Selección de textos cortos de Eduardo Galeano Fábrica de la dignidad , Loja – Ecuador.
LISTADO DE TEXTOS
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LA CASA DE LAS PALABRAS LOS REYES MAGOS NO CREEN EN LOS NIÑOS MUNDO INFANTIL AMÉRICA LATINA INVADE LOS ESTADOS UNIDOS FRASES QUE HACEN CRECER LA NARIZ DE PINOCHO MÁS FRASES QUE HACEN CRECER LA NARIZ DE PINOCHO ALFARO LA MADRE TIERRA CELEBRACIÓN DE LA VOZ HUMANA /2 EL AMOR LA FUNCIÓN FUNC IÓN DEL DEL ARTE /2 CELEBRACIÓN DE LA FANTASÍA VAN LOS ECOS EN BUSCA DE LA VOZ EL ARTE PARA LOS NIÑOS EL ARTE DESDE LOS NIÑOS HATUEY SUPERMAN PUBLICIDAD CRÓNICA DE LA CIUDAD DE QUITO FLOTAN CRUCES EN EL RÍO, LA TRAMPA PORFIADA FE NOCHEBUENA LOS NADIES MARIÁTEGUI EL SANTO CONSUMISMO CONTRA EL DRAGÓN DEL COMUNISMO «HAY QUE OBEDECER», ENSEÑAN A LOS ESTUDIANTES URUGUAYOS LOS NUEVOS TEXTOS OFICIALES LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO, ROQUE
30. BORGES 31. 31. 32. 32. 33. 33. 34. 34. 35. 35. 36. 36. 37. 37. 38. 38. 39. 39. 40. 40. 41. 41. 42. 42. 43. 43.
ALLENDE AMARES EL HORNERO EL NOMBRE ROBADO LA NOCHE /1 EL DIAGNÓSTICO Y LA TERAPÉUTICA LA NOCHE /2 LA NOCHE /3 LOS LLAMARES EL GOL LA PEQUEÑA MUERTE MU ERTE LA NOCHE /4 LA TELARAÑA 2
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75. 75. 76. 76. 77. 77. 78. 78. 79. 79. 80. 80. 81. 81. 82. 82. 83. 83. 84. 84. 85. 85. 86. 86. 87. 87. 88. 88.
DICEN LAS PAREDES /2 CELEBRACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD DERECHO AL DELIRIO LA CRUZ ROJA NO ACEPTA SANGRE DE NEGROS CELEBRACIÓN DE LAS BODAS DE LA RAZÓN Y EL CORAZÓN EL CONEJO EL MUNDO LA TELEVISIÓN /2 LA TELEVISIÓN /3 LA DIGNIDAD DEL ARTE A RTE CANTINFLAS LA MALA RACHA TODA EUROPA VENDE CARNE HUMANA EL TIEMPO DICEN LAS PAREDES /4 LLORAR DICEN LAS PAREDES /5 CELEBRACIÓN DE LA AMISTAD /1 CELEBRACIÓN DE LA AMISTAD /2 VALLEJO RETRATO DE UN PELIGROSO EL DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA EL AIRE Y EL VIENTO ALÍ CRÓNICA DE LA CIUDAD DE MANAGUA EINSTEIN MAÍZ NOMBRES POBRE MI MADRE MA DRE QUERIDA QUERIDA MELLA BECERRILLO «SABEMOS QUE EL HAMBRE ES MORTAL» EL PÁNICO MACHO LA PRIMERA DERROTA MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS AMÉRICA LATINA ÚSELO Y TÍRELO LA MUJER SIN MIEDO DE LA PIEDRA ARDE: LA YERBA MATE ESTA ES AMÉRICA, Y AL SUR LA NADA EXTRAÑO DICTADOR CHÁVEZ LA MILITANCIA ECOLÓGICA NO PUEDE DIVORCIARSE DE LA LUCHA SOCIAL LAS VOCES PORFIADAMENTE VIVAS EL BOGOTAZO LA SEGUNDA DERROTA MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA EL ARCOIRIS #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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89. 90. 91. 92.
NIEMEYER LA VÍA LÁCTEA TENTACIÓN DE AMÉRICA EL ESTADO EN AMÉRICA LATINA 93. MEMORIA ROTA 94. LA CARTA 95. FIDEL 96. EL CHE 97. LOS CAMINOS DEL VIENTO 98. MEA CULPA
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LA CASA DE LAS PALABRAS
A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la naríz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido. En la casa de las palabras había una mesa de los colores. En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino . LOS REYES MAGOS NO CREEN EN LOS NIÑOS
Los primeros ministros de Estados Unidos, Japón, Alemania Federal, Inglaterra, Francia, Italia y Canadá, reunidos en Lancaster House, felicitan al organismo que garantiza la libertad del dinero. Los siete grandes del mundo capitalista aplauden por unanimidad la labor del Fondo Monetario Internacional en los países en desarrollo. La felicitación no menciona a los verdugos, torturadores, inquisidores, carceleros y soplones, que son los funcionarios del Fondo Monetario en esos países en desarrollo. MUNDO INFANTIL
Hay que tener mucho cuidado al cruzar la calle, explicaba el educador colombiano Gustave Wilches a un grupo de niños: -Aunque haya luz verde, nunca vayan a cruzar sin mirar a un lado, y después al otro. Y Wilches contó a los niños que una vez un automóvil lo había atropellado y lo había dejado tumbado en medio de la calle. Evocando aquel desastre que casi le costó la vida, Wilches frunció la cara. Pero los niños preguntaron: -¿De qué marca era el auto? ¿Tenía aire acondicionado? ¿Y techo solar eléctrico? ¿Tenía faros antiniebla? ¿De cuántos cilindros era el motor? AMÉRICA LATINA INVADE LOS ESTADOS UNIDOS
Llueve hacia arriba. La gallina muerde al zorro y la liebre fusila al cazador. Por primera y única vez en la historia, soldados mexicanos invaden los Estados Unidos. Con la descuajaringada tropa que le queda, quinientos hombres de los muchos miles que tenía, Pancho Villa atraviesa la frontera y gritando ¡Viva México! asalta a balazos la ciudad de Columbus. FRASES QUE HACEN CRECER LA NARIZ DE PINOCHO
La salud del mundo está hecha un asco. “Somos todos responsables”, claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables nadie es. Como conejos se reproducen los nue vos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más grande del mundo: los expert o s generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al “sacrificio de todos” en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes 5
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acuerdos internacionales que nadie cumple. Estas cataratas de palabras, inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero de ozono, no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y las grandes empresas que le sacan jugo. Pero las estadísticas confiesan. Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el veinte por ciento de la humanidad comete el ochenta por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio, y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables. MÁS FRASES QUE HACEN CRECER LA NARIZ DE PINOCHO
La señora Harlem Brutland, que encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que “si l os siete mil millones de pobladores que habitan el planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus ne cesidades”. Una experiencia imposible. Pero los gobernantes del país del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo. Extirpación del comunismo, implantación del consumismo, la operación ha sido un éxito pero el paciente se está muriendo. ALFARO
Una mujer alta, toda vestida de negro, maldice al presidente Alfaro mientras clava el puñal en su cadáver. Después levanta en la punta de un palo, bandera flameante, el ensangrentado jirón de su camisa. Tras la mujer de negro, marchan los vengadores de la Santa Madre Iglesia. Con sogas van arrastrando, por los pies, al muerto desnudo. Desde las ventanas, llueven flores. Chillan vivas a la religión las viejas comesantos, tragahostias, cuentachismes. Se enchastran de sangre las calles empedradas, que los perros y las lluvias nunca podrán lavar del todo. En el fuego culmina la carnicería. Se enciende una gran hoguera y allí echan lo que queda del viejo Alfaro. Después pisotean sus cenizas los matones y los hampones a sueldo de señoritos. Eloy Alfaro había osado expropiar las tierras de la Iglesia, dueña de mucho Ecuador, y con sus rentas había creado escuelas y hospitales. Amigo de Dios pero no del Papa, había implantado el divorcio y había liberado a los indios presos por deudas. A nadie odiaban tanto los de sotana ni temían tanto los de levita. Cae la noche. Huele a carne quemada el aire de Quito. La banda militar toca valses y pasillos en la re treta de la Plaza Grande, como todos los domingos. LA MADRE TIERRA
¿Qué tiene dueño la tierra? ¿Cómo así? ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar? Si ella no nos pertenece, pues. Nosotros somos de ella. Sus hijos somos. Así siempre, siempre. Tierra Viva. Como cría a los gusanos, así nos cría. Tiene huesos y sangre. Leche tiene, y no s da de mamar. Pelo tiene, pasto, paja, árboles. Ella sabe parir papas. Hace nacer casas. Gente hace nacer. Ella nos #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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cuida y nosotros la cuidamos. Ella bebe chicha, acepta nuestro convite. Hijos suyos somos ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar? CELEBRACIÓN DE LA VOZ HUMANA /2
Tenían las manos atadas o esposadas, y sin embargo los dedos danzaban. Los presos estaban encapuchados: pero inclinándose alcanzaban a ver algo, alguito, por abajo. Aunque hablar, estaba prohibido, ellos conversaban con las manos. Pinio Ungerfeld me enseñó el alfabeto de los dedos, que en prisión aprendió sin profesor: -Algunos teníamos mala letra -me dijo-. Otros eran unos artistas de la caligrafía. La dictadura uruguaya quería que cada uno fuera nada más que uno, que cada uno fuera nadie; en cárceles y cuarteles y en todo el país, la comunicación era delito. Algunos presos pasaron más de diez años enterrados en solitarios calabozos del tamaño de un ataúd, sin escuchar más voces que el estrépito de las rejas o los pasos de las botas por los corredores. Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, condenados a esa soledad, se salvaron porque pudieron hablarse, con golpecitos a través de la pared. Así se contaban sueños y recuerdos, amores y desamores: discutían, se abrazaban, se peleaban; compartían certezas y bellezas y también compartían dudas y culpas y preguntas de esas que no tienen respuestas. Cuando es verdadera, cuando nace de la necesi dad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si l e niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada. EL AMOR
En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas. —¿Te han cortado? —preguntó el hombre. —No —dijo ella—. Siempre he sido así. Él la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo: —No comas yuca, ni guanábanas, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Échate en la hamaca y descansa. Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía: —No te preocupes. El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca. Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba: —¡Lo encontré! ¡Lo encontré! Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol. —Es así —dijo el hombre, aproximándose a la mujer. Cuando terminó el l argo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses. LA FUNCIÓN DEL ARTE /2
El pastor Miguel Brun me contó que hace algunos años estuvo con los indios del Chaco paraguayo. Él formaba parte de una misión evangelizadora. Los misioneros visitaron a un cacique que tenía prestigio de muy sabio. El cacique, un gordo quieto y callado, escuchó sin pestañear la propaganda #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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religiosa que le leyeron en lengua de los indios. Cuando la lectura terminó, los misioneros se quedaron esperando. El cacique se tomó su tiempo. Después, opinó: - Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien. Y sentenció: - Pero rasca donde no pica. CELEBRACIÓN DE LA FANTASÍA
Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había desprendido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, porque la estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano. Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitos cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado; Había quien quería un cóndor, y quien una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas, y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón. Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en la muñeca; - Me lo mandó un tío mío que vive en Lima -dijo. -¿Y anda bien? -le pregunté. - Atrasa un poco - reconoció. VAN LOS ECOS EN BUSCA DE LA VOZ
Mientras escribía palabras que querían a la gente, Julio Cortázar iba haciendo su viaje, viaje al revés, por el túnel del tiempo. Él estaba yendo desde el final hacia el principio: del desaliento al entusiasmo, de la indiferencia a la pasión, de la soledad a la solidaridad. A sus casi setenta anos, era un niño que tenía todas las edades a la vez. Pájaro que vuela hacia el huevo; Cortázar iba desandando vida, año tras año, día tras día, rumbo al abrazo de los amantes que hacen el amor que los hace. Y ahora muere, ahora entra en la tierra, como entrando en mujer regresa el hombre al lugar de donde viene. EL ARTE PARA LOS NIÑOS
Ella estaba sentada en una silla alta, ante un plato de sopa, que le llegaba a la altura de los ojos. Tenía la naríz fruncida y los dientes apretados y los brazos cruzados. La madre pidió auxilio: Cuéntale un cuento Onelio -pidió-, Cuéntale, tú que eres escritor. Y Onelio Jorge Cardoso, esgrimiendo una cucharada de sopa, comenzó su relato: - Había una pajarita que no quería comer la comidita. La pajarita tenía el piquito cerradito, y la mamita le decía Te vas a quedar enanita, pajarita, si no comés la comidita Pero la pajarita no hacía caso a la mamita y no abría su piquito… Y entonces la niña lo interrumpió: - Que pajarita de mierdita opinó. EL ARTE DESDE LOS NIÑOS
Mario Montenegro canta los cuentos que sus hijos le cuentan. Él se sienta en el suelo, con su guitarra, rodeado por un círculo de hijos, y esos niños o conejos le cuentan la historia de los setenta conejos que se subieron uno encima del otro para poder besar a la jirafa, o le cuentan la historia del conejo azul que estaba solo en el cielo: una estrella se llevó al conejo azul a pasear por el cielo, y visitaron la luna, que es un gran país blanco y redondo y todo lleno de agujeros, y anduvieron girando por el espacio, y brincaron sobre las nubes de algodón, y después la estrella se 8
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cansó y se volvió al país de las estrellas, y el conejo se volvió al p aís de los cone jos, y allí comió maíz y cagó y se fue a dormir y soñó que era un conejo azul que estaba solo en medio del cielo.
HATUEY
En estas islas, en estos humilladeros, son muchos los que eligen su muerte, ahorcándose o bebiendo veneno junto a sus hijos. Los invasores no pueden evitar esta venganza, pero saben explicarla: los indios, tan salvajes que piensan que todo es común, dirá Oviedo, son gente de su natural ociosa e viciosa, e de poco trabajo... Muchos dellos por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus propias manos. Hatuey, jefe indio de la
región de la Guahaba, no se ha sui cidado. En canoa huyó de Haití, junto a los suyos, y se refugió en las cuevas y los montes del oriente de Cuba. Allí señaló una cesta llena de oro y dijo: —Éste es el dios de los cristianos. Por él nos persiguen. Por él han muerto nuestros padres y nuestros hermanos. Bailemos para él. Si nuestra danza lo complace, este dios mandará que no nos maltraten. Lo atrapan tres meses después. Lo atan a un palo. Antes de encender el fuego que lo reducirá a carbón y ceniza, un sacerdote le promete gloria y eterno descanso si acepta bautizarse. Hatuey pregunta: —En ese cielo, ¿están los cristianos? —Sí. Hatuey elige el infierno y la leña empieza a crepitar. SUPERMAN
En la revista «Action Comics» se publican las aventuras de Superman. Este Hércules de nuestro tiempo custodia la propiedad privada en el universo. Desde un lugar llamado Metrópolis, viaja a otras épocas y galaxias, volando más rápido que la luz y rompiendo l as barreras del tiempo. Vaya donde vaya, en este mundo o en otros, Superman restablece el orden con más eficacia y rapidez que todos los marines juntos. Con una mirada derrite el acero, con una patada tala todos l os árboles de la selva, con un puñetazo perfora varias montañas a la vez. En su otra personalidad, Superman es el timorato Clark Kent, tan pobre diablo como cualquiera de sus lectores. PUBLICIDAD
Publicidad La dictadura militar argentina tenía la costumbre de enviar a muchas de sus víctimas al fondo del mar. En abril de 1998, la fábrica de ropas Diesel publicó en la revista Gente un aviso que probaba la resistencia de sus pantalones a todos los lavados. Una fotografía mostraba a ocho jóvenes, encadenados a bloques de cemento en las profundidades del agua, y debajo decía: «No son tus primeros jeans, pero podrían ser los últimos. Al menos dejarás un hermoso cadáver». CRÓNICA DE LA CIUDAD DE QUITO
En las manifestaciones de izquierda, desfila a la cabeza. Suele asistir a los actos culturales, aunque lo aburren, porque sabe que después hay farra. Le gusta el ron, sin hielo ni agua, pero que sea cubano. Respeta los semáforos. Camina Quito de punta a punta, al derecho y al revés, recorriendo amigos y enemigos. En las subidas, prefiere el ómnibus, y se cuela sin pagar boleto. Algunos choferes le tiran la bronca: cuando se baja, le gritan tuerto de mierda. Se llama Choco y es buscabronca y enamorado. Pelea hasta con cuatro a la vez; y en las noches de luna llena, se escapa 9
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a buscar novias. Después cuenta, alborotado, las locas aventuras que viene de vivir. Mishy no le entiende los detalles, aunque le capta el sentido general. Una vez, hace años, se lo llevaron muy fuera de Quito. La comida no alcanzaba, y resolvieron dejarlo en el lejano pueblo donde había nacido. Pero volvió. Al mes, volvió. Llegó a la puerta de su casa y se quedó ahí tirado, sin fuerza para celebrarlo moviendo el rabo, ni para anunciarlo ladrando. Había andado por muchas montañas y avenidas y llegó en las últimas, hecho una piltrafa, los huesos a la vista, el pellejo sucio de sangre seca. Desde entonces odia los sombreros, los uniformes y las motocicletas. FLOTAN CRUCES EN EL RÍO,
centenares de cruces coronadas de flores del cerro, florida escuadra de minúsc ulos navíos navegando al vaivén de las olas y de la memoria: cada cruz recuerda a un obrero asesinado. El pueblo ha echado al agua estas cruces flotantes, para que descansen en sagrado los obreros que en el fondo del río yacen. Fue hace un año, en el puer to de Guayaquil. Hacía horas que estaba Guayaquil en manos proletarias. Ni l os del gobierno podían circular sin salvoconducto de los sindicatos. Los trabajadores, hartos de comer hambre, habían declarado la primera huelga general en la hi storia del Ecuador. Las mujeres, lavanderas, cigarreras, cocineras, vendedoras ambulantes, habían formado el comité Rosa Luxemburgo; y eran las más gallas. —Hoy la chusma se levantó riendo. Mañana se recogerá llorando — anunció Carlos Arroyo, presidente de la Cámara de Diputados. Y el presidente de la república, José Luis Tamayo, ordenó al general Enrique Barriga: —Cueste lo que cueste.
Los huelguistas se habían concentrado, en inmensa manifestación, cuando avanzaron marcando el paso, por las calles de alrededor, las botas militares. A los primeros balazos, muchos obreros quisieron huir, como de hormiguero pateado, y fueron los primeros en caer. A quién sabe cuántos arrojaron al fondo del río Guayas, con los vientres abiertos a bayoneta. LA TRAMPA
Por valija diplomática llegan los verdes bil letes que financian huelgas y sabotajes y cataratas de mentiras. Los empresarios paralizan a Chile y le niegan alimentos. No hay más mercado que el mercado negro. Largas colas hace la gente en busca de un paquete de cigarrillos o un kilo de azúcar; conseguir carne o aceite requi ere un milagro de la Virgen María Santísima. La Democracia Cristiana y el diario «El Mercurio» dicen pestes del gobierno y exigen a gritos el cuartelazo redentor, que ya es hora de acabar con esta tiranía roja; les hacen eco otros diarios y revistas y radios y canales de televisión. Al gobierno le cuesta moverse: jueces y parlamentarios le ponen palos en las ruedas, mientras conspiran en los cuarteles los jefes militares que Allende cree leales. En estos tiempos difíciles, los trabajadores están descubriendo los secretos de la economía. Están aprendiendo que no es imposible producir sin patrones, ni abastecerse sin mercaderes. Pero la multitud obrera marcha sin armas, vacías las manos, por este camino de su libertad. Desde el horizonte vienen unos cuantos buques de guerra de los Estados Unidos, y se exhiben ante las costas chilenas. Y el golpe militar, tan anunciado, ocurre. PORFIADA FE
El general Pinochet estampa su firma al pie de un decreto-ley que impone la propiedad privada a los indios mapuches. El gobierno ofrece dinero, alambres y semillas a quienes acepten parcelar sus comunidades por las buenas. Si no lo aceptan por las buenas, advierte el gobi erno, lo aceptarán por las malas. Pinochet no es el primero en creer que la codicia está en la naturaleza humana y 1
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que así lo quiere Dios. Algún tiempo antes, el conquistador Pedro de Valdivia había intentado romper las comunidades indígenas de Chile. Desde entonces, a los indios les han arrebatado todo: a sangre y fuego todo: la tierra, el idioma, la religión, las costumbres. Pero los indios, acorralados en sus últimas comarcas, condenados a la última miseria, exhaustos de tanta guerra y tanta estafa, persisten en creer que el mundo es una morada compartida. NOCHEBUENA
Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua. En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar. Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fe rnando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso. Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano: -Decile a … -susurró el niño-. Decile a alguien, que yo estoy aquí. LOS NADIES
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba. Los nadies: los hijos de nadie, l os dueños d e nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia uni versal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. MARIÁTEGUI
En barco regresa al Perú, después de vivir unos años en Europa, José Carlos Mariátegui. Cuando se marchó era un bohemio de la noche limeña, cronista de caballos, poeta místico que sentía mucho y entendía poco. All á en Europa descubrió América: Mariátegui encontró el marxismo y encontró a Mariátegui y así supo ver, de lejos, a la distancia, al Perú que de cerca no veía. Cree Mariátegui que el marxismo integra el progreso humano tan indiscutiblemente como la vacuna antivariólica o la teoría de la relatividad, pero para peruanizar al Perú hay que empezar por peruanizar al marxismo, que no es catecismo ni copia al calco sino llave para entrar en el país profundo. Y las claves del país profundo están en las comunidades indias, despojadas por el latifundio estéril pero invictas en sus socialistas tradiciones de trabajo y vida. EL SANTO CONSUMISMO CONTRA EL DRAGÓN DEL COMUNISMO 1 1
#MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
El baño de sangre de Chile provoca bronca y asco en el mundo entero, pero en Miami no: una jubilosa manifestación de cubanos exiliados celebra el asesinato de Allende y de todos los demás. Miami se ha convertido en la ciudad cubana más populosa después de La Habana. La calle Ocho es la Cuba que fue. En Miami ya se han apagado las ilusiones de derribar a Fidel, pero circulando por la calle Ocho cualquiera regresa a los buenos tiempos perdidos. Allí mandan banqueros y mafiosos, todo el que piensa es loco o peligroso comunista y los negros no se han salido de su lugar. Hasta el silencio es estridente. Se fabrican almas de plástico y automóviles de carne y hueso. En los supermercados, las cosas compran a la gente. «HAY QUE OBEDECER», ENSEÑAN A LOS ESTUDIANTES URUGUAYOS LOS NUEVOS TEXTOS OFICIALES La existencia de partidos políticos n o es esencial para una Democracia. Tenemos el claro ejemplo del Vaticano, donde no existen partidos políticos y sin embargo hay una real Democracia... La igualdad de la mujer, mal interpretada, significa estimular su sexo y su intelectualidad y posponer su misión de madre y esposa. Si bien desde el punto de vista jurídico el hombre y la mujer son evidentemente iguales, no es así desde el punto de vista biológico. La mujer como tal está supeditada a su marido y le debe por tanto obediencia. Es necesario que en toda sociedad haya un jefe que sirva de guía y la familia es una sociedad... Es necesario que unos obedezcan para que otros puedan ejercer el mando. Si nadie obedeciese, sería imposible mandar...
LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO,
mujeres paridas por sus hijos, son el coro griego de esta tragedia. Enarbolando las fotos de sus desaparecidos, dan vueltas y vueltas a la pirámide, ante la rosada casa de gobierno, con la misma obstinación con que peregrinan por cuarteles y comisarías y sacristías, secas de tanto llorar, desesperadas de tanto esperar a los que estaban y ya no están, o quizás siguen estando, o qui én sabe: —Me despierto y siento que está vivo — dice una, dicen todas —. Me voy desinflando mientras pasa la mañana. Se me muere al mediodía. Resucita en la tarde. Entonces vuelvo a creer que llegará y pongo un plato para él en la mesa, pero se vuelve a morir y a la noche me caigo dormida sin esperanza. Me despierto y siento que está vivo. Las llaman locas. Normalmente no se habla de ellas. Normalizada la situación, el dólar está barato y cierta gente también. Los poetas locos van al muere y los poetas normales besan la espada y cometen elogios y silencios. Con toda normalidad el ministro de Economía caza leones y jirafas en la selva africana y los generales cazan obreros en los suburbios de Buenos Aires. Nuevas normas de lenguaje obligan a llamar Proceso de Reorganización Nacional a la dictadura militar. ROQUE
Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que lo corrieron a balazos, Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha recién parida y de numerosos maridos sedientos de venganza. Poeta hondo y jodón, Roque prefería tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la poesía política latinoamericana. No se salva de sus compañeros. Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única bala capaz de encontrarlo. 1
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#MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
BORGES Le horroriza todo lo que reúne a la gente, como el fútbol o la política, y todo lo que la multiplica, como el espejo o el acto del amor. No reconoce otra realidad que la que existe en el pasado, en el pasado de sus antepasados, y en los libros escritos por quienes supieron nombrarla. El resto es humo. Con alta finura y filoso ingenio, Jorge Luis Borges cuenta la Historia universal de la infamia. De la infamia nacional, la que lo rodea, ni se entera. ALLENDE
Le gusta la buena vida. Varias veces ha dicho que no tiene pasta de apóstol ni condiciones para mártir. Pero también ha dicho que vale la pena morir por todo aquello sin lo cual no vale la pena vivir. Los generales alzados le exigen la renuncia. Le ofrecen un avión para que se vaya de Chile. Le advierten que el palacio presidencial será bombardeado por tierra y aire. Junto a un puñado de hombres, Salvador Allende escucha las noticias. Los militares se han apoderado de todo el país. Allende se pone un casco y prepara su fusil. Resuena el estruendo de las primeras bombas. El presidente habla por radio, por última vez: —Yo no voy a renunciar... AMARES
Nos amábamos rodando por el espacio y éramos una bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando caía, suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran ensalada. Allí se quedaba, aquella boli ta que éramos ella y yo; y desde el fondo de la ensalada vislumbrábamos el cielo. Nos asomábamos a duras penas a través del tupido follaje, de las lechugas, los ramajes de apio y el bosque del perejil, y alcanzábamos a ver algunas estrellas que andaban navegando en lo más lejos de la noche. EL HORNERO
Cuando cumplió la edad de las tres pruebas, aquel muchacho corrió y nadó mejor que nadie y estuvo nueve días sin comer, estirado por cueros, sin moverse ni quejarse. Durante las pruebas escuchaba una voz de mujer que cantaba para él, desde muy lejos, y lo ayudaba a aguantar. El jefe de la comunidad decidió que debía casarse con su hija, pero él alzó vuelo y se perdió en los bosques del río Paraguay, buscando a la cantora. Por allá anda todavía el hornero. Aletea fuerte y proclama alegrías cuando cree que viene, volando, la voz buscada. Esperando a la que no llega, ha construido una casa de barro, con puerta abierta a la brisa del norte, en un l ugar que está a salvo de los rayos. Todos lo respetan. Quien mata al hornero o rompe su casa, atrae la tormenta. EL NOMBRE ROBADO
La dictadura del general Pinochet cambió los nombres de veinte poblaciones del pobrerío, casas de lata y cartón, en las afueras de Santiago de Chile. En el rebautizo, la población Violeta Parra recibió el nombre de algún militar heroico. Pero sus habitantes se niegan a llevar ese nombre no elegido: ellos se llaman Violeta Parra, o nada. Hace tiempo, en unánime asamblea, habían decidido llamarse como aquella campesina cantora, de voz gastadita, que en sus peleonas canciones supo celebrar los misterios de Chile. Violeta era pecante y picante, amiga del guitarreo y del converse y 1
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del enamore, y por bailar y payasear se le quemaban las empanadas. Gracias a la vida, que me ha dado tanto, cantó en su última canción; y un revolcón de amor la arrojó a la muerte. LA NOCHE /1
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
EL DIAGNÓSTICO Y LA TERAPÉUTICA
El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces. El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago. Se pue de provocar, pero no se puede i mpedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divi no y al conjuro de l as brujas. No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo. LA NOCHE /2
Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnú- deme, desdúdeme. LA NOCHE /3
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orill a de un abismo. LOS LLAMARES
La luna llama a la mar y la mar llama al humilde chorrito de agua, que en busca de la mar corre y corre desde donde sea, por muy lejos que sea, y corriendo crece y arremete y no hay montaña que le pare la pechada. El sol llama a la parra, que queriendo sol se estira y sube. El primer aire de la mañana llama a los olores de la ciudad que despierta, aroma de pan recién dorado, aroma de café recién molido, y los aromas al aire entran y del aire se apoderan. La noche llama a las flores del camalote, y a medianoche en punto estallan en el río esos blancos ful gores que abren l a negrura y se meten en ella y la rompen y se la comen. EL GOL
El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna. Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles: 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos. Ahora, los once jugadores se pasan todo el partido colgados del travesaño, dedicados a evitar los goles y sin tiempo para hacerlos. El entusiasmo que se desata cada vez que la bala blanca sacude la red puede parecer misterio o locura, pero hay que tener en cuenta que el milagro se da poco. El gol, aunque sea un golecito, resulta siempre 1
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gooooooooooooooooooooooool en la garganta de los rel atores de radio, un do de pecho capaz de dejar a Caruso mudo para siempre, y la multitud delira y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire. LA PEQUEÑA MUERTE
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pe nsándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha e ser, si matándonos nos nace. LA NOCHE /4
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, fi nita, la luna. La luna tiene dos noches de ed ad. Yo, una. LA TELARAÑA
Bebeagua, sacerdote de los sioux, soñó que seres jamás vistos tejían una inmensa telaraña alrededor de su pueblo. Despertó sabiendo que así sería, y dijo a los suyos: Cuando esa extraña raza termine su telaraña, nos encerrarán en casas grises y cuadradas, sobre tierra estéril, y en esas casas moriremos de hambre.
DICEN LAS PAREDES /2
En Buenos Aires, en el puente de La Boca: Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie. En Caracas, en tiempos de crisis, a la entrada de unos de los barrios más pobres: Bienvenida, clase media. En Bogotá, a la vuelta de la Universidad Nacional: Dios vive. Y debajo, con otra letra: De puro milagro. Y también en Bogotá: ¡Proletarios de todos los países, uníos! Y debajo, con otra letra: (Último aviso.) CELEBRACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD
Yo ya llevaba un buen rato escribiendo Memoria del fuego, y cuanto más escribía más adentro me metía en las historias que contaba. Ya me estaba costando distinguir el pasado del presente: lo que había sido estaba siendo, y estaba siendo a mí alrededor, y escribir era mi manera de golpear y de abrazar. Sin embargo, se supone que los libros de historia no son subjetivos. Se lo comenté a don José Coronel Urtecho: en este libro que estoy escribiendo, al revés y al derecho, a luz y a trasluz, se mire como se mire, se me notan a simple vista mis broncas y mis amores. Y a orillas del río San Juan, el viejo poeta me dijo que a los fanáticos de la objetividad no hay que hacerles ni puto caso: - No te preocupés -me dijo-. Así debe ser. Los que hacen de la objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser objetivos, mentira: quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano. DERECHO AL DELIRIO 5 1
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¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible? El aire estará limpio de todo vene no que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor; El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas; Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumpli r el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo; Nadie vivirá para trabajar pero todos trabajarán para vivir; Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas; Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas; La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo; La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero; La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle; Los niños ricos no serán tratados como si fue ran dinero, porque no habrá niños ricos; La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla; La justicia y la li bertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda; En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria; La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de l as tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo; La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»; Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar; Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en est e mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada como si fuera el primero y, cada noche como si fuera la última. LA CRUZ ROJA NO ACEPTA SANGRE DE NEGROS
Salen los soldados de los Estados Unidos hacia los frentes de guerra. Muchos son negros, al mando de oficiales blancos. Los que sobrevivan, volverán a casa. Los negros entrarán por la puerta de atrás, y en los estados del sur tendrán un lugar aparte para vivir y trabajar y morir, y hasta yacerán después de muertos en cementerio aparte. Los encapuchados del Ku Klux Klan evitarán que los negros se metan en el mundo de los blancos, y sobre todo en los dormitorios de las blancas. La guerra acepta negros. Miles y miles de negros norteamericanos. La Cruz Roja, no. La Cruz Roja de 1
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los Estados Unidos prohíbe la sangre de negros en los bancos de plasma. Así evita que la mezcla de sangres se haga por inyección. CELEBRACIÓN DE LAS BODAS DE LA RAZÓN Y EL CORAZÓN
Para qué escribe uno, si no es para juntar sus pedazos? Desde que entramos en la escuel a o la iglesia, la educación nos descuartiza: nos enseña a divorciar el alma del cuerpo y la razón del corazón. Sabios doctores de Ética y Moral han de ser los pescadores de la costa colombiana, que inventaron la palabra sentipensante para definir el lenguaje que dice la verdad. EL CONEJO
El conejo quería crecer. Dios le prometió que lo aumentaría de tamaño si le traía una piel de tigre, una de mono, una de lagarto y una de serpiente. El conejo fue a visitar al tigre. —Dios me ha contado un secreto —comentó, confi dencial. El tigre quiso saber y el conejo anunció un huracán que se venía. —Yo me salvaré, porque soy pequeño. Me esconderé en algún agujero. Pero tú, ¿qué harás? El huracán no te va a perdonar. Una lágrima rodó por entre los bigotes del tigre. —Sólo se me ocurre una manera de salvarte —ofreció el conejo —. Buscaremos un árbol de tronco muy fuerte. Yo te ataré al tronco por el cuel lo y por las manos y el huracán no te llevará. Agradecido, el tigre se dejó atar. Entonces el conejo lo mató de un garrotazo y lo desnudó. Y siguió camino, bosque adentro, por la comarca de los zapotecas. Se detuvo bajo un árbol donde un mono estaba comiendo. Tomando un cuchillo del lado que no tiene filo, el conejo se puso a golpearse el cuello. A cada golpe, una carcajada. Después de mucho golpearse y reírse, dejó el cuchillo en el suelo y se retiró brincando. Se escondió entre las ramas, al acecho. El mono no demoró en bajar. Miró es cosa que hacía reír y se rascó la cabeza. Agarró el cuchillo y al primer golpe cayó degollado. Faltaban dos pieles. El conejo invitó al lagarto a jugar a la pelota. La pelota era de piedra: lo golpeó en el nacimiento de la cola y lo dejó tumbado. Cerca de la serpiente, el conejo se hizo el dormido. Antes de que ella saltara, cuando estaba tomando impulso, de un santiamén le clavó las uñas en los ojos. Llegó al cielo con las cuatro pieles. —Ahora, créceme —exigió. Y Dios pensó: «Siendo tan pequeñito, el conejo hizo lo que hizo. Si lo aumento de tamaño, ¿qué no hará? Si el conejo fuera grande, quizás yo no sería Dios.» El conejo esperaba. Dios se acercó dulcemente, le acarició el lomo y de golpe le atrapó las orejas, lo revoleó y lo arrojó a la tierra. De aquella vez quedaron largas las orejas del conejo, cortas las patas delanteras, que extendió para parar la caída, y colorados los ojos, por el pánico. EL MUNDO
Un hombre del pueblo de Negu·, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. - El mundo es eso - revel ó -. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del vi ento, y gente de fuego loco, que ll ena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. LA TELEVISIÓN /2
La televisión, ¿muestra lo que ocurre? En nuestros países, la televisión muestra lo que ella quiere que ocurra; y nada ocurre si la televisión no lo muestra. La televisión, esa última luz que te salva de la soledad y de la noche, es la realidad. Porque la vida es un espectáculo: a los que se portan bien, el sistema les promete un cómodo asiento. LA TELEVISIÓN /3
La tele dispara imágenes que reproducen el sistema y voces que le hacen eco; y no hay rincón del mundo que ella no alcance. El planeta entero es un vasto suburbio de Dallas. Nosotros comemos emociones importadas como si fueran salchichas en lata, mientras los jóvenes hijos de la televisión, entrenados para contemplar la vida en lugar de hacerla, se encogen de hombros. En América latina, la libertad de ex presión consiste en el derecho al pataleo en alguna radio y en periódicos de escaso tiraje. A los libros, ya no es necesario que los prohíba la policía: los prohíbe el precio. LA DIGNIDAD DEL ARTE
Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué. Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ell a y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos sumaron el acomodador y el boletero. Y sin embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue una maravilla. Nuestros aplausos retumbaron en l a soledad de la sala. Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos. CANTINFLAS
Acude el pueblo a reír. En las carpas suburbanas de la ciudad de México, pobres teatritos de quita y pon, todas las candilejas iluminan a Cantinflas. —Hay momentos en la vida que son verdaderamente momentáneos — sentencia Cantinflas, bigote ralo, pantalón caído, disparateando discursos a toda velocidad. Su desbocado palabrerío sin ton ni son imita la retórica de los intelectualosos y los politiqueros, doctores de mucho hablar diciendo nada, que en infinitas frases persiguen al punto sin encontrarlo jamás. En estas tierras, la economía sufre la inflación monetaria y la política y la cultura están enfermas de inflación palabraria. LA MALA RACHA
Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en 1
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irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción. TODA EUROPA VENDE CARNE HUMANA
No lejos de los fortines de Inglaterra y Dinamarca, a la distancia de un balazo, se alza la flamante factoría prusiana. Una nueva bandera flamea en estas costas, sobre el techo de tronco del almacén de esclavos y en los mástiles de los navíos que parten repletos. A través de la Compañía de África, los alemanes se han incorporado al negocio más jugoso de la época. Los portugueses cazan y venden negros por medio de la Compañía de Guinea. La Real Compañía Africana opera en provecho de la corona inglesa. El pabellón francés navega en los barcos de la Compañía del Senegal. Prospera la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. La empresa danesa especializada en el tráfico de esclavos se llama también Compañía de las Indias Occidentales; y la Compañía de la Mar del Sur da de ganar a los suecos. España no tiene ninguna empres a negrera. Pero hace un siglo, en Sevilla, la Casa de Contratación envió al rey un documentado informe explicando que los esclavos eran las mercancías más lucrativas de cuantas entraban en América; y así sigue siendo. Por el derecho de vender esclavos en las colonias españolas, las empresas extranjeras pagan fortunas a las arcas reales. Con esos fondos se han construido, entre otras cosas, los alcázares de Madrid y de Toledo. La Junta de Negros se reúne en la sala mayor del Consejo de Indias. EL TIEMPO
La otra noche, me cuenta Alejandra Adoum, la madre de Alina se estaba preparando para salir. Alina la miraba, mientras la madre, sentada ante el espejo, se pintaba los labios, se dibujaba las cejas y se empolvaba la cara. Después la madre se probó un vestido, y otro, y se puso un collar de coral negro, y una peineta en el pelo, y toda ella irradiaba una luz limpia y perfumada. Alina no le quitaba los ojos de encima. - Cómo me gustaría tener tu edad -dijo Alina. - En cambio yo … sonrió la madre- Yo daría cualquier cosa por tener cuatro años como tú. Aque lla noche, al regreso, la madre la encontró despierta. Alina se abrazó fuerte a sus piernas. -Me das mucha pena, mamá - dijo sollozando DICEN LAS PAREDES /4
En pleno centro de Medellín: La letra con sangre entra. Y abajo, firmado: Sicario alfab etizador. En la ciudad uruguaya de Melo: Ayude a la policía: Tortúrese. En un muro de Masatepe, en Nicaragua, poco después de la caída de la Dictadura de Somoza: Se morirán de nostalgia, pero no volverán. LLORAR
Fue en la selva, en la amazonia ecuatoriana. Los indios shuar estaban llorando a una abuela moribunda. Lloraban sentados, a la orilla de su agonía. Un testigo, venido de otros mundos, preguntó: - ¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva? Y contestaron los que lloraban: Para que sepa que la queremos mucho. DICEN LAS PAREDES /5 9 1
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En la Facultad de Ciencias Económicas, en Montevideo: La droga produce amnesia y otras cosas que no recuerdo. En Santiago de Chile a orillas del río Mapocho: Bienaventurados los borrachos, porque ellos verán a Dios dos veces. En Buenos Aires, en el barrio de Flores: Una novia sin tetas más que novia es un amigo. CELEBRACIÓN DE LA AMISTAD /1
En los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre. En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave; pana por panadería, la fuente del buen pan para las hambres del alma; y llave por… -Llave por llave - me dice Mario Benedetti. Y me cuenta que cuando vivía en Buenos Aires, en los tiempos del terror, él llevaba cinco llaves ajenas en su llavero: cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos: las llaves que lo salvaron. CELEBRACIÓN DE LA AMISTAD /2
Juan Gelman me contó que una señora se había batido a paraguazos, en una avenida de París, contra toda una brigada de obreros municipales. Los obreros estaban cazando palomas cuando ella emergió de un increí- ble Ford a bigotes, un coche de museo, de aquellos que arrancaban a manivela; y blandiendo su paraguas, se lanzó al ataque. A mandobles se abrió paso, y su paraguas justiciero rompió las redes donde las palomas habían sido atrapadas. Entonces, mientras las palomas huían en blanco alboroto, la señora la emprendió a paraguazos contra los obreros. Los obreros no atinaron más que a protegerse, como pudieron, con los brazos, y balbuceaban protestas que ella no oía: más respeto, señora, haga el favor, estamos trabajando, son órdenes superiores, señora, por qué no le pega al alcalde, cálmese señora, qué bicho la picó, se ha vuelto loca esta mujer… Cuando a la indignada señora se le cansó el brazo, y se apoyó en una pared para tomar aliento, los obreros exigieron una explicación. Después de un largo silencio, el la dijo: - Mi hijo murió. Los obreros dijeron que lo lamentaban mucho, pero que ellos no tenían la culpa. También dijeron que esa mañana había mucho que hacer, usted comprenda … - Mi hijo murió -repitió ella. Y los obreros: que sí, que sí, pero que ellos se estaban ganando el pan, que hay millones de palomas sueltas por todo París, que l as jodidas palomas son la ruina de esta ciudad … - Cretinos -los fulminó la señora. Y lejos de los obreros, lejos de todo, dijo: - Mi hijo murió y se convirtió en paloma. Los obreros callaron y estuvieron un largo rato pensando. Y por fin señalando a las palomas que andaban por los cielos y los tejados y las aceras propusieron: - Señora: ¿porqué no se lleva a su hijo y nos deja trabajar en paz? Ella se enderezó el sombrero negro. - ¡Ah, no! ¡Eso sí que no! Miró a través de los obreros, como si fueran de vidrio, y muy serenamente dijo: - Yo no sé cuál de las palomas es mi hijo. Y si supiera, tampoco me lo llevaría. Porque, ¿qué derecho tengo yo a separarlo de sus amigos? VALLEJO
Herida de muerte, la república española da sus últimos pasos. Poco aire le queda. El ejército de Franco embiste aniquilando. En la abadía de Montserrat, a modo de despedida, los milicianos publican los versos que dos latinoamericanos han escrito en homenaje a España y su tragedia. Los poemas del chileno Neruda y del peruano Vallejo se imprimen en papel hecho de jirones de uniformes, banderas enemigas y vendajes. César Vallejo ha muerto poco antes de que caiga #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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España, dolida y sola como él. Ha muerto en París, un día del cual tenía ya el recuerdo, y por España fueron sus últimos poemas, escritos a la mala, entre cuatro lúgubres paredes. Cantó Vallejo a la gesta del pueblo español en armas y a toda su desmesura, amado sol, amada sombra; y España fue la última palabra que dijo, en su agonía, este poeta americano, el más americano de los poetas. RETRATO DE UN PELIGROSO
El pastor Martin Luther King predica contra la guerra de Vietnam. Denuncia que allá los negros mueren más, el doble que los blancos, sirviendo de carne de cañón a una aventura imperial comparable a los crímenes nazis. El envenenamiento del agua y de la tierra y la aniquilación de gentes y cosechas forman parte de un plan de exterminio. Del millón de vietnamitas muertos, revela el predicador, los niños son la mayoría. Los Estados Unidos, dice, sufren una infección del alma; y cualquier autopsia revelaría que esa infección se llama Vietnam. Hace seis años, el FBI clasificó a este hombre en la sección A del índice Reservado, entre las personas peligrosas que hay que vigilar y encarcelar en caso de emergencia. Desde entonces la policía le muerde los talones, lo espía día y noche, lo amenaza, lo provoca. Martin Luther King se desploma en el balcón de un hotel de Memphis. Una bala en pleno rostro acaba con tanta molestia. EL DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA
La nave espacial llega desde Houston, Texas, y posa en la luna sus largas patas de araña. Los astronautas Armstrong y Aldrin ven la Tierra como nadie la había visto hasta ahora, y la Tierra no es la generosa teta que nos da de mamar leche y veneno sino una bella piedra helada que rueda en la soledad del universo. Parece sin hijos la Tierra, habitada por nadie, o quizás indiferente, como si no sintiera ni siquiera cosquillas por las pasiones humanas que hormiguean en su suelo. Los astronautas nos transmiten por televisión y radio las palabras previamente programadas acerca del gran paso que la humanidad está dando, mientras clavan el estandarte de los Estados Unidos de América en el pedregoso Mar de la Tranquilidad. EL AIRE Y EL VIENTO
Por los caminos voy, como el burrito de San Fernando, un poquito a pie y otro poquito andando. A veces me reconozco en los demás. Me reconozco en los que quedarán, en los amigos abrigos, locos lindos de la justicia y bichos voladores de la belleza y demás vagos como seguirán las estrellas de la noche y las olas de la mar. Entonces, cuando me reconozco en ellos, yo soy aire aprendiendo a saberme continuado en el viento. Me parece que fue Vallejo, César Vallejo, quien dijo que a veces el vi ento cambia de aire. Cuando yo ya no esté, el viento estará, seguirá estando. ALÍ
Lo llamaron Cassius Clay: se llama Muhammad Alí, por nombre elegido. Lo hicieron cristiano: se hace musulmán, por elegida fe. Lo obligaron a defenderse: pega como nadie, feroz y veloz, tanque liviano, demoledora pluma, indestructible dueño de l a corona mundial. Le dijeron que un buen boxeador deja la bronca en el ring: él dice que el verdadero ring es el otro, donde un negro triunfante pelea por los negros vencidos, por los que comen sobras en la cocina. Le aconsejaron discreción: desde entonces grita. Le intervinieron el teléfono: desde entonces grita también por teléfono. Le pusieron uniforme para enviarlo a la guerra de Vietnam: se saca el uniforme y grita que no va, porque no tiene nada contra los vietnamitas, que nada malo le han hecho a él ni a #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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ningún otro negro norteamericano. Le quitaron el título mundial, le prohibieron boxear, lo condenaron a cárcel y multa: gritando agradece estos elogios a su dignidad humana. CRÓNICA DE LA CIUDAD DE MANAGUA
El comandante Tomás Borge me invitó a cenar. Yo no lo conocía. Tenía fama de ser el más duro de todos, el más temido. Había otra gente en la cena, linda gente; Él habló poco o nada. Me miraba, me medía. La segunda vez, cenamos solos. Tomás estaba más abierto; contestó muy suelto mis preguntas sobre los viejos tiempos de la fundación del Frente Sandinista. Y a medianoche, como quien no quiere la cosa, me dijo: - Ahora, contame una película. Me defendí. Le expliqué que yo vivía en Calella, un pueblo chico, donde poco cine llegaba, películas viejas... - Contame - insistió, ordenó -. Cualquier película, cualquiera, aunque no sea nueva. Entonces conté una cómica. La conté, la actué; intenté resumir, pero él exigía detalles. Y cuando terminó: - Ahora, otra. Conté una de gangsters, que terminaba mal. - Otra. Conté una de vaqueros. - Otra. Conté, inventándola de cabo a rabo, una de amor. Creo que estaba amaneciendo cuando me di por vencido, supliqué clemencia y me fui a dormir. Me lo encontró a la semana. Tomás se disculpó: - Te exprimí, la otra noche. Es que a mí me gusta mucho el cine, me gusta con locura, y nunca puedo ir. Le dije que cualquiera podía entenderlo. Él era ministro del Interior de Nicaragua, en plena guerra; el enemigo no daba tregua y no había tiempo para el cine, ni lujos así. -No no -me corrigió --. Tiempo, tengo. El tiempo... uno se hace el tiempo, si quiere. No es problema de tiempo. Antes, cuando estaba clandestino, disfrazado, me las arreglaba para ir al cine. Pero ahora... No pregunté. Hubo silencio, y siguió: - No puedo ir al cine porque... porque yo, en el cine, lloro. - Ah - le dije -. Yo también. - Claro - me dijo -. Enseguida me di cuenta. La primera vez que te vi, pensé: « Este tipo llora en el cine. » EINSTEIN
Albert Einstein se siente como si su propia mano hubiera apretado el botón. Él no hizo la bomba atómica, pero la bomba atómica no hubiera sido posible sin s us descubrimientos. Ahora Einstein quisiera haber sido otro, haberse dedicado al inofensivo oficio de reparar cañerías o levantar paredes en vez de andar averiguando secretos de la vida, que otros usan para aniquilarla. Cuando era niño, un profesor le dijo: —Nunca llegarás a nada.
Papando moscas, con cara de estar en la luna, él se preguntaba cómo sería la luz vista por alguien que pudiera cabalgar un rayo. Cuando se hizo hombre, encontró la respuesta, que resultó ser la teoría de la relatividad. Recibió un premio Nobel y mereció varios más, por las respuestas que desde entonces ha encontrado para otras preguntas, nacidas del misterioso vínculo entre las #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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sonatas de Mozart y el teorema de Pitágoras o nacidas de los desafiantes arabescos que dibuja, en el aire, el humo de su larguísima pipa. Einstein creía que la ciencia era una manera de revelar la belleza del universo. El más célebre de los sabios tiene los más tristes ojos de la historia humana.
MAÍZ
Los dioses hicieron de barro a los primeros mayas-quichés. Poco duraron. Eran landos, sin fuerza; se desmoronaron antes de caminar. Luego probaron con la madera. Los muñecos de palo hablaron y anduvieron, pero eran secos: no tenían sangre ni sustancia, memoria ni rumbo. No sabían hablar con los dioses, o no encontraban nada que decirles. Entonces los dioses hicieron de maíz a las madres y a los padres. Con maíz amarillo y maíz blanco amasaron su carne. Las mujeres y los hombres de maíz veían tanto como los dioses. Su mirada se extendía sobre el mundo entero. Los dioses echaron un vaho y les dejaron los ojos nublados para siempre, porque no querían que las personas vieran más allá del horizonte. NOMBRES
Me firmo Galeano, que es mi apellido materno, desde los tiempos en que comencé a escribir. Eso ocurrió cuando yo tenía diecinueve años, o quizá apenas unos días, porque llamarme así fue una manera de nacer de nuevo. Antes, cuando era un chiquilín y publicaba dibujos, los firmaba Gius, por la difícil pronunciación española de mi apellido paterno (Hughes se llamaba mi tatarabuelo galés, que a los quince años se echó a la mar en el puerto de Liverpool y llegó al Caribe, a Santo Domingo, y tiempo después a Río de Janeiro, y fi nalmente a Montevideo. Allí arrojo su anillo de masón al arroyo Miguelete, y en los campos de Paysandú clavó las primeras alambradas y se hizo dueño de tierras y de gentes, y hace más de un siglo murió, mientras traducía al inglés el Martín Fierro). A lo largo de los años he escuchado las más diversas versiones sobre ese asuntito de mi nombre elegido. La versión más necia, me ofende a la intel igencia, me atribuye una intención antiimperialista. La versión más cómica supone fines de conspiración o contrabando. Y la versión más jodida me convierte en la oveja roja de mi familia: me inventa un padre enemigo y oligárquico, en lugar del padre real que tengo, que es un tipo macanudo, que siempre se ha ganado la vida con su trabajo o con la buena suerte que tiene en la quiniela. El pintor japonés Hokusai cambió de nombre sesenta veces por celebrar sus sesenta nacimientos. En el Uruguay, país formal, lo hubieran enjaulado por loco o alevoso simulador de identidad. POBRE MI MADRE QUERIDA
A fines de años sesenta, el poeta Jorge Enrique Adoum regresó al Ecuador, después de mucha ausencia. No bien llegó, cumplió el ritual obligatoria de la ciudad de Quito: se fue al estadio, a ver jugar al equipo del Aucas. Era un partido importante, y el estadio estaba repleto. Antes del comienzo, se hizo un minuto de silencio por la madre del árbitro, muerta en la víspera. Todos se pusieron en pie, todos callaron. Acto seguido, un dirigente pronunció un discurso #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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destacando la actitud del deportista ejemplar que iba a arbitrar el partido, cumpliendo con su deber en las más tristes circunstancias. Al centro de la cancha, cabizbajo, el hombre de negro recibió el cerrado aplauso del público. Adoum pestañeó, se pellizcó un brazo: no podía creer. ¿En qué país estaba? Mucho habían cambiado las cosas. Antes, la gente sólo se ocupaba del árbitro para gritarle hijo de puta. Y empezó el partido. A los quince minutos, estalló el estadio: gol del Aucas. Pero el árbitro anuló el gol, por fuera de juego, y de inmediato la multitud recordó a la difunta autora de sus días. - ¡Huérfano de puta! -rugieron las tribunas MELLA
El dictador de Cuba, Gerardo Machado, lo manda matar. Julio Antonio Mella no es más que un estudiante desterrado en México, que ocupa sus fervores en correr la liebre y en publicar artículos, para poquitos lectores, contra el racismo y el colonialismo enmascarado; pero el dictador no se equivoca al considerarlo el más peligroso de sus enemigos. Machado lo tiene en la mira desde que los relampagueantes discursos de Mella estremecían al estudiantado de La Habana. Mella ardía denunciando a la dictadura y burlándose de la decrepitud de la universidad cubana, que es una fábrica de profesionales con mentalidad de convento español de la colonia. BECERRILLO
La insurrección de los caciques Agüeynaba y Mabodamaca ha sido aplastada y todos los prisioneros han marchado al muere. El capitán Diego de Salazar descubre a la vieja, escondida en los matorrales, y no la ensarta con la espada. —Anda —le dice —. Lleva esta carta al gobernador, que está en Caparra. La vieja abre los ojos de a poco. Temblando, tiende los dedos. Y se echa a caminar. Camina como niño chico, con bambolear de osito, y lleva el sobre a modo de estandarte o bandera. Cuando la vieja está a la distancia de un tiro de balle sta, el capitán suelta a Becerrillo. El gobernador Ponce de León ha ordenado que Becerrillo reciba el doble de paga que un soldado ballestero, por descubridor de emboscadas y cazador de indios. No tienen peor enemigo los indios de Puerto Rico. La ráfaga voltea a la vieja. Becerrillo, duras las orejas, desorbitados los ojos, la devorará de un bocado. —Señor perro —le suplica—, yo voy a llevar esta carta al señor gobernador. Becerrillo no entiende la lengua del lugar, pero la vieja le muestra el sobre vacío. —No me hagas mal, señor perro. Becerrillo husmea el sobre. Da unas vueltas en torno a esa bolsa de huesitos trémulos que gime palabras, alza una pata y la mea. «SABEMOS QUE EL HAMBRE ES MORTAL»
decía el cura Camilo Torres. Y si lo sabemos, decía, ¿tiene sentido perder el tiempo discutiendo si es inmortal el alma? Camilo creía en el cristianismo como práctica del amor al prójimo y quería que ese amor fuera eficaz. Tenía la obsesión del amor eficaz. Esa obsesión lo alzó en armas y por ella ha caído, en un desconocido rincón de Colombia, peleando en las guerrillas. EL PÁNICO MACHO
En la noche más antigua yacían, por primera vez, la mujer y el hombre. Entonces él escucho un ruidito amenazante en el cuerpo de ella, un crujidero de dientes entre sus piernas, y el susto cortó el abrazo. #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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Los machos más machos tiemblan todavía, en cualquier lugar del mundo, cuand o recuerdan, aquel peligro de devoración. Y se preguntan, sin saber qué preguntan: ¿será que la mujer sigue siendo una puerta de entrada que no tiene salida? ¿Será que en ella queda quien en ella entra? LA PRIMERA DERROTA MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS AMÉRICA LATINA
El primer día del año abandonan Nicaragua los marines, con todos sus barcos y sus aviones. El esmirriado general de los patriotas, el hombrecito que parece una T con su aludo sombrero, ha humillado a un imperio. La prensa norteamericana lamenta los muchos muertos en tantos años de ocupación, pero destaca el valor del entrenamiento realizado por los aviadores. Gracias a la guerra contra Sandino, los Estados Unidos han podido ensayar por primera vez el bombardeo e n picada, desde aviones Fokker y Curtiss especialmente diseñados para combatir en Nicaragua. Al irse, el coronel Mathews deja en su lugar a un oficial nativo simpático y fiel. Anastasio Tacho Somoza es el nuevo director de la National Guard, que pasa a llamarse Guardia Nacional. No bien llega a Managua, el triunfante Sandino declara: —Ya somos libres. No dispararé un tiro más.
El presidente de Nicaragua, Juan Bautista Sacasa, le da un abrazo. El general So moza también le da un abrazo. ÚSELO Y TÍRELO
La sociedad de consumo consume fugacidades. Cosas, personas: las cosas fabricadas para no durar, mueren al nacer; y hay cada vez más personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la vida. Los niños abandonados en las calles de Colombia que antes se llamaban gamines ahora se llaman desechables y están marcados para morir. Los numerosos nadies, los fuera de lugar son “económicamente inviables” según el lenguaje
técnico. La ley de mercado los expulsa, por superabundacia de mano de obra barata. El norte del mundo genera basura en cantidades asombrosas. El sur del mundo genera marginados. ¿Qué destino tienen los sobrantes humanos? El sistema los va a desaparecer. Les dice: Ustedes no existen. LA MUJER SIN MIEDO
Hay criminales que proclaman tan campantes 'la maté porque era mía', así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los super machos tiene la valentía de confesar 'la maté por miedo', porque al fi n y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo. DE LA PIEDRA ARDE: 5 2
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—Si parto la piedra, estas marcas se borrarán. Pero estas marcas son mis documentos,
¿comprendes? Mis documentos de identidad. Me miro al espejo y digo: «Ése soy yo», y no siento lástima de mí. Yo luché mucho tiempo. La lucha por la libertad es una lucha de nunca acabar. Ahora hay otros que luchan, allá lejos, como yo he luchado. Mi tierra y mi gente no son libres todavía. ¿Comprendes? Yo no quiero olvidar. No parto la pi edra porque sería una traición.
LA YERBA MATE
La luna se moría de ganas de pi sar la tierra. Quería probar las frutas y bañarse en algún río. Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la puesta del sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie advirtiera que la luna faltaba. Fue una maravilla la noche en la tierra. La luna paseó por la selva del alto Paraná, conoció misteriosos aromas y sabores y nadó largamente en el río. Un viejo labrador la salvó dos veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la luna, el viejo degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo hambre, la llevó a su casa. «Te ofrecemos nuestra pobreza», dijo la mujer del labrador, y le dio unas tortillas de maíz. A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de sus amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro de la selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio, con su mujer y su hija. La luna descubrió que en aquel la casa no quedaba nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz. Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes que dejasen caer, alrededor de la choza, una llovizna muy especial. Al amanecer, en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos. Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas. Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba mate y anda por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a las gentes que no se conocen. ESTA ES AMÉRICA, Y AL SUR LA NADA
Andrew Carnegie vende, en 250 millones de dólares, el monopolio del acero. Lo compra el banquero John Pierpont Morgan, dueño de la General Electric, y así funda la United States Steel Corporation. Fiebre del consumo, vértigo del dinero cayendo en cascadas desde lo alto de los rascacielos: los Estados Unidos pertenecen a los monopolios, y los monopolios a un puñado de hombres, pero multitudes de obreros acuden desde Europa, año tras año, llamados por las sirenas de las fábricas, y durmiendo en cubierta sueñan que se harán millonarios no bien salten sobre los muelles de Nueva York. En la edad industrial, Eldorado está en los Estados Unidos; y los Estados Unidos son América. Al sur, la otra América no atina ya ni a balbucear su propio nombre. Un informe recién publicado revela que todos los países de esta sub-América tienen tratados comerciales con los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania, pero ninguno los tiene con sus vecinos. América Latina es un archipiélago de patrias bobas, organizadas para el desvínculo y entrenadas para desamarse. EXTRAÑO DICTADOR CHÁVEZ
Extraño dictador este Hugo Chávez. Masoquista y suicida: creó una Constitución que permite que el pueblo lo eche, y se arriesgó a que eso ocurriera en un referéndum revocatorio que Venezuela ha realizado por primera vez en la historia universal. No hubo castigo. Y esta resultó ser la octava 2
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elección que Chávez ha ganado en cinco años, con una transparencia que ya hubiera querido Bush para un día de fiesta. Obediente a su propia Constitución, Chávez aceptó el referéndum, promovido por la oposi ción, y puso su cargo a disposición de la gente: “Decidan ustede s”. Hasta
ahora, los presidentes interrumpían su gestión solamente por defunción, cuartelazo, pueblada o decisión parlamentaria. El referéndum ha inaugurado una forma inédi ta de democracia directa. Un acontecimiento extraordinario: ¿Cuántos presidentes, de cualquier país del mundo, se animarían a hacerlo?. Y ¿cuántos seguirían siendo presidentes después de hacerlo?. Este tirano inventado por los grandes medios de comunicación, este temible demonio, acaba de dar una tremenda inye cción de vitaminas a la democracia, que en América Latina, y no sólo en América Latina, anda enclenque y precisada de energía. Un mes antes, Carlos Andrés Pérez, angelito de Dios, demócrata adorado por los grandes medios de comunicación, anunció un golpe de Estado a los cuatro vientos . Lisa y llanamente afirmó que “la vía violenta” era la única posible en Venezuela, y despreció el referéndum “porque no forma parte de la idiosincrasia latinoamericana”. La idiosincrasia
latinoamericana, o sea, nuestra preciosa herencia: el pueblo sordomudo. Hasta hace pocos años, los venezolanos se iban a la playa cuando había elecciones. El voto no era, ni es, obligatorio. Pero el país ha pasado de la apatía total al total entusiasmo. El torrente de electores, colas enormes esperando al sol, a pie firme, durante horas y horas, desbordó todas las estructuras previstas para la votación. El aluvión democrático hizo también dificultosa la aplicación de la prevista tecnología último modelo para evitar los fraudes, en este país donde los muertos tienen la mala costumbre de votar y donde algunos vivos votan varias veces en cada elección, quizá por culpa del mal de Parkinson. “¡Aquí no hay libertad de e xpresión!”, claman con absoluta libertad de ex presión las
pantallas de televisión, las ondas de las radios y las páginas de los diarios. Chávez no ha cerrado ni una sola de las bocas que cotidianamente escupen insultos y mentiras. Impunemente ocurre la guerra química destinada a envenenar a la opinión pública. El único canal de televisión clausurado en Venezuela, el canal 8, no fue víctima de Chávez sino de quienes usurparon su presidencia, por un par de días, en el fugaz golpe de Estado de abril del año 2002. Y cuando Chávez volvió de la prisión, y recuperó la presidencia en andas de una inmensa multitud, los grandes medios venezolanos no se enteraron de la novedad. La televisión privada estuvo todo el día pasando películas de Tom y Jerry. Esa televisión ejemplar mereció el premio que el rey de España otorga al mejor periodismo. El rey recompensó una filmación de esos días turbulentos de abril. La filmación era una estafa. Mostraba a los salvajes chavistas disparando contra una inocente manifestación de opositores desarmados. La manifestación no existía, según se ha demostrado con pruebas irrefutables, pero se ve que este detalle no tenía importancia, porque el premio no fue retirado. Hasta ayercito nomás, en la Venezuela saudí, paraíso petrolero, el censo reconocía oficialmente un millón y medio de analfabetos, y había cinco millones de venezolanos indocumentados y sin derechos cívicos. Esos y otros muchos invisibles no están dispuestos a regresar a Nadalandia, que es el país donde habitan los nadies. Ellos han conquistado su país, que tan ajeno era: este referéndum ha probado, una vez más, que allí se quedan. LA MILITANCIA ECOLÓGICA NO PUEDE DIVORCIARSE DE LA LUCHA SOCIAL
La militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social Chico Méndez, obrero del caucho, cayó asesinado en 1988 en la Amazonia brasileña, por creer lo que creía: la militancia ecológi ca no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada 2
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mientras no se haga la reforma agraria en Brasil […] cinco años después del crimen de Chico
Méndez [se denunció] que más de cien trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra y [se calcula] que más de cuatro millones de campesinos sin trabajo se encaminan a las ciudades desde las plantaciones del i nterior […] un campesino vale menos que
una vaca y más que una gallina, me informan en Caaguazú, en el Paraguay, y en el nordeste de Brasil quien planta no tiene tie rra y quien tie ne tierra no planta. […] Es América Latina, región de
las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos […] Hace cinco si glos cuando América fue apresada por el me rcado mundial, l a civilización invasora
confundió la ecología con la idolatría. La comunicación con la naturaleza era pecado, y merecía castigo. LAS VOCES PORFIADAMENTE VIVAS
Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran, se reconocen y se abrazan y ese lugar es mañana. Suenan muy futuras ciertas voces del pasado americano muy pasado. Las antiguas voces, pongamos por caso, que todavía nos dicen que somos hijos de la tierra, y que la madre no se vende ni se alquila. Mientas llueven pájaros muertos sobre la ciudad de México, y se convierten los ríos en cloacas, los mares en basureros y las selvas en desiertos, esas voces porfiadamente vivas nos anuncian otro mundo que no es este mundo envenenador del agua, el suelo, el aire y el alma. También nos anuncian otro mundo posi ble las voces antiguas que nos hablan de comunidad. La comunidad, el modo comunitario de producción y de vida, es la más remota tradición de las Américas, la más americana de todas: pertenece a los primeros tiempos y a las primeras gentes, pero también pertenece a los tiempos que vienen y presienten un Nuevo Mundo. Porque nada hay menos foráneo que el socialismo en estas tierras. Foráneo es, en cambio, el capitalismo: como la viruela, como la gripe, vino de afuera. EL BOGOTAZO
A las dos de la tarde de este nueve de abril, Gaitán tenía una cita. Iba a recibir a un estudiante, uno de los estudiantes latinoamericanos que se están reuniendo en Bogotá al margen y en contra de la ceremonia panamericana del general Marshall. A la una y media, el estudiante sale del hotel, dispuesto a echarse una suave caminata hacia la oficina de Gaitán. Pero a poco andar escucha ruidos de terremoto y una avalancha humana se le viene encima. El pobrerío, brotado de los suburbios y descolgado de los cerros, avanza en tromba hacia todos los lugares, huracán del dolor y de la ira que viene barriendo la ciudad, rompiendo vidrieras, volcando tranvías, incendiando edificios: —¡Lo mataron! ¡Lo mataron!
Ha sido en la calle, de tres balazos. El reloj de Gaitán quedó parado a la una y cinco. El estudi ante, un cubano corpulento llamado Fidel Castro, se mete en la cabeza una gorra sin visera y se deja llevar por el viento del pueblo. 8 2
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LA SEGUNDA DERROTA MILITAR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN AMÉRICA LATINA
En tres días acaba Cuba con los invasores. Entre los muertos, hay cuatro pilotos norteamericanos. Los siete buques, escoltados por la Marina de Guerra de los Estados Unidos, huyen o se hunden en la bahía de los Cochinos. El presidente Kennedy asume la total responsabilidad por este fiasco de la CIA. La CIA creyó, como siempre, en los informes de sus pícaros espías locales, que cobran por decir lo que gusta escuchar; y, como siempre, confundi ó la geografía con un mapa militar ajeno a la gente y a la historia. Las ciénagas que la CIA eligió para el desembarco habían sido el lugar más miserable de toda Cuba, un reino de cocodrilos y mosquitos, hasta que la revolución llegó. Entonces el entusiasmo humano transformó estos lodazales, fundando en ellos escuelas, hospitales y caminos. La gente de aquí fue la primera en poner el pecho a las balas, contra los invasores que venían a salvarla. EL ARCOIRIS
Los enanos de la selva habían sorprendido a Yobuënahuaboshka en una emboscada y le habían cortado la cabeza. A los tumbos, la cabeza regresó a la región de los cashinahua. Aunque había aprendido a brincar y balancearse con gracia, nadie quería una cabeza sin cuerpo. —Madre, hermanos míos, paisanos — se lamentaba— . ¿Por qué me rechazan? ¿Por qué se
avergüenzan de mí? Para acabar con aquella letanía y sacarse la cabeza de encima, la madre le propuso que se transformara en algo, pero la cabeza se negaba a convertirse en lo que ya existía. La cabeza pensó, soñó, inventó. La luna no existía. El arcoiris no existía. Pidió siete ovillos de hilo, de todos los colores. Tomó puntería y lanzó los ovi llos al cielo, uno tras otro. Los ovillos quedaron enganchados más allá de las nubes; se desenrollaron los hilos, suavemente, hacia la tierra. Antes de subir, la cabeza advirtió: —Quien no me reconozca, será castigado. Cuando me vean allá arriba, digan:
«¡Allá está el alto y hermoso Yobuënahuaboshka!» Entonces trenzó los siete hilos que colgaban y trepó por la cuerda hacia el cielo. Esa noche, un blanco tajo apareció por primera vez entre las estrel las. Una muchacha alzó los ojos y preguntó, maravillada: «¿Qué es eso?» De inmediato un guacamayo rojo se abalanzó sobre ella, dio una súbita vuelta y la picó entre las piernas con su cola puntiaguda. La muchacha sangró. Desde ese momento, las mujeres sangran cuando la luna quiere. A la mañana siguiente, resplandeció en el cielo la cuerda de los siete colores. Un hombre la señaló con el dedo: —¡Miren, miren! ¡Qué raro!
Dijo eso y cayó. 9
Y esa fue la primera vez que murió alguien. 2
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NIEMEYER
Odia el ángulo recto y el capitalismo. Contra el capitalismo no es mucho lo que puede hacer; pero contra el ángulo recto, opresor del espacio, triunfa su arquitectura libre y sensual y leve como las nubes. Niemeyer concibe la morada humana en forma de cuerpo de muje r, costa sinuosa o fruta del trópico. También en forma de montaña, si la montaña se recorta en bellas curvas contra el cielo, como es el caso de las montañas de Río de Janeiro, diseñadas por Dios el día aquel en que Dios se creyó Niemeyer. LA VÍA LÁCTEA
El gusano, no más grande que un dedo meñique, comía corazones de pájaros. Su padre era el mejor cazador del pueblo de los mosetenes. El gusano crecía. Pronto tuvo el tamaño de un brazo. Cada vez exigía más corazones. El cazador pasaba el día entero en la sel va, matando para su hijo. Cuando la serpiente ya no cabía en la choza, la selva se había vaciado de pájaros. El padre, flecha certera, le ofreció corazones de jaguar. La serpiente devoraba y crecía. Ya no había jaguares en la selva. —Quiero corazones humanos —dijo la serpiente. El cazador dejó sin gente a su aldea y a las comarcas vecinas hasta que un día, en una aldea lejana, lo sorprendieron en la rama de un árbol y lo mataron. Acosada por el hambre y la nostalgia, la serpiente fue a buscarlo. Enroscó su cuerpo en torno a la aldea culpable, para que nadie pudiera escapar. Los hombres lanzaron todas sus flechas contra aquel anillo gigante que les había puesto sitio. Mientras tanto, la serpiente no cesaba de crecer. Nadie se salvó. La serpiente rescató el cuerpo de su padre y creció hacia arriba. LA YUCA
Ningún hombre la había tocado, pero un niño creció en el vientre de la hija del jefe. Lo llamaron Mani. Pocos días después de nacer, ya corría y conversaba. Desde los más remotos rincones de la selva, venían a conocer al prodigioso Mani. No sufrió ninguna enfermedad, pero al cumplir un año dijo: «Me voy a morir»; y murió. Pasó un tiempi to y una planta jamás vista brotó en la sepultura de Mani, que la madre regaba cada mañana. La planta creció, floreció, dio frutos. Los pájaros que la picoteaban andaban luego a los tumbos por el aire, aleteando en espirales locas y cantando como nunca. Un día la tierra se abrió donde Mani yacía. El jefe hundió la mano y arrancó una raíz grande y carnosa. La ralló con una piedra, hizo una pasta, la exprimió y al amor del fuego coció pan para todos. Nombraron mani oca a esa raíz, «casa de Mani», y mandioca es el nombre que tiene la yuca en la cuenca amazónica y otros lugares .
TENTACIÓN DE AMÉRICA En su gabinete de París, está dudando un sabio en geografías. Guillaume Deslile dibuja exactos mapas de la tierra y del cielo. ¿Incluirá a El Dorado en el mapa de América? ¿Pintará el misterioso lago, como ya es costumbre, en alguna parte del alto Orinoco? Deslile se pregunta si existen en verdad las aguas de oro que Walter Raleigh describió grandes como el mar Caspio. ¿Son o han sido de carne y hueso los príncipes que se sumergen y nadan, ondulantes peces de oro, a la luz de las antorchas? El lago figura en todos los mapas hasta ahora dibujados. A veces se llama El Dorado; a veces, Parima. Pero Deslile conoce, de oídas o leídas, testimonios que lo hacen dudar. Buscando El Dorado muchos soldados de fortuna han penetrado el lejano nuevo mundo, allá donde se cruzan #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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los cuatro vientos y se mezclan todos los colores y dolores, y no han encontrado nada. Españoles, portugueses, ingleses, franceses y alemanes han atravesado abismos que los dioses americanos habían cavado con uñas o dientes, han violado selvas recalentadas por el humo de tabaco soplado por los dioses, han navegado ríos nacidos de los árboles gigantes que los dioses habían arrancado de raíz, y han atormentado o matado indios que los dioses habían creado con saliva, aliento o sueño. Pero al aire se ha ido y al aire se va, siempre, el oro fugitivo, y se desvanece el lago antes de que nadie llegue. El Dorado parece el nombre de una fosa sin ataúd ni sudario. Hace dos siglo s que creció el mundo, y se hizo redondo, y desde entonces los perseguidores de alucinaciones se marchan, desde todos los muelles, hacia tierras de América. Al amparo de un dios navegante y conquistador, atraviesan, apretujándose en los navíos, la mar inmensa. Junto a pastores y labriegos que Europa no ha matado de guerra, peste o hambre, viajan capitanes y mercaderes y pícaros y místicos y aventureros. Todos buscan el milagro. Al otro lado de la mar, mágica mar que lava sangres y transfigura destinos, se ofrece, abierta, la gran promesa de todos l os tiempos. Allá se vengarán los mendigos. Allá se harán marqueses los pelagatos, santos los malandrines y fundadores los condenados a la horca. Se harán doncellas, de alta dote, las vendedoras de amor. EL ESTADO EN AMÉRICA LATINA
Hace ya unos años, añares, que el coronel Amen me lo contó. Resulta que a un soldado le llegó la orden de cambiar de cuartel. Por un año lo mandaron a otro destino, en algún cuartel de frontera, porque el Superior Gobierno de Uruguay había contraído una de sus periódicas fiebres de guerra al contrabando. Al irse, el soldado le dejó su mujer y otras pertenencias al mejor amigo, para que se las tuviera en custodia. Al año volvió. Y se encontró con que el mejor amigo, también soldado, no le quería entregar la mujer. No había problema en devolver las demás cosas: pero la mujer, no. El litigio iba a resolverse mediante el veredictodel cuchillo, en duelo criollo, cuando el coronel Amen paró la mano. - Que se expliquen-exigió. - Esa mujer es mía-dijo el ausentado. - ¿De él? Habrá sido. Pero ya no es -dijo el otro. - Razones-dijo el coronel- Quiero razones. Y el usurpador razonó: - Pero coronel, ¿cómo se la voy a devolver? ¡Con lo que ha sufrido la pobre! Si viera como la trataba este animal? La trataba, coronel? ¡Como si fuera del Estado!
MEMORIA ROTA Olvidar el olvido: don Ramón Gómez de la Serna contó de alguien que tenía tan mala memoria que un día se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo. Recordar el pasado, para liberarnos de sus maldiciones: no para atar los pies del tiempo presente, sino para que el presente camine libre de trampas. Hasta hace algunos siglos, se decía recordar para decir despertar, y #MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
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todavía la palabra se usa en este sentido en algunos campos de América latina. La memoria despierta es contradictoria, como nosotros; nunca está quieta, y con nosotros cambia. No nació para ancla. Tiene, más bien, vocación de catapulta. Quiere ser puerto de partida, no de llegada. Ella no reniega de la nostalgia: pero prefiere la esperanza, su peligro, su intemperie. Creyeron l os griegos que la memoria es hermana del tiempo y de la mar, y no se equivocaron. La impunidad es hija de la mala memoria. Bien lo han sabido todas las dictaduras militares que en nuestras tierras han sido. En América latina se han quemado cordilleras de libros, libros culpables de contar la realidad prohibida y libros simplemente culpables de ser libros, y también montañas de documentos. Militares, presidentes, frailes: es larga la historia de las quemazones, desde que en 1562, en Maní de Yucatán, fray Diego de Landa arrojó a las llamas los libros mayas, queriendo incendiar la memoria indígena. Por no citar más que algunas fogatas, baste recordar que en 1870, cuando los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay arrasaron Paraguay, los archivos históricos del vencido fueron reducidos a cenizas. Vei nte años después, el gobierno de Brasil quemó el papelerío que daba testimonio de tres siglos y medio de esclavitud negra. En 1983, los militares argentinos echaron al fuego La memoria rota A fines del siglo dieciocho, los soldados de Napoleón descubrieron que muchos niños egipcios creían que las pirámides habían sido construidas por los franceses o por los ingleses. A fines del siglo veinte, muchos niños japoneses creían que las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki habían sido arrojadas por los rusos. En 1965, el pueblo de Santo Domingo resistió durante ciento treinta y dos noches la invasión de cuarenta y dos mil marines norteamericanos. La gente peleó casa por casa, cuerpo a cuerpo, con palos y cuchillos y carabinas y piedras y botellas rotas. ¿Qué creerán, de aquí a un tiempo, los niños dominicanos? El gobierno no celebra la resistencia nacional en un Día de la Dignidad, sino en el Día de la Confraternidad, poniendo un signo de igual entre quienes habían besado la mano del i nvasor y quienes habían puesto el pecho a los tanques. Los documentos de la guerra sucia contra sus compatriotas; y en 1995, los militares guatemaltecos hicieron lo mismo. LA CARTA
Y no sabía, y nunca supo, que en alguna parte había una carta para él. La carta decía: Hemos preguntado por todas partes nadie sabe dar cuentas de tu paradero. En los cuarteles se ríen de mí cuando pregunto. Ellos dicen que te habrías ido con otra, pero yo sé que te han metido preso nuevamente porque vino un amigo tuyo que sabe y me lo dijo. Me pregunto adónde andarás. Los sufrimientos que estarás pasando ya me los imagino. Puede ser que esta carta te llegue y puede ser que no, pero lo mismo la voy a llevar a ver qué pasa. Dice el yuyo que te manda un chicle globero, porque vos sabes hacer buenos globos y grandes, que vuelan, así que te metés adentro del globo y te escapás. Dice que cuando vuelvas le vas a traer un paraguas y un helado. Hoy se levantó muy temprano para pedirle que vuelvas al lucero del alba. El Yuyo es una máquina de hacer preguntas. ¿Cuándo empezará todo de nuevo? ¿Cuándo empezará todo otra vez, del año 1 en adelante? ¿Cuántos segundos demora en pasar un siglo? A veces me dice que está deseando nacer y está deseando crecer, pero a veces me dice que quiere volver a meterse en mi barriga. Camina mucho solo, anda por ahí, sin darse con nadie. A cuanto tipo de uniforme ve por la calle, aunque sea un portero de hotel, le pregunta: ¿Cuándo me vas a devolver a mi papá? Dice que los va a fulminar a todos con el rayo ultra-seven y les patea los tobillos y sale corriendo. Yo también te extraño mucho. Olvídate de todas las cosas feas que te tengo di chas las veces que yo no te entendía. Solamente quiero que vuelvas. Quiero que estemos juntos por un rato aunque sea y quiero decirte que sos lo mejor que me ha pasado en la vida. 2 3
#MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano
Nunca te gustó que yo te hablara así y cambiabas de temas o te agarrabas una rabieta y además siempre había otras cosas de que hablar, cómo ser, las maldades del gobierno o lo caro que está todo y no hay plata que alcance. Ahora yo no sé si vas a poder leer esta carta, pero igual siento como una necesidad de decirte que yo contigo he sido más feliz de lo que los libros dicen que se puede. Perdóname si tantas veces me anduve quejando por bobadas. Un día me dijiste que yo tenía cara de mujer a la que siempre se vuelve y yo te espero ahora o cuando sea y donde sea y como sea. Quiero que sepas.
FIDEL
Al alba del 26 de julio, se lanza al asalto del cuartel Moncada un puñado de muchachos. Armados de dignidad y cubanía y unas pocas escopetas de cazar pajaritos, se baten contra la dictadura de Fulgencio Batista y contra medio si glo de colonia mentida de república. Algunos, pocos, mueren en la batalla, pero a más de setenta los remata el ejército al cabo de una semana de tormentos. Los torturadores arrancan los ojos de Abel Santamaría y otros prisioneros. El jefe de la rebelión, prisionero, pronuncia su alegato de defensa. Fidel Castro tiene cara de hombre que todo lo da, que se da todo, sin pedir el vuelto. Los jueces lo escuchan, atónitos, sin perder palabra, pero su palabra no es para los besados por los dioses: él habla para los meados por los diablos, y por ellos, en nombre de ell os, explica lo que ha hecho. Fidel reivindica el antiguo derecho de rebelión contra el despotismo: —Primero se hundirá esta isla en el mar antes de que consintamos en s er esclavos de nadie.
Majestuoso, cabecea como un árbol. Acusa a Batista y a sus oficiales, que han cambiado el uniforme por el delantal del carnicero. Y expone el programa de la revolución. En Cuba podría haber comida y trabajo para todos, y de sobra: —No, eso no es inconcebible...
EL CHE
En el valle del Hombrito, los rebeldes mandan. Aquí han instalado un horno de pan, una imprenta, que consiste en un vi ejo mimeógrafo, y un consultorio médico que funciona en un bohío de una sola pieza. El médico es Ernesto Guevara, llamado el Che, que de argentino tiene, además del sobrenombre, ciertas costumbres como el mate y la ironía. Peregrino de América, se incorporó a las fuerzas de Fidel en México. Allí había ido a parar después de la caída de Guatemala y se ganaba la vida como fotógrafo, a peso la foto, y vendiendo estampitas de la Virgen de Guadalupe. En el consultorio del Hombrito, el Che atiende a una caravana de niños barrigudos, casi enanos, y muchachas viejas, gastadas en pocos años de mucho parir y poco comer, y hombres que son como pellejos secos y vacíos, porque la miseria va convirtiendo a cada cual en su propia momia. El año pasado, cuando la metralla arrasó a los guerrilleros a poco de llegar, el Che tuvo que elegir entre una caja de balas y una caja de remedios. No podía cargar con las dos, y prefirió la caja de balas. Ahora acaricia su viejo fusil Thompson, que es el único instrumento de cirugía en el que de veras cree. LOS CAMINOS DEL VIENTO
Eduardo Galeano recibió el Premio Stig Dagerman, en Suecia, el 12 de septiembre de 2010. Este es el texto que escribió ante la ocasión: 3
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#MemoriasDelFuego – Homenaje a Eduardo Galeano