LA RED INVISIBLE PAUTAS VINCULADAS AL GÉNERO EN LAS RELACIONES FAMILIARES Marianne Walters, Betty Carter, Peggy Papp y Olga Silverstein. 1. HACIA UNA PERSPECTIVA FEMINISTA FEMINI STA EN LA TERAPIA FAMILIAR Los actuales paradigmas de la terapia familiar están basados en el sistema de valores de la familia norteamericana de los años cuarenta y cincuenta. Las mujeres, cada vez en mayor número, no solo trabajan fuera de casa sino que ya no tienen la opción de quedarse en el hogar dado que los dos sueldos por familia se han convertido en una necesidad económica para las familias de clase trabajadora y en una expectativa para la clase media en ascenso. El aumento de divorcios y segundos matrimonios ha dado lugar a una gran cantidad de nuevas formas familiares, con madres que crían solas a sus hijos, parejas casadas en segundas nupcias que luchan por integrar a los hijos de él y los hijos de ella con sus ex cónyuges y complicadas redes de parentela extensa. Las mujeres tienen cada vez conciencia de su propia sexualidad y de su poder sobre sus propios cuerpos, y se han ido modificando las expectativas sexuales por parte de ambos sexos. Hubo tres fases de evolución de nuestra perspectiva feminista en la terapia familiar: PRIMERA FASE: DEFINICIÓN DE UN MARCO DE REFERENCIA FEMINISTA. En esta fase, no hicimos ningún intento de descubrir la teoría y los métodos de la terapia familiar, había diferencias teóricas y metodológicas, sin embargo, lo que teníamos en común era nuestra amistad, nuestro respeto por el trabajo de las demás y nuestra voluntad de centrar la atención en la experiencia de las mujeres, la que considerábamos había sido desatendida o distorsionada en el campo de la terapia familiar. El análisis se centro entonces en las implicaciones y orígenes sociales, culturales, políticos de distintas conceptualizaciones conceptualizaciones o intervenciones intervenciones clínicas. En esta fase, surge una definición definición operativa operativa del “feminismo”, “feminismo”, como marco o visión del del mundo humanista cuyo objeto son los roles, las reglas y las funciones que organizan las interacciones hombre-mujer. Busca incluir la experiencia de las mujeres en todas las formulaciones de la experiencia humana y eliminar el predominio de las premisas masculinas. El feminismo no culpa al hombre como individuo del sistema social patriarcal existente sino que trata de comprender y cambiar el proceso de socialización que determina que hombres y mujeres sigan pensando y actuando dentro de un marco sexista, dominado por el varón. SEGUNDA FASE: UN EXAMEN DE LA TEORIA DE SISTEMAS Y DE CÓMO SE LA UTILIZA PARA PONER EN DESVENTAJA A LAS MUJERES.
Es la fase de exploración exploración y crítica. crítica. Se examina examina la teoría de sistemas familiares y exploramos los modos en que se la usa para poner en desventaja a las mujeres. En este punto cada una de nosotras comenzó a poner en tela de juicio sus propios presupuestos clínicos y a observar y escuchar con más atención a las demás. Nos resultó muy arduo descubrir los modos en que el sexismo había pasado “naturalmente” a formar parte del campo de la terapia familiar y de nuestra propia práctica profesional. Creemos que no hay tal cosa como la “neutralidad” respecto del género. La “neutralidad” significa dejar a los presupuestos patriarcales existentes en su sitio implícitos e incuestionados. incuestionados. LOS PRESUPUESTOS PATRIARCALES: El modelo patriarcal predominante de la familia se funda en varios presupuestos que durante mucho tiempo hemos dado por sentados. Un concepto esencial para la organización familiar patriarcal es el de la complementariedad de los roles, por el que las tareas instrumentales como las de ganar dinero a través del trabajo corresponden a los hombres, y las tareas emocionales, tales como fomentar, crear y mantener las relaciones, y criar a los hijos, corresponden a la mujer. En este modelo, la organización de poder está basada en la jerarquía masculina. En contraste, se encuentra nuestro modelo feminista de la familia, caracterizado por la simetría de roles, en la cual ambos sexos desempeñan tareas tanto instrumentales como expresivas, en lo laboral y en lo afectivo. El punto de vista sistémico sobre las relaciones hombre-mujer e intergeneracional es que son interdependientes. A los hombres, se les asigna “autonomía”, con el poder y la desvinculación emocional consiguientes, mientras que a las mujeres se les asigna “dependencia”, tanto con la vinculación emocional como con la falta de poder que la acompañan. Pese a la desigualdad de oportunidades y de remuneración, y a la falta de respaldo social, las mujeres están trabajando más fuera de su casa, algunas por necesidad y otras por la libertad de opción y la autorrealización que eso les brinda. CONCEPTOS DE LOS SISTEMAS FAMILIARES: Para analizar la forma en que las intervenciones de la terapia familiar partieron de los presupuestos patriarcales sobre los roles masculino y femenino y sobre la organización de la familia, debemos considerar el efecto de los principales conceptos de los sistemas familiares: Fusión y distancia son las dos caras de la misma moneda: Nuestro punto de vista feminista del concepto de fusión o “intrincación” consiste en reconocer que los roles tradicionalmente asignados a los sexos afectan el modo en el que las personas personas de cada sexo manifiestan manifiestan su “inmadurez”. “inmadurez”. Así suele ser la mujer mujer la que muestra los síntomas de la dependencia: busca aprobación, evitar los conflictos,
Es la fase de exploración exploración y crítica. crítica. Se examina examina la teoría de sistemas familiares y exploramos los modos en que se la usa para poner en desventaja a las mujeres. En este punto cada una de nosotras comenzó a poner en tela de juicio sus propios presupuestos clínicos y a observar y escuchar con más atención a las demás. Nos resultó muy arduo descubrir los modos en que el sexismo había pasado “naturalmente” a formar parte del campo de la terapia familiar y de nuestra propia práctica profesional. Creemos que no hay tal cosa como la “neutralidad” respecto del género. La “neutralidad” significa dejar a los presupuestos patriarcales existentes en su sitio implícitos e incuestionados. incuestionados. LOS PRESUPUESTOS PATRIARCALES: El modelo patriarcal predominante de la familia se funda en varios presupuestos que durante mucho tiempo hemos dado por sentados. Un concepto esencial para la organización familiar patriarcal es el de la complementariedad de los roles, por el que las tareas instrumentales como las de ganar dinero a través del trabajo corresponden a los hombres, y las tareas emocionales, tales como fomentar, crear y mantener las relaciones, y criar a los hijos, corresponden a la mujer. En este modelo, la organización de poder está basada en la jerarquía masculina. En contraste, se encuentra nuestro modelo feminista de la familia, caracterizado por la simetría de roles, en la cual ambos sexos desempeñan tareas tanto instrumentales como expresivas, en lo laboral y en lo afectivo. El punto de vista sistémico sobre las relaciones hombre-mujer e intergeneracional es que son interdependientes. A los hombres, se les asigna “autonomía”, con el poder y la desvinculación emocional consiguientes, mientras que a las mujeres se les asigna “dependencia”, tanto con la vinculación emocional como con la falta de poder que la acompañan. Pese a la desigualdad de oportunidades y de remuneración, y a la falta de respaldo social, las mujeres están trabajando más fuera de su casa, algunas por necesidad y otras por la libertad de opción y la autorrealización que eso les brinda. CONCEPTOS DE LOS SISTEMAS FAMILIARES: Para analizar la forma en que las intervenciones de la terapia familiar partieron de los presupuestos patriarcales sobre los roles masculino y femenino y sobre la organización de la familia, debemos considerar el efecto de los principales conceptos de los sistemas familiares: Fusión y distancia son las dos caras de la misma moneda: Nuestro punto de vista feminista del concepto de fusión o “intrincación” consiste en reconocer que los roles tradicionalmente asignados a los sexos afectan el modo en el que las personas personas de cada sexo manifiestan manifiestan su “inmadurez”. “inmadurez”. Así suele ser la mujer mujer la que muestra los síntomas de la dependencia: busca aprobación, evitar los conflictos,
conciliar, apoyarse demasiado en otros y actuar con incompetencia. Los varones manifiestan exactamente el mismo grado de inmadurez de una manera diferente: a través del aislamiento emocional, la inaccesibilidad, la aparente indiferencia, el retraimiento, la reserva ante los demás y el temor a la vulnerabilidad. Cuando uno de estos conjuntos de varón o conducta distante en una mujer, el mismo es doblemente patologizado por los terapeutas. Esta terminología se vincula con la presuposición clínica de que si tan solo la esposa/ madre “se rectificara” rectificara” o “aflojara “aflojara los lazos”, entonces entonces el “distante” podría podría integrarse integrarse y participar, lo que en realidad implica que el cónyuge activo este bloqueando al distante, por lo que es culpable de los problemas problemas existentes de la familia. De hecho, el “distante” no se integra automáticamente, sino que requiere atención y ayuda para hacerlo. Reciprocidad: Supone que todas las personas envueltas en un problema cumple un papel en cuanto a la perpetuación de ese problema por vía de reforzar la conducta del otro. Es una herramienta conceptual útil, pero también puede conducirnos a la concepción clínica de que todas las conductas no solo están similarmente construidas sino que también son del mismo orden de importancia. Complementariedad: Se relaciona con la índole inductiva de los modelos de interacción, es decir, con la forma en que las conductas de una persona inducen al otro a adoptar conductas que complementen a las suyas, y viceversa. La necesidad de mantener la complementariedad, o la armonía en la familia se esgrime con una razón para asignar roles a las mujeres que complementen los roles elegidos para los hombres. Pero el contexto social presta significados e imágenes a esas conductas y roles complementarios. Así, por ejemplo, la mujer conversadora “parlotea”, el hombre reservado “profundiza”, la madre ansiosa “revolotea”, el padre distante se “preocupa”.
Para creer en la circularidad y la complementariedad en las relaciones humanas, debemos presuponer alguna base de paridad. Jerarquía: Es un concepto estructural por el que se clasifican el poder y la autoridad relativos de los individuos y subsistemas de la familia y se señalan señalan las fronteras entre ellos. Fronteras: Prescribe una apropiada separación entre los miembros individuales de la familia y entre las distintas generaciones. También circunscribe a la familia nuclear como totalidad. Una familia bien organizada tiene fronteras claramente demarcadas que definen una cercanía y distancia “apropiadas” en la relaciones. Triángulos: Es un término utilizado para describir una disfunción como la desviación del conflicto entre dos partes a través de una tercera. A medida que crece la tensión, los tres
miembros se acercan y se alejan entre sí mediante acciones predecibles destinadas a reducir la tensión y evitar que quede expuesto directamente el conflicto básico, el que podría dividir al dúo original. Función del síntoma: Dentro de estas unidades familiares autocontenidas, todas las conductas, incluyendo los síntomas cumplen una función estabilizadora, es decir que mantiene aquellos modelos de interacción personal que establece el equilibrio. De acuerdo con ese punto de vista, el síntoma puede concebirse como un medio necesario de regular el síntoma más amplio.
TERCERA FASE: EL DISEÑO DE INTERVENCIONES FEMINISTAS: Consiste en corregir y adaptar las intervenciones sistemáticas tradicionales de modo de tomar en cuenta el género. Introducir nuestras perspectivas feministas en la práctica clínica. El trabajo corresponde a esta fase se centra en: Articular formulaciones y técnicas feministas y proponer adaptaciones y correcciones feministas para las intervenciones tradicionales. ALGUNOS LINEAMIENTOS HACIA UNA TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA: 1.Identificación del mensaje y las construcciones sociales basados en el género que condicionan la conducta y los roles según el sexo. 2.Reconocimiento de las limitaciones reales del acceso femenino a los recursos sociales y económicos. 3.Apercibimiento de un modo de pensar sexista que restringe las opciones de las mujeres de dirigir sus propias vidas. 4.Reconocimiento de que las mujeres han sido socializadas para asumir la responsabilidad primordial por las relaciones familiares. 5.Reconocimiento de los dilemas y conflictos de tener y criar hijos en nuestra sociedad. 6.Apercibimiento de ciertos patrones que dividen a las mujeres en la familia en tanto buscan adquirir poder a través de sus relaciones con los hombres. 7.Afirmación de los valores y conductas características de las mujeres, como la vinculación, la afectuosidad y la emotividad. 8.Reconocimiento y aprobación de las posibilidades para las mujeres fuera del matrimonio y la familia. 9.Reconocimiento del principio básico de que ninguna intervención es prescindente del género y que toda intervención tendrá un significado diferente y especial para cada sexo.
2. MADRES E HIJAS Las sendas de la vida de una mujer se reflejan en la relación madre-hija, unidas en los procesos de dar a luz, criar a los hijos, brindar cariño y protección a la familia y cuidar de los ancianos, madres e hijas como compañeras íntimas. LOS LAZOS DE INTIMIDAD Y FAMILIARIDAD: Madres e hijas comparten el mundo de lo cotidiano y lo familiar, y están unidas en la función de producir y criar a la generación siguiente. Se espera que ellas proporcionen una continuidad entre las familias dentro de las que viven, que tiendan un puente entre las la formación de las nuevas familias y las familias de origen de las que ésta emergió. Se supone que las madres han de cuidar a los niños y las hijas de los ancianos, y ambas deben esperar eso una de la otra, las madres pueden adorar a sus hijos varones, pero dependen de sus hijas para satisfacer necesidades personales y familiares. Mientras que a los varones se les asignan tareas dentro del hogar, las madres incluyen a sus hijas en las actividades y labores domésticas y esperan que ellas vayan sabiendo que es lo que hay que hacer en la casa. El parto y la crianza de los hijos son acontecimientos fundamentales en la vida de madres e hijas, y las llevan a unirse en torno a experiencias que son difíciles de transmitir y que se perciben de un modo altamente subjetivo. “El amor de la madre es una bendición, es la paz, no necesita ser adquirido, no necesita ser merecido… La madre es el hogar del que venimos, es la naturaleza, la tierra, el océano… El amor maternal… es la afirmación incondicional de la vida del hijo y de sus necesidades…El amor de la madre… hace que el hijo sienta que es bueno haber nacido: le infunde al hijo amor a la vida, y no solo el deseo de seguir con vida… la felicidad de estar vivo” (Fromm, 1956. págs. 33.41) ¡! Qué legado para que las madres les dejen a sus hijas!!. criar a un hijo varón, en cambio, no supone primordialmente formar a un padre, ni siquiera a un esposo, aunque esto puede ser parte de la experiencia parental. formar a un hombre, un trabajador, una persona con aspiraciones públicas y logros personales, un individuo autónomo. Las madres son las guardianas de la familia, responsables del bienestar emocional de la familia y encargadas de proteger a sus miembros de los peligros psíquicos del mundo exterior. los padres son responsables del bienestar económico de la familia y
de protegerla de los peligros físicos del mundo exterior. de modo que la tarea de las madres es conectar a sus hijas con la vida intrafamiliar y conectar a sus hijos varones con la extrafamiliar. Carroll Smith-Rosenberg, dice: “La ausencia de hostilidad entre madre e hija que hoy en día se considera un componente casi inevitable de la lucha de la adolescente de la autonomía, es posible que los tabúes contra la agresión femenina fueran lo bastante fuertes como para reprimir incluso esa hostilidad entre las madres y sus hijas adolescentes. LAS VICISITUDES DE LA INTIMIDAD Y LA FAMILIARIDAD: Si bien en nuestra sociedad la intimidad, la familiaridad y el apego se consideran aspectos positivos de las relaciones personales, nuestra cultura nos bombardea simultáneamente con otros mensajes distintos a cerca de estas características interpersonales. se nos dice que “la familiaridad engendra desprecio”, que el status social se funda no en valores humanos sino en el logro económico, que el poder se basa en a jerarquía más que en la mutua correspondencia, que la intimidad se asocia con la sexualidad y no necesariamente con el apego, y que la autonomía equivale a separarse de la familia,, particularmente de la madre. estar “pegado a las faldas de la madre”, significa se aniñado e incapaz de funcionar independientemente en el mundo exterior. Y sin embargo, una hija algún día tendrá que ponerse esas “faldas”. Las mujeres son identificadas con el hombre presente (o no presente) en sus vidas. la palabra “solterona” tiene un matiz muy distinto al de “solterón”, suscita imágenes de rechazo y de una vida mezquina. A quienes se identifica como líderes, autoridades, héroes, e incluso ejecutores se les adjudica principalmente características masculinas. Las relaciones, los roles sociales y la conducta individual se define según el genero asignándose primordial importancia o lo extra familiar .Las mujeres son consideradas importantes básicamente en términos de sus roles de esposa y madre dentro del mundo privado, interior y secundario de la familia. CULPAR A LA MADRE La psicología de la relación madre-hija es enmarcada, descripta y explicada en los términos en boga en las teorías analíticas, psicosocial o sistémica de identificación masculina, en las que “castigar a la madre” ha sido un deporte practicado durante años: histérica, excesivamente pendiente intrincada, intrusiva, aprisionante, aferrada, dependiente, necesitada, aplastante, abnegada, egoísta, solapada, sobreemocional, irracional. Mientras que la madre es reificada, mitificada e idealizada, al mismo tiempo se la culpa de cualquier problema emocional que pueda afectar s a sus hijos. El mito de la madre perfecta y el mito de la madre diabólica están en perpetúa competencia. El amor materno, si es excesivo puede conducir a una simbiosis, si es insuficiente, a una carencia. a menos que luchemos en forma consciente por identificar y rechazar las ideas y actitudes tendientes a culpar a la madre, éstas quedaran internalizadas como parte de
nuestro repertorio de convicciones y conductas profesionales, con la misma seguridad con que son internalizadas por la hija de toda madre. DOBLES VINCULOS: Si bien es mucho lo que se ha dicho sobre el doble vinculo en que las madres comprometen a sus hijos, se ha prestado poca atención a los dobles vínculos de lo que pocas madres pueden escapar al relacionarse con sus hijas y criarlas, las madres deben jurarle fidelidad o bien al dogma dela abnegación o al egoísmo, a la ideología de la complacencia y la subordinación o a la ambivalencia de la autoafirmación y la autodefinición. Así que las madres educan a sus hijas dentro de una serie de dobles vínculos socialmente construidos. Una madre quiere que su hija sea capaz de definir sus propias necesidades como un ser adulto e independiente, pero la acosan las dudas porque sabe que no es prudente que la hija se vuelva demasiado autónoma, sino que debe aprender formas de dependencia. Quiere que su hija tenga un carácter firme, pero que sepa como esconder su firmeza. MADRE-MUJER: Nancy Friday escribió lo de “actuar como una mujer y no como una madre”. la madre no es una mujer, es MADRE. Las imágenes de la madre son universales. un aes la imagen del ser que brinda alimentos y cuidados; la otra es la de una persona sexual y autodeterminada. no es de extrañar que los mensajes que le transmite una madre a su hija a cerca del sexo sean heterogéneos. capacitar sexualmente a la hija puede resultar peligroso; prevenirla puede tener un efecto inhibitorio, la actitud represora será vista como represiva; la permisividad como irresponsable. En contraste con esto, los padres, pueden reconocer su sexualidad y fomentar abiertamente la de sus hijos varones. los padres pueden hablar libremente de sus hazañas sexuales y aconsejarle al hijo que “se divierta lo más posible” antes de caer en el yugo del matrimonio. La madre en cambio, no puede confesar en cambio sus hazañas prematrimoniales. Así es como se construye el ciclo disfuncional de lucha y conflictos entre madre e hija: la madre debe refrenar y prevenir a la hija respecto de su sexualidad y al hacerlo ella misma se sentirá reprimida en cuanto a presentar su yo sexual. El “mensaje” de la madre a su hija se tornará mas “heterogéneo”. La hija comenzará a culpar a su madre de cualquier problema sexual que experimente, la madre experimentará sentimientos de culpa y se pondrá a la defensiva. Todo esto se ve reforzado por una cultura que es ambivalente a cerca de la sexualidad femenina y dentro de la cual la madre y mujer aún no se perciben como una totalidad integrada. El conflicto que puede experimentar la madre y la hija por vivir en una sociedad dominada por el varón ha sido volcado hacia adentro, trabándolas en lucha una con la otra, llevándolas a culparse entre sí por cualquier problema que aparezca en sus
vidas. Esta lucha se ha convertido en parte de su legado, en una profecía vigente a ser cumplida. Si las mujeres pudieran realizarse y se poderosas a través de las relaciones entre ellas mismas en lugar de necesitar asociarse con hombres que las habiliten, el fundamento mismo del sistema patriarcal quedaría cuestionado. Si las mujeres tomaran mayor conciencia de su experiencia colectiva, serían menos vulnerables a los mensajes que las mantienen subordinadas. El conflicto madre-hija del que con tanta frecuencia somos testigos en nuestros consultorios es parte de ese proceso de dividir a las mujeres a fin de unirlas más satisfactoriamente con los hombres. Muchas de las teorías psicosexuales de nuestra profesión, desde Edipo y Electra hasta las de la actitud sobreprotectora y aplastante, han tenido efecto de perpetuar el conflicto entre madres e hijas. Es necesario despatologizar el conflicto, reencuadrar la lucha y convalidar la relación misma. Las madres e hijas aprenden muy temprano en su trayectoria juntas que deben prever conflictos interpersonales y situaciones dolorosas ocasionadas por el deber de estar unidas desde el momento de nacimiento y de “separarse” cuando la hija llegue a la edad adulta. La perspectiva de una terapeuta feminista podría proponer un marco de referencia que posibilitara a las madres percibir los actos de sus hijas, a medida que maduran, no tanto como una lucha por liberarse de los lazos maternos que las traban, sino como un avance hacia una posición autodeterminada, firme y autónoma que le sea propia. De este modo el conflicto se podría ver como el producto de las actitudes de dos personas que buscan distintos modos posibles de vincularse en diferentes etapas de su vida, para restructurar su propia relación, deberán encontrar la forma de reconocer lo que tienen de igual a fin de aceptar lo que las diferencia. La hija buscará afirmación en el reflejo de su madre, una imagen que confirmará la suya. MADRES E HIJAS EN TERAPIA: El objetivo clínico común consiste en suscitar e incrementar el potencial positivo de la relación, como contrapartida del punto de vista dominante que presenta a las hijas como seres atrapados en una lucha interminable para escaparse de una madre posesiva y patologizadora. En este capítulo se describen casos de cada una de las autoras en donde Olga analiza la tarea de construir una relación madre-hija que se había vuelto tan opresiva y debilitante para la hija que la había llevado a efectuar un corte total y a someterse a una terapia de “separación”. Su análisis ilustra la forma en que el sistema de creencias mas amplio de la terapeuta se interrelaciona con su metodología y su elección de intervenciones. Peggy, describe su trabajo con una madre y una hija cuya relación se ve afectada por problemas conyugales no resueltos. Sus intervenciones iniciales se dirigen a habilitar a la madre –como mujer y esposa, además de cómo madre-, con o que logra ampliar el terreno dentro del cual la madre y la hija pueden negociar su interacción y profundizar su mutua comprensión. el caso de Betty se refiere a la historia de una hija que describe los triángulos generacionales, y las luchas triangulares, que han organizado su propia relación con la madre, en un libreto que nos remite a temas e imágenes conocidos. Los intentos de la hija de
romper los ciclos disfuncionales que le han impedido a ella y a la madre concretar el potencial positivo de su relación son orquestados en una terapia claramente dirigida a liberar ese potencial. El caso de Marianne, es ilustrativo de las particulares crisis de la adolescencia que se manifiestan en el curso de la relación entre madres e hijas. Esta crisis esta cargada de mensajes heterogéneos, tanto para la madre como para la hija, pero al igual que todas las crisis brinda una oportunidad única para logar el cambio. Marianne Walters, se empeña especialmente en subrayar las conductas competentes que tienen lugar dentro de las sesiones de terapia, convirtiéndolas en experiencia de competencia que pudieran ser compartidas por la madre y sus hijas, de manera que brindan una proximidad, mueven ala reflexión y fomentan un sentido de lo familiar.
3. PADRES E HIJAS Betty carter La relación entre padre e hija está llena de ambivalencia en las familias de la clase media, el padre ve el matrimonio como el principal obtuvo para ella. El padre tal vez gaste una fortuna en la educación de la hija, pero sin esperar que ella alcance ningún logro personal. El padre se enorgullece de ser fuer y competente, pero premia la sumisión y la dependencia en su relación con la hija. Esta valora la expresión directa de la emociones, pero aprende que la adulación y el engaño rinden buenos frutos en su trato con el padre. En nuestros tiempos, lo padres comprensivos y tolerantes están cada vez más inseguros acerca de que expectativas y esperanzas deben albergar respecto de sus hijas. Los padres autoritarios tratan desesperadamente de aferrarse al pasado para escapar a la necesidad de redefinir sus propios roles en repuesta a los cambio operados en sus hijas. La hija, por un parte, desea aprobación de su padre aun para ciertas opciones o estilos de vida que sabe que el no acepta. Puede buscar su autonomía atreves del desafío y la rebeldía. En las familia pobres, lo roles de todos los miembros de la familia están determinados y constreñidos por los efectos del racismo y la pobreza, los hombre s de mayor éxito e influencia social los que más diferencia y sumisión le exigen a sus esposas e hijas. A menudo lleva el ropaje de la benevolencia.
En todas las clases sociales as hijas que se crían en familias en las que el padre esta física o emocionalmente ausente, suelen desarrollar actitudes negativas y condescendientes con los hombres y transferir su energía a las relaciones familiares mas satisfactorias con sus madre o hermanos o bien elaborar la fantasía de un hombre ideal. El padre es la clave del éxito de la hija en el amor y en el trabajo, de acuerdo con las mujeres que tienen relaciones poco satisfactorias con su padre presumiblemente tendrán dificultades para mantener relaciones íntimas, elegir pareja, problemas sexuales. Muchas mujeres culpan a sus madres por todas sus carencias. En nuestra cultura patriarcal, a veces se tiene la impresión de que cuando una hija tiene éxito, el crédito se lo lleva el padre y cuando fracasa se le echa la culpa a la madre. EL PODER Padre e hija, se encuentran en los extremos, el requisito tradicional del “buen padre” era proteger a su hija de otros hombres. Pero no había nadie que protegiera a la hija de su padre este hacia abuso de su poder. Madre e hijas aprendían, a estar dependiente de las necesidades del padre, hasta que estos los “entregaban” a un marido que continuaran con su tarea. TRIÁNGULOS FRECUENTE -Pigmalión Padre pudo haber tenido dificultades en el trato con su madre y cuya esposa repele, encuentra en la hija una última oportunidad de ser “tratado como un hombre”. Si el padre logra transmitirle a su hija este mensaje, ella crecerá para convertirse en una “esposa perfecta: dependiente y respetuosa.” -La guerra de la soga. Lucha por el poder entre el padre y la madre por que las hijas mayores son particularmente vulnerables, cuando el padre” pierde” frente a la madre y su depresión o sus quejas mueven a la hija a protegerlo emocionalmente. Este triangulo provocara conflictos entre madre e hija., pero el padre y la hija han cambiado de lugar, siendo el padre la “victima” en que necesita ser “recatada” por la hija. Cuando el padre representa el papel de “tirano” y la madre el de “pacificadora”, la hija pude verse obligada a cubrir con el rolde “rebelde” como no se atreve a hacerlo su madre o someterse. -Mi corazón pertenece a papito. Padre, hija y novio, le permite al padre “ganarle” a sus rivales en la conquista de la devoción de su hija. Hostilizar al yerno, creando le a su hija un conflicto de lealtades que perturbara a su matrimonio. Ignorar al “intruso” y brindándole consejos o regalos a la hija y el sigue siendo el “principal hombre de su vida”. ¡Ya se sabe que un hijo es hijo hasta que encuentra esposa, pero hija es hija por toda la vida¡
-¡Súbete al pedestal y quédate allí ¡ El padre y otros hombres tartán de reservar el mundo del trabajo, dinero y poder exclusivamente para ellos, la hija es aleccionado por su madre, que también esta “por encima de todo eso”, como una santa. TRABAJAR: ¿ES UN DERECHO O UN ATREVIMIENTO? Por parte del padre, lo esencial radica en sus expectativas. Espera que su hija trabaje pero que no se dedique por entero, si ella ingresa en el mundo se los negocios, quizás espere que renuncie cuando tenga un hijo o criticar la elección laboral de su hija y acosarla con consejos y sugerencias que le provocaran a ella conflictos y sentimientos de culpa. Hija, es muy probablemente que la hija puede progresar pese a la desaprobación de su padre, pero a expensar de una atención adicional y de un gran deterioro en las relaciones entre ambos. Se les concede más crédito a los padres que a la madre por el éxito laboral de sus hijos. Williams Appleton, dice que a fin de tener éxito en el mundo del trabajo las mujeres necesitan de la ayuda e instrucción de sus padre, para aprender a ser juzgadas en lugar de consentidas, y las mujeres debemos actuar y pensar ms como los hombre y aprender a negociar con el sistema laboral en el mismos estilo competitivo que los hombres le han impuesto. Si no tenemos en cuenta el enorme nivel social del sistema no abordaremos los presupuestos en que los padres e hijas basan sus conductas y tenderemos a patologizar el problema o culpar a los padres o las hijas por ciertas conductas y actitudes que les fueron enseñadas y son reforzadas por nuestra sociedad. La interrupción de la relación padre-hija La importancia de la vinculación emocional y la disfunción que se produce cuando se interrumpen o se rompen relacione significativas. Por fallecimiento.- El padre continúa ejerciendo una fuete influencia a la vida de la hija, atreves de la fantasía, donde idealiza a su padre, y luego mantiene una relación imposiblemente perfecta con actitudes hacia la madre la que es meramente “humana”. Y casi cualquier acción, positiva o negativa que emprenda el padrastro dirigida hacia la hija será ferozmente rechazada por ella, debido a su lealtad con su verdadero padre. Esta situación se pude resolver alentando a la familia a hablarle a la hija acerca de quién era realmente su padre como persona o bien instruyéndola para que averigüe acerca de él, “resucitarlo y luego volverlo a enterrar”.
Interrupción por divorcio. Si la hija es pequeña, lo más probables es que desarrolle una actitud negativa hacia su padre a medida que crese. No es muy probable que la madre le brinde una visión positiva de su padre. El rencor compartido es un elemento colusorio en la relación entre madre e hija, y si ambas están aisladas de la familia extensa y de otras redes, la hija es una candidata nata a asumir el rol de protectora emocional. La resolución puede producirse cuando la hija se vuelve a vincular con su
padre como forma de poner fin a sus dudas y sus fantasías respecto de ella misma y de si historia. La hija encontrara un apersona real con la cual relacionarse. La relación distante entre padre e hija . Distante positiva: Alberga sentimientos negativos hacia su madre, con la que tiene una relación más estrecha. Los padres consagran casi toda su atención y energía al trabajo, dejando que sus esposas se encargue de lidiar con la crianza de los hijos prácticamente solas. Los sentimientos de culpa o la falta de familiaridad con la complejidades de las cuestiones domesticas suelen llevar al padre a ser el” bueno”, “distante pero bondadoso”. Cuanto más cerrada esta la comunicación en la familia, tanto más encubierto esta la relación padre-hija. Ambos son aliados secretos que mantiene un vinculo tácito, ella comprende que su conflicto con la madre no le causa ninguna aflicción al padre, si la aflicción de la madre se vuelve lo bastante intensa como para crearle un problema a él, el “frente unido” parental pronto le hace saber a la hija que ha ido demasiado lejos. Cuanto más conflictiva es la relación de la hija con la madre, tanto más profundos son sus afecto y simpatía hacia el padre por tener que soportarla. En este triangulo la hija no comprende que hay una dependencia mutua con su padre, y el dilema de la madre es invisible. Es muy beneficiosa la resolución de esta situación, llegar a conocer a su padre como una persona imperfecta, reducirá a la tención existente entre ella y su madre, así como ellas y su marido, lo bastante como para que estas relaciones mejoren casi en forma automática.
Distante y negativa: la hija tiene una relación colusoria con su madre y alberga sentimientos muy negativos hacia el padre. El padre actúa con excesiva autoridad. La esposa acepta su dominio, la hija que le tiene lastima a la madre y esta aliada a ella, siente rencor y desprecio hacia el padre. Lo culpa por no brindase más a su madre que a ella misma. La hija tiene, respecto de él la opinión negativa, misma que su madre no se atrevería a tener. Se mostrará fría y distante con él, cuando la hija se vaya de su casa se mantendrá tan distante como se lo permitan su deberes filiales, si la tención se le eleva dando lugar a un conflicto abierto o una ruptura. La relación intrincada entre padre e hija: El padre y la hija están más envueltos uno con el otro, por colusión o conflicto, de lo que cada uno de ellos está con la madre. -No conflictiva: “La nenita de papá” el padre convierte a la hija en una aliada suya, por lo que ejerce una fuerza decisiva en la vida de ella. Los aspectos problemáticos de esa relación, pueden ser invisibles para la madre debido a que de todos los patrones de relación padre e hija este es el que más se aproxima al ideal cultural. El padre le brinda a la hija todo lo que esté en su poder a cambio la hija nunca rechazará ni cuestionara su autoridad. Pude suceder que la madre se sienta excluida y agredida, que contra la voluntad del padre pasando a ser como la hermana de su hija y ambas vivan dependientes de él. Pero la problemática de la hija inicia cuando en su patrimonio, el cual será conflictivo o armónico dependiente de que es lo que piensa el padre del marido, si el marido se equipara con la forma de tratar del padre a la hija, y si el marido acepta la autoridad
del padre. Aunque no hay ningún conflicto, el vacio y la soledad de la vida de la hija en tanto envejece y no madura, la harán vulnerable a desarrollar síntomas psicosomáticos o depender excesivamente de su marido e hijos. Si la hija trata de tomar las riendas de su propia vida, le atribuirá la mayor culpa al marido y tal vez vuelva a casa con su papá sin darse cuenta de que tal conducta no constituye, precisamente una forma de “tomar las riendas de su propia vida”. -Relación conflictiva entre padre e hija: Al padre es el jefe y la madre sumisa o conciliadora. La hija se parece mucho a la madre, al padre le disgusta y además la hija lo enfrente abiertamente. En la niñez el padre se empeña en dirigirle la vida y en la adolescencia redobla sus esfuerzos y ella aumenta su grado de rebeldía. La hija sabe que en cierta medida está librando con su padre tanto las batallas de la madre como las propias. El mayor riesgo que corre la hija es el de consagrar toda su vida a hacer lo contrario de lo que el padre desea que haga, sin llegar a averiguar realmente lo que ella misma desea. Al haber enfrentado abiertamente y directa con su padre, la hija ha violado un tabú esencial para todas las mujeres. Lo peor de esto es que el conflicto constituye por el poder y abandonarlo de la sensación de haber si derrotado. La motivación de la hija para liberarse de este tipo de disfunción sin romper totalmente con el padre puede depender de la capacidad del terapeuta para reencuadrar las acciones que ella realiza a fin de cambiar la relación de modo de considerarlas como “victorias”. Formas perversas de relación intergenaracional En la relación padre-hija se produce una distorsión de las fronteras generacionales y personales a un grado en que hasta les responsabilidades más elementales del funcionamiento parental son descuidadas o transgredidas. Incesto.- La explicación más común ha consentido en platear que la culpable es la madre, aunque alguno le atribuye al “poder de seducción de la hija”. Se alega que la madre no protege a la hija y niega el incesto por no denunciándolo, el triangulo más significativo casi invariable incluye al padre, a la hija y a los dos o a uno de los progenitores del padre, que abuso de él en su infancia (relación intensa, latente, reprimida y perversa).
El fenómeno del incesto es activado en la familia nuclear cuando dos progenitores emocionalmente carentes y emocionalmente dependientes tratan de desempeñar los roles que les ha asignado una sociedad patriarcal, cuando la tiranía domestica a terminado por aislar totalmente a ambos padre y por crear un distanciamiento entre madre e hija, el padre veja a si hija y dice que eso es “amor”. Con el tiempo, esto se convierte en una conducta compulsiva que puede ser desatada por cualquier tensión existente en la vida del padre dentro o fuera de la familia. En el nivel individual el padre trata de convencerse de que tales vejaciones no ocasionan ningún daño, la madre se encuentra en un dilema ¿debe precipitarse y
arrastrar a sus hijos al caso y tal vez a la indigencia, o debe de creer que la vejación no volverá a ocurrir? La hija conoce la importancia del secreto y sabe que pude mantener unida a la familia silenciándolo o destruirla si lo revela. La terapia debe abordar la negación o la perversidad de la familia y ase haciendo encarcelar a padre o asignándolo a un programa de rehabilitación hasta que esté en condiciones de reconocer el problema y dispuesto a tarar de resolverlo. La responsabilidad por la conducta es personal y para cambiarla se requiere un compromiso individual . El restablecimiento de una relación positiva entre madre e hija es crucial y a menudo es el mejor lugar por donde comenzar el trabajo terapéutico en el que el padre tendrá menos poder que antes. Probablemente el último paso será la reparación de la relación padre-hija, en la medida que se posible. La compasión, comprensión, reconciliación y el perdón, pueden ser opciones personales y familiares, pero en el nivel social no son suficientes. Abuso físico y verbal : el niño golpeado. Es casi imposible conservar un actitud neutral e imparcial hacia sus responsables, el 10% de los padres que abusan de sus hijos so psicóticos. El ataque del padre puede estar dirigido tanto a su esposa como ala hija. El padre ha sido objeto de abusos por parte de su padre cuando era niño y tiene un visión machista, mucha veces existe un conflicto abierto entre marido y mujer, en el que atrapa a la hija, sea quien fuere que inicie la secuencia siempre termina con el castigo físico o verbal a la hija y la consiguiente derrota de la madre ante el padre, el ciclo es luego seguido por un intercambio de amenazas banas y promesas huecas entre los padres. Ya sea que al agresor acepte someterse a un programa de rehabilitación dirigido a cambiar su conducta e lo casos de abuso físico, es imprescindible notificar aun servicio de protección a la infancia.
Una vez que al abuso a cesado si sea forma de conducta no es atizada por las drogas o el alcohol y si los participantes adultos desean cambiarla, el ciclo pude ser interrumpido por vía de ayudar a cada adulto a encontrar un modo especifico de cambia su conducta antes de que el conflicto quede fuera de control. Los niños no pueden cambiar dicho patrón de conducta por si solos.
5. PAREJAS CUESTIONARIO PARA TERAPEUTAS MATRIMONIALES Peggy Papp CUESTIONANDO LO INCUESTIONABLE Según un estudio realizado por Prochaska (1977), la selección de novios o cónyuges potenciales entre los estudiantes universitarios sigue estando sumamente restringida por la aceptación sexual tradicional de la supremacía del varón. Se propone un cuestionario que intenta tratar las situaciones de la pareja sin tomar en cuenta el sistema social en cuanto al género. Por lo cual propone que los terapeutas arrastran prejuicios, creencias, valores, actitudes y juicios en cada sesión que afectan las preguntas, hipótesis e intervenciones del tratamiento, siendo necesario que nos sometamos a un examen de nuestros propios valores.
Jessie Bernard señala en su libro “The Future of Marriage” que se debe considerar por separado el matrimonio de ella y el matrimonio de él pues es experimentado de diferentes formas. Se ha visto en investigaciones que los hombres resultan más beneficiados física, sexual y psicológicamente al estar casados, contrario la mujer que pude implicar un riesgo a su salud mental. Las mujeres originalmente poseen ventajas en su desarrollo que el matrimonio anula. EXPECTATIVAS SEGÚN EL GENERO QUE INFLUYEN EN LAS RELACIONES INTIMAS La conceptualización de la feminidad y la masculinidad esta determinada por la cultura dentro de la cual aprendemos a pensar y sentir acerca de nosotros mismos, que se hace implícito al tratar de tener una relación intima, ya que la socialización determina que esa intimidad les resulte difícil de lograr. PROGRAMA DE FEMINIZACION Las mujeres son formadas con la expectativa de cuidar de otros, se centran en actividades que conducen al engrandecimiento de otros y no de ellas. Su sentido se basa en las afiliaciones y las relaciones personales desarrollando capacidades de afectuosidad, expresividad emocional y empatía que son desvalorizadas resultando como componente en las relaciones conyugales. Son las encargadas de confrontar, pacificar y facilitar, interviniendo en los conflictos de los demás y amoldándose a los intereses familiares. Tal actitud tiene por beneficio tener la sensación de gratificación y placer, pero el precio es depender de otros, por lo cual pueden no desarrollar aptitudes para manejarse en el mundo. PROGRAMA DE MASCULINIZACION El sentido de sí mismos está basado en el logro y no en las relaciones interpersonales. La autoimagen está relacionado en el hacer, así como los roles que jueguen fuera de la familia y sus posiciones de liderazgo. Reprimen sus sentimientos personales desarrollando una conducta controlada, prevenida y calculada. Las situaciones intimas se experimentan como impedimentos o trampas. Se defienden contra la amenaza que implica el amor y la intimidad, aunque su necesidad no desaparezca pues lo exigen de las mujeres. El carácter invencible del héroe depende de que se mantenga a salvo de todo vínculo emocional, rehuyendo de los compromisos. LA TRAMPA DE LA DEPENDENCIA Las mujeres son reticentes a exigir lo que necesitan, no se sienten con derecho a que sus necesidades sean satisfechas y temen parecer egoístas. Los hombres son renuentes a reconocer su necesidad emocional por temor a sentirse humillados o rechazados (Silver, 1984). Las mujeres esperan que sus necesidades sean satisfechas a cambio de los servicios que prestan, aunque no pase; los hombres se sienten resentidos y aprisionados por la obligación, pero fomentan la dependencia de las mujeres para reforzar su ego. Las mujeres se muestran desvalidas y dependientes en una forma de atraer y retener a un hombre. La dependencia cumple la función protectora de la relación, haciendo que el
hombre se sienta fuerte y competente. La mujer desarrolla métodos encubiertos de comunicar sus necesidades, como llorar, mostrarse desvalida, ponerse a la defensiva y cuando esto falla, desarrollar un síntoma. Los hombres dan por sentado que la mujer satisfizara sus necesidades físicas y emocionales por lo que no aprenden a pedir, así, cuando llega un hijo o la mujer se enfoca en sus estudios o trabajo se ponen celosos y se sienten abandonados. Puesto que los hombres detestan esa parte dependiente tratan de reprimirla y reaccionan volviéndose exigentes, pues esperan que las mujeres interpreten lo que ellos sienten. IMPLICACIONES CLINICAS Revisión del concepto reciprocidad Los terapeutas frecuentemente dejan que sus conceptos de reciprocidad y complementariedad interfieran al cuestionar las estructuras sexistas tradicionales. Consideran que las alternativas son o descartar los conceptos sistémicos y recurrir a la polémica y las charlas, o ponerse en una postura neutral, sin abrir juicio. El predicador y el feligrés Es un modo de reciprocidad en una relación como resultado de una desigual distribución de autoridad y responsabilidad que hay que equilibrar. La esposa está en una posición de niñita desvalida y el esposo de mayor jerarquía. El síndrome perseguidor-esquivo La esposa procura intimidad emocional y vinculación y el marido se distancia para proteger su privacidad e independencia. Se puede intervenir pidiendo a la mujer que “afloje un poco” esperando que así el marido se acerque cuando deje de presionarlo. Otra forma es lazar un ataque a la coraza emocional del hombre con la intención de que se “abra” y exprese sus sentimientos. Una alternativa distinta es definir la emocionalidad de la esposa y la racionalidad del marido como elementos positivos de los cuales pueden beneficiarse y enseñarse uno al otro. Esto pude ser de manera directa o indirecta (metáforas, paradojas, humor).
RESPONSABILIDAD DOMESTICA La gallinita roja y el ayudante Como a la gallinita roja, la mujer prefiere hacer las cosas por si misma que tomarse el tiempo y trabajo en insistir al hombre compartir las tareas domesticas y si pide que le “ayude”, es probable que el hombre se resista alegando que la esposa le da órdenes y quiere que las cosas se hagan a su modo. Aunque estadísticas indiquen que la mayoría de las esposas trabajen fuera de casa, no existen números para los hombres que participan de manera equitativa en el manejo del hogar y la crianza de los hijos. Por eso se ve que las mujeres tengan doble tarea, pues para los hombres es denigrante participar en las tareas domesticas además de que los distrae de sus objetivos. Los terapeutas deben evitar distraerse por
cuestiones triviales y centrarse en las actitudes y creencias básicas de cada cónyuge. La terapia se dirige a hacer pequeños cambios o adaptación con el efecto de estabilizar un sistema opresivo. PROHIBICIONES CONTRA LA COLERA La fierecilla domada: revisión El que las mujeres vivan en una posición débil y subordinada está generando cólera en ellas, pero se les ha inculcado que su expresión es destructiva para ellas mismas y quienes las rodean y dependen de ellas, además de ser un agente de cambio personal y social y que desafía el status quo. Otra cosa que les impide la expresión es el destruir la relación de la que son económicamente dependientes. Pero cuando la mujer manifiesta su cólera tienden ser sentimientos a través de estallidos poco coherentes y se le cataloga de “irracional” o “emocionalmente inestable”. También pude verse como una fuente de poder o fuerza de hombre que es poco atractiva e inaceptable en las mujeres. Los hombres reaccionan ante estas manifestaciones con evitación y distanciamientos. Por otro lado, los hombres tienden a estar en posiciones de subordinación con otros hombres y la cólera que pueda experimentar con éstos es desplazada a sus subordinados ya sea en el trabajo o casa. Un desborde emocional en nombre de los dos La versión de la “mujer colérica” que tiene intentos desesperados por ser escuchada es compartida por muchos terapeutas, por lo que se ven desorientados y reaccionan negativamente sin entender el problema que causa el desborde emocional, lo cual corrobora la idea de que tales arranques coléricos en ella son el problema. La violencia: la ecuación poder-desamparo Es más común para los hombres recurrir a la violencia física que para las mujeres. Hay un consenso en el que se le responsabiliza al marido de la violencia cuando la ejerce, lo cual exige intervenir en el momento de la crisis y utilizar controles sociales y legales externos. Una alternativa de intervención que viene en un caso es hacer ver al marido que la furia era autoperpetuada y no mecánica y lo obligó hacerse cargo de ella, además creo la posibilidad de que la esposa ofreciera amor y afecto que el ansiaba. Liberarse: obrar por reacción o con firmeza Las parejas comúnmente acuden a terapia cuando las mujeres buscan mayor igualdad e independencia en sus relaciones con los hombres, por lo general pasa cuando ellas hacen cambios grandes como continuar sus estudios, consiguen trabajo o inician una terapia, quejándose por los años que perdieron o las oportunidades que dejaron pasar dando acusaciones globales y quejas incoherentes que solo confunden a quienes las rodean. No distinguen entre obrar con firmeza y obrar por reacción.
LA CHARADA SEXUAL
El sexo puede ser utilizado como instrumento en las negociaciones en torno al poder y al control. Se puede usar para regular intimidad y distancia, para otorgar placer, ejercer poder, sonsacar favores, reprimir el afecto, humillar, apaciguar o reparar. En la mística masculina, el poder y el status han estado estrechamente identificados con la sexualidad. El informe Hite sobre la sexualidad masculina concluye que el acto sexual les produce satisfacción a los hombres no solo por ejercerlo con la compañera “sino por el significado cultural profundamente arraigado al acto… el hombre participa del simbolismo cultural del patriarcado y obtiene la sensación de pertenencia a la sociedad con el status/identidad del “varón””. Los hombres pueden creer que están expresando amor, calidez y cariño a través del acto sexual, lo cual no siempre es comprendido por la mujer a menos que se verbalice, ya que esta parte es más importante para ellas. A fin de complacer a los hombres de lo que depende su seguridad emocional, las mujeres se han esforzado más en dar placer que en recibirlo, lo cual les impedía experimentar sus propios deseos sexuales. O bien pueden negarse a tener relaciones cuando sus necesidades de comunicación e intimidad no han sido cubiertas, acusándoseles de mujeres “frígidas” produciendo culpa y reduciendo aún más sus deseos sexuales. Ante la revolución sexual de los años setentas, se provocó sentimientos de ambivalencia y ansiedad en mujeres y hombres y suscitó interrogantes relacionadas a al sexo desvinculado del amor, el matrimonio y la crianza de los hijos que estaban que se relacionan a la manutención del hombre. Las mujeres enfrentaron desventajas tanto en el ámbito económico como sexual, ya que no se puede tener igualdad sexual sin tales componentes. Algunos terapeutas nunca hacen preguntas acerca de las relaciones sexuales de la pareja, lo cual implica pasar por alto indicios de la negociación del poder y control de la relación, así como símbolos y metáforas que reflejan aspectos clave. El sexo sin sexismo implica relaciones sexuales entre iguales, en las que la sumisión y la dominación ya no se asocien con el sexo. Significa que las mujeres sientan el derecho de determinar lo que es natural y normal para ellas mismas, de buscar satisfacer sus deseos y necesidades sin avergonzarse y de creer que obtener placer es tan importante como complacer a sus compañeros; para los hombres desvincular la virilidad y la masculinidad del sojuzgamiento de las mujeres, de manera que su placer sexual no dependa de la dominación y la victoria sino del afecto y el compañerismo. EL DINERO Y EL PODER Es motivo de muchas peleas en las parejas. La jerarquía económica generalmente favorece al hombre. Blumstein y Schwartz realizaron una investigación con parejas heterosexuales, lesbianas, homosexuales varones y cohabitantes (hombre-mujer), en tal se encontró que “son los hombres – han estado aprendiendo en su lugar de trabajo
que el dinero equivale a poder - quienes han recreado esta situación. Las esposas y compañeras caen víctimas de la lógica que establece el dinero, pero parecen ser capaces de escapar del influjo del dinero cuando no hay ningún varón presente”. El dinero es usado por muchos modos para negociar conflictos matrimoniales. Es importante que los terapeutas incluyan preguntas acerca del dinero en su recolección de información. Por lo general, las mujeres están en desventaja por contar con menos recursos que los hombres además, de que no se adjudica ningún valor monetario a las labores del hogar, por lo que se les hace sentir que no pueden determinar el modo de gastar el dinero. Los modos en que las desigualdades económicas basadas en el género determinan la índole de los conflictos, y que orientan a las parejas hacia la igualdad en el peso de las opiniones relativas a cuestiones monetarias. El dinero se ha abordado en términos simbólicos en terapia dejando de lado la realidad de la dependencia económica y el efectivo empobrecimiento de la mujer. HACIA UNA RELACION IGUALITARIA Se pone el acento en el compañerismo, la democracia y la igualdad entre cónyuges. Lo que es difícil de lograr aún para parejas que lo defiendan. Las parejas igualitarias siguen siendo minoría, pero es una promesa para el futuro del matrimonio ya que a cada cónyuge le permitiría abarcar un espectro amplio de actividades, conductas y estilos expresivos sin temor a perder su femineidad o su masculinidad. Solo se podrá logar cambiando las creencias básicas y la estructura social. ENFOQUES CLINICOS El enfoque es estratégico-sistémico. En el nivel conductual se examinan patrones de conducta repetitivos y los ciclos recurrentes de interacción en los que se organiza el problema presentado. En el nivel ideacional se basa en actitudes, expectativas, presupuestos y creencias que mantienen tales patrones repetitivos. Esta información se obtiene de manera indirecta interpretando las aseveraciones de actitudes o a través de metáforas y fantasías. Luego vienen casos que se enfocan en la temática arriba descrita, donde se sugieren algunas técnicas como la fantasía estructurada como instrumento diagnostico donde las parejas dan un cuadro metafórico de la relación, donde revelan presupuestos básicos de cada cónyuge respecto de si mismo y del otro, el punto en que chocan y los intentos de solución de cada uno para perpetuar el problema. Otras técnicas usadas son los rituales y tareas dirigidas a cambiar los patrones complementarios. Además es importante recalcar que utilizan una perspectiva feminista. Aquí la terapia se dirige a cambiar las creencias establecidas que han determinado que las relaciones les resulten opresivas a ambos cónyuges. El terapeuta demuestra una toma de conciencia de los modos en que introducen ideas sexistas en la vida cotidiana de la pareja y cada caso muestra un modo diferente de cambiar estas ideas.
6. DIVORCIO EL DE ÉL Y EL DE ELLA La familia norteamericana ha cambiado de manera drástica en los últimos veinte años, aproximadamente. Ha habido reacciones adversas de quienes ven en eso un derrumbe de los valores morales tradicionales, es necesario que los profesionales de la salud mental comprendan que tales cambios son el resultado de tendencias sociales, económicas y demográficas de largo plazo que afectan la estructura básica de la sociedad norteamericana. No son la consecuencia de alguna moda social vigente, y no van a ser detenidos ni modificados por las exhortaciones de los políticos a volver a los valores tradiciones ni por los esfuerzos de los tps. Para mantener a las
familias unidas El clínico debe percibir y responder a muchas necesidades de las familias tales como son, y no como algunos querían que fueran. El mito de la familia norteamericana ideal de clase media, ha quedado atrás, Una de las tareas de los Tp. familiares es ayudar a la gente a desprenderse de estos modelos pasados de moda para una familia funcional, y a desarrollar nuevos modos de funcionar satisfactoriamente, e el plano emocional, social, y en el económico. Para tal efecto, debemos cambiar nuestro propio modo de pensar. El significado del matrimonio, está siendo objeto de una radical redefinición es resultado principalmente de tres factores. Los avances en los métodos anticonceptivos que hacen que las mujeres, controlen sus propias opciones de reproducción, El movimiento femenino, que hace que tener menos hijos, o no tenerlos sea psicológicamente posible y por último el aumento de la longevidad ha determinado un promedio de 15 a 20 años de vida como común o por separado a las parejas conyugales después de haberse alejado sus hijos del hogar. A las mujeres siempre se les ha inculcado que el matrimonio es la solución al problema de la supervivencia y no se les enseñaba a desarrollar su autonomía ni a reconocer otras metas personales en la vida fuera del matrimonio, por consecuencia tradicionalmente han puesto enormes expectativas en el matrimonio con el resultado de que se sienten decepcionadas y deprimidas cuando descubren que muchas veces no encuentran protección y amparo en el matrimonio y en la vida familiar. sino que se espera que sean ellas las que protejan a todos los demás . LAS CONSECUENCIAS FINANCIERAS DEL DIVORCIO. El divorcio también afecta la vida de una mujer más drásticamente que la de su exmarido el 92% de los hijos queda bajo la custodia de la madre después del divorcio el 75% de las cuotas de manutención no es íntegramente pagado y el 50% no se paga en absoluto. Sin embargo las madres que recurren a la asistencia social y las que renuncian a la tenencia de sus hijos son severamente censuradas en nuestra sociedad. Si una esposa no tiene ingresos o carece de capacitación necesaria para ganar lo suficiente, y si carga con toda, o casi toda la responsabilidad de criar a los hijos entonces cualquier arreglo que no tome en cuenta estos hechos jamás podrá ser ni remotamente justo o equitativo Weitzman “conceder igualdad de derechos, cuando no hay igualdad de oportunidades significa fortalecer al fuerte y debilitar al débil”. No es de extrañar por lo tanto, que las mujeres de menores ingresos se cuenten entre las primeras en casarse en segundas nupcias dado que el matrimonio sigue siendo la principal solución a la inseguridad económica y social que nuestra sociedad les ofrece a las mujeres EL DIVORCIO COMO UNA FASE DEL CICLO VITAL DE LA FAMILIA NORTEAMERICANA
Mc Goldrick y Carter consideran el divorcio como una interrupción del ciclo vital de la familia, que produce en el sistema familiar la clase de desequilibrio profundo, que siempre se asocia con cambios, aumentos y pérdidas en el conjunto de miembros. Conceptualizamos la necesidad para estas familias de experimentar una o dos fases adicionales al ciclo vital familiar a efectos de estabilizarse y evolucionar hacia un nivel más complejo. El 35% de las mujeres norteamericanas que se divorcian, no se vuelven a casar estas familias atraviesan una fase adicional del ciclo vital de la familia y pueden reestabilizarse permanentemente como familias de progenitor único. Durante esta transición, todos los miembros de la familia en que ha habido un divorcio deben realizar el trabajo emocional de elaborar el duelo de la pérdida por la familia intacta y renunciar a toda fantasía de volver a unirse, los cónyuges tienen que asumir la parte que les corresponde en la ruptura y llegar a un acuerdo sobre la tenencia de los hijos, el régimen de visitas y los arreglos financieros. Sin duda este proceso a menudo se malogra o se elude el mal manejo de estos deberes emocionales y económicos arroja a la pobreza a las mujeres y a sus hijos, que complican las relaciones futuras de la familia. EL PROCESO EMOCIONAL DEL DIVORCIO La cuestión central del proceso emocional es recuperarse del matrimonio es decir abandonar y dar por terminadas las esperanzas que se habían depositado en el cónyuge y en el matrimonio, y reinvertirlas en el propio yo, esto va en contra de lo que se ha inculcado a las mujeres acerca de ellas mismas. Dado el tipo de socialización de las mujeres y las realidades económicas y físicas que enfrentan durante y después de su divorcio, un pc puede presentar un estado de extrema culpa ansiedad e incertidumbre, independientemente de quien inicio el divorcio, es fundamental que el tp. no presuma que la principal solución de la mujer que se divorcia consiste en que vuelva a casarse, sino en ayudarla a encontrar sus propias fuerzas y competencias .para salir adelante sola hasta en tanto ella decida otra cosa. CUANDO EL HOMBRE ES EL QUE PIDE EL DIVORCIO Por lo general existen situaciones en las que se encuentran las parejas a punto de divorciarse. Cuando el hombre amenaza con pedir el divorcio y la mujer no está preparada económica, emocional ni laboralmente, para hacerse cargo de su vida y sus hijos, su problema es primordialmente social y político antes que emocional ., la psicoterapia por si misma no es la solución, aunque hay aspectos que un tp. puede ser útil. LA TAREA DE LA AUTODEFINICIÓN. La tarea principal del tp.cuando trata a mujeres que se están divorciando consiste en ayudarlas a utilizar las crisis del divorcio como una oportunidad para redefinirse ellas mismas. La posibilidad creativa de esta crisis radica en que brinda la posibilidad de realizar ahora el proceso de desarrollo personal que puede haber sido omitido anteriormente. Es importante que no dejemos a nuestras pc. Atascadas en la posición de victimas durante este proceso sino que respaldemos su capacidad de hacerse
cargo den sus vidas y de desarrollar una identidad personal en la cual el matrimonio sea una opción y no un requisito. El trabajo terapéutico incluye a la familia de origen así como al ex marido.
8. FAMILIAS RESULTANTES DE SEGUNDAS NUPCAS: LA CREACIÓN DE UN NUEVO PARADIGMA
Betty Carter EL MITO DEL MATRIMONIO
Existe la creencia de que los segundos matrimonios suelen tener mejores resultados que los primeros. Esta creencia hace posible que eludamos examinar las causas económicas, sociales y políticas de la inestabilidad matrimonial generalizada en nuestra cultura y nos permite, conservar intacto nuestro sueño de felicidad conyugal y familiar, culpando a los individuos de problema en lugar de revisar y cambiar las fallas ineludibles que presenta el modelo original y su contexto social. Las familias resultantes de segundas nupcias sólo requieren leves ajustes para convertirse virtualmente en lo mismo que las formadas a partir de un primer matrimonio. Es como si el “hogar desecho” pudiera y debiera ser “reparado”, tras lo cual las cosas volverían a su cauce habitual y tendríamos así la familia “otra vez intacta” de nuestros sueños. La disolución del matrimonio es también más rápida: tras solo cuatro años, como promedio, contra un promedio de siete años para los primeros matrimonios. (Encuesta en USA). Hay indicios de que los hombres y las mujeres posiblemente se vuelvan a casar por diferentes razones; pues se ha comprobado quelas mujeres de bajos ingresos y los hombres de ingresos elevados son los que más temprano se casan por segunda vez, mientras que las mujeres de ingresos elevados y nivel de educación avanzado tienen menor tendencia a hacerlo. Existe la creencia compartida por la mayoría de las mujeres y los hombres de que el matrimonio es una estructura de vida necesaria para la autorrealización, que el divorcio representa un error en la elección de cónyuge o un problema emocional familiar y no una falla en la estructura del matrimonio, y que el segundo casamiento brinda una oportunidad de tener la estructura “nuevamente intacta” necesaria para reasumir el sueño tradicional. EL NUEVO PARADIGMA FAMILIAR Este conjunto de creencias impide a la mayoría de la gente, incluyendo a los terapeutas, reconocer la necesidad de contar con un paradigma enteramente nuevo de la familia para dar cabida a las relaciones y los role complejos existentes en las familias resultantes de segundas nupcias. El hecho de que el vínculo padre-hijo preceda, a menudo por varios años, al vínculo conyugal, produce en el padrastro o madrastra la tendencia a competir con sus hijastros por la primacía ante el cónyuge, como s las relaciones estuvieran en el mismo nivel jerárquico. El nuevo paradigma al que se hizo referencia, para la familia resultante de segundas nupcias, deberá fomentar un sistema familiar abierto y flexible en el que las fronteras rígidas entre los miembros de la vieja y de la nueva familia, los roles y las
relaciones, puedan ser distendidas y finalmente rectificadas, la existencia de fronteras permeables en torno a los miembros del hogar y las líneas abiertas de comunicación fomentaría la aceptación de las responsabilidades y sentimientos del ex cónyuge sin hacerse cargo de esas responsabilidades en lugar del cónyuge ni tratar de combatir o competir con el apego entre el progenitor e hijo; además haría posible la revisión de los roles basados en el género de la familia tradicional. Las responsabilidades de criar a los hijos de él y a los hijos de ella deben estar distribuidas de un modo que no excluya ni combata la influencia de los progenitores biológicos. Este principio descansa en el espinoso supuesto previo de que la mayoría de los ex cónyuges tendría la voluntad y la capacidad de cooperar en la crianza de sus hijos, por lo que requiere una cuidadosa exploración antes de tratar de aplicarlo en una familia dada. Los hijos de él y los hijos de ella
Nuestro propósito es alentar al padre biológico a tomar decisiones importantes y establecer normas disciplinarias y reglas generales para sus propios hijos y no delegar estas funciones cruciales en un padrastro, aunque tal delegación parezco normal o conveniente. La relación de los hijos y el padrastro o madrastra debe ser definida y elaborada teniendo en vista factores tales como las edades de los hijos, las circunstancias del divorcio y los deseos de todos los participantes. Los choques entre madrastras e hijastras son frecuentes, dado que las hijas se sienten responsables de proteger a su madre y se ven atrapadas en este conflicto relativo a los roles familiares. El mensaje que se le debe transmitir a la madrastra no es que su incorrecto desempeño como esposa y madre ha creado un problema en la nueva familia que ella puede resolver “haciéndose a un lado”, sino que se ha visto arrastrada a llenar un vacío creado por normas sociales anticuadas. Debería auxiliar a su marido a aprender cómo cumplir en mayor medida las funciones cotidianas de ser padre para sus hijos y cómo participar más equitativamente en los asuntos hogareños y familiares. La cuestión del manejo de las finanzas Sólo la participación conjunta puede resolver los complejos y antagónicos reclamos respecto de los recursos económicos de la familia. Las obligaciones financieras hacia las primeras familias deben cumplirse tanto a través de la manutención de los hijos como en las disposiciones testamentarias. Como las familias constituidas después de un divorcio cambian el viejo axioma del hombre como proveedor, a menudo por la ausencia de éste, los terapeutas que las tratan deben tener presentes ciertos factores sociológicos: que los hombres ganan más que las mujeres; que los hombres tienen la expectativa y la formación necesaria para trabajar y ganar dinero de por vida; que el dinero significa poder y que los
hombres generalmente saben obrar de acuerdo con este principio mejor que las mujeres. La resolución de las disputas financieras pueden lograrse en familias muy pobres o muy ricas, pero nunca en familias en las que los cónyuges tienen recursos económicos muy dispares, a menos que se efectúen acuerdos equitativos. REESTRUCTURACIÓN DE LA FUNCIÓN SEGÚN EL GÉNERO EN LA FAMILIA La herencia del pasado es difícil de superar. Que el sistema social no respalda la reestructuración del funcionamiento según el género en la familia, se pone en evidencia tan pronto como se produce algún conflicto. Las decisiones del sistema legal en las disputas por los bienes conyugales, la pensión alimenticia, la manutención de los hijos y hasta la tenencia de los hijos sigue favoreciendo a los hombres, y los terapeutas debemos tomar en cuenta este hecho cuando alentamos en determinadas familias a correr el riesgo de desafiar las viejas normas. TRIANGULOS E LA NUEVA FAMILIA Algunas aplicaciones del nuevo modelo propuesto, para detectar problemas previsibles. El triangulo del padrastro La forma más frecuente: una madre y sus hijos que viven con el segundo marido de la madre. Surgirán dificultades, si ya sea la mujer o su marido piensan que ella no puede gobernar a sus hijos, incluyendo varones adolescentes, sin que él acuda a rescatarla. Si todos creen que es tarea de ella establecer una relación entre padrastro e hijastros más allá de la función inicial. Si su ex marido no aporta lo suficiente para la manutención de los hijos. Es muy conveniente que el terapeuta reafirme la capacidad de la madre de gobernar a sus hijos – tanto varones como niñas – sin ser “rescatada” por su nuevo marido. Atenuar la importancia del rol del padrastro en cuanto a impartir disciplina, y abordar los aspectos financieros de un modo directo y equitativo, posibilitan una forma de relación más positiva entre el segundo marido y sus hijastros. El triangulo de la madrastra Padre e hijo en relación con una madrastra no es la composición más común, opera cada vez que los hijos del marido van de visita. Le cabe al padre la responsabilidad inicial de hacerle un lugar a su nueva esposa en la relación existente con sus hijos. Él establecerá y hará cumplir todas las reglas que sean apropiadas y necesarias. Debe prever que la relación entre sus hijos y su nueva esposa se desarrollará con lentitud y conforme con la voluntad de ellos en cuanto a cómo relacionarse. Los problemas predecibles son: 1.Dar por sentado que ella se hará cargo de los hijos de él, lo que provocará una tenaz resistencia por parte de los hijos y la madre de éstos. 2.La relación del padre con sus hijos puede ser tan distante o conflictiva que su nueva esposa intervendrá para protegerlo o ayudarlo, con lo que quedará atrapada en el medio.
3.Se puede considerar que los “pobres chicos” necesitan mucho cariño para compensar la desdicha que han sufrido, y creer que ese cariño sólo puede brindarlo una mujer. 4.El padre puede aceptar hacerse responsable, pero al estar tan ocupado, la nueva esposa se sentirá obligada a tomar las riendas que él ha soltado. 5.El padre puede tener un trato conflictivo, o no tener ningún trato con su ex esposa y pedirle o persuadir a su nueva mujer para que se ocupe ella de este aspecto “por el bien de los chicos”. 6.La segunda esposa puede sentir que ocupa un lugar subalterno de los hijos y terminar compitiendo con ellos por la atención de su marido. LA DIFICULTAD DEL CAMBIO El nuevo modelo requiere la participación igualitaria de los maridos en las relaciones familiares y en la crianza de los hijos. El principio de que las mujeres deben producir ingresos cuenta con bastante aprobación por parte de muchos hombres y mujeres. Paradójicamente, algunos hombres rechazan la idea de que sus esposas trabajen. Hay un respeto tan generalizado por las actitudes de los hombres respecto del dinero que son pocos los maridos cuyo “derecho” a controlar las finanzas de su hogar es cuestionado en la terapia familiar. También paradójicamente, la madrastra, rechaza esa mayor participación, temiendo que amenace la identidad y la idoneidad que a ella se le ha enseñado alcanzar a través de ocupar el lugar central de la familia. En el cambio se requiere que ambos cónyuges redefinan y redistribuyan las responsabilidades de modo que ella deje de encontrarse en la situación imposible de tener que procurar que los hijos de él acaten las reglas del hogar “ de ella”. LA FORMACIÓN DE LA NUEVA FAMILIA TRAS UN FALLECIMIENTO Cuando los hijos son pequeños, un padrastro e incluso una madrastra serán aceptados como “verdaderos” padres a su debido tiempo si el progenitor de los chicos puede ayudarlos a elaborar su duelo y a aceptar la nueva persona por derecho propio, en lugar de unirse a sus hijos en el deseo de encontrar un “reemplazante” y continuar con la vieja familia en todos sus aspectos. Los fantasmas pueden ser aún más poderosos, en especial dada la tendencia a idealizar a alguien a quien se pierde prematuramente. Hablar, recordar y reconocer las fallas y debilidades humanas de la persona muerta ayuda a exorcizar el fantasma, pero nada de esto puede hacerse sin la activa conducción del progenitor sobreviviente. LA PAREJA El grado de adaptación, las dificultades, los complicados triángulos y el volumen de trastornos de conducta, mal comportamiento o quejas se relaciona con la cantidad de hijos afectados por el segundo casamiento. Los miembros de la “pareja”, muy pronto se ven inundados por tantos problemas “de familia” que su sentido de
identidad como pareja corre serio peligro, y de hecho, no se lo puede separar realmente de sus relaciones con los hijos. Aunque los problemas que se presentan ante el terapeuta casi siempre atañen a los hijastros, es importante que el clínico le preste mucha atención y apoyo durante toda la terapia al vínculo de la pareja, el cual al menos al principio, es el vínculo más nuevo y más débil en la familia. EL DESAFÍO ¿Están dispuestos a reexaminar nuestras ideas sobre la estructura familiar funciona a fin de ser útiles a estas familias o continuaremos haciendo lo que sabemos y concibiendo a las familias resultantes de segundas nupcias como estructuras “desechas” que necesitan ser “reparadas”? En el momento de unirse para crear una nueva estructura familiar, cada cónyuge es responsable de sus propios hijos y recursos. ¿Ayudará el nuevo matrimonio de ellos a continuar evolucionando en la dirección de la plena participación en los aspectos tanto emocionales como instrumentales de la vida, o constituirá para reincidir en patrones anticuados? Una terapia familiar “esclarecida” puede ayudar al marido y la esposa a continuar desarrollando una estructura familiar que sea funcional para todos sus miembros. Caso: “¡No sé cuál de estas madres es peor!” (Betty Carter) En este caso se ve a una terapeuta familiar que culpa a la mujer de la nueva familia por las dificultades de ésta y se enreda en una frustrante lucha con la madrastra para inducirla a “hacerse a un lado”. La terapeuta familiar, al ser mujer, se encuentra obstaculizada por varios factores: a) ha sido socializada para complacer a los hombres y competir con las mujeres; b) su formación la lleva a preocuparse por el bienestar de los hijos y a entender que la principal responsable de cuidarlos es la madre; c) tiende a reaccionar ante el tono iracundo de la madrastra y a pasar por alto los componentes de dolor y ansiedad que encierran sus quejas; d) su teoría le dice que el “perseguidor” debe “hacerse a un lado” a fin de que el “esquivo” pueda ingresar. Así, crea un sistema de terapia exactamente isomorfo del problema familiar: una mujer discutiendo con otra acerca de qué es lo correcto para los chicos (Ver caso en pag. 376). Librémonos de la consigna que dice “Procure que el perseguidor se haga a un lado a fin de que pueda entrar el “esquivo” y reemplacémosla por la siguiente: “C onvalide la preocupación de la persona más comprometida y objete el distanciamiento de la menos comprometida”. Caso: “…Quererla como una madre” (Peggy Papp) Este caso atañe la falsa noción, predominante en las nuevas familias, de que una madrastra puede y debe amar a su hijastro como a un hijo propio. Se espera que
ella mitigue los sentimientos de culpa, repare las relaciones, cure las heridas, disipe la depresión e intermedie en los conflictos (Ver caso en pag. 380). Aquí se ejemplifican algunos de los procesos típicos que tienen lugar en las familias resultantes de segundas nupcias cuando el marido y la esposa comparten expectativas poco realistas respecto del rol de la esposa. Estas expectativas le imponen una pesada carga a la esposa, a la que luego se culpa por no cumplirlas.
Caso: La cenicienta rediviva (Olga Silverstein) Si un niño ha quedado huérfano a edad temprana, la situación de la madrastra puede ser particularmente difícil, más allá de sus buenas intenciones. Las cuestiones familiares que se encuentran en la base del problema incluyen las siguientes: 1.El vínculo diádico entre un hijo y el progenitor sobreviviente puede parecer impenetrable. 2.La expectativa de reparar todo lo que el chico ha sufrido suele ser poco realista. 3.Una mujer demasiado ansiosa por probar que ella jamás será una madrastra malvada podría esforzarse demasiado y así, inadvertidamente, reforzar el vínculo que la excluye. 4.Una jovencita, que ha sido la dueña de la casa de su padre no renuncia fácilmente a ese rol. 5.Un padre que se ha sentido inadecuado para cumplir la tarea de criar a una hija, puede estar demasiado ansioso por entregársela a la madrastra, en la falsa creencia de que la chica necesita una “madre” que la encamine. 6.Los hijos de la nueva esposa, que luchan por incorporar al nuevo cónyuge de ésta a su círculo pequeño y cerrado, pueden percibir a una hermanastra como una agresión adicional intolerable. 7.Un padre con sentimientos de culpa puede tratar de resarcir a su desdichada hija mostrándose excesivamente indulgente con ella, declarándole una falsa devoción o permitiéndose manipularlo para que le compre regalos costosos (Ver caso en pag. 385). No hay ningún modo de evitar que surjan ciertos conflictos en torno a la integración de dos sistemas familiares, cada uno de ellos con su propio centro, cada uno con su propio conjunto de reglas tácitas y explícitas, y cada uno decidido a mantener su propia integridad y estabilidad. El terapeuta debe reconocer los complejos factores sociales, incluyendo las funciones de rol prescriptivas según el género y el estancamiento que ellas crean, que tienen una poderosa repercusión en la familia. Caso: ¿Lo que necesitas es lo que deseas? (Marianne Walters) Normalmente, cuando hombres y mujeres inician juntos una terapia, se presentan de modos muy diferentes. Estos patrones de conducta generales, basados en el género se encuentran en la mayoría de los sistemas de pareja y estarán
enquistados en los repertorios conductuales de casa cónyuge cuando éste forme una nueva pareja o relación marital. Betty Carter ha descrito muchas las complicaciones y peligros latentes para la familia resultante de segundas nupcias que tienden a polarizar los hábitos y los patrones de interacción que cada cónyuge trae consigo al nuevo matrimonio. Las madres y madrastras continuarán compitiendo entre ellas en torno al cuidado de los hijos mientras la crianza infantil siga siendo primordial fuente de aprobación social, y los padres y padrastros continuarán distanciándose del frente familiar mientras su poder siga estando asociado con la creencia de que éste no es dominio suyo. Las imágenes de las madrastras malvadas y los padrastros ineficaces no han cambiado demasiado. Y cuando uno de los cónyuges tiene hijos, las razones para haber contraído segundas nupcias están envueltas en mitos culturales y tradiciones sociales. En mi labor terapéutica, procuro reconstruir el libreto presentado, ofreciéndoles a la familia un nuevo conjunto de “lineamientos” a través de utilizar su contenido como contrapunto para realimentar el proceso familiar. Un encuadre que utiliza el concepto de la “función que cumple el síntoma” es amplificado a fin de establecer la conexión entre la función y las conductas socialmente prescriptas, el desarrollo según el género y las experiencias colectivas de las mujeres. Los conceptos de la conducta basada en el género, socialmente construidos y comunes para muchos, contienen una “verdad”, una conciencia colectiva que posibilita que la gente experimente una comprensión inmediata: una adhesión a una idea que despatologiza y humaniza a la vez. Cuando trato familias de segundas nupcias, mis intervenciones se centran en la pareja y/o las relaciones familiares actuales . Yo procedo inicialmente a reencauzar la energía de los miembros de la familia y orientarla hacia el fortalecimiento de sus nuevas relaciones y la construcción de nuevas pautas, arreglos y rutinas familiares. Hace que los miembros de la familia se vuelvan más competentes para lidiar por sí mismos con las complicaciones que implican matrimonios nuevos (Ver caso pag. 394). REENCUADRE DEL LIBRETO Cuando una madre se ha desempeñado como progenitora única durante cierto tiempo antes de volver a casarse, tenderá a sentir que sus hijos han sido privados de la presencia paterna y estará ansiosa porque su nuevo marido comience a portarse como un padre de inmediato, aún cuando sienta la necesidad de proteger sus propios “derechos” y su idoneidad parentales. Los cónyuges que tienen una relación de segundas nupcias comparten un sistema de creencias – que los chicos han sido privados de una figura paterna sólida – aún cuando discrepen en lo referente al manejo y al control de los hijos. Este sistema de creencias compartido debe ser reconocido y cuestionado como parte del proceso de redistribuir la responsabilidad y el poder.
9. MUJERES SOLAS: LOS AÑOS TEMPRANOS E INTERMEDIOS Peggy Papp Carl Hesse y su esposa Alice De Washington. D.C. Se complacen en anunciarle que su hija Susan A. Hesse de Piedmont, California Asumirá el estado civil de Solterona Contenta La noche del sábado 23 de junio de 1984, Tras lo cual cesara de buscar al Príncipe Azul Y comenzara a ofrecer deslumbrantes fiestas y banquetes. Para contribuir a celebrar este jubiloso acontecimiento, Se ha abierto una lista de regalos en las Grandes Tiendas Macy´s. Agradeciendo de antemano su atención. Saludan a usted Carl y Alice Las fechas de los banquetes serán anunciadas tan pronto Como Susan adquiera una mesa de comedor. Las mujeres solteras eran consideradas arias sociales y mantenidas ocultas dentro de los confines de las familias. El porcentaje de solteras entre los 23 y 35 años de edad ha aumentado a m´{as del doble en los últimos diez años cuanto una cantidad creciente de mujeres, en todo Estados Unidos, está postergado el casamiento y optando deliberadamente por no casarse nunca. Los rápidos cambios de las costumbres sexuales y una mayor flexibilidad en las relaciones personales han producido nuevas opciones que ya no necesitan basarse en
relaciones heterosexuales exclusivas de largo plazo. Estas nuevas alternativas entrañan un rechazo a la noción de que el matrimonio y la maternidad son las principales fuentes de autorrealización para las mujeres. El hecho de que una mujer establezca su propio hogar, separado e independiente, confirma su autonomía y exige el reconocimiento de su estatus de soltera. LAS RECOMPENSAS Y LOS BENEFICIOS DE SER SOLTERA Muchos solteros prefieren un modelo social que gire sobre una diversidad de relaciones con varias personas, en lugar de estar centrado en un compromiso exclusivo e intenso con un individuo en particular. Optan por una soledad ocasional, lo que les permite viajar tanto como lo requiera su trabajo o mudarse si se presenta la oportunidad. Una vida solitaria independiente implica cultivar ciertos rasgos de personalidad opuestos a los que requiere el matrimonio. Las mujeres solas, en cambio, están en liberad de poner sus propias necesidades en primer termino, basarse a sí isas, tomar decisiones independientes, disfrutar su privacidad y obrar según su propio interés. Por otro lado, la fraternidad psiquiátrica podría catalogar estas características, cuando las presenta una mujer, como narcisistas, neuróticas, egocéntricas e indicativas de una incapacidad para entablar relaciones emocionales estrechas. La mayoría de los especialistas en el campo de la salud mental cree que la capacidad de establecer un compromiso interpersonal duradero es una señal de madurez emocional, se considera que las solteras son mujeres deprimidas y frustradas, con conflictos no resueltos respecto de su sexualidad, son estigmatizadas por estas teorías psicológicas de la normalidad. “Evitar el matrimonio en estas circunstancias podría interpretarse como una saludable prueba de autoconciencia, autodeterminación y fortaleza personal, las que son necesarias para enfrentar una existencia que suela entrañar vulnerabilidad económica, soledad, desvaluación personal y estigmatización social… una ojeada a los ascendentes índices de divorcio sugiere que muchos individuos que se aventuran inadvertidamente en esta zona de combate (el matrimonio) tienen deficiencias tan graves en sus relaciones personales como las que se les imputan a sus pares solteros y posiblemente menor conciencia de sus limitaciones (Margaret Adams en Single Blessednes, 1976). La vida de soltera le puede brindar a una mujer una fuerte sensación de autonomía psicológica e integridad personal. Para algunas mujeres, la privacidad y la independencia son elementos esenciales para su felicidad y bienestar, y están dispuestas a pagar por ella el precio de la soledad ocasional, la vulnerabilidad y el ostracismo social. La independencia económica de las mujeres constituye una profunda amenaza contra la estructura social. Las mujeres que pueden hacer esto solas a no estarán disponibles para cuidar a los hombres.
En algunos casos, hombres y mujeres viven juntos bajo un acuerdo comercial exclusivamente práctico para compartir un hogar, que no incluya ninguna vida sexual en común. RIESGOS SEXUALES Y SOCIALES Como la vida de soltera no es tradicional, carece de la definición y el respaldo institucionales de que goza el matrimonio, las mujeres solteras deben crear sus propias pautas de vida y depender de sus propios recueros para organizar un arco social. Una de las principales desventajas de la de no contar con un compañero en particular con el cual conversar sobe los acontecimientos cotidianos o compartir una vida social y sexual regular. La mayoría de las mujeres solteras necesitan y quiere tener contacto social con el sexo opuesto, placer mutuo, compañerismo y respaldo. Pero hay una escases de mecanismos para lograr un autentico intercambio heterosocial fuera del matrimonio. El deseo de tener compañía masculina y un simple intercambio humano puede estar lleno de complejas ramificaciones. Para la mujer que no está en pareja es muy difícil tratar socialmente con hombres sin exponerse al asedio sexual o incluso a la violación. CONFLICTOS DE IDENTIDAD Como la situación de las soltera está cargada de peligros, muchas mujeres dedican su vida a buscar al Príncipe Azul. Al llegar a la “crisis de los treinta años”, está búsqueda se convierte en una verdadera obsesión. La idea de que su identidad y su autorrealización puedan provenir de otras fuentes fuera del matrimonio y la maternidad les resulta incomprensible. Se ven a ellas mismas como “desemparejadas” o como “media persona” cuando no tienen un hombre a su lado. Ponen freno a su propia iniciativa y a sus aspiraciones, temiendo que si se vuelven demasiado triunfadores o capaces de bastare a si mismas podrían perder su atractivo sexual. Para estas mujeres, independencia y libertad son sinónimos de soledad y exclusión, en la terapia, presentan una gran variedad de síntomas, desde perdidas de autoestima hasta depresión, ansiedad, problemas en el trabajo y enfermedad física. Las amistades con otras mujeres les parecen apenas un sucédanlo poco satisfactorio, y tienen pánico de ser tildadas de lesbianas. LAS NUEVAS OPCIONES Estos callejones sin salida y dilemas sexuales explican el creciente numero de mujeres que están decidiendo tener hijos sin estar casadas. En el pasado. Cuando una mujer no contraía matrimonio, automáticamente renunciaba a la maternidad. Esto ya no es necesario, algunas mujeres han cambiado el término “madre soltera” por el de “progenitor electivo” o “madre sola por opción”. La mujer elige un varón consistente o adopta un chico, o acude a una clínica de fertilidad por una inseminación artificial. Las clínicas de fertilidad que en el pasado sólo eran utilizadas por parejas casadas, están ahora abriendo sus puertas a las mujeres solteras.
“El cincuenta por ciento de los chicos en la escuela primaria tiene padres divorciados, de modo que prácticamente es la norma que los niños cuenten con un solo progenitor… en cierta forma, la situación hasta podría ser más fácil para los hijos extramatrimoniales, pues no tienen que sufrir el rechazo de que su padre se vaya de la casa o se vuelva a casar. No creo que sea malo para ellos, en absoluto”. Otra severa acusación que se dirige a las madres electivas es que no están calificadas para ser buenas madres debido a su incapacidad para comprometerse en una relación intima con un hombre. Sin embargo, las estadísticas muestran que muchas madres de niños golpeados o descuidados están comprometidas en una relación conflictiva y en extremo dependiente con un hombre y que el profundo trastorno que les provoca esta relación suele ser la causa del maltrato o la desatención del hijo. El pernicioso triangulo que se crea cuando un niño queda atrapado en medio de dos padres que se pelean entre ellos puede ser mucho más perjudicial para el chico que el hecho de tener un solo progenitor.
LAS IMPLICACIONES TERAPEUTICAS Uno de los problemas más frecuentes que traen a la terapia las mujeres solteras es el de su relación con un hombre. Las mujeres creen tener algún defecto personal si no han podido encontrar compañero o entablar un a relación satisfactoria con un hombre. Muchos terapeutas comparten la creencia de las mujeres de que estas condiciones indican un problema neurótico y que en cuanto la mujer lo haya superado, a ravés d ela terapia, el amor le saldrá automáticamente al paso. Al tratar a mujeres solteras, es particularmente importante no patologizar su soltería buscándoles la causa en lo más hondo de sus psiquis o en su vida pasada. El terapeuta puede ayudarlas a examinar el modo en que las actitudes culturales están influyendo en sus experiencias y opciones personales, a diferenciar las ideas socialmente impuestas de las que son valederas y apropiadas para ellas y a reemplazar viejas expectativas por nuevas opciones de ideas. La necesidad de las mujeres de establecer lazos y brindar cariño puede ser aletada por vía de ayudarlas a satisfacerla a partir de otras fuentes fuera de las relaciones sexuales, tales como la familia y las amistades vivificantes que brindan solaz y estabilidad persistentes. Su concentración y sus energías pueden ser reencauzadas, haciendo que dejen de suspirar por lo que no tienen y se centren en lo que si tienen -su propio talento y su creatividad-, de modo que descubran que la vida puede tener sentido y propósito con o sin un hombre. El caso “escalar las cimas de la vida”; se refiere a una mujer que, como no era capaz de competir abiertamente con un hombre, lo engrandeció en forma desmedida y se obsesionó con la idea de conquistar su amor. En la terapia, la ayudé a evaluar el significado de su adoración y el precio que estaba pagando por ella en términos de su propio potencial. Por la vía de concentrase en desarrollar su propio talento, pudo liberarse de su obsesión. (Para leerlo pág. 410), presentan otro caso “Ahogarse en un mar de éxitos” (para leerlo pag. 416)
10. MUJERES SOLAS: LOS AÑOS TARDÍOS Olga Silverstein LAS NECESIDADES BÁSICAS DE LAS MUJERES MAYORES De los dos factores principales que afectan las vidas de las mujeres mayores, el más apremiante es, por supuesto, el económico. Las mujeres mayores solas son las que más probabilidad tienen de ser pobres. Las expectativas sociales tradicionales que pautan el ciclo de vida femenino suelen impedir que las mujeres se preparan para poder mantenerse así mismas en el último tercio de sus vidas. La incapacidad de autoabastecerse provoca no sólo las evidentes privaciones materiales que padecen muchas mujeres mayores, sino también una profunda sensación de inadecuación. El fracaso económico en la vida de una mujer mayor es un arma de doble filo: la priva del bienestar tanto material como emocional. El segundo factor importante en la vida de una mujer es más exclusivamente emocional, por lo que cae con mayor claridad dentro del dominio de la terapia, pero también gira en torno a la cuestión de bastarse a sí misma. Es la necesidad que tiene la mujer mayor de funcionar en un plano emocional e interactivo en la sociedad la que pone de relieve las limitaciones que implica la circunstancia de ser mujer, soltera y de edad avanzada.
LA BUSQUEDA DE LA AUTONOMIA En las últimas décadas, los lazos familiares tradicionales que garantizaban un refugio para las abuelas y las “tías solteronas” se han debilitado. Es difícil saber si los profesionales de la salud mental han subrayado cada vez con mayor insistencia las virtudes de la autonomía para todos los miembros de la familia a efectos de adecuarse a estos cambios, o si la exaltación de la autonomía ha contribuido al debilitamiento de los lazos familiares. Muchas de las cualidades personales y sociales que les brindaron una sensación de su propio valor en el pasado de pronto son recatalogadas como defectos en el nuevo contexto social en el que ahora se encuentran. Este repentino cambio de definición social y personal rara vez es encardo de frente por el terapeuta. Las mujeres mayores que recurren a la terapia continúan haciéndolo primordialmente porque han comenzado a desvalorizar su “malsana dependencia” de otras personas. Hay tres grupos principales de mujeres mayores que acuden al consultorio del terapeuta, y aunque cada grupo enfrenta un conjunto particular de problemas, todos estos problemas se centran en torno a la misma cuestión: una necesidad percibida de desarrollar la capacidad de funcionar con autonomía. 1.La mujer mayor soltera 2.La mujer mayor que ha enviudado 3.La mujer mayor recientemente divorciada 1.La divorciada abandonada 2.La mujer que inicia el divorcio LA MUJER MAYOR SOLTERA El primer tipo de mujer que recurre al terapeuta es el de la que nunca estuvo casada. Una mujer mayor y soltera generalmente acude al terapeuta presuponiendo que la tarea a emprender consiste en buscarle explicación a algún defecto en su personalidad. Todo lo que pueda pensar de sí misma está subrayado por una sensación de fracaso por no haber logrado lo que se percibe como el rol mas gratificante para la mujer; el matrimonio y la maternidad. Los terapeutas que basan su practica clínica en modelos de salud mental que subrayan la importancia de la autonomía suelen encarar a la mujer mayor soltera partiendo de la base de que su situación ha sido determinada por un “envolvimiento excesivo” con su familia de origen. Ya sea que haya pasado su vida sola o viviendo con uno de sus padres. El enfoque de la terapia se convierte en un intento de escribir la razón por la que no ha logrado desarrollar ninguna relación permanente con un hombre fuera de su familia de origen. si el terapeuta enfoca sus relaciones primarias teniéndolas por positivas y productivas, la autoimagen de la mujer será convalidada y reforzada. LA MUJER MAYOR QUE HA ENVIUDADO
Otro tipo de mujer mayor que recurre a la terapia es la viuda reciente que nunca ha trabajado o que no hizo de su actividad laboral un foco de interés fundamental en su vida. Como se ha visto repentinamente situada en un contexto de soledad que le exige bastarse a si misma, puede estar dando muestras de ineficiencia. Tareas tales como el manejo y la reparación de artefactos domésticos, la administración de las finanzas o los arreglos relativos al transporte, posiblemente hayan estado siempre dentro del dominio de su marido. La perspectiva de tener que manejar sola estas cuestiones puede provocarle una gran ansiedad; ya que carece de experiencia en cuanto a utilizar sus propios talentos y los recursos de la comunidad. Es posible que se encierre para siempre en su viudez, y la estructura social en la que vive tenderá a reforzar esta conducta. Las mujeres de edad por lo general se encuentran en el extremo más desvalorizado de la escala social. La terapia es mas eficaz para estas mujeres cuando las alienta a valorar creativamente las dotes que ya poseen que cuando las impulsan a tratar de adquirir capacidades que nunca ha desarrollado. Una posible falta de iniciativa o de visión puede ser compensada por un don para entablar relaciones, una disposición a atender a las necesidades de otros y una sensibilidad emocional. UNA MUJER MAYOR RECIENTEMENTE DIVORCIADA La divorciada abandonada En muchos de divorcio el marido ha abandonado a su esposa por otra mujer más joven, aunque esto no siempre es así. Es muy probable que la mujer abandonada atraviese un periodo de intenso rencor contra el marido, contra la otra mujer o contra el destino en general, seguido de otro periodo de autor recriminación. Tratar a una esposa abandonada tiene sus bemoles. La mujer divorciada en estas circunstancias de diferencia de la viuda que ha tenido un matrimonio satisfactorio, pues sus dotes para relacionarse ya han sido seriamente desvalorizadas por el propio hombre al que estuvieron dirigidas, es decir, por su esposo. La mujer que inicia el divorcio Las mujeres mayores que toman la iniciativa de abandonar a sus esposos generalmente han padecido un matrimonio prolongado e infeliz. El divorcio representa un acto de liberación y va acompañado de la expectativa de concretar un potencial hasta ahora inexplorado. Este tipo de mujeres solo recurren a la terapia cuando expectativa de autor realizarse ha sido extinguida por el dolor de la soledad. En su carácter de mujer sola, puede encontrarse en un territorio social perturbadoramente extraño. Las reacciones de familiares y amigos ante su tardía rebelión pueden ser muy desalentadoras. Es posible que de pronto se dé cuenta de lo mucho que siempre ha dependido de la convenció del matrimonio como una especie de muleta social.
La mujer de edad que funciona adecuadamente es la que ha conservado una red de relaciones en la que se siente útil y apreciada. Sus dotes para relacionarse pueden cristalizar en su lugar de trabajo, en la familia o en cualquier clase de vínculo romántico o platónico. La tarea principal de la terapia es ayudar a esta mujer a afirmar