Pastoral de salud Luis Chwesiuk
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Antropología de la persona en situación de enfermedad – Luis Chwesiuk
Luis Chwesiuk Pastoral de la Salud Antropología de la Persona en situación de enfermedad Artículos y Ensa yos críticos
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11723 © 2008, Luis Chwesiuk Gráfica San Bonifacio / Imprenta y Taller Protegido Impreso en Argentina - Marzo 2009 Se autoriza la libre distribución de la versión digital de este libro siempre que no se altere el contenido de su texto, se haga mención expresa al nombre del Autor y su contenido no se utilice con fines lucrativos. Diseño de tapa a cargo de Nicolás Moro. Ilustración de cubierta: Luis Chwesiuk. Diagramación interior: Martín de La Torre. - Ediciones Digitales del Sur Puede contactarse con el autor escribiéndole a:
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Antropología de la persona en situación de enfermedad – Luis Chwesiuk
INDICE Prólogo: por el Dr. Adolfo Domingo Torres (UNNE) Notaciones marginales del autor 00: Breve reseña biográfica 01: La escucha: ¿una cuestión de poder? 02: Le debo un gallo a Esculapio 03: Lindo fuego… lindo fuego 04: Es algo difícil crecer 05: Maldita sea la cruz 06: Ordénale a Dios 07: Navidad: Aventura colectiva 08: La sutil diferencia 09: Comunes, naturales y ordinarias 10: Voy a fingirme maniqueo 11: Sobre el derecho a imaginar a Dios 12: Hospital o institución de secuestro 13: Prácticas disciplinarias y apropiación 14: Sobre el derecho a la autonomía 15: Mal-estar en la pastoral 16: Adicciones: ¿Desafío pastoral, o conveniencia institucional? 17: ¿Pastoral de la Salud, o bio-pastoral de control? 18: El desquite de los Orishas
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Prólogo: Salud solidaria e inclusión Hay una vía natural y directa, entre el sentimiento de lo ético y su expresión en la práctica médica. Un camino por demás apropiado para manifestar y proclamar a plena voz ante la ciencia, que cada paciente es un suceso único y singular, aunque su biología sea semejante en todos los casos. Esa senda es la de una medicina solidaria con el hombre entero, sin fracciones ni mutilaciones metodológicas. En estos sugestivos ensayos y artículos de Luis Chwesiuk, alienta algo de mayor y capital trascendencia. Ya que en cada oración y en cada párrafo, está vibrando el anhelo de liberación de la técnica que fragmenta, mediante el compromiso con la persona total. Así como también, está palpitando el compromiso con aquellos que padecen los servicios de salud como una injusta circunstancia anómala, o como el padecimiento de una evidente y feroz arbitrariedad acostumbrada. En sus ensayos pastorales, que Luis Chwesiuk consagra a mirar los servicios de salud, desde la mirada del paciente; todos los trazos estilísticos y referentes bibliográficos, hacen crónica de circunstancias y vivencias que por lo general, a la mayoría de los profesionales de la salud se les escapa u obvian descaradamente. Exigidos, a la sazón, por cuestiones coyunturales o deformaciones profesionales. Hay, pues, una expresa intención en sus ensayos, la de aproximarse al reconocimiento de lo intensamente humano como fundamento de toda práctica médica, pero cultivado con máxima flexibilidad y no exenta de asonancias. Pero tampoco faltan las críticas al paciente que no se sincera, y que de hacerlo, en todas sus gallardas exigencias nos obligaría a indagar sobre aquellos errores que por cotidianos, resultan en una industria médica plagada de respuestas mecánicas, grietas y quiebres. También podemos encontrar aquí, el cálido fervor militante e idealista, la angustia teñida de ternura que todo amor inspira, y el ansia de encontrar en el equipo de salud el consuelo y la esperanza que el alma necesita. Todos estos elementos se repiten en generosa y seductora variedad reflexiva, para formar un canto único hecho de muchos y diversos capítulos. En Luis Chwesiuk, como en otros tantos y anónimos voluntarios, lo heroico, como máximo distintivo humano, está en la base de su entrega. No hay dudas de que estos escritos, formados en el culto a los derechos y dignidad humana, frutos del esfuerzo de cubrir desvalimientos y
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carencias ajenas; han mantenido y enriquecido aquella condición osada, y se erigirán en ejemplos inspiradores para todo el que los lea. El acompañante/compañero Luis, se ha revelado no sólo como ensayista de enorme manejo bibliográfico, sino también como poeta y artista plástico —otra forma de hacer poesía, otra forma de liberación. En él cesa el demérito de mantener en anonimato indebido, a todos aquellos voluntarios que han merecido el cariño y gratitud de los hombres y mujeres sufrientes a los que han ayudado. Que estos cálidos ensayos, sean un motivo más para comprender lo injusto que puede resultar para el paciente, los laberínticos recovecos de la salud pública; como así también la falta de recursos con la que deben lidiar los profesionales de la salud. En tanto el compromiso continúe floreciendo en el corazón y en las reflexiones de Luis Chwesiuk, seguirá desarrollándose el más puro y esplendoroso emblema de la calidez humana, que es la irrevocable vocación por una libertad que sabe cuestionarse a si misma. Dr. Adolfo Domingo Torres - Rector de la UNNE Mayo de 2009
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Anotaciones marginales Mis buenos amigos: En esta oportunidad quiero compartirles de manera sistemática, una serie de artículos y ensayos críticos que giran en torno a la persona en situación de enfermedad, y luego -y de lejos- a lo que se suele llamar “Pastoral de la Salud”. Estos escritos fueron reunidos, ampliados, actualizados y ordenados, con la intención de ofrecer nuevas herramienta a tan antigua tarea. Aunque debo confesar que, al escribirlos mi motivación fue muy elemental, pues solo intentaba poner en orden mis ideas y opciones personales. Abordé la tarea del acompañamiento pastoral en 1983. Por aquel entonces solo acompañaba a usuarios de drogas. Luego a menores penalizados en el Instituto Almafuerte, y posteriormente adultos penalizados viviendo con VIH/SIDA en el Penal de Olmos (ambos en La Plata / Pcia. de Buenos Aires). Desde 1995 hasta el presente, visito cotidianamente hospitales públicos de la Ciudad de Bs. As, y el conurbano. Hace más de veinte años que asumí esta vocación, y desde hace más de diez la vivo desde mi doble condición de enfermo crónico y acompañante pastoral. Viví parte de mi niñez y adolescencia en un país sacudido por la represión de estado. Represión que participaba de las luchas políticas e ideológicas, que condicionaron la realidad ciudadana e institucional en toda América latina. Esto me ha convencido de que la percepción que podemos tener sobre la salud, está fuertemente predeterminada por la realidad económico-social. Por lo tanto, mi percepción sobre la realidad de la salud del Pueblo empobrecido de Dios, no es una realidad a secas, sino una realidad percibida desde un determinado punto de vista. Comento esto, porque la experiencia me demuestra que todo lo que percibimos es observado y adquiere sentido, dentro y a partir de un marco teórico y solamente dentro de este marco podemos actuar sobre ello. De tal manera que el marco conceptual y espiritual dentro del cual interpretamos el derecho a la salud, y a partir del cual percibimos las posibles metas de nuestra tarea; está presente en los fenómenos sociales mismos (entre ellos la situación de enfermedad) y pueden ser derivados de ellos. Quizás por esto, creo que no se puede entender una pastoral de la salud desgajada del anclaje histórico de las instituciones eclesiales, y esto se evidencia en el hecho del peso que adquieren sus opciones y complicidades, en la interpelación de nuestra tarea y sus constantes reajustes. Tan es así que, cuanto más se reniegue de la necesidad de estos reajustes, mayores serán las
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certezas de hipocresía y contradicciones, que minarán la asunción de una posición profética frente a la realidad del hombre en situación de enfermedad. Este constante reajuste incluye no solo la praxis del acompañamiento, sino su mensaje ético y los enfoques doctrinales de las instituciones implicadas. Demostrando la estrecha relación entre persona en situación de enfermedad, sistema de salud/socio/económico, y la bajada pastoral de las complicidades corporativas. Según mi entender, los conflictos en torno a la connivencia de la pastoral de la salud con el poder que deshumaniza, no son comprensibles sin el análisis de la estrecha vinculación entre estos elementos. Sin embargo no puedo dar más que algunas perspectivas, evidentemente provisorias y muy personales. Quedará para otros, la tarea de intentar profundizar mucho más en estos aspectos. Presentadas mis motivaciones, y su evidente pérdida de inocencia ideológica, permítanme recordar que la contemplación del misterio divino en la persona en situación de enfermedad, no solo debe permitirnos reorientar la Pastoral de la Salud hacia una praxis evangélica y profética, sino a la instauración de los valores del reino de Dios y su justicia, a través de la praxis pastoral… Luis Chwesiuk
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La escucha: ¿una cuestión de poder? (2003)
00: Prólogo Estas reflexiones no intentan ser un recetario, sino una caja de herramientas iniciales entre las cuales algunas serás más útiles que otras. Pero lo importante no es la herramienta en si misma, si no su uso; y mucho más importante aun, es lo que motiva ese uso y sus destinatarios. Me propongo rumiar y compartir sobre el tema de la “escucha” y las formas del poder. Intentaré escribir algo sistemático, aunque no enciclopédico, pero para ello debo hablar de las personas involucradas, la finalidad y funciones de la escucha. Mis ambiciones son muy discretas, y solo me interesaré en un aspecto, que espero que también les interese a Ustedes. Presentaré este tema en un marco muy preciso: la actitud de escucha dentro del proceso del acompañamiento pastoral. Y me valdré de algunos de los elementos que me ofrece un movimiento filosófico contemporáneo denominado: fenomenología existencial. La presentación será una reflexión sobre lo experimentado. Soy consciente de que compartiré este trabajo con mujeres y varones religiosos, y que el tema de la actitud de escucha dentro del acompañamiento pastoral nos toca a todos, aunque de formas diferentes. Presupongo que todos tenemos un interés particular por este tema. Y doy por sentado en que estamos de acuerdo con las sugerencias expuestas, en los escritos generados por el Equipo de Pastoral Ecuménica en VIH/SIDA. 01: Toda explicación es un olvido... Escuchar: del latín auscultare. Auscultar: prestar el oído a ciertos sonidos... ¿Se puede explicar la escucha? Creo que no. No porque no sea posible, sino porque no es conveniente. La escucha no se puede explicar, si no que además no se debe querer explicar. Quizá porque explicarla diluiría su carga de denuncia, desactivaría su demanda, neutralizaría su interpelación profética y con ella el más importante de sus dones: la responsabilidad. No la responsabilidad de los “técnicos que operan” con la actitud de escucha, sino la de sus beneficiarios. ¿Qué significa la responsabilidad ante la escucha? La responsabilidad por la escucha, se desvanece con la desaparición de los participes de cualquier diálogo.
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En cambio la responsabilidad ante la escucha, es mi destino en cuanto hombre humanizado. Porque desear prestar el oído a la palabra inaudible del herido en su dignidad, no es cuestión de técnicas, sino que es una modalidad del ser. Mi responsabilidad ante la escucha, también lo es ante la palabra inaudible del herido. Escucha y responsabilidad ante lo escuchado, son una misma cosa. Mi responsabilidad ante ella, que es la responsabilidad de los que recogen la sucesión del otro, me impone el deber de comprender e inhibir cualquier explicación. En la palabra inaudible del herido, hay un algo que no puedo ni podré explicar; y que sin embargo estoy invitado a comprender. No lo puedo explicar, porque si lo hiciera convertiría la vida (ajena y propia) en mero acontecimiento, en dato sucedido y tal ves destinado a la omisión, en referencia condenada a la desmemoria. En cambio cuando comprendo forjo en mí el más intenso ejercitar de la escucha, el de una escucha inacabada, inabarcable e inserta en un proceso histórico. Cuando escucho la palabra inaudible y comprendo su singular dimensión, esa palabra jamás habrá dejado de pronunciarse, jamás habrá dejado de suceder, será permanentemente presente; y yo permanente heredero... permanente testigo. La palabra inaudible que no deja de suceder, me hace testigo y rehén de lo escuchado. En algún punto, al prestarle la palabra al otro para que se pronuncie a si mismo, también me convierto en testigo de ese pronunciamiento. Muchos de los amigos que acompañamos en el Hospital, son víctimas de la cultura del silencio; y el escucharlos nos compromete con el ejercicio de “esa” memoria que evita que sus vidas pasen al olvido. A veces somos los únicos testigos de historias de vidas, que si no fuera por nuestra escucha pasarían al mundo de lo impronunciable e indescifrable. A lo mejor, la escucha no es una cuestión de técnicas, no es una cuestión de destreza o dominio; si no que es una de las manifestaciones del misterio del ser, y sus múltiples singularidades. La escucha no es un “problema”, si no un “misterio”. Frente al problema soy espectador, por que estoy “frente a”; mientras que en el misterio soy partícipe envuelto y comprometido “junto a”. Pero: ¿por qué no es una cuestión de técnicas? Porque la escucha atenta también es una expresión del permanente devenir de la existencia. Y al igual que en el devenir de ella, y en el permanente juego de elecciones que implica el existir, también en la escucha se define mi “ser”, o mi “no ser”. Toda vez que me elijo, elijo ser y soy; pero cuando renuncio o enajeno mi elección, elijo no ser y no soy. Soy cuando elijo ser el que soy, cuando soy fiel a mi mismo, cuando soy auténticamente el que soy; cuando mi ser no es auténtico, en realidad no soy, y solo parezco ser. ¿Será que la cuestión de fondo es: ser o no ser?
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¿Poder ser, o poder hacer? ¿Poder escuchar, o poder operar la escucha? ¿Escucho por ser quién soy, o por domino técnico? Dentro de cada una de estas preguntas irrumpen las palabras: poder, operar, dominio, elección... Les invito a trabajar un poco con estos términos.
02: ¿De qué hablamos cuando hablamos de poder? Si buscamos en el diccionario la palabra poder, nos encontramos con diferentes acepciones. De entre las encontradas seleccioné cuatro. Ellas dicen lo siguiente. 1. Dominio, imperio, facultad para mandar. 2. Suprema capacidad rectora y coactiva del estado. 3. Fuerza, capacidad, posibilidad, poderío. 4. Tener disponible la potencia. Tengo la impresión que la palabra “poder” no quiere decir siempre lo mismo. Hasta podría decir que las dos primeras definiciones refieren a una cosa y las otras dos a otra, o que en estas definiciones aparecen significados opuestos entre sí. Las dos primeras definiciones hacen mención a la coacción, a la imposición, al dominio, y las otras dos hablan de facultades, de posibilidades o de potencias. A lo mejor, las primeras hablan de lo que a partir de este momento les invito a llamar poder de dominio; y las dos últimas hablan del poder de potencia. Es evidente que referirme al poder puede resultar algo bastante ambiguo, y exige de algún esfuerzo extra que me permita aclararlo. Por un lado estamos hablando del poder como la técnica del dominio, o la técnica de imposición sobre algo o alguien; y por el otro hablamos del poder como capacidad, potencia o posibilidad de ser. Resumiendo: podemos hablar de poder de dominio como “poder hacer”, o poder de potencia como “poder ser”. Me permito ahora inferir que estos dos tipos de poderes, mantienen entre sí, una relación inversamente proporcional. A más Poder Hacer, menos Poder Ser. A más poder de dominio, menos posibilidades de ejercer el poder de potencia. Ante todo esto, llego al punto de poder manifestar que en la relación de escucha de lo que se trata es de contemplar el misterio del ser, o condicionar su manifestación.
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PODER DE
DOMINIO
PODER DE
POTENCIA
PODER HACER
PODER SER
La relación de escucha (en el marco del acompañamiento pastoral) comienza cuando una persona “herida en su dignidad” se relaciona con un Acompañante Pastoral, para resolver un conflicto de poderes, con toda la ambigüedad que hablar de poder tiene. Ahora bien, el acompañante pastoral se acerca, no porque el otro esté herido en su dignidad; sino porque el otro, habiendo nacido libre, digno y pleno, está siendo herido. El acompañante se acerca porque reconoce que el otro, teniendo el derecho de ser reconocido, se encuentra humillado y avergonzado. Y en la relación que establezcan acompañante y acompañado, también surgirán conflictos de poder. Ya que en cualquier relación intensamente humana, siempre aparecerán complicaciones surgidas de entre el poder Ser, y el poder Hacer; sin olvidar que lo que está en juego es el ocultamiento, o la proclamación del misterio del ser. De cómo se resuelva esta puja entre poderes, dependerá la resolución del conflicto. Poder ser, o poder hacer... esa es la cuestión... ¿Escucho porque soy, o escucho para hacer? Adhiero a una concepción del hombre o mujer, en la que son considerados seres situados, encarnados y comprometidos con su “estar siendo en el mundo”; identificados con su carácter relacional, a través de su trato con lo que lo rodea y su mismidad. Esto es parte de lo que nos lleva a creer en las potencialidades del acompañado y en su destino histórico. Por eso, mi servicio como acompañante nace y se dirige hacia esa confianza básica en el acompañado. Confianza en su sabiduría y capacidad de comprensión, confianza en su generosidad y capacidad de lucha, confianza en su palabra. Y esta concepción nos revela a un ser humano, que a diferencia de los objetos que lo rodean, fluye constantemente desde su existencia hacia la existencia de lo “otro”, es decir como un sujeto que no padece su ser sino que lo ejerce. Siempre esta “siendo algo” en un continuo “hacerse presente” a través del permanente fluctuar entre los condicionantes de la vida.
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En esta indisoluble relación que implica el existir, o el “ir siendo lo humano del hombre”, ambos términos del poder se condicionan mutuamente. Ya que en esta relación inquebrantable que establezco con “lo otro”, con “el otro” y con migo mismo, se da permanentemente un conflicto de poder. ¿Pero de cual poder? De los dos poderes, del poder ser y del poder hacer, del poder de potencia y del poder de dominio; y de cómo resuelva este conflicto despenderá la resolución de las dificultades en la relación de escucha pastoral. Necesito seguir intentando aclarar la ambigüedad que el término poder nos presenta. Poder de potencia, y poder de dominio. ¿A dónde nos lleva cada una de estas facetas del poder? ¿Qué pueden significar en el desarrollo de mi actividad como Acompañante pastoral? ¿A qué aspectos del ser humano se refiere? ¿Sentirse objeto o sujeto, tendrá algo que ver con todo esto? ¿Cual de los poderes tendrá que ver con el desarrollo del ser, y cual con el desarrollo de objetos? ¿Tendrá esto algo que ver con la libertad? ¿Cual poder generará “heridos”? ¿Cual es el poder de la cultura del “hiriente”? La lista de interrogantes es larga, porque este es un intenso conflicto en el que se debate mi modalidad de “ser humano”, y con el tengo que lidiar a diario; ya que en mi trato con “lo mundo”, “lo otro” y con migo mismo... estos poderes se manifiestan. El poder Ser o poder de potencia, es el que hace que el ser sea en cada una de sus manifestaciones, es el que me hace “ser quien soy”. Es el que me dispone a disponer de mi mismo, es el que me dispone a ser sujeto de mi mismidad creando y re-creando mi propia modalidad de existencia; está asociado a la vida, al ser sujeto y no objeto. Está asociado a lo creativamente lúdico, y por lo tanto a lo imprevisible, a los procesos en desarrollo y no a “lo concluido”, a lo dinámico y no a lo estático. Este poder de potencia otorga una confianza básica en la fuerza (potencial) del acompañado, dándole al servicio de acompañamiento un tono de esperanza e inclusive de alegría fundamental. Está asociado al amor, en tanto incondicional respeto por ese “totalmente otro” que es el sujeto amado. Y en esto del acompañamiento pastoral, la relación de escucha ha de ser un "acto amoroso". O mejor, ha de desarrollarse dentro de un "espacio amoroso". Sin esta actitud espiritual, el poder de potencia se convertirá en poder de dominio, y toda la metodología tenderá a convertirse en “tecnología de estimulación”. Me permito concluir que este poder de potencia, está asociado a la vida misma, a ser libremente quien soy. Está hermanado a la libertad apropiada y convertida en “libertad para”. Ejerzo poder de potencia en mi relación de escucha, cuando como acompañante intento amar al acompañado, amándolo en tanto “acompañado-sujeto" y sin convertirlo en “acompañado-objeto”.
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Es amarlo en razón de fin y nunca de medio, aunque sea para objetivos tan altruistas como la instauración de un "proyecto de vida" o la "restitución de la dignidad perdida". Querer bien al acompañado es querer su bien. Es luchar por su igualdad, buscando su autonomía. Pero más que una regla metodológica, este es un criterio para evaluar mi actitud: ¿Mi estilo de acompañamiento devuelve la autonomía o esclaviza?... ¿libera o somete? ¿Responde al poder de dominio, o al de potencia? Pues amar al otro como “acompañado-sujeto” es amar sus posibilidades y su futuro. Es amar lo que “él es hoy”, para que llegue a ser lo que por derecho puede y debe ser. De esta manera el trabajo del acompañante junto al acompañado, será un trabajo de liberación: para quitar lo que estorba, y diluir los impedimentos que obstaculiza la vida y el desarrollo. Con esta disposición ética y espiritual de la ayuda, coloco al acompañado en el centro de mi servicio de acompañamiento. Pero se trata, una vez más, del acompañado-sujeto y no del acompañado-objeto. Y colocar al acompañado-sujeto en el centro, es considerarlo señor de su destino y creador de su caminar. Es tomar en serio su libertad y su autonomía, su potencialidad y su esperanza. Pero claro, esta libertad que me da la libertad de ser quien soy, y valora al otro desde su “ser quien es” también me deja momentáneamente solo y angustiado; porque el ejercicio del poder de potencia, me enfrenta con la angustia del ser. Soy libre tanto para esperar, como para desesperar; tanto para “ser quien soy”, como para alienarme en la in-autenticidad. La situación de acompañamiento pastoral me hace participe del misterio de “un otro” cuyas gracias y des-gracias desconozco, y de naturaleza siempre sorpresiva... que a lo mejor me angustia por no poder pre-verlo. ¿Y que hay del poder hacer, o poder de dominio? Este poder es el que en mi ser-en-el-mundo trata de poner bajo control los distintos factores que aparecen en las relaciones humanas. Es decir que: ante la aparición del poder ser con toda su carga de espontáneas manifestaciones y libre imprevisión, también aparece la angustia y con ella el poder de dominio que intenta imponer un control compensatorio que mitigue el miedo ante lo no anticipado. Por lo tanto el poder hacer, está al servicio del control y la “cosificación” de aquello o aquellos, con quienes me relaciono y vivo como peligrosos. El poder de dominio, convierte en “cosa” todo aquello que altere mi sensación de seguridad y equilibrio. Porque solo las cosas, pueden sen manipuladas. Este “poder hacer”, está particularmente presente en mi mismo y su campo de acción es el de mis vínculos cotidianos, y por su puesto también podría estar presente en las relaciones de escucha que sustentan mi actividad como acompañante pastoral.
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El poder de dominio puede ser válido para fijar pautas de convivencia, como por ejemplo cuando estudiamos la naturaleza e intentamos “controlarla” en beneficio... o maleficio del hombre. Pero cuando ejerzo el poder de dominio sobre los hombres, o sea sobre mi mismo, esto adquiere mayor dramatismo. A la naturaleza difícilmente pueda destruirla definitivamente. Sin embargo, puedo matar definitivamente al hombre con solo destruir en él su “ser sujeto”. ¿Cómo se hace? Fácil... convirtiéndolo en objeto rotulado, en un bien consumible privado de la libertad de ser quien es. De esa libertad que tanto me asusta por imprevisible. Lo más tremendo de esto, es que el primer campo de ejercicio de este “poder hacer”, para “poder dominar”; no son aquellos que estás en relación con migo, sino mi mismidad... frenando y manipulando mi ser, restringiendo las posibilidades de ser plena y libremente el que mi “ser quien soy” me proporciona.
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Poder Ser
Poder Hacer
Poder de Potencia
Poder de Dominio
Ser-en-el-mundo. Vida + libertad = angustia Imprevisibles posibilidades. Sujetos de la historia. Disponer de nuestra mismidad. Celebra la inclusión. Reconoce al otro, en tanto totalmente otro. Procesos en desarrollo. Dinamismo creativo. Respuesta lúdica ante el desafío. Amor incondicional.
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Dominar lo no previsto Vida + control = seguridad Limita las posibilidades Objetos de la historia. Negación de nuestra mismidad. Celebra la exclusión. Desconocimiento del otro. Procesos restringidos. Culto a lo estático. Respuestas pautadas ante el desafío. Afectos condicionados.
Este “poder hacer para poder dominar” que ejerzo sobre “el nosotros” y “los otros” puede adquirir diversas formas, desde las más brutales y obvias, hasta las más sutiles y refinadas. Desde la represión del estado hasta la caricia manipuladora. Desde la picana hasta el “te quiero...pero tendrías que”. Desde la censura absolutista, hasta el delirante destape. Desde el “nada puedo” hasta el “todo lo puedo”. Desde los “hijos de nadie” hasta los “hijos del poder”. La propuesta final es siempre la misma. Anular el perfil de sujeto, y deshumanizando al hombre, manipularlo o utilizarlo de acuerdo a diferentes intereses. Es en este suelo profundo en donde echan sus raíces las prácticas y las estructuras de dominación del “hombre por el hombre”. Y aquí es preciso ser radical ya que la raíz del hombre es su corazón, o sea su libertad.
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En lo particular creo que una de las formas más sutiles de poder de dominio es la del “conocimiento científico”, sea cual fuere su color, poco importa si es teológico, médico o psicológico; en todos los casos intentará a través de distintas tipificaciones, rotulaciones, calificaciones, etiquetas y juicios, encerrar al hombre entre fórmulas que le devuelva la tranquilidad, evidencia y certeza de poder pre-verlo. Toda vez que abusando del “poder hacer” trazo una serie de signos sobre mi y sobre los demás, imponiéndonos rótulos clasificadores como si de cosas se tratase; tranzo con la ilusión de tener “todo bajo control” y del “saber como actuar”. “Solo la ciencia es capaz de hablar en tercera persona” (Gabriel Marcel) Y debo confesar que esto también sucede en mi actitud de escucha. El rotulo manipulador me hace creer que estoy asumiendo una relación entre “sujetos confirmados en la paridad”, pero en definitiva solo he logrado que el fluir de la existencia se interrumpa, y se sujete a moldes seguros, tranquilos y libres de angustia. De hecho, la lucha no es solamente contra los emisarios de la opresión, externos al acompañado; sino también contra los toques de opresión, internos a la relación de escucha, a su conciencia y a su práctica. En este aspecto descubrí que no es muy difícil distinguir cuando esos toques de opresión se instalan en la relación de escucha, alterando el trato de igualdad fundamental entre acompañado y acompañante. La señal más irrebatible la encontré en la libertad de palabra que tiene el acompañado frente a mí, si lo respeto en tanto sujeto. Esa libertad traducida en un hablar franco y crítico (incluso hacia mi mismo), es el índice de que hay fraternidad y sanidad en esa relación. En cambio cuando esos sutiles toques de opresión condicionan la relación, el acompañado se despoja de su propia palabra. A veces esos sutiles toques pueden convertirse en paternalismo, u oportunismo asistencial, entonces la actitud del acompañado será de expectativa utilitaria, de gratitud servil o de dependencia. Y la señal más clara de esta dependencia es la palabra eco, la palabra reflejo: el acompañado aprende a decir lo que yo espero que me diga, y no lo que él desea decir. Respecto a la libertad de palabra, creo que todos estaremos de acuerdo en que el discurso del acompañado (dependiendo de sus códigos culturales), suele ser el discurso de la propia vida; y que pasa por el gestos y no tanto por la palabra (sobre todo en el caso de los usuarios de drogas). Por eso mismo es preciso sobre todo observar y también escuchar. Pero escuchar intentando percibir bajo el discurso aparente, el discurso latente. Lo que el acompañado dice interesa menos que aquello que quiere decir. De hecho, el carácter metafórico es característico de su lenguaje; dicen una cosa para significar otra. Esto forma parte de sus “técnicas de supervivencia”. Como acompañante sería muy ingenuo
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si intentara interpretar todo literalmente, sin sostener una mínima actitud crítica. Hablo de “actitud crítica”, no de desconfianza. Esto me ha llevado a observar con cuidado los modos y gestos del acompañado, ya que necesito conocer la historia de sus luchas previas. De hecho, mi intervención como acompañante se da dentro de un proceso de lucha que ya ha sido iniciado por el acompañado. Yo no vengo a inaugurar nadar, sino que se me ha dado la gracia de ser un continuador. No un fundador, sino un seguidor. No un padre, sino un hermano. Este entendimiento crítico de la realidad me permite también discernir entre lo que es propio del acompañado o apropiado para él en función de su dignidad; de lo que es disfuncional y alienante. En suma, mi relación de escucha sólo será radicalmente liberadora cuando arranque de esta raíz; el de una actitud acogedora y positiva para todas las manifestaciones del acompañado: modos de hablar, de querer y desear, de vestir, de cocinar, de comer, de divertirse, de trabajar, de cuidar su salud, de tratar con sus afectos, de relacionarse con el poder, de rezar... he imaginar a Dios. Mi actitud de escucha liberadora (poder de potencia) me permite discernir que, si el acompañado es pobre es porque hubo y hay un empobrecedor. Si es débil es porque hubo y hay un debilitador. Si no es libre es porque hubo y hay un carcelero. Si es ignorante es porque hubo y hay un desinformador. No es que los acompañados haya sido alguna vez ricos, fuertes y sabios. Lo que sucede es que a él/ella sistemáticamente se le prohibió desarrollarse, se le impidió crecer, se le reprimió en sus potencialidades y se le cohibió en sus aspiraciones. Y es mi tarea definir: ¿qué lugar refuerzo o favorezco en este juego de oposiciones, con el ejercicio del poder en mi relación de escucha? Vuelvo a la pregunta original: ¿Escucho porque soy... o escucho para hacer?
03: Compartir la palabra inaudible Hasta el presente creo que el acompañamiento es una forma de relación entre personas para la obtención de una finalidad. ¿Cual es esa finalidad? Buceando en la raíz etimológica de las palabra acompañamiento, descubrí que comparte la misma raíz que las palabras compañía, o compañero: del latín “cum”, con; y “panis” pan. ¿Estaré forzando el signo lingüístico, si dijera que la actitud de acompañamiento tiene por finalidad “compartir el pan”. Pero: ¿de qué pan se trata, de qué alimento? Compartir el pan, ¿implica que alguien lo tenga y otro lo necesite? ¿Qué nos puede decir sobre esto, el rótulo de “acompañante” y el de “acompañado”?
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De acuerdo a este esquema, por un lado interviene el acompañante, o sea... el que tiene la responsabilidad de acompañar: y por el otro el acompañado, o sea... el que se deja acompañar... el que viene a buscar y recibir los beneficios de la acción de acompañamiento para verse librado de la carencia, lo faltante, o como queramos llamarlo. La forma como se va a establecer esta relación y como se desarrollará y resolverá, va a depender de las actitudes de poder que los partícipes de esta relación aporten a la misma. Si adhiero al esquema médico / científico, descubro que el acompañado se deja acompañar por que no puede con sus “males”; suponiendo que la otra parte de la relación si “puede” con ellos, o tiene los conocimientos que le permitan “poder con ellos”. A su vez me relaciono con el acompañado confiando en que yo tengo los “poderes” que el paciente no tiene. Es decir, uno tiene poder y el otro no; “uno tiene el pan y el otro las ganas de comer”. Si adhiero al esquema ético / jurídico, descubro que el acompañado no puede con su “estigma social”, y supongo que yo si puedo con ese estigma. ¿Se dará la misma distribución de roles en una relación basada en un modelo de amistad liberadora? En este modelo: ¿seguirá en pié una posible relación entre alguien que “puede”, y otro que “no puede”? ¿Será posible continuar identificando al que puede con el Acompañante, y al que no puede con el Acompañado? Cuando comencé esta reflexión, propuse que en la relación de escucha de lo que se trataba era de resolver el tema del poder. ¿Pero de cual poder: el poder de dominio (hacer), o el poder de potencia (ser)? ¿Un problema de poder de quién: del acompañante, del acompañado, o de ambos? Continúo con el acompañante, ya que (por el momento) se supone que es el encargado de solucionar este problema. ¿Qué pasa con la relación de escucha y el poder? ¿Ejercemos los “escuchadores” algún poder? Yo me atrevo a pensar que como cualquier persona que presta una ayuda ejerzo un poder, y me parece saludable el reconocerlo. ¿Pero cuál poder: el de potencia, o el de dominio? Ustedes sabrán disculparme, pero no puedo impedir que surjan más preguntas: ¿En que condiciones estoy para enfrentar, manejar o ejercer el poder? ¿Qué es lo que me ha llevado como “acompañante escuchador”, a estar en medio de este dilema? ¿Por qué, y para qué elegí ser acompañante pastoral? La respuesta que se me ocurre a esa última pregunta, tiene un valor estrictamente personal, puede ser objetada, y me parece bien que así sea. Creo, que llego a desear ser acompañante pastoral por identificación con determinados valores éticos. No me acerca al otro “su herida”, sino mi reacción ante la injusticia institucionalizada que
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logró apoderarse de su dignidad y libertad. Y la práctica de la justicia, y los valores del Reino son una misma cosa. Ahora bien, no puedo asumir esos valores éticos sin kénosis (despojamiento, vaciamiento) y apertura a la metanoia (conversión). Mi modalidad de identificación con ciertos valores éticos, me invita a la revisión de mi propia vida (kénosis), y a la “reparación” (metanoia) de aquello que en mi existencia aun no pude sanar. Yo también he sido herido en mi dignidad, y a través de esta reparación ejerzo mi derecho al seguimiento de Cristo. En lo particular entiendo que no se puede aceptar la invitación del seguimiento e identificación con la causa del Reino, sin estar dispuesto a ser enteramente humano, esto es: a convivir con mis más profundas contradicciones, por muy desagradables que estas sean. A través de este “seguimiento reparador”, intento encontrar respuestas a mi “dilema personal de poder”, tratando de resolver el antiguo conflicto humano del ser o no ser, “poder ser, o poder hacer”. Ante este conflicto de poder surgen en mí tres posibles actitudes: aceptar – negar – resolver. De estas tres posibles actitudes, he comprobado que la de negación es la más inquietante; si como acompañante no creo tener problemas de poder, me convierto en el esclarecido que posee todo lo que los demás necesitan, y lo que es aun más grave, creo albergar en mi todo lo que yo mismo necesito. De acuerdo a esta modalidad de negación, me convierto en el que tiene el poder absoluto, y todos conocemos lo que pasa con aquellos que creen ser omnipotentes, y esa no tan rara habilidad para establecer relaciones de dominio-dependencia / sometimiento-anulación... obvias o sutiles... No creo que sea un gran obstáculo el que esté experimentando relaciones de acompañamiento y escucha, tratando de resolver simultáneamente mis conflictos con el poder. Ya que si lo acepto así, me será mucho más sencillo ponerme en el lugar de quien se deja acompañar, vivenciándolo desde “su lugar” (empatía); en tanto que el acompañado también tiene sus dilemas de poder. Alguno podría sugerir que lo bueno sería que el acompañante tenga resuelto sus problemas con el poder, pero en verdad creo que esta es una dificultad que nunca llega a resolverse. Y lo creo así, porque en este pozo de fondos sucesivos que es nuestra mismidad, la permanente actualización de la angustia generada por la tensión entre lo que soy y no soy, o entre lo que puedo, lo que no puedo y lo que me puede, es lo que me permite vivir en vez de imitar la vida. ¿Y que pasa con los acompañados? ¿Qué pasa con nuestros amigos en el hospital, o con los integrantes de sus grupos afectivos? ¿Qué pasa con aquellos que se dejan acompañar? En un principio me permito evaluar que los acompañados también tienen sus problemas de poder. Pero ¿de cuál poder? ¿Un problema de poder de dominio, creyendo que el acompañante tiene el poder de darle aquello de lo que se sienten carecer? De ser así se daría una relación entre un
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omnipotente y un impotente, con todo lo que esto puede significar. ¿Este tipo de relación favorecería la aparición del poder de potencia? Pero ¿qué pasa cuando el problema del acompañado es el urgente ejercicio del poder de potencia, y cuando este es el que permite al acompañante convertirse en el respetuoso testigo que le recuerde habilidades olvidadas? ¿Qué pasa cuando el acompañado nos desoculta su vida, convirtiéndonos en testigos de esa vida que apenas alcanzó a poseer? ¿Qué pasa cuando ellos nos convierten en “prestadores de la palabra”, para poder recordarse en ese pronunciarse que hace tiempo se les torno inaudible? Deseo compartirles, que en beneficio de mi servicio como acompañante y en desmedro de mi soberbia, he descubierto que el acompañado no es una zona virgen, sino un terreno marcado por vivencias pasadas y presentes. La historia del otro no comenzó con mi llegada a su vida, sino que ya estaba comenzada. El otro no esperó a mi llegada para comenzar a vivir. Y me resulta muy sano reconocer esto, pues solo así puedo valorizar al máximo ese capital de luchas y de saber acumulado por el acompañado. Sólo así me resulta posible, si el otro me lo permite, reaprovechar ese capital en las prácticas y propuestas que avancen hacia la liberación, o de reforzar su marcha con la contribución proporcionada por el acompañado. Nuestros amigos en el Hospital (o fuera de el) poseen potencial y fuerzas en reserva, a la espera de su activación y listas para su aparición. Ellos son los únicos encargados de incorporarme a su proceso de liberación a título de “amigo garante”, un amigo que “sirve afirmando y se afirma sirviendo” (L.Boff). Pero para que esto se dé, como acompañante debo comenzar respetando la palabra del otro. Diga lo que diga, alienado o moderado, el acompañado debe ser oído por mí con atención y respeto. Y ese respeto también me lleva a valorar su historia y sus prácticas habituales. Esta valoración me instala en la docilidad ante las iniciativas del acompañado, confianza en sus propuestas o sugerencias, y colaboración con su acción creativa y espontánea. Él o Ella son el agente principal de su liberación... pero no el único. No es que como acompañante no deba cuestionar o desaprobar iniciativas del acompañado, sino que, para tener ese derecho, debo comenzar por respetar la libertad de iniciativa del acompañado y su decisión final. Evidentemente, la confianza en el acompañado no es ingenuidad e irresponsabilidad, y exigen de preparación y precaución. Pero todas esas conveniencias instructivas ocupan lugar dentro de aquella primer actitud de escucha: confiar en el acompañado como sujeto principal de su historia. Junto con el respeto a los acompañados, es importante nutrir en mí una actitud de escucha desde la disposición al aprendizaje, a la crítica y a la mutua corrección. Todo esto me exige crecer en
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kénosis, porque la actitud de escucha no surge de la sumatoria de técnicas, sino, tal vez... de la conversión. Pablo Freyre decía que: “Educar no es convencer, sino pensar la propia vida” No es con razonamientos como podré recordarles que aun poseen potencial y fuerzas en reserva, sino con acciones concretas y con mínimas reflexiones sobre ellas. Por ejemplo: una acción concreta es el ejercicio de la caridad, válida en si misma, pero sin reflexión sobre su dirección rápidamente se convierte en asistencia paternalista. Me queda claro que la acción por sí sola, sin reflexión, no educa. Pero para que sea educativa, la acción necesita ser digerida y asimilada. Y esa es la función de la reflexión, pero de una reflexión "en grupo", en mi caso un diálogo entre dos. Es durante este diálogo entre dos que la actitud de escucha me lleva a compartir con el acompañado un mismo escenario, el de la liberación; y si bien nunca salgo de ese escenario, la experiencia me demuestra que voy cambiando de papel. El otro me permite continuar siendo parte viva de su marcha, pero cumpliendo diferentes funciones. Una vez que he sido incorporado por el acompañado, tiendo a desaparecer como acompañante, pero no como persona... y es allí cuando comienzo a ser llamado “amigo”.
04: Como para ir cerrando... No se porqué pero siento la exigencia de sellar los interrogantes que fui abriendo, y la evidencia de no tener las herramientas para hacerlo. A lo mejor este no es el momento de responderlo todo, y si es el de convivir con la ausencia de respuestas... tal como sucede en la relación de escucha. Por el momento, hasta aquí y ahora, tengo la certeza de que la relación de escucha delata conflictos entre el poder ser y el poder hacer; y que este conflicto tiende a eclipsar o proclamar las expresiones del misterio del ser. Si lo que prevalece es el poder hacer (dominio), entonces entorpeceremos la aparición del poder ser (potencia) de ambos. Y si esto sucede, le estamos quitando a esta maravillosa relación de paridad, su caudal de enriquecedora sorpresa e inquietantes promesas de crecimiento; convirtiendo la relación de ayuda, en un lugar más para el exilio. Esta es la confrontación de base, ser o hacer, potencia o dominio, escuchar o privar, y la elección es para ambos... acompañante y acompañado.
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Le debo un gallo a Esculapio (2004) “Le debo un gallo a Esculapio, me ha curado de la vida, voy a morir.” (Sócrates)
Elegí esta punzante frase que se atribuye a Sócrates, para compartirles lo que a mi parecer constituye una realidad por demás habitual en nuestros Hospitales públicos. El Estado Argentino provee de médicos, de medicación Anti Retro Viral (ARV), de servicios de salud especializados; pero también provee de una interesada y sagaz violencia que nos pasa por arriba y hace tambalear nuestros valores básicos. Por un lado se “cura” al enfermo, y por otro, se lo confina a la esperanza de alguna oportuna muerte que supla esa comida que nunca alcanza, o la oportunidad de dignificación que nunca llega... Se que como acompañante hospitalario mi presencia entre ellos no es inocente, y es por eso que me decidí a compartirles esta reflexión. La violencia que les estoy describiendo no es algo que “sucede”, sino que es una construcción que todos –por elección u omisión- edificamos día tras día. Las salas de nuestros hospitales públicos no están exentas de estas formas de violencia, y mucho menos nuestras formas de voluntariado o acompañamiento pastoral. Pero esta violencia también es una pedrada que nos devuelve esa Argentina que no queremos reconocer, un país-otro que hace mucho tiempo dejó de esperar que el Hospital sea un “Lugar de encuentro entre el hombre y su dignidad”1 Esa “argentina” es el país de los descartados, los excluidos, los periféricos, los infectados, los temerosos, los desocupados, los emborrachados, los estigmatizados, los indocumentados, los patológicos, los que siempre están en la ventanilla equivocada, los que no entienden nada y hay que explicarles todo muchas veces, los que prefieren las estampitas de la Difunta Correa1[1]... a las de la “Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt”. Desde hace muchos años la corrupción viene siendo premiada como si de una virtud sabrosa se tratara. Junto a ella conviven antiguos inventarios del terror convertidos en norma de convivencia,
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Titulo del libro editado con motivo de los 100 años del Hospital Muñiz. Imprenta de la Ciudad, 22 de octubre de 2004 El culto a la "Difunta Correa", es una devoción popular no oficial, propia de algunas provincias del Interior del país. Recordemos que Buenos Aires es considerada por buena parte de los residentes del interior del país, como la meca del bienestar económico y posibilidades laborales. A ella llegan de a cientos diariamente, trayendo consigo sus códigos culturas y esas magníficas maneras de imaginar a Dios y lo divino. 1[1]
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la humillación sistemática de la persona humana sometida a la deslealtad social, el reciclado ideológico, la censura velada, la desocupación y el hambre que llegan a límites extremos. Los productores argentinos está exportando alimentos para 270 millones de personas, pero el estado elige no darle de comer a esos 3 millones de ciudadanos que sobreviven por debajo de la línea de la miseria (menos de 1dolar al día). Nadie habla de los 4 millones de argentinos expuestos al mal de Chagas, de los 5 millones expuestos a la tuberculosis, o de los miles de adolescentes que -solo en la Provincia de Buenos Aires- han dejado la escuela secundaria... porque éstas no cuentan con comedores que les ayude a matar el hambre. Mas de la mitad de las personas, que mis compañeros y yo hemos visitado en el Hospital, carecen de documentos... será qué la sistemática negación del derecho a la identidad, es otra manera encubierta de ese “voto cautivo” 3 al que nuestros políticos son tan afectos? En nuestros Hospitales los médicos están desempolvando viejos libros de medicina, para re anoticiarse de enfermedades de las que solo deberían quedar algunos recuerdos, y que están directamente vinculadas a la pobreza, el hambre y la desnutrición. Desempolvan libros... mientras son acorralados entre restricciones presupuestarias, y el refinamiento constante de técnicas y protocolos terapéuticos inalcanzables. ¿Si esto no es violencia... la violencia dónde está? Vivo en un país en donde parte de sus instituciones, intentan descalificar y desautorizar a las otras instituciones. Vivo en un país escindido. Una Argentina escondida dentro de otra Argentina; que no se parecen en nada, y se ignoran en todo. Hay una Argentina que anuncia crípticos logros estadísticos, y hay otra Argentina en donde las personas hospitalizadas dejan de comen, para poder ofrecerle esa misma comida a sus visitantes... En las salas de nuestros Hospitales ya no hay lugar para un voluntariado ingenuo, ya que desde que entramos hasta que salimos, nos vemos obligados a tomar partido por una u otra Argentina. La maquinación profesionalizada, el sigilo delictivo en los procedimientos burocráticos intra hospitalarios, la competencia salvaje, la deslealtad, la trampa deliberada, la insolidaridad, la traición premeditada o la complicidad corporativa –que a mi entender son lo mismo-; hacen que nadie pueda participar del sistema de salud sin sentirse tocado por alguna de estas modalidades de la violencia. La calculada especulación de los sectores del poder para eliminar todo lo que estorba a sus objetivos, desde la persona humana hasta los valores sobreentendidos; agrietan la relación de las personas entre si, hasta lograr la profanación de cualquier mínimo gesto solidario. La enfermera que amarra a los pacientes a la cama: desconfía de la enfermera que los desata...
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Practica política habitual que consiste en intercambiar votos por algún beneficio, generalmente asistencial.
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El camarero, que en ves de ofrecer la comida, la arroja despectivamente sobre la mesa; desconfía y descalifica a su compañero que se esmera en que la comida llegue caliente hasta el enfermo. El médico que aplica indistintas “altas disciplinarias” a usuarios de drogas -y no tan usuarios-; descalifica al médico que además de ocuparse del cuerpo, trata de redescubrir la singularidad que está detrás cada persona enferma. Las Salas de nuestros Hospitales, son una Argentina a pequeña escala, en ellas han instalado la violencia camuflada entre las formas del lenguaje habitual, y del lenguaje solidario también. Esta violencia es la violencia que expulsa de la historia, que aísla a las personas de sus datos cotidianos, deja de lado al sujeto, su medio social, su historia, su inscripción en una trayectoria cultural repleta de signos y relaciones. Esta violencia ha desplegado sutiles "ritos de borramiento del hombre"4, e intenta robarle el ser a las personas, la individualidad a los sujetos, y el compromiso cultural a la solidaridad. Frente a todo esto, como acompañante pastoral debo usar y abusar de uno de los pocos valores que la deuda externa o la globalización aun no han hipotecado. Y ese valor tiene que ver con el respeto elemental a mi dignidad, y a la dignidad de las personas a las cuales visito. Esto supone una opción diaria, contra los que tienen la intención final de detener los fraternos e “inoportunamente justos” valores de inclusión, ya sea que se vistan como voluntarios, pastores, laicos, sacerdotes, médicos, enfermeros, y aun como enfermos... Es en este encuadre, que sin engaños ni coartadas, debemos responder a esta pregunta primordial: ¿Cuan inocente y gratuita es nuestra presencia en el Hospital?
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Le Bretón –1995-
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Lindo fuego… lindo fuego (2004) “Lindo fuego, lindo fuego, decía una vieja y se le incendiaba el rancho” Leopoldo Marechal. Antígona Vélez
Primo Levi [22] testimonió que los campos de concentración alemanes, introdujeron en nosotros la “vergüenza de ser hombres”
[23]
: no porque toda la humanidad sea garante del nazismo, sino
porque de alguna manera nos hemos dejado seducir y pudrir por él. Vergüenza porque existieron y existen personas dispuestas a ser intolerantes con el débil, y tolerantes con el poderoso. Vergüenza por haberlos dejado hacer, mientras mirábamos hacia otro lado. Vergüenza por no haberles cerrado el camino. La “vergüenza de ser hombres” se actualiza hoy, por ejemplo, a través de lo que “le hacen” al pueblo de Irak, como así también la produce el acostumbramiento ante las “cotidianas” imágenes de la masacre en Faluja. Este acostumbramiento nos permite mirar con desafección, apatía y subjetividad cómplice, sin sentirnos directamente involucrados en el tema, que de esta manera, siempre es un tema “ajeno”. Pero para nosotros, en tanto seguidores de Cristo, no existen temas ajenos... pues toda la persona humana nos es próxima. Aquí en Argentina esta indiferente complicidad ante “lo ajeno” no es nueva, y ya la vivimos durante la dictadura militar
[24]
. Ante cada suceso que nos exigía una definición individual o colectiva,
interponíamos aquello de “algo habrán hecho”; o si lo trasladamos a nuestro compromiso con personas que viven con VIH/SIDA... “por algo se habrán contagiado”. Como vemos, la didáctica de la guerra sucia no fue enquistarse en el pasado, sino trasladar sus contrastes hasta nuestro presente. Desde hace tiempo vengo reflexionando sobre como el modelo neoliberal y financiero, ha decidido, a través de los medios de comunicación, crear una sombra de atonía ciudadana que infiltre las diversas formas de convivencia e instituciones. Por ejemplo: en Buenos Aires contamos con 5 canales de aire [25], todos ellos (los cuatro privados y el estatal) inhiben sistemáticamente cualquier crítica profunda a las acciones del gobierno – o a la falta de ellas-, generando esta violenta lasitud ciudadana que pretende hacerse llamar tolerancia [26]. Esta mediocre imitación de tolerancia, esta “apatía moral del mal banal [27]” (que crece a la sombra de las conveniencias corporativas) se ha instalado en todas las instituciones del país, y también
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prevalece en nuestros Hospitales, ONGs, entidades religiosas y de promoción; dándole una pátina de compasión a prácticas que tienden a la descalificación de lo humano. La violenta privación de la dignidad, no es ni una maniobra, ni es tangencial... es una palpitante actitud que hemos dejado instalar en el corazón mismo de las prácticas institucionales. Esta privación sistemática de la dignidad no es un accidente, no interrumpe ni corta nada... sino que es la continuidad y conquista del objetivo último de la violencia institucionalizada, y de la que tan píos colaboradores somos. Todo esto nos hunde en la vergüenza de ser este hombre o mujer que hemos elegido ser, frente a la traición a esa persona que fuimos invitados a ser. Esto destruye el encuentro, rodeándonos de estériles desiertos... ¿Será que los límites de nuestras Instituciones, son los límites de quienes las dirigen? Solo así se entiende que para la institución hospitalaria, lo importante no sea la persona humana enferma y excluida... sino los intereses de la propia institución. A lo mejor, esta violencia es el reflejo de una mutilación mayor... tal ves, la de las conciencias. Toda ves que dejamos que se instrumente el estatuto de enfermeras, el manual de procedimientos médicos, o el de procedimientos administrativos para desautorizar lo digno en las personas; estamos colaborando con ese sistema que pretende convertir al enfermo y pobre, en un objeto indoloro e insufrible, después de cuya muerte no queda nada por lamentar... Una ciencia o práctica profesional pura y neutral, indiferente a dirigir una mirada ética y crítica hacia los límites institucionales, es inconcebible. Estos profesionales de la salud y la administración pública, podrán disfrutar de fama... pero nunca de honor. Es absurdo que debamos recordarles que la persona humana no es un mecanismo ausente, surgido de encuestas, padrones o un muestrario catastral... Como así también es absurdo que a un paciente extranjero, internado y aislado por cursar una tuberculosis, y por la sencilla razón de haber sido convenientemente rotulado como “paciente conflictivo2[8]”; se lo expulse del hospital blandiendo procedimientos administrativos –por demás cuestionables-, y se lo condene a quedar sin tratamiento, volver a su entorno sin asegurarle las condiciones mínimas de bioseguridad, e instalar tuberculosis entre los suyos... (que después de todo, solo son “un grupete de peruanos”3[9]...) ¿Quién proveyó a estos profesionales de la salud, de ese alevoso cordón sanitario (complicidad corporativa y/o sindical) que les asegura la impunidad contra la persona humana, y los premia poniéndolos a salvo de toda crítica y sanción por conductas de esta naturaleza?
2[8]
Eventual recurso que tienen enfermer@s y médic@s, para rotular a aquellos pacientes que están enfermos del cuerpo, pero no del sentido de dignidad personal. De acuerdo a la resolución del comité de Bioética del Hospital (2002), los Pacientes tienen derecho a un cuidado y trato considerado y respetuoso. Y también, a recibir toda la información necesaria sobre su tratamiento, de acuerdo a su nivel de formación.
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Haber si nos ponemos de acuerdo, en cuestiones de salud pública cada decisión es una decisión política -en la medida que es un acto de gobierno-; por esta razón puedo decir que todos los enfermos de este sistema de salud son enfermos del poder que excluye4[10] Si la dignidad humana se reduce a la capacidad de los enfermos para adaptarse a estatutos y manuales de procedimiento, entonces debo concluir en que estos profesionales de la salud pretenden ahuecar de dignidad a las personas. Y si la dignidad es ahuecada, si desaparece esa fuerza primordial sin la cual los elementos se dispersan; se celebra el caos, y se instala la confusión en un Hospital en donde la vida solo será anecdótica. Cada país elige el número de enfermos que quiere tener... y Argentina ya eligió. “Escribir es escuchar[11]” -dijo uno que escuchó más de lo permitido-, y como acompañante pastoral de PPVVS [12] e inusitado escribiente y testigo; mi vocación se juega en la escucha atenta y crítica de aquellas voces que quieren imponer al voluntariado conductas “seguras y políticamente correctas”. Pero ante esto la invitación es inmediata, “primero el Reino y su Justicia, después el cotillón... [13]” Quien espere del encuentro con personas en situación de enfermedad, la resolución a sus íntimas contradicciones, o el descanso en alguna enseñanza clara... es mejor que busque en otra parte. Frente a ellos solo es posible la interrupción del decir, para escuchar aquello...que al mismo silencio aterra. Junto a ellos, solo es posible reinventar un pacto compartido, que nos resguarde de la precariedad de nuestros valores. Solo puedo aspirar, si es que me animo, a ese desafío que es la aventura de la revelación inagotable; y que como procesión latente viene preñada de vértigo y encuentro cuestionador. Solo soy una persona, cuyo único privilegio, es el uso vocacional del tiempo para acompañar a otras personas que llevan sobre la piel, las marcas históricas de la exclusión. Este privilegio, me impone un deber y se llama justicia; que en estos tiempos de violencia y parámetros relativos... me arriman a lo mínimo que me puedo exigir: la lealtad al principio de la dignidad humana. Estoy siendo invitando a cuidarme de la carga hipnótica de los logros aparentes. Debo cuidarme del sopor del fuego que entibia... porque a lo mejor solo es el fuego que nos está quemando el rancho... El acompañamiento pastoral que no me exige autenticidad en el seguimiento de Cristo, que no me invita a mirar de frente, y que no rechaza los intentos de encubrir la verdad, solo es cotillón de mala calidad; porque no considera la presencia fraterna y la aceptación incondicional como ejercicio de resistencia, y no tiene a los Valores del Reino de Dios... como horizonte y sostén... - VOLVER AL INDICE 4[10]
Recreación de conceptos tomados de un Reportaje al Dr. Eugenio Zaffaroni, Juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y antiguo militante por los DDHH. Periódico mensual de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, noviembre 2004
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Es algo difícil crecer (2004) “Es algo difícil crecer,sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Eso pasó con nosotros.” Juan Rulfo (El llano en llamas: Diles que no me maten)
Preguntarnos quién o qué somos, no solo supone interrogar la naturaleza de lo biológico, sino el conjunto de imágenes y discursos sociales que nos rodean y atraviesan. Al fin de cuentas, lo que nos confirma como personas no está en los laberintos de la fisiología, o la química hormonal; sino en ese conjunto de modos que hacen a nuestra historicidad. La crisis que vivimos es colosal y desestabilizadora, y aunque en América Latina siempre hemos estado en crisis; esto no justifica lo novedoso de su tamaño. Difícilmente el tercer mundo a vivido crisis como la actual (... y la Argentina pertenece al tercer mundo!) Estamos políticamente atontados, económicamente destruidos; socialmente condenados a la injusticia o imitación de justicia, al embrutecimiento, a la violencia institucionalizada... a esta crisis que no deja área sin afectar. Es absurdo pretender visitar las salas del hospital, sin plantearse el tema de la historicidad y del contexto social desde el cual, y por el cual, cada uno de nuestros amigos llegan hasta allí. Se que resulta abrumadora esta colección de datos que muestran el escandaloso estado de nuestra compromiso fraterno, que siempre es un acto religioso. Es como si ya no hubiera defensa posible ante el atropello que iniciaron otros, y que nosotros –mansamente- hemos perfeccionado y continuado ya sea por ignorancia, corrupción u omisión. Reflexionar sobre el voluntariado en VIH/SIDA no implica solamente pensar que voluntariado hacemos, sino reflexionar sobre qué significa hacer voluntariado en este país... en esta América Latina. El orden del mundo, por nosotros conocidos y en el que vivimos habitualmente seguros y creemos normal, no es el único posible. Cuando asumimos el seguimiento de Cristo, en el único lugar en dónde es posible seguirlo -entre aquellos que han sido excluidos-; nos damos cuenta que nos encontramos con otras culturas y órdenes distintos, y al confrontar con ellos asumimos las actitudes que nuestra oración y conversión nos permite asumir. Una vez que hemos conocido la verdad, nunca más podremos negarla. Y el efecto de incertidumbre que produce entrar a las salas del hospital, nos está indicando que nos hemos
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colocado al margen de nuestro lugar habitual, previsible y “normal”. Por seguimiento de Cristo nos hemos situado en un lugar, desde donde podemos ser testigos de los estragos que los diferentes órdenes históricos de la exclusión, han inscripto sobre el cuerpo total de nuestros amigos. Una de las cosas más notorias dentro las salas del hospital, y que habla claramente de ese otro lugar que le damos -o negamos- a los enfermos empobrecidos, es la falta de documentos de identidad. Muchos de ellos por desconfianza en los profesionales de la salud, a los que asocian -no gratuitamente- a la actividad policial y represiva; niegan tener documentos y se presentan con otro nombre para no ser identificados5[14]. Otros no pueden pagarse el enorme costo que significa tramitar la propia identidad. Y aunque existe la posibilidad de hacerlo gratuitamente, por lo general no entienden la forma de hacerlo, o no tienen el dinero necesario para viajar hasta la oficina pública que les facilite el trámite. Y lo más asombroso, hay otros que nunca fueron registrados... son auténticos NN6[15]... que solo existen para aquellos que los aprecian; pero no para el estado nacional. Aquí en la Argentina, la negación y manipulación de identidades (léase negación y manipulación de pertenencias) viene de larga data, y se ha instalado entre nosotros como práctica habitual de exclusión. En nuestra historia cercana (década del 70’), aquellos prisioneros retenidos en los centros de reclusión clandestinos, fueron saqueados de su identidad y solo eran reconocidos por un número. Esos números reemplazaban nombres e historias concretas, de personas concretas que hasta hacia poco vivían, y que fueron bestialmente evaporados de esa Argentina cristiana, apolínea, triunfalista y reconocible... que se jactaba de ser “derecha y humana”. En nuestros hospitales, la primera fuente de reconocimiento de un paciente internado es el número de la cama que ocupa, la mayoría se refiere a él o ella con ese número... incluso los otros pacientes. La segunda fuente será, el número de “historia clínica”. Números que no implican historia, ni persona, ni compromiso afectivo, porque con ellos el sistema del horror llega a su sigiloso cumplimiento. Estos amigos enfermos -desaparecidos de la Argentina “normal” a fuerza de exclusión-, ahora, dentro del hospital, serán desaparecidos desde dentro de si mismos, en un proceso final de vaciamiento que pretenderá no dejar la menor huella de historicidad. También me llama la atención que aun los médicos y enfermeros, tampoco son reconocibles por sus nombres... ni siquiera por un número7[16]. Todos ellos, pacientes y personal de la salud, 5[14]
En la Argentina “haber estado penalizado”... es lo mismo que “continuar estándolo...” Código utilizado para rotular cadáveres encontrados en la vía pública, y que por algún motivo no cuentan con identificación, o cuya identificación se vuelve dificultosa. Este código se utilizó durante el gobierno militar, para rotular las fosas comunes en que se enterraban a los masacrados por razones políticas. 6[15]
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quedaron atrapados en las maquinaciones del “borramiento” de la persona... pero con funciones y objetivos distintos. En este contexto el cuerpo individual de las personas que visitamos en el hospital, se vuelve un sistema abierto y legible, que se ensancha y amplifica en un cuerpo comunitario, y que a pesar de nuestra conveniente miopía... nos obliga a ver. Frente a todo esto y con feroz carácter de resistencia, la mayoría de los enfermos empobrecidos supieron darse un pertenecer y ponerlo en signos. Ellos labraron en sus cuerpos la pertenencia que la sociedad les niega, convirtiéndolos en el documento de una verdad que resiste cualquier negociación, y cuya señales permite revisar los trayectos históricos de un horror sin bordes. En aguante contra una Argentina que les niega la identidad ellos tienen las marcas evocadoras de sus tatuajes, para recordarnos que a pesar de nuestras técnicas de exclusión y desleal olvido, eligieron pertenecerse perteneciendo a la vida. El tatuaje tumbero8[17], el tatuaje villero9[18], las imágenes de la Virgen sobre el pecho, el nombre de sus madres sobre el ombligo, o esos brazos impotentes cubiertos de secretos signos que claman por la “muerte a la policía”; son contraseñas plenas de sentido, y de esa identidad que se asegura en la espera en una justicia que nunca llega... y siempre es para otros. Toda esa piel marcada, señala un recorrido esperanzado hacia la dignidad de pertenecer, aunque brutalmente se los quiera arrinconar y excluir. Esto los convierte en portadores, no de VIH, sino de un testimonio escrito sobre la piel y de memoria irrenunciable. El tatuaje de estos amigos no solo indica origen, sino el acto soberano de consagrarse a algo más grande que esta pequeña Argentina egoísta, repleta de cobardes instituciones de lengua entumecida a fuerza de amabilidad y cortesía para con el poderoso. Estos hermanos supieron entender “el pacto”; y escucharon lo mismo que Abraham escuchó10[19]... “esta es mi alianza con Ustedes, a la que permanecerán fieles tu y tu descendencia: todos deberán ser tatuados... así llevarán grabada en su carne la señal de mi alianza eterna...” Y para nosotros, los incluidos, los que hemos acumulamos poder en beneficio de los pobres pero... hemos decidido “entender... y callar”; Dios también tiene una palabra: “Y aquel que no se haya tatuado, será dejado fuera... porque ha quebrantado mi alianza...”
7[16]
A pesar de que por resolución del comité de bioética, todos los profesionales de la salud están obligados a llevar claras identificaciones, que indiquen como mínimo nombre y apellido; esta identificación no existe. Es más, se niegan sistemáticamente a informar sus nombres. Los pacientes no suelen conocer el nombre de sus médicos, ni de sus enfermeros. 8[17] Tatuaje realizado con tinta común y aguja de coser, entre las personas penalizadas. 9[18] Villa de emergencia: barrio muy humilde que suele rodear a las grandes ciudades. Por lo general construidos sobre terrenos estatales, y por esta razón carentes de cualquier tipo de servicios. En nuestro país se discrimina mucho a las personas que viven en estos barrios. Basta que afirmen vivir allí, para que sistemáticamente se les niegue trabajo. 10[19] Génesis 17: 10-11,13
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El cuerpo real de nuestros amigos enfermos, el tuyo, el mío... no acaba donde termina la piel. Es un sistema vivo y abierto, a través del cual los brutales condicionamientos de la exclusión se hacen carne en un proceso sin interrupción, que nos individualiza y personaliza: nos hace inteligencia y sentimiento... odio y amor. El acompañamiento hospitalario debe poder rescatar a la persona que está detrás del enfermo, y esto nos exige estar atentos a formas culturales (modos de percibir, categorizar y significar) distintas a las nuestras... tal ves mejores. Y hasta que no valoremos lo distinto no habrá fraternidad. Esa fraternidad a la que pretendemos adherir debe darse ya, ahora... porque sin la integración de estos hermanos somos una sociedad desgraciada, en donde nunca podrá darse el amor ni el encuentro. Una Argentina así, podrá llamarse cristiana... pero estará en absoluta oposición al Evangelio. El acompañamiento debe permitirnos compartir con ellos ese tipo de estremecimiento, que nada tiene que ver con la enfermedad o el deterioro físico; y es el de comprobar... que ellos están allí borrados y solos, porque nuestras instituciones los han traicionado. Este es el escándalo primordial que debimos haber evitado, es la raíz muerta que nos hace difícil crecer... y defender el lugar de Dios entre nosotros. - VOLVER AL INDICE -
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Maldita sea la cruz (2004)
“Maldita sea la cruz que cargamos sin amor, como una fatal herencia. Maldita sea la cruz que, echamos sobre los hombros de los hermanos pequeños”11[20]
Ahora que nos les tememos, el SIDA y sus víctimas se anexan como una mercadería más a ese largo catálogo preparado para el consumo global. Elegimos convertir al VIH en una consumible alegoría especialmente fascinante como materia de análisis... haciéndolo derivar entre las versátiles declaraciones de las instituciones que quisimos parir y criar. Pero no puedo olvidar, que hay ciertas actitudes corporativas que oficiarán como un documento histórico e inocultable sobre el estado actual de nuestros valores; y que indefectiblemente, por más que paguemos por aplausos y rematemos pedestales de sacristía... seremos llamados a rendir cuentas. Creo que cuando la prudencia se opone a los valores del Reino de Dios... siempre resulta blasfema. En los días que rodearon al 1° de diciembre, hemos recordado a las personas que viven o conviven con VIH/SIDA, y a los esfuerzos de las ciencias por tratar de poner coto a esta epidemia que tiende a convertirse en pandemia. De alguna manera, la mayoría de nosotros estuvimos involucrados en alguna celebración que afirmó nuestro compromiso; o fuimos intoxicados por programas de televisión que pretendieron escribir para nosotros, nuevas y “emotivas” líneas inútiles sobre el tema. Hubo de todo y no faltó nada, salvo la humanización de la información. Estadísticas y mapas demográficos fueron y vinieron sobre las mesas de redacción. Abrumadoras curvas de probabilidades y porcentajes astronómicos, sirvieron para desentendernos de la miseria y exclusión que rodean a la epidemia de VIH/SIDA. Esotéricos nombres de nuevos medicamentos fueron atléticamente pronunciados, para poner en manos de los laboratorios el exorcismo del terror al deterioro. Y ni hablar de los agradecimientos a los funcionarios de turno, confirmando que después de todo “en nuestro país el olvido corre más rápido que la historia”.12[21]
11[20] 12[21]
MALDITA SEA LA CRUZ. Todavía estas palabras. Editorial Verbo Divino/Estella, España, 1989 Adolfo Bioy Casares
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Hubo de todo... y tampoco faltó la higiénica connivencia entre funcionarios. Entre ellos todo está bien, todos se quieren, todos son amigos si están en el mismo equipo... y se tienen mucho respeto si están en el equipo ajeno. Entre ellos nunca pasa nada inesperado, porque después de todo, solo es cuestión de navegar entre urbanidades y moderaciones... y ni siquiera el costo humano de esta epidemia, les merece un cambio de hábitos. Nuestros funcionarios se propusieron no decir nada fuerte, hiriente, excesivo o crítico... y lo lograron. Es que en esos espacios de poder la crítica es tomada como un desleal acto de agresión, casi como una apostasía. En algún punto eligieron amortiguar sus opiniones hasta tal grado de “cordura”, que llegaron a impregnar a la audiencia de esa mórbida decepción que genera la traición corporativa. Formulistas escondidos detrás de la letra muerta que mata; microcéfalos incapaces de asociar la epidemia del VIH (entre otras) a ese 80% de pibes pobres, que solo en el norte del país hoy pasan hambre13[22]... y mañana –si es que están vivos- tendrán SIDA. A nuestros funcionarios les conviene olvidar que ni el hambre, ni la exclusión, ni el SIDA son un destino obligado; pero prefieren recordar las “agresiones contra la fe católica14[23]”, y a nombre de Urbano II llamar a un desagravio y reparación que justifique la intolerancia. Es obvio que esta epidemia no es de Sida, sino de hipocresía... e insuficiencia de humanidad. Me siento forzado a inferir que nuestros funcionarios y líderes religiosos, buscan una suerte de “exterminio amable” que no les proporcione enemigos, pero sobre todas las cosas, que no les cierre puertas que nunca saben cuando tendrán que golpear... Cuanta indigencia ética detrás de esos políticos atajos de serpenteante cortesía, y ladina intolerancia. Porque en la otra punta de las mesas de redacción –o debajo de ellas-, lejos de los funcionales paneos televisivos, las víctimas de la exclusión esperan. Esos a los que no les queda otra que mirar por entre las chapas y cartones de sus casas, intentando no perder más de lo perdido, tratando de arrancar de nuestras versátiles y tibias conciencias... alguna reacción. Nuestros amigos hospitalizados solo están unidos a la “Nación Argentina” por el descarnado hilo de la beneficencia utilitaria, la milagrosa consistencia de un kilo de pan y de yerba15[24]... o algún intermitente plan asistencial16[25]. Ya no podemos hablar de mejorar la calidad de vida con medicación ARV17[26], porque no es su calidad, sino la vida misma la que está siendo jaqueada, instrumentada, y manipulada. 13[22]
Datos de UNICEF que recorrieron las agencias de prensa durante el 29 y 30 de noviembre, pero que para el 1° de diciembre ya eran convenientemente olvidables. 14[23] Masiva convocatoria firmada por el Sr. Cardenal Jorge Bergoglio, en abierta oposición a la valorada obra del artista plástico argentino León Ferrari. Parte de su obra fue brutalmente destruida. 15[24] Yerba Mate. Infusión propia del sur de América que entre otras propiedad, calma la sensación de apetito. 16[25] El gobierno nacional está repartiendo planes asistenciales, que intentar cubrir las necesidades básicas de la población que vive por debajo de la línea de la pobreza. Estos planes son administrados por los políticos inescrupulosos, que los reparten de acuerdo a las conveniencias de la política partidista. 17[26] Anti Retro Viral
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Se insiste en tratar a los enfermos de la exclusión, como a un depredable bien de mercado; sin considerar que eso es cosificación, canibalismo de máxima pureza disfrazado de honorabilidad y supuestas buenas intenciones. Esta actitud cómodamente instalada en nuestras instituciones, los empuja hasta la última frontera antes del abismo; y sin embargo, nuestros amigos no reclaman para sí ningún beneficio, solo reclaman el derecho de ser semejantes... derecho que sistemáticamente les hemos negado. Tanto se banalizó y mercantilizó la vida humana, que el mercado avanza sobre ella sin respetar espacios. Esta invasión implacable pervierte todas las relaciones humanas, hasta reducir la vida a las dimensiones de la producción y el consumo cotizable. Ejemplo de esto, es que en nuestros hospitales hay extranjeros que pretenden obtener la ciudadanía Argentina casándose con los pacientes internados. No sabemos como consiguen ingresar a las salas, y detectar a los candidatos a convertirse en los próximos pacientes terminales. Algunas de estas celestinas del despojo, pretenden cobrar por ese favor. Otros aducen razones de “ayuda humanitaria”, porque dicen que sin ciudadanía Argentina no podrán retirar medicación ARV (lo cual es mentira), ya que en sus países de origen no se les provee de ella (lo cual es verdad). Cuanta violencia en esta América Latina que convierte a los suyos en objeto de lucro y depredación, y a la muerte ajena en un conveniente bien apetecible. Hay otros inescrupulosos que en nombre de inescrupulosos sociales, agazapados fuera de la farmacia del hospital se ofrecen a comprar a precio irrisorio, para distribuir entre sus afiliados, la medicación que gratuitamente los pacientes con VIH acaban de retirar. Y algunos pacientes, vaciados de futuro e inocencia, rematan su salud a un ridículo valor. Hay profesionales de la salud, que imponen protocolos de investigación médica, sin que los pacientes sepan cuales son los riesgos y conveniencias de haber sido protocolizados. Y simultáneamente, hay laboratorios internacionales que pagan por la investigación protocolizada... Hay voluntarios que utilizan a los pacientes para compensar sus problemas emocionales, o ganarse algún tipo de vida eterna... construida sobre un proyecto individual de automatismo asistencialista. Hay religiosos que los manipulan para venderles conversiones instantáneas, y desplegar algún usurero abanico milagrero y letal; cuando no pretenden monopolizarlos, para magnificar y marketinear sus propias “buenas obras”... Creo que a nuestros hermanos enfermos se les podrá endosar muchas cosas, pero nunca el haber dejado de ser un reflejo de lo peor de nuestras miserias.
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Cuando era adolescente leí y grabé en mi memoria la siguiente frase, “Todos los ídolos exigen sacrificios humanos...” Y hoy en mi adultez, vengo a descubrir que entre todos hemos construido primorosos altares al ídolo del mercado que miseriza, trafica con carne humana, hambre y muerte de excluidos... consagrándolos a desangrarse hasta último momento en beneficio de las ilegítimas conveniencias del libre mercadeo. Creo que debemos estar muy atentos, para no aplicar a nuestros criterios pastorales los valores depredadores del mercado financiero, de lo contrario nada nos librará de la responsabilidad de haber envilecido los valores de inclusión, fraternidad y dignificación... No podemos acercarnos a la epidemia y a sus víctimas, considerando nuestra responsabilidad como algo ajeno y fragmentado de un proceso global; como si nuestra participación institucional solo tuviera algún sentido por fuera de la cadena, y no cooperara de manera directa con los dispositivos técnico-asépticos que excluyen, estigmatizan y banalizan nuestro bautismo.
“Maldita sea la cruz que el poder hinca en el Pueblo, -en nombre de Dios quizásMaldita sea la cruz que la Iglesia justifica -en nombre de Cristo quizás-, cuando debiera abrasarla en llamas de profecía. Maldita sea la cruz que no pueda ser... ¡La Cruz!” PEDRO CASALDÁLIGA Obispo de Sao Félix do Araguaia
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¡Ordénale a Dios!
“Los humildes no necesitan pedir a Dios, porque pueden ordenarle... Los humildes y Dios son uno, y no dos”. (Maestro Eckhart18[27])
Podrá sucederles más tarde o más temprano, pero cada una de nuestras instituciones terminarán enfrentándose a su propia ficción, como a un espejo... o como a un lastre. Hemos convertido a nuestras instituciones en objeto de la técnica. Nos hemos dejado seducir por lenguajes asépticos, protocolizados, metodológicos, y hasta al lenguaje pastoral se le abrojó cierto tufillo técnico. Y detrás de ese vaho homogéneo, la técnica devenida en ley y la industrialización, orientan sus esfuerzos finales hacia su maniobra definitiva: la deshumanización de la persona humana. Manipulación y totalitarismo caminan juntos hacia un mismo objetivo, saldar a cualquier precio necesidad de certezas y previsiones; y para esto es necesario convertir a la persona humana, en algo no mucho más denso que un goteo de asfixia y precisión exasperada. Nuestras instituciones, ahora y casi siempre han tendido a eso, y la mayoría de sus emprendimientos han intentado cerrarse a la creatividad, tapiándola detrás de leyes que lo expliquen y amarren todo... y que todo lo maten. Tal como lo intuyera Pablo19[28], la ley, aunque aparente oponerse al desorden... sigue jugando a favor de la muerte; y hoy día la técnica se ha convertido en ley, y lo propio de la ley es condenar. La imposición de este apócrifo señorío pretendidamente técnico, que solo sirve para implantar delirios de poder... en el poder; ha hecho que los servicios sociales de nuestras iglesias, y el proceder de los profesionales de la salud, se dirijan a un territorio virtual sobreentendido y unificado, que nada tiene que ver con el territorio real en el que viven sus beneficiarios... a los que por lo general desconocen. Y si bien es cierto que la conexión directa y concreta con la realidad, puede provocar que nuestros acompañamientos queden retenidos entre anécdotas y coyunturas. También es cierto que el 18[27]
“El hombre humilde no necesita pedir a Dios, porque pueden ordenarle a Dios, ya que la santidad de Dios no puede contemplar nada como no sea en la profundidad de la humildad. El hombre humilde y Dios son uno, y no dos” MAESTRO ECKHART. INSTRUCCIONES ESPIRITUALES. Selección y presentación de Alfonso Castaño Piñan. Aguilar / Buenos Aires 1955 19[28] Romanos 7,5
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dilema de la exclusión, los excluidos y los excluidores, debe ir mucho más allá de un hecho de precisión estadística, y obligarnos a respuestas de mayor compromiso crítico. Pero esto es difícil, en tanto nuestras instituciones sigan las luminosas revelaciones del siempre conveniente automatismo asistencial, y la de los técnicos en recaudar y rotular carencias... Ante esto debemos estar muy atentos. Si “el pecado es un fetiche que vive por la ley20[29]”, esta nueva ley que es la técnica, está alimentando a la muerte... porque pretende negarla. Con nuestra pasividad sin criticas y colaboracionista, también vendemos la ilusión de que es posible vencer sobre la muerte, porque la técnica nos asegura su control; cuando en realidad la replica, refuerza y reenvía hacia los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Solo recordemos el tráfico de ARV21[30] entre el poder y los enfermos empobrecidos, sin que nuestros funcionarios quiera recordar que no hay mejor remedio que la comida, el trabajo y la igualdad de posibilidades. Hemos convertido la técnica en ley, y ella vive porque le chupa la vida a aquellos a quienes les dará muerte. Creo que la gracia del Reino de Dios es tal, que lo rasguña todo y a todos, para recordarnos que pactamos con la muerte toda vez que nos rendimos a las seducciones de la técnica, y después, a la provechosa costumbre de seguir obedeciendo... Pero veamos ahora, cómo las técnicas de la ley... se las arregla para confabular silencios en torno a nuestros amigos que conviven con VIH/SIDA. ¿Cómo trasladamos esto a los enfermos empobrecidos, y al narcotizante submundo que les crearon... para un rápido y conveniente olvido? La segregación racial y cultural, marcan una trágica contradicción con la igualdad de oportunidades, proclamada por el modelo económico-sanitario impuesto a nuestros países. De más está decir que los cuarenta millones de personas que viven con VIH/SIDA, (mayoritariamente del tercer mundo) descalifican cualquier intento de prédica panfletaria sobre la fraternidad. La paralizarte asamblea de obreros con sueldos de hambre, de desempleados y de subempleados, componen el guaso disfraz traidor que ocultan las ilusiones de progreso vendidas por el libre comercio. En nuestros países la exclusión no es cíclica, sino a largo plazo, sacrificando generación tras generación detrás de los desvaríos del desarrollo sostenible, o el ponderado equilibrio entre oferta, demanda y competitividad. Es por esto que necesitamos imaginar proyectos sociales alternativos a la ley del actual ordenamiento. Y ello sólo puede percibirlo en su hondura, quienes padecen en carne propia los puntazos del mercado salvaje... que brutaliza. Hasta que no entendamos esto, difícilmente
20[29] 21[30]
Franz Hinkelammert. Vida y muerte en el mensaje cristiano. Ediciones Sígueme. Salamanca 1978. Anti Retro Virales
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podremos acertar con políticas de salud pública, el buen ejercicio de la profesión médica, o acciones pastorales que dignifiquen al excluido. La imposición de tácticas de salud pública, trazadas por técnicos en leyes administrativas22[31], desde el poder y para consumo de los empobrecidos; obliga a sacrificar sobre el altar de la corrupción y de la usura... la propia identidad del excluido, sus intereses más profundos, culturas, cosmovisiones y actitudes. Porque las leyes de la administración pública responden a la Ley del mercado devenidas en técnicas de aplicación, y el mercado no puede considerar la dignidad de la vida humana... como eje de su gestión. El mercado no puede hacerlo porque la vida humana no le es entitativa; y este no poder lo exime de cualquier deber... “Que nadie coma nunca jamás frutos de ti...” (Mateo 11,14) Es así como la transferencia de medicamentos, de información preventiva, de bienes y servicios de salud hacia el mundo del excluido, se realiza en condiciones unidireccionales desventajosas e injustas, que conducen sin piedad a un creciente agravamiento de la epidemia. En este esquema de clemencia paternalista, la única perspectiva de salud a largo plazo siempre dependerá del poder. Y el poder sabe, y nosotros también...que nuestra vocación de anuncio y denuncia pierde fácilmente su vigor detrás de las mordazas del dinero, y la mente embalsamada de aquellos que ayer fueron ungidos para representar a los empobrecidos, y hoy... los traicionan. Les comparto algunos ejemplos sobre esta uni dirección de mercado; y cómo su Ley se convierte en creación de un nuevo creador, detrás del cual se ocultan intereses miserables. Desde hace tiempo estoy acompañando a personas hospitalizadas, que con mucha humildad reconocen que no entienden el lenguaje en que hablan los profesionales de la salud; y tampoco entienden las instrucciones para tomar la medicación, ni entienden como hacer trámites dentro o fuera del Hospital... Tengo la impresión de que a la persona humana se la puede denigrar de diversas maneras, y una de esas formas es el borramiento de sus códigos culturales. Esto los coloca en una situación de privación humana injusta. Les han quitado la palabra que deben tener para ser lo que les compete, no de acuerdo a un orden distributivo, sino porque es su derecho. Por eso, porque la exclusión dentro de nuestras instituciones, no solo atenta contra el tener de los objetos, sino contra el ser de los sujetos y la pertenencia a la vida; se trata de una situación de privación completamente injusta.
22[31]
“Es deshumanizándose, es decir, eliminando el amor, el odio y todas las emociones, y especialmente los sentimiento irracionales y desprovistos de calculo en el tratamiento de las tareas administrativas, que la burocracia realiza su naturaleza específica, apreciada en su más alto grado por el capitalismo, que en ella encuentra su mejor virtud. El especialista ha de ser rigurosamente objetivo, e indiferente de los asuntos humanos”. MAX WEBER, Economía y Sociedad. Witsch & Koln 1964
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Otro dato más. Sin dudas que es un logro de la investigación, el haber controlado la replicación del VIH y convertir la convivencia con virus, en una enfermedad crónica. La evidencia científica demuestra que esto es así, y el mercado farmacéutico lo avaló y transfiguró en ley indiscutible. Pero el mercado no se hizo cargo de replantear la temporalidad (la extensión de plazos), el mundo de las expectativas, o los objetivos de la cruenta intervención médica23[32]. La cronicidad no solo mantiene al afectado con la problemática anterior, sino que le suma nuevas patologías (efectos secundarios), y disfunciones sociales (disminución del nivel de competencia social). Y nosotros hemos comulgado con esa ley, y hasta la hemos convertido en mandamiento y técnica de escucha; exigiendo a nuestros amigos afectados que no hablen –por ejemplo- de su angustia de muerte, o el deterioro de su propio cuerpo ahora percibido como imprevisible... porque eso ya tendría que estar superado, pues el dogma del mercado así nos lo asegura. Y si la medicación ARV no resulta, la “culpa” no es del mercado de la salud, sino del que la toma... (“... pues lo propio de la ley es condenar” / Rom 4,15) Por último. Hay un cartel colocado sobre la puerta de la oficina del Servicio Social, que dice: NO GOLPEE, ESPERE Y SERÁ ATENDIDO. Esa puerta es una puerta sólida y sin ventanillas, y no hay manera de que las funcionarias que están dentro, se enteren de quienes están fuera... si no es golpeándola. A esas funcionarias les encanta navegar entre los espejismos de su servicio, pero creo que les aterra que los que están fuera desaten preguntas que les exija sentir algo, o agiten las fastidiosas certezas de los propios límites. Aunque intenten disimular el sentido perverso de ese cartel –y de tantos otros-, solo están expresando el mismo mensaje institucional que se emite a los excluidos: Ustedes deben esperar... afuera. Los ejemplos anteriores, no son más que una limitada ilustración de las diversas rúbricas de esa Ley de mercado, que convertida en eficiente técnica, para poder vivir... debe hacer morir. En este esquema que nos hace girar en torno a ley, y no a la persona humana, no logramos reconoce los códigos culturales de los empobrecidos; y así, los enfermos de la exclusión a veces suben un escalón; pero no para mejorar su calidad de vida sino para comenzar a subsistir... o apenas durar. En la mayoría de los casos, jamás logran superar su condición de subalternos, dependientes y explotados, y esa condición asienta y vigoriza los ejes de la epidemia, pero ni ellos ni nosotros hemos terminado de entender su real desafío.
23[32]
Javier Barbero Gutierrez. SIDA, primer y cuarto mundo: o el fracaso del éxito.
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La pastoral de la salud de nuestras iglesias, debe tener en cuenta y reforzar las utopías de una economía solidaria -que ya se está gestionando-, los distintos estilos de organización popular, o las diversas formas de educación alternativa. Es decir, incorporar al proceso salud-enfermedadatención la propia historia de los afectados, su propia cultura, el estado de sus relaciones afectivas y sociales en un contexto político-económico específico; acompañándolos allí donde viven, padecen, aman, gozan y crecen... ¿Qué deberá pasar para que nuestras instituciones comiencen a dudar de las fuerzas salvíficas del mercado? ¿Qué tiene que pasar para que dejemos de caer en nuevos constantinismos económicos, y veamos revelaciones en dónde solo hay canónica mugre de sacrificio al ídolo? El signo de los tiempos nos invita a tomar plena conciencia de los valores, posibilidades y alternativas que la cultura de los excluidos tiene para ofrecerse y ofrecernos. Ellos son los primeros invitados a convertirse en sujetos de la historia, y de ellos dependerá el origen de nuevos sentidos sociales; porque “Ellos entrarán al Reino antes que ustedes... ellos creyeron, en cambio ustedes no se arrepintieron” (Mateo 21,31) Pidamos a los humildes que le ordenen a Dios, convertir nuestros corazones de piedra en corazón de carne... para lograr confesar con toda nuestra vida que: “ni la libertad ni el gozo, ni cualquier otra experiencia que se remita a la resurrección de Jesús, son cristianamente posibles al margen o en contra del seguimiento del crucificado24[33]”...
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24[33]
Jon Sobrino. El Resucitado es el Crucificado. Latinoamérica Libros. Buenos Aires 1984
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Navidad: aventura colectiva (2004)
“...comenzó a existir en la historia para elevar en Él todas las cosas y así, reestablecer el universo...” Plegaria Eucarística. Prefacio de Navidad II
El punto de partida para cualquier cosa que se quiera hacer en la vida... ¡Es la encarnación!25[34] Aquí y allá. Por la encarnación y su peso denunciante, habrá quienes intenten desconocer las historias de los afectados por la epidemia del VIH/SIDA; pero nunca, nada ni nadie, podrá evitar que haya una historia. Detrás de ella, es posible ver el vértigo de la vida por fijar su propia urgencia, teniendo lo sencillo como única clave y herramienta. De modo que la brutal candidez de esa esperanza que nunca se agota, también dejará sus marcas y consumará una contradicción: detener el tiempo, atrapar el instante, perpetuar la fugacidad, y así, optando por la vida... defenderla yendo a contramano... Dentro de las salas del Hospital, la palabra Navidad se detiene respetuosa ante esas otras palabras consumidas por lo más grosero del empobrecimiento; dolor, exclusión, deterioro, despojo... muerte. La navidad se detiene agrietada frente a ese tumor que corroe e interrumpe cualquier ademán espiritual, o frente a ese cuerpo desfigurado que siente la tentación de definirse solo por eso... La Navidad se detiene allí, porque por amor, y solo por amor se convertirá en epifanía; y así la suave manifestación de Dios, se hará presente ante quienes debemos ofrendar nuestro acompañamiento... El origen humilde de Jesús en medio de los humildes, es el acto que confirma definitivamente, la debilidad de Dios por los empobrecidos y los ignorados de la tierra. Aquí está el inicio de un ser humano que viene al mundo en concretas condiciones infrahumanas, para un tiempo concreto... que aun hoy mismo nos abarca. 25[34]
Carlos Mesters. Con Jesús a contramano, en defensa de la Vida. C. E. P. A. G. Centro de Estudios Paraguayos "Antonio Guasch". La mayoría de los datos históricos de este compartir, fueron extractados de diversos trabajos de Mesters.
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Un tiempo en el cual entra en escena la dimensión de un goce que goza en la destrucción. Un tiempo habitado por hombres y mujeres seducidos por el poder, y que al no poder gozar de la vida comienzan a gozar de la muerte, porque el poder no rechaza la aplicación de la fe... sino a la misma fe... Festejar Navidad es festejar un pacto, y asumir el compromiso de inaugurar nuevos tiempo, en donde la identificación del enfermo empobrecido con la cruz y la resurrección, declare implícitamente la ilegitimidad radical de nuestras actuales estructuras de dominación. Dominación que siempre intentará negar el derecho fundamental a la Vida. Parece increíble que de los 33 años que tendrá su vida, 30 se los pasará en una villita tan anónima como Nazaret. Tan insignificante era ese lugar, que no quedará ninguna pista salvo la del texto bíblico. Así también le sucede a muchos de los amigos que se atienden en nuestros hospitales, viven en villitas de emergencia... cuyo acceso solo es conocido por ellos, y que nunca encontrarán lugar en el obsesivo registro oficial, o en las guías de calles y barrios. Ya desde antes de nacer, Jesús y los suyos, serán víctimas del macro sistema político y económico de turno. Desde 60 años antes del nacimiento de Jesús, el Imperio Romano empobrecería todo lo que tocara... y transmitirá su caudal vomitivo de tácticas de dominación, a otros futuros imperios y clonados emperadores. Octavio Augusto, el Emperador de Roma, mandará a realizar un implacable censo con el único fin de reorganizar la administración y optimizar la cobranza de los impuestos26[35]. Jesús nacerá en Belén de Judea, al sur del país de sus padres; pero será criado en Nazaret de Galilea. Entre Nazaret y el Templo de Jerusalén habrá unos 120 kilómetros más o menos. Y muchas veces caminará esa distancia durante tres o cuatro días... sumándose a las fiestas de su pueblo. Tendrá una infancia marcada por la violencia. Cada dos por tres, hasta los 12 años, es decir, durante los 10 años del gobierno de Arquelao, verá a su gente sufrir los períodos más violentos de toda la historia de Palestina. Se le enseñará a hablar en arameo, pero con el tono propio de un Galileo. Tanto será así, que la hermosa samaritana lo reconocerá como judío, pero en cambio, los judíos solo verán en él a un 27[36]
rústico galileo. Más o menos como si un porteño fuera criado en el chaco 26[35]
: los porteños28[37]
Lc 2,1-3 Provincia del Chaco, al noroeste de la República Argentina. Una de las provincias más pobres del país. De acuerdo al presupuesto nacional aprobado para el 2005, los habitantes de esa provincia recibirán 12$ (4 dólares) por persona en
27[36]
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Antropología de la persona en situación de enfermedad – Luis Chwesiuk
29[38]
dirán que “lo convirtieron en un cabecita negra”
, y los chaqueños dirán que “nunca dejó se
ser un porteño engreído”... 30[39]
Apenas nacido será perseguido por el tirano Herodes
, opresor que matará a los pibes de
Belén... por miedo a que lo despojen de su poder. A su muerte, el país se cuarteará entre sus hijos, y a uno de ellos le tocará gobernar Judea; se llamará Arquéalo, y será un tipo muy violento. Tan violento será, que el día en que asuma el poder, y solo para festejar... hará masacrar alrededor de 3.000 personas en la plaza del Templo. Para ese entonces Jesús ya tendrá 4 años. 31[40]
Cuando nuestros amigos enfermos y empobrecidos eran pibes 32[41]
Sra. Isabel Martínez de Perón
, el gobierno dependía de la
. Y de su mano, la de esotéricos civiles33[42] y la de las fuerzas
armadas; se instauró en nuestro país un régimen de terror fratricida denunciado por 30 mil desaparecidos, que desde su mudez continúan cascoteando sobre nuestras versátiles conciencias... intoxicadas de inciensos y puntillas... Después de probar suerte por aquí y por allá, cuando María y José se enteren que el bruto de Arquelao será su gobernante, tendrán miedo y se irán a Nazaret en Galilea. Allí el que gobernará será Herodes Antipas, otro de los hijos del viejo rey Herodes. Este Antipas gobernará más de 40 años. De tal manera que podríamos decir, que será casi el único tirano que Jesús conocerá... Sin embargo, América Latina conocerá muchos gobiernos, sobre cuyas despóticas espaldas pesará la suerte de los desplazados políticos, económicos, raciales... Dos millones de colombianos lanzados a recorrer la nada a causa de la guerra civil, chicanos, morochitos, paraguas, argentos, brazucas, bolitas, perucas, newyorican, espaldas mojadas; todos ellos con la dignidad a cuesta, en busca de mejores destinos, obligados a sentarse en la parte más denigrante de los tobillos de algún imperio. Galilea era un municipio grande, atravesado por dos rutas: una de ellas unía Siria con Egipto, y la otra, el Río Jordán con el Mar Mediterráneo. Un amplio municipio, que como de costumbre, era rico para los ricos, y muy pobre para los empobrecidos... gastos de obras pública (salud, promoción social, justicia, educación, etc); frente a los 1209$ (403 dólares) que recibirán los habitantes de la provincia de Santa Cruz, provincia de la que es nativo el actual Presidente y su Sra. esposa. 28[37] Nombre con el que los habitantes del interior del país descalifican a los habitantes de Buenos Aires, especialmente los de la Capital Federal. Buenos Aires está ubicada en el centro este del país. 29[38] Concepto utilizado para agraviar a los habitantes del interior del país, o algunos extranjeros. 30[39] Mt 2,13 31[40] Según nuestra estadísticas, el promedio de edad de las personas con VIH/SIDA, y visitadas por nosotr@s, es de 30 años. Lo que fijaría sus nacimientos a mediados de la década del 70. 32[41] Esposa del Presidente Juan Domingo Perón. 33[42] Lopez Rega (El Brujo), mano derecha de la Sra. Isabel de Perón. Creador de la Triple A, grupo para militar de extrema derecha, e internacionalmente reconocido esoterista, que pretendió trasladar el alma de Eva Duarte de Perón, al cuerpo de Isabel Martines...
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Allí estaba Nazaret, en medio de grandes centros comerciales, y por lo tanto, asediado por “tentaciones paganas”: Desde hacia más de 700 años, los galileos convivían con los “idólatras” habitantes de Damasco, Tiro, Sidón, Ptolomea, Cesarea, Samaría y Decápolis, todas ellas grandes “ciudades blasfemas” repletas de oportunidades y seducciones; y en donde la ortodoxia judía y sus rúbricas de pureza, nunca alcanzaban para tanto pecado por purgar. De tal manera que cuando alguien decidía vivir en Galilea, vivirá en “un municipio despreciado” por su cercanía con lo pagano. Por eso, Jerusalén les enviará escribas para que vigilen la 34[43]
situación, y pretendan controlar enseñando al pueblo el “camino correcto”
Roma ni sabrá que existe un lugar llamado Galilea, y Jerusalén la considerará como no más que un grupo de asentamientos amontonados en torno a “tentaciones paganas”... y a los que allí vivan –salvo “honrosas” excepciones- se los considerará marginales y excluidos: o como diríamos entre nosotros... será el bancadero de los “negritos de mierda”... de los “pibes chorros”, de los 35[44]
“drogones y punteros
36[45]
”, de las “putas y cafiolos”, o de los “travas y maracas
”...
Muchos de los enfermos que acompañamos en el hospital, también vienen de municipios 37[46]
considerados marginales, como el de La Matanza
, Lomas de Zamora o Florencia Varela...
Lugares y personas que padecen brutales injusticias; y al momento de empezar a exigir y obligar el cumplimiento de lo justo, son declarados violentos. En este encuadre, la justicia del pobre... siempre será rotulada como violenta. De tal manera que la inseguridad de los ricos no es un producto de su propia violencia, sino de la violencia de los pobres. De acuerdo al censo Herodiano, cuando Jesús llegó a Nazaret, la villita tenía 2022 habitantes, muchos sirios, algunos griegos, pocos romanos y 132 esclavos. Jesús vivirá allí 30 años. Comerá, jugará, rezará, se enfermará, estudiará, se enojará con su mamá cuando lo rete por comerse los últimos higos conservados en miel, desafiará a su papá volviendo de madrugada o dejándole las herramientas desordenadas, se enamorará, trabajará y crecerá allí. Todos los que allí vivan serán sus vecinos, sus amigos o enemigos, sus compañeros de juegos, de lucha y trabajo. Todos ellos
34[43]
35[44]
Mc 3,22; 7,1
Usuarios de drogas, y quienes se la venden. Travestis y homosexuales 37[46] La Matanza, Lomas de Zamora y Florencio Varela, son los municipios de Buenos Aires con mayor índice de pobreza, miseria, deserción escolar y mortalidad infantil. 36[45]
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38[47]
serán amados hasta el fin, porque Él ”dará la vida por sus amigos”. Pero también los criticará 39[48]
porque sus amigos serán interesados
, miedosos
40[49]
41[50]
, machistas
42[51]
, dominables
,
.
Todos los gobernantes y funcionarios que Jesús conocerá, serán atentos administradores de la Pax Romana. Todos los imperios tendrán su Pax... a ella le deberemos por Cuba, y por la contra nicaragüense, y por el África, y por Vietnam, por Bosnia y Herzegovina, por Nagasaki e Hiroshima, por Afganistán e Irak, por la DEA, por los carteles de Medellín y Cali... A ella también le deberemos, haber descubierto que el “mal” tiene un eje. El gobernante de Galilea, para no ser apartado del poder procurará agradar al emperador que vivía en Roma; e insistirá caprichosamente en una administración deshumanizada y eficaz, que asegure empalagosas ganancias para Roma, para el y sus sicarios, y para conseguirlo reprimirá cualquier tipo de acción en contra. La decapitación de Juan el Bautista demostrará que el bienestar del pueblo no será de su interés, como si lo será su gloria y ganancias personales. Gozará de ser llamado “defensor del pueblo” y “padre de la patria”; pero en realidad será un ponzoñoso explotador43[52] y creador de inéditos 44[53]
impuestos 38[47]
... pero todo en nombre de la Pax. La misma Pax imperial que nos legará una
Mc 6,4; Lc 4,23-27; Jn 6,15 Jn 6,26 40[49] Jn 9,21-22 41[50] Mt 19,10 42[51] Mc 15,11 43[52] Lc 22,25 44[53] Impuestos que pagaba el pueblo en tiempos de Jesús 1 - Impuesto directo incidía sobre las propiedades y las personas: Tributum soli. Gravamen sobre la propiedad. Dependía del tamaño de la propiedad, de la producción y del número de esclavos. Los fiscales controlaban y fijaban el monto a pagar. Por medio de los censos periódicamente se renovaba la fiscalización. Tributum capitis. Impuestos personales. Para los sin tierra. Incluía a hombres y mujeres entre 12 y 65 años. Era el impuesto al trabajo que ascendía al 20% de los salarios. 2 - Impuesto indirecto incidía sobe las transacciones: Corona de oro. Originalmente era un regalo al emperador pero se convirtió en un impuesto obligatorio. Se cobraba en ocasiones especiales como fiestas y visitas del emperador. Impuesto sobre la sal. La sal era monopolio del emperador y el tributo recaía sobre su uso comercial. Por ejemplo: la sal con que los pescadores salaban al pescado para comerciarlo. Impuesto a la compraventa. Se pagaba un “centésimo” en cada transacción comercial. Los fiscales de la feria cobraban este impuesto. Para compraventa de un esclavo se cobraba el 4%. Impuesto de registro. El registro de un contrato comercial se llevaba el 2%. Impuesto al ejercicio profesional. Para todo se requería licencia. Un zapatero en Palmira pagaba 1 denario mensual. Hasta las prostitutas debían pagar. Impuesto para el uso de cosas de utilidad pública. Desde Vespasiano se pagaba para usar los baños públicos en Roma. Decían: “el dinero no huele mal”. 3 - Otras tasas y obligaciones Peaje o aduana. Para la circulación de mercadería el impuesto lo cobraban los publicanos. En los puestos había soldados para obligar a los renuentes. Trabajo forzado. Se les podía obligar a todos a hacer un servicio al Estado durante 5 días. A Simón se le obligó a cargar con la cruz de Jesús. 39[48]
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guerra del Golfo, guerra tan canónicamente diáfana... que dejará 248 “héroes” de lado del bien, contra 150.000 fanáticos del mal, masacrados y entregados en bandeja... por alguna calenturienta Salomé de turno. Tal será su delirio de poder, que este gobernante se decidirá a construir una nueva capital: Tiberíades, que será inaugurada cuando Jesús cumpla los 21 años, más o menos. Se la llamará así para agradar a Tiberio, que será el nuevo emperador romano. Tiberíades se convertirá en un gran centro económico con puerto propio y “grandes reservas acuíferas cautivas”; y no será administrada al estilo del pueblo de Israel, sino de acuerdo al régimen de las insaciables “miserias” de la corte romana. Tiberíades será una metástasis del imperio, en medio de Galilea. Allí vivirán los vasallos del gobierno, el gobernador con sus ministros: los magnates, los generales, los sacerdotes entrenados para imponer cordura, los funcionarios fieles al proyecto de exclusión y dominación, los dueños de las tierras, y los jueces cebados por la impunidad. Allí anidarán los preclaros militares, la policía de “espada fácil”, los negociadores de impuestos cuya deuda se renegociará día tras día. Allí será el lugar en donde los gobernantes reinventarán sus gastos de representación, fiestas y anémicas orgías de muerte. Durante el gobierno de Antipas crecerá el monopolio de los grandes terratenientes, perjudicando a las pequeñas propiedades comunitarias que eran una característica del sistema económico de los judíos. Años más tarde esto alimentará el enojo de Jesús, e inspirará sus parábolas. En la nueva capital, no existirá ni la defensa ni el cuidado de la persona humana. En caso de enfermedad, mala cosecha, plaga u otros desastres, nadie los ayudará. En el sistema anterior, la comunidad protegía a las personas y a sus grupos afectivos. Pero este proyecto del gobierno será imperial, y no tendrá en cuenta ni la cultura, ni los valores del pueblo de Yahvé. El imperio y sus sicarios, en todo se opondrán a la Revelación, y los que deberán defender el Proyecto de Dios se entregarán de manos atadas a la política del gobierno. La venganza será mejor que la justicia, los enemigos ni siquiera serán personas... contra ellos no se peleará sino que se los "cazará". Al imperio habrá que entregarle la moneda, la educación, la
Gasto especial para el ejército. El pueblo estaba obligado a hospedar a los soldados; los campesinos a pagar cierta cantidad de alimentos para el sustento de la tropa. 4 - Impuesto para el Templo y el Culto Shekalim: impuesto para el mantenimiento del Templo. Diezmo: impuesto para la manutención del clero. Primicias: impuesto para el mantenimiento del culto.
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salud, los hijos, las fronteras, los ajustes, las jubilaciones y la dignidad. Y del imperio se recibirán los Mc Pollo, la Esterichia Colli, los videos juegos, la pasta base, los campos de amapolas y éxtasis, la telefonía celular, la Coca Cola, la basura nuclear, y las ilusiones de un mercado regional que nunca se concretará. Jesús vivirá y experimentará todo esto durante sus años en Nazaret. Verá a los escribas esforzándose por enseñar al pueblo las legítimas cosas de la Ley. Verá a los fariseos insistiendo en la observancia de la auténtica pureza. Verá a los sacerdotes preocupados con las autorizadas rúbricas cúlticas en el Templo. Verá a los judíos recaudadores, cobrar impuestos a nombre del imperio. Verá a las prostitutas entrando a Tiberíades como invitadas, para ser apedreadas al salir. Pero no verá a nadie preocuparse por la vida de su pueblo. Serán como un rebaño abandonado y 45[54]
sin pastor
, que querrán entrar en el Reino y no podrán, porque quienes tienen la llave no 46[55]
abrirán las puertas
. Y entonces dirá: “Siento compasión por mi gente”
De adolescente y joven, Jesús recorrerá todos los barrios, villas y asentamientos de su zona, pero según los evangelios, nunca entrará a Tiberíades; la ciudad del poder, la de los palacios, la de la gente que vestirá elegantemente47[56] y se cobijará entre aromáticos ungüentos y sabáticas ficciones. “¡Todo un mundo por salvar y Él... naciendo en Belén... allá, tierra adentro!” Aquí y allá, a lo largo de las salas de este Hospital, en el revés de sus rincones, detrás del sórdido murmullo que antecede al llanto o la trompada; comienza a verse lo que quizás sea –en su aparente e inasible misterio- la alternativa más sólida a esta histeria apodada “espíritu navideño”: los enfermos empobrecidos se están ausentando de esta feria de cotillón y guirnaldas de pellejos, y viniendo en nuestro auxilio, nos iniciarán en el festejo de “La Navidad de Jesús”. Creo que nos llegó la hora de instaurar una Navidad que derrocando la tiranía de las anti utopías, acabe con el despotismo ornamental y globalizado, y entronice la vivencia de una epifanía como juicio hacia esos hombre y mujeres que desalojaron la pregunta eterna (¿qué necesitas de mí?), por la pregunta que hoy nos rige (¿qué te puedo quitar?)...
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45[54]
Mt 9,36-37; Mc 6,34 Mt 23,13 47[56] Mt 11,8 46[55]
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La sutil diferencia (2005)
“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma...” (Jorge Luis Borges)
Toda espiritualidad está ligada a un contexto histórico y comunitario particular48[57], porque en el punto de partida de la espiritualidad hay un encuentro contextual e histórico con Jesús encarnado. De tal manera que la espiritualidad no es, ni puede ser, la aplicación de una teología. Por el contrario, a la espiritualidad le ocurre una posterior reflexión sobre la fe, tal como esta es vivida desde esa original experiencia de Dios. Posiblemente, nuestro modo de creer siempre cargue sobre sí las marcas concretas de su experiencia fundante, que en su ambigua rareza, continúan desvelando capas de originalidad y revelación. Pero solo será la comprehensión de esas experiencias, lo que nos permitirá ahondar en el creer, permitiéndole desplegarse en el decir. A veces, esas experiencias serán reflexionadas y propuestas a todos como un modo de seguimiento de Cristo. Pero en otras ocasiones, solo será un llamado íntimo y personal, que sin dejar de ser participado a todos... será vivido desde las orillas de una experiencia comunitaria, acaso desacreditada entre secretas acusaciones de vacilación y aparente fracaso. De nuestra pastoral de frontera en contacto con los afectados por el VIH/SIDA, surge un cuestionador espigar de experiencias, reflexiones, propuestas y contra propuestas; que germinan al calor del seguimiento de un Cristo fronterizo... hallado y reconocido entre los bordes de la exclusión. Un Jesús, que a pesar de nuestras viscosas conveniencias, tercamente se erige en el Cristo de los no religiosos49[58]. Y de ese Jesús, y con ese Jesús, no puedo dialogar en términos religiosos. Ya que quizás, detrás de aquellos bordes apuntalados por el poder, se pueda celebrar la embriagues de Dios... sin rúbricas ni doctrinas. Tengo la sensación de que nuestra espiritualidad pastoral es adoptada por los signos, sabores e intensas esperanzas -que entre los bordes de la exclusión-, los empobrecidos rasguñan a la vida... 48[57] 49[58]
Gustavo Gutiérrez. Beber de su propio pozo. Latinoamérica Libros. Centro Nazaret. Buenos Aires 1984 Dietrich Bonhoeffer. Tegel, mayo de 1944.
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con la palpitante certeza de que esa miguita que se les quedó entre las uñas es el pan esperado por todos (¿Quién me toco el manto... quién me ha tocado?50[59]) Y así no más, por pura gracia... también nosotros somos adoptados y arropados por todos aquellos con los que allí nos encontramos, o junto a los que allí... nos reconocemos. ¿Cómo negar entonces, el visceral atrevimiento de esos signos que desplegándose generosamente ante nosotros, nos invitan a una conversión sin fetiches? ¿Cómo no desalojar a ese dios tabique, que pretende impedirnos reconocer en su originalidad, a todos aquellos ante quienes las instituciones, solo dedican tonsurados bostezos? (...no entran ustedes, ni dejan entrar a los que quieren entrar.51[60]) ¿Cómo dejar de abrazar a aquellos ante quienes los demás solo gesticulan? (...Señor, tiene mal olor...52[61]) ¿Cómo dejar de escuchar lo inaudible detrás del aliento quebrado? (Animo hijo...53[62]) ¿Cómo dejar de acompañar a los desamparados entre los abandonados? (Somos de la raza del mismo Dios!54[63]) ¿Cómo dejar de pedir a Dios, que nos cuide del dios de los que dicen hablar en su nombre55[64]? Para San Pablo, espiritualidad y epifanía fueron simultáneamente modeladas en medio de caminos y cegueras... y todo su ministerio posterior se realizó entre simultáneos caminos, y develamientos. Para nosotros, la manifestación de Dios se modela entre la periferia de las instituciones, y el desierto de los empobrecidos por el poder. Tan empobrecidos que ni siquiera podemos hablar de pueblo, ya que están dispersos, sin organización, sin proyectos en común... ni conciencia de que es posible convertirse en sujetos de la Historia. Pastoral de la salud, entendida como pastoral de frontera, nos lleva más halla de sus propios contornos. Invitándonos a entrar a una zona, en la que nos encontramos con un “no pueblo
56[65]
“...
o un proto pueblo de Dios... junto al cual siempre seremos forasteros. Un agrupamiento humano que se ha plegado sobre el revés de la espera, detrás de ilegítimos ordenamientos sociales e históricos que los ha empobrecido y excluido progresivamente... hasta quitarles la memoria histórica, negándoles la emergencia de alguna posible personalidad colectiva. Muchos de los amigos que visitamos en el hospital han sido “convertidos” por esos ordenamientos sociales, y hoy se consideran así mismos como viviendo al final de un atávico y rígido destino, del 50[59]
Marcos 6, 24 - 34 Mateo 23, 13 52[61] Juan 11, 39 53[62] Marcos 2, 5 54[63] Hechos 17, 28 55[64] “A Dios pidamos, que de dios nos libre” Maestro Eckehart 56[65] Concepto de Ellacurìa, Ignacio 51[60]
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cual no son sujetos ni responsables. Por lo general se sienten atrapados (y no siempre lo pueden verbalizar de este modo) entre las redes de un pasado construido por otros, dentro de la cual su propio pasado no es más que una parte insignificante... y el futuro, no mucho más que una recurrencia. Pero aunque este encuentro con un Cristo peregrino, entre y más allá, de los márgenes me resulte tan evidente; me gustaría poder hablar no de lo marginal, sino de lo medular; por que quizá... los que vivimos en la periferia de un deseo sin centro... somos nosotros, y no ellos. La experiencia me demuestra que en este proto pueblo hay mucha más fuerza que debilidad... y una calidad de fuerza y celebración que juguetonamente se fuga detrás de la nulidad de mi entender. Entre ellos aprendo mucho más sobre la vida, la humanidad y su futuro... que sobre la muerte, las faltas y el pasado; y cuando me alejo de ellos solo pervive una preguntar: “Maestro dónde vives?...57[66]” Hablar de los medular, es dejarme estar en lo substancial. Es entonces cuando descubro que me agrada creer que el Dios con el que nos estamos encontrando detrás de la epidemia y la exclusión; es el mismo Dios, que entre otras epidemias y exclusiones comunicó su identidad ante Moisés, “Yo seré el que seré58[67]...” Dios revelándose como entera y amorosa modificación, y que nada tiene que ver con el plagio que de Él nos hicieron llegar: un ser satisfecho, consumado e inalterablemente parmenídeo59[68] De nuestra pastoral de frontera surge una espiritualidad, que nos lleva a madurar una íntima relación con Dios, en su aspecto de un suceder inacabado y dinámico... "Yo estaré presente como el que estaré presente60[69]"; frente a las híbridas y apolíneas formas sólidas y osificadas que las diversas mutaciones culturales nos impusieron. Dios ya no es, ni nunca fue el deus ex machina61[70] idealmente todopoderoso, hecho a la medida de nuestras cobardías y estrategias de poder; y al que se podía acudir cuando estamos escasos de soluciones y compromisos. El Dios de la Revelación “es él que sucede en la forma en que sucede". Es el que nos abandona porque "Voy a mostrarme en lo que ocurra” Es él que nos salva por su receso, porque "Estaré ahí en lo que esté"
57[66]
Juan 1, 38 "Yo seré el que seré", frase rota en sí misma, que es -no obstante- la traducción que da la Torá del Centro Educativo Sefaradí de Jerusalén. Tomado del libro: Dios no es un ser sino una acción, de Schlomó Giner 59[68] "El Ser es, el No-Ser no es" Parménides 60[69] Traducción de Martín Buber del texto: “Yo soy el que soy” 61[70] En el antiguo teatro griego, cuando por olvido o falta de talento el guión se atascaba, se hacia descender una imagen divina sostenida por poleas; entonces uno de los actores ponía de su voz a esa imagen, y hacia resolver al “dios de la polea”... los inconvenientes producidos por un mal guión. El “dios de la polea” bajaba y subía tantas veces... como errores cometieran los actores. 58[67]
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Es él que siente impotencia de mundo, porque "Yo sucedo en la medida y forma en que sucedo62[71]" Este regalo que nos ofrece el encuentro con Dios, allí, entre el SIDA, la exclusión y el hambre de justicia; "no contiene una explicación de la esencia de Dios, sino que entraña una descripción de su voluntad63[72]": Por ternura Él deja de ser un dato impuesto y tutor -más próximo a las definiciones jurídica que al amor-, para ser el desafío de un ir sucediendo que acontece en una imparable acción (...todas las cosas colaboran para bien de los que aman a Dios.64[73]) Ni nosotros estamos obligados a obedecerle, ni ÉL lo está de obedecernos; porque nos ha otorgado el don de la adultez, y entre adultos... solo cabe la responsabilidad. Por lo tanto, este ir sucediendo de Dios nos convierte en celosos “portadores” de su urgencia temporal... porque Él se está realizando ya, en este momento, en esto y este lugar65[74]. De tal manera que Él se manifiesta a, y en, nuestros amigos afectados por la epidemia66[75]... aquí y ahora; no después de la conversión, no después del bautismo, no después de los sacramentos, ni después de la “pastoral de conservación67[76]”... sino después de ese silencio que es matriz de toda palabra auténtica. Algo me dice que nos estamos encontrando con la exigencia de la superación de los rótulos y certezas. Dios nos sostiene, pero no nos encadena... y por eso nuestra pastoral nos arroja sobre esta novedosa vocación, de andar desclavándole las caretas a las realidades seguras y estancadas; para experimentar lo vertiginoso e infinito... y que muy a pesar nuestro no se deja asir... "El que va a llegar a ser me envía a ustedes68[77]" Junto a nuestros amigos enfermos en la búsqueda de esos guiños de humanidad, que nos permita superar la fermentación de esas vidas que se han vuelto imprevisibles; también estamos siendo invitados a dejar de prestar atención a los “vestidos de Dios”, para comenzar a interesarnos en “Él mismo, en sí mismo”. Ya no importa la figura sino la sustancia, no Dios-Pronunciación jurídica sino Dios-Silencio adulto; aunque nunca Él es ‘tan’ Pronunciación y ‘tan’ sustancia como en el momento de silencio/encuentro junto a cada uno de nuestros amigos... A lo mejor se nos está revelando como “él sin nombre” junto a los sin nombre.
62[71]
Todas ellas son traducciones alternativas, al texto de Éxodo 3, 14 KÜNG, H. ¿Existe Dios? Ediciones Cristiandad. 64[73] Rom. 8,28 65[74] Concilio Vaticano II, Decreto Ad Gentes, N*9 66[75] “El camino natural del Espíritu es el que pasa por los otros hombres” Catecismo Holandés. Capítulo VI: El camino de Cristo. Editorial Herder. Barcelona - 1969 67[76] Documentos finales de Medellín. VI Pastoral Popular, 1-1. Ediciones Paulinas. Buenos Aires 1981 68[77] Éxodo 3,14 (Torá del Centro Educativo Sefaradí de Jerusalén) 63[72]
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A lo mejor, lo único que necesitamos saber de Él es que está aquí, continuamente presente, continuamente expuesto, siempre desplegándose en el tiempo y en la historia. Dejándose encontrar entre nuestras paradojas y contradicciones, dejándose palpar en esa zona fronteriza en la que las fuerzas comienzan a claudicar; para llevarnos a ese territorio innombrado en el que preparó esta epifanía... frente a la cual no hay posibilidades de un orden racional. Tal vez, quien sabe... Dios regale a Pastoral de la salud, la posibilidad de hallarse entre las mismas inseguridades, padeceres, soledades, aprietes y desprestigios de aquellos a los que fuimos invitados a acompañar. Y así juntos a ellos, desde ellos y para ellos denunciar a la exclusión... pero con la modalidad de los descartados... no con los recursos del poder. Porque “todos sabemos que el amor tiene como primer efecto la imitación69[78]”, por lo tanto... los recursos pastorales que empleemos hablarán de a quien amamos.
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69[78]
Charles de Foucauld. Con Él y los Otros. Latinoamericana Libros.
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Comunes, naturales y ordinarias (2005)
“Toda nuestra salvación comienza en el nivel de las cosas comunes, naturales y ordinarias...” (Thomas Merton70[79])
Es curioso como la unión del espíritu y la materia se evidencian en el lenguaje habitual, y denuncian lo arbitrario de su separación. Dentro de las salas del hospital, o de nuestra casa71[80], constantemente estamos usando metáforas. Es un lenguaje colorido que conlleva, además de sentido, una carga penetrante y emotiva. La metáfora reúne la materia con el espíritu, por medio de alguna alquimia del lenguaje... cuyos resultados dependerán de las habilidades de los operadores. Es, según mi torpe definición, el recurso a través del cual volcamos la palabra (espíritu) sobre la materia (barro), y le damos vida... o se la quitamos. Pero: ¿qué pasa cuando falta esa palabra que nadie se ha propuesto enseñar? ¿Cómo transferir el don de la palabra a aquel o aquella... a quien le han robado el decir? ¿Cómo restituirle la humanidad a ese balbuceo de adulto, que con mirada de pibe, suspende nuestra percepción de la eficiencia pastoral entre candores y fisuras? Dentro de las salas, el seguimiento de Cristo nos coloca en situaciones comunes, cotidianas y bien ordinarias... que nada tienen de excepcional, salvo la forma en que son miradas, oídas o sentidas. Desde el momento en que ingreso al pabellón en donde visito a mis amigos, voy anticipando olores, miradas, encuentros... o desencuentros sin despedida posible... y descubro que todo está allí para ser tomado y saboreado; invitándome a encontrar lo sacramental detrás de tantas preguntas sin respuestas... y tantas respuestas que me asusta escuchar. Todo dispuesto para cumplir con su propia vocación, todo dispuesto para ser lo que está siendo... sacramento de la restitución de lo humano. Sacramento que sortea la deshumanización, y que sin intentar la “salvación” de nadie... logra mostrar la excepcionalidad de todos. Me viene pasando desde hace meses, que en mi recorrido por las salas del Hospital, me encuentro con amigos que además de vivir con VIH/SIDA, pobreza y exclusión; van durando bajo el peso de la excepcionalidad, bajo el peso de ser rotulados como “casos psiquiátricos”... Y, al
70[79]
“Diario de Thomas Merton” (1964-1965) Editorial Lumen. Buenos Aires / Argentina Hostal Solidario, inaugurado por el Equipo de Pastoral Ecuménica VIH/SIDA en el año 1992. Destinado a ser una casa de medio camino, entre el Hospital y la reinserción social de varones adultos que viven con VIH/ SIDA.
71[80]
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menos a mí, me sorprende la gran cantidad de estos amigos que llegan hasta las salas, o son llevados por anónimos que los depositan allí, por compasión... indiferencia... o quién sabe... Creo que ellos son los pobres entre los pobres, los anónimos entre los excluidos... los desamparados entre los abandonados... Aquellos a quienes ni siquiera sus compañeros de sala respetan, consideran o mencionan... y a los que por lo general temen. Aquellos a quienes los profesionales de la salud, amarran a sus camas... o a cualquier medicación que los vuelva predecibles... o menos demandantes. VIH/SIDA. Locura. Estigma. Exclusión. Diferentes rótulos que expresan eficaces maneras de expropiación del nombre propio. Diferentes nombres para un mismo destino; ese no lugar a donde se intenta envía la mismidad de aquellos, que son obligados a sentir... que ya no sienten. Estos amigos, en su locura, narran lo inenarrable. Aquello que anida entre los pliegues de ese espacio original y primitivo que ya no recuerdan, pero que se hace y deshace, se afirma y niega simultáneamente; y desde el que no saben... hacia dónde dirigir la huida. Por lo general acercarme a ellos, me confronta con los límites mas profundos de mi acompañamiento; y yo también termino por sentir la tentación de cruzarme a las filas de los que claudican... Frente a ellos, ni siquiera la actitud de escucha puede oficiar de mediación. Y tratar de articular palabras, allí en dónde el vaciamiento del decir fue la regla omnipresente, se vuelve casi un imposible; pues la actividad laberíntica de lo que no pueden controlar en si mismos, rebota sobre mi mundo conocido para dejarlo sin aire, y de un manotón me quitan mis pretendidos derechos sobre la inocencia... y la moderación. Oscuros y abismales, me invitan a un mundo otro... que entre delirios y alucinaciones, también reclama las bendiciones del Reino de la Vida y su Justicia. De este lado estamos “los equilibrados” redactores de implacables listas, lógicas en selectividad y exclusión. Aquellos que gozamos de los méritos de la observancia de la ley, y sus astutas adaptaciones de sacristía. Sabemos cómo y cuando ayunar, dar limosna, participar correctamente del culto y ocuparnos del bienestar físico y económico (propio y ajeno). También nos ocupa la prosperidad, nos preocupa el éxito, la honra pública de nuestros nombres, y la buena posición social de nuestras instituciones. Pero del lado de mis amigos, solo hay padecimiento de “nuestra” ley. La pobreza, la miseria, la enfermedad física o mental, el oficio del fracaso, la deshonra, el rechazo y la exclusión social, todas las deficiencias y desdichas personales y familiares, o el simple hecho de no ser “parecidos a...”; solo son íconos de bofe... que los empobrecedores ofrecen a los profesionales de la religión, para ser transformados en maldición divina... y condenación de los empobrecidos.
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Es por esto, que junto a ellos no importa tanto lo que yo haga, sino lo que deje hacerse por si mismo... porque algo me dice que la ignorancia de “nuestra ley”, los convierte en dignos custodios de la Ley... Ellos se encargan de ayudarme a discernir entre lo que está germinando o a punto de morir; entre lo que no tiene futuro, o lo que se abre a la esperanza. Y ante esto, no interferir en el proceso de acompañamiento me resulta primordial. Pues se trata de palabras y sensaciones indescifradas, inconclusas, quebradas tras el pudor infinito de alguna desnudez aun desconocida... y que nadie, absolutamente nadie, me autoriza a desvelar. Junto a ellos el misterio se hace más misterio aun. Y darles la palabra significa devolverles su propia e intransferible vida; y así... a fuerza de reflejos, redescubrirnos mutuamente entre esos signos y señales perdidas entre los más crudos retratos de lo humano... Junto a ellos solo queda lugar para lo común, natural y ordinario. Tan común como ayudarles a lavar la ropa, tan natural como ayudarles a comer... tan ordinario como convidarles un cigarrillo. Y sin embargo, en cada uno de esos gestos la vida recupera la sacralidad de su sentido, pues la dignidad humana es reconocida detrás de ese puro suceder, al que llamamos locura... desde el lugar y ley de nuestra supuesta cordura. A Hernán, Miguelito, Ángel y Víctor...
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Voy a fingirme maniqueo (Foro Social Mundial 2005)
“La fe es el instinto de la acción...” 72[81]
(Fernando Pessoa
)
Voy a fingirme maniqueo, y comenzaré contraponiendo dos universos. Aun lado el uni-verso del poder... y del otro, el di-verso de los que trabajan. Estas dos aversiones, tan diferentes entre sí, han convivido desde antiguo como amo y esclavos. Los primeros siempre unidos y corporizados... los segundos siempre dispersos, difusos, plurales... di-versos. Sin embargo esta contraposición queda engañosamente resulta cuando Maquiavelo dedica “El Príncipe” a Lorenzo de Médicis. En esa dedicatoria se esfuerza por hacer notar una relación refleja entre el conocimiento que El Príncipe tiene de su pueblo, y el conocimiento que este tiene de su Príncipe... y tan es así, que es este último dato el que tomará importancia capital a lo largo de su propuesta de gobierno. A partir de esta observación puedo inferir que el poder se evaluará a si mismo desde la dimensión de sus aspiraciones, pero públicamente, intentará ser evaluado desde los códigos del pueblo. De tal manera que el orden ya no será visto como la realización de un convivir justo, y original forma de vida civil benéfica y estable; si no como la pantalla sobre la que se proyectarán, publicitarán y venderán las acciones del “poder virtuoso”. Y del mismo modo que el orden, la libre participación masiva no será considerada un bien en si misma sino un recurso del poder, para mantenerse en el poder... y apropiarse de un rotulo más: “el poder no solo será virtuoso si no que además será tolerante” A lo mejor, tal vez... quien sabe, el FSM fue la manera que “el príncipe” encontró, para desentrañar los secretos de las bases y apoderarse de su pan... sin el cual, el poder solo se quedaría masticando el pestilente vaho que asciende de su propio vacío. Foro Social. Antiguamente el Foro era un espacio en donde se hablaba de cuestiones públicas, que se suponen que eran de interés común a la mayoría. Pero la misma palabra también se utiliza para designar la parte trasera de los escenarios, esa zona en donde se monta lo escenográfico, esa franja desde donde se crean las ilusiones... y se cuecen oraculares trampas para heroínas de cotillón.
72[81]
El libro del desasosiego. Seix Barral. Primera Edición. 1986 España.
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El FSM utilizó lo que la lógica llama argumentum ad nominem: “así como es el nombre es el producto”. El postulado tácito sería, “Si es del FSM, es bueno”. El bien, a su vez, como autocrático atributo del Foro, se articuló en la cadena de significaciones por vecindad, y pretendió transferirse mágicamente a todo lo realizado en su “Territorio Social”. Todos sabemos que la caída de cualquier sistema de tiranía y dominación mejoran las perspectivas de libertad. Sin embargo, debemos reconocer que las fuerzas dominantes de esta economía deshumanizadora, no pretenden precisamente, ensanchar el ámbito de nuestra libertad. Más bien, su objetivo es, y viene siendo desde hace décadas, devolver a Latinoamérica su papel de servidor cotidiano, y para ello es necesaria una especie de "latino americanización" del discurso del poder (incluidas nuestras Instituciones). Creo que el motivo reiterado por los organizadores del FSM, fue la visibilidad de las excepcionalidades, camuflándolas tras la belleza en la diversidad. Mi hipótesis: El FSM supo componer una épica de la otredad social, como clave de imposición de una poética de la excepcionalidad. Enalteciendo en sus enunciados el lugar que desea ocupar como enunciador y rotulador. Y esto es lo que lo puso al borde de la desvalorización. Por ejemplo: desde Roma se sostiene que Latinoamérica es la reserva espiritual de las Iglesias. Desde el norte se sostiene que es la reserva económica del FMI, o la reserva ecológica del planeta, o la reserva moral ante el desmoronamiento del imperio de turno.... Pero lo más interesante aun, es que después de 500 años de domesticación, el adoctrinamiento ha dado sus frutos, pues Latinoamérica efectivamente cree ser la reserva de “algo”, y se siente en la obligación de devolver “ese algo” a sus colonizadores... obligación que nunca quedará satisfecha hasta tanto no se haya dado continuidad a su atávica vocación servil. Y esto ha quedado desenmascarado en la declaración final del Foro Social Mundial... Efectivamente “él príncipe” no solo nos gobierna opresivamente, si no que además pretende que le enseñemos a gobernar sin que su tiranía se note... y lo ha conseguido. Le hemos enseñado “al príncipe”, que si nos tortura bajo una ducha de agua caliente, las marcas no se notarán... y si no se notan... la tortura jamás habrá existido. El Foro Social Mundial 2005, ha intentado preservar la diversidad de los eventos, la pluralidad y la autonomía de sus participantes; o el carácter democrático de sus espacios, sin predominio de este o aquel partido o ideología. Toda la estructura ha sido repartida en conferencias, paneles, testimonios, mesas de diálogo y debates, talleres y seminarios. Cualquier entidad inscrita en el evento pudo promover un taller o seminario, o desistir de hacerlo con o sin aviso previo. También se intentó generar una mayor articulación entre los participantes motivados por intereses en común.
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Sin embargo, muchos de aquellos acontecimientos tenían escasa forma institucional. No eran mucho más que pensamientos en las cabezas de personas aisladas, u ocupaciones de organizaciones de base muy locales y dispersas. Debo destacar que detrás de toda aquella expresión y participación, existe el potencial para grandes y eficaces movimientos sociales comprometidos con la paz, la justicia y la verdad. Pero la realización de este potencial no será tarea fácil; ya que se trata, ni más ni menos, que de la búsqueda colectiva de "otro mundo posible". Un mundo en donde los valores éticos inherentes al convivir tolerante e inclusivo, desemboquen en una efectiva promoción de la dignidad personal. Según Chomsky73[82] “Las actitudes libertarias se basarán (e históricamente se han basado) en la creencia de que, en la naturaleza humana, es esencial una especie de instinto de libertad, un deseo de estar libre de cualquier autoridad externa arbitraria, de ser capaz de ejercitar las propias capacidades para preguntar, crear, creer, comprender, jugar, etc., por medio de una elección libre y en libre asociación con otros” Pero paradójicamente, el FSM no estaba engarzado a la cotidianeidad de la ciudad que nos albergó, ya que ni el maletero del Hotel en donde me hospedé, ni el mozo del bar en donde comía, ni el vendedor de frutas de la plaza que cada mañana atravesaba, tenían la menor idea de qué era aquello del Foro Social. Solo tenían en claro los posibles beneficios económicos que tanto movimiento de gente les produciría. Por esto creo que hubo dos Foros Sociales. Uno vinculado al uni-verso del poder, y otro vinculado a ese di-verso de otredades que siguen quedándose sin tierra y sin voz. Y entre ambos... el abismo. Un abismo repleto de buenas intenciones, declaraciones institucionalmente prudentes y funcionales al sistema; y un frenesí maníaco, lelo y raído, que intentaba ocultar el pánico de sabernos tan pequeños frente a tantos desafíos por recorrer. Me queda por responder, de qué lado del abismo estoy? En lo particular a mi no me conmueven las multitudes, ni el culto al “juntismo”, ni las estadísticas, ni la cantidad de actividades, ni la cantidad de inscriptos... porque nada de eso garantiza calidades. Pero si me conmueve que durante el FSM salió a la luz uno de los principios rectores que justifica cualquier forma de dominio totalitario, y que mi sentido común se resistía obstinadamente a admitir, es decir, el principio según el cual “todo es posible”... incluso un amnésico mundo nuevo. Creo que si no reflexiono y comprendo, que si insisto en considerar excepcional lo allí vivido, también estaré considerando ordinarios y bastardos mis cotidianos gestos solidarios. Ya que, cuanto más celebre la excepción, más desvalorizaré mi propia historicidad...
73[82]
Tomás Ibañez, entrevista aparecida en El Canelo, Nº 50 1993. Barcelona. España
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No es casual que hayamos llegado a Porto Alegre, cuando El Partido de los Trabajadores (PT) dejaba el gobierno, después de haber gobernado durante 16 años consecutivos. Desde enero de este año los destinos de la Prefectura de Porto Alegre estarán en manos del Partido Popular Socialista (PPS), apoyado por una poderosísima coalición de derecha que incluye a Iglesias económicamente poderosas. Tampoco es casual que hayamos abandonado Porto Alegre, acompañados por grandes titulares periodísticos acusando a los organizadores del Foro, de múltiples defraudaciones y estafas al fisco. ¿Se dieron cuenta que durante el FSM, fueron alejadas del “Territorio Social” las personas viviendo en situación de calle, los mendigos de las iglesias céntricas, los evidentes usuarios de drogas y las trabajadoras sexuales; y que ellos recién comenzaron a hacerse visibles a partir del día 30? ¿No les parece paradójico que hayan construido un espacio de excepción para nosotros, un pedazo de territorio puesto fuera del ordenamiento “normal”, solo para que nosotros podamos reflexionar sobre la exclusión... sin excluidos a la vista? Creo, y con vergüenza, que hemos permitido que el FSM puntualice excesivamente en la materialización y celebración de los estados de excepción, y en la imitación de compromisos con una vida... desnuda de lo vivo. Y he aquí la peor de las trampas: la ilusión de excepción creada por el FSM, convirtió en una nueva y estable disposición espacial la suspensión temporal de cualquier forma de ordenamiento. De tal manera que la excepcionalidad celebrada con tanto goce y algarabía... pedió el privilegio de poder ser inscripta en el orden habitual, volviéndose extraña para nuestra cotidianeidad. El FSM como localización de las excepcionalidades, albergó en si la matriz oculta de la descalificación del compromiso con lo humano, negando esa Fe intestina que alimenta las acciones diarias, pequeñas y usuales. Acciones que no necesitan de la excepcionalidad para ser validas, porque cuentan con la cotidianeidad de lo sagrado. Paradójicamente, de los talleres que participé y aquellos en los que menos se celebró la excepción, fueron los organizados por personas viviendo en situación de calle y conviviendo con VIH, transexuales, travestis, y gays trabajando por la educación en la tolerancia. Y allí no había espacio para lo excepcional, porque ellos no trabajaban para, si no... desde. “Dios eligió lo que el mundo tiene por estúpido... lo que considera débil... lo que rotula como bruto, despreciable y sin valor... y así lo quiso para confundir a los fuertes...” (1Cor 1, 27-28) Desde el corazón les comparto, que está en cada uno de nosotros el penetrar en el misterio de la trascendencia de lo cotidiano, común, natural y ordinario... y desde allí iluminar las problemáticas trabajadas en el Foro Social Mundial... y no al revés. - VOLVER AL INDICE -
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Sobre el derecho a imaginar a Dios (2006)
«Muerte dulce, suave, graciosa, bella, fuerte, rica, digna; muerte cruel… por qué tardas en venir» (Santa Catalina de Génova, Venecia 1615)
00: Introducción: El culto a San La Muerte en algunos pacientes, o sobre el derecho a la autonomía religiosa. Dentro de nuestros hospitales y lugares de confinamiento, habitan y conviven personas condicionadas por ideologías de textura cristiana, al menos en su gran mayoría. Conciente o mecánicamente, hombres, mujeres, adultos, jóvenes y niños, abrevan en ese pozo, y desde el intentan darle sentido a su ser y estar en el mundo. Pero por dentro y fuera de ese entramado cristiano, se descuelgan hebras que escapan de la urdimbre doctrinal, y que merecen ser tenidas en cuenta; en tanto que existen y se manifiestan como práctica concreta, visceral y autónoma. Ejemplo de esto es el culto a San La Muerte. Mi reflexión, asumirá conceptos religiosos de uso habitual entre la población empobrecida del gran Buenos Aires. Razón por la cual recurriré a la “corrupción” de nociones teológicas propias de la doctrina cristiana, y algunos conceptos devenidos de la psicología y filosofía humanística. En el ámbito cristiano la palabra escatología (del griego éschatos), se refiere a las realidades últimas del hombre, las que se vinculan al futuro de la humanidad, y que trata sobre la vida posterior a lo muerto. Este término comenzó a utilizarse desde el Siglo XIX, de la mano de exegetas protestantes, para luego ser incorporado a la reflexión teológica católica. Desde el aporte de la filosofía, podríamos decir que el hombre no es un mineral, en tanto “hecho consumado”, sino que es un “hecho perfectible”: “es en tanto que deviene”, “es en tanto que va siendo”, o “es en tanto posibilidad de llegar a ser”. De tal manera que: El Sujeto aun no coincide con su Predicado. Es así que el hombre no se ubica únicamente en el pasado o en el presente temporal, sino en sus posibilidades de ir siendo (deviniendo) sobre ambas temporalidades, o a pesar de ellas. Retrocedamos un poco más.
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Cuando Eric Fromm en su libro “Ser o Tener”, indagaba sobre el termino “ensomatosis” utilizado por el neo platonismo y las corrientes gnósticas, que coincidieron y condicionaron la experiencia de fe de los primeros cristianos. Resolvía que para aquellos hombres y mujeres, era necesario que el cuerpo muriera para que su alma se salvara. En cambio, el pensamiento hebreo sostenía que la salvación concernía al cuerpo y al alma simultáneamente. De allí que la Resurrección del Cristo, expresará la resurrección de todo lo humano al final de los tiempos. Y en ella, las almas se reencontrarán con los cuerpos que habitaron (o fueron), previo a la muerte física. De aquí se desprende, que tanto para el Antiguo Testamento como para el Nuevo, el hombre es una síntesis de ambos principios, y no existe salvación… fuera del cuerpo ni el tiempo. Tanto es así que el IV Concilio de Toledo (año 625) sostiene que la salvación solo es posible previa a la muerte, y nunca posterior a ella. Ya que solo ocurre aquí, en este mundo (dentro de la historia), y no en el otro (fuera de la historia). Por lo tanto para el pensamiento cristiano, la muerte, herencia del pecado original, no es final del hombre; sino que dando fin a una forma de vida (aquí), permite y da lugar a otra forma de vida (allá). (Rahner 1965) En el caso que me motiva: el culto a San La Muerte. Intentaré compartirles cómo este conglomerado de nociones se ha trasvasado y enriquecido con otras nociones culturales a través de los tiempos; condicionando y siendo condicionada, por la vivencias de una religiosidad popular, que escapa a los controles de las religiones organizadas desde el poder. Según las investigaciones de Berta Vidal de Battini (Cuentos y leyendas populares de la Argentina). "Esta devoción se desarrolla en el litoral mesopotámico argentino, a partir del siglo XVII, y desde allí se trasladó al Gran Buenos Aires y Capital Federal, conforme a la dinámica de las distintas migraciones internas de aquella población autóctona”. Pero por qué comenzó en el litoral argentino? Hace más de 300 años, los jesuitas y franciscanos que desembarcaron allí durante la conquista, traían junto a su prédica, un mal resuelto conflicto que se remontaba al siglo XII, denominado “Teopasquismo”. Esa “herejía” planteaba cuestiones vinculadas al deterioro del cuerpo físico en la Virgen María, y a pesar que esa controversia ya fue subsanada, los naturales de la zona, continúan replicando conceptos teopasquistas a través del culto a San La Muerte. Dicha polémica recién llegó a su punto final, el 1 de noviembre de 1950, cuando el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen a los cielos, por medio de la Constitución “Munificentissimus Deus”. De ella se desprende que el cuerpo de la Madre de Dios no murió ni
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corrompió, ya que ni por un instante su alma se separó del cuerpo, y la muerte solo fue un transito directo de la tierra al cielo. De hecho no se habla de muerte, sino de “dormisión”. En esta devoción popular, él Santito posee diferentes denominaciones: "Señor La Muerte", “San La Muerte”, “Señor de la Buena Muerte”,"Señor de la Paciencia" o “San Esqueleto”. Pero también asume un camuflaje sincrético, dándosele el nombre de "San Justo", "San Bernardo", "San Lázaro” o “San Roque”, tomados de la iconografía católica. O “Iku”, “Omolú”, “Obaluaê” o “Xapañá” entre los herederos de las culturas Yorubas, Congoleñas o Bantúes, muy en uso en los templos de rito africano del GBA. Los festejos de San La Muerte se realizan el 15 o 20 de agosto, y consisten en rezos del santo rosario, imposición de manos, baile, asado y procesión. Siendo que el 15 de agosto coincide con la celebración de la Asunción de la Virgen a los cielos en “cuerpo y alma”; y el día 20, con la celebración de San Bernardo, según el santoral católico. La iconografía de San La Muerte no es muy variada. Por lo general se trata de una figura esquelética, parada, sentada sobre un trono, o en cuclillas; con una guadaña y capa de colores que representa la utilidad que se le dará a la figura (el bien, el mal, la justicia, la venganza, la protección, etc) Y que suelen recordar las filiformes figuras yermas y desgarradas, de Alberto Giacometti. Tanto es así, que la imagen de San La Muerte sentado, es idéntica a la imagen de Cristo sentado, denominada "Señor de la paciencia y la humildad"; traída por los jesuitas y reproducida hasta el hartazgo por los artesanos guaraníes en los talleres misionales. Los materiales utilizados para la confección de las imágenes son muy variados. Tallas en madera, hueso humano, metal, yeso o resina de poliéster. Y su tamaño depende del consumidor y sus objetivos. Las hay muy pequeñas y para ser incrustadas bajo la piel (de hueso humano), o de gran tamaño y destinadas al culto público. El San La Muerte "bueno", o perteneciente a la esfera del "bien", se caracteriza por ser el más conocido. Su culto de desarrolla en Santuarios, en algunos casos de gran tamaño, pero por lo general en pequeñas dependencias dentro de la casa del “Padrino o cuidador”; y al que se puede acudir durante la mayor parte del año. Debe tenerse en cuenta que el carácter cultual a la figura esquelética, es de índole privada. Aunque he visto una impresionante imagen creada a partir de un esqueleto humano original (comprado a un ex estudiante de anatomía), ricamente adornado y expuesto a la veneración pública.
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Pero en la gran mayoría de los casos, la imagen esquelética es ubicada en altares familiares, disimulada entre otras muchísimas imágenes religiosas. Esto se debe a que existe una suerte de precaución, con respecto a los poderes del Santito y quien se vincula con él. El motivo es que existe una forma de veneración que es utilizada por los Padrinos y Madrinas correntinos (en estos casos sanadores populares) donde la imagen es utilizada para el mal, se le piden "daños" o cambios desfavorables a través de muerte o enfermedad. Una forma extrema de veneración, es aquella que consiste en la confección de pequeñas figuras esqueléticas realizadas con huesos de humanos bautizados, fruto de alguna profanación de cementerios. Y que los devotos, por lo general individuos privados de libertad y vinculados con actividades delictivas, se colocan en su propio cuerpo, mediante incrustaciones bajo la piel. El propósito de esta práctica es pertenecer al Santito, y que este los reconozca como de su propiedad, los salve y proteja de las balas, cuchillos, o persecuciones; y le proporcione una "Buena muerte" o una muerte no violenta. Otro de los temas que llaman mi atención, es la desprotección socio institucional que deja a los devotos en el vacío, aflorando en variadas formas de violencia emanadas desde San La Muerte hacia sus propios seguidores. De tal manera, que cuando uno de ellos no cumple su promesa, es castigado por él Santito, y posteriormente abandonado. O para evitar que esto suceda, el devoto se auto castiga. Ejemplo de esto es lo que sucede en algunos Santuarios durante las fiestas oficiales: trasladarse de rodillas sobre granos de sal gruesa o maíz, permanecer varias horas de rodilla y con los bazos extendidos en cruz, auto flagelaciones (entre los devotos sometidos a confinamiento carcelario es habitual el cortarse brazos y piernas con hojas de afeitar en honor al Santito, o quemárselos con cuchillos al rojo vivo. Durante cuaresma suelen embadurnarse el cuerpo con cera de velas y cenizas, ayunos completos durante 7 días, uso de silicios, o caminatas sobre carbones encendidos. Todo esto en un clima de gran exaltación emocional, que recuerda a las prácticas de los flagelantes medievales; o mortificaciones penitenciales habituales en la espiritualidad del siglo XVII. Infiero que esto se debe a que la relación de San La Muerte con sus devotos solo se legitima en un marco de violencia social o auto infligido. Y quizás por esto, esta devoción es tan común entre miembros de fuerzas de seguridad, presidiarios, abogados y hasta médicos; por estar vinculados a procesos violentos o de corrupción y muerte física. De entre los distintos relatos que escuché de los pacientes en situación de internación hospitalaria prolongada, elegí los tres siguientes, por resultarme los más significativos.
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01: Tres pacientes, tres vidas y un mismo terror a la muerte. Marcos y Nicolás son dos devotos de San La Muerte, desde hace varios años. Marcos es un paciente social y tiene 68 años, padece una artrosis progresiva y degenerativa, contando con 6 años de “residencia” en el Hospital. Nicolás tiene 22, y hace 6 meses que está internado y esposado a su cama, después de una golpiza policial en comisaría que le quebró la cadera y ambas piernas. El primero nació y vivió en la provincia de Corrientes, hasta que llegó a Buenos Aires hace 40 años. El segundo nació y vive en Lomas de Zamora (GBA) Conocieron al santito en medio de circunstancias diferentes, pero unidos por una crisis existencial severa, producto de una profunda exclusión social y afectiva. Ambos llegaron hasta San La Muerte, por recomendación y ejemplo de conocidos, y ante la necesidad de sentirse acompañados y protegidos. -Sabe que pasa padrecito (me dijo Marcos). El santito me guía, me habla y me dice que médico me quiere y que enfermera me desprecia. Entonces yo le rezo, y el médico sigue viniendo y la enfermera no viene más. -Yo llevo a San la Muerte sobre el corazón (me dijo Nicolás, mientras me mostraba una pequeña cicatriz bajo un tatuaje sobre la tetilla izquierda). El padrino del Santuario de Budge, me hizo una pequeña talla con hueso de un fiambre (cadáver), me lo puso debajo de la piel, y siempre que salí de caño (a robar) el Santito me protegió. Una vez toda la departamental me estaba metiendo plomo, y no me hicieron ni un rasguño. Pero la última vez no le cumplí una promesa, se enojó y terminé acá. Pero ya aprendí… ahora le cumplo todo lo que le prometo y mucho más. Marcos tiene una pequeña estampa del Santito, bajo la cintura de su pañal. Nicolás tiene una pequeña imagen de yeso, a la que todas las noches destapa (pues la tiene cubierta durante el día), le enciende un cigarrillo, o “baña” con el humo de un porrito. Siempre con la solidaria anuencia del personal de seguridad, que también le rinde culto al Santito. Tantos Marcos como Nicolás, a lo largo de muchas conversaciones y visitas semanales durante meses, nunca hablaron sobre sus familias. En ninguno de los casos, jamás me crucé con ningún familiar, y el personal de salud no recuerda haberlos visto charlando con nadie, salvo los voluntarios o el personal policial. La soledad de estos amigos, es botón de muestra de cientos de soledades y abandonos dentro de los hospitales del GBA.
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El mundo que se desplegó en nuestras conversaciones, no solo complementó los datos recogidos hasta el momento, sino que me ofreció una visión altamente cualificada sobre el culto a San La Muerte, la angustia de muerte, sus ritos y signos de identificación. Para ellos San La muerte no es simplemente una veneración de paso o moda, quizás como las demás. El Santito es una entidad real, dueño del cementerio, patrono de sus “habitantes”, con poder sobre las almas y cuerpos, protector ante los abusos de poder, y vengador de las injusticias. Nicolás, (utilizando un lenguaje espiritista escuchado en la comisaría de Fiorito, la cual “visita” desde los 8 años) definió a San La Muerte como un “espíritu de baja vibración”, que no es malo en sí mismo, sino que los humanos hacen que realice daños. También dice que El Santito se comunica a través de los sueños. Me manifestó diversos encuentros que tuvo con él, diversos regaños que le realizó entre revelaciones oníricas, y lo describió físicamente como un tipo “flaco, alto y pelado”, siempre vestido de negro. Para terminar afirmando que es conveniente “no molestarlo demasiado”, ya que ayuda… pero “no le gustan las mariconadas”. En su discurso también lo asoció, como lo hacen otros devotos, con la figura de Cristo. En un momento le pregunté el porqué de esa asociación: "Es que cuando Cristo murió y fue enterrado, el mundo estuvo perdido, sin Dios. Entonces San La muerte se apoderó del mundo, pero como Jesusito bajó a los infiernos para hablar con él y no lo encontró, entonces se enojó y lo obligó a laburar en favor de los pobres…”
02: San Expedito… se comió a San La Muerte Teresa es una ex paciente siquiátrica, de 58 años. Única hija, enfermiza y débil, manifestó síntomas de esquizofrenia desde sus 16 años. Luego de la muerte de sus padres (cuando ella tenía 30 años), sus primas la internaron compulsivamente en el Hospital Moyano (la primera de infinitas internaciones en distintas instituciones) Tal era la crueldad de su enfermedad, que el juez le impuso un “curador” que nunca se ocupó de ella, y permitió la malversación de todos sus bienes. Luego de su última internación (hace 5 años), se quedó “viviendo” dentro del hospital, durmiendo sobre los frías banquetas de la sala de espera del primer piso, y comiendo de los restos de comida que las camareras le acercaban por simpatía. Y a pesar de habérsele encontrado lugar en “hogares o asilos”, siempre se las arregló para escapar de ellos y regresar al hospital. Todas las mañanas me la cruzaba en la Capilla interna, a veces durmiendo sobre uno de sus bancos, otras, charlando con la imagen de San Expedito.
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- ¡Luisito. San Expedito se comió a San la Muerte! (gritaba a penas me veía) Yo la miraba con desdén, le pedía que rezara por mí, y continuaba con lo mío. Hasta que un día me decidí a hablar con ella sobre el tema de San La Muerte. Su relación con él Santito le llegó a través de una paciente del Hospital Estévez, quien la introdujo en el culto, y la preparó para “conocimientos superiores”. A partir de allí el Señor de la Buena muerte, siendo una “entidad”, se le "incrustó" en su cuerpo, y le transmitió su fuerza y sabiduría para lidiar con “psiquiatras y jueces”. Por lo tanto me manifestó que el Santo es parte de ella. Conversa con él constantemente, le anuncia como es la persona que tiene enfrente, cuales son sus intenciones y lo define como un viejo amigo. Como si se tratase de un “espíritu auxiliar y amigo”, cuenta que le ayudó a realizar “daños” contra sus primas, daños de los cuales se sentía orgullosa. Evidentemente él Santito la proveía de seguridad frente a la vida, el abandono y la traición de los suyos. -Existen devotos que se abren la piel para que los huesos del Santito, se les meta dentro (me dijo, mientras se llevó la mano derecha sobre el corazón). Ella también lo había hecho, y así la figura de la muerte fue incorporada a su vida y a su existencia cotidiana, acompañándola desde adentro. Lo conocía porque lo poseía incorporado. Se le manifestaba en voz y pensamiento. Los demás no la entendían, y a ella… ya no le importaba. Teresa falleció recientemente, por hipotermia… Fue encontrada por el personal de limpieza, en la madrugada de un cruel día de invierno. Días después, una señora que ayuda en las tareas de la Capilla trasladó la imagen de San Expedito a la sacristía, para limpiarla. Al levantarla, sintió que algo en su interior se movía. Volcando la imagen, sacó de un orificio que tiene en su base, una pequeña figurilla de San La Muerte… Y así recordé lo que Teresa siempre decía: San Expedito… se comió al Santito. ¿A quién le rezaba Teresa? ¿Qué escondía su oración? ¿Dónde está lo Sagrado: en las instituciones que intentan mensurarlo, o en la desesperación del creyente?
03: Cuestión primera ¿Qué es la religiosidad popular? ¿Cual es su objetivo final? Desde el sentido aportado por la antropología teológica, religiosidad es aquella actividad profundamente humana que nos lleva a preguntarnos sobre el sentido final de la vida, nuestro lugar en el mundo, la muerte… la trascendencia; y poder simbolizar posibles respuestas a esas inquietudes. Tópicos que también inquietan a la filosofía, éticas y diversas estéticas.
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En este sentido, toda la experiencia humana es una magnífica creadora de significados y sentidos. Ya que desde lo más profundo de lo humano, desde su matriz más creativa surge el “coraje de ser”; cueste lo que cueste, y a pesar del escaso margen de recursos que las bien organizadas religiones históricas pueden ofrecer. De tal manera que la religiosidad popular se convierte en ese ámbito creativo en donde se entrecruzan, saberes, experiencias y creaciones pertenecientes al “pensamiento” de las instituciones, y al “sentimiento” popular… simultáneamente. Recuerdo que cuando Nietzsche describía la sociedad griega, lo hacia sosteniendo que en ella convivían dos “Grecias”. La Grecia apolínea, y la Grecia dionisíaca. La primera: ordenada, estéticamente depurada, expuesta y previsible. La segunda: caótica, impredecible, oculta y autónoma. Es en este cruce entre lo apolíneo y lo dionisiaco, desde donde pretendo interpretar la matriz del sentido de la muerte en esta devoción; sin apelar a una interpretación folclórica, sino al entramado vital y cristalizado entre lo institucional (poder siempre ajeno) y lo popular (poder propio).
04: Cuestión segunda Fernando Pessoa dijo a través de Álvaro de Campos (uno de sus heterónimos): «Todos tenemos dos vidas: la verdadera, que es la que soñamos en la infancia y que continuamos soñando cuando adultos, en un sustrato de niebla libre de maestros e instituciones; y la falsa, que es la que vivimos en convivencia con otros, que es práctica, útil y rentable, pero que acaban por meternos en un cajón.» Creo que de los atributos universales y clásicos sobre la muerte y el más allá, los devotos de San La Muerte reposan y expresan sus experiencias entre estos dos niveles, o en el cruce de ambos. El primero, es el que Pessoa definía como la vida falsa. Este mundo finito sobre el cual transitamos, repleto de cosas que hacen a las realidades primarias; el mundo del más acá, el que nos acontece y en donde se resuelven los pormenores de la existencia. Una vida sin inclinaciones teóricas. Completamente ceñida al mundo familiar de las cosas relacionadas con nosotros y confinadas por los intereses y preocupaciones de la vida humana, por el éxito en la ejecución de las tareas cotidianas, o el descubrimiento de soluciones inmediatas que resulten eficaces. En su ámbito todo queda supeditado a lo concreto y particular, a lo inmediato y práctico, obligándonos a contener el impulso omnívoro de la inteligencia inquisitiva y subjetiva. De modo que cualquier pregunta cuya respuesta no produzca un resultado inmediato y tangible, resulta tonta y es despreciada.
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Acaso hoy día (divinización de las ciencias médicas mediante), hay algo más tonto y despreciable que plantearse la muerte, el deterioro o la ausencia de sentido… Intente Usted hablar con su médico al respecto, y verá como los viscerales mecanismos de la negación maníaca entran en erupción. El segundo, es el que el mismo poeta definía como el nivel de la vida verdadera. Sustrato subjetivo, intuitivo, sensible e infantil, que hemos soñado entre patios de juego y potreros, y que aun en la adultez nos sigue soñando. Una lúdica base desde la que actuamos y nos movemos sin saberlo, pero que está presente en nosotros, y nos condiciona tanto como la sed determina las acciones del sediento. Lejos de la aparente polarización teórica aquí propuesta. El culto a San La Muerte se sitúa entre ambas, a modo de bisagra existencial. Y esto se traduce en los pedidos de salud, dinero y amor, cuestiones esenciales para un bienestar básico que para muchos constituye todo un mundo, o un mundo otro, como vimos en el relato de los amigos citados, especialmente en el caso de aquellos que padecen una profunda soledad y exclusión institucional. Y al que simultáneamente se le plantea el fin de la vida, y se le pide una “buena muerte o muerte no violenta” Pero por otro lado, todo devoto es consciente del poder de su Santito. Según decía Nicolás, la actitud de San La Muerte ante el incumplimiento de las promesas trae como consecuencias el castigo y el abandono por parte del Santito. Sin embargo, insisten en vincularse con El, cara a cara… y sin necesidad de “mediadores o profesionales de la religión”.
05: Cuestión tercera El tema del poder abre diferentes perspectivas de significación. A diferencia de otros santos canonizados oficial o popularmente, y que de una u otra manera transitaron este mundo, el origen de San La muerte pertenece a otro orden de significación, y principio. Su poder se suscitó en los cielos: "Por muchos años la Muerte fue súbdita del Diablo, él la enviaba a la tierra para separar el cuerpo del alma en las personas (pues ella es la única poseedora de esta capacidad mágica). Luego tomaba el alma, a la que conducía al Hades (primera tumba o estado de los muertos que quedó anulada al descender Nuestro Señor Jesús a los infiernos) o a los mismos avernos. Tal como relatan algunos evangelios apócrifos, pero muy inspirados, Jesús, al vencerla, conferenció con ella. La liberó del Poder del Diablo, la puso sobre este y bajo las órdenes de Dios. Ella sigue trabajando, pero ahora por pedido de Dios. Su presencia es la que todavía hace del momento de la muerte un instante trágico, pues su corte es fuerte e impresiona a los testigos que acompañan
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al moribundo. Santos y ángeles están junto a ella para que, automáticamente, el nacido al cielo recobre su conciencia, alegría y bienestar (...) La Muerte mora en los Abismos. Su palacio está junto a las puertas exteriores del infierno. Ella cumple también tareas de control sobre estas puertas" (Texto de un folleto perteneciente a un Santuario de San La Muerte, Ciudad Autónoma de Buenos AIres). Me veo en la obligación de complicar un poco el panorama, ya que compleja es la construcción de cualquier concepto religioso. Introduzco aquí dos palabritas: Hades (griego) y Sheol (hebreo), y aunque ambas suelen ser traducidas como sinónimas, nos es tan fácil la cuestión. En las escrituras hebreas “Sheol” no significa simplemente sepulcro, sino que también designa un estado, el de las almas después de la muerte física, o el estado del alma más allá de “lo muerto”. Pero para el pensamiento griego, el “Hades”, es solo un lugar y no un estado. Una especie de zona indiferenciada en lo profundo de la tierra y en donde habitaban las almas humanas en una oscuridad tenebrosa; a diferencia del alma de los héroes y sabios, que habitaban los Campos Elíseos (Cielo cristiano). Siendo, todas las almas, atentamente vigiladas por los dioses desde la prudente distancia del Olimpo. Las ideas del sheol y el hades fueron evolucionando a través de la historia, hasta que el cristianismo selló definitivamente el tema con una escatología intermedia que terminó asociando ambos conceptos. De tal manera que las almas de los hombres malos, quedaron sujetas al infierno. Y la de los hombres buenos, fueron enviadas a los campos elíseos… perdón, al cielo. Esto se encuentra relatado en el Evangelio de Nicodemo (evangelio apócrifo según el canon constantiniano) donde se relata el descenso de Cristo a los avernos. Es de notar que en ese relato en ningún momento se menciona a La Muerte, ni se habla de ella como entidad separada o con vida propia. Es más, se habla de “lo muerto” en tanto predicativo, y no de “La Muerte” como sujeto. Según los redactores de ese evangelio, los diálogos se suceden entre Cristo, la voz colectiva de las almas habitantes del infierno y Satanás. Y el texto se refiere a Satán como Señor de lo muerto, quien a ejemplo del Plutón griego, terminó encadenado y confinado a las entrañas de la tierra por traicionar su comensalidad con la cohorte olímpica. Hubo que esperar a Francisco de Asís (recordemos que fue contemporáneo a la controversia teopasquista), para que la travesía de lo vivo a lo muerto se convirtiera en “La Muerte”, o como él
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la llamó: La bendita hermana Muerte. Y el proceso fue sencillo: la convirtió en persona al reemplazar el artículo “la”, por el pronombre personal femenino “La”. Mera cuestión semántica que se le escapara al mismísimo Francisco, pero no a los teólogos posteriores. Lo mismo sucedió, muchos siglos antes, con el pasaje de “Shaitan” (lo adverso) a “Har Shaitan” (Él Adversario), o Satán… según la traducción de San Jerónimo. Para los devotos de San La Muerte, Cristo es el portavoz del cambio. Él continúa siendo el eje desde donde se aferran sus creencias. Reconocen que el poder de Cristo está por encima de La Muerte, puesto que con su resurrección venció al sheol y al hades. De tal manera que La Muerte (el paso de lo vivo a lo muerto) sigue en poder de Dios y bajo sus órdenes, pero posee la libertad suficiente como para ponerse en “contacto personal con sus devotos a través de apariciones y sueños”. (Calzato/Cirio 2003)
06: Cuestión cuarta El tema del poder en los “profesionales de la religión”. De los 9 Santuarios de San La muerte, distribuidos entre los sectores empobrecidos de los partidos de Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora. Cinco de ellos han cerrado sus puertas en los últimos años, y esto se debió al exceso de protagonismo de sus “Padrinos”. Cuando los devotos sienten que alguien se interpone entre ellos y “su Santito”, abandonan ese lugar de culto, en busca de otro en donde expresar libremente sus devociones. La característica principal de esta devoción, es la ausencia de “profesionales del culto”, y no así de colectividad de culto. Cuando un devoto llega a un Santuario, nadie se le acerca ni lo interroga, sino que se lo “deja ser y hacer” según el Santito le inspire en ese momento. De tal manera que el Padrino solo es el cuidador del Santuario, pero nunca vocero de San La Muerte, ya que él Santito no necesita de mediadores; puesto que se manifiesta directamente a la conciencia profunda del devoto, en él habita y para él se expresa. Infiero en esto un dato por demás revelador. Quizás porque los devotos del Santito, son a su vez, grandes desertores creativos de los sistemas institucionales vinculados al poder. Imaginemos un grupo de católicos dispuestos a celebrar Misa sin la presencia del Sacerdote. O un grupo de africanistas listos a ofrendar a los Orixas, sin la presencia de un Pai. O, en un nivel más secular, imaginemos un grupo de ciudadanos dispuestos a comprometerse y actuar sus valores ético-cívicos, sin necesidad de Políticos. Suena contra cultural, y en forma simultanea, profundamente adulto!
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Hombres y mujeres, cara a cara con lo Divino, sin nadie que les lleve “el pan a la boca”, ni “mastique por ellos” valores trascendentes… De tal manera que esta aparente conducta “antisocial”, involucra en si misma una renovada esperanza para la sociedad y sus instituciones. Por otro lado, y como tema para otra monografía. Desde la caída del Imperio Austro Húngaro (Siglo XI), toda la humanidad está inserta en un momento evolutivo único que gira en torno a la visceral ruptura de los pensamientos hegemónicos. Y esta devoción, como tantas otras, es una doméstica, transitoria y sencilla expresión de ello. A nivel macro político y económico, estamos siendo testigos de los últimos movimientos estertóreos, de aquellos sistemas que se resisten a reconocer que el uni-verso conocido… dará paso a lo di-verso por conocer. Aunque a Hitler, el FMI, el papado, el sionismo, los talibanes, el G8 o Bush… se opongan a registrarlo. Salvo que apliquemos aquí los controvertidos conceptos de Samuel Huntington (Universidad de Harvard), y veamos en estas prácticas cúlticas permitidas por “un exceso de democracia” una nueva variedad de “choque de civilizaciones”; y no una manifestación multicultural o de valorización de la diversidad. Incrementándose así, el temor y la desconfianza ante cualquier desafío a los modelos sociales unívocos.
07: Cuestión quinta ¿Qué alimenta la necesidad de esta devoción? Quiero alejarme aquí, de los pares dicotómicos con los que he tratado de explicarme y alimentar una nueva línea de pensamiento. Hasta el momento la dicotomía estaba formada por: La necesidad de “alejarse” de aquellos sistemas, que no saben ni quieren contener la actualización de antiguas inquietudes propias del hombre. Y la necesidad de “acercarse” a una devoción que exprese y contenga dicha actualización. Pero una posible tercer línea, consiste en “construir, disponer y sostener” la habilidad para entrar y salir de cualquier sistema, tomar de el lo que se necesite y continuar caminando. Cada cual a su paso y ritmo, en congruente solidaridad con el momento evolutivo del demandante, y sin necesidad de asumir ningún tipo de pertenencia. Las formas y sistemas religiosos provienen de la experiencia de una violencia fundacional, original o caótica; y también protegen de ella. Los ritos devocionales no son más que formas simbólicas de “controlar y reunir” los fragmentos de una experiencia vital, que se asumen peligrosas y podrían convertirse en pre-mortales o directamente mortales.
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Este juego de simbolización religiosa, al igual que el arte, permiten en su fin último darle sentido a la muerte… por una revalorización de la vida. Desde el fondo de la historia, el hombre ha intentado “controlar” aquello que le resultaba amenazante. Comenzando con las pinturas en las paredes de las cavernas de Altamira, pasando por los mitos genésicos, el incesto de Levi Strauss, o la muerte del padre en Freud; nos encontramos ante el “terror al quiebre”, o la ruptura de ese filtro interno que nos impida distinguir entre el delirio y la realidad. Es así como la devoción a San La Muerte, viene a limitar, circunscribir y rechazar la violencia original producida ante la evidencia del propio deterioro y muerte. Solo que en este caso, la devoción aun no ha sido legitimada por las instituciones históricas y con poder, como si lo han sido el culto a la Isis Romana o su posterior constantinización (la Virgen Maria), la veneración de la Piedra de la Caaba, el Muro de los Lamentos, o el Árbol bajo el que Buda recibió su iluminación. De hecho, infiero que cuando el Culto al Santito sea legitimado, aparecerán nuevas devociones que tendrán por objetivo el mismo fin: atrapar, controlar y sublimar el terror ante el deterioro y desaparición física del propio devoto. Pero hasta tanto esto ocurra, la devoción a San La Muerte seguirá presentándose cruda, individual y personalizadora; como atroz, original y limitante es la experiencia caótica que intenta resistir.
08: Conclusión El significado de la muerte y el deterioro físico, reconstruido por los devoto del Santito, difiere del pensamiento cristiano tradicional, de tal manera que logran una suerte de des-escatología expresada en la siguiente evaluación conclusiva. 1- La muerte deja de ser objeto, para convertirse en sujeto (La Muerte). Se personifica, adquiriendo estatura de persona con presencia real y vida propia. Deja de ser un estado intermedio o pasaje, para convertirse en un fin en si mismo. 2- Su devoción se estructura a partir de una profunda experiencia del deterioro físico, y el peligro. Cristaliza la angustia de muerte, la pone fuera y permite su control por medio de ritos, pactos y negociaciones. 3- Sin embargo es profundamente no histórica, al quedar alejada de las instituciones de control social. De tal manera que el único tiempo histórico significativo, es el que se dedica a “escuchar al Santito”, y no el tiempo de vivir. Con el agravante, de que la escucha siempre entraña un margen de violencia.
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4- El más allá no interesa. Y del más acá solo interesa ganar una “muerte tranquila”, sin que esto implique compromisos éticos o morales consensuados socialmente. De tal manera que el devoto termina viviendo para la muerte, o bajo su patrocinio. 5- Según el pensamiento cristiano, es Cristo quien vence a la muerte con su resurrección, pero para los devotos de San La Muerte esto queda anulado; ya que ellos se proponen vencerla o engañarla convirtiéndola en una íntima compañera. Pues la muerte se hace “amiga”, y rompe cualquier secuencia temporal que implique la imposición de un principio y fin a lo vital. Es así como los devotos sumidos en diversas formas de exclusión social, no busquen apoyo en los procesos históricos, sino en la fuga de ellos. Quizás por esto, la iconografía de San La Muerte está desprovista de “carne histórica”, que siempre se degrada y desaparece por quedar sometida al tiempo. Generando en sus devotos una evidente sensación de invulnerabilidad, invisibilidad y poder para sortearlo todo, sabiendo que nada vital los podrá afectar… salvo los castigos del Santito. 6- La violencia externa es internalizada, y asumida como correctivos del Santito hacia sus devotos, o modos de ofrenda y congratulación. Según la psicología forense, los hombres suelen dirigir su violencia hacia fuera, y las mujeres hacia ellas mismas o lo que consideran su extensión. Razón por la cual, los niños que son “bautizados” como devotos, lo hacen a pedido de su madre; y esto implica la introducción del fetiche de hueso humano en el cuerpo del niño. De hecho, son mayores las prácticas devocionales brutalmente penitenciales entre ellas, que entre los devotos varones. En cambio los varones se exponen con mayor frecuencia a situaciones de violencia social, por lo general de carácter delictivo. 7- Por último: lejos de la institucionalidad y la historia, "San La Muerte", puede jugar con sus devotos si así lo quiere. Lejos del orden y lo predecible, él Santito personifica todos los avatares existenciales que se suceden cuando los marcos de la armonía se rompen. O cuando ya no se puede confiar en el mandato establecido y solamente se puede confiar en La Muerte, como forma de justificar los pormenores de la vida. (Calzato 2004)
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Hospital o institución de secuestro (2006) “Así como te bese antes de matarte, bésame antes de morir…” (William Shakespeare - Otelo / Siglo XVI)
00: Introducción Hospital o Institución de secuestro, o sobre la salud y el control social Quise ver en el personaje de Otelo, el paradigma de la violencia por amor. O ejemplo de como la interpretación unidireccional y omnívora de aquellos que detentan el poder, termina con la vida de aquellos a los que se debe servir, y también con la del servidor. Traducido en los términos de este ensayo, podría decir: “Para poder curarte debo quitarte la salud”, o “Para devolverte la salud debo alienarte”. Era doctrina de los déspotas ilustrados del siglo XVII, aquello de: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, o en el caso que me convoca: “todo para el paciente, pero sin el paciente”. Esto era tan evidente en los inicios de la salud social en sentido moderno, que muchos autores sostenían que en términos de salud pública nada es gratuito; y que “bien valía la pena que unos miles de pacientes pagaran con su vida, ya que a escala de la humanidad, es el tributo anónimo y aleatorio que suele ir asociado al progreso”. (Edward Jenner / 1749-1833) En este trabajo intentaré exponer la particular evidencia, de que la Salud es otra forma de Control Social, y el Hospital una novedosa Institución de secuestro. Sobre todo en pacientes que surgen de ambientes considerados “criminógenos”.
01: Categorización Considero “ambiente criminógeno”, a aquellas áreas sociales en donde sus integrantes, tienen una mayor posibilidad de cometer delitos en el transcurso de sus vidas. Sobre todo ese tipo de delitos que quedan explicitados, debido a la ausencia de “roles de poder” o recursos que le impidan camuflarlos. Son muchas las razones por las cuales, ciertas áreas sociales pueden convertirse en “criminógenas”, y ciertas enfermedades, quedar asociadas a esta supuesta criminalidad.
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De tal manera que las características de dichas áreas, favorece un entramado que permite u obliga a sus integrantes, a desafiar el orden establecido y, eventualmente, quebrarlo. Tanto es así que el personal de salud, y miembros de instituciones vinculadas al hospital (iglesias, voluntarios, etc.), suelen inferir que un paciente que viene de un barrio con altos niveles de encarcelamiento, muy posiblemente también haya estado vinculado a situaciones delictivas, o esté en condiciones de producir delitos. Razón por la cual, el lugar de residencia de un paciente, condiciona la actitud asistencial del personal de salud. Ya que de acuerdo a su imaginario, meramente prejuicioso y connotativo, no es lo mismo un paciente que viene de Budge, Villa Centenario o Monte Chingolo; que otro que viene del centro de Lanús o Banfield. Condicionando de esta manera, el nivel del procedimiento asistencial a mediano o largo plazo. En este trabajo sostendré, a fuerza de lo evidente, que los problemas de orden estructural e ideológica de esos acuerdos connotativos; influyen activamente al momento de evaluar métodos, intervenciones sanitarias o vínculos humanos. Y estos acuerdos atraviesan el imaginario portado por el más elemental recipiendario hospitalario, hasta el jefe de sala, incluidos Capellanes y voluntarios. De tal manera que con el pobre es lícito ensayar, y con el “no pobre” (sea lo que sea que esto signifique) se aplica el procedimiento protocolizado (ya probado). Ejemplo de esto es los que sucede con los muertos por SIDA (y profundamente empobrecidos) en el ámbito de los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Sus cuerpos siguen siendo entregados a “cajón sellado”, por creer que los virus perviven sobre los soportes muertos (contradiciendo el más elemental de los principios de la microbiología). Esto no es más que la supervivencia mágica, de prejuicios connotativos enquistados en el pensamiento médico, o que evidencian la corrupción económica ejercida por parte del funcionario público que tomo dicha decisión. Ya que un cajón de zinc y soldado a plomo, cuesta infinitamente más, y asegura mayores “retornos”, que la simple entrega del cuerpo a los familiares de la víctima. Recordemos que en el siglo pasado, las zonas empobrecidas afectadas por dengue eran bombardeadas por el ejército, ya que se creía que el “miasmático perfume del azufre” mataba al mosquito. Pero lo único que desaparecía era la población (a quienes no se les reconstruía la vivienda), y no el Aedes Aegypty…
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Estos primeros ejemplos intentan ilustrar, algunas de las restricciones éticas, esgrimidas por los equipos de salud de nuestros hospitales. De tal manera que no se puede superar en lo cotidiano, por ningún artilugio reflexivo, las condiciones estructurales de una Institución Hospitalaria, que por la confluencia de distintos factores connotativos impone sus prejuicios sobre los pacientes. Dicho en otra forma, estas limitaciones deben ser puestas en palabras, para echar luz sobre las circunstancias específicas, que hacen que ciertas áreas sociales sean condenadas a priori. En este sentido, debemos reconocer que el Hospital público no es una zona desgajada del resto de la sociedad; más bien, en ellas se concentra y a veces potencian el conjunto de factores violentos que están desigualmente distribuidos en toda y la misma sociedad. Puede variar la intensidad o la correlación entre distintos factores, pero el resultado es similar: zonas sociales vaciadas de significados compartidos, sin acuerdos de convivencia previsibles, y carentes de autoridades consentidas por la mayoría. Esto desemboca en altos niveles de conflicto que suelen resolverse mediante el uso de la violencia sanitaria, metodológica, corporativa, simbólica o psicológica; y siempre en una misma dirección, desde la Institución Hospitalaria hacia los pacientes rotulados como “conflictivos”. Además destaco que nuestros Hospitales, en tanto sistema, no están preparados para recibir pacíficamente a los que vienen desde afuera a “observar” lo que está pasando. Ni permitir la mensura del sufrimiento de sus pacientes, sopesar la falta de resolución de los conflictos, o valorar las discapacidades emocionales y metodológicas del personal intra hospitalario. De tal manera que las complicidades corporativas, opacan las posibilidades de cualquier replanteo institucional.
02: Cuestión Primera ¿Acumulación de pacientes = violencia? Debo insistir en que aunque estas delimitaciones del campo de estudio, son meramente metodológicas, también son necesariamente convencionales. Ya que me permiten tomar en cuenta los factores, que habitualmente se dejan fuera, a la hora de evaluar los fenómenos sociales conflictivos en el interior de los Hospitales Públicos Y también me permite dejar de considerar "excepcionales" a determinadas formas de expresión de la violencia -violencia en el procedimiento sanitario, violencia institucional, violencia de género, o violencia contra la portación de condición social- para abarcar la constitución social de la violencia como un fenómeno único aunque con diversas formas de expresión.
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Otra cuestión importante es la de distinguir aquello que puede ser circunstancial, y que conduzcan a alguna forma de producción del delito aleatorias o coyunturales; de aquellas ya establecidas como estructurales, y que no pueden quitarse ni anularse por voluntad de sus replicadores. Estas últimas no pueden ser consideradas provisorias o azarosas, sino que forman parte de la constitución de una identidad cultural, comunitaria, familiar e individual que forma parte de la vida cotidiana de los pacientes, y que viven como una forma "natural" de interacción. En este preciso sentido, nada puede achacárseles a quienes fueron socializados de esta forma, y no han tenido opciones disponibles para cambiar sus formas de percibir la convivencia. Ni tan poco han tenido oportunidad para crear un horizonte social crítico, desde donde poder evaluar sus acciones y los resultados. Es por esta razón que el personal de salud, no debe moralizar su discurso en relación con los pacientes; ya que esto implica asumir para si mismos el rol de “virtuoso” y otorgar el de “no virtuoso” al paciente, además de encubrir un juicio de valores. En este caso el juicio tiene mucho que ver con la pereza e ignorancia, detiene el proceso de pensar, y confirma la carencia de elementos para tomarse en serio lo que está sucediendo dentro del ámbito hospitalario. Además de agravar la problemática. Quizás la posición más saludable consiste en tener presente que el paciente no es "culpable ontológico" de la violencia que ejerce, ni de la que siempre fue y siguen siendo objeto. En este campo se debe buscar la comprensión, para que el paciente implicado pueda reflexionar y entender su propia mismidad. Con los pacientes en situación criminógena, tenemos que acostumbrarnos a ver el mundo dado vuelta, al revés, pero sin olvidar que la acción antisocial involucra en si misma una esperanza para la sociedad. Aunque llegado el caso, el paciente pueda ser encontrado penalmente responsables por las acciones individuales. Sin que esto implique la criminalización de los conflictos sociales, en el caso de los reclamos colectivos. Lamentablemente, en nuestros Hospitales, no estamos entrenados para escuchar sutiles pedidos de ayuda. Los pacientes abrumados por carencias de todo tipo, se han sentido maltratados y abandonos fuera del Hospital, y cuando llegan a el vuelven a replica el tipo de conductas que les permitió obtener respuestas favorables. Sin embargo es en estos actos, en los que el paciente deposita sus esperanzas, para que la sociedad los advierta y haga algo junto a ellos. Desgraciadamente las instituciones siempre hacen los mismo, castigar.
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03: Cuestión Segunda ¿Dialogo o monólogo? No pretendo adherir a la hipótesis que sostienen que estos grupos sociales se limitan a reproducir formas de actuar que serían funcionales al sistema social. Este argumento no es confiable en la medida que consideremos que existe hasta cierto punto un margen de decisión individual (salvo en la psicosis), o de incertidumbre en relación con la correspondencia entre modelos culturales y la acción individual. Deberemos hallar formas de expresar nuevas hipótesis, que tengan como finalidad disminuir los niveles de conflictividad general dentro de las instituciones de salud. Se necesitan aproximaciones etnográficas, sobre la historia personal y estilo de vida de los pacientes directamente involucrados en situaciones de violencia institucional. A la vez, un recurso metodológico de mucho valor será el de interpelar las narrativas de quienes sufren, contrastándolas con aquellos pacientes que tienen la capacidad de actuar y decidir. Permanecer apegado a un solo discurso sesga la valoración, que pueda hacerse en cuanto a la magnitud del peligro que corren estos grupos sociales de quedar definitivamente fuera de la corriente social general; poner a prueba los distintos discursos con los del "Otro" puede conducir a una reposición de la perspectiva crítica y de las miradas sociales, ya sea de quienes sufren y de quienes opinan, actúan y deciden. Esta metodología activa y cruzada por los discursos y sus expresiones prácticas, puede ponerse en práctica sin demasiados problemas. Salvo el de la ceguera y sordera propias de quienes no asumen las responsabilidades por las situaciones de sufrimiento social y de quienes, han desarrollado formas estereotipadas de reclamar por sus derechos y la observancia de sus garantías. Por ejemplo, los médicos utilizan el trillado truco de la falta de idoneidad, ya que ellos se encargan del órgano enfermo y no de la persona. Las enfermeras y auxiliares dicen responder a las directivas del personal médico. Los magistrados deslindar responsabilidades, aduciendo falta de competencia sobre el reclamo que se pretende hacer oír. Un legislador dirá que es cuestión del Poder Ejecutivo, y un Juez dirá que no está en el ámbito de su potestad. El Capellán no dirá nada, ya que para asumir como tal, debió adherir a una cláusula que le prohíbe hablar de cuanto suceda dentro del Hospital.
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Tanto es así que cualquier reclamo que gire en torno al mal trato dentro de los hospitales, debe pasar primero por las manos de los responsables de la región sanitaria, y allí se estancará o de allí desparecerá. Ambos obstáculos, de quienes deciden y de quienes sufren, deben ser atendidos con la importancia que merecen. Parece que el enfrentamiento entre lo que dicen y lo que hacen los primeros parece poco efectivo, ya que no hay un reconocimiento explícito de la carencia de ideas, planificación, puesta en marcha y seguimiento para disminuir los niveles de conflictividad institucional. Dicen lo que no hacen y hacen lo que no dicen, de tal forma que resultan funcionarios inadecuados para mejorar la calidad de vida de los pacientes en situación de internación.
04: Cuestión Tercera Buen paciente contra mal paciente. Por el otro lado, quienes sufren no están en condiciones de demasiadas sutilezas deductivas. En el caso de las personas víctimas directas de violencia se generan formas de adaptación, si se quiere paradójica, hacia las fuentes generadoras de violencia de modo que es difícil conseguir una descentración de su mirada respecto de ellas. Recuerdo el caso de un grupo de enfermeras (evangélicas) que atendían primorosamente a los pacientes evangélicos o de moralidad proba (según sus criterios de moralidad); y desatendían a los pacientes no evangélicos o de moralidad cuestionable (que para ellas eran lo mismo). Entonces los pacientes no evangélicos, simulaban la “conversión”, con el objetivo de ganarse los favores de las enfermeras. Legitimando con esta actitud de seudo adaptación, los gestos arbitrarios del personal de salud. También recuerdo el caso de un grupo de voluntarias católicas, que amenazaban a los pacientes sociales, con no entregarles ropa, yerba mate o azúcar… si se oponían a participar de la misa dominical. O estos mismos voluntarios replicaban la práctica del chisme, respecto de las intimidades de los pacientes, como si de sus vecinos barriales se trataran; o exponían sus patologías convirtiéndolas en diagnóstico sobre su honorabilidad. En estos casos, la religión no desempeña sino un papel de utilidad, haciéndose funcional al poder y sus prerrogativas. Por lo general esos pacientes se orientaban en el mismo sentido de sus fuentes de violencia: el marido golpeador, la institución que rechaza, el funcionario que no escucha o reprende, el estado
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impávido ante el sufrimiento individual y comunitario, el distribuidor de droga, el paciente esposado a su cama respecto de su guardián, o de otros esposados que tiene más poder, etc. No habrá metodología de intervención que pueda o pretenda minimizar la responsabilidad de los funcionarios que tienen una clara obligación en estas cuestiones; hasta que no se debata sobre la mirada totalizadora y avasallante de las instituciones de salud.
05: Cuestión Cuarta ¿Qué observar en los Hospitales? Las Hospitales son lugares sociales donde se replica con mucha intensidad la dinámica de violencia social, ya que la salud pública, tal como está planteada en nuestro país, es funcional al sistema de control social. En ellos se cura, pero también se ejerce violencia, superponiéndose al menos tres juegos de reglas de convivencia: 1: La convivencia discursiva, dado desde el ejercicio del poder por parte de quienes deben "cuidar" a los pacientes, de acuerdo a cómo lo manda la Constitución Nacional, los pactos internacionales firmados por la Argentina, el Código Deontológico (que tiene que ver con los servicios que prestan los profesionales de la salud y su relación con los pacientes), además de las normas de convivencia intra hospitalario. A esto debemos sumar el carácter sinérgicos que se genera en la convivencia entre los pacientes (estilos, lenguajes, códigos, funciones, etc). 2: La convivencia crítica, dada desde los profesionales de salud hacia los pacientes (a partir de la actuación de prejuicios connotativos), y desde estos hacia la institución hospitalaria (negación, demanda y dependencia). Y que por lo general siempre plantea una misma dicotomía entre: “el paternalismo médico” o “el autoritarismo legal”. 3: La convivencia práctica, facilitada o impedida por los obstáculos provenientes del trato directo con las personas en situación de internación, y que actualiza conflictos emocionales mal resueltos, de uno u otro lado. Pudiendo crear malestares y desavenencias que estorban a la buena práctica sanitaria, o hacen difícil la comprensión del colectivo que significa "ser paciente".
04: Cuestión Quinta. Hospital: ¿lugar de secuestro? Michael Foucault en su libro “El ojo del Poder”, se preguntaba: ¿desde dónde se construye la mirada médica?
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Y sostiene que a diferencia de lo que sucedía a mediados del siglo XIX, la medicina contemporánea ya no incluye los problemas de la población. Ejemplo de esto es que la mayoría de los últimos Ministros de Salud de nuestro país, no fueron sanitaristas… sino, obsecuentes funcionarios de laboratorios y gerenciadores de sus intereses. De allí que infiero que esta performance de la Salud Pública, es la extensión de novedosas formas de violento y disimulado control social. Fijémonos, con qué facilidad, solo se asisten aquellas patologías que puedan asegurar fuertes retornos a los funcionarios intervinientes. Ejemplo de esto es que el Mal de Chagas, endemia de muy fácil control epidémico, pero que por no asegura retornos millonarios es desestimada, a pesar de que la medicación preventiva es muy económica. Al igual que la Tuberculosis, Hepatitis, Desnutrición… etc. Todo esto no es más que la expresión de las contradicciones sobre las que se construyen el discurso curador… y no siempre rehabilitador, dentro de una institución estrictamente cerrada sobre si misma. Daroquí les llama Instituciones de Secuestro, cuya única función sería la de poner fuera del orden social establecido, a aquellos que se han enfermado de pobreza (13 millones de personas) y por lo tanto han quebrantado la ley (evidenciar el fracaso de las políticas de estado). Y a modo de sanción, el sistema de salud los convierte en objetos, que transitoriamente son puestos entre paréntesis, y a quienes se les suspenden derechos y garantías en “beneficio de su salud”. Otra de las formas actuales de proscripción y alejamiento de la sociedad que tendría como único objetivo el de salvaguardar el "bien común", si es que nos pudiéramos poner de acuerdo qué significa el "bien" y a quiénes incluye lo "común" que debe protegerse. Otra línea de interpretación, puede plantearse a partir del estudio de casos en donde la dinámica hospitalaria se transforma en el telón de fondo, de una salud que solo debe pasar por allí. Esta hipótesis es corroborada por quienes sostienen que el paso por los Hospitales deja una impronta indeleble, sobre todo si se pasan muchos años allí (enfermos psiquiátricos y pacientes sociales), o se producen intermitencias reiteradas de entradas y salidas (enfermos crónicos). Sin embargo, en ambos casos si bien puede identificarse una "identidad" que se va construyendo en la medida en que las personas se consideran a sí mismas "enfermas" (el así llamado "hospitalismo"), no puede reemplazar en su totalidad lo que fue la socialización primaria y los estilos de convivencia, antes, durante y después de su paso por los Hospitales. De tal manera que las personas pueden instalarse de manera firme en una nueva identidad, "ser un enfermo", en un intento por adecuarse a una experiencia en donde la restricción es el denominador común y avasallante.
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También puede no hacerlo en absoluto, ubicándose en un lugar de "rebeldía" (Paciente conflictivo), que contrasta con lo que suele rotularse como el "Paciente dócil". O también puede tomar una actitud pendular: momentos de rebeldía se suceden a otros de mansedumbre, dependiendo del estado general de salud psíquica y física del paciente, y del diagnóstico asertivo que vaya haciendo de su situación dentro de la institución. Por lo tanto, los pacientes empobrecidos quedan obligados a iniciar una reestructuración de su si mismo, en múltiples niveles dentro de la estructura jerárquica del Hospital. Ellos no suelen detenerse a evaluar las formas en que estas posiciones, implican investiduras acumulativas de las funciones que deben repetirse y desarrollarse, en las prácticas de convivencia con el sistema de salud. Si antes de "ser un enfermo" la vivencia del "bien común" (como derecho) tenía poca pertinencia en el desarrollo de sus vidas, ahora queda semántica y prácticamente anulado cuando inician su transcurso por el circuito de los Hospitales públicos. Dado que el sistema hospitalario es altamente selectivo, las personas que recurren a el suelen tener un perfil más o menos compartido. En ellos resalta la reducción drástica de posibilidades que han sufrido en la sociedad, y si bien no puedo inferir una causalidad lineal entre una vivencia ciudadana incompleta y lo criminógeno; al menos hay argumentos que permiten deducir que el cercenamiento de practicas sanitaria preventivas entre la población empobrecida, cumple un papel desventajoso en la elaboración de saludables proyectos de vida. Lo mismo pasa con el personal sanitario inmerso en una dinámica de excesivas restricciones de política institucional. Ellos no están autorizados para ponerse a favor de los derechos del paciente (salvo que asuman la posibilidad de la sanción). Ni están debidamente capacitados, y perciben que se exponen a una actividad de riesgo cada vez que se sienten tironeados entre quienes deben cuidar y proteger, y sus propias autoridades. Recordemos que la dirección médica de los Hospitales públicos suele ser considerada “puesto político”, y está muy alejada de los mecanismos de legitimidad académica. Lo cual convierte al orden jerárquico, en una “institución dentro de la institución”, por lo general de escasa o nula flexibilidad, y que obliga al equipo de salud a reprimir cualquier perspectiva crítica de sus trabajos; y por ende, inhiben su capacidad para expresar sus opiniones y mejorar la calidad de su servicio. En este sentido, si uno de los aspectos de la política hospitalaria fuera el de disminuir los niveles de conflictividad social que se registran en ellos, y que tienen su expresión más dramática en abandonos terapéuticos y rebeldías ante las propuestas médicas.
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Debería empezarse no solo por escuchar y satisfacer los reclamos de las personas en situación de internación, que a veces alcanzan el nivel del absurdo por la facilidad con que pudieran ser cumplimentados, sino que además, deberían ponerse en marcha formas de reclamo del personal de salud para mejorar sus condiciones laborales, registrando la percepción que tienen con relación
a
las
dificultades
y
peligros
que
deben
afrontar
en
la
tarea
cotidiana.
05: Conclusión 1- El anclaje comunicacional entre el equipo de salud y los pacientes, es una forma económicopolítica que merece ser estudiada en detalle, ya que de ella depende la calidad de salud de los pacientes. 2- El eje en torno al que gira la problemática hospitalaria, se centra en el tema de “la acumulación de hombres”. Para los economistas este problema se plantea en términos de riqueza, pero par la política de salud la cuestión se plantea en términos de poder: la población enferma como blanco de las relaciones de dominación. 3- Desde este lugar, el poder tiene una débil capacidad de “resolución”, ya que no es capaz de practicar un análisis individualizante y exhaustivo del cuerpo social y su salud. 4- Dos son los andariveles entre los cuales pende el concepto de salud pública. El modelo del Paternalismo sanitario, tendiente a transparentar y visualizar el problema de la salud en la población y el de la población en la salud; a partir de una mirada dominadora y vigilante. Y el autoritarismo sanitario, dado por los privilegios del poder real sobre la persona del paciente, o por las prerrogativas de aquel sobre el cuerpo de la persona en situación de enfermedad. 5- Cuando la salud pública se cuestiona su propia praxis, y plantea nuevas formas de intervención, lo hace desde el lugar de las razones de estado. Desde este lugar, la idea no es que las personas actúen saludablemente, sino que ni siquiera puedan actuar insalubremente en la medida que se sentirán inmersas en un campo de visibilidad total en la cual la opinión connotativa sobre sus estilos de vida, les impida volver a obrar mal o hacer lo que les resulta nocivo. 6- Dentro de los hospitales públicos, y de acuerdo al actual modelo sanitario, participar del beneficio de la salud por parte de la población empobrecida exige quedar expuesto ante la mirada ajena (la del experto), y luchar por sostener la propia intimidad. 7- La idea es que los pacientes internalizen la mirada connotativa del personal de salud (códigos morales, conducta ética, autocuidado, etc), de tal manera que sintiendo esa mirada sobre sí, los
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pacientes terminen vigilándose a si mismos o en contra de si mismos. De tal manera que un buen paciente, no es más que la resultante auto inflingida de una sumatoria de insidias. 8- El discurso institucional se despliega como si no existiese nadie frente a él, como si no existiese más que una “historia clínica”; gente a la que hay que “sanar” para arrojar luego al circuito de la producción. 9- Por último: Dentro del Hospital, el personal de salud y los elementos subalternos (pacientes) están en una relación de sostén y de condicionamiento recíprocos; se “sostienen mutuamente” de modo que la ilusión del poder se vuelve un “chantaje” bilateral e indefinido.
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Prácticas disciplinarias y apropiación (2007)
“In hoc signo vinces” (Bajo este signo conquistarás) Emperador Constantino / Siglo IV
00: Prólogo Los hagiógrafos sostienen que, en plena batalla, el emperador Constantino vio sobre el horizonte una cruz luminosa y escuchó una voz que le decía: In hoc signo vinces (bajo este signo triunfarás). Esto determinó que, a posteriori, el imperio romano se convirtiera en el sacro imperio romano; tras la conversión de la insipiente religión cristiana, en religión de estado. Quise abrir este ensayo con la frase de Constantino, como forma ejemplar de los imaginarios modos con que el poder se las arregla para imponer sus estrategias disciplinarias y apropiadoras. Detrás de toda actitud de aparente buen ejercicio del poder, podemos encontrar la elección de ciertos signos lingüísticos, tendientes a camuflar las reales intenciones del poder… y legitimarlo a perpetuidad. Contemporáneos a Constantino, seguidores posteriores y actuales, se las arreglan para fanatizar y totalizar el ejercicio de sus servicios en nombre de Dios… o de la ciencia. Pero esto no solo es propio de las instituciones religiosas, sino también en el ámbito de la salud pública, o en el de toda aquella institución en donde haya algunos, que se reserven el derecho de tomar decisiones sobre otros… Para las ciencias sociales, darle sentido al sufrimiento sigue siendo una tarea de primer orden. Otras áreas del conocimiento, como la filosofía o la teología, han intentado hacerlo. Sin embargo, sus categorizaciones suelen abonar nuevas formas de abuso traducidas en ideologías o espiritualidades, tendientes a justificar lo injustificable. Esto se debe parcialmente al hecho de que, las instituciones que forman una sociedad, tienden a ocultarse a sí misma el sufrimiento que impone a sus individuos como precio a la pertenencia. Y las ciencias del hombre, corren el peligro de imitar el silencio que la sociedad mantiene frente a este sufrimiento. De tal manera que la premisa que nos indica que, las personas prefieren evitar el dolor y maximizar el placer no funciona (hedonismo). Porque si bien en la vida práctica dependemos
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permanentemente de la comparación entre valores negativos y positivos, a menudo no podemos saber cuánto sufrimiento vale tanta felicidad. Para esto necesitamos, como decía Schopenhauer, “la experiencia de la vida”. Creo que es el momento, de que nuestras instituciones de salud, reflexionen sobre las implicaciones prácticas del sufrimiento, y no su entramado metafísico (como en Schopenhauer). Sin embargo aquí infiero un peligro: ya que una orientación reflexiva que privilegie lo cotidiano, demostrará cómo las instituciones sociales están profundamente implicadas entre dos dinámicas opuestas y complementarias. Por un lado, el de la producción del sufrimiento y, por otro, el de la creación de una comunidad ética capaz de lidiar con él.
01 Cuestión Primera: ¿Qué herramientas heredamos del pasado? Una fuente habitual para explicar el problema del sufrimiento, puede hallarse en los rudimentos del concepto de la Teodicea. El término Teodicea puede traducirse de múltiples formas, dependiendo del cristal con que se mire. El diccionario nos dice: “del griego theos, dios, y diké, justicia; o tratado sobre la justicia de dios” Desde esta perspectiva, el sufrimiento sería una suerte de castigo o reparación divinos, como respuesta ante la trasgresión de una supuesta ley divina. La palabra teodicea, aparece por primera vez en un libro de Leibniz, de 1710. Pero cualquiera que sea el nombre utilizado, se puede inferir que todas las sociedades humanas han elaborado alguna explicación sobre el sufrimiento. Max Weber, formuló sistemáticamente este problema en el contexto de sus teorías sobre la racionalización y sistematización de las creencias religiosas. Él pensaba que la racionalización de la idea de Dios, ejercía una presión enorme sobre la evolución de las teorías, que podrían explicar la injusta distribución del sufrimiento en el mundo. Y si bien ofreció una magnífica descripción de las soluciones que las religiones del mundo dan a este problema, desde las soluciones escatológicas hasta los dualismos espirituales y ontológicos, también se interesó por las consecuencias de estas teorías en el comportamiento práctico en el mundo. Por ejemplo, afirma que las soluciones escatológicas postulan un mundo más allá del presente y generan un interés en el ser humano, pero no por su propio peso como tal, sino por su destino después de la muerte. Recordemos que las reflexiones de Weber, se inscriben en el marco de la sociología comprensiva (primera mitad del 1900).
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Sin embargo, también sostiene que estas inquietudes surgen generalmente, cuando han sido satisfechas las necesidades más esenciales, y por lo tanto quedan circunscritas a las élites. Las observaciones de Weber sobre el problema de la teodicea, han tenido numerosos seguidores y muchos detractores. Ya que no prestó atención a la distribución de las respuestas entre los diferentes estratos de una misma sociedad, y su función en el mundo de la vivencia y convivencia. Igualmente, otros autores se interesaron por la problemática del sufrimiento. Y muchos de ellos, afirmaban que el problema del sufrimiento es un desafío vital ante el cual el sentido de un determinado modelo de vida amenaza con disolverse. Desde esta perspectiva, el desafío para las religiones era, paradójicamente, no evitar el sufrimiento sino darle un sentido. Y aquí nos abrimos ante otra cuestión: Ante el dolor físico, ante las pérdidas y la impotencia sufrida por el sufrimiento y la agonía; ¿cómo podían las personas sentirse apoyados por los sistemas religiosos del sentido, y los modelos de socialización? Desde la visión de la sociología descriptiva, el sufrimiento es necesario para sostener una teleología de la vida comunitaria. Ya que los símbolos religiosos permiten que el dolor del sufrimiento adquiera un sentido, en el que prima una esperanza de recompensa, y que permite pasar del dolor personal y de conciencia aislada, al de una experiencia compartida colectivamente. Sin embargo, no podemos olvidar, que el dolor y el sufrimiento no surgen espontáneamente de las contingencias de la vida. También pueden ser experiencias creadas y distribuidas de forma activa, por el propio orden social. Muchos son los argumentos que postulan, la posibilidad del “uso social” del sufrimiento. Y muchas de estas premisas descansan sobre el criterio que indica, que el sufrimiento es necesario en la función pedagógica del poder; o que es el precio a pagar por la razón y el refinamiento estético o espiritual. A pesar de que todas las sociedades experimentan el fracaso arbitrario de la justicia en las guerras, los crímenes, o la administración racional del dolor en tribunales de justicia constituidos por seres humanos. Traigo a colación, algunos conceptos de nuestro Prócer nacional y paradigma de pedagogo, me refiero a Sarmiento. El gaucho: “La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de
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esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos” (Carta a Mitre, 20 de septiembre de 1861). El Estado, los pobres y los huérfanos: “Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le de dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad. Son hijos de padres viciosos. No se les debe dar más que de comer” (Discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1859). Los indígenas: “¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos: incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado” (El Progreso, 27 de septiembre de 1844, El Nacional, 25 de noviembre de 1876, 8 de febrero de 1879 y 19 de mayo de 1887). Los paraguayos: “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto 150 mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie [...]. Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse” (Carta a Mitre, 1872). Continúo con mi reflexión. La doble naturaleza del sufrimiento, propuesta por la pedagogía Sarmientina, pretende moldear a los seres humanos como miembros morales de una sociedad y, al mismo tiempo, como operadores de su malignidad. Según este Prócer, debe hacerse del sufrimiento una necesidad pedagógica, que se desentienda del dolor que se inflige a los individuos, en nombre de los grandes proyectos de la sociedad. Efectivamente, Sarmiento y tantos otros… también tenían su teodicea.
02: Cuestión segunda ¿Procedimiento disciplinario, o pedagogía sanitaria?
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En las “Leyes” de Platón, se distingue dos tipos de médicos: -Los que son buenos para los esclavos (que con gran frecuencia son esclavos médicos viviendo en condición servil) y que se limitan a prescribir sin dar explicaciones. - Los que nacidos libres, se dirigen a los hombres libres: éstos no se contentan con escribir recetas, sino que conversan, dan sus razones tanto al enfermo como a los amigos; lo educan, lo exhortan, lo persuaden mediante argumentos que serán de tal naturaleza que lo impulsen a llevar la vida que le conviene. Del médico sabio, el hombre libre debe recibir, más allá de los medios que permiten la cura propiamente dicha, una armadura racional para el conjunto de su existencia. Y es el mismo autor, quien es su “Filebo”, sostiene en referencia a la lucha entre placer y disciplina: el placer "contrae todo el cuerpo, lo crispa a veces hasta el sobresalto y, haciéndolo pasar por todos los colores, todas las gesticulaciones, todos los jadeos posibles, produce una sobreexcitación general con gritos extraviados... Y el hombre acaba por decir así de sí mismo, o los demás de él, que goza de todos los placeres hasta la muerte; igualmente, los persigue sin cesar, tanto más intensamente cuanto que tiene menos pudor y menos templanza" Esta dualidad entre lo disciplinario y lo pedagógico, también se utiliza en el análisis de las prácticas de la “tortura” con fines didácticos. En muchas culturas, estas prácticas quedan resumidas en lo “ritos de paso”, que definen la travesía de la niñez a la adultez, del centro a la periferia, o de la impertinencia a la pertinencia. Ritos de iniciación, que continúan aplicándose, sobre las poblaciones empobrecidas que asisten a nuestros hospitales públicos. Son muchos los que han visto en estos rituales de iniciación una prueba de la valentía personal de los iniciados. O en el caso de la hospitalización: la cristalización de la voluntad del paciente, de reestablecer su salud y comprometerse con valores de pertenencia social. Un autor que me resulta muy interesante (Clastres), va más lejos, y sostiene que: “una vez acabados los ritos y cuando el sufrimiento ha llegado a su fin, queda un residuo (las cicatrices que marcan el cuerpo). Un hombre que ha sido iniciado se convierte en un hombre marcado. La marca se convierte en un impedimento para el olvido, y el cuerpo deviene memoria a través de la inscripción del dolor. Pero: ¿Qué pasa cuando las iniciaciones se contraponen? ¿Qué pasa cuando, el paciente llega al sistema sanitario, habiendo sido iniciado en otros modelos de pertenencia cultural? ¿Serán las sociedades, una sumatoria de contraculturas en conflicto?
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¿Será el Hospital, el lugar de actualización de ese conflicto? O parafraseando a Carl Onoré en su “Elogio a la lentitud”. ¿Serán los pacientes empobrecidos, los encargados de denunciar la deshumanización de lo humano, dentro de las instituciones de ayuda? ¿Serán ellos, los siempre inadecuados e impertinentes, los encargados de evidenciar la falta de pertinencia de las instituciones de salud? En este contexto, el ritual de iniciación es una pedagogía de la afirmación de un rol (enfermo), y de un “no diálogo”, por el cual las personas en situación de internación o ambulatorios aprenden que son recipiendarios del servicio de salud y no usuarios del sistema. La ley que queda grabada en sus cuerpos no es la ley del equipo de salud o de la medicina, sino la ley del modelo social que se apropió del sistema de salud pública. De tal manera que los rituales de iniciación, con su dolor, establecen una triple alianza entre la escritura, la ley y el cuerpo, logrando una consubstanciación entre el individuo, el grupo y la ley de la sociedad. Creo que resulta instructivo comparar esta visión con la de Durkheim, a propósito de cómo el dolor se convierte en el medio por el cual se crea la memoria, y a través del cual, la sociedad establece su ascendencia y dominio apropiador sobre los miembros individuales. Sin embargo, se constatan dos importantes diferencias entre la versión de Weber y la de Durkheim: En el primero: el lugar otorgado al cuerpo en la internalización de la ley de la sociedad, a través de la inscripción del dolor en el individuo. Y en el segundo: el lugar de la sociedad como administradora del dolor; o sobre cómo el dolor infringido sobre otros, se convierte en el medio para legitimar lo peor de sí misma. La mayoría de los antropólogos sostienen que, en las sociedades primitivas, la persona se define a través de las creencias totémicas, y no al revés. De tal manera que las imágenes totémicas no figuran sólo en objetos externos, como las paredes de las casas o los lados de las canoas, sino que también están presentes en los cuerpos de los hombres. Ellos sostienen que, cada clan procura darse a sí mismos o los suyos, el aspecto externo de su tótem. A veces se concibe los poderes míticos, como animales que provocan la transformación de seres ambiguos en seres humanos. Y el cuerpo, y su violenta transformación, pasan a ser el testigo más perdurable de la consubstanciación entre el poder del clan y la apropiación del individuo. Tanto es así que, la mejor manera de demostrarse a sí mismo y a los demás que se pertenece a un determinado grupo, consiste en inscribir en el cuerpo una marca distintiva, puesto que el objeto de dicha marca no es representar un objeto sino dar testimonio del hecho de que un determinado número de individuos participan de la misma experiencia existencial.
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Trasladado a lo que sucede en el ámbito de los hospitales, el “clan que se apropió de los espacios de salud”, exige inscribir en los individuos distintas señas de apropiación, que aseguren una pertenencia que no cuestione ni modifique la dinámica interna del sistema. Es más, en las sociedades primitivas, ser iniciado en el dolor como parte de una experiencia colectiva, precede al surgimiento de formas de control más represivas y dolorosas aun. Es habitual entre pacientes crónicos y protocolizados, el que por estar participando o haber participado de algún protocolo de investigación, autoriza al equipo de salud a inferir que el paciente está en condiciones de sumarse a nuevas investigaciones. La ley escrita en el cuerpo es una memoria que no puede ser borrada: la pertenencia saludable se pagó y pagará con más dolor… Pero permítame un nuevo ajuste de tuerca. Ya que, desde esta perspectiva, el dolor es una condición necesaria para la existencia de la sociedad, y puesto que sólo a través del dolor se puede separar el mundo sagrado del profano (o a los objetos de este ensayo, los pacientes adaptados al modelo sanitario… de los enfermos inadaptados). Se debe inferir que, si bien la separación es dolorosa, el sufrimiento impuesto al individuo es necesario, pues una sociedad libre de enfermedad, sólo es posible a este precio.
03: Cuestión tercera. Sobre la creación de voluntades obedientes. El sociólogo Talal Asad, en su investigación sobre le monacato cristiano, concluía en que el dolor puede ser utilizado en la vida cotidiana para crear voluntades obedientes. No pertinentes, ni participativas, solo pasivas y obedientes. Este autor aborda la investigación de las técnicas pedagógicas del cristianismo latino del medioevo, para demostrar que los deseos religiosos se encausaban y constituían a partir de la práctica de la mendicidad y la humillación, en el marco de un programa disciplinario. Entre el extraordinario dolor infligido en ocasiones rituales especiales y la asimilación del dolor como parte de una práctica disciplinaria, encontramos un espectro de funciones del dolor en la creación de temas sociales y éticos. De tal manera que, la administración del dolor guarda las señales no sólo de la legitimidad de la sociedad sino también de su ilegitimidad. Se constata esta ilegitimidad, sobre todo en los momentos de la vida cotidiana del paciente, en él reproduce sobre su propio cuerpo, los signos del orden social saludable al cual pretende pertenecer.
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04: Cuestión cuarta. Los tiempos del cuerpo, y los tiempos de las instituciones. Los investigadores abordaron la problemática del tiempo, desde diferentes ópticas. En Durkheim, por ejemplo, el tiempo sagrado era el centro en torno del cual se construía la identidad de una sociedad. Pero para Marx, esta identidad se construía en torno a la jornada laboral. Ya que era en la reglamentación de la jornada laboral, y el esfuerzo exigido al trabajador; el lugar en donde se daba la lucha entre el capital y el cuerpo del obrero. Para este teórico, el tema del cuerpo no era una cuestión de lugar, sino, una cuestión de utilidad. Me explico: la administración racional del dolor no se produce en contextos especiales (ritos religiosos), sino de acuerdo a objetivos utilitarios para el capital (y no de pertenencia). De tal manera que el objetivo es crear cuerpos dóciles en beneficio del capitalista, obligando al trabajador a desgastar su propio cuerpo, su único medio de supervivencia. La contribución de Marx a la comprensión del sufrimiento y el dolor, reside en la manera en que sitúa al cuerpo dentro de la economía política, haciendo de la lucha de clases, el parámetro bajo el cuales se produce y se distribuye el sufrimiento. Aquí hay diversos cambios, de la religión a la economía política; de lo sagrado a lo mundano, y de las profundas dudas intelectuales acerca de cuestiones metafísicas, a la supervivencia… o en el caso de la salud: sobre vida, duración y resistencia. Podemos destacar así, que este modo de sufrimiento nos lleva en sentido inverso al de los ritos de pasaje, ya que se dirige del cuerpo social al individual, dentro del marco de la economía política. Esto evidencia, cómo en el ámbito de los sectores empobrecidos del conurbano e interior del país, el sometimiento por la fuerza bruta de enormes cantidades de personas en regiones sobre pobladas y carentes de infraestructura de nuestro país, tiene y tendrá un efecto devastador en la salud y la mortalidad de pobres. No creo necesario abordar aquí, las condiciones de los albergues donde se obliga a residir a los obreros reclutados, para trabajar en talleres clandestinos. Las estadísticas de mortalidad y morbilidad de los residentes, las imágenes de familias enteras hacinadas en una sola cama (cama caliente) y los relatos personales del impacto de este modelo en la vida de los individuos, demuestran que el sufrimiento no puede ser entendido simplemente como algo que surge de las contingencias de la vida sino que debe ser entendido como un fenómeno producido de forma activa, e incluso administrado racionalmente por el Estado.
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Es más, este sufrimiento se observa no sólo en acontecimientos insólitamente graves, como cuando la policía dispara sobre grupos de niños y jóvenes (gatillo fácil), sino también en la rutina de la vida cotidiana. Las personas no sólo tienen que luchar por la supervivencia sino, además, los recursos de las familias y los parientes son destruidos por las políticas de estado. Quizás, porque la política de estado eligió a la institución familiar para llevar a cabo una destrucción deliberada, con consecuencias catastróficas a nivel de la comunidad local. Ejemplo de esto es el alto índice de abusos sexuales, violencia de género y doméstica, el surgimiento de punteros políticos locales, o jóvenes obligados a luchar contra sus "padres" en el intento de controlar las villas de emergencia con la anuencia de la policía bonaerense. Es indudable que todo esto sería imposible, sin la ausencia del estado, o su tácito consentimiento. Cuando recorro los servicios de pediatría de los hospitales del Gran Buenos Aires, constato el impacto del hambre en las vidas de las mujeres y sus niños. Estas recorridas me permiten impugnar las ideas imperantes acerca de emociones humanas como el amor materno. Esas madres, enloquecidas por el hambre, tienen dificultades para conseguir recursos materiales y emocionales que aseguren la supervivencia de sus hijos. A los bebés, que las madres consideran condenados por su debilidad, se les deja morir por falta de atención, o se los abandona en las puertas de los hospitales o capillas barriales. Y les puedo asegurar que no estoy hablando de “negligencia materna”, sino afirmar que, el dolor y el sufrimiento no llevan a las personas a un mayor refinamiento espiritual.
05: Cuestión quinta. Instituciones de salud ¿Final o confirmación de la teodicea? El siglo XX ha sido definido como el siglo de los genocidios. Para filósofos como Emmanuel Levinas, y para muchos otros, los acontecimientos del siglo XX están encerrados en la idea de "sufrimiento inútil". La dimensión del salvajismo que se infligió a los judíos con el holocausto, por encima de todos los demás acontecimientos, y como signo de la violencia de este siglo, trajo consigo el fin de las teorías tradicionales de la teodicea. Durante el siglo XX ha padecido dos guerras mundiales, los totalitarismos de derecha e izquierda, el nazismo y el estalinismo, Hiroshima, el Gulag y los genocidios de Auschwitz, Camboya, las masacres en la ex Yugoslavia, la Escuela de Mecánica de la Armada, Guantánamo, Afganistán o la prisión iraquí de Abu Ghraib (solo por mencionar algunos horrores contra la humanidad).
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Evidentemente el sufrimiento y el mal han sido impuestos de forma deliberada, y cuando la razón se desentiende de toda ética, es incapaz de poner límites a la barbarie humana. La pregunta sería: frente al dolor inútil que surge en su malignidad fundamental a lo largo de los acontecimientos del siglo XX, ¿qué significado conserva la moral humana, o la praxis ética? O en el ámbito de una salud pública, supeditada a los intereses de las multinacionales farmacéuticas: ¿Es posible pensar en términos de bioética? Este siglo, que marca el final de la teodicea, ¿será capaz de encontrar un significado en otras maneras de concebir el sufrimiento humano generado socialmente? El holocausto judío, y los holocaustos en general, han planteado problemas particularmente difíciles para las teorías de la sociedad. Muchos teóricos sociales e historiadores han visto los espantosos acontecimientos de los holocaustos, como enraizados en las estructuras mismas de la modernidad occidental, especialmente en su idolatría de lo real, en su racionalidad burocrática y su fetichismo de Estado. De tal manera que, pretender dar explicación y sentido al sufrimiento de las víctimas, sería desconocer la magnitud real del dolor, y “normalizar” lo que jamás podrá ser normal. O en todo caso, no será el final de la teodicea, una forma de revelar el carácter injustificable del sufrimiento estructural en los sectores empobrecidos. Ya que hablar de la esperanza de salvación a quienes han sufrido dolores tan intensos, o desentenderse del sufrimiento del otro con explicaciones para legitimar un mundo herido, sería un acto de mala fe. Es más, encontrar teorías de teodicea o esperanzas de salvación en las mismas instituciones que las han creado, junto a las condiciones para que existieran estos sufrimientos; es un sutil ejercicio de poder que encierra a las víctimas de la violencia y la injusticia en el inmovilismo. Muchos ejemplos recientes vienen a la memoria. En ellos, el sufrimiento de las víctimas ha sido apropiado para legitimar a quienes controlan el espacio público de pronunciamiento ético, que a menudo, pero no exclusivamente, son las mismas instituciones del Estado.
06: Cuestión sexta. Apropiación judicial y burocrática del sufrimiento. En la observación del juicio a los victimarios y victimas, de la tragedia de Cromagnon, es fácil observar el problema de la apropiación judicial y burocrática del sufrimiento. La dimensión de la tragedia en Cromagnon fue única, pero los procedimientos con los que se aborda este tipo de catástrofes en los sistemas modernos de Estado contienen algunos elementos en común.
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Por ejemplo, en la manera en que las pruebas científicas del caso de Cromagnon fueron presentadas ante el tribunal, el tema dominante no es aliviar el dolor de las víctimas; sino, justificar la teodicea secular del estado. Detal manera que el tribunal se convirtió, en el lugar de la escenificación simbólica de la tragedia de Cromagnon, y el dolor de sus victimas. Ambas partes de la disputa dan como supuesto que los tribunales de justicia son instancias en las que una víctima se convierte en demandante cuando cuenta con los medios para demostrar que se le ha infligido algún daño. Sin embargo, la certeza misma que exigen los jueces, despoja a las víctimas de los medios con los cuales podían demostrar el daño que se les infligió. De hecho, a las víctimas se les pide que aprendan a transformar su sufrimiento al lenguaje de las ciencias penales, con el fin de que fuera reconocido judicialmente. Sin embargo, si a los demandantes y demandados se les obliga a hablar sólo en el lenguaje de las ciencias penales, entonces debe sin duda reconocerse que el tribunal conduce los procedimientos en dos registros diferentes: uno, el registro del discurso jurídico; el otro, el de las manifestaciones de angustia de las víctimas, caso por caso. Pero si se acaba dictaminando que el segundo tipo de prueba, finalmente, no constituye prueba alguna, entonces ¿por qué todo ese despliegue de sufrimiento? Lo mismo sucede en el ámbito hospitalario. Si el estilo de vida del paciente y el sufrimiento que expresa, no es considerado prueba científica. ¿Para qué se le exige la exposición de su intimidad? ¿Por qué los profesionales y recipiendarios hospitalarios, exigen la evocación moral del sufrimiento de sus pacientes? Mi hipótesis es que el despliegue de los sufrimientos de los pacientes empobrecidos cumple una función ornamental para el texto escrito por el equipo de salud. El uso de metáforas, de pruritos estilísticos y analogías, actúa como tijeras con que se cercena el sufrimiento de los pacientes, sufrimiento que luego aparecerá como despliegue ornamental en otro discurso… el discurso de la connotación despectiva. De tal manera que el fracaso del equipo de salud, será la consecuencia del estilo de vida del paciente, y nunca la expresión de la falta de compromiso sanitario con la persona total del paciente. Este mecanismo de doble registro, puede utilizarse para justificar la violencia de celo: ya que en el caso de las tecnologías biomédicas, se suele ensayar técnicas nuevas y experimentales con grupos de enfermos terminales, con las poblaciones de reclusos, con prostitutas (en otras
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palabras, con quienes son definidos como desecho social); con la esperanza de que las tecnologías aumentarán el bienestar de la humanidad socialmente potable del futuro. Agrego otro punto de reflexión. El desplazamiento moderno de las teorías del sufrimiento desde el terreno de la religión al de las instituciones del Estado, está inscrito en los importantes cambios respecto de las teorías del tiempo. Weber sostenía que, las teorías escatológicas generaron un interés por un mundo futuro que era diferente del mundo en que vivimos, y en el que las injusticias del presente finalmente serían enmendadas. Esto permite entender como en las prácticas penitenciales del cristianismo medieval, los monjes aceptaban voluntariamente el dolor en esta vida con el fin de evitar padecerlos en el otro mundo. En cambio en las actuales teodiceas seculares del Estado, se añade una nueva dimensión a las visiones del futuro. En el caso Cromagnon, el tribunal está estableciendo tácitamente que la población debe tolerar ciertos riesgos de inseguridad, como condición para la producción de mejores esquemas de seguridad en el futuro; ya que el estado y sus socios pueden permitirse un daño menor en aras de un mayor bienestar futuro. De tal manera que, empresarios, funcionarios políticos, profesionales de la religión, de las ciencias médicas y el estado, pueden acabar formando una alianza en la que se apropian del sufrimiento de quienes definen como desecho social, en aras de un proyecto social a futuro. No quiero sugerir que el Estado sea la única institución que transforma y se apropia del sufrimiento de esta manera. Hay ejemplos de movimientos sociales que crean sus textos sociales de dolor colectivo a partir de las experiencias individuales de sus miembros. Tampoco se puede decir, que estas apropiaciones para la causa de la comunidad, siempre violan al individuo. Pero así como hay numerosos ejemplos de la formación de una comunidad del sufrimiento, a través del cual los individuos pueden transformar el dolor del pasado en visiones de bien colectivo; también hay ejemplos de la manera en que la heterogeneidad de la experiencia individual del sufrimiento, es homogeneizada por un movimiento social en arquetipos colectivos.
07: Conclusión 1. La cuestión de la relación entre sufrimiento individual y su transformación para fines de acción colectiva trae a colación temas de profunda ambigüedad, si bien hay otras formas de apropiación que están modificando nuestra experiencia de sufrimiento de modos nuevos e impredecibles.
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Uno de éstos es la mediatización del sufrimiento en la banal circulación de imágenes, como lo son las imágenes de los desastres y del horrible sufrimiento en diferentes partes del mundo, convertidos en productos de consumo para los telespectadores en la comodidad de sus hogares. Los cuales, en lugar de movilizar la acción social y despertar la solidaridad con las víctimas, el sufrimiento es transformado por los medios de comunicación en bien de consumo. 2. El sufrimiento es producido socialmente, y puede ser definido como la resultante del ensamblaje de problemas humanos, que tienen sus orígenes y consecuencias en las heridas devastadoras que las fuerzas sociales infligen a la experiencia humana individual. 3. Los individuos intentan comprender sus experiencias y trabajar para sanar en el marco de la vida colectiva. Esto es patente en la gran cantidad de ritos de curación (extra e intra hospitalarios) que observamos en todas las sociedades. 4. Sin embargo, también podemos observar extraordinarias transformaciones de las instituciones de curación de la sociedad, cuando ésta se enfrenta a catástrofes colectivas. 5. Es interesante destacar que toda cultura intenta dar un testimonio social del dolor individual, y crearle un sentido, a pesar de que el dolor puedo haber sido producido por las fuerzas más violentas de la sociedad. Incluso en el caso extremo de las víctimas del holocausto y su manera de habitar simultáneamente el pasado y el presente, el propio acto de contar sus historias para las generaciones futuras, se convierte en una manera de comprometerse con su sufrimiento. 6. Para muchos investigadores del holocausto y otras atrocidades semejantes producidas por el hombre, lo sorprendente es lo absurdo de la muerte y el "sufrimiento inútil". Para otros que viven en situaciones atroces, la vida tiene que ser vivida hacia el futuro, aunque tenga que ser entendida hacia atrás. 7. En el proceso de reconstruir la salud, pueden utilizar la noción de sanar no como curación, sino como el establecimiento de una relación con la muerte. 8. Por último podemos decir que, aunque siempre conservemos la propiedad de nuestro dolor y nadie se puede apropiar de el para ningún otro fin; hay una manera en que podemos prestar el propio cuerpo para registrar el dolor ajeno. Este ensayo, la poesía o el arte, pueden servir como un cuerpo de escritura que permita que el dolor del otro se exprese en él.
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Sobre el derecho a la autonomía
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(2007)
“No se muere de enfermedad… Se muere de lo que no hemos dicho, ni hecho”. (José Saramago “El año de la muerte de Ricardo Reis”)
00: Prólogo El principio de respeto por la autonomía del paciente. No pretendo argumentar contra la autonomía del Equipo de salud, si no alabar y reconocer la autonomía del Paciente. Mi principal argumento se centra en el “principio de respeto por la autonomía del paciente”, como un acuerdo ético fundamental entre los Profesionales de la salud, y las Personas en situación de enfermedad. Podría pensarse que este tema no es importante, o que es un tema anexo o destinado solo a especialistas. Lo que les ofrezco es la posibilidad de centrarnos no en la Salud Pública en general, si no en la relación Paciente/Médico. Y en concreto, la actualización de los conflictos parentales del paciente, y los conflictos parentales de los miembros del equipo de salud. Si bien este ensayo está supeditado a la figura del Médico, se hace extensivo y aplicable a todos los profesionales que integran el equipo de salud, o a personas que acompañan a Personas en situación de enfermedad. Pero como a la Imagen del Médico/Padre, se debe contraponer la figura del Paciente/Hijo, también examinaré las características emocionales de aquellos Paciente que en su vulnerabilidad, facilitan la “mala praxis” y maltrato. Como esquema introductor empezaremos haciendo un pequeño recorrido a lo que se suele llamar “mala praxis”, y desde allí veremos la importancia del concepto de persona y su construcción. Lo examinaremos en ese orden, ya que lo que una “atención de salud irresponsable” pretende, y muchas veces consigue, es la aniquilación en mayor o menor grado de la personalidad autónoma del Paciente, y la negación de su soberanía. Dentro del proceso de maduración personal nos detendremos en la labor de la familia, y en el peso que tienen las figuras paternas en la estructuración de aquella.
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Desde allí nos dirigiremos hacia las diversas imágenes del Profesional de la salud, y veremos diferentes características del ejercicio de su rol, más o menos predominantes en las últimas décadas.
01: Cuestión primera. La “Mala praxis médica” Según la Asociación Médica Argentina74[83], la “mala praxis” en atención de salud ocurre “cuando se hace daño en lugar de curar o sanar”. Ese perjuicio puede ser identificado en el cuerpo, o el daño puede estar referido a la salud emocional del damnificado. El profesional puede causar daño parcial o total, temporal o permanente por imprudencia, negligencia, impericia, inobservancia de reglamentos o deberes, o alejamiento de la norma legal. Y esto incluye el buen trato y deferencia, que el profesional debe al Paciente. Son variadas las definiciones de “mala praxis” que podemos encontrar, pero todas se centran en los mismos puntos, y vienen a profundizar la “desestructuración de la personalidad del Paciente”, o de su grupo afectivo inmediato. Sobre todo cuando hablamos en términos de “enfermedades crónicas”. Tengamos en cuenta que, “la integridad de la medicina como profesión depende de la confianza75[84]”. Además, reconozcamos que, “la vulnerabilidad por las consecuencias de una enfermedad o lesión y la posibilidad de la muerte, impulsan a las personas a convertirse en pacientes y recurrir al cuidado de los Médicos”. De tal manera que, “la vulnerabilidad de la Persona en situación de enfermedad, da lugar a confiar en los Médicos; y esta misma confianza, profundiza la vulnerabilidad del Paciente76[85]”. O por decirlo de otra manera: “La confianza a la que suscribe la medicina, refleja una doble vulnerabilidad de los pacientes, al daño físico y al daño personal; ya que ser Paciente es someterse a los males del cuerpo, y al tratamiento y cuidados proporcionados por los clínicos”. Un mayor desarrollo en torno al concepto de mala praxis podría expresarse en los siguientes enunciados que, intentan ilustrar las características de un profesional de la salud que establece relaciones del tipo “paterno/filial”.
74[83]
www.ama-med.org.ar MILLER, F. y BRODY, H. “Integridad profesional y muerte asistida”. Edit. Hastings Center Report 25, N*3. Nueva York 1995 76[85] Idem. 75[84]
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Un profesional de la salud que abusa de la relación con su paciente, suele presentar su práctica médica (no necesariamente científica), desde un lenguaje demagógico, poco racional o argumentado falazmente. Otras veces, muñido de una basta pericia técnica y con objetivos de carácter científico, manipula coercitivamente la voluntad del paciente, negándole o modificando la información merecida con fines poco claros. Como cuando se “apropian del consentimiento de los pacientes”, antes de incluirlos en protocolos de investigación. En este caso, el/la profesional de la salud devenido en padre/madre77[86], no ofrece razonamientos a su paciente/hijo, sino que elige por él, ya que sabe anticipadamente lo que está bien y está mal. Esto lo lleva a tomar decisiones en nombre de su paciente, sin esperar su consentimiento o contra preguntas. Y en caso de que esta se formule, el paciente recibe por respuesta un contundente “porque lo digo yo… que soy el médico” Aquí, él profesional de la salud deviene en un padre que “lo sabe todo”, y tiene respuestas para cada situación. Además entiende sobre todo lo imaginable, y sobre lo inimaginable también. Entonces, el paciente identificado con su rol de “hijo”, presumirá ante su entorno sobre las cualidades ensalzadas de su médico/padre/salvador. Este es el tipo de Paciente que, exige se le reconozca el derecho a “no saber sobre medicina”. Pero este derecho sólo podría defenderse cuando la ignorancia no implica un grave riesgo para si mismo, ni para otros. Después de todo, hay algo de inconsistencia en la afirmación de que se tiene derecho a protegerse de “la verdad”, si el precio a pagar es el agravamiento o instauración de mayores daños. En situación de hospitalización, este profesional de la salud interviene en todos los detalles, ya personalmente o de manera delegada, pero siempre se entera de “todo lo que ocurre” a cada uno de sus pacientes/hijos. Dentro de la sala del hospital, su palabra es sagrada, y hay que cumplirla a rajatabla y sin crítica. Recordemos que dentro de las salas de internación, la estructura organizativa es tecnocrática, piramidal y totalitaria; y en ella no hay lugar para compartir el poder con los pacientes/hijos. Llevándolos de esta manera, a tener que optar entre la adaptación a las manipulaciones propuestas, o el abandono del área hospitalaria. El profesional de la salud, así como un padre autoritario en su casa, detenta la sumatoria del poder, llanamente es el que “lleva los pantalones”, y esta autoridad queda manifestada ante el paciente/hijo. 77[86]
FAHRER, R. y MAGAZ, A. “Temas de Psicología Médica” Cap.6: Aspectos Psicosociales de la relación MédicoPaciente. Edit. CTM 3era. edición, Buenos Aires 1993.
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El Médico se convierte así, en el punto final de toda controversia. Cuando el médico/padre es consultado, desde su pedestal y en nombre de la ciencia, dará su veredicto, “magister dixit”, y no habrá más que hablar o decir. Siguiendo en la situación de internación hospitalaria, la institución absorberá al individuo. Las relaciones con el exterior se diluirán y recortarán, en lo posible hasta el máximo (si es que el paciente ya no viene con un esquema vincular afectivo exiguo y mínimo, o directamente inexistente). Recordemos que en nuestros hospitales, solo se permiten cortas visitas, y en horarios de difícil acceso para aquellos familiares o amigos que desarrollan actividades laborales. De lo anterior se desprende que las libertades del individuo se ven suprimidas, el derecho a la intimidad seccionada, la capacidad de decisión desconocida. La información es controlada, ocultada o manipulada. El paciente/hijo no es libre de decidir por sí mismo. Se le presenta la realidad de su salud de manera mediatizada, y mucho más deformada la información científica necesaria para que el paciente pueda continuar decidiendo por si mismo. Este Paciente/hijo ve por los ojos de sus médicos/padres, y si estos no gozan de un sólido soporte ético y emocional, le mal indicarán lo que es “supuestamente saludable”, le inculcarán “sus modos de sentir, de pensar, de creer”; y siempre bajo amenaza de abandono… Asociando esto a lo que sucede en el ámbito familiar del Paciente, podríamos inferir que la mediatización hace a la identificación del hijo con su padre y con su madre. Y cuando ese hijo llegue a la adolescencia, intentará despegarse de muchas de las etiquetas que no desea asumir como propias, para construirse las suyas. En cambio, en situación de internación no hay adolescencia, sino un permanente estado infantil, que es conocido y manipulado por profesionales de la salud muy poco éticos. Sin lugar a dudas, la Persona en situación de enfermedad crónica, que sufre y enfrenta una discapacidad progresiva, una muerte inminente o una calidad de vida disminuida y dependiente de terceros, es sumamente vulnerable (si no es que su enfermedad es fruto de vulnerabilidades anteriores a su diagnóstico). Y al ser vulnerable, necesita y merece por derecho propio, ser protegido y cuidado. Pero también necesita respeto por su determinación, en cuento a cómo seguir viviendo El mal profesional de la salud, suele usar técnicas de manipulación coercitiva para anular la voluntad y la capacidad crítica de sus pacientes/hijos, y ello de manera encubierta.
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Saben que la situación de enfermedad, genera una fuerte dependencia entre sus Pacientes y él, instaurando una fuerte regresión del Paciente a sus años de niñez.
02: Cuestión segunda. ¿Qué es “ser persona”? El concepto de Persona humana, es fundamental a la hora de distinguir entre una buena o mala praxis médica; ya que una buena praxis médica, tiende a la humanización de la Persona en situación de enfermedad, y una mala praxis tiende a lo opuesto. Pasemos brevemente a considerar el concepto de Persona, cuáles son sus rasgos y facetas principales. Desde la visión clásica podríamos decir que la “persona es una realidad sustancial, permanente, individual y racional”. Esta es la definición de Boecio78[87] y de todo el clasicismo medieval. En el siglo XVII y XVIII, los empiristas británicos se preguntaron por aquella realidad sustancia inherente a la Persona. ¿Qué es esa sustancia que hace a la persona humana?, y ¿cuáles son sus mecanismos?, son las preguntas que se convirtieron en la mayor obsesión de los representantes de aquella teoría del conocimiento. Podríamos extendernos en detalles, pero sólo resaltaremos dos durísimas críticas a la idea clásica de persona ofrecida por Boecio. La primera es del psicoanálisis de Freud. Él infirió que no somos tan racionales como suponíamos, que tenemos represiones, “superyo, yo y ello”, “pulsiones” que mueven nuestros comportamientos; y que en lucha perenne están “eros” y “thanatos” (vida y muerte) que desde nuestro interior condicionaban nuestros deseos... La segunda crítica proviene de la biología y en concreto de la citología (estudio celular), que nos dice que cada siete años, aproximadamente, renovamos todas las células de nuestro cuerpo. Y si bien es cierto que no ocurre así con las células del cerebro (las neuronas); la física cuántica nos enseña que el trasvase y la movilidad de energía y materia es tal que la “sustancialidad y la perennidad” querida no son tal en realidad. De tal manera que no somos lo que éramos a los catorce años, sino materia totalmente nueva. No obstante, en nuestro fondo más íntimo seguimos sintiéndonos el mismo que el que un día nació de nuestra madre. Pero ¿por qué? Porque la información, y lo diré con mucha simplicidad, se va re grabando en nuestras “partes nuevas”, de tal forma que siempre conservamos la unicidad de ser nosotros mismos. 78[87]
GILSON, E. “La filosofía en la Edad Media”. Edit. Gredos, Madrid 1965.
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Quiero dar ahora un enorme salto y ofrecer una definición de persona más actual, más personalista, una definición relacional devenida de la lingüística, específicamente de la semántica79[88]. En latín existen los casos siguientes: Nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo. Cada uno de ellos hace referencia a las posibilidades que ofrece una misma palabra, para obtener nuevos y diferentes significados o cambiar su sentido. Intentemos hacer una comparación entre la persona, y los seis casos de la lengua latina. Cuando el niño nace, nace como el más desamparado de los animales. Precisa de total ayuda. Conserva muy pocos instintos, y estos no le permitirían alargar mucho su vida si no estuviera cerca de su madre o quien ocupe ese rol. Teóricamente ella le dará calor, alimentación, cariño, acogida, le enseñará a pronunciar sus primeras palabras, a tomar identidad, a verse en ella y entender el mundo circundante. En el proceso la figura del padre le tendrá que enseñar el mundo de los valores, las normatividades, las diferencias entre lo bueno y lo malo, o lo correcto y lo incorrecto. Si los padres, los generadores, los genes, el Genitivo, son buenos padres; ofrecerán a sus hijos ayuda o capacidades, y serán para sus hijos unos padres nutritivos. Sabemos, por experimentos con animales y humanos, que los nacidos necesitan ser tocados, abrazados, besados y queridos. De tal manera que si no reciben esos estímulos de unos Genitivos nutritivos, se deprimen y mueren. No olvidemos que siempre somos algo niños y no es malo, y necesitamos por ello que nos toquen, abracen, besen y quieran. Y esto en reciprocidad, de los otros a uno y de uno a los otros. Dentro del Genitivo y muy cercano a él tenemos el Vocativo. El Vocativo nos posibilita “llamar y llamarnos”. El niño ha aprendido a distinguirse: se toca los pies, se mete sus dedos en la boca, necesita delimitar sus fronteras. Quiere saber cuánto mide, pregunta miles de cosas, necesita aprender, ve en su padre a alguien que tiene respuestas para todas sus preguntas. Quiere designarlo todo, crea nombres, palabras, gusta de definir. Ya no es como antes, un ser indiferenciado que se miraba a sí mismo en su madre. Ahora empieza a ganarse su individualidad. Posteriormente se hará adolescente, se desarrollará, se chocará con las puertas y los dinteles y se hará alguna heridas, y por ello necesitará tocarse de nuevo para conocer cuánto mide, quién es 79[88]
PIERCE, S. CHARLES. “Obra lógico semiótica”. Edit. Taurus, Madrid 1987.
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él ahora, que de la noche a la mañana y tras dolores de rodillas ha crecido tanto, ha cambiado la voz y a desarrollado sus caracteres sexuales secundarios, y con ellos su conciencia de género. Sus ideas cambian, así como cambian sus valores. Crece en independencia familiar, se enfrenta con sus hermanos, sus padres y educadores. Si se ha tenido un buen Genitivo y un buen Vocativo podemos estar seguros de que habrá un buen Dativo. El Dativo es la capacidad de dar, de ofrecer, de ser oblativo, empático y generoso. De tal manera que podríamos sostener, que alguien flojo en su Dativo ha tenido padres flojos en su Genitivo y en su Vocativo. Recordemos que hay personas que no nunca llegan a desarrollarse como personas dativas, si no que son egotistas, que viven encerradas, plegadas y curvadas sobre sí mismas. Esto nos lleva a una doble elección, a una bifurcación necesariamente expresada en dos ramas, el Acusativo y el Ablativo. El Acusativo es el pecado de Caín, el cainismo, y al tiempo es la labor de Satán como lo manifiesta el libro de Job en el Antiguo Testamento. Es el acusador, y el Acusativo por excelencia es el Diablo y lo diabólico. Es la acusación de Adán a Eva y de ésta a la serpiente. Es el “yo no fui”, es la exculpación continua y repetida. Es la creencia de que nos persiguen, de que conspiran contra nosotros, es la tendencia a pensar que los astros o los dioses, o el hado, o el destino… están contra nosotros. Es la superstición, la idolatría, la creencia en la negación de la libertad. El acusador, el Acusativo, busca siempre chivos expiatorios, culpables externos. No es responsable de sí mismo, de sus acciones, no encuentra (negando a Kant) “la razón de la moralidad en si mismo”, ni (siguiendo a San Agustín) a “Dios dentro de su intimidad”. Frente al Acusativo se emplaza el Ablativo. Es el caso de las preposiciones, es la posibilidad de decir "a", "ante", "con", "desde", "en", "hasta", "para", etc. Es la capacidad de elegir entre diversas posibilidades, y ejercer la libertad. Quien tiene posibilidades en su vida no está cerrado sobre sí. La negación del Ablativo es la depresión, “casarse” con la posibilidad única de actuación, es la negación de la creatividad. Quien sólo tiene en la vida una única posibilidad, está indefectiblemente atado a ella, sea buena o mala. Quien tiene un fuerte Ablativo, un amplio Ablativo, puede interpretar la realidad de múltiples maneras, creando y recreando constantes posibilidades. El Ablativo implica tener posibilidades abiertas antes los sucesos múltiples de la vida, es creatividad, es poder ver las cosas desde cerca o desde lejos. Y desde diferentes ángulos luchar
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contra el fanatismo y la intolerancia, contra el pensamiento lineal y culpabilizador, contra la moralina que busca culpables y no responsables. O como diría Karl Popper80[89], el Ablativo nos permite “crecer continuamente, ante un mundo permanentemente abierto y que no ha de esfumarse nunca”. El Ablativo nos lleva al primer caso, al Nominativo. El Nominativo es el que dice: “yo soy”. Es la configuración siempre en marcha y siempre con ideal tensión, como horizonte a realizar, pero desde la que hay que partir, para escalar más allá. Si hemos tenido unos buenos genitivos, vocativos, dativos y ablativos podemos decir que el Nominativo será “Amo”, y por lo tanto “Amo… por eso se que existo”. Curiosamente para Descartes, su “cogito ergo sum”, supone la soledad más absoluta. Descartes primeramente crea su yo, y desde esta realidad llega a la existencia del mundo y de Dios. Pero lo primero es la persona humanizada. Desde nuestro planteamiento personalista, basado en lo que Tomás de Aquino decía, “quien es persona es quien ama”, hemos de corregir el cartesianismo y decir “amo ergo sum”, “amo, y por ello… se quien soy”. Este planteamiento no es individualista ni egotista, porque no se puede amar desde el retraimiento. Se necesita un tú para amar, de ahí que para el Nominativo, el nombre correcto y adecuado a la persona humana sea “Amor”. De ahí que ya dijera el santo de Hipona81[90]: “Soy amado, luego soy”, o “Soy amado, por eso se… que estoy siendo”.
03: Cuestión tercera. ¿Qué es “ser persona en situación de enfermedad”? Si nuestro punto de vista personalista, sirve como guía de investigación. Debemos concluir que la Persona en situación de enfermedad, primero busca ser reconocido como Persona y por ello – y solo por ello - ser asistido. Es desde este parámetro que desarrollan las demás necesidades: Búsqueda de respuestas, comunicación con el equipo de salud, respeto, adaptación, nuevas expectativas, apoyo personalizado, etc. Esto lleva a configurar un perfil de persona en situación de enfermedad, con unas necesidades y carencias que pueden colocarla en el grupo de candidatos a situaciones de maltrato interpersonal
80[89] 81[90]
POPPER, K. “Problemas fundamentales de la lógica”. Edit. EUdeBA, Buenos Aires 1960 MANDOLFO, R. “El pensamiento antiguo”. Edit. Losada, Buenos Aires 1983
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e institucional. Es lo que llamaremos “pacientes vulnerables”, y que no necesita ser captado por ningún equipo de salud para tener estas características.
El marco de “pre-vulnerabilidad”. Entre los factores de vulnerabilidad que posibilitan la captación por profesionales de la salud poco éticos, hemos seleccionado los siguientes82[91]: - Alto nivel de angustia e insatisfacción en aspectos básicos de la vida. - Carencia de un sistema de valores y autoestima intrínseco - Vínculos afectivos moderados o abiertamente disfuncionales: a) Síndrome de “ausencia paterna/materna”. b) Carencia de guía, orden, orientación y demarcaciones parentales. c) Carencia de cuidados y afectos positivos e incondicionales. d) Pobre comunicación vincular. Abuso del “doble vínculo” por parte de los padres. e) Conflictos paternos, o familiares permanentes. -Tendencias a la personalidad dependiente: a) Carencia de dirección, autogestión o propuestas internas. b) Carencia de un adecuado autocontrol. c) Propensión al entusiasmo sugestivo.
Las figuras parentales. Hemos centrado en un primer esquema lo que es una persona. Hemos visto, además, cuáles son las necesidades de los pacientes en nuestro contexto (conurbano bonaerense) altamente empobrecido, marco al que me estoy refiriendo, y que cualquiera que colabore socialmente puede identificar con facilidad. Si una cosa hemos de tener en claro a esta altura, es la importancia de los vínculos amorosos en el crecimiento de la persona. Por otro lado, se que un mal profesional de la salud, lo que pretende y desea, es la despersonalización, cosa que lograrán con mayor o menor medida y posibilidad si se da un marco de “pre vulnerabilidad” adecuados, es decir, si su paciente es más o menos débil y dependiente. Convengamos en que todos somos vulnerables, en diferente grado y según épocas y etapas de nuestra vida, pero todos lo somos. 82[91]
LOPEZ IMEDIO, E. “Enfermería en Cuidados Paliativos”. Edit. Panamericana (1era Edición), Buenos Aires 1998
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Profundicemos elementalmente, en las figuras de la madre y del padre, tan vitales e importantes en la configuración de la persona. Podemos decir que del sistema cultural en que vivimos, de la sociedad en la que estamos, de la familia a la pertenecemos, vienen las deficiencias que llevan en gran parte a la elección de malos profesionales de la salud. Además de la creación de malos profesionales de la salud, por parte del Estado y su proyecto educativo. Anotemos también que, el modelo de familia ha variado enormemente en la historia de Occidente. Tanto es así, que en nuestro contexto ya no se habla de Familia, si no de Grupos afectivos. A grandes rasgos podemos decir que la familia de nuestros abuelos y padres, nacidos en condiciones duras, con una guerra por en medio, una dura posguerra y la necesidad de salir de la miseria a fuerza de duro trabajo, ha configurado “padres camello” (usando la figura de Nietzsche83[92]), que lo soportan todo, que pueden llevar tanta carga como sea necesario, y que cuando no pueden más, si les apretamos un poco, siguen tirando de los bultos añadidos. Trasladado al ámbito de la salud, podemos hablar de “médicos camellos”. Aquellos Médicos heroicos como Muñiz, Ramos Mejía, Maza, o el Doctor Maradona, que supieron avanzar sobre los lugares más inhóspitos del país, confrontándose con los aspectos sombríos y alianzas corporativas de la salud pública. En cambio la generación de los 70, y siguientes, es la generación del “padre niño” (siguiendo con la analogía del pensador alemán), que no soporta contratiempos, que es caprichosa y postmoderna. Veremos que cada uno de sus representantes encaja en un perfil de médico/padre que luego expondré. Los primeros identificados con el deber ser, y los segundos con la libertad absoluta. Tengamos en cuenta, además, que con el paso del tiempo y la evolución de la praxis médica, se han desarrollado nuevos concepto de salud y enfermedad84[93]. Antes de 1970, se consideraba a la Salud como ausencia de enfermedad. Y solo se ponía énfasis en el uso de marcadores biológicos. Después de los 70’, se agregó al concepto anterior el de concepto de Bienestar. Entendiendo esto último, como las circunstancias que favorecen la ejecución de aquellas acciones específicas y generadoras de salud. Hacia mediado de los 80’, al concepto de Salud, se adiciona el concepto de “condiciones de vida”. Y se comienza a hablar de “procesos de salud-enfermedad”, entendiéndose este proceso como a 83[92] 84[93]
MAC INTYRE, A. “Historia de la Ética”. Edit. Paidós. Buenos Aires 1988 MAZZÁFERO, V. “Medicina y Salud Pública”. Edit. EUdeBA. Buenos Aires 1999
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la interacción dinámica entre lo biológico, lo psíquico y lo social. Además de incluirse a los sectores sociales y populares, y a la “Comunidad de Pacientes” en la administración de los recursos de salud pública. Pero: ¿cuál será el modelo de relación Médico Paciente del futuro, que ya es inmediato? No lo sé, y tampoco sé cómo saberlo. Habremos de esperar y ver. Sin embargo, algunos especialistas dan una serie de características de lo que habrá de ser85[94]: mayor apertura y negociación, menos autoritarismo, mayor libertad e igualdad, mayor participación por parte del Paciente, empoderamiento, permuta del eje “médico/paciente” por el de “médico administrador/usuario del sistema de salud”. La Persona en situación de enfermedad será más personalista. Será inconformista, cuestionadora, contestataria y reivindicará sus derechos. Será activa y transformadora, y muy móvil, entre otras cosas por razones de trabajo e inestabilidad económica. Portará un gran pluralismo en valores, estilos de vida, relaciones, religiosidad e ideología. Será sincrética en casi todo, innovadora y ansiosa de novedades y experiencias nuevas. El vínculo con la Comunidad de Pacientes, y el acceso a la información, harán que maneje información sobre novedades terapéuticas y prácticas que antes desconocía, o reivindique terapéuticas culturales y folclóricas que no forman parte del modelo sanitario hegemónico. Todo esto ayudará a romper el “poder del Médico”, y este se verá obligado a explicar, y abandonar el rol “protagónico”, para convertirse en un “socio” de los derechos a la salud de las Personas a las que acompañe emocional y sanitariamente. Las Universidades y centros de estudio, dejarán de formar profesionales histriónicos que se vinculen con espectadores, y no con Personas en situación de enfermedad; para así constituir un cuerpo de profesionales que ofrezcan sus conocimientos, entre otros, a los “usuarios del sistema de salud” asociados a su praxis médica.
04: Cuestión cuarta. La figura del médico/padre La vida no es simple y el conocimiento de la realidad no es algo fácil de obtener, pero tampoco es imposible de conseguir. A veces tendemos a simplificar las cosas y decimos u oímos que los Médicos manipuladores son fácilmente diagnosticables, o que se los puede reducir a unas cuantas características básicas.
85[94]
Idem.
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Yo siempre me he negado a una valoración tan superficial, y creo, como dije arriba, que hay muchos tipos de Médicos/as destructivos/as o abandónicos que incurren en mala praxis, porque hay muchos tipos de potenciales pacientes “pre-vulnerables”. Si bien hay diferentes imágenes extremas, la mayoría se encontraría en modelos intermedios de profesionales de la salud poco éticos, porque son varias las imágenes del padre. Enunciaré tres modelos de profesionales médicos, que a mi entender, se han generado de acuerdo al devenir de los tiempos La mayoría de los profesionales manipuladores, encajan en el segundo modelo, pero esto no impide que también podamos encontrarlos con características de los otros dos.
a) Médico/Abuelo El médico/abuelo es bonachón, anciano y sus bolsillos están llenos de caramelos/medicación. Cuando por algún lado el paciente recibe regaños/enfermedad, el medico/abuelo le guiña el ojo y le dice que no se preocupe, que no pasa nada. Quien tenga un médico/abuelo, es decir, una figura médica con estas características no es que tiene un médico abandónico, si no que para su médico será como si nada importara, como si el romper las reglas no fuera importante, como si todo estuviera a cubierto o la industria farmacéutica todo lo pudiera. Ya podrá el paciente/nieto descompensarse completamente, que el médico/abuelito siempre encontrará la solución requerida aunque el paciente no se haya comprometido con su salud. El algún punto, el médico/abuelo es débil, y sólo desea ver a su paciente/nieto feliz, caprichosamente feliz. Lo malcría, no le ofrece pautas, ni límites o normas. No lo orienta en la adquisición de valores positivos, e identificación de valores negativos. Es la propina sin trabajo. Y la falta de responsabilidad no crea personalidad, antes bien, la debilita. Por lo general, son Médicos que han estructurado su praxis sobre la dinámica vincular de tipo Nominativo, pero no permiten a sus pacientes/nietos, avanzar sobre una posición del tipo Dativo.
b) El Médico/Ley El Médico/Ley, es el que lleva un perfecto estado de cuentas de todo lo que acontece en la salud del paciente/hijo. Es la gratificación al cumplir. Sólo habrá salud si se hace lo debido, y lo debido es lo marcado por él. El Médico/Ley sabe siempre qué es lo correcto, y cómo hay que comportarse; por ello hay que estar atento a lo que dice y escucharlo siempre que se pronuncie.
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El Médico/Ley marca las normas, espera resultados, efectos y corolarios. Sus pacientes/hijos son amonestados por los resultados ofrecidos, y gratificados según escala por ellos. Diferencia entre sus pacientes/hijos, a unos más y a otros menos. Sólo quien ha cumplido con lo debido merece su recompensa. Prácticamente, la gran mayoría de las situaciones que caven en el rótulo de “mala praxis” tienen por protagonistas al Médico/Ley, y al Paciente “pre-victima”. Ya que este modelo de comportamiento médico, es el más adaptado a la consecución de objetivos poco éticos. El Médico/Ley es macizo, dominador y controlador. Un perfecto vigilante que domina siempre y todas las circunstancias. Es en este clima psicológico donde respiran los pacientes/hijos que se vinculan con él. Y al ser Médicos que se quedaron trabados en los laberintos Acusativos, generan pacientes Acusativos.
c) El Médico/ Libertad El Médico/Libertad se ha puesto de moda últimamente. Es un profesional de la salud, que pretende ser el mejor amigo de su paciente/hijo. El Médico/Libertad, es un profesional amistoso que termina avasallando a sus pacientes. No les permite el desarrollo pleno, porque no le da tiempo para instaurar sus propios cuestionamientos. No le permite al paciente/hijo averiguar por si mismo, cuestionar, investigar, descubrir y equivocarse; ya que instaura relaciones afectivas que impiden la individuación personalista. Estos pacientes/hijos llegan a ser muy “diestros” en cuestiones institucionales, pero con consignas aprendidas de su Médico, y muy mal asimiladas. Estos médicos/Libertad, quieren que su paciente/hijo se comprometa con su salud porque “tener buena salud es bueno”, y desean convencerlo de ello, o al menos lo intentan. Es el modelo de profesional, cuya crítica más cuesta entender a ciertos Pacientes, porque es el que está insertado en ellos; es el “Médico light” y solidario. El Médico/Libre no conoce nada de psicología, y cree que su paciente/hijo es como él, o que él es como su paciente/hijo… o quedaría mejor decir: paciente/hermano o paciente/amigo. Ellos buscan que el paciente/hermano se libere, dejen sus traumas, se reconcilie con la naturaleza, se responsabilice con el entorno. No les imponen normas, como el Médico/Ley, ni es un diletante que nada dice a sus pacientes, como el Médico/Abuelo.
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En el fondo, el Médico/Libre es un simbiótico que lo mezcla todo. Aparentemente, quiere que su paciente/amigo coma de todo, que experimente de todo, que nada le sea vedado, que elija, haga su propio ideario de salud y se configure. Son Médicos cuya práctica descansa sobre aparentes vínculos Ablativos, pero que no logra ser plenamente
tenaz
con
ello,
generando
pacientes/amigos
individualistas,
adaptados
y
autosatisfechos. Por lo general estos Médicos, adhieren a movimientos espirituales (lo que no estás mal), pero ajustan su praxis médica a esas pertenencias, o pretenden que sus Pacientes también adhieran a ellas. Por ejemplo, aquí en uno de los Hospitales de la región sanitaria 6ta, una especialista en infectología adhiere a un grupo espiritista, y le dice al sus Pacientes que la infección por HIV es un “Residuo Karmico”. Este es solo un ejemplo de tantas otras aberraciones, que indefectiblemente devienen en “mala praxis”.
05: Conclusión. 1- Las reflexiones éticas aquí planteadas, no solo son un simple reflejo de cuestiones sociales subordinado a un momento histórico determinado. 2- Estas reflexiones pretenden indicar la importancia y el peso de diversas consideraciones éticas, que deben mantenerse en tensión y buscar su equilibrio. 3- Ha sido un error usar el término “autonomía” o inclusive la frase “principio de autonomía”, como una expresión abreviada para el “principio de respeto por la autonomía de la persona en situación de enfermedad”. 4- El ideal de autonomía, debe reconocer la negación sistemática o ausencia social de “condiciones” para una elección autónoma. Ya que en el ámbito de la salud pública, los Usuarios del sistema deben ser competentes, estar informados y actuar voluntariamente. 5- Renunciar a la “autonomía” implica la “heteronomía”, concibiéndose esta como: “ser gobernado por otros”, o ser sustraído del poder de decisión por medio de “manipulaciones coercitivas”. 6- Hoy en día, y conforme la figura de Médico/Padre se vaya diluyendo, y lo irá haciendo, surgirán Equipos de salud a “cara lavada”. 7- Equipos que tendrán como líder a un Médico/Ley, pero que mostrarán sobre la
vidriera a
Médicos/Libertad. Es lo que los actuales pacientes/hijos demandan, lo que la sociedad continúa
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necesitando, y el modelos que está implantando como esquema a seguir, al menos transitoriamente y por un tiempo más. 8- Hoy en día aún mantenemos el modelo de Médico/Abuelo, pero la igualdad, la democratización, y la solidaridad serán rasgos que conforme vaya pasando el tiempo, devendrán en síntomas de nuevas maneras de atención en salud. 9- Ya que la autonomía personal del Usuario del sistema de salud, y del Equipo médico, existe en y a través del tiempo; y que sus elecciones y acciones ocurren a través del tiempo, debemos cuestionarnos: ¿Qué elecciones y acciones, por parte del Paciente, deber ser respetado por el Equipo de salud? ¿Qué elecciones y acciones, por parte del Equipo de salud, debe ser respetado por el Paciente? 10- ¿Cuál es el principio de autenticidad que permite juzgar, qué tipo de praxis médica respeta o no, la autonomía de los Pacientes y el Equipo de salud? 11- A pesar de su complejidad de aplicación, a pesar de su extensión o alcance y su peso o fuerza, y a pesar de los cambios sociales; el “principio de respeto por la autonomía personal”, desempeña un papel crítico en una bioética del tipo multilateral que el signo de los tiempos nos plantea. Pero diera la impresión, que ese papel requiere un sentido de límite negociado entre todos los protagonistas.
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Mal-estar en la Pastoral de Salud (2007) “Solo hay una ciencia que Dios ignora: el cálculo” 86[95]
(BALTHASAR, Hans Urs von
)
00: Prólogo Decir que, la Pastoral de Salud debe ser humanizada parece una obviedad, si pensamos que en realidad fue creada por personas, con la intención de ayudar a otras personas. Así como también es obvio decir que, ella es el emergente eclesial para un momento histórico particular, condicionado por cuestiones profundamente humanas. Sabemos que existen numerosos abordajes en la organización de la Pastoral de Salud. Ello depende de su entramado histórico social, su transformación en el tiempo, su adhesión al signo de los tiempos y valores culturales, su complejidad, su dependencia del saber médico (que no es “medicalización87[96] del ejercicio de la compasión”); y sobre todo, su “identificación con los valores del Reino de Dios88[97]”. En general asociamos lo humano a un valor positivo en si mismo. Una Pastoral de Salud es humana, cuando en sus fines y prácticas se muestra evangélicamente solidaria, privilegia la totalidad humana y se enternece con ella. Pero ¿cuando en nuestra Pastoral crecen la denostación, la falsedad o es acorralada por la desidia y el abandono, dejó de ser humana? Acaso ¿la violencia, la desigualdad social, el abuso de poder o el “sálvese quien pueda”, no son fenómenos profunda e íntegramente humanos? Me propongo en este ensayo pensar un lugar para una “Pastoral de la salud: humanizada”, dentro de Pastoral de la salud. Pero para ello necesito perturbar la noción que el sentido común atribuye a lo humano, asociándolo a un valor positivo en si mismo. Es que la evidencia me demuestra, que dentro o fuera de nuestras instituciones de ayuda, somos humanos, demasiado humanos, y nunca seremos solamente “buenos”. 86[95]
BALTHASAR, Hans Urs von. “Teresa de Lisieux. Historia de una misión”, Barcelona 1964, 257 Llamo aquí “medicalización”, a la tendencia a creer que en cuestiones de salud todo pasa por la medicina; y a la apropiación de su discurso por parte de las personas en situación de enfermedad o los asociados a Pastoral de la salud. El Dr. Francisco Maglio diría: “es poner en manos de la medicina cosas en las que ella no tiene nada que ver”. 88[97] JUAN PABLO II, Insegnamenti. Udienza alla confederazione delle Misericordie d’Italia.1996 “El voluntario cristiano es una fuerza de renovación social y política que enfrenta las emergencias, cuestionando al mismo tiempo a la autoridad responsable para que quite las causas que las han provocado” 87[96]
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01: Cuestión primera. Institución versus sujeto (operación masacre) Las instituciones modernas masacran a sus sujetos. Pastoral de la salud, en cuanto institución, también masacra a los que se vinculan con ella… a todos ellos. Y a todos ellos de manera diferente, según su inserción institucional. Ya sea como partícipes o como beneficiarios, ninguno queda libre de la ejecución. No es ninguna novedad que, la ciencia médica redujo a “objetos”, a los usuarios del sistema de salud. Pero en ningún espacio de atención de la salud eso es tan fuerte y evidente como en la maquinaria hospitalaria. Es allí en donde nuestros equipos pastorales ofrecen prioritariamente su servicio, y por olvidar sus propios objetivos, se pliegan sumisos a una “praxis médica y hegemónica” que debería resultarles cuanto menos… ajena. En el hospital contemporáneo, los equipamientos tecnológicos (incluyo aquí desde aparatos de altísima tecnología, pasando por el saber médico, hasta las prácticas rutinarias del personal auxiliar) diluyeron las preguntas más básicas. ¿Cuánto vale una vida? ¿Cuánto cuesta? ¿Tiene precio la vida humana? ¿Su valor es monetario? Las vidas que se juegan día a día en los hospitales del gran Buenos Aires, no son únicamente las de los pacientes. Pero sobre todo son las vidas de los pacientes. Del mismo modo se pierde la vida de los miembros de una Pastoral de Salud medicalizada, mecánica y eficientista. Y no me refiero a una vida sujeta a latidos cardíacos, si no al pulso del celo profético89[98], que con mucha frecuencia queda olvidado y extraviado junto a ideales perdidos. Ahora bien: el extravío de esos ideales, en buena medida es producido y responde a un proyecto, que es gestionado, material, objetiva y subjetivamente por una Pastoral de la Salud que ha olvidado que “lo posible se logra tensando las fronteras de lo imposible”. Tensión y exigencia consciente y deliberada, así como lúcida e intencional debe ser la recuperación de los valores perdidos.
02: Cuestión segunda. Gestión versus humanidad En la gestión de Pastoral de la Salud: ¿Qué hemos hecho con lo humano?
89[98]
JUAN PABLO II, Insegnamenti. Udienza ai partecipanti alla conferenza internazionale promossa dal Pontificio Consiglio della Pastorale per gli Operatori Sanitari. 1992 “El voluntario cristiano busca la solidaridad y la justicia, comprometiéndose a modificar las causas del sufrimiento y dando respuestas nuevas a problemas emergentes, en especial frente a las formas modernas de la exclusión”.
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Quizás la hemos expulsado del foco de nuestra mirada, ya que durante años hemos trabajado como si nuestras instituciones de ayuda, y las iglesias en general, pudiesen ser pensadas vacías de persona humana. O únicamente ocupadas por bautizados domesticados por una racionalidad gerencial y hegemónica90[99] Pero a pesar de estos esfuerzos gerenciadores, lo humano sigue residiendo en nosotros mismos y nos acompaña donde quiera que vayamos. Y es así, como nuestra Pastoral de salud continúa llena de pasiones, resentimientos, competencias, narcisismos heridos y recuperados, y todo aquello que da por tierra con la hegemonía y las ilusiones de bondad angelical de sus agentes. Sin lugar a dudas, Pastoral de la salud tiene ante sí (y dentro de sí) a personas humanas fragilizada por la enfermedad, el dolor, la exclusión social y la pobreza. Y esto evoca la propia fragilidad, exclusión, pobreza o posible muerte, de sus miembros. Quizás por eso, defienda una aparente centralidad de la persona enferma en su práctica compasiva. Pero: ¿qué pasa cuando nos identificamos solo con algunos de los aspectos del dolor, y no con otros? ¿Qué pasa cuando la exclusión social en la que vive el paciente, atenta contra los intereses culturales o de clase, de los acompañantes pastorales (laicos u ordenados)? ¿Qué pasa cuando su pobreza, avergüenza nuestra riqueza, y evidencia nuestra falta de adhesión a los valores del Reino de Dios? ¿Qué pasó para qué dejáramos de mirar al “otro” como a un despojado, y comenzáramos a mirarlo como a un enemigo? En esos casos, abrimos juicio. Convertimos su historia personal en un “detalles”, y claudicamos ante la demanda de una respuesta profética, intentando justificar racionalmente nuestra artera mirada banal sobre la integridad del misterio ajeno. Convendría preguntarse: ¿por qué nos comportamos de esa manera, si nos creemos buenos bautizados que estamos respondiendo con fidelidad al mandato evangélico? A caso: ¿no hemos elegido libremente, sostener un compromiso contra la soledad y el sufrimiento de los que menos tienen? Quizás la respuesta esta en el hecho que nos indica que, hemos elegido acompañar al “herido”, a costa de gastar nuestra propia vida y herirnos en el camino. Quienes colaboramos en Pastoral de la salud, sufrimos de un desgaste que es diferente al desgaste de un operario. Al trabajan con personas, una gran parte de nuestro cansancio se debe a la necesidad de reponernos de una permanente exposición al sufrimiento, a la muerte; y a los
90[99]
CAMPOS, Gastão Wagner de Sousa. “Un método para el análisis y cogestión de instituciones”. Editorial Hucitec. San Pablo 2000
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límites que nos obligan a reconocer que, no siempre (o casi nunca) tenemos respuestas ni recursos adecuados. Ahora bien. Los servicios de salud en general, y el hospital en particular, nos colocan al borde del sufrimiento o en su centro, quizás por que las instituciones son amplificadores del malestar de sus miembros. Pero: ¿qué pasa cuando además del sufrimiento de la institución hospitalaria debemos hacernos cargo del mal-estar en Pastoral de la salud? ¿Qué pasa cuando los “gerenciadores”, no reconocen que con su abandono obligan a los miembros de la Pastoral a navegar entre mal-estar y sufrimiento? ¿Qué pasa cuando sus “encuentros de formación” se convierten en espacios de adoctrinamiento disciplinario y hegemónico, o en un encubierto reclutamiento a favor de complicidades corporativas; y no en espacios de encuentro personalizado, y de fraternal descanso? Y si bien sabemos que mal-estar y sufrimiento institucional no son lo mismo, también sabemos que sus fronteras son muy delgadas y permeables.
03: Cuestión tercera. Mal-estar en la Pastoral y sufrimiento en el hospital Freud91[100] infirió que debe de existir un precio a pagar, por acceder a la vida social. Pero además intuyó que el paso hacia la civilización, se efectiviza a partir del trueque del poder individual por el poder de un grupo o sociedad, y que ese canje se construye sobre la renuncia al instinto. Esta renuncia al instinto genera frustración, y ella domina el campo de las relaciones humanas, ya que la pertenencia social no se hace impunemente. Si Freud tuviera razón, deberíamos decir que este mal-estar es constitutivo del vivir en sociedad, y propio de nuestra condición de humana. Por lo tanto es un mal-estar inevitable, con el que venimos conviviendo desde el momento mismo de nuestro nacimiento. Pastoral de la salud, en cuanto institución y emergente social, no está exenta de ese mal-estar. Sin embargo, creo que es necesario diferenciar entre mal-estar y sufrimiento, ya que el sufrimiento psíquico producido por la vida institucional es distinto del mal-estar, por esto creo posible, y útil, identificar sus características. Por otro lado, Käes92[101] define a las instituciones sociales como catalizadoras de un valor constitutivo y fundamental para la vida psíquica, ya que en ellas existe una “adherencia narcisista”
91[100]
FREUD, Sigmund. “El malestar en la civilización”, en: “Obras completas de Sigmund Freud”. Editorial Pleyade, Barcelona 1998
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que permite estructurar la personalidad. Esto quiere decir que nos constituimos como humanos también (y elementalmente) por nuestra inclusión social93[102]. En el caso de Pastoral de la Salud, el objeto institucional al que se refiere Käes, está constituido por el ideario institucional, el carisma pastoral, o la “producción de valores de uso” diría Campos94[103]. Desde esta perspectiva, cuando Pastoral de la Salud define su carisma y misión, está gestando la aparición de la “adherencia narcisista”. De ese mecanismo psíquico por el cual las personas se autorizan a decir, o pensar, o sentir que “colaborar en y con ella” vale la pena y tiene un sentido. A través de este mecanismo las personas se sienten parte de la institución. Pero por otro lado, es evidente que esa misma “adherencia narcisista” tan importante, es fuente de problemas. Estos se manifiestan en el momento de las reformas y adaptaciones exigidas por los nuevos signos de los tiempos. Las reformas, cualquier reforma, propuestas de cambio o reformulación, condicionan el proceso de identificación entre Pastoral de la salud y sus partícipes. Y esto es así por una sencilla razón, aun no hay nuevos referentes disponibles para la identificación, y la angustia inducida por el cambio se expresa por medio de reacciones psicosomáticas o ideológicas. Entonces suele suceder que, los acompañantes pastorales se enferman o renuncian, o faltan mucho a su tarea, o hacen discursos llenos de valores coloreados de ideologías. Esa salida hacia la ideologización (sea conservadora o profética), surge de la angustia y genera mayor sufrimiento aun. Ejemplo de esto son los sermones y arengas precocidos (o negociados en la oscuridad) que impiden el debate, la confrontación problemática, o el análisis de nuevas exigencias pastorales. Desde ese discurso gerenciador (que es discurso del poder), tal cosa o tal otra es buena o mala en si, y porque sí; aunque se oponga a la Verdad Revelada. Es entonces cuando “la gerencia” refuerza los mecanismos de control, y levanta el teléfono no para contener, si no para indagar. Luego se duplicarán las exigencias de adhesión a las complicidades corporativas, se premiará el silencio o la connivencia, y se castigará la irrupción de nuevas realidades y desafíos.
92[101]
KAËS, René, 1991. “Realidad psíquica y sufrimiento en las instituciones” En: KAËS, R.; BLEGER, J.; ENRIQUEZ, E.; FORNARI, F.; FUSTIER, P.; ROUSSILLON, R. & VIDAL, J.P. “La institución y las instituciones”. Editorial Paidos. Buenos Aires 1991. 93[102] CONCILIO VATICANO II. GS 12- Gaudium et Spes “El ser humano es, en efecto, por su misma naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás” 94[103] Igual que en la referencia N* 5.
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Demás está recordar que, también para pastoral de la salud puede existir y de hecho existe un estilo evangélico de practicar la autoridad (Mt. 20,24-28). En la dinámica interna de la Pastoral de la salud, vemos suceder este mecanismo con mucha frecuencia y pienso que es muy importante reconocerlo como un síntoma de sufrimiento. Ya que como todo síntoma, el cumple con un objetivo y no puede ser retirado por decreto, no sin vérselas con inflexibles consecuencias. Pero no se acaba allí la posibilidad de sufrimiento. Retornemos a Käes, para identifica otras cuatro formas de sufrimiento institucional:
Sufrimiento de lo inextricable: En forma simultanea a la instauración de una adherencia narcisista necesaria, que trae junto con ella el beneficio del vínculo, aparece la in-diferenciación o despersonalización, y posteriormente lo que este autor llama “angustia de disolución”. Para ponerlo en otra palabras: si por vestir el uniforme de Pastoral de salud, los acompañantes pastorales se olvidan de quién son, o reniegan de aquellos carismas que cada uno de ellos pueden ofrecer, algo está funcionando mal o huele a disolución.
Sufrimiento asociado a una perturbación de la función instituyente: Buena parte del mal-estar generado por Pastoral de la salud, se debe a la pérdida de los ideales. Abusando de la propuesta de Käes, podríamos decir que: la falla en la fidelidad al carisma institucional, debilita el espacio psíquico común que sustenta el proyecto de la institución. O como diría Testa95[104], es necesario recordar para qué trabajamos, luchamos y sufrimos en Pastoral de la salud. Ya que toda organización crea una mitología de su origen, y la falla por exceso o escasez de esta mitología fundacional, será fuente de sufrimiento. Por otra parte, existe en Pastoral de la salud una tendencia a crear una narrativa de filiación fija a partir de su mito fundador, en otras palabras: una historia oficial. Y en consecuencia, la tendencia a desautorizar o desconocer todo lo que no cuadre con ella. Pero si Pastoral de la salud, no se pregunta sobre estas cuestiones o no se abre al signo de los tiempos, corre el riesgo de inscribirlas en su funcionamiento cotidiano.
Sufrimiento relacionado a obstáculos para la realización de la tarea primaria: Es habitual observar como en Pastoral de la salud, existe una tendencia a defender a los acompañantes pastorales de su propia tarea.
95[104]
TESTA, Mario. Análisis de instituciones hiper complejas. Editorial Hucitec. San Pablo 1997
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Ejemplos de esto son las horas que se gastan en actividades no destinadas al acompañamiento del que sufre. Cursos y seudo retiros espirituales absolutamente pautados, y que encubren cierta vocación por la domesticación. O el meticuloso registro de las actividades dentro del hospital, y semanales descripciones inventariadas de los recursos a disposición, etc. Pero según Käes, ninguna de esas prácticas es casual. La experiencia empírica lo confirma, ya que existen procesos de identificación entre “acompañantes y acompañados” que colocan en riesgo la auto-estima de los acompañantes pastorales. Entonces, Pastoral de la salud termina creando mecanismos que protegen a sus agentes de la tarea que solidariamente asumieron, olvidando que lo que hace al seguimiento de Cristo es la identificación compasiva con el hermano dejado a la vera del camino96[105].
Sufrimiento asociado al enrarecimiento del espacio psíquico Sabemos que el espacio psíquico, es el espacio del ser-conjunto. Un espacio o zona intermedia, erigido entre y por los miembros de Pastoral de la salud. Pero este espacio de encuentro disminuye ante la influencia de las estrategias de poder instituidas por la propia Pastoral de la salud, cuando sobreabunda en maniobras de dominación, o instala sensaciones de amenaza. Y tanto es así, que generalmente las ideas innovadoras serán cooptadas por el establishment institucional, no para ponerlas al servicio del amor, si no al servicio de su más anodina imitación: el poder y la “mentira corporativa”97[106].
04: Cuestión cuarta. La región de la experiencia, y la generación de sujetos plenos. Llamo región de la experiencia, a ese espacio en que gastamos buena parte de nuestra vida y esta relacionado con el papel de los ideales. Ya que es en base a nuestros sueños e ideales compartidos, que los adultos conseguimos agruparnos. Ese espacio no es mensurable ni está dentro ni fuera nuestro, si no que está en la transición entre lo interno y lo externo o entre el ideal y su realización. Tanto es así que podríamos decir que “todo proyecto humano es una actividad de la transición entre la retención y la oblación, o entre lo individual y lo comunitario”98[107]
96[105]
JUAN PABLO II. “Insegnamenti. Un mondo di odio e violenza: Maria ci insegna ad amare”,1987. “En el voluntario cristiano el primado lo tiene el dar, hasta dar la propia vida. Él ofrece su sufrimiento como la más preciosa contribución” 97[106] KAËS, René. “Elementos para una teoría psicoanalítica de grupo”. Casa del Psicólogo, Librería y Editora. San Pablo 1997. 98[107] ONOCKO CAMPOS, Rosana. “Planear sobre el laberinto, un viaje hermenéutico”. Tesis de doctorado. Universidad de Campiñas, San Pablo 2001.
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Pero claro, este modo de entender la región de la experiencia necesita de un soporte emocional e institucional, lo suficientemente nutritivo como para dejarse experimentar. Un espacio protegido, donde las paradojas puedan ser bien toleradas, y el ideario institucional recreado. Espacio que Pastoral de la salud, no siempre sabe crear ni sostener en el tiempo, o al que se opone abiertamente. No sería descabellado afirmar que, Pastoral de la salud existe para generar realización personal, y producir valores de uso. O sea, ella tiene una doble finalidad. Esta teoría agustiniana de la doble finalidad, permite que trabajemos con énfasis en los objetivos de Pastoral de la salud, sin acabar con los sujetos que intentan generarlos. De esta manera, la práctica pastoral dejará de interesarse en la mera administración de recursos, así como dejará de reducir a sus miembros al estatus de “recursos humanos” mensurados pero no cualificados. Ya que la realización personal de los acompañantes pastorales, pasará a ser un objetivo de la institución y no un medio para aumentar la “producción pastoral”. Una Pastoral de la salud que genera sujetos plenos y valores de uso, será una organización que aliente la creación de espacios privilegiados para la aparición del cuestionamiento creador; y no una estructura que en nombre de la domesticación hegemónica, replique los peores mecanismos del control social. El signo de los tiempos nos exige que inscribamos a Pastoral de salud, en una tradición evangélica profética y libertaria, desde donde podamos sostener el derecho a defender una vida social más justa y fraterna99[108]. Ya que no existe ni un versículo del Evangelio, ni un minúsculo párrafo del magisterio de la Iglesia, que autorice a la Pastoral de la salud a mantenerse ajena a esas cuestiones. El carisma fundacional de Pastoral de la salud, nunca se diluirá si permanece en estado de conversión. Pero esto será así, solo cuando logre hacer de ello su propio espacio de transición, su región de la experiencia; y renuncie implícita y explícitamente a su apropiación y cuantificación. Dejemos que, “el Espíritu de Dios sople donde y cuando quiera100[109]…” Dejemos que el querer hacer pastoral permanezca siempre en esa región intermedia, marcada indefectiblemente por la percepción de mundo, por los condicionantes subjetivos; y por las sabrosas formas que la relación entre los sujetos asumen en tiempos y lugares específico, condicionados por lo real y concreto101[110].
99[108]
CONCILIO VATICANO II. GS 45 - Gaudium et Spes “El Señor es la meta de la historia, convergencia de los deseos de la historia y de los pueblos, gozo del corazón humano y plenitud total de sus aspiraciones. La Iglesia sólo pretende una cosa: el advenimiento del Reino de Dios”. 100[109] Jn 3,8 101[110] Igual que en la referencia N*7
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05: Cuestión quinta. Pastoral de salud versus Pastoral del sujeto. Una Pastoral de la salud vinculada estrictamente al ámbito hospitalario, tiende a confundir la modalidad de su servicio con la modalidad de los servicios que allí se brindan. Y en los grandes hospitales del conurbano sur, pero también en muchísimos otros servicios de salud, hace tiempo que la lógica de la producción de procedimientos sustituyó a la de producción de salud. Tal vez porque, durante muchos años se difundió la idea (hoy hegemónica) de que los servicios precisan ser eficientes. Ahora bien, si la eficiencia es una medida relacionada a la producción en el tiempo y en relación a su costo, cuanto más se produce (en menos tiempo y a menor desgaste) más eficiente se es. Pero la gran pregunta es: ¿se produce más de qué? Es habitual ver a acompañantes pastorales, que se esfuerzan por visitar “camas” y no a “personas en situación de enfermedad”. Ellos entienden que, ser eficientes es “visitar entre 15 y 25 camas” en dos horas de recorrida hospitalaria. Y así lo dejan registrado en el libro de seguimiento diario, para beneplácito de una coordinación que prioriza la cantidad a la calidad de la tarea, y la cantidad a la cualidad de los acompañantes. De alguna asombrosa manera, Pastoral de salud se mimetizó con el ámbito hospitalario, asumió sus valores y se puso a producir procedimientos. Tácticas empedradas de buenas intenciones, que son fáciles de contabilizar y demuestran productividad. Pero esos procedimientos, ¿qué producen? ¿Esas visitas producen acompañamientos? ¿Mejoran la calidad de vida de las personas en situación de enfermedad? ¿Disminuyen su soledad, o su dolor y sufrimiento? Por el contrario. Esas “visitas” producen mayor soledad, dolor emocional y sufrimiento psíquico. Ya que al desatender la dimensión subjetiva desatada por tan “eficientes visitas”, se tiende a producir mayor dolor y sufrimiento102[111]; y esto será así hasta que no se aprenda a distinguir entre “eficiencia” y “eficacia”. Por lo general se critica el saber médico, por haber reducido a la persona enferma, a un mero órgano enfermo o enfermedad. Pero aunque cueste asumirlo, esto también acontece en la práctica de los acompañantes pastorales, enrareciendo su ser y estar junto al que sufre; ya que le dedican más tiempo al tema de la enfermedad, que a la persona que la padece. Quizás porque olvidan que, enfermedad y enfermo no son la misma cosa. Cuando no sucede algo peor: convertir el diagnóstico médico en diagnóstico sobre la honorabilidad de la persona que sufre.
102[111]
FAHRER, R. y MAGAZ, A. “Temas de psicología médica” Editorial CTM. Buenos Aires 1993
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En pastoral de la salud, el reinado de la eficiencia, se instituye a partir del presupuesto – jamás cuestionado – de que en sus servicios pastorales debe reinar el celo apostólico. Pero ¿quién precisa de ese celo? De tanto en tanto sería bueno recordar que, Pastoral de la salud vino al mundo para reducir la soledad, traer consuelo y validar a la persona en situación de dolor y exclusión, y no para ser eficiente. Sabemos que el paradigma de lo eficiente, nace unido al de la técnica. Y en ella la relación medios/fines se encuentra siempre resuelta, ya que toda técnica conjetura que la adecuación de los medios está garantizada por la corrección de los fines. Pero, ¿esto es aplicable al acompañamiento pastoral? Aristóteles hablaba de la phronesis (prudencia), o el sabe ético. Según esta mirada, el fin nunca garantiza la justicia de los medios. Por lo tanto, ante cada situación será necesario detenerse, interrogarse, individualizar, personalizar la respuesta y ajustarla a un momento emocional y temporal específico. Y esto es así por que, para Pastoral de la salud lo central es la validación de la persona humana, que siempre es persona única e irrepetible inmersa en una dimensión subjetiva y social103[112]. Aquí cabe plantearnos una última pregunta: ¿En que momento, Pastoral de la salud transformó su compromiso compasivo en obsesión técnica? Creo que esto sucedió toda vez que sus miembros se dejaron someter por el mandato eficientista, y no por el mandato evangélico. Esto comenzó a ocurrir cuando la narcosis de lo contabilizado, comenzó a pesa mucho más que el silencio previo a la revelación. Es a partir de ese momento, que los acompañantes comenzaron a vivir su pequeña muerte cotidiana. En ese preciso instante las personas acompañadas se transformaron en objetos, destinados a ser nuevamente abandonados a los márgenes del camino cuando dejaron de ser necesarios a la técnica pastoral. Pero no debemos olvidar, que al hacerlo, también Pastoral de la salud se trata a si misma como objeto… dejando de lado su propia y única identidad. Es imposible humanizar Pastoral de la salud, sin repensar nuestra propia posición frente a lo que sucede y donde suceda, sin recrear nuestra región de experiencia, o sin volver a hacer pié en nuestra práctica pastoral kerigmática.
103[112]
CONCILIO VATICANO II. GS 35: “Esta es la norma: TODA actividad humana debe ordenarse al ser humano”.
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Sin un espacio de permanente conversión, no podremos recrear el kerigma, ni gestar un espacio psíquico del ser-conjunto. Ya que para envolvernos proféticamente en nuestro propio espacio intermediario, debemos comenzar por abrirnos y dejarnos vulnerar por la interpelación del signo de los tiempos.
06: Conclusión 1- Las instituciones de ayuda aparecieron en el mundo humano como espacio privilegiado para la sublimación, la vida social y cultural. Por lo tanto, sin organización o institución no habría humanidad; sin embargo no debemos olvidar que, un disciplinado y hegemónico hormiguero no es ni una institución, ni una humanidad, y mucho menos Iglesia. 2- Pastoral de la salud debe gestionar pastoral junto a sus miembros, y no para ellos. Sus líderes deben escuchar las subterráneas demandas del grupo, entendiendo que esas demandas son una síntesis dialéctica y transitoria de valores, deseos e intereses en conflicto. Que de no ser reconocidas, devendrán en angustia o deberá ser reprimida a un costo elevadísimo. 3- También se puede solicitar ofrecimientos, o sea temas propuestos o levantados del cotidiano de los diferentes grupos pastorales, teniendo como objetivo la producción de nuevas síntesis, incorporación de nuevas informaciones y desautorización de creencias y valores ya “naturalizados” por el grupo. Aquello que en su momento hemos denominado “narrativa de filiación fija”. 4- La humanización de Pastoral de la salud, implica el reconocimiento de que en cuanto organización humana tiende a producir activa y estructuralmente dominación, alienación y control. Ahora bien, esta producción instituida, puede y debe ser reorientada a la producción de otros sentidos y valores: creación, solidaridad, amistad, etc. Pero para ello es necesario crear recursos que estimulen la producción de autonomía, creatividad y desalineación de manera permanente. 5- Imponen un cambio estructural en las líneas formales de mando. Para ello se podrían eliminar paulatinamente las coordinaciones, o direcciones verticales especializadas, dando paso a la instauración de un “cuerpo colegiado de gestión pastoral”. Recordando que, abrir nuevas posibilidades no garantiza nada; ya que esos nuevos espacios deberán ser completados por ignorados y gratuitos sentidos. 6- Pastoral de la salud es una institución, y si se la sorprende desprevenida puede cometer el mismo error que características de las organizaciones actuales: es decir, eliminar el reconocimiento del otro como ser singular. De tal manera que, cuando una persona en situación de enfermedad tiene nombre, cara e historia, la implicación del equipo pastoral mejora y se
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produce un efecto opuesto a la alienación, tanto en el paciente como en los acompañantes pastorales. 7- Un equipo técnico, necesita de técnicos, pero Pastoral de la salud no es un equipo técnico104[113]. Ella necesita de acompañantes pastorales con diversidad de conocimientos que le ayuden a validarse como persona, y a validar a las personas. Ya que una Pastoral de salud humanizada, incluye sí o sí, la percepción de lo que está en juego en los vínculos humanos: identificaciones, amenazas narcisistas, pactos denegatorios, etc. 8- Pero esto último no se hace sin temor a quedar expuestos, por lo tanto es necesario crear espacios suficientemente nutricios y cordiales, que protejan a los acompañantes y no los exponga ni acuse. Espacios protegidos, mediados inicialmente por un tercero, donde los temores puedan ser explicitados y lo no-dicho pueda ser puesto en palabras. Espacios donde las cuestiones del deber ser y el poder, queden “formalmente” suspendidas por algunos momentos. 9- Otra de las cuestiones evidentes en Pastoral de la salud, gira en torno a la elección de los candidatos105[114]. Quien se sienta llamado a prestar este servicio pastoral, deberá tener lo que ofrece, por lo tanto deberá saber qué hacer y tener cualidades para la tarea. De no se así, los coordinadores y facilitadotes de equipo, continuarán priorizando la cantidad de los acompañantes pastorales a su cualidad106[115]. 10- Por último, creo que Pastoral de la salud debería animarse a fracasar por haber intentado nuevos caminos, a permanecer irrisoria y desacreditada por no haber intentado nada.
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104[113]
JUAN PABLO II. Simposio internacional sobre el voluntariado 2001. “Ciertamente, las instituciones pueden responder a las necesidades sociales de la gente, pero ninguna de ellas es capaz de sustituir el corazón del hombre, su compasión, su amor y su iniciativa”. 105[114] OSELLA, F. “La parola del papa ai sofferenti”. Roma 1994, 178 “El voluntariado cristiano no procede de una manera meramente natural, se necesita elevar la filantropía a la altura de la caridad de Cristo y así reconquistar la conciencia de la dignidad de cada hombre e ir descubriendo nuevos caminos que se irán imponiendo de acuerdo a las diversas urgencias” 106[115] JUAN PABLO II, “Insegnamenti. Udienza alla confederazione delle Misericordie d’Italia”.1996 “… debe tener un estilo discreto, generoso, respetuoso de las personas, bien formado en las motivaciones desde principios éticos, con método, alimentado desde raíces espirituales”
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PAQUEROS107[116]: ¿Desafío pastoral, o conveniencia institucional?
-¿Qué hace Usted cuando visita a un enfermo? -le pregunté a un voluntario-. -Hago una lista de sus necesidades, y procuro que se ajuste lo más posible… -¿La lista? –repregunté-. -No, el enfermo...-respondió satisfecho-. (Bertolt Brecht108[117])
00: Prólogo “La palabra perro, no muerde”, decía Espinosa109[118]. Y animándome a parafrasearlo podría apuntar: la palabra pastoral no pastorea, la palabra salud no sana, la palabra comunidad no acoge, ni la palabra “paquero”… mata. Ya que el único que verdaderamente pastorea, es aquel que sale a buscar a la oveja perdida. El único que sana es él que le sale al encuentro. Y los primeros en herir de muerte, son aquellos que abusan del poder que les fue prestado, para negar a sus hermanos la paternidad de un mismo Padre, y al hacerlo, negarles sus derechos a la fraternidad cotidiana. Lamentablemente esto es así. Así dejamos que se comporten nuestras instituciones. Quizás porque el llamado del otro y la presencia del sufrimiento, no terminan de agilizar lo fundamental de nuestras opciones pastorales. No acaban de aligerarnos de argumentos y conveniencias. Ni nos permite ofrecer una respuesta que confirme al excluido como a un hermano, como sujeto encarnado que a través del cuerpo se inserta en la historia (que también es nuestra historia) y lo abre a la comunión interpersonal, único camino que le asegura su realización (y la nuestra). Decidí iniciar este ensayo tratando de expresar el peso que nuestros rótulos, suelen poner sobre las espaldas de aquellos a quienes acompañamos pastoralmente. Pero también como gesto irónico, ya que detrás de todo rótulo hay una persona que sufre… y con mucha frecuencia lo olvidamos. Esos rótulos son cuerdas que tienen el poder de rescatarnos de la soledad, o nos amarran y arrojan a ella. Etiquetas fácilmente cinceladas sobre la debilitada espalda del otro, en 107[116]
La palabra “paquero”, designa peyorativamente al usuario de drogas que consume “paco”. El “paco”es el material de desecho que surge de la producción de cocaína, es sumamente tóxica y conduce a la muerte en muy corto plazo. En caso de haber sobre vida, las consecuencias neurológicas de su consumo dejarán marcas que acompañarán al usuario, por siempre. Tal es su letalidad, que muchos autores insisten en asociar su consumo, al suicidio. 108[117] Brecht, B. Adaptación de uno de los diálogos de “Madre Coraje”. 109[118] Abbagnano, N. Diccionario de Filosofía, FCE, México, séptima reimpresión. 1989.
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un lenguaje cuya dimensión final desconocemos... pero de la que tarde o temprano deberemos hacernos cargo. Un ejemplo de ello es la palabra “Voluntario”, palabrita que remite a la imagen de una persona “buena y bien intencionada”. Y un “voluntario bueno y bien intencionado” es, en nuestra cultura, ese alguien que arrima el hombro a la carga pesada y oscura del trabajo solidario, sufriendo la incomodidad y hasta la nausea de espectáculos desagradables, en pos del compromiso y la abnegación. O esa otra: “Paciente”. Palabrita que remite a la imagen de esa persona que nos hace el favor de volverse una “carga pesada y oscura”, cuando no “incómoda y nauseabunda”, y así, permitirnos cumplir con nuestra cuota de deber y comprometida abnegación. Ese tipo de voluntarios requerirá de instituciones que, harán de los frutos de su tarea algo para comentarse en sociedad. Instituciones que alojarán piadosamente a pacientes mensurables, mostrables, pesables, comparables, y lo suficientemente dignos como para ser exhibidos en las vitrinas de algún show solidario. Como ya se habrán dado cuenta, tengo la intención de cuestionar ese modelo pastoral, que disfraza de compasión evangélica acciones que solo expresan utilidades institucionales. Y así mismo, cuestionar los beneficios corporativos de tareas pastorales asociadas al discurso del poder, y que en connivencia con el, tenderán a profundizar la soledad de aquellos que fueron despojados de la palabra.
01: Cuestión primera. ¿Qué nos dice el silencio del “paquero”? Muy pocas veces visito los servicios de pediatría, ya que por lo general solo acompaño a personas adultas. Pero hace un par de semanas, en el hospitalito de Ing. Budge, un pediatra me invitó a visitar a un adolescente “paquero” y viviendo con VIH/SIDA. Superadas las primeras sensaciones, e iniciado el acompañamiento, comencé a observar que en ese mismo servicio eran ocho los pibes en igualdad de condiciones. Simultáneamente, en el hospital Penna de Pompeya, me sucedió algo similar. Descubriendo que sobre veintiséis camas con las que cuenta el servicio de pediatría, doce estaban ocupadas por “pibes paqueros”. Esta situación, generó en mí una intensa búsqueda de respuestas que intentaré compartirles. En nuestra práctica pastoral, solemos encontrarnos con personas que usan drogas. Sin embargo nuestra respuesta no siempre es la adecuada, ya que centralizamos nuestro acompañamiento y comprensión, sobre valores que intentan evitarnos la angustia o que no responden al mandato
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evangélico. De tal manera que nuestra particular mirada sobre el tema, dependerá del interés particular que motive nuestro acercamiento, y no del hambre emocional de las personas a las cuales acompañaremos. No está de más recordar aquí, que en el ámbito de la pastoral de la salud las buenas intenciones no sirven de mucho, y por lo general acaban profundizando el estigma social de los empobrecidos. Y quizás es así, porque no terminamos de entender que pastoral de la salud no es para gente que “se siente buena”, sino para aquellos que son agonizados por las exigencias proféticas del reino de Dios. Asimismo, suele suceder que los acompañantes pastorales intentamos fraccionar la situación del usuario de drogas -y al usuario también- en distintas áreas temáticas. Por ejemplo, destacamos la importancia del contexto del acto, las características propias de la sociedad o grupo afectivo donde se presenta la conducta adictiva, o su relación con los malestares colectivos. Aunque habitualmente solo ponemos nuestra atención sobre los factores individuales que motivan el abuso de drogas, lo que demuestra una enorme contradicción, ya que nuestra respuesta debe ser comunitaria y no individual. Algunos investigadores especula con que hay dos tendencias en el uso de drogas: una que impulsa al usuario a auto-dañarse o autodestruirse, y otra que lo impulsa a buscar que otros seres humanos muestren preocupación por él. Esto conduce a pensar que la intención del usuario de drogas no es exclusivamente la muerte, sino tomar una posición respecto de la sociedad y el mundo. Pero al mismo tiempo, la sociedad y el mundo tomarán una o varias posiciones respecto de él, que también podrán atentar contra su propia vida. Ambas posturas son características del intento de suicidio denominado “diádico”. El intento de suicidio diádico es entendido como un acto cuya auto-agresión va dirigida (involuntariamente o no), a un otro que (involuntariamente o no) espera esa auto-agresión o la estimula. En este tipo de conducta suicida, la intención del sujeto es lastimar, manipular o impresionar a otra persona. Así, se piensa que el usuario de drogas puede vivenciar anticipadamente las experiencias negativas del otro, a quien se dirige o se “dedica” el acto de agresión auto-infligido. Pero ese espectador, no siempre responde tal como el usuario lo necesita, y termina generando mayor dolor y soledad. Desde este punto de vista, cabría preguntarse: ¿Qué es lo que los “paqueros” intentan decirnos? ¿Qué nos están pidiendo como comunidad eclesial? ¿Nuestras actitudes pastorales habituales, tienden a devolverles la palabra o se las arrebata? ¿Captamos la totalidad de su mensaje?
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02: Cuestión segunda. ¿Qué es el “Otro”? Para comprender la asociación entre uso de drogas y suicidio diádico, es fundamental ubicar y dar espacio al concepto del “otro” u “otredad”. La discusión sobre lo otro no es reciente, y ya podemos encontrarla entre los griegos. Para Platón era uno de los cinco géneros del ser, en donde lo otro no era lo opuesto al ser, es decir el “no ser”, sino que lo otro era interpretado como “lo diferente”. Aunque en la actualidad, se entiende lo otro como parte constitutiva de la subjetividad, pensando en y desde sujetos vinculados con la sociedad. Pero, ¿qué pasa cuando este vinculo no existe, o los lazos con la sociedad son una experiencia extraña? Por ejemplo, Lacan110[119] señala una diferencia entre “otro”, con minúscula, y “Otro”, con mayúscula. El primero designa una relación de espejo, el segundo, señala al otro como el polo real de toda relación subjetiva. De tal manera que, el Otro, simboliza el sistema más sólido de relaciones estables entre el mundo y la persona. Quizás porque el Otro, tenderá a ser encarnado en personajes o instituciones que configurarán las futuras tramas de estructuras subjetivas. Y de esta manera revelará su relación con el orden social, la ley, la cultura, o el poder; ya que el Otro será un lugar abierto en donde se instalarán diversos significantes. Pero para Lévinas111[120], el Otro se refiere a todo lo otro, el Otro/otro es el semejante, la otra persona. De esta forma, el concepto de otredad se puede ubicar como: “otro” en tanto próximo, y “Otro” en tanto prójimo o representación subjetiva del mundo. En contraste, Foucault112[121] plantea lo contrario a Lévinas. Él sostiene que el intento de autoagresión por uso de drogas, “es una resistencia realizada a través de un acto de poder que se ejerce sobre el propio cuerpo”. De esta forma, se infiere que la auto-destrucción, o la destrucción del Otro internalizado, es un ejercicio de resistencia. Transformando a la auto-agresión en un acto singular de resistencia, como respuesta al ejercicio del poder subjetivo de las instituciones sobre el cuerpo del usuario de drogas, sus afectos y estilo de vida, así como sobre sus actos y acciones. Este zurcido elemental sobre la “otredad”, intenta fundamentar la axiomática importancia de la presencia del otro, como parte constitutiva de la subjetividad de cualquier persona. Pero también intenta explicar, la cualidad de los vínculos entre los usuarios de drogas, y los procesos del orden social.
110[119]
Lacan, J. El seminario 2. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Ed. Paidós, España. 1981. Lévinas, E. Humanismo del otro hombre. Caparrós Editores, colección Espirit, España. 1998. 112[121] Foucault, M. Hermenéutica del sujeto. Editorial Altamira, Argentina. 1996. 111[120]
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Esta diadicidad del otro, originado en un mundo que les resulta ajeno, manipula la voluntad y subordina la libertad de nuestros amigos que intentan auto-destruirse usando drogas. De tal manera que, mecánicamente el “paquero” suplanta la “agresión contra-el otro” por la “agresión contra-si mismo”, ya que en él, la mismidad fue construida por el otro. Desde este punto de vista, el usuario de drogas intenta resistir a los embates del exterior, oponiendo una fuerza contraria y semejante a la que se ejerce sobre él. En otras palabras, “la auto-agresión mortal constituye una reacción a un medio agresivo que se juzga inaceptable, y también una agresión contra ese mismo medio113[122]”. Así, el pibe que usa paco, no solo es capaz de atentar y afectarse a si mismo, sino que también intenta afectar su exterior. Esto nos obliga a reconocer que, en los sectores empobrecidos de nuestra comunidad, la socialización de valores políticos, económicos o religiosos considerados “normales”, incrementan la vulnerabilidad. Ya que se convierten en la expresión de la imposición compulsiva de siniestras formas de “poder” mortificante, sobre aquellos que son extraños a la normatividad social114[123].
03: Cuestión tercera. Crimen y castigo. La otredad institucional, simboliza mandatos religiosos, culturales e históricos que, dotaron a la auto-agresión de una prohibición radical y total. Con las técnicas del Bio-poder, que surgen en los siglos XVII y mediados del XVIII, el cuerpo de los individuos y sus comportamientos son examinados con el fin de anatomizarlos y controlarlos. Y el objetivo final de este ejercicio de poder, fue producir cuerpos fragmentados y dóciles a la disciplina como instrumento de control social. Por ello, fue posible una transformación conceptual sobre la auto-agresión, ya que lo que antes era un pecado (condena moral), pasó a ser considerado un crimen (condena jurídica), y más tarde se convirtió en una dolencia mental (medicalización)115[124]/116[125]. Al respecto, en “Vigilar y Castigar”, Foucault117[126] expresa que: “bajo el rotulo de crímenes y de delitos se juzga a personas, pero además se juzgan pasiones, instintos, anomalías, achaques, inadaptaciones, efectos de medio o de herencia. También se castigan las agresiones, pero a través de ellas las agresividades. Asimismo se penalizan las violaciones, pero a la vez, las perversiones [...]”. Y esto es así, a pesar de que el ambiguo discurso social sigue sosteniendo que, no son los usuarios de drogas los juzgados sino sus acciones. 113[122]
Thomas, L. V. La muerte. Una lectura cultural. Páidos Studio, España, primera edición. 1991. Lévinas, E. Entre nosotros. Ensayos para pensar al otro. Pre-textos, España. 2001. 115[124] Szasz, T. El mito de la enfermedad mental. Razón, locura y sociedad. Siglo XXI, México. 2001. 13ª edición, pp. 85-102. 116[125] Foucault, M. “La locura y la sociedad”. En Gabilondo, A. (ed.). Michel Foucault. Obras esenciales. Volumen III. Estética, ética y hermenéutica. Paidós, Barcelona. 1999c. pp. 73-95. 117[126] Foucault, M. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión. Siglo XXI, México. 1984. 114[123]
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En este sentido, la ley se transformó en causante de la enajenación social, castigando con el encierro manicomial118[127]. Es decir, el uso de drogas pasó de ser percibido como una acción en la cual el usuario es el único moralmente responsable, a ser considerado como un acontecimiento donde se pierde esa responsabilidad, debido a una enfermedad mental. Por ello, el considerar el uso de drogas como una enfermedad mental, tuvo por finalidad comenzar a pensársela como una consecuencia no deseada de esa enfermedad. Sin embargo, no dejó de ser pensada como una manifestación de locura, y por lo tanto, se continuó considerando al usuario como a una persona de mente desequilibrada, un alienado. En cambio, para las disciplinas del cuerpo (la anátomo-política), el usuario de paco es un otro, visto como esencial e irreconciliablemente diferente. Esta es la imagen habitual que nos muestra la televisión, abonada por pensadores de todo tipo, incluso religiosos. Sin mencionar la más elemental de las opiniones, la que sugiere la baja de la edad de imputabilidad, favoreciendo de este modo el encierro o el confinamiento más o menos prolongado. En resumen: diera la impresión que lo mejor que podemos ofrecer, es el borramiento por reclusión. A lo mejor esto es así, porque en el fondo, el tema de los usuarios de paco plantea un reto económico y político que obliga a la agenda gubernamental, a revisar las formas de ejercer su poder bio-político119[128]. Ya que en la vida pública, el poder institucional (cualquiera sea su color y textura) antes de establecer su fuerza, primero debe reconocer a la muerte como su límite. De tal manera, que el uso de drogas en tanto auto-agresión, deviene en el inaccesible misterio de la existencia.
04: Cuestión cuarta. Sobre la construcción de la locura. El loco es aquel que es excluido del trabajo, de la familia, del discurso (producción de símbolos) y del juego (fiesta o ritos). También es el “marginal”, tanto geográfica como jurídicamente, o aquel a quien no se le atribuye tarea, propiedad o pertenencia120[129]. Según la teoría de los sistemas, la marginalidad y la locura son lugares. Desde ese punto de vista, las estructuras de poder construyen al “marginal y al loco”, así como a los usuarios de drogas, asignándoles el rol de un doble necesario. Pero simultáneamente los excluyen y recluyen por ser diferentes121[130], confinándolos en instituciones creadas para aplicar sobre ellos recursos de
118[127]
16 Szasz, T. Op. cit. pp. 85-102. Foucault, M. “Nacimiento de la biopolítica”. En Gabilondo, A. (ed.). Michel 120[129] Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica II. FCE, México. 1999a. 121[130] García, C.M.I. Foucault y el poder. UAM-Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, México. 2002. 119[128]
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ortopedia social como la vigilancia, el control, la negación de la propia palabra, el provecho asistencialista, la adaptación claudicante, etc. Por todo lo expuesto anteriormente, podemos inferir que el “paquero” se manifiesta como un nolugar en la estructura subjetiva. Un objeto que se deposita, en comunidades terapéuticas y hospitales que simbolizan el discurso del poder, la dominación y la ley. Olvidando que ellas hablan de aquellos valores, a lo que la población empobrecida intenta resistir y quiere desmantelar, con sus prácticas de auto-agresión. Foucault122[131] mencionó, que con las diversas y numerosas técnicas para obtener la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones, se inicia la era del bio-poder. De esta forma, la “población normal” puede plantear su derecho a exigir que el cuerpo y los procesos vitales de los usuarios de paco, se conviertan en centro de la agenda política y por elevación en asunto de Estado, del cual esperan la imposición de técnicas de control disciplinario y ortopedia social123[132]. Estas técnicas se polarizarán entre actitudes de abandono, y extrema vigilancia compulsiva, a través del encierro en instituciones que mantendrán y asegurarán las prácticas habituales de anátomo-política y bio-política. Pero a su vez, las utilizarán para garantizar relaciones de dominación y efectos de hegemonía. Entre esas instituciones se encuentran las religiosas… por supuesto. Y ejemplo de esto, son las comunidades terapéuticas (granjitas) confesionales, que se han constituido como un lugar donde es posible legitimar la exclusión, el encierro y la radicalidad de ese otro, “que no es igual ni es normal”. Siguiendo con nuestra reflexión, podemos sostener que el uso de paco, hace aparecer entre las grietas del poder que se ejerce sobre la vida del ciudadano, el derecho individual de rechazar el modelo y los valores sociales propuestos. Rechazo que deviene en obstinación por morir, actitud tan extraña al poder, y sin embargo tan regular entre los sectores empobrecidos, así como tan cotidiana y poco explicable es intentar declararla “accidente individual”. Constituyendo de esta manera, la peor contradicción de instituciones que se propone como “tarea administrativa”, la preservación de la vida. Y es que la auto-agresión por uso de drogas, despoja al soberano de sus derechos a violentar, castigar y matar, ya que “el último poder del poder… es la muerte”. Y quizás por esto, y solo por esto, la autodestrucción por uso de drogas es considerada un crimen. Es así como la auto-aniquilación por uso de paco, comenzó a pensarse como una manifestación psicopatológica. Y al hacerlo de esa manera, le permitió al poder tener acceso y derechos sobre el 122[131]
Foucault, M. Historia de la sexualidad. 1 La voluntad de saber. Siglo XXI, México. 2000. pp. 164-194. De la Garza, M.T. “Bioética y Biopolítica”. En González J. (coord.). Perspectivas de bioética. FCE, FFyL-UNAM, Comisión Nacional de Derechos Humanos, México. 2008. pp. 108-122.
123[132]
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cuerpo de los usuarios de drogas, con la intención de darles en nombre de la sociedad, lo que ellos se dan a si mismos en oposición a la sociedad. Desde este punto de vista, diera la impresión que lo único que interesa a las instituciones representantes del bio-poder, no es la salud de los “paqueros”, sino la reclamación del poder institucional para continuar manipulando “la vida del paquero”. En el fondo, las instituciones (entre ellas las religiosas) se resisten a entregar sus hipotéticos derechos sobre la manipulación del cuerpo ajeno.
05: Cuestión quinta. Celebración del misterio, versus celebración de la técnica. Nos resulta evidente que pasamos de la celebración del misterio humano, a la celebración de los conocimientos técnicos sobre la vida humana. Y ejemplo de esto es la constantinización de los conocimientos relativos a la mejora y mantenimiento de la vida en general, con el fin de controlarla (saber) y modificarla (poder). Por esto es posible concluir que se deberá hablar de ‘biopolítica’, cuando se quiera designar a esa sumatoria de factores que impunemente pretenden hacer girar a la vida y su misterio, en torno a los cálculos estadísticos que convierten al poder-saber en un agente manipulador de la vida. La inserción de la bio-política, en el saber-poder sobre el tema del uso de drogas, ocurrió mediante el aparato de poder de las instituciones de ayuda, nominadas para vigilar y castigar en nombre de lo terapéutico. Ellas se apropian del derecho a intervenir, no cuando las “libertades individuales” ponen en peligro la “seguridad del cuerpo”, sino cuando amenazan los derechos de la bio-política, sobre el control y la manipulación de la vida de los usuarios de drogas… entre otros124[133]. Por lo tanto no resulta descabellado inferir que, la forma tradicional de tratamiento de los usuarios de drogas, incluyendo la conducta suicida, será una ocasión de intervenir sobre la libertad de acción del usuario, con el fin de proporcionarle un bienestar o evitarle un malestar, a cambio de conducirse de una manera aceptable, de acuerdo a los valores y criterios de la “comunidad de los normales”. Pero lo más interesante es que, solo aceptando el dominio del saber-poder, los “paqueros” (objetos) serán reconocidos como usuarios de drogas (sujetos), siempre y cuando se adapten a lo que se espera de ellos… incluso la auto-destrucción por falta de adaptación. De tal manera que la
124[133]
30 De la Garza, “Bioética y Biopolítica”. 108-122.
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sujeción del usuario de drogas, tendrá como objetivo hacerlo moralmente aceptable y técnicamente útil125[134], aun cuando esto implique su fracaso existencial. Tampoco es casual que tanto en la medicina como en la religión, el paternalismo siga tan vigente y opere como una técnica disciplinaria de control que vigila y castiga, con el fin de intervenir sobre las “libertades” del sujeto que usa drogas. El paternalismo, que empezó representando al poder soberano, ahora justificará la anulación de la autonomía, o la condena al fracaso, mediante actos aparentemente solidarios y benéficos. Pero los actos “benéficos”, sobre todo en el ámbito de las instituciones religiosas, promoverán un tipo de compasión que pretenderá considerar los mejores intereses del “paquero”, aunque éstos se opongan al misterio de la persona humana total. Entonces, podría plantearse que el poder en las instituciones, estará interesado en obtener beneficios que provienen del tratamiento de los “paqueros”. Sobre todo cuando dichos criterios compasivos, tenderán a incrementar los prejuicios, intolerancia o segregación.
06: Cuestión sexta. Comunidad de vida, versus “granjita terapéutica” Las instituciones que responden al bio-poder, consideran a los usuarios de drogas como a “individuos peligrosos”. Y al constituirlos en una amenaza para la salud y supervivencia del resto de la población, la beneficencia tenderá a tener por función, la protección de la vida de los “normales”, y no la de los “anormales”. Convirtiendo de esta manera, a la caridad y las múltiples formas de pastoral social, en una suerte de conveniente “peaje moral” que deberán pagar las instituciones de ayuda, para seguir participando del poder. De hecho, parece ser que con el encierro y muerte social del “paquero”, se buscará protege a la “población normal”, de las amenazas de una supuesta “población anormal”126[135]. Por lo tanto, el ejercicio de la compasión devendrá en formas de control y ortopedia social, que tendrán la tarea de prevenir, separar y proteger. De esta manera, la “beneficencia religiosa” sucederá como otra expresión del bio-poder. Permitámonos hacer un poco de historia, y reconocer, cómo se fue construyendo esta práctica de la compasión asociada al bio-poder. En el siglo XVII, los locos no eran encerrados para ser curados, sino para que se arrepintieran de atentar contra la conciencia ética del trabajo y de la familia. Y esto era así, ya que el loco no era
125[134]
Foucault, M. “La locura y la sociedad”. En Gabilondo, A. (ed.). Michel Foucault. Obras esenciales. Volumen III. Estética, ética y hermenéutica. Paidós, Barcelona. 1999c. pp. 73-95. 126[135] Foucault, M. “La evolución del concepto de ‘individuo peligroso’ en la psiquiatría legal del siglo XIX”. En Gabilondo, A. (ed.). Michel Foucault. Obras esenciales. Volumen III. Estética, ética y hermenéutica. Paidós, Barcelona. 1999d. pp. 37-58.
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visto como enfermo sino como un hombre sin razón, es decir que no sólo se excluía al loco, sino también la idea de la locura. Con la aparición del asilo en el siglo XVIII, la locura fue vista como una consecuencia de los progresos sociales, y ya no como una extravagante animalidad, resultado de misteriosas fuerzas espirituales e inexplicables. También en esos tiempos apareció la idea de la alienación127[136]. Ella era considerada como, la pérdida del sí mismo, o la creencia de ser otro del que se es. Es decir que, el loco era aquel que se conviertía en el Otro. Lo cual, tiempo más tarde, permitirá sustentar la idea de “la otredad radical” del alienado. Con el encierro en los manicomios, la locura será entendida como insanidad o alienación, y posteriormente aquellos individuos serán llamados enfermos mentales. De esta forma, la locura pasará del ámbito religioso al de la medicina. La locura moralizada en la edad clásica y la inquisición, pasará a ser la locura patologizada del positivismo, lo que no significa que las hogueras se hayan apagado. Definir al “paquero” como un enfermo (“loco”), allanó el terreno para considerar el uso de drogas como si fuera una enfermedad. De tal manera que, el antiguo concepto de pecado pasará a ser estimado como manifestación de una enfermedad. Y los comportamientos reprobables, serán considerados conductas de enfermos mentales. Sosteniendo de esta manera que, sólo las malas personas o acciones merecen “castigos”, en cambio los enfermos y las enfermedades merecen “tratamientos”128[137]. Recordemos que con Tuke y Pinel, dos personajes que trataron de “humanizar” el tratamiento de la locura, aparece la figura del médico especializado en salud mental. Ellos, al contratar médicos para sus hospicios, trataron de generar una figura de autoridad médica, que remplace a la autoridad moral simbolizada por el orden religioso. Así, el médico será visto como figura paterna y también como juez que personifique la razón, se empeñará en reclasificar la alteridad, y hará juicios sobre lo que es normal o anormal, según la norma gnoseológica en uso, o la semiología del síntoma. Pero, en realidad, lo que subyace al “supuesto de normalidad” (mental o social), tiene su fundamento en un hecho arbitrario e inexistente. Para demostrarlo, Foucault empleó el término”Homo natura”, como punto de partida o como un axioma que permitirá hablar de lo normal y lo anormal, aunque nunca haya existido tal cosa. A lo mejor, porque la sicopatología social del siglo XIX, creyó tomar sus medidas por comparación con un “homo natura arbitrario”, o con un
127[136] 128[137]
García, C.M.I. Foucault y el poder. UAM-Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, México. 2002. Szasz, T. Libertad fatal. Ética y política del suicidio, Paidós, España. 2002.
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“hombre normal”, dado anteriormente a toda experiencia de enfermedad. De hecho, ese”hombre normal”, será una creación artificial y autoritaria. Las sociedades, instituciones religiosas, y las disciplinas de las ciencias humanas que responden al saber-poder, han hecho hincapié en la diferencia entre lo normal y anormal para controlar el comportamiento humano, con consecuencias importantes. De esta forma, se justificó el encierro y la exclusión de los anómalos. Así, la locura funcionó bajo criterios clasificatorios y de exclusión, que fueron “inventados” por las instituciones destinadas a observarla, a la vez que las describía como un objeto constituido históricamente129[138]. Desde este discurso, ampliamente difundido en la actualidad, los “paqueros” y otros “enfermos mentales”, tenderán a ser excluidos como sujetos y como símbolo del malestar cultural. Y el saber inferido acerca de su padecimiento, justificará una red de significados e imaginarios organizados por las instituciones que intervendrán en su “recuperación”.De tal manera que, “el paquero” institucionalizado será considerado un “recuperado”, solo y solo sí, reorganiza su identidad a partir del saber, normatividad y prácticas de las instituciones de ayuda.
07: Cuestión séptima. ¿A quien le importa lo mirada del “paquero”? Sabemos que es propio de la naturaleza humana, significar al mundo a partir de la posición desde el cual se lo mira. Es por esto que, pretendo ilustrar cómo es que el usuario de drogas ve a la institución en la cual se encuentra, y de esta manera exponer a la institución como representante de lo Otro en la relación subjetiva130[139]. Cualquiera puede imaginar, que es propio de las instituciones de ayuda, auxiliar, salvar vidas, curar el dolor o arrimar el hombro. Y ello es así, porque las instituciones son creadoras de sus imaginarios, significados y discursos. Pero esto se convertirá en una trampa, pues para sostener sus imaginarios, las instituciones modelarán y construirán una enfermedad e identidad específica para “él usuario de drogas”, a través de las cuales intentarán reducir el sufrimiento a un síntoma, pero por lo general solo lograrán negarles la palabra y vaciarlos de saberes. Por otra parte, la auto-agresión del usuario de drogas, planteará una amenaza constante para las instituciones de ayuda, que impactará en sus valores más estables, y poderes. Quizás por esto, la conducta del “paquero” tenderá a ser patologizada y ocultada, tratando de mensurarla, organizarla, manipularla y contenerla mediante prácticas con mucho de voluntarismo, y muy poco de escucha. 129[138] 130[139]
Terán, O. Michel Foucault. Discurso, poder y subjetividad. Ediciones El Cielo por Asalto, Argentina. 1995. Lévinas, E. Humanismo del otro hombre. Caparrós Editores, colección Espirit, España. 1998.
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Sin lugar a dudas, el intento suicida del “paquero” expresará una apuesta contra la muerte. Esto exigirá que el acompañante pastoral se involucre con el dolor, la pesadumbre física por las heridas y cicatrices, y el sufrimiento subjetivo en la relación entre el usuario y el mundo. Además, lo convertirá en testigo de la presencia de una muerte siempre cercana, siempre omnipresente, y quizás por ello no tratará de escuchar al sujeto doliente, y terminará desautorizando su sufrimiento. En “él paquero”, la palabra proviene de un cuerpo dolido, de una persona viva cuya verdad se encuentra en el síntoma y en las “distorsiones” de su discurso. Y dado que estará sanitariamente recluido, quedará sometido a la observación y vigilancia, despojado de su palabra y el saber sobre sí mismo, con la intención de asignarle otra verdad, la del saber-poder de los representantes de la normalidad. De esta manera, el saber sobre sí mismo dará un vuelco y devendrá es saber impuesto por un Otro, representante de la institución de ayuda. Por otro lado, es obvio que las instituciones de ayuda intentarán contenerlos. Al menos permitirán que el “paquero” hable, aunque no sea escuchado. Por ejemplo: se le permitirá verbalizar sus fantasías suicidas, pero no se lo interpretará como un pedido de ayuda, sino como una interpelación amenazante a la institución que los aloja. Ante lo cual, la institución interpondrá mecanismos de negación, los cual devendrán en una conducta mucho más letal que la autoagresión del “paquero”. Evidentemente, para nuestras instituciones, la cercanía de la muerte real o subjetiva del “paquero” cuestiona sus privilegios sobre el saber-poder, haciendo de sus demandas emocionales un gesto amenazante. Esto lleva a que la responsabilidad institucional sobre la salud del “paquero” se vuelva superficial, y la manifestación de su mundo interno sea interpretada como revelación de locura (desde el imaginario institucional… claro está). Dentro de este marco institucional, el usuario de drogas será excluido como sujeto, a la vez que, su sufrimiento será negado. Y esto será así, porque el saber que existirá acerca del sufrimiento del que se auto-agrede, se construirá a partir de la combinación de significados e imaginarios que el “paquero” tiene sobre su cuerpo y enfermedad, previamente tamizados por criterios técnicos propios de la institución de ayuda. El consumo de paco y el intento de suicidio, plantearán dentro de la institución de ayuda, una dimensión social y de poder que simultáneamente será operada y contenida en la práctica y saber de los ayudadores.
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Finalmente, la experiencia del conflicto entre la resistencia al poder y la imposición del saberpoder institucional, transformará al sujeto. Ese conflicto será vivido como experiencia límite131[140], en donde el usuario de drogas deberá cambiar algo de sí mismo o será llevado a su propia aniquilación. Una profunda negociación entre el encuentro con el límite y la trasgresión, pero sobre todo, con su propia experiencia de disolución y muerte. Pero lamentablemente las instituciones de ayuda no lo mirarán de esta manera, y en vez de estimular dicha confrontación, la inhibirán o castigarán. El testimonio de los propios usuarios de drogas, nos permite reflexionar sobre la forma en que son construidos como sujetos institucionalizados. Y por otro lado, en cómo la construcción de su propia identidad, estará íntimamente ligada a la mirada de los otros. De tal manera que, el “paquero” terminará atravesado por las miradas y discursos ajenos, hasta lograr decirse, clasificarse y signarse a sí mismo según esos criterios. A esto se le llamará recuperación. De esta forma, la institución de ayuda quedará significada por el “paquero”, como un lugar que justificará ese Otro radical. Ese Otro que dará identidad a los usuarios de droga, y que de manera simbólica operará en la subjetividad. Quizás por esto, cuando en el diálogo pastoral el “paquero” hace énfasis en la auto-agresión, en realidad estará hablando de la agresión al Otro internalizado, y del deseo de su desaparición por medio de la propia autodestrucción. De esto se desprende que, la función de la institución de ayuda y del acompañante pastoral desprevenido, no será convertirse en ese “Otro” que procure vigilar y controlar la enfermedad con el objetivo de no quebrantar un orden establecido. Su tarea será amorosa, y por esa razón nunca se muñirá de las técnicas del poder disciplinario como: calificar, clasificar y castigar, ni pretenderá formar el cuerpo o corregir conductas por medio de prácticas de ortopedia social. 08: CONCLUSIONES 1. Con el advenimiento de la bio-política y la bio-medicina (como cuerpo teórico manipulado por expertos), se pudo ayudar a la gente a alcanzar buenos niveles de reflexión personal, respecto al territorio de las libertades personales e individuales, pero con el tema de las enfermedades mentales ocurrió todo lo contrario. 2. En el tema de los usuarios de drogas y en especial el “paquero”, hay un cierto estatuto universal del “drogón”, que no tiene nada que ver con la naturaleza de esa enfermedad, sino con las necesidades fundamentales de todo funcionamiento social.
131[140]
La experiencia límite, según Foucault, es llegar a un punto de la vida que puede ser “invivible”, y que implica la opción entre duplicar su intensidad o apostar por su imposibilidad.
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3. La bio-política continúa auspiciando el discurso de las instituciones de ayuda, tomando al usuario de drogas como objeto del ejercicio del saber-poder, y poniendo a la manipulación de su corporalidad en un lugar central para la política. De esta forma, la bio-política no sólo pretenderá transformar la vida biológica del sujeto sino sus relaciones sociales y atributos personales. 4. Desde la mirada del bio-poder, el método fundamental para la trasgresión de la ley es la muerte por suicidio, o la auto-agresión. Por ello, las instituciones de ayuda necesitan calificar, medir, apreciar, jerarquizar y distribuir lo viviente en un marco de valores y de utilidades en referencia a la norma. En este sentido, el poder de las instituciones de ayuda funcionarán para normativizar y regular la salud de la sociedad, recluyendo al diferente, al otro radical considerado anormal, “individuo peligroso”, “paquero” o enfermo mental. 5. La visión de la auto-agresión, como una manifestación de la enfermedad mental es presentada no sólo como verdadera sino como beneficiosa, tanto para los usuarios de drogas como para el resto de la población. Esta afirmación tiene dos implicaciones. Por un lado, no se ve al “paquero” como un ser malvado debido a sus actos, pero se lo estigmatiza al rotularlo como enfermo mental. Y por otro, cuando la institución de ayuda toma el control del enfermo, asume la tarea de tratar al usuario de drogas, incluso contra su voluntad. 6. De esta manera, cuando el “paquero” en tanto enfermo mental, quede sujeto a la institución de ayuda, se ejercerá sobre él un poder de múltiples formas. El poder político que se apropiará de su cuerpo, sometiéndolo a aquella agresividad que antes se prodigaba a si mismo. El poder económico y jurídico, que intentará proteger los intereses y beneficios del grupo poblacional que se considerará normal, y que castiga toda trasgresión contra el. El poder epistemológico, que utilizará al “paquero” para extraerles su saber, ya que al estar sometidos a observación constante irá quedando registros de lo observado, de las acciones realizadas, de las palabras y gestos, de las actividades y producciónes132[141]. 7. Por otro lado, el usuario de drogas quedará avasallado y sometido al poder, ya que permanecerá subordinado por medio de formas sociales y culturales de control y dependencia; y por otro lado, quedará atado a su propia identidad por la conciencia o conocimiento de sí mismo; vale decir, a las “técnicas de sí”. 8. Por lo anterior, podemos afirmar que el uso de drogas es una resistencia que el sujeto ejerce contra el poder que se insertó en su cuerpo y modeló su conciencia de sí. De tal manera que, la auto-agresión del “paqueros” es una actitud de resistencia contra las acciones culturales y 132[141]
García, C.M.I. Op. cit. 2002. pp. 60-1.
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sociales que han modelado y modelarán su propia naturaleza, desde su nacimiento hasta su muerte. Quizás porque bajo las formas del derecho y posesión del saber, se pretendió normatizar su forma de ser, su forma de desear, e instaurar el paradigma de lo que se debe ser y hacer de acuerdo a lo que se considera conducta normal.
09: PROPUESTAS 1. Pastoral de la salud, no debe ni puede modelar acompañantes pastorales individualistas, pragmáticos y ahistóricos. 2. Los acompañantes pastorales somos representantes de los valores del reino de Dios, y no de los saberes hegemónicos del poder. 3. Nuestra praxis pastoral no debe estar supeditada a mediciones y parámetros biológicos, evitando de esta manera reconocer las necesidades sentidas por el usuario de drogas, y adoptando como instrumento pastoral la medicalización de la vida. 4. Pero a pesar de esto, debemos estar concientes de que se pretenderá hacernos representantes de un poder-saber representante del Otro, en tanto saber ligado a la cultura de los “normales”. Lamentablemente, muchos de los nuestros gozan de pertenecer al mismo imaginario, a de las “disciplinas” del bio-poder y la bio-política, y se sientes custodios de las técnicas de ortopedia social propias del poder institucionalizado. 5. Muchas veces, la auto-agresión del “paquero” es vista como un cuestionamiento a la práctica pastoral, dada su relación inevitable con la muerte, la violencia, el dolor y el sufrimiento, los cuales no se encuentran en los criterios diagnósticos y mucho menos en la escucha pastoral, pero sí en la demanda del hermano. 6. Por lo tanto, la realidad del usuario de drogas es una petición de ayuda, de amor y de escucha, aunque bajo la amenaza de una muerte latente. En este sentido, la demanda muchas veces resulta angustiante, porque cuestiona el lugar del saber-poder, ante ese Otro representado por nuestro rol. 7. Es nuestra tarea ubicarnos en un lugar diferente, con un discurso distinto y, por supuesto, desde una escucha alternativa. De tal manera que, se permita al usuario de drogas hablar, y no se pretenda “normalizar su comportamiento”, ni observar sólo el síntoma, descalificando la totalidad del hermano que sufre.
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8. Si simbólicamente, pastoral de la salud, la comunidad terapéutica o el hospital representas a ese Otro, el del saber especializado. No debemos ofendernos si el usuario de drogas resiste al poder, o a los dispositivos de las instituciones de ayuda. Por el contrario, esto debe motivarnos a trabajar desde intervenciones proféticas y de gran responsabilidad ante ese hermano, que solo desea ser consolado sin ser anulado. Esforcémonos en reconocer que, su búsqueda es válida aunque sus medios sean errados. 9. Pastoral de la salud, y nuestras instituciones de ayuda, deben plantearse la naturaleza evangélica, profética y ética, de sus instrumentos pastorales. Todas nuestras acciones deberían trasuntar fuertes motivaciones éticas, entendidas como la síntesis entre los valores del reino de Dios y el compromiso profético con las realidades históricas del que sufre. Considerando a la ética, como una práctica de la conversión, es decir, un ejercicio permanente del “decir-se” en estrecha relación con el “encontrar-se”. - VOLVER AL INDICE -
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¿Pastoral de la salud, o bio-pastoral de control? (2008) 133
00: Prólogo En este ensayo intentaremos cuestionar aquellas producciones vinculadas a la pastoral de la salud, que surgen de la permisiva irrupción de dispositivos de simulación (propios de los medios de comunicación) en el corazón de la vida eclesial. A esas producciones les llamaremos “bio-pastoral de poder”, y nos permitirá dar cuenta de la posición y rol de los valores de los medios de comunicación masivos, en la vida de la iglesia domestica e institucional. Y además, pretendemos demostrar cómo esos valores generaron formas de bio-pastoral encargadas de normatizar a la población, dictándoles lo que deben ser y hacer (conforme a los parámetros que el poder dicte), en un período cultural en dónde se permitió al espectáculo y a la simulación escenográfica intervenir en la vida eclesial.
01: Cuestión primera. De la bio-pastoral a la ortopedia social Para comenzar a desarrollar este primer argumento, es importante describir someramente, dos de las técnicas de poder llamadas: bio-pastoral y bio-política: La bio-pastoral es un término que hace referencia a la práctica de algunas instituciones eclesiales, (como pastoral de la salud) que intentan explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar a la población, de acuerdo a los objetivos de una suerte de ortopedia social. Para esa modalidad pastoral, el cuerpo ajeno es un objeto de miradas clínicas, morales, policiales, criminológicas o inquisitoriales. De tal manera que, la institución eclesial desde dónde proviene dicha mirada, cree que es propio de su carisma ofrecerse como prótesis correctiva o agente disciplinante. La otra técnica es la bio-política. Ella tiene como objeto al hombre que esta condicionado por procesos y leyes biológicas. De tal manera que a través de la bio-política, el poder intentará manipular el cuerpo y la vida, así como al individuo y la especie.
133[142]
Entiendo por bio-pastoral de control, a esa particular visión de la pastoral de la salud, que tiene por fin último normalizar la vivencia corporal de los individuos, dictándoles lo que deben ser (desde el discurso del poder), en momentos en donde el espectáculo y el simulacro intervienen en la vida eclesial.
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De aquí se desprende que, el bio-poder y sus manipuladores, intentarán convertir a la vida en una cosa administrable bajo pretexto de protegerla, diversificarla y expandirla. Pero cabe preguntarse: ¿Que diferencia hay entre esas técnicas de poder, y el discurso totalitario? ¿Acaso la bio-pastoral no es producida y reproducida por una institución eclesial, que se asume así misma como una institución de control? ¿No será que la bio-pastoral camuflada como pastoral de la salud, pretende sancionar y/o prescribir los componentes anormales y/o normales de la sociedad? Convengamos que es propio de las instituciones eclesiales, disfrazar los mecanismos de control y dominio volviéndolos menos amenazantes. Sin embargo esos mecanismos atraviesan el campo social, y logran penetrar disimuladamente en la vida de los feligreses para luego llegar hasta el cuerpo ciudadano. Determinando de esa manera, conductas de integración y exclusión más y más interiorizados en los sujetos. Esos sujetos. Esos hermanos a quienes la bio-pastoral tiene como objetivo, son surcados por prácticas pastorales de control que se extienden mucho más allá de lo evidente. La bio-pastoral pretende ejercer un poder que procura regir y reglamentar la vida social desde su interior, persiguiéndola, interpretándola y asimilándola. Y se comporta de esa manera, ya que solo puede obtener un dominio efectivo y real sobre la vida entera, disimulando el mandato de sometimiento sobre la personas en situación de enfermedad, de tal manera que sea aceptada pasivamente por todos. Ahora bien, esa sed de dominio es producida y reproducida en el espacio eclesial por medio de la comunicación. Es por eso que los instrumentos mediáticos han tomado una posición tan central en la vida de las instituciones eclesiales. Tanto es así que, la sed de dominio ya no justifica el uso de los instrumentos mediáticos, sino a las mismas instituciones eclesiales. Ya que la sed de dominio, es la encargada de integrar y reafirmar el imaginario fundacional de las instituciones vinculadas a la bio-pastoral. De esta manera, queda evidenciado el rol fundamental del lenguaje mediático, en el hecho que nos expresa que para la bio-pastoral lo primordial es la normatización de la población, a través de la imposición de normas dictadas y aceptadas por una iglesia espectacularizada.
02: Cuestión segunda. De los valores del reino de Dios, a los valores del reino de lo visual. Los valores del reino de Dios, no se transforman ni negocian. Sin embargo, la valoración de sus valores se va transformando y ajustando al signo de los tiempos. De esa transformación podríamos decir que, la conformación del espacio eclesial y sus productos pastorales, dependen
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de procesos de mediatización que involucran gran cantidad de alteraciones. De modo que los procesos de mediatización revelan profundas e intrincadas re-configuraciones, en el orden de la valorización de lo humano dentro de las instituciones. Ejemplo de esto es que, en nuestras prácticas pastorales, estamos reemplazando a la palabra por la imagen o lo visual. Mientras que los medios de comunicación social, enfatizan este proceso presentándolo como algo de carácter espectacular o televisivo, volviendo relativo su peso y mostrándolo como una manifestación inocua. Este desplazamiento de los recursos de la palabra “hablada y escuchada” por el de la imagen, no significa la completa pérdida de la palabra sino una suerte de complejización de los significantes y sus procesos de significación. Pero si resulta evidente, la pérdida del peso y volumen de la palabra “dicha y escuchada”. Esto permitió el surgimiento de un expansivo imperio iconográfico eclesial, donde abiertamente se manifiestan emergencias, circulaciones y vértigos de imágenes, que configuran por si mismo un tipo de mensaje no evangélico. Por ejemplo, basta recordar lo sucedido con motivo de la carta redactada por los “curas villeros” en torno a la despenalización del consumo de drogas. En esa oportunidad, se dio una evidente muestra de poder bio-pastoral–estético, sobre la manipulación de la información respecto del uso de drogas dentro de las villas de emergencia. Las imágenes de niños, adolescentes y jóvenes drogándose en el interior de las villas, fueron vistas en todos aquellos hogares en los que la imagen destituyó a la escritura debido a su impactante fuerza visual. De tal manera que todos hablaban de dicha carta, debido a la temperatura de dichas imágenes, pero muy pocos la habíamos leído. Y lo que es peor, los “curas villeros y la institución clerical” se apropiaron el rol protagónico y se auto-victimizaron, olvidando que las únicas victimas de la exclusión social son los pibes que usan drogas. Tampoco podemos olvidar como en los últimos años, fuimos testigos -y víctimas- de cruentas guerras que dieron origen a un fenómeno estético político avasallador, con operaciones de blanqueamiento
de
imagen,
manipulación,
edición,
juego,
privatización
y
posterior
desaparición134[143]. Quizás por esto, no esta demás reflexionar que entre el lenguaje y la biopastoral existe un vinculo de reciprocidad, que se despliega en la palabra pública y se reproduce en un espacio físico, que también es espacio de carácter discursivo, simbólico y bio-político. De tal manera que, en el proceso de desplazamientos de los mecanismos ya mencionados, no hay una desaparición de la palabra, si no, una complejización de los significantes. Y quizás por esto, el debilitamiento de la palabra hablada y escuchada no significa un proceso de erosión de 134[143]
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Alfredo Jaar, El secuestro de las imágenes”, Escáner Cultural, 2008
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ciertas prácticas eclesiales, si no que remiten a un proceso de ruptura y re-configuración entre nuevas mediaciones, con otros actores sociales, códigos y gramáticas que amplían, remueven y problematizan el espacio pastoral y discursivo.
03: Cuestión tercera. ¿Celo pastoral o espectacularidad pastoral? La expansión de la oferta iconográfica implica la perdida del principio de la razón, o la supremacía de lo irracional, la pasión y la barbarie. Esto nos permite comprender, cómo es que la espectacularización de la tarea de las instituciones clericales y su subordinación a los intereses mediáticos, es vehementemente socializada por los intereses de la bio-política y los propios medios. Por ejemplo: además de la muestra de los “curas villeros”, recordemos la espectacularización del compromiso pastoral asumido por el P. Grassi. Podemos recordarlo transitando estudios de televisión rogando que le realizaran alguna entrevista, sin dejar pasar oportunidad de prestarse a cualquier producción mediática sin siquiera tener en cuenta los valores proféticos de dicha producción. Esta problemática es abordada por Jean Baudrillard cuando habla de “la edad de la simulación”. Según este investigador, “la simulación no corresponde a un territorio, a una referencia, a una sustancia”135[144]. Los simulacros son generados “por los modelos de algo real sin texto ni contexto: algo hiper real. Una suerte de territorio que no precede al mapa ni lo sobrevive, porque es el mapa el que precede al territorio -presesión de simulacros- y a él que lo engendre”136[145]. Y tanto es así que, podríamos enunciar el advenimiento de la “sustitución de la realidad (pastoral) por lo signos de la realidad (pastoral)137[146]. Valiéndonos de la intuición de Baudrillard, podemos distinguir entre cuatro tipos de sustitución de la realidad de las personas en situación de enfermedad, generados por la pastoral de la salud. 1. - Pastoral de la salud como reflejo de una realidad profunda. 2. - Pastoral de la salud como máscara que desnaturaliza una realidad profunda. 3. - Pastoral de la salud como encubrimiento de la ausencia de una realidad profunda. 4. - Pastoral de la salud sin nada que ver con ningún tipo de realidad.
135[144]
BAUDRILLARD, Jean. Cultura y simulacro. Kairos: Barcelona 2005 Ibid 137[146] Ibid 136[145]
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Desde esta perspectiva, pastoral de la salud (devenida en bio-pastoral de poder) se convierte en motivo de carnicería y substitución de lo real, por un modelo de lo real. Y es así que nos adentramos en el terreno del simulacro. Platón sostenía que, “el simulacro es el ejercicio de la perversión”. Y algunos autores ven en el ejército, la medicina y las instituciones religiosas, el campo perfecto para el ejercicio de la simulación. Sin embargo hoy nos enfrentamos a un tipo de simulación pastoral, muy diferente al que existió en la década de los noventa. Nuestras instituciones pretendieron abrir sus puertas a la imagen, sin darse cuenta que solo consiguieron abrir su intimidad a la producción técnica de la imagen. Y quizás fue así, porque todos los órdenes fueron trastocados, y hoy, después de haber recorrido todos los caminos de la producción y de la superproducción virtual de objetos, signos, ideologías y modismos pastorales, solo encontramos aburrimiento. Ese tipo de hastío que surge luego de confundir el hacer con el ser, o sobre valorar a la técnica, que como tal es finita y se desgasta velozmente138[147]. Es así como la pastoral de la salud, fue reemplazada por la bio-pastoral de poder. La posmodernidad pastoral, fue sucedida por la hipermodernidad pastoral, que implica la consumación y liquidación de la pastoral por si misma. Deviniendo en una sustitución del conjunto eclesial por una metamorfosis general de sus valores, según el cual ya no es posible optar por un “anuncio profético” ni producir una pastoral verdaderamente evangélica. Y ni hablar en sostener alguna reflexión, sobre los referentes espirituales y culturales que inspiraron o impugnaron dichas opciones pastorales. Por ejemplo: Los economistas hablan de “transeconomía”, en referencia a las operaciones financieras de ese capital que escapó a su propio fin, y funciona de manera imprevisible y desprovista de referentes. Otros se refieren a la “transpolítica”, cuando describen esa modalidad de acción estatal en dónde lo social es anegado por lo político. Algunos mencionan a la “transestética cultual”, cuando se reseña a ese conjunto de arte ritual para uso ritual, sin ninguna consideración por su función antropológica, y sin vínculos estéticos139[148]. Los sexólogos piensan en términos de “transexualidad”, cuando piensan en una sexualidad que no se construye sobre el goce, sino sobre el simulacro del goce operado en un marco de indiferenciación sexual140[149]. 138[147]
BAUDRILLARD, Jean. La Transparencia del Mal, ensayo sobre los fenómenos extremos. Anagrama: Barcelona,
1997.
139[148]
Ibid
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O quizás algún teólogo se anime a especular con una “transiglesia”, cuando reflexione sobre el quehacer de instituciones eclesiales para las cuales las complicidades corporativas pesan más, que los valores del reino de Dios. O cuestione los objetivos pastorales de una institución que pretende dar respuesta al dolor humano, mientras olvida que el espectáculo de la compasión se sostiene gracias al espejismo producido por la tecnología (y su control por parte del poder) la cual permite el ocultamiento y el simulacro… convirtiendo a la vida en una no-vida.
04: Cuestión cuarta. ¿Qué miramos, cuando lo hacemos desde una bio-pastoral espectacuarizada? En la fase espectacular de la bio-pastoral, las imágenes han sido desbordadas por su mediatización y han “objetivado una visión de mundo”, o un ordenamiento y fragmentación de los campos de saber donde cada cosa es relegada a su propio lugar: la “separación consumada”, según le llamó Guy Debord141[150]. De tal manera que el espectáculo pastoral, consiste en hacer ver a través de diferentes mediaciones especializadas las características de un mundo que ya no se comprende directamente. Convirtiendo de este modo a la vista, en el sentido humano privilegiado, como en otras épocas lo fuera el tacto. De este modo el ámbito de lo visual queda confirmado como el sentido más abstracto, que paradójicamente, corresponde a la abstracción generalizada que como iglesia tenemos sobre la identidad del hermano que sufre… o del para qué de nuestra tarea pastoral. Aquí cabe formularnos las siguientes preguntas: ¿cómo estamos mirando? ¿Qué consecuencias pastorales, posee esta forma de mirar?142[151] El ámbito pastoral y su lenguaje, fue subsumido por el lenguaje del video pastoral, que se ofrece como un nexo entre comunicación e institución eclesial. Este lenguaje nos habla de cómo las mutaciones de la comunicación, perturbaron el proceso de modificación de conceptos y el ejercicio pastoral, en el marco de las comunidades contemporáneas. De tal manera que la sumisión de la pastoral de la salud a lo mediático, devino en la subordinación del contenido evangélico de la pastoral, a la mera forma o imitación de un supuesto contenido evangélico (bio-pastoral). Esto generó una desintegración de la pastoral, al quedar obstruida por el espectáculo de la forma (el show bio-pastoral). 140[149]
IRISOLLA DOMÍNGUEZ, Darío. Subvirtiendo a Baudrillard. Simulacro y políticas del doppelgänger. En revista “La ciudad tecnicolor”, del 25 de septiembre de 2008. 141[150] DEBORD, Guy. La sociedad del espectáculo. Madrid, Anagrama, 1998 142[151] DEBORD, Guy: Arte, espectáculo y sociedad”. En Revista Bifurcaciones (Estudios culturales urbanos)
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Podemos inferir que esta modalidad pastoral, podría llegar a tener cinco lecturas posibles. La principal de ellas nos dice que, cuando los medios subsumen a la pastoral y a la intimidad de las instituciones eclesiales, instalan en ellas el principio del “impresionismo mediático” que las convertirá en entretenimiento, y las vaciará de contenido. Llegando a producirse una oposición y fractura entre anuncio e imagen pastoral143[152]. Quizás esto se deba a que las instituciones religiosas forman parte de una cultura, y las culturas están siendo invadidas paulatinamente por los medios audiovisuales. Esto se hace patente en el hecho que nos indica que los medios de comunicación masiva –televisión, radio e internet- se convirtieron en la única, principal y casi exclusiva fuente de formación e información. Ahora bien, frente a esta bio-pastoral teledirigida, cabría preguntarse cómo influenciará esto en los esquemas de comunicación eclesial, y cual es el lugar que se le dará al hermano despojado de la palabra. La evidencia nos demuestra que, esta modalidad pastoral devendrá en una comunidad eclesial sin comunidad, ya que primarán los aislados. Anacoretas contemporáneos, no por opción sino por obligación, para los cuales la comunicación personal será un imposible, ya que primará el imperio de la televisión como vehículo universal de transmisión de información. Así como las redes cibernéticas incitarán a celebrar un simulacro de comunicación, y no el encuentro. De esto se desprende que la televisión y la cibernética anulan a la totalidad de la persona humana, por lo tanto no pueden ser consideradas como fuente de formación y crecimiento, ya que enceguece la capacidad de reflexión y el incremento de lo aprendido. Por esta razón, la biopastoral se vuelve superficial, ya que con su gran vocación por la espectacularidad tiende a destacar “las formas por sobre el contenido”, de tal manera que lo esencial es dejado de lado… y la pastoral queda a merced de los intereses del poder audiovisual. Los bio-pastoralistas desprevenidos, deberán entender que los medios audiovisuales son incapaces de informar así como transmitir “opinión pública real”. Esto se debe a que serán ellos mismos los creadores de las diferentes corrientes de opinión… que luego presentarán ante la sociedad como LA OPINION férrea y veráz. Además deberán entender que, los medios audiovisuales exigirán la desaparición de la comunidad eclesial como base sustentadora de cualquier proyecto pastoral, ya que los medios no venden idearios espirituales sino que, venden personajes e imágenes. Haciendo de la televisión el medio apropiado para transmitir la imagen de alguna variopinta gama de histriónicos clérigos narcisistas… pero no para anunciar los valores del reino de Dios.
143[152]
SARTORI, Giovanni. Homo Videns. La sociedad teledirigida. Taurus Madrid1998.
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Efectivamente, la bio-pastoral de poder tiende a perder su devaluada carga pastoral, al no comprender que el precio de la espectacularización de la compasión consiste en la anulación del valor de la comunidad eclesial, como instrumento natural para el ejercicio de la justicia. De alguna manera, la bio-pastoral preanuncia la era de una “post-comunidad-eclesial” en donde se anularán la capacidad de reflexionar y pensar, y se alimentará la espiritualidad de los ombligistas.
05: Conclusiones 1- La bio-pastoral de poder, tiende a sustituir a la pastoral de la salud, al instalar en nuestras comunidades eclesiales un juego de narraciones y lenguajes desde el poder, que tienen el propósito de poner en juego la práctica de inscripciones y exclusiones conceptuales, para determinar futuras visibilidades e invisibilidades reales. 2- Es así como la bio-pastoral propone una especie de totalitarismo mediatizado, que tiene por objetivo imponer un sentido moral absoluto, donde se favorece la vigilancia y se relativiza el castigo. Y en donde por elevación, se patologiza al diferente, se medicaliza al pobre para luego negarle la medicación, o se oficializa un modelo de orden social conveniente a las instituciones del poder. 3- También es posible inferir que, el proceso de resignificación del modelo pastoral, configura un nuevo diagrama eclesial que determina el ejercicio de una bio-pastoral-policial, para la cual es más importante “la forma que el contenido”. De tal manera que ese cambio de discurso, impondrá principios y normas jurídicas que pretenderán regir a la comunidad eclesial (la ley sobre la Gracia), para luego extenderse sobre la totalidad de sus opciones pastorales. 4- Creemos que es sencillo observar, como con la instalación de un nuevo lenguaje para la pastoral de la salud, se pusieron en práctica los valores de una bio-pastoral policial. Ya que con la incorporación de estos nuevos recursos, nos encontramos frente a prácticas discursivas que dejaron de surgir de la constante conversión de toda la comunidad, para comenzar a surgir de la vigilancia de sus niveles de producción pastoral. 5- La bio-pastoral, que no es la pastoral de la salud, asume como propio el lenguaje de los medios de comunicación de masa, y no el lenguaje del Evangelio. Y ese lenguaje se encarga tenazmente de materializar la figura del empobrecido, como paradigma del delincuente; o la figura del resistente profético, como la de un tipo peligroso y enfermo. Ejemplo de esto es como la mayoría de los “voluntarios” de pastoral de salud, devoran los capítulos de “Policías en acción144[153]”, 144[153]
“Policias en Acción”: es un producto de la internacional ENDEMOL. Esta producción muestra el accionar de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, actuando sobre los sectores mas empobrecidos de nuestras comunidades (y únicamente sobre ellos). Su objetivo final es la estigmatización de los “mismos de siempre”, y el refuerzo de los mecanismos de control sobre aquellos sectores que pasan de ser víctimas del sistema de exclusión, a victimarios.
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asumiendo los valores del poder institucional allí enunciados, como valores de una “eclesialidad de bautizados normales y pastoralmente productivos”. 6- Observemos como en el discurso de la bio-pastoral, el propio encuadre de sus cavilaciones revela ciertos hábitos de composición visual que criminalizan la pobreza. Y como el cuerpo del pobre es criminalizado con el uso de conceptos que acentúan una semiótica de objetivación criminal y condena, ya que todos los recursos iconográficos y textos verbales utilizados, refuerzan y corroboran el carácter del desacato o de la infracción sospechada145[154]. 7- Además podemos observar, como la pastoral de la salud se dejó invadir por temas propios de los escenarios televisivos. Ejemplo de esto es que, en la mayoría de los cursos de formación, la preocupación por la salud perdió su calor comunitario y profético, para adoptar la tibieza de temas más individuales e intimistas. De tal manera que en las reflexiones escritas o de pulpito, los predicativos valorativos y normativos referidos al cuerpo, pretenden transfigurar la cotidianidad del mismo, su lugar en la comunidad, y a la comunidad misma también. 8- Se produce, de esta manera, la objetivación sobre el paradigma de “un cuerpo normal, moral y fértil”. Para en contraposición, objetivar el cuerpo anómalo, como un cuerpo en dónde “la enfermedad, la miseria y el delito” son sus protagonistas, produciendo desconfianza en los demás. 9- Estas objetivaciones de púlpito, configuran un escenario dividido de modo binario, al igual de lo que sucede en programas de televisión destinados al público menudo. En ellos se baja y traza un diagrama bio-político, en donde el cuerpo humano pierde su condición de templo del Espíritu Santo, y se convierte en una superficie de inscripción y narración que permite legitimar lo que es normal (y por oposición, lo anormal), convirtiéndose en pautas “pastorales” sobre lo que deben realizar dichos cuerpos/personas. 10- Desde este punto de vista, es fácil inferir que la bio-pastoral emite un discurso que configura condiciones de previsibilidad y visibilidad institucionalmente aceptables. Es decir, configura condiciones “pastoralmente cándida”, tendientes a producir y divulgar los valores de una comunidad eclesial “natural, inocente y apolítica”. 11- También es sencillo reconocer como, esa bio-pastoral deviene necesariamente en pastoral policial. Ya que establece un régimen clericalizado de orden y control, que tiene por objetivo la vigilancia del cuerpo en la vida cotidiana. De tal manera que la bio-pastoral, asume como propio los valores puestos en relieve por los medios de comunicación, con la intención de configurar y determinar lo social.
145[154]
BOURDIEU, Pierre. “La fotografía un arte intermedio”. Edición nueva imagen. México, 1979
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12- Son la bio-pastoral y el poder político-económico, los que se sirven de los medios de comunicación de masa, para expandir su vigilante dominio sobre los sectores empobrecidos de nuestras comunidades, convirtiendo a los medios de comunicación en aparatos ideológicos del poder. 13- La bio-pastoral articula una narración donde ella siempre esta presente (y no el Evangelio), ya que tiene el poder para rotular, conocer y reconocer el pasado, presente y futuro. Ella emerge de comunidades que viven bajo el régimen de la imagen por sobre la palabra, y que pretenden desplegarse sobre la vida cotidiana, ocupando un lugar en la historia y determinando su identidad a futuro al reservarse el derecho a significar todo lo que sucede y sucederá. 14- La mediatización de la vida eclesial y su consecuencia inmediata (la bio-pastoral), imponen su sello: vigilancia, diversión y mormatización. Este es un dispositivo que se presenta inocente y cauteloso en la vida de nuestras comunidades, pero pese a su sigilo, opera a gran velocidad. Ejemplo de esto es como la grilla de programación televisiva, actúa como co-relato normativo de la vida de nuestras comunidades. Llegando incluso a que muchos predicadores la utilicen como recurso de prédica, volviéndola materia prima y por eso cotidianeidad eclesial. 15- En este encuadre, la bio-pastoral realiza una vigilancia a pequeño nivel. Trata de vigilar la vida cotidiana de las personas en situación de enfermedad, destacando las subjetividades, modelándolas o enjuiciándolas, dándoles un carácter institucional y delimitando las instancias de socialización. 16- Esta bio-pastoral, produce un “cuerpo idealizado” que se convierte en el cuerpo que debe haber, y que a modo de simulacro deviene en el cuerpo que hay. Traduciendo: toda la realidad pastoral sobre las personas en situación de enfermedad, se concibe, enuncia y explica desde la misma bio-pastoral, y no desde el Evangelio ni la presencia real de las personas que sufren. Quizás por esto, es de destacar la construcción social que se ejerce, desde el concepto antropológico detrás del cual se embandera la bio-pastoral. Ya que aquella es representación de la realidad cotidiana construida institucionalmente, y en donde los recursos dinámicos de los medios de comunicación masiva están legitimados e institucionalizados. 17- Estos recursos institucionalizados plasman sobre el paciente real un “paciente conveniente”, previamente objetivado a través de prejuicios objetivantes que, posteriormente, rotularán sus actos vitales y morales como actos positivos o negativos de acuerdo a los objetivos del poder. De esta manera, el discurso de la bio-pastoral terminará resultando en una maquinaria y práctica discursiva de producción de la realidad, y no de interpretación de los signos de los tiempos. Logrando de esta manera que, el sentido de la realidad del paciente sea leído como un constructo que permeabiliza y no que socializa.
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18- Por último: Toda vez que permitimos que nuestras comunidades eclesiales adhieran a los valores de la industria de la comunicación, les estaremos permitiendo reemplazar con sus objetivos los valores del reino de Dios. 19- Pastoral de la salud, por su contacto con aquellos sectores más vulnerables de la sociedad, debería convertirse en un referente sólido para comunidades eclesiales adultas, críticas y responsables. Ya que la información que deviene de sus compromisos pastorales, serán una fuente inagotable de resistencia, que permitirá tomar decisiones conforme a la justicia evangélica e interpretar los múltiples signos de los tiempos en clave profética.
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Sobre el desquite de los Orishas (2009) Por un hospital- hospitalario para con las minorías religiosas
“Kitete tete, Nzambi kise”
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00: Prólogo En este compartir, pretendo reflexionar sobre “el derecho a la autonomía del paciente para imaginar lo Divino”, a buscar consuelo espiritual dentro del ámbito hospitalario conforme a sus opciones y pertenencias religiosas, y merecer el respeto supervisado del equipo de salud ante opciones terapéuticas de carácter folclóricoii. Y por elevación, reflexionaré sobre la apropiación del espacio público por parte de las Iglesias históricasiii; y la imposición de sus valores a todo el ámbito hospitalario.iv Recuerdo que hace unos años, me toco acompañar en el Hospital Muñiz a un paciente, que tenía tatuado sobre su frente el nombre de su “Santo de Cabeza”v : OGUMvi. Muchos fueron los intentos de su Mâevii, para que se le permitiera practicar sobre su Hijo espiritual algunos sencillos rituales tendientes a devolverle la salud. Tal fue la oposición del entorno hospitalario, que tuvo que sobornar al personal se seguridad, para que le permitiera ingresar de madrugada (hora en que las enfermeras dormían), y así, libre de miradas prejuiciosas poder efectuar sus ritos de “limpieza y descarga”. También pude observar esta situación, entre pacientes pertenecientes a pequeñas Iglesias Evangélicas que buscaban la asistencia de sus Pastores; a quienes se les impedía el ingreso al área de terapia Intensiva para acercarles la Unción de los Enfermos, aduciendo que a esa área solo podían ingresar: familiares, él Capellán, o voluntarios vinculados con la capilla del hospital. Evidentemente, en el territorio de la lucha contra la invisibilidad de las minorías religiosas, todos sabemos que la opción culturalmente consensuada es la de la visibilidad cuidadosamente segregada y regulada. A esto Antonio Gramsciviii lo denomina "guerra de maniobra", aunque en realidad, el único juego que vale en este terreno es el de la "guerra de posicionamiento institucional y poder".
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01: Cuestión Primera. El culto a los Orishas, como paradigma. El culto a los Orishas, o divinidades del panteón yoruba, cuya variante brasilera es conocida como Religión Umbanda, presenta en la actualidad una paradoja. A pesar de ser una religión de origen africano, y que su práctica aparece a los ojos de las religiones históricas, como primitiva e imbuida de magia y superstición, consiguió instalarse en medio de nuestra sociedad. La dureza de la iniciación, el gran esfuerzo que requiere su aprendizaje y el costo económico de esta religión, son enormes, y sin embargo su poder de atracción aumenta a pesar de que no se realizan labores de proselitismo. Cabe preguntarse: qué es lo que ofrece esta religión a sus practicantes para que estén dispuestos a pagar tan alto precio. Es de suponer entonces que cubre sus necesidades espirituales, y que las compensaciones emocionales son lo suficientemente atractivas como para que continúe propagándose, ante la perplejidad de una sociedad que no comprende fácilmente que incluso personas de elevado nivel educativo practiquen una religión de características tan particulares a los ojos occidentales. A pesar de la discreción con que se lleva a cabo la práctica de la religión Umbanda, es evidente que el número de sus practicantes se ha incrementado notablemente en los últimos años. En Argentina y más en concreto en Buenos Aires, el grueso de los que integran la religión Umbanda son personas sencillas que habitan en los sectores empobrecidos de la sociedad, muchos de los cuales no habían tenido relación con ella. Aun así, lo normal es que tuvieran algún conocimiento de sus mitos, o hubieran asistido a alguna de las fiestas y ceremonias permitidas a los no creyentes. Sin embargo, dentro de la cultura hospitalaria, las minorías religiosas están asociadas a la marginalidad. Y si bien permanecen en las periferias de la amplia tendencia cultural, nunca fueron un espacio tan productivo como lo son ahora. Aunque esto no representa una apertura, por la cual aquellos que están a las márgenes del sistema, puedan llegar a ocupar espacios de reclamo o sentirse dignos usuarios del sistema de salud. Si no que son la resultante de la política cultural de los diferentes, de las luchas en torno a la inclusión de la diferencia, de la producción de nuevas identidades, y de la aparición de nuevos sujetos en el escenario político y cultural. Esto es cierto no sólo con respecto a las diferencias religiosas, sino también a la inclusión de otras etnias minoritarias, así como también respecto del feminismo y la política sexual en los movimientos gay y lesbiano; y como resultado de una nueva forma de política cultural. Por supuesto que, no quiero sugerir que podamos contraponer algún juicio repentista sobre las victorias ganadas frente al eterno relato de nuestra propia marginalidad. Permanecer dentro de
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ese juego de contra-relatos es verse atrapado en las interminables redes de "los unos o los otros", o la “exclusión total o la incorporación total”, lo cual casi nunca ocurre en cuestiones de salud pública, pero sobre lo cual los historiadores siempre se ponen de acuerdo. Pero volvamos a nuestra minoría religiosa, presentada aquí como paradigmática. A diferencia de lo que sucede en otras ciudades latinoamericanas, aquí en el conurbano, los participantes de la Religión Umbanda no necesariamente vienen de grupos de afro descendientes; como si ocurre en los países caribeños, que ya arrastran cierto conocimiento y están más familiarizados con los remanentes de las culturas que dejaron los antiguos esclavos. Ni tampoco estuvieron en contacto con un tipo de creencias transmitidas oralmente a través de generaciones, y que les permitiría aceptar más fácilmente esta modalidad de cosmogonía. De ahí que cueste entender cómo es que aceptan e incorporan, sin mayor problema, aspectos de otras creencias que no son similares a las que ellos heredaron. Es así que vemos cómo la Religión Umbanda se extiende, a pesar de la actitud poco comprensiva que muestra una sociedad como la del conurbano sur, regida por una cosmovisión de tipo cristiano, ya sea católico o evangélico. Al principio fue en provincias que limitan con el Brasil, pero paulatinamente fueron apareciendo casas religiosas y santerías (tiendas donde se puede adquirir todo lo necesario para la práctica de la religión) por Buenos Aires y muchas otras provincias Argentinas. A pesar de que el Registro Nacional de Cultos no Católicos, solo registra 62 Instituciones religiosas vinculadas a la Umbandaix, es del todo imposible hacer un cálculo aproximado del número de practicantes, puesto que muchas personas en dificultades acuden a ella, y ofrecen sacrificios y ofrendas para la superación de sus problemas, y sin embargo no se les puede considerar religiosos. Se ha tratado de calcular el número de practicantes en Buenos Aires en base a estudios, con resultados dispares que van desde los 60.000 hasta varios cientos de miles, lo que muestra la dificultad de la empresa, ya que pocos Umbandistas admiten en público su pertenencia religiosa, practicándola en forma secreta. En base a este fenómeno un tanto inverosímil, que se observa en una sociedad como la de Buenos Aires, y poniendo un poco de malvada imaginación, la propagación de esta religión minoritaria podría comprenderse como un “desquite de los Orishas” africanos contra el autoritarismo de una sociedad occidental y cristiana. Efectivamente, tras sufrir la esclavización de millones de personas durante varios siglos y soportar la colonización del continente africano por varias décadas, su religión se incrusta en el corazón de nuestra cultura en forma silenciosa, ayudando a miles de personas a contrarrestar las dificultades
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de la vida en una sociedad dominada por la modernidad, la ciencia y el consumo. Todo ello sin acudir al proselitismo, en contraposición a la actitud agresiva que muestran otras religiones como el Catolicismo (que absorbe el 100% de las capellanías hospitalarias), o algunas denominaciones Evangélicas. Vemos así cómo a comienzos del siglo XXI, cuando más irresistible que nunca parece la marcha frenética hacia la modernidad en las sociedades occidentales, cuando el ser humano piensa que puede controlar y dominar su entorno minimizando o eliminando a Dios; es cuando una religión como el culto a los Orishas y ancestros, trabaja en un nivel semioculto, e irrumpe en medio de la sociedad y atrae adeptos sin utilizar proselitismo alguno. Este hecho no deja de llamar la atención por ser una religión traída por los esclavos al continente americano, los cuales, apenas fueron considerados socialmente. Por otra parte, la práctica de una religión en la que la relación con los espíritus es constante, se realizan sacrificios de animales, se consultan oráculos, se bailan ritmos africanos, y en muchos casos, se experimentan posesiones, amén de utilizar un lenguaje africano en las oraciones y en la música de culto; no parece que sea muy compatible con la modernidad, racionalidad y pragmatismo que caracterizan nuestra época. Los países europeos colonizaron el continente africano, repartiéndoselo con arreglo a su peso internacional tras haber esclavizado a millones de africanos durante siglos. Y no solo explotaron sus recursos, si no que pusieron gran empeño en reducir las sociedades tradicionales a la nada, por medio de la destrucción sistemática de sus culturas y creencias. De esa labor se encargaron encomiablemente los misioneros, tanto católicos como evangélicos, que posteriormente han venido a rematar con mucho fervor las iglesias fundamentalistas con base en Estados Unidos. Las sociedades tradicionales de la costa occidental africana se basaban en clanes y linajes con un destacado sentido social, que resultaban fundamentales para la supervivencia de las innumerables etnias. El desbaratamiento de sus estructuras sociales y creencias religiosas por los europeos, vino a dejarlos en un estado psicológico caracterizado por una baja autoestima, cuando no de auto desprecio, por haberles imbuido la idea de que eran pueblos muy primitivos a los que no les quedaba más remedio que despojarse de su bagaje cultural e imitar los sistemas europeos mucho más civilizados. Así es como hicieron abandono de sus sistemas sociales, creencias y costumbres, íntimamente ligados entre sí, pasando a un estado de caos social tras adoptar aspectos culturales ajenos, proceso que todavía no han podido superar. Con
sus estructuras
sociales
tradicionales desorganizadas,
sus
sistemas
económicos
reconfigurados para servir las necesidades occidentales, y especialmente con la colonización mental a que fueron sometidos, el problema de la identidad cultural se hicieron considerables. Lo mismo sucede con las practicas culturales de los pueblos originarios, tanto nacionales como
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bolivianos, peruanos o paraguayos, y sus prácticas de medicina folclórica; que tanto dolor de cabeza produce a nuestros médicos urbanos. De este modo, y retornando al continente africano, cuando se les empezó a conceder la independencia a mitad del siglo XX, todo un conjunto de etnias se vieron repartidas por sus colonizadores en una serie de países ficticios, reuniendo a etnias que en muchos casos no tenían mucho en común. La tragedia que siguió a estos acontecimientos todavía la están pagando en forma de guerras étnicas, dictaduras, matanzas, hambrunas y pobreza, pillaje, explotación neocolonial y otras privaciones propias de países subdesarrollados.
Lo mismo sucede en
Latinoamérica, con la migración espontánea u obligada, de los miembros de naciones formadas por pueblos originarios. Las religiones de todos estos pueblos casi han desaparecido como en el caso de los yoruba, quienes se vieron invadidos primero por el Islam y más tarde por todo tipo de misioneros occidentales. Fue así como pasaron de rendir culto a sus ancestros y Orishas, a practicar una religión cuya ideología se contraponía a sus culturas tradicionales. Este es el motivo por el cual hay que acudir a América, Brasil y Las Antillas especialmente, si se quieren reconstruir algunos de los aspectos de las prácticas religiosas originales del pueblo yoruba. La Religión Lucumí (Santería) de Cuba, el Candomblé y la Umbanda en Brasil, el culto a Xangó en Trinidad, o el Vudú en Haití, tienen una misma base, que es el culto a los Orishas y ancestros. Por supuesto que hay variaciones entre ellas, pero vendrían a representar las mismas que existen entre cristianos católicos, cristianos ortodoxos, cristianos anglicanos y cualquiera de las denominaciones evangélicas. Esas variaciones están en función de la influencia ejercida en sus orígenes americanos por las diferentes etnias que comenzaron las prácticas religiosas en América. Y también a las adaptaciones sincretistas que se vieron obligados a implementar, con el fin de hacerlas sobrevivir en un ambiente de incomprensión y persecución. Como todas las religiones de las sociedades ágrafas (sin escritura), los mitos transmitidos oralmente y reproducidos en los rituales del culto a los Orishas eran aceptados como verdades inamovibles. Los personajes mitológicos estaban divinizados, creyéndose que algunos de ellos habían vivido en la tierra y fundado los primeros clanes. En el caso de los yoruba, se consideraba que a partir de la cuarta generación hacia atrás de familiares fallecidos, estos eran considerados ancestros. Para ellos, la jerarquía entre los espíritus comenzaba en aquellos Orishas o espíritus divinizados que formaban el panteón mitológico yoruba, continuaba por los Orishas de cada clan o ancestros comunes, para seguir por los ancestros familiares, y terminaba con los fallecidos recientes.
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A todos ellos se les rendía veneración según su importancia, pero muy por encima de todos ellos y bien oculto estaba Olodum (Él Creador); de ahí que los Orishas fueran considerados como intermediarios de su voluntad. En algún punto, la concepción divina del pueblo yoruba tiene un sesgo emanacionista, al estilo de la antigua teología gnóstica. Los Orishas principales representaban las diferentes energías perceptibles en el mundo, y a ellos se acudía para solicitar el beneficio de alguna de ellas o para aplacar sus efectos destructores.
02: Cuestión segunda. El culto a los Orishas como práctica. Centrándonos en la religión Umbanda, variante sincrética del culto a los Orishas practicado por los yoruba, y elementos tomados del Espiritismo de Allan Kardec, ciertamente se llevan a cabo sacrificios de animales, pero ello no tiene nada de particular. En todas las religiones se han practicado, y su significado no se relaciona con crueldad o barbarismo, ya que el simbolismo de la sangre está referido a la vida como lo más preciado por el ser humano. Es una forma de representar el flujo vital. Solo que en este caso, con los sacrificios se trata de mantener con vida a divinidades y ancestros. Se les ofrecen sacrificios y ofrendas, y ellos responden a las demandas de sus hijos y protegidos, por medio del oráculo de Ifá. El oráculo se interpreta con la ayuda de los odu, también llamados letras o signos. Estos son conjuntos separados de versículos escritos a modo de parábolas, que en número de doscientos cincuenta y seis, forman un cuerpo de conocimientos conocido como Ifá, que representa para esta religión lo que el Corán o la Biblia significan para el Islam o judeo cristianismo. Cada odu está compuesto por muchos versículos o patakís, en los que se narran hechos acontecidos a los Orishas, los cuales servirán de ejemplo y guía a los creyentes. Cuando se realiza una consulta oracular se saca un odu, que puede ser además positivo o negativo y que refleja la situación actual del consultante. Lo que en realidad está marcando el odu es el acercamiento o distanciamiento de la persona respecto a su destino, acordado antes de reencarnarse en la tierra. Si hay desviación, o si el proyecto de Olorum se convirtió en un mero proyecto de subsistencia por parte del consultante, se llevará a cabo lo que determine el oráculo para corregir la situación, lo cual comprenderá desde limpiezas, a ofrendas y sacrificios. Lo curioso es que habiendo ocurrido estas historias en tiempos remotos, los especialistas son capaces de buscar equivalentes a las situaciones actuales. De esta manera, creyentes y consultantes son guiados por los ancestros.
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Los sacrificios también son utilizados para pedir los favores de los Orishas. Los creyentes de esta religión creen en el destino, el cual han pactado con Olodum (Dios creador) previamente a su actual encarnación, y cuando el oráculo señala algo negativo en el camino, existe la posibilidad de rectificarlo, aunque no siempre, evitándolo o disminuyendo sus efectos nefastos. En el primer caso se lleva a cabo mediante el reajuste de la propia conducta, algo en lo que se insiste siempre, ya que una conducta desviada provoca la pérdida del ashé (energía personal) o poder emanado de Olodum, lo cual significa perder los favores divinos. También es posible por medio de la ofrenda de sacrificios a los Orishas, intentar conseguir sus favores, algo en lo que suelen caer muchas personas que comprenden esta religión como un instrumento utilizable en beneficio propio para fines materiales. Los religiosos encargados de interpretar el oráculo siguen este juego interesado de algunas personas porque consideran que deben ayudar a todo el que lo solicite, pero avisan (los que son honestos) que toda conducta incorrecta se termina pagando y que de nada sirven los sacrificios sin el cambio de conducta. La posibilidad de solicitar lo que se desea queda abierta, aunque se trate de cosas poco aceptables desde el punto de vista religioso, pero siempre existe la oportunidad de reparación por medio de los consejos derivados de los odu que surgen de las consultas. Dejando las formas a un lado, esta religión no se diferencia en gran manera de otras que se consideran más universales, excepto por el hecho de que existe una interrelación constante y muy personal entre los creyentes, ancestros y divinidades. Lo cual puede generar una cierta pretensión de dominio individual sobre del mundo espiritual, que hace opacar otros aspectos que podrían considerarse más religiosos; pero esta actitud también puede ser descubierta en feligreses de otras religiones históricas.
03: Cuestión tercera. Orishas y reencarnación Otra cuestión a destacar, es que la Umbanda parte de un encuadre sincrético (como la mayoría de las religiones en sus orígenes). Y en este caso, hablamos de la sumatoria de herencias derivadas del pueblo Yoruba, el espiritismo Kardecianox, y el cristianismo de tipo católico. La creencia en la reencarnación consiste en que: el Orí (conciencia propia o mismidad), que se encuentra en el Orun (ámbito espiritual, en ocasiones mal traducido como “cielo”), desde allí se desdobla y aparece en el plano terrenal encarnándose en un cuerpo con el fin de cumplir el destino pactado previamente con Olodum. El objetivo durante la vida en el plano material e histórico, es hacer méritos para refinar el espíritu y poder seguir el camino hacia la divinización. En esa tarea se recibe ayuda de un Orisha que se
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asienta sobre el Orí (autoconciencia) y la protege (santo de cabeza). Además de ir marcando el rumbo a seguir. por medio de los oráculos. Es así cómo se puede conseguir el ashé o vibraciones divinas que permitan llevar un camino correcto en la vida y alcanzar la meta anteriormente establecida. Con el fin de garantizarse una mayor ayuda y protección, los “hijos de religión” reciben un Orisha principal (santo de cabeza) y unos cuantos más suplementarios. Con este Orisha guía, que influencia el perfil psicológico del creyente, se establece una relación íntima de la que se espera ayuda y protección constantes. Conseguir en la encarnación presente, los méritos suficientes para que el espíritu consiga ese refinamiento, solo se logra por medio del ashé, que todos los creyentes tratan de conseguir, siendo la ceremonia de iniciación la forma principal de hacerse con él, y desarrollando “un buen carácter moral.” Obtener el ashé implica también merecerlo, y para ello hay que actuar de acuerdo a las normas y preceptos dictados por los Orishas, así como cumplir con todas las prohibiciones que ellos señalan. La obtención del ashé, representará un beneficio espiritual que se verá reflejado en la vida material y cotidiana, la salud, la prosperidad, los afectos y pertenencias, aunque ese no sea el fin último. La religión Umbanda consiste de este modo en una interacción constante con los espíritus ancestrales, que va más allá de una simple veneración, puesto que para los creyentes estos espíritus están siempre presentes y tienen la capacidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos. Son tres las clases de espíritus que reciben veneración por parte de los creyentes: 1) Los Orishas o divinidades que se encuentran más cerca de Olodum y que se relacionan con las fuerzas de la naturaleza, 2) Los Exus, o espíritus divinizados de personajes mitológicos de la cultura yoruba. 3) Los ancestros familiares (Viejos negros), en los que se pueden incluir a los antepasados en la línea de ascendencia religiosa. Orishas y Exus, resultan ser unas entidades que, aunque invisibles, detentan la capacidad de actuar por medio de unos poderes extraordinarios que emanan de Olodum, el Ser Supremo del que depende el universo. Es precisamente esta interacción con los espíritus, dejando a un lado (aparentemente) al Ser Supremo, lo que llevó a algunos estudiosos occidentales a calificar esta religión y otras africanas como politeístas, lo cual no es cierto en el caso que nos ocupa. No obstante, es muy fácil para
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muchos creyentes caer en una práctica utilitaria, debido a la capacidad disponible de poder solicitar cualquier cosa de los Orishas, hecho difícil de corregir si los neófitos no son instruidos adecuadamente, ya que esta religión se basa en la práctica privada aunque se dependa siempre del “Pai o Mâe” que ha iniciado en la religión, lo cual conlleva cierto aislamiento y una efectiva falta de control sobre la forma en que se transmite la religión. Expongo toda esta información, para que podamos comprender la enorme soledad y aislamiento que sientes los pacientes que pertenecen a esta minoría religiosa. Y que, durante sus instancias de internación, se ven alejados de sus prácticas rituales, o deben ocultar su adherencia y absoluta confianza en métodos de sanidad folclórica.
04: Cuestión cuarta. Aceptación y asimilación de la cosmogonía africana. A pesar de que el “conurbano bonaerense” está, en mayor o menor medida, familiarizados con ciertos aspectos culturales heredados de los esclavos africanos; vive de hecho de acuerdo a una sociedad consumista, que representa el paradigma por excelencia de la modernidad y la cosmovisión del mundo occidental. Ingresar en esta religión supone la aceptación y apropiación de toda una forma de entender el mundo, tanto material como espiritual, donde la práctica ritual solo es la forma externa del asunto. De entrada, hay que aceptar que la vida está regida por esa relación intensa que se da con los espíritus (que en el caso del culto a los Orishas, no solo se centra en los espíritus de los antepasados familiares), si no en espíritus africanos que se comportan como tales solo cuando “poseen” a sus hijos. Es necesario entonces desarrollar una empatía hacia ellos, puesto que si no fuera así no sería posible convertirse en un creyente. Hay que aceptar los mitos y los consejos derivados de los oráculos, que, naturalmente, denotan la forma de pensar de los africanos. Quizá una de las formas que más impresión pueda producir a los que no practican esta religión sea la de los sacrificios, ya que no solamente se matan los animales, sino que debe realizarse de forma ritual y echando la sangre sobre los símbolos religiosos, que no son más que la representación material de los Orishas, que de esta manera reciben el flujo vital que los mantiene con vida y accesibles. Los creyentes denominan este acto como "darle de comer a los Orishas", lo cual explicita la intención profunda de los sacrificios. En los rituales, y representaciones simbólicas empleadas en la práctica religiosa, es común el uso de elementos de origen africano como cocos, campanas, collares, plumas, calabazas, copias adaptadas de utensilios africanos, etc., aunque bien es cierto que con frecuencia se los va fabricando con una apariencia más acorde con la estética occidental. Desde luego, es necesario
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aprender a bailar con movimientos de bailes africanos, conocer los diferentes ritmos que marcan los instrumentos heredados de la cultura yoruba, y aprender a rezar en un dialecto que ya no corresponde a las lenguas utilizadas en Nigeria. A través de las formas externas de la religión es perceptible el grado de asimilación que los creyentes tienen de esta religión. Los hay que en sus vestimentas apenas dejan entrever la africanidad, mientras otros por el contrario, parecen sentirse realizados tras la adopción de la estética, bailes y comportamiento más africano. Algo que llama mucho la atención cuando se “asiste a un tambor o un güiro”, ceremonias que sirven para homenajear a los Orishas por medio de canciones y bailes, es que los Umbandistas pocas veces son "poseidos" por un Orisha, y cuando ocurre, algunos procuran salir rápidamente del trance, muchas veces ayudados por alguno de los presentes. La pérdida de la conciencia, o éxtasis, no es habitual en nuestros ámbitos. Posiblemente este hecho esté relacionado con un sentimiento de cierta vergüenza, ante una sociedad que no es receptiva con esta religión. Detecté dentro del ámbito hospitalario, algunos practicantes que no se sienten ni muy cómodos, ni muy identificados con las apariencias y algunas prácticas de corte africano. De hecho la mayoría no porta públicamente collares o algún otro signo que los identifique con la religión Umbanda incluso en las ceremonias religiosas, o solo son visibles cuando se denudan, y aunque vistan de blanco, la imagen que ofrecen no es necesariamente asociable con esta opción religiosa. En cuanto a la cosmovisión africana, la práctica de esta religión implica aceptar ciertas concepciones: 1- El absoluto sometimiento a la autoridad y guía de los mayores (que aquí es el “Pai o Mâe” regente de la casa religiosa a que se pertenece). 2- El sentirse componente de un grupo compacto religioso (la propia familia) con el que se practica cierta forma de intercambio. 3- Venerar los espíritus de los ancestros y relacionarse con ellos por considerarlos presentes y con capacidad de ayudar. 4- Mostrar suntuosidad en los rituales con las ofrendas o la contribución que se hace. 5- Y aceptar las concepciones del culto a los Orishas, lo cual implica reproducir los conceptos sociales que manejaban los yoruba, ya que esa concepción religiosa reproducían en su religión el funcionamiento y la concepción de esa sociedad en particularxi.
05: Cuestión quinta. Vivir condicionado por la religión
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Practicar la religión Umbanda es algo muy diferente, por ejemplo, de ser medio Católico y dejarse ver por la iglesia durante media hora un día a la semana. En primer lugar están los rezos diarios. Después de levantarse hay que saludar a los ancestros, al Orisha que se ha recibido como “Santo de cabeza” y a los que se recibieron como complemento, y por supuesto a Olodum como deidad suprema. Y si se va a tomar alguna decisión importante en el día con posible trascendencia, se consultará al oráculo antes de decidir. Todo esto es imposible para una persona en situación de internación, y en un marco que desvaloriza todo ello ni lo considera parte de la salud. Por ejemplo, si a un paciente se le impone una cirugía intempestiva, y pide hablar previamente con el capellán, la cirugía se demorará hasta que la charla tenga su lugar. Pero si otro paciente pide hablar con su Pai o Mâe, nadie lo escuchará. Otra de las exigencias consiste en acudir al Terreiro (Templo), y tener deferencias para con el Pai o Mâe, mostrándoles respeto por su Orisha, ya que esos líderes han "nacido" del Orisha. Y en caso de consultarles o realizar algún tipo de "trabajo" o ebó, se deberán pagar los derechos correspondientes, independientemente de que cada vez que alguien de la misma familia religiosa ofrezca algún tipo de celebración se tendrá la obligación, no solo de acudir, sino de cooperar en los ritos. Cada vez que se celebra el “cumpleaños de Santo”, es decir, la recuerdo anual del día en que se fue iniciado, se celebrará normalmente una fiesta con decenas de invitados, que puede llegar a costar mucho dinero si es amenizada con música sagrada. Más dos días de preparaciones entre rituales, comidas, montaje del trono, compras, limpiezas, habilitación del espacio, etc. Las actividades religiosas, son bastante frecuentes, especialmente en las casas religiosas con muchos “filios” (hijos/as) y se celebran normalmente los fines de semana. Ciertos rituales requieren la colaboración de varios religiosos/as un día o dos antes del comienzo, dándose a veces jornadas en las que se comienza con las actividades a las ocho de la mañana y se termina a las diez de la noche, como es el caso de cierto día durante las iniciaciones (que normalmente duran siete días). Es decir, que la actividad religiosa, si se cumplen los preceptos y se es un religioso de verdad (en esta religión estar iniciado equivale a ser sacerdote), consume bastante del tiempo y la energía del creyente, amén del esfuerzo económico que supone. Dejando de lado la ardua tarea de aprender rituales, canciones, bailes, mitología y preceptos, la determinación que en nuestra opinión puede afectar más, es la que resulta de la creencia en el destino y la intervención de los espíritus en la vida de cualquier creyente.
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06: Cuestión sexta. Las obligaciones y prohibiciones Para comprender este aspecto hay que pensar que cada Orisha tiene sus gustos y preferencias, correspondiéndole un tipo de comida al tiempo que rechaza ciertos productos, una determinada forma de bailar, el uso de colores específicos que deben de ser de elección preferente a la hora de vestirse, y determinados animales y ofrendas. Ser "hijo" de un Orisha implica seguir los preceptos y cumplir con las prohibiciones y mandatos, ya que de lo contrario acarrearía automáticamente pérdida del ashé, y por tanto algún tipo de desgracia. La prueba más dura a la que hay que someterse es la de la iniciación, la cual dura una semana aunque el proceso se alarga durante un año, y que salvo que el Orisha que se recibe lo exima debido a las condiciones desfavorables, se deberá vestir de blanco y llevar la cabeza tapada después de haber sido rapada en la iniciación, portar los collares recibidos, no dar la mano a nadie, comer en el suelo, estar en casa antes de la puesta de sol, no salir a divertirse, restringir las relaciones sexuales a un mínimo, no comer nunca más aquello que ha sido señalado en la iniciación, amén de las obligaciones de tipo religioso que comienzan tras la iniciación. Todo ello durante un largo año, tras el que después de tres rituales obligatorios, el iniciado podrá considerarse como verdadero hijo de un Orisha. A partir de entonces, no deberá comer ciertos alimentos, tendrá que evitar vestir algún color determinado, y hacer todo aquello que le fue recomendado en su itá, una de las ceremonias de la iniciación en la que se le interpreta el oráculo que le corresponde y se le habla sobre su pasado, presente y futuro. En este ritual de varias horas se le dan las directrices conforme a las que habrá de vivir desde entonces de acuerdo a lo que dicta su Orisha personal, y con quien ya se identificó. Prohibiciones son también las que se desprenden de los oráculos cuando aparece que no se deben de realizar ciertas acciones. Conscientes de que es peligroso e irresponsable no respetar las prohibiciones, los religiosos toman decisiones, o dejan de tomarlas, en función de lo que se les haya dicho en las consultas.
07: Cuestión séptima. La indiferencia del equipo de salud En su importante ensayo "La nueva política cultural de la diferencia"xii, Cornel West ofrece una genealogía de las presentes políticas de inclusión de lo diferente, que en lo particular encuentro lúcidamente concisa y perspicaz. Esta discurre, hasta cierto punto, sobre las posiciones que trato de delinear en esta reflexión. De acuerdo con West, la presente inclusión de las diferencias culturales tiene tres coordenadas generales.
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1- El desplazamiento de los modelos europeos de alta cultura (high culture), como modelo universal de cultura, y de la cultura en sí misma. Se trata de una cultura contra la barbarie, contra la gente que golpeaba las fronteras en búsqueda de otras y mejores posibilidades. 2- El surgimiento de los Estados Unidos como potencia mundial y, consecuentemente, como centro de producción cultural y su circulación global. Este surgimiento es a la vez eliminación de las diferencias culturales en función de la instauración de la cultura nor-americana, y sus formas tecnológicas de control de masas por mediación de la imagen. 3- La aparente descolonización del Tercer Mundo, caracterizada desde el punto de vista cultural, por el surgimiento de la sensibilidad ante lo diferente. Interpreto la descolonización del Tercer Mundo en el sentido utilizado por Frantz Fanon: incluyendo en esta interpretación el impacto del advenimiento de los derechos civiles del afro descendiente en la descolonización de las políticas de inclusión, en aquellas naciones que alojan a la diáspora cultural pan-africana. Ahora bien, veamos como aplicar la hipótesis de West, a la experiencia de las minorías religiosas. El habitante del conurbano bonaerense, siempre se mostró ambivalente con respecto a las religiones de origen africano. Por un lado se las califica como a un primitivo producto de la ignorancia y la superstición, idea proveniente de la identificación con religiones europeas que se creen muy superiores a las minorías religiosas. Y por otro, esa misma población, acude a sus ritos en busca de cualquier remedio para los problemas físicos, económicos, morales, sentimentales, de justicia, etc. Incluso las élites económicas tienen cierto respeto y curiosidad hacia unos poderes desconocidos y temidos, aunque en público, muestren desprecio por creencias y prácticas de una clase social considerada inferior. Pienso que, por mucha incomprensión que se haya alimentado hacia esta minoría religiosa en particular, todos hemos escuchado historias que hacen referencia a la supuesta efectividad de los "trabajos", realizados por personas que practican alguna de las religiones originadas en África o el espiritismo. Muchos demuestran estar familiarizados con las figuras más conocidas del panteón yoruba, ya que asistieron a las “celebraciones de caridad” (abiertas a la comunidad), o bien acudieron a un Pai local para que”les solucione” algún problema. Pero otra cosa muy distinta es el encuadre en el que debe moverse esta minoría religiosa en una sociedad impregnada de cristianismo, y que le atribuye a la acción del demonio la efectividad práctica de sus ritos. A pesar de que el artículo 14 de la Constitución de la Nación Argentina, asegura el derecho a la libertad religiosa. Muchos Comunidades Umbanda tuvieron que pelear ante los tribunales por su
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derecho a sacrificar animales al igual que lo hacían los antiguos islámicos y judíos en un pasado no tan arcaico. Claro está que para la mentalidad del que poco conoce sobre el tema, es difícil de digerir que regularmente aparezcan ciertos envoltorios, despojos de animales, ofrendas frutales, etc., en las plazas, cruces de camino, orillas del río, las playas del mar o ríos, vías de ferrocarril y otros lugares. Según mi experiencia, esta religión es incomprendida no porque se cante y baile, o se “entre en trance” (algunas participes de iglesias evangélicas, o del catolicismo carismático también pueden experimentar estados alterados de conciencia). Ni porque se sacrifiquen animales, puesto que islámicos y judíos también los llevan a cabo (recordemos la ritualización del sacrificio de animales destinados a la alimentación “kosher”) Los antropólogos creen que la explicación radica en que es una religión de origen africano, es decir de antiguos negros esclavos a quienes se consideró como inferiores. También recordemos la presentación insultante y llena de prejuicios y falsedades con que Hollywood trató el tema, explotando una imagen de primitivismo y barbarie, con el fin de alimentar el morbo de una sociedad necesitada de sensaciones fuertes que le hagan salir de la monotonía. O el tratamiento que suele dar la prensa manipulada por las religiones históricas, que ponen de manifiesto la incomprensión de la sociedad sobre prácticas culturales minoritarias. Esta actitud, fomenta la percepción negativa de la sociedad hacia una religión que para colmo practica el secreto, con lo cual ofrece argumentos a quienes quieren ver en ella una obra demoníaca.
08- Cuestión octava. Hospital, ambiente enrarecido Permítanme agregar algunas salvedades al cuadro general, salvedades que, en mi opinión, hacen de este momento presente uno muy distintivo, y en el cual cabe preguntarse sobre los cambios en la cultura popular del conurbano bonaerense. Walter Benjamín, en sus tesis sobre la filosofía de la historiaxiii, sostenía en el siglo XIX, al igual que Nietzsche, que no hay progreso, que no hay un gran y único relato, ni un cuadro ovnicomprensivo de la historia; sólo representaciones del pasado construidas por los grupos y las clases sociales dominantes, es decir: una visión de la historia y la memoria enmudecida por los vencedores. Primero, debemos recordar las ambigüedades del cambio de miradas que desde Europa desciende hacia Latinoamérica, puesto que incluyen una relación ambivalente de América hacia la
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alta cultura europea; y la ambigua relación de Latinoamérica con sus propios rangos étnicos internos. Hasta fines de la segunda guerra mundial, Europa Occidental no tenía etnicidad, o no reconocía tenerlas. En cambio Latinoamérica siempre tuvo una serie de etnias, y en consecuencia, construyo una jerarquía de valores étnicos que condicionó su praxis política. Y, por supuesto, en silencio y sin ser reconocida, la cultura popular sudamericana siempre debió permitir dentro de si, tradiciones vernáculas populares asociadas a “lo afro-Latinoamericano”, entre otras tradiciones culturales. Lo primero que se percibe al acercarse a pacientes que participan de minorías religiosas, es que a pesar de la acogida tolerante, existe una barrera que no permite conocer lo que sucede en su experiencia interior como paciente (o nadie se cuestiona por ella). Sin adherirnos a una minoría religiosa tan estigmatizada como la que nos entretiene, también podemos recordar las experiencias de (por ejemplo) las pacientes islámicas o judías ortodoxas, en lo que se refiere a las restricciones en la exhibición del propio cuerpo durante sus visitas a los centros de salud. Sobre este capítulo (el secreto y las prescripciones de pureza o el cuerpo “tabú”), se podría escribir largo y tendido, por lo que solo haré referencia al tema del secreto. El secreto es algo que se manifiesta desde el primer momento, y que se suele atribuir a la tradición de las sociedades secretas africanas. El secreto surgió como respuesta defensiva, que se vieron obligados a poner en marcha los primeros esclavos llegados al continente. Hoy en día no tiene tanta razón de ser, fuera de los rituales que por tradición han hecho uso de él, a no ser que se esté empleando por otros motivos que nada tienen que ver con lo estrictamente religioso, y si con el ejercicio del poder. Es así cómo algunos desaprensivos se escudan tras la excusa del secreto para no enseñar la religión a sus Hijos de religión, con el fin de mantenerlos ignorantes y dependientes de ellos. Dicho secreto les aseguran visitas constantes de los consultantes, y por supuesto el pago de los derechos correspondientes. Los aspectos económicos sobrepasan el posible abuso de algún Pai y Mâe sobre aquellos consultantes aleatorios, y que se mantienen ajenos a la religión. Ya que alrededor de la religión Umbanda, giran toda una serie de actividades de las que surgen intereses económicos importantes. Un religioso que ha sido iniciado se convierte en sacerdote de la religión, y al exigir ésta mucha dedicación y tener un elevado costo, frecuentemente surge la tentación de pretender hacer de ella un modo de vida. Con esto tampoco pretendemos decir que esta actitud esté generalizada, pero sí se suele escuchar que se dan bastantes abusos.
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Uno de los aspectos más negativos que muestra la religión, es la aparición en escena de una serie de personajes involucrados en actividades delictivas. Es conocido que tanto en Argentina, como en Uruguay y Brasil han ingresado en la religión personas que se dedicaban al narcotráfico, o que bien han pasado a practicarlo como forma de obtener ingresos fáciles. Es conocido el hecho de que hay Pais y Mâes en la cárcel, debido a sus actividades con el narcotráfico u otros delitos (pero también hay en ellas Sacerdotes católicos, Pastores evangélicos, Imanes islámicos, Judíos ortodoxos y Maestros hinduistas). Este hecho, junto con el secreto, las formas africanas, los abusos en el aspecto económico, los sacrificios, y la mala imagen ofrecida por los medios de comunicación, realimenta la desconfianza de la sociedad hacia las religiones de corte Africano, y sus practicantes. Baste recordar, entre otros, el caso de Ramoncito González en la provincia de Corrientes durante fines del 2006, o el caso del Pai Jorge Lubrano. Lo que suele ocurrir con frecuencia, y más en los últimos tiempos, es que se acercan a la religión personas de otros ámbitos culturales no afro descendientes, y lo hacen solo como consecuencia del padecimiento de dificultades. Por esta razón, estas personas se encuentran psicológicamente debilitadas, y esto favorece que se presten a manipulaciones con vistas a obtener de sus necesidades un beneficio económico. Otro de los aspectos negativos que se perciben son personalismos y afán de poder, que aparecen en ciertos religiosos que intentan erigirse como representantes y organizadores de la religión, o al menos, pretenden desempeñar un papel preponderante “entre y ante” otros religiosos. Aquí la cosa es más difícil, porque como ya se explicó, las religiones africanas funcionan por medio de clanes ancestrales, familiares o casas religiosas que se mueven con plena autonomía, aunque el resto de los religiosos sepan más o menos cual es su forma de actuar. Los diferentes intentos de organizarse y poner cierto orden en la religión han resultado un fracaso, precisamente por ese afán de protagonismo y por cuestiones personales entre religiosos, ello sin contar con una actitud muy argentina de negarse a perder la independencia y autonomía de que gozan en el ámbito de su casa religiosa. Estos son algunos de los problemas más importantes que arrastra esta minoría religiosa y que enrarecen el ambiente, al punto de que algunos umbandistas prefieren practicar la religión en su casa, evitando así exponerse a las consecuencias que de ellos se derivan, y deciden no participar en ceremonias comunitarias.
09: Conclusiones
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1- Michelle Wallace estaba en lo cierto en su ensayo "Modernismo, postmodernismo y el problema de la visualización en la cultura afro-americana"xiv. Debemos tener presente la profunda y ambivalente fascinación del postmodernismo con “lo diferente”: diferencia sexual, diferencia cultural, diferencia racial, y sobre todo, diferencias étnicas. En general, la medicina revela ceguera y hostilidad hacia la diferencia étnica, por cierta incapacidad para incorporar diferentes pautas de medicina tradicional o folclórica que toda identidad cultural sobrelleva. Sin embargo, no hay nada que el postmodernismo global ame tanto como cierto tipo de diferencia, un cierto toque étnico o exótico. En ese ensayo, Wallace se interroga sobre la reaparición y proliferación de “lo diferente”, sobre cierta clase de ascensión dentro del cuerpo postmoderno global, y sondea si esto no es más que la repetición de una fascinación por lo primitivo, que el modernismo supo tener en alguna oportunidad. Junto a él nos preguntarnos acerca del silencio que rodean estas libertades de contemplación de lo diferente. Y cómo esta libertad, permite e invita, y al mismo tiempo rechaza, la visualización de un tipo de diferencias que en definitiva anula todas las diferencias. 2- Hal Foster afirma que, "lo primitivo no es un problema de asimilación de ancestral, si no, solo una dificultad moderna, una crisis de identidad cultural"xv Ya que esta sobre dimensión de las diferencias, no es más que la construcción modernista de lo primitivo, que incluye un estigma fetichista y el rechazo ante la diferencia originaria. Pero esta afirmación es sólo represión; oculta dentro de nuestro inconsciente político, ya que lo diferente siempre retorna misteriosamente en el momento de su aparente eclipse político y cultural. Esta fragmentación de lo primitivo, manipulada por el modernismo, se convierte en otro producto postmoderno y consumible. Esta manipulación genera una identidad de lo diferente que no representa ninguna diferencia, lo cual confiere al espíritu del postmodernismo global la ambigua apariencia de tolerancia étnica. Pero no nos quedemos solo con esto. Intentemos recordar cómo la vida cultural, sobre todo en Occidente, aunque también en otras partes, fue transfigurada en nuestros tiempos por las voces de los marginados. 3- A pesar de todo sigue habiendo muchas adhesiones a esta minoría religiosa. Lo cual nos conduce a pensar que la religión Umbanda debe estar cubriendo una serie de necesidades, y ofrece algunas satisfacciones. El nuevo debe elegir aceptar las formas africanas, lidiar con la incomprensión de la sociedad, sortear abusos, manipulaciones e intentos de protagonismo, realizar un gran esfuerzo económico,
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y no dejarse impresionar por el secretismo impuesto y la mala fama que muchos supuestos religiosos han proporcionado a la religión. El que lo consigue y llega a la esencia de esta religión, se encuentra con algo que le llena su vida, con una creencia que le muestra el camino a seguir hasta conseguir que su espíritu se divinice saltándose todos los obstáculos que va encontrando en la vida. En ese proceso se familiariza con espíritus y divinidades y aprende de las experiencias que ellos tuvieron, entablando una relación personal con una de ellas a la cual podrá consultar siempre que lo desee, no sin cumplir siempre sus preceptos y consejos ofrecidos mediante los oráculos. Aprenderá que esta vida es sólo “un trámite” y que tiene reservada una eternidad mucho más elevada conforme progrese espiritualmente tras las reencarnaciones necesarias. 4- No es fácil, sin embargo, el trayecto que hay que seguir para convertirse en un buen Iniciado. El aprendizaje será costoso y requerirá mucha dedicación, pero a cambio se encontrará sumergido en una creencia en la que es posible el contacto directo con unas divinidades, entendidas como energías de la naturaleza que hacen funcionar el mundo. Deberá aprender a propiciarlas, a identificarse con ellas, a buscar sus favores, a canalizar sus efectos, pero sin olvidar que todas esas energías son expresiones o manifestaciones de un Ser Supremo (Olodum) que todo lo dirige. Una creencia tolerante y no proselitista como ésta, advierte que cada persona tiene la libertad de actuar a su antojo, pero que si no se rectifica, el castigo será aplicado puntualmente. Sobre este tema, los Umbandistas siempre tienen historias ilustrativas que ejemplifican el incumplimiento de las normas. No obstante, como ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad, muchos Umbandistas incurren en una falta comunes a los profesionales de la religión (sea cual sea su denominación): el empleo de la religión para fines no religiosos. 5- Aparentemente, no parece ser Buenos Aires un lugar muy propicio para convertirse a esta minoría religiosa. Aunque visto de una forma positiva, quizá el hecho de padecer valores tan materialistas, fomenta el que se encuentren en la Umbanda, no sólo el fortalecimiento de sus necesidades religiosidad, sino el gran apoyo psicológico que supone sentirse parte de un grupo con el que identificarse. Muchos de los eventos y ceremonias, además de su contenido religioso, ofrecen una ocasión perfecta para socializar, divertirse y sentirse parte de una cultura que se niega a dejarse engullir por las religiones históricas. Esto, también es perceptible, entre los emigrados del litoral argentino
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que adhieren al culto a San La Muerte o el Gauchito Gil. Y que viven su incorporación a las comunidades cristianas, como una traición a sus valores étnicos y culturales. Si ello es bueno o malo, cada cual debe decidirlo por sí mismo. Nadie se olvida fácilmente de su cultura, sus costumbres, la forma de comprender el mundo, imaginar a lo Divino y de relacionarse con los demás. Si a todo ello añadimos la parte espiritual y religiosa, que como es sabido es el mejor refugio en tiempos de dificultades, podemos entender mejor cómo una religión como la Umbanda resulta funcional para muchas personas. Efectivamente, y según el testimonio de las personas en situación de enfermedad. Esta religión les ofrece resultados y respuestas efectivas por medio de los oráculos, les permite obtener ayuda de la red religiosa a la que pertenecen, les proporciona identidad y un espacio para auto reivindicarse y ser reconocido, y como extra, les permite escalar socialmente y hasta entretenerse con los aspectos lúdicos de ciertas ceremonias. 6- Resulta evidente a todas luces que los practicantes Umbanda están en la religión por su propia voluntad, ya que nadie ha tratado de convencerlos para que ingresen en ella. Más bien son ellos los que tienen que poner bastante esfuerzo e interés para convertirse en “hijos de religión”. Aunque pudiera parecer según lo expuesto anteriormente que existen demasiadas cosas negativas que rodean esta práctica. Ciertamente hemos conocido algunas personas que la han abandonado, e incluso han pasado a formar parte de alguna iglesia fundamentalista. Sin embargo, nuestra experiencia indica que las personas que la practican se encuentran muy realizadas, satisfechas y seguras de su religión, además de mostrar un espíritu muy tolerante con respecto a otras creencias. Cosa que no sucede a la inversa. 7- Ser persona en situación de enfermedad y practicante del culto a los Orishas, parece significar en primer lugar, tener comunicación y acceso directo a la divinidad, y a través de los oráculos, disponer de la capacidad de solventar los problemas cotidianos de la vida, y eso significa resultados inmediatos, en contraposición a la idea de cierto cristianismo, para el cual, del sufrimiento en esta vida… depende la vida en el más allá. También les ofrece la religión Umbanda, la posibilidad de acercarse en esta vida a la vida del más allá, comprendiendo mejor la gran incógnita que desde siempre produjo en las personas, aquello que puede acontecer después de la muerte. 8- Por último, a los participes de esta minoría religiosa, se les brinda la oportunidad de ser sacerdotes de su religión, y aunque existen jerarquías, no se da un orden tan severo como en otras religiones con ministros ordenados. Si a todo ello se añade la ausencia de grandes dogmas,
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nos encontramos con una creencia que podríamos entender como más humana por ser más asequible a sus practicantes. Todas estas razones pueden explicar el motivo por el que esta religión se va extendiendo, por los sectores populares de en una sociedad dominada por el consumo de clases y la modernidad. En las leyes fundamentales del país se plasma un espíritu de respeto a la diversidad, pero en la práctica no resulta fácil de conseguir. Es esa posibilidad que permite la ley de llevar a cabo una actividad religiosa, siempre que se respeten las normas culturales, la que permite a esta minoría religiosa expandir su religión por todo el territorio nacional. Una religión que se muestra capaz de explicar el mundo y el más allá a personas sencillas, y que gracias a su carácter pragmático y utilitario, ayuda a solventar los problemas y necesidades de sus practicantes. 9- La religión de esta minoría religiosa, puede asomar como la venganza de los Dioses Ancestrales, y como merecida compensación por las tremendas injusticias perpetrada contra sus hijos, y los hijos de cualquier minoría étnica. Sobre todo en una Argentina, que lentamente se va despojando del lastre del racismo y la discriminación, pero en el que sin embargo, aún alimenta rótulos como “negro cabeza”/”cabeza de termo”/ “boliguayo”, o”peruca”. O que sigue llamando “chinos” a los “chinos, japoneses o coreanos” indistintamente. O “turcos” a los “Islámicos”, y “rusos” a los Judíos. Resulta irónico que sea en nuestro país, que hasta el presente dice sostener al cristianismo de tipo “católico, apostólico y romano”, donde se esté dando una expansión espectacular del culto a los Orishas y ancestros, del cual la religión Umbanda solo es una versión más. A pesar del éxito aparente de la expansión, no por ello dejan de darse fuertes presiones que la ponen a prueba. La llegada masiva de nuevos creyentes, el sincretismo y la influencia de otras religiones y creencias, la desunión entre sus Líderes, la "modernización" de la religión imprimiéndole un aspecto más acorde con esta sociedad, así como la influencia, a veces no muy positiva, que ejerce la literatura que aparece sobre la religión, son aspectos que la tienen en jaque obligándola una vez más a demostrar su capacidad para sobrevivir en circunstancias adversas. Hasta la fecha, los "humildes Orishas africanos” han demostrado su capacidad de supervivencia fuera de su entorno natural. En Argentina, la religión Umbanda tiene que competir en el mercado religioso con otras creencias que están más conectadas a la modernidad, y por tanto resultan más digeribles para la cada vez más uniforme y pragmática mentalidad del mundo occidental. Evidentemente, el reto que tienen por delante es muy grande. ¿Conseguirán sortearlas en el
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futuro, o las dificultades los inducirán a buscar apoyo en prácticas religiosas ajenas a su libertad de conciencia?
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i
“Ante todo, Dios es Padre”. El lingüista e historiador John Thornton, atribuye esta oración a los ritos de adoración Bantúes. Congo, S. IX (d.C.). ii MAZZÁFERO, y colaboradores. “Medicina y salud pública”, en Concepto de salud y relación con el servicio de salud: La participación social. Eudeba. Buenos Aires, 1999. Pág. 555 iii Según reza el Artículo 2do. de la Constitución Nacional: “El Gobierno Federal sostiene el culto católico apostólico romano” iv Esto lleva a incurrir en un doble juego de contradicciones, por un lado la oposición los Art. 14, 19 y el Inciso 22 del Art.75 de la Constitución Nacional. Y por otro, la oposición al Concilio Vaticano II (DH 3,3°: “No se puede forzar al hombre a obrar, en contra de su conciencia. El ejercicio de la religión, por su propia índole, consiste ante todo en actos voluntarios y libres. Se injuria a Dios y al hombre si se niega a éste el libre ejercicio de su religión”) v A cada iniciado Umbanda, se le asigna una deidad u Orisha, que lo ha de guiar a lo largo de la vida, y lo protege de apartarse de los lineamientos espirituales acordados previamente para esta encarnación por Olodum (Dios Creador) vi OGUM, es un Orisha masculino, asociado a la lucha por la justicia, y que muñido de un poder bélico y combativo comanda el ejército celestial. A nivel sincrético (muy propio de la religión Umbanda), suele asociárselo con San Jorge, o San Expedito vii Sacerdotisa de rito Umbanda. viii STUART HALL, "Nuevas etnicidades", Black Film/ British Cinema, ICA Document 7, ed. Kobena Mercer (London, Institut of Contemporary Arts, 1988), 27-31. ix Recordemos que la Secretaria de Culto del Ministerio de Relaciones exteriores, NO registra religiones, si no Instituciones Religiosas. De tal manera que una comunidad de personas, pueden celebrar libremente su religión, sin sentirse obligados a inscribirse en dicha registro. x KARDEC, ALLAN. Fundador de la doctrina espiritista (línea francesa). París 1853. xi En ciertos clanes africanos, a este rito se le denomina Gregre. La esencia y la finalidad del Gregre consisten en la preparación de los adolescentes para convertirlos en hombres y mujeres, e incorporarlos a los ritos y doctrinas del clan al que pertenecen. Así, los adolescente devenidos en adultos, deben absorber el sentimiento de raza, de tribu y de creencias, recibir una educación al culto, a la cosmogonía de su clan, y a los ritos de las costumbre se su estirpe; es decir, que son enseñados a convertirse en dignos miembros de su cultura. xii WEST, CORNEL. "La nueva cultura política de la diferencia", en: Marginación y cultura popular. Russell Ferguson et al. (Cambridge MIT Press, in association with the New Museum of Contemporary Art, 1990), 19-36. xiii BENJAMIN, Walter (1982). Discursos ininterrumpidos. Madrid, Taurus. (1973). Tesis de filosofía de la historia. xiv Michelle, Wallace. "Modernismo, postmodernismo y el problema de la visualización de la cultura afro-americana”, en Marginalización y culturas contemporáneas, 39-50. xv FOSTER, HAL. “Arte, espectáculo y cultura política” (Bay Press, 1985). Pág., 204.
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Breve reseña biográfica sobre el autor Luis Chwesiuk. Argentino, nacido en Buenos Aires a fines de 1963. Realizó estudios regulares de Filosofía y Teología. Fue ordenado sacerdote, pero se dedicó a ello por muy poco tiempo. En la actualidad ejerce la actividad docente, entre otras de orden social. Tras una breve experiencia teatral, se decide por la escritura de guiones de video con fines educativos, para el Departamento de Comunicaciones del I. S. E. dE. T. En el territorio de la plástica fue discípulo de Pérez Céliz y Claudia Aranovich; y en el de las letras, joven amigo de Roberto Juarroz (+1995), Olga Orozco (+1999) y Valerio Peluffo. También supo Intercambiar asidua correspondencia con Néstor Perlongher, a quien acompañó en dos de sus últimas interacciones en la Ciudad de San Pablo (enero y noviembre de 1992). Además, compartió correspondencia personal con Don Hermes Villordo, entre otros escritores, a los que recurría en búsqueda de orientaciones de estilo y críticas. Aprendió del poeta cordobés Juan Filloy, el arte de los encuadernadores manuales, el paciente diseño artesanal de su propia producción, y una tangible vocación por preferir el protagonismo de su producción, al de su propia persona. De vida silente y solitaria, no supo estrechar vínculos con poetas de su generación, dándole a su obra un estilo original y de personalísima identidad estética, que deja trascender intimidad, sapiencia y exquisitez. A su manera, escogió mantenerse alejado del indudable sistema de humillaciones que supone la industria editorial. Y voluntariamente eludió o evitó mediante una conducta sinuosa, la entrada o la participación dentro del circuito del campo intelectual y de sus reglas internas. En 1984 inicia su militancia social fundando el Grupo Salmuera, taller de literatura y plástica para jóvenes de la Cava de Fiorito (Zona Sur del Gran Buenos Aires). Este fue el lúdico inicio de su compromiso de militancia, junto a pacientes crónicos en situación de exclusión social, ejercido hasta el presente. Luego de participar de múltiples muestras colectivas, en diciembre de 1992 realiza la primera muestra individual de sus pinturas (Casa de La Cultura de Adrogué). Y en 1994 auto edita: “Zona Franca”. El primero de entre una larga lista de textos éditos o inéditos. Sus libros auto editados, desde ese instante al presente, suelen asomar y disiparse haciendo al juego de presencias y ausencias, tan propias a su naturaleza.
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Su modo de publicar se limita a ediciones de autor de 200 ejemplares, de confección manual numerada y entregados por él mismo a sus destinatarios; un trabajo a la vez artesanal y de ofrenda amical. Aun editado, si sus escritos son publicados no son expuestos a la venta, o suelen asoman en las mesas de ofertas y rezagos. Ya que a su propio decir: solo confía en la “distribución azarosa y predestinada que depende de los amistosos estantes de libros usados”. Otro de sus recursos consiste en “liberar sus libros”, abandonándolos intencionalmente en espacios públicos, al estilo de los cultores de la “Book Crossing”. A instancias y petición de Valerio Peluffo y Juan Filloy, decidió participar únicamente de concursos internacionales de poesía, recibiendo las siguientes distinciones: - Concurso Internacional de Poesía / Sociedad Estanislao Leczinski La Jaula de agua (1er Premio Autor Latinoamericano) Varsovia / 2000 - Concurso Internacional de Poesía / Fundación Pier Paolo Pasolini Sonetos Clandestinos (1era Mención del Jurado) Bolonia / 2005 - Convocatoria Internacional Fundación Calouste Gulberkyan Filtraciones Neutras (Faja de Honor al Autor Extranjero) Lisboa / 2007 - Concurso Internacional de Poesía / Sociedad Cultural José Enrique Rodó Leve y Terminal (2do Premio) Montevideo / 2009 - Convocatoria Latinoamericana de Poesía / Asamblea Bolivariana de Escritores Sonetos de Arena (1er Premio) Caracas / 2010 - XIX Convocatoria de Poesía Sudamericana / Fundación Alfonso Reyes Los Dones Amargos (Adquisición) Distrito Federal – México / 2010
Andrés Canelas - Editor -
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