CAPÍTULO I LA NATURALEZA DE LOS CONCEPTOS DEFINICIÓN DE LA SOCIOLOGÍA El estudiante que se inicia en el estudio de la sociología se pregunta con mucha razón: ¿de qué trata la sociología? La respuesta, a primera vista, es simple. La sociología estudia el comportamiento de los seres humanos en sociedad. Pero, se dirá, lo mismo hacen también, con su modalidad propia, las otras ciencias sociales – economía, economía, historia, ciencias políticas, psicología social, antropología. ¿Cómo se distingue la sociología de estas disciplinas? O, puesto que parece abarcar tanto, ¿se trata solamente de una disciplina que resume muchas otras?* Responder a estas preguntas con una definición concisa, que pueda ser comparada con las definiciones de las otras ciencias sociales, proporciona poca comprensión real de la naturaleza de este campo de investigación relativamente nuevo. Podríamos definir la sociología como el estudio de los grupos humanos, o de la interacción humana, o de las instituciones sociales, o tal vez más cuidadosamente , como la “ciencia que trata de desarro *Para un tratamiento completo de las relaciones de la sociología con las demás ciencias sociales, véase George Simpson “Man in Society; Preface to Sociology and the Social Sciences (Short Studies in Sociology). New York, Random House, Inc., 1945. Versión cast.: El hombre en la la sociedad , Buenos Aires, Paidós, 1960.
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llar una teoría analítica de los sistemas de acción social, en la medida de que estos sistemas pueden ser comprendidos de acuerdo con su propiedad de integrarse alrededor de los valores comunes”.1 Pero solamente podremos entender estas diversas definiciones si exploramos el significado de los términos o conceptos claves en ellas, esto es, el significado de “grupos”, “interacción”, “instituciones”, “sistemas de acción social” y de “integración alrededor de valores comunes”. Para hacerlo así
deberíamos necesariamente introducir todavía otros términos cuyo significado tendremos a su vez que definir. EL PORQUÉ DE LOS CONCEPTOS El primer paso para el dominio de la sociología, como el de cualquier otra disciplina científica, es el manejo de sus conceptos fundamentales. Estos conceptos suministran los recursos intelectuales con los que trabaja el sociólogo. Sirven para definir los fenómenos a estudiar y diferencian a la sociología de las demás ciencias sociales, cada una de las cuales tiene su propio sistema de conceptos. Proporcionan los términos en que los problemas se plantean y resuelven. La definición de la sociología debe seguir a nuestros planteos, no precederlos. Entonces, cuando tengamos una comprensión de lo que la disciplina trata y cómo lo hace, la definición será apenas necesaria salvo como resumen. Al dedicarnos sin embargo a una extensa exposición de los conceptos clásicos y a la definición de los términos claves en una disciplina reciente, aunque en rápido desarrollo, nos exponemos a la acusación de que utilizamos una jerga especializada que agrega poco al entendimiento humano. Se nos 1
Parsons, Talcott: The Structure of Social Action, New York, McGraw Hill Book Co., 1937, pág. 768.
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puede acusar de usar términos familiares de modo desusado, de proponer rótulos esotéricos para fenómenos por otra parte habituales; en fin, de crear una terminología desusada e innecesaria. Esta es una crítica que debe ser examinada antes de proseguir con nuestra exposición. En primer lugar es importante señalar que tal queja raramente se formula con idéntico espíritu crítico contra las ciencias naturales, cuyas eruditas publicaciones son casi impenetrables para no profesionales. Evidentemente, no es la existencia de un vocabulario especializado lo que provoca la crítica, sino la naturaleza de su dominio y su relación con la vida humana. Como la sociología tiene que ver con muchos de los aspectos comunes de la vida social, el profano casi no advierte la necesidad de una terminología especial distintiva o de una cuidadosa definición de los términos que frecuentemente utiliza. Cualquier miembro de una sociedad conoce algo acerca de su funcionamiento – debe saber algo aunque más no sea para actuar en ella. Cada uno puede proporcionar una explicación plausible y razonable de muchas acciones que la gente con la que se une. Ambos, el comportamiento y sus causas, pueden ser descriptos en el lenguaje de todos los días. Cuando el estudioso del comportamiento humano aplica términos especiales a acciones comunes y sustituye las explicaciones del sentido común por afirmaciones que incluyen, en muchos casos, palabras poco familiares y altisonantes, la sensibilidad de los extraños se ofende. Y cuando las explicaciones del sentido común no se hallan a mano, mucha gente se inclina a negar la posibilidad de cualquier explicación, científica o no. En segundo término, los frutos de la investigación social científica no son todavía tan ricos o tan ampliamente conocidos como para que su terminología peculiar sea aceptada, tal como lo ha sido con las ciencias naturales. Cuando el científico social
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demuestre sin lugar a dudas que puede contribuir exitosamente al bienestar de su sociedad, entonces le será permitido, sin discusión o críticas, hablar en su propio lenguaje a los profesionales de su especialidad. Al mismo tiempo existe lo que podría ser una sospecha perfectamente justificable acerca del hombre que trata de estudiar a otros con la misma objetividad con que el lepidopterólogo estudia a las mariposas. Dado que el conocimiento puede ser poder, los hombres desconfían a veces de aquellos que saben demasiado y pueden hablar sobre ellos un lenguaje que no puede ser rápidamente entendido. En verdad uno de los problemas morales con los que se ven enfrentados los científicos sociales es precisamente el de los usos a que pueden aplicarse sus conocimientos. En parte, con todo, las críticas al vocabulario sociológico son fundadas. Hay indudablemente muchas oportunidades en las que los sociólogos han sido culpables del uso excesivo o innecesario de una terminología especial. Podemos atribuir tales excesos al entusiasmo de los neófitos en la disciplina o al de aquellos atraídos por una especialidad en rápido crecimiento. (Podemos ignorar por el momento los motivos más personales que a veces gobiernan los hábitos verbales.) En parte, la jerga es el resultado de los esfuerzos de una nueva disciplina por deslindar su campo de estudio y adquirir respetabilidad académica. Pero a pesar de los abusos, no podemos dejar de lado la terminología distintiva, claramente definida. Sin conceptos no hay ciencia. Conant, ex Presidente de la Universidad de Harvard y distinguido científico, ha llegado tan lejos como para definir a la ciencia como “una serie interconectada de conceptos y esquemas conceptuales”.2 2
Conant, James B.: Science and Common Sense, New Haven, Yale University Press, 1951, pág. 25. Hay edición castellana, La ciencia y el sentido común, Buenos Aires, Guillermo Kraft.
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Antes de que examinemos los conceptos sociológicos básicos, debemos definir claramente qué entendemos por conceptos y explicar por qué son tan importantes. Dicho de la manera más simple, un concepto es un término general que se refiere a todos los miembros de una clase particular de objetos, acontecimientos, personas, relaciones, procesos, ideas – de toda clase de entidad o unidad. Todos usamos frecuentemente conceptos. Como el héroe de El burgués gentilhombre de Moliére, que descubrió que había estado hablando en prosa solamente después de haberlo hecho así durante cuarenta años, todos nosotros hemos usado conceptos a través de nuestras vidas. Como el distinguido sociólogo francés, Emile Durkheim, señalaba: “El sistema de conceptos con los cuales pensamos en
la vida diaria es el que expresa el vocabulario de nuestra lengua materna, porque cada palabra traduce un concepto”.3 LA CIENCIA Y LOS CONCEPTOS Los conceptos científicos se diferencian de los del razonamiento común por la mayor precisión con la que por lo general están definidos, por el creciente grado de abstracción, esto es, generalización, a la que tienden, y por su desarrollo y uso más sistemáticos. En la conversación cotidiana el significado de las palabras que usamos se da generalmente por descontado; suponemos que los otros saben lo que estamos diciendo. En la mayoría de los casos esta presunción es correcta, aun cuando muchas palabras tienen más de un significado. El significado apropiado está indicado en cada caso por el contexto específico, verbal o social, en el que el 3
Durkheim, Emile: Elementary Forms of the Religious Life.Traducción de J. W. Swain, Glencoe. Ill., The Free Press, 1947 pág. 433.
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término se usa. Si hablamos sobre nuestra familia, p. ej., podemos referirnos a nuestros padres, hermanos y hermanas, o a todos nuestros parientes; nuestro propósito se alcanzará normalmente por el contexto en el que la palabra aparezca. Muchos de los términos comúnmente usados, sin embargo, no tienen significado preciso, ni pueden ser entendidos por el contexto que aparecen. Si tratamos de establecer definiciones precisas y generalmente aceptables de comunismo, subversión, liberalismo, o conservadorismo, o aun de conceptos no políticos, como