“Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es
un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad, a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilada, el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y este se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis, esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia.” Simón Bolívar, ante el congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819
Para describir y comprender nuestra cultura, debemos considerar los aportes de origen indígena, europeo y africano. Antes de 1498, el territorio de Venezuela estuvo poblado por indígenas de diferentes grupos étnicos: é tnicos: caribes, arawak, caquetíos, cuicas, cumanagotes, chaimas, etc. Con la llegada de los europeos durante las primeras décadas del siglo XVI, observamos que muchos asentamientos humanos se fundaron en lugares donde ya existían comunidades indígenas, siendo la mayoría de ellas exterminadas como consecuencia de los enfrentamie enfrentamientos ntos bélicos con los colonizadores y por la propagación de numerosas enfermedades de origen foráneo entre la población precolombina.1 Como menciona Amodio2 la llegada de los españoles a los territorios indígenas de América, introdujo un elemento nuevo en el juego de las relaciones interétnicas a lo largo del continente. La nueva situación que se estructura a lo largo de los siglos de conquista, produce un complejo arreglo, donde al lado de las relaciones igualitarias de los sistemas entre pueblos indígenas, se estructuran otras de subordinacióndominación. Las características de la relación dominación (económica, social y cultural) impuesta por los europeos consistió en el intento de “asimilación” de la s poblaciones locales a la cultura europea a través de la evangelización impuesta y la negación de la cultura de cada pueblo. Se produjeron así unos sistemas locales donde la hegemonía de los grupos dominantes, se extendía también al ámbito cultural como condición del mismo mantenimiento del dominio.
No se trata simplemente de un proceso de imposición cultural, sino también del intento de desarticular esas culturas para impedir la oposición. Tal finalidad podía ser alcanzada solamente fragmentando las culturas locales y desarticulando las relaciones interétnicas que mantenían la identidad de los pueblos indígenas. Sin embargo, el resultado alcanzado fue diferente de lo previsto. Muchas culturas locales se transformaron en “aglomerado indigesto de fragmentos”, mientras que otras asumían elementos de las culturas foráneas. Sin embargo donde no hubo destrucción física, la asimilación no funcionó, ya que los indígenas sobrevivientes consiguieron mantener su identidad étnica. 2
Este proceso histórico es complejizado con la presencia del africano. El acelerado exterminio de la población indígena, planteó la necesidad de compensar la disminución de la mano de obra autóctona con la importación forzosa de negros africanos en calidad de mano de obra esclavizada, con la finalidad de que ellos pudieran trabajar en la pesca de perlas, en la explotación de las minas, cultivo de frutas, trabajo artesanal, servicio doméstico, etc. 1 Como menciona Alejo Carpentier3, en 1441 los nativos del norte de Guinea son llevados a Portugal co mo “presente”, pero muy pronto entendieron los hombres de Europa, como esos nativos podrían constituirse en formidables fuerzas de trabajo. Así fue como muy pronto, en los palacios y haciendas de ricos señores, aparecieron para realizar faenas domésticas y agrícolas, esclavos negros en números cada vez mayor. Se había instaurado el negocio de la esclavitud que cobraría proporciones pavorosas con la invasión a América. La presencia del africano en América tiene su base en la expansión del colonialismo europeo y en sus formas de incrementar las riquezas.
Los africanos sometidos a esclavitud y sus descendientes, como menciona Marcial Ramos1, además de la función de tipo económica que llevaron a cabo en América, también dejaron sus huellas en la formación o integración étnico-cultural de los pueblos y civilizaciones que surgieron a raíz de la llegada de los europeos. Todo ello a pesar de la política de genocidio y destrucción que realizaron las naciones que
fomentaron el colonialismo y la expansión de la cultura occidental en el Caribe, América del Sur, del Norte y Centro América. Marcial Ramos1 enuncia que a pesar de todos los obstáculos impuestos por las Leyes de Indias, las Ordenanzas Municipales y otros organismos de la burocracia colonial, encontramos que los negros africanos y sus descendientes traídos en contra de su voluntad a América, con el transcurrir del tiempo llevaron a la práctica sus creencias y costumbres en este nuevo medio geográficos y humano. De ahí que sus dioses los sacaran a bailar, con el nombre de una santo o santa de la religión cristiana, sus tambores acompañaron los gritos de rebeldía e insurrección contra sus amos, sus cuentos y leyendas se plasmaron en los distintos sectores de la vida y el orden social impuesto por los colonialista y el papel desempeñado por las ayas o nodrizas negras o mulatas en la formación de la personalidad de los hijos e hijas de las mantuanos y otros sectores sociales dominantes y sus creencias las impusieron a lo largo de todo el “nuevo mundo”.
Los aportes étnicos-sociales y culturales de origen africano se plasman en la Venezuela colonial, a pesar de la severidad del régimen esclavista, logran traspasar las barreras de las diversas formas de opresión socioeconómica y sicológicas, para constituirse de esta manera en parte sustancial de la identidad venezolana. Los aportes africanos, conservados en algunos lugares, transformados y recreados en otros, se manifiestan por medio de la religión, la música, las danzas-bailes, la literatura oral, lingüística (achantarse, bululú, cumbe, chimbo, mondongo, etc.), las creencias, mitos y tradiciones, los toponímicos, el arte culinario (ñame, melones limones, cambur, perejil) la medicina tradicional, artesanía y artes plásticas, instrumentos musicales, etc. 1 No hay que olvidar el uso de un variado número de instrumentos de trabajo de procedencia africana: al azadón, el garabato, diferentes tipos de cesta, obras de cerámica, utensilios para la pesca, etc., al igual que la puesta en práctica del trabajo en cayapa: faena comunal a favor de la cooperación recíproca.
En el panorama de la música y la danza, observamos un conjunto de influencias de origen africano, que se manifiestan a través del ritmo y la sonoridad, sin olvidar el
sentido polifónico de los cantos y piezas musicales, destacándose la música ritual, la música profana, para diversión, cantos de trabajo, música de comparsas, etc. De igual manera, existe un conjunto de instrumentos musicales de procedencia africana: tambores (culo e puya, el mina, la curbata, los cumacos, el chimbangle) el cencerro, la marimba, los laures, la charrasca, el furruco, la guarura, etc. A su vez nos encontramos la presencia de los descendientes de africanos en un conjunto de fiestas tradicionales y populares: San Juan Bautista, parranda de San Pedro, los Diablos Danzantes, Velorio de la cruz de Mayo, el Tamunangue, etc. 1
La cultura venezolana, como la de otras naciones de nuestra América, es la síntesis viviente y a veces dolorosa, de las diversas presencias étnico-culturales dispuestas por la invasión colonial. Un mestizaje de etnias, formas de existencia y pensamiento que permitió la gestación de una idiosincrasia, que como expresa Bolívar en su discurso de Angostura, nos conduce a la obligada necesidad de trascender esa tensión entre unidad y diferencia, que es la síntesis de nuestra heterogénea identidad cultural.
INTRODUCCION
La cultura son todos aquellos elementos puestos en práctica en la vida cotidiana de una sociedad y que le sirven para actuar sobre su ambiente y ordenar las relaciones con los otros integrantes del grupo y consigo mismo. 2 Aunque estas formas culturales son características de cada grupo, conformando una identidad cultural, es posible la construcción y síntesis de elementos culturales, donde la identidad se produce y define en relación con la de otros pueblos o culturas. Venezuela como el resto de América, después del complejo proceso de invasión colonial, es resultado de un complicado proceso de adaptaciones, cruces, reinterpretaciones y síntesis étnicosculturales que son hoy día nuestra forma de pensamiento y existencia socio-cultural.
BIBLIOGRAFÍA
1.
Ramos Guédez Marcial. Contribución a la historia de las culturas negras en
Venezuela colonial. El perro y la rana, 2011. 2. Amodio Emanuele. Relaciones interétnicas e identidades indígenas en Venezuela. Colección Bicentenario, 2011. 3.
Carpentier Alejo. Visión de América. Fundación Celarg, 2005.
4. Ramiro Podetti. Cultura y alteridad. Monte Ávila editores, 2007