Órganos de los sentidos
Alumno:
Alfonso Toloza Toloza A. Profesor:
Alex Olivares M. Carrera:
Enfermería Fecha:
12-05-2014
Descripción general: Los sentidos nos proporcionan la información vital que nos permite relacionarnos con el mundo que nos rodea de manera segura e independiente. Esto, por medio de las sensaciones, que son el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para procesar todos los estímulos que recibe: luz, sonidos, sabores, frío o calor, dolor, olores, incluso las caricias, cosquillas y besos. Tenemos cinco órganos de los sentidos: la piel, que nos permite el tacto; los ojos, que nos proporcionan la vista; los oídos, que además de captar los sonidos nos entregan el equilibrio; la nariz, que nos ayuda a percibir los olores, función que denominamos olfato; y, la lengua, que nos da la posibilidad de distinguir una compleja gama de sabores, el gusto.
Sentido del olfato: El olfato es el más sensible de los sentidos, ya que unas cuantas moléculas –es decir, una mínima cantidad de materia– bastan para estimular una célula olfativa. Detectamos hasta diez mil olores, pero como las estructuras olfativas, al igual que el resto de nuestro cuerpo, se deterioran con la edad, los niños suelen distinguir más olores que los adultos. Además de advertirnos de peligros como el humo y los gases tóxicos o venenosos, el olfato contribuye con el gusto, estimulando el apetito y las secreciones digestivas. La nariz es el órgano por el cual penetran todos los olores que sentimos desde el exterior. Es un cuerpo saliente del rostro, ubicado entre la boca y la frente, por debajo de la cavidad craneana. El olfato está relegado al fondo y a lo alto de la nariz, cuyo interior está constituido por dos cavidades, las fosas nasales, separadas por un tabique. La parte interna de la nariz está formada por dos paredes: la pituitaria amarilla y la pituitaria roja o rosada. En la amarilla u olfatoria se encuentran los receptores del olfato, la pituitaria roja o respiratoria, llena de vasos sanguíneos, ayuda a regular la temperatura del aire que entra y sale de los pulmones, entibiándolo.
Así funciona: El proceso olfativo se inicia cuando el aire junto con las moléculas de olor entran a través de nuestras fosas nasales. Cada “olor” está compuesto por muchos componentes químicos distintos, que son recogidos por los receptores. Cada receptor manda el impulso de su compuesto químico, y en el bulbo es donde toda la información se une para componer un olor, por ejemplo “olor a manzana” u “olor a jabón”, y de ahí, pasa a nuestro cerebro y de esa manera somos conscientes del olor y lo almacenamos para próximas ocasiones o para relacionarlo con situaciones, colores, formas, personas, objetos....
Sentido de la visión: El sentido de la vista es el que permite al hombre conocer el medio que lo rodea y relacionarse con sus semejantes. Las imágenes visuales le proporcionan a través del ojo, información sobre el color, la forma, la distancia, posición y movimientos de los objetos. Es el sentido humano más perfecto y evolucionado. El órgano receptor es el ojo o globo ocular. El ojo cuenta con distintas estructuras que lo pr otegen. En primer lugar está la cavidad ósea, llamada órbita, que lo contiene. Luego, los párpados, formados por un repliegue de la piel que lo rodea, la glándula lagrimal situada en el ángulo superior externo de la órbita. Su secreción mantiene al ojo húmedo. Se trata de un medio de defensa y de limpieza, que además evita que se seque la cara anterior a la córnea. Finalmente, están las pestañas y las cejas. Ellas desvían las gotas de sudor provenientes de la frente, que podrían llegar hasta los ojos.
Medios transparentes:
Pupila: orificio a través del cual la luz penetra en el ojo.
Cristalino: especie de esfera achatada formada por membranas
transparentes de consistencia gelatinosa. Es el encargado de enfocar las imágenes. Retina: membrana compuesta en su mayoría por células nerviosas y tienen la propiedad de ser fotosensibles; en la retina es donde se forman las imágenes. Iris: Es la porción coloreada del ojo, correspondiente a una membrana que se localiza entre la córnea y el cristalino, y cuya abertura redonda y central (la pupila) regula la entrada de luz al ojo mediante su contracción y dilatación. Córnea: estructura en forma de cúpula que se halla en la parte frontal del ojo y que protege el iris y el cristalino además de ayudar a centralizar la luz en la retina.
¿Cómo Funciona? El ojo adulto registra por día millones de datos, es decir, partículas de luz reflejadas por los objetos que penetran el ojo hasta llegar a la retina. A una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, la onda luminosa primero pasa por la córnea, que recubre el iris y se encuentra protegida por la conjuntiva. Luego entra en la abertura del centro del ojo la pupila, antes de pasar por la lente, que puede cambiar su curvatura gracias a la acción del músculo ciliar. Por últi mo, atraviesa el humor vítreo (que constituye un 80 por ciento del volumen del ojo), para culminar su travesía en la parte posterior del globo ocular, donde se encuentra la retina. Allí el nervio óptico transmite al cerebro la onda luminosa, que tarda apenas una fracción de segundo en llegar a destino. Las 800.000 fibras del nervio óptico transmiten al cerebro un flujo de información tan concentrado que se las considera el canal de comunicación más denso del universo.
Sentido del oído: El sentido del oído nos permite percibir los sonidos, su volumen, tono, timbre y la dirección de la cual provienen.
Estructura: El oído se divide en tres secciones. 1.
Oído externo: Consta de dos partes. Una es una porción sobresaliente -tejido cartilaginoso- y revestida de piel- llamada pabellón de la oreja . La otra es el conducto auditivo externo , que mide aproximadamente 2,5 centímetros. Va desde el pabellón de la oreja hasta el tímpano, órgano que vibra con la acción del sonido.
2.
Oído medio: Es una cavidad pequeña. Contiene tres huesecillos articulados en cadena: martillo, yunque y estribo (llamados así por su forma). El martillo está en contacto con el tímpano. El estribo se conecta a la ventana oval, membrana extendida sobre un orificio que se comunica con el oído interno. El oído medio se comunica con la faringe a través de la trompa de Eustaquio. En el extremo faríngeo de ésta hay una válvula normalmente cerrada, lo que evita que el sujeto sea molestado por su propia voz. La válvula se abre con la deglución y el bostezo.
3.
Oído interno: Consta de un complejo conjunto de conductos y cavidades, llamado laberinto óseo, ubicado en el hueso temporal. La parte del laberinto óseo relacionada con la audición, es un tubo enrollado en espiral. Es semejante a una concha de caracol. Estos conductos están llenos de un líquido denominado perilinfa.
Así funciona: Para poder escuchar un sonido, las ondas sonoras deben pasar primero, por el conducto auditivo externo y hacer vibrar así la membrana del tímpano. Las vibraciones se transmiten a través del oído medio por el martillo, yunque y estribo. Al mismo tiempo, originan ondas en el líquido del oído interno. Esos estímulos salen mediante los nervios auditivos superiores.
Sentido del gusto: El gusto consiste en registrar el sabor e identificar determinadas sustancias solubles en la saliva por medio de algunas de sus cualidades químicas. Aunque constituye el más débil de los sentidos, está unido al olfato, que completa su función.
Órganos:
Papilas gustativas: Las papilas gustativas son unos órganos sensoriales que tienes en la lengua y que te permiten percibir los sabores, que se dividen en dulce, salado, ácido y amargo. ¿Cómo funcionan exactamente las papilas gustativas? Bueno, saca la lengua y mírate al espejo.
¿Ves todos esos bultitos? Se llaman papilas, y la mayoría de ellas contienen unos botones gustativos que tienen unos pelitos microscópicos muy sensibles denominados cilios. Los cilios envían mensajes al cerebro sobre el sabor las cosas, para que tu puedas percibir si son dulces, ácidas, amargas o saladas. Lengua: La lengua es un órgano musculoso de la boca y es el asiento principal del gusto y parte importante en la fonación, masticación y deglución de los alimentos. Está cubierta por una membrana mucosa. El color de la lengua suele ser rosado. Su principal función es la contención de los receptores gustativos, que nos permiten degustar los alimentos. También contribuye junto con los labios, los dientes y el paladar duro, la articulación de las palabras y sonidos. Paladar: es una estructura de la boca que la separa de las fosas nasales, es una zona de roce cuya interacción lengua-paladar permite decir las letras.
¿Cómo trabaja éste sentido? Los compuestos químicos de los alimentos se disuelven en la humedad de la boca y penetran en las papilas gustativas a través de los poros de la superficie de la lengua, donde entran en contacto con células sensoriales. Cuando un receptor es estimulado por una de las sustancias disueltas, envía impulsos nerviosos al cerebro. La frecuencia con que se repiten los impulsos indica la intensidad del sabor; es probable que el tipo de sabor quede registrado por el tipo de células que hayan respondido al estímulo. Luego de una exposición prolongada a determinado sabor, las papilas gustativas se saturan, y dejan de mandar información, por lo cual, al cabo de un tiempo determinado se deja de percibir el sabor. Hay cuatro sensaciones gustativas que pueden reconocerse con facilidad: dulce, amargo, ácido y salado. Cada una depende de corpúsculos gustativos diferentes, que se distribuyen en determinadas zonas de la lengua. El sabor dulce se aprecia de preferencia en la punta de la lengua; el amargo en la zona posterior; el ácido en los bordes y el salado en la punta u en los bordes. La zona central de la lengua es insensible a los sabores.
Sentido del tacto: Este sentido es poco considerado en relación con los sentidos catalogados como “importantes”, como el de la vista o el oído, el tacto es el primero de los cinco sentidos que se manifiesta ya desde el período de gestación. El tacto es el encargado de la percepción de los estímulos que incluyen el contacto y presión, los de temperatura y los de dolor. Su órgano sensorial es la piel, que, además, tiene el mérito de ser el órgano más grande del cuerpo. La percepción de estos estímulos externos se realiza a través de las células receptoras específicas que tiene cada una de estas señales en la piel. Se estima que en la piel humana existen alrededor de cuatro millones de receptores para la sensación de dolor, 5 00 mil para la presión, 150 mil para el frío y 16 mil para el calor. La mayoría de las sensaciones son percibidas por medio de los corpúsculos, que son receptores que están encerrados en cápsulas de tejido conjuntivo y distribuidos entre las distintas capas de la piel epidermis, dermis, hipodermis, desde la superficie hacia abajo.
Así funciona: Las sensaciones son percibidas por medio de receptores, que son los encargados de enviar la señal al cerebro y se encuentran alrededor de todo nuestro cuerpo, distribuidos entre las diferentes capas de la piel. Los receptores cutáneos se llaman corpúsculos (Meissner, Ruffini, Pacini, y bulbos terminales de Krause, los cuales tienen diferentes funciones: Los corpúsculos de Meissner, nos permiten identificar la forma y tamaño de los objetos, así como diferenciar lo suave de lo áspero. Los corpúsculos de Pacini son los que determinan el grado de presión que sentimos; nos permiten darnos cuenta de la consistencia y peso de los objetos y saber si son duros o blandos. En algunos casos, el peso se mide de acuerdo al esfuerzo que nos causa levantar un objeto. Por eso se dice que el peso se siente por él sentido muscular. Los corpúsculos de Ruffini perciben los cambios de temperatura relacionados con el calor. Nuestra temperatura normal oscila entre los 36 y los 37 grados. Especialmente sensible a estas variaciones es la superficie o cara dorsal de las manos. En tanto, los corpúsculos de Krause son los encargados de registrar la sensación de frío, que se produce cuando entramos en contacto con un cuerpo o un espacio que está a menor temperatura que nuestro cuerpo. Las distintas impresiones del tacto son transmitidas por los d iferentes receptores a la corteza cerebral, específicamente a la zona ubicada detrás de la cisura de Rolando.
Más allá de nuestros cinco sentidos. Además de la vista, olfato, gusto, tacto, y audición, los seres humanos también tienen un sentido de equilibrio, de la presión, de la temperatura, del dolor, y del movimiento que hacen uso coordinado de múltiples órganos sensoriales. El sentido de equilibrio se mantiene por una interacción compleja de la vista, de los sensores propioceptivos (que son afectados por la gravedad y estiran los sensores en los músculos, la piel, y las articulaciones), del sistema vestibular del oído interno, y del sistema nervioso central. Cualquier trastorno en el sistema de equilibrio o de su integración con el cerebro puede causar la sensación de vértigo o inestabilidad. La cinestesia es la habilidad de sentir las posiciones y los movimientos de los músculos y articulaciones de nuestro cuerpo. Esta habilidad nos permite coordinar nuestros movimientos para caminar, hablar, y usar nuestras manos. El sentido de cinestesia hace posible tocarse la punta de la nariz con los ojos cerrados o saber qué parte del cuerpo debemos rascar cuando tenemos comezón.
Sinestesia. Algunas personas sufren una condición llamada sinestesia que ocurre cuando el estimulo de un sentido evoca la sensación de otro sentido. Por ejemplo, un sonido puede resultar en la visualización de un color, o la percepción de un diseño se puede detectar como un olor. La sinestesia es hereditaria y se estima que una persona por millar tiene esta condición. Las formas más comunes de sinestesia asocian los números o las letras con los colores.
Bibliografía: Tortora Derrickson. Principios Anatomía y fisiología 11ª Edición. Gerhard Thews. Anatomía, Fisiología y Patofisiología del hombre. Frank H. Netter. Atlas de Anatomía humana 5ª Edición. Keith L. Moore. Anatomía con Orientación Clínica 6ª Edición.