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PAISAJE Y NUEVA LEGISLACIÓN PATRIMONIAL EN CHILE SUJETO, USO SOCIAL Y DEMOCRATIZACIÓN.
[Landscape and new cultural heritage legislation in Chile. Subject, social use and democratization]
FRANCISCO SAN MARTÍN IDE Máster en Planeamiento Urbano y Territorial. Universidad Politécnica de Madrid, España. Arquitecto. Universidad de Chile, Chile. Santiago, Chile.
*
[email protected]
RESUMEN
ABSTRACT
Este artículo propone una discusión sobre la gestión del
This article proposes a discussion on landscape
paisaje en el contexto chileno, así como la necesidad de
management in the Chilean context, as well as the need
incluir esta categoría en la legislación patrimonial. Se
to include this category in cultural heritage legislation.
sugiere que la participación del sujeto es imprescindible
We suggest that the participation of the subject is
para la existencia del paisaje, que se debe comprender el
essential for the existence of the landscape, and that
concepto en su función social en contraposición a la mer-
the concept must be understood according to its social
cantilización, y que es necesaria la incorporación de las
function as opposed to the commodification. Also, the
comunidades en la toma de decisiones. Por ello, es clave
incorporation of the communities into the decision-
considerar la protección de los recursos y el medio físico del
making is necessary. Therefore, it is key to consider the
paisaje, así como también fortalecer los vínculos emociona-
protection of the resources and the physical environment
les y simbólicos que establecemos con él.
of the landscape, as well as to strengthen the emotional and symbolic links that we establish with it.
DER. IMG 01 San Martín, F. (2015). Río Choapa en el sector del pueblo de Mincha. Región de Coquimbo, Chile.
PALABRAS CLAVES paisaje, legislación cultural, patrimonio cultural, planificación urbana, política cultural
KEY WORDS landscape, cultural legislation, cultural heritage, urban planning, cultural policy
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El concepto de paisaje cultural se ha filtrado paulatina-
la gestión cultural y territorial, sigue siendo un libro abierto.
mente en el discurso público, tanto en espacios académi-
Particularmente, lo que se intenta es discutir la relación que se
cos como políticos. Desde el año 1992, la UNESCO hace un
establece entre el paisaje, la sociedad y la política pública para su
reconocimiento de éste en tanto nueva categoría de bien cul-
conservación y gestión.
tural1, cuestión que Chile no ha incorporado en su legislación hasta el día de hoy. Respecto a esto último, parece adecuado
PAISAJE Y SUJETO
adelantar algunas reflexiones y discusiones teórico-prácticas
Seguramente, si hablamos de territorio, resultará una tarea más
sobre esta temática, novedosa en nuestro contexto patrimo-
simple o abordable que hablar de paisaje, y esto claramente es
nial nacional, pero con algunas experiencias en latitudes cer-
una señal importante: el paisaje es un concepto resbaladizo,
canas, considerando los nuevos desafíos institucionales que se
inconmensurable, complejo y a la vez misterioso. El hecho por
exigen actualmente, a saber: un nuevo marco legal para la pro-
tanto es contundente e ineludible; no son sinónimos, la diferen-
tección y gestión del patrimonio nacional a través de una ley de
cia entre ellos existe. Aunque en algunas interpretaciones es
patrimonio, o en su defecto, la modificación de la actual Ley de
sutil, es evidente que no hablamos de lo mismo cuando hablamos
Monumentos Nacionales.
de uno o de otro (Martínez de Pisón, 2009). Asumamos por lo
El presente texto tiene como objetivo, por lo tanto, plantearse preguntas en torno al paisaje, más que encontrar respuestas concretas y taxativas. Esto nace de constatar que el paisaje, en tanto espacio de teorización y de operatividad en
1 El año 1992 la Convención del Patrimonio Mundial elaboró el primer instrumento legal internacional para reconocer y salvaguardar los paisajes culturales (Sesión 16° del Comité de Patrimonio Mundial).
ÁLBUM | PAISAJE Y NUEVA LEGISLACIÓN PATRIMONIAL EN CHILE
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pronto como territorio aquel espacio delimitado, medible, físico,
(Carapinha, 2009), o como indica Augustin Berque (1999), en
que podemos considerar además como un espacio social (Capel,
una dinámica móvil y cambiante donde se entrelazan el que per-
2017), que presenta una variedad de elementos que están en
cibe y lo percibido (citado en López Silvestre, 2009), por lo
constante interrelación.
tanto, ¿la definición de paisaje está dada por una acción comunicativa y dialéctica?
Ahora bien, por otro lado, podemos decir que en esencia el paisaje está constituido por dos categorías, como lo asevera
El paisaje permite establecer un diálogo multidisciplina-
Martínez de Pisón (2006, p. 142): aquella que contiene los ele-
rio sobre el medio donde se desenvuelve el ser humano, per-
mentos que están presentes en el territorio de manera relacio-
mite generar debates y críticas respecto a nuestros anhelos y
nal, consecuencia de procesos económicos, sociales y naturales
deseos, a plantearnos escenarios óptimos para mejorar nues-
(e históricos, desde luego); y por otro lado, aquella que dice rela-
tra calidad de vida en un territorio determinado e interpretar
ción con la percepción y asignación de valor desde fuera a dicho
al mundo. Esto se transforma en condición importante para
territorio y a sus elementos que los constituyen, desde una
su conceptualización, ya que pese a su ambigüedad relativa,
dimensión simbólica-cultural.2 «Esto nos sugiere que el paisaje
fomenta el encuentro de distintas visiones, disciplinas y agen-
en el sentido estético, presuponiendo nuestros órganos bioló-
tes que participan en la construcción del hábitat, originalmente
gicos, es una categoría cultural. En realidad, propugna una rup-
iniciado por dos áreas aparentemente tan distantes: la litera-
tura de la simbiosis inconsciente del hombre con su medio físico
tura y la pintura por un lado, y las ciencias de la naturaleza por
natural» (Marchán Fiz, 2006, p. 26).
otro –y hoy día desplazándose hacia los campos de la sociología, el derecho y la política (Maderuelo, 2006)–. Sin embargo,
Por tanto, la diferencia sustancial del paisaje respecto al terri-
nos lleva a revisitar otras preguntas para abrir el debate; si el
torio está en la aceptación del sujeto (y su subjetividad) como
paisaje es una forma de interpretar el mundo, como lo señala
agente que elabora dicho paisaje, estableciendo una relación
Joan Nogué (2006) o Javier Maderuelo (2006), ¿quiere decir
e interpretación del objeto (del territorio) (Corbera, 2016). Es
que el paisaje no es únicamente mundo ni ser, sino que además
decir, si el territorio es un espacio físico y social, el paisaje amplía
es el significante y sentido que elaboramos sobre él?
está visión incorporando lo simbólico y configurándose como un constructo cultural (Maderuelo, 2005, p. 38), como un velo, un
Con estas preguntas, es claro que el paisaje, al menos, trasciende
tamiz con el que el hombre percibe el mundo (Besse, 2006). Así,
a lo material y lo presente en el territorio. Incluso va más allá de
«El territorio es una expresión geográfica, política y social, mien-
asumir la participación del sujeto en su construcción. El paisaje,
tras que el paisaje conserva significados simbólicos y afectivos»
por lo tanto, se centra en el sistema comunicativo y dialéctico
(Milani, 2006, p. 76).
entre el sujeto-objeto, en la relación entre la sociedad y territorio (Tarroja, 2006). Así como el concepto de monumento se ha
Entonces, cabe replantearse algunas interrogantes ya realizadas
desplazado desde la preocupación exclusiva del objeto mate-
por algunos pensadores del paisaje, sobre todo aquellos prove-
rial hacia la relación que establecemos con dicho objeto (lo que
nientes de la literatura y las artes; si la diferencia entre territorio
podría entenderse por patrimonio en una de sus acepciones), es
y paisaje radica primordialmente en la subjetividad y sensibi-
plausible entonces comprender este desplazamiento entre los
lidad ¿es posible aseverar que el paisaje está en uno, en tanto
conceptos de territorio y paisaje.
individuo o colectividad (Besse, 2006)? ¿La noción de paisaje se aloja en el sujeto y no en el mundo, o en el mejor de los casos, se aloja en el sujeto-en-el-mundo (Capel, 1973)? O bien, plantear un cuestionamiento intermedio en donde el paisaje se constituye como la relación que establece el sujeto con el objeto
2 El Convenio Europeo del Paisaje define paisaje como «…cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos» (Consejo de Europa, 2000, pág. 2).
P21 IMG 02 Friedrich, C. (1818). Der Wanderer über dem Nebelmeer (El caminante sobre el mar de nubes).
Algunos han definido al paisaje como reflejo de la cultura, pero
Al parecer la discusión en torno al paisaje está lejos de con-
es fundamental destacar que el paisaje no es sólo reflejo, sino
cluir, más aún desde una posición teórica y crítica. Lo que parece
que es un hecho profundamente cultural (Martínez de Pisón,
claro y necesario es que la dimensión de la gestión del paisaje no
2009). Asumir que es un reflejo de la cultura significaría asumir
puede quedarse exclusivamente en lo discursivo y debe pasar a
que tiene un rol pasivo, cuestión inexorablemente dudosa res-
la praxis. Se debe reconocer, respecto a esto, que el paisaje se ha
pecto al planteamiento inicial de este escrito. Es el hombre el
cristalizado en la preocupación por la protección de los bienes
que transforma el paisaje, por lo tanto se transforma en cultura;
culturales y en la ordenación y gestión del territorio, por lo tanto,
de ahí que paisaje cultural, bajo esta óptica, pasaría a ser una
es fundamental establecer mecanismos y estrategias que contri-
redundancia. Sin embargo, nuevamente aparecen interrogantes
buyan a la elaboración de instrumentos y herramientas que posi-
respecto a esto; si el hombre modifica al paisaje y la relación es
biliten el proyecto de paisaje.
dialéctica, habría que preguntarse entonces si el paisaje puede transformarlo a él, si existe en el paisaje un genius loci3 que determine al hombre.
3 Concepto romano que significa espíritu del lugar.
ÁLBUM | PAISAJE Y NUEVA LEGISLACIÓN PATRIMONIAL EN CHILE
P22 EL PAISAJE COMO PRODUCTO.
relación comunicativa con el territorio, que hace posible la existen-
DESDE LO ESTÉTICO A LO ÉTICO
cia del paisaje (insistamos, sin sujeto no hay paisaje).
Muchas veces, se tiene la percepción del paisaje como producto, asimilando dicho concepto a lo propuesto por Henri Lefebvre
Dicho lo anterior, habría que reflexionar y asumir que existen
(2013) en su reconocido libro La production de l’espace, y cier-
alternativas para la gestión del paisaje, que no pongan en tensión
tamente lo es, pero con esta única perspectiva se corre el riesgo
y en riesgo su existencia. No cabe duda que el paisaje es diná-
de caer en una construcción banal y superficial del mismo.
mico, se va transformando en el tiempo conforme a los procesos
Históricamente, se ha visto al paisaje como una imagen cuya
naturales y sociales, así como también conforme a las disputas de
plástica rimbombante es digna de asombro, disfrute y regocijo.
poder (Mitchell, 2003). Y en tanto bien cultural dinámico, su con-
Esta visión fundamentalmente estética no es ajena a una postura
servación debe superar las visiones estáticas y monolíticas, y debe
ideológica, y es lo que se debe poner en entredicho, acusando el
caminar hacia la definición de los valores que lo hacen singular y
peligro que esto supone.
que lo dotan de autenticidad. Esto último señala la importancia de los procesos recientes, de su funcionalidad en tanto territorio pro-
Al asumir al paisaje únicamente desde este enfoque, se olvida –o
ductivo y de las relaciones que establece con sus elementos.
se deja en segundo plano– al sujeto que hace uso de dicho paisaje; como se ha visto antes, el sujeto cumple un rol primordial.
El uso social del paisaje, por lo tanto, se debe asumir a partir del
Por tanto, al dejar de lado al usuario, que dota de sentido y razón
rol funcional que tiene en el territorio. Un ejemplo para ilustrar lo
al paisaje en cuestión, cobra relevancia máxima el valor de cambio
planteado: si el paisaje que se está tratando son viñedos, las accio-
del bien cultural, por sobre su uso. Dicho de otro modo, el paisaje
nes tendientes a la conservación del paisaje debiesen apuntar
se transforma finalmente en una mercancía, en un bien transable,
hacia el fomento de la actividad productiva vitivinícola, al apoyo y
ergo, reemplazable.
valorización del trabajo campesino, a la capacitación en oficios tradicionales, a la mejora de las condiciones de producción y comer-
Respecto a esto último, demás está mencionar la infinidad de pro-
cialización, sólo por mencionar algunas. Esto supone un foco en
yectos de explotación de recursos naturales que quiebran con
los aspectos éticos del paisaje. Por el contrario, centrarse exclusi-
las estructuras y los componentes que sostienen el sistema, gol-
vamente en los aspectos estéticos, sería intentar mantener cada
peando a las ya frágiles actividades económicas locales que definen
uno de los viñedos, forzar a los campesinos que vistan de manera
las relaciones en la comunidad, carcomiendo el aspecto físico-am-
tradicional, transformar las bodegas de vino en museos, constru-
biental del territorio, destruyendo prácticas culturales determina-
yendo una puesta en escena de un sistema productivo y cultural
das y debilitando el sentido de pertenencia, arraigo e identidad de
obsoleto en el contexto económico de un territorio determinado.
sus habitantes. Pero por otro lado, podemos ser testigos de otras expresiones menos evidentes de la mercantilización del paisaje. No
En consecuencia, es la funcionalidad del territorio la que deviene
es extraño encontrarnos con paisajes como marca registrada de
en una expresión formal, estética, y no lo contrario. La estética y
países y regiones para generar atracción turística, ya sea por medio
la “belleza” del paisaje se transforman en un medio para la inter-
de idílicas vistas naturales –o naturalizadas–, por vastos parajes
pretación de su esencia, para determinar las relaciones que están
agrícolas o por los bullentes centros históricos urbanos. Podríamos
en juego –más bien en disputa y en conflicto, porque en el pai-
incluso pecar de ingenuos y pensar que detrás de ello haya una
saje también perviven relaciones de poder (Nogué, 2009)– y así
buena intención (desde luego es mejor conservar los paisajes que
identificar cuáles son los valores, atributos y características que
destruirlos); sin embargo, producto de una actividad económica
dotan de autenticidad a dicho paisaje. Los procesos museísticos
que aparentemente valora al paisaje, éste corre un gran riesgo de
y escenográficos desvirtúan esta lectura. El paisaje es un recurso
desaparecer, no necesariamente por la pérdida de sus condiciones
en sí mismo, mientras siga cumpliendo una función social y man-
materiales, sino por el desplazamiento del sujeto y el quiebre de la
teniendo su valor de uso.
P23 IMG 03 Geddes, P. (1923). The valley section from hills to sea. Nueva York, Estados Unidos de América.
DEMOCRATIZACIÓN DEL PAISAJE. DEFENSA Y PARTICIPACIÓN
Es claro que la movilización social por la defensa del paisaje tiene
En definitiva, estos movimientos sociales están vinculados con
grandes similitudes con las movilizaciones por la defensa del
procesos de identificación y reafirmación del sentido de perte-
patrimonio (si es que no son lo mismo).; es reflejo de una asimi-
nencia a un territorio, de manera de localizar expresiones cultura-
lación rápida y próxima de lo que despierta este concepto en la
les y que las comunidades se sientan parte-del-mundo. Esto cobra
sociedad civil. El paisaje apela a la sensibilidad, a la memoria y
especial sentido, toda vez que las intervenciones actuales en los
a los sentimientos, por lo tanto, es primigeniamente emotiva e
territorios provienen de prácticas propias del modelo económico
inmaterial, no pone en primera línea ningún otro tipo de reivindi-
neoliberal que avanza a paso firme hacia la homogeneización
cación política tradicional, aunque muchas veces estas converjan
y deslocalización. Estos movimientos sociales son una defensa
en el desarrollo de un proyecto político. La defensa del paisaje es
férrea al valor de lo local, de la diferencia y de la diversidad.
transversal y se agrupa en torno a la sensibilidad que despierta este bien cultural, para su apropiación y uso social.
Por lo tanto, pensar en la gestión del paisaje es pensar en una gestión incorporando a las personas, porque sin las personas (o
La intervención y transformación del paisaje es entonces una
el sujeto), el paisaje no existe (Nel.lo, 2007). La comprensión del
acción que afecta directamente a las comunidades que ahí habi-
paisaje como un ente dinámico, construido social y culturalmente
tan y estas comunidades, en consecuencia, reaccionan. Podemos
hace fundamental la participación efectiva de quienes utilizan
interpretar entonces, que la conciencia del valor del paisaje
dicho paisaje, en todas las fases de decisión (Mata, 2006), cues-
se activa cuando se encuentra en riesgo. El hecho que éste se
tión que interpela directamente a la institucionalidad y al ejerci-
active, evidencia que el vínculo emotivo existe de manera latente
cio del poder en el territorio.
y somnolienta, pero que necesita de una alerta para despertar y practicar acciones concretas.
LA GESTIÓN DEL PAISAJE
A modo de conclusión, cabe preguntarse qué rol puede cumplir Dicho esto, los movimientos sociales por la defensa de nuestros
la gestión cultural y la planificación territorial en la gestión del
bienes culturales vienen a poner en la discusión política la ges-
paisaje. Y es en la coyuntura de esto donde se ha dado una dis-
tión de nuestros paisajes y patrimonios desde una mirada dis-
cusión enriquecida por distintas disciplinas y actores; la opor-
tinta a la tradicional. Exigen nuevas formas de mirar el desarrollo
tunidad de generar un diálogo que abra el espectro a diversos
de la sociedad, su impacto directo en el territorio y las relaciones
saberes y que no cierre el debate a lo estrictamente vinculado a
que establecemos en él.
una u otra disciplina es fundamental.
ÁLBUM | PAISAJE Y NUEVA LEGISLACIÓN PATRIMONIAL EN CHILE
P24
Como hemos dicho, el paisaje es ante todo una construcción
REFERENCIAS
social y cultural, por lo tanto, para una correcta gestión hay que
Besse, J.-M. (2006). Las cinco puertas del paisaje. Ensayo de una cartografía
comprender cómo es(son) aquella(s) cultura(s) que lo valora(n), así como también es fundamental conocer su historia. De alguna forma, se trata de poner en práctica una etnografía y arqueología crítica del paisaje, y es aquí donde el ámbito patrimonial debe jugar un rol importante para tensionar el debate.
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Criterios paisajísticos en la ordenación del territorio y el urbanismo (págs.
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ÁLBUM | PAISAJE Y NUEVA LEGISLACIÓN PATRIMONIAL EN CHILE