RESUMEN: FARSALIA
La Farsalia narra hechos de la guerra civil que se dio en el siglo I a.C. entre Julio César y Pompeyo luego de que, tras la muerte de Craso, se disolviera el triunvirato. Fue, precisamente por la mediación de éste y de Julia, esposa de Pompeyo, muerta también, por lo que antes no había explotado la guerra, pero ya no había cabida para que los dos siguieran gobernando pues Pompeyo había roto el pacto entre los dos. Las posibilidades que tenía Pompeyo de triunfar en esta guerra iban en detrimento y cada vez se fue haciendo más evidente la clara desventaja que tenía éste frente César. Sin embargo, embargo, había también también otras causas que no sólo propiciaron sino que sustentaron la guerra entre ellas está la profunda corrupción en la que se había sumido la misma sociedad romana desde hacía tiempo, sobre todo por una marcada división de clases. César había marchado en campaña por Germania y Galia cuando el Senado le otorgó todo el poder militar a Pompeyo y César decidió regresar pasando a través del Río Rubicón, consciente de lo que aquello significaba. Aun así, recién atravesó, su intención (aparente) no era declarar la guerra a Roma y avanzaría sin enfrentamientos. Pero sus legiones que lo habían seguido hasta ese punto, se manifestaron por voz de Lelio en favor de apoyarlo si lo siguiente era una guerra. Así que César asumió tal consecuencia y comenzó a avanzar atacando cada pueblo por el que pasaba. Hasta Roma llegaron los rumores del paso y avance de César, así como de su inminente llegada a la ciudad, por lo que cundió una especie de miedo o pánicos entre la población, seguida por la erupción del Etna que menciona Lucano. Al inicio del libro II, Lucano recuerda el episodio de Mario y Sila, y se lamenta por al pensar en lo terribles que resultan las guerras civiles que, además de todo, son las peores y las que más daños causan: siempre sería mejor que la guerra viniera del exterior que desde las entrañas del mismo pueblo, y mejor que sea entre extranjeros que entre ciudadanos. Pompeyo huye y César continúa su avance dejando sangre y destrucción a su paso. Cuando llega a Corfino, Domicio quiso enfrentarlo pero acabó vencido y César en un acto de clementia cesariana le perdona la vida para que viva y vea su
derrota. En Roma, Pompeyo exhorta al ejército a pelear por la causa del pueblo, no por la de un particular como lo hace César. Pero no fue secundado y huyó a Brindis para luego ser expulsado de Italia con su esposa e hijos. En el mar, Julia se le aparece a Pompeyo con el presagio de que habrá muchos muertos por la guerra. Mientras tanto, César llega a Roma. El pueblo estaba aterrorizado a la vez que la ciudad había caído en hambre y es él quien va a alimentar al pueblo. Luego de estar en Roma, César se desplaza a Marsella a atacarla tanto por tierra como en batalla naval. En Hispania, el campamento sufre primero una inundación por deshielo, y después padece el hambre, pero finalmente, volvió a sonreírle la Fortuna. Cuando se disponían a atacar otro pueblo, tanto el ejército local, pompeyano, como el de César reconocieron conocidos en el bando contrario, gente con la que habían convivido en algún momento, y la batalla se suspendió. Ambos ejércitos convivían en el campamento del otro, y César estaba de acuerdo. Pero Petreyo, un general, del ejército local, incitó a los soldados a no dejarse engañar por lo que, según él, era una trampa de César para aceptar la esclavitud no la paz, y adelantarse a atacar durante la noche. Así se hizo y el resultado fue cruento. Mientras avanzaba la batalla, el ejército pompeyano no pudo resistir y poco a poco fue acorralándose. Vencidos, César los dejó ir sin alimento ni agua; casi muertos, se rinden y César les permite acercarse a los ríos, mostrando una vez más la clementia cesariana. Pero el partido de César no se mantuvo triunfante en todo el orbe sino que sufrió una pérdida en Curicta al mando de Vulteyo quien, hasta el último momento infundió espíritu heroico en sus soldados a pesar de darse cuenta de que les habían tendido una trampa en el mar de Mesina y no había escapatoria por lo que optan por el suicidio. El Senado, fuera de Roma, sesiona en el Epiro donde el apoyo total a Pompeyo queda confirmado. Mientras tanto, Appio se dirige a Delfos a consultar al Oráculo para conocer qué suerte le depara el destino en la guerra pero, como suelen ser los oráculos del dios, éste se vuelve incomprensible. César ahora se dirige hacia Brindis para cruzar el mar Adriático y encontrar y enfrentarse a Pompeyo. Aunque sufre un retraso debido a una tormenta, en cuanto le es posible, emprende marcha y en efecto, se encuentra con los barcos de Pompeyo. Éste, para proteger a su esposa e hijos, los depositó en la isla de Lesbos.
Pompeyo queda acorralado en Durazzo, para después verse obligado a refugiarse con su ejército en Tesalia. Lucano describe detalladamente la geografía del lugar. la parte central del libro VI es el episodio de necromancia de la maga Ericto, a quien Sesto, hijo de Pompeyo, va a consultar para conocer el futuro. Ericto revive un cadáver mediante una ceremonia terrible; los muertos predicen el futuro así que éste cadáver, el de un soldado, predice la caída de Pompeyo, el asesinato de César y la ruina de Roma. Pompeyo no quiere atacar pero se ve presionado por sus soldados y cede. La batalla es en los campos de Farsalia. El ejército pompeyano resulta vencido y César, siendo cruel, no deja que se lleven a sus muertos sino que éstos se quedan para ser alimento de las fieras. Tras la derrota, Pompeyo huye a Lesbos a reencontrarse con su esposa mientras considera qué opciones le quedan. Se dirige a Egipto para pedir refugio y ayuda al faraón, pero éste teme que pueda haber una posible venganza de César por lo que decide dar la orden de asesinarlo cuando vaya a embarcar. Pompeyo lo sospecha y, despidiendo y consolando a su esposa, embarca solo. En efecto, es asesinado, decapitado; su cuerpo lo arrojan al mar pero gracias a las olas Curdo lo rescata para darle sepultura. Tras la muerte de Pompeyo, su esposa se lamenta de la suerte que éste ha corrido; se le hacen las honras fúnebres propias, acompañadas de un discurso de Catón. Apoteosis de Pompeyo. Mientras, Catón se hace cargo de los asuntos del Senado y conduce al ejército a través del desierto africano para llegar a Juba. En el camino, pasan por el templo de Hamón pero rehúsan consultar el oráculo. Entre tanto, César se dirigió a Troya a honrar a sus antepasados y después viajó a Egipto en donde el mensajero del Faraón le mostró la cabeza de Pompeyo; pero César, fingiendo, se mostró triste e indignado. Hacia el final del poema, César es seducido por Cleopatra. Potino, un cínico, intenta asesinarlo, pero él mismo es asesinado cuando el palacio es atacado por romanos. De igual manera Ganimedes trata de matarlo y el poema termina así, abrupta y sorpresivamente.