SILVIA FEDERICI, FEDERICI, Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria , Buenos Aires, Tinta Limón, 2010, 408 págs.
El libro Calibán y la bruja tiene dos motivaciones fundamentales, tal como lo expresa su autora, Silvia Federici, en la Introducción. En primer lugar, el deseo de repensar el desarrollo del capitalismo desde una perspectiva feminista; y en segundo lugar, el retorno de fenómenos que son usualmente asociados a la génesis del capitalismo, especialmente la intensificación de la violencia contra las mujeres, cuando no una nueva caza de brujas. En este sentido, la autora se propone “analizar la ‘transición’ del feudalismo al capitalismo desde el punto de vista de las mujeres, el cuerpo y la acumulación originaria” [21], tal como indica el subtítulo del libro. Para Para ello, ello, Silvi Silvia a Fede Federic ricii inser inserta ta su invest investig igac ació ión n en un tripl triple e marco marco concep conceptua tual: l: el marxism marxismo, o, el femini feminismo smo,, y Foucau Foucault. lt. Así, retoma retoma el concep concepto to marxiano de “acumulación originaria” desde la perspectiva de la posición social de las mujeres y la producción de la fuerza de trabajo, lo que le permite incluir en sus análisis la nueva división sexual del trabajo (en la cual las mujeres y su función reproductiva están destinadas a la reproducción de la fuerza de trabajo), el nuevo orden patriarcal (que excluye a las mujeres del trabajo asalariado y las subordina a los hombres) y la mecanización del cuerpo proletario. De este modo, el libro libro abord aborda a la pregu pregunt nta a por por la relac relació ión n entre entre la caza caza de “bruj “brujas” as” y el surgimiento del capitalismo. Al mismo tiempo, Federici trasciende la dicotomía “género” y “clase”, entendiendo por género una especificación de las relaciones de clase; clase; esto le permite permite manten mantener er a las “mujeres “mujeres” ” como una catego categoría ría de análisis útil para comprender por qué las actividades de reproducción son un terreno de lucha para las mujeres. Finalmente, la autora le critica a Foucault el que haya omitido la caza de brujas en sus análisis sobre el disciplinamiento del cuerpo, cuerpo, dado que ésta demues demuestra tra el carácter carácter represivo represivo el poder poder contra contra las mujeres, en contraposición al carácter productivo que Foucault le adjudica. La lección política que subyace el libro de Federici es que “el capitalismo, en tanto tanto sistema sistema económi económicoco-soci social, al, está necesar necesariam iament ente e vincul vinculado ado con el raci racism smo o y el sexi sexism smo o. El capi capita tallismo ismo debe debe just justif ific icar ar y mist mistif ific icar ar las las contradicciones incrustadas en sus relaciones sociales –la promesa de libertad frente a la realidad de la coacción generalizada y la promesa de prosperidad frente frente a la realida realidad d de penuria penuria generaliza generalizada– da– denigra denigrando ndo la “natural “naturaleza eza” ” de aquéllo aquéllos s a quiene quienes s explota explota:: mujeres mujeres,, súbdito súbditos s coloni coloniale ales, s, descend descendien ientes tes de esclavos africanos, inmigrantes desplazados por la globalización” [32]. El libro se desarrolla en cinco capítulos. En el primero, “El mundo entero necesita una sacudida. Los movimientos sociales y la crisis política en la Europa medieval”, la autora se propone mostrar que el capitalismo no es el producto de
un desarrollo evolutivo, sino una respuesta de las clases dominantes (señores feudales, mercaderes patricios, obispos y papas) a las luchas que el proletariado medieval había librado contra el poder feudal, es decir, que el capitalismo surge como la contrarrevolución que destruyó las posibilidades que habían emergido de la lucha anti-feudal. Dicha contrarrevolución consistió en una cooptación de los trabajadores por medio de una política sexual que les daba acceso al sexo gratuito, transformando de este modo el antagonismo de clase en hostilidad hacia las mujeres proletarias, y debilitando la solidaridad de clase que se había alcanzado en la lucha antifeudal. El segundo capítulo, “La acumulación del trabajo y la degradación de las mujeres. Construyendo “diferencia” en la ‘transición al capitalismo’”, sostiene que el proceso de formación del proletariado mundial no se realizó solamente a través de la expropiación de los medios de subsistencia de los trabajadores europeos y esclavización de los pueblos originarios, sino que asimismo requirió la transformación del cuerpo en una máquina de trabajo y el sometimiento de las mujeres para la reproducción de la fuera de trabajo. De allí que, según Federici, la acumulación originaria no haya sido meramente la acumulación de trabajadores y capital, sino también la acumulación de divisiones al interior de la clase trabajadora, divisiones que le han servido al capitalismo para intensificar y ocultar la explotación. En el tercer capítulo, “El Gran Calibán. La lucha contra el cuerpo rebelde”, la autora analiza cómo se disciplinó el cuerpo de modo tal que éste fuera afín al modelo del trabajador necesario para el sistema capitalista. Así, frente al conflicto entre las pasiones y la razón, se erradicó del proletariado cualquier comportamiento que no condujera a la imposición de una disciplina estricta de trabajo. El cuarto capítulo, “La gran caza de brujas en Europa”, comienza con una crítica a los estudios marxistas que omitieron la caza de brujas en sus análisis, puesto que éste fue, según la autora, uno se los acontecimientos más importantes del desarrollo del capitalismo y de la formación del proletariado moderno. Se trató de la construcción de un orden patriarcal en el que las mujeres, bajo el control del Estado, fueron transformadas en recursos económicos, criminalizando el control de la natalidad (hasta ese entonces en manos de las mujeres), y poniendo el cuerpo femenino al servicio del incremento de la población y la acumulación de fuerza de trabajo. Así, no sólo la mujer que transgredía las normas, sino la mujer como tal, fue denominada “bruja”, degradándola y demonizándola. En el quinto capítulo, “Colonización y cristianización. Calibán y las brujas del Nuevo Mundo”, Federici investiga las continuidades entre la caza de “brujas” europea y la dominación de las poblaciones del Nuevo Mundo, para mostrar el carácter global del desarrollo capitalista.
Asimismo, en este último capítulo, desciframos el significado del título: tanto Calibán como su madre, la bruja Sycorax, fueron símbolos de la resistencia de los indios americanos a la colonización. Sin embargo, los revolucionarios latinoamericanos del siglo XX han tomado como símbolo de la resistencia a Calibán, cuya rebelión dependía de las herramientas de su amo, y no a Sycorax, quien les habría enseñado a apreciar los poderes locales que habrían continuado nutriendo las luchas de la liberación. Curiosa ironía, que nos propone una pista para continuar reflexionando acerca de los problemas de género, no como un hechos aislado del problema de la dominación en general, sino, justamente, como un punto nodal del mismo.