirme agradecida de que al menos mis empresas familiares estaban trabajando para los chicos buenos. Preston no tuvo tanta suerte. —¿Están Zach y el Sr. Solomon en Roma? —preguntó Bex esta vez, tomando la delantera. —Porque alguien necesita estar en Roma. Alguien necesita llegar a Preston. —Si conociera a Joe Solomon—, dijo el Sr. Baxter, sonando sabio y prudente. — entonces sé que está donde sea que necesite estar. Donde sea, como sea, no estoy seguro. —Pero—comencé. —Pero nada—, dijo mi mamá. —Estoy segura que Preston está bien, chicas. —¡Ella está allí fuera! —Espeté. Mi voz se quebró y me odié por ello, pero continué hablando. —Catherine está allí fuera, y está cazando a la misma gente que nosotros, y— —¡Y ese es el por qué regresarán a la escuela! —No sé si mi mamá incluso se dio cuenta que estaba gritando, pero las palabras estaban fuera haciendo eco en el pequeño cuarto. —Van a regresar a la escuela, y van a tener un semestre donde nadie esté disparándoles ni persiguiéndolas ni… Vamos a tener un semestre donde no pase cada momento preguntándome si mi hija va a vivir o no para ver su graduación. —Somos de último año—, dije. —Cumplo dieciocho el próximo mes. —Entonces actúa como tal—, me dijo mamá. Las palabras me golpearon como una bofetada. Tanto como nuestros padres estaban ocupados, eso era todo. No
había ningún argumento que Bex y yo pudiéramos hacer. Fuimos golpeadas. —Vayan a ver los juegos artificiales, chicas—. La mamá de Bex puso su mano en mis hombros. —Sean jóvenes. Diviértanse. Disfruten la noche. Reporte de Operaciones Encubiertas Las Operativas Baxter y Morgan fueron temporalmente exiliados desde la casa segura de Londres a las 2300 horas y se les dijo que se divirtieran. Las Operativas, sin embargo, actualmente se encuentran familiarizadas con el protocolo de “tener diversión”, así que en lugar de ello decidier on preocuparse acerca de sus objetivos de misión. La gente en la calle usaba sombreros divertidos y cantaban canciones que no conocía mientras caminaban hacia Trafalgar Square, Picadily Circus, fiestas y bares. Pero ni Bex ni yo sonreímos. Cubrió su brazo con el mío, y, mientras caminábamos, estaba segura que probablemente ella se veía elegante, fresca y europea. Yo
me
sentía
lenta,
torpe
y
americana.
— Así que—, dijo Bex. —¿cómo disfrutaste tu primera experiencia universitaria? —Honestamente—, dije. —no parece tan diferente a mis experiencias en la secundaria. Bex suspiró. —Sé a lo que te refieres. Si alguna vez llego al punto en la vida donde no hay más francotiradores, podría volverme loca. U hornear. O tomar hasta hornearme. —Liz —Sí,
aceptó pero
estaría
hornearse—, mejor
en
ello.
le Totalmente
recordé. rockearía.
Pero algo me dijo que sería mejor preferir los francotiradores. Las multitudes estaban abundando. Pasamos por mujeres de mediana edad con boas de plumas, los universitarios con sus cuellos volteados. Me sentí desaparecer, en aquella calle llena de gente. Y, sin embargo, también me sentí como la chica más visible en el mundo. —Está —¿Qué?
bien,
Cam—,
dijo
Bex. —pregunté.
—Esta es la cuarta vez que revisas nuestra cola en los últimos nueve segundos.
—Tú
lo
estás
haciendo
también—,
le
dije.
—Por supuesto que lo estoy haciendo. Porque fui entrenada de esa forma. No porque tenga miedo. —No
tengo
miedo.
—Después del año que has tenido, o tienes miedo o estás loca —, dijo Bex, y pensé acerca del Dr. Steve. –preguntándome exactamente la cantidad de juegos que había jugado con mi cabeza- justo cuando mi mejor amiga agregó, —Y no estás loca. Bex me dio una sonrisa que era exactamente igual a la de su madre. Sus palabras habían sonado justo como las de su padre. Nunca había conocido a nadie que era en partes iguales a su mamá y a su papá. Pero tal vez estaba equivocada. Quizá yo también era cincuenta porciento como mi padre. Pero mi padre se había ido. Muerto. Y ahora nunca lo sabría. —Dime
de
nuevo—,
dije.
—Los líderes del Círculo –o el Círculo Interno—, agregó Bex con un guiño, —te quería muerta para que no pudieras decirle a la madre psicótica de tu novio… y mi madre… y tu madre… quién fundó el Círculo al principio. Sin esa lista, nadie sabría nunca quién es el Círculo Interno. Pero recuerdas, mi brillante amiga. Recuerdas quién estaba en esa lista, y ahora todos nosotros sabemos quién estaba en esa lista, así que el Círculo Interno ya no te necesita muerta. —Bien—,
dije
con
un
asentimiento.
—Quiero decir, probablemente te matarían todavía, ¿sabes? Por despecho. Pero tu cabeza ya no tiene precio, Cam. Estas segura ahora. Asentí con mi cabeza, pensando en el otro miedo que no podía sacudir. — ¿Preston está seguro? —Mis padres lo creen. Y mis padres tienen un hábito muy molesto de estar en lo correcto—, dijo Bex, pero yo sólo estudié a mi mejor amiga y quizá la mejor espía naturalmente dotada que he conocido. —¿Qué
piensas?
—Creo que Preston está probablemente seguro por ahora. Pero no lo estará por siempre. —Sí. Y sólo me mantengo pensando… —dejé que las palabras se apagaran.
—¿Acerca de Knight? —supuso Bex. Tomó un profundo respiro. —Yo también. ¿Una conjetura fantasiosa de lo que hablaba? Si la dirección del Círculo está planeando algo tan grande y terrible que incluso tíos como Knight están asustados… entonces estoy aterrorizada. Bex es la persona más valiente que conozco. No estoy exagerando cuando digo eso. Es la honesta verdad. Y conozco un montón de gente realmente valiente. Pero en ese mismo momento Bex se estremeció un poco –un cuerpo completo sacudiéndose, como si su columna estuviera hormigueando. Como si alguien acabara de caminar sobre su tumba. —Supongo
que
lo
descubriremos
—Sí—,
eventualmente—
dijo
le
dije. Bex.
Ninguna de nosotras dijimos lo que estábamos pensando: que descubrir era la parte que nos asustaba. Luego se volteó a encararme. —Pero vamos a ganar esta cosa, Cam. Vamos a encontrar a los otros descendientes de la gente en esa lista. Y vamos a encontrar y detener a la mamá de Zach. Lo haremos, y… —Pero mi mejor amiga se apagó. —Una cosa más. —¿Qué? —Feliz
Año
Nuevo.
Justo en ese momento comenzaron a tocar los claxon. Luces parpadearon. Hubo una explosión, y tonos púrpura rayaron el cielo, brillando arriba de la ciudad de Londres. Había pasado un año desde que había visto a Zach allí, desde que el Sr. Solomon había estado prófugo y mi mundo había estado de cabeza. Alcé la mirada a los fuegos artificiales que llenaban el cielo. Era exactamente el tipo de momento en que Zach amaba presentarse, decir algo críptico, y besarme. Casi esperaba que apareciera entre la multitud, arrastrándose fuera del río en un traje mojado, fuera de un helicóptero negro. Pero
ningún
beso
vino.
—Feliz Año Nuevo, Bex—, dije a mi mejor amiga, luego me volteé y revisé mis espaldas, sabiendo que no habría tal cosa como un nuevo comienzo, totalmente insegura si o no este año nuevo sería exactamente como el pasado.
Capitulo 4 Traducido por kensha
PROS Y CONTRAS DE VOLVER A LA ACADEMIA GALLAGHER DESPUES DE CASI UN MES COMPLETO LEJOS:
PROS: Servicio de Lavandería. Seguro, la Abuela Morgan es una experta planchadora, pero la Academia Gallagher tiene este detergente con aroma a lavanda que es tal vez la cosa con el más increíble olor. CONTRA: No hay nada como estar en la escuela para recordarte que tienes mucho trabajo que hacer. (Y me refiero A MUCHO.) PROS: Durante las vacaciones, el departamento de mantenimiento finalmente llego a instalar las nuevas colchonetas de judo. CONTRA: Bex, por supuesto, tuvo que desafiar a todos a una ronda de judo. PRO: Dos palabras: Acceso. Subnivel. CONTRA: No importa cuántas horas estuviéramos tratando, nunca pudimos resolver exactamente lo que el Círculo estaba tramando. *** Sé que no debo admitirlo, pero realmente no esperaba buscar al resto de los estudiantes al regresar a la escuela. Bex y yo habíamos estado solas con mi mamá y los otros maestros durante tres días para ese entonces, y había algo bueno en ello. Ninguna línea en el gran salón, sin multitudes en las escaleras. Podría usar toda el agua caliente que quería en la ducha. Pero sobre todo, totalmente no esperaba— —¿Que sucedió? Seguro me llaman el Camaleón, peor cuando se trata de perderse entre la multitud de la Academia Gallagher, Liz es realmente bastante natural. Después de todo, esa tarde el vestíbulo estaba lleno de chicas y maestros, pilas de mochilas y maletas que recubrían los pasillos, y aunque somos senior y todo, Liz se perdió en la multitud de estudiantes de primer y segundo año. Pero cuando me agarró por el brazo y me jaló a un rincón tranquilo, no podía dejar de recordar que el inicio de un nuevo semestre significaba —un montón de preguntas. Y las más difíciles no iban a estar viniendo de nuestros maestros.
—Así que… que paso durante las vacaciones? ¿Dónde has ido? ¿A quién viste? ¿Qué opinan los Baxters de Preston, y… oh… ¡sólo dime l o que sucedió! Técnicamente, las respuestas eran clasificadas. Nosotras estábamos en un pórtico sin seguridad rodeadas con demasiados ojos y oídos altamente entrenados. Podría haber dado cualquiera de esas excusas, pero no tuve que hacerlo, porque justo entonces Bex entró en el pórtico y dijo —Ella está aquí. Ahora, para ser técnica en ello, había un montón de chicas ahora, pero sabía exactamente lo que Bex quería decir. Lo que no sabía era porque nos llevaba por la escalera principal y atravesábamos el vestíbulo que sirvió como la oficial puerta de entrada de nuestra escuela. En el frente, limosinas y coches de la ciudad al menos una docena estaban haciendo fila para dejar a nuestros compañeros, pero Bex echó a correr por completo, lanzándose alrededor de la esquina del edificio. —Bex —gritó Liz—, Liz—, más despacio. Donde estamos… Pero entonces Liz no pudó terminar. También estaba paralizada por la visión de las turbulencias de las palas del helicóptero que se acercaba lentamente a detenerse en el jardín trasero de la escuela. —Deberías reconocerlo Macey —dijo Bex— Bex—. Todavía sabe cómo hacer una entrada. Estábamos acostumbradas a su pompa y solemnidad, pero incluso para Macey McHenry, el arribo en un helicóptero parecía un poco exagerado. Pero luego me di cuenta de que Macey no estaba sola. Mi mamá estaba caminando alrededor de la esquina de la mansión, saludando a un hombre en un abrigo y bufanda que ofrecía una mano para ayudar a Macey a descender del helicóptero. —Senador —dijo mi mama, gritando por encima del ruido de los motores — . Que agradable sorpresa. Parecía como si lo había estado esperando, pero considerando el hecho de que la escuela no estaba en un completo bloqueo automático, mi mamá debe haber obtenido de buena fuente que él no iba a dentro. —Hola, Sra. Morgan —dijo el Senador McHenry, tomando la mano de mi madre. Luego pareció notar a Bex, Liz y a mí. —Chicas —añadió.
Macey estaba en silencio junto a su padre. Se veía más delgada de lo que recordaba. Sus usualmente brillantes ojos azules estaban opacos. Preocupados. —Hola, Senador. Es tan bueno verlo otra vez —dijo Bex en su mejor acento Americano, remontándose al papel que había asumido tan bien la primera vez que Macey había puesto un pie en nuestro campus— campus —. ¿A que debemos el placer? —Oh, solo dejar a Macey —dijo— dijo—. Lo siento por la intromisión, pero con todo lo que ha ocur rido rido en las últimas semanas… parece que ser una figura pública se ha convertido en un trabajo un poco peligroso. Quiero decir, se enteró de esa mujer en la Unión Europea? Budois, creo era su nombre. —Lo hice —dijo mamá. —Y entonces Sir Walter Knight —continuó el senador —. No puedo creerlo. Si un hombre no está seguro en Cambridge… —El — El senador sacudió su cabeza y luego miró a los ojos de mi madre. —Lo conocí durante la campaña, veras. El y el embajador estaban cerca. Knight era un asesor importante. —Oh. No sabía de eso —dijo Mamá, aunque era muy consiente de todo. En efecto, sabia más sobre lo que estaba pasando que incluso el senador de Virginia, pero eso era parte del trabajo, algunas veces. Sacudiendo su cabeza. Diciendo las cosas correctas en vez de la verdad. —Quería asegurarme de que Macey llegó sana y salva —. Apretó los hombros de su hija, y Macey no se apartó. En efecto, no hizo nada. Me pregunte si quizás eso era lo que veía el semestre pasado, descendiendo del helicóptero, entumecida y demasiado delgada. Pero precisamente por qué Macey lucia de esa manera no estaba muy segura. — Ahora, Macey, ten un buen semestre— semestre—. Le acarició torpemente en el brazo. —Sí, Papá. —Estudia duro duro y… disfruta. —Sí, Papá. —Y… adiós. Esperé que le diera un abrazo, un beso en la mejilla, Pero el papá de Mecey simplemente se agachó y caminó hacia el helicóptero. Una vez dentro, nos
dijo adiós con la mano aprendido de un manual político, y entonces despegó, desapareciendo en el cielo sobre Virginia. Tres meses antes, cuando había h abía encontrado la tumba de mi padre, traté de recuperarlo a través de la tierra congelada con solo mis manos —había estado dispuesta a hacer cualquier cosa solo para estar cerca de él. Mientras el frio aire giraba alrededor nuestro, pensé de nuevo en la forma en que me había sentido entonces, y mire a Macey, que ni siquiera había visto como su propio padre tomó vuelo. — Así que, Macey —comenzó Liz lentam l entamente ente—, —, Como fue tu… —¿Donde esta? —preguntó Macey, cortando a Liz y dando vueltas, mirando a mi madre. —¿Quién? —preguntó mamá, pero yo ya sabía la respuesta. —Preston. Esta aquí, verdad? —Había una esperanza en Macey, pero tanta desesperación mientras preguntaba— preguntaba —, No lo conseguiste, verdad? —Macey —dijo mi madre, alcanzándola—, alcanzándola —, tienes que entender… —No —chasqueó Macey— Macey—. No tengo que hacer nada. El helicóptero de su padre se parecía a una avispa en el horizonte. —La embajada de EE.UU. en Roma es uno de los edificios más seguros en Europa. El padre de Preston es un hombre poderoso. Está a salvo —dijo mama, luego repitió— repitió —, Preston está a salvo. —Escuche a Elias Crane el sexto tuvo un accidente automovilístico —dijo Macey— Macey—. Y Charlene Dubois y sus hijos desaparecieron? ¡Sus hijos! Macey tenía su punto, y lo sabía. No eran solo los dirigentes del Círculo los que salían heridos. Sus hijos se estaban quedando atrapados por el fuego cruzado. Lo que significa que Preston no esta tan seguro como cualquiera de nosotros quiera creer. —No estaba viviendo en una cueva, saben —nos dijo Macey— Macey —.Estas cosas hacen las noticias. Y todos los días esperé por la noticia de que había sido atacada la Embajada Norteamericana en Roma. —Eso no sucedió, Macey —le dije. —Pero lo hará.
Macey estaba tan segura, y lo peor era que tenía razón. —¿Cuándo vas a sacarlo? —Cuando llegue el momento, Macey. Y solo cuando sea el momento —. Mi mamá sonó como una dictadora, un operativo superior, quien había vivido gran parte de su vida sobre una base de la necesidad de saber. Y en lo que a ella se refería, absoluta y positivamente no necesitábamos saber. —Pero… comenzó Liz. No había tenia espías como padres. A diferencia de Bex y yo, todavía no conocía las señales de que la conversación había terminado. —Eso es todo, chicas. Ve a instalarte —le dijo mamá a Mecey—. Veré a todas en la Cena de Bienvenida de Regreso. Y entonces se volvió. Un viento frio sopló a través de los terrenos. Su cabello oscuro en ondas alrededor de ella, y caminó tan alta, tan recta. Y sabía que Rachel Morgan no iba a ceder, no a gente como nosotras. Macey debía saberlo, porque había fuego en sus ojos cuando dijo —Dime todo. Bex y yo compartimos una Mirada, luego Bex bajó su voz. —Sería mejor ir a dentro. Los pacillos estaban comenzando a despejarse cuando nosotras hicimos nuestro camino a través de la mansión. La música fuerte resonó de unas cuantas habitaciones. Habían duchas que funcionaban en casi todos los pisos. Sonaba como el inicio de un nuevo semestre, pero cuando llegamos a la suite que compartía con mis tres mejores amigas en el mundo, me di cuenta: este no era un semestre regular. Este era nuestro último semestre. —Muy bien. Estamos dentro. No nos escuchan los novatos aquí. Así que tres vas a decirme lo que está pasando o no? —preguntó Macey. Girando sobre nosotras y azotando la puerta—. Porque sé que Cam no recibió esos arañazos en la mejilla afeitándose. Distraídamente, me extendió la mano y había tocado mi cara, el último rastro restante de Cambridge y Knight y nuestro encuentro con la madre de mi novio. Sé que la infancia se supone te marca, pero la mía parecía ir a los extremos. —Obtuve esto en Inglaterra. Cambridge —dije, aclarando. —¿Estabas allí? —preguntó Liz—. ¿Con Knight?
—Si —admití. Algo sobre el recuerdo envió un escalofrío a través de mi columna--. Fuimos a tratar de sacarlo, traerlo de custodia, ¿sabes? Pero la mamá de Zach estaba allí, y no fuimos lo suficientemente rápidos. ¿Por qué el? Preguntó Macey. Estaba resentida incluso con nosotras —. ¿Por qué él llega a estar a salvo? Demandó. —¡No se salvó! Llegamos demasiado tarde —grité—. Estábamos allí para tomarlo bajo custodia. Y luego empezó a divagar y seguir sobre cómo había dejado el Circulo Interno porque estaban planeando algo grande, enorme, cosa terrible. Dijo que ya había empezado. —¿Qué era? —preguntó Liz, pero Bex sólo sacudió la cabeza. —Antes de que pudiera decirnos… murió. —No —dije, y me sentí fría y enojada—. Antes de que pudiera decirnos la madre de Zach lo mató. Al final del pasillo, estaba sonando música. Chicas pasando corriendo, buscando maletas perdidas y extraviadas faldas del uniforme; pero en nuestra suite, el mundo real estaba a cargo. Ya era mucho más allá de la graduación. —¿Así que ni siquiera trataste de salvar a Preston? —Los ojos azules de Macey se convirtieron en hielo. —Preston Winters no es un objetivo fácil, Macey —chasqueó Bex. No eran las palabras reconfortantes de un amigo. Era el análisis de un agente, y eso era exactamente lo que Macey necesitaba entonces—. Su padre sabe que Catherine está casando a los miembros del Circulo Interno, y sin duda toma precauciones. También es un embajador de EE.UU en un puesto importante, que significa protección de la embajada. Lo que significa barricadas contra el terrorismo y detectores de peligro biológico, limusinas a prueba de balas y marines. Reflexiona marines, Macey. Así que Preston no está por ahí por su cuenta. Vive en una fortaleza con un montón de gente cuyo trabajo es un paso este él y una bala, así que contrólate/ Preston está bien. Y si no es nuestra misión en este momento, entonces no es nuestra misión. ¿Lo entiendes? Le tomó un momento, pero eventualmente Macey asintió. Se dirigió hacia su armario y abrió las puertas, sacó una falda a cuadros, y comenzó a desvestirse. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Bex. Macey la miró como si fuera una idiota. — Cena de Bienvenida de Regreso —dijo, no sólo como si la pelea había terminado, pero como si nunca hubiera pasado.
—Entonces tu estas… —empecé despacio, eligiendo cuidadosamente mis palabras —bien? —Claro. Bien. Vamos a ir a la cena —dijo Macey, pero ninguna de nosotras se movió. —Oh, chicas —exclamó Liz después de un momento, y luego empezó a llorar. —Liz, que… —empecé, pero sus gemidos me cortaron. —¡Es nuestra última Cena de Bienvenida de Regreso! Bex trató de confortarla. (Pero Bex estaba realmente infringiendo dolor que ablandándolo.) Quería decir algo. Pero lo único que podía hacer era recordar que de todas las muchas, muchas habilidades de Liz, linda —llorando no era una de ellas. Bex me miró, un pensamiento silencioso apareció cursando entre nosotros. Iba a ser un semestre muy largo.
Capítulo 5 Traducido por Kathy92 Caminando escaleras abajo esa noche, la mayoría de los de la clase sénior a mí alrededor, no podía sacudir el sentimiento de que había pasado una eternidad desde que había venido a una Cena de Bienvenida. Luego me detuve en seco, una mano en la barandilla de las Grandes Escaleras, dándome cuenta de que no había sido una eternidad. Había sido un año. (Y hay que enfrentarlo, un año es casi como una eternidad en la vida de una chica adolescente.) —¿Qué es Cam?—pregunto Bex. El resto del grupo estaba caminando hacia las puertas como héroes conquistadores. Como mayores. Pero yo aún estaba congelada donde me pare. —Cam,—dijo Bex de nuevo,—¿Qué está mal? ¿Qué se suponía que dijera? ¿Qué Liz tenía razón, y toda la noche era un poco demasiado simbólicamente espeluznante? ¿Que Macey tenía razón, y con la
protección de la marina o no, Preston no iba a estar seguro hasta que estuviera lejos de su padre? ¿O qué Bex misma tenía razón, que nosotros éramos operativos, y solo teníamos que mantener los ojos en nuestra misión? Así que no dije nada. —No te asustes,—dijo Bex, casi como si hubiera leído mi mente. —No me estoy asustando,—dije. —Pues parece como si te estuvieras asustando. Gire la mirada hacia ella y deje mi guardia abajo. —No he hecho una de estas en un tiempo,—dije. —Lo sé. Pero no creo que ese sea el problema. —¿No lo es? —Nop.—Bex sacudió la cabeza y bajo un par de escaleras.—Creo que estas asustada por lo que sucedió en Cambridge. Creo que eso te aterro. —He pasado por cosas peores Bex,—dije, uniéndomele en las escaleras de abajo.—Mucho peores. —Oh, no el ataque.—Bex levanto un dedo en contradicción.—Lo que sucedióantes del ataque. Creo que viste el futuro. Lo es un poco tenebroso cuando, dos meses atrás, no pensabas que fueras a tener uno. —Así que…Cammie…—Tina Walters comenzó tan pronto como encontré mi asiento en la mesa de los mayores. Ninguno de los maestros estaba aún adentro, y el pasillo estaba lleno con charlas y risas, pero algo mas también. Tina se inclino más cerca, su voz no más fuerte que un susurro conspiratorio,— ¿Qué has escuchado? —¿Sobre qué Tina?—dije. Honestamente, no estaba sorprendida. Tina no era solo la autoproclamada directora de comunicaciones de la Academia Gallagher (también conocida como bocazas de la escuela). Sino que además era hija de uno de los destacados ex-alumnos de la escuela, quien sucede se presente como la más poderos columnista de chismes de D.C. Así susurros conspiratorios son del tipo de recursos de Tina. —¡Sobre esa gran embarcación petrolera que exploto en el Mar Caspio, por supuesto!—dijo ella como si los desastres naturales y geopolíticos fueran una conversación común en la Academia Gallagher. Y…bien…supongo que en parte lo eran.—¿Qué crees que sucedió en realidad?—pregunto Tina.
Había estado en las noticias por supuesto. Yo había escuchado de eso. Todos habían escuchado de eso. Pero incluso para las chicas espías, este era un tópico inusual. —Porque mis fuentes dicen que no fue un accidente, —dijo ella antes de que tuviera la oportunidad de decir una sola palabra. —Cada puerto Iraní en el Caspian ha sido cerrado por ello. Y créeme, si hay una cosa que le gusta a los Iraníes, es el petróleo. Si hay dos cosas que les gusten, es el petróleo y su habilidad enviarlo a potenciales compradores. —¿Qué hay con la explosión de ese puente en Azerbaijan? —pregunto Courtney Bauer. Liz se engancho con ella.— ella. —¿Qué pasa con eso? —Mamá dijo que había una bomba en el tren, —dijo Courtney. —¿Una bomba?— bomba?—pregunto Liz. —Claro.— Claro.—Courtney mezclo el hielo en su vaso casi con descuido mientras contestaba.— contestaba.—Estoy bastante segura de que ella fue quien separo ese carro del resto del tren antes de que volara. —Salvo muchas vidas,— vidas,—dijo Bex, pero Courtney trato de quitarle importancia. —No fue la gran cosa,— cosa, —dijo, aunque pensaba que lo fue. Después de todo, es difícil admitir que tu mamá hizo algo realmente aterrador sin también admitir que, la próxima vez, podría no tener tanta suerte. —Así que…—continuo que…—continuo Tina,— Tina,—¿Cammie que sabes de eso? —Nada,— Nada,—dije, pero Tina solo me miro.— miro. —En serio,— serio,—le dije.— dije.—No sé nada. Estaba en Inglaterra con los padres de Bex. —Ooh, ¿escuchaste sobre ese primer ex-ministro quien exploto en Cambridge? Fue supuestamente un accidente, pero mis fuentes dicen que no lo fue. ¿Qué sabes sobre eso?— eso?—trato Tina de nuevo. Podría haberle mentido. Debería haberle mentido. Mi escuela me había enseñado como. Mis circunstancias se llevaron casi toda la culpa. Estaba a punto de hacer exactamente eso cuando las puertas de la parte posterior de la sala se abrieron y nuestros profesores entraron. Mientras su larga procesión se movió por el pasillo central, un nuevo pensamiento pens amiento lleno mi mente. mente. —¿Dónde está Zach?— Zach?—escanee la habitación.— habitación.—¿Y el Sr. Solomon? ¿Dónde están?— están?—pregunte.
Macey me una mirada de no es divertido, di vertido, ¿cierto?, pero no tenía tiempo de considerar la ironía. O la hipocresía. Honestamente, hay una línea tan delgada entre los dos que algunas veces hace que me duela la cabeza. Siempre había asumido que Zach o el Sr. Solomon estarían de vuelta para el comienzo de la escuela, y técnicamente, la escuela comenzaba con la Cena de Bienvenida. Pero Zack y el Sr. Solomon no estaban por ningún lado. Antes de que cualquiera pudiera contestar, mi madre tomo su lugar en el frente de la sala y dijo,— dijo,—Mujeres de la Academia Gallagher, ¿quién viene aquí? — Al unísono, cada chica en la habitación se puso de pie y dijo,— dijo, —Somos las hermanas de Gillian. Con cada línea de nuestro lema sentí un tirón, no solo en mi corazón, también en mi cabeza. Nosotras somos hermanas. Y eso no iba a terminar con la graduación. Honraríamos su espada y guardaríamos sus secretos con nuestra vida. Nuestro lema escolar lo hacía sonar tan fácil, tan grandioso. Allí en ese hermoso edificio con nuestras enaguas perfectamente planchadas, se suponía que fuera tan simple. Chicas Gallagher=Buenas. Pero no era así. Lo sabía. Lo había visto. Había escuchado a la madre de Zach alardear sobre ser un miembro de mi hermandad. Mirando alrededor del cuarto, no pude evitar preguntarme si había algún traidor entre nosotros incluso en este momento. —Espero que todas hayan tenido un excelente descanso,— descanso, —dijo mi madre desde el frente del salón.— salón.—Es muy bueno verlas de vuelta, sanas y salvas. —Tomo una respiración, dejando que las palabras se asentaran sobre nosotras. Entonces reorganizo unos papales en el podio, comprobando notas que probablemente no necesitaba. — Ahora, octavo grado, sus suites se estarán sometiendo a un completa limpieza de bichos, los insectos, no los dispositivos de escucha1[url=#_ftn1][/url]. Por favor estén preparadas para algunas breves interrupciones en la siguiente semana y usan la escalera trasera por mientras tanto, ya que hemos encontrado termitas en el frente. Estudiantes de segundo año, el profesor Buckingham me dijo que muchas de ustedes todavía tienen que entregar sus Formularios de Declaración de Recorrido. Estos deben ser llenados antes de que las clases comiencen mañana en la mañana. Créanme, señoritas, así no es como quieren comenzar sus carreras. Y, séniors….felicidades. Estoy muy orgullosa de ustedes, y muy emocionada porque comiencen su programa de evaluación de carrera. El primer evento es en dos semanas. Por favor vean a Madame Dabney para el horario completo.— completo.—Mamá miro hacia abajo a su lista una última vez, entonces doblo los papeles.— papeles.—Supongo que esto es todo. Bienvenidas de vuelta chicas. Y tengan un gran semestre.
Sonrió a través del cuarto. Era como un reflector, tan brillante y esperanzada y feliz. Cuando mi madre se veía así, era fácil creer que no había maldad en el mundo. Quise saber si ella estaba fingiendo u olvidándolo. Cualquiera sea el caso, estaba esperando que en nuestro último semestre en la escuela de espías no enseñaran como hacer eso nosotras mismas. Esa noche, nuestra suite estaba inusualmente tranquila. Era la primera noche de vuelta, después de todo. No teníamos ningún examen o tarea. Debería haber habido maratones de película y cambios de imagen. Liz debería haber estado clamado por créditos extra; pero incluso ella estaba en silencio mientras nos sentábamos en nuestras camas, ninguna de nosotras hablando. —¿Qué pasa Lizzie?— Lizzie?—trato de Bex de bromear.— bromear. —¿Has alcanzado tu limite de por vida para obtener puntos extra? Usualmente un comentario así haría que Liz se pusiera blanca y preguntara si el límite de créditos extra era una cosa real. Entonces habría investigado su Manual de Estudiante de la Academia Gallagher solo para estar segura. Pero no hizo ninguna de las dos. Y eso, déjenme decirles, fue aterrador. —En serio.— serio.—Bex se movió a la cama de Liz.— Liz. —¿Qué pasa? —Nada.— Nada.—Liz se puso de pie y recogió un puñado de ropa, dirigiéndose al baño. — No es nada. —Mentirosa— Mentirosa—la cortó Bex. En su cama Macey se giro para estudiarnos. Pero no menciono a Preston de nuevo. No pregunto sobre Cambridge. —No es nada Bex. Solo estoy cansada.— cansada. —De nuevo, Liz trato de ir hacia el baño, pero de nuevo Bex la corto. —Trata de nuevo. Justo ahí fue como si toda la nostalgia hubiera sido drenada de Liz. Ella tenía una nueva marca de encriptación de texto, pero no era atolondrada. Había una pila de Microbiología Mensual esperando por ella, pero no los había recogido. Liz no estaba siendo Liz, y Bex tenía razón en no gustarle. —¿Qué pasa Liz?— Liz? —pregunte, flanqueándola del otro lado.— lado. —¿Qué está mal? —No es nada,— nada,—dijo en voz alta.—Es alta. —Es solo…que sigo pensando sobre lo que ese caballero dijo, sobre que está haciendo el circulo…no lo sé. Es solo…— le dio una ligera mirada a la ventana.— ventana. —No puedo evitar preocuparme de que las cosas se van a poner peor antes de mejorar.
Instintivamente, mi mirada siguió la suya. Conocía totalmente en sentimiento. No fue exactamente sorprendente cuando no pude conciliar el sueño. Pensé en las palabras de Liz, sobre las advertencias de mi madre. Vivir para ver la graduación no parecía tan improbable como lo había sido unos pocos meses antes, pero Bex tenía razón. El futuro estaba ahí afuera. Y no podía sacudir el sentimiento de que era más que solo un poco aterrador. Ese fue el porque me escabullí de la cama y fuera de nuestra habitación, dentro de los fríos y oscuros y pasillos, vagando en silencio hasta… —Hola Cammie. La chica en el corredor era diminuta. Sus brazos y manos eran demasiado pequeños, se veía casi como una muñeca; pero sus grandes ojos cafés eran tan brillantes que yo estaba convencida de que tenía que ser un sueño o un fantasma. —Lo lamento si te asuste,—me dijo.—No sabía que nadie más estuviera levantado. —Está…está bien. —No me conoces, ¿cierto?—adivino la chica. Entonces se encogió de hombreo y sonrío un poco.—Eso es genial.—Honestamente sonó como si lo dijera en serio.— Soy Amy.—Le tendió la mano de tal forma que habría hecho a Madame Dabney sentirse orgullosa. No había nada en absoluto cohibido sobre ella. Era tan serena. Tan hermosa. Si no lo hubiera sabido mejor, podría haber pensado que había sido trasportada de vuelta en el tiempo a una audiencia con una realmente diminuta Cleopatra. Estudie a la chica, preguntándome porque, en ese momento, se me hacía tan familiar. Probablemente la había visto alrededor, codificado su rostro. Quizás incluso la había conocido el semestre pasado durante uno de los trances que me habían sacado de mi mente consciente. Pero en cualquier caso, se sintió como si la conociera cuando pregunto,—¿Estás bien Cammie? Inclino la cabeza y miro hacia mí con esos grandes ojos marrones. No era sorprendente que conociera mi nombre y rostro. Probablemente había escuchado más que unas pocas historias sobre todo lo que había sucedido en los últimos años. Y justo entonces estaba mirándome. Literalmente. Figurativamente. Estaba mirándome como si yo fuera exactamente quien ella esperaba ser cuando creciera. Pero justo entonces todo lo que yo que hacer era volver en el tiempo y ser ella. —Lo lamento,—le dije.—No te reconocí.
—Estoy en séptimo año.—sacudió la cabeza lentamente.—Tú eres sénior. No se supone que me reconozcas. Además, pensé que estaba viniendo a una escuela donde no ser reconocido era una ventaja. Se rio un poco, completamente en casa y a gusto, y aunque que no reconocí a la de séptimo, le agrade. — Así que dime, Amy, ¿Qué haces vagando aquí fuera cuando todos los demás están durmiendo? —Me gusta la mansión de noche. No se siente en realidad como una escuela entonces. Cuando estoy sola y descalza en la alfombra, se siente justo como en casa. Como mi casa. Sonreí y asentí con la cabeza, y sabía exactamente a lo que se refería. El reloj de pie al final del pasillo comenzó a repicar. Tres de la mañana. En cuatro horas, esos pasillos se llenarían con chicas gritando y mochilas balanceándose, largas líneas a la barra de gofres y todo un nuevo semestre. Mi último semestre. Mire a mi nueva pequeña amiga y trate de ver la mansión a través de sus ojos, antes de que el mundo se volviera demasiado cercano a nuestras paredes. —Buenas noches, Cammie,—me llamo Amy mientras caminaba hacia el final del corredor. Se detuvo con la mano en la barandilla, mirando sobre su hombro de vuelta a mí.—Todas estamos contentas de que estés de vuelta. Y entonces desapareció escaleras arriba sin una palabra o sonido; y me quede de pie, preguntándome silenciosamente si podría haber estado equivocada. Quizás ella en realidad había sido un sueño.
1Un juego de palabras por la palabra Bug, que significa insecto o micrófonos ocultos dependiendo del contexto.
Capítulo 6 Traducido por Angie_kjn
Si nuestros profesores estaban sintiendo algo de nostalgia por este siendo nuestro Ultimo Primer Día de un Nuevo Semestre, ellos totalmente no lo mostraron a la mañana siguiente. Para empezar, nos hicieron tener nuestras conversaciones al desayuno en Mandarín, y luego Madame Dabney vino y le recordó a todos que nuestras tarjetas de agradecimiento de las fiestas debían llevarse al correo para el mediodía. (Madame Dabney toma sus tarjetas de agradecimiento muy seriamente). Pero el dia no se volvió realmente raro hasta que mis compañeros y nos unimos al resto de la clase mayor de Operaciones Encubiertas en el Subnivel Tres. Porque... bueno... Subnivel Tres estaba vacío. Sr. Solomon no estaba. La tía Abby estaba quien sabe dónde. Técnicamente, El agente Townsend no había estado en la nómina de la Academia Gallagher todo el año. Exactamente a quién no había estado esperando tan pronto como nos bajamos del ascensor y en el antiguo espacio, no estaba muy segura. Y luego escuche las voces. — ¿Es seguro el teléfono fijo? —preguntó el Sr. Smith. —Creo —dijo mi madre —Pero no hace falta decirlo, no estamos tomando ningún riesgo. —Pregunta por Romero —Sr. Smith estaba susurrando justo mientras el Salón de clases de Operaciones Encubiertas entraba caminando alrededor de la esquina. —¿Mamá? —Pregunte —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Nos estas enseñando? — Pregunte, demasiado optimismo en mi voz. Debí haber sabido mejor. —No, Cam. Lo siento —Mamá paso su mano por mi mejillas y puso algo en una maleta. Detrás de ella, Sr. Smith cerró una puerta marcada BODEGA con un golpe. Escuché el zumbido de motores y mecanismos mientras las medidas de seguridad de la escuela hicieron clic en su lugar, cerrando el armario, manteniendo todo lo que estaba dentro fuera de alcance. —Buenos días, señoritas —Sr. Smith dijo, incluso cuando ya nos había visto en Países del Mundo —Si regresan a clase y toman asiendo, E staré… ¿Si, Sra. MacHery? —Le pregunto a Macey con una seña. —¿Dónde está Sr. Solomon? —Lejos —Sr. Smith dijo de una forma que totalmente no motivaba a hacer más preguntas. Mire al resto de la clase girar y dirigirse al salón de clase, girando y moviéndose como una manada de gansos, pero yo estaba congelada en el sitio. Mire de mi padre a la maleta, de los ojos de Sr. Smith a los de ella. Y supe que la había traído al Subnivel tres. —Encontraron otro descendiente, ¿verdad? —Pregunten tan pronto el resto de la clase se había ido, pero no espere por una respuesta. —¿Cuál es? ¿William Smith? ¿Es la nieta en Toronto? Pensé que ella podría… —No es la mujer en Toronto —dijo mamá, su voz firme —Ella desciende de un William Smith diferente. Ahora, necesitas… —No me digas que pare de preocuparme —Solte, más duro de lo que pretendía —El Círculo de Cavan está planeando algo feo. Sr. Solomon y Zach se han ido a
quien sabe dónde. No hemos visto a la Tía Abby o al Agente Towsend en semanas. —Confía en mí, Cam, no tienes que preocuparte por mi hermana y el Agente Townsend —dijo mamá, pero yo todavía estaba divagando. —La madre de Zach está por ahí matando gente. Está matando gente, y sus niños, y no puedo hacer nada más que preocuparme. —Lo siento mucho, corazón —Mamá sonó como si lo dijera enserio, y pienso que realmente lo hizo —Tengo que irme. No pregunte a donde. No pregunte porque. Sabía que no debía rogar por respuestas. Ella nunca se las daría. —¿Vas a conseguir a Preston? —Grito Macey desde el final del pasillo. Mamá sacudió su cabeza —No. —Pero te vas ¿Verdad? ¿Para rastrear a uno de ellos… uno de los del círculo interior? —Pregunte, pero el silencio de mi madre fue su respuesta. La observe girarse y caminar calmadamente al final del pasillo, sin vacilación. Sin miedo. —Mamá —grite, y ella miro de vuelta, cabello oscuro cayendo por sus hombros. — Ten cuidado. Estaba haciendo frio mientras caminamos desde el granero de Protección y Ejecución y de regreso a la mansión esa noche. Nos estremecimos en nuestros uniformes y delgados sacos. Arriba, había una manta de nueves colgando entre nosotros y un cielo estrellado. Pensé en Zach y en Sr. Solomon, mi mamá y la tía Abby. Me pregunte donde en el mundo podrían estar. ¿Estaba frio allá también? ¿O estaban en algún sitio donde era verano y la mitad del día? Había un millón de sosas que no sabía, así que me rendí en adivinar las respuestas. En cambio, me pregunte que harían ellos si fueran ellos los que se quedaron atrás, tratados como si no fueran de ayuda. El Círculo de Cavan no era mi misión privada, sin importar cuan personal se sentía. No había empezado conmigo. Pero de alguna manera no podía sacudir el sentimiento de que iba a terminar conmigo. Eventualmente. Y justo entonces no podía soportarlo más. La espera. La impotencia. No quería regresar en el tiempo más. Estaba lista para mi futuro cuando me detuve y pregunte —De acuerdo. ¿Qué podemos hacer? Era una pregunta retórica. Muy pocas preguntas en nuestra escuela lo eran. —¿Qué quieres decir, Cam? —Pregunto Liz. —Quiero decir, no sabemos nada de lo que el círculo interior está planeando y, aparte del Embajador Winters no sabemos dónde están ninguno de ellos —Me encogí con la ironía —Ni siquiera sé dónde está mi novio. Todavía, no se de ustedes chicos, pero yo me estoy volviendo loca si no hago algo. Macey puso sus ojos en blanco —Lo sé. Vamos a pararnos a hablar de eso un poco más —Luego salió por las puertas con nuevo fuego, nuevo propósito. —No. Estoy harta de hablar. —¿Qué estás haciendo Mace? —Pregunto Bex, bloqueando su camino; pero Macey ni siquiera la miro. —¿Qué crees que estoy haciendo? Voy a hacer lo que alguien debió hacer hace varia semanas. Voy a sacar a Preston de aquí. —Vamos, Macey —dijo Liz —Vamos a pensar acerca de esto.
—Estoy en medio de pensar. —Dicen que no deberíamos ir, Macey — Agarre su brazo, sosteniéndola aquí — Dicen que no está en peligro. Macey dio una casi rencorosa sonrisa —¿Y ellos nunca mentirían, verdad? Solo tomo un segundo para que las palabras se asentaran, y todavía se sintió que tomo por siempre. Por supuesto que cualquier madre podría mentir. Para mantenerme a salvo. Para proteger la misión. Para detener el Círculo y sus líderes de una vez por todas. —Iré a roma —Nos dijo Macey — Ahora, se pueden quedar aquí o pueden venir conmigo. No les daré una tercera opción. Se dio la vuelta y empezó a entrar, pero en un instante, la mano de Bex estaba en su brazo, jalando suavemente hacia atrás como si la alejara de un acantilado. Macey se giró hacia ella. Yo no estaba segura si iba a atacar o a alejarse solamente, pero ella no tenía que hacer ninguna de las dos, ya sea porque Bex estaba sonriendo, diciendo: —Entonces supongo que vamos a perder algunas clases.
Capitulo 7 Traducido por Clarita
COMO ESCAPARTE DE TU ESCUELA Y CRUZAR EL ATLÁNTICO SIN UN GRAN GRUPO DE ESPÍAS CREYÉNDOSE LOS SABIOS: (Una lista por Cameron Morgan)
[/size]Pasajes secretos. Ya sé que he mencionado esto antes, pero en serio. Mi experiencia académica habría sido extremadamente diferente sin ellos. [/size]Compañera de cuarto con Jets privados. De nuevo, esto hace las cosas mucho más fáciles. No estoy diciendo que no nos habríamos escabullido en un barco de carga (esa fue la idea original de Bex), pero cuando Macey hizo una llamada y dijo, "El jet estará en veinte," no nos quejamos exactamente. [/size]No vayas a donde estas yendo. No. En serio. Así que, si tú quieres ir a Roma para terminar con el novio de tu compañera de cuarto....entonces lo último que haces en volar a Roma. Muy obvio. Muy fácil de seguir. Y, además, nosotras estábamos en el jet privado de la mamá de Macey. Íbamos a tener horarios de vuelo, manifiestos y esas cosas. Así que Roma era absolutamente no nuestro destino.
[/size]Empaca cuidadosamente (Porque incluso maletas con rueditas son un inconveniente para una persecución en máxima velocidad, especialmente esas donde hay adoquines de por medio). [/size]Se cuidadoso. ***************** La costa de Marsella era hermosa, tuve que darle así de mucho. Me puse de pie en la cubierta del pequeño barco que Macey había contratado para que nos llevara a través del mediterráneo, mirando las luces desaparecer en la distancia. La brisa marina me golpeo la cara y tuve que mantenerme sujetada a la barandilla para seguir de pie. Grandes olas estrellaron contra el casco. Una tormenta se acercaba. Ahí fue cuando sentí que una figura llegaba a mi lado. — ¿Le has hablado a Preston? — Le pregunté a Macey. — Antes de que nos fuéramos de vacaciones tu madre me prohibió de hablar con él. ¿Recuerdas? —Ella preguntó de vuelta. —Si lo recuerdo. Así que... —la miro por el rabillo del ojo —¿Que dijo él? Otra gran ola golpeó contra el barco. Liz estaba abajo, acurrucada en una pequeña bola, comiendo manzanas verdes y cualquier otra clase de medicamentos contra las nauseas que pudimos pasar de contrabando del ala medica de la escuela. Bex no iba a dejarla sola, así que eso significaba que Macey y yo estábamos solas. —Él no tiene ni idea, Cam. —Ella apoyó los brazos en la barandilla y observó hacía el océano, que era tan azul como sus ojos. —Lo llame en víspera de Año Nuevo. Él iba a una fiesta. El estaba...bien. Ese mismo día, la mamá de Zach estaba matando a un hombre y volando Cambridge, y Preston estaba hablando sobre las vacaciones de primavera. Él me pidió que vaya a visitarlos. —Macey miro hacia abajo.—Creo que realmente le gusto. —Claro que le gustas. —No. — Macey negó con la cabeza. —Quiero decir...a él no le gusta esto. — Macey hizo un gesto hacia sus piernas largas y sus botas de diseñador. Los jeans ajustados y el jersey de cachemir. Incluso en un barco destartalado en medio de la nada, parecía que estaba en una sesión de fotos, pero eso no le importaba a Macey. Resultaba que, supongo, tampoco le importaba a Preston. — A él le gusto. Tal vez sea una cosa de espías, o quizás una cosas de chicas, pero cuando pasas toda tu vida probando diferentes alias, es un gran consuelo encontrar a alguien que conoce y quiere a la persona detrás de la cubierta. — ¿Sabes su horario?— Le pregunto. — Algo, — dijo Macey. —Bien, cuando lleguemos ahí mañana...tenemos que ser cuidadosas. —Lo sé. —No podemos solo subir y amarrarlo. Su padre tiene que saber lo que está pasando, lo que la mamá de Zach está tramando. Él tiene que saber que es un objetivo. Lo que significa que Preston va a tener guardias. Y esos guardias van a hacer todo lo posible para que esté lejos de gente como nosotros.
—Lo sé. —Pude escuchar la molestia en la voz de Macey, pero esas eran cosas que se tenían de que decir, así que me encargué de decirlas. —Lo que estoy diciendo es que no puede ser como el otoño pasado. No podemos llamar a la puerta de la embajada y preguntar si Preston puede salir y jugar. Bueno...podemos si es que queremos que su padre traté de matarme de nuevo. —Lo entiendo, ¿de acuerdo? — Macey no se estaba rompiendo, pero estaba destrozada. Lo podía oír en su voz, lo podía ver en sus ojos. —Sé que lo entiendes. Pero es serio, Macey. Podríamos hacer las cosas aun peor. Ese es nuestro problema, siempre está la posibilidad de que empeores las cosas. Si vamos ahí sin saber lo que estamos haciendo exactamente, entonces la gente podría salir herida. Personas podrías morir. ¿Estás dispuesta a correr ese riesgo? —Sé que hay riesgos, Cami. ¿De acuerdo? sé que lo qué está pasando a su alrededor...como es la situación y... — Su voz se desvaneció. Por un momento pensé que no iba siquiera a terminar, pero entonces su mirada volvió al agua. — Es por eso que desearía que este bote vaya mas rápido.
Capítulo 8 Tradcutora: Redshoes La calle que está afuera de la residencia del embajador estaba tranquila; en el frente, los marinos hacían guardia en las puertas. Las líneas de turistas y gente que necesitaban visa se apretujaban desde las puertas frontales hasta la vuelta de la esquina, esperando a que los oficiales abrieran oficialmente, pero nosotros cuatro acabábamos de llegar a nuestro puesto. Fue fácil aceptar que no valía la pena intentar dormir. -¿Qué piensas? - Me preguntó Bex -Se ve igual – dije desde mi lugar a lado de la ventana. Sostenía una taza de cappuccino caliente pero no lo bebí, era suficiente con sentir el calor -eso está bien, ¿no es así? – preguntó Liz. – quiero decir que tal vez no sea tan difícil. Macey cruzó la mirada con ella.- Las apariencias pueden ser engañosas. – Reporte de operación en cubierta Las operativos tomaron lugar en un apartamento seguro (ejemplo: el cuarto de un hotel) omitiendo la Embajada de los Estados Unidos en Roma.
Comenzaron a tomar turnos, manteniendo la vigilancia, durante ocho horas las Operativas notaron cinco cambios de guardia y la entrada de dos convoyes; además, consumieron un total de doce tazas de helado italiano. Además, las operativos observaron una variedad de extraños patrones en el área: tres turistas que iban por separado, parecían estar más interesados en obtener fotografías de la embajada de seguridad que de cualquier otra clásica atracción. Las operativos, también se arrepintieron de no haber empacado suéteres más calientes. -así que, ¿Qué es lo que vemos?. – me preguntó Bex, a través del radio receptor, ese día por la tarde. Ella y Liz estaban en una Van, revisando las calles circundantes, buscando alguna debilidad en las defensas de la embajada, pero Macey, estaba a mi lado, con los binoculares apretados sobre sus ojos, mientras mirábamos fijamente la puerta frontal de la embajada, observando. Contando. -¿ha pasado algo nuevo? – preguntó Bex -lo mismo de siempre, lo mismo… espera.- dije justo cuando las puertas frontales se abrieron y dos guardaespaldas salieron, una figura pequeña y delgada con una mochila se apretujaba entre ellos. -¿eso es…?- pregunté -Es él – dijo Macey, sentí como empezaba a escapar, pero se detuvo a sí misma. Macey había llegado muy lejos como para hacer algo estúpido. Vi a Preston y a sus guardaespaldas caminar y subirse a un carro que los estaba esperando, las puertas se abrieron y con rugido dos motocicletas se detuvieron para flanquear la limosina mientras tres vehículos pasaron a través de las puertas. Sabía que una parte de Macey aún quería salir corriendo, pero yo… yo estaba pasmada, atrapada en recuerdos del último hombre quien el otoño pasado me había perseguido a través de las calles de Roma, sabía que los hombres de las motocicletas no eran parte del servicio de protección de la embajada, ellos eran parte de El Círculo y observaban cada movimiento de Preston. Justo en ese momento una de las van sin distintivos, que había estado dando vueltas dentro y fuera de su posición en la calle, se metió al tráfico siguiendo a Preston y a sus vigilantes desde la distancia. -¿Cam?- escuché la voz de Bez en mi oído – Cam, ¿qué está pasando? -Bex, Liz – dije – es mejor que regresen, creo que necesitamos apurarnos. La escuela debió de haber sido una iglesia, al menos una parte de ella. El salón principal tenía vitrales en las ventanas y un techo alto, en forma de arco cubierto
de mosaicos, era hermoso. Afortunadamente, la seguridad era totalmente descuidada. La cerradura de la puerta del callejón era fácil de abrir, la parte trasera de las escaleras no tenía cámaras y, tal vez lo más importante, el sistema de intercomunicador de la escuela se podía hackear. -Preston Winter, se le necesita en la habitación 84 – dijo una voz femenina por el intercomunicador. La habitación 84 era el baño de los niños, al parecer nadie lo notó. -hola, extraño.- dijo Macey, y Preston azotó la puerta del baño detrás de él. -¿Macey’ ¿Qué es lo que… yo… quiero decir… tú estás en Roma y estás en el baño de los niños.- sonaba como si no supiera qué era lo más extraño. -necesito hablar contigo – dijo ella y yo me mantuve en silencio -Es bueno verte – él caminó hacia ella, creo que él iba a abrazarla… tal vez besarla, yo me quería esconder; pero más que eso quería salir de ahí. Por otro lado, Preston parecía inmune a la debilidad. -¿vas a quedarte por algún tiempo?- él preguntó - ¿en dónde se están quedando? ¿ya han ido a la embajada? Tal vez podamos… -no podemos ir a la embajada, Preston.- La voz de Macey era plana – No puedes volver a la embajada jamás. Después, por primera vez, él me volteó a ver; era una mirada que decía que él pensaba era una broma, que ella lo estaba engañando o que sólo estaba siendo la loca hija de un político; pero Macey estaba siendo rebelde y muy en el fondo Preston lo sabía. -¿Cammie? – preguntó -es complicado, Preston. -complicado…. ¿cómo?- él preguntó, su expresión se volvió severa. – complicado… ¿tiene que ver con El Círculo? -Sí, te contaremos en un rato. -¿estás bien? – el terror llegó a sus ojos. El verano pasado, él había sido al que había acudido cuando estaba huyendo, él me había ayudado y dado refugio; él sabía lo que el Círculo de Cavan era, y hasta donde sabíamos él no tenía idea de
que su papá en realidad era uno de los líderes del Círculo… que en algún momento ese trabajo iba a ser de él. -estoy bien, estoy a salvo, pero tú no lo estás. – di – di una mirada fuera de la ventana, no vi a Bex ni a Liz, pero ellas estaban allá afuera, esperando, listas. – no – no tenemos tiempo para explicarte pero necesitamos que confíes en nosotras. -¿Macey? – -¿Macey? – se se volteó hacia ella ya que se escuchó un bocinazo en el callejón de la escuela, abajo vimos una camioneta moviéndose para bloquear el angosto pasillo, los comerciantes protestaron, personas con Vespas trataron de pasar pero la camioneta no se movió. -Preston, me gustaría poder explicarte todo pero no podemos, no ahora. Bex y Liz están afuera esperándonos, tenemos que irnos, ahora. El dio vistazo, se sentía desorientado. -¿en dónde están?- justo en ese momento la camioneta dio otro bocinazo, como si respondiera. -esa es una camioneta de pan.- dijo Preston, viendo fuera de la ventana. – ¿llegaste aquí en una camioneta de pan? -¿confías en nosotras? – – preguntó Macey, era la pregunta del millón, con la respuesta incorrecta todo hubiera sido para nada. Preston sonrió – sonrió – Sí. Sí. Me acerqué a la ventana – ventana – entonces entonces vámonos. Estaba abriendo el vidrio cuando me di cuenta que Preston ya no estaba detrás de nosotras. Se escuchó un toquido en la puerta, una voz profunda gritaba - ¿Sr. Winters? Sr. Winters abra la puerta – puerta – Preston Preston ya estaba a la mitad del camino. -No- gritó Macey y salió corriendo por la habitación, ella presionó su cuerpo en contra de la puerta, parecía que Preston no podía decidir si estar preocupado o increíblemente feliz por la situación. -sólo tú – tú – ella ella explicó Al otro o tro lado de la puerta, los lo s guardias tocaron otra otr a vez. Pensé en el hombre de la motocicleta que me había perseguido a través de las calles el otoño pasado, tal vez eran los mismos que estaban en el pasillo, tal vez esta vez no estaba destinada a huir tan fácilmente. -son mis guardaespaldas- Preston trató de explicar pero Macey sólo lo jaló por el cuello.
- ahora tienes nuevos guardaespaldas- dijo Sin embargo, Preston no se veía tan seguro. -Mi padre dice que no debería ir a ningún lado sin ellos, ha habido alguno ataques en contra de personas prominentes en Europa, no que yo sea tan importante o algo así.- Intentó explicar. -sí, bueno, créeme ahora eres lo suficientemente notable. – dije – dije – – eso es por lo que estamos aquí. Abajo, Bex volvió a tocar la bocina; afuera los toquidos se hacían más ruidosos, ellos estaban intentando romper la puerta. -es ahora o nunca, Preston.- le dijo Macey, pero el sólo me volteó a ver. -acudí a ti una vez, Preston, cuando no tenía a dónde ir, estaba herida, sangrando y tenía miedo y tú me salvaste. Tú salvaste mi vida, ahora estoy intentando regresarte el favor. Entonces, él se volteó hacia Macey, alcanzándola para agarrar su mano y juntos escalaron el alféizar y saltaron.
Capítulo 9 Traducido por QueenDelC Estábamos casi al final del callejón cuando escuchamos la explosión. La camioneta se tambaleó. Macey estaba en el suelo, y Bex puso el pedal en el metal, acelerando sobre los adoquines del callejón. Cuando alcanzamos la calle, ni siquiera bajó la velocidad. Nos adentramos en el tráfico, con las llantas chirriando, mientras humo negro llenando el aire detrás de nosotros. —Uh… —El —El terror llenó los ojos de Preston— Preston —. Creo que mi escuela se está incendiando. —Lo sabemos —dijo Macey. Sus ojos se abrieron aún más. —¿”Cómo” lo saben?
—Porque nosotras fuimos las que lo iniciamos —dijo Macey como si fuera lo más obvio del mundo; pero Preston solo nos miró a todas por turnos, procesándolo. Sabía la verdad sobre la Academia Gallagher, después de todo. No debí haberse sorprendido. Pero supongo que hay algunas cosas que tienes que ver para creer, y era como si Preston nos estuviera viendo por primera vez. —Oh —dijo, aturdido— aturdido —. Está bien. En el asiento de adelante, Liz se dio la vuelta. Tenía una laptop abierta y me gritó: —¡Está transmitiendo! —Luego miró al chico y sonrió— sonrió — ¡Hola, Preston! —Hola, Liz. ¿Cómo está…? ¡Oye, oye! Dejó de hablar. Estoy casi segura que eso es lo que la mayoría de los chicos harían si Macey McHenry les le s estuviera quitando la camisa. —¡Macey! — jadeó Preston, pero Macey no se detuvo. —Quítatela —le dijo— dijo—. Quítatelo todo. Le había arrancado la camisa por los hombros e iba a trabajar en su cinturón. —No —espetó Preston. Pero no protestó mucho porque, si voy a ser honesta, lo cual es el punto de estos reportes, yo ya le estaba desabrochando los pantalones. Luego Macey comenzó a sacar la camiseta blanca de Preston. (Sí, “sacarla” de verdad.) Y yo estaba peleando con su cierre. No estaba exactamente orgullosa de cómo habíamos manejado la situación, pero tiempos desesperados requerían medidas increíblemente desesperadas. —Dame todo lo que tienes —le dije. —Enserio, Cammie. Nunca creí que pensaras en mí de esa forma. Los pantalones de Preston estaban abiertos para ese punto y ordené: —¡Quítalos! Hizo lo que le dije, y un momento después tenía los pantalones en mis manos. Preston solo se quedó ahí parado, perplejo, en sus calzoncillos mientras abría la parte trasera de la camioneta y lanzaba los pantalones a la calle. Una décima de segundo después el resto de su ropa y zapatos le siguieron. —¡Oigan! —gritó, pero justo entonces, a través de las puertas abiertas, escuché el rugir de motocicletas. Los recuerdos vinieron corriendo. El miedo mezclado con adrenalina, y no sentí lástima por el chico casi desnudo. Ni siquiera un poco. Solo quería que todos saliéramos vivos de esta.
—¿Liz? —preguntó Macey, pero Liz negó con la cabeza. —No podemos —dijo—. Él aún tiene una señal. —¿Y si está “dentro” de él? —preguntó Macey. —Entonces la cortamos —dije, presionando a Preston sobre el suelo de la camioneta en movimiento. —¡No me gusta cómo suena esto! —gritó Preston, su voz más aguda de lo que cualquier chico de dieciocho años la querría tener, pero no tenía tiempo para preocuparme. Estaba mirando su cuerpo, examinando cada centímetro en busca de cicatrices. —¿Te han puesto vacunas, Preston? ¿Algún implante en los últimos seis meses? —¿Qué? —gritó. —Concéntrense —dijo Macey. Pensé que iba a darle una bofetada. —Yo… ¡tuve que ir al dentista! —gritó. No pedí invitación. Abrí su boca como el abuelo Morgan tratando de comprar un caballo. —Retenedor —le dije a Macey. —Dánoslo, Preston —le dijo. —No. —Se alejó, presionándose contra el lado de la camioneta. —Dánoslo —le dije—. O pediré prestado el cuchillo de Bex. Y eso debió hacerlo, porque me entregó la babosa pieza de plástico y metal. La lancé fuera de la camioneta. Y esperamos. Los segundos se estiraron lo que parecieron horas antes de que Liz finalmente soltara el suspiro más largo que hubiera escuchado. —Eso lo soluciona —dijo—. Está limpio. Solo entonces Macey y yo nos dejamos caer sobre el suelo de la camioneta. Respirando con dificultad. Con los corazones palpitando. Recosté mi cabeza contra una canasta llena de cruasanes, descansando allí, mirando a Preston,
quien estaba sentado en sus calzoncillos, cohibido con los brazos cruzados sobre su pecho. —¿Me vas a explicar? —Preston trataba de mantener tranquila su voz pero no funcionó—. ¿Qué está pasando? Quería contarle todo —sobre su padre y la madre de Zach y todas las formas en que su vida se alistaba para cambiar, pero no podía decir nada porque Bex ya estaba gritando. —¡Esperen! Rebecca Baxter puede que sea la mejor espía que conozca. También es, probablemente, la conductora más agresiva. Así que cuando agarró el volante y dobló una esquina más rápido de lo que se supone que pudiera moverse una camioneta para pan, todos nos aferramos a la vida mientras la camioneta brincaba la curva y atravesaba un puesto de periódicos. Preston lucía como si fuera a vomitar, y en realidad no podía culparlo. Liz se dio la vuelta y sostuvo un montón de ropa entre los asientos. — Aquí tienes —dijo. —¿Trajeron ropa? —preguntó Preston—. Sabían que iban a hacerme saltar por la ventana. Y desnudarme. ¿Y lanzar un retenedor perfectamente bueno? Bex lo miró. —Solo tenía esperanzas por la parte del desnudo. Lindos abdominales, por cierto. —Luego volvió a conducir. —Mira, Preston —comenzó Macey—, podemos explicarlo. Y lo haremos. Pronto. Pero justo ahora tenemos que llevarte a algún lugar seguro. —¡”Estaba” en un lugar seguro! ¡Y luego me hicieron saltar de una ventana y volaron mi escuela! —“No estabas” en un lugar seguro —le dijo Macey justo cuando escuché el rugido. —Y, técnicamente, no volamos la escuela —agregó Liz—. Fue una explosión muy pequeña y altamente controlada. A través de las ventanas sucias de la parte trasera de la camioneta, vi motocicletas acercándose detrás de nosotros. Sentí a Bex doblar el volante, y la camioneta derrapó en una calle principal, en sentido contrario.
Autos sonaron sus bocinas. Transeúntes gritaron mientras Bex viraba en la acera. Pero aun así no bajó la velocidad. La respiración de Preston se estaba volviendo más difícil de lo que debería cuando preguntó: —¿Qué sucede? Antes de que pudiera explicar, Bex dijo: —Chicos, tenemos… Pero nunca logró terminar. El choque vino demasiado rápido, demasiado fuerte. Un segundo estábamos virando bruscamente entre las calles romanas, y al siguiente no había nada excepto el chirriar de llantas y el sonido de metal aplastado. Me sentí cayendo, dándo vueltas en la parte trasera de la camioneta mientras se iba de lado. Chispas y virutas de metal. Algo nos estaba empujando fuera de la calle. Y entones estábamos cayendo, dando vueltas una y otra vez como ropa en una máquina secadora, hasta que hubo un salpicón y luego nada excepto frío y miedo.
El río estaba helado. Pan flotando por todos lados mientras el agua entraba por la parte trasera de la camioneta y las ventanas rotas, haciendo que nos hundiéramos. Más profundo en el frío. —¡Preston! —estaba gritando Macey, pero sonaba muy lejos—. ¡Preston! —llamó de nuevo. Lentamente, el agua llenó el trasero de la camioneta, y mientras mis ojos se ajustaban a la oscuridad, mi cabeza dio vueltas. La sangre se fue de mi rostro. Quería estar enferma, o quizás solo cerrar mis ojos y dormir, pero luego pensé sobre lo que le había dicho a Bex apenas días atrás: lo que realmente quería ser era estar viva. Así que pataleé, rasgué y nadé hacia las puertas rotas en la parte trasera de la camioneta, y ahí fue cuando lo vi. Los ojos de Preston estaban cerrados y sus labios se volvían azules. Un chipote estaba creciendo en su cabeza y supe que no solo era el agua helada la que lo había puesto en shock. —¡Preston! ¡Cam! —gritó Macey de nuevo, y me di cuenta de que venía de mi audífono. —Lo tengo —grité—. ¡Naden! —ordené, y bajé mi cabeza, sacando a Preston de la camioneta tan rápido como podía. Mis amigas debieron hacer lo que les pedí, porque cuando subí no estaban.
Subieron burbujas de aire de la camioneta hundiéndose. —¡Cammie! —gritó Liz. Sonaba asustada, pero no podía verla. Era como si estuviera en una habitación con ecos. Todo el mundo había bajado el volumen. —Cammie, ¿estás bien? —dijo Liz justo cuando una bala atravesó el agua, deslizándose en la nublosa oscuridad. Splash. Y luego otra. Y otra. Así que solo bajo la cabeza y sigo nadando, jalando a Preston hacia la orilla.
La corriente debió llevarnos más lejos de los escombros de lo que pensé, porque cuando Preston y yo salimos por aire, jadeé y miré alrededor —esperando— pero no vino ningún disparo. A la distancia, había gritos. —¿Cammie? —dijo Preston, su voz mareada—. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —Fuimos a nadaar un poco, Preston. Y ahora tenemos que hacer una carrera. —No me siento muy bien. —Lo sé, pero puedes hacerlo. Vamos. Te ayudaré. Corriendo por las calles de Roma, no me atreví a detenerme a pensar sobre cómo nos veíamos. Una pequeña línea de sangre estaba embadurnada a través del rostro de Preston. Mi cabello mojado estaba enredado y lleno de cristales rotos. Sangre corría sobre mis ojos, y la sudadera que habíamos empacado para Preston era dos tallas más grande y le colgaba como una sábana mojada. Macey, Bex y Liz estaban al otro lado del río, corriendo a un lado de un SUC con un par de luces rotas, y de inmediato supe lo que había causado el choque. Mientras pasaban, el SUV puso en reversa el motor y comenzó a perseguirlas, virando de un lado a otro en el tráfico. Otros autos se detuvieron, pero el SUV siguió su camino, subiendo a las aceras, saliendo de entre barricadas. —¡Corran! —gritó Bex, su voz desde el otro lado del río, y Preston y yo no tuvimos que escucharlo dos veces. Alcancé la mano de Preston, jalándolo. Pero las motocicletas ya estaban dando vuelta en un puente, yendo hacia nosotros. Escuché los persistentes y penetrantes aullidos de las sirenas de autos de policía y bomberos. En menos
de dos minutos nuestra camioneta hundida estaría rodeada de autoridades. Policías y curiosos llenarían las calles, buscando. Los motores de las motocicletas rugieron. No teníamos dos minutos. La mano de Preston estaba demasiado tiesa. Estaba en estado de shock. Claro que lo estaba. Era humano. Solo era un chico, sin importar quien fuera su padre. Y sabía que dependía de mí el alejar al hijo del embajador de las sirenas y la camioneta hundiéndose, las motocicletas y los hombres que no se detendrían hasta encontrarnos. Preston era el objetivo. La parte de Chica Gallagher dentro de mí sabía que sacarlo de allí era mi trabajo, mi misión. —Vámonos —grité. —Por acá —dijo Preston. Estábamos en su territorio conocido, lo dejé llevarme a un callejón que nunca antes había visto. Había ropa limpia colgada arriba, bloqueando el sol. Y así corrimos más y más rápido, haciendo a un lado las sábanas colgadas más abajo que flotaban a nuestro alrededor como fantasmas. Y luego nos liberamos del callejón y hacia otra calle, luz resplandeciendo a nuestro alrededor, y supe hacia donde iba Preston. —¿Esa es la embajada? —pregunté, ya segura de la respuesta. —Sí. Casi estamos allí. Incluso empapado y congelado, perplejo y asustado, Preston era más fuerte de lo que parecía. Lo único que podía hacer era detenerlo. —¡No! —grité, agitando su brazo, sacándolo de la calle. —Cam, estaremos a salvo en la embajada. Es tierra de Estados Unidos. No pueden alcanzarnos. —No, Preston. —Niego con la cabeza. Encontré sus ojos. Tengo que hacerle ver, hacerlo entender. Pero ni siquiera la Academia Gallagher puede enseñarte cómo cambiar el mundo de alguien, alterar todo lo que creyeron que era verdad. —¿Qué me estás diciendo? —gritó. Fue más allá del miedo, la ira y el pánico. Preston estaba desesperado. Y las personas desesperadas hacen cosas desesperadas—. Es el Círculo, ¿no es así? Están detrás de nosotros. —Sí.
—¿Es por lo del verano pasado? ¿Porque te quedaste aquí? ¿Dejaste algo o…? —El Círculo está detrás de ti, Preston. El Círculo… “eres” tú. —¿A qué te refieres? —¿Cuándo conseguiste a tus nuevos guardaespaldas? ¿Fue antes de Navidad? No dijo una palabra, pero la respuesta estaba escrita en todo su rostro. —Un montón de cosas comenzaron a pasar entonces, ¿no? —le pregunté—. Asesinatos de primeros ministros… desapariciones de peces gordos en la Unión Europea… Cosas extrañas siguieron pasando a las personas poderosas. Personas cuyas familias han sido poderosas por siglos. Personas cuyos ancestros solían seguir las enseñanzas de un hombre llamado Iosef Cavan. —No. —Preston sacudió la cabeza. Se alejó de mí. —Piénsalo, Preston. Algo ha estado diferente últimamente, ¿no es cierto? Tu papá, ha estado cambiando sus rutinas. ¿Menos viajes a la embajada? ¿Autos nuevos? ¿Guardias nuevos? ¿Nuevos protocolos? —Hablé lentamente, pero aun así Preston se alejó más y más de mí y de las cosas que tenía que decir —. Alguien está cazando a los miembros del Círculo, Preston, a los descendientes de los fundadores del Círculo. —No. —Preston negó con la cabeza. — Alguien “te está” cazando. Cuidadosamente, alcancé el bolsillo de mis jeans, mis manos frías rozando la mezclilla mojada; pero las moví hasta que encontré el pedazo de papel. Gentilmente lo desdoblé, quitando las húmedas capas hasta que pude ver los nombres que me sabía de memoria. —Por esto es que me querían, Preston. Porque años atrás vi esta lista. Porque sabía sobre las personas que fundaron el Círculo de Cavan. Mira, Preston. ¡Mira! —Señalé los nombres—. Elias Crane. Su tátara-tátara-tátara nieto está muerto. La tátara-tátara-tátara-tátara nieta de Charles Dubois y sus hijos probablemente estén muertos. Mírame, Preston. —No. —Samuel es un nombre de familia, ¿no? —pregunté—. ¿No fue tu padre nombrado en honor a un familiar que peleó en la Guerra Civil? No había cómo negar la verdad en lo que había dicho, pero Preston sólo negó con la cabeza.
—¿Y qué si lo fue? Eso no significa que mi familia tiene algo que ver con el Círculo. —Sí, Preston. — Asentí—. Eso es exactamente lo que significa. —Estás equivocada. Estás “mintiendo”. —No estoy mintiendo. —Mis padres fueron buenos contigo. ¡Mi papá te ayudó! —Trató de matarme, Preston. Me habría matado. —Eres una espía. Mientes. Es lo que haces. —No estoy mintiendo ahora. Preston siguió alejándose de mí, de la verdad que ya no quería escuchar. Cuando un helicóptero rugió arriba y comenzó a aterrizar en el patio dentro de las rejas cerradas de la embajada, alejé la mirada por un segundo. Juro que no perdí la concentración por más de lo que dura una respiración. Pero cuando me volví, Preston estaba corriendo a la calle, al tráfico, haciendo a un lado a las personas y corriendo contra el grano hacia las puertas de la embajada. —¡Papá! —gritó, y luego vi lo que él veía. El embajador Winters estaba fuera del edificio y caminaba a través del patio. Se acuclilló bajo las cuchillas giratorias del helicóptero y solo se detuvo cuando los gritos de su hijo atravesaron el aire. —¡Papá! ¡Espera! Abre las puertas —gritó Preston. —Preston, detente —le llamé. Volvió una mirada apurada y frenética en mi dirección, pero corrió aún más rápido, como si ya no estuviera exactamente seguro de en quién confiar. Conocía completamente esa sensación. —¡Abran las puertas! —gritó Preston de nuevo, pero los guardias debieron haber recibido alguna orden porque miraron al embajador y las rejas permanecieron cerradas. —¡Papá! —gritó Preston. Asió la reja de hierro, suplicando. Pero el hombre solo corrió más rápido hacia el helicóptero y cerró la puerta, bloqueando el sonido de los gritos de Preston.
—¿Papá? —preguntó Preston una última vez. En esta ocasión no fue un grito. Fue un gemido. Luego toda la escena cambió. Fue como si todo estuviera sucediendo en cámara lenta. Escuché las sirenas. Reconocí a los francotiradores por lo que eran en el momento en que aparecieron en el techo de la embajada. Lo que no sabía era “por qué”. El helicóptero comenzó a elevarse, pero alguien soltó un disparo de advertencia y el helicóptero planeó. Más guardias llenaron el patio, rifles dirigidos al padre de Preston. Y cuando una voz salió de un altavoz, lo supe. —Samuel Winters, está arrestado —dijo el agente Townsend. Lo vi aparecer entonces, a través de la multitud. Mi tía Abby estaba de pie a su lado, su cabello oscuro volando con el viento—. Aterrice el helicóptero o dispararemos. Repito, dispararemos. —¿Qué… qué está pasando? —preguntó Preston, volviéndose hacia mí—. Tú los trajiste. —Me miró con furia. —No lo hice. —¡Esa es tu tía, Cammie! ¡Sé que tú la trajiste aquí! —Señaló hacia donde el agente Townsend estaba sacando al padre de Preston del helicóptero y poniéndole esposas. —No sabía que venían. Pero sabía que estabas en peligro —dije—. Estará bien, Preston. Tienes que confiar en mí. Y quizás lo habría hecho. Quizás habría creído lo que estaba diciendo, a pesar de lo que estaba viendo. Quizás todo habría cobrado sentido en cuestión de tiempo si el agente Townsend no se hubiera dado la vuelta para mirarnos, gritando: — ¿Preston Winters? En cuanto escuché la voz del agente Townsend, sentí una sensación de alivio. Él nos ayudaría a llevar a Preston a casa. Él nos ayudaría a mantener a Preston a salvo. —¿A dónde lleva a mi padre? —preguntó Preston, pero no se acercó al hombre. Estaba temblando demasiado. No supe si era por el frío o la ira, pero supuse que no importaba. El agente Townsend trató de alcanzar las manos temblorosas de Preston.
—Señor Winters, está bajo arresto por sospecha de espionaje. Townsend le dio la vuelta a Preston, presionando su cuerpo contra la reja. —¡No! —gritó alguien. Vi a Bex y Liz correr hacia nosotros, ninguna de ellas capaces de alcanzar a Macey. Todas tenían cobijas envueltas en los hombros, pero la de Macey se abrió mientras corría. Se veía más como un ángel soltando sus alas. —Llévenselo —le dijo Townsend a otro agente, pero entonces Macey estaba sobre él. —Deténgase —gritó, tratando de alcanzar a Preston—. Él no sabe nada. —Eso lo determinaremos nosotros, señorita McHenry. —¡Está equivocado! Está cometiendo un error —gritó. El agente Townsend había sido nuestro maestro. Había sido nuestro aliado. Nuestro confidente. Nuestro amigo. Seguro, nunca nos “gustó” realmente, pero le había ganado estima al agente Townsend. Era uno de los chicos buenos, pero eso no detuvo los puños de Macey de chocar contra él. Ella lucía frágil y femenina. No peleaba como una Chica Gallagher entonces. Peleó como una chica que estaba viendo que se llevaban al único chico que había conocido jamás y por quien se preocupaba. Y quizás para siempre. Un par de agentes tomaron a Preston de cada brazo y lo llevaron hacia una camioneta blanca que estaba estacionada en el patio, con luces giratorias. Había otra camioneta exactamente igual no muy lejos, y podía ver al embajador sentado en la parte trasera. Las calles rodeando la embajada estaban encendidas con luces y sirenas y multitudes metiches, pero el embajador solo me miraba a míi. Dirigió un asentimiento en mi dirección como para asegurarse de que supiera que esto no había acabado. Luego otro hombre subió en la parte trasera de la camioneta y se sentó junto al padre de Preston. Reconocí a este nuevo hombre, aunque me tomó un momento recordad de dónde. El cabello del hombre era ligeramente ralo. Tenía una complexión normal. Un rostro normal. Podría haber sido un contador, un profesor de Inglés, un gerente de medio nivel de cualquier compañía en el mundo. Pero no lo era. Era de la Interpol. Y cuando se llevó la mano a la frente, la punta de un sombrero imaginario, estuve casi segura de que lo vería de nuevo muy, muy pronto. Cuando los agentes cerraron la puerta y se llevaron al hombre y al padre de Preston, bajé la mirada al pedazo de papel que aún estaba en mis manos. La tinta
parecía sangre, corriendo en la página. Sin una palabra, Liz me entregó una pluma, y crucé el nombre al fondo de la lista. Cuatro abajo. Quedan tres.
CAPITULO 10 Traducido por Clarita
Teníamos ropa seca y chocolate caliente, pero mientras nos sentábamos en el jet de Macey, no nos sentíamos del todo caliente, o seguras. En unos pocos minutos, nos iríamos. En unas pocas horas, estaríamos en casa. Preston estaba, técnicamente, fuera de peligro, pero aún así se sentía como si nuestra misión hubiera sido un absoluto y total fracaso. Macey se sentó a mi lado, inmóvil. Quería decirle que estaba bien, que Preston iba a estar a salvo ahora. Pero Macey no quería oírlo. Lo que estaba bien. No quería decirlo. Cuando la puerta del jet se deslizo hacia bajo y la tía Abby entro, pensé que estábamos listos para irnos a casa. Pero entonces alguien más ingreso a la cabina. — ¿Que estás haciendo acá? —Macey le gritó al agente Townsend. — ¿Dónde está Preston?— Macey se había levantado moviéndose hacia él y podría haber jurado que él parecía asustado. —Macey. — Abby bloqueó su camino. —Voy a hacer unas preguntas. Ahora, siéntate, — Abby ordenó. Y por una vez en su vida, Macey hizo lo que se le ordenó. Townsend tenía un vendaje en la sien. — ¿Estás bien?, —le pregunté. —Voy a sobrevivir, Sra. Morgan. Gracias por preguntar. —No, — Abby espetó. —Cameron Ann Morgan, no te sientes ahí y pretendas que lo sientes mucho. Ni siquiera voy a preguntar por qué ustedes cuatro están aquí. No me importa. ¿En que estuvieron pensando? Tropezando de esa manera en una operación en directo así. — Mi tía preguntó, pero en lo único en lo que yo estaba pensando era en cuando vino a mi escuela por primera vez. Presumida, fácil y divertida. Ella había madurado, y supongo que no era la única. Bex se removió en su asiento. —No sabíamos que era una operación en directo. —Bueno, ustedes deberían hacerlo sabido. — Abby tenía su mano en su cadera. Ella sonaba como mi madre. —Todos ustedes deberían haberlo sabido mejor. Son de último año. Deberían darse cuenta de que todo lo que hacen viene con repercusiones. — ¿Cómo se supone que íbamos a saber que tú estabas ahí? — Macey desafío. Ella cruzó sus largos brazos. —Lo único que siempre se nos dice es no te preocupes por Preston. Preston no está en problemas. Nosotros no dejaremos que Preston resulte herido. —Y nosotros no lo hicimos, — Abby respondió. —Nosotros teníamos nuestros ojos en la embajada todo el tiempo. — ¡Para que puedan cogerlo!— Macey gritó, y para eso, ni siquiera Abby tenía respuesta. Ella y Townsend compartieron una mirada y, no voy a mentir, era del tipo que me asustó. Macey debió haberla visto también, porque su voz cambió. El enojo de transformó en terror. — ¿Dónde está él?— ella preguntó. — ¿Dónde esa él ahora mismo?
Townsend sacudió su cabeza lentamente. Se pasó una mano por el pelo y se sentó. Vi a mi tía apoyarse ligeramente hacía él. —No lo sabemos, Sra. McHenry, —dijo. —Mientes —Macey espetó. —Nosotros mentiríamos, si tuviéramos que hacerlo. Pero no lo estamos. —Dijo Abby con un movimiento de cabeza. —Todos los operativos del círculo se llevan a cabo en una instalación de máxima seguridad, la ubicación de la cual es necesaria saber, y nosotros no lo sabemos. Te puedo prometer eso. —No te creo. — le dijo Macey. —Eso está bien. — Abby sacudió la cabeza. —Pero te estoy diciendo la verdad. Él estará bien, Macey. Es normal. Es el protocolo. —¿Protocolo para qué? —Preguntó Bex. —Él será cuestionado, junto con su padre. —Dijo Townsend. —Cuestionado…—Macey comenzó. —Quieres decir, interrogado. Quieres decir torturado. —Él está en las manos de las autoridades, niñas. — Abby dijo. —Él estará bien. —Como se Cami estuviera bien, —Macey dijo, luego me miro. —Sin ánimo de ofender. —No hay problema, —digo—Lo creo. —Nosotros no somos el Círculo, Macey. — Abby le dijo. —Nosotros somos los buenos. Macey se cruzó de brazos. —Perdóname si tengo mis dudas. — ¿Qué pasa con la madre de Preston? —preguntó Liz. —Ella también será interrogada. —Townsend dijo. —Pero el círculo no admite exactamente cónyuges, así que dudo que ella sepa algo. Ella se quedara en la embajada por ahora. —Ese hombre…en la camioneta del padre de Preston…—Dije. —Su nombre es Max Edwards, —Townsend rellena antes de que pueda decir algo más. —Solía estar con la Interpol. —Me acuerdo de él. Lo conocí hace dos años en la feria de empleo. Me dijo que conocía a mi padre. —Pensé en el hombre que me había dado su tarjeta de negocios durante mi segundo año. El me había mirado esa noche como si pudiera ver a través de mi cubierta. Él me volvió a ver de la misma manera esa tarde. Algo sobre eso me hizo sentir inquieta, vulnerable. Desnuda. —No lo dudo. —Townsend dijo. —Edwards ha estado en este negocio desde hace mucho tiempo. Él conoce a todos. Es por eso que él está a cargo de las fuerzas especiales. — ¿Qué fuerzas especiales? —Bex ni siquiera intento esconder el escepticismo en su voz. —Parece que la comunidad de inteligencia está empezando a tomar en serio la lista, chicas, —mi tía nos dice. —Edwards está a cargo de un nuevo grupo especial que acaba de ser puesto en marcha. No es grande. Unos pocos agentes clave de la CIA, MI6, todos los sospechosos habituales. Se supone que ellos localicen el círculo interno. No es que vaya a ser fácil. Pero ellos van a tratar. Y si lo de hoy es una indicación, ellos podrían tener éxito. Winters es el primer miembro del circulo interno en ser capturado vivo, después de todo.
Sabiendo lo que sabíamos acerca de los topos del círculo dentro de la comunidad mundial de inteligencia, empecé a estar de acuerdo. Tal vez iba a funcionar. Tal vez ya no tendríamos que estar solas en la búsqueda. Pero Macey cruzó sus brazos y bufó. — ¿Te refieres al círculo interno y sus familias? —ella preguntó. —Preston tenía que ser interrogado, señoritas. —El agente Townsed dijo como si esperara que fuera el final de la conversación. —Pero…—Liz habló entonces. Su voz se quebró. —Él es solo un chico. —Ustedes no lo entienden, ¿verdad? — Abby se inclinó hacia adelante, mirándonos como si fuera a darnos la lección más importante sobre nuestras vidas secretas. —Ustedes deberían parar y escucharse a ustedes mismas en algún momento. ‘Somos prácticamente adultos, podemos hacer lo que sea.’ ‘Somos solo niños, déjennos es paz.’ —Observe a mi tía inclinarse más cerca, hace hincapié en cada palabra. —No se puede tener las dos cosas. — ¿Cuándo es el cumpleaños de Preston, Macey? —Townsend preguntó. —El cinco de noviembre. —Macey dijo. —Entonces, el acaba de cumplir dieciocho año, ¿verdad? — ¿Y qué? — Así que él es un adulto ahora, según nuestras normas. Y las del círculo. — Townsend nos miró como si realmente odiara lo que iba de decir. — Así que no importa lo que sepamos sobre los tratos de su padre, en este momento, hay una buena posibilidad de que Preston sepa más. Macey estaba sacudiendo la cabeza. —No, él no sabía nada. — ¿No lo hacía? —Townsend preguntó. — Abby está en lo correcto. ¿Ustedes quieren ser tratados como adultos? Bueno, eso incluye tanto las cosas buenas como malas. Y la posibilidad existe, señoritas, de que Preston Winters sea muy malo. Mis compañeras y yo nos quedamos en silencio. Yo no dije nada, porque, me guste o no, los adultos en mi vida estaban en lo correcto más a menudo de lo que estaban equivocados. El circulo siempre había estado uno o dos pasos adelante, y como en ese momento, no me gustaba hacía donde se dirigían esos pasos.
Capítulo 11 Traducido por ElyGreen Estaba oscuro cuando el jet finalmente aterrizó. Estoy segura que debí haberme dormido en el largo viaje sobre el Atlántico, pero realmente no recuerdo. Sólo recuerdo mirar fuera de la ventana: mirando, pensando, esperando por algo, pero
qué,
no
lo
sabía.
En el Tarmac, el Agente Townsend susurro algo a Abby, luego apretó su mano y la besó suavemente cuando no pensó que estábamos mirando. Pero eramos Chicas Gallagher. Para decirte la verdad, siempre estamos mirando. Abby lo dejó ir, sus ojos un poco llorosos. Y no pude evitarlo –pensé en Zach. Estaba en algún lugar fuera en el mundo. Y una parte de mí preocupada que podría nunca volver a verlo. —Vayan a la cama, chicas—, nos dijo Abby cuando caminamos a través de las puertas. Las luces estaban apagadas. Nuestra escuela estaba durmiendo, y en el silencio pude sentir cuán lejos estábamos, y cuán lejos todavía teníamos que estar. —Pero— —No voy a decirles de nuevo—, chasqueó Abby, y comenzó a dirigirse al pasillo que conducía a las escaleras hacia los cuartos de las maestras. — Ahora vayan a la cama. Y tal vez hubiéramos hecho exactamente eso, excepto que cuando alcanzamos la cima de las Grandes Escaleras, vi la luz filtrarse debajo de la puerta de la oficina de mi madre, y esa era toda la invitación que necesitaba. Corrí por el Pasillo de Historia y nunca miré atrás. —¡Mamá! —grité. —Mamá, estoy— dije, irrumpiendo por la puerta; pero luego me paré fría porque Joe Solomon estaba descansando en el sofá de cuero de la oficina de mi madre. Y, oh sí, estaba totalmente sin camisa. —Uh… —dije. Podría haber tropezado físicamente. ¿Pero qué más se suponía que hiciera al ver a mi maestro –y el nuevo tipo-de-novio de mi mamá- sin su camisa? Era
épico.
Era
extraño.
Era
épicamente
extraño.
I a juzgar por el atasco de chicas que estaban arándome desde detrás, totalmente no era la única que lo pensaba. —Uh… —Liz me hizo eco pero no pudo encontrar las palabras para terminar, tampoco. —Estoy bien—, dijo el Sr. Solomon, y luego trató de enderezarse. Pude ver los moretones que cubrían su pecho, expandiéndose por sus costillas. Cuando cambió en el sofá, vi la masiva cuchillada en su costado, y sentí el frío sentimiento de pavor que quizá él no era el único que había sido herido.
—¿Dónde
está
Zach?
—espeté.
—Él está bien—, dijo el Sr. Solomon, incluso aunque, técnicamente, no había respondido a mi pregunta. —Entren, chicas—, dijo mi madre desde detrás de nosotras, y nos movimos fuera de la puerta hacia la oficina, la miramos hundir una esponja en un recipiente con agua espumosa y arrodillarse ante los pies del Sr. Solomon. Él hizo muecas cuando trajo la esponja a la larga, rabiosa herida de cuchillo que corría por sus costillas. —Gallina—, —¿Encontró
le a
Catherine?
dijo
ella.
—espetó
Bex.
Él —¿Ella
sonrió.
le
hizo
eso?
—No—. El Sr. Solomon sacudió su cabeza. Sonaba más decepcionado que adolorido, como si complacientemente hubiera sufrido miles de cortes si eso significara traer a la madre de Zach a su fin. —¿Dónde está Zach? —pregunté. —Está… —me apagué. Sólo miré a la sangre del Sr. Solomon y no pude terminar. —Vayan a la cama, chicas—, dijo mamá, pero no me miró. —Me encargaré de ustedes en la mañana. —Pero—
comenzó
Liz.
—Pero nada—. Mamá nunca apartó su mirada de Joe Solomon. Él hizo muecas de nuevo cuando ella comenzó a envolver una venda más y más fuerte alrededor de sus costillas. —El personal del hospital debería estar haciendo esto—, le dijo ella a él. El
Sr.
Solomon
sonrió.
—Me
gusta
la
enfermera
que
conseguí.
—Chicas, necesito interrogar al Sr. Solomon, y él necesita visitar el ala del hospital. —No, no lo necesita—, dijo el Sr. Solomon, pero mamá le dio su mirada de “mamá” y él bajó la cabeza. —Va a contarme acerca de su misión, y luego van a escanear su cabeza y le sacarán rayos X a sus costillas. Hablaré con ustedes chicas en la mañana—. Nos acompañó hacia la puerta. —Todo estará mejor mañana. Quería pensar que era verdad –que mi madre estaba en lo cierto, y que no había nada que una noche en mi propia cama no reparara. Pero no era tan cierto.
Especialmente cuando caminamos en la suite y vimos que alguien ya estaba durmiendo en mi cama. —¡Zach! —No me importaba estar gritando. Corrí hacia él. Se apoyó en un codo y me dio una sonrisa dormilona. —Me —No Él
despertaste—, se
tomó
supone mi
que
mano,
la
estés
en
sostuvo
dijo.
esta
parte
de
contra
su
pecho
la
escuela—, dije. y
dijo,
—Espía.
—Hola, Zachary—. Bex estaba paseándose por la puerta. —Es bueno verte. Ahora, sal de aquí. No le tenían que decir dos veces. Se salió de la cama y comenzó a caminar hacia la puerta, trayéndome tras él. No dijimos ninguna palabra mientras pasábamos el pasillo alineado con suites llenas de chicas durmiendo. Ninguno de nosotros habló cuando alcanzamos las escaleras de espiral en la parte trasera de la escuela. La piedra era fría contra mi piel. Un viento congelante soplaba a través de las grietas en las viejas ventanas. Pero la mano de Zach era cálida en la mía, y no sentí el estremecimiento, incluso cuando me paró en las escaleras, me presionó contra la pared, y me besó. Suavemente al principio, luego más urgentemente, hambrientamente. Era como si no hubiera comido en semanas. —Hola—, dijo finalmente, retrocediendo y corriendo sus manos a través de mi cabello. —Hola—, dije y lo besé de nuevo. No pensé en las clases que me había perdido o en las que me estarían esperando en sólo unas pocas horas. Ni siquiera podía soñar en ir a la cama. —Te habías ido—, susurré en su piel. —Te fuiste tanto tiempo. —Estoy
de
vuelta
ahora.
—No te vuelvas a ir —, le dije, pero no dijo nada. Ese era el tipo de promesa que los espías nunca podrían hacer, así que sólo tomó mi mano y me condujo más lejos de las escaleras, en el extenso corredor que corría por la parte trasera de la escuela. —¿Viste a Preston? —preguntó cuando llegamos a la calidez del pasillo. Asentí.
—¿Y
lo
tomaron?
De nuevo, no podía decir las palabras pero no tuve que hacerlo. —¿Dónde
estabas,
—Buscando—, —¿A
tu
madre?
Zach?
fue —Mi
su
voz
—No
se
quebró,
respuesta. pero
la
no
lo
escondí.
encontramos.
—Ella nos encontró. En Cambridge. Ella mató a Walter Knight —. Me obligué a mirarlo, ver el dolor que llenaba sus ojos. Ya sabía acerca de nuestra misión, por supuesto. Pero tenía que decirlo de todas formas. Tenía que ser quien le dijera, incluso si por primera vez no me estaba escuchando. —Lo siento tanto. Si te lastimó… — Corrió su mano por todo mi cuello y volteó mi cabeza, como para asegurarse que todo estaba como debería estar. —Estoy
bien.
—La
mataré.
—No
digas
eso,
Zach.
—Pero lo haré, Cammie—. Entonces se alejó de mi, como si no pudiera atreverse a tocarme con sus manos –manos sucias. Como si yo mereciera algo mejor que ser tocada por las manos de un asesino. — Algún día. Lo haré. —No—.
Llegué
a
él.
—Sí—. Su voz era triste, no engreída. Era como si hubiera visto el futuro, y finalmente me estaba diciendo la cosa que siempre había sabido, el grande y final secreto de Zachary Goode. —Lo haré. —¿Dónde
estabas,
Zach?
¿Qué
le
pasó
al
Sr.
Solomon?
¿A
ti?
Zach corrió una mano a través de su cabello. Era demasiado joven para parecer tan exhausto. —Sabes como comenzamos a perseguir a mi mamá… Bueno, nos imaginamos que la mejor manera de encontrarla sería encontrar a quien sea el descendiente del Círculo en quien ella tenía los ojos puestos. —¿Quién?
—pregunté.
—Delaunhunt—, me dijo Zach. —Frederick Delaunhunt. Es un negociante de armas. Lo perseguimos por la Fortaleza fuera de Buenos Aires. Probablemente tenía cincuenta guardias armados. Y podíamos decir por la actividad en el compuesto que estaban alistándose para moverlo. Deberíamos haber esperado por retroceder, pero me mantuve pensando en lo que pasaría si no lo encontrábamos de nuevo Pensé en lo que te hicieron. Y luego me puse estúpido — . Zach respiró profundamente. —E hirieron a Joe. Se alejó lentamente, casi como si estuviera contenido a dejarme, como que en lo profundo supiera que yo estaba mejor sin él. —Probablemente deberías ir a la cama, Chica Gallagher. —No
tengo
sueño.
—Deberías irte a la cama de todas formas. Trata de dormir algo. Me incliné hacia él. —No. No debería—. Tomé sus dos manos en las mías y caminé hacia atrás. —¿Quieres ver algo genial? —¿Qué crees? —preguntó con esa sonrisa pícara que me había dado al principio cuando había caminado a través de nuestras puertas como un estudiante de intercambio. Antes de que las cosas se complicaran. Antes
que
su
madre
cambiara
mi
vida.
Caminé a un viejo candelabro que el personal de limpieza raramente recordaba limpiar, así que estaba sucio cuando estiré la mano hacia él. Y jalé. Lentamente, una puerta se abrió con un crujido. —¿Qué es eso? —preguntó Zach, acercándose. Tomé
su
mano
de
nuevo.
—Vamos.
Hubo un tiempo en que amé estar en los pasadizos secretos por mí misma. Me deslizaría dentro de la oscuridad y desaparecería, estar sola en el medio de un ciento de gente, ser yo misma dentro de un lugar donde pasas la mayor parte de tu tiempo aprendiendo a ser alguien más. Nunca le había mostrado ese a Bex. Nunca traje a Liz o a Macey a estudiar allí. Ese era mi pasadizo privado, y mientras sostenía la mano de Zach, se sentía mucho más como que aun lo era. Sólo que entonces, no era mío. Era nuestro. Nos apretamos juntos a través de corredores polvorientos y espacios cerrados oscuros, esquivando entre descompuestos rayos. Debió haber sido el cuarto de los sirvientes alguna vez, porque había una ventana de rueda en un lugar estrecho. Miré fuera hacia el este, al otro lado de las tierras y las colinas y los árboles.
Nos paramos juntos, mirando afuera al mundo que estaba cubierto con escarcha, de un brillante blanco. —Wow—, dijo Zach. Se presionó contra la ventana, la cual se empañó con su respiración. Alguna vez hace años, había traído una vieja silla de bolso a este lugar. Miré a Zach deslizarse en ella, y luego me trajo a inclinarme contra él. Sentí sus brazos ir a mi alrededor, sosteniéndome fuerte. Estaba
segura.
Estaba
cálida.
Estaba en casa.
Capítulo 12 Traductora: Redshoes
PROS Y CONTRAS DE LA SEMANA SIGUIENTE:
PRO: Nada como ayudar mejor que el maquillaje para olvidar la metida de pata (y que casi estropeamos) en la operación de la CIA. CONTRA: Pasamos mucho tiempo maquillándonos. PRO: Ya no nos tuvimos que preguntar sobre si la mamá de Zach iba a llegar después de Preston o no. CONTRA: No teníamos idea de en donde estaba Preston PRO: Zach estaba de regreso CONTRA: No pude alejar el sentimiento de que era cuestión de tiempo para que todas nos tuviéramos que ir otra vez.
Podría decirte que la semana que siguió fue de lo más normal en la Academia Gallager, podría decirlo pero estaría mintiendo. Después de todo, mis compañeras de cuarto y yo no sólo éramos las que habían faltado al primer día de clases del semestre de primavera… también éramos las chicas que habían estado cuando el embajador Winters había sido tomado en custodia, lo que en términos de adolescente espía no nos hacía famosas, nos hacía infames; y déjame decirte que esa es una gran diferencia. -así que, Cam.- dijo Tina Walters, pasando su brazo a través del mío mientras caminábamos hacía el Gran Salón. - Escuche que Winters está encerrado en una instalación submarina de la costa de Greenland, ¿qué es lo que sabes sobre eso? -nada, Tina.- contesté -pero la historia que fabricaron para cubrir todo es falsa, ¿verdad? Quiero decir que ellos le dijeron a la prensa que él había sido sacado, basándose en la información de que él iba a ser el objetivo de una conspiración terrorista; pero eso no es verdad, ¿o sí? Tina se acercó un poco más, estudiándome tan intensamente que pensé que mi piel se podría encender en llamas. Sabía que ella en realidad no conocía la verdad, pocas personas la conocían. Eso es el punto de los espías, la mayoría de los secretos que guardamos es para nosotros mismos. Me agradaba Tina, incluso confiaba en ella; pero no podía decirle la verdad, no porque fuera la chismosa de la escuela (aunque de verdad lo era) sino porque de ahora en adelante, casi todo lo relacionado con mi vida se basaba en necesitosaber, y Tina no lo necesitaba. Sin importar que ella probablemente pensaba lo contrario. -así que… - Tino dijo lentamente - ¿Cuál es el trato? -no tengo idea, Tina- negué con la cabeza y pensé en la mirada que el embajador me había dirigido mientras iba sentado en la parte trasera de la camioneta, había sido desafiante. ¿la mirada había sido una amenaza? O tal vez sólo un adiós. Volví a negar con la cabeza y dije. – De verdad no lo sé – y me di cuenta que no estaba mintiendo. -Lo que quiero saber – empezó a decir Courtney, entrando en la conversación mientras nos sentábamos en la mesa de los de último año – es ¿Cuál es el problema con Preston Winters…? -es lindo.- Anna Fetterman dijo y luego se sonrojó. -sí – aceptó Tina – estoy segura que se veía lindo cuando se lo llevaron esposado – Anna jadeó - ¿o no lo esposaron?
Tina asintió lentamente. – sí, lo hicieron; a decir verdad, siempre tuve el presentimiento de que él podía ser malvado. Son los hoyuelos.- se apresuró a añadir. – por eso yo no confío en chicos con hoyuelos. Macey se enojó pero no dijo una palabra. Después de eso el Gran Salón se quedó en silencio o lo más silencioso que nunca antes había estado. Yo quería agarrar a Macey y llevármela, decirle que todo iba a estar bien, que Tina , la CIA, MI6 y el hombre de la Interpol estaban equivocados… que Preston no era como su papá, pero en ese momento, del otro lado de la mesa, Bex me volteó a ver y me di cuenta que ella también estaba pensando lo mismo que yo: ¿y que tal si sí era como su padre? -Cameron.- La voz de la profesora Buckingham llegó entrecortada al Gran Salón – si ya termino con su desayuno, necesito que me acompañe, por favor. -¿Por qué?- me quedé parada en donde estaba.- ¿qué pasa? -por aquí, querida.-dijo Buckingham. Ella movió su brazo en dirección a la gran puerta doble, así que no tuve elección. La seguí. -Hola, Cammie.- por un momento no me pude mover… ni hablar, me quedé parada en la puerta de la oficina de mi madre, viendo al hombre que había visto por última vez sentado en la camioneta con el embajador Winters en Roma. Recordaba todo sobre él… el momento en el que me había dado su tarjeta de presentación hace dos años mientras se iba con Preston y su padre. Sabía exactamente a quién me había traído a ver, lo que no sabía era por qué. El parecía dudar de mi memoria, aun así me extendió la mano. -Ya nos habíamos conocido… hace mucho tiempo. Soy Max… -Edwards.- terminé – Miembro de la Interpol; recientemente, miembro de un comando de alto nivel que se encarga del arresto de líderes de alta importancia del Círculo y sus hijos adolescentes. Él sonrió ligeramente, entretenido con mis agallas, después dijo – es un gusto volver a verte, Cammie. Lamento que no pudiéramos hablar cuando estábamos en Roma. Me he convertido en algo así como… tu fan. Tenía una manera de hablar, bajo y casi exhalando, como si fuera la única persona en el mundo que tenía que escuchar sus palabras, aun cuando estábamos a diez cm de mi madre. -¿de verdad? – dije, casi burlándome, mientras él me veía sobre sus anteojos. -es un halago, Cammie. Te has hecho famosa ¿sabes?
Lo sabía, pero también estaba segura que ese no era la clase de halago que los operativos en cubierto quieren. Él bajo aún más su tono de voz. – Lamento escuchar sobre la muerte de tu padre y por todo por lo que tuviste que pasar. Mis condolencias, Cammie. Pero yo no quería su simpatía, así que gire hacia mi madre. - ¿qué está haciendo él aquí? – pregunté -él está aquí con una petición.- contestó mi madre. -Como bien sabes, Cammie; el Círculo de Cavan actualmente está relacionado a un informe de nivel de actividad.- me dijo el hombre. – por lo que hay una nueva fuerza de tarea entre agencias, la CIA, MI6, la Interpol, el servicio secreto Israelí, todos los jugadores habituales están tomando parte, y… -sé todos eso, vaya a la parte que no sé – le dije, mi paciencia se estaba agotando. -Cammie, lo que viste en Italia, ese fue el resultado de esta fuerza de tarea, vamos a localizar a los líderes del Círculo. Voltee a ver a mi madre, el agente Edwards debió de haber descifrado la mirada que compartí con ella. -sé lo que estás pensando, Cammie; el círculo tiene dobles agentes, infiltrados, traidores a cualquier nivel en cualquier agencia. Bueno….eso por eso que este comando no rinde cuentas a ninguna agencia, y una de las personas en las que más confío… eres tú. Es por eso que he venido a pedirte un favor. -no le haré ningún favor – le espeté. -Cammie, escúchalo – advirtió mi madre, pero yo me enfurecí. -¿trajiste a Preston? - pregunté, pero no mantuve la esperanza. -no.- dijo Max Edwards.- pero hay algo que tenemos que discutir. -No se equivoque, Agente Edwards, puede intentar hacerme hablar… no sería el primero – le recordé. – pero eso no funcionó muy bien la última vez, así que se puede ahorrar el trabajo. – le dije desde la puerta. -no vine aquí a cuestionarte, Cammie. – Las palabras del hombre me detuvieron – No sobre Preston ni sobre otra cosa. No lo pude evitar, me detuve y lo volteé a ver. –entonces, ¿por qué está aquí?
Él se encogió de hombros y como buscando la mejor manera dijo. – Creo que porque necesito tu ayuda. -No voy a ayudarlo. -no es a mí- dijo y otra vez me quedé quieta. – Como sabes, en cuanto sea posible, tomaremos a los miembros del Círculo bajo custodia; algunos de los empleados de bajo nivel han sido, de cierta manera, cooperativos, pero el Sr. Winters… él se ha reusado a habl ar. -¿y qué esperaba? – me reí ligeramente por su ingenuidad. -lo lamento – me dirigió una sonrisa condescendiente. – lo que quise decir es que se rehúsa a hablar con alguien… excepto contigo. Y por fin estaba sorprendida, a pesar de toda su experiencia y entrenamiento, el Agente Edwards y su comando me necesitaban. -Como le dije, Agentes Edwards. – comenzó a decir mi madre. – mi hija no tiene qu7e ir a ningún lugar con usted, ella no tiene por qué ayudarlo y no lo hará… -lo haré -Cammie.- dijo mi madre – no tienes que hacer esto; no tienes que ir y no tienes que ayudarlo, podría ser peligroso. – añadió, la última parte era una advertencia. -eso es cierto, Cammie. – dijo el Agente Edwards caminado hacia mí. – tu madre tiene razón, así que, ¿qué dices? -sí. – le dije – lo haré, yo… Pero no pude terminar, porque al siguiente segundo una jeringa estaba en la mano del Agente Edwards y la aguja estaba en mi brazo e inmediatamente la oficina de mi mamá comenzó a girar, el mundo entero giraba rápidamente hacia la oscuridad.
Capítulo 13: Traducido por Princesa de la Luna
La habitación era negra a mi alrededor. A golpes, un dolor palpitante llenó mi cabeza. Esperé a que mis ojos se acostumbren a la oscuridad, pero no lo hicieron. En su lugar, me caí por el hueco vacío, con la incertidumbre de cómo liberarse. Me estremecí y me di cuenta que estaba helada. Mi uniforme era familiar contra mi piel y yo sabía que nadie se había molestado en cambiar mi ropa en el momento en que yo había estado inconsciente. Pero ¿cuánto tiempo tenía lo había estado? ¿Unas pocas horas? ¿Unos pocos días? La última vez que había despertado en un lugar extraño, me acababa de perder meses de mi vida y la memoria vino golpeando en ese entonces. Me dolía la cabeza. Mis brazos y piernas me dolían. Sentí algo revuelto en mi estómago y no podía ayudarme a mí misma, estaba enferma, el vómito cubre el suelo y me puse a llorar. Empecé a gritar. Yo quería salir. Necesitaba salir. Así que me puse de pie y presiono mis manos contra las paredes. Sentí el frío acero. Metal. Algo hecho por el hombre y extranjero. Y yo sabía que a pesar de que no era bien recibida por el Círculo en Austria, yo, ciertamente, no estaba en la Academia Gallagher nunca más. Poco a poco, me acomodé por la pared, sintiendo mi camino cuando me fui, obligándome a respirar profundamente, de manera constante. -Estoy bien, -dije en voz alta a nadie más que a mí mismo-. No estoy perdida. No estoy perdida. No lo estoy. Y entonces me encontré con la palanca. Y entonces me di la vuelta y sentí el cambio de puerta en contra de mis manos. Encendí la luz y cerré los ojos cuando me tropecé hacia adelante, fuera de la parte de atrás de una camioneta y en una masiva, hangar vacío. Luces fluorescentes brillantes colgaban por encima, pero en el interior no había nada más que la llanura, camioneta sin marcar ... y yo. -Hola, Cammie. -Tiré mi cabeza hacia arriba y vi a Max Edwards de pie en la pasarela que corría a través de la parte superior de la habitación-. Bienvenida de nuevo. -¿Dónde estamos? -Le pregunté, mi voz más débil de lo que debería haber sido. Mi cabeza palpitaba y se arremolinaba. El agente Edwards estaba bajando las escaleras, pasea fácilmente hacia mí. -Siento que hayas tenido que despertar por sí sola así, Cammie. Pensé que dormirías durante al menos otra hora. Menos mal que venía a verte. Me froté la cabeza dolorida.
-Mi abuela dice que tengo un metabolismo alto. Además, soy muy, realmente bueno en estar inconsciente. Tengo mucha experiencia con eso. El agente Edwards se rió como si pensara que estaba haciendo una broma. No lo estaba. -No vas a decirme dónde estamos, ¿verdad? -No, Cammie. Yo no soy. -O ¿donde estamos? -No de nuevo. Una chica lista cuando se puede utilizar el tiempo para calcular la distancia, Cammie y usted sabe que no se puede dejar que lo hagas. Eso no era parte del trato. -Debido a que esta es la necesidad de conocer, ¿y yo no?, -Le pregunté. Él sonrió y negó con la cabeza. -Porque no me creerías. Max Edwards condujo por un pasillo largo y estrecho. Cámaras colgaban a intervalos regulares. Era todo acero y hormigón y sentí el frío que se filtraba a través de las paredes. -¿Qué tan lejos bajo tierra estamos? Le pregunté al hombre, que no dijo nada. Pasamos por debajo de una serie de rejillas extrañas. -Los detectores de Biohazard, -le pregunté-. ¿Los orificios de ventilación? Una vez más, el hombre se quedó en silencio, pero yo no lo necesitaba para responder. Yo sólo lo necesitaba para que me llevara a Preston, así que seguí contando nuestros pasos, notando la pendiente gradual de la sala. Yo no era precisamente nueva para convertir instalaciones subterráneas, la cabeza tan suelta y el malestar estomacal o no, me estaba empezando a sentir como yo podría ser en un terreno poco familiar. Pero luego el pasillo se volvió y me vino a detener bruscamente frente a la puerta más intimidante que había visto nunca. -Bueno, esto es especial, -le dije mientras Edwards hizo un gesto hacia una cámara de seguridad que estaba situada encima de la cabeza. -Si yo no sabía lo que hacía. -Hablé mientras Edwards colocó su palma en un escáner y mira en una cámara de imagen retiniana- Yo diría que este es un ajuste
de la puerta para una ... -La puerta se abrió de golpe, moviéndose a lo ancho, cuando terminé-, ... la cárcel. Miré hacia el agente Edwards, pero de nuevo no dijo nada. Aún así, pude ver en sus ojos que estaba recto. Había guardias y paredes gruesas. Cámaras que cubren todos los ángulos, no ocultas, no disfrazadas. Era un lugar construido para recordar que el Gran Hermano estaba mirando. Se hicieron las puertas para bloquear en un instante. Todo era de acero y cromo y concreto, e incluso si Edwards había tenido la previsión de llevarme una chaqueta, estoy bastante segura de que habría temblado. -Él no debería estar en la cárcel, -le espeté al hombre a mi lado. Pero el agente Edwards sólo se rió, un huff condescendiente que, a pesar del frío, me quema. -Preston Winters es la próxima generación de uno de los criminales más poderosos y notorio de las familias en la historia del mundo. Pon tu mano aquí, Cammie, -instruyó, casi como una idea de último momento, pero hice lo que me dijeron. Mi palma picaba, pero no dejé que me viera una mueca de dolor. Finalmente, los guardias nos dejan pasar por otra puerta enorme. Sentí la mano del agente Edwards en mi espalda. Si yo no hubiera conocido mejor, habría jurado que estaba preocupado por mí como él instruyó, -Una vez en la habitación, Cammie, no deje su silla. No se puede llevar nada en sus bolsillos o en su cabello. No menciones el día de la semana o la hora del día. Allí, entre esas habitaciones sin ventanas y las luces artificiales, sabía el juego al que estaban jugando. -Yo no sé el día de la semana o la hora del día, -le recordé. -Por supuesto. -Él no me regaña. Sonaba demasiado nervioso. -Esto está mal, -le dije-. No se merece estar aquí. -Estas son las reglas, Cammie. Ahora, usted puede cumplir con ellos, o se puede dejar y vamos a tener una gran cantidad de problemas para nada. Es su decisión. Llega un momento en la vida de cada espía que no tiene el lujo de cuidar. La emoción es una rareza, un bien tan precioso que hay que repartir a cabo en lotes, secretos especiales. El agente Edwards había pasado ese punto. Este era un
lugar para las personas que tuvieron que ser inmune a lo que hicieron, a lo que significaba. Y yo no sé si el frío dentro de la prisión venía de estar bajo tierra o de los corazones fríos de la gente que llenó. Me miró como si yo fuera todavía joven e inocente, como si una parte de él me envidiara porque yo estaba siendo capaz de sentir. Una parte de mí se pregunta cuánto tiempo más tenía antes de que mi corazón se congelase también. -Ven, Cammie. -Llegó a la puerta final-. Tu país te necesita. La primera vez que conocí a Preston Winters había estado veinte libras demasiado ligero para su marco, el uso de ropa que fue elegida por algún grupo de discusión en alguna parte. Había sido demasiado rápido para sonreír demasiado fácil reírse. Había sido todo acerca de los chistes malos y un buen contacto visual y le había gustado. Yo le había gustado mucho. Pero entrar en la habitación pequeña, estéril con una silla de metal en solitario y una ventana de cristal oscurecido, no podía imaginar el muchacho que conocería en ese lugar. Los inviernos que Preston había conocido habían sido normales. Desamparados. Grises. -Puedo quedarme contigo, Cammie .... -el agente Edwards sonaba nervioso, con miedo por mí, como si una parte de él estaba empezando a arrepentirse de haberme traído aquí y hacerme una parte de este mundo. Pero era mi mundo también. Pensé en las cicatrices en mi cuerpo. Era mi lucha. Así que me volví hacia él. -Fuera. Caminé con nerviosismo a la silla de metal pesado en el centro de la sala y me senté como si me hubiera dicho que lo hiciera. En el reflejo del cristal pude ver las cámaras dirigidas hacia mí. No tenía ninguna ilusión de privacidad. A Preston y a mí se nos registraría desde todos los ángulos, no perderse una sola palabra. Pero tendría que verlo. Por lo menos me ponía a contar, Macey estaba bien. Me senté a solas durante diez minutos, pero no me muevo. Yo no vacilo. Yo no iba a dejar que los hombres en el otro lado de esas cámaras me vieran sudar. Entonces sonó un timbre. El vidrio se hizo brillante y me miró a través al otro lado, el Embajador Winters, que estaba sentado sonriéndose.
Capitulo 14 Traducido por kensha
—¿Donde esta Preston? — Arremetí y estaba a punto de levantarme de mi silla antes de recordar la advertencia del Agente Edward. Me moví un poco para atrás pero no me atreví a apartar mi mirada de los ojos del Embajador. —No lo sé, Cammie —me dijo Winters—. Lo sabes mejor que yo. —Pensé que el… —empecé antes de que la verdad finalmente se estableciera en mi—. ¿Querías verme? —No pareces tan sorprendida—. El embajador cruzo sus tobillos. Se veía perfectamente en casa allí en una habitación exactamente como la mía. Pero llevaba grilletes en sus manos y pies—. Eres una joven muy inteligente. Tal vez me perdí tu compañía. —No seas tímido conmigo. Y no me hagas perder mi tiempo. —Muy bien —dijo. —¿Por qué estoy aquí? —Siento lo que paso, Cammie —dijo, sin responder mi pregunta. —¿Siente que tratara de matarme, o siente que tuve la suficiente suerte para evitarlo? Sacudió su cabeza—un tch, tch, tch ademan que puso mi piel de gallina —. Tienes mucha suerte, querida. Pero eres cualquier cosa menos tonta. —Dijeron que quería habar conmigo—que yo era la única personar con la que hablarías… Así que, ¿qué pasa? ¿Qué quieres decirme? A pesar de las esposas y grilletes, Winters se inclinó más cerca, miró a mis ojos. —¿Como estas, Cammie? Sonó como el hombre que me acogió con beneplácito en la Embajada, abrazándome como un amigo. Y yo lo odiaba por ello. Lo odiaba tanto, tantísimo.
—No —dije—. No puedes hacerme eso. No tienes que actuar como si fueras uno de los buenos. No olvides. No olvides que te conozco mejor. Miré como las palabras lo penetraban, y por un segundo podría haber jurado que un grado de tristeza cruzó por su rostro. —Lo sé, Cammie. Pero aún estoy interesado por tu bienestar. Empecé a pararme. — Adiós, Sr. Winters. Ojala pudiera quedarme a charlar, pero tenemos esta gran prueba, y me gustaría volver a — —Espera, Cammie. Por favor. —Dime por que me has traído aquí, o me voy. Ahora. Y nunca volveré. —¿Que sabes sobre el Circulo, Cammie? Cambio entonces, no con su cuerpo pero con su tono. —Deja de perder mi tiempo —le dije otra vez. —Lo digo en serio —dijo—. ¿Sabes cuándo fuimos fundados? ¿Por quién? ¿Por qué? Puso un énfasis especial en la última palabra y que, por fin, me hizo pensar. —Cavan era un hombre orgulloso —se encendió Winters. No espero para que le respondiera—. Odiaba a cualquiera que tuviera más poder del que él tenía. —Ve al grano —espeté y Winters habló sobre ello. —Cavan quería—no, necesitaba—la Unión para fracasar. Una América dividida era lo único que América podía soportar. Y eso significaba que necesitaba que Lincon muriera. Para que el país se astillara, fragmentará. Así que la pregunta es, Cammie, ¿que necesita el Circulo ahora? Por un segundo, me olvide que era un hombre que había intentado matarme, y lo mire como uno de mis maestros, como solo otr o día en la escuela. —El Círculo necesita poder, necesitan ganancias. —No, Cammie —. Winters sacudió su cabeza, pero no me regaño—. Admito, nos dejamos alejar de la misión original de Cavan. Tenemos hambre de riqueza física, codicia y la meta original de Cavan se deslizó de nuestras mentes. Admiro mucho a la Academia Gallagher. Es lo que quería su fundador. Por supuesto, Gillian Gallagher hizo todo sin intervención del gobierno. Me pregunto
que diría si viera la forma en que las agencias pasan revista sobre la escuela ahora. —Fuiste un gobernador, un embajador. Fuiste casi presidente—y quieres decirme que odias al gobierno? —¿Por qué los gobiernos tienen más poder que las personas que ellos supuestamente gobiernan?
Capítulo 14 Continuación Traducido por kensha —¿Por qué los gobiernos tienen más poder que las personas que ellos supuestamente gobiernan? —¿Esto se supone que es una clase de estudios sociales? Porque no he tenido una de esas en años. —Nos desviamos de nuestra misión, Cammie. La madre de Zach — Catherine—es una de nuestros agentes que llegaron a ser codiciosos. Pero gente como Catherine solo estaba reflejando lo que vieron en nuestro liderazgo. Perdimos de vista nuestro objetivo final, y ahora el Círculo se está desmoronando. Y por lo que aquellos de nosotros en el Circulo Interno decidimos que es hora de terminar la misión original de Cavan. Pensé de regreso en Cambridge, el loco terror en los ojos de Knight mientras el habló sobre lo que fuera que el Circulo estaba planeando. Había pensado que la verdad había muerto con él, pero ahí estaba otra vez, mirándome fijamente a través de tres pulgadas de vidrio reforzado. —¿Qué misión es? —pregunté, tambaleándome hacia adelante—. ¿Qué está planeando el Circulo Interno? Dime ahora para detenerlo. Se inclinó un poco más cerca. Los grilletes en sus muñecas tintinearon mientras señaló en mi dirección y dijo —Elizabeth Sutton es una chica muy lista.
El cambio abrupto de tema golpeó el aire lejos de mí. Quería respuestas y obtenía juegos. —No hables sobre Liz —me enfurecí—. Si es una especie de amenaza— —Nunca lastimaría a la Srta. Sutton. Y tú… bueno, haría bien es escucharla. Es sabia más allá de sus años. Sacudí mi cabeza y escupí —¿Qué tiene que ver Liz con esto? —Estaba atormentada de confusión y cansancio—.¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué me dices todo esto? ¿Por qué no les dices esto? —señalé las cámaras que estaban alineadas en la sala, cubriendo todos los ángulos posibles. —Porque tengo un favor que pedirte, Cammie. Ví que sus ojos se oscurecían. Cualquier rastro de felicidad se había ido. No pensaba que estaba disfrutando, jugando conmigo. Era un hombre desesperado. Y me miró como si yo fuera su única salida. —¿Qué? —chasqueé. El embajador miró hacia abajo a sus manos entrelazadas. —Mi hijo. Él no es parte de esto, lo sabes? —Preston estará bien. Está en custodia. Chaterine no puede llegar a el ahora. El embajador con los ojos cubiertos de hielo. —Ninguno de nosotros estará bien de nuevo. Pero mi hijo puedeayudarte a detenerlo. —¿Que han hecho? —pregunte de nuevo, más urgente ahora. Pensé sobre lo que Knight me había dicho—. Los líderes del Círculo se juntaron y pusieron algo en movimiento. ¿Qué era? La impaciencia y el miedo estaban rompiendo a a través de mi—. ¡Dime lo que tengo que hacer! Estaba abriendo su boca para hablar —las palabras casi allí. Unos pocos momentos más y Winter me habría dicho todo lo que necesitábamos saber, pero eran momentos que no teníamos. Por qué antes de que el padre de Preston pudiera decir una palabra, el vidrio que se interponía entre nosotros se volvió negro. —¿Embajador? —grité y miré hacia la puerta, esperando que un guardia tocara—entrará y me dijera que mi tiempo se había acabado. Pero nadie llamó. Miré a las cámaras, pero las diminutas luces estaban apagadas y sabía que ellos estaban fuera. Nadie estaba mirando. No había guardias monitorizando nuestra conversación. Estaba sola en la silenciosa habitación, y sentí el vello de mis brazos en punta. Todo estaba muy quieto, tan tranquilo, así que rompí el protocolo y corrí hacia el vidrio.
—¡Embajador! Embajador, está… Levanté la mano y empecé a golpear, pero luego escuche los sonidos de una lucha en el otro lado. Agudos cracks llenaron el aire —dos veces, en rápidas sucesiones, y me había desbocado cuando un tercer crack sonó. Debe haber sido un vidrio grueso el que separaba las dos habitaciones — pero no era a prueba de balas, porque el vidrio comenzó a astillarse, grietas, extendiéndose como una tela de araña. —¡Ayuda! —grité a las cámaras, pero sabía que nadie me escucharía. Corrí hacia la puerta y me asomé por la ventana pequeña justo a tiempo para ver la puerta de alado abriéndose. Había un pequeño, básico candado en mi puerta. Parecía fuera de lugar allí, en esa fortaleza de alta seguridad; pero de todos modos lo gire y me retiré lentamente, esperando que quien había contra el embajador no se preocupara por mí. Era una visitante—una chica. No había nada atrapado dentro de mí que alguien quisiera de todos modos. No era nada, me dije. Pero entonces el pomo de la puerta se movió. Alguien empujó contra la puerta, pero el candado ayudo, y retrocedí cuando algo pesado se estrelló contra la puerta. En mi cabeza, estaba formando listas. Planes. Opciones. Pero el hecho seguía siendo que estaba encerrada en una habitación sin armas y sin… Ventanas. Recogí la silla de metal y apunté al centro de las citas que llenó el vidrio pesado. Afuera en el pasillo, alguien golpeo nuevamente contra la puerta, así que golpeé más duro. —Vamos —dije a nadie más que mi misma—. Vamos… Y entonces el vidrio se rompió, cayendo al piso, donde el embajador estaba todavía atado a su silla mientras yacía en el suelo. Sangre manchó el hormigón. Su rostro parecía casi pacifico mientras me miraba y me dio una última sonrisa. —Protege a Preston —susurró, agitando los parpados.
Y luego murió.
Capítulo 16 Traducido por Kathy92 COSAS QUE ESPERAR DESPUÉS DE UNA BRECHA EN QUIZÁS LA MÁS SEGURA PRISIÓN EN EL PLANETA
DE SEGURIDAD
(También, Después de Escalar una Montaña) (Una lista por Cameron Morgan) *Chocolate caliente. En serio. Los guardias que te encuentren van a insistir en que te sigas moviendo y te cambies la ropa por una más caliente, pero la medicina real es el chocolate caliente. Cuanto más caliente y achocolatado es mejor. *Resulta, que si escapas de un centro de detención de alto nivel, realmente grande, los chicos realmente machos dejaran de mirarte como si fueras linda y comenzaran a mirarte como si fueras impresionante. *Después de hacer una escalada como esa sin equipo y sin ayuda, nadie parece pensar que necesitan drogarte para SACARTE de la montaña. *El viaje a casa es mucho MÁS LARGO cuando estas realmente consciente. *Los viajes largos son un excelente tiempo para pensar. *Podría no llegar a gustarte lo que te queda por pensar.
—¡Cammie!—dijo mamá tan pronto como camine a través de las puertas frontales de la escuela. Se apresuro a través del vestíbulo y tiro sus brazos a mí alrededor. Entonces, así de rápido, me empujo lejos, sosteniéndome a la distancia de un brazo y me examino como si tratara de asegurarse de que el Agente Edwards estaba devolviéndome en la misma condición que había estado cuando me fui. No lo estaba. Y mi madre, la espía que es, pudo verlo.
—¿Estás bien?—pregunto, y asentí. —Sí, estoy bien. Pero mi madre solo deslizo su Mirada en el Agente Edwards. —¿Descubrieron como logro entrar el tirador?—pregunto. —Uh…sí.—dijo la palabra muy cuidadosamente.—El hombre armado era un guardia de la instalación. Había sido convertido. —Ya veo,—le dijo.—Kiddo.—mamá aliso mi cabello. Su mano acaricio mi rostro.— ¿Por qué no subes escaleras arriba? Ve a la cama. Necesitas descansar.— Entonces giro toda su atención de vuelta al hombre que me había traído a casa. — Necesito hablar con el Agente Edwards. Había un sentimiento corriendo entre ellos, dos veteranos operativos, personas poderosas, ninguno de los dos acostumbrado a retroceder. Me aleje, pero no pensé que el Agente Edwards o mi madre siquiera notaran que yo aún estaba de pie ahí. Estaban demasiado ocupados lanzándose dagas el uno al otro. —Tienes demasiados nervios al traerla de vuelta así. —¿Habría preferido que ella no volviera del todo? —pregunto el hombre. —No sea evasivo conmigo. Se suponía que ella estaría a salvo contigo. —Lamento mucho que su hija haya tenido que vivir por algo así, —dijo el Agente Edwards. —Vivir es la palabra clave, por supuesto.—Mamá nivelo la mirada con la suya. —¿Qué quiere decir Rachel?—el Agente Edwards sonó cansado, impaciente y muy ligeramente molesto. —Quiero decir que mi hija fue llevada a la esquina más alejada de este país solo para ver al embajador muerto y tener al tirador tras ella. —Ex embajador,—la corrigió Max Edwards.—Y como cabeza del grupo de trabajo interinstitucional, nadie lamenta su muerte más que yo. Tenía información que necesitábamos, Rachel. Después de todo, es el porqué su hija estaba ahí. Mamá se deslizo más cerca.—¿Y tan pronto como comenzó a hablar, fue asesinado? ¿Y la chica con la que estaba hablando fue enfocada? —Eso fue lamentable. Mamá sacudió la cabeza lentamente.—Para decir lo menos.
La observe en ese momento, el estrechamiento de sus ojos, el enderezamiento de su columna vertebral. Se movió ligeramente en frente de mí como si bloqueara más balas que podrían estar dirigiéndose en mi dirección. Y sé lo que ella no dijo: que no estaba fuera de peligro. No por un largo tiempo. —Fue un incidente aislado,—le dijo Edwards. —¿Lo fue?—pregunto mamá.—¿Lo fue realmente? Pensé que su fuerza especial era inmune a los espías. —Nadie está tomando esta brecha más en serio que yo, Rachel. —Bueno, evidentemente no se lo está tomando lo suficientemente en serio, —dijo ella. —¿Qué se supone que significa eso? —Significa que es difícil navegar un barco con filtraciones,—le dijo mamá.— Quizás su libre de espías, a prueba de traidores fuerza especial no es tan segura como pensó. —Dígame Rachel—vi al hombre cambiar, tomar una táctica diferente. —¿Dónde está Joe Solomon? ¿Dónde está justo ahora? —Joe Solomon está muerto.—la voz de mamá estaba quebrada. Había gastado suficiente tiempo imaginando que sería perderlo así que probablemente no era duro en absoluto para ella pretender que así fue.—Fue asesinado en una explosión en el Instituto Blackthorne la primavera pasada. Como jefe de la fuerza especial, estoy sorprendida de que no lo supiera. —Por supuesto.—sonrió Edwards.—Que tonto de mi parte olvidarlo.—dio un paso hacia la puerta pero miro de vuelta a mi madre. —Estoy seguro de que la veré pronto.— Asintió en mi dirección.—Cammie,—dijo, entonces abrió la puerta. No se volvió de nuevo, no vacilo. Pero incluso después de que se había ido, su presencia permaneció. Lo sentía en mis huesos, lo vi en los ojos de mi madre mientras mantenía fija su mirada en las ventanas frontales, observando las luces delanteras del carro de Max Edwards desaparecer. —Ellos saben,—dijo mamá. Ella no me miro. Solo siguió mirando dentro de la oscuridad, casi como si estuviera esperando por helicópteros negros y quipos de SWAT descendieran en nuestras tierras y plagaran toda la mansión. —Saben sobre Joe. —Ellos sospechan,—trate de corregirla; pero mamá solo sacudió su cabeza.
—No, Cammie. Ellos saben. O piensan que saben, y eso es todo lo que necesitan —¿Entonces qué significa eso? —Joe no está seguro aquí.—mamá miro aturdida a la puerta cerrada. —Las fuerzas especiales no van a funcionar, ¿o sí?—pregunte. Espere a que mi madre contestara, pero fue como si yo no hubiera hablado del todo. La respuesta fue el silencio que se extendía entre nosotras. —¿Entonces qué significa eso? ¿Volvemos a buscar a los líderes del Círculo nosotras mismas? Pienso que deberíamos hacerlo. Deberíamos llamar a los Baxters ¿cierto? Quizás… —Deberías ir a la cama, Cammie. Al final, mi madre me miro, pero esa no fue la mirada a la que estaba acostumbrada. Ella no quería estar sola. Me observo como si quizás fuera la última vez que me vería, como si ese momento fuera precioso, único y breve. Solo entonces me di cuenta de lo cerca que estuve de no volver a casa de nuevo. Mamá me abrazo y aliso mi cabello. Beso la parte superior de mi cabeza justo como había hecho cuando yo era pequeña. —Estás tan grande, kiddo,—dijo, y me sentí ruborizarme un poco.—¿Cuándo te hiciste tan grande? No me necesitas más. —Por supuesto que te necesito. —No, Cammie.—me sostuvo más fuerte, mirando a los ojos. —Ya has manejado situaciones en las que agentes del doble de tu edad se habrían derrumbado. Eres una tremenda operativa. Y estás lista, cariño. Cuando el tiempo llegue, te lo prometo, estarás lista. —Está bien,—dije, ¿Por qué que más podría decir? Era como si mi madre estuviera hablando con acertijos, y yo estaba demasiado exhausta para tratar de romper el código. — Ahora, vamos. Estoy segura de que está matando a Zach y las chicas no tener todos los detalles. Solo promete que trataras de dormir un poco. —Lo prometo,—dije. —Cammie.—La voz de mamá me detuvo.—Te quiero, cariño. —Yo también te quiero,—le dije, y entonces me aleje.
— Así que Cammie,—la voz de Bex fue precavida. Era un nuevo enfoque para ella, y eso me asusto.—¿Cómo fue? —Fue horrible. Ellos le dispararon al Embajador Winters justo en frente de mí. Fue…horrible,—dije de nuevo. No importo lo ridículo que sonó. —Está bien Cam.—Bex se movió más cerca lentamente.—Solo cuéntanos lo que sabes. —Me noquearon para sacarme de ahí. Ni siquiera recuerdo haber dejado la mansión. Y cuando me desperté estaba mareada y enferma. Y entonces el Agente Edwards se dio cuenta de que estaba despierta y me llevo adentro de la prisión. Pensé que iba a ver a Preston, pero un su lugar fue a su padre. El papá de Preston pregunto por mí. Y entonces lo mataron. Le dispararon al Embajador Winters. Le dispararon y luego vinieron a por mí. —¿Preston estaba ahí?—pregunto Macey, pero no me volvió a ver. —Estaba en una celda en las instalaciones. Aunque no lo vi. Vi una transmisión de video, y él estaba en ella. —¿Estaba herido? —Se veía bien, Macey. Muy bien. No lo vi de cerca, pero el embajador estaba bien, así que eso me dice… —Hasta que lo mataron,—me corto Macey. —¿Qué? —El embajador estaba bien hasta que lo mataron…eso es lo que quieres decir, ¿cierto? —No pienses en eso Macey. —¿Pensar sobre qué? ¿La verdad? Porque esa es la verdad, ¿no es así? Alguien no quería que Winters hablara, así que lo mataron. Porque sabía algo. Y quizás Preston lo sabe también. Quizás ahora que tú lo sabes. Quizás… —¿Vengan tras de mí de nuevo?—termine su pensamiento a pesar de lo mucho que lo odiaba. No quería volver a ser la chica que el Circulo de Cavan estaba persiguiendo.
—¿Qué te dijo Winters, Cammie? —Bex estaba al frente de mí, mirandome directamente a los ojos. Si hubiera podido llegar dentro de mi cabeza y halar la verdad fuera lo habría hecho, pero todo lo que podía hacer era sostenerme perfectamente quieta y decir,—¡Piensa! —Cavan,—dije.—Hablamos sobre el Circulo Interno y Preston, y…— me fui apagando, impactada por lo que acababa de recordar. —¿Qué?—pregunto Macey. —Liz,—susurre.—Hablamos sobre Liz. —¿Está Liz?—pregunto Bex, apuntando en la dirección de nuestra compañera de cuarto. —Claro.—sacudí la cabeza, toda la cosa volvía en trozos y piezas. —Él pregunto por ti.—Mire hacia Liz, cuyos ojos eran más grandes y azules de lo usual. —Dijo lo inteligente que eres. Era casi como si tratara de decirme algo. —¿Sobre Liz?—pregunto Macey.—Eso es ridículo. Quiero decir, sin ofender, eres inteligente. Es solo…—la voz de Macey se fue apagando mientras se giraba hacia Liz, quien se había puesto aún más pálida. —Quiero decir es ridículo, ¿cierto? La voz de Liz era tan suave que temblaba. —Quizás no lo es.
Capítulo 17 Traductora: Redshoes
Liz no volteó a ver a todas, con sus ojos azules como dardos, llenos de dolor, miedo y lágrimas. -Liz, me estas asustando.- finalmente dije cuando su silencio había sido demasiado.
-creo que es mi culpa.- espetó, y lágrimas silenciosas comenzaron a bajar por su rostro, sus pálidas mejillas se tornaron de color carmesí, y sus palabras salieron de manera irregular, se detenía y comenzaba a hablar otra vez. -creo que fui yo -¿tú qué?.- preguntó Bex -chicas, ‘recuerdan los exámenes? Antes de que empezáramos la escuela.preguntó liz Bex negó con la cabeza. – no ha habido ningún examen, Liz, hemos estado de vacaciones, ¿recuerdas? -no, no ahora, cuando estábamos en sexto grado; antes de que todas empezáramos aquí, hicimos unos exámenes, ¿los recuerdan? Claro, hicimos algunos exámenes. – contesté -bueno, yo hice más – dijo Liz. – docenas, cientos; tal vez porque mis padres no eran espías, no lo sé, sólo sé que fui cuestionada por meses. Exámenes de personalidad, de IQ, perfiles psicológicos. -¿eso qué tiene que ver? – preguntó Bex -El efecto mariposa.- una vez más la voz de Liz se quebró y se llevó las manos a la cara. -siéntate. –le dije, pero ella no se movió, sólo movía la cabeza de atrás hacia adelante una y otra vez, hasta que pensé que se iba a marear. -una mariposa aletea sus alas sobre el océano y hay un huracán en Asia. .sabemos lo que es el efecto mariposa, Liz.- dijo Bex, pero pareció que Liz no la había escuchado. -todas las cosas están conectadas.- dijo Liz –como el domino o las cartas, como… -vamos a necesitar más hechos y menos símiles, Lizzie. – dije -es mi culpa.- volvió a gritar -liz, ¿voy a tener que golpearte? –Preguntó Bex –porque estoy totalmente dispuesta a hacerlo.
-no estoy histérica, Rebecca. –no sé si fue porque dijo el nombre completo de Bez o el tono de la voz de Liz, pero en ese momento supe que lo que sea que preocupara a Liz… era real y era malo. -Liz, cálmate – dije. –respira, ¿qué es tu culpa? -piénsalo. – dijo Liz después de un minuto –uno de los exámenes que tuve que presentar fue de pensamiento abstracto, ya sabes… grandes preguntas, teorías locas; si la tierra estuviera en el camino de un meteoro hecho de queso, ¿lo detendrías? Ese tipo de cosas. -¿tus exámenes tenían preguntas sobre meteoros de queso?- preguntó Bex, yo la callé y Liz siguió hablando. -Bueno, una de las preguntas fue: ¿Cómo comenzarías la tercera guerra mundial?; esa fue, hipotética, una idea loca. – Entonces, sus ojos se hicieron más grandes y su voz más clara. –No sabía lo que estaba haciendo, ni siquiera sabía lo que realmente era la Academia Gallagher, sólo sabía que era realmente exclusiva y que quería entrar, de verdad quería entrar… así que, cuando me preguntaron cómo empezaría la tercera guerra mundial, les dije. La idea pasó por todo el cuarto, quedándose con nosotras lentamente, como si alguien huibera dejado la ventana abierta y la niebla estuviera alrededor. -pensé que era algo hipotético, se suponía que era así; pero ahora… -¿Qué fue lo que les dijiste? – pregunté Ella me miró, con terror en los ojos. – les dije que la tercera guerra mundial comenzaría si un barco petrolero explotaba en la costa Iraní del mar Caspio y con un puente que vaya a Azerbaijan. Habíamos hablado de tragedias en la cena de bienvenida y ahora que lo pensaba, Liz había estado muy callada, preocupada. Me di cuenta por cuanto tiempo Liz había cargado ese peso. -Liz, estoy segura que no tiene nada que ver.- dijo Macey- sólo era un barco, ni siquiera era un barco militar y el puente era sólo… -Una ruta de intercambio.- La cortó Liz – y aún más importante, el puente y los puertos de la costa del mar Caspio son rutas de intercambio Iraní, y con cada ruta eliminada los iranís tienen que usar otras rutas que van a través de territorios más y más volátiles, como Turkia o Afghanistan o Caspio. –Liz parecía cansada, como si el simple acto de admitir todo en voz alta hubiera sido demasiado para ella. -me he preguntado mucho sobre eso, ¿qué tal que estaba en lo correcto? ¿Cuáles son las probabilidades de que haya pasado al azar? Y ¿Qué tal si no fueran
acciones al azar? –Liz se estremeció, quedando totalmente pálida, ¿Recuerdas lo que te dijo Knight en Cambridge? Que el Círculo estaba planeando algo terrible y que ya había comenzado. -Liz – pregunté. - ¿estás diciendo que…? -Creo que el Círculo tiene mi examen y creo que lo están usando para comenzar la tercera guerra mundial.
Capítulo 18 Traducido por M¡la
Nadie dijo a Liz que ella estaba loca. Hasta donde yo pude ver, ni siquiera se pensó en eso. Principalmente porque A) La marca particular de locura de Liz no incluye ser estúpida. Y B) Tómalo de la chica que pasó la mayor parte del semestre pasado siendo totalmente lavada del cerebro, en nuestro mundo, locura nunca significa imposible. Y además, yo no sabía lo que el Círculo había hecho, pero sabía que ellos eran capaces de todo. Así que no entramos en pánico mientras corríamos hacia abajo. Nadie lloró o gritó o sonó alguna alarma, ya que se apresuraron a través de los oscuros pasillos y dormitorios. Y sin embargo, había un ritmo frenético que se apresuró a nuestros pasos como si este secreto estaba sobre nuestros pasos y tuvimos que dejarlo atrás. La oficina de mi madre tenía la luz encendida y la puerta estaba cerrada. —Mamá, — grité golpeando la puerta probablemente más alto de lo que necesitaba. —Mamá, soy yo. Necesito hablarte. Es una… Pero luego la puerta se abrió, interrumpiéndome. — Sra. Sutton, — la Profesora Buckingham dijo cuando ella vio a Liz. — ¿Cuál es tu problema?— Miró a las cuatro de nosotras con nuestras camisas fuera del pantalón y coletas descuidadas. No parecíamos agentes secretos entrenados. Estaba segura. Pero no me importaba.
—Estábamos buscando a la directora,— dijo Macey como si esa explicación fuera suficiente. El Profesor Buckingham miró hacia atrás, como si n o lo fuera. —Ella no está aquí chicas. —Ella estaba justo aquí,— repliqué. Luego escuché la voz. —¿Chica Gallagher? Me gire y vi a Zach en la esquina de la oficina. Sus ojos eran estrechos y cautelosos. Buckingham miró en su dirección, a continuación, explicó, —Solo le estaba dando un mensaje a Zachary, y después yo iría a buscarte. —Necesitamos ver a la directora, — Liz soltó, pero Buckingham no vaciló. —Ese fue el mensaje, me temo —nuestra maestra dijo —Cameron, tu madre y el Sr. Salomón han sido llamados de una larga distancia. — ¿Llamados de lejos? —Macey preguntó. — ¿Dónde? ¿Cuándo? —Solo hace unos momentos— dijo Buckingham, Pensé en la forma en que mi madre me había abrazado en el vestíbulo, la firmeza de sus palabras, y, por fin, los oí por lo que eran. Ellos no eran una buena noche. Eran un adiós. —Algo urgente apareció y los dos tuvieron que… irse,— finalizó Buckingham, escogiendo sus palabras cuidadosamente. —Pero— Liz comenzó, pero Buckingham la interrumpió. —Pero nado. Escúchenme atentamente, chicas. Ellos tenían que irse. Se irán de forma indefinida, y ellos serán inaccesibles. No traten de seguirlos, — Buckingham advirtió. — No traten de localizarlos. Si tú quieres que ellos estén a salvo entonces vas a seguir estas instrucciones. ¿Entiendes?. Yo entendía, pero eso no significaba que me tenía que gustar. Miré a Liz y pensé acerca de lo que nuestro miembro más antiguo de la facultad nos estaba diciendo realmente: la gente en que más confiábamos ya no estaba. Y no había manera para saber cuándo o si es que alguna vez regresarían. Buckingham comenzó a través del Salón de la Historia. —Tu madre está bien, Cameron. Ella regresará pronto. —Ella parecía determinada. Ella sonaba segura. Pero ella sostuvo la mirada un momento demasiado largo. Le temblaban las manos, y en ese momento, Patricia
Buckingham no se parecía a un agente experimentado. Tenía el aspecto de una anciana, y era más difícil de lo que debería haberla visto mientras se alejaba. —Necesitas una campera,— Zach me dijo una hora después. Luego él se sacó su propia chaqueta y la puso sobre mis hombros. Debido a que incluso las principales amenazas a la seguridad de proporciones globales no podían dejar a mi novio de ser más o menos el hombre vivo más sexy. Estábamos parados en el espacio que había encontrado un año antes. Hubo un tiempo en que había sido el hogar del programa de palomas mensajeras encubiertas de la Academia Gallagher. Luego el señor Salomón lo había usado para descifrar las palabras finales de mi padre para mí. Y ahora es mi lugar favorito para esconderme. Con un pequeño balcón y una sala de cueva apartada, Me sentí libre allí, con vistas a los terrenos de la escuela y las luces de las distantes ciudades. —No lo entiendo.— Liz negó enérgicamente. —¿Por qué se irían? ¡Ellos no pueden solo irse! —Cam— Bex dijo cada vez más cerca. —Tú no pareces sorprendida. —No lo estoy.— Me reí de mi propia estupidez. —Fue Edwards, —Cuando él me trajo a casa, preguntó por el señor Salomón, como si el supiera que él estaba vivo y escondiéndose allí… como si Edwards y su grupo de trabajo iba a ir por el señor Solomon y cualquiera que tal vez lo estuviera ayudando. Me sentí como una idiota que no había visto lo que mi mamá me estaba diciendo en ese momento. Hablo catorce idiomas diferentes. Debería saber un "adiós" cuando lo escucho. —¿Así que ahora solo se fueron? — Macey preguntó. —Ellos están en una misión, Macy,— Zach le recordó. —Si lo que pasó en la cárcel demuestra algo, es que nada ha cambiado. El Círculo tiene topos en todas partes. Incluso sin el pequeño grupo de trabajo de Max Edwards. Si queremos parar a los líderes del Circulo, luego tenemos que seguirlos por nuestra propia cuenta.— Zach cruzó sus brazos y se apoyó en la barandilla del balcón. —Eso es lo que Rachel y Joe van a hacer. El tenía razón, y quería decírselo. Pero un pensamiento que no podía articular se había instalad en mi mente, y me sentí girando una y otra vez como un talismán. —¿Qué pasa, chica Gallagher?— Zach preguntó. Moví mi cabeza. —No lo sé. Es que… algo no está bien.
Técnicamente, muchas cosas no estaban bien, pero había una en la que no podía poner mi dedo, y eso, más que nada, me perseguía. Quería preguntar a mi madre por un consejo. Necesitaba hablar con Abby. Quería que Joe Solomon volara como las palomas y empezara a preguntarme hasta que yo aterrizara sobre la respuesta que mi mente sabia pero no podía decir. Yo había estado sola durante meses el verano pasado. Pero nunca me sentí más sola en mi vida. —¿Qué hacemos ahora?— Liz preguntó. —¿A quién le decimos acerca de mi examen y… tu sabes… la Tercera Guerra Mundial? Sonaba tan tonto cuando ella lo puso de esa manera, tan loco y descabellado, pero Liz era la persona más inteligente que yo conocia, y Liz no era sólo seria. Estaba aterrorizada. —¿Liz estas segura de esto?— pregunté. —¿Me estás diciendo que hace cinco años y medio le dijiste a una persona exactamente las cosas para iniciar una Tercera Guerra Mundial? —Bueno…— Liz parecía un poco culpable. —No esas cosas exactamente. Bex abrió su boca para protestar; pero, por una vez, Liz fue más rápida para ella. —Le dije que sería por el petróleo y las rutas comerciales del golfo. Le dije que para escalar la tensión en la región, sería necesario eliminar las opciones comerciales para Irán y conducir más de ochenta por ciento de su tráfico de petróleo a través de las tuberías que han pasando por Caspia. —Caspia es un estado policial,— dijo Bex. —Exacto. Hubo un golpe de Estado hace quince años, y un grupo de altos mandos militares se hizo cargo del el gobierno y se deshizo de la familia real. El Rey Najeeb ha estado viviendo en el exilio desde entonces. La familia real tenía estrechos vínculos con Occidente y una alianza con Turquía. Pero la dictadura militar que ahora gobierna Caspia es leal a Irán. Todo el asunto casi explotó hace diez años, pero que llevó a… —El Tratado de Caspia,— dije. —El Sr. Smith habló de eso durante una semana entera en octavo grado. —Exacto,— dijo Liz. —Caspia es tierra de nadie. Ni Irán ni Turquía pueden cruzar oficialmente la frontera. Pero si más y más del tráfico de petróleo iraní tienen que pasar por allí, entonces esa frontera empieza a ser más y más tentador para las fuerzas iraníes.— Entonces Liz se encogió de hombros. — Al menos esa es mi teoría. —¿Qué significa eso Liz?— Bex preguntó con su cabeza temblando.
—No es ciencia, ¿okay? Es el efecto… —Mariposa, sabemos,— Bex termino por ella. —¡No! Tú no sabes. Te estoy diciendo que alguien tiene mi ensayo. —Y es por eso que podemos no decírselo a nadie,— expliqué. —Si tú das esa respuesta a la Academia Gallagher, entonces eso significa que el Circulo lo obtuvo de la Academia Gallagher. No tenemos idea en quien podemos confiar. — Tomé una respiración profunda. — Además, no es como si estas cosas estuvieran cubiertas. Todos en el mundo saben lo que está pasando. —¿Y?— Liz preguntó. —¿Estas segura Liz?— finalizó Bex. —Quiero decir, suena como los mejores espias en el mundo piensan que estas cosas no están relacionadas. Iuk. —¿Las cosas nunca son más de lo que parecen?— La pregunta nos corta a nuestro núcleo. — Además,— Liz añadió. —Creo que los mejores espias en el mundo están justo aquí. Y les estoy pidiendo que me crean. —¿Puedes darle un mensaje al señor Solomon?— Le pregunté a Zach, quien se encogió de hombros. —Quizás. Hay una caída muerta que puedo usar, pero no hay manera de saber cuándo va a llegar el mensaje. O si él conseguirá el mensaje. —¿Qué hay acerca de tu mamá?— Macey me preguntó. —Lo mismo. Tenemos que asumir que todos los medios de comunicación dentro y fuera de la escuela deben estar supervisado. —¿Qué es lo que realmente significa?— Liz me preguntó. —Supongo ... supongo que eso significa que estamos por nuestra cuenta.
Capítulo 19 Traducido por QueenDelC
COSAS QUE ME PASMARON POR COMPLETO EN LOS DÍAS QUE SIGUIERON: (Una lista hecha por Cameron Morgan) + My mamá y el señor Solomon. No tenía idea de dónde estaban o lo que estaban haciendo. Cuándo, o si regresarían. Podrías pensar que los espías estarían acostumbrados a esa sensación, ¿pero los chicos espías? Nunca nos acostumbramos. + Liz. Era la única vez que la había visto deprimida por contestar “bien” en un examen. + Había una probabilidad alta de que el Círculo de Cavan me quería muerta. De nuevo. + Tener a personas que me quieran muerta era algo a lo que me comenzaba a acostumbrar. *** —Hola, chicas. Bienvenidas de nuevo —dijo Madame Dabney cuando entramos a la clase de Cultura y Asimilación a la mañana siguiente. Caminó por la línea de mesas que servían como escritorios. Había manteles de encaje y velas plateadas. Siempre se sentía como si fuéramos a tomar el té, y en esa habitación nos sentábamos más derechas que en cualquier otro lugar en la tierra. En esa habitación, éramos señoritas. Nos pasó a cada una un montón de papeles. —Lo que tienen aquí es nuestra mejor idea de lo que tendrán sus exámenes de graduación y ubicación. El examen escrito, desde luego. Sus exámenes prácticos… bueno, podrían ser cualquier cosa. Y no se equivoquen, pueden ser a cualquier hora. Pensé sobre todo lo que había visto y hecho. Mi vida había sido un examen por años. —El día veintiocho vamos a tomar las fotografías de último año. Madame Dabney entregó los paquetes a la primera chica en cada fila y tomamos turnos agarrando uno pasando el resto a las chicas detrás de cada una. — Aquellas que desean agendar internados de verano deben regresar estos formatos a mi oficina para el quince del siguiente mes —dijo Madame Dabney, pasando otro montón de formas.
—Cartas de referencia para ubicación en cualquiera de las agencias en Estados Unidos son requeridas para no después del primero de Abril. Por favor no esperen hasta el último minuto para entregar esto, señoritas —advirtió Dabney—. Eso, más que nada, puede asegurar que reciban una mala. Finalmente Madame Dabney caminó de regreso a su escritorio. —Y, desde luego —dijo—, la feria de carreras anual es esta noche. —¿Esta noche? —solté, sin darme cuenta en lo más mínimo que estaba hablando en voz alta. —Sí, Cameron. Dados los… eventos… del otoño pasado decidimos pasar la feria de carreras al semestre de primavera este año. —Pasó otro pedazo de papel por las largas filas—. Aquí están las agencias y programas que atenderán. Y recuerden, señoritas, esta no solo es su oportunidad para conocerlas. Es su oportunidad para que ustedes los conozcan a “ellos”. —Sonrió—. Están en último año. Tomen esta oportunidad muy, muy en serio. Sus futuros estarán aquí pronto. Miré la pila de papeles descansando en el mantel de encaje frente a mí. Había estado corriendo por días. Me había estado escondiendo por años. Pero Madame Dabney tenía razón. Mi futuro estaba pisándome los talones, y no había forma en que pudiera perderlo.
Capítulo 20 Traducido por *eliza* Esta noche el Gran Salón no se parecía al Gran Salón. Todas las mesas se habían ido, empujadas hacia los lados o movidas a otra habitación. Cabinas se alineaban en las paredes. Caminé arriba y abajo por los pasillos. Alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos habían establecido un campo de tiro simulando donde los profesores suelen sentarse. Había MI6 y la Interpool. El FBI y la CIA. —Hola —dijo un hombre de corte limpio, empujando un folleto en mi dirección —. ¿Has considerado una carrera con la Seguridad Nacional? Somos la agencia del futuro.
—El departamento de Estado de los Estados Unidos —dijo una mujer mientras yo pasaba—. El mundo es nuestra oficina. Había estudiantes de séptimo grado, cargando Rollos Tootsie y gomas de borrar gratuitos de servicio de Alguaciles de Estados Unidos, que hacen desaparecer gente. En realidad, ya había visto todo antes. Había escuchado todos los tonos, leí todo el material. Los años cambian; las cabinas crecieron. Pero yo no tenía ninguna idea mejor de lo que mi futuro se iba a parecer. —Hola —dijo un hombre en una camisa de polo del FBI—, ¿sabes donde vas a estar dentro de un año? Lo miré a los ojos. —Esa es una excelente pregunta. A decir verdad, yo habría sido feliz solo sabiendo donde mi madre y el Sr. Solomon estaban en este momento. —Oficial del FBI Post-it cojín para tus pensamientos —Me volví para ver a Bex detrás de mí, sosteniendo una bolsa llena de botín. Una parte de mi quería sonreír, pero no pude. Solo miré alrededor de la gran habitación que conocía tan bien y me preguntaba porque se sentía tan completamente desconocida. —No me gusta esto —dije. Bex siendo excelente tanto en espionaje y mejor amigo, no me preguntó que quería decir. Solo deslizó su brazo con el mío y me dijo: —Están ahí afuera, Cam. Y están bien. Y volverán cada vez que sea mejor para ellos volver y ni un minuto antes. —Lo sé —dije, y luego como si la multitud se abriera, pude ver a Liz mirando hacia un gran despliegue de la Agencia de Seguridad Nacional, ofreciendo premios a cualquiera que pudiera descifrar los códigos que tenían en sus paredes. —¿Así que, los tienes? —le preguntó el reclutador, pero Liz sacudió la cabeza. —No lo sé —dijo ella y se dio la vuelta. —No me gusta esto —dije, y Bex asintió en un grave acuerdo. —Hey, Lizzie —dijo Bex cuando llegamos a ella. Cuando puse mi brazo alrededor de sus hombros, me di cuenta que eran incluso mas delgados que de lo usual. Ella estaba pálida como un fantasma excepto por las ojeras que rodeaban sus ojos. La culpa pesaba sobre ella. Y por mi parte estaba aterrorizada de lo lejos que podría arrastrarla hacia abajo. —Vamos a salir de aquí —le dije—. ¿Qué dices?, ¿Películas en la habitación común? Podemos ir a los laboratorios, usar nitrógeno líquido para hacer helados. Sabes lo que siempre te anima. Pero Liz solo se quedó mirando al frente. —No tengo hambre. Cuando seguí su mirada vi lo que estaba mirando. Interpool había traído un mapa del mundo, y colgado en la pared por su cabina. Se veía tan pequeño, ni siquiera tan grande como dos de nuestras mesas regulares. Se veía tan grande, lleno de pueblos y grandes desiertos. Toda buena operativa sabe que el mundo es pequeño, pero el planeta es grande. Nadie sabía donde mi madre y el Sr Solomon estaban. Nadie sabia donde el circulo atacaría después. Excepto que alguien lo sabia. Miré a Liz otra vez.
—Esta bien —le dije. —¿Lo esta? —Liz no es para romperse, pero algo en su tono me congeló, me avergonzó. Me hizo sentir pequeña, indefensa y débil. —Liz, va a estar bien. Yo… —Hola, Cammie —El agente Edwards estaba ahí, caminado desde la cabina de Interpool. Más cerca de mí. No debería haberme sorprendido al verlo. Nos conocimos en la feria profesional en mi segundo año, cuando aun estaba viendo a escondidas a Josh. Historia, después de todo, siempre se repite. —¿Cómo estas? —preguntó él. —Bien —dije y traté de alejarme. —Espero que esto signifique que estas considerando un futuro con Interpool. Te dije hace mucho tiempo que me encantaría tenerte. Lo dije entonces. Todavía lo hago. —Gracias —Me las arreglé para murmurar. —Nos gustaría tener espacio para sus amigos, también. Eso me hizo parar. El Sr. Baxter y la Sra. McHenry, ellos están interesados en el trabajo de campo, ¿no es así? Y creo que todos en esta habitación le encantarían trabajar con la Sra. Sutton. Cuando él hablaba de mis amigos, no sonaba como una oferta. Sonaba como una amenaza. —Lo siento, Agente Edwards. Mi amiga no se esta sintiendo bien. Tenemos que… Pero entonces él se acercó mas, impidiéndome despedirme de Bex y Liz, que ya había empezado alejarse. —Estaba esperando hablar con tu madre. ¿Ella esta aquí? — Algo en su manera de hablar me dijo que él estaba midiendo cuidadosamente sus palabras. No quería empujarme demasiado lejos, o demasiado rápido. Pero eso no significaba que no quería empujarme No le respondí, y mi silencio hizo que Max Edwards se riera. —Supongo que no. Sabes, he estado pensando. Gracioso la cosa que pasó con Winters, Cammie. —No creo que fuera muy gracioso —le dije, pero Edward hablaba como si yo no hubiera hablado en absoluto. —El pistolero desactivó las cámaras de seguridad, ¿sabias eso? —Si. — Así que no sabemos lo que los dos discutieron —Se acomodó un poco mas cerca. Se suponía que me estaba intimidando, sacudiéndome, haciéndome querer hablar. Pero no lo hizo. Me hizo querer luchar. —¿Qué te dijo Samuel Winters? —Me interrogaste el día en que ocurrió, ¿recuerdas? Te dije todo lo que sabía. —Dime otra vez. ¿Qué fue lo que tú y Winters hablaron? Incliné mi cadera y me quedé mirándolo. —Traidores. El clima. Todo lo habitual. —Hay algo que tengo que preguntarme, Cammie. ¿El pistolero se volvió sobre ti antes de que lo escucharas? — A decir verdad, me he acostumbrado de que el Circulo de Cavan este trtaando
de matarme. Realmente no me detengo y hago mas preguntas. Pero eso no era cierto. Me hice preguntas. Todo el tiempo. Y casi nunca me gustaron las respuestas. —Dime, Cammie… —Él inclinó la cabeza, estudiándome como si fuera una pieza de arte abstracto; como si no estuviera muy seguro de lo que ve en mí —. ¿Qué me estas escondiendo? Debería haber escuchado la inflexión en sus palabras, escuchando la pequeña voz dentro de mí que decía algo que era un poco acerca de la pregunta. Pero estábamos en el interior de la Academia Gallagher. Estas eran personas que estaban en el secreto, concientes de la verdad. Yo estaba detrás de nuestras paredes. Estaba a salvo. O eso creía yo. —¿Dónde esta Joe Solomon? —Él miró alrededor, como si tratara de ver todos mis escondites habituales, mirar a través de las grietas en el mortero. —Él esta… —empecé, pero el Agente Edwards me cortó. —No digas que esta muerto, Cammie. No me mientras —Luego Max Edwards ofreció su teléfono celular; en el vi una foto del Sr. Solomon caminando a través de una ajetreada estación de tren. Llevaba una gorra de béisbol y gafas de sol, pero no estaba dudando del hombre en la foto. —Esta fue tomada en la mañana en Londres. —¿Entonces porque me preguntas donde esta? —dijo, pero Edwards sonrió en respuesta. Con un dedo lo sacó de la pantalla, y la foto cambió. Vi la zona solo a la derecha del Sr. Solomon en la foto. Vi que él estaba sosteniendo la mano de mi madre. Una sensación de frío llenó mi pecho, y sabía lo que él estaba diciendo, lo que significaba la foto. Mi madre y mi profesor no iban a volver pronto. Mi madre estaría en la carrera talvez por el resto de su vida. — Así que ahí lo tienes. Sabias que el Sr. Solomon no esta en la mansión. Supongo que tendrás que estar yendo ahora. —Oh, Cammie. Sabes mejor que nadie que Joe Solomon no es el único residente de la Academia Gallagher que ha pasado tanto tiempo dentro del Círculo. El hielo que había llenado mi pecho solo momentos antes de que comenzara a agrietarse. Era como si todo el mundo estaba destrozándome, y a pesar de que no había visto a Zach entrar, una parte de mi sabia que vería tan pronto como me diera la vuelta. Él estaba de pie en la cabina de la Seguridad Nacional buscando en la multitud, buscándome. Él era otro adolescente pensando en el futuro hasta que yo grité. —¡Zach!, ¡Corre! Talvez fue el instinto. Talvez fue la formación. Pero Zach no era como la gente estúpida que ves en las películas. Él no preguntó que estaba gritando yo. No necesitaba que se lo dijera dos veces. En un instante estaba corriendo por el pasillo, corriendo hacia el vestíbulo. — Alto —gritó uno de los reclutadores desde el otro lado del Gran Salón. Se abalanzó sobre Zach, pero el poste estaba mal y Zach lo empujó a un lado fácilmente y se mantuvo empujándolo hacia la puerta. El Agente Edwards debió
haber colocado alguien ahí porque pronto una mujer estaba arremetiendo frente a Zach, tratando de dejarlo fuera de sus pies. Él se lanzó, deslizándose debajo de ella, a través del piso de madera y el vestíbulo. Y cuando la mujer volvió para seguirlo, Bex estaba ahí. —No —dijo Bex simplemente, una advertencia. Algo en su voz detuvo el más frío operativo de alto nivel. Además, Zach ya se había ido. —¡Síguelo! —gritó el Agente Edwards justo como empecé para irme lejos, para ir corriendo detrás de Zach, pero el Agente Edward tenia un férreo control sobre mi brazo. —No, Cammie. Quédate —ordenó él. Empujé mi brazo libre hacia atrás, listo para golpear, patear y rasguñar mi forma de salir si tuviera que hacerlo, pero entonces una voz familiar me detuvo en seco. — Agente Edward —espetó Buckingham—. ¿Qué significa esto? —Fuera de allí, Patricia —El hombre apretó su agarre sobre mi brazo y giró sobre el miembro de la facultad más antiguo de la Academia Gallagher. Pero ella no es la más débil. No por mucho. —Usted es un invitado en estas salas —dijo Buckingham. Las palabras estaban teñidas con ira y decepción, y su acento no era gentil justo en ese momento. Era frígido—. Ahora, suéltala. —Tenemos autorización para traer a cualquier persona que tenga información sobre el Círculo de Cavan. —¡Usted no tiene autorización de mi! —dijo Buckingham. El Agente Edward soltó mi brazo y me empujó hacia dos de los matones que habían venido con él. —Le aseguro, Patricia, no tenemos ganas de hacerle daño a la chica. —Esta chica es una estudiante de esta escuela y bajo su protección. —Esta escuela… —resopló él—. ¡Esta escuela ha estado escondiendo y protegiendo a Joe Solomon por mas de un año! —Fui avanzando hacia atrás más lejos del hombre y su furia—. ¡Esta escuela tomó en un niño conocido del Circulo y luego se dejó a cuatro de sus estudiantes para tratar de salvar a otro! Madame Dabney vino corriendo hacia adelante. —¿Patricia, que significa esto? Pero la profesora Buckingham nunca apartó su mirada del Agente Edwards. —Estos hombres ya se iban. —Oh, nos iremos —El Agente Edwards se rió—. Peo no vamos solos. —¡Cammie! —gritó la profesora Buckingham—. ¡Ahora!
Capítulo 21 Traducido por Rogue93
No me lo tuvieron que decir dos veces. Había recibido una orden directa de un profesor. Sabía lo que tenía que hacer. Podía oír la conmoción tras de mí. Buckingham tomó un globo terráqueo del stand de la CIA y lo tiró a la cabeza del agente Edwards, y cuando él se agachó, ella llevó una rodilla a su cara, ensangrentado su nariz y mandándolo, desorientado, al suelo. Madame Dabney derribó a uno de los dos matones que se suponía deberían estar capturándome, y empujó al otro al stand del Servicio Secreto, destruyendo una réplica perfecta de la Casa Blanca contra el piso. En un segundo, todo el Gran Salón estaba en caos. Era como una pelea callejera. Una riña tumultuaria. Los alumnos de sétimo grado saltaron a las espaldas de los agentes del FBI. Los del último año se enfrentaron contra los de la CIA. No era ratón contra gato; era espía contra espía, y no volví la mirada para ver la destrucción que estaba dejando a mi espalda. Estaba muy ocupada tratando de pensar: ¿A dónde iría Zach? ¿Qué haría Zach? Él tenía que alejarse de las personas que lo perseguían, perderlos por algún lado en las aulas o en las salas. O en los pasadizos. Esconderse habría sido fácil—él tenía la ventaja de local. Pero esconderse no iba a ser suficiente. Si ellos sabían que él estaba en la Academia Gallagher, el no estaría a salvo en la Academia Gallaher. Zach tendría que huir. Y yo sabía a donde se dirigiría. Me cogí del pasamano de la escalera más cercana y me arrojé, subiendo dos escalones a la vez, desesperada por no ser seguida. Y luego me lancé por el pasillo alineado con las habitaciones más grandes hasta que alcancé la única que no estaba siendo ocupada por un profesor. Cuando alcance la puerta de la habitación de la atravesé sin tocar, lo cual, a decir verdad, como que fue un pequeño error, porque, antes de que mis ojos pudieran acostumbrarse a la oscuridad, sentí un golpe tirándome hacia adelante, sacándome de equilibrio y directo a la cómoda. “Chica Gallaher,” dijo Zach. Sonaba furioso y avergonzado, ambos. “¿Estás bien? Sus manos estabas en mí, revisando mi cabeza y brazos. “Estoy bien.” “Lo siento. Pensé que eras—” “Lo sé.” “¿Quiénes son ellos? Preguntó. “La Interpol, CIA. Son todos ellos, Zach. Y te están buscando. Había una mochila en su cama. Él nunca la llevaba a clases, e inmediatamente supe que no era para los libros de texto y tareas. El mantenía esa mochila empacada y lista a toda hora, solo en caso que tuviera que huir. Lo sabía porque yo tenía una mochila así. Oí sonidos, pasos golpeando las escaleras. “¡Ven! Dije, buscando su mano. “Tenemos que desaparecer.” Y luego lo guie a través del pasillo. Cuando llegamos a un armario de mantenimiento, tiré de él para llevarlo dentro. Sin embargo era demasiado pequeño. Nunca lo había compartido con alguien antes, y me encontré presionada contra Zach, sus brazos alrededor mío, su mochila a nuestros pies. “¡Esa es su habitación!” alguien dijo, ellos derribaron la puerta de su habitación
mientras Zach y yo nos manteníamos presionados juntos en la oscuridad. “¡Encuéntrenlos!” “¿Vas a ocultarme aquí para siempre?” susurro él. “Tal vez” susurré en respuesta. “Él ha estado aquí,” los hombres de afuera dijeron. “Se ha ido.” “O tal vez”- mi mano subiendo por el pecho de Zach, posé mis brazos alrededor de su cuello-“tan solo haré esto.” Y luego jalé la palanca. Vi los ojos de Zach abrirse en sorpresa mientras el piso bajo nosotros cedió y juntos caímos, deslizándonos a través del sistema de ventilación de la escuela, disparados como dardos de las personas que querían encontrarnos. “Estas loca,” dijo Zach cuando aterrizamos finalmente con un sonido sordo dos pisos abajo. “Soy una persona buena a quien conocer, Zach. Ya deberías haberlo figurado para ahora.” “Oh…lo hice.” “Muy bien tortolitos,” dijo una voz detrás de nosotros. Me voltee para ver a Bex, Liz, y Macey paradas observándonos, con los brazos cruzados. “Vámonos.” No era el momento para bromas. No era el lugar para coquetear. Así que guié el camino a través de los mecanismos internos de la escuela. No volvimos a hablar. No cuando permanecíamos presionados unos a otros y escuchábamos a través de un orificio de ventilación a dos agentes del FBI discutiendo el paradero de Zach. Nadie pidió una explicación cuando encontré un trozo de cuerda y la usé para bajarme a mí misma al nivel del sótano. Pensé, devuelta a la calle oscura en D.C. Atraparla Oí los disparos en la prisión y los gritos de los guardias. Encontrarla. Sentí a las personas a mi espalda. Encontrarlos. Y en mi corazón sabía que la chica que había sido en Año Nuevo era una tonta. Aún no era tiempo para que parase de correr. “Aquí es, “dije cuando empujamos fuera del sótano, dentro de una pequeña choza que estaba ubicada cerca del borde de los árboles. “Por ahí, “dije, seña lando a la sección de la valla principal cubierta con rosales sobrecrecidos y espinas. “Hay otro túnel ahí. Nos guiará al pueblo.” “Bien.” Zach inhaló profundamente y me miró. “Supongo que este es un adiós. Por ahora.” “Voy a ir contigo”, dije. Las palabras golpearon a Zach, y el miró de mis amigas a mí, sabiendo ya que vendría después. “Y a donde ella va, nosotras vamos.” Liz plegó sus delgados brazos sobre su pecho. “Cammie, tu mamá va a regresar,” me dijo Zach, y no pude evitarlo – me voltee y miré de vuelta a la escuela. Las luces iluminaban todas las ventanas. Un reflector escaneando el terreno. Oí a los perros ladrar y a los hombres gritar. La búsqueda sería amplia y extensa, y no se detendría hasta que encontrara a Zach. Nos encontrara. “No.” Niego con la cabeza. “Ellos se han ido. Y ellos no pueden regresar jamás.”
“Chica Gallaher,” empezó Zach, pero lo corte con un cabeceo. “Ellos.” Las palabras fueron un susurro. “Él dijo encuéntrenlos. Es por eso que para mí no es seguro quedarme.” Alcé las manos y agarré su camiseta, lo hice encararme y dije, “Piénsalo, Zach. Winters, Preston, tú…Ellos están viniendo por cualquiera que alguna vez haya estado dentro del Círculo.” “Y es por eso que no es seguro para ti venir conmigo.” “Pero yo estaba en el Círculo— todo el verano pasado. Winters solo me hablaba a mí.” Miré a Zach negar con su cabeza, tratando de dejar de lado el pensamiento que él no quería insistir. “Yo voy,” dije. “Todas vamos,” corrigió Beth. “Afortunadamente,” Macey añadió con una sonrisa, “tuve previsto el llenar la furgoneta de Liz con varios artículos esenciales. Liz se sonrojó. “Puede que haya ayudado.” “No,” dije. “Pero…empaqué ositos de goma,” Liz dijo como si eso fuera suficiente como para neutralizar cualquier problema potencial. “Si se van ahora, no podrán regresar. Vayan a clases.” Miré a Liz. “Gradúense. Váyanse, y no sabremos qué pasará. Y es por eso que ustedes tres deberían quedarse.]” “¿De verdad piensas que haríamos eso? Macey sonaba como si fuera a reírse. “Creo que ustedes tres nunca han huido antes.” Miré al piso. El único recuerdo que tenia del verano pasado apareciendo por mi mente. “Irse no puede ser tan duro como ser dejada atrás, Cam,” advirtió Bex. Algo en su voz decía que aún no me había perdonado — y que tal vez nunca lo haría. Miré a nuestras paredes de piedras y vallas de hierro, e incluso aunque estábamos perfectamente secas, temblé un poco, pensando acerca de Roma, sobre cuando mis amigas y yo habíamos estado atrapadas en lados diferentes del río, sin forma segura de cruzar. Sentí como si mi hermandad y yo estuviéramos a punto de estar en diferentes lados de una vasta extensión. Tendría que seguir esquivando, desviando, corriendo, esperando que algún día nos veríamos de nuevo. “Si nos vamos, debemos irnos ya,” dijo Macey. Y con eso estuvo decidido. No podíamos quedarnos en la escuela para siempre. Después de todo, habíamos pasado años preparándonos para la vida fuera de sus muros. Solo que no sabíamos que estaríamos corriendo a encontrarla tan pronto. “Por aquí,” dije, jalando las ramas de un rosal, que, como decía el rumor, había sido plantado por la misma Gilly durante la Guerra Civil. Detrás de él estaba uno de los pasadizos más antiguos de nuestra escuela. Databa de la época de la Línea del Ferrocarril Subterráneo, y yo sabía que no éramos las primeras personas desesperadas en encontrarlo, en necesitarlo, para entrar a la oscuridad, esperando encontrar una pequeña luz al final del túnel. Zach entró primero, luego Beth, Macey y Liz. Se suponía que yo cuidaría la retaguardia, pero me detuve por un momento, di una última mirada a la edificio de piedra gris, el campo de lacross y a la línea de árboles cubiertos por la nieva. A la luz de la luna se veía casi como una pintura. Como un sueño. Y tal vez eso alguna vez para mí. Pero ahora, me gustase o no, era tiempo de despertar. “¡Cammie! Alguien llamó a través de la oscuridad. Voltee a ver a la profesora
Buckingham parada en la puerta. Me estaba mirando. Su cabello era un desastre y su vestido estaba roto. Parte de mí pensó que estaba en problemas, castigada, enfrentando detención de por vida. Pero entonces Buckingham sonrío y alzó su mano en algo que no era algo del todo un saludo. Era más como si estuviera estirándose para tomar un puñado del aire de la noche, para mantenerlo como una memoria. “Buena suerte,” gritó ella, luego se volvió y presionó un botón en la pared. Al momento, las sirenas comenzaron a gritar. “Código Negro. Código Negro. Código Negro.” Las luces se arremolinaban. Persianas de titanio cubrieron todas las ventanas. Las barreras se deslizaron en cada puerta, bloqueándome de mis profesores, mi escuela. Mi casa. Bloqueando a los hombres y mujeres que habían sido enviados a encontrarme dentro de uno de los edificios más seguros de la faz de la tierra. Había solo un camino que seguir, así que me volví y caminé bajo el oscuro y polvoriento túnel. Y por segunda vez en mi vida, hui.
Capítulo 22 Traducido por Angie_kjn Nunca había sido una fugitiva antes. He sido de los que escapan, un camaleón, una amnésica. Un espía. Pero fugitiva era nueva para mí, aunque tengo que admitir, no enteramente inesperado. Tomamos turnos, manejando en asfalto de dos carriles y carreteras interestatales, carreteras sinuosas de montaña. Nosotros retrocedimos y desviamos e hicimos todo la contra vigilancia que alguno de nosotros había aprendido. Pero, sobre todo, manejamos. Sin parar, sin descansar en toda la noche. —Estamos aquí. Escuche la voz de Macey y sentí la furgoneta detenerse, sentándome derecha a pesar del peso de Liz que dormía encima de mí —Diez minuto más —Liz murmuró. Parte de mi quería dejarla que volviera a dormir. Parte de mi quería cualquier excusa para pensar que la noche anterior había sido un sueño. —Uh, ¿Macey? —Bex preguntó, enderezándose. Se estiro para apoyarse entre los dos asientos delanteros —¿Dónde exactamente es aquí? Y entonces vi lo que Bex estaba viendo. Millas de playas con arena blanca se estiraban a cada lado de nosotros. La furgoneta estaba en el centro de un camino circular. Había puertas de hierro intrincadas y una fuente gigante que estaba seca y llena de hojas. El cielo estaba gris, justo como el océano, y tan pronto cuando Macey abrió su puerta escuche la olas estrellarse con la tierra.
Pero todo palidecía en comparación con la casa. (Y cuando digo “casa” lo que realmente quiero decir es “mansión”) Era al menos de tres pisos con balcones y tejas cocteleras, y algo acerca de ese momento me hizo sentir como si me hubiera dormido en una vieja furgoneta marca Dodge y despertado en otro mundo. En el mundo de Macey. —Vamos —dijo Macey. —Macey… —Bex sonaba cautelosa —Probablemente no debamos parar. —Bueno, estoy parando —dijo Macey, girándose hacia nosotros —Y voy a comer una comida real y encontrar una cama real. Así que… lo podemos soportar. O lo podemos soportar. — Apunto a la mansión —Y yo, por una vez, necesito una ducha. Ella estaba fuera de la furgoneta y dirigiéndose hacia las puertas. Bex y yo empezamos a correr detrás de ella, pero Zach ya estaba ahí. No creo que haya dormido. No recuerdo que comiera. Lucia exactamente como lucia al momento en el que dejamos la escuela. Alerta y vivo y más que una pequeño cruce entre Joe Solomon y el Agente Townsend. —Tenemos que estar fuera de la red, Macey. No es seguro para nosotros ir a algún sitio donde alguien pueda buscarnos. —Relájate —Ella intento y fallo, al pasar a su lado. —Pertenece a unos amigos de mis padres. Están en el medio de un divorcio repugnante y el juez los ha expulsado a ambos de la propiedad. El ama de llaves ni siquiera puede entrar, así que confíen en mí. Tenemos el lugar para nosotros. —No podemos simplemente entrar a la casa a la fuerza, Macey — dijo Liz. Pero Macey solo sonrió y se acerco a una planta en una maceta en la puerta. Momentos después, una llave colgaba de sus dedos —¿Quién dijo algo acerca de entrar a la fuerza? Entrando a la grande y vacía casa, tuve que admitir que Macey tenía la razón. Nadie había esto aquí en siglos. Observando todas las habitaciones oscuras. Cortinas pesadas colgaban de las ventanas. Sabanas cubrían los muebles. El refrigerador estaba vacío, pero la despensa estaba llena, y así que comimos sopa y galletas y mantuvimos al cortinas abajo y las luces apagadas. Dormimos todo el día y nos paseamos toda la noche y hasta la luna se sentía como un reflector, barriendo a través del océano. —Bueno, diré esto por Macey —Zach susurro mientras caminaba detrás de mi — Me gusta su idea de pasar apuros. Estaba sentada en una silla Adirondack en el desértico pedazo de playa, mirando el océano. Había cogido la manta más suave del mundo de una de las camas de invitados y estaba sentada en la oscuridad con la manda alrededor de mis hombros, mis pies enterrados en la arena. —Tenemos cinco grandes en efectivo y diez documentos de identidad falsos —Le dije a Zach. No me giré hacia él. Los hechos solo salieron disparados de mí, sin poder detenerlos. —Tenemos seis tarjetas de crédito, pero no confió en dos de ellas. Pueden ser rastreadas hasta la escuela, así que… Necesitaremos sacar la furgoneta del camino. Demasiada gente sabe de ella. La hemos usado demasiadas veces. Así que eso deja buses, supongo. Tendremos que… —Cammie —Mi nombre fue susurrado en los labios de Zach, y él se acercó. —Las chicas hicieron un buen trabajo empacando —No pensé acerca de cuándo
lo había hecho, como supieron. Pero todo espía sabe que huir es siempre una posibilidad. —Tenemos comunicaciones básicas y Liz tiene suficientes computadores para piratear la NASA. También necesitamos cosas físicas. Artículos deportivos. Electrónicos. Necesitaremos una tienda de hardware en algún momento. Deberíamos dividirnos para esa parte. —Cam — Zach se arrodillo en la arena frente a mi. Tomo mis manos. No me había dado cuenta lo frías que estaban hasta que él las puso en las suyas — Tenemos que hablar de ellas. —¿Qué con ellas? —¿Esto es lo mejor para ellas? —Vamos a necesitar un equipo, Zach. Vamos a necesitar este equipo. —No necesitamos un equipo para huir, Chica Gallagher. No puedo regresar porque mi mamá es parte del Círculo. Estas en peligro por lo que el embajador puede o no puede que te haya dicho. Tenemos que ir a tierra. Tú y yo. Tenemos que huir. Escondernos. Desaparecer —Dijo la última palabra más despacio. Sabía que tan grande era y lo que significaba. —Y será más fácil si solo somos los dos. —No ire a tierra, Zach —Había estado pensándolo por horas, pesándolo. Preocupándome por eso. Entonces me puse de pie y empecé a caminar hacia la casa. Era como si todos los caminos habían estado dirigiendo a esa arenosa playa por siglos. Desde que me desperté en los Alpes. Desde que me caí por un conducto de lavandería en Boston. Desde que saqué una botella de refresco de un bote de basura y saludé a un chico que me había visto en una multitud. —¿A dónde iras? Mire al primer chico que me había visto, a mi verdadero yo, y le dije — A terminarlo. —Necesitamos hablar —dije tan pronto entre. —Bueno. Estas aquí. Necesitamos encontrar una manera de hacer contacto con tu mamá —Bex se estaba paseando —Mi mamá sabrá como. Solo tenemos que… —No —sacudí mi cabeza y leí sus ojos —¿Bex, cuál es la regla número siete para una operación encubierta? Bex sabía la respuesta, pero no la dijo. —Un operativo encubierto actúa solo sin arriesgar la seguridad de otros —dije, soltando una de las tantas cosas que aprendí de Joe Solomon —Hay tal vez media docena de personas en este planeta en las que podemos confiar, y si piensas que no van a estar en constante vigilancia, estás loca. Lo que significa… —Tomo una gran respiración — desde este punto en adelante, que estamos solos. —Pero… —Las palabras parecieron duras para Liz; el peso de todo lo que estaba pasando pesaba demasiado para sus pequeños hombros —Tenemos que decirle a alguien. Acerca de mi prueba, acerca de lo que el Círculo está haciendo. Alguien tiene que hacer algo al respecto. — Alguien va a hacer algo al respecto, Liz —Mire al grupo —Nosotros vamos a hacer algo al respecto. —Cam, pensemos acerca de esto —Zach me dijo, y me giré hacia él. —Debería haber dormido más —Me escuche a mí misma gritar. Como estallido aleatorio, este era uno bastante bueno. Miré a mis compañeros mirarse entre sí, a Zach. Los vi tratar de entender lo que estaba diciendo, así que
hablé. — Algo ha estado molestándome desde que el papá de Preston murió. Las drogas que usaron para dormirme en el camino a la prisión… se fueron muy pr onto. Nuestra teoría siempre ha sido que le Círculo envió a un hombre armado para matar al embajador antes de que pudiera hablarme. Silenciarlo. No debería haber estado con el embajador cuando el hombre armado llego. Esa era la teoría ¿verdad? —Lo sabemos, Cam —Me dijo Bex. Sacudí mi cabeza —¿Pero que si solo era una teoría? ¿Qué si yo estaba exactamente donde debería estar, exactamente cuando debería haber estado ahí? Observe la gente que conocía mejor verme como si estuviera loca. Confía en mí. Es una mirada que conozco bien. —¿Recuerdas lo que me dijiste en Londres, Bex?¿Que el Círculo no me necesita muerta porque es muy tarde para detenerme de que le diga a alguien acerca de la lista? —Sí, Cam —dijo Bex. —Dijsite que no me necesitaban muerta, pero que ellos probablemente todavía tratarían de matarme si era conveniente solo por pesar. ¿Recuerdas eso? —Sí, pero… —Bueno, ¿Qué si era conveniente? ¿Qué si alguien me quería en esa habitación?¿ Que si alguien quería que muriera también? —¿Alguien como Max Edwards? —Preguntó Zach. Asentí. —¿Si se suponía que dormiría durante otra hora, porque el fue a revisarme cuando lo hizo? ¿Por qué llevarme a ver al embajador temprano? Quiero decir… Tal vez todo fue una coincidencia… —O tal vez no lo era — dijo Bex. —El Círculo tiene topos en todas partes —dijo Liz —incluso en su fuerza especial. —Tal vez tienen uno dirigiendo la fuerza especial —dijo Macey. —¿Crees que ellos saben? —Me preguntó Zach —Tu mamá y Joe, ¿Crees que sospechan que Edwards está sucio? —No estoy segura de que lo esté —Dije con un encogimiento de hombros —Pero no me gusta él. Y no me gusta… eso. En ningún caso, no hay manera de saber en quien podemos confiar —Tome un respiro profundo y relaje mis nervios mientras continuaba — Y eso es porque tenemos que ir solos. —Chica Gallagher, pensemos acerca de esto. —He pensado acerca de esto. Y esto es, Zach. Esto es lo que viene después. Estoy harta de esperar y de esconderme. No voy a huir o no actuar notable o ir a tierra o ninguno de los términos de espías que básicamente pueden ser traducidos como esperar para que alguien más haga algo. Estoy cansada de esperar. Mire alrededor, esperando alguna objeción, pero ninguna vino, así que seguí hablando —El papá de Preston pregunto por mí y menciono a Liz, así que pienso que ella tiene razón, y pienso que esta cosa esta pasando. Creo que el Círculo está tratando de iniciar la Tercera Guerra mundial. — Así que por eso llamaremos a mis padres —Bex contesto, y yo sacudí mi cabeza. —Ellos tienen un trabajo, Bex. Tienen una misión —Tome un respiro profundo y admití —Cada uno de ellos está ocupado rastreando los líderes del Círculo. Si se
dan cuenta o no, ellos están tratando de detenerlo de ese final. Y solo escuchar nuestras voces puede ser suficiente para encerarlos en una prisión también. Así que… no. Voy a intentar parar la Tercera Guerra Mundial. Y les estoy pidiendo que me ayuden. —¿Dónde empezamos? —Preguntó Bex. Lo sentí a todos mirarme, esperando a que dijera algo, hiciera algo. Era la forma en la que yo siempre miraba a mi mamá o a la tía Abby o a Mr. Solomon. Los sentí esperando por órdenes. Y Me di cuenta que ellos no iban conmigo en esta tarea, ellos me estaba siguiendo. Sentí el peso de la responsabilidad aplastándome, y mis compañeros debieron haberlo sentido. —Cam, tú eres la que vio donde tienen a Preston —Bex se está moviendo hacia a mí. —Tú eres la que escucho lo que el embajador tenía que decir. Y, Cam, tú eres la única de nosotros que ha estado alguna vez sola, yendo detrás del Círculo. —Me atraparon —Les recordé a todos. Especialmente a mí. —Tú sobreviviste —Me dijo Bex, con énfasis en la última palabra, en la única cosa que realmente importaba. —Así que… —Dio un paso corto hacia atrás y cruzó su brazos —¿Qué vamos a hacer? Los sentí esperando, observando, y me pregunte si Zach tenía razón, si los dos estaríamos mejor por nuestra cuenta. Pero era muy tarde. No perderíamos a mis compañeras si lo intentáramos. Eran Chicas Gallagher. Nos encontrarían. —Lizzie —Me giré hacia ella. —¿Qué sucede después? Quiero decir… ¿Cuál es el siguiente dominó? —Puede ser cualquier número de cosas. Construí un modelo, y esta escaneando el Internet por que concuerde con el patrón, y luego cruzaré referencia contra… —Versión corta, Liz —Bex le recordó. —No lo sé aún. —Soltó Liz —Pero será pronto. Probablemente pronto. Ojala pronto. —¿Qué tan pronto? —Pregunte. —Un par de días, Tal vez pronto. —De acuerdo, así que mientras tanto, conseguimos a Preston. Espere por objeciones, las preguntas, las dudas, pero nadie dijo nada hasta que Bex preguntó, —¿Qué sabemos de esta prisión? — Antes de que Joe se fuera, me dijo que era una instalación de máxima seguridad en el ártico de Alaska —dijo Zach, siguiendo —Muy lejana. Muy extrema. Muy segura. Solo los objetivos más altos en nivel de terror son llevados ahí. —¿Por qué es tan alejada? —Preguntó Liz. Zach sacudió su cabeza —Porque, oficialmente, no existe. Solo se envían prisioneros si se supone que jamás volverán a salir. No quería mirar a Macey, pero no podía evitarlo. La observe por la esquina de mi ojo, esperando a que ella hiciera una mueca o se encogiera, pero estaba estoica. Congelada. —¿Qué tan grande es? —preguntó Bex. —No estoy segura —Sacudí mi cabeza —La instalación estaba construida en la montaña, y no la vi toda. Era como un laberinto. Creo que se supone que uno se pierda. —¿Recuerdas la ruta que tomaste? —preguntó Bex, y yo sonreí.
—Cada paso. —Bueno —dijo Macey —Hay un almacén de armas en el sótano. —No —Sacudí mi cabeza. —Pero… —No podemos forzar nuestra entrada, Macey. No importa cuántas balas llevemos, Ellos tendrán más. Nuestro única forma de entrar es muy, muy tranquila. —No es tan simple, ¿de acuerdo? —Zach sacudió su cabeza. La frustración salió de el en olas —Ustedes no lo entienden. La temperatura y la altura solo hacen esto tal vez el más duro objetivo en el país. Si piensan que esto va a ser fácil, están locas. —Zach tiene razón —Bex dijo. —Logre salir —dije, casi por debajo de mi aliento. —Y tuviste suerte —él contesto. Hasta ahora, no había considerado que tan milagroso era. Había habido demasiada adrenalina, demasiados pensamientos salvajes en mi mente. Pero eso no cambio el hecho de que no podía decirle que él estaba equivocado. Solo pude decir. — Así que puedo entrar. —Salir es diferente que entrar —me dijo Zach. —Es una prisión, Zach. Mantener adentro la gente es la idea. —Pero… —¿Pero qué? —le pregunte. —Pero si nos atrapan, no hay forma de salir. Tal vez nunca de nuevo. Pensé en lo que la tía Abby me había dicho en Roma, que no podríamos ser niños y adultos al mismo tiempo, que ya no podemos tener ambos. Gente ya había venido por Zach. Ya me querían a mí. Si hacíamos esto sería oficial. No habrá vuelta atrás para ninguno de nosotros. —De acuerdo —Bex paso su manos en por sus muslos, calentándolas como en preparación para donde teníamos que ir y lo que teníamos que hacer —Iremos — No era un argumento. Era una orden. Y ninguno de nosotros tenía la fuerza para desafiarla —Iremos ahora mismo. Macey camino a una puerta de la cocina, la abrió, y prendió la luz. Al instante, los fluorescentes parpadearon a la vida, parpadeando y brillando e iluminando una gran habitación llena con filas y filas de repisas cubiertas con esquís y chaquetas y trajes de cuerpo entero, cables y tiendas. Cada juguete de personas ricas en el mundo llenaba la gran habitación. —¿Qué necesitamos?
esulta que acercarse sigilosamente a una prisión super secreta del gobierno consume mucho más tiempo que ser invitado por la puerta principal.
[size=18.88888931274414]Nos fuimos hacia Alaska la mañana siguiente y volamos todo el día. Creo que el avión le pertenecía a Blackthorne, pero Zach no lo explicó, y yo no pregunté. Solo me senté en la fila detrás de él mientras él volaba y Bex copilotaba. Para cuando alcanzamos las montañas, ella estaba segura de que estaba certificada. Yo, por otro lado, había tenido demasiadas experiencias de mala conductora como para dejarla ir en solitario pronto. Aun así, no tenía la fuerza para decir lo contrario.[/size] [size=18.88888931274414]El paso dos era un helicóptero en el bosque. Reconocí al piloto, una chica llamada Neha estudiante de último año cuando nosotros estábamos en séptimo. Pero no nos pusimos al día exactamente. [/size][size=18.88888931274414]No era precisamente el momento. [/size][size=18.88888931274414]Incluso aunque solo eran las siete [/size]P.M.[size=18.88888931274414], volamos bajo el amparo de la oscuridad a la base de una montaña.[/size] [size=18.88888931274414]Y luego nos habíamos ido, fuera del helicóptero y dentro de la nieve. Giró alrededor de nosotros mientras Neha despegaba, sus luces desapareciendo dentro de un cielo negro lleno con más estrellas de las que nunca había visto, dejándonos solos en la naturaleza con nada más que una subida cuesta arriba delante.[/size] [size=15.555556297302246]Número de horas que escalamos: 6[/size] [size=15.555556297302246]Número de veces que se cayó Liz: 12[/size] [size=15.555556297302246]Número de veces que Liz casi arrastró al menos a tres de nosotros con ella: 7[/size] [size=15.555556297302246]Número de veces que dijimos algo al respecto: 0[/size] [size=15.555556297302246]Número de momentos en que tuve que preguntarme si estábamos cometiendo el mayor error de nuestras vidas: Cada uno de ellos[/size] [size=18.88888931274414]— Aquí
estamos.[/size]
[size=18.88888931274414]Por la manera en que Bex miró la cueva pensarías que era el Ritz-Carlton[url=file:///C:/Users/Mx/Documents/Cap%C3%ADtulo 23.docx#_ftn1][size=18.88888931274414][1][/size][/url]. Pero, en realidad, era una angosta fisura con un suelo sucio. [/size][size=18.88888931274414]Un matorral cubría la entrada.[/size][size=18.88888931274414]La nieve había soplado dentro, y el hielo se había reunido en las esquinas. Pero era un hogar, al menos por el momento, y yo estaba contenta de apretujarme dentro y arrojar mi mochila.[/size]
[size=18.88888931274414]—Podemos encender un fuego aquí. No verán el humo a través de los árboles, y hay suficiente ventilación encima para que no tengamos que preocuparnos por la sofocación. —Zach señaló el techo encima de nuestras cabezas. Corrían grietas a través de la piedra, y podía ver tiras del cielo estrellado.[/size] [size=18.88888931274414]—Deberíamos descansar un poco. —Era después de la medianoche, y Bex arrojó su mochila al suelo.[/size] [size=18.88888931274414]—Mañana,
tenemos
trabajo
que
hacer.[/size]
[size=18.88888931274414]A juzgar por los dolores en mi espalda y el sudor en mis botas, ya habíamos hecho bastante trabajo por hoy, pero no creí que fuera el momento para discutir. Macey, sin embargo, no estuvo de acuerdo.[/size] [size=18.88888931274414]—Pero… [size=18.88888931274414]Bex
la
—empezó.[/size] cortó
con
una
mirada.[/size]
[size=18.88888931274414]—No recuperaremos a Preston con salir corriendo desprevenidas sin un plan, Macey. Lo recuperaremos siendo listas.[/size] [size=18.88888931274414]—Siendo
listas,
—repitió
Macey.[/size]
[size=18.88888931274414]—Está bien. —Desdoblé mi saco de dormir — . [/size][size=18.88888931274414]Ahora, durmamos un poco.[/size] [size=18.88888931274414]Por más que traté de dormir, no pude. Macey estaba junto a mí, demasiado quieta mientras yacía en su espalda, volteando hacia arriba a través de las grietas en la cueva, mirando las estrellas. Eran casi demasiado brillantes.[/size][size=18.88888931274414]Quería apagarlas.[/size] [size=18.88888931274414]Bex dormía, y Liz, agotada como estaba, cayó estrepitosamente con sus botas todavía puestas. Me pregunté dónde estaban mi mamá y el Sr. Solomon. Quería saber si ellos aprobarían lo que estábamos haciendo.[/size]
[size=18.88888931274414]Vi una sombra moverse cerca de la entrada, avanzando lentamente por las paredes. Así que jale mi saco de dormir alrededor de mis hombros y, tan silenciosamente como pude, la seguí.[/size] [size=18.88888931274414]—Ve a dormir, Chica Gallagher —dijo Zach. No se giró para mirarme. Solo se apoyó contra la entrada de la cueva, mirando la cima de la montaña que se acercaba por arriba. Se le quedo mirando tan atentamente que me pregunté si tenía visión de rayos X y trataba de ver lo que yacía adentro. [/size][size=18.88888931274414]O tal vez solo estaba intentando ver el mañana.[/size] [size=18.88888931274414]—No
puedo
[size=18.88888931274414]—Deberías
dormir
—le
dije.[/size] intentarlo.[/size]
[size=18.88888931274414]—Y tú estás aquí afuera sin seguir tu propio consejo porque… —No intenté terminar. Solo envolví el saco de dormir alrededor de sus hombros y me derretí dentro de sus brazos, descansé mi nuca en su pecho y me apoyé contra él, mirando arriba hacia el cielo.[/size] [size=18.88888931274414]—Nunca supe que había tantas estrellas.[/size] [size=18.88888931274414]—No puedo verlas —me dijo él. Su aliento era cálido en mi cuello, y besó la suave piel en la base de mi cabello —. Solo te veo a ti.[/size] [size=18.88888931274414]—Esa es una de tus líneas más cursis —Le dije pero no me moví para detenerlo.[/size] [size=18.88888931274414]—Es la altitud —me dijo—. No tengo suficiente oxígeno en mi cerebro.[/size] [size=18.88888931274414]—Ya veo. —Suspiré mientras sus besos se movían más arriba.[/size] [size=18.88888931274414]Sus brazos se volvieron más ajustados alrededor de mi
cintura, y por primera vez en horas, no tenía [/size]frío[size=18.88888931274414]. No temblé[/size][size=18.88888931274414]. [/size][size=18.88888931274414]Estaba a salvo ahí en ese momento y quería que durara para siempre. Pero no podía. Desde las profundidades de la cueva, escuche a Liz tosiendo en su sueño.[/size] [size=18.88888931274414]—No debimos haberla dejado venir —dije.[/size] [size=18.88888931274414]—Si dependiera de mí ninguno de ustedes estaría aquí. —Zach paró de besarme. Me hizo girar para mirarlo—. Sabes que esto es una locura, ¿verdad?[/size] [size=18.88888931274414]—Preston
lo
haría
por
nosotros
—dije.[/size]
[size=18.88888931274414]—¿Lo haría? —No podía decir si era una pregunta retórica o no hasta que Zach dijo otra vez[/size] [size=18.88888931274414]—, ¿De verdad lo haría?[/size] [size=18.88888931274414]Sacudí la cabeza y mire otra vez a la cima de la montaña. Era bajo cero, y temblé incluso con mi ropa aislante. Estaba a medio mundo de distancia de mis vacaciones de verano, pero los recuerdos que no tuve estaban siempre ahí, fluyendo bajo la superficie. Sin importar cuantas veces traté de reclamarlos, ellos se escabulleron. Mientras más duro trataba, más rápido salían disparados de mi alcance, así que no intenté agarrarlos entonces.[/size] [size=18.88888931274414]—No sé cómo decirlo, Zach, pero…el verano pasado. Creo que él salvó mi vida.[/size] [size=18.88888931274414]—Tal vez no vengan por él, Cammie. Probablemente está seguro ahí dentro. Y… —la voz de Zach se fue apagando.[/size] [size=18.88888931274414]Algo en su cara me dijo que él no quería terminar. Algo en mi estómago me dijo que tenía que hacerlo.[/size] [size=18.88888931274414]—¿Y
qué?[/size]
[size=18.88888931274414]—¿Qué si se supone que él debe estar ahí dentro?
¿Qué si Preston [/size][size=18.88888931274414]es [/size][size=18.88888931274414]pelig roso?[/size] [size=18.88888931274414]Me aleje.[/size] [size=18.88888931274414]Tal vez tenía que mirarlo directamente, o tal vez se sintió un poco como si estuviera tocando temporalmente a un extraño.[/size] [size=18.88888931274414]—Es Preston de quien estamos hablando, Zach. Peligroso no es la palabra que yo usaría para describirlo.[/size] [size=18.88888931274414]—¿Y la gente nunca es más de lo que aparenta?[/size] [size=18.88888931274414]—No puedo dejarlo ahí —dije—. No si podríamos necesitarlo.[/size] [size=18.88888931274414]—Él generación.[/size]
es
Círculo,
[size=18.88888931274414]—No
Cammie.
Es
lo
la
siguiente
es.[/size]
[size=18.88888931274414]—Lo es —dijo Zach. [/size][size=18.88888931274414]Una nube pasó por encima, y una sombra cruzó su cara—. Sé que lo es, porque yo también lo soy.[/size] [size=18.88888931274414]—No
—dije.[/size]
[size=18.88888931274414]—¿Sabes cuál es mi recuerdo más temprano? — Preguntó con una rápida y triste risa—. Mi mamá solía cantarme una canción — sobre reyes y caballeros y jinetes. Toda mi vida, pensé que solo era una canción —solo algo que las madres les cantan a los niños pequeños. Pero no lo era, Cammie. Era sobre el gobierno. Golpes de estado. Poder. No era lo suficientemente mayor para hablar todavía, y ya estaba aprendiendo a quien odiar, y como reducirlos a cenizas.[/size] [size=18.88888931274414]—Las madres Zach. [/size][size=18.88888931274414]Eso
cantan no
canciones, significa…[/size]
[size=18.88888931274414]—Me pregunto qué clase de canciones le cantaba el padre de Preston a él. —Zach alzó las cejas—. Me pregunto si está acostado en una celda tarareándoselas a sí mismo justo ahora.[/size] [size=18.88888931274414]Debí haber dicho algo—hecho algo. Él estaba en un lugar oscuro, ahí en la luz de la luna.[/size] [size=18.88888931274414]Pero antes de que pudiera decir una palabra, Zach tomó una respiración profunda y miró arriba hacia la fortaleza. —Me pregunto si debería unírmele.[/size] [size=18.88888931274414]—No —dije bruscamente y alcance la mano de Zach—. No hables de esa manera.[/size] [size=18.88888931274414]—Pero…[/size] [size=18.88888931274414]—Pero tu mamá y el Dr. Steve estuvieron en mi cabeza hace diez semanas y tú no tienes miedo de mí. Así que no tengas miedo de ti mismo. No ahora.[/size] [size=18.88888931274414]—Pero…[/size] [size=18.88888931274414]—Bésame, Zach. —Me presioné contra él, frío y solo. No quería pelear. Quería estar caliente y a salvo otra vez —. Bésame. —Deslice mis labios a través de su boca, suavemente al principio, incitando. Probando.[/size] [size=18.88888931274414]Y luego sus labios se partieron y el momento había terminado.[/size] [size=18.88888931274414]Ninguno pasado[/size]
de
nosotros
estaba
pensando
en
el
[url=file:///C:/Users/Mx/Documents/Cap%C3%ADtulo 23.docx#_ftnref1][size=13.333333969116211][1][/size][/url] Marca de hoteles de lujo.
Capítulo 24 Traducido por Rogue93 Me desperté porque me estaba congelando. Podría haber dormido para siempre, ahí en ese piso duro, no había sentido que algo estaba faltando. Algo estaba mal. Alguien. Tan rápido como puede, me puse mis botas; pero no me molesté en llamar su nombre. Zach no estaba en la cueva, lo sabía. Él no estaba fuera recolectando leña o asegurando nuestro perímetro. Ya sabía dónde estaba— qué estaba haciendo. Así que corrí más rápido, fuera de la cueva seca y a la nieve. Empujando a los árboles y escalando rocas, siguiendo las pistas, maldiciendo que él ni siquiera me haya despertado para despedirse. Y cuando llegue a la línea de árboles bajo la fortaleza de hielo de encima, sabía exactamente lo que iba a ver: Una figura solitaria caminado a través de la nieve, manos arriba de su cabeza en señal de rendición. Pensé acerca de nuestro plan, pero también acerca de lo que él había dicho la noche anterior —que tal vez el también pertenecía dentro de esa prisión. “Zach—” quería gritar, pero a decir verdad la palabra fue nada más que un susurro. Ya estábamos sin tiempo. Una puerta se deslizaba para abrirse en la montaña. Hombres en monos blancos cargando rifles estaban corriendo por las orillas heladas, sus miradas no se alejaban de la persona que estaba caminando hacia ellos, gritando, “Soy Zach Goode. Y me gustaría entregarme voluntariamente.” Uno podría decir que fue la fría luz de la mañana la que me hizo ver que las cosas de manera diferente. Pero en la cima del mundo, en medio del invierno, no había mucha luz para empezar. Un gris misterioso llenó el cielo, y no pude evitarlo, miré a mí alrededor, esperando a que Zach estuviera ahí, olvidando que él no estaba. Reporte De Operaciones Encubiertas Operarios Mchenry, Baxter, Sutton y Morgan se unieron a A Zachary Goode para una operación altamente riesgosa y potencialmente de alta recompensa en el Ártico de Alaska. Los operarios también, REALMENTE, desean haber empacado más calcetines. Para la tarde, la luz del sol estaba yendo. Sombras se extendían por la llanura blanca y brillante que se extendía entre las hileras de árboles, donde mis compañeras y yo yacíamos sobre nuestros estómagos, mirando a la fortaleza. “Como que es hermosa, “dijo Liz, su mirada escaneando la vista. “Dejará de serlo cuando eso llegue aquí.” Bex señalo al horizonte. Nubes batiéndose, bloqueando nuestra vista de los picos distantes. Podía imaginar el remolino de viento y nieve de la tormenta que se avecinaba.
A unas cien yardas de terreno abierto, solo nieve y hielo, y unos cuantos de los mejores sensores de movimiento más altamente calibrados y alambres de viaje del mundo se interponían entre nosotras y el compuesto. Las huellas de Zach de la mañana apenas eran visibles, casi llenas por la nieve. “¿Qué hora es?” preguntó Beth, aunque todas sabíamos la respuesta. “Hora del espectáculo.” Mire al cielo. Un punto negro estaba en el horizonte justo encima de las ominosas nubes. Mantuve la mirada pegada al helicóptero que sin duda estaba trayendo agentes para interrogar a Zach dentro de la fortaleza en la cima de la montaña. “Bien, Lizzie. ¿Estás segura que estarás bien quedándote aquí por tu cuenta? Terminará de oscurecer en una hora. Si no regresamos para entonces, creo…” “Cam,”Liz comenzó lentamente,” si esto toma más de una hora, entonces el que yo esté aquí sola será el menor de nuestros problemas. Ahora, vayan,” dijo ella, y a ninguna de nosotras se lo tuvieron que repetir. El helicóptero creció conforme a lo más cerca que se volvía a la prisión, así que salimos corriendo por el campo abierto bajo el torbellino de las cuchillas giratorias y la cubierta de la nieve que soplaba. Echamos la lejía que habíamos encontrado en el refugio en nuestro equipo hasta que todo estuviera blanco y pudiéramos mezclarnos con el paisaje, saltando sobre las rocas y el hielo, hasta los acantilados del mismo eje de ventilación que había emergido hace menos de una semana atrás. Por el lado de la montaña, una enorme puerta comenzó a alzarse de la tierra, abriéndose para que el helicóptero pudiera aterrizar dentro de la fortaleza. “Puerta cerrándose en cuatro-tres-dos—“Empecé. “¿Los cartuchos?” preguntó Beth a Macey, quien le alcanzó un paquetito lleno de explosivos que pegamos a la reja de la prisión que aseguraba el conducto de ventilación. Ella asintió. “Listo.” “Entonces, fuego en el agujero,” Bex dijo, y las tres cubrimos nuestras cabezas con nuestros brazos mientras un sutil pop llenó el aire. Columnas de humo y nieve volaban en el viento, pero eran casi ilocalizables en la rápida oscuridad que se avecinaba. “Bien, Cam,” Bex me dijo. Ella tiró un cable, lo envió en espiral a la parte superior del sistema de ventilación. “Después de ti.” Soy familiar con los conductos de aire y pasajes secretos. No soy ni siquiera un poquito claustrofóbica ni estoy asustada de las arañas. Pero la oscuridad que me rodeaba era como ninguna otra que haya sentido o visto. Había estado ahí—en ese mismo sistema de ventilación—hace tan solo unos días. Pero entonces había sentido miedo y adrenalina. La primera vez que había estado huyendo. Ahora yo estaba escalando hacia ella. No espero que la mayoría de las personas entiendan la diferencia, pero hay una. Yo no solo tenía que sobrevivir — tenía que continuar. Y eso hacia el escalar mucho más difícil. Había tiempo para pensar en ese lugar, para preocuparse—una voz persistente, que me advertía que tal vez, solo tal vez no estábamos haciendo lo correcto. Tal vez llegaríamos muy tarde. Pero entonces el sistema de ventilación se niveló, Y de pronto estaba de estómago, me arrastraba a través del aire caliente de la prisión, el sudor perlaba
mi frente, pero me arrastré hasta que estaba mirando hacia abajo a través de una pequeña reja, mirando al mismo cuarto de monitores que había visto la última vez que había estado ahí. Entonces, en una de las pantallas, lo vi. Preston estaba acostado en el piso de concreto de su celda, inmóvil. Y por un segundo pensé llegamos muy tarde —que él estaba herido. O peor. Pero entonces me di cuenta que sus pies estaban escondidos bajo su cama. Observé como, lentamente, el llevaba su pecho al piso. Sus dedos tocando ligeramente sus orejas mientras llevaba su codo derecho a su rodilla izquierda. Abajo otra vez. Codo izquierdo a rodilla derecha. Repetir. Preston estaba ejercitándose. Preston no se estaba rindiendo. También, como que Preston se veía, caliente. Pero eso no era la cosa más importante en ese momento. Estiré mi cabeza y miré tras de mi. Macey no podía ver la pantalla. Ella no sabía lo que yo estaba mirando, y no quería arriesgarla a ver a Preston y hacer algún sonido, volviéndose descuidada. Bajo nosotras, un guardia sentado viendo los monitores, ignorando completamente nuestra presencia. “Estación de Guardia A, “una voz ronca dijo a través del altavoz en el cuarto de al lado. El guardia se estiró para alcanzar un micrófono. “Estación de Guardia A reportándose” “El equipo de interrogación está aquí,” dijo la voz. “Estamos listo para el chico”. Observe al guardia presionar un botón. Oí un ruido inquietante, de metal en metal a la vez que la puerta se abría. Y entonces, a través del conducto de ventilación, vi a Zach caminando por el pasillo. Sus labios estaban hinchados y sus manos atadas. Vestía el mismo traje de mono que el embajador había vestido cuando murió, y sus pies estaban descalzos. El mensaje estaba claro: Eres libre de tratar y huir, pero te congelarás y morirás antes de lograrlo. El guardia debajo de mi entró al pasillo, y esa era la abertura que necesitaba. Tan rápida y silenciosamente como pude, bajé a la oficina. Había botones y palancas, los mismos alimentadores de cámaras que había visto la primera vez que había estado ahí. Caminé a través del pequeño cuarto, sin hacer ruido. Bex y Macey me seguían. Oí la voz de Zach decir, “Bien, hola. Te recuerdo de esta mañana . Estaba esperando que nos viéramos de nuevo.” “¿Por qué?” Un guardia dijo“Porque así podría hacer esto,” le dijo Zach. Entré al pasillo justo a tiempo para ver a Zach retroceder y darle un cabezazo al guardia, dejándolo inconsciente en el piso. Por supuesto, había otro guardia con él. Me pregunté cuál de los dos había partido la boca de Zach, pero no había tiempo para preguntar. “¿Por qué tú—“ guardia número dos empezó. Empujó duro a Zach contra el muro y llevo su mano de vuelta a golpearlo, pero la mano nunca se movió. El hombre se giró como para preguntar por qué. “¡Hola ahí! Dijo Bex, y entonces ella lo golpeó fuertemente en la cara, no un
puñete. No una patada, fue una cacheta de la vieja escuela, y el hombre se veía casi divertido por un momento antes que la fuerza se saliera de sus extremidades y se desmoronara en el piso. El otro guardia estaba forcejeando para ponerse en pie, pero Macy ya estaba encargándose de él, atacándolo con otro parche de Napotine a la espalda de su cuello. “¿Son todos? Preguntó Beth. “Por ahora,” dijo Zach y luego me miró. Sontió. “Llegas tarde.” Cogí su mano. “Vámonos.” No quería que nos separemos. No quería dejarlo ir, pero ser una espía consiste, al menos en un cincuenta por ciento, en hacer cosas desagradables, y Zach y yo eramos los únicos quienes teníamos la ventaja de local. En sesenta segundos las personas esperando por Zach se preguntarían porque él no había llegado a los cuartos de interrogación, lo que, si recuerdo correctamente, eran tan solo cincuenta yardas más allá. En un minuto y medio ellos tratarían —y fracasarían—de contactar a los guardias en la radio. Y, por supuesto, en cualquier momento una patrulla podría entrar en el corredor, una cámara o un censor podría decir a alguien que algo no estaba bien. En otras palabras, el tiempo no estaba a nuestro favor, así que ninguno de nosotros perdió un segundo discutiendo. Sabíamos que Preston estaba ahí, y sabíamos que estaba vivo, y eso era la única cosa que dejábamos que importase. “¿Lo viste?” Macey le preguntó a Zach. “No,” dijo Zach. “Pero oí a los guardias hablando. El está por ese camino.” “Bien,” dije. “Macey, tú conmigo.” Y por ahí nos fuimos, moviéndonos cuidadosamente por un pasillo mientras Bex y Zach iban por el lado opuesto. La mayoría de las celdas estaban vacías. En una vi a un hombre durmiendo que pesaba al menos trescientas libras. En otra vi a una mujer con cabello rojo. Ella me miró, en silencio, como si mi presencia en su ventana fuera una completa rutina. “¡Aquí! Dijo Macey. Ella estaba acercándose a la puerta, disiento, “¡Preston!” Pero la puerta no se movió. “Lizzie”, dije a través del equipo de comunicación. “Es en la celda diecisiete.” En un momento, oí a Liz decir, “Accediendo al sistema de la prisión y…” “Cualquier minuto ahora,” Macey indicó. “¡Abierta! Gritó Liz, orgullosa de sí misma. La puerta se abrió, y Macey se precipitó adentro. “¿Preston estás bien?” preguntó, pero Preston solo nos miró como si no estuviese muy seguro si estaba o no perdiendo la cabeza. “¿Están aquí para rescatarme o este es algún tipo de extraño experimento de control mental?” “Rescate,” dije con un asentimiento. Preston sonrió. “Entonces vámonos.” Macey tomó su mano y lo jaló fuera de la celda. Tan pronto como ingresamos al pasillo, un guardia doblaba la esquina y Macey se tiró al piso, derribándolo de espalda. Otro guardia lo siguió de tan de cerca que se enredaron juntos, y
cayeron. Y yo tenía los parches de Napotine fuera y listos. Ninguno se volvió a levantar. Macey buscó la mano de Preston. “Por este lado.” Ella comenzó a adentrarse en los pasillos oscuros, pero Preston la detuvo. “¿Está mi padre aquí?” el preguntó. La esperanza brillaba a través de sus ojos, y estaba segura que él no tenía ninguna idea acerca del destino de su padre. Lo sabía porque era la misma mirada que yo había estado viendo en el espejo por años. “Preston, tenemos que irnos,” Le dije y puse mi mano en su espalda. “¿Está él esperándonos afuera?” “Si,” dije, pero Macey solo me dio una mirada. Sus ojos abiertos, y ella negó con su cabeza, confundida. Ella no entendía lo que yo sabía. Que él podría no ser capaz de pararse— mucho menos correr — si le decíamos la verdad. Él podría perder la habilidad de pensar, peor aún seguir órdenes. Aun habían cosas que necesitábamos de Preston, y eso significaba que el necesitaba una mentira. “Vamos,” Le dije. “Los demás están esperándonos.” Y luego lo empuje por la puerta.
Capítulo 25: Traducido por Princesa de la Luna Preguntas, realmente no podía dejar de preguntarme (aunque realmente quería) (Una lista por Cameron Morgan) ¿Exactamente cuántos agentes del gobierno altamente capacitados se encontraban en ese edificio (a punto de estar persiguiéndonos)? ¿Cómo se supone que debemos decirle a Preston que su padre no estaba esperando por nosotros con seguridad fuera, que no iba a ver a su padre en un par de minutos? El hecho de que nunca iba a ver a su padre nunca más. ¿Cuando me había convertido en alguien que pudiera decir una mentira como esa? ¿Realmente quiero volver a ser alguien que no podía? Sólo estuvimos dentro quince minutos. Ni un segundo más. Y sin embargo, allí, en la cima del mundo en la mitad del invierno, fue suficiente para que el cielo descienda a negro. El viento era más fuerte también, más frío. Sabía que la tormenta estaba sobre nosotros, porque sentía la nieve que sopla contra mi cara, rayas blancas a través de la oscuridad y yo sabía que estábamos casi fuera de tiempo.
-Es bueno verte, Pres, -dijo Bex, tomando su mano y tirando de él desde la entrada del estrecho pozo que había encontrado apenas unos días antes. Ella le entregó un par de botas extra y un abrigo a juego con el que Zach ya se había puesto. -Tú también, Bex. -Preston puso las manos en sus caderas, sin aliento ya. No importaba el número de abdominales que había estado haciendo, a esa altura, había un límite a cuán lejos y cuán rápido nadie pudo correr. -¿Estás bien? -Preguntó Zach y le dio un beso rápido y duro, sin necesidad de que se alarguen, muy feliz de verle libre. Detrás de nosotros, todavía podía oír las sirenas gritando, el destello de las luces arremolinadas. -Vamos, -le dije. La nieve sopló más fuerte mientras corríamos por la helada pendiente pronunciada. Vi que las puertas principales de la instalación empiezan a abrir y yo sabía que era sólo cuestión de minutos antes de que la montaña fuera un hervidero de guardias. Zach y Bex deben haberlo sabido también, porque corrieron fuera, sin esperar, mientras Macey y yo arrastrabamos a lo largo de Preston. -¿Ahora? -La voz de Liz sonó en mi oído y miró Macey, quien asintió con la cabeza. -Ahora, -le dije. -Fuego en el hoyo -Gritó Liz y una fracción de segundo más tarde, una explosión rebotó en la montaña. En el aire frío y delgado, el sonido se hizo eco. Una nube de humo y nieve voló desde la entrada de la instalación y las puertas que habían estado abriendo dejaron frío. No salían guardias de esa manera. Por lo menos no por un rato. -Gracias, Dr. Fibonaccis, para su conferencia sobre la colocación estratégica de cargas explosivas, -dijo Macey. Miró a Preston, esperando para apreciar una carga explosiva en buena posición cuando vio uno, pero estaba demasiado fría. Demasiado aterrorizada. Además, me obligué a recordar, Preston nunca fue entrenado para ser como nosotros. -Aquí. -Me quité el sombrero y lo puso en la cabeza.
Habíamos llegado demasiado lejos para perder a Preston por hipotermia ahora. Los labios "Cammie" de Preston temblaban mientras hablaba. -¿Dónde está mi papá? -Nos encontraremos cuando lleguemos allí, -le dije. -¿Conseguir a dónde? -Preguntó Preston. Sinceramente, no sé qué le habría dicho él -lo que podríamos haber dicho- pero no había cualquier momento para decir nada, porque en ese momento Zach y Bex irrumpieron en torno a un enorme bloque de rocas, cada una de ellas a los mandos de una moto de nieve que habíamos planeado. -Prestado de la instalación. -¡Vamos! -Zach gritó y tampoco Macey ni yo teniamos que ser aleccionados dos veces. Corrimos hacia ellos. Macey y Preston saltaron detrás de Bex, apretándose juntos. Liz estaba gritando en mi oído, la mendicidad, -Por favor, ¿dime que ustedes son claras? -Todavía no, -le dije y salté en la moto de nieve de Zach del mismo modo, por encima, hubo gritos de más guardias, sombras que se movían en la nieve que sopla. Zach se volvió y en un instante estabamos volando por la montaña. Yo no estaba segura al principio si era la velocidad de la moto de nieve o si la tormenta se acaba de recoger, pero la nieve ardía mientras soplaba. Mis ojos ardían y yo luchaba por mantenerlos abiertos, así que no lo probamos. Acabo enterrando mi cara en el hombro de Zach, luchando contra el frío. -¿Estás bien? -Gritó Zach y, aturdida, asentí, aunque él no podía verme. -¡Chicos! -La voz de Liz fue fuerte y clara en mi oído. -Estás a punto de tener compañía. Mucha empresa. Estiré la cabeza hacia atrás y entrecerré los ojos, tratando de ver a través de la tormenta. Había faros detrás de nosotros. Más motonieves. Más guardias. Y las armas. Ellos tienen un montón de armas de fuego y no tendría por objeto la herida. No estábamos en el entrenamiento. Las apuestas y las balas eran reales. Era sólo febrero, pero no podía evitar la sensación de que ya estábamos en el lado lejano de la graduación.
-Chicos ... -Liz volvió a gritar, la impaciencia de llamada a través de su voz-, ¿Está claro? Miré detrás de mí una vez más. No habíamos ido tan lejos como me gustaba. Había muy poco espacio entre nosotros y la parte superior de la montaña, pero sonó un disparo, entonces. Zach se desvió. Y sabía la respuesta que tenía que ser. -¡Vamos!, -Grité. A través de la unidad de comunicaciones, oí a Liz decir una última vez, -¡Fuego en el hoyo! Y entonces ocurrió la explosión. Pequeña al principio. No era el tamaño de la carga lo que importaba, el Dr. Fibonaccis nos había enseñado. Fue la colocación. Y Liz había colocado esa tercera ronda a la perfección. Mirando hacia atrás vi las plumas blancas de nieve que vuelan arriba en la ladera. Los hombres no se dieron siquiera realmente cuenta hasta que comenzó el estruendo, un gemido que venía demasiado tiempo después de la carga a sí misma como una parte de la explosión inicial. No. Esto era algo diferente. No hecho por el hombre. Esta era la manera de mantener a la madre naturaleza alejando a las personas de su montaña. Primero, la nieve se desplazan lentamente, colocando en su lugar. Pero entonces empezó a crecer más y más rápido, más fuerte y más fuerte, como una marea que se extendió entre nosotros y los hombres, dándoles caza. En cuestión de segundos, la montaña se movía, deslizándose. La avalancha fue creciendo y creciendo, abriendo un abismo, nos aleja de los hombres que no tenían más remedio que dar marcha atrás. Pero la marea seguía creciendo más rápido, amenazando con adelantarnos demasiado. -Espera, -le gritó Zach. Se puso de pie, el dirigió la moto de nieve hasta una estrecha roca en forma de rampa, el tiro de nosotros en la tormenta que sopla nieve y furiosa, nos catapultó a la oscuridad.
Capítulo 26 Traducido por Carmen Gomez
El salto no nos mató. Al menos, mi primer pensamiento fue que no habíamos muerto. Pero no me deje ponerme demasiado petulante al respecto. Después de todo, podíamos estar fuera de la montaña, pero no estábamos para nada fuera de peligro. Reporte de Operaciones Encubiertas Los Operativos utilizaron una altamente controversial, sin embargo efectiva, estrategia de salida apodada “explotar cosas y correr aproximándose” por el Operativo Baxter. El Operativo Sutton fue rápido en demostrar que explotar cosas es tal vez su mayor don. Una vez que alcanzaron el pie de la montaña, los Operativos fueron capaces de hacer contacto con su Equipo de Emergencia de Extracción. Lo que los Operativos no sabían era quien exactamente podría ser el Equipo de Emergencia de Extracción. —¿Estamos seguros de esto? —le pregunté a Zach, en voz baja y bajo mi aliento. —Estoy
seguro
—dijo
él.
Nunca había visto una noche tan oscura (mucho menos a las siete en punto). Pero tan al norte en medio del invierno, el cielo claro era como una manta que no podía mantenernos calientes. Una luna creciente colgaba encima, y maldije su luz bajo mi aliento. En ese momento en particular, la oscuridad era nuestra amiga. Bex se apoyó contra un árbol, su cabeza inclinada hacia un lado. Esperaba que se levantara y caminara de un lado para otro, asegurando nuestro perímetro, maldiciendo el tic-tac del reloj. Pero se sentó perfectamente quieta en el frío suelo, esperando. —¿Bex?
—pregunté—.
¿Estás
bien?
—Sana como un roble, Camaleón. —Me dedicó su sonrisa característica—. Solo disfrutando el paisaje. Macey tenía su brazo alrededor de Liz, que estaba temblando. Preston no volvió a preguntar por su padre.
En lugar de eso, se quedó mirando fijamente, con los ojos muy abiertos, a través de las aguas congeladas del lago, casi como si lo hubiéramos sacado de un sueño y él estuviera tentado de volver a dormir. Pero Zach mantenía sus ojos en el cielo nocturno, observando. —¿Qué si estamos en el punto de encuentro equivocado? —pregunté. —No
lo
estamos.
—Pero… Él señaló a la distancia, y luego lo escuché: un bajo zumbido estruendoso. Lucía casi como un ave que estaba volando bajo por encima de la línea de árboles, pero era demasiado grande para ser un ave. Las luces estaban apagadas. El piloto estaba sobre los instrumentos y la luz de la luna, y la pura fuerza de voluntad mientras el pequeño avión aterrizaba en el hielo cubierto de nieve, deslizándose en esquís hacia nosotros. Zach
se
giró
al
grupo.
—Vámonos.
Nos agachamos y corrimos a lo largo del hielo. Liz se deslizó y cayó, y Macey la alcanzó, medio cargándola hacia el avión. —Bueno, Zach, —dije mientras nos acercábamos—, ¿estás seguro de que podemos confiar en este tipo? —No lo sé —dijo un chico, abriendo la puerta lateral del avión y mirando hacia abajo—. ¿Puedes? —¿Grant? —pregunté. Debió haber oído la duda en mi voz. Habían pasado casi dos años desde que lo vi, después de todo. Recordé el semestre en que una pequeña contingencia de estudiantes del Instituto Blackthorne vino a nuestra escuela. Parecía como de otra vida, y me paré por un momento, paralizada preguntándome cómo exactamente habíamos llegado tan lejos de los bailes
escolares y espiar a los chicos. Alguien abrió la ventana del copiloto. —Entra, Cammie. —¿Jonas?
—Liz
El
chico
le
El
avión
era
guiñó
el
pequeño,
ojo. pero
lloró.
—Estamos todos
aquí
para
cabíamos—incluso
rescatarte. si
apenas.
— Agárrense —nos dijo Grant mientras giraba el avión en el hielo y empezaba a crear vapor. Rebotamos y nos balanceamos. El viento cambió, y se sentía como que íbamos a derrumbarnos incluso antes de que alzáramos el vuelo. —¡Va a estar cerca! —gritó Jonas cuando finalmente dejamos el suelo y nos dirigimos hacia los árboles. Podía oír los esquís raspándose en las ramas congeladas. Los motores chirriaron y el avión se sacudió, pero seguimos subiendo, ascendiendo incesantemente en la noche. Y
luego
llegó
el
silencio.
Estábamos oficialmente fuera de la red y en medio de la nada. Avalancha o no, los guardias de la prisión iban a tener que pasar un mal rato para encontrarnos allí, y finalmente me sentí exhalar. —Es bueno verte, colega. —Grant estiró una mano, y Zach la tomó. —Gracias por venir —le dijo Zach. Palmeó a Jonas en la espalda. Y me sentí como si hubiera caído en un universo alterno. Uno donde Zach tenía…amigos. Ni Grant ni Jonas preguntaron por qué estábamos en medio de la nada, desesperados por un aventón. No preguntaron porque teníamos que volar bajo a través de las montañas, fuera del alcance del radar. Esto era lo-que-seanecesario-saber en su máxima expresión. No íbamos a mentirles a Grant y Jonas, y ellos no iban a mentirnos a nosotros; y todos estábamos perfectamente bien con ese acuerdo.
—¿Grant? —preguntó Bex después de que el avión se niveló—. ¿Esta cosa viene con un kit de primeros auxilios? —Su voz era más baja de lo que debería ser. Sus ojos estaban vidriosos, y su piel amarillenta. —¿Por qué? —miré a Bex justo cuando bajaba el cierre de su pesada chaqueta de plumón. La sangre manchaba su camisa, expandiéndose a través de su hombro y goteando por su costado.
—Perdón, Cam —susurró mi mejor amiga. Y luego sus parpados se agitaron y cerraron, y yo sentí mi mundo entero descendiendo en la negrura.
Capítulo 27 Traducido por QueenDelC Nunca sabes cómo vas a reaccionar ante algo. Ante cualquier cosa. Tragedia, alegría, dolor en el corazón. Todo nos afecta de formas diferentes en tiempos diferentes y lugares diferentes. Aquí, a trescientos metros en el aire, me presioné contra la oscura mancha que se esparcía a través del cuerpo de mi mejor amiga. Sentí la pegajosa humedad de la sangre y vi la forma en que ella se desplomó, deslizándose del estrecho asiento del avión hacia el suelo. Creo que quizás chillé. Creo que quizás grité. Creo que quizás lloré. Pero para decirte la verdad, no estoy exactamente segura de lo que hice. Recuerdo arrancarle la blusa y mirar la sangre. —¡Luz! —gritó alguien, y pronto había una linterna alumbrando el pequeño agujero en el hombro de Bex. —¡Bex! —gritó Zach y fue hacia ella. Sostuvo su cabeza —. Despierta, Bex. Despier ta. Despierta. Despierta… Alguien estaba llorando. Pudo haber sido Liz. O quizás fui yo. Todo lo que sé es que Macey estaba a mi lado, con un kit de primeros auxilios en sus manos. Y yo
estaba alcanzando la espalda de Bex, sintiendo la pegajosa humedad. Un agujero enorme. —Herida de salida —dije. Zach puso a Bex en sus brazos y le dio la vuelta y vi sangre. Tanta sangre—. Eso es bueno. ¿No es eso bueno? —pregunté pero nadie respondió. —Tenemos que detener el sangrado —estaba diciendo Liz, señalando los hechos—. Detener el sangrado. Limpiar la herida. Había escuchado las palabras en cada lección de procedimientos médicos de emergencia que el doctor de la escuela y el Sr. Solomon habían dado, y aun así, no pensé realmente en eso. Mis manos estaban volando, moviéndose, ausentes de mi mente mientras tomaba el alcohol de la mano de Macey y lo vertía sobre el hombro de Bex. Estaba alegrada de que ella estuviera inconsciente y no tuviera que sentir el dolor. Los vendajes de gasa eran demasiado pequeños —nada más que bandas adhesivas— así que las metí en las heridas de entrada y salida y me quité la bufanda del cuello, envolviendo su cuello una y otra vez. —No mueras, Bex —estaba repitiendo Liz—. No mueras. No mueras. —No va a morir —dije—. Bex no morirá —espeté, sabiendo que Bex nunca lo permitiría. —¡Bex, despierta! —gritó Zach una vez más. —Tenemos que ponerla en el suelo —dijo Liz. —Tenemos que llevarla a un hospital —objetó Preston. Luego los ojos de Bex se abrieron. Tomó mi mano, la sostuvo más fuerte de lo que creí posible. —No — jadeó—. Nada de hospitales. —Pero… —Me encontrarán. A todos —dijo Bex, y asentí, sabiendo que tenía razón. Presioné contra las heridas de Bex. —No los dejaré encontrarte —prometí, y luego mi mejor amiga se desmayó de nuevo, su sangre aún mojada y tibia en mis manos.
Capítulo 28 Grant y Jonas no preguntaron cómo sabía dónde estaba el lago. Nadie debatió en cuánto deberíamos volar. Nos quedamos en el aire tanto como nos era posible, y cuando el sol comenzó a deslizarse sobre el horizonte apunté a las aguas debajo y les dije: — Allí. Así que aterrizamos. Una vez estuvimos en tierra, Grant insistió en llevar a Bex adentro, y mis amigos y yo caminamos hacia la cabaña, con la nieve hasta las rodillas bajo la luz del alba. —¿Qué
es
—Es
este
lugar?
—preguntó
seguro
—Cam
—dijo
Zach,
Zach.
—le su
voz
era
dije. una
advertencia.
—Es un rancho. Papá compra sus toros aquí. Aunque los dueños sólo usan esta cabaña para cacería. Y no hay temporada de nada ahora. Nadie nos está buscando aquí. Es seguro —dije de nuevo, esta vez, las palabras para mí misma. Liz, Macey y yo nos quedamos paradas juntas en una gran cocina con cosas enlatadas y una estufa de propano. Había una chimenea y un pequeño baño con una ducha pero sin bañera, y dos habitaciones. Una tenía un set de literas. La otra se veía como si perteneciera a un viejo motel. Cada cuarto tenía cortinas baratas en las ventanas y no tenían cerrojos en las puertas. Liz ya estaba desempacando computadoras y desenrollando cables. Me miró. —¿Poder? —Hay
un
generador
allá
afuera
—dije
pero
no
me
moví.
—Bien —dijo Liz con un asentimiento—.Tengo una puerta trasera en el sistema satelital NSA, así puedo conseguir que esto esté listo y funcionando. Necesito revisar el modelo, ver si hay algún titular. Y— —Liz —Traté de detenerla, pero ella sólo se volteó hacia mí, una cruda desesperación en sus ojos. No era ni pánico ni dolor, sino más bien un sentido de urgencia muy adulta mientras decía: —Voy a encontrar el siguiente dominó, Cammie. Esta cosa, sé que no es mi culpa. No realmente. Sé que no hundí ese tanque o hice explotar ese puente, pero si alguien está haciendo esto basado en una idea que tuve —basada
en mis ideas —dijo de nuevo, y supe que esta era la parte más difícil. Para alguien como Liz, las ideas eran sagradas— entonces tengo que detenerlo —Se paró más alta—. Entonces lo detendré. Y
supe
correctamente
que
lo
haría.
Cuando Zach emergió de uno de los cuartos, Marcey dijo, —¿Cómo está ella? Zach
bajó
la
mirada
a
tierra.
— Aún está fuera. Pensé que podría despertarse cuando la moviéramos, pero… —Está bien —dije—. No hay señales de fiebre y su pulso es fuerte. Ella es fuerte. Estará bien. —Estará bien —repitió Zach. Luego sacudió su cabeza y se inclinó contra la fría estufa. Afuera, el sol estaba creciendo, y, gradualmente, la cabaña se llenó de un brillo casi iridiscente, como si estuviera volviendo a la vida. Pero entonces una voz cortó la neblina, preguntando: —¿Está él aquí? Preston. Sé que suena loco pero casi me había olvidado de Preston hasta que miró alrededor de la fría cabaña, luego a mí. —¿Está mi padre aquí, o lo vamos a encontrar en algún otro lugar? No me apresuré a responder. La verdad era sólo una serie de mentiras que no podía llegar a decir: Que no debería preocuparse. Que las cosas estarían bien. Que su padre no sufría. Pero no quería decir ninguna de esas cosas porque, por años, no había querido escucharlas. —No
va
a
venir,
—No
¿cierto?
—dijo
—admitió
Preston
al
final. Macey.
—Está… —comenzó Preston pero se apagó. No podía culparlo. Todos éramos espías entrenados, e incluso ni teníamos la fuerza para terminar esa oración particular — ¿Por qué no viene? ¿Macey? La miró, pero ella no podía verlo a la cara. —¡Alguien
dígame
algo!
¿Cammie?
—Lo siento tanto, Preston —dije, llegando hacia él. Tomé sus manos— lo siento tanto.
Quizá yo era la única persona en el cuarto que sabía lo que él estaba sintiendo, pero las emociones eran demasiado crudas para mí. Cuando él se alejó, no protesté —no seguí. Mis propias heridas eran demasiado dolorosas. Pero también sabía que yo era la única que había estado allí. Era la única que había encontrado mi salida. —Mi padre está muerto —dijo Preston lentamente, casi como que si estaba admitiendo algo de lo que estaba avergonzado—. Por supuesto que está muerto. ¿No era eso lo que estaban intentando decirme en Roma —que la gente como mi padre estaba muriendo? —Preston —comenzó Macey, pero él estaba mirándome sólo a mí. —¿Cómo murió? —Preston se esforzó para mantener su voz sin quebrarse. Aún estaba suavemente congelado y totalmente entumecido, y estaba tratando de mantenerlo todo junto, tratando de no quebrarse ni ser el vínculo roto frente a mí — . ¿Sabes cómo murió? No estaba consciente de que estaba mordiendo mi labio hasta que saboreé la sangre. Asentí lentamente. —Le
dispararon.
En
custodia.
Hace
unos
pocos
días.
—¿En custodia? —Preguntó Preston como si estuviera tratando de envolver su mente en los hechos, ponerlos todos en perspectiva — ¿En ese lugar? Apuntó a la montaña que estaba, en ese entonces, a mil millas de distancia. —Sí
—dije—.
Estaba
allí.
— Así que murió —dijo Preston de nuevo, como si aún estuviera tratando de encajar las palabras— ¿Fue tu madre? —le preguntó a Zach. —No lo sabemos —admitió Zach como si la pregunta no fuese del todo ofensiva. Y supongo que cuando tu madre es una psicótica terrorista eso no lo es —. Cammie estaba allí pero no consiguió ver bien a quien disparó. Pudo haber estado actuando por las órdenes de Catherine. O tal vez los otros miembros del Círculo Interno querían eliminarlo antes de que pudiera hablar. No estamos seguros de cuál. Preston —¿Viste
se que
giró sucedió?
hacia
mí.
¿Estabas
allí?
—Estaba oscuro. Yo estaba en el otro cuarto, pero… sí. Estaba allí.
—¿Qué
estabas
haciendo
allí?
—preguntó
Preston.
—Él pidió verme. Pensé que yo iba a verte, pero en realidad era a él. Les dijo que yo era la única persona con quien podía hablar. —¿Por
qué?
—preguntó
Sacudí
Preston.
mi
cabeza.
—Dijo que quería hablar conmigo… acerca del Círculo. Y me pidió mantenerte seguro. Pero cuando vi lo que le pasó, supe que nunca estarías seguro allí. —¿Y se supone que esté seguro aquí? —gritó Preston. El choque se estaba disipando. Tomándose. Todo lo que dejó fue miedo, dolor y terror — ¿Por qué me arrestaron? —El Círculo —dijo Macey—. Es algún tipo de negocio familiar. Es tu negocio familiar. Pero Preston no se tomó el tiempo para procesarlo. Disparó de vuelta. —¿Piensan —¡No!
que —Macey
soy lo
uno
alcanzó,
de pero
los
Preston
malos? se
alejó.
—Quizá lo soy —Una oscuridad llenó su rostro, la verdad acerca de su padre se estaba filtrando, fluyendo de sus capas externas—. Yo podría matar a alguien. —No
—dijo
Macey—.
No
podrías.
Preston sacó una silla de la mesa y se hundió en ella. Era como si ya no tuviera la fuerza para permanecer de pie. —¿Dónde
está
mi
madre?
—No sabemos exactamente —le dije. Quería mantener los hechos planos, directos y simples. Él ya tenía demasiado para procesar —. Pensamos que está segura. —¿Están
seguros?
—preguntó
Preston.
—El Círculo es un tipo de una situación “por sangre” —explicó Zach—. No es el tipo de cosa con la que te casarías. El viento sopló y la cabaña se movió, y la mirada en los ojos de Preston hizo que mi estómago se revolviera. Pensé que iba a vomitar.
—No estoy sorprendido con lo de mi padre —Preston estaba trazando círculos en la mesa. Dudé que realmente él estaba consciente de esta haciéndolo, pero se mantuvo haciéndolo una y otra vez—. Él era un miembro del Círculo —dijo, como si estuviera tratando de encajar las palabras—. ¿Debería estar sorprendido? Miró
a
Macey,
quien
se
encogió
de
hombros.
—Nuestros papás son políticos, Preston. Por supuesto que crecimos creyendo que podrían ser malvados. —Preston. —Me arriesgué a moverme un poco más cerca, me senté en la mesa y toqué su mano con la mía —. Cuando vi a tu padre, me dijo que los líderes del Círculo están planeando algo. Pensamos… pensamos que ellos están tratando de comenzar la Tercera Guerra Mundial. Y él me dijo que tú puedes ayudarme a detenerla. —¿Cómo? —Preston sonaba genuinamente confundido— ¿Cómo se supone que sepa cómo detener la Tercera Guerra Mundial? Eso es ridículo. —Sé cómo suena. Es sólo… ¿has escuchado algo? ¿Visto algo? Tu padre te dio algo para custodia… —No
sé
nada,
Cammie.
—Tienes que saber algo. Él me dijo que lo hacías. Era… Era su último aliento, Preston. Ahora, ¡piensa! —Cam. —La mano de Zach estaba en mi hombro, pero presioné. —¡Sabes
algo!
—No —Preston estaba levantándose, sacudiendo su cabeza—. No. No. Sólo… no. Incluso aunque el sol se estaba elevando, ninguno de nosotros había dormido la noche anterior. El estrés y el miedo se mezclaban con el agotamiento, y pude sentir a Preston comenzando agrietarse. Zach debió haberlo visto también, porque antes de que pudiera presionar de nuevo, Zach tomó su brazo —Vamos Preston. Consigue dormir un rato.
Pensé que estaba sola en el porche. Justo hasta en el momento que sentí el brazo de Zach ir a mi alrededor. Hay bastantes ventajas en estar involucrada románticamente con un espía, y totalmente espontáneo e inesperadamente
abrazada por uno de ellos. Me incliné contra él, sentí la calidez de su cuerpo contra el mío. —Estás temblando —me dijo. Se volteó a mirarme de frente, corrió sus manos rápidamente arriba y abajo en mis brazos—. No deberías estar aquí afuera así. Pero no era el frío el que me hacía temblar. Era el choque de miedo o tal vez sólo la sensación de la adrenalina drenándose de mi cuerpo, así que temblé más fuerte. A través de la ventana vi a Preston sentado en la pequeña mesa desvencijada, meciéndose levemente. —¿Cuántos enviarán? —Pregunté— Por él —asentí en la dirección de Preston. —¿Te
refieres
a
los
chicos
buenos
o
a
los
malos?
—preguntó.
—Ninguno —dije con un encogimiento de hombros—. Ambos —luego tuve que echarme a reír —. Se está poniendo difícil decir la diferencia. Zach
sacudió
su
cabeza.
—Conozco el sentimiento. —Luego se volteó, y la luz del sol se deslizó por su cara. —Estás
sangrando
—dije.
Levanté mi manga para tocar el raspón en su línea del cabello, pero Zach se alejó. —No
es
—Bex
nada.
Estoy
—exhalé estará
bien
—me
—No
pienso
que
yo
—Zach
No
es
la
—Ella
—Hey
bien.
estiró
dijo—. estaré la
mía. palabra.
Yo bien mano
estoy de hacia
bien. nuevo. mí.
—¿Qué estamos haciendo, Zach? —pregunté, alejándome antes de que él pudiera rodearme con sus brazos. —¿Para qué es todo? ¿Realmente vamos a detener el Círculo? ¿Es eso incluso posible? —Sí —Nunca había escuchado la voz de Zach tan confiada y llena de fuerza. Pero no me permití creerlo. Estaba demasiado ocupada divagando.
—¿Qué de bueno hará? ¿Qué se supone que hagamos si los detenemos? No podemos confiar en la CIA. El FBI. ¿A dónde se supone que vayamos, Zach? ¿Hay algún chico bueno? —Yes Y
—Me luego
—Y
agarró, me
me besó,
acercó—. duro
cuando
Estás y
buscando rápido.
Se
se
a
uno. alejó.
acabe—
—No —lo detuve—. No pensemos en el futuro —lo besé de nuevo—. Sólo no pensemos.
Capítulo 29: Traducido por Princesa de la Luna
Luz y oscuridad borrosa juntos. Con el tiempo, el sol se puso y se levantó de nuevo, pero yo era como un recién nacido con mis días con las noches y yo casi nunca dormía en coordinación con el sol. Yo casi nunca he dormido nada. Sólo estuve junto al lecho de Bex, escuchando cuando ella dijo, -Cammie. Sus labios estaban secos y agrietados y me limpió con un paño húmedo. -Estoy aquí, Bex, -le dije. Sentí su frente, pero fue genial. No hay fiebre, no hay infección, sólo un profundo e irregular sueño y tenía que sujetarla para evitar tirar demasiado mal y la apertura a levantarse de puntadas flamantes, cortesía de Macey y de emergencia intensivo de la Academia Medica Gallagher, formación de procedimientos. -Tenemos que encontrar a Cammie, -murmuró. -Estoy aquí, Bex. Ya estoy de vuelta, -le dije y sólo entonces me di cuenta de que una parte de ella todavía estaba buscandome. Una parte de ella no puede parar. -¿Cómo está? Me volví al oír el sonido de la voz.
-Los antibióticos en el botiquín que Liz ha traído con nosotros desde la escuela eran muy fuertes. La han noqueado. Pero ella está bien, -le dije a Preston-. Es sólo su hombro. -Dije de nuevo- Ella está bien. -¿Crees que yo podría sentarme con ella? -Preston preguntó desde la puerta. Dio un paso hacia delante, su manos metidas en los bolsillos traseros. -Permítanme parafrasear. Voy a sentarme con ella. Usted va a tomar un descanso. Cuando me levanté y entré en la habitación principal, mis piernas no querían trabajar. Mi cabeza giraba un poco, demasiado clara en mis hombros. Yo no había comido. No había dormido. Yo no había hecho nada durante días, pero la preocupación y la duda y orar. Una luz parpadeaba en la cocina. Un resplandor fluorescente extraña llenó la habitación, los oidos zumban y el zumbido y el apego a la vida. Liz se acostó con la cabeza sobre la mesa, portátiles tendidos alrededor ella, corriendo a través de las líneas y líneas de código, análisis de las noticias y del tiempo los patrones de búsqueda, la proverbial aguja en el pajar. Quería despertarla y decirle que se fuera a dormir en una cama de verdad, pero yo sabía que no había uso, así que simplemente se sentó a su lado y se volvió uno de los portátiles para mirarme, conteniendo la respiración cuando yo accedo a la página web que había estado en silencio revisando durante días. No habría nada, estaba segura. Estaba equivocada. No podía respirar cuando el sitio web volvió a la vida. Se suponía que iba a anunciar la granja y las tierras del rancho a la venta en el Sandhills. Todavía me acuerdo de mi padre mirando el sitio cuando era una niña. Él sabía hablar de un futuro en el que volvería a la abuela y al abuelo y nunca irse. Cuando nos ponía sano y salvo en Nebraska. Todos los espías tienen un plan de salida, una ciudad anónima o el tramo de playa abandonada. Mi padre iba a tener una casa de piedra y un manantial natural, buenas cercas y suficiente horizonte para que el espía en él siempre fuera capaz de ver lo que venía. Parpadeé dos veces y leí el anuncio de nuevo. M & M propiedades ofrecen ocho hectáreas para la venta. Excelente estado. Y un número de teléfono que nunca antes había visto. Habían pasado años desde que mi madre me había hablado sobre ella, poner el plan en su lugar. Era sólo para situaciones de emergencia, que había dicho, sólo en caso de que alguna vez nos separamos. Porque, en el fondo, creo que ambos habían siempre hecho algo que se conoce como la era procedente. He leído las líneas de nuevo.
M & M propiedades: Mateo Morgan. Veinte hectáreas: dos agentes. Excelente estado. Ellos estaban bien. Y un número de teléfono que a nadie le daría más trabajo. Pero si he añadido una para cada dígito, finalmente podía oír la voz de mi madre. Corrí a nuestro escondite de los teléfonos de los quemadores y marqué sin pensar. No podía respirar ya que el teléfono sonó y sonó y finalmente: -Hey, chica. -¡Mamá! -Prácticamente me gritó. Yo estaba a punto de llorar. -Estoy tan contenta de saber de usted. Estamos. -Wise Guy y yo estamos bien, -ella habló sin detenerse, sin importarle lo que yo dije o cuántas lágrimas rompí a través de mi garganta y yo sabía que ella no estaba escuchando. Probablemente ni siquiera tenía ese teléfono más. Era sólo una grabación. -Estamos a salvo. Nos estamos acercando a la heredera Delauhunt, pensamos. La oí respirar hondo, la estática llena temporalmente la línea-. He oído lo que pasó en la escuela, cariño. Y me alegro de que te fuiste. Estás haciendo lo correcto. Estoy tan orgullosa de ti. Pero tienes que prometerme que no se preocupe por nosotros. Wise Guy y yo .. vamos a mantener entre sí seguro. Ustedes chicas ... hagan lo mismo, ¿de acuerdo? Manteneros informados entre vosotros. Pensé en la sangre de Bex, sus sueños caprichosos. Y, por último, pensé en la facilidad con que todos podrían haber muerto en esa montaña. -No voy a utilizar este número de nuevo y usted debe destruir el teléfono también. Tenemos el cementerio. Úsalo si usted lo necesita. Pero, cariño, sólo prométeme que tendrás cuidado. Estás haciendo lo correcto. -Mamá dijo de nuevo-. Y, chica. Feliz cumpleaños. Cumpleaños. Me había olvidado de mi cumpleaños. En algún momento de la semana pasada cumplí dieciocho años y yo ni siquiera me había dado cuenta de ello. Miré hacia abajo en el teléfono en la mano. Yo sabía que tenía que destruirlo inmediatamente, pero no pude. En su lugar, escuché el mensaje una y otra vez y otra vez. -Estás haciendo lo correcto.
Escuché hasta que las palabras pierden todo significado, hasta que me quedé entumecida para igualar la voz de mi madre. Yo he escuchado hasta que yo ni siquiera escucho más las palabras. Estás haciendo lo correcto. Zach estaba en la cocina. Llevaba unos vaqueros viejos y tenía los pies descalzos y pensé que a lo mejor freír tocino era una cosa bastante peligroso hacerlo sin camisa, pero yo no he dicho que sí. -¿Chica Gallagher? -Miró el teléfono desechable que llevaba en una mano, la tarjeta SIM que llevó en la otra. -Fue mi mamá, -le dije-. ¿Qué te dijo? -Ella está bien, -le dije, y luego se apresuró a añadir-. Están bien. Están acercándose a Delauhunt y ... era sólo un mensaje, Zach. Ella no me dijo qué hacer. Ella sólo dijo que estaba haciendo lo correcto. -Estás. -Yo no podría decirle sobre Bex o Preston. Yo no podía decirle. -Hey. Él me alcanzó en un paso largo, los brazos pasando a mi alrededor, tan fuerte y seguro y me presionó mi mejilla contra su pecho. Olía a jabón y tocino. -Dime lo que dijo. Así que lo hice. Le dije cada palabra, no es que ninguno de ellos importaba. Incluso Rachel Morgan no sabía lo que íbamos a hacer a continuación. -Me olvidé de mi propio cumpleaños, Zach. Tengo dieciocho años ahora, -le dije-, pero no me siento como un adulto. Me siento como una niña pequeña, sola y asustada y desesperada por mi madre. -Va a estar bien. Hey. -Limpió mis lágrimas-. Vamos a estar bien. Aquí está la cosa acerca de ser un espía, a veces todo lo que tienes son tus mentiras. Protegen su cobertura y mantienen sus secretos y en ese momento tenía que creer que era verdad, incluso cuando todos los hechos dijeran otra cosa. -¿Qué está pasando? -Dijo Macey desde la puerta del dormitorio. En la voz, Liz se agitó y se atornilla en posición vertical.
-¿Por qué no me despertaste? -Preguntó Liz. Ella bostezó y miró el ordenador portátil frente a ella. Dos segundos más tarde, su rostro se puso más blanco de lo que nunca había visto. Sus labios temblaban y sus dedos se congelaron en las teclas de la computadora. Ella apartó la mirada, pero ya era demasiado tarde. Incluso sin la memoria fotográfica, Liz nunca podría nunca ver lo que dijo el equipo. -Esto es todo. -Liz empujó su portátil favorito lejos con tanta fuerza que habría caído de la mesa si Zach no hubiera estado allí para detenerlo-. Está sucediendo ahora. Miré la pantalla y leí las palabras en voz alta para el beneficio de todos. -Najeeb el rey exiliado de Caspia abordado por los manifestantes fuera de las Naciones Unidas. Por mucho que quería negar lo que estaba sucediendo en el mundo fuera de nuestra cabaña, sabía que no tenía sentido tratar de ocultarlo. Los hechos siempre le encontrarán. Y el más aterrador que sea, más rápido viaja. Liz se levanta y mueve por la habitación. Ella siempre tenía la costumbre de llevar la mano derecha a su boca, apoyando los dedos contra sus labios mientras habla sola, casi como si aprender a leer los labios a través del tacto. Lo estaba haciendo entonces. Ella hablaba tan rápidamente y en voz tan baja que apenas podía distinguir las palabras. -Esto es todo. Esto está sucediendo. -Luego pareció dudar de sí misma. ¿Esto es todo? Liz estaba caminando, pero no era con pasos de pánico, como un animal enjaulado. Fue el cuidado, ritmo cauteloso de un genio que necesita tiempo y espacio para pensar. Me arriesgué dirigir una mirada a Zach, pero estaba tranquilo, como si no quisiera romper cualquier trance en que Liz estuviera, como él también sabía que era nuestra única mejor oportunidad de detener el círculo. Liz se paseaba y hablaba como si fuera sólo otra prueba. Otro reto. Ella lo miraba como un ejercicio de probabilidad, causa y efecto. Es la física de la naturaleza humana y para comprender verdaderamente que, uno tiene que ser objetivo y estar fresco. Dos cosas cada operativo se supone que es. Dos cosas cada vez con menos conocimiento de todo el tiempo. -Tension, -dijo Liz al final.
Ella todavía estaba dando vueltas, sin embargo y yo sabía que la palabra estaba destinada sólo para ella. -Esa región está llena de conflictos, pero el Círculo necesitará afianzar la tensión. Será algo grande. Y público. Algo que es simbólico y práctico al mismo tiempo. Algunas personas siempre quieren pelear. Algunos están siempre buscando una razón para no hacerlo. Y Liz era derecha: para el Círculo causar la Tercera Guerra Mundial, tenían que quitar motivos de la diplomacia y la precaución. -Tiene que ser personal, -dijo Liz, finalmente mirando a todos nosotros. Era casi como si se hubiera olvidado de que nosotros estábamos aún allí. -Alguien tiene que dar el primer golpe. -Y por la huelga que quieres decir ... -Zach le solicita. -Un asesinato. El Círculo va a asesinar al rey de Caspia. -Caspia nunca más tiene un rey, -le recordó Macey, pero Liz se limitó a sacudir la cabeza. -El rey Najeeb puede estar viviendo en el exilio, pero sigue siendo muy popular en su país natal. Si le asesinan, entonces el gobierno caspio tendría una rebelión en toda regla en sus manos. Y los iraníes están apostando en una Caspia muy estable. Esa es su ruta comercial más grande. Si Najeeb muere, entonces los iraníes tendrán que moverse estabilizando la región. -Y romper el Tratado de Caspia ... -Llené. Exactamente, -dijo Liz con una inclinación de cabeza. Primera Guerra Mundial encendida después de la muerte de un duque de Austria. La Segunda Guerra Mundial comenzó con las tropas alemanas que cruzan una frontera. A veces las cosas grandes empiezan por pequeñas cosas. Y era fácil de imaginar lo que el asesinato de un rey podría provocar. -Tenemos que detenerlos. -No podemos mover a Bex. -Debemos llevar a Bex a un hospital. No estaba seguro de quién dijo qué, si digo la verdad. Las palabras eran un borrón. ¿Estaban viniendo fuera o dentro de mi mente? Yo ya no podía contar. Las
únicas cosas que escuché con seguridad eran las palabras de mi madre que vienen a mí una y otra vez. Estás haciendo lo correcto. -Cammie. -La voz de Liz se rompió a través de la niebla-. Cammie, ¿qué vamos a hacer? Van a asesinar al rey. -No, no lo harán. Me volví para ver a Bex apoyado en el marco de la puerta, débil como un gatito. Pero hay una chispa en sus ojos de nuevo. Estaba total y completamente ebrio cuando dijo, -No lo harán, porque vamos a detenerlos.
Capítulo 30 Traducido por Eva Masen-Pattinson Pros y contras de manejar a través del país para detener un posible intento de asesinato: PRO: Se supone que los viajes largos y elaborados son un rito de iniciación adolescente. CONTRA: De alguna manera no creo que los viajes normales de adolescentes involucren comprar una furgoneta en un concesionario de automóviles llamado Vehículos Usados de Calidad del Chimuelo Joe (aunque todos lo miramos, de hecho, tenía dientes) PRO: Es más fácil rebotar continuamente tu acceso de internet en varios satélites si estás moviéndote constantemente en un área con distintos satélites. CONTRA: Es muy difícil mantenerte atrayente y atractiva para tu novio si pasas todo tu tiempo durmiendo, comiendo y trabajando a noventa y seis kilómetros por hora. PRO: Saber que haces la cosa para lo cual has entrenado desde que tenías doce años.
CONTRA: Saber en tu adentro que puedes no estar realmente preparada para hacerlo. ***** No voy a decir que era el más extraño equipo de trabajo encubierto jamás creado, pero tampoco era ordinario. ―Deberíamos entrar por el norte―dijo Zach, recostándose hacia delante y dirigiéndose a Macey, que conducía. Miré por las ventanas a los altísimos edificios en el horizonte de Manhattan. Las calles estaban llenas de gente cargando postes de protesta y banderas caspias. ―¿Qué sabemos, Lizzie?—preguntó Bex. Se sostenía de la parte de atrás del asiento delantero, apoyándose más de lo usual, sin hacer muecas ni mostrar ningún tipo de dolor o miedo. Estaba siendo valiente. Me hubiera conformado con que estuviera siendo cuidadosa. ―Su Alteza Real estará dirigiéndose a los congregados a medio día para ser exactos. Hará comentarios breves desde un escenario en la calle frente a las Naciones Unidas. Ahí hay una pequeña plaza para las protestas y mítines. La policía de Nueva York debería de tener toda el área bloqueada. ―¿Va a entrar?—preguntó Zach. Liz sacudió la cabeza. ―De acuerdo a lo que he obtenido de los servidores de las Naciones Uni das. No puede. No realmente. Digo, técnicamente, el rey es un monarca derrocado, lo que significa que no tiene autoridad oficial para hablar en nombre de Caspia. No pude evitarlo. Miré a las personas que llenaban las calles, muchos de ellos cargaban rótulos con una corona real, fotos del rey. ―Sí. Pero tendrías dificultad convenciéndolos de eso. Condujimos tan rápido como pudimos, luego Macey estacionó la furgoneta. Dejamos allí a Liz para correr nuestras comunicaciones y que ella hiciera su magia con la computadora. Mientras caminábamos hacia East River, el viento soplaba más fuerte, y la multitud crecía más con cada paso que dábamos. ―Cam―dijo Macey, ¿has oído algo más de tu mamá? Negué con la cabeza, pero me tardé un segundo para hablar.
―Puse un aviso en el tablero de mensajes diciendo que sabemos lo que planea el Círculo Interno. Pero puede que no lo reciba a tiempo o puede estar muy lejos o comprometida en otra operación o… Adolorida. Muerta. Aprisionada. No quería pensar en ninguno de los otros posibles finales para esa oración, así que no los dije. Nadie me culpaba. Ningún bien vendría al decirlos en voz alta. ―Pienso acerca de la Caspia que conocí de pequeño―Sonó una voz retumbando por las calles y mis amigos y yo paramos a escuchar. El hombre tenía un aburrido acento inglés, alguien que había sido criado en el Medio Este pero educado en el Oeste, Estados Unidos o quizá Inglaterra. Y cuando él habló, fue como si toda Nueva York cayera en su hechizo. No se podía negar: Esa era la voz de un rey. ―Él está aquí. Hasta que dije las palabras, no me había dado cuenta de cuánto había esperado que todo fuera una falsa alarma, algo fácil de manejar. —Liz, pensé que habías hackeado el Departamento de Seguridad Nacional, y les habías dicho que había una posible amenaza en Naciones Unidas esta tarde. —Lo hice—contestó—. Les di la información suficiente para que acordonaran media ciudad. No sé qué está pasando. —Yo sé. Hasta ese momento. Preston había estado callado. Un observador. Un invitado. Parecía casi sorprendido cuando todos volteamos a verlo. —Digo, ¿han visto a algún político soltar un micrófono? —bromeó Preston, luego se encogió de hombros—. Yo no. Y supe que tenía sentido. —Llegamos muy tarde—dijo Macey. Las Naciones Unidas estaban justo enfrente a nosotros, del otro lado de una avenida ancha que había sido bloqueada. La multitud estaba entre nosotros y una larga fila de banderas de todos los países participantes. Las banderas ondeaban
con el viento, las astas paradas como cien centinelas vigilando la entrada al edificio. Pero a la gente en la calle no le importaba la enorme estructura de vidrio y acero. Sus ojos estaban dirigidos hacia la pequeña área cubierta de hierba que había sido acordonada, un hombre y un micrófono al centro de un escenario pequeño. —Hubo tiempos difíciles—dijo el hombre—. Pero había esperanza. Había miedo, pero también había coraje. Pienso en la Caspia que quería para mis hijos, y mi corazón se parte al saber que Amirah nunca verá los amaneceres sobre el mar. ¡Mi alma sangra al pensar que todos nuestros hijos nunca conocerán una Caspia sin tiranía ni miedo! La multitud estalló en estruendosos aplausos. —¿Qué sabemos?—pregunté. — Amirah, Princesa heredera de Caspia—dijo Liz a través de nuestras unidades de comunicación, enumerando suficientes datos para que el Sr. Smith se sintiera orgulloso; pero el tiempo de exámenes había acabado. Nunca más nos iba a calificar. —Es la segunda en línea para el trono. —No, Liz—argumentó Bex—. Ya no tiene un trono. —¿Qué sabemos sobre la situación de seguridad?—pregunté, esta vez siendo más específica. —Tenemos que sacarlo de aquí—dijo Macey. —Zach, háblame. Volteé hacia el chico que había pasado más tiempo con Joe Solomon que cualquiera de nosotros, y Zach no esperó instrucciones. —Ya que no es una visita oficial de mandatario, el Servicio Secreto no estará aquí. Tendrá seguridad privada y al Departamento de Policía de Nueva York. —Bien. Macey, tú y Preston vayan a encontrar a los policías y a su seguridad privada. Rueguen, supliquen, mientan si tienen que hacerlo, pero hagan que alguien lo saque de ese escenario. —Entendido—dijo Macey. Agarró la mano de Preston, y juntos salieron, empujando a través de la multitud.
—Liz, vuelve a la base de datos del Departamento de Policía de Nueva York y alerta a todas las unidades en el área que tenemos una posible actividad terrorista. Si el Departamento de Seguridad Nacional no va a tomar esto en serio, tal vez la policía de Nueva York lo haga. Veamos si podemos lograr detener todo esto. —Estoy en eso—me dijo Liz. En mi mente, recordé otro día despejado, otro hombre carismático detrás del micrófono mientras la multitud aclamaba. En ese tiempo, el padre de Macey era candidato para vicepresidente, y pensábamos que era ella a la que el Circulo de Cavan perseguía. En ese tiempo, el Sr. Solomon había hablado sobre perímetros de seguridad, cobertura amplia, cobertura media, cobertura corta. Zonas A, B y C. Y miré hacia el horizonte. —¿Qué podemos hacer con los francotiradores?—pregunté, y Zach echó un vistazo al contorno. Vistas despejadas y viento ligero. Incluso sin decir una palabra, pude verlo en los ojos de Zach. No le gustaba la situación. Miró a Bex, quién sacudió su cabeza. —Ese edificio te pone encima de tres diferentes rutas de autobús. Es un tiro limpio sin grandes salidas. Así que… no—dijo ella—. No hay nada que podamos hacer con los francotiradores excepto… —Tenemos que sacarlo de ahí—completé la frase. En el escenario, el Rey Najeeb hablaba, un silencio sombrío se extendía más lejos a través de la multitud con cada palabra. —No odio a los hombres que quemaron las estatuas de mi padre. He perdonado a la turba que arrastró a mi madre de su cama. Pensé en mi propia madre. ¿En dónde estaba durmiendo? Y, ¿despertaría una noche sintiendo el frio cañón de una pistola contra su sien? Una limosina y dos patrullas de la policía de Nueva York circulaban la parte trasera de la multitud hacia una pequeña área detrás del escenario. Sentí un poco de esperanza de que tal vez estaba funcionando, que él se iba a ir. Juntos, comenzamos a empujar a través de la multitud, tratando de llegar hasta el escenario y al hombre encima de él, que seguía hablando. Si el rey Najeeb supiera el peligro en el que estaba, no hubiera aparecido. —El hogar que amo ya no existe, pero no lloro por él. En vez de eso, rezo por la promesa de un nuevo día, de una nueva era, un nuevo comienzo, cuando la paz y el amor puedan brillar sobre todos los niños de Caspia. Un nuevo reino de
esperanza en vez de miedo, una promesa sin violencia. Rezo por mi hogar. Rezo por Caspia. Rezo por el futuro. Los aplausos llenaban las calles, seguidos de cantos y gritos. El rey Najeeb se alejó del micrófono y saludó triunfantemente a la multitud. Sentí que mi corazón empezaba a latir de nuevo, sabiendo que había terminado el discurso. Él estaba bien, pero no estaba a salvo y lo sabíamos. Esperaba que dejara el escenario, que sus guardias lo apresuraran dentro del carro que lo esperaba; pero el rey hizo a un lado a sus guardias. —Es un hombre del pueblo—dije, citando un artículo que el Sr. Smith nos había hecho leer una vez acerca de la realeza en el mundo, que vivía en exilio. El antiguo rey escogió un apartamento en vez de un palacio, el subterráneo en vez de una limosina. Y, cuando era posible, le gustaba caminar a donde fuera que iba. El tranquilo y sencillo canto de la multitud cambiaba, transformándose de una canción a un estruendo, mientras la gente se separaba y el rey descendía del escenario, pasando con facilidad entre la multitud como si pretendiera apretar la mano de cada persona que se había reunido ahí. —¡No!—grité—. ¡Tiene que irse! ¡Hagan que se vaya! —grité a nadie en particular. Mis gritos se perdían dentro de la multitud. Había guardias en trajes oscuros hablando en su oído, pero el rey Najeeb no parecía prestarles atención. Apretaba las manos de su gente. Bendecía bebés y saludaba a las masas como un héroe que regresaba victorioso. Caminaba sin ninguna preocupación ni miedo por el mundo, justo a través del corazón del Perímetro de Seguridad B, el área que era más peligrosa por las armas de corto alcance y explosivos de gran potencia. ¿Cuál fue ese pensamiento que me hizo parar? No sé. Tal vez mi subconsciente vio el pequeño y abandonado paquete antes que el resto de mi persona pudiera procesar lo que significaba. Tal vez era la voz de Joe Solomon en lo profundo de mi mente o el ángel de mi padre en mi hombro, pero en todo caso me detuve. Y miré al paquete en el piso, directamente en el camino del rey. Y oí mi propia voz gritar —: ¡Bomba! En retrospectiva, era como si sucediera en cámara lenta, como correr por la arena. Un momento, estaba mirando el caminar del rey a través de su gente, apretando manos. Y al siguiente instante no había nada más que una nube de humo y terror. Gente gritando. Niños llorando. Pero todo sonaba tan lejos, como una televisión ensordecedora en un cuarto lejano.
Tosí y entrecerré los ojos. La fuerza del impacto me había noqueado al suelo, y mi costado dolía. Mis manos dolían. Usé toda la fuerza que tenía para levantarme. —¡Cam!—Zach estaba gritando. Me di cuenta que había estática en mi oído. La explosión debió haber noqueado nuestras unidades de comunicación. Con el humo, estábamos prácticamente sordos y ciegos. —¡Cam!—gritó Bex. —¡Estoy aquí!—dije. Había una mujer sangrando cargando un niño. Un hombre se tropezaba a través de la multitud, su cara estaba cubierta de mucha sangre por lo que ni siquiera podía decir el daño que tenía. —Estoy aquí—dije, más débil, mientras empujaba contra la corriente de gente tratando de huir del lugar de la explosión. Tenía que verlo. El cráter donde la bomba había estallado. Los cuerpos retorcidos de los guardias y el hombre que era la única esperanza de paz para Caspia. —Y llegué demasiado tarde.
Capítulo 31 Seguramente esa no fue la noche más larga de mi vida, pero se sintió así. Nadie protestó cuando Liz insistió en que nos detuviéramos y limpiáramos nuestras heridas en el baño de una gasolinera fuera de la ciudad. Eran intrascendentes, de verdad. Raspones y moretones. Tenía un corte bastante desagradable en mi hombro, pero no era peor que lo que cualquiera de nosotros hubiera tenido antes. Habíamos estado en el período de radio de la explosión. Tres metros más cerca del rey, y no hubiéramos tenido tanta suerte. Una vez estuvimos de vuelta en la furgoneta, arriesgué una mirada a Zach. Nadie había tendido a sus rasguños y quemaduras. Nadie lo había intentado. Él sólo se mantuvo mirando fuera de la ventana, buscando qué, exactamente, no lo sabía. Quizá Quizá
una una
oportunidad
manera para
de regresar
salir. el
tiempo.
Mantuvimos el radio apagado en la furgoneta. Las noticias del asesinato del rey se extendieron por todo el mundo. Los disturbios se extendían a lo largo de Caspia, y más allá, cruzando fronteras, una región completa en llamas. El caos era la nueva norma. El mundo era un barril de pólvora, y yo frotaba mi dolorido cuerpo, el miedo de que sólo sentí la chispa. Conducimos toda la noche, dirigiéndonos hacia el sur a lo largo de la costa hasta que estuve casi convencida de que Zach nos iba a conducir hacia el mar. Finalmente había un muelle con un pequeño ferry que tenías que empujar con un palo largo, como si aún fuera 1850. Al final había una isla con el camino descuidado, y una casa rodeada de árboles altos llena de musgo español, un porche masivo y una escena propia de Scarlett O’Hara.* —¿Qué es este lugar, Zach? —pregunté, pero él no respondió. Sólo pateó la puerta frontal, pero ésta no se opuso, se abrió fácilmente. Liz llevó sus computadoras protectoramente como si pudiera haber un cocodrilo o un monstruo tras su disco duro. Pero Zach no dijo nada. Sólo se mantuvo mirando a las escaleras como que si esperara que un fantasma descendiera del segundo piso. Había sido una gran casa antigua una vez, una mansión. Pero todo sobre ella había terminado en escombros por las décadas de desuso y abandono. —¿Es una de las casas de Joe? —esperé, pero Zach no decía nada— Si es la casa de Joe, Zach, probablemente no deberíamos quedarnos. Alguien podría seguirnos aquí. —No
es
de
Joe.
—Zach
sacudió
su
cabeza.
—Pero lo sabes —No era exactamente una pregunta ni una suposición. Me acerqué más—. ¿De quién es esta casa, Zach? —Es
segura
—se
volteó—.
Estaremos
seguros.
—Zach… —me acerco a él pero se alejó y caminó hacia la esquina del cuarto, midiendo sus pasos cuidadosamente, escuchando hasta que un paso sonó suavemente diferente a los otros. Luego se arrodilló en el piso y removió uno de los tableros, metió la mano para sacar seis candelas de cumpleaños y un G.I. Joe, un billete de cinco dólares arrugado y un surtido de crayones quebrados —y sólo entonces supe a dónde nos había traído Zach. Después de todo, no era el alijo oculto de un operativo; era el lugar de escondite de un niño. —Esta
era
la
casa
segura
de
tu
madre
—susurré.
Pero Zach sólo miró alrededor de los grandes cuartos llenos de polvo que debieron haber sido tan grandes alguna vez. —No.
Era
su
casa
—dijo.
Los espías no son como gente normal. Nadie espera que tengamos casas e hipotecas, cambio de neumáticos y barbacoas en el Cuatro de Julio. Pero cada espía es el hijo de alguien, y cruzo aquellos polvorientos entarimados, preguntándome qué tipo de lugar había dado a luz a la mujer que llamamos Catherine. —Este era mi cuarto —Él miró al pequeño lugar —. Había cuartos arriba, por supuesto, pero no me gustaba estar solo. Tenía miedo de la oscuridad, del viento, de las tormentas… Hacían malas tormentas. —¿Puede
ser
remontado
a
ti,
Zach?
¿A
ella?
—Hay un gas natural en la propiedad, y las habitaciones aún están iluminadas con luz de gas. Creo que podría haber un generador. Un pozo de agua, pero no hay teléfono. La casa completa está fuera de la red. —Zach soltó una risa ronca. —Ni —¿Cuándo
siquiera fue
sabe la
última
que
hay
vez
que
una estuviste
red. aquí?
—No lo sé. ¿Hace diez años? Quizá más. Ella solía hablar acerca de repararla — hacerla como si estuviera en su mejor momento. Pero no sé cómo estaba. Sólo sé esto. Hizo un gesto alrededor de las habitaciones abandonadas, y no sé si lo decía en serio o no, pero sonaba como si estaba diciendo que no sabía nada más que una vagabunda manera de vida. —Esto
es
todo
lo
que
sé.
—Tal vez no deberíamos quedarnos aquí, Zach —intenté—. Podríamos seguir conduciendo. —No lo captas, Chica Gallagher —Sacudió su cabeza lentamente—. El rey está muerto. No hay otro lugar a dónde ir. *Scarlett O’Hara: Personaje del libro “Lo que el Viento se Llevó” Crecí en una antigua mansión. Conozco el frío que se arrastra a través de las paredes de piedra, los sonidos que un techo puede hacer con un viento fuerte. Pero esa noche fue diferente. Todo crujía y gemía. Cuando la lluvia comenzó, caía en fuertes olas, chocando contra la casa y goteando a través del techo.
Había unas constantes gotas que caían sobre las teclas de un viejo piano. Y mientras más se aumentaba la tormenta afuera, más esperaba yo que la casa se levantara de sus cimientos y se fuera volando con las olas de agua. Debe haber habido escombros en la chimenea, porque cuando hicimos una fogata, el humo se regresó dentro de la casa, llenándola de una bruma misteriosa. Abrimos la puerta de enfrente, y por un momento el humo se mezcló con el húmedo viento mientras Preston y Macey encuestaron los contenidos de la cocina. Liz estaba desempacando equipo, y Zach avivaba el fuego. Pero yo sólo me senté al fondo de las escaleras, frotando mis palmas contra mis vaqueros, la sangre seca manchando, preguntándome, ¿eso es? ¿realmente ha acabado? —¿Qué pasa ahora? —levanté la mirada para encontrar a Bex inclinándose contra la barandilla, llegándose hacia mí. Era como si había leído mi mente. —Deberías dormir algo, Bex. Probablemente necesitaremos cambiar tus vendas y— —No estoy hablando acerca de mis vendas sangradas —dijo; luego sonrió—. No pretendo hacerlo. —Mir a,
Bex…
—comencé.
De
repente
me
sentí
tan
cansada.
—No, tú mira. Este no es el final —me dijo—. ¿Piensas que conseguí que me dispararan… para esto? —espetó. —Soy una espía, Cam. Nací para esto — para ser esto. Está en mi sangre. Y lo haré hasta el día en que muera. Es quien yo soy —dijo mi mejor amiga, luego estabilizó su mirada en mí—. De lo que creo que no te das cuenta es… es quién eres tú también. —Lo
sé.
—No. —Bex sacudió su cabeza—. No lo haces. Si lo hicieras no hubieras pasado la mitad de nuestro segundo año saliendo con Josh. No estarías asustada ante la idea de graduación. Sabrías lo que significa la vida después de la escuela espía. Significa esto, Cam. Esto. Y tú eres mejor en ella que cualquiera que he conocido. Ahora; levántate. Y dinos qué sigue. Pero —Bien. —¿Qué?
no Sigamos
—Tendió
me la
mano.
Moviendo
moví. sus
dedos.
—Sabes
qué
—me
dijo
mi
mejor
amiga—.
Entrégala.
No pregunté de nuevo. Sólo metí la mano en mi bolsillo y saqué la lista que había estado llevando por semanas. — Allí. —Bex apuntó al papel— William Smith. Gideon Maxwell. Dos nombres, Cam. ¡Sólo quedan dos nombres! —Lo
sé,
—¿Pero
qué?
pero… —demandó
Bex.
—Pero el rey está muerto, Bex —Me sentí tonta por señalarlo, casi una falta de respeto por decir las palabras—. No detuvimos el asesinato. No pudimos — Pero Bex no esperó que terminara. Giró y gritó a través del cuarto. —¿Liz, ya ha comenzado? —preguntó Bex— ¿Los Iraníes han invadido Caspia? Liz estaba sentada con las computadoras. No dijo ninguna palabra, sólo sacudió su cabeza. No. —¡Entonces
hay
tiempo
para
detenerlo
sangrientamente!
Sabía que estaba en lo cierto. Por supuesto que lo estaba. Bex siempre estaba en lo correcto. Me conocía mejor de lo que yo lo hacía. Pero entonces de nuevo, ¿ese es el trabajo de una mejor amiga? — Así
que
dime
qué
sigue
—demandó
Bex.
Levanté la mirada a ella por un largo tiempo, pensando, orando. Mi voz era ronca y distante. No era como la mía cuando me paraba y comenzaba a hablar. —Liz, cuando consigamos una línea segura házmelo saber. Tengo que intentar contactar a Mamá y a Abby. Macey y Preston vinieron de la cocina y miré alrededor del grupo. —Como para el resto de nosotros, vamos a tratar de dormir algo. Reagruparnos. Como primera cosa mañana, vamos a resolver lo que seguirá. Lo decía en serio en ese momento. Realmente lo hacía. Pensé que dormiríamos por unas pocas horas y luego levantarnos en un nuevo día lleno de posibilidades. Pensé que la mañana traería oportunidad. Pero debería haber sabido que no se toma mucho para que un cambio suceda —toma un segundo. Un momento. En un solo respiro, la realidad como la conoces puede simplemente desvanecerse.
Cuando escuché un sonido en el porche pensé que era el viento. Se sentía como si el mundo y sus problemas estaban volando directo a nuestra puerta, así que en lugar miré a mis amigos y dije: —Bien, todos, vamos a dormir algo, y mañana planearemos cómo detener al Círculo. —Oh. —Una risa llenó el cuarto— Quizá yo pueda ayudar con eso. Me tensé al ver a la silueta de la mujer parada en la puerta. El viento soplaba alrededor de ella, y mechones de cabello soplaban por toda su cara, enmarcando sus ojos oscuros mientras miraba a Zach y decía: —Hola cariño. Lamento molestarte, pero creo que tienes un walk-in.
Capítulo 32 Traducido por *eliza* Talvez nunca hayas escuchado del termino “walk-in”. Si estas leyendo esto, sin embargo, es probable que lo tengas. Probablemente sabes que el término de las agencias de espionaje usan para cuando los operativos rivales vienen fuera del frío. Es una frase que trae a la mente esperanza y miedo en partes iguales. Esto podría ser grande, piensas. Esto podría ser nada, sabes. Pero cualquiera sea el caso, es nunca, siempre algo que ignoras o desprecias. Y es por eso que todos nos sentamos mirando la puerta, cada uno de nosotros boquiabiertos ante la mujer que entró ahí. En un instante, Zach estaba moviéndose hacia ella, pero Catherine levantó sus manos en señal de rendición. —Vengo en paz —dijo Catherine. Ninguno de nosotros le creyó. Zach estaba casi a su madre, que se acercó como si quisiera abrazarlo y tocar su cara. —Te extrañé, cariño —le dijo Catherine—. Te has convertido en un tal joven apuesto. Pero su madre no terminó porque, en ese momento, me apresuré a pasar a Zach, hacia la mujer que me había capturado, secuestrándome. No pensé cuando saqué mi puño y golpeé con todas mis fuerzas. Sentí dolor y satisfacción al mismo tiempo como vi a Catherine desmoronarse, inconciente, en el suelo. RAZONES POR LA QUE TOTALMENTE, COMPLETAMENTE, ABSOLUTAMENTE NO IBA A DORMIR ESA NOCHE, NO IMPORTA CUANTOS
ME DIJERON QUE DEBIA HACERLO. Una lista por Cameron Morgan. A pesar de la creencia popular, golpear a alguien con un puño cuando en realidad le duele al golpeador casi tanto como la victima. Uno de los pequeños huesos en mi mano estaba técnicamente roto. Es muy difícil dormir cuando tu bolsa de hielo se mantiene goteando por todas partes de tu almohada. La única cosa peor que lesionarme es Liz convirtiéndose en tu enfermera autoproclamada y, en consecuencia, perjudicándote muchas, muchas más veces al cambiarte sus vendajes. La mirada en los ojos de la madre de Zach cuando me vio. Sabiendo que un asalto a una walk-in estaba en violación de por los menos tres reglas de la Convención de Ginebra. Recordando que estoy totalmente y completamente no me importaba. —¿Qué esta haciendo aquí? —Escuché la voz de Liz tan pronto como el sol salió. Arrastrándose hacia las escaleras, la vi abajo, caminado como un pequeño borrón rubio. La lluvia debe haber parado y la chimenea debe haberse limpiado, porque el aire estaba calido y seco, casi acogedor, mientras yo caminaba por las escaleras. —¿Qué es lo que quiere? Presumiblemente para no matarnos… porque no estamos muertos —Liz estaba recitando los hechos a noventa millas por hora—. Digamos que estamos ante una situación de un doble agente. Ella vino a infiltrarse entre nosotros y enviar nuestros planes de vuelta a sus jefes. —Ella no tiene jefes —dijo Bex, pero Liz sacudió sucesivamente. —Talvez ella realmente es una walk-in y nosotros podemos… —Nosotros no podemos escucharla, Liz —dijo Bex. —Pero… —empezó Liz, hasta que Zach la interrumpió. —Ella es tan peligrosa aquí como ahí afuera. ¿Lo tienes? —preguntó él. Miro a Bex y Liz a la vez—. ¿Entiendes? Macey tomo una profunda respiración y cruzó sus brazos. —Bueno, yo voto porque le atemos las manos y pies y tirarla de un vehiculo en movimiento rápido en frente de las puertas de Langley. —No podemos hacer eso —dije. —¿Por qué no? —preguntó Zach, como si estuviera considerando seriamente la idea. —Porque el enemigo de mi enemigo es mi amigo —empecé por la pequeña habitación donde habíamos atado a Catherine la noche anterior, pero Zach se lanzó delante de mi, bloqueando mi camino. —No puedo dejarte preguntarle, Chica Gallagher —me dijo. —¿No es por eso que ella esta aquí, para hablar? —pregunté. Zach sacudió su cabeza. —Ella esta aquí para mentir. —Ella hablará conmigo. —No, Cam —dijo Zach—. No es una buena idea. —Talvez sea nuestra única idea —le dije de vuelta. —Bueno… —Escuché una pequeña voz detrás de mi y me volví para ver a Liz allí de pie, una mirada verdaderamente culpable en su rostro—. Talvez no sea nuestra única idea… Catherine se sentó en su silla, manos y pies atados, sin embargo, ella parecía que
estaba esperando en un tren, como si hubiera esperado por siempre si tenía que hacerlo. —Hola, Catherine —dije, poniendome cerca. Ella estaba al otro lado de la habitación, pero como una serpiente, yo podía sentir su espiral, siempre lista para atacar. —No tienes que hacer esto, Cammie —dijo Zach. —Hola, cariño —le dijo Catherine, pero como si nunca hubiera hablado en absoluto. —Chica Gallagher —él empezó de nuevo, pero yo no podía apartar mis ojos de su madre. —Liz —dije, y luego mi compañera de piso más pequeña caminó hacia adelante. Ella no tembló o se agitó, pero yo sabía que ella debía estar aterrorizada mientras le rodaba la manga de la camisa de Catherine y le inyectaba un líquido claro en el brazo de la mujer. —¿Suero de la verdad, chicas? —dijo Catherine. Sonó tan decepcionada—. ¿No es un poco cliché? —Es más fuerte —dijo Liz, luego dio un paso atrás con rapidez. Zach se movió entre Liz y su madre hasta que Liz estaba a salvo fuera del alcance de la mujer atada en la silla. —¿En serio? —preguntó Catherine como el brebaje de Liz entró en su torrente sanguíneo. Era como si estuviera volviéndose borracha y con sueño. Sus parpados estaban pesados, y cuando le dijo a Zach: —Te has vuelto tan alto —Sus palabras estaban mal pronunciadas. —¿Por qué están persiguiendo a los lideres del Circulo? —pregunté, y Catherine me miró por un largo tiempo, la mas pequeñas de las sonrisas jugando en las comisuras de su boca. —Es bueno verte, Cammie querida. Ha pasado demasiado tiempo. —¿Estas segura que no deberías golpearla de nuevo? —dijo Bex desde encima de mi hombro—. Porque creo totalmente que debemos golpearla. Me puse de cuclillas en el suelo, mirándola a los ojos. —Puedes hablar conmigo, Catherine. O puedes hablarle a la CIA. Talvez los topos de los líderes del Círculo que tienen dentro de la agencia no te encontrarían. Pero talvez ellos lo harían. —Todos ellos están muertos. Los lideres. Nosotros solo tenemos una izquierda. —¿Nosotros? —pregunté. —Tu madre, Joseph y yo —dijo Catherine. —Ella esta mintiendo —dijo Zach—. Joe nunca trabajaría con ella. —Oh. Por supuesto que lo haría —le dijo Catherine—. Él nunca lo admitiría, pero nosotros queremos la misma cosa. Siempre hemos querido la misma cosa, solo tenemos diferentes… métodos. —Como tortura —dije. Catherine me miró directamente. —No quiero hacerte daño, Cammie. Realmente no lo hice. Pero era la única forma. Tuve que pararlos, ¿no lo sabias? Tenia que parar esto. Tuviste que ayudarme. Y me ayudaste. Y ahora nosotros estamos bajo una sola… Gideon Maxwel tenía un hijo y nada de nietos. Su línea paró ahí. No había otros herederos. Así que es posible que no exista un descendiente Maxwell en el
Círculo ahora. Talvez hay solo seis líneas en los miembros del Círculo en lugar de siete. Talvez hayamos terminado. Pero lo dudo. No se siente terminado. Catherine parecía pensar en eso por un momento, y tuve que admitir que estaba de acuerdo. Algo en mis huesos me decía que estaba aun más lejos de terminar. —Talvez Maxwell nombró a alguien para que tomara su lugar antes de que muriera. Pero honestamente no lo sé —La mirada de Catherine se movió a Preston—. ¿Porque no se lo preguntas? Sus manos estaban atadas, y aun Preston se estremeció, casi como si le hubieran golpeado. Yo esperaba que Macey arremetiera contra Catherine, pero en su lugar se volvió al chico a su lado. —¿Pres? —preguntó ella—. ¿Lo sabes? —¡No! —La voz de Preston se quebró y sacudió su cabeza —. Nunca he escuchado de Gordon Maxwell. —Gideon Maxwell —le corrigió Liz. —¡No sé quien es! No conozco a ninguno de los amigos de mi papá. O… no sé cual de sus amigos podría estar en el Círculo —Preston parecía triste cuando lo dijo, como si también hubiera vivido una mentira. Era solo que nadie se había molestado en decirle—. Yo no sé nada. —¿Por qué estas haciendo esto? —Me volví hacia Catherine—. ¿Por qué traicionaste el Círculo de liderazgo? —Estoy en el negocio de la traición —rió Catherine—. Además, me gusta el mundo de la manera que es. Una guerra mundial es una cosa altamente inconveniente. Prefiero mi distracción en una escala mucho más pequeña. —¿Qué quieren?, ¿Qué están planificando los lideres del Círculo? —pregunté. —Sabes lo que están planeando —contrarrestó Catherine. Sonó casi aburrida. Como si estuviéramos perdiendo su tiempo. Miró alrededor a Zach, a donde Liz se puso de mí—. Era su plan, después de todo. Liz se estremeció pero no habló, encogió o lloró. No pude evitar la sensación de que nuestra compañera de cuarto estaba creciendo. Todos nos quedamos. —¿Quién es el topo en la Academia Gallagher? —pregunté, pero Catherine solo me miró como si estuviera loca—. ¿Cómo el Círculo consiguió la prueba de Liz? —Oh, eso —Ella se encogió de hombros—. La escuela tiene que presentar todas sus pruebas de admisión con la CIA. A partir de ahí, fue bastante fácil para el Circulo adquirirlas solo para ver si había estudiantes que queríamos contratar… — Ella miró a Liz—. Planes malvados queríamos para robar. —¿Por qué? —preguntó Zach—. La guerra mundial… ¿que es lo que esta en eso para ellos? —Él se inclinó hasta el nivel de su madre—. ¿Qué quieren? Luego Catherine miró a su hijo como si fuera el chico más ingenuo en el mundo. —Ellos quieren todo —dijo ella, y luego se rió. Estaba loca, no había forma de negarlo. Pero estaba también extrañamente lucida cuando dijo: —El gobierno es tan grande, tan poderoso. Cavan quiere que la Unión fracase, eso porque él trato de matar a Lincoln. Es la misma agenda. Quieren lo que siempre han querido. Caos. Fractura. Piezas tan desorganizadas que ningún jugador puede nunca tener demasiado poder —Luego se rió—. Por supuesto, que ellos realmente quieren pero nunca dicen es que no quieren que nadie tenga mas
poder de lo ellos tienen. Personalmente me gusta el poder. Es una de las muchas razones por la que quiero verlos fracasar. —Dime que están planeando —dijo Zach. —Sabes lo que están planeando —replicó ella. Estaba mirando a Liz—. ¿No es así, Liz? —Quieren la guerra —dijo Liz, su voz sorprendentemente fuerte. —¿Pero existe la guerra? —preguntó Catherine. No. La respuesta se apoderó de todos nosotros. Todavía no. —King Najeeb era un líder carismático, pero un hombre hecho y derecho en un negocio peligroso. Todavía tenía enemigos. Su muerte, tan triste, no era tan trágica en el gran esquema de las cosas. Y además… no es que él tenga un heredero. —La princesa —dije, y Catherine asintió. —Un hombre hecho a volar en pedazos es triste. Una pequeña chica asesinada pocos días después de su padre… una línea completa aniquilada… eso causaría que el mundo arda. Los iraníes tendrán que romper el tratado. Y cuando los iraníes invadan Caspia, Tur quía invadirá, y… boom. —Tenemos que encontrarla —dije, dirigiéndome a Zach. —No —Catherine negó con su cabeza lentamente. No sé si las drogas de Liz finalmente estaban haciendo efecto, pero su voz tenia una calidad baja cuando ella me miró. —No. No lo sabes. —Pero nosotros… —empecé, luego algo en sus ojos me hizo parar. Ella negó su cabeza. —No sabes donde esta, Chica Gallagher —Las palabras sonaron diferentes cuando la madre de Zach las dijo entonces. Maldito y peligroso y cruel. — Amirah —susurré el nombre de la princesa y pensaba en mi primera noche de vuelta en la escuela, sobre la pequeña estudiante de séptimo grado con los grandes ojos marrones y el rostro totalmente real. — Amy. ¿Ella va a la Academia Gallagher, no? Una sonrisa soñadora apareció en los labios de Catherine. —Bueno chica —me dijo—. Se trata de un ajuste de la escuela para uan reina. Ahora ve. Páralos. —¡Aléjate de la psicópata! Conocia la voz tan pronto como la escuché, pero aun una parte de mi estaba casi temerosa de dar la vuelta. Los ojos de mi Tía Abby estaban en llamas, y cruzó la habitación en dos grandes zancadas, agarrando mi brazo y tirando de mí físicamente mas lejos de la madre de Zach. —¡Abby! Al principio, yo estaba aterrorizada, miedo de que mis amigos y yo habíamos sido atrapados jugando novillos. Pero entonces mi temor se convirtió en alivio cuando me di cuenta que Abby y Townsend nos habían encontrado. No tenemos que ser nosotros mismos nunca más. —¡Abby, estas aquí!, ¿Cómo nos encontraste?, ¿Recibiste mis mensajes? Estabas… —Nosotros no te seguimos —Townsend nos dijo—. La seguimos a ella —Él
apuntó a la mujer atada en la silla, con los párpados revoloteando. Finalmente, Abby me soltó y se movió a examinar a Catherine. —¿Qué hiciste con ella? —preguntó Abby. Cogió la jeringa vacía, oliéndola—. ¿Es el suero de la verdad? —preguntó, pero Townsend solo sacudió la cabeza. Podía decir que él estaba pensando en su propia experiencia con ese particular brebaje cuando resopló y dijo: —Es más fuerte. —¿Bueno, no es precioso? —Catherine sonrió débilmente y se obligó a abrir los ojos, casi como si no se atreviera a la deriva en medio de la fiesta. — Abby Catherine dice que el Círculo va a apuntar a la Princesa Amirah próximamente —dijo Bex. —Si —dijo la madre de Zach con un gesto decisivo. Luego, con la misma rapidez, se encogió de hombros—. Lo creo así. Nadie sabe exactamente lo que los líderes del Círculo harían. Son capaces de cualquier cosa, después de todo. Pero creo que es su próximo movimiento. Por eso he venido aquí para decirles a los buenos chicos así puedan salvar el día. ¿No es eso lo que haces, cariño? —¡Cállate!, ¡Solo cállate! —espetó Zach—. No creeré en nada de lo que digas. Ella lo miró y negó con su cabeza, sonrió un poco cuando le dijo: —Eres tan parecido a tu padre. Entonces miró mas allá de mi y Zach, de Bex y Abby, a donde el Agente Townsend se puso de pie junto a la puerta con los brazos cruzados. —¿Qué piensas, Townsend, cariño?, ¿No es él como tu? —Ella miró a Zach de nuevo—. Yo creo que es igual que tu. Y entonces ella cerró sus ojos y se quedó dormida.
Capítulo 33 Traducido por QueenDelC Cosas que dijo mi tía: Ella miente. Cosas que dijo mi novio: Ella miente. Cosas que dijo mi estómago: Ella miente. Cosas que no podía negar: Ella estaba bajo la influencia del suero de la verdad. Cosas que todos teníamos que admitir: Ella no estaba mintiendo.
—¿Zach? —pregunté, mi voz demasiado baja en la oscuridad. El viejo era fuerte y podía escuchar las olas rompiendo contra la playa. Otra tormenta se estaba formando. Podía sentirlo en el aire. Y mientras salía del crujiente porche y a través del patio, intenté de nuevo—. Zach. —Pero él no respondió. Vi una sombra oscura moviéndose contra las olas, reclinándose contra el viento, así que caminé por el pequeño sendero, con cuidado de no hacer saltar ninguna de las alarmas que habían sido colocadas dentro de él. Sobé mis brazos y deseé haber traído un suéter, pero Zach solo se quedó de pie en la bruma, su playera gris creciendo más oscura con la humedad. —Townsend te está buscando. Zach se rió, un sonido frío y cruel. —Bueno, dieciocho años, amigos. Me alegra de que finalmente lo entendiera. —Zach, él no… —¿”Tú” lo sabías? —preguntó pero no se volvió a mirarme. —No, Zach. Claro que no. ¿Por qué yo sabría eso? —¿Joe te dijo algo? ¿Tu mamá? —Mi mamá no sabía, Zach—le dije—. Nadie sabía. Pensé en cómo Zach y Townsend siempre me habían recordado al otro. Tenían la misma postura, la misma sonrisa, la misma naturaleza tranquila y serie. Y ahora sabía por qué. Deseé haberlo visto antes, y también deseé que pudiéramos regresar a antes de que supiéramos. Pero no podíamos hacer ninguna de las dos cosas. —¡Ella nunca me dijo! —La voz de Townsend hizo eco desde adentro. Abby azotó la puerta, y toda la casa tembló. —¿Abby todavía no lo mata? —preguntó Zach. Negué con la cabeza. —Nunca lo superará. Luego se volvió hacia mí, la luz de luna cruzando su rostro. La humedad en el aire se hizo más pesada y el agua se colgó a su cabello mientras dijo: —Quizás yo tampoco. —Zach…
—Me abandonó. Con ella. —Él no sabía sobre ti, Zach. —¡Debió saberlo! Es un espía. Un operativo. Era su trabajo saberlo. Me hice hacia adelante, extendiéndome para tocar su brazo. —Deberías ir a hablar con él, Zach. Es un buen hombre —le dije—. “Tú” eres un buen chico. Pero Zach sacudió la cabeza. Lucía como el chico más triste del mundo cuando me dijo: —Nunca voy a tener hijos. Entendamos una cosa. Tengo dieciocho años mientras escribo esto. ¿Hijos? Definitivamente no en mi radar. En ese momento sobrevivir a las siguientes semanas era mi único objetivo. Pero no podía decir que las palabras de Zach no me detuvieron. Que una parte de mi cerebro —la parte que estaba entrenada para ir cincuenta pasos adelante— tenía que preguntarse lo que significaba. Para mí. Para ambos. —¿No? —No le haría eso a un niño. —Serías un excelente papá. Pero Zach solo se rió. Era un sonido cruel y burlón. —¿Porque tengo tan buenos modelos paternales? —Tuviste a Joe. Luego Zach se volvió hacia el agua, la oscuridad y las olas rompiendo. —No tuve a nadie. Pude haber dicho “Me tuviste a mí”. Pude haber tomado su mano y decirle que todo iba a estar bien, que no había forma de que el pasado se repitiera. No con nosotros. Pero aprendí hace mucho tiempo no hacer esa clase de promesas. Sabía mejor que nadie que la vida podía cambiar en un segundo. Que incluso los mejores padres a veces se van para siempre. Así que en lugar de eso, solo pregunté: —¿Qué vamos a hacer sobre Amirah?
—¿Quién? —preguntó, como si no hubiera escuchado a su madre después de todo. —La princesa, Zach. Solo es una niña pequeña. Y esa niña va a morir. Van a matarla. Zach se sentó en una roca. Mantuvo su mirada fija en el mar mientras me dijo: — No, no lo harán. No vamos a dejar que vuelvan a lastimar a alguien.
Capítulo 34 Traducido por Eva Masen-Pattinson —Cam—siento una patada en mi pierna. Una luz radiante quemaba mis ojos. —Levántate—espetó Abby. Estaba parada encima de mí, rayos del sol provenientes de la ventana se derramaban alrededor de sus hombros. —¿Qué…qué hora es? —Hora del show. Halé mis tenis por encima de mis pies descalzos y corrí detrás de ella bajando las rechinantes escaleras. —¿A dónde?—pregunté, dando unos cuantos pasos más—. ¿A dónde vamos? Abby sonrió. — A casa. Realmente no aprecias las cosas hasta que no las tienes. Sé que es un cliché, pero también es cierto. Siempre había sabido que algún día dejaría la Academia Gallagher. Estábamos a pocos meses de la graduación cuando mis amigas y yo decidimos huir. Pero incluso en ese entonces no me di cuenta de lo mucho que iba a extrañar quedarme dormida en la sala de estudiantes con mis compañeras de clase, alguna película de chicas en la televisión. No sabía cuánto extrañaría mis clases y a mis profesores, incluso la tarea hubiera sido un cambio bienvenido a mi nueva realidad. Y no dejen que empiece a hablar de la asombrosa crème brûlée de nuestro chef. Pero sobre todo, extrañaba el edificio y los jardines. Unas personas decían que la Mansión Gallagher era una casa. Algunos dicen que es una escuela. Pero para
mí, en ese momento, todo lo que realmente importaba era que era mi hogar. Y estaba regresando a él. Pero a pesar de lo emocionada que estaba, no significaba que no estuviera nerviosa. —¿Estás segura de que es una buena idea?—preguntó Bex. No era la primera vez que me preguntaba si ella y yo compartíamos un cerebro —. Digo, estoy segura que los fugitivos de la justicia no deben ir a casa. —No vamos a quedarnos por mucho tiempo, chicas—nos dijo mi tía—. Vamos a ir a encerrar a esa mujer en los subniveles. Abby se atragantó con las palabras. Se rehusaba a pronunciar el nombre de Catherine. —Y luego vamos a recoger a Amirah y sacarla de ahí. Después de eso, agarramos camino y vamos a mantener un perfil bajo hasta que esto acabe. ¿De acuerdo? —De acuerdo—dijimos todas a la vez, y no pude resistir voltear a ver el carro que nos seguía. Abby había insistido en dividirnos, chicos en el carro de Townsend, chicas en la furgoneta. Tal vez ella había querido darle la oportunidad a Townsend de compartir con Zach o quizá no podía soportar la idea de estar en el mismo vehículo que Catherine. Aún si Catherine estuviera bajo llave en el baúl. — Abby—dijo Macey cuidadosamente—¿a dónde irá Amirah? — A un lugar seguro, chicas. —¿Pero no puede quedarse aquí?—preguntó Liz—La escuela es uno de los edificios más seguros en el país. —No hasta que sepamos que tu mamá y Joe han sacado al último miembro del Círculo Interno. Aún así, sigue siendo la reina de Caspia. Necesitará protección por el resto de su vida. Así que la mejor cosa por ahora es llevarla a algún lugar donde nadie la encuentre. Por supuesto que mi tía estaba en lo correcto. Era lo que teníamos que hacer. Pero recordé a la chica que había conocido la primera noche del semestre. Parecía tan joven y feliz en nuestros pasillos. Odié tener que apartarla de su escuela y de sus amigos. Odié que tuviera que crecer tan rápido. En gran parte, creo, porque conocía ese sentimiento. —¡Patricia!—gritó tía Abby, abriendo las puertas principales. —¡Dr. Fibs! ¡Madame Dadney, regresamos! No fue una entrada terriblemente encubierta, pero no me quejé cuando vi aparecer a Madame Dabney en la cima de las escaleras.
—¡Abby, es tan bueno verte, querida!—Se apresuró hacia nosotros, jalando a mi tía en un abrazo, luego volteó su mirada detrás de Abby, hacia mis compañeras de habitación y yo. Quizá era el sol jugándome trucos, pero puedo haber jurado que vi una lágrima rodando por sus mejillas. —Bienvenidas a casa, chicas. Cuando volteé hacia el Gran Salón, vi a la Profesora Buckingham parada en la puerta, congelada. Era como si ella no quisiera moverse, no quería deshacerse de la escena frente a ella. —Gracias a Dios están bien. Pero luego todo en la expresión de Buckingham cambió. Se enfureció y se paró más recta. Pude haber jurado que en efecto hizo muecas mientras Townsend y Zach arrastraban a Catherine a través de las puertas principales. Pero no se estremeció al ver a la mujer, incluso cuando Catherine sonrió en la dirección de Buckingham. —Vaya. Hola, Patricia. La mirada de Catherine se movió con facilidad alrededor del vestíbulo y arriba de las escaleras. Tenía cadenas en sus manos y pies, y aún así examinaba la mansión como si tuviera más derecho de estar ahí que la misma Gilly. —Es tan bueno estar en casa—dijo Catherine, y tenía el terrible presentimiento que Catherine no había perdido, no la habíamos capturado. Que de alguna forma era exactamente donde ella siempre quiso estar. —¡Cállate!—espetó Zach, y tiró de las cadenas de su madre. —Zachary—advirtió Buckingham—. Llévala al Subnivel Dos. Luego Buckingham volteó su mirada a Catherine. —Tenemos un cuarto listo para ti. Tan pronto como Catherine se fue, esperaba que el estado de ánimo se calmara, que la tensión bajara. Pero no era solo la presencia de Catherine que tenía a todos nerviosos. Era más profundo que un silencio incómodo que ocurría entre Zach y Townsend. Algo estaba mal, y lo sentía. —¿Qué pasa?—pregunté, acercándome lentamente—. ¿Qué está mal? ¿Es mi mamá? —Tu madre está bien, Cameron—me dijo Buckingham.
—De hecho, ella y Joseph están muy cerca de localizar al heredero de Maxwell, si no estoy equivocada. Pero algo estaba mal, y no iba a parar hasta que me dijeran. —¿Entonces qué está pasando? ¿Es Amirah? ¿Está bien? —Esa es una pregunta interesante, Cameron—admitió Buckingham. —Para ser perfectamente honesta, no lo sé. No titubeó o trató de desviar los hechos a su favor. La verdad importaba, todo espía sabía eso. Y en ese momento necesitábamos toda la verdad. — Anoche después que hablamos, sentamos a Amirah y le dijimos todo lo que nos habías dicho de su padre y el Círculo—miró a Abby y luego negó con la cabeza como tratando de hacer a un lado sus propias dudas. —Tal vez deberíamos haber esperado. Su padre acaba de morir. Ha tenido muchos cambios y presión y… —¿Qué sucede?—pregunté. —Bueno, parece que no podemos encontrarla—Buckingham se enderezó un poco—. Parece que Amirah ha desaparecido. Sabía que todo esto era verdad: Bex estaba bien. Era mucho más fácil ser la corredora que la que se quedaba atrás. Se buscó en los jardines y en la mansión. Mis amigos y yo nos separamos y cubrimos todos los pasajes secretos que un alumno del séptimo grado pudiera haber encontrado en un año. Entrevistamos a sus amigos y revisamos las grabaciones de seguridad. Y cuando todo eso falló, caminamos por los corredores y a través de los jardines gritando su nombre. Pero Amirah nunca respondió. Finalmente, me encontré sentada en mi cama. En nuestra habitación. Estaba casi igual como si nunca nos hubiéramos ido, y aún así, al mismo tiempo, era como si nos hubiéramos ido por años. Los libros estaban exactamente donde los habíamos dejado entre tareas sin terminar y guías de estudio para exámenes que no realizamos. Se sentía como si hubiera entrado a un tipo de sitio de excavación arqueológica, los dormitorios de Pompeya, una breve ojeada a nuestras vidas antes del fuego. —No podemos quedarnos—dijo Bex. —Lo sé.
—La CIA tal vez sepa que regresamos, podrían estar enviando un equipo para capturar a Preston y Zach, y quizás a ti, en este mismo momento. —Lo sé. Pero no podemos dejarla, Bex. —Piensa, Cammie—ordenó Bex. Me agarró por los hombros, haciendo que la encarara. —¿En dónde está ella? —¿Cómo se supone que voy a saber en dónde está? —No—Liz negó con la cabeza—. ¿No lo ves, Cam? No tienes que saber en dónde está. Se supone que debes de saber lo que siente. Sí. Es cierto. Mis amigos son genios. Y era un poco ingenua al no haberlo notado antes. Volteé y miré afuera de la ventana, a los extensos jardines y las altas vallas que ahora más que nunca debían de mantener a salvo a una de nosotros. Y más allá de eso, vi la negra extensión de la Autopista 10 y las luces de Roseville, el otro mundo que existía justo afuera de nuestro alcance. —Normal—susurré—. Acaba de enterarse que nunca será normal. ***** —¿Amy?—pregunté, pero no volteó. Era casi como si hubiera olvidado el nombre que usaba en la escuela. Su apodo americano. Su nombre código. Su leyenda. La pequeña chica con el radiante cabello negro permaneció sentada en el pequeño kiosko de la plaza en Roseville. Mientras el sol se ocultaba alrededor nuestro, las blancas luces de la plaza comenzaron a brillar. Parecía el set de una película. Un sueño. Y recordé por qué, hace algún tiempo, había venido aquí, buscando otra vida. Era la razón por la cual había escogido esta plaza familiar, cuando mis amigos y yo nos habíamos repartido todos los lugares potenciales donde Amirah podía haber huido. Era tan buen lugar como cualquier otro para pretender ser alguien más. —Regresaste— Amirah me dijo cuando me le uní en la banca. —Sí—dije—. Creo que sí. —Eso es bueno.
Sus piernas eran tan cortas que podía columpiarlas desde donde estaba sentada y no raspaban el suelo. —Te extrañamos. Tina Walters tenía una apuesta de cuánto tiempo ibas a estar fuera. Aposté diez dólares a que aparecerías en helicóptero en la graduación. —Podría quedarme afuera un poco más si lo quieres. —No— Amirah sacudió su cabeza—. Estoy feliz de que hayas regresado. Antes de ese momento había tenido una conversación con ella. Sólo una. Eso fue todo. Pero era cierto lo que dicen sobre nuestra hermandad. Nos unía. Y con una mirada a los ojos de la chica sabía que estábamos más unidas que los demás. —Siento lo de tu padre, Amira, inte nté… Comencé diciendo, pero mi voz se cortó. No podía decirle que había estado ahí. Que había fallado. No podía soportar la idea de ella odiándome tanto como yo me odiaba. —Creo que era un gran hombre. —Lo era. Elevó su cabeza un poco. No me miró mientras se limpiaba sus ojos. —Tenía una obligación. Un legado. Casi sonrió con la palabra, y sabía que, al igual que yo, Amirah había nacido en una de las familias con negocios inusuales. —Su padre fue ahorcado en las calles que rodeaban nuestro palacio. Mi padre explotó afuera de las Naciones Unidas. Pero yo… yo nací en Estados Unidos. ¿Soy estadounidense, Cammie? Me miró en ese momento. —¿Puedo ser solo una estadounidense más? ¿Por qué quieren matarme estas personas por el bien de un país que nunca he visto? —Estas personas…—Paré y consideré mis palabras—. Estas personas no se preocupan por ti ni tu país. Solo quieren gobiernos que se desplomen y que el caos gobierne. Piensan… piensan que el mundo es como un horno auto limpiable y te ven como la mejor manera de subir el calor. Así como yo había sido la mejor forma de rastrear una lista.
Era claro para mí en ese momento que todos estaban equivocados sobre Amirah. No era solo una princesa. No era solo una Chica Gallagher. Era como yo, al principio. Era una chica que había tropezado en algo mucho más grande que ella, y posiblemente no podría cargar con el peso sola. —Debemos llevarte de regreso a la escuela, Amy. No es… —Seguro. Lo sé. —Pero permaneció sentada, piernas columpiándose en el brillo de las parpadeantes luces de la plaza de Roseville. —No estoy a salvo. —Tal vez no ahora. Pero lo estarás pronto. Mi madre y el Sr. Solomon… están localizando a la gente que quiere lastimarte. Y se están acercando, Amy. Creo que están realmente cerca. Y cuando terminen… entonces todo estará bien. —No, Cammie. Cuando esa gente este muerta habrán más. Siempre habrá gente que quiera lastimar a la reina de Caspia—dijo Amirah, aún así, en ese entonces, no lucía como una reina. Parecía como una chica de doce años que no quería ir a casa y empezar a hacer su tarea. Y yo, por un lado, no podía culparla. —¿Ves esa farmacia?—señalé al lado más lejano de la plaza, al antiguo letrero — “Abrams e Hijo”—dije con una sonrisa—. Solía salir con el hijo. —¿En serio?—preguntó la chica, y sonrió ampliamente. Podría haber reído. —Sí. Estudiante de segundo año, fue un gran escándalo —Pensé en Josh. Había sido un sueño una vez, un perfecto y adorable fragmento de normalidad. Pero ese sueño había terminado. —¿Qué pasó?—preguntó ella, como si supiera el final de la historia. Y probablemente lo sabía. Era una chica Gallagher después de todo. —No sé exactamente—admití—. Éramos muy distintos, creo. Y luego conocí a Zach y un grupo de terroristas empezaron a tratar de secuestrarme y estaba muy ocupada para tener un novio. Todas eran muy buenas razones, cualquiera de ellas funcionaría. Pero no era toda la verdad, y lo sabía. —Creo que teníamos destinos diferentes. Y me cansé de escapar del mío. Amirah asintió lentamente, pero no dijo nada. —Vamos—le dije—. No estás a salvo aquí. Miró hacia abajo a sus manos. Sus uñas con un deteriorado esmalte rosa brillante.
—No estoy a salvo en ningún lado. Y justo ahí quise llorar. Quería sostenerla y acariciar su cabello y decirle que todo iba a estar bien. Quería decir todas las mentiras que, por meses, por años, yo hubiera querido escuchar. Y más que nada, quería creer que eran ciertas. Quería decirle que yo estaba bien, que yo era prueba de que las cosas mejoraban y que no se sentiría así siempre. Pero antes que pudiera decir una palabra, volteó sus grandes ojos cafés hacia mí y me preguntó—: ¿Estás bien, Cammie? Había sido perseguida, torturada, secuestrada y casi asesinada, pero había sobrevivido. Y sabía en mi adentro que si yo pude sobrevivir la escuela de espías, podría sobrevivir cualquier cosa. —Lo estaré. Tomé las manos de Amirah y la halé para que se levantara. Se rió un poco, el sonido era ligero y libre, bailando en las centellantes luces. Puse mi brazo en el de ella, y juntas comenzamos a cruzar la plaza, hacía la Autopista 10 y a mi tercer pasaje secreto favorito. Me alejaba de Roseville y me escabullía de regreso en la escuela por lo que podría haber sido la última vez, y así que me detuve. La nostalgia se apoderó de mí y me llevó de regreso a la farmacia, al kiosko y a la plaza. Y ahí fue que lo vi. —Hola, Cammie—El Dr. Steve sostenía una pistola en su mano, manteniéndola fija en nuestra dirección—. Veo que encontraste a nuestra chica. Ahora, ¿por qué no me llevas con Catherine?
Capítulo 35: Traducido por Princesa de la Luna
Es triste lo acostumbrada que una chica puede llegar a estar con un arma apuntándome. Yo no tiemblo. Yo no tenía miedo. Había también muchas otras emociones que cursan a través de mí cuando me quedé mirando al hombre que había jugado con mi mente durante meses y luego me enviaron a un tejado a morir. Sentí el flujo de la sangre de mi cara. Mis manos se estremecieron. Mi corazón latía con fuerza. Y pensé por sólo un segundo que estaría enfermo. Había demasiada emoción dentro de mí y sentí la bilis en el estómago Vengo a fuego lento y luego una llaga y quería explotar. -¿Cammie? -la voz de Amirah entró por la bruma-. ¿Quién es ese? -Él no es uno, Amy, -le dije, empujándola detrás de mí-. Sólo alguien que solía conocer. -Me resulta familiar, -dijo. -No le mires, -le advertí-. No hables con él. Y no le hagas caso. -Ven luego, Cammie, -dijo el Dr. Steve con una sonrisa-. ¿Es esa la forma de hablarle a un viejo amigo? -Ya tengo bastantes amigos, gracias. -¿Dónde está?, -Exigió-. ¿Dónde está Catherine? -La escuela. Ella se celebra en uno de los subniveles. Sabía que se quedara un poco, lo suficientemente lejos para que no pateara o golpeara o quitarle el arma de sus manos. -Entonces será mejor que empecemos a pie. -Amirah se va, Dr. Steve. Usted no necesita de ella, -le dije. Él se echó a reír. -Ellos la necesitan, Cammie. -Pensé que estábamos en el mismo bando, -Traté de decirle-. Catalina dijo que sólo quería detener a los líderes del Círculo y su guerra. Para hacer eso, tenemos que seguir a Amirah seguro. Tenemos que ... -Yo no tengo que hacer nada, Cammie. -Estaba gritando.
Era como si la ira y el estrés fueran demasiado para él y él quería que terminara tanto como yo. Pero entonces se detuvo. Había una nueva luz en sus ojos, una comprensión de que él tenía el poder de cambiar todo. -El círculo del poder tiene que morir, -dijo. Su mirada se posó en la chica detrás de mí. -Es por eso que tenemos que traerla de vuelta a la escuela, Dr. Steve, -Traté de decirle. -Ellos van a asesinarte, -le dijo a Amirah-, pero ella permaneció impasible o hablar. Ella acaba de poner su mano en la parte baja de mi espalda cuando me cambié para protegerla más. -Sí, pero nosotros no vamos a dejar que eso suceda, vamos, Dr. Steve. Dio un lento paso hacia adelante, cerrando el espacio entre nosotros. -No la pueden matar si ella ya está muerta. Levantó el arma superior, con el objetivo por encima de mi hombro y yo sabía que no había palabras, no hay lógica. Eso podría cambiar lo que estaba pensando. Así que dejé de pensar. Dejé de esperar. Dejé de planificar y temiendo y odiando al hombre con la pistola. Dejé de tener miedo por mí y empecé a cuidar de mi hermana. Sin decir una palabra, me lancé en la dirección del Dr. Steve, más rápido de lo que nunca supe que podía moverme. Se debe haber asustado porque él disparó. Una vez. Dos veces. Un dolor cegador corría por mí, pero no me detuvo. Seguí corriendo hacia él, la captura de la pistola de sus manos en mis brazos. ¿Estaba empezando a llover o estaba sudando? Yo no sabía. Lo único que estaba seguro era de que un par de faros habían aparecido en la oscuridad. El coche estaba corriendo hacia nosotros. El Dr. Steve disparó de nuevo y me dio una patada, dejándolo de rodillas. El arma cayó al suelo y he hecho un trompo, enviándolo a la calle, a la derecha en el camino del coche en marcha. Oí el choque. Vi la sangre. Y entonces no había más que la visión del cuerpo arrugado del Dr. Steve y el sonido del agente Edwards cuando dijo: -¿Cammie? ¿Es usted?
No sé lo que debo haber parecido, entre la sangre y la lluvia que cae. Mi cabello enmarañado en mi cabeza que se aferró a la cara, el agua que gotea en mis ojos. Bizqueé contra el resplandor de la faros. Los limpiaparabrisas del coche giran atrás y adelante como un metrónomo. -Cammie, se han disparado. -el agente Edwards miró a Amirah con el Dr. Steve, tendido ensangrentado y roto en el suelo-. ¿Está muerto? -No. .. no lo sé, -le dije. Amirah corría hacia mí, el terror en sus ojos. Observé al agente Edwards estudiarla a ella, casi como si fuera una pintura. -Amirah ... eres tú. Usted está segura. Gracias a Dios. Ahora, vamos, ustedes dos. Tenemos que sacarte de aquí. Abrió la puerta de atrás del coche, pero por alguna razón no podía decidirme a ir con él. En cambio, me agaché para recoger el arma del Dr. Steve. Era pesado y frío en mis manos. -Cammie, estás sangrando. Vamos. Tenemos que conseguir las niñas en la escuela. Miró y por las calles oscuras como si estuviera preocupado por quién o qué podría estar llegando próximo a nosotros. -Cammie, vamos. Mi brazo izquierdo se sentía inútil a mi lado, pero no me dolía y no me movía para entrar en el coche. Yo no podía. Así que en lugar de eso sólo le pregunté: -¿Qué estás haciendo aquí, agente Edwards? -me moví un poco, poniendo a Amirah a mi espalda. -Cammie, tengo miedo, -me dijo, pero yo seguí mi mirada en el hombre delante de mí. -Ms. Morgan, ven conmigo. ¡Ahora! -¿Por qué me levantó temprano?, -Le pregunté. Me miró como si yo fuera tan loco como le anuncian. La chica que se había lavado el cerebro, secuestrado. Roto.
-En Alaska, se suponía que dormiría más tiempo. Pero saliste temprano para ver cómo estaba yo de todos modos. ¿Fue un accidente? -¿De qué estás hablando, Cammie? Estás en shock. No tenemos tiempo para esto. -¿Usted quiere que yo me levante temprano? ¿Me quieres en esa habitación cuando el embajador Winters está muerto? -Él se congeló mientras yo hablaba-. ¿Usted quiere que yo muera también? -No seas ridícula. -Hay algo que me ha estado molestando todas estas semanas. ¿Por qué la CIA quiere a Zach? ¿Me quiere a mí? Sólo somos niños. -Oh -se rió-. Creo que los dos sabemos que eres más que eso. -La CIA no tenía ninguna razón para perseguir a Zach y a mí ... y Liz. Pero el Círculo lo hizo. -Cammie, usted y Amirah tienen que venir conmigo. Ahora. -No te vayas con él, Amirah. -No lo haré, -dijo. Su voz no tembló ni se rompió. Ella no era más que una reina, era una Chica Gallagher, como ella me dijo: -Tengo la espalda. Levanté el arma del Dr. Steve, apunto al centro del pecho del agente Edwards. -Usted no quiere hacer eso, Cammie, -me dijo. -Sí, -le dije, mi voz aún-. Yo creo que sí. Pero el hombre sólo sonrió y se rió. -¿Cuánto tiempo hace que me conoce?, -preguntó. -En el fondo ... Creo que siempre. Pero a ciencia cierta desde la noche de la feria profesional. Usted no debería haber llegado con Zach y yo. Eso fue un error. -No. -Él se echó a reír-. Ha sido perfecto.
Estaba empezando a reflexionar sobre lo que había dicho, lo que significaba, cuando oí los disparos de un francotirador. -¡Abajo! -Grité, empujando a Amirah detrás del coche al igual cuando el parabrisas se hizo añicos. El Dr. Steve tenía razón. El círculo del poder quería que Amirah muriese, pero tenía que morir en sus propios términos y cuanto más pública su muerte, mejor. Algo trágico. Algo visible. Así que yo estaba segura de una cosa: Su francotirador no estaba disparandola a ella. Él me estaba disparando. Me di la vuelta y con mi brazo bueno, disparo en la dirección donde el francotirador debe haber estado. Con mi espalda vuelta, El agente Edwards no dudó. Él funcionó para Amirah, quien se agachó para agarrar y barrió las piernas al igual que todos hemos aprendido a hacer durante la introducción a la protección y observancia, pero ningún estudiante de séptimo grado puede acabar con un operativo plenamente capacitado y cuando Amirah apareció de nuevo, el brazo del agente Edwards se puso alrededor de su garganta. -Déjalo, Cammie, -grito, retrocediendo, arrastrando a Amirah con él. Su arma fue presionada contra su sien. Ella se estremeció, pero no lloró. -¡Ahora!, -Gritó. -Voy a disparar con ella aquí. Lo haré. Yo no quiero, hay muchas más interesante maneras para que ella muera. Pero estará muerta de cualquier manera, por lo que es su llamada. Ahora deje caer el arma. Poco a poco dejé caer el arma del Dr. Steve al suelo. El dolor en mi brazo izquierdo estaba creciendo más nítido y la lluvia caía con más fuerza. Yo sabía que si Amirah y yo no vamos de nuevo a la escuela muy pronto, mis amigos vendrían a buscarme. Pero también sabía que sería demasiado tarde. -Usted no tiene que morir aquí, Cammie, -me di jo. -Tal vez lo haga, -le dije y me di cuenta de que lo decía en serio. Iba a morir para salvar a Amirah. Iba a morir para detener la III Guerra Mundial. -¿Cammie? -La voz de Amirah se rompió, pero sonrió. ¿Confías en mí? -Por supuesto que sí, -le dije y luego Amirah agarra el brazo del agente de Edwards. He matado a un hombre una vez. Yo no estaba seguro de cómo el rifle se metió en mis manos. No me había acordado del fusilamiento. No lo hice, sé lo que estaba haciendo. ¿Cómo? ¿Por qué?
Esto no era como que. La noche estaba al tanto de todo. Cada gota de lluvia. Cada golpe de las escobillas. Yo sabía exactamente cuánto tiempo tomó para mí tirarla al suelo y exactamente donde iba a encontrar el arma. Yo recuerdo la sensación del metal contra mis dedos. Yo era consciente de mi respiración que entra y sale. Y cuando el agente Edwards me disparó me daba cuenta de eso también. El dolor chamuscado a través de mí de nuevo, la quema de arma blanca caliente en mis entrañas y sin embargo en mi cuerpo se encontró una resistencia Yo no sabía que tenía, corrigiendo al caer. Cuando apunté en el mismo lugar Amirah había estado sólo segundos antes y apreté el gatillo, yo sabía el riesgo. Yo sabía el costo. Y lo haría todo de nuevo en un instante si tuviera que hacerlo. Pero yo no tenía que hacerlo. Los gritos de Amirah perforaban el aire, pero ella se arrastró lejos del hombre que estaba cayendo al suelo. Su sangre estaba en su camisa, pero ella no parecía tener ningún tipo de dolor. Su dolor, lo sabía, le vendría después. Por el momento, al menos, la adrenalina y el miedo la mantendría en marcha, la mantendría a salvo. -¡Cammie! -Escuché mi nombre a lo lejos, pero estaba escuchando cosas, estaba segura. La sangre se desvaneció en mis ojos. El dolor llenó mi cuerpo. -Amirah, -dije, agarrandola-. Hay que entrar en el coche. Tienes que conducir a la escuela. Ir rápido. Ve ahora. -Yo no voy a dejarte. -Voy a estar bien, -le dije-. Voy a estar bien. -¡Cammie! -Escuché la voz de nuevo y ahí fue cuando creció la certeza que estaba soñando, a la deriva lentamente. -Sólo hazme un favor, -dije, las palabras apenas más fuerte que un susurro. -Lo que sea. -No vuelvas a ir a cualquier lugar y sin seguridad, ¿de acuerdo?, -Le dije y luego se echó a reír, pero el dolor era demasiado y se derrumbó sobre el pavimento-. Es un error de principiante. -Cammie, puedo entrar en el coche, -Amirah me dijo, pero se limitó a sacudir la cabeza.
Alguien tenía que quedarse con el Dr. Steve. Alguien tuvo que ver el cuerpo del agente Edwards. Había una media docena de razones que podría haber dado para no entrar en ese coche, pero la verdad era lo único que no quiero decir: Yo no quería que Amirah me viera morir. Mis ojos estaban demasiado pesados entonces. El suelo estaba tan suave, yo sólo quería estar allí y dormir. -Vete, Amirah. Ve y no mires hacia atrás. Ella asintió con la cabeza. Las gotas de lluvia se aferraban a sus pestañas y cuando ella parpadeó, yo no podía decir si estaba llorando. -¡Cammie! -Oí la voz de mi madre de nuevo. Yo no había escuchado en mucho tiempo, sonaba como una fantasma, llamandome, venía a llev arme a mi padre. -Cammie, -dijo de nuevo y entonces ella estaba allí, me sostiene, presionando contra mis heridas. -¿Dónde se golpea, cariño? ¿Dónde te golpeas? -¡Mamá!, -Grité-. Has venido por mí. -No. -Mi madre sacudió la cabeza. Seguí su mirada al hombre en el suelo-. Vinimos por él. -Es él ... -Empecé, no del todo capaz de decidirme a terminar. Algo se cocía en el interior de mí. Me tomó un momento darme cuenta de había algo de esperanza. Mamá sonrió. -Él es el líder del círculo final, Cammie. -El aliento de mi madre entró en ráfagas irregulares, casi como si no pudiera creer lo que estaba diciendo. -¿Final? -Le pregunté. Mi voz se quebró. -Maxwell Edwards era el tatara-tatara-tatara-tatara nieto de Gideon Maxwell. -Pero pensé que no había herederos Maxwell, -le dije. -Él era ilegítimo. Eso lo hizo más difícil de localizar. Pero lo hicimos. Lo encontramos. Él es el último, -dijo mamá. Y yo miré al hombre en el pavimento. Se suponía que él se vería más grande de alguna manera, más como un monstruo. Pero no era más que un hombre. Eso es todo lo que cualquiera de ellos eran, hombres y mujeres.
Las personas cuya cólera afectó sus mentes y envenenado todo lo que tocaban. El Sr. Salomón apareció. Tenía un corte en la sien y llevaba un rifle de francotirador. De repente, entendido por qué la copia de seguridad del agente de Edwards sólo había conseguido un solo disparo. Vi a mi profesor arrodillarse por el cuerpo y buscar el pulso. -Está muerto. -Paró el Sr. Solomon y cogió a mi madre-. Se acabó. -Joe, ella disparó, -dijo mamá y volví a toser. -Vas a estar bien, la Sra. Morgan, -dijo Solomon-. Vas a estar bien, ¿me oyes? Y yo asentí con la cabeza, no quiero o simplemente soy incapaz de desobedecer una orden directa. -Arriba, -me dijo y me obligué a ponerme vertical. -Cariño, la ambulancia llegará pronto, -Mamá me dijo. -El Dr. Steve, -me dijo y trató de levantarse. -Está muerto. Mamá presiona el pañuelo contra mi costado, trató de detener el flujo de sangre. -Cariño, están muertos. Se han ido. Se acabó. Y entonces me caí al suelo. Y lloré.
Capítulo 36: Traducido por Princesa de la Luna
Número de horas que estuve en cirugía: 5 Número de horas que estuve inconsciente: 9
Número de veces que soñé la noche anterior: 7 Número de veces que, en ese sueño, hice cosas de otra manera: 0
Me desperté a la vista de una figura oscura de pie junto a la ventana, observando. -¿Zach? -Me dijo y trató de moverse, pero mi brazo izquierdo estaba muy vendado. -Lo siento. -Preston se inclinó hacia la luz-. Me temo que vas a ser decepcionado. Parecía el niño tonto que había estado de pie al borde de la sombra de su padre, convirtiéndose en el primer hijo del país. Se veía como el niño aterrorizado que había saltado de un techo y nunca más se supo del Círculo de las palabras de Cavan. -¿Cómo te sientes? -Me preguntó-. ¿Es necesario el médico o … -No. -Negué con la cabeza-. Estoy bien. Estoy bien. Sólo ... sentarme. Háblame. Lo vi colocar una silla junto a la cama, se inclina hacia la luz de las máquinas y colgar unas bolsas. Se movía como una persona que tenía miedo de que yo podría romperme. -¿Cómo estás, Preston? -Le pregunté. Era una pregunta que me había estado preguntando por días, pero no nunca ha sido un buen momento para hacerla. -Supongo que soy grande en comparación. -No me haga reír, -le dije. Sonrió. -De acuerdo. -Luego tomó mi mano-. Es bueno verte arriba. Yo estaba esperando que se mantenga despierta antes de que tuviera que irme. -¿Te vas?, -Le pregunté. Bajó la mirada hacia la cama, mis moretones y vendajes. -Si. Creo que es probable que sea lo mejor, ya sabes. Su madre ha sido genial. Ella se ofreció a tratar de hacer que me inscribiera o lo que sea, finalizar el año escolar aquí con todos ustedes, pero …
Su voz se desvaneció. Parecía una eternidad para él mirarme otra vez y cuando lo hizo fue como si lo estuviera viendo por primera vez. -Gracias por sacarme de ese lugar, Cammie, usted. ¿Te he dado las gracias? -No tienes que decir eso, -le dije, pero Preston se limitó a sacudir la cabeza. -No. En serio. Yo podría haber muerto allí. Podría haberme matado, -dijo y yo sabía que él no estaba hablando de su cuerpo. Ese lugar era una prisión, pero fue diseñado para matar el alma. -De todos modos, ahora creo que tengo que salir. -Se puso de pie lentamente. -No, no lo sabes. -Sí. -Él sonrió y me apretó la mano-. Creo que es hora de que esté con mi familia. -¡Preston, espera! -Traté de incorporarme, para llegar a él, pero el movimiento era demasiado. -Estás con dolor, -dijo-. A ver si el médico le da algo. -No, hay un botón para la morfina, pero no me gusta. Me golpea hacia fuera. -Ya sabes, está bien admitir un poco de debilidad de vez en cuando, Cammie. No te va a matar. De hecho, me han dicho que te hace más fuerte. -¡Cam! -Gritó mamá y abrió los brazos de par en par. Ella actuó como si se fuera a abrazarme, a continuación, cree mejor ser ella en el último minuto-. ¿Cómo estás, chica? -Preguntó ella en su lugar. Tenía el pelo más largo y, si fuera posible, más brillante. Ella tenía más color en sus mejillas, como si hubiera estado en una playa o una pista de esquí, tal vez ambos. No voy a decir que ella estaba radiante, excepto ... bueno ... ella estaba totalmente brillante. Ella parecía viva y en paz y ... feliz. Mi madre se veía feliz. No me había dado cuenta hasta entonces del grado de tristeza que siempre se cernía a su alrededor, antes. El sutil zumbido constante, corría por todo lo que dijo e hizo. Pero finalmente se ha ido. -¿Cómo te sientes, cariño? Apartó el pelo de mi cara y su voz era como un paño frío en la frente. -Estoy bien. Pienso.
Traté de incorporarme, pero mi madre me empujó hacia abajo. -Fácil, ahora. Usted tenía una cerca. -Yo estoy … -Vas a estar bien, -me dijo mi madre. -¿Amirah? -Le pregunté. Mamá sonrió. -Ella va a estar bien también. Se fue esta mañana. Contamos con un equipo de Chicas Gallagher con ella. Ella se llevará a un lugar secreto por el momento, pero luego ... Ella estará bien, Cammie. Vamos a mantener a salvo. Y sólo entonces me di realmente que dejé de creer. Vi a mi madre enderezarse. Era casi como encender un interruptor cuando se hizo la transición desde madre a directora. -Yo diría que esquivamos una bala, pero no lo hiciste, -me dijo-. Aún así ... tuviste suerte. -Ella alisa mi cabello de nuevo-. El dr. Steve le disparó en el brazo. Los médicos esperan que usted pueda recuperar su pleno uso con un poco de terapia física. Tienes la oportunidad de usar ese cabestrillo durante un tiempo, sin embargo. -Y la otra bala ... -lo intenté. -Podría haber sido malo, Cam. Podría haber sido muy malo, pero de alguna manera el agente Edwards perdió todos los órganos principales. Has tenido suerte, -dijo de nuevo. Me moví en la cama. El dolor me atravesó y me hizo una mueca. Afortunada no era la palabra que habría utilizado, pero mi madre tenía razón. Ella normalmente la tiene. La oí hablar de los protocolos de seguridad y las posibilidades de ataque. Una parte de mí escuchaba cada palabra mientras hablaba acerca de lo que la madre de Zach había dicho, la amenaza a la niña que se hacía llamar Amy era probablemente baja en ese mismo momento. Pero otra parte de mí, la parte chica, no la parte sólo espía, quedó mirando el simple anillo de diamantes en el dedo anular izquierdo de mi madre. -Mamá ... -Me escuchó mi voz que se quiebra.
-Hola, Sra. Morgan. Me volví y vi al señor Salomón entrar en la habitación. Parecía el hombre vivo más guapo que puso su brazo alrededor de la cintura de mi madre y la besó en la mejilla. -Bueno, chico. -Mamá se sonrojó mientras miraba hacia el señor Salomón-. Hay algo que tenemos que hablar. Miré a mi madre, a mi maestro, el mejor amigo de su padre. Érase una vez, había jurado cuidar de mí y mi mamá si algo alguna vez pasara a mi papá. Y lo había hecho. Joe Solomon me amó, yo estaba segura de ello. Pero él estaba enamorado de mi madre. Y parte de mí sabía que siempre hab ía sido. -Ms. Morgan, -el Sr. Salomón comenzó con cautela-, Si, te vas. -Sí, le espetó. Las lágrimas corrían por mi cara. -Sí, le doy mi bendición para casarse con mi madre. Se suponía que las cosas vuelvan a la normalidad después de eso, pero no lo hicieron. Tal vez fue porque, una vez más, yo estaba acostada en una cama de hospital. Tal vez fue porque habíamos visto la fragilidad de la paz, lo delicado de una línea que caminamos. Tal vez fue porque éramos mayores y Liz había dejado de preocuparse por el destino del mundo y comenzó a preocuparse por la admisión a la universidad. (Por lo tanto ahora, que había sido aceptado en Harvard, Yale, Brown, Stanford, MIT, y otras seis escuelas que no tenían técnica aplicada.) Pero mis preocupaciones parecían diferentes de lo que tenía antes. -¿Como le llamo? Quiero decir, yo no puedo llamarlo exactamente Sr. Solomon. ¿Como lo hago? ¿Le llamo Sr. Salomón? ¿O Joe? -Me miró de Bex a Macey, quien se encogió de hombros como respuesta y yo hablo sobre esto-. Es decir, él sigue siendo mi maestro. Pero también va a ser mi padrastro. ¿Los padrastros los llaman padrastro? Pero entonces vi a Zach caminando por el pasillo hacia mi habitación y no pude terminar. Se sentía mal preocuparse por mi nuevo padrastro cuando sus propios problemas paternos estaban todavía tan totalmente en el aire. -Oye, -le dije-. ¿Cómo estás?
Liz se movió desde el final de mi cama y Zach se acercó más, con cuidado, como si yo todavía estuviese completamente demasiado frágil. -Estoy bastante seguro de que se supone que estoy pidiendo eso. -Se inclinó y besó la parte superior de mi cabeza-. Recuérdame matarte después por ir de esa manera. -Me duele cuando me río, -le dije. -Bueno. Porque yo no estoy bromeando. -Él no sonrió, pero me besó de nuevo, en los labios y se trasladó a la ventana, casi como si estuviera de guardia. Parecía Agente Townsend, pero no lo dijo. Había una televisión en mi habitación y los presentadores de noticias siguieron hablando de cómo los disturbios en Caspia se estaban acabando. Los equipos de filmación que habían rodeado la ONU se habían ido. Todo lo que quedó, al parecer, eran dos traidores muertos en las calles de Roseville y una adolescente acribillada a balazos. Nadie parecía saber lo cerca que habíamos estado de la Tercera Guerra Mundial, cómo podría haber sucedido realmente si Catalina nunca hubiera venido del frío. Catalina. -¿Dónde está ella, Zach? -Le pregunté-. ¿Dónde está tu mamá? -Mamá querida está en el Subnivel Dos por el momento, -dijo Zach-. Ha habido cierto debate acerca de qué hacer con ella. La CIA la quiere, por supuesto, pero hasta que no se solucione todo, tu mamá y Joe no quieren dejarla fuera de su vista. No podía culparlos. -¿Y usted, Bex? -preguntó Liz-. ¿Y yo qué? Bex quería saber. -Bueno, si vas a Oxford, a continuación, tal vez voy a considerar ir allí también. ¿Qué vas a hacer después de la graduación? -MI6, -dijo Bex con un gesto de confianza-. Yo no quiero esperar más. Quiero ir a trabajar. Liz miró a Macey. -Servicio Secreto, -dijo Macey.
Tocó las muestras de tela que ella tenía en la mano, mirando hacia abajo en ellos, como si no nos podría enfrentar si bien admitió su secreto más profundo y más oscuro. -Voy a participar en el Servicio Secreto. El presidente tiene una hija adolescente. Y no puedo dejar de pensar que tal vez yo pueda hacer por ella lo que Abby hizo por mí. Finalmente, Liz me miró, pero yo no tenía una resp uesta a su pregunta. En el televisor, un reportero se encontraba fuera del edificio del Capitolio, hablando de los días que había vivido. Las fuerzas iraníes se estaban alejando de la frontera de Caspia. Los disturbios casi habían terminado y los puertos iraníes pronto se volvieron a abrir para los negocios. El mundo en general sabía que habíamos llegado cerca de la tragedia, pero ¿alguna vez sabrán exactamente qué tan cerca? Y no era nuestro trabajo asegurarse de que ellos no lo supieran. -¿Eso significa que se acabó? -Le pregunté, las palabras sólo para mí, pero las chicas más inteligentes del mundo estaban a mi lado y al unísono se volvió para mirar a la pantalla. -Supongo, -dijo Liz. No parecía esperanzador, sin embargo. Todos habíamos visto cuán tenue era la paz. Sabíamos muy bien lo fácil que podría ser todo, cómo pronto todo podría suceder de nuevo. Hay estaría siempre la gente que quería la guerra y el poder y la dominación. Ellos siempre estarían allí, pero, por suerte, lo haríamos. -Bígaro o caqui, -preguntó Macey. Ella mostró dos trozos de tela por examinar, pero yo estaba muy drogada y más que un poco escéptica. -¿De qué estás hablando? -Le pregunté. -Vestidos de dama de honor. Tu mamá me dijo que podía planear la boda. No le importa y entre tú y yo estoy tan aliviada. Iba a ser muy difícil manipularla para que me deje tomar todas las decisiones de todos modos. Así, ¿bígaro o caqui? Señalé a uno y si digo la verdad no me importaba cuál era. Eso es lo que pasa por recibir un disparo en dos ocasiones, casi secuestrado dos veces, realmente secuestrado una vez y golpeado en la cabeza más veces que nadie pueda imaginar.
Se tiende a poner sus prioridades en orden. Y no me importa el color de mi vestido, era el tiempo que los miembros de la boda eran felices y sanos y ... allí. Mientras todo el mundo que me encantó estaba allí. -Primavera en los jardines, -dijo Macey. Fuera de las ventanas, podía ver las primeras chispas de color verde empezando a cubrir los árboles. El sol brillaba y los sonidos de la risa, las niñas corriendo llenaban las salas. -Después de la graduación. Ella asintió con la cabeza como si fuera nuestra misión más importante aún, tal vez nuestra misión final sobre los motivos, todos nosotros juntos. En los vestidos de bígaro. Capítulo 37 Traducido por Carmen Gomez —Hola, Cammie —dijo Catherine mientras se paraba en las sombras. El Subnivel Dos estaba vacío. Caminé sin hacer ruido por el camino de piedra en espiral hasta la habitación que se había convertido en una celda. La puerta se había ido, reemplazada con una gigantesca barrera transparente que era, sin duda, a prueba de explosiones y a prueba de balas, y la única manera de entrar o salir de la habitación que había sido el hogar de la madre de Zach por el resto del semestre. Pero el semestre estaba terminando. Ya venía la graduación. Era hora de decir nuestros adioses. —Esta es una agradable sorpresa —me dijo. Una penetrante luz quemaba por encima, fundiendo su cara en sombras inquietantes mientras se sentaba en el pequeño colchón que yacía en el piso—. Pero, por supuesto, sabía que vendrías eventualmente. Sabía que tenías que venir. Era mi turno de hablar —de decir algo. Quería preguntarle dónde había estropeado el verano anterior —exactamente cómo y cuándo y por qué había sido atrapada. Podría haberle rogado que me dijera si traicionar nuestra hermandad lo valía. Podría haber gritado y maldecido y llorado por todo lo que me hizo. A Zach. A nosotros. Podría haber hecho cualquiera de estas cosas, pero no podía hablar. Así que me quedé parada, sin palabras, mirándola, casi como mirando un sueño. —¿Qué te parece mi habitación? Hizo un gesto hacia las paredes de piedra y el piso. Había grandes blocs de papel y crayones, dos cobijas y una almohada sin funda, pero ninguna silla ni ventana, solo un foco desnudo que se balanceaba por encima. —No te sientas mal por mí, Cammie —me dijo—. Estoy en casa, después de todo. —Se echó en el colchón estrecho, miró arriba hacia el techo —. Siempre supe que vendría a casa. Odiaba ese hecho, y ella debió haberlo visto en mis ojos porque se enderezó. —¿Qué pasa, Cammie? ¿Olvidaste que somos hermanas?
No podía hablar. Las palabras se formaban dentro de mi mente, pero no podía forzar mi boca a decirlas. —¿Cómo está Zachary? No ha venido a verme. ¿Le pedirías que venga? Lo consideraré un favor personal. I’m not doing you any favors. —Tu madre viene y me ve todos los días. Tiene montones de preguntas. Mientras hablaba, lucía como una persona demente. Como si tuviera una mente infantil dentro de ese cuerpo completamente crecido. Me pregunté si era una actuación, pero luego no me importó. —Mira, Cammie. —Levantó una de las piezas de papel—. Es la mansión, ¿ves? Es nuestro hogar. —Desenrolló el papel y lo sostuvo contra el vidrio para revelar un dibujo de la mansión hecho con crayones—. Lo hice para ti. —Enrolló el papel otra vez y lo deslizó a traves de la estrecha abertura en el vidrio. Lo tomé, pero no dije una palabra. —¿No luce nuestro hogar como un castillo en mi dibujo? —me preguntó—. Siempre pensé que parecía un castillo. Y luego empezó a cantar. —Por encima de los valles arriba en la colina se erigía un castillo llamativo Un palacio resplandeciente hecho de blanco, un pilar para admirar Los jinetes vivían en servicio al castillo y a la corona Pero los caballeros se alzaron y mataron a los reyes Y todo ardió. —Esa canción. No me había dado cuenta de que dije las palabras en voz alta hasta que los ojos de Catherine se ensancharon. —¿La reconoces, Cammie? —preguntó—. ¿Te la canté el verano pasado en Austria? Honestamente, no lo recordaba. Tal vez lo había hecho. Pero no la conocía por eso. —Oh —dijo Catherine, empezando a comprender. Presionó sus dedos contra el vidrio—. Se la canté a Zachary. Dime, querida, ¿te la canta él ahora? No respondí. Solo me moví poco a poco lejos del cristal como si ella pudiera estirar el brazo, tocarme con una chispa. —Ellos van a llevarme lejos esta noche. ¿Lo sabías, Cammie? ¿Sabías que me voy a ir? No le dije que lo sabía. No dije que era por eso que había venido —que necesitaba cerrar este capítulo final. Quería verla ahí—débil y fugaz y encerrada dentro de esas paredes y el trastornado balance de su mente. Necesitaba ver a la mujer del techo en Boston, de las calles en D.C. , de las pesadillas en Austria que todavía invadían mi mente. Necesitaba verla enjaulada como un animal y saber que se había acabado. Pero no lo dije. No me atreví a admitir que ella todavía tenía algun poder sobre mí. No le dí ese poquito de satisfacción. Miró hacia arriba a las paredes y al techo —la piedra que la rodeaba. —Ellos me prometieron que este siempre sería mi hogar. Que chicas como tú siempre serían mis hermanas. Pero no eran mis hermanas, ¿verdad? —preguntó Catherine, pero luego la locura se rompió, una rápida y fugaz grieta, y a través de
ella vi ira, amargura y rabia. Vi a la chica que había venido a la Academia Gallagher buscando un hogar y solo encontró algo que odiar. Vi a la Catherine que había encontrado, en el Círculo, un medio para su rabia. Vi a la mujer que me había torturado una vez y que gustosamente lo haría de nuevo. —¿Por qué viniste a nosotros, Catherine? —le pregunté, finalmente—. Sabías que terminarías aquí— así. ¿Por qué lo hiciste? Sonrió, pero supongo que este era su turno de no responder, para retener un pequeño sentido de poder. En cambio, solo se sentó con las piernas cruzadas en el frío piso de piedra y empezó a cantar. —Pero los caballeros se alzaron y mataron a los reyes Y todo ardió.
Capitulo 38 Traducido por Gabbii Rellez
Esa noche me desperté con el sonido de las sirenas. –Código Negro. Código Negro. Código Negro. Nuestras trajes de graduación colgaba en ganchos de la puerta del baño. Algunas de nuestras cosas ya estaban en las cajas con etiquetas como “Habitación de Liz” y “Tienda Marcey” pero por la mayoría de nuestros trajes se veían exactamente como siempre, libros y ropa esparcida por todas partes, como una habitación de adolecentes. Excepto que no somos normales. Eso era obvio tan pronto como las sirenas rompieron el aire. Macey ya estaba fuera de su cama y poniéndose su zapatos. Bex estaba en las ventana, viendo a través del suelo, pero en un parpadeo, la vista desapareció. Descendieron persianas de titanio, cubriendo las ventanas y bloqueando la oportunidad de salir. O que cualquier cosa entre. –Liz, –Bex grito –. ¡Levántate! –¿Qué esta sucediendo? –Liz pregunto, con voz mareada. –Catherine, dije, mi sangre volviéndose fría –. Esta noche están moviendo a Catherine. El corredor estaba lleno mientras hacíamos nuestro camino hacia abajo. Las sirenas retumbaban y las luces giraban, y yo me sentía casi mareada por en sonido y la presión. El caso de protección cubrió los archivos y podía oír los gritos, los gritos retumbando a través de caos. –¡Abajo y al gran pasillo por favor, señoritas! –El Sr. Smith grito de la pista de aterrizaje-. ¡Bajen las escaleras! Si, por favor. Despacio, ahora. No hay necesidad
de correr. No hay necesidad de tener pánico. ¡Al gran pasillo! Calmadamente, mis compañeras y yo llegamos a la multitud de niñas que estaban cerca de el pasillo de historia. Era un caos organizado, con las luces girando y serpentéate marea adormilada. Se sentía menos como un simulacro y mas como un apocalipsis zombi. –Chica Gallagher. –Zach vino deprisa detrás de mí. –¿Qué sucede? –Bex pregunto y nos detuvimos, a paso en el pasillo de historia y fuera en un desfile de niñas usando pijamas que todavía se movían obedientemente hacia abajo. –Están moviendo a mi madre cuando escapo. –Se veía sin aliento –. Todo el personal de seguridad y la mayoría de los maestros la están buscando. Bloquearon la parte de debajo de la mansión, pero de seguro en muy tarde. Probablemente ya escapo. –¡Justo por este camino! –Tina Walters estaba gritando de la base de las escaleras –. Por el gran pasillo, nene. No. No vamos a abrir el bar, –Tina dijo a una ansiosa de octavo grado –. Dentro, ahora. –¿Realmente piensas que se fue, Zach? –pregunto Liz pero podía ver la respuesta en su ojos. –Tenia que saber que era demasiado bueno para ser real, –dijo Zach –. Ella jamás de va a entregar si tiene un plan. Las palabras me golearon fuerte, de eco tenia que recargarme contra la barandilla. He estado pensando lo mismo por semanas, desde el día que el agente Towsend y Zach caminaron aprisionado a Catherine de regreso a nuestra escuela y ella veía alrededor como si fuera exactamente donde quería estar. Pensé en la mujer detrás de los lentes, la mirada vacía de su ojos, y la fría furia en su palabras. Y al final con la canción que me había cantando. Zach estaba en lo correcto. Siempre supo que la íbamos a traer de vuelta a la Academia Gallagher. Pero estaba mal en una cosa. Su madre jamás intento irse. –Todo se quemo, –cante. Los ojos de Zach de abrieron grandes. –¿Dónde escuchaste esa canción? –Fui a ver a tu mamá ayer en la noche. –No debiste haber echo eso, Chica Gallagher. Nunca debiste… –¡Para, Zach! Escúchame. No se esta yendo. –agarre su camiseta y lo hice verme a los ojos –. Ella va a quemar el castillo a polvo. Espere a que alguien me dijera que estaba loca, pero luego el suelo tembló. Por un momento, las sirenas se detuvieron. Un inquietante, un santificante silencio lo siguió y nadie se movió. –Tenemos que evacuar la mansión, –dije. –Va a esta bien, Cam, –Macey dijo –. Me refiero, la escuela tienen el arte de mecanismo que protege contra el fuego, ¿cierto? Liz, ¿cierto? Pero Liz no se apresuro a estar de acuerdo. Tenia otra vez su dedos en sus labios, calculando. –Liz, ¿qué esta mal? –Bex pregunto. –Probablemente no es nada, –ella lo soltó en una manera que era totalmente algo. –¿Que? –volví a espetar. –Es solo que Dr. Fibs y yo hemos estado trabajando una nueva fuente de poder.
Queremos tomar a la Academia Gallegher completamente fuera de línea en cinco años y pensamos pensamos que era tremendamente tecnología verde implicada si… –¡Liz! –¡Liz! –Bex –Bex espeto, trayéndola de regreso. –Es –Es una fuete de energía, –Liz –Liz dijo otra vez. –Y… –Macey apunto. –Eso –Eso significa que también puede ser una bomba. Antes de que pudiéramos procesar pr ocesar lo que significaba, humo comenzó a aparecer en las escaleras, extendiéndose por el vestíbulo y llenando el pasillo de Historia. Las sirenas volvieron, cambiando de Código Negro a el agudo sonido de la alarma de incendios. –¡Fuego! –¡Fuego! –alguien –alguien grito de abajo. Mire las puertas y las ventanas, esperando a que se abran, pero la alarma de incendios no debería haber ignorado el Codigo Negro. Pánico comenzó a crecer. Las niñas se aventaron a las puertas. las ventanas. Gritos se volvieron llantos y gritos que perforaron el aire. Y las niñas mas jóvenes estaban empujando sin ir a un lugar. –¡Tina! –¡Tina! –grite –grite sobre el barandal. Hay debajo estaba siendo aplastada con la puerta, tratando de abrirla. Eva Alvarez y Courtney Bauer estaban tratando de abrir las ventanas. –¡Están –¡Están bloqueadas! – – Tina grito así como si un sistema volviera ala vida. Agua salió del techo, esparciéndose en nosotras, empapándonos, pera nadie se podía mover para escapar. –¡Todas –¡Todas están bloqueadas! –Courtney –Courtney me grito. –¡No –¡No todas! –grite. –grite. Corrí hacia abajo por la escalera y hacia la vieja biblioteca. Primero la descubrí en el semestre de primavera en mi octavo año. Si jalas de un libro llamado “ Espías Maestros de la Dinastía Ming” mientras empujabas uno de los libreros del lado izquierda, puedes hacer que la cosa gire, una puerta giratoria a un polvoso túnel que gira a lo profundo de la escuela y al final sale justo a lado del la torre de vigilancia de lado norte. –¡Aquí –¡Aquí esto! – esto! –grite grite y Tina se acerco a mi –. –. Ve a través del corredor. Sigue. Te va a llevar fuera de la mansión. –¡Munchkins! –¡Munchkins! –Tina –Tina grito, su voz hizo eco a través de los gritos de los novatos e instantáneamente, el vestíbulo se quedo en silencio – silencio –.. ¡Sígueme! –Tina –Tina grito las chicas hicieron exactamente lo que se le había dicho. Encontré otro pasadizo y también lo abrí, envié a Courtney y a Eva por el túnel, doblando el número de niñas escapando de la misión. Y mientras el vestíbulo se llenaba de humo, se limpio el número de niñas hasta que solo quedamos mis amigos y Zach. –¡Cam! –¡Cam! –Macay –Macay grito. Ella ya estaba a la mitad del túnel, viéndome – viéndome –.. Tenemos que irnos. Pero mientras miraba el pasillo. El humo era tan espeso que apenas podía ver y no podía pararme y pensar en irme. –¡Tengo que encontrar a mi mamá! ¡Y a Abby! Y… –Están –Están afuera buscando a mi mamá, –Zach –Zach me dijo, pero no podía creerle. Quería revisar su oficina, buscar en su habitación. –Chica –Chica Gallagher, tenemos que irnos ¡Ahora!
En el pasillo de Historia, estaba estrellándose. Un pedazo de techo cayo en uno de los cascos. Chispas llovieron sobre el barandal del balcón como chispas en 4 de Julio. –Ve, –Ve, –dije, –dije, empujando a Liz y Bex por la entrada – entrada –.. Ve, –le –le dije a Zach –. –. Voy a estar justo detrás de ti. Siempre me gustaba jugar que podía caminar en pasadizos secretos bajo la Academia Gallagher con los ojos tapados. Bueno, esa noche lo probé. La oscuridad nos trago. El humo era tan pesado en lugares que teníamos que jalar nuestra camisa para taparnos la bica. Mis ojos quemaban, y el humos estaba tan seco que parecía que respirar arena. Instantáneamente, en cada paso el aire se convirtió fresco. Entre mas abajo llegamos, mas lejos estábamos del fuego. El pasadizo nos estaba llevando ala libertad, lo podía sentir. Solo teníamos que seguir caminando, moviendo, siguiendo el camino. Pero entonces escuche el canto. Podía ver a Bex y Zach enfrente con Liz y Macey. Nadie estaba detrás de mi, estaba segura. Y me detuve solo a escuchar, solo para asegurarme, cuando volví a escuchar la voz, mas fuerte. –Todo –Todo se va a quemar. El pasadizo no se unía, estaba segura. No había nada ahí abajo pero todas las viejas maderas y telarañas. No había nada, estaba segura. Excepto que la voz estaba aquí. La escuche. –Los –Los caballeros se levantaron y mataron a los reyes. Cambie de opinión y seguí el sonido de la voz hasta que llegue a un lugar donde el pesadillo se ampliaba. Jamás se me había dado cuenta y entonces jamás lo había visto, si no hubiera sido por el humo, la forma en la que ahí giraba, estaba cubierta. Me gire a la puerta, empuje y empuje hasta el …pop. Una puerta se abrió, y ahí estaba ella. –No –No hagas esto, Catherine, –le –le dije. Lentamente la mujer se giro. Su cabezo estaba grasoso y enredado. Sucio y mugre adherida debajo de sus uñas, y me sonreía como si fuera consiente de su obra. –Hola, –Hola, Cammie, –dijo. –dijo. Sonaba tan calmada, pero luego el aparato de Liz en sus manos. –¿Qué –¿Qué vas a hacer con eso? –le –le pregunte. –Tú –Tú sabes que voy a hacer con el, –dijo. –dijo. Apunto a unos pesadas vigas que cruzaban el techo –. –. Cada soporte de la mansión puede ser rastreada desde aquí. ¿Sabias eso, Cammie? Sacudí la cabeza. –No. –No. Jamás había visto esta habitación. –Y –Y no había echo. Como un cuarto secreto, este era enorme. Estaba en una especie de balcón, viendo hacia abajo donde Catherine estaba parada. Unas débiles escaleras llevaban a ella y estudie el lugar. Pensé que podría ser un sótano, un almacenamiento frio antes de la era de los resfriadores. Muchos mas túneles se desprendían de donde estaba parada, y sabia que uno de esos te llevaba al lago porque había una humedad en el aire. Probablemente podría estar frio en un día normal, pero con los incendios alzándose arriba, la humedad se sentía mas como
vapor. –Que –Que pena, –Catherine –Catherine dijo y sonaba como si realmente lo hiciera, como si no pensara que fuera tan buen oponente como pensaba –. –. Este siempre fue su cuarto favorito. Velas ardían alrededor de ella. Era casi un templo. Un santuario. Podía verla retirarse a este lugar durante su tiempo en Academia Gallagher. El lugar favorito de Catherine para esconderse. Pero me imagino eso, a diferencia de mi, ella jamás tuvo amigas para que trataran de encontrarla. –Solía –Solía pasar muchas horas aquí abajo. Solía gustarme perderme. Pero no tengo que decirte como se siente eso, ¿tengo que, Cammie? Puede ver que le gustas a Zach. Sabes lo que deciden, los niños siempre cae en niñas que se parecen a sus madres. Quiera decirle que estaba loca, que estaba mal. Pero Catherine y yo nos habías retirado a esa oscuridad y un lugar secreto. Habíamos empujado a través de telarañas y sombras en busca de pasadizo secreto. Si. Tenia razón. Teníamos mucho en común. Pero yo sabia que clase de niña quería ser cuando llegara al final del túnel. Quería subir a la luz. –No –No crees que somos parecidas, ¿Cammie? –No. –No. –Moví –Moví mi cabeza, en ese momento, lo dije enserio. Realmente lo hice – hice –.. Pienso que estas enojada. Y herida. Y vengativa. vengativa. –Trate –Trate de tomar aire pero el humo me hizo toser –. –. Creo que eres increíblemente vengativa. –Tal –Tal vez lo soy. –Vio –Vio arria a mi como una sonrisa de superioridad – superioridad –.. Pero soy yo quien tiene la bomba. –No –No tienes que hacer esto, – esto, –dije dije –. –. Jamás vas a salir viva. Si la activas ahora, vas a morir aquí. –Todavía –Todavía no entiendes, ¿verdad? No voy a morir hoy. No morí el día que deje tu preciosa escuela, tu hermandad. Morí el día que vine. No entendía el odio. Había visto su poder. Sabia su ira. Incluso había sentido encerada en mis propias venas, empujándome. Pero no sabia de donde venia o porque paro, como podía agarrar a una persona y crecer. Escuche un crujido, como un trueno. Chispas llovieron y se echo hacia atrás mientras el rayo caía encima, bañándome con humo y flamas, y quería correr a través de la caída de cenizas. Detenerla de una vez por todas. –¡Chica –¡Chica Gallagher! – Gallagher! –Zach Zach agarro mi brazo y me dio la vuelta para verlo. Ni siquiera lo había escuchado venir detrás de mi. –Hola, –Hola, Zachy, Catherine dijo de abajo, pero Zach ni siquiera la vio. –Tenemos –Tenemos que irnos, –dijo, –dijo, empezando a jalarme. –Zach, –Zach, podemos detenerla. – detenerla. –pelee pelee contra él con todo lo que me quedaba, debajo de nosotros, Catherine otra vez comenzó a cantar. –¡Todavía –¡Todavía podemos tener la escuela! –grite. –grite. Ciento cincuenta años de historia me rodeaban. Era el lugar que amaba. Era mi hogar. Mi destino. El edificio estaba en mi venas, y sin el, tenia que pudiera morir. –¡Zach –¡Zach tenemos que detenerla! Zach solo me jalo. Me miro con shock y temor y solo un poco de maravilla. Un poco de todo, pensé que él podría reírse. –Chica –Chica Gallagher, –me –me dijo –, –, Tu eres la escuela. Después agarro mi cabeza con sus manos y me beso, fuerte y rápido, rompiendo
cualquier trance en el que estaba. –¡Zachy! –Catherine llamo desde abajo. – Adiós madre, –él grito sobre el barandal –. Jamás te volveremos a ver. Luego Zach tomo mi mano y juntos corrimos por el pasillo. El humo aumento y seguí corriendo, lejos del fuego y la mujer, huyendo de los fantasmas. Y luego la explosión llego, fue como un terremoto, un tsunami de piedra, madera y polvo del que estábamos tratando de escapar. El pasillo templo detrás de nosotros. Las vigas se prendieron en fuego, chispas rojas se dispararon con la seca y descompuesta madera, prosiguiéndonos por lo fresco, limpio aire de la noche. Todavía recuerdo ver la Academia Gallagher por primera vez. Lo que jamás imagine fue verla por ultima vez. –Zach… –empecé pero el mundo se detuvo. Había humo en mis pulmones, ¿en mis ojos? Porque estaba llorando. No podía parar de llorar. Podía escuchar la voz de mi madre, gritando, –¡Cammie! ¿Alguien ha visto a Cammie! –¡Mamá! ¡Mamá estoy aquí! Lagrimas se deslizaban en sus mejillas, mezclándose con hollín y ceniza. –¿Están todos bien! –pregunte –. ¿Todo el mundo salió! –Si. –Mi madre me abrazo –. Cammie, ¿estas bien? Y por primera vez en dos años dije, –Si, –y absolutamente lo decía enserio. El fuego creció. Las llamas se extendieron, humo subiendo al cielo, pero solo abrazaba a mi madre y veía las ventanas destruirse, el piso cayendo. Estuvimos por horas viendo el fuego propagarse y el cielo brillando. Me pare a la mitad de una multitud de niñas con cara inoxidable y rodillas raspada, viviendo para espiar otro día.
Capítulo 39 Traducido por Gabbii Rellez
–Courtney Elaine Bauer, –Madame Debney dijo. Aplausos llenaron el lugar. Alguien silbo. Y Courtney se veía como un ángel mientras caminaba por el escenario para pomar su diploma y estrechar la mano de mi madre. –Rebecca Grace Baxter, –Madame Debney dijo y estaba vez Bex subió al escenario. Mire a su padres, que se sentaron enfrente de la fila de sillas. Su padre tenia la grabadora fuera, documentando todo. Su madre sonrió, aplaudió y saludo, y recuerdo eso para una verdadera excepcional escuela, la graduación el la Academia Gallagher era muy parecida como una graduación de cualquier parte.
Eran padres sonrientes y niñas efusivas, vestidos negros sin forma y nuevos graduados de pie al borde valientes del nuevo mundo. La diferencia es que nuestros mundos son un poco mas valiente que promedio. Una a una cruzaron el escenario y estrellaron la mano de mi madre. La espada de Gilly había sido una armadura en su caso de protección y había salido del fuego sin un rasguño y como todas la estudiantes graduadas de Gallagher antes que nosotras, paramos y besamos su hoja. Agarramos nuestro diploma y movimos nuestro pompón, cuando vino mi turno estuve congelada un instante, mirando a la multitud. Hay estaban Sr. Solomon, Zach y el agente Townsend, quien tomaba firmemente la mano de tía Abby. Mis maestros me regresaron la sonrisa. Los novatos vieron a los sénior con asombro. Y yo entorne los ojos contra el sol, mirando a través del suelo a la plataforma que rosaba la distancia. Vi la mansión creciendo, desplegándose de las cenizas. Vi nuestro fresco empezar. –Y ahora unas cuantas palabras de nuestra mejor graduada, Srta. Elizabeth Sutton. Liz se veía especialmente pequeña mientras se paraba detrás del pódium. Macey estaba forzada a usar tacones y se veía incomoda paso a paso mientras se ajustaba el micrófono y empezaba a hablar. –¿Qué es una Chica Gallagher? Vio nerviosamente al papel de su mano aunque sabia que de echo había memorizado cada palabra. –Cuando tenia oncea a los pensé que sabia la respuesta a esa pregunta. Que era cuando los reclutas venían a verme. Me enseñaron folletos y me dijeron que estaban impresionados por los resultados y me preguntaron si estaba lista para tener un reto. Y dije que si. Porque eso era ser una Chica Gallagher para mi, una estudiante en la escuela mas dura del mundo. Tomo un gran respiro y continuo. –¿Qué es una Chica Gallagher? –volvió a preguntar –. Cuando tenia trece años pensé que sabia la respuesta a esa pregunta. Hay fue cuando el Dr. Fibs me dejo comenzar a hacer mis experimentos en el laboratorio. Podía ir a cualquier parte, hacer lo que sea. Hacer todo lo que mi mente podía soñar. Porque era una Chica Gallagher. Y, para mi, eso significaba que era el futuro Liz tomo otro respiro. –¿Qué es una Chica Gallagher? esta vez, cuando Liz pregunto, su voz se corto –. Cunado tenia diecisiete años me pare un una calle oscura en Washington, D. C., vi una Chica Gallagher literalmente saltar enfrente de una bala para salvar la vida de otra. Vi un grupo de mujer juntarse alrededor de la chica que jamás había conocido, diciendo el mundo si cualquier dolor iba a viniera su hermana, primero tenia que ir a través de el. Liz se enderezo. Ya no tenia que ver el papel mientras decía, –¿Qué es una Chica Gallagher? Ahora tengo dieciocho años, y si he aprendido algo, es que no se la respuesta a esa pregunta. Tal vez ella esta destinada a ser nuestra primera internacional graduada y toma su lugar con su Majestad del Servicio Secreto con el MI6. Mire a mi derecha, y llámenme loca, pero podía haber jurado que Rebecca Bexter estaba llorando.
–Tal vez ella es quien devuelve, servir su vida para proteger a otros justo como una vez alguien la protegió. Macey apenas sonrió pero no lloro. Tenia la sensación que Macey McHenry podría jamás volver a llorar. –¿Quién sabe? –Liz pregunto –. Tal vez ella es una periodista encubierta. –Vi a Tina Walters. –Un agente del FBI. –Eva Álvarez sonrió. –Un hacker. –Kim Lee sonrió. –Una reina. –Pensé en la pequeña Amirah y supe que de alguna forma iba a estar bien. –Tal vez no siquiera es una chica de escuela. –Liz me miro –. O tal vez es solo mas. Luego Liz se callo por un momento. Miro al lugar donde la mansión solía estar. –Ustedes saben, que hubo una vez que pensé que la Academia Gallagher estaba hecha se piedra y madera, grandes pasillos y buenos laboratorios. Cuando pensé que era contra balas, que era aprueba de hackers, y… si… contra incendios. Y ahora me paro feliz delante de ustedes para recordarles que nada de eso es verdad. Si, realmente estoy. Se científicamente correcto que es de la otra forma. Un sorpréndete silencio descendió a través de ya callada multitud mientras dijo eso. Tal vez era la gravedad de sus palabras y lo que significaban, pero para mi personalmente, quiera pensar que Gill estaba viendo, sonriéndonos. –¿Qué es una Chica Gallagher? –Liz pregunto una ultima vez –. Ella es una genio, una científica, una heroína, una espía. Y ahora estamos al final de nuestro tiempo de escuela, y una que ciertamente se es: Una Chica Gallagher es cualquier cosa que quiera ser. Estruendos, ruidosos aplausos llenaron la sección de los estudiantes. Liz sonrió y cerro los ojos. Se inclino al micrófono. –Y, mas que eso, ella es mi hermana.
Capitulo 40 Traducido por Gabbii Rellez
Seis Meses Después. Algunas chicas me ve como si hubiera escrito esto. Bueno, yo no, exactamente. Creo que quieren esta mesa. Realmente no puedo culparlas. Es caliente aquí en el sol con la brisa fría en estas paginas. De vez en cuando me agacho para alisar mi falda de cuadros pero entonces recuerdo que mis días de falda de cuadros están detrás de mi. Algunos chicos tiraron un disco por el jardín. Un hombre con un traje tweed se detuvo con una bicicleta vieja cerca de la biblioteca. Y yo me siento aquí, sola e invisible. Un camaleón.