Plagios con un plagio de plagios: prólogo de Hernán Bergara Por Hernán Bergara * A. El factor Laiseca
Desde Su turno para morir , su primer libro publicado en 1976, la prosa de Alberto Laiseca no abandona una tendencia a:
1. Hacer que su discurso ficcional sea reversible: que sea también un discurso teórico-crítico de su propia ficción. La particularidad de esta reversibilidad es que la ficción de Laiseca casi nunca necesita crear una conversación entre críticos literarios para generar un discurso teórico-crítico (allí no habría una verdadera reversibilidad! sino que son los propios procedimientos de la descripción! de la creación de im"genes! los que! adem"s! est"n hablando de su propia poética. #n #n sue$os he llorado! por e%emplo! se describe así al persona%e de &erov: 'La sua era una locura inteligentemente conducida)!*1+ tensión de los términos funcional al concepto de 'realismo delirante) que Laiseca funda! en sus declaraciones! para referirse a su estilo, en el mismo libro! se menciona que la mansión de este persona%e tiene 'calle%ones que no conducían a ningn lado)! *+ lo que sirve de esquema! también! para pensar la proclividad a obrar por superposición a construir verdaderos laberintos estructurales! insoslaable evidente en toda su obra. #nrique /atel! persona%e de Los sorias! tiene como slogan cotidiano: '0uien no es etremo! quien no es eagerado! no vive)!*2+ algo que cabe para esa misma novela! que acusa m"s de 1233 p"ginas. #n Por favor, ¡plágienme! se pone en boca de uno de los conferencistas: 'La gente no tiene suficientemente en cuenta el poder hipnótico subliminal de las palabras) (134! definición que abona nuestra hipótesis sobre la reversibilidad de su discurso. 2. Abandonar, parcial o totalmente, el proyecto que cada libro anuncia y-o supone . Al cabo de algunas páginas, en el 5anual
sadomasoporno, se injerta una sección titulada “Dieciséis opiniones” que contiene, efectivamente, opiniones sobre fsica, matemática, arqueologa ! economa."#$ Desde all, aumenta la tendencia al injerto narrativo, cada ve% más lejos, todo esto, del pro!ecto de manual anunciado desde su ttulo. &n 6eber en ro%o (7r"cula, un ensa!o ocupa la ma!or parte de la novela. [5]
3. Instalarse en una zona híria entre lo a"eptale # lo ina"eptale, entre lo legile # lo ilegile, entre lo verosímil # lo inverosímil, entre la melan"olía # la risa. #n síntesis! atentar! mediante este tr"nsito por
el intersticio! contra la estabilidad de buena parte de los opuestos binarios con que opera una (relativamente estable! también cultura de la percepción sobre quienes somos sus contempor"neos. $. %i"ar la novela &os sorias en el lugar "entral e las remisiones el '# "ontinuiaes "on' el resto e su prou""i(n. Ha en esta intratetualidad una serie de gui$os! de
persona%es! de lugares de palabras que se hacen insoslaables si se ha pasado por la lectura de ese libro-centro. Los sorias pone en escena en toda su magnitud esa 'civili8ación Laiseca) de la que habla 9icardo iglia en su prólogo. 5. )onstruir un sistema e autoplagio o autorremisi(n. #sto! que se acerca a lo considerado en el punto anterior! también lo trasciende. Los tetos de Laiseca tienden a convertirse! precisamente! en 'tetos de Laiseca) a partir! como lo se$alamos! de sistemas de frases! de giros! de conceptos puntuales que conectan a las obras en un código comn. ;rases como '&i no le gusta vaasé) 'lo que no es eagerado no vive)! o la epresión 'morirse pa
im"genes puntuales. La tetualidad ( gestualidad de Laiseca est" al servicio del aceitado de su propio sistema de estribillos.
B. Más allá del principio del plagio 0ui8" la atención sobre el problema del plagio sea un rasgo de época: de una que conflicta la invención. = conflictuar la invención es desconfiar de lo uno! en general: '>l principio fue el dos). *?+ #sta es la ra8ón por la que le debemos a @orge Luis 6orges! nuestro m"s grande reescritor! buena parte de su vigencia! adem"s de ser éste un asunto provechoso para leer los comien8os de la denominada literatura argentina: doble singular! @uan 5aría Autiérre8 pedía en el siglo BCB 'una literatura propia peculiar de su ser)! *4+ un ser nacional cua cultura quería ver cerca de la de ciertas naciones europeas. #sta dialéctica entre lo propio lo a%eno guarda relaciones con una pregunta sobre las posibilidades de la invención: Deisten! la invención la creación! como cosa singularE or favor! Fpl"gienmeG problemati%a el plagio desde estas coordenadas, o más bien, lee no sólo la literatura, sino el propio entramado de lo real 'lee ontológicamente, podramos decir para adentrarnos en la jerga de Laiseca' en clave de plagio. ( en este arco bien abierto, que inclu!e ! también desborda a la literatura, )a! un posicionamiento que insiste, ! que parece sugerir que el cosmos se somete a problemas estéticos a la par que cientficos !, por lo tanto, que la realidad, a veces, puede ser subgénero de la estética."*$
+or encima del problema de ! sin que importe- la apologa o el rec)a%o del plagio, lo que del plagio se toca en este libro lo )ace un teto conspirativo, sospechoso no sospechante/ en Laiseca casi todo es normal, ! qui%ás a eso se deba el que él mismo se declare incompetente para la composición de tetos de terror-. 0ospec)oso porque, en su cinismo epositivo, arrastra la desverg1en%a de toda invención, de todo el mito romántico del arte como actividad creadora. &ste movimiento a!uda a pensar que la ma!or virtud de este teto en particular, ! de la escritura de Laiseca en general, consiste en saber hacer cortocircuito con lo que podramos llamar una cultura dominante de la escritura. Laiseca ubica su tetualidad en %onas incómodas respecto de la tradición en general ! del canon en particular/ Los sorias, voluminoso ejemplo de novela incómoda, )abilitó ! )abilita la pregunta por su legibilidad ! por su editabilidad2 por otro lado, las referencias más enfáticas de Laiseca a la literatura argentina son a autores apenas conocidos como 3arcelo 4o. &sta ! algunas alusiones a 5svaldo 0oriano ! a 3anuel +uig parecen constituir las pocas lneas que lo unen a esta cartografa2"6$ sus remisiones en cambio, como lo indicamos en el primer apartado, parecen ser, ante todo, a sus propias obras. Autonoma polticamente incorrecta ! que ro%a el autismo, porque mira la tradición dominante de la literatura argentina pero no la elige para conversar. A cambio, esa tradición, esa crtica, lo nombra, pero tampoco lo elige para conversaciones largas. &n este sentido, como puede ocurrir con el propio 3arcelo 4o, esta versión de la autonoma eige un tipo de crtica que piense relaciones distintas de las que pueden pensarse para autores como 3artn 7o)an o 8icardo +iglia, ciertamente legibles bajo la lógica del canon, porque dialogan con él casi ! además- como crticos.
C. Fuera de ensayo Por favor, ¡plágienme! ha sido encuadrado entre las publicaciones de Laiseca como el nico te!to ensay"stico de su obra.
La identificación con el ensa!o aparece en la solapa de la primera edición de 9669 ! en declaraciones del propio Laiseca, ! entonces adquiere, sobre todo por saturación, este calificativo. +ero la primera ra%ón por la que cabra desconfiar de su carácter ensa!stico !a )a sido mencionada en nuestro apartado inicial/ forma parte de las recurrencias de Laiseca el abandonar! parcial o totalmente! el proecto que cada libro anuncia -o supone. 5tro aspecto que aleja a este teto del ensa!o se relaciona con el anterior/ Laiseca no puede parar de narrar, ! poco importa que se aboque a géneros no narrativos como el manual, el ensa!o o la conferencia . :abe todava una tercera consideración/ las %onas que en este libro parecen discurrir en un registro ensa!stico, )abilitan la sospec)a de que asistimos a una parodia del ensa!o, lo que deja a la parodia, como
duplicación ! como apropiación de una creación ajena, cerca del plagio, pero lo que ubica, fundamentalmente, al “original”, a la creación ! por lo tanto de nuevo a “lo uno”, en un lugar marginal, en el que su ;nica felicidad consiste en ser objeto de la duplicación, paródica o plagiaria. &l libro está aplicando todo su arsenal estético< poltico contra un punto, que no estriba en el plagio sino en el ensao como discurso, como ejercicio de autoridad. Al mismo tiempo, or favor! Fpl"gienmeG deja la apologa o el rec)a%o del plagio en una %ona indecidible, postergada bajo una balacera verbal que )ace mu! difcil distinguir la parodia de lo que se dice “en serio”. Dos operaciones, dic)o sea de paso, transitadas por =orges. >n ejemplo célebre es “+ierre 3enard, autor del ?uijote”. D. Los pla#ios circulares Por favor, ¡plágienme!, vale la pena sugerirlo, m$s que un libro, es una libreta de apuntes ."9@$ o se trata meramente de un discurrir
digresivo/ es un teto de superposiciones cu!a sistematicidad se debe eclusivamente a la insistencia en el desorden. Discurrir que no progresa pese al subttulo que lleva-, este libro es un camino repleto de guijarros ! transitado desde una errancia que sin embargo va asestando certe%as a la manera de un Baratustra narcoti%ado. La ;nica apelación constante en todo el teto es a la “discontinuidad”, significante que, repetido tena%mente, termina dándole una continuidad inaceptable ! perfecta. &s una libreta de apuntes, también, porque no conclu!e/ termina, como se terminan las )ojas disponibles de un bloc. C:uál es el centro en una superposición CA qué le )abla la poética de Laiseca &n el punto # del apartado inicial postulamos que Los sorias funciona como una especie de n;cleo de apelaciones ! remisiones en su obra. +ero el juego, !a lo veremos, es más complejo/ un lector, atento o desatento, pocas veces sabe a quién o a qué mira el teto de Laiseca. A su lector, desde luego que no/ más bien el lector es el que mira a Laiseca jugar2 a los temas que aborda, lo vemos en sus desvos recurrentes, tampoco2 Ca Los sorias +odra considerarse que, por ejemplo, or favor! Fpl"gienmeG es un borrador, en ocasiones, de aquel gran libro. Eal el notable ejemplo en el que se )abla del lector< escritor influenciable como tipo plagiador 9#-. 0u descripción remite,
punto por punto, al personaje del Fnfluenciable que aparece !a “acabado” como tal en Los sorias. CEermina aqu la pregunta de a quién o a qué le )abla el teto o parece. Eermina en un gesto que desborda incluso Los sorias/ el gesto incluido en el punto G del apartado inicial, a saber, el de construir ! )acer proliferar, siempre iguales o con mnimas variaciones, unas epresiones, unos giros, unos guiHos que, sin duda, se encuentran en toda su magnitud en Los sorias pero que, sin duda también, pasan por Los sorias ! necesitan de toda su obra para funcionar. Las obras de Laiseca, nada interdependientes se puede empe%ar a leer a Laiseca por cualquiera de sus libros-, empie%an siempre desde cero para )acer funcionar un mecanismo de relojera, que lo )ace plagiarse sin repetirse.
%. &osiciones
8etomo a)ora el punto 9 del apartado inicial. 0i en el presente libro se define una mec"nica del plagio, esa mecánica, por su proimidad con
el concepto de m"quina, se va )aciendo más evidente a cada licencia. La m"quina como imagen poética, imagen tradicional en nuestra crtica literaria )egemónica, es eplotada aqu desde diversos planos, ! a!uda a entender en qué medida la incorporación de c!borgs, de artificios tecnológicos o de robots )umani%ados en sus libros éste incluido- es al mismo tiempo la incorporación de solapadas ! fundamentales- consideraciones crticas sobre la propia tetualidad de Laiseca/ “&ra como tomar máquinas destinadas a reali%ar diversas tareas ! desarmarlas en dos o tres grandes peda%os cada una, luego me%clar los distintos fragmentos )aciendo un ;nico montón ! ensamblarlos de manera arbitraria para formar nuevas maquinarias, ! obligarlas as a funcionar enc)ufándolas a un tomacorriente” II-2 !a más eplcito pero siempre en ficción/ “+or todo lo dic)o ! a fin de aclarar ciertos conceptos, )aré afirmaciones discontinuas sin )ilación aparente !, acaso, contradictorias. &l lector, )aciendo trabajar en su mente todas las “fórmulas” escritas, deberá captar el sentido total de lo que es imposible manifestar de manera distinta” 99@-. :omo si los libros de Laiseca fueran la glosa suburbana de un pro!ecto de escritura que no necesita teori%arse por fuera de la ficción. :laro que este gesto, este mecanismo, insiste m"s en Los sorias. +ero también es cierto que el arc)ipiélago de tetos de Laiseca que gira alrededor de Los sorias !a viene, antes ! después, siendo funcional a esta estrategia de legibili%ación de su propia ficción en su propia ficción. Eambién es cierto que este artificio es distinto de la “lectura estratégica” que 8icardo +iglia constru!e para seHalar de qué modos =orges ! no sólo =orges-, como crítico, genera las condiciones de legibilidad de su obra adiestrando la percepción de un p;blico acostumbrado a celebrar otras poéticas ! otros géneros."99$ &n este juego de posiciones puede ser estimulante apo!arse por un momento en el con perdón- esquema soriacéntrico, en el que la obra de Laiseca gira alrededor de Los sorias, con tal de oponerlo al gesto de dilación propio de 3acedonio 4ernánde%, quien, mientras promete incansable un centro, ! vive 'literariamente' del centro que promete 'sin cumplir', Laiseca cumple incansable, o mejor dic)o a cumplió, !a escribió su ma!or obra, ! destina las demás a seguir injertándole legibilidad a esa obra
de Los sorias, ! :ésar Aira lo seHala mu! bien/ “ Los &orias es el eorcismo que preside su obra, la operación mágica destinada a permitirle sobrevivir ! escribir desde la vida corriente. &l verdadero triunfo de esa maravillosa obra de arte es que fracasó en su cometido de eorcismo, ! Laiseca no sobrevivió. +or eso se puede )ablar de milagro.”"9I$
F. !ui"n de nosotros no plagiará el Facundo# =ajo el problema del plagio que este libro en ocasiones sostiene, insiste otro problema )asta a)ora apenas mencionado/ el de la relación de la obra de Laiseca con la tradición literaria argentina dominante. 0u escritura adopta al menos dos polticas aqu/ en una selecciona tradiciones no lo suficientemente institucionali%adas ni sistemati%adas por la crtica literaria que luego ! mu! probablemente por esto)ablará siempre a medias de su literatura2 en otra, selecciona %onas poco atendidas de las tradiciones “oficiales” ! de libros canónicos, lo que lo vuelve a )acer marginal incluso en su vnculo con tetos ! autores legitimados. &n estas elecciones se narra discontinuamente buena parte del juego de relaciones con laventuras de un novelista atonal es una novela que milita en la “desobediencia al canon narrativo oficial”2"9#$ 3iguel Dalmaroni llama a la obra de Laiseca una “rara avis”2"9G$ 4lavia :osta )abla de Laiseca como “erudito en cosas raras”."9M$ '(o hay aqu" un acuerdo t$cito en re)erirse a la obra de Laiseca desde sus rela"iones "on trai"ionesan(malas* +ues también lo )a! en )acerlo desde
sus relaciones anómalas con la tradición, gesto que se corresponde con parte de la lógica del plagio que sostiene en or favor!
Fpl"gienmeG/ “se pueden elegir tro%os poco conocidos del Antiguo Eestamento, de esos que no lee nadieN con el agregado de partes robadas de otros ladosN” IO-. %l pla#io, como la creaci+n, son entonces a esta lu arti)iciosa de lectura, selecciones intencionadas. >na lectura, en este caso, al
servicio del ensamble de fragmentos de lo conocido ! lo desconocido en una versión irreconocible de lo uno ! de lo otro. &l resultado es una parcial invisibilidad, ! con esto definimos no solamente la poética, sino el lugar de Laiseca en la gran tradición literaria argentina.
$. El %ito del eterno plagio &ero el pla#io, como la creaci+n, es tambin memoria, y es tambin olido. 0andra :ontreras seHala para la obra de :ésar Aira
que “estamos ante un arte cu!o modus operandi es la P)uida )acia delanteQ ! cu!o impulso ético primordial es el olvido como sintais del relato”."9O$ 0asturain seHala que Laiseca “apunta ! sigue adelante sin mirar atrás ni detenerse”2 ! “&l olvido es el imperativo de seguir adelante”, dice Aira sobre :opi."9*$ &n este coro conceptual apenas disonante sobre olvido ! ! olvido como- literatura, eiste, creo !o, un gesto un poco menos pragmático respecto de este movimiento
del seguir! seguir seguir del que participaran Aira ! :opi/ mientras que, al parecer, Aira ! :opi necesitan del olvido para relatar, en Laiseca, algo melancólicamente, parece poder narrarse a pesar de las fallas de la memoria, pero sin salir ileso emocionalmente de ellas. La relaci+n con el olido, en Laiseca, no abandona su l"nea en Por favor, ¡plágienme!, y podr"amos decir que es precisamente el olido como insistencia de la propia memoria cerca de las
declaraciones de =orges en una entrevista de 96OM- "96$ el que pone a funcionar el costado más elegaco de su poética. &se flanco, en Laiseca, lamenta la pérdida, la muerte o la rotura de la memoria/ 'o tengo un amigo que no puede pintar. Hace un tra8o después te dice 'ese tra8o o lo recuerdo! lo vi en tal o cual eposición) no puede seguir pintando. #s un problema que tiene mi amigo. =o creo que en realidad es algo m"s bien falso! pero de todas maneras creo que la memoria puede llegar a %oder. &in embargo a mí la memoria me ha audado mucho. =o tengo mu buena memoria). '/ cuando el pasado, la memoria, se actualia, por e0emplo, a tras de los sueos*
'#se es el precio que ha que pagar! que los muertos sigan vivos. ero lo prefiero al olvido. > 5arcelo ;o! mi amigo! siempre le asustaron las m"quinas del olvido. = por eso a veces se escribe! por eso! también! se lee.*3+' Por favor, ¡plágienme!:
+ero 0;per :!borg recordó. 8ecordó su pasado )umano sepultado, sus vidas anteriores. 0ufrió todas las muertes, incluso las agonas de los metales con que estaban construidas algunas de sus partesN ( en un sollo%o interminable, sin fin, como un poli%ombi que vuelve a sus innumerables tumbas, comen%ó a buscar las sepulturas de sus distintas partes, todas las bocas de las minas de los minerales con que )aba sido construido. Eena todas las tumbas para recorrer ! llorarN IKM&sta problemati8ación elegíaca del pasado 'palmariamente presente en otro lugar de Por favor, ¡plágienme! en el que se caracteri%a a un posible =orges que, renuente a plagiar el tomo de las obras completas de 0)aRespeare, emprende un viaje al pasado “para incrustar ese libro
donde perteneca” G*-', esta problemati%ación, digo, trasciende las acciones de personajes ! narradores ! forma parte de la propia máquina de narrar. Eodo lo antedic)o en este prólogo, puede sostenerse, funciona al servicio de esta m"quina de retorno de fragmentos de un pasado que insiste en no ser olvidado/ desde sus estribillos, su operación recurrente de “no tena dónde ponerlo” ! todas las versiones que en Laiseca eisten de la repetición, )asta el problema del plagio que, como repetición, garanti%a esa supervivencia del pasado/ “Nel plagio, aparte de ser un )omenaje al creador, trae implcita una forma de amor” #9-. &l plagio parece poder ser la versión estética de '! la militancia poltica en' la memoria. &ntre la lealtad ! la traición, las relaciones con el plagio son relaciones con el pasado, !, en este ambivalente vnculo que en Laiseca se mantiene con pasados no del todo registrados o no del todo centrales en nuestro canon, su escritura permanece a la ve% transparente ! parcialmente ilegible. Eransparente en su enunciación de apariencia 'las más de las veces' oral ! sin ornamentos, ! parcialmente ilegible, como !a se seHaló, en sus diálogos etraHos con la tradición o en su diálogo con tradiciones etraHas-. &ste juego de legibilidad
%l te!to )ue ori#inalmente un pr+lo#o para el libro Por favor, ¡plágienme! publicado por %udeba 3iblio#ra)"a b$sica no citada en el pr+lo#o
Aira, :ésar, “>na máquina de guerra contra la pena”, en 6abel! revista de libros! =uenos Aires, aHo I, nT 9I, 96*6. 4ogill, 8odolfo, “4ractal/ una lectura de Los &oria de Alberto Laiseca”, en Los libros de la guerra, =uenos Aires, 3ansalva, I@@*. Uramuglio, 3ara Eeresa, “&l realismo ! sus destiempos en la literatura argentina”, en Historia crítica de la literatura argentina! IC: #l imperio realista, =uenos Aires, &mecé, I@@I. 7urlat Ares, 0ilvia, “Los tetos”, en ara una intelectualidad sin episteme. #l devenir de la literatura argentina (1J4K- 1JJ, =uenos Aires, :orregidor, I@@M. +iacen%a, +aola, “ovelas largas ! etraordinarias Los &orias, de Alberto Laiseca, ! La Historia, de 3artn :aparrós-”, en 3ara :elia Vá%que% ! 0ergio +astormerlo, Literatura argentina. erspectivas de fin de siglo, =uenos Aires, &>D&=A, I@@9. 0arlo, =eatri%, “+oderes benevolentes”, en #scritos sobre literatura argentina, =uenos Aires, 0iglo WWF, I@@O.
0peran%a, Uraciela, “3agias parciales del realismo”, en 5il palabras. Letras artes en revista. =uenos Aires, nT I, verano de I@@9.
"9$ Alberto Laiseca, #n sue$os he llorado, prólogo de Juan 0asturain, =uenos Aires, La +ágina, I@@#2 p. 9I. "I$ Cbid , p. MI. "K$ Alberto Laiseca, Los sorias, prólogo de 8icardo +iglia, =uenos Aires, Uárgola, I@@#2 p. *K. "#$ Alberto Laiseca, 5anual &adomasoporno *e Mractat+, =uenos Aires, :arne Argentina, I@@O2 p. K. "G$ Alberto Laiseca, 6eber en ro%o (7r"cula, =uenos Aires, Altamira, I@@9. "M$ “Nel plagio viene primero, la creación después”2 p. 9G6. "O$ &n 4éli Xeinberg, #l salón literario de 124 , =uenos Aires, Librera Yac)ette, 96OO2 p. 9II. "*$ “:on ese realismo delirante que es mi estilo, con todos esos cálculos absurdos, en verdad, no )ago otra cosa que ponerme a la altura del universo, porque el universo es realista delirante”, dice Laiseca en entrevista con Uraciela 0peran%a para el volumen rimera persona. Nonversaciones con quince narradores argentinos, =ogotá, orma, 966G. "6$ 8icardo +iglia afirma en su prólogo a Los sorias/ “&l repertorio de lo que llamamos literatura argentina no forma parte del )ori%onte de Laiseca”2 op. cit . p. O.
"9@$ A la libreta de apuntes se va acercando, también, el 5anual sadomasoporno, en el que se adopta la poltica de “poner” fragmentos sin marco porque su artfice “no tena dónde ponerlos”. &l verbo “poner” parece de lo más relevante. +ermite arriesgar que lo espacial es un problema no menor en la escritura de Laiseca, ! qui%ás, que lo espacial es en gran medida lo que esta poética despliega ! dirime. "99$ 8icardo +iglia, Nrítica ficción, =uenos Aires, +laneta, I@@@. "9I$ :ésar Aira, “&l milagro de Laiseca”, 9evista O , I@ de ma!o de I@99. "9K$ Juan 0asturain, “+rólogo” a Alberto Laiseca, #n sue$os he llorado, op. cit ., p. G "9#$ 4ogill, “+rólogo” a Alberto Laiseca, >venturas de un novelista atonal , =uenos Aires, 0antiago Arcos, I@@I2 p. G. "9G$ 3iguel Dalmaroni, “Fncidencias ! silencios. arradores del fin del siglo WW”, 8oberto 4erro director-, 5acedonio, tomo * de Historia crítica de la literatura argentina, =uenos Aires, &mecé, I@@O2 p. 9I9. "9M$ 'Delirios de un novelista pasional), entrevista de 4lavia :osta, La Pación, IK de ma!o de 9666. "9O$ :ésar Aira, #ma! la cautiva, prólogo de 0andra :ontreras, =uenos Aires, &udeba, I@992 p. 9G "9*$ :ésar Aira, Nopi, 8osario, =eatri% Viterbo, 96692 p. KK. "96$ “Nel ma!or defecto del olvido es que a veces inclu!e a la memoria”, dice =orges en 9evista #tra, nZ 9KK, julio de 96OM. "I@$ &sta anécdota, que aparece en la entrevista que 8icardo 8omero le reali%a a Laiseca para el tercer n;mero de la revista Qliverio I@@K-,
está replicando Fpl"gienmeG 9*-
plagiando-
un
fragmento
de or
favor!
'''''''''''''''''''''''''''' '''''''''''''''< 4ern$n 3er#ara es escritor, msico y docente. acido en :apital
4ederal. Desde 96*6 reside en +uerto 3adr!n :)ubut- +atagonia. Docente en la >+0J=, sede Erele, ! en el F04D *@K, +uerto 3adr!n. Autor de +apeles relatos-. +ublicó reseHas crticas ! trabajos de teora ! crtica literaria en diversos medios gráficos regionales ! nacionales como [, +asado +or