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Introducción
Roles o el fruto del Espíritu
Manifestar la imagen de Dios
Desprogramar la mente
Disfrutar el fruto de la obediencia
Apéndice
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El texto usado en este estudio es el de la Biblia. Traducción en Lenguaje Actual de Sociedades Bíblicas Unidas. 2002
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Un examen impostergable Repetidas veces la Escrituras advierten a los creyentes del peligro sutil de adoptar acríticamente los conceptos culturales predominantes y las prácticas del mundo. Exhortan a los cristianos a examinar sus presuposiciones a la luz de la palabra de Dios y, si así lo hacen, les dan la promesa de que descubrirán la voluntad divina. No vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto. (Ro 12.2). Quizá no haya otra área de la vida comunitaria cristiana que requiera con tanta urgencia una nueva apreciación de sus presuposiciones básicas como la que tiene que ver con las relaciones entre los creyentes. Las relaciones defectuosas entre los cristianos tienen efectos paralizantes en la vitalidad y la eficacia de su testimonio comunitario. Las prácticas que discriminan y dividen entristecen al Espíritu Santo y entorpecen el crecimiento y la extensión de las comunidades cristianas.
Una elección radical: Roles sexuales o el fruto del Espíritu 6
Necesitamos aplicar el poder transformador del evangelio a la vida individual y a las relaciones de los cristianos entre sí. La fragmentación y las divisiones son armas tremendamente eficaces en el arsenal que Satanás dirige contra el pueblo de Dios. Donde Dios quiere crear unidad y cohesión, el enemigo busca provocar alienación y separación. Desde el momento en que nacemos, una sociedad caída nos hace amoldar en compartimientos y nichos que se convierten en nuestras prisiones de por vida. Desarrollar nuestro ser interior El evangelio ha de liberarnos del concepto de roles sexuales. En ninguna parte nos ordena la Escritura que desarrollemos nuestra conciencia de los roles sexuales como hombres y mujeres. Nos llama (tanto a hombres como a mujeres) a tener la mente de Cristo y a ser transformados a su imagen (Gálatas 3.27; Efesios 4:13; Filipenses 2.5; etc.). Tanto hombres como mujeres somos llamados a desarrollar nuestro ser interior , que significa una nueva humanidad transformada por el Espíritu Santo. El fruto del Espíritu, es el resultado del impacto del Espíritu Santo en la personalidad humana, es el carácter que exhibe amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5.22–23). Definir la renuncia Bíblicamente tales cualidades no pertenecen ni a la masculinidad ni a la femineidad, sino que son el reflejo de la persona misma de Cristo. Algunos hombres, para alcanzar este ideal, quizás hasta tengan que rechazar las cualidades
que en nuestra cultura se presentan como verdadera masculinidad. Tendremos que renunciar a la dureza por el amor, a la ambición por la alegría, a la agresividad por la paz, a lo exigente por la paciencia, a la fuerza por la amabilidad, a la competencia por la mansedumbre y a la imposición egoísta por el dominio propio. Aprender la humanidad auténtica Si el fruto del Espíritu nos lleva a rechazar lo que tradicionalmente se considera como masculino, que así sea. Porque la espiritualidad cristiana genuina se encuentra más allá de las prisiones de los roles sexuales. Los hombres deben aprender a moderar la masculinidad que les infunde el mundo con la humanidad auténtica que produce el Espíritu Santo y, de esta manera reflejarán el carácter de Cristo, quien encarnó a la perfección el fruto del Espíritu. Para lograrlo, quizás deban renunciar a la falsa masculinidad, crucificando la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos. Esta es la condición sine quan non para «los que son de Jesucristo» (Gálatas 5.24).
Manifestar la imagen de Dios Pablo recordándoles a los cristianos de Colosas su posición importante como pueblo elegido de Dios, les manda que adopten nuevas formas de comportamiento con el mismo deseo que tendrían al descartar una vestimenta vieja por una nueva: 12
Dios los ama mucho a ustedes, y los ha elegido para que formen parte de su pueblo. Por eso, vivan como se espera de ustedes: amen
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a los demás, sean buenos, humildes, amables y pacientes. 13 Sean tolerantes los unos con los otros, y si alguien tiene alguna queja contra otro, perdónense, así como el Señor los ha perdonado a ustedes. 14 Y sobre todo, ámense unos a otros, porque el amor es el mejor lazo de unión. Colosenses 3.12–14 TLA Los rasgos esenciales que caracterizan al pueblo de Dios son la compasión, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia, un espíritu perdonador y (por sobre todo) el amor. Pablo no cita estas cualidades al azar, sino que describe de esta manera la nueva naturaleza que se va renovando en Cristo Jesús (v. 10). Tanto hombres como mujeres deben adquirir estas características porque son las manifestaciones de la imagen de Dios en la vida humana. Extirpar lo pagano Los hombres que siguen adoptando actitudes de superioridad, adjudicándose posiciones exclusivas de poder y privilegios exclusivos de dominación, e inflando patéticamente su imagen de macho a expensas de las mismas personas a quienes deberían servir por causa de Cristo necesitan volver a examinar sus presuposiciones básicas de las demandas transformadoras del evangelio. La renovación de la mente cristiana exige extirpar sin piedad alguna las formas paganas de pensar y actuar para eliminar así el riesgo de conformarse a este mundo. Contrariamente, esta metamorfosis requiere un quebrantamiento profundo y una gran ductilidad que permitirán que el Creador reemplace el orgullo, la arrogancia y la ambición de gobernar a otros con la compasión, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia, el perdón y el amor.
Desprogramar la mente Esta transformación demanda no solo un cambio del ser interior sino también un cambio en nuestras actitudes externas. Mientras que el relato bíblico de la creación y el Nuevo Testamento enfatizan aquellos elementos que tienen en común los hombres y las mujeres, la sociedad caída nos bombardea desde una edad muy temprana con las diferencias fisiológicas y simbólicas que existen entre los sexos. Este proceso de socialización es tan completo y tan penetrante que pasa a formar parte de nuestra naturaleza la consideración del sexo opuesto como opuesto. Como miembros de la comunidad donde ya no importa ser hombre o mujer, porque unidos a Cristo Jesús todos son uno solo, debemos esforzarnos por mostrar al mundo lo parecidos que somos en Cristo. Pero con demasiada frecuencia el mundo logra inculcar entre los cristianos sus nociones de lo diferentes que son los integrantes del otro sexo. La santificación de nuestras actitudes hacia el otro sexo demandará nada menos que un esfuerzo sistemático de desprogramación, diseñado para depurar la mente cristiana de las interpretaciones abusivas de pasajes de la Escritura que, si uno no los entiende, debería dejarlos de lado, y de estereotipos populares vulgares que tales interpretaciones equivocadas han reforzado. Reconocer lo perjudicial Bajo condiciones normales, las actitudes transformadas deberán producir conductas transformadas. La Biblia carga al hombre con la responsabilidad de rehabilitar a la mujer en la
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nueva comunidad al exhortar a los maridos a dar el honor que corresponde a sus esposas (1Pedro 3.7).
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Los esfuerzos femeninos por obtener un trato equitativo se topan con una opresión creciente, a menos que los hombres se sensibilicen y respondan humanamente. Es responsabilidad de los hombres cristianos reconocer que las mujeres no derivan su identidad de ellos mismos sino de haber sido creadas a imagen de Dios y ser nuevas personas en Cristo. Los esfuerzos por mantener a la mujer bajo la tutela masculina perjudican tanto al hombre como a la mujer y por ende a la familia y a la sociedad, porque, al mantenerlas en una relación de dependencia, los hombres garantizan la infantilización de sus compañeras femeninas. Se privan de la oportunidad que les da Dios de disfrutar del compañerismo y la comunión de sus contrapartes femeninas enfrentando hombro a hombro los desafíos y las tareas de la vida. Lo cierto es que al no considerarlas como iguales, seguimos viviendo bajo las consecuencias del pecado, en lugar de vivir como redimidos. Únicamente en la medida en que los hombres aprendan a animar a las mujeres a plantarse con firmeza, coraje y libertad, ambos podrán descubrir la magnífica complementariedad para la que fueron creados. Emprender la despatriarcalización Las socializaciones seculares de los roles sexuales se han institucionalizado tanto en algunas áreas de la vida religiosa que lo único que puede llegar a identificarlas y, con optimismo, a superarlas son programas específicos
despatriarcalización. Este movimiento debe comenzar con un sometimiento valiente, pero arrepentido, a la palabra de Dios, y una abdicación total de intereses creados y ventajas personales al señorío de Cristo. 11
Disfrutar los frutos de la obediencia La obediencia a la Escritura en lo que concierne a las relaciones entre hombres y mujeres en la iglesia liberará una vitalidad y un potencial nunca soñados para la tarea del evangelio. Las rancias definiciones del liderazgo en términos de líneas rígidas de autoridad y estructuras restrictivas de poder abrirán paso a modelos integrados y flexibles de organización dentro de los que los dones espirituales y los recursos humanos se unan en una comunión efervescente de atención mutua y ministerios de servicio. Se crean espacios de gracia donde la obligatoriedad no tiene cabida, y donde la crítica destructiva se deja de lado, para generar espacios de aprendizaje, y oportunidad para cada uno de los miembros de la sociedad, desde sus particulares capacidades y dones que nuestro Dios ha puesto en su vida. Hombres y mujeres, sin distinción de edades empiezan a disfrutar de las bendiciones que Dios les dio para su disfrute, cuando de modo natural descubren y adoptan el modelo de Dios, como la forma en que más pueden ser bendecidos. Se generan ambientes donde Dios es glorificado a través del sometimiento mutuo, se da testimonio a la comunidad y personalmente somos bendición al ser bendecidos.
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Roles o el Fruto del Espíritu ¿Qué es lo que guía nuestras relaciones personales? Todos nosotros vivimos en una comunidad que de una u otra forma moldea nuestra forma de actuar y de cómo concebimos lo que es correcto y lo que no lo es. De esta forma entendemos cuales son los roles femeninos y masculinos y podemos distinguir cuando alguien se aparta de esos roles. Del mismo modo nuestra cultura va moldeando lo que se considera correcto e incorrecto. Sin embargo en esta sociedad laicista, no utilizaos el concepto de pecado, para definir lo que no es aceptable a pesar de que el 95 % de la población del país confiesa tener una religión. La moral de la sociedad, se va construyendo y adquiriendo nuevas formas cada día producto de la influencia de los medios y de la economía, quienes van dictando no solo las tendencias de la moda, sino también lo que es aceptable o no. Esto no es de ninguna manera producto de una situación local o nacional, pues aun cuando existen esos elementos localistas, también formamos parte de una aldea globalizada que también nos influye.
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Adicional a lo que nuestra cultura influye en nuestra forma de vida, también tenemos influencias más cercanas, como son la familia, amigos y vecinos. Pues ellos generan áreas de influencia que van a incidir directamente en la forma en como nos relacionamos con los demás, como enfrentamos los problemas e incluso los roles que socialmente tenemos que desempeñar dentro de los distintos ámbitos de relación en los que convivimos. Al considerar lo anterior el exhorto que el apóstol Pablo hace a los creyentes de Roma cobra una gran significación. 1
Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a él le agrada. Así es como se le debe adorar. 2 Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto. Romanos 12:1-2 Si, ya somos de Cristo, y El Señor nos ha hecho participes de su salvación y hemos recibido el Espíritu de Dios, como las arras de nuestra salvación. Hemos de cambiar nuestra forma de vivir en el mundo. No podemos seguir viviendo siguiendo siendo presa de las influencias sociales y culturales ni siquiera nuestras propias tradiciones familiares son suficientemente buenas. Aún la las enseñanzas de nuestros padres y de nuestros mejores maestros deben pasar bajo el tamiz de la enseñanza de Cristo a fin de aprobar solo lo mejor. Nuestra manera de vivir ahora se caracterizara por la influencia del Espíritu de Dios en nuestra vida.
Relaciones con otros Somos seres relacionales, la forma en como Dios nos diseño fue para que viviéramos en una sociedad. Esa sociedad, está compuesta de muchos círculos de relaciones en los que constantemente estamos interactuando. Cada uno de esos círculos tiene una forma específica de como relacionarse y que es lo que se espera de sus participantes. Para participar de estas relaciones, es necesario participar del esquema propuesto.
Ciudad
Trabajo
Amigos
Familia
Allí es donde tenemos que revisar que ideas son las que están moldeando la forma en como nos relacionamos. Seguir algunos de los patrones de conducta propuestos pueden incluso hacernos más aceptos dentro del grupo social en cuestión, pero pueden ser contrarios a la fe cristiana que profesamos y a la nueva naturaleza que hemos recibido en Cristo. Incuso hacia el interior de las relaciones con otros cristianos, si nuestro patrón de conducta sigue siendo el de la sociedad puede interferir con el desarrollo de su fe. Mientras que para los que no son de Cristo, puede impedirles ver claramente en que consiste el testimonio cristiano, cuando nos oyen hablar
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de fe, pero ven que la forma en como nos relacionamos con los otros no es distinta de la ellos.
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Es necesario que revisemos si nuestra forma de relacionarnos en los distintos círculos de relación es solo el reflejo de nuestra misma sociedad, o está siendo conducida por el Espíritu de Dios actuando a través de nosotros. La siguiente lista mencionada por el Apóstol Pablo, servirá para que contrastemos nuestra propia conducta. 19
Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: no son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. 20 Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. 21 Son envidiosos, y hasta matan; se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas. Gálatas 5:19-21 A primera vista podríamos decir que hay algunos de los asuntos enlistados que rotundamente no practicamos. Pero cuando consideramos esta lista con mayor detenimiento es posible que si bien las conductas más visibles y escandalosas pueden no ser nuestra práctica, es posible que las que quedan en el terreno de lo íntimo si formen parte de nuestra conducta. Si es así estaríamos comportándonos exactamente como los que no conocen de Cristo.
Permitamos que sea el espíritu de Dios quien escudriñando nuestra mente y corazón nos muestre de nuestro propio error. Podríamos decir, como el salmista
¿Quién podrá entender sus propios errores? Salmo 19:12 17
El problema es que nuestros errores pueden estar encubiertos bajo la capa de nuestra propia cultura. De modo tal que si bien hacemos lo que socialmente está permitido. Eso es ajeno a los ideales planteados por el evangelio. De allí la necesidad que tenemos de desarrollar el nuevo ser interior que hemos recibido de Cristo. 22
Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos dirigían su manera de vivir. 23 Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él. Efesios 4:22-23
Desarrollar el ser interior El desarrollo del ser interior, implica varias acciones en las que nosotros somos participantes, usando los recursos que Dios nos ha dado. Participamos en nuestro propio proceso de santificación. Asumiendo sin embargo que nos somos nosotros por nuestra cuenta los que la producimos sino que es la obra que el Espíritu de Dios quien actúa en nosotros.
Participamos entonces en hacer uso de los medios de gracia que Dios ha dispuesta para nuestra bendición.
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1. Hacer uso de la Palabra de Dios. Somos nosotros los que leemos, somos confrontados, iluminados, guiados por la Palabra. Entonces no se trata solo de leer, sino de poner en práctica. 2. Uso de los sacramentos. A través de ellos renovamos nuestros compromisos de Pacto, con Dios, al mismo tiempo que damos testimonio a otros cristianos y a quienes no lo son de que vivimos comprometidos por la fe en esta relación con Dios. Y es el Espíritu de Dios quien actuando desde dentro de nosotros, para darnos la fortaleza de llevar a la práctica todo el consejo de Dios. El desarrollo de nuestro ser interior, también está vinculado con el ejercicio de las disciplinas espirituales. La Biblia es sumamente clara en cuanto a la responsabilidad que tiene el creyente en el uso de estos medios. Más bien, esfuérzate por ser un buen discípulo de Jesucristo. 1 Timoteo 4:7 No hay atajos para el crecimiento espiritual. La formación del carácter espiritual en nosotros es un proceso que dura toda la vida, y las disciplinas espirituales son medios que nos ayudan en ese proceso. Son medios ordenados por Dios a través de los cuales nos traemos a nosotros mismos delante de Dios, para experimentarle a Él y ser transformados a la imagen de Cristo La forma común de clasificarlos es:
Personales Lectura, meditación y memorización de las Escrituras Oración privada Adoración privada Ayuno Estudio
Comunitarias Adoración congregacional (alabanza, predicación, ofrenda) Oración comunitaria Adoración comunitaria Comunión con la gente de Cristo Servicio
El ejercicio de estas disciplinas sin duda puede ayudarnos, pero también hemos de recordar que las prácticas religiosas por sí mismas no pueden transformar nuestras vidas, sino el saciarnos constantemente del amor de Dios en Cristo. He ahí precisamente donde radica la eficacia de las disciplinas espirituales, en el hecho de que mantienen nuestros corazones en una constante contemplación de Cristo y de Su gloria
Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos más a él . 2Cor. 3:17b En la medida en que empapas tu mente con el evangelio y absorbes profundamente sus verdades en tu alma, tú serás cambiado. Las disciplinas espirituales en sí mismas no pueden cambiar a nadie. Es Cristo el que nos transforma por medio de la aplicación del evangelio en nuestras vidas por el poder de Su Espíritu. ¿Cuál es, entonces, el papel que juegan las disciplinas espirituales en todo esto? Ayudarnos a mantener a Cristo en el centro de nuestras vidas. Es por eso que la práctica de las
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disciplinas espirituales no produce cristianos que llevan una vida monástica, aislados de los demás, sino que nos equipa para servir a otros con el evangelio, porque esa fue la vida que Cristo vivió. 20
Dicho de otra forma, Las disciplinas espirituales nos convierte en misioneros, no en monjes; las disciplinas comienzan en privado, pero terminan en la calle. Si permaneces en lo privado, has perdido el punto por completo. La verdadera semejanza a Cristo es medida, no por la anchura de tus conocimientos o el largo de tus oraciones, sino por la profundidad de tu amor por otro. El desarrollo de nuestro ser interior en este sentido nos permite una mejor plataforma para nuestras relaciones con los demás y nunca habrá de generar una actitud de separación. El carácter mismo de Cristo le llevo a establecer relaciones de bendición incluso los publicanos y pecadores.
Dejar el viejo hombre Otra de las áreas que habrán de desarrollar nuestro ser interior, es dejar aquello que es contrario al carácter de Cristo. Y que afectaría nuestras relaciones con otros. El mismo Apóstol Pablo da instrucciones a la los hermanos de la Iglesia de Colosas, al respecto de esto. 5
Por eso, den muerte a todos sus malos deseos; no tengan relaciones sexuales prohibidas, no sean indecentes, dominen sus malos deseos, y no busquen amontonar dinero, pues es lo mismo que adorar a dioses falsos. 6 Todo esto hace que Dios se enoje con
los desobedientes. 7 Ustedes mismos se comportaban así antes de conocer a Cristo. 8 Pero ahora tienen que dejar también todo esto: no se enojen, no busquen hacer el mal a otros, no ofendan a Dios ni insulten a sus semejantes, 9 ni se mientan unos a otros, porque ustedes ya han dejado la vida de pecado 10 y ahora viven de manera diferente. En realidad, ustedes son personas nuevas, que cada vez se parecen más a Dios, su creador, y cada vez lo conocen mejor . Colosenses 3:5-10 Cada uno de los asuntos que aquí se mencionan, no solo es un pecado contra Dios, sino que también afectarán las relaciones con las personas que conocemos. Se trata entonces de dejar los comportamientos que definían al viejo hombre, que se guiaba por su propio consejo, contaminado por el pecado o se manejaba sus círculos relacionales, siguiendo la corriente de este mundo. Para ahora dar paso a la nueva naturaleza recibida en Cristo. Se trata de que el Espíritu de Dios actuando en nuestra vida produzca el buen fruto, necesario para que todas nuestras relaciones sean sanas. 22
En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, 23 ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. Gálatas 5:22-23
Cuando nuestras relaciones están marcadas por la acción del Espíritu, estas generarán una actitud que no dejará de ser percibida por los que nos rodean, atrayéndolos hacia el amor de Cristo.
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Manifestar la imagen de Dios Es común en escuchan al respecto de las incongruencias que se llegan a manifestar en la conducta de personas que se precian de ser cristianas pero que no están actuando como lo indicaría su dicho de ser cristianos. Este tipo de señalamientos en realidad perjudican a las iglesias ya que en lo general las personas aun cuando no son creyentes, asumen que los cristianos han de caracterizarse por un alto nivel de vida, no equiparable al estándar con el que se desarrollan otras personas que no profesan ninguna fe. En una parte del argumento, debemos de considerar que efectivamente quienes hacen los señalamientos tienen razón. Los cristianos hemos sido llamados a representar lo mejor de lo que esta sociedad puede aspirar y a conducirnos no con la ética con la que las personas están familiarizadas, sino con los valores del Reino de Dios. De modo que cada iglesia local ha sido llamada a ser una sucursal del Reino de Dios en este mundo, donde Dios nos ha puesto a su servicio.
También hemos de considerar que el mal testimonio de algunos que militan en las iglesias, afecta a todo el cristianismo. Pues a pesar de que los infractores son personas específicas los detractores del cristianismo critican por ello a toda la iglesia. 24
En ese mismo sentido hay quienes utilizan estas faltas de los miembros de las iglesias, como excusa para para no comprometerse con la fe y con la iglesia. Pretextando que solo buscan la espiritualidad pero que no están interesados en las prácticas de la iglesia. Pero dejando de lado lo que los detractores de la iglesia llegan a señalar, hemos de decir que el ser cristianos, en realidad no es simplemente porque nos consideremos seguidores de Cristo (aunque también es cierto), sino que hemos llegado a ser cristianos, por causa de la obra de Cristo en la Cruz a favor nuestro, para reconciliarnos con Dios. Entonces somos cristianos, no por lo que hacemos, sino por lo que hizo Cristo. En esa obra también Cristo nos doto de una nueva naturaleza espiritual, no sólo para que tengamos comunión con Dios, sino también para que podamos vivir de la forma que a Dios le agrada.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10 Entonces el ser cristiano, realmente tiene que ver con reflejar en el mundo lo que Dios ha hecho en nosotros.
Hacia lo auténticamente humano Originalmente Dios creo al ser humano, para que fuera portador de su imagen. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27 Pero por causa del pecado, esa imagen se distorsiono, de tal forma que en lugar de bondad, pureza, y espiritualidad. Llego a haber en nuestra vida maldad, inmundicia y carnalidad. Hasta que vino Cristo Jesús, el cual al salvarnos inicia el proceso de volver a formar la imagen de Dios en nosotros. Esta imagen de Dios, re-creada en Jesucristo en cada creyente, es al mismo tiempo ser auténticamente humano. Tal y como fuimos creados originariamente. Es entonces en virtud de esta nueva naturaleza que Dios nos ha dado, que el Apóstol Pablo nos dice:
No vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto . (Ro 12.2). Vivir conforme a la imagen de Dios que Jesucristo ha creado en nuestra vida, no es cuestión de cumplir con una serie de mandatos o de hacer caso de una serie de prohibiciones. Si leemos detenidamente nuestro texto, habla de cambiar (μεταμορφόω de donde viene nuestra palabra metamorfosis), nuestra manera de ser y de pensar. Este cambio (metamorfosis), de suyo implica un cambio en la forma en como somos y nos concebimos, y si bien en el sentido
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estricto no es producido por nosotros, sino que es Dios quien lo hace en nosotros a través de lo que llamamos un nuevo nacimiento. Si somos nosotros de ese momento en adelante participantes. Este es cambio de nuestra naturaleza, es el que finalmente nos lleva a nuestra vida adulta en la de y el cual una vez iniciado ya no es reversible. La metamorfosis de una mariposa puede servirnos de ilustración. El cambio es tal que prácticamente no quedan vestigios de lo que anteriormente era, no es reversible, y este cambio, es para que pueda cumplir con su misión ulterior de reproducirse. https://www.youtube.com/watch?v=R5QH3bGF4 A partir de experimentar esa metamorfosis, la mariposa hará lo que es inherente a esta nueva naturaleza que tiene. Es decir la vida que anteriormente tuvo como oruga ha quedado atrás y ahora vive como un ser que despliega sus alas, para cumplir con la misión de esta nueva naturaleza. De forma análoga, el ser humano al haber nacido de nuevo, experimenta un cambo en su naturaleza, el viejo hombre, ha de quedar atrás, para que el Nuevo hombre creado en Cristo Jesús, se manifesté plenamente y así cumpla con la misión que Dios le ha dado. Esto es transitar del ser humano, que había vivido de acuerdo con las normas de su sociedad, al Nuevo ser humano, que vive
en función de la nueva espiritualidad que Dios le ha dado y en conformidad con la voluntad de Dios.
Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Efesios 4:24 27
En la medida que nuestra vida se va ajustando al proyecto de Dios para nosotros, vamos pareciéndonos más a Cristo.
y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, Colosenses 3:10 Al inicio de nuestra relación con Dios, si bien ya hemos recibido la Nueva naturaleza espiritual, en realidad nos parecemos más al viejo hombre, del cual quedan aún vestigios. Por ello la idea del crecimiento cristiano, donde por el uso de los medios que Dios nos ha dado y la presencia del Espíritu de Cristo en nosotros va obrando en nuestra vida, de modo que cada día que pasamos deberíamos parecernos más a Cristo. Antes de seguir, conviene que hagamos un breve examen de nuestra vida en Cristo. Y consideremos si estamos reflejando adecuadamente la imagen de Dios a través de nuestra vida. 1. ¿Cuántos años tiene que conocemos de Cristo 2. ¿Cuánto he avanzado en el conocimiento de Dios? 3. ¿Qué tanto influye la nueva vida en Cristo en mis decisiones? 4. ¿Las personas que están a mi lado consideran que reflejo a imagen de Cristo? 5. ¿Cuáles son los frutos que muestran mi madurez en Cristo?
Cambiar nuestra mentalidad
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Es posible que no hayamos salido muy bien librados del auto examen que nos hemos practicado al respecto de reflejar la imagen de Cristo. Incluso habrá aspectos donde tenemos que reconocer, que nuestras acciones son más producto de las enseñanzas de este mundo, que de la guía del Espíritu Santo. Un punto medular del texto de Romanos 12, que nos ha servido para esta reflexión es cuando se señala un cambio de mente. Este cambio de mente es imprescindible para desarrollarnos, en conformidad de la imagen de Dios. Hemos estado acostumbrados a pensar, de acuerdo con los pensamientos de nuestra sociedad. Incluso en la búsqueda de lo bueno es posible que hayamos discriminado algunos tipos de pensamientos, para optar por las mejores ideas de entre los hombres. Sin embargo, nuestro pensamiento sigue siendo eminentemente horizontal. Es decir seguimos pensando en función de lo que nuestra sociedad considera bueno. Mientras sigamos pensando horizontalmente esos pensamientos esos pensamientos están lejos de lo que Dios quiere.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:8-9
Algunos, en este momento pensarán: Entonces eso es imposible, nunca lo vamos a lograr. Bueno ese es un buen ejemplo de cuando seguimos pensando horizontalmente. Si pensamos, que nuestra mente nunca puede hacer lo suficiente como para pensar como Cristo. En eso tenemos razón. Nunca lo vamos a lograr por nuestra cuenta. Pero la invitación del Apóstol fue a que nuestra mente experimentara una metamorfosis. Y eso apunta hacia pensar teológicamente o pensar verticalmente. Pensar teológicamente, no significa hacer uso de una lista de autores con nombres impronunciables, que han escrito libros acerca de Dios. En este caso, se trata de algo más esencial. Es pensar de acuerdo con las ideas de Dios y no con las de nuestra sociedad. Los cristianos, bien podríamos ser definidos como un pueblo con mentalidad teológica. Esto quiere decir en forma concreta un pueblo que ha cambiado su forma de pensar, abandonando la del mundo, para ahora pensar en función de Dios. Esto puede parecer arrogante, justamente es posible por la presencia del Espíritu de Dios en nosotros. 10
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también
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hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:10-16 La presencia del Espíritu, en nuestra vida es la que posibilita, el pensar espiritualmente, la orientación completa de nuestros pensamientos estará ahora en función de los ordenamientos de Dios, de su voluntad y en sus capacidades, no en las nuestras.
Una nueva orientación en la vida Un cambio en la mente, nos lleva cambios en nuestra conducta y por supuesto, a cambios en nuestra forma de relacionarnos. Los cambios en nuestra forma de pensar y de actuar son posibles, porque Cristo ya lo hizo en nosotros. De esta manera hacemos aquello que primeramente Cristo ya ha hecho en nuestra vida
Por el contrario, sean buenos y compasivos los unos con los otros, y perdónense, así como Dios los perdonó a ustedes por medio de Cristo. Efesios 4:32
Bondad y misericordia, son dos de las características de Cristo, quienes tienen la mente de Cristo, actúan de la misma forma. De acuerdo con la nueva naturaleza que Dios les ha dado y porque ellos mismos lo han experimentado, de parte de Cristo. Entonces la nueva orientación en nuestra vida tiene dos fuentes. 1. La nueva naturaleza espiritual que hemos recibido de Dios 2. Nuestra propia experiencia, cuando Dios nos trató de esta forma. Una palabra para definir la nueva orientación en nuestra vida y el cómo se desarrollaran relaciones sanas es el Amor. Pero aún este término hemos de re-definirlo, en función de lo que aprendemos de las Escrituras, pues el termino amor en nuestra cultura está contaminado por el egoísmo y el control. Por ello el parámetro del amor necesario en unas relaciones sanas es el amor de Cristo.
Deben amar a los demás, así como Cristo nos amó y murió por nosotros. Para Dios, la muerte de Cristo es como el delicado aroma de una ofrenda. Efesios 5:2 Podríamos decir que se trata de un amor, que está al servicio de los otros, incluso que adquiere el carácter de sacrificial. Sin embargo no es un amor desinteresado, pues intencionalmente busca el bienestar del otro. Esto se concreta en 3 grandes áreas donde se desarrollan la mayor parte de nuestras relaciones, y que son: Matrimonio, hijos y trabajo.
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Esos son espacios comunes donde ha de verse reflejada la imagen de Dios, que está en todos los que han nacido de nuevo.
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En las relaciones de pareja Los esposos deben amar a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Efesios 5:25 En las relaciones padres e hijos Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos. Más bien edúquenlos y denles enseñanzas cristianas. Efesios 6:24 En las relaciones de trabajo Esclavos, obedezcan a los que aquí en la tierra son sus amos. Obedézcanlos con respeto, sinceridad, y de buena gana, como si estuvieran sirviendo a Cristo mismo. Efesios 6:5 En todos los casos la relación ha de ser recíproca. EsposaEsposo; Hijos-Padres; Patrones-Trabajadores. Pues reflejar la imagen de Dios que nos ha sido dada en Cristo, no implica que lo hagamos desde alguna posición específica. Pues en Cristo se han borrado todas las distinciones, para conformar una sola humanidad, sin distingo de clases.
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Desprogramar la mente Desde que nacemos, incluso desde que se prepara nuestro nacimiento, nos educan y socializan de forma diferente dependiendo de nuestro sexo. Los estereotipos definen a los niños como más fuertes, ingeniosos, independientes y curiosos. Las niñas, en cambio, son más dependientes, afectuosas, dóciles y colaboradoras. También las actividades que realizan, los juegos que se les asignan, las relaciones, las formas de vestir y de comportarse o las diversiones, son diferentes para cada uno de los sexos. Educar estereotipadamente en función del género supone colaborar en un desarrollo incompleto de las personas, al potenciar en ellas sólo el desarrollo de capacidades, valores y
comportamientos que responden al estereotipo del género femenino, y en ellos, del masculino. De este modo, tanto las chicas como los chicos se ven privados de la educación en determinados valores necesarios para el desarrollo integral de la persona. 34
El estereotipo está tan interiorizado que ni siquiera somos capaces de pensar sobre ellos, se aceptan sin ser cuestionados, se muestran como evidentes y, como tales, no parecen necesitar de demostración, por todo ello limitan nuestro pensamiento y, por lo tanto nuestra acción. Por eso se asume como algo imposible o inaceptable que una mujer tierna y cariñosa sea al mismo tiempo independiente, inteligente o tome decisiones de manera asertiva. Del mismo modo, se ve como algo contradictorio o negativo que un hombre valiente, creativo y autónomo, pueda ser también afectuoso, tierno y comprensivo. Entonces, mientras que el señalamiento de las diferencias entre hombres y mujeres es lo común en nuestra sociedad, en los relatos bíblicos muestran lo que hombres y mujeres tenemos en común.
El enfoque bíblico En la creación tanto el hombre como la mujer fueron creados a la imagen de Dios, tenían una relación directa con Dios y compartían en conjunto las responsabilidades de tener hijos y criarlos, y tener dominio sobre el orden creado.
…«Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros.
Que domine a los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra, y a todos los reptiles e insectos». Fue así como Dios creó al ser humano tal y como es Dios. Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer, y les dio esta bendición: «Quiero que se reproduzcan, quiero que se multipliquen, quiero que llenen la tierra y la pongan bajo su dominio. Que dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los seres vivos que se arrastran por el suelo». Génesis 1:26-28 La mujer y el hombre fueron creados para el pleno e igual compañerismo. Luego Dios dijo: «No está bien que el hombre esté solo. Voy a hacerle alguien que lo acompañe y lo ayude». Génesis 2:18 La palabra "ayuda" (ezer), se refiere a Dios en la mayoría de las veces en que se usa en el Antiguo Testamento (cf. 1 S.7.12; Sal. 121.1-2). En consecuencia, la palabra no lleva ninguna implicación de subordinación o inferioridad femenina. La Biblia enseña que la formación de la mujer desde el hombre demuestra la unidad e igualdad fundamental de los seres humanos. Por eso Dios hizo que el hombre se quedara profundamente dormido. Y así, mientras este dormía, Dios le sacó una de sus costillas, y luego le cerró el costado. De esa costilla Dios hizo una mujer. Cuando se la llevó al hombre, este dijo: «¡Esta vez tengo a alguien que es carne de mi carne y hueso de mis huesos! La llamaré hembra, porque Dios la sacó del hombre». Génesis 2:21-23
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En Génesis 2.18, 20, la palabra "idónea" (kenegdo) denota igualdad y suficiencia. Luego Dios dijo: «No está bien que el hombre esté solo. Voy a hacerle alguien que lo acompañe y lo ayude». Entonces hizo Dios todos los animales domésticos y salvajes, y todas las aves que vuelan por el cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. Y este así lo hizo. Sin embargo, para el hombre no se encontró compañía ni ayuda. Génesis 2:18,19 (20 en RV) Cristo Jesús vino a redimir tanto a mujeres como a hombres también. A través de la fe en Cristo, todos llegamos a ser hijas de Dios, uno en Cristo, y herederos de las bendiciones de la salvación sin referencia a distinciones raciales, sociales o sexuales. Pero aquellos que la aceptaron y creyeron en ella, llegaron a ser hijos de Dios. Son hijos de Dios por voluntad divina, no por voluntad humana. Juan 1:12
Ustedes han confiado en Jesucristo, y por eso todos ustedes son hijos de Dios. Porque cuando fueron bautizados, también quedaron unidos a Cristo, y ahora actúan como él. Así que no importa si son judíos o no lo son, si son esclavos o libres, o si son hombres o mujeres. Si están unidos a Jesucristo, todos son iguales. Gálatas 3:26-28 Tanto mujeres como hombres son llamados a desarrollar sus dones espirituales y a usarlas como administradores de la gracia de Dios Cada uno de ustedes ha recibido de Dios alguna capacidad especial. Úsela bien en el servicio a los demás. Si alguno sabe hablar bien, que anuncie el mensaje de Dios. Si alguno sabe cómo
ayudar a los demás, que lo haga con la fuerza que Dios le da para hacerlo. De este modo, todo lo que ustedes hagan servirá para que los demás alaben a Dios por medio de Jesucristo, que es maravilloso y poderoso para siempre. 1 Pedro 4:10,11 Tanto hombres como mujeres son divinamente dotados y facultados para ministrar a todo el Cuerpo de Cristo, bajo la autoridad de Cristo. Estos seguidores de Jesús eran un grupo muy unido, y siempre oraban juntos. Con ellos se reunían los hermanos de Jesús y algunas mujeres, entre las que se encontraba María, la madre de Jesús… Hechos 1:14 De lo anterior no es difícil descubrir que mientras que nuestra cultura sigue tratando de encontrar diferencias entre hombres y mujeres que separan, segregan y en muchas ocasiones oprimen. Las Escrituras nos muestran un panorama totalmente distinto. Donde la igualdad y solidaridad mutua, así como el compartir una misma misión y destino, son las características del Reino en las relaciones hombre mujer. Es solamente en este entorno que se pueden producir relaciones sanas entre los seres humanos. Por eso se hace necesaria la santificación de nuestras actitudes hacia el otro sexo demandará nada menos que un esfuerzo sistemático de desprogramación, diseñado para depurar la mente cristiana de las interpretaciones abusivas.
No vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios
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quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto . (Ro 12.2).
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El cambio de mente, habrá de conducirnos a un cambio de actitudes y bajo condiciones normales, las actitudes transformadas deberán producir conductas transformadas. Desprogramar nuestra mente, de la información mediática de las tradiciones culturales e incluso de interpretaciones bíblicas equivocadas, al respecto de las relaciones hombre y mujer, no es una tarea sencilla, pero es una acción necesaria, si aspiramos a disfrutar de lo bueno, agradable y perfecto que tienen las relaciones humanas creadas por Dios.
Re-valoración de los pensamientos Al transformar nuestra mente es necesario que revisemos de forma crítica cual es el origen de las ideas con las que nos hemos manejado hasta aquí y ver si proceden de la mente de Dios o son producto de nuestra misma cultura. La re-valoración de las ideas, nos hace contrastarlas con el mensaje revelado de Dios. Se trata de hacer que la Revelación sea la piedra de toque de las ideas con las que nos relacionamos y con las que contribuimos en la construcción de lo social.
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento
de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 2 Corintios 10:3-5 Pues aun cuando estamos en este mundo, no fuimos llamados a usar los elementos del mundo, sino que hemos de hacer uso de los inmensos recursos de Dios. Al mismo tiempo el concepto de la sola scriptura¸ hemos de llevarlo a su justa dimensión donde no es solo una declaración para nuestra fe, sino también Solo la Escritura, será la guía para nuestras prácticas sociales y comunitarias. Esto nos llevará a dejar de lado las interpretaciones impositivas o segregantes, que imperan en nuestra sociedad. Incluidas las interpretaciones bíblicas elaboradas culturalmente y que alejándose del contexto bíblico promueven o toleran la desigualdad esencial que Dios en las Escrituras da a todos los seres humanos.
Algunas formas de cómo podemos poner en práctica lo anterior esta enunciado en los siguientes puntos: 1. En la iglesia, los dones espirituales de mujeres y hombres deben ser reconocidos, desarrollados y usados en los ministerios de servicio y enseñanza, en todos los niveles de compromiso: como líderes de pequeños grupos, consejeros, facilitadores, administradores, los que sirven la comunión, miembros de la junta, en el cuidado pastoral, la enseñanza, la predicación y la adoración. Al hacerlo así, la iglesia honrará a Dios como la fuente de los dones espirituales. La iglesia también cumplirá el
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mandato de Dios de administrar sin la pasmosa pérdida para el reino de Dios, que emerge cuando se excluye a la mitad de los miembros de la iglesia de las posiciones de responsabilidad. 40
2. En la iglesia, debe darse reconocimiento público tanto a las mujeres como a los hombres que ejercen ministerios de servicio y liderazgo. Al hacerlo así, la iglesia modelará la unidad y armonía que debe caracterizar a la comunidad de creyentes. En un mundo fracturado por la discriminación y la segregación, la iglesia se disociará así misma de los vicios mundanos o paganos designados para hacer sentir inferior a la mujer por ser mujer. Esto ayudará a evitar su alejamiento de la iglesia o su rechazo de la fe cristiana.
3. En el hogar cristiano, el esposo y la esposa deben someterse mutuamente en la búsqueda de cumplir cada uno las preferencias, los deseos y las aspiraciones del otro. Ningún cónyuge debe intentar dominar al otro, sino que cada uno debe actuar como siervo del otro, considerando humildemente al otro como mejor que uno mismo. En el caso de decisiones estancadas, ellas deberán buscar la resolución a través de métodos bíblicos de resolución de, conflictos y no por la imposición de la decisión de un cónyuge sobre el otro. Al hacerlo así, el esposo y la esposa ayudarán al hogar cristiano a estar firme contra el uso inadecuado de la autoridad y el poder de parte de los cónyuges, y protegerán
al hogar del abuso de la esposa y los hijos, que a veces trágicamente sigue a una interpretación verticalista del hecho de que el esposo es "la cabeza". 4. En el hogar cristiano, los cónyuges deben aprender a compartir las responsabilidades de liderazgo sobre la base de los dones, la experiencia y la disponibilidad, con la debida consideración hacia el compañero más afectado por la decisión bajo consideración. Al hacerlo así, los cónyuges aprenderán a respetar sus capacidades y su complementariedad. Esto evitará que un cónyuge llegue a ser el habitual perdedor, a menudo forzado a practicar el congraciarse o la manipulación engañosa para proteger su propia valoración. Al establecer su matrimonio sobre una base de compañerismo, la pareja lo protegerá de dejarse llevar por la ola de matrimonios muertos o rotos como resultado de las desigualdades maritales. 5. En el hogar cristiano, la pareja que comparte un estilo de vida caracterizado por la libertad que ellos encuentran en Cristo lo hará sin experimentar sentimientos de culpa ni recurrir a la hipocresía. Son libres para salir de un "tradicionalismo" no bíblico y pueden gozarse en su responsabilidad mutua en Cristo. Al hacerlo así, abiertamente expresarán su obediencia a la Escritura, modelarán un ejemplo para otras parejas en la búsqueda de la libertad en Cristo, y permanecerán firmes contra modelos de dominación y desigualdad algunas veces impuestos sobre la iglesia y la familia.
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Disfrutar el fruto de la obediencia Fuimos diseñados para tener comunión con Dios y disfrutar de su presencia. Esta es sin duda uno de los mejores descubrimientos que un cristiano puede hacer. Pues los conceptos culturales que se nos presentan acerca de cómo nos relacionamos con Dios son ajenos a esta realidad, repasemos brevemente algunos de ellos. 1. Tradicionalmente dios, es presentado como aquél que todo lo ve y está cuidando en que momento pecamos. Como todo pecado merece ser castigado, dios es presentado entonces, como un Ser iracundo presto a castigarnos, en cualquier momento. La relación con Dios en este entorno, es con el fin de evitar su castigo y enojo. Acaso se buscará como congraciarse con dios pues finalmente se reconoce que el pecado está a la puerta de nuestra vida. 2. Otra de las percepciones culturales de dios, es cuando se le reconoce como el creador. Se afirma su poder e incluso se le reconoce como el diseñador del universo, sin embargo. No se piensa en El cómo alguien con el cual el ser humano pueda relacionarse. Dios está en
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algún lugar, quizá en el cielo, mientras que nosotros estamos aquí en la tierra. Así que realmente tenemos casi nada en común. dios es el creador, que hecho un día a andar al mundo y de allí en adelante nada tiene que ver con nosotros. Desde esta interpretación estamos en al mundo a nuestro libre arbitrio. No teniendo que rendir cuentas a nadie más que a nosotros mismos. Lo que el ser humano pueda hacer en este mundo es por el poder de su propia fuerza, pero tampoco tienen ningún consuelo cuando enfrentan las dificultades. 3. Un tercer acercamiento está justo en el extremo del primero. Dios es bueno, es tan tremendamente bueno, que es interpretado como un dios bonachón y consentidor. Cómo él es bueno, todos se van a salvar al final, es perdonador hasta el extremo de que no importa que hagan sus hijos, él siempre los perdona y prácticamente les consciente toda fechoría que puedan realizar. La relación con Dio en este sentido en algún momento es casi innecesaria. O se recurre a él para pedirle apoyo. Al fin de cuentas él está allí para ayudar. Estas ideas comunes acerca de la relación con Dios, si bien en algún momento pueden usar un referente bíblico. También presentan conceptos contrarios al que la Biblia nos muestra en cuanto a la razón por la que fuimos creados por Dios y que se pueden concretar en dos frases. Dar la gloria a Dios y disfrutar de su presencia. La Biblia en sí misma es el manual donde descubrimos como adorarle y como gozamos de su presencia.
La Biblia, la guía De modo análogo, a lo que ocurre en nuestra cultura al respecto de las interpretaciones acerca de la forma en cómo se relaciona Dios con los seres humanos, también se han generado interpretaciones equívocas acerca de la Biblia. 1. Un compendio de mandamientos. Hay quienes han visto en la Biblia solo un conjunto de leyes y reglamentos, algunos de ellos casi incomprensibles y que se han de obedecer irrestrictamente. Este tipo de interpretación generalmente va de la mano, con la interpretación del castigador del pecado. Cuando esto ocurre, no es raro que las personas o tenga una aversión a tener una relación con Dios. Algunos otros saben que Dios es bueno y en la búsqueda de su favor entran a un proyecto religioso, donde hay que ganarse el favor de dios por el cumplimiento de los mandatos. Pero incluso no solo de los que la Biblia describe sino que incluso pone más énfasis en sus particular forma de interpretarlos, llegando a formar con todo esto religiones que resultan opresivas. Cuando textualmente las palabras de Jesús describen que uno de sus propósitos por los cuales vino era para conducirnos a la libertad. 2. Un libro religioso. Para muchas personas la Biblia es un libro fundamentalmente de carácter religioso y que no tiene nada que ver con nosotros y los problemas contemporáneos. Es más al ser un libro tan antiguo, resulta ser poco menos que obsoleto para efectos prácticos. Sus enseñanzas son consideradas como dogmáticas, en el sentido de que deben ser obedecidas casi irracionalmente. Incluso hay sectores de
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cristianos, que no consideran que la enseñanza de la Biblia refleje valores absolutos. Este tipo de interpretación genera diversas actitudes respecto a la Biblia. a. Como libro religioso, habla acerca de la fe, y la espiritualidad. La cual generalmente esta disociada de la experiencia cotidiana. Es decir es un libro importante, pero en lo común no es útil para la toma de decisiones que debo hacer día a día. b. Tiene Buenos consejos. Hay quienes consideran la Biblia un libro de grandes consejos para la vida, pero equiparable también a los proverbios chinos, árabes, etc. Y en algún sentido un libro que sirve para la auto-superación. Sus verdades son relativas. Habría que recordar que Jesús dijo que el espíritu nos recordaría sus Palabras y que El mismo Espíritu nos conduciría a la verdad. En contraste con estas interpretaciones hemos de reconocer el carácter singular de la Biblia. Este es el libro donde Dios puso todos los consejos para guiarnos a través de la vida. Es el texto donde encontramos la manera de relacionarnos con Dios, así como donde se nos muestra como Dios en Cristo Jesús restaura todas las relaciones que los seres humanos guardamos. Es el manual de operaciones donde tenemos acceso a los medios y los recursos que nos permiten tener relaciones sanas con todos los que están en nuestro derredor.
Relaciones sanas Cuando hablamos de relaciones sanas, es algo más que un abc, donde se nos enseñe acerca de cómo influir en las personas o incluso el cómo influenciar en ellas positivamente. Eso es justamente lo que nos enseñaría nuestra sociedad. En este caso nuestro punto de partida para tener relaciones sanas habrá de iniciar en lo que hacemos, sino en lo que Dios hace en nosotros. Es Dios quien primero sana nuestra relación con El. Pero al ser sanada esta relación primaria. Dios nos da las condiciones para que nuestras otras relacione sean sanadas. De modo tal que las demás relaciones pueden ser sanadas. Es decir nuestra relación con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con nuestro ecosistema. La primera relación solo Dios puede sanarla y lo hace cuando somos reconciliador con Él por lo méritos de Jesucristo. Nosotros allí no intervenimos, solo recibimos los efectos de haber sido sanada esta relación. Al ser sanada esta relación recibimos los medios que Dios nos brinda para que las otras relaciones sean sanadas. En las sanación de estas otras relaciones, nosotros tendremos una participación. Pues los instrumentos Dios nos los brinda,
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pero somos nosotros los que hemos de usarlos. Entre ellos están los siguientes. 1. Nuestra salvación, por la cual ahora somos hijos y ese nuevo nacimiento nos brinda la oportunidad de cooperar en nuestro desarrollo espiritual y por ende en la sanación de las relaciones que permanecen rotas. 2. La presencia del Espíritu de Dios, para que nos guíe, fortaleza y consuele en los momentos que sea necesario. Particularmente su participación es conducirnos a lo verdadero, y advertirnos cuando equivocamos el camino. 3. La Palabra de Dios. El manual de operaciones, donde Dios ha puesto todos los consejos para que vivamos de una manera plena, con todas nuestras relaciones sanas. Esta Palabra, sin embargo ha de leerse y seguir las instrucciones, no precisamente a la letra, sino con la guía del Espíritu de Dios. Este será un medio esencial en la transformación de nuestra mentalidad. 4. Los Medios de gracia que Dios dispuso, para que al andar en ellos, nuestra fe se vea fortalecida, nuestro discernimiento espiritual pueda ser aguzado, y mediante el servicio nuestro carácter se vea transformado. El propósito de todo esto tiene que ver con la parte final del texto que nos ha servido de referencia en estos estudios.
No vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto . (Ro 12.2).
El propósito por el cual fuimos creados por Dios, no solo es la salvación y servirle. También está interesado en que disfrutemos de todas las bendiciones que Él ha dispuesto para sus hijos. O como dice el texto de romanos 12. Que descubramos lo bueno, agradable y perfecto que Dios ha dispuesto para nosotros.
pues tu Dios está contigo y con su poder te salvará. Aunque no necesita de palabras para demostrarte que te ama, con cantos de alegría te expresará la felicidad que le haces sentir, Sofonías 3:17
El gozo en hacer el bien a los suyos Dios se goza en hacer el bien a los suyos. Porque fuimos creados eso. La salvación tenía que ver con ello. Y todos los recursos que Dios nos ha dado son para ese propósito. El profeta Jeremías escribió este breve texto, donde Dios nos muestra cuáles son sus intenciones para con el pueblo que Él ha redimido. 38
Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39 Haré que tengan buenos pensamientos, y que cambien de conducta. Así me respetarán siempre, y eso será provechoso para ellos y para sus hijos. 40 Haré con ellos un pacto que durará para siempre. Estaré con mi pueblo en todo momento, y lo ayudaré; haré que me respete, y que no vuelva a alejarse de mí. 41 Con todo mi corazón volveré a establecerlo en esta tierra, y mi mayor alegría será que mi pueblo esté bien. Jeremías 32:38-41
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Observe que el propósito de Dios es que disfrutemos de todo los bueno que Él ha provisto. Que hace falta entonces, para que esto se convierta en una realidad.
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En una forma sencilla, diría: Seguir sus instrucciones pues la bondad y amor de Dios las podemos disfrutar cuando permanecemos en su Consejo. Al tiempo que vamos siguiendo las instrucciones que nos dio en la Biblia con la guía de su Espíritu y haciendo uso de los medios de gracia por el provistos. Podemos experimentar entonces todo ese bien en el que Dios quiere que andemos. Pero consideremos un momento que ocurre, si no hacemos uso de los recursos que Dios nos dio. ¿Recuerda que sobre la primera relación nosotros no tuvimos nada que hacer? Nos llegó como un don de Dios. Podemos ser salvos y al mismo tiempo la relación con nosotros mismos seguir rota. No estamos satisfechos con quienes somos, vivimos por lo que los otros dicen, en lugar de lo que Dios dice que somos, etc. Al no usar los recursos que Dios nos dio, podemos ser salvos y al mismo tiempo vivir amargados, sin disfrutar lo agradable y perfecto que Dios quiere que disfrutemos. Lo mismo puede ocurrir al respecto de las otras relaciones. Podemos ser salvos, y vivir con enojos, iras, prejuicios, etc. Impidiendo nosotros mismo que lo agradable que Dios ha puesto a nuestro lado para nuestro disfrute, simplemente n podamos siquiera apreciarlo.
Recuerde que Dios nos dio todos los recursos para que vivamos la vida plena que Él ha planeado para nosotros. Pero somos nosotros, los que hemos de usar esos recursos. La salvación si bien ya está asegurada, por causa de lo que El hizo, pero habiéndonos dotado con la salvación de libertad, no nos va a obligar a poner en práctica todos sus consejos y que vivamos bien. Pero no es su voluntad que vivamos de esa manera limitada, cuando Él quiere y proveyó los medios para que vivamos de una forma plena.
Disfrutando el camino Viajo con frecuencia en autobús, y estos suelen llevar las cortinas cerradas, que impiden ver hacia el exterior. El autobús me llevará a mi destino y allí me encontrare con otros hermanos en la fe, y disfrutare a través del servicio. Algo así pasa con nuestra vida, somos peregrinos en esta tierra, nuestro destino está asegurado porque Dios nos declaró sus hijos. Y sin duda hay una morada junto a Dios donde algún día habré de estar. Pero mientras viajo por este mundo, porque nos disfrutar del viaje. Solo con correr las cortinas podría ver los hermosos paisajes que Dios dispuso para que yo pudiera disfrutarlos. Cuando transitamos por este mundo con relaciones sanas, sin duda disfrutaremos más del camino y estaremos más preparados con lo que Dios planeo desde el inicio para cuando lleguemos a su presencia.
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Espíritu y mente sana: relaciones sanas. Algunos criterios para construirlas ¿Una relación real? En una ocasión visité a un joven perteneciente a la Iglesia para ver cómo se encontraba; me contaba que estaba muy contento pues cumplía seis meses de noviazgo, lo cual me dio gusto, pero al mismo tiempo quedé desconcertado al saber que nunca lo había visto en persona ya que su noviazgo comenzó y se desarrolló a través del internet. Me quedé con dos preguntas: “¿esa es una relación real o tiene algo de ficticio?”, y si es real “¿qué tan sana puede ser?”
Somos seres en relación Una de las características que nos identifican como seres humanos es que somos seres sociales, seres en relación. Los psicólogos humanistas se han dado cuenta de que las relaciones son más importantes de lo que pensamos; nuestra identidad personal se ha ido construyendo por los tipos de relación que hemos tenido a lo largo de nuestra vida; incluso
se puede saber qué tan madura es una persona dependiendo de la calidad de sus relaciones interpersonales.
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El Internet y los celulares En los últimos años han crecido exponencialmente las formas de comunicación a través del internet y de la telefonía celular; por todas partes vemos personas que dedican mucho de su tiempo a comunicarse a través del correo electrónico, el facebook, el twitter y los mensajes por celular. Da la impresión que esos medios ayudan a que nuestras relaciones sean más fuertes, maduras y significativas; es posible que faciliten muchos aspectos de la comunicación humana, pero nunca suplirán la relación real entre persona y persona. Puede ser que una persona tenga muchísimos amigos/as por internet, enviar miles de mensajes a otras personas, estar enterado y comunicado con todos, pero vivir solo y sin capacidad de vincularse sanamente, y esto influye también mucho en las familias. Las relaciones hacia afuera de la familia En cuanto a la familia es importante cuidar las relaciones al interno de la misma: la relación entre esposos, la relación entre papá/mamá e hijo/a, la relación de los hijos entre sí. Pero también es importante cuidar las relaciones hacia afuera de la familia y cuidar que éstas sean sanas. En el caso de los papás y mamás, cultivar las relaciones con otras amistades, otros matrimonios, los/as familiares y compañeros/as del trabajo; en el caso de los hijos, cultivar las relaciones con los amigos/ as, el novio/a, familiares y los compañeros de la escuela.
Criterios para identificar una relación sana Dentro del mundo de estas relaciones es muy útil conocer algunos criterios que nos ayuden a distinguir entre una relación sana a otra que no lo es, ya que en la actualidad puede haber mucha confusión en ella, sobre todo al reducir la relación a través de los medios electrónicos de comunicación. 1. La honestidad Un primer criterio indispensable para que pueda existir una relación sana es la honestidad y la transparencia. Si falta ésta, la relación se entorpece y se nubla. Las personas tienen que mostrarse como realmente son, sin máscaras, ni mentiras. Es por ello que los medios de comunicación pueden ser engañosos cuando condicionan la relación en lo que la persona quiere aparentar y no en lo que realmente es. 2. Verdadero interés por el otro Si la relación está en función de intereses particulares, donde se utiliza al otro para cumplir otro tipo de intereses, la transparencia desaparece. Para que haya una relación sana es indispensable que las personas realmente se interesen entre sí, que el otro me importe, que no busque al otro para cumplir otros objetivos y metas, que no utilice al otro. 3. La confianza La honestidad, la transparencia y el interés por el otro nos ayudará a que haya confianza; una relación en la que no existe ésta, no puede ser sana. Las personas deben tener una confianza básica que permita la fluidez en la relación. En el momento en que la confianza desaparece,
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la relación queda simplemente bloqueada y no se pueden dar pasos para profundizar en ella. Cuando hay en verdad confianza, no habrá celos exagerados, ni intento de posesividad y dominio. 56
4. Aceptación básica También será muy importante que en la relación haya una básica aceptación del otro. Reconocer al otro en su persona y su dignidad, respetar su manera de ser, pensar y sentir. Si en principio queremos cambiar a la otra persona, eso no ayudará a conocerla como realmente es. 5. Impulso al crecimiento La aceptación básica es necesaria de entrada, pero eso no significa que en una relación las personas se conformen con lo que son, sin cambiar, y se estanquen. Impulsar al crecimiento no significa presionar a las personas a hacer lo que no quieren, menos aún hacer cosas que les harán daño a ellos o a otros. En una relación sana y positiva, las personas se apoyarán, se darán consejos, en algunos momentos habrá cuestionamientos, y se impulsarán a crecer y ser mejores, siempre desde el respeto. 6. Escucha activa En una relación sana es indispensable saber escucharse mutuamente; hay personas que hablan y hablan, quieren ser escuchadas pero no están en la mínima disposición de escuchar al otro, convirtiendo el diálogo en monólogo. Es muy importante escucharnos para poder comprendernos y aconsejarnos cuando sea oportuno.
7. Libertad La relación sana ayudará al otro a crecer en libertad y autonomía, y no en hacerla más dependiente y menos libre. Cuando una relación se torna en codependencia, hay algo que no funciona, pues la libertad queda coartada.
Recapitulando En pocas palabras una relación sana ayudará al otro a crecer como persona, a que el otro se humanice. No significa que una relación deba tener todas las características mencionadas anteriormente para que sea una relación sana, pero sí necesita muchas de ellas para que se den las condiciones de una relación real y sana. Cultivar relaciones sanas Sabemos que las relaciones influyen mucho en las personas. Aunque una familia esté unida y viva en armonía interna, puede haber relaciones fuera de ella que no sean sanas y por lo mismo perjudiciales. No se trata de cuidar, como si fuéramos “policías”, de cada una de las relaciones que tienen
los miembros de la familia, pero sí estar atentos y sabernos acompañar. Es importante cultivar estos criterios en las relaciones que tienen las familias con otras personas. Es normal que el papá o la mamá tengan su grupo de amigos/as, las relaciones con los familiares (tíos, abuelos, primos, sobrinos…) siempre
aparecerán; también el papá o la mamá que trabajan deberán saber llevar relaciones sanas con sus compañeros de trabajo.
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