RESUMEN TADEU DE SILVA
El proyecto educacional moderno: ¿identidad terminal?
La educación escolarizada y pública sintetiza las ideas de la Modernidad y del Iluminismo, las que consisten en el progreso constante a través de la razón y la ciencia, con un sujeto autónomo y libre. La escuela es la institución moderna por excelencia, está en el centro de los ideales de justicia, igualdad y distribución del proyecto moderno de sociedad y política y es la encargada de transmitirlos, generalizarlos y hacer que se tornen parte del sentido común y sensibilidad popular. Ataques a los fundamentos modernistas e iluministas de la escuela: 1. Posmodernista y posestructuralista: cuestionamiento a los presupuestos modernos de la educación pública e institucionalizada; a la existencia de un sujeto esencial, centrado y unitario; a las narrativas maestras de la razón y progreso; y al ideal de emancipación y autonomía. 2. Neoliberal: cuestionamiento al sentido común sobre la educación pública producido por el modernismo e iluminismo y al dislocamiento de la educación de la esfera del espacio público al privado del consumo y la selección. Una de la victimas principales de estos cuestionamientos es la teorización crítica sobre la escuela y el currículum.
El interrogatorio pos moderno: la identidad en cuestión
La idea de educación que es parte del sentido común moderno esta basada en el constante progreso social, de la ciencia y la razón, del sujeto racional autónomo y del papel de la educación como instrumento de realización de estos ideales. La racionalidad moderna reposa en el presupuesto de que existen ciertos principios y criterios básicos, universales, que posibilitan determinar la 2verdad” de las proposiciones proposiciones de conocimiento. Esto a la vez se apoya en la posibilidad de un conocimiento social abstraído de las relaciones de poder. Dominio de las narrativas maestras, explicaciones globales y totalizantes sobre el mundo y la sociedad. Nacen del deseo de contener el flujo constante de la complejidad del mundo y la vida social. El posmodernismo encara estas narrativas como instrumentos de poder, como construcciones interesadas en lo social más que como resultados de acciones epistemológicas neutras y desinteresadas. La destrucción de estos referentes fijos da paso a la destrucción de la soberanía y a la centralización del sujeto moderno. La e ducación y pedagogía reposan en el presupuesto de la existencia de un sujeto unitario y su finalidad esta enfocada en la construcción de su autonomía, independencia y emancipación. Sin sujeto mo derno no hay educación moderna. La producción de esta clase de sujeto es la tarea central centr al de la educación y escuela modernas. Desde el punto de vista moderno el problema esta en que la producción de este sujeto se trata solamente de una construcción social e histórica, contingente y característica de una época histórica específica.
El sujeto moderno solo existe como resultado de los dispositivos discursivos y lingüísticos. Se pasa del paradigma de la conciencia al del lenguaje, siendo entendido el papel del lenguaje como el elemento de constitución de la realidad y cómplice de las relaciones de poder. Los cuestionamientos posmodernos y posestructuralistas no pueden separarse de la importancia de movimientos sociales que abarcan desde el feminismo hasta la lucha ecológica. Las ideas de que el progreso es bueno y deseable, la caracterización de las ciencias y conocimientos dominantes como fuertemente influenciados por visiones masculinas, eurocéntricas y blanca y la descripción de los cánones educacionales cargados de nacionalismo, clasismo, sexismo y etnicismo se unen al cuestionamiento del pos modernismo y estructuralismo al status privilegiado de las narrativas dominantes sobre la sociedad e historia. El desdibujamiento progresivo de las fronteras entre las altas y bajas culturas es otro aspecto considerado por el posmodernismo; el privilegio de la cultura elite, se apoyaba en características consideradas superiores. En el escenario postmoderno, la alta cultura es dislocada por productos de cultura mercantilizada, tal que es imposible considerarla como superior moral, estética y epistemológicamente. La crítica al carácter disciplinar de la organización moderna del saber y del conocimiento también es una característica criticada por el posmodernismo y posestructuralismo, ya que esta está teñida de relaciones de poder. Es a través del proceso de disciplinarización que saber y poder se encuentran mutuamente implicados, por lo que la educación moderna es la institución disciplinar por excelencia.
El asalto neoliberal: ¿cambio de identidad?
El proyecto neoliberal se propone reformar lo social y lo político de acuerdo a los renovados intereses del capital. En este sentido, busca redefinir los propósitos del estado y la política para reorientarlos hacia los intereses de los grandes capitales, sobre bases que garanticen la acumulación de capital, el lucro y la competitividad. Para la contención de gastos sociales se hacen recortes de gastos y reproducción de la fuerza de trabajo, esto acompañado de estrategias como la desregulación, privatización y desestatización. La educación ha sido uno de los blancos prioritarios del asalto neoliberal debido a que esta situada en una posición estratégica para cualquier proyecto de cambio radical de lo político y social. Además, está en el centro de los problemas de gobernabilidad del moderno E° capitalista. Básicamente el proyecto neoliberal busca transferir la educación de la esfera pública a la privada, retirar la responsabilidad por la educación institucionalizada del control del E° y atraerla al control y gerencia de las empresas privadas. De esta manera la educación no solo pasaría a manos privadas, sino que también su orientación sería directamente a las necesidades y exigencias de la mano de obra de las empresas capitalistas. Este proyecto también despolitiza el proyecto moderno de educación, transformándolo en una cuestión de gobierno e ingeniería.
Con esto se construye una nueva hegemonía basada en la utilización eficaz de dispositivos lingüísticos. Se crea un discurso de educación liberal que gira en torno a palabras y conceptos que se hacen difíciles de rechazar (elección, eficiencia, derechos, calidad, etc.) y a una descripción catastrófica del sistema actual en donde la culpa nunca es de los poderes, sino que es transferida a la víctima. La educación deja de ser un derecho y pasa a ser un bien de consumo, la pedagogía y el currículum ceden lugar a la especificación de objetivos estrechamente ligados a la productividad empresarial, la evaluación es sustituida por medidas estándares de control de calidad, entre otras cosas. Es así como el sujeto pasa a ser concebido como un consumidor adquisitivo y competitivo. Se disloca el foco de lo político a lo técnico, pone el acento de la transformación educativa al “expert” en gerencia, administración, reingeniería, evaluación, calidad total. La supremacía de este tipo de expert tiende a instituir una nueva forma de control y regulación sobre el trabajo docente, la pedagogía y el currículum. Los autoproclamados objetivos utilitaristas, instrumentalistas y pragmáticos ocultan su dimensión de control moral y su función como estrategia de resolución de los problemas de gobernabilidad. El discurso neoliberal recrea la escuela y a la educación como objetos de intervención técnica y gerencial. También postula un vínculo directo entre educación y producción (a diferencia del proyecto moderno que los identifica como espacios separados), por lo que la escuela debe ajustarse a las necesidades del capital.
El proyecto educacional moderno: ¿doble identidad?
Los cuestionamientos posmodernistas y posestructuralistas representan una oportunidad de renovación de la perspectiva crítica e n educación. El cuestionamiento a los cánones epistemológicos (a favor de una concepción eurocéntrica, blanca, masculina, etc.) del currículum educacional proporcionó una ampliación en la comprensión de los elementos de poder involucrados en la distribución del conocimiento. La no existencia de criterios últimos, de fundamentos o de narrativas maestras significa la ampliación de lo político. De esta manera lo social es definido como una lucha en torno del establecimiento de significados, estando en juego las relaciones de poder que permiten que esos significados sean definidos como reales. La perspectiva posmoderna/estructuralista permite también la mejor comprensión de la doble identidad de la educación moderna: como proyecto emancipador y como estrategia de gobierno. La educación moderna esta involucrada en estrategias de gobierno, contención y regulación; esta tan involucrada en relaciones de poder como la escuela propuesta por el neoliberalismo. Lo que estas perspectivas permiten comprender es que las relaciones de poder y la dependencia de las prácticas discursivas es inevitable, no existe la deseada situación de no poder ni su superación dialéctica. Debemos juzgar el asalto neoliberal y el proyecto moderno de educación por sus efectos discursivos y de poder. Esa debe ser la tarea de una teoría crítica de la educación, la contestación y cuestionamiento constante pero a partir del interior m ismo de las relaciones
de poder y su compromiso en el establecimiento de jerarquías, posiciones y autoridades privilegiadas; no desde una posición superior y vanguardista.