“Terapia centrada en la solución” Eve Lipchik
Las primeras consideraciones en terapia familiar breve se llevaron a cabo en Milwakee ( De Shazer) en los años 70. Ésta se basa en la idea de que el terapeuta y el cliente constituyen un suprasistema terapéutico que genera nuevas pautas interaccionales no problemáticas para el sistema familiar. La TCS (Terapia centrada en la solución) es la hermana pequeña de la terapia breve de palo Alto (Watslawick, Fisch, Bateson…). Ésta se basa en interrumpir pautas interaccionales interpretadas por los terapeutas como intentos fallidos de solucionar un problema. En 1982 se produce el cambio de orientación, se pasa de la terapia centrada en el problema a la TCS. La TCS consiste en describir el problema y definir metas en términos de conducta. Es un modelo que se basa en las emociones y teorías, no solo consiste en hacer preguntas. Las preguntas más frecuentes empleadas en la TCS son; la pregunta milagro (¿Si mañana te despertases y el problema hubiese desaparecido, qué es lo que notarías?), la pregunta de la excepción (¿En qué ocasiones no sucede el problema que me comentas?), la pregunta de la capacidad de arreglárselas (¿ Qué hiciste para poder solucionar esa situación tan complicada?) sumamente importante para localizar los puntos fuertes del cliente y usarlos como puntos de apoyo, la pregunta de escala ( Del 1 al 10, ¿qué puntuación definiría cómo te sientes de angustiada?) y también se emplean las preguntas circulares ( ¿Qué dicen tu hijos, cuando tu marido y tu discutís?).
La TCS hunde sus raíces en un conjunto de supuestos importantísimos, que son los siguientes; - Cada cliente es único. Esto quiere decir decir que una solución solución que funcionó para otro cliente, no tiene por qué funcionar para otro. -Los clientes poseen puntos fuertes y recursos internos para ayudarse a ellos mismos. -Nada es totalmente negativo, aunque el cliente así lo crea, es decir, han tenido capacidad de arreglárselas. -La resistencia no existe. Un cliente resistente es aquel que no acepta el punto de vista de los terapeutas sobre la manera de cambiar. Los terapeutas de TCS no han de poner etiquetas a los problemas ni a los problemas que estos tienen.
-Los terapeutas no pueden cambiar al cliente, son estos los que pueden cambiarse a sí mismos. -La TCS avanza a paso lento. -No hay causa y efecto. Ese concepto en una perspectiva constructivista no existe. -No debemos preguntarnos por ejemplo, por qué existe este problema, sino centrarnos en que es lo que debe ser diferente en el futuro. -Las soluciones no tienen por qué ver necesariamente con el problema. La búsqueda de soluciones únicamente relacionadas con el problema puede limitar en gran medida el progreso. -Las emociones son parte e todo problema y de toda solución. -El cambio es constante e inevitable. Un pequeño cambio puede llevar a cambios más grandes. -No podemos cambiar el pasado, así que debemos centrarnos en el futuro. La TCS establece que la relación entre el terapeuta y el cliente ha de ser una relación basada en la confianza y llevada a cabo en un clima emocional adecuado y agradable. Desde la posición del cliente podemos observar que éste acude a terapia temeroso de ser criticado y con temor a lo desconocido, por lo que se muestran cautelosos en su relación con el terapeuta. Por ello el terapeuta ha de detectar la angustia del cliente, normalizarla y tratar de que el cliente acepte sus sentimientos sin combatir contra ellos. Desde la posición del terapeuta, se ha de tener en cuenta que éste, al tener más conocimientos técnicos ha de ser cuidadoso de no controlar, ni influir ni aconsejar. Se debe adoptar la postura de “no saber”( entendido como ignorancia ante lo que el
cliente nos cuenta, ya que esa información para el terapeuta es nueva) para así poder centrarse en escuchar lo que el cliente necesita decir y no la postura de reafirmarnos en nuestros conocimientos técnicos. Es muy importante que el terapeuta distinga entre su experiencia sobre las palabras y acciones de los clientes, y la descripción o exhibición que estos hacen de ellos ( los clientes) . Para ello el terapeuta ha de pensar en modos “2 carriles”, uno de ellos es el encargado en “controlar el cliente”. Aq uí vamos a recoger información sobre cómo cooperar con el cliente, la manera que éste tiene de ver el mundo, sus
sentimientos… y el segundo “carril” es el encargado de “controlar nuestras propias reacciones”, esto incluye nuestra visión del mundo, nuestros pensamientos, sentimientos, conocimientos…
Hay que detallar 2 conceptos que son diferentes y que nos permiten entender bien a un cliente, éstos son oír y escuchar. Oír es todo aquello que nos dicen nuestros clientes sobre lo que quieren y su modo de cooperar para conseguirlo. Escuchar es algo que viene determinado por nuestros conocimientos y supuestos y tiene que ver con una actitud de alerta a las preguntas y respuestas apropiadas. Es muy importante que el terapeuta, una vez que oye y escucha la información, clarifique en todo momento, el significado que tiene para el cliente, la información que nos está dando. En TCS, hay un gran debate sobre si es beneficioso hablar de soluciones ya en la primera sesión o no, pero lo que hay que tener en cuenta, con independencia de lo que digan unos y otros, es tener en cuenta lo que el cliente decide. Si el cliente decide que quiere hablar de soluciones en esa primera sesión, se habla, sino no. Marilyn LaCourt, introduce un concepto muy interesante, la conversación trasicional, que designa la fase en la que el terapeuta da esperanzas, evalúa la motivación, se centra en los pequeños cambios e identifica los éxitos del pasado. No debemos menospreciar la importancia que tienen las emociones dentro de la TCS, pero debemos de diferenciar entre afecto (acción refleja mediada por el sistema nervioso autónomo) y los sentimientos (que son el conocimiento que uno siente). Otro de los elementos importantes en TCS es la diferencia entre las metas y las soluciones. Las metas se perciben como opciones diferentes y excluyentes ( “o bien esto… o bien aquello”). Las soluciones son el producto final de un proceso de
descubrimiento. Los terapeutas centrados en soluciones pueden trabajar en solitario o con un equipo reflexivo. En muchas ocasiones por temas de espacio, tiempo o demás circunstancias, los terapeutas aunque quieran trabajar en equipo, no pueden hacerlo. El trabajo en equipo es muy beneficioso tanto para el terapeuta como para el cliente, ya que permite que el agotamiento del terapeuta no merme la terapia ni el mensaje de recapitulación final de la sesión. El mensaje de recapitulación recibe este nombre porque dejamos de centrarnos en el problema para pasar a centrarnos en la solución. El mensaje tiene una estructura;
-Una respuesta del terapeuta/equipo sobre lo que habían oído o comprendido de la situación que nos han contado los clientes. - Preguntar a los clientes si están o no de acuerdo con esa respuesta. -Otra respuesta del terapeuta/equipo que ofrecía nueva información o un punto de vista diferente, incluyendo una sugerencia final, que ha de ser adaptada a cada cliente. Existen listados de sugerencias que son muy utilizados en terapia centrada en la solución: -Formula-tarea de la primera sesión: Se hace en la primera sesión, pero no en casos de profunda pena o pérdida. -Insistan en lo que funciona: NO hay que arreglar aquello que no está estropeado y funciona bien. -Hagan algo diferente: Para que el cliente al que le gusta que le digan lo que tiene que hacer y que las cosas que hacen no funcionan. -No cambie ?!: Útiles para situaciones críticas o cuando el cliente desea una solución inmediata. No usar si esto va a producir daños al cliente o a los que le rodean. -Vayan despacio: Para recalcar que un cambio positivo requiere tiempo para afianzarse. -Hagan lo contrario: Cuando ya se han probado fallidamente otras soluciones. -Tareas de predicción: El cliente debe informar de las excepciones a su problema que no pueda explicar por qué se producen. -Escriban y quemen: Usado para clientes emocionalmente estancados y que no actúan como querrían por ese bloqueo emocional. Aún con todo esto, hay ocasiones en las que la terapia se prolonga demasiado en el tiempo, esto depende del tipo de clientes y de su problema. Por ello la forma en la que se termina la terapia es de vital importancia. Normalmente el cliente y el terapeuta llegado un momento deciden, conjuntamente, que se han
alcanzado los objetivos y por ello ya no es necesario seguir con la terapia. Pero en otras ocasiones no es tan sencillo el fin de la terapia, ya que hay clientes que, aunque hayan alcanzados sus metas, no quieren dejar la terapia por miedo a recaídas. En estos casos debemos de normalizar esa angustia que sienten los clientes, para ello les daremos una cita espaciada en el tiempo ( 1 mes después, por ejemplo) que podrán cancelar si ven que no lo necesitan. Así durante ese tiempo el cliente tendrá que utilizar y apoyarse en sus puntos fuertes y confiar en ellos, para darse cuenta de que él mismo puede ayudarse. En ocasiones la terapia puede alargarse por los terapeutas, esto quiere decir que olvidan, en ocasiones, que los clientes poseen puntos fuertes para ayudarse a sí mismos. Por eso es importante que los terapeutas autoevalúen los sentimientos que tienen hacia sus clientes. Si alargan la terapia porque el cliente les cae bien o, por el contrario, como el cliente les cae mal, acortan la terapia, esto ocurre en algunas ocasiones, pocas, pero hay que tenerlo en cuenta.