Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello
Bogotá, D.C., abril de 2010
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE COLOMBIA
EL PRÍNCIPE DE DE NICOLÁS MAQUIAVELO ) (
Universidad Católica de Colombia / Facultad de Derecho / Asignatura: Metodología de la Investigación Jurídica / Docente: Jesús Ángel Linares / Grupo 10.B.1. Expositores: Carlos Edwin Abello Rubiano, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello
1. El autor Niccolò di Bernardo dei Machiavelli (1469 – junio 21, 1527) nació en la República de Florencia el mismo año en que Lorenzo de Medici, “El Magnífico” asumió en poder, llevando a la cultura florentina a su mayor esplendor. Junto a Leonardo da Vinci, “hombre Maquiavelo es considerado como uno de los modelos del del renacimiento”. Su vida se da en forma paralela a la historia de Florencia y su época de grandeza como la máxima potencia italiana, según se aprecia en el siguiente cuadro comparativo:
Vida Maquiavelo Historia de Florencia Juventud de Maquiavelo (1469 – 1498) •
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Mayo 3 de 1469: nace en Sant'Andrea in Percussina, pequeña villa de la comarca de Sal Casiano in Val di Pesa, a 15 Km de Florencia. Tercer hijo de un abogado, nace en el seno de una antigua familia florentina, de moderada riqueza. Recibió una educación privilegiada, estudiando en la Universidad de Florencia, de orientación humanista (el hombre: centro del mundo). Conocedor de los clásicos latinos, la historia antigua y moderna, apasionado por las ciencias naturales, orientado hacia las artes liberales y la administración pública. Rechaza el idealismo neoplatónico y el idealismo místico
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Italia no es una nación unida: escenario de inestabilidad política, está dividida en diversas repúblicas y ducados, ciudades – Estado, donde el poder queda en manos de pocas familias, rivales entre sí. 1434: la familia Medici asume el poder en Florencia; la ciudad es la “Atenas de la época”, y vive su “edad de oro”, siendo el centro de las artes y ciencias de la Europa del Renacimiento. 1458: Cosme de Medici reemplaza el antiguo Consejo, de más de 1000 miembros, por unos más pequeños, seleccionados por él. 1469: a la edad de veinte años, al morir su padre Piero, Lorenzo de Medici, “Il Magnifico”, asume el poder del Estado florentino. Mecenas de la filosofía y las artes: Picco della Mirandella, Sandro Boticelli, Leonardo da Vinci, Michelangelo Buonarroti. Gobierna indirectamente, a través de alianzas, sobornos y matrimonios por conveniencia. Si bien Florencia crece bajo su influencia, gobierna como un déspota y el pueblo no tiene mayores libertades políticas. 1478: Lorenzo de Medici sufre un atentado y es asesinado su hermano (conspiración de los Pazzi). Ejecuta al Arzobispo de Pisa (su patrón era el Papa Sixto IV) y a casi todos los demás conspiradores. Florencia es puesta bajo interdicto por el Papa Sixto IV, quien apoyaba a los Pazzi y forma una alianza con Nápoles contra los Medici. 1480: logra un acuerdo de paz, después de declarar la guerra a Fernando I de Nápoles. Crea un Consejo de 70 miembros. Mantiene un delicado estado de paz y balance de poder con los demás Estados de Italia. Agosto 26 – 29, 1484: muere Sixto IV. Nuevo Papa: Inocencio VIII. 1491: el fraile dominico Girolamo Savonarola, con su movimiento fundamentalista, empieza a tener influencia en Florencia, explotando el descontento de las masas y su temor del futuro.
El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello de Girolamo Savonarola, inclinándose por el naturalismo renacentista.
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Abril 9, 1492: muere Lorenzo de Medici, asume el poder su hijo Piero di Lorenzo. Agosto 11, 1492: es elegido como nuevo Papa, Alejandro VI (Rodrigo de Borgia). Noviembre, 1494: Carlos VIII de Francia invade Florencia; Piero y los Medici son expulsados de la ciudad. Los ciudadanos restablecen la República y el antiguo gran Consejo de 1000 miembros. Savonarola, predicador carismático, opositor de los Borgia, gobierna de hecho en la ciudad (pese a no ocupar un cargo formal), defiende la regeneración social, mediante el ascetismo y fanatismo religioso. 1497: se produce la “hoguera de las vanidades”, promovida por Savonarola, perdiéndose muchas obras maestras del arte florentino.
Servicio público y diplomático, carrera política (1498 – 1512) •
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Junio 1498: Un mes después de la ejecución de Savonarola, Maquiavelo es nombrado Secretario (Vicecanciller) de la Segunda Cancillería, por el Gran Concejo de Florencia. Julio – noviembre 1498: es elegido “Secretario de los Diez de la Libertad”, el comité que dirigía la política exterior y militar de Florencia, y enviado a su primera misión diplomática. 1498 – 1512: poseedor de una gran ambición y vasta cultura (era un lector insaciable) ejerce una intensa actividad política y se le encomiendan varias misiones diplomáticas, en las cuales conoce a líderes como Catalina Sforza, Luis XII, el Papa Alejandro VI, César Borgia, Maximiliano I y Fernando II de Aragón. 1501: se casa con Marietta Orsini. Tendrán un matrimonio muy estable y seis hijos. 1502 – 1503: Fue secretario personal de César Borgia, duque de Romaña y capitán de los ejércitos papales de Alejandro VI en esta región, limítrofe de Florencia, quien se volverá después en su principal inspirador. Se hace amigo de Leonardo da Vinci. 1503 – 1506: se hace cargo de la milicia de Florencia, reclutándola y defendiendo a Florencia de la ciudad de Pisa (1509). Escribe poemas, y obras sobre temas históricos, económicos y políticos.
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Mayo 4, 1497: el pueblo se rebela contra Savonarola, por la profunda crisis y decadencia económica en que ha caído Florencia. Alejandro VI excomulga a Savonarola. Abril 8 – mayo 23, 1498: Por exigencia del Papa, Savonarola es destituido, juagado y condenado a morir en la hoguera por hereje. 1500: Florencia emprende una campaña para recuperar la ciudad de Pisa, empleando tropas mercenarias, fracasando por completo. 1502: Pietro Soderini es elegido Gonfaloniere di Giuztizia, vitalicio, de Florencia, e instaura una milicia propia en la ciudad, en vez de ejércitos de mercenarios. 1505: Segunda campaña de Florencia para recuperar Pisa. Recurren nuevamente a mercenarios extranjeros. Fracasó. 1508: Liga de Cambrai, o “Liga Santa”, formada por el Papa Julio II, Luis XII de Francia, Maximiliano I de Austria y Fernando II de Aragón, contra la República de Venecia. Después de la batalla de Agnadello, Florencia queda desprotegida, a merced del Papa. Agosto – noviembre 1512: impuestos por el Papa (1º septiembre), los Medici retornan al poder. Soderini huye de la ciudad, rumbo al exilio. Los Medici continuarán en el poder hasta 1737.
Exilio y últimos años (1512 – 1527) El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
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Noviembre 12, 1512: Maquiavelo, quien aspiraba a conservar su puesto con los nuevos amos de Florencia, es destituido de todos sus cargos por decreto, y sentenciado además, a confinamiento dentro del territorio florentino. Febrero, 1513: es acusado de conspirar contra los Medici, sufre torturas (strappado) y prisión. Marzo – abril, 1513: amnistiado tras la elección del Papa León X, se retira a su hogar familiar en Sant'Andrea in Percussina, donde pasa penurias económicas y se dedica a escribir sus grandes obras (1813 – 1525). Julio 1513: escribe El Príncipe (Il Principe). Inédito hasta su muerte. Se lo dedica a Lorenzo II, duque de Urbino, sobrino de Lorenzo El Magnífico de Medici, esperando – ingenuamente, dada su carrera republicana – recuperar su cargo de Secretario y el favor de los Medici. 1516: copias inéditas de El Príncipe empiezan a circular por toda Florencia. 1512 – 1517: escribe los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (3 volúmenes). Inédito hasta su muerte. 1518: escribe La Mandrágora (considerada como la primera comedia moderna italiana). 1519 – 1520: escribe los Discursos sobre el arte de la guerra (publicado en 1521). 1520 – 1525: escribe la Historia de Florencia (8 volúmenes), por encargo de Clemente VII. Inédito hasta la muerte de Maquiavelo. 1523: El florentino Agostino Nifo publica De dude regnandi, obra que muchos consideran un plagio de El Príncipe. Junio 21, 1527: muere en su hogar, decepcionado y en la ruina. Enterrado en la Basílica de Santa Croce en Florencia, reza su epitafio: Tanto nomini nullum par elogium (“ninguna eulogía sería suficiente para alabar a tan grande nombre”). 1531 – 1532: publicación póstuma de El Príncipe, los Discursos sobre la primera década de Tito Livio y la Historia de Florencia.
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1513: es elegido como nuevo Papa León X. Florencia se convierte en un protectorado papal 1522: nuevo Papa, Adriano VI. 1523: el cardenal Giulio de Medici es elegido Papa Clemente VII. Mayo 1527: la ciudad de Roma es saqueada por tropas españolas y alemanas bajo el mando del duque de Borbón, durante la Guerra de la Liga de Cognac. Los Medici son expulsados de Florencia. La ciudad adopta una nueva constitución.
2. La obra Il Principe se puede enmarcar como un ensayo político, dentro del género de los “espejos de Príncipes” (specula principum), textos sobre “cómo gobernar”, dando consejos de comportamiento a estadistas y dirigentes. Siguió el pensamiento naturalista de Aristóteles (“para comprender el significado concreto de las cosas hay que, previamente, conocer todos y cada uno de los elementos fundamentales que la componen”). Estableciendo en una forma muy estructurada, y con total neutralidad, un pensamiento político basado en “presentar las cosas como son en la realidad y no como las cree el vulgo” (Cap. XV). Con sus consejos, Maquiavelo rompió totalmente el esquema ensayístico de su época. Destaca por su sencillez y la forma directa, sobria y estructurada de exponer sus ideas. Expresa una opinión y lo hace de manera esquemática: plantea la idea, El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
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añade ejemplos históricos (al menos uno de su tiempo, y otro de la antigüedad clásica, modelo de la época; comparando por ej., a Oliverotto de Fermo con Agátocles el siciliano, Capítulo VIII; “De los que llegaron a príncipes por medio de maldades”), finalizando con una síntesis que enfatiza sus razones, con el peso de la historia que él necesita para su argumentación. Exhibe un agudo sarcasmo, y una tendencia por las citas o sentencias, que emplea para clarificar conceptos y reiterar argumentos. Ejemplos: “Los hombres atacan por miedo o por odio” (Cap. VII); “Quien deja lo que se hace por lo que debería hacerse no hace más que aprender la ruina en vez de la salvación propia.” (Cap. XV) Casi toda la obra fue escrita en la segunda mitad de 1513, excepto la dedicatoria y el último capítulo. La primera edición e impresión data de 1532. Se compone de una dedicatoria y 26 capítulos de distinta extensión, cuya sinopsis es la siguiente: Parte de la obra Capítulo I: De las varias clases de Principados y del modo de adquirirlos. Capítulo II: De los Principados Hereditarios. Capítulo III: De los Principados Mixtos.
Sinopsis
Personajes
Dedicatoria Tres clases de Principados: a) Hereditarios (los que han sido Francisco Sforza Fernando adquiridos y sostenidos bajo una dinastía familiar). b) II de Aragón Nuevos (los súbditos están habituado a convivir con su Príncipe). c) Nuevos anexionados al hereditario (también denominados Mixtos; tomados con armas propias o ajenas, sea por valor o por ingenio; viviendo bajo un Príncipe o en libertad). Más sencillos de gobernar que los nuevos; el PríncipeLuis XII de Francia natural solo debe mantener la organización constituida por Papa Alejandro sus antecesores; aunque el Príncipe sea poco hábil, su VI pueblo lo amará y no tendrá que ofender para mantener su Duques de Principado. Ferrara Luis XII Plantean diversas dificultades: quienes cambian de señor, armándose contra su antiguo gobernante con la expectativa de mejorar con el cambio, casi siempre se convencen con la experiencia que su situación ha empeorado; pues el Príncipe nuevo ofende a sus nuevos súbditos, con la permanencia de tropas, o con las molestias propias de la conquista. Así, el Príncipe nuevo tendrá por enemigos a todos los ofendidos y no puede conservar como amigos a quienes le colaboraron para adquirir dicho Principado, pues no puede satisfacerlos totalmente ni reprimirlos rigurosamente, ya que, por más tropas que tenga, el Príncipe necesitará siempre de la voluntad de sus habitantes para gobernar el territorio. Reconquistados los Principados que se rebelan, es más difícil perderlos; ya que el Príncipe puede recuperar su poder con menos reparo en cuanto a los medios para lograrlo. Es más fácil conservar aquellos Principados que se unen a otro más antiguo del Príncipe conquistador, o sean del mismo país o lengua, sobre todo si están acostumbrados a ser libres. Para poseerlos con seguridad basta haber extinguido el linaje del Príncipe antiguo, sin alterar las costumbres, leyes o tributos, ni imponiendo condiciones nuevas, viviendo así los nuevos súbditos sosegadamente. Surgen más dificultades al adquirir Principados en comarcas distintas en usos, costumbres, leyes, lengua y régimen, requiriéndose gran ingenio y fortuna para conservarlos.
El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello
Capítulo IV: Por qué, ocupado el reino de Darío por Alejandro, no se rebeló contra sus sucesores después de su muerte. Capítulo V: De qué manera deben gobernarse los Estados que, antes de ocupados por un nuevo Príncipe, se regían por leyes propias. Capítulo VI: De los Principados que se adquieren por el valor personal y con las armas propias.
Entre las formas más eficaces de conseguirlo, están: a) Que el Príncipe conquistador vaya a residir allí, lo cual asegura, entre otras cosas, evitar la explotación impune de los funcionarios, pues los reclamos se hacen directamente ante el Príncipe. b) Enviar colonias, poco gravosas y casi indiferentes al interés general, que mantener ejércitos, con los cuales gastará infinitamente más y consumirá las rentas del propio país. Quien adquiere un Principado de tales condiciones, debe volverse el defensor de los Príncipes más débiles y buscar la forma de debilitar a los más fuertes, evitando la presencia en su territorio de Príncipes extranjeros tan fuertes como él, pues los Príncipes débiles se concentrarían alrededor del extranjero, dada la envidia natural que tienen hacia el Príncipe regente. El Príncipe prudente, resuelve los males presentes y precave los que están por venir. Dario de Persia Todos los Principados han sido gobernados en dos modos Alejandro diferentes: a) Por un Príncipe absoluto, ante el cual son Magno esclavos todos los demás hombres; entre los cuales escoge sus ministros para que le ayuden a gobernar el reino. En estos Principados, el Príncipe tiene mucha más autoridad. b) Por un Príncipe rodeado de personas que no gobiernan por favor particular del primero, sino en virtud de un derecho inherente a la antigüedad de su linaje, teniendo a su vez vasallos y señorío propio. En estos reinos, la estabilidad solo se logra anulando las familias de los antiguos señores, para que los súbditos no reconozcan otro dominio sino el del Príncipe. Existen tres maneras de gobernarlos dichos Principados: a) Arruinar a estos Estados. b) Fijar el Príncipe conquistador su residencia en ellos. c) Exigirles un tributo y constituir un gobierno, compuesto por un pequeño grupo de personas que mantenga en paz el país. El Príncipe que se apodere de una ciudad o provincia acostumbrada a gozar de su libertad y no la destruya, debe temer ser destruido por ella. En aquellas acostumbradas a vivir sujeta a un Príncipe cuya dinastía se haya extinguido, no son capaces de avenirse para elegir otro nuevo ni proclamarse libres. Mientras que en las republicanas, hay más valor; se hace más fuerte el aborrecimiento y más vivo el deseo de venganza, ante lo cual el modo más seguro es, o arruinarlas, o fijar en ellas su residencia. Moisés Quienes llegan a ser Príncipes por medios semejantes a los Ciro de Persia de los grandes héroes de la antigüedad, adquieren la Rómulo soberanía superando graves obstáculos, pero la conservan Teseo sin mayor esfuerzo. Las dificultades que enfrentan nacen de Hierón de las modificaciones que necesitan introducir, especialmente Siracusa cuando se trata de nuevas leyes, pues se tendrá como enemigos a quienes se sentían satisfechos con las leyes antiguas, y no puede contar sino con aquella minoría a quienes estas nuevas leyes resultan más ventajosas, quienes son débiles frente a la mayoría. Por eso, todos los profetas armados, mientras que fracasaron los desarmados, lo cual se explica además, por la volubilidad de los pueblos, prestos a decidirse por una opinión nueva e inconstantes para sustentarlas. Por ello, se hace necesario tomar
El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello
Capítulo VII: De los Principados nuevos que se adquieren por la fortuna y con las armas ajenas. Capítulo VIII: De los que llegaron a Príncipes por medio de maldades. Capítulo IX: Del Principado civil.
Capítulo X: Cómo deben medirse las fuerzas de los Principados.
Capítulo XI: De los Principados eclesiásticos.
medidas para obligarles a aceptar aquello mismo que aceptaron en su momento, pero empiezan a no querer. Estos Príncipes no tienen más fundamento que la voluntad y fortuna de quienes los pusieron en el poder, bases mutables e inseguras, pues ni ellos saben ni pueden mantenerse en semejante dignidad. No saben, porque quien ha vivido como particular, por lo general ignora el arte de mandar (salvo que tenga un talento o espíritu excepcional), y carece de tropas con cuyo afecto y fidelidad puedan contar. Si bien no es virtud cometer crímenes para ser Príncipes, puede llamarse bueno a lo que es malo en sí mismo, cuando la crueldad se usa por una sola vez por la necesidad de afianzar el poder y luego no se repite, procurando que lo hecho se convierta en beneficio del pueblo. Los daños deben hacerse todos de una vez, pues cuando menos se repitan, menos ofenden; y los beneficios conviene ejecutarlos poco a poco, para que se saboreen mejor. Es aquel adquirido mediante el fervor y la asistencia de sus conciudadanos, lo cual supone mucha habilidad y aprovechar una ocasión favorable. Este tipo de Principado lo fundan el pueblo o los nobles según la fortuna, en este último caso, tomando como caudillo a uno de la primera clase para subyugar a su pueblo. Es más fácil contentar al pueblo que a los nobles (éstos quieren ejercer la tiranía y son especialmente traicioneros, mientras aquellos se contentan con evitarla). El Príncipe se verá pronto abandonado por un pueblo que no le tenga afecto, como por los nobles contra cuyo gusto gobierne. Debe recordar que tiene que vivir con su mismo pueblo, pero no con sus mismos nobles, a quienes puede elevar o abatir. El Príncipe prudente debe conducirse de tal modo que siempre estén sus súbditos persuadidos de que le necesitan y no pueden vivir sin él. Así le serán fieles. Solamente pueden sostenerse por sí mismos, los Principados que tengan la cantidad suficiente de hombres y dinero para presentar en campaña un ejército contra quien los acometa. Por eso, el Príncipe debe mantener bien abastecidas y fortificadas las ciudades de su residencia, y no tendrá nada que temer si se ha conducido bien con otros gobiernos y con su pueblo. El agresor no se podrá mantener con su ejército un largo tiempo fuera de su Principado, delante de una plaza que está bien defendida. Los hombres no gustan embarcarse en empresas difíciles sin alguna probabilidad de éxito. No se adquieren con tanta facilidad como se conservan. Solo se obtienen por el mérito o la fortuna. Al fundarse en antiguas instituciones religiosas, los Príncipes eclesiásticos se sostienen sin mayor esfuerzo, siendo los únicos que poseen Estados sin defenderlos y tienen súbditos sin gobernarlos. Son los únicos Principados cuyas tierras se respetan y cuyos vasallos no tienen medios ni voluntad para sustraerse de su dominio, en los cuales el Príncipe encuentra ventura y seguridad, porque se gobiernan por medios superiores a la razón.
Darío de Persia Francisco Sforza César Borgia Ramiro d’Orco Papa Julio II Papa Alejandro VI
Agátocles de Siracusa Fermo Oliverotto César Borgia
Nabis de Esparta
Papa Julio II Papa Alejandro VI Papa León X
El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello Capítulo XII: De las diferentes clases de milicia y de los soldados mercenarios. Capítulo XIII: De los soldados auxiliares, mixtos y mercenarios.
Tres tipos: a) Nacionales. b) Mercenarias, empleadas por los Príncipes eclesiásticos. Son inútiles y peligrosas, porque tienen poca unión entre sí, son ambiciosas, cobardes frente al enemigo y no guardan disciplina ni fidelidad. El Príncipe debe evitar tales tropas, pues por servir en interés de un salario que nunca equivale al riesgo de perder la vida, solo sirven con gusto en tiempo de paz. c) Mixtas. Las tropas auxiliares son las que recibe un Príncipe, prestadas de sus aliados para su socorro o defensa. Son tan inútiles como las mercenarias, útiles a quien las envía, pero funestas al Príncipe que se sirve de ella, pues si es vencida, es este quien sufre la pérdida, o es vencedora, queda el Príncipe a su discreción. Pues solamente se sujetan a la obediencia de un extranjero.
Capítulo XIV: De las obligaciones del Príncipe en lo concerniente al arte de la guerra. Capítulo XV: De las cosas por las que los hombres, y especialment e los Príncipes, son alabados o censurados.
El arte de la guerra es el principal objeto de estudio de los Príncipes en tiempos de paz, por ser la ciencia de quienes gobiernan. Nada contribuye más a perder un Príncipe su autoridad, que no ser capaz de ponerse al frente de sus tropas, por lo cual debe cuidarse siempre de no perder el aprecio de sus súbditos. No puede compararse entre los hombres armados y los desarmados, pues los primeros mandan y los segundos obedecen. El propósito de Maquiavelo es presentar las cosas como son en la realidad, y no como las cree el vulgo, pues es distinto saber cómo viven los hombres que saber cómo deberían vivir. El hombre que quiere conducirse con honestidad será la víctima de quienes obran con maldad. Así, el Príncipe que triunfa ha de saber ser malo, y usar ese conocimiento si lo necesita para defender sus intereses. Debe evitar aquellos vicios cuya infamia le puede acarrear perder su mando, y aquellos que sin ofrecer tanto peligro, puedan dominarle. Pero no debe hacer caso a las censuras hechas por los crímenes que le ayuden a vigorizar su poder. Siempre habrá virtudes que si las aplica conducirán a su ruina, y vicios que en la práctica le producirán provecho. Siempre es mejor para el Príncipe ser poco generoso (y contentar a unos pocos, siendo tenido por avaro) que serlo demasiado, de tal manera que después no sea temido ni respetado, pues no reparará en gastos, y para mantener su reputación suele verse obligado a gastar los recursos del Estado e imponer impuestos a sus vasallos, con lo cual terminará siendo aborrecido. Un Príncipe debe ser clemente pero a tiempo y con medida. La crueldad es necesaria cuando se trata de mantener al pueblo dentro de los límites de la obediencia. Se muestra entonces más humano haciendo un número corto de castigos, y la pena impuesta sobre los delincuentes solo recae sobre algunos súbditos, evitando el desorden y el caos general del Principado. En lo posible se debe ser amado y temido, pero es preferible ser temido, si no se puede ser amado, pues no es igual hacer sentir en igual grado a todos. Hay dos formas de proceder, que debe saber emplear el Príncipe: a) Por las leyes, manera de actuar propia de los hombres. b) Por la fuerza, forma propia de las bestias. Sin
Capítulo XVI: De la liberalidad y de la miseria. Capítulo XVII: De la clemencia y de la severidad, y si vale más ser amado que temido. Capítulo XVIII: De qué modo deben
Carlos VIII Alberigo de La Emisión Braccio da Montone Francisco Sforza Papa Julio II Fernando I de Aragón César Borgia Hierón de Siracusa David Luis XI de Francia Francisco Sforza Aquiles Alejandro Magno Escipión Ciro de Persia Filipo de Macedonia
Ciro de Persia Julio César Papa Julio II Luis XII de Francia
El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello guardar los Príncipes la fe prometida.
Capítulo XIX: El Príncipe debe evitar ser aborrecido y despreciado.
Capítulo XX: Si las fortalezas y otras muchas cosas que los Príncipes hacen son útiles o perjudiciales. Capítulo XXI: Cómo debe conducirse un Príncipe para adquirir consideració n.
Capítulo XXII: De los ministros o secretarios de los Príncipes. Capítulo
embargo, cuando las leyes no alcanzan, es necesario recurrir a la fuerza. De las cualidades de los animales, el Príncipe debe tomar las que distinguen al león y al zorro, y valerse de ambas: fuerte como el león y astuto como el zorro. El Príncipe prudente no debe supeditarse al cumplimiento de sus promesas, pues los hombres son malos por naturaleza y siempre están dispuestos a incumplir su palabra. Siempre sale mejor librado quien se presenta astuto como el zorro, representar bien el papel y saber disimular y fingir, pues para quien engaña, siempre habrá quien se deje engañar. El Príncipe debe huir de la rapacidad, de cometer atropellos contra sus súbditos y sus bienes, pues este tipo de ofensas no se perdonan. Al contrario, en sus actos deben resplandecer el valor, la gloria, la energía. Sus fallos deben ser irrevocables al administrar justicia, dando la impresión de que a toda costa mantiene la justicia. Así adquirirá prestigio y será más difícil conspirar contra él, por la adhesión de su pueblo. Debe dejarse a cargo de otro la imposición de obligaciones, cargas y castigos, reservándose el Príncipe la concesión de gracias y mercedes. El odio se produce igualmente por proceder bien que por obrar mal: por eso, el Príncipe puede ser malo cuando a quien necesita halagar es corrupto, si el medio es eficaz para lograr sus objetivos. Para garantizar la seguridad del Principado, se puede: a) Desarmar a los súbditos. b) Fomentar la discordia entre ellos. c) Procurarse intencionalmente enemigos. d) Construir fortalezas. e) Destruir las que tenían. Un Príncipe nuevo no desarma a sus súbditos, por el contrario, si están desarmados, los arma, pues así emplean las armas a favor del Príncipe, haciendo a los leales más leales y atrayendo a quienes originalmente no lo son. Lo que más contribuye a glorificar a un Príncipe son las grandes empresas y hechos extraordinarios de que da ejemplo, y mostrarse como verdadero amigo o enemigo, es decir, mostrarse sin reparo favorable o desfavorable a alguien, lo cual resulta mucho mejor que permanecer neutral. No se debe aliar con otro más poderoso para atacar a un tercero, pues después de la victoria se queda a su merced. Debe procurarse la alegría de su pueblo con fiestas y espectáculos, y mostrarse interesado en sus asuntos, dando ejemplo de condescendencia y bondad. En saber distinguir cual es el mal menor consiste el acierto del Príncipe. Su elección es muy importante, pues da a conocer la sabiduría de quien elige. La reputación del Príncipe depende muchas veces del mérito o talento de quienes le rodean. Un ministro debe permanecer siempre al frente de los asuntos públicos y nunca ocuparse más de sus propios asuntos, o entretener al Príncipe con sus asuntos particulares. Si no están de acuerdo el Príncipe con su ministro, el primero sufrirá más las consecuencias. El Príncipe debe estar siempre alerta de la adulación que
Mícer Aníbal Bentivoglio Príncipe Canseschi
Nicolas Vitelli Guidobaldo da Fontefeltro
Fernando I de Aragón
El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
Carlos Edwin Abello, Doris Hormaza León, Camilo García Sarmiento, Brigitte Urquijo Hortúa, Edna Rocío Casas Bello XXIII: Cuándo debe huirse de los aduladores
Capítulo XXIV: Por qué muchos Príncipes de Italia perdieron sus Estados. Capítulo XXV: Dominio que ejerce la fortuna en las cosas humanas, y cómo resistirla cuando es adversa.
reina en las cortes, solo se libran de ella valiéndose de la prudencia y mucha habilidad. Pues los hombres tienen tanto amor propio y tan buena opinión de sí mismos, que es muy difícil evitarla. Así, lo mejor que puede hacer el Príncipe para librarse de los aduladores es manifestar que no les ofende la verdad. El Príncipe debe tener consejeros y consultarlos, cuando a él le acomode y no cuando quieran los demás. Vengan de donde vengan, los buenos consejos deben parecer nacidos del Príncipe, y no de sus consejeros. Hay que tener en cuenta siempre que los hombres son malos si la necesidad no les obliga a ser buenos. Un Príncipe nuevo tiene la oportunidad de adquirir gloria fundando una nueva nación, regida por leyes y ejércitos nuevos y forjando alianzas convenientes. El Príncipe antiguo, por su parte, debe congraciarse con su pueblo, acertar en sus relaciones con el ejército y contener la ambición de los grandes señores. El súbdito siempre olvida los actos antiguos y desea aplaudir al Príncipe nuevo. Si de la fortuna depende la mitad de nuestros actos, de nosotros depende la otra mitad. La fortuna ejerce su poder si no se le opone ninguna barrera. Los príncipes que se fían demasiado de la fortuna, se arruinan cuando ésta les abandona. Para sortearla, hay momentos en que es necesario valerse de mucha prudencia y otros, por el contrario, en que el Príncipe puede o debe dejar algo al azar.
Federico de Aragón, Ludovico el Moro
Capítulo XXVI: Exhortación para librar a Italia de los bárbaros.
Gracias a El Príncipe, el nombre de Maquiavelo se ha asociado durante casi cinco siglos, como sinónimo de cinismo y crueldad, una especie de apóstol de la inmoralidad. En el s. XVI se le solía llamar “Lucifer” o Satán, “socio del Demonio en el delito”, y toda su obra fue censurada por la Iglesia Católica, apareciendo en la lista de los libros prohibidos (Índice Librorum Prohibitorum et Expurgatorum) , hasta 1966. Bertrand Russell llamó a este libro: “un manual para gangsters”. Fue duramente criticado, entre otros, por Diderot y por Rousseau en El Contrato Social (lo consideraba una sátira de su tiempo); hasta Federico el Grande de Prusia escribió un “Anti – Maquiavelo” (1740). Existe una versión con anotaciones de Napoleón Bonaparte (encontrada en su carroza por los prusianos, después de la batalla de Waterloo, 1815); el dictador Benito Mussolini escribió un prefacio para una edición de este libro. Se dice que la obra fue la lectura cotidiana de estadistas como Josef Stalin, Henry Kissinger y Richard Nixon, entre muchos otros. Curiosamente, existe un libro oriental, muy similar a El Príncipe: el Arthashastra (“Tratado” o “Ciencia de la política”), de Kautilya, autor hindú del s. IV aC; de gran influencia en la antigua India hasta el s. XII dC.
3. Sus enseñanzas Aunque Maquiavelo nunca lo dijo, se le atribuye la frase “el fin justifica los medios”, que resume, de una manera elocuente pero sesgada, su pensamiento. Sesgada, pues para entenderle completamente, hay que recordar la intención del libro El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
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(mostrar a Lorenzo de Medici como debe unificar Italia), y sus apar contradicciones (y coherencia interna) respecto de su segunda gran obra, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, en la cual defiende una forma republicana de gobierno. En su obra, Maquiavelo pretende ofrecer una visión científica y realista de la política, para lo cual se pregunta: ¿cómo se conserva el Estado? En otras palabras: ¿cómo se conserva el poder? Para ello, plantea tres conceptos esenciales:
Neccesità (Necesidad)
Virtù (Virtud)
El hombre es egoísta y corrupto por naturaleza. No existe una ley ética natural; la moralidad es exterior a la naturaleza humana y nace de la necesidad del Estado para mantener el orden social (sistema de represión estatal).
Facultad de acción, vigor, osadía, coraje, orgullo, la fuerza e inteligencia de una personalidad excepcional, cabal posesión de los medios o cualidades para alcanzar un fin, incluyendo una cierta implacabilidad. Esta palabra no se refiere a la virtud, en el sentido cristiano habitual. La virtud del Príncipe nuovo, consiste en saber poner las pasiones humanas al servicio del fin supremo (mantener el poder).
Fortuna (Fortuna) Fuerza incontrolable que rige nuestras vidas, la buena o mala suerte, los cambios imprevistos de las circunstancias: “Siempre un cambio da pie a la preparación de otro.” (Cap. II) El azar que se debe manejar, acomodándose a la inestabilidad de los tiempos. “Yo sostengo firmemente esto: que es mejor ser impetuoso que cauteloso; porque la Fortuna es mujer, y es necesario, si se la quiere domeñar, humillarla y golpearla.” (Cap. XXV)
La virtud del Príncipe consiste en luchar y someter a la Fortuna (“Considero que puede ser cierto que la Fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también que nos deja gobernar la otra mitad, poco más o menos, a nosotros … ella demuestra su poder allí donde no hay una virtud preparada para resistírsele”, Cap. XXV), para conservar el poder: “Quien se ha confiado menos en la Fortuna se ha mantenido más tiempo en el poder.” (Cap. VI) “Quienes con la sola ayuda de la Fortuna se convierten de simples particulares en Príncipes llegan a su estado con poco esfuerzo, pero les cuesta mucho mantenerse en él.” (Cap. VII) Pese a ser caprichosa, la Fortuna puede no solo traer la ruina, sino grandes dones, como el honor, la gloria y la fama. Puede influirse en ella, hasta dominarla, pero no para siempre.
El interés general prima sobre el interés particular; moral y religión supeditadas al poder político. Lo anterior, pues la naturaleza egocéntrica y corrupta del hombre es inmutable y sus reacciones son previsibles: “Los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio”. (Cap. XVII) “Los hombres se interesan más por las cosas presentes que por las pasadas, y cuando en el presente encuentran el bien, disfrutan de él y no buscan nada más.” (Cap. XXIV) “Los hombres siempre te saldrán malos a no ser que una necesidad los haga buenos” (Cap. XXIII)
“Todos los profetas armados vencieron y los desarmados fracasaron … naturaleza de los pueblos es inconstante y es fácil persuadirles de algo, pero es difícil mantenerlos convencidos. Por eso conviene estar preparado de tal manera El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
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que, cuando dejen de creer, se les pueda hacer creer por la fuerza.” (Cap. VI) “Entre un hombre armado y uno desarmado no hay comparación posible, y no es de razón que quien está armado obedezca de buen grado a quien está desarmado, ni que el desarmado esté seguro entre servidores armados.” (Cap. XIV) El pensamiento de Maquiavelo se basa en la atención a la realidad, sin ilusiones ni autoengaños. Así, se desprende de una visión normativa (moralista) de la política, pues para él, el hombre es malo, dominado por las pasiones, en especial la ambición, que conlleva eventualmente a la discordia, como condición de la naturaleza humana, dispuesta a presentarse cuando tenga la ocasión. La política no es entonces, otra cosa que un arte, una técnica autónoma de adquisición, preservación e incremento del poder, a través de la fuerza (represión). Un plano donde la moral no es siempre aplicable, en el cual la historia se repite de forma causal, donde la supervivencia es el único curso de acción: El Príncipe: “debe tener un ánimo dispuesto a moverse según le exigen los vientos y las variaciones de la fortuna y a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal si se ve obligado” (Cap. XVIII). El Príncipe personifica el poder del pueblo, quien se lo ha delegado, permitiéndole incluso llegar al poder por la fuerza, y mantenerlo mediante el engaño: “No pueden haber buenas leyes donde no haya buenas armas” (Cap. XII). El Príncipe debe ser primero amado que temido; pero de no poderse lograr dicha condición, deberá preferir ser temido que amado, pues el estado emocional del temor es más fácil de manejar que el afecto: el temor infunde mucho mayor respeto: “Debe (…) el Príncipe hacerse temer de manera que, si no se gana el amor, cuando menos evite el odio; porque puede muy bien ser temido y no odiado al mismo tiempo.” (Cap. XVII) “Los hombres atacan o por miedo o por odio.” (Capítulo VII) El Príncipe debe saber manejar dos facultades irracionales: la fuerza del león (el respaldo del ejército), y la astucia del zorro (la suya propia, o la de sus consejeros): “Debéis, pues, saber que hay dos modos de combatir: uno observando las leyes morales, el otro mediante el uso de la fuerza: el primero es propio del hombre, el segundo de las bestias; pero puesto que el primero muchas veces no basta, conviene recurrir al segundo. Por lo tanto, a un Príncipe le es necesario saber utilizar a la bestia y al hombre … Estando, pues, un Príncipe obligado a perfectamente a la bestia, debe elegir de entre ellas al zorro y al león; porque el león no se defiende de las trampas y el zorro no se defiende de los lobos. Es, pues, necesario ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos. Quienes solo remedan al león no saben lo que hacen.” (Cap. XVIII) Así, son cualidades del Príncipe las siguientes:
a) Excluir la apreciación moral: al Príncipe piadoso cristiano, Maquiavelo contrapone un Príncipe preocupado solamente por la eficacia, con una moral utilitarista, quien no asume ningún juicio moral ni sobre los fines ni sobre los medios: “Hay tanta diferencia entre cómo se vive y cómo se debería vivir, que quien deja lo que se hace por lo que se debería hacer encuentra antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiera hacer en todo profesión de bueno labrará inevitablemente su ruina entre tantos que no lo son. Por eso, un Príncipe que quiera mantenerse en el poder, es necesario que sea capaz de no ser bueno, y que aprenda a actuar de un modo o de otro según le convenga … Si uno lo considera todo debidamente, encontrará algo que parecerá virtud, pero que si lo siguiera sería su ruina, y algo que El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
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parecerá vicio, pero que si lo sigue se derivan de ello su seguridad y bienestar.” (Cap. XV) b) Tener conocimientos militares: “El Príncipe no debe cesar … de pensar en el ejercicio de las armas y en los tiempos de paz, debe darse a ellas todavía más que en los de guerra.” (Cap. XIV) c) Ser astuto: “Es pues necesario que un Príncipe que desea mantenerse, aprenda a poder no ser bueno y a servirse o no servirse de esta facultad según que las circunstancias lo exijan.” Ello resultó escandaloso en una época en la cual se pretendía mostrar al Príncipe como un modelo de bondad, sustentándose la legitimidad de su poder, y la obediencia del pueblo, en su virtuosidad. d) Ser avaro, en vez de generoso: la pobreza es un mal que el Príncipe debe evitar a toda costa, para poder mantenerse en el poder: “En nuestra época sólo hemos visto hacer grandes cosas a quienes eran tenidos por mezquinos … No hay nada que se consuma tanto a sí mismo como la liberalidad, pues mientras la usas pierdes la facultad de usarla y te conviertes o en pobre y despreciable o, para huir de la pobreza, en rapaz u odioso.” (Cap. XVI) e) ¿Ser amado, o temido? Según fuera señalado anteriormente, es necesario ser lo uno y lo otro. La crueldad es necesaria a veces. En general, es mejor ser temido, pero cuidándose de no suscitar odio: “A los hombres se les debe adular o destruir, porque se vengan de las pequeñas ofensas, ya que de las grandes no pueden; así que la ofensa que se haga a un hombre debe ser tal que no haya posibilidad de venganza.” (Cap. III) “Se engaña quien cree que los nuevos beneficios hacen que los grandes hombres olviden las viejas injurias” (Cap. VII) “Las injurias deben hacerse todas a la vez, a fin de que, saboreándolas menos, ofendan menos; y los favores deben hacerse poco a poco, a fin de que se saboreen mejor … Al apoderarse de un estado, el que lo ocupa debe examinar todas aquellas ofensas que le será necesario hacer y llevarlas a cabo todas a un tiempo para no tener que renovarlas cada día y poder así, al no renovarlas, tranquilizar a sus hombres y ganárselos con favores.” (Cap. VIII) f) ¿Ser fiel a sus compromisos? Maquiavelo rechaza el modelo feudal del Príncipe virtuoso, quien respeta el honor y cumple siempre su palabra: “No puede … un señor prudente, ni debe, cumplir su palabra cuando tal cumplimiento se vuelva en contra suya y hayan desaparecido los motivos que le obligaron a darla. Y si todos los hombres fuesen buenos, este precepto no lo sería; pero, puesto que son malos y no cumplirían su palabra contigo, tú etiam no tienes que cumplirla con ellos.” (Cap. XVIII) Porque: “El odio se gana tanto mediante las buenas obras como mediante las malas.” (Cap. XIX) g) Utilizar la propaganda y la opinión pública: “A un Príncipe … no le es necesario tener todas las … cualidades, pero sí le es necesario aparentar tenerlas. Es más, me atrevería a decir esto: si las tiene y las observa siempre son perjudiciales y, si aparenta tenerlas, son útiles; como aparentar ser piadoso, fiel, humano, honesto y serlo de verdad, pero estar con el ánimo El Príncipe de Maquiavelo / Metodología de la Investigación Jurídica / Resumen de la exposición
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dispuesto de tal manera que, si es necesario no serlo, puedas y sepas cambiar a lo contrario.” (Cap. XVIII) Todo lo anterior, pues el Príncipe no debe tener otra guía de acción, que la “Razón de Estado” (o “Raison d'État”, expresión popularizada en Francia en el s. XVII por el Cardenal Richelieu): conservar el poder y, con ello, el Estado mismo, que no puede ser distinto al fin de una República libre, pues es la única garantía de paz y orden entre los individuos, de su propia integridad frente a la agresión interna y externa. La “salud de la patria” es fin y bien supremo del individuo; seguridad y autonomía, dependencia exclusiva del Estado en sí mismo.
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