REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA MISIÓN SUCRE ESCUELA DE MEDICINA CARLOS APONTE PRE – MÉDICO II-2.011 EL TIGRITO – ESTADO ANZOÁTEGUI UNIDAD CURRICULAR: PENSAMIENTO POLÍTICO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO PROFESORA: CARLINÁ BASSANETH REALIZADO POR: ABACHE LESSISMAR ABACHE JEANNY
TEMA I. PENSAMIENTO POLÍTICO DE LOS ABORÍGENES AMERICANOS ANTES DEL CONTACTO CON LOS EUROPEOS.
Guaicaipuro. Tamanaco. Tupac - Amaro. Atahualpa. Galvarino. Cuitláhuac. Lautaro Caupolicán. Nicaraue.
Guaicaipuro.
La resistencia militar de Guaicaipuro residía en la religión, pues arriesgaba la vida para proteger los lugares sagrados y la espiritualidad de los aborígenes, que peligraban por los invasores que, sesgados por su ilimitado afán de riquezas y vanagloria, a su paso, sin piedad, destruían. Guaicaipuro, de la etnia pemón, era el Piache de los Piaches. En este cacique se reunían los dones mayores, resultado de una ardua preparación espiritual que desemboca en habilidades militares, que lo convierten en el mejor estratega de su tiempo al unificar tribus, sin importar las marcadas diferencias lingüísticas, en pro de la defensa de los suyos. Asimismo, Guaicaipuro fue un profeta que sabía su destino histórico y su misión libertaria, la cual trascendía más allá de su instante hasta acoger el ahora y el futuro de los venezolanos; que con sus acciones nos fortalece la identidad cuando nos oponemos a la imposición de culturas que, lejos de retratar nuestra idiosincrasia, castran la filosofía, las costumbres, la literatura y los valores en general que nos definen como venezolanos. Luego, en ese entonces, como la religión se vincula a la política, Guaicaipuro, con sus propuestas, concibió un proyecto de gobierno propio para los pueblos aborígenes, tan digno como el ideario de cualquier pensador de origen europeo. Cacique teque. Logró formar una poderosa confederación de tribus, con la que se enfrentó a los españoles por el control del valle de Caracas. Los españoles, dirigidos primero por Pedro de Miranda y más tarde por Juan Rodríguez Suárez, fueron expulsados de estos territorios, y el propio Rodríguez Suárez pereció en la lucha. En 1562, logró derrotar a una expedición de Luis Narváez, y los españoles, ante la violencia de los ataques de los indígenas, se vieron obligados a refugiarse en la isla Margarita. No pudo repetir este éxito contra Diego de
Losada en su intento de apoderarse de la ciudad de Caracas, fundada por el propio Losada, quien contraatacó y sorprendió a Guaicaipuro en la batalla de Maracapana. Acorralado en su vivienda, el cacique se enfrentó a sus atacantes, a los que opuso una desesperada resistencia hasta la muerte. Guaicaipuro formó una coalición de gran alcance en contra de la conquista española del territorio de la actual Venezuela, con diversas tribus que él condujo durante el siglo XVI en la región central del país, especialmente en Valle de Caracas. Él dirigió, entre otros, a los Caciques Naiguatá, Guaicamacuto, Chacao, Aramaipuro, Paramaconi y a su propio hijo Baruta. Guaicaipuro en la actualidad es uno de los Caciques más famosos e ilustres. El área ocupada en nuestros días por la ciudad de Los Teques, fue poblada por varios grupos indígenas, los cuales contaban cada uno con su propio cacique. La tribu de Guaicaipuro, que abarcaba un área desde Turgua al este, hasta donde hoy se encuentra San José de los Altos, al oeste, era una de las más grandes. Uno de sus hijos varones, Baruta, se convirtió también en Cacique y dominaba el área del actual municipio de igual nombre. Otras hijas de Guaicaipuro eran, al parecer, Tiora y Caycape. Los españoles descubrieron oro en el área de Los Teques hacia 1560, y como comenzaron a poblar el sitio de las minas para extraerlo, Guaicaipuro, sintiendo su tierra invadida, les atacó, junto a otros caciques aliados, entre ellos Terepaima, forzando a los españoles a abandonar el lugar. Después del ataque, el gobernador de la provincia de Venezuela, Pablo del Collado, envió a Juan Rodríguez Suárez en 1561 para pacificar el área. Rodríguez Suárez, creyendo que había alcanzado su tarea al repeler a Guaicaipuro de la zona, deja el área al cuidado de algunos mineros y de tres de sus hijos, mientras exploraba los términos de Caracas. Una vez que los soldados españoles se marcharon del lugar, Guaicaipuro asaltó de nuevo las minas y mató a todos los trabajadores, así como a los hijos de Rodríguez Suárez. Inmediatamente después de eso, Rodríguez Suárez, que estaba en camino a la ciudad de Valencia, con el propósito de reunirse con los españoles leales al rey, que intentaban detener al caudillo rebelde Lope de Aguirre (conocido en Venezuela como El Tirano, de los conquistadores del Perú, venido por el Amazonas en 1561 y alzado contra la Corona), fue emboscado por Guaicaipuro y el cacique Terepaima, que le dieron muerte durante su trayecto. Iba con un contingente reducido de seis soldados.. Después de estos sucesos, Guaicaipuro se convirtió en la figura principal y central en la sublevación de todas las tribus nativas de la provincia de Caracas, y logra unirlas a todas bajo su mando. En 1562 Terepaima derrota a una fuerza expedicionaria conducida por el capitán Luis de Narváez, matándolo a él y a 150 de los expedicionarios. Debido a los ataques feroces por parte de los indígenas, los españoles se retiraron lejos del área durante varios años. En 1567, poco después de vencer en la Batalla de Maracapana, el capitán Diego de Losada entra al valle de San Francisco y ese año o el siguiente, puebla la ciudad de «Santiago de León de Caracas». Los españoles se preocuparon por la cercana presencia de Guaicaipuro y de sus hombres y, dada la fama de sus ataques hacia los conquistadores, decidieron no esperar un ataque de él, con lo que, como movimiento preventivo, Diego de Losada encomendó al alcalde de la ciudad, Francisco de Infante emprender la misión de capturar a Guaicaipuro y „pacificar‟ a los otros Caciques. A fines de 1567 o inicios de 1568, Francisco Infante y sus hombres, conducidos por guías nativos que habían sido chantajeados, dieron con el paradero de la choza de Guaicaipuro, en las cercanías de Paracotos. Según la leyenda, Guaicaipuro prendió fuego a su choza y se suicidó antes de permitir que los españoles lo encontraran con vida. Sin embargo, la otra versión sobre su muerte, que es la que ofrece el historiador José de Oviedo y Baños en su obra publicada en 1723, narra que tras una larga batalla por su vida, los españoles, imposibilitados de entrar a la choza, decidieron lanzarle una bomba de fuego sobre el techo de paja, obligando con ello a salir a Guaicaipuro que perece luchando con la espada que le había ganado a Rodríguez Suárez. Todos estos datos son tomados de la obra de Oviedo y Baños, Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela, quien es el único que ofrece estos detalles de Guaicaipuro. Pues sobre la existencia o
no de Guaicaipuro como líder de la Confederación Indígena de Caracas no hay hasta hoy pruebas documentales ciertas. Existen algunos escasos documentos copiados de otros de 1585, que mencionan de pasada a Guaicaipuro como simple cacique de los Teques, pero su papel de líder heróico de la resistencia indígena de Caracas es sólo sustentado por la narración del historiador José de Oviedo y Baños, que escribe sobre esos hechos en 1723, y en cuya obra se han descubierto numerosos errores históricos. De hecho, Oviedo es el que inicia narrativamente la supuesta existencia histórica de Guaicaipuro como líder de la resistencia indígena, pues en los amplios archivos documentales que hablan del período entre 1568 y 1723 no se menciona esta gesta descrita por Oviedo en ninguna forma. Tamanaco.
Dos años después de la muerte del gran Cacique Guaicaipuro, surge Tamanaco, cacique de los indios mariches y de los quiriquires. Su misión, al igual que Guaicaipuro, era la de propiciar una alianza entre las diferentes tribus.
Tamanaco, fue un jefe nativo venezolano, que siendo libre de las tribus Mariches y Quiriquires, lideró durante parte del Siglo XVI la resistencia en contra de la conquista del territorio venezolano, especialmente en la zona central del país, por parte de los españoles. Es uno de las más famosos y más conocidos Caciques Venezolanos. La ciudad de Santiago de León de Caracas, que fue fundada en 1567, era continuamente arrasada por las tribus locales. En 1570 cuando Diego de Mazariegos tomó cargo como gobernador de la provincia de Venezuela, hizo prioridad la pacificación de los territorios. Siguengo la muerte de Guaicaipuro, Tamanaco se hizo nuevo líder de los Mariches y Quiriquires. Para 1573 Tamanaco y su grupo de nativos se volvieron tal problema, que refuerzos vinieron de España y otras islas españolas en el Caribe con el solo propósito de ocuparse de ellos. Luego el capitán Pedro Alonso Galeas y el teniente Francisco Calderón unieron fuerzas con el fin de iniciar una expedición para atrapar a Tamanaco y sus hombres, fueron ayudados por Aricabacuto, otro cacique. Una vez conocido lo de la expedición, Tamanaco preparo una fuerza que constaba de 300 guerreros mas la ayuda de las tribus Teques y Arbaco. Poco después Tamanaco decidió atacar Caracas y persiguió a los soldados españoles hasta el río Guaire, donde estos últimos, liderados por el capitán Hernando de la Cerda, combatieron a los hombres de Tamanaco derrotando a este y a sus hombres con la ayuda de la caballería. Tamanaco fue apresado vivo y sentenciado a la horca. Sin embargo, Garci González de Silva, a cargo de la ciudad de Caracas, discutiendo con el capitán Mendoza, se le propuso una alternativa a Tamanaco, la horca o luchar contra el perro entrenado de Mendoza, irónicamente llamado "Amigo". Tamanaco aceptó, pero la lucha era desigual y Tamanaco murió por las heridas en su garganta. Luego de su muerte Tamanaco se volvió una leyenda entre los nativos quienes gritan su nombre durante la batalla. Tupac – Amaro
(José Gabriel Condorcanqui o Quivicanqui). Revolucionario peruano, descendiente de los incas (Surimaná, 1741 - Cuzco, 1781). Cacique de Surimaná, Tungasuca y Pampamarca, era bisnieto de Juana Pilco-Huaco, la hija del último soberano inca, Túpac Amaru I (ejecutado por los españoles en 1572). Se educó con los jesuitas de Cuzco e hizo fortuna en negocios de transporte, minería y tierras. Su prestigio entre los indios y mestizos le permitió encabezar una rebelión contra las autoridades españolas del Perú en 1780; dicha rebelión (precedida por otras similares) estalló por el descontento de la población contra los tributos y prestaciones obligatorias de trabajo que imponían los españoles (mitas, obrajes, repartimientos, servicios…) y contra los abusos de los corregidores. Comenzó con la ejecución del corregidor de Tinta, sin que al parecer existiera un plan premeditado de insurrección.
Condorcanqui adoptó el nombre de su ancestro (Túpac Amaru, por lo que sería conocido como Túpac Amaru II) como símbolo de rebeldía contra los colonizadores. Se presentó como restaurador y legítimo heredero de la dinastía inca y envió emisarios para extender la rebelión por todo el Perú. No obstante, su rebeldía se dirigía contra las autoridades españolas locales, manteniendo la ficción de lealtad al rey Carlos III. El primer destacamento enviado a reprimir la rebelión fue derrotado por Túpac Amaru en 1780. Se dirigió entonces hacia Cuzco, pero fue rechazado por los españoles en las inmediaciones de la antigua capital. Entretanto, el virrey Agustín de Jáuregui mandó contra él un ejército de 17.000 hombres, al tiempo que desalentaba la rebeldía haciendo concesiones a los indios (como crear en la Audiencia una sala especial para atender sus quejas o limitar los poderes de los corregidores). Túpac Amaru fue vencido en la batalla de Checacupe (1781), entregado por algunos de los suyos a los españoles, y trasladado por éstos a Cuzco, donde le juzgaron y ejecutaron. La gravedad de la amenaza que esta rebelión había representado para el imperio español en América se tradujo en la crueldad del virrey, que descuartizó a Túpac Amaru y envió cada parte de su cuerpo a un pueblo de la zona rebelde para dar a la ejecución un valor ejemplarizante y sofocar la rebelión (que continuó algún tiempo más, encabezada por un primo y un sobrino de Túpac Amaru). Fue un caudillo líder de la mayor rebelión indígena anticolonial que se dio en América durante el siglo XVIII. Descendía de Tupac Amaru I (último Sapa inca, ejecutado por los españoles en el siglo XVI), usó indistintamente los dos nombres. Lideró la denominada Gran Rebelión iniciada el 4 de noviembre de 1780 con la captura y posterior ejecución del corregidor Antonio de Arriaga. Curaca de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, era adinerado, dedicado al comercio. Se trataba de un personaje de origen mestizo en el que confluía la sangre del Sapa inca Túpac Amaru con la de los criollos. De hecho, durante una gran parte de su vida, habiendo sido criado hasta los 12 años por el sacerdote criollo Antonio López de Sosa y luego en el Colegio San Francisco de Borja, mostró preferencia por lo criollo, llegando a dominar el latín y utilizando refinadas vestimentas hispanas, pero posteriormente se vistió como un noble inca y fue excomulgado de la Iglesia Católica. Encabezó el mayor movimiento de corte indigenista e independentista en el Virreinato del Perú. Fue el primero en pedir la libertad de toda América de cualquier dependencia, tanto de España como de su monarca, implicando esto no sólo la mera separación política sino la eliminación de diversas formas de explotación indígena (mita minera, reparto de mercancías, obrajes) así como de los corregimientos, alcabalas y aduanas (14 de noviembre de 1780). Además decretó la abolición de la esclavitud negra por primera vez en América (16 de noviembre de 1780). Su movimiento constituyó un parteaguas, debido al cual las autoridades coloniales eliminaron a la clase indígena noble y acrecentaron la represión contra lo andino, por el temor de que algo así volviera a repetirse. En Perú ha sido reconocido como el fundador de la identidad nacional peruana. Fue una figura capital para el régimen velasquista (1968-1975) y desde entonces ha permanecido en el imaginario popular reivindicado. Atahualpa.
(Quito, 1500 - Cajamarca, actual Perú, 1533) Emperador inca (1525-1533). Hijo del emperador Huayna Cápac y de Túpac Paclla, princesa de Quito, fue favorecido por su padre, quien, poco antes de morir, en 1525, decidió dejarle el reino de Quito, la parte septentrional del Imperio Inca, en perjuicio de su hermanastro Huáscar, el heredero legítimo, al que correspondió el reino de Cuzco. Aunque inicialmente las relaciones entre ambos
reinos fueron pacíficas, la ambición de Atahualpa por ampliar sus dominios condujo al Imperio Inca a una larga y sangrienta guerra civil. En 1532, informado de la presencia de los españoles en el norte del Perú, Atahualpa intentó sin éxito pactar una tregua con su hermanastro. Huáscar salió al encuentro del ejército quiteño, pero fue vencido en la batalla de Quipaypán y apresado en las orillas del río Apurímac cuando se retiraba hacia Cuzco. Posteriormente, Atahualpa ordenó asesinar a buena parte de los familiares y demás personas de confianza de su enemigo y trasladar al prisionero a su residencia, en la ciudad de Cajamarca. En ese momento, el emperador inca recibió la noticia de que se aproximaba un reducido grupo de gentes extrañas, razón por la que decidió aplazar su entrada triunfal en Cuzco, la capital del imperio, hasta entrevistarse con los extranjeros. El 15 de noviembre de 1532, los conquistadores españoles llegaron a Cajamarca y Francisco Pizarro, su jefe, concertó una reunión con el soberano inca a través de dos emisarios. Al día siguiente, Atahualpa entró en la gran plaza de la ciudad, con un séquito de unos tres o cuatro mil hombres prácticamente desarmados, para encontrarse con Pizarro, quien, con antelación, había emplazado de forma estratégica sus piezas de artillería y escondido parte de sus efectivos en las edificaciones que rodeaban el lugar. No fue Pizarro, sin embargo, sino el fraile Vicente de Valverde el que se adelantó para saludar al inca y le exhortó a aceptar el cristianismo como religión verdadera y a someterse a la autoridad del rey Carlos I de España; Atahualpa, sorprendido e indignado ante la arrogancia de los extranjeros, se negó a ello y, con gesto altivo, arrojó al suelo la Biblia que se le había ofrecido. Pizarro dio entonces la señal de ataque: los soldados emboscados empezaron a disparar y la caballería cargó contra los desconcertados e indefensos indígenas. Al cabo de media hora de matanza, varios centenares de incas yacían muertos en la plaza y su soberano era retenido como rehén por los españoles. A los pocos días, Atahualpa, temeroso de que sus captores pretendieran restablecer en el poder a Huáscar, ordenó desde su cautiverio el asesinato de su hermanastro. Para obtener la libertad, el emperador se comprometió a llenar de oro, plata y piedras preciosas la estancia en la que se hallaba preso, lo que sólo sirvió para aumentar la codicia de los conquistadores. Unos meses más tarde, Pizarro decidió acusar a Atahualpa de idolatría, fratricidio y traición; fue condenado a la muerte en la hoguera, pena que el inca vio conmutada por la de garrote, al abrazar la fe católica antes de ser ejecutado, el 29 de agosto de 1533. La noticia de su muerte dispersó a los ejércitos incas que rodeaban Cajamarca, lo cual facilitó la conquista del imperio y la ocupación sin apenas resistencia de Cuzco por los españoles, en el mes de noviembre de 1533. Fue el decimotercero gobernante inca, y aunque tuvo sucesores nombrados por los españoles es considerado como el último emperador incaico. Nació en 1500; sin embargo, el lugar de su nacimiento es aún incierto. Cuando Huáscar se coronó en Cuzco como emperador le causó mucha preocupación la simpatía de su hermano con el ejército, motivo por el cual le ordenó que se presentara en Cuzco. Atahualpa, convencido por sus generales de que si iba sería muerto, decidió organizar un ejército norteño y se declaró Inca en la ciudad de Quito. De esta manera se dio inicio a la famosa guerra civil inca. Tras trece batallas (Mocha, Ambato, tres en Tomebamba, Cusibamba, Cochahuailla, Bombón, Yanamarca, Angoyacu, Tavaray y dos en Cotabamba), logró vencer a Huáscar en 1532 en Quipaypan, cerca de Cuzco, tras lo cual Atahualpa se proclamó Inca o emperador. Luego, en Cajamarca conoció a los españoles donde, según la versión tradicional y después de un inesperado ataque español, habría sido hecho prisionero por Francisco Pizarro. Sin embargo, el historiador Luis Andrade Reimers, ha demostrado que ni fue hecho prisionero ni, peor aún, entregó rescate alguno para su liberación, pues la relación numérica de efectivos de desventaja para los españoles hacía imposible semejante situación. Atahualpa planificaba la reconstrucción del Tahuantinsuyo, después de los agotadores años de guerra civil, por lo que intentó establecer relaciones de mutuo beneficio para
los dos imperios, el suyo y el ultramarino de los españoles, para lo cual entregó esa cantidad de metales a cambio de beneficios técnicos y administrativos para su tierra. También, según la versión tradicional en prisión habría mantenido algunos privilegios: se le permitió seguir administrando el imperio, aprendió a leer y escribir, también mantuvo una relación amistosa con Francisco Pizarro. A los pocos meses fue acusado de traición por los españoles, lo acusaron de ocultar un tesoro, conspiración contra la corona española y de matar a Huáscar. Para su rescate fue obligado a pagar dos habitaciones llenas de plata y otra de oro, si no llegase ha completarla de oro lo completarian de plata, además de mujeres, entre ellas, su prima Cuxirimay Ocllo quien fue traída desde el Cuzco y entregada como concubina a Francisco Pizarro. Aunque cumplió con su oferta, fue ejecutado de todas formas. Escogió ser ahorcado después de bautizarse como cristiano; la otra opción era morir quemado si no se bautizaba. Galvarino.
(La Araucanía, ? - 1557) Cacique araucano, lugarteniente de Caupolicán (Chile). Aunque apenas se conocen datos acerca de su vida, Galvarino fue uno de los caciques araucanos más importantes. Combatió heroicamente a las fuerzas españolas del gobernador García Hurtado de Mendoza y fue capturado en la batalla de Lagunillas, junto al río Biobío. Como escarmiento, le fueron amputadas las manos, hecho que Alonso de Ercilla narra en La Araucana, señalando que, luego de este acto, "con desdén y menosprecio del le alargó la cabeza y tendió el cuello" para que le quitaran la vida, mas fue perdonado y regresó con los suyos, jurando vengarse. El cronista Mariño de Lobera afirma que "fue tanto el coraje en que estaba emperrado, que ya que le faltaron las manos, peleó más fuertemente con la lengua, la cual suele ser más eficaz para hacer guerra que las manos de los Hércules y las industrias de los Césares". En el combate de Millarapue, el 30 de noviembre de 1557, luego de un cruel enfrentamiento, fue capturado junto con otros jefes indígenas, y el gobernador Hurtado de Mendoza, como medida punitiva, lo mandó ahorcar. Ercilla, conmovido, quiso interceder por él para salvarle la vida, a lo que contestó Galvarino con gran repudio hacia los españoles con las siguientes palabras: "Prefiero morir a recibir la vida de vosotros y sólo siento la muerte por no haber podido haceros pedazos con los dientes". Algunos historiadores chilenos, sin embargo, creen que Galvarino se suicidó para privar a sus enemigos del placer de matarle. Batallas de Lagunillas y Millarapue:
Pese a las enormes pérdidas sufridas en el ataque al fuerte San Luis, los araucanos quedaron a la espera de los próximos movimientos del ejército de García Hurtado. Este había logrado concentrar el más poderoso ejército que hasta entonces se había enfrentado a los mapuches, siendo atacada por los araucanos en un lugar llamado Lagunillas. Pese a los denodados esfuerzos de Rodrigo de Quiroga y de sus hombres, no fue posible derrotar a los mapuches. Aun cuando tampoco éstos salieron victoriosos, los españoles debieron detenerse. Hurtado de Mendoza quiso entonces hacer un escarmiento ejemplar entre los araucanos y ordenó atroces castigos contra los caciques que habían sido tomados prisioneros en Lagunillas. La mutilación de Galvarino ha llegado a ser uno de los episodios más conocidos gracias a la pluma de Ercilla quien, luego de tratar infructuosamente de salvar al jefe indio, presenció el bárbaro suplicio al cual éste fue sometido. Pero los mapuches, comandados por Caupolicán, volvieron a la carga en el pequeño valle de Millarapue. La lucha duraría desde el alba hasta la tarde y esta vez los indios serían totalmente derrotados. Liberado y mutilado, Galvarino continuó la lucha contra el invasor. Combatió cuerpo a cuerpo en Millarapue el 30 de noviembre de 1557, en donde participaron hasta las mujeres mapuches. Aquí,Galvarino fue hecho prisionero una vez más, pero ahora fue ahorcado junto a otros 30 caciques.
Cuitláhuac
(?-Tenochtitlán, hoy Ciudad de México, 1520) Soberano azteca. Hijo de Axayácatl, sucedió a su hermano Moctezuma II en junio de 1520. Opuesto desde un principio a los españoles, organizó la resistencia y dirigió la rebelión de los aztecas de Tenochtitlán contra las tropas de Hernán Cortés y las obligó a retirarse en la célebre Noche Triste, el 30 de junio. Trató de oponerse a la reacción de Hernán Cortés y formar una poderosa confederación de ciudades, pero la desconfianza y los recelos generados por los largos años de dominio azteca hicieron fracasar todos sus esfuerzos. Asediado en Tenochtitlán por Cortés y sus aliados, falleció a causa de la viruela, una enfermedad contra la que los indígenas americanos apenas tenían defensas orgánicas y que habían introducido los propios españoles. Le sucedió su sobrino Cuauhtémoc. Hijo de Axayácatl y por ello hermano de Moctezuma II Xocoyotzin. En junio de 1520 ya se encontraba prisionero de Hernán Cortés por haber tramado un levantamiento en contra de los españoles. Cuando Cortés regresó después de haber derrotado en Zempoala a Pánfilo de Narváez, encontró que Tenochtitlan se había sublevado con motivo de la matanza hecha en el Templo Mayor ordenada por Pedro de Alvarado. Cortés exigió a Moctezuma Xocoyotzin que restableciera el mercado y volviese el pueblo a la tranquilidad. Entonces, a petición de Moctezuma, Cortés puso en libertad a Cuitláhuac para que se encargase de arreglar las cosas. Mas éste, al quedar libre, encabezó el levantamiento y atacó con tal fiereza el cuartel donde estaban los españoles y sus aliados que Cortés, temeroso de ser completamente aniquilado, exigió a Moctezuma que subiese a la azotea del palacio para arengar a sus súbditos mexicas y pedirles se mantuvieran en paz. Existe la teoría de que Moctezuma fue herido en aquella ocasión de una pedrada y a los dos días murió. Sin embargo, otros historiadores mencionan que los españoles ya habían matado a Moctezuma, o que en ese momento le dieron muerte. Desaparecido el tlatoani, los nobles mexicas y los sacerdotes eligieron inmediatamente a Cuitláhuac como su gobernante y jefe de la guerra. Este desplegó una gran actividad para alistar tropas, buscar alianzas con algunos pueblos y tratar de destruir a los invasores. Cuitláhuac fue el estratega principal de los combates que dieron la victoria a los mexicas en la llamada Noche Triste (30 de junio de 1520) y quien ordenó, que en su homenaje de coronación, fueran sacrificados todos los españoles y aliados que cayeron prisioneros en el palacio de Axayácatl, a donde la retaguardia de los conquistadores había regresado cuando se hundió el puente portátil que colocaban para pasar las zanjas. Sin embargo, la viruela acabó con la vida de Cuitláhuac en noviembre de 1520, a solo unas semanas de lograr vencer a los españoles. Había reunido ya un ejército de tres divisiones con un total de más de 500,000 soldados, miles de veces más numerosos que las fuerzas de Cortés, incluso más que las fuerzas españolas totales instaladas en Cuba. Cuitláhuac murió a los 44 años de edad. La viruela era una enfermedad desconocida hasta entonces en América y fue traída por los españoles que venían en la expedición de Pánfilo de Narváez. Lautaro Caupolicán
Caupolican, Caudillo mapuche (Palmaiquen, ? - Cañete, 1558). Por su gran fortaleza física y valentía, fue elegido toqui (jefe militar) de los mapuches, pueblo que resistió la conquista española del sur de Chile. Junto con Lautaro fue uno de los conductores de los araucanos en las guerras del siglo XVI. Aunque no tuvo el genio militar de Lautaro, las hazañas de ambos fueron cantadas en el poema épico La Araucana, de Alonso de Ercilla. Rubén Darío también le dedicó un poema. Caupolicán fue uno de los dieciséis grandes caciques araucanos que formaron una junta de guerra para enfrentarse a la dominación española de Pedro de Valdivia. Elegido en ella máximo jefe militar ( toqui), dirigió las sucesivas campañas indígenas. Organizó la resistencia ante las fundaciones españolas de los fuertes establecidos en el sur, como Arauco, Tucapel, Purén y los Confines o Angol. Luego, en 1553, convocó a los
caciques en junta de guerra para preparar una gran campaña que acabara con dichos asentamientos, aprovechando la dispersión de los soldados ordenada por Valdivia para ocupar las claves del territorio araucano. La junta aprobó el ataque contra Tucapel, en la que destacó el famoso Lautaro como guerrero: antiguo criado de Valdivia, Ercilla le atribuyó en La Araucana dotes militares de guerrero griego. Una vez vencidos los españoles y capturado Valdivia, Caupolicán presidió el juicio que decidió su muerte, y en el que, según parece, Lautaro fue un acusador feroz, frente a la benevolencia del jefe confederal. Valdivia fue ejecutado el 25 de diciembre de 1553, y con él los cincuenta hombres que le habían acompañado hasta Tucapel. Vino luego el sistemático ataque indígena a todos los asentamientos españoles durante el mandato de Villagra, quien fue derrotado en Marigüeñu y obligado a abandonar Concepción y a dejar aislada a La Imperial. El cronista Alonso de Ovalle menciona algunas de tales acciones: “Éste (Caupolicán), el que desmanteló a Purén, hizo el famoso saqueo en la ciudad de Penco, no dejándola piedra sobre piedra, habiendo antes, con sola la fama y nueva de su venida, obligado a los españoles que desamparasen la ciudad y se la dejasen libre”. El virrey del Perú nombró Gobernador y Capitán General de Chile a su hijo García Hurtado de Mendoza, que inició una verdadera reconquista española. El 30 de noviembre de 1554, Caupolicán decidió atacar a las huestes de García Hurtado de Mendoza. La batalla de Millarapue duró desde la madrugada hasta las dos de la tarde, y Caupolicán la dirigió montado en un caballo blanco. No le acompañó la fortuna en ese combate: las fuerzas españolas derrotaron a los mapuches en toda la línea. Éstos tuvieron que refugiarse en los bosques de la Cordillera. En su nuevo territorio, Caupolicán recibió diversas ofertas de paz y rendición que rechazó una tras otra, manteniéndose siempre partidario de la resistencia. Convocó a los caciques confederados para otra nueva campaña, pero esta vez se opusieron a participar en ella algunos caciques recelosos. Decidió entonces atacar con los guerreros de su propia tribu y se dirigió hacia Cañete. Pero los españoles supieron de sus intenciones por un espía y fraguaron una estratagema para defenderse, de modo que Caupolicán tuvo que retirarse; perseguido por los españoles, fue finalmente capturado. Caupolicán fue ejecutado en la plaza de la ciudad de Cañete el año 1558. El capitán Alonso de Reinoso le condenó a morir en el suplicio de empalamiento, para escarmiento de los indios: mientras el palo iba destrozando sus entrañas, un grupo de indígenas leales a los españoles le lanzaban saetas con sus arcos. No todos sus enemigos estuvieron conformes con este trato. Alonso de Ercilla, en su obra, se quejó amargamente por el tormento infligido a Caupolicán. Su muerte no sirvió sino para avivar más todavía el espíritu indómito de los araucanos. El cronista Ovalle, antes citado, escribió: “La muerte de Caupolicán no sólo no enfrentó, ni puso terror a los araucanos, pero los irritó y encendió aún más en el deseo de la venganza y en el odio hacia los españoles”. La Guerra de Arauco, cantada por Alonso de Ercilla, tiene a dos protagonistas insignes de la lucha mapuche: los toquis Caupolicán y Lautaro. Señala Ercilla que Lautaro era: "Industrioso, sabio, presto, de gran consejo, término y cordura, manso de condición y hermoso gesto, ni grande ni pequeño de estatura." (La Araucana, Canto III). En tanto, la figura de Caupolicán, aparece disminuida en el relato de los historiadores. Aunque es bastante probable que su existencia sólo se deba a la pluma de Ercilla, habría sido cacique de Paimaiquén. Según el autor de La Araucana, era: "Noble mozo de alto hecho, varón de autoridad, grave y severo, amigo de guardar todo derecho, áspero y riguroso, justiciero; de cuerpo grande y relevado pecho, hábil, diestro, fortísimo y ligero, sabio, astuto, sagaz, determinado, y en casos de repente reportado". Según Benjamín Vicuña Mackenna, Lautaro era indígena por su infancia, por su sangre y su tradición, y español por su aprendizaje entre los conquistadores. Fue caballerizo de Pedro de Valdivia, a quien habría
servido desde los 16 ó 17 años, y su verdadero nombre era Luan-taro. El Conquistador, a quien acompañó en sus campañas en el Sur, lo llamó Felipe. No se puede determinar la fecha en que decidió unirse a su gente y participar en la guerra contra los españoles, pero sí se sabe que lideró a sus hermanos en Tucapel el 24 de diciembre de 1553, cuando Valdivia fue capturado. En febrero de 1554, Lautaro también derrotó a los españoles en Marigueñu. Fue muerto en 1557 por las tropas de Villagra en Mataquito. Luchó desde su juventud contra los conquistadores españoles por la libertad de su territorio. Fue elegido toqui (jefe militar) de los mapuches, siendo sucesor de Lautaro, aunque Alonso de Ercilla destaca su elección antes, siendo el candidato secreto de Colo Colo para la conducción de la guerra. Al parecer era miembro de una familia muy respetada en la sociedad mapuche, pues él y sus hermanos estaban siempre en el núcleo de jefes que planificaba los movimientos de guerra. «Caupolicán era un varón de autoridad grave y severo, duro y decidido, firme para mantener sus opiniones y llevar a cabo sus empresas. Había nacido tuerto, y ese defecto, que daba a su cara un aspecto feroz y un poco tétrico, no era desmedro para su habilidad física...» Fernando Alegría en su libro Lautaro, joven libertador de Arauco: Los mapuches es un pueblo que resistió estoica y bravamente la conquista española del sur de Chile. Junto con Lautaro fue uno de los conductores de los araucanos en las guerras del siglo XVI. Cooperó con Lautaro en la toma del fuerte Tucapel y en la batalla de Tucapel, donde es derrotado el ejército conquistador y muere Pedro de Valdivia. Su nombre es símbolo de la resistencia indígena, su vida y hechos son recogidos por Alonso de Ercilla (uno de los capitanes de García Hurtado de Mendoza y Manrique), en su obra épica La Araucana y Rubén Darío en Caupolicán. La figura de Caupolicán, (Queupulicán en lengua mapuche), aparece mezclada con la leyenda que se ha construido en torno a su persona. No se conoce el año de su nacimiento, ni se sabe con certeza cuáles fueron sus aportes en las luchas de la conquista. Sin embargo es considerado el gran héroe de la resistencia indígena. Cacique y señor principal de Pilmaiquén destaca por su fuerza física, audacia, valor, y por su crueldad con quienes no estaban dispuestos a combatir u obedecerlo. Cuenta la leyenda que es elegido toqui luego de un torneo de resistencia física, en el cual habría caminado tres días y tres noches con un tronco a cuestas. Esta hazaña se encuentra registrada en el poema Caupolicán, escrito por el poeta modernista, Rubén Darío, y en La Araucana, escrita por Alonso de Ercilla y Zúñiga quien es testigo presencial de los hechos. Allí se le describe en los siguientes términos: "Noble mozo de alto hecho, varón de autoridad, grave y severo, amigo de guardar todo derecho, áspero y riguroso, justiciero, de cuerpo grande y relevado pecho, hábil, diestro, fortísimo y ligero, sabio, astuto, sagaz, determinado, y en casos de repente reportado". Se enfrenta con García Hurtado de Mendoza en el combate de Millarapue, el 30 de noviembre de 1557, en un terreno sembrado de accidentes geográficos, que favorece los ataques por sorpresa. Antes de iniciarse las escaramuzas, envía a un mensajero para comunicarle a García que él mismo ha dado muerte a Pedro Valdivia y que se propone acabar con él también. Se presenta al frente de sus huestes, montado en un caballo blanco y vestido con una capa roja que flamea al viento. Sin embargo los mapuches son derrotados. El combate termina con la muerte de Galvarino, ahorcado, luego que le han sido cortadas ambas manos. Caupolicán decide atacar el fuerte Tucapel, el 5 de febrero de 1558, penetrando por una entrada secreta, en compañía del yanacona Andresico. La traición del sirviente permite su entrega a las tropas del capitán Alonso de Reinoso. Una de las columnas de la expedición, comandada por Pedro de Avendaño y Velasco, captura a Caupolicán durante una borrachera. El toqui ofrece pactar con los españoles ofreciéndoles, a cambio de la
libertad, varias prendas de Pedro de Valdivia que dice tener en su poder. Después de varios intentos, Reinoso se convence del ardid del cacique. Al verse perdido decide convertirse a la fe católica, lo que causa gran impacto entre los conquistadores. Es bautizado con premura. Implora clemencia a Reinoso, ofreciéndole servir a los intereses de España y contribuir al sometimiento de los indios. Por lo mismo, el toqui es despreciado por Fresia, su mujer, quien le arroja al pequeño hijo de ambos diciendo: "Que yo no quiero título de madre/ del hijo infame de infame padre". En la plaza pública de Cañete, es empalado en una afilada estaca que le atraviesa las entrañas y pone fin a su vida. Cuenta la leyenda que Caupolicán no manifiesta ningún gesto de dolor.
Lautaro (1534 – 1557) Luan - taro, en mapuche, nace en las selvas de Carampangue y el Tirúa el año 1534. Se forma al alero del gobernador Pedro de Valdivia quien lo toma a su servicio en 1550, a la edad de 16 años, como mozo de caballerizas, y lo apoda Felipe. Es descrito por Alonso de Ercilla y Zúñiga como: "Industrioso, sabio, presto, de gran consejo, término y cordura, manso de condición y hermoso jesto, ni grande ni pequeño de estatura." Acompaña a Valdivia en sus campañas en el sur. A su lado aprovecha la oportunidad para estudiar las debilidades de los españoles. Más tarde convencerá a los mapuches que los conquistadores no son invencibles, que se rinden ante la fatiga y el cansancio, y que su número es tan reducido que carecen de hombres de reserva para reorganizarse en caso de desastre. Es destacado por sus habilidades como estratega. No se sabe a ciencia cierta en qué momento se une a los indios para combatir en las guerras de la conquista, pero se cree que huyó alrededor de 1553. Como líder de las fuerzas mapuches, armado de una lanza y organizando sus huestes de acuerdo a su particular estrategia militar, participa en la batalla de Tucapel donde el gobernador Pedro de Valdivia pierde la vida. En esa ocasión su táctica consistió en retener a Gómez de Almagro en el fuerte de Purén, mediante un ardid; impedir a Valdivia la entrada al fuerte de Tucapel levantándole obstáculos; y derrotar a los españoles por cansancio, oponiéndoles escuadrones sucesivos y derribando los caballos a golpes de maza y macana, prescindiendo de lanzas y arcos. Lautaro vence a Francisco de Villagra en la batalla de Marigüeñu. Ataca Penco el 22 de diciembre. Captura por segunda vez la ciudad de Concepción en 1556. Un año después inicia su marcha hacia el norte, con el propósito de atacar Santiago. Cruza el Maule y llega a Chilipirco donde se encuentra el campamento español. El 1º de abril, mientras los mapuches duermen, las tropas conquistadoras los atacan por sorpresa. Lautaro es muerto de un lanzazo, por las fuerzas de Pedro de Villagra, en la batalla de Peteroa. Sus huestes combaten por más de 5 horas hasta que los españoles logran el triunfo Nicaraue. (Nicarao) Nicarao o Niqueragua,
llamado Nicaragua fue el jefe amerindio más importante de los niquiranos, siendo considerado como el más poderoso Cacique de la región del Pacífico de Nicaragua y Costa Rica al momento de la llegada de la expedición de conquista al mando del capitán y explorador español Gil González Dávila, en 1522. Al norte encontraron otro pueblo más numeroso y aguerrido: el grupo del cacique Niqueragua. El oro conseguido (18,500 pesos, pero bajísimo) y la entrevista mantenida con este cacique supuso una de las grandes experiencias para el conquistador español. Tanto que a partir de entonces las crónicas hablarán no sólo de la lengua náhuatl sino también de la tierra de Niqueragua o Nicaragua. Los españoles terminaron adjudicándole ese nombre a la nueva provincia conquistada. Es realmente poco lo que a ciencia cierta se sabe de Nicarao, la mayor parte de lo cual se ha formado y ha llegado hasta la actualidad gracias a la tradición popular.
Su figura, tal a como se conoce comúnmente, es recordada por el gesto amistoso que mostró ante Gil González Dávila en 1523, al mando de los primeros conquistadores españoles que entrando por el sur. Se encontró con el cacique y su pueblo a orillas del Lago Cocibolca ( La Mar Dulce), recibiéndolos éste con agrado, teniendo un breve intercambio cultural (los indígenas les mostraban a los españoles sus creencias religiosas, costumbres y conocimiento de la región) y permitiendo que muchos de los miembros de su tribu acogieran el bautismo y con ello el Cristianismo. Nicarao mismo, supuestamente recibió la propuesta de parte de los conquistadores de someterse al Rey de España y convertirse al Catolicismo. Luego de este encuentro, otro jefe indígena llamado Diriangén, de los dirianes, en constantes luchas tribales con los nicaraos, vino a ver a los españoles. Al principio los trató con cautela y luego los atacó, obligándolos a retirarse. Su sistema político era de un cacicazgo, con gobierno centralizado, patriarcal, con un consejo de ancianos que llamaban Monexico, donde se tomaban decisiones de importancia pública. La realidad histórica sobre la figura del cacique Nicarao se ha visto profundamente cuestionada por algunos historiadores y demás estudiosos a lo largo de los últimos años. Hay quienes, como el escritor e investigador Fernando Silva (miembro de número de la Academia Nicaragüense de la Lengua) argumentan que tal verdad histórica jamás ha existido, considera que la figura de Nicarao no es más que una construcción ficticia (quizá por un error de copia del diplomático norteamericano y estudioso del patrimonio histórico de Nicaragua E.G. Squire, o bien por equivocaciones de los cronistas españoles) sobre la personalidad histórica de Macuil Miquiztli, que se traduce Cinco muertes, en la lengua náhuatl hablada en la región, que era en realidad el nombre del caudillo indígena que sale al encuentro de los españoles a orillas del Gran Lago de Nicaragua. Silva argumenta que no existe registro alguno en el Archivo General de Indias sobre el famoso diálogo e intercambios entre el cacique Nicarao y el conquistador Gil González Dávila. Así mismo, piensa que el supuesto diálogo entre los nativos y los europeos no pudo haber sido posible, al menos no al nivel que comúnmente se supone, puesto que no hay registro alguno de que los españoles contaran con alguien que sirviera de intérprete, ni mucho menos los aborígenes