JOSE ORTEGA Y GASSET _ 19 3 2/19 4 O
OBRAS COMPLETAS
Estas Obras completas de José Ortega y Gasset, en diez tomo~, suponen la mayor con1pi!ación de los textos del filósofo presentada hasta la fecha. Los seis primeros reúnen las obras publícadas por e[ propio Ortega, incluidos muchos textos cuya primera reimpresión se ofrece ahora. Los cuatro siguientes incorporan aquel!Os textos que habían quedado inéditos a su muerte. Se trata de escritos muy cercanos a una_·yersíón definitiva, entre ellos varios libíos. Muchas de estas obras ven la luz por vez primera. En ambos casos, e[ criterio de ordenación ha sido cronológico. Para la fijación del texto de los seis primeros volúmenes se ha realizado una notable labor de investigación, que ha permitido recuperar numerosos artículos todavía dispersos en diarios y revistas, así como seleccionar las edii::íones pertinentes para el cotejo, a fin de depurar el texto de erratas perpetuadas en ediciones anteriores e identificar sustanciales variantes, que se muestran en el Apéndice. Para la edición de las obras que ,dejó inéditas, se ha trabajado sobre los manuscritos conservados en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset. En 1932 Ortega disolvió la Agrupación al Servicio de fa República y cerró con ello un periodo de intensa actividad en 'la polítíca española, marcada por el advenimiento de la Segunda República: Este tomo recoge todos los textos del final de esa dedicación política, incluidos sus tres célebres discursos parlamentarios pronunciados durante e! debate sobre el Estatuto de Cataluña. Ese alejamiento del primer plano de la vida pública vino acom~ pañado del anuncio de una «segunda navegactónn en su proyecto intelectual. Ortega, cuya obra estaba adquíriendo por ento_nces una gran repercusión internacional, sintió Jáiiecé.Sídi:id' dé:"ahOridáí en su reflexión estrictamente filosófica. La Guerra Civil y el conSi-_ guiente exilio en Europa y América, así como el estallido de' li:í Segunda Guerra Mundial, dificultaron ese deseo de serena mágu:..ración de su pensamiento. Pero estas compHcadas clrcu_nsta~: no le apartaron de su empeño ni le impidieron da'r a la iri1p~ta textos fundamentales como Ensimismamiento y altera'.ciQ;f). Med;tación de la técnica o Ideas y creencias, que ef'!ector t:.friC'On':'" trará en el presente volumen junto a otros trábajOS táh 'SEñ2lái:IOS: , como Goethe desde dentro, Estudios sobre el amor o «MiEión del bíbliotecario». ISBN: 978-84-306-06054
196.1 0770 Vol.'5 .taurus ....
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www.offlprlxcclcmbla.com
. JOSÉ ÜRTEGA Y GASSET
I
ÜBRAS COMPLETAS . TOMO
V
(1932-'1940)
..
© 2006, Herederos-de José Ortega y Gnsset © De esta edición:
2006, Santillana Ediciones Generales, S. L y Fundación José Ortega y Gassct, en coedioión Santillana Ediciones Generales, S. L Torrchiguna, 60. 28043 Madrid Teléíono 9174490 60 Teleíax 91 744 92 24 www.taurus.santillana.es Fundaciónjosé Ortega y Gnsset Fortuny, 53. 28010 Madrid Teléíono 9170041 00
Edición
Fundaciónjosé Ortega y Gasset Centro de Estudios Orteguianos
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Equipo de investigación Carmen Asenjo Finilla, Ignacio Blanco Alfonso, José Ramón Carriazd Ruiz, María Isabel Ferreiro Lavedán, Iñald Gabaráin Gaztelumendi, Azucena López Cobo,Juan Padilla Moreno, Javier Zamora Bonilla .
'
Diseño de cubierta: Pep Carrió y Sonia Sánchez / P~Co i.aCn.sta Primera edición: abril de 2006 Segunda edición: octubre de 2010 l.n Fundación Ortega y Gnssct ha contado, para la presente edición,
con los siguientes patrocinadores:
,,
Director del Instituto Úniversitario de Investigación Ortega y Gasset Juan Pablo Fusi Aizpurúa
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- - S:.inl.mdl'r
ISBN: 978-84-306-0569-9 (obra completa) 978-84-306-0605-4 (tomo V) Dep. Legal: M-43.652-2010 Prlnted in Spain - Impreso en España Queda prohibidn, salvo excepción prevista en In ley, cualquier formn de reproducción, distribución, comunlcndón ptiblicn y transformación de l!Stn ohm sin contnr con autorización dé IDs titulares de In propiedad intelectual. ·~---r:.n illfrñtdóri de los derechos mencionados puede ser có~-titutiva de delito contrn la P~Opiedad Ínlelectunl (nrtS; 270 y sgtS. Código Pennl).
La Fundación ] osé Ortegn y Gnsset
desea agradecer In Inbor realizada por los directores del Centro de Estudios Orteguinnos José Luis Molinuevo (1997-2001) e Ignó.cio Sñnchez Cñmara (2001-2002) 1 ~'f::'el~---: investigador Domingo ttí!fri~Hg~IC;_,i·~::·:· Sñnc:hez (1997-2001), .;/~91 ·· . .:::::;:: _ '-
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ÍNDICE
XV
ESTA EDICIÓN •.•
I
1932 j •• ~:
SOBRE LA RAZÓN SUFICIENTE: ••••.........•••..•••••••. ; ;.;,, .• , ; _.,. '
3 3 4 7 10 11
(POR QUÉ NO PROBARA HACER BIEN LAS COSAS? .•••••••••••••• ; . ; ; .'.
14
HACIA UN PARTIDO DE LA NACIÓN •••...•••.••..••.••• , •.. ;
>; ; ... :;;, . ·
; Antimonarquía y República ....... ; ... :.....:.e ..:... , ... , ... , , Platónica advertentia sobre la respetabilidad del Estado .. ;.• .. ·• , Prisioneros .de lqs suyos ................. ; " , :. ; ; .·:.... " . , . . ESTE SEÑORPEMAN .• L\•. ,., :; •• : ; ; .: ... , ..• : ••. :.e.:,;¡ :'c ..• ;,;.:.• .:..
ESTOS REPUBLICANOS NO SON LA REPÚBLICA .•••..••••. , ; ...•.... ; .
17
HAY QUE REANIMAR A LA REPÚBLICA . . . . . . . . . . . '·
SENSACIONES PARLAMENll\RIAS •• ·'-•; •. , .: •• , .,. , •••••••••. ::.:.i.:;'. :•...
20 22 24
[SEGUNDA INTERVENCIÓN SOBRE.EL ESll\TUTO CAll\LAN]: . .:, .. '..: ;: ••• •. i;
28
.• "·' ••••.••••••••• '
SE ANUNCIAN UNAS MEMORIAS,,, j,, ·.. .', ·'· ••• , , . ; . , • .'.:;e.; ..•. ·:.'
36 45 MEMORIÁS DE QUINCE MESES.- PREPARACIÓN • • • • • • • • • • . • . • • . . . • . • 47 UN MANIAESTO AL PAÍS DISOLVIENDO LA AGRUPACIÓN ••.•...•....•.• 51 EL ESTATUTO CAll\LÁN ••••..••..••• :. , .: ..• , •...•...•. ; ••....••• 54 Estatuto de Cataluña.-Discurso ........................ . 54 · Estatuto de Cataluña.-.-. Discurso de rectificación ....:.: ... ''··'•; '73 PARA EL «ARCHIVO DELA PAU\BRA»i~ ·. ;·: 1.·..-. 0.::- .--, .; .i ~ .. ~:-. • '.-:-.~.:-~ ._:;,~ 86 l. .El quehacer del hombre.. : ; ... : . ' ·.. /. •..: .. :••.".'· :•.' :.: . ,.. ·. ;, : 86 :, ' Il.. Concepto dela historia . ·'·''·. ; ... ; .:.:." ·•· .• : . : . :.: :•: ''.!'• 87 SOBRE LOS Esll\DOS UNIDOS ..••.•••.•....•••..•••.. ·,; L.;.:•.;,;!' POR SI SIRVE DE ALGO:J.·:·'i :,.,, '.! • • '· •• · ••• ; • i'• .:.:;:; ,;: • •',, •• ·i' ¡ : , :', '; , ; .'
i
1
PRÓLOGO A UNA EDICIÓN DE SUS.OBRAS ••.•••.••..•...•.••..•••••• :
.88
AGRUPACIÓN AL SERVICIO DE LA REPÚBLICA.- CIRCULAR ••••...••.•.
100
Nación y trabajo ....................................... . . . l . ' ' Econorrna nac10na ................................... , .. La reforma agraria ..................................... . La vida local. .......................... ·................ . La Constitución ......................... ·.............. . Cuestión religiosa ...................................... . Sanidad............................................... . Duración de las Cortes .................................. .
100 102 103 104 104 105 105 106
SOBRE EL ESTUDIAR'\'. EL ESTUDIANTE.(PRIMERA LECCIÓN DE UN CURSO) •.
267
f • • ; •••••• ' ••••
276
. LA NECESARIA EXPERIENCIA DEL ERROR ...... ~ , , ........ ; ••• ; .••.•
278
' i VIVA LA REPÚBLICA!.
280
[NOTA A LA PRENSA SOBRE LA CRISIS DE GOBIERNO]. ••
••• ; •••••• ; ••• : • ; .••• ; • '• ; • ; ' .• .' •. ; ....•••
Quié~ es
el que grita: ........ ; .......•. : . ; . ; ............. . Porqué lo grita,,,.: .. ; .. : ....• ,.- .... , ;-J .. , •• ,·, · Losrepublicanos que no eran la República ...... , ·.... , ... ; ...... . La opinión pública y sus representantes de ahora .. ; ... •.... : . Contra todas las.demagogias .................... :...... ·.• .... , · La afirmación.de la moral y de la nación ................. ·, .. 1 •• : . : , • • • : • • •
EN NOMBRE DELA NACIÓN, CLARIDAD
GOETHE DESDE DENTRO PRÓLOGO - CONVERSACIÓN. • • • . . . • • . • • • • . . • • . . • • • • . • • • . . . . . •
109
PIDIENDO UN GOETHE DESDE DENTRO.- CARDI A•VN ALEMÁN .. , . . •
120
GOETHE, EL LIBERTADOR •••...•'. '- '.' .: • . . . . . . . • • • . . . • • • . . . • . . .
143
LA POESiA DE ANA DE NoAILLES • . . . • • . . • • • . . . • • . . . • . . . • • • . • •
149
MAuruoo BARRÉS ............................. •.. ••• . • . • • • . . •
156
I·. •...•.. ·...... '°·'•., .. .': ... .- : .
El amor al sino ................. . - ............... ,_-. :. -.. ·- -.. ¿Contra.una política o contra un Régimen? ..... ::,; .. ,.-"•;•., El punto deArquímedes .................. : ;:. : ...•..... , . : El ingreso de las derechas en la República .......... , ....... : El derecho a la defensa de la República ....•.. : ............. .
280 283 284 285 285 286 288 288 290 292 293 294
1934
SOBRE EL PUNTO DE VISTA EN LAS ARTES •••••• •. ;·. , •• : .. ; , •••• ; '. · i 160 0
PARA UNA TOPOGRAFiA DE LASOBERBIA ESPAÑ 0LA (BREVE,. ANALISIS DE UNA PASIÓN) ••.•••..••••••• ; ; ; ••• ;.;: •• ·••..• , ••.
174
MALLARMÉ .••....•••.•... :.. , ..• •.::.: ••••••• .; i'. • • ' •. '·. •• • .. .•
182 195
COSMOPOL!TISMO ••....••..•••.••••••.•... ,..............
199
REFORMA DE LA INTELIGENCIA .•••.•.. : • ·• ••. ; .••• 1•
•
205
EL PROBLEMA DE CHINA.-.-. UN LIBRO DE BERTRAND RUSSELL •.•.. ,
212
MAxSCHELER.-. UNEMBRIAGADODEESENOAS(l874~1928) •• ••
216
•••• :
SOBRELASINCERIDAD:TRIUNFANTE::::; •• .-;·;'; ,._ ;·.
• • • • •
• •
1. ' ' • • , : , • ,,. · · .. 221
ABEJAS MILENARIAS •..•••...•••..••...•••. ; ; • e ••••
; : • ': • • • • , 225
LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA DE HEGEL Y LA HISTORIOLOGiA •••• , . .
1 '.; .'.'. • ; . · " · ' • .'; • • • • ,
'297
Los QUE ESTUDIAN FILOSOFiA COMO 1'ROFESIGNi y LOS QUE BUSCAN ' '
PARA UNA PSICOLOGiA DELHOMBREINTERESANTE.-. CONOCIMÍENTO DEL HOMBRE •••...•••..••••..••••••••.. ; ·•• : :. ;' ; •.• : ••••• •
SOBRE LAS CARRERAS •••••.......•••... ::.::
·· 229
LA viDAi.•. ;•.: • •"••••• ;: •• ,., ••••• ;
: ••
··312
LA ÉPOCA DE UN PROGRESO Y LA ÉPOCA DE UN PELIGRO •••.•..•••.•.•. LAs OPINIONES PARTICULARES DE LOS HOMBRES
315
CONTRA LA FE DE SU TIEMPO SON INAUTÉNTICAS .........•.........
318
PRÓLOGO A !ESPAGNE GRANDIOSE ET FANDISTIQUE, DE SERGE RoVINSKY .•.•
322
UNA CLARIDAD SOBRE
1 <.;;.
1935 UN RASGO DE LA VIDA ALEMANA. • • . . • • • • • • • . . • . . . • • • • . . • . . • • • • • .
327
l. Veintitrés años después.- Impresión sincera e impresión
1933 SóBREENSIMISMARSEY•ALTERARSE i'.
'···'· .·." :·.:;'
251
La «crisis>>. de hoy y de hace cinco siglos:Creacióny recepción. La «socialización» del hombre y la «VUelta>f ala naturaleza·... Del«humanismm> y de la generación cartesiana·. ·. 1. : :· •• · . : . ; •••
256
[CARTA]' ••..•.•••••••••..•••••••••• ; :: :·. ·• ; ; • :•: ; •. ; :•. : "'".' .•• : .' .'
265
1.60
completa.- Paréntesis sobre la estupidez.- Para una técnica de la óptica histórica ........ ,.: ......... ;'· ... :. · •. 327 II. Jugarla vida-auna carta:·· ·La organización de los ·:• • servicios colectivos.-Unresultado: la desindividualización · del hombre.- El «furor teutónico». . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
· 111. Los·factores que implica la buena organización colectiva y el autómata hurriano.-El fundonario alemán, . 334 el francés y el español. ....... :.,, ... ·'·'·:, .. :, .... , .. N. Plasticidad del hombre.- Nuestro pasado es nuestra limitación.-.-. El carácter étnico como.el pasado de un pueblo,... Entrevisión de qué es lo social. ...... , . • 340 V. Últimas reflexiones•: •" .' .'; .... : .. ; ...... •.•..... ; •..... 344 MISIÓN DEL BIBLIOTECARIO. :';:.'e'; . . '.' . . . . . . . . . . . ;;.':'.'·;.: .••.••• 348 Misión personal .................. ·.;; , .. ; ... '" ..... , .... , 349 ... , ........... ·" 351 · Misión.profesional ...... ;;,".•':'. :J..;.. La historia del bibliotecario. El siglo XV.!........ •........ :. :.e. 354 -'· El siglo XlX .......... , ...... ,.: ............. :, ..i ... ,,:;·. 356 . La nueva misión ..... ::1.•;;.:.:•;:., : . .: .. ,, .. ,:!._ .............. . 359 El libro como conflicto ................•.. •... : .......... ; . · 364 367 ¿Qué es un libro?...... :. '. ......... ; . '· . ;I · ... .' ......... . . . . ·.. .-;·.. ·•· .-~ .:.;.'; .~ ..:.. ~· ~ .· .... AuRORA DE LA RAZÓN HISTÓRICA . 372 PRÓLOGO AD.OS ENSAYOS DE HISTORIOGRAFÍA .•..•••..••••••..•••.. 376 LA ESTRANGULACIÓN DE «DON JUAN» •••.........•...•••••..••... 379
¡, / . • • . . :; .; , . . . . . . . . • . •
418
l. Una polémica en la región más pacifica ................ . 11. Propaganda del buen humor.-. Física y guardaµopia:-·
418
BRONCA EN LA FísitA.; '. ••• , •• •... ; .• •'·:.
Ü•filósofo o sonámbulo ........ ,;.,;.~· ... ; ;;, '-'-" :'.1'·:: vo ... '. 422 Ill.. C_oriver~ión de.la física en geometría."""· Observación •''' ; i • o invención.- Grecia o Egipto·':"" , •.e: ¡,; •: . , .•.. : .... '· • : • • 4 25 IV. 429 ICTIOSAUROS Y EDITORES CLANDESTINOS.,.,...,c l:JRGÉNGIA:DE.;J ;.,
i·; ••' ·
433
!'.UNA RECTIFICACIÓN MORAL ••.•••• . •:;;1 (,;
1939 ;:_,,•i
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BRINDIS EN LA1NSTITUCIÓN CULTURAL EsPAÑOLA DEBUENOS.AIRI3 . : .•
...
«LIBROS DEL SIGLO XlX» . - GUIZOT Y l..Á HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN EN EUROPA •••••••••.•••..••.•.••.••.•.••••.••.••.•..•..•.••• BRINDIS EN.EL P.E.N. CLUB.DE MADRID •••••.....•••.••••• : • ; •• : • : Lo QUE MAs FALül:HACE HOY (VERSIGN"fAQtJJGRÁFICADE UNA EMISIÓN POR RADIO MADRID A BUENOS AIRES, EN MAYO.DE 1935)
: ... ·'·; ....
··· ESTUDIOS SOBRE EL AMOR FACCIONES DEL AMOR'. ... •;;, ••••• ; ••• ;,.:,:''.•::':, ..
387 390 . 394
l. . .· »< ~ ~ '~ -~ 11. . : . : : ; : ·.-"-.; ¡ ; , ; .'.'.'! :c.«J;.. i
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111. . ................................. ,i ,;,: -~'
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AMOR EN STENDHAL, •... ;;: •• ' •• : .. • : ; ; ...... :• ••• _;:•. ........ .
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CUESTIONES HOLANDESAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
l. Precauciones quetoma el viajero antes de hablar ....... .
11. Lo que el viajero percibe enlas'.bicicletas de Holanda .... .
401 401 403
LA ELECCTÓN•EN AMOR : : ••••••••• , •'. : ..••.• : : ........ ' ..•...
497
l. .. '· .. -. ~ '· . -~: ·! •:• : '•• :••.• ·• -.<;. :. ; ; ·. "~ II.
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Paréntesis ......... : . •. .' .i ....................... .
1937
IV.
EJ\l.LA MUERTE DE UNAMUNO •••....• ¡;;.l•o:iii•: .. ,. ,: .• :l.<".); •••• ..
409
EL DERECHO A LA CONTINUIDADi-·-·;INGLATERRA COMO ESTUPEFACIENTE.
412 415
GRACIAYDESGRACIA·iíEiA LENGUArERANCESA , , .• : : : • · ·¡ r ·' 1 iJ -
• •••••.•
474
VII. Enamoramiento, éxtasis e hipnotismo: , ........... .
Ill.
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455 463 465 468 471 478 481 484
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VI. . .. ·-· .. ·'· ......-....... ~- ....... :.. .............. .
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441
v. VI.
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499 502 506 509 512 516 520
ENSIMISMAMIENTO YALTERACIÓN
PRÓLOGO A
CARD\S -FINLANDESAS Y HOMBRES DEL NORTE;· .
. ·DEÁNGELGANIVET . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •. é.'.: ENSIMISMAMIENTO.Y ALTERACIÓN .•.•• MEDITAC!ÓN•DE.Ut\.TECNICA ,:• .-; .... : ..... ;., ...... •; ••• : .......... .
. L Primera escaramuza con .el tema .... .- ·.......... •. . . .
527 529 551 553
'.-.'.'
.-. .. ; ..
·[PROSPECTO DE UNAS LECCIONES SOBRE «EL HOMBRE Y· LA.GENTE»]
· ]UÁN LUIS ViVES
;·640
e.;·' ; 646
(1492-1540) ................ ' ... '·:. '; .- .. .'.. · . ! 651 ¡ 654
PRÓLOGO A EL LIBRO DE LAS MISIONES . . • . . . • • . • . . • ; •• :. .
. II. El estar y el.bienestar... La «necesidad» de la.
IDEAS Y CREENCIAS
embriaguez.~Lo·stiperfluo
III.
IV. V. VI.
VIL
VIII.·
IX. X. XL XII.
como.·necesario;,-'-Relatividad de la técnica ......... <. : ••••• ; ·• .• •' ••••. . 559 El esfuerzo para ahorrar esfuerzo es esfuerzo.El problema del esfuerzo ahorrado.- La vida 564 inventada ........ .'f.<: i. ..................... . 568 Excursiones al subsuelo de la técnica ............ . La· vida como fabricación de sí misma.- Técnica. 573 y deseos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 . • • • • . • • • . . .• El destino extranatural del hombre.- Programas de ser que han/dirigido alhombre-.~ELorigen del 578 Estado tibetano ............................ . El tipo. «gentlemmrn .-.-- Sus exigencias técnicas. 582 -- El «gentlemmt» y el «hidalgo» ... ¡ . : 1 • , .• : ..... Las cosas ysu «sen>.-. La pre-cosa.-. El hombre, elanimal y.los instrumentos...-. La.evolución 585 de la técnica ..... : ........................... . 589 Los estadios. de.la .técnica ...................... -; . 593 La técnica como artesanía.- La técnica del técnico. . Relación en que el hombre y su técnica se encuentran 597 hoy.- El técnico antiguo .. ; .... ' ............ ' .... . El tecnicismo moderno.- Los relojes de Carlos V.-. 601 ..Ciencia.y .taller.-. El prodigio del presente ...... .
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • IDEAS Y CREENCIAS • • . • . • • . . . . . . . . . • . • . . . . • • . . • . • • . . • •
Capítulo primero.- Creer y pensar . . . . . . . . . . . . . . . . . . L Las ideas se tienen; en las creencias se está.«Pensar en las cosas» y «contar con ellas» . . . . . . II. El azoramiento de nuestra época.- Creemos en la razóii y no en sus ideas.--- La ciencia casi poesía. . III. La duda y la creencia. --El «mar de dudasw. - • El lugar de las ideas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capítulo segundo.- Los mundos interiores. . . . . . . . . . . . L La 1idiculez del filósofo.- La panne del automóvil y la histó1ica.- Otra vez «ideas y creencias» . . . . II. La ingratitud del hombre: y la desnuda realidad. . . . Ill. La ciencia como poesía.- El tiiángulo y Hmnlet.- El tesoro de los en-ores . . . . . . . . . . . . . IY. La articulación de los mundos interiores . . . . . . . . . EN EL CENTENARIO DE HEGEL . • • • • . . • • . • • • . . • . . . . . • . . . . •
l. Historia y espíritu ............... , .. , . . . . . . . . .
Il. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III. Historia y geografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IV. Meseta, valle, costa ; . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . MISERIA Y ESPLENDOR DE LA TRADUCCIÓN. • • . • • . • . . . . . • • . . . •
l. La miseria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- .1940 VIVES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . •··
l. Humanismo, Renacimiento ............................. '.
La mirada histórica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ....... . II. Sobre la volatilización de una fe ................... . Ill. Descreimiento, asfixia y rebelión ................... . EL INTELECTUAL Y EL ÜTRO . • . • . . . . . • . . • . . • • • • . • . . • . • . . . . • • PRÓLOGO A UN DICCIONARIO ENCICLOPEDICO ABREVIADO .....•••..••
609 609 610 614 617 623 631
Il. III. IV. V.
Los dos u topismos . . .. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sobre el hablar y el callar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . No hablámos en serio ..................... '. . . . El esplendor ........................... : . . . .
DEFENSA DEL TEÓLOGO FRENTE AL MÍSTICO • . • • . • . . . . . . • . . • • EN EL CENTENARIO DE UNA UNIVERSIDAD . . • . • . . • . . . . . • • . • • • MEMORIAS DE MES1ANZA. . • • . . • . • . . . . • . . • • . • • • • • • • • • • • •
657 659 661 661
665 669 672
672 675 678 681 687 689 693 697 700 705 707 71 O 714 717 721 725 733 747
NOTAS A LA EDICIÓN .......... , ...................... . NOTICIA BIBILIOGRÁFICA ............................ . APÉNDICE'.. •.• ..... •.. .•: ,; .. :.. : , ... ,•; ...... c . .' ........ , , . ÍNDICE ONOMÁSTICO .................... , ..' ....... , .. ÍNDICE TOPONÍMICO ............ "' .. :; ..... : ... , ..... ·.
761 787 807 899 907
ESTA EDICIÓN ...
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Á su muerte eu 1955,;osé Ortegay·Gassetdejó uncorpu5 teX~~1di~~ido :;
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entres grandes bloques: 5us Obras completas (Madrid;Revista.deüceidente, 1953-1955, tercera edición), los textos publicados y uo recogidos en las mismas, y una amplia obra inédita. Desde entonces, la labor tena.Z de varias generaciones de e5tudiosos ha ido iluminando los dos últimos bloques mene donados. Así; se ha localizado la:gran mayoría de los textos que Ortega pu~ blicó (a veces sin firma) y'que' no recogió después en ningún volumen de su corpus conocido, De igual modo, se,han editado de forma paulátina.lós trabajos que 1'en.distintrngrado de elabofación,•dejó inéditos, casito'dos los cuales se mtorporaro~ pósturnariiente a la5 Obras c01itpletas (tornosvú;vm; IX, Madrid, Revista deüccidente,1961e1962; y torno XII, Madrid;Revistá de Occidente err Alianza Editorial, 1983). • Estas nuevas OBRAS toMPLED\S reunen toda esa admirable labor yla amplían, añadiéndole, gracias a una exhaustiva investigación, textos publicados por Ortega{siernpre con firma) delos que no se tenía.constancia, y.sacando a la luz una importante cantidad de páginas inéditas, de modo 'que' el lector tiene ante sí, por primera vez, toda la prqducciónortegufana conocida hasta · la fecha. Se han dejado fuera de·este corpus la1corre5pondencia; lasnota5·de trabaj ci; las entrevistas y los resúmenes de conferencias aparetidos en la prensa. La obra que Ortega publicó y la que dejó inédita se hanseparadoescrupulosarnente; La primera ocupa los seis primeros tornos, la segunda, los cuatro siguientes. Corno el lector comprobará, las páginas méditas que ahora se dan a conocer no son meros apuntes o borradores apenas desarrollados, sino .escritos 'muy cercanos a una versión definitiva .. • Los textos publicados sin firma que diStintos investigadores han atribuido a Ortega se reproducen en la sección de «Anexos», salvo aquéllos cuya autoría está documentalmente probada (por haberse hallado elmanuscrito
o por encontrarse una referencia al texto entre los materiales conservados en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset), que sí se incluyen en el cuerpo principal. No se han reproducido, claro está, los'textos atribuidos cuya autoria haya sido desmentida por una prueba documental. Algunos trabajos de Ortega vieron antes la luz en un idioma distinto del español. Sin embargo, se ha preferido siempre la versión castellana, tanto si apareció en vida del filósofo como si se ha publicado póstumamente. En este último caso, se ha recurrido al manuscrito siempre que ha sido posible. Estas OBRAS COMPLED\S son también una nueva edición de todo el c01pus orteguiano. Se han cotejado todos los testimonios pertinentes para la fijación del texto en cada caso, lo que ha permitido subsanar las numerosas errátasiylmalas lecturas que. veníanperpetuándose, así como determiriar las váiliantes queresultari de la compleja peripecia textual' de la obra arte" griiana~'-
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·····:Para los textos que Ortega reuriió en su5 Obtas.comp!etas se ha partido de la últimaediciónenvida del autor (Madrid, Revista de Occidente, 1953"1955), En•el-caso.delos textos publicados por Ortega que no pasaron a formar parte dé esas Obras completas se ha privilegiado la última versión revisada por el füósofo'.La·ol:¡ra póstum¡l,·tab.tola que permanecía aúninéditacomp la ya•publicada, seha'editadp siguiéndolosmanuscritos,quetambiénsehari tenido en cuenta ala hora de editár aquellos·textoq en cuya:publicación·se había cometido algún error; señalado'por el propio Ortega. • · ,'· · Los títulos de algunos textos incorporados póstumariíénte a las Obras completas se han sustituido por·aquéllos consignados en los documentos relativos a la preparación de las Obras completas de 1946-1947que Ortega supervisó y que se conservan en el Archivo de:la FundaciónjoséOrtega y Gasset.Tambien la agrupación en-series de los artículos reimpresos póstumariíente o,. por: el: contrario, su separación, se ha hecho siguiendo lo seña~ lado en estos documentos. En lo que concierne a la puntuación y al uso de mayliscúlas y resaltes con valor ideológico S\'. ha respetado laiúltima edición de las Obras conip!etas envida de¡ Ortega, o la.última versión supervisada por el filósofo para los textos .nb.coll.teriidos enellas::En,el'caso·de la obra•póstuma se ha seguido el manuscrito en.lo' referente a: maylisculas y resaltes, pero se ha ajustado la puntuación: •• . ..... : .. . ... . .. . . .. · . . . En cuanto a la corrección.gramatical, se aplican las reglas ortográficas vigentes (salvo en el casó•déjlúi.do; asíacentúado'porOrtega}: Se respeta la·altemanciadepares ·como substa11da/susta11Cia o transcendente/ti61S" cendente;.aúnqúe'se haap·tado sistemáticamente por las soluciones que
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evidencianrasgos.caracteristicos del estilo'orteguiano, siempre que exista la opción entre los testiriíonios (por ejemplo; iigoi·oso en detrimento de · 1iguroso). Por último, se mantienen las peculiaridades morfológicas y sin. tácticas del uso lingúístico de Ortega (concordancias ad se:nsum, leísmos·, laísmos).; · · •r: , l 1i
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·· Aunque desde la primera edicióndélas Obras coinp!etas (1946c1947) ya seadoptó el.criterio cronológico, los textos que no eran libros se agruparon también de. acuerdo a Su género o tipología teXtual{artículos; brindis, prólogos). Además, porrazonesde censuraquedaronfuem los trabajos de más explícito conteriido político, que fueron reuriidos e incorporados póstumamente a.las.Obras completas bajo el título de <1Escritos.políticos» (tomos x y XJ;-Madrid,!Revista de Occidente, 1969); i · ! '' ' ''" J • .. • Sin atender a estas distinciones genéricas o temátidas,lapresente edicióucse atiene a'un'riguroso criterio cronológico que ordena la obra orteguiana por anos; lo que' tiene la virtud de reflejar-su desarrollo con mayor riitidez: Dentro. de cada año.los textos se disponen también de forma cronológica; si bien'las,monografías se colocan siempre al final/ antecedidas por los: trabajos que Ortegaipublicó en· libros. colectivos· o de ot;ros •autores; Cuando :Varios textoscómparten dataciónse·ha mantenido ehotderi en que aparecíancenlasObn.twoni.pletcis (1953-1955):Si alguno¡de ellos se incluye ·'· •1 '""'' ahora por primera vez.se coloca en último lugar.:· .. :. ¡,' Los textos publicados' envida de Ortega se sitúan' en la fecha de su primera edición;' salvo aquéllbs·é¡ue fueron subsumidos en 'obras posteriores. Por su parte, las series de artículos de prensa (a' excepción de las que pasaron a formar parte de libros) se ubican enla fecha de publicación dela primera entrega' Así se·hace también con El Espectador, concebido por Ortega como un proyecto.uriitario.· · n. Sin embargo; en las Obras cómplettis{l953c1955}varios textos secolocaron en la ifecna del acontecimiento que les había dado origen(uTI.. discurso; un. horiíenaj e), yno eh la de su' primera edi.ción, Asimismb; en ocasiones se reprodujo también en la fecha de su primera edición1uri texto· o una serie de textos que,· con algunas riíodificacioriés;:pasó luego' a fo'rmar parte deotra obrao Enamhos casos se ha respetado lavolurit:id de Ortegá: Delimisc mo modo; se han manteriido.las dataciones que el filósofo añadió enmuchos de sus textos, incluidas aquéllas que difieren dela fecha·cierta de su primera publicación; siempre•que esa discrepancia,pueda atribuirse al deseo de Ortega de.Teflejarla fecha de escritura óaeúltima 'revisión. Se han subsanado, en-cambio; las daiaci'ones erróneas. Erilos artículos·de prensa publicados por Ortega que se incorporaron póstumamente a las Obras comp!e"tiis y
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en los que se· añaden en esta edición se ha consignado la fecha y la publicación en que vieron la luz, siguiendo la fórmula de los que ya estaban incluí,. dos. Cuando' el texto apareció sin firma o rubricado con un pseudónimo, se hace constar en todos los casosL: · La obra póstuma se ha dispuesto también.·de forma cronológica. Los textos se han ordenado según su año de escritura, excepto aquéllos que Ortega utilizó en la redacción de obras posteriores que quedaron asimismo inédi.tas;-en cuyo caso están subsumidos en hts ediciones póstumas de.dichas obras:Cúartdo se trata•de intel'.Venciones públicas; los textos se han colocado'enlaféchaenqueaquéllas tuvieron lugar;: . :•e·
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Por último, estas OBRAS COMPLETAS incluyen varios índices con los que se quiere tanto satisfacer la curiosidad del lector como facilitar la labor del · investigador. Cada volumen cuenta con un índice onomástico y otro topo. nímico. El último tomo se cierra con un índice temático y la cronología completa del cnrpus textual orteguiano.
•Otra novedad que.presentan e5tas OBRAS.COMPLETAS.es elaparato criti7 coque consta al final de cada tomo, y que se divide en «Notas ala edición», «Noticia. bibliográfica>>.r;
> y <fue, amiba>mneba-.-.; morfológicos2-nímfología flexiva: g~nero, número, tiempo, modo, aspec7 to-'. ; y sintácticos .,+cambios·de número o.de: género .que afectan a.las con+ cordancias pero no al sentidó) .. · · '" •. ' ' rc · . En los J
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•España, casi totalidad, es hoy no ha empéZadoa ser republicana. Claro está que quien es antinionárquico no tiec ne más remedio que ser republicano, porque entre.los innumerables atribfr'. tos 6ctrínsecos que la República posee ,está·elde serla Antinionarquía. Pero manera tal de sernegativamente republicano'no•sirvepara nada. Así no se es nada. Se es anti. Por cónsiguiente: no se es; se anti~es. 1Algo de esto acontece en España desde hace varias generaciones; Nuestro p'uebló está lleno de actitude.5 meramente negativas, que es:elmodo más grave de hallarse históricamente vacío: Un pueblo así es el hueco de' sí mismo. Y lo hueco no pesa. El viento delazarlo traeY,fo lleva. Pon~so es sumamente grave mantener a una colectividad anti-siendo. Si hoy es anti-!o-deayer, mañana puede, sin más, volverse anti-lo-de-hoy. Desde el primer día he protestado contra el carácter que se daba a la República manteniéndola con la cara vuelta hacia atrás, ocupada en castigar los abusos del pasado: : ·' · Ahora bien, yo no veo en los partidos políticos actuales la decisión de traduciral signopositivo la República yhacer:posible é¡ue;·de este modo, la adhesión á ella·delos españoles se·haga,afiimativa: Por eso creo q'uda situación es más peligrosa de 10 que sesupone. De ordinario, sólo se considera como peligro la actuación defüerzas dedaradamente hostiles al nuevo Estado; y como,,en efecto, e5as fuerzas o·no existen 6 son de:escaso fondo, los políticos republicanos creen.hallarse en el mejor de los, mundos: Pero en España·no hay que temer riunca•a las fuerzas hostiles; sinóa la falta de densidad éri la adhesión 'del gran torso colectivoJ '·'', · ·· · Y •¿por qué se pretende que, sin más, sienta la génte-.-.ese tremendo, decisivo personaje que se llama «la gente>~ gran:fervor republicano? Se
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trata de organizarull'nuevo Estado qué tiene aún sus armas en blanco, que no ha ganado aún bazas, que no ha demostrado todavía su capacidad para ir haciendo de un pueblo exánime·una nación enérgica: Todos los programas que se agitan tienen un aire particularista. Interesan a un grupo porqúe rudamente anuncian la lucha contra otro. Aún no se ha dado al país la impresión de que el nuevo Estado no va a ser-como era el antiguo- propiedad particular de una clase o parte de los españoles. No se ha hecho sino tergiversar la Monarquía. Los que abusaban del poder son ahora los abusados. Pienso con esto en la España profunda, que es Ja de Jos pueblos menores. Allí se ha sustituido el mando arbitrario o brutal de unos por el mando no menos arbitrario y brutal de otros. A esto se llama «crear intereses republicanos». Un maquiavelismo de vía estrecha ha inspirado a los gobernantes de los últimos meses la idea, no muy genial, de que favoreciendo desde el Poder público a unas clases sociales se las adscribía a la República. Exactarrientelo rriismo que .intentáhaceda Dictadura con su táctica miope. ¡Seis mil quinie~tosmillOnesde táctica!¡ Aunque.fuera ésta más certera,la:Repúc blica no podría ejercitar]a;.Las ar~as e,stán.vatías, No,;no .es intereses Jo· que hay.que crear;sino espíritu. Un nuevo.Esta,, do no.se afirma, si.no se.suscita-un nuevo espíritu. Con programas particulares no se embarca auna nación en unnuevo:Estado. Es preciso que se haga tonsistir:laRepública en un credo•histórico de contenido tan indiscutible, que tengan que aceptarlo en secreto los rriismos que en público finjan combatirlo. Este: credo sólo puecJ,e hoy derivarse de.dos principios: el prin~ cipio de la Nación y el!prillcipio del Trabajo.
Luz, .7 de enero de 1932 , ·1: '
L! PLATÓNICA ADVERTENCIA SOBRE LA RESPETABIUDAD DEL ESTAD.O ·' ' . . _il. : ', ,- i i . ' -"} i l, ' .,-·¡ í::uLd L:' j : i-
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Un Estado es, ante todo, un Poder público respetable, y porque respetable, respetado. ¡Ah, no haya duda! Como el Poder.público; por ¡a digni" dad de sus palabras y de sus actos, por la altitud de· su, moral yde su gesto sea respetable, se puede estar seguro de que será automáticamente respeta: do .. Ni qui! decir tiene que'algunos intentarán.faltarle-alrespefo, pero-.:-¡ahí· está!-'- no lo lograrán~ Elaú;e público, sin.más, anulará él intento, lo sacudirá enérgicamente sobre 'sus: autores. No es. cuestión·de füerz¡¡ pública, ¡Qué enorme error l. La fueria pública no.interviene en la política sino:para llenarlos hueco~ de respetabilidad del Poder.público, que es unPoder,espirituaLCuandó los hueeos son demasiado grandes, la fuerza pública acaba poi faltar al respeto al Poder.público,: cuya es. . ,., . Pero, ¿cómo se fabrica de verdad y en serio un Estado ?Yo creo.que haciendo aproximadamente lo contrario.de lo que se viene haciendo en estos meses; Me repugna:la, injusticia inevitable con que toda fórmula sintética aplasta y viola los.casos excepcionales que, precisamente por su contraste, la.confirman. En estos meses.se han hecho y dicho algunas cosas excelentí" simas que pueden servir. de ejemplo para Ja do citrina que.sustento. Procuraré aludir a ellas en.esta serie de artículos conforrrie.acudala ocasión:'Estén seguros sus protagonistas de que no me han pasado desapercibidas,, Pero hecha esta salvedad, fuerza es decir que no han serví.do de nada porque su infrecuencia impidió que tiñesen con su color saludable la enorme masa.de yerros que se iban cometiendo. Una política no es éste o el!ótro.acto; sino un tinte general de la conducta y la silueta monumentalde:unos principios'. Monumental porque la política no es faena de intimidad, sino ademán.que se hace para ser visto a distancia. Lo decisivo es que los ciudadanos, sea cual fuere la coincidencia o discrepancia de sus «ideas» con las sustentadas por los gobernantes, tengan la impresión de que éstos respetan profundamente al Estado·. De modo que yo, ciudadano, respeto, quiera o no, al Estado cuando se me impone, quie" ra o no, :la evidencia de que los gobernantes rriismos lo respetan:, ¿Y en qué consiste.ese respeto del gobernant~ ali Estado ?::En•lá cosa más sencilla del mundo: en que maneje al Esfadocomo lo que es¡.como.un Poder «público»; .y no· como .un Poder particular: ·D,esde .el Estado no se puede ni favorecer ni agredir metódicamente a ningún grupo;de los que inc tegran la comunidad.: En la medida que haga esto el gobernante denigra al Estado y lo irrespetabiliZa.' Si los-grupos todos, aunlos más hostiles al Esta~ do, ria se sienten atendidos por él, tenidos.en clienta eti:cada actoypalabra del Gobierno, .el Estado no es tal Estado; Es lo.contrario delEsfado..o Cuando un grupo social practica agresión sobre el Estado; responde·éste con fulmi~ nante y aplastante energía: Entonces es verdadero Estado. Sea.«dere'chista»;
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sea «izquierdista»; el Estado está obligado a sentir una suspicacia fabulosa por sus prerrogativas. Pero si es el Estado quien,practica agresiónsobre un grupo soclal,:deja ipso facto de.set Estado y se convierte en su contrarió: Revolución O'Cohtrarrevolucióny golpe de Estado. El golpe d~ Estado es, arite todo; golpe al Estado, su desnucamiento, (Rusia e Italia no son Estados; Son Revoluéión y Contrarrevolución enquis'tádas. Durarán el tiempo quesea, perosuduraciónno será.nunca estabilización,'«estado». Es fácil , decir, pero es falso' decir; que son
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significó en su orjgen precisamente éso: lo que conviene o es decente en el comportamiento público, de Estado.
Luz, 15 de enero de 1932
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PRISIONEROS DE LOS SUYOS , ¡ . , r.;-
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, ,, Optimistas somos lo¡; que creemos que'la vida pública dé España pue~ deser,podríaya:haberstdo a estas horas, incomparablemente,mejor de lo ci.ue es;En cámbio; es.pe5iniista quien acepte.como. tosa ,irremediable el cariz que: durante estos meses: se ha dado.a: la; República. Porque .éste es .evi" dehternentedeplorable; y aceptarlá supone triste y desolada resignación. Yo no me resigno; ys0specho que tampoco se va,na resignados jóvenes. Pensar que éstbs van a soportar n;mcho tiempo el ambiente de estulti~ia que as~ fuda la existencia actual de los españoles es no haberse asornádo,medio se~ gundo; al alma sedreta,.aún muda, de la nuevir generación. , , , ·· · •' .Cuando digo que es deplorable eli::ariz de laRepública,no 5ugiei:o que hayan pasado· cosas tremendas, porque la verdad es que no han acaecido. Pero han acaecido· muchas cosas' torpes, perturbadoras, «:Sin sentido.benéo ficioso para nadie»; y que no tenían por qué haber acontecido,' que no¡ eran necesarias, n0 veruan jmpuestas1por ninguna fatalidad históricac Esto es lo deplorable: no eltamañó del mal, sino su falta de necesidad. He dicho de" ploráble, podía haber dicboirritante: · Si el Gobier:ó.o provisional hubiera, situado desde luego el Poder público en un nivel de firmeza y seriedad.propias de un Estado ungido por lavoluntad nacional, com0. erá el que nacía;. no se habtía·producido la varia agitación; sin consigµani programa; delos obreros campesinos, que desmoralizó .toda la .gobernación de España. Con' firmeza y seriedad dé.Estado se habría podido iniciar: una política•mu'cho más« avanzada». de la que, se ha puesto enpráctica,si:h que¡ no obstarite,suscitase desconfianza; Al contrario:.la:imprésión de plena conscier¡cia y decisión en los actos gubernamentales hubiera animado a' todo el país, incluso ailos que se sintiesen particularmente mermados en el beneficio y desalojados del favor. Bastaba con que percibie5en s0bre.sus cabezas la garantía del Estado.• Porque éste, criando lo es, significa siempre amparoisupremo,'.que es cosa, a la postre, mucho más tranquilizadora que· el favor.· Lo que desmoraliza. a• las gentes, cuando :se sienten ernj:>eligto de naufragio es .nb tener a quién recurrir. EJ. Estado es, por excelencia; el Recurso ~la Providencia civil., Esto se ha podido!hacer -""durante semanas fue sobremanetatfácil decidir, para siempre, la altitud
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en que había de moverse la nueva vida republicana. Porque ni siquiera era forzoso que se hiciesen bien las cosas. Bastaba con que se advirtiese la profunda y enérgica «intención» de hacerlas bien. Pero esto es precisamente lo que hafaltado en el conjunto de las actuaciones republicanas. qué ahora tímidamente y ya un poco tarde empieza a sentirse-un deseo de seriedad y de formalidad en el Gobierno- pudo imponerse desde. el principio con mucha más facilidad que ahora. Y entonces, por ejemplo, habríaacontecido. lo siguiente: 1. 0 , no habría habido fuga de capitales; 2. 0 , por el contrario, se habría inundado· España de dinero'forastero, que, como saberi;cuantos andan cerca de estas cuestiones; estaba deseando penetrar en núestro país; 3. º,no habría menguado la recaudación; 4. º, se habrían hecho los einprésfü tos exteriores que se hubiera quérido;S:º, estarían con ellos pagados los rec trasos de.Ja Dictadura y del Gobierno subsecuente; 6. º,podría en diciembre haberse presentado un presupuesto en aproximado equilibrio; 7;?,•no sería cuestión; por lo menos en alg(in tiempo, el tipo dy nuestro cambio,yB.º,a estas horas el Estado podría haber largado el velamen a unas cuantas em~ presas de alta marque absorberían d único paro en tales circuristaricias probable: el consecuente de una mala cosecha' Ahora bien; todo esto habría permitido que, no mañana, sino hoy mismo, los obreros españoles gozasen de condiciones de trabajo y de mejoras jurídicas, firmes unas y otras, iric comparablemente superiores a las que al presente han logrado, que no son buenas y mucho menos sonfirmes.A un Estado serio se le entrega todo el mundo.·¡ Cuando se piensa en lo que; a éstas'fechas, podían haber conseguido los obreros de los capitalistas, sin necesidad de que éstos se siritiesén atropellados, al contrario, con su anuencia ypositiva colaboraé:ión, no sabe uno cómo contener la indignación! Bastaba con que el Estado hubiese sido Estado, es decir, que hubiese contado con todo el mundo. Pero se ha hecho lo contrario, No 'se ha contado más que con unas cuantas gentes. Yporeso el Poder público se ha ido quedando soiítario, ¡y esto en sazón que obliga precisamente y mida menos que a creaDuri nuevo Estado! , Se pregunta uno cuál es .Ja causa decisiva, la que directa o indirectamenc te resume o. simboliza todas las demás que han producido tan increíble rec sultado, Y sin que yo preterida convencer a nadie de mi opinión,. creo' debido declararla. Es ésta.' ' Si las cosas se hubieran-por ejemplo, y para que se. entienda bien lo que quiero decir téngase presente el proceso de la discusión constitucional en el Parlamento-, si las cosas se hubieran hecho talycomolos directores de los grandes grupos políticos deseaban, yo creo que todo habría,ido bastante bieri: Pero esos hombres se han dejado atropellar-··-esta es sti culpa""'! por los grupos mismos querepreseritaban.No por las masas, cuya inqtiie-
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tud ha sido una derivación de la falta.de cordura en los grupos políticos, sino por estcis mismos. Todo el que haya asistido a los debates constitucionales, que son representativos de este capítulo poco glorioso abierto en la historia de España, ha podido percibirlo. Había en el Gobierno y sigue ha- . hiendo hoy algunos hombres excelentísimos -intelectual y moralmente excelentísimos-, pero eran, y en parte son, prisioneros de unos tropeles irreflexivos que no saben adónde van, que no tienen ideas claras y ordenadas sobre tema alguno de Estado. Ésta es la causa. No es, pues, cuestión de «izquierdismo» ni «derechismo». Es otra cosa, es otra cosa ... Luz, 29 de enero de.1932
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SOBRE LA RAZÓN SUFICIENTE
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Desde hace varios meses, con periodicidad astronómica, en los periódicos un telegrama, siempre el mismo, donde se hace saber que·un cierto señor Pemán ha dado una conferencia titulada «La claudicación de los intelectuales y necesidad de la formación de una nueva intelectualidad». Yo no me permito discutir la tesis general que este señor Pemán, a lo que parece, sustenta. Pero en esos telegramas de vitola estereotipada no falta nunca un párrafo que dice así: «Aludió a hechos vituperables recientes, y con textos de Ortega y Gasset y Unamuno confirmó su tesis de la deserción y desviación de la intelectualidad española de sus deberes políticos y sociales. Afirmó que algunos intelectuales han pactado con las masas por el deseo morboso de halagarlas, en vez de ponerse al frente de ellas, o enfrente de ellas, para orientarlas y dirigirlas». Yo creía no haber escrito ni dicho palabra alguna que fomentase las pasiones de la muchedumbre y pudiera utilizarse para nutrir en tal sentido la perpetua conferencia de este señor Pemán, conferencia que, por supuesto, no es sino un halago concienzudo a los más viejos instintos de las más típicas masas. Pero es posible quemi memoria flaquee o bien que en estado sonambúlico haya cometido algún desliz. Siempre estoy dispuesto a reconocer mis errores cuando me son comprobados. Por ello fuera oportuno que este señor Pemán publicase esos textos criminosos a fin de que yo supiera a qué atenerme con respecto a mí mismo. Esto tengo que decir ahora. Luego, cuando se hayan publicado, es probable que convenga decir algunas cosas más a este pululante señor Pemán; Luz, 19 de abril de 1932
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j razón, la razón!.-¿ Quién tie~e la.razón en política? Porld pr~nto, una cosa es clara: en política menos que en ningún otro. orden puede nadie pretender tener la razón ·en asuntos aislados, La política, como '11istoria y vida que es, es un conjunto, yla razón se tiene o sepierdetambiénen conjunto. Esto vale lo mismo para los gobernantes que para las oposiciones, y es sobremanera pueril.hacerse ilusiones delo contrario, creer que aislando una cuestión, en la que abstractamente se.tienda razón¡sehalogrado poseerla en efecto. Será todo lo absurdo o deplorable quese.quiera, pero tal es la pura·e inexorable yerdad: .en política o se tiene toda la.razónd no se .tiene ninguna. Y lo curioso ¡;S que· ese todo defa razón política no es· como el geométrico, que iffiplica la posesión de todas sus partes. En política se puede no tener razón en esto y énlo otro y enJo de más allá, y;:sin embargo; tenerla «toda». O viceversa, tener muchas razones y no tener ninguna. El todo de la razón política es una iffipresión de conjunto, un como balance automático que hace-·aveces· sin darse cuenta de ello-Ja opinión pública. · · Esto.pensaba yo leyendo ahora eLdiscurso que elministro de la Gobernación.pronunció ayen Un discurso excelente; Claro, sencillo y-de arguc mentación eficientíSiffiá¡rEl señor Casares convenció a todo el qué es: capaz de convencerse de algo. Le convenció de que la judicatura actúainsuficientemente - ..usemos· esta,palabramesurada- en cuestiones de orden/público que son graves. Y'corivenció asimismo.de que el Gobierno. no puede menos que complementar con su :intervención esa.insuficiencia., No· es: fácil que ningún ministro haya tenido nunca más razón en un asunto'aislado·que tenia ayet este bravo ministro celta. ' . l . •Y;,sil1 embargo-¿tenía'la razón? Es evidente que tenia una o varias o muchas; pero, ¡ahi'está!, no tenía la que precisamente·hayque tener, la unica que importa eh política: ésa.que llamo «toda» empleando la fra:Setan cas~ tiza: Fulano tiene toda.la razón . :.
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Pero la política es dé tal modo conjunto, organismo y resultante general, que es ya injusto referirse por separado al ministro de la Gobernación. Su resolución no es de él sólo, sino de todo el Gobierno que utiliza una ley -la de Defensa de la República. Sólo le pertenece en propiedad el aderto indiscutible de su discurso. Pero éste se refiere a·un acto de gobierno que se funda en una ley propuesta por los hombres de este Gobierno. Dada esa ley; el Gobierno y el señor Casares tienen razón. ¿Pero la tuvieron al promulgar esa ley? Aquí se amplía de nuevo el área de los responsables. La ley fue votada por las Cortes. Sobre éstas, además del Gobierno, pesa la responsabilidad. Pero ¿es que no se llevaba la razón cuando se aprobó esa ley excepcional? Unas palabras atinadísimas del señor Casares en su discurso nos responden con plena claridad a esta pregunta. «Ahora lo que os digo;•)' por esto ofrezco a vuestra consideración ese argumento,. es que.esto está con arreglo a·laley; es que esto es'tá sometido a las prestnpciones de fa ley; pero que si esto no lo. t~emos'en cuenta para la elabo.ración de. ley'es que defiendan·más al Estado, si no tenemos en cuenta después, para la elaboración de los códigos comunes, que actualmente las Cort'esConstituyentes·han dadoa los ciudadanos en España una Constitución que gararitizatodos los derechos individuales, pero que deja tasi completamente inerme al Estad'o erlfrente de ellos; si esto no se tiene en cuenta al elaborar las nuevas· leyes; siesta no se tiene en.cuenta al elaborar las nue~ vas bases para·crearun'órgano deidefensa del Estado; no habrá posibilidad decque se mantenga elorden'Públ\co ni de que se defiéndan los derechos del Estado sino con éstas de excepCión, y eso•rio lo.podéis querer vosotros ni lo podemos querer nosotros». Es decir, que en el texto de la Constitución hay errores garrafales, que con la 'Constifueión ria se· puede gobernar, porque deja indefenso al Estado; y por elfo hacen falta otras leyes cuyo contenido no podrá ser muy constitucional porque habrá de.proponerse.subsamir los·errores de.la .Constituciónc La ley de D'efensa 'es una de estas léyes adosada a la Constitución para negarla: completándola. Todo complemento auténtico es una radical censura. •••i'ffsuscribiría,>por lo tanto; crianto•dice eriese,párrafo el señor Casares, stno'aconteciese que lo he suscrito:por anticipado, hace muchos meses; cuando se discutía la totalidad del proyeéto constitucional. Entonces me aconteció decir: :ce: ·' r:. · «Es forzoso edificar un Estado muy diStinto del viejo Estado liber.al. Y no es que seamos•menos liberal'es que nuestros abuelos; es que la vida pública se•ha hecho demasiado compleja y difícil y obliga al Estado, quiera o no! ain" tervenir.allíi:londeantespracticabaabstención, o,mejordicho, fingía practicarla. Porque el viejo liberalismo, aunque brotaba de una aspiracion gene~
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rosa, tal vez la más generosa que se ha alzado núnta en la historia, concluía, por la forzosidad de los hechos, comportándose con grave hipocresía. Ésta . ha sido la caus.a· de la decadencia padecida por la pura democracia liberal. ·Medios de gobernación, que el Poder público ha menester, no le eran.reconocidos ei¿ la Co~stitución; pero luego él, forzado por los hechos, hacía de ellos un.uso fraudulento, y nada desprestigia tanto al poder público como negarse a sí mismo un uso del cual luego hace un abuso. Ésta es la indecencia instalada en el Poder público. De aquí que para la nueva democracia sea cuestión de limpieza y de cuentas claras dotar al Estado de todos aquellos instrumentos y facultades que es previsible necesitará emplear, pudiendo así mantenerse aquél siempre con pulcritud dentro de su cauce y dentro de su ley». Rectificación de la República, página 90. · · · Esto es lo que en las Cortes Constituyentes de la Répúblid1·españolase llamaba;;; ¡méti:ifísicaly deambulación parlas nubes.A ese párrafo siguieronno pocas enmiendas a los artículos del pfoyecto que legislan sobre el ejercicio de las garantías personales. Dada la Constitución, laley de Defensa es iriexcusable y, por tanto, razonable; pero ahoravemos que fue en la hora de la diScusión constitucional cuarido se perdió ya la razón y que el error cometido entonces gravita sobre todo lo que ha venido después y la quita al'ministro en uria cuestiónsiriguc lar como ésta del juez del Centro,Jacual; por sí rniSma,; es la cuestión en qu¡; ha tenido más rázqn ningún mihistro de llf Gobernación entre los hábidos y por haber. Es éste un' caso ejemplar sobre.el cual deben meditar los republicanos si es que no les avergúenza meditar por estimarlo.'.. pura metafísica.
Luz,27 de abril de 1932
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¿POR QUÉ NO PROBAR A HACER BIEN LAS COSAS? --,¡,
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caso del juez del Centro• y su corrección la misma sencillez del tema, el niejor ejemplo para innumerables ütras cuesc tiones que •se han presentado y se· ptesentarám foiempre se tratar.á de los mismos perros con otros collares. El esquema· general de todas esas deplorable.5 situaciones es·éste: el Gobierno está ahipara:gobetnar; es decir, para procurarla buena marcha de la vida pública mediante la ejecución de las leyes. Pero cuando estas leyes son torpes, el Gobierno no puede; aunque quiera, gobernar con ellas: Y co" mo su misión ineludible y específica es :gobernar, no tiene más remedio que salirse de las leyes, Esto desprestigia al Gobierno, al Poder ejécutivo; presentándolo como un poder arbitrario. · Pátacevitar e5to el Gobiehiobusca.elamparo:del Poder legíslativó, solicitando de él a mata caballo una ley excepcional cuyo sentido es contradictorio de las leyes constitutivas. Éstas son las reglas, la ley excepcional es lo irregular anidando en.Ja regularidad misma. Y no haya duda: cuando las leyes constitutivas han sido bien hechas, atendiendo a todo lo que hay que aten. der, previendo .todo lo que es obligatorio prever, las situaciones excepcionales se presentan sólo ... excepcionalmente. Entonces, cuando las emergencias son de verdad excepcionales, se puede impunemente, sin desdoro para el Estado, promulgar una ley excepcional. Pero si el Gobierno reclama del Poder . legislativo una intervención excepcional cuando el conflicto o dificultad no son en verdad excepcionales, sino perfectamente previsibles y aun, con toda verosimilitud, permanentes dada la época y el modo de la sociedad, entonces el disfraz legal no ampara al Poder ejecutivo, no le evita desprestigio, sino que; al revés, lo extiende sobre el otro poder y se corrompe íntegro el Estado. El ministro de la Gobernación fundamentó el correctivo que había impuesto a un juez demostrando que éste no había tenido bien en cu.en ta. todas las leyes referentes al caso. A mí me convenció plenamente de que este
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juez, cuando menos, no había atendido con fervor la totalidad de preceptos que en esta ocasión de.bía manejar. Y taHervor en el juez no es un req1ülo. rio¡ sino que.es obligatorio: BerOicon estafündainentación el señor Casares · no aventajaba:'grani:osasú conducta, Porque ese.insuficiente comporta" miento delin juez es materia.ordinaria que tiene su normal trámite de co~ rrección, y el señor. Casares no acudió a.éste,.sino a unainstimcia pcír com~ pleto heterogénea-al rayo deJúpiter qué e5 la ley de Defensa: . .· ' Pero·¿ tiene sentido que el.Estado, promulgue•úna ley de Defensa contra sus jueces o contra sus delegados de· Hacienda 'o contra sus ingenieros? Esto·es demasiado•ljbsutc!o pára que·el error de donde emana no sea también.demasiado profundo;:So rpretexto de sinceridad•=es ctirioso.que la sinceridad se use a'menudo como ·Una máscara-:. los ministrós hacen en el ·Parlamento condeiectatio.morosdfa exhibición de las lacras de lajudicatu~ ra. Yó esto.no lo entiendo en absoluto y menos hallándonos en una etapa de reorgahlzación estataL Porque ésta dá·por supuesto que en.el Estado hay infinitas lacras, tantas que es preciso· recrear íntegro el artefacto. El 'que las haya efectivamente en este o el otro servicio no justifica, pues, aquella es]Jecfaly teitera:da exhibición. Sólo se comprende que un ministro censure un servicio público en el minuto precedente a aquél en que presenta el proyecto para reformarlo. Lo contrario no es sino frívolo resabio de la oposición, de uná oposición también frívola que se escuda eil Ja maledicencia de las tertulias irrespon5ables. Este temple de trasañejo casinillo «radical» dominó el ambiente español poco después del 14 de abril y nos ha estropeado la República, situándola casi íntegramente a un nivel que no permite hacer nada bien. Como esto Jo dije entonces tengo algún derecho a repetirlo ahora y cuanto menos caso se me haya hecho rriayor e5 mi derecho. Así, mes y medio justos después de advenir el nuevo régimen, en 2 de junio, escribía yo en Cliso!: «Unos cuantos grupos, que moscardean en el contorno inmediato del Gobierno, están interceptando la comunicación directa de éste con la Nación; le inquietan, le estorban, le desorientan y desazonan. Hay en el Ministerio algunos hombres de primer orden, cuyo único error grave ha sido tomar en serio a toda esa botaratería que pretende hacer de Ja República su propiedad privada y se atribuye tan arbitraria como audazmente, y tan audaz como ridículamente, Ja representación auténtica del pueblo, de la voluntad nacional, etcétera, etcétera. Mentes arcaicas, incapaces de descifrar las líneas monumentales del porvenir, sólo saben recaer en los tópicos del pasado, y se empeñan en que nuestra naciente democracia sea como las de hace cien años, y cometa, sin renunciar a ninguna, todas las insensateces y todas las torpezas en que aquéllas se desnucaron»;
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La ventaja de la institución republicana-·decía yo en tiempo de la Mo, ndrquía- es que es· hija de sus obras, que necesita ganarse la vida cada día y cada hora, que para existir no tiene más remedio qúe hacer las .cosas bien, La Monarquía, en cambio, vive de los antepasados, de la tradición y aunque lo haga muy mal sigue largo tiempo en pie, 'gravitando.sobre elpaís, como los elefantes, después de muertos,·continúancsobre sus cuatro patas. La únicapreocúpacióndel Parlamento republicano y.de t9da su gober, nación debiera ser ésta: rhacer las cos.as bien.. ¿No va siendo ya urgente la hora de que comience.a sentirla?.¿ Por qué tocarlas cuestiones ala ligera y de paso cuando.aún no Be' tiene.un plan para resolverlas?, ¿Por:quéhurgar en los ser'vicios•cuartdo .el: mismo ministro que hurga no sabe aúrrcómo.va a reformar~ los? .Lo.máS delicado qué encontró ria República era surelación con eLEjértlto. ¿Por qué en este resorte'-·.y salvo posibles errores de detalle que ni discutó ni juzg~tieneel.país la impresión de que se han hecho bien las cosas?,' . Pero hay l"epublicanos.qt1e coincfden con Primo de Rivera en el.lema genera:! de su pólítica, qú~ eta éste:' gobernares molestar. (¡ '
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'Liiz, 29 de.abril del932
ESTOS REPUBLICANOS NO SON LA REPÚBLICA
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Erseñor Prieto.contestó el martes con te fl todos los puntos de importancia que laacusadóndels\'.ñor GilRobles contenía. La superabundancia consistió en que los datos·aportados ·por este señor n
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el cuer¡)o'de'Sanlsidro de l:i República, tocar a rebato y pedir que se formase el cuadro republicano. Según el señor Lerroux, aquel ataque era un ataque a la República, y la manera de afrontar ese ataque o cualquier otro parejo dirigido contra la República es apretar en filas compactas a los republicanos. Y yo no dudo un momento que el ataque al señor Prieto no fuese inspirado en un santo propósito de desdorar a la República arrojando sobre ella un poco de cieno; lo que me parece completamente erróneo es la táctica que el señor Lerroux propuso para defender a la República .. Por la altitud de sus años y por otra porción de talentos y calidades que hay evidentemente en el señor Lerroux, tiene éste perfecto derecho a patriarcalizar de cuando en cuando, y elevándose sobre las disputas de los más jóvenes, hacer de «buen Dios» de la República. Por otra parte, debemos concederle todo.sun amplio margen de movimientos para que suavice las hostilidades que algu'nós gri.Iposrepublicariosk han dedicado. Es lo n1erios que puede hacerse con.un hombre;de tariprolongadal;iistoria política.Nada de esto, 'pues;.ericontrará•erimi ánimo dificultad nireparo;;Pero lo que·digo de la manera más· precisa• es que.füscrepo total y absolutamente.de.que se crea· beneficioso para la República formar el cuadro de los republicanos y que, sigan apareciendo ante el país como una fuerza homogénea y unánime. Creo estrictamentelmcontrario; Creo que el mayor enemigo de la Re" pública durante este su primer año ha sido la presunta coincidencia entre los republicanos~ En primer lugar, porque no beis te ni ha existidó tal coin~ cidencia. Somos más de uno y más de millares los que a los quince días de sobrevenida fa Repúblicamostráaamos nuestra' discrepancia de lá política que pretendía interpretar su ortodoxia. Y discrepábamos de las fuerzas gobemantes·no en éste o el otro punto, sino aproximadamente en todos, y, por lo mismo; tuvimós que hacer un subrayado paréntesis siempre que la veracidad nos obligaba a reconocer que las fuerzas gobernantes habían hecho algo cmi acierto; .. :, '" : .. ' ........ -·· .. El grupo a queyo'pertenezco, por ejemplo, fue a las elecciones llevando·en su programa taxativamente estas palabras: «No aceptamos el Pacto de San Sebastián»; En mi discurso electoral de Leónprotesté enérgicamente contra la forma «vergoniosa>i en que se hacia la propaganda para las elecdcmes, prometiendo· a•las gentes cosas que los livianos prometedores igno~ rabanpor completo•si cabía materialmente 'cumplir: Igual desafecto hemos sentido hacia lasfórí:nulas triunfantes enla Constitución, que han hecho de ella uria Constitución lamentable; sirrpies ni cabeza ni elresto de materia orgánica qüe•suele haber entre los pies y la cabeza. Y así sucesivamente. Pero no se.traia'sólo de este grupo; que es mínimo, ni de mí, queSOTPº~ co 'más o .menos, un' paralítico, sino de otros muchos parlamentarios y de
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una enorme cuimtí_a de republicanos repartida por todo.el país y mal representada en el Parlamento. Porque en la lista de los errores republicanos hay . que poner entre los primeros el modo erróneo en que se hicieron las eleccio. nes y el camoujlage de la opinión auténtica que la conjunción republicanosocialista ]?Ycidujo con su torpe mecanicismo en casi todas las provincias. La coincidencia entre los republicanos comienza y comenzó, pues, por no existir. Pero además es de toda urgencia que se haga constar la radical discrepancia. Porque el mayor peligro para la República es que se la confunda con este Gobierno o con cualquiera otro deterniinado y aun con el conjunto de fuerzas dominantes en las Cortes actuales. No: es preciso que el país advierta la exist~ncia de otras fuerzas republicanas que piensan y sienten de manera completamente distinta que las hoy preponderantes, A esto ,han tendido todas mis intervenciones desde aquellaprimera eri el Cine de la Ópera y que, por algo, titulé: «Rectificación dela República». Y en aquella conferencia se decía quena se aceptaba,solidaridad ni responsabilidad respecto ala hechop'ót los' republicanos gobernantes hasta la fecha, los ·cuales, por su par" te, no han contado para nada con quienes no eran sus amigos y contertulios. Luz, 16 de junio de 1932
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HAY QUE REANIMAR A LA REPÚBLICA
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j ¡Ése esel error en que estaba usted! usted que República es un cuart.o cerrado, dentro del cual hay unos senores. deterrn+" nades y nada más: ¡No, hombre, no! La República <;s un espacio muy grande, tan grande como la nación; y'dentro de él se dan muchos modos diferentes. Cuando uno de éstos falla, crece otro nuevo, enriquecido con la experiencia del fallido, que pone las cosas un poco más en su punto y dilata la figura de la República. Ésta es precisamente la superioridad de la forma republicana: que inexorablemente tiene que ser nacional, que bajo ella el Estado tiene que fundirse con la realidad nacional. De otro modo sucumbiría. Éste es su peligro. Éste es su honor. Ésta es la garantía automática de su limpieza histórica. La República, aunque quisiera, no puede ser un fraude histórico, como lo ha sido tantas veces la Monarquía. Lo que pasa es que en la iniciación de un régimen la gente confunde el régimen con el Gobierno o con las fuerzas en aquella primera hora predominantes. Ahora bien: el máximum de probabilidades está a favor de que esas fuerzas predominantes en la primera hora no sean las que expresan mejor la profunda verdad histórica del nuevo régimen. Son fuerzas formadas en la oposición contra el régimen derrocado, fuerzas de combate más que de gobierno, engrosadas súbita e inorgánicamente en las horas más o menos revolucionarias del cambio, de lo que Mirabeau llamaba «la subitaneidad del tránsito». Esto por un lado. Por otro hay lo siguiente: los partidos, al pasar de una oposición extragubernamental, más o menos. revolucionaria, al Gobierno, atraviesan una etapa de íntima dislocación y desajuste. En cada partido hay una porción de individuos que siguen por inercia movilizados.en el sentido de la oposición, mientras el resto se hace cargo ya de que está gobernando un país, de que no es sólo un partido, de que es ya el Estado. 20
Si hay algo de verdad en todo esto que digo no puede eludirse la extracción de esta consecuencia: que cuanto menos revolucionario haya sido · un tránsito merios se debe tardar en disponer las cosas para que las fuerzas · gobernantes representen con la posible precisión el sistema de fuerzas efectivas del p¡tíS. El hombre que gobierna, que está colocado en esa terrible, dificilísiroa, brecha que es el Gobierno, apretado por innumerables problemas inmediatos que no admiten dilación, tiende, por fuerza, a cegarse para las cuestiones del futuro. Aplaude lo que en el momento le parece aprovechable y cómodo para su inmediata gestión y le irrita cuanto parece estorbar hoy sus movimientos; aunque sea hecho en beneficio del mañana. La cosa es perfectamente natural: Pero recordemos siempre lo del amigo Platón: que en una República·no andan bi~n las cosas mientras cada.cual no hagalo suyo: j..a erion:lle faena de crear un nuevo Estado exige un complicado y exacto reparto del trabajo. Y el que; por señas y aun sin señas, no entienda bien este. tácito reparto del trabajo_ e.Sun alma pequeña ytln enemigo del nuevo Estado .. El.que gobierna, a gobernar, que es manipulación del presente; el que no gobierna, a preparar el porvenir. No vivimos en fácil deslizamiento sobre los carriles preestablecidos de un réginien añejo. Estamos·haciendo un nüevo Estado. Yen sazón tal no basta conla'ardua· operación de gobernar. Tenemos hoy ante nosotros otra faena tan grande comci.inehidible. Ésta. Hay que reanimarla• República: Hay. que'renovar. el estado de espíritu 'que la trajo; corrigiendo las malas interpretationes que ha sufrido. Hay que devolver al hécho republicano español su autenticidad"histórica. Hay que instaurar el sentido nacional -y no partidista-de la República.· Luz, 18 de junio de 1932
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SE ANUNCIAN UNAS MEMORIAS
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dice que uno de mis reci~nt~ artículos ha ocasionado algún q~eb~an to al régimen. Eso se dice,: pero ustedes-..-¡claro está!= no lo creerán;· No creerán ni siquiera que lo Treen los que lo dicen; sobre todo los hostile5 al régimen! Si lb creyeran:éstosnolodirían. Dejarían que el quebranto se.pro, duje5é y no se apresurarían: a.anunciarlo, corriendo el riesgo de. que· el anuncio del quebranto impidiese el qtiebtanto. Todo ese decir pertenece al nivel dé :tontería en C[ue -·.-luego indicaré desde cuándo-. ha caído la .vida pública española y .contra. el cualmuchos estamos decididos. a :reobrar; Pues es demásiado:tonto. cónsiderar como quebranto pára el régimen que, en una hora de evidente desánimo.y:tibieza por:los errores de la politica seguida,:un peqúéñO señor dé con el hc¡mbtó un empujón en el horizonte republicano a fin de intentar ensanchárlo y que quepan en 'él otras cosas, otras gentes y otros modos de pensar y sentir.Los enemigos del régimen son los que están.precisamente interesados eµ que se confunda la República con los republicanos de una cierta hora, como si aquéllá no tu;vierá delante de sí muchas otras horas y muchas otras formas mejores-de-republicanía. Pero si los enemigos del régimen han creído fácil procurar esa confusión es porque muchos republicanos efectivos han dado lugar a ella, imponiendo una interpretación canónica y poco menos que exclusiva de la política republicana. Como era de sobra previsible que este mal se produciría, yo he cuidado, desde los comienzos del nuevo régimen, de marcar mi discrepancia, es decir, demostrar andando que la República es muy ancha y que en ella cabe toda clase de españoles. Es, pues, gana de echar las cOsas a barato caracterizar aquellos párrafos míos como una «rectificación» o como un brote de mal humor. A una y otra apreciación respondo con un solo y fulminante argumento: que en los párrafos incriminados no hay una sola idea ni, tal vez, una sola frase que no se
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encuentre en la serie de artículos y discursos C[ue he tenido 'ocasión de dar al público desde el triunfo republicano y que para los efectos de situaciones .como la presente he reunido en dos tomos, facilitando así rápida consulta -y textual confirmación. Sobra)'.!, por _tanto, los aspavientos. Hay simplemente el hecho -a mi juicio beneficioso-de que junto a los republicanos hoy gobernantes existen otros que han tenido desde siempre una imagen diferente de lo que debe y puede ser la política republicana española. Que decir cosa tan llana y natural produzca algún revuelo comprueba hasta qué punto había llegado a ser un mal la excesiva homogeneidad aparente del republicanismo. Bien está que se me insulte de una y otra banda. Es lo que•me ha acontecido siempre. Sólo pido, por honor de mi país y en gracia de una m~jor España, que los insultos se entreveren con algunos ra¡mnamieritos serlos, precisos, de calidad. Todos, absolutamente todos--.-incluyo, pues; a los enemigos del régimen-· estamos obligados a corregiré! descenso del nivel intelectual padecido por nuestra vida pública durante los años de la Dicta" dura. Todavía se hallaba ella triunfante y, 'en la forma de insinuacióµ que la censura imponía, hice notar ese 'descenso, (Véase el prólogo aLarédendón de las provincias). España había nanfragadO en un océano de chabacanería y de e5tupidez: es preciso que entre todos la hostiguemos hacia las ideas:clac ras. Creo que España.tiene hoy enel mundo unamision'de grane5tilm f'ero es inútil intentar'qúe l!i cumpla sin() se pone enpunfo su' claridad mental. 'Yo voy, por.el pronto, :a i;ecogeren una serie demtículcis las-notas que pata ponerme en cláro•cónmigo.mismo he 'ido tomando:desde que: advino la República. En ellas expresaba mi íntima respuesta a los sucesos públicos y al modo de comportarse los gobernantes. Desarrolladas ahora, pueden valer como unas memorias políticas de estos quince meses. Ellas delinearán con el suficiente detalle la-discrepancia entre mi pensamiento Tepublicano y el que ha regido durante esos quince meses, discrepancia que, claro .está., es mucho mayor hasta diciembre.último;· No llevará ama]. el lector la-pesa" dumbre que a estas Me11101ias de quince meses impone la necesidad de pitát palabras mías públicas pronunciadas durante esa etapa y que documentan el carácter añejo de mi disconformidad, - -•
Litz,•22'dejunio del932 ;;-;_
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U~a delas c~sas ~neme hacen más agudamente sentir lo mal dotado que estoyparaJa política es: ésta: cuaudo.errunase5ión parlamentaria se ha proc ímnciado•uua serie de discursos coritra la política del Gobierno, discursos traric:[i.lilarhenteurdidos, que traeri sus' cañoncitos perfectamente lubrifica" dos, llega un momento en que un hombre tiene que porierse de pie; a la cabecera de1 banco azul, y; sin más; contestar de improviso a las :argumentado" nes que se han disparado sobre éL A:veces; corito acontece ahora en nuestro Parlamento; ese: hombre forzado a ejércitarfaena tan dificil, es unformidá" ble polemista;. Yo 'dudo mucho -·-y no :lo digo en vaga y vana elocución-·-· que exista hoy a la cabecera· de ningún banco' ministerial de:Europa·hombre con mayores dotes: para' este menester de la polénlica:,Pero debemos preguritamos:silauri sfendo esas dotes las mayores imaginables la operación de que se trata es en símisma posible; si no trasciende los línlites de la humana condiciórr..Yo.creo .que si los oradores de la oposición no son gente de cacumen por completo:atrofiado y han dispuesto sus argumentos con algún cuidado; hermetizándolos bien; no dejándoles poros o agujeros por donde se vacíe su.en~rgía·persuasiVa,· no es posible.afrontarlos 'de golpe, y más que contestarlos·sólo•cabe eludirlos corualgunas.insulseces o extravagancias. Y áquí vierié nli sensación de ineptitud po'lítica: si yo me viese en tal co'yuntura ~pienso-.·: yo diría como 'el más pintado político algunas tóute~ rías, pero luego, después de la sesión~ por la noche,· el recuerdo de haber dicho esas tonterías, tal vez me produjese una angina al pecho. Eso me revela' que yo 1soy hasta fa medula intelectual, pero sólo intelectual, porque sólo al intelectual pura sangre le acongoja y desmoraliza haber dicho tonterías. Y no por vanidad ni narcisismo, sino porque el intelectual que se sorprende en flagrante tontería, es decir que ha dicho algo que no es verdad, tiene la impresión· de haber cometido un crimen irremediable, de haber matado algo.
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Uua tontería, e11 efecto; no es algo positivo: es simplemente la destrucción de lo otro que en su lugar habría enunciado ladiscrecióR. En cambio; el políti.co con muy buen acuerdo, dueño de jugos gástri¡:os más poderosos; digiere su .propia insulsez o .extravagancia con suprema facilidad, y tan campante. · ·: ·Pero y_o üos~lo sería·incápaz de esto; sino que.álatacar desde los han" ccis de.la oposiciórnpreveó que si aprieto bieri.'el argumento el señor del baricci azul va a verse en• el caso' •de contestar alguna tontería y éntonces, automáticamente, «mepongo en su caso»-.·-un vicio también de intelectual que es elúnico•sercapaZ de vivir imaginariamente otras vidas además de la suya-.·· ; y para eVitarle la tontería procuro yo tomarla sobre:mí.y sintiendo en•nlimano el argumento, durb éom,o una piedra, heímético·como si fuese metal, en rigor, pues; irrebatible, me digo: «¡Guardá; Pablo!'» ye! Pablo que soy se gtlarda entonces tínlidamerite el atiique;más certero eri'el bolsillo y lo sustit:uye por otro un pocci menos compacto; que deja entradas y salidas. • i:r1Sé comprende que con entemednliéntos de'esta:naturaléza no se puede•sf!r político: El político tiene que.ser uri póco bruto,:un poco ciego: Clac ro q,ue, al serlo; pierde ipso factoJa capacidad de hacer argumentos exactos e.irrebatibles y alienta.en el demento.de sonambulismo y senlitontería que es la política: ·' ' t.:: · · ·.Creo¡ sin embargo, que en esta reaccíóriTiiíahay un germenfértiLde inspiración parala p()lítica nlisma; y e5.éste: que no.existe buena justificación para que c9sas tal:\ graves como lás•que·setesuelven•enunparlamento queden a·fa merced de qtie.se'pueda o no improvisar correé:tam'entefa contestación a unos discursos. Es .preciso variar los uso~ parlamentarios. Elj efe de.un•Gobieruo es•el representante efectivo e inmediato de la· vida de un Estado, y el Estado no tiene por qué estar sometido ahs contingencias de la agilidiid.oratoria: .. El que ha hablado delante.de los públicos más:diversos conoce; la. precisión.con que el orador percibe la mayor o menonsénsibilidad de su auditorio: Es coinó siel auditorio.fuese un ériorine objeto: elástico, una gigantesca pelota de goma y el orador se sintie?e apoyado en ella:,; oprimiéndola aquí oallá . .La impresión poriparte del que habla es; en efecto, doble: la de apoyarse eri el público y la de ejercer.presiones sobre éL Cuando falta lo pric mero al oradorle parece yerse precipitado·en:eLvacío, sin tener a qué agarrarse. Esa absoluta falta de resistencia frente a él, ese sentirse.solo cuando cree estar. ante muchos, .le désorienta por completo; '. La otra tara dé.la impresión ~. sin embargo,:más intere5ante..El orador busca la sensibilidad del público eri varias de sus•posibles'dimensiones: la gracia de fa expresión, y' el encanto del vocablo, el rigor de. unrazonanliento, la emoción de.un tema.:.Es' como si su voz fuese•un dedo conque oprime
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el gran pelotón elástico aquí o allá. Antes!he hablado de que necesita encontrar, como condición previa y general,.resist.encia en el auditorio. Sólo así sentirá que delante de él hay alguien. Pero .con estas presiones busca lo contrario, busca la reacción cbricieta'yvariada de ese alguien. Para encontrarla es menester'queese. algúien!primariamente resistente ceda elástico.allí donde se le toca, es decir que se ablande. Sólq se ablanda.qukn previamente és dureza. No hay; pues;ccontrac:licaiónentre ambos atributos de un buen público'. Pues bien; cuando !a sus diversos .intentos de presión el públicpmo se i11muta tiene el orador la.sospecharde que está hablando ante.un bloque de granito.: El. dedo tentaéular de suvoz alfracasar en su presiónse.retira.azorado, se· avergúehza de sí mismo y el que habla experimenta una sensación 0 -,".peculiáríSima de·désánimoc· ·.·. • Yo he hablado antelbs:públicos más diversos, pero puedo decir que jamás he hablado ante un auditorio.de comportamiento más.granítico que un parlamento:Jámás hertenido tan clara impresiónjl.e la imitilid~d!de la palabra. El.parlamento no responde;ni a la gracia verbál ni ál pebsamiento agudo y rigoroso ni casi casia la 'emoción cuando ésta no ,es.de materia muy gruesa. Y el caso es que, en una!u otra medida y habida cuenta de la altitud vitál de cada pais -porque se trata de altitud vital y no específicamente i11telectuah-:; ·creo que en todas las:Cámaras del mundo acontece algo parecido. ·; i:Hayno pocas.razones que explican.por qué.ésto es así. • · Eriprimer lugar,'enningúnpaíS los políticos constituyen una selección de los hombres.más i11teligentes. Ni siquiera las primeras figirras delos partidos lo son, pero mucho menos el servm(tpernsde los grupos, que es de quien aquí se habla, puesto que·se habla de la masaroyente de una Cámara, En general, el político·es como tal un hombre de segunda clase; Si se hiciese un estudio estadístico-biográfico de los hombres que se ocupan de política sorprenderla advertir la enomie proporción de ellos que han caído en la política de rebote. sobrer otras profesiones más. exigentei;. Fracasados en ellas se acogen·aJa actiyidad política porque es mas fá'cil, de labor menos precisa. La política es el eterno «poco· más o menos»; De aquí-. efsíntoma es curioso y delafor-·-lafrecuencia con que el político descubre su resentimiento hacia aquellas profesionés más altas de que es él un decaído e Por ejemplo, una gran cantidad de políticos está i11tegrada por i11telectuáles forzados a abdicar. Por eso odian al ihtelectual, al técnico. La política requiere•résolución, ejecutividad, prontitud, facilidad de movilización; Ali11telectual.le causa, al pronto; gran admiración-··contra lo que se dice el i11telectual es uno de los pocos tipos humanos en verdad capaces de admiración- la agilidad del político, la ligereza con que se mue~ ve, el coraje con que actúa en las situaciones difíciles. Luego se convence de
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que esa agilidad y ese coraje se componen en grandes dosis' de inconsciencia, es decir, que el político no. ve la sitúación con la claridad que el intelec. tual-lo contrario de lo que suele decirse-, sobre todo no prevé las canse. cuencias de la situación y este futuro peligroso, a veces con toda evidencia catastrófico, .no gravita sobre él. Así, sin peso encima, es fácil ser ágil: así, sin conciencia del peligro es fácil ser valiente. (Falta y seria de gran interés la psicología del valiente). En suma, la experiencia me ha enseñado que algunas de las más eficientes virtudes del político se nutren de su inconsciencia. Más que valientes son audaces. Y la audacia es en un cincuenta por ciento inconsciencia y sonambulismo. Los Parlamentos están, pues, eri todas partes formados por gente que puede representar el nivel medio del país. Pero el nivel medio de un país, entiéndase! bien, no es elriivel medio de la parte activa delpaíS, de lo 'que con una expresión anticuada y torpe; pero aún no sustituida, llamamos la gente" culta». De aquí que.una Cámara sea siempre menos sensible que•un público cualquiera de los que espontáneamente acuden a una conferencia•. Es.que'representa.un nivel.inferior.: · Pero no. tiene taIÍlpoco las ventajas de un público «i11cultm>. Porque éste escucha si.J;i prejuicio, abierto; porosp, a la palabra que llega. Mas los parlamentarios comienzanpor cerrarse y prevenirse contra laspálábras; Su oficio de políticos;les i11citaa.hacer mi especial esfuerzo paiaiprocurar no enterarse; Por éso las sesioriés parlamentarias eh todo!el mundo suelen set ejemplos del método de.Ollendorf y una graciosa combinación.de despropósitos.
LaNación, 7 dejulio de 1932
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[SEGUNDA INTERVENCIÓN SOB.RE EL ESTATUTO CATALÁN]
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1e!
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E1señor oR.TEGA y GAS~~T (~~nJósé}: E~: l~tlisc~sió~ de la tot~l¡dad del Estatuto expresé ya elseritir de nuestro grupo acerca dela:mejormane;ra derepartir Ja facultad pedagógica entre el Poder regional y Ja: gestión die recta del Estado; pero ahora:llegamoS al punto en.que el problema se: nos plantea concretamente y tenemos que tomarilina.resolución. Yo había¡ma" nifestado plena coincideneia con el texto primitivo del dictamen, que sigue parec;iéndome Ia norma más dis,creta que, hoy por hoy. cabe adoptar! La en" mienda que ahora presenta el señor. Barnés conserva·ensuiprimerpárrafo aquel texto que establece Ja permanencia de.las instituciones ·pedagógicas actuales bajo la gestión directa•del Estado yla posib.ilidadparala Generali~ dad, .eLPod('!r regional.de Cataluña, de crear cuantos establecimientos docentes tenga a bien. Por añadidura, y juntado a aquel texto primigenio esta enmienda del señor Barnés, se advierte que el temor de divergencia queda · reducido al orden universitario. Atengámonos, pues, a él. Contra la solución que consistía·en mantener dos Universidades, si es que la Generalidad se resuelve a crear la suya, pueden, sin duda, movilizarse no pocas objeciones fundadas en razones de orden técnico, pedagógico y administrativo y todas ellas se resumen en una evidente, que es ésta: la complicación. Pero esta objeción, de puro eficaz, se pasa y. aplicada a fondo, haríá imposible el Estatuto íntegro, éste u otro; haría imposible toda forma de autonomía. Los que somos partidarios de una organizacióJl autonómica de España, si bien somos irreconciliables enemigos de todo particularismo político, sabemos muy bien que autonomía quiere decir complicar las cosas; y si el único punto de vista que debiera inspirar nuestra mente en la organización de nuestro paíS fuese el de la mayor ventaja de orden técnico en cada una de las provincias de Ja Administración, claro que todos tendríamos que recaer, inexorablemente, en ser rigorosos centralistas: Pero ' el punto de vista de las ventajas técnicas y burocráticas, con ser muy respe~
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table, con exigir qu.e se le tenga siempre ante nuestros ojos;no puede ser el único, no puede tiranizar nuestra· decisión.· Por tanto, no es esa objeciónsill .ficiente, entre otras cosas porque sería utópico el emplear eseúnico'prtntp ·de vista; de mida serviría quemantuyiésemosuna Administraciéinsupercentralizada, sjlá provincia, es decir, la periferia sometida a ese centrismo,c gozase de escasa vitalidalliAhora bien, lo que se ganase cori mantener un apa~ rato administrativo muyperfectó y:muy sencillo, es decir, centralizado,.se perdería por la·dimensión más importante, por lo que es supuesto de.todos; a saber: que bajo.el.centralismo :el grado. de vigor a que en la Vida pública ha llegado Iaparte más hnport:allte de,España; que es la provincia; ha sido, y sigue siendo, sumamente' bajo:'por tanto, no p~rdamos:lo sustaricial:porlo formal; no t~ngamos ese terror a:la complicadión;.esa complicación en este caso es inevitable y aceptarla.no ,es sino colocarseerifa verdadiincontrastac ble' delas .cosas, que es, a la postre, ellugar.más cómodo enque:sepuede estar. Ya veis, pues; '.cómo no mé cierro a: este tipo de consideraciones, pero creo que vienen, precisamente, aobviartodauna serie de posibles objedo" nes cj_ue ala solución'de'fa doble Universidad pueden oponerse. · ··Pero hay encima de toda está serie de consideraciones :en favor. de la solución bfoniversitaria una razón decisiva, trascendente a todo¡ este orden abstracto:de:consi.deraciones, y esique, complicada'. o no, se presenta como Ja, solución más :limpia,, aquélla' que acepta idolidamente; 'humildemente, pero con plenittid de re.alidad, la eXisteucia de dos aspectos c\:tlturales ·en die vergencia: el particularista catalán'y el integralista español Con aceptar la realidad, señores; nunca se pierde.nada;. ' : :: ¡.: ,r , .• ' ' •• ·. • . , La solución de la dobleUniversidad es, pues,· complicación; pero no creo que la haya menor, sino en mayor grado, si se busca Ja.otra dela única Universidad:bilingüe, Nadie puede, enserio, afirmar que laUniversidadbilirigüe fuese una solución más sencilla, porque en este casci lo linico que haríamos sería transferir a otro terreno la complicación; al fundirlos dos Cufrposuniversita" ricis ehµnosolo, loúnico que habremos hecho e's sembrar en éste la complicaciónmayor.del:mundo; queeslade un c±tierpo dondevienena. tomar mé¡ui" linato.dos·almas divergentes; yno :habría' apenaS dificultad que se pudiese prever entre' las.dos Universidades que no se repita po,tencia.da ·en,esa única Universidad•de BabeL Si, por ejemplo) se augura la posibilidad lamentable de que.Jos estudiántes de una y:otracUniversidad se pelease'n.er¡.facálle; :se puede asegurar plenamente la emergencia noimeno~ penosa de que en~a,Universi" dad única Ios estudiantes se pelearían en los pasillos; que es lo que ha acantee cidpyacontece constaritemente allí donde b:ayuna Universidad bilirigüeJ " Creo, pue5,.que a esta soluCión biuniversitaria hay que acudir'; ella es, como digo; la más limpia, y e5e imperativo delhnpieza:queeri'proporción
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escrupulosa y hasta amanerada debiera inspirar todos los actos de la República, debe llevarnos a no olvidar y a hacer notar toda la profundidad y . gravedad que este asunto encierra. ·Han sido los catalanes•quienes espontáneamente han dado a la cueso tión de su lengua valor simbólico; estoy seguro.. siendo esto.así-que no pretenderán que el resto.de los españoles se olvidenide aceptar el simbolis-· mo.según les.es presentado; y este simbolismo; señores, notadlo bien, por voluntad también.de los.catalanes, se mueve en dos direcciones muyidis"; t:illtas: por un lado,losmtalanes nos dicen:•«N'uestra auténtica.intimidad, es decir; nuestra.vida efe'ctiva y.creadora; va adscrita al uso de nue5tra len" gua; es'ella el síntoma esencial de nuestro ser, de nuestras .posibilidades; de nuestras esperanzas, porqudo e5 de:nue5tro pasado». No voy a discutir.ni un instantela verdad de esta.afümación,·porque, aunque no la reconozca ni.mucho menos; ni ahora; ni luego, ni antes estoy dispuesto a dejarine llevara tratar cue5tione,s quesólo toleran uh debatjl científico, sin la forinalidad que esfo requiere y.que no .es .posible ni oportuno aquí. Yo creo, efectivamente, que son erróneos casi todos esos tópicos habic tuales {El'seilorCampalá1isJ· ¡Pido lapalabml~Rümores). que alrededor dellenguaje:se agitan.'No creo que sean verdaderas esas maneras de pensar que aquí se han sostenido sobre la proximidad de la lengua al·alma, sobre su papel fu la Historia y sobre su significádo político; sobre todos estos asuntos;prini:ipalmentesobre la significación política de las lenguas, me he ocupado en algunos escritos míos y a ellos remito a quien tenga alguna gec nerosa curiosidad. Pero lo que digo es que yo ahora no me voy a hacer'cüesc tión en absoluto de si es verdad o no lo es el contenido de esa afirinación; lo acepto como tal afirmación, como voluntad expresa de muchos catalanes, y cém ello mé basta; me basta a mi, y creo .que a casi todos los españoles de aquí y de-fuera d~ aquí les basta para dar satisfacción apresuradamente al deseo que esa afirroación implica. . ....... · Yo no creo; no récuerdo;que desde el advenimiento .de la República nadie haya intentado i:oartarla libertad de:los catalanes para el uso de su leugua ,en todos' los órdenes de suvida,cprivada o.pública; si alguien quiere reclamarse del principio .de libertad eneste asunto, aunque a nií me parezca niuy discutible tal redamaé:ión, no cabe pedir más. No entenclfa por esto la atgun;ientadón 'que hace' un rato hacía el señor. Sbert cuando creía que .el punto:de:vista del dictamen primitivo limitaba la libertadc de' Cataluña; cuando enese dictamen se dejaba franquía a los deseos catalanes en punfo a educación en'catalán; Ahora, si por libertad él entiende no sólo la de poder Cataluña regir.sus in5tituciones en el modo que tenga a bien, sino,.además, impedir ciertas intervenciones que existen en todos los Estados del
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mundo organizados autonómicamente, entonces tiene de la libertad una idea tan distante de1a mía que comprendo la antagónica posición de ambos, . Pero el he.cho es que la libertad que hoy gozany que van a gozar los ca.talanes, segúµ el dictamen primitivo; para la enseñánza en catalán, es plena: Ese sentido del simbolismo lingúístico se ha resuelto, pues, radicalmente, sin escatimaciónes, a·satisfacción, según las.aspiraciones que han expresado los señores catalanes; mas cuando se ha logrado esto, el simbolismo, de pronto, cambia de rumbo y vuela hacia intenciones muy distintas de aquéllas: Ya no se tratá de quela vida catalana pueda fluir, sin deformación y sin estorbo, en el dócil elemento de su idioma;· ya no se trata de llegar, como a una ribera apetecida, al libre uso del catalán, sino que al revés: una vez logrado esto, se hace del libre.uso del catalán una posición política firnie que signifique un cierto rango jurídico del poderregional de Cataluña, y, además; de ese mfo libre se hace un instrumento de polémica y de lucha histórica para ir, desalojando el idioma español; y a este simbolismo polémico e.institucional, que cabalga sobre aquel otro sentimental que nos parecía tan respetable, a eso es alo que nos oponemos nosotros radicalmente. (Muy biei1, muybim). . En una Universidad bilingúe, título que parece anunciar estricta paridad en el trato de dos idiomas, es evidente que la lengua española quedaría en desventaja, aun contando con la más absoluta buena.fe en'el cumplí~ miento'. de todas las ordenanzas, por el simple hecho de: que elmímero de estudiantes de habla· española en la Universidad de Barcelona. representa sólo un 25 oun30 por"lOO del. contingente estudiantil, como háce días nos recordaba muy oportunamente el señor Guerra del Rió, y espero que nadie al oír esto, no ya diga peto ni siquiera piense: «¡ah!, si es superior el número de estudiantes que prefieren la lengua catalana, entonces es justo que ésta P'.evalezca». No; ése es precisamente el planteamiento de la cuestión que no podemos aceptar: el Estado español, que es eLPoder prevaleciente, tiene una sola.lengua, la española, y ésta es, por ineludible consecuencia; la quejurídicamente tiene que prevalecer; la Constitución que habéis hecho no nos permite echar a reñir, cómo si fuesen dos gallos, ambos idiomás y quedar nosotros como.simples espectadore5 o tal vez haciendo apuestás sobre cuál será .el vencedor; en modo alguno. Muchas veces, escuchando lós deba tes que en.torno a las lenguas se han promovido aquí, me pareció que se malentendía• el concepto .de tooficialidad que a la lengua· catalana se otorga dentro de la jurisdiccióilcnacional, porque háy muchas cláses de cooficialidad;·,el sentido; la 'extensión y el rango de.la c6oficialidad varían según varíe el oficio .cuya es la cooficialidad. En .un. Estado que como .tal fuese bilingüe¡ la cooficialidad se confundiría en extensión yen rango con el Estado mismo; pero es.que en España no hay un Estado bilingúe en modo
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alguno, lo que hay es un oficio o poder secundario, que es el poder regional, el cual sí es bilingüe, y ésta es la confusión grave que se manifiesta clarac mente en el caso del idioma, p¡;ro que con menor claridad perturba futegramente la aspiraciónjurídica del Estatuto;·porque en Cata!Uña no existe sólo el poderregional con la órbita de bilingüismo que lo circunscribe, sino qué en' Cataluña pemianeceel Estado,· como tal Estado, con su rango supremo, y ese Estado, re¡:iitci; no tiene más que. una lengua, que es la lerigua española; por esta•razón, aparté otrq géneró de consideradones o.de imposición directa de laley constitucional; el•Es'tado no puede abandonar en ninguna región el idioma español¡ puede inclusive, si le parece oportuno, aunque se juzgue paradójico, permitiry hasta fomentar el uso de lenguas extranjeras o vernaculares, es decir caseras.(eso es lo que significa la palabra), y.conste que al decirvernacúlares y al traducirlo en «caseras>> no he pretendido, sería grotescoj disI\lÍiluir en módo alguno todas las posibilidades futuras Y· toda la magnificencia pasada delcatalán (lo digo por sonrisas como depenétra~ ción excesiva que me llegaban del lado dela izqúÍerda); decía que puede el Estado permitir, fadlitar, el uso ·de otras lenguas, pero que lo que no puede es abandonar el españolen ninguno de los órdenes, y menos que en ninguno en aquél que es el que tiene mayor eficacia pública, como el científico y profesional; es decir;.en eLorden universitario: También me hace fueri:a-·.siento mucho que no sela haya hecho a los señores :representantes de Cataluña y especialmente al séñór Sbert-.-.. 'el argumento, de oriundez'también legislativa constitucional; que adélántaba el señor Iranzo; cuando decía que· en· la ·Constitución se afirma el Poder del Estado para mantener instituciones pedagógicas de todo orden frente a las que cree elPoder regional. Ahora bien, una posición estatutaria, una prescripción de un Estatuto, en la cual se entregue la Universidad, sea al Poder regional, sea a una organización autónoma, y se haga, por tanto; una Universidad única q11e no es la que directamente depende del Estado; una de dos, o esta pre5cripciónsignifü:a, como parece significar, que queda excluida la convivencia con otra Universidad del Estado, o no; sino hay incomc patibilidad, entonces tenemos el dictamen primitivo, que expresa como debida la permanencia de las• dos •Universidades; pero si, como parece más lógico, interpretando·el sentido directo de esa voluntad legisla ti.va que algunos pretenden,• se 'dice. qué fa Universidad que habrá' en· Cataluña será uria sola y ésa•no ·de1'Esta,do; evidentemente parece· que es que·se excluye que el Estado pueda ní.aritener o crear allí.una Universidad; por tanto, ten° dríamos que elEstafütoampútaba tinafacultad del Estado,.y como esto va pasando. o puede pasar, en forma' mas o menos. Clara; en otros lugare~ del Estatuto, resultaría que éStesería como.una tijera metida en la Constitución
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que dejaba a éSta, Y.sobre todo dejaba al Estado, lleno de muñones. No conviene, pues, falta de claridad en este punto. . Como veis,.apartela cuestión histórica, aparte cuanto se refiere al asun. to íntimo de relación entre las.lenguas y sns culturas anejas; es un intríngulis peligrosísimo lo que se manifiesta .claramente en esta cuestión del.idioma catalán, péro que con menos claridad existe en·todcí. el resto del Estatuto y que nos' impide, querámoslo 'ºno, si sarrios un poco reflexivos;1 tratar la autonomía de Cataluña como si fuera una autonomía cualquiera. InsiStó en esto, señores, porque he oído aquí, una vez y otra, certeros a,rgumentos en pro de la autonomía, no ya del federalismo, sino: de la estricta autonomía; que a todos nos paredan bien, perq que jugaban del•vocablo, porque eran referidos al.problema de Cataluña; y.éSte no es un problema exdusivac mente de atitonolnía; éSta que vamos a conceder, la vamos a cóncederaµna porción de España que inméinorialmente lleva dentro de sí una tendencia al nacionalisrrio;al'apartismcí,,tendencia frente.a la cual nada importaría que unos cuantos; por motivos de estrictas ideologías o por filosofía de la Historia, seoptisieseni nos opusiésemos; pero que se convierte en un conllicto gravísimo qué trasciende de las dimensiones de lo polltico para dilatarse en los tamaños de lo histórico, el.pequeño detalle, merced a la virulencia de que frente esa tendencia nacionalista y apartista.hay en los más hórídos entresijos del resto del j:méblo. españoluna tendencia antagónica liada un cierto unit:aTismci, bien'qúe no hacia el centralismo. Si alguien conoce, dentró de Europa y fuera.de Francia, un pueblo1 de espíritu más unitario que España; yá' le' agradecería·sobremanera qué me lo comunicase, porque de esta suerte yo aumentaría mi instrucción particular. Yo no lo conozco. Y esa contraposición de reflejos medulares históricos, porque nada meno~ que de'esto se trata, esa contraposición es la efectiva sustancia, como varias'veces he dicho, del llamado problema catalán, que es problema precisamente porque ria es sólo catalán, sino divergencia grave entre el modo de sentir, respetabilisimcí, dé rriuchos·ca.talanes y el de la·inmensa ma,yoría
del pueblo--español.
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·No se trata, pues; señores, de apreciar, de aforar si es•grande o chica, si es•intensa o laxa, la opinión públicá que durante la fecha·en ctirsose manifieste en.pro o en contra deLEstatuto. Todo esto sería secundario ante la convicción que tenemos algunos de que es el modo de ser profundo•del pueblo español el que rechazaría cualquiera rsolución que· dejara herido .este su modo esencial de sentir. No· se puede haéer política viviendo al azar; bajo la anécdota de ló que en cada rriómento la opinión.pública sostenga o no sostenga; todo eso hay que atenderlo, peto es.menester.ir.a la política con un conjunto, porno décirpedantemente·conunsistema, de convicciones firmes,
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siquiera sebre cómo es profundamente nuestro pueblo, porque sólo así se pueden prever sus graves reacciones, Lo demás, lo de que en e~azar del momento se haya producido o no, o tarde en producirse una manifestacióru de opinión pública, eso es sumamente secundario. Por tanto, yo no corneta la candidez de apoyarme·en una presunta representación mía de la opinióil!pública, no. No quiero facilitar tanto la réplica que alguna vez ha dado aquí el señor Presidente del Cotl!Sejo de.Ministros, no. Yo norepresento a la opinión pública, en primer lugar porque no pretendo representar nada, pero además, porque si pretendiera representarla, el Presidente del Ccitl!Sejo, o cualquier otro orador de la mayoría, me exigirían irunediatamente que exhibiese el título, y corno la.representación de.esa poca.cosa que es la.opinión pública no puede estar escrita en ningún papel, podría afirmar el orador hostil que él también la represen" taba, y·quedábarnos empatados, De esta grácil manera quedaba eliminada de la vida política esa cosa que se llama la opini9n pública. (Rmnores): No. Lo que yo expreso es una convicción larga~ honda, seriamente meditada durante muchos años; de cuál es el modo de sentir profundo del pueblo español, y por eso desde la primera vez que hablé, ya en el debate cotl!Stituciona!; os pedí, os rogué que tratarais este punto con sumá delicadeza.. · Pero se dirá que todo esto es un poco vano; porque la ertrnienda del señor Barnés sostiene que debe haber.dds'Universidades. ¿A qué, pues, todo lo que he dicho? (El seiior Bamés pide la palabra): En efecto, el primer párrafo de la enmienda significa que la Generalidad podrá crear una Universidad; pero que; independientemente de·ella, habrá otra Universidad· del Estadm Muy bien_Lo grave del caso es que, tras ese párrafo, viene otro párrafo-.-y salto sobre las cuestiones de Hacienda y de grados, que son, por muchas razones que sabéis, secundarias en este.momento-, otro párrafo, en el que se dice que si la Generalidad lo juzga oport:Uno, podrá prcipciner al Gobierno que esa Universidad del Estadó. desaparezca, que quede reducida la enseñanza universitaria catalana a·uriaUniversidad unica; bilingüe y autónoma. Es decir, ni de la región, ni del Estado; una Universidad con una libertad casi interplanetaria, que·sería como de nadie, pero que por de pronto.no sería directamente del Estado, como enferma de posibilidad exige la Cotl!Stitución, ·Ahora bien; ese segundo párrafo quiere decir que, al día siguiente de prómulgado'el Estatuto, la Generálidad puede proponer eso fil Gobierno y éste concederlo. De isuerte que· esta enmienda, que en su primer párrafo prescribe la existencia de dos Universidad~s, en el segundo se rnuerde:la cola, se traga una Universidad y hace posible lo contrario de lo que en el primeipárrafo dice. (Muybim, muybim): Por lo tanto, yo quería dejar,aIIli espalda todos.los razonamientos que se refieren al fondo del asunto, para
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hacer cotl!Star que queda aún:btro de máxima eficacia, á mi juicio, y de carácter formal; del cual se prescinde: de qué seá lo que piense 'cada·uno de .los señores que van a votar sobre la cuestión rnisnia. Penséis lo que penséis .los que votéis esa enmienda, vais a votar en el primer párrafo lo contrario que en el segúndo. (El seiior Bello: En los dos casos es potestativo. No hay con-
tradiccián.'-Rwnores. -Un seiior diputado: Pod1ia prestarse a confusiones treinei1das). Perdone el señor Bello. La ley define 'un círculo de posibilidades, no sólo al decir «podrá», sino aunque no lo dijera: todas aquellas previsiones que van directamente expresadas por la ley. Cuando el legislador seriamente construye la fórmula de una ley tiene que anticipar, como realizadas, todas esas posibilidades, tiene que ponerse en el caso de ellas. Por lo tanto, la significación plenaria de su realización está ya preformada en la expresión esa de mera posibilidad. De suerte que el caso a que me refería antes sigue igualmente vigoroso despué5de la interrupción de! señor Bello.Vais a votar la posibilidad de que eso pase, y como la posibilidad, a poco qµe ella se de5cuide, se convierte en realidad, vais a votar por·anticipado esa realidad (realidad del seglindo.párrafo que s¡;burla del primero); vais a votar laburla:devosotros mismos. Esto completamente aparte de qúe penséis de un modo o de btro; pero cuando se trata.de cuestiones graves; cuando vainas a la confección.de.una ley estatutaria, corrtodo su rango, parei;:e qúe debe haber una claridad; u.na pulcritud, un decoro.énlaforrna y erila expre5ión de!textolegal; que no es fácil de llevar a urr caso' como el presente: Tendtiái.S qµé renunciar a ese afán de confundirlas.cosas y; como se dice tauromáquicamente; ~
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SOBRE LOS ESTADOS, UNIDOS . ,J';
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E~1g2s, hablando en Bu~nos Aires, insinuab¡yyo para quien quisiese¡ entenderme-· el entender.es una operación que. depende mucho más de la voluntad que del entendimiento-..algunas objeciones a.los Estados U:tiidos, Era aquélla la fecha>de su máximo triunfo. Apenas vuelto a•España;en ca~ mienzos.de 1929 comencé a escribir La rebelión de las masas, donde ataco ya de frente ehema yme revuelvo contra la opinión entonces imperante; La ceguera de la gente,. incluso de 19s .que presumían ser los «mejores», me causaba irritaciónypeha. La realidad de los Estádós.Unidosme parecía tan clara, compuesta de ingredierite5 tan sencillos, quejuzgaba ilícita la ofusca:: ción de las 'viejas.cábezas europeas. Cadacual tiene obligación de poseer sus propias virtudes, sus virtudes titulares y ria otras cualesquiera, sinafinídad con su condición fundamental Así, estas viejas cabezas europeas nó tienen derecho a ser ingenuas. La ingenuidad en el viejo se llama chochez, Las cabezas europeas vienen afilándose desde hace muchos siglos en el asperón de la historia y están obligadas a usar los ojos con agudeza, a no detenerse infantilmente en la superficie aparente, sino a perforar ésta y deshacer las ilusiones ópticas en que se complace la Naturaleza. Kohler, en sus estuc dios sobre los antropoides, ha demostrado que el tamaño de la inteligencia depende del tamaño de la memoria. Los europeos están obligados a ser muy inteligentes porque son los hombres actuales de la más larga memoria. De otro modo, sucumbirán, porque no es fácil que puedan poseer con plenitud las virtudes de la mocedad. Los pueblos nuevos pueden, sin grave riesgo, ser menos inteligentes porque son jóvenes. Como paletos, los viejos europeos se colocaban con la boca abierta ante los Estados Unídos. Su ascensión portentosa, su exuberante riqueza, su eficacia no eran interpretadas como manifestaciones de una hora favorable
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que pasaba sobre un pueblo, sino como síntomas de una capacidad colectiva radicalmente superior a la de todos los pueblos que hasta ahora han _existido.Se creía, ni más ni menos, que los norteamericanos habían coloca_do, deuna-vi;z para siempre,. el nível de la vida humana aúna altura sustancialmente -.-y no sólo accidentalmente- superior, en virtud de lo cual ya no pod:r!atí pasar ciertos males -como crisis económica, etcétera-.- que habían sido inexorable azote de las anteriores civilizaciones. Los norteamericanos, consu petulancia juvenil, decían esto, y al decirlo o creerlo estaban en su derecho. La juventud tiene derecho a creer que ella ha resuelto todos los problemas de la vida que las generaciones anteriores no consiguieron dominar. Si no creyesen esto; ¿cómo podrlan vivir?, ¿cómo iban a sentir justificado su carácter, su ser de {
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Estados Unidos, delos cuales sólod priÍnero apareció en La Nación, de Buenos Aires. Estos «nuevos» Estados Unidos significaban la
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· Habría,· p.ues,que definir la «vida colonial» no como ha sido acá o allá, . sino en su estructura esencial, aislando el núcleo de atributos que tieney ha tenido siempre, cualesquiera sean los pueblos que la han vivido y los tiempos en qué se produjo: Claro es que pueblos y tiempos tonalizan variamen" te aquel núcleo, siempre idéntico, Pero· lo importante sería fijar• éSte con toda Claridad, dejando en segundo término los tonos y matices diversos: Aun reducida la cUestión a América-decía yo en Buenos Aires hace muchos años-, · , es preciso descender al hecho comun americano más allá de las diferencias•de norte; centro y sur: El asunto urge porque pronto vaa dejar América de.ser «,vida colonial». Con esto insinú'?Yª rniiprimer carácter de esta forma de vida humana: que es sólo etapa, período, momento hacia otra. La «vida oriental», la «vida antigua»; la «vida europea», duraron o duráránmás .ó menos milenios, pero anrique.no quedasen•de ellas rastro serían en sí mismas imperecederas, intransitorias; por la sencilla razón de que no son transito a otra vida, sino queterininan dentró,de símismas: La vida coloriial, en cambio, lleva dentro de sí la inexorable condición de desembocaren otra forma de vida que es ya estable-la vida autóctona. ·:Con esto nos hallamos ya en un segundo carácter: la vida colonial es la no autóctona: Es' decir,: que el hombre quela vive no pertenece al espacio geográfico en que la vive,' Pero dicha así, la cosa no está clara:. Porque no toda emigración, no toda invasión es colortizaciófi.: No basta; pues; que uh pueblo caiga en un espacio distinto de aquél en que nació y se desarrolló para que se produzca el fenómeno «colonia». Hay una forma histórica de incongruencia entre hombre y espacio o tierra qUe es precisamente lo inverso de una colonización, Cuando los bárbaros pasan el limes romano y se instalan en aquellas tierras hipercivilizadas; no sólo ipasan de un· espacio a otro, sino de un tiempo a citro;:La tierra rio es sóloespacib; sino tiempo. Cada tierra ~tá en un cierto:estadici de «cultivm>;·de Civilización; según sean los hombres autóctonos que la habitaban, La inseparabilidad de espacio y tiempo que la Física actual nos enseña vale también para la Historia y la Geografía. Cuando el bdrbaro entra en tierrarcimana pasa súbitamente. de una tieua históricamente' más joven a Una tierra históricamente más vieja. El bárbaro, pues, se ávejenta de mo,dri automáticoy traspasa su mocedad alasyiejas razas invadidas por él. Sufre. elanacroriismo entre la edad de, su organismo vital-·-que es juvenil-'-.· y la de la tierrá donde irrumpe, que es senescente. · •, . ·Este factor de anaé:roriismo es el que da todo suvalor al carácter de noautoctoniaanejo a la «vida colonial». Sólo que aqUí el anacronismo es in-
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verso: hombres de pueblos viejos y.muy avanzados en el proceso de su civilización caen en tierras menos civilizadas; es decir, históricamente más jóvenes. David se acuesta con.la Sunarrüta. Elcolonizaqor se rejuvenece de · · modo automático. •Por lo pronto, no hay que pensar en ningún influjo.misterioso de· la tierra nueva a.que el colonizador llega. Lo que está. tierra tiene.de nueva es que, relativamente a las capacidades del emigrante, está vacía,· esto és, \nexc plotada.' La habita una raza tan distante en altitud humana del recién llega" do, tan;inferibr, que éste no· siente su presencia como si conviviese· con éL Su impresión es de.soledad enmedio de espacios inmensos,. atestados de promesas. Ademá?, de hecho hanscilido ser las áreas coloniale5 de.muy es" casa población nativa; · • · • ..• ·· . · · · :: · " · . . Con esto basta para explicar el rejuvenecirrüento. Imagínese el lector trasladádo .solo o con pocos.de sus afines a un territorio muy remoto,.d~ enorme E'.Xtensión y deshabitadm.Llega con las syperiores técnicas intelecc tuales que upa civilización muy desarrollada ha puesto en él y con algunos de los instrumentos eficientisimos que esa.civilización ha creado. En.caro~ bio, los problemas de su vida cambian. Enla metrópoli eran éstos los pro" píos de una civilización avanzada: en la tierra nueva tiene que volver a plantearse los problemas más primitivos. Es decir, que su existencia colonial consiste en el anacronismo entre un repertorio de medios muy.perfectos y un repertorio de problemas muy simples, Sin p~rder ninguna .definitiva ventaja, ha descendido unos siglos abajo, se ha iristalado enuna zona vital más fáciL·Consecuencia: sentimiento deprepotencia;Errrüsmo hombre se siente en la nueva tierra más capaz que en la antigua; Primer síntoma de ju" ventud: sentir sobra de poderío. En rigor, petulancia. ¿No es extraña la coincidencia de todas las colonias -cualesquiera fuesen los pueblos originarios y las civilizaciones matrices-, la coincidencia en la petulancia? . • Pero rrüentras la exuberancia.de.los medios en comparación con los problemas reari.ima al hombre colonial, insuflándole una sensación de prepotencia, acontece que el primitivismo delos problemas, del medio vital en q11e cae-la selva, elcampd. «virgen», h1 soledad-.-., tira de él h.acia atrás, hacia lo primitivo. • ,· . . • • • . '· A los cinco o seis años -y no más- de vivir en la tierra nueva y solitao ria, el lector y sus afines notarían una extraña simplificación de su ser: Los ré., finarrüe~tos.íntimos, las complejidades; se habríanatrofiadci por completo al no, ser refrescados por eLuso, y'las reacciones-elementales sOlicitadas por el contorno se robustecerían sorprendentemente, El cmloniaL es siempre,' en este sentido, .un retroceso del hombre hacia un•relativo·primitivisll\o en cuanto.afecta al fondo de su psique, pero conservando un outillagematerialy
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socia]-·es decir; cuanto afecta al orden exterhoc,...., de plena modernidad. Esta duplicidadt111e1e proporcidna su constitucional anáctonismo produce .]a ilusión óp,tica en que ahora ha caído Europa aljtiZgar alas Estados Unidos. •>Insisto eri que él cambio producido ene! hornbre por el nuevo medio colonial~- ccimo .fulminante; Me parece errónea la tendencia .del siglo pasa,do a exigir largos períodos pafa explicar estas modificaciones; Yo he procurado reunir datos sobre los primeros años de las colonias hispanoamericanas écih ánimo de fijar cuándo se inicia en el hombre viejo metropolitano la conversión en el nuevo hombre colonial. Y con gran sorpresa voy averiguando que ni siquiera es preciso aguardar a la primera generación nacida ya en el nuevo espacio; sino que el mismo colonizador, si permanece unos años tierra adentro, sin frecuente contacto con nuevas promociones de emigrantes, comienza•a· los'cinco o seis años a ser un ente distinto delique era .. . , 'Últimamente leía yo el minuciósísimo libro de Fray Pedro de Aguado que se•titula Histoiiade la Provincia de SanctaMártay 1mevb réino de Granada. Se.advierte que el autor ha conocido a•los colonizadores de laprimísima hora y que de ellos ha recibido. directamente las'noticias.-Pues bien, en cuanto su historia avanza cinco años desde el primer paso eri lá conquista de éstas tierras, eUector.,.,.,.caunque, claro está,.nO.el autoi;c.C,- nota quelos personajes a quienes corioce.desde las primeras págínas se hart Vüe\to fauna iniprevisc ta: Son ya otras gent~s. Empezando ·porque visten ya. de un rnodo original impuesto por lruadapi:~ción' afas nuevas necesidades: El soldado no nécesil ta fa pesada' coraza cont:Ta•las flechas•de los•indios. Es más sencillo' y eficaz rodeatséel cuerpo con una felpaguatada que embotalós acentos· circunflejos de las saetas. Para uri español recién llegado, aquellos compatriotas, que acaso habían sido en la Península sus amigos; se habían hecho; hasta en su aspecto físico, unos seres extraños al presentarse con tanfantástico atuendo. Pero son más graves e interésanteslasmodificaciones.íntimas. Estos emi" grantes de hace un quinquenio se sienten ya unidos al nuevo terruño, han quedado adscritos· a él; 'y viceversa, lo creen suyo .. Un sorprendente «patriotismo» •colonial germina ya en ellos, y dentro de él•se.¡:iercibe ya.elfer" mento separatista. Tienen sus usos nuevos y; sin. embargo, sufidentemente consolidados, otra moral, otras valoraciones. To.do elld •se· expresa, en una eVidenté antipatía y un sbrprendente•desprecio haciafos quellegá.n de refresco; y son llá.mados "chapetones»: Esta vertiginosidad del cambio pare" ceráincreíble. Tarnbiérra rni rne lo parecía, pefo si el lectbr'es curiosO é investiga con ojo avizor los primeros años de. toda colonia¡ sé enéontrará casi seguramente• cdri datos·que.le fuercen a reconocer fa·snbitaneidad de la transformación. Es rnás, nÜ•creo. imposible qué. por medios ingeniosos; pero.fehacientes; se consiguiera,derríbsirar que basta ese primer' lusirO de
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existencia propiamente colonial-esto es, posterior a la estricta conquista-.. para que se inicie la mutación fonética y léxica en.ellenguaje. Es decir, que· el criollismo idiomático comienia, desde luego;.a brotar y qi:ie no es ne" cesarlo esperar.el transcurso de varias.generaciones. Todo ello confirmaría que no valen .para el fenómeno colonial•las mismas leyes que rigen en las otras formas de emigración y mezcla de pueblos.. ·
Luz, 29 de julio de 1932 III
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Según nuestra ecuación, el hombre colonial es el hombre de una raza antigua y avanzada cuya intimidad ha recaído en el primitivismo mientras su dintorno vital goza de plena civilización. Este.anacronismo viviente, esta duplicidad constitucional motiva'1a perenne ilusión óptica que el americano produce. Nuestra sinceridad advierte, queramos o no, una extraña.desazón en el tiato con éL Ninguna de las posturas que ante él adoptamos e5 sufic ciente. Siempre tenemos que completarla con la contraria. Yes que las dos zonas de su. ser, la periférica y la íntima; tienen distinta cronología;,• •.. , Hay una. imagen errónea que desorienta; nuestra comprensión del hombre en general. Suponemos que la personalidad humaná seforma par" tiendo de un núcleo central,. que e5 lo más íntimo de ella; el cual; creciendo; engrosándose y perfeccionándose, llega en su periferia a constituir i:úiestro yo social, aquello de cada uno de nosotros que da hacia los demás. La verdad, sin embargo, ha sido siempre lo contrario. Lo primero que delhómbre se forma es su persona social, el repertorio de acciones, normas, ideas,.há~ bitas, tendencias, en que consiste nuestro ·trato con los prójimos.Ypuede llegarse.. -.es precisamente el caso del americano-.·.· a poseer.una personalio dad social muy civilizada; muy estimable y llena de virtudes, ó, al menos, destrezas cuand9 aún la intimidad casi no existe. Tendríamos entonces que la ·persona podria representarse por.una esfera hueca. La pared dela esfera -... elespíritu social.de la persona°"" es.más o menos gruesa, pero, al.cabo, tras ellahay'.un vacíb cential¡ Conformeprogresala plenificacióndesu cultura personal, la pared crece.hacia dentro, va creando capas más internas del individuo; El término idéal del desarrollo seria que la.esfera espiritual en que consiste la persona fuera maciza y compacta.: ·. •, .Nótese que ambas espiritualidades, . la periférica.y la.íntima, son.de muy distinto rango. Aquélla está integrada por.lo recibidoyrnostrenco. Son las ideas que piensa todo .el mundo, los impulsos de conducta que el am"
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biente imprime en .todos por igual, las preferencias y repulsiones comunes, Se trata, pues, de la forma inferior de espiritualidad, en que ésta se confun. de casi con lo mecánico. En cambio, la intimidad comprende·sólolos pen. samientos que elindividuo crea o recrea por sí, las actitudes morales que nacen con plena independencia en la soledad original de su ser; aparte de los prójiníos. Todo esto, que es lo más valioso, última potencia del espíritu, es lo que tarda más en formarse dentro de la persona, y es lo que estimamos. En definitiva, se trata de los criterios decisivos -intelectuales morales ' ' etcétera-; sólo cuando el hombre posee en su fondo estos criterios propios, firmes, que.son su sustancia inalienable, decimos que es plenamente \:ma persona. El que sólo posee el repertorio de modos recibidos sólo funcionará con corrección en las situaciones rutinarias previstas pm ese repertorio; Colocadlo en una circunstancia nueva, y no sabrá qué hacer, su reacción será torpe, porque no puede recurrir al fondo creador de sus criterios propios. En los pueblos primitivos, como es sabido, no existe la persona;individualizada. Todos los salvajes de una tribu son espiritualmente iguales. Dirán las mismas cosas, sentirán idénticos apetitos, se comportarán de parejo modo. Habrá.entre ellos diferencias temperamentales, pero no espiritu\lles.1La reacción intelectual dél uno ante cualquier.problema será la misma que la del otro. Lá.razón de esto es que el salvaje ria tiene intimidad, que es e5feta hueca, persona social y nada más. Por eso· nos presentan el tipo de.hombre .>' · . .. · · · ·. . ·. estandardizado. Que el norteameíicano sea un hombre standard nó obedece, pues, a ninguna ccmdieión peculiar ni de la forma de su civilización ni de. su sis teo ma educativo, sino que es síntoma inmediato de su primitivismo. Sufre todavía este hombre de vacío interior. Cuando en nuestro trato con él avanzamos de lo externo hacia su intimidad advertimos claramente que pierde valor lo que de él vemos. Por lo mismo, no es tampoco nada peculiar la impresión de vacuidad que deja en nosotros el tipo· medio de la mujer nortee americana. Contrasta sorprendentemente el puliI11.ento físico de su ¡:uerpo y aderezo exterior, la energíaysoltura de sus maneras sociales con su nulidad interna, su indiscreción, su frivolidad e inconsciencia; Al ensayar el europeo intimar con una de estas mujeres,. cuyo dintorno es taLvez el .más atractivo que hoy existe en el mundo, realiza la experiencia de laboratorio que mejor confirma1a doctrina sustentada por.mi. Porque el amor e5.precisamente un viaje hacia ld íiltimo:es el afán de abandonar la periferia del ser amado que se ofrece por igual a todo el mundo y apoderarse de su intimidad latente, secreta, que sólo a uno puede entregárse. Y la experiencia de~ soladora que hace ese europeo enamorado de la norteamericana es que al dejar atrás fa persona social de la mujer-lo que antes he llamado la pared
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de la esfera-, en el momento, a·untiempo delicioso y dramático, de captuc rar la intimidad espiritual de la amada se encuentra con que no existe, con que lo que ha dejado atrás e5 lp único que hay. La mujer norteamericana es el ejemplo máximo de la incongruencia entre la perfección del haz externo y1a inmadurez del íntimo, característica del prirnitivismo americano;· •·· Sería ún defecto del lectory no mio que subentendiese bajo e5tas calificacione5 censura o desestima delmodo.deseramericano. Con el mismo derecho•poclía entenderse en sentido peyorativo el atributo de juvenilidad aplicado a una persona; Pcirque es evidente que, entendido a fondo este a tributo, junto a las envidiables virtúdes de la juventud designa también su constitutiva manquedad.Ser joven e5no ser todavía. Y esto, con Otras·palac bras; es lo que intento sugerir respecto a América, América nó es todavía.· · Por eso, en medio de grandes aciertos, considero un error que Keyserlirig se coloque ante América del Norteo América del Sur e intente decirnos lo que son; como sf se tratase de pueblos viejos, ci;yo espíritu es ya macizo y vive desde el centro radical de sí mismo. Este error le lleva a tomar como' rasgos característicos modos transitorios y mostrencos de la vida colonial. ¿Es tan seguro, por ejemplo,. que el americano.:delSur esté constitutivamente unido a la tierra mientras el deLNorte no tiene relación profunda con ella? ¿Hubiera dicho.lo mismo Keyserling si su viaje hubiese acontecido en 1860? Nd; todavla nosepuede definir el ser americano por la sencilla razón de que aún no es, aún no ha puesto irrevocablemente su existencia aun naipe,· es decir, a un modo de ser hombre determinado. Aún no ha empezado su historia: Vive la prehistoria de sí mismo; Yen la prehistoria no hayprotagonisc tas, no hay de5tin0 ·particular, domina·la pura circunstancia,América no ha sido hasta ahora el nombre de un pueblo o de varios pueblos, sino que es el nOmbre de una situación, de un estadio: la situación y el estadio coloniales: De aquí que me pareciese imperdonable la confusión padecida por Europa al creer que América podía representar una nórma nueva de vida, Es como si el Viejo, ante.Iaí:meva generación; dijese:« ¡Diablo, estos chicos haninventado una cosa inaudita y formidable: Jos veinte años!» En efecto, esto es 1o·únicó que.nos sería•co~veniente imitar de América, su mocedad, pero 'es ahriismo tiempo lo que, desgraciadamente, no se puede imitar. En cámbio; Norteamérica va a comenzar ahora a imitarnos en lo más fundac mental:.a hacer historia; a entrar eh las angustias que a todo pueblo esperan más allá. de la etápa primitiva: Porque; no se le dé vueltas, vida colonial quiere decir, ante tódo, vida ex abundantia, e historia, vida precaria, vida bajo la presióninexorabledeun destino limitado. ;:
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· Luz, 30 de ju1ió de 1932
POR SI SIRVE DE ALGO
En unarticulo que elseñor Be~lo ;~~licó el sábado en Luz se dice que yo, «por motivos políticos, circunstanciales; herebajado para Cataluña el cupo de atribuciones correspondientes ala región-·a la gran comarca-•, según criterio no de ahora, sino de hace años». Es ya la cuarta o quinta vez que, paladina o alusivamente, el señor Bello hace esta afirmación ejemplarmente gratuita y arbitraria; A ella opongo las siguientes observaciones: . · Primera. En Laredención de las provinciasyenlas otras series de articulas-·-.porque han sido varias-··-.·que con anterioridad a la recogida•en ese volumen exponen mi política de autonomías regionalés excluyo aquellas regiones españolas, qile; comó'CataluñayVasconia, plantean además una cuestióntotalmei1te distinta de lai autonomíay que nci vale barateramente -¡qué torrente debáratería ha inundado la políticarepublicana!-·-· confundir con.ella: la cuestión nacionalista. •Segunda. Esa exclusión no significa que yo pensase para esas regiones una autonomía menor que para las otras. En modo alguno. La tesis de mi política autonomista consiste en llegar a la posible solución del problema que esas regiones plantean, evitando tratarlo por separado: Por eso analizo las necesidades del resto de España, dejando a un lado provisionáhnente,cpor razón de método, las comarcas nacionalistas. Si pensando en ese resto de España hallamos que él exige una reorganización autonómica; habremos encontrado una solución española, nacional, común y orgánica a la porción soluble de la demanda nacionalista. Pero no cabe negar que queda el residuo insoluble o difícilmente soluble, y éste requiere, claro está, un .tratamiento especial.Por muchas nieblas que el señor Bello quiera fabricar no es idéntica la cuestión de una universidad regional andaluza y la de una universidad catalana. Pretender fingir esa identidad no es sino dificultar las relaciones entre los lectores del señor Bello y la verdad de las cosas.
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Tercera. En La redención de ·las pi·ovincias y en las series anteriores -aun no refi1iendo la doct1ina a Catalw1a- hago constar siempre que el Estado podrá mantener o crear en h¡s regiones junto y aun frente a los centros de enseñanza regionales y a otros institutos que no son de enseñanza; establecimientos propios. Esa presencia y actuación.directa del Estado en la región desarrolla la idea de lo que yo denomino «instituciones reguladoras». Cuarta. Esta idea, a su vez, no es sino una aplicación secundaria y de detalle del principio que inspira todo el libro La redención de las provincias, y que se expresa allí con exageración deliberada diciendo: es preciso llevar al extremo y compensar así una con otra las dos tendencias: la centralista y la autonomista. Y esto no por accidente, sino creyendo precisamente que sólo habrá en España verdadero :y saludable centralismo -es decir, Estado-. cuando haya vigoroso autonoinismo y viceversa. Aesté pensamiento, raíz precisa, rigorosa de mi doctrinal político, proporcioné una ·modesta base histórica en mi libró Espallci inveitebrada, publicado hace diez u once años. Aquí no hay; pues, más circunstancial qué el señor Bello mismo. Quinta. Consecuencill'inmediatá del anterior principio es la total in., compatibilidad de mis ideas autonomistas con ése lamentable federalismo de casino suburbano que circula aún por España, conrespecto al cual, por decoro de las ideas republicanas, pido una y otra vez que cuando.menos sea revisado y puesto al día el surtido de sus conceptos. Sexta. Cuando yo. he defendido en: el Parlamento y presentado como voto particular la política de la organización autonómicapara'toda España; estuvieron conolímpico:desdén enfrente de ella todos estos señores que, como el señor Bello, ejercen ahora, con ocasión de Cataluñá, el oficio de prestes del autonomismo. Porque conviene recordar el ligerísimo detalle de que soy yo, y no el señor Bello, quien, en la hora oportuna, pidió que se organizase todo el país autonómicamente. Lo que hice entonces ysigo·ha" ciendo ahora es9ponerme a que «se conceda una prima alnacionalismo»:
Luz, 8 de agosto.de 1932
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MEMORIAS DE QUINCE MESES •i-
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Madrid; julio de 1932
PREPARACIÓN
Lo~ hec~os aco~tecidos enl~ ~da pública es~añola desde. ~bril de 1931 constan a todos suficientemente. No hay; pues, urgencia alguna para que se haga un relato, una historia de esos quince meses. En cambio, no se ha intentado todavía un análisis político de aquellos hechos, un ensayo de interpretarlos poniendo al aire sus raíce5;Ja razón d~por qué fueron asíy por qué no fueron: de Otro modo! Un estudio de.estaúidole contribuiría nb poco a:aclárar el presente é iluminar la patética .tinieqla1 en que se emboza sieni-' pie. el porvenir .humarj.o.•.En las nófas 'subsec1lerites 'se hallará algo de ese análisis político; no sonniemorias de hechos, sino memorias de juicios, de interpretac:iories.Sin einbargo, supropósitO es ni.ll.yliniitado. Yo:he manifestado mi discrepancia respecto a la' política que se ha seguido; y quedo obligado a fijar con toda precisión las lineas dela divergencia; No creo que quepa: otra forma más leal y completa de hacerlo que repasar lo acontecido y dibujar ante cada situación la actitud que a mi juicio debió adoptarse: Pero como sería demasiado córnodo corregir las actitudes post festwn yo debo :recoger ahoralas palabras que en cada hora dije, las.cuáles fueron casi siempre paladinas; pero a•veées tuvieron sólo el carácter de insinuadón im~ puesto parla oportunidad.'• . ·· ·· ·Por otra parte, estas memorias no llevan una •finalidad contemplativa, sino que qúiSieran seivir a la política del día, Llevan, pues, prisa y tienen que ren1l1lciar alatributo más característico de las memorias, que es. la delectación morosa. Intentemos comprimir en pocos artículos toda la doctrina. Pareja operación ciompre1lsivá ho es nada fácil. Porque, .no se le dé vueltas, las divergencias «politicas>i .proceden siém)Jre de discrépáncias más hondas en el modo de pensar histórico; ecio1lómicó;jurídieo, filosófico,·Será;.por.ta:i:J.-' to; ·inel1ldible que yo enuncie por qllé razones preyias a'1a politicarepruebó
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una política y recomiendo otra. Mas no tema el lector que me pierda y le pierda a él en una selva de razonamientos. Formularé aquellas mis convicciones prepolíticas con un laconismo extremo, pero ello compromete al lector a no confundir el laconismo de la enunciación con preten5iones dogmáticas por mi parte. Por ejemplo: una de las matrices que engendran nuestras apreciaciones políticas es la idea que tengamos de cómo es nuestro pueblo . en sus reacciones individuales y colectivas. Sería ilusorio que yo pretendiera ahora razonar debidamente por qué pienso que el hombre y la sociedad españoles son de tal modo y no de otro. El menor intento de ello consumiría demasiadas columnas y páginas del periódico. La idea que cada cual tiene del hombre: español es resumen detoda una vida cargada de observaciones sobre nuestro presente y nuestro pasado, lecturas, datos, reflexiones, análisis. Imposible querer transmitir en·pocas líneas toda esa enorme masa de cosas pensadas, vistas, leídas. Precisamos, a los efectos de ahora, un seco laconismo. Déspués de todo, las memorias.no sm; ciencia,,sino corifesión.· ' ,'J:
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Desde hacía muchos.años procuraba yo atraer. fa atención no sólo di; los políticos sino de lós historiadores, sobre el hecho evidentísimo de qui! España ha sido siempre un país anormalmente exento de revoluciones, No se comprei:ide cómo ím hecho tan evidente ha pasado inadvertido. Pero, ade7 más; era.para mí una. experiencia:.curiosa presenciar la irritación que.en «izquierdas» y' «derechas» producíá está.obsel'VaCión. Alas unos les irritac ba que hiciese yo constar la ausencia de revolu~iones; a los otros les irritaba que considerase esta ausencia como un carácter anormal de nuestra historia. Yel caso es que ambas cosas son verdades incontrovertibles. La ausencia de revoluciones, pórque es un hecho innegable. La anormalidad, por esta sencilla.consideración:no .podemos.hacer.calificación.de·.alguna importancia sobre nuestráhistoria si.no.contemplamos a España moviéndose sobre.el fondo de. naciones afines.con quienes ha convivido; sobre el paisaje de la comunidad europea dentro del cual indiscutiblemente s¡; hálla•inscrita, Ahora bien: la revolución ha sido el modo normal de. producirse.ciertos grandes cambios eI\ la vida pública 'de las demás naciones occidentales, «lo misnio en.las de condicióninquieta e innovadora, como Francia, que en las de temple. profundamente conservador, ,como Inglaterrai>. Estaúltima.indi~ caciónes'importantepará que no se esterilice la cuestión diciendo; sin más ni•más; que España no es revolucionaria «porque» és conservadora .. Está idea, muy extendida en el.extranjero yaun.entre nosotros mismós, de que . España es conservadora por naturalezarestorba grandemente pára la com"
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prensión de nuestro ser. Sin discutirla ahora, ensayemos, por simple cautela, prescindir de ella. En.cambio, debemos preguntamos qué sigI\ifica concretamente para los efectos dda previsión política que un pueblo nó sea revolucionario. .• Hay revolución cuando a los defectos y errores de un régimeU:político responde·con cferta prontitud una parte de la sociedad q:tie se constituye como oposición extragubemamental y logra, «en cuanto tal oposición», fuerza suficiente para luchar.con el poder constituido. ;Por mucho que se quiera volatilizarla idea de revolución política, no habrá manera de ampuc tarle este componente de lucha. Pero la focha supone que cuando la oposición tiene ya fuerza suficiente para .combatir el poder público, éste conserva todavia buena parte de la suya. Sólo así acontecerá que en cierto instante dos fuerzas opuestas coexisten y se enfrontan dentro del 'ámbito nacional. La revolución significa, pues, que el país se divide radicalmente en dos bandos, ninguno de los cuales és mínimo, Está ha acaecido en Inglaterra, en Francia, en Alemania, en Italia (en estos dos últimos países con menos claridad por la interferencia que en sus revoluciones producía su falta de unidad estatál). Imaginemos ahora el caso de un país donde la oposición es tan lenta en condensar su fuerza de combate que da tiempo para que el poder público, persistiendo en sus errores, se enajene prácticamente la sociedad entera. Entonces el ré~imeú cae, pero no en virtud de una lucha «con» la oposición, sino por asfixia; merced a que el pueblo íntegro le ha retirado su adhesión. Lo verdaderamente característico de un país donde las cosas acontecen de este modo es que en él no llega a formarse nunca una oposición que merezca el nombre de tal, y por eso no hay en él revolución. Como ésta viene. a ser el cortocircuito histórico, la historia de una nación así se arrastra inevitablemente con tempo lento. Para que en ella se produzca un cambio profundo hay que esperar a que la sociedad entera se desplace. Yo creo que este caso ha sido siempre el de España. Nuestro pueblo, o cambia enJ:iloque o no cambia. Somos un pueblo tardígrado, lo cual no tiene por qué apenarnos. Es un estilo vital como otro cualquiera aunque opuesto al normal de Europa, y si implica algunos inconvenientes contiene otras grandes ventajas. Nuestra marcha por los espacios históricos se parece mucho a la de las caravanas, en que el camello adalid no empieza a caminar hasta que el último y zaguero no esté ya cargado, Esta convicción me hizo pronosticar que la Monarquía de Sagunto moriría como nació: sin revolución. El vaticinio era paradójico, pero el hecho es que se cumplió. La República nace sin lucha y una vez más se cumple en ella la misteriosa ley de nuestra historia según la cual «en España no
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ha habido nunca ni vencedores Í:ü ve~cidos». Porque éste es el corolario inevitable de que un pueblo no sea revolucionario: que, para los efectos de la vida· pública; no está nunca dividido en dos, uno encima del otro pesando sobre éstey oprimiéndolo; l'.a misma causa que impide la revolución «ha impédido siempre en'España la dictadura violenta». ¿Cómo no sorprende también' el hecho de esta otra ausencia? ¿Setienenbienpresentes las atrocidade5 que ún régimen de opresión ha ejecutado una y otra vez en los demás pueDlos europeos? En este punto la diferencia entre el nuestro y los demás de Europa es radical y perinanerite: Tan permanente q1fopara advertirla no necesitamos confinamos en la Edad Moderna.' La Edad Media es" pañola presenta ya ~on claridad superlativa esta peculiaridad de nuestro cuerpo social. «Tampoco en nuestra Edad Media las· cláses gobernantes oprimieron duramente a las gobernadas»-:se entiende siempre, en com, paráción conlo acontecido en el resto de Europa. .
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La Nación, 20 de agosto de .1932
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UN MANIFIESTO ALPAÍS DISOLVIENDO · LAAGRUPACIÓN 1
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c~:o ini~~dores de laAgru;ación al ServÍci~:~da R~pUblican~sreuni~os el jueves, 13, con los.demás diputados que forman el grupo parlamentario adsi:ritó á aquélla, y les expusimos nuestro .couvendmiento de que,!habiéndoselognido- tiempo hace.las.finalidades precisas que nuestro Uamanüento de enero.1931 enunciaba; era obligatorio dar por terminada la actuación conjunta: delos que entonces nos reunimos.Los diputados que integran la minoría parlamentaria reconocieron sin discrepancia la·nec,esidad:de lo propuesto. por nosotros y acordaron la disolución del grupo representante dé:rmestro !movimiento, encargándonos de .comunicar.el acuerdo a los 'núc deos locales.repartido;; por: todo el país. · '· ¡ ' · Por nuestra parte, al cumplir esta indicación de· nuestros compañeros parlamentarios, invitamos ¡¡los .de toda España para qU:e deliberensobre la:conveniencia de.no seguir actuando bajo el nombre y disciplina de la Agrupación al Servicio de la República. Ninguna razón nueva, ningún hecho sobrevenido, salvo la ocasión de anunciarse ahora el intento de nuevas conjunciones republicanas, olfüga·a tomar tahesolución en esta fecha. Pero, a nuestro juicio, emana el presente acuerdo del significado mismo que tuvo nuestro empeño, cump1ido el cual, por fortuna, hace tiempo, no se advierte razón firme que recomiendda perdriración.de:nue~tracampañai · ·::•.La Agrupación al Servicio de la República nació.con.estos·dos propósitos eXclusivos::combatir ehégimenmonárquico y procurar el advenimiento de la República en unas Cortes Constituyentes. Pudo juzgarse.entonces que esto último erautópico;,pero ello es que los hechos; pon uná vez, confirmaron la utopía, y con una velocidad y una sencillez tales, que dejaron atrás nuestro. utopismo. La índóle de•ambos propósitos eliminaba tqdo intento de dar a laiAgrupacióncel caráctel' es,tricto .de partido.•político. Por eso Ua" mameis no sólo. á los que pudieran discrepar en fa concreción de sus proc gramas políticos, sinciimuy especialmente a los que no erau políticos,,invi-
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tándoles a suspender provisionalmente las tareas de su vocación personal para acudir a una urgencia hacionalde históri.co rango. Cuando se hizo por el Gqbiemo proVisional la convocatoria a elecciones para Cortes Constituyentes, fueron reunidos en Asamblea1os representantes de todos los grupos locales, y se acordó no acudir al cuerpo electoral con aspiraciones de grupo político, si bien la mayoría de los asambleístas creyó conveniente conservar la Agrupación como tal, sin los caracteres rigorosos de un partido. Al terminar la discusión constitucional, el señor Ortega y Gasset creyó llegada la hora de no mantener juntos los que habían sido unidos para una tarea ya lograda; pero casi todos los demás diputados de la minoría parlamentaria opinaron que debía ésta proseguir su labor, tenierido en cuenta que se avecinaba. bbralegislativa tan importante'como el Esta fu to catalán y la reforma agraria.·Unavez promulgadas estas dos grandes leyes, no paréce qúe. deba dárse nueva demora•a la disolución denuéstra colectividad. ' : :. . Insistimos; pues, en que no hemos queridotormar un partido;y siempre que poúriejor opinión ajena se.resolvió continuar reunidos, hicim0s constados iniciadores que había deser ello con:eLdesignio·de fomentar la crea'ciónLde. grandes fuen;as políticas¡ A .ello. obedece eLllamamiento que uno demosotros hizo' en diciembre último para que se formase.un ingente partidámacional. No se logró esta incitación, que quedó en el aire inválida y sin que nadie, entonces, fuera de nuestro grupo; la·considerase oporturia ni acaso discreta: Pero, Consecuentes con:aquella idea, y oyendo que se hacen hoy de otros lugares :llamamientos análogos; no queremos ser estorbo para su buen éxito .e invitamos a nuestros agrupados para que recobren ple" na franquía y acudan donde su juicio sobre la actual situación política les recomiendec La Agrupación ha· laborado en: e~ Parlamento cuanto ha podido. Su obra y esfuerio efectivos han sido mayores delo que l_as apariencias han re~ velado,porque.procuró.áfanarse con modestia y sin ruido, Cuando los go~ biemos hanoplanteado problemas legislativos; empezando por la. Consti" tución,- .ninguna minoría ha tarda.do menos en .presentar un;dictamen completo·.e intensamenteesttidiadorNuestros representantes han trabaja" do con denuedocejemplar en casi todas las Comisiones parlamentarias,·y merecen de todos nuestros' agrupados, y especialmente¡denosotros,Jervo~ rosa gratitud: -' !i · .. " . · n · •La República está suficientemente: con.Solidada para que•pueday deba comenzar en ella' el enfronte de.las opiniones. Mas• la·Agrupaé:ión, por su génesis misma, .por su éspíritu e:intento inkial, no •puede ser una fu.erza adecuada'pára combatir fi;ente a o tras fuerzas republicanas; Nadó para co;
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laborar en el advenimiento de la República sin adjetivos ni condiciones. Firme el nuevo régimen sobre el suelo de España, la Agrupación debe di- saciarse sin ruido ni enojos, dejando en libertad a sus hombres para retirarse de la lucha política o para reagruparse bajo nuevas banderas y hacia nuevos combates. Firmado José Ortega y Gasset, Gregario Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Luz, 29 de octubre de 1932
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EL ESTATUTO CATALÁN
Cortes Constituyentes Presidencia del Excelentísimo Señor donjulián Besteiro Fernández. Extracto oficial de Ja sesión celebrada el día 13 de mayo de 19~2
ESTATUTO DE CATALUÑA . DISCURSO
• . . El se11or PRESIDENTE: Continúa la discusión de totalidad. El señor Ortega I
y Gasset (donjosé) tiene la palabra. El sefior ORTEGA Y GASSET: Señores Diputados: siento mucho no tener más remedio que hacer un discurso doctrinal, de aquéllos precisamente que el señor Companys, en las primeras palabras que pronunció el otro día, se apresuraba a querer extirpar de esta discusión. Según el señor Companys, a la hora del debate constitucional se hicieron cuantos discursos doctrinales eran menester sobre el problema catalán y sobre su Estatuto, y se hicieron-añadía-·porc¡ue los parlamentarios catalanes habíantenido buen cuidado de dibujar, de prefigurar en el texto constitucional cuantos temas afectan al presente Estatuto. Y yo no pongo en duda que esta intervención de los parlamentarios catalanes fuese un gambito de ajedrez bastante ingenioso, pero no tanto que quedemos para siempre aprisionados dentro de él, hasta el punto de que no podamos hacer hoy, con alguna razón, con buen fundamento, sobre el problema catalán, sobre este enjundioso problema, algún discurso doctrinal. Porque acontece que el debate constitucional en su realidad no coincide, ni mucho menos, con el.recuerdo que ha dejado en la memoria del señor Companys. Tan no coincide, que ni yo, ni creo que ningún otro señor Diputado recordará, antes de la intervención del señor Maura, ningún discurso en elcualse tratase a fondo y de frente el problema de las aspiraciones de Cataluña. Se ha hablado ciertamente, en general, de unitarismo y federalismo, de centralismo y autonomía, de las lenguas regionales; pero sobre el problema catalán, sobrelo que se llama el problema catalán, estoy por decir que yo no he oído un solo discurso, ni siquiera una parte orgánica de un discurso, como no consideremos tales las constantes salidas expectorativas
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a que nos tiene acostumbrados la bellida barba de don Antonio Royo Villanova. Se han hecho discursos sobre eLpaato de San Sebastiáh, que es un .tema que no tolera ni mucha doctrina ni m'uybuena,y que, por otra parte, no .pretenderá re5umir un problema viejo de demasfadbs siglos: Por truito, yo rumo al señor Coinpanys que:nbvea en esta justificadón mía, a que él mismo me ha obligado, que n9 vea en ella enojo para él ni pára sus compañerós;· es exactamente la respuesta adecuada a la in tendón conque, como al•desgaire y casi de pasada, obturaba el paso 'airitervenciones que presuniía irremediablemente doctrinales, como la mía: Porque piensenelseñor Companys y los demás señores Diputados qué pueden ser mis diScu¡:sos, si no sondoctrinales; r~presentando yo una fuerza política cuantitativarnenteimpérceptibley siendo, por mi persona, hombre de escasísimoarranque: Yo no puedo ofrecer otra cosa a. la vida pública de mi país que la moneda divisionaria; menos aun, la cal,derilla de unas cuantas reflexiones sobre los problemas en ella planteados. Nadie puede pedirine que démás de lo que tengo; peto nadie tampoco puede estorbarme que contribuya con lo que poseo; Porquéia República necesita de todas las colaboraciones'; las mayores y las ínfünas, pbrque•r¡ecesita ~ueráis o nü+'c hacerlas cosas bien; y para eso; todos sornos . p6'cos. ' ¡ . Sobre todo en estos dos enormes asuntos· que ahora tenemos delante,.Ja reforma agraria y el Estatuto catalán, es preciso que elParlarnentci se resuelva a salir de sí mismo, de ese fatal ensimisrnámiento eri que ha solido vivir.has, ta ahora, y que ha sidócausa de que una grahparte de la opinión le haya re tic rada la fe y le escatime.la esperanza, Es. preciso ir ahacér las cosas bien¡· a reu, nir todos los esfuerzos.·.El•políticó n.ece5ita:deuria irnaginaciónpeculiár; el dori dé representarse·en todo instante y con gran exactitud cuál es el.estado de las fuerzas queintegranla total opinión, y percibir con precisión cuál es su result~nte, huyendode confundirla con.la opinión de los próximos, <;le.los amigos, de los afines, que, por muchos que sean,' son siempre muy pocbs en laNación. Sin esa imaginación; sin ese.don peculiar, el político está perdido. •Ahí tenemos ahora España toda;• tensa. y fija su atención: en nosotros. No nos hagamos ilusiones: fija su atención, no fijo su entnsiasmo:.Podo mismo, es urgente que este·Parlarnento aprcivei:he estas dos magnas cuesc tiones. para:hacer• las cosas ejemplarmente bien, parategeileratse en símismci y ante la opiniómQuiennobslo diga· así, ria os es leal: (Muy bien); ·Y en medio de esta situación de ánimo,•vibrandci España entera alrededor, encontramos aquí, en el•hemicii:lo, el problema catalán. Entremós en él sin más':Y comencemos pcido más irrmediato;porlmprimero.de él con que nos encontramos. Y¿qué es lorrilás inlnediato, concreto y primero con que topamos del problema catalári?Se dirá: que si.queremos evitar vagriedades, lo más irrmediato y concreto con ci.ue nos encontramos del problema catalán
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es ese proyecto de Estatuto que la C~misión nos presenta y alarga; y de él, el artículo L~ del primer título.Yo siento. discrepar de los que piensan así; que piensan así por no haber.caído en la cuenta de que antes de ese primer artículo.delprimertítufo hay otra cosa., para mí la más grave dé todas, con la que nos encontramos. Esa primera cosa es eLpropósito, la intención con que nos ha· sido; presentad0 este Estatu.to, no sólo .Por•parte de los catalanes, sino.de dtros grupos delos que integran las fuerzas republicanas; A todos os es bien conocido cuál es ese propósito. Lb habéis oídounay otra vez, con persistente reiteración, de5de el advenimiento dela República. Se nos ha di~ cho:. «Hay que resolverel problema catalán y hay que resolverlo de una vez para siempre, de, raíz; La.República fracasaría si no lograse resolver este conflicto quefan¡.onarC[uíano acertó asolvenfarn,• · · :•: · ~ •Yo.he oídoesto muchas veces y otras tantas'me he callado, porque a las palabras habían precedido los actos y por muchas otras razones. Aunque Il1e gusta grandemente la conversación, rio creo,.ser hombre pronto nUárgo eh palabras: A defecto'de mejores virtudes,.sé callar largamente y resistira lás incitaciones que 0bligan a los hombres, que les fuerzan para que hablen a destiempo: Pero ha llegado .el minuto preciso en que hay que quebrar ese silencio y responder a ló tantas veces.escuchado, que si se trata no más que de una manera de decir; deunmerojuego enunciativo, esas expresiones me parecen pura exageración y, podo tanto, peligrosas; pero si; como todos presumimos, tio se trata de una.figura de dicción, de uria eutrapelia; que se7 rían francamente intolerables eti asunto y sazón.tan graves, si se trata en sec íio depres.entar con este Estatuto'elproblema cafalánparaquesea resuelto de :una vez para siempre, de presentarlo al Pailamento y a través de él al país; adscribiendo a ello los destinos delrégimen, ·¡ah!, entonces yo no puedo seguir adelante, sino que; frente a este punto previo; frente a este modo de planteamiento radical deLproblema, yo hinco bien los talones en tierra, y digo: ¡altq), deJa rrmI1er¡¡l:riá? enérgica y más taxativa: Tengo que negaríne rotundamente a seguir, sin.•hacer antes una prqtesta de quese presente en e5taformaradical el problema catalán a nuestra Cataluña ya nuestra Espac ña;porqueestoy,convencfdodeque es ello, porunosypor otros, una ejem~ piar inconsciencia. ¿Qué. es eso depropmiemos conminátivail1ente queréc salvamos de Una vez para siempre y de' raíz uruproblema, sin parar en las mientes de•si eseprobleil1a, éupor sí mismo, és soluble, soluble en esa forma radical y fulminante?.¿ Qué diríamos de. quien: nos obligase sin remisión a resolver de golpe el problema dé la cuadratura del círculo?. Sencillamente diríamos que, con otras palabras¡ nos habíadnvitado alsuicidio. Pues bien; señores; yo sostengo que el problema catalán, como tocios los , parejos a: él,' que han existido y existen en otras naciones, es uh problema
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que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los den¡.ás españoles tenemos que conlle. vamos con los·catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevar. se .con lbs demás españoles. Yo qu.isiera.,señores catalanes, que me escuchaseis con plena holgura de ánimo, con toda comodidad interior, sin ese soliviantamiento de la atención que os impediría fijarla en lo que vayáis oyendo, porque temierais que, al revolver la esquina de cualquiera de mis párrafos; tropezaseis con algún concepto, palabra o alusión enojoso para vosotros y para vuestra causa. No; yo os garantizo que no habrá nada de eso, lo garantizo en la medida que es posible, cuando se tienen todavía por delante algunos cuar.tos de hora de navegación oratoria. Nadie presuma, pues, que yo voy a envenenar la cuesc tión. No; todo lo contrario; pero pienso que; sólo partiendo deteconocerla en su pura autenticidad, se le puede propinar y a ello aspiro,.uneficaz contraveneno. Vamos a ello, señores. Digo, pue.'j; que el problema ,catalán es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar; que es un problema perpetuo, que ha sido siempre, antes de que existiese la unidad peninsular y seguirá sien" do mientras España subsista; que es un problema perpetuo, y que a fuer de tal; r~pito, sólo se puede conllevaL ¿Por qué? En rigor, no debía hacer falta que yo apuntasela respuesta, porque debía ésta hal]arse en todas las mentes medianamente cultivadas. Cualquiera diría que se trata de un problema único en el mundo, qué anda buscando, sin hallarla, su pareja: en la.Historia, cuando es más bien un fec nómeno cuya estructura fundamental es archiconocida, porque se ha dado y se da con abundantísima frecuencia sobre el área histórica. Es tan conocido y tan frecuente, que desde hace muchos años tiene inclusive un nombre técnico: el problema catalán es un caso corriente de lo que se llama nacionalismo particularista. No temáis, señores de.Cataluña, que en esta palabra hác ya nada enojoso para vosotros, aunque hay, y no poco, doloroso para.todos; ¿Qué es elnacionalismo.particularista? Esunsentimiento de dintorno vago, de interi:sidad variable,.pero de tendencia sumamente clara, que seapodera de un pueblo o colectividad y le hace desear ardientemente vivir aparte de:los demás pueblos o colectividades. Mientras éstos anhelanlo contrario, a saber: adscribirse, integrarse, fundirse en una gran unidad histórica, en esa radical comunidad de destino que és Una gran nación, esos otros pueblos sienten,.por una misteriosa y fatal predisposición, el afán de quedar fuera, exentos, señeros, intactos de toda fusión, reclusos y' absortos dentro de sí mismos, Yno.se diga que es, en pequeño; un sentimiento igual al que inspira los grandes.nacionalismos, los delas grandes naciones, no; es un sentiil1iento
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de signo contrario; Sería completamente falso afirmar que los españoles hemos vivido animados por el afánpositivo (:le tío queret ser francese5; de no querer ser ingleses. No; no existía en nosotros ese:sentimiento negativo, precisamente porque estábamos poseídos por el formidable afán dé ser españoles, de formar una gran nación y disolvemos en ella. Por eso; de la pluralidad de pueblos dispersos que había en la Península, se-ha formado. esta ·' España compacta.· ·:En cambio, el pueblo partiéularista parte; desde• !Uego, de un senti" miento defensivo; de una extraña y terrible hiperestesia frente a todo.contactoytoda fusión; es un anhelo de vivir aparte. Por eso. el nadonalismo particularista podría llamarse, más· expresivamente, apartismo O; en buen castellano;·señerismo: ·• · · · Pero claro e5tá que esto no puede ser. Aun lado y otro de ese pueblo infusible sevanformando las grandes concentraciones; quiera o no, comprende que no tiene más remedio que sumirse el) alguna de ellas: Francia; España; Italia. Y así esé p~eblo queda en su-ruta apresado por la a.tracción histórica de alguna de estas concentraciones, como, según la actual a5tronomía; la Luna.no' es un pedazo de tierra· que se escapó al cielo, sino aire~ vés, un cuerpo solitario que transcurría arisco porlos espacios y al acercarse a la esfera de atracción de nuestro planeta fue capturado· por éste:y:gira desde entonces en su tomo acercándose .cada vez más a él, hasta que un buen día acabe por caer en el regazo cálido de la Tierra y abrazarse con ella, Pues bien;:en el pueblo particularista, como veis, se dan, .perpetuamente ·en disociación, estas dos tendei:itias: uná, sentimental; que le impulsa a vivir aparte; otra, en parte también sentimental, pero; sobre todo, de razón, de hábito, que le fuerza a convivir con los otros en unidad nacional. De aquí que, según los tiempos¡:predomine la una o la otra tendencia y quevengan etapas en las cuales,: a veces durante generaciones, parece que ese impulso de secesión se ha evaporado y el pueblo este se muestra unido, como el.que más, dentro de la gran N a,ción. Pero. no; aquel instinto de apartarse con tic: núa somormujo; soterránéo, y más fa.rde; cuando menos se espera,:como el Guadiana, vuelve a presentarse. su afán de exclusión y de huida. ·· · . ·: ·. ·· Éste; señores, es elcaso doloroso de Cataluña; es algo de.que nadie es responsable; eS el.earáctermismo de ese.pueblo; es.su teriible destino¡ que arrastra angustioso alcilargo de toda su historia, Por eso la historia de pue"' blos como Cataluña e Irlanda.es un quejido casiincesante; porque la evolución universal\ salvo breves períodos de dispersüin, consiste en un gigan" tesco moviriiientD'e.impulso hacia unificaciones' cada vez mayores. De aquí que ese pueblo' qtie:qí.liere ser precisamente lo queno•puede ser, pequeña isla de humanidad arisca, reclusa en sí misriia; ese pueblo que está aquejado
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por tan· terrible de~tino, claro es que vive; casi siempre, preocupado y como obseso por el problema de su soberanía,.es decir, de quién.le manda o.con . quién manda él· conjuntamente. Y así, por cualquier.fecha que cortemos la . historia de los catalanes encontraremos a éstos, cori gran probabilidad; en" zarzados coti alguien, y si no consigo misriios, enzarzados sobre cuestiones de soberaÚía, seá cual seala forma que de la idea d,e soberanía se tenga en aquella.época: sea et poder que se atribuye a·una persona ala cual se llama soberano, como en la Edad Media y en el sigloXVII, o sea, como.en nuestro tiempo, la soberanía popular. Pasan los climas históricos, se suceden las civilizaciones y ese sentimiento dilacerante, doloroso, permanece idéntico .en lo esencial. Comprenderéis que.un pueblo que es problema para símismo tiene que' ser, a veces, fatigoso para los demás y; así; no es extraño que si no~ asomamos por cualquier trozo a la historia de Cataluña asistiremos\ .tal vez, a escenas sorprendentes, como aquélla acontecida a mediados del siglo XV: representantes de Cataluña vagan como espectros. podas' Cortes de España y de Europa buscando algúnrey'que quierasersu soberano;'pero ninguno de estos reyes acepta alegremente la oferta, porquesabenmuy bien lo, dificil que es la soberanía en Cataluña. Comprenderéis, pues¡ que si esto ha.sido un siglo y otro y siempre, se trata de una realidad profunda, dolorosa y re5petable; y cuando oigáis que el problema catalán es en.su raíz, en su raíz-.-.conste esta repetición mía-.-.. ; cuando oigáis que el problema catalán es en su raíz ficticio, pensad que decir esc:i sí que es una ficción: : · ¡Señores catalanés: no me imputaréis que he empequeñecido vuestro problema y·que lo he planteado con insuficiente lealtad! Pero ahora, señores, es .ineludible que precisemos un poco. Afirmar que hay en Cataluña una tendencia sentimental a vivir aparte, ¿qué quiere decir, .traducido prácticamente al orden concretisimo de.la politica? ¿Quiere.decir, por lo pronto, que todos los catalanes sientan esa tendencia? De ninguna manera. Muchos catalanes sienten y han sentido siemprelaitendencia opl;iesta; de aquí esa disociación perdurable de la vida catalana a.que yo antes me refería. Muchos, muchos catalanes quieren vivir conEspaña1 ·Pero no·creáis por esto, señores de Cataluña;eque voy a extraer de ellocái:isecuenc cia ninguna; lo he dicho porque esla pura verdad, porque; en con5eéuencia, conviene hacerlo constar y porque, r:laro está; habrá que atenderlo. Pero los que ahora me interesan más son los otros, todos esos otros catalanes.que son sin,ce'ramente catalanistas,. que, en efecto, sienten ese vagD!anhelo de que Cataluña sea.Cataluña. Mas no confutidarµoslas. cosas; no•confundac mos ese sentimiento, que como tal es vago y de·una intensidadvariadísima, con una precisa voluntad política. ¡Ah, no!.Yo estoy ahora haciendo un.gran esfuerzo por ajustarme con denodada veracidad a la realidad misma, y con-
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viene que los demás, especialnientdos señores de Cataluña que me escuc chan; me acompañen en este esfuerzo: No, muchos catalanes catalanistas no quieren vivir aparte de •España\ es decir, que, aun sintiéndose muy catalanes,uo'aéeptan la política nacionalista, ni siquiera el Estattito, que acaso han votado: Porque esto eslo,lamentable de los nacionalismos; ellos son un sentimiento;pero siempre Hay alguien que se ericarga·de traducir ese sentimiento en;conéretisimasfórmulas políticas: las que a ellos, a un grupo exaltado, les parecen mejore!;'. Los deTI1iís coinciden con ellos, parlo menos parcialmente,· en el sentimiento, pemno coinciden en las fórmulas políticas; lb que pasa es que no se atreven a decirlo, que no osan manifestar su discrec panda, porque no hay nada más'fácil; faltando; claro está, a la veracidad; que esos,exacerbados le.S:tachen entonces .de anticatalaries .. Es eLetemo· y conocido mecanismo en: el que con increíble ingenuidad.han caídoios que aceptaron que fuese presentado este Estatuto. ¿Qué van a hacerlos que discrepan? Son arrollados; pero sabemos perfectamente de muchos,.muchos catalanes catalan:istasl que en su intimidad hoyrio :quieren•esa'política con~ creta: que les ha sido impuesta por una minoría. Y aldecir esto creo quesigo ajustándome estrictamente a la verdad. (Muy bien; muy bien) .. ••Pero una vez hechas estas distinciones, que eran de importancia, reco" nazcamos que hay de.sobra catalanes que, en efecto, quieren vivir aparte de España.• Ellos son los que nas· presentan·el problema; ellos constituyen el llamado problema catalán( delcual;yo he dicho que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar. Y ello es bien evidente; porq1lefrente a ese sentimiento de una Cata!Uña que.no· se siente española; existe el otro sentic miento de todos los demás españoles:que siéntena Cataluña como 1ln ingrediente y trozo esencial de España, de esa gran unidad histórica, de esa radical comunidad de destino, de esfuerzos, de penas, de ilusiones, de intereses, de esplendor y de. miseria, a la cual tienen puesta todos esos españoles inexorablemente su éinocióny su voluntad. Si el sentimiento de los unos es respetable, nblo es menbs el delos otros; y como sbn dos tendencias pe;fectainente•antagónicas, no comprendo que nadie,.ensus cabales; logre creer que problemáide tal condiciónpuedesei resuelto de una vez para siempre; Pretenderlo•sería la mayor insensatez; séría llevarlo al extremo del paroxismo; sería cbmo multiplicarhpor su propia cifra; sería; en suma, hacerlo más insoluble que nunca, •'Supongamos; si.no, ló extremo-·-lo' que por ciérto estarían dispuestos a hacer,. sin más; algunósrepublicimos de tiro rápidó (que los hawy de una celeridad• qudes ·promete elicampeonato. en cualquiera carrera a pie)-¡ supongamos lo eXtreri:to: que se concediera, que sé: otorgase.a Catalufü¡ absoluta; íntegramerúe,·c1lanto' los más exacerbados postulan. ¿Habríamos
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resuelto el problema? En manera alguna; habríamos dejado entonces plenamente satisfecha a Cataluña, pero ipsofacto habríamos dejado.plenamenc .te, mortalmente insatisfecho alresto del país .. El problema• renacería de sí .mismo, consigno inverso, pero con una cuaritíal coÍlunaviolenciaincalculablemente rnayor; con uria' eíctensión yuri impulsotale5,que probablemente acabariá (¡quién sabel)llevándose por delante· el régimen. Que es muy peligtoso, muy delicado hurgar en esta secreta; profunda raíz~ más allá de los conceptos y más allá de1os derechos, de la cual Viven estas plantas que son los pueblos. ¡Terig:¡tmoscuidado al tocar en ella! Yo creo, pues, que debemosrenunciara la pretensión de curar.radicalmente lo iricurablec.Recuerd9 que.un poetáromántico dec.ía ·con sustancial paradoja: «Cuando'alguienes• una•pura herida, curarkesrmatarle». Pµe5 esto acontece con el problema catalán.. . '.. ' En cambio.; es. bien posible conllevarlo. Uevamosmuchos siglos juntos los unos cori los.atrás; dolidamente;'tio lo discuto¡•pero eso;-el.conc llevamos dolidamente e5 nue5tro común destino~ y i:¡uienno es• pueril ni frívolo, lejos de fingii una inútil indocilidad ante el destino, lo que prefiere es aceptarlo .. · Después de todo, no es cosa tan triste eso de corillevar.. ¿Es que enla ·vida individual hay algún problema·verdaderamente importallte que se resuelva? La vida es esencialmente eso:'lo que•hay que corillevar, y; sin embargo, sobre la gleba dóloros¡¡ qué 5uelé ser la vida, brotan y florecen rio•pocas alegrías: Este problema catalán y esté dolorrcomún alas unosyalos otrn.s es un • factor continuo de la Historia de·Espáña,' qué aparece en todas•sus etapas; tomando en cada linao.el cariz correspondiente. Lo único serio• que urios y otros podemos intentar es arrastrarlo noblemente por nuestra Historia; es conlleyarlo; dándole en cada instante la mejor solución relativa posible; conllevarlo, en•suma, como lo han·conllevado y lo corillevan.Jas·naciones en qUe han existido nacionalismos particularistas, las cúale5 (y•me importa mucho. hacer constár esto para que. quede nuestro 'asunto estímado."eTI'su justa medida}, las cuales 'naciones aquejadas por este rnªl son en Europa hoy aproximadamente todas; todas menos• Francia. Lo. cual indica que l.o que en nosotrosjuzgámos terrible, extrema anomalía¡ es,en todas páites lo normal. Pues en este punto quien representa.la efectiva,: aunque afort1l" nada anormalidad,' es Francia ,con su extraño C:entralismp; tbdos los demás están acongojados.del'mismo problerha,y todos.los demás'hacenioque yo os·propongo:•conllevarlolT '" "· Con esto, señore5; he intentado. demost:Ta,r qüe urge corregir por completo el modo como se ha•pla11teadó•elproblema,y;•sin ambages ni eufemis" mas; invertirlos términos: en veí: de pretender resolverlo de una vez para
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siempre,. vamos a reducirlo, unos y otros, a términos de posibilidad, buscando leálmente una solución relativa; un :modo más cómodo de conllevarlo; demos; señores,. comienzo serio a esta solución.· ¿Cuál puede ser ella? Evidentemente tendrá que consistir 'en restar del problema fo tal aquella porción de él que es insoluble, y venir a concordia en lo demásc Lo insoluble es cuanto 'sigmfica.amenazli, intención de amenaza, para disociar.por la1raíz la convivencia entre Cataluña y el resto de España. Y la raíz de convivencia' en pueblos conío los nuestros es la unidad de soberanía. Recuerdo que hubciunmomento de extremo peligro enla discusión con5titucional, .en que se es.tuvo a punto, por superficiales consideraciones de la más abstrusa/y trivial ideología; con un perfecto descionoaiiniénto de lo que sié.nteyquiere;salvo breves grupos; nuestro pueblo, soare todo; delq que siente y quiere la nueva generación, se estuvo a punto, digo, nada menos:que•de decretar, sin más, .la Constitución federal de España ..Entonces, aterrado, en una madrugada livida; hablé árité.la ):ámara de soberanía, por.+ que me acongojaba desde el advenimiento de la República la imprecisión, tal vez el desconocimiento, con que se empleaban todos estos vocablos: soc beranía, federalismo, autonomía; y se confundían unas cosas con otras, siendo todas ellas muy graves. Naturalmente, no he.de repetir ahora lo que entonces dije; me limitaré a precisar ló que es urgente para la cuestión... · Decía yo que soberanía es la facultad de' las últimas decisiones, el poder que crea y anula todos los·otros poderes, cualesquiera sean ellos; sobec ranía, pues, significa la voluntad últimá de una colectividad. Convivir en soberanía implica la voluntad radicaly sih reservas deformar una comunil dad de destino histórico, la inquebrantable resoluc:'ión de decidir juntos en última instancia todo lo que se decida. Y si hay algunos en Cataluña, o hay muchos, que quieren desjuntarse de España,, que quierén escindir la so beranía, que pretenden desgarrar esaraíí: de nuestro añejo convivir, es mucho más µumeros o elbloque de. los españoles resuel.t.os .a• c.ontinuar reunidos con los catalanes.en todas las harás sagradas de esencial decisión: Por éso es absolutamente necesario que quede.deslindado de éste proyectó deEstatu~ to todo cuanto signifique; cuanto . pueda'parecer amenaza de la sobf!raníá unida, o que deje.infectada su raíz: Por este1camino iríamos derechos yTác pidos a un.a· catástrofe nacional. . ;•rc .:Yo recuerdo.que . rina:ddas.pocas veces que en mis discursos anteriores aludí ¡il tema catalán fue para'.decir alos rep~esentantés de esta región: «No nos presentéis vuestro afán en términos de soberania,'porqlieentonces'JlO nos entenderemos .. Pres~ntadlo, planteadloen términos de autonomía». Y conste que autonomía significa, en'lá terí:niúologíá juridicopolítica,• la cesión de poderes; eri principio no .importa cuáles ni cuántos, con tal que quede
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sentado de la manera más clara e inequívoca que ninguno de esos poderes es espontáneo, nacido de sí mismo, que es, en suma, soberano, sino que el . Estado lo otorglt y el Estado lo retrae y a él.revierte. Esto es autonomía. Y en ·ese plano, reducido así el problema; podemos entendemos muy bien, y entendern,os·-.-n:ie importa subrayar esto-.-progresivamente, porque.esto esJo,que más conviene hallar: una solución relativa y además progresiva. Desde hace muchos años,.con la escasez de mis fuerzas solitarias;,venía yo preparando.este tipo de solución, tomando el enorme problema cm;no hay que tomar todos.en.política, sistemáticamente, articulándolos unos con otros, a fin de que coadyuven.a su conjunta superación.1" Prescin,diendo provisionalmente del problema catalán, yo analiiaba la situación en que estaba mi país, y encontraba.en él un morbo básico, sin curar el cual no soñéis que España pueda llegar a ser nunca una nación vic goro'sa. Este.morbo consistía, consiste, en la inercia de vida pública y;· por tanto, política, económica, intelectual, en que viven los hombres próvinciales ••España•es, en su casi totalidad, provincia,•aldea; terruño. Mientras no movilicemos ~a enorme masa de españoles en vitalidad pública, no consec guiremos jamás· hacer una nación actual. ¿Y qué medios hay para eso? No se.me pudo ocurrir sino uno: obligara esos provinciales a que afrontenpor sí mismos sus inmediatos ypropios problemas; es decir, imponerles la au~ tonomía comarcana o regional. Y sería desconoc~r por completo la realidad de este morbo que se trata de curar (una realidad que es la: específica de España, la úriica que no se puede copiar de.ningún programa político extranjero, sino que hay •que descubrirla con la propia intuición y con el propio pensamiento); sería ignorar, digo,Ja realidad que se trata de corregir, esperar que la provincia anhele y.pida autonomía; Desde el punto de vista de los altos intereses históricos, españoles; que eran los que a. mí me inspiraban, si una región de.las normales pide autonomía, ya no me interesaría otorgársela, porque pedirla es ya demostrar que espontáneamente·se ha sacudido 1á inercia, .y;. en mi idea, la.autonomía; el régimen; la pedagogía política.autonómica no es un prem[o,.sino; ahevés, uno de.esos acicates, de esqs águijones;.quela . alta política1obliga por veces a hincar bien en.elijar delos pueblos cansinos.. Así concebía.yo laautoriomía:" ;: X una vez que imaginaba a España organizada en nerviosas autonomías regionales,. entonces me volvía a:rproblema catalán yrne preguntab~: «¿De qué me sirve esta solución que creo haber hallado ala enfermedad más gral ve nacional(que es, portante, una.solución nacionalista), pararesolver el problema de:Cátaluña? »Y hallaba que, sin premeditarlo, habíamos creado el alvéblo para alojar el problema catalán. Porque; no lo dudéis;'Si a estas
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horas todas las regiones estuvieran implantando su autonomía, habrían aprendido lo que ésta es y no sentirían. esa inquietud, ese recelo, aLver que le era concedida en términos estrictos a Cataluña. Habríamos, pues, .reducido el enojo apasionado que hoy hay contra ella'en elresto del país lo hábríamos puesto en sujustamedida. Por otra parte; Cataluña habría recibido parcial satisfacción; porque quedaría sólo1 claro está, el resto irreductible de su na- . cionalismo. Pero ¿cómo quedaría? Aislado; por decirlo así, qu1micarnente puro; sin, poder alimentarse de motivos en los cuales.¡á queja tiene razón. 'Esto verua yo·predicando desde hace veinte años, pero•no sé lo quepasa con mi voz, que, aunque•no pocas·veces se me ha oído, casinuncase me ha escuchado; se me ha hecho hornenaje, que agradezco; aunque no' necesito;dado el humilde cariz de mi vida, pero no se me ha hecho caso eY así ha acontecido que lo que yo pretendía evitar es hoyunhecho; y conio:os decía en discurso anterior; se hallan frente a frente. la España arisca y la España. dócil. (Ru¡nores). , ¡· Aunque en peores condiciones, es de todosmodos:necesario e ineludi~ ble intentar esta solución autonómica, La autonomía es el puente tendido entre los dos acantilados, yahora'lo:queimporta es determinar cuál deb,e ser:concretamente la figura de autonomía que hoy podemos otorgar a Cataluña. Con ello desemboco en la tercera y última parte de mi discurso (el am dito1io respira animoso mando oye que el orador ammcia que en su discurso comienza la vertiente de descenso); pero esta vez es.a tercera parte ha de ser, creo que breve, aunque eri definitiva, la decisiva,; porque será aquélla eri 1a cual un grtipo de hombres, el qtie forma nuestra rnfüoría, exprese lo que ahora es urgente que todos expongan: cuál es su opinión concreta; taxativa, sobre lo que va a constituir el Estatuto de Cataluña. Pues es problema tan hondo, de tan largas consecuencias, que es preciso que todos los grupos de la Cámara; como les pedía el.sefior Maura en su discurso del viernes pasado, digan lo que opinan concretamente sobre ello antes de comenzar la disc cusión del articulado. Parece que hay algún vago derecho a solicitarlo asL T~dos los grupos de la Gárnara, sobré todo los grandes partidos; y más aún el mayor de los grandes partidos, que es el partido socialista; deben exponer su opinión. El partido socialista tiene el gran deber en esta hora de hablar a tiempo, con toda altitud y precisión, por dos razones; la•primera; esta> el partido socialista fue•en tiempos delamoriarquía un magnífico movimiento ele opinión que vivía extramuros i:lel Gobierno; doctrinalmente irn:revolucionario, de hecho semirevolticionario por su escasa compatibilidad con aquel régimen; pero desde eladvenirniento de la República, elpartido socialista es tin partido gubernamental, yeste o rio esté en elbancoazur, un partido1gubeinamental es cogobernante,porqúe se hallá siempre en poten"
y
era
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cia próxima de ponerse a gobernar. Es, pue5¡ preciso que este partido, que es un partido.de clase, al hacerse partido de· gobierno, nos vaya enterando . de cómo logra articular su interés de partido de clase con el complejo y or. gánicd interés.nacional, porque gobernár, sólo puede.un partido.por su dimensión de nacional; lo otro, es tina dictadura. Pero la otra razóh, que obliga. al partido sodalista a declararse bien •ante la opinión, .es: qúe estamos ahora discutiendo,junto,a esta:reforma de la organización catalaoa que nos trae el Estatúto, otra reforma, germinada con: ella o como melliza, que•es.la reforma agraria, de' interés muy,especialmerite socialista, aunque.yo creo que, además, es de iriterés nacional. Es menester que en esta combinación de los dos temas llegue el partido socialista. a igual claridad.con respecto al uno y con respecto al otro; es ésta una diafanidad aqueeLpartido socialista español, por su propia historia, nos suele teriet.acostumbrados, pero. ·que mucho más tiene que hacer ahora .plenamente transparente; plenamente clara y plenamente prometedorn. '¡ Pues bien; voy ahora a decir rápidament\!, no lo que;en cada uria de las líneas del proyecto de esa Comisión, ha puesto, contrapuesto o subrayado nuestrp grupo, en largas reuniones de meditación.sobre el terna; pero sí voy a designa¡;,cmáles son las normas concretísimas qtie nos ha inspirado ésta que consideramos corrección del proyecto y que dan a nuestro voto particular casi un carácter-·si nq fuera pn;tensión-. . de contraproyecto. Ante todo, corno he dicho·, es preciso raer de ese proyecto todos los residuos· que en.él quedan de equívocos con respecto a la soberarua; no podemos, por esd;nosotros aceptar que en él se diga: «El Poder de Cataluña emana del pueblo>hLa frase nos parece perfecta, ejemplar;· define exactamente nuestra teoría general política; pero no se trata sin.distingos, que fueran menester, delpu.eblo de Cataluña áparte, sino del pueblo español, dentro del cual y con el cual convive, en la raíz, el pueblo catalán .. Parejamente, nos· parece un error que, en uno de los artículos del tí tue lo primero, se deslice el término de. «ciudadanía catalaoa». La ciudadªnía es el conceptojurídico que liga•más inmediata y estrechamente al individuo con el Estado,• como tal; e5 su pertenencia directa al Estado,.sú.participación inmediata en éL Hasta ahora se conocen varios términos; .cada urio de los cuales adscribe al individuo a la esfera de un Poder determb:mdo; la ciudadaoía que le hace perteneciente.al Estadq; la provincialidad quele inscribe en laprovinqia, la vecindad que.k incluye eU:el Municipio; Es necesario, a mi modci de ver, que inventen los juristas otrci término, que podamos intercalar entre el•Poder supremo del Estado y el Poder que le sigue... en la vieja j erarqufa-·· de la provincialidad; pero es menester también que ampu ternos eri esa línea del proyecto de Estatuto esa extraña ciudadanía catalana, que
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daría a algtinos individuos de España dos ciudadanías, que les haríá; errmáteria delicadísima; coleccionistas. r. · Porfortuna, ahorra.mi esfuérzo; en el punto más grave que sobrnesfa materia trae el dictamen, el,esplérrdido discurso de maestro deDerecho'que ayer hiz,o d señor Sánchez Romam Me refiero .al punto en el cual el Esta tuc to de Cataluña.tiené que ser.reformado;'de suerte tal que no se sabe bien si esta ley y poder qué las·Corte5 ahora. otorguen podrá .nunca•volver .a su mano,cpues parece; por el equívoco de la expresión de ese artículo, qu.e su reforma ~ólopuede proceder del deseo por parte del pueblo .catalán. Anuesc trojuició, es m~nester qµe se exprese dé manera muyclará no sólo que esto ha es así, sino ·que és préciso completarlo añadiendo a esa incoacion; ·pcir parte de Cataluña\ del proceso dérevisiónyreforma del Ésta tú to; otro pro' cedimiento que riazca del Gobierno y de las Cortés. Parece justo que sea asL Es un problema entre dos elementos, entre dos cabos;ynada más justo y rae cional que el que la reforma y la revisión puedan;:omenzarse opor un cabo o por elotro;,que intervenga, pues;.o;elGobierrio de.la nacióno el plebiscito de Cataluña. · Vamos ahora al tema ;de· la' enseñanza. Es éste .un punto en que me complace declarar que la fórmula encontrada por el dictamen de la Comisión se nos antoja excelentevPretende Cataluña crear. ella su cultura; a crear una' cultura siempre hay derecho;;por más que'sea la faena no sólo dificil; sino hasta improbable; pero ciertamente quena es licito i:oartarlos entusiasmos·hacia ello de.un grripo nacional. Lo que.no.seríaposible es que'para crear esa cultura catalima se usase de lbs.medios que el:J;'.stado'español ha puesto al servicio de la cultura española, la cual es el origen dinámico; hisc tórico,justamente del Estado·españoL Sería, pues, como entregar su propia raíz. Bien está; ypatece lo justo; que convivan paralelamente las ihstitu.ciones de enseñanza que el Estado affí tiene y' las que cree, con su entusiasmo, .la Generalidad. Ya,hablaremos .cuando.se trate del ai::tic:ulado; .del problema del bilingüiSmó. Dejeinos; pues; intacta esta cuestión;. to que importa es decir que én aquel punto generalde hr enseñania nos parece excelente el dictamen de la Comisión: SólO podría oponér~.ele U:na advertencia: ¿No sería ello cOmplicardemasiado las. cosas? ¿N o.sería'aciípiular en Cataluña un exceso de instituciónes.dcicentes7' . .' "· . '. Decía un ViejO libro incjici que criando.el hombre pone en el suelo:la planta;pisasiempre cien serideros: ¡Hay que ver los senderos que acabamos de pisar cori esta observación! ¿No serían excesivos.los·estableciinie)'.ltos de ehseñánza que así r~u\tanan'en Catalufüi? ¿Sabéis en que tipo:de cuestioc nes •ponemos ahora 'élpie; qué cantidad de inepcias y ele irieflexió1;r han gravitado .sobre1eLdestino español y que: aflorahy trarrsparecenañora de
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pronto al tocar este tema? ¿Sabéis que hasta hace tres años en Barcelona en una población de un millón de habitantes, había un sololnstitutO¡ cu~n do en Alemania, para un millón de habitantes; hay cuarenta Irrstitutos, y .en el país qm;menos, en Francia, hay catorce Irrstítutos? Uno delos senderos que parten ahora de nuestra planta es el haceros caer enfacuerita de que cuando discutáis lo'sproblemas de las Órdenes religiosas y de la enseñanza, tengáis la generosidad y la profundidad de plantearlos én toda su complejidad, porque cuando urrEstado se ha comportado de esta suerte ante una urbe de un millón .de habitantes, en una.de las irrstituciones más caracterís' tícas de las clases que, al fin y al cabo, terríarr el poder.en aquel régimen; cuando un Estado se ha comportadcrnsí, cuando ehésto del país lo ha tolerádo y tal vez nilo ha sabido, lo cual quiere decir·que.nolo ha atendido, no hay derecho a quejarse de que los pobres chicos tengarr que ir atécibir ene señanza donde se la den; y las Órdenes religiosas se la daban, no porque tuvieran una excepcional, fantástica.y espectral fuerza insólita sobre:la vida española, sino simplemente porque el Estado español y la' democracia eohs' titucional español.a hacían dejación.de sus deberes de atender a la enseñanza'nacionaL (Muy bien). Pero cuando tocamos este punto, otro sendero, que lleva a·problemas todavía más graves, nos araña las plantas, porque al habe,r caído en la cuent~ de que esto se hacia, de que esta enormidad se hacía'' es decir- ' ·no se hacía,.en una población como Barcelona en materia de enseñanza, nospreguntainos: ¿Yqué es lo que se hada con respecto alas otras instítuciories de Gobier" no, de Poder público? ¿Cómo estaba•allírepresentado institucionalmente, en ese enorme cuerpo social que es Barcelona, el Estado, el Poder? ¿Qué figuras de autoridad veía a toda hora el buen barcelonés pasar por delante de él para aprender de esta suerte lo que es el mando, la. autoridad del Es' tado? ·Pues,. señores, hasta hace muy pocos años, bien pocos años, la población de Barcelona y su provincia; con el millón de habitantes de su capital, estaba gobernada exactamente por las mismas instituciones que Soria y que Zamora, pequenas villas rurales: por un gobernador civiL ¡Y Tu ego extrañará que en Barcelona hubiese una rara irrsp'iración.subversiva! Esa población está compuesta,' principalmerite; de un enorme contingente de obreros; la concentraciónindustríal de·Barcelona arranca.de los últimos terruños y glebas de España; donde vivían al fin y al cabo moraliZaaos por la irrfluencia tradicional yconio.vegetal de su patria, iruinidad de obreros es.pañoles ylos lleva a B¡¡rcelonaylqs amontona allí; y estos obreros, como las demás clases'sodales, no veían' aparecer el Poder público'.con vóhimen y fic gura correspondiente Y, naturalmente, sl!ntían constantemente como una invitación a olvidarse del Poder y dela autoridad; a ser constítútívamente
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subversivos; y de aquí, no por ningtÍna extraña magia ni poder especial de la inspiración catalana, de aquí que todas las.· cosas subversivas que han acontecido en España, desde liace muchísimos años, vinieran de Barcelona. ¡Es natural! ¡Si el áire era subversivo, porque no se le había enseñado á ser otra cosa! Se juntan allí los.militares y brotan.las Juntas de Defensa y, creedme, si un día se juntan allílos obispos, ya veréis cómo los báculos se vuel· ven lanzase (Risas). Otro punto en que coincidimos, y esto va a extrañar amuchos, con el proyecto de la Comisión, es· aquél que se refiere al orderi público. A primera vista y al pronto, yo; como.muchos, pensé que parecía improcedente otorgar a Cata1uña eri esta forma c+-que con.5te; no es total.. , el cuidado del orden•público. A primera vista; en efecto; parece; y. es ciertb; que. el orden pú blico es el poder más inmediato del Estado; pero, en primerlugar, en este artículo no se quita al Estado la intervención en el orden público, sino, simla cual Ise entrega a la Generalidad. p lemente ' se crea una instariciiaprimera, . Confieso quemé hizo gran impresión la advertencia que nos transmitía en su discurso el señor Maura, advertencia evidentemente aprendida en su ex~ periencia de Ministro de la Gobernación; experiencia.que yo me sospecho muclio no voy a lograr directamente nunca, pero que, por lo mismo; me.complace absorber de quien me la transmite. Pues bien; no tenía duda ninguna que era de gran fuerza el razonamiento del señor Maura. ¿No es cuestión
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la Generalidad y qu.e sea el Estado central quien tenga que ir allí no más que para resolver problemas de orden público,.que son siempre agujeros que se .hacen en el capital de autoridad de todo Gobierno? No puede ser; si.allí .pasa lo bueno; conviene. que tengan también la experiencia delos problemas que plantea el orden público; es menester que allí donde actúa el Poder sea donde se afronten inmediatamente; y por lo menos en primera instancia, sus consecuencias; que no pase como ocurre con los pájaros de las pampas que se llaman teros, de los cuales muchas veces don Miguel de Unamurio ha dicho, repitiéndonos los versos de Martíri Fierro, «que en unlao pegan los gri¡os y en otro ponen los huevos»; no, que elgrito se pegue junto al huevo. (Muy bien). No podemos aceptar, en' cambio; que pase el orden judicial.íntegro a la Generalidad; pero esto .por una razón frente a la cual me extrañá que pueda darse; pm parte de los señores catalanes; contrarrazón de peso. No es lá cuéstión de Justicia tema que pueda servir de discusión, ni de batalla.entre los hombres. Acontece así, pero no debe acontecer; es decir, que acontece sin razón. En todas partes es el movimiento que empuja a la Historia, ir haciendo homogénea la justicia, porque sólo si es homogénea puede ser justa; no es posible que, de un lado al otro del monte; la justicia cambie de cara; el ideal sería que !ajusticia fuese, no ya sólo nacional, sino internacional, planetaria; a ser posible, sideral; que cuanto más homogénea la hagamos, más amplia la hagamos, más cerca estará dé·poder soñar en ser algo.parecido a la Justicia misma.·, Pero, en fin, déjese a los catalanes s1i justicia municipal; déje5eles todo lo contencioso"administrativo sobre los asuntos que queden inscritos en la órbita de actuación que emana de la Generalidad, pero nada más. Y: vamos al último punto, al que se refiere a la Hacienda. No voy, naturalmente, ahora a trataren detalle, ni formalmente, del asunto. Voy sólo a enunciadas dos normas que nos han inspirado la.corrección al anteproyecto; Son dos no~as, la una complementaria de la otra y que; por lo mismo, la corrige. Lanotmafondamental es ésta: deseamos que se entreguen a Cataluña cuantías suficientes y holgadas para poder regir y poder fomentar la vida de su pueblo dentro de los términos del Estatuto: lo hacemos.no. sólo con lealtad; sino con entusiasmo; pero lo que no podemos admitir es que esto se haga con detrimento de la economía española. No me refiero ahora a las cuantías, no escatimo; lo que digo es que no es posible entregar a: Cataluc ña ninguna contribución import~nte, íntegra,:porque eso.la.desconectaría de la economía general del paíS;y la.economía general del paíS; desm;ticulada¡ no.por elmás o el menos de cuantía en lo que se entregara, no podria vivir con.salud, y mucho menos en aumento y plenitud;
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De aquí que fuera menester idear una fórmula amplia en la concesión actual, elástica hacia el porvenir y; sobre todo, que creciese automáticamente, conforme 1a vida y la riqueza de Cataluñalo exigiera. No se puede en este punto; mirada así la cuestión, pedir más. Se os da una copa que ere" cerá conforme crezca el hontanar que brote en vuestra tierra. Pero no basta con esto, porque no es decente crear un Poder,. sea el que fuere, al .cual se encargue de fomentar la vida de un territorio, sin darle, no sólo medios para ello, sino.albedrío para jugar melodíaspoliticohistóricas sobre esa.economía que sele da; no es deceüte,repito, crear el Poder catalányno dejarle álguna irnposidón sobre la cualpueda legislar, Pero como el principio an.:C terior nos impide concederle ningún tributo entrañable dela economía naé cional' de ahí que: se Iios ocurri¡;se:buscar en los derechos reales sobre bienes raíces algo enlo cual pueda perfectamente Cataluña legislar con entera libertacL ¿Por qué?· Porque es una.clase de derechos más fácilmente des" conectable del resto de la econoniía, porque es l}n tipo de derechos, de irn" puestos relativamente fácil, de los más fáciles de cobrar; porque no os planc tea el problema perenne de Hacienda de las incidencias; de decir quiénes el que en definitiva paga la imposición. Porque el legislador impone un tributo sobre un.bien, una actividad o una persona y resulta que se va transfiriendo de golpe de hombro al vecino, de éste al otro, y se acaba porno saber quién paga, enrealidad, aquelirnpuesto. , ,, Ciertamente, con toda lealtad; digo que esto tiene un inconveniente, pero que al mismo tiempo es ventaja. Los derechos reales son,.poruna de sus. caras, uni:íllpuésto de caráéterpólítieo; naturalmente que esto trae consigo que puedan, a veces, ocasionar, motivar luchas y discordias interiores; pero, por otra parte, han sido estos derechos a los que han recurrido los pueblos cuando precisamente han tenido que hacer grandessacrificios;,profundos sacrificios históricos. Después de la guerra, todos los pueblos-·-Inglaterra por delante=, para salvarla' situación de las deudas creadas, cayeron sobre lbs impuestos de derechos reales. ' Señores., así es como yo veo el perfil de autononiía que ahora, dadas las circunstancias, las, situaciones, debe otorgarse a Cataluña. Es uria autononiía de figura sumamente amplia y animcia•ella una posible corrección, progresiva. ¡Creed 'que es mejor un tipo de solución de esta índole qúe aquella ptetensiónUtópica•desoluciones radicalesi ta utopía es mortal, pórquela vida· es hallarse'ineirnrablemente en una Circunstancia determinada; en un sitio yen un lugar, y la .palabraut'Ópía significa; en cambio, no.hallarse en parte alguria; fo q~é puede servfrinuybien.para definir la muerte;"' . Se trata de adelantár; de iniciar Un nuevo camino de solucióncPor tanto, no nos pidáis que en este primerpaso que damos hacia vosotros, hayamos
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llegado ya; que este primer pasb sea el último. No. Esperad. Intentemos este nuevo modo de conllevamos, que él nos vaya descubriendo posibles am.pliaciones.'
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c.Iaro es que con esto rio se resuelve sino aquella porción soluble del problema catalán; Quedalaótra,lairreductible: el nacionalismo. ¿Cómo se puede tratar esºta otra cuestión? ¡Ah! La solución de este otro problema; del nacionálismo, no es cuestión de una ley; ni de.dos leyes, ni siquiera de un Estatuto. El nacionalismo requiere un alto 'tratamiento histórico( los nacionalismos sólo pueden deprimirse cuando se envuelven en un gran movimiento ascensional de todo un país, cuando se crea un gran Estado, en el que van bien las cosas, en el que ilusiona embarcarse, porque la fortuna sopla en sus velas. Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos: un Estado en buena ventura los desnutre y los reabsorbe. Tenía gran razón el señor Cambó en este purito, más razón que muchos representantes actuales de Cataluña, cuando decía que el nacionalismo catalán sólo tiene su vía franca al amparo de un enorme movimiento creador histórico. Él proponía lo que llamaba iberismo, y yo en punto al iberismo estoy en desacuerdo con él, pero en el sentido general tenía razón. Lo importante es movilizar a todos los pueblos españoles en una gran empresa común. Pero no hace falta nada de «iberismo»; tenemos delante la empresa, de hacer un gran Estado español. Para esto es necesario que nazca en todos nosotros lo que en casi todos ha faltado hasta aquí, lo que en ningún instante ni en nadie debió faltar: el entúsiasmo constructivo. Éste debe ser el supuesto común a todos los grupos republicanos, lo que latiese unánimemente, por debajo o por encima de todas nuestras otras discrepancias; que nos envolviese por todos los lados como el aire que respiramos, y como él es elemento de todos y propiedad de ninguno. La República tiene que ser para nosotros el nombre de una magnífica, de una difícil tarea, de un espléndido quehacer, de una obra que pocas veces se puede acometer en la Historia y que es a la vez la más divertida y la más gloriosa: hacer una Nación mejor, Este entusiasmo constructivo es un estado de ánimo en que se unen inseparablemente la alegría del proyectar y la seriedad del hacer. Por eso yo pedía que la República fuese alegre, lo cual ha molestado a algunos republicanos, sin que yo pudiera explicarme esta irritación por ninguna razón favorable para los que se irritaron. Porque si hay republicanos que creen que deben defenderse de mí porque les pido· que sean alegres y no sean agrios, entonces es que estos republicanos no están en su verdad y que han errado su posición y temple históricos. Desde las primeras palabras que pronuncié en la Cámara pedía yo una República emprendedora y ágil, lo cual no quiere decir apresurada. Porque ágil es el que actúa siempre con la máxima ce-
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leridad posible; pero sólo con la posible. Ágil, en efecto, es el que corre y no se atropella. Vayamos, pues, con celeijdad, pero sin acritud, con decoro, con exactitud'y viendo bien qué es lo que hoy en su· profundo corazón'múltiple desea elpaís qué hagamos, en'e5te gran paso del Estatuto que tenemos delan" te. Y sino fuera porque én úno de sus. lados sería petulancia, terminaría diciéndoos, señores Diputados,• que reflexionéis. un poco sobre1o que os.he dicho y olvidéis que yo osc!o he dicho. (Grandes aplausos). '
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Cortes Constituyentes . Presidencia í:leL Excelentísimo Senor don)uliánBesteimFemández Extracto oficial de la sesión celebrada el día 2 de junio de 1932 ·
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El sellar PRESIDENTE: Agotados los tumos ddotalidad, tiene la palabra pararectificar el señor Ortega y Gasset (dcinJosé). El sefior ORTEGAY GASSET: Señores diputados: sobre lo que me ocurrió decir al Parlamento hace dos semanas ha caído una lluvia de discursos; fértil comó suelen sedas lluvias; pero que ha1 tenido el inconveniente de obligarme ll hacer unarectificación; mas hubiera sido eXCesiva torpeia no demorar ésta; C:ontriauyendoasta que continuase el proceso.anómalo de esta discusión, en que se empleaban a lo mejor sesiones enteras discutiendo discursos como el mío; emanados delos ·grl.lpos menores de la Cámara; cuando aún ignorábamos todos el parecer del Gobierno sobred tema que discutimos. Debate tal no podía tener ninguna corporeidad; cuanto nosotros opinásemos y cuanto nuestros opositores contraopinasen podía·aspirar, .cuando más, a ser una lucida anécdota, pero no a hacer avanzar un paso esta discusión. Era, pues; :menés ter aligerarla,' acelerarla; a fin de que pronto divisásemos la otra orilla¡ 'como por finlo hemos hecho.el viemespasado al escuchar la 1palabra excelente del señor presidente dél Consejo.Lo demás era conversación.de Puerta dé Tierra; , ' ,, . Al contestar a mis adversarios quisiera ser muy breve:.Mas debe recordada Cámara que han sido muchos los discursos dedicados a desvirtuar; machacar y porfirizar mis razonamientos, y que, por tanto; no puedo· con~ traerme; como quisiera; a unos minutos· solos en esta.rectificación. Ante todo; tengo:qtie ponerapartey separado de todo lo demás, un ataque que nb se ha:dirigido·a las opiniones expuestas ¡:íormí; sino que; perforando.éstas, ha venidO a prenderse en mi persona, aunque nO sólo en mi personac Me refiero a un•ata,que personal que, insinuado ya en el discurso del señor Xiráu,
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repercutido en la oración del señor Franchy, ha sido lanzado por el señor Hurtado tan a fondo y con tal amplitud, que vino a ocupar casi la mitad de su intervención. Yo espero, no obstante, en cuatro .o seis minutos, afrontar esta embestida. · ¡Curiosa actitud la del señor Hurtado! Había yo puesto toda mi alma y mis sentidos en el esfuerzo de presentar el problema catalán, no sólo peraltado sobre toda incidencia personal, sino libertándolo de todos aquellos detalles trimsitorios y enturbiadores que trae siempre la actualidad, presentándolo en su aspecto más puro y respetable, dignificado por la perspectiva y resonancia de una historia• entera, de un destino multisecular. Había yo renunciado radicalmente a cuanto pudiera parecer fácil tergiversación y halago a cualquier pasión anticatalana y había podido hablar, durante hora y media, sin que una sola de iniS palabrás·hübiesé.pcidido herir la epidermis más sensible de un catalán, hablando de•su historia desde el fondo de ella misma, porque cuando pase esta lucha aguda de ahora, bien puedo asegurat-· Cierto estoy de ello~ que.una gerí.eraciónáe jóvénés catalane5 coincidirá, al sentir y escribir su historia, con lo que yo insinué rápidamente en mis palabr~s, Y a todo estocres]Jondió el señor Hurtado con un ataque personal, con:üna serie de argumentos ad 11011iinem,• de argumentos sobre el hombre;•peoraún, porque talvez por no encontrar argumentos sobre el homl bre; fue más allá de él á buscarlos en la familia del hombre y,• un poco hiena, se puso a escarbar en1as-tumbas. Y todo para someter a análisis lIJi sangré; y no sóló la mía; sino la·de otros compañeros a los· cuáles: no tengo por qué defender .yo, e insinuar a!~ Cámara que sus ingredientes ancestrales hacían que la inexorable química de que nacen mis opiniones fu viera que ser fatalmente monárquica. Señores, aunque.yo no he. aspirado.nunca precisamente a poner los puntos al Cid, no mtoasustan los ataques personales. Llevo un cuarto de siglo en puro e incesante combate público,. de cariz tal, por eLmodo de JDis opiniones¡ que he recibido constantemente golpes de un lado y del otro, de suerte que no es fácil haya erimi persona'. cuadrante alguno.que no presente callo. No me preocupa, pues, lo que el señbr Hurtado ha'.ya dicho, ni•que el señor Hurtado lo haya dicho: lo que me preocupa es otra cosa; porqüe eso, dicho por él, a 16 sumo lo que hubiera podido traer con5igo:es que; oyéndoc le, automáticamente se incorporase en mi mente yo no sé siunvago recuerc do o pura fantasía involuntaria de una fecha poco anterioraLl5•de diciembre de 1930 y poco posterior a los'días en que•yo habiap1,1blicado cie,rtos artículos·en-E! Sol,. que diei;onalgo que hablar; y en esa fecha unafigürnmuy.parecida: a la del señor Hurtado, que viene a convencerme de que lo hécho. por mí era una insensatez, quela.República no .vendría.nunca a España y que lb
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que debíamos haber hecho, y hacer aún, era intentar un nuevo ensayo con la monarquía. -(Grandes y prolongados nunores). . Peto, repito·, que esto no tiene importancia. Searecuerdo vago o pura fantasía mía; no tiene importancia ni para mí, ni para el señor Hurtado, Pero sí la ti\'.né, ni:! para la historia de España, ni para la República, sino para mi persona, la actitud que; mientras aquello se decía, adoptaba la Cámara; porque mkntras el señor Hurtado echaba fuera de su pecho aquellos ataques personales, una gran parte de la Cámara aplaudía o mostraba, al menos, subrayada complacencia, y el resto, sálvo muy pocos, no hacía alarde alguno.de displicencia, Bien entendido que tampoco esto me ofende ni me irrifa; Se trata de uná cosa muclio más sencilla, clara, precisable; casi. estoy por decir que de una simple operación de aritmética elementaL Porque yo ine he.presentado ante JDis conciudadanos, y muy especialmente ante mis compañeros.de Parlamento, como.un hombre que duda mucho de.que su intervención política pueda ser útil,' porque me faltan para ello casi todas las condiciones, desde las físicas hasta otras más trascendentes.y, por lo tanto, desde el día en que presenté lIJi candidatura de diputado .-presentación que· fu~ entonces un claro deber-·· es para mí una constante congoja de conciencia decidir si no podía yo con mayor certidumbre servir a·JDi país fuera o dentro de él en otras materias. Pero, claro, si yo tengo' que defenderme dé acusaciones de. monarqui.smo¡ como tuvo el otro día que defenderse el señór Sánchez Roniá.n en párrafos de tonante irritación. .'. ·¡Ah!, el señor Sánchez Román es más joven que yo y tiene muchos más arrestos;. pero yo no puedo défenderme, porque es evidente qué si ahora 'o eh cualquier otra ocasión, que lo mismo que ahora se pudiera presentar, tuviese que gastar esas pocas energías de que hago ostentación, únicamente en ponerme a nivel de republicanismo, enser admitido en el coro republicano, en suma, en hacer oposiciones a una republicanía vacante, entonces es bien claro que lIJi intervención no puede sobrenadar en utilidad para mi país, y esa actitud de la Cámara aclara, en principio, lIJi situación interior. Conste, pues, qué no se.trafa dé una queja, ni mucho menos preterido lo más mínimo rozar el albedrío de la Cámara que, en uso de su perfecto y libérrimo dereCho, se comportó como lo hizo; pero a lo quena tendrá tánto derecho es a mostrar extrañeza. o sorpresa ante eventuales resoluciones que, con respecto a mi propia y modestísima actuación, puedayo adoptar en vista de· ello. Y quede así concluso el asunto separado por un compartimento estanco de todo lo demás. (Rümóres). Y eso de más, de que tengo que hablar, no tiene ya carácter personal y se referirá, primeramente,•a las argumentaciones que.se hanhecho'contra iniS opiniones o contra el dictamen de nuestro grupo,y luego, más brevemente, a foque importa más: a la posición dibujada por el Presidente: de!Consejo
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de Ministros; asu posición, no a sus doctrinas históricas, interesantes como no podía menos, viniendo de quien vienen, pero queme parecen demasía" do.discutibles y; por lo mismo; no conviene enzarz·arlas en est.e debate, so pena de no acabar nunca. · · : . :. Yhe aquí que, quiéralo o no; para contestar a mis adversarios me veo obligado a hablar, una vez.más, sobr\!• el tema·~
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los cambios de ideas políticas; bien entendido, desde que existe noción de Poder público; de Estado, cosa que, como es sabido, no acontece en Europa sino hasta muyavanzadala Edad Media. Lo que sLha•variado y.mucho, a lo largo de los siglos;. han sido, entre otras cosas,)asrespuestas a estas preguntas taxativas. ¿Quién es 'el sobera, no? ¿A quiéncorresporide ese atributo de soberanía? ¿Quiénes el que éon justo título tienéy ejerce'. ese Poder supremo? En Ja Edad Media.y en Jos siglos XVI y XVII se:daba e5tares]Juesta: «El soberano auténtico es Dios, origen.y fuente de todo y; patio tanto; origen y fuente de todo Poden>: Dios unge; directamente o valiéndose, cómo intermediario,' de Ia elecciónpopular;a .un hombre con la soberanía:.Esa soberanía de origen divino es la· del rey; y ésta es Ja soberanía parla gracia de Dios. Peyo toda Ja edad contempoc ránea hadado,otrarespuesta:yhadicho: elsoberano,.el.qU:e en última insl tancia manda, es el.mismo que. tiene que obedecercy; .]Jor tanto, el pueblo; y esto es lo que se ha llamado democracia. Pero rifaldecir que el soberano es elreyporla.gracia de Dios, nial decir:que el soberano. es ~l.pueblo, se alude ni irisinúa nada sobre'.si ese Poder es más o menos extenso, tiene,o no1ímic te; porque ésta es Una' cuestión coinpletamerite.distinta,. ésta es una preguri" ta nueva, que suena así: sea quien fuere el soberal1o, ejerza quieri ejerciere el Poder público .Supremo, ¿tiene o no límitesJ ¿Púede mandar. todo fo·q~e quiera, o ese.Poder es )imitado y; en tal caso, cuáles son sus límites? Y a estas preguntas se'han.dado t¡¡lnbién dos:respuestas principales: una qué.dice: «El Poder público no tiene límites, pero no porque sea sol;>eraho,¡sino poré¡U:e es Poder público; porque es•Estádo». Por tanto, sea cualé¡Uierá su origen/el real o elpopulár, ese Estádo es en esta opinión; que es la absolutista, un Poder sin límites. Pero 'en el siglo XVII los ingleses, y en la edad contemporánea.todo·elcontinente, dieron esta ilustre respuesta: «No; el Poder público tiene sus limites ylo primero que ha de hacerelEstado alcdnstituirse es·rec conocer.esos.límites, que.son los derechos individuales»; Y esto es:Jo que se ::•~ llamó, con un voéablo español, liberalismo. '·: •:De suerte, pues,. que·absolutismoyliberalismo son dos.respuestas antagónicas á la mismapregrinta sobre los lírnites del Poder;: pero nLla una ni la otra tienen:nada que ver con Ja pregunta de quién manda, que .es la única que afecta a la soberii.Ilial .. : • · · · ·•·:• • •· · Necesitaba yo decir esto, aun cuando haya sido unpocoprolijo, pote que;. aunque me pareciera inconcébible, yac he oído con mis propios oídos decir al señor Franchy; 'textualmente; Jo. siguiente: «Hay de la soberanía uria idea tradicional,. que' el señor Ortega yGassetexpuso aquí días pasados en estos términos:. Soberanía es.la facultad de las últiinas decisiones, dpoder de crear y anular todoslos·ot:ros Poderes,.cualesquiera·que.s.ean ellos>;.,, •·'
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Y prosigue después de esta cita el señor Franchy: «Salta a la vista que esta concepción de la soberanía e5 una formula del más puro absolutismo. ¿Se Goncibe, en efecto, un poder supremo, creador y anulador de. todos los demás poderes, como no sea.enlas monarquías absolutas,,donde1a soberanía se confunde con el soberano y en éste reside todo principio de poder y de él emana toda facultad de mando?» Sí, señor Frarichy, se concibe perfectamente. No lo dude Su Señoría. Más aún, ese Poder soberano; de extensión ilimitada, es característico de la pura democracia, de la· democracia que no es sino "democracia y que pcir ser sólo democracia es aritilibetal;: ese Poder soberano ilimitado ha sido .siempre lo cónstituyente dela pura democracia-:.-.quena es la nuestra: la nuestra es liberal-·.;.lo tnisrno eri tiernpo de Peride5 que del actual comunismo. En cam,. bio; señor Franchy, lo queno"se concibe.. -forzoso.es decirlo, porque nos im,. portá a·todos•que en .las Cortes:republicanas s.e viva constantemente en la atmósfera, en el elenieritci de la verdad~ es esel;loder ilimitado en las monarquíás de Europa; porque el absolutismo manárquica·,· en el sentido vulgar del término (por fortuna algo profundo de nuestro:sermdica esto), no ha existí,. do nunca como situación estable yformalizadaenias regiones·occidentales. ·:; Y no digo rµás sobre este punto al señor Franchy, porque conociendo la ejemplaridad de su vida, la respeto hondamente y no estoy dispuesto a tratar al señor Franchy como el señor Franchy me há tratado a mí. (Ru111ores). ' Dé esta manera vemos que es la soberanía·Ia facultad de las supremas decisiones;.el poder.que crea y anula todos los demás poderes. Vemos tamc bien que dentro de.nuestras propias convicé:iones democráticas ésa facultad reside en la voluntad colectiva del pueblo: Esa voluntad colectiva del pue,. blo es, pues, quien en todo instante crea y recrea el Estado, el cuál no es silla la organización de los poderes.-Lo crea y :recrea en todo ihstante, porque si un Estado existe.y.perdura es porque esa voluntad colectiva le está nutriendo.y:sosteniendo.día.por. día; . ensuma,.qude.está:ihcesantemente recreando con sl! adhesión. Esa voluntad colectiva es;precisamente la sober.anía y es, po:r tanto, algo preestatal y prejurídiéri; es la raíz subterránea; Ia energía profunda e hisitórica c...,.,ya yeréis después porqué digo.esto-., la energía profunda histórica de que vive todo Estado y toda ley, porque ella lo lleva, lo alimentay 10 dirige, constantemente; .. Lw En este punto no creo• que hayá discrepancia nmguna entre unitarios yfederales, pero tras ello surge la cuestión que nos distancia, y esta cuestión qúe tras·elJ.osurge,,no es·, como seguramente se-dirá de todo lo démás,.que arites: lie expresado, no .es mera elucubración, ni teoría; sino que es la sus,. . tancia•misma política del enorme problema político que, queramos o no,
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tenemos hoy delante y en que estamos sumergidos. Porque decimos en nuestro caso:· la soberanía es la voluntad colectiva. española. Bien; pero .¿cuál es esa colectividad? ¿Es el conjunto indiviso y compacto de todos los .españoles, desde Finiste:rre hasta Málaga, desde la Maladetta hasta Calpe, desdePort.Bóu h!.15taPalos deMoguer? En efecto, ese conjunto, esa énorme masa enteriza y sólida para adoptar todas las resoluciones esenciales, en que históricamente se sienten juntos, resueltos a tener un destino común, favorable o adverso; alborozado o trágico, pero sin reservas, sin·condiciones, es lo quelainmensa mayoría del pueblo espáñol entiende, cuando sencillamente dice: «Nosotros los españoles». (Muy bien). Ésa es la soberanía unitaria; ésa es la unidad de raíz hiStórica, la solidaridad absoluta (aquí sí queviené bien la palabra), la solidaridad absoluta de los españoles ante la vida y sus vicisitudes. Pero esta voluntad compacta, unitaria, en que se toman las resoluciones esenciales; puede muy bien imaginarse que se divide y se 'qui~bra en trozos y queda disociada en innumerables y pequeñas colectividades; cada una de las cuales resuelve por sí, aparte, mdependiente e insolidariamente. Éste es el deseo del federalismo: que en vez de una raíz sola y total haya muchas raíces pequeñas; independientes, de las cuales la unidad:nacionalsurge por un pacto.subsecu~nte: ES decir; que la únidad nacional se forma por lasramasyno porla'raíz:Frente . . a aquella unidad nacional, incondicionada y previa, los federale5 n~s proponen uria unidad naciorial condicionada; contractual, paccionada, secundaria y parlo mismo problemática. Hayperfecc tamente derecho, hay estricta licitud a preferir estaúltirna y pro Clamarse fec deral; pero aquí no se trata de si el .señor Franchy o. el señor Valle.tienen id\!as federales, ni de si yo tengo ideas unitarias; eso no interesa tal.vez ni siquiera a nuestrasrespectivas, familias. Lo que importa aquí; lo que constituyela última y decisiva sustancia del problema político que debatimos, aunque haya tanto empeño en difuminar su.expresión auténtica;es.averiC guar sila ihmensa mayoría delpµeblo español sigue resuelta a ser esa voluntad unitaria, .a convivir en sobetimía mdivisa con aquéllos con quiénes ha cap.vivido h¡ista aquí, arésolver junto con ellos, con todos elfos, sus problec mas esenciales, y si; por: querer eso; no admite oscuridad; confusión y i::quívoco alguno. en cuanto afecte o, aun deléjos; amenace a1a•unidad de esa soc beranía. Ésa es la posición, (Muy biei1; 111uybie11). . Y·nosotros pensamos que. e§o és lo que acontece: que el pueblo es7 pañol; en sus nueve décimas.partes; no nosotros que no somos nada, no el señor Maura, ni.el señor Sánchez Román, ni mucho menos yo y los otros que coinciden con nuestro sentido; piensa así; y lo que es menester es que vosotros; libérnmamente, aforéis qúé cantidad; qué cuantía de• españoles
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piensa de este modo. Eso es lo importante y lo que tenéis que determinar dentro de vosotros mismos. {Muy bien, muy bien. Aplausos). ' Y lo inconcebible es que, aprovechando distracciones de la Cámara, como de contrabando{ se haya podido dar a entender aquí, según lo hizo el señor Hurtado; como si esa inrrien5a fuayoría del pueblo español, representado en su Estado, quisiera mandar sobre los cat¡ilanes, cuando lo que quiere, . con profundo y fraternal querer, es mandar con los catalanes, es que permanezca intacta esa fusión de raíz, és•el segúir siendo una unidad profunda de de5tino históriéo ccín ellos. Si se hubieraplanteado la cuestión en forma tal que no existiese errestepuhto,equívocoalgilno;veríais qué poca disé:u:sióri habría nacido y cómo el forcejeo hubiera sido nulo, Por eso yo os propoma quda'planteaseis; nrnerr térrriinos de soberánía; síno ·errestrictos y puros términos de autonomía. ··•· 1Porque:¿ cómo no vaapensarúiquietamente esa.íncontrastable mayoría del pueblo esp'añol, si tras el dictamen dela'~omisiórr, donde existen algunos· artículos por lormenos aménazadores de. esa unidád. de soberanía, oye que el 'señor Hurtado se·eritréga ajuegos de palabras, hablando de un extraño 'pacto entre la región au.tónoma y el •Estado, pacto· qué, apartela cuestión priné:ipal y cómo algunas' de las otras.cosas que el señor Hurtado dijo, parece completarrienteúicomprensible? Porque el señ.or Hurtado dijq e5taspalabras: «Nosotros hablamos de un pacto éntrela:región autónoma y el Estádo, dos organismos de.Derecho, dos pers.onalidades jurídicas,que pueden y que deben>¡fact¡ir y que, según•la .Constitución; son las. que real" mente pueden y deben•pattari>; Senores, repito que yo no sé una-palabra de Derecho; pero sé, cuando llega la hora, quedarme atónito. (Risas). Porque, señores, el Estado de que habla nuestra Co.nstitución seiconipone demuchos organismos; entre ellos lasregio:Uesautónomas, laspfovinciasy los municipios; y ahora resulta que l¡r_regiém.aritó11o:rn.a; _q11e ~ .elE.sta,cio rnis11:i,11~.en t1J:ia..de·.sµs panes,,qtle .es uná institución• delEstado;:biert que err la jerarquía de las institucfones de un orden segu11do;ise pone a padar con el Estado; es· decir, consigo inisrria; puésto que.ella·no•es síno un elemento del Estado:Yo·creía qúeparicque dos pudierari:pactar. 'era menester por. lo menos. que fuesen dos y además que pre6dstie5en alpacto ,yla región :Uo existe antes de ser engendrada por el Esl:fldq; el Estado, _al engendrarse; engendra lás regiones ~utónonias; Lo qué pasa es . que 'nuestra Constitución, padeciendo, a mi juicio un error, •pero, en fin,.siendo lo que hoy rige ylo,que• tenemos:que ácatar; nuestra Constitución, enivez de obligara que se creen désdeluego. yfühninantemente lasregiones,' deja a fas provincias franquía para acogerse a esta peimisión que . ella da deformarlas¡ ¿Yporque·no obliga, y Cataluña y Andalucía son libres
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de constituirse o nq· en regiórr autónoma, se llama al uso de esa opción legal un pacto? Esto es cosa que yo no entiendo; noentiendc:r cómo se pueda lla.rriarte,lcqsa·un pacto.'Yo creía que ya los antiguosjúristas distinguían dé la . ley•obligator:ia1a que ellos llamabanlexpennissiva, en que se da á los ciudadanos la· libertad de acogerse o no a ella;.y'a este acogerse auna,ley y ejerCitar una n.oriná·es a que el señor Hurtado llama pacto, como podía haberle lla:mado rapsodia húngara!(Risas). No; señores, no es concebible un pacto eritre la región autónoma y el Estado.-Es el libre acogimiento a una ley del Estado. ·Pero nada de esto que digo ahora ni mucho menos lo que: dije en el discurso a queseme ha.contestado permite que nadie nos presente a rrií,.ni a los:que han coincidido connuestro sentido más estrecho y próX:i.mo, como enemigos de las aspiraciones catalanas. Dejando a los demás: señores para que lleveñ su carriino por sus propios pies y su propiavolu:Utad,' que en los dos a queme refiero es magnífica; yo :Uoovoy síno ·areferirme a mí. ¿Se me puede presentar.como un enemigo de las aspiraciones catalanas? Porque da la.casúalidad de qúe si•se exceptúa a algunos Diputados republicanos, al señor Ossorio;rio presente, y tal vez algún hueco, que dejo para·que lo llene alguien en quien ahora no reparo, nadie hay en esta Cámac:a que desde más antiguo y con más úitensidad haya.estado defendiendo· desde Madrid esas aspiraciones.catalanas; yyo·he escrito, he combatido, he publicado páginas y páginas y hasta un librete; que por cierto me excusa de lo que para mí sería u11 placer, de habíar y debatir con el señor Presidente del Consejo sobre sus ínterpretaciones históricas, porque ese lioro. está_ dedicado principalmente a.intérpn;tar la historia de España en función del problema catalán, para aclarar las cabezas de los deniás españoles con tespecto a ese problema y hacer, en su horrc:a, posible la soluciórt¡ y ese libro ha rodado bastante por el mu11do, pero por lo visto lo han olvidado los catalanes. La cosa no es extraña ni es nueva: la íngratitudtieneuna historia.tan larga como,la historia · '• misma. (Muybien). N d tolero; pues,: que ni a mini a.nadie sé nos presente como enemigos de las aspiraciones catalanas,.porque discutimos sobre el Estatuto catalán; pues ,acontece que, salvo algún pequeño rincón de .la Cámara, en realidad aquínadi.ehadiScutido.dEstatutb, síno que ha discutido sobre é!Estatuto, tal o cue,l artículo del Estatuto. Pero lo que no vale es; ante este modo decolaborar,.que es discutir, lanzar: una razón tan dificilmente digerible como una que emitió el señor Hurtado én su discurso,:cuando decía:.«Yo veo que aquí se levanta•un señor y dice: Yo .soy muy autonomista, pero tal función creo que no debe ser entregada a la región autónoma; y otro señor que se levanta, y anade:'Yo también soy muy autonomista, pero tal otra función no debe ser delegada a la región>>; y así, sumando las funciones que cada una
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de estas personas que intervienen iban restando al Estatuto, presenta el señor Hurtado un Estatuto vacío de funciones; Y ésta.es una razón que cree . . el señor Hurtado que la Cámara puede haber oído, no.diré.con complacencia; sino con plena tranquilidad interior, cuando es una razón inferior que, para dicha así, implicaría una idea de las tragaderas de.la Cámara, cofuo si ésta pudiese.ingurgitar todo lo que sele echa, lo mismo el primor que lo inane; . ¡Ali, no! ¡Naturalmente! Cada uno de los que aquíhemoshablaqotalvez hayamos di~cutido una u otra función de lás que inlplica el Estatuto; pero el señor Hurtádo, en vez de haber sumado:lo qué cada uno de éstos que han hablado resta. a lo. que el otro restaba, ha debido haber presentado lo que cada uno. de nosotros.creemos que debe,: en efecto, llevar Cataluña: ensu nuevo Estatuto y en su·nuevavida. •· · · : : Pero hay algo más todavía. Cualquiera creería que discutir la autono" mía -y éste era el.fundamento de lo que el Sj!ñOr Hurtado nos proponía pensar-.-. implicaba rto ser.autonomista. Pues1bien; yo quisiera que inla" gimísemos de'pronto al señor Hurtado exento de toda hpstilidád; de toda discrepancia por nuestra parte, sih que nadie' le discutiese, solo, mano ama" no, con el concepto.abstracto y·genérico de autonomía, a•vercómo: de•ese concepto abstracto y genérico podía él fabricar una figura concreta de auto" nomía sin discutir el señor Hurtado consigo mismo. Porque se encontraría con una cantidad ilimitada de funciones empíricamente reunidas, entrefas cuales tendría que elegir para construir el perfil de una auténtica, plena·, concreta autonomía.(Muy bien): No. Hay que diScutir; porque ·sólo cort la· discusión puede intentarse una sincera coincidencia: El señor Presidente del Consejo mostraba el otro día su deseo de que ésta fuera amplísima, casi total en la Cámara. Por eso insisto en que deben expresar claro:su pensamiento todos los partidos,de ella,. siempre que esta indicación mía no sea atribuida a habilidad parlamentaria,lo.cual,.aparte. otros motivos, que espero no se me escatimen, es poco verosímil, porque mi andar por el área parlamentaria es tan tímido y tan totj:>e que bueno fuera que encima me diese yo el ltijo de meterme en habilidades y malabarismos seudopoliticos. No; mi deseo está inspirado parla altitud del asunto y por el bien futuro de esos partidos. Me importa· que conste especialmente esto último. · ' · · La cosa me parece tan evidente que no solamente creo que es necesariá una amplisima coincidencia parlamentaria, sino algo más! Es preciso que el Parlamento, antes de resolver, averigüeniuyprecisamente cuáles el modo de sentir del pueblo español, porque se trata de un asunto hipernacional silos hay, porque es una operación que penetra muy hondo en la entraña . misma y en el subsuelo nacionaL Es menester que estemos ciertos de si él
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sentir del pueblo español está suficientemente maduro para la faena y es pre" ciso que la solución coincida con la ecuación exacta que consientan, de un .lado el deseo de·cataluña y de otro el grado dé madureí: de aquel sentir na. cionaL Si lo hacéis así,' habréis hecho una. gran obra; pero si no, sería funesto y sería il,usorio. creer que se había resuelto el problema; antes biert; significaría n.o más que comeniar de nuev'ó'angustias para Españay,isobre esto; sería algo sumamente peligroso para el régimen; Y no vale•salir al paso• de esto que digo con vanos aspavientos;.que son tan inútiles como insinceros. Después de año y medio de.vida republicana; conviene; que•hagamos balance sobrela situación moral del país con resp'ecto al régimernYo lo.ven" go haciendo públicamente una y otra vez desde su advenimiento: Lo hehe" cho una y ótra•vez con insinuante cordialidad siempre¡ pero en tono·pro; gresivamente elevado,:pbrque:creo que lo requiere así fa realidad y pienso que; casi desde el principio; la polftica republicana cometió un .tremendo error, que es éste: hay una enorme masa!de•españolés que votaron la República sin condiciones;•por tanto; quela votaron por ella:misína y sin más, porque en el camino de su experiencia de la vida pública habían llegado al punto de pensar que sólo un cambio de régimen podría mejorar radicalmente la existencia nacional. Yo no ·voy a ser quien decida; siho vosotros quienes; por V-Uestra propia cuenta, intima y pura, calibréis cuáles la canti~ dad y la•calidadde es.os españoles que han ;votado a la República sin condiciones¡ Pero he de deci:r que en-el conjunto dela gobernación;.en vez de ha" berse'preocupado, desde luego· y por lo -pronto, casi exclusivamente de constitufr esa Repúblicairicondicionada, lo que se ha venido haciendo más bien; en muchos casos, ha sido arrojar pedazos de aquel entusiasmo colectivo, que trajo el régimen, a los grupos que habían puesto condiciones, yno voy ahora a enumerar cuáles pueden ser ellos, porque yo no-vengo (Muy bien; apla11Sos), porqueyo no vengo aponer rencilla, sino todo lo tontrarim · Se ha hecho una gobernación; en gran porción; particularista, para grU" pos partkulafutas territoriales o de otro género; no se.ha hecho todavía· a fondo, fpuedeiy·debe.hacei:se desde ahora; una gran política.republicana nacional. (Mi,tybien), Yporesoyo pedía,en:midiscurso que.se aprovechac se' este tema enorme del Estatuto catalán para que el Parlamento regenerase sil:co.ntacto con la opinión total delpais. (Muy bieir), Y me ha. complacido, oyendo al• Presidente del Consejo de.Ministros,· creer .éntrever'--'"rio 'sé-si será ilusión óptica-.·_. los deseos de1Gobierno.de mostrar una grimflexibi" lidad en sus·posiciones con respeetoalproblema deLEstatutb: • ::: • :Me· complace vivamente; .·porque: esto puede; llevar a: facilidades: de acuerdo;.a·ese.asenso, no sólo parlámentario, sino nacionaJ:,ii:¡ue tenemos. que buscar para refundir¡ si.füese:preciso; el Parlamento con.l:¡t.íntegraopic
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nión del país; porqu_e constantemente; como es perfectamente natural, como pasa en todas partes yen todo momento de la politica, las instituciones del Estado; especialmenteebParlarhento,.unas veces.adhieren más, otras; sin darse cuenta, se remueven y alejan. en incoincidencia con la total opic nión del país. Es, pues·, preciso que venga• este acuerdo. En no pocos extre" mes de la ponencia con\'.reta que dibujaba el.discurso del Presidente.del Consejo de Ministros habéis visto ima ,coincidencia con nuestro•vOto particular;> pero .hay tres puntos, sobrewdo, en los cuales yo creo que.el Goc biemq. tien¡; que.ejercitar esermáximum de: flexibilidad, no porque a mí, al accidenté de mi persona; leparezca mal; sino porque creo lealmente.que el senfu del país no los admite,yporeso.nosotros no los aceptamos. Estos tres puntos principales, no únicos, sóri: el bilingüismo universitario; la redacc ción del artículo 3 7, que se refiere a la reforma delEstatuto;y ese proyecto de dislocación.delashaciendas,.que.súbitaménte ha aparecido en el discurso del Presidente del Consejo de Ministros. / Sobre.el bilingúismoya hablé, aunque convendría agregar que el bilinc güísmo;•que yo sepa-• -. es posible que acontezca erí: otro lugar-., que yo sepá cómo vigente +perlo menos en grande-e- en Bélgica, se ha reconoci; do por todo el mundo como un. inmenso fracaso. No. hace muchos .días, creo q11e el19 de mayo, abría yo el número de M,anchester Guardianyme encontraba con unlelegrama, que decía así; «La crisis belga y el bilingúisc mo --18 de mayo. El Gobierno belga ha.decidido dimitir, al parecer por.la división que el problema de la lengua ha producido y.que ha ~estruido tan~ tos .Gabinetes-belgas desde la guerra».- En cambio; lá solución de•las.dos Universidades nos' parece, en un sentido profundo, histórico, mucho más limpia y, entre otras ventajas, tiene una nada desestimable en España: la de favorecer la emulación. Ésta es-la solución que ha dado otro pueblo; que se encontraba en: la misma situación que Bélgica; porque en Bélgica se trata.de do?,raza?, de dos idiomas que,•prácticamente, bien quemás-o.menosdiversificados en uno y.otro trozo de aquel país; significan latotalidaddel país; son comer dos .totalidades. superpuestas y cada una de ellas- lucha. por el triunfo absoluto sobrela otrac•Lo propio acontece en el país-que se va mese trando.rnás discreto y sereno entre todos los actuales; en esa extraña, calla~ da, -pero sabia Checoeslovaquia. Allí también hay dos razas luchando parla totalidad del país:, los checos de origen eslavo y los tudescos; y lucharon en tbdas las formas, bravamente;· ericoriádamente. Por cierto que.una de las formas de lucha era. a fuerza de procesiones; porque los tudescos tieriéri cómo representante-Y patrono. de su raza en aquella región al protestante Juan Huss;:los checos; que son católicos, tienen como represent-ante a. SanjuanNe]Jomuceno;·a SanJuanNepomús;iy en cuanto salía una proce"
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sión en honor de Juan Huss, se preparaba otra en honor de San juan Nepomús. Pues bien, esta solución, ¿por qué no la hemos de imitar? En cuanto al proyecto de Hacienda, en el cual no voy a entrar, como es -natural, ahora, he de decir una cosa. El señor Presidente del Consejo, reiteradament~, éon satisfactoria saturación, hablaba en su discurso de que el Estado español constituido es un Estado unitario; pero luego resultaba que al presentamos el proyecto de Hacienda regional, tenía que reconocer que era precisamente el modo de dislocar las Haciendas característico de los países más federales,.¿ Qué unidad de Estado es ésa? Sería un Estado unitario de piel y federalísimo de entrañas,-Yo creo que-éste es un punto en que el Gobierno debe aplicar esa.flexibilidad que se nos anunciaba en las palabras de su Presidente. Es preciso, señores, que, al terminar esta discusión del Estatuto, podamos volvemos todos al país -todos: por tanto, no sólo vosotros, sino también nosotros-podamos volvemos fodos al ¡:íaísy' gritarle a voz en cuello, con esa plenitud de convicción que hace que las palabras llenen las ga~ gantas: «Cataluña ha. recibido la autonomía, una amplia autor\omía, a la que tiene perfecto derecho,la cual, en lo esencial, y cualesquiera que fueren las dificultades que en una u otra ocásión se prciduzéan, será de' gran fecundidad para España: Porque el problema cata:lámes un problema español;y España tiene que acogerlo con más entusiasmo, cuanto más r¡acionalmente sienta las casase Pero; pueblo espaflol, como tú nci entiendes; ni, tienes obligación de entender de complicaciones jurídicas, y sientes, muy justifica"
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PARA EL «ARéHIVO DE .LA PALABRA»
la ciencia. La ciencia es séilo una manifestacion. entre muchas de la capacidad humana para reaccionar intelectualmente ante lo real. Ahora bien:, este ensayo de aprendizaje intelectual había que hacerlo .allí donde estaba el español: en la charla amistosa, en el periódico, en la conferenci.a. Era preciso atraerle hacia la exactitud de la idea con la gracia del giro, En España para persuadir es menester antes seducir.
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[El Centro de ·Estudios Históricos registró varios discos con la palabra de'las personalidades sobresalientes del mundo literario y científito·español. He aquí el disco'im'pruionado porJosé Ortega y Gasset]
Registrado en disco el30 de junio de 1932
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CONCEPTO DE LA HISTORIA
··EL QUEHACER DELHqMBRE
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La Vid:es,queh;cer;la verdad la vicla, e5 decir,> la vida auténtica cada cual consistirá: eri hacer lo que hay que .hacer y evitar el hacer cualquier cosa. Pára mí un hombre vale en. la medida que la serie de sus actos sea necesaria y no caprichosa. Pero en ello estriba la dificultad del acierto. Se nos suele presentar :como necesario un repertorio de acciones:que ya o fros han ej ecu tadoynos llega aureolado por una u otra cémsagracion. Esto nos incita a ser infieles conmiestró auténticó quehacer, que es siempre irrec ductible al de.los demás, La vida verdad¡'!rá es inexorablemente irivencióri. Tenemos queinventatnós:nuestra propia eiástenciay. a lavez, este invento no puede ser caprichoso .. Hvocablo inventar recobra aquí su:intención etimológica de «hallan>. Tenemos que hallar, que descubrir la trayectoria ne" cesarla de nuestra vida que sólo eritonces será la verdaderamente nuestra y no de otro o de nadie, como.lo. es.la de]frívolo, ¿Cómo:se resuelve tari difíc:iVproblema? Para mí no.ha cabido imnca duda alguna sobre ello. Nos encontramos como un poeta a quien seda un. pie forzado. Este pie forzado es la circunstancia. Se vive siempre en una circunstancia única e ineludible. Ella es quien nos.marca con un ideal perfil lo que hay que hacer. · . Esto he procurada yo .en mi labor. He.acepta do la circunstancia. de. mi nación y de mi tiempo. España padecía y padece un déficit de orden intelectuaL Había perdido la destreza en el manejo de los conceptos que son-ni más ni menos-,- los instrumentos con que andamos entre las cosas. Era preciso..enseñarla a enfrontarse con la .realidad y transmutar ésta en. pensa- . miento, con la menor pérdida posible, S,e trata, pues, de algo más amplio que
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Hablo desdeel Centro de Estudiós Históricos y.quiero aprovechar este instariteylugaren que me hallo p¡µ:a manifestar mi entusfasmoy mi fe en la Historia; La Historia es hoy para Europa la primera condición de su posible saneamiento y resurgir. Porque cada cúal sólo puede tener sus propias virtudes y no: las del prójimo; Europa es vieja, no :puede aspirar a tener'las1 virtudes delos jóvenes. Su.virtud es' el ser vieja; es decir, el tener una larga memoria, una largahisto:¡ia. Lós problemas·de su;vida'se dan en altitudes de complicación ql,le exigentambién soluciémes muy complicadas,y éstas sólo puede proporcionarlas Ía Historia. De otro modo habría·un anacronismo entre la tomplejidadde sus problemas y la simplicidadjuveniLysin-memoria que quisiera dar a sus soluciones. Europa.tiene que aprender en la Historia, no hallando en ella una norma de lo que puede hacer-la Historia no prevé el fu tu.ro-,- sino que tiene que aprender a evitar lo que no hay que hacer; por tanto, a renacer siempre de sí misma evitando el pasado. Para esto nos sirve la Historia: para libertamos deJo que fue, porque el pasado es un revenant, y si no se le domina conlamemoria;refrescándole,,él vuelvesienipre:contra nosotrosyacaba por estrangulamos. Ésta.es mi fe, éste es ri1i ent:tisiasmo por la Historia y me complace vivamente y siempre ha sido pata mí un gran fervor,español ver que en este lugar se cóndensa la:atención sobre el pasado, se pasa sobre el pasado, que es la manera dé.hacerlo fecundo, como se pasa soc bre la vieja tierra con el arado e·hiriéndola con el surcoisela fructifica; Registrado en disco el30 dejunio de 1932
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PRÓLOGO AUNA EDICIÓN DE SUS OBRAS'
La aparición de mis obras, que hasta ahora volabán como bandada fortuita de volúmenes, en una edición compacta es idea y voluntad de un editor, no mías, Yo no he sentido todavía el deseo íntimo de reunir. mi obra. Ese /, gesto de echar el brazo atrás y recoger el pasado significa una altitud decisi" va en la; trayectoria de una vida. Tal vez se llega en él a la divisoria entre el modo a5cendente y el descendente de la vitalidad, ELescritor advierte angustiado que pierde:peso actual, que las ideas afluyena su torreritera interior con menos abundancia, borboteo y delicioso. atropellamiento. Esto le lleva á compensar su déficit presenterecogiendó su pasado, poruéndolo soc bre sí para que conste y completda sensación gravitatoria que antes tenía. . Porfortuna, yo siento aún un extraño asco al recuerdo·. No sé bien por qué, pero siempre he notádo con sorpresa que cuando alguien de mi tiempo se complacía voluptuosamente enremeinorar las cosas de la juventud o de la niñez, yo no experimentaba goce alguno en esa inmersión y descenso a aguas pretéritas. Al contrario, el roce con la piel de mi pasado me repuguabay toda la presunta gracia de la adolescencia y la infancia propias no ha lo" grado aún vencer en.mi lo que tienen de .cadavérico, de.fenecido;Y no creó que mi' vida haya sido especialmente infeliz•oimpresentable ni más repugnante que Ia·qudo.haya sido menos. Cuando se está aún fuertemente proyectado hacia el futuro, nuestro pasado no hace presa en nosotros con sus deleites peculiares. Ya llegará la hora.de las «Memorias», la torsión de la cae beza hacia atrás. Entonces el hombre compensa la esterilidad de sti porve, nir con un mesperado reverdecer de·todoslos paisajes agostados; · En semejante estado de espíritu, tan poco propicio al recuerdo, no me es posible dirigirlá mirada a mi obra.para intentar definirla. Miro atrás sm entusiasmo y veo sólo lo·que vernos en el arenal o en la playa húmeda y 1
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Obras, de José Ortega y Gasset Espasa-Calpe, S. A.
solitaria: el pespunte de nuestros pasos, tan ridículo, con sus parejas deirnprontas monótonamente. repetidas en larga fila. Eso es, visto desde hoy; lo ·que quedó de nuestros frenesíes: ¡huellas, huellas! -·-leves depresiones de ·azar en mi terreno blando:.,• · ¿No e:; terrible·que de nuestro paseo mágico quede sólo eso-la muda estupidez de la huella-y lo demás se haya volatilizado, borrado del universo?Menos mal en otros países, donde el hombre goza de tamaño lujo vital que no se contenta con arrastrarla radicalsoledad que es su existencia, sino que transmigra a la del prójimo, se esfuerza enrecónstruir la vida de otros hornbre.5, de entenderla y descubrir su secreto. ¿Puéde esperar un español que algún compatriota sienta mterés por el secreto de lo que fue su vida?. Porque, no se dude,wda vida 'es secreto yjeroglifo, De aquí que labiografía sea siempre un alburde lamtuición. No hay método seguro para acere tar 'con la clavearcanade. uná existencia ajena. Por lo mismo, el hombre gec neróso; cuya· vida vive de raíces profundas, siente el afán de penetrarien otras vidas; bien en lo.hondo de ellas, en su verdad oculta-"-':de entenderlas y no de juzgarlas. El que juzga nq. entiende. Para ser juez es preciso hacer previamente la heroicá·renuriciaa entender el caso que se presenta a juicio en la inagotable reilidad.de 5u contenido humano. Lá justicia rnecaniiá; falc sifica el juicio para hacer posible la s.entencia. No e5,pues, extraño' que del inmenso volumen.dela historia . universal se puedan espurnar·tanpocos nornbre5 de jueces mteligentes: Aunque personalmente ló fueran, su oficio les· obligó.a. amputar su propia .perspkaciá, Éste es el triste:héroísrnd del juez, sm el cual1a.cdnvivencia human\! no resultaría posible.Vaya nuestro respeto a esa dolorosa profesión; pero de paso dete5ternos a los que sm ejercerla se constituyen taniácil y alegremente en jueces de afición. Pero alo· que iba: ese ensayo de transmigración a una vida ajena, que coµtan puro entusiasmo suele hacer el.hombre francéS, ingléS o alemán, no procede de altruismo; El altruisrho,.corno principio tadicálmente opuesto al egoísmo e independiente de él, no existe smo enla patología. Lo que pasa es que el hombre de vida profuµda, por tanto, muy metida en sí, por tanto, muy solitaria -. ;. la aut~nticidad de• una vida se miide: por su dosiS de soledadL, siente en ese'contactb.conJa,viscera de otra existenciahmµaría una formidable incitación:• •. , Tal'Vezrelfenómerio es;nás amplio. Consen'o en la retinauµa imagen antigiia~.Es en.Castilla, Un prado pajizo conun.chátcorojo de sangre; !asan+ gre de im toro que, herido,>a'caba de pasar. Poco desptiéS¡ en la .soledad del horizonte, aparece otro. toro que cí:ufa el área tórrida y husmea el líquido aún caliente. El ojo del animal se enc;iende. Su cuerpo se estrernece,retierhbla•de los morros alacola, patea el sueloyalarga.el piello al furnamento en
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r un largo-mugido. Aquella maU:era c~si eléctrica de reaccionar el animal ante las huellas vitales de un semejante me hizo \maprofundaimpresión. Por lo visto, cuando una vida encuentra en el espacio del mundo otra vida ~.sim plemente sus vestigios-- se produce siempre una especie de corriénte indu~ cida, una sacudida frenética dela vitalidad.-. es decir, que la vida se exalta al entrar en su presencia otia vida, Cond hombre pasa lo mismo cuando·lo es en verdad.He aquí que caminamos parla gran ausencia inmóvil que tierra y vegetación depositan sobre el paisaje. De pronto un avesompe,el vtielo a nuestros pies. Nos estremecemos; En la lejaníaapareceunhombre;La ausenciaafirmáda podas elemento.s botánicos queda ahora habitada porun. ingrediente de iriquie: tud. Y eso·que estamos ya habituados a la proximidad del prójim9: ¡Qúé'sería en otros tiempos! Se ha hecho.notar.que enlos·alboresrde nuestra: ese pecie el hombre era un animal raro. Minúsculos grupos humanos vagabah sobre elinmenso escenario geológico, De. targe en tarde, con larguísimos intervalos, se producía el terrible acontecimiento: que.un grupo de hombres.encontraba en el universo a otro grupo de hombres. Este encuentro debía.de suscitar fabulosos estremecimientos. ¡Qué ardores; qué terrores, qué trepidación prolongada debía dejar en las imaginaciones esté choque de un grupo de hombres con la imagen pasajera de algunosrotios hombres! No es, pues, altruismo, en el beato sentido de la palabra, lo que mueve al europeo normal en su afán de re.construir y comprender otras vidas. La vida de otro hombre lé es un coclHail, un latigazopararesumergirse animal samente en la suya propia.. Se dirá que esté uso de embriagarse con la vida ajena es vampirismo. Tal vez; pero entonces la moral más pura lo es. Porque consiste en la fusión del egoísmo y el altruismo: es ser altruista por egoísmo y egoísta por altruismo, ELhombre necesita nutrirse -egoísmo-··-.con la vida de los otros-•altruismo. Este·profundo entusiasmo hacia el otro porque yo lo uecesitos11perala.cqhtraposición. Elverdadero.egoísta es el.que,. en el fondo de sí mismo, no necesita de otro .. ·• · •.Desde•el comienzo demi obra me hecpreocupado de fomentar laporcisidad de mis lectores hacia. ele prójimo, porque.presentía ya una expe;. rienda que 'ínLvida posterior· no ha hecho sino confirmar. Yo. no sé liien cómo enunciarla, y desearía que mis expresiones se entendiesen ami granó salk Porque; en verdad, la experiencia es sorprendente.;Según ella, resultaría que, con pavorosa frecuencia, cmmdo 'él español 'castizo tiene la sen• saciónde que.ante él hay otra vida humana;lo qué.se llama otra vida• hu* mana; eón su arcanorqúelate misterioso.como el corazón· revelador dentro deLmuro en el cuento:románticci, experimentalo.contrarici que ant-es•he . dicho: experimenta depresión. En verde exaltarse ante la presunción dé 90
otra existencia, que palpita a su vera, lo que hace es sentirse disminuido, triste, desilusionado, . ¿Cómo es esto posible? Pues ¿qué le ilusionaba? ¿Tal vez perdurar en ·la vaga idea de que sólo él existe en el mundo? ELmundo es, por lo pronto, un horizm;ité cuyo centro.es.el individuo. Ésta es la perspectiva básica de la vida. Pero•acontece que.dentro de ese.horizontenuestro encontramos -.-problemáticos, jeroglíficos, enigmáticos- ciertos fenómenos.que nos ponen en la sospecha de que junto a nosotros vacan otros a su propia existencia. Cada una de estas ajenas vidas tendrá inexorablemente su•perspectiva; es.decir, que el prójimo se sentirá; a su vez, centro de otro horizonte. Esto nos obliga a complicar nuestra perspectiva primaria articulando .en ella esas o tras virtuales que son las vidas delos demás; r Como cada vida es lo que cada cual vive y su realidad no consiste más que en ser para· sí-..-mi vida rrie acontece a mí y sólo a mí-, claro es que, por el pronto, dos vidas son incomunicantes. No se puede saltar de la una a la otra: cada una es hermética, cerrada hacia•sí. Por ventura.o por desgracia, no me puede doler la muela del prójimo ni cabe injertar en mí la delicia que · acaso estfügozando. Cada cual es el peludo Robinsón de su vida desierta; De aquí que, instalado el individuo en su solipsismo vital, tienda a cegarse para las existencias ajenas;· Porque la.vida, consistiendo en lo que a cada cúal y sóio:a él acontece;nq es posible verla del otro sino se traslada uno, por casi mágica transmigracióu, desde sí mis'íno al centro que es el otro individuó. Supone, pues, la transitoria negación que hago de mí mismo para intentar renacer.en el prójimo. · Esta negaciónde sí, supremo lujo de las criaturas, es, pues, un acto de rebosante vitalidad; El débil, náufrago de sí mismo, se agarra a su yo como a la roca fortuita. Pero, además, ese intento transmigratorio requiere cierta elasticidad de imaginación. Yo me veo a mí mismo, soy presente a mi vida, asisto inmediatamente a ella; pero al prójimo tengo que imaginarlo .. En rigor, tengo que crearlo al través de los datos externos de su existencia. En este sentido somos todos, sin damos cuenta, novelistas;.Las gentes con quienes convivimos son personajes imaginarios que nuestrafantasíahaido elaborando. Ahora bien: me ha parecido observar que la imaginación del español no llega a eanstruir. la vida del prójimo como en efecto es•~a saber: como .un orbe independiente del nuestro, centrado en sí, gravitando hacia su íntimo núcleo. El espáñol, por el contrano, no se permite esos lujos, no se decide a abandonar su perspectiva inmediata y primaria, en la ciual es él el centro y todo lo demás mera periferia a él referida. Pero lo que es sólo elemento de mi periferia, objeto de mi paisaje,' tiene el carácter de cosa yno de persona. Cosa es lo queyoveo, palpo, uso, formo, transformo y destruyo. Está ahí para mí,
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sirviéndoi:n:e o molestándome. Persona, en cambio, es algo cuando no sólo consiste en que yo lo vea y aproveche, en que sea objeto para mí; sino cuando, además de esto, resulta qt1e es también centro vital como yo; por tanto, que también él ve y palpa; se sirve de cosas en su derredor,, ení:re fas cuales~ tal vez, estoy yo~ De suerte que yo no puedo sentir algo como siendo.persona sino aprendo a considerarme como.objeto de su periferia. Entonces, al ver- . me como elemento del paisaje ajeno,
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alusiones y elisiones, muy entretejida con toda una trayectoria vital, encuentre el ánimo generoso que se afane, de. verdad, en entenderla. Obras .más abstractas, desligadas por su propósito.y estilo de la vida persónal en ·que surgieron, pueden ser más fácilmente asimiladas; porque requieren menos faena ~nterpr.etativa. Pero cada una de las páginas aquí reunidas resumió iní 'existencia entera a la hora en que fue escrita, y; yuxtapuéStas, repre: ·' sentan la melodía de mi des.tino perspnal. «Yo soy yo y mi circunstancia». Esta expresión, que ·aparece en mi primer libro y que condensa en último volumen mi pensamiento füosófico, no significa sólo' la doctrina que•mi obra eicponey propone, sincí que mi obra es un faso. ejecutivo de la misma doctrina. Mi obra es, por esencia y prec séncia,• circunstancial. Cpniesto quiero decir:que lo es: deliberadamente, porque sin deliberación, y aun.contra todo propósito opuesto, claro es que jamás ha hecho. el hombre.cosa·algnna en el mundo que no fuera circunstancial. Esto es precisamentelo·que el lema citado manifiesta. El hechora" dicál; el hecho de todos.los hechos-·. esto es, aquél dentro delcual se dan todos los demás como detalles e ingredientes de él-, es :la vida de; cada cual. Toda otra realidad que ha sea la demi vida es una realidad secundaria, virtual, iriteriór a mi vida; y que en ésta tiene su raiz 0 su hontanar. Ahora bien: mi vida consiste en· que yo me encuentro forzado a existir en una.circunstancia determinada, No hay vida enabstracto .. Vivir es habercaídó prisionero de un contom9 in6corable, Sé vive aquí y ahora: La vida es, en este sentido, absoluta actualidadc Esta idea fundamental fue vista por mi y formulada cuando la filosofía europea, y especialmente la de mis maestros más inmediatos, sostenían lo contrario y se obstiriaban en el tradicional idealismo que yo desenmascaré como utopismo, es decir, la existencia fuera de todo lugar y tiempo. Hoy han descubierto esta verdad en Alemania, y algunos de mis compatriotas caen ahora en la cuenta de ella; pero es un hecho incontrovertible que fue pensada en español hacial914. Mi incesante batalla contra el Íltopismo no es sii:lo la consecuencia de habei; sorprendido estas dos verdades: que la vida -en el sentido de vida · · es el hecho radical, y que'la vida es humana, y no de.fenómeno biológico-. circunstancia. Cada cual existe náufrago en su circunstancia. En ella tiene, quiera o ha, que bracear para sostenerse a flote:· · Siendp, pues, la vida en sti sustancia misma circunstancial; es evidente que, aunque creamos lo contrario', todo lo que hacemos lo hacemos en vista delas·ciramstancias.o Inclusive cuando rios hacemo~ laiilusión.de que pensamos o queremos algo sub specie aetemitatis; nos fa hacemos por necesidad circunstanciaL Es más: la idea de eternidad, del ser iricondicionado, Ubicuo, brota.en el' hombre porque ha menester de ella como contrnpposto salvador
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a su ineludible circunstancialidad. Le duele al hombre ser de un tiempo y de un lugar, y la quejumbre de esa adscripción a la gleba espacio-temporal retumba en su pensamiento bajo fa especie de eternidad. El hombre quisiera ser eterno precisamente porque es lo Contrario. · Lo que yo hubiera de ser ténía que serlo en España, en la circunstancia española. Pero, ¿qué se es, amigos, qué se es? Se es lo que se hace. El hom". bre se pasa la vida haciendo esto o aquello; porque la vida,no consiste en otra cosa que en.el repertorio de nuestros haceres. Esto diferencia al hombre de todos los•.dernás seres, .La piedra 'que cae'hacia el centro de la Tierra no hace nada: El animal que pa~ta en el·prado,' tampoco. A la piedra y al animal le es dado hecho su ser. Mas el hombre no es sino lo que él se hace. En.cada instante; queramos o no; tenemos que decidirlo que váÍnos.aser,césto es¡ lo que vamos a hacer en el siguiente:. Al hacer algo, lo que verdaderamente ha" cernos es nuéstra vida misma, puesto quela:hacernos. consistir en esa ocupación. De aquí que el hombre se encuentra sü7rnpre solicitado,por las más varias posibilidades de hacer, de ocuparse:Eti rigor, se ericueritrá perdido en ellas y forzado a elegir. Nótese que lo que se elige no es el clavel o la rosa; sino'qué va a set'uno mismo en el minuto que llega,' se elige uno a sí mismo entre muchos posibles «Sí mismos». Si la situación en que la vida nos coloca, forzándonos a· elegir nuestro propio ser, no fuese·perrnanente, nos parecería espeluznante. Porque corremos siempre el riesgo de.preferir un «Sí mismo» que no es el auténtico o' el más auténtico, y en tal caso .nuestra decisión equivale a un suicidio, aúna suplantación. Entre los muchos haceres posibles, el hombre tiene que ácettar cori el suyo y res.olverse; certerci, entre lo que se puede hacer por lo que hay que hacer. Estci va expresado en la profunda palabra española quehacer. Somos últimamente nuestro quehacer.. La: mayor parte de los hombres, sin embargo, se ocupa denodadamente en huir de él; falsificando su vida por no lograr que su hacer coincida con su quehacer. !)e este pensamiento s.al.e lanza en ristre otra. delas batallasJnc:esantes que cursa por toda mi obra: la guerra al capricho. La presencia delo taprichoso;me exaspera. Y no se vaya a creerque por razones de beatería ..No es porque el caprichoso ofenda a la seriedad y yo me constituya en paladín dé esta senara. Esto sería invitar al caprichoso a que lo fuese más,. porque, en el fondo de él, late siempre. una secreta.voluntad de ofender a algo serio. Porsí misma, la seriedad.me trae sin.cuidado. Lo que ]Jasa es que,' al ha.cer algo por capricho, se elude precisamente lo que hay que hacer por necesi~ dad, y el que no es:lo que necesariamente tieneql!e ser aniquila su propia sustancia. ¿Cómo no se ha advertido,que la paradójica: condición del hom7 bre .radica en que no puede ser lo que quiera, sino lo que . tiene necesaria- _ mente que ser, y al mismo tiempo puede no aceptar. es,a necesidad, eludir~
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la, defraudarla?·¿ Cómo subsiste la cegil era;, la:Incornprensión para lo que significa ser libre?· Porque, én primedugar, sólo es libre el que no tierie ·más remedio que serlo. Una libertad de que•pudiérarnos exoneramos como de un títnlo oficial.no seríaiconstitutiva de nuestro ser. Pero el hombre es libre• qviera o. ncí, ya: que; quiera o no, está forzado eri cada,instante a decidir lciiqueya a ser. Pero, ep. segundo.lugar, la libertad no puedeconsis" tir en.elegir'entreposibilidades equivalentes,. es decir, que ellas,Jas posibi~ lidades,.sean tambiénlibres. Nq;!lalibertad adquiere su propiocárácter cuando se eslibrefrente a algo necesario;. es la capacidad dé no aceptar una necesidad. 'Aquí palpamos'laraíz• tragicómica de.nuestra existencia, la situación paradójica en que el hombre se encuentra, que el hombre es aidife~ rencia de:todas!las·demás criaturas.r..c. u• . Imagínese que todo en nosotros· aconteciese por pura riecésidad; como dicen que acontece a los astros; Entonces nuestra vida no sería propiamertc te vida,.porque le faltaría.la esencial oscilación entre el entusiasnmyJa an. gustia;.carecería de sustantiva perplejidad; El astto no.se siente nunca per" plejo:..su conducta' le.llega ya.decidida, y por.muy granfle:que sea y muy ardiente; va, ·como ,un niño, dormido en fa cuna de bronce .de.su órbita; Pero tampoco .sería lo qu¡: llamarnos «nuestra vida» una situación cont;raé dictoria de ésa en virtud de la cual fuésemos libres sin conciencia algun¡i de que tenernos qué sernecesariamente algo muy determinado. Este ser abstractamenté.libre ~el9limpíco~, para el ql1e fuese igual decidirse por uná u otra ocupación; tampoco sentitía perplejidad. ¿Qué más :le daba esto o aquello? Tiene delarite de sí un tiempo·evitemo que.le permite ensayar una tras citra todas las ocupaciones. El hombre\ en cambio, advierte en todo momento que no le basta con elegir, sino que tiene que acertar, esto es, que su libertad:tiene que coincidir con su'fatalidad. Reúne, pues, todas las desven7 tajas del astro y deLolimpü:o, del puto ser libre y del puro ser necesario. Tiene que descubrir cl1áles su.propia, auténtica necesidad; tiene que acertar consigo mismo y luego resolverse a serlo. De aquísu cqnsustancial perplejidad. De aquítambiénque sólo: el hombre.tenga «destino»; Porque destino· es una fatalidad que se puede•o no aceptar, y el hombre; ~un en la.situación más apretada; tiene siempre margen~esté.margen es la libertad-7: para ele· -- -- •gir entre.aceptarla o dejar de ser. _..La 'perplejidad es el: modo' como sé. da,en.el hombre la concieni:ia de que;ante;él ;ge levanta siempre un frnperativo·inexorable. Siempre se en" cuentra.corrun í:¡uehacedaterite, que es.su déstino. Y; sin embargo;nunca está seguro en concreto de qué es lo que hayque hacer; Sabe que.tiene que po:p.er:sl! vida a una carta =eLque. no la pone, no .vive¡ pero se siente .perplejo antela.baraja;
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Pues bien: el caprichoso es el.hombre que ha embotado su conciencia de lo necesario; por tanto, que.desdeluego ha renunciado a su auténtico .. .. • · .· . . ser. Por.esta razón le combato.• •. Y añadiré que lo mismo me ha impedido entregarme a ningún arte, inc clusive aLliterario; No he podido nunca eJttirpar en mí la sospecha, la entrevisión de' que en todo arte hay una dosis.de capricho, Tal vez por ello abunda. entre los artistas el hombre sin peso de humanidad, de entraña frívola .• · Hay q~e hacer nuestro quehacer. El perfil de éste·súrge•al enfrontarla vocación de cada cual con la circunstancia. Nuestravocacióri'oprime'la cir.cunstancia, como ensayandorealizarse en ésta; Pero éstaresponde poniendo condiciones a la .Vocac~ón. Se trata; pues, de un dinamismóy luch¡i perma~ Il.ell.tes entre el tontotno 'yll.l.le'.stroyo necesario. Mtvócación eta elpensa~ miento, el'afán de claridad sobre fas cosas. Acaso este fervor congénito me hizo·ver. muy pronto que uno de los rasgos característicos de mi.qircun5c tanciaespañola era la deficiencia de eso mismoAue yo tenía que ser por ín~ tima necesidad . o yacería atrofiada en los.desvanes dclorganismo. Pero; por fortuna, vivir es descubrirme a mí mismo sumergido en un medio que me
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es extraño, que me niega constantemente, y donde avanzo rodeado de fisonomías enigmáticas, de ésas que llamo «cosas>f, las cuales, unas veces me . sorrfavorables y otras adversas. Esas «cosas»•-.que en sentido lato inclu. yen a los otros hombres-se adelantan a mí como avanzada casual de algo formidabl¡: ylate.nte, que las lleva a ellas y a iní y a quien doy toda suerte de nombres redondos: mundo, orbe, universo. Yo necesito, pues; desenmascarar ese enigma circundante del que yo mismo formo parte: saber con quién trato y.de quién' depende mi vida; conocer, de una vez para siempre, los designios y conducta dél mundo porque sólo así puedo descubrir cuál es mi auténtico quehacer en él. Para ello-.-·.y no simplemente porque sí, porque soy dueño del aparato intelectual-·-; hago funcionar mi mente;. Es; pues, el pensamiento el únko ensayo de doffiinio sobre la.vida que puedo y necesito hacer. Doffiinio, es decir, señorío. No hay otra suerte de esencial señorío que éste del pensamiento. Y es elcaso que ni siquiera hace falta que él pene samiento logre su empresa para que' ejerza aquel dominio. Ver claramente que el enigma de la vida es insoluble, que la sensación de perdimiento no tiene curación es ya dominar nuestro destino, es sentirse en la verdad. En la medida en que yo puedo ser anti-algo, yo he sido anti-intelectualista. Ala hora de mi juventud imperaba en Europa un culto al intelecto que a mí me parecía idolátrico y de gran'beatería. Pero es preciso reobrar hoy contra el vicio opuesto; renov~ndo la fe; no en el intelecto, que es un mero instrumento orgánico, sirio en sú !'!Illpleo vital, en el pensamiento; Porque éste no es una destreZa sunttíaria, no es algo· añadido a nuestra vida, que únicamente es nuestra y es vida en la medida eh que se arista éon claros pensamientos sobre sí misma. La vida del hombre sólo es cuando y en tanto que es suya, y el genitivo de objeto se hace posesivo. Por eso el loco propiamente no vive: su existencia no es suya; no asiste con claridad a ella. Y el lenguaje vulgar, muy cuerdamente, subraya esta falta de dominio de sí llamándole enajenado, es decir, propiedad de otro, o bien poseído, se entiende posesión de•otro. En este sentido va mi afirmación de que es el pensamiento el señorío•esencial del hombre sobre sí, y no la voluntad. Este señorío es el que va perdiendo el hombre actualynos produce la impresión de que se infrahumaniza. • ·'Este pensamiento filosófico es el inicial. Las ciencias, las técnicas de todo' orden son particularizaciones de él, y claro está; en la medida en que sonrestncciones de la patética curiosidad inicial, son ya relativas cegueras. Por eso no basta que un hombre «domine una ciencia» para que trascienda de él ese aire de.señorío. El científico no suele «estaF en claro». sobre.el resto de su.vida; un resto que es siempre el todo. · · . De.ahí ese andar deslumbrado, de nictálope o de topo, que el hombre de una sola ciencia suelellevar por el arrecife de su vida,
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Hacia ese señorío de la luz sobre sí mismo y su contorno quería yo movilizar a mis compatriotas. Sólo en él tengo fe; sólo él realzará la.calidad del español y le curará de es~sonambulismo dentro del cualva caminandrnsiglos hade; ·• . Pero esta propaganda de entusiasmo por la luz .mental-elliunen 1rnc turale~ había que hacerla en España según·su.circunstanda impusiera; En. nuestro país, ni la cátedra ni el libro tenían,eficienciasocial; Nuestro pueblo no admite lo distanciado y.solemne. Reina en él purarqente lo. ~otidiano y vulgar.Las formas delaristocratiSmo «aparte» hansü:ló siempre estériles en esta.península. .Quien.quiera.crean algo ~y toda creación es' aristocracia-·•. tiene•que acertar a ser aristócrafa. ei;ila plazuela; He aquí por qué, dócil a. la circunstancia, he hecho qúeniiobta brote en la plazuela intelectual que es elperiódico; No es necesario decir que se me ha censurado constantemente por ello. pero algún acierto. debía· haber en tal resolución cuando de esos a~c tículos:dé. periódico hari hecho libros fomnales)as imprentas extranjeras. Pero entre tanto, elmundo ha:caririnado, la ciicunstancia se ha hecho otra ..Eltema de mi vida tiene también que variar. Hasta ahora había consis" tido en trabajar, juntamente con otros, para poner el espíritú de España al nivel de la historia. No es fácil precisar cuáles s.on los síntomas de que el és7 pírítu nacional se halla al nivel del tiempo; Desqe luego, no basta con que unpar•de criaturas pertenecientes a ese país lb estén; pero, viceversa, tampoco .es necesario que la «cultura» de la nación, en su totalidad, o.al menos en grandes porciones de ella, haya alcarizado gran altitud. Cabe, inclusive, que.casi todo lo que hace o piensa un pueblo sea materia inferior y; sin embargo, sienta ya que sus hombros tocan la raya, el coluro de la plena actualidad histórica .. Yo creo firmemente que ésta es la situación de España a la hora qui! escribo. Y aunque no puedo en estas páginas perfilar el contenido exacto de mi creencia; quiero expresar mi convicción radical de que el espí~ ritu español está salvado, Sé muy bienio que iútento. decir.con esto.y.estoy seguro de.no hacerme ilusiones al pensar de este modo. No se presuma que desconozco la superlativa insuficiencia de nuestra vida intelectual.durimte los últimos diez años. En efe.e to: sinos atenemos sólo a los hechos visibles, es desabra evidente·que désde•hateunos diez años España.ha recaído en ui;ia perfecta inercia mental y que· apárecen dondequiera triunfando. lain~ dolencia o la estupidez. Pero.yo sé qúe estavez el defecto, aunque innegable, rio procede de nuestra sustancia. Esta vez la causa está fuera,; en Europa. Ale gún 'día se verá claramente·cóino España, en el momento de !atizarse a uri primer vuelo espiritual, tras siglos de rr¡.odorra, fu\'. detenida porun feroz viento de desánimo que soplaba del Continente. Ahora el problema está más allá de nuestras fronteras yes preciso trasladar allí el esfuerzo. Sin
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pretenderlo,. y au~ contra mi voluntad, se han formado fuera de mi país núcleos de lectores que es .preciso atender. Para actuar sobre ellos son me.nester armas de mayor calibre y alcance que artículos de periódico, aunque . éstos son hoy en todas partes un instrumento esencial. Es, pues, lo más probable que mi labor futura consista principalmente en forja de libros. Mas, por lo misÍno, aprovecho la ocasión para decir a los que años y años censuraron mi solicitud periodística que no tenían razón. El artículo de periódico es hoy una forma imprescindible del espíritu, y quien pedantescamente lo desdeña no tiene la más remota idea de lo que está aconteciendo en los senos de la historia. Ahora me dan la razón fuera y se ponen a escribir artículos los que nunca lo hicieron. Pero esto no contradice que la nueva faena requiera ineludiblemente el libro, un tipo de libro que está más allá de los artículos de periódico, que ha aprendido de·ellos, yno el libro pre-periodístico, que pertenece a un cierto pasado europeo, a la llamada Edad Contemporánea, hoy tan anacrónica, pero que no existió ni en nuestra Edad Mediá ni en la época barroca; la má5 gloriosa de Europa,• Empieza, pues, nueva tarea. ¡Al mar otra vez, navecilla!·¡ Comienza lo que PlatónUama «la segunda navegación» 1 'í.
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AGRUPACIÓN AL SER\rICIO DELA REPÚBLICA
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CIRCULAR Reunida la Mino tía Parlamentaria de la Agru¡:¡ación al Servicio de la Repú~ blica, bajo la Presidencia de donj osé Ortega y Gassety recogiendo las ideas de éste, acuerda dirigirse.a sus.organizaciones y afiliados con fa presente circular en la que condensa su pensamiento ante los problemas políticos más' destacados del momento. La Agrupación al Servicio de la República emprenderá una activa propaganda nacional y requiere por la presente circular a todos los afiliados para que sobre las bases que en ella se contienen desarrollen también una actuación intensa. 1
Mas esa convergencia en una fuerza política unitária sólo es posible si la masa más importante del país, es· decir, la comprendida entre los dos' ex. tremismos, se decide a proclamar e imponer el principio más generoso y al . cual habrá que acogerse más tarde o más teinprano para dirimir los conflictos plante~dos p~r todos los particularismos: el principio de la Nación. La idea de laN ación expresa ·el deber de qUebrartodo interés parcial en beneficio del destino coinún delos espanoles; Hay que imponer el derecho superior de esa comunidad de destino sobre todo, lo que e5 parte, clase, clientela o grupo .. La Nación es el.nombre dela obra común que hay que ha, cer y es, a la par, el sistema de condicione5 ineludibles sin la~ eriales España no puedé subsistir ni progresar: Así; consideramos como un espejismo histórico creer qtie estos cien años delu cha entre capitalismo y soaialismo vayan a terminar en Europa·conla derrota de uno de los dos bandos: a estas horas asistimos más bien a la derrota de ambos en cuanto pretenden ser principios y fuerzas sociales exclusivistas., Creemos que el porvenir trae la superación de los exclusivismos y el triunfo del todo sobre las partes. Capitalistas y obreros tienen que aprender a integrarse bajo el imperio del inte~ rés nacional. Por eso llamamos conjuntamente a unos y a otros pidiendo a ambos el fértil saé::rificio.de sus:particularismos, •. ·. 1: Pero es preciso .que las clases hasta•ahora más privilegiadas vean con claridad y porericima de los tópicos habitual.es lasituadiónhistórica en que ha entrado elmundÓy con éU~spaña.Sétá•vau,oitodointeríto,suyo delimitarse a defender sus intere5es tradicionales.La única.defensa eficaz es hoy la colaboración en la obra común, por tanto, que sepan también ellas• alistarse bajo la idea más grande e impulsiva de nuestro tiempo, la idea del trabajo. Todo hombre actual tiene .que sentirse abochornado si no,siente su vida puesta a algún trabajo, sea cualquiera la forma de éste, sino: contribuye con su esfuerzo a la existencia coinún. La Nación es el derecho.supremo, el trabajbe5la máximinibligacióndvil, el instrumento con que ha de organizare se el nuevo Estado. Quisiéramos que los grupos más perspicaces deLcapita~ llimo español ccimprendiesenesto desdehiego y renovando por completo su pensamiento, sin dejar de ser lo que socialmente son, logren así salvarfecundamente lo que de su sittiaé:iónpuede y debe" ser salvado: Cada e5pañol debe ser sittiado.en el lugar donde pueda darmayoI' rendiiniento nacional, .,, ! . . ! sea.cualquiera su pasado político.· «NACIÓN Y TRABAJO», hé aquí nuestro lema. Son de tal evií:lencia ·estas dos norrnas que cualquü;ra se acoge ·a: ellas cuando el peligro le aprieta, sinperjuicio de!abarldonarlasenel resto dé·su actuación política. Mas este empleo discontinuoide ellas nó.sirve más que para: desvirtuarlas. Es preciso proclamarlas con toda energía e imponerfas 1
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NACIÓN Y TRABAJO
Por encima de todas las cuestiones mayores y menores que hoy aquejan la. vida española está la necesidad de instaurar con todª plenitu,1:l un nuevo Estado. El Estado no puede vivir de precario: no existe mientras no es una instancia prepotente, sólidamente instalada, invulnerable frente a todos los ataques y que asegura a los ciudadanos una existencia tranquila en que puedan dedicarse con fervor a sus ocupaciones. Pero un Poder Público de esta naturaleza no puede ser establecido si no lo impone un gran movimiento nacional. Así como el Antiguo Régimen no fue derrocado sino por un acto de efusiva coincidencia de casi todos los españoles, no se llegará al nuevo Estado mientras no se forme una gigantesca fuerza política que disuelva dentro de sí los grupos dispersos y logre de este modo; con su energía superabundante, plasmar y asegurar .las norrnas . de la vida pública, el imperio de la ley y un orden inquebrantable.
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con máximo rigor; de modo que en ningún caso ninguna parte de los ciudadanos ~breros Opropietarios, revolucionarios o restauradores, «internacionalistas». o·
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ECONOMÍA NAOONAL
No se debe tardar un día•más énreunir un Con5ejó de Economía Nacio+ nal formada pórtécnicos nacionales; e incluso extranjeros si: fuera preciso, sin otra.miSión'por1o. pronto que· fohriar rápidamente un dictamen' sobre la situación actualypróximas·posibilidades de:tiuestra economía.; ESpaña ne: cesita: un credo económie0 nacional cuyas grandes líneas coristeri én todas las•coriciericiasespañolas~:Sólo:de . esta manera se podrá en serio exigir que todo interes particular qtiedesupedii:ado al común;•porque sólo así podrá ver con claridad el país entero dónde el apetito privado se excede y muerde en elberieficio·generaL · L • '" '. •.f · · :La realizacióride fas' obras que ejecute·el Estado ha de quedar sujeta a los principios que el Consejo dela•Ecórioinía estable,zcay1as obras públicas naeionáles se acomodarán en su•plari mlas necesidades dél'atiínento de riquezay en su ritroo a las posibilidades del presupuesto y a las exigencias del paro obrero. · · • ··Joda la obra dé· la p0lítica econón¡ica deberá moverse dentro de las líneas generales de ese dictamen j:rnesaunque este contuviera algunos errores siempre serian menos graves que los cometidos por una política a salto · de mata. ·• Lic:, Es evidente que,en;l932;se impone ante todo una' liquidación del pa+ sadó; ·Hay é¡ue:pagarlas deudas cóntraídas .principalmente por Ia Dicta+ dura y eLGobierno que la •sucedió;'hay que conseguit heroicamente una. aproxiínadanivelacióndelpresupuestoc Todo ello con el exclusivoifin de
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sanear el presente y poder partir sobre terreno sólido. Urge sobremanera cambiar enérgicamente el tratamiento de nuestra moneda: es preciso lo an·tes posible acabar, con la intervención; no tanto porque enella se sacrifique ·el oro deLBaricoy del Tesoro, sino porque se sacrifica en vano. Pero si el año de 1932 ti~né qu~ ser de restricción y máximas ecoriorriías, hay que preparar para 1933 ellanzaíniento del páis a empresas económicas de alto bordo. Para que esto sea posible vayamos ganando días. Empréndase desde luego la ensefü\nza y la propágan:da de las nocümes econóínicas por. todo elpais. Iníciese la creación de una burocracia connuevo.espírifu:'sin unafuerte burocracia nó •hay un EStado -fuerte; Y es de tanta mayor. urgencia que éste exista.cuantóque hace falta suintewenbión, por encima de la Hacienda pública,. en la economía toda de.la Nación,'Vayamós a una.economía.organü:ada .--ccmás allá del capitalism0.ysocialismo-· en que las grandes líneas del proceso económico sean reguladas.por el Estado a fin de que dentro .de ellas pueda aprovecharse el1esfuérzo.jnsustituible de la empresa privada, .Con el obrero.y cbr+ eLcapitaLcamo óiganos de. la Naéión:.Frente al capital y frente al obrero. en su.egoísmo separatista; e·.
LA REFORMA AGRARIA
En conformidad con tales orientaciones, la reforma agraria debe encaminarse al acrecentamiento de la riqueza nacional, sin detenerse ante el interés de cualquier clase o sector, La tierra debe pasar, sinatropellos, de manos parásitas e infecundas, a manos activas, expertas y eficaces. Al efecto, ha de alentar y dar seguridades para el porvenit a la gran masa de cultivadores directos que con su capitaly su esfuerzo inteligente, han elevado a gran altura las producciones más iiriportantes del agro nacional, alentándolos para que bajo la:.ditección delEstadoy.colaborando con él lleven a cabo las magníficas. posibilidades de la Agricultura .española:. Simultáneamente y como condición esencial para. el logro de· tales fines es indispenc sable elevar el nivel de vida .(bienestarmaterial, cultural) de' los obreros dé la tierra;.pequeños pr~pietariosycolonoso·simples braceros, aplicando al campo, .con[as adaptaciones necesarias,. todosllos requisitos <;le la legisla~ ción social y entregándoles además,; las: explotaciones agricolas de tipo.activo (predominio absoluto deLtiabajo sobre el capital) especialmentelas parcelas de'regadío en las extensas zonas de las.obras hidráulicas construidas o por con5truir: '" · 'T ., ¡,,+,
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LA VIDA LOCAL
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CUESTIÓN RELIGIOSA
.. Uno de los erroresmás graves cometidos parlas grupos que hasta aho7 ra. han tenido en sus manos.la República es a nuestro juicio haber dejado iic-
tacta la vida local, dando ocasión a que sereproduzcan en ella los vicios políticos más trasañejos. No es .concebibleque .siendo tan característica de. España la diferencia entre los \:nodos:de.la vida local y los ,de dos a.tres gran" des capitales se quiera renovar elpaíS sin modificar los usos de la provincia que es la casi totalidad de España;·· > , Hay que modernizar la provincia yvitalizarla; ¿Y cómo podrá lograrse estp st no e5 poniendo en manos :delos provinciales los problemas de su existencia local? Nosotros hemos deféhdido etielParlamento:la.necesidad de crearúna organización regional hblgadamente'autónoma. No basta: con la autonomía munieipal, ni siquiera con ]a.provincial. Es•preciso suscitar un localismo de grandes diniensibnes que pueqa sentir el oigullo•de símis7 mo, capaz de acometer grandes empresas•y deresolvér con aniplios·medibs los problemas que plantea cada terruño. Las regiones o grandes·comarcas son los miembros naturales de la Nación. Si Cataluña expresase sus aspiraciones en términos de autonomía nos tendría enérgicamente a su lado, pero no admitiremos equívoco alguno que oculte pujos de soberanía particular.
LA CoNSTITUQÓN Consideramos que en el texto constitucional existen errores históricos, pero sería añadir uno más no comenzar por acatarla, Éste es el supuesto para todos los demás, inclusive para su posible reforma en un futuro indeterrninado.. Pero al texto constitucional ha.desegúir su ejecucióny.esto tmplica su'iti... terpretacióh. Esta interpretación, ni que decir tiene, debe serleala sus fórmulas porque de otro modo no sería decente. Pero la lealtad hacia el texto que es hoy por hoy el único suelo .de convivencia civil que poseemos, tmpone dos obligaciones: una la de no hostilizar sus mandatos, otra la de interpretarlos forina que queden mejorados, subsanando, en la medida posible, sus defi... ciencias, su esquematismo doctrinario'.y el carácter.evidentementeanticuado de algunas de sus inspiraciones; como por ejemplo; la de haber erigido el nuéc va Estado sobre una base de ca'si exclusivo parlamentarismo: Laley electoral da ocasión par.a compensar un poco tan antihistórico error, sise logra con ella elevar el nivel de la representación y liberarla del mero mecanismo partidista, . del automatismo desolador que trae consigo el imperio de los Comités.
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' . El•.Estado encama' el poder de la;Naci\mc Donde él llegue.,..,.-y llega · donde llega la ley'-"-' tiene que afirmar el principio nadonal que excluye, fieramente tc¡da pr~tensfónde predoininio particular. Por eso era antinacional la situación: de privflegios;políticós que gozaba la Iglesia én Españaci • ' .. La perpetuación de esefavor estatal otorgado a·ilnos españoles con dese dén c!elos otros era una causa pernianente de profunda discordia, un tmpedimento constante de verdadera comunidad civil. En este sentido, el•Estado tiene•que ser rigorosametite laico. Laico no significa ateo·sinosiniplementé nacional. Roma y la mayor parte de los católicos españoles reconocíanlane~ cesidad de ese estricto laicismo. Se ha podido, sin herir ni vejar a nadie, instaurar en España el Estado más laico del mundo, que es el que nosotros postulamos. Pero el atropellamiento, la irreflexión y el deseo de no servir a una riueva democracia sinoimitatdeplorablemente la de hace cien años no ha peri:nitido a los legisladores quedarse en el punto feliz y han dado a su política eclesiástica; qué podía haber sido perfecta, un aspecto de agresión a los grupos católicos de España. Con esto se ha suscitado una cuestión falsa en vez de dejar limpio el horizonte para la grande obra de construcción histórica que es la hora de emprender. A nuestro juicio las leyes complementarias de la Constitución debe.n interpretar ésta en forma que quede indiscutible e íntegro el más rigoroso l~icismo del Estado, pero evitando todo cariz agresivo. En todo paíS que no sea bárbaro las guerras de religión acabaron hace mucho tiempo. El predominio de la enseñanza estatal-que nosotros deseamos y que casi por entero se ha logrado en los principales países- no es efecto de fáciles fulminaciones legales contra la enseñanza privada sino de la perfección y ampliación que se consiga dar a la enseñanza del Estado. De hecho y frente a todos los privilegios de que la Iglesia gozaba, el Estado venía ganando terreno a las órdenes religiosas en el orden pedagógico. No hay sino proseguir en grande y a fuerza de limpia eficacia la victoria del Estado docente. -
SANIDAD
Función del Estado, tan alta e indeclinable como la cultura, debe ser la Sanidad pública, sobre la cual se ba declamado mucho realizando poco. Ya es hora de abordar resueltamente un plan sanitario nacional que no es, al fin y al cabo, más que ayudar a la solución del problema económico, puesto que la salud pública -aparte los bienes espirituales que procura- es una riqueza nacional.
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DURACIÓN DE LAS CORTES
·• Nadie que refleXione un poco puede tomar sobre sí la responsabilidad de. pedir. en es.tas fecihas la \liso lución de. fa Cámara, pero rÍadie him:poco puedechacerse ilusiones sobre lalo.ngitud de su vida: De·aquí que sea lo. más importante pára..España:y para la.República preparar en el país lás Cortes. futuras creando. un poderoso .movimiento que•reúna las fuerzas personales más prestigiosas bajo una doctrina política, !:¡ajo.una disciplinahom:ogénea. Sólo esto puede resucitar el entusiasmo republicano de la Nación·entera .y hacer ¡:io.sibles unas nuevas .elecciones capaces.de edificar plenamente él nuevo.Estado.español.. . Madrid, 2.9 de enero de 1932.
Po1¡ la mi1101ia parlamentmia· de . laAgrnpadón al Servido dela República, · ·J Azcárate, Secretmio ·- -_,,
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GOETHE DESDE DENTRO
· PRÓLOGO - CONVERSACIÓN ,, ;:-.
dejos~
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despm~wnada
Buena pdrte de Ja producción Ortega y Gasset, nerviosa111ente por revistas y peiiódicos, ha encontrado encaje y aco111odoposteiior en el recinto más sei·ei10 de algiín libro~ Hace unas seinanas estos libros, w1110 abé~ dientes a una ley de gravitación intema; se han juntado einm ünico y gran volu111eií;. recinto ya sei-enisi1110y11101111111ei1tal. Pero. de aquellos. libros, co1110 de este tomo co111pacto, habían quedado ei1 destieJTo los ensayos aparecidos eida Revista de Occidente, como regalo especial e ínti1110 a' los fieles de esta publi~ i:ació¡1: No eran 111uchos; no ha habido abuso de.un directo1: que sobrecarga con la propiaproducción l11revista queregenta. Ortega ha sido, en este aspecto, un colabo1'ador co1110· otro .rnalquiera.• Para deé:ir la'vei·dad entera;. ha sido 111e11os colaborador-.·-.con gran desesperación mía-·• queningtmo de Jos habituales, En cambio, creo que la'producció1imás selecta de Ortega ha ido a las páginas de nuestra revista. Su exigencia de' dar el 1nás alto nivel a una revista intelectual espmiola y europea ha comenzado por él mismo. Mas yo no vela razón ningtmaparn pei·sistir en una exclusión que iba selnejándose a severo castigo de confi1ía111iento; No sin ciei-taresís.tei1cia del auto1; un día anw1qué sus páginas de los'mí111eros de Ja revista y las envié a la i111prenta. Q11iei·o dech:.que soy el llnico responsable de S11 lib1ificación..Hay, ei1 efecto; ei1 esteanw1que cierta responsabilidad, porque-.·.como,vi.ensegttida-.algimos eitSayos están pidiéndo a voz ei1 giito continüación, se la-exigen pei·ent01ia111ei1te a si1autorporque los ha dejado en einb1ión., con vida;y, ·sin ein/Jargo, i111pedidos dé: vivir. En algimo; el autb1: llega a 111ayor alevostcb al.pie api:freceim í11a1111plido icsécontiímará»: 01tega,.que ha sido el mayor suscitado1: de temas, ta111biéi1 es el que ha asesinado.más: Los ha sai:ado, nos.los ha.111ostrado en alto, refulgentes;:nos ha encalab1inado; para escmiwtearlos en segitida,.rnando apena5 habtaniospodido distingttir algo n:iáS quesi1 b1illo. Yo 111'e propuse mtonces salvm; poi lb inenos, a.algimos de ellosysalvar esos tenibles. «se continuará», pasables en ima revista que es continuidad, 11ero iw eir un liliro que tennina de-
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finitivamente en Sll tapa q¡¡e lo encierra y secciona: Entónces se me oamió ya q11e no podía ponerle al a!ltor ¡¡na pl!!ma en la mano e impernrle, como a un hipnotizado: «¡Esc1iba 11Sted! 11- tomarle aparte eir las pre-teiu1lias de la Revista de Occidente y obligarle a danne la clave del enigma. Porqlle algllnos de estos ensayos se han q11edado enigmáticos. Por· Ejemplo, el q11e versa sobre «el hombre interesante», en q11e no aparece por parte alg11na «el hombre intei-esante», q¡¡e así res!!lta el hombre esfinge. A mi p1imei-a acometida resistió Ortega: -Vaya ¡¡sted a saber dónde andarán esos teinas en mi cabeza. Han pasado en mi hora y en la hora colectiva. Pero como en la negativa más hennética sieinpre hay 1111 agujei-o por donde colarse, vi ei1 ésta s¡¡geiido lln n!levo teina, un teina sobre los teinas: la biografía de losteinas. Y: no hay tei·ceiia mtjorpara unawnvei·sació11 con Ortega:Pi-eo sentarle un .tcina.1111 poco incitante es.comopresentm; en veiww, el mar a ll1111ao dador: se lanza a él, con fruición; de cabeza. .; · ·-Pei·o ¿es q¡¡e los teinas tienen su biografía? • -Claro q¡¡e.sí-merespondió .. Viven eit nosotros como nosotros.vivimos en el m!lndo, y les pasan cosas teniblts a ellos con nosotros, como a nosotros con nuestra cira111stancia; 'Unos son tifortimados; otros, desgraciados. Los teinas tie;. nen, como los hombres, su destino, Tiei1en Sll nü1ez, su akmé oflo1¡ su dem~pittuL Comiei1za11 por sei· unjllego mental;
Río, q11e vivió allí linos mios meditando y haciendo por las mm1anas, sobre la gleba tóledaná, gimnasia sueca. Las dos fig¡¡rasse 1111ei1 por llna dimensión co·1mín: remei·de usted la imagen de ese San Ildefonso. Es un cléligo q11e tiei1e la · nm:iz en alto; como i111 podei1co de ideas: las huele en su. tránsito ingrávido por el aire, y can ima pl!!ma q¡¡e tiei1e s11Spendida en la atmósfera, las p!!nza y las clava como mmiposas m el papel blanco que time sobre la mesa. Yo no remei-do !In madro q11e represei1te más est1ictammte el Pensado1; El.pensoso duca de Miguel Angel es más bien el Preompado, y el Pensador de Rodin, si pieiisa, sólo está peiisando en el salto de acróbata q¡¡e va a dm:. Por otro lado; alguien a q¡¡ien preguntaban:.« ¿Se ha peiisado en Espmia, en la Es.pafia del siglo XIX?ii, contestaba: «No sé, no sé; pero dicen q¡¡e hace se" senta o setenta afias !In seiior q¡¡e se .llamaba don]lllián Sanz.del Río. algunas veces se einbozaba en su capa y se ponía a peiisani. ·... Eh.este esti1dio me proponía; entre otras .cosas, comei1tan111 poco a f ando algo q11e merefi1ió don Francisco Giner,. discíp!!lo, como es sabido, de Sanz del Río.Y es q¡¡e alm01iréste se halló eón mlicha fremencia esciitas m sus papeles estas letras enig¡i1áticas: M. C. Q• E Desp!!és de muchas hipótesis mcontrnron en no sé q¡¡é111anusc1ito del propio.Sanz del Ríola explicación. Eranlas inicia" les de una frase en q¡¡e Sanz del' Ria resun~ía Sll larga expe1iencia de cómo.s.e debe tratar a los es.pafio les: Mitis cum quadam ferocitate,-· · hay qlle,sei· cm! ellos·suave; pei·o concierta as,pei·eza. Todas estas Salvaciones debíanfmnentar ei1 mí allá por el mio 1913. •.. ~Yo he dicho una vez q¡¡e 11Sted tiene proyectados libros q¡¡e nunca p11blica y, en cambio, p11blica otros q¡¡e no tenía proyectados. Aq11éllos son los q¡¡e tiene ganas de esc1ibi1; y éstos, los q¡¡e esc1ibe con ganas. Entre los p1imeros nos ha hablado 11Sted mllcho de mio: .Chinitos. Y sieinpre a 11Stedse. le escapa la plllma hacia los libros qlie tiei1e ganas de esc1ibi1;y por eso en m11chaspáginas asoman Sl!S chinitos, . .-·-Una de las cosas de aqllella época que más simto no haber.esoito es el Viaje del Cid; del mal solo salió el p1imer capítttlo en el p1imei· tomo de·El ·Espectador: Aveces, revolviendo viejos papeles; tropiezo conlos modernos de notas; hecha5 eitmr estado de exaltación q¡¡e recordaré· siempre. En general, siei1" to no halier publicado más libros de viaje. ', ' ,.-c.¿Nadie le recuerda los teinas olvidados? · ··'7-'De rnando en mando, lectores.desconocidos, polilo visto fieles, que no se'co11tentan con promesas; me preg1111tanp01: ellos. Más aúh; ine pidei1 estrecha menta de ellos, cbmo si yo los hubiei·a degollado ei1 las aftiei:as de una cilldad. ~Me intei·esmia saber de.máles. -.·,-Por ejeinplo, uno de los que más me exigen es aquel libró dmmciado, y no publicado, con el títttlo Paisaje conuna corza al fondo. 111
-Me parece nat!!ral, porq¡¡e ése es ¡¡no de s115 libros enigmáticos. Como aq¡¡elcapítulo de un Espectador tit!!lado «El silendo, gran brahmán». Muchos esperamos q¡¡e el '«gran brahmán». hable, porfin, llll' dia, y q¡¡e se conteste l!Sted mismo a aq¡¡ella pregwita q¡¡e se hada sobre q¡¡é fonna se1ia ·más adeaiada para darle suelta: ¿El diálogo? ¿Las memo1ias? ¿La novela?» Y agrego, pregw1tando yo: -.¿Lanovela? •,: .:·•· Pero Ortega esq¡¡iva la resp!!esta: · . ,,. -Menos mal q¡¡e si no he esaito esos temas; los he dicho. Si mis coetáneos ft¡eran generosos; pod1'ími recordar; pero la condena del poco·geiieroso e5 110 tenei·1neJ11oria. · Alfiri, aceede a mi J'llego. Pei'o mrge un tei1ible incémvenieiite. Al día sic guiei1te me dice: ~¡H01¡tbrel Me obliga usted a leer lo q¡¡e he esc1ito. Como a usted le: co115td; eso .no 'lo he heclw ·casi mtitca. Y\10 es amane¡;mnientá, sino que·obedecé a . algo q¡¡e ha de advertir todo el que se dé alguna atenta de la trayecto1ia de mi obra: me importa ante todo elftituro, y en mis esc1itos he i11Sultado sieinprea la mujer de Lot, ii la atal, entreparéJitésis, tmnpoco le.impo1taba el pasado; pore q¡¡e el pasado sólo importa desdey para el ft¡turo. La.111eino1ia 110 es sino el at~ lataz.o q¡¡e da la espeiw1za. ' · -..-¿Ymto1íces los viejos? En los viqos, el reatm:lo vive por sí mismopórc que no hay esperanza. : ' . ·-··Claro, eso apoya \ni idea. Eso q¡¡iei·e decir q¡¡e la vqez no es sino ate lataz.o.. E§q¡¡e la vida ya siha disparado toda. Y co1iti1111ci: , -Ahora, ima casa edito1ial ha reunido mi obra. Conoce l!Sted la hiStmia. Impresa desde hace dos aiios, yo no pude VeJ' las pmebas, Entonce5 t¡¡ve que lanzanne a la polftica, y en dos aiios, salvo mis clases universitmias; nci he podido dedicm:muolo. mi11uto Jti. a mi. obra nLamis teinas, La.gente .iw:sospecha este géJ1ein de ang115tia.. Ustedrecotdará que poco antes de ábandonár miéátedfa -.allá por 1929-, yo smtíaunaproft¡nda necesidad de «retiranne». niás que nunca, incll!S.o de.los,amigos¡fetiranne a pmii; estaba pmtmiento de ciiaturas graves. Pei·o ftie preciso hacei· todo lo contraiio: sdlir más que iitincadé1itf y re" tmer dentro las ciiatttras. Esto. me ha. hecho estar estos dos m1o5 hast.a ftsicammte.eiifei1i¡o o 1nás eiifenno q¡¡edesólito ..;Sifr einbargo, el editor me pedía un p1'.ólogo. :¡He ~ardado.dos mios-en eiwontranmas horas q¡¡ietas paraesaibirlo/ No leo mis esaitos-'sigtie, Por ázaro.poi-algunapresión col110.ésta q¡¡e l!St.ed rjei·ce ahora sobre mí, leo algún trozo: Y.:.· Ji voy a dedra 11Sted algo muy ingentio;·Mi.distánda, de.lo:esaito :yno. refrescado.'con.lecttiras es tal; que me . ei1cuei1tro con mis páiTafoscomo si ft¡eiwi ajeiws. Yahota vime lo ingei1uo: 112
Algunas veces me p¡¡rece q¡¡e están mejor de lo q¡¡e yo, m vaga y confttsa memmia, crefa; Entonces tengo la imp1'esión de q¡¡e no me ha leído a fondo casi Jta" .die, hilos amigos más próximos: Lo siento por ~llos;y no dei·tamentepor creer . q¡¡e han perdido ihucho con no leei1ne a fondo,'sino porq¡¡e es ello tm síntoma grave de sl!' cóntextitrníntima. Pero no hableinos de esto, porque esto si que es un teina grave., · ·. · ' T!!ve miedo. de ser tambiéh de.éstos y me callé. Pero co115eg¡¡f.m seg¡¡ida una ampliadón de su estttdio Sobre el punto de vista en las artes. . -E11 este.c!Jisdyo-.-le dije-·-· se aplica 115ted exclusivamente·d la pinttira, pei·o el títitlo parece ¡ndicartinp1incipio•aplicable atodas las aítes;.
-·· ¡Claro/ Lo p!!blicado es sólo el p1imei· capítitlo, -¿Y cómo extendía l!Sted esa teo1ia. del puúto de \lista a lc¡s deinás artes? -Tei1go seg¡¡ramente notds sobre lo que seguíil. Pei·o· ¡vaya usted asabei· dónde están/ Siempre me pasa igual. Tengo montaiias de notas, pero tan conft¡ndidas, qtie atando ine pongo aisaibir pí·efiero bl!Sca\· fo i¡ue en el momei1to se me ocuJTe, a buscar las notas que ei1 ocasió11'Ínás trmiquila hice sobre ello. -En Sl!S libros ánteriores no faltaba mmca algún·teina. artfstico: En los ültimos, eir cambib; los ha abandonado 11Sted. .-·No los he abandonado yo solammte: los •ha dejado el• mundd, y yo acompm1o a la Natttraleza, como, segúii Goethe; se debe hcicei; • -Reatei·do ahora que l!Sted anunció está decadencia del arte, este vil'aje de la seiisibilidad del pJ!blicd, m súmtiatlo Apatía artística, esc1ito hacemtic citos aiios, como predijo l!Sted'muy 'pmtiatlm1néhte la muerte del teatro ei1 S!l Elogio del murciélago.: Usted ha profetizado muchas cosas·que. hiego'se han cumplido, en mte ccimo ei1 política; eii ciei1da como m filosofía. TambiéJt reatei·do su co1ifermda-¿atándo?, ¿era 1911?-sobre la «discontinuidad» eJ1 la ftsica, y mestos eiisayos dela reviSta. . allá por 1924-, la·decadmcia de la SodedaddeNaciones. ,,, '' ·-Es que yo estoy coittra la Sodedad de Naciones por estar a favor de la unidad de Europa. ' .. ' "" .. """Aquel mtfatlo, Ap~tía artística; :promovió ei1toncesw1 escándalo:.. silei1cioso: -·.·-·Sieinpmpasa lo.mismo a qttim se· anticipa: se atrae los deimestos·de qilimes >ólb vei1el dia ddwy: El miticipador.VeVmir lds cosas si11poder hacei· nada para evitarlas,.Por eso le iJisultan y, ti.veces; le matait. Es el simbolismo de lamueite de Casandri:t, 1a profetisa; ¡Hacen bieii! El.profeta.no sirve para nada. Lo impo1tilnte es evitar y•Jio preded1:: '. ·, ' · , -.-Volvimdo al «punto de vista eidas artes>>, •¿có1ito lmbiei·a 11Sted·aplicado su te01ia a otras mtes? ¿No cree l!Sted que tambiéJ1 se pod1ia seg¡¡ir eJi la-miisi~ ca una evolución seinejante a la que l!Sted advie1te.m 'la histo1ia•de la pinttira? 113
. '"""'-Desconozco excesivameiitdatémica musical, yaunque no creo necesa1io d•conocilhimto de la técnicapa\:a hablarde lln arte, un müíimo de intimidad con 51L técnica da mayqr seglllidad al jllicio. Me sorpm1de qlle no se haya esc1ito nada· preciso y claro sobré miísica:·Sieinpre he seiitido deita inquietlld respecto a !cunúsica, prodllcida porhabei- olido la ci:!lm1a de 5115 habitllales aficionados. Esto es lln arglllnmto ad hominem contra la m(!Sica, pei-o no crea us- . ted,qlle esta a!ase de argllmr!iitos es tall' desp1'eciable como Sl!ekdecirse, -Pei·o ¿eiditerattu-a? · '·''' h · ,, · • ... u ·~E!i litei:atl!ra,'elpimtD devisti:íces llnpllnto de «1tab1ada1>; si m'epennite 11Sted la palabrru C01no e1 pilitoi""\pintadesde llnlllgaí' espacial¡ el litei-ilto habla desde un sitio. Pero eiíliteratttra-estésitio 1me5,espácia1, sino es'phittial; es iinsei- hllmctno,·itn yo.• Toda obra liteimiase 51tponesei-dii:ha por alguim, y la evolllcion litermia depmde•de qllién s·ea•ése.algt!im qlle se S!!pone hablm: Y lo mismo qlle e11 pintl!ni lte p¡;rsegi!ido el'des'plazamimto del pmito de vista, qlle seva.retraymdo.del'objeto hacia el Sl!jéto, lmbie1;a hecho al consideiw-la'.evo' llldón de la pdesfa y la prosa bella. . El yo ~contimía~ qlle se sllpone hablando m las litei·aturas arcaicas no es el hombre individllal que esc1ibeo c01npone, ·ni siqllierá el hombre gméJico, sino el Dios qúe inspira aH1011ibre;. eUwínbre habla 51íponimdo qllé m·él habla Dios. El poeta comieiizá po1; sei•vmniloC!!o de Dios.1Liiego ya no es Dios; pero es la111usru La épica g¡iegay latina einpiezmi atlibllymdo 511 poesía a la musa. Despllés) el•algtlim qlle·se 511poite 'hablando •se hafo hmnano, pero aún e's el hombregmérico,mbsti-acto; Es•el gmnio el qlle 1iablam el hombre, elrnpsodll; el IJardo;elprof~ta,:eLgme'ral,•ellegisladoro bien el inás,absti-acto de todos los abstraetos; ese algtlien gmélico, Síncédllla de vecindad: el poeta, el poeta como tal, no Flllano,. a.qllim le acontece ser poeta a ratos. Pe¡-o esto,,co1iio se advie1te cii.segtdda; implica unfmómmo mity auioso·. Cllando u11 creador litermio va a crear ll11 deci1; antes de éste time qlle creanm personaje de novela: elryo qlle'sé:51tpo11e va.a decir.lo que el. alltoi:qiiiere deci1; E11 este smtido, tpdo esc1ito1; quiera o no1 es a11tes que 11ada lln novelista, por 1it1ty lüico•qlle se:511pongru Y 110 sma taiv ext1-avaga11te como parece i11te11tar describir 1a.histo1ia dela evolllció11 litermia como evolllció11 de ese pe1:só11aje novelesco: Segt!n: esto, toda litei-atura seria; m 51t rafz;· 1wvelru Es ailioso qlle Cl!a11do time qlle esc1ibírllni11dividlloshi imági11aciói1; poreje111p1ó; m1médic éo o:un 1idmbré de..labotatodo, se advie1te1i las mígt15tia5 qlle pasa al 11opodei: dear ese·persimaje•qlle v,á.i:!'.hablm; y 'e11to11ces,· peraidO· como un 11áufrago\ abre los brazos y dice: «Nosotros hemos cdmprobado:::1> Esteplural no esm1á5 qlle el a:ioramimtd dél homl}resin imaginació11 qlle se·acóge a la ahimimidad 1imltitu'dinariru·, ' ,, " · ·, ¡ _.,,·e=¿ Pbd1iausted'ac1aran11elitteo1ia co11 ejemplos?
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-Ya sabe 11Sted qlle considero nota. esmcial del mu11do antig¡¡o la insllfidmte individuació11 del hombre g1iego y latino. ReCl!erde 11Sted mi nota Sobre .]a.sinceridad triunfante, lino de mis. artíatlos peifectammte desatendidos, pei-o · qlle yo estimo de algtín intei-és. Sie111pre que el antigtw sdia acácado, eir casos excepcionaJes; a lC? qlle pod1im11os llamar la mode11tidad, se hap1'oducido paralelamente un cambio m el sújeto qlle se511po11e.Jwblar: el 51yeto gmélico, abstracto; se acercabá al indiv_idllo m1t01:•Esto·~ noto1io eire! caso deSa11Agt15tín,' qlle represmta evidenteinmteun brote inespei-ado de modernidad m las post1ime1ia5 del mllndo.a11tig¡¡o. Sa11 AgtLStfn va a anticipar el gra11 desCl!biimimto romántico qlle consiste el\ hacácoincidir el personaje qlle se S!!pone hablar con el efectivo hombre qlle esc1ibe: Sa11 Akt1Stí11.habla desde 51t yo; y por eso fue u11 escándalo sin par'm eh11m1do antig¡¡o'. No solo.esc1ibe Sl!5 confesiones'<-·'gé11ero litermio e11 el qlle d plinto de «hablada» coincide exaétailimte con la. c1iatura real qlle esc1ibe-_-; sino qlle toda 51i:obra es, m efecto, confésió11; como la de Chateaüb1imid! Por eso'Sl!ma a g¡ito.EZ.estilode Sa11Agt15tínes ll11 g¡itopelado, am1que bastante retorcido; -·Entonces el romanticismo, ¿es ya el plinto de peifecta coincidencia? ·-·No vaya11Sted tan de p1isa; Lo que acabo de decirindicala impoita11da qlle m la evollldó11.litei:mia timeel roma11ticismo, que·es-·no mva11oprocede de la Revoludón"-'-"•la rebelió11 deli11dividllo cimti:a los g¡rniios y.losiÉfats,: El romanticismo es· el libaalisi110' liteimió: Probµbleinmte, Goethe yChateallbliand son los p1inie1·oi; .hombres que tie11e11 fa audacia deliberada de adeláhtar como persopaje qlle se sllpo11e ded1'.swobra, u11 pei·sonaje qllere51tlta sei: sit mismo aut01; Rmé. es' el propio Chateall1JJia11d; ¿Qlliere'dedr esto qüe ese pei-~ sonaje, qlle ahora va coincidimdo cada vez más con el yo efectivo; no sea, a 51! vez, lln pe1-so11aje novelesco? Nequaquam; lo qlle pasa es que la cosa se complica y se.hace más diveitida. El conte1nporá11eo, incitado por el estilo de la época a elegir como plinto de «hablada" 51t propio yo, comimza por inventar 51t propio yo, por hacer de sf mismo, con mcantadora inge1midad, lln personaje imaginmio, 'el que.quiSíei-a ser-'-los que110 tfrnm gmio, 'tomándolo dea!gimanovela ofigtira pretélita, por lo mmos tei1ido de esas figi1ras. Esto Ie lleva a algo trdgico, tragicómii:o. El esc1itor conte111poráneo; al te11er qlleiinvmtar un personaje.que diga 51t obra y vei-se obligado a elegir su propia persona, time qlle ser novelista de sí miS1ho; y eiitonces, la figitra defon11ada, cosmetizada, amanerada de sf mismo que pone al frmte de s11S obras,. llega á influir ci1 Sll vida, fttei-a de su creadó1\ 1itei:mia~.aJ1'.a5tfü51¡ allté11tica y lmmilderealidady le da esa afectáció1i tan cómica·qlle llegó a Sll extm110 a fin de siglo; im ejeinplo, BmTes. En la litaatttra francesa, qlle es, sin dllda, la litei-atttra 110nnal y, como todo lo nonnal; sin cimas, pei:o tambiéi1 sin qúebradas ni abiS1nos-.,. se puede segtlir wia porción de woéesos de. este orde11 silmamente auiosos:. 115
-Ya·sabeusted que, como los ni11os de escuela, necesito tjemplos. -Pues, por eje:inplo. Hay todo un estilo a lo largo del siglo XIX francés compuesto de. estos tres ingredie:11tes: e:i·udición, ironía y cierta voluptuosidad arcaizante e:11 la melodía de la frase. Sin que yo discuta si hay precedci1tes más auto1izados,, la historia de este estilo es la siguimte: Comimza con Paul-Louis Comie:i; que era.1111 granfilólogo, un e:J'lldito. Su estilo parte del St1puesto-todo estilo parte de1111 supuesto, estilo es supuest~ de que.quim habla es un se:i1or que sabe todo lo que hay m los libros, un señor sumergido m ellos; que serefocic la m ellos, distante, pues; de la vida, pe:i·o que mimtri:ls mira con !111 ojo al libro e:i'Udito, prefe:i·mte:inmte clásico, bizqúea; y con el otro persigue con indole:11cia los movimimtos ~e la.vida tonio.ún.espectador tolerante, que no.se dtjá, sin e:inbargo, mTastrar por ellos. Esta dualidad de actitud constituye la base de'li:ls variaciones de este estilo. Iniciado algo.secaniente por Comiei; adqüiere'mag11ifi'ce:11cia, amplitud, potmcia, voluptuosidad en Rman., ¿Es q¡¡e puede mte:11derse lo que Rman escribe si. no se 51tponemi pmfrmpje q1 estas condiciones? No obsc •tante, Rman-justo es decirlo"- coincide bastante e:1151trealidad vitalcon ese pe:i·sonaje imaginmio.mtre cuyos dedospone SKpltuna. Pero he aq¡¡t q¡¡e llega Anatole France-que; müy bie:ii dotado e:ii mudws órde:11es, no pos eta, sin e:inbargo,fértil imaginación de. novelista-y crea un pe:i·sonaje. Ese pe:i·sonaje e.s Anata le France, pe:i·o ese Anatole,France esRman.y, al mismo tie:inpo, elpe:i·sóc naje de.las no:Velas de France, que es sie:inpreéVmisino: Silvestre B01111ard, misterBei-geret. Éste se lía tragado a monsieurAnatole Thibault, lo.ha 51tplántado. El pe:i·sonajesustituye al autor. .. Poi·que hay también pe:i·sonajes que crem no necesitm:ir e:11 bllsca ·de sti aiíto1; sino i¡lle seáee:ii el propio auto1: : · Y aq¡¡f Ortega se detime: · .·-Etcéte:i-a, etcétera, etcétera.... Como ve usted, el te:ina es inacabable. Lo mismo pudiei"a decir m arqllitectura, escultura,. teatro. Y m cine:inatógrafo. Advie:iia usted que esta.temia no es una temia indepei1dimte y apmie m mi obra. Es la teo1ia gme:i·al de mi filosofía: el pe:i·spectivismo, Pe:i·o no es. el «plinto de vista» e:11 el smtido idealista, sino al revés: es que lo visto, la realidad, es también punta de vista. . ·· -.-Estas palabras liltimas promueve:inm nuevo te:11ia; hacia el qlle yo des~ vimia elinte1wgato1io. · -Conténtese usted con las continuaciones y ampliaciones y no ]Jrete:iula !lsted también desfloraciones. : -·.-Pues mtonces vamos aver•si; al fin; 110s dirie usted lo q¡¡e q¡¡edó intacto m su msayo sobre «el hombre interesante», a•sabe1; cuál es «el hombre interesante» para la muje:i: -.-Es un te:11ia 51ttil ·que sólo puede ser cazado .con. í·ed fina, como la. í:¡ue usan los pajmiteros paracoge:i"jilgueros e:11 los alrededores de Mad1id.-En bro" 116
ma, m broma, se b·ata de un aSt1nto muy grave; Es evidmte que m la evolución de la especie hwnanáinjluye 110ndame:11te la niuje:i· con 5115 prefe:i·mcias. Bajo el . titulo «>. •· •:•: El hombre. intere?ante es, sin d!!da,· el queposee m 511 persona cie:itas calidades-.lo que hoy se !!¡una «valores¡¡-'-que,. por lo visto, so11p1'efe:Jidas por la nutjéi: Ahorabim: la m1tje1; individual o racial1ne:i1te,•es más o nieiws pe:i·~picaz para descub1ir las calidades varoniles. 'De aquí que el tipo'de «hombí·e interesante» ·-de Dbn juan t1i111ifante m cada país- nos pe:11i1ite sorpre:itder el secreto de cómo es la nutjer de ese país. Lasorprmde:inos in fraganti. Por otra parte, algo de coincidmcia habrá mtre esos diversos «hombí·es interesantes» naciimales q¡¡e nos ]Jennita extrae:i; acotarun iíltimo esqlle:ina genera! de .Sll figura, "\ •· · Creo que, e:it posfre:i·res11111m, así había yo pre:ineditado plantear la rnes" tión. Ahora bim: ¿qué «valores»: sonlos que pareceprefe:iir lamuje:i: m el hom7 bre? No nos·fije:inos m los mat1imonios ..El casamimto no time•q¡¡e·ve:1-c011 el amor si.no es per accidens: Ekasamimto time otras rafees-·· sociales, ecémó1nicas, etcétera. Y as! debe se1: El tasmnimto es ima institución civil y no se le debe estudiar ni juzgar ni evaluar mirándolo desde la intiniidad de la persona -como debe hace:i:se con el amor:-_.::,. sino desde la vida colectiva a la cual pe:itenece. Esto se:i·á tocio lo paradójico que tl5ted quie:i·a-que el smtido del mabimonio, que es el•« hagan> y el i de la familia; etcétera, tmgapocó que ve:i· 1 Véase
el ensayo Para una psicología del hon1bre interesante. en este mismá volrimén.
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l.
con !a intiniidad-., pero es la pura verdad: Hay que hablar del matlim01íio como se habla del Parlamento; de los Iiibuna!es de justicia o del sistema electorab, "Pero volvamos al asunto: ¿.qué valores parece prefeiir la miger ei1 el hom~ bre? Evidenteinente, no prefiere que sepa mateJnáticas, ni que sea ·un búen abci~ gado o un q:cé!ente ftsico. Lam11jei: no se•enamora de eso, ni deningmw de los talentos q11e prefe1imos los hombres•. También es falso que la m11jei: se enamore de la belleza masculina. Sobre esto hay m11cho que hablm; y hablo largamente en el libro ese que usted me exige tantas veces y del que tiene usted, hace cinco o seiS mios;• impresas ya 150 páginas de gran fonnato y !efra menuda, titít!ádo: Estudios sobre e! amor'. Ahora se ha publicado en Alemania, pei·o yo no quisie~ ra darlo aquí hasta que no pueda esc1ibir las otras. 150 páginas que le fá!tan. >"'-Después de mo!estar!e.insistente111ente.pórno habei: téJminado este libro, confieso queprefiei·o esas 150páginas que aca.So esoibirá ahora aJas 150 páginas.que usted hubiera esoito entonces. No quiero•decirpor qué,. es cosa que va 11nidit con los mios y con ciertos afias de la vida1 En tratados sobre.el amil1; los mios depositan decantaciones máS exquisitas y maduradas en el.hombre qúe hacedtratadoyen!amujerqueesuntratado.Perosigausted: .. " , :.·, -··-¿De qué se enamora; pues; la miger? Pues lo mismo que nosotros de 11na 1mgerque tenga la cara bonita, ellas.deim hombre que tenga el alma «bonita>>; No encuentro palabra mejor ni máS adecuada para lo que q11iero deci1: ,· Pei·o eso que quiero decir es muy dificil de deci1; se escapa de entre las manos, de las palabras, como un ratero. El estudio sobre úel hombre interesmlte» tiene, que sei· !argo y... hemos hablado ya deniasiado; Elpróximo número.de la re~ vista reclama 5u sb!icita!abo1iosidad de abrja, amigo Vela, y a mí n1e redamm} misprobleinas actuales, que son todavía más interesantes que «el hombre interesante». ¿No le parece a usted que debemos suspender en este punto las confidencias? Queda el tema con tmpie.en el aire, torsionado en fig11ra deinteiwgación.;;• ¿Qué será eso de que hay hombres de alma.bonita? Sólo enunciar.ta! cosa inita proftmdamente a la gente estúpida de nuestro paisy es conveiiiente.que la initemos· de cuando. en cuando.: .. Todos esos pseudo-políticos, pseudo-medicas, pseudo-profesores, pseudodntelectuales que, incapaces de buscada.vádad; no tienen con ella más relación que initarse ante. ella siempre que la p!·esienté11, son los hombi'es de alma más fea; más. iJTemediableinente fea. •. La genei:ación que ahora anda alrededor de los veinte.mios se sublevará histó1icamente,contra toda esa gente de alma hón:ida. .. Ahí. tiene usted. una profecía más.·· La convei·sación ha. tei1ninádó; como suelen tei:minar todas lits conversaciones; por una inten11pción, simpleinente porque ya se lleva m11cho tieinpo hablando, como si una charla tuviera también SLIS dimeiisiones,' 1igurosamente
detenninadas, COlllO las tiéJÍe Otro género litermio: el arama, la rlo\Íela, la epístola. La conversación con Ortega sieinpre reSL1!ta 1ica, fértil, SL1perabundante. Pei·tenece a ese linaje, m11y contin11ado en Espa11a, de los hombres que hifluyen más por s11 palabra, hablada, ei1 la conversación, que por SL1 palabra esc1ita, en el libro, aun siendo ésta tan eiwnneinente operante. Hay en esto 11n rasgo muy espa11ol, q11Íero decir m11y h11mano, pues el espmiol es quiei1 más importancia da al hombre, al hombre de alma, carne y h11eso, presente y mano a mano. Yo me había prop11esto con mi inteiwgato1io ei1caminar al interpelado hacia ciei·tos teinas, pei·o la convei·sación -11n género litei·mio, insisto- tiene s11s fonnas propias: comienza por 1111 lado, tennina por el que meiws .se pieiJSa, se inteJT11mpe a lo mejo1; Hay q11e respetar s11 estilo y no forzarla deinasiado. Por eso, a11nque no haya co11Seguido completamente mi objeto; si la mía con Ortega ha sido interesante, hei1chida de s11gestiones y prófedít15, me contento. FERNANDQ VELA
~Publicados posteriormente. (Véase tómo _y de estás Obras con1plctas).,
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PIDIEND0 UN GÓEÍHE DESDE DENTRO ''
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'. _¡'"'
. CARIA.A UN ALEMÁN ',
Me picle usted, quericlo amigo
1 ,
algo sobre Go,ethe, con ocasión del centenario, y he hecho algunos esfuerzos para ver si podía satisfacer sus deseos. Hacía muchos años, que no leía a Goethe-' ¿por qué?-y he vuelto a deslizarme por entre los tomos densos de sus obras completas. Pero pronto he comprenclído que mi buena voluntad iba a fracasar, que no podría hacer lo que usted me pide. Por muchas razones: La primera, ésta: no estoy para centenarios. Pero ¿es que lo está usted? ¿Hay hoy algún europeo que se encuentre en la disposición adecuada para celebrar centenarios? Nos preocupa con demasiado rigor este 1932 para que podamos alojar en ninguna de sus fechas aquel 1832. No es esto, sin embargo, lo peor. Lo peor es que al hacerse tan problemática nuestra vida de 1932, lo más problemático de ella es precisamente su relación con el pasado. La gente no se da de ello clara cuenta, porque el presente y el futuro presentan siempre un dramatismo más espectacular. Pero es el caso que el presente y el futuro se han presentado al ho)Ilbre muchas veces tantoo más, difíciles y agrios que.ahora, Lo que da a nuestra situación actual un carácter de insólita gravedad en los fastos humanos no radica tanto en esas dos dimensiones del tiempo como en la otra. Si el europeo hace con alguna perspicacia balance de su situación, advertirá que no desespera del presente ni del futuro, sino precisamente del pretérito. La, vida es una operación que se hace hacia adelante. Se vive desde el porvenir, porque vivir consiste inexorablemente en un hacer, en un hacerse la vida de cada cual a sí misma. Es envaguecer l~ terrible, realidad de que se 1 Estas páginas fueron escritas para la revista de Berlín Die Neue Rundschau, que publh::ó un número dedicado a Goethe a.l mismo tiempo que la Revista de Occidente.
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trata llamar «acción» a ese «hacen>: La ,«acción>> es sólo el comienzo del «hacen>. Es sóloeLmomento de decidir to que se va a hacer, de decidirse. Está, pues, bien que s,e diga: Am Anfang war die Tat 1• Pero la vida.no es sólo comienzo. Ekomienzo es ya el ahora. Y la vida,es'continuación; es pervi" venda en el iristante que,va allegar más allá del ahora: Por eso va angustiada bajo un :Ímperativo ineludible de realización. N ci basta la acción, que es un mero decidirse uno ·-sino que es menester' fabricar lo decidido, ejecutarlo, lograrlo. Esta exigencia, de efectiva realización en elmundo, más allá de nuestra mera subjetividad e intención, es lo que eXpresa ehhacern: Ello nos obliga a buscar mediospatapervivir, para ejecutar el futuro, y entonces descubrimos él pasado como arsenal de instrumentos, de medios;de rece~ tas; de norinás. El hombre que conserva la fe err el pasado no se asusta del porvenir, porque está seguro de encontrar eh aquél la táctica, la vía, el método para sostenerse en el problemático mañana., El futuro es el horizonte de los problémas, e~ pasado la tierra firme, de los métodos, de los'carhinos qúe creemos tener bajo nue.Stros'pies,iPiense usted; querido amigo¡ la terrible situación,del hombrea quierr de pronto el pasado, lo firme, se.le vuelve problemático, se k'vuelve abismo. Antes, lo peligroso parecía estar sólo delante de él en el azaroso futuro; ah:omlo enéuentta también a•su espalda y bajosuspies. ,,,,,,,, "'' ¿No nos pasa 'a nosotros algo de esto?• Creíamos ser herederos de un pasado magnifico y qu~ podíamos vivit de su renta. Al apretarnos ahora el porvenir un poco más fuertemente que s'olía enlas últimas ,generaciones, miramos atrás buscando¡ como nos era habitual, las armas tradicionales~ pero al tomarlas en la•manohallamos que son espadas,de caña; 'gestos insu" ficientes, attrezzoiteatral que se quiebra en el duro bronce de nuestro futuro, de nuestros problemas: Y: súbitamente,nos sentimos desheredados, sin tradición, indigente.$; ccimo recién llegados a la vida, sin predecesores. 'Pª" tricios llamaban los romanos a los hijos de alguien que j:mclíatestar y dejaba herencia, Los:otros•eran: los proletarios, destendieriie.S; pero ·no,herederos'. Nuestra herencia consistía en los'rhétodos,;es decir, enlos clásicos; Pero la crisis europea, que es la crisis del mundo, puede diagnosticarse como una trie sis de todo claskismo. Tenemos la impresión de que los caminos tradicionales no,hos sirveri para resolver nuestros problemas. Sobre los clásicos se pueden seguir escribiendo libros indefinidamente.•Lo más fácil que puede hacerse con una cosa es escribir.uñ libro sobre ella. Lo· dificil es vivirdeella·, ¿Podemos vivir hoy de rrne.Strosclásicos? ¿No padece hoy Europa una extraña proletarización espiritual? • 1
En el principio de la acción. · ·
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El fracaso de la Universidad ante las necesidades.actuales del hombre -·el hecho tremendo de que en Europa haya dejado de ser laUniversidad un po11voir sphit11el-. es sólo,una consecuencia de aquella crisis,.porquela Universidad es clasicismo. ¿No son circunstaneias tales. las más opuestas al espíritu de los centenarios? En las fiestas del centenario el rico heredero repasa complacido el . tesoro que los siglos.han.ido destilando. Pero es triste, depresivo, repasar un tesoro de monedas depreciadas, No sirve tal ocupación para otra cosa que confirmarnos la insuficiencia del clásico. A la luz cruda, exigente, inexorable de1a presente urgencia vital, la figura del clásico se descompone en meras frases yaspávientos. En estos últimos meses hemos celebrado los centenarios de dos gigantes-.' San Agustín, ,Hegel-. y el resultado ha sido deplorabk Ni sobre uno ni sobre o trq.se•ha podido publicar,. con •tal motivo, una so la página nutritivayalentadora;· · •.·• · Nuestra disposición es precisamente invers)l a la que pudiera inSpi'rar, nos actos .de culto. En la hora de1peligro;.la vida•sacude todo lo que en ella es inesencial, excrecencia; tejido adiposo,•yprocurá•desriudarse, reduci'rse.afo.que es puro nervio,. puró músculo. ·En esto.radica.fa salvación de Europ:¡i-<.-. enlacontracciónalo esencial. La vida es en sí misma y siempre un naufragio. Naufragar u.o.es aho" garse, Elpobre humano,sihtiendo que se su'mergeen el abismo; agitálos brazos para mantenerse a flote. Esa agitación delos brru;os con que reacciona ante su propia perdición;'es la cultura-un movimiento natatorio.: Cuando la cultura no es más que eso; cumple su sentido y elhumano asciende sobré su propio.abismo. Pero diez siglos de continuidad cultural traen consigo, entre no pocas ventajas, el gran inconveniente d!! que el hombre se cree se" guro; pierde la emoción del naufragio y su cultura se va cargando de obra parasitaria y linfática. Po'r esto tiene que sobrevenir alguna discontinuidad que renueve en el hmnbre.la;'.sensación.dé .perdimiento; sustancia de su vida} Es preciso que fallen en tomo. de él todos los' instrumentos flotadores, que no encueritre nada. a•que agarrarse. Entonces sus brazos·volverán a.agitarse salvadoramente.. :La conciencia de naufragio; al ser la verdad de la·vida, es ya. la salva, ción;:Por eso yo no .creo más que en los pensamientos de los náufragos} Es preciso citara los: clásicos ante un tribunal de náufragos para que allí res, poridan ciertas' preguntas perentorias que serefierena la vida auténtica. ¿Qué figura haría Goethe arite•ese tribunal? Pudiera sospecharse que es el más cuestionable de todos los clásicos; porque es el clásico en segunda potencia, el clásico que a su vez había vivido de los clásicos, .el prototipo del heredero espiritual, cosa de que él mismo se dio· tan clara cuenta; en suma,
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representa entre los clásicos el pat1icio. Este hombre se ha sostenido conlas rentas de todo el pasado. Su creación tiene no poco de mera administración de las riquezas· recibidas, y por ello, en su obra como en su vida; no falta nunca esa facción filistea. que posee siempre un administrador. Además, si todos los cl;ísicos Jo son, en definitiva, para la vida, éste pretende ser el artista dela vida, el clásico de la vida. Debe; pues, con más rigor que niuguno, justificarse ante la vida: .· · · ,• ' · · · . Comove usted, en vez de enviarle algo para el centenario. de Goethe, nécesito más bien pedírselo yo a usted. La operación a que fuera.preciso someter a·Goethe es demasiado grave y de raíz para qué pueda intentarla quien no es ale~án: Atrévase.usted a emprenderla: Alemania nos debe un buen libro sobre Goethe. Hasta ahora; el único legible es elde Simmel, aufü que; éomo todos los de·Simmel, es insuficiente, porqué.aquel agudo espíri~ tu, especie de ardilla filosófica, no se hacía nunca problema del asunto que elegía, antes bien lo aceptaba como una plataforma pata ejecutar sobre ella sus maravillosos ejercicios de a.nálisis,Éste ha sido, por otra parte, el defec, to. sustantivo de todos los libros alémanes sobre Goethe: el autor trabajá sobre Goethe, pero no se ha hecho de él cuestión, no lo ha puesto en cuestión, no ha trabajado por debajo de Goethe: Basta advertir la frecuencia· con que emplean las palabras «genio», «titán». y demás vocablos sin perfil, que nousanyamás que lqs alemanes,'para cómprender que es todo ello estéril beatería goethiana. Inte.nte usted lo contrario, querido amigo.' Hága usted lo que Schiller nos proponía: tratar a Goethe «como a una casta orgullosa¡.a quien hay que hacer un hijo para humillarla ante el rmiíido».,Escríbanos usted un Goethe para náufragos. · · · · . Ni creo que Goethe recusase esa reclamación ante un tribunal de vitales urgencias. Tal vez es lo más gciethiano que con.Goethe se puede hacer. ·Hizo él otra cosa con lo demás, con todo.lo demás? Hic, R1wdus, hic salta. ~qui está la vida, aquí hay que.danzar. Quien quiera salvar a Goethé, tiene que buscarlo por ahí. · •• · , >··' · · . · ...~ · ' ' Pero .yo rio yeo que se pueda extraer hoy beneficio de su obra si no se plantea, en forma diferente de la usada, el proWéma dé su vida~ LilS biografías de Goethe han sido elaboradas según una óptica monumental. Sus autmes parecen haber.rédbido elencargo de e5culpirunaestafua para una plaza puc blica, o, viceversa, de componer guías'para el turiSmo goethiano. Se·trata, en definitiva, de andar en tomo a Goethe, Poi: esb les importa escU!pi'runa'figura coriforriJ.a exterior muy clara; sinproblemas para el ojo, de grandes lineas. La óptica monumental tiene, por lo'pronto, estos cuatro inconveniente5: es una visión solemne, desde fuera, a distancia y siri dinamismo genético. Este monumentalismo re5alta tanto más cuanto mayor sea elnúmero·de anécdotas
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y detalles que el biógrafo nos comunique, porque la perspectiva macroscóc pica y distante. en que está construida la figura no nos permite verlos en ella, entretejidos con su forma; y. se rn:is quedan sin significación entrelas manos. El Goethe que yo postulo.de usted deberá hacerse bajd uná óptica inversa.Le pido a usted.un Goethe desde dentro. ¿Desde dentro de quién? ¿De Goethe? Pero ... ¿quién es Goethe?.No sé si entiende usted·bien mi pregunta. Intentaré aclararla. Si usted se pregunta a sí mismo, con rigor y perentoriedad: ¿Quién soy yo? -no ¿qué soy yo?, sino ¿quién es ese yo de que hablo.a todas horas en mi existencia cotidia~ na?-·-·., caerá.usted en la cuenta del increíble descarrío en que ha caminado siemj:Jre la filosofía al llarnaí: «yo» las casas más extravagantes, pero nunca a·eso que usted.llama «yo» en su existencia cotidiana. Ese yo que es usted( amigo mío, no cqnsiste en:SU cuerpo, pero tampoco en SU alma; conciencia o carácter, Usted;se ha encontrado.con un cuerpo, coniun alma; con un carácter determinados, 1o mismo que se ha ei;icOntrado usted con una fortuna que le dejaron sus pádres, corí:la. tierra en que ha nacido yla sociedad humana en que semueve: Como usted no.es su hígado, sano o enfermo, no es.usted :tampoco: su memoria; Jeliz o deficiente, ni su voluntad, recia o laxa, ni su inteligencia, aguda o roma. El yo que usted es se ha.encontrado con estas cosas corporales o psíquicas al encontrarse viviendo. Usted es el que tiene que vivir con ellas,: mediante ellas, y tal vez se pasa ustedla vida protestandó del alma con que ha sidousted dotado ~de su falta de voluné tad, pcir ejemplo-, como protesta usted de snmal estómago o delfrío que hace ensupaK El alma queda, pues, tan fuera del yo que es usted como el paisaje alrededor de su cuerpo. Si usted se empeña, diremos que su alrna es, delas cosas con que usted se.ha encontrado, la más próxima a usted, pero no es usted mismo. Hay. que aprender a.libertarse de la sugestión tradicioc na! que hace. consistir siempre la realidad en alguna cosa, sea corporal; sea mental. Usted no es cosa ninguna, es simplemente el que tierie que vivir.con las cosas,· entre las cosas, el que tiene que vivir no una vida cuak¡niera, sino una vida detei:mi:hada: No hayuri vivir.abstracto. Vida significa la inexorable forzo:Sidad.de. realizar: elj:Jroyecto de existencia que .cada cual es.; Este proyecto en que consiste el yo no es una idea o plan ideado por el hombre y libremer¡.te elegido; Es anterior; ene! sentido de independiente, a todas las ideas que su inteligenciaforrne, a todas las decisiones de su voluntad..Más aún,:de.·ordinario no tenemos de él sino un vago conocimiento. Sin embate gó,.es,nuestro auténtico:sei; es nuestro destino, Nuestra·voluntad·es libre para'realizar o no ese proyecto vital que· últimamente sornos, pero no puede corregirlo, cambiarlo, presciridirde él o sustituirlo. Somos indelebll!mente ese único personaje prógramático que necesita realizarse. El mundo en tomo
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o.nuesn:o propio carácter nos facilitan.o dificultan más o menos esa realización: La vida es constifutivamente un drama, porque e5 la lucha frenética ·con las cosas y auni:on nuestro carácter por conseguir ser de hecho elqu.e ·somosenpróyedo." ·' : Esta c;orisideráción nos permite dar a· la biografía una estructura distinta de la usada; H.asta ahora; cuandq ha sido más perspicaz; él biógrafo era unpsicólogo.: :Yenía•eldon de entrar dentro'del hombreiydescubrir1todO•el aparato de relojería que forma el carácter y; en general, el alma•de un sujeto. Lejos de mí desdeñar estas averiguaciones. La biografía.necesita de la psicología cómo ·dda fisiología: ·Pero: todo ello es pura 1nfonriaciófü': Es preciso superar el errohpor.el cual venimos·ápensar que la vida de unhornbre pasa derii:ro de·ély•que;•corísecuenteinente; se• la puedereducir a punipskológía'-'i Bnenofuera que nuestra.vida j:Jasl\Se dentro de nósotros! EntonceseLViyfr:serfala cosa más fácil que se puedeimaginar: sería flotar en el propio elemento. Peid :la vida es lo rnás distante que puede pensarse de uµihechb:subjet:lvci;;Es:fa'!ealidad más objetiva•de todas:cEs encontrarse ·eLyo del hombre surµergido precisamente enlo que no éS'él; •en el puro otro que es su Circunstancia: Vivir es serfoera de sí-:-realizarse, Elprograma vic tal, que cada• cual: es irr~mediablemente, oprimela circúnstanCia .para aloe jarse enr ella. Esta uilidád 'de dinarn~smo dramático 'entre arnbos' elementos '-"Yº yimurido..+.es la: vida; Forma, pues, un;árnbitoderitro. delcual estfr la persona, el mundO y..'. el biógrafo. Porque ése'es' ehverdadero'dehtro desde el cual quisiera yo qúecmiraseusted a Góethe::Noeldentfo de:Goethe, sirio el dentro de su vida; del drama, de Goethe; No s'e trata de ver la vida de:Góethe como Goethe la veía, con su visión subjetiva, sino entrando como biógrafo en el círculo mágico de esa existencia para asistir al tremendo :acontecimiento objetivo que fue esa vida y del cual Góethe no era sino un ingredientei rNada merece tan propiamente ser llamado yo como ese personaje proc gramático, porque O.e su peculiaridad depende el valor con que en nuestra vida queden, calificadas todás:nuéstras cosas, nuestro: cuerpo, nuestra.alma, nuestro carácter, nuestra circunstancia. Son nuestras por su relaciónJávorable o desfavorable con.aquel.personaje quenece5itaTealizarse: Por esta razón no ,puede décirse,qúe dos hombres diferente5 'se encuentren: en una mismásituacióri. La.disposiciónde las cosas en to.mo·de,ambós, que absc tractarnenté parecería idéntica, responde de modo distinto aldiferénte des" tino íntimo que e5 cada uno de elfos.· Yo soy una é:ierta:individualísilila j:Jresión sobre el mundo; el muridoceS. la resistencia no meriós determinada e individual aaquella•presión.i , . . . Y . . El hombre.-'·-esto.es, su alma, sus dotes, su carácter, st,i cuerpo-·-· es la suma de aparatos con que se vive y.equivale; por tállto, a:tlµ actor, eµcargado
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de representar aquel personaje.que es su auténtico yo. Y aquí surge lo más sorprendente•del drama vital: el hombre posee un amplio margen dé libertad con respecto a su yo o destino ..Puede.negarse a realizarlo, puede ser.infiel a sí mismo. Entonces su vida carece de autenticidad. Si por vocación no se entendiese sólo, como es sólito, una forma genérica de la ocupación profesional y del cuniculm¡i civil,'.sino 'que significase un programa íntegro .e individuat.de existencia, sería.lo más claro. dedr que nuestro yo es nuestra vocación. Pues bien,. podemos ser más o menos fieles .a nuestra vocación.y, consecuentemente,muestra vida más-amenos auténtica:· · Considerada asíla.estructtira de la.vida humana; Ias:cuestiones más importantes para una biografía serán 'estas 1dos qU:e hasta: ahora no han solido preocupar: alas biógrafos .. La primera. consiste' en determinar cúál era la vocación vital del biografiado; que acaso éste desconoció.siempre; Toda vida es, más.o menos; ,una ruina entre cuyos escombros tenemos que descubrir.lo que la persona tenía que haber sido. Esto'nos.pbligá aéonstrtiirnos,·como el físico construye sus «niodelos>>'; una vida imaginaria delmdividuo, el.perfil de su existencia feliz sobre.el cual podemos luego. dibujar las mdentaciones, a veces enormes, que eldestinoéxteriór ha marcado: Todos sentimos nuestra vida real como: una .esencial deformación;.mayor o menor; .de nuestra vida posible. La.segunda cuestión es aquilatar la' fidelidad del honibre. a ese su destino smgular, ásu vida.posible. Esto nos perinite.determmar la dosi~ deautenticidaddesu vida efectiva; ,., :· · • •·· Lo más mteresanté.no es'la.lucha del hombre con el mundo·' con su destino eicterior, sino la lucha del hombre'con su vocación: ¿Cómo se comporta frente a su mexorable vocación? ¿Se adscribe radicalmente a ella, o, por el ·contrario, es un desertor de ella.y llena su existencia con sustitutivos de lo que hubiera sido su auténtica vida?.Tal 'vez lo más trágico en la condición humana es que puede·el hombre mtentar suplantarse a sí mismo -.. -eS decir, falsificarcsu:vida •. ¿Se tierie noticia de.nmguria.otra reálidad que•pueda ser precisamentelo que no•es, la negación de sí mi5ma; el húéco de•sí misma? ._ ¿No cree usted que merecía la pena de construir una vida de Goethe desde.este punto de.vista que.es el verdaderamente i11te1ior? •El biógrafo aquf entra dentro del drama único que es cada vida; sé siente sumergido en los puros dinamismos, placenteros y dolorosos, que constituyen la· efectiva realidad de.una existencia.humima.1Una vida mirada así, desde su intimidad, no tiene «forma».. Nada visto.desde su dentro.la•tiene. La forma es siempre el aspecto externo que una realidadofreée alojo cuando la contempla desde fuera, haciendo. de ella mero objeto. Cuando algo es sólo oh~ jeto, es sólo .aspecto para otroyno realidad para sí.•La vida no puede ser mero objeto porque.consiste precisamente en su.ejecucióh, en.ser efectiva,
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mente vivida y hallarse siempre inconclusa, indeterminada. No tolera ser contemplada ·desde fuera: el ojo tiene que trasladarse a ella y hacer de la rea-
. lidad misma su pu11to de vista, De la estatua'de Goethe estamos un poco fatigados. Entre usted dentro de su dran;ia -·renunciando a la convencional y estéril belleza de su figura. Nuestro cuerpo visto desde dentro no tiene eso que se suele llamar forma y que es, en rigor, sólo forma externa y macroscópica; tiene sólo fei11erer Bau, estructura rn.icroscópica de lo~ tejidos y, en últirn:ol instancia,, pur9 dmamismo químico. ,Preséntenos usted un G0ethe náufrago en su propia existencia, perdido~n ella y que encada instante ignora lo q~e va a.ser de él-.-ese Goethe t¡l)~ se'sehtía .a sf fi1isti,i.o, «s9nib ~ma ostr~.mágica sobre la qlJe transitan ondas. extrañas,,·. . .. . ¿No meréci; la pena de mteritar algo parecido en un caso como éste? La faIIla º·la, é,alidad de la obra g()ethiana ha hecho· que poseapibs s,obre su existencia más elatos qüe tal vez sobre Ilingúl1 otro ser humano. :Podemos, pues =es decir, puede usted, porque ya sé muy poco de Goethe-, trabajar 1
ex abimda11tia,
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Pero además hay otra razón que mvita a hacer el ensayo precisamente co11 Goethe. ~s él el hombre en qui~n por vez primera alborea la conciencia de que la .vida humaria la lucha del hombre con su íntimo e individual destino, es decir, que la vida humana está constituida por el problema de sí misma, que su sustancia consiste no enalgó c:¡ue ya es =ctnn() la sustancia del filósofo griego, y rr{ás sutilmente; pero al cabo igualmente, la delfilósofo idealista moderno-·-., sino en algo que tiene que hacerse a símiSmo, que rio es, pues, cosa, sirio absoluta y problemática tarea. Por eso levemos cdriStan~ temente inclinado sobre su propia vida. Tan trivial es atribuir esta obsesión a egoísmo como interpretarla «artísticamente» y presentamos un Go.ethe 1 que fabrica su propüt estatua. El arte, todo arte, es entidad muy respetable, pero superficial y frívola, si se la compara con la terrible seriedad de•la vida. Eyitemos, pues,aludirligerarriente a un arte del vivir. Goethese preófúpa sin cesar de s,u vida sencillamente porqudav;ida es preornpación de sí mi5ma1. Al entreverlo se convierte en el primer contemporáneo, si usted quiere,
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'Ert el admirable libro de Heidegger titulado Ser y tiempo, y publicado en 1927, se llega a una definición de la vida.próxima, a ésta .. N.o podría yo decir cuál es.la proximidadent~e la filosofía de Heidegger y laque ha inspirado siempre.mis escritos, entre otras cosas,· porque la obra de Heidegger no está aún coricluida, TIÍ¡ por otra parte, mis pensamientos adecuadamente desarrolladas en forma impresa; pero necesito declarar que ten.ge con este autor una deu.da muy escasa. Apenas hay uno o dos conceptos importantes de Heidegger que no preexis~n,.a .veces con anterioridad de. trece.años, en mis.libros~ Por ejemplo: la idea de la vida comb inquietud, preocupación e inseguridad; y de.Ja cultura corno seguridad y preocupación por la seguridad, se halla literalmente en·mi primera obrá, Meditaciones del Q~tijate-; publicada en ¡ 19141-cripitulo ti-
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en el primer romántico. PorqÚe esto es lo que por debajo de las significac ciones históricocliterarias quiere decir .romanticismo: el descubrimiento preconceptual de que la vida. no es una realidad que tropieza con más o mee nos problemas¡ sino que consiste exclusivamente.en el problema de·sí misma. G:laro es que Goethe nos· desorienta porque su idea de la vida es bio]óc gica, botánicá; !iene·de la vida una concepcióp. externa, como la tuvo todo.
ti.tI~ci~ ci.cultiir~~~.egündacf,). págíb~ li6-ii7 :·M~ atl~: ahi Se inicia ya 1,a aPiica~ión. d~ ,eSi~·pén~ samíéDto 'a Ia híSioriá dé· lá filoSofia y de lri 'éultura 'en el caso íJarliéular y tail interes3rite· para el tema coíno Platón. Lo mismo.,digo·de la lJberac_ión.del 115ustancialisnJo», de 'toda ~1cosa·»_.enlp idea,4es.1r--;-:suporµ_endo qlle.I-Ieitjegge~.fi~ya:Jiegado ~ eJla_·conlo yp la ·~ongo: des~e hace n;11i~ ch Os añÓS' en ctirSos públiCo's ycbirÍo, e5tá Ya-enHnéiáda erl' el' prólogo e.se mi prl~er libfo, pá~ gina 4-2, y desarrollada en las varias exposiciones deLperspectivismci· (Si bie.ilHóy·prefiero"il' isfe t_érmino otrqs:más di~ámfc_o~y .m~µqsJn,teJect::u:a1esJ i ~_ytda_ cQf!IO. enfn;>ht_e_del yoiy SU'circuns.t?nci~ .(c. página.4?/_,_ c_ofllo:i_cdiálogb d,in~rrt,ic~ ep.tr~ el_individuo y ~1 r.nunclo,)> .~IJ._har~os lUgares. La est:it.fctui::i de la vida ~omO fufuiicióÍl -e.5 el Iliás'-_insistente Leitmotiv de lniS estrit:os·, inspirádO por'Cieito cUCstiórifs'niuy _rertiotas 'de_l lJtób_leIDa-Vital al'51:tie.yo: lo apliCo ...;....süstitadas por-la lógica de_.Cohen.'Asimismo: 11en suma,_la reabsorcióp. de Ia·circuns~anci_a_ es el_destino concreto del hÓffibre», ¡)ághia 43, YÍa teoría del icfondO inSObon1abl~n,·qtie luego he lla~a_c;l_o.11yó autén:. tico1~. Hasta la interpretaci~n de la verdad_como alétheia, en el sentido _etimológiéo" de 1idescu.:. brimiento,·desvelación,'quitar de.un.velo o ·cubrido_rn; se halla en: la página 80, con la agfavante de que en_este libr_o ap_arece ya _ e1 _ccp1,ocimientQ baj_o el nombr~7;¡tap hip~ractuall-j-4e 1duz)> y l1claridad» como impertÍtivo YJTiisión in_cluso~ 1~'en la raíz de la,coIIStitlJción del hombre». M_e to a háCer, de una vez' para sienlpre, ésfás ádVerthni:iaS, ya qué en_Od.s1ones rile enclléntio soipreD.:. dido con· que ni sic¡_uiera-losmás próximos tienen.una nocióri re.mota-de lo que yo he pensado y :-escri.~o. P~trafclo?_ pqr_ fllis _imágen~. han .resb~la9-o sobre mis pens~mient_os,. Deb?- ~nonnetrle11t_e a 1a filosofía além~na Yespero qU'eTiadie Irle e.Scátirriñ'rá el TeéOno~lniento de hab_ef dádÓ ·a ~i labc1r: . co·rr\.o una de Sus raéctrines piiitciPates, la de·aumelltar la mente e.sp'añola con el tb'rréíit-e del tes9r9,intelec_tual germánico.' Pero·tal-vez:he·exageriido:este gesto y he_ocultad,o demasiado_ m_is P!ppios yi:adi.cal,~ hallazgos. Por ~jemplo: lc,Vivir,es, de cierto, tia_tar c_on el mundo, ditjgir_s~ a él, a_ctuar e~ él, ocuparse. de él>), ¿De c'¡uién ~·esto? ¿De Heidegger, en ~9_27; o publicado por mí con fecha de diciembre de 1924 en La-Nación de Buenos Aires, y luego en el tomo VII de El'Especta~o_r; ((cEl origen'. deportivo del Estado1) )? P_orque lo g~ave es que~-ª- fói::!1ul~ .~o;es i:i_cci;-: d~i;tta:l,: sino que. ?,e, p~r.t~ _9e, eJla-n~da menos- 'par~ suge.r:ir_ qu_e la :filospfí~:~ _c:,o~ust:aricial con·la-.vi_da _humana_, porque ésta neCesita salir al 11mundon·; que ya eh ·mis p_árr'afos si&riifica; n6 la suma üe las co·sas,- sino el ~thorizont_e_1)_ (sic) de totaµdad_sohr~ Ias_co~as y_dis_tj,11Jb ~.~ -~ll
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el pasádo. Pero es tono significa sino que las ideas que un hombre se hace son superficiales a su verdad vital, preintelectual. Goethe·piensa su vida . bajo la imagen tle una planta, pero la siente, la es como preocupación dra. niática por su propio ser,: · · · ·. : ' .. · · .• · · ·. •. Yom(!temo.queestebotanismo del pensador Goethele quite fertilidad para las urgeriéias del hombre actual. De otro modo, p6driamos aprovechar no pocos de los términos que él usabac. Cuando tratando de coiltestar a la pregunta misma que' antes he hecho, al angustioso ¿quién soyyó?;,érse respondía: una entelequia, empleaba tal vez el vocablo mejor para designar ese proyecto vital, esa vocación inexorable eri que nuestro•auténtico yo•consiste: Cada erial es «el que tiene que llegar a sern; aunque acaso nb consiga ser nunca. ¿Se puede decir esto con una sola palabra, mejor que diciendo ~'en teleq1liá»? Pero la vieja voz arrastra consigo uria milenaria tradición bioló'gica q1le'le da' un torpe ser1tido de Zoo extrinsecado, de fuerza orgánica ínsita mágicamente: en el animal y en la planta. Goethe desvirtúa tambi.én la pregilnta: ¿quién soy yo? en el sentido tradidonal del ¿i¡ué sbyyo? · i · ·.. Mas por debajo de sus ideas oficiales sorprendemos a Goethe palpando afanosamente el misterió de ese yo auténtico qüe queda a la espalda de nuestra vida efectiva como su misteriosa raíz, como quedad puño a la espalda del dardo lanzado, y que no se puede cóncebir bajo ninguna de las categorías externas y cósmicás.-Así en: Poesía y Realidad: «Todm;.lós hombres de buena cásta sienten;' cciriform,e átimenta s1l cultura;'.que neé:esitamrepresentar en el mundo doble papel, uno. real y 'otro ideal,'y en este sentimiento ha de bus.carse el fundamentó de todo lo que es noble. Cuál sea y en.qué consista el real que nos es átribuido,lo experimentamos con sobrada claridad. En cambio es muy raro que lleguemos a estar en claro por lo que hace al segundo. Pormucho que eLho±nbre busque en la•tierrao en el cielo¡ en el presente o emel futuro su superior destino, queda siempreenttegado a unaperenne vacilación; a uninflujo externo qtie•siempre le perturba; hasta que, una vez para siempre; se resuelve a• declarar quelo' rectrnes lo é¡ue]e.es conforme». A ese yo que es nuestro proyecto vital, «et que tenemos qu~ llegara·sern se le llamaaquí·Bestimmung. Pero·esta palabra pádeaesfempre los mismos equívocos que·«destin6»; Schichsal. ¿Qué. es nuestro.destino; él íntimo o él externo,lo que tendriambs que sero lo que nu!'!Str.O caráctery el mundo uos obligan a ser? Por eso Goethe distingue entre el.destirioreal, esto es, efectivo; y el destino ideal o superior, ·que es, por lo visto, el auténtico: El' otro resulta de la deform11ción a que el inundo nos oblig11 «con su influjo·siempre perturbadorn, que nos desorienta con respecto a nµestro verdadero destino. .,Sin emb\lrgo, Goe¡he,sigue aquí prisionerode la idea l:f.adicion.al. que confunde el yo que cada cual tiene que ser, quiertrn no, con unyo:normativo,
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genérico, que «debe sen> -el destino individual e ineludible, con el destic no. «ético» del hombre, que es sólo un·pensamiento con que el hombre pretende justificar su existencia, con el sentido abstracto de la especie. Esta du~ plicidad y confusionismo a que la tradición le somete, es cáusa de aquella «perenne vacilación» -ewiges Schwanhen-, porque nuestro destino ético será siempre discutible, como todo lo que es «intelectual». Él siente que la norma ética originaria no puede ser una yúxtaposición a la .vida, de la que ésta; en definitiva; puede prescindir. Entrevé que la vida es.por sí ética, en un sentido más radical de este término;.que en el hombre el imperativo forma pante de su propia realidad. Ethombre cuya entelequia fuera ser ladrón tiene que serlo, aurique sus ideas morales se opongan a; ello, repriman su inc canjeable destino y logrenqrie su vida efectiva sea de una correcta civilidad; La cosa es terrible, pero es innegable; el hombre que teníd que ser ladró1i y, por virtuoso esfuerzb de;sn voluntad, ha conseguido no serlo, falsifica su vida'. No se confunda, pues, eldeber sérde lá Il)oral, que habita enla región intelectualdelhombre, ton el imperativo vital; con el tener que ser de favoc cación personal, situado en la región más profunda y primaria de nuestro ser. Todo lo intelectual y· volitivo es secundario, es ya reacción provo·cada por nuestro ser radical.;Si·el intelecto humano funciona, es ya para resolver los problemas que leplantea'sudestino mtimo. ' Por eso, al fin del párrafo,'.Goethe emergé'de la confusión: «lorecto es lo que es conforme» al individuo. (wa5 ilun.gemdfl ist); El imperativo de1a ética intelectual y abstracta queda sustituido por elmtimo, concreto; vital: El hombre, n:o reconoce su yo, su vocación singularísimá, sinó por el gusto; o 'el disgusto que en cada situación siente. La infelicidad le va avisarido,.como la aguja de un aparato registrador, cuándo su vida efectiva realiza su programa vital,;su.entelequia, y cuándo se desvía de ella. Asílo comunica.a Eckermann en1829: «El hombre!está consignado, con todas sus'preoc cupacionesy afanes hada elexterior; hacia el mundo entorno, y ha de es.forzarse en conocedoy' hacérselo servicial en la medida que para sus fine.<¡ necesita" Pero de sí mismo; sabe sólo cuándo gozaycuándo sufre, y sólo sus sufrimientos y sus gocesle,instrilyensobr~ sí mismo; le enseñan lo que ha de buscar y'lo que ha de evitar. Por lo demás, es el hombre urianatuiale;za confusa; no' sabe de dónde.viene ni adónde va, sabe poco del mundo wsoc bre todo;sabe poco.de símismm>. Sólo,'sus. suftimientos y sl!S goces leinstrnyen sobre si mismo. ¿Quién es ese «Sí mi~rrío» que sólo;~e aé:lara;aposte1io1i, en.el choque con lo que le va ,
'Eí p~Obiema deciSivd es ~.·~n'efééto; 'eíSéf. ladrón ~!Úná'fórma de autérítiC3 huirtanidad, ·
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esto' es, el
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pasando? Evidentemente, es nuestra vida-proyecto, que, en el caso del sufrimiento no coincide con nuestra vida efectivá: el hombre se· dilacera, se ese · cinde e~dos ~l que tenía que ser y el que resulta siendo, La dislocación se · manifiesta eh forma de'dolor, de angustia, de enojo; de mal humor, de vacío; la coincid1m~ia, eri cambio, produce el prodigioso fénómeno de la felicidad: ·Es sorprendente; que, no se haya subrayado fa contradicción constante entre las ideas del pensadorGoethe sobre el murido-.lo menos valioso en Goethe-., su optimismo spinozista; su Nat1.11from1i1igheit, su imagen botánica de la vida; según lá cual todo en ella debía marchar sin angustia,:sin dolorosa desorientación, seglin una dulce necesidad cósmicaysu vida propia, incluyendo en ella su' obra: Para la planta; ehnímal o la e5trella¡ vivir es no tener duda alguna respecto 'a su própio ser.• Ninguno de ellos tiene que ·decidir, ahora lo'quevaa'ser'en elinstante irimediato. ·Por eso su vida nb es drania; sino! •. evolución.• Pero la vida delhombre es todo lo contrario: es tener que decidir en cada instantelo que ha de hacer en elpróximo y, para ello, tener que descubrir el plan mismo, el proyecto mismo de su ser. Es casi risible la mala inteligencia que ha habido sobre Goethe:,Este·hombre se ha pasado la vida buscándose .a sí mismo o evitándose-'-c¡uées todo lo contrario que cuidaridola exactareali~ zación desiioismo, Esto.último supone que no existen dudas sobre quiénse es o que, una vez. averiguado; el indiViduo está decidido:a realizarse; entOnces la atención puede vacai tranquilamente a los detalles de la ejecución:,; Una eriormep~rcion de fa obra de Goethe""'-'su Werther;su Fausto, su Meister-nos presenta, criaturas é¡ue van por el mundo buscando su destino íntimo o.nhuyendo de;éL · Yo no quisiera entrar en particularidades, porque ello implicaría la pretensión de conocer bien a Goethe, y no debe usted ol\ijdar que estas páginas van escritas desde eLsupuestó contrarirn son pregrintas que yo hago a usted;• son
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bajo éLPero la tragedia de Fausto y la historia de Meister son precisamen" te lo contrario: en ambas, el drama consiste en que un hombre sale en busc ca de su destino íntimo.y anda perdido por el u,niv'erso sin dar con su propia vida. Allí, la vida se encuentra con problemas; aquí, la'vida misma lo proc blemático,AWerther, Fausto yMeister; les pasa· como al Homunculus;. quic sieran.ser y no saben cómo; es decir, no saben quién ser.'La solución que· Goethe proporciona a Meister, dedicándole de repente a la cirugía, es indigna del autor; tan arbitraria,. tanfrívoh~ como.si·Goethe mismo se hubiera quedado para siempre;en Roma copiando torsos mutilados.de viejas esculturas, El destino•es precisamentelo que no se.elige.. , , " ,. /. , · · Los.profesores alemanes han.hecho esfuerzos hercúleos para cohonestar lo. t¡ue.esas.obtasde Goethe so1i. y fas ideas de Goethe sobre la vida sin conseguir; claro está, su conventional propósito. Mucho más fértil fuera lo inv~rso: partir de la.contradicció~evidente.entre esa concepción optimista de la.naturaleza; esa confianza en·cl cosmos que inspira todas las relaciones de Goethe con. el universo,, y :la constante, afanosa preoc cupación por 'su vida propia, por sí mismo, que le hace no abandonarse unmomentm Sólo. una vez que se ha reconocido esa contradicción surge la tarea fecunda ·de' intentar reducirla;• explicándola ernu'n sistema. La biografía es eso: sistema en que• se uri.ifitan las conrradicciones de una existencia. . ,. . . . . .· , , ...... •!•. , Ya v'e usted cómo tengo de Goethe una idea sobremanera ingenua. Tal vez porque no le conozco bien; todo en él me·es problema. Hasta los menores detalles de su persona y sus aventuras me son cue5tión.·Por. ejemplo: no comprendo que los biógrafos no intenten aclaramos por qué este hombre, a quien todo enla.vida parece haberle salido tan bien, sea la criatura de quien documentalmente podemos demostrar que ha pasado más·dfas de mal humor.Las circunstancias externas de su vida parecen-al menos, asflo.asegu" ranios biógrafos= favorables: •Su carácter era positivamente la •Fro1matur; la jovialidad. ¿Poi qué entonces tan frecuente malhumor?. ,"
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«So stilUmd so si1111igl · · ·EsJehlt dirwa5,. gesteh es ft'ei1>. •
·Ziifriedeii bin ich, ·, Aber111idst11ichtwohl ddbeil. ·. J;J·. ;¡
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(!¡Tan quieto ype~atiyol Algo.. te.falta, conÍiésal01~. · · ,;_; --cOnteritO'eStó}r;; :;·, -·· :';pero.·.. ·,no ID.e:Sierito a guSto .. 1
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El mal humor insistente es un síntoma demasiado claro de que un hombre vive contra su vocación. Lo mismo digo de su famosa «tiesura», de su «andan> perpendicular. El · carácter de Goethe goza de una admirable elasticidad, que le proporciona una facult~d ilim,itada de acomodación. Sus dotes de movilidád, de riqueza de tonos, de perspicacia para el contorno, soniprodigiosas. ¿Por qué, sin embargo, tieso, rígido? ¿Por qué avanzaba entre las gentes llevando su cuerpo como se lleva en las procesiones un estandarte? No se diga que esto no tiene importancia: «La.figura del hombre es el mejor texto para cuanto se pueda sobre él.sentir y decirn. (Stella),. ¡Supongo que no es lícito incitar a usted para que dedique a Goethe un «fragmento fisiognómicm> l Le recomiendo muy e5pecialmente el Diario de Federica Brion.. -7 a 12 julio 1795-, «mia amarga apatia descansa sobre su frente como una nube». Y, sobre todo;· lo que sigue,. que no transcribo para no sentirme obligado a.decir a usted lo que pienso sobre ello; No olvide usted tampoco «algunos rasgos desagradables e11 tomo a su•boca», de que habla Leisewitz en su Diario -14agosto1780y que se advierten perfectamente en casi todos sus retratos juveniles. Me temo que, si sigue usted mis sugestiones, dé usted un gran escándalo en.Alemania, porque.el Goethe queresultase sería aproximadamente lo contrario que el dibujado en los evangelios hasta ahora impresos en las prensas germánicas. Nada más heterodoxo, en efecto, que presentar a Goethe como un hómbre·llen.o de dotes maravillosas; con resortes magníficos de entusiasmo, con un'carácter espléndido -enérgico, limpio; generoso y jo" vial-, pero ... constantemente llifiel a su destfuo. De ahí su permanente mal humor, su tiesura, su distancia del propio contorno, su amargo gesto. Fue una vida á rebours. Los biógrafos se contentan con ver funcionar esas dotes, ese carácter,.los cuales, en efecto, son admirables y proporcionan un espectáculo encantador a quien contempla la superficie de su existencia. Pero la vida de.un hombre no es el jimcionamiento de los mecanismos exquisitos que la Pro.videncia puso en él. Lo decisivo es preguntarse al servicio de quién fon" donaban:,¿ Estuvo eLhombre Goethe al servicio de su vocación; o fue más bien un perpetuo desertor de su destino íntimo? Yo no voy, como es natural; a decidir este dilema. En ello' consiste aquella operación gr¡tve y radical a que antes aludía y que sólo un alemán puede intentar. Pero no he de ocul¡ar mi impresión =i'nfundada talv'ez, ingenua pro" bablemente- de que en la.vida de Goethe hay demasiadas fugas. Gomien~ za por huir de todos sus anioies reales, que son los de su juventud, Huye de su vida de escritor para caer en esa triste. historia de Weimar-·-Weirnar és•el mayor;111alentend1L'de la historia literaria alemana, quiénsabé si lo que ha impedido que séa la alemana la: primera literatura del mundo. ¡Sí, aunque
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-esto al pronto le parezca a usted un error y una insoportable paradoja y aunque en definitiva lo sea, crea usted que no. me faltan razones para cometer10 ! Pero luego Goethe huye deWeimar, que era ya por sí una primera fuga, y esta vez la huida· tiene hasta la forma material; policíaca de .tal: huye del consejero áulico Goethe al comerciaritej ean Philippe Móller, que luego resulta·serun cuar.entóna¡:írendiz de pintura en Roma. Los biógrafos·, resueltos como avestruces a. tragarse; cual sifuesenro'sas, todas las piedras quebay en el paisaje goethiano, pretenden: hacemos creer que en sus fugas amorosas huye Goethe de lo que no era su destino, para conservarse: tanto más fiel ¡¡su auténticavocacióri. Pero ¿cuál era ésta? No voy ahora a gravitar sobre su paciencia desarrollando 'ante usted suficienterriente•la téoria·de:la:vocacióri, que:· implica t~da .Una filosofía·. Solo quiero hacerle notar que, aunque la vocaciones siempre individ11al, se compone,daro está; de no pOC()S ingrediente,s genéricos, Por rnuyJndivic duo que usted sea, amigo mío,c tiene usted que Sl)r hombre; que ser alemán o francés, que ser de un tiempo o.de otro,}' cada uno de estos títulos arrastra todo un repertorio de determinaciones de destino. Sólo que todo eso no es propiamente destino mientras no queda modulado individualmente. El destino no es nunca abstract'oy genérico, aunque no todos los destinos posean el mismo grado de concreción. Hay' quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola y determinada mujer,: y; consecuentemente, no es probable que tropiece con ella: Por fortuna, famayor parte delos hombres traen un destino •amoroso. menos diferenciado y pueden realizar su sentimiento en amplias legiones de feminidad homogénea:-como quien dice, el tino; en las rubias; el otro, en las morenas.Hablando de la vida, todo voc cablo tiene que ser completado con el índice oportuno de individuación. Esta deplorable necesidad pertenece ya al destino del hombre en cuanto hombre:. para vivir en singular tiene i:¡ue hablar en genernL : ·: JIcl\ vó c¡¡ción. de. Go.ethe! ... Si hay algo claro en el mundo .es. esto .. CieJ:c tarriente; sena uri.erro'r fundamental creer que la votación de un hombre coincide con5us dotesmiís.fudiscutibles. Schlegeldecía: «Para lo quese.tierie gosto, se tiene genio».La cosa afirmada tan en absoluto es· muy discutible:: . Y lo mismo·p¡¡sa:stse invierte. Sin duda,. el ejercicio de üna capacidad egregia suele provocar delicia automáticamente. Pero ese:gosto;résa deliciaau~ tomática;no es la felicidad del destino que se cumple: kveces, la vocación no va eri el s~ntido delas·dotes; 'aveces va fraricaniente ep. contra; Hay casos '---Corrió él de:Goethe-. en! que Ia."1ultiplicidad de dotes desorienta y perturbalavoéación¡por'lo inenos, aquello que es su eje. ·•: · ' • Pero dejando au!l lado toda ca5uístiea, és de soora 'evidente que Goethe tenía•un destino radical de alondra.: Había brotado en el planeta con' la mi:.
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sión de ser un escritor alemán encargado de revolucionar la literatura de su país Y, al'ttavés de su país, fa del mundo', Con más calmay espado podriamos concretar ba5.tante1a definición. Si.sacudimos vigorosamente la obra de Goethe, quedarán de ella tinas cuantas líneas truncas que podemos completar imagimui,ani.ent!!; como nuestros ojos. completan elarcoróto que enseña al eielb su muñófü.Ello nos darla.el auté!ltiéo. perfil de su misión literaria: ¡El Gtjethe de Strasburgo, de. Wetzlar, ·de Frankfurt; .aúnrios permite decj¡ wie wa1u; wíe seiendl'rApesat de su juventud y de que juventud signii fica
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, · 1 1n5ist6 f'ri ·qúé eStO es- só10-lá '{¿xpresióTI génenca·de- sU 'vocacióri, yatin ello tefiriendose sólo-a lo _quej:iuede cons_idernrse comb el eje de ella.'J...a suficie~te claridad sobre lo que aquí se illsinúa al buen entendedor, sólo puede obtenerse desárrol1ando la teorfa de la vocación. 1 _ <1¡Qué verdadero, qué existente!>• -expresión de Goethe hablando de un cangrejo que ve moverse en un arroyo italiano.
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Sttmn-es· desmesurado. Su modo de ser lo que es queda siempre exorbitado :por el furor teutonicus. ¡Imagínese un momento -para no hablar de los poetair-7queFichte, Schelling, Hegel~ hubieran gozado además. de bon se11S! Pues bien, Goethe reunía, por azarfabuloso, ambas'potencias; SuShmn se había desarrollado suficientemente; Convenía·fomentar el otro momento, Goethe lo advierte.Por eso.va aWeii:nar, para cursar unos semestres de.«Ifio genismo». Hasta aquí.todo va'.bieri: Pero ¿por.qué se queda en Weinlar este hombre de pie tai¡. ágil para la huida? Más aún: r huye diez años después; pero recae. Su fuga transitoria es como un documento. fehaciente de qué G.oethe debió abandonar la corte de Carlos Augústo, Podeínos . seguir, casi día por día, el efecto de petrificación queWeimar ejerce·~obre.él:El hombre se Va convirtiéndo én estat:Ua.•Lás estatuas son los hombres qrieno puedéri respirar ni transpirar; ¡:iorqueno tienen atmósfera; fauna lunar. Goethe em" pieza a vivir e.n sentido inverso de su destino, empieza a desvivirse: La me~ sura: se hace excesiva y 'desaloja· la sust~ncia• de ;su destino. Goethe:es un fuego que necesita mucha leña.iEnWeinlar,rcomo no hay atmósfera, no hay tampoco leña; es un lugar geométrico, el Gran Ducado de la Abstracción, de la Imitación; de.lo no auténtico; Eselreinodel ccisi. Hay una pequeña villa andaluza, tendida en la costa mediterráneayque lleva un nombre encantador.-.Marbella. Allí vivían, hasta hace un cuarto dé siglo, unas cuantas familias de vieja hidalguía que, no. obstante arrastrar. una existencia miserable, se obstinaban ,en darse aires de grandes señores antiguos y celebraban espectrales fiestas de anacrónica pompa. Con motivo de una de estas fiestas, los pueblos del contorno léS dedicaron esta copla: En una casi ciudad, Unos casi caballeros,. Sobre unos casi caballos, ..... Hicieron.casi.úntorneo •.
Ya no podemos volver a decir de Goethe wie seiend1 , salvo en breves ese capadas,:cuando; por un momento,. se deja arrebatar, por sur destino; y que . confirman nuestra hipótesis. Su.vida va adquiriendo ese extraño cariz·de insaturación de sí misma, Nada de lo que es lo es radicalmente y cpn plenic tud: es un ministro .que no. es en serio un ministro; un régisseur que detesta el teatro, que no es propiamente un régisseur; un naturalista que no acaba de sedo, y ya que, irremediablemente, por especialísimo decreto divino; es un poeta, obligará a este poeta qúe'él es a visitar la mina•de Ilmenauy are" '
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clutar soldados' cabalgando un caballo oficial que se llama «Poesía». (Agradecería a usted· mucho que viese la manera de demostrar que esté casi caba· lloes pura invención de algún'malévolo}; ... ·•· Es unti".rnble ejemplo de cómo el hoinbre•no puede tener más que una vida auténtica; la·reclamada por su vocación;. Cuando su libertad· le·hace negar su yo irrevocable y sustituirlo por otro•arbitrario-arbitrario, aunque esté fundadorenfas' «razones»•más respetables-·;'arrasírra•üna•vida sin saturación, espectral; entre.'.. :«'poesía y realidad»: Habituado: a ello, Goethe acaba• ppr. no.necesitar, la realidad y; 'como a Midas' todo :se le volvía oro, todo 'selé convierte; seJe volatiliza en símbolo. Dé aquí sus extraños casi amores 'postjuveniles; Ya sus relaciones con Carlotávon Stein son equívocas: no las eritenderíamos.sj la casi aventura con laWilleínér nfrnos aclarase definitivamente la capacídad de irrealismo a que este hombre habfa llec gado.· Una· vez aceptado que• la: vida. es símbolo, tanto da• una.cosa como otra: tántoda:doimir con «Christekhen» como casarse en sentido «idealpigmaliónico»1 con \iná escult:Ura del Palazzo Caraffa Colobnino. ¡Pero el destino es estrictamente lo contrario: que el «tanto da»;que el sin!bolismol Aquí podemos sorprender el origen de uriaidea, Toda. idea nuestra es reacción-positiva o negativa-.-. a.las sit:Uaciones que nos plantea nuestro destino. Este hombre que vive una existencia distinfa de la suya, quese suc planta, necesita justificarse ante sí mismo;. (No puedo ahora ~x¡Jonerle a usted por qué la justifiéacion de sí inismá es uno de lós componentes esenciales de toda vida\ sea auténtica; sea falsa. El' hombre no ·puede vivir sin justificar ante sí mismo su vida; no puede ni dar un paso). De aquí el mito del simbolismo. Yo no discuto su verdad o no verdad en alguno de sus muchos sentidos posibles: Me interesa ahora sólo su génesis y su verdad vital. , «Siempre he. considerado mi actuación y mi labor como meramente sinlbólicas, y en·elfondó me era bastante indiferente (ziemlich gleichgi.iltig) verme haciendo pucheros o vasijas». Estas palabras· -.·-tantas veces comentadas-'· salen' agitando sus alas de la vejez 'de Goethe y; con una ·suaveinflexió'nde su vuelo, vienen a posarse en su juventud sobrela tumba de Werther; Son,wertherismo incruento; Lo 'que hizo allí la pistola; lo hace aquí la indiferencia, En uno y: otro caso se trata de un hombre que se niega a vivir su destino.Si todo lo que el hombre hace es mero símbolo, ¿cuál es la realidad definitiva' que en ello s~ simboliza, en qué consiste su auténtico quehacer?'Rorque;no haya duda, la vida es quehacer. Si no es pucheros ni vasijas lo que verdaderamente, hay que'hacei; será otra· cosa. ¿Cuál?•¿ Cuál es la·verdaderávida según Goethe?: EVidentemente, algo que será a toda.vida
¡Qué existente!
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concreta lo que la .Urpjlanze ( «'proto"planta».) es a cada planta .,,-la mera forma de la vida; sin sus contenidos determinadi:is. Amigo,mío; .no. cabe una inversión de la verdad más completa, Porque vivir es precisamente Ia inexorable forzosidad de determinarse, de encajar en si¡ destino exc!Í1Sivo, de aceptarlo, es decir, resolverse a serlo; Tenemos,¡ queramos o no, que realizar n1.1estro .«personaje», nuestra vocación,c nuestro, programa :vital; nuestr~ «entelequia»; Por falta de nombres·para esa terrible realidad que e5 nuestro auténtico yo,,no:quedarál Esto significa que eLvivirva constifuido esencial" mente por un imperativo opuesto radicalmente.al que Goethe nos propone cuando nos incita a retiramos de la periferia concreta en que la vida dibuja su.dintorno excll!Sivo, hacia.el.centro:abstracto de ella ~hacialaUrleben, la ;pro to-vida: DeI ser efe'ctivo al .mero: ser en potencia; . Porque e5to :es;la Urpflanze yla Urleben: potencialidad ilimitada,.Goethe rehuye:encajitrse enundestino; que; a fuer de tal;excluye, salvo una; todas Ias demás posibilk dades. Goethe quiere quedarse.,. en disponibilidád. Perpetuamente, Su con" ciencia. vital, que es algo más profundo y previo a la BewiifStsein überhaupt («conciencia en general»), le hace sentir que esto es eI gran pecado y procura ante sí mismo justificarse. ¿Cómo? Sobornándose a sí mismo con dos ideas: una, la idea de la actividad(Tdtigheit). «¡Ti.enes que ser! »-le decía la vida, que posee siempre voz y por. eso es vocación. Y él se:defendía: «Ya estoy siendo, puesto que actüo sin cesar: hago pucheros, hago vasijas; no descanso un minuta>> .. .... -cantaba deliciosamente Wolfgang:a su corazón acusador:, ' ,, Se.comprende que Schiller, en su primera y sincera impresión de Goethe; cuando aún no había sido,embrujado por el channe que visto desde cerca emanaba, se desesperase. con.el cortesano de Weimar. Schiller es todo. lo contrario; infinitamente menos bien dotado que Goethe, pero é:dn su perfil afilado, espolón.de nave.guerrerá, hiende. la vida espumosa yse hinca sin titubear en su destino. ¿Y Goethe? Er «behennt».sichzu nichts. <; ___ ,.;;<";· ,; . ;::)\, ,,, ",' ,.- ,, ' ; .
de la gleba espacio"temporal, de la concreción de déstino en que la vida precisamente: consiste: Aspira al utopismo yalucronismo. Esto .prodúce en. él una deformación· humana sobremanera curiosa. · Había.sido quien inii:iara plenamente una poesía hecha.desde la realidad individua\ del hqmbre; .desde el yo personalisimo perdido en su mundo, en su destino exterior. Pero de' tal modo nada contrala propia corriente de su vocación, que acaba porno saberhacer nad¡¡ desde sí mismo. Para crear,·nec cesita previamente imaginarse otro que el que es: un griego, un persa-puc cheios, vasijás. Porque éstas son las fugas más sutiles; pero más significativas, de Goethe: su fuga al Olimpo; su fuga al Oriente. No puede crear desde su yo irrevocable, desde su Alemania: Es preciso que la inspiración le sorprenda desprevenidi:i. para que una nueva idea alemana se apodere de él y haga Hennami undDorothea.' Aun así, la presentará C:on el aparato ortopédico·del hexámetro, q1,1e interpone su armazón forastera entre.la inspiración original y la obra:, obligándola a una 'distancia; solemnidad y rrion6tonfa que la desvirtualizanyle proporcionan, en cambio .. ! laspecies aetemitatis.· El caso es que no hay tal species aetemitatis. Y no por casualidad; Lo que verdaderamente hay es lo real, lo que integra e1 destino. Y lo real no es nunca species, aspecto, espectárulo, objeto para un contemplador. Todo esto precisamente eslo irreal. Es nuestra idea, no nuestro ser. Europa r¡ecesita curarse de su «ldealismm> -·-únjca manera de superar también todo materialismo, positivismo, utopismo. Las ideas están siempre demasiado cerca de nuestro capricho, son dóciles a él-son siempre revocables; Tenemos; sin duda, y cada .. -pero tenemos que dejar de Vivir desde nuestras vez más, que vivir cmí ideásideas y aprender a vivir desde nuestro inexorable, irrevocable destino. Éste tiene que decidir .sobre nuestras ideas y no al.revés. El hombre primitivo andaba perdido en el mundo de las cosas, allá en la selva; nosotros estamos perdidos en un mundo de ideas que nos presentan la existencia como un escaparate de posibilidades equivalentes, de <~bastanteCindiferencias», de Ziemlichgleichgültigheiten. (Nuestras ideas, es decir, la cultura. La crisis acc tual, más que de la cultura, es de la colocación que a ésta hemos dado .. Sela ponía, delante y sobre la.vida; cuando debe estar tras y bajo ella-.porque es reacción a ella. Ahora se trata de no ponerla carreta delante de los bueyes). La.vida es abandono del ser en disponibilidad.. La mera disponibilidad es. lo caractérístico de.lajuventud:frente a la madurez; El joven; porque no es aún nada determinado, irrevocable, es posibilidad de todo. Ésta es su gracia ysu petulancia; Al sentirse en potencia de todo; supone queya lo es. El joven no necesita vivir de sí mismo: vive en potencia todas las:vi,das ajenas -,-es aun tiempo Homero y Alejandro, Newton, Kant, Napoleón; Donjuan. Ha heredado todas esas vidas. El joven es siempre pat1icio; «señorito». La
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inseguridad creciente de sú existencia va eliminando posibilidades; ló,va madurando. Pero imagine usted un hombre C[ue én plenajuventud queda sometido mágicamente a condiciones de.anbrmal seguridad: ¿Qué pasará?. Prob'ablemerite, no dejará·de ser jovennunca,·sentirá halagada y fomentada y estabilizada su teridencia a quedar en disponibilidad: Amijúido,· es ést.e el caso,de Goethe. Habfa enél;·cómo suele en los graíides.poetas,úna predisposiciónotgánica a ser'siemprejoven:!La•poesía es adolescencia fermentada y así conservada,, De aquí ~sos retoños súbitos de erotismo enla edad avanzada de Goethe,•que lbaTu acompañados de todos los atributos prima~ verales-alegría; melahcolía; versos; fata un temperamentb·así era decisiva la situaí:ióri externa en que le sorprendiese el térmmo de su primera ju" ventud:Ia originaria. De ordinario es la primera hora en;qtié nos sentimos apretados, por.el contorno; Gomienzanla5 graves dificultades económicas; comienza. lah.)cha ~o~los de1Ilás hombres .. Se \fes cubre la aspereza, la acriL ti:id; ·la;hostilidad de 'la t:ircun5tancia mun'danaLJ;iste; ataque primero,' o ani" quila pata·siempre laresolué:iónneroica de serelque secrétamente somos y nace en'nósotros el· filisteo,. o, por el contrario,' en el choque con el contrnmí que es el universo se aclara a si'mismo ntiéstro yo; se decide a ser, airn" ponerse; a acuñar cori su, efigie el destino exterior;Pero si en vez de tropezar a esa hora con la primera resistencia del mundo cede éste imte nosotros; se ablanda de pronto en derredor de nuestra persona y con mágica dociilidad cumple sin níás nuestros deseos, nuestro yo se adorniecerávoluptuosamenté; en vez de aclararse; quedará envaguecido: Nada debilita tanto los•profundos resortes del .vfvfenté éomo el exceso de facilidades. Esto fue Weimar para Goethe eri aquella sazón decisiva. Facilitó el enquistamiento de su ju" ventudy.quedó para siempre en disponibilidad. De un golpe le fue resuelto su porvenir económico, sin que, en cambio, se le exigiese.nada muy determinado; Goethe se acostumbró a flotar sobrela vida- se olvidó de que era. un náufrago; Muchas de las.actividadesqueéll él.eran.destino, degeneraron en aficionés:Yo ho déscubro en el resto de su vida un momento de e.5" fuerzo penoso: Y'el esfuerzo; sólo lo es propiamente cuando empieza a'do" ler: lo demás es.;;' «actividad», el esfuerzo sin esfuerzo que hacda·planta . para florecer y fructificar. Goethe;se vegetaliza: El vegetal' es el :Ser orgánico que ricfluchacon su contorno. Por eso no puede vivir sinó en ambiente favorable; sostenido, inimado por éL Weimar fue el capullo de seda que el gusano segrega de sí para in'terpónerlo, entré síy el mundo:' · ·:. i Dirá usted que yo,pade:i:co uha fobia injustificada contra Weimar. ¡Tal vez! Pero permítarile us.ted.e.sta sencilla consideracion: "· r,JEsristed; C[uerido•amigo,un alemáh inteligente, Pues bien, le pido que sé représente usted, que «realice>>-comb dicerilos ingleses- el significa"
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do de las palabras «Universidad dejena» entre 1790y1825. ¿Ha oído usted, buen amigo? ¡Jena!, ¡¡Jena! ! A miles deldlóníetros de distancia,ymu·chos más de heterogeneidad; yo, que soy un pequeño celtibero; criado en ·una árida altiplanicie mediterránea, a ochocientos metros sobre elnivel del mar-la altura media africana~; no puedo oír ese nombre sin estremecerme: La] ena de esa época significa.fabulosa riqueza de altas incitacionésmentales. ¿No es un sin toma terrible de la iníper'meabilidaddeWeimar que, hac liándose a veinte ldlómetros deJena;J ena no consiguiese desteñir lo más mínimo sobre Weimar? Nunca hepodido·imaginar·a Ficht'e conversando conla señora de Stein, porque n6 creo que haya podido conversar nunca un búfalo· con una sombra: · ..·. ¡Y• la ·naturale'za de Goethe' era táh espléndida!· ¡Con qué: exuberante prontitud re5pondíá a cualquier pedazo de mundo auténtico que se le arrojaba! Bastaba un poco de leña para·que se irguiesen•altísimas llamas, ¡Gualquiéra,cosa: unviaje al•Rhin; una temporada deMarienbad, una mujer interesante: que cruzase:sobre Wéimar como una nube ·viajera .. ,, llamas; llamas'' · · Weimar leseparócóinodamente del mundo,'pero,·como consecuencfa, le separó de sí mismo: Buscaba tanto Goethe su des tipo, le era tan•poco claro, porque al buscarlo estaba ya.·de antemano resuelto a· huir de él! Dé cuando en cuando, al volv.er de una esquina, se encontraba súbitamente con el yo que era ély entcincés'eJ>, Goethe llegó a sentir una mezcla de terrory de odio ante todo lo que significase decisión irrevocable. Como huye del amor justamente en el punto en que éste va a convertirse en abismo donde se cae, es decir, en destino, huye de la Revolución Francesa, del levantamiento de Alemania. ¿Por qué? Napoleón se lo dijo: ¡La política es el destino/ Et caetern, et caetern! El tema es inagotable. Yo lo he tomado aquí unilateralmente, por una sola de sus aristas, exagerándolo. Pero pensar, hablar, es siempre exagerar. Al hablar, al.pensar, nos proponemos aclarar las cosas, y esto obliga a exacerbarlas, dislocarlas, esquematizarlas. Todo concepto es ya exageración. . . . . ·. · Ahora habría que mostrar cómo Goethe, que fue infiel a su yo, ha sido precisamente el hombre que nos .ha enseñado a cada uno la fidelidad para con el nuestro. Mas esta faena quede enteramente para: el Goethe que usted nos dibuje. No cabe asunto más atractivo. Porque es el caso, que ni susideas valen como. introducción, botánicas sobre~ la~ vida ni la.conducta de su i vida . \ ; ; ) . " . ) : '- , coríló ):¡od,egé~kárdel h6Illb~ehácia su yo 6 dii¡;tiµ6. y, ,sin.~inb.argo ·=más allá de lo unoylo otro-··, qué duda cabe que•Goethe significó en nuestro : , '· , , .. , , _ , _ , i , , _ '_
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horizonte d gran gesto estelar que nos hacía la decisiva incitación: ¡Libértate de lo demás hacia ti mismo !1. Lo que afirmo es que la aclaración de la figura de Goethe para que puec dásignificar más radicalmente eso, para que puedaservimos,.sólo sé consigue invirtiendo la forma de nuestro. trato con él. .... , No hay más que una manera de salvar, al clásico: usando de él sin miramientos para nuestra propia salvación-es decir, prescindiendo de su clasi" cismo, trayéndolo hasta nosotros, .cop.temporaneizándolo, inyectándole pule so nuevo.con la sangre de nuestras venas, cuyos ingredientes son nuestras pasiones ..• y nuestros próblemas.'Envez de hacernos centenarios en el cente~ nario, intentar la resurrección del clásico re-sumergiéndolo en la existencia; _En'4de junio de.1866, ;un discípulo predilecto. deMommsen presentó en la Universidad de Berlíh, con motivo de su disputa. doctoral, la tesis ·siguiente:Histo1ia111 puto sc1ibe¡1dam:ess.e.et cumira et cumstudio1. .La mayor inócencia que se puede padecer; es,creer que la.ira et studium son incompatibles con la «objetividad>i. ¡Como si ésta fuese otra cosa, que una de las innumerables creaciones debidas a la ira et studium del hombre! Hubo: un tiempo en que; se creyó que las orquídeas nacían en el aire, sin raíces. Hubo un tiempo en que se creyó que la chltura .no necesitaba raíc ces .•. No hace mucho tiempo, y; sin embargo, hace ya tanto ....
Revista de Occidente, abril, 1932 l: ,")'' , '· :.·.. ·1:
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Neuc Zt1ridier'Zct'ttingj leido é:ofianíi)liacibnes·en la UniVersidad'de M3drid' el 30 del'miStnO~ · : .:/ ;7 {(Sostengo:qUe:~fi histOria debes~r esCrita con iÍ'acundia y con ent.u5iasrno11¡ 1
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·GOETHE,.EL LIBERTADOR
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Goeth~ es un caso de co~cienciaparael ~ur~p~o ~~' nu~tro tiempo.,5ien una hora de áspera sinceridad consigo mismo se pregunta qué es_, en definifü va; Góethe para él, se encuentra sorprendido ,con que lo ignora. No tiene cdn respecto a Goethela conciencia limpia.i.Entonces se irrita contra esos·, cien años de abundosa filología goethianá que le sirve para tan poco. Al punto esta irritacion abandona, el caso singular que la ha provocado y; dilatándose sobre todauna enorme provincia delaciencia.~filología\ historia literaria, b¡ogra" fía-.-, adquiere un sentido representativo. ¿Qué «ciencia>> es ésa que desj:més d~ tan gigantescos trabajdsj de tahto dinero,, d~ 14nta atendónhumana gastados en ella no nos deja nada suficiente entre las manos? ¿Es que se puede di~ lapidar e'n esaformalamaravillosa fuerza cósmica que es fa«atención huma~ na»? La historia del hombre es la historia de las migraciones de su atencion, Dime a lo que atiendes y te diré quién eres. Los pueblos germánicós tienen en este orden una máxima responsabilidad porque les corresponde también la máxima gloria. Necesitan vigilar su prodigiosalaboriosidad, nq vaya a íesul" tar.que es un Vicio, La1v:ida es quehacer: No se trata de quda vida.se encuen" tre con ·quehaceres, sino que no: consiste en otia' cosa que ,en quehacer. La vida es lo que hay que,hacer, Quien intenta eludir esta condición sustancial de la. vida, recibe de ella ehp.ás horrible castigó: al querer llo hacer riada se aburre;yentonces queda condenado al más cruel de los trabajos forzados, a «hacer: tiempo»,,El fainéant,e¡; el que hace la nada ..:.,,unhorrelldo suplicio dantesco: ¡Hasta tal,punto e5 ineludible en la vida,suirríperativodequehacer! Pero; al fin yalcábo, eLociosod:io .falsifica su vida:' él no' hará Jorque tiene que hacer; pero no lo suplanta con ningún otro quehacer positivo. Fabrlciiconlos angilstiosos sudores de su aburrimiento el vaC!io:de todo quehacer. Estdno.es falsificar su Vida, Es simplemente anularla; practicarsuicidio,blallco: .,· .',En cambio,.el que l\ice algo,: el que hace niucho; pero no precisamente lo que hay que hacer, ése sí falsifica su vida.: Éste es el vicio de la laboriosidad:
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El hombre que trabaja en cualquiera cosa soborna su conciencia vital, la cual le susurra que no es cualquiera cosa lo que debería hacer, sino algo muy determinado. Una vez que se ha consagrado con el nombre. de «ciencia» cierta clase de ocupaciones rituales, muchos hombres se dedican a ella como al opio -para acallar la inquietud radical de su vida que sottovoce -la voz de la vocación-les exigiría un quehacer más intenso y dramático. No: «ciencia» no es cualquiera cosa; es espumar del universo esencialidades. Nuestra existencia necesita de éstas; por eso tiene que hacer ciencia. Y es posible que ésta requiera acumular datos, reunir informaciones, coleccionar documentos, etcétera, etcétera; pero, bien entendido, toda esa labor sólo está justificada en la medida rigorosa que conduzca al hallazgo de esencialidades. Cuando la désptoporcióú entre el trabajo empleado y este resultado, el único que justifica la ciencia, es excesiva -como pas:fen la filología goethiana= enµamos. en la.sospecha de que la ~
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Y es el caso que, en los últimos meses de su existencia, este viejo mandarín toma un día su vida entera. en la mano como para sopesarla; para pre. cisarsus quilate5; para definir lo que en ella había habido de esencial.' ¡Hora · conmovedora en que este alma convertida en alquitara de sus ochenta años vividos va.a destilar de todas sus rosas y todos sus· abrojos la sola gota simbólica! Y es curioso que entonces nos dice, no lo. que esta vida ha sido para sí misma, sino lo que ha sido o puede ser para los demás, para nosotros, especialmente para los alemanes, más especialmente para los jóvenes poetas de su tiempo: No nos desorienten estas especializaciones, que 'tienen aquí sólo un valor de plancis de perspectiva; La poesía es lo más inmediato' a Goethe; Es el modo radical de su vida. Todos tenemos un modo radical hacia el que gravita éltesto de nuestro ser, lo cualno quiere decir:que sea éltoda nuestra vida. Es eLplano para nosotros más próxirllo sobre.el que'proyectamos todo lo demás y que, por lo mismo, se convierte para nosotros en idioma privado con que nos entendemos al hablar con nosotros.mismos. El propio Goethe nos indica que no habla sólb depoesía ni sólo para jóvenes alemanes. Pongamos, pues; todos el 'oído atento, ya que, en rigor, se dirige a todos la palabra. ¿Qué pens.aba Goethe haber sido para los demás? ¿Qué .es lo que a sus ojos justifica en última instancia su existencia? «Yo no puedo' considerarme como sti maestro, pero sí puedo llamarrrie su libertadorn.• ¿Nada más? Nada más. Al comentar esta expresión, se !:¡a omitido siempre:subrayarla con un gran gesto de sorpn;sa, ¿Cómo? ¿Goethe hablando :de la libertad? :Se ha debido hacer constar que siendo esta palabra,. entre>las.pertenecientes al estrac to superior delléxico, la que más veces se ha pronunciado eri la·época que inscribe su vida; Goethe la .evitó constantemente. Además de las palabras que designan cosas materiales o espirituales, cada generación necesita unos cuantos.vocablos donde alojar sus entusiasmos. Lo de menos es el·significado concreto que accidentalmente poseen; lo esencial es que han sido elegidas para decir. con. ellas lo indecible, el radical fervor o el radical terror que constituyen en cada tiempo. los resortes decisivos de la. vida. humana. Hacia 1800 las dos palabras místicas que al resonar estremecían los corazones occidentales eran,éstas: .«libertad», «electricidad>h Leed los libros roe mánticos alemanes yfranceses y veréis cómo dé pronto, cuálldo menos se espera, 'cúando ria sabe el autor cómo calificar exquisitamente algo, el atitcir dirá que es «eléctri~o». Volta, luego Faraday; habían puesto la mano sobre esta nueva forma; tan extraña, dé la energía cósmica; y lás sacudidas que la pila de. aquél producía las causaba, sin más, el simple vocablo «electrici" dad». Motivos de más honda raíz histórica conceritrárcin·eTuel vocablo «li~ bertad» la máxima irradiación de potencia espiritual. Desde 1780 se llamó en Europa «libertad» .todo lo que enardecía y entusiasmaba, como los.griegos
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llamaron lialón las, cosas más dispares con tal que coincidiesen en su efectrnalcohóliéo. El menestral de París moría tras la barricada gritando: « ¡Lic bertáP-l»; mientras.en la cátedl'a de] éna, a pocos nietros del castillo donde Goethe:trábajaba, Fichte.gritaba:'«¡Libertadl»,desdeel fondo de su alma espléndida; incandescente; freriética .. :Yla verdad es que ambos-·el menestrál y el meditador-·-. se referian cori el mismo rumor a cosas nada parientes entre sí. Tál vez pueda asegunirsequelo.que Fichte y Hegel.insuflaban en la palabra libertad, río tenfa nada oJnuy poco.que ver con lo que esta.palabra significaba usada con decoroso .rigorverbaL Pues bien, mientras tanto, sólo Goetherehusabapronunciarla.Yhe~quí que en esta hora final, ¡:a5i ya desde la otra orilla: de la vida,. Goethe se vuelvé hacia nosotros los vivientes paiá resumir su eXistencia desdé ettrasmundo; y To que nos dice es: «¡Libertad!>> Luego, con su andar perpendicular, desaparece en el silencio absoluto ... :'· · · ::.:: .·Pero:no·podemos·entretenemos en.este punto, aunque es muy.imporl tante,,; · ,. ;¡;· '1 · •Aldefiniíse como nuestro libertador, Goethe anuncia y enuncia la pro~ mesa qué para nosotros va a ser. No.nos señála ésta o la otra obra suya, éste o el otro acto de su vida,como fo definitiyaínente' valioso, sino que conduc ce nuestra mirada al conNnto de todo•eso y nos ló presenta extractado en lá simpléabréviatura:déunmovimiérito liberador. Yes:como si dijera: Yo he sido el que quiso libertarse y mi ejemplo os liberta a vosotros. . i: La libertad 'és .unimóvfnii'erito i:on ·su tenninils a quoy su' tenninus ad quem. ¿De qué nos libertaí(ioetheyhacia qué? «Puedo llamarme su liberta.'. dor =dice alos jóvenes= porque en mí: han averiguado que como el hom~ bre vive de dentro afuera, también el artista tiene que crear de dentro afue~ ra, ya que, haga los gestos que haga, no podrá nunca dar a luz otra cosa que su·propio individuo»! La liberación de que se trata es,· pues; la liberación hada.s!mismo: Eltenninús aquoies,;do demás; ló que no es el «sfmismo». • ' ce.ES te viejo mandarín me invita a evaditme delo demás como de una prisiónya in5talaínié enrilí mismor No sabemos bien en qué consiste el «IIlÍ mismo».No importa: «ser.sí mismo>f,nos representa la carié:iarriás'sécreta'y profunda, és comó sVacaridaran nuestra raíz. Es la promesa de lit ínáxima · voluptuosidad. Recordad lós versos más'Citados de.Goethe:r «Suma delicia delas 'criaturas sólo es la Personalidad» Ce! ser simlsmb}: Conio Nijinskyen Sdierazade; sin preocupación alguna;'apenas abierta la puerta de la prisión¡ damos el e'norme brinco hacia la delicia de ser si mismo. Vamos a palpar; temblando dé placer; lasínorbideces del yo: Pero::l ¿dónde está? Lo buscamos éritorn6yno.fo hallamos: Penetramos en nuestro interior seguros de encontfar!o,Til !intmiffre ho1Ítini: habitat veiitas c.:.chabía: dicho. SanAgustin: N o,s irµaginamos nuestro interior coriio un•recinto; una cámara hermétiéa
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y1imitada, donde. no puede perderse nuestro yo; eséabullirse;fogarse. Allí no habrá escape: podremos ecliarle a•nuestro Yo la mano al cuello, como ·hace,elpolicüi conelladrónacorralado: Y,• en· efecto; nuestra intimidadtie. ne:sus cuatro paredes:bastante definidas. Lo problemático és•elfondo,11Úestrofondo.Ncis•pr.eguntamos:•¿creo yo en el fondo eso•que parez'co creyendo ,-'-'en·política,:en arte; en ciencia; en amor? Porque el «rilímismo» consistirá en fo: queso sea.en·el fondo. Yempid:o ailevantarlos suelos de mi'intimidad, como un arqueólogo que busca bajo ,]a gracia del'paisaje Visiblela Troya•auténtica; la Troya de Pnam9 y' Eneas: '¡:Vano empeño! Las capas geológicas demifondO se sucede:itunas,bájo otras; con sufaunRvariada/suave o atroz. Yo násoy:últiniamente'ésteni éste•demásabajo,,Son falsos'yos;que me han 'colonizado;. que han venido de fuera: ideas recibidas, preferencias que el 'contoniome haimpuesio', sentimientos de contagio, 'personalidades mías que eri todo momento puedo revocar, sustituir, modificar. y yo, incitadó·por Goethe'a esta eXci.irsión verí:ical; b"usco mfyo mismo; no un yo cualquiera: mtyo necésario, in;evocablei ¿No es este exasperado afánpor hacer pie en la tierra firme;, en.la autoctonía desímisnio, lo que moviliza todas fas grandés figuras de Goethe? Werther, demasiado seiisible,,demasiado débil, di:'.masiado «elt:ctrico»fdesespera de encontrarse. ¿Suicidio? No: Werthet disparalapi5io!a1sobre el enamorado de Carlota como sobre un transeúnte. Era uno de susyos¡ que: pasaba pori delante de su auténticoyoy le intercep~ taba la comunicación con éste! La prueba de ello es que; si'la herida:no hubiese sido mortal, podíamos imaginar toda una biografía de Werther más allá de su suicidio -la de Goethe. Wolfgang deja entre las garras de lapasión ciega el frac azul, como una camisa de serpiente, y él se escurre, se liberta más allá, nadando hacia la costa de sí mismo. Nuestro fondo es más abismático de lo que suponíamos. Por eso no hay medio de capturar nuestro «yo mismo» en la intimidad. Se escapa por escotillón, como Mefistófeles en el teatro. Goethe nos propone otro método, que es el verdadero. En vez de ponernos a contemplar nuestro interior, salgamos fuera. La vida es precisamente un inexorable ¡afuera!, un incesante salir de sí al Universo. Si yo pudiese vivir dentro de mí, faltaría a lo que llamamos vida su atributo esencial: tener que sostenerse en un elemento antagónico, en el contorno, en las circunstancias. Ésta es la diferencia entre Dios y nosotros. Él está dentro de sí, flota en sí mismo; lo que le rodea no es diferente de lo que él es. Esto no es vida -es beatitud, felicidad. Dios se da el gusto de ser sí mismo; Pero la vida humana es precisamente la lucha, el esfuerzo, siempre más o menos fallido, de ser sí mismo. En rigor, para Dios no hay un dentro ni un fuera-·-porque no vive. La contraposición surge en el caso del hombre: es él un dentro que tiene que convertirse en un
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fuera. En este sentido, la vida es constitutivamente acción y quehacer. Eldén: tm, el «sí mismo» no es una cosa espirirualfrente a las,c9sas corporales del contorna¡ La psique no es sino un cuasi-cuerpo, uhéuerpo flúido o'especc tral.,,Cuando miro;, de espaldas al contorno físico, esa supuesta intimidad niía,.lo quehallo es mipaisaje psíquico, pero ,no mi yoi Éste, no es una cosa, sino un programa de quehaceres, una normayperfilde conducta.' Por eso, en el mismo trozo casi de ultrátumba que ahora comentamos explica Goethe sil acto, libertador del sí mismo, diciendo:, «Ahora ya ,no tenéis una,úorma -SJ7 enfiende, recibtda-,; ahora tenéis que dárosla a vosotros mismos».·,: , , ,Ahora se comprende, por qué ~Lyo resulta: inaccesible cuando lo b,usc caµ10sc Buscar,es:unf! operación contemplativa; intelecruaL Sólo se contemplan, se,ven; se ousC:an' cosás~ Pero la norina surge en la acción, Eri,el chóque eriérgito con el fuera ·brota clara lavbz del dentr_o como programa de conc ducta; Un programa que:serealiza.es,un dentro que.se,hace•un fuera. Goethe no fue <>.
Neue ZürcherZeitwig, marzo, 1932
LA POESÍA DE ANA DE NOAILLES
Ha~~emos u~ poco e~ tomo a la ~ás poédca de las colldesas y l~ más condesa de las poetisas. Ana de Noailles es hoy la hilandera mayor del lirismo francés. Con un fuego ejemplar, laboriosa, constante, hila cada lustro los ... tan bello, tan cáversos de un libro que es siempre parejo. a los anteriores:lido, tan voluptuoso. Diríase que el libro precedente se deshizo y fue necesario volverlo a tejer. Ana de Noailles.es,literariamente, Penélope. El postrer volumen se llama Las.fuerzas eternas., Estas fuerzas eternas son, ante todo, el amor y la muerte. No se crea, sin embargo, que ha esperado la condesa hasta aho~a para cantar esas potencias esenciales. Toda su obra ha gravitado siempre haci¡¡ ellas, basculando deleitablemente de la una a la otra. Son cuatrocientas páginas de apretada poesía. Llega a nosotros el libro atestado de flores, de· astros, de abejas;.d,e nubes,: golondrinas y gacelas, Cada poeta tiene un repertorio de objetos que son sus utensilios profesionales. Como el lañador trashumante viaja con su berbiquí y sus alambres, la condesa necesita desplazarse con toda esa impedimenta para poder operar sus preciosas fantasmagorías. Sobre cosas tan bonitas no es posible decir cosas más bonitas .
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L'.abeille ame bonds cha11ta11ts, vigoureusement molle,
parece en sus vuelos perseguirse a sí misma. La golondrina pasa co,n sus gritos de pájaro que alguien asesina: ] e co1111ais bien ce cÍi brisant de !'hir01ídelle Comme une jléche oblique ancrée au coeur du soir.
Los campanarios son dulces colmenas de, abejas argentinas. :i, '· · Las ranas son cigarras de la onda:
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La lluvia es un sol que juega con rayos de metal. Ene! viaje. Tes reveuses pnme!les Contemplaient l'h01izon,flagellé et chassé Par le vent, qui, cltercltant ton visage oppressé, Faisait bandir sur toi ses fluides gaze!les. La campanilla que anuncia la cena da sus brincos de cabrilla loca atada a su cuerda. En la noche limpia, los astros son fragmentos de día. Hay en los versos de Aná de Noailles, lo mismo que en su prosa, 11na excesiva y i:nonótbna prebcupaciónpor el amor. El amor es todo-··dice va' rias:veces'enceste vohimen::. :L.' -::i~
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I.e flot léger de l'air vimtpar mides dansantes .. :
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Amout; taclie·pure'et c&taine, ' '.ActejoyeuX:et sans rmttord; Le sci11 combat contre fo 11101t, '. · . Lasenlé anne proche'et lointaiite Dont dispose, en sa'pauvreté, · fetre hanté d'étemité.
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·Este: erotismo tan exclusivista fatiga· un poco al lector que no posee una disposición tan 'contimiada para el deliquio apasionado. Al resbalar por estas páginas, pensamos más de una vez que se trata de:una curiosa ilusión óptica padecida por- este poeta: No es que el amor sea todo en verdad, sino que la elocuencia,poética sólo brota en Ana de Noailles de estados de ánimo vcilupti:tosos: . Plus je vis, oh mon Dieu, moins je peux expiimer La forccdemon coeur, l'infinité d'aimer,· Ce !anguissant ou bien ce bondissant orage. ]e 511is co111111e l'étable oft entrent les rois mages · Tenrintml:re leurnnains' leurs cadeaux pa1fwi1és> ' ]e Sltis cette luunble porte ouve1te sttr le monde; La mtit, l'ai1;'1espaifums et l'etoile m'inondent:
Esta perpetua cantinela voluptuosa fluye como un ria denso por el cauce del verso,No es; pues, propiamente amor; es simplemente voluptuosidad. Sus metáforas son casi siempre del mismo tipo; en casi todas,se alude al es-
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tremecimiento erótico y repercute el espasmo. El alma que en esta poesía se expresa no es espiritual; es más bien el alma de un cuerpo que fuera vegetal. Si intentanios imaginar el alma de una planta, no podremos atribuirle ·ideas ni sentimientos: no habrá en ella más que sensaciones, y aun éstas, vagas, difusa.<¡,'aÍ:rrio~féricas. La planta se sentirá bien bajo un cielo benigno, bajo la blanda mano de un viento suave; se sentirá mal bajo la.borrasca, ai:otada por la nieve inverniza. La voluptuosidad femenina es acaso, de todas las humanas impresiones, la que más próxima nos parece a la existencia botánica. Ana de Noailles siente el universo como una magnolia, una rosa o un jazmín. De aquí su prodigiosá sensibilidad para los cambios atmosféricos, climas, estaciones. No obstante su insistencia amórosa, es revelador que el hombre no aparece nunca dibujado en el fondo aéreo de esta poesía. En cambio, actúan los entes anónimos y difusos: el viento,la humedad, el aiul, el silencio.
¿No es ésta una idea que cabe muy bien en el corazón de, una ainapola? Y en otro lugar: Les vmts 1égers ont ce matin Cette od1;ur d'onde et de lointain Qu'ont les yagues contre les 1ives.
Otra vez:habladeh
· Se tráta de una condesa eminentemente estivaL En sus paisajes todo es verano; a lo sumo,un·estio que se'acuerda de su infantil primavera o se aso" ma a la vertiente declinante de su otoño. Esta'poesia vive exenta de invier" no: Lo que más abunda·enella'es dcielo pulimentado. Imagiriarnosa la condesa·con un vago gesto de criolla,:sentada al balcón, sobreunjardin, bebedora de azul.
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Certes, rien ne meplait que tes étés, o monde!
Magnolia, rosal, jazmm, le sabe fa tierra.húmeda, paladea las brisas y se estremece cuando pasa en el.caz, temblando, el agua andarina. .De paso, flirtea con la nube transeúnte: La nuit, me soulevant d'un !it tiéde et paisible, M'accoudant au balco110j'i11temigeais les dewc, Et j'échangeais aveda nué inaccessible Le langage sacré du silence et des yeux. '·
Porque hay en e5te lirismo vegetal un poro al través del cual sorpren" demos que dentro de la planta hay una mujer, mejor, una alta dama. Y es que primavera, estío, azul de cielo, aura de septiembre, vaho abrileño de lluvia, todo lo recibe como si se tratase de caricias que le fuesen personalmente dedicadas. Nos habla «del cielo que alarga sus lácteas caricias», o bien comienza una composición de esta suerte: Channe d'1m soir de mai; que voulez~vo1!5 me dire? Comme l!ll corps plein d'ammtrVOllS venéz contre moi...
Con todo esto, una cosa debe quedar taxativamente dicha: la poesía de la Noailles es espléndida. Tal vez no haya habido en todas las literaturas modernas otra mujer dotada de parejo ímpetu poético. Las observaciones que acábo de hacer no son propiamente reparos, más bien subrayan y definen la calidad de su admirable estilo. Sin embargo, o tal vez por lo mismo, asoma durante la lectura a nuestro ánimo, irreprimible, una pregunta perturbadora. ¿Hasta qué punto puede alojarse en la mujer la genialidad lírica? La cuestión es poco galante y corre. el riesgo de suscitar en contra todas· las ba" nalidades del feminismo. No obstante, algún día será preciso responder a esta pregunta con toda claridad. Por ahora, permítaseme una ligera indicación. El lirismo es. la cosa más delicada del mundo. Supone una innata capacidad para lanza¡; al universo lo mtimo de nuestra persona. Mas,.por lo mismo, es preciso que esta intimidad nuestra sea apta ·para semejante ostentación .. Un ser cuyo secreto personal tenga más o menos carácter.privado.producirá.una lírica trivial y prosaica. Hace falta que el último núcleo de nuestra persona sea de suyo como impersonal y esté, desde luego; constituido por materias trascendentes.
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Ahora bien: estas condiciones sólo se dan en el varón. Sólo en el home brees normal y espontáneo ese afán.de dar al público lo más personal de'5u ·persona:• Todas ias•actividades históricas del sexo masculino nacen de ésta · su condición. esencialmente lírica, Ciencia, política; creación industrial, poesía; soIJ. oficios que consisten en dar al público anónimo, diSpersar en el contorno C:ósriricolo que constituye la energía íntima de cada individuo:La mujer, por el contrario, es nativamente ocultadora. El contacta con el público, con el derredor innominado, produce automáticamente en la mujer normaLun cauto hermetismo. Ante «todos», el alma femenina se cierra hacia dentro: En cambio, re5erva su intimidad para uno solo. Al revés que el hombre, el cual, en la relación privada o individual con otro semejante.-•-una mujer u otro varón~ es siempre insincero,' torpe e•insignificante. Es vano oponerse•a la ley esencial y no meramente histórica, transitoria o empírica que hace del varón un ser substancialmente público y de la mujer'un teme petamento privado. Todo intento de subvertir ese destino termina en fracaso. No es azar que la máxima aniquilación de la norma femenina donsista en que la mujer se convierta en «mujer pública», y que la perfección de la misión varonil, el tipo más alto de existencia masculina, sea el «hombre público». Ese mecanismo de sinceridad que mueve al lirismo, ese arrojar fuera lo íntimo es en la mujer siempre forzado, y si es efectivo, si no'es una ficticia confesión, sabe a cínico. Conviene a este propósito recordar que ha habido un género literario donde sólo han descollado mujeres y donde siempre el hombre ha fracasado: el género epistolar. Es él la única forma privada de la literatura, y, como tal,· estaba predispuesto para la mujer. En cambio, el hombre no acierta a escribir cartas porque, sin darse cuenta, convierte al corresponsal en todo un público y hace ante él gestos de escenario. Cuando se da el caso de que una mujer posea facilidad y gracia bastantes para transmitir a la muchedumbre su secreto personal de una manera convincente y auténtica, nuestra desilusión llega al extremo. Porque entonces descubrimos que esa intimidad femenina, tan deliciosa bajo la luz de un interior, puesta al aire libre resulta la cosa más pobre del mundo. La personalidad de la mujer es poco personal, o, dicho de otra manera, la mujeres más bien un género que un.individuo. Me parece vano querer cegarse ante esta evidente realidad, que explica tan bien la labor de la mujer en la historia y la perpetua mala inteligencia interpuesta entr.e ambos sexos. Ello es que la mejor lírica femenina, al desnudar las raíces de su alma; deja ver:la monotonía del eterno femenino y la exigúidad de sus .ingredientes. La pintura se ha encontrado sorprendida por la misma experiencia. En el retrato se plantea el problema de crear.plásticamente una individualidad, una figura que afirme su carácter único, insustituible, señero. Para ello hace
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falta que el pincel sea capaz de individualizar su objeto; pero, ademas, que éste' sea de suyo individual y no igual a otros muchos, mero representante de un: tipo. Yacaece que si hay pocos verdaderos retrátos dé hombre, puedt;' decirse que no hay ninguno de mujer; El retrato femenino es la desesperación de la pintura; El artista se ve forzado, para singularizar la fisonomía coc piada, a acumular distintivos ornamentales, buscando 'en. el traje diferenciaciones que faltan en la persona. La mujer es para el pintor, como para el amante; una promesa de individualidad que nunca se cumple. Si hubiese habido mayor número de mujeres dotadas de los talentos formales p¡irala poesía, sería patente e indiscutido el hecho'.de que el fondo personalde las almas femeninas es, poco más omenos,.idénticd.•.• . , .• .. .No es, portantopiada:extraño que en Ana de Noailles,.postrera poeti;sa; hallemos una rara coincidencia con la primera mujer versipotente: con Safo la:deLesbos. · < . En los escasos fragment~s quede ésta nos haTuConservado se enunciah exactamente los• mismos temas• e igual modulación que en nuestra musa contemporánea:". Coma el vitlíto resbala parlas laderas· . Y resuena entre los pinos, ·· ' •Asi estremece Eros mi: corazón. : (Fragmento 42) :"
ii.
De m!evo Eros· me atonnenta, Eros qtie adonnece los miembros;
entona la Noailles. Un temblor se apodera de mí toda,
entona Safo .. Dewc etres luttent dans mon coeur: C'est la bacchante avec la nonne.
: , ¿Se ha conocido alguna vez una mujer que no sostenga llevar dos dentro de sí? Centauresa de bacante y de monja, no hace la Noailles sino repercutir el verso solitario de Safo: .
N~
sé lo que hago: hay en mi dos almas.
1i 1
'1
Las·dos•mujeres divinas, situac\as a ambos extremos del destino .europeo,.sienten la fuerza anónima del silencio con inesperada coincidencia. La actu:¡il ~
Monstruo ag1idulce, iJTesistible...
' . (Fragmento 40) · La.mismasensibilidad para el contorno cósmico que en versos antes cüados;•transparece enestos•qtros; viejos dei:asitres.milaños: · '
,~
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: f;
·La luna y las pléyades.han declinado. Es media noche; Hace mudto que pasó la hora. .... ' ·Hoy he de yacer solitaria:;
Melancólica quéja de una mujer también «rebelde. al dtoñm,;,• para quien ha pasado la hora incendiada deLitmor. "• ,.. " "·" "·
' Un radieux effroifaitiren1bler níes genoux, , ¡
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MAURICIO BARRES
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~e,~os semidio~es
Can Mauricio Barres se consume la fauna maravillosa literarios que comienza en Chateaubriand. Cuando el tiempo haya depositado sobre el siglo XIX muchos aluviones de futm;o, aún podrá el excavador reconocer la tierra de aquella centuria por los. restos gigantes de· estos 'enormes plumíferos que hicieron sus magníficos vuelos circulares en tomo al corazón de Europa.Ni antes los huborni'es verosímil que los haya después. Son pájaros de ala fargayvbz canora, mezcla extraña,• equívoca, ya! cabq desagradable, de gipaeto yruiseñor.•i •• ··••• •· • • • . ·, ,·. ,,' • · No,· no es verosímil que vlielva a haber una época en la cuallos escritor¡;s sean• tanto cbl:no han sicfo en eLúltimo siglo. Yb no sé si nos hemqs dado aún cuenta de la situación incomparable que durante él gozó el litera'to. Todos los demás poderes históricos-salvo el dinero-, todos los otros pres'tigios-.-·salvb el del oro y el diamante-, rotos y desvanecidos. La única fe restante y en pie, la que va al pensamiento y la palabra. Francia, sobre todo, ha dedicado el más religioso culto al párrafo. «La menor frase suya que-leo me estremece» -decía de Chateaubriand su primera amiga: Paulina de BeimmQnt._Uno delos rasgos geniales de Francia es esta su capacidad de temblar toda bajo el encanto de una cadencia gramatical. Las obras literarias han influido siempre en la marcha del mundo. La literatura es una de las potencias primigenias de la historia. Con la mayor autoridad se ha dicho que «en el principio era el verbo», es decir, la divina retórica. Pero antes de Chateaubriand, entre la obra literaria y el hombre de letras había una absoluta distancia. La obra no era el hombre; influía por si, atraía sobre sí.el entusiasmo de las gentes. El autor quedaba anulado por su obra, oscurecido, .en la deplorable situación de quien no es sino padre de una hija bella. Mas he aquí que Chateaubriand -después ·del ensayo insuficiente que hizo Rousseau-.-vierte su propia persona·en la obra. Dondequiera que ésta va, lleva dentro incluso a su autor, y la ad156
miración por ella es indisolublemente entusiasmo hacia el hombre de que es emanación: La·nuevatrianera; al personalizar la obra, invierte lostérminos tradi·cianales. No 'es ella; por su cante.nido objetivo, impérsonal, independiente, quien ennoblece·:a su autor, siho. al revés: la•obra romántica, de Chateaubriand a Barres, no es otra cosa que· expresión de la personalidad de su autor. No tiéne valor por sí, no tiene independené:ia; no es un pequeño orbe concluso y completo que encierra dentrb de síuTI'sentidO mtegro. En cada una de sus frasesresuena la voz del autor; y toda ella es meramente un síntoma, un gesto de la persona literaria. Lo interesante es el .autoL Si se abstrae de éste; fa obra carece desentidb, Por esta razón; a la inversa de lo que era sólic to, la obrarománticahace converger' el fer"iror de las gentes no sobre sí, sino sobre el escritor, cuya persona rea1,ccon su carne y su hueso, se convierte en un poder social-Los políticos letemeny las mujeres se enamoran de él. Está último sobre todo. El estil.o de Barres; comp el de Chateaubriand, es prindpalmente un estiló sexual.La frase de ambbs ondula cargada de voluptuosidad. Es admirable literatura de macho encelo y tiene el mismo origen biológico que el canto vernal del pájaro. Al vizconde de la Restauración y a su nieto H diputado• de la Tercera República se les hincha de pronto la garganta, engolan la voz y danill viento un ariainsiStente.de ruiseñor. La intención estétka de estaforma literaria no es otra que exhibirse y hacerse in~ teresantey bonito• El abuelo, más fuerte que el nieto; sustituye a veces la ca" pla de Filomena por un 'largo mugido de ciervo 'que en el corazón de la selva anuncia su brama y promete a hembras anónimas melancólicas caricias. Barres es el último feudal literario. Esto se ha acabado. Ya no hay más arias ni más derecho de pernada. Alas más jóvenes, quienes lo son menos podrian decir, como Talleyrand del antiguo orégimen: «El que no lo ha cono~ cido no sabe lo que e5 la dulzura de vivir». Ahora es preciso otra vez ganarse la vida literaria con la obra. Los escritores volvemos a ser artesanos; la. estimación irá a nuestra obra, no a nosotros. Ya no se enamorarán las mujeres de nuestra persona·, atraída5 por el ademán de nuestros párrafos. Tenemos que ponemos en la fila y disputar el triunfo varonil alingeniero y al futbolista. ·,'Para este magnífico linaje de los románticos -muy especialmente para elprirneroydúltimo-.· ,Ja.literatura era' sólo un· gesto que se emplea entre otros muchos, no una creación a que se aspira y por la cual el creador renunc cía a si mismo. De aquí dos efectos: aldesvanecerse la persona que un tiempo nos arrebató, el prestigio de la obra parece evaporarse. Yo fui en mi mocedad uri delirante lector de Barres;· cuando hoy me ocurre hojear sus libros, los encuentro deshabitados y comó llenos de ausencia. No hallo en ellos más que formalismos melódicos, gestos inválidos de marchita gracia ornamental.
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Han pasado muy.pocos años, y de la voz barresiana se oye sólo el falsete; «Era un alma compuesta», sin fondo espontáneo y primitivo .. Como él mise rrío dice no sé dónde de no sé quién, «era más bien 'cisterna que manantial». Antes que poético, su lirismo es de actor. No crea, representa. Neéesita de un público urgentemente, hasta el punto. de que de la mitad de sí mism.o hizo un espectador ante ekual gesticulaba su otra mitad.· · El otro síntoma grave que diagnostica Ja falta de salud estética en Barres fue· su deslizamiento hácia Ja política. Cuando un escritor no se contenta con ser escritor, sino que aspira a ser héroe, hay vehemente sospecha de que no tiéc ne limpia su conciencia literaria, que su inspiración no satura su sensibilidad ni la nutre suficientemente. El escritor: insatisfecho de' sí.mismo se esfuerza por completarse con otra cosa. Casitodos los románticos , «la tierra y los muertos» son lucidos animales sobre los cuales ha caracoleado en sus campañas..... A la educación abstracta, .sin raíces; opone Barres .un imperativo de disciplina francesa. Apenas habrá cosa sobre que Barres haya.insistido más. Pero imaginemos que un mozo francés toma en serio esta pertinaz y manó" tona orden de Barres y trata de orientarse en su obra sobre lo que es la disciplina francesa. ¡Vano intento !En la obra de Barres no hayniriguna idea darasobre el·sentido francés delavida.No nos enseña lo más mínimo sobre cómo .ha sido y debe ser un francés ..En vez de una doctrina positiva, hallamos sólo una frase formal e inane, un formalismo más estéril aún que el del imperativo kantiano; al cual pretende sustituir.Barres nd ha extraído nada sustancial de los dásicos franceses, y del que más ha estimado, de Pascal, sólo ha aprendido qu'i!faut s'abeti1:
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Va a sermuy difícil salvar a Barres. Aunque no quisiera que esta nota se tomase como· expresión completa ni bien ponderada de mi juicio sobre su ·]abar, he busc'aélo manera de tejerle una corona con sus propias virtudes. 'Pero, lealmente dicho; no las he hallado fuera de su gracia verbal. Diez años antes de morirse; Barres no significaba ya nada importante para las nuevas generaciones. Como Heine diña, era ya el rey abdicado del milenio romántico. Suya es esta frase: Lesjeunes gens et moi, nous ne nous comprenons pasl Para un hombre que ha sido y ha querido ser un poder social sin límites, esta renuncia a dominar la juventud equivale a una abdicación. Con Jos jóvenes es preciso entenderse siempre. Nunca tienen razón en lo que niegan, pero siempre en lo que afirman. Nuestra obra debe extender siempre un tentáculo hacia los corazones de mañana. Hoy vemos que Ja figura de Barres estaba toda vtielta al pasado. De sus páginas no se levanta cenital riinguna alondra que vuele hacia auroras. Todas sus inspiraciones fueron vespertinas -.-recogeriun día ya.cmriplido; son densas, fatigadas y somníferas:.: ·Como buen.romántico, vivió de las vidas ajenas; dél pretérito, de lo ya hecho.Je pas dans lepas. Romántico es. todo aquél para quienla historia existe; En. este sentido lo somos todo's los occidentales. Mas para .Barres sólo existió la historia. Delante de un paisaje natural, su sensibilidad enmudece; Necesita paisajes imprc::gnados de historia; donde otras vidas quedaron in" fusas; Su patetismo ideOlógico se alim,enta sorbiendo esas existencias.antec riores. El gipaeto que era. un ruiseñor resulta un poco vampiro. Barres ha varrípirizado sobre elTajo, sobre la laguna veneciana, sobre·el Euro tas y el Orontas: Hoy nos es, desa¡}acible verle en trance histérico sumergir el belfo sensual en la sangré y la muerte.
Revista de Occidente, diciembre, 1923
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dental. Y lb más curioso, lo más inquietante, es' la analogía de esta ley con la que ha regido los destinos de la filosofía· europeac Este paralelismo.entre las dos labores de rniltura más distantes permite sospecharla existencia de un principio general aún más amplio que ha actuado. en fa efolución.entera del espíritu europeo .. Yo no voy a alargar;la aventura hasta ese,remotó·arcano, y me contento, por el pronto; coninterpretar eLgestci de seis siglos que ha sido la pintura deOccidente,, ''
SOBRE ELPUNTO DE VISTA EN LAS ARTES
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L~,H~~~ori~: c~and~ es•;o.que d~b~ se;, es un~ elaboración.de fil1ns.N~,s~ contenta con instálarse.en cada fecha y ver el paisaje moral que desde ella se divisa,. sino que a esa serie de imágenes estáticas, cada una encerrada en sí misma, sustituye la imágen de un movimientooLas «Vistas» antes discontinuas aparecetialiora emergiendo unas de otras, continuándose sin intermisión unas en otras. La realidad, que 1in momento pareció consistir en una iillinidad' de hechos· cristalizados, quietos· en su congelación, se liquida, mana y tomaunandar fluvial. La.verdadera realidad histórica no es el dato, el J:techo, la cosa, sino la evolución que con esos rµateriales fundidos, fluidificados, se construye. La Historia moviliza, y de lo quieto nace !orando. II En el Museo se conserva a fuerza de barniz el cadáverde una evo In" ción. Allí está elflujo del afán pictórico que siglo tras siglo ha brotado del hombre. Para conservar esta evolución ha habido que deshacerla, triturarla, convertirla de nuevo en fragmentos y congelarla como en un frigotífico. Cada cuadro es un cristal de aristas inequívocas y rígidas separado de los demás, isla hermética. Y, sin embargo, no sería difícil resucitar el cadáver. Bastaría con colocar los cuadros en un cierto orden y resbalar la mirada velozmente sobre ellos -y si no la mirada, la meditación. Entonces se haría patente que el movimiento de la pintura, desde Giotto. hasta nuestros días, es un gesto único y sencillo, con su comienzo y su fin. Sorprende que una ley tan simple haya dirigido las variaciones del arte pictórico en nuestro mundo occi-
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El movimiento supone un:móviL¿Quién se mueve en la .evolución de la pintura? Cada cuadro es una instantánea en que.aparece detenido el móviL ¿Cuál.es éste? J'i'o se busque.una· f:OSa.muy complicad~. Quien varía, quien se.desplaza en la.pintura;}' cbns\ls desplazamientos produce la dF versidad de aspectos y estilos; es simplemente el'puntp de vista del pintor. ·.Es natural que sea así. La idea.abstracta es ubicua. Eltriángulo isósceles, pen5ado en Sirio yen la Tierra; presenta idéntico aspecto. En.cambio, .toda imagen sensible arrastra. el sino inexorable de su localización,. es decir; que la imagen nos presenta algo visto desde un punto de vista determiriado. Ese ta localización de lo sensible puede ser estricta o vaga, pero no puede faltar. La aguja de la torre, la v.ela marina, se nos presentan a una distancia que evaluamos con práctica exactitud. La luna o la faz azul del cielo, en una lejanía esencialmente imprecisa, pero muy característica en su imprecisión. No podemos decir que se hallen a tantos y cuantos kilómetros; su localización en lontananza es vaga, pero esta vaguedad no significa indeterminación. Sin embargo, no es la cantidad geodésica de distancia lo que influye decisivamente en el punto de vista del pintor, sino la cualidad óptica de esa disc tanda. Cerca y lejos, que métricamente son caracteres relativos, pueden tener un valor absoluto para los ojos. En efecto, la visión próxima y la visión·lrjana de que habla la fisiología no so¡i nociones que dependan principalmente de factores métricos, sino que son más bien dos modos distintos de mirar. ·
N Si tomamos un objeto cualquiera, un búcaro, por.ejemplo, y fo acercamos suficientemente.a nuestros ojos; éstos convergen sobre éL.Entonces el campo visual adopta una peculiar.estructura, En el centro se halla el objeto favorecido, fijado por nuestra mirada; suforma.aparéae clara, perfectamente
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definida; con todos sus detalles. En tomo de él, hasta el borde del canipovisual; se:extiencfe una tona que· no mirarnos y, sin embargo, vernos cori una visión· indirecta, vaga;.' des atenta.. Todo lo quecae dentro de es.ta zona aparé" te situado·detrás del dbjeto; por.estd decirno~·que es su «fondo». Pero, ade" más; todo ello se presenta.borroso, apenas frecognoscible, sin forma acusac da,:más bien reduddo a:cdnfusas•rnasa5:decolor. Si no: se. tratase de• cosas· habituales, no podríamos decir qué son propiamente.las que vernos en esta visión indirecta. La visión próxima, pues, organiza el campo visual imponiéndole una jerarquía óptica: un núcleo central priVilegiado se articula sobre un área circundante. El objeto cercano es un héroe lumínico, un protagonista que se destaca· sbbre•Úna «masa»·, una:pieqe Visual; un.coro cósmico :en torrio. 'Compárese con esto•la visiónlejana::Envez de fijaralgún objeto próxi~ rno; dejemos que la mirada quietarpero: libr:e, •prolongue su rayd de visión hasta ellírnite del cainpo visual. '¿Qué hallarnos entonces? La estructura·~e dos elementos jerarquizados·desaparece. El campo ocular es homogéneo; no se ve una cosa·inejor
. A estas diferencias en el modo de mirar es preciso agregar otra más importante. . · Ahnirar de'cercael búcaro;·elrayovisual choca con la parte mas prominente de su pan.Za)·Luego, corno si e5te choque lo hubiese quebrado, el rayo se dilacera en múltiples tentáculos que resbalan-por los flancos-de la vasijá y parecen abrazar, su rotundidad, tornar posesión·de ella, subrayarla. Ello es que .el objeto Visto de muy cerca adquiere esa i'ndefinible corporet" dad y solidez propias del volumen lleno.Lo vernos de «bulto»', convexo. El1 cambio, .ese mismo objeto colocado al fondo, en visión lejana, pierde es.a corporeidad, esa solidez y plenitud. Ya no es un volumen compacto, claramente rotundo, con su prorninenciafsus curvos flancos; ha perdido el «bulto» y se ha hecho más bien una superficie insólida, un espectro incorpóreo compuesto sólo ~e luz." •. · La viSióripróxima• ti('!neun carácter'táctiL· ¿Qué misteriosa resonancia dehado conserva lamiiadacuando.:cdnverge sobreun óbjeto cercano? No tratemos ahora de violar este•rnisterio'. Es suficiente quei advirtamos esa
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densidad casi táctil que el rayo ocular tiene y le permite, en efecto, abrazar, palpar el búcaro. A medida que el objeto se aleja, la mirada pierde su virtud -de mano y se va· haciendo pura visión. Paralelamente, las cosas, al distan.ciarse, dejan· dé ser volúmenes. plenos, duros; compactos, y se vuelven me" ros entes qomáti,cos,. sin resistencia, solidez ni convexidad. Un hábito mi" lenario, fundado en necesidades vitales, hace que el hombre no considere como «cosas»', en estricto sentido, más que aquellos objetos cuya solidez ofrecereSistencia a sus manos. El resto es más o menos fantasma, Pues bien: al pasar un objeto de la visión próxima a la lejana, se fantasmagoriza. Cuando la distancia e5 mucha, allá en el confín de un remoto horizonte-"-unárbol, uh castillo, una serranía-'-, todo adquiere el aspecto casi irreal de apariciones ultramundanas. ·
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VI ..
Una última y decisiva observación. Cuando a la visión próxima oponemos la lejana, no querernos decir que en ésta miremos un objeto más distante que en la primera. Mirar significa aquí, taxativamente, hacer converger los dos rayos oculares sobre un punto, que, gracias a. ello, queda favorecido, ópticamente privilegiado. En la visión lejana no mir¡trnos ningún punto, antes biéri, intentamos abarcar la totalidad de nuestro campo' visual, incluso sus bordes. A estefüi, evitamos en lo posible la convergencia. y entonces ríos sorprende advertir que·el objeto ahora percibido-·el conjunto de nuestro campo visual- es cóncavo. Si estamos en una habitación, la concavidad termina en la pared frontera, en el techo, en el suelo. Este término o límite es una superficie que tiende a tornar la forma de una semiesfera mirada por dentro. Pero ¿dónde'ernpie7 za la concavidad? No hay lugar a .duda: empieza en nuestros ojos.mismos:, :2 .•De.donde resulta que lo que venias en la visión lejana es-un·hueeo como tal.El contenido de nuestra' percepción no es propiamente la superfit cie en que el hueco termina, sino todo este hueco, desde nuestro globd oeÚ" lar hasta la pared o hasta el horizonte: . Esta advertencia nos obliga a reconocer la siguienteparadoja: el objeto que vernos en la. visión' lejana no está más ·distan te de nos o tras que el vis to en proximidad\ sino; al revés; más cercano; puesto que comieil'Za eri nuestra córnea. En la pura visión a distancia; nuestra atención; envez de proyectar" semás lejos;:séhá retraído a lo absolutamente próximo,yelrayo visual) en vez de· chocaren la convexidad de un cuerpo sólido y quedar en ella fijo, penetra rinobjeto cóncavo, se desliza por dentro de un hueco; ·
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VII Pues bien, a lo largo de la historia artística europea, el punto de vista del pintor ha ido cambiando desde la visión próxima a la visión lejana, y paralelamente, la pintura; que empieza en Giotto por ser pintura de bulto, se toma pintura de hueco. Esto quiere decir que la atención del pintor sigue un itinerario de desplazamiento nada caprichoso. Primero se fija en el cuerpo o volumen del objeto, luego en lo que hay entre el cuerpo y el ojo, es decir, en el hueco. Y como .éste se halla delante de los cuerpos, .resulta que el itinerario de la mirada pictóricá es un retroceso de lo distante-aunque cercan~hacia lo inmediato al ojo. Según esto, la evolución de la pintura occidental consistiría en un retraimiento desde el objeto hacia el sujeto pintor. El lector puede comprobar por sí mismo .esta. ley que rige el movic miento del arte pictórico recorriendo cronológicamente la historia de la pintura. En lo que sigue, me limito a algunos ejemplos que son como estaciones del general itinerario.
VIII El Quattrocento. Flamencos e italianos cultivan con frenesí la pintura dé bulto. Diríase que pintan con las manos. Cada objeto.aparece con inequívo'ca solidez, corpóreo, tangible. Lo recubre una:pielpulimentada, sin poros ni nieblas, que parece deleitarse en acusar su volumen rotundo. No hay: diferencia en el modo de tratar las cosas en el primer plano y en el último. El artista se. contenta con representar más pequeño lo lejano que lo próximo, pero pinta del mismo modo lo uno que lo otro. La distinción de planos es, pues, meramente_abstracta.y_se: obtiene_por..pura perspectiva geométrica. fictóricamente,•.todo en estos cuadros es primer plano, es decir;' todo está pintado desde.cérea:. La menuda figura, allá en la lejanía, es .tan completa; redonda y destacada cómo las principales. Parece como si el pintor huqiera ido hasta el lugar distante donde se halla y la hubiese pintado; de cercá, lejos .. -I Mas es ünposible ver a la vez de cerca varias cosas. La mirada próxima tiene:que ir. desplazándose de'.una .en: otra para hacerlas,: sucesivamente, centro de la visión. Estq.quiere decir que el punto de vista en el cuadro pri" mitivo no es uno, sino tantos como objetos hay en éLEl.cuadro ·no está pintado en unidad, sino en plu~alidad; Ningún trozo hace relación a otro; cada ct¡al es perfecto. y aparte .. De aquí que el más. claro smtoina para conocer si un cuadro pertenece a una u. otra tendencia'-pintura de bulto o pintura de
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hueco.,,- sea tomar un trozo y.ver si, aislado, se:basta para representar con plenitud algo: En un lienzo de Velázquez, por el contrario, cada pedazo t:ontiene sólo vagas formas monstruosas. . Elcuadio primitivo es; en cierto modo, la adición de muchos pequeños cuadros, cada cual independiente y pintado desde un punto de vista próximo. El pintor ha dirigido una mirada exclusiva y analítica a cada uno delos objetos. De aquí proviene la.divertida riqueza de estas tablas cuatrocentistas.- Nunca acabamos de verlas. Siempre descubrimos un, nuevo cuadrito interior en que ho habíamos-reparado. En cambio, excluyen una contemplación de conjunto. Nuestra pupila tiene que peregrinarpaso a paso por la superficie pintada, demorándose en los mismos puntos de vista que el-pintor tomó sucesivamente, · ,._,'
IX
;.: Renacimiento. La visión próxima es exclt¡sivista, puesto que aprehende cada objeto por síy lo separa del resto. Rafael no modifica este punto de vista; pero -introduce en el cuadro un elemento. abstracto que-le proporciona cierta unidad: la composición o arquitectura: Sigue pintando cosa.por cosa: lo mismo que uri primitivo; su aparato ocular funciona según el mismo principio. Mas enlugar de reducirse ingenuamente, como aquél, a pintar lo que ve según lo ve, sometetodo· a una fuerza extranjera: la idea geométrica de la unidad. Sobre las formas analíticas de los objetos cae; imperativa; la forma sintética de la composición; que no es forma visible de objeto, sino puro esquema racional. (Lo mismo Leonardo, por ejemplo, en sus cuadros triangulares). · . • . La pintura d.e Rafael no nace tampoco ni puede ser contemplada desde un punto de vista único, Pero existe ya en ella el postulado racional de la unificación. ·· · ~:-{--
X: Ii·ansiéión. -Si caminamos de los primitivos y el Renacirriiento' hacia Velázquez, hallaremos en los vern;cianos; pero sobre todo' e?- Tintoretto y el Greco, una estación intermedia. ¿Cómo definirla? ·. En Tiri:toretto y el Greco confinan dos épocas. De aquí la inquietud, el desasosiego que estremece la obra de ambos. Son los últimos representantes de:la piritura de bulto,'que sieritenya los problemas futuros del hueco, sin acometerlos debidamente: -::
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· Desde su iniciación el arte veneciano propende a una visión lejana.de las cosas .. En Giorgione y en Tiziano los cuerpos quisieran perder su·apret'ada solidez y flotar como nubes, cendalesymateriásfündentes. Siwembargo,;falta resolución para abandonar el punto de vista próximo y arlalítico. Durante cien años forcejeare ambos •principios, sin victoria definitiva de ninguno. Tintotetto es.una manifestación extrema de este combate interior en que ya casi va a vencer la visión lejana: En los cuadros de El Escorial construye grandes•espaciosvacíosc Mas para tal empresa necesita apoyarse en perspectivas arquitectónicas comD'en muletas. Sin aquellas colurimatas y cornisas que huyen hacia eHondo, eLpincel de Tinto.retto se caería en el ' ,',., ;, ,, ; , , abismo de lo hueco que•aspirabaa crear., El Greco siguifica más bien un retroceso,•Yo creo que se; ha exagerado su modernidad y su cercanía a Velázquez. Al Greco le sigue importando, sobre todo, elvolumen. La prueba de ello es que puede valer como el último gran escorcista. No busca el vacío; perdura en é'l la intención de lo corpóreo, del volumen lleno. Mientras Velázquez, en'Las Meninas y Las Hilanderas, amontona a derecha e izquierda las figuras, dejando más o menOs libre el espacio central-.como si éste fue5e el verdadero protagonista-·,e el Greco hacina sobre tbdo·el lienzo masas corj:ioralesque desalojan por completo el aire. Sus cuadros;suelen estaratestados;decame!. ;· ,y, sin embargo; lienzos como' LaReStuTecdón, El firncjficado, (Prado) yLaPentecostés plantean con.una rara energía problemas de profundidad~ Pero es un errºr confundir la pintura de profundidad con fa de.liue" co ci vacía.concavidad. Aquélla no es sino una manera más sabia de a~u~ sar el.volumenc Ésta, en cambio, es una inversión· total de la intención pictórica;• ,, . '' ·. · ''Lo' que sí acontece en el Greco es que el principio arquitectónico se ha a¡:ioderadci.completamente de.los objetos representados y los ha sometido con sin par violencia a su esquema ideaL De esta·suerte; la ·visión analítica, que busca el volumen favciredendo con exclusividad cada figura, queda mediatizada y como neu.tralizada por la intención sintética. El esquema de dinamismo formal que reina sobre el cuadro le impone unidad y permite un pseudo-punto de vista único. ' •AdemáS,apunt'a ya ene! Greco ptro elemento unificádor: el claroscuro.
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nada más. Cada cosa.en el lienzo sigue afirmando su volumen y, consiguientemente, su independencia y particularismo. Son, pues, aquellas unificaciones del mismo linaje abstracto que la perspectiva geométrica.de los primitivos. Oriundos de larazón pura, no se muestran capaces de informar por entero la materia d.elcuadro, o, dicho de otro•modo,.no son principios pictóricos. Cada trozo de la obra está pintado sin su intervención.. Frente a ellos siguilica el claroscuro una innovación radical y más profunda. Mientras la pupila del pintor busca el cuerpo de las cosas;los objetos que habitan el área pintada reclamarán, cada uno para sí, unpimto de vista exclusivo y. privilegiado. El cuadro poseerá una constituciónifeudal donde cada elemento hará valer sus derechas personales. 'Pero he aquí que entre ellos se desliza unnuevo objeto do.tado de un poder mágico que le permite, más aún, que le obliga a ser ubicuo y ocupar todo eLlienzo sin necesidad de desalojar a los demás: Este objeto mágico es laluz. 'Es. ella una y única en toda la composición. He aquí un principio de unidad que no es abstracto, sino real, una cosa entre las cosas, yno una idea ni un esquema; La unidad de iluminación o claroscuro impone un punto de vista único. El pintor tiene que ver el conjunto de su· obra, inmerso.en el·am~ plio.objeto luz. ,,,,' ·i · '" ' , ,,, " ,, ... Esto son Ribera, ~aravaggio yVelázquez mozo (Adoración de;los Reyes). Aún se busca la cm;ppreidad según el uso recibido. Pero.ya no interesa primordialmente. EL objeto por sLempieza a ser desatendido y a no tener Otro papel que servir de sostén yfondoa la luz sobre éL Se persigue la.trayectoria dela luz, insistiendo en su tes balar sobre el haz de los volúmenes, de los bultos. ¿Se advierte' claramente el desplazamiento del .punto de vista .que esto implica? El Velázquez de la Adoración delos Reyes no sefijaya en el cuerpo cdmo tal, sino en su supe1ficie, donde la luz chocayse,refleja. Ha habido, pues 1.un retraimiento c).e lamfrada, que deja de ~ermano yisuel;ta·la presa detcuerpci redondo; Ahora, el rayo .visual se detiene dqnde el cuerpo comienza y la luz cae fúlgida; de allí va a buscar ótro lugár de atto objetó cualquiera donde vibra pareja intensidad de iluminación. Se ha producido una mágica solidaridad y unificación de todos los trozos daros frente a lcis oscuros, Las cosas .por su forma y condición más dispares, resultan ahora equivalentes. Lapriínacía individualista delos objetos acaba: Ya no interesan por sí mismos y empiezan a no ser más que pretexto para otra cosa.
··Los c':larosauistas.' Tea composición de Rafael, el esquema dinániicb del Greco, son postulados de unidad que el artista arroja sobre su cuadro, pero
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XII• · Velázquez. Merced al claroscuro, la unidad del cuadro se hace interna a él y no meramente obtenida por rnedios extrínsecos. Sin embargo, bajo la luz·continúan latiendolos•volúmenesoLapirúura de bulto persiste tras el velo refulgente dela iluminación.¡¡. ·• . • '." ' '·· · . ' Para.triunfar de este dualismo era menester que sobreViniese algiln genial desdeñoso resuelto a desinteresarse por completo de los cuerpos, a negar sus prétensiones de solidez, aplastár sus bultos petulantes. Este genial desdeñosofl1eVelázquez. •,, · ·· ELprirnitivo; enamorado clel cuerpo objetivo, va a buscarlo.' afanoso con sU'mirada0tactil,c'10 palpa, lo• abraza conmovido.: El ·claroscurista, ya más tibio corporalista; hace que su.ta'yo visual camine, i:omo por un carril, por el rayo de'luz que.emigra de'cosa en cosa., Velázquez, con una auda.cia fo'rmidable, ejeéutá•el gran acto de desdén J.lamado a suscitar toda una nueva pintura: de,tiene•su pupila, Nada i:nás,.En esto consiste la gigantes" ca revolución. . ,,• . · ,,, ·Hasta entonces lapúpila,delpiritor había; girado ptolói:neicai:nente en tomo a· cada objeto siguie~do una ól'bita servil. Velázquez resuelve fijar despóticamente el punto de vista. Todo el cuadro nacerá de un solo acto de visión', y 'la5 cosas ·habrán de esforzarse .por llegar. como puedan hasta el rayo visuaLSe trata, pues,.de una revolución copemicima; pareja a la que promovieron en filosofía Descartes, Hume y Kant.' La pupila del artista s~ erige'encéntro del'Cosinos.plás'tii:oiy eh tomo a ella vagan lasformas·de los objetos. Rígido el' aparato ocular; lanza su rayó visor recto, sin desvía" ción a uno u otro lado, sin preferencia por cosa alguna. Cuando trdpiezacon algo, no se fija en.ello,• y; consecuentemente;•queda el algo convertido, no 'en cuerpo redondo; sitió en mera;superficié que iritercepta la Visíón'c• ' · 'El'punto,de vista se ha!re'a:aído; se ha alejado.del objeto¡y.dela.visión ¡:iróxilnahemospasado 1a la;visi,ón1ejaná,que; errrigor; es aúTumáspróxii:ná que aquélla;· Entre lc\s,cuerposyila pupila se iritercalaelobjeto más,inmec diato:'e1'hueco;•el aire; Flotandó en'el aire;'convertidas'en gases cromáticos, en flamulasinformesJ eh,puros reflejos; las cosas han perdido su solidez y su dintorno. EHpiritor ha echado' su cabeiaatrás, ha entornado los párpa" dos, y entre ellos ha·triturado•laforma•propia de cada'objeto,reduciéndolo a moléculas deiluz; a puras chispas de color. En cambio,• su cuadro puede ser mirado desde•un solo punto de.vista; en· totalidad y de un.golpe.' • ·
a
1 Si miramos una esfera vacía desde el exteriOr, veremos un volumen sólido. Si eh tramasen ella, verem~s ,en torno_ nuestro una superficie que limita el hueco interior.
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La visión próxima disocia, analiza, distingúe -es feudaLLa•visión lejana sintetiza, funde; confunde-es democrática. El punto de'vista se vuelve sinopsis. La ·piritura de bulto se ha convertido definitivamente en pintura de hueco. • ''
XIII
:Ini¡'n'esio1iismo. No es necesario decfr que en Velázquez perduran los principios.moderadores del Renacimiento,:La innovación no aparece en todo su radicalismo hasta los impresionistas y neoimpresionistas: . Las premisas formuladas en los primeros I~árrafos parecían anunciar que cuando llegásemos a la pintura de hueco, la evolución había terminado. El punto de vista, haciéndose, de múltiple y próximo, único y lejano, parece haber agotado su posible itinerario. No hay tal. Ya veremos que aún puede retraerse más hacia el sujeto. De 1870 hasta la fecha, el desplazamiento'ha·proseguido::y esfas'últimas etapas, precisamenteporsu carácter inverosímily.paradójico,' confirman la'ley fatídica que al comienzo he insinuado: El' artista; que parte del mundó en' tomo, acaba porrecogersedentio de símismo;. He dicho que la\nirada de•Velázquez, cuando tropieza con uniobjeto, lo convierte ernsuperfic;ie.iPero; entretanto; el rayo' visual'ha hecho su camirio, se ha complacido en perforar el aire que vaga entre la córnea y lascosas distantes.' En, Las Meninas y Las .Hilanderas se advierte la frllición con que el artista ha acentuado el hueco comotal. Velázquez mira recto al fon" do; por eso se encuentra con la enorme masa de aire entre él y el límite de su campo.visual. Ahora bien: ver algo con el rayo central del ojo es lo que se llama visión directa o visión in modo recto. Pero en derredor de este rayo eje envía la pupila muchos otros que parten de: ella oblicuos, que ven in modo obliq1w. La impresión de concavidad proviene de la mirada in modo recto. Si elimiriamos ésta-.·-.por ejemplo;!en tinabriryceirar los ojos...,,-, quedan sólo activas· las Visiones oblicuas, las visiones de lado «con 'el rabillo del ojo», que·son,el. colmo del desdén. Entone.es la oquedad desaparece y. el campo visual tiende a convertirsetodo.élenuna!superficie.. ',, ·. 1. Esto 'es lo que· hacen los sucesivos•impresiohismds. Traer·elfondo•del hueco velazquino a un primer término, que entonces deja de serlo por falta de comparación. La pintura propende a hacerse plana; cómoló es el lienzo en que se vierte. Se llega, pues; a la eliminación de toda:resonancia•táctil y'.cmpóreá. ~or;otrapárte, la atomización de las cosas es tiü ei;da visión oblicua, que apenas si quedá,nada de ellas: Empiezan las figuras a sedrre169
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cognoscibles. En vez de pintar los objetos como se ven, se pinta el ver mismo. En vez de' un objeto, unaimpresión,.es decir, un montón de sensacio~ nes. ·El arte, con esto, se ha retirado por completo .del mundo y empieza a atender a la actividad del sujeto. Las sensaciones no son ya en ningún sentido cosas, sino estados subjetivos al través de las cuales, por medio de los cuales, las cosas nos aparecen. ¿Se advierte el cambio que esto significa en el punto de vista? Parece que al buscar éste el objeto más próximo a la córnea, había llegad<;> lo más cerca posible delsujétoy lo más lejos posible de las cosas. ¡ErrodELpunto de vista continúa •su inexorable trayectoria de retraimiento: No se detiene en la córnea, sino que, audazmente, salva la máxima frontera y penetra en la visión misma; en ei propio sujetbo• ·
XIV
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I
. Cubismo .. Cézanne, en medio de su:tradición impresionista; descubre el volumen. En los ltenzos empiezan a surgir: cubos,· cilindros, conos,. Un distraído hubiera¡pensado que, agotada la peregrinación pictórica', se volvía a empezar y reincidíamos en el punto de vista de.Giotto. ¡Nuevo errorl Siempre ha habido en la historia del arte tendencias laterales que gravitaban hacia el arcaísmo:· Sin embargo; la· corriente central de la evolución salta sobre ellas en magnífica corriente y sigue su curso inevitable. El cubismo de Cézanney de los que, en efecto·, fueron cubistas, es decir, estereómetras, no es sino un paso más en la internación de la pintura, Las sensaciones, tema del impresionismo, son estados subjetivos; por tanto, realidades, modificaciones efectivas del sujeto. · Más dentro aún de éste se hallan las ideas. También las ideas sonreali,. dades q,ue acontecen en el almá del individuo., pero se cliferencial;l de.las sensaciones en que su contenidoi-]o, ideado- es irreal y en.ocasiones, hasta imposible. Cuando yo piensoen'el cilindro estrictamentegeométrico;riti pe11;;aí11ient0 es un hecho efectivo que en mí se produce; en cambio; el cilindro geométrico en que pienso es uh objeto irreal; Las idéas son, pues; realtdades subjetivas que contienen objetos.virtuales, todo. unmundo de nueva especie, distinto del que los ojos nos transmiten; y qu'e maravillosamente· emerge de los senos psíquicos. ·Pues· bien: los volúmenes· que Cézanne evoca no tienen nada que'ver í::onlos que Giottcí descubre;.son niás l:iien sus antagonistas. Giotto:busca el volumen propio .de cada cosa, su corporeidad realisima y tangible. Antes de él sólo se conocía la' imagen bi±antina de dos dimensiones: Cézanne, por'el
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contrario, sustituye a los cuerpos de las cosas volúmenes irreales de pura invención, q,lie sólo tienen con aquéllos tm nexo metafórico. Desde élla pintura sólo pirita ideas -.·las cualés,. ciertamente, son también objetos, pero Objetos ideales, inmanentes al sujeto o intrasubjeti'vos. · '• . '• Esto .explica la mescolanza que, a despecho de explicaciones erróneas, se presenta.en el turbio jirón del llamado aibismo.]unto a volúmenes en que parece acusarse superlativarnente la rotundidad de los cuerpos, Picasso, en sus cuadros más ei;candalosos y tipicos, aniquila la forma cérrada del objeto y, en.puros planos euclidianos, anota trozos de él, una•ceja, un bigote, 'una nariz.-.-sin otra misión que·servir.de cifra simbólica a ideas. · No es otra cosa el equívoco cubismo que una.manera·partií::ular dentro del expresionismo contemporáneo .. Enfaimpresiónsé ha llegado almininium de objetividad exterior. Un nuevo desplazaritiento del.punto de.vista sólo eraposible·si; saltando• detrás de la retina-sutil frontera entre lo externo y lo interno~¡ invertía por completo la pintura su función y, en vez :de me~ ternos dentro:lo que éstá·fuera, ,se esforzaba por volcar sobre eblienzoJo que•está dentro:Jos objetos inv;entados:Nótese cómo, por un•simple avance.deLpunto de vista en la misrµayúnica trayectoria que desde el principio llevaba, se llega a un resultado iriverso.:Los ojos, elivez·de absorber lascosas, se convierten en proyectores de paisajes y faunas íntimas' Antes erai¡. sumideros del mundo real; ahora, surtidores de irrealidad. · · · ••· Es posible que el arte actual, tenga poco valor estético; pero quien no vea en él Sino uh capricho, puede· estar seguro de no haber comprendido ni el arte nuevo·ni el viejo. La evolución conducía la pintura"-.-y en general el arte-, inexorablemente, fatalmente, a lo que hoy es. h
XV
.La ley rectora de las grande5 variaciones pictóricas. es de una.simplicidad inquiétante. Primero se pintan cosas; luego, sensaciones; por último', ideas. Esto quiere decir que la atención del artistáiha·comenzado•fijándose en la realidad externa; luego, en lo subjetivo; por último, en lo intrasubj etivo: .Estas tres .esta dones son tres puntos que se hallan en una misma línea, Ahora bien: la filosofía occidental ha seguido una ruta idéntica; ye5ta coincidencia hace aún más inquietadora aquella ley. Anotemos en pocas lineas.ese extraño paralelismo. . . .El ·pintor comien2:a por preguntarse qué elementos del Universo son los que deben trasladarse al lienzo; esto es, qué clase de fenómenos son l.os
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pictóricamente esenciales. El filósofo, por su parte, se pregunta qué clase de objetos es la fundamental. Un-sisteinafilosófico es el ensayo,dereedificat conceptualmente .el Cosmos partiendo- de un cierto tipo de hechos·que se consideran como los más firmescy-seguros. ·Cada época dé la.fílosbfia ha preferido un tipo distinto y sobre él ha asentado el resto de la' construcción. En tiempo de Giotto, pintor ddos cuerpos sólidos e independientes·, la filosofía consideraba que la ultima y.definitivarealidad eran las .sustanicias individuales. L.os ejemplos -de sustancias que se daban.en las escuelas eran: éste caballo, _este hombre; ¿Por qué se creía descubriren éstos el ú]tic mo valor metafísico? Simplemente porque en la idea nativa y práctica del mundo,· eada caballo yrnda hombre parecen tener una existencia propia, independiente delas 'demás cosas y de famente.que1os contempla.· El cabá" llo vive por sí, entero y completo; según su íntima arcima energía; siqueré" mos•conocerlo,- nuestrosisentidos, nuestro entendinliento-tendran que -ir haciaiélygirarhuinildemente entorno suyo;,Es;pues, el realismo susfan~ cialista-deDante un hermano gemelo de la pintura de bulto que inicia Giotto. •Demos un salto hasta 1600, época en que comienza la pintura de hue" co; L.a filosofía está en poder de Descartes. -¿Cuál es para él Ja realidad tós" mica? L.assustancias plurales e independientes:se esfuman. Pasa a primer plano metafísico una única sustancia ,-:c_sustancia vacía, especie de hueco metafísico que ahora va•a tenec.ún mágico poder creador.. L.o realpara Descartes es el espacio; como para Velázquez el hueco. Después de Déscartes reaparece unmomento Ja: pluralidad de' sus tan" das enL.eibniz. Pero estas sustancias no son ya principios corporales, sino todo lo contrario: las mónadas son sujetos, y el papel de cada una de ellas -·-síntoma curioso- no es otro que representar un point de vue. Por primera vez suena en la historia de Ja filosoffa la exigencia formal de que la cienéia sea un sistema que somete el Universo a un punto de vista. L.a mónada no . hacesino proporcionar un lugar metafísico a esa iinidad de visión. · ·En los dbs siglossubsecuentes elsubjetivismo 'se va haciendo más radical, y hacia 1880 mientras Jos imprÍ-:Sionistas fijaban enlos lienzos puras sensaciones; los filósofos del extremo positivismo reducian la'.réalidad umc versal a sensaciones puras;, :1 · L.a desrealización progresiva del mundo; que había comenzado en.el pensamiento renacentista, llega con el radical sensualismo deAvenariils y Macha sus'postreras consecuencias.•¿ Cómo prosegilir? ¿Qué nueva filosofía es posible? No se puede pensar!en un retorno aL realismo priinitivo; cuatro siglos de crítica, de duqa; de suspicacia lo han hecho para siempre invalido. Quedarse en lo subjetivo es también imposiblé. ¿Dónde encontrar algo conque poder reconstruir el mundo?
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El filósofo retrae todavía más su atención, yen vez de dirigirla alo subjetivo como fa], se fija en lo que hasta ahora se llamaba «contenido de Ja ·conciencia», en'ló intrasubjetivb. A lo.que nuestras ideas idean y nuestros · pensamientós piensan, podrá no corresponder nada real, pero no por eso es meramente subjetivo. Un mundo de alucinación no sería real, pero tampoco dejaría de ser un mundo, un universo objetivo, lleno de sentido y perfécción. Aunque el centauro imaginario no galope en realidad, cola y cemejas al viento sobre efectivas praderas, posee una peculiar independencia frente al sujeto que lo imagina. Es un objeto virtual, o, como dice la más reciente filosofía, un objeto ideal. He aquí el tipo de fenómenos que el pensador de nuestros días considera más adecuado para servir de asiento a su sistema universal. ¿Cómo no sorprenderse de la coincidencia entre tal filosofía y su pintura sincrónica llamqda expresioniSrr\.oa-cubisino? · ,]'.1.
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· Revista de Occidente, febrero, 1924
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PARA UNA TOPOGRAFÍA DE LA SOBERBIA ESPAÑOLA (BREVE ANÁLISIS DE UNA PASIÓN)
Desd~ hace años, la pleamardel estío me empuj~ hacia la tierra vasca. Y siempre, al renovar el contacto con esta fuerte raza, surge en mi eLmismo proyecto: escribir algo sobre la soberbia española.1Por la ruta que de Castilla conduce a Vasconia se encuentra en Castil de Peones, poco antes de Briviesca, la primera casa vasca. Es un cubo de piedra, sin más adorno que un alero y un escudo. Parece el alero premeditado exclusivamente para guarecer el escudo. ¿Qué razón hay para que una y otra vez, al sesgar por delante de esta arquitectura, reaparezca en mi meditación el tema de la soberbia española? No se trata de una mera asociación de ideas, como tal caprichosa y privada. Entre la idea de la soberbia española y la imagen plástica de Ja casa hidalga vascongada actúan claras conexiones llenas de sentido que es interesante escrutar y describir. La soberbia es nuestra pasión nacional, nuestro pecado capital. El hombre español no es avariento como el francés, ni borracho y lerdo como el anglosajón, ni sensual e histriónico como el italiano. Es soberbio, infinitamente soberbio. Esta soberbia adquiere en algunas regiones peninsulares, sobre todo en Vasconia,formas extremas quena carecen de grandeza trascendente. El breve análisis que sigue puede servir de contribución para que un día se haga la topografía de la soberbia española. Este vicio étnico se extiende por todo el territorio modnlado en los giros más diversos, sólo aparente en unas · tierras, sólo subterráneo en otras. Pero yo creo que en el pueblo vasco se encuentra su fórmula más pura y como clásica. El que ha visto bien la soberbia vasca tiene una clave para penetrar en las demás soberbias peninsulares y puede abrir la poterna que cierra los sótanos de la historia de España. Mas ¿qué es la soberbia? El ingreso más fácil a la anatomía de la soberbia se obtiene partiendo de un fenómeno que, con mayor o menor frecuencia, se produce en todas las almas. Averigua un artista que otro se tiene o es tenido por superior a él.
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En algunos casos tal averiguación no suscita en su interior ningún í:novimiento pasional. Esa superioridad sobre él que el prójú'no se atribuye a sí mismo u otros lerecono,cen, se• encuentra como prevista en su ánimo; 'con más o menos.claridad, se sentía de antemano inferior a aquel otro hombre. La valoración· de éste que ahora halla declarada en el exterior coincide con la que, talvez infoimulada, existía dentro de sL Su espíritu se limita a tomar noticia consciente de esta jerarquía y aceptar el rangosupeditado que cree corresponderle. Pero en otros casos, el efecto que aquella averigu,ación produce es muy distinto. El hecho de que el otro artista se tenga o sea tenido en más que él produce una revolución en sus entrañas espirituales. La preteµdida superioridad de aquel prójimo era cosa con que en sudntimidad no había•contado; al contrario, era él quien en su interior se tema por superior. Tal.vez no se había, nunca formulado claramente a sí mismo esta relación jerárquica entre sí y el otro. Pero el choque con el nuevo hecho descubre que preexistía dentro de él una convicción taxativa en este punto. Ello es que experimenta, por lo pronto,. una sorpresa superlativa, como si de repente el mundo real hubiese sido falsificado y sustituido por unapseudortealidad. La contradicción e,ntre la que él creeverdaderarelatión jerárquica yfa que ve afirmada parlas. otros es tal, que si aceptase ésta.sería como aceptada propia anulación: Porque él atribuía a las dotes artísticas de su persona cierto rango de valor corrip_arativamente al otro artista. Ver.que éste se tiene en más es, a la par, sentirse disminuido en su ser. De aquí que.Ja.raíz misma de su individualidad sufra una herida «aguda» que provoca \m sacudimiento de toda la persona. Su energía espiritual se concentra como un'ejército; y en protesta contra esa pseudorrealidad ejecuta una íntima afirmación de sí mismo y de su derecho al rango disputado. Y como los gestos que exprec san las emociones son siempre simbólicos y una especie de pantomima líe rica, el individuo.se yergue un poco'mientras íntimamente reafirma su fe en que vale más que• el.otro. Al sentimiento de creerse sup'eribr a otro acompaña una erección del cuello y la cabeza -por lo .menos, una iniciación muscular de ello-que tiende a hacernos.físicamente más altos que el otro. La emoción que en este gesto se expresa es finamente nombradá «altanería» por nuestro idioma: Fácilmente se habrá reconocido en·esfa descripción lo quesuele dec nominarse un movimiento de soberbia: En él nuestro ánimo se revlielve y subleva contra una realidad que anula la estimación en que nosotros nos temamos. Esa realidad nos parece fraudulenta, absurda, y con ese movimienc to interior t¡:ndemos a borrarlay corregirla, al. i;nenos en ~l ái;nbitq de nuestra conciencia. 175
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··fürr embargo, ese movimieU:to n~ es propiamente soberbia. La prueba de ello rio ofrece dificultad. Supóngase que esa protesta del individuo con~ trala supremacía de valor que Dtro se a tribuye sea justa y fundada en razón. Nadie hablará entonces de soberbia¡ será más bien la natural bdignación provocada porla ceguera.de.otro.u otros que se obstinan en subvertir una jerarquür evidente.' Ciertamente que en el soberbioiesos movimientos sori de una freé:uencia:anómala; mas·por si mismos no son la soberbia; . La ventaja que su descripción nos proporciona es situamos inmediatamente ante la zona psíquica donde la soberbiabrota:.En efecto, esás intimas· sublevaciones .del «amor propim~ rros;revelan que.end último fondo de,nue5tfa personallevámos, sin sospecharlo, un complicadisimobalance estimativo\! No'haypersona ,de nuestro;contomo social quemo• esté en él inscrita juntamente con ellogaritrno de su relación jerárquica connosbtros. Por lo·visto;apenas sabemos: de un prójimo, comienza tácitamente a fun" donada.intima oficina¡ sopesa el válor de aquéLy decide sivakmás, igual o menos que nuestra ·persona.,": 1 • ". i •.. Cuand6 arrojamos objetos ~e varia densidad en un liquido, quedan a ¡:ioi:o! colocados. en distinto' riiveL Esta' lbcalización resulta del· dinamismo que unos sobre otros éjercen:Imaginese quefos objetos gozasen desensibic lidad::Sentirian su propio esfuerzo, que losmantienea·mayor o menor altu~ ra;itendriarrlo que podemos llamarun.«sentimiento delinivel». ·Pues bien: entre lostngredientes que componen nuestro ser 'es ese sen' timientodéLniveluno: de los decisivos. Nuestro inodo de comportamos, lo mismo entre los hombres que enla soledád; depende: del nivel humano que en nuestra ultima sinceridad.nos atribuyamos. Muy especialmente el carácter de una sociedad dependerá· del modo de valorarse a sí mismos.los individuos que la forman. Por eso podría partir de aquí, mejor que de otra parte,1una car¡¡cterologia de los pueblosyrazas:·' Y hay d()s 1t1aneras de valorarse el hombre a si mi;;rnoradicalrnente .diS' tintas. Nietzsche lo vio ya comsu.genial intuición para todos los fenómenos estimativos. Hay hombre5 que se atribuyen un deterniiriado valor-más alto. o más bajo-· mirándose a sí mismos; juzgando por su propio sentir sobre sí .mismos. Llamemos a ~to valoración espontánea: Hay otros que se valoran a si mismos mirando antes a los demás y viendo el juicio que a éstos merecen. Llamemos ~.esto valoración refleja! Apenasihabrá un hecho .más .radical en la psicokigia de,cada individuo'. Se'tfafadefuna 'índole primaria y elemental, que sirve de raiz-al:res.to del carácter; Se es de la una o de'1a otra clase, desde 1
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nudo una excelente tradición que inicia nuestro Séneca y siguen los (e estoicos>~- del siglo XVI.
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luego, a nativitate. Eara los unos, lo decisivo es la estimación en que se tengan; para los otros, la estimación en que sean tenidos. La soberbia sólo se produce·en individuos del primer tipo; la vanidad, en los. del segundo. ·Ambas tendencias traen consigo dos sentidos opuestos de gravitación psíquica: E~ alma que se valora reflejamentepondera hacia los demás y vive de su periferia social. El alma que se valora espontáneamente tiene dentro de sí su propio centro de grav~dad y nunca influyen en'ella decisivamente las opiniones de los prójimos.' Por esta razón no cabe imaginar dos pasiones más antagónicas que lá soberbia y la vanidad; Nacen: de raíces inversas y ocupan distinto lugar en las almas: La vanidad es una ¡:iasión'périférica que se in5tala en lo exterior dela persomi, en tanto que el soberbio lo.es en elpostrer fondo de si mismo. · ·'Conviene, sin embargo,;evitaruna mala inteligencia .. El hombre que se valora espontáneamente no tomará en cuenta la estimación que a los demás merece¡ pero esto no quiere decir que para valorarse no atienda a lo que va" len los demás. La valoración espontánea puede muy bien ser humilde; y.desde luego puede ser justa, delicada, certera: ,EI individuo se atribuye un rango en vista del que juzga corresponder al prójimo; AM!egar a esta altura del análisis divisamos con perfecta claridad lo que es la soberbia: un error por exceso en elséntimiento de. nivel. Cuando este error es limitadq y se reduc;e a nuestra;relación jerárquica con uno u otro individuo, no llega a colorear el'carácter delil persona; Pone sólo en ella unos puntos de soberbia, pero no 1la convierte en un hombre soberbio. Cuando'él error esconstante y general, elindividuó vive en un perpetuo desequilibrio de nivel; los movimientos antes descritos' son incesantes, y como las emociones, dada su fuerza expresiva, tienen sobre el cuerpo un poder plasmante¡ escultórico, el gesto de engreimiento se hieratiza en la persona y le presta un hábito altaneró. Es, pues; la soberbia' una enfermedad de la función estimativa. Ese error persistente en nuestra propia valoración implica una ceguera nativa para los valores de los demás. En virtud de una deformación.originaria; la pupila estimativa, encargada de percibir los valores que en el mundo existen, se halla:vueltahaciaelsujeto, e incapaz de girar en tomo, nove las calidades del prójimo. No es que el soberbio se haga ilusiones sobre sus propias excelencias, no. Lo que pasa es que a toda hora estáll'.patentes a su mirada estimativa los valores suyos, pér'ónunca los ajenos. No hay; pues; manera de cura\:. la soberbiasisefa trafa como una ilusión, como un alucinamiento. Cuanto se diga al soberbio 's.erá1menos evidente que lo que él está viendo conperfecta claridad dentro de si. Sólo métodos indirectos cabe usar. Hay que tratarlo como' a un ciego. i ,.,
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Lo contrapuesto a la soberbia es; más que Ja humildad, la abyección. El hombre abyecto es el que no se estima_ a sí mismo: su pupila'estimativa no percibe siquiera los valores.ínfimos anejos a toda persona humana. Será, pues, inútil exigir de él dignidad de conducta; un acto .digno le parecería un fraude, una torpe vanidad; porque le invitaría a.estimarse así mismo, a él, que se desprecia de modo tan integral. Oriunda la soberbia de una ceguera psíquica para Jos valores humanos que no estén en el sujeta· mismo, es síntoma de una general cerrazón espíric tual. Supone tma psicología en que se da exagerada lá tendencia a gravitar el alma hacia dentro d\'. sí misma, a bastarse a símisma. Con agudo diag7 nóstico, se llama:Vulgarmente a la soberbia «suficiencia». El pufo soberbio se basta a sí mismo, claro es que porque ignora lo ajeno .. De aquí que-las ale mas:soberbias suelan ser herméticas; cerradas.ala exterior, sin curiosidad, que es una especie de activa porosidad.mental. Carecen de grato abandono y temen morbosamente al ridículo. Viven en unperpetuo gesto anquilosac do, ese gesto de gran señor, e5a <
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brir en si mismo valores, calidades preciosas, cosas egregias: En el projimo no las ve nunca .. Pero este egoísmo dela apreciación puedeasuiveztenei fisonómía5•muy diversas; según la'Clasedevalores que, aun sincsalirdeLyo, tierida1 'preferir. Por ejemplo;, habrá una soberbia que seJunda en creerse uno el hombre más inteligénie,-o.el más-justo, o el más bravo;o eUmás sen" sible al aite.' Talento,• justicia:,1valentü¡, exquisitez de gusto son, sin• duda, valores de primera categoría que se realizim en el esfuerzo cultural del home bre. En ellos cabe-un más yunmenos .•No sondotes elementales y genéricas que' todo· hombre trae con5igo por-dmero hécho de nacer,Jsino calidades raras, más o menos insólitas,' que el; cultivo, la voluntad y el trabajo perfec~ cionanydepurarn··' - : ,_,;,_,, ' " ": Imagínese ahora un hombre no sólo aquej¡¡do dela ceguera para las virtudes de!prójimo, sino1que;aun:de1i'tro de sí mismo, no rinde 'acatamiento a esos valores máximos,- sino qu'e-estima•exclusivamente las calidades elementales adscritas genéncamente·atodo hombre. ¿Se advierte la curiosainversióndela:perspectivamofal y social que esto trae consigo 1 Pues ésta es la soberbia vasca:" 1 ·', · · , ; ' · -El vasco cree qu'e[por•el mero hecho de haber nacido y ser individuo humanovaleya·cuanfo·es posible valer en el mundo. Ser listo o tonto; sabio 01ignorante;•hermoso o feo;•artista o torpe; soffdiferencias de escasísima importancia,' ap.enas dignas de atención si se fas compara cónlo que significa ser individuo, ser hombre viviente. Yo supongo que• el nivel: del mar debe sentir;parejo menosprecio hacia las montañas: ¿Qué importan los8'á9.000 metros de altitud'scibre el nivel del mar, en comparación con la distancia que media entre él y el centro de la tierra? Todas las excelencias y perfecciones de los hombres que se elevan sobre la•superficie de lo elemental humano, del mero existir y alentar, son mísera·excrecencia ne~ gligible. Lo grande, lo-valioso del hombre es lo ínfimo y aborigen, To sub~ terráneo; fo!que lepo'ne en pie sobre la tierra. Ahora bien:· co,mo la historia es principalmente concurso, y disputa, y emulación-para conseguir esas perfecciones superfluas y «superfü:iales» -· el saber, el arte, el dominio político;· etcétera-: ' no es de extrañar que la raza vasca se haya interesado tan poco•en·la1historia. ·,_·' ., . Es-curioso que en Rusia ha traslucido siempreuria sensibilidad parecida. La religión de Tolstoi-rio es sino eso.Lo mejor del hombre es fo ínfimo; poresto; entre las clases sociales lÓ más perfecto, lo más «evangélico», es el 11myilvSólo e5 digno de saberse lo que el-Jnuyilv es• capaz de saber. En una novela deAndreieV;:elmozo virtuoso se siente avergonzado de:serloante una prostituta y creecibligado descender hasta su nivel, precisamente para 1' ·: • elevarse verdaderamente,
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.Sir¡. embargo, a esta inversión de la perspectiva en la apreciación de los valores.no llega el alma rusa por soberbi_a, sino merced a una peculiar sensi• bilidad cósmica y religiosa que revela la filiación asiática del mundo eslavo, En el vasco, la afirmación que cada sujeto hace de sí mismó, fundado en los valores ínfimos humanos, carece de todo fondo y atmósfera ideológicos o religiosos. Es una afirmación que se nutre.exclusivaménte.de la enér~ gía.indiVidual; que Vive eri seco de sí misma, y.equivale a una dedaración audaz de democracia metafísica, deigualitarismo trascendente. ¡Quién du'da de que esta actitud antela Vida rezuma un bronco sabor de: grandeza, bien que satánica! Porque no se trata de una igualdad amorosa-..yo dudo mucho que pueda existir en el mundo un igualitarismo nacido del amor, que es por esencia gran atquit¡;cto de jerarquías; gran organizador de los cercas y los lejos, de proximidades y distancias. Como cada individuo goza de las calidades elementales_ humanas, sob~e todo del simple existir, valor supremo en este siStema de éstimaciones; no.puede admitir que haya otro superior a él. En rigor, dentro de,su,mundo hermético y solipsista-cada vasco Vive encerrado dentro de sí mismo como un crustáceo espiritual-_', es el superior y aun el único. Pero esto hace imposibletodajerarquía indi" vidual, y entonces se opta para los efectos de la relación social-que es mínima en 'el vasco-_-, se acepta rencorosamente como el mal menor un j< ¡toe dos iguales!», ese terrible, negativo, destructor ,jq todos iguales!» que se .oye de punta a punta en la historia de España sise tiene fino oído sociológico. , Esta democracia negativa es el natural resultado de una soberbia func dada en los valores ínfimos; Me ha:paretido justo localizarla en el pueblo vasco, que es donde se da más clara y a:la vez más limpia y enteriza. De los grupos étnicos peninsulares, sólo el vasco; a mi juicio, conserva aún Vigorosas las disciplinas internas .de una raza no gastada. Es el único rincón peninsular donde aún se encuentra uha ética sana y espontánea. Las almas de Vasconia son pulcras y fuertes. En el testo de_ España hatlamosJa_miSmaso" berbia, pero embadurnada y rota; Esta manera de soberbia es una potencia antisocial. Con ella no se pue,. de hacer un gran pueblo y.conduceirremediablemente-a una degeneración del tipo humano, que es lo acontecido en la raza española. Incapaz de per~ cibir la excelencia del prójimo; impide el perfeccionamiento del indiViduo yel afinamiento de la'cásta.,Para mejorar es preciso antes admirar laperfecc ciónforastera; Los pueblos vanidosos -como _elfranc~ tienen la enorme ventaja'de e5tar siempre· dispuestos a una admiraciór¡. de lo egregio, que trae consigo .el deseo de alcanzar para síla nueva virtud.y-ser a su vez adrni• rado. Por esta razónFranciaha sufrido merios horás'de.decadencia que ningún otro pueblo y ha vivido siempre entrenada y presta.: 180
_ La soberbia V?Sca-y•en generalespañola- no engendrará de sólito más que pequeños hidalgos que anidan solitarios en su cubo de piedra, . como el constructor de esta casa en Castil de Peones, ni choza ni palacio, la . primera de estilo vascón que se topa conforme vamos de Castilla al golfo vizcaíno 1•
Revista de Occidente, septiembre, 1923
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PARA UNA PSICOLOGÍA DEL HOMBRE INTERESANTE ,. 1,
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CONOCIMIENTO DEL HOMBRE
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Nada hay tan halagüeño para un varón como oír que las mujeres dicen de, él que es un hombre interesante. Pero ¿cuándo es un hombre interesante segün la mujer? La cuestión es de las más sutiles que se pueden plantear, pero a la vez, una de las más difíciles. Para salir a su encuentro con algün rigor sería menester desarrollar toda una nueva disciplina, aún no intentada y que desde hace años me ocupa y preocupa. Suelo darle el nombre de Conodmiento del hombre o antropología filosófica. Esta disciplina nos enseñará que las almas tienen formas diferentes, lo mismo que los cuerpos, Con más o menos claridad, segün la perspicacia de cada uno, percibirnos todos en el trato social esa diversa configuración íntima de las personas, pero nos cuesta mucho trabajo transformar nuestra evidente percepción en conceptos claros, en pleno conocimiento. Sentimos a los demás, pero no los sabemos. . Sin embargo, el lenguaje usual ha -acull1ulaci().U11 teso.ro cif'.finos at:i$bos . -·-·.·- que se conserva en cápsulas verbales de sugestiva alusión. Se habla, en efecto, de almas ásperas y de almas suaves, de almas agrias y dulces, profundasysuperficiales, fuertes y débiles, pesadas y livianas. Se habla de hombres magnánirn~s y rusilánimes, reconociendoasítamaño a las almas' conio a los cúet¡Jcis. Se dke d~ algtiien que es un honibrede acción O bien que es un c9ntemplativo, que es un «cerebral», o un sentimental, etcétera, etcétera. Nac:lie 'se ha ocupado de realizar metódicamente el sentido preciso de tan varias d.eno 7 rninaciones, tras de las cuales presumimos la diversidad rnaiavillosa de fa fauna humana. Ahprabien: todas esas expresiones no hacen más que altjdir a.die. ferenclas configuy~ci~n' de la pt;rso11~ ,iiúe.rnª e inducen a construir. una anatomía psicológica, Se comprende que el alma de.! niño ha de tener por
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fuerza distinta estructura que la del anciano, y que un ambicioso posee diferente figuraaníniica queuri. soñador. Este estudio, hecho con un poco de sis·terna, no~ llevaría a una urgente caracterología de nuevo estilo, rnerced'afa cual podríamos describir, con insospechada delicadeza,las variedades de la intlriiidad humana. Entre ellas aparecería elhombreintei'esante segün la mujer. EUnt~ntd d~ entrar a fondo en su análÍsis111eproduciría pavor, porque al punto nos encontraríamos rodeados de una selva donde todo es problerna:•Pues lo primero y más externo que de1'hcimbre interesante cabe decir es esto:'el hombre interesante es.el hombre de quien las mujeres se enamoran. Pero ya estq nos pierde, lanzándonos ell'medio de los mayores peligros, Caernos en plena selva'de amor.Xi;s el.caso que no hay en toda la topografía humana paisaje menos explorado que el de los amores. Puede decirse que esta todo pordecir: mejor, que•esta tbdo por pensar: '' ,;;.Unrepertorio deideas toscas sehallainstal~do ell'las cabezas eirnpide que se vean cqn 111ediana claridad los hechos. Todo está.coll'fundidoy tergi" versado; Razones múltiples hay para que sea así. En primer.lugar, los amores son, por esencia·, vida arcana; Un amor no sepúede•contari al cornuni" carlci se desdibuja o volatiliza: Cada cual.tiene que atenerse a su experiencia personal, casi' siempre escasa, yno es fácil'acumular ]a,de:los prójimos. ·¿Qué hubiera sido de la física si'cada físico poseyeseúhicarnente sus persona:l.e5 obser-Vaciones?, Pero;:ell' segundo lugar, acaece que los hombres más capaces de pensar sobr.e ehmiqrsonlbs que rnen()slo'han vivido,' y.los que lo han vivido suelell'ser incapaces demeditar sobre él, de analizar cbn sutileza su plumaje tornasolado y siempre equívoco. Por último, un ensayo sobre el amor es obra sobremanera desagradecida. Si un médico habla sobre la digestión, las gentes escuchan con modestia y curiosidad. Pero si un psicólogo habla del amor, todos le oyen con desdén; mejor dicho, no le oyen, no llegan a enterarse de lo que enuncia, porque todos se creen doctores en la materia. En pocas cosas aparece tan de manifiesto la estupidez habitual de las gentes. ¡Como si elainorno fuera; alapostre;un tema teórico del niisrno linaje•que los demás y; por tanto, hermético para quien no se acerque a él coll'.agudos ill'StruIÍlentos intelectúales! Pasa lo mismo que con Donjuan. Todo el mundo cree tenerla auténtica•do. ctn.·n.a sobre.é.l-sobre Donjuan; el problemarnásrecónditci, más abstruso,más agudo de nuestro tiempo.Yes que, corupocas excepciones; lcis hombres 1puedendividirse en tres clases: los que creell'serDonJuanes,los que creen haberlo sidci y los que, creen haberlo podido ser, peto no quisieron: Estos últirncissoll'los que propenden., con benemérita.intención', a atacar a Donjuany tal vez a decretar su cesantía. , Existen,:pues¡ razones sobradas pára que las cuestiones de que todo,el mundo presume entender -amor y política-·, ,sean las,que menos han 1
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progresado. Sólo por no escuchar l~s trivialidades que la gente inferior se apresura a emitir apenas se toca alguna de ellas, han preferido callarlos que mejor hubieran hablado. ' Conviene, pues, hacer constar que:ni los Donjuanes ni los enamorados saben cosa mayor sobre Donjuan ni sobre el amor, y viceversa; sólo hablará con precisión de ambas µiaterias quien viva a distancia de ellas, pero atento y curioso, como él astrónomo .hace con el sol. Conocerlas cosas no es serlas, ni serfas conocerlas. Para ver algo hay que alejarse de ello,.y la separación lo convierte de realidad vivida e11 objeto de conocimiento. Otra cosa nos llevaría a pensar que el zoólogo; .para estudiar las avestruces, tiene que volverse avestruz. Que es lo que se vuelv\!Donjilan cuando habla de sí mismo. . :Por mi parte, sé decir.que no he conseguidq llegara claridad suficienté sobre estos grandes asuntos; a pesar de babee pensado mucho sobre ellos. Afortunadamente; no hayparaquéháblar.ahora de Donjuan. Tal vez fuera forzoso decir que Don juan es siempre! ún horJibre interesante; contra• lo que sus enemigos.quieren hacemos creer. Pero es evidente que no todo hombre.interesante es un Donjuan, con1o cual basta para que eliminemos de estas notas.su-perfilpeligro~o. En cuanto al amor, será menos fácil evitar.su intromisi.ón ennuestro tema; Me veré, pues, forzado a formular con aparen, te dogmatismo, sin desarrollo ni prueba, algunos de mis pensamientos ?De bre el amor que discrepan sobremanera de las ideas recibidas; Conviene que ellectbr los tome sólo' como una aclaración· imprescindible de ld que.diga sobre el «hombre interesaritewyrioinsista;.porhoy; mucho en decidir si sori o no razonables.
II
Y como antes sugería, ló primero que de éste cabe decir es' que es el hombre de quien:Jasmujeres se enamoran. Pero al punto se objetará·queto'dos los hombres normales. consiguen el amor de alguna mujer wen con" secuencia, todos serán interesantes. Alo que·yo necesitaría responderperentoriamente estas dos cosas: La primera:. que. del hombre interesante se enamora·no una mújer, sino muchas. ¿Cuántas?: No importa.la estadística, porque lo.decisivo es esta segunda cosa:· dühombre no· interesante no .se enamora ningunarimjer. Eh1todó» y ehmada>>, .el «muchas» y el
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:, ,:.Es.ta creencia de que el amor es operación mostrenca y banal es una de las que más es.tórban la inteligencia delos fenómenos eróticos, y se hafori:nado alampaio'i:leun innumerable equívoco. Con el solo nombre de amor denominamdslos hechos psicológicos más diversos, y así acaece luego que nuestros rnni::eptos y generalizaciones no casan nunca con la realidad. Lo que es cierto:para•el amor en;un sentido del vócabló,·no lo es para •otro, y nuestra observación; acaso certera en el círculo de erotismodondela: obtuvimos, resulta falsa: al exte!lderse sobre los demás: "• · · ' · · :: ·. El origen del equívoco no es dudóso: Los actos sociales y privados en que vienen a manifestarse las más diferentes atracaiones entre honibreymuc jer for'man, en sus líneas esquemáticas, un escaso repertori~:·El ho:Uhr~ a quiewle gusta la forma corporal de una mujer, el que p~r vamdad se n.:te~ec sa en sil persona; el queUega a'perder la cabeza; víctima del efecto·mecamco que una mujer.puede producir con una táctica certera de atracció~ tdesdén',:el que simplemente'seiadhiere•auna mujer por temu;a. lealtad;'s1n:ipatía, <
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cumplido· o no. Es más: cabe que la voluntad del enamorado logre impedir su propia entrega a quien ama en virtud de consideraciones reflexivas.-,--decoro social, moral, dificultades de cualquier orden. Lo: esencial es. que.se sienta entregado al otro; cualquiera que sea la decisión de su voluntad .. , ·. .. Y no.hay en esto contradicción: porque la entrega radical no la hace él sino que se efectúa: en profundidades de la.personamucho más.radicale~ que el plano.de su voluntad. No es un querer entregarse: es un entregarse sin querer. Y dondequiera que la voluntad nos lleva,: vamos irremediáblemente.entregados al ser amado; inclusive cuando nos lleva alo.tro extremo . • : . del nrnndo para apartamos•de él1• . ·•...·Estecaso extremo de disodación:,de:antagonismo entre la voluntad y. el amor; sirve para subrayar la peculiáridad de ·este último y•conviene, a~emás, contar con éL porque es una complicación posible,. Posible, pero c1ertamentepoco:probable:.Es muy difícil que en m1 alma: auténticamente enamorada surjan con vigorconsideraciones qne exciten su volup.tad pára defenderse del amado, Hasta· el punto que;•en·la práctica, ver.que en la persona amada la voluntad funciona, que. «se hace reflexiones»; que. halla motivos ;
Es, pues, esencial en elamm: de que hablamos la combinación de los dos elementos.susodichos: el encantamiento y la entrega, Su combinación no· es mera coexistencia, no consiste en darse juntos; lo. uno ál ládo de lo otro, sino que lo uno nace y se nutre de lo otro. Es la entrega por encantamiento. . ·.. La.madrese entrega al hijo, el amigo al amigo, pero no en virtud·de la «ilusión», del «ené:anto».La madre lo hace por un instinto radical ~así aje~ nci a su espiritualidad. El amigo se entrega.por clara decisión de su voluntad. En étes lealtad ~por tanto, una virtud que. a. fuer de· taLposee una raíz reflrnva •.Diríamos que el.amigo .se tomaren su·piopia mano. y se dona ál otro. En el amorlo típico es. que se nos escapa el alma.de nuestrá mano y q~eda como sorbida por la otra. Esta succión: que: la.personalidad ajena ejerce sobre nuestra.vida mantiene a ésta en levitación, la descuaja· de su enra~~amiento en sLi:nisinay1la trasplanta al ser amado,• donde las raíces pric nuuvas•parece que vuelven a prender como. eh.nueva tierra. Merced a'estci vive el.enamorado no desde sí mismo¡ sino desde el otro; como el hijo antes
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de nacer .vive corporalmente de la madre, en cuyas entrañas está plantado y sumido. Pues bien: esta absorción del amante por el amado no es sino el efec. to del encantamiento. Otro ser nos.encanta y este.encantolo sentimos en forma de qrón cC!ntinuo y.suavemente elástico que da de nuestra persona. La palabra <1encanto», tan trivializada, es,no obstante, la.que.mejor expresa la clase de actuációw que sobre el que ama ejerce lo amado: Conviene, pues, restaurar su uso resucitando el sentido mágico que en su ori.Jr gen. tuvo. •En la atracción sexual no hay propiamente atracción. El cuerpo sugestivo excita un·apetito, tindeseo de él.:Pero en el deseo no vamos a lo deseado; sino alrevés: nuestra alma tira de lo deseado hacia sí. Por eso se dice muy certeramente que el objeto despierta un deseo, como indicando que.en el desear él no interviene, que su papel concluyó ál hacer brotar..el deseo y que en éstelo hacemos todo.nosotros. El.fenómeno psicológico del deseo y el de «ser ep.cantad0>> itiehen: signo inyerso. En aquél tiendo a absorber el.objeto; enéSte soyyo•el absorbido: De aquí que en el apetito no haya entrega de mi ser; sino, al contrario, captura del objeto'. Tampoco hay entregaverdádera en la «pasión». Erí•los últimos tiempos se ha otorgado a esta forma inferior del amor un rango y un favorresueltac mente indebidos .. Hay quieh•.piensa que se. ama niás y mejor ~nla medida que se esté•cerca del sl!ü:idio o del asesinato, de Werther o. de Otelo,yse insinúa que toda otraJorma de amor es ficticia y «cerebral». Yo•creo; inversa,. menté, que urge devolver álvocablo «pasión» su antiguo sentido peyorativo. Pegarse un tiro o matar no garantizan lo más nimio la calidad ni siquiera la cantidad de un sentimiento. La «pasión» es un estado patológico que implica la defectuosidad de un alma.La personafácil al mecanismo de la obsesión o de estructura muy simple y ruda, convertirá en «pasión», es decir, en manía, todo germen de'sentimiento que en ella caiga'.· Desmontemos del 1
Este viejo término 11apetitb1~ tit¿lJye·uh ertdr de deScripl::ión·PsiCólOgica, qu·é;·por otra
p~rte; es,muy. común.. Confupde el.fe,nóm~n.o psfqu_ico que pretende deno111inar.to_nJ~s_'conse _cu_ert.cias fre:~uentes. d.e _él En virtu_d de qué deseo alg?•_.pr.ocuro _mov~i;ne hacia eUo_ par~ t,o'!'ar-
ld.'Este ién h~- (}S~urecldo mllcha, 13 descrip'ciófl: de~ amor.el hábi_tl) de confi.nidirlo co~ sus Córisecuencias. El Sentiffiiento arn_oróSo, el más fecllnd,d en la vidá psíquica~ sllscita in-0.urúerables _actos que le acornpañan·como_al_patricio romano suS clientes. ·Así de todO arn·arnacen deseos r_esp,ec;~9 a lq ~~a~q pt;ro estos deseos 1?º _son el amo_r . ?~Il:º• al ~ontrari~, _lo suponen porque_!Ja1 c~n de él. _ _. _ -·- .. _ .- .. __ .. _,, ._. __ , _ _ : . _ . ,-_ ·: ! • -~ Ei que ma't:a ó se' ináta por_amo-í,:1Q h_ari3.'igualmenté ¡)or cualqÚier otra coSa: una dis¡,;uta. una pérdida de' f9rt:un~; et'céteta~ : --1 r - , ' ' •
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! apasionamiento el aderezo romántico con que se le ha ornamentado. Dejemos de creer que el hombre está enamor~do en la proporción que' se. haya vuelto estúpido o pronto a hacer disparates. Lejos de esto,; fuera bueno establecer como tema general para la psico" logia del amor este: aforismo: siendo el amor el.acto más delicado y total de 1111
alma; enél se:reflejarán ldcondición eindble de.ésta .. Es preciso 110 atiibuir al amo)· los caracteres que a él llegmvde laipersonarqudo siente. Si ésta es poco perspicaz, ¿cómo va a ser zahorí el amor? Síes poco profunda, ¿cómo·será hondo su amor? Según se es, así se ama. Por esta razón podemos hallaren el amor el síntoma 111ás decisivo de lo que unapásona es. Todos los demás'actos y apariencias •pueden enganarnos sbl:íre su ·verüadera índole: sus amores nos descubrirán el secreto de su sei, tán cuidados.amente recatado/Y;; sobr'e todo; la elección de amado. Ennada como en nue5tra preferencia erótica se declara nuestro más íntimo cárácter; Goh frecmel1cia oímo~ decir ~tle las m~jer~inteligentesseenamoran de hombres.tontos;yViceversa: de mujeres· necias Ios·hombres agudos. Yo confieso que; aun habiéndolo· oído muéhas veces,'. no lo he creídornunca, y en todos los casos donde pude acercarmecyusar1alupa psicológica,. he ene contradoque aquellas mujeres y aquellos hombres no eran, errcyerdad,.inteligentes; o, Viceversa;no eran tontos Ios elegidos; · ,' · .. ·.; r' .· ·: · No •és,• pues; fa pasiónculminación delafán amoroso, sinoi al contrario; su degeneración én almas inferiores.'Ell'ellini.o hayLquiero decir, no tiene que.haber- ni éncanto ni entrega: Los p'siquiafrw saben: que el obc sesionado lucha contra su obsesión, que'rio la acepta en sí, y, sin embargo, ella le domina: Así caber una enorme pasión sin contenido apreciable de amor. · ' Esto indica al lector que mi interpretación del fenómeno amoroso va e,n sentido opuesto a la falsa mitología que hace de él una fuerza elemental y primitiva qu.esf! enge11dra~eri los .senps oscurps de fa animalidad humana. y se apodera brutalmente de la persona, sin dejar intervención apreciable a. las porciones superiores y más delicadas, del alma, · .·.Sin: di~cu~P ahora la con.exió11 que: pueda tener' con ciertos instin:tos . COS~f(),s,yac~ntes'e11 ?11~(r,b.s~
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chino y el indio no la·conocen, el griego del: tiempo de Pericles apenas la entrevé1. Dígaseine si ambas notas: ser una creación espiritual y aparecer sólo ·en ciertas etapas· y formas de la cultura humana, harían mal en la definición ·de un génerd.literario. Como del herv.or sensual y de la «pasión», podíamos separar claramente el amor de sus otras pseudomorfosis. Así de lo que he llamado·« cariño»: En el «cm;iño» ~ue suele ser, en el méjor caso, la forma del amor matrimonial"-'-1dos personas sienten mutua Simpatía, fidelidad, adhesión, pero tampoco hay encantamiento ni entrega. Cada cual vive sobre sí mismo,, sill arrebato en el otro; desde.símismo. envía al otro efluvios suayes de estima, benevolenda,,corroboración. · ., ;.,,,.,.. ,, ,::,· Lo dicho bastarpara imbuir un poco• de sentido ~no pretendo ahora otra cosa-..-: a esta afirmación: Si se :quiere ver daro en et fenómeno del amor, es preciso ante todo desasirse dda•idea,vulgar que ve en· él un sen ti" miento demótico que todos o' casitodos•sonrcapaces de sentir y se produce a: toda horaent()rno nuestro; cualquiera que :Sea la·s'ociedad,raza, pueblo, época en que vivimos. Las distinciones que¡ fas páginas antecedentes dibujan reducen sobremanera la1&ecuencia delamorialejando de su esfera muchas'cosas que erróneamente se incluyen en ella. Un paso·más y podremos decir sin1excesiva·extravaganda que el amor es un'hechq poco frecuente y un sehtimientii' que sóla, ciertas almas pueden 'ilegmó íHentir;. en 1igo1; un talento espécifico que algt111os seres poseen,:drnal se da de ordinmio unido a los citros talentos, pero puede ocunir aislado y sin ellos.!· ·.Si', enamorarse es un taiento·maravilloso•que algunas criaturas poseen, como el don de hacer versos, como el espíritu de saciíficio, como Ia inspiración melódiCa, como la valentía personal, como el saber mandar. No se enamora cualquiera, ni de cualquiera se enamora el capaz. El divino suceso se origina sólo cuarido se dan ciertas rigorosas condiciones en el sujeto y en el objeto. Muy pocos pueden ser amantes y muy pocos amados. El amor tiene su ratio, su ley, su esencia unitaria, siempre idéntica, que no ex1
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Platón tien·e conciencia perfecta de este sentimientiJ y lo describe._maraVi.llosárriente,·pero no le hubiera cabido' en la Cabeza que se lf! co_nfundies'e con lo que Un· griego _de su tiempo sentía hacia una mujer: El amor.en Platón es amor de'é:namoramiento y:tnl_vez la primera aparición de éste'en la histOria. Pero·es ún amor del hombre maduro y-más cultivado al joven _bello y discreto. Platón ve sin vacilación en estC amor un privilegio de-la cultura griega" una inVención espi_ritual, rÚás aúIÍ..~'Uila 'institución-Céntrica-de la nueva vidri-humanri. A·nos,otros nos repugrta:grtlvi!men:. te, y con·sobrada·raZón; esta manera dóric_a _del _amor¡ pero ln_-verdad pura nos obliga·a'reconocer que en él está'una de las_-raíces históricas de·es_tn:admirable-invenci_ón·occidental del_amor a la mtijer; Si el lector medita un poco; atlv_e_rtirá tjue las cosas sOri m_áS corriplejas y Sutiles de lo que el vulgo _cree-y. hallará ménos extravagante'esa corriparrición del amor a un género literario ..- 1 1
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cluye dentro de su exergo las abundancias de la casuística y la más fértil variabilidad'.
lll Basta enumerar algunas ddas condiciones y supuestos de1'enamoramiento para que, se ,haga altamente verosímil su extremada 1nfrecuencia. Sin pretender coh ello ser completos, podríamos decir que esas condiciones forman tres, órdenes,c como son tres los grandes. componentes deL amor: condiciones de percepción para ver la persona que va a ser amada; condicioc nes de emoción con que respondemas·sent:imentalmente,nósot'ros a esa visión de lo amable y condiciones de constitución en nuestro ser o cómo sea el resto de nuestra alma. Porque;. aun dándose correctamente las ptras dos operaciones de percibrry de, sentir, aún·pued11acaecer que estesentimientono arrastre ni invada.1ii informe toda nuestra persona,. por ser ésta poco sólida y elástica, desparramada o sin resortes vigorosos: Insinuemos breves: sugestiones sobre cadaúno de estos órdenes¡· · ' Para ser encantados necesitamos' ante•todo ser capaces de ven a. otra persona, y para esto.no:basta con abrirlps ojos\ Hace falta una previa curiosidad de un sesgo peculiar mucho más amplia, íntegrayradical que las curiosidades orientadas hada cosás (como la científica, la técnica; la del turismo, la de «ver mundm>, etcétera), y aun a actos particulares de las personas (por ejemplo, la chismógrafía),Hayque ser vitalmente curioso de humanidad, y de ésta en la forma más concreta: la persona como totalidad viviente, como módulo individual de existencia. Sin esta curiosidad, pasarán ante nosotros las criaturas más. egregias y no nos percatáremos. La lámpara, siempre encendida, delas vírgenes evangélicas es el símbolo de esta virtud que éonstituye como el.umbraLdela.mor.• 1 Existe hay· en el mUndo un grupO de hambres, dentfo del cual me enorgullece encontrarme, que hace frente a la tradición empirista según la cual todo acontece al azar y sin forma unitaria, aquí y ahora de un modo, y luego de otro, sin que quepa hallar otra ley de las cosas· qiie el InáS o·menos de la inducción.CstadíStic'a.· En oposición a tan vasta·anarqufa reanudamos la otra tradición m~ larga y más hOnda de la perenne filosoffll que busca eri todo la ((esencia>~, el modo único. ' Claro está que seria milcho más simple y _cóm-odo pensar que el amar eS de infinitas maneras, que en: cada Caso es dirererite,-etcétera;_ etcétera.. Yo_esperd mantener-siempre.tejos de mí el r~baja miento ~nielectualquesuscita ese-modo de pensa_ry tanto halaga a las mentes iilertes. la misióii últiffia:del ip.telecto_ será siempre cazar la· ., es decir1 el modci.único de.ser cada realidad. i Sobre este gran enigma de.cómo.vemos la persona ajenn;·remito al lector, a dos-ensayos mios:_La percepdóitdel prójin10,~confetencia dada-eri-la Universidad de Madrid en-1919! recogida enmi Ubro.TeoriadeAndaluda) [Véase tomo\/,! de estas Obras completas] y Sobre la expresión, · fenómeno cósmico (1925), en El Espectador, VII, 1930. [Véase tomo II de estas Obras completas].
Pero nótese que, a su vez, tal curiosidad supoI\e muchas otras 'cosas .. ES ella un lujo viÍ:al: que sólo pueden poseer organismos con alto nivel de vita'lidad. El débil. e.s:incapaz de esa atención desinteresl\da y previa a lo que.pue·da sobrevenií: fuera de éL Más,bieu teme a lo.inesperado 'que la.vida pueda traer envtrnlto en.los pliegues de su haldafecunda. y·sehac~.herIDético a•cuari." to no serelacione, desde luego; cpn su interéS subjetivo: Esta.paradoja del interés «desinteresado»penetra elap10r en todas sus.funciones y órdenes,.como el hilo·rojo queva..incluidOen todos los'cables de la Rea!Marináfaglesa.. . SimmeL~siguiendo.a.Nietz'.sahe= ha dicho quela esehciá' dela. vid~ consiste precisamente en¡ anhel.ai más vida, Vivir es más Nivir; afán de a.umenc tarJos propios la¡:i.dos.:cuandonrnes así; la vida está ehlerma.y; en su medida, no es vida. La aptitiid paramteresarse en una cosa podo que ella sea en sí Inismay no en:Vis11jrdclcpróvechoque nos rinda es el magbífico don de gen¡;c rosidad,que í[orece.sólo en las, cinJas ,de mayor altitud vital. Que el cuerpo sea médicamente débil por d~ectos:del aparato anatómico 'no arguye; sin más, defecto de vitalidad, como, viceversa\ la corporeidad.hercúlea no gárantiza grandes energíás orgánicas·(asünuy frecuentemente ocurre con.los atletas). • Casitodos los!hombres ylasmujffre5.viven sumergidos' enlá esfera d,e sus intereses subjetivos; algunos; sin duda, bellos o.respetables.y son incác paces de sentir elansil\ emigratoriahacia eLmása.llá:desiJinismos; Conteútos o maltratados,por eldetalle delo qudes.rodea, viyen;;en.definitiva\.satisfechos con la línea de su horizonte y no echan de menos las !Vagas posibilidac des que a ultranza pueda haber. Seinejal1te!tesitura ,es incofüpa.tibleiéOn la curiosidad radical, que es, a la postre;uni.n'cansable instinto .de emigtaciones, un bronco afán ddr desde síinisi;no :¡¡lo otro 1• Por eso es tan difícil que elpetit bourgeois y la petite bourgeoise se enamorerr.de manera auténtica; para ellos .es 11'\ Vida precisamente un insistir sobre ló cónocidoyha.bitual; una.inconmoVible satisfacción dentro del repertorio consuetudinario.• · '·, ·Esta curiosidad, que es; a la par, ansia¡ de vidá,cno puede darse más que en almas porosf!S donde ciri::ule el aire libre, no confinado por ningi1U::ínuro de limitacióll -el aire cósmico cargado con polvo de• ~strellas remotas. '¡-, 1 En c~da ·s0Ct~dád ,raZá, 'épClcri, ra11a 13 'P:osibilidaél de'_rr·ec·~·~nt~ anl~f p dr4eéé~tO He:Una u 1 otra condición.:En'·Esj:>aña no esnecésario buScarmds lejóSila·i~zó1idé1n Tá~eza _C"o~ qúC:se da el hecho erótico; 'porque faJta,ya el p!"it;n.~r sµp~esto ..Son,wuy-p9cq-?:\o~ esp\ln.ol~. sobre.to_dp Jas espnÜ:~lft5 1 qOta~o_S _~~ c1;1ri~si,da~, YC;5 dif~c,il ?alla,~,~lg?,ir~º; ~Uf 1~i.e~~a1 el _ap.7ti~~.~'T ~p~~!~~-'a la vida para ver 16 que trae_-o pueda lrñer. Es cunase aststir a,una reun1op. d_e i1so_c1edadn en nuestro país: la falta de vibración en el diálogo y en los 'gestos pronto revela que se está entre gent~_do_: midas-los biólogos llaman vita 111inin1a a la modorra invernal de ciertas especies--~ las cuales n_o,vana·exigirnadn a la hora qile:pasn,,ni ~era:n h~da_ los iln~s de lo_? Otros» ni, en'gene:nl, de la existencia;! J?esde mfpunto. de vista es inmoral que un ser no se esfuerce en hacer cada mstante de Su·vidB lo,rnás
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Pero no basta ella para que ,«veamos» esa delicada y complejísima entidad que es una persona. La curiosidad prepara eLórgano visual, pero éste ha de ser perspicaz. Y tal perspicacia es ya el primer talento y dote extráol:dinaria que actúa como ingrediente en el amor, Se trata de una especial i~tuición que nospermite,rápidamente descubrirla intimidad de otros hombres, la fi" gura de Sl.Í filma en unión.con el sentido expresado por su cuerpo. Merced a · ella podemos «dístinguirn de personas; apreciar su calidad, su trivialidad o su excelencia, en fin, su rango. de perfección vitaL No se crea,por esto que pretendó,intelectualizar elsentimientó de amor. Esa.perspicacia no tiene nada quever cori la inteligencia, yai.mque es rriás,probabksu presencia en criaturas de mente clara, puede existir señeracomoeLdon poético, que tan.; tas vece5 viene a alojarse en hombres é:asiimbéciles! De hecho no es fácil que la hallemos sino en pérsónás provistaside alguna agudeza intelectual, pero su más ysu menos no marchan al pande ésta; Así ocurre que esa intuic ción súele darse relativamente más.en la rriujer'que,er1 el hombre; al revés que el don de intelecto, tan sexuadoi de virilidad t., ., , .Los que imaginan el amor como un efecto· entre mágico y mecánico que eri ellioinbre sé produce, repugnarán que se hagá de la perspkacia uno de sus atributos esenciales: Según ellos, el amm: nace siempre «sin razón», es ilógico, antirracionalymás bien excluye toda perspicacia. Éste es uno de los puntos capitales eri que .me veo obligado itdiScreparresueltamente de las,füeasrecibidas. , . ·. , ,· · · · . · , . - . . · ; '' Decimosrque un'pens'.lmiento es lógico cuándo no nace en nosotros aisladoy porque sí; ante5 bien, levemos mai\lar y sustentarse de otro pensamiento nuestro, que es su _fitente psíquica. El ejemplo clásico es la conclu" sión, Porque pensamosJas premisas, aceptamos la consecuencia: si aquéllas son puestas eTI"duda; la consecuencia queda en suspenso, dejamos de creer eri ella: ELporque es el fundamento, la prueba, la razón, el lagos, en suma, que proporciona·racionalidadahpensamiento;' Pero; a·lavez; escel manantial psicológico de donde sentimos brotar ésta,. la fuerza real que lo, suscitay mantiene en el espíritu. , . • ' · . , , • El amor, aunque nada tenga de operación intelectual, se parece al razon~1Iliento _en qu,~np nace en se~ 0 y, por d~cirlo. así, anihilo, sil1.º que tien~ sujitente psíquica en las calidades del objeto amado, La presencia de éstas engendra y i:utre'al ~1Ilor, o; dicho de otro modo, n~die ama sin poiquéd porq~\C sí; ~odoeJ.Cj_li!'! amálif¡i;ie '.lJa y'ez fa COi\lviC.CÍÓi\1 de qUfCSU amor ,está
justificado; más aún: amar es «creen>. (sentir) que lo amado es, en efecto, amable por sí mismo, como pensar es creer que las cosas son, en realidad, . según las estamos pensando: Es posible que en uno y otro caso.padezcamos · error, que nt lo amable lo sea según sentimos ni real lo real-según lo pensa" mos; pero. es· el ~aso que amamos y pensamos en tanto que es ésa nuestra convicción: En ésta propiedad de sentirse justificado y vivir precisamente de su justificación, alimentándose en todo instante de ella, corroborándose en la evidencia de su motivo, consiste el carácter lógico del pensamiento. Leibniz expresa esto mismo diciendo que el pensamiento no es ciego, sino que piensa una cosa porque ve que es tal y como la piensa. Parejamente, el amor ama porque ve que el objeto es amable, y así resulta para el amante la actitud ineludible, la única adecuada al objeto, y no comprende que los demás no lo amen -origen de los celos, que, en cierto giro y medida, son _consustanciales al amor. No es éste, por tanto, ilógico ni antirracional. Será, sin duda, a-lógico e irracional, ya que lagos y ratio se refieren exclusivamente a la relación entre conceptos.,Pero hay un uso del término «razón» más amplio, que incluye todo lo que no es ciego, todo lo que tiene sentido, nous. A mi juicio, todo amor normal tiene sentido, está bien fundado en sí mismo y es, en consecuencia, logoide, Me siento. cada _vez más lejos de la propensión contemporánea a creer que las cosas carecen <;le sentido, de nous, y proceden ciegamente, como los movimientos de los átomos, que un mecanicismo devastador ha elevado a prototipo de toda realidadt. Véase por qué considero imprescindible en un amor auténtico el momento de perspicacia que nos hace patente la persona del prójimo donde el sentimiento halla «razones» para nacer y aumentar. Esta perspicacia puede ser mayor o menor y cabe en ella ser vulgar o genial. Aunque no. el más importante, es éste uno de los motivos que me llevan a calificar el amor de talento sui gene1is que admite todas las gradaciones hasta la genialidad. Pero, claro es, que también comparte con la visión corporal y la inteligencia el destino de poder errar. Lo mecánico y ciego no yerra nunca. Muchos casos de anomalía amorosa se reducen a confusiones en la percepción de la persona amada: ilusiones ópticas y espejismos ni más extraños ni menos. explicables que los que cometen a. menudo nuestros ojos, sin dar motivo para declarámos ciegos. Precisamente porque el amor se equivoca a veces -aunque muchas menos de lo que se dice-, tenemos
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función-biológié:a :....:.a difereáCiá de·los ferióinenD_s· ñsico-qufniiCbS...:..-pre.Sentai;t juhfo a su n?rm.a ~ anorn~lías: Así en el amor. Cuando_ se dan_las demás condicion·es para qüe nazca y.la perspicacia es msufic1ente o nula, tendremos un caso de patología s'e.ntirnenta1, de amor nnó~loi .: ,:
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1 Bien entendido que repudio lá-extralimitación del mecaniciSmo, no porque sea devastadora, sino.po_rque es falsa y, sobre todo, devasta el mundo.
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que devolverle el atributo de la visión, como Pascal quería: «Les poetes n'ont pas eu raison de nous dépeindre l'amour co=e un aveugle: Il faut lui oter son· bandeau et lui nmdre :désonnais la joüis5ance de ses yeux"' ·(Sur les passiom'del'amdur)."i •· , , •. : · i ,.
MALLARMÉ
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'Revista de Occidente, julio; 1925 •! ,·,
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En1 de septiembre de 1923, amigos españ.oles•de Mallannése reunían én
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el]ardin Botánico deMadridpara conmemorar con un silencio de cinco minutos elXXV'aniversario :de su muerte Los'reunidos fueron: José Ortega y Gasset, Eugenio d'Ors, Enrique Dkz"Canedo;] osé Moréno Villa;] osé.María Chacón, Antonio Marichalar, José Bergamín; Mauricio Bacarissey Alfcinso Reyes: . '' :: El silencio i11imemo1iam es una ceremonia de estos tiempos:· no sobra conocer .el contenido interior de este mudo •ritual! Por eso; el secretario de ' ,· la Revista.de Occidente preguntó alas •reunidos: •-.-¿Qué ha pen5ado usted en los cinc.o minutos dedicados a Mallarmé? La;respuesta dej osé Ortega y Gasset fue la siguiente: · -··Nuestro secretario de la Revista pide a los que calh¡mós por Mallarmé que inutilicemos aquel silencio comunicando en estas páginas lo que entonces pensamos. Si no fuera mucha pedantería; yo le hubiera preguntado: Secretario Vela, no sé lo que me pide usted; ¿Qué piensa usted que es pensar?'¿ A esta imagen de Iatorre de Pisa que 1por·azar brinca ahora sobre el área de mi cbnciencifillamaría usted.pensamiento? ¿O más1bien alflujo asociativO: en que pasan empujándose ccimo ovejas por la cañada·lás representaciones?• Pero en· este caso no sería pensamiento lo único que más certeramente debieráilamarse así.: 'el proceso mental ordenado y conforme a plan en que perseguimos deliberadamente un problema y evitamos las meras asociaciones. E,n la asociación va .el alma a la.deriva, inerte y deslizante; como abandonada·al alisio casual de la psique. En la intelección; por ',' :--; 'i.!:'f'l':.: '; ;·''·' :'''; ',"',, ·; ·:·; -::- ,_· " ' " ' - ·'-' -, ,,_.,.¡ .. : .e.l~oi:i.,tr¡¡ii9, ejqce~9s,ve~dad,etas actiyiµad.es: ,c9,Il)p~r~os, anal);f¡¡i;¡i()~; atribuimos, colegimos, inferimos, abstraemos; clasificamos; etcétera, etcétera. Durante, muchos siglds seha crefdo 'que peris~~y asoc.iacióri de ideas efari unalnis,Il)~ cos~. MáS ahpra ,sabeinos qu¡; l[\ p\irá ~Ociacióu ~~ i¡iea;; i;iose da más que en ciertos demente5: es.el fenómeno llamado «fuga de ideas». No sé, '!_
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pues, bien lo que usted me pide. Enla duda, y a fin de no dejar fuera lo que acaso usted prefiere, me limitaré a reproducir mediante una retrospección cuanto ocurrió en mi escenar-i.o mental durante parte de aquellos tácitos minutos: reproducir los cinco exigiría muchas páginas. Así tendrá mi comunicación el carácter de los «protocolos» usados en la «psicología experimental del pensamiento». «Es mucho silencio el de cinco minutos. Terror de atravesarlo a nado mudo. Distraerse y hablar fuera un naufragio ... "Los mástiles que· se inclinan hacia los naufragios" (Mallarmé) ... Es como atravesar una plaza grande y vacía bajo el sol: agorafobia ... La idea de este silencio es de Alfonso Reyes ... A ningún español se nos hubiera ocurrido esto. A los españoles nos avergüenza toda solemnidad, nos ruboriza. ¿Por qué? Pueblo viejo. Tenemos eJJ. el alma centurias de solemnidades;· éstas han perdido ya la frescura de su sentido y nos hemos acostumbradcra.pensar que sonfalsas y.desvirtuadas. Alfonso Reyes es americano: Alfonso.,, Reyes ... Alfonso, nombre de!reyes ... •, es americami: Pueblojoven..: La juventud es, dondequiera que se la halle, en un hcimbre, en.un pueblo,.un sistema de muelles tensos quefoncionan bien y se disparan con toda energía ... El joven lo siente todo heroicamente, miC to lógicamente, con plenitud!J'Sin.reservas .. : Los pueblos niños viven en perpetuo estreno, como lbs niños.Lo estrenan•todo~ .. Recuerdo sintético de mi teoría sobre el modo de vestir delos hombres argentinos ... Eti.esta teoría interviene como ténnino de comparación el famoso jubón de raso amaranto que usaba Leonardo de Vinci.:: Imagen visual muy vivaz de este indumento: .. ¿Debo pensaren Mallarmé? ¿Defraudo a estos amigos· pensando en todo menos en él?. Probablemente sólo los pueblos jóvenes-·Alfonso Reyes (mejicano) y Chacón (cubano)-· .piensan ahora en Mallarmé.:. Los demás." Sospecho que, como yo; piensan que están azorados ... ¿Porqué nos az"ora callar juntos? Recuerdo sintético de la teoría del azoramiento''. ¿A qué altrirá estaremos.de esta navegación por un mar de silencio?,., Mallarmé habla de silendo.cc ¿Dónde? ... Describiendo a la bailarina Loie Fuller, dice: "es un silencio palpitado de crespones deChina'' ... Ycomparando la.danza yla pantomina, sugiere que "están ambas celosas de sus silenciosrespectivos" ;.. 1 ·: Resumen-de esta teona para lriteligenciádel lector.-Lo ¡jsíqU:-ico-~pensal:nieritoS, sentimientos_, :_etcétera:- es,_pqr esencia,. real_idad. ocult?-, í~tim_a:(de;intus, l!J _de d~~tr). E_l ~ora m~ent~ ~e pr,q9uce en l~.medida_·en_qu_e cre_~m_os _que.alguien tlescubre,aquella_intimtdad nuestra qúe'inuy e5pecialméríte C[tieff!ino's tenei·oculia. Así, el qUe:mtCilté'Se aZora.-Esta'~ 13 inié:iación del fenómeno~ Peto luego lo qUe qlleremos ocUltar es precisaniente·nuesi:ro ázoramiento. HaCe~os_gesto_s ocul~d()~es... _~os~~-º~·;.!1.9~.:1?~ª~1?~),~ :m~~'?. P~!_el_~i_gote, nos quitamos_moUlS de_l _tt¡~j~ p~r:a d¡¡r .ª-~Il~e~der qu,e_ i1p_~Il5~t:n?s_ ~n ·otra c~s~». fer,q luego q~~-remos ~mbién qcult~r este·deseo huestfo·ae·oruuar, y'ásf suCesivam'eilte:-El ilZéitñmieritO Senutfe de si iniSffiá', ~y-SU. 'de'.. sarrollo es.una'intensificaCión progresiva¡ Elque·eslá azorado lo está cada vez inás.
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Debe hablar en algunos otros sitios más sobre el silencio, pero no los recuerdo ... En qué sentido la poesía de Mallarmé es 1,1na especie de, silencio · elocuente;¡c· Coi:isiste en callarlos nombres directos.de. las cosas, haciendo · que: su p,esquisa sea un delicioso enigma ... La poesía es esto y nada más que esto, y cuando es otra cosa; no es poesía ni nada. El nombre directo denomina una realidad, yla poesía es, ante todo, una valerosa.fuga, una ardua evitadón de realidades ... El ciclista de circo que corre entre botellas evitando tocarlas. En las épocas.de cultura totemista y mágica, el individuo tenía dos nombres: .uno usado socialmente, otro secretO-'-el verdadero-, sólo conocido de la madrey el padre.,. Mallarmé es un lingüista de este lenguaje compuesto sólo de denominaciones arcanas y mágicas. Lo misrnp. fue• Dante~ Recuerdo de versos dantescos en que se elude el nombre propio de las cosas y se las hace nacer de nuevo, se las presenta en status 11asce11S merced a utia denominación originaL. En vez de. Mediterráneo, dirá: La maggiorvalle in che l'acqua sispanda. ..
»En vez de Beatriz, ·Que! sol che p1ia d'mnor mi scaldiJ il petto...
·. · . •
»En vez de decir que está a la izquierda de Virgilio, dirá que se halla Da quella parte onde il i:uore hala gente.
»España no se llama España, sino Que11aparte ove surge ad ap1ire, Zejfiro dolce le novelle fronde Di che si vede Europa 1ivestire1•
»Dante se da cuenta de este procedimiento, y una vez que en el Purgatorio se resiste a nombrar su ribera nativa y decir "el Amo", hace que una sombra antipoética se irrite y pregunte: Perche nascose Questi il vocabol di quella 1iviera, P1.1r com'uom Ja dell'onibili cose? 1
No respondo de la eXactitud de estas citas.
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COSMOPOLITISMO »He aquí toda la poética: hay que esconder los vocablos porque así se ocultan; se evitan las cosas, que, como tales, son síempre horribles ... Una vez que Mallarmé se encuentra ante el horrendo trance de tener que decir "yo, Mallarmé", como' en ún acta•notarial, prefiere evitarse a sí mismo, y dice: "El señor a quien mis amigos tienen. la· costumbre de llamar por mi nombre"'·· Vaga impresión de fatiga virtuosa, conio de haber cumplido con un deber;. en este caso, el deber de pensar en Mallarmé.;. ¿Habrá pasádo ya el tiempo? ... Canedo,·nuestro cronometrador, mueve una mano. ¿Irá a·sa" carel reloj?; ..:Un transeún~e se acerca. ¿Pasará entre nosotros? ¿Qué debemos.hacer?.•¿Advertirle que se detenga para no atravesar nuestro silencio y romper!() como un cristal? .. ;Vaga angustia ... Y una 'feroz gana de hablar, de deéir que Mallarmé fue un fracasado, un pájaro sin alas, un poeta genial sin dotes ningunas de:poeta, escaso; torpe, balbuciente... ¿La poesía? ... Hace tiempo estoy convencido de que Ja poesía se-ha agotado ... Cuanto hoy se hace es mero hipo de arte:agónic,o .. :· De pronto se abre en mí un vacío mental: no hallo nada dentro de mí; ninguna idea, ninguna imagen .. ., salvo esta percepción de vacío espiritual... Pasan entonce5 a primer término las sensaciones intracorporales y eternas: el latido de la sangre en las venas, el zapato de Moreno Villa que está sentado a mi vera y el tronco arrugado de una sófora japonesa que se alza enfrente de mi» ... .. Calculo que todo' esti:J ocurrió de.ntro de mí durante el trascurso de dos minutos. En leerlo se tarda mucho más. ¿Por qué? Esto nos llevaría a interesantes elucubraciones psicológicas.sobre el pensar inform'ulado y el formulado, sobre las abreviaturas mentales, sobre ese extraño fenómeno en qué tenemos la clara impresión de «saben> unateoría·compleja, toda entera, sin tener actualmente en la conciencia desarrollados sus miembros -lo qué se ha llamado «saber potencial», etcétera, etcétera ... ·
Revista de Occidente; noviembre, 1923
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dela postguerra dad; dos fénónienos que al ser enfrontados facilitan su recíproca de~nidón. Uno 'de ellos es el' ilitemacionalismo representado por Ja Sociedad.'de las Naciones; otroes:el éosmopolitiSmo de·ciertasmin.orías intelectuales'. · :. La Sociedad delasNaciones contaba con grandes medios para llegar a constituir unpoder real y eficient,e· endá vi.da europea. Se la ha dotad<;i con abundantes recursos 'económicos; se ha· hecho amplia propaganda dé sú institución;: encontr¡¡bá ·en,ca,da país'fuertes partidos políticos orgariizados que simpatizabal;l con sus propósitos. Sin embargo, la Sociedad de las Naciones no ha lograao, ci:Jnquistar:é:orporeidad alguna en la existencia histórica.· Es un fantasnianato qúe arrastra un sino e5pectiaL No' es una fuerza nueva que fntervenga de mimera•apreciable eri el proceso universal. Por fo menos '--,;-y esta dimension relativa del fenónieno•es·la única que ahora inte" resa-.- existe una enorme desproporción entre los medios con que cuenta ylarealidad que posee. El mtemacionalismo que aspiraba a instaurar no.ha avanzad() uri solo paso. Las naciones son hoy más nacionalistas, menos in" temácionalizadás que en 1919, En cambio, desdel920\ sin quenadieselo haya propuesto ni lo:haya enunciado como programa; sin acto alguno ni siquiera intención de propaganda, sin aparato ni instrumento de ninguna clase, ha• acaecido el hecho de quela. gente mejor del gremio intelectual en'Europa y América se encuenc tra,;sin saber cómo;reunida en la más estrecha convivencia, No: se sabe si lo mássi:Jrprendente de.este•fetiómeno eslarapidez o la espontaneidad cori que·se haproducido. · .. ' : ··•· ,., · En cada país hay una ovarias docenas de hombres que se sienten. más próximos de otros individuos habitantes en otros •Estados que del resto de su'propia na'ción. :Sfü: premeditarlo; se sorprenden en· todo instante atentos a lo que esos espíritus lejands hacen o dicen: Más aún: por uria extraña
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telepatía, que procede de la armonía preestablecida entre sus almas, presienten los pensamientos de esas mentes afines. , Desde España hemos podido percibir claraménte este suceso. Que un escritor alemán atienda a otros de Inglaterra o de Francia, y viceversa, pudiera atribuirse a curiosidad sospechosa o, cuando menos, al natural prestigio que el vencedor tiene para el vencido o para el.vencedor la.victima difícil. Pero que lo.s hombres de más fino espíritu residentes en esas grandes naciones se interesen por la labor y las maneras de los que trabajamos en un país políticamente decaído como España, es un síntoma nada equívoco de que sobre el mundo comienzael pausado triunfo de la generosidad. E~ la segunda mitad del siglo XIX hubiera sido inverosímil un hecho parecido. Un pensador de un país no se inclinaba a tomar en cuenta más que f1 los pensadores delos países que tuviesen el mismo. o máyor~úmero de . soldados y de Bancos que.el suyo; Esto sigrrificaba que la curios1dad·pqr; el extráño rio era espontánea ni nada como una n~cesidad primaria del hombre de leti"aso ciencias. Por sí mismo tendía al aislamiento nacional; vivía intelectualmente hacia dentro de su nación;:pór tantó, éara a Ia masa, no a sus iguales;prebcupado u ocupado con sus:inferiores, rio con sus par~' Faltaba ese impulso inconfundible'y originario hacia el equivalente osuc perior; síntoma exquisito de la exquisita disposicióri•espiritual a que luego me refiero. ' ' ';" ' '""' ' . · Y,.en:efecto, durante'losposb·eros cinaienta mios de la últimacentwi.ase hallaba !et vida intelectual europea más disociada que:lo había estado nunca desde' stls comienzos. Y esta disociación no era simplemente unfortuito ato" mismo y desparramamiento. Tenía, a su vez, una forma: !ir nacionalización dél tipo de hombre intelectual.. Sólo se salvaban completamente de ,ésta los qúe cultivaban ciencias o aficiones tan poco frecuentadas, que no podían bastarse a sí mismos los de sólo·ún país. Así, los estudiosos dela· alta.nueva matemática, un puñado de hombres desperdigados por eL planeta, formac han una curiosísima asociación espontánea; tan estrecha y poco numerosa, que· adquiría un.aspectoJamiliar; con la terríura•y aire do.méstico que.van ariejos: En las ciencias de. experimentáción; forzados a tener en cuenta los hechos descubiertos aquí o allá; atendían faproduccfónuniversal; pero ¡;ólb ló estrictamente necesario;Leían las memorias y comunicaciones.de los la~ boratorios; pero no seguíaiid pen5amientoviviente de sus autores ni.les.in~ teresaban las personas. En el resto de las ciencias y en casi todas las artes n,o existía convivencia ninguna yapenasrhutuo conocimiento.' · '" ' ..·. En 1907 ';--puedo asegurarlo, sin mas error verosímil que alguno •pe" queñísimo;propio:más bienpara confirmar la veracidad del dato~ no;hac . bía un solo filósofo enMemania; entre:lás figuras predominantes alafecha\
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que hubiese leído a Bergson. Yo no conseguí nunca que el gran Hermann Cohen lo leyese, no obstante ser de su misma raza.· La distarida entre tales hechos y la realidad actual es tanta, que parece · increíble cóino han podido en tan poco tiempo variar tanto las cosas. Hoy cmnviven más íntimamente ciertos hombres de. ciencia alemanes o ingleses con sus congéneres de España.o de.América que con la masa de su país; Yno son unos hombres cualesquiera..Sise pregunta a la gente media de esos pueblos quiénes son sus cabezas mejores, nombrarán precisameri" te a ésos, losreconocerán como los egregios. Y, sin embargo, a ser.sincera, , , , ,. añadirá que no se siente próxima a ellos. Éste es el: fenómeno que en ritmo acelerado se está produciendo eri dondequiera. El cos111opolitis1110 intelectual se afirma sobre la tierra¡ en si~ ficativo contraste con el fracaso deLfütemacionalismo político.· No.voy ahora a reflexionar sobre éste;· me interesa más insistir sobre la fisonomía de aquél. .Es; por lo pronto, un signo orientador advertir.que esos intel~ctuales cosmopolitas .no son todos. los.intelectuales .de•cada nación, sino:única" mentelos·í:nejores de la generación vigente, los que forman hoy las avanza, das creadoras; Son, en suma, la minoría máS selecta: : Hay personas a quienes irrita sobremanera que se habkde selección, tal vez porque su fondo .insobornable les grita que: no serán incluidas en ninguna selecciónpositiva. Es .de su interés enturbiadas aguasyque no se vea claro lo que con el nombre'de «minoría selecta»,pretende designarse. . ·A las minorías selectas no las elige nadie. Por la sencilla razón de quela pertenencia a ellas no es premio o una sinecura que se concede a un indivi" duo, sino todo lo contrario, implica tan sólo una carga mayor y más·graves compromisos. El selecto.se selecciona a sí mismo al exigirse más que a los demás. Significa, pues, un privilegio de dolor y de esfuerzo. Selecto es todo el que desde un nivel de perfección y de exigencias aspira a una altitUd mayor de exigencias y perfecciones. :Es un hombre, para qilienJa vida es entrenamiento, palabra que; como he hecho notar en,recientes.cmí~eren" cías, traduce exactamente lo que en griego se decía ascetismo. (El a5C:etiSmo; áshesis, es el régimen de vida que seguía elatleta; lleno de 'ejercicios y privaciones constantes para mantenerse enJonnru Este vocal:ílo tan puramente deportivo es acaparado luego porlos cenobitas y monjes y pasa a significar la dieta del hombre·religioso, resuelto a manteners,e en estado de gracia; esto. es; en Jonna, para lograr el premio de. la beatitud), No hay cosa que no pueda hacerse de uno de estos tres modos: o peor, o igual, o mejor que suekhacerse: Y estos tres modos posibles sori los que producen de una manera automática la· selección entre lo5'hpmbres,: Nuestra ílldole más íntima nos.determina desde luego, y fatalmente, a decidimos
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por uno o por otro. Hay quien.no se siente vivir si no es a máxima tensión de sus capacidades. Sólo le sabe el peligro y la dificultad. La existencia no tiene para él sentido si no es ascensión de lo menos a lo niás perfocto. De. aquí que le repugne el dominio;cEl temperamento dominador ve todo de arriba: abajo: le complace.mirar alos inferiores, y sn afán de•ascensión es sólo el deseo de estar encimade los inferiores; por tanto; delo que está bajo. El temperamento selecto no goza con ningún predomfuio. Señorear algo es, a lapostre;tratarconinferioresy élnecesita, por el contrario, el acicate cons" tante que kimpulSe hacia atribá, la succión de lo supremo: Por lo menos necesita sentirse entre iguales. Al cabo; el que nos esigtial, puesto quenolo domfuámos; está: siempre en potencia de superamosyhos incita, por tanto, al tertamen.asc'ehsionaL · · ·. · :n~aquíqueios cosmopolitas de.la cultura se si.entan desligados;de fa con,vivencürespirifual con• la:mása de su nacióu e impremeditadamente sien" tahlanecesidadde contacto'con los pares o rnejóres de todo el mundo. Han menester de esa presión, de esa fucitación hacia lo alto.· Por su parte, !amasa propensa a la fuercia, al sospechar ese apetito de fuga cenital,:de ,incansable exigencia hacia lo óptimo, se fatiga, se fuquieta,•se irrita y prefiere dese~ tenderse de;quien ho se ocupa de ella ni siquiera para domfuarla: · ;· ••Así acontece que hoy asiStiIIlos a una sorprendente desarticulación del cuerpo.social:.las masas cmmienzan a vivir por sí;y lo miSmo las minorías, sinmutacióriniínflujo recíproco: En.el siglo pasado acaecía lo contrario: la mfuoria.lo era actuando sobre.la masa (porejemplo,fa literatura nornial era constitutivamente popular y los libros alcanzaban enormes ediciones) ,y la masa abrazaba a la mfuoria. Pero esto, como la disociación nacionalista de la inteligencia, como tantas otras cosas de esa centuria, lejos de haber sido 161 habitual en la historia, han sido fenómenos ahormalesytransitcirios,. ex" elusivos;• o poco menos; de ella; Lá norma hiStórica ha sido más bien lo con" trario: Las n:llrioría:s; 1paraserlo; para ejercer sU:misión; que; ala postre; va siempre en beneficio de la masa,.no han convivido con ésta, se han aparta" dodeella.: · • ,e: '" ;•·; . ;•¡ En é:asitódoslos siglos de.historia conocida, la 'estructura social mues" tra dos estratos, dbs orbes superpuestos o yuxtapuestos, en uno de los cua• les viv~ fa mihqría (según sus•normas; hábitosy gtistos) ,y en otro la masa soda! regida por stis particulares niandamientos.; La comunicación rió ha solido' ser directa)', sobre todo,.t!o ha consiStido en que !osunos vivan para
y.ha('.ia los otros, · La fusión de ambos ingredientes sociales soló acostumbra a producir" se eh épocas que n:O crean.principids, sfuo que meramente los .propagan y · aplican; Asi'elsiglo ultimo fue riotoriarnenteunaetapa domfuada por la,po"
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lítica -que es propagación de normas culturales- y la técnica -.que es aplicación de.principios científicos. . . · , ; ,, , , , ! ·; , ,, . . La nueva solidaridad.delos a5cetas, el cosmopolitismo de.los mejores, coincide casualmente con una hora en que los principios de cultura tradi" cionales h¡m pen;lido su eficacia y es, por.lo miSmo, urgente crear otros. nue" vos. Pero. esta coincidencia ~·demasiado oportuna para ser fortuita. Representémonos clararne11te la coyunfura:actual en.sus efectos para la actividad de inteligencia. Los•principios normativos de todo. orden-.-en ciencia, en arte, en política-han dejado de ser vigentes. ¿Qué quiere decir esto? Cuando un prfucipio goza de vigencia histórica 'actúa;corno una dis" ciplina objetiva, cornoiun cauce sobreindividual donde cada.uno se instala a la vez respetuoso y confiado, en~ontrando eh él un punto de apoyo,:una tierra.firnie. Sincéra o ficticiamente,.todo el mundo fo acata }'proctira.ajus" tarse a él. Esto permite una fácil convivencia y colaboración .. Mas cuando toda norma se ha desvirtuado no existe disciplina.ninguna sobreindividual, no .hay tierra firme sobre que apoyarse cómodamente: Todo se háce proble" mático1 Los espíritus vulgares se sienten liberados de la.norma que sfutieron siempre corno un gravamen penoso y dan suelta a su barbarie nativa· e fufe" curida. Entonces los espíritus selectos se recogen sobre símiSmos y.recurren a la única disciplina restante; la que espontáneamente emana de su propia individualidad. No pudiendo ajustarse a una norma.exterior que no' exiSte, procuran adecuarse alas.exigencias imperativas que en·su futeriorfoncio" nan. Al amparo de.ellas;.bajo su fuflujo incitante y cortectivo;.trabajan en la dificil invención de los nuevos principios, fabrican silenciosamente lasfo" turas constelaciones: En tal coyuntura carecería de sentido todo intento de propaganda e imposición a los demás de principios aún en gestación. Por eso la minoría selecta corta la comunicación con la gran masa y renuncia a predicar, a ga" nar prosélitos, a combatir vanamente. Necesita todas sus energías para el delicado menester de crear. En lugar de pretender-lo que sería ilusorioque los temperamentos toscos y triviales acepten la dieta rigorosa que a sí miSmos. se han impuesto ellos, se vuelven hacia los iguales, hacia los que con idéntica espontaneidad sienten pareja disciplina personal. Este contac" to con almas cargadas del mismo o superior potencial dinámico les sirve para confrontar su obra y sostener su tensión. En tomo, todo es bullanga y vocinglería, corno la de los jóvenes círculos literarios en París, o bien la barbarie del periodista que sustituye la fineza y exactitud del pensamiento por la coz literaria, el insulto o la excitación de las pasiones multitudina" rías contra la obra sutil y veraz. Otras veces, no es nada de esto, pero es la liviandad de cabeza, la frivolidad, la pirueta de sinsonte y la paradisíaca ig"
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norancia.:Derespaldas a todo eso conviven entre sí los mejores, ni siquiera irritados por ello, antes bien, convencidos de que es el frenesí la afección natural ·de la masa cuando •Se han ..roto las normas: Esperan serenamente abstraídos en Ja fruición de la•propia labor y saben que nuevo cosmopolitisrrio de la inteligencia. Se trata¡ en efecto, de un cambio radical· en la idea dé lá misión que se reconocía á ésta durante los dos úlc timos siglos. La inteligencia .nó debe aspiiar.~ mandar, ni siquiera a influir yrsalvar a.los hombres: No esi é5ta la forma en q'ue,puede'sermás provechoc sa sobre el planeta. No es adelantándose al primerrarigo deia sociedad a la m.anera del político,:del guerrero; del sacerdote, como cumplirá mejor su destino,sino al-revés; recatándose, óscureciéndose;retirándosea líneas sociales más modestas. La inteligencia, que es la cosa más exquisita del: Cosmos, es, siri embargo; muy poca•cosa para pretender empujar el órbe gigante de fa historia: Esta pretensión la aniquila y desvirtúa: Y sólo puede ascender a la•plena·dignidadde sitnisma si llega a comprende\: su esplendmysu mic seria;suvirtudysulimitación. Pero esto exige un' desarrollo aparte:
Revista de Occidente, diciembre, 1924
· REFORMA DE LA INTELIGENCIA' 'ti'
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artículo sobre Goethesu pensatniéritóen al gigante isleño con esta5 palabrás:' «Shakespeare acompaña ala Naturaleza»: Goethe expresa en esta forma su admiración por el genio, que a él le faltó casisiempre, de ser justo con todas fas cosas, merced al cual Shakespeare deja que en su obra todo ser llegue a ser lo que 'es¡ :criminal o virtuoso; mente clara o mentecato, mujer apasionada, o trueno o flor. Yo,deo'que todo espiritu dotado de algunapén~tración se esfuerza asiri:üsmrn en:acompañar a la Naturaleza 'y ve en ello su mandatnierito pri~ mero y más gé!léricoJ:De aquí el amor a la circunstancia,que Goeth¡;,sintió tambiérnpfofundamente. Lasalmassuperficiales·desdeñanlo' en.cada·caso circunstante, pensando .en uria sitilacióri definitiva qúe; claro está,no llega ntincay-e5 sólo uil.a sórdida abstracción; Pero la•vida de la persona'o del universo no conoce·situaciones definitivas, si11o 1que'consiste en una· serie inacabable de circunstancias que se van sucediendoynegando la una a la otra.Ninguna de ellas puede alzarse frente al resto como la•única perfecta. Lo definitivo, lo acabado; lo.perfecto, ria consis.te enunarealidaddetertnic nada que por sí misma se eleva sobre las demás y las anula. En carribio; toda circunstancia .y. toda realidadJ contiene una posible perfección, 'y este'margen de perfeccioil.aniiento de la circunstanda es: lo que el buen artífice vital llamaide~lyseesfuerzaenhenchir;, • ·i "' :; i De• esta manera, lo drcunstante TI() sóló inspira áLartey a la ciencia, sino también ala sensibilidad moral ya lainvenciónpolítica: El verdadero ,,:
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Eit él ntim~ro XVIII. ~!e la R_ev~ta qé Occid,cntc .:....:..O.iciem~re 19242 publiqué con el titulo Paterga-Cosn1opolitismo'1 un 'enSáyo que alibra,traducido~--va ·a apare~er.en la gran reVist(3lemana Die l'{cuc_.~un"5.d.talt,:_[i;s _el anteri~rl. Aqu_elensayo t_en,fa una,segup~a pa,rte que h':lce alfilin:tierr¡.po vio 'la l~~,e~ ~'f-,~~~Pl~;.de,~u~nos Ai_~~'. ~9:1B-º ~,e. ~1:1-~~!,~~- ~-º·~-l:oS _l,~c~~~~ .~~~l;a ,~.év~t,lt_ ~f Oc:c!~ dcntc~obre to.do_ en Alemania, Francia y Suiza.:.:.:... tonozcan_mt pensam1ento·sobre la Il1151ón°actual dela inteligenC:ia1 reproduzc_o aqu(esta segunda parte to~ algunas correCciones y.adi_ciones.· 1
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deber no es la tosca fórmula hieratiz.ada que aparece impuesta de una vez para siempre, sino una sublime inspiració.n que el momento fugaz sugiere. Parejamente, no existe una fm:ma política que utópica y ucrónicamente sea preferible, sino que cada complejo histórico encierra dentro de sí el esquema de una posible estructura, la mejor imaginable.en aquel caso. Los ideales son una parte del hecho cósmico, y en él se aprehenden por una genuina experiencia,Jo mismo que aprehendemos las realidades. La única superioridad de Grecia fue creer que el universo se halla saturado de notts, es decir, d.e sentido, y que, por tanto, de él hay que extraer también las normas.para la mente. Y hay ocasiones en que la Naturaleza ejecuta un rápido viraje, y a la circunstancia de ayer sucede otra de.cariz tan opuesto, que las gentes con insuficiente sentido de equilibrio son lanzadas por la tarigentehacia el v~ cío moraL EL mundo ha.cambiado y no saben ,cómo. Es distinto del de ayer, pero aún no reconocenlas faccion'es•del de hóy. Sólo adviertei:J..err loIJresehte la ausencia de las fisonomías acostumbraftas: Hoy no se cree :en lb que ayer se creía, y; en vista de esto, suponen que hoy no se cree en nada:La nueva fe actúa, latente, .en ellos mismos, pero no tienen el vigm espirituál necesario para definirla. En cambio, compla:ce sobremanera ver cómo en este viraje ddaNaturaleza los equipos de selécción habituados a acompañarla se ciñenál súbito giro como diestros balandristas; salvan el punto dificilyno pierden contacto;.adherencia'íntima con la nueva circunstancia. Son almas infilj.itamente plásticas/ capaces de la más filia adaptación a los alabeos cósmicos;: ' '' • ' · Ésta es la impresión·que producen en su secreto afán Ia:s minorías in" telectuales más selectas.de Europa: Han aceptado el imperativo de la hora y trabajan en.la forja de las nuevas normas.:Ante todo, .parecen advertir que la inteligencia.misma; en·sutotalidad, necesita cambiar de actitud. Su misión es hciy próximamenteiinversa de la qrie h¡t ejercido en lcis dos .o tres úle timos siglos. , Si mediante una reflexión sobre ladntelfgenda misma analizamos su función; hillaremos que éStase disocia en dos actividades diferentes. Por un lado, el entendimiento sirve para la vida, inventa medios prácticos, es.útih Por otro, construye los edificios más abstractos y superfluos; Así; del error. me blbque' de:conbcimientos que' integran la· cieticia•actuál, sólci. una mi-o nima parte da un rendimiento útil. La ciencia aplicada, la técnica, represen~ ~~.t~Il.s1ól(),:U.n apéndice d~l. e!l()rm~ yol:uA1eI1 q]l~ O~J.111~ Ia,ci,e.n.cia pura, la ciencia que se.crea.sin.propósitos·niresultados utilitarios: Nos encentra" 1Ilbs, pues, f'.tjnque es ,la inteligencia una.función predomiI1ap:te\µenteiI1ú" tµ:' ~¡igíar'~ii116sc;)J~Jo efe~ o~gar¡lS¡llo, uµ~ inexplicable.superflu¡qa(Y: n'ci se imagine que la creación de la ciencia pura, porque sea un•lujo¡ es una ac-o
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tividadindolora que no requiere esfuerzo y pena. Todo lo contrario: es aún laboriosa, de más gigante esfuerzo. ¿No.se advierte la magmás difícil, . nificencia.mistériosa de.esta.paradoja? El organismo. humano, .alproducir · ciencia, se iffipone un esfuerzo hercúleo sin utilidad previsible..Pero el.caso es todavía·más·extrañci:porque sial.relacionaresas dos formas de.ciencia -.la práctica y útil con la pura y superflua,..,,... nos preguntamos.cuál de ellas procede de la otra, vemos que no se produce primero·la útil; es decir,1a urgente, la necesaria, y sólofoego, como una consecue!lcia, la lujosa y i,neramenc te teórica; sino que; tomando la cuestión en conjunto, acaece lo contrario. La ciencia aplicada, Ja técnica, es un resultado imprevisto, un precipitado aasuál que da la más pura y desinteresada labor científica. Pues no parece sino que rin irónico poder, actuando en la historia, se ha complacido en que los conocimientos más útiles nazcan precisamente de los más abstrusos y extramundanos. La .física.del ferrocarril y el automóvil-surgió del cálculo infinitesimal.que era, aun dentro de la abstracción matemática, lo que parecía más remoto de.todárealidad. Ya ocüparse, como hace elgeómetraieuclidiano; del espacio.vacío'y sin materia, parece tarea bastante superflüa;·pero al fin y al cabo,el espacio euclidiano es algo imaginable: Mas he aquí que en la última centuriáunos. cuantos genios de; la: superfluidad dieron en preoc cuparse de otros espacios más ricos en dimensiones o de dimensiones extravagantes, los cuales·ni'siquiera eran.imaginables. ¿No es ésto ya, más que lujo.vital,un.derrocheyuna frenética prodigalidad? Pues bien: gracias a ello ha sido posible hoy,instauraruna física de süperior.exactitud;.a la.cual, podemos estar seguros, no tardará en seguir una ,técnica prodigiosa,.uná receta de fantástico beneficio. Nos aparece, pues, la inteligencia como una actividad que es primariamente deportiva y sólo secundariamente utilitaria. Es muy impmtante teneL en cuenta estajerarquía entre ambas formas de intelectualidad.Lejos de mí •todo desdéna la técnica; ale pensamiento .«práctico», pero. es ~vidente quele corresponde supeditarse a la pura teoría::Sin ésta; aquélla no podría dar un paso; cbmo•ya dijo Leonardo de Vinci: La teo1ia i:.ilrnpitano e la prática.sono i soldatL Ahora bien:. hada esteriliza tanto una función orgánica como que no actúe según el régimen quele es.peculiar.:Lainteligencia pura tiene süs ·normas,interiores y exdüsivas, que se ,resumen· en.la pulcra y sec rena contemplación del universo~. Quien no sientafa soberimafruiciórrde ver loreal; sin necesidad de más¡ quien no se sienta arrastrado por ese entusiasmo visual~Platóncllama alos hombres científicos «filoceamones», los amigos de mirar.,,.,:, que'.no ejerza profesión propiamente intelectual. De aquí que nada perturbe tan tola obra de láinteligencia como introdutir en ella propósitos deutilidad;.lo mismo individuales que colectivos. Irremisi-
más
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blemente; dpensamiento que es desviado hacia una norma práctica, que" ramos ano, se paraliza, se ciega. ¿Qué le vamos a hacer si es así? Nada más nobley atractivo fuera que eneatgarlda inteligenda de hacer.felices a los ~ombres; pero apenas lo i~tenta, como si una divinidad inexorable se opusiese a ello, la inteligenciase'convierte1en política y se aniquila como inteligencia. Toda potencia humana tiené su órbita magnífica de expansión; pero a la par tiene su límite;' cuando lo franquea, sucumbe, Yson vanos todos nuestros.píos deseos de que las cosassearnde otra manera: siempre, que el intelectual ha querido mandar o predicar, se le ha obturado la.mente. Por eso erafan discreto el lema principal de la República platónica según el cual el Estado;sól~ marcha bien cua~do «cada cuaLhace fo suyo» .• Ynos sorpren" deqúélüego; cónbrusca inconsecuencia, se anticipe alas brujas de Macbeth e insufle a los filósofos el apetito de' gobernar, , . . , · · · ' . . " , ,' La inteligencia' no ha.creado los pueblos, no ha fabricado· las naciones, Es curioso advertir cómo enlas etapas en que las,nacionalidades sonforja~ das, el intelectualrepresenta·unpapelmuy'secundario; Así, en la Edad Media, los pueblos deüccidente sori lentamente construidos por hombres dotados con preferencia de coraje y emoción. Las ariStcicracias primitivas no sobresálen,por su inteligencia ni tenían para quécLa faena que andaba en sus manos -.-'hacer un puébló-·,_, exige grandes dosis de carácter, tenacidad e ímpetu, calidadesquedifícilmenfopuedensobresalirenelintelectuaL. , '. :. , ,, , · Evitemos nociones' utópicas. Reconozcamos que cada oficioyclaseso" cialela,bor'a untipohumanodistinto, dótado de uncrepertoriopeculiar de virtudes y vicios. De. estos tipos humanos cada cual está predispuesto para una tarea afín, y es incongruente encargar al uno que haga lo del otro. Si lo intenta, lo hará.torpemente; . . . . , · · , ''Mal podía la inteligenciá fraguar las naciones cuando en esa etapa se hallaba' ella' misma· en germinación. El guerrero, el labrador,· el sacerdote, sonla5 grandes· fuerzas sociales en las épocas primitivas. Durante sú domina" ción,la ihteligencia subterráneamente se prepara; se•desarrollayrobustece, Es curioso advertir que eri el momento en qúeias nacionalidades aparecen ya formadas y conclusas.és,éuandó la iriteligenéia; madureciday adulta, se adelanta alas.candilejas dela Historia/Ambos hechos coinciden enla gran focha del Renacimiento, que abre la Edad Modemá;En todoe1 ámbito de ésta vemos alintelectuahganan terreno e ir desalojando ali sacerdote y fll guerrero.,Es la gran época de la inteligencia; dueña.de toda su potencialidad; realiza] os grandes inventos, edifica los. grandes sistemas: Galileo,' Newtorn, Descartes~ Leibniz: Las venerables· tradicionés,,más conmovedoras ciue justi~ ficable5, se;resquebrajanystlcurhben' ante fa embestidá de laraión. Las ideas señoreanlavida. Tanto; tari seguras esiente de sí misma la inteligencia; que 208
pierde un momento la conciencia de sus límites y aspira a quedarse sola, a invalidar las demás potencias: voluntad, sentimiento y cuerpo. En esa.edad . de sublime racionalismo se cree el pensamiento. capaz de reconstruir el uni. verso por medio de puras ideas, de axiomas y principios: Se siente complacencia ~n.Ias jdeas hasta el punto de olvidar que la misión de la ideaces reflejar la realidad. La razón, comete entonces su gran·pecado, su grave transgresión: quiere mandar sobre el mundo y hacerlo a su imagen y semejanza. En vez de contentarse con ser contemplación de lo. real, decide ser imperación. Kant va a declarar que 1)-0 es el entendimiento.quien tiene que regirse por el objeto, sino el objeto por. el entendimiento: Y Fichte, que lleva todo a su último extremo, dirá paladinamente qu,e eLoficio de la intelic gencia no es hacer copias de la realidad, sinci alrevés: crear los modelos a que ésta ha de ajustarse. Entonces los intelectuales dan' en la deplorable mac nía de ponerse a pensar, no en lo. que las cosas,son, sino en loique deben ser. En lugar de descubrir la ley del universo, los•intelectuales se proponen rec formarlo. De 1750 a 1900;la historia de Europa se estremece toda a fuerza de intentos de reforma; En el orden social las reformas suelen tener un carácter cruento y S\! llaman revoluciones. Caen las cabezas de los reyes, se anúlan.los·privilegios, se barren las antiguas aristocracias en nombre de la razón, No necesito hacer constar que ninguna de estas.fechorias me produce la menor .congoja. No es eso lo que me p::\rece grave: el antiguo régimén·estaba ya muerto por dentro, y era justo que se le enterrase. Lo que me parece grave es que en el lugar dé los reyes, de los duques y de las tradiciones, eJri las asambleas, en los Gobiernos y en las plazas públicas aparecen entonces los intelectuales. No ha!)- sabido renunciar a la tentación. Querian mandar.De 1800 a 1900 la inteligencia ha hecho.su ensayo de imperialismo y los intelectuales han ascendido a los puestos más elevados de la sociedad. Nunca habían sido tanto; es de prever que nunca volverán a ser tanto. El fracaso que a este ensayo imperial de la inteligencia ha séguido es evic dente. No ha logrado hacer felices a los hombres, y;.en cambio, ha perdido en la empre¡;a su poder de inspiración. Cuando se quiere mandar es forioso violentar el propio pensamiento y adaptarlo al 'temperamento deJ las muchedumbres. Poco a poco las ideas pierden rigor y transparencia,,se.empañan de patética. Nada causa mayor daño a una.ideología que el afán de corivencer a los demás de ella: En esta labor de apóstol se va alejando el pensador. de su doctrina inicial, y al cabo se encuentra entre las manos una caricatura de ella. ·Entretenida la inteligencia en esa faena, tan impropia de su destino cósmico, hfl dejado de cumplir su auténtico menester: forjar1as•nuevas normas que pudieran en la hora de declinadas antiguas elevarse sobre el horizonte.
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De aquí la'grave crisis del presente, qiie se caracteriza no tanto porque no se obedezcaia principios superiores, sino poria ausencia de éstos. · Tal situación impone a,la. inteligencfauna.retirada de las alturas sociales, un·recogimierito sobre sí misma; Esta retirada no podrá :hacerse sino lentarrienté, paso acpáso; Ha intervenido en demasiadas cosas el intelecto para que pueda rsúbitamente desertar. Pero la nueva trayectoria no puede ofrecer duda, Es preciso tender que las minorías intelecttiales desalojen de su obra todo pathbs político y humanitario y renuncien a seitomadas ense~ rio-·la1seriedad es lagian patética-· por las masas sociales. Dicho de otra manera: convienequela inteligencia deje de ser una cuestión pública y torrie asei un ejerdcioprivadoren que'personas espontáneamente:affnes se ocupán: 'Tal vez la mayor solidez refativá de la vida inglesa proviene, en parte, de que eHntelectuaHngléS-· ·· literató, filólogo, filósofo-··. no pretende que la nación•colabóre en sus esfuerzos; sino que se considera como un aficioc nado unido. aotros parejos con lbs cuales cambia) en pura actividad deportiva; sus ideas y hallazgos. Ello da al perisamieritciinglés-'en medió de sus grandes limitaciones nativas- una serenidad tan limpia y tan veraz. que, por lo menos; elimina.las grandes faltas cometidas-'' exempligratia-· por la literattira en·Fraricia y por la producción filosófica en Alemania. Y es que en Francia la literatura y en'Alemariia la filosofía habían perdido su carácter de aficiones; de·amores,yse habían transformado en mentefacturas naciona" les\ en cuestione5 públicas, ."
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; 1.á·inteligendahumaria•es unaiar-··-no está en nuestra mario. Tiene mi carácter de irispiración; de insuflamiento casual y discontinuo. No sabemos nunca si en un caso 'dado seremos inteligentes, ni si el problema que: nos urgeresolver será soluble para la inteligencia; No es, pues, ésta un hábito en sentido aristotélico; algo que se tieriey en cierto modo se es: más bieri parece algo que sobrevi~n}, u11epigig11ó111eno11. En tales condicionl'!S no debe pedirsequela humariidadponga sudestino.a un naipe tan azaroso. No; que se encarguen otras potencias más seguras de lo que suel~ considerarse como seriedad de la vida: pública colectiva. . ¡Qué 'delicia para la inteligencia. verse exonerada de los graves oficios que frívolamente tomó sobre sí! ¡Qué delicia para ella no ser tomada en serio y vacar libre, libérririia, a pus firios menesteres 1De este modo podría volver a recdgersesobre sí misma, al margen de los riego dos, sinsent:ii priSa.de dar so" hitiories prematuras a nada; dejando que los problemas' se diláten según su propio radio elástico; ¡Qué deleite dejar pasar delante a todos: al guerrero, al sacerdote, al capitlín de mdustria;al fotbolista ... yde tiempo en tierripó dispa" rar sobre ellos una idea magnífica; exacta; bieri madurecida, llena toda de luz! 210
Pero esta invitación a que la inte1igencia se retire progresivamente, en etapas parsimoniosas y sin deserción de servir a la vida en cuanto «vida .colectiva», equivale a invitar al intelectual a que se quede solo, sin los otros, ·a que viva en· soledad radical. Y he aquí que entonces, al quedarse solitario, la intelige11cia adquiere un cariz por completo diferente. La atención de lo demás nos seduce a que pensemos para ellos, y como su plural-la colectividad- no tiene más vida que la pseudovida de sus intereses externos, la inteligencia puesta a su servicio se hace utilitaria en el mal sentido de lapalabra a que arriba aludo. Frente a ese «servilismo» de la inteligencia a la falsa vida, su uso auténtico adquirió ya entre los griegos el cará.cter «inutilitario» de pura contemplación. Mas cuando el hombre se queda solo, descubre que su inteligencia empieza a funcionarpára él, enservicfrfde'su vfüá sblifaria,'que es una vida sin interesesextemos,pero cargada hasta la borda, con riesgo de naufragi.o, cdn inteí:ésés íntimbs::Erltonces se advierte que la ~
Revista de Occidente, enero,1926
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EL PROBLEMA DE CHINA .
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UN LIBRO DEBERTRAND RUSSELL.r.
Tal vez, anda~do e(tieinpo, se diga con verda~ que la realidad históri~~ más profunda de nuestros días, en parangón.con la cual todo el resto es sólo anécdota, consiste en la iniciación de un gigantesco enfrontamiento entre Occidente y Oriente.' Sería la segunda vez que esto acontece. Yo estimaría mucho encontrar algún libro donde se reconstruyese la época que.va del siglo I de]. C. hasta el VII, desde este punto de vista. Aunque los autores que·conozco no parecen subrayarlo, cuanto he leído sobre esa edad revela con invasora evidencia que la mecánica última impulsora de aquellos siglos ha sido el terrible forcejeo entre orientalismo y occidentalismo para adueñarse del Imperio Romano, es decir, del mundo. El mundo quedó escindido, tanto, que desde entonces la dualidad de Oriente-Occidente adquirió un sentido de disociación y diferencia que antes no .tenía. En.más de una ocasión estuvo a punto de triunfar sobre todo el Mediterráneo la concepción oriental, mística y teocrática de la vida y del Estado. Como en las obras de teatro, se presentó el germano a la hora que convenía; su inspiración guerrera y profana salvó a Europa del orientalismo. La nueva lid que ahora comienza promete ser de dimensiones mucho mayores; en rigor, el primer hecho verdaderamente global, pese a las ilusiones de mundialidad que la última guerra se hizo. Pero no se crea que estas . grandes contiendas entre grandes civilizaciones son sólo, ni siquiera principalmente, de tipo bélico. Llega, sin duda, en ellas la hora de las armas, pero su preámbulo es nada guerrero; al contrario: hoy por hoy; la lucha entre Oriente y Occidente tiene todo el aire de un enamoramiento. Europa, conmovida por la más honda crisis espiritual que nunca ha sufrido, acaba de descubrir sentimentalmente el Asia y atraviesa una etapa de entusiasmo. A su.vez el Oriente, sobre todo el fondo más hondo de Oriente, China, des-
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cubre.a Europa y cae en parejo arrobo. Los mejores occidentales.del presente.quisieran ser un poco chinos, y los más agudos chinos gentes de Londres, ·Berlín o París: · · El libro.'de Bertrand Russell, el gran filósofo de la matemática, sobre el problema chfno,.es, entre otros muchos, un claro síntoma.de la aludida situación. Russell cree qu~ la cult:Ura europea, si se exceptúa el método científico, .es un puro error, y encuentra. que la,espiritualidad china aventaja en todo lo esencial a la nuestra. «Pienso-.-.·dice-que un chino de tipo medio, aun cuando sea miserablemente pobre, es más feliz que un inglés .de tipo medio; yes; más feliz porque su nación está construida sobre una concepción más humana y civilizada que la nuestra.La inquietud yla combatividad. no.sólo . nos causan' daños evidentes, sfuo que llenan.nuestra vida de descontentó, nos incapacitan para el goce' delo bello y nos toman ineptos casi siempre parn las virtudes contemplativas. En este respecto hemos empeorado rápidamente durante los últimos cien años. No niego que los chinos van demasiado lejos en la dirección opuesta; mas por esto mismo. creo que un contacto entre Occidente y Oriente sería, probablemente, fructuoso para ambas partes. Ellos podrían aprender de nosotros el mínimum indispensable de eficacia.práctica, y nosotros podríamos· aprender de ellos un poco de esa sapiencia.contemplativa que les ha permitido subsistir mientras el restordelas naciones antiguas ha perecido». Este punto de vista rige la obra entera de Rússell con úna.monotbnía que la empobrece sobremanera; Parte de suponer dogmáticamente que la guerra es el mal de los males y la paz el sumo bien. Al encontrar que el chino es pacífico, le parece maravillosa una cultura que segrega tal mansedumbre. En cambio, la civilización europea le parece perversa porque el europeo combate con denuedo. Es muy frecuente hallar esta sirnplicisima actitud en ingleses de la postguerra. Yyo no digo que esa actitud sea falsa e indebida, aunqueacaso preferiría otra; pero me parece que esa actitud sólo puede inspirar libros fusuficientes, superficiales, donde todo lo que sería interesante discutir se da. por•resuelto en la primera página. La antipatía personalr de Russell al hecho.bélico·enriquece escasamente el tesoro de ideas que el lector quisiera aumentar leyendo su libro .. . Convendría penetrar más hondamente que Russell en el p~oblema de China y dejar a un lado la predicación pacifista. De otro modo se cae en conc tradicciones·esenciales, como la que padece,esta obra; Por una parte; se proc clama la inferioridad del europeo envista.de que es guerrero. y capitalista. Luego resulta que el chino;aur;iqueno es nirlo uno ni lo otro, tiene, según Russell, tres gravísimos defectos: es cobarde, cruel y avaro. Es decir; le imc porta el dinero por el dinero más que al europeo (página 211),y sinrnmata
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al prójimo es por poltronería, no por humanidad. No basta, pues,;coh denostar la guerra para sustraerle todo valor: Tal vez es un mal que emerge trágic camente de la energía occidental para el bien. · · ' ·.¡ • ; . · •El dogmatismo de Russellleinducea cegueras.unpoco ridículas: A propósito de una huelga;demaestros,.dice: «El Gobierno, que está siempre im~ pecuné; gracias a la ,corrupción; había dejado sin pagar :varios nieses ª'sus maestros: Al cabo; éStos se d~dararonen huelga a fin deforzar el pago y se dirigierm¡. enpacífica diputación al Gobierno, acompañados de muchos es~ tudiaríte5.'S,eprodujo un choque con soldados y policía, y varios maestros y estudiantes resultaron más o menos gravemente heridosI Esto originó.un.te" rrible'clamoreo; porque el amor a la.educación es en' China profundo y extenso;'Los.periódicos gritaban llamando a una revolución. Acababa de gastar el Gobierno nueve millones· de dólares en, corrupto pago a·tres Tukun(jefes militares de lasregiones) que·se hábían aproximado a•Pekín para obtener con la· amenaza una exacción.'No podía hallarpi;etexto admisible paÍ'á:Te~ husar los pocos cientos de miles que los maestros requerían, y tuvo que cae pitular asustado», Al llegar aquí, Russell infiere muy seriamente: «No ere.o que exista ninguna región anglosajona donde los intereses de.los maestros hubiesen suscitado en tal grado la sensibilidad pública», Es decir, que los ingleses, para poderparangonarsé con los chinos en.fervor pedagógico, tenc drían que comenzar, según Russell;por no pagara los maestros,'a.finde poder luego revelaren grandes alaridos sus ent:Usiasmos por la labor docente. •Aparte; de• esto, es el libro de Russell un excelente manual- de la cu es" ti6ri china¡)' puede pró¡:iorcfonar alguna a los que busquen una breve idea sobre el alma yfa historia de ese pueblo e'quívoco, casi extrahumano, que-hace todo al revés que nosotros. r.' . Lo más agudo del libro es·el análisis de las cuatro grandes influencias a que está sometida hoy China. De éstas; la europea va en declinación por l.o que respe,cta a la intervención políticay financiera c•. El .porvenircmás próximo decidirá sila .China futura caerá en manos del Japón,, de Rusia o .de Aniérica. El] apóri, que ha crecido tan vertigiriosamenteenpoderío, tcimieriza a ver cerrado su horizonte;yno:podríá·enningún caso oponerse áAmé..rica del Norte sin el problemático auxilio de Inglaterra. · • · «Los problemas con'que el Japón está encarado son muy difíciles¡ Para proveer a su creciente población le es.necesario desarrollar su industria· para desarrollar su 'industria ha.de controlarlas materias primas de Chi~ na; paia controlar las materias priffias de .China necesita contraponerse a losfatereses económicos de Afnérica y Europa; para hacer esto con buen éxi-· táiha:inenester de un grari ejército y de una fuerte armada, lo cual trae consic go empobrecililiento de sus obreros. La 'expánsión de la ind1,1stria é:onempo"
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brecimiento de los obreros significa descontento creciente, desarrollo del socialismo, disolución de la piedad filial y del culto al Mikado en las clases pobres y, por tanto, una amenaza continua y progresiva a los cimientos mismos sobre que está· construido el edificio del Estado. Desde fuera está bajo la conminación d¡; uria guerra con América o de un resurgimiento de China. En su interior aparecerá muy pronto el riesgo de una revolución proletaria». · Rusia, por su parte, actúa sobre el contorno chino con la propaganda de sus ideas. Sin embargo, Russell no considera verosímil la expansión del bolchevismo entre los celestes, por estas razones: 1) Supone el bolchevismo un Estado fuertemente centralizado, y en China elEstado es sumamente débil y tiende más al federalismo que a la centralización. 2) El bolchevismo requiere mucha acción gubernativa y un control de la autoridad sobre las vidas individuales má)'cir que cuanto hasta alióra se conocía, en tanto que China ha desarrollado la libertad.personal en un grado extraordinario y es el país donde las doctrinas anarquistas parecen encontrar una aplicación política más feliz. 3) El bolchevisino:es enemigo del comérci0 privado, que es el sostén vital de todos los chinos, excepto los letrados. Nq es, pues, verosímil el triunfo de la idea bolchevista en ellmperio del Centro. Pero el bolchevismo no es sólo una idea; es la fuerza histórica. de tiü pueblo que está ya gravitando sobre Asia. Elimperialismo bolchevista.... dice Russell... usará con los ameer d_el Afganistán y los nómadas de Mongolia un lengua~ je muy distinto del que )lá'usado discutiendo con míster Lansbury. En fin de cuentas, Russell considera que la irifluencia inás probablemente victbriosa, y a la par que estima más benéfica, será la de América. Entre ambos países es más fácil el acuerdo que entre China y cualquier otro poder. Pero sea cualquiera el resultado, no olvidemos lo esencial, según el filósofo anglosajón. Y lo esencial es que la única diferencia•positiva entre el inglés y el chino es que el inglés puede hoy matar al chino con'más facilidad que el chino alinglés. Revista de Occidente, septiembre; 1923
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MAXSCHELER ';.-
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· UNEMBRIAGADODEESENCIAS ... (1874-1928) ;
E1 eúropeo de 1870, dél880; eje~~~b; en su ~tencia un número que cada día nos parece más difícil, menos verosímil. Simbólicamente se conserva de esa:época un grabado .donde se ve al funámbulo Blondin cruzando una gran plaza sobre una cuerda a cincuenta metros del suelo. Este funámbukr era el: europeo positivísta de 1880. El hombre occidental de fa fei:ha era lwiobata, caminante sobre el vacío. El vacío era el mundo, que a primera vista parece tanllerio y cuyo nombre suena a.plenitud.de plenitudes. El positivismo cóhsistía en una operación mental mediante la cual, pensando sobre elmundo; se logra evacuarlo,' desinflarlo', pulverizarlo. Con esto no se quiere decir que el positivismo carezca de jusL tificación. Tiene tanta, que si los hombres de 1880 no hubiesen sido positi~ vistas, nos habríamos visto.obligados a serlo nosotros. El pensamiento es un pájaro• extraño que se. alimenta de sus propios errores. Progresa merced al derroche de esfuerio con que se dedica a ré~orrer. h::tsta el fiii. vias muere tas. Sólo cuando una idea se lleva hasta sus últimas consecuencias revela claramente su invalidez. Hay; pues, que embarcarse en ella decidido, con rumbo al naufragio. De esta manera se van eliminando las grandes equivocaciones y va quedando exenta la verdad. El hombre necesita agotar el error para acorralar el cuerpo arisco de la verdad. Cuando el mundo parece lleno, de lo que está lleno es .de sentido. Asimismo, cuando se le vacía, es sentido lo que se le quita. Tal era el número difícil que ejecutaban nuestros abuelos: lograban vivir sobre un mundo sin sentido, funambulaban. Parece justo preguntarnos qué cosa sea ese sentido que el mundo tiene o no tiene. No será necesario que el sentido sea bueno para tenerlo; lo que 216
tiene mal sentido, evidentemente tiene alguno~ Tampoco es menester que el mundo tenga un sentido postrero, lo que el Catecismo llama el «fin último» del universo: Pata que el mundo tenga sentido, basta con que él ylas cosas en él tengan un modo de ser. No ünporfu C:uáL Que seanlo que son es s\ificiente. Cuá;ndo ellcontramos lo que una cosa es, ya tiene para nosotros sentido; mas para el•positivismo,-.-y esto es lo que nos cµesta trabajo revivir-'-:ninguna cosa tenía un ser; No había,' segliri él, más'que:.Hiechos»: Y eh he-. cho» significa, poco más o menos; un cambio en las.cosas. Ysi no hay más que cambios, resulta que cada cosa deja en cada instante de ser lo que era y pasa aser .otra. Y como esto' le ha acontecido antes y:Jeva a acontecer después en todos sus órdenes y dimensiones, el mundo queda· convertido én un absoluto caos:. esdpuro 11011cse11s existiendo~· -Frente a este mundo tan frenético, tan estrictamente fu era de sí que•no es de éste: ni 'del otro !llOfü>,' que no tiene figura de ser, sólo cabía comportarse intelectualmente•coríio el.viajero h¡¡ce con fas.tribus africanas: sólo 'cae bía•observár sus costumbres, Ya .que los. hechos no tj.enenun ser, uria con~ ducta firme,• constante y,seria, •tal vez:manifiesteh azarosas pero• frecuentes coincidencias .. Con_ esto se contentaba el hombre positivista: renunciando· a todai.contextura de las c6sas;'observaba1Imfrecuencia· derelácidnes entre 1os hechos: A fuerza de fuerzas, y aun saliéndose un poco de sri proj:>io•sentir, llegabiva proposicion.es ·como ésta: «Hasta·ahora; los hechos 'se han comportado de esta•manebp.-: Pero nada más! •Uri instante después los hechos podían muy bien comportarse a la inversa. Ya Jo he dicho: vivía en vilo; deslizándose sobre el vado parla cuerda floja de la frecuencia casual;"., ; Sería incomprensible semejante situación si no advirtiésemos que una concepción del mundo tan inestable quedaba compensada en el hombre positivista por úna gravitación de tipo práctico: Acaecía que esa observación de los «hechos»·yias frecuencias en sus relacionespermitíaformular «leyes» científicas que por una escandalosa casualidad se cumplían. Enun mundo sin orden ',ni concierto cabía hacer prevísiones y;· por'tanto, canse tniir máquinas eri1vista efe ellas.· Ciertamente que e5to selograba.merced a un.hábito:cieritífico llamado «física»; nada positivista, antes bien, adquirido en los tiempos de más antagónico temple, eri los tiempos cristalinos del más puro racionalismo;Una generación'positivista no hubierá;jamás inc ventadola 1üwva sdenza de Galileo yKepler, 1os cµale5 creían:con feloca rio sólo:que el.mundo tenía un moÜÓ•de ser; sino qué este-modo de ser era el más rigoroso yformaL l'.as cosas del universo, seglin estos ciarás espmtüs, practicaban «costumbre5 geométricas»-·-more geometdco. • Pero 'no se debe negar: que las consecuencias benéficas de aquel racio~ nalismo .fueron 'recogidas ;enrpleno positivismo. Europá se enriqueció¡ el 0
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mundo, vacío de sentido; se llenó de máquinas, se hizo cómodo. Ésta fuda compensación: elutilismo sirvió de balancín al funámbulo europeo.' No faltaban gentes, sin e.mbargo, insobornables por el plato de lentejas de la técnica; de la economía, del dominio sobre la materia• Cuanto mayor sea-este último y más seguro se sienta eLhombre de hacer con.las cosas lo qué quiera, mayor urgencia sentirá por saber qué sentido tiene su propia acc . tividad. Es el problema•terrible del millonario que.no presume el pobr.e: en qué gastará su dinero. Éstas gentes insobornadas se esforzaban ppr hacer ver que negar sentido a las cosas carecía, a su vez, de sentido; que la.ciencia misma era un hecho 1nexplicable en.un caos de puros hechos; que el positi" visnio; en suma; era uri contrasentido.·Pero estas excdentes personas eran, al cabo, de su tiempo y llevaban también en· las venas sangre·positivist:Íl: De aquí que necesitasen de. un enorme ro den para con5eguir demostrar que algunas cosas tenían, en efecto, uri ser y un sentido.'En rigor, nci lograban descubrirlos más que en la cultura: Ést:aS fueronlasJilosofías restauradoras que florecieron hacia 1900. (neokantismo, neohegelianismo). Pero la verdades que la cultura, representa dentro del universo muy poca cosa, cualquiera que sea eL patetismo.conquelos pensadores alemanes de la generación anterior la hayan embadurnado. Inclusive dentro del hombre; es la cultura sólo un rincón:. G:iencia, ética, arte, etcétera, parecen afanes excelentes, siempre que al enumerarlos no se ahuequé.la voz. Porque entonces la cruda.veracidad se incorpora' en nosotrosynos invita a subrayar el modesto•haber de esas poc tencias culturales .. ' ·Hoy nos parece fabuloso 'que hace treinfaaños fuese menester:pását tantos apuros y empinarse de.tal.modo sobre la pUnta delos pies para entrever. en utópica lejania algo que vagamente mostrase ser y sentido. La gigantesca innovación entre ese tiempo, y el nuestro. ha sido la «fenomenoloé gía>> de Husserl. De pronto, el mundo se•cuajó y empezó a rezUmar sentido por todos los poros. Los poros son las cosas,todaslas cosas, las lejanas ysolemnes-.-.Dios, los astros, los númerb5=, lo mismo que las humildesymás próximas:-..-... las .caras de los prójimos, los trajes, lbs sentimientos triviales; el tintero que eleva su cotidian\l monumentalidád delimte.del escritor: Cada una de estaS cosas comenzó tranquila y resueltamente a ser lo que era, a tener un modo; determinado e inalterable de ser y comportarse,: a poseer una<< es en• cia»,· aiccinsistir en algo.fijo o,rcomo yo_digo; a tener.una «consisteneia». · El cambió, por lo súb~to; seasemeja a'lo que nos pasalcuando de bruces miram.os atagua dda:alberca. Primero vemos sólo agua, que cuanto más limpia menos visible es, más vacía de contorno y figura: Pero de pronto, al variar minimamente la·acomodación ocular, vemos la alberca habitada por todo un.páisaje. El huerto se.baña en ella, Iasmanzánas nadan,; reflejadas en 218
ellíquido, y laluna·de prima noche pasea por el fondo su inspectora faz de buzo, Algo parejo acontece en los grandés cambios históricos: a la postre, su causa radical una simple variación del aparato mental del hombre, que le hace recogi!rreflejos antes inadvertidos. . ; •El afán s~mpiterno de la filosofía-"-'la aprehensión de las esencias-- se lograba; .por fin, en la fenomenología de la manera más sencilla, Fácil es comprender la embriaguez del primero que usó esta nueva óptica. Todo en su derredor se henchía de sentido, todo era esencial, todo definible, de aristas fuequívocas, todo diamante. El primer hombre de genio, Adán del nuevo Paraíso, y como Adán hebreo, fue Max Scheler. Por lo mismo, ha sido de nuestra época el pensador por excelencia. Ahora, con su muerte, esa época se cierra -la época del descubrimiento de las esencias. Su obra se caracteriza por la más extraña pareja de cualidades: claridad y desorden. En todos sus libros -sin arquitectura-. se habla de casi todas las cosas. Conforme leemos, advertimos que el autor no puede contener la avalancha de sentido que se le viene encima. En vez de ir penosamente a descubrirlo en vagas lontananzas, se siente acometido por él. Los objetos más a la vera disparan urgentes su secreto esencial. Scheler no sabe resistir, y puesto en viaje hacia los grandes problemas, los olvida para enunciar las verdades sobrelo inmediato. Ha sido el filósofo de las cuestiones más cercanas: los caracteres humanos, los sentimientos, las valoraciones históricas. Dejaba siempre para luego la metafísica, la teoría del conocimiento, la lógica. Y, sin embargo, había pensado también sobre ellas. Pero vivía mentalmente atropellado, de pura riqueza. Al mover las manos en el aire próximo, como. aun prestidigitador, se le llenaban de joyas. Es un caso curiosísimo de sobreproducción ideológica. No ha escrito una sola frase que no diga en forma directa, lacónica y densa, algo esencial, claro, evidente y; por tanto, hecho de luminosa serenidad. Pero tenía que decir tantas serenidades, que se atropellaba, que iba dando tumbos, ebrio de claridades, beodo de evidencias, borracho de serenidad. La expresión es barroca, pero, como todo lo barroco, se encuentra siempre en los clásicos. Para Platón, el filósofo es recognoscible por ese paradójico gesto. A su juicio, el filósofo no es un hombre tranquilo, tibio, pausado. Es un frenético, un exaltado, un «entusiasta». «Entusiasmo» era el estado orgiástico que producían ciertos cultos, especialmente el de Dionysos. Es, pues, un hombre embriaga_do. Sólo que la materia de que se embriaga es precisamente lo contrario de todo frenesí: la serenidad de lo evidente, la calma cósmica de lo verdadero, fijo en sí mismo, inmutable, eterno. En efecto, no es verosímil que tenga nadie algo de filósofo y no se le vea en la cara algún vestigio de esa serena borrachera inseparable de quien es bebedor de esencias. Proyectando esta impresión en su vocabulario plástico, los
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antiguos.crearon ese doble busto tan extraño que llamaban Dionysoplatóiic Dos caras pegadas por el cogote: Ja una, de facciones serenas; la otra, enoré giástico arrebato. La muerte de Max Scheler deja a Europa sin lamente mejor qúe poseía!, donde nuestro tiempo gozaba en reflejarse eón pasmosa precisiófüAhora es preciso completar su esfuerzoañádiendo-lo quele faltó, arquitectura,. ar!.· den,sistema~·;,
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sobre·Karit- opongo alas épocas devida clásica la nuestra, y a la suavidad; Ja perfecdón,la quietud de aquéllas,cnuestro modo de existir, áspero, agrio, rota, lleno de inníinericias. Estono implica-··-añado-· que las edades agrias no tengan.sus virtudes propias, ausentes de las dulc~. · Algunos.lectores me preguntan cuáles son es~s virtudes adscritas.a nuestro tiempo; y.yo he de reiterar quena podría satisfacer esa curiosidad de una manera'•concisa. Fuera necesaiio comparar con algún detalle Ja·psicci" fogía del hombre Clásico conla.delhombte de transición, su tipo antagónico. Tarea semejante no es ahora oportuna. Sin embargo; quisiera no dejar por completo insatisfechas a gentes· que poseen la genialidad menos sólita en nuestro tiempo, Ja genialidad de ser curiosos.Ya que no pueda ofrecerles el sistema de las virtudes actuales, les hablaré, en breve nota marginal, de una de ellas.-·tal vez la substantiva, la que soporta todas las demás. Es un poco dificil ·de decir, un poco audaz, pero•yo voy a atreverme. Las épocas clásicas son épocas esencialmente insinceras. Ya está dicho. Hace mucho, mucho tiempo, que sentía la necesidad de decir eso. ¡Pero eratan peligroso enunciarlo! Ciertamente que no,iba a ser decapitado porfaosa" dia: Nadie habría de.protestar ni de indignarse. En los países de habla espa~ ñola lo mismo da escribir una gran verdad que una insolente inepcia: nada trae consecue!].cias; Pero se trataba de un peligro-íntimo __c,éJ temor de decir algo poco escrupuloso, abierto. a las malas inteligencias, de caprichosa apariencia; .Cuanta menos disciplina nps imponga el contorno moral de.nuestra sociedad, mayor rigor íntimo necesita poseer el que escribe.. ; Pero aquí, en una.nota, como al, oído, ¿por;qué no atreverse? -Las épocas clásicas.-•.enarte ccimo en politica-..-. han sido posibles gracia's á la insinceridad de los hórribres 'que en ellas· vivieron. Esto es muy espedalmente verdad referido ál clasicismo por excelencia; al clasicismo griegó:
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No creo que me sea exclusiva esta impresión; al leerima.obra clásica se siente siempre, junto a la complacencia por la perfección objetiva de la obra, una peculiar insatisfacción. No sería ésta peculiar si consistiese en la advertencia de tales o cuales defectos padecidos por la obra. Pero la insatisfacción que sentimos delante de todo lo griego, por ejemplo, se acusa tanto más sutilmente cuanto menos reparos nos ocurren. La grecofilia ha heredado de su· ídolo cultural la insinceridad -la misma insinceridad esencial que ahora intento definí!'-, y es muy difícil entenderse con ella. Siempre creerá que nuestras objeciones al arte helénico significan la negación de sus gracias perfectas. Pero no hay tal. Es prácticamente imposible encontrar defectos a ciertas estatuas griegas. Son lo que tenían que ser. Todo lo clásico es siempre lo que tenía que ser; no ofrece poro alguno a la crítica. Pero el grecófilo olvida que esa valoración de una obra con respecto a su propio módulo ideiil. es sólo.relativa..Frente a.ella.actúa, debe actuar, .otra.valoración absoluta· en que.estimamos no tarito.la obra:concreta:como el.estilo a.que ella aspira. Una estátua griega me parece perfecta, pero esa perfección griega me deja insatisfecho. Y esto que me acontece le acontece a todo el mundo, aunque casi nadie sepa ver que le acontecec:Los:clásicos ejercen•unindelicado terrorismo sobre las pobres almas contemporáneas; tan poco .seguras de sí. El hombre que no se entusiasma con lo clásico se avergüenza: de sí mismo, ¡Superstición! Con lo clásico:es psicológicamente imposibld~ntusiasmarse (si excluimos los falsos fervores suscitados por motivos ajenos a la obra clác sica), La obra clásica se'5iente siempre como distante de nuestra sensibilic dad, como si no encajase exactamente en el perfil de nuestro apetito. Queda siempre circunscribiendo éste vagamente, sin ceñirse bien a él.' Nos parece que quien se complace en aquella·belleza ha es nuestra persona individual, sino un yo abstracto y ejemplar que lleváramos dentro y que nos fuese común con todo el género humano; un yo pedagógico. Es el mismo yo que asiente al 2 + 2 = 4. Unyo sin duda respetable; pero que.no es el nuestro ina" lienable e insustituible¡ un yo•que forma sólo la.periferia del auténtico; un yo quefue5e unpolígono dentro del cual está inscrito.nuestro .verdadero yó, deliciosa o trágicamente circulat." : ·· En vez de decir.que la obradásica nos queda distante,,podríamos far~ ml,llar el mismo .hecho íntimo, la misma irupresión,. didendo .que la obta clásica es pobre. Pobre.como lo es el polígono con respecto al círculo;la ret~ ta emparejada.con la curva.' La vida clásica se compone de tópicos. Con esto ria pretendo descalifü carlasideas y valores característicos delas épocas culminantes. Sus ideas son discretísiruas, sus.valores :Son de alta nobleza, peró tiehen la cémdición abstracta, genérica y mostrenca p~opia a.todos los topicos. Todavía en el
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siglo XVIII se consideraba como lino de los valores esenciales a toda obra bella «la unidacl"en la variedad». Pero ¿es:posible entusiasmarse con esa .vir·tud? Podrá ser reconocida y alguna reflexión· nos moverá hasta aplaudirla; ·pero corda contemplación de lo uno en lo vario no puede embriagarse na~ die. Lo propio cal;>e decir del principio monárquico a lo Luis XIV o de la de" mocracia ateniense. Son ideas tópicas de que hoy no podríamos vivir: Aunque la reflexión las encuentre plausibles, son demasiado intoncretas para coincidir con nuestras exigencias individuales. El tópico es la verdad irupersorial; y cuando hallamos que una época se ha satisfecho respirando tópicos, necesitamos pensar que los hómbres de ella eran irupersonales; Pero ¿qué significa esto? No es posible admitir que a esos hombres faltase la sensación de su propia individualisirua personalidad: Lo que ocurría era otra cosa. Por unas ti otras razones históricas, existía en ellos la propensión a creer que la•vida debe consistir en una acomodación del indivi.duo a ciertas formas oficiales, convencionales, dé.reacción intelectual o. estética. Sólo así e5 posible uh estilo colectivo, y sólci bajo él iruperio de un estilo colectivo es posible una época clásica. Nuestra sensibilidad es rigorosaniente opuesta. Vivir es para nosotros huir del tópico, recurrir de él a nuestra personalísima reacción. Aquella otra tendencia incluye una radical insinceridad. No porque esos hombres ocultasen lo que sentían, ~ino porque sentían conforme a unpatrón. Eran insinceros en segunda poter¡.cia. En una conferencia reciente hacía notar Valéry que en el arte clásico hay siempre un elemento convencional. Yo aguzaría el diagnóstico. Todo arte clásico, toda vida clásica, es convencionalidad constituida. Sólo cuando los hombres llegan a ser en su sustancia misma convencionales, puede levantarse eladmirable edificio de un clasicismo. Nuestra edad, en cambio, siente, quiera o no, una grave incompatibilidad con todo lo convencional. Es menester que la idea, que la gracia, que el dogma y el iruperativo se amolden exactamente al pulso de cada persona. Y como todo gran edificio social supone artificios sobreindividuales, va a ser muy dificil que nuestro tiempo produzca arte grande, sistemas ejemplares, política constructiva. Algunos ensayan oponerse a la sinceridad contemporánea, por considerarla, muy justamente, una fuerza deletérea. Pero, sin remedio, sus predicaciones suenan a un extemporáneo convencionalismo. Así, los que predican el retomo al arte clásico o el señor Maurras, que se obstina en restaurar la política clásica de Europa. Ya el hecho de predicar es un convencionalismo. Implica el propósito de suplantar nuestro efectivo y sincero modo de sentir con otro que el predicador considera debido.
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El hecho de que parezca el mundo haberse vaciadoc de prestigios, de glorias, de disciplinas, de «Principios»·, etcétera, no es sino un resultad() ddá smceridad operante. Como 1úueactivo mordiente; actúa ésta sobre toda la noble couveucionalidad clásica y la desvirtúa. El mundo vtielve a ese tal: desnudo, a ser simplementelo que eq; sm halos patéticos, sill resonancias convenidas, sm «piezas montadas>>: ¿Podremos ·sabre esa nuda realidad fac. bricarunmodo vigoroso de existencia? Ést~ es elproblema.preserite. ¿Cal:ie un clasicismo asentado en smceridad? ¿No es una contradicción?•!! •Pero el destino de la vida en el cosmos ha sido siempre res'olver las contradicciones que nuestra razónafila: .. La cuestión puedeTesumirse así.i Hay dos clases de épocas: aquéllas en quefa «buena accióm>'esla acción que repite un modelo,-,-·.lo estimado en ella es el esfuerzo p'orno ser individual; por pasar íntegra la persona al tipo o esci.uema genéric'o.Y.aquéllas otras en que, por el contrario, lo estimable de la acción.es su sinceridad; ese tufo de espon,taneidad que en ella encone tramos cuando la vemos brotar del mdividuo coino la hoja delrbo.tónenel árbol. Lo que en ella nos complace es el esfuerzo por 110 ser confonne almoc delo .. Se trata, pues, de dos preferencias mversas: • '\
Re\lista de Occidente, mayo, 1924
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ABEJAS MILENARIAS
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~~la Exposici~n,de Pmturas Rupes~es que hace un par de años ~rganizó la Sociedad de Amigos del Arte, nada sorprendió tanto, junto a los grandes frescos deAltamira, como la escena que representa aun hombre colgado en una escala.treniada con materias vegetales y ci.ue castra una cohnéna alojada en un agujero.dela roca. Asustadas por la illtrusión;vuelan las abejas en torno al cazador. ELdibujante primitivo hasabido.mterpretar.estevuelo cori tal gracia impresionista; ci.ue, al cabo de milenios; conserva .tod() el estremeciiniento y.la. dispersión azorada delorigillaL Esta perduración de un encanto estético subyuga: con vago p:ó\vor.místico. 1La persistencia.al través de los cambiris; el poder extn\ño de flotarcsobrelas.tormen,tas delos siglos, provoc ca en el espíritu•una reacción. de. estupor favorable a las emociones mágicas. , Pero aúri es mas conmovedorá esta.misteriosa perduración cuando lo que pervive no es sólo el encanto artístico de una imagen, silla que, como en el caso presente, subsiste la realidad misma que la pintura primitiva refiere. . . . . Poco tiempo después de visitar aquella Exposición tropecé en una de mis lectutas etnográficas con.la descripción de una escena idéntica ci.ue todavía acontece!: Fijarla atención sobre ello puede ser de alguna utilidad para los prehistoriadores.Se trata; en efecto, de un caso ejemplar ci.ue-manifiesta la fértil reciprocidad existente entre la prehistoria y la etriología, ciendasarnbas tari caracteristicas de nuestro tiempo. ,. La relación en ci.ue se hallen:las maneras priinigenias de humanidad, peresi::rutadas por la prehistoria; y las de los pueblos «salvajesw dél presente será siempre problémátii::a .. No falta ci.uien con graves razones considera las razas priinitivas actuales .conío' casos de degeneración; en tanto. ci.ue el prehistoriador suele encontrarse con restos maravillosos ci.ue arguyen.una genialidad matinal dela especie humana. Esto invita a mantener diferen'Sarasin, Die Weddas von Ceylon, 1893. Seligman, Tlie Veddas, 1911.
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ciadas la prehistoria y la etnología, a modo de dos idiomas distintos, pero dispuestos en todo instante a traducirse mutuamente. En el caso de ahora, la coincidencia de ambos lenguajes es perfecta, y la pintura vetustísirna · queda explicada sin resto y sin sutilezas por el hecho actual. Ello acaece entre los Veddas de Ceilán, que son una de las razas de vida más elemental entre las conocidas. Viven en pequeñas hordas de ocho o diez . individuos, cada una adscrita a un distrito de caza, que es respetado por las demás. No existe entre ellos estructura alguna de Estado, y la familia misma carece de regulación. El hombre suele casarse con su hermana menor, y sólo, según parece, le está prohibido el enlace con la mayor o con las hermanas de su madre. No conocen la guerra y carecen del síntoma bélico por excelencia, que es el arma defensiva-·'el escudo. No se reúnen en fiestas col~c tivas, y cuando alguno muere no sele entierra, sino que quedaabaridónado el cadáver yJa hordahuye..lgnorantoda autoridad. Existe sóló el predominio efectivo. de la·personalidad n;tás vigorosa, física o moralmente; Pero est:ii superioridadreal de uniridividuo rio'Se ha solidificado en el oficio genérico y perdurable de una rnagistraturá:A veces, la persona más influyente, por ser la más vivaz,. es.una mujer. · ·· · ' , La corifiguración del territorio•es una serie de valles silvanos que irra" dian de una sierra, coronada de rocas, doride abundan las cuevas. La vida de estos hombres está regida en sú ciclo anual por los animales de· que se ali" mentan, ciervos principalmente. En el período é:le las lluvias-·-·octubre, no" vierilbre y diciembre-·, la caza abandona el valle y sube a la sierra. LosVeddas siguen dócilmente la emigración de las bestiasy;ascienden a la región rocosa donde hallan cavernas naturales. Corno elnúrnero de éstas es inferior al d~ las hordas, acaece que se alojan en una varias de éstas. Pero es unfenó" meno de alta significación para entender la psicología dél hombre primitivo qúe, a pesarde vivir en la misma concavidad.durante tres meses del año, rio seitraba entre. las hordas nexo alguno perdurable que.iriicii!. unaforma suc perior de organización. C:uando el•inviemo pasa, las hordas descienden a sus parques de caza y no vuelven a verse ni casi a saber las unas de las otras'. El comercio entre ellas es nulo,·y el que ejecutan con las tribus singalesas próxirnas•es del tipo que se ha llamado silencioso. El Vedda que necesita algún producto singalés de¡:iositaeri la linde del territorio una porción de car,. ne,• A los dos o tres días encuentra en su lugar elproduéto apetecido ... Sólo•hayun momento durante todo. el año en que el atomismo de las hordas vive una hora de organización casi estataria. En ese momento surge una autoridad, una'IIlagistratura que inrnediatamente·Vtielve a volatilizarse. Es la ocasión que la pintura rupestre a que se refieren estas notas declara con sus formas rnudas;
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La abeja índica• labra sus colmenas en laroca,ypreferenternente, en las oquedades y entrantes de ella guarecidos de la lluvia. Por un agudo instinto
terapéritico, estos salVajes comedores de carnes fuertes sienten un gran ape·tito del alirnehto.cornplernentario; la miel, rica en hidratos carbónicos; Pero la obtención del delicioso manjar es sobremanera peligrosa y exige cooperación. Los panales se hallan en.las paredes delas rocas cortadas a pié:o. Es preciso descolgarse sobre el vacíopara extraerlos y exponerse a la picadura innumerable de estos ápidos, que es sumamente dolorosa. Hace falta un b:ornbrernuy resuelto; un héroe, que se desliza por una escala vegetal mientras otros sostienen ésta desde la altura. Si titubean y abandonan el peso, están obligados a recoger la familia del periclitado -única ley sobrefarniliar existente en esta civilización protoplasmática. La escena, según es descrita por los viajeros, tiene un carácter patético no exento de gestos wagnerianos. Acontece en las noches borrascosas de la estación: En la frente de las rocas florecen incendios rituales para aplacar el demonio del abismo -que, según creo, es de sexo femenino. Suenan cantos religiosos de dramática resonancia que animan a los héroes prestos a la hazaña. El protagonista desciende por las febles sogas, se sume en la tiniebla. Lleva un poco de hierba húmeda ardiendo a fin de estupefacer a las abejas con el hurilb. Cuelga de su hombro al flanco un saco donde va a recoger la miel. El viento bronco silba en las aristas de la piedra y hace bambolearse sobre el vacío al hombre y su escala. Cuando, victorios.o, toma ala cima, tiene el derecho de repartirla miel y reservarse la mejor parte. Este oficio de distribuir es la única magistratura que conoce, y eso fugazmente, la sociología de los Veddas. Compárese con esta descripción la figura rupestre. La coincidencia es perfecta. Además, la región levantina donde existe tiene una configuración pareja a la que presenta el territorio central de la isla índica. · La vida del salvaje Vedda posee un repertorio reducidísimo de actos, ideas, sentimientos. Puede decirse que está polarizada por los dos signos de la abeja y el ciervo. Esta simplicidad tiene un valor inestimable para la ciencia, porque si algún día deja de ser la Historia el cuento de viejas que todavía es, se deberá al descubrimiento de leyes específicas que rigen los movimientos colectivos como las mecánicas imperan la inquietud de los astros. Ahora bien, esvano pretender que esas leyes se nos revelen investigando las edades de vida más compleja que nos son más o menos próximas. La única probabilidad de su descubrimiento se esconde en el estudio de las formas más primitivas, más elementales de la existencia humana. No ha habido física hasta que, apartando la vista de la pavorosa complicación del mundo, le ocurrió a Galileo analizar los fenómenos más sencillos -una bola que rueda
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sobre un plano inclinado, un péndulo que oscila bajo una bóveda. De esta suerte fue descubierto el abecedario de los movimientos que luego, en sus complicaciones sintácticas, forma el gran párrafo de la astronpmía. Espera" mos un Galileo de la historia y nos resistimos a aceptar que la hipótesis del libre albedrío, aunque sea bien fundada e inexcusable en Ética obture el paso. hacia un sistema dela Historia, construcción que· como nin'guna otra · ' ' ' es postulada por los nervios:de nuestra época. . . ·• . ·
LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA DE HEGEL Y LA HISTORIOLOGÍA
Revista de Occidente, agosto; 1924 ··, ,i,
Con esta versión de la Filosofía de la Hist01ia, de Hegel, comienzo a publicar una Biblioteca de Historio logia. Esta palabra-.·historio logia- se usa aquí, según creo, por vez primera.: Convendría, pues, conjuntamente, aclarar cuál sea su significado y.porqué al frente de lo·que ella enuncia colocamos a Hegel con aire de capitán1•
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· Lo que vale más en•el hombre es su capacidad de insatisfacción; Si algo de divino posee es, precisamente, su divino descontento, especie de amor sin arriado y un como 9.olor que sentimos en miembros que no tenemos. Pero bajo el gesto insatisfecho de joven príncipe Hamlet que hace el hombre ante el universo, se esconden treslriiáneras de alma muy diferentes: dos buenas y una niala. Hay la insatisfacción provocada por lo incompleto e. imperfecto de cuanto da la realidad. Este sentimiento.meparece la suma virtud del hombre: es leal consigo mismo yno quiere engañarse atribuyendo aloque le rodea perfecciones ausentes .. Esta insatisfacción radical se caracteriza porque en ella .el hombre no se siente culpable ni responsable de la frriperfección que advierte. Mas hay otro descontento que se refiere a las propias obras. humanas; en que el individuo no sólo echa de ver su defectuosidad, sino que.tiene a:Ia-par conciencia de que'sería posible evitarla, cuando menos en cierta medida. Entonces se siente no sólo descontento de la cosa, sino de sí mismo.Ve con toda claridad que podría aquélla hacerse mejor; encuentra ante sus ojos, junto a la obra mónsí:ruosa, el perfil ideal que la depura o ..í i..o .~~e ~gu~ son algunos· apunte§-p_~r~ ~n-·prólogo ~la. traducción ~paño la -d~_i f~~?-~º Curso de Hegel, que; por vez primera vé:rtido a idi'oma latin~. publicó en sus ediciOniis la Rl!vista de Occidente. ,r
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completa, y como la vida es en él-a diferencia de lo que es en el animalun instinto frenético hacia lo óptimo, no. para hasta que ha logrado adobar la realidad conforme a la norma entrevista. Con esto no obtiene una perfección absoluta, pero sí una relativa a su responsabilidad. El descontento radical y metafísico perdura, pero cesa el remordimiento. Frente a estos.dos modos excelentes de sentirse insatisfecho hay otro . que es pésimo: el gesto petulante de disgusto que pasea por la existencia el que es ciego para percibir las cualidades valiosas residentes en los seres. Esta insatisfacción queda siempre por debajo de la gracia y virtud efectivas que recaman lo real. Es un síntoma de debilidad en la persona, una defensa orgánica que intenta compensarla de su inferioridad y nivela imaginariamente a la vulpeja con todo racimo peraltado. ·' •Esta Biblioteca deHisto1iología'ha sido inspirada por la ·insatisfacciói't sentida aHeedos·libros de historia;:ante todos los libros de Historia. •Conforme volvemos•sus páginas; ,siempre abundan):es; nos gana·irremediablec mente, contra' nuestra favorable voluntad, la impresión de que la Historia tiene que ser cosa muy diferente de lo que ha sido y es. No 'se trata de un dese contento de la primera ni de la última clase, sino de la concreta insatisfacción que he colocado entremedias: la que implica remordimiento porque ve clara una posible perfección. Al: paso que otras ciencias; por ejemplo\ la física, poseen hoy un rigor y una• exáctitud que casi, ·casi rebosan nuestras exigeocias intelectuales, hasta el•punto de.que'Iamente va tras ellas un poco' ápurada y excesivamente tensa, acaece que la Historia al uso no llena el apetito cognoscitivo del'lector; Elhistoria'dor nos parece manejar toscaé mente, con rudos dedos de labriego, la fina materia de la vida humana: Bajó un aparente rigor de método en lo que no importa, su pensamiento es impreciso:y.caprichóso en todo lo esenciaL Ningún libro de Historia• representa con plenitud en esta disciplina lo. que tantos otros representan en física, eti filosofíay aun en.biología.~el paptldedásicosc.Lo..clásico.no:es lo.ejeni:. piar niJo•definitivo: 'ria hay:individuó ni.obra humana quela humariidad, en marea viva,ni:J,haya superado. •Pero he ahilo específico y sorprendente del hechciclásicó . .La humanidad; al avanzar sobre ciertoshombres.yciertas obras; no lós ha aniquilado ly sumergid oc No' se!sabe qué extraño poder de petvivencia; de inexhausta vitalidad, les .permite flotar sobre las.aguas. Quedan,. sin:duda,. como .un pretérito,.péro de tan rata.condición, que sigueo poseyerido!actualidad.'Ésta:no depende denuestrabenevolenci~paraaten derlos, sino que, queramos o no, se afirman frente a nosotros y tenemos que h1ch~r con ellos com9 si fuesen.contemporáneos. Ni nuestra caritativa adíriil.'~Ció\:{rii tiria perfecciÓri ilusoriá y«eterna» haci;n ál dasi2o' sino precisa7 ~~~;~si:; aptltud para c~n;batir con nosotros. Es el á~gel qu'e nos permite
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llamamos Israel. dásieo es cualquier pretérito tan bravo que, como el Cid, después de muerto nos presente batalla, nos plantee problemas,·discutay se . defienda de nosótros, Ahora bien: esto ria sería posible si el clásico no hubie. se calado hasta el estrato profundo,donde palpitarilos problemas radicales, Porque viq algun.os daramente y tomó ante ellos posición; pervivirá mientras aquéllos no muerari. No se le dé .vueltas:. actualidad es lo mismo que problerriatismo, Si los físicos dicen que un cuerpo está allí donde actúa, podemos decir que un espíri~ pervive mientras hay otro espíritu al que propone un enigma; La más radical'comunidad es la corirnnidad.enlos problemas. El error éstá en creer que¡]os.clásicos lo son por sus soluciones. Entone ces nrntendrían derecho a subsistir;' porque' tdda solución queda superada, Errcambio, el problelria·esperenne;•For eso no naufraga el clásico cuando ", ... la ciencia .progresa. Pues bien, en la Historia no hay clásicos, Los que podían optar al título, como Tucídidés', no sori clásicos formalmente en cuanto historiadores, sino bajo otra5 razones. Y es que la Historiaparece no haber adqúiridci aún figuc ra completa de ciencia: Desde el siglo XVIII se han hecho no pocos ,ensayos. geniales:para elevar su condición. Pero no los han hecho los historiac dores mismos; los hombres del oficio. Fue Voltaite o Mciritesquieu o Turgot, fue Winckelmann o Herder, fue Schelling ó Hegel, Comte o ·Taine;-Marx o Dilthey. Los historiacj.ores profesionales se han limitado. casi siempre a teñir :Vágamente su obra c01;1 las incitaciones que de esos filósofos les'llegaban, pero dejando aquélla.muy poco modificada en su fondo y su.stanciac Este fondo y sustancia de ló:S libros históricos sigue siendo el cronicón; Existe un evidente desnivel entre la producción historiográfica y la actitud intelectiva en que se hallan colocadas las ótras ciencias. Así se explica un extraño fenómeno .. Por una parte, hay en las gentes cultas una curiosic dad tan viva, tan diamáti.ca para lo histórico, que acude presurosa la atención pública a cualquier descubrimiento arqueológico o etr10gráfico y se apasiona cuando aparece unljbro como el.de Spengler. En'cambio',·nunca ha estado la conciencia culta más lejos de las obras propiamente históricas que ahcira:Y es que la calidad inferior de éstas, en vez de atraer la curiosidad de los hombres, la eIIJ.botan.con s'.1 tradicion¡il pobreza. lndeli~~radalriente actúa e~ los. estudiosos un terrible argumento ad hominein que no debe silenciarse: la falta' de confianza en la.inteligencia del gremio historiador. Se sospecha del tipg de hombre que' fabrica. esCJs er\iditos pródudos; s~ C:ree, no sé sicon justicia, que tieneo almas retrasadas, almas de. cronistas, que son buró~rata.s ádstrito~. a expedientear el pasado: En suma, mandarin~.· y no puede d.esconcicerse q~e hay una desproporción escandalosaeritre la masa enorme de labor historiográfica ejecutada durante un siglo y la
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calidad de sus resultados. Yo creo fumemente que los historiadores no tienen perdón de Dios, Hasta los geólogos hanconseguido interesarnos en el mineral; ellos,'en cambio, habiendo entre sus manos el tema niásjugOsO que existe, han cons,eguido que en Europa se lea menos Historia qu·e nunca. Verdad es quelas cimas de la historiografía no gozan de gran altitud. Puede hacerse una experiencia. · Los alemanes nos presentan una y otra véz como prOtotipo dehistOriador, como gran historiador ante el Altísimo¡ a Leopoldo,de Ranke; Tiene fama de ser el mas rico en,«ideas». Léase, pues, a,Ranke, que es, él solo una bi" blioteca, Después deleerlo con atención, sopese el lector el botín de ideas claras que un año delectura le ha dejado, Tendrá eLrecuerdo de haber atrae vesado un desierto de vaguedades. Diríase que:Ranke entiende por ciencia el arte de no comprometerse intelectualmente. Nada es en él taxativo; claro, inequívoco,. . Pero a esta sincera impresión del lectorre5ponden los hiStdriadores die cierido: «Esa falta de "ideas'~ que se advierte en Ranke no es su defecto, sino su específica virtud. Tener "ideás" es cosa para los filósofos. Elhistoriador debe huirde ellas: La ideahistóricá'es la certificación de un•hechO o la com" prensión de s,u influjo sobre• otros hechos»: Nada más, nada menos .. Por eso, según Ranke, la•niísión de la Historia es «tan sólo decir cómo, efectiva:. mente, han pasado las cosas»'. · Los historiadores repiten constantemente esta fórmula, como si en ella residiese un poder entre mágico y jurídico que les tranquiliza respecto a sus empedemidOs usOs y les Otorga un fuero bien fundado. Pero la verdad es que esa frase de Ranke, típica de su estilo, no dice nada determinado 2 • Sólo cabrá algún sentido si se advierte que fue escrita como declaración de guec rra contra Hegel, precisamente contra esta Filosofía de la Historia, que entonces no se había publicado aún, pero actuaba ya en· forma de curso uni" versitario. Con ella,comienzaJa, batalla, entre. la'. «e5cuelahistórica»,,,y1a «escuela filosófica»'. En el famoso prólogo a su_ libro Gesd1id1te derronlciniSdúm undger¡naniSdtcn VOl1tervon 1494,-1514(1824) .• ,, ',,',,,, •. ,, ',' ,' ''' ' ,'' ' ' ' ' 1 ·CoÍl 'dértCra ironía hablU Ott'olta.T-_Lorenz de los _. · _ · liElJérmino_ ) se usa _c,an:diferente r_a_clio; _ Tro_elts_ch l_o .r.~411.c~ a-la:~cgeJa de SaViglly, -E_i~hho~. etcéü~ra. ~CperHis"tOrlSnvlS.u1·1.d Sd,;,~ P~ob,!We; .~77·y~~ 1:92~); Rothackef iriCluye á_cisi todos 1oS póstfc:ímáútié:o.S' (Einléitiuig in 'die GdsteswiSsei1Sc1íaften, 40 y s_s., 192.0). Pitede ampliarse aún más·'y comprender'Cn él todos los historiadores enemigos de la filosofía de la histotja.:.Esto signific.aba la pal_abra nara Ran_ke._ Por supu.esto, que ni siquier_a esa oposición a 1~:fllÓsofí.l está_~Jara en RarÍl~~'. S_uy_a es__esta.o~a frase: «Con freé,uenéia se ha ~i?tinguido e!1tre la es'cllela histórica }rla filosófica; pero 1a Verdadera historia y la verdadera filosofia no ptieden nu_ncá estar en colisióh1H. · ·..': _, · :: · · · ·' 1
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Y antetodo, es preciso reconocer quela escuela.histórica comienza por tenerra:zón riente a la «escuela filosófica», frente a Hegel. Si filosofía es, en ·uno u otro, rigoroso sentido, lógica,yopera medianteull'movimiento de ·puros conceptOs lógicos, y pretende deducir lógicamente loshechos a~lógicos, no hay ducl.a que la Historia•d,ebe rebelarse contra su intolerable imperialismo; Ahombien: la filosofía de la• Historia de Hegel pretende,'por lo pronto, y'muyformalmente, ser eso. Por lo tanto, nos unimos a los historiadores en sujacque1ie contra la llamada «filosofía del espíritu», y; aliados con ellos, tOmamos la Bastilla de este libro hegeliano.; , Pero ,una vez que' hemos asaltad,o la fortalezá,·nos volvemos contra la plebe historiográfica y decimos: «La Historia ho es filosofía. En esto nos hallamos de acuerdo:,Perrnahora digaJ;l ustede5 qué és»; •. · ,De NiebuhryRanke se data la ascensión de la Historia al rango de la au téntic'a ciencia, Niebuhr representa lá« crítica histórica»; y Rarrke, además de ella, la «historia diplomática•o'documental»; Historia-,'senos dice~ es e5o: crítica y documento;, ; , , ,Como el historiador no puede tacharal filósofo de insuficiencia crítica le echa en cara, ,casi siempré con pedantería; su falta de, documentos; Desde haceun siglo, gracias ala: documentación, se siente cOmOun chicéJ'con zac patos nuevos.Lo propio acontece alnaturalista'COn eLexperimento. l"al:nbién se data la «cieneia nueva», Ja física,·de5de Galileo;porque descubrió e,l experimento: , ' · ''' Es inconcebible' que existan i todavía hombres con la pretensión de cientllicos-,-y son los• que,más se llenan la ,boca de.este adjetivo- que crean tal cosa. ¡Como si rro se hubiese eXperimentado en Grecia y en la Edad Media; como si antes del siglo XIX no hubiese el historiador,buscado el documento y criticado sus «fuentes»! La diferencia entre lo que se hizo hasta 1800 y lo que se comenzó a hacer va para un siglo es sólo cuantitativay no basta para modificar la constitudón dela:Historia .. '· ',., ,Clafq, es qu~nírJ:~rr gi~n fí5iso,,,nü1~~ his,t9riac1or c!é a~to Y)J~l9.ha pensac!c;i cieJ~ ma,nera dicl:Ía.'Silhían'rÍiuybien qui! J;li,lá'.físicaes el eXp~ii mento ~así sin más ni más-:-, 'ni la.Histori,a eld~cuil1ento; Galileo elpri~,erp, ~ ~anke ~sn:w: ~. s,u hor~a,'. ~ ,P~ªr 1e ~~~ ~r¡\l ,ºtr[J, ~?l.!\9~~~ii ¡a filq~ sc¡fíac!~su, tiempo.;Lc¡,que pasa.es,que m,uno,mo,tr9,-,,,t¡¡n t~at:J,vos en su neg~C:ion;, en su justar~beldía"""'- s9n igualn,iente precisos en su afu;naéió~; su Teoría tlel conOciiniehtO físico,e históric[J~. '' ', ' . "' , ,·, , , , ' ·_,_ · ''·· .,, ,-, -·: "' · ,. " ;u¡; •. , -- '·''' ,,,¡;,;, ·,
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imprecisióJi ra:dical pe ~nke-reptesentiltiVo . de todo el gremi~en las cuestion·es fundamentales, se demuestra haciérido,notar·que toda'su vida aspira: a.ser tenido como el anti-Hegel; pero al escribir en sus tlltiinos años una Historia Universal yverSC obligado a '
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La irinovación sustancial de. Galileo no fue el. «experimento», si por ello se entiéride la observación deLhecho. Fue, por el contrario; la adc junción al puro .empirismo que observa el hecho' de una dis.ciplina ultraempírica: el «análisis dela Naturaleza>>. El·análisis no observa lo que se ve, no busca el dato, sino precisamente lo contrario: construye una figuc ra conceptual {mente concipio) con la cual compara· el fenómeno sensible .. Pareja articulación del. análisis .puro con la observación impura es la física. Ahora bien: ésta es la anatomía de toda ciencia de realidades, de toda ciencia empírica. Cuando se usa esta última denominación ' se suele malentender, y la mente atiende sólo al adjetivo j
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afrontar los decisivos problerrias,quc:cna.plantea,dice:- ~~·¿ Gómd no·padifa-lograrse-é:on m_ayor -~~gu.rid,a~,u11a.:~º~.~~~~C7~9}1 ~~Y,~rs,<\l ~!gll_t~rd~ Uf!,,C~~inq pu_r~~~-nFe: his~9fi_co_1_,No; sól_o por el c~m1no _q~~ ~teb~~r m.tctó.-f la t~n_d~~ia,qu~ i~pi~~-,~,H~ge1 ~ p~sible ~~r ~-i~a, a 1~_ ta~ea_ que_s~ propone la ~tsto_na Un1v_ersal. Es.prectso dedicarse cbn·todo' amor ala'inVestigaCión·pflitiCti.13r1 exat;iünar_lo _individua,1s'egún_nonnas mora,leSj perO; a·la par, es preciso intentar comprender el c~rso ,d!e,la ,1lµ>toria_e_n _ti;i4o ~u f_O~ju~_tp,. E,l,dornillio. d_~ l?, investig~c~ó¡:i,histórica es, al c,a,bo_~ el de 1~ éXistencia ~i~~al, ~lle m_afcha'éil iné:esante'.progreso. C_iertarri,~Otb (fue eSte TI.o Va régido por-categorías lógicas;- sino que·las'experiendas históricas páSeen· Sfbhl_;fe su p·rapio conteflido ·espt,ritual. J;n.su _sucesiQn n~ se _rey,ela una_ ne_c_es_idad _absoluta, P!!!:Q_sí.una-estricta causalida_d:irj.t_~, na11. (Citado en·_Lorenz, loe. cit.,11, 56). Estas pal~br:;is de; Ranl_<,e_ 4e~~~tf?n much~s. cosa5 ·importantes: Primera,_ que el anti-Hegel éfá.briStánte lie_gClia_llo_~ 1pu_estO-'qUi! algo d~ H~gel le pare'c_e esencial para la constitución de In Historia;_ segunda, que no dice ~laramente qué de H_egel de~e _co_ns~rv_arse;_ te~~~ra~ que dice,_ en 'cambio, muy claramente~ qué no debe conservarse Oas·-caté'g~rias-lógicas); cuarta,- que- la·Histori_a·posee-_Sus'.propfrls categorías; y no es sólO crítica y Q.ocuIDento (Niebuhr); NO pedimi:Js;ri:tás·qrieesto iíltiino.; " · ··.!,- ,, 1 :Galiléi;Opére-,11~464r· · "''>;:1· ·¡ ,_
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debe haber correspondencia. El papel del experimento se reduce a asegurar esta correspondencia1. La. física es~ sin duda, un modelo de ciencia., y está de sobra justificado · que se hayanido tras ella los ojos de quienes buscaban para su disciplina una orientaciói;i metodológica. Pero fue un quid pro qua, más bien gracioso que otra cosa, atribuir la perfección de.la física a la importancfa que el dato tiene en ella. En ninguna ciencia empírica representan los datos UJi papelmás humilde que en física; Esperan a que el hombre imagine y hable a p1io1i para decir sí o no'. '
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. . .·i ségtln Wey,l_, ~ta corfespcin~encia Tio ll!!ga ¡:t _consistir ni siqui.era erl-Ún p~ralelismo, d~ SÜerte (iue'<ú:itda éiúlmerado ~a:rticul_ar tenga un s'entido verificabl_e en la inttlié:ióD.-,>. Eri_la:cien-
cia·hatural-, •ilá!verdad forma tin sistema que sólo puede ser comprobado en-su integridad». Philos_ophie dcr:M_q~en1ati_h und Natunvissenscl!aft, pág; 111. En algún pequeño ari:ícul9-Weyl form~la m_ás en~~gi-~a~ente _es_te di~gnósti~o, diciend~ que el cor;p_~is de la física toca sólo con algunos "de sUS puriios· el iituildo de la'experienciá, es decir; de los ·nhecbo.S». · 2 Nada hubiera sorprendido tanto a,Galileo~.Descartes y déri:tás instauradores de la n'uava sdenza como saber que cuatro siglos más tarde iban a ser considerados como los df.?cubrido_res y entusiastas del ~~experimento,>. Al estatuir Galileo la ley del plano inclinado, fuerOn IOs ~co lásticos quienes se hacían fuertes en el experimento contra aquella ley. Porque, en efecto, los fenómenos contradecían la fórmula de Galileo. Es éste un buen ejempla para entender lo que significa el •c• fre~te_ a_ la simple;observaciórt de _los .fenóm,enos. Lo que obsefvamos en el planOinclinado es sieinpre una desviación d_e lci ley de caída, no sólo, eri- el sentido dé que nuestras rllédidaS dan sólO ValOfes aproximados a iltj_tiélla; sirio que' él hécho~ tal y r;o_mo· se presenta, no es. UI]B caída. Al interpretarlo como una caída, Galileo COU!-Íenza por, negar el dato sensible, se revuelve co_ntia el fe11óm_eno _y_opone a él un ·~hecho ima_ginarioi~ •. que_ es In ley: ei puro caer en_ el Puro vacío un_ cu_erPo sobre otro. Esto' le pe_nnitc;desco;mp_o~er c_anaHzir) el fenómeno, medir la desviación eni:re éste y el coÍnportamiento ideal de dos cuerpos imaginari'os_. ·Está parte del fenómeno, que es desVi_ación de la ley de caída, es'° a su vez, interpretada-imaginariamente co1no_ choque con el viento y roce del cuerpo sobre el plano tnclinado_, que son ótroS dos hechos imaginarios, otras dos leyes: Luego puede iecompollc'rse el fenómeno, el hecho sensible como nudo de esaS varias leyes, corno combinación de varios hechos imaginarios. Lp que interesa a Galileo no es, pues, adaptar sus .ideas a los fenómenos,. sino, al revés, adaptar.los _fenór_neryqs media_nte_una in_terpretaci~n a_ ci_er~as ideas rigoros~s Y,ª prio_ri, indep_f:n~ dientes del eXperimento, é:n suma, a formas triatemáticas. Esta era su innováciOn; por tanto, todo 10 contrri.rio de lo c(uC.vulgarlnente se creía-hace éincuenta-años. No observar; sino ·construir a p[i_o_ri_ ~~tern~L~ca~ente, es lo,específico del galileísmo. Por eso_;deci~-p~r~ diferenciar_.su _método,: «_Ghtdica~c~ ~ignore ~occo, _qual dci__due n10.di di ft1o_s_ofare canuninf P!it a s~gn_o, o il vostro fisico pitrd Csen1plic'e liene, ·a 'il miO Corídito con qualc71c spritzzo di matenldtiCa»; (Opere, IÍ, 329). Con élaridad casi ofensiva.aparece este espfriaJ:.en un lugar de Tbrricellij ,«Che iiprincipii d~lffI,do~tfina de JTIOtu si~no veri._ oJalsi, a_ n1e hnporta pochissinto. Poiclt~ s,e 110',1- ~pn v_eri,fl-,ngasi che sian_vé_ii coriJonnC Jiabblanto sitpposto, Cpoi prcndansi tuttc le altre spccalaziOni dcrivate da cssi prinCipii, non COh1e' cose miste, rhci puré geon1ctrlche. lo ftngo o suppongo che qit'1lé1ii! carpo OpuntO Si níuoya all'ingiil cd all'hISit.co11 l4:11ota_proporzione,cd Orizzontahncntc cpn mo_tá,equabile. Qua.ndo questa.si_a _i_o. dfco _clic segui'.d tutto_ quell.o, c_1~e ha deUo,H G~~ileo cd_ io anc~rll¡:Se p~i le palle~~ p~o~1bD, dtJITTo, dl pictréi nDn OSsCTVll11Ó quélldsúppaSia'j1ropDrziané, Suo'ddl111D, nOi dirbno c11~'non parlianto dt esse,~. Opera, FaenZa:; 1919:Volurilen 111~ 357; ' De modo que si los fenómenos---:las bolas de plomo, hierro y piedra- no se comportan según nuestra construcción, peor para ellas, st10 danno. Claro eS que la Tísica actual se: diferencia mucho de In de Galileo y Torricelli ná sólo por su contenido, sino por su método. Pero esta diferencia metódica no es· contraposición, sinó, al con-
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Un error parecido lleva a hacer consistir la Historia en el docÍlmerito. La circunstancia de que en esta disciplina la obtencióny depuración del dato;sean de alguna dificultad-·más poria cantidad que por la calidad del trabajo exigido-· ; ha proporcionado a este piso de la ciencia historica una importancia monstruosa. Cuandó a principios del siglo XIX sonó.la voz de que el historiador tenía que recurrir a las. «fuentes», pareció cosa tan evi-. denté e inefodible que la Historia se avergonzó de sí misma por no haberlo hecho (la verdad es que lo hizo desde siempre); Equivalía esta eXigencia al imperativo más elemental de todo esfuerzo cognoscitivo referente a realidades,. que es aprontar ciertos datos. y he aquí que todo un sis tenia de téc~ ni.cas C:Omplicapas va•a s~rgrr en Ji 'piiliáda cbi.fiií:ia tonel.p['op¡js,ito e]{Clj.)c sivo de asegurarlos «datos históricos». Pero los datos sonio que es.dado a la d~né:ia ·-.. ésta em¡Jiezinnás allá de ellos . Ciencia. es la 9brade 'Newt9I1 o Einstelí1, que no han encontrado datos, sin() qu(lps hanrec:~]JÍ
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Desde l.as ptilliet~slel:C:fones que C(Jmponen este libro, Hegel ataca a lo.s filólogos, pmsiderándolos, con sorprendente clarividencia, como los enenrigos de la Historia. No se deja aterroriz~r por «elllamadoestudio de las füentes•~ (pág .. 8).queblanden.coningernrn agi'esiVidadloshiStoriadotes de profesión. Un siglo niá~ tarde, por fuerza hemos cÍe clarle la razón: con t~ritá fuent~ se ha empantariadod área de 1a Historia. Es;incalculable la cantidad' de e5fuerzo que la filología ha hecho perder al hombre europeo en los cien años que lleva de ejercicio .. Sinton ni son se ha derrochado trabajo . sobre toneladas de documentos, con un rendimiento histórico tan escaso que en riiiigiíU: ord.e11 dela foteligeri~fa cabn~, coniri én éste,.habiar de báh~ carro.ta.Es preciso, a11te todo; pgr.alta exigencia dela discipliI1a intélect~al, 11egai;sea,r~c9n:oc~rel ti1:1;Ilo d.e científicoa·l,ln horl1breqtie sim1Jleil1ehte ;~s laborioso)' se fi,fana e11]os archivos sobre .los. cqdfces, ElfilÓlogo; s~lídto como l~ abejáí suele ~i.;r, col11º: ella, torpe. N º·sabe a qué va todo su ajetr~o. Son~m):n~lic~weJ:i.~7~cuiit11la .cfta.s tj11e no ~rv~PIJ~ra ~~d~ ~j_:íieciabl~; P,~r~ que nq responc:lep.¡\la clara conciencia de los problemashistóricos, .Es i!laéepIT1bl.~·en·IahiStoriografíay filolbgíaactuales.eldesnivel.existente'entre·Ia - ; ' ' ' -" - ' ' - " : - , ' ' , ' ' ' J ' ~ preti?i<'m.u~~da ¡il 9b.t~11eJ: o.¡:ria¡iejar los.c!.atpsfl~ impii.;cisióh,'más i!íin,1'1 miseria mtelectual en el uso d.e'ias ideas dorutiucÚvas~ . . ,',C
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Contra este estado de las. cosas en el remo de la Historia se levanta la historiología:Va movida por el convencinriento de quda Historia, como ·toda ciencia empírica, tiene que ser, ante.todo; una construcción y no un ·«agregado» "-'-para usar el vocablo que Hegel lanza una vez y otra: contra los historiadores de su tiempo . .La razón que éstos·podíantener contra Hegel oponiéndose a que el cuerpo histórico fuese .construido directamente por la filosofía, no justifica la tendencia, cada vez más acusada en aquel siglo, de contentarse con una aglutinación de datos. Con la centésima parte de los que hace tiempo están ya recogidos y pulimentados, bastaba paraelaborar algo de un porte cientifico mucho más auténtico y sustancioso que cuanto, eh éfecto, nos present¡inlos libros de Historia; · Toda ciencia de realidad-y la Historia. es una d.e ellas-.-· se compone de estos cuatro elementos: . a) Un nucleo ap1io1i, la analítica del género de· realidad que se intente investigar-la materia en física, lo «histórico» en Historia. · b} Un sistema de.hipótesis que enlaza ese nucleo a p1io1i con los he·, • chos observables. · c) Una zona de «induccio.nes» dirigidas.por esas hipótesis. d) Una vasta periferia rigorosamente empírica ~descripción de los ... ' · ; .. · puros hechos o datos. Lá'proporción en que estos; diversos· elementos u órganos intervengan en la ciencia.depende de su físiologíaparticulár,y ésta, a su vez, de la textura ontológica que cada forma general de realidad posea:.No sólci con respecto al:sujeto cognoscente, smo en sí misma; pbseé'la «materia» :urni'.estructura diferente dela que tiene el «cuerpo vivo», y ambas son muy distintas de la estructura.real propia de lo «histórica>>. Es posible que en la Historia no llegue nunca el núcleo a p1io1i,'la pura analítica; a dominar el resto de su anatomfa como cieJ;icia, segíin acontece en física; pero lo que parece evidente e5 que sin él no'cabefaposibilidad de una.ciencia.histórica. Querer reducir ésta a su elemento. superior, a la descripción de puros .hechos 'y acumulación de simples datos; por tanto; a lo que aislado y por sino es.ciencia en la ciencia, ·empieza ya a parecer uh error demasiado ·grave para no reclamar correctivo: El mero acto de llamar «histórico» a cierto hecho y a tal dato introduceyá; dese ci no cuenta el historiador;todó .el a p1io1i hiStoriológico en la masa de lo puramente facticio y fenoménico. «Todo hecho es ya teoría», dijo Goethe'. ·· - - 1 Heg~Í (~ag~ 8),devllelve a·lcis h~toriadores l_a a~~a~ión qlle éstOs dirigen a los filósofos de uintrodúcir: ellla·.Historia in'.venciones 4-prioii1~; .i1El'historiador corriente,,mediocre, que cree y pr'etende Cbndü.Cil-se' receptivam'e;nte; ,entregándose a los meros datos, ÍlO es, en ·realidad, pasivo en su pensar. Trae consigo sus_categorias y ve a través de ellas lo existente,>:-· · , '
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No se.comprende que haya podido imaginarse otra cosa si no supiésemos cómo aparecía planteado elproblema.epistemológico hacia 1800.Tanto el kantismo como el positivismo partían, dogmáticamente, de la más extraña.paradoja, cual es creer que existe un conocimiento del mundo y a la vez creer que ese mundo no tiene por sí forma, estructura, anatomía, sino que consiste primariamente en un montón de. materiales -los fenómenos- o, como Kant dice, en un «caos de sensaciones», Ahora bien: como el caos es informe, no es mundo; y la forma o estructura que éste ha menester ha tenido que ponerla el sujeto salivándola de sí mismo. Cómo sea posible que formas originariamente subjetivas se conviertan en.formas ddas cosas del mundo, es el grande y complicado intento de magia que ocupaba ala filosofía de aquel tiempo. ·· Es, pues, comprensible que los hombres de ciencia, puestos ante tal problema, considerasen preferible reducir al extremo las formas del mundo que estudiaban y tendiesen a contentarse con los,puros datos; ·: Pero• hoy nos hallamos muy distante.5 de aquella radical paradoja y pensamos que la primera «condición de la posibilidad de la experiencia» o conocimiento de algo es que ese algo sea,yque sea algo; por tanto, que tenga fohna; figura, estructura, carácter'. El origen de aquella desviación epistemológica fue. habér tomado con maniático exclusivismo. como prototipo de couocimiento a la física de Newton, qile es por su rigor formal un modelo, pero que por su contenido doctrinal casi no es un conocimiento. Pues, muy probablemente; e5 famateria aquella•porción de realidad que más próximá se halla a ser; en efecto, un caos. Bicho en otra forma: todo induce a creer que la materia es el modo dd;er menos determinado que existe. Sus.formas,.según esto, serían elementales; muy abstractas, muy vagas. Merced a esto; el capricho subjetivo de nuestra acción intelectual goza ante ella de amplio margen y resulta posibk que.da forma» :proyectada.sobre los fenómenos:po'r:elsuj eta sea: t,olerada por ellos, De aquí qué puedan existir•muchas· físicas diferentes y;:sin embargo, todas verídicas :-precisamente porque ninguná'.es necesaria'; Pero esta to.lerancia:por parte delos· fenómenos tiene que llegar a un . término .. El progreso mismo de la física, al ir precisando cada vez más la figura «mecánica», es decir, ·imaginaria, paréialmente subjetiva, del mundo corpóreo, arribará a un punto. en que tropezará con la .resistencia que lá 1
Con esto no 'se prejuzga si e'se ser, forma, estructura, etcétera, lo tienen 1as cosas po-:r sí o en ellas sólo cuando el hombre si! enfr'onta cori ellas.'Lo.deciSivo en ~l asunto es que ni:aun en este Ultimo caso es el seruna:tifonna del sujeton·que éste echa sobre las.cosas. . 1 Otra razón de ~dndeterrninación·1~ en la física: es que dentro. de ella Se defín·e la verdad por sus·cansecuencias 1
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forma efectiva, auténtica, de la materia le ofrezca. Y ese momento trágico para la física será, a la par, el de su primer contacto cognoscente-.yno sólo ·de <1construcción simbólica1>-.-··con la realidad. .Aparte Io «absoluto o teológico», es verosímilmente lo• real histórico aqueLmodo del s<'.r que posee una figura propia más determinada y exclusiva; menos abstracta .o vaga. Bastaría esto pára explicar el retraso:del conocimientohistórico. en comparación con el físico. Por su objetomismo es la física más.fácil que la Historia. Añádase a.esto.que la física· se contenta· con una primera.aproximación cognoscitiva a la realidad·. Renuncia a compreff derla, yde esta renuncia.hace su método fundamentaL No se puede desconoéer que este ascetismo de intelección-·-larenuncia a comprender-·.- es la gran virtud, la disciplina gloriosa de la gente físka. En•rigor,.lo que esta ciencia tiene de conocimiento es algo meramente negativo; como conocimiento,. se limita a.«salvarlasaparieIJ.cias>~; esto es; ano contradecirlas. ·Pee ro su contenido positivo no serefiere propiamente a lareálidad; no intentá definii é'.sta, sino más bien construir.un sistema de manipulaciones subjetic vas que sea coherente. Algo es real para la física cuando da ocasión.a que se ejecuten ciertas operaciones de medida. Sustituye la realidad cósmica por el rito humano dela níétrica.1 , . Una vez.que la historiologia reconoce lo que laHistoria tiene de común con la física y con toda otra ciencia.empírica.- -a saber ser. construcción }'no mera descripción de datos-.-., pasa a acentuar su radical diferenciá,La Histoc ria no. es manipulación,. sino descubrimiento de realidades: .al.1]8eta; ·Por eso tiene que,partir de-la realidad misma y mantenerse en contacto ininc terrumpido con ella,. en actos de comprensión y no simplemente en operaciones mecánicas que sustituyen. a aquélla. No puede,• en consecuencia, substantivar sus
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acabar con la confusión que ha permitido, durante el pasado siglo, considec rar como principales tantas cosas que sólo son necesarias, mejor dicho, imc prescindibles. En tal equívorn nutren sus raíces toi:las las subversiones 1• '.La Historia, si quiere conquistar el título de verdadera ciencia; se encuentra ante la necesidad de superar la mecanización de su trabajo, síttiando en la periferia de sí misma todas las técnicas y especializaciones. Esta supera" · ción es, como siempre, una conservación. La ciencia necesita a su servicio un conjunto de métodos auxiliares, sobre todo los filológicos. Pero la ciencia empieza donde el método acaba, o, más propiamente, los métodos nacen cuane do la ciencia los postula y susdta. Los métodos, que son pensar mecanizado, han permitido; sobre todo en Alemania, el aprovechamiento del tonto: Y sin duda es preciso aprovechatlb; pero que no estorbe, como en los circos¡ En de" finitiva, los métodos históricos sirven sólo para surtir de datos a la Historia. Pero ésta pretende conocer!arealidad histórica, y ésta no consiste nunca en los datos que el filólogo o el archivero encuentran, como la realidad del sol no es la imagen.visual de su disco flotante, «tamaño como una rode!a»,'se" gún Don Quijote. Los datos son síntomas o manifestaciones de la realidad y son dados a alguienpara algo: Ese alguien es, en este taso, el verdadero his~ toriador-no el filólogo ni el archivero-, y ese algo es la realidad histórica;; . Ahora bien: esta realidad histórica se halla en cada momento constituida por un número de ingredientes variables yun núcleo de ingredientes invariables'-.-relátiva o absolutamente constantes. Estas constantes del hec cho o realidad históricos son su estructura radical, categórica, a p1io1i. Y como és a p1io1i, no depende, en principio, de la variación de los datos históricos. Al revés, es ·ella quien encarga al filólogo y al archivero que busque tales o cuales determinados datos que son necesarios para la reconstrucción histórica de tal o cual época concreta: La determinación de ese núcleo catee górico, de lo esencial histórico, es el tema primario de la historiología. La razón que suekmovilizarsecontra el•ap1i01i histórico es inoperaIÍte. Consiste en hacer con.5tar que la realidad histórica es individual; innovación, etcétera; etcétera.· Pero decir esto es ya practicar eLa p1i01i hisforiológico. ¿Cómo sabé eso elque lo dice; si no es de una vez para siempré, por tanto, a p1io1i?, Cabe, es cierto, sostener que de lo histórico sólo es posible una única tesis a p1io1i: Ja que niega a lo histórico toda estructura a p1io1i. Pero; evidentemente, no se quiere sustentar sémejante proposición; que haría imposible cualquier modo de historia. Al destacar el carácter individual e iniiovador de lo histórico, se quiere indicar que es diferencial en potencia ·,. · "·: i ÉÍ ejerÍr{l1iJ·~áS··grlles~:áe eSte eqllfvbcci ha sido la eXaltriCióri p~lítica dél trábajci nÍ~ntial~ simplemente· porque es imprescindible.· ·· . ,: .. ' ·: , : .
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más elevada que lo físico. Pero esa extrema diferencialidad de todo punto histórico no excluye, antes bien, incluye la existencia de constantes históri. case César no es diferente de Pompeyo ni en s'entido abstracto ni en sentido · absoluto, porque.entonces no habrían podido ni siquiera luchar -lucha supone cqmími<;lad,.por lo menos, la de desear lo mismo uno y otro contendiente. Su diferencia es concreta, y consiste en.su diferente modo de ser romanos .-una constante-· y de ser romanos del siglo I a; de]. C. -otra constante. Estas constantes son relativas, pero en César y Pompeyo hay; cuando menos; un sistema común de constantes absolutas-.su condición de hombres, de entes históricos; Sólo sobre el fondo de.esas invariantes es posible su diferencialidacL · Eduardo Meyer, queriendo llevar al extremo la distinción entre Historia y ciencia de leyes, de'« hechos generales» 1; proclama que «en. el mundo descrito por.la Historia rigen el azar y el albedrío»'. Lo cual; en primer lugar, incluye toda una métafísica. de la Historia, más audaz que la expuesta por Hegel en estas Lecciones. Pero, además, es una afirmación sin sentido ..Pone gamos que, en efecto, la misión de la Historia no sea otra que la de constatar un hecho azaroso como éste: en el año 52 a: de]. C., César venció a Vercingetorix. Esta frase es ininteligible si las palabras ~ y «Vercingetorix» no significan tres· invariantes históricas. Meyer remite a una ciencia que él llama{l.ntropologfa el estudio de «las formas generales de vida humana y de humana.evolución»'. La Historia recibe' de ellas una suma de conceptos generales. En el ejemplo nuestro, «veri.cern sería uno de•ellos. No es cosa niuyclara'eso de que una ciencia reciba conceptos de otra y; sin em" bargo, no esté constituida también por ella; en consecuenda, que la Historia no sea constitutivamente antropología. Mas, aparte de esto, acaece que César y Vercingetorix son determinaciones•exclusivamente históricas, no son conceptos «generales», sino individualísimos, y; sin embargo, poseen un conteriidci inváriante..Este César acampado frentea VercingetOrix es el mismo que treinta años antes fue secue5trad0 por unos piratas deLMediterráneoc-Al través de sus días y aventuras; César es constantemente César, y si no tenemos unarigofosa definición de esa naturaleza constante, de esa estructura o figura individual, pero permanente, no podemos ni siquiera entender el vocablo 1 . 'ESt?. diStinciÓD, ~ro.pÚest~ con pe~a'Sa ins.is.tencia p~r Ri~kert en ;u.Úbr_o o'i_e .Gr~en de~ nai:unVi{isehscháftlic11en Begriffsbildung, há imp.edido durante q,uince añós 'e' progréso d~ l_a HiStoria; Cásí todris-los que en un primer momento la·aceptarón--'-grandes ejerriplos son Troeltsch y Max Weber-han tenido que desasirse de.ella, y, por tanto, c,on ella no hicieron sino pe.rder.el tiempo. 'Eduard Meyer: Gcsc1tic11te des Aitcrtums, I, 1-Elcmcnte dcr Antltropologie, 165-186, 1910.
'Jbid., pág. 3.
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«César». Ahora bien: esa constante individual incluye multiples constantes no individuales.e César, la concreción César, está integrada por muchos in" gredientes abstractos que no le son exclusivos, sino, al revés, comunes con los demás romanos, con los romanos· de 'su tiempo; con los políticos romac nos de su tiempo, con los•hombres de i:arácter·«cesáred>Y,'conlos generales vencedores en todos los tiempos, Es decir, que elhecho César, aunque sea un azar, considerado·metafísicamente; es; como pura.realidad histórica; un sise tema de elementos constantes; No es; por cierto; sólo esto: en torno a ese núcleo de invariantes, precisamente en función de ellas;.se acumulan innumerables determinaciones azarbsas;•puroshechos que ho cabe reconstruir en la unidad de una estructura, sino simplemente atestiguar'. En vez de definir por anticipado lo histórico'como una pura serie de puros azares ~ell'cuyo caso la ciencia histórica sería imposible, porque.sería inefable-o-'-; es la verdadera misión de t;sta. disciplina, deterini.riar en cac!accaso lo que hay de cbJ,1.Stante y lo que hay de azaroso, si es que lo hay.Sólo'as't¡;eníJa Historia; efectivamenc te, una: ciencia émpírica:De otro modo topamos.con uni1 extraña especie de a p1i01i negativo, el apriorismo del no-apriorismo. La más humilde y previa de las técnicas historiográficas; por ejemplo, la «crítica.de las fuentes», involucra ya toda•uria ontología de lohistórico, es decir, un sis tenia de definiciones sobre la estructura genérica de la vida humana: La parte principal de esta crítica no consiste en corregir la fuente eh vista de otros hechos-··.puesto.que estos otros hechos, a su vez,•proce~ dende otra fuente sometida a la misma crítica-,, sino que funda el valor: de los hechos que fa fuente notifiéa en razonamientos de posibilidad e imposibilidad; de verosimilitud e inverosimilitud: lo que es humanamente imposi: ble, lo que es imposible en cierta época, en cierto pueblo, en cierto hombre, precisamente en el hombre que escribió.la «fuente». Ahora bien: lo posible y lo imposible sonlos brazos del a plimi .. · .. Cuando.Ranke, _para .su estudio.. sobre,Sixto.Y,. criticala . . historia.. de Gregario Leti y llega ál j:mnto en que ésti; describe la· escena donde el cardec nal arrojalasmuletasdelfalso tullido;.rechaza la autenticidad del hecho di~ ciendo: «>: No se comprende bien cómo Meyer puede asegurar que, por su parte, no ha trope~ado jan;iás cpn µna ley histórica. Hay; por lo visto., tantas y tan especia~ les, que h~s\a.•~t¡:,um1, l¡¡ ~ual fonpu\~la manera de ohtem;rse lá dignidad pontificia, y ella tan evidente.y notoria,. que basta a Ranke sugerirla para justificar Su'athéteSis de la noticia tradicional'. . 1
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No es posible, pues, reducir la Historia al ingrediente inferior de los que enumeraba yo más arriba como constitutivos de toda ciencia empírica. ·A las técnicas inferiores con que rebusca los datos es preciso añadir.y ante·poner otra técnica de rango incomparablemente más elevado:.Ia ontología de la realicj.ad hi~tórica, el estudio a p1io1i de su estructura esencial.. Sólo esto puede transformar a Ja Historia en ciencia, es. decir, en recoll.strucción de lo realmediante una constructión a p1io1i de lo que en esa realidad-en este caso la vida histórica-. haya de invariante. Por no hacer esto y contentarse con una·presunta .constatación de lo j, de lo azaroso, acontece lo que menos podía esperarse de los libros históricos, a saber: que son casi siempre ihcomprénsibles. La mayor parte de la gente resbala sobre los libros históricos y cree. haber! hecho :éon esto. una operación intelectual. Pero el que esté habituado a distinguir cuándo comprende y cuándo no comprende-lo cual sup.one haber comprendido verdaderamente algo alguna vez.ypoder.teferirse aaquélestado mental como a un diapasón-.-, sufrirá constantemente al pasar las hojas de las Historias. Es evidente que si el historiador no·me define rigorosamente a César, como el físico me define el ele'ctrón, yo ho puedo entender frase ninguna de su libro donde ese voca· blo intervenga, · Ha¡:íadecidolaHistoria el mismo quid p1:0 qua que en las mentes poco atentas.padeció. la fí~ica cuando.se•atribuyeron sus progresos ahiexperimento». Porfortunap\U"a ésta, habían precedido ala instauración en la forma moderna que .esencialn;iente conserva largos.siglos· de meditación «metafísica;> sobre•la matéria;.. Guanda· Galileo reflexiona sobre las primeras leyes del movimiento, sabe.ya lo que es la materia en su más genérica estructura: Grecia,. filosofando, había descubierto la ontología de la materia en general.La física se limita a concretaryparticularizar-enla astronomía Ilega• a singularizar- ese género. Merced a esto, entendemos lri que Galileo dice. al formular laley de caída. Pero, por desgracia, no ha habido una metahistoria que defina lo real histórico in genere, quelo analice en sus categorías ,primarias: Por su parte, la Historia aluso habla, desde luego, delo particuc lar o singúlar histórico, es decir, de especies e individuos cuyó género ignoramos. La concreción sólo es inteligible previa una abstracción o análisis. La física es una concreción de la
O. Lorenz: Die Geschichtslvissensc11aft.
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Pot filosofía de la Historia se ha entendido hasta ahora una de dos cosas: o el intento de construir el contenido de la Historia mediante categorías sensu st1icto filosóficas (Hegel), o bien la reflexión sobre la Jonna intelectual que la historiografía practica (Rickert)~ Ésta es una lógica, aquélla una me~ tafísica de la Historia. · '.· 1 ' . La historiología no es ni lo uno ni lo otro', Ucis neokantianos conservan del gran chino de Kónigsberga•el dogma fundamental que niega•atodo ser o realidad la posesión de una forma o estructura propia. Sólo' el pensar tiene y da forma a lo que carece de ella. De aquí que tampoco lo histórico tenga por sí una figura y un verdadero ser. El pensamiento encuentra un ca.os de datos humanos, puro material informe, al cual, media!"tela historiografía\ proporciona modelado yperfil. Sia la actividad intelectual del sujeto llarriá~ mos lagos, tendremos que no hay más fornias en el mundo que las lógica5, ni más categorías o principios estructurales que los del lagos subjetivo. De esta manera los neokantiancis reducen la filosofía de la Historia a una lógica de la historiografía, La historiología parte de una convicción inversa.' Segúll'ella, todo ser tiene su forma original antes de que el pensar lo piense: Claro es que elpensamiento, a fuer de realidad entre las realidades, tiene también la suya. Pero la misión del intelecto no es proyectar su forma sobre el caos.de datos recibidos, sino precisamente lo contrario. La característica del pensar, su forma constitutiva, consiste en adoptar la forma de los objetos, hacer de éstos su principio y1horma. En s,entido estricto no hay; pues,· un pensar formal, no hay una. lógica con abstracción de unobjeto deterniinado en que se piensa1• Lo que siempre se ha denominado pensamiento lógico pt1ro no es menos mateiia! que otro cualquiera, Como todo pensar.disciplinado, consiste enanalizar y combinar ideas objetivas dentro de ciertas limitaciones -los llamados principios. En él caso de la lógica. pura; estos principios o limitacione5 son sólo dosi-.-•a saber:. la identidad:y la. «contradicción»_ Pero .estas dos principios no son principios.de la actividad subjetiva, que de hecho se coh~ tradice a menudo y no es minca· rigorosamente idéntica, sino que son las formas más elementales y abstractas del ser. Cuando nuestro intelecto funé doria atendiendo sólo a esas dos formas del ser; analiza y combina los obje• tos, reduéiendo éstos a meros sustratos de.las relaciones de identidad yoposiL ción:Entonces tenemos la llamada lógica formal;,Si a esasformas añadimos lá derelación numeral, tenemos el!ogos aritmético, Stagregamos,.por ejemplo, la relación métrica y exigimos a nuestros conceptos que impliquen las 1 - No se me oculta que esta tesis implica una grave heterodokiá. frente 'ál Cllrión,l:racilcioiiál filosófico. Espero, sin embargo, en un.estudio especial exponer sus fundamentos.
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condiciones de medición, tenemos el pensar físico, etcétera, etcétera. Hay; pues, tantas lógicas como regiones objetivas. Según esto, es la materia o ·tema del pensamiento quien, a la par, se constituye en su norma o princi. pio. En suma, pensamos con las e.osas. Ami jufcio, ,ésta fue la gran averiguación de Hegel. ¿Cómo no se ha entrevisto nunca, por debajo de la realización que el sistema de Hegelproporciona a ese descubrimiento -y que es, sin duda, manca-'-'-, el brillo de esta magoíficaverdad? «La razón, de la cual se ha dicho que rige el mundo, es una palabra tan indeterminada como la de Providencia. Se habla siempre de la razón CTogos), sin saber indicar cuál sea su determinación, cuál sea el criterio según el cual podemos juzgar si algo es racional· o irracional. La razón
detenninada es :!a cosa» 1• . Se trata, pues, nada·menos quede la des-subjetivación dela razón. No es esto volver al punto de vista griego, pero sí integrarlo con la modemidad,jun,. taren uriá síntesis aAriStóteles y a Descartes; y al juntarlos evadirse de ambos. · La historiología.no es,. por í:anto, una reflexión metodológicasobre la histd1ia renun gestanuno historiografia, sino un análisis inmediato de lares gesta, dela realidad hiStórica. ¿Cuál es la textura ontológica de ésta? ¿De qné ingredientes radicales se compone? ¿Cuáles son sus, dimensiones primarias? La mayor porción' de mi vida individual consiste en encontrar frente a mí otras vidas individuales que tangentean, hieren o traspasan por diferentes puntos la mía; asíc;:omo la mía¡ aquéllas.Ahora biern:encontrar ante.sí otra vida; no es lo mismo que hallar un mineral. Éste 'queda incluido, incrustado en mi vida 'como .mero contenido de élla. Perb otra vida humana ante mino es sin más iricluible en la mía, sino que mi relación con ella implica su independencia de mí y la consiguiente reacción original de ella sobre mi acción. No hay; pues, inclusión, sino convivencia. Es decir, que mi vida pasa a ser trozo de un todo más real que ella si la tomo aislada; como suele.hacer el psicólogo. En el convivir se completa elvivir del individuo; por tanto, se le tom,aen suverdad.y.no abstraído; separado. Pero.al tomar el vivir como un convivir, adopto nn punto de vista que trasciende la perspectiva de la vida individual, donde todo está referido a mí· en la .esfera inmanente que es para mí mi vida. La convivencia iriterindividual es una.primera.trascendencia de lo inmediato y «psicológico». Las formas de interacción vital éntre dos individuos~amistad, amor, odio, lucha; compromiso, etcétera- son fenómenos biformes én que dos series de fenómenos psíquicos constituyen un hecho ultrapsíquico. No basta que yo sea un alma. y el otro
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también para que.nuestro choque o enlace sea también un suceso .psicoló~ gico:.La psicología estudia lo que pasa en un individuo, y es enturbiar su concepto llamar. también psicoiogía ala investigación de lo que pasa entre dos almas, que al pasar entre las dos no pasa, a Ja postre, íntegramente en ninguna de ellas. Por ~o. digo que.es un hecho trascendente de Ja vida individual y que descubre un brbe de realidadradicalmente nuevo frente a todo lo .«psíquico»'. Ese complejb•de dos vidas vive a su vez por sí s'egún nuevas leyes, con original estructura, y avanza en su proceso llevando en su vientre mi vidayJa de otros prójimos, Pero esta vida interindividual, y cada una de sus porciones individuales; éncuentra también ante sí un tercer.personaje': Ja. vida. anónima -·-.ni individual niinterindividual-·.-; .sino estrictamente colectiva, que envuelve a aquéllas y ejerce presiones de todo brden sobre ellas. Es preeisb, por tanto; trascender nuevamente, y de Ja perspectiva interindividual avanzar hacia un todo viviente.más amplio; que comprende lo individual y lo colectivo; en sumada vida sociakEsta nueva realidad, una vez advertida, transforma Ja.visión que cada cual tiene de sí mismo. Porque si al principio Je pareció ser él una sustancia psíquica indepmdiente yla so'dedad mera combinación de átomos sueltós,como éJ:y torrib él suficientes en sí mismos, ahora se percata de que su persona vive, ·como de un fondo, de.esa realidad sobreindividual que es Ja sociedad. Rigorosamente, no puede detir dónde empieza en él Jo suyo propio ydóndeterminalo que de él es materia.social: Ideas, emociones, normas que en nosotros actúao, son, en su mayor número; hilos sociales que pasan por nosotros.y que ni.nacieron en nosotros ni pueden'ser dichos de nuestra propiedad; ASí notamos toda la amplitud ingenua' de la abstracción cometida cuando creíamos plenamente recogida nuestra realidad por la psicología. Antes que sujetos psíquicos somossujetos·sociológicos'. Pero a su vez, la vida social.se encuentra siempre incompleta en sí rnisma:cEl'éarácterdecambio incesante y constitutivo movimíento,flujo o proceso que aparece, desdeluego, enlavida individual,· adquiere un valor emi~ nente cuando se trata de la vida sociaL En todo instante, es ésta algo. que viene de un pásado,.es decir, de otra vida social pretérita, y va haciá uriavi. da social futura.·El simple hecho de hallarse estructurado todo hoy social por la articulación dectres generaciones manifiesta que la vida social pre~ sente es sólo una sección de un todo vital amplísimo, de confines indefiriiDejo aciui intaCta"la'-Cui!Stj.ón fundamental _:_tan funda~entált qÚe es previa a: todo-el tema de este estudio y lo desborda-de si la vida individual misma no es ya trascendencia. Siem1 -
pre me he resistido a creer que mi vida sea no más que un «hecho de conciencia». Creo más bien lo contrario, que mi
'Esto es lo que Hegel llamó espíritu objetivo.
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dos hacia pasado y futuro, que se hunde y esfuma en ambas direcciones'. Ésta es semu stricto la vida o realidad histórica. No digamos vida humana o universal. Precisamente, uno de los temas historiológicos es determinar si esas dos palabras «humanidad» -en sentido ecuménico-y <
Revista de Occidente, febrero, 1928
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1 Es esencial a la vida del individuo datarse a si misma de un cierto instante-el nacimiento-y extenderse desde cualquier presente hasta un tiempo aproximado en que la muerte ha de venir. Esta conclusión cierta actúa por anticipado en «nuestros diasn; es el gran mañana, que
modela nuestro hoy. Sobre esto, finas verdades y finos errores en el estudio reciente de Heidegger. Scin und Zeit, 1927. Puede descubrirse aquí, desde luego, una diferencia a priori entre la estructura de lo histórico y la del vivir individual. La historia no muere nunca, y sus movimientos no van gobernados por la idea de un término y consumación.
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1933
SOBRE ENSIMISMARSE Y ALTERARSE
Madrid, febrero de 1933
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En la Plaza Mayor de Madrid, que cons.erva tan su siglo y sabe tan sabrosamente a Felipe III y Felipe IV, había, cuando yo era muchacho, un charlatán que procuraba atraer la atención delos papanatas é:on iln juego de manos, siempre el mismo. «¡Aquí está el huevo-gritaba señalando a un lado-·-, y aquí está el pañuelo!»-.gritaba señalando al otro. «¡Se trata, señores;• de hacer pasar el huevo dentro del pañuelo y luego el pañuelo dentro del huevo 1» Más tarde, pensando apasionadamente en el misterio de la historia humana, en el sentido de sus grandes cambios atmosféricos, me he acordado muchas.veces del juego de manos que hacía el charlatán. Porque la vida humana en todas sus dimensiones es un enfronte perenne de dos elémentos heterogéneos: el hombre y su antagonista, ese «otro» que no es el hombre y lo rodea, lo envuelve y aprisiona, llámesele circunstancia o mundo o Dios o como se quiera. Esa dualidad y contraposición es siempre una lucha, magnífico combate, cualesquiera sean1as formas y carices que adopte, angustia o alborozo, tragedia o comedia, Esta polémica, que constituye la sustancia misma de nuestra vida, radica en la necesidad dé que el hombre y el mundo, que se son mutuamente extranjeros, heterogéneos, se hagan homogéneos, se identifiquen; Cuando esto acontezca, si estci acontece, la vida humana se dejará atrás.a símisína convirtiéndose en divina existencia. Porque' la diferencia última entre Dios.y el hombre consiste en qile'para el pobre hombre vivir significa esta'\ en una circunstancia, por.tanto; en algo ·que no es él, que le es ajeno y extraño. Por eso se pasa la vida «extrañándose». Dios, en cambio, existe flotando en suprÓpio elemento: nada le es extrañó, se baña en sí mismo y habita en su propio país, én su propia casa: Cuando el cristiano dice que Dios nos ha hecho asu imagen y semejanza, dice, tal vez, algo verdadero, pero exagera un.poco, exagera bastante. Yesta exageración resulta sobremanera cruel. ES casi una burla. Porquelo que el.cristiano quiere
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decir con eso es que el hombre tiene de Dios precisamente lo que le falta. El hombre-a diferencia del mineral y acaso del animal- tiene, en efecto, la necesidad, quiera o no, de llegar a unificarse con su contorno para sentirse en él «dentro de casa»: por tanto, tiene, en este sentido, la necesidad de ser «como» Dios. Pero esto supone que le falta esa unificación y posee de ella sólo lo más opuesto que puede haber de una cosa, a saber, el afán de ella. Del mismo modo puede definirse el manco diciendo que es un hombre con dos · brazos, sólo que le falta uno. Este tener lo que no se tiene, este tener la falta de algo que nos es menester, este ser sustancial y activamente menesteroso es la condición del hombre. · · Pero:semejantemanera de definir la vida humana por su lado triste y deficiente, aun siendo verídica, es parcial. Parece evidente que si fuese sófo eso-.defecto y esencial desventura-, al llegar a:. ella el hombre. la abandonaría. Mas si sigue en ella, si vive; es que acepta el defecto, la desventura; la dificultad y el absoluto riesgo rque· ella es. Peto ,entonces fa convierte de. desdicha: y, desventura enrtarea entusiasta que se acepta, esto es,.en,aventurai)' empresa: De tal suerte, en mi interpretación de Ja vida transparece la unión indisoluble; la•mutua necesidad devenira síntesis, de las dos.grandes verc dades históricas sobre ella: la cristiana, para quien vivir es.tener que estar en un valle de lágrimas; y la pagana; que convierte el valle de lágrimas en un stadiwn .para el ejercicio deportivo; La vida: como angustia y la vida como empresa, Repito mirazonamiento: para sentir la angustia es preciso seguir en la vida, Si yo me voydeJa vida se acaba la angustiac.Perosegliir enlavida es aceptar libérrimamente la angustiosa. tarea.Yesto'es la definición delesfuerzo deportivo:• La empresa vital consiste, pues, en que el hombre, quiera o no, tiene, si vive, que afanarse en identificar, en.fundir el mundoy su persona, Todas las dimensiones de nuestra•actuaciónse,ocupari exclusivamente en esto;.Pero hay;una,quee5Japrincipaly a:quiencompete;.por lo mismo, el rango supremo .en: el repertorio de.Jas actividades humanas: es el conocimiento. ·•: , · ' : El conocimiento se define tradicionalmente cómrnla: aprehensión del ser,; delo real por el pensamiento. Por taÍltO;'aquíestá el pensamiento; el SU7 jetb; ahí está el ser; dobjeto. Se trata de que· el ser'pase dentro.delpensa,. miento, se ·identifique con'él o de que el pensamiento pase dentro del ser. El charlatán nos diolapaufaparaformular rigóTosamente el problema del conocimiento, segúri ha sido desde.siempre planteado. Y. es curioso -e. importante-'--1 advertir que fas dos peifonnances, diferentes· que el charlatán ejec cptaba; simbolizan las dos actitudes que ria humanidad ha tomado hasta ahora ante Ia cuestión de Iaverdad; .En efecto,:ia solución del problema tiec ne que consistir o en, queelpensamiento :pase. al ser; '<
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vaya al objeto o viceversa, que el ser «entre» en el sujeto, se·transmute en pensamiento. Lo primero fue el modo antiguo -griego y medieval-, lo se·gundoelmodo «moderno». ¿Queda tercera actitud posible? Sin duda. Pero fa tercera actitud frente al realismo antiguo yalidealismo moderno es un tercero eri dis~ordia y, como a éstele suele ocurrir, un teiiimn gaudms. El gaudiwn, la risa es provocada por aquello en que realismo e idealismo coinci'den, por. lo que dan como supuesto y de que parten, haciendo consistir en ello el problema. Ono¡y otro, en efecto, suponen que hay un «sern c[ue·<
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Cuando el griego se preguntaba si es posible que el hombre alcance la verdad, esto es, que conozca el ser, su contestación es ésta: Todo depende de que exista algo en el universo que verdaderamente sea. Lo que vemos y to~ camas no es propiamente porque cmando vamos a pensar que.es y que es tal -.-.por ejemplo, grande, blanco,.suave, etcétera-.. ya está dejando de serlo. Lo corruptible no tiene auténtico ser y «por eso.>> .=es decir, por culpa del objeto-.. no se puede conoc!'!r. En cambio, la figura geométrica pura o la . «idea» dejusticia, de blancura, de grandeza son siempre lo que son. Por eso tenemos.de ello conocimiento pleno. . • El problema del conocer dispara al griego hacia.lo que al hombre moc demo había de parecer más paradójico: a analizar las cosas en cuanto a si ellas por.sí son o no son; si·tienen o no ser plenario. Que si:hay en el mundo o en el trasmundo algo dotado de pleno ser, el conocerlo no es cuestión, por tanto, que de parte del sujeto.no.habrá dificultad, es la convicción radical y paradisíaca de Platón y Aristóteles. Si la realid;td está ahi, no dudan de que elpensamiento saldrá d.e sí.mismo para ·llegar hasta ella y con ella fundirse. Para el griego, la solución de la gran dualidad entre el hombre y el cosmos está en que el pensamiento entra en el huevo cósmico, en rigor, está desde luego en el mundo, en las cosas. ·: .· En un lugar simbolizm Platón la situación del hombre al conocer en alguien que.conlos ojos vendados se halla en ui;i palomar donde afluyen pa~ lomas blancas y negras. Las blancas, son las verdades, las negras son las falsedades. Si apuramos la imagen, advertimos que las palomas son•blancas o negras ellas por sí, antes de que el hombre acierte a apresarlas, esto es; que las verdades lo son antes de que las piense el sujeto y con independe~ cia de su actividad íntimá.Vienen pensadas ya por la realidad misma donde reside una inteligencia cósmica, un notts ..Si el hombre acierta es porqueforma parte de esa realidad universal, porque'su pensamiento está ya desde luego dentro de esa realidad como pequeño .trozo de ella. De aquí que la crítica extrema del conocimiento en Grecia, el famoso éscepticisino; que a ellos les paré.cía extremo nihilismo, se é:ontentil con mos~ trar que el hombre no puede llegar a ese ser. No duda de que ,hay más allá del hombre una realidad, pero cree poder mostrar que nuestra mente está fuera de ella, que no llega hasta ella·. Lo que no se le ocurre a:ningún e'.scép;. tico griego es negar que el hombre· conozca su propio pensamiento: Sólo que coincidiendo con los más dogmáticos, da por supuesto que larealidad•está fuera del pensamiento y que éste no tiene por.sí realidad. El pensamiento\ que es, a nuestro juició;la pura intimidad de un sujeto;·existe, segúfrellos, .como la.piedfa'en.cuanto fornía parte del mundo exterior; del fugente «fuera» cósmico. Esa otra realidad que puede pretender nuestro pensamiento y
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que consiste en existir por lo menos para sí mismo, esta realidad íntima, no ]es sabe en absoluto a realidad, se les antoja puro fantasina. Y, sin embargo, · conócef nuestro propio pensamiento y lo dado en él es con lo que el hom.bre modemó se ci:mtenta, lo que considera como córiócimienfo ejempla!-, por la sencilla razón de que es el más cierto e indubitable. De donde se dese prende que nosotros llamamos conocimiento y verdad lo que los griegos llamaban duda y e5cepticismo. Esta conversión del problema es la obra genial de Descartes. Se cambia el acento, de las cosas al sujeto, ye! punto de ~ta para plantear la cuestión del conocer se toma desde laactuación de éste; El conocimiento es la serie desesperada d¡; esfueF~S queihace elhombre pan1 llegar hasta el ser. Esta idea llegada del inteleeto á ló real se llam~ «verdad». · · Según esto, conocimiento es camino hacia el ser, busca del set, recher.che d~ l~ve¡i.té. .~orno dirá el siglo XVII-, en suma, no es saber «ya», sino investigár.' ·· · · . . . El Pfoblema del c.onocimiento C()nsi.ste, pues, en e\ e~tu9i() ~~lo que yo hag() º.debo. h:a~e.rcon los m.edios ami, alca!-lce, par~ .ambar ~la ':erd~d. No t~ngo en este esiiidio qrni ponenrie d~ acue:clo C()n l.a re~lida.d ().ser; .me basta C()1:1 ponefnie de acuerdo coi;imigo ~ism() sobi;e 19~ pas9s CÍl)~Úecesi to dar para llegar a~ª. verdad. Porq11e ahora la v¡;rdad n() ~()1]5i~te. ~1:1ci,er.ta ,calldi)dcli;Io ~eal 0i.¡e 1'.s,e,a~>, pfüpia y rigorosaI1lente-. · 1 ~in,() ,¡¡n, ~i~r.ta. ~a~ .dad, ,de .i:iti miSmo pensamiento -,-que sea }
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Pero hoy de lo que vamos a hablar es de aquella peripecia que acontece a la humanidad en.Descartes, merced a la cual el problema del conocimiento y con ¡!l todos, Ios demásde su yida se le meten dentro, se le ensimisman:, , . · Frente al hombre antiguo, el hombre cartesiano, que es elhoinbremo~ demo, nos aparece como elhombre queradicalmente se ha .ensimismado .. La Nación, marzo ,•,-_, 19.de ----: ,_,de_,_1933 _.
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LA«SOCIALIZACIÓN;;DELHOMBREYLA~VÚ:El.TA.;,
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. . Comoii~ imllcado, él iemaae e.:te estÜdio es ha~er p~r~r rrÜ~rites al lector en la máxima perip~Cia que ha experimentad~ elpensaíiiiento htnrtfillo, el radic~l ~aj~ que ~j¡¿cu ta• en .tomo ~ 16üp. E.l as11nt? e.: de erw.~e mte~és por¡ que vi~os l1l1~ epoca de cris,is füten.5ísimá énque él hombre, ,q~era cí rfo, tie11e queej,eéutar otro gran viraje. ¿Pcit qué? ¿Nó e:s obvio ,sospechar C:trie la c~ actuarproc~de de que !a nueva «postura» d~l hombre adoptada' eri 1:60Cl -ta postura «rnodema»-ha ág~tado todas shs posibilidades,há lleg¡ulo a su~ postreros confines y, parlo ~mo, ha d.escÚbierto su propia liniitación\ sus contradicciones, su insuficienda? Una de las cosas que pueden ayudamos más a «salir de la crisis», ª.hallar una nrieva orientación y decidir nriéva pos~ tura, esvolver la vista a áquel momento en que el hombre se encontró en una péripecfapárecidiif ala Véz opuesta. Pariicida, porque también entonces tÜvÓ que «salir deuria crisis» y abandonarnna posición agotada, caduca. Opuesta, porque ahora tene!'llos qrie ·sálir precisamente· de ·donde· entonces se erttto. '··' '' Entonces náció un1fombre nuevo, una «variedad» de nuestra e~pecie iio sida hastaac¡~ella fecha y qrie rio volverá a 'sér: es el hombre <
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Este presentimiento de que las cosas van a cambiar radicalmente· antes de que, en efecto, cambien,' no debe sorprender mucho; porque siempre ha precedido las grandes·mutaciones históricas y es, a la Véz, una prueba de que tales transformaciones no son impuestas a la humanidad desde fuera, por el azar c;le externos acontecimientos, sino que emanan de íntimas modificaciones fermentadas en los senos recónditos de su alma. Hace veinticin" co años gritaba yo a Gog yMagog que la faz de la historia iba a cambiar: lo presentía ni más ni menos que se presiente un cambio'meteorológico. Y esta anticipación no era sólo genériéa o ,vaga, sino.que se precisaba en la expectación concreta de•aiertas'ideas y estimaciones.•En 19lldi'yo una confe'rencia en el Ateneo de Madrid.sobre el pensamiento matemático. Era la hora de más indiscutido triunfo del «continuisrrio»y«evolucionismo». enmate" mática; física, biología' e historia. No obstánte; yo· anuncié;entoncéS que sur" giría pronto una tendencia al" discontinuismm> en todas esas disciptmáS. Hablo ahora de mí como se habla del conejo de;India'.s qrie se•ha sometido a un experimento. Lo mismo potlíahablar:de:otros.·Mucho antes de que Einstein descu]Jriese su primera formá deTelatiVismo y con él la nueva mee cánica, todo el mundo postulaba•una física de.cuatro dimensiones. La etapa de puro presentimiento que antecede a la efectiva aparición del hombre nuevo en tomo aT600 fué la época que luego se ha llamado con un nombre desorien~ador: Renacimiento. Arnijuicio,,urge yáuna nueva definición y evaloracióJi de este famoso Renacimienfo, Nuestro conocimien'. to de la realidad histórica ha avanzado mucho desde tiempos de Burckhardt y no nos l\asta su primera aproximación. '· La verdad es que el hombre no re-nace hasta Galileo y Descartes. Todo lo anterior es puro «pálpito» y esperanza de que va a renacer. El auténtico renacimiento galileanó y cartesiano es.ante todo un re-nacer a la claridad y es forzoso declarar que el tiempo oficialmente llamado Renacimiento fue una hora de formidable confusionismo, como lo son todaslas de «pálpito», por ejemplo, la nuestra. La confusión va aneja a toda epoca de crisis, Porque; en defiriitiva, eso que se llama «crisis» no es sino el tránsito que el hombre hace de vivir prendido a unas cosas y apoyado en ellas a vivir'prendido y apoyado en otras. El tránSito consiste, pues, en dos rudas operaciones:· una,· desprenderse· de aquella ubre que amamantaba nuestra vida ~no se olvide que nuestra vida vive siempre «de» una interpretáción del Universo-; y otra, disponer su mente para agarrarse a la nueva,ubre, estó es, irse habituando a otra perspectiva vital, a ver otras cosas, a atenerse a ellas. ·Estas dos rudas faenás cumplen las.generaciones europeas de 1350a1550. Son dqs siglos en que parece.vivir elhombre europeo «en pura pérdida». Claro es que ho hay tal.
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Durante ellos se van polarizando de nuevo modo'los cimientos subterráneos dé la mente occidental que vau a hacer posible la nueva construcción. Cuando e5a faena subterránea se ):Ja cumplido-hacia-1550-· la historia toma dec cidida tina i:ecta; avanza día·por día sin pérdida y hacia 165Ci, cuando muere Descartes, puede decirse que está ya hecha la nueva casa, el edifieio de culttié ra según el nuevo. «modm>;Esta concieneia de ser de unnuevo «modo» frente a otro vetusto y tradicibnal e5Ja' qúe se expresó con la palabra «moderno» •. El llamado Renacimiento es, pcir lo· pronto; eL esfuerzo pbr despren7 derse de la cultura tradicioµal que; formada durante la Edad Media, había llegado a anquilosarsé yahogar la es1:mntaneidaddel hombre. No porque se haya repetido una y otra vez eri:láliisfüriá é:leoerhehguar nuestra extrañeza ante este hecho:de·que el· hombre' tenga periódicamente que sacudirse su propia ,cultura y quedarse desnudo de ella, como.la zorra que se sumerge en el agm1 pata concentrar todas·sus pulgas eri el•hoéico y con una.rápida zamc bullida librarse de, ella5" 1• b b •:: ' .. .· ·.· ' · · · •: 1 .La explicadón de este sorprerídenteienómerio -.y lo más sorprenden7 te de él es sú reiteración á lo lárgo.delproceso histórico- puede darse.en último esquematismo de·esta·suertei la culfurano i;s sino Ja interpretación que el hombre da. a su vida;la seri~ de· soluciones; más ·o menos satisfactorias, que inventa para obviar necesfdadesc Entiéndase bajo este vocablo lo mismo las de orderuriatetialquelasllamadasespirit:Uale5. Creadas estas soluciones para necesidadesauténtica5,
cosas», a no sentir auténticas necesidades, ya que se encuentra con un repertorio de soluciones antes dé.haber sentido las necesidades que provoca-ron aquéllas. De aquí que elhombre ya heredero de un sistema. cultural se ·va habittiando progresivamente, generación tras generación, a no tomar contacto c9n'!os problemas radicales, a no sentir las necesidades que.intec gran su vida y; de otra parte, a usar modos mentales -ideas, valoraciones, entusiasmos-, de que no tiene evidencia porque no han nacido en el fondo de su propia autenticidad. Trabaja, pues, y vive sobre un estrato de.cultura quele ha venido de fuera, sobre un sistema de opiniones ajenas, de otro yo, de lo que está en la atmósfera, en la «época», en el «espíritu de los tiempos»', en suma, de un yo colectivo, convencional, irresponsable, que no sabe por qué piensa lo que piensa ni quiere lo que quiere; Toda cultura al triunfar y lograrse se convierte en tópico. Tópico es la ideá' que se usa no «porque» .es evj.dente; sino porque la «gente» la dice. Mientras tanto se van sacando las consecuencias de ésos quéya son tópié:os,se vah desarrollando sus posibilidades'interiores,:en suma, la cultura que en su momento origi'nario y auténtico .era simple se va complicando. Esta complicación de. la cultura recibida hace engrosar }apantalla entre' el «Sí mismo» de cada hombre y las cosas «mismas» que le rodean. Su vida va siendo•cada vez menos «suya>» y siendo:cada vez más coléctivo·: Su yo individual, efectivo y siempre primitivo; e5 suplantado por. el yo que es «la gente»; porelyo convencional, complicado, «e.nito». El llamado hombre «culto» aparee~ siempre en épocas de cultura muy avanzada y que se compone ya·de.purostópicos. Se trata, pues, de un inexorable proceso. La cultura, producto el más puro de la autenticidad vital, puesto que procede de que el hombre siente con angustia terrible y entusiasmo ardiente las necesidades inexorables de que está tramada su vida, acaba por ser la falsificación de la vida. Su yo auténtico queda ahogado porsuyo «culto», convencional, «sociah».Toda cultura o grande etapa de ella termina por la «socialización>> del hombre y, viceversa; toda socialización del hombre es falsificación.de su vida. (Ya veremos cómo las. dos cosas más falsas de nuestro tiempo, las que más pertenecen al pasado',. son elcomunismoy el fascismo¡ aunque tina ilusión óptica muy comprensible fas presente· como las ~>. y
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«socializado» que vive de una cultura ya falsa, necesita absolutamente de ... otra cultura, es decir, de una cultura auténtica; Pero ésta no puede iniciar7 se sino desde el fondo sincerísimo y desnudo del propio yo personaLTiene, pues, que volver a tomar contacto consigo mismo. Mas su yo culto, la cul" tura recibida, anquilosada y sin evidencia se lo impide. Esa cosa que parece tan fácil-ser sí mismo-'- se convierte en un. problema terrible. El hombre se ha distanciado y separado de s.í merced a la cultura: ésta se interpone en-. tre el verdadero mundo.y su verdadera persona. No tiene, pues,más,remec dio que arremeter contra esa cultura, sacudírsela, desnudarse de ella,•para ponerse de nuevo ante el universo en carne viva y volver a vivir deyerdad, De aquí, e5os períodos de. «vuelta a la naturaleza», es decir, a Jo autóctono ei;i el hombrefrentey contra lo cultivado en él. Por ejemplo, el Renacimiento, por ejemplo, Rousseauy el romanticismo y." todanuestra·época. (Lo que comunismo y fascismo. tienen de efectivamente actual y no pasado es su die mensión negativa, su nihilismo, su desespera;:'ión, Sin saberlo,«Vuelven.a la naturaleza» y.preparan Jo contrario de. lo que pretenden: la nueva.-·-.se entiende relativa y determinada-. des-socialización del hombre)" ···Con este esquema podemos volver a la <
La Nación, 26 de marzo de 1933 DEL «HUMANISMO» YDE LA GENERACIÓN CARTESIANA Madrid, marzo de 1933 El Renacimiento en cuantoretornoa lo antiguo es sólo un cmnouflage.. , Pero ante todo conviene hacer constar que Ja época llamada aún Renacimiento por la generación anterior, se ha descompuesto en dos para nosotros: el siglo XV es «humanismo» y sólo el siglo XVI debe.conservar elriombred~ Renacimiento. Quienes creen encontrar su salvación en un retorno a loantiguo son· los humánisfas: Revela una imperspicacia ejemplar de lo que es la vida humana aceptar sin más. el hecho de ese entusiasmo podo antiguo y considerarló. como tlna•actitúd última, básica, dela cual, como de.mia raíz, se vive .. En cosas;de la vida hay siempre que preguntar. por qué se producen:
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Porque la vida es ella misma un infinito «por qué», a diferencia de la naturaleza, cuyos fenómenos son los que son sin «porqué» y es nuestro enten·dimiento' quien tiene que añadírselo. Un entusiasmo no hace ni perdura en ·elaire; sino que brota y se nutre de algún motivo. Si algo nos entusiasma es «porque» se ha hecho necesario•como órgano de nuestra existencia, que es un organismo. ¿Por qué, pues, entusiasmaba al hombre de l 450lo «antiguo»? Aunque parezca mentira, esta pregunta que yo hago. a quemarropa no se ha hecho nunca. Es inconcebible la deslealtad profesional de los historiadores: Es su misión explicarnos Ja vida pretérita, el vivir humano en tal fecha: Pero.se comportan como si ese vivir, ese terrible asunto que fue para cada hombre del pasado sostenerse en la existencia, no fuera con ellos. Y, sin embargo;.Jes consta cómo a todos.nosotros, que vivir es.estar irremediablemente.haciendo algo y que todo lo que se hace se hace por.algo. En la historia, pues, es el descubrimiento.deb>.?•¿ Por qué eran bellas las ;viejas estatuas, y los párrafos .de. Cicerón y los versos de Virgilio yla~ imágenes de Platón? Muchas de estas cosas estaban patentes hacía mucho .tiempo:! Dante, me parece, se sabia su Virgilio.• Las ruinas se elevan con todo. el cinismo de su mutilación al fondo de la Edad Media. Sin embargo, sól~ ah~rá entusiasman', ¿Qué nota esencial hay enloda «esa» antigüedad que permite prenderse en ella el nuevo entusiasmo? Quien quiera ver claro en.esta cuestión.no tiene más remed.io qµe humillarse y partir de una perogrullada: Ésta.Lo que esa antigüedad ofrecía de peculiar al hombre de1450 consistia simplemente en que era otra cosa que la cultura ya inerte' de la Edad Media, esto es,• que prometía.aLhombre una organización de su:vida diferente dela.imperante.en los .últimos siglos. La cultura medieval e5 un programa de vida que hace.vivir al hombre prendido de Dios, agarrado a Ja divina 'trascendencia; Es una cultura fundamentalmente teológica y antimundana. Para ella Ja realidad primaria es la otra vida y desde ella ha de vivirse éSta; Pero es el caso que desde.fines del siglo XIV el hombre comieUc zaa embotarse para Dios. La «mundanidad» en que cae a la sazón la. Iglesia misma no es sino una•mariifestación de e5e movimiento general que lleva al hombre de Occidente a desprenderse del trasmundo teológico, a dejar de.viVfr de él.Ausente, pue5; el cimiento mismo de la cultura tradiciorial,.elresto -'•la.filosofía, la política, el arte; los modos de relación sentimental, etcétera-'perdía su sentido; Era.preciso buscar otra cultura.. ,. <~sin Dios», se entiende
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sin Dios trascendente, una .cultura intramundana, sin' el supuesto· de otrá vida, con todo rigor inmanente a esta vida terrenaL Y esto precisamente prometía ser la cultura greco-romana: una cultura laicay en que lo .religioso es sólo un muñón (claro es que perduralafe,vivaz o inerte, dentro·delOs corazones, pero ya desintegrada de la cultura: Por eso toda la historia posterior ha padecido tina dualidad radical-.-la ciencia y Tá fo= de que, en rigor,< se vio libre la Edad Media). En el entusiasmo por los «antiguos» el hombre humanista.se ampara, como Ja larva tras el caparazón de quitina; para romper con Ja cultura inmediata ya¡muerta, con elescolasticismo; conla Edad Media.Lo difícil que es esterompimientoyesta liberación se advierte eri·que cada generación desde Petrari:a•elimina sólo un estrato.de escolasticismo de la cultura teocéntricá;y'todavia dos siglos más tarde¡.en. Ja• generación de Descartésy aún enlifae Leib!ili:quedaunaifuerte:películaide éL •·•· · ·" Por consiguiente, el enttisiasmo hacia los antiguos.no era directo,; sino oblicuo. Más que de un enl:Usiasriío «pon> ellos se trata de un entusiasmo casi maniático «contra» toda la armazón de la vida organizada por la Iglesia como institución intermediaria entre fa otra vida que pretendiá serla :verdadera y esta.nuestra que, aunsiehdo la única efectiva; quedabamediatizadaynegada. · La auténtica y secreta· significación del humanismo se revela cuáhd.o caemos enfa cuenta de que no.bastá pára definii sú.tiemp9;•Representásólo la solución vital-bien.insuficiente y transitoria o insincera~ de.ciertos círculos.'Jtinto a ellos hay otros intactos.de humanismo; que:perduran dentro de.Ja actitud religiosay;no obstante, dentro de ella la cdmb'atenactíva•o pasivamente, Toda la devotio modema que representa, por ejemplo, la «Imitación de CriSto», y que gana entera el área europea durante el siglo XV, es un eséamciteo curiosísiriíci:delareligión según•Jo que esta fue effla:Edad Media. La devotio.modema,•practicada sobre todo. por los·«herrháhbs de la vida común».,·busca la ócupatiónreligiosa fuera de.la Iglesia,~de sus órde" nes monásticas, de•sus ritosy•hasta de·sus.dogmas y i:rea una religiosidad «privada» y \laica que repugna toda normayprescripciórtly;se interesa sólo en el estado sentiriíental del iridividuo. Su motivo radical es la sospecha·de que dhombre no puede conocer al Diositrascendenté, que; en consecuenc cía, .hay querenlincfar a• él y .contentarse icbn la pura emoción. de piedad actiya: dentro dela persor¡a; La cosa.es paradójica y; por lo mismo, caracte~ ristica.de.una época de crisis. La religión medieval¡ que en su:plena.vigennia significa Ja proyección dé lo mundano al más allá trascendente, se :vuelve dé espaldáS y se reduce a recoger en.estemundolos reflejos del otro inabordac ble.• La «Iriíitación de .CriStb f>·es elcansáncio de lbs. dogmas.y su:reducción a' la vertiente de fa fe que da al hombre y mira a·nuestra vida. Este Cristo de
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Tomás de Kempis no es el Dios extramundano sino el hombre divino, a quien por ser hombre ·es posible imitar en este valle de lágrimas. Véase por· qué camino retorcido;efl el polci opuesto alhumanismó; en la más típka y extrema beatería ae la época se concluye por afirmar este mundo•fre.nte al otro y se prepara el.déspr~ndimiento•de lo trascendente. La raíz vital de uno y otro fenómeno es:idéntica y no puede extrañar que de Ja. devotio mdderna, educados por ella, surgiesen los más grandes humanistas del Narte: el cardenal Cusano, Erasmo, Adriano VI,,Muciano, etcétera. ••' ALperder el hombre el punto de apoyo q11e para' su vida era dDios trascendente -.-un ser absoluto, plenario,. en q11ien se podía' absolutamen~ te confiár~ no ;tiene másremedio que buscar otra. tierra firme donde hincar los talones. Pero ese principio teológico era la: clave y la sustancia misma de Ja cultura existente. La obnubilación de ese prillcipio traíaconsigo la.susp~ cacia frente a. toda la cultura, y hacía a ésta sospechosa. De aquí que'el hombre del siglo XV comience a í:reer que la culttira, se entiende, la entonces constituida es, por esencia, falsificación de la vida, y que la verdad está donde el hombrese hallaba antes de esa cultura: De aquí que presienta la salvación errforinade retroceso; de retomo a un pasado preescolástico; en suma, de.'«vuelta a los antiguos». Como se ve, el papel de éstos era.representar fo primitivo y auténtico del hombre frente a su posterior falsificaCión. Poresci, la :vuelta no se hace sqlo a griegos y rorrianos:Ya en.Petrarca:seadvierte el afán de «volver>< nci sólo .ala antigüedad Clásica, sino también a la antigüedad cristiana, al cristianismo primitivo .. En el siglo XV alemá.n.lá piedadbusca, t±as la·religióndogínática y elritual eclesiástico; la «religiónaelalma»; que sobre todo consiste en la simplicitas, Ja sencillez>Por'todas,'partes 'se elogia este simplismo y se encomia frente a lacomplicaciónsabiá, «culta». El mayor genio de la época, el cardenal Cusano, lanza su.lema de la docta ignorantia, que otros más exagerados no vacilan en exaltar como sacra ignorantia. En su diálogolJeMentehace del «Idiota» auténtico representante de la verdad frente al sabio escolástico y el «idiota» es el «hombre privado», el «Juan particular»., el «cualquiera», es decir, el hombre elemental. Ahora bien: el término de todo este proceso hay que buscarlo en la segunda mitad del siglo XVI, en que francamente se proclama ya la :vuelta -no alas antiguos, sino más allá de ellos- al «hombre natural».'. Recuérdese Montaigne. En tal perspectiva, este famóso retomo a la antigüedad clásica sería sólo la primera forma de ser presentido ese afán de naturismo: de la cultura acumulada y recibida se va a la cultura primaria (los clásicos) y de ésta a la precultura, a la desnudez del hombre, para volver.. , a empezar. En Ja humanidad toda «:vuelta» es siempre una «vuelta a empezar».
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He aquí elverdadero sentido delhumauisriio y del Renacimiento: Se trata, ,en efecto, de que el liombre va a re-nacer, y se renace volviendo de la cultura al nacimiento, a la:naturalidad del hombree Lo sobrenatural es ya cultura; es pensamiento, es interpretación' de la vida «natiiral>>. En ésta el hombre está.aún sin Dios, estálsolo con las cosas mudas entorno. Bieni::laro aparece 19 que el Renacimiento en.cuanto retomo a los anti~ guas tiene de cmnóiiflage cuando ariiban10s al comienzo.del siglo XVII, eu que llega a plenitud ese hombre «moderno» germinado, educado en.los dds sigfos anteriores, Allí es~á1D,escartes,que rampé «radicali:riente>»también la adherenciara.lo 'antigup. ·Esta:generación cartesiana es la primera que se siente mayor deredad, que se da de•altay·toma sobre símisma la plenaresc ponsabilidad•de•sus pensainiénto~, dejando de ir a clase, a la:. clase• de los clásicos.1EnswDiScursóc~ebi1étodo nos diceDescarte5 algo estupefaciente: «Abandoné por:completd elestudio delas létras (entiéndase toda la cultura que: en las escuelas se enseñaba}.ytesolvíno J:mscar otra ciencia quela que pudiera halfar5e errmí misino o bien en el:gran libro del mqndo>f: •· ; El libro es·e~símbolo de la•culturaquese recibe frente a la que se crea originariamente; a la querio está ya ahL Descartes, con un formidable gesto de:Robinson, hace en tomo de.~ la plena soledad cultural, convierte el mundo cubierto.decomplicaciones eruditas enlavirgüiidad de una.isla de5iertm Rompe con elpasadó:resud.tamente: •· •En Descartes\1por vez:primera',hace el hombre una afirmación radical de la superióridaddeLpre5entesobre todo pretéritó; delpresente coino tierra de que emergefel fu tmó', .que. trea 'el fu tu ro. Bascula, pués, el entusiasmo que de gravitarchacia ¡,l pasado comienza su ponderación hacia el porvenir. La Edad Moderna ha si.do desde su umbral futurismo; loca fe en el futuro porque es humanismo,.fe.en el hombre y elhombre.es el anticipador de sí mismo. • . La.Nación,.2..de.abrilde ..1933
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[CARTA]
Señor director de Luz.
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Muy Señor mío: Ruego a usted que dé cabida en el número de hoy a las siguientes manifestaciones: En un periódico mañanero se afirma que la nota firmada por casi todas las oposiciones republicanas del Parlamento me había parecido admirable, aunque, tal vez, suave. · Laverdad estricta sobre el particulares ésta: Primero; A filles. de agosto suspendí mi actuación política; no sólo la parlamentaria, sino ab~olutamérite toda, de suerte tal que nadie ·con vere" cundía puede sostener que desde e5a fecha.haya yo ejecutado acto alguno político de orga1lizaeión ·ni aun de simple 'opinión, paladino ni latente, directo ni indirecto, a flor de tierra o subterráneo. De la manera más rigorosa me he reducido a lo que siempre he considerado como la negación de lapolítica, que es la política de café y tertulia. Política es responsabilidad, y la tertúlia, sobre todo en España, es la irresponsabilidad constituida, la irresponsabilidad en el hablar y; lo que es peor, la•irresponsabilidad en el oír y repetir. ¡Seghndoc.Sin que precediera por mi parte el más leve deseo ni insinuación, algunas personas, en virtud de razones particulares· y privadísimas', me comunicaron ayer mañana la nota de las oposicidnes. Esto es un hecho. Pero es por completo inexacta que yo la calificase de admirable ni de no admirable, de áspera ni de asaz suave. Quien conozca algo mi modo habrá rechazado' desde luego 'como. apócrifo tal juicio, porque sabe que no acostumbro a juzgar mediante adjetivos sueltos que no van respaldados por algún sustantivo, es decir, por un intento, aunque sea vano, de analizar la cuestión misma de que se trata. Lo que opino sobre esa nota no tengo por qué decirlo. Otra cosa significaría quebrantar mi parálisis política. La razón de ésta procuraré explicarla
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-y bien a fondo- cuando llegue la hora oportuna. Pero, entre tanto, no estoy dispuesto a que mi hacer y omitir .estén a merced de mis enemigos ni de mis amigos. Lo menos lícito de todo sería no actuar en apariencia y operar subrepticiamente. · La única excepción, si puede considerarse tal, de mi apartamiento político, fue colaborar a primeros de octubre en la disolución de la Agrupación al Servicio de la República y de la minoría parlamentaria que llevaba este . nombre. Desde entonces no han tenido los periódicos el más ligero pretexto para ocuparse de mi. Y es ya bastante penoso obligar a decir ahora cosas un poco tonitruantes a un hombre que interrumpió su ejercicio político sin ruido alguno, apagándose lentamente, borrándose poco a poco para intentar que ni siquier¡i fuera notada su aspiración a no existir. . Pero esto no es sino un síntoma, al fin y al cabo minúsculo, de la inconcebible ligereza con que muchos .español¡;¡; asisten a la agravación progresiva del destino nacional, agravación que se produce en pura pérdida para todos y sin que nadie, que no sea ciego, pueda hacerse ilusiones .siquiera de que va aser él quien se.beneficie del mal. En ul1a conferencia dada en diciembre de 1931 reclamé un deslinde de responsabilidades y me hice inc solidario de la manera como se· entendía por los gobernantes la República. Hice un llamamiento a la opinión y a ciertos grupos políticos, apoyando la apelación en que mi carácter de semiinválido excluía por mi parte toda pre, tensión de mando y; en consecuencia, las suspicacias harto humanas que despierta en un país de eternos indóciles la cuestión de jefatura. Pero l1i la opinión ni los grupos políticos me hicieron: el más ligero caso. Este fracaso rotundo y perfecto me da derecho a un silencio cuando menos transitorio. . Valga, pues, esta carta como rectificación de cuanto se me ha atribuido ºen los meses pasados y puedá adscribírsel1le en los venideros sin.que mi fir" ma·niotro signo deautenticidadlo corrobore, No estoy; claro está, dispuesto a movilizarme en rectificaciones cuando lo conside.re oportuno el prójimo . ligero o insolente. Doy a usted gracias anticipadas por permitirme hacer gemir sus pren~ sas y le saludo atentamente, seguro servidor,]osé Ortega y Gasset. ·. Luz;l de abril del933
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SOBRE EL ESTUDIAR Y EL ESTUDIANTE · º(PRIMERA LECCIÓN DE UN CURSO)
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Espero que durante este cúrso ~ntiendan ustedes ;erfectarci~nte la primera frase que después de esta inicial voy a pronunciar. La frase es ésta:vambs a estudiar.Metafísica, y eso que vamos a hacer es, por lo pronto, una falsedad:. La cosa es, a primera vista, estupefaciente, pero el estupor que produzca no quita a la frase la.dosis que tenga de verdad, En esa frase-.-nótenlo uste~ des""'T' no se dice. que la Metafísica sea una falsedad; ésta'se atribuye no a la Metafísica, sino a que. nos pongamos a estudiarla. No se.trata; pues, de la falc sedad .de uno o. muchqs pensamientos nuestros, sino de la falsedad de un nuestro hacer...:,.,de lo que ahora vamos a hacer: estudiar una disciplina. Porque lo afirmado por mi vale no sólo para la.Metafísica, sibien vale eminentemente para ell~ Según esto, en general; estudiar sería una .falsedad. No parece que frase tal y tesis semejante sean las más oportunas para dichas por un profesor a sus discípulos, sobre todo al comienzo de un curso. Se dirá que equivalen a recomendar la ausencia, la fuga, que se vayan, que no vuelvan. Eso ya lo veremos; veremos si ustedes sevan, si no vuelven porque yo he ·comen±ado enunciando tamaña enormidad pedagógica. Tal' vez acontezca lo contrario-.que esa inaudita afirmación les interese; Entre que pasa lo uno o lo otro c-'-que ustedes resuelvan irse o resuelvan quedarse-; yo voy a aclarar su significado. · . . No he dicho que estudiar sea sólo una falsedad; es posible que canten" gil facetas,lados, ingredientes que no sean falsos, pero me ba5ta con qúe al" guna de las facetas, lados o ingredientes constitutivos del estudiar sea falso para que mi enunciado posea su verdad; . · Ahora bien: esto último me parece indiscutible. Por una sericilla razón. Las disciplinas, sea la Metafísica o la Geometría, existen, están ahí.porque uncis hombres las crearon merced a un rudo esfuerzo, y si emplearon éste e
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fue porque necesitaban aquellas disciplinas, porque las habüin menester. Las verdades que ellas contengan fueron encontradas originariamente por un hombre y luego repensadas o reencontradas pór otros que .acumularon su esfuerzo al del primero. Pero si las encontraron es que las buscarán, y si las buscaron es que las habían menester, que no podían, por unos u otros motivos, prescindir de ellas. Y si no las hubieran encontrado habrían cousiderado fracasadas sus vidas. Si, viceversa, encontraron lo que buscaban, es evidente · que eso que encontraron se adecuaba a la necesidad que sentían. Esto, que es perogrullesco, es, sin embargo, muy importante. Decimos que hemos encontrado una verdad cuando hemos hallado un cierto pensamiento que satisface una necesidad intelectual previamente sentida por nosotros. Si no nos sentimos menesterosos de ese pensamiento, éste no será para nosotros una verdad. Verdad es, por lo tanto, aquello que aquieta una inquietud de nuestra inteligencia. Sin esta inquietud no cabe aquel aquietamiento. Parejamen~e decimos que hemos encontrado la llave· cuanclo hemos hallado unpreciso objeto que nos sirvepara abrir un armario, cuya apertúranos es meµester; La precisa busca se calma end preciso hallazgo: éste· es.función de aquélla. Generalizando la expresión, tendremos quéuna verdad no existe proc píamente sino para quien la ha menester; que una cienCia no es tal ciencia sino para quien la busca afanoso; en•fin; quelaMetafiSica no e5 Metafísica sino para quien la necesita. ·· ·Para quien no la necesita; para quien no la bus ca, la Metafísica es una serie de palabras, o sise quiere de' ideas, que aunque se crea haberlas entendido una a una, carecen, én definitiva, de sentido, esto es: que para entender verdaderamente algo, y sobretodo la Metafísica, no hace falta tener eso que se llama talento ni poseer grandes sabidurías previas-lo que, en cambio; hace falta es una condición elemental, pero fundamental: lo que hace falta es necesitarlo, · Mas hay formas diversas de necesidad, de menesterosidad. Si alguien me·obliga inexorablemente a ·haceEalgo; yo lo•haré necesariamente,•y, sin embargo, lª necesidad' de este hacer mío no es mía, no ha surgido en mí; sino que me es impuesta desde'fueta: Yo siento, por·ejemplo, la necesidad de· pasear, y esta necesidad es mía, brota en mí-lo erial no quiere·decir que sea un capricho ni un gusto-, no; a fuer de necesidad¡ tiene un carácter de imposiciónyn'o se¡origina en mí albedrío, per'olme es impuesta desde dentro de mi ser; la siento; eµ efect'o, como necesidad mfa,·Mas cuando aLsalir yo .de paseó el: guardia dela circulación ine·obliga a• seguir una cierta ruta•, me encuentro con otra necesidad, pero que ya no es.rufa; sino que mevien\! impuesta del•exterior; y arite ello fo más que puedo hacer es c'onvenCerme po,rrefleXi.ón de sus ventajas; y en vista de ello aceptarla. Pero·aceptai; una necesidad, reconocerla, no .es sentirla, sentirla inmediatamente como tal ne~
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cesidad mía-' es más bien. una necesidad de las cosas, que de ellas me llega, forastera, extraña a mí. l.'.a'lláinarémos necesidad médiata frerite'a lain·mediata,· a la 'que siento, en: 1efecto, como tal necesidad; tiacil:ia en mí, 'con sus raíces eti'thí, indígena¡ autóctona, au'téntica. ' · •• •,L Hay'\J;na'~xpresióride•S~ti Frahcisd.l"de'A~ís donde anl.bas fotrilas dé necesidad aparecen sutilmente cdntrapuéstas.lSan Fránds'cb•solía•decif: «Yo necesito poco; y ~se yoco lo necesito t'ouy poco>>.• En la primera parte de la frase, San Francisco· aludé•a las necesidadés ·exteriores o mediatas• eh la segunda, a las íntimas, auténticas e ininédiatas. San Ftatidsco nebesit~ba, comotodo viviente; comer' para vivir, yero eti él esta necesidad extérior era muyéscasa =esto es, materialmente necesit~ba comer poco pata vivir; Pero ademáS, su actitud íntima eta que no sentía gran necesidad devivif,,que sentía muy poco apego efectivo a fa vida y; en consecuencia, sentía muy poca necesidad íntima dela•externii netesidád de CQnier.. ' i •¡ .f c. ··' · · Álibta bien: cuando elhonibt'e se ve obligado a•aceptar una necesidad extemaimediata; 5¡., encuehtra•enuna situaciólléCJ.U:ívoca, bivalente: porque equivale a que se le: imtitase a hacer suya-'-·esto significa aceptar-· una necesidad que no es suya/fiene, quiera o no; que comportarse como si fuese suya·~se le invita·, pues¡:a una ficción, a una falsedadiY aunque el hombre ponga toda su buena vohmtadparafograr sentirla como suya, no e5tá dicho que lo logre; no es rtisiquiera probable; ·; ·· ··. ' Hechaesta•adaración; fijémonos en cuál es fa•sitriación•normaldel hombte que se llama estudiar, si'usamos sob'retodo·este vocablo en el sentido que tiene como estudio· del estudiante-· o, 1o que es lo mismo, preguntémonos que es el estudiante como tal: Yes el caso que nos encontramos con algo tan estupefaciente como la escandalosa frase con que yo he iniciado este cursb. Nos encontramos coll que el estudiante es unser humano; masculino o femenino; a quien la vida le impone la necesiMd de·estudiarlas ciencias de laS-tuales' élnD"ha sentido inmediata,•a1lténtica·necesidad. Sidejarrios a-ún lado'casos excepcionales, reconocere:rllos que en·ehnejorcaso siente el e5tudiante umü1eéesidads\ncera,pero vaga, de.estudiar «algow,así in•geiiei"e; de '«saben>:, de instruirse. Perola vaguedad de este afán declara su escasa autenticidad: Es evideritéique'un estadoofal de espíritu no ha llevado nuncá á ctear ningún saber-···-·porque éste,es siempre concreto; es saber precisamente esto oipretisamellteaquello; y según la ley; que ha' poco insi~ nuaba yo, de la funcionalidad entre buscar y encontrar, entre necesidad y satisfacción, los que ctearoll un saber es que sintieron, no el vago afán de saber,' sino el cóncretísimo de' áveriguar tal determinada éosa: '' Esto·revelá que 'auri en el mejor taso-'y salvas;repÜ'o, las excepéio~ nes'--'-, él deseo de saber que pueda sentir el buen estudiallte eS por completo
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hf!t.erogéneo, tal vez antagónico del estado. de espíritu que lleyó a crear el saber mismo.·Y es que, en efecto, la situación del.estu.diru:ite ante ladencia es. opuesta ala que ante ésta tuvo su creador.. Éste no. se enccmtró primero con ella y luego sintió la necesidad de poseerla,.sino que prlmeró sintió. una necesidad vi.tal y no científica y ella l.e llevó a buscar su satisfacción, y al encontrarla en.unas. ciertas ideas, resultó que éS\as. eran la ciencia. . En cambi.o,.d.estudiru:ite se encuentra, desdeluego, con la ciencia ya. hecha, como .con una serráriía que se leyanta..anie él yle: cierra su camino vital..E:n el mejor caso, repito; la serraníade;la ciencia le: gusta, le atrae, le parece bonita, le promete triunfos en la.vicia. Pero nada de esto t:ien(".· que ver con la necesidad aµténtica que lleva a, cr.ear: la c.iencia. La prueba de ello está en que ese deseo gen.eral de saber es inq1paz de c~ncretarse por sí.mis, mo en el deseo.estricto .de un saber determirÍ.ado. Aparte, repito, de.que no es un. deseoJo que lleva. pi:opiafllente. i1.Lfü1be.r,· sino 1ma,n,ec(".sidad,.E_l c;lese.o no existe si.previa!f1ente n:o. ¡;xiste la cosa.desi;ada __,-ya sea en, la r.ealidad, ya sea, por lo menos, en h1 'maginación. Lo que por;Cofllpleto no existe.aún, no puede proyocar el d~eo. Nuestros deseos se.disparan al contacto de,lo que ya está ahL.En cambio,la ne.cesidad auténtica eJCiste sin que ¡enga que preexistir ni siq1'1iera•en la imaginación, aquello que podría satisfacerla. Se necesita precisamente lo que no se tiene; lo .que faltf\; lo que no hay; y la necesidad, el menester, son tanto más estrictamente. tales cuanto. menos se tenga, cuanto menos haya lo que se necesita, lo:quese ha.menester. Para ver esto con plena claridad no es preciso que salgamos de nuestr.o tema -basta con comparar el modo de ac.ercarse a la ciencia ya hecha, el que sólo va a estudiarla y el que siente auténtica; sincera necesidad de ella. Aquél tenderá a no hacerse cuestión .del. contenido de. la ci.encia, a no c;ri· ticf\!la: alcontrario;tenderá a reconfortarse pensando que ese contenido•de ·1aciencia ya hecha tiene un valor. definitivo, es la pura verdad.Lo que busca es simplementeasimilársela tal y como está:ya.ahLEn cambio, ,el menes~ teroso de una.ciencia, el que si.ente la ptofund¡1.necesidadde.la verdad,,se acercará .cautelo.so al sa~er ya. l¡echo,. lleno. de suspicacia, sometiénc!olo. a crítica; más .bien con: el prejuicio de que no es verdag lo,que el libro ¡;ostie; ne; e'n suma; precisamente porque necesita un saber con radical angustia, p.ensará que no fo hay y procurará c\eshacer el que se presenta c·omo ya he, cho. Homb.res así sonlos.que constan,temente corrigen, renuevan,.recrean, la ciE:ncia. , · · ,, . . · pero eso•no es lo que en su sentido.normal sign,ifica,el estudiar.del es. tudiante. Si la c:iencia no estµYies.e ya ahí, el bµen estudiante no. sentiríalª necesidad. de ella, es c\ecir, que no .sería .estudia.nte. Por, tªnto, se trata de ima neces.id!!d externa que le es impuesta. Al colocar aLhq¡nbre en la situar
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ción de estudiante ~e le obliga a hacer algo falso, a fingir que siente una necesidad que no siente.
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Pero a esto se opondrán algunas objf'.ciones. ~e dirá, por ejemplo, que hay estudiantes que sienten profundamente la necesidad de resolver ciertos problemas que son los constitutivos de ta.l 0 cual ciencia, Es cierto que los ]:¡ay; pero es insincero llamarlos estudiantes. Es insincero y es injusto. Porque se trata de casos excepcionales, .de criaturas que, aunque no hubiese estudios ni ciencia; por sí mis¡:nosy solos inventarían, mejor o peor, éstaydedir carían;,por inexorable vocación, su. esfuerzo a investigar. Pero ¿y los otros? ¿La inmensa y normal mayoría? Éstos y no aquellos pocos venturosos, és.tos son los que realizan el verdadero. sentido.-y no el utópico- de las palabras «estudian> y «estudiante».- ¡Con éstos.es con quienes,se es injusto al no reconocerlos como los verdaderos estudiantes y no plantearse con respecto a ellos el problema de qué es estudiar como forma y tipo· de humano hf!cerl ·Es un imperativo de nuestro tiempo, cuyas graves razones expondré un día en este curso; obligamos a pensa~ las cosas en su desnudo, efectivo y dramático ser. Es laúnica:manera de encontrfilse verdaderamente con ellas. Sería encantador, que ser es~diante sign,ificase sentir una vivacísima urgencia.por éstey el otro y el cítro saber. Pero la verdad es estrictamente lo .contrario: ser estudiante es verse el hombre obligado a interesarse directamente por lo que no le interesa, o a lo sumo le interesa sólo vaga, genérica o indirectamente. La otra objeción que habría de hacérseme es recordarme el hecho indiscu tibie de que los muchachos o las muchachas sienten sincera. curiosidad y peculiares aficiones, El es.tudiante. no lo es en general, sino que estudia cienciasPJetras, y esto suponeµna prede,terminación de su espíritu, una apetencia menos:vaga y nq impuesta de fuera. • . ,En el,siglo XIX se ha¡dado demasiada importancia a la curiosidad y a las aficiones; se ha querido fundar en ellas cosas demasiado graves, es decir, demasiado pon,derosas.para que puedan sostenerlas entidad.es tan poco serias como aquéllas, . , , .· . · : .Est.evocablo«curiosic;lad», como tantos otros, tiene doble sentido-uno de ellos primario y sustancial, otró peyorativo y de abuso-lo mismo que la palabra «aficionado», que significa el que ama verdader.amente algo, pero también el que es. sólo amateur. El sentido propio .del vocablo «curiosidad» brota de su.raíz, que da una palabra latina sobr.ela ·cual nos ha .llama.do la atención recientemente Heidegger: mra, los cuidados, las cuitas, lo que yo
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llamo lápreocupación. De mr-a viene cur~iosidad. De'aquí que en nuestro lenguaje vulgar un hombre curioso es.un hombre cuidadoso, e5'.○ un hombre que hace con atención y extremos rigor y pulcritud lo que tiene que hacer, que no se despreocupa de lo que le ocupa, sino, al revés, sé preocupa de su ocupación. Todavía en el antigub español midar era preocuparse-mrnre. Este sentido originario de mm o cuidados pervive en nuestras voces vigentes curador, protútador, procurar, curar, y eh la misma palabra C:Ura, que· vino al sacerdote p'orque éste tiene cura de almas: Curiosidad es,;pues, cui~ dadosidad, préocúpación. Como, viceversa, inauia es descuido; de5preocu~ pación; y seguridad-séaüitds-·''•es ausencia de cuidados y preocupacione5'. Si busco las llaves es•porqueme preocupo de ellas, y si me preocupo dé ellas es porque las he mertester pata hacer algo;patá ocupaii:he. •· ·: · '·Cuando este preocuparse se ejercita mecánicamente; insiriceramehte~ sirimotivo suficiente y degenera en prurito, tenemos un vicio humario que con'.sfute en fingir cuidaddporlo que no nos d\I er\:rigor cuidado, en un falso preocuparse por cosas que nonos van. de verdad a:ocupar; por tanto; en ser incapaz de auténticá preocupación. Y esto es lo que significanpeyorativac mente empleados los vocablos «curiosidad»; «curiosean> y «ser' Ún curioso~>! Cuando se•dice, pues, quela curiosidad nos lleva a: la ciencia, una de . dos, o nos referimos a 'aquella sincera preocupación. pt\t ella que no es sino lo queyo antes he llamado «necesidad inmediatay:autóctona» -lacualrec conocemos que no suele ser sentida por el estudiahte-· · 1 o nos referimos al frívolo curiosear, alprurito de meterlas narice5 enlodas fas cosas, y esto no creo que pu'eda ·servir para hacer de un horribre'ún científico, :,: Estas objeciones son, por tanto,vanas. No andemos ton idealizaciones de la áspera realidad, ton beaterías que nos inducen.a debilitar, esfumar, endulzados problemas, a ponerle5bolas en los cuernos, El hecho es que'el es" ttidiante tipo es uh hombre que no 'siente directa necesidad de la ciencia, preocupación por ella.y; sin embargo, se.ve forzado.a ocuparse de· ella. Esto significa ya la falsedad general del estlldÍar.• Pero luego viene la concreción; casi perversa por lo minuciosa; de' esa falsedad-·porque no se' obliga al estudiante a estlldiar en gerteral, sino que éste se encuerttra:, quiera o n.o, con el estlldio disociado en cilJTeras especiales y la carrera constiruida por disti" plinas singulares, por la ciencia tal o la ciencia cual. ¿Quién va•a pretender que.el joverisi~rita efectiva necesidad, en un cierto año de• su vida,· portal ciencia qüé a los hombres antecesores les vino' éI1 gana inventar? · · 'Así; de lt'.l que fue una necesidad tan auténtica y vivaz'que a ella dedi: caron su vida ír\tegra unos hombres-los creadores de la ciencia-·, se hace una necesida'd mu'erta y'un• falso hacer. No nos hagamos ilusiones~ en es~ estado de espíritu no s~ puede llegar a saber el saberhumario: Estlldiar es,
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pues, algo constitutivamente contradictorio y falso. El estudiante es una falsificaeión del hombre) Porque' el hombre es propiamente sólo lo que es ·auténticamente por íntima é inexorable necesidad: Ser hombre no es ser, o, lo ·que es igual, •río es ha·cer cuak¡uier· cosa, sino serlo que irremediablemente se es; Y hayfos•TI:iodos más distintos entre sí de ser hombre; y todos ellos igualmente a'uténtico's. El' hombre puede ser hombre de Ciencia y hombre de negocios u hombre político u hombre religioso; porque todas estas cosas son; como veremos, necesidades constitutivas e inmediatas de la condición humana.•Pero elhorhbre pbt sí'mismO'no sería nunca: estudiante;toino el horhbre por sí mismo no sería nunca contribuyente: Tiene que pagar con.tribucion.es', time que estudiar; pe.ro no es ni contribuyente ni estudiantel Sérestudiante, como ser tdrttribúyertt~,'es'algo '«attifitial»queelhombre seveobligaddaser. ,· :: • ''.'• .. : · Esto que al principio pudo parecer tan esttipefaciertte; resulta qlie es la ttagediá•constitdtiva de la peda'gbgía, y de esá paradoja tan cruda debe, a mi · juicio, partirla: reforma de fa educación. . Porque la aCtividad misma., el hacer que la pedagogía regula y que llamÍtmós;htudiat; es en sí mismo' algo' humanamente falso, acontece lo que TI.o ·su'e!e subrayarse tanto torno debiera; a saber: que enningún orden dela vida seá tan constante habitual y tolerado' lo falso' cómo en la enseñanz'a. 1 Yo é'bien que haytap:ibiénuna falsa'justicia,' esto es, que se cometen abu: sos ien losjUzgados ajldieI1clas; Pero sopese' con'sui experiencia cada uno de los que me escuchan' sí no nos danárnos·pot muy contentos con que no existiesen' eh la efectividad de la enseñanza'rnás insuficiencias, faISedades y abüsos quelt'.ls padecidos en el orden jutídii:o. Lb que allí se considera como abuso intolerable ""-que no se haga justicia-· es córrespondientem'ente.casi lo normal en la enseñanza: que el'estudiante no estudia, y que si ~tudia, poniendo su mejotvt'.lluntad, no aprértde; y claro es que si el estudiante, sea por lo'que sea, n'o aprende; dptofesorno pódrá deeir que enseña, sino a lo sumo que intenta, pero no logra enseñar. -- , Yentretahto' sé amontona gigantescamerite, genefacióntras generación; la mole pavorosa de los sabe.tes humanos que el estudiante tierié'que asimilarse, tiene que estudiar: Yconforme'aurhentayse enrlquet~ y es]Je" tializa el saber, más lejos estará 'el estlldiánte de sentir inmediata y auténtitarnente la necesidad de éLEs deciÍ', que éada vez habrá menos congniencia entre el triste haterhumano queés el estlldiary el admirable'hacerhumaI1o que es el vetdadero saber.Y esto actecerá'la terrible diSociación, que hace'un siglo pbr lo menos sé inició, entre:!a i:ultura vivaz; entre el auténtico saber y el hombre iiledio~· Porque como la cultura o saber no tiene más 'realidad que réspo'nder y satisfacer en Una ú otra medida a n&esidades efectivamente
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sentidas· y el modo de transmitir la cultura es el estudiar, el cual.no es sentir esas necesidades, tendremos que la cultura o saber se va quedando en el aire, sin raíces de sinceridad en elhombremedio a quien se obliga a ingur: gitarlo, a. tragárselo. Es decir, que se introduce en la merite humana un cuerpo extraño; un repertorio de ideas muertas, inasimilables o, lo que es lo mismo, inertes. Esta cultura sinraigambre en elhombr_e, que no brota en él espontáneamente,.~arece de autoctonía, de indiger¡.ato, es algo impuesto, extrínseco, extraño, eimanjero, ininteligible¡ en suma, irreal. por ¡l.ebajo.de la cµltura recibida, pero no auténticamente asimilada; quedará intacto el hombn~; es decir, quedará inculto; es decir, quedará bárbaro. Cua'\1-do elsa;. ber,era ~ás breve., más elemental y ¡nás orgánico, estaba más cerca de poder ser verdaderamente sentido por el_ho¡nbre medio, que entonces lo asimilae ba, lo recreaba y revitalizaba dentro de.sí. Así se explica la colosalparadoja dees.tQs deceajo5: q11e un gigantesco progreso de la cultura haya producido un tipo de hombre.como el actual, indiscut,ibli;µ¡ente más bárbaro qu:e el de hace cien años. Y que la aculturación o acumulo de. cul.tura produzca para1 dójica, pero automáti~amente, una rebarbarizatión de la Humani.dad: Comprenderán.ustedes .que,nó se.resuelve el problema diciendo: «Bueno;. pues si estudiar, es una falsificación del hombre, y además lleva.o puede llevar a tales consecuencias, que no se estudie». Decir esto no.sería, resolver el problema: sería sencilla.mente ignor:arlo, Estudiar y ser estudian" te es siempre, y sobre. todo hoy, una necesidad in~orabledel hombre. Tiene éste; quiera o no,,que asimilarpe el sabe¡: acumulado,.s9 pena de sucuD1bir in.divÍdual o colectivamente. Si una generación dejase de estudiar, la humanidad actual, en sus nueve décimas partes, moriría. fulminantemente. El nú.mero de hombres que hoy yiven sólo puede,subsistir merced a la técnica superior. de aprovechamiento del planeta que las ciencias. hacen posible. Las técnicas se pueden enseñar.mecánicamente. Pero las .técnicas viyen. del saber, y.si .ésteno.se .puede enseñar,.llegará .nna,hora_en que.taD1hl<',n 1ª1H~fr nicas sucumbirán. · ... ,Hay, pues, que estudiar; es. ello, repito, una necesidad del hombre-pero.una necesidad ext.ema, m .. ediata, como lo era seguirla derecha que me . marcad guardia de la circul.ación cuando necesito pasear.. Mas hay entre am7 has. necesidades.externas-el estndiary el llevar la derecha-.-..una diferencia esencial,. que es la que convierte el estudio en un susrru:itiyo pr:oblema. Para que la circulación funcione perfectamente.no. es menester que yo sienta.íntir ma¡nente la necesidad de ir por la derecha: me basta con que d.e hecho carnk ne yt> encesa dirección; basta con que la acepte, con que finja sentirla. Pero con :el:estudio no acontece lo mismo; para .que yo entienda de verdad una ciencianobasta que.yo finja en míla necesidad.de ella o, lo que es igual; no '
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basta que tenga la voluntad de aceptarla; en fin, no basta con que estudie. Es preciso, además, que sienta auténticamente su necesidad, que me preo·cupen espontánea y verdaderamente sus cuestiones; sólo así entenderé las ·soluciones que ella da o pretende dar a esas cuestiones. Mal puede nadie entender una. respuesta cuando no ha sentido la pregunta a que ella responde. El caso del estudiar es, pues, diferente del de caminar por la derecha. En éste es suficiente que yo lo ejercite bien para que rinda el efecto apetecido. En aquél, no; no basta con que yo sea un buen estudiante para que logre asimilar la ciencia. Tenemos, por tanto, en él un hacer del hombre que se niega a sí mismo: es a un tiempo necesario e inútil. Hay que hacerlo para lograr un cierto fin, pero resulta que no lo logra. Por esto, porque las dos cosas son verdad a la par-su necesidad y su inutilidad- es el estudiar un problema. Un problem:aoes siempie una contradi2ción que lainteligencia encuentrii'ante sí, que tirá de ella· en dos direcéiones opuestas y amenaza con desgarrarla.· • .· .,, • La solueión a ta:tfcrudó'}' bicorne problema se desprende•de todo lo que•he diéhó: nó•corisiste en decretar que nó se estudie; sino eri refon1lár profundamente ese'hacer humano que es el est1idiar y, consecuentemente~ el ser del e.Srudiánte. Para esto es preciso volver del revés la enseñamay der tir: eriseftat no es-prifuaria y fundamentalmente sino enseñar la necesidad de una'ciencia, y'1io ensenar la'ciehcia cuya necesidad seii impbs1ble hacer sentirá! est1idi~nte.. ., !,
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.t..aNdCióh, 23 de abrilde1933
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[NOTA A LA PRENSA SOBRE LA CRISIS DE GOBIERNO J
ciaría, sin más, de tal satisfacción pública que no habría de ser problema la cuestión de personas. Fuera sobremanera confuso ir, desde luego, a una disolución del Par. lamento sin la.intermisión de esta limitada etapa de Gobierno que permitiese prep~rar las fuerzas del país -preparación que no existe en ningún campo- para que unas nuevas elecciones pudiesen dar un resultado fértil yno meramente espasmódico. Pero claro es que corresponde al Parlamento mismo, con las facilidades que otorgue a la solución de esta grave crisis, justificar o impedir su propia perduración.
Luz, 9 de junio de 1933
La
crisis a~tual, cuyo pla~teamiento viene ya r~trasado, y no por defecto de la. Presidencia.de]aJ~epública, .rn:>. pueqe ser tramitada como )lila crisis normal que se produjera dentro de un régimen):iondamente arraigado y que tuviese a la espalda un prestigiosopretérito.;No es, pues, una mera crisis de Gobierno y de grupos parlamentarios, sino que afecta muy seriamente ~l porvenir de.la República. Los seis mes~ próximos son decisivos y repre~ se,ntan el único margen, de holgura que queda a la política republicana para conseguir de verdad,nacionaltzarse fundiéndose. con los. destinos, de Espa" ña. Quienes por uo creerlo así, escatimen facilidades, que debe!lser inspli: tas y casi ilimitadas, para la solución de la crisis, deberán en su fecha y hora, cargar con la responsabilidad íntegra y sin salpique para el prójimo de los resultados que acarree el desperdicio del próximo semestre. Deberá llevársele a toda prisa con una actuación política que no pretenda contraponer a la legislación promulgada otra de signo contrario, pero que, en cambio, se ocupe a.fondo en rectificar radicalmente, y desdela primera hora, no los modos de gobierno que han sido durante año y medio más o menos izquierdistas, cosa que, por.sí .no hubiera sido nefasta, sino el abandono del Poder público al albedrío de las autoridades inferiores, lapolítica de la agresión desde las alturas del Ministerio, la.ninguna magnanimidad en el aprovechamiento de los hombres aptos y su postergación por el caciquismo de partido, la incompetente ligereza en la facultad de decretar y el insistente propósito de ahuyentar de la República cuanto no fuese el segmento de una determinada clase o pequeños grupos de azar. Es preciso que los partidos republicanos faciliten la formación de un ministerio que, sin hostilizar a las fuerzas socialistas, con entera lealtad hacia ellas y frentea ellas haga posible la iniciación de una política orientada a ensanchar las bases de opinión sobre que se apoya la República. El Gobierno que se propusiese esto enérgicamente y en todas sus dimensiones, benefi277
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LA NECESARIA EXPERIENCIA DEL ERROR
Señor director de Luz. Mi querido amigo: Hace unos meses, forz.ado a rectificar unas declarac dones totalmente imaginarias que se me atribuían, advertí en una carta; puc blicada por varios periódicos, que no reconocería como de mi eugendro palabra alguna que no.fuese garantizada con mi firma u otro signo de pareja autenticidad. Recuerdo esto con motivo de otras declaraciones que un periódico francés me inflige ahora y algunos españoles transcriben. Creo, en efecto, que la República se consolida en estas elecciones, a pesar de cuanto han hecho para evitarlo sus gobernantes y del ningún apego a ella de las oposiciones hoy victoriosas. Esto, precisamente esto es lo curioso del caso y sobre lo que conviene hacer meditar a propios y extraños: un régimen que se va consolidando a pesar de todos los pesares, cuyos defensores son en buena parte sus mayores enemigos y cuyos enemigos tendrán que hacerse, quieran o no, sus defensores. · Hasta aquí no me hubieran molestado nada esas declaraciones «mías», pero luego.me hacen decir: «España no está preparada», y esto me saca de mis casillas. Los que me conozcan un poco repararán que expresión tal, aun como mera elocución, no pertenece a mi vocabulario y tiene todo el aire de una pedantería extranjera. ¡Como si la vida fuese cuestión de preparación! ¡Como si no hubiese que vivir, «preparado» o no! Probablemente el informador ha malentendido esta observación mía que me parece perogrullesca: España, como todos los demás pueblos del mundo, para llegar a una etapa verdaderamente constructiva, de sinceridad y edificación, tiene que pasar por una serie de experienc;ias fallidas, tiene que embarcarse en uno y otro error. Sólo al cabo de sufrir esos tártagos y enga" ñarse a sí misma varias veces respecto a su auténtico sentir, consigue afinar la puntería. Hasta para disparar certeramente un cañón suelen ser inevitables
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dos tiros fuera del l;>lanco, uno más allá y otro más aé:á. Ahora bien, es vano, mediante razonamientos previsores, pretender ahorrar a un pueblo esas ex. periencias del error que, por desgracia o por ventura, necesita hacer en su . propia cama y no meramente en discursos y artículos de periódico. Quien comprend::i esto,.que es tan fácil de comprender, caerá en la cuenta de que en política es preciso saber esperar-esperar a que la colectividad nacional llegue a la estación en que pueda ya iniciarse la vía ascendente y fecunda. Esto es lo que he dicho al informador forastero y que él ha interpretado atribuyéndome el decir de que España no está «preparada», como si dijéramos qu~ no se ha examinado de segundo de latín, lo cual me parece una ridiculez. Lo que, en cambio, fuera interesante y ha~ta urge11te es averiguar si ha llegado yá España al pu!ito en que puede comeniar su definitiva a~censión sobre el horizonte histórico -se entiende, España; I1o el Parlaniénto que va a abrirse ni los Gobierhos que van a formarse, cuyopbrvenir es déniasiado ·· · · · . poco enigmáticó! · · . Aunque sih referirlo al caso presente; eh é[11e la buena fe sí qtie 'n.o ha faltado, tetniino haciendo notarquée5ve~dadéram:enté odiosa la ligereza con que gente5 de fuera llegáriá Españ~ y preténden en cinco minutos infotniarse sobre· su secreto de5tino, sinrespetar la siiigulárísinia péculiaridad que es siempre cada naciónysih otro ánimo que cobrarsus'stieldósy emolumentos a cambio de la~ imprecisiones que transmiten. No obstante mi vehemente deseo de ser cortés y hospitalario, va a ser forzoso no recibir informadores extranjeros sin tener antes toda suerte de garantías respecto a su «preparación» en segundo de españoL Le saluda afectuosamerite su árhigo,José Ortega y Gasset. ,_,;·
Luz;23 &noviembre del933 .' -¡:
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¡VIVA LA REPÚBLICA!
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Creo.fillne~e11te,-.ya·l~ he.dicho-. ~ue estas eh~ccionescontribuirán a
la consolidación de la República. Pero andan por ahi gentes antirrepublica~ ~as.haci~ndo vagos gestos d~ triunfo.o amena~a, y de otro lado, hay gentes republicanas que sinceramente juzgan.la actual situación peligrosa para la República. Pues bien: supoJ:!Íendo que co,n alguna verosimil~tud sea esto ú'.timo el caso presente,, yo elijo la,ocasión de este caso para gntar po~yez pnc mera, con los pedazos .que m~ quedan de laringe:!<¡ Viva la República!» No lo había gritado jamás: ni antes de triunfar ésta ni mucho menos despu~s; entre otras razones.porque yo .grito muy pocas vece§.
QUIÉN ES EL QUEGRITA
Pero como todo anda un poco ~onfundido, y los españoles del día tenemos poca memoria, quiero recordar o hacer constar algunas cos~s que hasta ahora he callado o no he querido subrayar. Desde el fondo de m1 largo y amargosile11~iq, estrujá11dolo corno l1nracimolle!lo de jugo, quiero rememorar a mis lectores y a todos los españoles -porque tengo tanto derecho como cualquiera otro para dirigirme a ellos- quién es el ciudadano que . ahora, precisamente ahora, grita: «¡Viva la República!» . .. . . El que grita se sintió en radical desacuerdo desde el día siguiente al ad~enimiento de la República con la interpretación de .ésta y la política que iniciaban sus gober1lantes. )'o no puedo demostrar ccm documentos la verdad literald,e esta frase. Dejémosla, pues, como una frase.ynada más. Pero lo que sí puedo demostrar con documentos es que ya el 13 de mayo -por tanto, al ¡:nesjusto de la proclamación del nuevo Régimen-protesté airadamente, junto a MarañónyPérez de Ayala,contra la quema de con.ventos, que fue una faena aún más que repugnante, estúpida. Esto el 13 de mayo;
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pero el 2 de junio publicaba yo ún artículo titulado:·« ¡Pensar en grande!», invitando a túmar la República en'formay formato opuestos a 'losque· em. pezaban a adoptarse. Y en frde junib, convocados a elecdiónlos ciudadártos, ·apareció otro artículo mío titulado: «¡Las proVincias debén·rebelarse contra los candid¡itos in.deseables!» El 25 del nlismó mes mi discurso electoral en l.eórr, donde, contra todo mi &seo, había sido presentado candidato, cOmenc zaba así; según la transcripción algo incorrecta de los periódicos leoneses: «¿Queréis, gentes de León, que hablemos un poco en serio de la España · · . que hay que hacer? »Con profunda vergüenza asisto a la campaña electoral que se está llevando a éabo •erttoda la Península: Tratase, nada menos, que de urfas electiones éoTlstitúyentes. Se moviliza civilmente al país para que elija a unos hombres que van a fabricar eli:mevo Estadoc Es \ln gigantesco edifitio el que hay que.construir, y no hay edificio si no hay en la cabeza un plano previo de líneás vigorosas. · »Lo que me páreée vergonzoso es· que los cien'tos de discursos pronunciados en España no enuntien una sola idea clara, que defina algo sobre ese Estadciq!le hay qúe constfüir, Sólo se•han: pronunciado palabras vahas y hueras prometiertcio eri palabrería fantástica,'sin saber'si sepúedé o rrn reae lizat. Porque ésto irn]ilorta: pocó' a. esos palabreros, qúe sóld quieren•hostigar a las masas cori palapías vanás e insensa'tas para• que(cOmo unr~baño de ovejási vayan álas ufuas o,'como un'rebaño debúfalbs; vayan· a la revoluciónc Ya eso seléliima•demOcratfa». • : :: • Con esto llegamos al 13 de julio, eS' decir; aún !lo tralli;turridos l~s tres rrieses desde el 14 de abriL PU:es bien: en esa fecha leyerori los lectÍ:n'es de Cliso! otro artículo lilío titulado: <éHay que cambiar de signo a la República». Y en 9.de septiembre,' este otro: «Un aldabonazo». Yen 6 de diciembre pudo oírse en el «cine» .de la. Ópera mi discurso sobre /; etcétera, etcétera! etcétera'. ' '.i · ' · ' ' ,, r • : , ·. Estos rebuerdos prééisárán'un ¡:íóco eri la rnente dellectór la' fiSonomfa delqtieahora grita «¡Viva la República!'»; y le harán pensarque; ~ffo grita, es a sábierida~ y a pesar de lo que ha sido duránte•ésta pnmera etapá'lapblítidrep\lbliC:an~: Corregirán de paso uri' error' que he oídómásde una'vez, según el ctlal yoconsidera'ría. haberme equivocado al récornendar eri ciéitá hora a los españoles que se constituyesen en Repúbliéa,i:¡uehábía']ilerdidó
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la ilusión, que juzgaba sin remedio la política republicamt y demás suposi, ciones igualmente superficiales,. Los datos ahora.rememorados, con la im7 pertinencia de·susfechas exactas, demuestran que no me.fue necesario esperar a que los gobernantes republicanos dda primera hora' comenzasen a desbarrar para saber que.lo iban a hacer: que, de tal.modo esperabaypresu~ mía por anticipado su descarrío, que me adeh¡nté a. insinuar mi discrepanr. cia, como me adelanté a echar. en cara a. las provincias que iban, .por.incons7 ciencia, a elegir diputados indeseables, como me situé, desde lm:go, y por innúmeras razones, en posición de no actuar durante el primer capitulo de la historia republicana, según hice constar desde mi primer discurso en la Cámara; que fue, entre paréntesis, el primer discurs.o de.oposición aja.política del Gobierno, Pero no. me.interesa de. todo es~o lq quesignifique corno de.mostración vanid~sa de capacidad previsora. Lo. que me, interesa es:refuc tar co:¡u:sos hechos y con esos datos incontrqvertiblt:~ el error en que están los que suponen que yo recomendé la instau:i;ación dela .República «pare que». creyese que;.desde.luego, iban a irpreciosa,.mente.l¡¡s.cosas. No só!O no lo creia, sino.que-.-.y és,te es .el !Ilativo de las antetjores ¡:ecqrdaciones... -· no acepto .en persona que presuma de, aJguna seriedad que, pretenda juzgarlas pqsibilidades históricas deul:l Régimen parlo acontefido en los dos años y medio después de su natividad, Y e5 sencillamente grotesco que intenten hacer tal cosa los monárquicos defensores de un Régimen extranjero, que nq durante dos años y medio, sino durante, dos siglos y me.dio ha maltraído a España en desmedro, decadencia y envilecimiento lamentables y .cons.tan" tes, haciéndola llegar a e5ta. República en un estado. tal de desmoralización y de falta de aptitudes por parte de masas y minorias, que él ha sido, en de7 finitiva, la.causa de estos.dos .años y medio pesadillescos. Porque si han sido tale$ para el labrador andaluz y para el.cura de.aldea,no crean esto5señO]:e!;.que elque.grita ahora« ¡Viva laRepública! »los ha.pasado en unJecho dero5'as.Durante ellos.se me.ha.insultado y veja_d() cons~nte!IleJ:lte d~de las .filas republicanas, y;,flaro·es.tá;,taml:Mndesde las otras. Algunos sirrvergüeuzas; algtmos insolentes y algunqssotacintelectuales que son lo uno y lo qtr(},-y que, hasta a!:iora, parlo que fuera, no, se ]1abúu¡. ¡:esuelto a atacarme, han aprove.c;J;1adola atmósfera. e11veqe11ada de,esps años para morderme los ~ancajos. Pero hay más; loshombres.repu,blicanoshan fonseguido que porvez .primera. desp11és,,de,u11 cuarto de, siglo; no tuviera yo perió,dico ¡¡fin en que escribir, Y .esto:nq sigqificaba sólo que. me hµbiec se11q11ita,do la ,yihuela para mi. canción, sino que me planteaba; por aftadi7 durálos problemas más. tangible!;, rnaterjalesy.urgeJ:ltes. ¿lV!e e11tienc:].e.ella, ]Jrador andajuz a quie11 haJ:l déshecho,su hacienc!a,y;el cura dealc:].ea a quie11 ]1an,reqi;aclq.~J:1.\'.qngrua? ., . ·
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Pues con esto. termina mi argumento hominis ad lwminem. Este hombre es el que grita ahora: «¡Viva la República!»
PORQUÉ LO GRITA
Tampod~.
dep~líti
¿Lo hará pormisticismorepubli;ano? En materia ca no admito misticismo, ni siquiera admito. que se sea republicano, como suele decirse, «por principios». Siempre he sostenido que en política no hay eso que se llama principio. Los principios son.cosas para la Geometrfa. En política hay sólo circunstancias históricas, y éstas definen lo .que hay que hacer, Yq sostuve hace tres años, y sostengo h9y con mayorbrio, que la única posibilidad de que España se salve históricamente, se réhaga y triunfe es la República, porque sólo mediante ella pueden los españolesllegar a nacionalizarse, es decir, a sentirse una Nación. Y esto es cosa mftnitamente más importante que las estupideces o desmanes cometidos por unos gober7 nantes durante la anécdota de un par de años. Ya a estas horas, en estas elecc dones, aunque los electores, todavia toi:pes, envian a!Parlamento gentes en buena parte tan indese.ables como las anteriores, han sentido que actuaban sobre el cuei:po nacional, han despertado a la conciencia de que se. trataba c!e su propio destino. Todavia no han votado por y para la nación, sino movidos reactivamente por intereses particulares, de orden material o de orden espiritual, la propiedad o la religión.. -.para el caso da lo mismo, porque am" bos intereses, aunque sean respetables, son particulares, no.son la Nación. Mas por ahi se empieza: es el aprendizaje dela política.que termina descubriendo la Nación como el más auténtico, más concreto y más decisivo interés político, porque es el interés de todos .. : ..Muchas veces, una de ellas en plena Dictadura, he afirmado que la República es el único.Régimen que automáticamente.se corrige a sí mismo, y en consecuenci~, no tolera su propia falsificación. La República, o expresa una realidad nacional; o no puede vivir. La República es; quiérase.o ,no, sin7 ceridadhistórica;y ésa és la suprema fuerza a que puede llegar.un pueblo. .Cuando ést.eha cap.quistado su, propia sinceridad, cuando cobra esa radical conciencia de sí mismo, nada ni nadie se le puede poner ellfre;nte. Las Monarquías, en cambio, f~cilmente se convierten en máscaras que un pueblo se pone a sí mismo, y.no le dejany¡:rse y sentirse y se¡-y a ki mejor bajo .el antifaz remilgado. de una Corte se,van muriendo y p11clriendo, por dentro. Este115e, pues,. quedos los .monárquicos. Tenemos .profundo cierecho -¡qué diablo,. derecho!-, , tenemos ip,excusable .obligación;los españoles de hacer a fondo la experiencia republicana. y esta expe.rien.cia(!?1arga
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como todo lo que posee dimensiones históricas.Tienen que pasar muchas cosas. Lo primero que tenía que'pasarera'que vomitasen las llamadas «iz" quierdas» todas las necedades que tenían en el vientre. Que esto haya acontecido es ya un avance y una ganancia, no es pura pérdida. Ahora pasará que van a practicar la misma operación con las suyas las llamadas «derechas»'. Luego, España, si desde ahora la preparamos, tomará la vía ascendente. ···Como tene1Ilós, pues, la obligación de hacer da gran experiencia, sé-. panlo, estamos resueltos a defender la República. Yo también. Sin desplantes ni áspavientos, que dete5to. Pero conste: yo también. Yo, que apenas si cruzo la pálabra con' esos hombres quehan gobernado estos años; álgunos de los cuales 1Ile parecéntlóya jabalíes/sino rinocerontes. . . · Pero ¿qué'queríais; españoles? ¿Que hubiesen estado áhi esperando; armados de puntá en blanco, hombres maravilfosos para gobernaros? Pero ¿qué habíais he.cho antes para tener esos hombres? ¿Creéis que esas cosas sé regáfan, qtie fográrlas no supone dólares, e;fuerzos, angustias a lós pue: blo~? Si queréis regalos, si queréis ±nantenerós en vliestra concepción de la vida estrecha, interesada, sin altitudy sin afrestos, sin anchura de hori: ionte delante, sin afári de fuertes empresas, sin claridad de cabeza, tenéis que contentaros por los siglos de los siglos con elegir entre don Ma.rcelino · · · Domingo y'el señor Goicoechea.
Los REPUBLICANOS QuE NO ERAN LA REPÚBLICA
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ios hombres que han gobernado estos dos añosyqtie queríáhpara ellos solos la República, no eran en verdad republicanos, no tenían fe en la República. Como no me refiero a nadie en particular, n.o tengo porqué hacer las ex'·cepcíori.es que la justicia nominatün fei:lamaría. Erimincapaces de comprender. c¡uelas trasformaciones Verdaderamente profundas y sustantivas delá ..~ vidaespáñola,las qué pueden hácer de este pueblo caído tui gran pueblo ejem;. plar, son las que el Régimen republicano, cómo talysinmás; produciría a la latga J átitbmátitamenfe. Por'esó necesitábáii cóÍij:Jerentoriédad otras cosas; adeí:násde la República, cosds'livianas, espectaculares, superficiales y deuha polítiea'ridícularhenté arcaica; como la expti!Sión'de los jesuita:s;la descrucifi: 'xiÓn: de las eséuelas y dernás cosas que por muchas raionesy en muchos sen'tidbs -'-'-Cóh'.ste;én rnuchbs sentido~ han quedado yá bajo el'nivel de lo pro~ piamente político. decir, qtie nó son siquiera cuestión.' Otras; que sori rnás aütéri.tlí:as, yque, qtiiétasé o rió, hab'rá que hacer, coino la féforma'agraria, tehiahqtien3.ber sido acofüetidás bajo un signo inverso, sin desplanti'.S reVO" ltitionarios/bájo'elsigno rigorbso' de la más alta seriedad y competencia:
Es
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Se ha visto que esos hombres, al encontrarse ton' el país en sus manos, no tenían la menor idea sobre lo que había que hacer con esepaíS; No habían ·pensado ni siquiera en la Constitución que iban a hai::et, la cual, al fin y al · éilbo, es lo más fácil,' por 'ser lo rnás· abstracto de la política. · ·· · ·
LA OPINIÓN PÚBLICA Y SUS REPRESENTANTES DE AHóRA '
, ·•Ahora bien: exadamehte lo niismó ac'ontéce·a las fuerzas' ahora triun;. fantes, cómo tendremos ócasióri. de ve'r en los meses pró'xiIIlós: ¿Es que er\. serió¡íiieden presentarse. arite los españoles; cómo gentes que saben lo que füiy:quéhacer'con Es¡íaña,'lbsgfupos srtj:Jervivientes delaDictadúra que la han tenido siete años en sus'IIlanós sin dejar rastro de. fecurididiidy menos después de muerto el único de.esos hombres que poseía alina cálida y buen sentido, que' era ~1'ptópio general' Primo de Rivera? Y con rriás vehementé evidencia hay que decir lo propio de los monárquicos. Como todo esto es un poco absurdo, me es forzoso desde ahora repetir lo mismo que desde la iniciación de la República decía yo a sus gobernan~ tes: que erraban si creían que los electores los habían votado a ellos. Tampoco' ahora han votádo alós candidatos triuhfantes:Háb: votadO'stis propios dolores, sus irritaciqri.es, •sus afanes, sus imprecisos deseos, ·pero' no ·afos monárquieos, ni a los clictatoriale:S, ni a fa C. E. D: A., niafanebulosa de los agrarios: Los diputados de «derecha» representán hoy, sin duda, una gran porción de la opin:ión'¡íública, como reptesetítaron todavía niayór volumen de ella los que comenzaron a gobernar enjulio de 193LPero la opinión pública, como las palabras de la sibila, es siempre enigmática,yhay que saber interpretarla.
CONTRA TODAS lAS DEMAGOGIÁ.S '· ',.,.i i
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·,i' JMi grito: iqVivala.Repúblicah; ri.o'va, pues; dirig¡do anin'guna'galería.
Al conl:rario:yolo láhzo'hoy contra todas las galerías,' contra 'todas las masas, contra todas' las derhagogias. Porque la propaganda de «derechas»'ha sido' tan demagógica; tánvergonzosay tan 'envilecedora de las rriasas 'corho at¡úélla contra' la cual pi-o testaba yo en mi discutso de 1.'eón: No basta tener razón, como· la han tenido, en enctespárse contra' lasviol~ncias y la frivolidad de il'n Gobierhci in5en5atoi Es pretiso;además; tener razón ante España, ante e1 decbroriacional, que reclama detod6s nosotros desesperados fuerzas para levantar el nivel: moral de nuestra Vida pública. Al frenesí del
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obrerismo va a suceder la exa~erb~ción del señoritismo, la plaga más vieja .. . . . . · . . . . •• . y exclusiva de España. . Pero, repito, nada de esto que ha pasado y pasa.es tiempo perdido e inútil desastre. Todo eso será necesario para que. un número suficiente de espa; ñoles llegue al convencimiento de que es preciso empezar desde el principio, y; reuniéndose e11 gr11po apretado como un puño, iniciar una política absolutamente limpia y sin anacronismos. .. . . . La política de halago a las masas, a cualquier masa, está termin.ando en el mundo. El fascismo y el nacionalsocialismo son su última manifestaciém, y a la par, eltránsito ¡¡otro estil() de organización popular, Hay que ir más allá de ellos y evitar a t\Jdo trance su imitación.- Un pueblo que imita, que es incapaz de inventar su.destino, es, un pueblo vil ELrnimetisIIlode rancias políticas fr~l"lc~as ha sido la gran .viltd de las «izquierdas».Un pueblo que imita está qg11gemtdo a perpetuo anacronismo.Tiene que esperar a que los otros ensa; y¡:n sus inventos, y cuando .él quiere copiarlos1ya ha pas,ado la hora de.ellos,
de que en medlo de una Europa claudicante fuese efpueJ:ilb español el primero en afirmar radicalmente el imperio de la moral en la política frente a ·todo utilitarisnio y frente a todo maquiavelismo? ¿No sería ésa la empresa · que para el pueblo español-el gran decaído y gran desmoralizado- estaba a la pos,tre guardada? ¿De qué otra cosa podría renacer una raza pobre y de larga, larga experiencia, un pueblo viejo, y que cuando ha sido de verdad lo que ha sido, ha sido, sobre todo, digno? Hablando enserio, y en última lealtad, ¿qué otra cosa puede hacer el español si quiere de verdad hacer algo sino ser de verdad «honrado e hidalgo»? Eso, por lo pronto. Luego podría ser todo lo demás.
El Sol, 3 de diciembre de 1933
LA AFIRMACIÓN DE LA MORAL Y DE LA NAOÓN
· Cada pueblo rena~e hoy de afirmar lo que más falta le hacía; por eso tiene que descender, en profu11do .buceo de sinceridad, a\ sótano desusan; gustias,de sus lacrasy de sus defectos, y luego emerger de nuevo en un ansia gigantesca de .corrección y perfeccionamiento. En Españ~ .no ofrece duda qué es lo que más falta' moral.. Es un pueblo d¡:smoralizado en los. dos sene tidos de la palabra -el ético y el vital. Sólo puede renacer de una política que comie11ce por ser u11a. monil, una moral exasperada, exigentísima, que reclame al hombre entero y lo sature, que arroje de él cuanto en él hay.de ·encanallamiento, de.vileza, de chabacanería, de chiste e incapacidad para las nobles empresas ... Porque es bien claro-basta mirar sobrelas fronteras- que,t¡¡rnpoco puede hoy la política fundarse en los intereses. Tendrá que contar con ellos, pero no fundarse en el.105. Esa.política que hostiga y sirye a los intereses de grupos, de clases, de comarP?, es precisamente fo que ha fracasado en;el munc:\q._ U.no tras otro_, los intereses parciales-.-.el.capitalista, el obrerista, el,r~ülitarista, el federalista~ al apoden\rse del Estado.I;i.¡¡na]Jusado de él, y abuso con abuso han acabado por rÍeutra\izarse, dejando.d campo franco a la afirmación;de los valores morales .en: tomo a la ·idea .de Nación .. _ ¿.<;erá11 los jóvenes.españoles, no sólo lqs dedicados .a profesiones líber rales,.sinoJos jóvenes empleados, los jóvenes o)J:reros despiertos, capaces de sentir la.s enormes posibilidades que llevaría en sí condensadas el hecho
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EN NOMBRE DE LA NACIÓN, CLARIDAD ., '
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EL AMOR AL SINO
Mi artículo anterior se proponía, por lo proµto, una cosa: refrescar en las cabezas de los españoles la visión de la realidad nacional que es la República. Las disputas, combates y deseos particulares sobre si debe ser de este modo o debe ser del otro, e inclusive sobre si no debe ser, han anublado inconcebiblemente' las retinas para la sencilla percepción de que la República, quiérase o no se quiera, es la realidad histórica en que ahora se está, que ahora es el pueblo español. Y, naturalmente, no me refiero al hecho de que hoy la forma de gobierno oficial sea la República. Me refiero a aquella realidad efectiva de la vida española actual que está por debajo de toda oficialidad, más allá y enfrente de nuestros deseos, preferencias, disputas e ideas sobre lo que debe ser o no debe ser. Yo no pido a nadie -entre otras cosas, porque sería ilusorio- que abandone sus «ideas» ni sus «preferencias». Pero, como español, reclamo de él que, sin abandonar sus ideas, salga un rato fuera de ellas para mirar de hito, en hito el proceso efectivo de estos últimos años, y; sobre todo, de aquellos meses-resumen de un largo pretérito-- que terminaron en el advenimiento de la República. Pocas veces se habrá producido en la historia un hecho' más claro, más trasparente. Se ve hasta el fondo de él, como en un arroyo serrano. La República surgió con la sencillez, plenitud e indeliberación con que se producen los fenómenos biológicos, con que en mayo brotan las hojas por las ramas del olmo y engorda la espiga sobre la caña. La iogenuidad de estas imágenes geórgicas no es inoportuna, porque un pueblo tan campesioo como el español suele moverse en la historia dirigido por un instinto vegetal. No hubo ni siquiera propaganda -entre otras cosas, porque fue mac terialmente impedida por los Gobiernos. La República, en efecto, no fue
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«traída» por nadie" sioo que sobrevino espontáneamente en los españoles, en todos los españoles, inclusive en los monárquicos. Esto,último es lo más . característico de un cambio histórico completamente siocero y engendrado , por su propia madurez: que,colaboran'en él ioclusive los enemigos, Colaboraron que?áí:\dose quietos, paralizados por el convencimiento de que hac bían perdido toda la razón, que la Monarquía no podía ya justificarse ante el tribunal de nuestra historia. Todos los españoles venían sintiendo que el porvenir podría ser todo loproblemático y azaroso que es siempre el porvenir, pero que, pasase lo que pasase, una cosa era clara: que la Monarquía estaba exh~usta,como fuerza directora de la nación; que mediante ella no se podía salir a porv~nir alguno; que,,con ilusi<)n o sin ilusión, el pueblo español no tenía más remedio que constituirse eI1 otra forma más siocera e intentar vivir y hacerse y lograrse ateniéndose a sí mismo, sio, tutelas ni antifa~es, desnudo ante, la iotempe¡ie del.destino. Ésta fue y ésta es, más allá de toda anéc, dota, la realidad dela Repliblica en España. Porqµe la Repúblicaen España, conste; no significa el triunfo ,de una «teoría.repµblicamt», sino ,h\ simple realidad de España puesta al,desnudo. La República española no es una República de i, su imaginario Régimen en el destino de un país,. así como de con~ trabando, produciendo una ioterferencia o detención en el desarrollo autéff tico de ese destino. Haber dado la falsa impresión de esto ha sido el mayor crimen de los Gobiernos últimos. Recuérdese que la República ha triunfado en España cuando en España había dejado de haber «republicanos» -sea dicho sio molestia alguna para los dos únicos residuos y supervivencias del «repu):ilicanism0>> que eran el partido radical y el partido federal. Casi to.dos los hombres representativos del nuevo Régimen se habían declarado republicanos muy poco antes, rigiendo ya la Dictadura. Esto demuestra, con insólito. reboso de evidencia, que la República en España no es el triunfo ocasional.de una política sostenida por unos señores que se llamaron y se llaman republicanos, sioo el resultado ineludible de un profundo pasado; en suma, el destino con que los españoles, todos los españoles, se han.encontrado. Y el destino es todo lo contrario de lo que los hombres ponen de sí con sus «ideas», preferencias y deseos; es la realidad inexorable que es.tá ahí, que nos lleva y envuelve, que·no hacemos nos0 tros, sioo que, dándonos cuentaono;lasomos. . , . , .· . . · Por eso serán .contra ella tan vaoos los actos como l~s palabras. La reae lidad 110 se escamotea,,no se ahuyenta c.on fr'jses'ni conjuros, no se exorciza. Viene a nosotros magníficamente imperativa. Y yo quisiera que, por lo
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menos, t~dos los jóvenes de España, liberándose de todo confusionismo, vie5en bien claro ese destino para que hagan lo único que los hombres de verdad pueden y deben hacer con el destinó; t¡ue §aceptarlo; y aceptándolo,1dóminarlo, hacerlo suyo e Estb es lo que lbs antiguos llamaban dmorfatf, el'arríór al sino, elentusiásmo por la tarea. que nos e5 impuesta precisamente pórquenos es impuesta yno es un capricho nuestro. La Repúbvca esel · destino que hoy se abre ante los españoles para hacer o rehacer u:ia nadóh =destino tal vez· bronco y difü:il;·pero; a fuer de destino, elúnito. . Cuaddohe dlcho t¡uenÓ la: ha
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¿CONTRAUNA POLÍTICA o CONTRA UN RÉGIMEN?
•1En cambio, no es nada' clara, antes bien, oscura y peligrosa, la situación en que Ja actitud de fas llamadas «derecha:s» coloca ala vida,públicaesp~ñbla. , ; ' Se habla de su trillrifo. A primera vista, esta expresión no hace sino entiriciar un hecho notorio. Yó creo, siri embargo, que cuando se quierepre'cisár su senticló rtos encén'i:tr'ámos con una C:1lestión sobremanera confusa y grave. Comprenderán que naaá hay más lejos de mi ánimo que el más leve iritento de podarles la frondosidad de, su victoria. Pero yo vivo en permarienteservicio de minación: De ordinario procuro hacerlo con elfuenor ruido posibley eludiendo hasta el extremointervenit en cuanto no me·concierne. Mas todo grave asunto nacional me concierne de modo intrasferi'bléc No está; pries; 'en fui-albedrío 'callar ahora: No tengo más remedio que aclararme' a mí mismo y'luego a mis compatriotas ló que1 puede significar ese 1triunfo de las «derechas»!
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¿Qué quiere decir éste? Hay que responder siri subterfugios; evasivas hi equívocos:¿ Han triunfado contra una política o contra un Régimen? La · difereneia ·es esencial. La c'ónfosión de ambas cosas, inmoral mal preñada ·de enormes daños. Porque un Régimen no es una política ni un gbbiernó: es una serie i]lclefin,ida de políticas y de gobiernos. Y ya hemos visto que esta República, menos que ningún otro Régimen, ha sido «traída» por Ja política de unos políticos. Creer lo contrario es hacerse ilusiones, estorbar Higénesis de la nación y correr el riesgo de topar malamente, de bruces, con la ásperárealidad, ¿Qué só~;pues, las <driunfantes? ¿CJtra política u otro " Régimen?; ' ' , , · · ,, , " 1 • . ' .'El hecho de que a estas hora:s sea todavía necesarib preguntarlo, revela un vicio muy fa dical en Ja propaganda que han' hecho~ Se han dirigido al país sinclaridad en Jo más e5encial, ha:sta el punto de oca:sionar el hecho sin ejemplo de haberse producido·incuestibnablemente un tri1lrifo y' que a estas hora:s no se sept1ca quién corre5ponde. Sésábe la victoria y seignora el'triünfador. Repito una vez más: ¿Quién ha vencido? ¿Una política?•¿Un Régimen? Para cOhho, ni aun suponiendo esto último, se adára la duda. Porque, ¿qué Régimen habria triunfado admitiendo que no sea la República? ¿La Monarquía? ¡Perdón!·-··-¿ Cuál? Porque en el vientre caótico de esas «derechas» van dos, Véase cÓmó tie11e una significación sobremanera problemática esa: expresión quepateceta'n, sencilla: tri11rtfo·de las «derechas»'. Í'trandello'diria que es un triunfo en busca de triunfador. ' Se dirá'que las «derechas» no son más que una coalición ele propaganda electoral impuesta por Ja necesidad de luchar contra el marxismo. Pero esto no basta, ni siquiera; como excusa hacia el pasado, y envuelve propia acusación contra el presente y el porvenir'. Las coaliciones electorales que no implican una política positiva bajo cuyo emblema los coligados puedan gobernar juntos es: .. pura demagogia. Yo aplaudo-·otra cosa me parecería robara alguien lo que es suyo-1el coraje y Ja constancia con que hah'conibatido en una atmósfera difícil y hasta peligrosa. Pero desde elpunto•de vista de la cbnstructión nacional han faltado al deber de afin'nar una política, contentándose con negar, Con ser antimarxistas. Bien: ya sabemoslo que anti"son; ahora es de toda urgencia que'elpa1s sepa quién son. .: 1 ,,, ,¡ • '· ''Prolongarla situación fodecisapuede ser ultragravepafa·el inmediato porvenir. 'Porque es evidente t¡ue en la duda de si el conjunto amorfo de las «derechas» representa 'el combate en pro de una política o Ja subversión con.tra un Régimen, todos los quecreembs C[ue este Régimen, la República, no es im azar, ni una trastada, ni una: manía, ni una «doctrina»;'sino lisa y llanamente el destino en q11e España está, tendremos que 'comportarnos
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aceptando el término más. grave del dilema y enfrontamos con las «derechas» no como.se lucha contra otra polí.tica, sino como se pelea contra otro Régimen.Sobre su equívorn e indecisión gravitará la responsabilidad de la mala inteligencia y de sus estragos. ·
las nuevas genera<;iones de oficiales sienten asco ético hacia aquel militar con «ideas políticas» que durante un siglo ha balcanizado a España.
EL INGRESO DE LAS DERECHAS EN LA REPÚBLICA EL PUNTO DE ARQUÍMEDES
Vamos camino de la nación, Y he aquí que una vez más, cuando íbamos a dar la arremetida salvadora, surge otra .cuestión pi;evia: el equívo~Q sobre el Régimen suscitado·p~r unas elecciones en que se ha destacado una dem~go~ gia de «derecha>f atenta en su prograJ:na a aprovechar los interes_es heridos, per.o no a daruii ejemplo de conciencia verdader:amente nacionaLVuelve a detene:rse-;:-:y al;i,er¡¡ es_pqrculpac!e_()tr{)?--c-'el curso del sino español.: · Porque es inútil querer esfumar.Ja agudqadelmal. Los próximos meses pueden ser de.extremado riesgo. ¿Vana se¡: taip.bién perdidos totalmen,. te para la seria reconstrucción de.España? _ · . , -Todo depende de una condición .. Si.esa condición se cumple, todo lo d~más que pase, sea.lo que sea, podrá en definitiyaresultar fértil y significar un paso adelante.en la instauración de unaEspañ¡¡ mejor. La condición es ésta: que el Ejército y las fuerzas de seguridad pública cumplan rigorosamente•con su deber profesional, y pase lo que pase, sirvan impert.érritas.de sostén a la ley. Ése es .el supuesto de todo, y si España no ha comenzado antes a robustecersey ascender, fue, en última instancia, porque esos órganos del Estado, que son el aparato óseo y c;omo la .columna vertebral de una nación; no ofrecían garantías de absolutaimpasibilidad política. Nada ha contribuido a desinoralizarla existencia pJiblic¡¡ de nuestro país como .esa perpetua esperanza 0 perpetuo temor, que, con más p menos.fundamento.• tenían los españoles, de-que se pudiese «contar». con el Ejército. Un Ejército con que se puede «contar». no: es uh ejército, y una nación a quien le acontece tenerlo, no.es una nación posible. Un pueblo necesita que en medio, de_ sus vacilaciones.e impulsividades, rencillas y bandazos, exista un núcleo inconmovible; impa,sible representante de, la continuidad sagrad¡¡· de la vida nacional. Por: eso decía que son Ejército y fuerz¡¡s de Orden público el aparato ó~eo que mantiene. en pie la nación, cualesquiera que sean.las carnes y los nervios que en tomo a él sevaya haciendo,, Sin ese aparato óseo, una nación es una babosa". • Esta profunda moral profesional de lo.s Institutos arm¡¡dos tiene que ser el punto de Arqtiímedes sobre el que se apoye la remoralizaciónde. tod¡¡ la vida española.Yo estoy seguro-porque ell<:i va conlos.tiempos--,.--,-qué
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Cada hora que pase sin que precisen su actitud respecto al Régimen los grupos de,1; hasta ahora indecisos, intensifica el mal. Porque es evidente que .cada una de esas horas. obligará más a que los .republicanos se apresten enérgicamente a la defensa de la República; Sobre,esto conviene que no baya du.da. , De,aquí que.sea tan copiosa la responsabilidad adscrita principalme:nte al mayor l\dalid.detodas esas huestes, al señor Gil Robles, joven atle.ta victorioso, cuyajniciación parlamentaria presencié.cqJ:npla¡::ido desde elJuc gar de tormento que era mi-escañQ. Nadie, supongo,le regateará el.reconocimiento. de que ha combatido como un bravo y se ha.ganado el buen éxito con sus puños. Esto no es, conste, permitirme apreciación alguna, ni positiva ni negativa, sobre las verosjrnilitudes de su porvenir político. No es hora para hablar, de ello . .Sólo me es forzoso censurar una vez más que haya caído en demagogia. Porque presumo que no considerará demagógico sólo hostigar a las masas de obreros, cuando ha sido tan evidente que era posible una demagogia de las beatas. ,.Tiene.en:tomo suyo algunos consejeros perspicaces. Éstos no han.podido dejar de ver ellos ni suponer quelos demásno lo hemos visto, este.hecho sobremanera importante: que por todas las circunstancias han dado estas elecciones el aforo máximo posible de las fuerzas «derechistas». Se ha raído hasta el fondo del arca. Ya nohaymás .. Se ha sacado de la cama a los enfermos. Se ha extrafdo de las buhardillas a las ancianas de clases pasivas. Se ha conducido hasta las urnas a las monjas vistiéndolas con falda corta y melena alviento. No censuro nada de esto; ni siquiera lo último, que es más discutible.Quiero sólo hacer constar que ya no hay más. Y esto es decisivo para poner mesura y continencia en las ilusiones futuras de las «derechas». Se trata de una advertencia leal que no pretende estirarse hasta la impertinencia de un consejo. Por otra parte, no se puede olvidar que detrás del señor Gil Robles está la figura de la Iglesia. Y en esta hora de nuestro camino nacional-camino de ventura o camino de amargura, pero nuestro- no puede haber equívocos en la actitud de un poder como el romano; poder, sin duda, muy elevado, mas también poder extranacional. Tiene un cierto derecho a decir esto quien hizo cuanto pudo, aun cuando pudo muy poco, en la hora más difícil para que la Iglesia quedase exactamente en el lugar debido.
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EL DÉRECHO A LA DEFENSA DE LA REPÚBLICA
En nombre de la nación, pedimos, pues, claridad. El Régimen es el suelo en que estamos y en que las «derechas» han podido conseguii su triunfo. Ese suelo tiene que ser tierra firmé: Sobre él neis urge comenzar la ótra faena, la de hacer una nueva alma a nuestro pueblo en que rebrote lo mejor. de su alma etema:•N ci ádmitimósen nn ásúnto tillartiillañas ni nieblas. Hay que dar diafanidad rnoralalaire público de·España'pata que puedanrespi~ rarlo sús 'hombres: Tuérzase el cúellci a la: as'tuda. En el escudo ·castizo está el león, pero nó vulpeja>·· Sobre todó, sería inútil. Nadie, con sentido, puede discutir el derecho delostepublicanos a defehder hasta lo últiillo'el Régimen. Mientras éste se halle en cuestión no.puede quedarvíafrancaiu'napolíti.C:a'normál. No es lídito a: los republicanos abandonar un solo puesto estratégico. · No se comparda sitúáción ton lá de la M-0narquía porque es garia' de perder otravez la•razón. Algúnos monárquico's •han censutado a dori Alfan~ so XIII porque entregó el Régiillenque'r'eptesentaba: Tal decir me parece•es~ túpido y pura fraseología de getites' ih'es¡:fórtsa:bles. Don Alfonso cumplió con su deber. Pudo perfectamente sadár el: Ejército español ti calle páta cbmbatiralpueblo·español, y es muy póSible que hubiera logradovertcér militarmente a éste. ·Pero esa víctorian.o•eraúnasolución; Don.'Alfonso se encontró con que la Monarquía, por unas u otras causas, había agotado to" das sus reservas y no podía ofrecer a los españoles una solución: Mejor dicho, que sólo podíá ofteterlesurni: retirarse. Era el último deber rtadbnal que podía cumplir un Régimen añejo que se ha gastado contra las esquihas de la historia. Pero un-Régimen naciente no s~ puede entregar, no tiene derecho a . rendfrse.Sobre todo, un Régimen que nb ha' sido «traído» por nadie, nadie tiene derecho•a entregarlo, ' · ....... Amoi:fatil ¡España, por una ve.z; agárrate bien a tu sino!
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El Sol, 9 de diciembre de 1933 !) . . '
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SOBRE LAS CARRERAS
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¿Han pensado ustedes bienen lo que es una ca~era y en lo que ~ seI
guirla?. Siempre que apretamos una palabra del Diccionario para prf'.cisar su sentido, descubrimos que es equívoca. Así, carrera significa primariamente correr desde un sitio hasta otro siguiendo una trayectoria. Luego se, contrae un poco el sentido. para referirse más. especialmente a las carreras del estadio donde se concursa en vista de ganar premios. Más tarde viene.ya la trasposición o metáfora y carrera se hace símbolo de la vida. Así en Cicerón: Exigmun nobis vitae mnimlum natura cirmmsaipsiL · · La yida esrepresentada como. una carrera por un estadio -como. un esfuerzo cl,esde un prlu;ier momento.hasta un último momento, a lo largo de una trayectoria determinada- es decir, de una cad~na de. haceres .. Sin.remedio, la vida no es un estar ahí ya, un yacer, sino· un recorrer cierto camino; por tanto, algo que hay que hacer-es la línea tptal del hacer de un hombre. Y como nadie nos da decidida esa línea que hemos de seguir, sino que cada cual la. decide por sí, quiera o no, se encuentra el hombre siempre, pero sobre todo. al comienzo pleno de su existencia, al salir de su adolescencia, con que tiene que resolver entre innumerables caminos posibles la . .carrera de su vida. Entre los pocos papeles que dejó Descartes a su muerte hay uno, escri~ to hacü1 los veinte años, que dice: Quod vitae sectabor iter? Es una cita de unos versos de Ausonio en que éste traduce otros pitagóricos bajo el título .Ex Grneco Pythago1imm de ambiguitate eligendae vitae. Hay en el hombre, por lo visto, la ineludible impresión de que su yida, por tant(), su ser, es.algo que no.s'ól.o puede, sh1() que tiene que ser elegido. La cosa es estupefaciente: porque. eso quiere decir que a diferencia de todos los demás entes del universo, los cuales tienen un ser que les es dado ya 1
PriineraS lecciones de_un curso univer~tario. 0 /
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prefijadÓ y que por eso existen, a saber, porque son ya, desde luego, lo que son, el hombre es el único y casi inconcebible ente que existe sin tener un ser prefijado, que no es desde luego y ya lo que e.5, sino que, por fuerza, ne· cesita elegirse él su propio ser. No entremos en Ja cuestión que va a ocupamos a fondo durante el curso. Nos basta con reconocer que en Ja práctica efectiva de nuestra vida las· cosas se nos presentan así, antes de que teoricemos, antes de que nos formemos una opinión sobre nuestra vida y sobre todo Jo demás. Ese ser que el hombre se ve obligado a elegirse es la carrera de su existencia. ¿Cómo la elegirá? Evidentemente porque se representará en su fantasía muchos tipos de vida posibles y al tenerlos delante notará que alguno o algúnos'de ellos le'atráén rnás, tiran dé él, le reclaman o llarnan.·Esfa llamada hada un cierto tipo de vida o, lo que es igual,•deuncierto•tipo de vida hác:ia nosotros, ésiá•voz o grito imperativo que-asciende de nuestro más íni. tirnó fondo es Ta'vocación. , .., •Pero esto quíére decir que nuestra vida es, por Jo pronto, una fantasíá', uná obfa de iiná¡(inaeión. Y, en efettcí; en todo instante tenemos que imagi'n:ar, que construir mediante la fantasía lb que varnos a hacer en el inmedia~ to. Sin esa intervención del poder poético, es decir, fantástico, hornbre·~ imposible. Como ustedes ven; seguirnos'cayéndo en sospechas estupefacientes, Ésta, casi, casi nos forzaría a afirmar que Ja Vida hurnanil' es un•gé'nero literario, puestcí que es; primero y ante todo, faénapciétié:a, defantásíáº. En rigor, es así; sólo' qüe conviene precisar de dónde vienen a•nuestrá fantasía esas vidas imaginarias entre las cuales necesitamos elegir.·· . Siempre que el hombre siente una necesidad lo primero que hace es buscar'ensu'derredor, ene] Contorno en que él está en el mundo;' en: suma; én eso que llamamos «ahM, algo que pueda satisfacerla, Esto es rnuy iniL portafüe;•aunqué'ahora·novamos a desentrañarlo: revela que elmovimien'to más espontáneo o primero del hombre ante una necesidad es creer, niás o menos, Coníuiaü otra tórtfiallia; que lo que necesita-·-esto es, lo que puede satiSfacer su necesidad~ está ya ahíafa mano,)' que; por ta11to,nó tiene qlie haterselo. Sólo c'mmdo no lb •entlientra ahí-'-· en el murtdo'o circunstari'cia-se resuelve a hacerlo.Ahora bien, ese movimiento prirnéro !lo se daría én el hornbre si ésteüo'adViftlese·qn:e; en efecto\ tiene entÓdo instante necesidade5, pero que, a Ja,vez¡'tie!le tarnbiénya, desde luego y sin hacérselas el! rniichas ccísas'. Por tahtcí, que elhombre'hace sihtiéhdose híenesterosó di! muchas cosas peto, a Ja vez, sihtiéndcísé heredero y propietario de no pocas. El que tuviese la impresión de que no poseía absolutamente ningmia cosa para poder vivir, sino que en absoluto tenía que•hacérselo él todo -por
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ejemplo, hasta un¡¡ tierra donde sus pies pudiesen apoyarse y un aire que sus pulmones pudiese.u respirar-.·- no llegaría a vivir: en el mismo instante . . . de sentirse en la· vida se moriría de terror, d,e aniquilación; ,, Pues bien, ante la necesidad de elegir l\Ila vida, el hombre busca,ensu contom.o ¡;iara ver si ahí está ya lo que puede ser su vida-esto.es, mira las de los otros hombres, las de los que ya están ahí; las. de lqs b,ombres. pasae dos. Y entonces encuentra que, en efecto, él es heredero de muchas líneas o trayectorias de existencia que los hombres pasados o simplemente mayores que élya.han cumplido o hecho. Éstas son.las que,.po~ lo pronto, reprpduce en su fantasía; como ;ven ustedes, con una fantasía que ;µo es creadora, sino reproductiva.Y sin nec.esidad de recurrir al pasadq, encuentra que el contorno .social donde él se halla está constituido por.una urdimbre. de vic das típicas: encuentra, en efecto, médicos, ingenieros,,catedr~ticos,.fisicos, filó~ofos; labradores, industriales, comerciantes, militares, abogados, albañiles; zapateros¡ maestras, actrices, cupletiStas, ·monjas, costureras., señoras de su casa, damas.de sociedad, etcétera, etcétera, ~()r lo pronto, no ;ve Javi7 da individual que es cada médico, o cada señora.de su casa, sino que ve la ¡¡rquitectura genérica.y esquem~tica de esa, vida. Unas de otras. se diferencian pqr el predoffiip.io de unadáse o tipo de haceres ::T"el.hacer del.h~IIlbre de ciencia p el hacer del militar. Pues. bien, esas trayectorias esquemáticas cie yidason las «.c.arreras» o carriles de .existencia que ezjst~ ya n()t()rios, defic nidos, regulados en 1~ sociedad.. El individuo no tiene que hac~r nµ;-gún gran esfuerzq para representárselasyver h.acia cuál se siente llamado por una voz interior y alojarse en ella; esto es, decidir que su vida va a servida de médico o de .catedr.ático o de diplomático o de albañil o de mujer de su casa o de.dama elegante,_ o de castañera de la esquina. P.ero noten ustedes quela carrera de la vida, la vida, que hay que elegir, es la de cad¡¡ cual; por tanto, una.línea o perfil indiyidualísimo de existencia. Mas éste es .el nuevo cambio de sentido que ha sufrido y que hoy tie11eJa palabra «<:arrera». Ha perdido el sentido individual que tenía enl,i frase de Cicerón para contraerse a significar los esquemas de ;vida, vid¡¡s·típicas¡ esto es, genéricas, abstractas que el individuo encuentra preestableaicias en la sociedad. Son, pues, las <t. Pero, .claro está,, que el. «oficio», es también.un esquema social de vida •. ¿P,or qué, sin embargo,el.idiqma ha separado la denominación ep.'uno.y otro caso? Hay tras esta duplicidad de nombres, en.apariencia, tan mans¡¡, alg.o
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tremendo que desde hace seseritá año's muevey dramatiza la historia: Se llac rná'<ícatrefas» a los esquemas scídales de la vida en qué predomina el hacer espiritual-intelecto, Científicos; 'voluntad, políticos, hombres de' acción; imágihación, poetas, novelistas,idramaturgos-'y «ofii:ios;>'a aquéllos en qué predomina el hacer de la m~nó\la mano de obra.La división, por ló vise tb, más radical qué la sociedad hace entre ló~ destihos típicos soeíales del hombre, és éSta ~ntré hombres de espíritu y hombres de la rnáno. Desde . hace sesenta años se batalla cruentamente sobre el área del planeta acerca de si esta división/que es un hecho, es; además; algá tbletable, sí esjustb o no; ~iaun siéndo'injtisfü;es irremediable: Ye! purí.toniás hondo y l?;if!.'ve de la cuéstió'rfrio es el que suele mover 'a las gentes -"-la diferente situación éfcfrlóifüb-á' qué' 5uele\\.tll~vat con5igo..cL; sino ·este' otro que v()y a enunciar, pero nó a désarróllar: ¿es ei hombre por vocación albañil.cornó.és por yocái:ióh' industrial, poeta o médico.? .Si los albafiiles y peo'nés de ínfüa'u óbreros'défábrica'lo' fuesenpóí>vocaciónsiquiera con la free cuencia éón que' hay rnédicós ·e industriales por voé:ación\''¿Jncontrarián aquéllos tah' insóportable 'la' exigüidad de sl'ís ganancias?. ¿Es qué la ganariciade'muchós'hornbre5 de ciencia no es aptoxirnadárnente tan: exiguá,'y eh tódodso'por é:ompletcí desp'roporeícínádaa lain,tensidad y constancia de su ésfUerzo? O, vicévérsa, ¿es la gánaiicia del obrero tan exigt\a que no deja hblgurapafa que su Ofició, es decir, lo que tiene que hacer""'Su trabájO-, se le pueda présentár cornoyócacion? y comolo'que el hombre ~s por vocación lo'es por Sífuisn:lo, por SU tnáS íntima y eSpCÍntáneá 'determinación,) ténfileL mcís que las preguntas' anteriores se cóndensan ysubliiilari en éstá: ¿Ser albañil és serhómbre, como lo es ser poetá o ser político o ser filósofo? ''' Pero hecha esta advertencia de que para el asuntó' presente no hay distiiltión entre'«cárreras»y <f'.JM¡Ígifil cómparamoscualquiera sociedad primitiva con1a nuestra; pronto adv~rÍ:irncís•üna ley histórica se~n lá cual la' sociedad en' su evolüc ción erigendra una'diferertciación1progresiva de las carrerás: En lb~pueblos salvajes el hombre. tiene que elegir en un répertoribmuyreducido: pastor, guhtetcí, 1mago;. herrero,,vate; 1Alg\ihos'pien5an que las.castas de la lildia no fui!rori priml.tivaínertte•sino ·i
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condimento, el traje, con quién se puede.casar y con quién no, cómo ha de saludar al encontrar a otro hombre de cítra'casta, etcétera. Frente a ese escaso número de carreras o profesiones que hay en la so, ciedad primitiva; la actl1al presenta al individuo una gran cantidad de ellas. Los hacer~ se han diferenciado al complicarse y se han especializado. En los pueblos salvajes' el sacerdote es a la vez ingeniero, porque la téénicá misma, como hacer, no se ha separado de la magia y del rito sacro. Para queuna'cac noa navegue bien no es menester sólo que el que la hace sea un buen carpintero de ribera; sino que además ha de saber pronunciar ciertos conjuros y fórmulas de religioso ritual. De aquí los «pontífices» en Roma: Hoy; en cambio,'elsacerdóte no tiene nada que ver con elingehiero y aun la ingenieria se ha radiado en muchas carreras diferentes, i Esto plantea un problema de interés: la vida~ una trayectoria individual que el hombre tiene que elegir para ser. Mas las carreras son trayectoc rías genéricas y esquemáticas: cuando· se elige una por vocación, ·el individuo advierte muy bien que, no obstante, esa' trayectoriá no coincide con la línea exacta de vida que seria, en rigor, su precisa, individual vocación. Quiere, sill duda, ser médico, pero de un modo especial en que van insertos muchos otros haceres vitales que no son la medicina y su práctica; Esto nos permite perfeccionar la idea anteri~rmente dada de vocacióri. En rigor, es una abstracción dedr que se tiene vocación para una carrera. Lá vocación esbii:fa del hombre es ".Óéación pata uná vida concí'etísima, 'hidividüalísilna e integra!, no para el esqllema social que so1tlas carreras; las '.cuales, entre c:itras'cosas, dejan fuefa muchos órdenes de la Vida sin predetei:rnínarlos; Por ejemplo, el ser médico no implica si se va el hombre a casar ono. La carrera, pues, no coincide nunca exactamente con lo que tiene que ser nuestra vida: intluye cosas que no no:S interesan y deja fuera muchas que noidmpórtai:CAl alojar en'ella nuestra vida'ncítainos que su molde estandardizado nos obliga tal vez a amputar algo de lo que debía ser nuestra vida; es decir; rios impone sih más y a p1io1i una dosis ddracascí vital. Al'crec cer la diferenciación de lás carreras aumentán;por u'n lado; las pr()babi!ldá~ dés de«:oincidencia entre el individuo y el molde scícialde'su 'vida, es décir, su profesi6ri; tendrá que cargar con menos haceres que rio le interesari; En España'hoy el que siente vocación por las ciendas exactas 'no necesita otuc parsé i:on las 1cienciasffsicas hilas qufrhlcas ni las na rurales. En Otro tiempo hubiera tenido que cargar su vida" coh'toda esa obra muerta, muerta pára él , 1i porque no era su vida vocacional. Pero, en cambio, trae esto con5igo una tragedia:ih'versa pata él hoinc brei'Al Circunscribirse cada vez más al hacer profesional; es evidente que la cartera asume mencís lados•de nuestra vida; esto es-; deja fuera de su'carril
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más dimensiones del hacer que integra la vida entera de un hombre. Y esto significa, que cada vez queda el hombre.menos absorto y tomado y orientado e informado por su carrera. Y corno fue elegida .como trayectoria principal dela vida, corno norma y.perfil de vida, la carrera llena cada vez menos esta misión, dejando imprecisas las cuatro quintas partes de nuestro vivir. Es.la. tragedia del especialisrno. De aquí,c¡11e ª11!1.Si!l.salir del orden intelecc tual, el hombre de hoy que sabe mejor que nunca lo que tiene que hacer, . esto es, que opinar en los asuntos . de su carrera, por ser ésta, tan especial, se encuentra con que sabe menos que nunca lo que tiene que opinar y.hacer en todo 10 demás del universo y de su existencia. •Ello es que, sin.disputa:haciendo el.balance,resulta que la rnultiplic cación de las carreras.ha hecho que el hombre se sienta cada vez menos sac tisfecho y llenado por ellas y; consecuentemente, sienta menos apego a su pr 0,(e5~éJ.Il, se sienta 1Ileno,s ligado a ella. Lo cual nos lleva a preguntamos: entonces, ¿por qué las siguenlos hombres?, ¿porqué han hecho que se ese pecialicen y diferencien.tanto? Esto nos hace caer en la cuenta de que no hemos aún adve.rtido lo más importante en esa realidad que son las carreras.· , Recuerden ustedes: aparecen éstas cuando el individuo tiene que elec gir su vida. Quod vitae sectabor iter? Esta necesidad le hace buscar la pauta para su vida en el contorno social. Ve allí, en efecto,, otros hombres viviendo vidas diversas que se agrupan.en tipos: médicos, catedráticos, industriales, etcétera. Dicho así, parece corno si cada uno de estos hombres hubiese fraguado libérrimarnente su tipo de vida. Pero no hay tal: a cada uno de ésos le aconteció lo mismo: halló ante sí ya médicos, industriales, etcétera. Pero al" go más halla.ron ellos y el de a.hora, en su contorno social: además de los catedráticos de. carne y hueso que están viviendo ese tipo de vida., hallaron puestos vacíos de catedi-áticos y de industriales, et.cétera ..,..,,y; s 0 bre tod0 , hallaron,quesi esos hombres desaparecíag, @s vif!\l.s C[1l\!diil:Jan<:o!Il_o alyéolos huecos que )asociedad mantiene por su cuenta, porque ella, la sociedad, no los individuos que las ocupan, ha menester.de esas. vidas. La sociedad necesita en cada .mo1IleI1to,un cierto número de servicios-;c;-servidos c¡¡da U!lO por U!lcierto número ,de hombres: I1ecesita tantos rn~dicos, ,tantos catedráticos, etcétera. Pues bien, esto son propiarnente.las.carreras,-·-,nece~ic!ades sociales. Por.eso, están ahí siempre llenas de hombres() v:acías f!Spe,ro!nd()T los .. Por eso,la evolución delas carreras no obedece sólo a la. necesidad de los individuos, sino.también a la social y por eso, a.veces,Ueva esa evolución a est:aclio.s en qu\! a"rnl:J.as necesidades entran en conflicto. ' Originariamente ,,,-ello no tiene duda- eso. que es hoy una .carren1 '-;---p 0 r, ejemplo, lafi)osofía, la milicia- fue vocaciqn genialy creadora.de
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un hombre que sil).tió la radical necesidad intima de hacer filosofía .o de combatir estratégicamente. Entonces o en cualquier momento que esa con-dición se repita; el hacer filosófico y el guerrero son su plena realidad, son . en absoluto .li:J que esas palabras pretenden significar-.y no modos,defic cientes o menos reales delo. mismo .. Pero entonces no son una. «carrera». Ésta no es ·algo individual, aunque sólo individuos pueden seguirlas, esto es, serlas .. La carrera es una realidad social, una necesidad del cuerpo col.ectivo que exige el ejercicio de ciertas funciones para él inexcusables; más. o menos y sólo entendida .así no es la. carrera un modo deficiente,.corno lo es cuando se la considera des.de.el individuo. ¿Es que a ustedes se les.hubiera.ocurrido hacer metafísica si.la filosofía !1º fuese una función socialque la sociedad, al fíny al cabo, parece necesic tar y por ello la fomenta,.sea con cátedras, sea por el hecho. de 1a publicación de libros, del respeto colectivo hacia los que los escriben, o de lo que es 1IláS atractivo, deldenuesto y el odio del Vlllgo; en suma, del prestigio que es un atributo. dinámico puramente social adscrito a .cierta.s.cosas? No, habituémonos a torn¡¡rlas cosas con pulcritud en su desnuday pura realidad,Declarérnoslo, pues, con toda formalidad doctrinal: para ¡¡quéllos que han venido aquí a h,acer metafísica, ésta es, podo pronto, una cosa que hace la sociedad, una función colectiva y porque colectiva, permanente. En suma, algo que ,en principio hay que hacer; quiero decir, que alguien tiene que hac,erlo porque, a lo que parece, es importante, valioso, estimable. La meta~ica es para n'osotros¡ primero qu~ otra cosa, una institución, una organización social, como la política; la sanidad pública oel servicio de incendios o el verdugo. La sociedad necesita, por lo visto, que.un tanto por ciento de sus miembros .reciba cierta dosis de opiniones metafísicas, corno necesita que sean vacunados .. Fijense que.para Platón.no .era esto. La filosofía no era una función social. C::oll10I10 lahabía aún,Jasociedadng sen,tíasu necesidad, Esto eslo curioso ,de la sociedad: quf! ella !1º es nunq ()riginaiirt creadora. ]'lisiquiera s,e producen en ella necesic\ades originales, Es sienwre un individuo ,quien las siente primero. Por sentirlas,, cr.e¡¡ la obra que las satisfacey entonces., sólo entonces, Ja experimenta corno necesidad y hace de su cultivo, un oficio, profesión o magistratura. 1, Pero una vez que la filosofía, que, en 511 origen y en su plena, realidad es llil hacer individualísimo, se desindividualiza, esto es, se objetiva, .er¡. insr titutou organización social, cobra independencia frente a losindividuqs y adquiere una corno vida propia. Aunque digo
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tanto, una forma secundaria del vivir, que, en su hora, habremos de estudiar. El ejemplo más elato de esta independencia y subsistencia que cobra el hacer de5individualizado y' objetivado socialmente es el Estado. El Estado file' originariamente el mando que un individuo, por su fuérza, su a.stllcia, sú autoridad moral o cualquier otro ·atributo adscrito a su persona, ejercía sobre otros hombres. Esa función de ID.ando se desiridividualiza y aparecé como necesidad social. La sociedad necesita que alguien mande. Esta nece~ . sidad ddá sbtiedad, esto es, ya objetivada en ella, es el Estado, que existe aparte de todo individuo· singular, que éste encuentra ya ahí existiendo an'tes que él y al cual tiene, quiera o no, que scimeterse. ·· Lo'ptopio acontece conlá filosofía o metafísica. Primero no hayfilosofía, sino los individuos que filosofan; esto es;que haéerlycrean la filosofía. Así eÍi Grecia fue primero, rioun sistema de ideas, sino elmodO de vivir dé ciertos hombres, sobre todo los pitagóricos; fue bíos théoretilzós. Pero tina vez que hayfüosofía., ésta es una realidad social anterioni los filósofos indi'viduales yalos·estudiantes'de filosofía. Unos y otras la encuentran ya ahí hecha antes de que ellos sientan la necesidad original de ella. Aldecir que está ahí «hecha» nodigo que estéac~bada dé hacer/~onclusa; querio quede mucho y auriinfinitamente mucho que hacer eri ellá\ sino que toda una pari. te dé eUa, nb ID.e importa simayOt o ménof, está ya ejecutada; cumplida~ P?r eso se pres~nta a riuestroíf ojó.s eomo un hacér u ocupación vital; por tanto, como·un tipo de vida de perfil conocido ydéterminado; err súma, coc mo un carril o bias. Esta tariéra; en concurrencia con las demás, ejerce presióusobre nosotros pretendiendo átraerhos. Nós hallamos, pues,'ánte las carreras en la misma situación que el hombre ante las mujeres. Cada mujer es úna permanente incitación para que rios enamoremos· de ella. Pero como hay muchas, nuestro senümknto elige. Hace algunos años escribí un larga estudió, que en forma dé libio sólo se ha publicado en Alemania', sobre la elección eri árrior, asunto muy complicado que na vamos a reiterar ahorá. Quedémbnos éon lCJ más vulgar de éL Decimos 'que hemos elegido pafa enamotarhdslá'mújet que más nos gusta. Laelecciónde carrera es algo pac . . recido: ·es tina cuestión de•gustci, de afición. • · •y con esto cerramos el círculo de nuestra cuestión: Recordarán ustedes qu.e era ésta: ¿Por qué están ahora aquí aquéllos de eritre los estudiantes que rió sonm~ros estudiantes, que río són los qudgual que aquípodfan estar ~hofa én u.na clase de ten.edtiria de libros, sino que 'han venido a hacer metafíSiCá pór tina necesidad íntirria y referida'fohcretamente a la metafíc r¡;: --- .
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sica o filosofía? ¿Era esta necesidad la que sintieron Platón, Aristóteles, . · .. . Leibniz, Kant? . . No -.-fue. mi contestación. Pero aclarar en qué consiste la diferencia .nos obligó a decir cuanto antecede. Ahora está bien claro ante nosotros. Ese grupo de ustedes ha venido aquí porque há elegido la .carrera de filosofía, hacia la cuál senda vocación, Esta vocación es, por IÓ pronto y escuetamente, afición. La filosofía es uno de los muchos figurines d~ vida, de hacer que hay ahí y es el que más ha gustado a ustedes. La afición es un motivo auténµco, íntimo, espo~táneo que tiene el carácter de un deseo.o apetito hacia una cosa. -en este sentido es una innegable y sincera necesidad, ¿En qué se diferencia de la, que Platón o Descartes sintieron? En estas dos notas esencial~: l.ª Ustedes, y claro está que yo.también a la hora de ustedes, no necesitab~n propiamente hacer metafísica sino que necesitan satisfacere]gusto, el apetito que en ustedes ha despertado la metafísica ya hecha, el tipo de hacer y vivir que ésta .es. 2. ªLa necesidad que es la afición no es la sensación dolorosa, angustiosa de que no haya ahí algo que absolutamente.nos es.menesc ter, sino al revés, es la necesidad deliciosa de complacerse asimilándonos algo que hay ya ahí .. La necesidad angustic¡sa; esto, es, Ia necesidad.propiamente tal· o me1wsterosidad, lleva a.un hacer que es un crear lo que.no hay. En cambio, la necesidad deliciosa lleva a un hacerque es U!l aprehend('.ro captar lo que ya hay. Por.eso el hacer metafísica de u¡;tedes es. un aprenderla. Platón y Descartes, en cuanto tales, no sentían afición a la metafísica: al contrario, detestaban lo que había ahí ya hecho con ese~. parec~do nomc bre. La metafísica o el . vocablo que en su lugar;usase!ldenominaba para ellos algo negativo, un hueco o vacío terrible que en su.vida sentían; en suma, algo que no había, algo que faltaba. No era un lindo tipo de vida sino, por el .contrario, la sensación de no vivir.. Por eso, para ellos vivir tuvo que ser, a la fuerza, hacer filosofía, como .el náufrago, a la fuerza, tiene que agi.tar l.os brazos, nadar.. No es .una imaginació!l mía: Platón pone enboca de Sócrates, también en la Apología, ~tas p¡¡labras: µna vida sin filosofía no se puede vivir. . . , .• ' . ·.· · ... ~- .... De donde resulta que desembocamos en esta extraña definició~ dela metafísica:. «elhacer metafísico en su modoRlenario más real comienza por ser un s.entir la imposibilidad de todo hacer, la falta de sentido de todo vivir, lo invivible;que es la vida>¡. ¡Díganme ustedes si esto se p~reeemucho a la afición a la carrera de filosofía! · : ., .•·, ., ; · ' Pero ahqra, presumo, .caerán ustedes en la cuenta de por qué. con'tanta minucia he analizado los motivos que les han hecho .venir aquí y lo que es «seguir una carrera». Ahora ven ustedes que se .trataba nada menos que de estudiar los diversos modos de realidad que l.a me~ic¡¡ significa.; a fin de que
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no se confundan y poder aisl~r el modo primario, ejemplar y auténtico; esto · es, poder definir la metafísica e iniciar .con ello su construcción; Ésta se nos presenta e_h modos que no son• el priman o con lo cual padecemos un error de óptica, que era forzoso corregir. Nosotros vemos la metafísica comó algo que está ya ahí; y bajo una perspectiva determinada, a saber, la social e histórica, la del individuo que nace en un cierto estado de la evolución sóeial' e histórica; eso es tambíén verdad. Pero es una 'verdad parcial e ihsuficienté; 1rha verdad' que acuita la decisiva. Y la decisiva es és~ ta: que la metafísica es, en' suprirtiaria autenticidad, aquel hacer ti ocupa~ cióh huinarÜfque se inieia cuando'caemos'en la cuenta de quetodosnues" tras demás haceres y oi::uj:>aeiohes,tod6 nuestro 'viVir eS por 'sí negativo, ilusorio, absú'rdo y sih sentido¡ por tanto; que es todo lo contrario de lo qúe a prirhed:+ista has parece: tanpositivo,tan llerio de cosas, tanreal, tan él mismo. l'orejemplo, para no dar ahora siho un ejemplo. Nos parece que vi~Ínos positivamente porque dirigimos ritiptra vida conforme a .Ciertas verdades proporcionadas por las ciencias o por la simple experiencia. Pero de pronto caeinos eh fa cúenta de que eSas verdades son muy cuestionables . y qtie aunque no loseán,i::ómo púdiéráoC.urrir conlash1atemáti'cas¡ignoramos sti 'fun'darrientci y su' relación toh el resto de las tosas, de módó que flotari sill últ:ini.O asiehtb en urifoncÍci de vacío, absurdo yfalto de sentido y firnieza. Perci 'si todas ritie5tras ideás cárecen'últimamehté de fundamento; portaftt6, de'seritido}'realidad; como todo el testo de ntiestfa vida es lo que es merced a ritie5trasideas y eh función de ellas; carec.erá tanibiéri de sentic do y realidad. Nó sérá lo' i:¡tie parece ser y el presunto vivir será nocvivir, inc · tentdfraé:a.Sado dé vivir, irivivible vivir:· Pero caer en la cuenta de esto es; ipso facto; caer en la cuenta de que el'vivir. verdaderamente positivo, elvivible será aquél que consista en dare ·sé o hacerse tin fundamentó firi:Ile, en asegurar Sil realidad. Mas'hacer eso es; talye,z, elau~énticohacerll1etafísica, o l:lfcho f!I1 otra fqrrrla, rnetafísicae,5, últifua'{iérdád; lo que ha té el hombre cuando fo hace por eso, por esa me~ nesterosidad, y no lo que hace cuando simplementela «estudiai> b'la'eligé í:onióditreraylaapréndé'o enseña: '' ' · Lo cual-'-repito tina: tliás:.c...c na es desvalcíriiar ninguno de estos haceres, .Sinó tán sólo c!oloeadoil en su rángo de niodos deficientes o sétün" dariosy hac~r notar que !ló eXistirían sl'la mttafí~ica hafu'é~e; .áriteS y pfü encima de tod[J,. ese desesperado afán de llenar'cbh sentido y tlar'réalidad a la vida: que'es,'.Siil ella, vacío y hulidad'de'símisma: De aquf que nó se h.ace metafísü:a: sino eh lamédida éh que sé deshace' o da'pdr no hecha la qU:e ya esiáhec:ha y'se ll~ga'así a'.Sú raízavi~andoen üosOtros esa conciencia de íiiene5tetosidad radicál•que es slistaric!ia 'de nuestra'~da.
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El error óptico a que antes aludía se desvanece ahora. La metafísica se nos presenta como un· cumulo de pensamientos y doctrinas que ha·ido ateso" .ra:ndo la humanidad-algo;•pues, que a los ojos parece positivo. Enterarse . de estos pensantierttcís yaprénderesas doctrinas, será hacer metafísica. Pee ro ahora hi;mos averiguado qu'e esos pensamierttos y doctrinas, a su vez, carecen de sentido y realidad si 110 se los ton1a como 'reacciones de hombres parejos a nosotros ante esirsensación tle inanidad; irtvivibilidad de la,vida. Es decir, que aunque haya ahíinetafísica, nosotros tenemos que comportarnos como si no la hubiera y resolvemos a hacerla como el primer hombre que la inició. Todo ·hombre está obligado si quiere de verdad vivir a: ·comportarse cómo un primer.hombre; a ser el eterno Adán; a'avi~ar en sílos te" mas y: resortes esendales',cJ:Jermartentes de la vida! Sólo en el camino de intenta'!' esta repiistinacióú y simplificación' de lavidá se enc:uenha ton que no es ni puede ser un primer hombre, sino que es el hombre número tantos en la cadenalarguísinia,de hombres! de geil.eradmies que se hart sucedido. Sólo entonces; después de ese •int'ertto, deséubre lo que es ser, por fuerza, sucesor; mejor dicho; heredero-a diferencia del animal que sticéde pero no hereda y, por eso, no es un ente·histórico/ . ; Hablando, pues, con rigor, hacerealrhertte metafísica el qtie se encuentra corda necesidad i!lexorablede hacerla, de buscar unarealidad a su vicÍa por háber caído ertfa cuenta de que ésta por ~íno la tiene-..por tanto, &·hacerla aunque no •est:liviese'he.cha y cómó si nádie la'hübiese he¿ho antes"-'-; pero, a la vez, ·se encuentra; quiera o no; ·can metafísicas ya hechas. Noten ustedes que tan rádital'o priiliaricí ~lo tino tomciló otro:' el ¿affertla' cuenta: de que hay que hacerfayel caer en la cuenta de que ya sé ha hechb por otros~:Ambas -la metafísica como necesidad nuestra y la metafísica como obra de otros, como historia-son dos hechos brutos o inelutlibles con los'CUales, queramos o nb, topamos. Lo· cualqüiere decir qtie nuestro hacer, nuestralabdr, es, desde lu~gci, desde sti raíz; colaboración con el pasado de está tienda y de ese pasado con tiosotrcis. Sin remedio, hacemos metafísica desde un !Ugar.deterniinado tlela llitóiia tle la filosofía, y en general, deláhistciria humaná. Con esto decimos ya algo muy importante yqüe pronto desarrollarec mas, a saber: st hacer met~físicá es lo que en esta hora constituye nue5tra vida, no podemos vivir utópicamente y ponemos ahácer filosofía' eligiendo ellugat del tiempo'de5de el'Ctial'Iá vamos a hacer; Tenemos que Vivir en 1934 y esta fecha significa: tirí !li'vel tlétefutlnado en: fa evolUcióú de la vida humana, por lo pro!lto; dé la vida filosófica, del haC:er'rtietafísicO. Tehénios que contar con lo que la filosofía ha sido hásta áqurjensayat si podemos segufr eh eso qtie hasta aC[úíliá sido•) I:o primero qué el hombre tiene que hac.er es cóntaf con su historia por la sericillá razón dé qtie él éS histórico; nace en uh
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punto de la trayectoria general humana, nace de un pretérito y lo lleva en sí, es un pretérito -todo lo que me ha pasado hasta 1934. . Este imperativo de evitar la utopía y contar ~on la historia tiene un pri, mer sentido conservador: se trata, en efecto; de yer si se puede seguir en la filosofía hecha hasta aquí, de si .eso. que la filo,sofía ha.sido coincide con lo que b.uscamos, Sin embargo, tiene un segundo sentido que.no es tan con: servador, puesto. que impera contar con el pasadociertamente,.pero con el pasado hasta aquí. .Por tanto; es un imperativo de actualismo y equivale a exigir.que se viva a la altura deltiempo. . Pero aún,ti.en.e,unJercer sentido, Éste: Contamos con.el pasado parayer si lo que él ha hedio ¡:oincide .con]a metafísica que nosotros sentimos que hay que hacer¡ por tanto; para yer silarnetafísica.tracli,cionalsatisface la exigencia o necesidad de la metafísica futura. Si .el resultado d.e. nuestra indagación fue, se afirmativo, nos quedaríamos en lo pasado .o. actual.J".n uno.J.\ otro caso, no, ten ustedes que, es la metafísica futqra, la. que.h~y que hacer, la nuestra, quien decide spbre la tradicional y no al reyés. Ahora bien, conservador es,.en últi7 ma esencia, quien toma comp norma de.su futurpJo que hay en el pasado por no confiar sino en lo.que una larga permanencia histórica ha abonado. Mas aquí es, en definitiva, nu.estro ft\turo quien se erige en norma última y decisiva sobre nuestró,pasado, Véase;cáJ;noeste imperativo. histórico es; pues, a la vez, tradicionalismo, actualismo.yfuturismo. Ni podría ser otr.a cosa porq].\e el hombrees en todo momento esos.tres: pas.adÓ, presente y futuro,, " • , Con esto hemos terminado la definición de la rnetafísicacqmo carrera y vocación profesional. Ello nos ha permitido determina'. el sen ti.do que la expresión.«hacer metafísica» tiene referido al grupo de ustedes que vienen aquí movidos por afición sincera a este género de estudios. Y habrán notado que para ello ,hemos necesitado distinguir ese hacer de otro inferior y .otro superior, de la metafísi.ca que hace, quien la estudia como podía,estudiar otra cos¡u;ua]quigr'!.. p.orque ~sólp !'!!?l:llclia!lte», Y.de otro superior que era el delos grandes filósofos; J'.joten ustedes quesólp por la necesidad de adara~ lo que es metafísica como;voc:ación profesional, hemos hablado de este ptr,o hacer que es.el ,delos gr¡mdes filósofos. Ahí, entre ustedes, ahora no los hay. No tenía, pues, sentidoreal que y:o hablara de ellos.Se trataba, pues, de una anticipación por lo pronto irreal. C:on todo. ello queda con.cluso el análisi~ di! por.qué han venido aquí cuantos hanye!lido a hacer metafísica.en un sentidq más ~tricto. Ahora vamos a los. otros ¡-;-'-a lo.s que hanyenido,por otro~ motivos á hacer metafísica en p.nsentido menoses[rictq ..... , ' ,. . . . . fíjense bien en lo que acabo de decir. ElJo.jmp]ica que hay aquí persa, nas las cuales no h.anvenido a hacer metafísica, en elsentido de que, defi,
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nié.ndose todo hace_rpor su motiv.o, el motivo que los ha.traído no es la metafísica como asignatura, ni.la metafísica.como vocación profesional. ' ¿Por qué han venido entonces?.¡ Vaya usted a saber! =se dirá- pero .con gran errer, No; se sabe, por lo .menos, con suficiente aproximación, se sabe sin.necesidad de que nos hagan individualmente sus confesiones. ¡Bueno fuera qÚea es'tas horas.nadie pretenda ser un ab.soluto arcano para los demás! No: el hombre no es, en principio al menos, un misterio para el hombre. Sólo en el caso de que entre .ustedes hubiera un hombre supergenial que fuese él la invención de una forma nueva, inaudita e inédita de humanidad podía ocurrir que no supiésemos por qué ha venido . Conocemo,s .la vidª .humana: sabemos que es enormemente rica· en modos y formas diferentes,,C:omo fa. naturaleza física parece inag0 table, infinita y acaso, como ésta; lo sea en.última instancia. Pero .la naturaleza· física ha. sido reducida a µn sistema delimitado .de formas de movimiento y mer, ced·a ello, se conoce.lo que en ella es posible y lo que es imposible. Apenas hay fenómeno corporal que no obstante su singularidad"no quede com. .. , · prendido en alguna de esas formas de movimiento., ·Par:ejamente,la vaste.dad e ilimitació.n de la vida huu'iana no excluye que sepamos cuáles son los tipos de comportamiento a que puede reducirse. Podíamos enunciar.y describir todos esos tipos. N 0 .niegó que sean muchos y es,to nos impide; por falta material de tiempo, exponerlos ·ahora, pero afurllo,queson Íimitados y; en principio;.agqtables.. Pues bien, prácticamente no hay probabilidad alguna de que nadie de ustedes.escape a alguno de esos modos genéricos de comportamiento humano que no.s son notorios. Si, al fin y al cabo, nos entendemos unos a otros en el trato social es porque poseemos.de antemano, démonos cuenta o no de ello, una clara idea de las diversas posibilidades o tipos o modos.de ser hombre,.y al encontrar uno individual, lo.alojamos enaquélde.¡;sos tipos que nos parece más afín con él.Cómo se produce ese saber y.cuáles son los fundamentos de su verdad son cosas que no voy a tra.tar ahora, Baste decir que la claridad de ideas sobre el repertorio de modos humanos, aumenta conforme la vida ;ivanza y es un resultado de lo que suele llamarse «la experiencia,de)a vida»;-.,un tema sobre que otro día tendremos que hal;>lar. pe aquí que c:uando se ha llegado a la madurez se posea un saber a p1i1ntsobie cómo son los hombres que se presentan ante unq,que casi con verlos basta. Automáticamente nuestra mente los épnsigna a un cierto tipo d,e humanidad. Por eso, no interesan los datos.concre~os que sobre tal individuo nos den. ¿De qué nos pueden.ser, vir, siten(!mos ya, desde luego, la ley de su.vida? De aquí que el hombre ma.. fijense que digo espÓntá!leamenteduro se intereseespo11tá11ea~nei1ti;.menos..en•lqs otros hombres, en el trato con ell0s yse entregue más, a los 309
otros lacios de la vida que no son el trato cori los prójimos -como amistad, amor, polémica-', sino que son creacióhabstracta: ciencia, industria;polítF ca. Se comprénde:'eltrato con el prójimo aburreya un poco. Porque el encanto del trato es, en definitiva, lo que puede tener de impr~visible, No sa• hemos aúnfaen quién es el otro y esperamos'quetcida esa porcióríde élque rios es desconocida haga:cosa5 adffiirables, hls cuales· ignoramos y no presu• mimos: Es decir que, como toda nuestra vi.da; el lado de ella que·es el trato · -amistad, amor, polémica-vive de:étéditci, de esperarlo inesperado. Por eso en la juventud tiene tanta fuerza la vida-· ·· porque aún no ha tohienzado a agotar el crédito que ha abierto a ésta y espera siempre que más allá del hoy y de lo que yavey tiene, haya tras el horizonte adualpaisajes maravillosos, mujeres geniales,hciinbtes adrúirables, empezaridéfpor'síniisfno. Elj civert vive a cUertta de uh sí mismo ·maravilloso que espera ver surgir en él mañana:. Mas el hombre maduro; fo mismo que conoce ya de antemano a lt)s pió~ jínios; se conoce a sí mismo.· Sabe cúáles son sl\S poderes )'cuáles su~ líniites; Espera menos 'de sílo inesperado, · · · ., '' · · · Sin embargo, aquí tocamos; a su vi:z, ellíniite de ese saber sobre l~sfor· ma5 y tipós de láVida; En·Ia.'cienoiade lariaturaleza• con ser un ccincitiniiento tan pleno ylogrado; tan ejemplar, no están resueltos todcis los problemas.Todo saber, por fumé y amplio que sea, terniina en una periferia de pioblema5. Lb misIIlo a:córitece al saber de lo'humano. Cuánto he dicho' sobre lo que en éste hay de positivo, es verdad. Pero·yo nci he' dicho qtie sea' absoluto'. No' es; eri efecto, absolutamente iinposible que ahora esté oyendo tin hombre super" genial cuyo módulo de humanidad me sea perféétamente descorioddo. Se sabe mucho de la vida, mucho más de lo que se suele creer; por eso hé subrayado este lado positivo de ese saber-pero ria se sabe todo. El hombre máduro nci sabe tampoco absolutamente de lo que él mismo· será capaz mañana. Tras sil convicción prácticá de que será incapaz' de esto ó dé lo otro, alienta la cbrívieción·absolutá drreductible del «¿quién sabe?» Précisamerite su :Saber, ~u experiéncia vitalle recuerda que varias veces en el páSádo sé dio por condu.Só; créyó poseer~ri dibujo definitivo de sús capacidades e incapacidades y luego\ súbitamente; se encohtró'tóii elbrdte inesperado de uria nueva capacidad o de ún más alto grado erUa que fa se'i'~cdnócía'. Es decir, que si en C:ofnpa'ra~ ciórí con el joven el maduiovivefüer\.ós' del crécÍito, de lo iinpréviSib!e'comó tál;'éste nó ha desapareé:ído de su vidá'.'Ya verérhos cómci rió podría ser-ya C[úe elcréditó, lo irhpreviSlble es Ün dfgimci esencial de fa vida, tina de SllS VfSL ceras. Sin embargo; la diferencia' eritre áÍií.ÍJas edades' es clára )'podría fomiu" lárse áS!: la vidajüvenil gravil:ii hacia lo iiripteviStó' coffio!tal, la rriadura hátiá lo ya conocido .:L.-iiquélfa, piles, se riutre prillCipalfnente de lo qué lá'vida tietie dé'indéltiriifüdó óirifinito, ésta dela C:onciencia delimifacióri y dé' finitud:·
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Precisados así:Ia'extensión y líniites delsaber qué poseemos sobre los tipos o modos de ser hombre, resulta claro c¡ue cuando el hombre en suma.durez trata con los jóvenes, se encuentra con, un saber a plio1i de sus dile.rentes modos que prácticamente es completo. Porque noten ustedes que el problema g.ueda ~qui reducido. No se dice que conozca todos los modos posibles d¡; la vida humana, sino sólo los modos posibles de la etapa más sencilla de la vida humana: la juvenil. Y, sin embargo, también aquí hay que no dejar silenciada una reserva, una limitación, si se quiere que quede correctamente dibujada la línea estricta de ese saber. El hombre.maduro conoce los diferentes modos de ser joven:. en una juventud dada distingue, pues, corusuficiente,precisión las diferencias que hay entre unos jóvenes y otros. Pero unos y otros pertene~en a una niisma juventud, que tiene ciertos caracteres comunes de.humanidad. Esto es lo que yo llamo una .generación. Ahora bien, precisame¡nte.eso que constituye una generación como tal~ue es precisamente lo. coml'in a todo.s los individuos de. un cierto . tiempo-.-. es siempre una forma genérica de vida nueva.· Y esto es l.o que el hombre¡ maduro corre siempre el riesgo de.no saber, de no percibir: ese germen ddrrnovación vital de que la generación no se.da cuenta .c.,.,repito=h.asta el punto de que, con frecuencia; lo que ella comienza por decir corula.pretensión,c!~ que sea su. confesión; su ,característica; es lo contrarió deladectiva irrnovadón que ella, es: mejor dic~o; que va a ser. L,a cosa es paradójic~,·pero ineJC
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LOS QUE ESTUDIAN FILOSOFÍA COMO PROFESIÓN Y LOS QUE BUSCAN UNA CLARIDAD SOBRE LAVIDA' .. '
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·Madrid; septiembre de 1934 - ,-,, '
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Hemos hablado de fa generación eri bloque. Pem e5e bloque se compone; por lo ·prófitci, de· dos elementos: los· hombres profundos, que viven· con raíces éri'el 'subsuelo de' la vida y los hombres1 supetficiales: la minoría y la masa.La in.asa de una generación no· se entiende ton la masa de otra· gene~ tación~'Pero las aútériticas minorías de·ambas se entienden porque losacan:c tilados están separadósdesde la supetficie, más Cóinnnican pór el subsuelo; por la raíz, por la:vidá· éri'profundidad.'No pu~do ahora aclárar en qué co!l" siSte'éstac 'Enunciemos sblo el hecho patente de C[úe siempre Ciertos hombres di: la'genéración anterior han anticipado él modo de hombres que vaa ser éaratteríStico de la genetáción pos tenor. Y vice.versa, cierto~ üidividuos de la nueva generación se presienten, se advi~rten i::omo preformados 'en al~ gunos iildividlios delas antecedentes, Son las efectivas ininorias de una y o fra. Precisamente el entender a·la generación que viéne y el ser e!ltendido de ella es el criterio más firme para·reconocer quiénes son los que verdadec ramehte constituyen la minoría de la generación que pronto se va air: L.á juventud actúa como el agua regia sobre los valores de la f!ladurez y ániC quilato dolo que no es auténtico . oro'. · · Peró; al récónocer qii~ lá nueva ge!leraciónlleva en sí el gétmeri dé un nuevo modo genenddéser hombreivenimos a decir, sin darnos cuenta, que el profesor entuentra siémpr¿ ante sí ...i..:.en su auditórlo~ algó parecido a esa realidad que·hace:un mome!lto considerábamos cónio ünpróbable, a saber': qué' hubiese ahí algllien supergenial capaz de representar una inaudita forina de humanidad. Ahoritvemos que eso,lejos de ser improbable, es u!l• hecho; sólo que no e!l concepto de i!l.dividuo sino de genetaéióíí; Toda geri~ración es eII: algún sentido supergénial; porque es' un honibre nuevo o rriás exactaL mente,'algó !luevb en el hombre. · · Era .necesario adelantar todo esto, aunque haya sido en .mera insinuac Ción, sin desarrollo ni prueba, para proporcionar algún fundamento a mi afir-
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maciónde·que es posible saber a priori por:qué se acercan ustedes a nuestra cáiedra, losqrte·hanvenido; cualesquiera'sean estos mbtii.rbs, quéalgurios de ·ellos creetánilusoriamente secretos e ünposibles.de sospechar por ínf. · · L.o'que pasa es que esté segllndo gran grupo al haber sido deiliúdo negativamente, esto es, en cuanto formado por lb~ que no han venido propiác rriénté a hátetfüosofía sino a' hacer otras cosas, ~onsecuentemente pót mdc tivos qúe no'sonla filosofía, tiene unCarádterinfinito.'' ' '' · · En el caso presente la infinitud de motivos posibles qúéda reducida pcirel dato positivo de que están ustedes ahí, conio enuriádáse dé filosofía y está nos permite eliminár todos los niotivos que no p\íeden llevar a'una clasé'y menos' a una clase de filosofía.e · · · Aun así son muchos los'que quedán: 'el hombre esmuyvarióy bajo una acción aparentemente idéntica está haciendo en re~lidiid cosasidiversísiinas, como:sobre un mudo teclado se pueden tocar innumerables músicas: No tiene utilidad para nu'estro propó.Silo;:que es definir la filosofía, que enttertios ahora en serio a defiriir todos, ni siquiera muchos de esos motivos para filósofos, sobre que el análiSiS de cada uno de ellos nos llevaría muy lejos; Sin embargo, sería enormemente interesante-'atener tie'mpo-, ese 'estudio. Porque equivaldría, ni más ni menos, a definir la esencia de cada una ae las vidas de ustedes por lo menos en lo que tiene de típica. Comii la ocasión de precísar los m:otivos¡mtes analizados nos hizo tropezarcon'ciertas formas de vida' que hubimos de definir ,.;.;..por ejemplo, qué es ser est:Udiante, que es segllir una• carrera, etcétera-·-·' cada•uno. de estos motivos parafilosóficos nosrpondría delante de numerosos temas parejos y no menos su'gestivos. Mas, como digo, sólo algunos de esos otros motivos nos interesan directamente para nuestro fin y da la.casualidad de que, sin premeditarlo, los tenemos ya definidos en lo dicho hasta aquí. En efecto, hay algunos entre el con~ curso que sinceramente creen no haber venido aquí a e5cuchamos para hacer filosofía ni como estudiantes' ni como aprendices por vocación a esta diSciplina. Talvez tierieriuna idea vagllísima de lo que es filosofía. De suerte que si el profesorle5 asegura qué están ahí haciendo filosofía se dicen a sí iniSmos cori un sentido afect:Uoso o de5pectivo para mí: «Este señor es'un poco iluso. Yo sé muy bien que no estoy aquí hácie!ldo filosofía ni he venido a eso. Yo sé qne eStoy aquí por razones qtie este señor no Sospecha, que son para él un secreto yqúe yo gllardoen el hermético fondo de niíiniSmo». Estejuicio-·.repito-'puede ser ernitido'eri la intimidad de la persona con signo opuesto; de since~ ta y generosa coniniSeracióh ante el error prDfesoral o con un ligero desdén hacia él fundado eíí laideavulgar de que un filósofo que además es un profe.sor está siempre, como suele decirse, «fuera de la realidad», «fuera de los detalles», ya que "'-Y e5to es muy verdad-la realidad es detalle.
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Los.que tal piensen sí que padecen un error. El profesor,quelose¡i de verdad.no está dellado de.acá de su cátedra: está ahí, en los oyentes, !lº diré que literalmente en todos; pero .sí en la mayor partey con cada u110 ecy su in, dividualidad. Y el caso es qlje)0s oyentes mismos lo advierten, coino se demuestra con que al oír tod.o 10 anterior.se sentirían un poco azoracios temie!lr dp,que; el pensamiento del ,profesor alargando como una mano: especti:ai. penetre en su intimidad y saque cie ella un secreto que creian:tener.en\!lla su, ficientemente oculto ..El azoramiento es siempre temor, de que nos vean por dentro, por un dentro que.q11isiéramos mantener oculto y que, por eso, senti; mos como;esencia11\ y no exterioridad, manifestacié>n y ser patente. Digo, pues, que algunos no creen ha]:¡eryenido a hacer filosofía ni co: m 0 asignatura. si como profesión, ):Ian yenido .porqµe, sentían; en su vida una·cosa extraña y dificil de expresar, algo que.es como sentirla en el aire; sin tierra firme .de. convicciones .donJ:le. hincar el pie, sin claridad. En los .es, critos o en otros cursos o conferencias pública;; del profesor han advertido que decía ciertas cosas claras,.que convencían, que de.pronto. deshacían el nudo. de ideas confusas en que estaba un problema y mostraban en la mano\ claros, distintos, cada uno de los hilase Éstos no tienen noción de si eso es;o no filosofía: Si tuVieran que darle un nombre lo llamarían «claridad sobre cosas de la vida». Pues bien: ésos, precisamente ésos que creen en esa forma no haberve~ nido a hacer filosofía, son.de cuantos hay presentes los que·más auténtica.y directamente están haciéndola. Ésos sorílos que más,se parecen en su a,cti, tud a aquellos grandes filósofos cuyo hacer representa la máxima realidad del filosofar. Porque ya hemos visto que filosofía no es, por lo pronto, sino la sensación de que la vida sin.un cierto algo que por si no tiene, sino; hay que buscar, es invivible. Ese algo es la claridad sobre sí misma. Por tanto, he ahí todo nn pequeño grupo .de oyentes cuyo hacer no es estudiar.ni es seguir.una carrera y que,. sin embargo, lo,habiE1mos,definicio por anticipado. Ni que decir tiene que asi;como.algunos.delos que· son es, tudiantes lo son además por vocaciórt profesional,.es .ciecir, por gusto; tamr bién algunos de éstos además. de seguir esta carrep sienten la filosofía como necesidad. Sin embargo, no,es probable por la sencilla razón de ,que esane, cesidad no se suele sentir esp0 ntáneamente sino, claro está, cuando la vid11 misma.empieza a ser sinceraye;;pontáneamente sentida,como problema; Y, repito, en el mejor caso, esto no.suele acontecer ant.es de los. veintiséis años; Lo más frecuente es que sean. los treinta o treinta y un años eltrópicodelá vida que prese!lta sú]:¡itamente a _ésta co11unaspecto de problema.. , :, . ' La Nación, 28 de octubre de 1934
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LA ÉPOCA DE UN.PROGRESO Y LA ÉPOCA DE UN PELIGRO
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Madrid, noviembre de 1934 Hubo una época ~uy determinada -el último ;tercio del siglo XIX y, los primeros años delXX-, durante la cual se fundaron en todos los países .de Europa asambleas para el progreso de las ciencias. La española es una de las últimas. Fue creada hace.unos veinticinco años. Era yo muymozo cuando el.doctor Simarro, Mercet y algunos otros la pusieron en pie, Colaboré, aunque externa y adventiciamente, en sufundación; conocí y traté a sus promotores, Respondían éstos estricta, dócilmente, a las convicciones de la época y no pretendían otra' cosa que suscitar en España una institución si, milar a tantas otras ~tranjeras .. Pues bien: si yo hubiese dicho entonces a los. iniciadores de tal so¡:iedad lo que ya entonces sospechaba; si les hubiese dicho: ¡Quién sabe si no;vendrá-y relativamente pronto-. un tiempo en que esta·«asamblea para el progreso de las Ciencias» tenga que convertirse en asamblea para la defensa delas ciencias, «o, lo que es igual, quien sabe si no viviremos nosotros mismos una.edad en que la cuestión sea no ya exci" tar el progreso delas ciencias, sino asegurar su simple. existencia y conservación»! Si yo hubiese dicho esto entonces.al doctor Simarro, representante perfecto del lugar común contemporáneo, ¿cuál habría sido la reacción de aquel hombre? Muy,pronto,,bien que públic:¡imente y por escrito,.habia yo de expresar las sospechas que.ya entonces.brotaban dentro de mí; por eso sé que, en el mejor caso y extremando la benevolencia, habría.sido la resp!lesta del doctor Simarro,declarar que no me entendía.Y, sin embargo, no.más que veinte años.después iban a acontecer hechos como el siguiente: Uno. de los grupos.más importantes de físicos, tal vez las cabezas más geniales en, esta ciencia;, florón de la Edad Moderna -.-Einstein, Weyl, Schrodinger-, han tenido que huir de su patria y parte de ellos recogerse, como l.os náufragos sobre una roca, enuna pequeña academia norteamerica, na (Princeton). Añádase,a'esto que, desde hace años, llegan, de todas partes noticias pesimistas sobre lo insó.litas que van siendo las vocaciones científi-
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cas, sobre el descenso de calidad en la producción media: Por otra parte, los estados comienzan a retraer para otros· menesteres las cuantías que antes dedicaban al fomento de Ia·investigación. Nada de esto hubiera parecido posible a los hombres que hacia 1910 -por lo tanto, hace un rato- fundaron lá Asamblea española para el progreso de las ciencias. La idea de que la ciencia pudiese volver a estar en peligro histórico, la imagen de que el hombre occidental se desilusionase de su ejercicio y sintiese hacia ella tibieza, no hablemos de hostilidad, eran ingredientes que no podían hallarse en el horizonte de aquella generación. Aquella generación era la última que íntegramente pertenecía al gran ciclo historico de generaciones iniciado por las de Bacon, Galileo y Descartes. Vivía con fe viva de la ciencia. Para que su existencia tuviese sentido le bastaba· cori pen5ar que el hombre eta capaz de hacer física o; dicho de otra foriná, creíá que la ciencia; séá con este nombre o con el más genérico de «cultura»{era el valc:lrmáximo delUniversc:l y, por lo tanto, le competían todos los derechos:La idea de
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entonces será también verdad lo inverso, asaber: todo aquello en que el hombre crea liaber encontrado su complénierito, si esa ere.encía es.auténti·ca y no fitción íntima, todo aquello que basta al hombre para sentir su vida ·integrada yrio mutilada o fallida, dará lugar a una religión. Podrá a unos parecer absurdo lo que otros consideran bastante, pero si, en efecto, les basta, si de ello pueden nutrir su existencia y en ello reposar y hacer absolutamente pie, es evidente que constituye su religión. En este sentido me parece acertado que al escribir Croce recientemente una Histo1ia del sigló XIX que interpreta como el desarrollo del principio de libertad, no llame a ésta simplementeidea de la libertad, sino religión de la libertad. En efecto, el hombre de esa épócU'no se háJimitado a pensar la libertad, sino que ha vivido de ella. · He aquí por qué decía antes que los iniciadores de estas asambleas pertenecíana:laúltifua•generación eun;ipea.queha confesado en lareligiórt'cfe lacienéüuA lo que sé opondráTu¡:iorel lector dosirtmediatas objecionesc Se dirá;ponejemplo: la cosa es harto obvia.que. todavía hay no. pocos hol\lbres, entre ellos nó ;pocos de;los que.hoyJoimanparte de.tales asambleas, los cuales.siguen fie1es alarnligipn.di; la ciencia, no obstante pertenecer a una generaaiónposterior. Otros, en cainbio, harán la objeción contrapuesta y dirán que en aquella generación iniciadora de esta sociedacky:enJas que precedieron rimclrns hómbres, inch;iso muchos hombres de.alta categoríá en la cieneia, no tenían la religión de la.Ciencia; sino que; aun estifuandma ésta sobremanera, seguían adscritas a la tp.ás antigua.religión déDios .. .ci i i : ' Los hechos qué:ambas objec~ones proyectan contra mi tesis sorninnegables y; no obstante, resbalan sobre ella sin' dañárla; ante5 bien, contribué yendo a su aclaración .. Porque esto nos obliga a precisar un poco más cuál era eirestado de espíritu reinante en los hombres que hacia 1910 tenían de cuarenta a cincuenta años. De paso aprenderemos algunas cosas más generales .que. importa mucho tener en cuenta a los que ahora estamos sobre el haz.de la vida.
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LaNación, 23 de diciembre de 1934
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LAS OPINIONES PARTICULARES DE LOS HOMBRES CONTRA LA FE DE SU TIEMPO SON INAUTÉNTICAS
Madrid, diciembre de1934
E~~~~actode~cribir el estado de espíritu de los~oll1~r~~q~~~niciaron esta·«Asamblea para el Progreso.de.las Ciencias» y las otras similares: dé Europa; diciendo sin más que ellos:personal{ individualmente; ,creían que era debido fomentar el progreso·de las ciencias, que la ciencia es elmáxi" mo valor en la vida humana y bastante para proporcionar a ésta•sentido y justificación.: No: entre esto y su verdadero estado de espíritu ha}'una me~ nuda difere.nciá, y esta menuda diferencia va are.velársenos como una dh ferencia radical. En efecto,. antes y aparte de encontrarse .ellos personal¡mente, individualmente, creyendo en' la ciencia hallaban esta' fo fuera de ellos, instalada enlaconcienciapública europea, incluso la española. Su fe, pues, no era una fe particular que se apresta al combate para conquistar la opinión pública; sino todo lo contrario. En la opinión pública estaba ya desde hacía ciento cincuenta años plenamente asentada esa creencia. No estos o los. otros individuos la sentían dentro de sí, sino toda la colectivi. dad de Europa, a la tual con unas u otras diferencias o peculiaridades pertenecía España. ·La fe eirla ciencia no era;· pues;·sólo y primero una opinión indivi~ dual, sino al revés, una opinión colectiva; y cuando algo es opinión colectiva o social es uria realidad independiente de los individuos que está fuera de éstos como las piedras del paisaje, y con la cual los individuos tienen que contar quieran o no. Nuestra opinión personal podrá ser contraria a la opinión social, pero ello no substrae a ésta quilate alguno de realidad. Lo específico, lo constitutivo de la opinión colectiva es que su existencia no depende de que sea o no aceptada por ningún individuo determinado. Desde la perspectiva de cada vida individual aparece la creencia pública como si fuese una cosa física.· La realidad, por decirlo así, tangible de la creencia colectiva no consiste en que yo o tú la aceptemos, sino al contra" rio, es ella quien, con nuestro beneplácito o sin él, nos impone su realidad
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y nos obliga a contar con ella. A este carácter de la fe social doy el nombre de vigencia. · : • · , · , . : · ' .. · Se dice de una ley que es vigente cuando sus efectos no dependen de ·que·yo la reconozca, sino que actúa y opera prescindiendo de mi adhesión. Pues lo mil¡rrío la.creencia colectiva para existir y gravitar sobre mí y acaso aplastarme;no necesita de que yo, individuo determinado, crea en ella. Si ahora:acordamos,para entendemos bien, llamar«dogmasocial» al conté~ nido de una creencia colectiva; estamos listos para poder continuar nuestra meditación. ; ; ,, • · ;· Es cosa clara que no hay paridad entre la situación de un hombre cuya opinión personal coincida con el dogma social, con.la fe vigente y la de aquél.que.,.por el contrario, discrepa de la creencia públicil'. El que coincide es llevadá•erivolandas por la fe colectiva como por un elemento favorable. Smvida no es lucha, sino flotación, Va.a gusto, se siente seguro y no.necesita vivir alerta y enincesárite cautela; En esa óptima situación el hombre va encajando blandamente en su contorno social como el niño en su cuna. Porque nótese que las creencias públicas al ser vigentes representan el papel O.e.instancias últimas y eficaces a que en .todo peligro, en toda disputa, se puede; sin más, recurrir. Una vida que se siente protegida por instancias sé siente sin cuidado, segura. Seguridad, se-auitas no es sino la exención de curas:o cuitas. , ; :: , . ' Con esto, creo yoj quedan contestadas ·las.dos presuntas objeciones que en nombre del lector me hacía antes:a mí mismo.. Cuando he dicho que la generación de los que iniciaron esta sociedad ha sido la última que vivió de la fe en la ciencia como lo habían hecho las anteriores desde 1750 aproximadamente, no me re.fe.ría a que grupos más o menos numerosos de individuos sintiesen en su intimidad personal esa fe, sino a que, e.nsu tiempo, esa fe estaba en el aire, era dogma social, instancia vigente; principio histórico vivaz:· Si algunos o muchos de sus coetáneos no sentían esa fe es indiferente, porqué tenían que contar con ella, habérselas. con ella/en lo esep.cial, exactamente. lo mismo que con la tierra sobre la que pisaban y el . . . aire que respiraban.. . · . ' ,· . . , · . · . , Es más: si la ocasión no me vedase en absoluto entrar seriamente en el estudio: de ésos que he llamado. dogmas sociales o vigencias, me atreve.ría a ~acer hofar a ustedes que'la mayor parte de las presuntas discrepancias par~ ticulares.fre.nte a la creencia social'sonilhsorias, quiero decir que corda mayor frecuencia las opiniones particulares sostenidaspor.los·hombres contra la fe de su ti,empo son inauténticas. El que cree discrepar e.stá,:sin advertirlo, ganado subterráneamente por.la creencia.vigente y es de ésta y no.de aquélla de quien, en verdad, vive.
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Me contentaré con poner un ejemplo, ya que no ,puedo entrar en un adecuado análisis. Desde 1789 ha sido en política dogma social y vigencia de Europa la llamada soberanía nacional frente'al ,dogma antecedente de la soberafüa personal fundada e1;da tradición y el privilegio;,en silma, la,dec mocracia liberal o nueyo régimen frente; al realismo o, antiguo, régimell'. Pues'bien,,en 1815:acontece en'Era'ncia la Restauracióndeaquel,Antiguo Régimen. ¿Quiere decir esto, qúe, el dogma sócialvigente, ha cambiado, ,pór tanto que1a colectividad francesa:ha tornado a creer con: fe viva en 'eliea' lismo tradicional? Las apariencias invitan a creerlo así. Sin embargo, la'ver~ dad,era·no sólo1o' contrario, es decir,,nó.sólo que bajo las especies monárquiéas y de antiguo' régimen la fe vigente seguía 'siendo él.nuevo 'régimen; lá 'democracia; sitió ique· inclusive lbs; grupos ,titularmeri.te 'ei;iemigós de ésta; los:ultrarrealistas; eran ya ensti fondo áuténticoymás allá de su albe~ ,drío; demócr,a ta~ y .liberales. Su m()narquismo era, pues; sólo una o¡Jinióri particular\ pern aún c±omo tal era una opinióJl subjetivamente inSincera,co como yo prefiero decir, inauténtka01 Así·pudo acontecer \ma y otracvez·el curioso y,casi cómico fenómenodequé enla famosa,Cáinara introuvab1e, lá aplastantémáyoría ultrárn;alista, para forzarla sensatez deLGobiernoy dél Rey a más crudas persecuciones C()ntra los liberales; proclamase apasionat damehte los derechos soberanos de la
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como máximo valor humano, y' esta iústancia funcionaba automáticamente y dócil a su imperativo, reaccionaba eficáz, ·enérgico y súbito el cuerpo . social, hoy hay ya naciones donde ese recurso provocaría sólo sonrisas, na. dones que hace unos años eran precisamente consideradas como las grandes maestr;as.de !¡¡ciencia, y no creo que haya ninguna, donde a la fecha en que hablo, el cuerpo social se estremeciese ante la apelación. La Nación, 30 de diciembre de 1934
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PRÓLOGO AEESPAGNE GRANDIOSE ET FANTASTIQVE,. DE SERGE ROVINSKY
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E1 campo de España me ha dejado una rica cosecha de imágenes. He aquí una. Un prado pajizo con un charcornjo desangre. Sangre de un toro que acaba de pasar herido. Poco después, en la soledad, apare~e otro to~o que cru~ za el área tórrida y husmea el líquido aún caliente. El OJO del anunal se en• cien de. Su cuerpo se estremece, retiembla de los morros a la cola, patea e1 suelo y alarga el cuello enun largo mugido. Aquella mane.ra casi eléc~ca de reaccionar el animal ante las huellas vitales· de un semejante me hizo una profunda impresión. Por lo visto, cuando una ~~a encuentra en el :spacio del mundo otra vida -o simplemente sus vesug10s- se produce siempre una especie de corriente inducida, una sacudida frenética de la vitalidad; es decir; que la vida se exalta al entrar en su presencia otra vida. ·. Lo mismo acontece al hombre. He aquí que caminamos por la gran ausencia inmóvil que tierra y vegetación depositan sobre el paisaje. De pronto un ave rompe el vuelo a nuestros pies. Nos estremecemos. En la lejanía aparece un hombre. La ausencia afirmada por los elementos botánicos queda ahora habitada por un ingrediente de inquietud. Y eso que estamos habituados a la proximidad del prójimo; Se ha hecho notar que en los albores de nuestra especie el hombre era un animal raro. Minúsculos grupos humanos vagaban sobre el inmenso escenario geológico. De tarde en tarde, con larguísimos intervalos, se producía el terrible acontecimiento: que un grupo de hombres encontraba en el universo a otro grupo de hombres. Est: encuentro debía de suscitar fabulosos estremecimientos. ¡Qué ardores, que terrores, qué trepidación prolongada debía dejar en las imaginaciones este choque de un grupo de hombres con la imagen pasajera de algunos otros hombres! ' ' La convivencia demasiado estrecha y constante a que el progreso de la especie humana nos obliga ha embotado nuestra sensibil~dad para la emo" ción radical del descubrimiento de otra vida humana. Y s1 queremos de al-
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gunamanera volver a sentir esta emoción, tenemos quetecurrir al subterfugio delos Viajesytoma:rcontacto con vidas de cualidad distinta de la ·nuestra. La difetericia· aqtií sustituye, a la· novedad y a la infrecuenda. Pcir ·eso los viajes .potencian la vida y se sale de ellos aumentado.' ' Pero •IJ.O esit;:mfacil ya encontrar modos.de.vida.humana distintos de los nuestros~ Desde hace tres siglos nuestra existencia se unÍformiza cada vez más. Ya' quedan pocos pueblos qtie vivan a su modo. Eri Occidente' ya no queda más que España. Francia, Inglaterra, Alemania,viven razoriablemente y 'esto.es haber dejado de vivir de sí mismo, Viven de la razón}' para la razón! Claro que esto rio es radicalmenteverdad ..Por fortuna, ese,servicio a la razóndeja aún•algurios·interstiaios practicables por los que el hombre razona)Jlé de Europa puede escaparse y réspirarun poco de irracionalidad, de la que sé nutre a modo de compensáció'ti:Viaja. Viaja a países donde no tiene· nada que' hacer. Soltando provisionalmente el lastre de sus, raíces, vuelve a sumergirse, gracias a ello,. en una nueva infancia. El vi~jero se va a vivir a su propia pupila-que los españoles llaman la «niña del ojo». Pero detrás de los ojos se aloja la fantasía, donde repercute en primer lugar la visión y que es la facultad elemental del hombre, la que posee el hombre cuando no posee ninguna otra. Por eso es la fantasía el talento de la infancia. La fantasía es la única potencia automáticamente generosa de la especie humana. Su manera de reaccionar ante un objeto consiste siempre en forjar su leyenda. La imaginación magnifica las cosas, las exalta, las estira, las recubre de fulgurantes bordados. Decid a un niño que habéis visto en la calle a un hombre muy grande; la imaginación del niño se pondrá en seguida en marcha y no parará ya hasta haber transformado al hombre en gigante. Las demás facultades del adulto parecen no tener otro papel que poner límite y freno a la generosidad de la imaginación. El viajero ha dejado el buen sentido en su casa y. liberado de ese lastre, se eleva, sin darse cuenta, a la estratosfera de la infancia. Viaja para adquirir el derecho a exagerar. No es casualidad que los primeros libros de viajes; escritos en Grecia, no contengan sino magníficas mentiras y se llamen «teratologías». Se viaja para ver monstruos. Situada en el extremo de Europa, como un callejón sin salida, España posee la virtud que Hegel, muy finamente, descubría en los márgenes de todos los continentes: recoger y dar cobijo a las especies extremas que el centro ha empujado hacia la periferia: Nuestra España es una instantánea sacada de un estilo de vida caído en desuso. Vista por un hombre del interior, la vida parece aquí crispada. Los paisajes, las aldeas, las iglesias caducas, las ruinas belicosas invitan por sí mismas a la exageración. España corre al encuentro del viajero y suscita fácilmente su entusiasmo o su irritación.
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Este rincón del mundo, a no dudarlo, conserva almenas el gesto de una civilización que era aún vegetal, que nacía condicionada por la espontaneidad de la tierra, cuando la tierra no.había sucumbido todayía a la razón, a:la geometría. Por eso una ciudad de Europa, cualquiera; comparada con el pueblecito español, aferrado.a la roca, parece siempre una abstracción: Aquí la vieja ciudad se conserva en su status nascens y perpetúa el gesto de surgir sobre la gleba. Es áspera y desmesurada, como la plantamriginaL .Podortuna España es todavía todo lo contrario deunHotelRitz.;España es incómoda e iriverosímiL Tiene siempre el aspecto de una vida a la deriva. Pero ahí está justamente su fuerza y su más fecunda admonición a los homL bres de Europa. Porque la: sustancia dela vida consiste euseralgo que, coritic nuaniente, a cadaJnstante;;pueddracasar, La edad modeqia ~ue Españaha eludido-se ha extenuado en el fatal esfuerzo de fingir que.la vida es campa" tible con la seguridacL Pero ese esfuerzo la ha alejado de la_vida; dela verdad de la vida, que en su raíz más honda no es sino trémula incertidumbre. 1934
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1935
. UN RASGO DE LA VIDAALEMANA
I
VEINTITRÉS AÑOS DESPUÉS.--, IMPRESIÓN SINCERA ' EIMPRESIÓN COMPLETA.-· . PARÉNTESISSOBRE LA ESTUPIDEZ.-.·. PARAUNA.TÉGNICA DE LA ÓPTICA .HISTÓRICA ¡
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Hacíaveirítitrés años que no visit~baaAlemania. C~s¡un cuarto de siglo. Un motivo.priv~do me ha hechorecientemente permanecerallí dos serna~ nas. Quien conozca la !rriportanciapermanente queAlemaniaha tenido en rrii vida podrá aforar la fuerza de choque querla impresión ahora recibida ha tenido sobre mí. Sirí embargo, no espere el lector que yo comunique en este momento esa impresión. Por varias razones, pero ante todo;·por una que es ya de suyo suficiente. Mi viaje no se proponía ver a Alemania. Al contrario: he rehuido tal intención. No.he visitado más que una porción del Oeste y he reducido al mínimum el número de personas con quienes he hablado. Esto quita a mi impresión, aun ante mis propios ojos, todo título,para poder concluir de ella a la realidad alemana. El hecho de que el contacto con: una cosa produzca irieludibley automáticamente una impresión en nosotros y; queramos o no, esa impresión quede en nuestro interior sin que pueda ser borrada y actúe;. como algo real que es, sobre nuestras. opiniones; no rios. da derecho a apoyamos responsablementé en ella para elaborar una idea ~cibre esa cosa. Al.hombre irítelectualmente responsable' rio. lé. basta que su impresión sea impresión; esto es, reacción directa, auténtica, sincera, ante un objeto, sino que lé exige la condición de ser completa respectó a ese objeto e Una de fas causas de nuestra irp.tación ante eLprójimci estúpido, es que se nos presenta siempre conideas·sobre las co.sas formadas.sobreimpresiories fragmentarias, piltrafas y muñones de cosas. (La estupidez es casi siempre cruel; más aún,
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«proviene» de una crueldad ingénita. Al estúpido no le duele cortar pedazos a las pobres cosas y tratarlos como si fuesen las cosas mismas, al modo del bárbaro violento que ha cor.tado a alguien la cabeza y la enseña a la multitud gritando: «¡Éste es Fulano!» Cuando presenciamos la discusión entre un hombre estúpido y otro inteligente, vemos.cómo éste obliga a aquél a volver corriendo cien veces al lugar de donde partió, porque se le había olvidado meter en su idea trozos esenciales del objeto sobre que se habla. La disputa le hace caer en la cuenta de ello y tiene que volver a empezar de nuevo su faena intelectiva. Vive perpetuamente en la cómica situación de quien hace mal su equipaje y después de cerrado tiene que abrirlo una y otra vez porque ha olvidado meter prendas y utensilios imprescindibles. El estúpido es el que está siempre empezando a enterarse y, por eso, no acaba nunca de estar enterado). (Enterarse viene de integrare, completar). Siento demasiado respeto y sobrada lealtad hacia un pueblo tan formidable como Alemaniá para dar al viento la~h;¡pinfones qué sin: mi albedrío ha levantado en.mí tina impresión insuficiente de SÍl vida actual. No extrañen estas cautelas y reservas ·que nacen déuná viva preocupación por la responsabilidad intelectual: Ésta; a su vez, se origina en el estado de casi obsesión a que me ha llevado descubrir-en virtud de estudios his,tóricos hechos un,poco a fondo- quela característica del intelectual desde una época que puede precisarse en torno a· 1750, es lairre5ponsabilidad. Lo único, pues, que estoy dispuesto.a permitirme ahora es aislar en mi fortuita impresión algún elemento que por su carácterabstracto, amplísi'mo, sea inequívoco, y una vez aislado, tratarlo como lo qüe es, frágmeritoy nada más. De aquí que al exponerlo y comentarlo, al señalar inclusive su peligroso cariz; evite muy cuidadosamente fundar en él ningún juicio eje; cutivo sobre el presente o el porvenir de Alemania. ¿Cuál es ese elemento de la impresión recibida en Alemania :por alguien que desde hace un cuarto de siglo no la ha visitado, pero quefori:nó en ella una etapa decisiva de su juventudy que ha mantenido sin interrupción el trato más intenso con ella que la distancia consiente? Acaso mi res¡. puesta sorprenda allector; como,me sorprende a mí mismo;:pero es rigoro'samente verídica, El lector.:presumirá que en mHmpresión haffde ocupar por fuerza el.primer plano·observaciories sobre el aspecto que una política extrema y de gran visualidad públicahadado aAlemania.de5de hace un'¡:iar de,años:>Al retornar·a España todo el mundo me preguntaba: «Bueno:¿y qué pasa con el hacional'-socialismo? » Con perfecta ingenuidad, yo hundí entonces la mano :en mi tesoro de viajero buscando impresiones referentes aLnacionalcsocialismo, pero con enor:me:sorpresa hallé qué eran listas tan pocas; tan adjetivasy anecdóticas, sobre todo tan extrinsecas a.mi verdadera
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impresión, que les .faltaba toda congruencia con la importancia atribuida al nacional'-socialismo por mis interpelan tes. La· cosa es estupefaciente, pero, ·a la. vez, nítida' eirremediable. Sin que yo pueda acusarme de intervención · deliberada etda conducta de mi atención, el.hecho ha sido que yo no: he yistci apenas i;iadade lo que pasa ahorn:enAlernanüi. Por una espontánea' operación de mi retina; el presente, eri lo que tiene de tal; ha sido rechazado por ella.' ¿Cómo se explica esta ceguera para lo inmediato\ paralrnque.debía:haberme sido más patente? · Yo creo que eMector va a entender en seguida :este fenómeno que, al pronto, resulta tan.incomprensible. Si un hombre a quien conocemos hace un cuarto de sigloya quien no hemos vuelto a ver,,nos'aparece:un buen día de pronto; en ;unasolemrie fiesta.oficial, vestido con.unaparatoso uniforme porque acaba de ser elegidojefe del Estado, ¿cuálseralaimpresiónmás auténtica y vigorosa: que de él recibiremos? ¿Su personalidadyatuendo dejefe de Estado;;pór lo tanto.Jo que acaba de pasarle y que ahora es? Evidentemente; no .. Todo· eso que.ahora es queda sin más relegado :al fondo y, en cambio de ello, Io,que nos impresiona:es simplemente... que ha envejecido. Pero esto' no le ha pasado ahórn; sino a todo lo largo de un cuarto de siglo. Lo que en verdad advertimos es aquello en él que no depende de hoy, ·sino de todo eseluengo pretérito .. En comparación con este cambio lentoyprofurido de su persona, eso que hoyle pasa ;.;;.ser jefe del Estado,__,_ nos parece superficial; 'por lo menos.se lo pareceánu'estra espohtáneay sinterarimpresión. . Algo parejo me ha acontecido en este viaje. Mi retina ria iha retenid.o sino aquellas modificaciones de la vida alemana;c[ue para producirse necésitaron:precisamente ese cuarto de siglo que separa mi visita actual de la aff terior. La cosa, pues, una vez entendida, es la más:natural del mundo, y el lector,: si repasa su experiencia yla analiza unpoco,reconoeerá que cons" tantemente le. ocurre hlgo semejante! ', ' En suma, lo que.yo he visto ahora en Alemania noes Jo que.ha acontecidó en estos tres o 'cuatro· últimos años, sino lo.quele ha:acaecido enveintitrés.Yatinqueseanmuy importantes·todos· los sucesos de este,postrer lus" tro, es cosa clara que tiene un valor, mucho· más decisivo y grave ese, más largo. procesó. En.el destino de. Uff pueblo, como en el de uh hombre; los procesos más h1rgos sóh, a la vez;. lbs más profundos y sustanciales. Como hay hechos déuna hora o de:undía hay hechos seculares. Ysi:ácornodam~s la . mirada ala visión de éstos es cláro que dejamos de ver aquéllos; nuestro rayo visuaLlos traspasa inaterito sin.percibirlos y va a fijarse en el éstrato hondo donde el hecho secular acontece; Digamos lo mismo en otra forma que acaso resulte más diáfana. (No es tiempo perdido la detención en este asunto, porque el lector puede aprovechar
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estas indicaciones de óptica social e histórica para estudiar la realidad de su propio país). Hace dos, tres, cuatro años, Alemania decidió crear un Estado nacional-socialista. El heclio tendrá cuanta impórtancia se 1.e quiera dar, y.yo no pretendo escatimar un solo quilate de ella. Pero es obvio que e5ta decisión la ha adoptado parque se hallaba ya en ciertas vías o modos·. de exister¡.cia. Sólo dentro de ellos y porque estaba en ellos·-como dentro de un determinado horizonte-·-·. pudo ocurrírsele a Alemania hacerse nacional-socialista: Si hubiese estado previamente en las vías o modo de vivir que se hallaba y halla Inglaterra, no es verosíIÍlil que se hubiese resuelto al nacional-socialismo; sino a otra cosa. De esta. suerte; en toda vida cada decisión surge dentro.de otra.previa más amplia, niásbásica y de desarrollo temporal más largo;.ésta,a su vez, dentro de otra; y así sucesivamente. La decisión ddo que hoyvamcis a hacer emerge de la decisión que adoptamos sobre lo que vamos a hacer er¡. lá presente temporada; y ésta en lo queresolvimos paratodo el año.o grupo de años, y al cabo; en la decisión tomada sobte toda nuestra vida; por.ejemplo, el haber decidido dedicarla a una cierta profesión. Pero toda nuestra.vida brota en el cauce de la.vida que llevaban nuestro pueblo y nuestra' época, la cual, a.su vez, va encajada nada menos que en la trayectoria íntegra de la hisc tbriauniversal; es decir,; del destino humano. Si éste hubiera sido.otro, si el flujo total de la historia marchase en otra dirección-'-cosa que muy bien pudo aconte¡:ec-..-,.nuestra época; nuestro pueblo y en definitiva nuestra vida, nuestro año y nuestra hora serían muy.distintos de lo que son.. Dé aq11í que tomando las.cosas.en todo su rigor no se puede entender ni un· segundo de la vida de.un hombre sino se entiende la historia universalc Lo cual .,-Si el lector quiere- será una pretensión utópica, porque ¿quién es capaz de ene tender la·historia universal? Pero con ello no se dice sino lo que a todas horas advertimos dolorosamente; a saber:· que;en rigor, ningún hombre entiende a otro, y que vivimos en trágica y permanente mala inteligencia. ·, Mas.no háypor qué'ptmer el sencillo asunto queahoraempuja•mipluma dentro de tan gran dilema; Para obtener sobre éUa dosis de .claridad prácticamente requerida, nos basta con retroceder a poco menos de.unsigld~ Allá, en tomo a 1850, el pueblo alemán tomó una decisión que no refieren las historias al'uso. Las historias a:luso,cuentan sólo el perfil de melodrama que la vida•suele.preseritar. Están escritas y pensadas, en general; para la eterna galeríaiY lo qué el pueblo alemanresolvió hacia 1850 no tiene apariencia melddramática. Fue esto: lograr, ante todo; organizar la vida colee~ tiva. Esto se llamaba, a comienzos del siglo; la maravillosa.« organización» alemana. Parece que es cosapoco dramática y, sin embargo ...
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La Nación, 24 de febrero de1935
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II
JUGAR I:.A VIDA A UNA CARTA.- LA ORGANIZACIÓN ·'·DE LOS SERVICIOS COLECTIVOS.-. UN RESUl.TADO: LA D~SINDIVIDUALIZACIÓN DEL HOMBRE.-. EL < poco a poco, de la misma•manera que en cierta época del año el paISaJe «vatomando» aspectq primaveral. Precisamente porque se trata de u~a voluntad muy honda y que afecta a modos muy radicales y amplios de la VIda, no podemos sorprender ennosotros un acto detenninadoy aislable en que queremos aquello, sino quetodo.n11estro ser se convierte en voluntad, se va polarizando íntegra~ente en esa dirécción. Pa5a como en los casos de auténtico amor.• El amor del•que·ania no consiste en una:precisa' acción sentimental que se ejecuta en un detenninado'segundo; sino quetodala persona del amante está impregnada de amor, y todo lo que hace, sea lo que quiera -resolver un problema de alta matemática o bañarse-., es en él estar amando. _Lo ~mo.un pueblo, a lo largo de.una zona difusa de fechas, no hoy 0 ma~ana, sn_io smnpre'. du~ante cierto período, va empujando el conjunto de su VI~a.hacia aquella finalidad; hasta quetoda ella queda articulada según el proposito. " • · ·,' • ; , ,- · . _____ . . .,, f ' • -• . . . En este sentido, pues, AleDfania puso su existencia, podas años de 1850; a la carta de organizarla vida colectiva;: · , , , ,,, .. • .. . . · .' Claro es que toda vida colectiva es ya orgimización. Pe;o lo es en simple espontaneidad, y el hombre tiene siempre el.poder deirecobrar sobre su espontaneidad en forma reflexiva y actuar con voluntad deliberada sobre ellacomo sobre una cosa exterior a él. Quiera o no, el hombre' es miembro de una colectividad y rinde en ella servicios. Pero puede rendirlos de mala g~na.o, al contrario; «dedicarse>rn ellos; entregarse a fondoysin reservás a ejercitar esas funciones que le atañen como miembro de:lacolectividad· en .' ' suma, poner a 'e11o.suvida, , . . , · ., '
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Yes innegable que todo pueblo,' especialmente todo pueblo perteneciente al ámbito de la cultura occidemal, además de tener una vida colectiva, se ve forzado a ateriderla, a ocupárse deliberadamente en su mejor organización; La diferénda está en elfango q1le dentro de lajerarqu'ía de sus ocupaciones otorgue aesta. Y lo q1le yo' digo es que Alemania puso la faena de.organizar sus. servicios. colecti\rds .eri ehnás .alto lugar, supeditando. a ellos, por consiguiente, todas las demás cosas. La guerra de 1870 dio ocasión'a que,'de pronto, las demás naciones se diesen confusamente cuenta de este hecho,'que'era algo nuevo enelhorizonte de Europa: Alprincipibno supieron bien•en qué consistía la inauqita eficacia de que había dado muestra el pueblo alemárn Se atribuyó muy vagamente a· una superioridadide• Cíilturayse dijo'quda guerra había sido ganada podas Universidades de·Alemariia; 'Era, 'Claro 'está, un error.' Ni el hombre. me.dio alernárnera más. culto que el [rancés ""'-antes bien, lo. con,. trario-· · .rii fas Universidades,.como fales;'h;.bían tocado pito ni flauta en la guerra! Cuando yo estudiaba en las Universidades alemanas, pensabayá ""'-Y aun lo.escribía ya-' que en cuanto i~titueiones eran un profundo error. Lejos de ser ellas quienes por su propia máquina enriquecíanla vidaalema.ria, era ésta, la atmósfera pública del pueblo alemán; quien insuflaba de fuera adentro todo ló•que en aquellas institucionéshabía de admirable: Exactamente el mismo caso en que se halla la.enseñanza secundaria ddnglaterrm Fue al comenzar el siglo.cuándo los extraños des¡:ubrieron con'plena claridad que la inaudita fuerza de•Alemania""'-enla guerra; en faproducción económica, 'en la ciencia-.· procedía del perfeécionamiento;nomenos inau~ dito a que Había llevado la organización dé sus.servicios colectivos. Era aquélla, para todo. Occidente, la sazón de mayor entusiasmo por el maquinismo. Lo mejor que uria cosa podía ser era ser máquina. Los alemanes, me. diant¡;;sµorganizacipn.. ·· que essúmaquinización-·-· habían hecho del•Esta" do;,Y,.aun dela sociedad,uria máquina de súperior perfección. Porell(), fµe entonces Alemania el ideal. de todas las demás naciones. Todas aspiraban·a una organizaciónparecida,ylas que no aspiraban a ello soñaban conéllo. El ensueño es la aspiración paralítica y desplumada que, sintiéndose incapaZ de, volar hacialarealizacióndelas·cosas; allá· en: el efectivo mundo; se contenta conilnaginaHas.dentro de: si. El ensueño es el hueco 'de la acción ausente.•. •• d ;LE!LaqueL:rhc:imento·hice yo mi primer viaje a Alemania; Como pasa siei:npte,' el hombre; al embalarse en un entusiasmo nuevo, ve de él sólo' la fazpréstigfosá.lgnora aún sus límites y sus' inconvenientes.Para descubrirlos es inexcusable qúe se embarque a fondo en aquella experiencia vital, quecla desariolley.ejectite:hasfa agotarla: Entonces; sólo entonces, sale.a la oqa banda de aquel entusiasmo, ideal o forma de vida, yvolvieíido la cara, ve su
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espalda, su finitud, su insuficiencia. No hay posibilidad de ahorrar a la humanidad todo ese trabajo; Él es sustancialmente la historia universal-gi. gantesca peregtinación del hombre a través de formas de vivir, que inventa, efuaya y agota .. Cada experiencia vital es ineludible. Si no se hace hasta su raíz, queqa indigesta y no permite que quedemos francos y alertas para la · nueva. Porque la nueva consiste siempre en evitar los .límites y defectos de todas las anteriores, especialmente de la recién hecha. Esta dialéctica de experiencias forma la cadena de la trayectoria humana, en que -como Hegel decía barroéameriteL cada eslabón está boriácno y tiene que apoyarse en el quele précédey eri el que le sigue, borracho de entu5iasmo, primero; luego, de pena. Hacia.1900 veíamos sólo la magnitud y eficacia de los resultados optenidos por la'<~ no ha cesado allí de progresar; pero, a la vez;. ciertos resultados de ella,ni previstos ni,deseados,·.pero que sus.implicaciones inexorablemente acarrean, también han progre,sado; Seá dicho sin otros ambages: cuando un pueblo se propone:principalmente la organización de su vida colectiva; lo logra a costa de desindividualizara lds hombres que lo iritegr!'lll; ¡Ah, claro! Es so,bremanera peligroso proponerse <~principálmente» algo.en la vida. Porque se está siempre a dos dedos de atender eso «exclusivamente». Y entotices'pasa:n siempre cosas terribles. Porque lavida humana es lo éontrario de la exclusividad, de la abstracción. En toda la obra del gran pensador Dilthey-el hombre que ha pensado más sobre la vida- se llega, .con frecuenda; a ciertos pimtos últinios,-los más.dramáticos de su hondo análisis y entonces aparece siempre una ex¡:Jresión, a la vez simple y misteriosa, que él no aclara .nunca: Da5 Lebencist eben mehrseitig-· «La vida precisamente es multilateral»-.·-la vida es.e: muchas cosas. Sería, en efecto, tarea fácil.ésta de ekistir si pudiera hacerse unilateralmente. Pero;.¡ ahLestá!, vivires·taminar, a la vezi:en todas· las direcciones del horizorite;:es: tener que hacer una cosa y.;. la otra. ·:";. :. !Elpueblo alemán ha propendido siempre: a: embalitrse totalmente en úhsentidádeterminado, sinresei:Va, quemando todaslas úaves. Como suele acontecer a los pueblos; esto,:que es•su defecto,.sü vicio, su .inclinación morbosa; le es ericorhiado como su más caraderíStica virtud.' Sekrllama «éntereza», «lealtadradicali>, Gründlichheit. Enrigor, no es sino Id queya los romanos vieron en,Ios germanos: el.furor teutonirns.·El:furor es falta dé inhibición, de últinia mesurá; es ceguera para lamultilateralidad de la :vida,
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La verdadera «entereza», la Gníndlichheit, no consiste en entregarse a sólo una cosa, sino en ser todas las que resulten precisas. . LaNadán,3 de marzo de 1935
'dll LOS FACTORES QUE IMPLICA LA BUENA ORGANIZACIÓN, COLEGTIVAYELAUTÓMATA HUMANO.-.·... EL FUNCIONARIO ALEMÁN, ELFRANCÉSYELESPAÑOL Sin más qtie una sencilla colaboración del lector, espero dar plena da" ridada lo que ahora intento decir. Le invito a que procure representarse; rio cisnes, ni princesas lejanas ni pajes gentiles,¡ sino un revisor· de tren,, un guardia de Seguridad, unjuez, un profesor de Universidad;· un. militar, un empleado administrativo, un ingeniero.,,. ¿lo ha hecho ya? Bien, pues ahoc ra necesito dellector un nuevo esfueqo: que, si ha· viajado un poco; serec presente cada uno de esos entes en distintos países,-'-'-por ejemplo, en Ale" ní.ania, en Francia y en España. Sobre el fondo de ,esa intuición va a moverse cuanto sigue y a ella debe recurrir delo que yo diga, como en un libro se re: curre del texto a Ja ilustraciófü · · . · : · . · Decí~yo queAlerha'niá; hacia 1850;puso su vida¡a.Ja carta de orgaD.i" zar perfeétaní.ente los servicios de su existéncia colectiva y que esto -.-.la buena organización- nos parecía la cosa más estupenda, maravillosa y dec seable a que un pueblo podía dedicarse, Ahora conviene, que, aprovechando una'hora de i:nenor entusiasmo, de tibieza y serenidad, nos fijemos un 'poco en algunos delos factores que esa gran cosa implica. " .. Elfüncionai:niento de unservicio.público presupone un.número error" me dé actos ejecutados por;urn número muy crecido de personas, Estos acr tos están; articulados en forriia tal que si falla uno se origina en el servicio una perturbación gigantesca. La llamó· así porque es esencial subrayar la desproporción entre la importancia mínima del acto que fallay la impor" tancia . de 'sus resultados. El ejemplo más visible es el trastorno formidable que en uria vía de.gran circulación produce un movimiento casi insignific aarite;de uri coche o de un peatón que no sea estrictamente el requerido por elseivitio. Como elmit:rófono convierte en trueno elruido de una hoja de papel, Ja articulación.de actos en que el servicio público consiste amplía Hasta.dimensiones de i::atástrofé cualquiera mínimaiÍalla; La.organización de un servicio es buená.enla medida en que elimina éstas. Para consegtiirló
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será inexcusable: primero, la previsión más completa posible de los actos todos que el servicio exige, y segundo, la ejecución automática de ese sis" ·tema de actos:.Ambas.cosas imponen ala organizaciónelcarácter de rigidq ·y hacen de,ella,propiamente una 'maquinación.Jea previsión produce eLReglamento,. y la necesidad de automatismo, la disciplina;pues como cada grupo de.los actos articulados en el servicio o función pública tiene que ser ejecutado por un hombre, la buena organización exige de él que se dispon" ga a automatizár.su comportamiento, a convertirse en autómata. Este autómata humano es'elfuncionario idéaL. ·· Yaqui es donde la cuestión comienza a.hacerse un poco ní.ás interec sante,.menos perogrullesca: Porque bajo la expresióTh «un hombre» entendemos una•vida.humana individual; y ésta consiste en.cuanto un sujeto unico y exclusivo hace y.padece.por su cuentáy riesgo; en vista de sus•finalidades individualísimas, envirtud de sus convicciones propias y mediante resolucionés que él toma,j:ior síy nadie puede tomar en.su lugar. Cuando proponemos auna entidad de pareja condición que semfuncionario; le proc ponemos· que detal a faLhora anule, suspenda e inhiba su existencia indivic dual dejando de.ella sólo en:pie la voluntad.de ejecufarcon sus .aparatos psicofísicos:.. lo que sueldlamarsesu cuerpo y sti alma~ losaétos·que el Reglamento del servicio prescribe: En suma; invitamos a:hndividuo a que deje:de.ser .individuo, porque:no hay individuo si éste nó es alguien'.dec terrninadq, falo éuaJ;.y ahora le proponemos que.deje dé ser.el ta]Oi\:Ual que.él es paráque se convierta en el ente.genérico «revisor de tren>>, «cartero», «guardia de Seguridad», «juez», etcétera. La invitación es, en verdad, estupenda. Porque ha de notarse, aunque nos resistamos al cariz.paradójico del hecho,.que un cartero, un guardia, un juez, no es un hombre, Lo cual resultará evidente al lector con sólo reparar en, qué es.lo que sabe de un hombre cuando.sólo sabe de él que es cartero, guardia o juez. Con cada uno de estos nombres se .nos designa sólo. cierto repertorio de actos que excluyen la individualización y sé definen de una vez para todas en.un.Reglamento. Y si se dice que al determinada conducta en que consiste eLser cartero.da por supuesto el Reglamento que el i::arterq tiene, ciar\) está, que ser antes· hombre, no.varía el asunto1 Porqµe:e:se hombre presupuesto por el. Reglamento ,de carteros es también.un esquema: ge, nériéo, No es tal o cual.hombre, s_ir10 elhombrequei;ü es tal ni cual, antes bien, sólo aquellos caracteres.cómµnés a: todos]os;hombres sin,los cuales los actos de repartir la correspondencia no se pueden ejecutar, El cartero, el revisor de tren, eljuez,,el guardia de Seguridad, no.es un'indiyiduo,humano; una persona, sinounpapel;unrole, unpersonaje. Nos.cuesta:algún trabajo advertir cosa. tan evidente.porque sabemos· demasiado bien que dondé
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haya uno de esos personajes habrá también siempre una persona, que detrás de la «vida» oficial del funcionario y como soporte de ella habrá siem" pre.una vida humanaind1vidualísima. Pero ei que.ambas entidades-la concreta humana y la esquemática oficial-. se den juntas no. quiere decir · que.sean la misma. ·. Cuando queremos atravesar una calle y el guardia que ordena la circu~ lación noslo prohíbe, nuestra relación con él no es de hombre a hombre -es decir, de persona a persona: E acto ·de intentar cruzarla calle nació di; nuestra personalísima responsabilidad:.lo habíamos decidido nosotros por motivos de nuestra individúa! conveniencia. Éramos los protagonistas de esa acción. En cambio, el acto de prohibirnos elpaso no se origina espontá~ neamente en eLguardia por motivos personales" suyos. De hombre a hom,. bre, tal vez prefiera ser amable con nosotros y permitirnos avanzar. Pero ·él nó e5 quien engendra sus actos. Ha suspendido su vida personal y se ha convertido en.un autómata que ejecuta actos ordenados en.un Reglamentó: Como se dice en la pieza de Courteline: Le gendanne estsans pitié: Compáf rese nuestra•relación con el guardia-.la relación de hombre a funcionat ria- a la relación en que estamos con un amigo. En ésta, ambos términos son dos vidas individuales que se.enfrentan; Lo que.hago con mi amigo, lo que le digo y le callo, lo hago precisamente porque es el individuo determi" mido que él es. El concepto .«amigo» no es abstract.o como el:de gendarmé, El que es amigo fo es por lo que tiene de. tal individuo. Pero el que es gen" darme no lo es por su.individualidad, sino al revés, a pesar de ella y en la medida en que quede suspendida. Esta dualidad entre la persona y su oficio o personaje se da dentro del funcionario mismo .. En el gendarme luchan constantemente su humanidad y su gendarmería, su inexorable condición de individuo y su obligaciónde no serlo y atenerse al Reglamento, supeditarse a la disciplina: De aquí que existan en la pérsoria ímithastnaneras•o actitudes de «toman> su oficio; Compare el lector un funcionario alemán, un funcionario francés y un funcionario argentino o" español. Notará en el comportamiento' del primero que el hombre oculto tras el role oficial ha aceptado radicalmente éste, se ha sumergido por completo en él, ha inhibido de una vez para siempre su vida personal-..se entiende «durante» el ejercicio de su obligación. No ahorrá detallé alguno' delos prescritos en el Reglamento: no se sorprende en él désc pego alguno haciá la actuación oficial que le es impuesta: Al contrario, hace lo.quehace-:-et oficio'-" con verdadera fruición, cosa imposible sial indiL viduo"nó·le pareC:e,yacomo individuo; un ideal.ser funcionario. Pero esto equivale a• decir qué el idealíntimó de talindividuoes precisamehte no•ser individuo; sino ser gendarme, cartero; juez, etcétera. Entonces se compren"
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de que se.sienta menos o nada solicitado, durante sus horas de servicio para «vivir su vida», para comportarse como la persona que es. Al contra~ · ria, su «vida» ideal es no ser persona, sino personaje o funcionario. · Contraponga el lector a.este caso el del funcionario español. . .El espectác.ulo de su comportai;niento no .puede ser más diferente. Al · punto advertimos que el éspañol se siente dentro de su oficio coma· dentro de u.n aparato ortopédico. Diríamos que constantemente kduele sú oficio porque su vida personal perdura sin suficiente inhibición, y al no coincicfu con.la conducta oficial, tropieza.con ella. Se ve que el hombre este siente en ca.da situación unas ganas horribles di; hacer algo distinto de lo que le presci:ibe el Re.glame~~º· Resul_ta conmovedoradivinar el sufrimiento·del guare dra de la c1:culac10n madrileño por.no serlelícitó•dejarpasar a úna·btiena moza cuando la señal luminosa-marca rojo. Es más! siempre que puede, suspende el orden normal del ~etvicio para dejar pasar a la buena moza. ··.No olvidaré nuµca haberpresenciádo ~n Sevilla un enorme conflicto de vehículos en un' cruce de calles, y que en medio de él el guardia, en vez de actuar pararesolverlo según le. indicaban las Ordenanzas, estaba con los brazos enjarras, el casco ladeado sobre la oreja y diciéndosea.sfmismo en · ¡, , .: . · , • · ... hamletiano monólogo': . -¡ Ci;e lo que yo digo! ¡Que no puée cer! ¡Coche p'arriba,: coche p'aba.io ! ¡Quenopuée!=er! : . . .... , · . . • Aquel castizo sev:filano que ejercía lasfonciones de guardia¡>no sólo no ejecutaba el acto que para el caso ordena el Reglamento, sino que mariteníá en suspenso la circulación para darse el gusto de expresar su opinión personal sobre la totalidad del Reglamento. . . . Pero aparte estos casos extremos que aportan sólo la cínica claridad de la caricatura, es de sobra patente que la mayoría de nuéstros paisanos «toman» su oficio público en forma muy distinta que el alemán. Si asistiéram~s durante todas las horas de'setvicio a su comportamiento, veríamos, en pnmer lugar, que sólo algurios ratos entra de verdad nuestro hombre eu el ejercicio de sus funciones. Siempre que le es materialmente posible aban~ona el gesto y la ocupación de su cargo, como quien se quita· unos arreos mcómo.dcis;·y vaca a ser sí mismo, a comportarse según su individualidad reclam.a. Cuando la ocasión aprieta, le vemos como echar a correr hacia su cargo Y «ponérselo» apresuradamente, a modo de quien se pone•una escac fandra, para soltarlo de nuevri erí cuanto fa urgencia pasa, Pero aun dentro del ejercicio de sus funciones;procurará prescindir siempre que pueda de los detalles; saltarse ciertas formalidades. Raro será que le veamos .verdade~ ramente interesado en laque hace. Opera como un sonámbulo; deja actuar al esquema de hombre que, como mínimum; supone todo oficio; mante-
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niendo .ausente su personal atención, qne es la única capaz de intensidad, En-ello sé..engendra•ese ambiente de soñolencia qne suele cernirse sobre todas nuestras oficinas.· Diríase que el buen espqñól envía a su «doble» espet~ tral, mientras su auténtico ser'se queda en casa. Cuando el funciémario aleinán•conduyé.su jornada;de servicio parece, que se apaga; que su vitalidad sereduce: Suverdaderavida estaba en el ejercicio de su cargo: fuerade él, «Iio sabe qué hacen>; Nuestro compatriota;' eri cambio, parece que despier~ · ta entonces; y donde vive de verdad; donde se apasiona; rutila; gozay exis~ te, es en la tertulia del éafé.•fJ.lí, donde no hay sb;1.0 relacion concretísbna de hombre ahombre,allidoncre,. sinabstrad:iones', sepµede ser eLLó¡:iezque se es frentealPérez, que es el 'otro,'siente que; por fil'\, está cumplié.ndó:su individual e intransfé.ribk dé.Stihoc · ··· · Es incuestionabÍe que manera tal de tomar el óficio es más bien«sabo" tearlo »·y quemó puede fundarse en ella ningúriabuena•« organizadón»,•soc ciaL Mas, por otro lado; 'no se·puede negarque su•comportarniento es. «más humanoi>: Toda' la idolatría de la organizaciónque podamos sentir río.nos da derecho:a considerar como <>-, ¿no es la mayor prueba de ello? Nuestros funcionarios, con enorme frecuencia; sólofuncionan«porfavon>,y«porfavorn alabean todos los días las líneas rec¡as.del Reglamento. Pero ni es cierto que esta docilidad al «fa~ · von> consiSta siempre, ni mucho menos, en soborno inmoral; ni la base de actitud:que·hace posible ese·soborno; rnandolo hay,. es la prevaricación por ímfeo.iúterés. Al contrario, ésta se aloja y multiplica en el hueco· que la ha abierto •previamente' el •predominio de la :«humanidad» sobre la <HY. en ésta claro es que no hay Reglamet1tos; sino sentimientos: simpatías y ~tipatías¡ conmiseración::o ira, respeto o desprecio, benevbleneia ó gratitud:Estds·eflnvios tan personales penetran en su actuación reglamenc taria; convirtiéndola en:favor o diSfavor. ·
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Mas como, por otra parte; la sociedad tiene, queramos o no, que existir, y para que exista gozar de una bueria organización; será preciso que el hom. bre se dé cuenta: de ello, ~econózca las exigencias del buen servicio y, porree · flexión, supedite su hombría al cumplbniento de su oficio, su vida individual a su «vida~ oficia).. Esta reflexión es la que no suele actuar o actúa insuficientemente erunuestros compatriotas. ¿Esquela sociedad, la colectividad; el Estado, son cosa5 demasiado abstractas para que sepan tenerlas presentes atada hora? O bien, que al tenerlas presentes ¿no.logran convencerse, como el alemán;. de que ellas y no el destirio personal son lo más bnportante?, .• ..•. , El caso es quenb hay, tal vez, dos pueblos en que elhoJ:nbre.«tome» su oficio público de la misma manera: Mientras el español no lo toma•enserio, pero .ki toma con humanidad éxcesiva, el-alemán se ¡:ia5a:ytoma su cargo como si éste fuera su verdadera persona, lo cual viene a ser•como si el actor creyera que su efectiva realidad• es el papel que representa;; (La corufusión tiene. enla historia muchos precedentes. Baste re.cordarel hecho.de que en latín dramatis persona es papel; figura de teatro, ficción, lo que•yo:llamb «personajes». ¿Cómo vino ese vocablo a significar la realidad más real del universo, la concreta individualídadhumana, o viceversa, partir de ese sentido para transformarse en el de mascarón?) Una posición equidistante de esas dos es la del funcionario francés. En esto como en otras c9sas son los frariéeses el grupo de Occidente que'mejor ha dosificado los diversos ingredientes del hombre y con mejor equilibrio sabe atender amás dimen5iohes de la vida. Hasta: tal punto es sutil. la manera como el francés tóma su·aé:tuación de funcioriariri, que sé;hacé.iriíuy difícil describirla con claridad. Pórque si bien los sérvicios p'úblkris de Francia no ostentan perfección, carecen del pulimento, exactitud y rigor que en Alemania dan un subrayado muy fuerte a la organización como tal, sustantivándola, pór decirlo así, tenemos por otra parte la impresión de que Ja función pública se realiza.allí cbn sobrada solidez: Sólo; que esta solidez no es exhibida, sino.más bien ocultada, Se renuncia a Ja apariencia rígida y.se diSimula el automatismo. Y es que elfüncionario francés vive cor¡ plena·seriedad su oficio: nilo,desatiende como el español para liberar de él su-persona, ni desaparece en él como el alemánlVive su oficio, :pero sin abandoc nar su propia vida. Esto es lo difícil de formular,. Tal vez:nos:sirva echar mano de una.imagen'viSual. Si nos representamos ambas ac!tuaciones-la delindividuo y la del funcionariÓ-,:· como dos perfiles sobrepuestos uno a otro, podríamos decir que en el caso del francés vibran,, oscilan uno·sóbre otro con gran· rapidez; de suerte que hay siempre un instante en que el perfil .personal coincide con el oficial para separarse en el instante inmediato y volver a coincidir, y así sucesivamente. Con increíble movilidad·elfrancés
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salta sin cesar de la una a la otra vida, y la celeridad del tránsito nos da tomo resultado óptico la extraña impresión,de que es a la vez persona y funcioc nario., quitando a éste la aridez, el aristado del esquema, y a:aquélla inforc malidad de estar ejerciendo un oficio sin respeto a él, sin solidaridad cori él. Sabemos que su actuaciónreglamentaria no es una broma; pero a la vez, que no tenemos delante una máquina poco o nada humana,yque en última· instancia;si el caso lo merece, podemos recurrir a su personal hombría para salvamos de una molestia injustificada que el Reglamento, con su biufal roe daje, nos proporciona. La cosa es tanto más de notar cuantci que el francés no es.personalmente amable; antes: bien, bronco y distante: Pero no deja nunca 'de ser la pers'ona individual que es, y en nuestro trato oficial con él vemos siempre ésta tras elfuncforiario; nos hacemos la ilusión de que, en un conflicto, acabará por salvamos del Reglamento o acomodarlo a nuestra individual situación. ·Por eso .en el viejo sainete de Courteline se completa la frase antedicha así: Le gendanne est sa115 pitil!/.., mais il n'est pas sans grm1" dem' d'ame>
La Nación, 10y17 demarzo de.1935 1::
IV PLASTICIDAD DEL HOMBRE.-· . NUESTRO PASADO ES NUESTRA LIMITACIÓN.-:. EL CARÁCTER ÉTNICO COMO EL PASADO DE UN PUEBLO:-· · ENTREVISIÓN DE QUÉ ES LO SOCIAL La descripción que he hecho de los tres tipós defüncionarios tiene un
sentido comparativo,.y sólo entendida así pretende alguna validez.Si intro" dujéramos otros términos de 'comparación habría que correr.todas las: figuras. Es claro que hay otros pueblos donde el hombre está aún menos colectivizado que en Espafia, y frente a sus funcionarios parecería el español casi unfrancés o un ale'tnárr: Pero, además, esa.descripción·se refiere sin distin" gós a.toda una larga etapa, cuando menos a los últimos cuarenta años.,Esto significa que sólo es verdad en primera aproximación; L.~.... Cuanto digamos sobre cosas .humanas, vale en la medida en que prec cisemos la fecha ydistitlgamos de tiempos, La cronología no es, cómo eri definitiva se.ha creído hasta aquí, el dermato,esqueleto dela historia,.una armazón extrínseca que el historiador necesita.poriersobre los hechos hu" manos para ordenarlos yno confundirse él, sino, por el contrario, ea la ene traña misma de lo humano.y.como la sustancia de la historia;
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Es verdad que entre el funcionario alemán y el español existe hoy, como hace mtdio siglo, la diferencia apuntada, pero no se puede negar, por ·otra parte, que en esta etapa, y comparado consigo mismo, el funcionario · español se ha vuelto mucho méjorfuncionarioyha aprendido no poco a inhibir su vi.da' per~onál. Era inevitable: A comienzos del siglo, como he dicho, brotó con gran brío en todos los pueblos el entusiasmo por la.«buena organización». Por eso es la fecha en que más se admira a Alemania.: Cuac lesquiera fueran las· resistencias espontáneas del carácter étnico, Ja voluntad de que los servicios públicos lograsen mayor perfección tuvo que irlas reprimiendo más o menos: Yo no dudo·de que si continuase sin reservas ese entusiasmo por la buena organización, elfundoriario español llegaría a ser lb que hoy es el alemán. El hombre es una entidadinfinitru'nente plástica de la que se puede hacer lo que se quiera; Precisamente pórq'ue·ellano es de suyo nada, sino mera potencia para ser: asyou Iihe: El hombre es lb queha hecho de sí mismo, donde va itlcluido lo qué unos him1bres influyentes lograwha~ cer de los.demás: Repase en un minuto ellector todas las cosas que el hombre ha sido, es decir, que ha hecho de sí, y que hiégo ha dejado de ser, es decir, ha desechado de sí;: desde el «salvaje» 'paleolítico hasta el joveri <¡surrealista» de París. Yo no digo que en cualquier instante pueda hacer de sí cualquier cosa. En cada instante se abren ante él posibilidades limitadas; limitadas precisamente por lo. que ha sido hasta la fecha. Ésta es la única limitación concreta que el hombr:e tiene: su pasado. Pero si se toman, erivez de unins" tanté, todos los instantes, no se ve qué fronteras pueden ponerse a:lá plasticidad humaria. Dé la hembrá paleolítica han salido Madame Pompadour y Lucila de Chateaubriand; del indígena' brasileño, que no .puede contar arriba de cinco, salieron Newton y Enrique Poincaré. Y estrechando las distancias temporales, recuérdese que en 1873 vive todavía el liberal Stuart Mil!, y eri 1903 el liberalísimo Herbert Spéncer, y que en 1917 ya están ahí mandando;.o poco menos,Stalin y Mussolini. Cuando se habla, pues, del'carácter étriico, no se entiende riada abso" luto y definitivo: ·~l carácter de un pueblo no e5 sino la acumülaciónde su peculiar pasado hasta aqui-'su particular limitadón; que no procede, en última instancia, de una imposición absoluta con que se ha encóntrado: raza, clima, etcétera, sino.de lo que ha hecho libremente de sí frente a esas circunstancias fisiológicas y climáticas. En esteradicalísimó sentido es.ur¡. puebfo su hiStoria: Por lo miSmo es tan fabulosamente grave embarcar a una nación en tal o cual forma de vida. De la «buena organizacióni> no veíamos hacfa 1905 más que sus excelentes efectos, los que por delante de' sí va produciendo, que son los apetecidos. Pero una acción nuestra, además de esta•eficacia.rectilíriea\.irradiá
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efectos hacia todas. las direcciones. Y·como éstos no son los que con ella buscamos; no solemos·preverlosy nos sorprenden más tarde. Así·olvida,. mas casi siempre que:todo disparo es también culatazo, que .todo impulso hacia adelante engendra un contraimpulso hacia atrás. : La «buená.organizacióri» perfecciona la vidá.colectiva. Pero ¿perfecL ciona' también, sin más ni más, la vida personal? Estos artí.culos hacen ver . quda buena organización implica una inhibición habitual de la propia vida delindividuo. Si arajatabla'ponemos ésta alservicio de aquélla, ¿no corre~ remos el riesgo de debilitarla en proporciones desastrosas?. · En esta.cuestión caben dos.actitudes y es preciso .resolverse por una de ellas, pero rici conese modo de:résblverse que hoy se llama «decisióm>y que tradicionahnentedecíamós'en español «liarse la manta ala.tabeza»,Antes dé decidimos por ima delas dos; de poner nue5trf1 vida a una de ellas; es preciso re5qlverse p9daverdad deuiia u:btra. Esto es lo inekcusable, y lo demás ínm enorme e5tupidez;!qtie no'deja1de serlo·poiqtiepueblos enteros la cometan. • La cuestión·.-.que he prometido. no zanjar-.-. tiene que ser. planteada ccin toda la energía de Perogrullo. U\la «colectividad» de ,individuos es' uná colectividad de «individuos»; dé·.hómbres, deexistencfas .individuales,· Si éstas/ como tales, se desmedran, es evidente:que·.taID¡bién se desmedrará la colectividad_; <' · " ¡ '·Mas, por otra parte, la vida individual és la existencia del hombre: en el mundo·-·-.en el mundo físico y en el mundo sociaL S~gún la leyenda árabe~ en l~ isla de Huac-Huae;nacen las mujeres en los árboles. Pero fuera de esá leyenda,]as mujéres y Tos varones nacen en la sociedád, por lo•menos énel grupo generador, llámesele onci familia. Es decir; que el individuo humano es, desdeluego,y constitutivamente, miembro de.una colectividad. Yno lo es sólofoera, sino por dentro: No se trata de que el hombre está en la sociedad; sino que la sociedad está en.él. Queramos o no, lo que btros hombres ante~ riores. o' de.nuestro .dintorno .han.pen5ado:y.hecho. forma. parte .de nuestra persona, lo somos. Por tanto, si no hay colectividad sin'individuos, no hay tampoco individuos sin:colectividad. Es evidente, pues; que la realidad huL mana tiene dos formas: la colectiva y lacindividual que mut:tiamente se im,. plican. La cuestión está en determinar la función que cada una sirve en la vida humana.y el rango efectivo (no .meramerúe estimativo) que con.res~ pecto a la otra le corresponde en v'erdacl: Sin otro ánimo; por ahora; qué insinuar una mera posibilidad, yó diría lo siguiente: Que el hombte,'á diferencia.de las demás entidades pobladofás del universo; no ..tenga un sétdéterminado, sino que copsista en potencialidad ilimitada·.de ser esto o leí otro, no ha de interpretarse sólo como una desdí~
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cha. Tiene un lado magnífico. Esla condición ineludible para que una entidad sea capaz de progreso. Sólo progresa quien no está vinculado a lo que ayer era, preso eii ese ser que ya es; sino que puede emigrar.de ese modo de ser a otro: Este peregrino del ser, este sustancial emigrante•es, por ventura; el hombre. i;>eio nq basta con esto para:que progrese. No basta con que pueda libertarse de lo que ya es, como la serpiente de su camisa; para tomar una nueva forma. El progreso exige que esta·nueva forma supere la anterior, y para superarla que la' conserve y aproveche, que se apoye en ella,· que· se suba sobre sus hombros, como una temperatura más alta vaa caballo:sobre las otras más. bajas. Es decir, que eLprogreso exige, junto a la capacidad de no ser hoylo que ayer se fue; la de coriservár eso de ayer y acumularlb ..Ahora bien, el individuo, cbmo individuo, estreriasieiri)Jrela vida y sería· siempre un primer hombre·, eterno •Adán; como lo •es el animal en su ·especie. Durante su existencia se desarrolla su humanidad; pero no progresa: Sólo habrá progreso si: esá humanidad que en él se desarrolla parte de.otra que ya se de5arrollóy llegó a su culminación; en suma, si acumula otras humanidades ysu vida no es lá de un priiner hombre, sinb la de un segundo, tercero, etcétera; Para éste menester de acumulación hace fálta•queel hombre, al nacer, encuentre ya una forma de humanidad hecha, lograda, que no.tiene él que inventar ni forjar, sino simpleniente.fostálarse en ella, partir de.ella para su individual des.arrollo. Así este desarrollo no empieza desde el. cero, sino.ya.de ui:J.a cantidad positiva; a la.cuál añade su propio crecimiento. O lo que es igual, comienza a ser sobre lo· que otros han sido y agrega a ellp su personal trabajo e invención. Esa acumulación del pasado sin la cual el hombre no podría ser hombre, es decir, entidad progresiva, exige un aparato que la haga posible y la asegure. ¿Quién transmitirá al individuo que nace hoy cuanto de sí mismos hicieron los individuos antepasados hasta la fecha? ¿Otro individuo? Imposible. Es preciso que muchos individuos actuales se repartan el peso de la herencia que nps viene de rbilchás serie5•deirtdividúos sucesivos. La multiplicidad sucesiva de hombres se conserva proyectándose en una multiplicidad simultánea, en losmuchos hombres.de hoy. Pero no basta con esto. El tesoro del pasado no puede estar a merced de que quieran o ria aceptárlo, sin más ni más, los individuos de hoy. Es preciso que éstos. tengan que contarcon ello, que lo sientan como algo que seles impone· en sentido análogo.a como sen• timos las imposiciones de la realidad física que están ahí, queramos o no, y sin que su existencia dependa de hi buena voluntad de ningún, individuo. · Esto'nos hace ver que•el pasado humano, )Jara conservarse efectivamente; tiene que convertirse en: una realidad.extraña, que aun siendá hu,. mana., no tenga los caracteres más radicales' de lo humano, a saber: qué no
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depende de la voluntad persona!' como .depende nuestra vida individual; que sea, por tanto, impersonal, irresponsable, automática. Pero resulta que éstos son los· caracteres de la naturaleza bruta" del mundo físico. Ahora bien, esto, precisamente esto, es lo social, lo colectivo. Todo lo t¡ue de verdad proviene de la sociedad, .de la colectividad y en qúe éstas consisten es impersonal, automático, irresponsable y brutal. Y, sin embargo, todos· esos adjetivos se refieren a cosas humanas yno físicas, a modos de pensar (opi". nión pública); de actuar (usos morales, derecho), a hombres y no a movi" mientos materiales, reacciones físicas ni procesos zoológicos.Lo.social, lo colectivo es,•púes, lo humano deshumanizado, cuasicmaterializado, natuc ralizado:• Por eso hemos'sido llevados, sin advertirlo,. a llamar. también «múndo» a lo' social: Elhombre está eri la sociedad como eriunasegunda naturaleza. De aquí que siendo humana sea tan irihumana. • Según esto, la sociedad, la colectividad, sería elmedio esencialineludic ble para que el ·hombre sea hombre.. Pero enti9idase bien: cuanto hay eri la sociedad vino de individuos y en ella se desindividualizapaí·a hacer posibles nuevos individuos. Lo colectivo, pues, es algo intercalado entre las vidas personales, que de ellas nace.y en ellas desemboca. Su papel; su rango, con ser constitutivo del hombre, es simplemente papel y rango de medio, de utensilio y aparato; por tanto, secundario al papel y rango.de la vida personal. A lo que creo, esta concepción trascendería todas las opiniones hasta ahora sustentadas en que se contraponen individualismo y colectivismo :o en que se intenta turbiamente armonizarlos. La Nación, 24 de marzo de 1935
V ÚLTIMAS·REFLEXIONES
Al comenzar este ensayo· decía yo allector que en mi reciente viaje a Alemania no había visto lo que ahora pasa, sino lo que ha_pasado en los véintitrés años que separan· mi inspección actual de la anterior.• Y si esto pudo parecerle al pronto cosa un po_co enigmática, pienso que ahora leparezca sencillísima. La entrega que el hombre alemán' hizo de su personal existencia a la organización de la vida colectiva-···allá por 1850- es un hecho demasiado profundo para que pueda ofrecerse ningún otro de mayores influjos. Lo probable es lo inverso: que todas las demás cosás acontecidas en Alemania
en los postreros treinta años provengan de aquella.radical resolución o que• · den absorbid.as.por ella. · ! Lo que jp.he visto, como realidad de.primer término; no es sino el · avance ernlá colectivización del.hombre alemán. Hace veintitrés años había llegado en. ella a. un estado bastante: adelantado, Hoy lo. encuentro mucho más allá. La vidafadividual ha quedado reducida al mínimum; es casi sólo un muñón, un rudimento. Las personas viven automatizadas, y cuarido el Reglamento público que .regula su comportamiento. ncí ·determina lo que deben hacer, se quedan perplejas, sin saber qué gesto; qué acción ejecutar.; . No.me.interesa ahora apreciar este enorme:resultado, .Valorarlo, juz~ garlo. Me parece múthó más fértil invitar al lector.para que,deteng_a sobre él su meditación y lo contemple por todas sus caras. Se ¡:rata de un.gigantesco ensayo, hecho a fondo, para moviliZar toda una nación en un cierto sentido, para realizar en ella una entre las innumerables posibilidades humanas. El exclusivismo insólito eón que el ensayo .se ha cumplido, le da todo el valor de una experiencia de laboratorio. Yes preciso que este ensayo sea aprovechado por.las demás naciones, sea tenido rigorosamente en cuenta para seguirlo o para rechazarlo. • .• • · . · · " · Además, ocurre preguntarse: Este'ensayo de colectivizada persona humana ¿fue, sin más ni más, una ocurrencia arbitraria o casual de los alemanes, o existen en· toda sociedad presente caµsas que, gravitando sobre el albedríd,le imponen esa dirección? En este último caso, Ia•imagen de Ale~ mania sería como un espejo de nuestro común destino~ convendría mucho ver con claridad sus· componentes para aceptarlo si parece deseable o para luchar eficazmente contra él si lo tememos y aún es sazón de eludirlo. Tratándose del hombre, el destino no significa pura fatalidad. Es fatal que tengamos que contar con nuestro destino, pero no es fatal que s_e cumpla, ·.Las fronteras delos pueblos europeosrebosan deihabitantes. Esos habitantes. han .recibido ·del ambiente -·. educación; propagandas;: prensa-. conciencia de amplísimos derechos.y tienen despiertostodos sus apetitos. Desean vivir y.vivir bien. Pero el bienestar de todo orden-.-nomerefiero sólo al económico, sino a las ilusione5 de la ambición del triunfd,-etcétera-· no da margen para que sea repartido en forma de que cada individuo pueda alcanzarlo y gozarlo mediante propia creación. El espacio vital -podríamos decir moral~ no deja holgura para que millones y'millones de hombres vivan cada cual parasL Esto suponeuria esferade'acción1ibre donde la trayectoria individua!.-·-la voluntad diferencial de cada persona, su poder de invención humana en ideas, proyectos, gustos, preferencias-pueda desa~ rrollarse: Pero el caso ·es que ca'da'individuo tiene que: existir apretado contra su prójimo: (El ejemplo más visible, aunque el más tdsco; es la dificultad
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de circulación en las 'calles delas grandes urbes). Para moverse tiene que coincidir con el movimiento de los que en tomo le oprimen; y, viceversa; ésto~•tienenque contar con él. En tal disposición, ¿no será· preciso que yo tenga que renuncíar a moverme según propia inspiración, contentarme con actos reglamentados, como·en uria·gimnasia colectiva;· con hacer en cada instante lo que un poder público manda a toque décoinefa ?.; En el últinio medio siglo se ha hablado demasiado de «teorías" colee ti-· vistas, de utopías de socialización para que se atendiese con suficiente•serenidad al colectivismo efectivo y ya existente delas circunstancias; Aquellas teorías podían, ·Como todas las teorías, vaporizarse y ser suplantadas por ideas opuestas¡ pero los hechos no hay.quien los volatilice. Están alii e irre~ misiblemente habrá qué contar con•ellos;. •, ' ' · •·•;;De este.modo, la cuestión, hasta afiara romántka; de si se resolvería \.mo por las «ideas» colectivistas o.por.las·«ideas» individualistas, se conc vierte en asunto harto más trágico, a saber: si.ja realidad colectiva de hciy, si las sociedades actuales, no, son por sí mismas de con5titución col~ctivista, y abandonadas a su espontaneidad no concluirán ahogando la vida personal y transformándose en termiteras humanas: •·. • ' ,. ·, .· . A mijuicio, es ésta la tremenda cúestión; lasustantiva, queh~ypalpita bajo todas las apariencias: Y su gravedadsemultiplita por el grado de miseria intelectual enque el hombre presente se encuentra ante los fenóínenos'Sociac les. Dos veces durante el siglo XIX se intentó comenzar el análisis de las sacie~ dadesyse abrió un libro bajo el título Sociologia.;Pero no se pasó de escribir las primeras líúeas. Con sorprendente frivolidad s~hallaron pronto pretextos para desdefuir la empresa. Los pretextos con5istieron siempre, con uno u otro giro, eq que la nueva ciencia no se parecía a la física. Y gracias a ello venimos a una situación en que•nos es de superlativa urgencia tener ideas claras sobre qué es lo social; qué' la' colectividad, cuál su relación con el hombre, y ti:Jda la física;ma.ravillosanq sal¡e decimos una solapalabrásobre tales asuntos;.,, , ,.f •Seríapavorosa,stpudiera.realizarse, una encuesta: donde apareciesen cori todo rigor las ideas que en.Jos hombres más influyentes del planeta.-..-rió hablemosdelresto-.-. se,uneriavocablos como {, «Estado», etcétera .. Sobre todo, si luego se compara la tosquedad prumtiva de es'as'ideas con1a precisión de, conceptos a que se ha llegado en las técnic cas'de la naturaleza. ES corría si habitásemos encima de un laboratorio don~ dé son manejados los explosivos más violentos pi:Jr hombres de quienes swpiésemos que no tenían la menor. noción de sus ingredientes. , ,;> -'' . La crisis económica, que es de cuanto.hoy a\:ontece la dimensión más• notada poreLhombre medio, ha puesto de manifiesto la insuficiencia de.la 346
economía, que parecía la más adelantada entre las.ciencias sociales. En una época de auténtica y seria energía humana -y no de mera retórica {
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MISIÓN DEL BIBLIOTECARIO
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mismo acontece con innumerables palabras de las que hacemos un uso cotidiano. Si de pronto• hiciesen funcionar· C:On• plenitud lo que verdadera·mente sfgnilican; si al pronunciarlas u oírlas nuestra menteentendiesebien . y de un golpe su sentido íntegro,·nos sentiríamos atemorizados; parlo mee nos sobrec;ogido~ ante.el esencial dramatismo.que encierran. Porfortima, nuestro ordinario lenguaje las usa sumaria y mecánicamente, sin entenderlas apenas, con un sentido depotenciado, adormecido, borroso; las manejamos por de fuera; resbalando sobre ellas velozmente, sin sumergirnos en su interior abismo. En suma, que al hablar hacemos saltar los vocablos como los domadores de circo a los tigres y a los leones; después de haber rebajado su fiereia cori'la morfina o el cloroformo.
Qu~siera h~y prol~n~~r ~~11li cond~~t~ ;~ ~~~¡ción de una virtlld que unammemente reconocían ya a los españoles los antiguos griegos y romahb:S:Cla'hospitalidad'. Ahora bien, en la presen_¡e circunstancia el mejor rito hospitalario me parece consistir en que al llegar el extranjero a mi casa yo abandone ésta y me haga un poco extranjero. Eu esta ocasión de dirigiros la palabra, mi casa solariega es la lengua española, para muchos de vosotros poco habitual. Y he pensado que si había de buscar contacto eficaz con vuestras almas y no haceros perder por completo una hora de vuestras vidas, que las tienen tan contadas, yo debía hacer un esfuerzo y exponerme a la aventura de hablaros en una lengua que conozco muy poco, en que tenc dré que balbucir y tropezar muchas veces, que ni siquiera pronuncio bien, pero en que a la postre creo que me haré entender. Lo demás lo espero de vuestra benevolencia, que no me delatará a la policía por las erosiones que voy a producir en la sutil gramática francesa. . Y ante todo yo quisiera advertiros que lo que vais a oír no coincide pro~ piamente con el título dado a nli discurso, título con el cual yo me he encontrado, como vosotros, al leer el programa de este Congreso. Lo hago.constar porque ese título -«Misión del bibliotecario»- es enorme y pavoroso, y aceptarlo sin más fuera una pretensión abrumadora. No puedo intentar ene señaros nada sobre las técnicas complejísimas que integran vuestro trabajo, las cuales vosotros cor10céis tan bien y que son para mí hermético nlisterio. Debo, .pues, recluirme en el más breve rincón del ámbito gigante que ese título anuncia. ,Ya la palabra «nlisión», porsí sola, me asusta un poco si me veo obligado a emplearla con todo el vigor de su significado. Por supuesto, que lo 1
Estas páginas; vertidBs al francés, f~eron leidas como.discurso inaugriral en el co·ngreso
~nternacional de Biblio_tecarios el 20 de mayo de 1935.
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MISIÓN PERSONAL
Bastaría, para deinbstrarlo con un ejemplo'; que nos asomásemos un instante alinterior dda palabra «misión». Misión significa; por lo pronto, lo que•un hombre tiene que hacer en sn vida. Por lo visto, l.á mi;;iórres algo exclusivo del hombre. ·Sin homfüe ria hay misión: Pero esa necesidad a que la expresión «tener que hacer» alude, es· una condición:muy extraña y no se paliece nada a la forz.osidad•tim'qne la piedra 'gravita hacia el centró de la tierra: L¡¡ piedra no pul\'.de dejar de gravitar; mas el hombre puede muy bien no hacer eso que tiene que hacer:·¿No es esto curioso? Aquíla necesidad es lo más opuesto a una forzosidad, es una invitación. ¿Cabe nada más galante? El' hombre se siente invitado a prestar su anuencia a lo necesario. Una piedra que fuese medio inteligente, al observar esto, acaso se dijera: «¡Qué suerteserhombrel :Yo no tengo más remedio que cumplir inexorablemente Illi ley: tengo que caer, caer siempre, .. En cambio, lo que el hombre tiene que hacer, lo que el hombre tiene que ser, no lees impuesto, sino·que le es propuesto», Pero esa' piedra imaginaria pensaTía.así porque •es sólo medio inteligente•. Silo fuese.del todo, advertiría que ese privilegio del hombre es tremebundo. Pues implica que en cada instante de su vida.el hombre.se encuentra ante diversas posibilidades de hacer, deser,cy qüe es él mismo quien bajo su exclusivarespo'nsabilidad tiéne qüeresolverse por una de ellas. y que pata resolverse a.hacer esto.y no aquello tiene, quiera o no, que justificar ante sus propios tojos la elección; es.decir, tiene qüe descubrir cuál de sus acciones posibles én aquel instante es la que da más realidad a su vida, la qué posee más sentido,la más :Suyac·Sino elige ésa, sabe que se ha engañado a sí mismo, que ha falsificado su propia realidad, que ha aniquilado un.instante'de su tiempo vital; el cual;. como antes dije,• tiene contados sus instantes.
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No hay en esto que digo misticismo alguno: es evidente que el hombre no puede dar un ~ola. paso sin justificarlo ante su propio íntimo tribunal. Cuán" do dent:J:o de una hora nos encontremos a la puerta de este edificio :tendremos, queramos o no, que decidir hacia dónde moveremos eipie,. y para decidirlo, veremos surgir .ante nosotros la imagen, de lo que tenemos que hacer esta tarde, que a su vez depende de. lo que tenemos que hacer mañana, y todo ello, en definitiva, dé la.figura general de.vida que nos parece ser la más nuestra, la que tenemos que vivir para ser el que más auténticamente somos. De suerte que cada acción.ime5t:J:a nos exige quela hagamos: brotarde la anticipación total de nuestro destino y derivarla de unprogtamá general para nuestra existencia. Yesto vale lo mismo para el.hombre how. rada y heroico que para el perverso o ruin; también el perverso se ve obligado a justificar ante sí mismo sus actos buscándoles sentido y papel en un programa de vida. De otro modo, quedaría inmóvil, paralítico, como el ase no de Buridán;
humana, y como antes decía, sin hombre no hay misión, podemos ahora · añadir: sin misión no hay hombre.
Entre los pocos papele5 que, a su muerté,' dejó Descartes, hay uno, escrito hacia los veinte años, que dice: Quod vitae sectabor iter? .«¿Qué caminó de vida: elegiré?» Es una cita de cierto verso en queAusonió, a su vez, trae duce una vetusta poesía pitagórica; bajo el título: De ambiguitate eligendae vitae. «Desde la perplejidad en la elección de la. vida», Hay en el hombre, por lo Visto, la ineludible impresión' de que su vida; portante, su ser,. es algo que.tiene que ser elegido) La cosa es estupefaciente; porque eso quiere decir que, a diferencia de todos los demás entes del universo, los cuales tienen: un .ser. que. les .es dado ya prefijado; y por eso existen, a saber; porque son ya desde luego lo que son, el hombre es fa únic ca y casi inconcebible realidad que existe sin tener un ser irremediablemeh" te prefijado, que no es desde luego y ya lo que es, sino que necesita elegirse su propio ser'. ¿Cómo lo elegirá? Sin duda, porque se representará ensufan" tasia muchos tipos de vida posibles, y al.tenerlos delante, notará que algun9 dé ellos le atrae más; tira dé él, le reclama o lellamac Esta llamada que hacia un tipo de vida sentimos; esta voz o: gritó imperativo que asciendede.riuesc tro más radical fondo; es la vocación:• . :•. · En ella le es aLhombre; 'no impuesto', pero 'sí propuesto, lo que tiene que hacer. Y la vida adquiere, por ello; el carácter de la realización de un ímL perativo. En nuestra mano está querer realizarlo o no, ser fieles cJ.ser infie~ les· a nuestra vocación. Pero éSta, es decir,c lo:que verdaderamente tenemos que hacer; no está en nuestra manm Nos viene iriexorableménte propuesto; He aquípor qué toda vida humana tiene.misión: Misióri es esto: la condene cia que cada hombre tiene de sil: más auténtico ser que está llamado a realizar: La idea de misión es; ¡:iues; un ingrediente constitutivo dda condición 350 351
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esas épócas en que no había bibliotecarios, aunque había ya libros, no exisé tiesen algunos hombres que se ocupaban con los libros en forma bastante parecida a lo que constituye hoy vuestro oficio? Sin duda, sin duda: había algún hombre que no se contentaba, como los demás, con' leer los libros, sino que los coleccionaba y ordenaba y catalogaba y cuidaba; Mas si hubie: seis nacido en aquel tiempo, por mucho que .miraseis en vuestro derredor no hubieseis reconocido en el h¡¡céi de ese hombre lo que hoy llamamos un · bibliotecario; sino que su conducta os habría parecido lo que, en efecto, era: una peculiaridad
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misión del bibliotecario, lo que el bibliotecario tiene que hacer para ser buen bibliotecario. Importa mucho que no con:fondamos la una con la otra. Originariamente -ello no ofrece duda-.-. eso. que hoy constituye una ·profesión: u.oficio fue inspiración: genial y creadora.de un hombre que sintió laradic¡il necesidad de dedicar su vida a una ocupación hasta entonces desconocida, que inventó un nuevo quehacer. Era su'misión, lo para él necesario. Ese hombre muere, y con él su misión; pero andando el tiempo, la colectividad, la sociedad, repara en que aquella ocupación o algo parecido es necesaria para que subsista. o florezca el conglomerado .de hombres en .. consiste. Así, por ejemplo, hubo en Roma un homque ella-.-la sqciedadbre de la gensJulia, llamado Cayo y apodado C:ésar, a quien le ocurrió hacer una .serie de cosas que midie hasta entonces había hecho, entre ellas:· proclamar el derecho de Roma al mando exclusivo en el mundo y el derecho de un individuo al mando exclusivo en Roma. Esto. le costó la vida,, Pero una generación más tarde, la sociedad romana sintió como tal sociedad la necee sidadde que alguien volviese a.hacer !oque C:ayo julio C:ésar había hecho; de este modo, el hueco. que aquel hombre había dejado con su personalísimo perfilquedó objetivado, despersonalizado en una magistratura, y la palabra C:ésar, nombre de unac misión individual, vino a designar una necesidad colectiva. Pero nótese la profunda transformaé:ión que un tipo de quehacer humano sufre cuando pasa de ser.necesidad o misión personal a ser menester colectivo u oficio y profesión; En el primer caso, el hombre hace lo suyo y nada más que lo suyo, lo que él y sólo él tiene que hacer, libérrimamente y bajo su exclusiva responsabilidad. En cambio, ese hombre, al ejercer una profesión, se compromete a hacer lo que la sociedad necesita. Ha de renunciar, pues, a buena parte de su libertad y se ve obligado a desindividualizarse, a no decidir sus acciones exclusivamente desde el punto de vista de su persona, sino desde el punto de vista colectivo, so pena de ser un mal profesional y sufrir las consecuencias graves con que la sociedad, que es crudelísima, castiga a los que la sirven mal. , ·Tal vez un paradigma aclare esto que insinúo: Si en la casa donde un hombre vive con otras muchas personas se produce un incendio, puede, desde su punto de vista personal, que acaso es de extrema desesperación, no intentar apagarlo y .complacerse ante la idea de. que pronto su cuerpo será ceri.,iza: Ma5 si por un azar sobrevive y consta que pudoapagarelfuego que tantas vidas ha, co.st.adq, la s9éi<:!dadle castigará, porque no hizo lo que sociahnente-es decir, por nece5idad colectiva y no individual-había que haper. Pues bien; fas profesiones representan pa¡:a elt:¡ue las ejercita quehaceres de ese tipo; son, como el incendio, urgencias a que es ineludible acudir y que la situación social nos presenta, queramos o no'.· Por eso se llaman
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o.fidos; por eso especialmente todds los quehaceres,del Estádo -·en el Estác do aparece lo soda! en grado superlativo', subrayado, aristado, iba a decrr exagerado-, todos los qu~haceres del Estado se suelen calificar de ofidales. · Los lirigüistas encuentran.dificultades para fijar la etlmologia de esta palabra con que los latinos .designaban el deber; y las. encuentran porque, como muchasveces•les pasa, no se representan bien la situ,ación vital originaria a que el vocabloffesponde y en que fue creado. No ofrece dificultad semántica reconocer que ojficium viene de obyfacere, donde la preposición ob, como suele, significa ~alir al encuentro;,prontamente, a algo, en este ca" so aúnhacer,'Ojficimn•es hacer sin titubeo,: sin demora; leí que urge, la faec na qúése presenta comoineJicusab1e1• Ahora bien; estó.'es lo que coristituyé la idea;misma del deber. Guarido nos es presentado algo rnmo deber, senos indicia que Ílo·nós queda margen para decidirnosotrbs·si hay o nó. que ha" cerlo. Podremos cumplirlo o no, pero que hay'que hacerlo•esincuestionac ble' por esó e5 deber• · -• ' •· · . · - : / ' ' ' · , ·; ·_, ·L• ·, , ,· ·---"" . Todo esto nos declara que para, determinar la 'misión del bibliotecari~ hay que partir, no del houibre •quela ejerce, <;le su~ gustos, curiosidades ó conveniencias, pero:tampoco de un ideal abstracto que pretendiese definir de una vez•para siemprelo que es una biblioteca,' sino· de la necesidad social que Vuestra profesión sirve. Yesta necesidad; ccimo.todolo que es propia" mente humano; no consiste en una magnitudfija,.siilo que es por esencia variable, migratoria, evolutiva-en sunia, hist6rica. ·
LA HISTORIA DEL BIBLIOTECARIO. EL SIGLO XV Todos vosotros conocéis mejor que yo el pasado de vuestra profesión; Si ahora lo oteáis, observaréis cuán.claramente se ,mailifiesta. en él que el quehacer de.l bibliotecario ha variado siempre en rigqrosaftmción de lo que . , · · · el libro significaba como necesidad social. .· • , :. Si fuera posible ahora reconstruir .debidamente 'ese pasado, descubriríamos con sorpresa que la historia del bibliotecario nos hacía ver al trasluí: ,.,,, 1 -
El otro sentido_ de.·officiu111'-obsttlculizar-que p8.rece'teneruIÍ sentido bélico se·ehlaza urgi;:ncia,:<;l _i<~ebern más car~cterfsticos de la vida primitiva son la l~chá, c_on_:tr~ -~l enen:ugo,_el_ ~acerle frent~_Y ~~-~ners,~.~ _éL Es~ pues,:indifer.e11te que oficip _sign_i_fiqu~ -P!_i~ mero ~1P,º~~r o~sta~ulo:•.~ luego se generalice ~ºIT,1º prcitotipo de Urgenciá;· o viceVersa; 'que et deber genenco se especializase en.el más notable·de·oponerse al' enemigo.:·. , . ·. , ;-¡ ,,, ,.,), .· i : , ~ c?rio.so, ~dy~r~r ¡c;l:!lf ]~_.Ill~S~~.'~~~~:cle-~cudir ~p-µ; ce!~ri,dap__a .algq:anima a la pal~Pr? •<~bed1e~~1~1!~.~~P.b.Y.ª!.'~,',º-:--~ ~ec,i.r, ejecu~r.1nmedi_a~amen~e la orden.que.se ha esi:uchádd. En ára~~ la ex¡Jresió~ 'que de'signá óbediehcia 'e's'Un gitb ~, correspond~entea nuestro 1 ~dic~oy hecho>~, · . ,¡. -- ,,·
-~º.D:.el J~g¡~~do. 4
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la5 más secretas intimidades de la evolución sufrida por el mundo occiden~ tal. Ello comprobaría que habíamos tomado nuestro asunto, enapariencia tan particular y excéntrico-.-la profesión del bibliotecario-.-·, segün es debido; a saber, en, sil efectivay radical realidadcCuando tomamos algo; sea lo que sea; ~un•lo i;nás cllinimíto y subalterno; en su:realidadnos pone en con-· tacto con todas las demás realidades, nos sitúa corneen el centro dehnundo y nos descubré,en todas·!~ direcciones las perspectivasilimitadasypatéticas del uriiverso. Pero, repito, n6 podémos ahora ni siquiera iriiciaresa historia ,profunda de'vue,stra ,prófesión. ·Queda enuncia,da aquí.la tarea como un desideratum que alguno de vosotros, mejor dó ta do que yo para inc tentarlo; debería realizar. · ' "' ' Porque esa funcionalidad antes afirmada por mí entre lo que ha hecho el bibliotecario en.cada época: y lo. que el libro .ha ido siendo como.necesidad en las sociedades de Occidente, me parece incuestionable. Para ahorr.ar tiempo, dejemos Grecia}' Roma: lo que para ellas fue el libro, es cosa'muye:Xtrana si ha de s'ercon precisión descrita; Hablemos sólo de los pueblos nuevos que sobre las rninas de Grecia y Roma inician una nueva vegetación: Pues' bien; ¿cuándovemos•dibujarse, por vez primera, la figura hunianadel bibliotecario enla·urdimbre de.l paisaje social-'quiero decir~;•cuándo,un conteinporárieo mirando .en su cóntorno.j:>udo hallar conio fisonomía' pública;. ostensible y ostentada,• la silueta del bibliotecario? Siri duda;,en lós c~mienzos del Reriacimietúo; Cdrute, ¡un poco antes. de que el libro inipreso 6dstiese! Durante la Edad Media, la ocupación con los libros es aún,infrasocial, no :aparece en.el.há del:público:· está .latente, se" creta, como intestinal; confinada en el recinto secreto de los conventos. En las mismas Uiliversidades no se destaca ese ejercicio. Se guardaban en ellas los libros necesarios para el tráfico de la enseñanza ni más ni menos que se guardarían los utensilios delimpieza. El guardián de libros no era algo especial. Sólo enlos albores del Renacimiento empieza a delinearse sobre el área de lo público, a diferenciarse de los otros tipos genéricos de la.vida, el gálibo del bibliotecario. ¡Qué casualidad! Es.precisamente la sazón en que también, por vez primera, el libro en el sentido más estricto -no el libro religioso ni el libro legal, sino el libro escrito por un escritor, por tanto, el libro que no pretende ser sino libro y no re.velación y no Código-· es precisamente la.sazón ernque, talilbiénJ ·por vez priméra, el libro es sentido socialmente cómo necesidad. Este:.o el otro .individuó la había sentido mue chó antes=pero la había sentido conio sé siente un cleseo o un dolor; asaber, cada:cu'alpor supropia•cuenta yriesgo. Pero ahora el individuo hallaba que no era preciso que él si11tiese originalínérite esa necesidad, sino que en~ centraba ésta'etiel aire,.enel'ambiente, cbmo algo i:ecionocidó;nq se sabía
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por quién justamente, porque parecían sentirla «los demás», ese vago «los demás» que es el misterioso substrato de todo lo sociaL La ilusión del' libro; la esperanza en el libro no: \!ran ya un contenido de esta o la otra vida indi;. vidual,.sino que poseían el carácter anóniIDo; impersonal, propio a toda.vi'gencia colectiva. La hiStoria, señores, es, ante todo,, la historia de la emergeIJ-cia, desarrollo y desaparición dé las vigencia.5 sociales. Son est:Íls opiniones; normas, preferencias, negaciones; temores, que todo individuo encuentra . constituidas en sti contorno social; con las cuales, quiera o ria, tiene que con;. tar, como. tiene que contar con la naturaleza corporal. Es indiferente que1á persona.no e~té conforme con ellas: su vigenciá no depende de que tú ayo prestemos nuestra aprobación; al contrario, notamos mejor que es vigente cuando nuestra discrepancia se descalabra contra su granítica dureza: En este sentido, digo que ha5ta elRenacimieµto ria fue la necesidad del libro vigencia sociaLY porque entonces lo fue vemos surgiririmediatamente el biblióteciuio como profesión. Pero aúnpodljlÍlos precisar más1La necesidad del libro toma en esta época el cariz defe eri el libro, La revelación, lo diL cho por Dios y por Él dictado al hombre ínerigua de eficacia y se comiema a esperarlo todo delo que:el.hombre piensa COIJ-SU sola razón,.por tanto; delo que el hombre e5criba. ¡Extraña y radical aventura 'de la humanidad oc~il dental! ¿Veis cómo sin más que rozar la historiade . vuestra profesión caemos como por escotillón enlas entrañas recónditas de la evolución europea?: r.:, , La necesidad social del libro consiste en esta época en la necesidad de que haya·libros, porque hay pocos. A este módulo de la necesidachesponde la figura de aquellos geniales bibliotecarios ~enacentistas, que son grandes cazadores de libros; astutos y tenaces. La catalogación no es aún urgente. La adquisición, la producción de libros, en cambio, cobra rasgos de heroísmo~ Estamos en el siglo XV. No parece debido aun puro azar que precisamente:en esta época.en que se siente, tan vivamente, la necesidad de que haya más libros, la imt prenta nazca:
EL SIGLO XIX
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. Con un esfuerzo dé deportiva agilidad brinqu¡;mos tres siglósy detengáil1onos en 1800. •¿.Qué ha pasado éntcetarí.tocoti los libros? Se han:public cado muchos; la imprenta se ha hecho. más baca ta' ,ya no se siente que hay pocos libros; son tantos lo~ qué hay, .que se siente la necesidad de catalogar'los. Esto erí..cúanto asuníaterialidad. En cuanto a su contenido; la necesida..d sentida por la sociedad ha variado tambiém Buena parte de las esperanzas 356
que en el libro se tuvieron parecen cumplidas. En el mundo hay ya lo que antes no había: Ias ciencias dé la naturaleza y del pasado, los conocimientos técnicos. Ahora se siente la necesidad, no de bus~ac libros -esto ha dejado ·de ser verdadero problema-., sino la de fomentada lectura, la de buséar lectores. Y, en.efecto, en esta etapa las bibliotecas se multiplican y con ellas el bibliotecario; Es ya una profesión que ocupa a.muchos hombres, pero aún es una profesión social espontánea. Todavía el Estado no la ha hecho oficial. . Este paso decisivo en la evolución de vuestra carrera comienza a darse unos decenios más tarde, en tomo a 1850. Vuestra profesión en cuanto oficio estatal no es, pues, nada vieja, y este detalle de la edad en que se halla vuestra profesión es de enorme importancia, porque la historia y todo lo histórico, es decir, lo humano\ es tiempo vivierité y el tiempo .viviente es siempre edad, merced a lo cual todo lo humano está siempre en su niñez o en su juventud o en su madurez o en su vejez. Me atemoriza un poco haberos al paso mostrado esta perspectiva. como por una claraboya de mi discurso, porque temo que me preguntéis; con vehemente curiosidad, en qué edad creo yo que está· vuestra profesión, si ser bibliotecario es ser algo históricamente joven o maduro o caduco. ¡Veremos;vererrios si al cabo puedo insinuacos algo sobre el particular;! Pt'lro volvamos antes al punto de la evolución en que estábamos, al moc mento en que¡ aproximadamente hace cien años; la profesión de bibliotecario quedó oficialmerite:constituida. La peripecia más importante-pensaréis seguro. conmigo- que a una profesión puede acontecer es pasar de ocupación espontáneamente fomentada por la sociedad a convertirse.en burocracia del Estado. ¿A qué se debe o -cuando menos- de qué es sín" toma siempre modificación tan importante? El.Estado es, también, la sociedad, pero. no toda ella, sino un modo o porción de ella. La sociedad, en cuanto no es Estado, procedf'. por usos, costumbres, opinión pública, lenguaje, mercado libre,.etcétera; etcétera; en suma, por vigencias imprecisás y difusas. En el Estado, en cambio, el carácter de vigencia efectiva propia a todo lo social adquiere su última potenciay parece e.orno si se hiciese algo sólido; perfectamente claro y preciso. El Estado procede porleyes que son enunciados terriblemente taxativos, de rigor casi matemático. Por éso indic caba yo antes que el orden estatal es la forma extrema de lo colectivo, como el superlativo de lo social. Si apfü:amos esto a nuestro .presente ·problema, tendremos que una profesión no pasará a hacerse oficial, estatal; sino en el momento en que la necesidad colectiva por ella servida se hace sobremanera aguda, en que no es sentida ya como simple necesidad, sino como necesidad ineludible, literalmente como urgencia. El Estado IJ-º admite en su órbita propla ocÚpaciones superfluas. La sociedad siente, en cada momento,
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que tiehe que hacer muchas cosas, pero el Estado cuida de no intervenir si" no en aquéllas que, parlo visto, tienen, sin remedio, que ser hechas. Hubo tiempo en.que se creía imprescindible para la existencia de la sociedad con~ suhar los auspicios y demás señales misteriosas que los dios~ enviaban a los pueblos. Por esta razón la ceremonia.de la.inauguración se hizo institución y faena oficial, y los augures y arúspices eran una burocracia importantisirria\ Pues bien, la Revolución francesa había dejado, tras su melodramática· turbulencia; transformada la sociedad europea; A su antigua anatomía aris" tocrática sucedió.una anatomía sedicénte democrática. Esta sociedad fue:la consecuencia última de aquellafe en el libro que sintió el Renacimiento, La sociedad democrática es hija del libro, es el .triunfo del libro escrito por el hombre escritor sobre el libro reveladdpot Dio.Sysóbre el libro.de laSleyes dictadas•por la autocracia. La rebelian· de los pueblos se había hecho en hombre de todo eso que se Barna razón, cultura, etcétera. Estas vagas enti.: dades vinieron, a· ocupar: en elcorazóri de los·~bmbres el mismo puesto cetl" tral que antes había ocupado Dios; otra entidad no menos vaga. Hay una ex" traña propensión en los hombres a alimentarse, sobre todo, de vaguedades; EHo e5 que; hac:ia 1840, el libro no es ya•necesidad meramente en'el sentido de ilusión, de esperanza, sino que; cesante Dios;volatilizada la au" toridad tradicional y carismática, no queda más instancia última en que func: dar todo lo sOcialque el libro; Hay; pues, que agarrarse a él .como a una roca· de salvación. El libro se hace socialmente imprescindible; Por eso es la épO" ca en que surge ·el fenómeno de las ediciones copiosísimas. Las masas se abalanzan sobre fos volúmenes cori una urgencia casi respiratoria, como si fuesen balones de oxígeno. La consecuencia de esto es que por vez primera en la historia occiden" tal se hace de la cultura una rngione di Stato, El Estado oficializa las cient:ias y las letras. Reconoce el libro como función pública y esendal organismo . político, En virtud.de ello la profesión.debibliotecario.se.corivierte enh1, .. rocracia-por una razón de Estado 1• Hemos Uegado; pues, en el proceso de la historia, en el proceso dela vida humana europea a la fase en que el libro ,se ha hecho unanei:esidad·im" prescindible. Sin ciencias, sin técnicas, no pueden materialmente existir estas sociedades tan densas de población y con tan alto nivel de vida. Mucho menos pueden vivir moralmente sin un gran repertorio de.ideas. La única vaga posibilidad de que la democracia llegase a ser efectiva consistía• en que las masas dejasen de.serlo a fuerza de enormes dosis de cultura, se eri"
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tiende efectiva, brotando con evidencia en cada hombre, no meramente recibida, oída,leída. El siglo XIX ve esto desde sus comienzos con plena claridad. Es un error creer qúe este siglo ensayase la democracia siri hacerse cargo, a p1io1i, de su improbabilidad. Vio perfectamente lo que había que hacer-rele.ed a Saint-Simon, a•Augusto Comte, aTocqueville, a Macaulay-, intentó hacerlo; pero forzoso es reconocer que con flojera primero, é:on fri~ validad después. Mas dejemos esto.y vamos a lo que ahora nos ofrece mayor interés, Uegamos al punto final ~y anuncio que es final para reconfortar vuestro cansancio de oyentes-'-, al punto final que nos exige el más alerta esfuerzo de atención, porque el tema del·libro y del bibliotecario hasta aquí tan manso; casi idílico, va a trasmutarse de pronto eri un drama~· Pues bien, ese drama va a constituir, a mi juii:io, la más auténtica misión del bibliotecario. Hasta ahora habíamos topado sólo lo que esta misión ha sido, las figuras de su pretérito .. Mas ahora va a surgir ante nosotros el perfil de una nueva tarea incomparablemente más alta, más grave, rriás esencial. Cabría decir que hasta ahma vuestra profesión ha vivido sólo las horas de juego y.preludio ~Tanz uitd VorspieL Ahora viene lo serio, porque el drama empieza.
LA NUEVAMJS!ÓN' Hasta mediados del siglo XIX nuestras sociedades de Occidente sentían que el libro les era una necesidad, pero esta necesidad tenia signo positivo. Aclararé brevísimamente lo que entiendo bajbesta expresión. Como al principio os. decía; esa vida con que nos encontramos, que nos ha sido dada, no nos ha sido dada hecha. Tenemos que hacérnosla nosotros. Esto quiere decir que la.vida consiste en una serie de dificultades que es preciso resolver; unas; corporales, como alinientarse; otras, Uamadas espirituales, como no morirse de aburrimiento. A estas dificultades.reacciona el hombre inventando 'instrumentos corporales y espirituales, que facilitan su lucha con aquéHas. La suma de estas facilidades que el hombre se crea es la culttira. Las.ideas que sobre las cosas nos forjamos son el mejor ejemplo de ese instrumental que interponemos entre nosotros y las dificultades que nos rodean. Una idea clara sobre un problema es como un aparato maravilloso que convierte su angustiosa dificultad en holgada y ágil facilidad. Pero laidea es fugaz; un'instantealumbra en nosotros el claror, como mágico, de su evidencia, mas a poco se extingue. Es preciso que lamemoria se esfuerce eri conservarla.ePero la memoria no es capaz siqukra de cons'ervar todas nuestras propias ideas e importa mucho que podamos.conservar
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las de otros hombres. Importa tanto, que es ello lo que más caracteriza imesc tra huniana condición. El tigre de hoy tiene que ser 'tigre como si no huc · biera habido antes ningún.tigre; no aprovecha las experiencias milenarias que han hecho sus semejantes en el fondo sonoro de las selvas. Tódo tigre.es un primer tigre; tiene que empezar desde el.principio su profesión de tigre'. Pero el hombre de hoy no empieza a ser hombre, sino que hereda ya las far" mas de existencia, las ideas, las experiencias vitales de sus antecesotes,-y parte, pues, del nivel que representa elpretérito humano acumulado bajo sus plantas. Ante un.problema cualquiera, el hombre :tia se·eni:uentra soló con su personal reacción, con lo que buenamente a él se le ocurre,.sino.coI1 todas o muchas de las reaccfo:ties,ideas,.i:tivenciones·que los antepasados tuvieron; Por eso su vida está hecha conla acumulación de otras vidas;•por eso su vida 'eS 'sústancialmente progreso; ho di.Sentamos ahora si progreso hada lo, mejor, hacia lo peor.o hacia nada •. , '" De aquí que fuera tan importante añadir1alinstrunientót¡ue es la idea un instrumento que facilitase la dificultad de conservar todas l.as ideas. Esté instrilmento es ellibro. Inevitablemente, cuanto más se acumule del pasado, mayores el progreso:.Yasí ha acaecido que apenas se·restielve.con-la imprenta el problema técnico de que haya libros, comienza a acelerarse el tempo de la historia, la velocidad del progreso, llegando en nuestros días a un ritmo que nos parece a nosotros mismos vertiginoso, no digamos lo qué parecería a hombres de épocas más tardígradas. Porque; señores, no se trata sólo de que nuestras máquinas produzcan a velocidades.pasmosas;.de que nuestros vehículos desplacennuestros cuerpos conceleridad cáSimitológi~ ca; se trata de que la realidad total que es nuestra.vida, el volumeri integro de:la historia, ha aumentado prodigiosamente la frecuencia de sus cambios; por tanto, su movimiento absoluto, su progreso. Y todo ello debido, princi• palmente, a la facilidad que el libro representa. . ,' él:le aquí por qµé nu_estras .sociedades sintieron.el libro ,como .una.nec cesidad;.era.hi'necesidad de una facilidad; de. un utensilio benéfico. Pero imaginad que elinstrurhento inventado·porel hombre.para facilitarse una dimensión!de la. vida se convierta él; a su vez, en· un'! nueva dificultad, que seTevuelva.contra el hombre, que se haga insumiso e indócil; que provoque efectos morbosos antes imprevistos: No por eso.dejará de.serneé:esario en el.sentido defacilitar aqúel problema envista del.cual fue inventado;. lo que pasa 'es que, además,.y.precisamente p()rque es.necesario para eso,-viene:a añadiranuestra.vida una nueva e inesperada angustia. Antes era para ria~ sotros.purá faqilidad.y, por tanto, era en nuestra vida un factmo que tenia tan sólo •si~b positivo. Ahora su relación con nosbtrbs se complica y se carga con un signo negativo:•. u,
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Pues bien, señores, este caso.no. es hipotético, Todo lo :que el hombre inventary crea para facilitarse la vida, todo esb que llamamos civilización y wltura,:llegaun momento en que se revuelve contra él. Precisamente porque es una creacicfa.queda ahí, en el mundo, fuera del sujeto que lo.creó, goza de existénc~á propia, se convi!'!rte encasa, en mundo frente alhoinbre, y lanzado a su particular e inexorable destino, se desentiende de•la intención con que el.hombre lo creó para salir de un apuro ocasional.· Es el inconveniente.de ser.creador. Al Dios del cristianismo le aconteció yá esto: creó el ángel de grandes alas místicas y el ángel se le rebeló. Creó al hombre-sin más•álas que lás.de la fantasía;pero elhombre también se-rebeló, se revolvió contra Él y: empeZó a ponerle dificultades .. MaraV:illosamente el cardenal ('.jusano decía que eLhombre', porsedibre,:tre~ pero eslibre y. crea inserto en.el instante temporal, bajo la presión dela.circunstancia: de aquí que merezca el.titulo deDétís' occasionatus, «Dios de ocasión». Por eso. también se revuelvericontraélsus creacioµes;,' '''" :•: Hoy vivimos una hora sobremanera característica de esta trágica peripecia. La economía/ la técnica, facilidades. que el hombre inventa;. le han puesto hoy cerco y.amenazan esí:rangi1larle. Las ciencias; al engrosar fabulosamente y multiplicarse y: especializarse; rebasari:Jas' capacidades de. ad, quisición que el hombre posee y le acongojany oprimehicomo plagas1de la naturaleza; Está.el hombre.en peligro de convertirse en e¡;clavo de sus cienciás. EL estudio no es ya, el otium, la scholé; que fue eh' Greda ~empieza ya a inundada vida del hombre y rebosar sus limites. L,a inversión caracteristica de esa rebelión tontra su creador de las creaciones humanas es ya inminente: en vez de estudiar para vivir:;ra•a teúer'que vivir'para estudiar.· En una u otra forma ha acontecido ya esto varias veces en la historia. El hombre se pierde en su propia riqueza: su propia cultura, vegetando tropicalmente en tomo a él, acabó.por ahogarle. Las llamadas.crisis históricas no son, a la postre, sino esto. El hombre n~ puede ser denrnsiado rico: si un exce,so de facllltadés, de posibilidades, se ofr,ece a su elección; nallfraga ,en ellas y a rllerza de posibles pierde elsentido de lo necesario'. Éste ha sido perennemente el ~ágico destino de las aristocracias: todas, al cabo, degeneran, p~rqué el 'exces() d~ mécliqs, defacilidades, átrofia s~ ~ll~rgia ...·' ' . , ¿Es demasiado decir invitaros a reflexionar si las sociedades de Occidente no erhpiezan'a sentir el libro como instrumento rebelado y e.orno hueva dific111tac1?, En Alemania se I,ée el libro del se.ñor JÜpger, ckiI!file ~µ~ontia¡nos ,,- ,,1 Ch_ateaubrian_d; que tenfamucho m~;_talentoyera mucho-másprofun_do de lo que la es:tüpida Critica literaria:de los últimos ochenta a_ños reconoce, decía ya: 11L1invasion des-idées asuccécfé.·d l1invasion desbarbareS!·la dvilisatian· actuelli! déion1pasée-se perd en elle-mCme11. Mérnoires
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frases aproximadamente como ésta: «¡Es una pena que hayamos llegado a esta altura de nuestra historia sin una porción suficiente de analfabetos!» Me diréis que esto es una exageración. Pero no·nos hagamos ilusiones: una exageración' es siempre la exageración de algo que no lo En toda Europa existe la impresión de que hay demasiados libros, ál revés que en el Renacimiento. ¡El libro ha dejado de ser una ilusión y es . sentido como U:na carga! Elmismo hombre de ciencia advierte que una de las grandes dificultades de su trabajo está en orientarse en la bibliografía de su tema: No olvidéis que siempre, cuando un instrumento·cieado por elhom~ bre se revuelve contra' él, la sociedad, a su vez; se revuelve contra aquella creación; duda de su eficacia;• sienté ántipatía hacfa ella y le exige que cum" pla su primitiva misiónde purafadlidad. Hay aquí, pues, un drama: el libro es imprescindible en estas alturas de la historia, pero el libro está en peligro porql)e se ha vuelto.un peligro para el hombre.: · · · Puede. decirse que una necesidad humana deja de ser puramente Pºt sitiva y empieza a. cargarse denegatividad·en el momento· en que empiez~ a'. parecer imprescindible'. No es bueno, en efecto, .que algo sea rigorosaL mente imprescindible, aunque lo poseamos en abundancia, aunque no nos plantee su· uso y aprovechamiento ninguna nueva dificultad: El simple cae rácter de imprescindible hace que nos sintamos 'esclavizados por ello .. En este sentido cabe decir quelas nécesidade5 sociales se hacen propiainenté asnnto de Estado cuando son ya negativas: Por eso es tan tristé todo lo est:B:; tal, tan penoso, sin que haya modo de extirparle por completo un desapaci" ble cariz de hospital, de cuartel, de cárcel. .
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Toda ne~eSidad hlimaha, si Io·es, puede, en algúii'seiitldo, éalifiéai-se deiinpfeSC:inilib1e. Lit cosa· es obvia. Pero sise intenta obtener 1.)-Il concepto_ clarq de la_ne_cesidacl o rnen~tet, se_ descubre _____ _: pronto.una d6ble~gnifié:aciqn que fuera preciso dar al término «cimpresctndiblei~. No pu(!do ac¡u_~ eJ.?.trar _en el tema y me limito a tranS_cribi~ unas palabras del.curso sobre lc_Princi-¡Jios de rnetafísi~!' d.ido en 1933 en lá Universidad de Madrid, algunos de cuyos trozos hansidó publicados. i1L1aril.ó necesidad hurhana: todo aquello que, o es·sentido _como literalmente impres-cindible-esto es,-ta). que sin ello cr!et;i;n_os.~o_pod,ervivir--::-_, o que,-aunque podamp~ de hecho presci~dir de.ello,_s.emi~.,. rfamo.s sintiéil.dolq Cómo un hueco o defecto que había en nuestra vid;i': Así: coTner es ullá Ilece.Sf:. dad lite-ralmente irii.prescindible. Peró ser feliz,-)r s'er felii: de cierta preC:isá manera:; es· también una nec~dad.: Claro es que no lo somos, _esto es, que de hecho prescindimos de la felicidad y vivJ.IJlP? infelµmente, pero ~¡ahí est~I-:- _la-~ensación _de 11ecesitada_perdura sietn~re act~va en_ rtOSQ~0:5.• Se dirá cj_ue el ser feliz·ito'es una nece'sidad, sino un mero deseo. Eil eféCtó, lo es; pero Csto nOS"te: vela que mientras-muchos de nuestros deseos son sólo deseos-por tanto, algo de que· poi Ci::frii::. pletó pode.mós·prescindir sin que-esta renuncia deje un muñón, una arriputación, uti-vacío _e~ nuestra vida--'-;·hay otros _deseos de_que., conto descos;no podernos prest:indii;- esto es, que arinqu~ de hecho tengamos que renunciar a satisfacerl_os, a la realidad que ellos desean~ a desearlos no po.,demos prescindir, aunque queramos. Por eso exigen que los llamemos necesidades>~: ·· 1
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Sin embargo, el pleno carácter negativo brota cuando el instrumento creado ·como facilidad suscita espontáneamenta una dificultad imprevista y practica agresión contra el hombre: Esto es lo que hoy empieza a acontecer ·cbn 'el libro y'ha hecho que en toda Europa desaparezca casi por completo ' · · la.antigua alegria ante lo impreso. · , Lo cual significa'para mí que vuestra profesión inicia su edad madura. Si la vida es· quehacer, quiere decirse que cada edad de ella se diferencia por er estilo predominante en la actuación del hombre, La juventud no suele hacer lo que hace porque haya que hacerlo, por considerarlo inexcusable. :Al contrario: en cuanto advierte que algo es forzoso, ineludible, procurará ~vitado, y si no lo logra, cumplirá la tarea con triste±ay de5ganaiLa falta·de lógica que ello implica pertenece al tesoro magnífico de incongruencias en que, por su fortuna, la mocedad consiste. El joven sólo se embarca con ilusión en aquellas ocupaciones que se le presentan con el aspecto de ~evoca bles, es decir, que no son forzosas, que podían perfectamente ser sustituidas por otras, ni mfü;. ni menos oportunas y recomendables. Necesita pensar que en todo momento está en su mano dejar aquella faena y brincar a otra, conlo cual evita sentirse prisionero de un solb quehacer. En suma; el joven no se adSéribe a lo que hace; o lo que es lo mismo, aunque lo haga con todo esmero y heroísmo; 'no lo hace casi nunca completamente en serio, sirio que · en su secreto foridb re.chaza sentirsdrrevocablemente comprometido yprefiere quedaren permanente disponibilidad para hacer otra cosa distinta y aun opuesta;• De este modo, su concreta ocupación se le aparece como un mero ejemplo ddas innumerables otras cosas a que podía en aquel in5tan~ te dedicarse. Merced a este íntimo ardid consigue virtualmente lo que am~ biciona: hacer todas las cosas a un tiempo, ser de un golpe todos los modos de ser hombre: Es inútil intentar negarlo; el joven es por esencia poco leal consigo mismo y torea a su misión. Su hacer conserva algo del juego infanc ,til y es casi siempre mero ensayo, prueba, écha11ti!!o11 sa11S valeur. La edad madura se comporta con un estilo opuesto. Siente la fruición · de la realidad; y larealidad en el hacer es precisamente lo que no es capricho, lo que no da igual que sea hecho o no; sino que parece inexcusable, urgenc te•. En esta edad llega la vida a la verdad de sfmisma y descubre la esencial perogrullada de.que no se púedén vivir todas las vidas, sino que, al revés, consiste cada una en desvivir todas las demás, quedándose· sólo consigo. Esta vívidá conciencia de que no ¡Jodamos ser, de que no podamos hacer en cada momento más que una cosa· apura nuestras exigencias en la elecéión de cuál sea ella. Nos repugna el narcisismo juvenil que hace una cosa dialquiera precisamente porque es cualquiera y, sin embargo, cree vanidosamente estar haciendo algo.· A la rrladurez no le suele parecer digno de ser
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hecho ·sino aquello que fuera ilusorio. evitar porque es inexcusable. De aquí su preferencia por los problemas que lo< son superlativamente, por los.proc blemas que son ya conflictos, necesidades de signo negativo. Si trasladamos este deslinde entre las edades.de la vida personal a•Ja «vida» colectiva y en ella a las profesiones; descubrimos cómo_ la vuestra lle'ga alinstante detener.que habérselas con el libro bajola especie de conflicto; Pues bien, he aquí dónde veo yo surgir la nueva misión del biblioteca-' ria incomparablemente superior a todas las anteriores .. Hasta ahora se- ha ocupadoprincipalmente del libro como cosa, como objeto material. Desde hoy.tendráque.atender aUibro..como fupciónviviente:.habrá de ejercer:la policía sobre eLlibroy hacerse domadoridel libro enfurecido. . '.; j
,r EL LIBRO COMO CONFUCTO I
· Los más graves atributos negativos que comenzamos hoya percibir ei;i el libro son.éstos: •:. · · · Eº Hayya demasiados libros.Aun reduciendo sobremanera el número de. temas .a que cada hombre dedica su. atención, la cantidad de libros que necesita ingerir es .tan enorme que rebosalos límites de su tiempc;> .y de su capacidad de asimilación. La mera orientación. en la l:íibliografía de. un asunto representa hoy para cada autor un esfuerzo considerable que gasta en pura pérdida. Pero.una vez hecho este esfuerzo se entueritra con que no puede leer.todo lo 'que debería leer. Esto le lleva a leer deprisa, a leer mal y; además, le deja con una impresión de impotencia y fracaso, a la·postre de · escepticismo hacia su propia obra,. •Si cada nueva· generación va a seguir acumulando papel impreso en la ·proporción delas últimas, el problema que plantee el exceso de libros será pavoroso ..La.culturaque.habíalibeitado al hombre de la selva primigenia; le arrojá de nuevo en una selva de libros.no menos inextricable .y ahogadora. Yes vano querer resolver el conflicto suponiendo que esa necesidad de leer los.libros acumulados por el pretérito no existe; que se trata de uno entré los muchos tópicos inanes delabÍ!atería ante la «cultura», vigentetodavíá en las almas hace unos pocos años.- La verdad es lo contrario. Bajo la superficie denuestro.tiempo está gerroinando, sin quelos individuos lo aperciban aún¡ un nuevo y radical imperativo de la inteligencia: el imperativo de la concierilcia histórica. Pronto va a brotar con enérgica evidencia la convicción de que si el hombre quiere de verdad poner en claro su ser.y su destino; es precis'o que logre adquirirla conciencia histórica de sí mismo, esto es, que se ponga enserio a hacerhistoria como hacia 1600 se puso en serio a hacer física, Y esa
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historia será; no la utopía de.ciencia que hasta ahora ha sido, sino un conocimiento efecti~o. Y para que lo sea, hacen falta muchos ingredientes exqui·sitos; porl~ pro~to, uno, el más obvio: la precisión. Este atributo dela.pre.cisión, en.aparienciaformaly extríriseco, es el primero que aparece enuna ciencia cuando. ldlega: la hora de su auténtica•constitución. La historia que se hará mañana.no hablará tan galanamente ·de épocas .y de centurias, sino que articulará el pasado en muy breves etapas de carácter orgánico, en generaciones, e intentará definir-con todo rigor laestructuradda_vida humana en cada una de ellas.-Y para·haéer esto no se contentará comdestacariestas o las otras obras :que arbitrariamente se califican .de. «representativas»¡ sino que necesitará reaLyefectivamente:leerse.todosJos.libros de un tiempo y filiarlos cuidadosamente,-llegando.a establecerrlo queyo.llamatia una «estadísti.cade las id'eas»; .a fin de precisar con. todo rigor elinstante c±ronológico en que una idel'l.brota;.el-proceso.de su ~xpá.nsión; elperíodo.exactp que dura como vi" gencia colectiva y luego.la hora de su declinación, de su anquilosamiento en mero tópico¡ en fin, su ócaso tras el horizonte del tiempo históricoJ •· ·•.No podrá•darse cima a toda.esta enorme tarea si el bibliotecario no procura,reducir su .dificultad en la medida que a él le. corresponde,- exonerando de esfuerzos inútiles a los hombres cuya triste misión es y tiene qüe sedeermtlchos libros, los más posibles; al naturalista; al médico, alfilólogo, al historiador. Es •preciso que dejj"., por completo,, de ser: cuestión para un autor reunir la:bibliografía.soqre su-asunto ·previamente' razonada y cribada.· Que. esto no. acontezca. ya-párece·intompatible .con.la altura delos tiempos.- La economía del esfuerzo mental lo•exige con urgencia. Hay; pues; que crear una nueva técnica bibliográfica de un automatismo rigoroso. En ella conquistará su última potencia lo que vuestro oficio inició siglos hace bajo la:figura de catafogación,: 2, ~ Ma~ no.sólo hay ya demasiados libros, sino que constantemente se producen en abmndancia torrencial. Muchos de ellos son inútiles .o es túpie dos;,constit:Úyendo -su presencia y conservación un lastre más para huc manidacU,. qU:e va de sobra.encorvada bajo1sus otras·pargas. Pero; a la vez, acáece que en toda disciplina se.echan de-menos con frecuencia ciertos libros étlyo defecto'traba la marcha de la investigación;Estoúltimo ,es1mucho más ·grave de :lo· que •su·vaga•enljnciación hace suponer.rEs •ihcakulable cuántas soluciones importantes so.bre las cuestiones más diversas hó llegan a:madurez por tropezar con-vacíos eniinv~stigaciopes previas.- La sobra y el defecto.ddibros proceden•de lo mismo: qu~ la.produ\:ción se: efectúa-sin réc gimen, abandonada· casi totalmente a su espontáheb azare ¿Es demasiado utópico imaginar que en un futuro nada lejano será vuestra profesión encargada por la sociedad de regular la producción del
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libro, a fin de evitar que se publiquenlos innecesarios, y que, en cambio, nci falten los que el sistema de problemas vivos en cada época reclaman? Todas las faenas humanas comienzan por un ejercicio espontáneo. y sinh:eglamenc to; pero todas, cuando por su propia plenitud se complican y atropellan, en" tran en un período de sometimiento•a la organización; Me parece que ha llegado la hora de organizarcolectivamente la producción del libro; Es pata el libro mismo, como modo· humano, cuestión de vida o muerte. No se venga con lawntería de. que tal organización sería atentatori~ a la libertad. La libertad no ha aparecido en el planeta para desmicar al se!h tido común; Porque se la ha querido emplear en esta empresa, porque se ha pretendido hacer de ella el gran instrumento de la insensatez, la libertad está pasando en: el planeta un mal cuarto de hora; La organización colecfü va de la producción libresca no tiene nada que ver con el tema de la liberl tad·como no tiene que ver.con él la necesidad que se ha impuesto de regla~ mentar la: circulación en. las grandes urbes! Sobre· que esa organizacióI! -dificultarla emisión de libros inútiles o necios y fomentar la de determi~ nadas obras cuya ausencia daña- no había de tener carácter autoritario, como no lo·tienela organización interior de los trabajos en una buena Acac demia de Ciencias; ·; "·; 3. 0 Por otra parte, tendrá el bibliotecario del porvenir que dirigir al'lec~ torno especializado por la selva selvaggia de los libros y ser el médico, elhit gienista de sus lecturas. También en este punto nos encontramos en una si~ tuacion con signo inverso ala delBOO. Hoy se lee demasiado: la comodidad de poder recibir con poco;o ningún esfuerzo innumerables ideas almacena! das en los libros y periódicos, va acostumbrando ·al hombre, ha acostum" brado ya al hombre medio, a no pensar por su cuenta y a no repensar lo qüe .lee, única manera de hacerlo verdaderamente s11yo. Éste es el taráctehl1ás grave, más radicalmente negativo dellibro. Por ello merece la pena de que le dediquemos; como voy a hacerlo en: seguida·, nuestra:ultima··considet · ración. Buena parte de los terribles problemas públicos que hayhoypfari" teados proceden de que las cabezas medias están atestadas de; ideas iner'• cialmente recibidas, entendidas a medias, desvirfualizadas ,.-,'atestadas; pues; de pseúdo-ideas: Ewesta dimensiónide su oficio :imagino al futuro bibliotecario como un· filtro que se interpone entre el torrente de los libros · y el hombre. En suma, señores; que ami juicio la misión.del bibliotecario habrá·de ser, ria como hastá'aquí;la· simple administradón dela cosa libro, sino.el ajuste, la mise au poi11t de la función vital que es· el libro.
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¿QUÉESUNUBR0?
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··Se habla múcho-yyo estoy ahora hablando un poco-.· sobre la mi·sión del bibliotecario, sobre lo que éste hace o debe hacer con los libros. Pero es cm;ioso qµe al hablar de esto no se suele hablar nada sobre el libro mismo-·-sobre esa entidad C:üyo manejo constituye la profesión del bibliotecario: 5e da por supuesto que los que escuchan saben lo que es el libro y además de saberlo lo tienen presente en la ocasión. ¿No es esto utópico? Más aúri:.¿Tiene derecho el°que escucha-en este caso vosotros-a suponer que el que habla lo sabe y lo tiene presente? ¿No corremos el riesgo de que él mismo al pensarlo que nos habla lo dé por supuesto, por tanto, que no haya pensado jamás en ello de puro creer que ya desde siemprelo sabe, que es «cosasabida»? En muchos órdenes intelectuales pasa esto de continuo: que en el «dar por supuesto y por sabido» lo esencial, lo sustantivo, procedemos al infinito. Es ello una de las mayores enfermedades del pensamiento, sobre todo del contemporáneo. Pues todo lo pensado u oído acerca-'-por ejemplo- del libro en que ria actúe ccin pleno vigor la hiperestésica conciencia de lo que es el libro -·esa tremenda realidad humana que es el libro-· carecerá de auténtico sentido, será cosa muerta, frases cuyo sujeto no entendemos y; por lo tanto, puro despropósito. No pretendo que sea preciso siempre que se habla ·acerca dellibro emplear una larga disertación sobre lo que éste es. Me es indiferente si hacen falta muchas o pocas palabras: reclamo sólo las bastantes -y al buen entendedor con media le basta. · ·Por este motivo-·-·no porque lo ignoréis, sino porque en un Congreso como éste conviene partir de una conciencia agudísima en que conste lo que.es el libro y la dignidad de vuestra reunión exige una como oficial seguridad de que consta-es por lo que me creo obligado a recordaros lo que sabeis mejor i:¡11e yo: qué es un libro. ··Hace veintitrés siglos que en el Fedro se esforzó Platón por dejarlo esclarecido; abre allí y tramita todo el proceso del libro. ¡Releed ese maravilloso diálogo donde se define el ala, se define el ángel, se define el alma, se define el libro! Si integramos con algunos complementos eltexto platónico, obtendremos lci siguiente: · '.· ··;. i.aS'páginas q~e-Si~en hasta ~i fin, quedaron red~cidas aalgunas lineas en't'a lectura" este discurso_ para no fatigar a los oyentes yporque su·contenido, un poco dificil; no se presta a una fácil audición·. ' · ,
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Los libros son «decires escritos».-'1.óyov¡; ysy[Jaµµévov¡;, 275, c.77 y decir, claro está, no es sino una de las cosas que el hombre hace. Ahora bien, todo lo que se hace, se hace para algo y por algo; estos dos ingredientes definen el hacer y gracias.a ellos existe en el universo. pareja realidad; Enorme errores confundirla con lo que suele llamarse actividad: elátomó que vibra, la piedra que cae, la célula queprolifiéa, 'actúan pero no «hacen»; El pensar mismo y el mismo querer, en cuanto estricta~ funciones psíquicas; son actividades, pero no son.«hacer» .. Cuando movilizamos para algo ,y por algo nuestra actividad de pensar o la actividad• de nuestros músculos; en'; torrees propiamente «hacemos» algo. · Decimos: «¿Dónde están las lláves? » «¡Llevad h1 izquierda!»'« ¡Am(),r mío!» En todos estos casos; la finalidad de nuestro decir, su justificación; se halla fuera de él, más allá de él. Decimos eso precisamente para que ciertas cosas acontezcan, para poder abrir un armario, para que se. circule en una sola dirección, para que la mujer amada sepa,de nuestro sentimiento o qu~ éste goce de símismo en.su exteriorización. J!, Mas cuando el geómetra enuncia un teorema de geometría que acaba efe descubrir ria se propone con su decir nada allende de él; al éontrario, lo que se propone es déjarlo dicho y nada más, .El, decir •aquí tiene la,finalidad;la justificación en sí mismo. Lci propio acontece cori el soneto a la rosa. El poec ta •hace el soneto, que es un decir, precisamente.por hacerlo; para.que él.so• neto exista, para que su poético decir sea. En ésta segunda Clase.de decires. aparece;.pues, el decir sustantivado y rico de.un valcit ·qu:e le es inmanente. ¿Pór i:¡ué esta diferencia tao radical con los casos antedichos ?Siri duda porque el geómetra cree haber dicho so+ bre el triángulo, no lo que a él le conviene para este o el.otro fin; sino Jo que hay que decir sobre él, como al poeta le parece haber dicho sobre latosa lo ·que sobre ella debe ser dicho. En aquellos casós se usaba del decir como de un medio, puesto alservicio .de utilidades.forasteras, mientras qU:e. aquí el decir es fin deLpropio d~cir, se satisface y justifica con su simple ejecució¡¡.~ Pero esto nos mueve, al mismo tiempo, á sospechar•que.el 1hacer vital;' la función .viviente que es decir, ·culmina en aquél de. sus modo·s consistente en decir lo que hay que decir sobre algo, y que:todos los demás son: utilizac ciones'sécundariasysubalternas'deella; .· ': i' . Sólo, este. decir reclanil\. esencialmente. su conservación y;' pór taritó; que quede escrito. No tiene sentido conservar nuestra frase cotidiana¡ «¿Dónde están las llav~?», qu~ una urgencia transitoria motivó. Un poco rp.ás de. sen~dotiene fijaren uncartel público el imperativo ml.iiiICipai !
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dicho. en la ley merezca por sí mismo y; simplemente en cuanto dicho, ser conservado. · · El libro 1es,·pues; el decir ejemplar que,1por lo mismo, lleva en sí esen. cialmente el 'requerimiento de ser escrito, fijado;ya quealquedarescrito, fic jado,.es co;mÓ.sivirtualrriente.una voz1imónima lo estuviese·diciendo siempre; al modo que los «:tholinos:f'le oraciones»; enelTíbet, encargan al.viento de rezar perpetuamente.• Éste es el primer momento del libro com
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Pe~o ¿es esto de verdad así? ¿Tiene el alfabeto tan mágico poder que logre, sin más, salvar lo viviente de su ingénito morir? ¿El decir que se escribe queda por ello vivo?-•~ríivi:a, 275; d. O; lo que es igual,¿ sigue diciendo sfrmprelo que quiso decir? ·· · . Todo lo que el hombre hace, lo hace envista delas circunstancias .. Muy especialmente cuando lo que hace es decir.•Brota el decir siempre de una sic¡ tuación y serefiere'a ella. Mas, porlo mismo, él no dice esta situación:·la de"· ja tácita, la supone. Lo cual significa que todo decir es incompleto; es frag~ mento de sí mismo y tiene en la escena vital, donde nace, la mayor porción de su propio sentido. Imagínense'toüos los supuestos tácitos sirr los cuales ehnás simple enunciado matemático resulta ininteligible! Para enténderki fuera, podo menos, necesario haber caído•en fa cuenfa.de·queel que no.s habla.pretende'haceruna cosa llamada ciencia oteoría.Ahora•bien, la cién~ cia; ]a. teoría; no es sino u na· situación en que el hombre se encontró ante las cosas desde una fecha determinada y sólo en ciertos lugares del ·planeta: Esta situación dura, en fo esenciql,desde hace muchos sigfos; seguimcis'eh ella y por eso entendemos el enunciado•matemáticól Pero ni ha.sido siemc pre ni es seguro que perdure indefiriidamente. .' '· . . · .Esto nos coloca de pronto ante una paradoja, como tal impertinente; pero que es ineludible, a saber: que el decirse compone, sobre todo, de sic lencios, de cosas que por sabidas se callan o que· son por completo inefables y en las cuales; sin embargo; se apoya, como•en.una tierra nutriz, lo que efectivamente declaramos: Nuestras palabtascson, 'en rigOr, inseparables de la situación vital en que sli'rgen.Sin ésta carecen de sentido preciso, esto es, de evidencia. · ·Ahora bien; la escritura, al fijar un decir, sólo puede conservar las pac . labras, pero no las intuiciones viviente5 que integran su sentido. La sitÍla" ción vital donde brotaron se volatiliza inexorablemente: el tiempo, en su inc cesante galope; se la lleva· sobre.el anca,·EHibro; ·pues,•akonservar: sólo:las .. palabras, conserva sólo la ceniza del efectivo pensamiento: Para que éstere" viva y perviva no basta con el libro. Es preeiso que otro hombrereproduzc ca en su persona la situación vital a que aquel pensamiento respondía. Sólo entonces puede afirmarse que las frases•del libro han sido entendidas yqu.e el decir pretérito se ha salvado. Platón expresa esto diciendo que•sólo en7 torrees los pensamientos del libro son hijos légítimos-··-ve.Ir; yvi¡aíovr;, 278,'a.-·· porque sólo.entonces quedan verdaderamente pensados y recobran su nativaeVidencia-·· evagyér;. Pero esto no podrá hacerlo sino aquél que se encuentra siguiendo la misma pista que el autor-·-·i:ái i:avi:ov rxvor; ¡tei:tóvn; ·2 76, d."'-", por tanto, que antes de leer el libro ha pensado pcir sf sobre el tema y conoce sus veredas. ··"'
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Cuando no se hace esto; cuando se lee mucho y se piensa poco, el libro es un instruniento terriblemente eficaz para la falsificación de la vida hu·mana: «Confiinido los hombres en lo escrito, creerán hacerse cargo de las ·ideas, siendo m;í que las toman por de fuera, gracias a señales externas, y no desde dentro, por sí mismos ... Atestados de presuntos conocimientos, que no han adquirido de verdad, se creerán aptos para juzgar de todo cuando, en rigor, no saben nada y, además, serán inaguantables porque, en vez de ser sabios, como se suponen, serán sólo cargamentos de frases», 275 a. C Así Platón hace veintitrés siglos.
Revista de Occidente, mayo de 1935
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AURORA DE LA RAZÓN HISTÓRICA
Hacia 1860, Dilthey, el más grande pensador que ha tenido la segunda mitad del siglo XIX, hizo el descubrimiento de una nueva realidad: la vida humana. Es sobremanera cómico que realidad tan próxima al hombre y tan importante para él haya tardado tanto en ser descubierta y que fuese descuc bierta un cierto día a una cierta hora; como el fonógrafo o la aspirina. Pero, en fin, así ha sido y la cosa no tiene remedio. El tapiz de la historia que por su envés aparece lleno de tragedias, lleva bordadas en su revés innumerables escenas cómicas. Tragedia y comedia son justamente las dos máscaras de la historia, es decir, su aspecto popular. Esa extraña realidad-la vida humana- no es una cosa física ni una cosa psíquica. En absoluto no es una cosa ni un modo, acto o estado de una cosa. Es un puro acontecimiento de carácter dramático. Es lo que me pasa a mí y lo que te pasa a ti, donde yo o tú no somos sino eso que nos pasa. La más notable peculiaridad de esa realidad que consiste en acontecer . está en que posee de suyo, por si misma, estructura. La realidad física y la realidad psíquica no se presentan a nuestra percatación como estructuradas, sino al revés: son polvo de realidad que reclama una estructura. Nuestra mente, solícita, acude a ese defecto y pone en los fenómenos físicos, en los fenó• menos psíquicos una arquitectura que ellos no tienen. Por eso física y psicología son construcciones. En cambio, nada de lo que nos pasa en nuestra vida nos pasa aisladamente, sin conexión. Nos pasa esto porque o en vista de que nos pasa esto otro y, en última instancia, porque nos pasa querer vivir. Si no quisiéramos vivir, si de verdad quisiéramos no vivir no nos pasarla nada, ni siquiera nos doler!an las muelas. La estructura de la vida es, por lo pronto, individual, concreta, la de cada vida. Pero hay, al mismo tiempo, una estructura formal de la Vida que nos permite hacer afirmaciones generales, como ésta: el hombre al vivir está
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siempre en alguna.creencia referente a lo que le rodea y a sí mismo. Dicho de otro modo: se vive siempre desde ciertas creencias.· Más propiamente que · en la Tierra, donde el hombre está es en sus creencias. Éstas se apoyan unas · en otras, porque tienen también estructura.y merced a ello puede hablarse de creenci¡is bási.cas, tierra firme en que descansan todas las demás. Por lo mismo, la modificación más grave que puede experimentar la vida humana es un cambio de sus creencias básicas. Hasta 1450 el hombre europeo había estado en la creencia de que exist!a un ente infinito-.-infinitamente poderoso e infinitamente bueno- que le descubr!a generosamente todo·lo necesario para conducirse en la vida, inclusive el sentido mismo de esta vida. Pero ya a fines del siglo 2N comienza dentro de esa creencia a fermentar la duda. EL estar en.la duda es unmo• do de estar en la creencia, es el'estar... inquieto. Durantdos dos siglos de Renacimiento se vive en esa inquietud. Muerta ya la antigua creencia, sin posesión aún de la nueva, el hombre se fi11je creencias, hace como que cree; mediante una resolución de la voluntad.· En la medida en que no se cree se quiere creer. Las crisis son épocas de «resoluciones», de voluntarismo. Por eso; el lema más t!pico del Renacimiento es éste: Vívei'e 1isolutamente; ··Pero, claro es, Ja creencia es lo contrario de la voluntad. Es lo que creemos aunque·no queramos y frente a·lci que quisiéramos, En la creencia siente el hombre que sale de sí mismo.y está en la realidad, · Poco después de l600 el hombre sale de la duda renacentista y se instala en una nueva creencia, en la creencia «moderna» sobre la.cual ha descansado la vida europea hasta hace muy pocos años. El hombre '«modem0>> sustituye a la fe en Dios lafe en la razón. La razón no es sino una fe como la otra. Antes era Dios quienrevelaba al hombre lo necesario para cumplir su destino. Ahora se cree que el· intelecto humano es un maravilloso instrumento que si le hacemos funcionar bien nos revela el ser de las cosas. El uso progresivamente depotenciado que luego se ha hecho' del término «razón» no debe hacemos olvidar que lo esencial en él no significa estas oias otras cualidades técnicas del intelecto, como tal intelecto, sino la función de éste, su resultado, que es transcenderse a sí mismo y ponemos ante la realidad misma; Que nuestras ideas dejen de pronto de ser meras ideas nuestras y en ellas aparezca; se revele el ser de las cosas: eso es la razón. El prodigioso fruto.de esta nueva fe fue la ciencia físico-química cuyas aplicaciones han transformado lávida material del hombre.Jamás creencia alguna ha cumplido mejor sus promesas iniciales. Forzoso es reconocer que aquella razón de Galileo y Descartes ha conseguido resultados que en algunos ói:denes han.superado no sólo la esperanza que al hombre inspiraron sino la misma fan.tasía de sus deseos. Se comprende muy bien que todavía
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hace treinta años fuese la razónla instancia última que había en Europa,. la norma.máxima y como un Dios intramundano.
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·Y;· sin. embargo, es preciso reconocer :que la situación ha· cambiado, ¿Cómo? ¿En.qué medida? ¿En qué· dirección? La respuesta•és muy difícil porque tengo que contare! número de.mis palabras, Si, atendiendo esto, no se me busca Schiha11e yo diría que la.situación es Ia siguiente: la eficiencia admírable y cada .vez más victoriosa .de la· razón en, alguno·s· órdenes trae consigo que no se pueda dejar de· creer endla .y; sin embargó;·hadejado de ser la creencia de 'que el hombre europeo ·vive. .·¿Cómo•se:explica esta ambigua.áctitud? Muy.sencillo: larazóli hábíá prometido resolver al.homl5te todós sus;problemas; .releed elDiscours dda Méthode que es el programa de la nueva fe. Pero ha ócurrido .que mientras le resolvia=más allá aún de lo previsto-, los problemas que plantean los ob: jetos corporales, ha fracasado una.y otra vez a,nte los·prob!emas propiamen7 te humanos; Esto·nos'hahecho caer en la cuenta de quelafamosa.razóhno era todala razón sino sólo.la razón física o nau~ralista. · Se trata de una limitación a que larazónin:Ilecesariamente-··aunque sea muy explicable su error-' se condenó' desde su priffier paso;. Dejáhdose influir-por la tradición griega partió.desde luego en busca, del:ser,de lasco~ sas, donde ser significa algo fijo y estático, el ser.que ya es cada cosa; El pro~ totipo.de ese ser era el ser delos conceptos.y de los objetos matemáticos, un sednv'ariable, un' ser siempre lo mismo: Como se encontró .con que lasco~ sas corporales eran mudadizas, eran movimiento tuvo .que buscarlo que en su cambió no varía, lo que en su movimiento permanece. A esó es a lo que llamó la <> de las cosas. Y, en efecto, las ciencias físicas, químicas y biológicas buscan en los fenómenos sú ser fijo, su naturaleza. Y lo mismo ·quiso esa razón hacer con'el hombre: De aquí·su fracaso .. '·· '· '·. Porqueahora,,alháberpérdido la feexclusivaen.esarazónhemos que;... dado libres ,=.desde Dilthey.L.. para buscar el «s,ern del'hombre sm que nos estorbe dprejúicio del naturalismo, del eleatismo. Ypronto hemos' caído en'la cuenta de.queJa.razón física tenía que fracasar ante los;problemas·hu" manos, Pon¡ue el hombre 110. tiene >, no tiene un ser fijo, estático\ previo y dado. No sólo váría como los cuerpos, e,s decir con una pseudávariación que circula dentro de unos limites invariables, dentro. de lá ley de sus variaciones, sino que varia ilimitadamente: Es algo radicalmente.plástico.capaz de ser estoy lo otro y así sin límites. Para hablar del ser delhom]Jte tenemos. que.inventar un concepto;de sef noceleático; como -se hainven~ tado. uti espacio inoéeuclidianc¡.Elhómbre É!S·elhombre paleolítko pero también es la Mi:!rquise'de Pompadour, es Gengis Khan yes Stefan George, es
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Perides y es Charles Chaplih. .Las formas más dispares del ser pasan por el hombre sin que éste se adscriba a ellas. Cada una·de estas formas de ser significa una gn111dliche E1fahnmg que el ·hombre hace; la cual una vez hecha revela su Beschrii11/m11g. Esta Beschrii11/m11g le abre los pjos p~ra otra forma de ser no ensayada. Es decir que pasa a ser una cosa porque antes fue otra determinada. El hombre, que 110 es, se va haciendo en la serie dialéctica.de sus experiencias. Y por tanto lo único que podemos saber del hombre e;; lo que ya ha sido. Nada de lo que ya ha sido puede volve¡fo a ser. El pasado estrecha al futuro. Por eso la ciencia del pasado es, a la vez, bien entendida, la única ciencia del futuro en el sentido muy preciso en que una ciencia del futuro es posible. En suma, que el hombre no tiene natl.iraleza sino que tiene ... histo1ia. :Há llegado el momento de que la razón que era sólo.física se liberte de .esta limitaci~n y de que el hombre crea en la razón histórica. Porque hasta ahora lo que había de razón no era ·histórico y lo que hf1bía de historia no era:racionab ¿O creen ustedes de verdad que apretando bien esos diez mil años de pasado nó se pueden extraer unas gotas de novisima y salv.adora.razón;·de·razón histórica? . , " · · ,El hombre necesitaiuna nueva reyelacióny esa revelación.sólo puede venirle de la fazón·histórica ...¡, . · · · Sea anunciado fyente a todas las apariencias contrarias.· · , ,..
· FranhfurterZeitl.mg; 9 de1unio de 1935 :<,,
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. PRÓLOGO A DOS ENSAYOS DE HISTORIOGRAFÍA ~
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vuel~en:
Los dos siguientes atraer la atención delos lectores que frecuentan esta Revista sobre la obra del holandés Húizinga. Ha~e algunos años procuré que nuestra casa editorial-r-tan menuda de tamano ytan íntima de intenciones-diese al público e5pañol una versión dela primera grande obra de este autor: El Oto1io de lcrEdad Media'. Poco después esta obra se hizo ilustre y fue traducida a todos los idiomas próceres; No _era ex" traño, porque cabe decir que en sus páginas llega la historiografía conte~ poránea a una de sus cimas. Va para antiguo que en mis errabundos escn~ tos en las ediciones de la Revista de Occidentey en las de «Espasa-Calpe», do; al público los empellones que puedo para inducirle al estudio de la hisc tória. ¿Por qué? ¿Acaso por un derrame de beatería cultural? ¿Porque el hombre «debe ser culto»? No: yo no creo que el hombre «deba» ser culto en el sentido próximo que a esta palabra se da y que lleva también cuando se dice que el hombre debe afeitarse todos los días. Estos «deberes.» q~e lo son precisamente porque, enúltima instancia, podríamos prescmdir de · ellos y, no obstante, pervivir, que no forman parte imprescindible de la condición humana. sino que tan sólo la «mejoran>>, como unos arreos que se agregan y unos dijes lucidos que se cuelgan, no me han ii:ite:~sado nunc~'· Si yo digo al lector que estudie historia; rile mueve la conVlcc10n de que solo la historia puede salvar al hombre de hoy; porque la conciencia hist?rica ha llegado a ser, por vez primera, una radical necesidad de nuestra Vl~a. Por tanto no una curiosidad ni una diversión ni un lujo, sino un sustancial meneste~. Como la llamada época moderna es el tiempo de la razón física, la etapa que ahora se inicia será la de la razón histórica. Esperémoslo cuando '
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Publicada_ p~r Revista de Oc~id~nteArgéntina. 3.ª edic~ón,_Buenos Aires, 1947 ·. . ·" Véase ya en Espana Invertebrada, 1921, el capítulo ~1La ~agia del deber sern._ lVease pagina 486 del tomo IlI de estas Obras completas). · 1
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menos. De no serlo, nuestrá civilización sucumbiría en una pavorosa y ver" tiginosa retrcigr.adación. El mundo antiguo murió estrangulado por su in. suficiencia en· eldominio técnico de la naturaleza;La en9rme mole del Iml · perlo romano no podía sostenerse. con medios tan toscos,·por ejempló; de locomociófüMas aquélla incapacidad en las técnicasmateriales'.no era un azar. Procedía.de quelos pueblos mediterráneos no; consiguieron elevarse hasta-larazónfisü:a, Las·iniciaciories de ésta enlas cábe2a5 claras de algunos griegos anteriores·tio prendieron ni se consolidaron. En tiempos de Cicerón, e!. hombre mediterráneo comenzaba yá a.caer. en franca estúpidez delante de la naturaleza. Como es sabido, fue Posidonio, maestro de Cicerón; el úlc timo antiguo capaz de pensar por su cuenta ante los fenómenos cósmicos. Esta. obnubfütción de las mentes fue aprovechada, como un boquete, por las religiones orientales para inundar la humanidad de Occidente. Lo cual no es decir que la religión sea una estupidez. Es enunciar simplemente un hecho bien claro, pero que debiera ser más conocido: que antés de surgir el cristianismo los hombres se habían vuelto bastante estúpidos. Hoy contamos con sobra de técnicas materiales, pero, en cambio, la enfermedad es de otra índole. Nuestra civilización corre un riesgo parecido al que volatilizó a la antigua-parecido y opuesto. Puede morir por falta de técnicas morales. Nuestros problemas no son físicos, sino de humanidades. Y lo humano es lo histórico. Vemos que se afrontan hoy los grandes conflictos colectivos con medios paleolíticos. Pero no olvidemos que los conflictos del hombre de Altamira eran también paleolíticos, es decir, problemas primerizos, de vida casi sin precedentes, sin un complejísimo pasado a la espalda. Mas ya el entender esto de verdad supone algunos atisbos de razón histórica, supone haber caído en la perogrullesca cuenta de que el presente co11Siste en él pasado, se compone del pasado, que las cosas que han pasado son los elementos de que se integra toda actualidad humana, como los átomos son los elementos de la materia. Ahora bien, en pueblos que tienen tras sí un larguísimo pretérito sin grandes soluciones de continuidad, la vida tiene por fuerza que ser muy dificil. No pueden vivir a la buena de Dios. La existencia humana, conforme acumula pasado, va, sin duda, progresando, pero, a la vez, se va enrareciendo, sutilizando. Valga esto que en mayor desarrollo y con más luz va en un libro mío próximo a publicarse, como indii:ación de por qué pido a los lectores que estudien historia y por qué en esta Revista nos ocupamos nuevamente de Huizinga. Yo no digo que El Oto11o de la Edad Media o el Ernsmo, de Huizinga, sean ya razón histórica. Más bien creo que no lo son. En otro libro dé este autor también traducido, Sobre el estado actual de la ciencia histó1ica, puede
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LA ESTRANGULACIÓN DE «DONJUAN»
verse cómo conserva un gráve resto de ateísmo histórico que rezuma en sus investigaciones originales: Hace tiempo deseo someter aun análisis rigoroso. la obra de Huizinga, porqllesumisma perfección permite.precisar con toda claridad lo que a esta manera de investigar el pasado humano falta aún para ser verdaderamente historia, en el sentido que esta palabra puede tener cuan" do descubra la razón que lleva en su propio vientre. Pero este análisis supon" dría que el libro de Hriizinga ha sido leído, de verdad leído, porun círculo algo amplio de lectores.< Tal suposición sería errónea: El Otofio de la Edad Medhno ha sido leído casi por nadie en nuestro país. Y esto me da pena;., parlas lectores..
Revista de Otddente¡julio de 1935
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En
espera de que llegue la hora oportuna para poder ocuparme dé asuntos un poco mayores -los temas tienen su tiempo, que a veces no coincide con el nuestro, y el escritor y el político, si lo son de verdad, aguardan pacientes stl paso a uso de buen cazador-, no puedo menos de escribir. unas líneas irritadas sobre la representación que se hace de Don ]ua11 Teno1ió. No he sido nunca nacionaliSta; pero he sido siempre nacional, y esto significa para mí sentir un entusiasmo siempre renaciente ante las dos docénas de cosas españolas que están verdaderamente bien y un odio inextinguible hacia todo lo l;lemás que está verdaderamente maL Claro es que este amor y este odio ejercitan su contraria operación sobre unfondo de radical s,cilidaridad con todo lo que ha sido y es el pueblo a que pertenezco. Porque no hay duda: se pertenece a un pueblo, se es propiedad de una nación. No que deba ser así, sino que inexorablemente es así, débase o no, quiérase o no. Y la gran cuestión de cada vida consiste en que siendo tan forzosamente propiedad de un pueblo, marioneta de una colectividad, logre uno además ser persona, individuo, propietario de sí mismo, autor y responsable de sus propios actos; el tuus fias de nuestro Séneca. Mas, por lo pronto, carece de sentido rehusar b éscatimar nuestra solidaridad con todo lo que nuestro pueblo ha sido y es, como sería estúpido insolidarizarse con nuestro personal pasado, donde seguramente hay trozos que detestamos; Por mucho que los detestemos; no dejamos de serlos. Se ha dicho siempre de mí que era un extranjerizante. Esto que se ha dicho era necio. En general, lo.que se dice es necedad. Se rrietachaba de extranjerizante por haberme esforzado denodadamente en meter dentro deLbuche de España todo lo más sabros.o que·hac bía por el mundo. (¡Y ahí está ya, amigos, para siempre y sin remedio !}Pero si alguien rriira la.miseria de mi obra no más que al trasluz, lo: que ve es un hombre estremecido en tomo.a ciertos grandes temas españoles, danzando ante ellos en frenesí, como David delante del arca. Nada español me es
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ajeno; ~oda forma parte de mí; mas, por lo mismo, tengo que amar y rendir. culto a lo que está bien en España, que es muy poco, y odiar todo lo que está mal, que es el resto. · , , Y una de las cosas que están bien, verdaderamente bien, es esta maravilla de Donjuan Tenolio. Por eso he ido úna vez más a verlo representar. Quise asistir al peor «Donjuan» y al mejor. Me dijeron que el peor era el del valenciano señor Rambal, y el mejor, el del teatro Español. La verdad ha resultado inversa. El peor «Donjuan», el del valenciano señor Rambal (desde Ja princesa altive a la que pesca en ruin barque),
con ser horrendo, no e5 el peor: el peor.es el mejor, el del Español.Es tah malo; que atropella y desborda las más amplias medidas otorgables·al error; a la equivocación\ a la.adversa fortuna,.y remtdos síntomas de un delito; delito de•derecho público contra el cual-aun: creyendo yo que se•debe ahorrar sobremanera las intervenciones.de la Gran Bestia del Estado'enlos negociós humanos__,, reclamo.la protección de los gobernantes. Todos los añ.os; los españoles, que.no solemos· ir a.ninguna parte, vamos a very:oír:d «DonjuarÚ> deZorrilla.Vamos1tódos y todosjuntos~ésta es una de las di~ mensiones maravillosas-: vamos los que somos pedantes de oficio y !lo,s que son ingenuos y espontáneos por misterioso destino,¡Vamos a poner k>s labios resecos, sedientos de gracia; de irrealidad, de magia; de extravagancia; en este·. efímero tórrentillo que una vez al año baja de nuestras sierras; tan ásperas, tan áridas. ¿Es que la vida española es tan rica en resortesanimadores, enpresencias de lo bien logrado, en triunfos y perfecciones para que no cuidemos celosamente de que no nos birlen nuestro exiguo tesoro e~ec" . tivo? Vamos al «Donjuan».·¿Y a qué vamos? ¡Ah!!Sobre esto·no hay tampo• co duda: vamos a•escucháruna vez más los· consonantes que nos s,abemos todos.de.memoria; vamds•én brisca deliciosa de aquel disparatado '«Provilli cial je,rónimo» que nos es firi:ne esperanza ysegura:promesa deun:«arióni~ mo» que llega•después, puntual como una estrella:.Estos.consonantes1.de «Donjuam»son uno.delos: pocos tesoros que hay.en nuestra.tierra, ynos gusta que Periódicamente vuelquen ante.nosotros el bolSo ..y caigan una a uria;•sin fallo ni ausencia;las·mpnedas -.-:¡tin, tin; :tin!-.-., regalando el oídm El actor que rompiendo el verso nos o'culte uno solo de esos conson.antes:e5 un'criinihal:que nos estafa; querpba :ü españoluno·dé sus escasísimos ha~ beres:¡Qué angustia; qué irritación-·¿nb es cierto?,+,; caer enla cuenta, al volver.a casa; de que no hemos oído•eL«Gante» o-el« Sí, mañanaw, del ovic llejol: Otros pueblos más afortunados y que•viven como desparramados soc
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bre sus propias riquezas pueden permitirse el lujo de'no singularizar sus delicias, prescindir sin renéor de'. una, porque 'tierien'dtras mil: Pero repito ·que para el espanol cada rima de «Donjuan» es un ente absoluto e insustic · tuible. P'ues 'bien, estos criminosos actores parece como si sintieran vergúenza de.quelos versos sean versos, de que elDon]ua11Ten01io de Zorrilla sea el Donjuan Tenolio deZorrilla, y entienden por representarlo ocultar los tonsonantes y el ritmo. octosilábico y el encanto prosódico de' cáda palabra española entre los pliegues de sus capas mal' terciadas. Primero, alevosamente', trituran elverso;.yluego nos ponen en la maria sus tiestos. Este señor Calvo, sobre todo, debía ser conducido.a la cárcel directamente desde el escabel; sentado-en el cual requiebra10 es'el señor Calvo en el« Donjuan». Es un dáño público el que·causa haciendo fracasar una ddas ·pocas ilusiones•que al español·pue" den lograrse: -la:de oír los versos del« Tenorio». ··· .', ". :• Pero ríó vamos sólo a: oírlVamos también a ver, a apacentar los ojos en el ir.y venir de upaJauriaalavez gráciLeinseµsatá, que h~laga-no•sabei:nos qué raíz de secreta absurdidad metida en lo más:hondb de nuestro fondo insobornable.. Nos gusta•contemplar la vitalidad juvenil.y elástica de.Don Juan, de Don Luis, para quienes todo es posible;• que les permite todas las audacias, y verlos brincar como corzos sobre todas las leyes, sobre todas las normas, sobre todas las mesuras y. todos los respetos; Estos hombres no tienen puesta su vida a nada. Son existencias hueras sin. equipaje de, tras~ cendencia. Por eso pesan tan poco,. por eso parecen tan ágiles. Creen que no creen eri nada, y esto les proporciona una fabulosa ilusión de libertad: Son ateos:de todo, Es penoso; pero es forzoso decir. que el.español ha sentldo casi siempre una tácita.sinipatía hacia el sinvergúenza. ·Por es.o estan inútil en nuestro .país demostran que alguien es unsinvergúen2:a.La sentencia no se, ejecuta; más bien se convierte eri diploma; Ello es qu'e el castizd espectac dar: de «Donjuan» .encuentra• con fruición-en la escena mucho de lo que él lleva dentro: vanidad puebléritia que inspirafas perpetuas apuestas de casino en-villa y.villorrio, insolencia, majeza,jacaranda, y sobre todo, désesperación. ¿Por qué el.español ha sido'y es casi siempre un desesperado de nacimiento, es decir, queswdesesperación-no·es algo que resulta de las expe" riencias de la vida;' sin.o algo que previamente trae y con que desde. luegd
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toma todo en la vida, es dedr, no lo toma?.¿ Por qué inclusive las grande5 cosas que el español ha hecho ha solido hacerlas «a la desesperada» (Nu" mancia, jornadas de los conquistadores de Indias, Guerra.de la.lndepe11dencia)?. ¿Por qué no prueba (o vuelve aprobar, si alguna vez lo ha hecho en su historia, cosa de que no estoy muy s'eguro), por qué nd prueba, digo¡ a adoptar una actitud radicalmente distinta, y ensaya someter su,vida al tral tam1ento de la esperanza y hace gimnasia para creer en algo? ¡Es tan.fácil! Basta· con abrirse un poco al: prójimo,. al contorno.• al universo ·-hacerse poroso, rompiendo el henrietismo de sí propio donde vive encarcelado el ' . ;" ,: '''"" ;> : español i:omo en un'pozo.' ' :• '"' · Pero. yo no voy a elucidar ahora tanenonries matérias: pretendía sólo describir:las caricias furtivas quenos.hacela,obra deZorrillaalos buenos espectadores castizos,:palpando las más recónditas raíces de nuestro ser. A Id cual conviene añadir que;:siendo Donjuan.yDón Luis. todo eso;:son•tam• bién, y a la par, unos infelices que en la hora' última se dejan tocar eLcora7 zónpor cualquiera cosa y pon todo. ¡Ahl De manera que aquellafusolencia¡ agresividad; audacia; aquel estar más allá y por encima de todo, ¿era sólo apariencia? ·¿De modó que Donjuan y !Don Luis eran todo eso precisamente pprq\le no lo eran en serio, defü;útiva:e irrevocablcinente, smo al revés\ porque sabían que todo aquello no iba i«traer consecuencias», antes bieilj que toda aquella vida podía ser borrada, abolida¡·sin dejarrastro? Y como una realidád no se deja' aniquilar, ¿quiere decirse qué todo eso que· eran-·-ateos¡ insolentes, preocmpados sólo de sí mismos, .imprevisores del porvenir-. np lo eran.« en realidad», sino: .. metafóricarriente'-"-que su; vida era retórica de sí misma? Yo no voy a responder hoy-·-me siento estos días muy poca:prec tencioso-·· a semejantes preguntas. ¡Allá el lector se las entienda con ellas; como los sevillários con Donjuan! Sólo me atrevo a insinuar esto: si en el . Donjuan Te1101io hubiera la dimensión de lo irrevocable, de•auténtica trage" dia; t¡,ue hay en El Convidado de Piedra; de Tirso,y aunen el Don Alvaro;·del duquedeRivas; ensuma; si «Donjuan» «acabase mal», ¿iríamos los espa~ ñoles tan a gusto: todos los años, por estos días de melancólica otoñada; a oír ya ver «Donjuan>>? ¿Sería,\«Donjuarn>tan popular? • • . :• ·, ' : ' . , ,·,Porque.el hecho incuestionable de esta ab~oluta popularidad de «Elon Juan» es la maravilla que·rici'hanlogrado pulverizar esos actores a quienes cuesta trabajo oír aun en el puro sentido acústico y que se arrastran por él escenario sin ritmo rri·elasti¡::idad, como paralíticos generales; :· · · No hay ejemplo más claro, más saturado, que 'el «Tenorio»:del portentoso:fenómeno histórico-.·por tanto, real y no imaginario yno supuesto o I'neramehte deseado-.. que es una obra de arte plenamente popular. Apenas habrá';.·efectivamente, un individuo en toda la colectividad e5pañola• en
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quien no vivany nd operen sus influjos positivos o negativos los personajes todos de este drama y una enorme porción de sus versos. Ahí están, dentro ·de.cada españoÍ; como uno de sus.ingredientes, actuando en permanente ·presencia y con enérgica.dinamicidad. En cambio, se podrá repetir infinitas veces, a fin de obtener con la reiteración lo que falta de evidencia; que Vega es poéticamente el pueblo español. mismo; Lo cierto es que ese.pueblo español desde hace siglos no conserva en su memoria ni un verso ni una figura de Lope. Será todo lo Lope que se quiera, yfos eruditos se hartarán dellamarle b;ipe; como si con.ello se .metiesen al pueblo español en el bolsillo; perola:vetdad:es que Lope.noexiste en la vida espanola, no colabora en ella; no. es un tema;.un,incitaniento, un ingredi~nte de.realidad alguna española,.desdé•su•muerte a la fecha:Y: redunda lo sorprendente del caso en que de ese Lope.popular se ha•hecho una beatería delos «cultos», de los eruditos, etl que se ha complicado a!Estado protegiendo teatros quefo:representen;.academias que:lo publiquen, filólogos quelo galvanicen. • , . ", No se.vea enesto objeción alguna a Lope de Vega, sirio a lo que:de él se dice. Más fértil que asegurar arbitrariamente, y aun que procurar su popu" laridad, sería aclararnos el hecho evidente de que no sea popular y; por qué no lo es, Ahí late un secreto .grave de la historia. de España .. Y, los filólogos existen y justifican sólo su presencia en.la medida en qúe aclaran a un pueblo los secretos graves de su.pasado. Porque un pueblo no es, por lo.pronto; sinq ¡¡Jo que.le ha pasádo».•, En cambio, el:«Tenorim> sencillamente y sin filólogos resulta que es en absoluto popular(nd hablo del porverrir). La cosa no se explica si no se cae en la: cuenta de lo que es la obra de Zorrilla: como género literario. Sabido es que Zorrillalo escribió «en broma», es decir, sin la pretensión de hacer una obra personal qúe le conquistase un más alto rango en la jerarquía de los poetas. ALcontrario,.para escribirla aflojó todas las cuerdas de su lira; en vez•de azuzar,sminspitación hacia lo alto, la dejó caer cómodamente, abandonada.a su..propio·pesp¡ en suma, tuvo la.voluntad de «no hacer náaa de particularn; de wlgarizarse. · · · · :El:Do11Jua11.Yeno1io pertenece.a.un género literario que carecía de nombre y acotamiento hasta que Valle-Inclán, genialmente, se lo proporcionó, llamándole <
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papanatas. Conste, pues, Don]uan Te:n01io es una obra deliberadamente de" dicada alos papanatas; se entiende al papanatisl)lO que afortunadamente llevamos todos dentro. Y por eso, ante ehscenario de «Don Juan!> nos ericontramos todos -altos y bajos, pedantes dngenuos-, todos juntos, en maravillosa comunión de esencial papanaterla. De esta intención deriva todo lo demás. Por lo pronto, la simplicidad· y el primitivismo de cuanto allí se dice y cuanto allí se hace. Recordad la construcción del priiner acto: está urdido, como un primitivo, .mediante una serie de simetrfas:· el Comendador que eritra y Don Diego que llega -los dos viejos-; Donjuan y Don Luis; tirada del uno y tirada del otro; Te, gañeta de Don Diego y regañe ta de. Don Gonzalo; pareja de rondas que se llevan a la pareja de truhanes. Así avanza la obra. Pasan en:ella muchas co, sas -·-muchas más-de las que pasarían en una obra «literaria» norrrial; es casi una; película.' Y eso que pasa acontece conunTitmo tan claro, tari elemental, que lo puede seguir un niño y porie eh el drama uri vaho musical como de ballet y de opereta (dimensión que una buena interpretación procuraría. acusar). Zorrilla ha querido aquí operar con un mínimum de literatura: más que uri drama, es un scenmio que se ha rellenado de versos. ¿Versos? En" tendámonos. Zorrilla pertenece a la generación post-romántica que nace en España como en Francia-entre 1805 y 1819.1.Ya.en el romanticismo ferc mentaba mucho más afán de prosa que cuanto suele, decirse; pero este pro" saísmo se: destaca sobremanera en la generación.siguiente, para llegar a la exacerbación hacia 1850. Por esta época, el ideal de la poesía es hablar en verso; por tanto, hacer versos «tan naturales», que parezcan prosa. Esto no quiere decir que el ritmo y la rima queden borrosos. Todo lo contrario: Se trata de que la prosa aparezca de súbito disfrazada chillonamente coino «verso». Si el contenido fuese por síy desde luego poético, el metro queda, ría en segundo plano, como pasa con el traje noiiilálde'una:persona:'Pero siendo aquí disfraz, carnaval y clonería, se acusa más o menos.caricature5c camente. Todo esto que digo se manifiesta ya bien claro: en las primeras pro7 ducciones de Musset, donde es esencial al placer dela rima un elemento de 1 lmposibÍe 'desarrollaraquí todo lo que va resumidó en ·estaS:palabras 1 'especialmerite las diferencias que hay entre españoles y franceses de aquel tiempo.- ConAnimo tnn sólo. µe_que-el le:ctor no _quede desorientado, diré que es; a mi juicio, esencial _P;ª!~ en,tf!nder la,~volpció_n_ d~~ siglo XIX-y no sólo en su arista literaria- distinguir _ené.rgicainente entre esta generación que lh1mo_:(cpOst-rOmánticnn y la que propiamente debe dcliominarse tiromántican, que es la'ante7 rior..1];~0~.1804. Basta con.p_resentar ~n dos gru}?os,· fren_te a frente, ui;ios cuantos nombres pa~ q~e ~epeÍ'_Cai~ el leCtor de cuáles s~n las diferenci.aS:Énire..Í79d y 1804-ri.aC:e11 Lamartioe, VfctO_~ Hugo; Vigny, Dumas, jorge Sand, Balzac, Michelet, ESpionceda; Duque de Rivas. Entre 1805 y 1819, Alfredo de.Musset, Gautltier, Alfonso Karr; Labiche; Tocqueville, Larra, Zorrilla.
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comicidad. El campeonato de estilo tal solía atribuirse a aquellos versos, creo que de Nárciso Serra (n; 1830): . . ·
¡Hombre, se parece usted al penn del tío Aleg¡ia, · . que para ladrar tenia · .que animarse a· la pared! 1
Importa mucho para justificar el «Tenorio» hacer presente este carácter a un tiempo prosaico y funambulesco del post-romanticismo, y añádase, porque no sobra, que aquella época se complacía a menudo en componer lo que llamabari .· De aquí que sea taninconcebiblemente absurdo que el actor al recitar el «Teno~o» esc~motee la·músiéa; el sonsoneté·dél verso, y rehúse entregarse a su magia. Zornlla hace de la prosa verso, y el señor Calvo deshace la faena de Zorrílla, volviendo a poner el verso en prosa. Este señor no comprende que 1
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Para Citar algc:i dé ZoITilla nd cohdcido y muy' de este jaez, recordaré hiiber lefdo· en illi infancia u~ car~-de prim~ro de año,'dirigida a mi padre, que· decía asf:: . ,
Mi qu~dojosÍ! 6rteg~ ilu~ill~ , lcdcseá-url buen mlo y bilCn dinero el poeta mdS viejo y mamtllcro ·de toda la nación ~José Zorrill_n.
. .: -Perd coriste que todO esto, :y'eri 'forina extreina, 'está·y'a eri el primer libro.de MtisSet. Por ejemplo:... : · .. ; ...' . . " . · , Un dbr1an_~li.e (9bscrvcz: qu'un dima11:d1e la n1e VivicruiC-CSt tout d fait vide; et que la co1111e cst aux Panoramas., oi1 bien au boulcvard), un dima11d1e matin,· une J1eurc, une J1cure un quart.
(Décima XIX de Mardoche).
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quien ~e fatig~ en fabricar cosa tan 'absurda cómo es un ovillejo lo hace por algo yno para que el actor se lo chafe y ID retraduzca en charla de'café. ' Lo más sorprendente y lo más irritante del i:aso es que ,bastaba al señor Calvo con ser fiel a su tradición familiar. Su padre, el gran actor romántico, hacía un «Donjuan» esplendido, a pesar de que no tenía figura esbelta y de los hombros le caían unos brazos de chimpancé, Pero se ,entregaba furiosamente a la locura del verso, aceptaba su inverosimilitud y.recitaba en franca canturía, hasta el punto de que solía adelantarse a las candilejas en postura detenouqueda alviento s\.t aria, moviendo los brazos no éon ges tos realistas, sino al compás que elmetroproponía,,Rafael Calvo era éhqmánti\=o y red" tal:m eL«Tenorio>I completameute en serio. No' se 1tr¡¡ta de reiterar hoy ese modó; perq sí de tonsérvarlo, ironizándoló. Lo que en Rafael Calvo era et¡1 pontánéo sea, hoy estilización.,, ,, : 1 , : 1 , , , ,, ;, ' ' " e', " El «Donjuami deZbrrifü1,no,pretendió n,unca serunanuevajnterpref tación del tema donjuanesco; sino :todo lo contrario: un retórno a la imagen más tradicional, ÍJ:lás convencibnálytópka de la leyenda. Por eso se ha heého tan esencialmente popular: porque.lo, era,desdeluego. En él,,eltema ilustre en:torno al cual: se han urdido tan complicadas psicologías y teólogíasre7 trocede sabrqsamentecal pliego de cordel, a laialelúya, a la image d'EpinaL:. . ,', Seprocurá deliberadamente el convencionalismo en las psicologías de los personajes; que son figurones, ¡:i1iro'chafatrinón,,ma5carones deproa;fos rostros sempiternos de feria y verbena; Porque es, preciso que.todo lo que pasaenlaobraes'tébieupatente; que:nada sea cuestión, nada problemático., y pueda: vacar el'ánimo a la 'delicia de·que to.do sea lo que es: que Donjuan sea el cbnsabido Donjuan, yel Comendador, el consabido Comendador. En esto se origina esa extraña comodidad que todos sentimos al presenciar el drama de Zorrilla, y la causa radical de que sea tan popular, tan nacional. Nos cantaynqs cuenta ~o consabida; es qec,if, que no sólq ~ada uno sabe ya desde siempre toda la historia; sino que cada uno sabe que la saben,también los demás. por eso es lo consabido. Lb q11e con vaga t".J{Presión suele llamarse «alma» de un pueblo es, en términos más precisos, .el conjunto de lo consabido, el acervo de comunes experiencias. Y skmpre me he quejado de que los españoles consabemos muy pocas cosas:'pbr eso viVirrtos en atroz dispersión. , , Hago, pues,,coru;tarmipro.testacontra el hecho deql.1e todos los años, por estos días, los actores peninsulares rodeen a «Donjuan» y lo estrangulenr
' · Ei s6Z: 11c:le rioviembre de 1935
·.«LIBROS DEL SIGLO XIX»
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GUIZOT YLAill5TORIA DE LA CIVIUZAGIÓN EN EUROPA 1
L~ ~osa no :ofrece duda:.quien qui~l'a ele verdád .:er claro qué e~,lo que 1
pasa hoy= el mundo,lo primero.qué necesitá hac,er es repasar a' fondó y con mirada ¡;¡lerta la historia europea del sigloXIX. Aunque personalmente carezca.de superior perspicacia se sorprenderá áladvertirlasencillez con que le son revelados misterios que parecían inasequibles. El presente de Europa -y delmundó-. cobrará a sus ojos inesperada transparencia: ·' , , Siempré ha 1acontecido esto¡ Cuando el inmediatofütúro se·hace démac siado turbio.y se pre5entfJ. excesivamente problemático el hombre vuelve atrás la cabeza¡ como ins.tintivarriente-·-.esperando que allí, atrás, aparezca la soluc ción; Este recurso del futuro al pretérito es elorigen de la historia misma. Y cabe decir más. La mirada hacia el pasado busca en éla mayor o menor profundidad según sea el calado del azoramiento ante.el futuro, según seán más o menos básicas las cosas que se han vuelto problemáticas. Como en nuestro tiempo la inseguridad del porvenir -de qué es posible y qué es imposible-afecta aJos estratos últimos de la vida actual, como ~mqse está.seguro de nada»,,será preciso.sumergirse enla,historia~hasta honduras abisales: Reto e5 el ca5o que entre el largo pretérito y nosotros se interpone este próximo pasado del siglo XIX sobre el cual nos faltan ideas claras, Sabemos mucho más de.las centurias anteriores,' pero este saber no nos sirve porque nuestra ignorancia del siglo último impide que la:luz .hecha sobre aquellos milenios ilumine nuestro presénte.1Urge, pues,, disipar la neblina sobre la cual btilla un sol magnífico. 1 ., , ,Esta coleccióI]. de «Libros del siglo fCIX»; cuya palmaria modestia nos liberta de toda pretensión, tiene, sí, el propósito de incitar al contacto mental 1
1
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·;
Véase la Colección ((Libros del siglo XIX,> publicada por Revista de Occidente.. Madrid.
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con esa época tan cerca de nuestra realidad y tan lejana a nuestro conocimiento. Ni capricho ni azar han hecho que comencemos con libros que se refieren a Francia. En cada época Ja realidad histórica tiene una peculiar_ topografía. Tal vez el símil mejor fuera la atmósfera que en cada instante está organizada en un sistema espacial de altas y bajas presfones, las cuales determioan la trayectoria de las corrientes aéreas. Las bistóricas parten del centro de mayor presión y soplan hacia Jo débil. Este mapa de las corrientes vivas es lo primero que ha de hacerse cuando se pretende entender un tiempo humano. En el siglo XIX, el centro es Francia para bien como para mal. Inglaterra, que en todos los órdenes se ha anticipado al continente, no ha influido nunca sobre él de manera directa. Siempre fue menester que primero ejercie5e un influjo particular sobre Francia y ésta luego lo transmitiese a la redonda. 'Al libio de Heine sobre el estado de Franda énl83l1 haceríi:os qtie siga el curso clásico de Guizot; Hist01ia de la civilización en Europa. Este cursp fue. dado en la Sorbona el año 1828. Guizo1ttenía'entonces cuarenta y un años. Reinaba Carlos X; que iba a ser destronado dos años más tarde. ' . Este libro es un buenejeni.pJoide lo que acabo de decir.Su propósito es ha.cer ver c6nalguna claridad qué era lo que de verdad pasaba en el inundo por aquella fecha. Lo que en la superficie pasaba se llamaba Restauraciónl Siempre, claro está, pasa algo en la superficie de Ja historia, Quiera o nb, como Jos cuerpos, Ja realidad histórica tiene que tener.una superficie. ·Conviene hacer constar esta gedeonada para añadir enseguida que e.se acontecér somero no es nunca propiamente Jo que de verdad está pasando: La incon! gruencia entre el haz y el fondo es unas veces menor, 'otras veces mayor; pero existe siempre. La Restauración es un caso bien claro de esta ley: se presentaba 1como . Ja vuelta de Ja legitimidad borbónica. Pero ¿puede pasar que algo de verdad vuelva? · e ··:De 1:780 a'l815 ·Francia había hecho· las tres experiencias puras qué cabe hacer y que son siempre las más fáciles: primero había vivido bajo la monarquía tradicional; luego, con Ja Revolución, había intentado la demoL cracia radical; más tarde, con Napoleón, el autoritarismo no menbs radiéaE Agotado el ciclo de las experiencias puras no quedaba otro remedio que ene sayar las mezclas. La Restauración fue la primera combinación de principios antagónicos, Se llama a los Barbones, mejor dicho, se los aguanta, pero atándoles antes las manos. La nueva Monarquía llega previa otdrgacióri de una Carta constitucional. El Poder público es ahora un pacto entre el rey~ 1
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el pueblo. La cosa no resúltá'muy clara. Lo claro era una de e5tas dos cosas: el soberano es el rey o el soberano es el pueblo. Pero en esta monarquía, se. gún la Carta, hÍ el rey ni el pueblo son soberanos. Cada uno de ellos posee · sólo un fragtnento de soberanía que sólo ajustado con el otro engendra ésta. Pero ello significa que a ningún poder puede atribuirse soberanía, es decir, último e incondicionado derecho a mandar. Tal situación era completamente nueva en el continente. Para encontrar algo parecido fuera menester retroceder a la Edad Media. Pero entonces nos encontramos con algo que sólo negativamente se asemeja. Encontramos, sí, que nadie manda con carácter absoluto, pero es porque, en rigor, en la Edad Media nadie manda en el sentido plenario que esta palabra tiene desde el siglo XVI y XVII-es decir, mando de Estado, Poder público. Al aparecer primero en España con los Austrias, luego en Francia coh Luis XIV, esa extraña cosa que es el Estado con toda su purezaysu vigor; surgen dos cue5tiones,.no sólo ideológicas, sino harto pragmáticas, antes desconocidas en Europa. ¿Quiéri tiene derecho a ejercer esa terrible operación de mandar estatalmente;:de:usai; el Poder público? ¿Qué límites tiene, si es que los tiene, la imperación gubemamen~ tal? El antiguo régimen;: la soberanía nacional dela republica democrática, el cesarismo son tres situaciories:de ello tan clara5 que es sobremanerafácil formarseuna idea de ellas no menos clara. Pero esta monarquía cartista que es el hecho con que.se,encuentrari lds franceses en 181S·es, como hei::ho, materia confusa-y que nadie pdr,esos años había logrado 1digerir intelec" tualmente, Sólo un hombrenacido,eri,1763;el solemne'y n¡ordaz RoyerCollard, había extraído de él algunos pensamientos agudos. De.ellos parte Guizot para llegar a ser el verdadero constructor de una doctrina política en que esta mezcla de principios ·-el derecho histórico de los reyes y el derecho, ideal, racional, aplimi del pueblo-·· viene a cohabitación: Ésta fue la doctrina de los famosos «doctrinarios»: Este nombre revela fulminantemente.Jo que entonces acontecía en la superficie de la historia: nadie sabía qué pensar de lo que estaba,pasa:ndo: El grupo de Royer-Collard yGuizot fue el primero que dominó intelectualmente los hechos, que tuvo:una .í
La Nación, 1 de diciembre de:l935
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1 Véase Lo que pasa en Francia, por Enrique Heine, en la Colección publicada por Revista de Occidente. Nladrid.· ' ~·. · '
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BRINDIS EN ELP.E.N. CLUB DE MADRID
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eñóres: Co~fieso, haber·~~:~~ algún 'e~~uer~~· para convencerme de que podía' evitar deciros .palabra.alguna,, movido, sin duda, por una vocaciónpara eLsilencio, que siento cáda.vez con mayor vehemencia; pero no he conseguido 'convencerme honradamente. •Comprendía que no deciros nada,. absolutamente nada, era faltar a la cortesía. Yes elrcaso. que la;C:or, tesia;. tan málpáhida en estos últimos años; és; a'mi juicio, uná .de lás cosas que van:a ser.redescubieitas·en los venideros. En general, creó que lós añ.os próximosvan a ser tiempo de•redescubrimientos', y permitidme esta súbita incontinenéia de vaticinio .. Muchas.cosas que.el hombre; durante la étapa queahora,concluye¡ ha intentado eliminar, abandonar; para las cuales había perdido. la sensibilidad; habíase·embotado; •cegado, van a, ser, de pronto, descubiertas de nuevo y se vaavér que'tienen un gran séntic do. Muy crudas experiencias nos van llevando a la misma situación én que'estuvieronlos hombres cuando por primera, vez.las inventaron como sé inventá Uri•aparáto· necesario. El ejemplo más grueso de ello eslápét, dida del sentido pani la ·ley;r .que .en: una u otra dosis padece casbtodb nuestro continente. Dondequiera se adviertecuna antipatía-no ya ,a .esta --::' ley o a la otta;:sino un aseó hacia lá ley,. precisamente porque es• ley.•S,e cree hoy;m se finge. creer, que la ley es la quinta:rueda del carro, algo inú,. til, ·superfluo; .estorboso.: Hoy se prefiet.e• a,la ley la fuerza; más;'aúm se pretende convencernos· dé que eso que sellamabaley nó era sino fuerza disfrazada, por tanto, hipocresía: Yyo no dudo de que en la ley no haya siempre -y no por azar-.- un ingrediente de fuerza; pero, ¡ahí está!,, puesto .al servicio de :una!ingeniosísima máquina que permite normalmente prescindir de la fuerza ..La ley, como la cortesía, son finos artificios de muelles interpuestos entre los hombres con el fin de intentar que la convivencia consista un poco en otra cosa que en morderse la: nuez kis unos a los otros. ·' ·
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Creyendo, pues, como creo en la cortesía, no me eraposibledejar de deciros algo,. porque es el caso que me encuentro siendo; sin protesta expresa de vosotros, nada menos que vuestro presidente honorariu. · Nada me ha producido nunca tamaño terror como.presidiralgó: Por eso no he presiqido nu,rica nada .. Ésta esla primera vez queme he déjado artastrar a ese terrible menester de presidir; pero claro es .que ha sido parla grada.del salvador adjetivo adjunto a ésta mi presidencia. Yo.:soy vuestro presidente «honorario», y convendréis conmigo en que ser algo honorariamep.te es el más.lucido modo de no serlo.·,· ;•Recuerdo en· este momento una de las escenas más castizas que he tenido la suerte de presenciar:e'nlos últimos años, Fue hace cinco o seis. Re, cardaréis que entonces cayó sobre toda Europa uri'inviemo crudisinío. En Madrid había feroces nevadas.• Yo' estaba una noche' cenando. en el «Café de Levante.'». Había ido allí, como.hago alguna vez; de escapada; para, recogido sobre mimismo, solo eri un.rinC:ónfde lavida madrileña, abrirme los poros a la casticidad qué pasa. Había junto iü:rü mesa otra donde se reurií?- uria tertulia de la pequeña clase media madrileña. Una tertulia de.las que mere, cen el título de hipertertulias porque era tertulia de después. de cenar, dé hombres que después de haber.estado dós o tie5 veces· de tertulia durante.el día vuelven otra vez a ella, pase lo que pase. Brindo la imagen al'señor Arnü ches, que.diviso allá, ~entado.Ya veréis.por qué. Se hallaba bastante nutrida la tertulia cuando surg~.un nuevo· elemento. ·Un hómbre d~ magnífico por~ te, aventajado.de talla, aspecto degrán.chnlo;comoya.quedai;ipocós; Som, brero.blanco y ancho, alá Lagartijo; capa de ésl:tipendos embozos, que traía todos salpicados de copos de nieve; bastón con elpuño de asta de ciervo. Al llegar junto a sus contertulios, se desembozó con un espléndido gesto y les saludó.diciendo:. -..-.Señores,¡buenasnoches ... teóricamentel . •. ·.. . , .. Nuncahe.vistomásenérgicamente vivida la idea que'nuéstro pueblo se hace de la teoría, Teoría para él es prec:isa'menteJo .que no tiene nada que ver con la realidad, lo que jamás coincide con ella. Algo parecido es lo.ha" norario. Es lo teórico en el orden sociaLPues•bien: reconozco que.me va muy bien y acepto con simpatía este modo de presidir. ,,,. . Presidir es estar sentado delante de otros; pero én este caso; cómo se trata de pura metáfora y no ble fantasía, es estar sentado sin estar sentado, en una silla que rio es tal silla. Puedo, pues¡ entregarme a ello tianquilamenc ti; y'sin tártagos. Me va muy bien esto porque me. da:un attedeinexisteneia que·cadavezaprecio más. Me ha.cé sentirtoe espectro y como sombra; som" bra cuyo cuerpo efectivo es nuestro Azorí'n, conductor insustituible, como, doro y piloto de esta.nave".
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Cilentajosé de Maistre que un niño, por la noche, andaba en la habitación buscando la llave de la luz, y cuando Ie preguntaron por qué quería en" cender la luz, el niño respondió: · -·-·Porque quiero que vuelva mi negro ... El niño llamaba su negro a su sombra; que Iaoscuridad se·había tragado: Pues bien: yo me siento como el negro de honor deAzorín y; por consiguiefü te, de todos vosotrosi Pero claro és que, siéndolo, menos puedo dejar 'de hac biaros, porque los negros no hacen casi otra cosa que hablar. Recordad 'el viejo refrán tan sabroso: «Fue la negra al baño y trujo que contar un•añ0>m En cuanto a lo que pudiera ocurrírseme deciros,.:Ia verdad es ·que es mtiypoco, que casi no es nadá; que talvez•sólo es esto. · · · •• En la mañana •de hoy tenía a la vistá el papel donde• nuestra: junta coniumca la orden del día. (¡Menudo problema es saber cómo debe decirse: el orden del día o la. orderidel día! Recuerdo· haber discutido tres. días con'secutivos la cuestión· sin llegar a una s6luciórysatisfact6ria). Pongamos·que elpapelnos coniunícaba la orden del día para esta: jornada. En él aparecía' el membrete, donde está el nombre de nuestra Sociedad, y debajo nuestro em" blema. Este emblema es una pluma; y esta pluma·es una pluma de•ave; más precisamente: es la pluma del ala de una ave. Ello me hacía pensar queper~ terrecemos los escritores al totem del pájaro, que somos pájaros, pájaros del buen Dios y más o menos de cuenta.- Tal dependencia nos compromete sóbremanera porque nos obliga amucho. Pues, por muchos que sean Ios caml bios delas especies transformándose las unas en las otras, y aunque el me;. callismo darwmiano haya hechO que la pluma del ála, que la pluma alígemi. se convierta en estilográfica, ésta no puede olvidarse, no puede desenten~ derse por completo de su origen volátil. Y como la vida humana es maravillosa, resulta que ha habido una époc ·ca, y en esa época un hombre de tan excelso humor que pudo entretenerse en· definir el ala. ¡Vaya por.Jos.negocios a que Jos demás. se.dedican! Este ~· hombre fue Platón, y como m siquiera en los innumerables y minuciosos fü bros que sobre él se han éscrito he visto que se haga. constar esta definición; quiero yo subrayarla enesta grata sobremesa, Todos recordáis la escena, porque es inmortal. El lugar es.Atenas; la·sac zón, el estío; la hora, la de la siesta.Sócrates, que no salía nunca de la ciudad porque necesitaba para respirar el aire de la plazuela (para él respirar era conversar);Sócrates se deja por una vez'seducir de Fedro hacia las afueras• El calor.es tan sofocante que no ,tienen más remedio que resguardarse·bajo una umbna•en las riberas del río Cefiso. (Sépase que es el nombre con que•lqs griegos dicen Mauzánares). Pues bien: en la orilla del Cefiso se formaba· una umbría por unos plátanos. Allí están nuestros dos personajes. Platón estah
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formidable escritor que todavía hoy; veinticuatro siglos después, vemos, en sus palabras, Sócrates y Fedro sudar. Sobre sus cabezas, puestas en los plá·tanos, las áticas cigarras caniculares ráscaban.en su rabel. ¡Son casi, casi las ·palabras mismas de Platón; no me tachéis de amaneramiento! Pues bien: allí es donde, en un instante de egregia emoción, Sócrates define el ala. Es, dice, la naturaleza del ala ser apta para llevar hacia lo alto todo lo pesado. Nada más; nada menos. Amigos, no hay escape. La misión del ala y; por tanto, de la pluma es la lucha sin cuartel contra la pesadumbre. El ala y la pluma tienen en el umverso este destino aviático, aerostático: son lo que son y existen sólo en la medida en que logran o, por lo menos, procuran la victoria sobre todo lo gravitante, sobre todas las humanas pesadumbres. Y las pesadumbres del hombre, es decir, sus males peculiares, son tres: la bellaquería, la estupidez y el.aburrimiento. Tal vez hubiera que agregar, sobre todo en Esp¡tña, un cuartogravamen: la·chabacanería. • • . • Amigos, no tenemos escape. La misión del escritor,·del bípedo· con pluma\ es la de elevar hacia lo alto todo lo inerte y pesado. Cuando el escritor no logra o, por lo menos, no procura hacer esto, ¡ah!, entonces el escritor no es escritor, porque entonces la pluma no es pluma, que es plomo. ,
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Diciembre, 1935
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.. LO QUE MÁS FALTA HACE HOY (VERSIÓN TAQUIGRÁFICA DE UNAEMISÍÓN POR RADIO MADRID ; · ·'' ABUENOS AIRES,~N MAYO DE1935) ''.1
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~orque de~n b~co ~lan~~ahora
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Enyiili; voz; la envidio se envuestrá tierra;;y¡se está-ya estremeciendo en•ese aire argentino, tan. excitante, tan eléctrico. Es en verdad una pena que no seiCposible cabalgarla propia> voz para andar ahcira entre vosotros, paladeando el sabor que tiene la vida ame-' ricana,' especialmente l~ argentina, un sabor que nadie ha definido bierl'toy davíay que, en nosotros los viejos europeos; porlo menos en mi; déspie1tá siempre como un nuevo apetito .de existir: Pero no hay.rerqedio: yo tengo que quedar aquí, adscrito a mi vida castellana que en estas horas de mayo haé:e un esfuerzo extremo por florecer. Sólo mi voz va flotando a vuestro dec rredor, recorre vuestros campos, la ciudad, entra en un bar para ver si gentilmente hay alguien que le ofrezca un copetin, y, sobre todo, se filtra en la intimidad de las casas donde están reunidos los familiares, los amigos, con la aparente inacción del que escucha, pero sin poder reprimir esas miradas justas, inteligentes, esos relámpagos que lanzan de pupila a pupila, y que son opiniones fulminantes sobre lci que digo, sobre cómo lo digo, sobre por qué lo digo. Pero seria vano que yo me extenuase en el intento de dar presehcia a mi persona ali! donde ahora suena mi voz: La radio inevitablemen- · te presta a la voz un carácter anónimo, impersonal, casi extrahumano; la convierte en voz de nadie. Y como deseo no haceros perder por completo vuestros minutos, que los tenéis tan contados en vuestra ciudad, voy a aprovechar la audacia que ese anonimato me proporciona; y, disfrazado de nadie, deciros qué es lo que hoy hace más falta. Ya veréis cómo eso que más falta hace hoy no es nada brillante: Es más: Veréis cómo precisamente porque no son cosas brillantes son las que más falta hacen. Nuestro mundo occidental, y de paso casi todo el resto del mundo, se encuentra en una de esas situaciones, la más grave tal vez de las m'.ás graves, cuando menos, que recuerda la historia. Comprenderéis que no me refiero
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con eso a la famosa crisis económica ni a la situación de paz internacional ni a nada deritro de este orden ni nivel. A ninguna de esas cosas, de por si · verdadera y especialmente graves. La historia está llena hasta los bordes de · guerra, y la trisis constituye aproximadamente, en un día si y otro no, una parte de la historia. Más aún: eso que llamamos la crisis actual, para sí lo hubieran querido casi todos los siglos del pretérito. Nuestra penuria les habría parecido abundancia y delicia. La cosa• es sobremanera extraña, Nunca, ni de lejos, han contado estos pueblos de Occidente, y en general la humanidad, cbn más medios ni facilidades para vivir. ¿Cómo se explica, entonces, esa radical desazón? Parece evidente que la causa debe ser muy honda; secreta y sutil. Y si queremos de verdad'desentrañarla nos es preciso descender a las profundidades de la convicción humana y hacernos bien cargo.de la extrañísima realidad que es el hombre, ' ' '' ·El hombre no tiene otra realidad quesuvida, Consiste en.ella. Ahora bien: no neis henios dado nosotros la vida, sino que ésta nos es dada:, Nos encontramos de pronto en·ella sin saber cómo ni por qué.' Pero esa·vidaque nos ha sido dada, no nos fue dada hecha, sino que tenemos que hacérnosla nosotros; cada cual la suya. Se trata de una elemental einexplicable perogrullada. Para vivir tenemos que. estar siempre haciendo algo,-so pena de sucumbir: La vida es quehacer; sí, la vida damucho,quehacer,yelinayor de todos averiguar qué és lo qu~ hay que hacer. Porque entodéJ,instante·cac da uncí de nosotros se encuentra ante muchas cosas'que podría hacer, ynb tiene más remedio que resolverse 'por una de ellas. Mas, para resolverse por hacer' esto y:no aquello,tiene; quiera· o no, que justificar.ante sus propios ojos la elección, es· decir, tiene que descubrir cuál de,sus acciones posibles en aquel instante es la que da mayor realidad a su vida, la que.posee más sentido, la más suya. Si no elige; sabe que s.e ha'engañado asimismo, que.ha falsificado.su propia realidad, que ha aniquilado un instante de su tiempo vital, por cuanto; como antes dije; tiene contados sus instantes. No hay casó de misticismo alguno; es evidente que el hombre no puede dar urr solo paso ' .· siti justificarlo ante su propio .íntimo .tribunal. · . Cuando dentro de unos minutos dejéis de escucharme,. tendréis• qué decidir en qué nueva cosa vais a ocuparos; y para decidirlo; veréis stirgir ante vosotros la imagen de lo que tenéis que hacer esta tarde, que a su vez depende de-lo que tenéis quehacer mañana, y todo ello, en definitiva, dala fic gura general de vida que os pareée, que es la más vuestra, la que tenéis que vivir para ser lo que.más, auténticamente sois, de suerte; que cada acción nuestra nos exige que la hagamos brotar de la anticipación total de' nuestro destinoy derivarla deun programa general trazado en nuestras existencias, como el matemático deriva sus teoremas del cuerpo de sus axiomas. Y.esto
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vale lo mismo para el hómbre honrado y heroico, que para el perverso y el ruin, También el perverso se ve obligado a justificar ante sí mismb sus actos; buscándoles' el sentido dentro de su programa de vida. De otro modo que~ daría inmóvil, paralítico como el asno de Buridán. ; ·, : . , _,. ·. • Según esto, el factórmás importimte de la condiciÓrr humana es eLpro; yecto de vida que inspira y dirige todos nuestros actbs. Cuando las circuns.l. t.áncias nos estorban o impiden• ser el personaje anticipado que co~tituy¡; nuestra:· más :auténtica realidad, nos sentimos. profundamente ·inhibidos[ Esto mismo manifiesta.que no. e.abe hablar de dificultades yfacilidades, de cosas más o menos gravés: Una circunstancia determinada.sólo es dificil o grave en realidadfrente aun programa vitaLdéterminado, como, por ejemplo; para elcoúedor. de los juegos olímpicos urta:éójeta es una.éosa 'exi:raordinat ria; en cambio, para un poeta romántico como B)7ron u otros contemporác neosno pnede resultar agobiant.e el que sus gallardas figuras se.menoscaben porqué a¡, trop~zarcon upa piedra.se han quebrado el tobillo. Es sin dudá do,loioso;el.caso de uµ hombre que por ciréun5tancias deldestinono pueda liacedo que tiene que hacer, lo que tiene que ser;1 . • :. · · ,,, ·· "Pér6.yó:os invito a•que ünaginéiS bien otro caso: el de un hombre que se encuentra. sin saber lo que tiene que hacer, lo que tiene que ser; 'que np lleya dentro de.síningúú horizonte de vida sinceramente suyo que se le imponga con plenitud y ~in reserva; Como aquelló de que todo lo que jamás depende de nadie es elverdadero.programa, como ese perfil ideal de exiS~ tencia es la base misma·de la vida; es• evidente que su situatión.resulta·mu+ chomás desazonadcita que cualquiera;otril; De nada sirve a un hombre tal el que se acumulen en su derredor los.inedias más abundantes y poderosos. No sabrá qué hacer con éllos porque no conoce su objetivo; no le fallan las cosas' en tomo aél, sino que se falla.a sí mismo. Sé es a sí mismo estórbó.y · radical dificultad. Pues bien: yo 'creo que ésto es.lo que hoy acontece a lbs 11.ornl:Jres.cléQ.ccidente: no saben de.verdad.qué hacer, qué ser, ni individual ni·colectivamente;, · Esto sí que representa uria sitriación muy poco frecuente e~ la historia: Lo normal en. ésta ha sido. que los hombres tropezasen con dificultadés para vencérla•résistencia delo que ambicionaban; ·:, :· . , : " : " ;: · · . Planteada así la cuestión, yo pregunto•i1:queinarropa qué•. es:lo.que hay'que hacer:eri .un momento que se caracteriza.precisamente porque no se .sabe. lo que. en última instancia hay; que haceü La.respuesta certera·sur; girá· ante nosotros con toda evidencia si reparamos antes eri lo que se está haciendo'.: En· la milyor parte de.las gentes y de ,los pueblosJa situación de no saber: en verdad qué hacer, de no tener un proyecto de•vida claro, sifü cero;•auténtico,: diSparn insensatamente un afán de actividad superlativa; 396
precisamente porque ante el vacío de un auténtico quehacer pierden la serenidad y, atropelladamente, pro curan llenarlo conunfúror de actuación -y un entusiasmo frenético que sean capaces de compensar su insinceridad · con un aspecto de empresa tremebunda y definitiva; Todos: conocemos esta reacción, sufrida ante el desesperado intento de aplacar la desesperación. En suma, que individualmente y colectivamente adopta esto ese carácter de íntimo engaño, de secreta falsificación propia de alcoholismo agudo. En todas partes se advierte una protesta, una urgencia por reformar todo y por reformarlo hasta la raíz, que contrasta ostensiblemente con la falta de ideas claras sobre la sociedad, sobre el individuo. Frente a conducta semejante recuerdo la pregunta hecha a un gran pintor en el sentido de qué había que hacer para ver bien un cuadro. Y el gran pintor respondió: «Pues tomar una silla y sentarse delante». La excelencia de esta respuesta consiste justamente en que se rehúsa la brillantez para atenerse a la verdad de la situación. Pues algo parecido hallaremos al contestamos la anterior pregunta: qué es lo que hay que hacer cuando no se sabe lo que hay que hacer. Los minutos que me han sido concedidos para hablaros se van consumiendo y me encuentro con que no me quedan los bastantes para intentar yo miSmo la respuesta. Tal no era lo que estaba en mi propósito, sino, más bieri, traeros la pregunta, despertar vuestra curiosidad por la gran cuestión y esperar que vosotros.mismos, cada uno de vosotros, ensayara la solución del enigma, cada uno en silencio, en soledad consigo, con plena autenticidad; evitando toda actitud petulante, leyendo poco y pensando mucho, y, de leer, leyendo historia, sobre todo la del siglo XIX. Quién sabe si estas condiciones bajo las cuales os invito a buscar la gran respuesta no es preciSamente la visión de las cosas que más falta hacen hoy. Sírvanos de ejemplo, y con esto termino, la conducta de Inglaterra. Los ingleses sienten tan vivamente como cualquier pueblo lo mal que andan las cosas. Y ante las necesidades han hecho grandes reformas, pero con una visión clara de qué es lo que hay que hacer. En vez de enredarse en revoluciones resuelven hacer lo menos posible. Toman un poco de las reservas de sus monarcas, rectifican hasta en los detalles la adrniniStración, solicitan de sus ricos el 50 por 100 de sus rentas, y, sin más aspavientos, resuelven serenamente hacer lo único que pueden hacer, que es: hacer tiempo, esperar... , esperar a que los designios del · hombre se aclaren y precisen. El síntoma es de sumo interés, pues cuando se ha estudiado a fondo la hiStoria, se tiene la convicción de que el pueblo inglés ha precedido en todo a los demás. Esto es lo más urgente e importante que debía hoy hacerse.
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Ahorn bien: el quehacer de un intelectual ha estado precisamente en decir, y ha cumplido con esa misión cuando ha procurado decir lo que hay qu'e decir. · Nada más, amigos de la Argentina. '1935
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CUESTIONES HOLANDESAS
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PRECAUCIONES QUE TOMA ELVIAJEROANTES DE HABLAR
A1 visitar por vez primera un país, el alma del viajero se va ~arganda d~ interrogaciones. Es natural: un pueblo:se compone, ante todo!.de,secretos. Cada nación es untenaz ensayo de vivir según cierta manera; de afioritar las dificultades de la existencia partiendo de ciertos supuestos' cbmo un poeta que se obliga a construir un soneto conrimas forzadas. Esos supuestos cori• sisten en la actitud adoptada ante las· cosas más elementales quecintervienen en toda vida humana. Por eso son secreto's¡.Lo patente es siempre el compue5to. Los iligredientes,los elementos, por definición, lid aparecen nunca aislados. Para descubrirlos hace falta emplear una fuerte operación analítica, una química enérgica. El viajero, rápido siempre y tangente a aquella figura de vida para él nueva, no posee el laboratorio que le permitiría descomponerla en sus simples y comprender. de verdad por qué las cosas son así. Le falta casi siempre lemot de l'énigme. Sólo ve claro que no ve claro, que:no entiende lo que ve; que le'es cuestión preciSamente lo que al indígena parece más natural ysinproblemac' De aquíque:todaslas afirmaciones del viajero deberi entenderse al revés; no como aserciones, sino'como preguntas. . ., . No se crea, por otra parte, que esos secretos en que un pueblo, ante todo, con5iste; que esas actitudes tomadas ante los factores más elementales de la vida son predisposiciones misf~riosas ínsitas en eI pueblo.y.que proceden, en consecuencia, de la raza, La noción-suponiendo que sea noción y no, más bien, una idea vaga y:mágica-, la noción zoológica de raza no sirve de nada.en.asuntos 'de vida humana. El hombre no tierie un ser, una· consistencia fijos que le fueron dados de una vez· para siempre, Al contrario:
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todo lo que el hombre és ha llegado a serlo; más aún, se lo ha hecho él. Apli- · cado al hombre, el concepto de raza no significa más que el precipitado de su historia-es historia Gonsolidada. Me parece indigno de la altitud a que han llegado nuestras.experiencias intelectuales no romper resueltamente con esa interpretación zoológica, peor aún, botánica de lo humano, según la cual nuestra vida -individual o nacional-consistiría en el mero despliegue o evolución de una semilla o germen que desde un principio contenía ya, preformado, todo lo que vamos a ser. Invitado desde hace tres años por los estudiantes holandeses, con la colaboración de su profesor más ilustre -hoy la más alta figura de Holanda-, el historiador Huizinga, he podido, por fin, en esta primavera atender su solicitación y rendir el viaje de los Países Bajos. Este viaje ha sido raudo. Come prometido a dar conferencias en varias Universidades, Escuelas técnicas, Sociedades privadas de Cultura, en Rotterdam, en Delft, en Leiden, en Amstefdam, en LillHaya:, sólo.he péJdido iniiar al país fon eI rabillo del ojci. Nó'liay peor manera de visitar un país que ir a él para dar conferencias. A poco ~ crupuloso. que sea; el conferenciante; tiene que mantenerse concentrado líác cia dentro, 'alerta la •pupila sobre el rebaño fqgaz de sus ideas. Avanza; pues¡ cerrado hacia,símismo; sin poder abrirse al contorno concentrándose hacfa fuera. Disposición talma tiene más 'que uria ventaja:.que no'háce malde.ojo a lo que· surge ante.éLPrecisamente.porque no busca impresiones; las qu,e . en él se producen son vigorosas, espontáneas y com.o ineludibles. . . ... i;¡ . No m~nos ineludibles sonlas.series dialécticas.que esas impresiones disparan automáticamente eri su, mecanismo inte1ectuaL Los filósofos..idea; listas no quisieron nuncarreconocer que elpensamíento es puro níecaI1ismo ccmiola.digestión o la locomoción. Beatos defo que'llamaban «espíritu>»y haciendo consistir aL hombre principalmente en su intelecto, les parec(lJ poco digno.aceptare! 'carácter mecánico delintelecto;• Los que creemos que el hombre,Ja.p~sona; no és·su inteligencia,,sino.t:¡ue elhombre,.la persohaí·'·-c se: encuentra crin su inteligencia nimás:nimen,os.que.con su estómago; t¡l vez hiperclorhídrico, o con sus piernas, acaso· zambas, o con un suelo a, sef tecientos metros de áltitudsobre.elnivel delmar,hemos·quedado corila visión franca para reconocer la evidente condición mecánica: del intelectm Dicho en otra.forma: yo no soy.responsable ni causante del proceso mental que en-mise dispara. A.lo sumo; seréresponsable ocasionalmente de:que:s·e . inicie o di; que se prolongue;.pero delo que·pasa en mi intelecto una vez.qué se p0ne eTumar~a,. nci puede inculpárseme;. • '' ., • •·• · ' .¿Se quiere.uh ejemplo? Hablemos.de·.las bicicletas eh Holanda. Será un buen ejemplo .de .lo antedicho y: además.de humildad; Porque no hay viajef ro que no reciba¡ ¡como primera impresión, 'como primer hecJ:i.o sbrprem
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dente, la abundancia de ciclistas en los Países Bajos. Urnlindo rehusaríapor lo mismo hablar de ello juzgando que. es un tema vulgar y tópico. Pero yo · no·soy un lindo y no me hago la ilusión de que al rehusarlo•suprimo surea· lidad. La cosa no tie.ne remedio: lo.primero.que-al llegara Holanda pasa al viajero es que le E!tropellan las bicicletas; quiero decir, que asaltan su sensibilidad,rque engendran la primera retracción; lá primera extrañeza; la primera pregunta; Si es sincero y tiene buen humor inicia'sns'nbtas de andar y ver apuntando' esta fiase: «Holanda es un país habitado por ocho millones de.hombres. y cincuenta-millones de bicicletas» .·En las calles pululan ene jamqres deciclistas ..En Holanda va en bicideta todo el mundo:. el rico y el po,bre, el jóveny elviejo,•.el hombreyla mujer, el súbdito y la autoridad. Los guardias de orden público, con sus largos levitones negros, hacen el sere vicio encaramados.en sus ciclos . ..: •." Pero sería impreciso suponer que es la abundanóia de ciclistas lo que efectivamente sorprende; Nodo que extraíill, és el usó de la bicicleta. Tenemos la inipresión'de qué se ha violentado el empleo.haturál de este artefacto: Esto es lo que sacude nuestra máq~ina.de pensar y dispara en nosotros¡ q~ec ramos o no, un.ingenuo proceso dialéctico que; a modo de ejern,plo, debe el :. '. ,. viajero revelar impudorosamente;: ¡.,).'
La Nación; 41de oc:tilbre de 1936
II.
LO QUE EL VIAJERO PERCIBE EN LAS BICICLETAS . DEHOLANDA •'Los. demás pueblosdelmundo consideran la bicicleta ccimo un apara~ to adscrito áljuego y al.deporte, Proporciona velocidad, extraordinaria con í:nédios sericillos; demanda algún esfuerzo,y.alpropicí tiempo; su uso in1; plica riesgo; Todos estos caracteres cousignanel velocípedo al ámbito de las actividades deportivas y entre ellas, a las que: exigen juventud., No obstante, dondequiera se amplía su uso aservicios de mera utilidad: El obrero que vive.en el suburbio distante va a'l.trábajo y retoma de élen bicicleta. Elrepattidcirde ciertas pequeñas meréancüis, el muchacho recadero la émplean tam.bién: Mas pr~cisame'nte esta ampliación utilitaria'que dondequiera se observa subraya la concienda predominante de qúe no es ése el adecuado fihodela bicicleta; sino eLotro. Ylo subraya el hecho de que este aprovechamiento secundario se reducera lo estrictamente inexcusable: sólo se•acúde a
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él cuando no hay otro remedio o cuando la humildad de los medios econó+ micos lo impone como una triste necesidad,.Por eso nci nos extraña: el obre+ ro mal vestido que pedalea hacia 5u hcigarncis va gritando tácitamente que preferiría otro medio de locomoción.y que usa ése precisamente porque ho es el deseable, sino una triste imposición: Con lo cual queda nivelada la hi" congruencia, la vemos explicada.y no provoca en nosotros extrañeza. · Pero en Holanda va todo el mundo en bicicleta, cualquiera que seasu edad, su sexo, su volumen, su fortuna, y agita sus piernas sobrelos pedales; iba a decir que cínicamente, esto es, como sifuera lo más natural del muridó; como si fuera lo debido. Ahora bien, esto es lo que irrita al viajero;lo que.le_ extraña yno entiende: ¿cómo se puede considerar natural y perfectoloqú~ a• él le parece inadecuado y erróneo? Al llegar aquí nuestro intelecto, luchando dialécticamente con5igo mismo se hace e5ta objeción: ¿no será que considero natural y.correcto simplemente lo. queme es habitual; lo que he vjSto en los otros pueblos?. ¿Por qué no ha de ser Holanda el pueblo elegido por el dios de las bicicletas\ aquél a quien ha sido revelado su más auténtico destino? A este puñetazo lógico·nuestro iritdecto se responde a sí mismo con cierta impaciencia enojada: ¡Ah, no! ¡Nada de eso! No es sólo cuestión de·ha" bito: no se trata sólo de dos comportamientos, uno a que estamos, por azar,. acostumbrados y otro insólito qúe, nada más por serlo, nos perturba. Si anali" zamos nuestra extrañeza, vemos que se nutre de razones nada accidentales. Que personas de edad y volumen caminen en bicicleta constantemente en niedio del tráfago de una gran ciudad éS estúpidamente arriesgado, es injusti~ · ficadamente fatigoso y es ... deplorablemente antiestético. La linea fina de la bicicleta no tolera, sin que sufra la estética, ser encargada de sostener la mole de una abundante señora cincuentona o de uri magistrado bebedor de cerve. za. Esto no es accidental ni es habitual, sino que es inexorable y esencial. No hablemos de lo.penoso que resulta asistir,alfrecuenteyvano.combate.deJas. mujeres ciclistas con sus Jaldas para evitar ostentaciones impudorosas .. El:vial jera que va por la calle respetuosamente interesado porfanueva humanidad·. que visita.y que no se siente en vena erótica, experimenta algún enojo de qu~ se le ofrezca a la mirada, tan· inoportunamente, un muslo femenino. No, no. El uso de las.bicicletas en Holanda es, por lo pronto, un abusó\ algo que no es debido, que es antioatural. Pero todo, dentro de la órbita huma" na, aun lo peor, puede ser compensado. Y esta compensación, esta explii:aciói+ del abuso en el uso dela bicicleta es la que demanda el viajero y por e5ci1ees cuestión hecho tan simple, tan vulgar y tan cotidiano para el holandés:·· > •L, É.Ste es un país llano -·nos decimoSC.-:. 'y el desplazamiento sobrirnn cidó ··· resulta menos fatigoso que en tierras con desniveles. Bien, pero existemnu+
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chas otras tierras llanas donde se ha evitado recurrir a'la bicicleta. No basta, pues, con esa éxplicación. Sobre que el viajero, en este caso mío;no acepta fácilmente comó explicación radical de ninguna conducta humana la que 'deriva uh cothportamiento,;mecáhicamente, de las condiciones del rµedio. En el homb.re toda.resolución es, en última instancia; lírica, A la postre;. hacemos lo que hacemos porque queremos, es decir; porque motivos.íntimos nos llevan a preferir·es'a conducta. No cabe disculpar alholandés•porque emplea inadecuadamente, antinaturalmente la bicicleta, cargando.el pecado a su tierra llana, No; el holandés es responsable de lafechoría, En este punto; nuestro intelecto se abre a una súbita iluminación que desde hace ururato pugnaba· por brotar en su interior pero que, sin sabér bien por qué, manteníamos stispensa. Pensamos, por firí, e5to: el holandés sabe ~ria importa con que grado de conciencia-· que su uso de la bicicleta es arriesgado, fatigoso y antiestético; como podamos s~berlo nosotros. Pero sabe también que es el medio de locomoción más barato y; a dife:renda de: nosotros, prefiere la calidad« baratura». a la belleza; a la· comodidad y ala evitación de aquellos riesgos. Etresta·preferencia radica su absoluta responsabilidad,· . • 'La advertencia no puede ser más· modesta; y; sin embargo, la sentimos como una súbita iluminación.Yes que.por medio de ella nos pare.ce que hec mas caído por escotillón de un tema trivial y suelto como es éste de las bi. cicletas a un ámbito de cuestiones amplísimo y de largas perspectivas. Nos parece, en efecto, que por vez primera palpamos, no este o el otro síntoma casual de la vida holandesa, sino el carácter mismo del hombre holandés, que damos un primer paso en el interior de su carácter como en una cripta. De paso, nos revela la causa de nuestra extrañeza. Ésta sería, en verdad, imposible si el hecho que la provoca consistiese sólo en sí mismo -en que las gentes· caminen en bicicleta. Mas ahora vemos con toda evidencia que, sin tener de ello una conciencia precisa, habíamos percibido en ese hecho la resuelta voluntad de supeditar demasiadas cosas a un entusiasmo por el ahorro. Sin saberlo bien, algo en nosotros protestaba ya contra este modo de ser. Probablemente a un buen holandés le parecerá absurda nuestra impresión. Pues qué, ¿no es importante que un problema práctico se resuelva del modo más barato posible? Sin duda-diremos nosotros-: la cuestión está en si eso es más importante que la belleza, que la comodidad. Porque el asunto no termina ahí. Nuestra dialéctica, una vez embalada, sigue su trayectoria y piensa: este hombre respetable, que con su largo abrigo y con aires cómicos de gran seriedad, erguido y solemne se afana sobre los pedales, no ve que hace una figura ridícula. No lo ve porque la preocupación de economizar él sus dineros no le consiente abrir generosamente su atención hasta ponerse en el punto de vista del prójimo que le está
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contemplando. Si lo:hiciera se vería así mismo como objeto, como espec~ táculo, y de.5cubriria que su figura es un poco ·grotesca, un mucho inelegan7 te; ponanto; algo penoso ·para.el prójimó~. ¿Por qué no etjtarle este enojo.? ¿Por qu'éno .hacer de sí nrismo, un poco, fiesta para el prójimo i ¿No es esta también un deber.humano?. O ¿es que el holandés sabe que tampoco el otici se fija en él porque, también le preocupa d,emasiad.o el lado económico :de las cosas; es decirj queelholandés no existe para el otro holandés coino el ser que cada cuales; sino sólo indirectamente" en.cuanto interviene euuna relación económica y:sus .derivados -política; 'científica, etcétera~ pe'rb no. frente a frente; escrietamente;'hombrefrente a hombre?· · Yo ;no· sé si esto e~ asL Porque no lo sé lo pregu~to, lo cuestionb:ofüe hago cuestiórí dé elló:Pero cónste que no es indiferente usar o no usar con excesiva:abundancia de la bicicleta para circular por las grandes urbes~En: trelos niuchosriesgos·que se corren es uno;poner:en la pista: al viajero· de ciertos secretos profundos que.operan.eTu evalma holandesa. Yo no· tengó riada que oponer a queuseustedlabicicleta porque esniedio muy barafod~ locomoción.. Pero si usted lo hace no le sorprenda queyo lo perciba' y C\lll ello todos los .demás·secretos que este hecho grita' Porque aún nos queda bastante que decir sóbre las .bicicletas eje Holanda.·.• • ·. •1 r:i
· LaNadón; 18 de octubre de 1936
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esta primernnoche de ig37 1 cuando termina elque ha para ña!el«año.terrible»·-. este año .de purificación, año,de cauterio-•. me tele" fonean de las oficinas deLa Nación;.enParís, que Unamuno ha muerto; Igno~o todavía.cuáles sean las· datos.médicos de su acabamiento, pero', seán los que fueren, estoy seguro de que.ha,muetto.de «mal de España». El lector tiéne perfecto.derecho a creer!que 'esto rio es:más que una frase. No·voy a disputar con, él, e~tre otras razones,. porque me obligaría a hablar sobre temas acerca delos cuales hace años ni¡; he propuesto a mí mismo el silencio. · Pero la verdad•es; pes.e al lector, que lo dicho ,no es una frase\ sino el enunc ciado de realidades pav.orosamente concretase Hace un par de' semanas me visitó aquí mi traductor holandés, el doctor Brouwer, que había.estado por el mes de septiembre u octubre en Salamanca.. Me refirió su!conversación con Unamuno.Yal oírle yo, pensaba: Unamuno morirá de esto. Ha inscrito su muerte individual en la muer.te innumerable que es hoy la.vida española. Ha hecho bien.Su trayectoria estaba cumplida. Se ha puesto aLfrente.de doscientos mil españoles y ha emigrado con ellos más allá de todo horizon,te, Han muerto 'en estos meses tantoSccompatriotas que los.supervivientes sentimos.como una extraña vergüenza de rio.habémos' muerto también; A algunos nos.consuela un poco lo cerca que hemos estado de ejecutar esa.sencilla ,, operación de sucumbir. Ya está Unamuno .con la muerte; su perenne• amiga-enemiga. Toda su vida, toda su(ilosofía han sido', como las. de Spindza, tina meditatio 11101'tis; Hoy .triunfa... en !todas partes esta .inspiración, .pero. es obligadó decir que Unamuno fue el precursotde.ella:, Precisamente en los años eh que los•europeos andaban más distraídos de la esencial vocación· humana; que es «tener.que .morir», y más divertidos cori las cosas de dentro de la vida; este gran celtíbero .,..,-porque; no hay duda, era el gran celtibero, lo.era en elbien yen el mal'"'"" hizo, de la muerte su amada .. De aquí el sabor o, al menos, el
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dejo niacabro, que nos llega de todas sus páginas, hable de lo que hable,jue" gue con lo que juegue. Muchas veces he hecho notar la sorpresa que causaba a los romanos, y que 'Fito Livio nos transmite, el ver que los celtíberos eran el único pueblo que vestía de negro y adoraba a la muerte: Unamuno pertenecía a la generación de Bemard Shaw. Uno ambos nombres porque al hallarlos juntos nos salta a la vista, sobre las peculiaridades individuales, el gesto común que la coetaneidad impone. Fue la última generación de «intelectuales» convencida aún de que la humanidad existe sin más elevado fin que servir de público a sus gracias de juglar, a sus arias, a sus polémicas. En Grecia hubo también una época en que los poetas creían que los hombres habían combatido en tomo a Troya no más que para dar lugar a que Homero los cantase. Por esta razón, se adelantaban coi;is,tantemente a las candilejas yno podían respirar sino sentían en derredorsu rnicióncomo espectadora. No habían descubierto la táctica y ladelicia'.'qué es;para el verdadero intelectual ocultarse•e inexistir. • · · ;· · . ', No he conocido uri yo:máscompacto y sólido que elde Unamuno¡ Cuando entraba en un. sitio, instalaba desde luego en el centro su yo, comp un señcir feudal hincaba eh el medio del campo su pendón. Tomaba la palá; bra definitivamente; No cabía•el diálogo con él. Repito.que toda su genera; ción conservaba el ingrediente de juglar que adquirió elintelectual en los comienzos del romanticismo, que existía ya en Chateaubriand y en Lamar~ .. tine. No había, pues, otro remedio que dedicarse a la pasividad y poriersben corro entorno a don Miguel, que había soltado en medio de:la habitación suyo;comosHueseunomitorrinco!• ·• •' •. ;,"·'' ·· : ,.,..,,;., · Pero todo esto, entiéndase en superlativo. Hay siempre en las virtudes y en los defectos de Unamuno mucho de gigantismo. A esa idea del escritor como hombre que se•da en espectáculo a los demás, hay que ponerleuria espoleta de enorme dinamismo, y más aún de feroz dinamismo. Porque Una• muno·era·, como hombre, de un coraje sin límites ..No había pelea nacion ; lugar y escena de peligro; al medio de la cualnD'llevase el ornitorrinco de•su yb, obligando a unos ya otros a oírle, y disparando 'golpes líricos contra los unos y contra los otros. · · ·•;T\ffO ": ,JFueun gran escritor. Pero conviene decir que era vasco, y quesú casteUano era aprendido. Él lo reconocía y lo declaraba ccin orglillo; mas icit• so ,no se dab'a cuenta de lo que esto traía consigo.:Aun siendo espléndidostl castellano; tienesiempre ese carácter deaprendido,;y;.si'se me quiere'en" . tender bien; todo idioma aprendido; el carácter de lengua muertm,De aquí muchas particularidades de su estilo. Cuando escribimos o •hablamos; en; nuestra lengua; nuestra atencion atraviesa. los vocablos sin reparar en. ellos\ como nuestra vista elvidrio de'laventana, para fijarse en el parque: Cowl¡¡
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lengua aprendida no pasa lo mismo. El vocablo se interpone entre nosotros, y nuestro pensamiento hace constar su presencia y nos obliga a atenderlo. En suma, nuestra mente tropieza con la palabra en cuanto tal. De aquí la frecuencia con que Unamuno da espantadas ante los vocablos y ve en ellos más de lo que en.su uso corriente -en que desaparecen transparentessuelen significar. A su valor usual prefiere su sentido etimológico, y esto le induce a darles mil vueltas y a sacar del vientre semántico de cada vocablo serpentinas de retruécanos y otros juegos de palabras. Ahora bien, esta propensión etimológica a la manera de Unamuno es característica de quien escribe o habla en su idioma aprendido. Unamuno sabía mucho, y mucho más de lo que aparentaba, y lo que sabía, lo sabía muy bien. Pero su pretensión de ser poeta le hacía evitar toda doctrioa. En esto también se diferencia su generación de las sigliientes, sobre todo de las qúe vienen, para las cuales la misión inexcusable de un intelectual es ante todo tener una doctrina taxativa, inequívoca y; a ser posible, formulada en tesis rigorosas,fácilmente inteligibles. Porque los intelectuales nci •estamos en el planeta para· hacer juegos malabares con las ideas y mostrar a las gentes los bíceps de nuestro talento, sino para encontrar ideas con las cuales puedan los demas hombres vivir. No somos juglares: somos artesanos, como el Carpintero, como el albañil. La voz de Unamuno sonaba sin parar en los ámbitos.de España desde hace un cuarto de siglo. Al cesar para siempre,. temo que· padezca' nuestro país una era de atroz silencio. La Nación; 4 de enero de 1937
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EL DERECHO A LA CONTINUIDAD .
INGLATERRA COMO ESTUPEFACIENTE
Desd~~ace~~ ~~arto,de siglo tod~ lo·~~e p~sa estupefaciente, No vivi" mos casi de btra cosa que de estupores. Cuando .uncí va a cesar, tal'nuevd acontecimiento .vuelve a dejamospatidifusos.:La constancia del fenómeno podía, almenos,.·habemos·bdnificado con una•ventaja: la de que nos hubieo semos habituado, .Pero es: el 'caso que tampoco esto nos ha sido otmgadoI Cuandoyaíbamos acóstumbrándonos a que cada día: trajera algo increíble-· mente absurdo, .atroz orepugnante, he.aquí que estas semanas hacen caer a Europa en un estupor de nueva índole para el cual se.hallaba completamen7 te desapercibida. Y es que esta vez se trata de un hecho increíblemente ccí~ rtecto, digno, ejemplar. ¿Cómo? ¿Podía acontecer aún algo en el mundo que fuese correcto, digno, ejemplar? Me refiero a la conducta del pueblo ingléS ante la abdicación de Eduardo VIII y la exaltación de jorge VI. Habían fallado tantos pueblos, tantos hombres, tantas cosa5 que no tenía: mos derecho íntimo a confiar en nada. Como dijo Cocteau, ya no creíamos Íli en· ]os prestidigitadores. Y he· aquí que los· amores inoportunos de David•··· Wmdsor plantean en Inglaterra el problema más grave que podía allí suscitárSe: El Imperio inglés gravita íntegramente sobre la institucion monárquica\ Y la institución monárquica es en Inglaterra de una tenuidad casi arcangélica: una figura y un poder indefinidos e indefinibles. Para ser en todo inverá• símil; el pueblo inglés ha hecho que la pesadumbre de su Imperio, tan com• pacto y tremendo; se apoye en una burbuja de jabón, compuesta de puicis reflejos e irisaciones impalpables. De aquí, el dramatismo que, desde el pfi• mer momento, rezumaba de la escena. ¿Cómo un pueblo de setenta milloi nes de hombres va a manejar una burbuja de jabón? Hemos vivido un par de .. semanas con·el alma en un hilo~ Elmenor gesto insolente, la más leve cbri• ' tracción histérica, una mínima incorrección y la burbuja se desvanecía:
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Pero ese pueblo de setenta millones de hombres, con tantos bebedores de cerveza, con tantósfümadores en pipa, ha resuelto su terrible conflicto con .una perfección maravillosa. Y esto, esto es lo que ha causado el nuevo ymás .imprevisto estupor. ' ' : .• . : , . • , . Ríisia, Alemania, .Italia, se han quedado de una pieza. En el secreto de sí mismas, esas naciones han debido. decirse: «Para obtener.un poco de disL ciplina en nuestros ciudadanos, nosotrns hemos tenido que emplear los medíos' deFoder.público más anormales que registra la historia. Hemos llevado al extremo la tiranía sometiendo a ella zonas de la vida individual que jamás habían sido requisadas por la autoridad. Para conseguir algún buen rendimiento público de nuestros hombres, hemos tenido que alcoholizarlos con credos frenéticos y crisparlos con prácticas catalépticas. Y este demonio de Inglaterra, con un mínimum de autoridad, de Estado, entregándose simplemente a la disciplina que espontáneamente pudiera emanar del fondo íntic mo de cada ciudadano, consigue reacciones políticas y nacionales.de una perfección insuperable». Pero no sólo esto se habrán dicho, sino que habrán agregado a la anterior reflexión, puramente contemplativa, esta otra más inquietante: «Si este pueblo inglés se comporta así en un conflicto interior, civil y casi etéreo, ¿cómo se comportará en una guerra contra otro u otros pueblos? Diablo ... » No es fácil, tal vez, exagerar las consecuencias que la conducta de los · ingleses en este asunto ya a traer para el inmediato porvenir. No se hablará mucho. de ello -lo característico de la estupefacción es que estrangula la verbosidad-, pero en las secretas oficinas de la conciencia europea seguirá operando con química eficaz. Y es que, de pronto, hemos .vuelto a tener experiencia clara de lo históricamente sano frente a lo morboso. Al contraste de ese hecho, que era la salud misma, todo lo demás que pasa en Europa revela, declara, grita su condición patológica; todo lo demás sabe a hospital y suena a manicomio. Comunismo y fascismo son ortopedia. En Inglaterra volvemos a descubrir lo que es un pueblo saludable que marcha sobre sus piernas naturales, sin deformaciones ni complementos mecánicos. Y una vez más, los europeos se preguntan: ¿Qué misterio es éste de Inglaterra? ¿Por qué es un pueblo aparte y tan esencialmente distinto de todos los demás? ¿De qué materias extrañas está hecl10 el hombre inglés? Ylo escandaloso del caso -muchas veces lo he hecho constar- es que no existe en toda la bibliografía un solo intento serio de contestar a esas interrogac~ones, un solo libro que ensaye a fondo aclaramos el enigma y que yo pudiera ahora recomendar al lector. · En los.artículos que siguen no pretendo llenar ese vacío. Están pensados · Y, en parte, escritos antes de que David Windsor diese lugar con su inopor-
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tunidaii a la lección política más oportuna. En ellos se habla de Inglaterra sólo incidentalmente. Sin embargo, fue el espectáculo de esta nación-·-qtie río he visitado nunca-. lo que hace años inspiró esta serie de meditaciones. Porque yo veía siempre a Europa consistiendo en un montón de pueblos geniales pero exentos de serenidad; nunca maduros, siempre pueriles y; al · forido; detrás de ellos, Inglaterra.:, como la nurse de Europa. '
GRACIA Y DESGRACIA DE LA LENGUA FRANCESA
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La Nación, 2 de mayo del937 ;,Ji
La situación en qúe, tal vez, aparecen. con más evidencia las virtudes y li. , ¡, ,
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mitaciones de cada lengua es la del escritor que lucha con los traductores de su obra. Como es natura], de5de su punto de vista interesado, el carácter que primero advierte es la dosis de blandura o de dureza, de maleabilidad o de rigidez que cada lengua posee. Hay idiomas inhospitalarios que no toleran la menor infracción de.los usos en que consisten: por ejemplo ymás que ninguno, el francés. Nadie lo diría cuando contempla, por decirlo asi, desde fuera, esta lengua: todo en ella es suavidad, gracia, agilidad, facilidad. ¡Qué delicia-piensa uno.. poder hablar o escribir enlenguaje tal!. Pero todo lo que ad extra tiene aspec;to de virtud vivé ad intrn merced a una férrea disciplina. Esos encantos de la lengua francesa se deben a que es inexorable. Por el cohtritrlo, la lengua alemana acepta en amplisima medida las deformaciones que se le quieran imponer: como el buche.de la gallina aguanta casi todo lo que se le eche, el grano de trigo y el pedrusco. En cambio, le faltan aquellos garbos. Los idiomas tienen sus fronteras; sus limites y en ellos su aduana. Al ser traducido al francés, nota, parlo pronto, el autor que la mitad de su equipaje queda detenido y con ingenua sorpresa advierte que en esa lengua maravillosa nó se pueden decir muchas cosas. ¡Así, en redondo!linpreca, suplica usted, hace usted ver que no se puede prescindir de decir aquello, que es para usted cuestión de vida o muerte literaria expresarlo ... Todo es inútil. El traductor, cortés, pero impasible, le responde a usted: «En francés.no se puede decir eso»: Y lo más sorprendente del caso es que se queda tan t±antjuiloy tan satisfecho -.y hasta un poco orgtilloso.El auto¡: que escribe en su lengua, en.una lengua romántica, desarrapada, eJéenta de.toda superior diSciplina, y en qué por lo mismo se pueden decir muchas más cosas, nó comprende cómo cabe enorgullecerse de un idioma en que Iio podemos expresar sino una fracción de lo que se nos ocurre. Y, sin embargo, no le falta razón a nuestro traductor francés,
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La existencia de la lengua francesa, talcuaLaún.hoy es, nos ofrece un fenómeno histórico maravilloso, único. No puedo ahora entretenerme•en discutir y llévar a términos precisos cuáles son las calidades preciosas del habla francesa. Partamos de las más notorias. El habla france5a sobresale entre las demás de Europa por su claridad, su lógica o buen sentido, su elel gancia, su sabrosa gracia. ¿Cómo puede un::¡ lengua llegar a tener esas calic ... : dades? -quiero decir, ¿qué necesita pasar para que ese hecho se produzca? Téngase en cuenta que la lengua no es, sin más ni más, el modo de hablar de cada individuo, sino que es el modo de hablar colectivo, el sistema de signos verbales y combinaciones de ellos que tiene vigencia, como medio de expresión, en una colectividad. Si cada individuo se expresase a su antojo, no lograría lo que al hablar se propone, que es ser entendido de los demás. Par.a conseguir esto con.máxima probabilidad tendrá que echar mano de los sigc nos preestablecidos y decir las ·cosas como se dicen..En todo momento en" cuentra cadacindividuo ante sí constituida la)engila, y si quiere sér entendí~ do; no tiene más.remedio que contar con élla como al circular por la ciudafi se ve obligado a ccintarcori la disposición de las calles.• La lengua .es un hechb social yno úrrhechopersonal:cada uno de sus elementos, por ejemplo;cada giro expresivo, é:ada .cambio en la pronunciación se originó, sin duda; en ál" gún individuo, pero é?e giro yes'e cambio fonético no son lengua si no hari. dejado de set cosa del individuo Y· no se han transformado en vigencia anó• nima, que se impone a todos los'individuos¡ incluso al que los engendró .. .· Si, .pues,. enla lengua francesa se dan los susodichos caracteres te1Ü~f mas que atribuir su origen al pueblo franéés comci tál colectividad, Y vice: versa:· nos bastaná obset'Var el idioma francés para poder colegir no pocas cualidades dél pueblo que lo ha forjado .. · Claro está que una lengua no existe si no se dan ciertas cualidades mi~ · nimas en el pueblo quela habla, Esas cualidades son, por lo mismo, comunes a todos losidiomás y.áctivasen.todoslos.pueblos_.Sin un mínimum de.solí".• daridad en.el.decir; si; en absoluto; al hablar cada.cual tira por su ladb;·np hay lengua posible ni tampoco sociedad. Sin unmínimunidelógica eUen~ guaje tampoco.tendria estructura-··-:morfología, sint~y sería cada ex~ presión puro acertijo. Estas condiciones elementales de toda habla carecen¡ en consecuencia, de· valor sintomático:: Pero las virtuqes dela:francesa no :se refieren a:eselestrato primario; imprescindible yespimtáneo del lenguaje. Sori graciás que sólo .existen cuando deliberadamenté
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Las lenguas se.forman potaluvión. Cada individuo, cada grupo territorial o profesional vuelca en la cuenca lingúística de un gran pueblo sus mo. dos de decir propios. Esta abundancia vegetativa y exótica es sometida a una ·primera selección que va regida por el imperativo más elemental del habla: la inteligib_ilidad .. Si la lengua fuese sólo aluvión sería guirigay y babelismo. La necesidad de entenderse elimina buena parte de ese acarreo constante de dicciones y fija sólo una porción, consolida sólo lo más homogéneo. Pero la inteligibilidad así espontáneamente lograda es todavía muy deficiente. Cabe un superlativo en ella que es la claridad. Para nuestro Quintiliano era ésta la máxima dote de un idioma: Orntio vernrnitis summa virtus est perspiadtas. Una lengua es clara cuando evita toda expresión equívoca o complicada. Mas no se podrá hacer esto si de antemano no son claras las ideas que se van a expresar y esta claridad de las ideas no es cosa que haya sido regalada a ningún pueblo. Es preciso que éste aspire a ella, sienta por ella comezón y se someta secularmente a la discipliriá. que la'produce. (Paia]ográ.ralgo valioso -como el caso de la lengua francesa nos lo va a demostrar-necesita.un pueblo resolverse a pe~ar, querer y sentir en unidades de centuria. El efimerismo de la conducta•de las naciones europeas actuales ·-salvo Inglaterra-· es la prueba más segura de que no se está creando nada, sino que, al revés, se está dilapidando lo adquirido y aventando una rica herencia). · . No entremos ahpra en la cuestión de qué sea esta famosa Claridad del pensamiento francés: :\".l que quiera no enterarse de en qué consiste puede leer el libro de Mornet;• Histoire de. !a clarté frani;aise. Lo único' útil de este volumen es advertirrios de que la claridad en el pensar condiciona la claridad de la lengua; pero, a la vez, ésta reobra sobre aquélla. Dejemos, pues, el asunto sin más indicación que ésta: pensar con claridad es una gran virtud del intelecto. Grande, pero sólo una. No se vaya a creer que pensar claro es, sin más, pensar bien, pensar todo lo que hace falta pensar. Tal vez la claridadfrancesa...-en.las ideas y en las palabras~ consista, ímte todo, en re" nunciar a pensar y a decir lo. más importante:.Porque lo más importante es siempre dificil, dificil... LaNadón;junio de 1937
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BRONCA EN LA FÍSICA
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UNA POLÉMICA EN LA REGIQN MÁS PAGÍFICA ·
E11pla~eta se ha puest~nervioso yapen~s hay pa¡ses, gru;bs, hombrei¡ que· conserven su plena serenidad. Estorevela; claro está, que la serenidad anterior no era profunda ni sólida. Y ello invita a que se váya pensando•eri serio sobre cuáles son las 'condiciones que permitirían al hombre, por lome;. nos.al hombre de Occidente, constiruirse·una serenidad más robusta y de más firme asiento. Porque la serenidad es el a tribu fo primario del hombre; Todos sus demás dones o no son específicamente humanos o son fiúto-nai cido en la gleba noble de su serenidad. Cuando el hombrela pierde decimos que está «fuera de si». Y entonces rebrota en él el animal. Porque i
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·. · En el número .de 8 de mayo, el doctor Herbert Dingler publica un artículo tirulado «Nuevo aristotelismo», Mbdenl"Aristotelianism, El artículo . es breve, breve.como un trallazo. El autor lo sacude sobrelos lomos de los · ínás grandes fisicos ingleses actuales, que son, tal vez, apárte Einstein, lo~ rna~ yores del ll!-urido._Eddington~ Millie, Dirac; todos reciben su vobisrnin: La tesoh:icióri y eUaconismo 'con que en materia tan grave, tan complicada y. .. tan. discutible procede. el doctor. Dillgler dejan ver, a pesar de todo el selfcontrol britániCo, que lo ha inspirad9 el mal humor. Entre las líneas nos parece verla cara del autor, a.quien-no.conocemos; la cara de 1:\n hombre que está· harto de·cosas-quele son, antipáticas y contra las cuales arremete simplemente.porque le son antipáticas. El doctor Dingler llega a disparar, al parecer: contra aquellos grandes fisicos, la acusación de:«traidores» .. ¿Traidores a quién o-a qué? Esto es lo que vamos a: ver. El artículo del irascible señor Dingler ha atraído.sobre el periódico un .diluvio de cartas. Tantas, que el director ha creído forzoso dedicar eri elnú" mero de 12 de junio un suplemento a esta polémica. Desde hace años se publican con progresiva frecuencia libros de cuestiones fisicáS que pertenecen aun nuevo tipo de producción intelectual. En e5tos libros se determina la estructura del «universa>> y esto se hace: a p1iorf, en pura deducción matemática. Partiendo de ciertas hipótesis rrlínimas aque · se da forma de puros axiomas; se constituye ún cuerpo de doctrina estrictamente racional, en el C).lal aparecen las leyes físicas i:onocidás como teoremas derivados de aquellos axiomas y, lo que es más sorprendente aún, se obtienen; porsimpleinferencia delalógica matemática,imevas leyesl El exc perimento, la inducción no aparecen por parte alguna.• Al señor Dingler le corrompe las oraciones este nuevo uso intelectual. '¿Qué es eso.de.-hablar del > que son lás leyes fisico-matemáticas. Hablar del
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rnado· así, corno algo absoluto, tendría derecho al nombre de universó. Esto viene a ser sacarse el mundo de la cabeza. El aristotélico :se cornportabaasi porque pensaba por anticipado, es decir, creía que el mundo obedece a'las . mismas reglas• que los pensamientos humanos. Según el doctor Dingler, el aristotelismo consiste en presumir que el hórnbre es la rnedida de las cosas: . En cambio, Galileo cayó en la cuenta deque la naturaleza es indepén7 diente del hombre. Éste no tiéne previarnente garantía alguna de córnmse comporta la naturaleia. Y, por eso, si quiere averiguar algo de ella•no:tiene más remedio.que observarla y tiene que contentarse con ló que esta observa~ ción le descubra. Este oficio de observar con precisión los hechos sen5ibles es la disciplina física que lleva tres siglos de.ilustre ejercicio: Cornolernad~ su artículo copia' el señor Dingler una frase de la primera Gharla fundacioF' nal-1662- de la Sociedad Real de Londres, «cuyos estudios se emplea,_ rán en promover el conocimiento de las cosas naturales y las artes útiles por · medio de expeiimentos». Y a continuación; c9mo segundo lema de é:ombaté; cita estas palabras de Galileo! «La naturaleza no se preocupa de si susahs7 trusas tazones y métodos de operar son o no asequibles a la capacidad del hombre»: Pues bien; según nuestro atrabiliario articulista, los físicos :¡.ctua+ les han hecho traición a esta tricentenaria consigna: Han desertado de so:la bandera galileanay se han-pasadoal enemigo. Se advierte•que el doctorDingler es un inglés ciento por ciento: Cóíno7 ..: darnente instalado en el empirismo tradicional de su nación, no puede sopor" tar. que otro de la misma.tribu y clan, otro·británico, otro físico, Eddington1 tenga la avilantez de escribir cosas torno éstas: «En todo el sistema de las le~ yes físicas no hay ninguna que no pueda ser inequívocamente deducida de consideraciones epistemológicas. Una inteligencia que no supiese nada de nuestro universo, pero que supiese cuál es el sistema intelectuaLmediante el cual. la mente humana se interpreta a sí misma el contenido de su. expe~ riencia sensible,.sería capaz deadquirirtodC>elCQn()cin:rlenrn físJcoqueJ:íQ~ sbtros hemos adquiridó afüerza de experimentos»: La irnpertehehcia•contra el rnétodoexperirnental no puede ser demás grueso calibre. Para saber lo que, según nuestra cieni::ia, pasa en este rnundo; no hace falta ni siquiera haber estado en él;• menos aún, m siqtüera haber oído hablar de él: Basta con tener noticia dela rnatemáticay del principio de economía delpensarniento; que es un principio doméstico, int±ahm11¡¡:¡ no, y; por qué no-decirlo, filosófico. · Para el doctor Dingler todo esto es puro arista telisrno, término qtieiba': jo su pluma se carga de un significado bochornoso, corno el de esas palabras con-finadas en los barrios bajos del diccionario y que no se pueden prontini ciar en sociedad. Aristotelismo es .«la doctrina segúnla cual-la natunileza es ·
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la manifestación visible de principios generales que la mente humana conoce sin necesidad de la percepción sensible»: Nb podemos reprimir un 'ligero movimiento de sorpresa al leer esto · porque es de sobra conocido que Aristóteles y.sus fieles no admiten riada en el intelect9 que 1).0 haya estado antes en los sentidos. Por otra parte, el fundador del pensamiento moderno, Descartes, pelea a muerte con Aristóteles y el escolasticismo porqtie son sensualistas. La cruzada cartesiana va contra el conocimiento sensible, quiere liberar al hombre de su esclavitud sensorial. Pero hay más. «No es fácil-prosigue el señor Dingler-·- enunciar en una frase la idea que, por primera vez en el siglo XVII, produjo .la "ciencia experimental" llarnadá hoy. Ciencia, j:>ero•no creernos cometer error apreí:iable si afirmarnos qtie 'el primer paso en' el estudio de la naturaleza debéser la observación y que no debe admitirse principios generales que no sean derivados de la inducción a que se somete lo. observado». •El caso es que desde hace tresdentos años se discute precisamente eso que el señor Dingler da corno cosa libre de posible error. Se discute, desde tiempos del mismo Galileo, si la ciericia es observación o algo más. Porque las objeciones más fuertes que los aristotélicos oponían a Galileo consistían en rnotejarle por no ajustarse estrictamente a lo.que se.observa, al experirnentoc Pues fuera opor.tuno recordar al articulista que los aristotélicos, frente a los cuales se hallaba ~alileo, eran predominantemente nominalistas, gen~ tes que no creían--hacía ya dos siglos- que la· naturalezaJuese racional y que, por lo mismo, sólo cabía de ella un- conocimiento empírico, de observación, que se contentase eón form·ar teorías donde «se salvasenlas apariencias», donde los «fenómenos manifiestos» fuesen de alguna manera ordenados. Y por eso en ParíS y en Padua se hacían experimentos cien años antes que en Padua estudiase Galileo; Corno ~e ve, basta con recoger nuestras primeras reacciones al artículo del señor Dingler para hacemos pensar que este enérgico paladín anda un poco a trompicones con la historia de la ciencia y propende a creer que las cosas son menos desesperadamente complicadas y problemáticas de lo que son. Pues con sorprendente ingenuidad y corno dando el dilema por resuelto de antemano, intenta apretar la cuestión para no dejamos escapar, en esta fórmula: .«La cuestión que ahora está ante.nosotros es si el ftmdamento de la ciencia debe ser la observación o la invención». ¡Trescientos años, señor Dingler, trescientos años hace que las gentes de Europa rumian esa cuestión para usted resuelta, desde luego! ·Y; sin embargo, ¿no hay algo de razón o, cuando menos, de comprensible motivo, en esta quijotesca salida del apasionado doctor? ¿Nci hay algo
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en la fisica actual que inquieta, que preocupa por el porvenir de esta ciencia? Nadie duda de que estos últimos veinticinco años han sido una de las grane des épocas de la física y de que ésta es una de las grandes cosas que hastala fecha ha parido la.humanidad, u11a de las grandes etapas de la historia hut mana.-Y,sin.embargo ...
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No creo que la polémica súscitada pór fa!] doctor Herbert Dinglet eh cl semanario inglésNature contribuya a aclarar.las cosas, La ha inspirado el mal humor.Y el mal humor es.éstél)L•Todás las grandes épocas han sabido sosti;~ nerse,sobre el abismo de miseria que es la existenciá, merced al esfuerzo dé" portivo de la sonrisa; Por eso· los griegos pensaban que el oficio principal de los dioses era sonreír y hasta reír. Elrumor olímpico;es, por excelencia¡Ia. carcajada. Si un pueblo nuevo como.fa Argentina se resolviese a hacer del buen hurrior una institución.nacional a quetodo el mundo se sometiese,;5u· triunfo en la historia estaría asegurado, ·Pero no es fácil que lo logre. Porque toda.S las potencias del mál están muY:interesadas en instaurar dondequiera· el mal humor~ Saben que un pueblo donde el mal humor se establezca es un pueblo destruido, aventado, pulverizado. Entre paréntesis: ¡Qué estupendo momento para los pensadores de un pueblo joven! ¡Libres de todo prejuicio¡ .. ·'· poder espumar los milenios de la experiencia humana y enseñar a su pueblo lós mandamientos de la áltahigiene histórica! .¡Son tan evidentes, tan senci:,_ llos de ver,· i:andaros de decir! Lo ~alo es que los pueblos no pueden atender · esos evidentes imperativos sino enún cierto y preciso momento, pasado ·eJ• e cual se vuclven irremediablemente sordos;• ¡Pues bien, para la Argentina•'el momento es éste; éste de áliora! Pero yo notengopor qué meterme en asun~· tos tales. La noria cotidiana me espera:·tengo que seguir dandovuelras.en• tomo a'. ella, hoy como ayer,:mañana.como'hoy. ¡Sonriamos un artículbmásl· Es indudable, decía yo, quelos entresijos dela física. necesitan un buen limpión. El• esfuerzo gigantesco que.ha hecho en el último cuarto de siglo ha dejado la máquina un poco desvencijada. El crecimientb de su,imperib·• cósmico.ha.sido-. en precisión y en.extensión-..-'.•
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Desde hace años, en las revistas más técnicas de esta ciencia aparecen con frecuencia artículos en que se manifiesta la más justificada inquietud. · ·Empieza a no verse clara larelación entrela doctrina a que se ha llegadoy la ·realidad. De un lado están los grandes hechos·observados, de otro el aparato hipertenu~ delas _téonas, telás de araña sutilísimas, como espectrales, reducidas casi a puras abstracciones desimboliSmo.maternático. La correspóndenc da entre estaS teoría5 ya.quellos hechos, entre el cuerpo delas observaciones y el cuerpo de los conceptos o doctrinas se ha hecho equivoca. Hay, sin duda, correspondencia, pero no se sabe bien en qué·consiste. Aveces parece como silo que la teoría física actual dice no tuvieranada que ver con las «cosas».· Para que el lector profano se represente en alguna manera la cuestión, imagine que alguien le presenta en un papel una serie de operaciones aritméticas. En ese papel no hay más que números y signos matemáticos. Allí no.se.dice si se trata de contar libras esterlinas o sillas o cisnes. Supongamos que•el lector entiende esas cuentas en lo que tienen de puras cuentas. Pero heáquí que entonces mismo alguien añade: es.o qué acaba usted de entender esJa reálidad de las cosas¡ la naturáleza,elmundo, el «universo»; Cuanto.mejor haya entendido aquellos cálculo~ aritméticos; menos podrá entender que ellos sean la realidad, es decir; que en algún modo la répresenten, la descubran:, la enuncierro declaren. Su ii:npresión era precisamente que állí,' en aquel papel, no seha):¡laba para nada de fas cosas reales. Sentirá, pues; azoramiento, el mismo qú_e de muchachos sentíamos cuandopor vez. primera oíamos.hablar delos pitagóricos, d~ unos hombres extraños, según los cuales las cosas son números. Los espectadores: dejáll'en el guardarropa del teatro sus sobretodos y reciben, en cambio, fichas donde hay inscritos números. A cada ficha corresponde un sobretodo y un lugar del guardarropa; al conjunto delas fichas corresponde el conjunto ordenado delos sobretodos y de sus lugares. Merced a ello.puede cualquiera con.nuestra ficha en. contrar.nue5tio sobretodo;aunque:no lo haya visto nunca. Es decir, que las fichas nos hacen saber no ·poco· acerca de los .sobretodos.' Yf sin ·embargo, una· ficha no se parece mayormente a•un sobretodo: He aquí' cómo puede haber correspondencia sin haber semejarrza. El conjunto de las fichas es la teoría' física; el.cémjuntode,]os sobretodos es la naturaleza.•.Cori una diferencia: las ficpas son, al finy al cabo, cosas tangibles y visibles como los sobretodos; Suprímanse las fichas; queden.sólo los. entes ideales que son . los números y sus coníbiriationes, y esto es Id que constituye la teoría· física'. Por tanto, algo que·se parece a la naturaleza muchomenos que una ficha a un sobretodo y que los caballos a las ostras; •••. Aestasifuación ha llegado la fisica actuál. Una situ'ación bástante paradójica y un sí es no es azorante. Es ella para el hombre occidental la· ciencia
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por eiccelencia, el orgullo de toda su civilización. Pero ciencia parece querer decir conocimiento, y conocimiento .parece significar presencia en nuestra mente de lo.que las cosas.son. Mas la ciencia física no nos pone en la cabeia más que fichas, menos aún; números, De las cosas.mismas nó pasa nada· o . pasa poco más que nada a nuestra mente. ¿Cabe.seguir. llamando a eso col nacimiento?.¿ No podría, con.igual fundamento; llamársele guardarropía1: · Yo no voy a dirimir Ja cuestión. Mas es ekaso que los físicos mismos no han podido menos de percibir el extraño carácter qu~ en cuanto .conocimienc to ofrece su ciencia. Y algunos de ellos sehah resuelto a declarar quela físh ca.es un «Conocimiento simbólico»; el que tiene de los sobretodos quien no los ha visto jamás, pero pósee el conjunto delas fichasysabe qm; a cada una de éstas corresponde.uno de aquellosy el Jugar de lapercha en que está.col" gado. A lo que no se.hanresuelto.ni éstos ni los otros físicos es a reflexionar enérgicamente sobre si uh conocimiento simbólico es en serio conotimien" to. ¿Por.qué ha de serla física un cohocimi~nto ?. ¿Por ventura es .el i:ónocj,miento ima cosa tan· clara que parezca justificado el empeño .de l,as «den~ cias » en ser tenidas por conocimientos? ¿Por qué no ha de seda· física, y eh general las «,ciencias»; otrácosa: porejempld; técnica y nada más; técjnica-y nada menos? Después de todo, si alguien dijesé que el conocimiento fue sólo un ensayo y una ilusión de los hombres de Grecia, que terminó én gló~ rioso fracaso, diría algo mucho menos extravagante y mucho más profundo de Jo que alpronto parece, aunque acaso ria sea lo últimamente verdadero; . Véase;· pues; cómo en la cuestión planteada.por el doctor Dingler fer= · i:néntan otras mucho más graves y más radicales. Pero el doctdr Dingler Y la mayor parte de sus víctimas mantienen la polémica dentro de.Ja órbita gremial. No quieren embarcarse en problemas filosóficos. Hacen bien, ¡qué diablo!La.física sirve para muchas cosas; mientras que la filosofía no sirYe para nada. Ya Jo dijo, conste; un.filósofo; el patrón delos filósofos, Aristótelei;, I'recisamente.poreso .soy:yo.filósofo: porqueno.sir\re paranadaserlo, Lano=···toria «inutilidad» de lafüosoffa es acaso el síntoma más favorable para que veamos en ella .el verdadero conocimiento. Una cosa.que sirve es tina cosa . que sirve para otra, y en esa medida es servil. ·La .filosofía, que es la vida áu~ téntica, Ja vida·poseyéndose a sí misma, no es útil para nada ajeno a ella•mis7 ma. En ella; el hombre es sólo siervo de sí misi:no, lo cual quiere decir que sólo.en ellaeLhombrees señor desímismo.Mits; porsupuesto,la cosa no tié ne importancia. Queda usted en entera libertad de elegir entre estas dos ca~ sas: o ser filósofo o ser sonámbulo. Los físicos, en gene~al, van sonámbülbs dentro de su física, que es el sueño egregio, lámodorragenialde Occidente; .... ,.Sin.embargo, algunos de estos hombres formidables quehanirritado al excelente doctor Dingler, hcirhbres como Eddington, como Milne;.Witt:t:oWi
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Wheeler; Robertson, es decir, la extrema vanguardia de la física en la fecha que•escribo, se han encontrado con que la física que estaban amasando con · ·sus pulcras manos matemáticas seles fermentaba y se les convertía en.algo · así como filosofía. Recuérdeusela5 palabras de la respuesta que da Eddingion asu agresor y que, cité eri el artículo anterior: «Noháynada en todo el sistema delas leyes físicas que no pueda ser.deducido inequívocamente de consideraciones epistemológicas». Ésta es una de las cosas que han puesto más frenético aDingler:¡Consideraciones epistemológicas! Pero.¡eso es filosofía! ¡Eddington y congéneres entregan maniatada Ja física a la filosofía! .¡Traición! Porque, como dije, hári sonado palabras fuertes.en esta gresca de cien" tífico'.s,Dingler usa literalmente la palabra «traidores».Ya veremos eón qué geni:il gracia Milne casi llama a Dingler J< gitano»: ' ·· · · . Sigamos asistiendo afa pendencia con buen humor,· pero a Ja.vez con sincero fervor, No•puede semos indiferente lo que le pase a.Ja, física: Sea o no conocirniento;•séalo en u'no u otro sentido, lo indiscutible es que constituye la.maravilla de Occidente; Si es ella cuestionable, lo es ha:Stá la raíz toda la cultura occidental. Sin la rigorosa disciplina secularrrienie depurada y sostenida por el pensamiento físico, la mente europea perdería todas sus aristas específicas y retrogradaría al confuso y pesadillesco pensar del asiático o del africano. La filosofía misma, que necesita tan: po~as cosas, ha menester; sin remisión,.de la física para poder ser lo contrario de ella,. que es su misión .
LaNación,10 de ocfubre del937
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CONVERSIÓN DE LA FÍSICA EN GEOMETRÍA.- · OBSERVACIÓN O INVENCIÓN.-.GRECIA O EGIPTO· : :i
Se'trata aquí de una cuestión' importante: la física, nuestra ciencia ejemplar, se encuentra a punto de cambiar súbitamente de aspecto y de carácter.:El lecfür, por mtiy alejado que esté de los estudios científicos,. tiene obligación de· esforiárse, en.conocer por lo menos sus grandes vicisitudes; Claro e5 que él«lecton>, acostumhrado como está a que se dirijan a él demagogos-·.·.buena porción de los que hoy escriben lb son enuna u otra dosÍS-'-'-; cree que sólo tiene derechos, que él no está obligado •a nada. Perb conviene que vaya cambiando de opihión, y sobre todo de: conducta, so pena de pasarlo muy mal en los años que vienen sobre nuestra especie.
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Milne es el físico contra el cual el doctor Dingler dirigió su más violen" to ataque. Había aquél dicho que «si. el universo efectivo no signé los deta+ lles de la construcción matemática; ladosa no tieneimportancia»:Esto ha sublevado al doctor Dingler: ¿De qué hablan entonces estos nuevos físicos .-se pregunta el señor Dingler- si les trae sin cuidado que las cosas coin~ cidano no con sus lucubraciones? A estas extravagancias lleva eL«a¡:iriol:iS"·' mo», el aristotelismo. Galileo representa frente a Aristóteles la no creencia en que la razón de la naturaleza sea la misma del hombre, y,la forzosidad consecuente en que éste se halla de buscar en las «observaciones sensible51¡ ' los principios que aquélla deja entrever..«La historia-.-prosigue Dingler con cierta solemnidad patética-. muestra pocos·ejemplos de lealtad a.\\n legado comparable con la de las generaciones de trabajadores científicqf' que siguieron>> .. Por faltar a esa lealtad cae ahora la física en una extraña «combinación de pa¡cálisis. dela razón con intoxicación.de la fantasía». Vearnos qué hay de.verdad en todo esto) Milne·, con una admitable sere~ nidad dejoven atleta matemático, contesta en un artículo escrito como sólo saben escribirlos matemáticos. Los demás escritores podemos, con esfuerzo¡ llegar a una claridad plástica, casi tangible. Pero hay otra claridadmá$ esen= cial y opuesta a ésa, una claridad hecha de diafanidad y transparencia, como ultraterrena, en que las cosas mismas desaparecen y queda sólo en el aire liim pio,a.lciónicci, su pura voz. Nos parece, leyendo a estos autores, que las cosas¡ sin intermediario, sin truchimán, se declaran por sí mismas, se nos dicen;••• Milne se propone orientamos sobre el uso intelectual, el procedimien-· fo que en sús investigaciones ha seguido. La física padece una dualidad que es irracional. De un lado nos dice qué es lo que hay, construye una realidad pura -llámesela átomos o como se quiera. Luego, y aparte, investiga experimentalmente có1110 se comporta esa realidad. Es evidente que la física no será una disciplina suficientemen" te racional mientras estas dos.partes.de . ella.no. vengana. unidad;.es ..decir,._ · mientras no se logre.derivar racionalmente el comportamiento de las cosas de su realidad o estructura. Esto es lo que ha intentado,.y en buena parte logrado, hacer.Milne;y con él Wittrow, Wheeler, Róbertson, etcétera. Milné se propone aplicar de la manera más radical posible el principio de la economía de.pensamiento, que es un principio filosófico; por lo mh nos, epistemológico y.no físico. A este fin ensayará derivar todas las leyes fü. ' sicas de un 111íni111u111 de admisiones consistentes en la descripción mínimlj de lo que hay. Estas admisiones son dos: la homogeneidad delUúiverso ~n distribución y movimiento... y la existencia de alguien quepercibalarel~~:· ción de antes y después;• en-suma, el movimiento. Estas admisiones o 'suc¿
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puestos son constituidos en axiomas, en el sentido rigoroso que este término tiene hoy en la pura matemática. De esos axiomas Milne deriva teoremas · sin emplear noticia a.lguna experimental, eliminando todas las leyes cuanti. tativas (obténidas por observación) de la física. La teoría dela.relatividadle indujo a e~te. ensayo. Pues bien, dice Milne: «es una cosa sorprendente que Iá eliminación de todo auxilio empírico, incluyendo todo apoyo en leyes cuantitativas de lá física, pueda ser llevada tan lejos como,.en efecto; acon" tece, no obstante la imperfección del estado.presente de la•teoría». Nadie ha podido sorprenderse más que el presente escritor. No se trata, pues, de una .fe a p1ib1i que invite a la burla, sino que es preciso reconocer'como un hecho de experiencia que cuando eliminamos todos esos apoyos empíricos emergen ante nosotros regularidades (como consecuéndas lógicas de las hipótesis), las cuales tienen el mismo papel que las auté_nticas leyes dela naturaleza, cuya vigencia está garantizada por la observación. Ahora bien, estas regularidades tienen la dignidad de teoremas, y la estructura o cuerpo lógico resultante tiene la dignidad (o la tendría•sihubiese llegado a perfección) de una abstracta geometría basada en axiomas. En ella derivamosraciona.lniente de lo que hay las leyes de su comportamiento. Merced a ello dejan éstas de ser, como .hasta aquí, costumbres contingentes que observamos en las cosas y se convierten en consecuencias· inexorables de su propia constitución o estructura. Ahora son de verdad leyes de la Naturaleza y no caprichos de ella. Es decir-y esto es lo enorme del hecho-·-que la fiSica está a punto de convertirse en una geometría que entre sus varios axiomas incluye uno donde se anticipa la noción de movimiento. Lo cual---pasando ahora nuevamente de la claridad matemática a la claridad plástica-significa que un hombre encerrado en su habitación, sinaparatos, sin materias observables, por simple combinación de ideas; puede en pocas semanas redescubrir lo que .. ha.requerido emplear trescientos años y treinta mil laboratorios. Con esta .agravante: que no hay razón para que esta nueva física-geometría no-prosiga sus deducciones y averigüe innumerables leyes nuevas. La· dignidad o carácter matemático de esta investigación no permite, claro está, garantizar que las cosas se comportan segün esos teóremas. La observación sérá quien decida si, en efecto, es asL Pero es evidente que el papel de ésta queda, en principio, invertido. Segün Dingler, sólo la observación nos permite descubrir las leyes de la naturaleza. Según Milne se puede llegar a ellas a p1io1i y la observación reduce su papel a confirmarlas, De aquí que aun en el caso de que los teoreinas hallados por ese método .no encontrasen cumplimiento de los fenómenos observables, ekuerpo de doctrina obtenido seguirá teniendo su valor independiente como lo.tienen
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las geometrías de espacios inobservables. Hubiera sido un crimen de lesa. ciencia aplastar los ensayos de crear geometrías no-euclidianas con el pre• texto de que los medios' e~erimentales de hace setenta años no permitían decidir si eran aplicables o no. La teoría de la.relatividad, atixiliitda por me~ dios de obsen:-aciónmás precisos, ha mostrado que el cuerpo de puros teoi remas Uamado geometría euclidiana no.se cumple en los fenómenos de.Ja naturaleza y que; en cambio, se' cumplen los teoremas de.la geometría de Riertiann. Lo mismo pasará ahora. Es preciso crear una serie de puras físicas" geometrías partiendo de axiomáticas diferentes. Recuérdese que una de las cosas que contraían el diafragma del doctor Ditigler era oír a estos nuevos físicos hablar del «universmh El'físico no puedehabl¡IT sitio de la porción de.realidad que está al alcance de su·obser• vación: El término implica que 'hemos trascendido los límites de lo observable y que nos hemos permitido suponer dogmáticamente có" mo es la porción de realidad inobserírable. I;sto es lo que hace Milne y con él toda física~geometría alanticipar, enfornia axiomática, que el
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conjunto de los hechos observados. Aquel mundo ideal deberá ser considerado como el'real, en que estos.hechos·bbservados encuentran mejor aco·modo. · ¿Qué cdntestaremos, pues, al dilema en que el señor Dingler aprieta la cuestión, al dilema de si el ftmdamento de la ciencia debe ser la obsel"Vación ci la invención? ,. ·, Contestaremos, como ya hemos hecho;que eso es lo que se rusente, no ahora, sitio desde hace trescientos años, que ese dilema 'no es, como pretende.ser, uriplanteainiento itiequívoco del problema. La mera 'observación no ftmda la ciencia:. E.l doctor Ditigler tiene una idea bastante ridícula de la historia del pensamiento si cree que los hombres no 'observaron antes de Galileo y si cree que la itinovación genial de éste fue observar; La.obser'vación, la de' Galileo como la del hombre paleolítico, 'es imposible sitiitivención previa. Los hechos no nos dicen nada.espontáneamente: Esperan a ·que nosotros les dirijamos preguntas.de este tipo: ¿Sóis A o sois B? PeroA yB son imaginaciones .nuestras·, inV'enciones.
' Después de todo, no le pasa ahora a la física sino lo inismo que aconteció ya a la geometría . .Los egipcios tenían una geometría que era empírica. Los griegos hicieron de.esa geómetría empírica una rusciplitia racional. En la física hay también un áspecto griego y un aspecto egipcio. El señor Ditigler se, queda eón el aspecto egyptian, que en itiglés suena a algo .así como «gitano». LaNadón, 24 de octubre de 1937
· De estas .consideraciones sobre la ·poléinica abierta en Inglaterra en tomo a las investigaciones físicas más caracteríSticas de la hora act1ial se desprende, por lo menos, que esta gran,ciencia atraviesa 1ina etapa peligrosa: Peligrosa porque camitiasi,n claridad suficiente sobre sí misma; No se sabe bien cuál e5 el carácter de conociiniento •propio a la fiSica.· No se sabe bien cuál es elpapel de la experiencia y el.del puro razonainiento enlafaena de su, edificación. Y ni siquiera se sabe bien lo que sus grandes iniciadores, de los siglos XVI yXVII-.-Kepler, :Galileo, Newton--:- pretendieron hacer.': Porque dar como cosa patente e'iné:uestionable, según intenta el doctorDingler, que la obra de Galileo consiste en: desechar los razonamientos a p1io1i;. co,m,o fundamer,tto de la físic;a y partir, siti más, de la observación, es una arbitrariedad del enérgico doctor.
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¡: Concédame el lector la satisfacción de leer ahora lo que en 1927 escribía yo como nota ami ensayo La filosofía dela histo1ia de Hegel y Ja histo1iología1: «Nada hubiera sorprendido tanto a Galileo, Descartes y demás inStau" radares de la mwva scienza c;omo saber que tres siglos más tarde iban a ser considerados como los descubridores y· entusiastas del "experimento". Al estatuir Galileo la ley del plano inclinado, fueron los escolásticos quienes.se hacían fuertes en el experimento contra aquella ley, Porque, en efecto, los fenómenos contradecían la fórmula de Galileo. Es éste un buen ejemplo para entenderlo que significa el "análisis de la naturaleza";frente a la simple observación de los fenómenos. Lo que observamos en el plano inclinado.es siempre una desviación de la ley.de.caída; no sólo en el sentido de que nues~ tras medidas dan sólcrvalbres•aproximados a aquélla; silla que el hecho tal y como se presenta no
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«.Ri!Vis'tlt iiló.i::CidC~te1>, M3drid.:(Véase· página 22.g'd~i·este ·
iontahnente con moto equabile. Quando questo sía io dico che seguira tutto quello the ha detto i!Galileo, ed io ancc:ira. Se poi le palle di piombo, di ferro, . (Milne hablapropiamerite de la extrapolación), el gran Toscariellidice que si las cosas no se comportan como la teoría «peor para ellas»; Ahora bien: Toscanelli es el máximo. discípulo de Galileo y es el jefe de la generación inmediata a éste. ¿Qué queda del¡¡ patética afirmación del doctor Dingler sobre la fidec lidad sin par alprograma galileano de las generaciones subsecuerites? Claro que; en eHondo, tiene razón, contra su voluntacLToscanelli es·fiela: Galileo, porque el programa de Galileo no e5 elque el doctor Dingler supone; Cuando hacia 1920 ó 1921 visitó Einstein Madrid, me ocurrió decirle: «¡Acabará usted haciendo de la física una geometría!» No son.para enunciadas aquí las razones que me movían ya entonces a pensar así, porque su comprensión·requiere inexcusablemente cierto, aunque.muy modesto, tecc nicismo, (Para el lector matemático me basta referitroe a la evidente tendencia que manifestaba desdeluegola mecánica relativista a absofüer-la die námica en larcioemática), Lós que sí son para dichos son los aspavientos que hizo Einstein; los ojos estupefactos que puso. Era toda la escenografía y el juego pantomímico con que se suele afrontar la audición de una gigantesca estupidez, una de esas estupideces sin tratamiento ni ortopedia posiC bles .. Estoy: tan convencido de que hemos venido a este mundo para no entendemos los unos. a· los otros; somos en la mutua incomprensióri tan geniales y empleamos tal refinamiento, que se ha tomado para mí en regot:ijante diversión estudiar este arte de no entendemos, analizar sus diferentes formas y reconstruir en cada caso su mecanismo. La diversión llega al superlativo cuando el mal entendido soy yo y ante mí veo una persona
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convencida plenamente de que soy un imbécil. En este alborozo entra el ah truismo por más de lo que' se sospecha, porque en la mayor parte de las oca.• siones yo sé que el otro necesita creer qu,e,soyun imbécil, le conviene c0fü vencerse de ello para nutrir la fe en sí mismo que lleva herida ci elaudicanté1 Le hago;. pues, un gran favor siendo yo· un mentecato. No era éste, claro está, .el caso de Einstein, porio menos .en aquelmomento~ .Pocos hombrés han tenido tanto derecho como él a creer en sí mismos,• puesto que venían a adularle hasta1as'mismas constelaciones'. Precisamente. su cerrazón-·.-.que es enorme- proviene del mecanismo inverso. Para comprender tenemos que estar muy alerta, es decir, muy prevenidos de que no vamos a compren, der. Ahora bien: esto es muy dificil cuando todo elZodíaco ha venido a dl!r; nos de golpe la ratón y paseamqs por el planeta, llevandocorrio dijes, col.¡ gados de la cadenilla delreloj, al propio Sagitario y al León, la Balania y hi Virgen. Por eso Einstein se cree con cierto derecho a no decir más que bo.t hadas cuando habla de asuntos ajénos a la física. Y aun en este asunto que pertenecía a la física podía haberse ahorrado los aspavientos. Es, en efecto, un hecho que hoy Milne llama con tpdas sus letras geometría a la física que se está haciendo y que declara haber sido im~ pulsado en' esta dirección por la teoría de la relatividad. Pero no olvidemos, ante todo y después de todo, la principal enseñan;, za que de esta bronca en la-física debemos retener: la falta de claridad;en que esta ciencia se halla hoy respecto a sí misma como ciencia. Porque e5tii conversión de la física en geometría que la vanguardia de los físicos está eje• cutando, no es más, como el propio Milne dice, que un «hecho sorprenden~ te», es decir, un fenómeno surgido en la vida del pensamiento, pero -cuyo sentido y cuyos fundamentos no conocemos. Y esta falta de claridad en la ciencia más ejemplar procede de la misma causa que la falta de claridad reinante hoy en los demás órdenes de la vida¡ por.ejemplo; en la política, a saber: dela resistencia anárquica a sometertb': --- da disciplina a una filosofía que lo sea de verdad, por tanto que sea unaarqui;, tectura radical denuestras ideas. Como una colectividad numerosa no puede vivir sin un poder público y su política, la exuberante civilización europea no puede existir sin la instancia úlllina de una filosofía. Ni siquiera durante la Edad Media fue esto posible, a pesar de que la Religión conservaba toda su vigencia sobre las almas. El escolasticismo fue durante muchos siglos/el _,d gendarme de las ideas occidentales, inclusive de las ideas teológicas.
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ICTIOSAUROS Y EDITORES CLANDESTINOS
URGENCIA DE UNA RECTIFICACIÓN MORAL -
Par fin, se ha dado en América la embestida generosa y brava contra esta gran bellaquería de las ediciones clandestinas. Desde hace hartos años la perduración-digámoslo, la consolidación- del hecho bochornoso deshonraba a las dos Américas; del Centro y del Sur. Porque si bien carga la máxlina responsabilidad sobre Chile, casi todo el resto dela América hispac na participaba en ella. En Chile se hacen las ediciones criminalés; pero en casi toda América s.e venden y donde no se venden, o se venden menos, como creo que pasa en la Argentina, no se protestaba del delito y en esta medida se colaboraba en él. Esto último no es una exigencia exorbitante. Pues nadie honestamente puede dudar de que sólo un movimiento de protesta surgido en América misma prometía con alguna vaga probabilidad ser eficaz. Ésta es una de las razones que me hicieron no hablar ni escribir una sola palabra pública sobre el asunto hasta el día presente-cosa que me interesa hacer constar. Sabía que era inútil, y hacer en el orden práctico de la vida cosas inútiles me parece una gruesa inmoralidad. Porque lo inútil no se contenta con serlo. Lo inútil resulta contraproducente. .Nótese que lo más grave de la cuestión no está en su vertiente económica sino en lo que tiene de síntoma para poder apreciar la excesiva solidez de los estómagos. Porque el hecho es, ante todo y sobre todo, asqueroso. Es un crimen a mansalva. Un crimen sin exposición del criminal. Un crimen abrigado por una complicidad ilimitada .. ¿Cómo es que no ha producido inmediatamente sus efectos ... eméticos? No es ya cuestión de justicia: es cuestión de reflejo estomacal. La ú.nica jurisdicción que le es cabal es el asco. La prueba está en el artículo de Victoria Ocampo. ¿A qué género literario pertenece ese artículo? Bien claro está: no es una octava real, es una náusea, la náusea como género literario. La imagen, sobre todo referida a una señora,
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es poc~-gal'1rtte pero se reconocerá su exactitud. Véase' cómo el estilo del arctículo es espasmódico y véase cómo salen en él, devueltas y juntas, diferentesespecies de fauna repugnante: langostas y editores clandestinos de Chile. Repito que las aristas morales del hecho me interesan más· que la crematística. Es de sobra notorio en la Argentina que la plata no me emociona; Más aún: me ha aburrido siempre el dinero, como todo lo que se cuenta, salvo los cuentos. ¿Hay nada más idiota que un número, como no sea otro. número mayor? Por tanto, los araucanos foragidos que me han sustraído mi haber no han logrado ocasionarme un minuto de mal humor. Como auténtico hidalgo he vivido siempre sin blanca y estoy perfectamente adapta~ do a la ausencia de metales preciosos. La impecuniosidad me es como" el agua al pez; me es connatural y mi elemento. Yo no había jamás aludido aesto ni eh mis escritos ni en mis cónversaciones hasta que eh el prólogo a mis• Obras completas hice sobre ello una vaga insinuación. Pero un prólogo al~ obras completas es; sin duda, el comienzo delfin-deunavida. Yo he e5pei¡\',. do a tener casi toda la mía a la espalda pararevelar ese secreto. Hecha err hora tan tardía esa revelación no puede significar ni queja ni apetito y que: da ahí ostentando su pura mtención legendaria. La verdad es que un lema de_ toda mi vida ha sido aquel decir de Michelet: ¡El que sabe ser pobre lo sabe todo! " :;;: . Lo qU:e me importaría más del caso es que los países americanos. lo· aprovechasen como un pretexto para dar un ejemplo de rectificación mo~ raL Perdóneseme que no oculte en este puntcí mi pensamiento. Los pueblos de la América hispana arrastran en el seno profundo de sus almas colectivas un fondo de inmoralidad. No discutamos ahora cómo se ha formado ese fondo.-Elhecho es que está ahí y que mientras no.lo arrojen y lo sustituyan por un enérgico repertorio de reacciones morales que funcione automática• · mente en toda ocasión decisiva, no pueden hacerse ilusiones de ascender al: rango de pueblos predaros; a-pesar de-que alguno, _como la Argentina, JJº" -see no pocas de las dotes.más raras para pretenderlo. Este hecho-de las ediciones clandestinas, acontecidó en esta altura de los tiempos, es un buen ejemplo de inmoralidad básica. Tanto que lo.que más me mteresa en.él es su lado teórico. ¿N b sería de gran mterés escribir uh ensayo donde se analizasen mmuciosamentelas implicaciones que con•: densa ese hechcí,Jos supuestos que han tehido que darse para que se pr67" duzca? . ¿Cómo ha podido Chile hacerse solidario, activa o pasivamente, de esa fechoría? ¿Qué fuerzas y qué grupos han paraliZado la protesta indigna~ da que segurament~ germmó cien veces en muchas almas chilenas? ¿Cóméf están hechos· los intelectuales chilenos para hacerse cómplices de faena se+ mejan te?- Hay quien cree que los escritores chilenos asisten al despojo de
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sus colegas extranjeros con mal disimulada complacencia. ¿Qué quiere decir esto? ¿Resentimiento? ¿Y por qué serían resentidos? -:- He ahí un riuevo lado del tema, Pero ahora venga otro. Argentino de afición, me inquieta un poco_ que sea Victoria O campo quien, una vez más; no pudiendo aguantar una santa indignación,, sale furiosa al campo, la lanza en ristre, walkyrizandq •. Me explicaré. Una de las pocas cosas.verdaderamente claras que dice-Platón en su Reptíblica es que ria puede andar bien un pueblo si en.él no hace cada cual lo suyo. Porque es evidente que en.un pueblo hay, mayores o menores, muchas cosas que es inexcusable hacer.- Si no hace cada una aquél.a quien le corresponde, será otro, a quien no le' corresponde, quien tendrá que salir a hacerla. Y, -si esto acontece a menudo, el quesub_sanalas omisiones de los demás, acabará por desdibujar su fisOriomía y por defoirnar su propio quehacer: ¿No hay.en la Argentina doscientas.personas quepodian.y debíamhaber iriiciado esta campaña antes que Victoria Ocampo? Todos saben ahique; a la.postre, .cuando haya que dar una tremenda arremetida contra una injusticia,_ una indecen• ciao.un desmán, la impetuosidad, el coraje.y el vendaval generosorquehay en el alma de Victoria Ocampo, la llevarán a no poder contenerse y á arriesgar sin reparos su gesto y su persona. •Pero yo creo-que interesa a los-argentinos ahorrar estas mtervenciones.Victoria Ocampo es, por la concurrencia de muchos dones, una realidad de.primeramagnitud·enla historia argentina. Ahora bien;un pueblo sólo ló es eh fa medida eh que posee un tesoro de solidaridades.tácitas e inquebrantables respecto a ciertas cosas esenciales. Los partidos íriás hostiles tienen, sin parpadeo¡.que coincidir en ellas. Mírese Inglaterra: su inmenso poder, su ejemplar solidez se nutren sólo de eso. Inglaterra que; apenas si es un Estado, es un nudo de solidaridades tácitas, pero formidables- entre los ingleses. Pues bien, yo-pienso que importa a todos los.argentinos -a sus enemigos igual que a sus amigos-.procurar que la-figura deVictcíria Ocampó no se:malogre en faenas supletorias que otros muchos deberían hacer. Debe reservarse para lómás grave~ lo más nacional, lo más peligroso y no para ensartar en el alfiler de su sombrero editores chi" lenas. No'pido; conste, que se constituya en torno aVictoria.Ocampo uria especie de beatería que halague su.persona cori acatamiehtós y remilgos vanos. Es uria'criatura cuya existencia necesita absolutamente de.la resisten• cfa. Mejor"que,yo conoceriahí todos su-espléndida condicióTuy saben que es lo bastante feroz.y lo-bastante puma para no vivir sin saltos de combate: Pero yo-quiero suponer que-los argentinos están resueltos a no dilapidar sus mayores riquei:as humanas,'ª conséguir que sus figuras excelentes den el tnáXimo. de su:rendimientonacionaly•por eso; con impertinencia.bien•intencionada, me he permitido esta observac;ión.
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Y ahora a ti, Victoria, va el estribillo de toda Ja balada. Te va a divertir:.
Hablas en tu artículo de Ja propiedad intelectual como de la más respe" table, de Ja más sagrada.Yo quiero agregar una é:osa poco cpnocida, a saber: que es, acaso, la más antigua. ¿Sabes cuál fue el derecho de propiedad individual que primero y más rigorosamente reconocieron los hombres? No fue el suelo ni el ganado ni siquiera los pequeños bienes muebles, las armas y trebejos de,uso personal.Estos últimos, al fin y al cabo, se podían heredar, Jo cual indica que su propiedad-no .era tan superlativamente adscrita a la persona. No:los· pueblos más primitivos reconocían como la propiedad más individual la dé los sueños yJa de las canciones ·-una propiedad inte" Jectual. El primitivo que tenía una visión donde se Je revelaban secretos dela caza o de otro orden sabía que nadie osaríaaprovecharsehl tampoco cantar Ja canción afortunada, que enardecía el festival y a él se Je había ocurrido:' -El etnógrafo para-mi gusto más inteligente es: el americano Lowie._Su saber es inmenso y no:µierior sú agudeia crítica y su escepticismo hacia ge7 neralizaciones•audacés. No obstante, puede leerse en su P1imitivé5oáology\ de que: hay una excelente traducción francesa: Ti·aité de Soáologie P1imitive; (Payot), página 235: "Contrariamente alo que podría suponerse, la noción de:patente o de derecho.de autor está muy desarrollada en las capas má_~ profundas de la civilización y su fuerza, entre ciertos pueblos, hace·mani~ fiestamente absurdo el dogma de un comúnismci prirnitivouniversaL.. Auh en un.medio tan humilde como el de las Islas Andaman, encontramos dere" chos de disposición exclusiva referentes a objetos inmateriales. Es el hecho tanto más notable cuanto que en lo que respecta a los utensilios de cocina\ por ejemplo, muestran estos insulares, por el contrario, una amplitud de·espíritu que roza en el comunismo ... Pero esta generosidad no se extiende.á los cantm¡ compuestos con ocasión de una reuniónpública. Un canto que ha tenido buen éxito puede ser repetido en reuniones de menor impoitari" -cia;pero;· cualqukrn que seasu popularidad; nadie tiene el derecho de cantarL lo más que su compositor. Entre.los Cay como entre los Andaman el poeta es dueño absoluto de su composición. Nadie puede cantarlo sin su consén~ timiento y en modo alguno concede este. favor gratuitamente.:: El eje de la religión en los Indios de las Praderas está constituido parios concepto~y prácticasreferentes a las visiones ... Nadie osaría disputarles el.derecho. de propiedad de éstas visiones y quien.deseá adquirir en parte uno.de estos.de~ rech:os o comprarlo futegramente sacrifica a este fin bienes querepresenfan un valorel:.cual nosotros consideraríamos absurdamente exageradorl'.ií transferencfa por donación- no es po~ible; aun cuando las dos partes estén unidaspor Jos lazos de parentesco más estrechos, .. Los "paquetes' sagrados~ -de los Hidatsa que derivan siempre de visiones ancestrales, .hereditarias en_
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ciertas familias, necesitan, no obstante, ser objeto de una transacción entre padres e hijos». Los Andaman son uno de los cuatro o cinco pueblos más primitivos · que se conocen. Los Indios de las Praderas son indios americanos. De donde resulta que ahora los chilenos se las han arreglado para retroceder no ya a la edad precolombina sino a una edad preindiana. Pero, ¿qué había en Chile cuando todavía no había indios? Evidentemente, nadie capaz de ensueño y canción. Por lo visto no había más que ictiosauros y editores clandestinos. París, noviembre de 1937 Sur, noviembre de 1937
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1939 ,'~· .
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. BRINDIS EN LA INSTITUCIÓN CULTURAL ESPAÑOLA DE BUENOS AIRES
Excelentísimo Presidente de la Nación; señoras, señores; I
Lóstres hombres que después de hablar elseñorVehilshemos tenido la complacencia de escuchar, son tres ilustres argentinos junto a los cuales yo podria; ·a lo sumo, pretender trato igual. Pero ellos, con hospitalaria generosidad, se han empeñado en desprenderse de una porción del tiempo que por igual nos correspondía y formarme-quisiera o no- uná pequeña fortuna de minutos que esperan verme ante ustedes dilapidar. ·. ¡Está bien!, no voy a aprovecharme de ello, pero no tengo derecho tampoco a oponerme: es el'~terno y admirable rito ante el forastero, En nada me~ jor que ellos, concédenme una preferencia, no dedicada a mi individual persona;·en cuyo caso yo rio lb hubiera aceptado, yno lo acepto después de todo porque no voy a aprovecharla, sino a un ocio que en este momento sirvo, a una magistratura que por azar transitorio ejerzo. Señores: yo no soy ahora yo, yo soy nada menos que el extranjero y beneficio de sus melancólicos privilegios. ¡El extranjero!, el hombre que no está, sino que llega y se va. Como be vivido estos dos últimos meses absortó en la labor de un curso sobre temas sociales, no he logrado aún emerger de ellos, y han de perdonarme ustedes que vea todo aún bajo la perspectiva de los fenómenos sodales. Pues bien: es sabido que en las poblaciones de los pueblos primitivos hay casi siempre una choza o cabaña, casi siempre la mejor del lugar, la más amplia, la más aseada; que sé llama «la casa de los extranjeros». Eh•ella se recibe al extraño; al transeúnte; se le atiende, se le agasaja y se le escucha. Pues por una contradicción esehdal, tan.frecuente en las cosas humanas, el extranjero, que en esa etapa primaria de la civilización es el enemigo nato cuando se presenta en tropelcfen colectividad, es a la vez, cuando llega señero o en mínimo grupo, una criatura como superior, que susciia emociones casi religiosas y que parece un poco divina; Platón casi siempre que habla
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del forastero que llega a Atenas; le suele llamar «d divino extranjero». -¡Ex~ traño, extraño uso, que en formas más sutiles,rnénos palpables, perdura a lo largo de toda la historia humana hasta nuestro tiempo, yhace_que hoy estos señores, por lo menos mis iguales, me aventajen de rango y.pretendan . que hable yo más tiempo! . . ._ El «extranjero» no es la persona singular, es una msutuc10n y; corno dije, una magistratura, un hueco impersonal que llena uno tras otro t~do el que hace este hurnildísirno hacer: llegar e irse. ¡Qué terna, señores, que terna para hablar de él a fondo en ocasión oportuna! ¿Por qué, en igualdad de condiciones, esa prestigiosidad del extranjero como tal? No voy a dilucidarlo ahora en modo alguno; digamos sólo que el extranjero es siempre, más o menos el desconocido, y la fantasía humana, que en su primer movimiento,_~ sier:ipre generosa, llena ese vacío que es lo ignorado con sus fantásticas Joyas y abre al extranjero un crédito de todas las virtudes y de todas ~as cías. Claro es que con ello no solemos hacer sino prepararnos una desilus1on. Pero.la fantasía humana no renuncia por eso --el día que la fantasíaTenun~ cíe la humanidad perecerá. De la desilusión que un extranjero nos produ• ce 'renace ante unnuevo extranjero; un nuevo brot~ de ilusión,'un nuevo lla'rnear de esperanzas;, porque es la fantasía constante incen'dio,:féníx d_e fuego, que se enciende y reenciende perpetuamente en sus propias ~eniz~si -, El extranjero es. el transeúnte que roza un momento nuestra, existencia. El hombre más sutil que había en Europa hacia•l910,Jorge Sirnmel, solía decir-._se lo he oído muchas veces, fue maestro mío a comienzos del sigl~, solía decir que las confidencias más radicales las ha hecho un hombre, a otrq hombre totalmente desconocido para él, que'encontró durante unas horas\ en un vagón de ferrocarril o en el bar de una estación. Dos existencia.s,_ que unmornento antes se ignoraban por completo, gozan de un roce sub1táneo y fugaz enJa inmensidad del espacio. Es la moral dela tangente, y acaso ell3: explica eltenáz'nüto del extranjero. _ .. Yo he sido siempre muy mal geómetra porque, secretamente apas10na, do cuando el teorema me propone considerar la relación eritrela tangente y l~ curva; me distraigo del t~orerna y me so.rprendo imaginando cuá~ será el íntirnb.estrernecirniento de la curva al senur que.esa tangente,· que viene de vagas. ultranzas, de lejanos lejos; tal vez de.infinitudes, llega a ella yla toca un solo-in5tantey en un solo punto; para seguir sin demora-su vuelo de:~ve migratoria hacia-o tras ultranzas, hacia problemáticos lejos,-ha~ianuevas•m7 finitudes____ sírnbolo condensado de lo fugaz que es nuestra vida y todo en ella; nuestra vida, que conmovida; se pasa ella'rnisma-.-. quiero decir que la vida se pasala.vida teniendo que deair decbsasy personas: «¡Ya vienen!. ¡Ya viénen!>> y casi sin poder tornaraliento: «¡Ya-sevan! ¡Ya se van!» Es la rno"
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ral de la tangente. Y heme aquí, señores, que entre las muchas cosas que ha ido uno sieridoy haciendo, heme aquí ahora obligado a.hacer de tangente; ·¿La de qué precisa curva? - . _ -• _, _ , Esta bota es, en efecto, un: punto de una línea comba formada pbr la tráyectoria d~ veinticinco años, ahora cumplidos, en la obra·dela «lnstitución Cultural Española». Pero la historia, de esta Institución es, a su vez, sólo segmento de la ingente y conmovedora: curva que representa' en mi-geometría apasionada la evolución de las relaciones entre la ArgentinayEspaña. ¡Nada menos que eso! ¿Creían ustedes que lo antedicho era sólo literatura? Ya he dicho, ya he hecho constar recientemente, queyo no hago nunca sólo literatura. ¿Cómo rio 'Va a ser estremecedor hacerse cargo de la realidad enorme a que esta ceremonia pertenece, a qrie está ceremonia es tangente?-, Pero resulta, señores, que ya• he tirado al viento unbuen puñado de los minutos que estos señores me han concedido, y voy a tener que contentar~ me con insinuar, primero sobreese.segmentq, ysi quedaalgúh tiempo sobre esa gran curva, algo siquiera,•algo que nos dé.qué pensarJ ·- ,• ' ' -, La historia de la «Institución.Cultural Española» es, corno he dicho, un capítulo de las relaciones 'entre España y América. La precisión delo que significa ese capítulo sólo podriailograrse plenamente si se puqiera contar entera la historia de esas relaciones :desde que- España crea estos pueblos transátlánticos hasta la· fecha¡ '.Porque bien,¡ bien,.-rio podemos_ entender nada histórico-y todo lo humano es histórico; y eLhornb're'no es en sustancia más que historia-.·-__ si.no.lo. situarnos y lo..rnlocamos con tódo rigor en su sitio, déntro de esa'caderia enorme que es lahistoria.-La razón de ello es de una simplicidad perogrullesca, es ésta: lo que al hcimbrelepasa hoy; le pasa en esa forma y de ese modo porque ayer le pasó otra cbsa, y así,sucesi, varnente; y no entendemos lo que pasa hoy si no nos cuentan el cuen'to de lo que ayer y anteayer pasó, porque ello es la clave y la causa de lo presente; La razón de las cosas humanas es urni'razón cuyo razonar consiste en contar, en contarhistcirias, es la razón narrativa, es larazón histórica. El segundo amor de un hombre es,inevitablernente de otro estilo que el primero, porque' ese segundo an¡.or nace llevando ya sobre sus, hombros la experiencia del primero; La historia es una '1!\elodí_a de experiencias en que cada nota supone todas las anteriores y emerge de ellas. •Por e5o la canción de lá historia hay.que cantarla entera; ,Hablando en puridad: no hay II\ás historia plenamente·tal.quela historia universal; todas las demás son miembros arnputadosy descuartizamientos. ''º' Ciará es que no podemos soñar hoy ni siquietá en contar una parte de esa historia de las relaciones entre la.Argentina y España; grosso modo y eri abreviatura, sobre lo que ha significado-la «Institución Cultural Españolan~
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sípuede decirse lo siguiente: desde su secesión e independencia a comien, zos del siglo·pasado·JaArgentina hizo-:como ha recordado hoy el señor Ibarguren- lo que han hecho siempre, siempre, con ejemplar uniformi~ dad; todas las colonias que coriquistaronsu libertad: vivir aproXimadamenc te durante•cien años vueltas de 'espalda a lametrópoli, suspicacesyhostiles hacia 'ella.La Argentina se apartó de España y especialmenté de su.cultura¡ yparejamente a.lo que hizo Norteamérica; bien que en modo más extrema~ do, buscó las disciplinas de la civilizaciónfrancesa. Hizo perfectamente,.no hábíá a la sazón para este país cosa mejor que hacer. Mas, entiéndase bieil\ ese apartamiento de•Españay de su cultura se produjo sólo.en el estrato de la vida colectiva argeritinaquedepende de la voluntad de los hombres. Pero en la persona, .como en la nación, la voluntad opera sólo enla•superficie1 las zonas profundas delser•no Je•obedecen, sino que están•sometidas a la
inexorabilida9. del destino·:;:
.t.::.;·_,,
Argentina babia sido España, y lo. queialguien fue, sigue inevitable" mente siéndolo ~bien que en.esaípeculiarforma de «habei sidmf, como el hombre maduro. es maduro, gtadas·a que sigue·actuando en él su juventud en.Ja forma: de hab.er sidoiaqúel joven que.fue.. Si del hombre niadúró seam.c pu tase esa'permanente y como disecadajuventud, se.convertiría ipso fa~to en un joven inexpertocNuestra juventud•llevá sobre sus hombros nuestra. madurez, nuestra madurez vive encar.amada.sobre nuestra juventud, y es, en cierta medidá; su fértil explotadón: . ,; .La.España. que Ja Argentina fue¡ perdura, pues, quiérase o no, en el fondo más soterraño de:vuestro ser y sigue alli;: tácita; operando sus.secretas químicas;•por eso durante la centuria que sigue a la independencia de este país, a.pesar de la voluntad decidida y deliberada existente en amplios gruc pos de esta nación de hacerla hermética al influjo español; España, como no · podía menos, sigue influyendo bien que en forma.menos visible, en fopna como subrepticia;·atmosférica o de.difusa ósmosis, No necesito probarlo.·El .. señorlbarguren acaba egregiamente de espumamos la abundancia de esas pruebas. Sin embargo; aquellos:grupos•consiguen en.parte su propósito -.-propósito, repito, que era lo más 'razonable enaquella sazón-.- desustif tuir el contacto.cultural.con España por el aprendizaje delas formas de vida intelectual;art:lsticay'de tia to social peculiares a Francia; A comienzos de este siglo puede decirse; sin grave errcir, que apenas si eran.Jeidos aquílos autores extranjeros, Pero he aquí que con el siglo éómienzá en España tir¡ renacimiento de todo orden, pero especialmente intelectualyártistíco;·Elj. e5temomento, :hacia. 1914; nace.la «Institución Cultural Española», con el designio de atraer nuevamente la a.tenciónde los gtu¡:ios mas cultivados de la Argentina sobre la producción científieay:por.recodos sobre la prodüfa
ción artística y liternria de España. La «Institución Cultural Española» fue una máquina creada con este fin y no puede desconocerse que su •eficiencia ·fuefulminánte.No es preciso contar esta porción del cuento, porque a to, ·dos consta· en:sus líneas generales y en suslüieas más precisas ácaba de refrescárnoslo en la memoria el señor Houssay, con fértil sobriedad. '' ., ·· Ahora bien, cuando una máquina rinde tan rápido y amplio efecto es que•estaba muy bien hecha, y si hay una máquina muy bien hecha; quiere decirse·que tras.ella y antes de ella había ideado un glorioso ingeniero e: • , .La gente; eso que yo llamo «la gente».. -y que viene a ser lo mismo que, sin darse cuenta, quieren decir los demás cuando usan este :vocablo... Ja gente,:como·he·pretendido demostrarpesadumbrosamente en.un curso en «Amigos del Arte», e5 síempre desa.lmada•einatenta, yno adVierteqrie, de estar bien a· estar mal una cosa, va casi siempre sólo una leVísima diferencia, unidetalle inaparente a distanciac Pero la gente iriira todo burdamente y muy de lejos,la' gente no ve nunca la nariz de Cleopatra,quehabían visto-:.-y bien de cerca- Césary Marco Antonio, y aun el cautelosoAugusfo-,-los cuales no.eran de cierto «gente». Pues bien; en este caso todo dependió de Ciertos detalles:enlos reglamentos constitutivos de esa Institución,•referentes al niodo de ser elegidos los profesores de ultramar. La idea de esosBetalles y de>toda la Institución; ja vigilancia sobre su funcionamiento; se deben ante todo y sobre todo 'a un gran español que es, ala·vez, un gran argéntino; a uµ hombre de.alma.ejemplar, de moralidad acerada, insigne en su profesión quirúrgica, máestro de varias . generaciories de médicos argentinos, homa y prez de ambas nadones, ése espléndido montañés de semblante venerable, atezado y triangular, que es don Avelino Gutiérrez, a quien desde aquí envío un abrazo, no sé si filial o fraterno, que no he podido darle todavía. Destacar esta figura no es olvidar ni escatimar el reconocimiento a los sacrificios y colaboraciones que eri tomo a él se agruparon y que siguieron su designio. ¡Saber seguir, señores, es virtud.pareja a saber guiar! . Fue el primer profesor traído poda «Institución Cultural Española» un hombre. que. ya. entonces gozaba de· universal nombradía; uno de los grandes maestros que su ciencia pasea en el mundo: el grarifilólogo don Ramón Menéndez Pida!. Al año siguiente, la nao de la carrera delndias trajo a.un mozo:muy mozo, poco conocido en su :tierra, nada:en el resto del mundo, y naturalmente ignorado aquí por.completo; salvo por esa docena de jóvenes que en todas .pai;tes viven en acecho delo joven. A aquel.mozo alucinado y que llegaba sin equipaje, solían llamarle eon el mismo nombre que usan ustedes paraHa'marme a mí: J:!stá aquel hombre demásiado joven harto lejos del hombre deinasiado maduro que yo soy; para que no me sea lícito hablar de él com,o de un fenecido o de un antepasado, Yo creo que en
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homenaje-· ciertamente no de mí mismo, sino de este pueblo porteño ::: debo contar lo que entonces aconteció.:· . · ";; Llegaba yo, como er-a justo y forzoso, sin que me precediera ningún aleteo de ninguna fama. Yo sabía entonces muypoco, yo tenía-¡:ioco que dah Traía, pues, muy pocas cosas; en rigor, no: traía sino fuego, ún poco de fuego para hacer cosas ..Rendí como pude mi primera coriferencia en la Facultad. El salón estaba lleno; con el lleno normal y corriente de las inauguraciones¡ los periódicos dieron noticia de mi iniciación con las fórmulas habituales, Pero he aquí que, a lasemana siguiente, ctiandorel doctor AvelinoGutiérrez -.que se convierte errpadre de todos los profésores que la1nstitución:ha traído-...-vino a buscarme para llevarme a la Facultad, nos encontrarnos con quela.cane·de. Viamonte había sido oé:upádapor la fuerza pública porque una muchedumbre ingente se había amontonado en ella, había asaltado la Facultad y había roto los vidrios d~ las ventanas. ¡Y toda·esta turbulencia y tanto desmán, no mas que por, el afán de esc;uchanuna lección filosófica de un mocito gallego,.ocho.días antes totalmente desconoéidol Comprenderán ustedes que, ante hechos de tales dimensiones; el mérif to de mic6nferencia'queda por completo fuera de:la'consideración: Había.de haber sido excelente -que no lo era, ni mucho µie:tios-;-- porque como he indicado; yo entonces tenía pocas ideas, tenía poto que decir y hasta milem. gua aún balbuceaba; :había-repito-, de haber sido excelente mi lección; y en ningún caso pudo corresponder el tamaño exiguo .de la causa a la enormi~ dad de los efectos. Yo había sido sólo un pretexto para que se disparas!'! elfor~ ffiidable resorte devehemencia y de transmisión eléctrica delas impresiones; que poseía entonces Buenos Aires. No crean ustedes que cuanto he dicho en menoscabo de mi labor de entonces, es fingida modestia; nada de eso, esia pura verdad. La prueba de ello es que ahora voy a tener la insigne audacia de decir-porque creo que debo decirlo-, algo contrapuesto, a saber: que si yo entonces .llego. a. dar.una conferencfa como las que acabo de dar en «Affiigos del Arte», de la Facultad de FilosofíayLetias no hubiera quedac;ló piedra sobre piedra: Evidentemente, evidentemente algo ha variado en, la estructura de esta ciudad. ¿Será la variación; el cambio; favorable o lamentable? No voy yo a perffiitirme juzgarlo, ni voy a decir en qué consiste lavariación; si hé contado lo antedicho no fue ciertamente por complacermeTemembrandó una vieja hora de marChito triunfo, sino para dejar en las mentes que me esf cuchan sembrada una feéunda preocupación; pei;o lo que sí es evident~ és que entonces se produjo ese efecto; y qtie,ése efecto. no podría atribuirse' a mL Porque los dos hechos que integraron el mitológico suceso son incuesf tionables: uno, que se produjo un motín de multittides no más que·por quel rer oír, escuchar a un ):¡ombre que ni la nombradía previa ni elfavor delá
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Prensa habían aventajado; otro, que mi lección no era, claro está, nada; y en ella sólo habíá lo único y lo más, dado lo que yo era, que podía haber: hervor ·de entusiasmo por mi profesión filosófica, cierto garbo juvenil, y; tal vez, un ·poco maltraído cuerpo de profesor. Total, ¡nada! Total, ¡nada! Eso qµehellamado «transmisión eléctrica de las impresiones», porque no.fue la Prensa quien las transmitió, produjo en mi tan penetrante efecto, que ha influido mucho en ciertas ideas mías sobre el cuerpo social y sobre el más y el menos de la elasticidad en él.Junto a eso y la vehemencia, sólo hubo entonces y habrá siempre la condición de que, en igualdad de situaciones, menos aún, a poco claras que sean las calidades de una actuación española, encontrará siempreresonancias superiores en el alma argentina que la de todas las demásrazas, Como también es: verdad la viceversa: cualquiera cosa de alguna calidad.que vaya a Espáña de estos países hispanoamericanos, y especialmente de la Argentina, encontrará allí superlativas repercusiones. Ni siquiera hace falta hablar de cosas de calidad. Para no referirme sino a lo trivial, diré a ustedes fo siguiente: yo no voy casinunca al teatro por razones que no es el caso enunciar ahora, pero cuando a Madrid llega alguna compañía argentina de teatro, étialquiera que ella sea, yo no tengo más remedio que asistir a varias:representaciones, porque hay siempre algunos affiigos que no han estado nunca en Sudamérica y que sienten enérgico placer, simplemente, en oír hablarargentino, y se obstinan en que yo les acompañe porque siendo yo en Madrid algO así como cónsul ideal de una ideal Argentina, mi compañía en tales casos parece que garantiza a estos amigos la autenticidad de im deleite: Siendo esto así, siendo esto así -como incuestionablemente lo es, si se saben hacer, como hay que hacer en toda apreciación de fenómenos complejos, algunas sumas y algunas restas-;-- comprenderán ustedes hasta qué punto..-la anécdota que acabo de referir lo demuestra- me parece fabulosamente ridículo casi todo lo que dice el vulgo de acá y de allá sobre la diferencia de nuestras hablas. Yo soy gran ignorante en materia de lingúística, pero lo que a mi juicio urge más. decir sobre este asunto del habla; estan palnlario, tan elemental y tan distinto de lo que suele decirse-.-no me:refiero, 'claro está, a los especialistas-;-- que voy a atreverme un día de éstos.a plantear la cuestión a mi modo intentando marcar ciertas líneas generales que me parecen evidentes. • Pero a lo que voy es a decir que la forma de comunidad existente entre las naciones Centro y Sudamericánas y·España es una realidad que subsiste más allá de toda voluntad o de tbdO capricho que quiera negarla o destruirla. Los sociólógos -.que son gente, laverdad, de bastante escaso cacumen- no han logrado aún definimos, ni siquiera uombrar adecuadamente ese género de soé:iedad;.de comunidad, en que, para emplear las palabras de
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San Pablo, «se mueven, viven y son» las naciones. Porque es sumamente insólito que la nación, que la sociedad nácional-'-aun sierido como es,ila sociedad más intensa que-existe-·. viva aisladayreclusa dentro de sí mismá¡ lo normal es que la nación forme parte de otra sociedad más teri.ue, pero más amplia.y no menos real o efectiva, Un ejemplo de ello es la comunidad europea o americana; en la.cual un conjunto.de pueblos convive ejercitan; do ciertasformas de.vida; y ótro ejemplo es esta comunidad de hecho.-'·. np, sólo de deseo ni varia propaganda-'+ que constituyen los pueblos de habla; sangre y pretérito e5pañoles, y que consiste también en el ejercicio de otro. determinado repertorio de formas' de vida: · En la medida, señores; en que exista lo que yo1lamo¡ «cosas consabk. das>>, hay unidad social, hay comunidad '--'.quiérase o no.;;= cualquiera' qU:e sea la independencia y aun la autoridad dé los Estados;•Pues háy cosas querio sóló las sabemos cada uno de nosotros, sino que además s.abemos que las :SÍl':c beri también los demás; esto que sabemos jlfnto con otros lo cohsabemos¡y por eso es «lo consabido». Ello constituye el tesoro común denuestravidá\ en ello comunicamos y en ello comulgamos cualquiera que sea la obstina~ ción contraria de nuestra voluntad: De5pués de dos siglos de inniortál pe;· tuláncia empieza ahora el hombre a redescubrir que no todo lo humano de:~ pende de su albedrio, sino que la realidad humana• tiene una inexorable estructura, ni más ni menos que la materia cósmica, Y esa estructura.reál d~ lo humano, si se tiene el alma.prócer, no hay sino aceptarla; bien entendido que pára hacer luego lo que nos. cuadre; mas, porlo tanto, aceptarla,.reéoó riocerlá, no con ·unreconocimiento de mera idea; sino con todo nuestro ser. Otra cosa noten que es la política del avestruz, que divisando en el páisaje un peligro mete su cabeza idiota debajo del alón, creyendo que·así ha ani, quilado el paisaje con peligros' y todo. El hombre occidental, tras dos siglos de imitar al avestruz, está ahora redescubriendo todas las realidades que gac• lanamenteliaquerido desconocer.durante esos.doscientos. años. ¿Qué. c':ómo.....,· la redescubre? ¡Ah! •Como se redescubre siempre la realidad quehemdspref tendido negar: tropezando·con ella, rompiéndonos la cabeza contra ellit;:y. una vez inás tienerazón el cochero del poeta Heine, que cuando éstele:pre: guntaba qué son las ideas, respondió: ¿Las ideas? ¡Las ideas; .. , pues son.fas cosas que se le meten a uno en la cabeza! · '" · : Ese tesoro de.lo consabido, de lo que.hemos vivido juntos, delo nues, tro por ustedes, de lo de ustedes pór nosotros, no nos lo puede quitar nadie\ ni siquiera nuestra propia voluntad. El hombre no es sinó. «lo quele pasa»\ y ese pasado que le ha pasado a uno, a nosotros, al hombre, no es álgóque se fue; sino.al contriirio:.porque nos pasó, queda opeÍante dentro de noso.~ tros, cbino queda 1de la herida la cicatriz o como en' el' dulzor· dela.uva.de
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otoño queda prisionero el sol del estío ... Al reconocimiento de•esetesoro común, de ese tesoro de lo consabido, debe estar sieinpre abierto: el fondo ·del.alma argentina. Esapo~osidad hacia·España proporciona a este pueblo ·joven una vena rica y profunda de largo pretérito\. de suerte que, cuando ustedes y no~oiros ¡netemos bien la mano en· la vieja arca de nuestra historia ~sea durante los siglos colonialep. en que lá Argentina.eta colonia de Espa· ña, sea en las décadas de independencia.y de hostilidad, sea en los últimos cincuenta años. en que una parte de España, porunasugerente.aventura de las palabras,. es llamada «Colonia Española delaArgentina»-;-'veremos có, mo al llegar bien.al fondo de ese arca, al palpar-una: aritiguajoya familiar que nos es común,.nuestras manos se juntan y se oprimen.: No hagamos de· pender nuestra> mutua' comprensión de las vicisitlides de: la historia.que hace oscilar a todo pueblo entre el esplendory fa 'miseria, Somosialgo co, múri en todo tiempo -en la hora :feliz como en.la hora amargar Otra cosa fuera.poco gallarda y menos :perspicaz: Haciendo discanto a los caritos:po, pulares que con tanto garbo ha rasgueado ante nósotros.elseñor Ibarguren hace un momento, me atrevo a recordar eLque canta eljoven campesinó.an· , ... daluz abrazado a su guita'rra,y que dice así: .. : : , , Anda; ve y dile a tu madre; ' : si nq me.quiere por pobre, ·' e: que el mundo da muchas vueltas• y ayer se cayó nna torre...
; . ¡¡ . ' ':i,''.'
· "•Eltierrlpo que me había sido otorgado, no sólo ha concluido, sino que está rebasado, de suerte que me encuentro no :pudiendo decirnadá.sobre esa gran cunra de las relaciones entre España y Ainérica desde 'que estos pueblos fueron creados hasta la fecha.Yes.el.caso que eso que·jmdierá•decir daría un peculiar sentido a cuanto he .hablado de nuestro común pasado, sentido muy diferente del que acaso en el :primeu prontohan.percibidous~ tedes. :Pues, aunque se crea poco verosímil, creo' que· sobre tan gigantesca trayectoria se puede decir algo de. interés en poco tiempo; .pero no én• tan poco que sea ninguno; Mas; cómo se trata de una idea quejuzgo·de alguna ímportanciay que.puede servir ~sea una u otra.la dosis de su verdad-.-: en las investigaciones'históricas;.yó quisiera, como homenajeatPresidente de la Nación, exponerla aquí en la expresión más desgarbadamente lacónica y más mondada de toda brillantez. Es un sacrificio que me impongo en compensación a las petulancias personales que se han deslizado en mi discurso.
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- Se trata de una idea que invertiría por completo la perspectiva usada • enla dmsideración de la historia de las relaciones entre España y América: ' Es :un error-·-a mi juici
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ESTUDIOS SOBRE EL AMOR
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Los capítulos de «Estudios sobre el amor» fueron publicados primeramente como folletones en el diario El Sol, de Madrid, en los años 1926 y 1927, y después reunidos en un libro del que apareció en 1933 la traducción alemana, antes de la primera edición española, que no fue puesta a la venta hasta 1941.
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FACCIONES DEL AMOR
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Hablemos del amor; pero por no de «Los amores» son historias más o menos accidentadas que acontecen entre home bres y mujeres. En ellas intervienenfactores innumerables que complican y enmarañan su proceso hasta el punto que, enla mayor parte.de los casos, hay en.los «amores» de todo menos eso ql,le en rigor merece llamarse amcir. Es de gran interés un análisis psicológico de los «amores».con su pintoresca casuística; pero mal.podríamos entendemos si antes no averiguamos lo· que es propia y puramente elamor.·Además, fuera empequeñecer el tema reducir e¡ estudio del amor al que sienten,.unos por otros, hombres y mujeres .. Eltema es mucho más vasto, y Dan.te creía que el amor mueve el sol y las otras' estrellas, Sin llegar a es.ta ampliación astronómica del erotismo, conviene que atendamos alfenómeno .del amor en toda su getiéralidad:: No sólo ama él hombre a la mujer y la mujer al hombre, sino que amamos el arte o la ciencia, ama la madre al hijo y el hombre religioso ama a. Dios. La ingente variedad y distancia entre esos objetos dcinde el amor se inserta nos hará cautos para no considerar como.esenciales al amor atributos y condiciones que más bien proceden de• los·diversos objetos que pueden ser amados .. Desde hace dos siglos·. se habla mucho de alI!ores y poco del amor. Mientras todas las edades, desde el bu eh tiempo de Grecia, han tenido una gran teoría'de los se.ntimientos, las dos centurias.últimas han carecido de ella. El mundo antiguo se orientó primero en la de Platón;:luégo, eh la doctrina estoica. La Edad Media aprendió la de Santo Tomás y Cielos árabes; el siglo XVII estudió con.fervor la teoría de las pasiones de Descartes y Spinoza. Porque no ha habido gran filósofo del pretérito que-no se creyese.obligado a elaborar la suya. Nos otros no poseemos: ningún ensayo, en grande .estilo, de sistematizar los· sentimientos. Sólo.recientemente los trabajos·de Pfander y Scheler vuelv~n a lI!Ovilizar el asunto. Y en tanto, muestra alina se ha hecho cada vez más compleja y nuestra percepción más sutiL •;, '•L
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De aquí que no nos baste alojarnos en esas antiguas teorías afectivas. · Así, la idea que Santo Tomás, resumiendo la tradición griega, nos da del amor es, evidentemente, errónea. Para él, amor y odio son dos formas del deseo, del apetito o lo concupiscible. El amor es el deseo de algo bueno en cuanto bueno -conrupiscibile circa bomun-; el odio, un deseo negativo, una repulsión de lo malo en cuanto tal-conrupiscibile circa ma!wn. Se acusa aquí . · la confusión entre los apetitos o deseos y los sentimientos que ha padecido todo el pasado de la psicología hasta el siglo XVIII; confusión que volvemos a encontrar en el Renacimiento, si bien transportada al orden estético. Así, Lorenzo el Magnifico dice que !'amare e un appetito di be!!ezza. Pero ésta es una de las distinciones más importantes que necesitamos hacer para evitar que se nos escape entre los dedos lo específico, lo esen~~~L ·. del amor: Nada háy tan fecundo en nuestra vida íntima como el sentiinieriL · to amoroso;:tanto, quevienea ser el símbolo de·tóda fecundidad. Del amor nacen, pues, en el sujeto muchas cosas: de~eos; pensamientos; voliciones\ actos; pero todo esto. que del amor nace como la cosecha de una:simiente¡ no es el amor mismo; antesHen, presuppne la existencia de este: Aquello que amamos; claro. 'está que, en algún sentido y forma; lo deseamos también; pero; en cambio; deseamos notoriámente muchas.cosas que no amamos; respecto a.las cuales somos
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Spinoza intentó rectificar este error, y eludiendo los apetitos busca al sentiiniento amoroso y de odio una base emotiva; según él, sería amor la alegria unida al conócimiento de su causa; odio, en cambio, la tristeza uni·da al conocimiento de su agente. Amar algo o alguien sería simplemente estar alegre y da~sé cuenta, a la par, de que la alegria nos llega de ése ·algo o alguien. De nuevo hallamos aquí confundido el amor con sus posibles consecuencias: ¿Quién duda 'qile el amante puede recibir alegria de lo amado? Pero no es menos cierto que·el amor es a veces triste, triste como la muerte, ~ormento soberano y mortal. Es más: el verdadero amor se percibe mejor a sí:mismo y; por decirlo así, se:mide y calcula a sí própio en el dolor y sufrimiento de que es'capaz.Lamujer enamorada prefiere las angustias que el hombre amádoleorigiha a la indolora:indiferenda:Enlas cartas de Mariana Aleo forado, la morija portuguesa, se leen frases como estas, dirigída5 a su infiel seductor: «Os agradezco desde el fondo de mi corazón la desesperación que me causáis, y detesto la tranquilidad en que vivía antes de conoceros». «Veo claramente cuál sería el remedio a todos mis males, y,me sentiría al punto libre de ellos si os dejase de amar. Pero ¡qué remediol; no; prefiero sufrir a olvidaros. ¡Ayl ¿Por ventura depende esto de mí? No puedo reprocharme haber deseado un solo instante no amaros; y al cabo sois más digno de co~pasión que yo, y más vale sufrir todo lo que yo sufro que gozar de los lánguidos plac.eres que os·prbporcionan vuestras amadas de Francia» .La primera carta t!!rmina: «Adiós;· amadme siempre y haciedme sufrir aún mayores males». Y dos siglos más tarde; la señorita de Lespinasse:· «ÜS amo como hay que amar: con desesperación». . , , , Spinoza no miró bien: amar no es alegria. El que ama a la patria, tal vez muere por ella, y el mártir sucumbe de amor. Viceversa, hay odios que gozan de sí mismos, que se embriaganjocundamente con el mal sobrevenido al odiado: •.. : '' Puest¡i que estas ilustres definiciones no nos satisfacen; más vale que ensayemos directamente describir el acto amoroso, filiándolo, como ha.ce el entomólogo con un insecto captado en la espesura. Espero que los lectores aman o han amado algo o alguien, y pueden ahora prender su sentiiniento por las alas traslúcidas y mantenerlo fijo ante la mirada interior. Yo voy a ir enumerando los caracteres más generales, más abstractos de esa abeja estremecida que sabe de miel y punzada. Los lectores juzgarári si mis fórmulas·se ajustan o no a Io que ven deritro de sí. .' , En el modo de comenzar se parece, ciertamente, el amor al deseo, porque su objeto.. cosa o persóna~ lo excita. El alma se siente irritada, delicadame11te herida en un punto por una estimulación.que del objeto. llega hasta: ella. Tal estímulo tiene, pues( una dirección centrípeta: dél objeto viene
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a nosotros. Pero el acto amoroso no comienza sino después de esa excita-. ción; mejor, incitación. Por el poro.que ha abiertola flecha incitante del ?b. jeto brota el amor:y se-dirige activamente a éste: camina; pues, en sen_ti~9• inverso ala incitación y.a todo deseo. Va del amante a lo amado-. de nnál. otro... en direación centrifuga. 'Este carácter de hallarse psíquicamente é~' movimiento; en ruta hacia· un. objeto;· el estar de continuo marchando tÍ11:; timamente de nuestro ser al del prójimo es e5encü1l al amm y al odio; Yavef. remos•en qné ?e diferencian ambos. No se trata,, sin· embargo, de que nós movamos' físicamente: hacia lo amado, que· procuremos-la apioximacióm¡i convivencia externa:.· Todos estos.actos exteriores nacen, ciertamente¡ •de amor.como efectos de él, pero no nos interesan para su definición, y debe~ mas ~liminarlos pcir completo de1ensayo que ahora hacemos.Todas mispa.t labras han de referirse al acto amoroso en su intimidad psíquica como prot .ceso.eUelB.lma._-'.,"+-_ No se puede ir al Dios queseamarkes·estaryéndo hacia ÉL 'En elamar·abandonaínos la quietu~ y asiento dentro de,nosbtros;yemigramos virtualmente hacia el objetó.Y ese;'. constante estar emigraodo·es'estaramando. . .. . '' . '.) ' , ·, Porque ..-!-se habráreparado~·el acto de pensar y el de voluntad·sgni instantáneos, Tardaremos más o•merios. en prepararlos, pero su ejecucLó,,1, no dura: acóntece en un abrir y cerrar de: ojos; son actos puntuales. Entieíi1?. una frase si la entiendo, de un golpe y en un instante; En cambio, elamqt seprolon~a en el tiempo; no se ama en serie.detnstantes súbitos, de.puntq~.,, qne se encienden y apagan como la chispa dela magneto,; sino que se:estií: .• amando lo amado con continuida& Esto determina una nueva nota del sen": timiento que analizamos: el amor es una fluencia, un chorro de materia aní" ;; mica; un flúido que mana con continuidad como de una fuente:. Podíamos,• decir, buscando expresiones metafóricas que destaquen en la intuición!( denominen•el carácter.a que mecrefieró.ahora; podíamos deciLque ~l.ªrn~r.-f• no es un disparo, sinó'tina emanación continuada, nna irradiaciónpsíquiF~ que del amante va a lo amado; No es un golpe único, sino una corriente1.• . Pfanderha insistido con gran sutileza en e5te aspecto flúido y cons te.del amor y del odio. ·
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. Tres facciones o rasgos hemos apuntado ya; las tres' comunés a anio~ y odio: son centrifugas, son un ir virtual hacia elobjeto y son con~~os1c,. 11: flúidos, ., ' • . ' . ' '•' .· ' u, ···A , _Pero ahorn podemos localizada radical diferencia entre arnóv y odi, Ambos poseen la misma dirección, puesto que son centrifugas¡ y ei;i ~ la persona va hacia el objeto; pero déntro de esa única dirección;lievaiidis
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to sentido, opuesta intención. En el odio se va hacia el objeto, pero.se va contrá él; su.sentido es negativo. En el.amor se va también hacia el objeto, -pero se va en.su·pro. Otra advertencia que nos sale al.paso, como característica·coínún de estos dos s~ntimi~ntos y superior a sus diferencias, es la siguiente: El pensáry el querer carecen' de lo que podemos llamar temperatura psíquica. El amor ye! odio, en cambio, .comparados con el pensamiento que piensa un teorema de la matemática;tienen calor, son cálidos y además su fuego goza de las más matizadas gradaciones: Todo amor atraviesa.etapas de diversa temperaturá, y sutilínente el lenguaje usual habla de amores que se enfrían yd enamorado se quejaide la· tibieza o ,de la frialdad de la amada. ·Este capítulo, dda temperatura sentimentaLnós llevaría episódicamente aentretenidos·parajes de observación psicológica .. En él aparecerían aspectos de la historia univer. sal, hasta,ahorá,:según creo, ignorados de,la moraly del arte .. Hablaríamos de la diversa temperatura de las grandes! naciones históricas --,,.eMrío de Grecia y de China, del siglo XVIII; el, ardo re medieval de la,fairopa románti" ca; etcétera-.; hablaríamos.dela influencia en las relaciones:humanas de la diversa temperatura entre las almas:-·.-dos seres que se encuentran¡ lo pri~ m~ro·.que perdbenuno de otro ·es su grado de calorías sentimentales-.-; en fin, dela cualidad qué.en los. estilos artísticos, especialmente literarios, mee rece llamarse tempei:atura. :Pero ;sería imposible rozar.siquiera, d amplio · ·· · .. , ,, asunto. -•: : ' Qué sea esa. temperatm:a delamor y·del odio se entiend~ mejor sHo miramos·désde elóbjetó. ¿Qué hace el amór en tomo a éste?' Hállese cerca o lejos, sea la mujer o el hijo, el arte ola-ciencia, la patria·o·Dios, el amor se · afana en tomo. a lo amado. El deseo goza de lo deseado,recibe de él complacencia, pero no ofrenda¡ no regala, no pone nada por sf. El amór y el odio actúao constantemente; aquél envuelve·al objeto en una atmósfera favorable,y es, de c.erca o delejos,.caricia, halago, corroboración, mimo, en suma: El odió lo envuelve.con no menor fuego, en una atmósfera desfavorable; lo maleficia; lo agosta como un siroco tórrido; lo destruye.virtualme~te,ló coc .::rroe, No es.necesario -repito-..- .• qúe esto acaezca :en realidad: yo·aludo .{ahora a la intención que en el odio va, a ese hacedrreal que constituye el ;, sentimientomismo .. Diremos, puesi.que el amor fluye:en una cálida corro.i boracióh de lo amado y el odio segregá una virulencia corrosiva., , . ,,; , ,Esta opuesta,intención'dearribos afea tos se manifiesta en otra.forma: · ·~.en el amor nos sentimos unidos al objetó; ¿Qué significa esta unión? No:e5, ·¡por sí misma, unión física, ni siquiera proximidad. Tal vez nuestro amigo : ,:.C.no se olYide la amistad cuando se habla genéricamente de amor-vive !;lejos y no sabemos de él. Sin embargo, estamos con él en una convivencia
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simbólica-nuestra alma parece dilatarse fabulosamente, salvar las distan'cias, y esté donde esté, nos sentimos en una esencial reunión con él. Es algo de lo que se expresa cuando, en una hora difícil, decimos a alguien: Cuen:r te usted conmigo -yo estoy a su lado-; es decir, su causa es fa mía, yo me adhiero a su persona y ser. En cambio, el odio-,a pesar de ir constantemente hacia lo odiadonos separa del objeto, en el mismo sentido simbólico; nos mantiene a una radical distancia, abre un abismo. Amor es corazón junto a corazón; concor, dia; odio es discordia, disensión metafísica, absoluto no estar con lo odiado: Ahora entrevemos en qué consiste esa actividad, esa como labi:Jriosi-' dad que; desde luego; sospechábam'os.eri el odio y e¡,amor, a diferencia de las emociones pasivas, como alegría o tristeza. No en balde se dice: estar ale'gre o estar triste. Son, en efecto, estados, yno afanes, actuaciones. El triste, en cuanto triste, no hace nada, ni el alegre en cuanto alegre. El amor, en cam7 bio, llega en esa dilatación virtual hasta el obj9to y se ocupa en una faena im visible; pero divina, ylamás actuosaque cabe: se ocupa en afirmar su obje:C to. Piensen ustedes lo que es amar el arte o la patria: es como no dudar un momento ddderecho que tienen a existir; es como reconocery confirmar en cada instante que son diguos de existir.Y no a la•manera de un juez que sentencia fríamente reconociendo un derecho, sino de guisa que la senteril cia favorable es, a la vez', intervención, ejecución.' Opuestamente, es odiat estar como matando virtualmente lo que odiamos, aniquilándolo en la in" terición, suprimiendo su derecho a alentar. Odiai; a alguien es sentirirritac ción por su 'simple existencia, Sólo s'atisfarla su radical désapariéión; , No creo que haya síntoma más sustancial de amor y odio que este iílti" mo.Amaruna cosa es estar empeñado en que exista; no admitir, én lo•qúe depende de uno, la posibilidad de un universo donde aquel objeto esté au7 'sen te;, Pero nótese que esto viene a ser lo mismo que estarle continuamen'te dando vida en .lo que de nosotros depende, illtencionalmente. Arnar,es,viVE,,,, ficación perenne, creación y conservación inte11cio11al de leí amado. Odiar anulación y asesiriato virtual-'pero no un asesinato que se ejecuta uria vez\ sino que estar odiando es estar sin descanso asesinando, borrando de la existencia al ser que odiamos. Sia ésta altura resumimos los atributos que del•amor se nos han reve'lado, diremos que es un acto centrifugo.del ahna que va hacia el objeto eri flujo constante y lo envuelve en cálida corroboración, uniéndonos a él y afirmando ejecutivamente su ser (Pfander)., i
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AMOR EN STENDHAL
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St~nd~altenía.Ia
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cabéza llena de teorías; pero no las dotes;de teorizador. En esto, como en algunas otras cosas, se parece a nuestro Baroja, que sobre todo asunto humano reacciona primero en forma doctrinal. Uno yotro, mirados sinla oportuna cautela, ofrecen el aspecto de filósofos descarriados enJa literatura.'Y, sin embargo, son todo lo contrario. Basta ton advertir que ambos poseen una abundante colección de teorías. El filósofo; 'en cambio, no tieµe más. que una .. Éste es el síntoma que radicalmente diferencia al tempera!lJ.ento teórico verdadero del, que sólo lo es en apa~ riencia. El teorizador llega a lafórmula doctrinal movido por un afán exasperado de coincidir con la realidad. A este fin usa de infinitas precauciones, una de ellas la de mantener en rigorosa unidad y cohesión la muchedumbre de sus.ideas. Porque lo real es formidablemente uno .. ¡Qué pavor sintió Parménides al descubrirlo! En cambio, nuestra mente y nuestra sensibilidad son discontinuas, contradictorias y multiformes. En Stendhal y Baroja, la doctrina desciende a mero .idioma, a género literario que sirve de órgano a la emanación lírica. Sus teorías son canciones. Piensan. «pro» o'.« contra>~ -.lo que nunca hace.el pensador: aman· y odian.en conceptos. Por eso sus doctrinas son muchas. Pululan bactéricamente, dispares y antagónicas, cada una engendrada por la impresión del momento. A fuer de canciones dicen la•verdad, no.delas cosas, sino del cantor. .Con esto no pretendo insinuar censura alguna; NiStendhal ni Baroja ambicionan; en general, ser filiados; como filósofos;. y si he apuntado ese aspecto indeciso de su carácter intelectual, ha sido no más que porsentir la grande delicia de tomar a los seres según som Parecen filósofos. Tant pis/ Pero no lo sdn~ Tant mieuxl ,
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Ei caso de Stendhal es, no obstante, más arduo que el de Baraja, porque hay un tema sobre el cual quiso teorizar completamente en serio. Y es, por ventura, el mismo tema que Sócrates, patróh de los filó.so fas, creía de su especialidad. Ta erotihá: las cosas del amor. · El estudio De l'amour es uno de los libros más leídos. Llega uno algabinete de la marquesa o de la actriz o, simplemente, de la dama cosmopoli- .... ta. Hay que esperar unos instantes. Los cuadros -¿por qué es inevitable que haya cuadros en las paredes?-absorben primero nuestra mirada. No hay remedio. Y casi siempre la misma impresión de capricho que nos suele producir la obra pictórica. El cuadro es como es: pero lo mismo po~a haber sido de otra manera. Nos falta siempre esa dramática. emoción de topar con algo necesario. Luego, los muebles, y entre ellos, unos libros. Un dorso. ¿Qué dice? De l'amour. Como en casa del médico el tratado de las enfermedades del hígado. La marquesa, la actriz, la dama cosmopolita aspiran indefec~¡ .. blemente a ser· especialistas en amor y han.querido informarse, lo mismo que qüien compra un automóvil adquiere en complemento un manual so~ bre motores de explosión.' '" D Ellibro es de lectura deliciosa.Stendhal cuenta siempre; hastircuando define, rázona y teoriza.:Para•migustd, es el mejor narrador que existe;:el archinarrador ante el Altísimo. Pero ¿es cierta esta famosá teoría del amor. como cristalización? ¿Por qué no se ha hecho•unestudio a fondo sobre ella? Se la trae, se la lleva y nadie la somete a un análisis adecuado: ¿No merecía la pena? Nótese que, en resumen, esta teoría calificaal amor de· constitutiva. ficción: No es que el amor'yerre a veces, sino que es, por esencia, un error: Nos enamoramos cuando sobre otra persona nue5tra imaginación proyecta inexistentes perfecciones. Un día la fantasmagoría se desvanece, y con ella muere· el amor. Esto es peor que declarar, según viejo uso,. ciego al amor. Para Stendhal es menos que ciego: e5visicinario. No sóló novefoTeal; sinoquelosuplanta,• ........ :_ . ·· "'.Basta mirar desde fuera esta doctrina para poder localizarla en el tiem~ poyen el espacio: esuni{secreción típica del europeo siglo XIX.Ostenta_las dos facciones características: idealismoype5imismo. La teoría de la, «cristalización» es idealista porque hace del objeto extefuo.hacia el cual vivimos una mera proyección del sujeto: Desde el Renacimiento propende el euró~ peo a esta manera de explicarse el mundo· como emanación del espíritui Hastá el sigloXIX ese idealismo fue relativamente alegre. El mundo que el sujeto proyecta en tomo suyo es, a·su modo,real, auténtico y lleno de sen" tido, ·Pemla teoría•de la·«cnstalizaciórn> es pesimista. En ella se tiende a de;: mostrar que lo q'úe consideramos funciones normales de. nuestro espíritµ. no son más que casos especiales de anormalidad. Así, Taine quiere convenc
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cernos de que la percepción normal no es sino una alucinación continuada y colectiva. Esto es típico en la.ideología de la pasada centuria. Se explica lo normal por lo ariormal;lo superior por lo inferior.. Hay un extraño empeño ·en mostrar que el Universo es un absoluto quid pro qua, una inepcia constitutiva. El moralista procurará insinuamos que todo altruismo es'un larvado egoismo; Darwin describirá pacientemente la obra modeladora que la muere tereáliza en la vida y hará de la lucha por la existencia el máximo poder vital. Parejamente, Carlos Marx.pondrá en la raíz de la historia la lucha de'clases. Pero la verdad es de tal modo.opuesta a esteterco pesimismo, que acierta'a instalarse dentro de él:siri que el pensador amargo lo ádvierta, Así err la teoría de la« cristalizaciórni; Porque en ella, a la postre; se reconoce qüe el hombre sólo arr¡a lo amaqle, lo digno de ser amadrn Mas no habiéndolo-a lo que parece-···. en la realidaí:l, tiene que imaginatlo:.Esasperfecciones fantaseadas son las que suscitan elamdr, Es muy fácil calificar de ilusorias las cosas excelentes-. Pero quien lo hace olvida plantearse el problema que eilc tánces resulta. Si esas.cosas excelentes no existen;•¿ cómo venimos a noticia de ellas? Si no hay en la mujer real motivos suficientes para provocarla exaltación amorosa, ¿en.qué in.existente ville d'eaux hemos conocido a la·muc jer imaginaria capaz de enardecemos? . · •. Se exagera,.evid¡;ntemente;•el poder: defraude que en.el amor reside: Al notar qu~ aveces n;iiente calidades que, en realidad, no posee el ser amado; debí!)mos preguntamos silo falsificado no es más bien el amor mismo.' Una psicología del amor ti~e que ser muy suspicaz. en punto a la autenticidad del sentimiento que analiza.Amijuicio, fo más agudo en el tratado de Stendhal es esta sospecha de que hay amores que no lo son.: No otra cosa significa su.ilustre clasificación dehs especies eróticas: amour-goíit,· amourvanité,.mnaw~passion; etcétera. Es harto natural que si un amor comienza por ser él falso en cuanto amor, lo sea todo en su·derredory especialmente el objeto que lo inspira: . Sólo «el.amor-pasión» es legítimo para St~ndhal. Yo creo que aún deja demasiado amplio el:círculo dela'autenticidad amorosa! También en ese «amor-pasión» habría que introducir especies diferentes. No sólo se'miente un amor por vanidad o por goíit. Hay otra fuente de falsificación más directa y constante. El amor es la actividad que se ha encomiado más. Los poetas, desde siempre, lo han ornado y pulido con sus instrumentos cosméticos, dotándolo de una extraña realidad abstracta, hasta el punto de que antes de sentirlo lo conocemos,Jo estimamos y nos proponerr¡os ejercitarlo, como un arte o un oficjo. Pues bien: imagíoese un hombre o•una mujer que hagan detamor in genere, abstractamente, el ideal de su acción vital. Seres a5ívivirán constantemente enamorados en fonila ficticia.No necesitan esperarqm; un
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objeto determinado ponga en fluencia su erótica vena, sin.o que.cualquiera servirá para el caso. Se ama el amor, y lo amado no es, en ngor, sm~ un pre¿ texto. Un hombre a quien esto acontezca, si es aficionado a pensar, mventa+ rá irremediablemente la teoría de la cristalización. Stendhal es uno de estos amadores del amor. En su libro reciente sobre La vida amorosa deStendhal, diceAbel Bonnard: «No pide a las mujeres otra cosa que autorizar sus ilusiones. Ama con el fin de no sentirse solo; pero,•en verdad se fabrica él solo las tres cuartas partes de sus amores».· • · · '• .•i H~y dos clases de teorías sobre el amor. Uria de ellas contiene doctri+ nas convencionales, puros.tópicos que se repitensiliprevia intuición· delas realidades que enuncian ..Otra comprenden.óciones 'más sustanciosasrque provienen de la experiendapersonal. Así, .en lo que conceptualmente ópic namos sobre el amor se dibuja y revela el perfil de nuestros amores: , . ci•i · En él caso de Stendhalno hay duda alguna. Se· trata de unhombre·qtie ni verdaderamente amó ni, sobre todo, verdaderamente fue amado. Es una vida llena de falsos amores. Ahora bien: de los falsos amores' sólo puede quedar en el alma la melancólica advertencia de sufalse~ad; la exp~rie~cfa de su evaporación:;· Sise analiza y se descompone la teo~a stendhaliana, s~ ve claramente que ha sido pensada del revés; quiero decrr que el hecho cnlt minante en el amor es para Stetidhal su i::onclusión; ¿Cómo explicar que:el amor concluya si el objeto amadoperrilanece idéntico? Sería preciso•más bien suponer -como hizo Kant en la teoría.del conocimiento-· qué. nues+ tras emociones eróticas no se regulan por el objeto hacia que van, smo;•al ~ contrario: que el objeto es elaborado por nuestra apasionada fantasía. Elamcir · muere porque su nacimiento fue una equivocación. . . ·... . Chateaubriand no hubiera pensado así, porque su expenencia era opuesta; He aquí un hombre que-incapaz de sentir el amorverdaderamen~ te-ha tenido el don de provocar amores auténticos. Unay otra y otra hai+ pasado junto á él y han quedado súbitamente ttansidas de amor·para·sie·m".-.. pre. Súbitamente y para siempre. Chateaubriand habríaforzosamei:te urdid? una doctriba en la cual fuera'esencialalámor verdadero no monr nuncay nacer de golpe:
, Los amores comparados de Chateaubriand y de Stendhal constituirían un tema de alto rendimiento psicológico que enseñaría algunas cosas a lo,s, que hablan tan ligeramente de Donjuan. He aquí dos hombres~~ gigar_ites; co poder creador. No se dirá que son dos· señoritos chulos -nd1cula ima~
gen.en qu~ h~ venido a reducirse Donjuan para ciertas mentes angostísimas y enales. Sm embargo, estos dos hombres han dedicado sus mejores·energías · aprocurarviVir siempre enamorados.No lo han conseguido, ciertamente; · Por lo visto;. es asunto dificil para un alma prócer caer en amoroso frenesí. Pero el caso es que lo han intentado día por día y que casi siempre lograban hacerse la ilusión de que amaban, Tomaban mucl10 más en serio sus amores que su obra. Es curioso que solamente los incapaces de hacer obra grande creen que lo debido es lo contrario: tomar en serio la ciencia, el arte 0 lapol~ti~a y desdeñarlos amores como materia frívola. Yo no.entro ni salgo: me hm1to a hacer constar que los grandes productores humanos han solido ser gente muy.poco seria, según la idea,petite"bourgeoise de esta virtud, '. . . Pero lo interesante desde el punto de vista del donjuanisrilo es la opo~ s1c10n entre Stendhaly Chateaubria:nd, De ambos, es Stendhal quien se afana más denodadamente en tomo a la mujer, Sin embargo; es todo lo contrario de un Donjuan. El Donjuan es el otro, ausente siempre, envuelto en su niebla de melancolía y que probablemente no cortejó jamás a ninguna mujer. El error de más calibre que cabe cometer cuando se trata de definir la figura' de Donjuan es fijarse en hombres que se pasan la vida haciendo el amor a ~a~ mujeres: Ene! mejor caso llevará esto a tropezar con un tipo inferior y n:vial d.e Do~Juan; pero es lo más probable que portal ruta se llegUe más ?~e~ al tipo mas opuesto. ¿Qué acontecería si al querer .definir el poeta nos fiJa_semos en los malos poetas? Precisamente porque el mal poeta no es poeta, solo hallaremos en él el:afán, el trajin, los sudores y esfuerzos coniqtie 'aspi+ ra vanamente alo qu'e no logra. El mal poeta sustituye la ausente inspiración con el atuendo convencional: melena y chalina. Del mismo modo, ese Don Juan la,borioso que hace cada día su jornada de erotismo, ese Donjuan que «parece» tan claramente Donjuan:, es justamente su negación y su vacío. . Donjuan no es el hombre que hace el amor a las mujeres; sino el hombrea quiellllas mujereshacen elamor. Éste, éste es elindubitable hecho huii:ano sobre que debían haber meditado un poco más los escritores que últimamente se han propuesto el• grave tema del donjuanismo. Es un hecho que existen hombres de los cuales se enamoran con superlativa intensidad y fre:uencia las mujeres. He ahí materia sobrada para la reflexión. ¿En qué consiste ese don extraño? ¿Qué misterio vital se eséonde tras ese privilegio? Lo otro, el moralizar en tomo a qialquier ridícula figura de Donjuan que venga en gana fingir, me parece demasiado inocente para ser fecundo .. Es el et~mo vicio de los predicadores: inventar un maniqueo estúpido a fin de d. gozarse en refutar al maniqueo; 'Stendhal dedica cuarenta años a batir las murallas de la feminidad. Elucubra todo ¡m sistema estratégico con principios y corolarios. Va y viene,
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se obstina y desvencija en la tarea tenazmente: El resultado es nulo, Stendha! no consiguió ser amado verdaderamente por ninguna mujer. No debe sorc prender esto demasiado. La mayor parte de los liombres sufye igual destino. Hasta el punto de que para compensar la desventura se ha creado el hábito y la ilusión de aceptar como buen.amor cierta vaga adhesión o tolerancia dé la mujer queselogra aJuerzademil trabajos.: Acontece lo mismo que ene! orden estético: La mayor parte de los hombres muere sin haber gozadoja" m~s una auténtica emoéión de arte. Sin embargo, se ha convenido en acep" tar c0 mo tales el cosquilleó que produce un vals o el interés dramático qué un novelórrprovoca. Los amores de,StendJ;ial.fueron psetidoamores,de este, linaje. Abel Bonnard no inSiste;debidamente sobre esto errsuVida amorosa deSteüdhaI, que acabo dé leéry me mueve a escribir estas nafas: La advertencia esfoi" portante, porque,explica . eLerror,radical.en su teoría,detamor, :La .base de ésta es una· experiencia falsa .. • /' · · Stendhal cree~consecuente con los hechos de su experiencia-.- que el amor se . «hace». y, adeinás, que concluye. Ambos atributos soncaradteris" ticos. de, los. pseudoamóres. 'Chateaubriand, por el contrario, .se encuentra siempre,«hecho»:!el amor. No: necesita afanarsecpa mujer pasa a su veray súbitamente se sien~. te cargada de una mágica eleétricidad. Se entrega desdeh1ego y totalmente!' ¿Por.qué? ¡Ah! Ése es el secreto que los tratadistas. del donjuanismo hubiet ra11 debido.revelamos .. Chateaubriarid no es:uuhombre herrnosmPequeno' y cargado' de espaldas. Siempre malhumorado, displicente, distante;, Su' adhesión a la mujer amante dura ocho días: Sin embargo, aquella mujer que se.enamoró a los veinte años sigue a.los ochenta prendada del «genio»\ a quien tal vez no volvió a ver" Esto no;son imaginaciones: son hech9s 'documentables. '· · .un ejemplo, entre muchos: la•Marquesade Custine, la «primera.cabe~ llera» de Francia. Pertenecíaa una délas familias más nobles y era bellísima,, Durante la revolución,' casi tiria·niña, es coridenada. ala guillotina.Se salva gracias al amor que despierta en un zapatero, miembro de!TribunaL Emt~ gra a, Inglaterra; Cuando. vuelve, acaba de publicar Cl;iateaubriand Ata1a, Conoce: al autor, e inmediatamente brota.en ella la locura amorosa. A;Cha~ teaubriand, perennemente caprichoso~ se le antoja que madame de.Custiné compré• el: castillo. de, Fervaques¡ una antigua· residencia señorial d(),nde EnriqueJV pasó una noche; La Marquesa reúne crianto puede de su fortu"· na, aún no bien reconstruida después de la emigración, y compra el castillm Pero Chateaubriand no mue5trapremura en visitarlo. Por fin, a1cabo del tiempo,.pasa allí unos días, horas sublimes para aquella mujer apasionada:
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Chateaubriand lee un.dístico que Enrique IV ha intallado en la chimenea con su cuchillo de caza: La dame deFervaques mér.ite de vives attaques
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· Las horas de dicha transcurren aceler~damente, sin retomo posible.' Chateaubriand se aleja para no volver o poco menos: navega ya hacia nue" vas islas de amor. Pasan los meses, los años. La Marquesa de Custine se acerca a los setenta. Un.día enseña el castillo a un visitante. Al llegar éste a la habitación dela·gran chimenea, dice: <<¿De modo qué éste.es eUugar donde Chateaubriand estaba a.los.pies deusted?» Yella, pronta, extrañada y como ofendida: «¡Ah, no, señor mío, no; yo a los pies de Chateaubriand! » Este tipo de amor en que urrser queda adscrito de una vez pará siempre y del todo a otro ser-.espeeie dé metafísico injerto-fue desconocido paraStendhal. Pm.eso cree que.es esencial a u'n amor su consunción; •cuando probablemente:la verdad está más cerca delo contrario. Un amor pleno, que haya nacido en la.raíz de la persona, no puede verosímilmente morir. Va inser;to poi, siempre en elalma sensible. Las circunstancias-.por ejemplo, la lejanía-podrán impedir su necesaria nutrición, y entonces' ese amor perderá volumen, se convertirá en un hilillo.sentirn:eil.tal; breve vena de emoción que seguirá manando en el subsuelo de la i:oncieneia; Pero no morirá: su ,calidad sentirn:ental perdura intacta. En ese fondo radical, !apersona que amó se sigue sintiendo absolutamente adscrita ala:amada. Elazar podrá llevarla de aquí para allá en el espacio físico y en el social; No importa: ella se" guirá estando junto a quien ama. Éste es el síntoma supremo del verdadero amor: estaral lado de lo amado, en un contacto y proximidad más profundos que los espaciales, Es un estar vitalmente con el otro. La palabra más exacta, pero·demasiado técnica, sería.ésta: un,estar ontológicamente couel amado, fiel al destino de éste, sea el que sea .. La mujer que aina al ladrón, hállese ella-.-con el·cuer;po dondequiera, está con el sentido en la cárcel.,
.IIL Conocida es la metáfora que proporciona a Stendhal el vocablo «cris" talización» para denominar su teoría del amor. Si en las minas de Salzburgo se arroja una rama de arbusto y se;recoge al día siguiente, aparece transfigurada·. La humilde forma botánica se ha cubierto de irisados cristales que recarhan:¡:irodigiosamente su aspecto. Según Stendhal;'en el alma capaz de
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amor a~ontece un proceso semejante. La imagen real de una mujer cae den"· tro del alma masculina y poco a poco se va recamando de superposiciones imaginarias, que acumulan sobre lanuda imagén toda pos~ble perfección. • Siempre me ha parecido esta ilustre teoría de una superlativa falseda~ Tal vez lo único que de ella podemos salvar es elreconocimiento implícito -ni siquiera declarado- de que el amor es, en algún sentido y de alguna manera, impulso hacia lo perfecto.: Por ello cree Stendhal necesario suponer que imaginamos perfecciones.Sin embargo, él no se ocupa de este punto;1o da por supuesto, lo deja ala espalda de su teoría y ni advierte siquiera que es el momento más grave; más profundo, más misterioso del amor. La tea" ría de la «cristalización>> se·preocupa más.bien de explicar el fracáso•.del amor, la desilusió.nde fallidos entusiasmos(en suma,'el desenamoramientb yno elenamoramiento. ·' .•. Gamo buen francés, Stendhal es ·superficial desde el instante en que empieza a hablar en general; Pasa al lado del hecho formidable y esencial sin repararen él, sin:Sorprenderse. Ahora biemsorprenderse de Io queparet ce evidente ynaturalísimo es d don del filósofo. Ved cómo Platón va derecho; sfo vacilaciones, y agarra con sus pinzas mentales el nervio tremebundo del amor. «El amor-·dice- es un anhelo de engendrar en la belleza». ¡Qué iné genuidad! -dicen las damas doctoresas en amor, tomando sus coch-tails én. todos los hoteles Ritz del mundo. No sospechan las damas la irónica com~ placencia del filósofo cuando ante sus palabras ve Saetear en los ojos encan+ tadores de las damas esa.at:i'ibución de •ingenuidad. Olvídanun poco que cuando el filósofo les habla sobre él amor, no les hace el amor, sino todolo contrario. Gamo Fichte indicaba, filosofar quiere decir propiamente no vivir, lo mismo que vivir quiere decir propiamente no filosofar. ¡Delicioso. poder de ausentarse de la vida; de evadirse por una virtual dimensión que el filó" · so fo posee y que percibe· eminentemente cuando parece ingenuo a la mujer! En la.doctrina de amor sólo interesa a ésta·~ccimo a:Stendhal- la menuda · psicología y.la anécdota. Y yo no niego que sean interesantes; sóló me p'ermi" to insinuar que detrás de todo eso.estánlos mayores problemas del'erotismó y; en el rango supremo, éste que Platón formuló hace veinticuatro siglos. · . Aunque sea de soslayo, miremos un instante la enorme cuestión. En el vocabulario platónico, «belleza» es el nombre concreto de lo que más· genéricamente nosotros solemos llamar· «perfección». Formulada con alguna cautela, pero ateniéndonos•rigomsamente al pensamiento de Platón, su idéa' e5 éSta: en todéi:amor .reside.un afán de unirse eLque· ama a otro ser qtie aparece dotado dealgumLperfección.-Es, pues;unmovímiento de nuesc, tra alnia hacia algo eúalgún sentido:excelente; mejor; Superior, Que esta eJS celencia sea real o iníagmaria no hace variar en lo más. mínircio el hecho de ...
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que el sentimiento erótico -más exactamente dicho, el: amor sexual- no se produce en nosotros sino en vista de algo que juzgamos perfecció~Ensaye el · lectorrepreseútarse un estado amoroso-.de amor.sexual-·· en que.el objeto · no presegte alos ojos del que ama ningún haz de excelencia,.y ver* cómo es imposible.Enamorarse es, por lo pronto, sentirse encantado.por.algo.(yaveremos con algún detalle qué es esto del «encantamiento»}, y.algosólq puede encantar.si es o.pareceserperfección. No quiero de'cir qúe elseramado.pá, rezca íntegramente perfecto -.éste es el error de StendhaL Basta que en él haya alguna perfección, y claro es que perfección en el horizonte humano quiere decir, no fo que está absolutamente bien, silla.lo que está mejor.que el resto; lo que sobres¡de en-un cierto'orden de•cualidad; en suma: la excelenda. ESto es.lo primero! Lb segúndo.es que.esa éxcelen~ia incitaabúscar Ja unión con la persona dúeña de ella¡ ¿Qué es esto de«únión>> ?Eos•más au, ténticos enamorados dirán converdad que no sentían-por lo menos, en primer término-· apetito de unión corporal; ELpúnto es delicado y exige Ja mayor precisión. No se'.trata de que el amante no desee también la unión cama!con la amada. Mas, por lo mismo. que la desea «también»;.sería falso decir que és eso fo que desea. . . .. · . .. · · .. Una óbservación capital es aquí de urgencia. Nunca ~e ha distinguido suficientemente-·.talvez con.la sola excepción de Scheler-.. entre eh< amor sexual». y el «instinto.sexual», hasta el punto de que cuándo se nombra.aquél se suele entender éste:.Gierto que en el hombre los instintos :aparecen casi siempre trabado_s con:formas sobreinstintivas, de•carácter anímicáy aun espiritual. Muy.pocas veces vemos funcionar por separado uú púro instinto. La idea habitual que del «amor físico» se tiene es, a mijuicio; exagerada. No es tan fácil ni tan frecuente sentir atracción exclusivamente física. En la mayor parte delos casos, la sexualidad va sostenida y complicada por gérmenes de entusiasmo sentimental, de admiración hacia la belleza corporal, desimpatía,-etcétera.· No obstante, los casos de ejercicio sexual puramente instinti, vo son de sobra numerosos para poder distinguirlos del verdadero. «amor sexual». La diferencia aparece.clara; sobre todo en las dos•situaciones extremas:. cuando el ejercicio de la sexualidad esteprimido.pouazones morales o de circunstancias, o cuando, por el contrario, el exceso de ella degenera en lujuria. En ambos casos se nota que, «a diferencia del aman>, ]apura.voluptuosidad-diríamos la pura imp11reza- preexiste a su objeto. Se siente el apetito antes de conocer la persona o situación que lo satisface. Gonsecuencia de esto es que puede satisfacerse con cualquiera. El instinto no prefiere cuando es sólo instinto. No es, por sí mismo, impulso hacia una perfección. El instinto sexual asegura; tal vez, la conservación dela'especie, pero no su perfeccionamiento. En cambio; el auténtico amor sexual; el entusias.mo
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hacia otro ser, hacia su alma y hacia su cuerpo, en indisoluble unidad, es por sí mismo, originariamen~e, una fuer.Za gigantesca encargada de mejorar la especie. En lugar de preexistir a su objeto, nace siempre suscitado por un ser que aparece ante nosotros, y de eseser es alguna cualidad egregia lo que dispara el erótico proceso. .· • · •.. · . •1 · . Apenas comienza éste;. experimenta el amante una extraña urgencia de· disolver su individualidad en la del otro, y, viceversa, absorber en la suya la deLseramado. ¡Misterioso ·afán! Mientras en todos los otros .casos de la vic da nada· repugnamos tanto como verinvadidas por otro serlas fronteras dé nuestra existencia individual; la delicia del amor consiste en sentirse meta'fisicall1ente poroso para otra individualidad, de suerte que sólo en la fusión de ambas,.sólo enuna «individualidad de dos», halla satisfacción. Recuerda esto la doctrina de los saint-simonianos, según fa cual, el verdadero iff dividuo humano es la pareja hombre-mujer. Sin embargo; no para en esto el anhelo de fusión. Cuando el amor esplenarió, culmina en un deseo más q menos claro de dejarsimbolizada la unión en un hijo en quien se prolon" gueny afirmen las perfecciones del ser amado. Este tercer elemento, preCÍ" pitado del amor, parece recoger con toda pureza su esencial sentido::El hijo ni es del padre ni es de la madre: es unión de ambos personificada y es afán de perfección modelado en carne y en alma; Tenía razon el ingenuo Platón: el amar· es anhelo .de engendrar en lo perfecto, o como otro platónico; · Lorenzo de Médicis; había de decir: es appetito di bellezza. · · La ideología delos últimos tiempos ha perdido la inspiración cosmo" lógica y se ha hecho casi exclusivamente psicológica: Los refinamientos en la psicología del amor, amontonando sutil casuística, han retirado nuestra atención dé esa faceta cósmica, elemental del amor. Nosotros vamos a en~ ·trar ahora también en la zona psicológica, bien que atacando lo más esen~ ciru de ella; pero no debemos olvidar que la multiforme historia de nuestros amores, con todas· sus complicacicine5 y casos;vive•alapostre de·esa fuerza elemental y cósmica que nuestra psique-·primitiva o refinada, sencilla o compleja, de un siglo o de otro- no' hace sino administrar y modelar vanamente: Las turbinas e ingenios de diverso formato que sumergimos en el to" rrente no deben hacemos olvidar la fuerza primaria de éste que nos mueve misteriosamente.. ·•
N . No se puede negar a esta idea de la «Cristalización» un primer pronto de gran evidencia. Es muy frecuente; en efecto, que nos sorprendamos en
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error a lo largo de nuestros amores. Hemos supuesto en lo amado gracias y primores ausentes. ¿No habrá que dar larazón a Stendhal? Yo creo que no. Cabe no tener ra2ón de puro tenerla demasiado. No faltaba más sino que, equivocándonos a tdda hora en nuestro comercio con la realidad, sólo en el amor fuésemos certeros. La proyección de elementos imaginarios sobre un objetoreru se ejecuta constantemente. En el hombre, ver las.cosas-.-.¡cuánto más apreciarlas!- es siempre completarlas. Ya Descartes advertía que cuando al abrir la ventana pensaba ver pasar hombres por la calle, cometía una inexactitud; ¿Qué era lo que en rigor veía? Chapeaux et manteaux: 1ien de plus. (Una curiosa observación de pintor impresionista que nos hace pensar en Les petits chevaliers, deVelázquez; conservados en el Louvre y copiados por Manet). Estrictamente hablando, no hay nadie que vea las 'cosas en su nuda realidad. El día que esto acaezca será el último día del mundo, la jornada de la granrevelación. Entretanto, consideramos· adecuadala percepción de lo real, que en medio dé una niebla fantástica nos deja apresar siquiera el esqueleto del mundo, sus grandes líneas tectónicas. Muchos, la mayor parte, no llegan ni a eso: viven de palabras y sugestiones; avanzan por la existencia sonambúlicamente, trotando dentro de su delirio.Lo que llamamos genio no es sino el poder magnifico que algún hombre tiene de distender un poro de esa niebla imaginativa y descubrir. a su través; tiritando de puro desnudo, un nuevo trozo auténtico de realidad: Lo que parece, pues, ·evidente en la teoría· de la «cristalización» rebosa el problema delamor. Toda nuestra vida mental es, en varia medida, cristalización. No se trata, parlo tanto; de nada específico effel caso del amor. Sólo cabría suponer que en el proceso erótico la cristalización aumenta en proporción anómala. Pero esto es completamente falso, por lo menos en el sentido que Stendhal supone. No es más ilusoria la apreciación del amante que la del partidario político, la del artista, del negociante, etcétera. Poco más o menos, se es en amor tan romo o tan perspicaz como se sea de ordinario en el juicio sobre el prójimo. La mayor parte de la gente es torpe en su percepciónde las personas, que son el objeto más complicado y más sutil del universo. . Para dar al traste con la teoría de la cristalización basta con fijarse en los casos en que evidentemente no la hay: son los casos ejempfares del amor en que ambos participantes poseen un espíritu claro y dentro delbslímites humanas.no padecen error: :Una teoría del erotismo ha de comenzar por explicamos sus.formas más perfectas, en vez de orientarse; desde luego, hacia la patología del fenómeno que estudia. Y el hecho es que, en aquellos casos, en vei'. de proyectar el hombre donde no existen perfecciones que preexistían en· su mente, halla de pronto existentes en una mujer calidades de especie hasta entonces desconocidas por él. Nótese que se trata precisamente de ca-
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lidad~ femeninas. ¿Cómo pueden éstas, si son un poco originales, preexistir en lamente de unNarón? O, viceversa; de excelencias varoniles que lamente femenina anticipase; La parte de verdad qué haya en una posibkanticic pacióny conioiinvención de primores antes. de hallarlos en la realidad, no tiene nada que ver corilaidea deSteudhaLYahablaremos delsutil asunto. · Hay; ante todo;un error garrafal de observación en esta teoría. Supone, según parece, que el:e5tado amoroso implica una sobreactividad de la conc ciencia. La cristalización stendhaliana parece indicar lujci de labor espiritual, enriquecimientoy acumulación. Ahora bien: conviene resueltamente decit que el enamoraíniento:es un estado de miseria mental en el que fa vida de nuestra conciencia se estrecha, emp'obrece y paraliza. . . ··.:He 'dicho·« el enam9rámient0>i;So pena de continuar emitiendo inep~ cias, como es uso; en tomo al tema del amor, es pfeciso.que•pongamos ale gún rigcireneLvocabulario.cCon el vocablo «amorn; tan sencillo y:cdetan pocas letras, se denominan inhumerables fenómenos, tan diferentes entre sí, qué fuera prudente dudar :Si tienen algo de: común; Hablanrns de «amor a una.mujer»; pero también de «am9r: deDios>>, >,.«amor al arte»; <> ,.usada para nombrar.al ilustre felino a la vez que para designar los Papas romanos y la ciudad española León. El azar ha he~ cho que un fonema se cargue de diversas significaciones,las cuales aluden y nombran objetos radicalmente distintos. Los gramáticos y lógicos hablan entonces de «polisemia»; el vocablo posee múltiple significación. .¿Es, éste el caso del nombre «amor» en las expresiones ,antedichas? Ene tre el «amor a la ciencia». y el «amor a la mujer», ¿existe alguna semejanza importante?:Confrontando·ambos estados, de:alma encontramos que en ellos casi. todos.los elementos son distintos. Hay;• sin embargo; un· ingrediente idéntico; que un análisis cuidadoso nos permitiría aislar en uno y otro fenóc meno. Al verlo exento, separado de los restantesfactores que integran ambos estados de, alma, comprenderíamos ·qrie sólo él merece rigorosarnente el nombre de «amornl Por obra.de una ampliación práctica,: pero imprecisa, lo aplicarp.os al estado de alma entero, a pesar de que en éste van muchas otras cosas que no son propiamente Mmorn, que ni siquiera son sentimiento; '" Es lam¡;ntable que la fabór psicológica de los, últimos. cien•afios nó haya desembqcado aún en la cultura general, y sea forzoso, de ordinario, re~ ducitse afa ópticá·gruesa, que aún suele emplearse para contemplar la psi-· que humana.
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El amor, hablando estrictamente', es pura actividad sentimental hacia un objeto,.que puede ser cualquiera; persona•o cosa. A fuer·de actividad · «sentimental>>;· queda, por una parte; separado de todas las funciones inte. lectuales-percibir, atender, pensar, recordar, imaginar-; por otra.parte, del deseo.con.que a menudo sele confunde. Se.desea, cuando hay.sed, un vaso de agua; pero no se le ama. Nacen, sin duda, del amor deseos; pero el amormismo no.es.desear. Deseamos venturas a la patria y· deseamos vivit en ella «porque» la amamos .. Nuestro amor es previo a esos deseos, que micen de él como la planta dela simiente. . . .. ,: ' · ,,. , A fuer de «actividad» sentimental, el amor se diferencia deJos.sentic mientas inertes,.como alegría o tristeza. Son éstos a manem de una·coloración. que tiñe.nuestra alma. Se «está».· triste o.se «está»· alegre, en.pura pasividad; La alegría, por sí, no 'contiene actuación ninguna; aunque pueda llevar·aella.·En cámbio,.amar algo no es simplemente «estar», sino actuar hacia lo amado;Yno merefiero ·a los movimientos físicos o espirituales que el amor provoca, sino que el amor es de suyo, constitutivamente, un acto transitivo en que nos afanamos hacia lo que amamos. Quietos, a cien leguas del objeto, y aun sin que pensemos en él, si lo amamos, estaremos emanando hacia él una fluencia indefinible, de carácter afümativo y cálido. Esto se advierte .con Claridad si confrontamos el amor .coll! el odio:. Estar odiando algo. o alguien no es un «estarn pasivo,, comq el estar.·triste,' sino que· es, en un.algún modo; acción, terrible acción négativa, idealmente destructorá del objeto odiado:Esta advertencia de que hay una actividad sentimental especifica; distinta de todas las actividades corporales y de todas las demás del espíritu, como la intelectual, la del deseo y de la volición, me parece de una importancia decisiva para una fina psicología.defamar. Cuando se habla de éste; casi siempre se describen sus consecuencias o concomitancias, .sus motivos generadores o sus resultaüos;;Casi nunca:Se coge con las pinzas del análisis el amor mismo, en lo que tiene de peculiar.y distinto, de la restante fauna psíquica. ·,,' · Ahora puede parecer admisible que el «amor ala cienciawyehtámor a la mujer» tengan un ingrediente común::Esa actividad sentimental:, ese cálidoy afümativo interés nuestro. en otro ser por él mismo, puede,indiferentemente dirigirse aúna persor¡afenienina, a un trozo de· tierra (la patria), a una clase de ejercicio humano: el deporte, la ciencia, etcétera. Y debiera añadirse que, en definitiva; todo lo que no es pura actividad. sentimental, todo ,lo que es diferente en el «amor a la ciencia», yel «amor.ala mujer>>, no es propiamente amor.· 1
Por tanto, el amor sólo, no el estado total de la persona que ama.
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Hay muchos «amores» donde existe de todo mencis auténtico amor. Hay deseo, curiosidad; obstinación, manía, sincera ficción sentimental; pe" ro no esa cálida afirmación.del otro ser; cualquiera que sea.su actitud para con nosotros; En cuanto a•los «amores», donde efectivamente lo. hallamos; es preciso ho olvidar que contienen muchos otros elementos además del amorsensu st:Jicto' ' En sentido lato, solemos llamar amor al «enamoramiento», un estado · de alma complejísimo donde el amor en sentido estricto tiene un pape1se; cundario. Stendhal se refiere a él cuando titula su libro De l'amour, con una generalidad abusiva que revela la insuficiencia de su.horizonte filosófico. Pues bien; de ese «enamoramiento» que la teoría dela cristalizaciónrios presenta comb. una hiperactividad· del alrria, quisiera yo decrrque es;inás bien, unangostamiento y tina relativa paralización de nuestra vida de con¿ ciencia. Bajo su dominio somos menos; yno más, que en la existencia habil tual. Esto nos llevará a delioear en esquema.lapsicología del arrebato erótico! ',-¡
V , El «enairiorainiento». es, por lo pronto, uhfenómeno de la atención!.• En cualquier momento que sorprendamos la vida de nuestra concienc cia hallaremos que el campo de ella se encuentra ocupado pcir una plurali~ dad de objetos exteriores e interiores. Esos objetos, que en cada caso llenan el volumen de nuestra mente, no están en confuso montón; ;Hay en ellos siempre un orden mfrurho; una jerarquía. En efecto, siempre hallaremos al" guno de ellos destacado sobre los demás, preferido, especialmente iluminado; comosi nue5tro foco mental, nuestra preocupáción; lo espumase en sufülc gor, aislándolo del resto, Es constitutivo de nuestra conciencia atender algo' Pero·nole e5·posibleatender-algosindesatender otras cosas que; por.ello, quedan en una forma de presencia secundaria, a manera de coro y de fondcil Como eLnúmero de objetos que componen el mundo de .cadacual es inuy grande y el campo de nuestra conciencia inuy limitado, existe entre ellos ul1aespecie de lucha para conquistar nuestraatención. Propiamente; nuestra vida de.alma y de espíritu es sólo la que se verifica eri esá zona de máxima iluminación; Ehesto-Ja.zona de desatención consciente, y más allá, lo subcohsi:iente; etcétera~ es sólo vida en potencia,preparación;át'i senal o reserva. Se puede imaginar la conciencia atenta como el espacio propio de nuestra personalidad. Tanto vale, pues, decir que atendemos· a una cosa, como decir que .esa cosa· desaloja un cierto espacio en nuestra personalidad.
En el régimen normal; la cosa atendida ocupa unos momentos ese cen" tro privilegiado, del cual es expulsada pronto para dejar a otra su puesto. En suma, la atencióri,se desplaza de un objeto a otro, deteruéndose más o menos en ellos, según su importancia vital. Imagínese que un buen día nuestra atención quedase paralizada, fija en un objeto. El resto del mundo qu~dáríá relegado, distante, como inexistente, y; faltando toda posible comparación, el· objetó anómalamente atendido adquiriría para nosotros proporciones enormes.Tales, que, en rigor, ocuparía.todo elámbito·.de nuestra mente y sería para nosotros, él solo, equivalente a todo ese mundo que hemos dejado fuera nierced a nuestra.radical de5atención.Acaece, pues.lo mismo que si aproximamos a los.ojos nuestra mano: siendo tan pequeño cuerp.o; basta para tapar.elresto del paisaje y llenar por entero nuestro campo;yisual. Lo atendido tiene para nosotros ipso facto más realidad, más vigorosa eXistencia; que lo ,desatendido,Jondo. exangüe.y casi fantasma que aguarda en la periferia de nuestra mente. Al tener más realidad, claro es que se carga de maycirestiína; se hace.niásivalioso,'más importante:y.cómpensa el resto .ose curecidodeluruverso; Cuando la atención se fija más tiempo o con más frecuencia de lo 'normal en un objeto,:hablamos.de «mf\nía». El maniático es.un hombre con un régimen atencional anómalo. Casi todos los grandes hombres.hansido mahláticos, sólo. que las .consecuencias de su. manía, de su «idea fija», nos pac recen útiles o estimables, Cuando preguntaban a Newton.cómo habíapodi~ do descubrir. su.sistema.mecánico del universo; respondió:iNocte, dieque inrnbando. («pensando en ello día y noche»}. Es una declaración de obseso. En verdad, nada. nos· define tanto como cuál sea nuestro régimen atencional. En cada hombre se modula de manera diversa.. Así, para un hombre habituado a,meditar, insistiendo sobre cada tema a fin de hacerle rendir su secreto jugo, la.ligereza con que la atención.del hombre de mundo resbala de objeto en objeto es motivo de mareo. Viceversa, al hombre de mundo lefa" tigay angustia la lentitud ton.que avanza la.átención del pensador,. queva cómo una red de fondo rascando el áspera entraña del abismo,.Luego hay las diferentes preferencias de la atención que constituyen la base misma del carácter.Hay.quien, si enla co.nversación surge un dato económico,, queda absorto, como si hubiese caído por.un escotillón. En otro irá la atención es" pontáneamente, .por propio declive; hacia el arte o hacia asuntos' sexuales. Cabría aceptar esta fórmufa: dime Ío que atiendes y te diré quién eres. 1 Pue5 biemyo creo que el «enamoramiento» es un fenómeno de la atención, un estado anómalo de ella que en el hombmnorinal se.produce. . Ya el hecho inicial del «eliamoramien.to» lo muestra. En la sociedad se hallan frente a ftente-muchas:niujei:es y muchos hombres .. En estado de
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indiferencia, la atención de cada hombre.-como de cada mujer-.- se desplaza de uno en otro sobre los representantes del sexo contrario. Ra'Zones de simpatía antigua, de mayor proximidad,' etcétera, harán que esa atención de la mujer se detenga un poco más sobre este varón que sobre el otro; pero la· desproporción entre el atender.a uno y desatender a los demás no es gran" de. Por decirlo así-y salvas esas pequeñas diferencia5-'-, todos los hombres que la mujer conoce están a igual distancia 'atencional de ella, en fila recta¡ Pero un día este reparto igualitario de la atención·cesa. La atención de la mujer propende a detenerse por sí misma en uno de esos hombres y p~on-' to le supone un esfuerzo desprender de él su pensamiento, movilizar hacia otros U'otras cosas la¡:ireocupación. La fila rectilínea se ha roto: uno delós varones queda destacado; a menor distancia atencioilal deaquella mujer: : ·El«enamoramiento», en su iniciación, no es más que esó: atención anómalamente detenida,en ótra ¡:iersona:Si ésta sabe aprovechar su situa-' ción.privilegiada y nutre ingeniosamente aqriella atención; lo demás se'¡:im;
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ción un objeto, de fijarse en él, adquiere éste para la conciencia una fuerza de realidad incomparable. Existe a toda hora para nosotros; está siempre ahí, a nuestrá vera, más real que ninguna otra cosa; Las demás tenemos que buscarlas dirigiendo a ellas penosamente nuestra atención; que por sí está . prendida.a lo amado. Ya aquí topamos con una gran semejanza entre el enamoramiento y el entusiasmo místico. Suele éste hablar de la «presencia deDios».No es una frase. Tras ella hay un fenómeno auténtico. A fuerza de orar, meditar, dirigirse a Dios;Uega éste a cobrar ante el místico tal solidez objetiva que le permite no desaparecer nunca de su campo mental.Se halla allí siempre, por lo mismo que la atención no lo suelta: Todo conato de movimiento le hace tropezar: con Dios, es decir, recaer en la idea de él. No es, pues, nada peculiar al orden religioso. No hay cosa que no pueda conseguir esa presencia permanente que para el místico goza Dios. El sabio que vive años enteros pensando enún problema; o el novelista que arrastra constantemente la preocupación por su personaje imaginario, conocen el mismo fenómeno.Así Balzac, cuando corta una conversación de negocios diciendo: «¡Bueno, volvamos' a la realidad!' Hablemos de César Birotteam>. Tambien para el enamorado la amadaposeeíma presencia ubicua y constante. El mundo entero está· como embébido en ella. En rigor, lo que pasa es que el mundo no existe para el amante:Laamada lo ha desalojado y sustituido. Por eso dice el enamorado en una canción irlandesa: «¡Amada, tú eres mi parte de mundo!»
VI ' Reprimamos los gestos ·románticos y reconozcamos en el «enamoramiento» -repito que no hablo del amor sensu stJictD--' un estado inferior de espíritu; una especie de irrrbecilidad transitoria. Sin anquilosamiento de la mente, sin reducciondenuestrohabitual mundo, no podríamos enamoramos. · ' ESta descripción del «amor» es¡ como se advierte, inversa de la que usa StendhaL En: vez de .acumular muchas cosas (perfecciones) en un objeto, según presume la teoría de la cristalización, lo que hacemos aislar un objeto anormalmente, quedarnos sólo con él, fijos y paralizados, como,el gallo ;· · · ·.: '· . ante laraya blanca que lo hipnotiza: .Con esto no pretendo desprestigiar el gran suceso erótico que da en la historia•pública y privada tan admirables fulguraciones. El amor es obra de arte mayor,. magnífica operación de las almas y de los cuerpos. Pero es indudable que para producirse necesita apoyarse en una porción de procesos mecáhicos, automáticos y sin espiritualidad verdadera. Supuestos del amor
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que tanto valen son, cada uno de por sí, bastante estúpidos y, como he dicho; funcionan mecánicamente, Así, no hay amor sin instinto sexual. Ehnior usa de éste como de una fuerza bruta, como el bergantín usa.del viento. El «enamoramiento>> es otro de esos estúpidos mecanismos, prontos siempre a dispararse ciegamente, que el amor aprovecha y cabalga, buen.caballero que es. No se olvide que toda la vida superiór.del espíritu, tan estilnada en nuestra cultura, es impoc sible sin el servicio de innumerables e inferiores automatismos. , , Cuando :.hemos .caído. en ese estado. de .angostura mental,. de.angina psíquica, que.es el enamoramiento, estamos. perdidos. En.los. primeros días, aún podemos luchar; pero cuando la desproporción entre la atención pres-: tada á una mujer y la que concedemos aJas demás y al resto del cósmos pasa de.cierta medida, no está ya en nuestra mano detener élproceso. .. La .atención es el instrumento supremo de la.personalidad; es el aparato que regula nuestra vida mental: Al quedar paralizada, no nós,deja libertad alguna: de movimientos. Tendríamos, para salvamos,,que volver a ensan" char el campo de nuestra conciencia; y para ello sería preciso introducir.en él otros objetos que arrebaten al amado su exclusivismo. Si éii etpatoxismó del enamoramiento pudiésemos de pronto ver lo .amadq en la perspéctiva normal de nuestra atención, su mágico poder se anularía. Mas para hacer · esto tendríamos que atender a esas otras cosas;.es decir, tendríamos que Sil'; lir de nuestra propia conciencia, íntegramente ocupada por lo que amamos,· Hemos caído en un recinto hermético, sin porosidad ninguna hacia el exterior. Nada de fuera podrá penetrar y facilitamos la evasión por el agujero que ella abra. El alma de un enamorado huele a cuarto cerrado de enfermo, a atmósfera confinada, nutrida por los pulmones mismos que van a respirarla. De aquíque todo el enamoramiento tienda.automáticamente hacia el frenesí. Abandonado a sí mismo, se irá multiplicando hasta la extremidad posible, """"' · Esto lo sabenmuybien los.«conquistadores»:deámbos sexos. Una vez que la ateneión de una mujer se fija:en un hombre,: es a• éste.muy fácil llenar por completo su preocupa ció~ Basta con un sencillo juego de•tira y afloja; dé solicittidy de desdén~ de présencia y de ausencia. El pulsó de esta técnjca actúa como una máquina neumática en lá atencióndela mujer, y acaba por vaciarla de todo el resto de mundo. ¡Qué bien dice•nuestro pueblo «sorber los.sesos» 1En efecto: ¡está absorta, absorbid11 por un objeto! La mayor parte de los «amores» se reducen a este juego mecánico sobre la atención del otrbi • Sólo salva al enamorado un choque recibido violentamente de.fuera; un tratamiento a que alguienle obligue. Se comprende que la ausencia\ lcis' viajes séan una buena cura' para' enamorados, Nótese que son terapéutica.de·
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la atención. La lejanía del objeto amado lo desnutre atencionalmente; .impide que nuevos elementos.de él mantengan.vivo el atender. .Lps viajes; obligan. do materialmentf! a salir de sí.mismo y resolver'mil pequeños problemas; · arrancándonos del engaste habitual y apretando contra nos'otros mil objetos insólitos; .consiguen forzarla consigna maniática y abrerr poros en. lá concieI\cia•hermética, po.r donde entra, con el aii:e libre, la perspectiva normal. . Aho;ra convendría afrontar tina objeción que, leyendo.el capíttilo anterior, se le;habni ocurrido.al Jectór, Al definii: eLenamorainiento·como un quedar:fija:la atención sobre ótra persona, nó lo separamos bastante.de mil casos deJ~ vida. en que asuntos· políticos o económicos de graveda,d y' urgencia-retienen superlativamente nuestra preocupación; · " . ' La diferencia; sin embargo, es radical. En· el· énamoramiento,Ja atención se fija por sí misma en el otro ser. En las urgencias vitales, por el contrario, la atención;se fija obligadá; contra su propio gusto, .Casi el mayor enojo delo.enojoso.es tener por fuerza que;atenderlo. Wundtfoe elprimero-.-hacelo.menos sesenta años-.-que distinguió entre la atención activá y lapasiviL Hay atención pasiva. cuando, por ejemplo, suena .un tiro en la calle. El ruido insólito se impone a la marcha espontánea de nuestra conciencia y fuerza la atención. En el que se enamora no hay esta imposición, sino que la atención va por sí misma aJo amado. Una psicología delicada de este fenómeno describiría aquí una curiosa situación dé doble haz, eri qiie atendemos, a la vez, de gradó y sin remisión. Entendido con sutileza, puede decirse que todo el que se enamora es que quiere. enamorarse. Esto. distancia eLenamoramiento, que es; a la postre, un fenómeno normal, de la obsesión, que es'un fenómeno patológico. El obseso no se «fija» en su idea por propia inclinación. Lo horrible de su estado es precisamente qúe, siendo suya la idea, aparece en su interior con el carácter de feroz imposición ajena, emanada de.un «otro» anónimo e inexistente: , Sólo hay un caso en que nuestra atención va por su propio pie a: fijarse en otra persona y, sin embargo; nose trata de enamoramiento. Es el caso del odio. Odio y 'amor soh,:en todo, dos gemelos enemigos, idénticos y contrarios. Como hay un enamoramiento, hay-y no con menor frecuencia-· un «enodiamiento». · ·." Al·emerger de una épo'ca de _enamoramiento' sentimos una.impresión parecida.a la del despertar que nos hace salir del desfiladero donde se aprietan los sueños. Entonces nos damos cuenta de que la perspectiva normal es más ancha yaii:eada, y percibimos todo el hermetismo y enrarecimienfo que padecía· nuestra mente apasionada; Durante algún tiempo experimentamos las vacilaciones, las tenuidades y las melancolías .delos convalecientes. ·
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· Una vez iniciado, el proceso de enamoramiento transcurre con•una monotonía desesperame. Quiero dedr que todos los que se enamoran, se enamoran lo mismo·-·ellisto y el tonto, el joven y el viej.o, el burgués y él · artis.tá. Esto confirma su. carácter mecánico/· · ;Lo·único que en él no· es purameme·mecáriico es su comienzo. ·Por lo mism0¡ atrae nuestra curfosidad de psicólogos mas que ninguna otra.por• ción delfenómerio; .¿Qué es lo que fija; la atención de una mujer' en un hombre o de•urnhombre•eri unamujer? ¿Qué genero de cualidades otorgan esa ventaja auna persona sobrela fila indiferente de las demás?'Nci.hay duda que es.éste el tema más interesan:te; Pero; a la vez¡ •de üna gran come plejidad. Porque, si todos· los que se enamoran se enamoran1o·mismo, nq todos se enamoran porfo misínó:No existe ninguna cualidad.que enamore universalmente. , ... ·• pero;antes de· entrar en tema tan pelfagudo como ·éste.de qué es lo que enamora y cuáles los diversos tipos depreferencia erótica;· conviene mostrar la·semejanza inesperada· del enamoramiento, en'Cuanto parálisiS de la aten• ción, con el misticismo y;· lo que es más grave aún, eón el estado hipnótico;
vu. ·
ENAMQRAMIENTO;ÉXTASISEHIPNOTISMO ·
···· ·· ·
• El ama de casa conoce que su criada se ha enamorado.cuando empieza a notarla distraída, La pobre mµjer no tienda atención libre para movilizarla sobre las cosas que la rodean. Vive embobada, ensimismada, contemc plando·ensu propio interior la imagen del amado, siempre presente: ·Esta concentración hacia su propio interior da al enamorado una apariencia· de sonámbulo, de lunático, de «encantado». Y, en efecto, es el enammamientó un encantamiento .. Elfiltromágico de Tristán ha simbolizado siempre con :' sugestiva plasticidad el proceso psicológico del «aman. En los giros del lenguaje· usual que condensan atisbos milenariós exis• ten veneros maguíficos de psicología sumamente certera y no explotada aún. Lo que enamora es siempre algún «encanto». Y este nombre de la técnica·m~gica, dado al objeto del amor, nos' indica que la mente anónima, creadora del idioma; ha advertido el carácter extranormal e irremisible er¡ que cae el enamorado .. ' ' · . ·.·· ·Elversb más aotiguo es la fórmula mágicac:[ue se llainó ccintus jcanne11: El acto y el efecto mágico dela fórmula era la i11ca11tatio: De aquí e11ca11to, yer¡ francés; channe, de cahn'en .. ··
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Pero, sean cualesquiera sus relaciones con la magia, existe, a mijuicio, una semejama más profunda que cuanto se ha reparado hastá ahora entre · el enamoramiento y el misticismo: Debúl haber puesto en fa pista de estera. dical parentesco el hecho de que siempre, con pasmosa coincidencia, el místico adopte para expresarse vocablos e imágenes de erotismo, Todoslos que se han ocupado de· este.fenómeno religioso lo han notado, pero han creído suficiente declarar que se trataba de metáforas;no más. · •·Pasa con la metáfora como pasa con la moda. Hay gentes que cuando han calificado algo de metáfora o de moda creen haberlo .aniquilado y no ser menester mayor investigación. ¡Como si la metáfora y la moda no Tuesen:realidades del mismo:ordén que las •demás, dotadas de·n0 menor con~ sistencia y obedientes a cmisas y a leyes tan enérgicas como las ·que gobiernan los gitos siderales! Pero si todos los que han estudiado• el misticismo hari heclío rn;itar la frecuencia ·de su vocabulario erótico; no han advertido el hecho comp!ec mentarlo que da a aquél veidadeni gravedad. Y es que;vicevers'a, el emimo• rada propende al uso de expresiones religiosas. Pam Platón.es el amor una manía «divina», y todo enamorado llama diviná a•la amada, se sierite a su vera•«como en el cielo», étcétera, etcétera. Este curioso• canje de léxico. entre amor ymisticismo hace sospechar alguna cófuunidad deJ'aíz. Y, en efecto, el proceso místico es como mecariismo•psicológico análogo al énamoramierito. Se parece tanto, que coincide con él hasta en el detat lle de ser fastidiosamente monótono. Como todo 'el que se e'namora'se enamora lo mismo, los místicos de todos los tiempos y lugares han dado los mismos pasos y han dicho, en rigor, las mismas cosas. Tómese cualquier libro místico -de la India o de China; alejandrino o árabe: teutónico o español. Siempré se trata de ima guía trascendente, de un itinerario de la mente hacia Dios. Y las estaciones y los vehículos son siempre los mismos, salvo diferencias externas y accidentales'; Comprendo perfectamente, y de paso comparto, lafalta'de·siJnpatía que han mostrado siemprdaslglesias hacia los místicos, como si temiesen que las aventuras extáticas trajesen desprestigio sobre la religión. El extático es,niás o menos, un frenético. Le falta mesurayclaridadmentaLDa a·la relación con Dios un carácter orgiástico que repugna a la• grave serenidad del verdadero sacerdotec El caso~ que, con rara coincidencia;·el maridarín confuciano experimenta un desdén hacia el místico taoísta, parejo al que el : ' i- La µni ca diferencia, a ye ces jmportitn(e,, es _ésta: -~lgunos inísticos han: si~o. ~<.a~ernásit gr.an.des pensadores, y al hil.o de su rn~ticism? nos comunican_una ide.ol()gfa, en, ocas_ion.es, g.e~ riial. Así Platillo Oel ·maéstro Eckhar~, P~rO Su
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teólogo católico·siente hacia la monja iluminada. Los partidarios dela bu7 llanga.en todo orden preferirán siempre.la m:iarquía y la embriaguez de los místicos:a la clara y ordenadainteligerttia de los sacerdotes, es decir, dela Igle5ia. Yo siento no poder acompañarles tarµpoco en esta preferencia, Me fo inipide una cuestión de \Teracidad. y:e_S ella,.que cualquier teología nie.pa" rece trarismitirnbs mucha niás cantidad de Dios, más atisbos y nociones sq" bre .la divinidad,. que todos los éxtasiS juntos de todos los .místicos juntos¡ Porque, en lugar de acercarnos escépticamente al extático, debemostón¡ar~. le por su palabra;recibiri Jo que nos -trae de sus inmersiones trascendentes lf veduego si esci que.nos presenta vale la pena. Y la verdad es que,.después deacompañarleensu viaje. sublime; lo quelogra.comunícarnos és cosa de • pota montai Yo creo. queiel alma européa se halla próxinia a una nueva exo ••.•• periencia de Dios, a nuevas averiguaciones sobre esa realidad, la: más ·Une ·. pbrtante detódas.' Pero-dudo:ri:rncho que el enriquecimiento de nuestras ideas sobre lo divino venga por.fos caminos subterráneos de la mística ynii por Jasvíasluminosas del pens'amiento discursivo.Teología, yno éxtasism Perovolvamos'ánuestro tem,ac · •. ' ·.,_, El misticismo es también un.fenómeno de la atención.. ,,,: Lopíimero que,nospropbne la técnica mística es queJijemos nuestra atención en algo. ¿En' qué? La. técnica· extática más rigorosa, sabia e ilustre¡ .. que es Ja.Yoga, descubre ingenuamente el taráctermecáníco de cuanto va a pasar luego,.poique:aesa pregunta nos responde: en cualquiera cosa. No~¡ , pues; el objeto Jo que califica: e inspiria elproceso,: sino que sirve sólo de pre+ texto pára que la mente entre en una situación anormal.En efecto~ hay que atender a algo simplemente como medio para desatender todo lo demás del mundo. La vía mística comienza por evacuar de nuestra conciencia la pluralidad de objetos que ~n ella suele haber.y que permite el normal mo\'E miento de Ja atención: Así, en San juan de la Cruz; el punto de partida patá todo avance ulteribrés.<Üá éasa sosegada». Embotar fosapetitosylas curiosit , dades:•«un desasimiento grande detodo» ..--diceSanta Terésa-., «nnarran: camÍento del alma»; esto·es, ccirtar Ja:s raícés·y ligmnentos de nuestros inten¡~· se5 mundanbsyj:>lurales, a fin de poder quedar·« embebidos» (Santa Teresl\_} en:uná sola cosa. Idénticamente pondrá el hindú como condición a la entra, da'del misticismoi 11a11atva1111a pasyati-no,ver muchedumbre, diversidádi · , .. :Esta operación de espantar las cosas .entre que va Y• viene de s~litb nuestro: atender se consigue por pura' fijación .de Ja: mente;: En la India se llamó Jmsina este ejercicio, que puede valerse de cualquiera cosa. Poreje~: plo: elmeditador se fabricaundisco de.~arro,s.e sienta cercade él Y, fij~;~ él]a'Irifrada'. Ó bien desde u.ria' álfura rnira,c;brrer un arroyo ,O C()nteillpla:\fw cl:i.~r~o ·d~~d~ ial~z se r~fleja. o bieri enciende fuego, pone ante él una pan-: 0
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talla, donde abre un agujero, y miria la lumbre a su través, etcétera, etcétera. Se busca el mfsmo efecto de máquina neumática a que antes me he referido, ·merced al cuallos enamorados se «sorben los sesos» el uno al otro. : No hay árrobo místico sin previo vacío de la.mente. «Pcir esto ..--dice San Juan de la Cruz-·. mandabaDios que.el altar.donde se habían de hacerlos sacrificios estuviese de dentro vacío»,·«para que entienda el alma cuán vacía la quiere Dios de todas las cosas»l.: Y un místico tudesco más enérgicamente aún expresa ese alejamiento de la atención para todo lo que no es una sola tosa.-.Dios-,-, diciendo:. !~; esto es, no conseNo preocupación ninguna. ·· .y ahora viene lo más sorprendente: una vez que la.mente ha sido evacuada de todas .las cosas, eL místico. nos asegura que, tiene a Dios delante, que se halla lleno de Dios. Es decir, que Dios consiste justmnente en ese va~ cío. Por eso habla el maestro:Eckhart deL«silehte desierto deDios», y San Juan.de la !
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esW:r absorto en Él, llega un momento en que deja de ser algo externo ála mente y distinto de ella, puesto fuera y ante el sujeto. Es decir, que deja de ser obiectmn y se convil!rte en iniect:wn1• Dios se filtra dentro del alma, se confunde con ella o, dicho inversamente, el alma se diluye en Dios, deja de sentirlo como ser diferente de ella. Ésta es la unióna que el místico aspiraI «Queda el alma¡ 'digo el espíritu de' este·alma; hecho una cosa' con Dios»¡ comunica Santa Teresa en la «Morada séptima». Pero no se crea que esta unión es sentida como algo momentáneo, ahora lograda, luego perdida: El extático la peri:ibe con el carácter de unión definitiva y perenne, como:e] enamorado jura sinceramente amor eterno. Santa Teresa distingue enérgi" camerite entre ambas suertes de transfusión: la una es «como si dos velas de cera se'juntásen tan'en extremo, que toda la luz fuese una.:: Mas después bien se puede apartar la una vela de la otra y quedan en dos velas1>.·La otra; empero, es «como si cayendo agua del cielo en un río o fuente adonde que" da hecho' todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cuál es el agua del río, o lá que cayó del cielo, u .como siun arroyicci pequeño entra en el mar, nti habrá remedio de apartarse; u como si en una pieza estuviesen dos ventanás pcir donde entrase gran luz, aunque entra dividida, se hace todo una foz»¡ Eckhartrazonamuybien la relativa inferioridad de todo estado en que Dios sea aún objeto de la mente, «El verc\adero tener a Dios está: en dáni~ mo, no en pensar en Dios uniforme y continuamente. El hombre -no debe tener sólo un Dios pensado, porque cuando el pensamiento:cesa·, cesaría también ese Dios». Por lo tanto; el grado supremo de la mística carrera será aquél en que el hombre se halle saturado de Dios, hecho esponja de la divinidad. Entonces puede volverse de nuevo al mundo y ocuparse en afanes terrenos, porque ya obrará en rigor como un autómata de Dios. Sus deseos; pasos y acciones en el mundo no serári cosa suya.Ya no le importa nada a él de cuanto haga y le acontezca, porque «él» está ausente de la tierra, ausen~ te de' su ·propio deseo o acción; inmunizado ·o -impermeabilizado para todo lo sensible: Su verdadera persóha ha emigrado a Dios, se ha transvasado' en Dios,y queda sólo un muñeco mecánico; una «criatura» que Dios hacefün, donar. (El misticismo en su cima toca siempre al «quietismo»). · · 'oi i Esta situación superlativa encuentra· su pareja en la evolución del «enamoramiento>>. Cuando el otro corresponde, sobreviene un período de · transfusiva, en que cada cual traslada al otro las raíces de su ser:y vive-.-.piensa; desea, actúa-·, no desde símismo, sino desde e]. otro.Tain~ bién aquí se deja.de pensar en el amado, de puro tenerlo dentro: Ello se ad~ vierte, como pasa. con todos los estados íntimos, en el simbolismo de la fio
sonomía. Al período de «fijación», de absorto exclusivo atender a la amada que aún está «fuera» de uno, corresponde el gesto de ensimismamiento y ·concentración. Los ojos quedan inmovilizados, la mirada rígida, la cabeza ·propende a ihdinarse sobre el pecho; e1'cuerpo, si puede, se recoge. Todo el aspecto tiende a representar con la figura humana algo cóncavo y como cerrado. En el recinto hermético de nuestra atención incubamos la imagen de lo amado. Mas cuando «sobreviene» el éxtasis amatorio y la amada es nuestra, mejor, es yo y yo la amada, aparece en el semblante ese gracioso épanouissement en que se expresa la felicidad. Los ojos ablandan la mirada, que se hace· de goma y resbala sobre todo, por supuesto, sin fijarse bien en nada: más que viendo, dignándose acariciar los objetos. Asimismo; la boca va entreabierta en universal sonrisa que chorrea incesantemente comisuras ayuso. Es el gesto del bobo -que es el del embobamiento. No habiendo objeto externo ni interno en que fijamos, nuestra alma pierde disciplina y precisión de actitud. Nos sentimos vagarósos, vaporosos, y toda nuestra actividad se reduce a dejar que del haz de nuestra alma, como de un agua quieta («quietista»), se desprendan vapores hacia el sol absorbente. Es el «estado de gracia» común al enamorado ya! místico 1. Esta vida y este mundo, ni en bien ni en mal les afectan; han dejado de ser cuestión para ellos. En la situación normal, las cosas que hacemos y padecemos, por afectar lo más íntimo de.nosotros, serios conviertenº en problemas, nos angustian y acosan. Por eso sentimos nuestra ¡:íropia existencia como un peso que sostenemos a pulso, fatigosamente. Pero si trasladamos este núcleo íntimo a otra región y otro ser, fuera.del mundo, lo que en éste nos acontezca queda desvirtuado y sin eficacia sobre nosotros, como suspendido en un paréntesis. Al caminar entre las cosas nos sentimos ingrávidos. Como si hubiese dos mundos de dimensiones distintas, pero compenetrables, el místico vive en el terrenal sólo en apariencia; donde verdaderamente está es en el otro, región aparte que habita él solo con Dios. Dewn et animan. Nihilne plus? Nihil 011111ino -dice San Agustín. Y lo mismo el enamorado transita entre·nosotros, sin que valgamos para otra cosa que para rozar la periferia de su sensibilídad. Él tiene, de antemano y-·cree-para sieinpre, su vidaresrielta. En el«estado degracia»-··-sea·místico o sea erótico-, la vida pierde pesoyacritud, Con la generosidad de un gran señor, sonríe el feliz a cuanto le rodea: Pero la generosidad del gran señor es siempre módicá y no supone esfuerzo; Es una generosidad muy poco generosa; en rigor, originada en 1-j'.:omo se adviert~, no _~ludó Para n~da al_ ~1valÓrn religiOso qu_e ai (testado de gi:-aci_an_ co-
i-respOnda~ Es e.Ste aqiií estrictamente el iiombie de-un eStadci pSiCológico prOpiO a todos los nlrs~ 1
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Véase Otto: West-Dstlichc Mystilz.
ricos de todás las religiones.
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desdén. El que se cree de una naturaleza superior acaricia «generosamente» los seres de orden inferior que no le pueden nunca hacer daño por la sencilla razón de que: «no se trata»·con ellos, no convivé con ellos. J;'.l colmo del des7 dén consiste en no dignamos descubrir los defectos del prójfrno; sino, desde nuestra altura inaccesible; proyectar sobre ellos la luz favorable de nuestr¿ bienestar; Así, para el místico y el amante correspondido, todo es bonitoy gracioso. Es que· al volver, tras su etapa de absorción;:a mirar.las cosas, las. ve; no .en ellas misnias, sino reflejadas en lo único que para él existe: Dios o lo aniado. Y lo que les falta de gracia lo añade espléndido el espejo .donde las contempla. Así Eckhart: el que ha renunciado a las cosas, las vuelve a reci~ bir en Dios, como el que se vuelve: de espaldas al paisaje lo encuentra refle, jada, incorpóreo; en la térsa y prestigiosa superficie del:lago. O bien los verc sos famosos de nuestroSanjuan de'la Cruz:, · Mil gracias derramando,
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:Pasó por estos sotos con presura Y yéndolos mirando Cím solá su figura Vestidos lo~ dejó de su hermosura. El místico, esponja de Dios, se.oprime un poco contra.las cosas::ent tonces Dios, líquido, rezuma y las barniza. Tal el amante. Pero sería caer en engaño agradecer al místico o enamorado·esta «gec: rierosidad». Aplauden a los seres por lo mismo que en el fondo les tráen sin cuidado. Van a lo suyo, de tránsito. En rigor, les fastidian un poco siles retienen demasiado, como al gran señor las atenciones de los. «villanos». Por eso es deliciosa la expresión de San] uan de la Cruz cuando dice: · ···Apártalos,. amado,•·· Que voy de vuelo: El deleite del «estado de gracia», dondequiera que se presente, estriba\ pues, en que uno está fuera del mundo y fuera de sí. Esto es, literalmente, lo que significa «ex-stasis»: estar fuera de síydel mundo; Yconvieneadvertir aquíque hay dos tipos irreductibles deho;nbres: los que sienten la feliddad como un estar .fuera de sí, y los que, por ekontrario,.sólo se sienten en ple7 nitud cuando están sobre sí. Desde el aguardiente hasta el trance místico, sonv~riadisirnos los medios que existen para salir fuera de sí. C?mo son rrp1clicís-;¡desde .ladudí.ahasta la fHcí.~ofüt-. los que prdd11cen elest!lF~\t bre sí. Estas dos clases de hombres se separan en todos los planos de.!a;vida,
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Así hay los partidarios del arte extático, para quienes gozar de la belleza es «emocionarse». Otros, en cambio, juzgan forzoso para el verdadero goce ·artístico la conservación de la serenidad, que permite una fría yrclara con. templación dd objeto niismo. Baudelaire hacía una declaración de extático cuando, a la pregunta so" bre dónde preferiría vivir, respondió: «En cualquiera parte; en cualquiera parte.. ., ¡con tal que sea fuera del mundo l » El afán de salir «fuera de sí» ha creado todas las formas de lo orgiástico: embriaguez, misticismo, enamoramiento, etcétera. Yo no digo con ello que todas «valgan» 16 mismo; únicamente insinúo que pertenecen· a uii mismo linaje y tienen una ra4 calando en la orgía. Se trata de descansar del peso que es'vivirsdbre sí, trasladándonos a otro que: nos sostenga y conduzca; Por eso no es tampoco mi. a2ar el uso coincidente eri mística y amor de la frnagen del rapto.o arrebato. Ser arrebatado es no caminar sobre los propios pies, sino sentirse llevado por algilien o :algo:. Rapto fue la 'primitiva forma del amor, conservada en:la mitología bajo la especie del centauro cazador de las ninfas que asienta en:sus ancas. Todavía en el ritual del matrimonio romano. queda un residuo del arrebato originario: la esposa no ingresa en la casa matrimonial por su propio pie, sino que el esposo la toma en vilo para que no pise el umbral. Ultinia sublimáción simbólica de ésta es.el «trance» y levitaé:ión de la monja mística y el deliquio de los enamorados. · Pero este sorprendente paralelismo entre éxtasis y «amor» cobra más grave cariz cuando comparamos ambas cosa5 conotro 'estado'anómalo de la persona: el hipnotismo. Cien veces se ha·hecho notar que el misticismo se parece a la hipnosis superlativamente; En uno y otra hay trance, alucinaciones•y:hasta efectos corporales idénticos, como insensibilidad y catalepsia. Por otra parte, yo recelaba siempre una proximidad extraña eritre hipnotismo:y enambrariüénto. No me había. atrevido nunca a formular este pensamiento, porque la razón de él se hallaba, a mis ojos; en que también el hipnotismo me parecerun fenómeno de la atención: Sin embargo, nadie, que yo sepa, ha estudiado la hipnosis desde este punto devista, no obstante hallarse tan a la mano.el hecho deque el sueño depende,·porel lado psíquico, del estado atencionaLHace muchos años hacia no far Claparede que conciliamos el sueño enlamedicÍa en que logramos desinteresamos de las cosas, anular nuestra atención; Toda la técnica facilitadora del sueño estriba en que.recojamos nuestra atención sobre algún objeto o actividad mecánica; por ejemplo, contar. Diríase que el sueño normal, como el éxtasis, son autohipnosis. '.:
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Pero he aquique uno de los psiquiatras más inteligentes de esta hora, Pablo Schilder, ha creído inevitable admitir un estrecho parentesco entre el hipnotismo.y el amori .. Proc;uraté resumir sus ideas, ya que, inspiradas en razones muy distantes de las mías, vienen a cerrar el ciclo de coincidef!.cias que este, ensayo ha apuntado entre énamorarhierito,•éxtasis e· hipnosis. ., :'He aquí una primera serie de coincidencias entre enamoramiento: é hipnotismo: :,: ··Los manejos quefacilitari el ingreso en la hipnosis tienenunvalor eróc tico: los suaves pases de mano como caricias; el hablar sugestivo ya la.par tranquilizador; la:«mirada fascinante»; a veces¡ cierta violencia imperativa de ademán y: de voz; Cuando son hipnotizadas.mujeres,. es frecuente qué\ en clrhomento de dormirse \len el que.sigueal despertar; el.hipnotizadqr reciba esa mirada quebrada, tancaracteristica de la excitación o satisfacción sexuales.: A menudo;: el hipnotizado declara que durante el trance: ha eJCPe+ : rimentado una deliciosa impresión de calor, de bienestar en todo su cuerpo¡ No es raro que percibá sensaciones résueltamente·sexiiales., La excitación erótica va dirigida al hipnotizador, que en ocasiones es .paladinamente•ob~ jeto de'soliéitación amorosa, Y, aveces;la:s fantasfa5 eróticas de la hipnotizada se conden5an en falsos.recuerdos y acusa al hipnotizador. de· haber abusado.de 'ella. ·,,, . •' '" , : El hipnotismo animalproporciona algunos datos afines, En la horrible especie de arañas llamada galeodes haspirns t1.1rhesta1111S, la hembra procura devorar a los.machos que la cortejan. Sólo cuando el macho acierta á agarrar con sus pinzas el vientre de la hembra por un punto determinado, deja, ésta, en plena pasividad; que sea ejecutado el acto sexuaL La operación de paralizar a la hembra se puede repetir en.el !abarato~ rio;.sin más que tocar en ese lugaral bicho. Éste cae al punto en un esta,do .. ·: hipnótico. Pero es notable el.hecho de que sólo se obtiene talresultado•en época de celo:,•.·.··· . ... ,,. Tras estas observaciones,· Schilder concluye: «Todo .ello hace sospechar quela hipnosis humana sea •también una función biológica auxiliar· de lasef xual»; Yluego poné'proa hacia el sempiterno ft·eudismo, con lo•cualrenuri~i!i a toda clara interpretación delas 'relaciones•entre hipnosis.y «aman>.• , Mayorprovecho podemos sacar dé las notas con que 'caracteriza elesL, tado psíquiCo:del ·hipnotizadm Según Schildéri se trata de la recaída en:un estado pueril de conciencia: la persona se siente é:on deleite entregada por completo a otro ser y descansando en su autoridad. Sin esta relación coruel hipnotizador, su, influjo seria imposible.De aquí que. cuantocontribuy'e·a ·' ,;.:;;
' Ueber das Wescn dcr Hypnose, Berl!n, 1922.
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',·-::"•. ' ;
acentuar esa altitud de áutoridad en el hipnotizador -fama, posición social; aspecto digno-facilita su trabajo. Por otra parte, la hipnosis no puede . efectuarse·en el ser humano si no es querida; Nótese:'que todos estos atributos pueden, sin reserva, transferirse a:! enamoramientiJ. También éste .,.,:.ya lo observamos-. es siempre «querido» e implica un deseo de entregarse y descansar end otro ser, deseo que es ya de suyo delicioso. En cuanto a la recaída en un estado mental de relativa infantilidad, significa lo mismo que he llamado «angostamiento del espíritu», contracción y empobrecirhiento del campo atencional. Es incomprensible que Schilder.no aluda siquiera aLinecanisn:io de la atención como a~más obvio facfor dela.hipnosis, siendo así quda técnica hipnótica consiste principalmente en uriretrairniento del atender.sobre.uh objeto: un espejo, una punta de diamante, una luz, etcétera. Por otra parte, una comparación entre los diferentes,tipos de.personalidad, en orden a su capacidad de hipnosis,,muestra1máxirna coincidencia con la escala que de esos.mismos tipos formaríamos enorden a su~aptitud para enamorarse; , Así, la mujer es mejor sujeto hipnótico que el hombre.C""'ceteiis pmiblis. Pero es .el caso que es. también más dócil a un.auténtico enamoramiento que el varón.. Y, cualesquiera sean las demás causas para explicar esta propen5ión, no es dudoso que influye sobremanera la diferente esttúctura atencional de las almas en ambos.sexos. En igualdad de condiciones, la psique femenina está más cerca de un posible angostamiento que la masculina: •por la sencilla razón de que la mujer tiene un alma más conc céntrica, más reunida consigo misma,:más.elástica .. Según notábamos; la función encargada de dar a la mente su arquitectura y articulación es la atención: Un alma muy unificada supone un régimen muy.unitario del atender. Diríase que el alma femenina tiende a vivir con un único eje:atencional, que en cada época de su vida está puesta a una sola cosa. Para hip. no tizarla o. enamorarla basta con, captar ese radio único. de su ·atender. . Frente a la estructura concéntrica del alma femenina: hay siempre epicentros en la psique del hombre. ·Cuanto más varón se sea en un:sentido espiritual, ,más dislocada se tiene el alma y como dividida en compartimientos . estancos. Una parte de nosotros está.radicalmente adscrita a la política o a los negocios, mientras otra vaca a·la curiosidad intelectual y otra al placer sexuaL Falta; pues, la tendencia a_ una gravitaciónunitaria del atender, En rigor, predomina la contraria¡ que lleva ala disociación. El eje·atencional es' múltiple. Habituados avi:Vir sobre esta múltiple base y coiliuna pluralidad de.campos mentales; que.tienen precaria conexión entre sí, nrnsehace nada con conquistamos la átef!.ciónen uno de ellos, ya· que· seguimos libres , ,, ', : e intactos en los demás.
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La mujer enamorada suele desesperarse porque le parece no: tener nunca delante en su integridad al hombre que ama. Siempre le'encueritra un poco distraído, como si al acudir a la cita se hubiese dejado dispersas por el mundo provincias de su alma; Y, viceversa, al hombre sensible le ha aver- ' gonzado más de una vez sentirse incapaz del radicalismo en la entrega; de la totalidad de presencia que pone ene! amor la mujer. Por esta razón, elhortl+ bre se sabe siempre torpe' en amor e inepto para la perfecciónque la mujér logra dar a éste sentimiento. Según esto, un ÍniSmo principio. aclararía la tendencia de la mujer al misticismo, a la.hipnosis y al enamoramiento. , Si ahora tornamos al estudio de Schilder, vemos' que a la hermam dad entre amor y misticismo añade una curiosa éimpqrtante nota de ti¡íú somático; · · Elsueño hipnótico no es; en última instancia, diferente del sueño.nor"' mal. De aquí que el sujeto dormilón sea unéxcelente hipnótico. Pues bi~n: parece existir una estrecha relación entre la función de dormir yun lugarde la'corteza cerebral titulado el tercer ventrículo. Los disturbios en el sueño, la.encefalitis letárgica,'coinciden con alteraciones de ese órgano. Schildef' cree hallar en él la base somática del hipnotismo. Pero, a la vez, el tercer ventrículo es un «modo orgánico para la sexualidad», del cual provienen no pocas perturbacione5 sexuales. Mi fe en las localizaciones cerebrales es bastante módica. No cuesta trabajo creer que si a un hmnbre le c0rtan de raíz fa cabeza dejará de'pensar y de sentir. Pero esta magnífica-evidencia empieza a desvanecerse progrési" vamente cuando intentamos precisar y a cada función psíquica buscamos su alojamiento nervioso. Las razones para este fracaso son innumerables¡ pero la más próxima consiste eh que ignoramos la trabazón real delas fun" · ciones psíquicas, el orden y jerarquía en que trabajan; Nos es fácil aislár descriptivamenteuna función y hablar de «vern u «olrn; de· «imaginani¡de··. «recordar», de «pen5amient0>>, de «atención», etcétera; pero no sabemos:.sL en el< interviene ya eL«pensarn, y si en él «atender» no colabora.el «sentimiento» o al revés, No es fácil que acertemos a localizar por sepárado funciones cuya separación no nos consta. Este escepticismo, sin embargo, debe incitar a una investigaciónproI gresiva; cada.vez más rigorosa: Así; en el caso presente, convendría tantearsila facultad de atender tiene alguna re5onancia directa o refleja en ese·tr.ó;· zó dela corteza cerebral; puesto, según Schilder, al servido conjunto del sueño,la hipnosis y el amor. El parentesco estrecho que este ensayo :inSihú'a, entre esos tres estados y el' éxtasis ·hace sospechar que el tercer Ventríéulo; colabora también en el trance místico. Esto explicaría últimamente la unB:
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versal persistencia del vocabulario erótico en las confesiones extáticas y del vocabulario místico en las escenas amatorias. Recientemente, en su conferencia de Madrid, rechazaba el psiquiatra · Allers todo intento de considerar el misticismo como un derivado y sublimación del amor.sexual. La actitud me parece muy justa. Las teorías sexuales del misticismo, antaño acostumbradas, eran atrozmente triviales. Pero la cuestión es ahora distinta. No se trata de que el misticismo proceda del «aman>, sino de que uno y otro poseen raíces comunes y significan dos estados mentales de organización análoga. En uno y otro, la conciencia adopta una forma casi idéntica, que provoca una misma resonancia emotiva, para manifestar la cual sirven, indiferentemente, las fórmulas místicas y las eróticas.
*** Al terminar este ensayo me importa recordar que he intentado en él exclusivamente describir un solo estadio del gran proceso amoroso: el «enamoramiento». El amor es operación mucho más amplia y profunda, más seriamente humana, pero menos violenta. Todo amor transita por la zona frenética del «enamoramiento»; pero, en cambio, existe «enamoramiento» al cual no sigue auténtico amor. No confundamos, pues, la parte con el todo. Es frecuente que se mida la calidad del amor por su violencia. Contra este error habitual han sido escritas las páginas precedentes. La violencia no tiene nada que ver con el amor en cuanto tal. Es un atributo del «enamoramiento», de un estado mental inferior, casi mecánico, que puede producirse sin efectiva intervención del amor. Hay un defecto de violencia que procede, acaso, de insuficiente energía en la persona. Pero, hecha esta salvedad, es forzoso decir que cuanto · más violento sea un acto psíquico, más bajo está en la jerarquía del alma, más próximo al ciego mecanismo corporal, más distante del espíritu. Y, viceversa, conforme nuestros sentimientos van tiñéndose más de espiritualidad, van perdiendo violencia y fuerza mecánica. Siempre será más violenta la sensación de hambre en el hambriento que el apetito de justicia en el justo. Agosto de 1926
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LA ELECCIÓN EN AMOR
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En una col1Íerentiare;i~nte me ha oc~rrido insinuar, entre otras, dos.ideas, de las cuales. la segunda va articulada én la primera. Ésta suena así: elfondo decisivo de nuestra individualidad no estálejido con nuestras opinioriesy experien,cias de.Ja vida;.no consiste en nuestro-temperamento, sino en-algo más sutil, inás etéreo y previo a todo esto. Sofuos; antes que otra cosa, un sis~ tema nato de preferencias y desdenes. Más o menos coincidente con el del prójimo, cada cual lleva dentro. eL~uyo, armado y pronto a disparamos en pro o en contrn; coino ·una batería de simpatias y repulsiones. El corazón; máquina de preferiry desdeñar,. es el soporte de nuestra personalidad; Antes de que conozcamos,lo que rios rodea vamos lanzados por él.en una u otra dirección; hacia unos u otros valores. Somos, merced a esto, muy perspicaces para las cosas en que están realizados los valores que preferimos, y ciegos para aquéllas en queresiden otros valorics iguales o superiores, pero extraños a nuestra sensibilidad. A esta idea, sustentada hoy: con vigorosas razones por todo un grupo de filósofos; agrego una segunda, que no he visto hasta ahora apuntada; Se comprende que en-nuestra convivencia con el prójimo nada nos inc teresa tanto como.averiguar su paisaje de valores, su.sistema de preferir, que es raíz.última de su persona y cimiento de su carácter; Asimismo, elhistoriador que quiera entender una épocff necesita, ante. todo, fijar la tabla devalores dominantes en Jos hombres de aquel tiempo. De otro modo; los hechos y dichos de aquella .édad que los docÚmeritos le notifican serán letra muerta; enigma y charada, como lo son los actos y palabras de nuestro prójimo mientras no hemos penetrado más allá de ellos y hemos eI1trevisto a qué valores en su se.creta fondo sirven. Ese fondo, esé núcleo del corazón, es, ~n efecto, secreto; lo es en buena parte para nosotros mismos, que lo llevamos dentro
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-mejor dicho, que somos llevados por él. Actúa en la penumbra subterránea, en los sótanos de la personalidad, y nos es tan dificil percibirlo como nos es dificil ver el palmo de tierra sobre que pi.San nuestros pies. Tampoco la pupila se puede contemplar a sí misma. Pero, además, una bueria porción de nuestra vida consiste en la mejor intencio·nada comedia que a nosotros mismos nos hacernos. Fingirnos modos de ser que no son el nuestro, y los fingirnos sinceramente, no para engañar a los demás, sino para maquillamos ante nuestra propia mirada. Actores de nosotros mismos, hablamos.y operarnos movidos por influencias superficiales que el contorno social o nuestra voluntad ejercen sobre nuestro organismo y momentáneamente suplantan nuestra vida auténtica. Si el lector dedica un rato a analizarse, descubrirá con sorpresa-tal vez con espanto- que gran parte de «sus» opiniones y sentimientos no son suyos, no han brotado espontáneamente de su propio fondo personal, sino que son bien mostrenco, caído del contorno social dentro de su cuenca íntima, corno cae sobre eltranseúnte el polvo del camino. ·• ' No son, pues, actos y palabras el dató mejor para sorprender el secreto cordial del prójimo. Unos y otros sehallimen nuestra mano y podernos fingirlos. El malvado que a fuerza·de.crímenes ha henchido' su fortunapuede,un buen día ejecutar un acto benéfico, sin dejar por eso de ser un malvado: Más que en actos yen palabras, conviene fijarse•en lo que parece rnenós importan" te: el gesto y la fisonomía. Por lornisrno que son iniprenieditados; deja,n escac par noticias del secreto profundo y normalmente lo reflejan ·con exactitud1; Pero hay situaciones,·instantes dela vida; en que, sin 'advertirlo;'con~ fiesa•el ser humano grandes•porciones de su decisivaiintimidad, de fo que auténticamente es. Una de·estas situaciones es el amor: En la elección de amada revela su fondo esencial el varón; en la elección de amado, la mujer. El tipo de humanidad que ene! oqo ser preferimos dibuja el perfil de nuesc tro corazón. Es el amor un ímpetu que emerge de lo·rnás·subterráneo· de nuestra persona; ya! llegar al· haz· visible de la vida arrastra ell'aluvión algas y conchas·del abismo interior. Un buen naturalista;. filiando estos materia> les, puede reconstruir el fondo pelágico de que han sido arrancados.· Se querrá•oponer a esto la presimta experiencia de que·a menudo una mujer que considerarnos de egregio carácter fija su entusiasmo en un hombre torpe y vulgar: Pero yo sospecho que los que así juzgan padecen casi siempre una ilusión óptica: hablan un poco desdelejos,y el arriar és un cendal definí~ sima trama que sólo se ve bien desde· muy cerca. En muchos casos, el talen"
' ·' '' i 'í.asr~~~~~ ,que ~Ü~an ~te Pode; re·vefad~r ,que ti.é~.en '1Ds ~esto.s,·1a fisottomia,;ia es~ éritura 1-e1 fiado" de:,vestirSe, ·puedeii vefSe 'en éf ellS'a}ro tcSobre la expfl!sión,_ ffn.ónleilo cósffiicb'»~ ElEspcí:tadot, VU, 1930.'[Vease página 680 del tomo U de.estas Obras completas];
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tusiasmo es sólo aparente: en realidad no existe. El amor auténtico y el falso se comportan-vistos desde lejos-- con ademanes semejantes. Pero supon. gamos un casó en que el entusiasmo sea efectivo: ¿qué debemos pensar? Una · de dos: o qU:e el hombre no es tan menospreciable como creemos, o que la mujer no era, efectivamente, de tan selecta condición como la imaginábamos. En conversaciones y en cursos universitarios (con ocasión de determinar qué es lo que llamarnos «carácter») he expuesto reiteradamente. este pensamiento, y he podido observar que provoca con cierto automatismo un primer movimiento de protesta y resistencia. Corno en sí misma la idea no contiene ingrediente alguri.o irritante o ácido-·-¿por qué, en tesis general, no había de halagamos que nuestros amores sean la manifestación de nuesc tro ser recóndito?-, ésa automáticaresistencia equivale a tina comprobación de su verdad. El individuo se siente cogido de sorpresa y en descubierc to por una bre.cha que no habíaresguardado.Siernprenos enoja que alguien nos juzgue por aquella faceta de nuestra persona que presentamos al descuido.Nos toman desprevenidos, y esto nos irrita •. Quisiéramos ser juzga.; dos previo aviso y por las actitudes que dependen de nuestra voluntad, a fin de poder componerlas corno ante el fotógrafo: (Terror de la «instantánea»), Pero claro es que; desde elpunto de vista del investigador del corazón hu~ mano, ló interesante es entrar en el prójimo por donde menos presuma y sorprenderlo in ji·agantí. Si la voluntad del hombre pudiese suplantar por completo su espontaneidad, no habría para qué bucear en fos fondos arcanos de su persona, Pero la voluntad sólo puede suspender algunos momentos el vigor de lo es~ pontáneo. A lo largo de toda una vida, la intervención del albedrío contra el carácter es prácticamente nula. Nuestro ser tolera cierta dosis de falsificación por medio de la voluntad: dentro de esa medida, mejor que de falsificación, es lícito hablar· de que nos completamos y perfeccionarnos: Es el golpe de pulgar queel espíritU-inteligenciayvoluntad-da a nuestro bac rro primigenio. Sea mantenida en todo honor esta divina intervención de la potencia espiritual. Mas para ello. es preciso moderadlusiones y no creer que este influjo maravilloso puede pasar de aquella dosis. Más allá de ella empieza la• efectiva falsificación. Un hombre que toda su vida marcha en contra de su nativafaclinación es que nativamente está foclinado a lafalsedad. Hay quien es sinceramente hipócrita o naturalmente afectado. Cuanto más va penetrando la actual psicología en el mecanismo del ser humano, más evidente aparece qrie el oficio de la voluntad, y en general el del espíritu, no es creador, sino meramente corrector. La voluntad no mueve, sino que suspende, este o el otro·írnpetu prevoluntario que asciende vegetativarnente de rúiestro sribsuelo anímico. Su intervención es, pues, negativa.
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Si a veces parecelo contrario, es por la razón siguiente: constantemente acae7 ce que en el intrincamiento de nuestras inclinaciones, apetitos, deseos, uno de ellos actúa como un freno sobre otro. La voluntad, al suspender ese re~. frenamiento, permite a la inclinación, antes trabada; que fluya y se estii~ plenamente, Entonces parece que nuestro. «querer» tiene un poder activo¡ cuando, en rigor,lo único que ha hecho es levantar las esclusas que contenían aquel ímpetu preexistente. .El sumo error, desde el Renacimiento hasta nuestros días, fue cree~ -.con Descartes- que vivimos de nuestra conciencia\ de aquella breve por7 ción de nuestro ser que vemos·claramenteyen que nuestra voluntad opera, Decir que el hombre es racional y libre me parece una. expresión muy próxi~ ma a ser falsa. Porque; en efecto, poseemos razón y libertad; pero.ambas poc. tencias forman sólo una tenue película que envuelve él' volumen de nuestro ser, cuyo iµterior ni es racional ni es libre. Las ideas mismas.de•quela razón se compone nos llegan hechas y listas de un fondo oséilro, enorme,.que está situado debajo de;nuestra conciencia·. Parejamente, los 'deseos se presentan en el escenario de nuestra menteclara como actores que vienen ya vestidos y recitando su papel de entre los misteriosos, tenebrosos bastidores.Ycomb. sería falso decir que un teatro es la pieza que se representa en su iluminado escenario, me parece, por lo menos, inexacto decir que el hombre vive de su. conciencia, de su espíritu. La verdad es que, salvo esa somera inteívenciórrde nuestra voluntád,.vivimos de una vida irracionál que desemboca en la coii" ciencia, oriunda de la cuencalatehte, del fondo invisible que en rigor so~ mos. Por eso el psicólogo tiene que transformárse. en buzo y sumergirse bajo la superficie de las palabras, de los actos, de los pensamientos del prójimo, que son mero escenario. Lo importante está detrás de todo eso. Al es~ pectador le basta con ver a Hamlet que arrastra su neurastenia por el jardín ficticio. El psicólogo le espera.cuando sale por el foro¡ y quiere conocer, en la.penumbra.de.telones.y.cordajes;qtiién es el actor que hace deHamlet! '" . Es natural; pues, que busque los escotillones y rendijas por donde des, !izarse a lo profundo de la persona. Uno de estos escotillones es.el amor.)la7. hamenté la dama que pretende ser tenida por exquisita se esfuerza en eng¡¡:c ñamos. Hemos visto queamaba a Fulano. Fulano es torpe•, indelicado; sólo atento a la perfección de su corbata yal lustre de su '«Rolls».
existan algunas suficientes para dar al traste con la verosimilitud del aserto. Sin embargo;las que de hecho suelen salir al paso me parecen inoperantes, · poco rigorosas, nnprovisadas por un juicio sin cautelas. Se olvida que la psi. cología del•erotismo sólo puede proceder microscópicamente, Cuanto inás íntimo sea el tema psicológico de quése trate; mayor será la influencia del detalle. Ahora bien: el menester amoroso es uno de los más íhtimos:Probablemente, no hay más que otra cosa aún más íhtima que•el amor: la que pudiera llamarse «sentimiento metafisico», o sea; la impresión radical, última, •, básica, que tenemos del Universoc · Sirve ésta de fondo y soporte al resto de nuestras' actividades; cualesquiera que ellas sean. Nadie vive sin ella, aunque no todos la tienen dentro de sí subrayada con la misma claridad. Contiene nuestra actititd•primaria y decisiva ante la realidad total; el sabor que el mundo y la vida tienen para nosotros. El resto de nuestros sentires, pensares, quereres, se mueve ya sobre esa actitud primaria y va montado en ella, coloreado por ella. Precisamente, el cariz de nuestros amores· es uno de los síntomas más próximos de esa primigenia sensación, Por medio de él nos es dado sospechar a qué o en qué tiene puesta su vida el prójimo. Ye5to es .lo que interesa más averiguar: no anécdotas de su existencia, sino la· tarta a que juega su:vida.Todos nos damos alguna cuenta de que en zonas de nuestro ser más profundas· que aquéllas donde la voluntad actúa está ya décidído a qué tipo de.vida quedac mos adscritos.Vano es el ir y venir de experiencias yrazon'arnientos: nuestro corazón, con terquedad de astro; se siente adscrito a una órbita predeterminada y girará pór su propia· gravitación hacia el arte o la ambición política o el placer sexual o el dinero, 'Muchas veces, la existencia·aparente del individuo 'va al redropelo de su destino íntimo, dando ocasión a sorprendentes disfraces: el hombre· de' negocios que oculta a un sensual, o el escritor que es en verdad sólo un ambicioso de poder político.
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Contra estajdea de.que en la ele,cc:ión amorosa revelamos nuestro más auténtico fondo, .cabeninnumerables objeciones.' Es posible que entre.ellas .
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Al hombre normal le «gtistali» casftodas las mujeres que pasan cerca de él. Esto permite destacar más el carácter de profunda elección que posee el amor. Basta para ello con no confundir el gusto y el amor; La·buena moza transeúnte produce una irritación en la periferia de la sensibilidad varonil, mucho más impresionable -sea dicho en su honor- que la de la mujer. Esta irritación provoca automáticamente un primer movimiento de ir hacia ella. Tan automática, tan mecánica es esta reacción, que ni siquiera la Iglesia se.atreve a considen,irla cm;no figura de pecado. La Iglesia ha,sido en otro tiempo excelente psicóloga; y es una pena que se haya quedado retrasada en
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los dos últimos siglos. Ello es que, clarividente, reconocía la.inocencia de todos los «primeros movimientos». Así, éste de sentirse.el varón atraído; arrastrado hacia la mujer que taconea delante de él.. Sin ello no habría nada ·• de lo demás-.nUo malo ni lo bueno, ni el vicio ni la virtud! Sin enibargo, Iá · .·. eXpresión i> porque parte dela periferia.misma.donde se1ha recibido la. incitación, sin .. ,.. que en él tome parte lo interno dela persona. ·. Y, en efecto, a esa atracción que casi toda mujer ejerce sobre el hombre, y que viene a ser como la llamada que el instinto hace al centro profundo:dé nuestra personalidad, no suele seguir respuesta o sigt1e.sólo.respuesta riega ti, va. La habría: positiva cuando de ese centro personalísimo brotase. un seqt timiento de adscripción alo que acaba.de atraer,nuestra periferia.:raLsenti;; miento;cuando surge, liga eLCentro o eje de miestra1alniá a.aquella sensación· externa; o. dicho de otro modo: no sólo somos atraídos en nuestra periferia; sino. que váinos por nuestro. pie1hacia esa atra9ción, ponemos'en ella nuestró • sertodo. En .suma:·no sólo somos atraídos, sino que nos interesamos. Lo,uno se diferencia delo otro ·conio. el set arrastrado del ir uno por sí mismo. ·· ·· ·, Este interés es etamor; que actúa. sobre.las innumerables atracciones sentidas, eliniinando la mayor parte• y fijándose sólo en alguna. Produc~; pues, una selección sobre el área ámplisima.del instinto, cuyo papel queda .. asírec;onocido y a Ja vez limitadó1. Nada es más necesario; para esclarecer un poco los hechos del amor, que definir con algún rigor la interyentlón ellos deLinstinto sexu111. Si es una tontería decir. que e!verdadero. amor del hombt.e a ra·mujer,y viceversa, no tiene·nada de sexual¡ es otra tontería creerº'" que amor es sexualidad. Entre otros muchos rasgos que los diferencian; hay éste, fundamental, de que el instinto tiende a ampliar indefinidamente.el número de objetos. que•hsatisfacen, al paso que el amor.tiende al.exclusi¡ vismo. Esta oposición de.tendencias se manifiesta claramente en el· hecho deque.nada.inmunice.tanto al.varón para. otras atracciones.sexuales como el amoroso entusiasmo por una determinada mujer. Es, pues, el amor, por su misma esencia, elección. Y como brota del centro personal, de la profundidadaníniicaAos principios.selectivos quela deciden son. a la vez las preferencias más íntimas y arcanas que•fotnian : nuestro carácterindividual. •,•,u . · · , ·
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amor' sería·una segurida:pptencia· de selec;:ción m?cho másrigo~~sá. ·
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He indicado que el amor vive del detalle y procede microscópicamente. El instinto, en cambio, es macroscópico, se dispara ante los conjuntos. Diría5e• que actúan ambos desde dos distancias.diferentes. La•belleza que atrae tara vez coincide con la belleza que enamora. Si el indiferente y el.enamorado pudiesen comparar lo qtie para ambos constituye la belleza) el encanto de una y misma mujer, ?e sorprenderían de lamcongruenda.ELihdiferente.enc contrará ~a belleza en las grandes Líneas.deLrostro y de la figura-.lo que; en efecto, suele llamarse belleia. Para el enamorado no existen; se han borrado ya esas grandes.líneas, arquitectura dela persona amada que se percibe dese delejos. Si es sinéero, 'llamará belleia a. menudos. rasgos sueltos, distantes entre sí: el color dda pupila, la comisura de loslabios, el timbre de su :voz... Cuando analiia su:sentimiento•ypersigue la trayectoria de'esto que va desde su interior al serquerido;.nota que el hilo del amor:va a anudarse en esas menudas facciones Y• de ellas se nutre en todo'instante• Porque, no hay duda, el amor se alimenta continuaniente,·se embebe.de:causay,razónde amar contemplando realó.imaginariamente las gradas de lo amado: Vive en forma de incesante confirmación. (El amor es monótono, insistente, pesadísimo; lJ.o soportaría nadie que se le repitiese muchas vece? 1afrase más ingeniosa, y; en cambio, exige la reiteración innumerable de que el ser amado lé ama. Viceversa: cuarido alguien no ama,. el amor que'le es dedicado le.desespera, le atosiga por.su extremada pesadumbre). Es importante acentuar este papel que los detalles.de la.fisonomía y del gesto juegan en el amor, porque sori el elemento más e:Xpresivoidonde sere" vela el ser auténtico de la persona que, al través de ellos, prefetimos; La otra belleza que se percibe a distancia, sin dejar de poseer significado.expresivo y exteriorizar un modo de ser, tiene un valor estético independiente, un encanto plástico objetivo,.a que alude el nombre de belleza.Y sería, me parece; un error creer que es esta belleza plástica la quefija el entusiasnio. Siempre · ,he visto que de las mujeres plásticamente más bellas se enanioraban.poco los hombres. En toda sociedad existen algunas «bellezas oficiales», qiie en . teatros y fiestas la gente señala con el dedo, como monumentos públicos; pues bien: casi nunca va a ellas el fervor privado de los varones, Esa belleza es tan resueltamente estética, que convierte a la mujer en objeto artístico, y con ello la distancia y aleja: Se la adniira --sentimi~nto que implica lejanía-, pero no se la ama. El deseo de proximidad-,' que,esJa.avanzada del amor,. se bace,.desde luego;imposible. La gracia eXpresiva de un cierto,niodo de ser, no la corrección o per7 fécción plásticas, es, ami juicio, el objeto que eficazm~nte provoca,elamor. :Y,viceversa: cuand,o en vez.de un amor verdadero se, encuentra,ebujeto .·lanzado a un embalamiento falso .-por amor propio, por curiosid¡id; .por
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obcecación-, la sorda incompatibilidad que en el fondo siente con ciertos detalles dela otra persona es el anuncio deque no ama. En cambio, faincQr rrección o imperfección del semblante, desde dpunto de vista de la belle" za pura, si no son monstruosas no estorban al amor: · ·Con la idea debelleza; como con una·losa de espléndido mármol, se na aplastado :todá: posible delicadeza y jugosidad en la· psicología :del amol'. Con decir que el hombre se enamora: de la mujer que: le-parece guapa se: cree haberlo dicho todo; cuando; en rigor, no se ha dicho nada. Eterior procede de la herencia platónica. (Es incalculable hasta qué estratos· de la humanidad occide:rí.talhanpenetrado elementos delaantigua filosofía. El hombre más inculto usa vocablós y conceptos de Platón, de A'ristqteles, de los estoicos)¡ Fue Platón quien conectó para siempre amorybelleza.:Sólo que pafa él la belleza nosignificaba prbpiamentda perfección de un cuerpo; :sino · : que era el nombre de toda perfección,laforma, por decirlo así, en que a:los .. ojos griegos se pre5entabatodo lo valioso. Belleza era optimidad. Esta pee culiaridad de vocabulario ha1 descarriado la meditación posterior sobre el erotismo: · Amar es algo más grave: y significativo que entusiasmarse conlas líneas de una cara y el color de unas mejillas; es decidirse por un cierto tipo dé hut manidad que: simbólicamente va.anunciado en los detalles del rostro, dela. voz y del gesto. .Amor es afán de engendrar en la belleza; tihtein en ta halo -decfa P[ac . tón. Engendrar;. creación de futuro: Belleza, vida óptima. El amor implicl\. una úítima adhesión a i:iertotipo de vida humana que nos parece el mejor y que hallamos preformado, insinuado en otro ser. .• Y esto parecerá abstracto, abstruso, distante de la realidad concreta;se,c ñora mía. Sin embargo; orientado por esa abstracción, acabo de descubrir : en la mirada que usted ha dirigido a X... lo que para usted es la vida, ¡Bebá" mos•otro" coch-taill . -··
III .
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Es lo mas frecuente que el hombre•amevarias véces en snvida.•Esto•da lugar a una. porción de cuestiones "teóricas, encima de las prácticas que.et.: amador, por su cuenta, tendrá que solventar. Piffejemplo: ¿es constitutivá para la índole del varón esa pluralidad sucesiva de amores o es un defecto, un vicioso resto de primitivismo, de barbarie; que en él queda? ¿Seria1lo' ideal; lb perfecto y deseable, el amor único? ¿Existe alguna diferencia;ipc)f lo ·qu'e a esto serefíere, entre el hombre norm.al y la mujer normal? :.:rnl '
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Ahora vamos a. evitar todo intento de contestación a tan peligrosas preguntas. Sin permitirnos opinar sobre ellas, tomamos, sin más, el hecho in-discutible de que casi siempre el varón es plural en amor. Como nos referi~ ·mos a las formas plenarias de ese sentimiento, queda excluida la pluralidad de coexiste;ncia y ¡:etenemos únicamente la de sucesión. ·.¿No encierra este: hecho una seria dificultad parala doctrina aquí sustentaéia de que la elección amorosa descubre et ser radical de fa persona? Tal vez; pero antes conviene refrescar en el lector la observación trivial de que esa variedad de amores puede ser de dos clases. Hay individuos que aman· a:lo largo de su vida varias mujeres; pero todas repiten con clara in~ sistencia el mismo tipo defeminidad:Aveces, la coincidencia llega hasta mantenerse dentro de un mismo formato fíSico. Esta suerte de: fidelidad larvada en que al través de muchas mujeres se ama, en rigor; a"unasola•mujer genérica, es sobremanera frecuente y constituye la más directa prueba de la idea que sustentamos:. -r · · Pero en otros casos, las mujeres sucesivamente amadas por. un hombre, o los hombres preferidos por una mujer, son, enverdad, de condición muy distinta. Mirado el hecho desde aquella idea, significaría que el ser radical del hombre había variado de un tiempo a otro. ¿Es posible este cambio en la raíz misma de nuestro ser? El problema e:S de grueso éalibre, acaso el deci. sivo, para una ciencia, del carácter: Durante la segunda mitad del'sigló XIX era sólito pensar que el carácter de la persona se iba: formando •de fuera dentro. Las experiencias de la vida, los hábitos que ehgenéiran, los influjos del contorno, las vicisitudes del.a suerte, los estados fiSiológicos irían decantando; como un poso, eso que llamamos carácter. No habría, por lo tanto, un ser radical de la persona, no habría una estructura intima previa a los sucesos de la existencia e independiente de ellos. Estaríamos hechos, como la bola de nieve, con polvo del camino mismo que vamos recorriendo. Para esta manera de pensar, que excluye un núcleo radical en la personalidad, no existe, claro es, el problema de los cambios radicales. El llamado carácter se modific caría constantemente: conforme se va haciendo, se va también deshaciendo. Pero razones de bastante peso, que no es oportuno acumular aquí, me ihclinan a la creencia opuesta, según la cual parece más tiactó decir que vivimos de dentro a fuera. Antes de que sobrevengan las contingencias externas; nuestro personaje interior está ya en-lo esencial formado, y aunque-los casos de la existencia influyan algÓ sobre él, es mucho mayor el influjo que el ejerce sobre éstos: Solemos ser increíblemente impermeables a lo que cae sobre nosotros cuando no es afín con ese «personaje» nato que en última instancia somos. Entonces -se dirá-, no cabe hablar tampocq de cambios radicales: El que éramos al nacer seremos a la hora de morir.
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No, no. Precisamente, esta opinión goza de elasticidád suficiente para . amoldarse a los hechos en todo su ala_beo. Ella nos permite distinguir entre··• las pequeñas modificaciones que los acontecimientos extemos·introducéh en nuestro modo de ser y otros cambios más hondos que no·obedecena esos motivos de azar, sino a la índole misma del carácter.-Yo-diría que elcá~ rá_ct_er cambia, si por este. cambio se entiende propiamente una. evolución, • Y esta_ evolución, como la de todo organismo, es provocada y dirigida por razones internas, connaturales' al ser mismo, innatas como su.carácter! El · lector. tendrá seguramente la 'impresión de. que unas veces las transfor; maciones de sus prójimos le parecen frívolas, injustificadas; cuando no • oriundas de lo ihconfesable, ..pero .que en otros casos la mutación•posée toda la dignidad y todo .el sentido de un crecimiento: Es el brote. que se•ha.(ce árbol; esJadesnudez de hojas que precede ala foliación¡ es el fruto i:¡ue sigue ala.fronda.. · ,, Contesto, pues, a la objeción anteceden¡e. Hay personas que no.evolú~ · ciohan, caracteres relativamente anquilosados (eh general;Jos de menos vi~ talidad: prototipo, el «buen-burgué5f>). Éstas persistirán dentro de uh inva" riable esquema de elección amorosa. Pero hay individuos con carácter fértil; rico de posibilidades y destinos, los cuales esperan en buen.orden su hora de explosión.. Casi puede afirmarse que éste es el caso nohnaL La per±. •·· sonalidad eX:perimenta en el transcurso de su vidá.dos o tres grandes tran5~ i. formaciones, que son ébmo estadios diferentes de una misma trayectoria· moraL Sin perder la·solidaridad, más áúri,•la homogeneidad radical con · nuestro sentir de ayer, Cierto día advertimos que .hemos ingresádo en uria -· nueva etapa o modulación de nuestro carácter. A esto llamo cambio radicaL No es más, pero tampoco es menos 1• Nuestro ser profundo pareée en cada una de esas dos o tres. etapas girar sobre sí mismo. unos grados, desplazarse hacia otro-cuadrante del Universo y orientarse hacia nuevas constelaciones¡ _ ¿NQ· es s:ugestivo azar que el número de verdaderos amores_porqtie.sueo_:Cle pasar el hombre normal lleve. cási siempre la misma cifra: dos, tres?. ¿Y; adé{:· más, que cada uno de esos amores aparezca cronológicamente localizadmen cada _una de estas etapas del carácter? No me parece; pues; exorbitante ver en la pluralidad de amores.la más agudaconfirmación de la doctrina;ihsi+ nuada aquí.Al nuevo modo de sentir la·vida se ajusta rigorosamentela.pr~ ferencia por un tipo distinto de mujer. Nuestro sistema de valores se.h.a·al~c terado un poco o un mucho-siempre enfidelidádJatente con el antiguo¡· pasan a primer término calidades que antes .no estimábamos, que tal.v~z.-ili.. , l'El ff!riótTieno rriás cüriri~O ·y eXltemo es la fccbnversfón»;'la'lntila~ión Súbhá; d~ cani·Cói~-
tastrófico, que a veces-sufre la persona. Pemútase que ahora deje intacto tan·diffcil tema~"_1:f.:n:r:t
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siquiera percibíam0s, y un nuevo esquema de selección erótica se interpone entre el hombre y las mujeres transeúntes. Sólo una novela ofrece instrumental adecuado para dar evidencia a ·este pensami~nto. Yo he leído trozos de una·-.que tal vez no se publique jamás-.-. cuyp tema. es precisamente éste: •la evolución profunda de un carácter varonil vista al través de sus. amores. El autor -+y esto .es lo interesante.,.-, insiste por igual en mostrar la .continuidad del carácter a lo largo de stis cambibsy'el perfil divergente que éstos poseen, esclareciendo así la lógica viviente, la génesis-inevitable de estas mutaciones.Yuna figura demujerrecogey concentra. en cada etapa los rayos de aquella vitalidad•qtie evoluciona, como esos fantasmás que'con luces y reflectores se logra.formar sobre una densá a troósfera.•
PARÉNTESIS. . Mis ensayos, que suelen.ir apareciendo segmentados, como trozos de anélido, en el periódico El Sol, me propmcionan grato pret¡;xto para conocer almas de españoles y españolas que personalmente me serían. distantes e ig" noradas. Recibó, en efecto, con halagadora frecuencia, cartas de_córroboración, o de protesta, o de disputa. Mis ocupaciones me impiden, según fuera correcto y a la pardeleitable, contestar a-esos gestos epistolares tan útiles, tan fértiles para un éscritor. En lo sucesivo procuraré alguna-vez espumar de esa correspondencia lo que parezca más fecundoyde general provecho .. Para empezar, transcribo una carta anónima que me llega·de Córdoba. El que la manuscribe parece persona muy discreta, salvo en guardar el anónimo. · «He leído.su folletón de EL Sol- "La elección en amor"¡ como leo cuanto de lo que 'usted escribe llega a mis manos, para deleitarme con sus finas y originales observaciones: Esta predisposición favorable de mi espíritu hacia 5u obra me da áhimqs para señalarle algo que considero erróneo en su-último artículo' ' '. , »Conformes en que el gestbyla fisonomía nos permiten adentramps, como Pedro por su casa; pdr el descuidado (y acaso también por el Vigilante) espíritu del vecino. De tal suerte coincido .con usted en este punto, que algo tengo 'escrito y'publicado sobre ello • •)>Lo . que, a·mijuicio, no puede sostenerse coh,verdad, es que "en la elección de amada revele sufondo esencial elvarón; en la elección.de amado, la mujer'?, ni en.que el tipo preferido dibuje el perfil de nuestro corazón. »Hasta me a,trevería a asegurar que.esas automáticas protestas que tal afirmación suele provocar entre sus oyentes,-Ihás que el malestar inquie;-
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tante dé sentirse inesperadamente desnudos ante el observador, son la rec pugnancia, acaso no razonada, que ofrece una idea que no' admitimos, que· no podemos admitir, aunql:le todavía no sepamós el porqué de ello. »El amor (la pasión sexual, con o sin ringorrangos líricos), ·sustantivo de un verbo eminentemente transitivo, es en cierto sentido el más intransitic vo; el más hermético de todos, porque empiezay acaba en el sujeto, porque destl alma se alimenta yno tiene más vida que la que el mismo,sujeto ledm · »Claro es que el amante, por la apetencia, sexual, busca al.individuo del sexo contrario, y que cada uno quiere encontrar en el otro cierta préF porcionalidad física; pero nada tendría de extraño que el egregia carácter de una mujer fijara sus entusiasmos en un hombre vulgar; y viceversa. »Por el amor sí puede conocerse al amante; pero no por el objeto amac do. Cada persona ama con la plenitud de su espíritu, con fuerza suficiente para poner en el amado cuantas delicadezas y finuras necesite el alma del amante (o sea, su propia alma); como la linterna mágica o el cinematógrafo ponen en el lienzo la línea y el color que están en ellos, como Don Quijote enAldonza Lorenzo y Nelson en lady Hamilton (la corza del paisaje de principios del siglo XIX) pusieron lo necesario para que sus almas se pos" traran ante esas dos mujeres; , ' .. »Yhago punto, porque ya queda en síntesis formulada la objeción,yno,. , ' ·· quiero molestarle inútilmente». Agradezco sobremanera la objeción, sólo que preferiría recibirlas de ma~ yor eficacia. Ya el intento de reducir el amor a sexualidad enturbia a liminela cuestión. En la serie de artículos «Amor en Stendhal», que El Sal publicó este otoño; creo haber mostrado el error evidente que hay en tal reducción; Basta advertir el hecho constante de que el hombre desea sexualmente, con unaµ otra intensidad, innumerables mujeres, en tanto que su amor, por hipertrófico y pululante que sea, sólo se fija en unas cuantas, para que resulte imposi~ ble identificar ambos ímpetus. Pero, además, el amable corresponsal dice que .... «cada persona ama con la plenitud de su espíritu»; Malpuéde entonces ser el amor «apetencia sexual» sin más. Y si es más, si a la brama del sexo agrega1el espíritu su heterogénea colaboración, tendremos un, movimiento psíquico mu}' diferente del mero instinto, y que es el que llamamos amor. . ,•• Yno está bien calificar tan sustancial añadido de «ringorrango lírico»'. Fuera suficiente que en un minuto de calma, junto al aljibe, entre los geranios. y mientras resbalan sobre el patio cordobés las nubes viajeras,, se entretu" viese en fijar el diferente significado que tienen las palabras amar y deseár, Vería.entonces este discreto cordobés que amor y deseo o apetito no se pá~ . recen:en nada, aunque el uno sea suscitado por el otro: lo que se desea puecie .. alguna vez llegar a amarse; lo que amamos, porque lo amamos, lo deseamos;
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Hubo un tiempo-por ejemplo, el del «resentido»,Remigio de Gourmont-. en que parecía una superficialidad de análisis dejarse «enga'ñarn por la retórica del amor, y se subrayaba bajo él, el tirón sexual (Physique ·de l'amaur). En verdad que se ha exagerado mucho el papel de este iústinto en el homb.re. Cuando se iniciaba esta psicología peyorativa y aviesa-'-fines del XVIII-., dijo ya Beaumarchais que «beber sin sed y amar en todo tiempo es lo único que diferencia al hombre del animal». Está bien; pero ¿qué es preciso añadir al animal, «amante» una vez al año,, para hacer de él una criatura que «ama» en las cuatro estaciones? Aun quedándonos en el piso bajo de la sexualidad, ¿cómo es posible que del animal, tanindolente en amor; proceda el hombre, que se manifiesta en la materia tan,superlatívamente laborioso? Pronto caemos en la cuenta de que en el hombre prácticamente no existe, hablando con rigor, el instinto sexual, sfoo,que se da casi siempre indisolublemente articulado, parlo menos con la fantasía;" ' Si el hombre no poseyese-tan generosa, tan-fértil imaginación, no «amaría» sexualmente, como lo hace, en toda posible ocasión. La mayor parte de los efectos que se cargan al instinto no proceden de él. Si así fuese, aparecerían también en el animal. Las nueve décimas partes delo qtle se atribuye a la sexualidad es obra de nuestro magnifico poder de imaginar, el cual no es ya un instinto, sino todo lo contrario: una creación. Apunto aquí sólo la advertencia de que probablemente la notoria'desproporción entre el sexualismo del hombre y el de la mujer, que hace a ésta, normalmente, espontáneamente, tan moderada en «amor», coincide con el hecho de que.la hembra húmana suele disponer de menos poder imaginativo que elvarón. La naturaleza, con tiento y previsión, lo ha querido así, porque de acaecer lo contrario y hallarse la mujer dotada de tanta fantasía como el hombre, la lubricidad hubiera anegado el planeta y la especie humana hubiera desaparecido, volatilizada en delicias 1• Como esta idea que nove en el amor más realidad que el instinto sexual' se halla muy extendida y bien instalada en las,mentes, me ha parecido útil publicar la carta cordobesa, que nos da.una vez más pretexto para intentar su evacuación.Termina el anónimo reconociendo que «por el amor se puede conocer al amante; pero no por el objeto amado». A lo que yo responderla, evitando 1 La lujuria no es un instl~to, sino· Una ~feaC:iÓ'n esP.~cificaril.Cnt~·humaÍia'~O·~o lá literatura. En ambas, el factor más inipórtante es 1a irríaginación. ¿Por qué loS p:Siquiiltras'no eStudian J~)ujuria .baj9 ~ti; ángulo, como_un género literario que ti_ene sus, orfgenes,_sus leyes, su_evolución ysus lim~tes? ·.· _, _ ··.". _ . _ _ .: ·_· 1 Si aden1.á5 de los in.StintoS corporales tiene el alma también inSUntos, conio ya·creo, la discusión habría que plantearla de manera muy distinta.
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muchas palábras: l.º ¿Cómo es posible conocer el amor del amante por método directo, si, a fuer de sentimiento, pertenece al arcano de la intimidad? La elección de objeto es eLgesto que nos permite adivinarlo. 2.º Si en el amor lo ponetódo el amante, ¿por qué azar lo fija en esta mujer y no en aquélla?, ¿por qué este discretísimo lector no evita reincidir en la otra idea, que; junto a la interpretación sexualista,más _caminos cierra en psicología del a~or-la «cristalización» de Stendhal? Según.ésta, serían siempre imac ginariaslas gracias que suponemos en lo amado. Amar sería equivocarse. Largamente combato•enlaserie arriba citada este pensamiento, favorecido con mucha mejorfortuna quela merecida. Mis razones en contra pueden resumirse en dosrUnarno es verosímil-que ninguna actividaclnormal del hombre consista en un _esencial error.. El amor se_ equivoca algunas veces, como se equivocan los·ojos y los oídos. Pero, como_ éstos, su normalidad consiste.en un.acierto suficiente. Otradmaginarías o rio, el amor va a.ciertas gracias y calidade?. Tiene siempre un .objet9; Y aunque la persona real no coincid,a con.este objeto imaginario,' algún motivo de afinidad existirá entre ambos que nos lleve a suponer tal mujer, y no tal.otra, .como el substrato y sujeto de aquellos encantos; 1
Toda idea que reduzca el papel de ambos ingredientes en el destino de la persona y quiera descubrir en éste una Iey interna, radicada en el carácter turar el paso. por donde podía penetrar en la mente, ser entendida: y luego ser juzgada. Añádanse a esto las malas inteligencias habituales, que' .casi siempre consisten.en añadidos espontáneos que el lector imbuye en la idea.del autor. A este género pertenecen las más numerosas objeciones que recibo. Entre éstas, a su vez, la más frecuenté estriba en hacer notar.que 'si amásemos. la rhujer. cuya persona refleja.nuestro íntimo modo de ser, no. sería tan frecuente' la infelicidad que sigue a la pasión o en ella miSma se engenclra. I.o cual sugiere que' estos amables lectores han unido arbitrariamente a esa afinidad· entre el amante y su objeto sustentada por mí, la de una. felicidad.consecuente .. Ahora bien:'yo-creo que lo.u'nono tiene nada que ver con ló otro. Un hombre vanidoso en su última raíi-·-cómo suelen serlo los «aristócratas» de·sangre, por decaídos que estén~.seienamorará de una mujer vanidosa también; La consecuer¡cia de esta elección es, inevitablemente, la infelicidad. No confundamos las consecuencias de la .elección con ésta misma; Al propio tiempo contesto a otro linaje.tle objeciones muy elementales, muy obvias y, por lo mismq, muy reiteradas, Se dice que, en muchos casos, uno u otro de los amantes se h¡¡ equivocadm·creyó que su elegido era de una manera y luego resulta ser de otra. ¿No es ésta una de las canciones más repetidas en la usual psicología del amof?A cteerla, seria cási, casi lo normal el quid pro quo, la equivocación. Aquí se separan nuestros caminos.Yo no puedo, sin hartura de razones, aceptar teoría ninguna según la cual resulte que la vida humana, en una de sus más hondas y graves actividades-como es el amor-, es Un puro y casi constante absurdo, un•despropósito y una equivocación. No. niego que éstos puedan alguna vez producirse, como. acontece en la visión corporal, sin.que ello invalide el acierto de nuestra percepción sana; Pero.sise insiste en presentar la equivocación como un hecho de.normal frecuencia, diré que' me parece. falso, oriundo de insuficiente observación. La equivocación, e'nla mayor parte de los presuntos casos', no existe:Ia perso~ na es lo que pareció desde luego, sólo que después se sufren las consecuencias de ese modo de.ser, y a esto es a lo que llamamos nuestra equivocación. POr ejem#lo::no es,raroé[µ~lajóv7h9\lrgues~\ª madiileña s~ el/:aíiiiJre d~ ¡m hómbrepor;cierta soltura y como audacia que rezuma su persona. Siempre está Sob,re]as circunstancias, presto a resolverlas COI/; una frescura y 'un doJ!ilnio é¡ti~ ~~ravillanyqueprocfcqél'l, !:ridefiriitiva, de una absolI1ta falta de respeto a todo lo divino y lo humano. No se.puede negar que tal elasticidad
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' _Estaidea de•é¡ue en' el amor hay elección -una elección mucho más efectiva que cuantas sé pueden hacer consciente, deliberadamente-, y que esa: elección rio es libre, •sino que depende de cuál sea el carácter radical del sujeto, tiene que parecer, desde luego, inaceptable a quienes conservan una interpretación psicológica del hombre que, a mi juicio, ha periclitado y de" be sustituirse. Consiste en la tendencia a exagerar la intervención del azar y ciela~u:m1.tingencias mecánicas- en la.vida humana.. "--'--'''- , _ Hace •sesenta años, o más,, los.hombres de ciencia ensayaron cuidadosamente.este punto de vista y aspiraron a construir una mecánica psico, lógica. Como siempre pasa, han tardado sus pensamientos una generación en llegar a.la conciencia del homb¡:-emedio culto, y ahora todo nuevo intentó de ver más exactamente las cosas encuentra las cabezas amuebladas ccin los. ca_ducos armatostes. Aparte, pues, de que la tesis aquí insinuada seaver-d~d p,e¡:-ror, tiel/:~ ppr fu~rza que ~~ocar fon corp~I1tes generales de pensamiento que ,llevan opuesta dirección; Se han acostumbrado .las gentes a pensar que los acontecimientos; cuya textura forma la existencia, no tienen sentido, l:iueno ni malo,.sino.quic sobreviene,I\pqr una mezcfa (le aiiary fiíl. talidad mecánica.
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de mov'imientos da a este tipo de varón una gracia 'de primer pronto que suele faltara caracteres más profundos: Es, en re5olución, el tipo de «cala'vera»1. La muchacha se enamora, pues, del calavera antes. de que ejecute sus calaveradas. Poco después; el marido le empeña las joyas y la 'abandona!. Las personas amigas consuelan a' la damita sin ventura por su « un cuerpo cuando vemos ante nosotros una figura humana. ¡Como si luego, porun acto mental nuevo y posterior, añadiésemos mágicamente y no se sabe cómo a ese objeto material una psique· tomada no se sabe de dónde!'. Lejos de acontecer así las cosas, ocurre•que nos cuesta gran trabajo separar y abs" traer ekuerpo del alma·,•suponiendo que lo logremos. No sólo en la con~. vencía humana; sino aun ene! trato i:oncualquiera otro ser viviente, lavi'sión física de su forma es a· la vez percepción psíquica de su alma o cuasi alma. En el aullido del perro percibimos su' dolor, y en la pupila deL tigre; sn ferocidad. Por eso distinguimos la piedra yla máquina dela figura con carné. !
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: _, ,·, . 1~~~~~·,de- 4ond.e Viepe ~W. ~res¡~~, t~i;i-gracfos~. d~ n~i:-5!1'º idiorn.a~ .Y _si ?.lgú,n .l~c.t,qL~~, no'ciese su origen de manera fehaciente, yó le agradecería mucho qu~ rhe lo comunicase~ -.SoS¡)e': chci que Se trata de las eScenas de vfolaCiPn' de·cémenteñós que la jiivfntud'doiáda püso ·di!'rií6dR cn'elR_enaci_ITI~ento. . .. . . ,._ __ . . . ._ _ . :¡ _ . : .. ;_., __ ·; ·_ :1 V~aSe ffi¡ epsa)r0,.L'1 PérCCz'dón del p,r.óji'1Jp 1_ 'e~ CJ ·"9lu_i:nen Tc_orfa de.A,n.~al~1fca (2~~.~4,i Cíón), j:lág. 'si,' lVéitsC 'ti:frnD"Vl'dé'e.Sias Obrlis corhp1ctas1 f,'s~bie todo., lá granpbrá de SChe1ex1: Wesen undF01i11en der S)'mpathie', 19µ. · 'ii'
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Carne es esencial y constitutivamente cuerpo físico cargado·de electricidad psíquica; de carácter, en suma.· Y el hecho de que a veces existan. formas equívocas y erremos enla percepción del alma ajena no servirá; repito; para invalidar el acierto normal'. Al enfrontamos con otra criatura de nuestra es" pecie nos e~, desd!! luego; revelada sú condición íntima:.. Esta penetración de nuestro .prójimo es mayor b menor, segúri sea nuestra 11ativa perspicacia. Sin ella no setíaposible el más elemental trato y la socialconvivencia. Cada gesto y palabra que hiciéramos herlr:ía a nuestro interlocutor. Y como rios percatamos del don aúditivo cuando hablamos con un sordo; advertimos la existencia de esa intuición normal que el hombre tiene para-sus semejantes cuando ttopezarrios coriun indiscreto, con una persona sin «tacto»; expresión.esta admirable, que alude a ese sentido de percépción espiritilal .con que':parece palparse el alma ajena; tocar su·perfil, laitspéreza o suavidad de su carácter, etc.étera. Lo que no podrá la mayor parte de las personas es «decir» cómo es eLprójimd que tiene:delante.. Pero el que no pueda «decirlo» no'.implica·que no lo esté•viendo; «Decir». es expresarse en conceptos, y el concepto· supone una actividadanalítica, específicamente intelectual, que pocos individuos han ejercitado;:El saber que se expresa en vocablos es SU" perior al que se contenta con terier algo ante los ojos; pero'éste.también es un.saber. Pruebe .el lector a desc:;ribir. con palabras lo que en cualquier moc mento está viendo,y,se sorprenderá de lo poco qué puede «decir» sobre aquello 'que tan claram~nte tierie ante sí. Y, sin embargo; ese saber visual nos sirve para movernos entre las cosas, para diferenciarlas-·-poi; ejempló: los diversos matiées sin nombre dé un color-, para buscarlás o evitarlas. En esta forma sutilísima actúa en nosotros la 'percepción que del prójimo tenemos, y muy especiahnente en el caso del amor. N0 se repita, pues, tan tranquilamente como diciendo cosa clara y sencilla, que el hombre se enamora de la mujer «físicamente», o viceversa, y que.luego sobreviene el choque con el carácter de quien amábamos. Lo que sí acontece 'es que algunas personas de uno y o trd sexo se enamoran de un cuerpo como tal, pero:esto' revéla precisamente su:modo dé ser específico. Es el carácter sensual del amante quien sugiere esta preferencia. Mas es preciso agregar que tal carácter se da con mucha menos frecuencia de lo que suele creerse. Sobre todo, en la mujer es rara tal condición. Por eso quien haya observado con algún cuidado el ahna femenina pondrá en duda, como suceso normal,. el entusiasmo erótico de la mujer por la bellezamascúlina. ',
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Y hast~ puede predecirse qué tipos de mujer serán la excepción a esta regfa'; Helos aquí: primero, las mujeres de alma un poco masculina; segundo,las que desde luego han practicado sirilimitaciories la.vida s.exual (prostitu, tas);.tercero, las mujeres normales que tienen tras de sí:una vida'sexualple~ namente ejercitada y llegan a la·madurezr cuarto, las que por su constitu? ción psicofisiológica vienen:al mundo dotadas de «gran temperamentm~; Estos cuatro tipos de mujer poseen.una nota común que les hace'coiíi~ cidir en una marcada debilidad ante la'belleza del varón; .Como es notorio¡ el alma femenina es mucho más unitaria que la del hombre; es decir, qu~ en el alma femenina se hallim menos separados unos elementos de oti:os que en la varonil. Así, es menos frecuente que en el hombre la disociación entre etplacer sexua1y:elafecto o entusiasmo. En fa mujer, aquél no se des~ pierta sin:éste tan fácilmente como en nosotros. Es precisoque hayaalgúµ motivo muy especial para que la sensualidad femen:ina se haga independie11c te y actúe por su cuenta y según su ley particular; Pues bien: en esos cuatro tipos de mujer se da el germen para que esa disociación dela sensualidad se produzca. En el primero; por la dosis de rnaséulinidad que hay:en ella; por tanto, dé menorunitarismo, de nativa separación entre las distibtas potenf cias. (La masculinidad en la mujer es uno de los temas más interesantes del~ psicología humana y merecía un estudio aparte). En: el segundo;la disocia~, ción se produce por el oficio mismo. ·Por eso;:más que nadie, la prostituta es sensible.al guapo (suponiendo que fa prostituta no sea un caso peculiarisimo de masf:ulinismo en la mujer). En el tercero, que es perfectamente normal, me refiero al hecho de que, corno suele decirse, «los sentidos de la mujer tare dan.en despertan>c La verdad es que tardan en hacerse independientes, yqrie sólo la mujer que ha hecho, aun dentro de todas las normas, una vida sexual prolongada y enérgica, llega efectivamente a manumitir su sensualidad. En el hombre; el exceso de imaginación: puede sustituir para los efectos del desarrollo sexualal efectivo ejercicio. En la mujer-cuando ria es masculk.~ na-, la imaginación suele ser paupérrima, ya: este defecto conviene atribuir en buena partela honestidad habitual de la hembra humana.
V Si el amor' es, en efecto, tan: dedsivamente elección como yo supong;o, poseeremos en él, a la par, una ratio cognoscendi y una ratio essendi delin~i~ vi~11º· Nos sirve de criterio ys~ñal para conocer el sub~uelo moral de ést~, corno, según el símil de Esq1ülo, los cor~hos flot¡i'rido entre las espumas4~1 · mar anuncian la red que rasca el áspero.fondo. Por otra parte, actúa causal-
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mente en la biografía de la persona, trayendo a ella, al más íntimo centro de ella, seres de determinado tipo y eliminando los restantes. El amor modela ·de esta suerte, el' destibo individual. Yo creo que no nos hacemos bien carg;o · de la enorme in:fluencia que sobre el curso:de nuestra vida ejercen nuestros amores. Pprque
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prototipo de feminidad que no se produce espontáneamente, sino que.va ' siendo modelado en larga obra secular, a fuerza de coincidir la mayoría de> los hombres en préferirlo. ·Asi, uri esquema cuidadoso e implacable de ta que es la archimujer española.arrojaría pavorosas luces sobre las cavernas· secretas del alma peninsular, Habría, claro·está, que destacar su perfil mer7 ceda comparaciones con la archifrancesa, la archieslava, etcétera. Lo fecun7 do;en.esto como en todo, es no creer que las cosas y los seres son lo que son porque.sí y.en.virtud de pura generación espontánea. No; todo lo qué es; lo. que está ahí, lo que tiene una forma, sea la que sea; es producto de una fuerr: ·· za, huella de una eriergía, síntoma de una actividad. Enes.te sentido; todo ha· sido hecho, y.siempre es .posible indagar cuál es.la potencia que lo ha fraguaL · do yqueeri esa.obra deja.para siemptela señal de sí mismaOEnel perfifnío7 ral de la mujer española quedan conservados los golpes de toda nue5tra his"• toria, como los martillazos quedau en el repujado de:un cáliz. .:• Pero lo importante en la preferencia am0rosa de una generación es sü ' poder causal. Porque, evidentemente, del tipo de mujeres que ella elija de7· pende, no sólo su existencia, sino, en buena parte, la del tiempo subsiguien~ te. En el hogar domina siempre el clima que !a.mujer trae y es. Por mµcha·} que. «mande» el hombre, su intervención en la vida familiar es discontinua; · periférica y oficial. La.casa es lo esenciahnente cotidiano, lo continuo, la sef . rie iridefinidade los minutos idénticos, el aire habitualquelos puhnoné!n tenazmente recogen y devuelven: Este ambiente doméstico emana:de•llf' madre y envuelve desde luego a la generación' delos hijos. Podrán ést
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quiero, ni mucho menos, negar a los individuos ~gregios, a las figuras excelsas, una intervención poderosa· en los destinos de una raza. Sin ellos no habrá nada que merezca la pena. Pero, cualquiera que sea su excelsitud y ·su perfección, no actuaránhístóricamente sino en la medida que suejem.plo e.influjp imp~egne al hombre medio. ¡Qué le vamos a hacer! La historia es, sin remisión, el reino de.lo mediocre:.•La Humanidad sólo tiene de rriayúsculala ha ch~ cOn que la decoramos tipográficamente ..La gebialidad mayor se estrella contra la fuerza ilimitada delo vulgar.. El planeta está, al parecer, fabricado para que el hombre medio reine siempre. Por eso lo iIDportante es que eLnivelmedio sea lo más elevado.posible,Ylo:que hace magníficos a los pueblós ria es· primariamente, sus grandes· hombres, sino lá altura 'de los innumerables mediocre~, Claro es que, a:¡ni:juic¡o; el nivel medio no.se elevará nunca sin la·existenciade ejemplares:superiore5,mo~ delos que•atraiga)l hacia lo alto l,a in~rcfa de lás muchedumbres. Poi: tauto, ]a,lntervención del.grande hómbne 'es sólo secundaria e indirecta. No son ellos fa realidad histórica; y.puede'ocurrir que un pueblo posea' geniales.individuos sinque por ello la nación valga hístóricainente más. Esto acontece.siempre que.la masa es indócil a esos ejemplares, no les ~igue, no se · "• .·: ·• perfecciona; · · , Es curioso quelos historiadores,•ha5ta hace poco, se ocupasen ex'clusi. váme'nte de lo extraorpmario, de]osrheclros sorprendentes; yno advirtiesen que todo eso posee sól9 un valor anecdótico, o; a lo sumo, parcial y que la realidad en historia es precisamentelo cotidiano, océano inmenso en que su vasta dimensión anega todo.lo insólito y sobresaliente. Ahora bien: donde lo cotidiano gobierna es siempre un factor de primer orden la mujer, cuya alma es en un grado extremo cotidiana. El hombre tiende· siemprn·más.a lo.extraordinario; por lo menos.sueña con la aventura y el cambio,consituacionestensas,.difíciles, originales. La mue . jer, por el:contrario,.siente una fruición verdaderamente extraña po'r.ila cotidianeidad. Se arrellana en el· hábito inveterado .y; .como. pueda, hará .de hoy un ayer. Siempre me ha paretido una:tolltería lo de souvent f en11ite va1ie¡ opiniónrformada·atropelladamente por el hombre enamorado con quien Ja mujer juega un rato,;Pero el punto de vista del galanteador es de muy reducido horizonte; Cuando.se contempla.a la mujer desdermayor distanciá y con.serena:retina, conmirada de zoólogo; se ve con sorpresa que tiende superlativamente a demorar en lo que está, a arraigar en. el uso, en la idea,. en la faena donde ha sido colocada;' a hacer, en suma/de.todo costumbre. Y r~ulta conmovedora la•mala inteligencia persistente que entre uno y otro;sexo .existe a.este respecto::eLhombre va a la mujer conio a una fiesta ya ,un frenesí; como . a un éxtasis querompaJa monotonía de la
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existencia, y encuentra casLsiempre un ser que sólo es feliz ocupado en faenas cotidianas, sea en zurcir la ropa blanca, sea en acudir al dancing. Tanto es así que, con gran-sorpresa por cierto, los etnógrafos,nos muestran queel trabajo fue inventado por la mujer; el trabajo, es decir, ra faena diaria y forzosa, frente a la empresa,, el discontinuo esfuerzo deportivo y 1a aventura. 'Por esb es la mujer quien crealos oficios: es la primera agricubtora, colectoray ceramista, (Siempre me ha extrañado que en un ensayo de GregorioMarañón titulado Sexo y trnbájo, nocSe cuente cori'este hecho, tan ,, ,, ' ele'mentalyriotorio). 'Cuando se entrevé é.n lo,cotidiario la fuerza dominante de fa historia, llega uno' a comprender el gigantesrioinflujo de lo femenino en los destinos étriicós y preocupa sobremanera qué·tij:Jo de n:injer haya sobresalido en el pasado de mi estro ,pueblo y cuál sea el que en; nuestro tiempo comienza a ser preferido. Cmripréndo; sin embargo; que esta preocupación no pea frecuente entre riosbtros, porque, alhablar,de)a 'm\J.jerespáñola, se resuelve todo recordando la ·presunta herencia de'los ~rabes yla iriterV'enciórr del cura. No discutamos ahora la porción de verdad que en semejante tesisre" sida.: Mi objeción a ella'espreyiayconsiste en hacer notar que, supoiliendo verídicos estos dos agentes del tipo femeilino español, resultaría éste prot ducido,exclusivamente'por elinflujo varonil, y; por tanto,, que esa tesis no. recela siquiemelinflujo•recíprocode la•mtijer sobre sí misma y sobre la his~ toria nacionaV ')
VI , ¿Cuál ha sido, el tipo de mujer'preferido én España' por la generación anterióranosotros? ¿Cuál el que nosotros hemos amadd? ¿Cuál el que pre" ,smiliblemente,va a, elegir lanueva generación? Tema:sutil, delicado, come prometido, como deben ser los temas sobre que se escnbe. ¿Para qué escric bir, stno se da, a esta óperación¡;demasiado fácil, de empujanunaplumá sobre'un papel cierto'riesgo tauromáquico'y no'nos,acercainos a' asuntos peligrosos, ágiles, bicornes? En este; caso, además; se trata de 1lna cuestión sobremanera importante, y es incomprensible que ella,u'otras parejas no sean,másfrecuentemente. tratadas. Se discute1argamenteuna ley financiera o un reglamento de circulación; y; en cambio; no' se comentan i1i analizan las tendencias sentimentales que llevan como' en brazos la vida íntegra de nuestros contemporáneos.' Y, sin embargo, del tipo de mujer predominan" te,dependen; en no eséasa!Ínedida,'1as ;instituciones políticas. Es ciego quien no encuentteuna.'estrecha correlación entre el Parlamento español
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de 1910, por ejemplo, y el tipo de mujer que los políticos de entonces habían alojado énsu domesticidad. Yo quisiera escribir sobretodo, esto, aun ·previendo que liabré de errar en las nueve décimas partes de mi juicio. Pero ·este sacrificio de equivocarse lealmente es casi la única virtud pliblica que el escritor, como.tal, puede,ofrecera sus convecinos. Lo demás,son vanos gestos de plazuela o velador de café; módicos;heroísmos que no, riaceri del órgano,peculiar a su oficio: la inteligencia. (Desde hace diez años, muchos escritóres españoles buscan en la política el pretexto.para no ser ·inteligentes). Mas arites de ensayar el diseño de.esos perfiles femeninos dominantes en.esta época española-·.intento a que conviene un.estudio aparte-·, quiero Uevar a su última corísecuencia de gran radio esta id~a de lit elección en amor. · Al pasar del individuo singular a lac masa de una generación; la elección 'amorosa se h.a convertido en selección~ y.nuestra idea desemboca,en el grariperisamiento de DarWin """'la selección sexuál-',--, potencia gigante que contribuye a la forja de nuevas formas biológicas .. Es de notai que este magc nífico pensamiento no ha podido aplicarse fecundamente i\ la historia humana:· quedaba recluido en el corral, en el redil y en la selvac, Le faltaba una rueda.para funcionar como idea histórica. La historia humana es un drama interior: pasa dentro de las almas. Y era menester trasponer a ese íntimo escenario la selección s.exuaLAhora veremos que en el hombre esta selección se hace por elección, y. que esta elección va;regida porideales profundos, fermentados erilo más subterráneo de la.persória_, A la idea de Darwinle faltaba esta rueda' y le sobra otra: en las.elección sexual eran elegidos, preferidos, los mejor adaptados, Esta idea de la adaptación es la rueda que sobra. Como es sabido, se trata de un pensamiento vago; impreciso. ¿Cuándo un organismo está especiahnentebien adaptado? ¿No lo están todos; salvo los enfehnos? ¿No puede decirse, por otra parte, que no lo esta plenamente ningurid?, etcétera; etcétera:' Y no es que yo abo e mirie' del principió. de.adaptacióu;, siri el cual no es :pbsiblewanejarse en biología. Pero es preciso darle formas mucho más complejas y sinuosas que las que le.dio Darwin; y; sobre. todo, es preciso dejarlo eri un puesto secundario! ,Porque;es falso defiilirla vida como adaptación. Sin un mínimum de ésta no es posible vivir;.peroio sorprendente dela vida es que, crea formas audaces,,atrevidísimas; pnmariamerite inadaptadas, las cuales, no obstante, se las arreglan, para aeomodarse·a un mínimum de; condiciones' y logran sobrevivir.:De suerte, quetoda especie viviente puede y.debe ser estudiada desde,dos,caras opuestas: como lujoso fenómeno deinadapfacióny capricho ,y como·ingenioso mecailismo .de adaptación,. Diríase que la vida ,en cada especie> se plantea un problema, de' a~pecto.insoluble para' darse·el
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gusto de resolverlo, generalmente con riqueza y elegancia. Tanto, que estú• diando las formas vivientes mira uno en derredor, a lo ancho del Cosmos', buscando el espectador entendido en vista de cuyo aplauso se toma todo este trabajq, alegre, la Naturaleza. · Ignoramos por completo cuáles sean los propósitos últimos que dirigén la selección sexual en la especie humana. Sólo podemos descubrir re7 sultados parciales.y hacemos algunas preguntas sabrosamente.indiscretas; Por ejemplo, ésta: ¿ha sido en alguna época normal quela mujer prefiéraal tipo mejor de hombre existente en ella? Apenas planteada la interrogación, entrevemos ya la grave dualidad: el hombre mejor para el hombre y el hom• bre mejor parala mujerno coinciden. Hay vehementes sospechas de que no han coincidido nunca. Digámoslo con toda érudeza: á la mujer no le han interésado nunca los genios, como no.fuera per accideJJS; es decir, cuando alo genial de.un hom• bre van adyacentes condiciones poco compatibles con la genialidad; Lo cierto es que las calidades que suelen estimarse más en el varóri para los efectos del progreso y grandeza humanos no interesan nada eróticamente a la mujer: ¿Quiere decirme qué le.importa a una mujer que·un hombre sea un gran matemático, un gran físico, un gran politico? Y así sucesivamente: todos.los talentos y esfuerzos específicamente masculinos que han engenO. drado y engrosado la cultura y excitan el entusiasmo varonil son nulos para atraer por sí mismos a la mujer. Y si buscamos cuáles son, en cambio, las' ca• lidades que la enamoran, hallamos que son Ias menos fértiles para la perc fección general de la.especie, la5 que meno's interesan a los hombres. El genio no es un «hombre interesante», según la mujer, y, viceversa, el «hombre interesante» no .interesa a los hombres. Un ejemplo extremo de esta ineficacia sobre la mujer aneja algrande hombre es Napoleón. Conocemo~ su vida minuto tras minuto; tenemos l~ lista completa de sus aproximaciones a.lafeminidad.Nofaltaba aNapoleó¡:i ··~ corrección corporaL De joven;-su delgadez aguda le.daba un aire.grácil de fino zorro corso; luego se redondeó imperialmente, y su cabeza es una.de la5 más hermosas desde el purito de vista masculino. Ello es que hasta su figura física ha exaltado .elfervory la fantasía de los artistas -pintores, escultorés; poetas-,y bien podían las mujeres haberse támbién entusiasmado un.pocó; Pues nada de eso; con grandes probabilidades de decir. la verdad, puede afir+ marse que ninguna mujer se ha enamorado deNapoleón dueño del.mundo¡ todas se sentían inquietas, .desazonadas y mala gusto cerca de él; todas peicsaban lo quejosefina, más sincera; decía. Mientras eljoven general,' apasió' nado, hacía.caer·en su regazo joyas, millones; obras·de arte, provincias, ca+ tonas, josefina le engañaba con el primer bailarín:que sobrevenía, y alrecibit
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aquellos tesoros, sorprendida·, exclamaba: «Il est dróle; ce Bonaparte», resbalando sobre fa rycargando sobre la l, como suelen las criollas francesas'. Es penoso· advertir el desamparo de calor femenino en que han solido vivir los pobres grandes hombres. Diríase que el genio horripila a la mujer. Las excepciones subrayan más la plenitud del hecho. Éste, que es de suyo · palmario, resulta más hiriente sise hace en él una operadónde multiplicar exigida porlarealidad. Me refiero a lo siguiente: ': En el proceso del amor es preciso distinguir dos estadios cuya confusión enturbia desde el principio hasta el fin la psicología delerotismo. Para que una mujer se enamore de un hombre, o vi'ceversa, es preciso que antes se fije en él. Este fijarse no es otra cosa que una condensación de la atención sobiela persona, merced a la cual queda ésta destacada y· elevada sobre el plano común: No tiene aún tal favor atencionaLnadá dé amor, pero es una situación prelimioar a él. Sin fijarse antes, no ha.lugar el fenómeno amoroso, aunque puede éste no seguir a aquél. Claro es que la fijación crea una atmósfera tanfavorable a la germinación de entusiasmo que lograrla equivale normalmente a un comienzo .de amor. Pero es de suma importancia diferenciar ambos momentos, porque en ambos rigen principios diferentes. Un buen número de errores en psicología del amor provienen de confundir las calidades que «llaman la atención», y, por tanto, destacan favorablemente al individuo, con aquellas otras que propiamente enamoran. Las riquezas, por ejemplo, no es lo que se ama en un hombre; pero el hombre rico es destacado ante la mujer por su riqueza. Ahora bien: un hombre ilustre por sus talentos posee superior probabilidad de ser atendido por la mujer; de suerte que, si ésta no se enamora, es difícil la excusa. Tal es el caso del grande hombre, que generalmente goza de luminosa notoriedad. El despego que hacia·él siente el sexo femenino debe, pues, ser multiplicado por este importante factor. La mujer desdeña al grande hombre concienzudamente, y no por azar o descuido. Desde el punto de vista de la selección humana, este hecho significa que la mujer no colabora con su preferencia sentimental en el perfeccionamiento de la especie; al menos, en el sentido que los hombres atribuimos a éste. Tiende más bien a eliminar los individuos mejores, masculinamente hablando, a los que innovan y emprenden altas empresas, y manifiesta un decidido entusiasmo por la mediocridad. Cuando se ha pasado buena porción de la vida con la pupila alerta, observando el ir y venir de la mujer, no es fácil hacerse ilusiones sobre la norma de sus preferencias. Todo el buen 1 Las relaciones entre Napoleón y Josefina están bien contadas en el reciente libro de Octavio Aubry: Le ron1an dcNapoléon, Napoléon et]oséphinc, 1927.
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deseo que a veces muestra de exaltarse por los hombres óptimos suele fra~ · casar tristemente, y; en cambio, se la ve nadar a gusto, como en su elemen'to, cuando circula entre hombres mediocres. Éste es el hecho queJa observación apronta;. mas no se crea.que al formularlo va in.dusa una censura.al carácter normal de la mujer. Repito que los propósitos dela Naturaleza quedan superlativamente arcanos.•¿Quién sabe si a la postre conviene este despego de la mujer hacialo.mejor?Tal vez· su papel en la mecánica de la historia es ser una fuerza retardatariafrente a la t1lrbulenta inquietud, al afán de cambio y avance que brotll del ahna ma5c culina. ·f'.llo es· que, tomando la cuestión con su más amplio horizonte y como .zoológicamente, la• tendencia general de los .fervores femeninos paree cere5ueltll a mantenerla especie dentro de límites mediocres, a.evitllr la sec lección enel sentido delo óptimo, a procurar que el hombre no llegue nun" ca.a ser semidiós o arcángeL .. . ...... '" . I
Julio del927
ENSIMISMAMIENTO Y ALTERACIÓN
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PRÓLOGO
I
Bajo el epígrafe Ensimismamiento y alteración, doy al p1íblico la p1imera lección del curso titulado «Seis lecciones sobre el hombre y la gente», que estoy desanollando en la Asociación de Amigos del Arte, de Buenos Aires, y que en su casi totalidad puede desintegrarse del resto de ese curso, como prólogo a él. Algmws puntos que esta lección no hacen sino anunciar, sobre todo el toque de bélico clmin contra ciertas ftivolidades de los sociólogos, han recibido en las lecciones mcesivas la demostración concreta y reiterada que aquí habla de faltar. Agrego, con el nombre de Meditación de la técnica, otro rnrso dado en el _ - · aiio 1933 en la Unive1:sidad de Verano de Santander, que entonces fue inaugurada. Este curso, como observará en seguida el lector, no ha sido, propiamente, esc1ito, sino que consiste en los dictados hechos a la canera para el !ISO de la cátedra. No se b11Sque en ellos ni aun, tal vez, aseada COJTección gramatical. Tal y como ji1eron pronunciadas estas lecciones aparecieron en La Nación, de Buenos Aires, segmentadas mecánicamente en artículos dominicales. No debía publicarlas en volumen, porque ni su fonna ni su contenido son labor concl11Sa. Pero en La Nación yace labor mía de este género, e igualmente inmatura para llenar muchos volúmenes. En ella creo que hay, toscas mín o balbucientes, ideas que pueden ser de importancia. Yo esperaba, para publicarlas, la hora de-darles figura más noble y más depurada entraiia. Pero veo que los editores fraudulentos de Chile recortaban de La Nación estas infonnales prosas mías y fonnaban con ellas vohímenes. En vista de lo mal he decidido hacer conctuTencia a esos piratas del Pacifico y cometer el fraude de publicar yo estos libros suyos, que son míos. ]OSÉ ÜRTEGA Y GASSET
Buenos Aires, 27 de octubre de 1939
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ENSIMISMAMIENTO Y ALTERACIÓN
I
Se trata de lo siguiente: Hablan los hombres hoy; a toda hora; de la ley y del derecho, del Estado, de la nación y de lo intemacional,.de la opinión pública y del Poder público, de la política buena y de la mala, de pacifismo y belicismo, de la patria y de la humanidad, de justicia e injusticia social, de colectivismo y capitalismo, de socialización y de liberalismo,:de autoritarismo, de individuo y colectividad, etcétera,. etcétera. Yno solamente hablan en elperiódico,.en la tertulia, en el café, en.la taberna, sino que, además de, hablar, discuten. Y no sólo discuten, sino que combaten por ]as cosas que esos vocablos designan; Yen el combate acont~ce:que los home bres llegan a matarse, los unos a los otros, a centenares, a miles, a millones. Sería una inocencia suponer que en lo que acabo de decir hay alusión particular a ningún pueblo.determinado. Sería una inocencia, porque tal suposición equivaldría a creer que esas faenas truculentas quedan confinadas en territorios especiales del planeta, cuando son, más bien, un ferró.meno universal y de extensión progresiva, del cual serán muy pocos los pueblos europeos y americanos que logren quedar por completo exentos. Sin duda, la feroz contienda será más grave en unos que en otros y puede que alguno cuente con la genial serenidad necesaria para reducir al nlinimo el estrago. Porque éste, ciertamente, no es inevitable; pero sí es muy difícil de evitar. Muy difícil, porque para su evitación tendrían que juntarse en colaboración muchos factores de calidad y rango diversos, magníficas virtudes junto a · •.. humildes precauciones. · (Agradeceré a ustedes;. en: e] caso. de que,.úo obstante la con;iplicidad de este amplificador, mi voz -las .cen:izas de mivoz.,,,-- no alcance a todos los lugares de estas salas, que me lo adviertan.enérgicamente. Nada me será más grato. Pues sé muy bien que, si escuchar una conferencia·es ya de suyo
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una operación heroica, escucharla sin ofrla es el único tormento que Dan. te olvidó, tal vez porque le pareció excesivo). Una de esas precauciones, humilde-repito-pero imprescindible, si se quiere que un pueblo atraviese indemne estos tiempos atroces, consiste en lograr que un número suficiente de personas en él se den bien cuenta de hasta qué punto todas esas ideas -llamémoslas así-, todas esas ideas en tomo a las cuales se habla, se combate, se discute y se trucida, son grotesca- · mente confusas y superlativamente vagas. Se habla, se habla de todas esas cuestiones, pero lo que sobre ellas se dice carece de la claridad mínima, sin la cual la operación de hablar resulta nociva. Porque hablar trae siempre algunas consecuencias, y como c;le los susodichos temas se ha dado en hablar mucho -desde hace años, casi no·se habla ni se deja hablar de otra cosa-, las consecuencias de esas habladurías son, evidentemente, graves. · •una· de las desdichas mayores del tiempo es la •aguda incongruencia entre la importancia que al presente tienen todas esas cuestiones-y la tos~ quedad y confusión: de los conceptos sobre las mismas que esos vocablos representanc' · · No ten ustedes que todas esas ideas-·-ley, derecho, Estado, internacionalidad, colectividad, autoridad, libertad, justicia social, etcétera-·, cuando no lo ostentall'ya en su expresión, implican siempre, como su ingrediente esenL cial;laidea de lo social, de sociedad. Si éSta no·está clara, todas esas palabras no significan lo que pretendenysonmeros aspaviéntos)Ahora bien; confesémoslo o no, todos, en nuestro fondo insobornable, tenemos la concientia& no poseer, sobre esas cuestiones, sino nociones vagarosas, imprecisas, necias o turbias. Pues, por desgracia, la tosquedad y confusión respecto a materia tal, no existe sólo en el vulgo; sino también en los hombres de ciencia, hasta el punto de que no es posible dirigir al profano hacia ninguna publicación don" de pueda;·de vérdad;Tectificar y pulir sus conceptos sociológicos.···• '·.- • ·: ·• No olvidaré nunca·la sorpresa teñidadevergúenza y de escándalo· que sentf cuando, hace muchos años; consciente de mi ignorancia sobre este tema, acudílleno de ilusión, desplegadas todas las velas de la esperanza; a los libro's de sbtiología; y me encontré con una cosa increíble, a saber: que !Os libros de sociología no nos dicen nada claro sobre qué es lo social; sobre qué es la sociedad; Más Ílúno; no sólo na logran darnos una nocióll'precisa de qué es lo social, de qué es la sociedad, sino que, al leer esos libros, descuL brimos que sus autores-•·-los señores sociólogos-' ni siquiera hanintentadó unpoco•eriserio ponerse ellos mismos en claro sobre los fenómenos elementales' en'que el hecho social consiste: Inclusive, en trabajos qrtepor su título parecen enunciar que van a ocuparse a fondo del asunto; vemos-luego
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que lo eluden-dir-íamos concienzudamente. Pasan sobre esos fenómenos -repito, preliminares e inexcusables- como sobre ascuas; y, salvo alguna ·excepción, aun ºella sumamente parcial -como Durkheim-·, les vemos ·lanzarse con'envidiable audacia a opinar sobre los temas más terriblemente concretos de la humana convivencia. Yo no puedo, claro está; demostrar ahora a ustedes esto, porque mtento tal consumiría mucho tiempo del escaso que tenemos a nuestra disposición. Básteme hacer esta simple observación estadística que parece ser un colmo. ·Piimeto': Lás obras· en las cuales Augusto Comte inicia la ciencia socio" lógica suman por ;alor de más de cinco mil páginas con letra bien apretada. Pues bien: entre todas ellas no encontraremos líneas bastantes para llenar una página que se ocupen de decirnos lo qtieAugusto Comté entiende por
Sodedad. . • · · · ·· · : ·' · . · · · •: · .· Segundo: El libro en que esta ciencia.o pseudo ciencia celebra su primer triunfo sobre el horizonte intelectual-'-los PJindpios de sodolog!a, dé Spencer;publicados entre 1876 y1'896=, no contará menos del.500 páginas. No creo que lleguen a cincuenta las líneas dedicadas a preguntarse el autor qué cosa sean esas extrañas realidades, las sociedades; de que la obesa. publicación se ocupa. ·· · ' · · · , En fin: hace pocos años ha aparecido el libro deBergson-· ·. por lo dec más, •encantador-'-, ,titulado Las dos fuentes de la moral y· la religión. Bajo este título' hidráulico; que por sí mismo es ya un paisaje, se esconde un traL tado' de sociología de 350 páginas, donde no háy una sbla linea en que el auc tornos diga formalmente qué son esas sociedades' sobre las cuales especula. Salimos de su lectura, eso sí, como de una selva, cubiertos de hormigas y envueltos en el vuelo estremecido de las abejas, porque el autor, todo lo que hace para esclarecernos sobre la extraña realidad de las sociedades humanas es referirnos al hormiguero y a la colmena, a las presuntas sociedades animales, de'las cuales-por supuesto-sabemos menos que·de.lanuestra. No es esto decir, ni mucho menos, que en estas obras como en algunas otras falten entrevisiones, a veces geniales, de ciertos problemas sociológic cos. Pero; careciendo de evidencia en lo elemental, esos aciertos quedan sec cretos y herméticos, inasequibles para el lector normaL Para aprovecharlos, tendríamos que hacer lo que sus autores no hicieron: intentar traer bien a luz esos fenómenos preliminares y elementales, esforzamos denodadamente, sin excusa, en precisamos qué es lo social, qué es la sociedad. Porque sus autores no lo hicieron, llegan como ciegos geniales a palpar ciertas realidades -yo diría, a tropezar con ellas-; pei:b rio logran verlas;ymucho menos esclarecémoslas. De modo que nuestro trato con ellos viene a ser el diálogo del ciegcí con el túllido:
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-·¿Cómo anda usted, buenhombre?-.-pregunta el ciego al tullido. Yel tullido responde al ciego:· -.Como ustedive, amigo ... · . Si esto pasa con los maestros del pensamiento sociológico,'mal puede extrañarnos que las gentes en la plaza. pública vociferen en tomo a estas cuestiones .. Cuandolds hombres no tienen riada claro que decir sobre una cosa en.vez de.callarse suelen hacer lo contrario: dicen en superlativo, esto· es, grltan. y el grito es el preámb~lo sonoro dela agresión,. del combate, de lamatanza; Dovesi g¡ida non evemscienza-.decía Leonardo. Donde•se gric. tanohaybueri.conocimiento.:• · ··; • . He aquí cómo lá ineptitud de la sociología, llenando las cabezas de ideas confusas,: ha llegado·a tonvertirpe én uná de las plagas.de nuestro tiempo. La sociología, en efecto, no está a la altura de los tiempos, y, por eso,los tiemc pos, mal sostenidos en su altitud, caen y se.precipitan. :i': ' Si esto es así, ¿no les parece:a.ustedes que sería una de las mejores maneras de no perder por completo. el tiempo durante· estos ratos quevamosa pasar juntos, dedic:.1mos a aclaramos un poco qué es]o social, qué es la sociedad?.Ustedes -·-por.ló menos,:mu·chos de entre ustedes-. saben muy poco o no saben.nada del asunto. Yo, por mi parte, no estoy seguro de qúe no me acontezca lo:mismo. ¿Por qué no juntar nuestras ignorancias? ¿Por . qué no formar una sociedad anónima, con un buen capital de ignorancia, y lanzarnos a la empresa, sin pedantería o con la menor dosis de ella posible, pero. con vivo afán' de ver claro, con alegria intelectual .-una virtúd que empezaba a perderse en Eutopa-, con esa alegria que suscita en nosotros la esperanza de que súbitamente vamos a llenamos de evidencias? Partamos, pues, una vez más, en busca de ideas claras. Es decir, de verdades: La Argentina goza, por fortúna todavía, dela tranquilidad de horizonc te que permite escoger·laverdád,recogerse en ]a.reflexión..Sonmuy. pocos los pueblos que a.estas horas .,-,-y me refiero a antes de estallar esta guerra tan torva; que ex.trañamente nace como no queriendo acabar de nacer; son muy pocos..digo,-- los pueblos que en el último tiempo gozaban ya de esa tranqúilidad, Casi todo el mundo eStá alterado, y en la alteración el hombre pierde su.atributo más esencial: la posibilidad de meditar; de.recogerse dentro de sí mismo para ponerse consigo mismo de;acúerdo y precisarse qué eS lo qui; cree y qué es lo que no cree; lo que de verdad estima y lo que de ver• dad detesta. La alt.éraciónle obnubila, le ciega; le obliga a actuar mecánicac mente.en.un·freriético sonambulismo. 'En ninguna parte ad~ertimos·~ejorque es; en efecto, la posibfüdad·de meditar el atributo esencial del hombre como en el jardín Zoológico, .dec .
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Iante de la jaula de nuestros primos, los monos. El pájaro.y el crustáceo son formas de vida demasiado distantes de la nuestra·para que; al confrontamos ·con ellos, percibamos otra cosa que diferencias gruesas; abstractas, vagas de ·puro excesivas. Pero el simio.se parece tanto ª'nosotros, que nos invita a afinare! parangón, a descubrir diferencias más concretas y más fértiles. Si sabemos permanecer un rato quietos contemplando pasivamentefa escena simiesca, pronto destacará de ella, como espontáneamente, un.rasgo que llega a nosotros como Un rayo de hiz. Y es aquel estar fas diablescas bestezuelas constantemente alerta, en perpetua inquietud, mirando, oyendo todas las señales que les llegan de su derredor, atentas sin descanso al contorno, como temiendo que de él llegue siempre un peligro al que es forzoso responder automáticamente con.la fuga o con el mordisco; en mecáriico disparo de un reflejo muscular. La bestia,.en efecto, vive en perpetuo miedo del mundo,ya la vez.en perpetuo apetito de las cosas que·en él hay y que en él aparecen, un apetito indomable que se dispara también sin freno riHnhic bidón posibles, lo mismo qué el pavor. En uno y otro caso son los objetos y acaecimientos del contorno quienes gobiernan la vida del animal, le traen y le llevan como una marioneta .. Él no rige su existencia, no vive desde sí mismo; sino qile está siempre atento.ala que pasa fu.era de él, a lo otro que éL Nuestro vocablo otro no es sino ella tino alter. Decir, pues, que el animal no vive desde si 1nÍS111d sino desde lo otro, traído y llevado y tiranizado por lo otro, eqúivale a decir que el animal vive siempre alterado, enajenado, que su vida es constitutiva alteración. Contemplando este destino de inquietúd sin descanso, llega un momenc to en que, con una expresión muy argentina, nos decimos: «¡qué trabajo!» Con la cual enunciamos con plena ingenuidad, sin damos formalmente cuenta· de ello, la diferencia más sustantiva entre el hombre y el animal. Porque esa expresión dice que sentimos una extraña fatiga, una fatiga gratuita, suscitada por el simple anticipo·imaginario de que tuviésemos que vic vir como.ellos, perpetuamente acosados por el contoinoy en· tensáatención hacia él. Pues; qué, ¿por ventura el hombre no se halla lo mismo que el animal, prisionero del mundo, cercado de cosas que le espantan, de cosas que le encantan, y obligado de por vida, inexorablemente, quiera o no, a ocuparse de ellas? Sin.duda: fero con esta diferencia esencial: que el home bre puede, de cuando en cuando; suspender su ocupación directa con las cosas, desasirse de su derredor, desentenderse de él, y sometiendo su facul.. incomprensiblezoológicamente--"', tad. de atender a una torsión radical.volverse, por decirlo así; d\!espaldas' al mundo y meterse dentro de sí, atenc der asu propia intimidad o,lo que es igual, ocuparse de sí mismo yno de lo otro, de.las cosas, ·; .. ,,
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·can palabras que de puro haber sido usadas; como viejas monedas, no logran ya decfrnos con vigor lo que pretenden, solemos llamar a esa opeL ración pensar, meditar. Pero estas expresiones ocultan lo que hay de más sorprendente en ese hecho: elpoder que el hombre tiene de reÍ:irarse virtual y provisoriamente del mundo y meterse dentro de sí, o dicho con Ull'eS" pléndido vocablo, que sólo existe en nuestro idioma: que el hombre puede
ensimismarse. · ·.Noten ustedes que esta maravillosa facultad que el hombre tiene de libertarse transitoriamente de ser esclavizado por las cosas, implica dos poc deres muy distintos: uno, el poder desatender más o menos tiempo el mundo en tomo sin riesgo fatal;.otro, el tenerdónde meterse, dónde estar, cuando se ha salido virtualmente del mundo. Baudelaire expresa esta última faculc tad con romántico y amanerado dandismo, cuando al preguntarle alguien dónde preferiría vivir, él respondió: «¡En cualquier.parte,' con tal que Sea fuera· del mundo!» Pero eLmundo es la tot¡rl exterioridad; el absoluto ftiei-a que no consiente ningún fuera más allá de él. El único fuera de ese ftiera qué cabe es, precisamente, un dentro, un intus, la intimidad del hombre; su sí mise mo que está constituido principalmente por ideas. Porque las ideas poseen la extravagantísima condición de que no están en ningún sitio del mundo, que están fuera de todos los lugares, aunque si.:rllc bólicamente las alojemos en nuestra cabeia, como los griegos de Homero. las alojaban en el corazón, y los prehoméricos las situaban en el diafragma o en el hígado. Noten ustedes que todos estos cambios de domicilio simbóc lico que hacemos padecer a las ideas coinciden siempre en colocarlas en una víscera; esto es; en una entraña, esto es, en lo más interiordel cuerpo, bien que el dentro del cuerpo es siempre un dentro meramente relativo: De esta manera, damos una expresión materializada·-•-ya que no podamos otra- a nuestra sospecha.de que las ideas no están en ningún sitio del es. pacio,.que•es pura.exterioridad¡·sino·de que·constituyen;-frente al mundo···exterior, otro mundo que no está err el mundo: nuestro mundo interior. He aquí porqué el animal tiene que estar siempre atento a lo que pasa fuera de él, a las cosas en tomo. Porque, aunque éstas menguasen sus pefü gros y sus incitaciones, el animal tiene que seguirsiendo regido por ella~; por fo de fuera, por lo otro qué él; porque no puede meterse dentro de si; ya qúe no tiene un si mismo, un chez soi, donde recogerse y reposar. El animal es pura alteración. No puede ensimiSmarse. Por eso,•cuando las cosas dejan de amenazarle o acariciarle; cuandQ·lepermiten una vaca" ción; .en suma·, cuando deja de moverle y. manejarle lo otro que él, el pobre animal tieneque dejar virtualmente de existir, esto es: se duerme: De aquí la enorme capacidad de somnolencia que manifiesta el animal, la modorra
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infrahumana, que continúa en parte en el hombre primitivo y; opuestamenc te, el insomnio creciente del hombre civilizado, la casi permanente vigilia -a veces, teITible, indomable- que aqueja a los hombres de intensa vida interior. N'o hace muchos años, mi grande amigo Scheler.-una de las mene tes más fértiles .de nuestro .tiempo, que vivía en incesante frradiación de idee as-se murió de no poder dormir. Pero bien entendido -y con esto topamos por vez primera algo que reiteradamente va a aparecérsenos en casi todos los rincones y los recodos de este cursó, si bien cada vez en estratos más hondos y eri Virtud de raza" nes más precisas y eficace~. las que ahora doy no son ni lo uno nilo otro. Bien entendido, que esas dos cosas, el poder que el hombre tierie desusé traerse al mundo y el poder ensimismarse, no son.dones hechos al hombre. Me importa subrayar esto para aquéllos de entre ustedes que se ocupan de filosofía: no son dones· hechos al hombre. Nada que sea sustantivo ha sido regaladó al hombre. Todo tiene que hacérselo. él. · Por eso, si el hombre goza de ese privilegio de libertarse transftoriamente de las cosas, y poder entrar y descansar en sí mismo, es porque con su esfuerzo, su trabajo y sus ideas ha logrado reobrar sobre las cosas, transformarlas y crear en su derredor un margen de seguridad siempre limitado, pero siempre o casi siempre en aumento. Esta creación específicamente hu\maria es la técriica.. Gracias a ella, y en la medida de su progreso, el hombre puede ensimismarse, Pero también, viceversa, el hombre es técnico, es.capaz de modificar su contorno en el sentido de sµ éonveniencia; porque aprovechó todo respiro que las cosas le dejaban para ensimismarse, para entrar dentro de sí y forjarse ideas sobre ese mundo, sobre' esas cosasy su relación con ellas, para fraguarse un plan de ataque a las circunstancias; en suma, para construirse un mundo interior. De este mundo interior emerge y'vuelve al de fuera. Pero vuelve en calidad de protagonista, vuelve con un sí mismo que antes no tenía-. con su• plan de campaña-.···-, no para dejarse dominar por las cosas, sino para gobernarlas él, para imponerles s1ivoluntad'y su designio, para realizar en ese mundo de fuera sus ideas, para modelar el planeta según las preferencias de su intimidad. Lejos de perder su propio sí mismo en esta vuelta al mundo, por el contrario lleva su símismo ala otro, lo proyecta enérgica, señorialmente sobre las cosas, es• decir, hace que lo otro -el mundo-se vaya convirtiendo poco a poco en él mismo. El hombre humaniza almundo, le inyecta, lo impregna de su propia sus.tancia ideal y cabe imaginar que, un día de entre los días, allá en los fondos del tiempo, llegue a estar ese terrible mundo exterior tan saturado de hombre, que puedan nuestros descendi.entes camiJiar por él como mentalmente caminamos hoy por nuestra intimidad-.cabe imaginar que el mundo; sin dejar de
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lo, llegue a convertirse en algo así corno un alma materializada y; como'en Lil tempestad, de Shakespeare, las ráfagas del viento sóplen empujadas por Ariel, el duende de las ideás. · . Yo no digo que esto sea seguro•-.tal seguridad la tiene sólo el progre• sistay yo nosoy progresista, como irán viendo ustedes-, pero sí digo que eso es posible. Ni presuman ustedes; porlo que acaban de ciír, que soy idea!isti:t. ¡Ni progresista ni idealista! Al revés, la. idea del progreso y el idealismo -ese nombre de gálibo tan lindo y tan noble; el progreso y el idealismo son dós de mis bestias negras, porque veo en ellas,.tal vez, los dos mayores pecados de· los dos últirrios doscientos años, las•dosformas máximas de irresponsabfilL, dad. Pero dejemos este 'terna para tratarlo a su saión y vayamos ahora gen~ tilmente nuestro camino adelante. ·· ·.·· . Me parece que al presente podemos 'representamos,• siquiera• sea en. vago esquematismo, cuál ha sido la trayect-Oria humana mirada bajó éstf! ángulo; Hagámoslo eri un texto condensado, que nos sirva a la par cofuo resumen y recordatorio de todo lo anterior. Se halla el hombre, no menos que el ariimal, consignado al rnundo,ca la5 cosas en tomo, ala circun5tancia. En un principio, su existencia no di':, fiere apenas de la existencia zoológica: también élvive gobernado por el. contorno, inserto eµtre las cosas del rnundci como una de ellas. Sin embar-· go, apenas los seres en tomo le.dejan un respiro, el hombre, haciendo un esfuerzo• gigantesco, logra un i11stante de concentración, se mete dentro d~ sí, es decir, mantiene a duras penas su atención fija en las ideas que brot¡¡n· dentro de él, ideas que han suscitado las cosas y que se refieren al comportamiento de éstas, a lo que luego el filósofo va a llamar «el ser de las cosas». Se trata, por lo pronto, de una idea tosquísima sobre el mundo, pero que permite esbozar un primer plan de defensa, .una conducta preconcebida.. Mas ni las cosas en tomo-lepermitenvacarmucho tiempo a esa concentra"' ción.ni.aunque ellas lo consintiéran sería capaz este hombre primigerno·de prolongar más de unos.segundos o minutos esa torsión atencional, esa fija"· ción en los impalpables fantasmas que son las ideas. Esa atención hacia adentro,.que es el ensimismamiento, es el hecho más antinatural,,rnás lilr trabiológico. El hombre ha tardado mile5 y miles de años en educar un poco· -.·-.nada más que un poco__. su capácidad de concentración. Lo quele es na'tuial es dispersarse, distraerse haciaafuera,.como el mono en la selva yenlá jaiüadelZoo. · ' · : •. . ·.. ·· • .. · ·' El Padre Schebesta; explorador y rnisioriero, que ha sido el primer etnóL: grafo especializado en el estudio de los pigmeos; probablemente la variedad, . dehornbres-'como .ustedes saben-. . más antigua que se conoce y a la quehá
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ido a buscar en las selvas tropicales más recónditas, el Padre Schebesta, que ignora por completo la doctrina ahora expuesta por mí y se limita a describir ·lo que ve, dice eh su últirria obra de 1932, sobre los eoanos del Congo': . · · > «Les faha por completo el poder de ,concentr\lrse. Están siempre absorbidos p.odas i.mpresiones exteriores, cuya.continua mutación les impide recogerse en sí mismos, lo que es condición inexc11sable para todo aprendí• zaje. Sentarlos en el banco• de una escuela sería para estos hombrecillos. un tormento insoportable. De modo que la .labor delrnisioriero y del maestro se hace sumamente dificil». ·. . · · . ," . 'Pero,•aun instantáneo y tosco, ese.primitivo ensimismamiento va a separarradicalmente la.vida humana de la vida animal. Porque ahora el nombre; este hombre.primigenio, va a sumergirse de nuevo entre las cosas del rriundo, resistiéndolas, sin entregarse del todo a ellas. Lleva un plan contra ellas, un proyecto de trato con ellas,. de manipuláción de sus formas que produce una mínima transformación. de su derredor, la suficiente para que Ie opriman un poco menos y; en consecuencia, le.permitan'más frecuentes y holgados ensimismamientos.;; y así sucesivamente •. · Son pues; tres momentos diferentes,' que• cíclicamente 'se repiten a lo largo de la historia humana en formas éada vez más complejas y dénsas: l.º, el hombre se siente perdido, náufrago en las cosas¡ es lá alteración; 2.º, el hombre, con un enérgico,esfuerzo,•se retira a su intimidad, para formarse ideas sobre las cosas y su posible dominación; es el eJJSimismamiento, la vita contemplativa, que decían los rómanos, el theoretiliós bíos, de los griegos, la theo1ia; 3.º, el hombre vuelve a sumergirse en el mundo, para actuaren él conforme a un plan preconcebido; es la acción, la vita activa; la praxis. Según esto, no puede hablarse de acción sino en la medida en que va a estar regida por una previa contemplación; y viceversa, el ensimismamiento no es
sino 1111 proyectar la acción futura: · El destino del hombre es, pues, primariamente acció1L No vivimos para pensar; sino al revés: pensamos para lograr pervivir. Éste es uri punto capi• tal en que, a mi juicio, urge oponerse radicalmente a toda la tradición filosófica y resolverse a negar que el peJJSamiento, en cualquier.Sentido suficiente del vocablo, haya sido dado al•hombre.de una vez para siempre, de suerte que lo encuentra, sin más, a su disposición, como una facultad o potencia perfecta, pronta a ser usada y puesta en ejercicio, eomo fue dado al pájaro el vuelo y al pez la natación. · · · Si esta pertinaz doctrina fuese válida, resultaría que, corno el pez puede -·desde luego- nadar, pudo el hombre-··desde luego y sinmáS--- pensar. --~· 1
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Noción: tal nos ciega deplorablemente para percibir el dramatismo peculiar, el dramatismo único, que constituye la condición misma del hombre: Porque si por un momento, para entendemos en este instante; admitimos la idea tradicional de que sea el pensamiento la característica delhombre -recuerden el hombre, animal racional-··; de suerte que ser.hombre equivaliese-·como nuestro.genial padre Descartes pretendía= a ser cosa pen~ sante; tendnambs que elhombre,:aLestar dotado de· una vez para siempre de pensamiento, al· poseerfo con la seguridad• que se posee una cualidad constitutiva e inalienable, estaría seguro de ser hombre; como el pez está seguro-.-·en efecto-·-.· de ser pez¡ Ahora .bien:. éste es un error formidable y fatal.' El hombre no está mincasegurolde que va a'poder ejercitar elpensa~ miento,se entiende; de una manera adecuada; y sólo síes, adecuada, es penl samiento:·O dicho éngifo más vulgar: el hombre no e5ta nunca seguro de que vac ¡i estar en lo cierto, deque va.a· acertar.: Lo cual significa nada menos que esta cosa trénienda: que a difereneia de t-0das las demás entidades del universo, elhombre no está,·no puede nunca estar seguro de que es; en efecto, hombre, como el tigre está seguro de ser tigre y el pez de ser pez. · Lejos de haber sidciTegalado alhonibrnel pensamiento,.la verdad es -.uria verdad que yo ahora no puedo· razoriar suficientemente, sino sólo enunciarla-; la verdad es que se lo.haido haciendo; fabricando poco apo: . co, merced a una disciplina; a un cultivo o .cultura, a urr esfuerzo milenario de muchos milenios, sin haber aún logrado-.nimuch,o menos-- termiíi.ar esa'elaboración. No sólo no fue dado el pensamiento¡ desde luego, al.hombre, sino que, auna estas alturas de la historia, sólo ha logrado forjarse una débil porción y uria tbsca forma de lo que, en el sentido ingenuo y normal del vocablo; solemos entender.por tal. Y aun esa porción ya lograda, a fuer de cualidad adquirida yno constitutiva, está siempre en riesgo de perderse y en grandes dosis se ha perdido muchas veces,.de hecho, en el pasado y hoy estamosa·punto de:perderla.otra:vez,Hasta•esegrado, a.diferencia.delos.de-. más seres del.universo, el hombre.no es.nuncaseguramente hombre, sino que ser hoínbre significa; preciSaniente, estar siempre a punto de no serlo, ser viviente:problema;'absoluta y:aiarosa aventura o, como yo suelo.decir: ser, por esencia; dramac Porque sólo hay•drama cuando no se sabe lo que va a pasar, siiloé¡ue cada instante es puro; peligro y trémulo riesgo; Mientras el tigre rio puede dejar de ser tigre; no puede destigrarse, el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse. No sólo es problemático y contingente que le pase estó o lo otro; como alos demás animales; sino 'que•al hombre le pasa a veces nada menos CJ1:1e no ser hombre: Y esto es'verdad,, no sólo. en abstracto y en género, sino .que vale referido a nuestra individualidad. Cada uno de nosotros está siempre en peligro de no.ser el sí mismo único e intransferible
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que es. La mayor par.te de los hombres traiciona de continuo a ese símismo que está esperando ser y; para decir toda la verdad, es nuestra individualidad personal un perscinaje que no•se realiza nunca del todo, una utopía incitante, una leyenda secreta que cada cual guarda en lo más hondo de su pecho. Se comprende muy bien que Píndaro resumiese sú heroica ética en el conocido imper~tivo: I'évoi', ola,; eaqí, «llega a ser e! que eres». La condición del hombre es, pues, iíi.certidumbre sustancial. Por eso está tan bien aquel mote grácilmente amanerado, de un señor borgoñón del siglo XV. «Ríen ne m'est sürque la chose incertaine». «Sólo me es segiu-o lo insegttro e incierto»c No hay adquisición humana que sea fume. Aun lo que nos parezca más logrado y consolidado, puede desaparecer enpocas·genéracioI\es. Eso que llamamos .«civilización» -todas·esas comodidades fisicás y morales, todos esos descansos, todos esos cobijos; todas esas virtudes y disé:iplinas habitualizadas ya,: con que solemos contar y que, enefectd, constifuyen un repertorio o sistema de seguridades que el hombre.se fabricó; conio una balsa, en el naufragio inicial que es siempre vivir-, todas esas seguridades son seguridades inseguras que enun dos por tres; al menor descuido, escapan de entre las manos de los hombres y se desvanecen como fantasmas; La historia nós cuenta ddnnumerables retrocesos, de decadencias y degeneraciones. Pero no está dicho que no sean posibles retrocesosmucho más radicales que todos los conocidos, incluso el niás radical de todos: fa total volatilización del hombre como hombre y su taciturno reingreso en la esC:ala animal, en la plena y definitiva alteración. La suerte de la cultura, el destino del hombre, depende de que en elfondo de nuestro ser mantengamos siempre vivaz esta dramática conciencia y; como un contrapunto murmurante en nuestras entraiias, sintamos bien que sólo nos es segura la inseguridad. No escasa porción de las angustias que retuercen hoy las almas de Occidente proviene de que durante la pasada centuria-.·y acaso por vez primera' en la historia-, el hombre llegó a creerse seguro. ¡Porque, la verdad es que; seguro, seguro, sólo ha conseguido sentirse y creerse el farmacéutico monsieurHomais, producto neto del progresismo! La idea progresista consiste.en afirmar, no sólo .que la humanidad ~un ente abstracto, irresponsable, inexistente, que por entonces se inventó-; que la humariidad progresa, lo cual es cierto, sino.que, además, progresa necesariamente. Idea tal cloroformizó al europeo: y al americano para esa sensación radical de riesgo que es sustancia del hombre. Porque sila humanidad progresa inevitablemente, quiere decirse que podemos abandonar. todo alerta, despreocupamos, irresponsabilizamos o, como decimos en España, tumbamos a la bartola, y dejar que ella, la humanidad, nos lleve inevitablemf!nte a:la per-
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fección y a la delicia. La historia humana queda, así, deshuesada de tod.o . dramatismo y reducida a un tranquilo viaje turístico, organizado por cua1quiera agencia «Cook» de rango trascendente. Marchando así, segura, har cía su plenitud; la civilización en que vamos embarcados sería como la nave de los feacios de que habla Homero, la cual, sin piloto, navegaba derecho.al puerto. Esta seguridad es lo que estamos pagando ahora;· He aquí; señores·,· una de las razones por las cuales dij e a ustedes que no soy progresista. He aquí porqué prefiero renovar en mí; con frecuencia, la emoción que me causaron ! en la mocedad aquellas palabras de Hegel, al comienzo de su Filoso.fía dela•. .· histoiia: «Cuando contemplamos el pasado, esto es, la histo1ia.-.dice-,;lo p1imero qtte vemos es sólo ... rttinas»: '•': · · · ..... . Aprovechemos, de.paso, esta coyúntura para desde esta visión percibir lo que hay de frivolidad, y hasta de notable cursilería, en el imperativo fa.maso de Nietzsche: Vivid enpeligro: (Que, por ld demás; no es tampoco de • Nietzsche, sino la exasperación de uu viejo niote del Renacimiento italiálló que Nietzsche, creo yo, debía conocer al través de Burckhardt. Los italiar¡os dé hoy; especialmente los mayores italianos de hoy; sin embargo, vocean el lema nietzscheano. Porque es característico del supemacionalista contero" poráneo ignorar su nación, el rico pasado de su nación. De otro.modo; los italianos, en vez de tomar la vuelta por Nietzsche; hubieran podido aprehl, derdirectamente de Ariosto este lema que es otro y el mismo: Vivere 1iso~ lutamente); Porque no dice: Vivié! alerta, lo cual estaría.bien: sino: Vivid en peligro. Y esto revela que Nietzsche, a pesar de su genialidad, ignofabá que la sustancia misma de nuestra vida es peligro y que, por tanto, resulta,.· un poco afectado y superfetatorio proponemos como algo nuevo, añadido y original que lo busquemos y lo coleccionemos. Idea, por lo demás, típic ca de la época que se llamó fin de siecle, época que quedará en la historia· -culminó bacía el 1900- como aquélla en que el hombre se ha sentido más seguro, wala par, como la. época-.coffsus plastrones y levitas,•sús mujeres fatales, su pretensión de perversidad y su culto barresiano del Yo :::;• como la época cursi por excelencia. En toda época hay siempre ciertasi\[eas que yo llamaría ideas ftshing, ideas que se enuncian y procláman precisa" · mente porque se sabe que no tendrán lugar; que no se las piensa sino•a;, modo de júego y folie-como hace años gustaban tanto en Inglaterralo~ cuentos delobos, porque Inglaterra es un país donde en 1668 se cazó elú]f, tirnolobo y carece, por tanto, de la experiencia auténtica dellobo. EnV:Ua época que no tiene· experiencia fuerte de lá inseguridad-como aquélla.:: se jugaba a la vida peligrosa. . . . · .. · •; . i•il!lz ·. Vaya esto dicho a cuenta de que el pensamiento no es un don· del ho~· bre, sino adquisiciónlaboriosa, precaria y volátil. n;fü.
Pensando así, c:omprenderán ustedes que me parezca un tanto ridícula la definición que Linneo y el siglo XVIII daban del. hombre, como hamo 'SapieJJS, Porque si entendemos esta expresión de buena fe, sólo puede signi'ficamos que el.hombre, en efecto, sabe; es decir, que sabe todo lo que necesita saber. Ab,ora bü;n; nada más lejos de la realidad.Jamás el hombre ha sabido lo que necesitaba saber. Pues sientendemos.homo.sapieJJS en el sentido de que el hqmbre sabe algunas cosas, muy pocas; pero ignora el resto, como ese resto es enorme, parecería más oportuno definirlo como hamo iJJSciens, insipieJJS, como hombre ignorante. Y de cierto, si no fuésemos ahora tan ala carrera, podíamos ver l~ cordura con que Platón,define al hombre precisamente pqr 5u ignorancia. Esta es, en efecto, privilegio del hombre; Ni Dios ni la bestia ig·rioran-aquél, porque posee todo el saber, y ésta porque no lo ha m.ertester. Conste, pues, que el hombre no ejercita su pensamiento porque se lo encuentra como un regalo, sino porque no teniendo más remedio que vivir sumergido en el mundo y bracear eriti:elas cosas, se ve obligado a organizar sus actividades psíquicas, no muy diferentes de las del antropoide;. enfonna de pensamiento.-,-que es lo que.no hace el animal. , . ., , :. El hombre, por tanto, niás que por lo que es por lo que tiene, escápa de la escala zoológica por lo que hace, por su conducta. De aquí que tenga que estar siempre vigilándose a sí mismo; · • Esto es:algo de:l.o que yo quería insinuar en la frase-que no parece sino m:rn frase-. según la cual 110 vivimos pdrapeJJSar, sino que peJJSamos para lograr sttbsistir o pervivir. Y vean ustedes cómo eso.de atribuir al hombre el pensamiento como una cualidad ingénita-.que, al pronto, parece.un homenaje y hasta una adulación a su especie-, es, en rigor, uria injusticia. Porque no hay tal don ni tal obsequio, sino que es una penosa fabricación y una c:onquista, como toda conquista -sea de una ciudad, sea de una mujer-, siempre inestable y huidiza. - ·.. Era necesaria esta advertencia sobre el pensamiento para.ayudar a comprender mi enunciado anterior según el cual el hombre es primaria y fundamentalmente acción; Rindamos,. de paso, homenaje al primer hombre que pensó con tal claridad esta verdad, el cual no .fue Kant ni fue Fichte . ' smo Augusto Comte, el demente genial. Vimos que acción no es cualquier andar a golpes conlasrcosas en torno, o con los otros hombres:. eso es lo infrahumano, eso es alteración.La acción es actuar sobre el contorno de las cosas materiales o de los otros hombres confoime. a un plan preconcebido• en una previa contemplación o pensamiento.No hay; pues, acción auténtica si no hay pensamiento; y no bay auténtico pensamiento si.éste no vá debidamente referido ala acción y • . . . ·. · ,; virilizado por su relación con ésta;• ·
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Pero esa relación-·que es la efectiva-entre acción y contemplación· ha sido desconocida pertinazmente. Cuando los griegos descubrieron que el hombre pensaba, que existía en el universo esa extraña realidad que es el pensamiento (hasta entonces los hombres no habían pensado ·a, corno el bourgeois gentilhiJínme, lo habían hecho sin saberlo), sintieron tal entúsias" rno parlas gradas de las ideas, que atribuyeron a la inteligencia, al logo~, el rango supremo en el orbe. En comparación con ello, todo lo demás léspareció cosa subalterna y menospreciable. Y corno tendernos a.proyectar. en Dios cuanto nos parece óptimo; llegaron los griegos con Aristótelés a sostener que Dios no tenia otra ocupación'que pensar, Y ni siquiera pensar en las CD? · sas: esto se les antojaba un como envilecimiento de•la operación intelect:Ual Ño; según Aristóteles, Dios no hace otra cosa que pensar en' el pensar ló cual es convertir a Dios en un intelectual, más precisamente, en un modesto profesor de'filosofía. Pero, repito, que, para ellos, era esto lo más sublime que. había .en el mundo y que un ser puede hacer! Por eso creían que el destino del hombre no era otro que ejercitar su intelecto, que elhornbte había veni• do al mundo para meditar o,. en nuestra terminología, para ensimismarse:.• · Doctrina tal es fo que se ha llamado intelectualismo, la idolatiia de la inteligencia, que aisla el pensamiento de su encaje, de su función en la ecoL nornia general de la vida humana. ¡Corno si el hombre pensase porque si;·y. no porque, quiera·o no, tiene que hacerlo para sostenerse entre las cosas! ¡Corno si eLpensamiento pudiese despertar y funcionar por sus propios;ré.•. sortes·, cornó •si empezase y acabase en si mismo, y no -lo que es la ver, dad-· engendrado parla acción y teniendo en ella sus raíces y su término! Innumerables cosas del más alto rango debernos a los griegos, pero también les debernos cadenas; El hombre de Occidente vive aún, en no escasa medi~ da, esclavizado. por preferencias que tuvieron los hombres de Grecia, las. cuales, operando en el subsuelo de nuestra cultura, nos desvían desde hace ocho siglos de nuestra propia y auténtica vocación occidental. La más pesa-· . da de esas cadenas es el intelectualismo e importa mucho que en esta hora. · en que es preciso rectificar la ruta, iniciar nuevos caminos -en suma, acere tar-·-., importa mucho deshacerse resueltamente de esa arcaica actitud que ha sido llevada al extremo en estas dos últimas centurias. ·· Bajo el nombre primero de raison, luego de ilustradón, y, por fin, de aíltura, se ejecutó la más radical tergiversación de los términos yla más indis" creta divinización de la inteligencia. Erlla mayor parte de casi todos·lóst pensadores dda época, sobre todo enlosalemanes, por ejemplo en los que· -fuerogmis maestros al comienzo del siglo•, vino la cultura, el pensarnient0, a ocuparélpuesto vacante de un dios en fuga.Toda mi obra, desde sus p& meros balbuceos, ha sido una lucha contra esta actitud, que hace muchos
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años llamé beate1ia de la rnltura. BEATERÍA DE LA CULTURA, porque en ella se nos presentaba la cultura; el pensamiento; como algo que se justifi. ca a si mismo; es.decir, que no necesitaba justificación, sino que es valioso ·por su propia esencia; cualesquiera sean su concreta ocupación'y su cante.nido. La vifla nurnana debía ponerse al servicio de la cultura porque'sólo así .se cargaba desustancia estimable. Según lo cual, ella;Ja .vida humana, nuestra pura existencia, seria por si cosa baladí y sin aprecio. · · Esta manera de poner al revés la relación efectiva entre vida y rnltura, entre acción y contemplación, ocasionó que en los últimos cieí:rnños -.por lo tanto, hasta hace muy pacer-,. se suscitase una superproducción de ideas, de·libros y.obras de arte,.una verdadera inflación rnltural. Se.ha ciiido en lo qu,e; por broma -porque desconfío de los «isrnos»-·,,podríanios; llaniar «capitalismo de la cultúra», aspectbmoderno del bizantinismo;5e:ha producido. por producir en vez de atender al consumo, a las ideas necesarias que el honibi:e de hoy necesitáy puede absorber. Y, corno. enel capitalismo .aéóntece, se saturó elmercado y ha sobrevenidola crisiS, No.seme dirá.'c-Cal rnenos,.en estdocal- que la mayor parte de los cambios grandes acontecidos en el último· tiempo nos tomaron de sorpresa ..Desde hace veinte años los anuncio.y los denuncio; Para no referirme sino al terna estricto que ahon glosamos, véase mi ensayo titulado,. formal y programáticarhente, Refornia de la inteligencia, que se publicó hacia 1922 ó 1923;y que ha sidor.ecogido envolumen11. . ..·.• ' ..•. ·•• co;; . : Pero.lo más grave en esa aberración intelectualista que significa «la beatería dé. la cultura» no es eso, sino que consiste en presentar al hombre la cultura, el ensimismamiento, el pensamiento, como una gracia o joya que éste debe añadir a su vida, por tanto, como algo que se halla por lo pronto fuera de ella y corno si existiese un vivir sin cultura y pensar, corno si fuese posible vivir sin ensimismarse: Con lo cual se colocaba a los horn" bres-corno·ante el escaparate de unajoyeria... en la opción de adquirir la cultura o prescindir de ella. Y, claro está, ante parejo dilema, a lo largo de estos: años que.estamos·viviendo, los hombres nb.hanvacilado¡;sino ,que han resuelto ensayar a fondo esto último e intentan rehuir fodo ensimisc marniento .y entregarse a la plena alteración. Por eso, en Europa hay sólo alteraciones, . · , • . " • •., . ·· · . · A la aberración intelect:Ualistá que aísla la contemplación de la acción, ha sucedido la aberracióll'opuesta: la voluntmista, que se exonera de fa contemplación. y diviniza la accion 'pura. Ésta es la.otra manera de interpretar
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de Obras completas] e;
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erróneamente la tesis anterior, de que el hombre es primaria y fundamen~ tabnente acción. Sin duda, toda idea es.susceptible-aun la más verídica"-'., de ser malinterpretada; sin duda, toda idea es peligrosa: est() es forzoso reconocerlo formalmente y de una vez para siempre, a salvo de agregar que esa periculosidad, que ese riesgo latente no· es exclusivo de las ideas, sirto que va anejo a todo, absolutamente todo, lo que elhombre hace. Por eso he· dicho que la sustancia del hombre no es otra cosa que peligro. Camina: el hombre siempre entre precipicios, y quiera o no, su más auténtica obligación es guardar el equilibrio:·· • •. · · . Como•Otras veces aconteció en el pasado conocido, vuelven ahorac'-'-y no me refiero a estas.semanas, sino a estos años, casi a laque va del sigló-"-"; vuelvenahoralos;pueblos a sumergirse en la alteración; ¡Lo mismo quep~~ só en Roma! Comenzó Europa dejándose atropellar •por el placer; tomo Roma, por lm:¡ueFerrerohallamadola: luxwia, el exceso;· e! lujo deJas co~ modida:d.es: Luego•ha sobrevenido eFatropellamiento por el dolor y pollel espanto: Como eri Roma/fasluchas:sociales y las.guerras consiguientes lle• naron las abnas de estupor::Y el estupor, la forma máxima de alteración; el estupor, cuando"persiste, se convierte en estupidez. Ji!allamado'la atención a algunos que; desde hace tiempo, con reiteraé:ión· de Leitmotiv, en mis esl critos me.refiera alhecho no suficientemente ~onecido de que el mu!ldo antiguo,-ya en tiempos de Ciéerón; comeriió a volverse estúpido. Se ha di• cho que su maestro Posidonio fue el último hombre de aquella Civilización capaz de ponerse delante de las cbsasy pensar efectivamente en ellas. Se perdió "-',como amenaza perderse en Europa, si no se pone remedio= laca~ pacidad de ensimismarse, derecogemos con serenidad en·n\.iestro fondo insobornable: Se habla sólo de acción: Los demagogos, empresarios de.la ah teración que ya han hecho morir a varias civilizaciones, hostigan a los hom¡ bres para que no reflexionen; procuran mantenerlos hacinados en muchedumbre5·pafa·que no puedan reconstruir su•personadondeúnicamentese'.. reconstruye, que e5 en la soledad. Denigran el servicio ala verdad; y nos proponen en su lugar: mitos; Otro diavereínos muy precisamente porquéi Y con tod.o• ello;logran que los hombres se apasionen, y entre fervores y:ho" rrores·se pongan f1.1era desf.Y, claro está;.comp el hombre es elanimal que ha logrado meterse dentro de sí, cuando el hombre se pone.fuera de.sí es que aspira a· descender, y recae en la anirnalidad¡:Tal e5 la escena, siempre idén: tica, de las épocas en que se diviniza la pura acc;ión. El espacio se puebla de críIDenes. Pierdevalor; pierde precio la vida de los hombres, y se practican todaslas formas de la violenciay del despojo. Sobre todo, del despojo: l'Q.r .es.o., s~eI\]-pre q11e se, ob~erve que asciende sopr('! ~l h()rizonte y, lleg¡i al pre" dominio la figura del puro hombre de acción, lo primero que uno debe•h11:;
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cer es abrocharse. Quien quiera aprender, de verdad, los efectos que.el despojo causa en uha gran i:ivilizació!l, puede verlo en el primer libro de alto bordo que sobre el1rnperio romano se ha escrito -hasta ahora, no sabíamos lo que éste habfa sido. Me refiero al libro del gran ruso Rostovtzeff, profesor desde hace muchos. añbs en Norteamérica, titulado Histo1ia social y económica del Impeiio Romano, sobre cuya reciente traducción española-.en la que tantos años he trabajado y que no había visto .hasta llegar aquí, produciéndome ello .una de las primeras y más vivas emociones que he recibido al volver a la Argentina-.-, sobre cuya reciente traducción española -orepitac'-'quisiera, en el primer rato libre de que disponga, escribir algo para algún periódico de Buenos Aires. Dislocada en esta forma de su normal coyuntura con la contemplación, con el ensimismamiento, la pura acción permite y suscita sólo un encadenamiento de insensateces, que rnéjor deberíamos llamar desencadenamimto. Así vernos hoy que una actitud absurda justifica el advenimiento de otra actitud antagónica, pero tampoco razonable; por lo menos, suficientemente razonable y así sucesivamente. Pues las cosas de la política han llegado en Occidente al extremo que, de puro haber perdido todo el mundo la razón, resulta que acaban. teniéndola todos. Sólo que, entonces,- la razón que cada uno tiene no es la suya, sino la que el otro ha perdido, Estando así las cosas, parece cuerdo que allí donde las .circunstancias dejen un respiro, por débil que ésté sea, intentemos romper ese cíiculo má7 gico de la alteración, que nos precipita de insensatez en insensatez~ parece cuerdo que nos digamos-.coíno,c después de todo, nos decirnos muchas veces en nuestra vida más vulgar. siempre que nos atropella el contorno, que nos sentimos perdidos en un torbellino de pro blernas-., que nos digamos: ¡Calma! ¿Qué sentido lleva este imperativo? Sencillamente, el de invitamos a suspender un momento la acción que amenaza con enajenamos y con hacernos perder la cabeza;. suspender un momento la acción, para recogemos dentro de nosotros mismos, pasarrevista a nuestras ideas sobre la circunstancia y forjar un plan estratégico. No juzgo, pues; que sea ninguna extravagancia; ningúna insolencia, si al llegar a un país que, corno la Argentina -y no por casualidad""--, goza aún de serenidad en su horizonte,. pienso que la obra más fértil que pueda hacer para sí misma y para los demás humanos no es contribuir ala alteración del mundo; y; menos aún, alterarse ella más delo debido; a cuenta de alteraciones ajenas-un vicio que; acaso, conviniera analiz~~. sino apro• vechar su afortunada situación para hacer lo que los otros no pueden ahora: ensimismarse un poco. Si ahora, allí donde es posible, no se crea un tesoro de nuevos proyectos humanos -esto es, de ideas-, poco podernos confiar
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en el futuro. La mitad de las tristes cosas que hoy pasan, pasan porque esos proyectos faltaron, como anuncié que pasarían, allá en 1922, en el prólogo de mi libro España invertebi·ada1• • Sin retirada estratégica a sí mismo, sin pensamiento alerta, la vida hu'mana es imposible. ¡Recuerden todo lo que el hombre debe a ciertos graú" des ensimismamientos! No es un azar que todos los grandes fundadores de religiones antepusieran a su apostolado famosos retiros. Budha se retira ai. monte; Mahoma se retira a su tienda, y aun, dentro de 5u tienda, se retira de ella envolviéndose la cabeza en su albornoz; por encima de todos, Jesús se aparta cuarenta días al desierto. ¿Qué no debemos a Newton? Pues cuand.o alguien, maravillado de que hubiese logrado reducir a un· sistema tan exac" to y simple los innumerables fenómenos de la físiCa, le preguntaba cómo había logrado hacerlo, éste respondió ingenuamente: Nocte dieque incuban" do, «dándoles v:Uelta día y noche»; palabras tras de las.cuales entrevemos vastos y abismáticos ensimismamientos. I · ·' Hay hoy; señores, una gran cosa en el mundo que está moribunda, y es la verdad. Sin cierto margen de tranquilidad, la verdadsucumbe: En la Ar" gentina hay ese margen de tranquilidad; He aquf cómo ahora rizamos.el rizo iniciado con nuestras palabras del comienzo, para dar plenamente sen" tido a las cuales he dicho cuanto he dicho. Todo conspira para que este país -o diptongando, para que este páis-.-., durante una etapa más o menos larga, tenga que vivir de sus propios jugos; forjarse sus disciplinas e inventarse sus modos de existir, cuyos rase gas concretos nadie de fuera puede venir a definirle, como veremos en la úlc tima lección. Tarea tal sólo puede hacerse desde un enérgico ensimisma" miento. Sólo el que, en cierta medida, lleva la contraria a su tiempo puede estar satisfecho de sí mismo. Porque lo otro es declararse boya sin amarrar que flota a la deriva de las corrientes del tiempo. .. · · Por ello, frente a· las incitacioneS para la alteración que hoy nos llegan... de los cuatro puntos cardinales y de todos los recodos de la existencia, he creído que debía anteponer al presente curso, como prólogo, el esbozo de esta doctrina del ensimismamiento, bien que hecho a la carrera, sin poder demorarme a gusto en µinguna de sus partes,y aun dejando tácitas no pdcas; pues ni siquiera, por ejemplo, he podido indicar que el ensimismamiento, como todo lo humano, es sexuado, quiero decir·que hay un ensimisma~ miento masculino.y otro ensimismamiento femenino. Como no puede me" nos de ser, ya que la mujer no es sí mismo, sino sí misma. "
'[Véasepágin~ 423 del tomo lII de estas Obras completas].
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Parejamente, el hombre oriental se ensimisma de modo distinto que el hombre de· Occidente. El occidental se ensimisma en claridad de la mente. Recuerden los versos de Goethe:
Yo me confieso del linaje de ésos que de lo osrnro aspiran a lo claro. Eu~opa y América significan el ensayo de vivir sobre ideas claras; no sobre mitos. Porque ahora han faltado esas ideas claras, el europeo se siente perdido y desmoralizado. Maquiavelo -que es cosa muy distinta del maquiavelismo-, Maquiavelo n~s dice, elegantemente, que, en cuanto un ejército se desmoraliza y desarticulado se desparrama, sólo hay una salvación: Ritomare al segno, «volver a la bandera», recogerse bajo su ondeo, y reagrupar bajo el signo las huest~ dispersas. Europa y América tienen también que iitomare al segno de las ideas claras. Las nuevas generaciones, que gustan del cuerpo limpio y del acto neto, tienen que integrarse en la idea clara, de aristas rigorosas, la que no es superflua ni linfática, la que es necesaria para vivir. Volvamos -repito- de los mitos a las ideas claras y distintas, como hace siglos las llamó con solemnidad programática la mente más acerada que ha habido en Occidente: Renato Descartes «aquel caballero francés que echó a andar de tan buen paso», decía 'f'éguy. Bien sé que Descartes y su racionalismo son pretérito perfecto, pero el hombre no es nada positivo si no es continuidad. Para superar el pasado es preciso no perder contacto con él; por el contrario, sentirlo bien bajo nuestras plantas porque nos hemos subido sobre él. De la inmensa maraña de temas que será forzoso aclarar si se ambiciona una nueva aurora, yo he elegido uno que me parece urgente: qué es lo social, qué es la sociedad-un tema, si se quiere, bastante humilde, desde luego, poco lucido y; lo que es peor, de sobra difícil; tanto, que el día próximo entraré en él algo azorado, pues me doy plena cuenta de que voy a.llevar al extremo la elasticidad de esta tribuna, haciéndola coincidir con una cátedra universitaria. Pero el tema es urgente. Él constituye la raíz de esos conceptos -Estado, nación, ley; libertad, autoridad, colectividad, justicia, etcéteraque hoy ponen en frenesí a los mortales. Sin luz sobre ese tema todas esas palabras representan sólo mitos. Un poco de esa luz vamos a b~scar. No se espere, por supuesto, cosa mayor: Doy lo que tengo: que otros capaces de hacer más hagan su más, como yo hago mi menos. No vamos a hablar especialmente de esas cosas en tomo a las cuales habla y discute la gente. El nivel en que ese hablar se mueve -la llamada «política»- está casi íntegramente invadido por estólidas pasiones que
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maneja uná gigantesca intriga tendida por todo el planeta. Nosotros, por el contrario, vamos aTetiramos de todo ese hablar de la gente, a distanciamos· de la plazuela, del club, del cornite, del salón, descendiendo verticalmente hasta.un estrato donde los mitos no llegan y empiezan las evidericias. De esto se trata. No se trata, pues, de literatura. He dicho, señores.
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MEDITACIÓN DE LA TÉCNICA
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PRIMERA ESCARAMUZA CON.EL TEMA
U no de los temas ~ue en los pró~os años se va a debatir con mayor brío es el del sentido, ventajas, daños y límites de la.técnica. Siempre he considerado que la misión del escritür es prever con holgada 'anticipación lo que va a ser problema, afias más tarde, para sus lectores y proporcionarles a tiempo; es decir, antes. de. que el debate surja, ideas claras sobre ia cuestión, de modo que entren en el fragor. de la contienda con .el ánill\o sereno; de quien, en.principio, ya la tiene resuelta.011 ne doit éc1ire quepourfaire,connaitre la vérité ~decía Malebranche volviendo la espalda a la literatura. Hace mucho tiempo, dándose o no cuenta de ello, el hombre occidental no espera nada de la literatura y vuelve a sentir hambre y sed de ideas claras y distintas sobre las cosas importantes, Así ahora me atrevo a remitir a La Nación las notas, nada literarias, de un curso universitario dado hace dos afias, en que se intentaba contestar a '" esta pregunta: ¿Qué es la técnica? Intentemos un primer ataque, aun tosco y desde lejos, a esa interrogación. Acontece que cuando llega el invierno, el hombre siente frío.Este «sentir. frío el hombre» es un fenómeno en que aparecen unidas dos cosas muy distintas; Una, el hecho de que el hombre encuentre en tomo a sí esa realidad llamada frío. Otra, que esa realidad le ofende, que se presenta ante él con un carácter negativo. ¿Qué quiere.decir aquí negativo? Algo muy claro. Tomemos el caso extremo. El frío es tal que el hombre se siente morir,. esto es, siente que el frío le mata; le aniquila, le niega.Ahora bien; el hombre no quiere morir, al contrario, normalmente anhela pervivir.Estamos tan habituados a experimentar en los demás y en nosotros este deseo de vivir, de
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afirmamos frente a toda circunstancia negativa, que nos cuesta un poco caer en la cuenta de lo extraño que es, y nos parece absurda o tal vez ingenua la pregunta: ¿Por qué el hombre prefiere vivir a dejar de ser?. Y, sin embargo, se trata de una de las preguntas más justificadas y discretas que podamos hacemos. Suele salírsele al paso hablando del instinto de conservación. Pero acaece: l.º, que la idea de instinto es en sí misma muy oscura y nada esclarecedora; 2. º, que aunque fuese clara la idea, es cosa notoria que en el hombre los instintos están casi borrados, porque el hombre no vive, en definitiva, de sus instintos, sino que se gobierna mediante otras facultades como la reflexión y la voluntad, que reobran sobre los instintos. La prueba de ello es que algunos hombres prefieren morir a vivir y; por los motivos que sean, anulan en sí ese supuesto instinto de conservación. Es, pues, fallida la explicación por el instinto. Con él o sin él desembocamos siempre en que el hombre pervive porque quiere y esto es lo que despertaba en nosotros úna curiosidad'acasoim:pei:tinente. ¿Por qué normalmente quiere el hombre vivir? ¿Por qué no le es indiferente desaparecer? ¿Qué empeño tiene en estar en el mundo? · Nosotros vámos ahora a soslayar larespuesta. Nos basta, al men'os por hoy; con partirdelhecho bruto: que el hombre quiere vivir y; porque quiere vivir; cuando el frío amenaza con destruirle, el hombre sientei]a necesidad. de·evitar el frío y proporcionarse· calor. El rayo ddatonnenta invemaHri'cendia una punta del bosque: el hombre·entoni:es se acerca al fuego benéfi" co,que el azar le,ha proporcionado· para calentarse. Calentarse.esunácto por el cual el hombre subviene a su necesidad de evitar el frío; aprovechanc do sin más el fuego que encuentra ante sL Digo esto con el azoramiento.eón que, se dice siempre una perogrullada. Sin· embargo, nos conviene-yalo verán ustedes- esta humildad inicial que•nos empareja con Perogrullo, Ahora no vaya a resultar que encima de decir pero grulladas las digamos sin entenderlas;· Eso·sería el·colmo,'un •colmo que con· gran. frecuencia.practi" camas. Conste, pues, que calentarse es la operación con la ·cual procuramos recibir sobre' nosotros ürkalor que está ya ahí, que encontramo's-.-y que esa operación se reduce' a ejercitar una actividad con que. el hombre se encuentra dotado desde luego: la de poder caminar y así acercarse alfoéo cae liente. O tras veces el calor no proviene de un ü1cendi0; sino que el hombre, transido:de frío, se guarece en una caverna que encuentra en su paisaje.•"'' •:Otra ·necesidad del hombre es alimentarse, y.alimentarse es coger el fruto del árbol y comérselo, o bien la raíz masticable, o bien el animal que caebaj o ·la mano •. Otra necesidad es beber, etcétera; :. 1·: ·Ahora bien; la satisfacción de estas necesidades suele imponer otra ne" cesidad: la.de desplazarse; caminar, esto es, suprimirlas distancias, y como
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a veces importa que esta supresión se haga en muy poco tiempo, necesita el hombre suprimir tiempo, acortarlo, ganarlo. Lo inverso acontece cuando un eneffiigo.-c-lafiera u otro hombre-· pone enpeligró'su vida. Necesita huir, ·es decir, lógrar en el menor tiempo la mayor distancia. Siguiendo por este modo. lléga,ríamo~, con un poto de paciencia, a definir un sistema de necesidades con que el hombre se encuentra.. Calentárse, alim:entarse, caminar, etcétera, son unrepertorio de actividades que el hombre posee, desde luego, con quese encuentra lo mismo que se encuentra con las necesidades a que ., · ellas subvienen: ·Cori ser todo.esto tan obvio que•-·.repito- da un poco dé vergüenza enundárló, conviene reparar en el significado que aquí tiene el térniino necesidad; ¿Qué quiere·decir que el calentarse; alim:entarse, daminár, son necee sidades del hombre? Sin duda que són ellas condiciones nat:Uralmente necesarias para vivir, El hornbre:reconoce es ta necesidad material·u objetiva y porque la reconoce la siente s't1bjetivamente corno necesidad. Pero nótese que esta.su necesidad es puramente condicional. La piedra suelta en el aire cae necesariamente, con necesidad categórica oincondicionaL Pero el hombre puede muy bien no alimentarse, corno ahora el'mahanna Gandhi. No es pues; el alimentarse necesario por sí; es necesario para vivir. Tendrá, pues, tanto de necesidad cuanto 'sea necesario vivir si se:ha!de vivir, Esté vivir es, ·pues, fa necesidaq originaria de que todas las demás son metas consecuencias. Ahora bien: y¡¡ hemos indicado que el hombre vive porque quiere. ta necesidad de vivir nd le es iIÍ1puesta a la fuerza, como le es impuesto a la materia nó poder.aniquilarse, La vida-necesidad de las necesidades- es necesaria sólo en un sentido subjetivo; sünplernente porque el hombre decide autocráticamerite vivir. Es la necesidad creada por un acto de voluntad, acto•cuyo sentido y origen seguiremos soslayando y de que partimos como de un hecho·bruto: Sea por lo que sea,, acontece que el hombre suele tener tin gran empeño.en pervivir,>en éstar en el mundo; a pesar de ser el único ente conocido.que tiene la facultad-ontológica o metafísicamente tan extraña;' tan paradójica, tan azorante-· de.poder aniquilarse y dejar de estar ahí, en el mundo, Yporlo visto ese empeño es tan grande, que cuando el hombre no puede satisfacer las necesidades inherentes a su vida; porque la naturaleza entorno no.le presta los medios inexcusables;: el hombwno se resigna, Si, podalta de incendio o de caverna, no puede ej el'citar la 'actividad o hacer de calentarse, o.por falta de frutos, raíces, animales,. la de alim:entarse, el hombre pone en movimiento una segunda línea de actividades: hac'e fuego, hace un edificio, hace·agricultura.o cacería, Es el caso que aquel repertorio de necesidades y el de actividades que las' satisfacen directamente aprovechando
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los medios que están ya ahí cuando están, son comunes al hombre y al ani~ mal. Lo. único de que no podemos estar seguros es· de st el animal tiene el mtsmo. empeño que. el hombre en vivir. Se dirá que es imprudente h~sta injusta esta duda. ¿Por qué el animal ha de tener menos apego a. la Vlda que el hombre?; Lo.que pasales que no tiene las dotes intelectuales del hombre para·defendersu vida .. Todo está es:probablementemuy discreto, pero una consideración un pocb:cautelosa, que'seatiene a los hechos, se encuentra irrefragablemente con.que.el:anirnal, cuando no puede ejercer ~a actividad de su repertorio elemental para satisfacer una necesidad-por ejemplo, cuan,, do no hay fuego ni cavema-,1no,hace nada más y se ~eja morir: El ~ombre, errcambio;:dispara un nuevo tipo 1de hacer que consiste en.producirlo que no estaba ahfen la,naturaleza, sea·.que,en absolutb.rio esté,1sea:que:no·está cuando hace falta. Naturaleza no significa aquísiho lb querodeaal·hombre; la circunstanciar Asíhace fuego.cuando·no hay fuego; hace una caverna, . es decir; un edificio, cuando no existe en el paisaje, monta un caballo ofabri,ca un automóvil para suprimir espado y tiempo. Ahora biei::t; nótese que hacer fuego.es un hacer muy distinto de calentarse, que_ cultivar_u'.1 campo:es un hacer muy distinto de alimentárse, y que hacenin automovil:no es correr,· Ahora empieza a verse,por qué antes tuvimos que insistir en la perogrullesr :: : · . . : :· ::!' ca definieióil de caleritarse, alimentarse y desplazarse; , , Calefacción, agricultura y fabricación de carros o automóviles no son; pue5; actos en que satisfacemos nuestras necesidades, sino q~e,; P?r ~l.pron:: to; implican lo.contrario: una suspensión de aqueLrepertono 1,P~'.111uvo de haceres en que direi:tamerite procuramos satisfacérlas. En defimuva; a esta satisfacción y no a otra cosa va este segundó repertorio, pero-'¡ahí está!= supone él una capacidad que es precisamentelo que falta .ªl animal. r:io es tanto inteligenciaJo que le falta-·sobre es.to ya hablaremos algo,·si· hay tiempo-: .como el'ser capaz de:desprenderse transitoriamente de esas~~" gencia's vitale5; despegarse de ellasy quedar franco para ocuparne en acuvi" . dades que; por si;,no sonsatisfaé:ción de 1neé:esidades. El anyn~' por_ el coru: trario; está siempre é:indefectiblemente prendido a ellas. Su existencia_n?,es más que el sistema de esas necesidades elementales que llamam?s. orgam~as 0 biológicasiy el sistema de actos que las satisfacen. El ser delammal:comc cide con ese doble sistema o, dicho en otro 'giro, el animal nb es:más que é§o; Vida, en el sentido biológié:ou orgánico de la palabra; es éso. Yyo pr~ gunto: ¿tiéné sentido; refiriéndose'ª un ser tal, hablar dene_cesidade5 ?,P~rtl que recuerden ustedes qúe referido este concepto de necesidad alhomore; consistía enlas condiciones sü\e quibu.5 noncon que el hombre se encm;ntra para vivir. Ellas, pues, no son su vida o; dicho alr~vés; su vi.~ª '.1o·cb~ci~e, por lo menos.totalmente; con el perfil de sus·neces1dades orgamcas. S1 coITu:.
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cidiera, como acontece en el animal, si su serconsistiese estrictamente y sólo en. comer; beber, calentarse, etcétera; no las sentiría como necesidades, ·esto es; como·imposiciones que.desde fuera llegan a.su auténtico.ser, con ·que éste· no tíene más remedio que contar, pero queinolo constituyenc .Carece, pues, ·d~ buen sentido suponer que el animal tiene.necesidades en.el sentido subjetivo que a este término corresponde referido al hombre. El animal siente hambre, pero como.no tiene otra cosa que·hacer smo sentir hambre y tratar de'comer,,no puede sentir todo esto como una necesidad, con¡.o algo con que hay que contar, que no hay más remedio que •hacer y que le viene impuesto, En cambio, si el hombre consiguiera ·nb tener esas necesidades y consecuentemente no teriet:que'ocuparseen satisfacerlas, aún le quedaría mucho que hacer; mucho ámbitó de vida, precisamente los quehaceres.y1a vida que él considera como lo más suyo: Precisamente porque no siente el caleb.tars.,, y el comer como lo suyo,' como aquello en que su verdadera vida consiste,y¡ de.otro lado no:tiene más.remedio que aceptarlo, es por lo que se le presenta con el carácter específico,de necesidad, deineludibilidad. Lo cual inesperadamente· nos descubrecla .constitución· extrañísima deL hombre; mientras. todos Jos .demás seres coinciden con sus condiciones objetivas -con la naturaleza o. circunstancia-.-:; el hombre no coihcide con ésta siiio que.es algo ajeno.y distintq dé su circunstancia; pero no:teniendo más reme~ dio si quiere ser y estap en ella tener que aceptar las condiciones que ésta le inipone, D.e aquí que se le presenten.con.un aspecto negativo;forzado y penoso: .Por otra.parte, esto aclaraun,pocbqueelhombre pueda desentenderse provisionalmente de esas necesidades; las suspenda o .contenga y distanciado de ellas pueda vacar a otras ocupaciones que no son su inmediata satisfacción. El animaLno puede retirarse de su repertorio de actos naturales, de la naturaleza, porque.no es sino ella y no tendría al distanciarse de ella dónde meterse. Pero. el.hombre, por lo.visto, no es,su circunstancia, sino que está sólo sumergido endla y,puede en algunos momentos salirse de ella,. y meterse en sí,. recogerse; ensimismarse.y solo consigo ocuparse:en cosas que no son directa e inmediatamente atender a los imperativos o necesidades de su circunstancia. En estos momentos extra o sobrenaturales de ensimismamiento y retracción en sí, inventa y ejecuta ese segundo repertorio de actos: hace fuego, hace una casa, cultiva el campo y arma el automóvil. Notemos que todos estos actos tienen una estructura común. Todos ellos presuponen y llevan en sí la invención de un procedimiento que nos permite, dentro de ciertos límites, obtener con seguridad, a nuestro antojo y conveniencia, lo que no hay en la naturaleza, pero que necesitamos. No importa, pues, que en la circunstancia, aquí y ahora, no haya fuego. Lo ha~ cernos, es decir, ejecutamos aquí y ahora un cierto esquema de actos que
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previamente habíamos inventado de una vez para siempre. Este procedi" miento consiste a menudo en la creación de un objeto cuyo simple funcioé namiento nos proporciona· eso que habíamos menester, el instrumento o aparato. Tales son los dos palitos y la yesca con que el hombre primitivp hace fuego o la casa que levanta y le separa.del extremo frío ambiente, De donde resulta que estos actos modifican o reformaµ la circunstan:" cia o naturaleza, logrando que en ella·haya lo que.no hay-..-sea que no lo · hay aquí y ahora cuando se necesita, sea que en.absoluto.no. lo· hay. Pues bien; éstos son los actos técnicos, específicos del hombre:•El conjunto de ellos es la técnica, que podemos; desde luego; definir, como la reforma que el hombre impone a la nat1lr~leza en vista de la. satisfacción de sus necesidades, Éstas, hernos visto, eran imposiciones de la naturaleza al hombre. ELholIJ.L bre responde imponiendo ·a su vez un cambio a la naturaleza. Es, pues;la tecc nica, lareacción enérgica•contra la naturaleza o· circunstancia queUeva.·a crear, entre ésta y el hombre una nuevanaturaieza·puesta sobre aquélla, una sobrenaturaleza. Conste, pues: la técnica no es lo que el hombre hace para satisfacer· sus .necesidades. Esta expresión es equivoca y valdría también para el repertorio biológico de los actos animales.cLa técnica es la reforma de la naturaleza, de esa naturaleia que nos hace· necesitados y menesterosos, reforrná en senti.do tal quelas•necesidade.5 quedan a ser posible anula~ · das por dejar de ser problema su.satisfacción. Si siempre que sentirnos frío · la naturaleza automáticamente pusiese a nuestra vera fuego,.es evidente que no sentilimnós la necesidad de calentamos;•como normalmenterio sentimÓs la.necesidad de respirar, sino que simplemente.respiramos sin semos ello problema alguno. Pues eso hace latécnica, precisamente eso:'ponemosel calor junto a la sensación de frío y anular prácticamente ésta en cuanto necesidad, menesterosidad, negación, problema y angustia. Quede aquí esta primera y tosca aproximación a la pregunta: ¿Qué es fa lécriié:a? Pero ahora;• tina véz lograda esa aproximación,· es cuando ern"· .~ · piezan a complicarse las cosas ponerse·un tanto divertidas; como vere" mos en las lecciones próximas.
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u . 'EL ESTAR YELBIENESTAR.-•.LA «NECESIDAD» DE LA EMBRIAGUEZ.-· ·' LO SUPERFLUO COMO NECESARIO.-· ·· RELATIVIDAD DE LA TÉCNICA
Enhebre~os con la lección anterior.. Actos técnicos-.-·decíamo~ no son aquéllos eh.que el hombre procura satisfacer:direC:tan;iente las necesidades que la circunstancia o naturaleia le hace sentir, sino prec;:isamente aquéllos que lleván a reformar esa éircuns7 tanda· eliminando en' lo posible. de ella esas necesidades; suprimiendo o menguando el a2ary el esfuerzo que exige satisfacerlas.. Mientras el animal, por ser atécnico, tiene que arreglárselas con lo que encuentra dado ahí y fastidiarse o morir cuando no encuentra lo que necesita, el hombre, merced a su don técnico, hace que se encuentre siempre en su derredor lo que ha menester-crea, pues, una circunstancia nueva más favorable, segrega,·por decirlo así, una sobrenaturaleza adaptando la naturaleza a sus necesidades. La técnica es lo contrario de la adaptación del sujeto al medio, puesto·que es la adaptación del medio al sujeto. Ya esto bastaría para hacemos sospechar que se trata de un movimiento en dirección inversa a todos los biológicos. Esta reacción contra su contorno, este no resignarse contentándose con lo que·élri:mndo es, eslo especifico del hombre. Por eso, aun estudiado zoológicamente, se reconoce su presencia cuando se encuentra la naturaleza deformada, por ejemplo; cuando.se encuentran piedras labradas, éon pulimento o sin él, es decir, utensilios. Un hombre sin técnica; es decir, sin reacción contra· el medio, no es un hombre; · ·Pero •hasta ahora se nos presentaba la técriii:a como una reacción a las necesidades orgánicas o biológicas. Recuerden ustedes quúnsisti enprecisar
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el sentido del término «necesidad». Alimentarse era necesidad porque era condición sine qua non de la vida, es decir, del poder estar en el mundo. Y el hombre tiene, por lo visto, ·un grán empeño en· estar en d mundo, Vivir, perdurar, era la necesidad de las necesidades. . · Pero es el caso que la técnica no se reduce a facilitar la satisfacción de necesidades de ese género. Tan antiguos como los inventos de utensilios y procedimientos para calentarse, alimentarse, etcétera, son muchos otros cuya finalidad consiste en proporcionar al hombre cosas y situaciones innecesarias en ese sentido. Por ejemplo, tan viejo y tan extendido como el hacer fuego es el embriagarse... -quiero decir, el uso de procedimientos o, sustancias que ponen al hombre en estado psicofisiológico de exaltación deliciosa o bien de delicioso estupor. La droga, el estupefaciente, es un invento tan primitivo como el que mási Tanto, que no es cosa clara, por ejemplo, si el fuego se inventó primero para evitar el frío -necesidad orgánica y condición sine i¡ua:noit..c.., o más bieh'pára embriagarse, Lbs pueblos más primitivós·füfari1as cuevas para erice!lder en ellasfuego y ponerse a sudar en forma tal que entre e1 humo y el exéeso de temperátura caen en trance de cuasi embriaguez. Es lo que se ha llamado las «casas de sudan>. Resulta inacabable la lista de procedimientos hipnóticos, fantásticos -es decir; pfoc ductores de imágenes deliciosas, de excitantes que dan placeral·ejercitar un esfuerzo. Así, entre•estos últimos, el «Kat» del Yemewy Etiopía, qtie•hace. grato el andar cuanto más se anda parios efectos· de aquella sustancia erilá próstata. Entre lo «fantástica>> recuérdese.la 'coca del Perú,·el•belefio; destramonio o da tura; etcétera, Parejamente discuten los etnólogos si es el arco. de caza y guerra o el arco musical la forma primigenia del arco, La solución del debate no es cosa que ahora nos importe. El simple hecho de que quepa discutirlo demuestra que, sea o no el musical el arco originario, aparece en" tre los instrunientos más·primitivos. Y esto nos basta. . - . Porque.ellopos revela que el primitivo no sentía menos como. necesidad el proporcionarse ciertosrestados placenteros qué;el satisfacer•sus necesidac des mínimas.para no .morir; parlo tanto, que descle el principio, el concepc to de «necesidad humana>>.abarcaiudiferentementelo objetivamente.nec~" sario y lo superfluo. Si.nosotros.nos.comprometiésemos a distinguir cuáles de. entre nuestras necesidades son rigorosamente necesarias, ineludibles¡ y cuáles superfluas; nos veríamos.en el mayor aprieto. Pues nos encontraría" mas: L~.Con.qtie 'ante.las.necesidades que pensando a p1io1i parecen.más elementales e ineludibles .,.,.;,alimento,: calor,• por.ej emplo::C-,. tiened hombre una elasticidad increíble. No sólo por fuerza sino hasta por .gusto reduce a líniites increíbles la, cantidad.de alinientoy se adiestra a sufrir fríos de una intensi\iad superlat¡va. 2.º En cambio, le cue.stamucho o se11cillamente.no
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logra prescindir de ciertas cosas superfluas y cuando le faltan prefiere morir. 3. 0 De donde se deduce que el empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo; es inseparable de su empeño en estar bien; Más aún: que vida significa paraélnosimple·estar, sino bienestar,.yque·sólbsiente cb.mo necesidades las c9ndiciqnes objetivas del estár; p~rque éste, a su vez, es supuesto del bienestan•El hombre que se convence a fondorypor.completo de 'que no puede lograr lo que él llama bienestar, por lo menos una aproximación a ello, y que tendría que contentar?e con elsimpley nudo estar, se suicida.o El bienestar y no el estar es la necesidad fundamental para el hombté, la necesidad de las necesidades. i Con lo cual llegamos ~ un concepto de necesidades humanas completamente distinto del que eli el artículo anterior topamos, y además opuesto alque, pdrinsuficiente análisis y descuidada meditación:, , todos indignos,:pdt suele adoptarse; Los libros sobre técnica que•heleído -. cierto', de su. enorme tema'-.· comienzan pór ,no hacerse cargo de. que el concepto de .«necesidades humanas>> es elinás importante para aclarar lo que es la técnica;• Todos· esos libros, comd ·no •podía menos de ser, hacehuso de la idea. de esas necesidades, pero como ·no ven su· decisiva. importancia, lo toman según está en la tópica ambiente. · Precisemos; antes deproseguir,fasit:llacióna que heniósUegado: en fa lección anterior con5iderábamos el caleritarsey el alimentarse como nece" sidades humanas;• pd)::ser condiciones objetivas del vivir, en el sentido de mero existiry.simple es.taren el mundo: Son, pues, necesarias en la niedida en que sea al hombre necesario vivir, Y llOtábamos que, en efecto, el home bre mostraba ull'rárb yobstinado•enipeño.envivir. Pero esta.expresión, ahora lo advertimos; era equívoca. El hombre rio·tiene empeño alguno por estar en el mundo. En lo que tiene empeño es en estar bien. Sólo esto leparece necesario y todo lo demás es necesidad sólo en la' medida en que haga posible el bienestar. Parlo tanto, para el hombre sólo es necesarfolo objetic vamente superfluo •. Esto se juzgará paradójico, pero es lq pura verdád. Las necesidades biológicamente objetivas no son, por sí; necesidades:para él. Cuando se encuentra 'atenido a ellas se niega a satisfacerlas yprefieresucumbir. Sólo se convierten en necesidades cuando aparecen como condiciones del.« estar en ehnundo», quea su vez sólo.es necesario eil:forma subjetiva; a saber, porque hace'j:iosibles el «bienestar.en el mundo» y la superfluidad. De donde resulta que hasta lo que es objetivamente necesario sólo lo es para el hombre cuando es referido, a.fa superfluidad.No tiene duda: el hombre es un animal para el cualsólolo superfluo es necesario. Alpronto parecerá - -I a-u-nico iibfo qbi!lirisiifií:iente·taffib'ú~h ~D.1d que's~··rbfie'.re ~1 ProbletTia general_ de la t~Clli ca, he podido aprovechar en uno o dos puntos, es el de Gottl-Ottlilienfeld Wirtsdiaft und Technih:
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a usted~s esto un poco extraño y sin' más valor que el de uná frase, pero si repiensan ustedes la cuestión verán cómo por sí mismos,inevitablemen'te, llegan a ella. Y esto es esencial para entender la técnica. La técnica es la pro" ducción de lo superfluo: hoyy en la época paleolítica. Es; ciertamente, elme" dio para satisfacer las necesidadeshumanás. Aho±a podembs•aceptaresta fórmula que ayer rechazábamos;porque ahora sabemos que las uecesidades humanas son objetivamente superfluas y que sólo se convierten. en necesi¡- · dades para quien necesita el bienestar y para quien vivir es. esenciahnente vivir bieri .. He aquí por qué el animál es a técnico: se contenta con vivir y con lo objetivamente necesario para·el.simple existir. Desde el punto de Vista del simple existir el animal es insuperableyno'.necesita la técnica; Pero el hombre es hombre porque para él existir significa desde luegoy siempre bienestar; por eso es a nativitate técnko creador de lo superfluo, Hombre~ técnica y bienestar son\ en última instancia; sinónimos; Otra cosa lleva:. a desconocer' el tremendo sentido de la técnica1su.significación como hecho absolutoenel úniverso. Si la técnica consistiese sólo en una de sus partes -.·.. en resolver más comodamente las mismas necesidades que.integrahla vida del animal y en el mismo sentido· que puedan serlo para éste-,··-, ten~ dríamos un doblete' extraño en el universo: tendríamos dos sistemas de actos ,.=-}os instintivos del animálylos técnicos del hombre-··-, que siendo tan hetcrogéne'os servirían, no obstante,: la rriisma finalidad: sostener en·el mundo al ser orgánico. Porque el caso es que el animal se la5 arregla perfec" tamente. con su sistema; esto es, que no se trata de un sisterriádefectuoso; en principio. No es ni más ni menos defectuoso que el del hombre. ' Todo se aclara en cambio si se advierte que las finalidades .son distiiic tas: de un lado servir a la vida orgánica, que es adaptación del sujeto al me. dio,.simple estar en la naturaleza: De otro, servir a la buena. vida; al.bienes" tar, que implica adaptación del medio a la voluntad del sujeto. ,, · ' · · Quedamos; pues; en que lás'necesidades humanas1o son sólo en fun", . dón del bienestar; Sólo podremos entonces averiguar cuáles son aquéllas si averiguamos qué eslo que el hombre entiénde por su bienestar.X esto ~om' plica formidablemente las cosas. Porque.:. vaya usted a saber todo lo que el hombre ha entendido, entiende o entenderá por bienestar; por necesidad de las necesidades, por:la sola cosa necesaria deque hablaba Jesús a Marta y María. (María, la verdadera técnica para] esús)'. ., ·. . Para Pompeyo no era· necesario vivir,•pero era necesario navegar, con lo cuál renovaba eHema de la sociedad milesia de los aeinautai .~los eten nos navegantes-·-; a que Tales perteneció, creadores de un nuevo comerciq audaz, una nuev,a política audm:;, un rwevo c:onoci¡:n\entp audaz -;>-la ciencia ~ccidental., . ·
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Hay el faquir, el asceta, de un lado; el sensual, el glotón, por otro. Tenemos,'pues, que mientras el simple vivir, el vivir en sentido biológico, es una magititud fija que para cada especie está definida de una vez para siempre,' eso que el hombre llama vivir, el buen vivir o bienestar es un término siempre móvil, ilimitadamente variable. Y como el repertorio de necesidades humanas es función de él, resultan éstas no menos variables, y como la técnica es el repertorio de actos provocados, suscitados por e inspirados en el sistema de esas necesidades, será también una realidad proteiforme, en constante mutación. De aquí que sea vano querer estudiar la técnica como una entidad independiente o como si estuviera dirigida por un vector único y de antemano conocido. La idea del progreso, funesta en todos los órdenes, cuando se la empleó sin críticas, ha sido aquí también fatal. Supone ella que el hombre ha querido, quiere y querrá siempre lo mismo, que los anhelos vitales han sido siempre idénticos y la única variación a través de los tiempos ha consistido en' el avance prógresiVo. hacia él logro de aquel único desideratuú1. Perola verdad es todo lo cóntiário:Ja idea de la vida, el perfil del bienestar se ha transformado. innumerables veces, en ocasiones tan radicalmente, que los llamados progresos técnicos eran aba!ldonados y su rastro.perdido .. Otras veces-.-..conste..-, y es.casi lodriás. free cu.ente en la historia, el inventor y la invención eran persegu¡dos como.si se tratase; de un crimen. El que hoy sintamos én forma extrema el. prurito opuesto, el afán de invenciones, no debe hacemos suponer que siernpre ha sido así..Al.contrario, la.humanidad ha solido sentir un misterioso terror cósmico hacia los descubrimientos, como sien éstos, junto a sus beneficios, latiese un terrible peligro. Y en medio de nuestro entusiasmo por los inventos técnicos, ¿no empezamos a sentir algo parecido? Sería de enorme y dramática enseñanza hacer una historia de las técnicas que, una vez logradas y pareciendo «adquisiciones eternas» -htesis eis aeí-, se volatilizaron, se perdieron por completo. ., · · ' '' rr:
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Una cosa es, por lo menos, clarísima: que las condiciones de todo orden, sociales; económicas, políticas, en que va a trabajar mañana son suma. mente distintas de aquéllas en que trabajó hasta hoy. . No se h.able, pues, de la técnica como de la única cosa positiva, la única realida¡l incoµmovible deLhombre. Eso es una estupidez, y cuanto más · cegados estén·por ella los técnicos, más probable es que la técnica actual se venga al suelo y periclite. . Basta con que cambie un poco sustancialmente el perfil de bienestar que se creme ante el hombre, que sufra una mutación de algún calibre la idea de la vida, de la' cual, desde la cual y para la cual hace el hombre todo Jo que hace, para que la técnica tradicional cruja, se descoyunte y tbme otros rumbos. Hay'quien cree que la técnica actual está más firme 'en la historia que otras porque ella misma, como tal técnica, posee.ingredientes que la diferencia~ de wdas las demás; por ejemplo, su basamenfo en las ciencias: Esta presunta seguridad es ilusoria; La indiscutible supeiioridad de la técmca presente, como.tal técnica¡ es, pór otró lado; un factor de mayor debilidad.Si se basa en la exactitud de la ciencia, quiere decirse que se apoya en más supuestos y condiciones que las otras, al fin)' al cabo más independientes y espontáneas. · Todas estas seguridades son las que precisamente están haciendo peli~ grar la cultura europea. H progresismo, al creer que ya se había llegado a'un nivel histórico en qµe no cabía sustantivo retroceso, sino que mecánicamente se avanzaría hasta el infinito, ha aflojado las clavijas de la cautela humanay ha dado lugar a que irrumpa de nuevo labarbarie en el mundo. Pero dejemos esto, ya que no es materia en que podamos entrar ahora seriamente. Resumamos, en cambio, cuanto he dicho últimamente: · · l.º No hay hombre sin técnica. 2.º Esa técnica varía en sumo grado y es sobremanera inestable, dependiendo ~uál y cuánta sea en cada momento de la idea de bienestar que el hombre tenga a.la sazón. En tiempo de Platón, la técnica de los' chinos, en no pocos órdenes, era incomparablemente superior a la de los: griegos; Hay ciertas obras de la técnica egipcia que· son superiores a' cuanto hoy hace el europeo; por ejemplo, el lago Meris, de que habla Herodoto, que un tiempo se creyó fabuloso y cuyo residuo ha sido luego descubierto. En esta giganc t:sca obra hidráulica se recogían 3.430.000.000 de metros cúbicos, y gracias a.ello ,la región del Delta, que hoy es un desier:to, era superlativamente fértil. Lo propio acontece con losfoggara del desierto sahárico. : , · ·. · 3.º Otra cuestión es si no hay en todas las técnicas pasadas un torso común en· que ha ido acumulando sus descubrimientos, aun a través de no pocas desapariciones, retrocesos y pérdidas. En tal casó, podría hablarse de ún absoluto progreso.de la' técnica. Pero siempre se correrá el riesgo de 1
III ELESFUERZO PARA AHORRAR ESFUERZO ES ESFUERZO.... EL PROBLEMA DEL ESFUERZO AHORRADO.-. LA VIDAINVENTADA Mi libro La rebelión delas masas1 va inspirado, entre otras cosas,1porla espantosa sospecha que sinceramente sentía entonces-.-allá por ~927y · 1928, nótenlo ustedes, las fechas de la prospe1ity-·- de que la magnífica\ la fabulosa técnica actual corría peligro y muy bien podía ocurrir qué se nos escurriese de entre los dedos y desapareciese en mucho menos tiemc po de cuanto se puede imaginar. Hoy; cinco años ·después, mi sospecha no ha hecho sino acrecentarse pavorosamente. Vean, pues, los ingenieros cómo para ser ingeniero no basta con ser ingeniero. Mientras se están ocupandó en su faena particular, la historia les quita el suelo de debajo de los pies:· · / 1q Es preeisa··estar alertaysalirdelpropio oficio: otear bien el paisaje de la vida, que es siempre total. La facultad suprema para vivir no la da ningún oficio ni ninguna ciencia: es la sinopsis de todos los oficios y todas las dericias y muchas otras cosas además. Es la integral cautela. La vida humartay todo en ella es un constante y absoluto riesgo. La media toda se va por el punto menos previsible: una cultura se vacía entera por el más imperceptible agujero. Pero dejando a un lado éstas, que son, aunque inminentes, meras posibilidades, recapacite el técnico no más que comparando su situa1 ción de ayer con la que hace presuriii.r el mañana. 1
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[Véase página 373 del tomo IV de estas Obras completas].
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definir. e~te absoluto progreso desde el punto de vista técnico peculiar al que habla, y ese punto de vista no es el absoluto, a lo mejor. Mientras él lo está afirmando con fe loca, la: humanidad empiezá a abandon.arlo. ' Ya hablaremos algo de los distintos tipos de técnica, de sus viéisitudes, de sus ventajas y de sus limitaciones; mas ahora nos conviene no perder de .vista la ideafundámentalde•ló que·es la técnica, porque ella encierra los· mayores secretos. Actos técnié:os -·-decíamos-•-•no son aquéllos· en que hacemos e5fuerzos para satisfai:er directamente nuestras necesidades, sean éstas elementa" les·o francamente superfluas,• sirio aquéllos en quer dedicamos el esfuerzo; primero, ainventar:¡rluego a ejecutar un plan de actividad que nos pe¡:mita; L 0 Asegurarla sat:iSfacción de las necesidades, por lo .pronto, elementales. 2. 0 Lograr esa satisfacción con el mínimo esfuerzo. · '' 3.P Crearnos posibilidades completamente nuevas produciendo objetos que norhay en la naturalel\a del hombre, Así, el navegar, el volar, el ha" blar coridantípbda mediante el telégrafo Ola radiocomunicación.• r Dejando .por, ahora el tercer punto, note¡.nos los dos rasgos saliente5 de toda técnica: que disminuye, a veces tasielimiria,. el esfuerzo impuesto por la circunstancia y que lo consigue reformando ésta; reobrando contra ella y obligándolá a;adoptar formas nuevas qué favorecen ál hombre. • · En el ahc¡rro de esfuerzo que la técnica proporciona podemos incluir, como uno dé sus componentes; la seguridad. La' precaución; la angustia, el terror.qudainseguridad provoca son formas del esfuerzo, de la imposición por parte· de la nat'uraleza sobre el hombre; Tenemos; pues, que la técnica es, por lo pronto, el esfuerzo para aho" rrar el esfuerzo o, dicho en otra forma, es lo que hacemos para evitar por completo¡ o•en parte; los quehaceres que la circunstancia primariamente nos impone; En esto sé hallatodo el mundo conforme; pero es curioso qu~ sólo se·entiende por una de sus caras, Iamenos iriteresante, elanverso;y ncL. se advierte el: enigma que su reverso representa. ¿No se cae enla cuenta c),elosorprr:nde11te que es que el hombre se e5" fuerce precisa¡.neuté en áhorrárse esfuerzo? Se dirá que la técnica es un esfuer" zo menor con que evitamos un e.sfuerzo mucho mayor y, por lo tanto, una cosa perlectamente clarayratonable'. Muybien; pero esO no es lo enigmáti~ co, sino· esto· otro: ¿Adónde va a parar ese esfuerzo 'ahorrado y que queda vacante? .La cosa: resalta más' si emplea¡.nos los otros vocablos y decimos: si con el· hacer técnico. el hombre'queda ex~nto delos quehaceres impuestos parla naturaleza;.·¿ qué es lo querva áhacer, qué.quehaceres van a ocupar su vida?Porqtie·no hacerrnada es vaaiar:la vida;: es no vivir; es incompatible ccín el hombre.La cuestión, lejos de ser fantástica, tien¡;·hoy ya un cornieric
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zo de realidad. Hasta una persona aguda, ciertamente, pero que es sólo economista -Keynes-- se planteaba esta cuestión: dentro de poco -si no hay ·retroceso, se entiende- la técnica permitirá que el hombre no tenga que ·trabajar más que una o dos horas al día. Pues bien: ¿qué va a hacer el resto de las vein~icuatr9? De hecho, en no escasa medida, esa situación es ya la de hoy: el obrero trabaja hoy ocho horas en algunos países y sólo cinco días -y según parece éste será el porvenir inmediato general: trabajar sólo cuatro días semanales-; ¿qué hace ese obrero del resto enorme de su tiempo, del ámbito hueco que queda en su vida? Pero el que la técnica actual presente tan a las claras esta cuestión no quiere decir que no preexista desde siempre en toda técnica, puesto que toda ella lleva a un ahorro de quehacer y no accidentalmente o como resultado que sobreviene al acto técnico, sino que ese afán de ahorrar esfuerzo es lo que inspira a la .técnica. La cuestión, pues, no es adyacente, sino que pertenece a la:e5eiiéia íllismá délatécniéa; y' ésta ncí se entiende si nos contentamos .con confirmar que ahorra esfuerzo y no nos preguntamos en qué se emplea el esfuerzo vacante: ·Y he aquí cómo la meditación sobre lá técmca nos'hace tropezar dentro de ella, como con elhueso en un frutó, con el rarcí misterió.delser del hombre; Porque es éste un ente forzado, si quiere exiStir, a exiStir erlla naturaleza; sumergido en ella; es un animal. Zoológicamente; vida siguifica todo lo qué hay' que hacer pan;¡: sostenerse'en la naturaleza.-'Pero.el hombre se las arregla.¡Jarareducir al mínimum esa vida, para no terier que·hacer lo que tiene que hacer el animal.En'elrhueco que la superación de su vida animal deja, vaca el hombre a una serie de quehaceres no biológicos, que no'le son impuestos por la naturaleza, que él se inventa a sí mismo. Y precisamente a esarvida inventada, inventada·como•se inventa una novela o una obra•de teatro; es a lo que el hombre llama vida humana,' bienestar. ta vida humana, pues, trasciende dela reilidad natural, no leres·dada como !eres dado a la piedra caer y al animalel 'repertorio rígido de sus actos orgánicos ~comer, huir, 1nidificar, etcétera-"'-, sino·que se la hace él; y este hacérsela comienza parser la invención de ella. ¿Cómo? La vida humana ¿sería entonces en su dimensión específica: .. una obra de:imaginación? ¿Sería él hombre una especie de novelista de sí mismo que forja la figura fantástica de un peisonaje éon su tiporirreal de ocupaciones yºque para conseguir·teálizarlo hace todo1o que hace~ es decir,ces técnico?' 1
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versa, lo que él desease lo habría ipso facto, como en el cuento de la varit.a de las virtudes. Un ente así no podría sentir el mundo como algo distinto de él, ·puesto que no ofrecería resistencia. Andar por el mundo sería igual que ·andar por dentro de sí mismo. •c ·. 2. º· Pern podría ocurrir lo invers9. Que el mundo ·no ofreciese al hom" bresino pvras dificultades o, lo que es igual, que e1ser del hombrey el del mundo fuesen totalmente antagónicos. En este caso, el hombre no podría alojarse en el mundo; no podría estar en él ni una fracción de segundo. Eso que llamam9s vida humana no existiría y; por lo. tanto, tampoco la técnica. ~,~Ea:terceraposibilidad es la que efectivamente'se_da: que elhombre, · al tener .que. estar en el mundo, se encuentra con que este es en derredor suyo uria intrincada red; tanto de facilidades como de dificultades: Apenas líay cosas'ell él que T1o sean en poteneialo uno. o lo. otro: La tierra es algo que le sostiene con su solidez y le permite tenderse para descansar o correr cuando tiene quehuir•. ·Elque.naufraga:o ~e caeideun'tejado se da bien cuenta delo favorable que es esa cosa tan humilde por.lo habitual que es Ja solidez de la. tierra. Pero .la tierra es también distancia; a Jo mejor mucha tiec rrále separa de la fuente cuando está sediento, ya veces la.tierra se empina; es .uná cuesta.penosa que hay que.su bit Este fenómeno radical; tal vez: el más radical de todos:=a· saber: que.nuestro existir consiste.en estar rodea, do tai¡.to .de faéilidades .como de dificulfades:-7-, da su esp¡!ciaL carácter pn, tológü:o a la realidad quellamamos vida humana, ·al ser del hombre .. . Porque:si no· encontrase facilidad alguna,,estaren el,mundo.:le sería impdsible;•es decir; que el· hombre no existiría y no habría cuestión: Como encuentra facilidades en qué apoyarse, resulta qile le es posible; existir. Pero como halla también dificultades; esa posibilidades constantemente estorbada, negada, puesta en peligro; De 'aquí que la existencia del h,ombre, su estar en el mundo, no seaun pasivoestar, sino.que tenga,' a la fuerzay constantemente; que luchar contra las dificultades qué;seoponena que su serse aloje en él. Nótese bien: a Ja ·piedni·k es dada heclía:su existenci.a, no-tiene i:¡ue hichar para ser lo. que es: piedra en' el paisaje. Mas para el hombre existir es .tener que combatir incesanteniente con.las dificultades:que el.contar, no.le ofrece¡ por: lo tanto, es tener·. que hacerse en cada momento sv·propia · eXisteEcia:.Diríaiµos,. pues, que al hombrele es dada la abstracta posibilidafl de existir, pero no le es dada, la realidad. Ésta tiene que conquistarla él, mi" nuto .tras minuto: el homb~e; no sólo económicamente, sino. metafísical "; mente, tiene que ganarselá vidfü ·'. Yfodél esto ¿porqué?Evidenternente-·-ria es sino.decirlo.mismo con otras pálabta~. porque el ser.del hombre.y.el ser de la naturaleza no coinc ciclen plenamente. Parlo visto; elser deLhombre tienela extraña condición
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EXCURSIONES AL SUBSUELO "0E LATÉCNICA.
respu~st~s
técni~~?
Las que se han dado a Ja pregunta ¿qué es la son de una pavorosa superficialidad. Y lo peor del caso es que no puede atribuirse al azar. Esa superficialidad es compartida por casi todas fas cuestiones;que se refieren verdaderamente a1o humano en el hombre; Yno será posible poner alguna claridad en ellas.si no nos resolvemos a tomarlas en eLestrato pr~" fundo donde surge tcido lo propiamente humano. Mientras sigamos; al hablar de asuntos que nos afectan, dando por supuesto que sabemos bien lo que es Jo humano, sólo lograremos dejamos siempre Ja verdadera cuestión a nuestra espalda: Y esto acontece ton la técnicac Conviene hacerse cargo de todo eLr~" dicalismo que debe inspirar nuestra interrogación. ¿Cómo es que en el uru;verso existe esa cosa tan extraña; ese hecho absoluto que es la técnica, el hacer técnica el hombre?5Lintentamos én serio.aproximamos a una respuesta\ ténemos:queresolvemos a sumergirnos en ciertas ineludibles honduras,.L: : •:Y entonces nos encontramos con que evoeJ •universo acontece. el sir guiente hecho: un ente, el hombre, se ve obligado, si quiere existir, a estaren otro ente, el mundop Ja.naturaleza: Ahora bien: ese estar el uno en eJ.otr9 -el hombre eri'él munc:j.o~ podía adoptar uno de estos tres .carices: : • ; ,,. Lº Que Ja naturaleza ofrecie5e al hombre para su estancia en ella pura~ facilidades;: Esto querría decir que el ser del.hombre y del mundo coincidí~ plenamente o, lo que es igual, que el hombre era un ser natural. Así aéonte;ce con Ja piedra, con Ja planta, probablemente con el animal. Si así fuese, el hombre carecería de necesidades, no echaría de menos nada, no sería menesteroso. Sus deseos no se diferenciarían de la satisfacciónde esos mismos deseos. No desearía sino lo que hay en el mundo tal y como lo hay; o vicec
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de que en parte resulta afín con la naturaleza, pero en otra parte no, que es a ün tiempo natural y extranatural, una· especie de centauro ontológico, que mediaporción de·él está irimersa, desde Juego, en la naturaleza, pero Ja otra parte trasciende de ella. Dante diría que está en ella como las barcas arrimadas ala marina; conmedia quilla en laplayay Ja otra media en la costa; Lo que tiene de.nátural sé reali.Za por sí mismo: no Je es cuestión; Mas; por lo mise mo,·nolo siente como su auténtico ser. Encambio; su porción extranatural no es, desde Juego,ysin más, reali.Zada,.sino que consiste, por lo pronto, en una mera.pretensión de ser,· en un proyecto de vida: Esto es Jo que sentimqs como nuestro verdadero ser, lo que llamamos nuestra personalidad, nuestro yo~No ha de interpretarse esa porción· extranatural y antinatural de nuestro ser en: el sentido delviejo·espiritualismo. No meinteresan ahora los angelitos, ni siquiera eso que se ha llamado espíritu, idea confusa cargada de mágicos reflejos. . Si recapacitan.ustedes un poco hallarán'que eso que llaman su vida no es sino el afán de realizar un determinado proyecto o programa de existen" cia. Y su «yo», el de cada cual, no es sino ese programa imaginario. Todo lo que hacen ustedes lo hacen en servicio de ese programa: Ysi están ustedés ahora oyéndome es porque creen, de uno u otro modo, que hacer eso les sirc ve para llegar a ser, futima y socialmente, ese yo que cadauno de ustedes sü!nc· te que debe ser, que quiere ser. El hombre es, pues, ante todo, algo que no tiene realidad ni corporalni espiritual; es un programa como tal; por lo tan~ to; lo que aún no es,,sino que aspira a ser.Se dirá 1que no puede haber programa si 1alguien no Jo piensa, si no hay, por Jo' tanto, idea, mente, alma ci como se Je quiera llamar. Yo no puedo discutir esto a fondo porque tendría que· embarcarme en un curso de· filosofía. SoIn puedo hacer está observación: aunqueél programa o proyecto de ser un gran financiero tiene queser pensado en umiidea; ser ese proyecto no es ser esa «idea» .Yo pienso sin difií::ültad éSa idea.y. sfu embargo; estoy müyJej os de seres e proyecto;· . · ··.. "' He aquí fa tremenda y sin par coridicióll'delserhumano, Jo que hace de él algo• único' en; el i:miverso., Adviértase Jo extraño y desazonador del casm·Uri ente.cuyo ser Í::Ónsiste, no enlO que ya es, sinO en lo que aún no es, uri ser que consiste en.aúnno ser.Todo lo demás del universo consiSte.en Jo qu'eya es. El astro es lo que ya es ni más ni menos. Todo aquello cuyo módó de ser consiSte en serlo que ya es y en el cual; por lo tanto, coincide, désde Juego, su potencialidad con su realidad, lo quej:mede ser con Jo que, en efec" to,es ya, llamamos cosa. La cosa tiene su ser dado ya y logrado., , '• · " . ; i' •füJ. este.sentido,.el hombre no es .una COSa sino Una pretensión, Ja preC tensión de seresfo ola otro. Cada época, cada pueblo; cada individuo mo" dula' de diverso rriodo Ja pretensión general humaria.•
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Ahora, pienso, se comprenden bien todos los términos del fenómeno radical que és nuestra vida. Existir.es para nosotros hallamos de pronto teniendo quereali.Zar la pretensión que somos en una determinada circunstancia. No s.e nos permite elegir de antemano el mundo o circunstancia en que tenel;llos· que vivir, sino que nos encontramos, sin nuestra anuencia · previa, sumergidos en un contorno; en un mundo que· es el de aquí y ahora. Es.e mundo o circunstancia en que me encuentro sumido no es sólo el paisaje que me rodea, sino también mi cuerpo y también mi alma. Yo no soy mi cuerpo; me encuentro con él y con él tengo que vivir, sea sano, sea enfermo, pero tampoco soy mi alma: también me encuentro con ella y tengo que usar de ella para vivir, aunque a veces me sirva mal porque tiene poca voluntad 0 ninguna memoria. Cuerpo y alma son cosas, y yo no soy una cosa, sino un drama, una lucha por llegar a ser lo que tengo que ser. La pretensión o programa que somos oprime con su peculiar perfil ese mundo en tomo, y éste responde a esa presión aceptándola o resistiéndola, es decir, facilitando nuestra pretensión en unos puntos y dificultándola en otros. Ahora puedo decir lo que antes no hubiera podido entenderse bien. Eso que llamamos naturaleza, circunstancia o mundo no es originariamente sino el puro sistema de facilidades y dificultades con que el hombreprogramático se encuentra. Aquellos tres nombres -naturaleza, mundo . . ' c:rcunstancra- son ya interpretaciones que el hombre da a lo que primanamente encuentra, que es sólo un complejo de facilidades y dificultades. Sobre todo,. «naturaleza» y «mundo» son dos conceptos que califican aquello a que se refieren como algo, que está ahí, que existe por sí, con independencia del hombre. Lo propio acontece con el concepto «cosa», el cual significa algo que tiene un ser determinado y fijo y que lo tiene aparte del hombre y por.sí. Pero, repito, todo esto es ya reacción intelectual interpretativa, a Jo que primiti~amente hallamos en tomo de nuestro yo. Y eso que primitivamente hallamos no tiene un ser aparte e independiente de nosotros, sino que agota su consistencia en ser facilidad o dificultad, parlo tanto, en Jo que es respecto a nuestra pretensión. Sólo en función de ésta, es algo facilidad o dificultad. Y según sea la pretensión que nos informa, así serán estas o las otras, mayores o menores, las facilidades y dificultades que integran el puro y radical contorno. Así se explica que el mundo sea para cada época, y aun para cada hombre, algo distinto. Al perfil de nuestro personal programa, perfil dinámico que oprime la circunstancia, responde ésta con otro perfil deteffilinado compuesto de facilidades y dificultades peculiares. Evidentemente, no es lo mismo el mundo para un comerciante que para un poeta: .donde éste tropieza, aquél nada· a sabor: lo que a éste repugna, a aquél le regocija. Claro es que el mundo de ambos tendrá muchos elementos
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comunes·: los que responden a la pretensión genérica que es el hombre en cuanto especie. Mas precisamente porque el ser del hombre no le es dado sino que es, podo pronto, pura posibilidad imaginaria, la especie.humana es de una inestabilidad y variabilidad incomparables con las especies ani~ males. En suma; que los hombres son enormemente desiguales, contra lo que afinnabarilós igualitarios de los dos ultimas siglos y siguen afirmando . los arcaicos del presente;
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LA VlDA COMO FABRICACIÓN DE SÍ MISMA.-' · TÉCNICA Y DESEOS
Bajo esta perspectiva, la vida huillana,la eJdstencia del hoillbre, ~parece consistiendo formalmente, esencialmente,. en un problema. •Para los demás entes del universo; existir no es próblema-porque existencia quiere decir efectividad, rea:lización.deuna esencia-.·-; por ejemplo, que «el ser toro» se verifique, acontezca. Ahora bien, el toro, si existe, existe ya siendcHoro. En cambio; para el homlJre existir no es ya, sin más ni más, existir como. el hombre que es,,sino•meraniente posibilidad de ello y esfuerzo hacia lograrlo. ¿Quién de ustedes es, efectivamente, el que siente que tendria que ser, que debería ser, que anhela ser? A diferencia, pues; de todo lo demás; el hombre, al exiStir, tieni:: que hacerse su existencia; tiene que resolver el problema práctico •de realizar el programa en que, por lo pronto; consiste. De ahí quenuestra:Vi.da·sea pura tarea•einexorable quehacer.La vida·de.cada uno de nosotros es algo que no nos es dado hecho;•regalado, sino algo que hay que hacer.'La .vida da•mucho quehacer; pero·a'demás.no es sino •ese quehacer que da a cada cual;yun quehacer, repito\ no es una cosa, sino algo activo, en un sentidó que trasciende.todós los demás. Porque en el caso de los demás seres se supone que alguien o algo' que ya es, actúa; pero aquíse trata de que precisamente para ser .hay que actuar', que no se es sino esa actua~ ción.El·hombre, quiera o no;' tiené que hacerse a•sf misillo; autofabrícarsec Esta1últirna expresión no es dehodo inoportuna: Ella subraya que el hombre; en.la ra!zrnisma de su;esencia, se encuentra, antes que en ninguna: otra; én la situación del técnico.·Para.el hombre; vivires, desde.luego,y antes que otra cosa, esforzarse en que haya .}o que aún no hay; a saber, él, él
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mismo.' aprovechando para ello lo qne hay; en suma, es producción. _Con. esto quiero decir que la vida no es fundamentalmente como t~~tos si~los han creído: contemplación, pensamiento, teoría. No; es prod,ucc10n, fabncación, y sólo porque éstas lo exigen; por lo tanto, después,'. no antes, ~ pensamiento, teoría y ciencia. Vivir... , es decir, hallar los medios para realizar el programa que se es. El mundo, la circunstancia, se presenta de~d~ l~ego como primera materia y como posible máquina. Ya que para existir tiene· que estar en el mundo, y éste no realiza por sí y sin más el ser ~el hon:br:, sino que le pone dificultades, el hombre se resuelve a bu~car en el la m~qm na oculta que encierra para servir al hombre. La histona del pensannento humano se reduce a la serie de observaciones que el hombre ha hecho para sacar a la luz, para descubrir esa posibilidad de máquina que el mundo ~1:-, va latente en su materia. De aquí que al invento técnico se le llame tambien descubrimiento. Y no es, como veremos, una casualidad que la técnica por antonomasia, la plena madurez· de.la técriicá, se.iniciase hacia 1600; justamente cuando en su pensamiento teórico del mundo llegó el hom~re a entenderlo como una máquina. La técnica moderna enlaza con Galileo1 Descartes, Huygens; en suma, con.los creadores de la interpretación mecá~ nica del universo. Antes se creía que el.mundo. corporal era un ente ame" cánico, cuyo ser últihlo·estaba constituido por poderes espiritual:s; más o· menos voluntariosos e incoercibles. El mundo; commpuro mecamsmo, es; encambio;lamáquinadelasmáquinas. . . ;; ' · '• . . :/ ... , Es, pues, ún errm:fondamental creer que el.hombre nó 'es ~ino un a~~ mal casualmente dotado con talento técriico ,o, dicho en otro grro, que sia un ariimal le agregásemos mágicamente el don técnico, tendríamos sin más el hombre; La verdades lo contrario, porque el hombre tiene una tarea muy distinta que la del ariimal; .una tarea extranatural, no puede_ dedicar sus energías como aquél a satiSfacer sus necesidades elementales, smo que; des~ de luego, tiene'que·ahorrarl~s errese orden·para poder.vacar con.ellas al.a improbablefaena de realizar su ser enel mundo. ''.' ... • . . . · . He aquípor qué.el,horribre empieza cuando empieza la tecruca; La hol" gura, menor 0 mayor, que· ésta leabre enla:naturaleza es elalvéol~ donde. puede alojar su excéntrico. ser: Pcir eso insistía ayeren que el sentido: Yla causa.de1a técriica están fuera de ,ella; a saber:. en. el empleo que da el home bre a sus energías vacante~, liberadas por aquélla: La misiórninicial de la técriica es·ésa: dar franquía al hombre para.poder vacat·a ser símisrrio., '·h .. . , Los antiguos dividíanlavida;en dos zohás:a una, que llamabanotimil\ el ocio; quemo.eslanegación del hacer; sino ocuparse•en ser.lo humano del hombre; que elfos interpretaban como mando, •organización, trato ~acial, ciencias, artes. La otmzona,llepa.de esfuerzo para satiSfacer las necesidades
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elementales, todo lo que hacía posible aquel otimn; lallamaban.nec-otimn, señalando múy bien.el .carácter negativo que tiene para el hombre. En vez de Vivir aL azar y derrochar su esfuerzo,,. necesita éste actuar ·conforme a plan para obtener. seguridad en ,su choque con las exigencias naturales y dominarlas con· un máximo de rendimiento; Esto es su hacer técriico frente· al hacer· a la buena de Dios del animal, del pájaro del:bueri Dios,porejemplo. · . . ,, , .. .. . Todas las actividades humanas que especialm~nte han recibido o meé recen el nombre de técriicas, no son más que especificaciones, .concreciones de ese carácter general de autofabricación propio a nuestro vivir. Si nuestra existencia no fuese ya desde urtpríncipio la forzosidad de construir con el material de la,naturaleza la pretérisióii extranatural que es el hombre; ninguna de:esas técriicas existiría. El hecho absoluto, el puro fenómeno del universo.que es la técnica, sólo:puede darse: en.esa extraña; patétic ca, dramática combinación metafísica de .que dos entes heterogéi:léos·-el hombre y el mundo-. se vean obligados a unificarse,,demodo que uno de ellos; el hombre, logre ihsertar sú ser extramundario en el otro, que.es precisamente ehríundo, Ese problema, .casi de ingeniéro, .es la existencia humana. Y; sin embargo, .o por. lo mismo, la. técriica.no ,es en•rigmdo primero. Ellava a ingeriiarse y a ejecutar la tarea; que es la vida;•va a lograr; claro.está; en .una u otra liínitada medida, hacer, que' el pro grama. )mmarto· se realice, Pero ella por sino defuie el programa; quiero decir que a la técnica le. es prefijada la firíalidadque eUa debe conseguir. El programa vital es pre-téi:riico, El técnico o la capacidad técnica del hombre tiene a· su cargo inventar .los procedimientos más simples y seguros para lograr las necesidades del hombre: Pero éstas, como hemos.visto, son también una.invención; son lo que en cada época, pueblo o persona el hombre pretende ser; hay, pues, una prime~ ra invención pre-técriica, la invenciónpor excelencia; que es el deseo original. ·· :No se crea que·es desear; faena tan fáciL Observei:custedes la.específica angustia que experimenta el nuevo rico. Tiene en !amano la posibilidad•derobtener el logro de sus deseos, pero se encuentra con que·no:sabetener deseos. En su secreto fondo advierte.quq10 desea nada, que por sí mismo es incapaz de orientar su apetito y decidirlo entre las ihnumerables cosas que el contorno le ofrece. Por eso busca 'unintetmediario.que le oriente, y lo halla en los deseos predominante¡¡ de los• demás: He aqgí larazón 'por la cúallo primero 'que el nuevo.rico.se compra esúnáutomóvi!,.una pianola yunfonógtafo, Ha encar" gado a los demás que deseen por él. Corno hay el tópico.delpensamiento; el cual consiste en la idea que no es pensada originariamente por el que la piensa, sino tan sólo por él repetida, ciegamente, maquinalmente reiterada, hay también un deseo tópico, que es más bie1ila ficción y el mero gesto de desear.
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Esto acontece, pues; aun en Ja órbita del desear que se refiere ala que ya hay ahí, a las cosas que ya tenemos en: nuestro horizonte antes de deseare las. Imagínese hasta qué punto será.difícil el deseo propiamente c;reador, el. que postula lo inexistente, el que anticipa lo que aún es irreal. En definfüva, Jos deseos referentes accosas se rimeven siempre dentro del perfil del home breque deseamos ser. Éste es, parló tanto, el deseo radical, fuente de todos los demás. Y cuando alguien es incapaz de desearse a sí mismo, porque Ílo tiene claro un sí mismo que realizar, claro es que ria tiene sino pseudo-deseos, espectros de apetitos sinsiriceridad ni vigor. Acaso Ja enfermedad básica de nuestro 'tiempo sea una crisis de los deseos, y por eso todaJafabulosa potencialidad de nuestra técnica parece como si no nos sirvieraidd1áda. Hoy la cosa comierizira hacerse patente, pero ya eri 1921 se me 'ocurria'enuriciar el grave hecho: «Europa padece una exc tenuadón eri su facultad dedesear».·(Espa!lainvertebrada) 1,Yesa obnubi~ .Jación delprograma vital traerá corisigo una détención o retroceso de la tec~ nica que no sabrá bien a quién, a qué servir. Porque ésta es la increíble situación a que•hemos llegadoyque confirma la interpretación aC[uísustentada:'la finca, es decir, el repertorio conque hoy cuenta el hombre para vivir, nn sólo es incomparablemente superior al que nunca ha gozado (las fuerzas creadas en la· técnica equivalen a 2.500 millones de esclavos, es dec cir, dos servidores para cada civilizado), sino que tenemos la clara concien'cia de que son superabundantes, y; sin embargo, 'la desaZón es enorme; y es que· el hombre actual no sabe qué ser, le falta imaginación para inventar el argumento de su propia vida. ¿Por qué? ¡Ah!, eso no pertenece a este ensayo, Sólo nos preguntaremos: ¿Qué en el hombre, o qrié clase de hombres son los especialistas del progra" ma.vital? ¿El poeta, el filósofo, el.fundador de religión, el político,el descubridor de valores? No lo decidamos; baste con advertir que el técnico los supone y que ésto ex]JliCáufüi difél"enda dé rango que siempre ha habido y conttala erial es ~n. vano protestar. , '· ·Tal.veztengaque·ver con esto el extrañísimo hecho de que la técnica es casi.siempre anónima, o por lo menos que.Jos creadores de ella no goceri de ]afama nominativa que ha acompañado siempre a aquellos otros hom" bres, Uno de los inventos más formidables de los últimos sesenta años ha sido el motor de explosión; Pues bieri, ¿cuáritós de ustedes; que no sean por su oficio técnicos; recuerdan en.este ID.omento ]alista de.nombres egregios que llevaron sus inventores?
De aq~í también l_a ~~~rme improbabilidad de que se constituya una «tecnocrac_ra»._Por defimc10n, el técnico no puede mandar, dirigir en últi. ma mstancra; Su papel es magnífico, venerable, pero irremediablemente de · segundo plano. Resu,mamo:;: La reforma de la naturaleza o técnica, como todo cambio o mutación es un movimiento con sus dos términos, a qua y ad quem. El término a qu; es la na~raleza, según está ahí. Para modificarla hay que fijar el otro términ.o, hacia el cual se la va a conformar. Este término ad quemes el programa vital del hombre. ¿Cómo llamaríamos al logro pleno de éste? Evidentemente, bienestar del hombre, felicidad. He aquí que con ello cerramos el rizo de todas las consideraciones hechas en las anteriores lecciones.
' [Vélisepágina421 del tomo Ill cíe estas Obras completas].
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VI EL DESTINO EXTRANATURAL DEL HOMBRE.- PROGRAMAS DE SER QUE HAN DIRIGIDO AL HOMBRE.-EL ORIGEN DEL ESTADO TIBETANO En las lecciones anteriores he procurado sugerir cuáles son los supuestos que tienen que darse en el universo para que en él aparezca eso que llamamos técnica. Dicho en otra forma, la técnica implica todo eso que hemos enunciado: que hay un ente cuyo ser consiste, por lo pronto, en lo que aún no es, en un mero proyecto, pretensión o programa de ser; que, por tanto, ese ente tiene que afanarse en la realización de sí mismo. No puede lograrla sino con elementos reales; como el artista no puede realizar la estatua imaginada si no tiene una materia sólida en que plasmarla. La materia, el elemento real donde y con el cual el hombre puede llegar a ser de hecho lo que en proyecto es, es el mundo. Éste le ofrece la posibilidad de existir y; a la par, grandes dificultades para ello. En tal disposición de los términos la·· vida aparece constituida como un problema casi ingenieril: aprovechar las facilidades que el mundo ofrece para vencer las dificultades que se oponen a la realidad de nuestro programa. En esta condición radical de nuestra vida es donde prende el hecho de la técnica. · Dicho así en fórmula abstracta, resulta acaso difícil de comprender. ' Porque ese programa extranatural que afirmamos ser el hombre y para ser- · viral cual se afana la técnica, suena a algo místico e inconcretable. Alguna claridad, sin embargo, aportó al asunto la rápida enumeración que hice de algunos entre los muchos programas vitales en que el hombre históricamente ha concentrado su ser: el bodhisatva hindú, el hombre agonal de la Grecia aristocrática del siglo VI, el buen republicano de Roma y el estoico
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dela época del lmperio, el asceta medieval, el hidalgo del XVI, el homme de bonné compagnie de Francia enelxvn, la schiine Seele defines del XVIII en Alemania o el Dii:hteriínd Denher de comienzos.delXIX, el gentleman de 1850 en Inglaterra, etcétera: No me .eS lícito dejarme llevar a lásugestiva labor de ir describiendo el perfil presionadoi: del mundo que.es cada urio de. estos modos de ser del hombre; •. •· .Únicamente haré notar algo que me parece de tod~ evidencia.'El pueblo en que predomina la idea de que el verdadero serdeLh0mbre es ser bodhisatva, no puede crear una técnica iguala aquel otro en que·se.aspira a sergentlenian.'Ser bodhisatva es, por lo proritb, creer que existir'enestemundo de merás apariencias es·precisamen.te no existir de verdad: La. verdadera existencia consiste para él en no ser individuo, trozo particular del'imiverso, sino fundirse enel Todo y desaparecer en él. Elbodhisátva, pues, aspira a no .vivir ri a vivir lo menos posible. Reducirá su alimento al mínimo¡ ¡mal para la técnica de la alimentaciónLProcurará la•inmovilidad máxima, para recogerse en la meditacion,.único vehículo que permite al hombre llegar al éxtasis, es decir, aporierse envida fuera de este mundo.: No es verosímil que invente el automóvil· este hombre que no quiere moverse. En cambio, suscitará todas esas técnicas tan ajenas a nosotros europeos como son las· de los fakires y yo gas, técnicas del éxtasis, técnicas qrie no producen reformas' en lil naturaleza. material, sino en el cuerpo}' la psique del hombre. Por ejemplo, la tecnica de la insensibilidad y la catalepsia, de.la concentración; etcétera. Esto por lo que hace a mi advértenda de que la técnica es función del variable programa humano. De otra parte, nos aclara ya del todo aquello de que el hombre, en una de sus dimensiones, tiene un ser extrariatural y que antes no conseguíamos traer a intuición. •Es evidente que existir como ineditadory como extático, vivir precisamente como no viviente, en constante procuración de anular el mundo y la existencia misma, no es un modo natural de·existir.. Ser bodhisatva es, en principio,.no comér, no moverse; no sexua'lizar, no sentir placer ni dolor; ser, ené:onsecuencia, la.negaciónviviente dela.naturalezaJ.Por esb es un ejemplo drástico dela extranaturalidad del ser humano y de lo difícil.que es su realización en la naturaleza, Ello requiere una pieadaptación de ésta que deje huelgo para una calidad de ser que tan radicalmente la contradice. Pero la expliéaciónriaturalista de Ío humano saltará aquí sosteniendo que la relación entre el proyecto de ser:ylatécnica es inversa de la que yo propongo; a saber: .que es el proyecto'. quien sus tita la técnica; la cua'l, a su vez, reforma la natura'le:i:a, Todo lo contrario, serdirá: en.la India el·climay.el suelo facilitan tan enormemente·la vida eque el hombre· apenas necesita
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moverse ni alimentarse. Es, pues, el clima y el suelo quienes preforman ese tipó' de vida búdica: Con esto, por vez primera acaso, les sonará algo bien,en este ensayo a los.hombres de ciencia que me escuchan. Pero ahora no puedo menos de chafar al naturalista. imaginarlo queme objeta aún aquella pequeñísima satisfacción: No: existe, sin duda, una rela7 tión entre climay suelo de.un lado y programa de humanidad de otro; pero es· muy distinta de la que la anterior explicación supone. No voy ahora a expoc nercuál es,· a mí juicio; por una vez voy a excusarme de:razonar y en su lugar voy a oponer ál pretendido hecho que el presunto objetante.ha presentado\ sencillamente, otro hecho positivo que da al traste.con:aquella explicación[ , Si son el clima y la tierra dela India quienes explicarrel budismo dela India; no se comprende por qué.hoyJaregión budista por excelencia, es el Tibet: .Porque.su dima y su tierra son la antftesis de la regiórr de1Gange5·o de Ceylán:Las altiplanieies. tras elHimalaya son info de los lugares más ásperos y crudos del planeta: Ferocesvendavale5 señorean aquellas llanuras inmensas, aquellos amplísimos valles. Tormentas y hielos la castigan duran7 te gran'parte del' año .. Por eso, no había allí sino hórdas trashumantes, in" quietas y broncas, en continua agresiórr las unas· con1as otras. Se guarecían en sus tiendas, hechas con la piel de los.grandes óvinos altaicos. Nunca pudo allí constituirse un Estado. He aquí que.un.buen día transpusierorrlos sublimes puertos del Himalaya algunos.misioneros budistas y convirtieron a su religión algunas de aquellas hordas ..Pero elbudismo es, más esencial" mente que.ninguna otra religión, faeria de meditación. En. elbudisrrio ria hay un dios que se encargue de salvar al hombre. Es el hombre quien tiene que salvarse a sí mismo por medio de la meditación, de la oración. ¿Cómo meditar en la crudísima temperie tibetana? Fue menester construir con• ventas de cal y canto, los primeros edificios que hubo allí nunca: No, pues, para simplemente vivir surge en el Tibet la casa, sino para orar: Pero ocurrió que en las cóntiéndas tradicionales de aquelpaís las hordas budistas seaco• ···< gían en sus coriventos,.que adquirieron así un papel guerrero;proporcionan- ····· do a sus poseedores superioridadsobrelos no budistas. En suma, que el cónt vento, haciendo de1castillo; creó el Estado tibetano. A.quino es el clima y la tierr[\ quienes engendrarrel budismo; sino a] revés, el budismo COmO neCe" sidad humana, esto es, innecesaria,;quien modifica el clima y la tierra mediantela técnica de la construcción, :Sirva:al paso lo .dicho como un buen ejemplo de la solidaridad que existe entre las técnicas; quiero decir de la facilidad con que un artefacto . ideado para servir una deierrriinadafinalidad se desplaza hacia otras utilh zacione5c Más arriba vimos como el arco pririlitivo,probablemente musiCal; se convierte en· arrria•'de 1cazaypelea. Parejo es el caso de Tirteo, aquel rii
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dículo general que los atenienses prestaron a los espartanos. Viejo y cojo, era, además, por el estilo anticuado de sus elegías, el hazmerreír de la juventud vanguardista en el Ática. Pero llega a Esparta y desde entonces los desmoralizados lacedemonios comienzan a ganar todas las batallas. ¿Por qué? Pues,.por lo. pronto, por una razón técnica de táctica. Las elegías de Tirteo estaban compuestas en un ritmo arcaico, que, por ser muy claro y pronunciado, facilitaba la unidad de marcha y movimiento en la falange. He aquí una técnica poética que se transforma en ingrediente creador dentro de la técnica militar. Pero no nos perdamos. Intentábamos brevemente confrontar la situación del hombre cuando es, como proyecto, bodhisatva, con la del hombre cuando se propone ser gentleman. La oposición es radical. Basta para advertirlo que insinuemos algunos rasgos constituyentes del gentleman. Antes conviene notar que el gentleman no es el aristócrata. Sin duda fueron los aristócratas ingleses los que principahriente idearon este modo dé ser hombre, pero inspirados parlo que diferencia al aristócrata inglés de todas las demás clases de nobles. Mientras las demás son cerradas como clases, y además cerradas en cuanto al tipo de ocupaciones a que se dignaban dedicárse -.guerra, politica, diplomacia, deporte y alta direcaión de la economía agrícola-.-, el aristócrata inglés, desde el siglo.XVI, acepta la lucha en el terreno económícrndel comercio, de la industria y delas carrerasiiberales. Como la historia iba a. consistir desde entcírices prihcipa!TI1ente errestas faec nas, ha sido la única que se salvó, manteniéndose en la brecha de la plena eficiencia; De aquí que al llegar el siglo XIX créase un prototipo de existencia -el gentleman-que vale para todo el mundo. El burgués y el obrero pueden, en cierta medida, ser gentleman; es más, pase lo que pase en un futuro, acaso:inmediato, quedará como una delas maravillas dela historia el hecho de que hoy, hasta el obrero más modesto de Inglaterra, es, en su órbita,.un gentleman. Ese modo de ser hombre no implica; pues, aristociatismo. El aristócrata continental de los últimos cuatro siglos es, ante todo, heredero: él hombre que ha heredado grandes medios de vida, pero no ha tenido que luchar en ésta para conquistarlos. El gentleman como tal, ·no es el heredero; al contrario, supone que el hombre tiene que luchar en la vida, que ejercitar todas las profesiones y oficios, sobre todo.los prácticos (el gentlema11 no es intelectual), y precisamente en esa lucha tiene queser gentleman. El polo opuesto al gentleman es elgentilhomme de Versalles o elju11heralemán.
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VII·
E~TIPO uGENTI.EMAN».-· SUS EXH&ENCIAS TÉCNICAS.-.· ELuGENTLEMAN» YEL «HIDALGO»
¿qué~
Pero, ser gentleman? El camino más rápido para comprenderlo-·-ya que necesitamos ahorrar al extremo el número de palabras-' se nos ofrece si, exagerandb·fas cosas, deéimos: el comportamiento que el hombre suele. adoptar durante los breves momentos en que las penosidades y apremios de la vida dejan de abrumarle y se dedica, para distraerse, a nh juego aplicado al restb de la vida,.es decir, a lo serio, a lo penoso de la vida; eso es el gentleman. Aquí se ve también en forma hiriente, por lo paradójica, en qué sentido el programa vital es extranatural. Porque los juegosy los modos de comportamiento que en ellos rigen son pura invención, frente al tipo de vida que la naturaleza da por sí. Aquí, aun dentro de la vida humana misma, se invier" ten.los términos y se. propone que el hombre sea en su existencia forzada, ddriC::ha con el medio, según e5 enel·rincónirrealy puramente inventado de sus juegos y deportes .. · :· : ·. ' . · '· · : , : Ahora bien, cuando el hombre 'se dedica ajugat suele ser porque se siente seguro en lo que respecta a las urgencias elementales del :vivir: El juego es un lujo vital ysuporie previo dominio sobre las zonas inferiores de la existencia, que éStas nci aprieten, que el ánimo, sintiéndose sobrado deme~ dios, 'se mueva en tan amplio margen de serenidad, de calma, sin el azorae miento y feo atropellarse a que lleva una vida escasa; en que todo es terrible problema. Un ánimo así se complace en su propia elasticidad y se da el lujo.· de jugar limpio, elfairplay,.de ser justo, de defender sus derechos, pero respetando los del prójimo, de no mentir. Mentir en el juego es falsificar el juego y, por tanto, no jugar. Asimismo, el juego es un esfuerzo, pero que no sien-
do provocado por el premioso utilitarismo que inspira el esfuerzo impuesto por'unacircunstancia del trabajo, va reposando en sí mismo sin ese desasocSiego que infiltra en el trabajo Ja necesidad de conseguir.atada costa su fin. · De aquí· las maneras .del. gentleman; su espíritu de justicia, su veracidad, e1'plei;ío dpminio de sí fundado en el previo dominio.de lo que le rodea, la clara conciencia delo que es su derecho personaLfrente a los demás y del delos demás frente a.él; es decir, de sus deberes;•Para él no tiene sentido la trampa, Lo que se hace hay·que hacerlo bien y no .preocuparse de más~ El producto industrial inglés se caracteriza por estas calidades: estado en él bueno, sólido,acabado,la materia priinaylamano de: obra.No está hecho para venderlo sea como sea, es lo contrario dela pacotilla. Sabido es.que el fabricant¡;Jinglés no se amoldaba, tomo·h¡ego el alemán, a los gustos y caprichosas exigencias delos clientes, sino al·revés; esperaba con grari pachorra que el cliente se acomodase a su producto. No hacía; apenas, propaganda, que es siempre falsedad,juego sucio y retórica. El buen paño en el arca se vende, Y lo mismo •en política: nada de frases, farsas; provocación vil de contagios demagógicos .,,:-nada de intolerancia-., pocas leyes, porque laley una vez escrita se convierte en el imperio de puras palabras, que.como no se pueden literalmente cumplir; obligáa la indecencia gubepiamental que falsea su propia ley.Un pueblo de gentleman no necesita constitución; por eso( en rigor¡ Inglaterra se•ha.pasado muy bien sin ella, etcétera. ··. 0:omo se ve, el gent!ema11 en' oposición al bodhisatva quiere :vivir con intensidad en este mundo yser lo más individuo que pueda; centrarse en sí misC mo y nu trii:se de una sensación de independencia frente a todo,·En el cielo no tiene sentido ser gentlema11,. porque allí la existencia misma sería efectivamente la delicia de un juego y el gentlema11 a lo que aspira es a ser un buen jugador en la aspereza mundanal, en lo más rudo de la ruda realidad.De aquí que el eleinen.to •principal y, por decirlo así, la atmósfera deLsergentlema11 reside.enuna sensación básica deholgura vital, de dominio superabundante sobre la circunstancia. Si ésta ahoga¡ no es posible educarse hacia la gentlema11e1ie. Por: esto, este hombre que· aspira a hacer de la. existencia un juego y un deporte, es lo contrario'deuniluso; precisamente porque quiere eso s~be.que la vida es cosa dura, seria y difícfü Por ello se ocupará a fondo eni ásegurarse ese .dominio sobre la circunstancia -c-'
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formalldad. Séarne perdonad o recordar que el water"c!oset nps'viene de Inglaterra. Un hombre de módulo muy intelectual no hubiera nuncá ideado el water-c!oset, porquedespreciaba'su cuerpo. El gentleman, repiw, no esintec lectual. Busca el deconun en toda su vida: alma lirnpiay cuerpo limpio. Pero, claro es; todo esto supone riqueza; el ideal del gentlemmi llevó¡ en efecto, a crearuna enorme riqueza; ya· la vez la supuso. Sus virtudes sófo pueden respirar y abrirsus alas en un amplio margen de poderlo ecoiióc mico. Y, efectivamente, no se logró de hecho el tipo de gentleman hasta me~ diados del siglo último, cuando,elinglés gozaba de una riqueza formidablet El obrero.inglés puede, en alguna medida, ser gentlelnan porque gana más que el burgués medio de otros paíSes.' : ' · .· . · · .' . · ··., · · . . . Seria de gran >interés que algilien bien dotado y que de' antiguo posea intimidad con las cosas inglesas, se ocupase en estudiar cuál es el estado en que hoy-se encuentra el sistema de normas vitales que hemos llamado gentleman. Enlos últimos veinte años la situación económica del hombre inglés ha cambiado~ hoy es mucho menos rico que a comienzos del siglo; ¿Cabe ser pobre y; sil~ embargo, ser inglés? ¿Pueden subsistir sus virtudes caracteristicas. en un ámbito de e5casez? · · .. , He oído que precis~rnente en las clase5 superiores inglesas se adVierte la decadencia del tipo gentleman, coincidiendo con el de5censo de las técnicas específicas del hombre británico'y con la atroz mengua delas fortunas aristocráticas. Pero no garantizo al lecto.r la exactitud de estas noticias. La incapacidad para percibir con preciSiónlos fonórnerios sociales que pade" cen aún las personas en apariencia más inteligentes es incalculable. De todas suertes, hay que ir pensando en un tipo ejemplar de vida que conserve lo mejor del gentleman y sea, a la vez, compatible con.la pobreza que ineXórablernente amenaza a nuestro planeta: Enlos·ensayos mentales que para construir esa .nueva figura ejecute ellector, surgirá inevitablemente; · comotérmino de comparación, otro gran perfil histórico,, en algunos.rasgos el más próximo algentle:man y que,.no obstante, lleva en sí la condición de florecer en tierra de pobreza. Me refiero al '!
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VIII LAS COSAS Y SU «SER»,-LA PREcCOSA.-·· EL HOMBRE; ELANIMAL Y LOS INSTRUMENTOS.- LA EVOLUCIÓN DE LA TÉCNICA He gastado este poco de tiempo en desarrollar; aunque brevísirnarnente, los anteriores. ejemplos, movido por el afán de que no quedase abstracto y confuso en la rnente:de ustedes qué sea ese programa, ese ser extranatural del hombre, en realizar el cualconsiste nuestra vida, y; porotra parte; mostrar, aunque sea muy vagamente, cierta funcionalidad entre la cuantía ó dirección de la técnica y el modo de ser hombre que se ha escogido. Por supuesto que todo este problema de la vida, del ser del hombre, tiene una última dimensión estrictamente filosófica, que yo he procurado eludir en este ensayo. Me urgía en él subrayar aquellos supuestos o implicaciones que el hechq de la técnica contiene y que suelen pasar desapercibidos, no obstante constituir lo más esencial en la esencia de la técnica. Porque una cosa es, ante todo; la serie de condiciones que la hacen posible-·-·.Karif decía «condiciones de su posibilidad»·, y; más sobria y claramente; Leibniz sus «ingredientes>>', sus «requisitos»: Y es curioso observar que. de ordinario esos más auténticos ingredientes orequisitos de tina cosa son· los que nos pa~an inadvertidos, los que dejamos a nuestra espalda, corno siíno fueran lo que son: el ser más profundo de la cosa; Con casi toda seguridad algunos de ustedes, que pertenezcan a un tipo de oyentes cuya psicología no quiero hacer ahora, para quienes oír es ir a buscarlo que ellos ya saben, seaemdetac lle; sea: en vaga aproximación, én vez de; por lo pronto, ya que han decidido escuchar, abrirse siri más a lo que venga, cuanto más imprevisto, mejor; ésos, digo, habrán'pensado: Bueno, pero eso no es la técnica yo no veo ahí
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Ja técnica en su realidad, que es funcionando. No se advierte que, en efecto, para responder a la pregunta: ¿Qué es tal cosa?, lo que hacemos es deshacerla; precisamente recurrir de su forma, tal y como está ahí funcionando, a sus ingredientes, que procuramos aislar y definir. Y claro está que, suelto, cada uno de los ingredientes no es Ja cosa: ésta es el resultado·de sus ingredientes, y para que esté ahí funcionando es preciso que los ingredientes de~ · saparezcan de nuestra vista como tales y sueltos. Para que veamos agua es · preciso que desaparezcan ante nosotros el hidrógeno y el oxígeno. La definición de una cosa, al enumerar sus ingredientes, sus supuestos, Jo que ella implica si ha de ser-se convierte, por tanto, en algo así como la pre-cosa. Pues esa pre-cosa es el ser de la cosa, y es lo que hay que buscar, porque ésta ya está ahí: no hay que buscarla. En cambio, el ser y la definición, la precosa, nos muestra la cosa en statu nascendi, y sólo se conoce bien lo que, en uno u otro sentido, se ve nacer... Los supuestos· por iní subrayados hasta aquí no son, ciertaniente, los únicos; pero son los inás radicales; por lo mismo, los más ocultos y; en consecuencia, los que suelen pasar más desapercibidos. En cambio, a todo el mundo se le ocurre advertir que si el hombre no tuviese inteligencia capaz de:descubrir nuevas relaciones entre las cosas que le rodean; no inventaría instrumentos ni métodos ventajosos para satisfacer sus necesidades. Por lo mismo que esto es obvio, no urgía decirlo. Es tan•obvio;.que sepasay.lleva aun error: a creer que cuando un'é.nte posee una cier, ta clase de actividad, basta el hecho de que la posee para .explicar que.la ej er• cite. A pesar de que con harta frecuencia observainos hombres que tienen ojos para ver y que, no obstante, no ven lo que les pasa por delante, merced, sencillamente, a que están absortos meditando algo. Aunque pueden ver, no ven; no ejercitan esta actividad; porque no les interesa lo que pase por delante de ellos y; encainbio, les interesa lo que pasa en su interior. Hay quien tiene· talento para matemáticas;·pero no lo·ejercitaporque·no le interesa;··· : No basta, pues, poder hacer algo para que.lo hagamos; ni basta.queel hombre'posea inteligencia técnica para quela técnica exista, La inteligencia técnica es una. capacidad; pero la técnica es el ejercicio efectivo de esa capacidad, que inuy bien podía quedar en vacación.Y la cuestión importante no es apuntar si el hombre tiene tal o cual aptitud para la técnica, sillo por qué'. se da e1 hecho de ésta y ello sólo se•hace inteligible cuando se de5cubre qu,e elhombr!'!, quiera o.·no, tiene que ser técnico, sean mejores· o peores sus doé tes:.para ello. Yeso es lo que he intentado hacer enlas leccionesanterioresi •.¡.,' ·Es'rnuy'obvio, repito, hablar de la.inteligencia.en cumlto se habla deJá técnica, y.con excesiva:celeridad atribukaaquélla la:distancia eritre:elhom~ bre y el animal. No se puede hoy con la misma tranquila convicción que
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hace un siglo, definir al hombre como hace Franklin, llamándole animal instrnmentifii:um, animal too Is mahing. No sólo en los famosos estudios de · Kóhlersobre.los chimpancés, sino en otras muchásprovincias de la·psico. logia animar,. aparece más o menos problemáticamente la capacidad· del animal para producir instrumentos elementales. Lo importante en todas estas observaciones es advertir que.la inteligencia estrictmnente requerida para la invención del instrumento parece existir en éL La insuficiencia, lo que en efecto hace imposible al animal llegar con eficaz plenitud a la posesión del instrumento, rio está, pues, en la inteligencia sensu stlicto, sino en otro lado de su condición. Así Kóhler muestra que lo esencialmente defectuoso• del chimpancé es la memoria, su .incapacidad de conservar lo que poco antes le ha pasado y; consecuentemente, la escasiSima materia que ofrece a su inteligencia para la combinación creadora. Sin embargo, la diferencia decisiva entre el animaly el hombre no está tanto en la primaria que se encuentra comparando sus· mecanismos psíquicos, sino en los resultados que esta diferencia ·priinaria trae consigo y que dan a la existencia animal una estructura.completamente distinta de la humana. Si el animal tiene poca imaginación, será incapaz de.formarse un proyecto .de vida distinto de la mera reiteración de lo que ha hecho hasta el momento ..Basta esto para diferenciar radicalmente la realidad vital de uno y otro ente. Pero sfla vida no es realización de unproyecto, la inteligencia se convierte en una.función puramente mecánica, sin disciplina ni orientación; Se olvida demasiado que la inteligencia, por muy vigorosa que sea, no puede sacar de sí su propia dirección; no puede, por tanto, llégar a verdaderos descubrimientos técnicos. Ella, por sí, no sabe cuáles, entrelas infinitas cosas que se pueden «inventan>, conviene preferir, y se pierde en sus infinitas posibilidades. Sólo en una entidad donde la inteligencia funciona al servicio de una. imaginación, no técnica; sino creadora de proyectos vitales, puede constituirse la capacidad técnica. Lo dicho hasta aquí, entre sus múltiples intenciones, llevaba una: la de reobrar contra una tendencia, tan espontánea como excesiva, reinante en nuestro tiempo, a creer que, en fin de cuentas, no hay verdaderamente más que una técnica, la actual europeo-americana, y que todo lo demás fue sólo torpe rudimento y balbuceo hacia ella. Yo necesitaba contrarrestar esta tendencia y sumergir la técnica actual como una de tantas en el panorama vastisimo y multiforme de las humanas técnicas, relativizando así su sentido y mostrando cómo a cada proyecto y módulo de humanidad corresponde la suya. Pero una vez hecho eso, claro está que necesito destacar lo que la técnica actual tiene de peculiar, lo que en ella da lugar precisamente a ese espejismo que, con algún viso de verdad, nos la presenta como la técnica por
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antono~asia. Por muchas razones, en efecto, la técnica ha llegado hoy a una
colocación, en el sistema de factores integrantes de la vida humana, que no había. tenido nunca. L.a iniportancia que siempré le ha correspondido, aun aparte de los razonaniientos en que:he procurado demostrarla, trasparecería sin más en el simple hecho de que; cuando el historiador toma ante sus ojos vastos. ánibitos de tiempo, se encuentra con que no puede denominarlos si no es aludiendo a la peculiaridad de su técnica. La edad más priniitiva de la · humanidad, que inciertamente, como entre dos luces,· logra entreverse, se !fama la edad auroral de la piedra o.eolítica-luego .es la edad de la piedta vi·eja e impoluta, paleolítica, la edad del bronce; etcétera. Pues bien,. no sería descaniinado situaren esa lista nues.tro tiempo, calificándolo como la edad, no de esta o la otra técnica, sino simplemente de la «técnica» como taE ¿Qué ha pasado en la evolución de la capacidad técnica.del hombre para que llegue una época effque; a pesar: de haber sido él siempre técnico, nierezca con alguna.congruencia ser fichada formalmente porlatécnica? Evidentee mente,· esto no ha podido acontecer sino porque la relación entre el hombre y la técnica se ha elevado a una potencia peculiarísima que conviene precie sar, y esa elevación, a su vez, sólo ha podido producirse porque la función técnica misma se haya modificado en algún sentido muy sus tanda!. Para• hacernos cargo; pues, de lo que es nuestra técnica, conviene de intento destacar su peculiar silueta sobre el fondo de todo el pasado técnico del hombre; en suma, conviene dibujar, aunque sea somerísimamente, los grandes cambios que la función técnica misma ha sufrido b, dicho todavía con otras palabras,' sería oportuno definir los grandes estadios en la evolu 7 ción de la técnica. De este modo, haciendo algunos cortes en el pasado o pee raltando algunos jalones, ese pretérito confuso adquirirá perspectiva y movimiento; nos dejará ver de dónde, de qué formas ha ido viniendo yhacia dónde, a qué forma ha idb llegando la técnica.
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LOSESTADIOSDELA TÉCNICA. .
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E1 a~un;~ es ~ifícil; ;o he vacilado no poco antes de decidirme po~ uno u otro principio siguiendo, al cual pudiésemos distinguir esos estadios. Desde luego, hay que rechazar el que fuera más obvio: segmentar la evolución fundándose en la aparición de tal o cual invento.que se considera muy importante y característi¡:o. Todo lo que vengo diciendó en este ensayo conspira a la.corrección del error tópico que cree que lo iniportahte en la técnica es este o el otro invento: ¿Qué es· el de mayor calibre que se.pueda citar en comparación con la mole enorme de la técnica toda en una época? Lo que ésta sea en su modo general es lo verdaderamente importanté, lo que puede significar un·cambio;o avance sustantivos. No hay ningún invento que sea, en última instancia,jmportante, medido conlas dimensiones gigantes de la evolución· integral. Además; ya hemos .visto cómo técnicas magníficas se pierden después de logíádas o desaparecen definitivamente-.se entiende hastaJaJecha-..o hubo que redescubrirlas. Además, no basta que se inven~. te algo.eh cierta fecha y lugar para que el invento:represente su verdadero significado técnico. La pólvora y la imprenta, dos delos descubrimientos que parecen más importántes, existían en China siglos antes de que sirviesen para nada apreciable. Sólo en el siglo XV y en Europa, probáblemente en Lombardía, se hace lá pólvora una potencia histórica, y:en Alemania; por elmismo tiempo, la imprenta. En vista de ello, ¿cuándo diremos que se· han inventado ambastécnitas?Evidentemente, sólo integradas ene! cuerpo general de la.técrüca finerriedieval e inspiradas por el programa vital del; tiempo traspasan el umbral de la eficiencia histórica.: La pólvora com,o arma de fuego y la imprenta son auténticamente contemporáneas de fa brújula y el
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compá~: los cuatro, como pronto se advierte, de un mismo estilo, muy característico de esta hora entre gótica y renacentista que va a culminar en Copérnico. Noten ustede5 que esos cuatro inventos obtienen l~ unión del hombre con lo distante -son la técnica de la actio in distans-, que es el subsuelo de la técnica actual. El cañón pone en contacto inmediato a los enemigos lejanos; la brújula y el compás al hombre con el astro y los p~nt~s cardinales; la imprenta al individuo solitario, ensimismado con esa penfena infinita-en espacio y tiempo-, infinita en el sentido de no finito -que es la humanidad de posibles lectores. A mi entender, un principio radical para periodizar la evolución de la técnica es atender la relación misma entre el hombre y su técnica o, dicho en otro giro, a la idea que el hombre ha ido teniendo de su técnica: no de ésta o la otra determinadas, sino de la función técnica en general. Veremos cómo este principio no sólo adara el pasado, sino que de un golpe ilumina las dos cuestiones enunciadas por mí: el cambio sustantivo que engendró nuestra técnica actual y por qué ocupa ésta en la vida humana un papel sin par al representado en ningún otro tiempo. · •· . · · · Partiendo de este_principio podemos distinguir tres enormes estadios en la evolución de la técnica: . l.º La técnica del azar. 2.º.La técnica delartesano. • . 3,ºLa técnica del técnico. . . La técnica qudlamo del azar; porque el azar es en ella ehécnico, el que proporciona el invento, es la técniéa primitiva del hombre preyproto" histórico y del actual salvaje-·-.se entiende, de los grupos menos avanzados-, como los•Vedas de Ceylán, los-Semang de Borneo, los pigmeos de Nueva Guinea y Céntro África, los australianos, etcétra.• · · · ·• · ·Cómo se presenta la técnica a la mente de este hombre primitivo? L.a résp~es ta puede· ser aquí sobíemanera taxativa: el hombre primitivo-ignb; ra su propia técnica como tal técnica; no se da cuenta de que entre sus-ca~ pacidades hay una especialísima que le permiteTeformár la naturaleza en el · · · 'l · ·· · sentido de sus deseos;· En efecto: ·' .- · , • , ,Lº Ebrepertorio de actos técnicos que usufructúa el primitivo es sumamen té. escaso y no llega a formar un cuerpo suficiéntemente•vohiminbso para que pueda destacar-y diferéncfarse del repertorio.de actos naturalés•qtie es en su· vida incomparablemente.mayor que aquél. Esto equivale a decir que elprimitivo es miuimarµente hombre -y casi todo él puro animal. Los actos técnicos; pues, se desperdigatiy sumergen en.el tonjunto de sus actosnatu7 rales y se presentan a su mente como-perteneciendo a su vida notécnic~.-El
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primitivo se encuentra con que puede hacer fuego lo mismo que se encuentra con que púede andar, nadar, golpear, etcétera.Y como los actos naturales ·son un repertcirio fijo y dado de una vez para siempre, así tambi.én sus actos 'técnicos: De5conoce por completo elcarácter ésencialde la técnica que consiste errser.ella una capacidad de cambio y progreso; en principio; ilimitados. •2:9 •La sencillez y escasez de esa técnica primigenia traen consigo que sean ejercitados sus actos por todos los miembros de la colectividad. Todos hacen· fuego, elaboran arcos y flechas, etcétera, Es decir, que la técnica no parece destacada nisiquiera por el hecho que va a constituir la segunda etapa en la evolución, a saber, que sólo ciertos hombres -los•artesanos- saben hacer detenninadas cosas. L.aúnica diferencfación que se produce muy pronto'estriba en que las mujeres se ocupan en ciertas faenas técnicas y los varones eri otras. Pero esto no basta para aislar el hecho técnico como algo peculiar a los ojos del primitivo, porque también el repertorio de actos naturales es un poco diferente en la mujer y en el varón. Que la mujer cultive campo-fue la mujer la inventora de la técnica agrícola-le parece tan natural como que de cuando en cuando se ocupe en parir. 3. 0 Pero tampoco cobra conciencia de la técnica en su momento más característico y delator-en la invención. El primitivo no sabe que puede inventar, y porque no lo sabe, su inventar no es un previo y deliberado buscar soluciones. Como antes sugerí, es más bien la solución quien le busca a él. En el manejo constante e indeliberado de las cosas circundantes se produce de pronto, por puro azar, una situación que da un resultado nuevo y útil. Por ejemplo, rozando por diversión o prurito un palo con otro brota el fuego. Entonces el primitivo tiene una súbita visión de un nuevo nexo entre las cosas. El palo, que era algo para pegar, para apoyarse, aparece como algo nuevo; como lo que produce fuego. El primitivo, así tenemos que imaginarlo, queda anqnadado, porque siente como si la naturaleza de improviso hubiese hecho penetrar en él uno de sus misterios. Ya el fuego era para él un poder divinoide del mundo y le suscitaba emociones religiosas. El nuevo hecho, el palo que hace fuego, se carga por una y otra razón de sentido mágico. Todas las técnicas primitivas tienen originariamente un halo mágico y sólo son técnicas para aquel hombre por lo que tienen de magia. Ya veremos luego cómo la magia es, en efecto, una técnica, aunque fallida e ilusoria. Este hombre, pues, no se sabe a sí mismo como inventor de sus inventos. L.a invención le aparece como una dimensión más de la naturaleza -el poder que ésta tiene de proporcionarle ella a él, y no al revés, ciertos poderes. L.a producción de utensilios no le parece provenir de él, como no provienen de él sus manos y sus piernas. No se siente hamo faber. Se encuentra, pues, en una situación muy parecida a la que Kóhler describe cuando el
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I' chimpa~cé cae súbitamente en la cuenta de que un palo que tiene en la i:mc no puede servir para,un cierto fin antes insospechado.' Kohler la llama «nnc presióru del ¡ajá! », ya que ésti es la expresión del hombre cuando de.p:onto se le hace patente una nueva,relaciónposible e.htre las cosas. Se .tratana, pues, de la ley biológica llamada tria! and e!Tor, ensayo y.error, aplicada al orden consciente. El infusorip'i«!nsaya» innumerables posturas y encuentra que·· una de ellas le produce efectos favorables. Entoncesla fija como hábitoL .. · . · Pero volviendo a la técnica primitiva. Se da, pues, en el hombre todavia ' , como naturaleza. La expresión más propia de ella sería decir que verosímilt mente lasinvenciónes delhombre,aurotal, producto del puro azar;.obede¡' cen al cálculo de.probabilidades; es decir, que dado el número de combina-' dones.espontáneas que son posibles entre.las cosas corresponde a ell~.unl!-. cifra de probabilidad para que se le presenten un día en formatal.que elv.ea en ellas preformado uninstrumentoq':. · '
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LATÉCNICA COMO ARTESANÍA.-, U TÉCNICA DEL TÉCNICO
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Pasemos al segundo estadio: la técnica delartesano. Es la técnica la ja Grecia, es la técnica dela Roma pre-imperial yde la Edad Media.He aquí, en rapidísima enumeración, algunos de sus caracteres: L º El repertorio de actos técnicos. ha crecido enormerhentec No tanto, sin embargo -es imP.ortante advertirlo-·-, para que la súbita desaparición; crisis o atasco de las técpicas principales• hiciera materiáhnenteimposible la vida de las colectividades. Más claro aún: la diferencia entre la vida que lleva el hombre en este estadio con todas sus técnicas y la que llevaría sin ellas, no es tan radical que impidiera, fallidas o suspensas aquéllas, retrotraerse a una vida primitiva o cuasi primitiva. Aun la proporción entre lo no técnico y lo técnico no es tal que lo técnico se haya hecho la base absoluta de sustentación. No: aun la base sobre que el hombre se apoya es lo natural-·por lo menos, y esto es lo importante, asilo siente él-..-, y' por eso,.cuando comienzan las crisis técnicas, no se da cuenta de que éstas van a.imposibilitar la vida que lleva; por eso no reacciona a tiempo y enérgicamente ante aquellas crisis .. ', Pero hecha esta salvedad y comparando la nueva situacion técnica que este segundo estadio representa con la primitiva, conviene subrayar lo con• trario: el enorme crecimiento de los actos técnicos: No, pocos de éstos se han.hechotancomplicadós que no puede ejercitarlos todo.el mundo y cual~ quiera. Es preciso que ciertos hombres se encarguen a fondo de ellos, dedi~ quen a ellos su vida: son los· artesanos' Pero esto acarrea que el hombre adquiera ya una conciencia de la técnica como algo especial y aparte; Ve la actuación del artesano -.-zapaterp, herrero, albañil, talabartero, etcétera-, y entiende la técnica bajo la especie o.figura de los técnü:os que son los
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artesano~; quiero decir: aun no sabe que hay técnica, pero ya sabe que hay técnicos-hombres que poseen un repertorio peculiar de actividades que no son, sin más ni más, las generales y naturales en tbdo hombre. La lucha tan moderna de Sócrates con las gentes de su tiempo empieza por querer convencerles de que la técnica no es el técnico, sino una capacidad sui genelis, abstracta, peculiarísima, que no se confunde con este hombre determinado. o con aquel otro. Para ellos, al contrario, la zapatería no es sino una destre- · za que poseen ciertos hombres llamados zapateros. Esa destreza podría ser· mayor o menor y sufrir algunas pequeñas variaciones, exactamente como acontece con las destrezas naturales, el correr y el nadar, por ejemplo; mee jor aún, como el volar del pájaro y elcomear deltoro. Bien entendido, ellos saben ya que la zapatería no es natural-quiero decir no es animal-. , sino algo exclusivo del hombre, pero que lo posee como un dote fijo y dado de unavez para siempre. Lo que tiene de sólo humano es lo que tiene de extranátural, pero ló que tiene.de fijo y limitado le.da un.carácter de natúraleza -pertenece, pues, la técnica a la naturaleza del hombre-, es un tesoro definido y sin ampliaciones sustantivas posibles. Lo mismo que el hombre se encuentra al vivir instala'do en el sistema·rígido de los movimientos de su cuerpo, así se encuentra instalado, además, en el sistema fijo de las artes, que es como se llaman en pueblos y épocas de este estadio las técnicas. El sentido propio de teéhne en:griego es ése. · ·. ' · . ·. , . · .' ·· ,, :2.º Tampoco el modo de adquisición de las,técnica.5 favorece la clara coriciencia de ésta•como fonéión 'genérica e ilimitada, En este estadio se da aún menos que en el primitivo ~aunque de pronto pensaría uno lo contrario-, ocasión para que el hecho de inventar haga surgir en la memoria la.idea clara; aislada, exenta,. delo que la· técnica es en verdad. Al fin y al cabo, los pocosfaventós primitivos, tan fundamentales; debieron destacarse melodramáticamente sobrela cotidianeidad de los hábitos animales, Pero en la artesanía no se concibefaconciencia del invento. El artesano tiene.que aprender en lar- . go. aprendizaje¿es la época de maestros y aprendic~ técnicas que ya están elaboradasyvienen de una insondable tradición: El artesano va inspirado por ]a.norma de encajarse en ésa tradición como tabestá vuelto al pasado y no abierto. a posibles novedades. Sigue el uso constituido, Se producen, sin embargo, modificaciones, mejoras, en virí:ud de un desplazamiento continuo ypor lo mismo imperceptible; modificaciones, mejoras; que se.presentan con el caráctá no de innovaciones.sustantivas; sino, más bien,c cómo variaciones ' de estilo•enlas d~trezas. Estos estilos de tal· o cual maestro se.transmiten en forma de escuetas; por tanto, con el carácter formal de tradición. -,¡};º Otra razóú:hay, y decisiva, para que la idea de la técnica no se desprenda y aísle dda'idea del hombre que la ejercita, y es que todavía el inc
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ventor sólo ha llegado a producir instrumentos y no máquinas. Esta distinción es esenciaL La primera máquina propiamente tal; y con ello anticipo el tercer estadio, es "el telar de Robert creado enl825. Es la primeramáquina, porque es el primer instrumento que actúa por sí mismo y por sí mismo produce el c¡bjeto ..Por eso se llamó selfactor, y de aquí selfatinas. La técnica deja de ser lo que hasta entonces había· sido,. manipulación, maniobra,.y se convierte Sel!Sltst1icto en fabricación. En la artesanía el utensilio o trebejo es sólo suplemento del hombre .. Éste, por tanto el hombre con sus actos «naturales», sigue siendo el actor principal. En la máquina, én cambio; pasa el instrumentó a primer plano y no es él quien ayuda al hombre; sino alrevés: el hombre qúien simplemente ayuda y suplementa a la máquina. Por éso ella,. al tral:¡ajarpor:sí.y.desprenderse del hombre; ha hecho a.éste caer intuitivamente en: la cuenta de que la técnica es una función aparte del hombre natural, muy independiente de éste y no atenida a loslfmites de éste. Lo que un hombre eon sus actividades fijas. de animal puede hacer, lo sabemos de antemano: su·horizonte es limitado: Pero lo que pueden hacer las máquinas que el hombre es capaz deinventar e~, en principio, ilimitado, . . ,. • ' 4.º Pero aún queda un rasgo dela artesanía que· contribuye profundamente·a.impedir la·c;onciencia adecuada de la' técnica y, como los rasgos anteriores; tapa el hecho técnico en su .pureza, Y es que toda técnica consiste en dos cosas: una, inv¡;nción de un plan de actividad; de un método, procedimiento -mechané, d~cían los griegos-··-·, y otra, ejecución de ese plan; Aquélla es en.estricto sentido la técniea; ésta es sólo la operación y el obrar. En suma: hay el técnico y hay el obrero que ejercen en la unidad de la faena técnica dos funciones muy distintas. Pues bien: el artesano es, a la par e indivisamente, el técnico y el obrero. Y lo que más se ve de él es su maniobra y lo que menos su «técnica» propiamente tal. La disociación del artesano en sus dos ingredientes, la separación radical entre el obrero y el técnico, es uno de los síntomas principales del tercer estadio. Hemos anticipado alguno de sus caracteres. Le hemos denominado «la técnica del técnico». El hombre adquiere la conciencia.suficientemente clara de que posee una cierta capacidad por completo distinta de las rígidas, inmutables, que integran su porción natural o animal. Ve que la técnica no es un azar, como en el estadio primitivo, ni un cierto tipo dado.y limitado de hombre -el artesano-.; que la .técnica no es esta técnica ni aquélla determinadas y, por lo tanto, fijas, sino precisamente un hontanar de actividades humanas, en principio, ilimitadas. Esta nueva conciencia de la técnica como tal coloca al hombre, por vez primera, en una situación radicalmente distinta de la que nunca experimentó; en cierto modo, antitética. Porque hasta ella había predominado en la idea que el hombre tenía de su vida la
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conci~ncia de todo lo que uo podía hacer, de lo que era incapaz de hacer; eu suma, de su debilidad y de su limitación; Pero Ja idea que hoy tenemos de la técnica '7--reavive ahora cada uno de ustedes esa idea que tiene-·. nos colo~ ca en la situación tragicómica-es decir, cómica,·pero tambiénirágica-. de que cuando se neis ocurre la cosa más extravagante nos sorprendemos en azoramiento porque en nuestra·iíltima sinceridad no nos atrevemos a.ase"· gurár que esa extravagancia-el viaje a los astros, por ejemplo-. es impo" sible de realizar. Tememos que, a lo mejor, en el momento de.decir eso, lle" gase un periódico y nos comunicara que, habiéndose logrado proporcionar a un proyectil una velocidad de.salida superior a Ja fuerza.de gravedad, se había colocado un objeto terrestre en las inmediaciones dela Luna. Es d~ cir; que el hombre está hoy;· en SU fondo, aiorado precisamente porJac COn" ciencia de su principal ilimitación. Y acaso ello contribuye a que no sepa ya quién es.. porque al hallarse,' en principio, capaz de ser todo lo imaginable; ya no sabe qué es lo que efectivamente es. Y por si se me olvida o no tengo tiempo de decirlo, aun cuando pertenece a otro capítulo, aprovecho el ca" nexo para hacer observar a ustedes que la técnica, al aparecer por un l~d;o como capacidad, en principio ilimitada, hace que al hombre, puesto a vivir de fe en la técnica y sólo en ella, se Je vacíe la vida. Porque ser técnico Ysólo técnico es poder serlo todo y consecuentemente no ser nada determinado. De puro llena de posibilidades, Ja técnica es mera forma hueca -com? fa lógica más formalista-; es incapaz de determinar el contenid~ de la vid~; Por eso estos años en que vivimos; lcis más intensamente técmcos que ha habido en Ja historia humana, son de los más vados.
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Xl RELACIÓN EN QUE EL HOMBRE y su T~CNICA · ENCUENTRAN HOY.-· EL TÉCNICO ANTIGUO
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flemas visto cómo el estadio de evolución técnica en que Hoy nos hallamos· se caracteriza: l. 0 Por el fabuloso crecimiento de actos y resultados técnicos•queintegran la·vida actual. Mientras en la Edad Media, en la época de1 artesano, la técnica y la naturalidad del hombre parecían compensarse y la ecuación de condiciones en que la existencia se apoyaba le permitía beneficiar.ya dél don humano para adaptár el mundo al hombre, pero sin que ello llevase•a desnaturalizarle, hoy los supuestos técnicos de la vida superan gravemente los naturales, de suerte tal que materialmente el hombre no puede vivir sin.la técnica a que ha llegado. Esto no es una manera de decir, sino que signifü:a una verdad literal. En uno de mis libros he destacado; como uno de los datos que el hombre contemporáneo debe mantener más vivates en su mente; el hecho siguiente:. Europa desde el siglo v hasta,1800-'-por tanto; en·trece siglos-:- no consigue llegar a más de 180 millones de habitantes. Pues bien, de.1800 ala hora presente, por tanto, eu poco·más de un solo siglo; ha alcanzado la cifra de unos 500 millones de hombres, sin contar los millones que ha centrifugado a Ja emigración. En un solo sigh ha crecido; pues, tres veces y media.Y es •evidente que cualesquiera sean las causas adyacen.tes de tan prodigioso fenómeno-.-el he" cho de que hoy puedan vivir bien tres veces y media más dehoníbres en el misnio. espacio :en que antes malvivían: tres veces y media menos-, la causa inmediata y el supuesto menos eludible es la perfección de la técnica. Siéstaretrocediesesúbitámente, cientos de millones de hombres dejarían de existir.
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La proliferación sin par de la planta humana acontecida en ese siglo es•. probablemente el origen de no pocos conflictos actuales. Hecho tal sólo poc· día acontecer cuando el hoinbre había llegado a interponer entre la naturaleza y él una zona de pura creación técnica tan espesa y profunda que vino a constituir una sobrenaturaleza. El hombre de hoy-no me refiero al indivi" duo, sino a la totalidad de los hombres- no puede elegir entre vivir en la· naturaleza o beneficiar esa sobrenaturaleza. Está ya irremediablemente ads-· crito a ésta y colocado en ella como el hombre primitivo en su contorno riatural. Y esto tiene un riesgo entre otros: como al abrir los ojos a la existencia se encuentra el hombre rodeado de una cantidad fabulosa de objetos y procedimientos creados por la técnica que forman un primer paisaje artificial tan tupido que oculta la naturaleza primaria tras él, tenderá a creer que, coc mo ésta, todo aquello está alú por sí rriiSmo: que el automóvil y la aspirina n.o son cosas que hay que fabricar, sino cosas, como la piedra o la planta, que son• dadas al hombre sin.previo esfuerzo de éste. E's decir, quepiiedd!egar a per" der la conciencia de la técriica y de las condiciones, pcir éjemplci, morales en· que ésta se produce, volviendo, como el prirriitivo, a no ver en ella sino do/ nes naturales que se tienen desde luego y no reclaman esforzado sostérii'rriiento. De suerte que la.expansión prodigiosa de la técriica la.hiio primero• destacarse sobre el sobrio repertorio de nuestras actividades naturalesy nos· permitió adquirir plena conciencia dé ella,: pero luego,.alseguir.enfantáSc. tica progn:Sión,su crecimiento amenazlj.COn obnubilar esa conciencia. .2.l:El otro rasgo que.lleva al hombre a.descubrir el caráéter.genuino. de su propia técnica fue,•dijimos, el tránsito del mero instrumento .a lá.máquinaí esto es, al aparato que.actúa por sí mismo. La máquina deja en último térrriino al hombre, al.artesano. No es ya el utensilio que auxilia al hombre, sino al revés: el hombre queda reducido. a .auxiliar de la máquina. Una .fá~ brica es hoy un artefacto independiente al que ayudari en algunos morrienc tos unos pocos hombres, cuyo. papel:testilta modestísimoc ·• ··· · 3.º Consecuencia de ello fue que el técnico y el obrero, unidos enelar'tesano; se separasen, y al quedar. aislado se convirtiese eltécnicci como· tal en la expresión pura, viviente, de la .técnica como, ti:ü: eri suma, el ingenierof •Hoy está latécnica;ante nuestros: ojos,· tal•y .como es, exenta, apárte y sin confundirse y ocultarse· en lo que no es ella: Por eso se dedican concre• tamente a ella ciertos hombres, fos.técnicos ..En la Edad paleolítica º' ~n· la Edad Media; el.inventar no podía.constituir tin oficio porque el hombre ig7 noraba su propio poder de. invención; Hoy; por el coµtrario;d.técriico:se dedica,• como a la actividad más normal y preestablecida, a la• faena de~ ventar. Al revés que el priniitivo; antes de inventar sabe que puede inventar; esto equivale a que antes de tener una técnica tiene la técnica. Hasta este
pu~to
Yaun_en .este senti~o casi material es cierto lo qtie vengo sostenienl do. que las tecmcas son solo concreciones a p· osteiioli dda fundó · · d lh b . ngenera .t:cmca e om re. El técnico no tiene que esperar los azares y someterse a ·cifras evanesce~te~ de probabilidad, sino que, en principio, está seguro de llegar a d~cubm~uentos. ¿Pbr qué? Esto nos obliga a hablar algo del tecnicismo de la técnica: .P~ra algunos eso y sólo eso es la técnica.Y, sin duda, no.hay técnica sin tecmc1smo, pero no es sólo eso. El tecnicismo es sólo el método intelectual que.opera en la creación técnica. Sin él no hay técriica, pero con él solo tamP?co.la hay. Ya vimos que no basta poseer una facultad para que, sin más, la e3ercitemos. . Yo _hubiera deseado hablar largo y tendido sobre el tecnicismo de la técmca, a~1 actual co~o pretérita. Es tal vez el tema que personalmente me interesa mas. Pero hubiera sido un error, a rrii juicio, hacer gravitar hacia él todo este ensayo. Ahora, en su agonía, tengo que reducirme a dedicarle una brevísima consideración: brevísima, pero, según espero, suficientemente clara. . . Es incues_ti~nable que ni la técnica habría logrado tan fabulosa expans10n ~n estos ultunos siglos, rii al instrumento hubiera sucedido la máquin~, .m consecuentemente el técriico se habría separado del obrero, si el tecmc1smo no hubiese previamente sufrido una radical transformación. En efecto, el tecriicismo moderno es completamente distinto del que ha acr:iado ~n tod~ las \écnicas pretéritas. ¿Cómo expresar en pocas palabras la radical diferencia? Tal vez haciéndonos esta otra pregunta: el técnico del pasado, cuando lo era propiamente, es decir, cuando el invento no surgía por puro azar, s~no que deliberadamente era buscado, ¿qué es lo que hacía? Pongamos un.e1:n:iplo esq~emático, por tanto exagerado, aunque se trata de un hecho hIStonco y no unaginario. El arquitecto nilota necesitaba elevar l~s silla:es .de. piedra a las partes más altas de la pirámide de Chéops. El técmco egip~10 parte, como no puede menos, del resultado que se propone: elev~r el sillar. Para ello busca medios. Para ello, he dicho; es decir, busca med10s para el resultado -·que la piedra quede en lo alto- tomando en bloque ese resultado. Su m~nte está prisionera de la finalidad propuesta tal Y como es propu~ta ei: su mtegridad última y perfecta. Tenderá, pues, a no buscar como med10s smo aquellos actos o procedimientos que, a ser posible, produzcan de un solo golpe, con una sola operación breve 0 prolonga~ª' .pero de tipo único, el resultado total. La unidad indiferenciada del fin mc1t~ a buscar un método también úriico e indiferenciado. Esto lleva en los conuenzos de la té~riica a que el medio por el cual se hace la cosa se parezca mucho a la cosa mISma que se hace. Así en la pirámide: para subir la piedra a lo alto se adosa a la pirámide tierra en forma de pirámide; con base más
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-----------------~~ancha y.menor declive sobre el cual se arr.a~tra~ ~~cía la cúspide lo~ sillares, . . ·utud-sinuha sumhbusen . . .. d e srm1 Como este pnnc1p10 . no es aplicable , muchos casos, el técnico se queda siu regla alglina, sin méto~o para ~~ª: meutalmente.delfin propuesto al medio adecuado, y se dedica empmca mente a probar esto y lo otro y lo de más allá que vagamente s.e ofrezca .como congniente . al propos1 . . ·to .'Dentro·pues ' ' del.circulo . .queser.ef1ere. . . . a este . propósito, recae en la misma actitud del '.'inventor pnm1uvo». .
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XII.
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··ELTECNICISMOMODERNO.-•.LOSRELOJESDECARLOSV.CIENCIAYTALLER.-. ELPRODIGIODELPRESENTE ·
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E1 tecnicismo de la técnica moderna se diferencia radicalmente del'que ha
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inspirado todas las anteriores, Surge en las.mismas fechas que la ciencia física y es hijo de la misma matriz histórica. Hemos visto cómo hasta aquí el técnico, bbsesó pórdresultado final qúe es el apetecido, no se siente libre ante ély busca níedi!JS que de. un golpe y en totalidad·consigaproducirlo. El medio, he dicho; imita a su finalidad.· • •. · • ·En el siglo XVI llega a madurez úna nueva manera de funcionar las cabezas que se manifiesta a la par- en la técnica y en la más pura teoría. Más aún, es característico.de esta nueva manera de pensar que no pueda decirse .dónde empieza; si en la solución de problemas prácticos o en la construcción de meras ideas .. Vinci fue en ambos órdenes el precursor. Es hombre de taller, no sólo ni siquiera principalmente de taller de pintura, sino de taller mecánico. Se pasa fa vida inventando «artificios!>; . En la carta donde solicita empleo de Ludovico Moro, adelanta úna lare galista de invenciones béliéas e hidráulicas. Lo mismo que en la época helenística los grandespoliorlietésdieron ocasiónalos,grandes avances dela mecánica que terminan prodigiosamente en el prodigioso Arquü:nedes, en estas guerrás defines del siglo XVy comienzos.del XVI se.prepara el crecic miento decisivo del nuevo tecnicismo; Nota bene:.unasy otras guerras eran guerras falsas, quiero decir, no .eran guerr¡is de.pueblos; guerras férvidas, peleas de sentimientos enemigos; sino guerras de militares éontra militares, guerras frígidas·, guerras de cabeza y puñó; no de viscera cordial. Por lo misL mo.guerras,;: técnicas; · ,.
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Ello es que hacia 1540 están de moda en el mundo las «mecánicas». Esta palabra, conste, no significa entonces la ciencia que hoy ha absorbido ese término que aún no existía: significa las máquinas y el arte de ellas. Tal es el sentido que tiene todavía en 1600 para Galileo, padre de la ciencia mecánica. Todo el mundo quiere tener aparatos, grandes y chicos, útiles o simplemente divertidos. Nuestro enorme Carlos, el v, el de Mülhberg, cuando se retira a Yuste, en la más ilustre bajamar que registra la historia, se lleva en su formidable resaca hacia la nada sólo estos dos elementos del.mundo que abandona: relojes y juanelo Turriano. Éste era un flamenco, verdadero mago de los inventos mecánicos, el que construye lo mismo el artificio' para subir aguas a Toledo -de que aún quedan restos-:- que un pájaro semoviente que vuela con sus alas de metal por el vasto vacío de la estancia donde Carlos, ausente de la vida, reposa. Importa mucho subrayar este hecho de primer orden: que la maravilla máxima de lamenté humana, la ciencia fisiéíl; nace en la técnica. Galileo joven no.est:lÍ en fa' Universidad; sino en los arsenales de Venecia, entre grúas y cabrestantes. Allí se forma su mente. ··El nuevo tecnicismo; en efecto, procede exactamerúeicomova a proceder lanuovascien.za: No va sin más de la imagen del resultado que se quiere obtener a la busca de medios que lo logran. No. Se detiene ante el propósito y opera sobre él. Lo analiza. Es decir, descompone ehesultado total .,.q¡ue es d único primeramente deseadO'--- en los resultados pardales de que surge¡ en el proceso de su génesis. Por tanto, en sus «causas» o fenómenos ingredientes: Exactamente esto es lo que va a hacer en su cierii:ia Galileo! que fue a la par, como es sabido( un gigantesco «inventor». El aristotélico no dese componía el fenómeno natural, sino que a su conjunto le buscaba una causa también conjunta, ala modorra que produce la' infusión de amapolas una virtl.ts donn.itiva. Galileo cuando ve moverse un•cuerpo hace todo lo contra~ rio: se pregunta de qué-movimientos elt!mental1es-'v;. ¡:1or tá1rrtc>, g:enen1les, se compone aquel movimiento concreto. Esto es el nuevo modo de operar con elintelecto: «ánálisis dela naturaleta». · · · - • · Tal es la unión inicfal·-·-y de raíz-·-· eritre el nuevo tecnicismo yla ciencia.' Unión como se•ve ·nada externa sirio de idéntico método intelectual: Esto da a la técnica moderna independencia y plena seguridad-en sí misma; No es una inspiración como mágica ni puro azar, sino «método», camino preestablecido, firme consciente de sus fundamentos. · ¡Gran lección! é:onviene que elintelectual maneje las cosas, que· esté cerca•de ellas; de las cosas materiales si es físi.co; delas cosas humanas si es historiadéir.:snos historiadores alemanes del siglo XIX hubiesen sido más hombres políticos, o siquiera más «hombres de mundo»; acaso la historia
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fuese hoy ya una ciencia y junto a ella existiese una técnica realmente eficaz para actuar sobre los grandes fenómenos colectivos, ante los cuales, sea di·cho ton vergüenza, el actual hombre se encuentra como el paleolítico ante ·el rayo. ' . El llamado «-espíritm,.es una potencia demasiado etérea que se pierde en el laberinto de si misma, de sus propias infinitas posibilidades. ¡Es demasiado fácil pensar! La niente en su vuelo apenas si encuentra resistencia. Por eso es tan importante para el intelectual palpar objetos materiales y aprender en su trato con ellos una disciplina de contención; Los cuerpos han sido los maestros del espíritu, como el centauro Quirón fue el maestro de los griegos. Sin.las cosas que'se ven y se tocan, el presuntuoso «espíritu» no seria más que demencia. El cuerpo es el gendarme y el pedagogo del espíritu; De aquí la ejemplaridad del pensamiento físico frente a todos los demás usos intelectuales. La física, como ha notado NicolaiHartrrrann, debe su sin par virtud a ser; hasta ahora, la única ciencia donde la verdad se e5táblecemediante-el acuerdo de dos instancias independientes que no se dejan sobornarla una por la otra. Elpuro pensara p1io1i dela mecánica racional y el puro mirar las cosas con los ojos de la cara: análisis y experimento; · .. Todos los creadores de la nueva ciencia se dieron cuenta· de· su. con" sustancialidad con la técnica. Lo 'mismo Bacon que Galileo, Gilbert que Descartes, Huygens que Hooke o NeWtonc De entonces acá el desarrollo -en sólo tres sigloir'-ha sido fabulóso: lo mismo el ·de la teoría que el dda técnica. Vea el _lector en el 'librito de Allen: Raymond, ¿Qué es· la tecnocracia?, traducido en las ediciones de la Revista de Occidente, algunos datos sobre lo que hoy puede hacer aquel técnico: Por ejemplo: «El motor humano, en una jornada de ocho horas; es capaz de rendir trabaj'o, aproximadamente, en la proporción de· un décimo de caballo. Hoy día poseemos máquinas que trabajan con 300.000 caballos-de potencia, capaces de funcionar durante veinticuatro horas del día por múcho tiempo. •· »La primera-máquina de conversión de' energía distinta del mecanismo humano fue la tosca máquina de vapor atrrrosférico de Newcorrien, en 1712. La•primera máquina de esa marca desarrolla 5,5 caballos de fuerza, calculada por la cantidad< de agua que eleva en un tiempo determinado. Esta máquina alcanz6su máximo tamaño hacia·l780,·con gigantescos cilindros y 16 a 20 recorridos de émbolo' por minuto! Tenía una potencia de'50 caballos, o sea, 500 veces la del motor humano1 Pero la eficiencia•delamáquina N ewcomen era un décimo de la máquina humana y requería 15,8 libras de carbón por caballo: Tenia otros defectos, tanto en energía como en la parte mecállica, que impidieron su adopción generáL
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'»La introducción de la turbina .trajo un m¡evo tipo de conversión de energía. Mientras las primeras turbinas construidas poseían menos de 700 ca;ballos y la primera turbina que se instaló en.una estación central era de 5.000 caballos, las turbinas modernas llegan a alcanzar 300.000 cabállos; o sea, 3.000.000 de veces eLrendimiento dé un sethumanC> en jornada de ocho horas. Calculada sofüe.labase de veinticuatro horas de funcioriamiento;.la tur~ bina,tiene nueve. millones de veces,el rendimiento del cuerpo humano. \ >>La primera turbina montada•en una.estación central consumía 6,88 li7 bras de carbón por ldlovatioChora,en 1903, »Ifa habido un descenso.en consumo de carbón de 6,8Ej librás a.0,84.lic bras en un período de30 años, lo que indica la variación dehendimierito al efectuar eLtrabajó humai10 por medio de las máquinas.• ; • »El rendimiento máximo de civilización en el antiguo Egipto nurtca excedió de 150:000 caballos en jornada de ocho horas; suponiéndole3.000.000 de habitantes. Grecia, !Roma, los pequeños ltstados e Imperios de la Edad Media.y las naciones modernas.tuvieron el mismo índice de.rendirnientó hasta la época. de Jaime Watt Cambios ,cada vez más rápidos ocurrieron des7 de entonces. El progreso social\'de5cortocido hasta ahora, avanzó;lentamerite al principio, después dio.una carrera, tomó vtielo. y ávanzó.con la rapidez de un cohéte. Serie tras serie de desarrollos técnicos han barrido los proce7 · sos industriales de cada década, desde.1800, para dejarlos ~educidos améµ . ·''• · todos anticuados delpasado;· ,·,.' »La primera máquina, la. de N ewccimen, no. sobrevivió a su siglo .. EL se'gtlndo cambio enla conversión dé energía, la máquina de Watt, no sobrevi7 vió un siglo para ser reemplazada por una nueva máquina de mayor rendí~ miento. De los 9.000.000 de veces por los que hemos multiplicado la energía del cuerpo humano para obtener las unidades modernas de energíamecá-' nica alcanzadas, un aumento de 8, 766.000 .veces ha ocurrido .en.los últimos veintidnco.años;,,;•, · . , .. . ., ... " . . »Sobre.disminución de' horas de, trabajo .humano desde ;1840;, no: ternos que, en acero, .él grado de disminución ha sido.la.in.versa de.la cuarta potencia del tiempo; en automóviles, aún mayqr; en producción de. !in!' gotes;de hierro,, una. hora. de trabajo humano. consigue, ,hoy día lo que seiscientas horas del mismo trabajo hace. cien años ...En agricultura,. sólo 1/3,00Q de horas de trabajo humano por.unidad de producto se necesitan comparadas .conl840. En la fabricación de. lámparas:incandescentes,.una hora de trabajo humano realiza tanto como nueve mil horas del mismq tráF bajo.en 19.14. ,, »El grado de disminución en horas de trabajo humano por unidadcde producción, tomadas en conjunto, es, pues, aproximadamentel/3.000.
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»Los fabricantes de ladrillos durante más de cinco mil años, nunca lograron por término medio más de 450 ladrillos por día y por individuo, en jornada de más de diez horas. »Una fábrica moderna de fabricación continua de ladrillos producirá 400.000 ladrillos.por día y por hombre». No respondo de la exactitud de estas cifras. Los «tecnócratas» de quienes proceden, son demagogos y; por tanto, gente sin exactitud, poco escrupulosa y atropellada. Pero lo que tenga ese cuadro numérico de caricatura y exageración, no hace sino poner de manifiesto un fondo .verdadero e incuestionable: la casi ilimitación de posibilidades en la técnica material contemporánea. Pero la vida humana no es sólo lucha con la materia, sino también lucha del hombre con su alma. ¿Qué cuadro puede Euramérica oponer a ése como repertorio de técnicas del alma? ¿No ha sido, en este orden, muy superior el Asia profunda? Desde hace años sueño con un posible curso en que se muestren frente a frente las técnicas de Occidente y las técnicas del Asia.
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1940
VIVES
HUMANISMO, RENACIMIENTO
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~a~l~do s~~re
conferencia reciente, que andará en prensa, he la figura histórica de Vives. Permítaseme considerar esa labor-· · lograda o malograda- como un tour de force: La razón .es ésta: como allí dije, Vives no es un «genio», no es un'honibreque haya pensado una idea enornie de las que proyectan sobre el ámbito cultural de su tiem1:fo una súbita iluminación y de manera fulminante hacen pasar' á la humanidad de una forma dé vida a otra sustancialmente distinta; Esto no lo hizo nadie de 1350 a 1550.Antes de Vives, el último pensador genial fue Nicolás·de Cusa ~140lcl464-, y lo prematuro de su inspiración restó eficacia decisiva a sus grandes hallazgos. Después de Vives, la primera figura de pensador prócer es Giordano Bruno (154871600). Durante ambos siglos el pensamiento avanza, pues, paso a paso, mediante exiguos desplazamientos, más bien colectivos que individuales, es decir, que lo nuevo en cada etapa, más que engendrarse en un hombre, estonalidad genérica de toda una generación. Al pronto, podrían oponerse a esta apreciación algunos nombres:Leonardo de :Vuicii Erasnio, Maquiavelo, Lutero. Y, en efecto, son las figriras :individualmente más poderosas de· toda esta· edad. Se entiende, en el orden de las opinioriesy creencias. ' ··Pero si dejamos fuera aI'.utero, cuya genialidades de orden religioso, y dedicamos nuéstra atención, auri la másfavorable, a las otras tres, no conseguiremos.demostrar-·' cualquiéra sea el vigor de sustalentos...c.J, que pusieran' nada plenamente enclaro:·Sí, Leonardo había dicho: Ilsole 11011 si niuove; Pero'¿y qlié? ;No basta decirlo. Casi un siglo más tarde-'en 1543--'-; Copérnico no se va a contentar con decirlo, sinó qúi¡ comienza a probarlo, y, sin embargo, esa verdad no «estaba aúriahí». Fue preciso todavía esperar·cin-
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. lil 0 Pal aron iniciaron, sembraron, suscitaron, cuenta años -a Kepler, a Ga ~ · ±'. d d ' n ninguna idea estable y precisa. pero no dejaron instal~da ~ lal ~mam ~e ~teléctual, Vives no ejecutó tamHombre de estudio, exc usivamen d'as G~nzalb de Córdoh numental como, en sus i ' poco ninguna azana mo ' Elcano ni organizó una magnífica ba, Colón, Vasco da Gama, Maga11Sanels y . de,Loyola En fin Vives no fue li · mo an gnac10 · ' fuerza de política re giosa, co _ ue en su andar levantase el vueun divino poeta-en verso 0 en?ro~a r~sta maravillosa, vivida, dinálo del faisán verbal, de la expres10n ilmp . deyla gracia o la precisión. De · l aire por a magia mica, que se sos nene en e d puede dibuj· ar la fisonomía con h h h alquiera e esas cosas se quien a ec o cu . . tiem o Pero Vives es precisamente lo contrapocas palabras Y en ~imi:no . P ld- algo más sutil que eso. No significa rio de todo eso y-baJO ~i:rto angu esale or encima del nivel propio a su una protuberancia orografica que sobr . l PPor eso es tan difícil de definir tiempo, sino q'.1e é'. mi,smo ~s un~~~:~~~~~ágúedade5; 'con suficiente pr~ci en corto espac10 sise le qm~~e. . toleran una descripción rápida_. to la erupc10n o 1a serrama ,·-· l sión. E terremo ' . . d . tres qué figura ofrece la elevación Peronó;hay.mododedecirenun ospor , , ·. . ·. . ,, geológica de todo_ un c~~tinente. •, desde• esta página, algunas apostillas , , -..Por esta raz~n q~i~iera agregar,_ d uel texto. Esto, me permitirá de" a la publicación-.-.proxima,-esnfpero-. · . e aq daron tácitas ó insistir sobre al" . . que·en la co erencia que . . cirnopocascosas , . d N seolvidequeunaconferencia;si gunas insu_ficientemente enuncia as. . o. bat'e auerpo a cuerpo con los lni" . . serio ton5iste en un coro ', e lo es un poco en ' .d. . gu·n conferenciante para quien su coille" nutos. Al menos, no envi 10 a mn . , . rencia sea otra cosa.
L\;MIRADA HISTÓRICA . .. -,-¡
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. Ycolnienzoporunairisistencia. " "' ' ' "' ·· 'ha uearre7 • • Para los efec_tos de glárselassise.qmernver.bien unar decir e~· ue nada en•él; absolutamente hombre y todo lo humanbo _hayh. qute el punto~eque si algo en.elhombre se ' · . . · · . nto de caro 10;• as a nad a, es t a.exe . . . . .. ble ·basta esto para inferir que-per" presenta con carácter estadizo e.:n~mta o' Si el sistema corporaldelhom-. tenece•a lo que enel hombre:1.1º es m_an .· 'cuando los artistas de la cueva · . h · y. hace vemte nn1 anos-. brees el mismo. oy . . . . . . deciise.que;elcuerponoes 1o de Altamira dibujaba11 sus blisont:~tieri;~:r:ntropoide. Su humanidad, en humano en el hombre.,Ef;~ o ¿~dd de•unavez para siempre. Poreso'ha fra-. cambio,-no posee un ser iJO Y
la•t.écnicáin~~i~~~;~0e:~~:;0~~:~e q~:sobreel :1
casado tan rotundamente en su estudio del hombre la ciencia natural a través de·dos siglos de•ensayos; La ciencia natural, sea la física' o las ciencias . homólogas, buscan, claro está, en el ser humano lo que buscan en los de. más seres: su <Ma.drid. 11
[VéaSe el triffiO'.VI de estas·Obras con1plctas].
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si nuestra pupila la acompaña en ese movimiento y camino que es; por tanto, si la.mirada histórica evita detenerse sobre el hecho.histórico y congelarlo, paralizarlo, petrifitarlo, proyectando sobre él su propia inmovilidad, En yez de ello, la pupila del historiador tiene que trotar sin d'escariso, como el.perro que nos acompaña; moviéndose.del.hecho que se estudia hacia atrás y de . él hacia adelante; porque en su venU: de]¡¡ntañoy en su ir al futu,. ro es donde manifiesta sus auténticas.vísceras, su efectiva realid'!d; lo que fue ese hecho positivamente para quien Jo vivió; , , , ' Hasta dónde hacia atrás y hasta dónde hacia adelante haya que recurrir para aclarar una situación o un hombre, es cc;isa que en cada caso habrá que determinar. Ir En el caso de Vives, la mirada histórica tiene que alargarse en ambas dif recciones, superlativamente, conun vastisimo movimiento de péndulo;por~ que Vives repres~nta exactamente la divisoria en la época-y¡¡ de suyo larga; dos siglos,-:,- del llamado Renacimiento, que fue1un tiempo de lenta, arrastra:: da crisis, intercalado entre Ja vida medieval-cristiana y «gótica>,,_y la vida moderna-naturalista y «barroca», Si se quiere, pues, en serio ver por dentro a Vives; asistir al arcano de su existencia; no hay más remedio que dar una se: rie de pendulaciones entre Dante (1300), que representa el hombre instalado aún plenamente en el sistema de las creencias medieyales .-.cristianismo y escolasticismo-, y el 1630, cuando Descartes va a instalaLde nuevo la hu: manidad occidental en su nueva y sólida mansión; la «modernidad».·· En mi conferencia he evitado .expresar una última complicación que,; si hablamos con todo rigor, nos presenta. el caso Vives. En él coi:nienzan, .sin duda, el tonoyel color «modernidad>>, y aparecen no pocos de los rasgos típicos del intelectual <- y también lo que para nosotros acaba de fallecer. No es, pues, nada fácil ser justo con.él, y sólo un afán entusiasta, pródigo, de entender por entender, sólo una generosidad radical que nos haga no:ahorrar ningún esfuerzo nos sitúa.en una óptica :;¡de: cuada para ver.la realidad que .este.hombre bueno, dulte y limpio, fue., . Frente a su época nos encontramos, por tanto, en esta incómoda actitud: durante el Renacimiento se da un gran paso en el abandono de la concep:ció.n teocént:J:ica y sobrenaturalista que rigió a ,la Edad Media, que supone Ja nulificación del hombre. El cristianismo surgió, genialmente, de una épbca
en que Jos hombres--el mundo antiguo- sintieron su propio y total fracaso. Lo humano es reconocido como un valor negativo: no es nada o es viviente . nada. Con sus· propios medios va el hombre solo a la derrota y a la desespera. ción. Sólo puede salvarle un auxilio trascendente. Es maravilloso y conmovedor y eje!I!pfar ver cómo entonces el hombre, náufrago en su' íntimo y propio océano de nulidad, se agarra fieramente a la . tabla flotante que es Dios. Pero el Renacimiento significa, precisamente, el coi:nieru;o de Ja reafirc mación humana, de la exaltación del hombre y el intramundo, esto es, del mund.o este· frente o al lado del otm. Ahora bien: ese hombre y, ese mundo que .empiezan a ser afirmados son «naturaleza». Se va a descubrir en el hom: bre:un repertorio >;.una serie de dones yfacultades que posee a nativitate, dados y tenidos por él de unayez para siempre. Estas dotes se resumenen Ja «razón>>, instrumento que se supone listo y suficiente en todo.ser humano, apenas su organismo se desarrolla con no.rmalidad ..De aquí que tod~ forma tradicional, es decir, histórica, de la cultura vaya siendo elii:ni, nada, Se prepara «la vuelta a la naturaleza>>, a la antehistoria, que Rousseau, con su característica irresponsabilidad, consumará. Se inicja]a idea.de una «religión natural», de una «moral natural», de un «.derecho natural» y de una «ciencia natural». El hombre, se supone, está en posesión de un arsen.al nativo de medios que le bastan. Se basta a sí mismo. Es-se cree otra.vez suficiente, y no como al.fin. del mundo.antiguo, indigente. Huelga Dios. Pero precisamente ,todo esto es ]0 que en nuestros días viene a caducidad. Descubrimos ahora que el hombre no tiene esa supuesta «naturaleza», ni por tanto, ese instrumental nativo que sea suficiente, de que y con.que pueda vivir. La razón no es una dote. Ni la tiene de suyo el hombre, ni siquiera la tiene todavía .. A fuerza de fuerzas, en ensayos milenarios, se ha forjado a sí mismo el hombre un comienzo de racionalidad, pero nada más. Decir del hombre que es racional, es decir algo utópico que a todas horas se da de bruces con la realidad, , :Pero más aún. La,lemne en que todavía los fisicos del si: glo XIX creían. La materia se revela ahÓra como algo también móvil,.que tiene casi historia, .que tampoco posee un ser fijo. Ni el ¡nundo ni el hombre son: todo está en marcha. Viene.de.-.-.va hacia- no' se sabe aún adónde. Sólo se sabe que es cambio, mudanza, perégrinación. Hay que crear nuevas virtudes en el hombre que le peri:nitan vivir.enérgica yjoyialmente en medio_ de la.radical inquietud. Nuestro lema ha de ser éste: .Mobilis in mobili.
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ll SOBRE LA VQLATILIZACIÓN DE UNA FE
En ef siglo XVIII la historia era tódavía·mera narración de batallas, de combinaciones políticas entre·los príncipes y de·esgrimas diplomáticas;. Voltaire es el primero que ensancha el panorama; De su genio se suele advertii sólo la punta eu queterrninaba:, lo.puntiagudo-sus ingeniosidades, sus maledicencias; sus trallazos verbal~. pero se. olvida o se desconoce que ese genio tras de su punta se ensancha y acaba en una anchísima culata. No tuvo sólo bonsmots,sih•, c¡ue en rigor no efa'sirto «ecónomismo»L, la historia desde.1870 se pregunta ya ante el hornbre dos cosas'precisa5: «¿Qué piensa usted?» «¿Qué tome usted?» No se'queda;'sihmás,mirando lo que usted hace para contarlo·luego'en el café, siho que indaga las condiciones de su existencia que le han' forzado a ust¿d a comportarse de ese modo. La historia se Convierte; pues, ert hiStoria de las condicion:es;de los elementos que entretejen la vida de cada hombre, que no son cual~quiera, sin:o precisos en cada lugar y tiempo, que sonlo que no es libre en el hornbre; sino qtle'l¿ es impuesto, a que está adscric to, Cada uno de nosotros está sometido a una cierta condición económica y a una cierta condición filosófica-.las ideas de su tiempo y sociedad. El error
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marxista es suponer que ésta puede deducirse de aquélla, es decir, que las ideas no son un poder autónomo en nuestra vida, siho meras proyecciones . fantasmagóricas de nuestra condición económica. Dime lo que comes y te · diié qué piensas; Esas ideas, que son meras sombras chinescas arrojadas por nuestra de,spens~; son•«ideólogías». (Uno de los grandes síntomas de la estupidez invasora 'que há inundado nuestra época ha sido oíi e5tos últimos años a los políticos ingleses conservadores emplear enserio la•palabra «ideología»). La verdad es que ni las ideas se dejan reducir a la situación económica, ni ésta a aquéllas. Ambas son•dos condiciones de nuestra vida que se influyen recíprocamente: A estas condiciones hay que añadir otras, y ese enérgico reciprocarse da por resultado nuestra vida con su singular perfil. Pero'aquí es· donde entro yo.·En mi libreteideasy creencias,. hago observarque al preguntarse el historiador por las ideas de un hombre. o ·una época,haceuna pregunta equívoca; Bajo el título general «ideas» se esconc den dos cosas muy distiritas. Hay las ideas que el hombre tiene, que piensa, que inventa, que se le ocurren: las ideas-ocurr~ncias. Y hay otras ideas que, lejos de ocurrírsele a este hombre, a esta'época, se las encuentra ahí; por tanto; fuera mejor decir que se encuentra·enellas; que no las ve como ideas suyas;·siho al contrario, como siendo la realidad misma.5on ideas queno'se le ocurren a uno, sino al revés, ideas en que se cree: las ideasccreencias. Se refieren a los órdenes más diferentes del Universo -·-no se entienda por cree encías sólo lasreligios~s. Lo esencial eri•ellas es que tienen para nosotros el caracter de realidades yno de'merospensamientos·nuestros; por «científicos» que éstos sean. Tanto escasí, que muchas de 'nuestras creencias actúan eficazmente en nuestra vida sin que nos apercibamos de ellas-tan fundamentales, tau elementales son para nosotros. Se vive siempre desde ciertas creencias, y parlo mismo no las vemos, como no vemos el espacio de tierra sobre que tenemos puestos los pies y que nos sostiene. : Es evidente que estas dos clases de ideas -las ocurrencias y las creencias-represeiitan dos estratos de muy distinto rango eri la arquitectura ·de nuestra vida. Las·creencias•sorilbs cimientos que portan y sustentan todo lo demás;· Cuanto hacemos ypensamos se mueve.ya en eihorizcmte delimitado por el sistema de las creencias. Y.el historiador lo primero que necesita averiguar, de uu hombre o de una época, es este sistema de creencias, La historia•se· convierte así'eu conocimiento de profundidades. Porque las' creencias, al no ser simplemente las iqeas «que tenemos» -es decir, q1le•enunciamos, parlamos,•escribimos- no están, sin más¡ en la'superficievisible y audible de una época, de una vida;. Para descubrirlas hay qtle •descender so el 'haz defpaisaje histórico, dejando' atrás todas las psicologías y caraéterologíasy morfologías hasta ahora-usadas; cuya utilidad no es desdeñable;-ni mucho
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menos, pero que. en comparación con el afloramiento de las creencias lac tentes son de orden subalterno. . · ·, . · .·• . · •· Esta con~epción obliga a crear nuevos métodos y nueva técnica en his7 to ria. Hay que convertirse en minero. de humanidades .. Este estudio· d.e las creencias como tales nos revela los diversos estados por que pasan; Un rmsmo contenido de fe puede actuar en épocas sucesivas de roo.dos diferentes. Sin. metemos en más finuras, topamos, desde luego, con estos tres .estados de una misma creencia: cuando .es fe viva, cuando es fe inerte o «muerta» y cuando es duda. Porque el estado de duda pertenece al mismo estrato de las creencias, es un.modo deficiente delcreer. Dudar no es silnplemente creer que no frente a creer que sí, ni tampoco'vacío de creencia. Por el.contrario, es un creer doc ble. Estamos ~n la duda. porque dós creencias incompatibles batallan dentro de nosotros, y entre ambas oscilamos; fluctuamos. Por eso dije hace p~co ~ la Facultad de Filosofía que la duda es la hermana bizca que tiene la cienrni. . Otra de las cosás que la teoría.de.las creencias nos enseña es que no puede darse una creencia, en la plenitud del término, ~i rto es colectiva. Co~p individuo, puedo llegar a estar plenamente convencido, esto es; ~ersuadido deálg;o, y esa convicción ser tan vigorosa y compacta que se aproxnne mu~ho a la Jnd 9le de las creencias; Pero siempre habrá entre aquélla y éstas diferencia y distanciá,. Los nombres mismos las declaran. Convicción, persua" sión, dan a entender que son estados a los cuales hemos llegado por n1'.estra cuenta en virtud.de razones y; cuando no; de motivos. Pero una creencia auténtica en la cual de verdad estamos, no se funda en razones ni en motivos. En el diomento en que esto aconteciese,,no sería pura creencia. Tenían razón los teólogos cuando hablaban de que la fe es ciega. Sólo que ellos tenían de la fe una idea menos franca y resuelta que yo. Esos teólogos eran, en el fondo,.síwbs de la razón, .a. la cual miraban constántemente con el rabillo del ojo y delante de la cual no querían quedar mal. La ra~ón ha sido y ser~ siempre lo esencialmente:«distinguido». For eso etesnobismo ante ella esta .. muy justificado y ha s~do de gran fecundidad en el desarrollo humano. Ha sido menester que.lleguemos~ labestialidad'.de nuestro tiempo, que acaso no tenga par en todo él pretérito; para que ese esn.obismo .casi desapa:ezca; El hombre-masa, en efecto, cree que leí sabe todo sm necesidad de razon. .A; ese esnobismo de los teólogos medievales debemos nuestra presente destreza mental. El maravilloso escolastitisl'.10' fue la piedra de afilar sobre la.cual, duc rante cinco siglos, se estuvo afinando el.corte .el intelecto occidentaL .•. • . ,¡. :1· Pero esto nos permite hoy.contemplarlas cosas con entera.libertad fre~c te ál racionalismo tradicional, y hemos caído en la cuenta de que la razón ffi157 roa supone la fe en ella, una fe exactamente del mismo tipo que cualquiera otra tan sinrazones como las demás. Dejemos esto ahora; que es largo asunto; '
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Cuando creemos de verdad· en algo, no se nos ocurre buscar razones para esa fe. Ello significaría hacérnoslo cuestión, y la creencia es lo incues. tionable. Mas 'parece sumamente difícil que nos sea incuestionable ló que · eri nuestro derredor vemos cuestionado. En esto me' fundo para pensar que una creenda plenaria sólo es posible cuando nuestro contorno social participa de ella y tiene en su ámbito plena vigencia; Akomenzar a viVir nos es inyectada por la sociedad a que pertenecemos, y cuando empezamos a ser' personas la tenemos ya dentro: en rigor, la somos'.· Esto explicaque no necesite de razones y que no sepamos•por•qué vías mentales'-pruebas, motivaciones, experiencias-·- hemos llegado a ella. En una cl:-eencia no se entra, sino que mágicamente se encuentra uno en ella desde siempre. La fe, al menos el prototipo de una fe, es siempre «la fe de'nuestrós padres»' es deeir, algo que estaba ya ahí antes de que nosótros llegásemoscDe las meras ideas se entra y se sale, tienen puertas y ventanas. Pero la creencia es algo, en efecto, mágico: se está en ella, y: entonces es para nosotros la'realidad misma. Un buen día nos despertamos; y no menos mágicamente se ha•vola" tilizado; sin dejar rastro. Una idea superada, en cambio, deja indeleble huella en la nueva idea con que la sustituimos .. Pues bien: el1 los tiempos de Vives-· el Renacimiento-·- el sistema de creencias medievales ha entrado en un proceso que llevará a su volatilización como tal fe plenru1a y colectiva. Ha sido uno de los siStemas de creencias más firmes que haya habido nunca en lo visible del pasado, sólo comparable en su firmeza con los de los pueblos primitivos, que, por otra pa:ite, son incomparablemente más simples; Cuando se ha aprendido a ver lo que para la vida humana representa una fe sólida y a la vez rica de contenido, no hay hecho que supere en dramatismo a su·volatilización. ¿Cómo, no obstante; es ésta la hora en que los historiadores no han explicado a fondo qué es lo que pasó para que aquel magnífico sistema de creencias se·evaporase? Sin· que haya alguna' claridad sobre esto; es vano querer entender las existencias de los europeos-entre l 400y1600, y muy particularmente la de la generación de Vives.
lll DESCREIMIENTO, ASFIXIA Y REBELIÓN
El hecho de que nose haya estbdiado aún por qué y Cómo la fe medieval se desvaneció, basta para revelamos hasta qué punto 'lo que se llama «ciencia» histórica ha sido hasta· ahora una ingenua faena. Porque ése es el
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acontecimiento más grave del pasado occidental y su consideración lo más importante para el futuro. Y ello es así no porque el contenido particular de aquella fe fuera el cristianismo. La' cuestión a que me refiero no ~s de doctrinas, no versa sobre la importancia.mayor o menor que se atribuya a dec terminadas ideas, en este caso las.cristianas, sino sobre el estado de creencia .· · ·, ¡ . consolidada y plena de que gozaron esas doctrinas o ideas, Más aún es falso reducirlafe.medievala cristianismo. En primer lugar, el cristianismo traía dentro de.sí una dosis enorme de cultura grecorromana, y al inundar el Occidente, cor¡:io Nilo abundoso, fue impregnando las glebas europeas delégamo clásico .. P.ero, además, la fe medieval.tiene.muchas dimension.es: es todo un sistema· de.creencias en el cual se creía.pro indiviso. Hayprimero.lafe en elDios de la Biblia y del dogma. Sobre ese estrato, sin duda elmás profundo y sustentador clelresto, soldado cort él por soldadura autógena, hay todo un inmenso repertorio de.creencias extrarreligiosas sobre el.mundo, una. «ciencia>>, cuya armazón p:r.incipal cortstituye el escolasticismo. A pesar de ser «ciencia», la verdad es que sobre sus temas decisivos no existía la duda. En el escolasticismo había innumerables cuestiones, puntos sobre los qué se disputaba. Es más: la forma del pensamiento activo ert aquella época era precisamente la disputa y no, como en la época moderna, la investigación. De aquí que todas aquellas famosas «cuestiones» separecen muy poco alas «problemas» de nuestra ciencia actuaL.Surgían y se multiplicaban con un sobrecrecimiento vegetativo, dentro del marco intangible ddo incuestionado .. La.cultura moderna, en cambio, ha nacido y vivido de la duda. En ello consiste su gran paradoja. Es la moderna.cultura, como toda cultura, una fe: la fe en la razón. Pero la razón en que se ha creído desde 1600 hasta la fecha es una extraña cosa que lleva dentro la duda. Razonar implica dudar, y 6;, constit:lltivatnente, reacción elástica de nuestra mente ante lo dudoso, cuestionable y cu,estionado. Esta extraña, acrobática e inve" fosímil.fe eh la razón parte, como creencia fundamental;· de que exist.ela duda sobre todo; que todo es, .en principio, dubitable, pero cree al mismo tiempo en que el hombre posee:una facultad y una técnica para moverse y afianzarse en el fluctuante elemento de lo dudoso -una aguja para marear en el «mar de dudas». Esa facultad, esa técnica, son la razón-, que incluye en sí conciencia de lo problemático y confianza en la prueba, en poder «dar razóni> de lo que al pronto parece carecer de ella. Hay, pues, una diferencia radical en el carácter misfuó de fe entre la medieval y la moderna. Es evidente que vivir significa una tarea muy distinta·cuando consiste.en hallarse instalado dentro de un universo cuyas facciones principales son algo sobre lo que ni se tiene ni cabe la menor·duda, y cuando equivale a .encontrarse en un mundo donde no solamente todo es
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cuestionable, sino.que-esto es lo exorbitante del caso- ese mundo existe sólo en la medida en que lo hacemos cuestión, Cuando pasen algunas · centurias y a distancia suficientemente depuradora se contemple la figura · de vida que llamamos «modernidad», las gentes se restregarán los ojos para cerciorars¡: de qi;te no deliran; de que, en efecto, hubo un tiempo en que los hombres acertaron a. existir .con impetuosidad y entusiasmo sin par sobre una tierra, firme que ellos. mismos se quitaban constantemente de so los pies, porque esto es, estrictamente, lo que significa ser «europea>> desde 1600,. El Barón de la Castaña aseguraba que había logrado sacarse a sí.mise mo del pozo tirando hacia arriba de. sus propias orejas. Esta mentira del Barón de la Castaña ha sido la verdad, la inverosímil verdad, de la existencia europea moderna. Veremos si los americanos, que, según se dice, son el porvenir, logran inventar una figura de vida más bonita, más extravagante, . . más genial, más corajuda, más improbable que ésa. . . ,
*** Platonismo y aristotelismo no fueron nunca en Grecia objeto.de fe. Fueron meras ideas o, en mi terminología, ocurrencias. Pero en la Edad Media entran en las almas fundidas con las creencias religiosas y adquieren una solidez de. efectivas creencia~. Ahora bien: ambas filosofías, que en última.instancia son dos caras de la misma, son una interpretación del mundo que hace de éste una pluralidad de realidades. inmóviles. Pluralidad e invariabilidad última son, en efecto, los dos rasgos decisivos del universo medieval. La Imago mundi del siglo XIII y primera mitad del XIV-el mundo que oprimía la persona de Dante-.- estaba compuesta de un número crecidísirno de realidades independientes-- lasformas--'-c¡ue eran inmutables o, si se quiere, que no podían cambiar sino para desaparecer, aniquiladas por la divina omnipotencia. · Hay en el cielo cincuenta y ch1co esferas,y en la sublunar, que es la habitada porlos hombres, hay hmumerables especies de seres, Cada especie es inmutable, indestructible e independiente. El perro es y será siempre perro, y caballo, el caballo, y el elefante, elefante. Lo propio acontece en el mundo.social, que está compuesto de rangos indestructibles también. Haylos reyes; los nobles, los sacerdotes, los mercaderes, los campesinos, los artesanos. Hay el obispo, y el archidiácono y el canónigo, el pastor, el estudiante, la casada, la viuda, la doncella. Son modos de humanidad no .creados por el hombre, sino moldes perennes; dentro de los cuales se alojará siempre la humana vida. Dionisia. el Cartujano, uno de los hombres más representativos del siglo xv, en su primera mitad, definirá, una por una, esas categorías, corno eternas de nuestra condición en su libro De doct1ina et regulis vitae d11istianonm1;
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La ii:nagen moderna del mundo tiene los atributos contrapuestos. La realidad física es homogénea y unitaria. De un extremo del orbe al otro los átomos y las fuerzas sonidérrticos y operan del mísmo modo; Con poquísic mas principios, la ciencia gobierna el conocimiento de esos enon:Íies espac dos y esa mole inmensa de materia. En cambio, cree que la realidad e:S,'en su e:sencia misma, transforrriación, No hay; propiamente hablando, perro ni · caballo,' ni elefante, sino cosas que van·a ser casi perros para dejarlo luego de ser y convertirse en casi caballos, y asísucesivamente. Todo está en dan, za: nada persevera·en su sÚ. El transformismo es la constante mutación'. A lareálidad de hoy seguirá irremediablemente otra distinta. Todo es provic sional. Por eso el hombiemodemo vive ásomado al mañana para verllegár la novedad: He aquí cómo un mundo mucho menos homogéneo que el mee dieval resulta ser infinitamente'más'rico; tan rico que no acaba nunca de agotar su posible riqueza. : El hombre medieval está prisionero en un mundo paralítico, sin dimensión de futuro. En él hay muchas cosas distintas, pero no hay más que las que ya hay. No es posible la in-novación. De un mundo dado como éste, cabé hacer uri inventario completo. Es un cosmos de «habas contadas». Como en 1400 ha te ya muchas generaciones que habita en ese mundo inc móVil, está demasiado habituado a él. Es siempreló mismo. Ha contado y recontado todás las habas. A nosotros nos angustia una situación tal porque cuando el presente, cuando lo que hay; nos aprieta, escapamos con la fantasia al poI"Venir, del que sabemos que traerá siempreun cambimiEs un uni~ verso abierto yn'ohermético, como lo era el mundo «gótico». ¿Cómo sacar gusto a la vida en un mundo así que no permite ni en idea siquiera la tran:sformación? Subrayando todo eso que irremediable e inmodificablemente hay con complicaciones adjetivas, con ritualidades; con formalismos, con ornamentos", cón:morbosa.complicación de·regulaciones superfluas. En suma; ya· que no ·puede vivirse hacia el porvenir·se construyen sobre ese mundo, dado de una vez para siempre; duplicaciones y reduplicaé:iones de• carácter formalista. Así en la «ciencia» como. en la vida civil y en el trato 'so" cial. Así también en la religión misma. Las formas sempiternas quedan ene vtieltas en una selva tropicalde .fórmulas y formulismo.s. De aquí que la Edad Media se convirtiese desde 1350 en una de las épocas más amaneradas que han existido 1: Acaba por darse carácter de realidad absoluta a todo, illcluso a los' me" nares detalles.' Para todo hay una norma y una sentencia. Se piensa en refrán; en adagio, en" emblema: No hay poro a través del cual quepa vivir con 1
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Véase «En tOfnd a Galileo>~: [Eti el to'rnb VI de estas·Obf-dstoniplctas}.
espontaneidad. Todo está·previsto y no hay movimiento que no se vea obliga, do a inscribirse én:alguna:convención preexistente. Mientras· la existencia ·moderna ha sido radical'provisoriedad, incesante marcha y sorpresa, descu~ · brimiento tras deséubrimiento, en 1400·todo era, desde hacía mucho, definitivb: No había más que wr níodo de ser las cosas humanas: No se concebía auténtico cambio-. El cambio era sólo lo monstrUoso, lo enorme y fuera de norma y ser, lo antinatural:. :• · ' Todo esto hatía qUelos hombres méjores sintieran asfixia. Todos los arrl!quives y requiloriosyformalismos y caligrafías se enrollaban en las almas·, como lianas de un trópico espiritual,yhabían interceptado el contacto de éstas con los principios fundamentales de la 'religión y del saber. · · · '' El mundo, dice Erasmo, esta sobrecargado de·«valoraciones humanas», de opiniones y dogmas eclesiásticos;: pesa sobre él la autoridad tirániea de las órdenes religiosas, y bajo toda esa balumba «cultural» está debilitado.el vigor:de la doctrina evan'gélica1• ,,,: :n , J Una vez más el hombre se ahogaba en el exceso de su propia riqUeza creadora. Las generaciones desde1400-.-·ell'ltalfa:antes:1-tien'enlaiinpresión de que el mundo anda cerca de su fin.Juan.Gerson; el•canciller de la Universidad de París, a quien por mucho tiempo se atribuyó La imitación de Ciisto, repite que el rriund() chochea. Y Petrarca, a pesar de que nos conmueve cuando se nos presenta en la divisoria de dos mundos y nos dice que su alma ora guarda davanti, ora guarda addietro ~uplicidad de temple característica de 1350 a 1550-, no se crea que ve el porvenir. Está convencido, también, de que el mundo agoniza yva a la total ruina. Mundus in dies ad extrema precipita11S secwn onmia in dete1im trahit. (Epist. m: Gam. XX). Pues en esta cultura sin futuro, sigue creyéndose que la historia está ya toda a la espalda. ·Los profetas habían hablado de las cuatro monarquías universales. La última es la romana, y toda la Edad Media se vio a sí misma como continuación de ésta. No había, pues, en el programa ningún número para mañana. ¿Qué pueden hacer en tal situación los hombres mejores? A su espalda tienen un cristianismo inerte, anquilosado, formulista, sin fe viva. Delante tienen el acantilado de un mundo intransformable.. Si no es posible la transformación, ni la in-novación-el único cambio posible es volver atrás, retomar a las formas primarias y puras de la religión, del saber, de la poesía-, a los evangelios, a.la ciencia clásica, a los poetas romanos. La solución será la reformacióny la re-novación, la restitutio, la re-11asce11cia. . Conste, pues, que Humanismo, Renacimiento y Reforma fueron movimientos hacia atrás, recobro en la simplicidad primitiva de la complicación 1
Huizinga: Erasnnts, pág.116.
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presente .. En todas las crisis históricas; que se producen.por la superabundancia-..-como las crisis del :capitalismo por el exceso. de. negocios----, el hombre intenta salvarse podando:la excesiva fronda,C:ultural, desnudándo~ se y añorando la sencillez primigenia. Al sentirse asfixiado en uná culturá superlativa recurre.de ella ala naturaleza,·Rousseau huye delVersalles.de lás Marquesas al bosque delfontainebleau :para imitar allí a los salvajes. Es . curioso: el hombre de las extremas civilizaciones',.desesperado, llama al sale vaje que sospecha llevar dentro.,Y nuestro salvajeinterior acude siempre a la cita. Por lo.visto, imperecedero, estáahf oculto,.siempte pronto a nuestra llamada; En las puertas finátnen1é.esculpidas de las iglesias y catedrales del siglo xv, es frecuente hallar a ambos lados, enormes e hirsutos; dos salvajes; Y como en: tiempo de Rousseau; entonces la literatura pone á éstos de moda.: Yestá afamada tener «casas de fieras». Ynuestrorefinadojuan11,ffey de poetas y poeta. él mismo, .recibé•alos.embajadcires con un leopardo do~ méstico tendido a sus pies. Un embajador mosc;ovita se asustó tanto que no se detuvo hasta el Vístula.. La asfixia.cultural provoca la rebelión. Y la rebelión, toda, rebelión, co" !liienza'por ser salvajismo;;·,.
I:.a Nación, diciembre de 1940
ELINTELECTUALY EL OTRO
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E1 Intelectual de que aquí~e habla no es el «escritor» ni.el «ho~br~ de ciencia», ni el «profesor», ni el «filósofmf. Son todos éstos nombres de oficios o profesiones, es decir, figuras sotiales, perfiles públicos que el individuo adopta y que no garantizan lo más mínimo Ja autenticid:Íd de una incoerciC ble vocación intelectual en el hombre que los ejerce. Mas aquí se trata sólo de!Tntelectualque lo es de verdad, cualquiera que sea su aparen ley notoria ocupacfón. Ser intélectual no es cosa que tenga ·que ver con el yo social del hombre. No se es intelectual para los demás, coweste o elotro propósito, a fin de ganar dinero, dfl lucir, de sostenerse en el piélago proceloso de la colectividad. Se es intelectual para sí mismo, a pesar de sí mismo, contra sí mismo, irremediablemente. ·Es indudable que no existirían aquellos oficios y profesiones si no hubiera habido hombres que fueron escritores, hombres de ciencia, profesores o filósofos en esta forma original, auténtica e irremediable. Todo lo que es figura social surgió como destino creador de.un individuo; Pero ¡ahí está!, esa forma de vida que éste creó y fatalmente fo'e, al desaparecer él quedó como un caparazón evacuado de efectivo contenido personal; quedó como «puesto» público, como molde impersonal den.tro del cual podía alojarse fraudulentamente cualquiera. Todo lo social, todo lo colectivo; es; en tal sentido, fraudulento, inauténtico-·-es gesto, manera; título y máscara: La mayor parte de los intelectuales que andan por ahí no lo son, Claro está, sino que viven haciendo de intelectuales, a veces correctamente, sirviendo con honradez•y•no escasa utilidad el oficio a que socialmente se han·C:ompro'metido; el ·<
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miento del cargo. Se dice a sí misma, como al comenzar a pintar solía decirse aquel humilde imaginero andaluz, consciente.de su nula destreza: «¡Si sale con barbas ... , San Antón, y si no ... , la Purísima Concepción!» Así ha pasado siempre y en todos los órdenes. Primero se le ocurrió a Julio César ser, con cierta originalidad, Julio César. Cuando le asesinaron, la colectividad romana sintió la necesidad de que siguiera existiendo César. Pero el in- · dividuo César se había ausentado para siempre. De él quedó sólo el hueco, es decir, el perfil de su necesidad, sentida por el mundo romano. Y César fue, desde entonces, ese hueco solidificado -un cargo, una magistratura que duró cinco siglos. El cargo, la magistratura, por excelencia, que en el mundó ha habido. Mas por un extremo azar resultó que ni uno solo de los innumerables Césares subsecuentes fue cosa ni de lejos parecida a César. Muchos ocuparon el espacio «César», pero ninguno lo fue.. . : · ··patejamente, hace cien años" hubo en•Francia unhombre.que era una especie.de huracán poético o marea viva del lirisíno. Se llamaba Víctor Rugo. Como un poder elemental-.-ya digo,•huracán; sizigia-, sacudió e inqndó toda la vida francesa; Su poesía es tpsca; sin calidad, sin arcanos temblores, pero es ciclópea, magnánima, hercúlea, miguelangelesca. Emrimas audaces cantó el amor, la mujer, el niño, la hoja otoñal, la vieja leyenda, la gran bac talla, divinizó a Napoleón I, lapidó a Napoleón III, verbalizó sobre «l'Hu7 manitéi>. No hay cosa.de Francia y del.hombre ante la cual no agitase sonoro su .enorme cencerro, en un magnífico, universal, carnaval. Se comprende.que los franceses viesen en él algo que no había existido desde Virgilio; Homero y Dante: el Poeta de un pueblo, el lirismo como institución: Pero desde entonces Francia se ha obstinado en tener siempre un Poeta, como tenía un Presidente de la República, y ve!is no lis ha henchido a la fuerza ese puesto, ese gran hueco público·. De aquíla situación tragicómica del pobre Paul Va~ léry; último mandarín delas letras francesas, ni que decir tiene, auténtico Intelectual; pero corto de resuello, nada popular, manieiista, con un exiguo caudal.de cosas que decir y; como toda mente pobre; obligado p~ra ser a retorcerse. De este hombre; que hubiera sido un exceh!Ilte colaborador de-una revista más o menos regional, se hizo; por fulminación,.el Poeta de Francia•. Y desde entonces ha tenido .que vivir el' egregio bo11ho111111e galopando ja;deante tras de su.propia justificación. No confundamos, pues, las cosas; Aquí se habla 'del Intelectual que es intelectual.con desesperada autenticidad, que lo. es. sinren:¡.edio;.porine57 crutable e inexorable decreto.de.Dios. Como los Césares carecieron de ce7 sarisníó,.está lleno el mundo de intelectuales sinintelectualidad o con dosis precaria de ella. Sin embargo; no se presuma que eUntelectual es, por fuerza; muy inteligente.. También en esto conviene evitar confusiones. Intelectual
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es el nombre de miavocación. Talento es el nombre de una dote. Y aunque aquélla suela coincidir con.ésta, hay ocasiones en que no van juntas. Se pue. de tener enérgica vocación y no tener. talento. Se puede tener talento y ningu. na vocación... Como es cuerdo ponerse en lo peor, casi todo lo que voy a decir del Intelectual vale aunque le supongamos lerdo. • Pocos años después de comenzar mi labor literaria.-..hace, pues, largo tiempo- tuve un buen día la intuición de que el Intelectual, que había sido durante dos siglos la figura predominante en las sociedades de Occidente, iba muy pronto a ser centrifugado de la consideración pública y con el extremismo. dialéctico, que es el andar de la historia, de ser. todo iba a pasar, sin intermisión, a ser nada. Nadie sospechaba entonces tal cosa porque todavía, y aun bastantes años.después; parecía gozar eUntelectual Ja hora de su mayor prepotencia. De aquí que me enorgullezca no poco haber tenido en hora tan. temprana esta vislumbre del porvenir.• Además, acomodé a ella, desde luego, mi vida, evitándome a limineno todos ciertamente; pero muchos de los errores y torpezas en que otros han caído. No.he contado nunca con que, en serio, se me hiciera caso y no estaba ni estoy dispuesto a aceptar . • , ., , ,. la ficción de que soy atendido. . ·· • Aquella intuición me.visitó en la.fecha que, como dije en la ~eciente cohferencia sobreVives, suele ser la edad en que el Intelectual.tiene el primero y apa,siortado.encuentró con lo~ grandes temas y )as grandes ideas que va a desarrollar en el resto. de su existéncia. Pues esa edad no es .cualquiera. La cronología viviente es muy rigorosa. No da lo. mismo un añó que otro. Son los veintiséis años. Sin duda hay excepciones y alguna muy clara, casuística. Por ejemplo, en las ideas del pensamiento formalista, como el matemático, es frecuente una anticipación. Pero en los temas más sustanciosos, más humanos, son los veintiséis años la jornada iluminada del primer éxtasis en que los grandes gipaetos, que son sus futuras ideas, hincan sus garras en los sesos del pensador ylo arrebatan hacia lo alto, como a una inocente oveja. Porque las grandes ideas no son nuestras, sino nosotros su presa. Ya no le dejan a-uno el resto de su vida: feroces y tenaces; picotean sin cesar la víscera de Prometeo. Casi todo Intelectual ha sido enfermo del hígado. Después de todo, no es nada misteriosa esa fecha de Ja vida.,Es el año en que normalmente dejamos de ser predominantemente receptivos, y echando a nuestra espalda la alforja de-lo áprendido, nos volvemos aluniverso con retinas intactas. , .Y lo que me hizo prever el destronamiento del Intelectual fue advertir que iban a apoderarse.de los mandos históricos]as. muchedumbre5 y que estas muchedumbres eran profundamente incultas porque los intelectuales habían cometido el tremendo error de crear una cultura para intelectuales y no para los demás hombres. Es de advertir que los grandes inicia-
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dores no quisieron esto. Ni Bacon, ni Galileo, ni Descartes, ni Shakespeare, ni Cervantes; Como siempre, son los herederos los que echan a perdeTtodo, los señoritos que nacen ya en ia tierra ganada -por los antepasados .. Pero dejemos todo esto; Por unas u otras causas, ya tenemos al Intelectual exonerado de su preeminencia social/ 'a pie, mano a maria con los demás, atenido a sí mismo, corno un hombre cualquiera entre los·cualesquiera hombre.5. Éste es el plano en que resulta más interesante su peculiar condición humana; · · '·Como acontece con todo modo esencial de ser hombre, al Intelectual le parece que"serlo es lo más-natural delrnundo;y empieza por creer que to" dos los demás ciudadanos son como éL Por eso e5 un modo esencial de humanidad: incluye todo lo humano pero orientado en cierta dirección, y el que es de tal modo cree ingenuamente que eso es ser hombre, confundienc de{ a los demás consigo inisrno, como Carlos IU, que no se acercó·a otra mue jer que la suya·, una sajona pelirroja, creía que tddas las mujeres olían a piel de Rusiá; porque éste es el olor delas pelirrojas. · • Merced a esto el Intelectual vive una buena parte de su vida en permanente quid pm qua. En su trato con los demás parte de suponer, corno cosa de clavo pasado, que están ahí para lo mismo que él, que pertenecen a su misrna'tribu. ¡Su própia'existencia es tan maravillosa; que sentiría cordial espanto si descubriese que los demás no participan de ella L. Porque es· la pura verdad: la existencia del Intelectual es maravillosa. ViveperrÍlanentemente en la cima de un•Tabor donde se producen incesantes transfigura-· ciones. Cada instante y cada cosa le es peripecia, fantasmagoría, gran espectáculo, melodrama, aurora boreal. Su calendario se compone de puros días de fiesta. Se pasa la vida, literalmente la vida, trabajando. Pero ¿se puede llamar trabajo lo que hace el Intelectual? Su. trabajoiconsisté precisamente en suscitar un festival perpetuo. Se comprende que otros tiempos sospechasen en él cierta condicion diviria.. ¿Dios• trabaja? Porque·Dios no para de hacer, sobre todo el Dios que es Supremo Hacedor. ¿Fueron días di! trabajo aquellos genesíacos? ¿No tenernos la impresión de'qlle·Dios se puso triste el día que resolvió descansar como un albañil?: ¿No habrá un· ligero error.de expresión en el texto bíblico? ¿No será que' después de haber crea" do 'el mundo y no teniendo otra cosa qué hacer, cuando llegó elprimer Sábado, se caló las gafas y se puso a·compóner un soneto titulado:Ebmmdo? Se comprendería el error verbal, porque hacer un soneto ¿es un trabajo o es una delicia? Salvadas las distancias; el Intelectual, quiera ·o no, estásiémpre deshaciendo yrehaciendo todo en su derredor.Jrnagínese que asistiésemos· alás primeros días del Génesis. ¡Menudo espectáculo! ¡No ha habido otró. bál!et igual! ¡Qué Nijinski, Adán! ¡Qué Pavlova, Eva 1 ¡Y el auténtico pájaro
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de auténtico fuego! -Pues todas las jornadas del Intelectual son un poco eso: presencia una vez y otra el nacimiento de las cosas y estrena la· gracia de. que sean lo que son¡ Va de sorpresa en sorpresa; Su cotidianeidad está hecha de ·exclusivas so'rpresas. Lleva la pupila dilatada de asombro. Camina alucinado. Es borracho de naciroiento. Tiene el aire dernencfal que torna un arcánc gel cuando se avecinda en un barrio terrestre.".. L.. , , ;; Ni que decir tiene: contemplado bajo· cierto ángulo parece un ingenuo vitalicio y un siempre caído de la luna. Tarda mucho en averiguar que su trate con el prójimo es ridículo.Tarda mucho en descubrir que el prójimo no es intelectual, sinoprecisamente el Otro, el absolutamente Otro.Siernpre•había notado algo raro ensu conversación con.elprójimo. La cosa no marchaba nunca•bien. Era como, si a· las ruedas del'coloquio faltase lubri" cante. A cada embestida hacia lo alto el prójimo oponía ·su lastre, cuando no tiraba hacia abajo. Pero al cabo llega un día en que el asunto se aclara. Ve, por fin,dfáfanaínente que la disonancia no es casual ni causada¡:lorrnotivos parciales: no es diferencia de temperamentos o ·humores ni de dotes: Es una discrepancia integral. La mayor.que puede haber. Se trata de dos maneras radicalmente opuestas de tomar la vida; de estar en el universo! Cuando descubre esto, el Intelectual siente -profunda vergüenia; un súbito pudor. Comprende que ha hechó el•rídículo y que•no ha hecho otra cosa: Le parece haber vivido desnudo antelos demás; con una desnudez aún más grave que la exhibición de la piel, porque élsdiapasado la vida mostrando a los de~ más su última intimidad: lo:quepiensa, lo que siente del mundo; de lascosas, de los otros hombres, del pretérito, delo que está pasando, del gerrni~ nante porvenir. Ahora advierte' que hacer eso es una indecencia, que ser intelectual es una condición que debe quedar oculta, corno ser ladrón, corno ser espía, corno ser prostituta. Pensar sobre las cosas ---'con pensar conceptuoso o poéJ:\co-.· es algo pudendo. Al mismo tiernpo,•siente desolación, angustia, por el prójimo al averiguar hasta qué.radicalpunto no es intelec" tuaL Antes creía que lo era,• tal Vez, menos que él, que acaso lefaltaban dotes preciosas, que la vida le:obligabaa reprimirlos brincos de su intelectualidad. Esto últi)Ilo le había conmovido muchas veces, le había parecido heroico. ¡Aquel hombre tenía que alimentara doce de.familia!. ¡Por eso y no por otra cosa•, no podía tomarla vida corno él! Aunque el intelectual también tiene a véces·un:farnilión ... Pero ahora, al saber que no se trata de nada de eso, se encuentra cói; un nuevo y punzante enigma. ¿Cómo puede vivir el prójimo ' · : . siendo el Otro? ¿Qué género de existencia es ésa? Entonces, corno para bórrar. una •pesadilla dehablero de la frente, se pasa la mano por ella y se dice: ¡Hay queiponer esroien meridiana claridad! iQuédiferencia hay eritrela vida'del Otro y la mía? Hela aquí: ·
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El Otro vive instalado en un mundo de cosas que son de una vez para siempre lo que parecen ser. Ni por casualidad las pone en cuestión. Precisa¡ mente esta actividad de poner en cu.estión las cosas es la que no .ejercita y aun.desconoce. Por ,eso tienen paút él :un carácter definitivo y el mundo todo es eso. que hay ahí, sin más y tal como lci hay ahí. Entre esas cosas que al Otro le son hay algunas enigmáticas;.misteriosas, desconocidas, pero es- · tos .caracteres .no suscitan en él ninguná e5pecial reacción. Le parecen cuali- · dades delas cosas tan reales ynotmales como el color o la forma . No le in.mutan. No hay para: él diferencia entrelo ·que cree saber cómo es y lo que se le.presenta como enigmático. No hay para élsaber.o no saber. Su relación con.las.cosas. es'de.s~mple contar con ellas. Lo mismo que sabe que los cuerpos sonpe5adcis-:-és decir, cuenta con sil peso- cuenta también con que el cáncer es un misterio,.con que es arcana la existencia delúniverso, con.que séignora por qué las soci¡;dades·ascienden: y decaen; .•. ; ··: • · ·· ' , .. · Su vida eXcluye todo reobrar sobre lo que le rodea para hacerlci cue5tioz nable; analizarlo, desvirtuarlo, volverlo.fantasma y espectro. Alcoritrario., su vida va a: consistir eriatenerse·a lo que hay ahí, en moverse dentro de ese mundo.incuestionádo, sólido, éompacto y definitivo, alojarse en él; manipular las cosas, usarlas; aprovecharlas en su ventaja lo mejor que pueda. Es un: egoísta nato; Lo quele impcirta es salir adelante, hácer su negocio, pasarlo bien él y los suyos. Si es honrado, con decoro. Si no; eón trampa:· Como no le preocupa lo más mínimo el mundo ni:nad¡¡ en ,él, yaca a·ocuparse tranc quilamente de su propio interés, sea su persol!a o su familia.o su partido poc lítico o su patria. Siempre y sólo lo suyo. ·· · : ·· . El Intelectual no tropieza, pues, con.el Otro por motivos particulares y concretos. Tropieza; .desde luego, porque su \lctitud vital primaria es la inversa y desde el primer gesto. o palabrn debió advertirlo. ·El mundo con que el Intelectual se encuentra le parece estar ahí precisamente para p,onerlo él en 'cuestión. Las cosas no kson por símismas·plenan¡.ente,.porque no las deja tranquilamente estar ahí1 sino que al punto las analiza;las descompone, las mira por dentro, busca sil espalda, en suma, las convierte de presuntas.cosas en problemas. A primera vista parece que es un destructot•y sele ve siempre con visceras de cosas entre las manos, como un matarife. Pero es todo lo contrario .. E!Inteléctual no puede, aunque quiera,.ser egoísta res" pecto a las cosas: Se hace cuestió¡t de ellas. Y esto es el:síntoma. máximo del amor. Nó están ahí para aprovecharlas sin más, como hace elOtro,:sino que su vida es servicio a las cosas, culto a su ser. El culto, como lo fueron todos los fuertes cultos, es cruento;·es.deshacerlas, desmen:uzarlas pararehaterlas en su.supremo ~spleúdor.-Sabe·qJ'.!das cosas no son plenamente si elhom: bre no descubre su•mátavilloso ser que llevan tapado:por'un velo 'y una ti~
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niebla. De aquí que para el Intelectual vivir significa andar frenéticamente afanado en que rnda cosa llegue de verdad a ser lo que es, exaltarla hasta la ·plenitud de sí mísma. He ahí cómo y por qué resulta que las cosas sólo son -lo que ellas son .cuando le son al Intelectual. 'Esto lo presiente a veces la Mujer. Pero elJo; claro está, irrita profundamente al Otro. Mas la.irritación es aquí inoperante ..La realidad es así, sin temisión,.Y las. cosas.de que el Otro usa y abusa, que maneja y aprovecha en su sórdida existencia fueron todas ' ' inventadas por el Intelectual. Todas. El automóvil y la aspirina; .flor, canción y mujen ¿O creían ustedes que todas esas cosas, esas maravillosas cosas estaban ahí, así,.sin más? Ahora lo van a ver ustedes: Ahora que: el Intelectual, como tantas veces en la.historia, va a desaparecer o poto menos, a sumergirse igual que elsomormujo en lo profundo·. Lo.profundo; por exc cel~ncia, es el silencio. Van ustedes a ver cómo. lo má¡;avilloso va desapac rec1endo de sobre el haz de la tierray la vida, incluso la del Otro, pierde :. : • ·· •. ·.., , ·: . . gracia, tensión y frenesí: · .· · Para que las' cosas sean, quiérase ci'no, hace falta el lnteléctual: L~ que el Otro usa como realidades no es sino un montón de viejas ideas del lntelec" tual, vetustos petrefactos de sus fantasías. Si sólo el Otro habitase en el planeta nada sería eso que.es. En su verdad toda cosa es:Ieyenda, axioma, verso y mito. Por eso también al Intelectual acaba por irritarle el Otro. Le irrita que éste no deje ser a las cpsas, no se ocupe de ellas, sino que aprovecha vilmenc te, despiadadamente, ipceligiosamente, sus apariencias. Para el Intelectual el Otro es.un ateo, el ateo de todo. Es el hombre sin temblor ante lo divino que es todo. Vivir en el mundo sin hacerse cuesti.ón de él parecería al Inte~ lectual parasitismo. Convenía decir esto ahora que el Intelectual no existe ya socialmente, que es.un paria y un malhechor. Pero es lo cierto que tan pronto como el Intelectual cae en la cuenta de que el prójimo a quien tiene delante es el Otro, no sólo corrige el error de su antiguo trato con él, sino que siente por él verdadero entusiasmo. Como toda cosa que es auténtica, le emociona. Y se complace en verle como lo que es, como una hormiga laboriosa y tozuda que, cayendo y levantando entre las gigantes briznas.de hierba, tropezando con esto y con aquello, lleva a los suyos, sin más literatura, la opípara semilla que ha tenido la suerte de encontrar. ¡Qué diablo, viva el O trol.Lo que no puede soportar el Intelectual son las falsificaciones de que hoy está atestado el planeta. Porque hay el pseudo Intelectual, que no es sino el Otro, con el antifaz de escritor, de hombre de ciencia, de profesor, de filósofo. Y hay hoy; sobre todo, esto: que el Otro, el puro Otro, es muy difícil de encontrar. Porque el Intelectual moderno tuvo, según he dicho, el atroz desliz de crear una cultura de ideas. Es evidente
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que toda.cultura.se hace con ideas, pero estas ideas deben ser principalmente ideas de cosas, de sentimientos, de normas, de empresas, de diosesc No tienen por qué ser ideas de ideas. Y la cultimi de los últimos siglos ha sido crecienternente intelectualista! El resultado fue que el Otro seba llena~ do de ideas, e, incapaz de manejarlas; de dominarlas, pretende vivir de ideas y tener, claro está; sus ideas.Ya he dicho que para'eI:Otro sólo:existe lo suyo. · Antes no acontecía esto: No pretendía tener ideas. Vivía de tradiciones, de creencias, de fervores y de rencores, que es su régimen natural de vida> Pero ahora pretende opinar, cosa para la· cual no está hecho. Es penoso observar cónio su mano dernentalchirnpancé se'esfuerza en agarrar la aguja de la idea. El resultado es inevitable. Al entrar en el Otro una idea se convierte auto" rnáticarnente en lo contrario, en un dogma; Dogma es lo que queda de una idea cuando la haaplastado un martillo pilónc Yes la escena universal a que asistirnos. El Otro; que ensu existencia espontánea· era, a su modo, admira~ ble, puesto a pensar es un martillo pilón que aplasta las ideas, y corno éstas van en las cabezas de lds Intelectuales, aplasta, de paso, las cabezas de los Intelectuales. ·: Yo· comprendo muy bién la periódiea estrangulación del Intelectual que se produce en la historia. Comprendo que enoje e inquiete al Otro este hombre que anda siempre por detrás las cosas y que él mismo no es cosa, sino algo flúido, ígneo, magnético:
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La Nación, 29 de diciembre de 1940
PRÓLOGO A UN DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ABREVIADO' ·
Despué~:de
En lo grande y enlo ¡nfirno llega una hora de reajuste. todo no hay; por fuerza; que dar a la faena un aire más dramático del que correspon~ de a ese•arreglo que un día, por fin, tenernos que hacer en los muebles de nuestra casa. Hoy uno, mañana otro; los' trebejos de nuestra dornéstíca cotidianeidad van· resultando inservibles. Las butacas cojean y sus muelles han perdido elasticidad.' Los·espejos; marchito su azogue, no nos devuelven con lulninosidad la cara que les enviarnos para poseemos, sino que la 'déjan sumergir en fondos pelúcidos•de estanque.Durante tiernpoy.tiernpo arrastrarnos·corno un remordimiento la conciencia de que necesitarnos'.reparar todo eso:En esta etapa de dejar incurnplidaunMarea que, a la vez, se reconoee ine'vitable, se halla desde hace veinte afias el mundo occidental. Repito; en lo grande y en lo.ínfimo. Ahora voy a referirme a un caso de este último calibre. En efecto, entre las muchas cosas que es preciso revisar y poner en nuevo punto, están los nombres de muchas realidades y actos humanos; La mayor parte delas ciencias llevandenorninaciones absurdas o gravernente•iri,expresivas. No es indiferente que en el repertorio de los nombres con que aludirnos a las cosas llegue a ser demasiado· grande el número de ellos que no designan con precisión y fuerza denominativa sus objetos. La herrurnbrosidad de un nombre fatigado hace que diga rnaHo que prec tendedecir. Esto representa, encada caso, unafalla infinitesimal en el funcionamiento de nuestro·aparato mental; perü'si estas fallas son muchas, los infinitesirnos se integran en defectos de monta y; en última instancia; gra~ ves. Es incalculable, por ejemplo, el dafio causado al pensamiento-el estorbo, el lastre oneroso; los despistes-· por el ridículo nombre «filosofía». No rnucho'rnenor,·aunque por otros motivos, .es el qtie ha ocasionado el nulo vocablo «historia», Para el hombre actualel término «filosofía», si lo 1
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Etlihldo por Espasa-Cal¡)e. Argentina.
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entiende, quiere decir sólo una cursilería rodeada de vagas ambitiónes por todas partes, y la palabra «historia», prácticamente, no le dice nada. Lo menos que puede exigirse a un· decir es que diga, qúe diga con yigor, que proyecte nuestra mente, con un mínimo de esfuerzo, lo más cerca posible de la intuición de la cosa misma a que se refiere. · Va todo esto, que no hace sino punzaruna enorme cuestión, a hacer notar que el nombre deDiccio11a1io Enciclopédico, usado para libros como el presente, resulta inadecuado, desorienta respecto a su auténtica e ineludible función y desprestigia su carácter. Se trata, pues, de un nombre, por lo menos, insuficiente. Lo es por su sustantivo como por su adjetivo. En realidad, las obras que hoy llevan ese título ni son, propiamente hablando, diccionarios, ni son sólo enciclopedias. La cosa no es indiferente, porque, como este prólogo intenta demostrar, si se hallase una denominatiónacertada para publicacüíc nes como fa que estas páginas encabezan, ellagritaría,la importante, inexcu• sable'función que sirven, que deben serviren la-vida.del hombre actual. A estas horas se han hecho «diccionarios» de todo lo divino y lo huma, no. Se han hecho diccionarios de teología y diccionarios de agricultura o geoT grafía: Ahora bien, lo divinoy lo humano no son «dicciones>>, sirioi<, «diccionario de ciencias políticas»; «diccionario enciclopédico». ¿Qué es'lo que ambos usos poseen de común? Sólo lo más externo y formal: que en uno y otro caso el contenido de lá obra aparece repartido en artículos, cada.uno dé los cuales lleva como título una palabra, y que estas palabrasctítulos está¡:¡ ordenadas alfabéticamente. Dígaseme si Una·semejanza tan.extrínseca pue" · de tener.peso suficiente para contrarrestar.la diferencia radicalísima 'entre ocuparse de palabras y ocuparse.de,« cosas>>;• · .. · , Pero ¿ven ustedes cómo nuestra habla-reclama una reforma.a•fondo? Porque esta palabra '«cosa>> es también un utensilio maltrecho y torpe. Su.sene tido más fuerte nos refiere a los objetos materiales de los cuales no se habla.o aperias si se habla en un diccionario de teología o de ciencias políticas. Y, sin embargo,:se usa también-.-.y yo acabo .de hacerlo-'., en un sentido mucho más amplio, el que los griegos daban a su espléndido vocablo prágn\ata. · •, Prdgma es todo aquello· con que el hombre tiene que ver, cuarito maneja, le ocupa y le preocupa. También, claro está, los objetos materiales, pero no considerados en su abstracta existencia, desligados de su relación con el
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hombre, sino en cuanto interesan al hombre, en cuanto l~ dan que hacer o son su asunto: Podríamos dar una idea cierta del valor que para el griego .tenía ·la palabra prág11ü1ta, diciendo que,son los «asuntos». Quiera o no, el hombre ·anda siempré ocupado con asuntos. Aquello que hoy nos parece más remoto de nuestro.interés llega un buen día en que se nos convierte en «asunto», en que se nos cruza en la vida y no tenemos más remedio, por yital exigencia, que hacemos cuestión de elloc En un sentido efectivo, prdctico.(práctico viene de pragma), no existía eso.para nosotros. Pero, de pronto; hallamos que nos-importa, Las prágmata, las «cosas», son asuntos. o importancias: . En un diccionario de la lengua, que es donde el término diccionario vale e¡:¡ sentido estricto, las palabras no se. estudian por los asuntos que ella~ designan. Cada palabra es una minúscula arma mental que apunta hacia una cosa y dispara sobre ésta nuestra atención. El diccionario .o vocabulario se limita a sugerimos .cuál.es la cosa hacia la cual un vo~ablo dirige su pímtería. La cosa misma,, el asunto, le trae sin cuidado. No le importa fa importancia. Una obra como ésta. incluye,• elato está, un diccionario de. la lengua•, pero es mucho más que eso. No dice sólo.qué es lp que las. palabras significan, sino que procura-bien que, ahorrando espacio y tiempo-. ponemos en, claro lo que son las cosas mismas significadas.Además de un vocabulario ., es un repertorio,pn\gmático. La idea. de ordenar lo que sabemos de las cosas, según .el orden alfabético de.sus nombres,. brotó en el siglo XVIII. El ensayo más notorio fue la Enciclopedia que,fraguaron los .«filósofos», franceses de aqueltiempo. En ella se trataba de resumir los conocimientos científicos ytécnicos hasta entonces logrados. La Enciclopedia no es un diccionario de palabras, sino de asuntos, bien que sólo de asuntos científicos e industriales. Por lo menos ésta era la intención oficia]; La secreta añadía algo más: un propósito de propaganda política. Aparte este deplorable añadido, la idea era magnífica. La inspiración francesa, como es sabido, había sido anticipada por los ingleses.La Enciclopedia nació cuando un editor.propuso a Diderot traducir y completar un diccionario «enciclopédico» inglés. Difícil será que a,toda grande obra continental no se le encuentre un pn;cedente inglés .. Es un fe 7 nómeno que no sé por qué no.ha sido.antes subrayado, siendo como es tan palmario: lo que he llamado.<
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naciones de Europa; el horizonte de «cosas» tratadas rebosa de lo que, propiamente hablando,puedellarnarse encidopedia. Hay asuntos, hay impar-' taridas que no pertenecen a ·1a ciencia ni a las 'ar'tes bellas'º ind~striosas. Aunque es evidente la filiación enciclopédica de estos vastos repertorios contemporáneos,' ni su contenido ni su finálidad coinciden exactamente con aqúellásiernpresas pretéritas e ilustres. · · ", · · 'Recuérdese bien cuá!'fue la intención con quelos «filósofos» franceses del siglo XVIII trabajaron en'su gran construcción editorial. Dejemos a un lado la subintención'antedicha, el secreto designio deidernagogia que al" gunos de ellos, no todos,' agregaban: Para vergüenza nuestra, forzoso declarar que no existe una sola página' donde se nos defina con perspitacia histórica' lo que fue el enciclopedisnio. Sin que yo entre' ahora delleno en el terna; déjeserne decir que todo lo esencial quedaría claro si lográsemos entender, 'íntegtam:¿rite, esta frase deDiderot: Hatons"110us de re:ndre notrt phi!osophie popúlaire.:Peio una plenaria absotéiiín de ló que en el, alma de Diderot ysus amigos operaba cuando él escribio'esa frase;, nos obligaría a desenvolver todas las implicaciones que esa exclamación lleva dentro o No puedo pensar; ahorayaquí, en iarnañalabor. ·· .. Reduciéndome al mínimum imaginable haré notar, simplemente,' que en esa frase hay a la vista tres factores: la filosofla o saber, la popularización y la prisa.'El encidopedista:creía poseer el saber.' En: la evolución detoda cultUra• se pasa siempre por uria época que podernos llamarla época del «por firi»:Los hombres de esa fecha creen que han encontrado porfinld quda hu'.. rnanidad venía, desde milenios, buscando, sin haberlo hallado hasta entone ces. Es elpléroma-es la plenitud de los tiempos. Los enciclopedistas estaban convencidos de que ·eran ellos los hombres con mejor suerte de la historia universal, porque a ellos había. sido reservado 'obtener por fin lo que centena~ res de generaciones habían arihelado vanamente: la sabiduría; Ellos la poseían; Nótesi!Jó>que esfo siguifica. NócfeíantÍfetamente hallarse en buencarnino;a · lo largo' del c'ual, ton esfuerzos 'cuidadosos y continuos, se podría ir averi~ guando; poco apocó, lo·que las «cosas» son; No: creían qui~; por lo :menos en principio, lo sabían ya:; que·poseían la sagesse embotellada; De aquí que el auténtico enciclopedista:foe5e poco investigador. Si; corno antes indiqué, se hubiera estudiado bieri ese movimiento, se hábría hecho un cernido entre los hombres de ciencia franceses y saltaría a la vista quelosverdaderoscieadore5 científicos .del tiempo, algunos formidables, tia pertenecían al grupo sensu stdcto enciclopedista; antes bien, eran opuestos a éste o desconfiaban de éli Ejemplo: el gran naturalista de Saussure. Más aún: cuando alguno es un creai dor en 'su ciencia.-·'como d' Alernbert-, lo es ~n la etapa de su' vida an"terior a su' profesion de enciclopedista. La esterilización prernaturá'de d'Alernbért(
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bien conocida en su tiempo, es un hecho que debía haber atraído la atención de los ciegos, que en Francia llaman historiadores; . . · . Elque sabe ya nq tiene nada más ci.ue hacer en cuanto «sabio». Sólo ·puede ocuparse en una faena que, en rigor, es por completo diferente de la sabiduría 1!1isrna:. la faena de transmitirla a los demás. ·. Era lógico, pues~ que el afán de los enciclopedistas fuese ,«popularizan> el saber-.-un saber que estaba ya ahí y que era definitivo. Los llamados filósofos .del siglo XVIII francés no son propiamente filósofos sino lo contrario: popularizadores en un sentido esencial. El que era de v~rdad filósofo Yno popularizador, corno, por ejemplo, Turgot-'uno de los hombres mejor dotados que haya habido nunca en Europa-, se separó d~ ellos, despuéS de dejar algün articulo para la Enciclopedia, que es, tal vez; lo mejor, dela obra, aparte elDiscurso preliminar de d'Alernbert, una pieza magnífica que espera todavía una edición con minucioso cornentario.(Aunque parezca mentira, nadie la ha estudiado en serio), . .·· , . : ... , : , ~ no:otros nos p~rece ilusoria la mitad, por lo menos, de aquella presunta sabiduna; pero nos nnporta no desconocer que fue ella el.último sistema integral de opiniones que ha tenido vigencia en Europa, la últimafe. Desde 1800 no ha vuelto a haber en Occidente una fe común y que comprendiese todas las grandes líneas de la existencia humana. Desde 1800 ha habldo sólo esta.o la otra fe particular de uµ grupo o, de un hombre. A veces 'pareció que ,un nuevo orden de creencias iba f! establecerse en alguna de las colectividades nacionales, corno aconteció con el «idealismo» alemán, a comienzos del siglo XIX,,o con el positivismo eh Francia e Inglaterra, hacia 1870. Pero el hecho no acabó de producirse. La ausencia de una.auténtica fe europea es la enfermedad radical que late bajo todo.el melodrama de las congojas presentes. Aun las minoría:-salvo grupos mínimos- han vivido de expedientes intelectuales y en las ideas ha faltado lo que es el.único regulador de la,caótica mente humana: el sistema. Se.ha echado.esto menos de.verporque durante la última centuria fue bien alOccide_nti:, en el orden material; Mas apenas, en lo.que :Va de este.siglo; el orden econonuco ha comenzado a crujir, las almas han comenzado a sentir terriblemente Sl,1 enonnevacío de fe, de convicciones, de evidencias. ' .. . De ~qui que en nuestro juicio s,abre esos hombres del siglo XVIII cuyas tendencias mentales no.s parecen hoy tan descarriadas y, en rigor, tan pobres, no pueda faltar, un ingrediente de.respeto. Europa poseía en,tonces +-y aquí el creer que se posee es corno efectivo poseer-un saber «definitivo y completo», un saber esférico, redondo -enhyh!os. Por eso, lo que pensaban,lo p.ensabanrotundarnente. Corno fueron innegablemente magníficos el entusiasrno,.la tenacidad y la capacidad de trabajo que los encü:lopedistas dedicaron a su empresa de «popularización>>.
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'Porque creyendo que poseían ya el saber y que sólo faltaba transmitirlo a las gentes para transformarla historia, nopodíai;i menos de sentir urgen" cía. El perisamientó'creador tiene supropio tempo, que no es posible acele~ rar; ,Pero la propaganda, la pedagogía, la «ilustración»,' son faenas mecáni~ cas qu~ invitan a ser realizadas,lo más pronto posible. De a.qui la prisa.de Diderot, el aire de Fa presta que toma su labor y la de sus colaboradores · -·._,un poto: fullera, comd todo lo apresurado. Además, ¿por qué no decirlo aquí de paso? Como la transformación del hombre' y la sociedád ·previstá por los «filósofos»' traía toI1sigo el predominio del intelectual,· estos intelecl tuales tenían prisa por:llegar al poder: Este apetito de. mando •de los in te~ lectuales diecióchescos ha i;id 0 el gran pecadO y la gran' deserción en la historia dela•intelectualidaci · ." · · '''" Este breve esquema, que describe lo que fue en su efd:tiva realidad, como operación vital en su tiempo; la Enciclapédia nos sirve para hacemos cargo del sentido diferente que tienen para nosátros los llamados dicciona.c rios encidopédicos; No' creemos poseerla sabiduría.Sabemos que sabemos muchas tos.as, tantas. que nadie aspira, coinofos hombres del siglo XVIII aspiraban, á poseer todo .el saber logrado: Ahora bien: esta totalidad era lá aspiración que quedará e11 la historia como ·específicamente enciclopédica: Nuestro estado de espínbi es; pues, inversa de aquél. Por un lado, hemos descubierto quelasabiduría existente es tanvasta.queno tolera la asimila" cióndirecta porlám'ente individuáL Por otro, tenemos una conciencia más viva de lo fragmentaria que es y que será siempre esa sabiduría; aull' conl tanda junta toda la qiie vive desparramada entre todos los hombres. · En fin, hemos averiguado que es esencial a la sabiduría no ser definitiva: Basta enunciár estos tres;rasgos para i:oinprender que el índice de nuestra acc titudúltima ante el saber es muy diStirito del que dominaba en el siglo XVIIL Sabemost¡ue ni los homb'res mejores son capaces de poseer la sabiduría: ¿Cómó 'va a ser nuestra irit~ntiórr popularizarla? Ya·nó· hay una clase que · sabe-·los '«filósofos,;-··· y 'otra que ria sabe aún-·· el «pueblo»; Sin dudá ciertos grupos de hombres•saberi mas que las gtan:desmasas humanas. Pero la distancia al pleno saber esaiin en aquéllos tan grande, que su aventaja" miento sobre éstastesulta menos perceptible.' . El saber no nos aparece tómo una cosecha de generoso vino, que cabé embotellar y repartir como pócima salutífera. No: el saber se ha convertido en algo; porlciproi;itcí,indomable;oceánico. Una vez más; el hombre naufraga en swpropia riqueza: La cultúra o sabiduría no se nos presenta. cómo una clave que nos •permite dominar et caos y la confusión de la vida, sino que'élla miSmai poViu'crecimiento fabuloso, se ha convertido; a su vez, en selva donde el hombre se pierde. Y no es cuestión de que decidamos pres"
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cindir de ella, como de un lujo o de un regalo ornamental. No: es irreme. diable laadscripdón del hombre a su saber. Otra cosa sería la absoluta catástrofe de la humanidad. La cultura es ya una condición como física de la · existencia humana, una. fatalidad; un destino. Somos siervos de la gleba cultural. Queramos o no, tenemos que manejar nuestra sabiduría, flotar en ella.como en un elemento proceloso. A este cambio de situación vital corresponde la nueva función que obras como la presente sirven. El ejercicio de la cultura que ya posee el hombre se ha hechotah embarazoso que requiere el empleo de máquinas-·de máqui~ nas culturales. Desde hace treinta años, todo el que quiere dárselas de muy espiritual habla contra el maquinismo contemporáneo. ¡Como si la máquic na fuese algo extraño al hombre! El antimaquinismo es pura fraseología y beatería. El hombre es el animal maquinista y no hay nada que hacer. Y está bien que sea eso· que es. Lo que hace falta es que invente las nuevas máquinas que demandan los nuevos problemas y conflictos en que cae. Y ahora ·nos encontramos ante uria nueva necesidad: las máquinas son tantas y tan complicadas que hace falta una máquina para manejar las demás. O, dicho en otros términos: es preciso sliscitar una nueva sabiduría que nos enseñe a asiroilar y practicar toda nuesc tra oceánica sabiduría. Esto-y no retroceder de.la máquina al' cocotero-··· e5 lo que reclama la altitud delos tiempos. -Después de todo; lo que dijo el mismo siglo XVIII del Regente francés: que tenía todos' los. talentos, salvo el talento de usar de ellos. Hemos·menester máquinas para las máquinas.: ' Es fo más probable que las crisis históricas se han producido por un exceso de los medios que el hombre había acumulado y cuya proliferación vegetativa llegó a ahogarle. Lá penuria, la falta de medios es el resultado de la crisis, pero no su origen ni comienzo. De aquí que en todas las épocas parecidas -en u11a u otra dosis- la nuestra; surja en el hombre el anhelo de simplificación: Para referimos' sólo a las más recientes, esto aconteció en la crisis del'sigloXVy en la defines del siglo XVIII. • . •El fenómeno es tan tenaz como sorprendente. El hombre produce la cultura para proporcionarse una cierta seguridad en laiselva primigenia de la vida. Pero si- el trabajo .de aculturación prosigue sin grandes interrupciones, no tarda muchos siglos en complicarse dNal'modo la civiHzación produdda, que la persona siente en medio de ella una peculiar angustia -".la angustia de las riquezas excesivas; de las demasiadas posibilidades. ES una variedad deola ásEixiacY, entonces, rnice en ella una extraña emociórnde miedo' a la cultura; De modo que crea ésta para curar su miedo al áspecto primario de la vida, lo que llamo la selva, donde reina Pan -el dios del gran terror-, y luego experimenta ese mismo pavor pánico ante la cultura,
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que siente como una nueva selva que ha brotado de él, pero ha acabado por rodearlo, creciendo insumisa, y amenaza con estrangularlo. Entonces el hombre siente una primera reacción de nostalgia hacia la selya original: es el movimiento siempre reiterado en ciertas horas históricas de «retorno a la naturaleza», a lo «primitivo», a la sencillez de las épocas aurorales. Es'un instante peligroso. Si este movimiento. se consolida puede convertirse en · una insensata destrucción de lo que ha tardado siglos y siglos en edificarse. · A esó.llamaria yo la falsa.simplificación, que es en rigor, barbarización. El bárbaro destruye por dondequiera pasa: es un gran fabricante de ruinas. Urge llegar ahora a un segundo instante y a una.reacción más.fecunda ante.la efectiva y justificada angustia cultural. Esta reacción implicaría tres nuevas tareas: l." La poda de cuanto verdaderámente:es'obra muérta, sobre,. crecimiento vegetativo y nula fronda en nuestra civilización. La tarea es delicada, porque no es cosa fácil discernirlo superfluo de.lo necesario. Mas la ten,. dencia me parece clara: hay que retrotraerse en la' civilización a lo necesario qe ella y reconquistar una sobriedad de la cultura. 2.• A esta simplificadón que elimina y resta hay que añadir otra positiva: hallar los modós para que la enorc me riqueza de elementos que, aun después de esa poda, habrán de quedar, sean fácilmente asimilados, poseídos y manejados. Esto reclama ante. todo una nueva forma de disciplina creadora -el cultivo del talento sintétic°"7', que compen5ey concentre la creación centrífuga y ciega del inevitable espe,cialismo. Hay que buscar una nueva síntesis y aspirar a algo así como lo que fueron.las Summaeylas Summulae. Sobre.esto he hablado algo en el ensayo Misión de la Unive:rsidad 1• 3." Pero hace falta.una tercera labor simplificadora que consista en descargar cuanto sea posible a la persona de esfuerzo mental en el manejo de su tesoro cultural, mecanizando de éste cuanto, sin serio riesgo, sea mecanizable. Por ejemplo: hay que libertar la memoria para que vaya a lo que es necesario tener.enella, y encomendarlo demás,. que es tambiénne,cesario, pero no necesario en la memoria, alibros,.máquinas; Poco apoco,.en los últimos cien años, se ha ido haciendo algo en este sentido sin darse cuefü ta del sentido general que .esa producción de libros,-máquinas tiene. Mas es preciso tomar con plena claridad de designio la tarea. . .. · · : · · Téngase en cuenta que durante milenios,. antes de inventarse la es cric tura, el hombre tuvo que atesorar todo su saber civilizado en la memoria; No había «archivos»,
pédicos de carne y hueso. Eran un aparato necesario para la vida del grupo. Cuando esas civilizaciones avanzan, pero no han llegado aún a la escritura, eultivan intensamente la memoria. En la India, por ejemplo, se llegó a un virtuosismo mnemotécnico fabuloso: había hombre capaz de memorizar millones de. verso~. A esto se debe la admirable conservación de la inmensa masa de literatura hindú: teológica, ritual, filosófica y literaria. El libro-máquina se propone mantener fuera del hombre, sin lastrar su energía mental, y; sin embargo, a su permanente disposición, las noticias necesarias sobre uno u otro orden del pragmatismo humano. Algunas obras científicas, alemanas e inglesas, son hoy ya verdaderos aparatos que funcionan casi automáticamente (sobre todo merced a la técnica refinada de sus índices). Los nuevos «diccionarios enciclopédicos» tienden y deben tender aún más a ser grandes máquinas del pragmatismo general humano donde todo el mundo-.-·ya que, como he dicho, las, diferencias de nivelculturalresultan, en definitiva, muy secundarias o imperceptibles-•. pueda·hallardatos prec cisos sobre.las «importancias» de la vida. Ami juicio,. tenemos que acostumbrarnos todos a manejar más asiduamente obras de esta índole. Muchas veces, por no tener tiempo ni humor de estudiar un «asunto», grande o chico, en un tratado especial,renunciamos ª'un mínimum d~ datos precisos sobre éL Esto esuner.ror, y a la larga; más grave de lo que pare.ce.Un escritor de Buenos Aires, muy inteligente, decía días pasados, hablando. decierto personaje¡ que·re~urria demasiado a su <
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.' [Véase página 529 del tomo IV de estas Obras completas].
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·PRÓLOGO A CARTASFINLANDESASYHOMBRES DELNORTJ;<:, DE ÁNGEL GA.NIVET
U nas palabras nada más para hacer mesura y poner antesala a esta e~ición de dos obras de Gariivet. · Ganivet nadó en 1865. Unamuno, en 1861\.. Mauricio Barres; en 1862., Jorge Bernard Shaw, en 1856. Estas cuatro figuras pertenecen a uria misma generación.No entiendo por«generación'histórica» simplemente una serie de hombres ·que• nacen entre dos fechas; Las fechas; sin más, son pura·mate: mática y no dicen nada sobre cosas reales. Para darles un sentido.real, la fí: sica les hace representar medidas, esto es, manipulaciones· efectivas que los físicos ejecutan en los'laboratorios. Entonces dejan de ser números}' se convierten en algo niás complicado: entantidades físicas. 'Parejamente, eri historia las cifras con que se denominan fos años tienen que perder su infe7 cunda virginidad aritmética y significar la realidad histórica en aquel ins' tante de la abstracta cronología astronómica. Decir año 1865 d. d.C. es nombrar una cierta configuración de la vida humana, con la cual se encuentran y en la cual tienen que salfr nadando lM que en esa fecha nacieron.· La faena de ser hombre era entonces evideri~ temente muy distinta que en 1865 antes dé Cristo; consistía en un sisterr\á'· diferente de facilidades y dificultades, de aspiraciones y de vetos, de convic~ dones' y de dudas. Ahora· bien, esa configuración de la existencia humana con que cada hombre se encuentra al nacer es una realidad colectiva y no individual. Ella recibe a los individuos, informa velis nolis su personalidad y constituye el ámbito donde su existencia única fluye y se realiza. La cosa es igualmente verdad cuando el individuo se adapta sin más a esa forma ambiente de vida, que cuando durante toda su existencia la resiste y le va a contrapelo. De hecho, nadie se adapta por completo y nadie es íntegramen~ te arisco a ella. Esa forma ambiente de la vida cambia, pero no de modo continuo. Goza de una relativa estabilidad, esto es: la forma del vivir dura un cierto
tiempo. Está c~nsti.tuida por ciertas opiniones, valoraciones, imperativos que :e. caractenzan·por la peculiar cualidad de ser vigentes, de dominar automat1camente en la sociedad de que s.e trata,• de imponerse a todo individuo; quiera éste o no. El individuo puede oponerse a ellas, luchar contra ellas.' per~ ~tb de.muestra mejor que nada la realidad de su imposición, de su vigencia sobre el cuerpo social donde ese individuo. viva. Pues bien; el sistema de vigencias en que la forma ambiente.de la vida•hi\mana consiste, du~~ un período que casi siempre coincide con lo,s quince añ~s .. Una generaciones una zona de quince años durante la cual una cierta forma de vida fue vigente, L1 generación sería, pues, la unidad concreta de la auténtica cronología ~tórica, o, dicho en otra forma, que lá historia camina y procede por generac10nes. Ahora se comprende en qué consiste.la .afinidad verdadera entre los hombres de una generación. La afinidad no procede tanto de ellos como. de ;verse obligados a vivir en un mundo que tiene una forma determinada y única. . ,• , , ,, . ., 1 • .No es fá~ilimaginarpersqnas más distintas que Shaw, Barres, Un~~uno, Gamvet. Y, sm embargo, pueden decirse de ellos no pocos. predicados, a l~ ~e~, co~unes ~sustanciales, Ahora mismo, mientras escribía que no es facil imagmar cnaturas más distintas EOntre,sí, se. me iba la pluma a hacer notar que no sólo. eran superlativamente distintas; sino que cada una de ellas. hacía, de ser lo .más distinto posible, eje de su conducta, Pero esto, precis~mente, les es cqmún: su afán de distinguirse, o,.cbmo. tópicamente se dice, deser.<
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obra literaria es reproducirsngénesis; por tanto, verla antes-de que nazca, antes de que esté ahí ya. Más pm vía &. ejemplo que como oportuna contestación a aquella'pregu'nta., enunciaré lacónicaniente cuáles son al: gunos de los caracteres vigentes: en· el contorno social que unos liti:r~t-~s tienen que encontrar para dedicarse tan subrayadamente a ser «ongmales». l.º Uriá estimadón'ináximay; por tanto, prácticamente ilimitada de · la profesión y figura litenirias: 2.q Esa·estimacióndelas gentes ha•de s~r no sólo máxima en' comparación con las otras profesiones-el guerrero; el industrial; el técnico;aun el hombre de ciencia-:,sino que no puede ser súbita•o improvisada; esto es, que: tiene tras sí.un largo pasado ~n que esa estimación colectiva'. ha ido fonnándose una peculiar técnica del estimar, como el que asiste eón :persistencia a un juego'-.-pelot~; fú'.bol'-"0 acaba por adquirir un virtuosismo o•artede espectador.3. · Esumac1ón tal del H'terato,•por ser ilimita.da;• no pone a•éste condición ninguna; por ejemplo, que su literatura sea de gran sustantia humana_, que•en sus te" mas en su desarrollo y en su' estilo sea «algo que tiene que sen> humana~ente' »ynoica¡:lrichosd. Talvez se entienda lo que quiero decir dándole una expresión ·francamente dagerada, a saber: la estimación ilimitada a1'líterato está dispuesta a aplaudir·lo que éste hace, no porque sea buena literatura., sino;_ fonnalmente, porque 'es l? que·hace el literato, sea lo'quesea. ' .· , : ·:" ·. ·. · '· •, · · · Estas cualidades de la actitud. públíca ante el literato son las que más tnmediatamente·impoitariya ellas.inereduzco. Pero el lector puede fácil: mente ampliar por símismo el cuadro a dtros rasgos del tiempo .difere~t~s de esa actitud y que hacen a ésta posible. Porejemplo,la sobreesnma publica del literato en grado tan extremo supone una calma profunda en todos los órdenes básicos de· la· vida,· como·son las convicciones fundamentales sobre el mundo y el.hombre;fas instituciones políticas yla estructura económica. Notorio esquela época aludida.,elfih de siecle; es el momento dé mayor seguridad'eri ideas, política y riqueza:: culmina el '
La generación de 18571, a la que estos cuatro hombres pertenecen, fue, en efecto, la•que gozó de un clima social más plenamente favorable'al esCritor. A mi juicio, deinasiado favorable; Ypor eso fue la última que lo gozó. Ambas cosas dije ya hace muchos años en un artículo necrológico dedicado a Barres. Lo acontecicj.o después ha confinnado con exuberancia elpronóstico'. : • · Ello es que estos hombres se encontraron con que la sodedadles abría un gran espacio y margen donde ser con plena libertad,' sin• que hubiese grandes temas y fonnas literarios, aún intactos; con que pudieran llenarlos. No tenían, pues, ·opción; 'tenían que henchir el•hueco enonne que:se les ofrecía con un «personalismo» literario en que no aparece discernido lo que es l~ º.bra del' escritor y el gesto de la persona.Se dedicaron a tener y hacer gemahdades: Adscritos a naciones distintas; •su «originalidad» a'.doptó módulos y aun dosis diferentes. En Inglaterra y España, la relación del pú~ blico ton el escritor, aun siendo de máxima estimación, se cumple a distancia y e!l forma no organizada. De 'aquí qúe• Shaw y los dos españoles hayan podido más claramente hacer «lo que les daba la gana»,al paso que Barres tuvo que guardar mayor mesura. · . , Otra nota peculiar a esta generación ha. de encontrarse en el hecho de que fueron sus hombres los primeros literatos que sin dejar de serlo; pene: tran en el mundo de las ideas. Son, a la' vez, literatos y «pensadores». Hacen literatura con las idea~, como otros después habían de hacer inversamente filosofía con la literatúraiLas ideasfuerdn propiamente la materia de su ejercicio poético. Por vez primera· el literato ·entró seriamente en contacto con unas u otras regiones de la ciencia-··-psicologia, sociologia, filosofía, filología .. El escritor dé las generaciones aríteriores•solía saber poco, ni le hacía gran falta para sus temas y maneras. Ganivet y sobre todo Unamuno habían estudiado mucho: amb_os eran filólogos, especialmente helenistas, y ambos hicieron una primera incursión muy respetable en la filosofía. Nótese que tanto ,ellos como los otros dos hacen consistir la. literatura principalmente en «opi!lar¡>: Escribieron; aparte de ensayos;novelas y dramas; pero ¿qué es lo que nen en, en verdad; de novelas y dramas los suyos? Los viejos géneros les sirven más bien de cañamazo, donde ellos bordan sus pensamientos.Alguna vez; se dejan ganar por los viejos moldes y hacen como Shaw; Cdlidida, que es un drama admirable, o corno Ganivet, Los-trabajos de Pfo Cid, que es ·,
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... ,. ~ ·raz6ri p·o~ ~'ci~?.·ro ~?~ l~··fech·a.1857 ~ta gehé~ac~ó~ es ~ri·p~Oco 1arg~.d.e exponer. ~urante el presente curso academ1co espero desarroliar ampltamente en la Facllltad de Fi-
ia .cital
losoffa.y letras de Buenos·Aires todo lo;~u_e ataña al asunto, es·de_cit:;_,a_lo,é[ue heJlarnado uméto;-
do de las gen_eraci<;l_nesn _base d~ la futµrá_historiograffa,. _ _ 1_ _. . __ .. . : 1 : El artículo sohre BaITes se hallit: Cn'el:Volümen-tituiádo Goetlic desde cir±ntfo (en eSt~ :tomo deiasObrascon1pletas). '' ¡¡: -- · : »1 1, ~:. ' . ; -. , , ·:
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una nov~la magnífica. Pero el caso es excepcional; Barres llama a sus escritos «Ideologías apasionadas»; Shaw se derrite de delicia en los prólogos doctrinales·.a sus obras de teatro y Ganivet escribe su Idemium espafio!. Sú" bitamente brota en ellos un delirio.de opinar; opinan sobre todo; sobre lo grandey sobre lo mínimo. Sienten el prurito y como una manía· de tener sus ideas sobre.todo. Lo.cual no quiere decirquemanejenJasideas como un. verdadéro .«hombre de ideas». No; son literatos, y las ideas les son puro mac teriak Este primer contacto del hombre de letras corÍlo teórico les hace co~c portarse ,como niños. geniales: juegan con las ideas. U~amuno y Shaw rec presentarÍlafórmul~extremadeestaactitud,·::.· '· . . . . . . · '·· Retrayéndonos ahora a Ganivet y Unamuno en su órbita española, noc ternos. la ampliación gigante que representan del horizonte ibérico, Francia había influido constantemente sobre España desde 1750,pero esta influenc cia era de arriba abajo; GanivetyUnamuno sonlos:primeros cuyo trato con la producción franéesa es de:ig;ual a igual.. La yonocen más a fondo que las generaciones anteriores, pero no sori invadidos ni colonizados por ella, Esta liberación de la servidumbre bajo el magisterio de Francia se. debió a que ambos.fueron los primeros eri penetrar más allá y tomar contacto directo con la obra de las naciones de!Norte y Centro de Europa. Inglaterra, Dinamarca; Escandinavia,. Finlandia, Alemania ks. ayudan a, poner en su sitio, sitio de honor pero acotado, limitado, al espíritu.francés que hasta entonces había gozado de un influjo exclusivo y,, a fuer de tal, siri]ímites. · ' . , · . . Cuanto más. tiempo pasa, más levantadacparece la hazaña que estos dos hombres y otros de su generación peninsular cumplieron, haciendo univerc sal el horizonte de la cultura española. Desde entonces el escritor y el proc fesor en España asisten a la vida intelectual del mundo entero. Esta unic versalización del horizonte se ha hecho con posterioridad mucho más rica; precisa, formal y sólida, pero no ha aumentado de radio porque no había más radio.· Y es· curioso· advertir, que esta fabulosa dilatación'de.horizo.nte.pms duce en Ganivet como en Unamuno un precipitado de fiero españolismo. Es muy representativo de ello que el grupo de amigos más próximos de Ganivet: Navarro Ledesma, Royo Villanova, Román Salamero, pensara, hac cial900, escribir un libro. que.se titularía: ¿E!Vqué consiste la infe1io1idad de los anglosajones?réplicafrenética, yun poco chula, de celtíberos, al famoso libro de DemoJins, Los t.rabajos ,de Pio C:id, Idemium espa1io!, Granaclq. laBella .son tres grane de5 libros e5pañoles. Ami. me parece el primero una de las mejores novelas que en nuestro idioma existen y donde mejorse conserva el Madrid de fin de siglo, que podría .defirürse ~sí: g~1iialic!cíii,Y chaMcaneiiá.Hombres del Norte, Cartas finlandesas son grandes libros europeos escritos en la. hora
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mejor, cuando el contacto íntimo de unos pueblos con otros tenía aún la frescura de un·desé:ubrimiento y no existían todavía. «posturas» ni intelectuales ni polítieas de los unos frente a los otros. No es mi propósito acercarme en estos párrafos a la persona de Ganivet ni al perfil i!1dividual de su obra. Detesto las maneras que todavía se usan al hacer historia literaria y mucho más el sólito «hablar de literatura», que es demasiado inconsciente, ciego y arbitrario para entretenerme. Sé muy de cierto que los hombres de veinticinco años volverán las espaldas a todas esas. maneras y comenzarán ¡por fin!, a tratar en serio estas humanas ocupaciones que han sido las letras y esclarecer a fondo los destinos literarios. Y lo primero que harán al enfrontarse con la obra de un literato, de un poeta-para colmo de vergüenza no existe ni siquiera un nombre adecuado con que designar el gremio-, será .preguntarse a qué generación pertenece su au~or. Ellector normal.puede excusarse este trabajo porque no tiene pretensiones,. No aspira a recibir de. la obra pretérita sino lo que buem\mente ésta quiera entregarle. Pero el que. «habla de bóveda»-como dice Benial Díaz del Castillo-sobre literatura, y se nos presenta con la pretensión de saber lo que una.obra literaria dice y es, tiene que entrar a ella por ese poro, único,ingreso que ofrece a su interior. Lo demás será quedarse fuera, mirando la obra poética por su caparazón y haciendo ante .ella aspavientos. Por .eso estos párrafos. se linütan a apuntar por dónde habría que comenzar a hablar en serio de Gar)ivet. Marzo de 1940
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[PROSPECTO DE UNAS LECCIONES SOBRE «ELHOMBRE Y LA GENTE»]
A1 reanudar ahora las «Lecciones s~bte el hornbreyla gente», dadas la primavera pasada;se hace imprescindible tener claro y presente !oque eti aquéllas se logró. A fin· de descargar las cuatro,focciones, que el ciclo de es~ te añci comporta, del resumen inevitable en que los conceptos obtenidos y aclarados en la serie•anteriorrenbvasen su preseneia en la mente de los que van a escuchanne y poder desde luego procederá ríUevcis ternas de mi doc-' trina sociológica, he creído que fuéra bueno concentrar enestas páginas lo más inexcusable. · • Partí de, afürnat que buena parte de las angustias histó.ricas actuales procede de la falta de claridad sobre problemas que sólo fa sotiología pueéle aclarar, y que esta falta de claridad en la conciencia del hombre medio se origina, a su vez, en el estado deplorable de la teoría sociológica. La insuficiencia del doctrinal sociológico que hoy está a disposición de quien busque, con buena fe, orientarse sobre lo que es la política, el Estado, el dereclío, la co• lectividad y su relación con el individuo, la nación, la revolución, la guerra, la justicia, etcétera, estriba en que los sociólogos mismos no han analizado suficientemente en serio; radicalmente; esto es; yendo a·la raíz, los fenómenos sociales elementales. De aquí que todo ese repertorio de conceptcis sea impreciso y contradictorio. Se hace urgente poner, de verdad, en claro lo que es sociedad, sin lo· cual ninguna de las nociones antedichas puede poseer clara sustancia. Pero no es posible obtener una visión luminosa, evidente de lo que es sociedad si previamente no se está en claro sobre sus síntomas, sobre cuáles son los hechos sociales en que la sociedad se manifiesta y en qué consiste. De aquí la far• zosidad de precisar el carácter general de lo social. Pero no está dicho que lo social sea una realidad peculiar. Podría acae~ cer que fuese sólo una combinación o resultado de otras realidades, corno· los cuerpos no son «en realidad» más que combinaciones de moléculas y
éstas de átomos. Si, .corno .se ha creído casi siempre -y con consecuencias prácticamente· más graves en el siglo XVIII-, la sociedad es sólo.una creación de los individuos que, en virtud de una voluntad deliberada, «Se reúnen en sociedad»¡ por lo tanto; si la sociedad no es más que una «asociación», la sociedad n~ tiene propia y auténtica realidad y no hace falta una·sociología. Bastará con estudiar al individuo. Ahora bien; la cuestión de si algo es o no, propia y últimamente, realidad sólo puede resolverse con los medios radicales del análisis y la técnica filos!)ficos . . Se trata, pues, de averiguar si en el repertorio de las realidades au~énd cas -esto es, de cuanto .no es ya reductible a alguna otra realidad-.- hay algo que corresponda a eso que vagamente llamarnos «hechos sociales»; .. Para eso tenernos que.partir de la.realidad fundamental en que todas las demás, de uno u otro modo, tienen que aparecer. Esa realidad fundamental es nuestra vida, la de cada cual, y es cada cual quien tiene que analizar si en el.ámbito que constituye su vida aparece lo socialcomo;algo distinto de . . . e irreductible a todo lo demás. En d· área de nuestra .vida -prescindiendo del problema. trascendente que es Dios-' hallamos minerales, vegetales, animales y los otros hombres, realidades irreductibles entre sí y; por tanto,. auténticas. Lo so.cía! nos•aparece adscrito sólo a.los hombres. Se habla también de sociedades animales -la c
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b)por tanto, sólo es humano mi pensar si pienso algo por mi propia cuenta, percatándome delo que significa: Sólo es humano lo que al hacerlo lo hago porque tiene para mítm sentido, es decfr, lo qué entiendo; ·. · . .·· · ' e} en toda acción humana hay; pues, un sujeto de quien emana y que, por lo mismo; es rdponsable de ella; . · · · ·. ·. . · · · · · · d) consecuencia de lo anterior es quemí humana vida que me pone en· relación directa con cuanto .me rodea -.-·minerales; vegetales, animales, los otros hombre5'"'-, es, por esencia, soledad. Mi dolor de muelas sólo a mí me puede doler. El pensamiento que de verdad pienso -y no sólo repito rn:ecárii~ camente por háberlo oído-'-'- tengo qtie·pen5ármelo yo solo o yo en mi soledad. Mas elhecho social.no es uri.icomportamiento de nuestra vida humana como soledad, sino 'que aparece en.tanto en cuanto estamos en relación con otros hombres. No es, pues, vida humari.a en sentido estricto y primari?; es "2iº:lo'socialunhecho, no de la,vida humana,:sino algo que surge en la humáha:convivencia: Por convivencia entendemos fa relai:ión o trato entre dos vidas individuales. Lo que llamamos padres e hijos, amantes, amigos; por ejemplo, son formas del convivir. En ella se trata siempre de que un in" dividuo, como tal ~por tanto, un sujeto creador y responsable de sus acciones; que hace lo que hace porque tiene para él sentido y lo entiende-··, actúa sobre otro individuo que tiene los mismos caracteres: El padre, como indivi: duo determiri.ado que es, se dirige a su hijo, que es otro individuo determiri.a" doy único también. Los hechos de convivencia no son, pues, por si mismos hechos sociales'. Formanlo. que debiera llamarse «Compañía o comunicac · · ciómr-·-un mundo de relaciones i11te1i11dividuales. Pero analícese toda otra serie de hechos humanos, como el saludo; como la acdón del vigilante que nos impide en cierto momeri.to atravesar la calle. En ellos, la acción-dar la mano, el acto de cortar nuestro paso elviL gilante- no1a hace el hombre porque se le haya ocurrido aé1; ni espontáneamente, es decir;siendo élresponsabledeella; ni·va.dirigidaa otro hombre . por ser tal índiViduo determinado., Hace el hombre eso sin sti original vo" luntidy a menudo contra su voluntad: Además-·.-.en el caso del saludo está biericla'ro-·-•, lo que hacemos;·darlamano; no lo entendemos, no tiene sen~ tido para nosotros, no sabemos por qué es eso yno otra cosa lo que hay que hacer.cuando encontramos un conocido: Estas acciones,no tienen, pues, su origen en nosotros:• somos de• ellas•meros ejecutores; como el gramófono cantá su disco; como el autómata practica sus movimientos mecánicos: ·. ¿Quién es el sujeto originario de quien esas acciones provienen? ¿Por qué:las;hacemos, ya ql\e ·no las .hacemos 'ni por. nuestra invención ni. con nuestra.espontanea voluntad?•Damos la maria al encontrar a un ccmocido porque eso es lo que se hace. El vigilante detiene nuestrppaso, no porque a él
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se le haya ocurrido ni por cuenta suya, sino porque está ma11dado así. Pero ¿quién es el sujeto originario y responsable dé lo que se hace? La gente, los demás, «todos»; la colectividad, la sociedad-·· es decir: 11adie·detenni11ado. He aquí, pues, acciones que son por unlado humanas, pues consisten en comport:¡uriien~os intelectuales o de conducta específicamente humanos, y qlie, por otro lado, ni se originan en la persona o individuo, ni éste los quiere ni es responsable de ellos y con frecuencia•ni siquiera los entiende. Aquellas acciones nuestras que tienenestos caracteres negativos y que ejecutamos a cuenta de un.sujeto impersonal; indeterminable, 'que es «todos» y es «nadie», y que llamamos la gente, la colectividad, la sociedad, son los hechos propiamente sociales; irreductibles a la vida humana individual. Esos hechos aparecen en el ámbito de'la convivencia,ipérono son hechos de simple convivencia; . •.'. '..Lo que'pensamos o decimos porque se dice; lo quehacen10s porque se hace, suele llamarse uso. . •·· \ ·•. '• · .· : ·• .i ,,, • Los hechos sociales constitutivos son usos. Los usos son formas de comportamiento humano que el individuo adopta y cumple porque, de una u otra manera, en una u otra medida, no tiene remedio. Le son impuestos por su contorno de convivencia: por los «demás», parla «gente»; por." la sociedad. · •Para la doctrina s9ciológica que se va a exponer en estas lecciones bas~ ta eón que Ciertos usos, ~i se quiere los casos extremos delusd, se caractericen por estos rasgos: l.~ Son accionés que ejecutamos en virtud de una presión social: Esta presión consiste en la anticipación, por nuestra parte, de las represalias «morales» o físicas que nuestro contorno va a ejercer contra nosotros si no nos comportamos así. Los usos son imposiciones mecánicas. · 2.º Son acciones cuyo preciso contenido, esto es, lo que en ellas hacemos, nos es ininteligible.Los usos son irracionales. . '3.º Los encontramos como'formas de conducta, que son a la vez.presibnes, fuera de nuestra persona y de toda otra persona, porque actúan sobre el prójimo lo mismo que sobre nosotros. Los·usosson realidades extraindividuales 0 impersonales. Durkheim~ hacia 1890i entrevió los rasgos l.º y3.º como constitutivos del hecho social, pero ni logró acabar de verlos bien ni, empero; siquiera a pensarlos. Baste decir que no sólo no vio el rasgo 2. º, sino que creyú todo lo contrano, a saber: que el hecho social era el verdaderamente racional, porque emanaba de una supuesta y mística «conciencia social» o «alma colectiva». Además, no advirtió qué son usos ni lo que es el uso. Ahora bien, la irracionalidad es la nota decisiva. Cuando se la ha entendido bien se cae en
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Ja cuenta de que los otros dos caracteres-serpresiónsobre elindividuoy ser exterior a éste o extraindividuales-.-. casi sólo coinciden en el vocablo con Jo que Durkheim percibió. De todas suertes, sea dicho en su homenaje; fue él quien.más cerca ha estado de.una intuición certera del hecho social. Al seguir Jos usos nos comportamos como autómatas, vivimos a cuenta dela sociedad o tmlectividad. Pero ésta no es algo humano ni sobrehumano,. sino que actúa exclusivamente mediante el puro mecanismo de los usos; de los cuales nadie es sujeto creador responsable y consciente. Y como la «vida social o.colectiva» consiste eh Jos usos, esa vida no es humana, es algo ih7 termedio entre la naturaleza y el hombre, es una casi7)'.laturaleza, y; co.mo la naturaleza irracional, mecánica y,bru tal. No hay un <~.social.No, es,.en.efecto, tanto·.« humanidad» como «eiemento inhumano» en que' Ja person¡¡ se encuentra .. ' . La sociedad; siu embargo, al ser mecanismo, es una formidable máquina de hacer hombres. Los usos producen en el individuo estas tres principales categorías de efectos: : l. 0 Son pautas del comportamiento que nos permiten'preyer.la .conducta de Jos ihviduos que no conocemos y que; por tanto, uo. son.para nosotros tales determinados individuos .. La .relación interindividual sólo· es posible con el individuo a quien individualmente conocemos, esto es, con el prójimo C= próximo). Los usos nos permiten la casi-convivencia con el · desconocido, con el extraño. 2. ºAl imponer a presión un cierto repertorio de acciones-de ideas, de normas, de técnicas- obligan al individuo a vivir a la altura de los tiempos e inyectan en él; .quiera o no, la herencia acumulada en el pasado. Gracias a la humanidad el hombre es.progreso.e historia: La sociedad atesora elpasado .•.... , 3.º Al automatizar una.gran parte de la conducta de la persona·y darle resuelto el pn;igrama de· casi todo lo que tiene que hacer, permiten a aquélla que concentre su vida personal, creadora y verdaderamente humana.en cier+ tas direcciones, lo que de otro modo sería al individuo imposible. La socie7 dad sitúa al hombre en cierta franquía frente al porvenir y le permite crear lo nueyo, racionaly.más perfecto. Octubre de 1940
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JUAN LUIS VIVES
(1492-1540)
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N ac~J~an Luis Vives en Valencia, en el año 1492, del linaje de Jos Vives delVergel, qu~ llevaban en el blasón una siempreviva. Dos meseey antes los Reyes Católicos habían ganado Granada y forjado la unidad de España. Siete meses después Colón ponía el pie en América. Vives estudió en la Universic dad de Valencia, creada hacia 1500. Sus profesores fueron gente vulgar. En 1509 fue.a.París,.como era uso, para aume~tar su aprendizaje. En la Universidad de París no,encontró, tampoco, más que.un profesorado nulo. La luz venía de más.al Norte, delos Países Bajos, donde Erasmo fulgía. Vives fue allá para conseguir olyidar no poco de lo aprendido en Valencia y París: Se acomodó .en Brujas, de 1a que hizo su lugar de eleccióny donde.pasó lamayor parte de su vida. Había en Brujas una amplia colonia.de.valencianos, en7 tre ellos algunos de su parentela. Vives.a los veinte años es uno de los más consumados humanistas de Europa. En 1512 pasa aLovaina como preceptor de Guillermo de Croy, sobrino del primer ministro de Carlos Quinto, el señor de Chievres. En 1514 publica su primera obra de religiosa elocuencia, En 1517 sus Comentados a los Salmos penitenciales, su Introducción a las Geórgicas deVirgilio y sus Declamationes. Vives flota en su tiempo y lascorrientes de.éste.empujan entreverados los temas teológicos y los. delprofa7 no clasicismo. Es tiempo revueltoc Crisis profunda de creencias y de pensamientos en la gran unidad moral de Europa. En 1519, en su tratado Contra los pseudo-dialécticos, ataca a Jos escolásticos. Vives es, por ahora, un primer lancero en las huestes de Erasmo. En 1520 da a la imprenta un estudio sobre el trozo. clásico. de Cicerón, el Suel1o de Escipión, donde.ya se entrevé que acabarán por interesarle más fa filosofía y la moral que el humanismo declamatorio. Se ocupa de cuestiones jurídicas, en las que es muy versado. En 152l:escribe sus famosos Comentalios a la Ciudad de Dios de San Agustín, que fueron, no mucho después, puestos en el Indice por motivos menores. Catalina de Aragón, mujer del inglés Enrique VIII; le otorga una pensión.
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En 1522 muere Antonio de Nebrija y le es ofrecida su cátedra de latinidad en Alcalá. Vives es en esta época el primerlatinista del mundo. En 1523 permanece cierto tiempo en Valencia por motivos familiares. El mismo año pasa por Inglaterra: es promovido doctor en la Universidad de Oxford y se le nombra profesor de Humanidades en el colegio del Corpus Clnisti. En 1524 contrae nupcias en Brujas con Margarita Vallolaura, parienta suya. En 1525 pu-· blica su original libro Sobre el socon-o a los pobres. Europa, sacudida en sus senos profundos por el protestantismo, se estremece en su superficie con guerras políticas. Batalla de Pavía. Vives, que es uno de los primeros pacifistas, escribe por la paz dos opúsculos dirigidos a Enrique VIII. En 1528 repudia éste a Catalina. Vives toma elpartido de la reina, pero se niega a actuar y pierde la protección de ambos. Nueva época de penuria económica exf!"~ ma. Vives fue siempre pobre: En 1532, por fin, le otorga Carlos Vuna:muy reducida pensión. En 1531 publica su obra magna: la enciclopedia Sobrdds e11se11a11zas, que es el ante.cedente de la Gran i11stauracióm de Bacon. ·Entre Brujas, Bruselas y Lovaina continúa viviendo. En esta última ciudad'univer~ sitaria da cursos de Humanidades. Está enfermo. Vives es gotoso; 'como tan" tos otros hombres de su tiempo: En 1534 muere Erasmo, sú maestro Ysu primer entusiasmo intelectual.Desde hacía años se habían distanciaao un poco por la·insolidaridad congénita de Erastno con todos y con todo.:L~s temblores públicos prosigrten en Europa, cuyo suefo no se serena. Ahora son las revoluciones del"comunismo místico en:Mülltausen, en Zürich, en Münsc ter y la «guerra de los labriegos» en Franconia. En 1535 e5cribe Vives contra estos comunistas su tratado Sobre la comunidad de los bienes. Enl538 pu" blica su innovador libro de psicología Sobteel alma y los Coloquios, ejerci" dos escolares para aprender el latín que se han seguido imprimiendo durante tres siglos. Cálculos renales. Fiebre; MuerejuanLuis Vives el 6 de mayo de 1540. Tenía cuarenta y ocho años. En su vida, como se advierte, no le habla pasadbnada·:Fuedulceyde gran mansedumbre.Sintió todos los conflictos de•su tielnpo, pero •no hizo sino estudiar y escribir, como otros hácen: otras cosas no menos aunque tampoco más valiosas.
son favorables. Lá vida de.un hombre es, pues, una precisa ecuación entre su vocación y el inundo en derredor. Es, pues, todo lo contrario de una serie de anécdotas. Esün teorema donde en vez de figuras geométricas se trata de dicha y desditha. Con la sobriedad y el esquematismo extremos que el tiempo otorgadJ:> a una conferencia impone, intentaré hacer en este sentido la biografía de Luis Vives, una biografía esencial en que habrá mucho más de álgebra histórica que de chismes y cuentos. Noviembre de 1940
*-* * La vida de \m hombre, cualquiera sea su pues fo social y su oficio; es un:á lucha por realizarsu personal vocación en medio del mundo; según éste sea eVtiempo de su nacimiento. Elmundo histórico dondeelhombre tiene'que fabricarse su propia exiStencia se compone siempre de ciertas corrientes inL telectuales, morales, políticas. De éstas, son unas·adversas a su vocación individual que le obliga, quiera o·no, a ser tal hombre. determinado; otras le
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PRÓLOGO A EL LIBRO DE LAS MISIONES
Me voy grata111ente acast11mbrando a q11e mi ser impresa s11bsista, .aliente y apere bajo la especie edito1ialde esta Colección Austral. Tal vez el.libro completamente n11evo req11iera otra fanna de apmición,,pero los q11e han hecha ya sus p1imeras expe1iencias con las lectores y han gastada Sii patetismo de iniciación, adq11ieren cama una seg1.1nda vida en esta Colección y lagran lo que es Sllprema y secreta anhela de toda lo viviente: la catidianeidad. En esta biblioteca encuentran el ambiente simpática y sin deng11es del potrero general. P1.1lcro de at1.1endo, cómoda a la lectura, cadauno de estas volúmenes hace pasible el porvenir con q11e toda libro s11e!1a: ser llevado por alg1.1ien en el bolsillo. La casa initará a las grandilocuentes, a las fraseó!agas, a los épicas, a las q11e no sienten lafruición de es~ cuchar el arcana decir de las casas-pero na, por toda esa, es menos evidente q11e el libro más heroica siente envidia del pm111elo q11e sole111os llevar siempre con nosotros, q11e cambiamos, q11e rompemos, q11e tiramos, q11e reemplazamos. A toda esta se prestan las pa!111elos litermios q11e la Colección Austral lanza a! mercada. El volwnen presente retine tres estudias q11e tienen 11na intención común. Entre las m11chas casas q11e toda facultad h11mana a h11mano hacer nos invita a investigm; la p1incipal es su «misió111>. Es el oií ífvs"ª• el «para q11é» mistotélico q11e aq11i en nueva f anna nos rebrota. Así aparece. en. estas páginas. !a Mi: sión del Bibliotecario, por vez p1imera p11blicado en volumen. Se trata del Discurso iJia11g¡¡ral del Congreso Internacional de Bibliotecmios, celebrado en Mad1id en 1935, y q11e me f11e encargada a solicit11d de los comités na espm1oles de la Asociación de Bibliotecmios. Mi estudio, vertido a diversos idiomas, apareció en las revistas q11e esta profesión edita en todo el m11ndo y me ha valido 11na a111istad 11bicua q11e ha facilitado sobre111anera 111i vida e1Tab11nda de estas mios. A ese estudio y a la Misión de la Universidad agregó tin ensayo q11e no es s11ficieiite111ente co111pleto para coJTesponder al género didáctico q11e yo lla1110 «11na 111isión», pero que ei1iboca e! asunta de la faena q11e es trad11cir dándole 11na p1i111era einbestida. Buenos Aires, diciembre de 1939
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IDEAS Y CREENCIAS
PRÓLOGO
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D.esde hace cinco mlos ando rodandopor el mundo, partm~~~~o de dos grnec sos libros que conde11San 1hi· labor durante los iíl,timos dos 'l!IStros ante1iore5. Uno se titula Aurora de la razón histórica, y es11111 gran mamotreto filosófico; el otro se tituhElhotnbrey la1gente, y es un gran mamotreto sociológico. Pero la malaventura pm'ece complacerse en no dejanne'darles la tiltima.mano, esa postrera soba que.no es nada y es tanto; ese ligeropasedepiedra pómez que tersifica y pulimenta. He vivido esos cinco mlos errabundo de umpueblo el! otro)' de uno en otro continente, he padecido miseiia, he suf¡ido eiifei111edades largas de las que tratan de t!l'poFtti a la muerte, y debo decir que si no he sua11nbido en tanta marejada ha sidp porque la il!ISión de acabar esos dos libros me ha sostenido mando nada más me sostenía. Al volver luego a mi vida, como pájaros anuales, un poco de calma y un poco de salud, me hallé lejos de las bibliotecas, sin las cuales aquella tiltima mano es precisamente imposible, y me enrnentro con que ahora menos que nunca sé cuándo los podré concluir. Nunca había yo palpado con tal veheinencia la decrépita verdad del Habent sua fata libelli. En vista de ello,y movido por la conveniencia de danm complemento a mis acttiales lecciones en la Facultad de Filos afta y Letras de Buenos Aires, me he reS!lelto a publicar el plimer capitttlo del p1imero de los libros nombrados, bien que en su redacción más p1imitiva. Lleva el títtllo de Ideas y creencias. La poi"ción p1imera de él apareció traducida al aleinán hacia 1936 en la Europiiische Revue. A él sigue en este tomito un discurso pronunciado en 1932 en el paranüifo de la Universidad de Granada, con ocasión de s11 marta centenmio. En él ammciaba q11e la Universidad se había acabado por ahora en el mundo precisamente cuando los q11e me esrnchaban crl!ían q11e habfa tiiwifado más. Sólo el viejo zmTo que era Unannmo -decía de si mismo q11e todo vasco lleva un ZO!To dentro, pei·o que él llevaba dos-, percibió el larvado vaticinio y dedicó a este trabajo mío unos artículos. Unmmmo, de quien había vivido durante veinte afias distante, se aproximó a mí en los postrei·os dfas de stt vida, y hasta poco antes de
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la gue1Ta civil y de su muerte recalaba a p1ima noche en la tertulia de la Revista de Occidente, con su rnerpo prócer ya muy combado, como el arco próximo a disparar la última flecha. Algún día contaré la cal!Sa de esta aproximación que nos honra a ambos. Afiado unos papeles leidos en la fecha del centenmio de Hegel, 1932, ante un público f onnado p1incipa1mente por muchachas más florecientes que medí- . tabundas, y a quienes era forzoso evitar la impudorosa di.firnltad de la filosofía -la verdad desnuda. Mezclo con ello otros papeles que creo de cierto interés sobre lo que es la geografía en el pe11Samiento histó1ico de Hegel. Van también «Mise1iay esplendor de la traducción», publicado en La Nación, de Buenos Aires, y «Defensa del teólogo frente al místico», trozo de un rnrso. Termino con unos artirnlos donde hace tiempo di a conocer unos trozos d.e las más cmiosas !neino1ias que en seis grt1esos vohímenes esc1ibió don Gaipcír de Mestanza, por.las males pasan como bajo. tlll' microscopio los diez m1os úlo timos dd. siglo XIX y los treinta p1imei·os del XX,: Espei·o no• tardar mucho eií publicar, ya que no toda la obra mmmsc1ita; que es cíclóp'el1.•pcir su tamm1b, una selección más amplia. En ella se vei·á lo que ft1e aqt1el claro espüitt1 espm1ol qt1e nadie supo desrnb1ir, tal.vez porque sieinpre sig¡¡ió el otro v¡ejo y pn.1dent~ leina: Bene Vixitquilatuit. '.Buenos Aires, octubre de 1940
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IDEAS Y CREENCIAS
CAPÍTULO PRIMERO CREER Y PENSAR I
Las ideas se tienen; en las creencias se está.((Pensar en las cosas» y «contar con ellasí> · Cuando se·quiere entendét a urr hombre, la vida de un hombre, procuramos ante todo averiguar cuáles son sus ideas. Desde que el europeo cree tener «sentido histórico»,· es ésta la exigencia más elemental. ¿Cómo no.van a influir en la existencia de una persona sus ideas y las ideas de su tiempo? La cosa es obvia::Perfeétamente; pero la cosa es también bastante equívoca, y, a mi juicio, la insuficiente claridad sobre lo que se busca cuando se inquieren las ideas de tin hombre-o de una época-· impide que se obtenga claridad sobre su vida, sobre su historia. Con la expresión «ideas de un hombre» podemos referirnos a cosas muy diferentes: Por ejemplo:. los pensamientos que se le ocurren acerca de esto o delo otro y los que se le ocurren alprójimo y él repite y adopta. Estos pensamientos pueden poseer los grados más diversos de verdad. Incltiso pue" den ser.«verdades cientificas».Tales diferencias, sin embargo, no importan mucho, si importan algo, ante la cuestión mucho más radical que ahora planteamos: Porque;. sean pensamientos vulgares, sean rigorosas «teorías científicas», siempre se·tratará de ocurrencias que en urr hombre surgen, originales suyas o insufladas por el prójimo. Pero esto implica evidentemente que el hombre estabaya ahí antes de que se le ocurriese o adoptase la.idea: Ésta brota, de uno u otro modo, dentro de una vida que preexistía a ella; Ahora.bien; no hay vida humana que no esté desde luego constituida por ciertas creencias básicas y, por decirlo así, montada sobre ellas.Vivir es tener que habérselas con algo-.-·con el mundo y consigo mismo: Mas ese mundo y ese «Sí mismo» con que el hombre se encuentra le aparecen ya
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bajo la especie de una interpretación, de «ideas» sobre el mundo y sobre sí mismo. Aquí topamos con otro estrato de ideas que un·hombre tiene. Pero ¡cuán diferente de todas aquéllas que se le ocurren o que adopta! Estas «ideas» básicas que llamo «creencias» -ya se verá por qué- no surgen ·en tal día y hora dentro de nuestra vida, no arribamos a ellas por un acto particular de . pensar, no son, en suma, pensamientos que tenernos, no son ocurrencias ni siquiera de aquella especie más elevada por su perfección lógica y que denominaremos razonamientos. Todo lo contrario: esas ideas que son, de verdad, «creencias» constituyen el continente de nuestra vida y, por ello, no tienen el carácter de contenidos particulares den!J;o. de. ésta. Cabe decir que no son ideas que tenemos, sino ideas que somos. Más aún: precisamente porque son creencias radicalísirnas se confunden para nosotros con la realidad misma -son nuestro mundo y nuestro ser-, pierden, por tanto, el carácter de ideas, de pensamientos nuestros que podían·rnuy bi¡m no•habérs'enos ocurrido. Cuando se ha caído en la: cuenta de la diferencia eXistente entre esos dos estratos de ideas aparece, sin más, claro el diferente papel que juega:n en nuestra vida. Y, por lo pronto, la enorme diferencia de rango funcional. Delasideas,ocurrencias-.-y conste que incluyo en ellas las verdades más rigorosas dda ciencia-• podernos decir que1as producimos, las sostenernos, la5 discutimos, las propagarnos,• combatimos en su pro y hasta somos capa~ ces de morir por ellas. Lo q'ue no podemos es .. :vivir de ella5.Són obra nuestra y, pod() rnismó,. suponen ya nuestra vida:, la cual se asienta en ideas-creem:ias que no pr9ducirnos nosotros, que, en general; ni siquiera.ríos· formulamos y que, claro está, no discutimos ni propagarnos ni sostenemos. Con las creenc cias propiamente no hacemos nada, sino que simplemente estamos en ellas. Precisamente lo que no nospasajarnás-;-si hablarnos cuidadosamente~ con nuestras ocutr,endas. El lengtlaje vulga:r ha inventado certeramente la expresión:«estar en hi.creencia».·En efecto, enlacreencia se está; y la ocu7 . rrencia se.tieneyse sostiene. Pero la;creendaes qüienmos tieneysostierte anoSotros.fr:·.:
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,, .Hay, pues, ideas con quenas encontrarnos-·.-por eso•lasllamo ocurren" cias.·:,. e ideas .eii• que nos encontramos;que •parecen estar ahí ya antes de queriosocupemosenpensar: <.·· , • , • ,; · • '' • ' "Una vez visto esto, lo que sorprende es que•aunas y a.otras se les llame lo mismo: ideas. La identidad de·nombre es lo único q'ue·estcirba ]Jara'dis~ tiriguirdos cosas cuya disparidad brinca tan claramente ante·nosotros•sin más q'ue usar frente a frente estos dos términos: creencias y ocurrencia5: La incongruente' conducta de dímun riúsrno nombre a dos cosas tan distintas no es; sin embargo, una casualidad ni'una distracción. Proviene de una in+
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congruencia.más h,onda: de la confusión entre dos problemas radicalmente diversos que exigen dos modos de pensa:r y de llamar no menos dispares. Pero dejemos ahora este lado del asunto: es demasiado abstruso. Nos ·basta corthaéerrtotar que «idea» es un 'término delvocabulario pstcológico y que la p~icblogía, corno tbda. Ciencia particular, posee sólo jurisdicción subalterna, La verdad de sus conceptos es relativa al punto de vista particular que la.constituye y vale en el horizonte que es'e punto de vista créayacota. ASí, cuando la psicología dice de algo que es una «idea», no·pretende haber dicl;io lo más decisivo, lo más real sobre ello. El único punto de vista que no esparticulary.relativo es el de la vida, por la sencillarazónde que todos los demás se dan dentro de ésta y son meras. especializaciones de aquéL Ahora bien, comofenómeno vital la creéncia·no se·parece nada a la.ocurrencia: su frinéión 'en el organismo dertuestro.existir es totalmente distinta y; en Cierto modo, antagónica.·¿ Qué importancia puede tener en parangón con. esto elhediodeque; bajo la perspectiva psicológica, una y otra sean «ideas» yno sentimientos, voliéiones,• etcétera?; ' . . ·. •. '·•Conviene, pues; q~edejemos este términ°:-··-.«ideas»-..-. para des'ignar todo aquello que en nuestra vida aparece corno 'resultado de nuestra ocupación intelectual. Pero las creencias se nos presentan ton el carácter opuesto, No llega1!1CÍS a ellas tras una faena de entendimierúo; sino que operan•ya en nuestro fondo cuando nos ponernos a pertSar sobre algo: Por eso•r¡.o solemos formulárlas, sino c¡ue nos contentamos con aludir a ellas como sblemos hacer con tódo lb que nos es la realidad misma; Las teorías; en cambio, aun las más verídicas; sólo exiSten mientras' son pensadas: de aquí que' necesiten · ' ser formuladas. · · Esto revela, sin más, que todo aquello en que nos ponemos a pensar tiene ipso facto para nosotros una realidad problemática y ocupa en nuestra vida un lugar secundario si se le compara con nuestras creencias auténticas: En éstas no pensamos ahorao luego: nuestra relación'con ellas consiste ~n algo mucho más eficiente; consiste en..: contar;ccjn ellas, siempre; sin pausa. Me parece de excepcional importancia para •inyectar, por fin; claridad en la estructura de la vida humana e5ta contraposición entre pensar éh una cosa y contar con ella, El intelectualismo que ha tiranizado; casi•sin interrupeión~ el pasado enterode la filosofía ha irnpedidb·quese nos hagapatente y hasta ha inyertido el valor respectivo de ambos términos. Me•explicaté. ·'•·Analice el lector cualquier coIT1portamientó suyo, aun el más sencillo en apariencia'. El lector está ensu casa y,•por:imos u otr~smotivos, resuelve salir a la calle. ¿Qué es en todo este su comportamiento lo quepfopiamentetiéne el carácter de pensado, aun entendiendo es'ta palabra ensu más amplioser¡.tido; es decir, como conciencia dara y actual de· algo? El lector se
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ha dado.c~enta de sus motivos, de la resolución adoptada, de la ejecución de los movimientos con que ha caminado, abierto la puerta, bajado la esca• lera. Todo esto en el caso más favorable. Pues bien, aun en ese caso Y por mucho que busque en su conciencia no encontrará en ella ningún pensa• miento en que se haga constar que hay calle. •El lector no .se ha hecho c:ues• tión niporun momento de si la hay o no la hay. ¿Por q1:1é? No se negar~ .que . para resolverse a salir·a la calle es de.cierta importancia que la calle ~t.a; En rigor, es lo más importante de todo, el supuesto de todo lo dern.as. ~~ embargo, precisamente de e5e terna tari importante no se. ha hecho. cuesuon el lector, no ha pensado en ello ni para negarlonipara afirinarlo m para poc nerlo en duda. ¿Quiere esto decir que la existencia o no existencia de la calle no ha intervenido en su comportamiento? Evidentemente, no. La pruebase tendría si al llegar a la pUerta de su casa descubriese que la calle había desa• parecido, que la tierra concluía en el umbral de su·doµricili~ o q~e an'.e él se había abierto una sima. Entonces se producirí;i. en.la· conciencia dellector una clarísima y violenta sorpresa. ¿De qué? De.que no había aquélla. Pero ¿no habíamos quedado en que antes no había pensado que!~ hubiese, nos: había hecho cuestión de ello? Esta sorpresa pone de mamfiesto hasta que punto la existencia de la calle actuaba en su estado anterior, es decir, h~st~ qué punto el lector contaba con la calle aunque no pensaba en ella y precisamente.porque no pensaba endla, . , . · · · •. · . . , ELpsicólogo nos dirá que se trata de un pensamiento habitual, yqu~ por eso no nos darnos cuenta de él, dusarála hipótesis de lo subconsciente: etcétera. Todo ello, que e5muy cuestionable; resulta pata nuestro asunto por completo indiferente. Siempre quedará que lo que decisivamente actuaba en.nuestro comportamiento, corno que era su básico supuesto, no era pensado por nosotros con conciencia clara y aparte, Estaba en nosotros, ~ero no en forma consciente;sioo corno implicación latente de.nuestra conciencia;o¡pensamiento; Pues bien, a-este modo de iotervenir.algo en nues~a vida.sin que lp.penserrios llamo «contar con ello». Y ese modo es el prop10 de'nuestras efeativascreencias.•x •·:• · • ·· ·. . ..· • ·,;;. ' .. : ,Elintele¡:tualisrno, he dicho, invierte el valor de los térrnioos; Ahora resulta claro el sentido.de e5ta :¡.cusación. En efecto, el intelectualismo tenc día a considerar corno lb;rnás eficiente en. nuestra vida lo más consdente: Ahora yernos que la verdad eslo contrario.La máxima eficacia sobren"'.~ tro comportamiento reside enlas implicaciones latentes de nuestra acUVldadintelectual; en todo aquello con que contarnos y en que, de puro contar con ello no pensarnos; • . '··· · · · . ' . · • · • •! •, l·S~ e~trevéya eLeriorrne error cometido al querer aclararla vida de un . • . hombre o uha épocá por su ideario; esto es,.por sus.pensamientos especia"
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les, en lugar de penetrar más hondo, hasta eLestrato de sus creencias más o menos ioexpresas, de las cosas con que contaba? Hacer esto, fijar el inven. tário de las cosas eón que se cuenta, sería; de verdad; construir.la historia, · esclarecer.la:vida.desde su subsuelo ..
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. ·· ·El azoramiento de nuestra época.-·-· Creemos en.la razón i no en sus ideas.-·.- La ciencia casi poesía
•Resumo: cuando.iotentamos determinar coáles son las ideas de un hombre o de una época; solemos confundir dos cosasradicalrnente distintas: sus creencias ysus·ocurrencias o· «pensamientos»: En rigor, sólo estas .últimas debenllamai;se.«ideas»".'•' . ,;: .,¡. •: · • .•.Las creencias constituyen la base de nuestra vida,.el•terreno sobre que acontece. Porque ellas Ílbs ponen delante lo ·que para nosotros es la realidad misma'.Todánuestra conducta;iocluso la intelectual; depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas: En ellas «vivimos, nos movemos y somos»: Por: lo mismo, ho solemostened:onciencia expresa de e1.las,no·las peµsamDs; sioo que actúan latentes, corno implicaciones de'cuantó.expresac mente hacei;nos o pensamos:·Cuando creernos de verdad en una cosa.no te~ nemas la «ídea» de esa cosa, sino que simplemente «Contamos con ella». · · En cambio; fas ideas, es decir, los pensamientos que•tenemos·sobre las cosas, sean originales o recibidos, no poseen en nuestra vida valor de realidad.. Actúan en ella precisamente corno pensamientos nuestros y sólo como tales. Esto significa que toda nuestra «vida intelectual» es secundaria aiiues" tra vida real o auténtica y representa en éstá sólo una dimensión virtual o imaginaria:: Se preguntará qué significa entonces la verdad delas ideas¡ •de las teorías: Respon.do: la verdad o falsedad. de.una ideá es una coestión de «política .interior»' dentro del. mundo imagihario :de .nuestras ideas. Una idea es verdadera cuando. corresponde a la idea que teriéínos: de la.realidad: Pero1mestrn idea dela realidad no e5 nuestra realidacLÉStá consiste en todo aquello con que de hecho contamos al vivir, Ahora bien, de la mayor •parte de las cosas con que de hecho c;óntamos nrntenemos la menOridea, ysi la tenemos ·-por, un especial esfuerzo de refleXión sobre nosotros·rniSrnoses iodifererite porque no nos es realidad en cuanto idea, sino, al ccíntrario, erila medida en que no nos•es sólo idea; sirio creencia.fnfraintelectual. ·••··•,Tal vez no haya otroiasunto sobre el que importe más a nue5tra época conseguir claridad corno éste de'saber a qué atenerse sobre elpapeLy: puestb
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que en la vida.humana corresponde a todo lo intelectual. Hay una clase dé épocas que se caracterizan por su gran azoramiento.A esa clase pertenece la nuestra. Mas cada únade esas épocas se azora un ¡:ioco de.otra marierá y por un motivo distinto. El gran azoramiento de ahora se nutre últimaÍnente de que tras varios siglos de ubérrima produccióri intelectual y de máxima atención a ella el hombre empieza a no saber qué hacerse con las ideas. Presien- · te ya que las había tomado mal, que su papel en la vida es distinto del que en estos siglos les ha atribuido, pero aún ignora cuál es su oficio auténtico. Por eso importa mucho que, ante todo, aprendamos a separar con toda limpieza la «vida intelectual».~que; claro está, nci es talvida+'c-de la vida viviente, de la real, de la que somos. Una vez hecho esto y bien hecho, habra lugar para plantearse las otras dos cuestiones: ¿:En qué relaciórimutua aé:ttÍ.ari las ideas y las creenéias?. ¿De. dónde vienen, cómo se forman;las creencias? ·,Dije enel parágrafo anterior que inducía•a error daFindiferentemente el nombre de ideas a creencias y ocurrencias. Ahora agrego· que :el 1Ilisínb daño produce hablar,.sin distingos, de creencias, convicciones, etcétera, cuan~ do se trata de ideas.Es, enefecto;úna equivocación llamar creencia a·la adhe-o. sión que en nuestra mente suscita üria ébrlJ.biriacióri intelectual; cualquiera que ésta sea. Elijamos el caso :extremo que es el pensamiento cientifico más rigorosó, por tanto, el que se, funda en evidencias .. Pues bien; áun en ese·cac so, nq.cabe hablar en serio de creencia. Lo• evidente, por n;myevidente que sea, no nos esrealidad; no creemos en ello eNuestra mente no puede evitar reconocerlo como verdad; su adhesión es automática, mecánica: Pero, entién~ dase bien; esa adhesión, ese reconocimiento de la verdad no significa sino esto: que, puestos a pensar en el tema, no admitiremos én nosotros ·un pensamiento distinto ni opuesto a ése que nos parece evidente. Pero ... ahí está; la adhesión mental tiene como condición.que nos pongamos a pensar err el asunto, que queramos pensar. Basta esto para hacer notarla irrealidad cons+ titutivacde·toda'nuestra «vida•intelectuah>: Nuestra adhesión a un pensa+ miento dado es, repito; irremediable; pero, coino está en nuestra mano peti!. sarlo. o .no, esamdhesión tan irremediable, que se nos impondría: comD'la más iinperiosarealidad; se convierte en algo dependiente de nuestra voluric tád e ipsoJacto.deja'desernos realidad;. Porque realidad es.precisamenté aquello con que:contamos, queramos o no; Realidad es la contravolunt:f\d; lo que nosotros no ponernos; antes bien, aquello con que, topamos;.• , , · :Además de.esto; tiene eLhombre clara·contiencia deque su intelectó se ejercita sólo sobre materiascuestioriables; que la verdad·ddasideasse alimenta de su cuestionabilidad. Por eso; consiste esa verdad eri la prueba que de ella pretendemos dar; La idea necesita de.la crítica .como el pulmón deLoxígenoyse sostiene·y afirma apoyándose en otras.ideas que¡ a su ve>:¡
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cabalgan sobre otras formando un todo o sistema: Arman, pues, un mundo aparte del mundo real, un mundo integrado exclusivamente por ideas de · que el hombre se sabe fabricante y responsable .. De suerte que la firmeza de · la idea más firme se reduce a la solidez con que aguanta ser referida. a todas las deinás_ideas . .Nada menos, pero también nada más: Lo que no se puede es contrastar. una idea, como si fuera una moneda, 'golpeándola directamente contra la realidad, como si fuera una piedra de toque. La verdad suprema es la de lo evidente, pero el valor de la evidencia misma es a su vez mera teoría, idea y combinación intelectual. ' ' · Entre nosotros y nuestras ,jdeas hay; pues, siempre ima distancia infranquéable: la que va de lo real a lo imaginario. En cambio, con nuestras creencias estamos inseparablemente unidos. Por eso cabe decir que las somos,·Frente a nuestras concepciones gozamos un margen, mayor o menor, de.independencia. Por grande·que sea su influencia sobre nuestra vida, podemos siempre su5penderlas, desconectamos de nuestras teorías.1Es más, de.hecho eXige siempre de nosotros algún especial esfuerzo comportamos conforme aloque pensamos, es decir, tomarlo completamente en serio. Lo cual revela que no creemos en ello, que presentimos como un riesgo esencial fiamos· de nuestras ideas, hasta el punto de entregarles nuestra conducta tratáridolas como si fueran creencias. De otro modo; no apreciaríamos el ser «consecuente coi;i sus ideas» como algo especialmente heroico. No puede negarse; sin embargo,·que nos es normal regir nuestro comportamiento conforme a muchas «verdades científicas». Sin considerarlo heroico, nosvacunamos, ejercitamos usos, empleamos instrumentos que, enrigor, nos parecen peligrosos y cuya seguridad no tiene más garantía que la de la ciencia. La explicación es muy sencilla y sirve, de paso, para aclarar al lector algunas dificultades con que habrá tropezado desde ekomienzo de este ensayo. Se trata simplemente de recordarle que entre las creencias del hombre actual es una delas más iinportantes su creencia en la «razón>>; en la inteligencia. No precisemos· ahora las modificaciones que en estos últimos años' ha experimentado esa creencia, Sean las que fueren, es indiscutible que lo, esencial de esa creencia subsiste, es decir; que el hoinbre continúa contando con la eficiencia de su intelecto tomo una de las realidades que hay; que integran su vida. Pero téngase la serenidad de reparar que una cosa es fe enla inteligencia y otra creer en las ideas determinadas que esa inteligencia fragua. En ninguna de estas ideás se cree con fe directa. Nuestra creencia se refiere a la cosa, inteligencia, así en general; y esa fe no es una idea sobre la inteligencia;. Compárese la precisión de esa fe en la inteligencia con la imprecisa idea que casi todas las gentes· tierien de la inteligencia. Además, como ésta corrige sin cesar sus concepciones y a la verdad de ayer sustituye
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la de hoy, si nuestra fe en la inteligencia consistiese en creer directamente en las ideas, el cambio de éstas traería consigo la pérdida de fe en la inteligencia. Ahora.bien, pasa todolO. contrario. Nuestra fe en la.razón· ha aguantado imperturbablelos cambios más escandalosos de sus teorías; inclusive los cambios profundos de la teoría sobre qué es la.razón misi:na. Estos últimos han irifluido, sin duda, en laforma dee5a fe·, pero esta fe seguía .actuando impertérrita bajo .una u otra formac · : · · . ••. • ·. · . . He aquí un ejemplo espléndido de lo que deberá, sobre todo, interesar a la historia cuando se resuelva verdaderamente a ser ciencia, ]a.ciencia del hombre; Etivez de ocuparse sólo en hacerla «historia>~ ,-,es decir, en catá.logai:lasucesión-'-delas ideas sobrela razón desde Descartes· a la fecha, procurará definir con precisión cómOeralafe en lairÍlzóI\ que efectiyamente operaba en cada época y cuáles eran sus consecuencias para la vida. ·Pues es evidente que eLargumento del drama en quelavida consiste es distinto si se está en Ja creencia de que un Dios omnipoteritey b~névolo existe que sise está en la•creencia contraria. Y también es distinta la vida, aunque la diferencia sea menor, de quien cree en la capacidad absoluta dela razón para'. descubrir la realidad; como se creía a fines del siglo XVII en Francia, y quien cree; como los positivistas de 1860, que la razón es por esencia conocimiento relativo; Un estudio comb éste nos·pehnitiría ver con claridad la modificación . sufrida por nuestra fe en la razón durante los últimos veinte años;ydlo de" rramaría sorprendente luz sobre casi, todas las cosás extrañas que acontecen erinuéStro tiempo; •..' · · · .. : · '·' •, : :: ·•• ' . Pero ahora no me urgía otra cosa sino hacer que el lector· cayese ·en la cuenta de cuál es nuestra relación con las ideas, con el mundo intelectual. Esta' relación no es de fe en ellas: las cosas que nuestros pensamientos, que las teorías nos proponen, ria nos son.realidad, sino precisamente ysólo.:. ideas. '. Mas no entenderábi.en el lectorlo'que algo nos es, cuando nos es sólo idea yúo realidad, si no le invito a que repare en su actitud•rrente ala que se llama «fantasías, imaginaciones». Perci el mundo delafantasía, de la imagié nadón, es lá poesía. Bien, no me arredro; por ekontrario¡ a esto quería llegar. Para hacersébien cargo de lo que nos son las ideas; de supapel primario en la vida; es preciso tener el valor de acercar la ciencia a lapciesíá mucho más de lo que hasta aqui se ha osado. Yo diría, si después de todo lo enunciado se me quiere comprender'.bien, que'la ciencia está mucho más cerca dela poesía que de la realidad,que su:función en el organismo de nuestra vida·seipareée mucho a la del arte. Sin duda; en comparación con una.novela; la ciencia parecelarealidad:misma: Pero en comparación'conlarealidad auténtica sé advierte lo que la ciencia tiene de novela; de fantasía; de construcdón inen~ tal, de edificio imaginario:
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III
La dui:la y la aee:ncia.-· El &ente al creer, ni es un «creer que nb» &ente a un «creer que si». El elemento diferencial está en lo que se cree. La fe cree que Dios existe o que Dios no existe; Nos sitúa, pues, en una realidad, positiva Dejemos intacta 1a cuestión de si bajo ese estrato más profundo no hay aún algO niás, un fondo metafísico al que ni siquiera llegan nuestras Creencias .. ., . .. , · ' 1
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o «negativa», pero inequívoca, y, por eso, al estar en ella nos sentimos colocados en algo estable. Lo que nos impidé entender bien el papel de la. duda en nuestra vida es presumir que no neis pone delánte una realidad. Y este error proviene, a su vez, de haber desconocido lo que Ja duda tiene de creencia. Sería muy có.modo que bastase dudar de algo para que ante nosotros desapareciese como . realidad. Pero no acaece tal cosa, sino que la duda nos:arroja ante lo duda:. · so:, ante una realidad tan realidad como la fundada en la creencia, pero que es ella ambigua, bicéfala, iúestable, frente ala cualno.sabémos a qué atenernos ni qué hacer: La duda, en suma; es. estar .en lo inestable como tal: es.la vida en el instante del terremoto, de un terremoto perm¡mente y definitivo; .. En es~épunto,:comb en tantas·atros referentes a la: vida humana, reci7 bimos mayores esclarecimientos del lenguaje vulgar.que.del pensamiento científico. Los pensadores, aunque parezca mentira, se han saltádo siempre a latorera aquella realidad radical, la han dejad9 a su espalda; En cambio, el hombre no pensador, más atento a lo decisivo, ha echado.agudas miradas sobre su propia existencia.y.ha dejado en el lenguaje vernáculo el precipita" do de esas entrevisiones' Olvidamos demasiado que el lenguajé es ya pen• samiento, doctrina .. Al usarlo:como instrumento para combiúaciones ideo• lógicas más complicadas, no tomamos en serio. la ideología primaria qu~ él expresa, que él es . .Cuando, por :Uri azar; nos despreocupamos de lo que queremos decir nosotros mediante los giros preestablecidos del idioma y atend.,,mos a lo que ellos nos dicen por su propia cuenta, nos sorprende su agudeza,¡sli perspicaz descubrimiento.dela ieáljda:d. , Todas las expresiones vlilgares referentes a la duda nos hablan de que en ella se siente el honibre sumergido en un elemento insólido, hlfirme. Lo du• doso es una realidad líquida donde el hombre no puede sostenerse, y cae' De aquí el «hallarse en un mar de dudas». Es el contrapposto al elemento dé .la:creencia:la.tierra firrrie1•.E insistiendo en la.misma imagen, nos.habla.de.la duda como Una.fluctuación, vaivén 'de.olas: Decididamente; el mundo.de lo dudoso.es un,paisaje marino.e inspira:al:hombre presunciones de riau• fragio¡ La duda; :descrita como :fluctuáción; nos hace caer en fa cuenta· de hasfaqué punto ·es creencia: Ta¡;¡ lo es; que consis.te en la su¡:ierfetacióndel creer. Se duda porque se está en dos creencias antagónicas, que entrechocan y nos lanzan la una a la otra; dejándonos sin suelo bajo la planta:.El dos va bien claro .en el du de la duda. · ··Al sentirse caer en esas simas que se·abrenen el firrrie solar de sus creen:. cias, el hombre reacciona enérgicamente. Se esfuerza en «salir de la duda», '
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Pero ¿qué hacer? La característica de lo dudoso es que ante ello no sabemos qué hacer. ¿Qué haremos, pues, cuando lo que nos pasa es precisamente · que no sabemos qué hacer porque el mundo -se entiende, una porción de él- se nos presenta ambiguo? Con él no hay nada que hacer. Pero en tal situación es-cuando el hombre ejercita un extraño hacer que casi no parece tal: el hombre se pone a pensar. Pensar en una cosa es lo menos que podemos hacer con ella. No hay ni que tocarla. No tenemos ni que movemos. Cuando todo en tomo nuestro falla, nos queda, sin embargo, esta posibilidad de meditar sobre lo que nos falla: .El intelecto es el aparato más.próximo con que el hombre cuenta. Lo tiene siempre a mano. Mientras cree no suele usar de él, porque es un esfuerzo ¡:ierioso:.Pero al caer: en la duda se agarra a él como a un salvavidas. Los huecos de nuestras creencias son, pues, el lugar vital donde insertan su iútervención las ideas. En ellas se trata siempre de sustituir el mundo inestable, ambiguo, de la duda, por un mundo en que fa ambigüedad desaparece. ¿Cómo se logra esto? Fantaseando, inventando mundos. La idea es imaginación. Al hombre no le es dado ningún mundo ya determiúado. Sóli:i le son dadas las penalidades y las alegrías de su. vida. Orientado por ellas, tiene que iúventar el mundo ..La rriayor porción de él la ha heredado de sus mayores y actúa en su vida corrio sistema de creencias firrries. Pero cada cual tiene quéhabérselas:por su cuenta contado lo dudoso;.contodo.lo que es cuestión. A este fin;en5aya figuras.imaginarias de mundos'y.de su: posible conducta· en ellos: Entre ellas,: una, le parece idealmente más fume, y a eso llama,vetdad. Pero.conste: lo verdadero, y aun lo dentíficamenteverdadero, no es sino un caso particular de lo fantástico: Hay fantasías exactas. Más aún: sólo puede ser.exacto lo fantástico. No hay modo de entender bien.al hombre si no se repara en que la matemática brota de la misma raíz que la poe• sía, deldon imaginátivo. :;,,: ·
:·}¡)!'.
La voz tierra viene de tersa, seca; sólida.
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• CAPÍTULO SEGUNDO LOS MUNDOS INTERIORES I . ' ,.
La 1idiculez del filósofa.-· La:panne del auttnnóvil y la ltistó1ica... Otra vez «ideas y creencias»
Se: trata. de prepara~ !~mentes co~temporáneas para q~e llegue a hacerse claridad sobre lo· que acaso .constituye la raíz última de todas las actuales angustias y miserias, a saber: que tras varios siglos de continuada y ubérrima creación intelectual y, habiéndolo esperado todo.de ella, émpieza•elhombre a no saber qué hacerse con las idease No se atreve, sin:más ni más, a desentenderse.radicalmente de ellas porque sigue creyendo, en el fondo, que: es la función intelectiva algo maravilloso, .Peró al mismo •tiempo tiene la imprél sión de que el papel y puesto que en la .vida humana corresponden a todo lo intelettualno son los que le fueron·atribuidos•en los tres últimos siglos. ¿Cuáles deben ser? Esto es lo que no sabe. Cuando se están sufriendo en su inexorable inmediatez esas angustias y miserias dél ·tiempo en que Vi.vimos; decir que pro.vienen, como de su raíz; de cosa tan abstracta y perespiritual como la indicada, parece al pronto una ridiculez. Al confrontar con ella la faz terrible de lo que sufrimos -crisis económica, guerras y asesinatos, desazón, desesperanza-·, no se descubre similitud alguna. A lo cual yo opondría sólo dos advertencias. Una: que no he visto nunca parecerse nada la raíz de la planta a su flor ni a su fruto. Probablemente, pues, es condición de toda causa no parecerse nada a su efecto. Creer lo contrario fue el error cometido por la interpretación mágica del mundo. La obra es ésta: hay ciertas ridiculeces que deben ser dichas, y para eso existe el filósofo. Almenas, Platón declara literalmente, del modo niás formal y en la coyuntura más solemne, que el filósofo tiene una misión de ridiculez. (Véase el diálogo Pannénides). No se crea que es cosa tan fácil
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cumplirla. Requiere una especie de coraje que ha solido faltar a los grandes guerreros y a: los más atroces revolucionarios. Éstos y aquéllos han solido · ser gente bastante vanidosa y se les encogía el ombligo cuando se trataba · simplemente, de quedaren ridículo: De aquí que convenga a la humanidad aprovech¡¡r el he:roíSmo peculiar de los filósofos. No se puede.vivir sin alguna instancia última cuya plena .vigencia sintamos sobre nosotros. A ella referimos todas nuestras dudas y disputas como a un tribunal supremo. En los últimos siglos constituían esta sublime instancia.las ideas, lo que solíallamarse la «razón». Ahora, esa fe en larai:ón vacila, se obnubila, y como ella soporta todo el resto de nuestra .vida, resulta que no podemos .vivir ni con.vivir.. Porque acontece que no hay en el horizonte ninguna ótra fe capaz de sustituirla:. De aquí ese cariz de cosa desarraigada que ha tomado nuestra existencia y esa impresión de que caemos,. caemos en un vacío sin fondo, y por mucho que agitemos los brazos.no hallamos nada a que agarrarnos. Ahora bien,·.no .es posible que una fe muer.a si no es porque otra fe ha nacido; por el mismo motivo que es imposible caei' en:la cuenta de un error sin encontrarse ipsofacto sobre el suelo de una nueva verdad, Se trataría, pues; en nuestro caso de que la fe en la razón sufre una enfermedad, pero no de que ha muerto .. Preparemos la convalecencia, ·. . ' • · Recm;rde ellector el pequeño drama que en su intimidad se disparaba cuando, .viajando en,automóvil, ignorante de su medí.nica,.seproducía una panne.,Primer acto: el)1echo acontecido tiene, para los efectos del .viaje, un c~ráct~r absoluto, porque el automóvil se ha parado, no tin pocb o•a medras,.smo por completo.' Como desconoce las partes de que se compone el automóvil, es éste para él tin todo indiviso. Si se estropea, quiere decirse que se estropea íntegramente. De aquí que al hecho absoluto de pararse el vehículo .busque la mente profana una causa ,también absoluta y toda panne le parezca, por lo pronto, definitiva e.irremediable. Desolación, gestos.patéticos. {<¡Tendremos que pasar aquí la noche!» Segundo acto: el mecánico.se acerca con sorprendente serenidad al motare Manipula con este o elotro. tomillo. Vuelve a tomar el volante; El coche arranca .victorioso; como'.renaciendo. de sí mismo. Regocijo. Emoción de salvamento.Tercer acto: bajo eltorrente de alegría que nos inunda.fluye unhilitó de emoción contraria: es un dejo como de vergüenza. Nos parece que nuestra reacción primera y fatalista era absurda, irreflexiva, pueril;'¿ Cómo no pensa~ mas que una máquina es una articulación de muchas piezas y que el menor desajuste de una de éstas puede engendrar su detención? Caemos en la cuenta deque el hecho «absoluto» de pararse no tiene por fuerza una causa también absoluta, sino que basta, tal vez, una leve reforma para.resta• blecer·el mecanismo. Nos sentimos, en suma, avergonzados por nuestra
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falta de se~enidad y llenos de respeto hacia el mecánico, hacia el hombre que sabe del asunto. ', De la formidablepmme que hoy padece la vida histórica nos hallamos hoy en el primer acto.' Lo que hace más grave el casO es que, tratándose de asuntos colectivos y de la máquina pública, no' es fácil que el mecánico pueda manipular con serenidad y'eficacia los tomillos si no'cuenta previamente con que los viajeros ponen en él su confianza y su respeto, si no creen que hay quien «entiende del asunto». Es; decir, que el tercer acto tendria que anticiparse al segundo, y esto nci es faena mollar,Adeniás,:el número de tomillós que fuera preciso ajustar es, grande y de lugares muy diversos. ¡Bien! Que ca" da cuakumpla con su oficio sin presuntuosidad; sin gesticulación; Por; eso yo estoy; súcubo bajo lapanza delmotor;'apañandoimo de susrodamientós ,., ,., '·· más secretos. ·· ·.: , Retomemós ami distinción entre creencias ddeas;uocurrencias, ·Creencias:son todas aquellas cosas con que absolutamente coritamos;aunque no pensemos en ellas; De puro estar seguros de que existeny de que son según creemos; no nos hacemos, cuestión de. ellas, sino que automáticamente nos comportamos teniéndolas en cuenta. Cuando caminamos por la callenoin" tentamos pasar al través de los edificios: evitamos automáticamente chocar eón ellos sin necesidad de·que efrnuestra mente surja la idea expresa: «los muros.són impenetrables»¡'En todo momerito,nuestra vidaestá,mdntada sobre un repertorio enorme de creencias parejas.' Pero hay cosas y situado~ nes antdas cuales nos encontramos sin creencia firme: nos encontramos en la duda·de sisan o no y de si son~¿~ o de otro modo, Entonces no tenemo's más remedio que hacernos una idea,' una opinión' sobre ella5'. Las ideas son, pues,· las «cosas» que nosotros de.manera consciente construimos, elabo" rámos, precisamente 'porque no creemos en ellas: Pienso que escéste el plan" teamierito mejor, más hiriente, que menos escape deja a la gran cuestión de cuál ese! extraño:ysutilísimo papel quejuegan en.nuestra vida las ideas, Nótese qtle bajo este título van'incluidas todas: las ideas .vulgares Y' las ideas científicas,' las ideas religiosas y las de cualquier otro' linaje, Porque realidad plena y auténtica no nos es sino aquello en que creemos~ Mas las ideas nacen de la duda; es'deé:ir; en un vacío ·ahueco de creencia, Por tanto;. lo ,que ideamos no nos es realidad plena y auténtica. ¿Qué nos es entonces? Se advierte; desde luego; el carácter ortopédico de las ideas: actúan allí dori.o de una creencia seha,róto o: debilitado. " · "' ' No conviene preguntarse áhora cuál sea el origen de las creertciás; de dónde nos·vienen{porquela respuesta, como se.verá,'requierechaberse he" cho antes biencargo delo que sonlas ideas. E.s mejor mé.todo partir-de la situación presente; .del hecho incuestionable, y éste consiste. en'que nós
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encontramos constituidos de un lado por creencias -·vengande donde vengan-·-: y de ideas; que aquéllas forman nuestro mundo real, y éstas son... .no sabemos bie1i' qué.
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La ingratitud del hombre y la desnuda realidad El defecto más grave del hombre es la ingratitud. Fundo esta califica" ción superlativa en. que, siendo la sustancia del hombre su historia,· todo comportamiento antiliistórico,adquiere en él'un carácter de suicidio. El in'grato olvida quela mayor parte delo que tiene no es obfa suya, sino que le vino,regalado de otros, los cuáles se esforzaron en crearlo.u obtenerlo. Aho" ra'bien; ál olvidarlo desconoce radicalmente' la verdadera condición de eso que tiene; Cree que es don espontáneo dela.naturaleza y; como la naturáleza, indestructible. Esto le hace errar a fondo en eLmanejo de esa5'ventajas con que se' encuentra· e irlas perdiendo más o 'menos. Hoy presenciamos este fenómeno en grande escala. El hombre actualno se hace eficazmente cargo de que casi todo lo que hoy poseemos para afrontar con alguna hol~ gura la existencia lo 9.ebemos al pasado y que; por.tanto, necesitamos an" darconmucha atenci(in·, delicadeza,ypers'picaeia en nuestro trato'con él _,.·sobre todo, que. es preciso tenerlo .muy en cuenta porque\ en rigor; está presente en lo qué nos legó. Olvidar el pasado, volverle la espalda,' produce el efecto a que hoy asistimos: la rebarbarización del hombre. . · Pero no me interesan ahora estas formas extremas y tran5itorias de.ingratitud. Me importa más el nivel normal de ella que acompaña siempre al hombre yle impide hacerse cargo de cuál es su verdadera condición. Y como eri percatarse de Sí mismo y caet.enla cuenta delo que somos y de lo que es en su auténtica y primaria realidad cuanto nos rodea consiste la filosofía, quiere decirse que la ingratitud engendra en nosotros terrjble ceguera filosófica;· · Si se nos pregunta qué es realmente eso sobre que pisan nuestros pies, respondemos al punto que es la Tierra: Bajo este vocablo entendemos .un astro de tal constituciónytamaño; e5' decir, una masa de.cósmica materia que se mueve álrededor.del Sol.ton regularidad y seguridad bastantes para que podamos confiar en ella. Tal l.a firme creencia en que estamos, y por eso·lios es·larealidad; y porque nos es la realidad contamos con ello sin más, no nos hacemos cuestión del asunto en nuestra vida cotidiana. Pero es el caso que, héchala misma.pregunta a un hombre del siglo VI antes de J. C, su respuesta hubiera sido muy distinta. La Tierra le era una diosa,la
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diosa madre, Deméter. No un montón de materia, sino un poder divino que tenía su voluntad y sus caprichos. Basta esto para advertirnos que la reafü dad auténtica y primaria de la Tierra no es ni lo uno'ni lo otro, que la Tierraastro y la Tierra-diosa no son sin más ni más la realidad, sino dos idéas; si se quiere, una idea verdadera y una idea errónea·sobre esa realidad que inventaron hombres determinados un buen·día y a costa de grandes esfuerzos. De suerte que la realidad que nos es la Tierra no procede sin más ni más de ésta, sino que la debeinos a un hombre, a muchos hombres antepasados, y, además, depende su verdad de muchas difíciles consideraciones; en suma, que es problemática y no incuestionable, · ·· La misma advertencia podríamos hacer con:respecto ·ªtodo, lo cualrios llevaría a descubrir que.la realidad en que'creemosviVir, con que contamos ya que referimos últimamente todas-nuestras esperanzas y temores, es obra y faena.dé.otros hombres Y' no la auténtica.y primaria realidad: Para topar con ésta en sti efectiva desnudez fuera preciso quitar de sobre ella todas esas creencias de ahora y de btros.tierilpos,Jas cuales son no más que interpretaciones ideadas por el hombre delo que encuentra al vivir, en sí mismo'Y en su. contorno. Antes de toda .interpretación, la· Tierra no ·es ni siquiera una «COSa», porque «COSa» es ya Una figura de ser, Unmodo de comportarse algo (opuesto, por ejemplo; a «fantasma») coristruido por nuestra mente para explicarse aquella realidad primaria. ·,' • ·. Si fuésemos agradecidos habríamos, desde luego,. caído en la cuenta de que todo eso que nos, es fa Tierra como realidady que nos permite en no escasa medida saber a qué atenernos respecto a ella, tranquilizarnos y no vivir estrangulados por un incesante pavor, 16 debemos al esfuerzo y el ingenio de otros hombres. Sin.su intervención estaríamos en nuestra relación é:on la Tierra y lo mismo con lo demás que nos rodea como estuvo el primer home bre, es decir, aterrados. Hemos heredado todos aquellos esfuerzos en.forma de creenciás que son eh:apital sobre que vivimos. La grande y; a lavez,•elementalísima averiguación.que va a hacen el Occidente en los próxirrios años, cuando acabe de liquidar la borrachera de insensatez que agarró en el siglo XVIII, es.que el hombre.es; por encima de todo; •heredero,Yque esto y no otra cosa es lo que le diferencia radicalmente del animaL Pero tener conciencia de que se es heredero, es tener conciencia histórica. ' La•realidad auténtica de la Tierra no. tiene figura, no tiene un modo de ser, es puro enigma, Tomada en esa su primaria ynuda consistencia:, es suelo que por el momento nos sostiene sin que nos ofrezca la menor seguridad de quena nos va.afallar.. en elinstante•próximb¡ es lo que nos ha facilitado la.huida de un peligro, pero también lo que en forma de <
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enojoso carácter d~ ser cuesta arriba y a·veces la deliciosa condición de ser cuesta abajo. La Tierra por si y mondada de las ideas que el hombre se ha ·idoformando·sóbre ella.no es, pues,.«cosa» ninguna, sino un incierto re·pertorio defacilidades y dificultades para nuestra·vida, · Eueste sentido digo que larealidad auténtica y primaria no tiene por si figura. Por eso no cabe llamarla «mundm>. Es Un enigma propuesto a nuestro existir. Encontrarse viviendo es encontrarse irrevocablemente sumergic do en lo enigmático. A este primario y preintelectual enigm'l reacciona el hombre haciendo funcionar su aparato intelectual, que es, sobre todo, imaginación. Crea el mundo matemático, el mundo físico, el mundo religioso, moral, político y poético, que son efectivamente «mundos», porque tienen figura y son un orden, un plano. Esos mundos imaginarios son confrontados con el enigma de la auténtica realidad y son aceptados cuando parecen ajustarse a ésta con máxima aproximación. Pero, bien entendido, no se confunden nunca con farealidad misma. En. tales o, cuales puntos, la correspondencia es tan ajustada que la confusión parcialSeproduciria-yya veremos las consecuencias que esto trae-, pero como esos puntos de perfecto encaje son inseparables del resto, cuyo encaje es insuficiente, quedan esos mundos, tomados en su totalidad, como lo' que son, como mundos imaginarios, como mundos que sólo existen por obra y gracia nuestra; en sumaLcomo · mundos «interiores» .. Por eso podemos llamarlos
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desatendeinos Ja realidad unos momentos para atender a nuestras ideas es Jo específico del hombre y se llama «ensimismarse»: De ese ensimisma" miento salé luego el hombre para volver ala realidad; pero ahora mirándola, como con un instrumento óptico, desde su mundo interior, désde sus ideas, algunas de las cuales se consolidaron en. creencias. Y esto es fo sorprendente que antes ariunciabai que el:hombrese encuentra existiendo .por partida doble, situado a la vez en la realidad enigmática y en el claro mundo de las ideas que se Ie han ocurrido. Esta segunda existenda es, por.lo mismo, «imaginaria», pero nótese que el tener una existencia ünaginaria perte~ nece.como tala su absoluta realidad'.
III
La ciencia cómo poesía.-.-El biángu)oy Hamlet.-·-. ' El. tesoro de los eJTores ··· ccConste,'J'mes; que loque·solemos llamar mundo real o «ext¡;rior» no es lanuda; auténtica y primaria realidad con que el hombre se encuentra, sino que es ya una interpretación dada po.r él a esa realidad, por tanto; una idea. Esta idea se ha consolidado en creencia. Creét en:una idea sigriifica creer que es la realidad, por tanto; dejar de verla como mera idea. · Pero claro es que esas creencias comenzaron por «no. ser más»c que ocurrencias o ideas sensu sctlido. Surgieron 'un buen día como obrá de la ünaginación de un hombre que se enSimismó en ellas, desatendiendo por uri momento el mundo real. La ciencia física, por ejemplo, es una de estas ar~ quitecturas ideales que el hombre se construye: Algunas de esas ideas físicas están hoy en nos o tras actuando como creencias, perola mayor parte de ellas son para.nosotros ciencia=nada.más, nadamenos ..Cuando se habla; pues; del «mundo físico» 'adviértase que en su mayor porción .n,o lo.toma~ mas como mundo real; sino que es un mundo ünaginario o ·«interior»: Y la cuestión que yo propongo al lector consiste en determiriar cori todo rigor, sin:admitirexpresiónes vagas o indecisas, cuál es esa actitud en que .el físico Vive cuando está pensando las.verdades de su ciencia: O dicho de otromódo: ¿quéleesalfisico pu mundo, el mundo de Ja física? ¿Le es rea" lidad? Evidentemente, no. Sus ideas le parecen verdaderas; pero ésta es una •
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<- .. 1 en niamieritbyalteración)~- [véase este mi.Smo volumen]. y, a·Ia vez, encuentra en ésta deSarrolladó
lo que: el párrafo del texto deja sólo enunciado.
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calificación que subraya.el carácter de meros pensamientos que aquéllas le presentan:Nó es ya posible, como en tiempos másventufosos, definir gaIanamente la verdad diciendo que es la adecuación del pensamiento con la realidad. El termirio «adecuación» es equívoco. Si se lo toma en el sentido de «igualdad», resulta falso. Nunca una idea es igual a la cosa a que seTefiere. Ysi selo toma'más vagamente en: el sentido de «correspondendaíi; se está ya reconociendo que la5 ideas 110 son la realidad, sirio todo lo contrario, a sac ber, ideas y sólo ideas. El físico sabe muy bien que lo que dice su teoria 110 lo hay en Já realidad; Además, bastaría·advertir.que él mundo de Ja física es iricompleto; está abarrotado de problemas.no resueltos que obligari a: no confundirlo con la realidad misma, Ja cual es precisamente quieri le plantea esos problemas: La física no 1e es, por tanto, realidad, sino un orbe imaginario en el cl1a1inia'ginariamente vive mientras, a la vez, sigueviviendofa auténticaypfünaria realidad de su vidac': , '· Ahora bien, esto; que se hace un poco dificil de entender cuando nos referimos a la física y, en general, a la ciencia, ¿no es obvio y claro cuando observamos lo que nos pasa al leer una novela o asistir a una.obra teatral?• El que lee ul1a novela está, claro es, viviendo fa realidad de 'su vida, pero está realidad de su·vida consiste ahora en haberse evadido 'de ella parla dimensión virtual de la fantasía y estar cuasicviviendo en el mundo ünaginario que ej novelista le de5cribe: ' ·' ·, He aquí por que considero tan fértil la doctrina'. iniciada,ernel capítulo primei:o de este ensayo: que sólrnse entiende. bieru qué nos es algó cuando no nos es realidad, sino idea, si paramos mientes en lo que representa para el hombre la poesía y acertamos valerosamente a ver la ciencia sub specie
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¡•El «mundo poético» es, en:.efecto\ él ejemplo más transparente de lo que he llamado «mundos iriterióreE¡»·; En éfaparecen con deséuidadocinismo y como a Ia iritemperie los caracteres propios de éstos, Nos damos cuenta de que es pura invención nuéStra; engendro de nuestra fantasía. No lo to" mamas como realidad y, siri'embargo;nos ocupamos.consús objetos Jo mismó que nos ocupamos con las cosas del mundo exterior; es decir e-ya que vivir es ocuparse-.;~vimosmtichosratos alojados en el orbe poético' y au" sentes del real. Conviene\ .de paso,reconoccr que nadie hasta ahofa ha dado una mediana.respuesta a la cuestión de por< qué hace el hombre poesía; de por qué se crea con no poco ¡;sfuerzo un universo poético.Y lá verdad 'eS que la cosa no puede'Ser más extraña: ¡Como si el hombre' no tuviera de sobra qué ha~er con su rriundo real.pára.que no riecesite explicación elhechode que se entretenga én:ünaginar deliberadamente irrealidades!
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Pero de la poesía nos hemos acostumbrado a hablar sin gran patetismo. Cuando se dice que no es cosa seiia, sólo los poetas se enfadan, que son, cómo es sabido, geirns initaMIB. No nos cuesta, pues, gran trabajo recono~ cerque una cosa tan poco seria sea pura fantasía. La fantasía tiene fama de ser la loca de la casa; Mas la ciencia y la filosofía, ¿qué otra cosa son sino fantasía? Elpuntomatemático, el triángulo geométrico, el átomo fíSico, no poseerían las exactas calidades 'que los constituyen sirio fuesen meras canse trucciones mentales. Cuando queremos encontrarlos en la realidad,, esto es, en lo perceptible y no imaginario, tenemos que recurrir a la medida, e ipso facto se degrada su exactitud y se convierten en uri inevitable «poco más o menos»i ¡Qué casualidad! Lo propio qué acontece a los personajes poéticos; Es indubitable: el triángtilo y HaIIllet tienen el mismo pedigree. Son hijós de la loca de la casa, fantasmagorías. ,. , El hecho.de que fas ideas. científicas tenganrespecto a la realidad come promisos distintos de los que aceptan las ideas,poéticas y que su relación .con las'cosas sea más prieta y más seiia, no debe estorbamos para reconocer que ellas,!as ideas;no son sino fantasías y que sólo debemos vivirlas como tales fantasías, pese a su seriedad; Si hacemos lo contrario;tergiversamos la actitud correcta ante ellas: las tómanios como si fuesen la realidad, D; lo que es igual, confundimos el rimndo interior con el exterior, que es lo que, un poco en mayor escala, suele hacer eldemente. Refresque el lector en su mente la situación originaria del hombre, Pa., rá vivir tiene éste que hacer algo, que habérselas con lo que le rodea'. Mas para decidir qué es lo que va a, hacer con.todo eso, necesita saber a qué:ate., nerse respecto a ello, es decir, saber qué es.· Como esa realidad primaria no le descubre amistosamente su secreto,. no.tiene más remedio qu,e movilizar su aparato intelectual cuyo órgano principal -sostengo yo- es la imagina., ción, El•hombre imagina una cierta figura o modo de ser la realidad. Stipóne que es' tal o i:ual, inventa elmundo o Un pedazo de.éLNimás ni menos que un novelista por lo que res¡:iectaal carácterimaginário de su creación. La diferencia está en el propósito conque la crea.Unplano topográfico no es más ni menos fantástico que el·paisaje de un pintor. Pero el pintor no ha pintado su paisaje para que le sirva"de:guía.eri su viaje por la comarca, y elplano ha sido hecho con esta finalidad,· El «mundo interiorn que es la ciencia, es el irigente plano que elaboramos desde.hace tres siglos y medio pará caminar entre las cosas. Yviene a:ser como si nos dijéramos: «st1po11ieJldo que la rea~ lidad,fuerataly comoyo la imagino;;mi coi:nportamiento mejor en ellay con ella debía ser talytaL Probemos si el resultado es bueno».· La prueba e5 arriesgada. No se trata de un juego.Va en ello el acierto de nuestra vida.· ¿No es insensato haceré¡riependanuestra vidá de.lá improbable coincidencia
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entre la realidad y una fantasía nuestra? Insensato lo es, siri duda. Pero no es cuestión de albedrío. Porque podemos elegir -ya veremos en qué medida-.-. entre una fantasía y otra para. dirigir nuestra conducta y hacerla prueba, pero no podemos elegir entre fantasear o no. El hombre está condenado a ser novelista,, El posible acierto de sus fantasmagorías será to,do lo imposible que se quiera; pero, aun así, ésa es la única.probabilidad con que el home bre cuenta para subsistir. La prueba es tan arriesgada que ésta es la hora en que todavía no ha con5eguido.con holgada sufíciencia.resolver:Suproblema y estar eii lo cieito o acertar. Y lo poco .que en este orden ha conseguido .ha costado milenios y milenios y lo ha logrado a fuerza dé errore5; es decir, de embarcarse en fantasías absurdas;. que fueron como callejones sin salida de que tuvo qué retirarse maltrecho. Pero e5os errores; eX]Jerimentados: como tales,•son los únicospoints de repere que.tiene; son lo único verdaderamente logrado y consolidado., Sabe hoy que, por lo menos, esas figuras de mundo por él imaginadas en el pasado 110 son la realidad. A fuerza de errar se va acotando el área delposible acierto. De aquí la impo1ta11cia de coii.Servados e1wres, y esto es la historia. En la existencia iridividuallo llamamos «experiencia de la.vida» y: tiene.el inconveniente de que,es poco aprovechable porqúe el mismo sujeto tiene que errar.primero, para•acertar luego; yelluego es, a veces, ya demasiado tarde .. Pero enla hlstoria fue un tiempo pasado · quien erró y nuestro tiempo quien puede aprovecharla experiencia,. , 1
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La artiailación de las mundos inteiiares Mimayor afán es que el lector, aun el menos cultivado;· no se pierda por estos vericuetos en que le he metido ..Esto me obliga a repetirlas cosas varias veces y a destacar las'estaciones de nuestra trayectoria:· · ·, -';r,·
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Lo que solemos llamar realidad o «mundo exteriorn..no.es ya larealidad primaria y desnuda de toda interpretación humana, sino que es lo que creeinos, con firmey consolidada creencia, ser la realidad .. Todo ki que en esémundo .real encontramos de.dudoso o insuficiente nos obliga,a hacernos ide~ sobre ello. Esas ideas forman los «mundos interiores», en los i:uales vivimos a sabiendas de que son invención nuestra como vivimos el plano de un teIJitorio mientras viajamos por éste. Pero no se' crea que elmimdo
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real nos fuerza sólo a reaccionar con ideas.científicas.y filosóficas. Elmun" do del conocimiento es sólo uno de los.niuchos mundos interiores.Junto a él.está elmurido de la religión y elniímdo poético 'y el mundo. de la.sagesse · .; .· . . , . : • o «experiencia de la vidai>. ' · •Se. trata precisamente de aclarar.mi poco· por qué y en qué medida po" see el hombre esa pluralidad de mundos íntimos; o, lo que es igual, por.qué y en qué medida el hombre es•religioso, científico, filósofo, poeta y «sabio» u «hombre de m\indo» (lo que nuéstro Gracián'llamaba el.«discreto» ).A ese te fin, invitabayo•al lector; ante.todo,•ahacerse bien.cargo de que.todos esos mundos, incluso el de la ciencia¡ tienen una dimensión común•tonlapoeo sía; á saber: ques()ri.obra denuestra fantasía; Lo que se llamaJpensamiento científic6no essil1o:fantasía exacta: Más aún:ápoco qúe:se rellexione·se ad" vertirá que la realidad no es nunca exacta.y que sólo 'puede ser exacto lo fan" tástico(eI:punto:matemático,•el átomo,· el.concepto en general.ye! persoc naje poético). Ahora bien,lmfaritástico e5·lo más opuesto· a lo real; y, eri efecto; todos los mundos.forjados por nuestras ideas se bponen en nosotros a lo. que sentimos como' la realidad miSma; al «mundo:exterior». .;El mundo poético repre5enta el grado extremo· de lo fantástico, y, en comparación con él, el deja ciencia nos parece estar niás cerca deLreal: ·Fer" fectamente; pero, si dmundo de:!a ciencia nos jJarece•casi real comparado con el poético, no olvidemos que.tanibiénes fantástico y que; comparado con la realidad, no es sino fantasmagoría. Pero esta doble advertencia nos permite observar que esos varios «mundos interiores» son encajados por nosotros dentro del mundo real o exterior, formando una gigantesca articulación. Quiero decir que uno de ellos, el religioso, por ejemplo, o el científico, nos parece ser el más próximo a la realidad, que sobre él va montado el de la sagesse o experiencia espontánea de la vida, y en tomo a éste el de la poesía. El hec,ho es que vivimos.cada uno de esos mundos.con una.dosiS·de «serledad»•diferente o ;viGeversa, •congrados.diversos·de· ironía,... · Apenas notado esto, surge en nosotros el obvio recuerdo de que ese orden de articulación entre nuestros mundos interiores no ha sido siempre el mismo. Ha habido épocas en que lo inás próximo a la realidad fue para el · hombre la religión y no la ciencia. Hay una época de la historia griega eri que1a «verdad» era paralos helenos-.Homero¡:por tanto.,.,,..ilo qu,e se suele llamar poesía.. :. , ,,. •Cori esto desembocamos en la gran cuestión, Sostengo C[uela concien. cia europea arrastra elpecado de hablar ligeramente sobre esa pluralidad de mundbs;: que nunca se .ha ocupado de verdad en aclarar sris relacion¡:s y en qué'c()hsisteri últimamente. Las ciencias sórimaravillosas.el1 sus contenidos propios,. pero.cuando se•pregúnta a quemarropa qué es la:ciencia; tomo ocuo
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pación del hombre,. frente a la filosofía, la religión, la sapiencia, etcétera, sólo se n:os responden las más vagas nociones. Es evidente'que todo eso -ciencia, filosofía, poesía, religión-..son co·sas que el hambre hace, y que todo lo que se hace, se hace por algo y para algo. Bien, ,pero ¿por qué hace esas cosas diversas? . · Si el hombre se ocupa en. conocer, si hace ciencia o filosofía, es, sin duda, porque un buen día se encuentra con que está en la duda sobre asuntos que le importan y aspira a estar en lo cierto. Pero es preciso reparar. bien en lo que semejante situación implica. Por lo pronto, notamos que no puede ser una situación originaria, quiero deéir, q'ué el estar en la duda supone que se ha caído.en ella un cierto día, El hombre no.puede·comenzar por dudar. La duda es algo que pasa•de pronto al que antes tenía una fe o. creencia, en la cual se hallaba sin más y desde siempre; Ocuparse én conocerrio·es\ pues, una cosa que no esté condicionada por una situación anterior•. Quien cree,. quien no duda, no moviliza su:angustiosaactividad de conocimiento; Éste nace en la duda y conservasiempre viva· esta fuerza que lo engendró; El hombre de ciencia tiene que estar constantemente.ensayando dudar di; sus propias verdades. Éstas sólo son verdades.de conocimientó en1a·niedil da en que resisten toda posible duda. Viven, pues, de un•permarietite'boxeo con el escepticismo ..Ese boxeo se llama prueba: . . :,l¡: .La cual, por otro. lad();:descubre que la certidumbre a que aspíra•el conocedor-·-.hombre de ciencia o filósofo-no es cualquiera; .El que cree:po" see certidumbre precisamente porque élnose la haforjado. La creencia.es certidumbre en que nos ·encontramos sin saber· cómo ,ni por dónde hemos entrado en ella. Toda fe es recibida. Por eso, su prototipo és «la fe de nuestros padres». Pero al ocupamos en conocer hemos perdido precisamente esa certidumbre regalada en que estábamos y nos encontramos teniendo que fabricamos una con nuestras éxclusivasfuerzas. Y esto es imposible si el hombre no cree que.tiene fuerzas pára ello.· ,. Ha bastado con apretar mínimamente la noción más obvia de cono. cimiento para que este pecúliar.hacer.humano aparezca circunscrito· por . toda una serie de condiciones; esto. es, para descubrir. que el hombre no s'e pone a conocer sin más n(más, en cualesquiera circunstanciase ¿No pasa. rá lo mismo con todas esas otras grandes.ocupaciones mentales::religión, poesía, etcétera? •' , · .,,.. ,,, ;·. · • : Sin.embargo, los pensadores río se han esforzado todavía-aunque pac reica mentira-. en ,precisarlas coridiciories de ellas. En. rigor; ni siquiera aprietan un poco la confrontación de cada una con las demás. Que yo sepa, µnis¡q:rit".nte Dilthey phmtea la c11estión con¡ilgur¡.a amplitud y se cree obligado, para decimos qué es filosofía, a decimos también qué es ciencia y qué
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es religióhy qué es literatura!. Porque es bien claro que todas estasrcosas tienen algo de común. Cervantes o Shakespeare nos dan una idea del mundo comoAriStóteles o Newton, Y la religión no es cosa que no tenga que ver corre! universo. · · Pues resulta que cuando los filósofos han descrito esa pluralidad de direccioues en el hacer, digamos, intelectual del hombre.-.este vago nombre . es ~uficiente para oponerlo a todos los haceres de tipo «práctico»-,'se quedaiúranquilos y creen haber hecho cuanto en este tema tenían que hacer. No importa al caso que;algunos añaden a esas direcciones el mito, distinguiéndolo confusamente de la religión.. Lo que sí importa es repararrque ]Jara todos ellos, incluso para Dilthey; se ·trataría· en 'esas direcciones'. de' modos permanentes·y 'constitutivos del .hombrerde lavida humana: El•hombre sería urrente·que posee con·propie~ .dad·esencialresas disposiciones d_e act:uación; corno tiene piernas y aparato para emitir souidos articulados y un sistema de r¡dlejos fisiológicos; Por tan~ to, que elhoinbre esreligioso porque sí; y conoce enfilósofía'o matemática porque sí,c)' hace.porque SÍ poesía--,-donde el «porque SÍ» siguifica que tiene lalreligión,.ekonocimieo,to yla poesía como «facultades» Opermanentes dispouibilidades:Y; en todóinstaute, el hombre ser'ía todas esas cosas-religioso, filósofo, cientifico, poeta=, bien que conuua u otfa dosiS y proporción. - 'ii.• ' Alpensar esto, claroies que reconocían lo' sigiliente: el concepto de religión; de filósofía, de 'ciencia, de poesía; sólo se puede formar envista de ciertas faenas'huínamiS; conductas, obras muy detenrlinadas; que aparecen en ciertas fechas y lugare5 de lá-hiSforia, Por-ejemplo, para no entretenemos sino en lo más claro; la filosofía sólo toma una figura clara desde el siglo V en Grecia; la ciencia sólo se perfila con peculiar e inequívoca fisonomía dese de elsiglo.XVU en Europa; Pero,.umi vez que ante uil'hacer humano cronológicamente deter-minado se 'ha formado una idea clara, se busca en tóda ~J:lOCa_his.tórica algo.que se le parezca, aunque se.le parezca,muy poco,.y se concluye, envista de ello, que el hombre también en esa época era religioso, cientifico,"poeta. Es decir, que no ha servido de nada formar una idea clara de cada una de estas cosas, que luegorselaenvaguece yeteriza para poderla apli~ar a fenómenos muy dispares entre sí. ., · .._ ·ELenvaguecimiento consiste en que vaciamos esas formas de ocupa~ ción_hl,llnana de todo conteuido concreto, las consideramos como· libres frente a todo determinado conteuido. Por ejemplo; consideramos como religión no sólo .toda creencia en algún dios, sd1. éste el que sea, sino que:llac
mamas también religión al budismo, a pesar de que el budismo no cree en ningún dios. Y parejamente llamamos conocimiento a toda opinión sobre lo que hay; sea cúal sea eso que el hombre opina que hay; fuere cual fuere la modalidad del opinar mismo; y llamamos poesía a toda obra humana verbal que place, 0eá la que quiera la vitola de aquel producto verbal en que se complace, y con ejemplar magnanimidad atribuimos la indomable y contradictoria variedad de conteuidos poéticos a una ilimitada variación de los estilos y nada más. .Pues bien, a mi juicio, este tan firme uso tiene que sufrir cuando menos una revisión, y probablemente una profunda reforma. Esto es lo que intento en otro lugar. Diciembre, 1934
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EN EL CENTENARIO DE HEGEL
Conferencia dada en el Instituto Internacional de Señoritas, de Madrid, en 1931. )
HISTORIA Y ESPÍRITU
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ahí~:,,' ~regunta
Golpeamos con los en la puerta. «¿Quién anda mos. Hemos oído ruidos en la habitación vecina. La puerta está cerrada .. No podemos entrar. Del interior nos llegan sólo rumores. Oímos és\os perfectamente, pero cuanto.mejor los oigamos y menos problemas nos.sean por sí mismos, no podemos. contentamos con ellos. Inevitablemente llegan a nosotros convertidos en signos o síntoma5.de un acontecimiento o serie de ellos, en.suma, de algo que pása bajo ellos, de que ellos son manifestación parcial, anuncio incompleto. Y ese algo que pasa del otro lado.de la puerta sólo se nos aclara cuando averiguamos a quién le pasa: el algo.sospechado empuja nuestra mente hacia un alguien. Por eso preguntamos: «¿Quién anda ahí?» Talve.z es la.criada. que golpea los muebles o.· un hombre en frenesí que se martiriza .. Cuando logramos averiguarlo, el tropel desordenado de ruidos cobra súbito. orden, se organiza; como claro acontecimiento cuyo centro es elalguien q_ue lo produce o padece. : · . Una vida individual es, por lo pronto, no más que un tropel de hechos pululantes e inconexos, como aquellos rumores; Pero al:set los hechos de una vida sabemos quién es el alguien a quien pasan. A cada cual le pasa su vida-.es decir, la serie de hechos que la integran: En todos y éada uno de ellos está, solapado, el Mismo: Yo soy el Mismo, el punto de identidad o mismidad latente bajo la diversidad e inconexión aparente de los hechos que urden mi vida. Pero los hechos de mi vida no terminan en ella, en su órbita.individual; sino que actúan sobrda órbita de otras_ vidas como la mía; penetran en ella produciendo múltiples efectos.Y .viceversa, lo que a otros les pasa
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-su vida-· rezuma sobre la mía. Tengo un amigo. La amistad es un hecho que me pasa a mí, pero que también le pasa a mi amigo. Por tanto, su realidad no consiste sólo en la parte de amistad que me wca a mí, sino también en la que toca al otro. No es, pues, rigorosarnente hablando, un hetho exclusivo de mi vida, sino que es el hecho de dos vidas, entre dos vidas -es un hecho de convivencia. ¿Quién es, entonces, el «alguien» de la amistad? Evidentemente, ese alguien es un personaje extraño que se llama «dos seres humanos». Un alguien dual, que no es ninguno de los dos, ni la simple suma, sino alguien sobre ellos, sujeto del hecho amistad, y a quien podernos llamar indiferentemente «convivencia» o «compañía» o «sociedad». Corno se advierte, el «alguien» a quien las cosas pasan es el substrato del acontecer; pero, al mismo tiempo, es el punto de vista, el principio de la perspectiva desde el cual el acontecimiento se entiende. La vida individual es, en este sentido, una perspectiva. La convivencia es otra. Pero no se puede negar que no nos parecí;,n igualmente claros el alguien 0 mismo que soy yo o que eres tú y el alguien o mismo que es la com: pañía. Este nuevo personaje está menos a la rnano;su perfil es más difüso yproblernático:.Por lo menos, aprirneravista:No voyahora a entrar en esta cuestión; pero; de paso;sugiero que esa presunta: claridad de quién sea el al" guien que soyyo se oscurece desesperan temen te cuando con ánimo de· ha~ llar una respuesta rigorosa nos preguntarnos: ¿Quién soy yo? Porque yo no soy mi cuerpo ni mi alma. Cuerpo y alma son cosas·rnías, cosas que·me Pª" san amí; los más próximos ypermanentes acontecimientos de mi vida, pero no son•yo. Yo tengo que vivir en este· cuerpo enfermo o sano ,c¡ue me ha tocado eri suerte y con 'esta alma dotada de voluntad, pero acaso deficiente de·inteligencia ode memoria, ¿Qué diferéncia últimamente esencial existe entre, la relación demi cuerpo y mi alma conmigo y la que conmigo tienen la tierra.en que nazco y vivo, la' suerte social; mejor o peor, que tengo, étcé" tera; etcétera? Ninguna: Y si yo no soy mi alma ni mi cuerpo; ¿quién es .el .al±... guien, quién es el mismo a quien acontece la sarta de sucesos quetntegra'.n mivida.? •Corno se ve, hay aqui' un problerna,trernendo que va·oculto y en cierto' modo cloroformizado-.por la•facilidad·de habituación corr que def cimas «yo»: La .identidad de la palabra •nos' finge una evidencia de la cosa: , Pero el hombre muere y otras vidas suceden a la suya ..La convivericia actual o-sociedad de ahora se prolonga asirnismo:eri la de II\añana;en la de dentro de uri. siglo, corno, viceversa, es continuación de la.de ayer y de la de hace centurias y centurias. Es decir, que nos encontrarnos con un nuevo tropelcde hechos·-·los histórico~ enormemente más rico, rriultiforme, caótico; .que eLatribuible a la vida· individual o a.la •sociedad de hoy.• En suma; nos encontrarnos con el rumor innumerable de la historia universab
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Guerras y paces, angustias y alegrias, usos, leyes, Estados, mitos; ciencias: es la pululación superlativa, el mare magmmt de lo confüso e ininteligible. Al pronto la mente se pierde en esa selva indómita de hechos inconexos y dispares. La historia es corno el 'oído con que,oírnos· tales ruidos; nos cuenta esto yes~o y esto. Pero con ello no hacesinoincitarnuestra incomprensión y movemos a demandar: ¿Qué pasa en la historia ya quién le pasa?· • • En slis Memorias, la marquesa de La Tour-du-Pin; que vivió en tiempos de la Revolución francesa, nos cuenta que, siguiendo la moda anglómana de ll\ época; encarga de sus caballos a un palafrenero inglés. Este hombre no consigue aprender la lengua francesa; e, incornunicante con el contorno, vive ensimismado, atento sólo a su menester. Cuando la revolución' comienza yve a lasgentes iry venir enloquecidas,juntarse y separarse,' gritar y estrernecerse,.el pobre hombre cae ·en estupefacción.No entiende nada de lo que acontece, y cada cinco minutos se acerca a su señora y, quitándose la gor'ra; pregunta: P!ease, milady, what are they al! about? (Señora, perdón, :" .· ··• , . . ·, · · ¿quéles pasa a todos éstos?)·. . El palafrenero no podía entender lo que a éstos les pasaba, porque en realidad, la Revolución francesa no era un hecho de la vida privada o individual de ninguno de ellos, ni siquiera de su vida colectivao social. Era un hecho de la historia,y sólo resultará comprensible cuando se golpee con los nudillos sobre el telón gigantesco de los hechos y se pregunte: ¿Quién anda ahí? ¿Quiénprodu~e y; padece todos esos ruidos? En suma: ¿a quiérr le pasa la historia universaLcorno a mí me pasa mi vida? ¿Quién es el alguien, el Mismo de la historia que pulsa y late bajo sus sucesos?. La Filosofía de la Histmia· Universal es el golpe de nudillos que da Hegel sobre los fenómenos del destino humano. Al buscar el Mismo de la historia, su substrato y sujeto, tiene que buscar también, corno antes indiqué,.una nueva perspectiva; distinta dela vida individual y dela.vida social. Ahora se trata de la vida histórico:universál que comprende aquellas otras. dos formas de. vida; es decir, que la perspectiva histórico"universal incluye,laperspectiva individualyla social, es la perspectiva integral de lo humano. •Ahora bien;'¿ cómo, sumergidos en el enjambre de los hechos históricos, podremos descubrir su sustancia permanente, ese'alguien o Mismo de que ellos sorrrnanifestacion; variación, modificación incesante? Hay varios carninos'o métodos. Uno consiste en' áplicár a los fenómenos históricos la misma táctica mental que seguinios para descubrir.las leyes de los feµórnenos naturales. Es el método empírico. Observando los hecltos; ensayando hipótesis que esta. observación nos sugiere, vernos si aquéllos se dejan reducir a un oqle!l o. regularidad, .Este orden, si transpare~e, nos rnostr.ará todos lo.s cambios históricos como transformaciones comprensibles de algo
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que es el substrato de la transformación. Y, en efecto, la obra de Hegel, qüé no usa este método, provoca durante todo el siglo XIX una serie de ensayos inspirados en este procedimiento. Todos ellos coinciden en ele~ una clase de hechos como realidad fundamental de que todos los demas son conc secuencias. Así, Carlos Marx cree haber hallado la sustancia, el alguien de la historia en la economía; Lo' que diferencia las. épocas y hace'5alir una de otra es el proceso de la producción, Cada etapa humana tiene su última reálidad en lo que, a la sazón, sean los medios de producción.. Cada nt!eva fot~ ma dé éstos crea una nueva forma de organización social; suscita una da.Se social propietaria de ellosy otras sometidas a ésta. Las ideas, la moral, el de" recho, el arte, no son más qúe reacciones de cada clase social según sea su puesto en la jerarquía colectiva. Ni las ideas ni la moral ni el deréchom el arte son fuerzas primarias de lahistoria, sino, por el contrario, resultado de lo sustancial: la realidad económica. El hombre no actúa según sus ideas, sentimientos, etcétera, sino, al revés, las ideas, ~ntimiehtos de un hombre, son consecuencia de su situación social, esto es, económica. El alguien dela historia es, pues, el hombre como animal económico. . . ¡ •. • Frente a esta interpretación económica cabe poner innumerables otras en que se prefiere como sustancial otra especie de fenómenos. Cabe, por ej.emplo, una interpretación bélica de la historia. Según ella, lo decisivo enlos mm" bias históricos sería el cambio en los armamentos, en los medios de des true.;. ción. Es el exacto pendantdel marxismo. He aquí un ejempfo de su manera de razonar•. Durante el siglo V dominan todavíasobrelos estados griegos las viel jas aristocracias, porque las guerras entre ellos se hacen con ntilicfaspoco nu~ merosas compuestas de soldados calificados, portadores de armas cuyo empleo .requiere largo y dificil entrenamiento. Pero. he aquí que se anuncia la bajada delos persas contra Grecia. Los persas llegan·p·or tierra y pormar: Temístocles tiene la genial intuición de quela;parte dec1S1va de la lucha habra de ser marina; yproponeaAtenasla creaciónde.uriapoderosa escuadra.P~º esto supone el empleo de catorce mil remeros. Los aristócratas no 'pueden pens.ar en proporcionar tan elevado contingente ni están.dispuestos arémar, Es•preciso recurrir a las clases inferiores, poner en sus manos la nueva arma ~remo. El efecto fue fulminante. La extensión del servicio militar trae cofü sigo la extensión del poder político. Los catorce mil remeros son todoAten~; ymo ya unas cuantas familias nobles. El remo, como armabélica; como medio de destrucción, suscita la democracia y todo lo que ésta trae.inevitablemente consigo: el abandono de la tradición, el racionaliSmo,fa ciencia, lafilosofíaL
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-_- ·::-í\léaSe'El ES[JCctCidór,'\ric1911):- <(Ll. intefpreciiciÓn-béliCa:áe lá-~iStorlri_;¡_; [\ié~f! p~giiia ~ 633 del tomo U deestasObras completas].
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La interpretación belica de la historia no es ni más ni menos fantástica que cualquiera otro de los ensayos parejos emprendidos empíricamente con ·ánimo de reducir a un orden el caos que es la historia. Quien haya leído la Hist01ia del arte de .la g1.1e1Ta, compuesta por Delbl:ück; reconocerá que es esta interpretació_nuna idea luminosa, capaz de esclarecer admirablemente no pocos estratos de la realidad histórica. Es sorprendente la docilidad de la historia ante la furia de orden que lleva a ella el pensamiento. Se puede llegar a sistemas francamente cómicos y que, en principio, no son menos verídicos que los de aspecto más trágico y solemne. Cabe, por ejemplo, lo que yo llamaría la interpretación hidrológica de fa•.historia. En efecto; la historia comienza con una civilización que brota entre dos ríos menores-'-:'.-laniesopotámica. Pasa ltiego a las riberas de un gran río-el Nilo. Se derrama después sobre un mar interior-el Mediterráneo. Avanza más tarde al mar abierto -el Atlántico-., y en nuestros días comienza a bañarse en el mar máximo -el Pacífico. Pero al seguir la línea de esta evolución caemos en la cuenta de otras posibilidades de interpretación: la interpretación sideral. En efecto, el centro de la historia se ha desplazado en el mismo sentido en que marchan las estrellas. El proceso universal de lo humano gira de Oriente a Occidente. •
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Todas estas idea5 de la historia pretenden hacemos ver el claro proceso real que «pasa» verdaderamente bajo el confuso proceso aparente de ella. Y nos sorprende un poco que todas nos convencen en nn momento, lo cual sería imposible si no poseyesen alguna dosis de verdad,. •l Cómo es posible que sean todas verdad, siendo dispares? Evidentemente, sólo de.una.manera: no siéndolo del todo ninguna.·Son; én efecto, verdades parciales, cuasi-verdades. Los fenómenos,. tanto de.la· naturaleza como de la. historia, pueden ser ordenados por nuestra mente de infinitos modos. Imagí'nense•ustedes delante de una cantidad grande de objetos. Pueden clasificarlos o por su tamaño o por su color o por su forma o por su peso o por innumerables caracteres: Coninc.reíble maleabilidad; los objetos aguantan, r~cibennuestraordenacíón. Como cada uno de ellos tiene infinitas notas, siempre podremos. tomárlos por uná cualquiera de ellas C:omo.por un•asa; Pero, si,luego comparamos unas ordenaciones con otras, notaremos que unas.precisan más la clasificacióny otras menbs .. Si dividimos los objetos•en claros y oscuros, es.evídent¡; que habremos producido un orden cokicándolos·en dos enormes provincias; Mas, si.nos fijamos luego en el
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contenido de cada una de ellas, advertiremos que dentro de lo claro hay objetos muy diferentes entre sí-.!Ojos, azules, blancos, etcétera. Nuestra or" den:ación ha sido, pues, muy somera; no ha penetrado en las .diferencias más detalladas. Dentro de cada provincia quedan desordenadas las cosas. El orden era superficial: no prendía bien, no defiriía cada objeto; no nos decía; en suma, nada sobre el objeto singular, sino sólo sobre grandes y yagas conjuntos. Ahora bien, 1o que se trataba de aclarar, de defiriir y conocer, era precisamente cada objeto, cada fenómeno, porque ése es el auténtico.pró.l blema que se. ofrece al esfuerzo de nuestro pensamientó: Pensar es. com~ prender las cosas en sti plenitud, no sólo tomar vistas parciales, vagas, que digan algo 5obre ellas; pero que dejen fuera mucho de ellas. CuandoJo qúe decimos de ún fenómeno no coincide completamente con él; nuestro ha~ blar, nuestro pensar, es abstracto. Y mientras el pensamiento es sólo abs~ tracto, no ha hecho sino empezar. /.
*** ·,. Esas teorías sobre la historia son verdades abstractas, por tanto parciíalesi Son vistas tomadas arbitrariamente sobre la realidad. Toda vista es verda" dera, puesto que nos da algo de la cosa. Pero como la hemos tomado. desde un punto de vista cualquiera, sin dejar de ser verdadera resulta arbitraria: Lo arbitraría no es tanto la vista como el punto de vista. Ésta: es la máxima preocupación de Hegel: encontrar un punto de vista que no sea uno cualquiera, sino que sea aquélúnicd desde el cual se descubre la verdad entera, la verdad absoluta, Sea nuestro punto de vista nb el ·.,-,,, nuestro;.sinoprecisamente el universal o absoluto.. Este abandono de nuestro punto de vistay este esfué.riopor inst¡Üar~ nos en lo absoluto y mirar desde él todo y cada cosa es para Hegel la filosofía. No discutamos ahora si esto es factible. Miterrianb es'la Metafísica de Hegel; sino su Metafísica de la historia. Al hablar sobrelas cosas materiales o históricas,. Hegel quiere evitar decir sobre ellas verdades parciales. Se exige la verdad absoluta; y, por tanto¡ tiene que averiguar ante todo cuál es la absolu tarealidad de que todo lo de~ más,no es sino in edificación, particularización, ingrediente• o co~ecuefü ciaUHegel creé haberlo .logrado en su Filosofüifundamental, que;él 1lanrn Lógica. Cori esa enorme averiguación, dueño del máximo secreto.que es lo Absoluto;;se dirige·a lamaturaleza,, se dirige ala, .historia, ·que -son no más qúepartes omodos·de:loabsolutoJPero; claro es;va a·ellas en· una dispos~ ción intelectual 'opuesta ala que inspira el método empírico. que.acabo dé, dibujar. Hegelno es hombre de penetrar en¡la historia, sumirse én·ella¡p'er"
derse en la infini.ta pululación de sus hechos singulares para ver si consigue de ellos la esencial confidencia, para ver si los hechos le descubren su verdad latente. TodO' lo contrario: cuando Hegel se acerca a la historia, sabe de antemai;io ~o que en ella tiene que haber pasado y quién es el alguien de su acontecumi;nto. Llega, pues, a lo histórico autoritariamente, no con ánimo de aprender de la historia, sino, alrevés, resuelto a·averiguar si Ja historia, si la evolu~iónhumana se ha portado bien, quiero decir, si ha cumplido' SU deber de ajustarse a la verdad que la filosofía ha descubierto. Este método au, . , , toritario es lo que Hegel llama «Filosofía de la historia». _ . La realidad única, universal, absoluta', es lo queHegel denomina:«Espmtu». Por tanto, todo lo que no sea francamente Espíritu tendrá.que ser manif~~ción disJ:r:azada del Espíritu. En la 11\edida en que no «parezca» s~r Espmtu su realidad será. pura apariencia; ilusión óptiqa no arbitraria, smo fundada en la necesidad que el Espíritu tiene dejugar al escondite con· sigo mismo.
*** .. . ¿Qué es ~l Espíritu en Hegel? No nos engañemos: el Espíritu en Hegel es una enormidad en todos los,sentidos de la palabra: una ·enorme verdad, ~n enorme error y un.a enorme complicación, Hegel es de la estirpe de los titanes. Todo en él es gigantesco, miguelangelesco. · . , ·. : .. · Yo no sé cómo en poquísimas palabras se pueda proporcionar un atisbo de lo que He.gel entiende bajo ese soplo verbal que es el vocablo «Espíritu». Es pr~c1so declarar que el vocablo «Espíritu», empleado por Hegel para den.ommar tan enorme y definitiva realidad como la que con él quiere enunciar, no es muy acertado.Se han llamado espíritu tantas cosas; que hoy no nos sirve esta deliciosa palabra para nada pulcro. Hegel mismo vaciló mucho ante~ de decidir~e por esta terminología. En su juventud prefería hablar qe «Vlda». Hoy le acompañaríamos en esta preferencia. ¿Por qué? . El a tribu to principal del Espíritu en Hegel es conocerse a sí mismo. Es, pues, '.1na 'realidad que consiste en comprensión, pero lo comprendido es ella IDlSma. Lo cual supone que es, a la vez, incompren5ión, porque de otro modo. no consistiría en un movimiento y esfuerzo y faena para hacerse transparente a símisma: Tiene, pues, dos haces.: por tino es constante problema para sí, por otro es interpretación de eseprbblema. ¿No es esto lo característico dela vida.humana? ¿No es nuestro viv.ir sentirse cada cual sumergido en un absoluto problema? Cada actóvital,. no ,sólo el específicamente intelectual, va inspirado por la necesidad de «salvarla viC!a», es decir, de hacer de ésta «lo que debe sen>. Todaslas éticas -.-.la más egoísta o la más altruista,
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el epicúreo y el kantiano, el asceta y Donjuan- buscan colocar nuestra vida en su verdad, y esto. iinplica una interpretación, una idea de lo que nue5tro destino «es». Ahora bien, ideal.tal obliga a: construirse una·concepción.del mundo en tomo nuestro y de nuestra persona en.éL Lii vida no es el sujeto solo, sino su enfronte con lo demáS, con el terriblé. y absoluto «otro» que es el mundo donde al vivir nos encontramos náufragos. No creo que ha- . yá imagé.nmás adecuada de la vida que ésta delnaufragio .. Porque no se trae ta de que a nuestra: vida le acontezca un: día u .otro naufragar, sino.qué. ella misma es desde luegoysiemprehállárse'irimerso en un: elemento negativo, que por sí mismo no nos llóa,sino,' al contrario, nos anula! De aquí que vivir obligué. constante y esencialmente a ejecutar actos para sostenerse en. es¡; elemento o, 1o que esigital;para ccinvertiílp eri medio positivocYde éstos; el fundamental y primario es formarse.una idea de sí misma, ponerse en claro sobre qué.sea ese elemento en: que a ratos flot.amos, a ratos.nos hundinios;y qué sea nuestra pobre persona náufraga en él. Todos nuestros demás actos surgen ya dentro de esa interpretación de la vida y van inspirados por ella. Pues bien, para Hegel lo decisivo en la interpretación de la vida no es obra de ningún individuo por genial que sea, sino que procede de todo un pueblo. Cada unb de los grandes pueblos ha consistido en ser una nueva interpretación. Por eso, porque:va «inspirado» por una idea unitaria y origi" nal, consigue llegar a una fuerte disciplina e imponerse durante una época en la historia universal. **"#--.·
Pero Hegel, que hasta aquí no tendría tal vez inconveniente en aceptar esta s~titución de su «Espíritu» por nuestra «vida>>, se resistiría a contentarse: a la postre con ella. Pertenece él, y con él nosotros; a la gran unidad bccic .. dental que :llama «el mundo germánico».. Tiene éste.una iD.terp.retación:deJa.__. _·: vida según la cual todo es espírituc Así piensa Hegel. Ésta es para él «la» verl · dád,rpor tanto, no una interpretación entre otra5 del misterio vital, sin.tila abe sohita'y la definitiva. Y creyéndolo así, no tiene más remedio que integrar en ella todo el proceso histórico y mostrar cómotodas las grandes interpretaci6" nes de la vida han sido estadios necesarios pa:ra ese gran descubrimiento'. ':JMas:estaresistencia deHegelacásono estuviese en lo esencialjustifi: cada'. Para él «Espíritu>> no es el alma humana, ni el nus del cosmos; sino simplemente aquello que se sabe a sí mismo; es decir, que ccin5iste en llegár a.la transpa:reiicia de sI, cuyo ser estriba precisainente en averiguarse a sí propio y descubrirse, hacerse patente. Nuestra vida es; c6mb he indicado, el pardal logro de eso.Una vida que en absolUto'nci se comprendiese y adimi•
se a sI misma, sucu:mbiría. Por otra pa:rte, una vida que se viese con plena claridad a sí misma, sin tiniebla alguna, sin rincón.de problemá, sería la absoluta felicidad.· Donde no ,hay problema no hay angustia¡ pero donde no .hay angustia.no.hay vida humana. Por esto lavida·humana no puede ser lo queHegel·'.lafua «Espíritu», sino sólo movimiento y estación hacia él: afán de transparencia, parcialiluminaciónr, c.onstante descubrimiento y averiguación; mas parlo' mismo nunca plenaria claridad. r':
III HISTORIAY GEOGRAFÍA El espiritualismo radicalde Hegel domina su concepción de'la historia. Es éste un drama que consiste en un apasionado monólogo. No'haymás que un personaje:relEspíritu. A este personaje.le acontece perderse.en sí inismo, en la selva magnífica de sí mismo, y se afana heroicamente en eil= contrarse; Para esto necesita caer.enla cuenta de que él existe y de quer todo lo demás-.-·piedra, astro, ave;hcimbre-· no es s'ino secreción suya; ensayos que va haciendo pa:ra llegar a la idea de que él es y que es todo. Cuando comienza la historia, ha_terminado el primer acto, en el cual el Espfrifu no se sospecha a sí misriio,' «e_stá fuera de si» y parece ser pura Naturaleza. La Naturaleza es la selva preespiritual'-:. lo. mineral, Jo animal. Ni el miiieral ni el animal saben de simismos: gozan-·-.¿o padecen?-·-nna casta ignorancia de su propio ser. Su ser consiste simplemente en «esta:r ahíi>, hincados en un lugar y un instante. Vivir en un. «ahí». y en un «ahora»: esta servidumbre de la gleba espacio-temporal es para:Hegel la condición de todo lo «natural». El Espíritu, en cambio, es ubicuo y·etemo, mejor dicho, no está en ningún lugar, enningún tiempo, porquelos contiene en sí.todos. El ser del Espíritu no consiste, como el de la piedra; en «estar'ahi»; sino, por el confrario,:en «estar eri síy sobre si». Esto que Hegel insinúa se advierte muy bien: en el hombre, que es;a la par, téhninci de la Naturaleza, e iniciación del Espíritu. Reálidád fronteriza y oscilante, el hombre es tinas veces lo uno; y otras, lo citro. Por eso distinguimos cuándo el prójiino «está fuera de si»r"-y decimos: «¡Qué animal! »-y cuándo «esta sobre sí»-.y decinios: «¡Qtié espíritu!» · ,1 La Naturalezá'es, pues, esencialmente prehistoria, preparación o mate. rial parn lá historia;: ya que ésta es la lucha del Espirifu frente a la Naturaleza para encontrarse en ella. La Naturaleza es el escenario y la peripecia del .dra}'Ila, el laberinto extraño, el puro «lo .otro». donde la razón se ha perdido. En esta peregrinación del Espíritu por la Naturaleza queda calificado por ella, ¡¡:
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influido por ella, y en este proceso terrenal del Espíritu consiste para Hegel la hi.Storia. El Espíritu procede .condensándose en la serie de los grandes pueblos, cada uno de los cuales es una interpretación de sí misino que elEs~ píritu ensaya. Por eso enla historia no ha triunfado en cada épcica'más qué un pueblo: pbrque sólo en él actuaba el Espíritu, que lo necesitabá como.un peldaño para su genial ascensión hasta la pura idea de símism_o. Una vez que . ha usado de ese pueblo, el Espíritu lo abandona, y el pobre pueblo triunfan, te un día queda anulado históricamente, depotenciado como mera_ materia para el nuevo pueblo floreciente. Queda, en suma, «desespiritualizadm>. · Ésta es la famosa idea del Volhsgeist, del «espíritu nacional», que con5tituye, sin duda, una de las creaciones más originales del romanticismo alemán (Herder, Fichte, Schelling,-la escuela histórica). El personaje único -Espíritu- se pluraliza en los «espíritus nacionales» de los grandes pueblos verdaderamente históricos~yno prehistóricos o «naturales»~: China, Egipto;·India, Persia, Grecia, etcétera; ./ Ahora.bien, esa multiplicación sobreviene al espíritu, que es, por eseq_• cia, uno, único, al ser tamizado por la Naturaleza. Al hacerse «nacional» el Espíritu «nace» ---y porque nace, muere, como un animal. Nat-urnleza es lo que nace. La nación es espíritu mineralizado y animalizado; por tanto\ adscrito.aun lugar, a un paisaje._La historia con su enjambre de pueblos brota de la geografía. Ya en otra ocasión toqué· este punto de las relaciones qué en el sistema hegeliano guardan geografía e historia. Fue con motivo de precisar lo que Hegel pensaba sobre América; «cuyo principio es lo mc:on~ cluso y el no llegar nunca á plenitud» 1• Ahora me interesa: tomarla cuestión en toda su generalidad. ¿Cómo ve Hegel esa inserción del Espíritu en la Naturaleza, en la tierra? ¿Cuál es la. relación,entreun pueblo y su horizonte geoi gráfico?· ¿Influye el clima. en la histo_ria que es siempre historia espirittia1? ¿EL «espíritu nacional» es producto del medio, una planta más en el paisaje? . , _!fégel no puede aceptar que el Espíritu «dependa» de la materia, es de~ _ _ cir, que las condiciones naturales sean causa de un cierto modo de ser espi" ritual. «Es opinión tan generalizada como .vulgar.. dice~ que el peculiar espíritu nacional está en conexión con el clima de esa nai:ión ... Así, se•habla mucho y con frecuencia del beniguo cielo jónico que ha engendra:do:a Homero. Y, sin duda, ha contribuidci:no poco al encanto de los poemas homé• ricos: P_ero la: costa del Asia Menor ha sido siempre la misma y•sigue siéndolo: no obstante; del pueblo jónico ha salido sólo un Homero. El pueblo no é:anta:'sólb el hombre singular crea una poesía, sólo un individuo, y aun~ 1 · ·v~áse··.;I-iegeí:y América>~ e~-ElEspectéidor, t.omo VII, 11 de estas Obras completas].
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i93b.'_[V~a'Se'pág¡na66ide1·tórh~ '
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que fuesen varios los que han producido los cantos homéricos, siempre se trataría de individuos. A pesar del clima benigno no han vuelto a surgir Horneros, especialniente bajo la dominación turca». No hay; pues, que hablar del influjo causal entre una tierra .y una•nación. El nexo entre' ambos es de especie muy diversa: , -«No nos interesa considerar el territorio como localidad externa; sino atender al tipo natural de lá localidad en cuanto corresponde al tipo y carácter del pueblo que es hijo de tal territorio». «Siendo los pueblos espíritus de determinada configuración, esta su determinación o peculiaridad sería de orden espiritual»-por tanto, no originada por peculiaridades geográficas, étnicas, etcétera. Pero a esa peculiaridad espiritual o modo de ser conesponde la peculiaridad de la Naturaleza en la región donde el pueblo se forma. Hegel no aventura más. Se contenta con hablar de «correspondencia» para designar relación entre pueblo y contorno físico. Hace años, perescrutando yo el mismo problema, llegué a lit conclusión de quelas condiciones geográficas no deterinirian la historia de un pueblo. En un mismo rincón del planeta han acontecido las formas más diversas de historia, es decir, de existencia humana, de ser hombre: La humanidád india de la pampa era sobremanera distinta de la actual argentinidad. Distinta no sólo como dos estadios de evolución muy lejanos entre sí, sino como dos especies divergentes. Es posible que al cabo de los siglos la tierra pampera reabsorba al hombre actual y de él vuelva a formar un pueblo :en que rebroc ten los caractéres fundamentales de las razas autóctonas. Más de un síntoma nos inducina a esta sospecha, sobre todo, si'recordamos lo que acontece en Australia. Pero si es posible que cada terruño sea como un escultor que crea indefectiblemente una forma de estilo siempre idéntico -dejemos el asunto para otra ocasión-_-, no por eso determina propiamente la historia. Hay un factor que podríamos llamar «la inspiración histórica del pueblo», que no puede explicarse zocilógicamente. Y ese factor es el decisivo en sus destinos .. Con el'mismo material geográfico y aun antropológico •se producen historias diférentesc Hay además otro fenómeno de gran importancia: la emigración de los pueblos. La autoctonía es siempre problemática o utópica. De hecho no conocemos en la historia más que pueblos que se han movilizado; y al fijarse transitoriamente -cori una transitoriedad dé milenios a veces-·_en un lugar del planeta han creado allí su historia. Sirios atenemos, pues, al rigor de los hechos, lo que importa comprender es por qué un pueblo que se desplaza se detienede pronto y se adscribe a un paisaje. Es como un hombre que avanza entre las mujeres y de pronto queda prendido, prendado de una. Es vano acudir, como se suele, con consideraciones utíli-
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taria!¡ que sucumben siempre entre contradicciones de los hechos. Hay que acabar por reconocer una afinidad entre el alma de un pueblo y el estilo de su paisaje. Por eso se fija aquél en éste: porque le gústa. Para: mi, pues, exis" te una relación simbólica entre nación y territorio. Los pueblos emigran en busca de su paisaje afin, que en el secreto fondo de su alma les ha· sido pro" metido:por Dios. La tierra.prometida es el paisaje prometido. ·• • •.. , Hegel. no interpreta así la correspondencia entre geografía y cultura. Pero I)O anda muy lejos de ello. ' · . .i..
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MESETA, VALLE, COSTA • , ;Según Hegel hay.tres tipos ,de tierra para lbS' efectos históricos ~lo que yo llamaría tres paisajes-·: la altiplanicie, elva:Ile.fecundo, la costa.Esta dk visión le ha sido inspirada por la.consideración de que nuestro planeta no es sólo tierra; sino también agua . .Los tres paisaje5 se caracterizan pm la re;. !ación de la tierra al líquido elemento. La altiplanicie es la aridez. El valle es obra del río .. En la costa «tremola la marina», como.dice Dante. · .En la Filosofía dela Histo1ia Universal brotan súbitamente altos surtido" res de espléndida poesía, géiseres cálidos, irisados, que se alzan sobre el hori" zonte. lunar.de.su gélida dialéctica. Así, en este.lugar: ¡Qué delicia oír que de pronto se nos habla.. corroborando con un gesto romántico hacia significa~ dones infinitas-- del «principio de la meseta, el privilegio del valle, el princi" pio de la co.sta» ! La mente nos queda repentinamente fecundada por el polen de estas palabras y germina eri ilimitadas posibilidades de pensamiento. ·• · Con esta preparación creo yo que podremos entender bastante bien la idea que Hegel sé hace: de lasTelaciones·.entrdo geográfico y lo histórico; aun cuando sus textos ·no pasan de ser vagas insinuaciones; •·• · • . Recuérdese que;.paraHegel, es el hombre una realidad oscilante e~tre la Naturaleza y el Espíritu; entre el« estar fuera de si» y el «estar.sobré si». Cuan" do el hombre vive fuera de·síestá dominado por la necesidad cóSmica,.lorhis" moque el astro y la planta. Es una realidad esclava. Ahora bien: la historia es el proce5o delespíritu, el cual consiste en libertad: El «progreso en la conciené:ia de libertad» constituye para Hegel el contenido de la historia .universal. • ; · · ,'l Por, qué el espíritu consi¡;te en libertad? Por :íni razonamiento muy sencillo: Bara Hegel-.. como hemos visto-· es «Espíritu» 'el nombre del¡¡ realidad absoluta, de la.única realidad verdadera:· Es to significa• que todo fo que el Espíritu sea lo será por.su propia cuenta y.riesgo, ya· que no existic
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ninguna otra realidad de que él dependa. Realidad independiente y realidad libre son sinónimos. El Espíritu se determina a sí mismo, crea por sí sus ·propias determinaciones. De aquí que la forma más característica del Espí·ritu, su facies. más evidente, sea la voluntad..Porque no hay voluntad si no es libre, «l,a volu:ntad es libre, como la materia es grave». Querer esresolverse; por tanto, .decidirla propia determinación. Hegel combate la idea, a un tiempo inglesa y mediterránea, .de la libertad, que nos hace pensar en un mero «libertarse de», en un movimiento de evasión y de fuga. El que no hace sino escaparse de una prisión habrá logrado desprenderse de lo que n.o es él; pero sino hacetnás que eso, no ha llegado a ser sí mismo.E que se.· limita a no serpriSiorierose queda en mero no ser y carece derealidad positiva .. La verdadera libertad es un huevo acto creador por el cual• el libertado. de un m.ando forastero se manda a sí mismo, se daa sí mismo.un ser'positivo: Libre es, pues, quien manda-·entiéndase-..-, quien marida sobre sí mismo, quien se da a sí propio la ley. Pero esto,·¿ quién lo hace deverda:d en el mundo? ¡El Estado, sólo el Estado! He aquí por qué, según Hegel\ elEspírituno aparece en el mundo, no tiene realidad efectiva sino eri fonria de Estado. Y la historia espiritual será para él historia del Estado, Por eso nó pertenecen a la historia los pueblos salvajes, sinley; sinmando, sin Poder público. , • Mas la aparición sobré el planeta i:lel fenómeno• Ley; Orden; Imperio; representa un lujo VitalI El hombre demasiado urgido por la necesidad animal no tiene holgura para que sus energías rebosen dela actúaeión al menes" ter inmediato, i:le viVir zoológicamentey pueda ocuparse de sí mismo. Con esto tenemos definida la relacion primaria entre geografía e historia. En aquellas zonas del planeta cuyas condiciones vitales son extremas-·Ja tórrida, la gélida-··no puede haber historia, «En ellas vive el hombre entontecido. La Naturaleza lo deprime y no puede separarse de ella, que es la primera condición para una· cultura espiritual.La Violencia defos elementos es demasiado grande:paraqueel hombrepuedaemerger en su Jucha contra ellos y sedo bastante poderoso• para hacer valer su libertad espiritual frente al poderío dela Natúraleza». ;.• · •.'En definitiva, lo específíco delhombre radica en un privilegio de la atene ción; Observad al animal en la selva. Tiene que estar constantemente atento aló·que pasa en su derredor, Su mundo es un permanente y omnímodo peligro. No le queda respiro para desentenderse del contorno y volver la atención hacia sí. Hace algún tiempo me impresionó leer en el libro de Stefanson; TieiTas delporvmir; que las focas no duerinen más de dos o tres mini.itas seguidos. :Al cabo de ellos vuelven a abrir los párpados, otean el horizonte para ver si no surge en él ninguna nueva•amenaza yvuelven a sumirse en su sueño pespunteado. Ahora bien: la retorsión de la atención hacia dentro de
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sí es, zoológicamente considerado, un apartamiento del contorno más radi" cal y profundo que el sueño mismo' Es el soñar despierto, pensar. El' horril bre no llega a serlo suficientemente sino en aquellas condiciones de paisaje que no son premiosas y le permiten recogerse en sí mismo, concentrarse, aislarse o cerrarse frente a la Naturaleza. He· ahí el Espíritu en·su primera actividad, en su libertad negativa, que le hace evadirse dela Naturaleza .. En el hombre civilizado es tan fuerte ya el hábito de vivir dentro de. sí y no en su contorno, que nos deprime Ja idea de vernos obligados a.atender constantemente las vicisitudes delni.undo en derredor. Entonces pensanios que la selva, la selva abierta, es la.más auténtica prisión, y que el hombre es el animal que se ha escapado de ella y se ha libertado metiéndose dentro dé sí mismo. Naturaleza y espíritu serían, según esto, dos cllieccfories antagó- · nicas de la atención: eh< hacia fuera» y el «hacia dentro». ..••.A esta forma.de .relación negativa; en que lcis extremos del frío y el calor.excluyen el florecimiento del Espíritu, hay que añadir la de carácter positivo que se.ofrece en las.zonas templadas. Hay, según Hegel, tres configuraciones topográficas, tres principios geomorfos. que condicionan. tres tipos de vida natural, a las• cuales corres~ panden tres.estadios o formas del Espíritu, es decir, del Estado.Uno es lá meseta, la enorme altiplanicie; Su tipo vital.es el nomadismo. La existencia en este país seco es pobre, pero además nci está limitada.por ninguna contención espacial. Vivir es vagabundear. Hoy se está .en un'1ugar, mañana en otro. No hay fuerza ninguna que obligue a la coriviven:cia. El hombre siente ímpetus de empresa,. pero discontinuos e informes, imprecisos. Lo único que sele puede ocurrir es echar para adelante, sin rumbo, sinmeta, sin de~ signio preformado. No es posible en estas condiciones elnacimienfo de la ley, del Estado, que implica convivencia estabilizada. Hay sólo la momentánea organización de guerra bajo un caudillo genial que reúne las hordas normalmente dispersas y cae.con•ellas•sobre las.tierras fértiles..... .... ............... ..La nieseta, el nomadismo, es, pues, la pura inquietud, el puro ir y venir. Ahora bien, el Espíritu es, frente a la Naturaleza,'ia inquietudmisina; porqué e5 exclusivamente actuación: Uri espíritu quieto es una•contradicción en eladjetivo. La piedra puede estar quieta, pero el Espíritu no. Por eso cuando Descartes hace consistir el alma en. exclusiva espiritualidad y dié:e que su. ser consiste tan sólo en pensar, los. contemporáneos objetaban:·}' cuando el alma no piensa, por ejemplo, cuando el hombre duerme, ¿es que el alma se muere, sé aniquila? Y; sin embargo, la inquietud del nómada no es aún, para Hegel, el:<< espíritu de la inquietud», esto es, láinquietud v:erc daderamente espiritual. .La meseta es la guerra por la guerra,. la guen-a sin concreta finalidad; como mera explosión de activismo en puebl()s durante
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centurias pacíficos. El nómada, que es pastor, súbitamente se transforma en el más crudo guerrero; Esta guerra es ciertamente empresa, intento de algo .más allá de lo cotidiano, por tanto, Espíritu. Pero es empresa inconcreta, di· ríamos, el temple de una empresa sin su contenido. No es creación de un orden. En )a meseta, pues, tenemos el germen de lo espiritual, su aparición embrionaria, nada más. La meseta.termina eri laderas .donde los ríos han evacuado valles. A ,/eces estas laderas confinaninmediatamente con el mar: Perú; Chile, Ceilán. No forman, por tanto, un ámbito suficiente para constituir unnuevo tipo de vida .. En cambio, los largos valles -·.-Mesopotamia; Egipto, China-.-representan un nuevo principio geohistórico. El valle es una unidad conclusa, cerrada en sí, independiente, no como la meseta, que es la independencia inconcreta de lo que no tiene límites y no es nada determinado. La altiplanicie no tiene estructura porque es siempre igual a sí misma. El valle tiene una organización diferenciada: el río y sus dos riberas que cierran las alturas. Es, además, la tierra más fértil. La agricultura surge en él, y con ella la propiedad, las diferencias de clase, en suma, las normas jurídicas. La agricultura no es una actividad momentánea, explosiva y de azar como el puro belicismo del nómada. Tiene que regirse según el ciclo de las estaciones y es, en sí misma, previsión, régimen general y no caprichoso. Por otro lado, el valle obliga a la convivencia, que es, a su vez, imposible sin modos generales de conducta, es d¡;crr, sin un Estado, sin el imperio de las leyes. He aquí cómo todos estos caracteres telúricos del valle preforman un tipo de vida que no es ya la vida meramente natural, sino una vida conforme a normas, en la cual viene aquélla a encajarse. Esa sobrevida normativa es precisamente el Espíritu. Pero el valle fija el hombre al terruño: lo limita, lo hace dependiente de un sistema poco variado de condiciones. De aquí que estas civilizaciones fluviales hayan girado eternamente sobre sí mismas, recluidas en un repertorio de temas, de modos, de intentos, de normas. Son culturas «hieráticas», es decir, rígidas: la egipcia, la china. El gran principio liberador es la costa, donde combate la intensa dualidad de tierra y mar. «El mar da lugar siempre a un peculiar tipo de vida. El indeterminado elemento nos da una imagen de lo ilimitado e infinito, y al sentirse el hombre en él se anima al más allá sobre toda limitación. El mar suscita el valor: incita al hombre a la conquista y la rapiña, pero también a la ganancia y la industria. El trabajo industrioso se refiere a aquella clase de fines.que se llaman necesidades. El es· fuerzo para satisfacer estas necesidades trae consigo, empero, que el hombre quede enterrado en ese oficio. Mas, cuando la industria pasa por el mar, la relación se transforma. Los que navegan pretenden ciertamente ganar,
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lucrarse, satisfacer sus'necesidades; pero el medio para ello incluye en este caso lo contrarío del propósito con que se eligió, a saber: el peligro». La VÍ" da marítima es un constante riesgo de perderse a sí misma. Es libre ante sí misma e implica serenidad y astucia incesantes. Porto do ello tiene 1m claro sentido de creación y fue dondequiera el mar el gran educador para la libertad, El mar es un perpetuo «más allá de la limitación de la tierra». Es, el verda" dero «espírítu de la inquietud», que de su moviiniento elemental pasa a las almas de sus moradores y hace del existiruna,permanente creación.:El prín• cipio supremo constitutivo del espírítufoe expresado un día por alguien con monumental ingenuidad::« Es necesarío riavegar, pero no es'necesarío vivir». 0
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MISERIA Y ESPLENDOR DELA :rRADUCCIÓN
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Artículos publicados en La Nación, de Buenos Aires, mayo-junio 1937. I
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LA MISERIA:.
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pr~fesores
En reunión a que asisten de!Colegio de Francia, universitarios y personas afines, alguien habla de que es imposible traducir ciertos pensadores alemanes y propone que, generalizando el tema, se haga un estudio sobre qué filósofos se pueden traducir y cuáles no. Parece esto suponer, con excesiva convicción; que hayfilósofosy,í:nás eh general, escritores que se pueden; en efectb, traducir. ¿No es esto ilusorio ?-me permitíinsiimar. ¿No es' traducir, sin remedio, un afán utópico? Verdad' es que cada di:a .me acuesto más a la opinión de que todo lo que el hombre hace es' utópico. Se ocupa en conocer sin conseguir conocer plenamente nada, Cuando hace justicia acaba indefectiblemente haciendo alguna bellaquería. Cree que ama y luego advierte que se quedó en la promesa de hacerlo; No se entiendan estas palabras en un sentido' de sátira moral, como si yo censurase amis colegas·de especie porque no hacen lo que pretenden. Mi intención es, precisamente, lo contrario: en vez de inculparles por su fracaso. quiero sugerir que ninguna de esas cosas se puede hacer, que son de suyo imposibles, que se quedan en mera pretensión; vano proyecto y ademán inválido: La naturaleza ha dotado a cada animal de un programa de actos que; sin más, se pueden ejecutar satisfactoriamente. Por eso es tan raro que el animal esté triste; Sólo eI1• los superiores =en el perro, en el caballo~ se advierte alguna vez algo así como tristeza, y precisamente entonces es cuándo nos parecen Í:nás· cerca de nosotros, más humanos. Tal vez el espectáculo más azorante, por lo 'equívoco, que· presenta la naturaleza sea =en el fondo misterioso de la selva-·· lamelancolía del orangután: Normalmente los animales son felices. Nuestro sino es opuesto. Los hombres andan
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siempre melancólicos, maniáticos y frenéticos, maltraídos por todos estos morbos que Hipócrates llamó divinos. Y la razón de ello está en que los quehaceres humanos son irrealizables. El destino -el privilegio y el honor- del hombre es no lograr nunca lo que se propone y ser pura pretensión, viviente utopía. Parte siempre hacia el fracaso, y antes de éntrar en la pelea lleva ya herida la sien. Así acontece en esta modesta ocupación que es traducir. En el orden intelectual no cabe faena más humilde. Sin embargo, resulta ser exorbitante. Escribir bien consiste en hacer continuamente pequeñas erosiones a la gramática, al uso establecido, a la norma vigente de la lengua. Es un acto de rebeldía permanente contra el contorno social, una subversión. Escribir bien implica cierto radical denuedo. Ahora bien; el traductor suele ser un personaje apocado. Por timidez ha escogido tal ocupación, la mínima. Se encuentra ante el enorme aparato policíaco que son la gramática y el uso mostrenco. ¿Qué hará con el texto rebelde? ¿No es peditle demasiado que lo sea él también y por cuenta ajena? Vencerá en él la pusilanimidad y en vez de contravenir los bandos gramaticales hará todo lo contrario: meterá al escritor traducido en.la prisión del lenguaje normal, es decir, que1e traicionará; ·n-aduttore, traditore. -Y, sin embargo; los libros de ciencias exactas y náturales se pueden traducir- responde mi interlocutor., -No niego que la dificultad es menor, pero sí que no exista. La rama de la matemática que más enboga,ha estado.durante el último cuarto.de siglo ha sido la Teo1ia de los Conjuntos. Pues bien: su creador, Cantor, la bautizó con un término que no hay modo de traducir en nuestras lenguas. Lo qué hemos tenido que llamar «conjunto» lo llamaba él Menge, vocablo cuya significación no se.cubre con la de conjunto. No exageremos, pues, la tra.ductibilidad de las .ciencias matemáticas y físicas. Pero, hecha esta salvedad, e5toy dis1mésto a .reconocer que la versión puede en ellas llegar:mucho más ····' ' cerca que en las demás disciplinas; -.-. ¿Reconoce. usted, entonces, que hay dos clases de escritos: los qui¡ se pueden traducir y los que no?· -.-Si hablamos grosso modo, habrá que aceptar esa distineión, pero al hacerlo .nos cerramos la entrada al verdadero¡ problema que toda traducción plantea. Porque si nos preguntamos cuál es la Tazón de que ciertos libros ciefü · tfficos sean más fáciles de traducir. caeremos pronto. en la cuenta' de que eh ellos el autor mismo: ha comenzado. por traducirse dela lenguaauténjica en que él <~vive,.se mueve y es.», a ,una pseudo lengua. formada por térmirfos•técnicos, poLvocablos lingüísticamente artificiosos qúe él mismo necesita definir en su libro. En suma, se traduce a sí mismo de unalehgua auna terminología.
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-Pero, ¡una terminología es una lengua como otra cualquiera! Más aún, según nuestro Condillac: la lengua mejor, la lengua «bien hecha», es la .ciencia. · ·-Perdóneme que en es.o. discrepe radi,calmente de usted y del buen abate. Una_lengul'i es un sistema de signos verbales merced al cual los individuos pueden entenderse sin previo acuerdo,al paso que una terminología sólo es inteligible si previamente el que escribe o hablay el que lee o e.Scucha se han puesto individualmente de acuerdo sobre el significado de los signos. Por eso la llamo pseúdolenguay digo que el hombre de ciencia tiene que comenzar por traducir su propio pensamiento a .ella..Es un volapuh,.un esperanto establecido por convención.deliberada entre los que cultivan esa disciplina. Pe aquí que sea más fácil traducir.estos libros de una lengua a otra, En realidad, los de todos los países están ya escritos casi íntegramente .en la misma. Tan es así que estos libros parecen herméticos, ininteligibles o por lo menos muy difíciles de entender a los hombres que hablan la lengua auténtica en que aparentemente están escritos. -.Enjuego limpio no tengo más remedio que dar a usted la razón y además decirle que comienzo a entrever ciertos misterios de la relación verbal entre hombre y ho~bre que no había hasta ahora advertido:. ,..-Yyo, a mi vez, entreveo que es usted una especie de último abencerraje, último supernviente de una .fauna desaparecida, puesto que es usted capaz, frente a otro. ho~bre, de creer que es el otro y no.usted quien tiene razón. En efecto: el asunto de la traducción, a poco que lo persigamos, nos lleva hasta los arcanos más recónditos del maravilloso fenómeno que es el habla. Aun ateniéndonos a lo más inmediato que nuestro tema ofrece, tendremos por ahora bastante. En lo dicho hasta aquí me he limitado a fundar el utopismo del traducir en que el autor de un libro no matemático ni físico, ni, si usted quiere, biológico, es un escritor en algún buen sentido de la palabra. Esto implica que ha usado su lengua nativa con un.prodigioso tacto, logrando dos cosas que parece imposible cohonestar: ser inteligible, sin más, y a la vez modificar el us.o ordinario delidioma. Esta doble. operación es más difícil de ejecutar que andar por la cuerda floja. ¿Cómo podremos exigirla de los. traductores corrientes? .Mas,. tras esta primera dificultad que ofrece la versión del estilo personal nos aparecen nue;iras capas de dificultádes. EL estilismo personal consiste, por. ejemplo; en que el autor desvía ligeramente el.sentido habitual.de la palabra, la obliga a que el círculo de objetos que designa no coincida exactamente con el círculo de objetos que esa misma palabra suele significar en su uso habitual. La tenden7 cia. genéral de estas desviaciones. en· un escritor es. lo que llamamos· sú estilo; Pero es el caso. que cada lengua comparada con otra tiene también
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su estilo lingüístico, lo que Humboldt llamaba su «forma interria». Por tanto, es utópico creer que dos vocablos pertenecientes a dos idiomas y que el diccionario nos da como traducción el uno del otro, .se refieren exactamente a los mismosiobjétos. Formadas las lenguas en paisajes diferentes y envista de experiencias distintas, es.natural su incongruencia. Es falso, porrejemplo, suponei>que elespañol llama· «bosque» a lci mismo que el alemán llama Wald; y, sin eri:lbargorel diccionario nos dice que .wal&significa «bosque». Si !h11bierahumorpara ello seria excelente ·ocasión para intercalar un imria de bravura»:.describiendo' el bosque'de Alemania en contraposición al bbsque español.·Hago gracia a ustedes de la canción, pero reclamo.su re'sul.tado! la clara intuición dela enorme diferenciaqu.e entre ambas realidades· existe. Es tan grande; que no sólo ellas son' de sobra incongruentes, sino que lo son casi todas sus resonancias intelectuales ' ' ' " 1 •. " y emotivas ' ,,,., ···' • · ,,.,, .. ,., .... · ·' · ..... ¡..... 1 ···· 1· · •' tos p~rfiles de amb~ssignificaciones son intoincidentes como las fotografías de dos personas hechas la una sobre la otra. Y como erreste·caso nuestra vista vacila y spr1area sin conseguir quedarse ccin uno u otro perfiluiformarseun tercero, imaginemos la vaguedad penosa qtie·nos dejará la lectura de 'miles· de palabras a quienes· esto acontece. Son; pues, unas mismas causas las que producen en la imagen visual y en el lenguaje el fenómeno del Jlou. La traducción es el permanentejlott literario, .y como; de otra parte, lo que solemos llamar tontería no es sino•el Jlou del pensa• miento, no extrañemos que iun·autor traducido nos parezca. siempre un poco tonto.
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LOS.DOS UTOPISMOS · · ·Cuando la conversación no es un mero canjede mecanismos verbalés. en que los hombres se' comportan casi' como gramófonos, sino que los in" terlocutoreshablan de verdad sobre un asunto, seproduceun•curioso fenómeno: Conforme avanza la conversación, la personalidad dé cada un. se.va disociandoprogresivarriente: una parte de ella atiende a lo que se dice y da~ labora al decir inientras la otra; atraída por el lema mismo, como el pájaro por lárserpient'e, se retrae cada•vez'llás hacia su intimo fondo y se dedica' a pensar en'eiasuntol AJ:conversar vivimos en sodedacb al pensar nos que" damos solos: Pero el caso' es que en.ese género· de conversaciones hacemos arribas cosas a la vez; y a medida que la charlirprogresa las vamos haciendo 1
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con intensidad creciente: atendemos con emoción casi dramática a lo que se va diciendo y ál propio tiempo nos vamos sumiendo más y másien la soledad abisal de nuestra meditación: ·Esta creciente disociación no se puede sostener en permanente equilibrio. De aquí que sea caracteristicb de tales co'nversaciqnes la·. arribada a un instante en 'que•sufren un sincope y reina d.enso silencio: Cada interlocutor queda abscirto en sí mismo. De puro· estar pensando rio puede hablar. El diálogo ha engendrado silencioy la sociedad inicial precipita en soledades. · ·· ,r · . • .Esto aconteció·ennuestrareunión. Después de'mis·últimas palabras. ¿Por 1qué,1 entonces? No hay duda: esta marea viva del silencio qudlega a cubrir el diálogo se produce cuando el desarrollo dehema ha llegado a sti extremo en una de· sus direceionesyla conversación tiené que girar sobre si mismayponer la proa a otro cuadrante. · e• '' , .. • · · --'-Este silencio-dijo alguien-· que ha surgido entre nosotros tiene un carácter fúnebre. Ha .matado usted la traducción y, taciturnos; seguimos ·' '· .• . · ,, • •r ,,.,,._.. suentierro. · i• -¡Ah, nol-repuseyo. ¡De ninguna maneta! Me importaba mucho subrayar las miserias ddtradücii, me importaba sqbre todo definir su dificultad; su improbabilidad, pero:no·para quedarn1e en ello; sino ahevés: para que fuese resorte balístico qtie nos lanzase hacia el posible esplendor del arte de traducir.-E¡;,pues, el·milluto oportuno paragritar:1«¡Latraducción ha ri:merto ! ·¡Viva l~ traducción fo Ahora tenemos que bogar en sentido opuesto y; como·Sócrates diée enocasiones'parecidas¡•tenemos que cantar lapalinodia. · , .· . . : . ' : . '.· ' ''''· , .: , · 1 ' ·-·-Me temo -dijo erseñor X- que le cueste a usted mucho trabajo. Porque no olvidamos su afirmación inicial que nos presentó la faena del traducir como una operación utópica y un propósito imposible. '.:: -.-En efecto; eso dije yunpoco más: que todos los quehaceres específicos delhombre tienen parejo carácter. No teman ustedes que intente decir ahora por qué pienso así! Sé que en una conversáción francesa hay sierripre que evitar.lo principal 'y convierte mantenerse en la zona templada' de1las cuestiones•intermedias.•Harto amables son ustedes toleráridome y. hasta imponiéndome este monólogo disfrazado, a pesar de que el monólogo es, tal vez,· el crimen más grave que se·pu_ede·cometer en París: Por eso hablo un poco cohibidoycon la conciencia pe5ada bajola.impresión de estar cometiendo algo así como un estupro. Salome tranquiliza la convicción de que mi francés camina arrastrando los pies y no puede permitirse la ágil contradanza del diálbgo. Pero volvamos a nuestro tema, a la condición esencialmente' utópica de todo lo humano, En vez de asentar sobre razones demasiado sólidas esta doctrina vóy 1a permitirme sólo invitarles a que erisayen 1 •
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ustedes, por puro placer de experimento intelectual, suponerla como prifü cipici radical y contemplen bajo su luz los.afanes del hombre. . . ·-,-Sin embargo -dijo el. querido amigo] ean Baruzi-; es frecuente en sú obra el combate contra el µtopismo. , · -¡Frecuente y sustanchtl! Hay un falso·utopismo que es.la estricta inversión.del que ahora tengo. ala vista; un.utopisrrío,consistente en creer que. lo que el hombre desea¡ proyecta y sé propone es, sirüriás, posible. Por nadlf siento mayor repugnancia y veo en él la causa máxima de cuantas el.es dichas acontecen ahora.en el planeta. En el humilde asunto que ahora nos ocupa podemos apreciar el' sentido opuesto de ambos utopismos,•Elmal utopista, lo mismo que el bueno,iconsideran deseable corregir. la, realidad.natural que confina a los hombres en el recinto de lenguas diversas impidiéndoles 1a coc municación. El Ínal utopista piensa que; puesto que es deseable; es posible; y.de esto.no ha)' más que un paso hasta creer que esfácil. En' tal persuasión no dará· muchas.vueltas ala cuestión de cómo hJ!y que traducir,'sino que sin más c~menzará la faena. He aquí por qué casi todas las traducciones hechas hasta ahora son malas. El buen utopista, en cambio; piensa que puesto que sería deseable libertar. a.los·hombres de la distan<±iá impuesta pór las lenguas, no hay probabilidad de que se pueda consegliit;'pór tanto, que sólo cabe lograrlo .en medida aproximada. Pero esta. aproximación puede se~ mayor o menor... , hasta el infinito, y; ello abre ante nuestro esfuerzo una ac7 tuación sin límites en que siempre cabe. mejora, superaeión; perfeccioná" miento; en suma: «progreso». En quehaceres de' esta índole.consiste toda.la existencia humana. Imaginen ustedes lo contrario: que se viesen condena" dos a no ocuparse sino en hacer lo que es posible.Jo que de suyo puede lograrse. ¡Qué angustia! .Sentirían ustedes su vida como vaciada de sí misma. Precisamente potque·su actividad lograba lo, que se proponía les parecería a ustedes no estar haciendo nada. La existencia del·hombre tiene un carácter .deportivo,.de.esfuerzo que se complace.en.si mismo_y: no eri su resuhad(); La historia u~iversal nos hace v~r la i'.1cesante e inagotable capacida~ del hombre para mventar proyectos irrealizables. En el esfuerzo para rediizar7 los-lógra muchas cosas, crea-innumerables realidades que la llamada natu• raleza es incapaz de producir por si misma.Lo único que no logra nunca el hómbre es, precisamente; lo que se·propone-sea dicho en su hon'!r. Esta nupciade la realidad con el íncubo.de lo imposible proporciona 'al.universo los únicos aumentos de qúe es susceptible. Por eso ·importa mucho subra7 yar que todo-·.se entiende todo lo.que merece la pena, todo lo que es dé verdad human~ es dificil, muy difícil; tanto, que es imposible. ' .. Como ustedes ven, no es una objeción corifra d. posible esplendor de la faena traductora declarar su imposibilidad. Al contrario,' este cae
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rácter le presta la·más sublime filiación y nos hace entrever que tiene sentido. -Según es·to -interrumpe un profesor de historia del arte-'- tendería · usted a pensar, como yo, que la misión propia del hombre, lo que proporciona sentido a sus afanes, es llevar la contra a la naturaleza. .. •" -Ando, en efecto, muy cerca de tal opinión, siempre que no se olvide -'lo que para mí es fundamental-.-· la anterior distinción entre los dos utopismos: el bueno y; el malo; Digo esto, porque la característica esencial del buen utopista al oponerse radicalmente .a la naturaleza es contar con ella y no· hacerse ilusiones .. El buen utopista se compromete consigo mismo a ser primero un inexorable realista;· Sólo cuando está seguro de que ha visto bíen; :sin haterse la menor ilusión y en su más •agría desnudez, la realidad, se revuelve contra ella garboso y se esfuerza en reformarla en el sentido de lo imposible, que es lo único que tiene sentido.' · , . La actitud ínversa 1 que'es·la tradicional, consi.Ste en creer que lo desea• ble está ya ahí como un fruto espontáneo dela realidad. Esto nos ha: cegado a limine para entender las cosas humanas: Todos; por ejemplo; deseamos que el hombre sea bueno,.pero el Rousseau .de ustedes' que nos han hecho pade• ce'r a los demás creía que ese deseo estaba ya realizado desde luego; que· el hombre era bueno de suyo o por naturaleza. Lo cual nos ha estropeado siglo y medio de historia europea que hubiera podido·ser magnífica-,yhemos necesitado infinitas angusí.ias;·enormes catástrofes -y liis que todavía 'Van a venir-·' para redescubrir la siríípleverdad, conocida por:casi todos los siglos anteriores, según fa cual el hombre, de suyo, no es sino una mala bestia. · O para volver definitivamente a nuestro tema: tan lejos está de quitar sentido a la ocupación de traducir subrayar su imposibilidad, que a nadie se le ocurre considerar absurdo el que hablemos unos cori otros en nuestro materno idioma y;· sin embargo, se trata también de un ejercicio utópico, .. Esta afirmación produjo en tomo un encrespamiento de oposiciones y protestas. «Eso es un superlativo o/mejor; lo que los gramáticos llaman un "excesivo"», dijo un filólogo; hasta entonces tácito. «Me parece demasiado decir y cosa paradójica»; exclamó:un sociólogo. • .. •' ¡" .:.:_Veo que la navecilla audaz de mi doctrina corre riesgós de naufragio en esta súbita tormenta. Yo comprendo que para oídos franceses, aun•siendo como los de ustedes; tan benévolos., resulte düra de oír la afirmación de que hablar es un ejercicio utópico: Pero ¿qué.le voy a hacer, si tal es irrecu·' sablemente la verdad? '·,
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IIl SOBRE EL HABLAR Y EL.CALLAR 1;•
Una vez aplacada la tormenta que mis últimas palabras habían suscita~ do, pude continuar de esta manera: ·. -. Comprendo muy bien la indignación de ustedes. La afirmación de que hablar es una.faena ilusoria y una acción utópica tiene todo el aire.de una paradoja y la paradoja .es siempre irritante. Lo es mucho más para fran~ ceses; Tal vez el curso de esta éonversación nos lleve a un•punto en que.ne7 tesitemos aclarar.por qué el espíritu francés es tan enemigo. de la paradoja¡ Pero reconocerán ustedes que no siempre está en nuestro albedrío evitarlat Cuando tratamos de rectificar una opinión muy fundamental, que nos pac rece muy errónea, no hay probabilidad de C[r¡e nuestras pala):>ra5se eximan de. cierta paradójica insolencia:.¡ Quién sabe,:quie'n sabe si el intelectual, por prescripción inexorable y contra su gusto o voluntad, no ha sido comisio" nado para hacer constar en este mundo la paradoja! Si alguien se hubiese ocupado en acláramos, de una vez y a fondo, por qué existe el intelectual, para qué.está ahí desde que está; y nos pusiese delante algunos sencillos datos de cómo sintieron sú misión los más antiguos -.por ejemplo, los pensa; dores arcaicos de Grecia, los primeros profetas de Israel, etcétera-, acaso resultase esa sospecha mía cosa evidente y triviaL. Porque, aleaba, doxa significa la opinión pública, y no parecejustificado que exista una,clase,de hombres cuyo oficio específico consiste en opinar si su opinión ha de, coincidir con la pública. ¿No es esto superfetación.o, como nuestro lenguajé español, hecho.más por arrieros que por chambelanes, dice: albarda sobre al~ barda? ¿No parece más .verosí~il qtie el intelectual existe para llevar.lá contraria a.la opinión pública, a la c!oxa, descubriendo, sosteniendo frente al lugar común la opinión verdadera, la parndoxá?'Ptidierá átontecer que la misión del intelectual fu~e esencialmente impopular. / Tomen ustedes estas sugestionesmo más que como defensa mía frente a su irritación, pero sea dicho de paso que con ellas creo rozar asuntos de primer orden, aunque escandalosamenteintactos; Conste;por.lo demás, que de esta nueva divagación son ustedes los responsables por haberse soliviane tado:contra mi. .e, · · , , Y elcasoes que mi afirmación, pese a su fisonomía paradójica, es cosa bastante simple y obvia, Solemos entender pqr hablar el ejercicio de una actividad füediante la cual logramos hacer nuestro pensamiento manifiesto al prójimo. El habla es, ¡claro está!, muchas otras cosas además de esto', pero todas ellas suponen o implican esa función primaria del hablar. Por ejem-
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plo, hab~ando intentamos persuadir a otro, influir en él, a veces engañarlo. La mentira es un habla que oculta nuestro auténtico pensamiento. Pero es evidel)-~e que la.mentira seria imposible si el hablar primario y normal no fuese smcera'. La moneda falsa circula sostenida por la moneda sana; A la postre, el eµgaño.resulta ser un hmnilde parásito dela ingenuid~d;, Digamos, pues, que el hombré, cuando se.pone a hablar lo hace p~rque cree que va a poder decir .lo que piensa.' Pues bien; esto es ilusorio. El lenguaje no da para.tanto. Dice; poco más o menos, una parte de lo que pensamos. y pone una.valla infranqueable a la transfusión del resto. Sirve bastante bien para enunciaciones y pruebas matemáticas: ya el hablar de física empieza: a.ser equívoco o insuficiente, Pero conforme la .conversación se ocupa de temas más importantes que ésos, más humanos, más «reales>>, va ~~~e~tando su imprecisión, su torpeza y su confusionismo. Dó.ciles al preJUlc10,mveti;rado de que hablando nos: entendemos; decimosy escuchamos tan de buena fe que acabamos por· malentendemos mucho más que si ml.\dos. nos ocupásemos en.adivinamos; Más aún: como nuestro pensamiento está en gran medida adscrito a la lengua -aunque me resisto a creer que la adscripción sea, como suele sostenerse, absoluta-.-, resulta que pensar es hablar consigo mismo y; consecuentemente, malentenderse a sí.mismo y correr gran riesgo de hacerse un.puro lío e -.¿No exagerat¡sted un poco?-preguntairónico míster.Z .. , , · .. -Tal vez, tal vez .. , Peros.e trataría en tódo. caso de una exageración medicinal.y compensatoria; En 1922 hubo una sesión en la Sociedad de Filoc sofia, de París, dedicada a discutir el problema del progreso eo el lenguaje. Tomaron parte en ella, junto a los filósofos del Sena; los grandes maestros de la escuela.lingúística francesa, que es, en cierto modo, al menos como escuela; la más ilustre del mundo. Pues bien; leyendo el extracto dela discusión, topé con unas frases de Meillet, que mi; dejaron estupefacto -de Meillet, .maestro sumo. de. lingúística contemporánea-: <>: ¿No .les parece a ustedes que, salvando todos losrespetos debidos ala memoria de Meillet, hay también en esas palabras evidente exageración? ¿Cómo ha averiguado Meillet la verdad de sentencia tan absoluta?: No será en calidad de lingúista. Como lingúista conoce sólo las lenguas de los pueblos, pero. no sus pensamientos, ·y su dogma supone haber medido éstos con aquéllas y haber hallado que coinciden, sobre que no basta decir: toda lengua puede formular todo pensamiento, sino si.todaS pueden hacerlo con la ~sma ~acilidad'e inmediatez. La lengua vasta será todo lo perfecta que Meillet qmera, pero el caso es que se olvidó de incluir en su vocabulario un
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signo para designar a Dios y fue menester echar mano del que significaba «señor de lo alto» -:!aungoilma. Como hace siglos desapareció la autoridad señorial,jaungoilmasignifica hoy dfrectamente Dios; pero hemos de _poner~ nos en la época que se vio obligada apensar Dios como una autoridad poli" tica y mundanal, a pensar Dios como gobernador civil o cosa por el estilo: Precisamente, esté caso nos,revela que, faltos de nombre paraDios, costaba mucho trabajo a los vascos' pensarlo: por eso tardaron tarito:en convertirse al cristianismo y el vocablo indica que fue necesaria la' intervención de la policía para meter en sus cabezas la idea pura de la divintdad. De modo que la lerigua nó sólo pone dificultades afa'eJ{presión de ciertos pensamientos; sino que estorba.la. recepción de otros, paraliza nuestra inteligencia en cier" tas direcciones; ' ; ,; . No :Vamos a entrar ahora en las cuestiones verdaderamente radicales -·-¡y las más sugestivási=:que suscita este enorme fenómeno que,es el len~ guaje. A mi juicio, esas cuestiones'nb hansido,aún·ni siquiera entrevistas; precisamente por habemos cegado para ellas el equívoco perpetuo oculto en esa idea de que el habla'nos sirve para manifestar nuestros pensamientos; ;1 -""¿A qué equívoco se· refiere usted? No entiendo bien-pregunta el historiador del arte. ' -Esa frase puede significar dos cosas radicalmente distintas: que al bablar intentamos expresar nuestras ideas o estados 'íntimos, pero sólo en. pmielo logramos, o bien, que el habla consigue plénamente este propósito. Corno 'ven ustedes,reaparecen aquí los dos utopismos con que tropezamos antes al ocupamos de la traducción. Y lo mismo' aparecerán en todo hacer humano, según Ja tesis general que les invité a ensayar: «tódo lo que el hombre hace es utópico».Sólo este principio nos abre los ojos sobre las cuestio" nes radicales del lenguaje. Porque si, eri 'efecto, rios curamos de pensar que el habla logra expresar todo lo que pensamos, I1os daremos cuenta de lo que de hecho y con toüa'evidencia.nos:pasaconstantemente; a·saber:·que¡ cons-"··tantemente; al hablar.o escribir/eiúmciamos a decir muchas cosas porq)ilela lengua no nos lo permite. ¡Ah;pero entonces Ja.efecitividad del hablar no e5 sólo decir, 'manifestar, sino que, al mismo tiempo, es inexorablemente re~ hunciar a decir, callar, silendárl Elfenómeno no puede ser más frecuente e incuestionable. Recuerden ustedes lo que les pasa cúando tienen qriehablár enuna·lerigua extraña. ¡Qué tristeza! Es la que yo estoJsintiertdo ahora al hablar en francés: la tristeza de tener que callarlas cuatro quintas partes dé lo que se me ocurre, porque esas cuatro quintas pahes de iniS pensamientos españoles no·sepuedendecir buenamente en francés; a pesar de que amba5 lenguas·son,taripróxímas; Pues no se'créa que no pa5a ló .mismo, bien que en menor medida, cuando pensamos en nuestro.idioma: sólo el preconcep-
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to contrario nos impide advertirlo: Con lo cual me veo en la terrible situación de provocar una segunda tormenta: mucho más grave que la anterior. En efecto; todo lo·dicho viene por fuerza a resumirse eri una fórmula que ostenta francamente sus insolentes bíceps de paradojarEs ésta: nd se entiende en su raíz l:;r eS'tup,enda realidad·que es el lenguaje sirio se 'empfezapor advertir que el habla se'componesobre todo de silencios. Un ser que no fuera capaz de renunciar a deCir muchas cosas, sería iricapaz de hablar. Ytada lengua es una ecuación diferente eritre manifestaciones y silencios: Cada pueblo calla unas cosas para poder decir otras. Porque todo sería indecible. De aquí la eúo'rme dificultad de la traducción: en ella se·trata de' decir en un idioma precisamente lo que este. idioma tiende a 'silendar. Pero; a la vei, s'e entrevé lo que traducrr puede tener de magnífica empresa: la revelación de los secretos mutuos que pueblos y épocas sé guardan recíprocainentey tanc to contribuyen a su dispersión y hostilidad; ensuma, una audaz integración defaHumanidad: Porque, como Goethe decía: «Sólo entre todos los hombres·es.vivido por completo lo humano». ·, 1
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. NOHABLAMOSENSERIO •' Mi pronóstico falló'. La borrasca qi:te'pre5umía no se"produjo:La paradójica sentencia penetró en lamente delos que rrie escuchaban sin provocar sacudidas'ni espasmos, como úna inyección hipodérmii:á que; afortunada, no tropieza con filamentos nerviosos. Era, pues, ocasión excelente 1 ,• para obrar en'retirada,' -· · Cuando: esperaba de' parte de ustedes la más fiera:rebelión;rme encuentro.sumergido en..un-clima de: paz. No.extrañarán que lo aproveche para ceder a otro el monopolio de la palabra que, contra: rrii deseo; h.e-veni~ do ejerciendo. Casi todos ustedes saben de estos asuntos más que yo¡ Sobre todo; hay entre:ustedes urrgrarrniaestro dela lingúística que pertenece.a la nuevá generación y sería paratodos·de gran interés que nos di'ese a•conocer su pensamiento sobrelds temas manipulados hasta aquí. · · .,-,_·.· Grari maestro no soy-,-comerizó ellingüista-'-; soy sólo un 'entu 7 siasta de mi oficio, del cual creo que llega a'SU p'riinera sazón de sublimidad, a la hora de la ·máxima cosecha . Yme complace adelantar· que; en general, lo que usted ha dicho, y más aún lo que entreveo,y como palpo tras lo expresado, coincide bastante con mi pensamiento ycori lo que; ami juicio, vá a dominar el futuro inmediato de la ciencia dellenguaje. Claro es que yo
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hubiera e0.tado el ejemplo del vocablo_ vasco para designar a Dios porque es cuestión muy batallona. Pero, en general, coincido con usted. Hagámonos bien cargo de.cuáles la operación primaria en que i:adalengua consiste. . · El hombre moderno se sien té demasiado orgulloso de las ciené:ias que ha creado. En ellas, ciertamente, cobra el mundo una nueva figura. Pero es, ta innovación es relativamente-poco profunda .. Consiste en una tenue película que hemos extendido sobre otras figuras del mundo que otras edades dela·humanidad construyeron; las cuales son supuestos de nuestra innova.. ción. Usamos a toda hora de esta gigantesca riqueza, pero no. nos damos cuenta de ella porque. no la.hemos hecho nosotros, sinb que la hemos,heredado. Como buenos heréderos, solemos ser bastante estl'\pidos. El teléfono\ el motor de explosión y las perforadoras son déscubrimientos prodigiosos; pero que hubieran sido imposibles si hace veinte mil años el genio humano no hubiese inventado el método de•hacer fuego; el hacha, eLmartillo·yla rueda. Lo propio aconteée con la interpretacióll'científica deLmundo;.que descansa y se nutre en otras precedentes, sobre todo en la más antigua, en la primigenia, que es el lenguaje. La ciencia actual sería imposible sin el lenguaje, no sólo ni tanto por la razón perogrullesca de que hacer ciencia es hablar, sino, al revés, porque el lenguaje es la ciencia primitiva. Precisamente porque esto es así, la ciencia moderna vive en perpetua polémica con el lenguaje. ¿Tendría esto algún sentido si eUéngúaje no fuese de suyo un conocimiento, un saber que por parecemos insuficiente intentamos superar?. _N oisolemos ver con claridad cosa tan evidente porque desde hace mucho, ~uchÓ tfempo, la humacld~d, por lo menos la occidental, no «habla en serio». No comprendo cómo los lingüistas no se han detenido debidamente a~te este sorprendente fenómeno. Hoy, cuando hablamos, no decimos lo que la lengua en que hablamos dice, sino que, usando convencionalmente y como: en broma lo que nuestras palabras dicen pór si, decimos, corr este decirde•nuestra· lengua; lo -que -nosotros queremos decir. Mi párrafo ha resultado un estupendo trabalenguas, ¿no es cierto? Me expliparé: si yo digo que «el sol sale por Oriente», lo"quemis palabras, por tanto la léngua en que me expreso, propiamente dicen.es que un ente de sexo varo~ nil y capaz de actos espontáneos.-lo:llamado«s<;>h>- ejecuta la acción de «salirn, esto es, brincar, y que lo hace por un sitio de entre los sitios que es . por donde. se producen los nacimientos -.Oriente. Ahora bien; -yo no quiero décir en serio nada-de eso; yo no .creo que elsol sea un varón ni un sujeto capaz de actuaciones espontáneas, ni que ese su:«salin>sea una 'cosa que él hace-por sí, ni que en esa parte, del espacio·aconteican con especial lidad nacimientos. Al-usar esa expresión de mi lengua materna .mé·comporto.irónicaiiiente, descalifico lo que voy diciendo y lo tomo en broma:
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La lengua es hoy un puro chiste. Pero es .claro que hubp un tiempo en que el hombre indoeuropeo creía, en efecto, que elsol era unvarón, que los fenó·menos naturales eran acciones espontáneas de entidades voluntariosas y ·que el astro benéfico nada y renacía todas las mañanas en una región del espacio: Pon¡ue'locreía, buscó signos para decirlo y creó la lengua. Hablar fue, pues; en época tal, cosa muy distinta de lo que hoy es: era hablar en sec rio; Los vocablos; la morfología,. la sintaxis; gozaban de pleno sentido. Las expresiones decían· sobre el mundo lo que parecía la verdad, entinciabap. conocimientos, saberes. Eran todó lo contrario que.una.serie de chistes~ S'e comprende que en el viejo lenguaje deque procede el sánscrito y en el griego mismo conservenlos·vocablos «palabra>> y «decir».-·brahman;logos-un valorsagrado:· ·u:.11; :!.·: 1· · :: . La estructura de la frase- indoeuropea transcribe tina interpretadónde la realidad, para la cual lo que acontece ·en el mundo es sieinprela· acción de un agente sexuado:•De•aqui quese•componga deunsujeto masculino o femenino y de un verbo activo. Pero hay otras lenguas donde:la .frase•tiene una estrilctura muy distinta y que supone interpretaciones de lo real muy diferentes de aquélla. · ;1 :Yes queelmurido que rodea al hombre no se presenta originariamente con articulaciones inequívocas. O dícho de modo más claro: él mundo; tal y como él semos:CJ.frece1mo está compuesto de¡«e;osas»,,adié:aimente separadas y francaiiié.ntedistintas: Hallamos en éHnffoitas diferencias; pero estas diferencia~ no son absolutas. En rigor, todo es diferente de todo, pee ro también.todo.se parece unpoco a-todo: Lareali,dad•es un «continuo de diversidad» inagotable. Para noperdemos en él tenemos que hacer ert él cortes, acotaciones, apartados; en suma, establecer con carácter absoluto diferenciaciones que en realidad sólo sonrelativasc Por eso .decía Goethe que las cosas son diferencias;c¡ue:nosotros ponemos.' Lo-primero ·que: el hombre ha hecho en su enfronte intelectual coriel mundo es clasificar los fenómenos, dividir lo que ante síhalla\•endases. A cada una de,¡;stas-clases se atribuye un signo de su voz; y esto es el lenguaje: PerO'e\ mundo nos propone innumerables clasificaciones y no nos imponeninguna,:De aquí que cada pueblo cortase. el .volátil .del mundo de.modo. diferente; hiciese una: obra cisoria distinta;y:por eso hay idiomas tan diversos· i:on distinhi gramática y distinto vocabulario oseiiiantisino: Esa clasifi,cación primige7 nía esla primera-suposición que se.hizo sobre éuál eslaverdad deL~rmndo; es;•portanto; el primer conocimientoL-He aquíipor qué, eriun principio; • . ,, .. · ._. •:: · hablar fue· conocer;;El indoeuropeo éreyóque la·más importante diferencia entre las «co, sas» era el sexo, y dio a todo objeto, unpocoindecentemente;.;una califica~
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ción sexual. La otra gran división que impuso al mundo consistió en supoc ner que cuanto existe o esuna,acción-de aquí el verbo-, o es un agente -de aquí el nombre. , , Frente a nuestra,paupérrima clasificación de los nombres -eii mascu, linos, femeninos y neutros,,-, los, pueblos africanos que hablan las lenguas bantúes presentan otra:riquísima: en alguna de éstas hay: veinticuatro signos clasificadores -es decir; frente a, nuestros tres géneros, nada menos que dos docenas.:Las cosas qu,e se mueven,, por ejemplo, son diferenciadas de las:inertes; lo,vegetal de: lo animal, etcétera. Donde una lengua apenas ese tablece ,distinciones otra vuelc!f exuberante diferenciación. En Ewe ,hay treinta y,tres ,palabras para expresar otras tantas formas diferentes del andar humano, del «in>. En árabe existen cinco,mil setecientos catorce, nombres para eLcamello. Evidentemente; no es fácil que se pongan de acuerdo sobre el jorobada animalurt:i1ómada dela Arabia desierta y un fabricante de Glas" gow.: Las lenguas nos separan 'fC incomunican, l'lo,pcirque, sean,, en cuantb lenguas,,distintas, sino porque proceden de cuadros mentales diferentes, de sistemas intelectuales dispares-,, en última instancia-,.-, de filosofías diver~ gentes: No sólo hablamos en una lengua determinada, sino que pensamos deslizándonos, intelectualmente por carriles preestablecidos ,a ,los cuales nos adscribe núestro,destino verbal. . , ¡: ·, Calló ,eLlingüistay quedó con la punta de' su.aguda'nariz señalandó a un vago cuadrante.delcielo. En las cóIÍlÍSuras de suslabios parecía germi~ nar y.como. ensayarse.una sonrisa; Comprendí eri seguida que aquella men, té perspicaz era delas que caminan dialécticamente, dando un golpe a un lado y otro al opuesto. Como soy de la misma ganadería me complació descubrir el enigma que su discurso nos planteaba. -.-Subrépticiamerite y eón astuta tácticá-··dije- nos ha llevado usted ante el abisffio de 'una contradicción, sin duda para hacérnosla sentir con máyor:vivez.a:, Ha'.sosterndo usted; en efecto,·dos,tesis:opuestas::Una: que,,·--,. cada lengua impone un determinado cuadro de categorías, de rutas "'ene tales; otra: que los cuadros.que constituyeroncadale11guano tienen ya vi~ gencia,,quelosusamos corivencionalmenteyen broma, que,nuestro dechno'es ya propiamente:decir lo que pensamos, 'sinO'sólo «maneras de ha,blarn ·' Como·ambas, tesis son convincentes; su 'conflagración nos invita a 'pláriteambsunproblema que hasta ahora no había estudiado el lingüista, a saben;qúéchay,de vivo y qué hay de muerto en nuestra lengua; qué catego~ r:fas, gramaticales siguen informando nuestro pensamiento ycuáles han per~ elido vigencia; Porqué de cuanto rios ha dicho usted fo más evidente es está proposición escandalosa que erizaría los cabellos de: Meillet y de Veridryes: nue5traslenguas son un ariacronismoi .
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-Efectivamente -exclamó el lingüista. Ésa es la cuestión que deseaba sugerir, y ése es mi pensamiento. Nuestras lenguas son. instrumentos · anacrónicos. Al hablar somos humildes rehenes delpasado.
V EL ESPLENDOR . -·-La hora avanza... dije al gran lingüista-, y estareunión tiene que dispersarse. Pero yo no quisiera renunciar asaber lo que usted piensa sobre la faena de traduck , .-.-Pienso como usted -repuso-: pienso que es muy difícil, que es improbable, pero que, por lo mismo, tiene gran sentido, Es más: creo que ahora llegamos por vez primera a poder intentarla engrande:y a fondo. Conviene advertir, de todos modos, que lo esencial sóbre el asunto fue dicho hace más de un siglo por eLdulce teólogo Schleiermacher en su ensayo Sobre los diferentes métodos de: traducir. Segün. él, la versión es un movimiento que puede intentarse en dos direcciones opuestas: o se trae elantor al lenguaje del lector o se lleva el lector allenguaje del autor. En el primer caso, traducimos en. un sentido impropio de la palabra: hacemos, en rigor; una.imitación o' una paráfrasis del texto origirial. Sólo cuando arrancamos al lector de sus.hábitos lingüísticos yle obligamos amoverse, dentro de.los del autor, hay propiamente traducción. Hasta ahora,casi no se han ·hecho más que pseudo traducciones. Partiendo de esto, yo me atrevería a formular ciertos principios que definirían la nueva 'empresa de traduch- a que más que nunca, y por razones que luego, si hay tiempo, diré, es preciso dedicarse.· ·.. ' Y hay que comenzar por corregfr en su base misma la idea de lo que puede y debe ser una traducción. ¿Se entiende ésta como una manipulación mágica en virtud de la cual la obra escrita en unidioma surge súbitamente en otro? Entonces estamos perdidos, Porque esa trarisustanciacióri es ·imposible, La traducción no es un doble del texto origirial; no es, no debe querer ser la obra misma con léxico diStinto. Yo diría: la traducción ni siquiera pertenece al mismo género literario que lo traducido, Convendría recalcar estoy afirmár que Ja traducción es un géneró literario: aparte; distinto de los , demás, con sus normas y finalidades propias. Por la sencillarazón de que la tradu,cciónno es la obra, sino un.camino. hacia la obra. Si ésta es una obra poética; la traducción no lo es, sino más bien un aparató, un artificio técnico que nos acerca a aquélla sin pretender jamás repetirla o sustituirla;
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· Refirámonos, a fin de evitar confusiones, al género de versión que más nos importarla, que, a mi juicio, urge más: 1a de los griegos y latinos. Han perdido éstos para nosotros el carácter de modelos: Acaso sea.uno .de los síntomas más extraños y más graves de nuestro tiempo que vivimos sin modelos, que se nos ha atrofiado la facultad de perdbir algo como modelo. En el caso de griegos y latinos, tal vez resulta fecunda nuestra presente irreverencia, porque al morir como normas y pautas, renacen ante nosotros como el único caso de humanidad radicalmente distinta de la nuestra, énfa cual -merced a lo mucho de ellos que se ha conservado-podemos penetrar. Grecia y Roma sonelúnico viaje absoluto en el tiempo que podemos hacer.. y este género de•excursiones es]o más importante que hoy se puede intentar para la educación del hombre occidental. Dos siglos de pedagogía ma~ temática, física y biológica, han demostrado por sus efectos que no bastan estas disciplinas para desbarbarizar al hombree ü1c educación [isicomatemá~ tica tiene que:serintegrada poruna auténtica edúcacióil'histórica, 1a cual no consiste e,n saber lisias dereyés y descripciones de batallas o estadísticas de precios y jornales en este o et otro siglo, sino que requiere .•. un viaje al extranjero; al absoluto extranjero; que es otro tiempo muyremoto y otra ciC vilizaciónmuy distinta; ' ·Frente a las ciencias naturales tienen hoy que renacer las• «hµmanídades>>, si bien consigno diverso del que siempre tuvieroIL Necesitamos acercamos de nuevo·al griego y al romano, no en cuanto modelos, sino, ab::onc trario, en•cuanto .ejemplares,.eriores, .Porque el ho1111Jre 'es una entidad histórica y toda!realidad histórica-•por tanto, no definitiva-·- es; por lb pronto, un error. Adquirir conciencia histórica de sí mismo y aprender a verse como iln error, son una misma cosa. Y como eso-.ser siempre, por lo pronto y relativamente, un error~ es la verdad del hombre, sólo la conciencia histórica puede ponerle eri su verdad y salvarle> Pero es vano pretender que el homfüe actual; sin más que.mirarse·a·shnísmo; se descubra comoerror. No• hay más remedio que. educar su óptica para la verdad hum')lla, para eLauténtico «humanismm>,•haciéndole ver bien de.cerca el error que fueronfos otros y; sobre todo; el error que fueron los mejores. Dé aquí que me.obsesione,. desdé hace muchos años; .esta idea de que.es preciso reha-é bilitar ¡para la lectura toda Ja antigüedad grecorromana---·y para' ello es inexcusablé.una gigantesca.faena de nueva traducción. Porque ahora no se trataiia.•de vérter a ¡:méstros' idiomas del dia las obras que ·valieron como modelos en su:gériero, sino todas, indiferentemente.•N os interesan, nos inipottan ·-··-repito-.-· como:errores, .no como ·maestro.s>. No tenemos apenas qué aprender. de· ellos por lo que dij eran; pensaron;• cantaron, ·sino sim• plemeritépórque fueron, porque exiStieron; porque; pobres hombres como
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nosotros, bracearon desesperadamente como nosotros en el perenne nau. fragio del vivit. ·· · ' , · ... • , ,. 1 De aquí qué importe orientarlas traducciones clásicas en este sentido. ·Porque si antes dije que es imposible la repetición de una obra y que la traducción es ¡;ólo ur¡.iaparato quenos:lleva a ella, se colige que caben deún inis• mo texto diversas traducciones .•Es.imposible, parlo menos lo es casi siempre, acercarnos·a la vez a.todas las dimensiones del texto original.Si.queremos dar una idea de sus calidades estéticas, tendremos que renunciar a casitoda la materia del texto para transcribir sris gracias formales. Por eso serápiei:iso repartirse eltrabajoy hacer de una misma obra traducciones divergentes segün las aristas de ella que queramos traducir con precisión: Mas, en.general, sobresáletanto.el iritetés de aquellcisctextos; en cuanto síntomas de•la vida antigua, que púede préscindirse de sus• otras calidades sin pérdida seria. i ·• ·Cuando se compara con el texto uria traducción de Platón, aun la más reciente; sórprendée irrita-, no:quelas voluptuosidades del estilo platónico se hayan volatilizado al ser vertidas; sino que se pierdan las tres cuartas partes defas.cosas;:de las cosas.mismas que actúan en las.fo1ses.del filósofo y con que éste; éTI. su viviente pensar, tropie2a, que insinúa•o acaricia ah paso: Por eso,no como suele creerse pm'la amputación de swbelleza,.interesa tan poco al.lectoractual::¿Cómo vira interesar si•han·vaciado.dtexto'antes y haµ dejado sólo un t~nue perfil sin· grosor ni tél)lblores? Y esto que digo no es, conste; mera suposi.i:ión; Es un hecho biencnotorio que sólo:unatradué:ciónplatónica ha sido deverdad·fértiL Y esta traducción: es precisamente la de Schleiermacher y fo fue precisamente 'porque, conc deliberado designio; renunció a hacer una traducción bonita; y quiso,. en'uria primera aproxunac ción, hacer lo que voy diciendo. Esta famosa versión-ha sido de gran servicio, inclusive para lós filólogos. Porque es falso creer que este género.de traba• jos sirve sólo a los que ignoran elgriego y ellatín. -. " -•Imagino; pues, una forma· de traducción quesea fea; como lo es siempre la ciencia, que no pretenda garbo literario,'.que ho sea fácil de leer;'pero sí que sea muy clara,1 aunque está.claridad.reclame •gran copia de 'not~s al pie de la página. Es preciso que el lector sepa de antemano que al leer•una traducción no :va'a leer un libro literariamente1bello, sino que va' a usar un aparato bastante enojoso, pero que le va a hace\) de verdad transmigrar dentro del pobre hombre Platón que hace veinticuatro siglos se esforzó a su modo por sosteil'erse sobre eLhazdela vida. ·, ,,, i Los hombres de otros tiempos habfan mdiesier de los antiguos en un sentido pragmático. Necesitaban aprender de ellos muchas cosas para utilizarlas con plena actualidad. Se comprende que entonces la traducción intentase modernizar el texto antigµo, asimilarlo al presente. Pero nuestra
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conveniencia es la contraria.Necesitamos de ellos precisamente en cuanto son disímiles de nosotros, y la traducción debe subrayar su carácter exótico · y distante; haciéndolo como tal mteligible: • No comprendo cómo cada filófogd no .se considera obligado dejar traducid!Len esta forma'alguna obra•antigua. En general, todo escritor debería no menospreciarla•ocupación de traducir y complementar su obra personal con alguna versión dé lo antiguo, medio o contemporáneo: Es pre" cisci renovar el prestigio. de esta labor y. encarecerla como un trabajo mte" lectual de•primer orden. Si se hiciese así, llegarla a convertirse el traducir. en una disciplina sui gentris que cultivada. con continuidad, segregaríamna técnica pn;ipia que aumentaría fabulosamente nuestra rec;l de vías mteligen2 tes, Pues si'níe hdijado especialmente en1a5 versiones del griego;y ellatín\ ha sido sólo porque en ese caso la cuestióll' general ·se hace más patente' Pero enuna u otra medida; lostérminos.del asunto son; los mismos referidos a cualqUierá otra época.b•pueblo: Lo decisivo eS'que, al tradu,cir; procure" mos salir de nuestra lengua a las ajenas yno alrevés,• qué es lo que suele ha" cerse.Aveces; sobre. todo tratándose de autores contemporáneos, será Pº" sible que la: versióll'tenga, además de sus virtudes como traducción, cierto valor estético."Entdncesiserámiel sobre hojµelas... como dicen ustedeslós españoles, probablemente siri tener idea delo. que son hojuelas:· · · ,,. -.. -Le oigo corimucho plaéer.,-dije yo para concluir. Es cosa clara que elpúblico de un país no; agradece una traducción hecha en el.estilo. de su .propia lengua. Eara es.to tiene de sobra eón la prddui:ción de los au~ores mdígenas. Lo que agradece es lo inverso: que llevando al extremo de lo inteligible las posibilidades de su lengua trimsparezcan en ella los modos de hablar propios al áutortraducido .. Las versiones al alemán de mis libros son un buen ejemplo de esto. En pocos años se, han hecho más de quinceedii:ioc nes. El caso sería inconcebible sino se atr;ibuye en sus cuatro quintas parteo¡ al aeierto de la traducción; ·Yes que mi:traductora•haforzado hasta.el límite .. la tolerancia gramatical depenguaje alemán para transcribir precisam¡nti; lo que no es alemán en mi modo de decir... De esta manera eLlector se ,ene cu entra sin esfuerzo haciendo gestos mentales que son los españoles: D.es, cansa así un poco de sí mismo y le. divierte encontrarse Uil' rato siendo 0 tro; Pero esto es muy difícil de hacer énla lengua francesa: Yo sientp .qt¡e · mis últimas palabras en .esta reunión seall' involuntariamente agresivas; pero el tema de que hablamos las.impone;.Son éstas: de todas las lenguas europeas; la que menos facilita la faená de traducir es la francesa::.
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DEFENSA DEL TEÓLOGO FRENTE AL MÍSTICO
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Fragmento del curso público sobre «¿Qué es filosofía?», dado en abril de 1929. I
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pod~~ri val~r ~t~ mutismo y e~te cariícter ific
transferible de cierto saber·como objeciones contra>el misticismo. El· color que ven nuestros ojos y el sonido que oye nuestra. oreja sém, en rigor'; mdecibles. El matiz peculiar de tin color real no puede ser ex¡J'resado en'pala" bras: hay que verlo,. y sólo el que lo ve sabe propiamente de qué se·trata; A úri ciego absoluto no se le puede comunicar lo que es el.cromatismo del rriunl do, para nosotros tan evidente. Sería, pues, un error desdeñar'ló que ve el místico porque sólo puede verlo: él. Hay que raer del conocimiento la democracia del saber, según la cual sólo 'existiría lo que todo el murido puede conocer. No: hay quien ye más que los démás;y estos demás no pueden cae, rrectamentehacer,otra cosa que aceptar esa·superioridad cuando éstá:es evidente. Dicho en otra forma: el que no ve tiene que fiarse del qrie ve. Pero se dirá: ¿cómo podemos certificar que alguien ve, en efecto, lo que no vemos? El mundo está lleno de charlatanes, de vanidosos, de embaucadores, de dementes. El criterio en este caso no 'IDqJarece de dificil hallazgo; yo creeré que alguien ve más que yo cuarido esa .visión superior, invisible para mí, le proporciona superioridades:yisiblespirramí.Juzgo porsus•efectos:·Canste, pues, que·nb.e5la:_inefabilidad ni la imposible tran5ferencia del saber místi~ ca lo que hace al misticismo poco estimable-.-.ya veremos cómo.existen;, er¡ efecto, saberes que por su consistencia misma son incorimnicablesy aliene tan inexorablemente prisioneros dél silencio; Miobjéciónal misticismo es que de la visión mística no redunda beneficio alguno intelectuaL Por fortuna; algunos místicos :han sido; antes que místicos;', geniales pensadores -,como Plotino, el maestro Eckehart y d señor Bergsoll.! En ellos contrasta peculiarmente la riqueza, la fertilidad de'pensamiento, lógico o expreso, con la miseria de sús averiguaciones extática:s. , El misticismo tiende a explotada profundidad,y especula con lo abis" mático; por lo'IDenos, se entusiasma'con las honduras; se siente:atraído por
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ellas. Ahora bien, la tendencia de la filosofía es de dirección opuesta. No le interesa sumergirse en lo profundo como la mística, sino, al revés, emerger de lo profundo a la superficie: Contra lo que suele'suponerse, es la füosofía un gigantesco afán de superficialidad, quiero decir de traer a la superficie y tomar patente, claro, perogrullesco, si es posible, lo que estaba subterráneo, misterioso y latente. Detesta el misterio y los gestos melodramáticos del iniciado, del mistagogo. Puede decir de sí misma lo que Goethe: Ya me declaro del linaje de ésos
que de lo osrnro aspiran a lo claro. La filosofía es un enorme apetito de transparencia y una resuelta voluntad de mediodía. Su propósito radical es' traer a la superficie; .declarar, de5cubrirlo oculto o[velado-en Grecia; la filosofía comenzó por llamarse aléthcia;que signific~.desocultación, revelación· ó desvelación-, en suma; manifestación; Y manifestar no es sino hablar; lagos. Si el misticismo és callar; filosofar es decir, descubrir e¡:t la gran desnudez y transparencia ,de la pala! bra el ser delas cosas, decir el ser: «ontología». Frente al misticismo, la·fb losofía quisiera ser el secreto a voces. • , . , • : ·· · · : .Comprendo,· pues,.perfectamente, y de paso COII)parto, la falta de simc palía que han mostrado siempre las lgle5ias hacia los místicos, como si'temiec sen que las aventuras extáticas .trajesen desprestigio sobr.e la religión, El ex~ tático es ' más o menos ' un. «frenético». . Por .eso se compara él mismo a un hombre ebrio. Lefalta m.esura y claridad mental: Da a la relación con Dios un carácter orgiástico que repugna a la grave severidad del verdadero sacerdote.' El caso es que, con rara coincidencia,.el mandarín confuciano experic menta un desdén háciá el místico.taoísta; parejo al que eheólogo católico siente hacia la monja iluminada. Los partidarios de la:bullanga en todo orden preferirári'siemprecla anarquíayla embriaguez·de los místieos·a.ladara · y ordenada inteligencia de los sacerd,otes; es decir; de laiglesia.
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esa realidad, la más iII)portante de todas. Pero dudo mucho que el enriquecimiento. de nuestras ideas sobre lo divino venga por los caminos subterrá·neo.s de la mís'tica y no parlas vías luminosas del pensamiento discursivo. · Teologíay nó éxtasis.
*** Llamamos filosofía a un conocimiento teorético, a' una teoría. La teoría es un conjunto de conceptos, en el sentido estricto del término concep" to.·Y este sentido estricto consiste.en ser concepto un.contenido mental enunciable. Lo que.no se puede decir; lo indecible o lo inefable, no es con7 cepto, y.un•conocimiento que.consista en visión inefable del objeto será todo lo que ustedes quieran, inclusive será, si ustedes lo qtiieren, la forma suprema de conocimiento, pero no es lo que intentamos bajo, el nombre de filosofía. Si imaginamos un sistema filosófico como el de Plotino p 'e1'de Bergson, que mediante conceptos ncís demuestra ser el verdadero coriocic miento un éxtasis de la conciencia en que ésta traspone los límites de lo intelectual o conceptual y toma contacto inmediato con la realidad, por tanto, sin la. mediación o intermediario del concepto, diríamos . que'.son filosofías en.tanto que prueban la necesidad del éxtasis eón mediós no extáticos y deján de serlo cuando se arrojan del concepto a.la inmersión en el místico trance. ·. ·: Recuerden ustedes la impresión sincera que.les ha producido el trato con las obras místicas; El autor nos invita a un viaje maravilloso, al más maravilloso. Nos dice que ha estado en el centro mismo del universo, en la entraña de lo absoluto. Nos propone que rehagamos con él la caminata. Encantados; nos disponemos a partir.y dócilmente seguir a nuestro guía. Desde luego, nos sorprende un poco que quien se ha sumergido en tal prodigioso lugar y elemento, en tan decisivo abismo; como es Dios o lo Absoluto o lo Uno, no haya quedado más descompuesto, más deshumanizado, connuevo acentó -··-más distinto y otr0 de nosotros mismos. Cuando Teófilo:Gautier volvió a París de su viaje por· España; todo el mundo se lo. cónoció en la cara, porque la traía tostada por el sol transpirenaico. Según la leyenda bretona, los que bajaban al Purgatorio deSanPatricio no volvían a reír' nunca. La rigidez de los músculos cigomáticos, solícitos obreros de la sonrisa, servía de '«auténtica» a su excursión subterránea. El místico ha vuelto intaCto; impermeable ala materia soberana que duránteunrato le ha bañado; Si> alguien nos dice que vuelve.delfondo: del mar, automáticamente dirigimos una mirada a su indumentaria con la esperanza de hallar en ella prendidos vagos rest0s de algas y corales, flora y fauna abisal:
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Pero' es tanta la ilusión que nos ofrece el viaje propuesto, que acallarnos esta momentánea extrañeza y caminamos resueltos junto al místico. Sus palabras-·-sus logoi-· nos seducen. Los místicos han solido ser los más formidables técnicos de Ja palabra. Los más exactos escritores. Es curiosó y -como veremos- paradójico que en todos los lugares del mundo los clásicos del idioma, del verbo, hayan sido los místicos. Ademas de portentosos decidores, los místicos han tenido siempre un gran talento dramático. El dramatismo es' la terisión sobrenormal de nuestra alma producida por algo que se nos anuncia para elfuturo; al que en cada instante nosaproxh mamas más, de suerte que. la curiosidad o el temor o el ·apetito suscitado por ese algo futuro se multiplica'por·simismo, acumulándose sobre cada nuevo iristante. Síla distancia que nos separa de ese futuro tan atractivo o tan temible es dividida en etapas, la arribada a cada una de ellas renueva y aumentanuestra tensión. El que va a cruzar el desierto de Sahafa siente curio0 sidad por sus bordes, donde la civilización termÍna, pero fa sientemi;yor por lo que hay más allá de esos bordes, parlo que es ya desierto, y todavía mayor por el·céntro mismo de•éste¡;como si en ese centro fuese el desiertc;i superlativo de sí mismo. De esta rnanera, en vez de menguar Ja curiosidad confoI1)1e se va usando, es como un músculo que el ejercicio alimenta y acrece. El más allá de la primera etapa interesa; pero interesa mayormente el más allá de ese primer más allá,y,así sucesivamente:Todo buen drama" turgo conoce el efecto de mecánica tensión que produce esta segmentación del camino hacia un futtiro anunciado:Ypor eso; lbs místicos dividen siempre su itinerario hacia el éxtasis en virtuales etapas. Unas veces se trata de un castillo dividido en moradas inclusas unas en las otras, como esas cajas japonesas que tienen siempre dentro otras cajas más-.así Santa Teresa-.-; otras veces ,es Ja subida a un monte, con altos en la ascensión, como en San JuanodeJa.Cruz, o bien es:una escalera donde,cada peldaño nosprometé uria nueva Visión y uri nuevo paisaje, como en Ja escála espiritualde'5rur Juan Climaco. Confesemos que al llegar a cada uno de estos estadios s~fü mas alguna desilusión; lo que desde él divisamos no es cosa m:ayor, Pero·la esperanza de qúe en, el próximo se manifestará ya lo insólito y magnífico nos rnanti.eúe alertas y animosos. Mas he aqui que al llegar a Ja última morada, a la cima del Cannelo, alúlti1Ilo escálón; el mfstico guía, que no ha pa" rada de hablar durante un momento, nos dice: «Ahora; quédese ustedahí solo; yo voy a.sumergirme én el éxtasis. Ala vuelta le contaré a ~sted>>,; Dó" cilrnenteespérainos, 'ilusionados éon la perspectiva dever al niiStico retor" nar áµte nuestros ojos; directamente del abismó, cliorieando aún misterios; coí:r el oloraére de lós vientos de ultranza que guardan algún tiernpo pega~ do las ropas del navegante •.Helo aquí que ya vuelve, se. acerca. y nos dice:
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«Pues ¿~abe usted que no puedo contarle nada o poco menos, porque lo que he VIS to es en sí mismo incontable, indecible, inefable?» Y el místico, tan locuaz antes, tan ·maestro del hablar, se toma taciturno en Ja hora decisiva o, lo que es peor todavía y más frecuente, nos comunica del trasmundo noticias tan tri.viales,, tan poco interesantes, que más bien desprestigian el más allá. Como dice el refrán tudesco: «Cuando se hace un largo viaje, se trae algo que contar». El místico de su travesía extramundana no trae nada 0 apenas que contar. Hemos perdido nuestro tiempo. El clásico del lenguaje se hace especialista del silencio. Quiero indicar con esto que la discreta actitud ante el misticismo en el sentido estricto de esta palabra, no debe consistir en la pedantería de' estudiar a los místicos como casos de clínica psiquiátrica -como si esto aclarase n~da ~encía! de ~u obra-u oponiéndoles cualesquiera otras objeciones previas, smo, al reves, aceptando cuanto nos proponen y tomándoles por Ja palabra. Pretenden llegar a un conocimiento superior de la realidad. Si, en efecto: el.botín de s~~iduría que el trance les proporciona valiese más que el conoc1m1en_tº. teorenco, no dudaríamos un momento en abandonar éste y hacemos m1sncos. Pero lo que nos dicen es de una trivialidad y de una monotonía insuperables. A esto responden los místicos que el conocimiento extático, por su misma superioridad, trasciende todo lenguaje, que es un saber mudo. Sólo cada cual por sí puede llegar a él, y el libro místico se diferencia de un libro científico en que no es una doctrina sobre la realidad trascendente, sino sobre el plano de un camino para llegar a esa realidad el discurso de un método, el itinerario de la mente hasta lo absoluto. El saber mfstico es intransferible y, por esencia, silencioso.
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EN EL CENTENARIO DE UNA 'UNIVERSIDAD
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Conferencia dada en el paraninfo de la Universidad de Granada durante la conmemoración del cuarto centenario de esta Universidad 1 en 1932.
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La U~i~ersidad de G;anada conmemora su cuartó centenario. Si esta Universidad se da cuenta de sí en esta hora festival, advertifá que, para ocuparse estos días .en su pasado y dedicarse a recordar, ha tenido que suspender su vida normal, en la cual no era.el pasado y el recuerdo loprimarió, sino, por el contrario, el porvenir. La vida es una faena que se hace hacia adelante. Nuestro espíritu está siempre en el futuro, preocupado por lo que vamos a hacer, lo. que nos va a pasar en el momento que llega. Sólo en vista.de.ese futuro,.para pr~venirlo y entrar en él bien pertrechados, se nos, ocurre pen.sar en lo que hemos sido hasta aci.uí. Vemos nuestro. pasado como el conjunto de medios, de capacidades, de experiencias que nos permitirán afirmarnos en el porvenir, es decir, continuar sosteniéndonos en él, sfendo en él. ¿Qué es ahora, en estos días, nuestra Universidad? Si en el futuro somos lo que proyectamos, en el presente somos lo que hacemos en virtud de aquella decisión o.proyecto. Ylo que hace ahora esta Universidad es conmemorar su cuarta secularidad, es decir, recordar. Es curioso que el hombre a veces lo que decide hacer en eLinstante futuro· es precisamente ocuparse delpasadq, recordar, La .palabra es.maravillosa:recordar, es decir, volver a hacer pasar por el corazón lo que.ya una vez pasó.por.él; esto.es, revivirimaginariamente lo ya vivido. Pero nótese. que el recuerdo no es pasivo: si en nuestra mecánica psíquica acontece que una imagen del pretérito rebrota automátic camente, eso no es recordar. Ante esa irriagen, como ante tódo, el hombre tiene que decidirse por aceptarla o no, y si la acepta es que se pone activamei;ite a recordar; por tanto,· el rememorar no es algo pasivo, que le pasa al hombre, sino algo que él hace, · Recordar no es, pues, algo .pasivo, es un hacer; no es que el pasado venga por su pie hasta nosotros, sino que nosotros vamos al pasado; volvemos a él; merced a esa extraña condición del hombre que le permite movili~ zarse libremente por todas las dimensiones de su tiempo y ser igualmente
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futuro, presente y pretérito. Ahora esta Universidad es, en una u otra medida, con una u otra plenitud y precisión, sus cuatro siglos de historia. Pero eso que he llamado el hacer, y que, por lo visto, se contrapone al simple pasarle a uno, tiene una condición fund.amental, y, a la vez, perogrullesca; ésta: que todo lo que se hace se hace por algo, en vista de algo. Pero nosotros sabemos ya lo que es ese algo, en vista del cual hacemos todo: es nuestro futuro, porque el pasado y el presente no nos puede importar por sí. Lo que nos importa es ser, existir mañana-vivir es pervivir-; lo 'demás es haber vivído. Por eso el recordar se hace en vista del porvenir, y de ahí que, si nos analizamos mientras estamos entregados a la memoria, observaremos que al rememorar bizqueamos y que, mientras recordamos con un ojo el pasado, con el otro seguimos atentos al porvenir, como refiriendo cons~ tantementdo quefoe a lo que puede sobrevenir, El recuerdo' es la carrerilla que el hombre toma para darun·brinco enérgico imbre él futuro. Ysino; ¿a qué viene el esfuerzo que esia,Universidad dedica .¡ocuparse estos días· en su trasvida? No hay duda: lo hace para afirmar su porvenir, para atraer la aten" ciónsobre ella, para fundar su derecho a pervivir mañana, entre otrasirazQ'i nes, ·en el1hei:ho de su historia larga.' Conmemorar es recordar en cmriunic dad y públicamente; la conmemoración es la solemnidad del recuerdo: Y he aquí que esta Universidad reanima sus cuatro siglos de historiat Ve lo que ha sido, pero advierte al punto que los detalles de su historia particular, con ser interesantes; representan sólo variaciones más o menos anecc dóticas 1de To que ha sido la Universidad española entera: En todo loesen• cial, en las aspiraciones,· en la relación con el contorno,' con los poderes sociales, con la Iglesia, con el Estado, con el pueblo, con las dotes de la·raza; con la economía del medio, su destino ha sido el mismo que el de cualquiera otra Universidad española; Y por eso, al querer palpar con precisión lo que-ha sido, se ve forzada' a preguntarse:' ¿qué ha sido la Universidad espa" ñola? Esto ya no 'es·ariecdótirn, esto es ya rnuy importante, esto' es ya· sus~----· tancial. No es desdeñablelo que esta Universidad deba a Granada; p~ij!l eví+ dentemente no le debe nada visceral. La provincia, la región =y no i'gnoráis que soy muy regionalista-·', no representan sustancias históricas; son roo-' dificaciones del gran ente nacional que es lo históricamente sustancial. Por eso lo que esta Universidad tiene de tal no e5 lo que tiene de granadina, sino lo que' tiene de española. En la conmemoradón tendríamos; pues,' que par-' tir de lo que ha sido la Universidad en España1 ,, ' · · Pero' al intentarlo caemos en la. cuenta de1que 1no se puede aclarar lo que ha' sido1la.Universidad española si no contemplamos su destino pecuc liar sobre el fondo ddo que ha sido toda lá'Universidad europea. La nuestra· nace dela misma inspiración e impulso coincidente que las demás de nues-' 1
tr~ mundo occidental. Ciertos supuestos elementales, ciertas vicisitudes de pnmer orden son comunes a todas .. Y: es evidente que lo más jugoso en esta mnmemoración sería dirigir una mirada ala que ha sido la Universidad europea que incluye a la española yla granadina, y preguntarse si su porvenir presenta barrunto? de bonanza o peligro. . ·• ,. . . _,, .· '· Ya~í est~ Universidad, al sumirse en su propio pasado de Universidad europea, revwe el.proceso1dramático y glorioso1que ha sido la historia de esta institución; Ve cór:io 1de minúsculos y privad0s centros de .estudios que brotan con esp~ntane1dad de hongos «en.todo; lugar. un poco tranquilm~ du~ante_los_connenzos dela EdadMedia, se desarrollan los grandes cuerpos umv~rsltanos¡ que atraen gentes de los lugares más remotos 'de Europa y palpltan Yse estrei;necen·como vísceras imprevistas .dentro de la sociedad europea; coi:stituyendo su más auténtica.novedad. Porque esto es To prime" ro que con".1ene hacer .constar: la Universidad, el cultivo, y enseñanza del sabe_r orgamzados como cprporación,pública, como institución, es, algo exc clus1vamente europeo; que no había existido en ninguna otra spciedad.. · Por eso yo suelo decir que la Universidad ha sido consustancial con Euro~a1Lo más parecido a:ella, que es el mandarinato de China, se diferencia es_en~ialmente.1Ahíse trataba únicamente· de la,preparación de empleados pubhcos.~Fue, pues, exclusivamente un órgano del Estado:como táL Pero en Europa; ~ual~uiera ~ue_s~a el aprovechamiento.que el Estado haya obtenido de la Umvers1dad, significó ésta tinprincipiá.diferente.y originario, aparte, cua~do no.frente.al Estado. Era el Saber constituido como. poder social. D.e aqm que a~enas ~a~a sus primeras batallas la Universidad se constituya con fuero proprn y ongmales franquías. Frente al poder político,que es la fuerza,! la Iglesia, q_ue es el poder. trascendente, la magia de la Universidad se alzo ~orno genumo y exclusivo y auténtico poder espiritual: era la Intelig:ncm com~ tal, exen~; nuda y por sí, que por vez primera en el planeta te~a l~ ~udacm ~ese.r dnectamente y; por.decirlo así; en persona, una energia histonca. ¡La mtehgeneia como institución! ¿Es esto .de verdad .de verdad po.si~l~? No voy ahora a entrar en el tema; porque no es lo que eh mis notas pnmmvas preví; y quiero1en el perfil general de lo .que os diga ser estrictamente fiel a ellas. , . : .. ,.. ... · . .. Ello es que desde el siglo Xllse oye sin interrupción, oriundo delos seno~ de Europa,. un son que no se parece a.nada, pero que _de parecerse a algo sena a.un como bordoneo de abejas solícitas e inquietas, vagabundas y punzantes. Es·el ru~?r que hacen las Universidades, un rumor que, como el del motor de explosrnn en nuestro tiempo, era un ruido nuevo en el mundo. y: en eso:. siglos, cualquiera que sea el trivio o encrucijada donde os coloquéis, vereIS que chocan cuatro tropeles de hombres dispares: un tropel de soldados
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que moviliza el poder público, un tropel de mercaderes que empuja el in" terés; un tropel de peregrinos' que va'a Compostela o a Tierra Santa y im tropel de los que entonce5 se llamaban escolares, y lioy llamamos estudian" tes, Y no, se puede negar que en el concurso de tan vario origen son éstos los que ponen la alegria, la insolencia, el illgenio, fa gracia'. y-¿por qué no de+ éirló?-'-la pedaritería, Yeste'tropel de escolares foa,a ser el que ganase la partida'alosbtros. La cosaesinnegable:en,Europalas Universidades ganaron la partida a los otros poderes,,incluso almásfuerte;,porque es la fuerza; al poder político. Esa'partic:la:ganada por los e5i:ofares al poder político se llamarevolución, y es 'daroqueme refiero a la,a'.uténtica, porque'no estoy dispuesto llamar,revo]ucióna cualquiera cosa: ¡Ganaron la partida a los deÍnás poderésl Pero ... ¿la'ganaron para siempre? He aqut que la resaca: del recuerdo, como siempre acontece, nós arranca de la playa muerta; inofensi~ va:, sinpeligros;que:e5 el pasado; y nos arroja de nuevo a la mar del porvenir. Err contacto con ella volvemos a sentimos vivir,' porquevolvemos a sentir" nos en,péligro; y, queramos o no; tenemos que bracear para'mantenemos'a flote: I:.a vida es permanente conciencia de naufragio y menester de natáción: La mirada al pretérito, la conmemoración, no ha heého sino ;curamos··del embotamiento en que vivíamos y ponemos en carne viva para que' percibamos bieri lo que elfuturo tiene de característico frente al presente y elpa5ado: ¿Cuál es la esencia del futuro, de «todo» futuro? Peligro; problema, La Universidad europea ha sidoalgo magnífico; glorioso y triunfante;,eri el si~ glo XIX llega almáximum de su poder; pero, ¿y mañana?'¿ Qué será mañana? ¿Lo mismo, más, menos? ¿Qué haremos para responder a esta pregunta? Yo creo que la cosa no ofrece duda. No tenemos'más,que un camino; un método: comparar el pa~ sado con el presente, es decir, hacemos bien cargo del presente para descubrir, si en él se dan las mismas causas que hicieron posible' en el pasado la ,.. ,. '"''.,,,,,,.._,, vidasaltidable o el triunfo de laUniversidad.,,,. · ', Yo no puedo, como es nattiral, estudiar aquí adecuadamente las ~a¡sas por las cuales la Universida,d:prosperó y triunfó en el pasado europeo. Lo único que puedo hacer.es enunciar la 'causa máxima; ]a que, en rigor, resU" me y fecundiza todas las demás. Sometedtin ser viviente¡ cuyo organismo propio posea todas la5plenitudes y facultadés, a un clima desfavorable, negativp de su estilo zoológico; y le veréis pronto desmedrarse y sucumbir o,.a,lo sumbiarrastrarse en una vitaminima. Viceversa¡ el organismo endeble se corrobora y,plenifica en un clima favorafüe. Un clima no es sino un régimen atmosférico en quepredo~ minan 'ciertos :ingredientes' fisicoqnimicos. Pues' bien, eso que llamamos una época' histórica no es sirio un clima moral; donde predominan ciertas
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valoraciones; ciertas,preferencias; ciertos entusiasmos. ¡Coinciden las pre~ ferencias ambientes de nuestra época con el proyecto de vida que cada uno de nosotros es; entonces nuestra vida se logra fácilmente! Pero, si las esti~ inaciones de fa época en qne vivimos pugnan con el tipo de hombre que h~ mos de ser, i;iuestr~ existencfase malogra. Esta' ecuación de coincidencia o repugnancia entre nuestro programa vitaly nuestra época es uno de los' factores primarios de eso que llamamos «destino»., " ' No' escapamos a la circunstancia; ellá forma parte de nuestro ser, favo" rece o dificulta el proyecto que somos. ' ' ¡_ ¡ ' ' Cuando serepasa la historia dela Universidad,europea, que imaginamos como una persona; aunque colectiva, viviente, notamos que su trayec" toria; sus 'altos' y bajos, su humildady:su esplendór, avanzaron paralelac merite al entusiasmo que el'europeo sintió por la inteligencia. Esto·es la causa, decisiva de la prosperidad y triunfo gozados por la institución universitaria. El europeo, en su evolución, llegó muy,prorüo a preferir y antec poner la inteligencia a todas las demás cosas del Uhiverso. En los demás cuerpos históricos, en el Oriente, en el mundo grecorromano, en el orbe excéntrico del 'arabismo, sólo una minoría social creyó radicalmente en la in~ teligencia, y aun esto habría que verlo más despacio; pero sólo en Europa'se da el caso de que casi la totalidad del pueblo sienta un•entúsiasníb preferente por lo intelectu~l, que ponga su vida ú1tegra al naipe de las 'ideas; eri suma,: que viva ,de ideas y para' ideas, ,, A fin de· que no se desoriente la comprensión de los que me escuchan; intercalo secamente la adv'ertenda de qtie, rio porque yo sea de oficio y VO" cación intelectual ha de suponerse sin más que apruebo eso: el que se viva de ideas y para ideas. Es evidente que todo hombre ha vi\'.l'do siempre con ideas; usando de ellas como instrumento «para» su vida. ·Digo; pues, sin anticipar sentencia, que el europeo no se ha' limitado a vivir con ideas, sino que ha'puesto su vida a las ideas, como el arriesgado'pone su fortuna íntegra a laiSOta'de copas: 'En un 'clima o ambiente dol:ninado por esta'preferencia; era natural que la Universidad prosperase y, que llegase a su culminación en los siglos que tepresentanel imperío, casi indiviso; de la'lnte~ ligencia, en la época moderna y sobre todo énelsiglo XIX>¿Es fácil que la inteligencia pueda ser en el porvenir visible tanto'omas que ha sido hasta 1900? La fecha no e5 caprichosa, porque efectivamente en tomo a· ella comienzan a aparecer en Europa síntomas que: luego se han de5arrollado pavorosamente y que a,nunciaban'el cambio de clima histórico en que indiscutiblemente nos encontramos hoy. El entusiasmo por la inteligencia decrece, y asciende en pleamarla hostilidad a la inteligencia'. ¿Es e5te hecho, taninnel gable como universal en Europa, una realidad profunda o es umfenómeno
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pasajero, debido a una hora.de cansancio por la continuidad del esfuerzo ininterrumpido, multisecular, dedicado·.al pensamiento? ¿Es el odiuni professionis que sufre transitoriamente el europeo? Sea una u .otra cosa su sentido y valor, repito. que elhecho es incuestionable y que lá Universidad debe mirarlo cara a•cara porque-de ello depende su porvenir. La inteligencia es el pell5arniento, es la razón,y el entusiasmo hacia ella significa que prec ferimos ante todo tener razón. La actitud era bonita, no. se puede negar¡ porque a todas.las cosas del mundo se prefería la cosa menos cosa del mundo, la más etérea, la razón, la idea razonable. · ... Pero si ahora dirigimos una mirada al área europea, a la política, a la vida.social, sobre todo .a las: nuevas generaciones; os enco.ntráis que ya casi náclle quiere tenerrazón. No es quena la tenga: es que deliberadamente le trae sin cuidado tenerla o•no. ¿Qué es lo que quiere; entonces, la génte?. Por lo visto; nole interesa la idea de las cosas; sino qu\! quiere las cosas mismas¡ Ese imperativo de eficacia a que hoy se muestran-tan dóciles las· gentes y que enarbolan como banderá y principio, n:o hace. sino expresar aquel brutal .querer las cosas. Es decir, no se estima al que las piensa, sino al que las qui~c re con resolución; se.desestima la inteligencia, se prefiere la voluntad: al inc telectualismo sucede el voluntarismo. ¡La voluntad! Ésta es la nueva diosa desde 1900c ¿Será relativamente definitiva, informará toda una época comb la.otra,• será no más que una diosa transeúnte y.como turista que seda un fugaz paseo por Europa? Yo no voy a decidirlo hoy: Perb es positivo que los hombres actuales incriminan. a toda la Edad Moderna; echándole en cara precisamente lo que ésta consideraba el máximo honor: le echan en cara que no hacía sino pensar, pensar... Que además de esto haya creado una civilización material.prodigiosa; la cual permite a las nuevas gentes vivir mejor que ha vivido nunca el hombre, es cosa que se pasa por alto y no se le r~conoc ce. Se le.inculpa porque pensaba y pensaba;. Se le recuerda que en uno de los instantes•culminantes· deHntelectualismo; en la Alemania-romántica, había.·--dichb Schlegel.quelavida verdaderamo essino•un unendHches GespJ!idt, una charlá•infinita, una conversación ínterminable en que se canjean ideas; y la una sale dela otra indefuidamente; sin úldm¡i consecuencia, sin acabar nunca, sin termir¡ar en una resolución. ·• • ••• . ; '.: i Es evidente que desde hace ya no pocos años,,y en toda la.extensión: de Europa, cualesquiera sean las formas dela JlOlítica; ha sobrevenido un cansancioy.cOmoun hartazgo de eso. Fatiga la discusión e irrita que.no cono cluya, es decir, que no lleve a consecuencias, á:decisiones. Frente a la-intelic gencia; que parece perderse en el arabesco de su propia dialéctica, se yergúé la-otra potencia deLhombre: la voluntad; que• es la facultad· de resolver- o; por lo mehos;.de re5olverse. Seria un diagnóstico erróneo no ver este cam7
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bio. del estilo. histórico sino en sus más melodramáticas manifestaciones políticas. No; más allá de la política, y antes que ella comience sus operaciones, en los senos profundos de la vida occidental se ha producido un cambio de valoración. Nb se cree que se haya hecho bastante pensando en las cosas, y se empieza a entrever. que la inteligencia no sejustifiéa; sin más, a sí misma, por el simple hecho de ejercitarse.. Una vez reconocido este cambio de. la preferencia europea, surge en nosotros indefectiblemente una pregunta: Y ¿por qué ha acontecido? ¿Qué pecado ha cometido la inteligencia para ser-por lo menos aparente y transitoriamente-. derrocada y suplantada?· . He dicho que el hombre vive siempre con ideas: ¡claro está! Al encone trarse en la:circunstancia o mundo hace funcionar,. entre.otros, su .aparato intelectual y; quiera b no, se forja ideas sobre elmundo, lo interpreta, y estas ideas o convicciones sobre lo que las cosas son, entran a formar parte de la circunstancia. Es. evidente que)a vida del cristiano, para quien este mundo no es sino antecámara o antifaz de otro más real donde está presente Dios, es distinta de la vida del marxista, para quien la última realidad del Universo es el proceso de la producción económica. Naufragar en Dios o naufragar en lo económico son.cosas diferentes, aunque a la postre ambas son idénticamente.naufragios, son depender de alguien o de algo que es diStinto de nosotros, es tener que s¡;r fuera de sí. Precisamente porque nuestra vida es eso, de modo irrecusable-.-.necesidad de sostenemos en un medio que nos es ajeno, desconocido-.; no tenemos más remedio que interpretar nuestra situación, tratar de averiguar qué es ese mundo en que braceamos náufragos y cuál es su relación con nosotros. Ahora .bien, esto es filosofía. Y esa filosofía o interpretación de nuestra vida será aguda o roma; elemental o sabihonda, espontánea o pedante, pero lo que no.puede negarse es que el hombre, quiera.ano, la ejercita. No puede vivir sininterpretar su situación, sin filosofar. De aquí que el mejor resumen_ de una época sea su .filosofía.. No discuto ahora si es ella causa o efecto de lo demás; no es que quiera dar importancia a la filosofía; al contrario, pue5to que.digo que, quieran o no, todos son filósofos. Me basta para el caso con tomarla como la expresión y síntoma de-un tipo de vida; .de una época. ¿Y cuál ha sido, reducida a última cifra, la filosofía europea, la interpretación de la realidad que ha orientado la existencia en la época moderna? En suumbral,vestido a la esÍJañola, de negro, se alza un.hombre solitario, pero dela mejor ~ompañía, un gentilhombre que ha sido; tal vez, el genio mayor: de Occidente; el más original, que eliminando todo lo adventido y recibido va~_ decir la auténtica verdad europea: es Renato·Descartes. • ¿Y qué hiio este hombre?
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Pues este hombre se sentía perdido enla vida, nada en ella-encontraba seguro; Nótese que esa sensáció_n de perdimiento e iµSeguridad no es algo que nos acontezca a ratos en la vida, sino que es la vida misma, aunque ha~ cernos todo lo posible para ocultárnoslo: Descartes quiere hacer pie en algo firme, tropezar con la aúténticarealidad, sentirse seguro. Tanto -da-decir que nos sentimos perdidos como decir que dudamos. En efecto; todo es duc; doso; a la vida no le es regalada ninguna convicción absoluta: es primero duda, perplejidad. Pero entonces; dice Descartes, si dudo, por lo menos es cierto que dudo, y luego da ese granpa50, tan sencilloyque es el paso de l:i Europa moderna: es cierto indubitabfemente que dudo; pero dudar no es sino pensar. ¡Eureka!, hemos hallado Ja realidad indubitable: el 'pensamiento existe; y como yo soy ese pensamiento, yo existo. Existo, pues,: porque pienso; existo como pensamiento; como inteligencia. Y eso,_pensamiento; esloúnicoquehay.- •' _ --< --- : :-• ·- ' • Porquevainos a dejar todo lo demás, que D~cartes'añade: ya que eso¡ su punto de partida, eslo esencial, eso es de lo que, con una u otra modula~ ción; va a hacerse solidaria Europa, de 1650al900: es el idealismo. Si vamos ál otro cabo de ese magnífico siglo XVII que «estabiliza» la interpretación europea de la vida, topamos conLeibniz, cima del pensamiento barroco. Y -hallamos que en él culmina ese idealismo: Lo que en el bon pas de Descartes fermentaba implícito va a ser paladinamente afirmado en LeibniZ:La realidad única es la mónada, yla mónada es pensamiénto y solo pensafuiento; confuso o claro.e Además; cada mónada está aislada, «sin ventanas», y su existencia se reduce a una faena interior de pensar y pensarse a sí misma, de ponerse en claro consigo misma. El mundo es mera proyección del sujeto intelectual, simple fenómeno y fantasmagoría:-Pero tanto en ese'mundofantasmagórico como en la realidad de las mónadas, sólo un principio rige: el principio de la razón suficiente. Nunca ha llegado a mayor imperialismo la inteligencia. Porque-ese j:>rind'pió declara que:paraque algo exista es preciso que cumpla la exigencia de «tenerrazón>f, !a6al es una exigencia intelectual. ¿Veis cómo el entusiasmo por la inteligencia hace· de ella la realidad fundamentál, en rigor, la única? Esta convicción va a impregnar toda la vida europea, en:todos sus órdenes, y aunque el hombre medio no se dé cuenta de ello, corno no se da uno cuenta habitualmente dela atinósferaquerespi~ ra. En esa•atrnósfera se-comprende el fácil-triunfo de la,Universidad. • No obstante, reparemos en-que el mundo antiguo había' opinado tarnc bién; si-néi que el pensamiento erahiúmca realidad, porlo:rnenos que era la fundarnentafrMas hay una diferencia radical: cuando elgriego habláde in" teligencia, del nous, no se refiere, por lo pronto; a la suya, sino a un princi-
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pio o po~er que _le parece e~trever en el cosmos, en el mundo. El europeo, en cambio, creyo que la realidad única era la_hiteligencia del hombre sea ]a individual: sea la-de la especie humana, conio creía Hegel. Y esto tr~euna consecuencia ·decisiva para la_ interpretación de nuestra vida, Si ]o_ único qu~ ~ay es 1!1 inteligencia y la inteligencia es el hombre, quiere decirse que lo umco que hay es el hombre, que el hombre se queda solo. O dicho en otra si la única realidad es el pensamiento yyo soy pens~miento· resultaforma: ~ ~ . . ' ~a ~ue, para mi; existir no es sino pensar. Ahora bien, pensar es una faena mtu~a; que ~go dentro de rnf, sill salir de mí, sin tener que_ contar con µa, da aJeno ami,,Según esto, la vida en su efectiva realidad consistiría eri estar solo consigo; dentro de sf,yno, corno hemos dicho, en lo contrario, en tener que so~tene:se fuera,_enel mundo, el cuál, acaso, es irracional, minteligen, te, anumteligente acaso, ¿quién sabe si mi eneniigo?-1:.: •i- ·•- _1 -- ___ _ - 'No, señor Descartes: vivir; existir el hombre, no es pensar. Vuestra merced -sea dicho con máximo respéto y haciéndole toda.la mesura-____ vuestra merced ha fpad:~ido u.n error. Sin duda, _vuestra merced ha llegadb pensando a la conclus10µ: existo porque pienso; pero recuerde que se ha pu~to ~esi:a ~er~ed a pensar, que ha caído en la cuenta-de que pensaba no sm mas m mas, smo porque antes se_sentía perdido en un _elemento extraño, problemático, inseguro, dudoso; cuyo ser era extraño al de vuestra merced. Se ha puesto, _pues, a pensar «porque» antes existía; y ese existir_ de vuestra merced era un h!lllarse náufrago en álgo qúe se llamá mundo y no se sabe lo que es-que es dudoso-por tanto, que era algo distintó-devtiestra rnerced-.-~orq~e ~e sí mismo, como nos asegura,vuestra merced, no puede ~udar.. Vivrr, exisur, no es estar solo, sino al revés, no poder estar solo consigo, smo _hallarse cercado, inseguro y prisionero de otra cosa misteriosa heterogénea, la circunstancia, el Universo. Y para buscar en él alguna segu~ ridad, corno el náufrago mueve sus brazos y nada, vuestra merced se ha puesto a pens~r; No existo porque pienso, silla al revés: pienso porque existo; ~lpensa~ien~o no la realidad.única y primaria, sino al revés, el.pens.amiento, l~mteligencr~, son una de las reacciones a que la vida nos obliga, Ue~e sus raree~ y su senudo en el hecho radical, previo y terrible de vivir:-La , razo11:pura y aislada tiene que aprender a ser'razón vital. ¡ , , E.ste fue el pecadó de la inteligencia: creer i:¡ue ella era sola, que ella era la realidad. :
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únicarealidad. Se comprende muy bien-y ya veremos por qué abundan" te serie de serias 'razonesL·que la inteligencia, la idea; caiga en este error, Está ella consignadaTndisolubiernente,a la realidad,' 6 dicho de.otro _modo más perogrullesco: la idea es idea «de>~fa realidad. Su papeles de espejo, y cuanto más limpio, mejor. Refleja las cosas y en este virtual sentido las contiene. Si un espejo tuViera conciencia de sfrnisrno, caería fácilmente en lá ilusión de qué tiene dentro de silos objetos que refleja; y si además tuviesé pies, echaría a andar creyendo que podía llevarse consigo todo lo en éleS" pejado, que era, pues; espejo y cosa espejada. Aristóteles dice con gran razón que el alma es en ciértb'inodotodas las cosas, puesto quelaspiensa!Pe,!'Ola cuestióny el peligro 'está en ese ser en «cierto modo», en ese casi~ser.Unrhí" nirno' descuido en la•apreciación 'de cuál sea ese \
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intelectualismo? ¿Representa, en efecto, la norma «estable» del porvenir? Debe el curioso preguntarse con cierta perentoriedad si una actitud corno la voluntarista, en· que el hombre cree no tener que contar más que con su voluntad, con su·decisión, es, en definitiva, muy diferente de la intelectualista. El descendi~nie d~ Descartes creía que vivir era pensar o, lo que es lo mismo, ponerse de acuerdo consigo mismo. ¿Hay mucha distancia de esto a creer que vivir es resolverse enérgicamente? ¿No significa esto que se sigue creyendo lo mismo, sin más que haber trasladado el acento de la potencia inteligente a la volitiva? ¿No tiene el voluntarisrno todo el aire de simple y exasperada forma que el viejo idealismo adopta, convulso, antes de morir? La explotación de voluntarisrno sobrevenida en Europa desde hace treinta años -no es menos antigua la fecha de la emergencia- ha abierto una ancha brecha en el horizonte hermético donde nos retenía, mágicamente prisioneros, el intelectualismo. Éste ha sido su papel y su servicio. Pero no es verosímil que el voluntarisrno represente una actitud perdurable. El horn?r: es, ante todo, voluntad, porque, ante todo, tiene que hacer algo para exrstlr y, por tanto, ante todo, tiene que querer y decidirse. Por ser el hombre primariamente voluntad, es precisamente por lo que luego tiene que ser también inteligencia. Es ésta quien crea los proyectos entre los cuales la voluntad ha de decidir, y para ello intenta penetrar hasta la verdad del mundo y del hombre. Yo sospecho que, una vez hecha a fondo la experiencia del radical voluntarl?rno, el hombre descubrirá, otra vez-¡por fin!-, que no está solo, que hay en tomo de él poderes extraños y distmtos de él con quienes tiene que contar, y que hay sobre él poderes superiores bajo cuya mano, pura y simplemente, está.
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Artículos publicados en La Nación de Buenos Aires, octubre de 1936 I
Gaspar de Mestanza,Tecientemente fallecid~,· es uno de los pocos españoles interesantes que han.nacido en los. últimos cien·años:. Porque es forzoso reconocer que el español; tan lleno de otras virtudes más importantes, no posee casi nunca el donde interesar. Es de ordinario un horribreex" celente, pero aburrido ..La causa de ello acaso esté en que reacciona siempre del modo previsto y no da margen para que esperemos de él nai:laci:¡ue ,no e5té ya•en el prcígráma, Por esta razón la vida española ha sido siempre poco divertida, hoy como en .tiempo de Viriato. Don Gaspa!C de Mestanza repre~ senta .Una egregia excepción. Era siempre otra cosa además o aparte de lo quepudierapresumirse. Ya el hecho de que haya dejado escritas unas ex" tensísimas memorias lo demuestra. Porque ni sus 'amigos más próximos sospechaban que este hombre tan alegre que parecía embarcarse entero en la gracia de cada hora.fuese capaz de esa periódica retirada o abandono de la vida'que'srtpone la redacción de.unas memorias. Don Gaspar deMestanza ha í:nuerto.deochenta.años, de modo que casi un siglo entero se ha destilado por aquella alma•sutilísima; que se·acer" caba tanto a todo, conservando, a la vez, de todo una•absoluta distancia. Nació en 1855; y esto le consigna a la generación que «tuvo el grito» en las postrimerías del siglo. Fuera acaso convenientecontar algún día a; los jóvenes lo que fue aquel estilo de vida que si; llamó.fin de siecle, y que es probablemente el más opuesto entre los imaginables al vigente hoy. Ha sido el tíem~ po en que el europeo sintió más.radical confianza en sí mismo y en el porvenir. Ese exceso de confianza le hizo abandonarse, perder toda cautela, y quien quiera hallar la causa inmediata, pero profunda, de cuanto hoy acontece, la encontrará rebuscando en esa última quincena de la centuria .•Pero no suele faltar en ninguna generación un hombre que vive un poco al fondo
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de la escena, un hombre deslizante, que pasa inadvertido y que es su testigo excepcional. Hombre de ojo claro y frío, implacable en el ver, que lleva, como no puede menos, en su ·entraña los atributos de su generación, pero que no queda sumergido en ella, sino que la mira flotando sobre el1a y por eso se salva cuando ella transcurre y sigue apto para vivir otros tiempos que subsiguen. Claro que esto sólo es posible en hombre cuyo modo sustancial de vida no es la pasión, sino la visión. Esa pupila implacable de azor que otea el paisaje ha sido Mestanza durante más de cincuenta años. La muerte, al acercarse, le ha encontrado con una inteligencia tan alerta como en la hora mejor de su vida y con la mano puesta en sus Me:mo1ias, donde, no hace todavía dos meses, urdía el comentario a los último.s acontecimientos del mundo. Dotado de sin igual perspicacia para percibir los cambios de los tiempos y definirlos, su obra no tiene pareja en la bibliografía porque nunca se ha podido asistir con tanta clarividencia a cambios históricos tan radicales. La historia ha solidó siempre usar de un aut-0mático pudor que le hacía apagarla luz en la hora de sus graves mutaciones, como en el.teatro se hace la oscuridad al tiempo de cambiada decoración. Cuando la humanidad va a transformarse, los hombres parecen previamente volversetontos y no ven lo que pasa. No podrá.decirse lo mismo del presente. Estas Me11101ias tienen la particularidad de que.no cuentan muchas cosas. No tienen una iritencióri narrativa; sirio analítica. Destacan sólo ciertos hechos de la:vida pública y de la vida privada:-.-más aún, de la vidafatilila-que el autor considerarepresentativos:y los somete a una pavorosa endoscopia. Mete en lo real la fina sonda que lleva al cabo una lamparita eléctrica y nos hace ver mágicamente iluminada la entraña del humano existir en sus más secretas operaciones; Para mí .\o·más sorprendente en Mestanza es que hombre de tal calidad, de mente tan densa, fuese diplomático: Tal vez se tratá,,por mi parte, de una injusticia respecto a ese oficio: Pero debo confesar la debilida,dque me. hace.sentirangustia y una atroz melancolía ·cuando. en una comida rm:. ··········~•,•"' encuentro sentado junto a un diplomático. «He aquí-.pienso-". dos horas de mi vida, total e irremediablemente perdidas; Voy a oír.una serie de anécdotas queno'tienen nada que ver entre sí ni .con la realidad de cosa alguna, noticias vagas sobre'países que•no parecen estar en el mapa, e ideas equivo¡ cadas sobretodo».,El giro popular español que habla'de «tomar el rábanó por las. hojas»: parece la definición de. la diplomacia. Estos hombres de la caniere son el universal casi. Son casi elegantes; casi aristócratas, casi fun7 cionarios, casi iriteligentes y casi donjuanes. Pero el casi.es el vocablo de la ausencia .. A·veces;·sin embargo.. recuérdese el caso de Stendhal-.-.;la ca~ rrera diplomática esel·mejor antifaz que un hombre distante de los cl.emás hombres puede elegir para circular entre ellos sin que sospechen los ricos
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hontanares de espíritu que lleva dentro. Todos los individuos auténtica~ mente personales que he conocido tenían dos vidas -una de ellas simple .coraza de la otra. Así Mestanza, que pudo pasear impunemente durante .cincuenta años su hipersensibilidad por las capitales de Europa y América, merced a ~na: vulgar máscara de diplomático. En su profesión era considerado como hombre exacto; cumplidor, y que no se dejaba sorprender nunca; Probablemente este oficio le sirvió además para vivir fuera de su país. En España sufría excesivamente,.y desde lejos su nacióJ y su raza le aparecían putjficadas en la esencialidad del recuerdo y la monumentalidad de la distancia. Muchas veces le oí decir: «Al revés que en los demás europeos, lo peor en el español es la piel y el prililer movimiento. El español es de cutis áspero, como papel de lija: por dentro es suave y hasta blando. En cambio, el francés, que es de cuero untuoso, tiene una hoja de aserrar en el.eje de su almai;. Ello es que Mestanza rehuyó siempre y cuanto pudó el contacto con la piel de sus compatriotas. En sus Memolias ha dejado observaciones sobre nuestro carácter, sobre nuestra historia, tan agudas que no creo exista nada ni de lejos parecido. Con un soberano desdén hacia los tópicos, va desde lueg~ ~ las vísceras y descubre tremendos secretos de esta alma española, tan VleJa y tan mal conocida. Porque si Mestanza soslayaba el contacto con sus paisanos, sentía, no obstante, una enorme curiosidad por ellos.: De aquí · que conociese a Espa.ña mejor que nadie; Fue, con· Francisco Alcántara, el primero que penetró ª·fondo en el terruño peninsular, que descubrió los pueblos profundosy perdidos. No era raro que desde sus remotos puestos oficiales-. de Londres, de Berlín, de la América del Sm- descendiese ful" rninante, como un alcotán, sobre la menuda presa entrevista; sobre una vetusta villa perdida en el riñón de nuestra tierra. Vivía allí unas semanas y luego levantaba el vuelo.llevándose en las garras la delicia gozada y algún secreto de España. En el tomo IV de sus Memo1ias hallo lo siguiente: «Debía cada cual hacer una lista de situaciones imaginarias que a su juicio representasenformas superlativas.dela delicia del vivir. Yo tengo hecha esta.lista, y uno de sus desiderata consiste en lo siguiente: ser inglés, que me durmiesen con un hipnótico. en Oxfordy me despertasen.en Córdoba en un huertO'de naranjos. Esa prililera emoción del hombre nórdico ante la inverosimilitud del naranjo es uha forma máxima de existencia». En un'o de estos súbitos descensos predatorios le conocí yo, siendo casi adolescente: Fue hacia 1902. Dirigido por Alcántara, el gran maestro de los desconocidos rincones españoles, visité entoncesporprililera vez a,Albarracín:·Esta caduca ciudad lanza a las alturas su increíble perfil alucinado, agarrada a un cerro de ~iedra caliza que bajo el sol parece de plata: La entonces humilde y polvonenta carretera renunciaba, como hoy, a subir hasta ella y pasaba el
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cerro por ún túneL Allí, junto al túnel, empotrada en la roca, había unapoc sada de cuento, tenida por una legendaria viejecita. En aquel tugurio:en~ contré a Mestanza, que había llegado dos días antes de Berlín, donde representaba a nuestro país. Éste fue el fantástico escenario en que brotó huestra amistad, una amistad firme y continuada que· ha sido Ja causa de que la fa~ milia me haya entregado sus memorias almorir su admirable pariente: Yo espero dar pronto a Ja luz pública estos volúmenes, pero quisiera adelantar algunos extractos que den una ideaaní:icipada de su curioso contenido: '
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En ,e] mismo tomo rv; que corresponde, aproximadamente a su ciric cuentena, escribe Mestanza:. «Al llegar'-ª cierta altura de. su tránscurso, nu'estra .vida hace automáí:icamehte balance defj;nitivo de sus experiencias en un cierto orden de asuntos. No por ser tan normal es menos extraño el fenómeno a que aludo. Porque esa operación de balance y cierre de cuentas respecto a un tema vital-·· al amor yla mujer, por ejemplo, o bien sobre leí que se espera de nuestro pueblo y de Jos demás, o bien sobre la política-va motivada por una absoluta convicción de que ya hemos hecho todas las ex~ periencias acerca de él que podemos hacer; Y esto es lo extraño: ¿cómo·sabe nuestra vida 'de antemano que ya no va a experimentar nada nuevo en aquel orden? Nada tiene que.ver este balance auténticamente definitivo e mexot ráb1e con otros 'que hacémos én alguna hora pateticay de cuya insinceridad nos damos cuenta. En éstos nos sentimos histriones de nuestra propia vida. (Sería interesante, por cierto, estudiar el histrionismo que el hombre menos histrión segrega a Jo largo de su vida, como si ésta necesitase de cuando en cuando darse espectáculos íntimos). El balance a que me refiero lleva en sí mismo Ja garantía de su autenticidad; sabe que no es ficción y.queJ!SJrre: médiable; más aún, se lo encuentra uno hecho y terriblemente concluso; · · »Es una inapelable conciencia de que ya sabemos lo que es elan;wr, lo que es la mujer, lo que es nuestro pueblo, lo que es la política, y; a la vez; sa~ bemos por qué antes no lo sabíamos·y caminábamos a ciegas no obstante la fingida seguridad que aparentábamos. Este saber no tiene un carácter intelectual: o teónco, no es siquiera un saber fornulado y acaso sea infornulac ble. Sin embargo, está ahí, interviniendo activamente eri nuestra vida, comci uria luz soberana, como un incontrovertible mandato. Si intentamosiniciár un nuevo 'amor, advertiÍnOS alpun\o que nos es imposible porque se IlOS presenta desde luego cori implacáble evidencia toda su• trayectoria y no nos deja márgenes de indecisión donde puedan' fermentarlas ilusiones; · ·
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· »No debiera, después de todo, sorprendernos tanto la cosa porque Ja vida será todo lo rica, varia y profunda que se quiera, pero es, al fin yal cabo, . unaTealidadfinita, determinada. Irla viviendo.es, a la par, irla conociendo, ·y este conocimiento llega en un cierto momentci a su propia plenitud.. En cada arde!). dé asuntos tardaremos más o menos tiempo, pero en casi todos concluimos por haber dado la vuelta entera alrededor. de ellos. Tal vez es ésta la expresión que mejor declara la plenitud de conocimiento en que, queramos o. no, nos sentiÍnos estar: haber'dado la vuelta entera al tema, haberlo visto por todas sus caras. Antes, como nos faltaba alguna cara por ver, nuestro conocimiento no se cerraba sobre sí mismo, no era hermético, y en aquel.vacío.de intUición háéían su nidd las ilusiones y ponían su trampa las generosas ·e5peranzas: 'Como :el hombre,' enfo que•depende de su voluntad, es por naturaleza tramposo,• quiSiera prolongar indefinidamente este estado de coriociinfento insuficiente y abierto a.nuevas posibilidades, pero la vida hole'deja, y una cierta mañana se encuentra con que su saber sobre el amor; sobresu'pueblo,'sobre sí mismo; estáya completoy cerrado'. ¡Adiós, las penumbras deliciosas! Hay que vivir'en adelante bajo una cruda luz de mediodía, ..Todo •esta claro,· ferozmente:diafano: cada. cosa es lo qué esynada más; Ls, eiástencia se despoja de.las ilusiones, acariciadoras:pero fraudulentas. En cambió, brota eri nosotros una sorprendente sénsaeión de dciminici sobre· la vida, una sensacióffrara que se asemeja a Ja! que experimentamos sobre una comarca cuyos camillas y:sitios·conocemos perfectamente y al movernos por.Ja cual llevamos con toda claridad en· la mente su·pláno». •·En las Meii101ias de Gaspar de Mestanza ·encuentro dos momentos en que el autor, sin declararlo expresamente, hace sendos cierres de cuentas. Uno de ellos se refiere a la faena sentimental que representa para el hombre el trato conlamujer; otro: atañadero ala política. Cuando hace el primero, Mestanza debía tener cincuenta:años. El segurido coincide con los sesenta y tres o sesenta y cuatro. Por cierto que, al desarrollar sus ideas definitivas in eroticis, Mestanza escribe lo siguiente: «Tres veces, por lo menos; he·dado por concluida mi juventud y me he colocado íntima y externamente en Ja actitud de un horrib're que va a vivir en los modos de lamadurez .. Pero, con enorme sorpresa mía, me encontré otras tantas con que había padecido un error' óptico.· Me fue forzoso reconocer que; por debajo de mi juicio que decretaba ehérmino de mi juventud\ seguía ésta fluyendo. con todos sus esenciales atributos. La priméravez fue alas treinta y dos añds;.La segunda a Jos cuarenta, La tercera a los cuarenta y cinco;· ¿No es cómica. esta situación? Me parece la contrapartida dela otra situadón cómica en que elhombre resueltamente decrépito sigue creyéndose joven. Cuando analizo el porqué de aquella ilusión óptica; hallo pronto su causa.Se trata del iriflujo pasmoso
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que las ide·as vulgarmente extendidas tienen sobre nosotros. En mi tiempo existía con plena vigencia la idea de qúe la juventud está adscrita a la veintena: Adviértase, por ejemplo;.que toda mi generación: se sabía de memoria unos ridículos versos .de don Gaspar Núñez de Arce que comenzaban así:
III «CuandD"riiiro al trasluz -escribe Mestanza en el tomo .VI de sus Me·mo1ias- los 'cuarenta años y pico de mi vida diplomática, veo en su ámbito infusorios en un líquido corrupto, los innumerables polítiagitarse, cos que he conocido. He visto pasar por· delante de mí los gobernantes de casi todos los paises y los que aspiraban a serlor¿ Qué impresión ha depositado en el fondo de mi ser esa fabulosa muchedumbre de personajes, a que fuera preciso añadir la recibida en mis lecturas históricas; .continuadas durante medio siglo? No me es fácil enunciarla porque me repugnan las extravagancia5,yaquellaimpresión loes afondo y sin remedio. Yo preferiría poder incriminar esa opinión niúi sobreJos políticos encontrando algún pretexto para descalificarla ante mi propio juicio. : •; · · · »Hay opiniones· en cuya formación nos damos cuenta dé haber iriterc venido: las hemos buscado y solicitado, las hemos ido urdiendo, prir decirlo así; con nuestras manos y conocemos el secreto lugar de 'ellas· doride, para redondearlas, les dimos un ligero coup de pouce que acaso es arbitrario o, por Io menos; no impuesto ineludiblemente por los hechos: Pero hay otras opiniones•de que nos sabemos por completo inocentes/Nunca intentamos formárnoslas, no fuimos ni remotamente sus conscientes creadores: Al con. trario: nos las encontramos un buen día formadas en nosotros por generación espontánea, sin que sepamos de dónde.vinieron y cuál ha sido su gestaCión. Por lo visto, en nuestro roce con la realidad, se han ido poco a poco precipitando en nosotros, como mecánicamente, en virtud de cierta secreta química tari solapada que ha ido operando a espaldas de nuestra íntima vigilancia. Ello es que, precisamente por no ser obra nuestra, no podemos nada frente a estas opiniones que ejercen un influjo inexorable sobre nosotros». No se puede negar el acierto de esta distinción establecida por Mestanza en fa fauna de nuestras opiniones, aunque le falte la clave última de ella. Mestanza, que era un formidable analítico de la vida humana, no fue.unfilósofo. Leyó mucho sobre las disciplinas filosóficas, sobre todo psicologia y sociología, pero en sus meditaciones, aun aprovechando todos esos conoci~ mientas con evidente garbo, suele detenerse allí donde el análisis de la vida en concreto habfa de despegar, como dicen los aviadores, y· lanzarse a las abstraceiones ontológicas; Ésta es acaso la enorine utilidad que encuéntro en su manera y en su obra. Porquela·vida humana, aunque.resulte escandaloso advertirlo, es una realidad sobre la cual se·ha pensado todavía muy poco en forma deliberada y no es posible, como hoy intentamos, plantear los.últimos problemas filosóficos a que ellairicita sin que hayamos antes dominado un poco•más los caracteres de su estrucrilra concreta.• Entre la
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¡Treinta afias! •¡Quién me diría . que tiiviera al cabo de éllos, si 110.blaiicosmis cabellos,• · el alma apagada y fria! •·
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»Todos, pues; esperábamos el'día de cumplir los.treinta años pará asistir, con ingenua y secreta curiosidad;a ese fenómeno de congelaciórrnnímica;
Pero esa idea que en los versos deplorables de Núñez de Arcetóma un aspecto ridículo era incuestionablemente una opinión seria que se había.formado con plena solidez. ¿Es posible que apreciacioges tan sustantivas; sobre el proceso normal de nuestra existencia se.formen de un modo completamente arbitrario? No lo creo; Más verosímil me parece suponer que la vida huc mana modifica la extensión de sus diversas sazones y que la juventud dura más en ciertas épocas que en otras ri enipie2a'antes y es antes desalojada por la madurez. No hay duda, por ejemplo, de que los hombres de 1800 a.1840 dejaban más pronto de ser adolescentes. y. concluían antes de ser jóvenes. Los románticos son gente prematura; Producen su obra en lo que hoy. se consideraría casi la.niñez. Y me refiero lo mismo a los poetas que a los políticos y a los industriales. En las novelas de Balzac sorprende que duquesas de veinticuatro años descubran a sus amantes adolescentes, en largas y elocuentes tiradas, todos los secretos de Ia perversa sociedad. Balzac exageraba, toda su obra es un edificio construido parla exageración: Pero, aun descontando ésta, no poco de verdad debía quedar. en el comportamiento de . sus.personajes .. De olrn modo, no hubieran. parecido tolerables a sus. contemporáneos, . . · · .. . · ·· · . . ·· »Es, pues, forzoso reconocer que en la .primera mitad del siglo ú,ltimo el proceso de la vida humana marchaba a mayor velocidad. Durante mi :vida he podido observar cómo este proceso se iba haciendo más lento: los muchachos prolongaban más su puericia, la juventud empezaba más.tarde yla madurez venía a establecerse en una edad que los. románticos llamaban senectud, Esto explica que las ideas tópicas'sobrelas edades no coincidían ton la marcha que éstas han llevado en mi vida. Hoy veo que el antiguo canon sobre:las fechas normales de la juventud y la madurez ha perdido.vigencia; pero no .creo que se haya forinado aún otro nuevo y el individuo puede vacar libréniente a serjoven o a ser viejo,.confoqne se le'ántoje¡h.
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1 mera observación de sus hechos singulares, es decir, el puro, espontáneo empirismo, y las sumas generalizaciones de la filosofía hay una zona intermedia que corresponde en este tema humano a lo que es la física frente a los · fenómenos materiales. Pero nos importa, más que preciSar el estilo intelectual de Mestanza, entresacar algunas· de su.s ideas sobre asuntos que hoy tios urgen e intrigan, No puede decirse que et amor yla mujer•pertenezcan a esta clase, Será•peo naso o venturoso,.pero es un hecho que hoy escasea el humor para hablar sobre el amor; Aprietan demasiado las cuestiones públicas. para que nuestra vida encuentre ante sí espacio libre suficiente donde entregarse fon morosidad a.esas oc,upaciónes privadas; Tal vez· es este hecho: uno de los síntomas más terribles de nuestra época. No !podía haber pasado irladvertido á Mestanza, que, como he dicho, vivió siempre conpupila de cázador, atento ·a lbs «cambios ·de los tierÍípos »; «Si se·me pregunta-~dice en el tomo V, capítulo noveno"-- cuál ha sido la transformaciórtmás grande a que he asiStido, no vacilaré en afirmar que la acontecida en lo que va de siglo XX-¡y no antes, comtel-.respe_cto. al rndio deindividuación concedido al hombre. Reconozco quela expresión, es abstrusa, pedante y nada afortunada, pero no encuentro. otra. Todo será que me esfuerce un poco en aclararla .. Me sorprende que los historiadores no hayan caído en la cuenta de que una de las mag: nitudes decisivas para resolver la ecuación que nos permite comprender una época, consiste en determinar la medida en que, durante ella, podía y tenía el hombre que comportarse según su individual inspiración. Proba7 blemente no hay en toda la historia dos épocas que hayan dejado al hombre ser individuo en la misma dosiS. Lo más frecuente ha sido que al hombre le sean impuestas formas de comportamiento -modos de pensar, sentir yactuar-por la colectividad en que vive, de suerte tal que apenas queda en su vida dimeru¡;ión alguna donde pueda vivir por cuenta propia. Por supuesto, jamás ha iitfüitetidoni acontecerá que el hombre pueda conducirse exclusivamente según su personal gobierno. Una 'criatura humana en cuya exiS: tencia no tuviesen la menor intervención.usos; costumbres y.leyes-•.-por tanto, lo social-' no podría sostenerse porque ello implicarla tener que inventar eti absoluto con la propia Minerva todos sus pensámientos, ·deseos y medios de satisfacerlos: El problema empezaría aLdespertatse con el natural apetito mañanero. ¿Qué desayunar? Por fortuna la sociedad sale al paso de ese•problema ofreciéndonos cierto repertorio de costumbres alimenticias matinales ·entre las cuales nos es relativamente fácil elegir: Sin este auxilio de la socieda'd como. directora de nuestra, conducta, cada paso seria para nosotros un conflicto.'¿ Qué hacer, por ejemplo;alentrar en una reunión? ¿Cómo resolver el peculiarproblema consistente en el primer.actb
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de nuestra relación con otros hombres, ese acto inicial, previo a todos los demás que motivan nuestra aproximación? La dificultad nos es dada hoy . tan resuelta que casi nos cuesta trabajo representárnosla. Pero imagínense ·dos hombres que nunca se han visto y que se encuentran de pronto en un desierto. C:ada m:rnignora las intenciones del otro: ¿es uh enemigo?, ¿es un necesitado pacífico?. Evidentemente se hace preciso un acto que preceda a· todos los demás y cuya única.finalidad-resida en mostrar la intención benévola de ambos, que constituya desde luego el área de trato sobre la cual van rn.overs~ los actos subsecuentes. La sociedad nos ahorra el esfuerzo y el nesgo de mventar ese comportamiento inicial adelantándonos próvida el uso del saludo, un acto convencional, en sí miSmo ridículo, pero que sirve a aquel ineludible menester de iniciarla relación. Entre los tuaregs, hombres de auténtico desierto, el uso.salutatorio tiene que ser muy cauteloso y ser desarrolla en largo ceremonial que dura aproximadamente media hora. Hoy en Europa,. que es lo contrario del desierto, donde la población.es demasiado densa, basta con un rápido. apretón de manos, y, a lo que veo, este mínimo uso ha entrado en decadencia y empieza a ser bastante una leve inclinación de cabeza cuando no un minúsculo guiño de ojos. Puede decirse que hemos llegado a la taquigrafía del saludo. Ya no se pregunta siquiera por la familia, ni como en la In.día-.-cosa bien natural-.-: "¿Ha tenido usted muchos mosquitos esta noche?" Pero el hecho es que, hoy como hace milenios, el hombre no tiene que inven~ar por sí.lo que va a hacer primero .al toparse con un semejante, sino queia sociedad le da resuelto el problema mediante la norma colectiva del saludo».
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IV «Me parece un.error.creer que la red con quela sociedad mantiene en su seno, aprisionado, al individuo esté•tejida principalmente con las_ventajas materiales que le ofrece, presentándole resueltas sus más urgentes necesidades físicas. Si fuera así, pienso que resultaría mucho más frecuente el caso de hombres que huyesen resueltamente de toda convivencia humana. Porque esas ventajas materiales quedan de sobra contrapesadas por los enojos que reporta el trato con los prójimos. La experiencia me ha enseñado que, contra lo. que afirman retóricas generalizaciones, son numerosísimos los hombres que ilo estiman las tomodiditdes físicas y cuya capacidad para adaptarse a las mayores escaseces es prácticamente ilimitada. No creo, pues, que sea ésa.la causa de que el individuo qued\'. con tan extraña regularidad retenido dentro de la vida social; a pesar del vigor con que a cierta altura de
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la existentia suele sentir atroz misantropía. ¿Quién no ha pasado por más de una hora en que le pareció con irrefragable evidencia que no hay nada que hacer con "los demás'' ;que la presunta convivencia no es tal con-vivencia; sino más bien una extra o antivivencia, que vivir es inexorable incomunic cación, incorregible soledad y c'onsustancial.no entenderse con nadie? No se simplifique; pues, livianamente' el problema dela famosa "sociabilidad" del hombre. Antes seresolvían cue5tiones :C:bmo ésta apelando' al DeuS ex machina de los instintos, pero bien claro se ve que el hombre'eS UJ1 a'nimal que los ha perdido y que arrastra: sólo lá ruina de ellos. Por tanto, algo peor que ria tenerlos es conserivar sus muñones e inorgánicas piltrafas, incapaces ya de dirigimos, pero 'süficierites para no dejamos seguir tranquilaménte a la razón; Esto da a Iá condición del hombre< e5a penosa ridícula ambigüe~ dad que hace de él, a la 'par,,un animal degenerado y un petulante cachorro ., ,. de arcángel. , , . , .. , . , • »No'es, pue5, !aventaja materialrii un mitoJógico in5tintode sociabilidad lo que más resueltamente mantiene al hombre ell' sociedad, sino esa otra ventaja moral que consiSte en ahorrarle el esfuerzo de decidir qué es lo que va a hacer en cada minuto. Esto sí que es poderoso sobre nosotros y nos prerideporel más secreto subsuelo de nuestra vida, iba a decir que por sü peana. Tan secreto, tan previo y elemental es ese ligamen, que rii siquiera lo advertimos, y si un día nos faltára,, nos,pondria.en trance de' enloquecer: Imagínese que un hombre tuviera, de verdád, que inventar por sí miSmo todos los actos intelectüales, apreciativos y corporales que necesita' ejecutar en una sola de sus jornadas. ¡Seria pavoroso y sucumbiría de angustia ante la empresa! Por aquí es por donde la sociedad nos soborna haciendo que en todo instante nuestro contorno colectivo nos proponga una pauta de conducta-,.el siStema de costumbres, usos y leyes-,- en el cual, como en un cómodo cauce, dejamos fluir la mayor porción de nuestra existencia. Pero estq significa que nuestr:o coi;npqrta1Iliento' el1 e;;a ma)'()J; po¡;ciéi11 deriuestrª exiStencia no es propio y original nuestro; sino módulo 'de origen colectivo -que esto es ser algo costumbre yuso: No es, en consecuencia; nuestra in7 dividua! persona el efectivo agente de toda esa parte de nuestra vidi:LSOrrios más bien pacientes del molde en que la sociedad ahorma la materia,fusiva de nue5tro ser. Mas preciSamehte gracias a esta parcial enajenación de nue5tra existencfa podemos res.ervar'nuestras escasas energí:rs'parapoderserin". dividuosyvivir segün propia inspiración eri algón•orden de· ella.'• ' . »La vida de cada hombre a:parece·asi'intégradapor dos zonas muy die ferentes:·aquélla en que 'somos meros autómatas, movidos por uh mecanismo y repertorio dé movimientos que h¡ ,coléctividad nos imbuye; y aquélla otra en que actüamos por nuestra personalísirna iniciativa. Ahora bien; la proporción
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o dosis en quesomoslo uno o lo otro-autómatas sociales o personas- es por fuerza diStinta en cada hombre y también en,cada época. Unavez sabor. nadas poi la:sociédad, una vez ''socializados" por la peana de nuestra vida, . por la sumisión a innumerables pequeños usos e inaparentes costumbres que nos pareci;:nlo más ''natural" e imprescindible del mundo, estamos perdidos: Porque ya no depende de nosotros qué e5 lo que de nuestra exiStencia ehtregilemos' a la colectividad, sino que es éstá quien, en definitiva, nos deja más o menos holgura para ser, personas. A esto me refería al principio cuando invitaba a los historiadores a• determinar el radio de individuación que cada época otorgaalindividuo e insinuaba que el'cambio más grave de la vida humana' a que en la mía,:tanlaiga; heasiStido;me parece consistir en la fabulosa reducción' de ese radio operada en lo que va del siglo XX. »Es inconcebible la ign6rantia en que aurilos más perspicaces se encuentran hoy sobre puntos tan deciSivos en el desuno humano,y que no sólo teórica, sino con terrible presión práctica, afectan a la vida de los que hoy viven. Se pasma uno al advertir que hablar de estás cosas es hablar chino: »No se•ha reparado, ni múcho menos analizado y descrito a fondo, aquella extraña situación' en que se encontraronlos:que en 1815 contaban entre veinte y treintá años. La Revolución había aniquilado todas las formas de la sociedad. Por otra parte, lairuina de Napoleón representaba el fracaso del Estado.como poder regulador de la vida. Aéontecía almiSmo tiempo que los hombres europeos se hallaban con una riqueza de potericias·intelectuales, morales y materiales superior a la que nunca había existido. Resultaba, pues, que el individuo de veinte años se sentía lanzado a la vida con una enorme potencialidad para ser y sin que la sociedad ciñese desde luego esa energía con los firmes moldes de usos bien establecidos. Hombres como Guizot, LamennaiS, Stendhal, Lamartine, Vigny, Comte, Balzac, y con ellos los menos o nada ilustres de su generación -médicos, militares, industriales-,-, se encontraban teniendo que existir sin hallar ante sí preformadas figuras de existencia. Habían perdido vigencia social las viejas ideas y las viejas maneras. Las cosas antes deseables, sobre todo los "puestos" sociales que antes incitaban y atraían las ambiciones, no existían o habían perdido actualidad y con ella prestigio y brillantez. De aquí que no sólo pudieron, sino que tuvieron por fuerza que inventar por sí mismos el perfil de su comportamiento, incluso el de sus aspiraciones y de sus normas morales. Para que se entienda bien lo insólito de la situación, basta recordar que durante el Imperio no existieron normas morales, pero, en su lugar, se encontraba el individuo apretado de todos lados por una hipertrofia de mandatos imperiales. El Moniteur ahormaba cotidianamente y desde fuera, con su tono imperativo, la vida externa de los franceses. Al desaparecer esto, lo más natural
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hubiera sido que el individuo, sin ninguna presión ni directiva externas, se. hubiese encanallado. Sólo ·podían dar tono, continuidad, elevación y dignidad a sus vidas aquellos hombres si sacaban de sí mismos él molde de sus propias vidas, y esto; a s11 vez, sólo era posible si partían de una gran fe y una alta idea de su individual persona, único punto de.apoyo y roca superviviente del universal naufragio, De aquí up. fenómeno que, a pe5ar de su evidencia, no se ha advertido ni menos explicado: la general soberbia y la superlativa vanidad, casi megalománica, de aquellos hombres. Cuando se ha caído en la cuenta de esto resulta divertidísimo entretenerse en dibujar las diferentes formas de soberbia y vanidad que fueron raíz· del existir; sostén y nutrimento para estos hombres, En Guizottoma el aspecto de una terrible ambición reconcentrada y fría que necesita, sin embargo; satisfacerse eri mando y sólo en mando.>En Lamartine la soberbia se halla casi por completo clis11elta en.puray absoluta vanidad, vaga y vaporosa nube de apetitos -·.de puro ser universal y sin límites. EnLamem,¡.aiS, la soberbia toma máscara satánica,cy el frenético abate' se pasa la vida á puñetazo limpio con Dios. En Gomte la megalomanía toma una forma aún más cómica y; a la vez, no puede negarse que·ma'gnífica: este pobre hombre calvo y a quien le llora un ojo, con su aire de modesto empleado, se obstina, desde su.habitación ·en un piso tercero izquierda, en fundar nada menos que una nueva religión, resumen y cima de todas las anteriores y en la cual le corresponde el papé! . de Sumo Pontífice».
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NOTAS A LA EDICIÓN
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Este quinto tomo abarca un período de singular importancia en la trayectoria, intelectual de] osé Ortega y Gasset, .dividido por la amarga cesura de la guerra civil. En 1932 el filósofo disuelve la Agrupación al Servicio de la.República y cierra una etapa de inteusa actividad en la política española, marcada por el adveuimiento de la Segunda República. Esta tarea quedó reflejada en una cousiderable cantidad de artículos de tema político y eu intervenciones parlamentarias tan destacadas como las referidas al Estatuto catalán, que no se incorporarou en vida de Ortega a las distintas ediciones de sus Obras y Obras completas; Estos te]{tos, aparecidos casi todos ellos.en el diario de nueva creación Luz, se incorporaron al c01pus de las Obras completas de forma póstuma en 1969 (tomo XI). La presente edición, de acuerdo con su criterio de·ordenación cronológica, los coloca por primera vez en el conjunto de la obra orteguiana según la fecha en que fueron publicados. Se trata de todos los textos de 1932 y 1933 contenidos en este tomo, salvo «Este señor Pemán... », «Sobre los Estados Unidos», «Para el "Archivo de la palabra"», «Prólogo a una edición de sus· obras», el libroGoethe desde dentro, «Sobre eusimismarse y alterarse», «Sobre el estudiar y el estudiante (Primera lección de un c\lrso)»y «[Nota a la pren5asobre la crisis de Gobierno]». Este retiro .del primer plano. de la política vino acompañado del anuncio por parte del filósofo de una. «segunda navegación» en sil proyecto intelectual. Ortega siente la necesidad de ahondar en su reflexión estrictamente filosófica y de acometer la producción de libros que recojan esa profundización. No resulta por ello casual que apruebe en 1932 una primera reunión de sus obras publicadas hasta esa fecha (sólbde: sus libros): Obras de] osé Ortega y Gasset (Madrid/Barcelona/Bilbao, Espasa-Calpe, 1932), a la que antepone tin·importanteprólogo que ellector encontrará en este volumen. '•Asimismo; fa obra de Ortega está adquiriendo una gran repercusión internacional, propiciada en gran medida por el éxito de La rebelión de. las
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masas, traducida entonces a las principales lenguas. Ortega, por entonces, comienza a prestar mayor atención a la creciente traducción y recepción de sus obras en el extranjero. Así,.«Pidiendo un Goethe desde dentro» (1932) y «Goethe, el libertador» (1932) se publican también en revistas alemanas de forma paralela a su publicación en español{véase la «Noticia bibliográfica»). Incluso algunos trabajos como «Aurora de la razón histórica» (1935) ven la luz sólo en idiomas distintos del español. En 1933 aparece en alemán la primera versión de lo que más tarde será Estudios sobre el amor: über die Liebe. Meditationen (Stuttgart-Berlín, Deutsche Verlags-Anstalt, 1933), que reúne textos publicados previamente en la prensa madrileña y bonaerense. En 1934 Ortega escribe un extenso «Prólogo para alemanes» que debía encabezar una nueva edición alemana de El tema de nuestro tiempo, y que finalmente quedó inconcluso e inédito,' hasta su publicación póstuma en 1958. Eltextosehalla en el tomo IXde estas•Obras completas. En1935 se publican en inglés y en alemán dos versiones de lci queluegi;l será el libro Histoiia como sistema, que había apareddo previamente como serie de prensa enLaNació1i de Buenos Aires con el título «La situación de la ciencia y laTazón histórica» entre diciembre de·l934y enero de 1935:La versión inglesa, titulada•«History as a System», vio la luz en elvolumen colectivo Philosophy and-Histo1:y. Es~ says presented to Emst•Cassirer (Oxford, Clarendon Press, 1935). La versión alemana se publicó cori el tí.tulo «Die Lage derWissenschaft und die histo" rische Vemunft» en la NeueSchweizer Rundschau, ell'octubrede 1935; La ver" sión española no apareció en libro hasta seis áños después: Histoli'a como sistema y Del Impe1io romano (Madrid, Revista de Occidente, 1941). La obra figura en el tomo VI de estas Obras completas; · ·· · • •• • · . A finales de 1932 Ortega publica Goethe desde dentro, en el que además de los textos escritos al hilo dela conmemoración ese año del primer centenario de la muerte del genio alemán; recoge también por iniciativa de su discípulo Femando Vela la mayoría.de los trabajos publicados desde 1923 én la Revista de Occidente. También es de 1932 la serie de artículos de La Nación (Buenos Aires) titulada «En el centenario de Hegel» (publicada también parcialmente en el diariomadrileño Luz), así como «Defensa del teólogo.frente al místi.co»; publicado también en el diario bonaerense.Ambos•trabajos los incluirádespuéS en Ideas y creencias {Buenos Aires/México, EspasacCalpe Argentina, 1940);; ·· .. En 1933 el filósofo concentró sus fuerzas en varios e importantes cursos universitarios. El primero de ellbs; inié:iado a finales de 1932, es el titula~ do «Principios de Metafísica según la razón vital»; tjúe el filósofo dejará inédito y que se publicará póstumamente ccin el título de Unas· lecciones de Metaftsica en 1966: .EUector lo• encontrará en eltomó VII1' de estas Obras completas con el título del curso .. '' ·
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En el verano de 1933 Ortega impartió un curso en la recién creada Universidad Internacional de Verano de Santander bajo el título «¿Qué es la téc.nica? ».El contenido del curso, que fue apareciendo por entregas en La Nación .de Buenos Aires entre abril y octubre de 1935, lo recogió finalmente enEnsimismami~Jto y r;zlteración. Meditación de la técnica (Buenos Aires, Espasac Calpe, 1939) para evitar el perjuicio de que editores clandestinos chilenos recortasen sus artículos de La Nación y los convirtiesen en libros sin supermiso. La obra está incluida en este mismo volumen. . Y aún impartirá el filósofo en 1933 el curso «En tomo a Galileo (1550c1650). Ideas sobre las generaciones decisivas en la evolución del pensaniiento•europem>, cuyo contenido fue publicando parcialmente por entregas en La Nación de Buenos Aires a lo largo de ese año y del sigúierite, y llegó a reunir en el libro Esquema de la aisis (Madrid; Revista de Occidente, 1942) para competir con una edición pirata chilena del mismo título. El curso íntegro lo recogió años después en la primera edición de las Obras completas (tomo V. 1947); El lector lo encontrara en el tomo VI de esta nueva edición. Ortega publicó varios artículos más en 1933; algunos muy relevantes, iriduidos en este tomo; como« ¡Viva la República!» y «En nombre de lana~ ción, claridad», últimos textos' en que el filósofo se ocupa de la inmediata situación política española, y en especial la serie de artículos sobre Dilthey, publicados en la Revista deOccidente a finales de 1933 y comienzos de 1934 y que reunirá bastant~ años más tarde bajo el título «Guillermo Dilthey y la idea' de la·vida» en. Te.01ia de Andalucia 1(Madrid ' Revista de Occidente . ' 1942); libro queinsertará en el volumen VI de siis Obras completas (1947); puede verse en el mismo tomo de esta edición. También aparecen en 1933 en LaNación{Buenos Aires) las tres entregas de «En el centenario de una Universidad»; que Ortega incluirá después en Ideas y aeencias (1940), recogido enestecvolumen. En1934, además delos textosrerinidos en el presente tomo (algunos reimpresos ahora por primera vez) y buena parte de las citadas series.de La Nación que recogían el curso «En torno a Galileo» y el trabajo que.luego titulóHfstoJia como sistema, Ortega publicó.el octavoypostreronúmero de El Esp.ectador, en el que agrupó trabajos anteriores a 1931. El lector lo encontrará en el tomo II de estas Obras c01\1pletas, ·En 1935, como ya se ha señalado, Ortega publica; además delos trabajos que el lector puede ver en este tomo, la larga serie «Sobre la técnica», aparecida enLaNación (Buenos Aires) y recogida luego en Ensimismamiento y alteración.• Meditación •de la témica (1939), también incluido en este volumen. De 1936 figura sólo un texto en el presente volumen, pero'alo largo de ese.año Ortega publicó también dos importantes series de artículos en La
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-~ Nación (Bu~nos Aires): «Ideas y creencias» y «Los mundos interióres», que compondrán después la parte principal del libro Ideas y creencias (1940), en el que el filósofo alojó asimismo, junto a otros textos, «Memorias de Mes~ tanza», aparecido también en cuatro entregas en el diario bonaeren5e a finales de 1936 y comienzos de 1937. . Hay que situar también en estos años anteriores a la guerra civil el origen de la gestación de dos proyectos que en gran medida debían ~om~:n diar, a juzgar por las declaraciones del propio Ortega, su labor filosofic.a durante la citada «segunda navegación». Se trata de dos obras a las que el filósofo se refirió en varias ocasionesyque finalmente dejó inéditas en diferente grado de elaboración: Auiara de'Jarazón hiStó1icay El hambre Y la gen; te. De la primera no se conserva un manuscrito que permita hacerse una idea exacta delcontenido .. Es seguro, no. obstante, según un índice depositado en el Archivo dela Fundación José Ortega y (;;asset de una edición prevista en 1936 (PB-302/93), de la que llegó a imprimirse lá portada; que dicho contenido está en relación con textos como Hista1ia cama siStema, «Ideas y creencias» y En torno a Galilea, y que encontró un posterior desarrollo en los cursos sobre la razón histórica que Ortega impartió en Buenos Aires y Lisboa en 1940y1944; respectivamente. El texto «Aurora de la razón histórica» (1935) recogido eri el presente volumen debe,.pues, entenderse como una de las primeras plásmaciones impresas de ese proyecto. ·• · • • . Otro tanto acontece con el «[Prospecto de.unas lecciones sobré ~'El · hombre y la gente"]» (1940), folleto distribuido entre los asistentes al ciclo «Lecciones sobre el hombre y la gente» que el filósofo impartió en su exilio de Buenos Aires en 1940 por invitación de la Sociedad de Amigos del Arte, y que enlazaba con un ciclo análogo celebrado en la primavera precedente: Ya desde una conferencia pronunciada en Valladolid en mayo de·l934, el haz•de temas agrupado bajo·ehótulo de.«El hombre y. la gente». habría de ... ·····-.-"': ocupar a Ortega en numerosas ocasiones. La de mayor calado fue probablemente elcurso homónimo que el filósofo impartió en el madrileñolnstituto de Humanidades en 1949/1950, pues al hilo de ese conjunto de.lecciónes Ortega realizó una muy importante estructuración de los materiales que ha;. bría de servirle para preparar la publicación del libro; cosa que finalmente, como queda dicho, no sucedió. El hambre y la gente se publicó de forrna póstuma enl957. · ·• · · ·· . ·· • , El lector encontrará una cumplida elucidación de las huellas.textuales de estos dos grandes proyectos orteguianos en los tomos IX y X de estas Obras contpletas:
· El estallido de la guerra civil acarreó el exilio para Ortega. Se abre así una amarga etápa de penalidades e itinerancia, agravada a veces por serios problemas de safüd, en la que el filósofo no gozó ,de las circunstancias más adecuadas pata su quehacer.intelectual.. Sin embargo, Ortega siguió trabajando con i;ntensidad siempre que su salud se lo permitió, primero en su exilio europeo en Francia, Holanda yPortugal,y sobre todo después, en sli lare ga tercera éstanC:ia en la Argentína; a la que viajó en agosto 'de 1939, apenas unos días antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y en la que permaneció hasta comienzos de 194'.L ; . · En estas circunstancias, Ortega da a la imprenta un puñado de textos en 1937. Además de los recogidos en estetomo,· aparecerán en LaNacióit (Buenos Aires) la serie «Miseria y esplendor: de•la tradúcción», recogida después enideasy cree!icias (1942,segunda edición;yantesenEl libro de las misiones,·1940); y'el·«Prefacio para franceses», que se publica por primera vez corno parte de La rebelión de las masas en la traducción francesa de ese año (Lll :révolte des masses, ParíS, Stock; 193 7~ y en la.primera edición bonaerense de la obra (La rebelión de las masas: Con un 111.1e:vo prólogo), que ese rnismoaño·inaugura la colección Austral dda editorial Espasa-Cálpe Argen" tina (véaseLa rebelión de las masas én el tomo IV de estas Obras completas), Será el sello argentino el que publique y reedite las obras,del filósofo durante los años de la.guerra civil; hasta que a partir de·l94 lcornparta'esa tarea con Revista de• Occidenie, que inicia otra vez su· actividad, · En aquellos' años difíciles, Ortega propició la publicación de nuevas obras (Estudias sabi'e el amar, EnsimiSmamieiita y altei·ación; Ideas y áeeiicias) yreediió otras anteriores en la editorial argentina, entre otros motivos porque le procuraban unos ingresos necesarios eh su maltrecha economía de exiliado, sobre todo cuando a finales de 1937 rompe su colaboración con La Nación, que no retomará hasta 1940. · La ruptura conLaNación explica enpartéla 'ausencia de publicaciones en 1938. Este año OI'tega trabaja en 'el '«Epílogo para•ingleses», que se publica por primera vez en la segunda· edición de La rebelión de las mdsas·en Espasa-Calpe Argentina (La rebelión de las masas. Con un prefacia para franceses y 1111 epilogo para ingleses, Buenos Aires, Espasa"CálpeArgentiha, 1938). Una versión abreviada de una parte del epílogo, «En cuanto al pacifismo ... », se publicó en fuglésien julio de 1938 en la revista TheNineteenth Cmtwy con el títillo «ConcefningPacifistrt». Véase la nota\! hedición de LtLrebelión de las masas en el torno IV de ésta edición; · · .Pero la escasez de publicacionés eh 1938y 1939.tiene también sú origen en.serios problemas de salud. Ortega atrave5ó una grave enfermedad y·una larga:convalecencia que se prolongaron mas allá de su llegada a la
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Argentina en agosto de 1939. Ya en Buenos Aires, Ortega pronuncia un brindis con motivo de los veinticinco años de existencia dela Institución Cultuc ral Española, organismo que financiaba la cátedra de ~ulturaespañola. que el filósofo ocupó en su primer viaje ala Argentina, así como las conferencias ra" diofónicas «Meditación _de la criolla».y Ja.conferencia «Meditación del puec blo joven». El texto del brindis estárecogidb eri el presente volumen;-porque el filósofo Jo incluyó en el tomo VI de sus Obras completas (1947). Se coloca en 1939 siguiendo.elcriterio de Ortega. Los textos «Meditación de la criolla» y «Meditación del pueblo joven», que se incluyeron tras la muerte de Ortega en el compendio póstumo Meditdció1i del pueblo joven (Buenos Aires, Emecé, 1958) y dentro.deestelibro en:eLtomo Vlllde las Obras GOmpletas{l962), los encontrará el lector en el tomo IX de esta nueva edición. Pocos meses antes de la llegada de Ortega a Buenos Aires, concretá" mef1te en abril, aparece en . EspasacCalpe Argentina.la versión.española de Est1.1dios sobre el amor; En el mismo sello editorial se publica en noviembre Ensimismamiento y alteración. Meditación de la témica. Ambos libros, como ya se ha señalado, recogen trabajos anteriores;'si bien:«Ensimismamiento y alteración», con;to indica Ortega.en eLprólogo, proviene de la primera lec~ cióndel curso «Seis lecciones sobre el hombre y la gente». que' ese año ím" parte en la capitaLporteña. ·En 1940; además de los trabajos recogidos.en.este.tomo, entre los que se cuenta Ideas y creencias, Ortega publica la serie de artículos titulada «Del Imperio Romanm>; que supone Ja reanudación de:sus.colaborac:iones con el diario LaNación de Buenos Aires, y que recogerá en libro un año después (Histo1ia como sistema y Del Impeiio Romano, Madrid, Revista de Occidente; 1941; véase en el tomo VI de estas Obras completas). Además de los textos publicados, la producción de Ortega. en 1940 incluye el curso titulado «La razón histórica», que imparte en septiembre y octubre en la Facultad de Filosofía yTe¡:ta:s·de Buenos Aires;ycuyaslecciones, como ya se ha-recordado¡ quedaron inéditas. El lector las encontrará en eltomo IX de estas Obras completas. En el corpus orteguiano hasta ahora coiiqcido figurab~n dos textos que habrfan de ubicarse en el periodo comprendido en el.presente volumen: «Sobre una dimisión>> y «Discurso en Oviedo », ambos de 1932 y reeditados póstumamente (Obrds completas, Madrid, Revistad~. Occidente, 1969 ,' tóc mo XI, pp. 432 y 433-444, respectívamente):.SirLétnbargo, no se han in: cluidoen este:tomo V. El primero de ellos es.unás dedaraciones de Ortega reeogida5.por E!Impmrial, no firmadasy delas que no existe ni manuscrito ni versión tnecanógrafiada revisadapór el filósofo. Por su parte, el texto cono:
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cido como «Discurso en Oviedo» se basa fundamentalmente en las transcripcion~: que los diarios Luz y El Sol publicaron del discurso que Ortega pronunc10 el W·de abril de 1932 en el Teatro Campoamor de Oviedo. En este caso, l~s editores tuvieron también en cuenta el manuscrito que se conserva del rn,1smo. De acuerdo con los criterios dela presente edición, el lector encontrará en el tomo VIII de estas Obras completas el texto «[Discurso en Oviedo] »,editado siguiendo el manuscrito. Hay que señalar también que el texto reeditado póstumamente (1969) co.n el titulo de «Manifiesto disolviendo la Agrupación al Servicio de la República» (1932) recupera en la presente edición su titulo original: «Un manifiesto al país disolviendo la Agrupación>> (véase la.« Noticia bibliográfica»). También sufre una ligera variación.el texto conocido como «Circular (De la A~pación al.S~rvicio de la República)», que pasa ahora a llamarse. «Agrup~c10n al Semc10 de la. República. -.. -. Circularn, título del impreso .en que VIO la:~z.Au~que el prunero de estos textos se publicó firmado.por Ortega, Maranon y Perez de Ayala, y el segundo llevaba la rúbrica «Por la mmorfa parlamentaria de la Asociación al Servicio de la República,]. Azcárate, Secretario», los manuscritos y copias mecanografiadas con correcciones autógrafas de puño y letra de Ortega conservados en el Archivo de la Fundación] osé Ortega y Gasset corroboran Ja autorfa del filósofo. El presente volumen recoge, asimismo, una 'apreciable cantidad de textos que se incorporan por primera vez al corpus de las Obras completas de Ortega. Se trata de «Este•señorPemán... », «Sobre ensimismarse y alter~rse», «[Nota a la prensa sobre fa crisis de Gobierno]», «Los que estudian filosofía como profesión y los que buscan una claridad sobre Ja vida» «La época de un progreso y la época de un peligro», «Las opiniones particulares de los hombres contra la fe de su tiempo son inauténticas», «Prólogo a J:.Espag11e grandiose et fantastique, de Serge Rovinsky» y «Prólogo a El libro de las misiones».
1932 SENSACIONES PARLAMENTARIAS
· . Cuando este texto se. reeditó póstumamente en las· Obras completas (tomo XI, 4~6-500), los editores adjuntaron la siguiente entradilla, extraída delmanuscnto preparatorio del artículo (Archivo de la Fundación José Ortega yGasset, B-133/4): · · •.
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M;ichas veces, durante las sesiones de las Cortes Constituyentes, ta- . maba la pluma y sabre el pupitre párlamentmio redactaba algtmas·notas con destino a mi unipersonal intimidad. De todas esas 1wtas que nadie, ni aun mis más próximas amigos conocen, no he creído poder publicar hasia ahora más que la sigtiiente de excepcional ínomidad. ·
[SEGUNDA INTI.RvENOÓN SOBRE EL EsTATUTO CATALAN]
·Se trata deltexto de la intervención de Ortega que tuvo lugar enlás Cortes el 27 de julio de 1932 y que fue recogida en el Diá1io de Sesiones de ese día; A diferencia delas demás intervericiories de Ortega en las Cortes Cons~ tituyentes sobre el Estatuto catalán, ésta no se incluyó enLaRefonnaAgrmfa ye! Estatuto Catalán. Discursospmmínciados en las. Caries Constituyeiltes (Ma" drid, Revista de Occidente; 1932), pues esta monografía ya se había impreso para entonces!
SOBRE LOS EsTAoos UNIDOS
Este trabajo se publicó en tres entregas en el diario Luz, en julio de 1932, y paralelamente, también en tres entregas; aunque con algunas va" riahtes, en La Nación (Buenos Aires), en agosto y septiembre de ese mismo año {véanse la «Noticia bibliográfica» yd'«Apéndice»). En la edición Meditación del pueblo joven y' otros ensayos sobre Amé1ii:a (Madrid, Revista de.Occidente en Alianza Editorial¡ 1981}, se recuperan algurios ·fragmentos· del manuscrito que no· estaban presentes en ·la serie publicada enLuz, y se conJetura una cuarta entrega que no habría llegado a publicarse, Sin embargo; estos párrafos pertenecen.a.la tercera .entrega de La Nación (véase el «Apéndice»).
La «Agrnpación al Servicio de la República» ha intervenido en la vida política durante este p1imer mio del nuevo régimen sin otro afán ni pretensión que colaborar con sus limitados medios a la Jonnación de un ideario claro y eficaz en los plincipales problemas nacionales. En nÚ!gtín momento ·import1;u1ie de.la actual pal!tica espmiola ha regateado la'«Agrnpación» sit auxilio y dictamen; y no es ciertamente mlpa suya sí algtinas. leyes -la Constitución misma- han reSllltada en muchos puntas completamente opuestas a sus concepciones. Ahora se dismten en el Parlamento dos gran. des temas: el Estatuto catalán y la Refonna agrada. La 11Ag111pación al Servicio de la Reptíblica» ofrece a todos los espmioles en este pequeiio volumen el resultada de sii lábor sobre el uno y el otro.
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PARA EL «ARCHIVO DE LA PALABRA»
Estas· dos breves intervenciones que, junto a las de otras: personalidades relevantes de la cultura española de la época, se registraron.en disco por iniciativa der Centro de Estudios Históricos, aparecieron por primera vez impresas en las Obras completas de Ortega (tomo IV, 1947). Siguiendo el criterio del filósofo en aquella ocasión, 'colocamos el texto en 1932, año de su grabación en disco.;
GOETHEDESDEDENTRO' · Este libro apareció con la fecha de 1933 en la portada, pero en el colofón se puede leer que se terminó de imprimir el 24 de diciembre de 1932, por lo que se incluye en este año.
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GOETHE, EL LIBERTADOR 1
EL EsTATUTO CATALAN
Bajo este título se recogen las intervenciones de Ortega en las Cortes el 13 de. mayo y el2 de junio de 1932 en torrio al Estatuto catalán. Ese mismo nies dejuni() se incluyeron en el libro LaRefonnaAgrmiay el Estatuto Cal talán (Madrid;.Revistade Occidente,1932), en el que se incluíantambiéri. intervenciones de Juan Díaz del Moral. El libro iba encabezado por.la sic. guiente presentación:
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Este texto se publicó inicialmente en la Neue Ztlrcher Zeitung (Zurich) el 20-III-1932 con motivo del primer centenario de la muerte de Goethe. El texto, como cuenta el propio Ortega en nota al pie casi alfinal de su ensayo
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SOBRE EL PUNTO DE VISTA EN LAS ARTES
Ortega publicó este texto en Revista de Occideiite con el subtíttilo de «Primera parte»; lo que indica que tenía proyectada almenas una segiinda, que finalmente I\º apareció, razón por la.que al ser recogido años después en Goetlie desde dmtro dicho subtítulo füe eliminado. ·
1933 SOBRE ENSIMISMARSE Y ALTERARSE
Ortega publicó este textoen tres entregas de La Nación (Buenos Aires), los días 19 y 26 de rnarzoy2 deabrilde1933, y no volvió a recogerlo posteriormente en ninguna monografía ni en sus Obras completas, La reedición póstuma de este texto tiene una peripecia·larga e intrincada, .La primera reimpresión, a cargo de Paulina Garagorri, se publica en Cuadernos Hispanoamericanas en 1975. Se señalaba. en nota lo siguiente: «[ ... ]'El texto consta en original manuscrito y en copia mecanografiada corregida a mano del autor.. La trail5cripción que ofrezco al lector integra ambos testimonios». Asimismo, al comienzo.del texto correspondiente a la segunda entrega en La Nación (Buenos Aires), se indicaba en otra nota: «Algunos párrafos de este capítulo ll fueron utilizados por Ortega en los capítulos V y VI de su libro En torno a Galilea. Integro los retoques que en esta ocasión practicó el autor». Dos años después, Garagorri incluye «Sobre eil5irnisrnarse y alterarse» corno apéndice en su edición de Meditación de la técnica y otras ensayas (Madrid, Revista de Occidente, 1977), y en 1982 lo recoge, también corno apéndice, en su edición de En torno ci Galilea (Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1982). En 1981 Garagorri publica su edición de Unas lecciones de Metafísica (Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial; 1981), a la que adjunta corno apéndice las primeras páginas dela primera entrega de «Sobre ensimismarse y alterarse», pues advierte en nota a la «Lección VI»: «[En una nota autógrafa Ortega se refiere a la conclusión del manuscrito de esta leccióny advierte: "Siguió págs. l, 2, 3 de 'Ensimismarse y alterarse', I, y lue• go lectura de párrafos sobre el Yo en 'Goethe'[ ... ]». Dos años de5pués, Garac garrí incluyó esta edición de Unas lecciones de Metafísica en el taina XII de las Obras completas de Ortega (Madrid, Revista de Occidente/Alianza ·Editorial, 1983):
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De.lo aquf apuntado se desprende que en su edición de «Sobre ensimismarse y alterarse» Garagorri cotejó tanto las entregas de•La Nación (Buenos Aires) corno los manuscritos y rnecanoscritos aludidos. En la presente edición, y de acuerdo con los criterios que la rigen; en este torno V se incluye exclusivarn!!nte el texto delas tres entregas que Ortega publicó en el diario bonaerense, que recoge esencialrnenteeltexto de los manuscritos ymecanoscritos conservados en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset. Véail5e también las notas a la edición de En torno a Galilea (tomo VI) y dePiincipios de Metafísica segtín la razón vital (torno Vlll) en estas Obras completas. Por otro lado, en la segunda entrega de esta serie Ortega.dice: «En 1911 di yo una conferencia en el Ateneo de Madrid sobre el pet1sarniento: matemático» (véase la p: 257 de.la presente edición), pero ?e ba pódido comprobar, .cornocya había hecho Garagorri, que esa .conferencia se pronunció en 1914, concretamente el 31 de enero con el título.de «La matemática corno . · función de la cultura».
SOBRE EL ESTUDIAR Y EL ESTUDIANTE (PRIMERA: LECOÓN DE UN CURSO) ' - ,;i"1¡
Este artículo, publicado en La Nación (Buenos Aires) el 23 de abril de 1933, reproduce la mayor parte del manuscrito de la primera lección del curso «Principios de Metafísica según la razón vital», que Ortega imparte en 193211933. Véase la nota ala edición de Piincipios de Metafísica según la razón vital en el torno Vlll de estas Obras completas.
[NOTA A LA PRENSA SOBRE LA CRISIS DE GOBIERNO]
Este texto, que ahora 'se reimprime por prirnera•vez desde su publicación, es la nota que Ortega entregó a los periodistas tras su reunión con el Presidente de la República, Alcalá Zamora, durante la crisis que en junio de 1933 atravesó el Gobierno presidido por Azaña: ,! • LA NECESARIA EXPERIENCIA DEL ERROR.
Ortega envía esta carta al director de Luz para salir al paso de los posibles malentendidos a los que podría dar pie la inexacta transcripción de unas
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declaraciones suyas por parte de un corresponsal extranjero. La carta se publicó el 23 de noviembre de• 1933 precedida del siguiente texto introductorio:
LA ÉPOCA DE UN PROGRESO Y LA ÉPOCA DE UN PELIGRO LAs OPINIONES PARTICULÁRES DE LOS HOMBRES CONTRA LA•FE DE SU TIEMPO SON INAUTÉNTICAS
Un diario de la mañana·ha pllblicado una crónica telefónica de su ré. dactor enPahssegún la cualjosé·OrtegayGasset ha hecho llnas declara- · ciones c¡ue aparecen en el diario·Le]our,y qlle dicen asü • · · «;...-.Qlle se cllenten. los·votos; España sigite siendo repllblicana. Las ..• derechas tienen más diplltádos pon1lle la oposición estaba mejor agi•tpada qlle lospartidos gubernamentales. -¿Es mted optimista? · -Sf.La,s elecciones consolidarán laReptíblica. derechas se verán ; ."Obligadas •a gobernar de acuerdo oebniesta· Reptíblica; bajo myo signo han . sido elegidas. El aparente desa.5Ósiego en que vive España procede de su ··; ··•edllcación:polttica•y porque ·no ha-sabido. procurar .transacciones; Esta .. ·<•prneba·de•vitalidad c01ifi1ma mis esperanzas. ·/ -¿Segitirá usted desinteresado de la pol!tica? -Desinteresam1e, mmca. Espa11a 110 está preparada; espero el bllen 1nomento ... » · ·Aclarando esta información, el señor Ortega y Gasset nos envía la carta siguiente:
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1934 Los QUE ESTUDIAN FILOSÓFÍA COMO PROFESIÓN y LOS QUE BUSCAN UNA CLARIDAD SOBRE LA VIDA
Este texto se corresponde con la última entrega de la serie que bajo el rótulo de «Sobre las carreras»•publicó Ortega·en septiembre y octubre de 1934 en La Nación (Buenos Aires). Cuando recogió la serie en sus Obras completas (tomo V, 1947). no incluyó este artículo, que ahora se reimprime por primera vez desde su publicación. •Dado que los documentos preparatürios de.las Obras completas (19461947) sólo consignan el rótulo «Sobre las carreras», sin desglosar los apartados, no hay modo de saber si este artículo estaba originalmente destinado a integrarse en aquella serie o si quedó fuera.por algún motivo que se desconoce. Por esta razón, se ha editado separadamente a continuación de «Sobre las carreras>>. ,,_¡
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Entre d,iciembre de 1934 y enero de 1935 Ortega publica en La Nación (Buenos Aires) las sei~ entregas de una serie titulada «La situación de la ciencia y fa 'razón histórica», a la que pertenecen estos dos textos.· El filósofo recogió esta serie en Historia como sistema; que, como ya se ha señalado en la introducción general de estas «No tas a la edición», vio laluz en inglés y alemán en 1935; La versión española no se publicó hasta 1941: Histo1ia como siste:maji Del Impeiio ro1na110 (Madrid, Revista de Occidente, 1941); véaseenelt6mo VI de esta edición; . Sin embargo, Ortega no incluyó elpriníero de estos artículosysólo parcialmente el segundo en Histo1ia como sistema. Se incorporan ahora por primera vez al corpus de las Obl'as completas; la serie entera- sereimprimió en Cuadei110s Hispanoamericanos en 1984.
PRÓLOGO A ffSPAGNE GRAND/OSE ET FANDISTIQUE, DE SERGE ROVINSKY
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Este texto, nunca reimpreso hasta hoy, se publicó en francés como «Préfacú al libro de ~erge Rovi'nsky· TIF.s)Jagne grnndiose etfanta.5tique (Paris, S. Rovinsky, 1934). De acuerdo con los' criterios qiie rigen la: presente edición, ·se prefiere siempre la versión castellana de aquellos textos que vieron laliiz primero en un idioma diStinto del español, pues el filósofo los redactaba originalmente ei:i castellano. En este caso, como no se ha localizado ninguna edición castellana del texto, ni publicada •en vida de· Ortega ni póstumamei:ite, ni tampoco se conserva el manuscrito íntegro, sin.o una versión parcial e inacabada, se ofrece una traducción obra de los editores.
1935 ! UN RASGO DE LAVIDA AlEMANA
G:uandó Ortega indúyó esfaserie de seis entregas en las Obras comple~ tas {tomo V,· 1947) agrupó en el apartado «111» la tercera y la cuarta, y lo datcfdeacuerdo con la fethá de la tercera (La Nádán, Buenos Aires, 10-IIlc 1935), Probablemente ello provocó la datación errónea del apartado «lV>f;
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que recibió la fecha de la cuarta entrega de prensa (17-111-1935), en lugar de la que le correspondía, la dela quinta (24-111-1935). Este error se corrige en la presente edición. · , • • ' , En su edición Ideas y creencias y otras ensayos de fi!osofia (Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1986); Paulina Garagorri reprodujo lá série que compone «Un rasgo de la vida alemana»; pero Iofozo con el titulo de «Colectivismo en Alemania», con la siguiente explicación: «Esta serie de artículos se publicóinicialµiente en La Nación, de Buenos Aires, los días 24, 11; 3; 10, 17, 24y31; lll, de 1935. Entre los papeles de Ortega he hallado unas galeradas impresas en 1936 que los reproducen, para incluirlos en un proyecta~ do.tomo IX de El Espectador. que no llegó a editarse. Elautorintrodujo alguc nos retoques que sigo en esta reedición; Y cambió sú titulo sustituyendo el de "Un rasgo de la vida alemana" por el de "Colectivismo eh Alemania">>.' . : •En la presente edición se mantiene el titulo con el queDrtega.recogió esta serie en sus Obras completas (tomo V, 1947).1
MISIÓN DEL BIBLIOTECARIO El texto procede de la conferencia inaugural que Ortega pronunció el 20 de mayo de 1935 en el acto de apertura del «Deuxieme Congres lntemational des Bibliotheques et de Bibliographie>i, celebrado en Madrid y Barcelona, entre los días 20 y 30 de mayo de 1935 . . Ortega publicó estas páginas en Revista de Occidente ese mismo mes de mayo. También vieron la luz ese año en francés y alemán: «Missiondu bibliothécaire».(Archives etbibliothéques, 2 (1935), pp .. 65-86) y «Die Sene dung des Bibliothekars». (Ew'opt'iische.Revue, 11 (1935), pp; 584-599), · Antes de recogerlo enlas Obra!; completas (tomo V, 1947), Ortega incluyó el textci 'en•El libra de.las misiones (Buenos ·Aires,· Espasa•Calpe Argentina; 1940).
me ha parecido adecuado incluir aquí estas páginas inéditas que sirven de preciso resumen a las precedentes]». Se ha podido comprobar que el texto sí fue publicado en vida de Ortega. Se publicó en alemán con el titulo de «Morgenrote der geschichtlichen Vernunfo en la;F1~anlifurter Zeitung el 9 de junio de 1935, En enero de 1936 se publicó en inglés, en la revista The Living Age, de Boston, con el titulo'de «The Dawn ofHistorical Reason». De acuerdo con los criterios que rigen la presente edición, se prefiere la ve.rsión en castellano, de modo que se ofrece el texto del manuscrito, conservado en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset (B-142/1).
BRINDIS EN EL P.E.N. CLUB DE MADRID Este texto procede del discurso que Ortega pronunció como presidente honorario en una comida del P.E.N. Club de.Madrid el 6 de diciembre de 1935. El brindis se publicó ese mismo mes en Revista de Occidente y Ortega lo incorporó al tomo VI de sus Obras completas (194 7) .sin hacer. expresa mención a su publicación en la Revista.
. LO QUE MÁS FALTA HACE HOY (Versión taquigráfica de una emisión por Radio Madrid a Buenos Aires, en mayo de 1935). En mayo de 1935 Ortega pronunció en Radio Madrid una conferencia que se emitió para la Argentina. La versión taquigráfica de esta intervención fue recogida, con el titulo de «Lo que más falta hace hoy», en el libro Diez maestros (Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos, 1935). Fue el texto de este libro el que pasó posteriormente a las Obras completas (tomo V,•1947).
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AURORA DE LA RAZÓN HISTÓRICA
1936 Hasta ahora este texto era considerado Ufüttabajo que Ortega había dejado inédito. Paulina Garagorri lo publicó en su edición Sobre la razón hiStórica (Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1979).señalando lo siguiente: <<[Este articulo; en original manuscrito, y encopiá inecanografiac da, figuraba entre los papeles de Ortega y lleva la fechá de "4, junio, 1935~. Por su afinidad conelcontenido de, este nuevo volúmen póstrimo del autor,
CUESTIONES HOLANDESAS '
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Cuando esta serie de prensa se incluyó en las Obras completas (tomo V, 1947), la referencia que se consignó para las dos entregas que forman este texto rezaba «La Nación, de Buenos Aires, julio, 1936». En realidad se pu-
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blicaron en el diario argentino el 4 y el 18 de octubre de 1936, corno se señala en la presente edición. · En la edición Notas de andar y ve1: Viajes, gentes y paises (Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1988), Paulina Garagorri publicó unas páginas inéditas que vendrían a sá una tercera entrega inacabada: «[La mutua incomprensión]»; El lector encontrará el texto .en el torno IX de estas Obras completas.
1937 EN LA MUERTE DE UNAMUNO
En unas líneas que encabezabanla publicación de este artículo en La Nación (Buenos Aires), se señalaba lo siguiente: .«En ocasión de la muerte de don Miguel deUnarnuno, D.José Ortega y Gassetha escrito el siguiente artíc culo, titulado ''Unamunb y su muerte"». El artículo no pasó con este título a las Obras completas (torno V, 1947), sino con el de «En la muerte de Unarnunm>.
EL DERECHO A LA CONTINUIDAD.-.·-INGLATERRA COMO ESTUPEFAOENTE
Cuando se incluyó'en las Obras completas (tomo V, 1947); este texto se fechó como «La Nación, de Buenos Aires, enero, 1937», si bien se publicó en el diario bonaerense (Buenos Aires) el 2 de mayo de ese año.
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.. 'GRACIÁ YDESGRACIADE LA LENGUA: FRANCESA
Cuando lo incluyeron en las Obras completas (torno V, 1947), los,edi~ tares consignaron al final de este artículo «La Nación, junio de 1937». En los materiales preparatorios de las Obras completas (1946-1947) conservados en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset este texto figura en una lista de artículos publicados en La Nación, concretamente en el año 1937, pero sin fecha exacta. No se ha localizado su publicación en el diario bonaerense. En la presente edición se ha mantenido, no obstante, la inÍOr" rnación consignada en 1as Obras cmhp!etas (torno V, 1947).
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1939
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BRINDJS EN l.:A INSTITUOÓN CULTURAL ESPAÑOLADE BUENOS AIRES 11
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Ortega. pronuncia este brindis el 16 de noviembre de 1939 , en el Museo . de Arte Decorativo de Buenos Aires, con ocasión de los. veinticinco años de existencia de la Institución Cultural Española, organismo que sufragaba la Cátedra de Cultura Española que el.filósofo ocupó durante su primer viaje a la Argentina, en 1916; Al parecer el texto no se publicó hasta su.inclusión.en las Obras completas (torno VI, 1947), en las que fue fechado en 1939,,y por consiguiente colocado entre los trabajos de ese año. La presente edición mantiene la fecha consignada por Ortega, que coincide con la del «Brindis».··
ESTUDIOS SOBRE EL AMOR ·· Esta obra, una de las más reeditadas en vida de Ortega, ofrece a lo largo del. tiempo variaciones en elconjunto de textos que la componen. Se da tarnc biénla particularidad de queJa primera edición fue.su tra.ducción alemana: úber die Liebe. Meditatio11en (Stuttgart~Berlíl1, DeutscheVerlags-Anstalt, 1933). Esta ediciónalernana.contenía;los siguientes trabajos:«Voril Einflu~ der Frau ·auf die Geschichte» [«Epílogo a De Frnncesca a Beatiice»], «Betrachc tungen ver dem Portrat der Marquesa• de Santillana» [«Divagación ante el retrato de la marquesa de Santillana» ], «Schema Salomes» [«Esquema de Salomé»], .«Meditation über den Rahrnen» [«Meditación del marco»], «Gesprach beim Golf oder über die Idee des Dharrna» [.«Conversación en el golf o la idea del dhannm>], «Züge.der.Liebe (Ein Fragrnent) », compuesto a su vez por: «Prolog» [traducción .de «Facciones del arnorn], «Die Liebe bei Stendhal» [«Amor en Stendhal (I-VI)] », j [«El silencio, gran.brahmán>>]. A excepción del apartado j los que se recogen por primera vez en libro desde su publicación en El Sol y La Nación de Buenos Aires {véase la j
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estos trabajos los que compongan años después la edición de Estudios sobre el amor que el filósofo publique en sus Obras completas (tomo V, 1947), según la edición de Estudios sobre el amor, Madrid, ReviSta de Occidente; 1941. En esta edición se incluía la siguiente nota de los editores: · Completamos con la tirada del primero y·dehiltiino pliegos, esta obra que se encontraba impresa en nuestros almacenes desde el año 1927. No se· trata, para muchos lectores, de nhigunil novedad; los e11Sayos en ella incluí"· • dos han sido publicados, en Sllmayorparte, en el tomo de Estudios sobre el amor que tiene editado· la tasa Espasa-Calpe Argentina. De acuerdo _con ella, ponemos a_ laventa el presente-volumen;. ··
A la edición que se refieren los editores es Estudios sobre el amor, Buenos Aires-México, Espasa-Calpe Argentina, 1939. De acuerdo con los criterios que guían la presente edición, se prefiere la versión castellana de los textos, y dado que ésta es la primera edición en español, Estudios sobre el amor se coloca en 1939. · · Los textos contenidos en esta edición de 1939 son: «Amor en Stendhal», «La elección en amor», «Divagación ante el-retrato de la marquesa· de Santillana», «Esquema de Salomé», «Conversación en el golf o la idea•del dlü:u'~ ma»•y «Para una psicología delliombreinteiesante». Es decir; enesta•edición no se incluye «Faécionés del amor»;. y; como sucedía en la edición alemana de 1933, figuran textos queya habíaú•sido incluidos en otras mono" grafías. · · Además, la edición de 1939 incluía la siguiente nota delos editores: Los dos grandes·e11Siiyo's'de Ortegay'Gcisse~ Amor en Stendhal y La · elección en amor, que deberán figurar siempre entre las 111ejores páginas· • del autor, se ená!entran editorial111ente en ul!a s_ituación anómala. Escritos• y publiciidos en la prensá: diaria• hace.doce a1iils, ·no han aparecido atín en_ España recogidos en.v'olit111en, y, sin einbargo, desde hace a11os correli en 111tíltiples ediciones'vert!dós a varios idiomas. Varias veces se habían hecho • gestiones sobre el autor para qtie accediese a la publicación en fonna de lí" . ·bro de estos trábajos, pero se liabfa siempre negado. Y es el caso que, segtín .·.parece; hace diez añbs·que de hecha están hlipresos fonnando 111edio voltt. men de buen fonnato y letra menuda. Pero los pliegos de ese volumenyamr desde entonces ocultos en el fondo de un al111acén. Fueronimpi'esos con dnimcideintegforun libro bajo ei:tttulo de Estudios sobre el amor, cuya se- . gundá•p'arteredactaba alci'sazón el se11or Ortega y Gasset. Enes ta segunda·. · ·parte esttldiaba'el11ec110 erótico desde un pmito de vista 111uy distinto y, a
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juicio del autor, más actualque el que emplean estos dos e115ayos. Estorbos de la vida impidieron entonces al seiior Ortega concluir sus nuevos analisis del-a111or, y luego una inintemunpida cadei1a de sacudidasJ1istóricas le han .vedado volver a ocupárse del teina. A los que solicitabanpermisOpara puJ blicar eJ¡ta5 páginas, respondía el seilor Ortega: «Hay teinas·etemos que, a veces, son eXte111poráneos. Es un error creer que la etemidád'doinina por; •
• completo al tiempo. Éste se pef111ite, a veces; expúlsar a aqíiéllU: Ase el'amof: ! ! · es hóy un tema inoporttmo ". Ha sido menestei' que la traducció11 de estos '=ayos circule por muchos . países para que el seJioi: Ortega _se decidiera a hacerla reaparecei· en·español. '· Reinos agregado los otros esttidios del autor, que, aunque aparecidos con anterioridad en volumen, se ocupan del mi5111o as1111topor otras•de5US faces, De este modo queda aqufcontentrailo casi todo lo que el seJior Ortega. ha escrito sobre este teina del amor lan «eterno» y tan inoporttmo.'
Se recogen por primera vez juntos· en español «Facciones del amorn, «Amor en Stendhal» y «La elección en amorn en la edición de Revista de Occidente de 194ldunto a «Esquema déSalomé>i. Como ya se ha indicado, ésta será laédición que Ortega incluya en sus Obras completas (tomo V, 1947); si bien elimina de ella; claro está;«Esqueina de Salomé», incluido enfüEspect~ dor N (1925}y en el tomo TI (1946}de esta primera edición de Obras coinpletas; En fa tercera! edici~n de las Obras de José Ortega y Gasset (1943); en cambio, sólo se recogen «Amor en Steridhal»y «La elecciónen amorn;pero no «Facciones del amorn. Todavía habrá' otra variación en el contenido de la obra en la edición de Estudios sobre el amor (Madrid, Revista de Occidente, 1943), en la que, además de los tres textos que.compondrán definitivamente el-índice de esta monografía en las Obras completas: «Facciones del aman>, «Amor en Stendhal» y «La elección e:n aman>, figuran textos ya recogidos antes en otras monografías: «Divagación ante el retrato de la marquesa de Santillana», «Paisaje con uná corza al fondon,'«La sohiéióh;dé Olmedm>, «La percepción del prójimo», «Esquema de Salomé» y «Para una psicología del liomc bre in_teresante». ' · '
FACCIONESDELAMOR
l Este texto se fecha a partir de su "inclusión en• el>'lomo V de Obras completas (194.7). en ·«Julio de 1926», aunquela.versión-de prensa• qué sé conoce'se publicó en La Nación el 30 de agosto 'de 1925 con el títtilo ~· 1·: r'· t
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AMOR EN STENDHAL
Esta serie de artículos se publicó en El Sol dividida en nueve entregas. En el diario La Nación (Buenos Aires) sólo se publicaron las .tres .primeras, las dos iniciales en un.único artículo titulado «El amor en. Stendhal» el 19 de septiembre de 1926; y la tercera con el título «Estudios del aman> el 31 de octubre de 1926ll'or otro lado, a partirde su primera edición.alemana dentro de la monografía úber die Liebe. Meditatione:n en 1933 Yde la.primera edición esp!!-ñola.en Estudios sobre el amor (1939); esta serie se dividió en siete apartados. Los seis primeros se corresponden con las seis primeras entregas de El Sol y el séptimo y.último, «Enamoramiento, éxtasis· e hipnotismo», que en 1a edición alemana apare,ce·en el índice incluso corno una entrada propia, está compuesto por'las:entregas siete, ocho y nueve del diario madrileño (véase la «Noticia bibliográfica»). . ·
El segundo, «Meditación de la técnica», tiene su origen en un curso titulado «¿Qué es la técnica?», que, corno queda dicho, Ortega impartió en el verano de 1933 én la recién creada Universidad de Verano de Santander. El contenido de· aquellas lecciones fue publicado en una larga serie de artículos en La N;ac!ón (Buenos Aires) con el título de «Sobre la técnica», entre abril y octubre de· 1935 (véase la «Noticia bibliográfica»). En su edición' de Meditación de la témica y otros e11Sayos (Madrid; Revista de Occidente, 1977), Paulina Garagorri publicó unas páginas inéditas que contenían una introducción al curso de Santander. El lector las encontrará en el torno lX de estas Obras completas: «[Introducción al curso ¿Qué es la témica?] ».
1940:
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· , Este texto apareció en·el diario El So! en,seis entregas tituladas «La elección en amor». También se publicóparcialrnente en La Nación (Buenos Aires} mediante dos breves series de dos artículos cada•una, tituladas «Amor revelador» y «Tipos de.mujeres>>. La primera se corresponde con variantes con las tres primeras entregas de El Sol y la segunda eón las dos últimas. La cuarta entrega no se publicó en La Nación (véase el«Apéndice» y la «Noticia bibliográfica»). · • · · ·, · • · · Por otro lado,· Ortega hace referencia al principio del texto a una conferencia. Es «Estudios sobre el corazón», que· pronunció el 15 de junio de 1927 en la Residencia de Estudiantes de Madrid,.
.ENSÍMISMAMIENTO YALTERACIÓN,
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«~rólogo»,
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Corno el Ortega en el este recoge dos trabajos: el primero, «Ensimismamiento y alteración», es el texto correspondiente a la primera lección que con el título de «Seis lecciones sobre el hombre y la gente» impartió el filósofo a finales de 1939 en la Sociedad de Amigos del Arte dé ·Buenos Aires. Estas páginas se integraron más. tarde en El hombrey.lagénte{quefinalrnente verá.la luz de forma póstuma en 1957)• Véase alresp~cto la nota a la edición correspondiente a El hoinbre yla gente, en el torno X de estas Obras completas. ·
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LA ELECCIÓN EN AMOR
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VIVES: JUAN LUIS VIVES (1492-1540) Al hilo de las conmemoraciones del cuarto centenario de la muerte de Vives, el 12 de noviembre de 1940 Ortega pronuncia una conferencia titu· lada «Juan Luis Vives.y su mundo» en el Aula Magna del Colegio Nacional de Buenos· Aires. Poco después publica tres artículos sobre Vive5 en la Nación (Buenos Aires), en los que recuerda esta conferencia recién impartida y anuncia sli.publicación. El texto de estas tres entregas lo recogió !riego con el tituló .de «Vives» en Esquema de la ciisis y otros ensayos (Madrid, Revista de Occidente, 1942). Finalmente, el filósofo incluyó «Vives» en el torno V de sus Obras completas (194 7), desgajado de Esquema de la c1isis, que no se incorporó corno tal a las mismas, aunque sí sus textos . . Por su parte, el texto. de la conferencia .permaneció inédito, hasta su publicación póstuma: Vives-Goethe, Madrid, Revista de Occidente, 1961. Véase al respecto el torno lX de estas Obras completas.. En esta monografía póstuma se incluyó también el texto de un díptico distribuido a modo de.anuncio o invitacióna la citada.conferencia, laprirnera'parte firmada pcír Ortega yla segunda siri fimia, pero cuya autoria se confirma porque en el Ah:hivo de la Fundación] ósé Ortega y Gasset se conserva elrnanuscrito correspondiente (B-148/1). Ambas partes se integran en el texto incluido en este mismo torno eón el título de.«JuanLuis Vives (1492-1540)».
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. PRÓLOGO A EL LIBRO DE LAS MISIONES · ·
EL INTELECTUAL y EL Orno
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Como sucede con «Vives», Ortega recoge este.texto, pubHcado enLa Nación (Buenos Aires) el 29 de diciembre de 1940, en Esquema de la Óisis y otros ensayos (1942). Después pasará, desgajado' de Ja monografía, a las Obras completas (tomo V, 1947): Siempre se había fechado como publicado en «La Nación, (Buenos Aires), diciembre de 1940>» Se le añade ahora la fecha exacta. ;'
• PRÓLOGO A UN DICCIONÁRJO ENCICLOPÉDICO ABREVIADO
El texto, que sólo apareció en la primera edición del Diccionario enciclopédico abreviado (tomo I, Buenos Aires-México, Espasa-Calpe Argentina, 1940); con el título de «Prólogo a la primera edición», adopta su título definitivo al ser incluido en las Obras completas (tomo VI, 1947). Se incluyó también en Ja edición de Revista de Occidente (Ideas y creencias, Madrid, Revista de Occidente; 1942), pero en ninguna más de dicha obra.
[PROSPECTO DE UNAS LECOONES SOBRE «EL HOMBRE Y LA GENTE»] ·
. Se trata de un folleto distribuido en octubre del940 entre los asistentes aLciclo «Lecciones sobre el hombre y Ja gente», que Ortega impartió en su exilio de Buenos Aires por invitación de la Soeiedad de Ari:ligos del Arte, y que enlazaba con un ciclo análogo celebrado en la primavera precedente; · Este texto se había datado hasta la fecha como de 1939. Se.coloca en 1940,·pues corresponde·al segundo ciclo de conferencias argentinas sobre «El hombre y la gente», según se recoge en un mecanoscrito con correcciones autógrafas de Ortega• conservado en el Archivo de· la Fundación] osé Ortega y Gasset (B-146/1). Está recogido ya en la primera edición póstuma de El hombre y la gente (Madrid, Revista de Occidente, 1957), con el título de« [Abreviatura]», y así pasará a las Obras completas (tomo VII, 1961). Por su pahe; Paulina Garagorri; en su edición de El hombre y la gente (Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1980), lo titula'<< [Introducción] >>e El texto se editó siguiendo una versión. con correcciones manusérit:aS que fueron incorporadas al mismcb Según los criterios de esta edición, se edita de acuerdo con el folleto impreso en 1940, Para la relación de este texto con los de El 110mbre y la gente, véanse las ca~ rreS¡:iondientes notas a Ja edición en los tomos IX y X de estas Obras completas.
, Este tex~o .se publicó en El libro. de las 111isio11es (Buenos Aires, EspasaCalpe Argenuna, 1940), monografía formada por «Misión·delbibliotecari0>> «Misión de '.a Universidad» y «Miseria y esplendor de la traducción». Los tr~ trabajos pasaron juntos a formar parte de las Obras (1943) yya separados de las Obras completas (1947); pero el libro no se incluyó como tal en ninguna de estas dos ediciones. El prólogo, en consecuencia, no fue recogido. Se. añade ahor11 por primera vez al corpus de las Obras completas. El libro de las misio11es iba además encabezado por Ja siguiente dedicatoria: «A la señorita Noelle Malcles, Bibliotecaria de La Sorbonne, con Ja devoción y la gratitud del autorn. Esta dedicatoria encabezó «Misión del bibliotecaria>> en la edición de Obras de]osé Ortega y Gasset (1943).
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IDEAS Y CREENCIAS El contenido de este libro, como sucede con Estudios sobre el amor sufre algunos cambios en sus distintas ediciones. La estructura definitiva, 'que se reproduce en'.ª presente edición, es la contenida en las Obras completas (tomo V, 1947). Esta es casi idéntica a Ja de la primera edición (Ideas y creencias, Buenos Aires-México, Espasa-Calpe Argentina, 1940), en Ja que, sin en:bargo, no está presente «Miseria y esplendor de Ja traducción», que ese mISmo año se recoge en El libro de las misiones (1940). En la edición de 1942 (Ideas y creencias, Madrid, Revista de Occidente, 1942) desapare~en el «Prólogo», «Defensa del teólogo frente al místico» y «En el centenano de Hegel». Por el contrario, se incorporan «Miseria y esplendor de la traducción» y el «Prólogo·ª un Diccio11mio enciclopédico» (que sólo figurará en esta edición). Al año siguiente, en la tercera edición de las Obras de]osé Ortega y Gasset (1943), la estructura deideasy creencias es la de su primera edición, al igual que en la edición de 1945 (Ideas y creencias, Buenos Aires-México, Espasa-Calpe Argentina, 1945). Ortega afirma en el «Prólogo» que«[. .. ] La porción primera [de Ideas y creencias] apareció traducida al alemán hacia 1936 en Europdische Revue». El texto al que se refiere es «Van der Lebensfunktion der Ideen», publicado realmente en la citada revista en enero de ~ 93 7. El contenido completo de Ideas y creencias ya había visto la luz en las páginas de La Nació11 (Buenos Aires) a lo largo de 1936, en dos series tituladas «Ideas y creencias» y «Los mundos interiores».
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DEFENSA DEL TEÓLOGO FRENTE AL MÍSTICO
Esteartículo,publicadoEmLitNación (Buenos Aires) el 10 de julio de 1932, es un fragmento del'curso '¿Q11é es filosofía?, que Ortéga impartió en 1929 y que se publicó pósturnarnente: ¿Q11é es filosofía?, Madrid, Revista de Occidente, 1958. '' , , El.lector encontrará el texto del curso en el tomo VIII de estas Obras
completas.
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NOTICIA BIBLIOGRÁFICA
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A continuación se recogen los materiales utilizados en cada caso para la fijación del texto, señalados con un asterisco[*]. En el caso de las monografías, a esta información se añade, por su utilidad, la lista de las ediciones en vida de Ortega de que se tiene constancia. Sólo se recogen las ediciones en español, y aquéllas en otros idiomas que vieron Ja luz antes que el texto en español o que se han tenido en cuenta para Ja edición. Esto último sirve también para el resto de textos (artículos, prólogos, etcétera). Asimismo, se consignan las pocas ediciones críticas (no las muchas anotadas). que preceden a estas Obras completas. También se recogep. las referencias de la primera reimpresión póstuma conocida de aquellos textos que en esta edición pasan a formar parte por primera vez de las Obras completas Como se sabe, en el ámbito hispánico el término «edición» designa tanto la edición propiamente dicha como la mera reimpresión. A este equívoco hay que añadir, en la bibliografía orteguiana, el hecho de que en ocasiones los editores numeran sus propias ediciones teniendo en cuenta las anteriores de otros editores. Así, por ejemplo, Revista de Occidente puede señalar como «segunda edición» la primera edición de una monografía bajo su sello porque ésta apareció antes publicada por otra editorial. Esta circunstancia se hace constar entre corchetes, pero para evitar confusiones, en esta «Noticia bibliográfica» sólo se numeran correlativamente las ediciones (en el sentido amplio antes apuntado) a cargo de un mismo editor, y siempre que esa información conste en el libro. La «Noticia bibliográfica» no incluye las monografías que Ortega no concibió como tales y que forman parte de ese grupo de antologías y reuniones de textos propiciado por Ja demanda editorial de su obra, ni, claro está, las varias ediciones no autorizadas que se aprovecharon de ese interés. Estos libros sólo tienen cabida en este repertorio si han resultado pertinentes
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para la fijación de algún texto de acuerdo a los criterios que guían esta edición. Cuando de un texto no se consigna una publicación anterior a la de la monografía en que está contenido en las Obras completas se entiende que apareció por primera vez en dicha monografía. En los artículos de prensa se consignan también, si los hay; los antetítulos y subtítulos, antepuestos y pospuestos al título, respectivamente, y separados de éste siempre por un punto [.]. Se consigna el lugar en que se publican los diarios y revistas cuando no se trata de Madrid.
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OBRAS Y OBRAS COMPLETAS DEjosE ORTEGA y GASSET
Obras de]osé 01tega y Gasset, tomo 1, Madrid [etc.], Espasa-Calpe, 1932.* Obras de] osé 01tega y Gasset, tomo l, Madrid, Espasa-Calpe, 1936'.*' Obras 'de José Ortega y Gasset, tomo l, Madrid, Espasa-Calpe, 1943'. * Obras de]ost Ortega y Gasset, tomó ll, MadÍi.d; Espasa-Calpe; 1936'. * Obras de José 01tegay Gasset, tomo ll, Madrid, Espasa-Calpe, 1943'.* Obras completas, tomo IY, Madrid, Revista de Occidente,1947.* ·Obras completas, torno IV, Madrid, Revista de Occidente, 1951'. * Obras completas; tomo IY, Madrid, Revista de Occidente;1955'.* Obras completas, torno V, Madrid, Revista de Occidente, 1947. * Obras completas, torno V, Madrid, Revista deücc:idente, 195i':*'' Obras completas, torno V, Madrid, Revista de Occidente, 1955'.* Obi'as completas, tomo VI, Madrid, Revista de Occiderite, 1947 .* Obras completas, to\Ilo VI, Madrid, Revistade Occidente,1952'.* Obras completas, toino VI, Madrid, Revista de Occidente, 1955'. * ·
1932 . HACIA UN PARTIDO DE lA NACIÓN ;
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«Hacia un partido de la Nación. Antimonarqufa y República», Luz, 7-1-1932.* . . .. . . . .... . . .. ·.· ... «Hacia un partido de la Nación. Platónica advertencia sobre la respetabilidad del Estado», Luz, 15-1-1932. * «Hacia un partido de la Nación. Prisioneros de los suyos», Luz, 29-1-1932.* EsTESEÑORPEMAN •••
«Este Sr. Pernán... », Luz, 19-N-1932. * SOBRE lA RAZÓN SUFIOENTE
«Un poco de metafísica. Sobre la razón suficiente», Luz, 2Y~lV-1932.* ¿POR QUE NO PROBAR A HACER BIEN lA5 COSAS?
«¿Por qué no probar a hacer bien las cosas?»; Luz, 29.-lV-1932.".
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EL ESTATUTO CATALA¡.¡
EsTOS REPUBLICANOS NO SON lA REPÚBLICA
«Estos republicanos uo s_on la República», Luz, 16-VI-1932. *
HAY QUE'REANIMAR A lA REPÚBLICA ·~
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«Hay que reaniriiar,ala Repúblicat>, Lüz, 18CV1-1932. * '.
' [Sin título];Dimio de Sesiones; 13.'.V-1932,'pp.5574c5582.* [Sin título], Dimio de Sesiones, 2-VI-1932, pp~ 5969c5974,*' «El Estatuto Catalán», en Juan Díaz del Moral yjosé Ortega y Gasset, La Rejo1111a Agrmia y El Estatuto Catalá11. Disrnrsos pronunciados en las Cortes Co115tituyentes, Madrid, Revista de Occidente, 1932, pp. 119-203.*
SE ANUNCIAN UNAS MEMORIAS 1
«Se anuncian unas memorias», Luz, 22~VI-19:32, *, '...;_.;~ __ /_)_•:.
',','El qúehacer del 110111bre. C::oncepto de lahisto1ia; Madrid, Regal, 1932,
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SENSACIONES, PARLAM)!NTARIAS ,, •
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«Serisaciones parlam~~l!lrlas», La Nación (Buenos A.IT~s), 7-Vllcl932. * -
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[SEGUNDA INTERVENCIÓN ,SOBRE EL EsTATUTO CATALAN l,
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[Sin título], Dimio de Sesiones, 27-VII-1932, pp. 7386-7389.*
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PRÓLOGO A UNA EDICIÓN DE SUS OBRAS
«Trozo de un prólogo», LaNació11 (Buenos Aires),9-X-1932.* «Nuevo trozo de un:prólogo », La N ació11 (Buenos Aires), 13-XI-1932. * «Tercer trozo de un prólogo», LaNació11 (Buenos Aires), ll-XII-1932. *
SOBRE LOS EsTADOS UNIDOS AGRUPACIÓN AL SERVICIO DE lA REPÚBLICA.- CIRCULAR
«Sobre los Estados Unidos!», Luz, 27-VII-1932.* «Sobre los Estados Unidos 11», Luz, 29cVII-1932. * «Sobre los Estados Uriidos lll», Luz, 30-VII-193 2. * «Sobre los Estados Unidos l», La Nación (Buenos Aires), 6-VIII-193 2. * «Sobre los Estados Unidos 11», La Nación (Buenos Aires), 8-VIII-1932. * «Sobre los Estados Unidos (III) », I.a Nación (Bu~nos Aires), 16cIX-1932. * POR SI SIRVE DE ALGO
«Por si sirve de algo», Luz, 8-VIII-1932. * MEMORIAS DE QUINCE MESES.- PREPARACIÓN .
«Memorias de Quince Meses. Preparación», La Nación (Buenos Aires), 20-VIII-1932.* UN MANIFIESTO AL PAis DISOLVIENDO lA AGRUPACIÓN
«Al Servicio de la República. Un manifiesto al país disolviendo la Agrupación», Luz, 29-Xcl932. *
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'«Agrupación al Sefvicio de la República. Circular», Madrid, Imprenta Tutor, [1932].*
GOEIHE DESDE DENTRO ' Goethe desde dentro. El punto de vista en las artes. El lwmbre i11teresa11te, Madrid, Revista de Occidente, 1932. *
Goethe desde dentro. El p1111to de vista de las artes, Buenos Aires-México, ' '' Espasa-Calpe Argentina, 1940. Iiiptico: Mirabeau o el Político. Ka11t. Goethe desde dentro, Buenos AiresMéxico;'Espásá-CalpeArgentina, 1941. · '· Iiiptico: Mirabeau o e!Polttico. Ka11t. Goet11e desde deiitro,'Búenos AiresMéxico, Espasa-Calpe Argentina, 19422 • Iiiptico: Mirabeau o el Político.Ka11t. Goethe desde dentro, Buenos AiresMéxico, Espasa-Calpe Argentina, 1944'. Iiiptico: Mirabeau o el Polttico. Kmw Goethe desde dentro, Buenos AiresMéxico, Espasa-Calpe Argén tina;, 1947•,
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Goethe desde dentro y otros ensayos, Madrid, Revista de Occidente, 1949. [Se señala «Segunda edición española»].
Iiiptico: Mirabeau o elPolitico. Kant. Goethe desde dentro, Buenos AiresMéxico; Espasa~Calpe Argentina, 1952'. Triptico: Mirabeau o el Político. Kant. Goethe desde denfJv, Madrid; EspasaCalpe, 1955'. PIDIENDO UN GOETHE DESDE DENTRO.- CARll\ A UN ALEMAN «Um einen Goethe van innen bittend. Brief an einen Deutschen», Die NeueRundschau (Berlín), 43, 1932, pp. 551-570. , «Pidiendo un Goethe desde dentro, Carta a un alemán», Re\!ista de Occidente, CVI, abril, 1932, pp.1-41.* «Goethe desde dentro. (Carta a un alemán)», La Nación (Buenos Aires), 3-IV-1932.* ¡ «Goethe desde dentro. (Segunda carta a un alemán)», La Nación (BuenosAires), 10-IV-1932.~ «Goethe desde· dentro. (Tercera· carta· a un alemán)»,· La Nación · .. (Buenos Aires), l 7-IV-1932. * GOETHE, EL LIBERTADOR «Goethe, der Brefeien>, Neue ZürcherZeitung (Zurich), 20"1II-1932. «Goetheel libertador», Luz, 16-IV-1932.* « Goethe el libertador», La Nación (Buenos Aires), 5-VI-1932. *
LA POESÍA DE ANA DE N OA!I.I.ES · «La poesía de Ana de Noailles», Revistade Occidente, I, julio, 1923, pp. 29-41.* MAURICIO BARREs «Notas. Mauricio Barres>>; Revista de Occidente, VI, diciembre,1923, PP• 391-397.* .,, SOBRE· EL PUNTO DE VISTA EN LAS ARIES • !1Sobte el punto de Vista. en las artes. Primera parte», Revista de Occidente, VIII, febrero, 1924, pp.129-160.*
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j:VIVA LA REPúilBCA!
LA FILDSOF!A DE LA HISTORIA DE HEGEL Y LA HISTORJOLOGÍA
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EN NOMBRE DELANAOóN, CLARIDAD
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SOBRE LAS CARRERAS
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«Sobrelas carreras. Los diferentes tipos de vida», La Nación (Buenos Aires), 23-lX-1934.* «Sobre las carreras. La vocación y la realidad social>», LaNación(Buenos Aires), 30-lX-1934.* ' «Sobrelas carreras. La creación y el estudio de lo ya creado», La Nación (Buenos Arres), 7-X-1934.* ' «Sobre las carreras. Tradicionalismo;· actualismo:y fu turismo», LaNación (BuenosAires) 1 14-X~l934.* ·· ··· i\ «Sobre las carreras. Modos genéricos de coinportamierito humano», La Nación (Buenos Aires), 21-X"1934. *
Los QUE ESTUilIAN FI.LOSOFÍA COMO,PROEESIÓN y 1'0S QUE BUSCAN UNA CLARIDAD SOBRE LA VIDA
«Lii primera lección de un curso. Sobre el estudiar y el estudíante», La Nación (Buenos Aires), 23-N-1933.* · . [NOTA A LA PRENSA SOBRE LA CRISIS DE GOBIERNO]
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«Don José Ortega y Gasset aconseja un Gobie~O puramente• republicano sin hostilidád'coritra el socialismo», Luz;9"VI-1933.* '
LA NECESARIA EXPERIENCIA DEL ERROR
. «AClaraciÓn a una infonnacióri deótin ]Jénóditci 'de París; Doh José· Ortega y Gasset dice a Luz en una carta:: "Creo que la República se
796
«Sobre las carreras. Los que estudian filosofía como prbfesióny los que ·buscan una claridad sobre la·vida», LaNación(Buenos Aifes) 128"Xc1934. * LA ÉPOCA DE UN PROGRESO.Y LA ÉPOCA DE UN PELIGRO '; ''j:;
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' «La situi:tción dela ciencia y Ja.razón histórica;; La época de un progreso y la época de un peligio»;LaNación (Buenos Aires); 23-XII-1934.* «La situación de la ciencia y la razón histórica. IFLá épo·ca .de un : ,,,,.,progreso yla época de' un peligro»; Cuadernos Hispanoame1icanos, 403-405(1984), pp. 10-12.. • ¡
797
LAs OPINIONES PARTICULARES DE LOS.HOMBRES CONTRA LA FE DE SU TIEMPO SON INAUTÉNTICAS
«La situación de la ciencia y la razón histórica. Las opiniones parti;culares de los hombres contra la fe de su tiempo son inauténticas», La Nació11 (Buenos Aires), 30-Xll-1934.*· «La situación de la ciencia y la razón histórica. III Las opiniones particulares de los hombres contra la fe de su tiernpo.sonrinauténticas», Cuadernos Hispa11oameiica11os, 403-405 (1984), pp. 12-15. PRÓLOGO A ffsPAGNE GRANDIOSE ET FANTASTIQUE, DE SERGE ROVINSKY «Préface», en Serge Rovinsky, 1.'.Espag11e grnndiose et f a11tastique, París, S. Rovinski, 1932.*
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I
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1935
LA ESTRANGULACIÓN DE «DONJUAN»
UN RASGO DE LA VIDAÁLEMANA '; f
«Un rasgo de la vida alemana. Veintitrés años después. Impresión sincera e impresión completa. Paréntesis sobrelaestupidez. Para una técr.nica dela óptica histórica», LaNació1i(BuenosAires), 24-II-1935.* «Un rasgo de la vida alemana. Jugar:la vida a una carta. La. organi.zación de los servicios colectivos. Un resultado: la desindividualización del hombre. El "furor teutónico"», LaNació11 (Buenos Aires), 3III-1935.* «Un rasgo dela vida alemana; Los factores que implica la buena orga• nización colectiva y el autómata humano. Diferencias entre elfondonario alemán ye! francés, el español o el argentino», LaNació11 (Buenos Aires), lO•Ill-1935.* · . .. . . !J: «Un rasgo de.la vidaalernarta: El funcionario españoL El hombre torna su cargo de diversas maneras. El funcionario francés», La Nació11 (Buenos Aires), 17-III-1935.* «Un rasgo de la vida alerna~a. Plasticidad del hombre. Nuestro pasado •es nuestrarlirnitación;rElrcaráderrétnico domo eLpasado de un pueblo. Entrevisión de quéesJosbcial»; La Nació11 (Buenos Aires), •;u .; '24-ll1-1935l :1.r«Un rasgo.de lá vida alemana. Últirnasrellexiones», LaNació11 (Buenos .... Aires), 31-III-1935.*
* ..
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LaNdcióíí{BüetiosAit~s),
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1939
1936
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CUESnONEs HOUNDESAS
)'i
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«El derecho a la continuidad. Inglaterra como estupefaciente», La Nación (BuenosAires), 2-V-1937.* BRONCA EN LA FÍSICA
', ... FACCIONES DEL AMOR
«Bronca en Ja física. Una polémica en la región más pacifica», La Nación (Buenos Aires), 19-IX-1937. * «Bronca "en Ja física. Propaganda del buen humor. Física y guardarropía; O filósofo o sonámbulo», La Nación (Bueµos Aires), 10-X-193 7. * «Bronca eh lá física~ Conversión d~ la física en geor1u!tría. Obser. vación o invención. Grecia o Égipfo», Lá NaCiói1 (Buenos Aires), .. • •. . .... ·.. 24-X-1937.* «Bronca en la física (Final)», La Nación (Buenos Aires), 7-Xl-1937.*
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{>'•
l~OSAUROS YEri!TORES CLANDESTINOS.-.-•. U~~ENClA DE UNA RECT-iFu:AOÓN MORAL
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ENSIMISMAMIENTO Y ALTERACIÓN
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E11simismámiento.y.a!teració11; Meditació11 de la témica, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1939. *
1940
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IDEAS Y CREENCIAS PRÓLOGO A UN DICCIONARIO ENCICLOPEDICO ABREVIADO
«Prólogo de la1primera·edición», en Dicdonmio enciclopédicó abreviado, Tomo I, Buenos Aires•México, Espasa-Cálpe Argentina, 1940, pp.13-22.;" [Se señala «Primera edición»]. «Prólogo a un Diccionario enciclopédico»., en Ideas y creencias, Madrid, Revista de Occidente, 1942, pp.153cl7L , PRÓLOGO A CAlill\5 FINIANDESAS Y HOMBRESDEL NORTE, DE ÁNGEL GANIVET
«Prólogo», en Angel Ganivet:; Cartas finlandesas y Hombres del Norte, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1940, pp. VII-XV:*· [PROSPECTO DE UNAS LECOONES SOBRE «EL HOMBRE YA.A GENTE»]
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IDEAS Y CREENOAS
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EN EL CENTENARIO DE HEGEL
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805
«En el centenario de Hegel (IV). La meseta, el valle y la costa 11», La Nación (Buenos Aires), 20-Ill-1932.* «Geografía e historia. La meseta, el valle y la costal¡>, Luz, l-III-1932.* «Geografía e historia. La meseta, el valle y la costa 11», Luz,'3-III"1932. * · M!SERIA Y ESPLENDOR DELA TRADUCCIÓN .
«Miseria y esplendor ele la tra.ducció.n. La rniseri~», La Nación (Buenos Aires), 13cVI~l937.* «Miseria y esplendor de la traducción. Los dos utopisrnos», LaNación (Buenos Aires), 20-VI~l937.* --· · -- · «Miseria y esplendor.de la traducción: Sobre hablar y callan>, La Nación (Buenos Aires), 27-VI-1937.* · «Mi~eria y espl~~dor deJ<1 traducción. No hablarnos en serio», ·.... LaNación{BuenosAire.S),4-Vll-.1937.* ·~
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APÉNDICE
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DEFENSA D~L TEÓLOGO FRENTE AL MisTICO
• «Filo~offü ymtsfü:isiii~», Lrt'Nación(BuenosAires), 10-Vll-1932.* -. -· _., ', : '
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• EN EÍ..CENTENARIO DEuNA UNÍVERslDAD
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«En el centenario dé una Universidad l», La Nació11 (Buenos Aires), 1-1-1933.* . - . ·- --·. . .. «En el tenteriario de una Uriiversiclad 11», LaNació11 (Buenós Aires), -- - - s:1~1933:* «En el centenario de una Universidad (Tercero y último)», La Nació11 (Buenos Aires), 22-1-1933. * ·
...
MEMORIAS DE MESTANZA
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806
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SIGLAS
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OBRAS Y OBRAS COMPLEJAS
1 1
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1
Obras de]osé Ortega y Gasset I, 1932
1
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01(36)
Obras de]osé Ortega y Gasset I, 1936
OU(36)
Obras de]ósé Or.tegay GasseUI, 1936
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bb'ras dejo;.! Ortega)' Gasset I, ]_g43
11
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I''
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OII (43)
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Obras de José Ortega y Gasset II, 1943
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OCN(47)
Obras completas IV, 1947
OCV(47)
Obras completas V, 1947
OE:VI (47)
Obras completas VI, 1947
OCIV(51)
Obras completas IV, 1951
ocv (51)
Obras completas V, 1951
OCVI(52) ·
'1
Obras completas VI, 1952
MONOGRAFÍAS GDD (32)
Goethe desde dentro, 1932
809
LM (40)
Libro de las misiones, 1940
ESA (39)
Estudios ~obre el amoi:, 1939
ESA(41)
Estiidios sobre el amor, 1941
1932 SOBRE LOS EsTADCJS ÜNJDOS
Pág. 36
EriLN (6'Vlll-32) seincluia, tras el título, este texto: «Madrid, julio de 1932».
Pág. ·35, lineal' LN (6-Vlll-32)
«En 1928, hablando en Buenos Aires, insinuaba yo ... » «En 1928, hablando a los Amigos del Arte insinuaba yo.e.»
EllSÍmismamiento y alteración, 1939
EYA (39)
Esquema de las crisis y otros ensayos, 1942
EDLC (42)
IYC (40)
Ideas y creencias, 1940
IYC (45)
Ideasy creencias,,1945
Pág. 35, lineas 4-5 LN (6-Vlll-32)
«Apenas vuelto a España, en comienzos de 1929 ... » «Apenas vuelto a España, a comienzos de 1929 ... »
Pág. 3 7, lineas 2-3 L (27-Vll-32), LN (6-Vlll-32)
« ... pueblos que hasta ahora han existido:.,.>> «... pueblos que hasta ahora habían existido ... »
I
OTROS TEXTOS
Diez maestros, 1935
DM (35) CFYHN (40)
Gaitas finlandesas y Hombres del norte, 1940
DEA(40)
Diccionaiio enciclopédico abreviado, 1940
Diario de Sesioñes
ES
, El Sol
L
LN
La Nación
RO
Revista de Occidente'
Pág. 3 7, linea 8 LN (6-Vlll-32)
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1
«••. y al decirlo y creerlo .•. » « ... un~ ~lave para muchos secretos de :111~ti;a exisc
LN (6-Vlll-32)
tencia ... » «... una ~lave tencia ... »
Pág. 3 i, lineas 35-36 LN (6-Vlll-32)
Pág. 38, lineas 1-2 , LN (6-Vlll~32) L{27CVll-32)
p~r~ muchos secreta de nuestra exis~
«... sobre los cuales podía operar una rectificación de las ideas europeas en tomo a EstadcisÜnidos: .. » <<'. .. sobte los cuales podía operarse una rectificación cie las ideas europeas sobre los Estados Unidos.:.» ·<¡ ••• apafeci~
i: 1,
e:Il LCz Nación, de Buenos Aires.>>
«; .. apareció en LA NACIÓN.» <(.:• ."apareció en Lá Nación, de Buenos Aires, va para . tres años.»
L(27-VII-32), LN (6-Vlll-32)
I
,«••• y al decirlo o éreerlo ... »
Pág. 3 (, lineas 16-17
Pág: 38, lineas 19-20
1
'''<(;.en mi primera conferencia en la Facultad de Filosofía:, e» , « •.. en mi primera conferencia dela Facultad de Filosofía; .. »
811 810
i,r','I'
1:
1
PUBLICACIONES PERIÓDICAS DS
:I
calismo que nó he· encontrado ni siquiera en Jos Pág. 38, líneas 34-36
LN (6-Vlll-32)
Pág. 39, líneas 24c25 LN (8-VIII-32)
Pág. 39, líneas 33-34
« .. .la de Australia, la africana (Rhodesia). La varie~ad d~ estas Dlanifestaciones nos permitiría extraer la figu;:a típica de la vida colonial. .. » . «.. .la de Australia, Ja· africana. La variedad de estas :;manife~.~ciqµ~,,1'.lq~! permitiría extraer la ese~~ia n$Illl! de la vida colonial. .. 11
a:rllefíCailos más "patriotas", enunciaba mi sospecha ae la prontitud 'c()I1 que al tocar Ja tierra nueva se produce una modificación substancial en el hombre · · clelas razas Viejás. Lo' que sostengo -y esta sutileza e5 'para mí iO hllportante, lo decisivo en la cues. tión_'.._ es qué ~a peculiaridad indiscutible no actúa ni se desarrolla de modo apreciable en la historia del hombre colonial, es decir, hasta que no ha traspasa¿¡; la situáción y estadio que es la colonia. A mi jui.C~ó,_ ~ ,á~:Or~: Pr~:c~a~ente ahora -ya veremos por qué.:...:.. c~aJ;do Ja América del Norte sale de esa situación. Acaso en .ita s\lperación de la etapa colonial le . , -, ; ' :':1' /l.a prece4iq~ .Méj\co ... ¿Porqué~~ pepµliaridad indiscutible no actúa mientras él horn:bre vi~é ~Ólonialmente? s,gúi: µu~s~a. esu~~ión, el. hombre colonial es el . hombre de uµaraza antigua ... 11
«... p~r_a-:q1;1.e ·se :Produzca el fenómeno "colonJft'':. Hay una forma.•.1.11• ' «... para que se produzca el fenómeno "colonial". Hay una forma ... » <<'••• pasa
súbitamente de una tierra históricamente
más joven ... )> / «i·: '.p:asa subitáneamente de una tieria históricamen-
L (29-VII-3i), LN (8-VIIIc32); O<'.:IV:(47) te más joven".!.>> Pág. 39, línea 36 L (29-VII-32), LN (8-Vlll-32), OC IV (47)
«... por él. Sufre el anacronismo ... »
.«.. :pór él'. Sufre del anacronismo ... ».·
;;; i
Pág. 44, Jíµeas 33-34.
iJ:p.ita~()S .. ~ I> ,
Pág. 4ó, Jilitas8~9 ·
«.: .t~n disdrit!!en altitud humaria del reciénUégac
iN (8-\Trn-32)
do, tan_ inferfor, ;qü~ "é:ste no siente ... » ~•.. :tan distánte en altitud humana del recién Üegado, que éste no sierite ... »
LN (16-IX-32)
LN (16-IX-32)
812
«Según ]1Uestra' ecuación, el hombre colonial es el hombre de una Taza antigua ... » «,No ~é si~~ tra~pareciendo con suficiente precisiÓr; el pérfÚ d~ eso que llamo "hombre colonial". ,I~or uµ,lado, al '\firmar que la vida colonial no, es )':n\I .situación. históricamente definitiva -ni aun .en ,el sentido relatiyo de todo lo histórico-sino .sólo:una situación y un estadio, me opongo a que se hable de pueblos "americanos" con la plenitud significativa · que:tienela palabra ... pueblo", referida a los autóctoc nos. Pero el finaldemi articulo anterior mostraba . que esto no me lleva a escatimar originalidad, pecuc liaridad, al hombre colonial; antes bien; con un radie
«En cambio, América, del N arte va a comenzar ahora a imitarnos .... »
Pág. 44, línea 38 LN (16clX-32)
Pág. 42, línea]
_<~E~ .~?-~bio 1 Norteamérica va a comenzar ahora a
«... vida bajo la presión inexorable de un destino limitado.». « ... vida bajo la presión inexorable de un destino ilimitado. Partiendo..dela idea de "destino", podía haber inten. . tado ,una. definicióm de la vida colonial más honda. Pero nuestro tiempo ignora lo que es el destino; se halla más lejos que ninguna otra época de esa realidad, la más sutil, pero--sin exageración- la más fundamental. Porque de5tino no es principalmente el conjunto de fatalidades externas que coartan nuestra existencia, sino, por el contrario, la fatalidad más etérea e íntima,· a;Ia vez, que cabe iináginar. En mi aiticulo sobre Goethe¡ publicado no hace mucho en la "Revista de Occidente" (abril), desarrollo esta con' cepción del destino.: Cada cual es un programa de
813
ij1,1. ¡·: J !
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vida determinado, programa que él no elige, sino que encuentra inexorablemente al encontrarse consigo ntlsi:rt~. ¡CqÍn~ qu~ el verdadero "sí rnisi;no" de cada , cU:alno _es ·ni.~ _cµ~qJD ni su alma, sino naquel persa, naje que,ti~ne qué ser, que realizarse"! Y el destino lo . - ,, .. : ,. ' ,, ,'. es tamo, más, cu~'1to más preciso, menos canjeable '' sea: ~e programa vital. Si en la vida de un hombre distinguirnos las etapas de las edades, notarnos que durante i;,'jú'iehÍxíd el destino es más impreciso, deja más holgura. El j~ven, mientras es joven, "puede" ser 'Ínuéhas C~SaS, no sCÍlo porque las circunstancias ex' ,, •· iéñüisle d7j en: may?r margen, porque su propio ser, su vocación, es aún multiforme, plural. Un hombrij¡f~en i;s una encrucijada de posibles trayectorias .vfiáíes que en ese Pl!nto ge su existencia podía tomar ' 'péit' igúal aúténticldad. Este privilegio del joven, que le'permite ser con fa misma sinceridad muchas cosas, ¡ ', 'a' Véées '~ntte: Sí int6riexas es el reverso de su candi"' ',-,
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Pág. 55, líneas 20-21 DS (13-V-32):,
,
sino
Pág;.55;líneas22"23 DS (13-V-32),
Pues bien: la vida c_olonial es holgura e imprecisión 'de destino intimo. Por eso tiene el hombre ~olonial una sensaciórtdela existencia más ligera, ingrávida, qúe el hombre propiamente metido eri hLStorla. El destino; cuanto más preciso, pesa más. La vida crece en pesadumbre conforme va precisándose. ¿No es característico de América la indecisión de las vocaC dones? La facilidad con que en toda América se salta de uria a otra profesión no procede sólo de motivos extemos,·sino que tiene una de sus causas en la indecisión del destino intimo, menos riguroso y; por lo mismo, menos pesado que el que gravita sobre los , ' ' hombros de áreas históricas viejas.»
Pág. 56, líneas 15-16 L_ ¡:
DS (13-V-32)
Pág. 57, líneas 14-15 DS (13-V-32)
Pág. 57, línea 26 DS (13-V-32)
Pág. 57, lineas 31-32 DS (13-V-32)
Pág. 57, líneas 35-36
DS (13-Vc32)
•.Et. ESTAT\)TO CATALÁN
814
«... que es un tema que no tolera ni mucha doctrina · .ni rnuybuena ... »: . «; .. que es un tema el cual no tolera ni mucha ddctrina ni muy:buena. ;. »
« ... no creo ser hombre pronto ni largo en palabras. A defecto de.;,» , «::.no creo ser hombre pronto y largo en palabras. , A defecto de: .. » «... se le puede propinar y a ello aspiro, un eficaz contravellerio; Vamos ... 1> «.. :se le puede oponer, y a ello es a lo que aspiro, un eficai contraveneno: Vainas ... 1>
:1
,, ¡ ,: '
«.:.le haya-retirado la fé y le escatime la esperanza.>> «.:dehaya retirado su fe y le esté escatimando su esperanza~1>
. 'éión'báslca:'ho Sér éféctivamente nada, todavía.
DS (13-V-32)
«..:.se resuelva a· salir de sí mismo, a salir de ese fatal ensirnismamiento .. 'J>} · ·
1
Pág, 55, líneas 2-3
«.... seresuelva a salir de sí mismo, de ese fatal ensimismamiento.-...->~
Pág. 58, líneas 2-3
, «::.y se .da con abundantísirna frecuencia sobre el área históriqa..·Es tari conocido ... » «...y se dácon abundantísima frecuencia en la realidad histórica. Es tan conocido ... » «Es un sentimiento de dintorno vago, de intensidad variable."» ~e Es' un sentiiniertto de contornos vagos, de intensidad variable ... » «... fundirse en una gran unidad histórica, eh esa radical comunidad de destino que es una: gran nac ción .. .>» « ... fundirse en una gran unidad histórica, en esa radical comunidad de destinos que es una gran nación ... » « ... animados pot et afán positivo de no querer ser
· franceses.;,» DS (13-V-32)
'e«:. ;animadosporelafán de no querer ser franceses .. .>>
815 ',\
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1i
Pág. 58, línea 5 DS (13-VC32)
Pág. 58, líneas 20-21 DS (13-V-32)
formar una gran nación y disolvernos en ella. Por eso . .,.». «.;¡Üe formar.una gran nación y de diSolvernos en ella. Por eso; .. »'
, ·«:/.fue capturado por éste y gira desde entonces en ' su torno acercándose cada vez más a él. . :» « ... fue capturado por él y gira desde entonces en tomo a éste, acercándose cada vez más a él. .. »
Pág. 59, líneas 32-34
lo he dicho porque es la pura verdad, porque, en consecuencia, conviene hacerlo constar... » ~< ••• que voy a extraer de aquí consecuencia ninguna;
DS,(13-V-32)
lo he dicho porque es Ja pura verdad, porque, por · coilsecUencia, conviene hacerlo constar ... »Pág. 59, líneas 36-38 DS (13-V-32)
Pág. 58, lmeas 34-35 DS (13-V-32)
«.'..es su terrible destino, que arrastra angustioso a !alargo de toda su historia. Por eso ... » .. « ... es su terrible destino, que le arrastra angustioso a lo largo de toda su historia. Por eso ... » /
Pág. 58, línea 38-Pág. 59, lmea 2
DS (13-V-32)
Pág. 59, líneas 4-5
«... impu!So hacia,unificaciones cada vez mayores. De aquí que ese pueblo que quiere ser precisamente lo que no. puede ser; pequeña isla de humanidad arisca, reclusa en sí misma; ese pueblo que está aquejado por tan terrible destino, claro es que Vive, casi siempre, preocupado y como obseso por el proble. ma dlisu soberanía ... » « .. ;impu!So. hacia unificaciones cada vez mayores; y ese pueblo que quiere ser precisamente lo que no puede ser, pequeña isla de humanidad arisca, recluc sa en si misma; ese pueblo que está aquejado por ese terrible destino, cla:ío es que Vive, casi siempre, pre" ocupado, como obseso por el problema de su soberanía ... »-
Pág. 60, líneas 26-27
«... de esá radical comunidad de destinos, de esfuerzos, de.penas ... 1~
Pág. 60, líneas 30-31
816
. ~<-••• tendencias perfectamente antagónicas, no com-
prendo que nadie ... » «... tendencias pf:rfectamente antagónicas, yno comprendo que nadie; .. »
DS (13-V-32) ···
Pág. 60,Jínea 34 DS (13-V-32)
« ... sería como multiplicarlo por su propia cifra ... » « ... seria como multiplicarlo por sí mismo, por su propia cifra ... »
Pág. 61, !meas 3-4
«·.·.. renacería· de sí mismo, con signo inverso,' pero con una cuantía ...·» ~c. .. renacería de sí mismo, con sesgo inverso, pero con una ·cuantía ... »
DS (13-V-32)
Pág. 61, líneas 34-35
¡:« ... encontraremos, con gran probabilidad, que e5;táh: enzarzadas· .. . »
« ... quien representa la efectiva, aunque afortunada anormalidad; es Francia ... >~
DS (13-V-32)
«... quien representa la definitiva, aunque afortunada anormalidad, es Francia ... »
Pág. 62, líneas 32-33
«. , ;todo cuanto signifique, cuanto pueda pareceramenaza de la soberanía.unida, o que deje infectada ... » «... todo cuanto signifique, cuanto pueda parecer amenaza dela soberanía unida, o dejar infectada ... »
« .. .la soberanía popular. Pasan los climas histó. riCos~~-.»
DS (13-V-32)
«... de esa radical corimnidad de destino, de esfuerzos, de penas . .. >~
DS (13-V-32)
_.¡'
Pág. 59, línea 9
« ... ese vago anhelo de que Cataluña sea Cataluña. Mas no confundamos las cosas; no confundamos ... » «... ese vago anhelo de que Cataluña sea Cataluña. Pero no confundamos las cosas; no confundamos ... »
«.:.encontrareinos a éstos, con gran probabilidad, enzarzados ... ».
DS (13-V-32)
«... que voy a extraer de ello consecuencia ninguna;
DS (13-Vc32) ..
i
817
Pág; 63, línea 3. ' DS (13-V-32)
«... y el Estado fo.retrae y a él revierte. Esto es;;.» «... y el Estado lo rétrae y revierte a él. Esto es ... »
Pág. 70, líneas4-5
brote en vuestra tierra ... »
DS (13-V-32) PágL63; lírieas 28-29 'iil
DS (13-V-32)
«... siuna regiónde las normales pide autbhomíii, ya no•me interesarla otorgársela ... » •« ... si. una región de las normales pide autonomía, desde mi punto de vista ya no meinteresaria otorgársela.·.. »
Pág. 70, líneas 29-31
DS 013-V-32) Pág: 63, líneas32"33 •
• , . '<< • •. isiiio,
alrevés1·.uno de esos acicates/ dé esos agui-
,janes; quda alta política obliga ... » DS (13-V-32)
Pág. 64, líneas 36-3 7
<< ••• sino, al revés, uno
la alta política obliga ... »
Pág. 70, línea 33
«; .. doctrinalmente no revolucionario, eia de.hecho
DS (13-V-32) i
•
DS (13-V-32)
Pág. 66, línea 31
Pág. 71, líneas 10-11
«.:.queinventen los juristas otro ténnino, que póL damos intercalar ... » «... que inventen los juristas otro término, el cual podamos intercalar ... »
DS (13-V-32)
«.•. decir que en aquel punto general de la ense-
DS (13-V-32)
Pág. 71, líneas 20-21
ñanza ... »
DS (13-V-32)
Pág. 67, lírieas 30-32
DS (13-V-32)
«... por las mismas instituciones que Soria y que Zamora, pequeñas villas rurales: por un gobernador civil. ¡Y luego extrañará que ... » • «; .. por las mismas instituciones que Soria y que Zamora, pequeñas villas rurales. ¡Y luego extraña'rá' que·.-:.'>>-
Pág: 69 ¡líneas 25-.26 • DS (13-W32) ,
818
« .•. de figura sumamente amplia y anuncia ella una ·posible.:'.» <<.,.de< figura. sumamente amplia y; naturalmente, anuncia ella una posible ... »
« ... doctrinalmente no revolucionario, de hecho era · seffiirevolucionario por ... 1>
Pág. 65, líneas 37-38
«... para salvar la situación de las deudas creadas, cayeron sobre los impuestos de derechos reales. Señores, así es como yo veo.-. . » « ... para salvar.la situación de las deudas creadas, cayeron sobre los impuestos reales. Señores~ tal es como yo veo .. . »
de esos acicates, aguijones, que
semirevoluciqnario por ... 11
DS (13-V-32)
«... que crecerá conforme crezca el hontanar que
«.:.sobre los asuntos que quedén inscritos en la ór''· bita de actuacióÍL .. » « ... sobre los asuntos que queden adscritos en la ·ar'' bita de actu'ación: .. ))
[J'
DS (13CV-32)
Pág. 71, líneas 35-36 DS (13-V-32) Pág. 72, líneas 5-7 DS (13-V-32)
· «... Estado;ren el que van bien las cosas, eri élque ilusiona embarcarse.·.-.» «... Estado, en el que van bien las cosas, en que ilusiona embarcarse·.·.:~ 1> «... nada de "iberismo"; tenemos delante la empresa, de hacer un gran Estado español. Para esto ... » «... nada de "'iberismo"; tenemos delante' la empresa, tenemos ahora la empresa delante de hacer un gran Estado español.rParaesto ... »
«.,;delante. Y si no fuera porque en uno de sus lados '
819
Pág. 73, líneas 17-19
DS (2-Vl-32)
«... un ataque que no se ha dirigido a las opiniones expuestas por mí,.sino que, perforando éstas, ha venido~ .. )> « ... un ataque que se ha dirigido no a las opiniones expuestas por mí, sirto que, perforando éstas, ha vec nido.:.. >»
Pág. 88, líneas 11-12 · LN (9-X-32)
sorpresa ... »
Pág. 88, líneas 17-18 !
-.
. !", .
Pág. 76, líneas 3-4
<<, •• no conviene enzarzarlas en este debate, so pena
LN (9-X-32)
DS (2-Vl-32)
de no acabar nunca.» << ••• no ·conviene enzarzarlas en este debate, so pena
Pág. 89, líneas 10-12
. , de que no acabásemos nunca.» Pág. 79, líneas 29-32
<<.-.~su
expresión ·auténtica, es averiguar si.la inmensa mayoría del. pueblp español signe resuelta a ser esa voluntad unitaria, a.eonvivir en soberanía indivisa con aquéllos con quienes ha convivido hasta aquí, a resolver ... » << ••• su
DS (2-Vl-32)
«... cuando es una razón inferior que, para dicha así ... » «... cuando es Una razón que, para dicha así..·~>>
Pág. 82, líneas 4-5 DS (2-Vl-32) Pág. 83, líneas 25-26
DS (2-Vl-32)
LN (9-X-32)
Pág. 90, líneas 5-6
expreSión auténtica, es el averiguar si:Jajn;..
mensa mayoría del pueblo español signe resuelta a ser esa voluntad unitaria, a convivir en soberanía indivisa con los que ha convivido hasta aquí, a resolver ... »
«... en muchos casos, ha sido arrojar pedazos de aquel entusiasmo colectivo, que trajo el régimen, a los gru. ·•pos que .habían puesto condiciones .... » «... en muchos casos, era arrojar pedazos de aquel entusiasmo colectivo que trajo al régimen a los gruc · pos que hablan.puesto condiciones ... »
«... al recuerdo. No sé bien por qué, pero siempre he notado con sorpresa ... » «... al recuerdo. No sé bien porqué he notado con
LN (9-X-32)
« .. .lo que tienen de cadavérico, de fenecid.o, Y no creó ... » ·.. :.jo que tienen de cadavérico, de sido: Y no creo ... » « .. ,d.,;.cubrlr su secreto. ¿Puede es~erar1m .,,;pañol qi:ie algón compatriota sienta i;,ter,,,; p~r el secreto de lo que fue su vida? Porque, no se dude, toda vida es secreto y jeroglifo. De aquí que ... » «.... descubrir su secreto. Porque, no se dude; toda vida es secreto y jeroglífico. De aquí que ... » « .. .la vida se exalta al entrar en su presencia otra . vida.>> « .. .la vida se exalta al entrar en presencia de otra vida.»
Pág. 90, Ifnea 12 LN (9-X-32)
«... que estamos ya habituados a la proximidad ... »' «... que estamos habituados a la proximidad ... »
Pág. 90, líneas 18-19 LN (9-X-32)
<<¡Qué ardores, qué terrores, qué trepidación ... » «¡Qué ardores, qué temores, qué trepidación ... »
Pág. 90, líneas 30-31
«Desde el comienzo de mi obrn me he preocupado de fori.entar la porosidad de IIlis lectores hacia el prójimo, porque ... » . .«D.,;;de efc[Jmlemo de mi obra me ha preocupado fome!ltar la poro~idad hacia el prójimo.
LN (DcXI-32)
«NUEVO TROZO DE UN PRÓLOGO
]OSÉ ORTEGA Y GASSET»
· ··PRÓLOGO A UNA EDICIÓN DE.SUS OBRAS
Madrid, octubre de 1932 Pág. 88, nota
820
Nota alpieno incluida en LN (9-X-32), O (32), O I (36, 43). En LN (9-X-32) se incluía, tras eltítulo, este texto: «Madrid, septiembre de 1932».
Desde el comienzo de mi obra me he preocupado de ·•.·"fomentar la porosidad de mis lectores hacia el próji·ni.b, porque .... >~
821
e1
Pág. 90, línea 39 LN (13-XI-32)
((.,.en cuento fOilláiltiC0 experimenta.,. I> «... en el cuento .~e. Poe 1 experimenta ... »
Pág. 91, líneas 3-4 LN (13-XI-32)
«.. .l~ ilusionaba1.¿Tal vez perdurar en la vaga idea ... » «.. .le ilusionaba? ¿Tal vez, estar en la vaga idea ... »
P~g. 91: lí;,:éas 14-15 . LN (13-XI-32),
1
•
•
•
«... claro es ql.te, por el pronto, dos v1das.'.'.,. «... cl~.ro es qn.e. pÓ~lo pronto, dos vidas ... »
LN (13-XI-32)
·«.:.y todo lo demás mera periferia ... » «.. :y todo lo demás será periferia ... » «... al verme como elemento del paisaje ajeno, me estoy viendo:: :» «... al verme comó· elemento del paisaje me estoy ·viendo ... >~
LN (13-XI-32)
Pág. 92, línea 9 LN (13-XIc32} ¡ · '
«... es la que no suele bailar el español. Cada cual...» ·«... es la que no puede bailar el español. Cada cual... »
Pág. 92, líneas 14-15
LN (13-XI-32)
Pág. 93, líneas'26-27
I
Pág. 92, líneas 6-7
Pág. 92, líne~ 39-49
1
Pág. 91, línea 21 «... uo es posible ver la del otro •. ,». LN (13-XI-32);'o (32), «.:.nó es posible ver la de otro ... » o r. (36, 43);. bcvr C4i, 52) .·. Pág. 91, líneas 37-38' LN (13cXI-32)
LN (13-XI-32)
Pág. 95, línea 13
«Mientras uuestra relación con el prójimo permite , que éste se nos.presente con aspecto impersonal y co~ mo un mero ingrediente o figurón ... »
· ~c~~-.una,obfa 'con;io l·~ mía, q{ie, aunque._ de escas_o:v_a1.or, es muy, compleja, muy llena de secretos, alusiones, y elisiones, muy ~ntretejida ... » «... una obra como la mía, que es muy compleja, muy llen.a de sec;r,etos, inuy entretejida ... ~ (C, ••
d~~Jm!é c·amo utopismo, es decir, la existencia
fuera de todo lugar y tiempo. Hoy han descubierto ... » . « .. ,desenma!lcaré como utopismo. Hoy han redes. ~ubierto esta verdad ... » . En LN (ll-XII-32) se incluía, tras el título, este tex«Maclrld, noviembre de 1932».
to:
Pág¡ 95, líneas 15-16
LNC11-XII~32.) ·•
«... pmq~e lefaltana la esencial oscilación entre el 'entusiasmo ·y Iá, angustia, carecería dé sustantiva perplejidad. El astro no se siente ... » « . .':porqü'e le faltafia la dimensión esencial de angustia, de tristeza y de sustantiva perplejidad. El astro no se siente ... >~
«... para interpretar el jeroglifo que es toda existencia ... »
LN (13-XI-32)
. «... para interpretar el jerogl!fico que es toda existencia ... »
¡)
Pág. 95, lineas 18-19 LN (ll-XII-32)
Pág.'92: líneas 20-21 . • •
'
1
LN CÚ~XI-32)
.. «.,.que con tant~ razón ha exagerado la interpretaciónecon.ómica de láhisfófiá póniéndolo en el primerplano,el pequeño detalle ... » . ,. .., .. «"..que cou tanta Tazón ha puesto en el pclmer pláiío la iriterpretación económica de la historia, el pequeño detalle ... » t''
Pág. 92, líneas 31-32
o (32); (!) t (36; 43); OC'VI (47) ' ,,.
' .. ·-·
«Mientras nuestra relación con el público permite que éste se nos presente con aspecto impersonal y como mero ingrediente o figurón ... » «Mientras miestia relación con el prójimo permite qtie éste se nos pre5ente con aspecto impersonal y como mero ingrediente o figurón ... »
«'. .. 'en fa cuna de bronce de su órbita. Pero tampoco seria ... »
«... en la cuna de bronce de la necesidad. Pero tampoco seria; .. »
Pág. 95, líneas 23"25
LN (ll-XII-32)
«¿Qué l1lfüí'ledaba·esto o aquello? Tiene delante de ' •sí'lin tiempo eviterno que le permite ensayar una · tras•otia todas' las ocupaciones. El hombre; én'cambio, advierte ... » «¿Qué más le daba esto o aquello? El hombre, en ·cambio, advierte·~ .. ·,~
Pág. 95, líneas 37-38 LN (ll-XII-32)
«... nunca está seguro en concreto de qué es lo que "' hay qúe hacer.»· <<: .chunca·est'á seguro en concreto de que esto es lo que hay que hacer.»
822 823
Pág. 96, línea LN (lf-Xll-32)
«Pues bien: el caprichoso es el hombre ... » «El caprichoso e5 el hombre ... »
Pág. 96, línea 6-Pág. 99, lútea 17
«Tal vez por ello abunda entre los artistas el hombre sin pe5o de hmnariidad, de entraña frívola: Hafque' hacer nuestro quehacer. El perfil [... ] lo que Platón llama "la segunda navegación"! 1932» «Tal pal-e!Ío suele ser el artista un hombre sin peso de humanidad, de entraña frívola.»
LN (ll-Xll-32) ·
vez
GOETHE DESDE DENTRO .
.
.
LN (3-IV-32)
«Estas páginas fueron escritas para la revista de Berlút Die Neue Rtmdsdtau, que publicó un número dedicado a Goethe al mismo tiempo que la Revista de Occidente.1h · «Estas páginas fueron escritas para la revista de Berlút Die Neue Rundsdtau, que publicó un riúmero dedicado a Goethe al mismo tiempo que nosotros.» Nota al pie no útcluida.
Pág. 121, nota
Nota al pie no incluida en LN (3-IV-32).
Pág. 121, lineas31-32 LN (3-IV-32)
«.•. en los clásicos. Pero la crisis europea •.. » « ... en los clásicos. El hombre era un animal con clásicos.: Pero la crisis europea ... »
Pág. 122, lúteas 20-21
«La vida es en sí misma y siempre un naufragio. Naufragar no es ahogarse. El pobre humano ... » «La vida es en sí misma y siempre un naufragio. El pobre humano ... »
Pág. 120, no tá
RO (lV-32}
I
PRóLÓGO - CONVERSACIÓN
LN (3-IV-32) Pág. 115, líneas 23-24
. .«... tmpersonaje que resulta ser ;;;t-mlsmo autor. Rdté
es ... >~ ' « ... '.un persol)aje qt1e fesulta ser el mismo ,autq1; jl.pté es ... »
GDD(32)
Pág. 117, línea 6 GDD (32), O 11 (36, 43)
«... Como ve ttSted, se pretende nada menos que ... » <<. •• Com~ v.e ttSted, se pretende con ello nada menos que ... »
Pág. 11 7, líneas 14-15
«•.. Se dice en él1que hay ...
Pág. 123, líneas 23-27
LN
(3~IV-32)
Véas~ .~l enS~y9 par(l _una psico1agf_a:deIJ10mbre-,inter~_san;. te1,en'este mistnq volumen.» ..... Se.dice en él (página 164) qtte hay ... »
1,
GDD (3:f), 011(36,43)
11 ,Ni creo que Goethe recusase esa reclamación ante un tribunal de vitales urgencias. Tal vez ... »
PIDIENDO UN GOETHE DESDE DENTRO.- CARll\ A UN ALEMAN
Pág. 124,lúteas 8-9 Pág.120.
824
En LN(3-IV-32)seincluía, tras el titulo, este texto: .• «Madrid, marzo de 1932».
Goethe 1lcomo a una casta orgullosa-~ ·a quien hay que hacer un hijo para humillarla ante el mundo". Escribanos usted un Goethe para náufragos. Ni creo que Goethe recusase esa reclamación ante un tribunal de vitales urgencias. Tal vez ... 1> {L •• tratar a Goethe: "wie eine stobze Prüde, der man ein Kind machen muss, um sie vor der Welt zu . demutigen". Escribanos usted un Goethe para náufragos.
' {L •• tratar.a
LN (3-IV-32)
« ... ¿Quién soy yo? ..,--no ¿qué soy yo 1, sino ¿quién . es ese yo de que hablo a todas horas; .. 1> · « ... ¿Quién soy yo? ¿quién es ese yo de que hablo a todas horas ... »
825
Pág. 124, lineas 34-35
« ... elegido, Es anterior, en el sentido de irideperi" diente, a.todas las ideas que su inteligencia forme, a todas las decisiones de su'voluntad ... » LN (3-N-32), RO (N-32), «... elegido,.Es anterior a todas las ideas que su inGDD (32), O II (36,43), teligencia forme, a todas las decisiones 'de su voc OCN(47)· · .!untad:.•.»
«..• dentro de Goethe, dentro de su vida, del draina ... » «... dentro de Goethe, dentro de la vida, del drama ... »
Pág. 125, líneas 23-24 LN (3-N-32)
Pág. 135, línea_2 ºPág. 135, line~ 8
RO (IV-32), GDD (32), O 11"(36, 43), OC N (47)
Nota al pie no incluida en LN Cl 7-N-32r « ... wieseitndl 2 •
l ll¡Que veí-dadero, qué-existente!" -expresión de Goethe hablando de un cangrejó que ve moverse en un arroyo italiano. Sólc:i C¡_uiei-b hac~rle notar ... » «! •• wie seiendl': 1
Pág. 126, líneas 10-11 LN(3-N-32) Pág. 127, línea 18
<<. • .las dos cuestiones más im¡íortantesc:; i>
LN (17-N-32)
"¡Qué verdadero, qué existentel" -expresión de Goethe hablando de un borriquillo que toma el sol...» Nota al pie no incluida.
En LN (10-IV-32) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, marzo de 1932rl.
Pág. 136, línea 29, nota
Nota al pierio incluida en LN (17-N-32),
«.. .las cuestiones más importantes ... »
Pág. 127,línea 32, nota
Nota al pie no incluida en LN (lO-N-32).
Pág. 130, línea 15, nota
Nota alpieno incluida en LN (10-N-32).
Pág:132, líneas31~34
«.•• "Sa still und sa sinnigl ·' Esfehlt dirwas; gesteh esfrei". ·Z1ifrieden bin ich, Abermir ist nicht wahl dabei' .. .. »
······· ................... 1
~
- "L_
.
:·
i
Pág. 137, liilea 16, riota
Nota al ple no incluida en LN Cl 7-N-32).
Pág.13 7; línea 18Pág. 142, línea 20
Texto'nd incluido en LN (17-N-32).
P.Í:¡(l38, línea 4 GDD (32), O II (36, 43)
«... de encajar én su destino excZ1Jiva ... ;, «... de ei1cajai• en uít destino exclusivo ... ». .. :
Pág. 138, linea 20 RO (N-32)
~e ... que
il
posee siempre voz ... »
~e ... que tiÍ!ne siempre voz ... »
Algo te falta, confiésalo". i!.1 I•
Contento estoy,
GoEri-iE, ~ LIBERTADOR
no mesiento·a-gusto.» : {(; ..• '~Tan-quieto y pensativo! pero.~;
Algo te falta, confiésalo". Contento estoy
Pág. 143
Pero ... no me siento a gusto ... »
Pág. 134, línea 7
Pág: 134, línéas 12~ 13 . · LN (17-N-32), RO (N-32), GDD (32),.0II (36, 43),. OCIV(47)
En LN (l 7-N-32) seíncluía, tras el título, este texto: • «Madrid, marzo del932». «' .. toda una.filosofía. Sólo quiero hacerle' no far.,,_» «.. :toda una filosofía. Sólo quisiera hacerle notar... »
Pág. 144, lineas 22-24
LN (5-VI-32)
En LN (5-VI-32) se incluía, «Madrid, ¡µayo de 1932».
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tr~s el título, este ;.,¡,to: 11
Ir
«... fuese lo decisivo. Como el teófogo analiza su Gattesb~w1if5tsei¡L(ccm, ciencia . de Dios), deberíamos hacer ' con' nuestra '.,,., ' . Goet1tesbew1~tsein. Entonces advertiríamos ... » «... fuese lo decisivo .. Repito:,nuestra conciencia de Goetl¡.e es turbia y de, heríamos analizarla. Entonces advertiríamos ... », . ·
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Pág.145, lineas 17-18
LN (5-VI-32)
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- -
---------------
«.,.se dirige a.todos la palabra. ¿Qué pensaba Goethe haber sido para los demás? ¿Qué es lo que a sus ojos justifjca',. » «... se dirige a todos la palabra.¿ Qué es io qué a sus ojos justifica ... ». Pág. 158, lineas 27c28
_;~:
Pág. 145, lineas 20-21 L (16-IV-32)
Pág. 145, lineas 33-35
LN (5-VI-3i) L (16-IV-32)
«... lla!Ilarmesu libertador". ¿Nada más? Nada más. Al comen.tf\~ esta. expresión ... » «... llamarme su libertador". Al c:ome¡itar est¡t expresión ... » «.'.·.·c~.and.o .Jileµo~ ~~espera, cuando . no_s.abe el autor cómo calificár exquisitamente algo, el autor dirá que.es"~léc_m..t;o" .. ~>> _ . , ,_ . «.. :cuando nienos se espera, cuanc:lé:!D.o sabe califi/ e.ar algo elaut~r, dirá que es "eléctrico" ... » ((~, .:cuando rrieilos se espera·.- cu~ndo n~ sabe có~~ !'~.lificar_ exquisitamente algo, el autor clirá que es 1
..
"e1éctrl~a"'.- ->>, ·
Pág. 146, lineas 3c4 LN (5-Vl-32)
L (16-IV-32)
MAURICIO BARRÉS
-
' ··"
«... a pocos metros del castillo donde Goethe trabajaba, Fic!Í.tegritaba: "¡Libertad!" ... » . . . . •• . "·'·ªpoco~ metros del castillo donde Goethe traba.· jaba, Fichte, desde el fondo de su alma espléndida, · incaridesc~nte, frenética ... gritaba: "¡Libertad!" ... » «... a pocos metros del castillo donde Goethe trabajaba, Fichte, desde el fondo de su alma espléndida, incan9.escente,_ frenética, gritaba: "¡Libertad! 11 ••• » ' ,., i
RO CX-23)
SOBRE ]{;UNTO riE VJSTA EN LAS ARTES Pág. 163, linea :is RO (II-24) .
. (( ... sino' todo este hueco, desde nubstro'.. ,¡• «... sino todo él, desde nuestro.:.»
Pág. 165, linea 11 RO (II-24)
«.. , pintada, demorándose en los mismos ... » «...·plriiád~, demorando en los mismos: .. 1» '
Pág. 169, lineas 22-23 RO (Il-24), GDD (32)
«... el limite de su campo visual...>> «... el limite de su cuerpo visual...»
Pág. 171, linea 17 RO (Il-24), GDD (32), O II (36, 43)
«•. .lo que los objetos inventados. Nótese ... » «.. .lo que los objetos ideales inventados. Nótese ... »
Pág. 146, lineas 8-9 «... esta ¡:ialáhiá significaba usada ... ,. L (16-IV-32}, LN (5-Vl-32) . «... es1a palabra significa usada ... » Pág. 146, linea 14Pág. 148, linea 23 Pág. i46,lineas33-34 LN (5~VIé32) Pág. 148, lii:teas 1-2 LN(5-Vr-:32J, GDD(32), o II (36;43);0CN(47)
828
«_... El "culto d_el y()", "la.tierra y los mu~~t~s~ s9nlucidos animales sobre los cuales ha caracoleado en sus campañas ... » "".El "culto del yo", "la tierra y losmu~rtos" son lucidos ... animales sobre los cuales ha hecho en sus campañas .... »
PARA uNA'TOPOGRAFiA DE i.Á SOBERBIA ESPAÑOLA (BREVE ANÁUSIS DE UNA PASIÓN)
Tel
Pág.175, línea 12 RO (IX-23), GDD (32), O·II (36, 43); OC IV (4J:)
«... su intimidad no había contado ... » ·,e¡ .'.SU intimidad IlO Se había contado .. .>>'•
Pág. 178, lineas 25-26
«... no necesita de nada, y menos que de nada, de nadie. Por esta razón ... » «... no necesita de nada. Por esta razón ... >~
11
~c .. .ÉidentJV~ el USí~o no es una cosa espiritual~:.;~ -cc.:;;El dentro;:el·"'ml·ínismo" no es una cosa espiri-
. -tual.' .. »
RO (IX-23)
829
.....
Pág. 180, líneas 18-19 RO (IX-23), GDD (32), o u (36, 43)
··-~--------·
«...jerarquía individual, y entonces ... » «...jerarquía interindividual, y entonces ... »
MALLARME
Pág. 195, líneás 1-10 PARA UNA PSICOLOGÍA DEL HOMBRE INTEREsANTE.- CONOCIMIENTO DEL HOMBRE
Pag. 184, línea 31f RO (VII-25) Pág. 185, líneas 19-20 RO (VII-25), GDD (32)
RO (XI-23)
«La exactitud en todo problema de vida ... » «La exactittid de todo problema de vida ... »
~
CoSMOPOUTISMO
Pág. 199, línea 1 RO (XII-24)
y;-p_9f-taritci taffipoCo. ~. >~ ! '-, '' ' ' ' «... y, podo tanto, tampoco ... »
"<< ._._.
«El 11 de septiembre[ ... ] siguiente: Nuestro secretario ... »
1
«En el paisaje ... » «PARERGA
. Cosmopolitismo ..,- En el paisaje ... » Pág.189, líneas 17-18 RO (VII-25): GDD (32), o u (36) Pág. 190, linea 3 GDD (32), O U (36, 43), OCN(47)
«... antecedentes dibujan-reduce sobremanera ... » «... antecedentes. dibujan reducen sobr~¡;,a;,~ra ... ».
«Basta enumerar algunas de las condiciones .... » , «Basta enu~erar alguna de las condiciones ... »
Pág. 190, nota 1, línea 3 · RO (VII-25), GDD (32), o u (36,43)
«... un modo, y luego de otro ... » «.,,un modo, .allá de otro ... »
Pág. 190, nota 2, líneas 1-2 RO (VII-25)
«... ensayos mios: La percepción .. . »
Pág. 193, líneas 19 RO (Vll-25)
y es, en consecuencia.-.. » : «... fundado en sí mismo (fatwn diría Leibnii)fes;
<< .•. éste,
por tanto 1 ilógico ... >~
r' r<( ••• fundado en si mismo
en consecuencia ... »
1
Pág. 201, línea 3l. GDD (32), O U (36, 43).• OCN(47)
« ... traduce exactamente lo que en griego ... » «... traduce exactamente la que en griego ... »
Pág. 203, línea 21 · GDD (32), O U (36, 43), OCIV(47)
«... a una norma exterior que no existe·... » ic •• •a una norma superior que no existe ... »
!1 11 1
[i
REFORMA DE LA INTEUGENCIA
Pág. 205, notll Pág. 206, .. línea 4 RO (I-26), LN (26-N-25) . f¡
Pág. 207, líneas 21-22
l
LN (26-N-25)
830
;,,
1
«... éste, por lo tanto, ilógico ... »
•
1
., «... a ellas no es. premio o una ... » .
111
«... ensayos mios aún no recogidos en libro pero •.. publicados enL
Pág. 193, líneas 15 RO (VII-25)
;;··;¡
Pág. 201, línea 24 . • GDD (32), O U(36, 43), OC IV (51)
Nota al pie i'rn in~luida en LN Ci6-IV-i5). « ... cada complejo histórico encierra dentro de sí ' · ' .
·el esquema;'.'.»'
«... cada complejohistórico encierra el esquema ... » . ' . ' . '
«¿No es esto ya,'rnás que lujo vital, \m derroi:he y una frenética prodigalidad? ... » «¿No es esto ya, más que lujo vital, no es un derroche y una frenética prodigalidad? ... »
831
Pág. 208, líneas 11-14
«... cuando "cada cual hace lo suyo". Y nos sorprende que luego, con·brusca inconsecuencia, se antici-
e
LN (26-IV-25)
Pág. 209, línea 40Pág. 210, línea 1 LN (26-IV-25)
pe a lllS brujas de Macbeth insufle a los filósofos el apetito de gobernar. . La inteligenda no ha creado los pueblos ... » «•.. cuando "cada cual hace lo suyo". La inteligencia no ha creado los pueblos ... »
MAx 5CHELLER.-UN EMBRIAGADO DE ESENCIAS (1874-1928) .
·Pág. 218, líneas 6-7 ES (l-VU-2S)
« .. ·.d horizonte. De aquí la grave crisis del presen-
«... propia actividad. Es el problema terrible del millonario que no presume el pobre: en qué ... » "·· .. propia actividad. Es el problema terrible del millonario que el pobre no presume: en qué .... »
SOBRE LA SINCERIDAD TRIUNFANTE
te ... >~
«... el horizonte. De aquila grave crisis de.lo presen~ te ... >~
Pág. 222, líneas 31-32
Pág. 210, líneas 21-22
«< ••• transfonllado
LN (26-IV-25)
'<( ••• t:TaíLsformad~o en
en mentefacturas nacionales, en cuestiones púb.licas.» /
mentefactur~s nati~ná.ies~---!¿ft
cue5tiones públicas. En vez de pretendh que la inteligencia sea política y mande, su rnisíón píiblíc~ debe co115istir en exigir a la política que sea inteligent~ )' pierise.
»
··
·· · ·
«... dentro del crialestá inscrito nuestro verdadero yo, deliciosa o trágicamente circular.» . .
Pág. 223, lineas 14-15
« ... acornodadóndel individuo a ciertas formas oficiales, convencionales, de reacción intelectual. .. »
RO (V"24)
« ... acornodai::ión delindividuo a ciertas formas ofi" ciales de reacción intelectual. .. » ."ll
Pág. 210, línea 24Pág. 211, linea. 19
Texto no incluido en LN (26-IV-25).
Pág. 223, línea 38 RO (V-24)
«.. .la política clásica de Europa. Ya el hecho de .• '» • « .. .la política clásica en Europa. Ya el hecho de ... »
Pág. 210, lineas 31-32
«... seri~dad de la vida pública colectiva. ¡Qué delicia ... » «.•. seriedad de la vida. . ¡Qué delicia .. ,»
Pág. 224, linea 7
«... de existencia? Éste es el problema presente. ¿Cabe ... » « ... de existencia? Éste es el problema del presente. ¿Cabe ... »
RO (1-26)
RO (V-24), GDD (32), O II (36,43)
. ABEJAS MILENARIAS EL PROBLEMA. DE. CHJ1'1A,-.-UN LIBRO DE BERTRAND RUSSE), .•
Pág. 212, lineas 10-11 RO (IX-2.3), GDD (32), Q!I (36, 43)
« ... desde' ento~~es la dualidad de Oriente-d~ciden ... tead9uiriéj.'..» . «... desde entonces la dualidad Oriente-Occidente adquirió.,.» .
Pág. 225~ ltné~s 2-3
«... los gl'~n'cies fresp)s de Altarnira, corno l~ éscena
que representi(a ún hombre colgado ... » RO (VlU-24),'GDD (32) · · · · «.:.lbs grandcii'fre5cos deAltarnira, corno la escena que va aquíreproducida 1• Un hombre colgad~: .. Hemcis he.cho esta reproducción sobre la magnifica copia ejetutada bajo la dirección del prehistoriador Sr. HernándezPacheca, a cuya generosidad quedamos agradecidos.»
·1 .¡1';
832
833
Pág. 225, linea 15 RO (VIII-24) ' ; ;,
linea
Pág. 225; 22 RO (VIII-24}
« ... tropecé en una de mis lecturas etnográficas con la descripción ... ». «... tropecé en una de mis lecturas etnológicas con la descripción:... » ' ·
Pág. 230, linea 14
«!:.la premstoria, y las de los pueblos "salvajes" ... " ' «.:Ja prehiStdria, y los pueblos "salvajes" ... "
Pág. 233, lineas 9-10
RO (II-28), GDD (32); O II (36, 43) '
«... tomamos la Bastilla de este libro hegeliano. Perouna ... 1> «... tomamos la Bastilla de este libro.
RO (II-28) Pág. 225, nota RO (VIII-24) .,_J
«Sarasin, Die Weddas von Ceylon, 1893. Seligman, Tl{tVedd~, 19Il.» «Sarasin, Die Weddas von Ceylon. Seligman, Tlie Veddas.». ' i ·.'
'"
'
.
"
'-
:
Pero una ... »
Pág. 233, lineas 27-28
«La diferencia entre lo que se hizo hasta 1800 y lo que se comenzó a hacer va para un siglo ... » «La diferencia entre lo que se hizo y lo que' se éoL merizó-a hacer, va para un siglo ... >>
RO (II-28)
. «: ;,e!l l~.ti11iebl.<1.. Lleva un poco de hierl¡a húmeda ~rdi~!ldo,.'.•.'~ ' .. . ·
RO (VIII-24), GDD (32)
' , / ,; ... en la tieniebra. Lleva un poco de yerba húmeda ardiendo ... »
RO (Vlll-24), GDD (32), O II(36,43)
Pág. 239, !meas 33-34 GDD (32), O II (36, 43)
. '•l'
Pág, 227;,líneas 23-24 • .
«•.• repartir la miel y reservarse la mejor parte. Este ,,oficio ... >>_-f « ... repartir la miel y reservarse la parte mejor. Este oficio ... »
Pág. 242, nota Pág.
Pág. 228, !mea 3
i( •• •
RO (Vlll-24), GDD (32), O II(36,43), OC N (47)
párrafo ... » ic ... en sus complicaciones sintáxicas, forma el gran párrafo ... »
«.;.los libros de historia, ante todo los libros de Historia~ .. » «.. .los libros de historia, ante todos los libros de Historia ... »
24fí~
"' .. el objeto mismo que se aspira conocer. El método ... » •
!meas 13~14
en sus complicaciones sintácticas, forma el gran
RO (II-28), GDD (32), O II (36, 43), OC N(47)
«...rai:ón.No es esto volveral punto devista griego, pero slintegrarlo con la modernidad:.. ·.ii «... razón. No es esto volver al punto de vista griego, pero si es integrarlo con la modernidad ... »
1933 LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA DE HEGEL Y LA HISTORIOLOGÍA SOBRE EL ESTUDIAR Y EL ESTUDIANTE (PRIMERA LECCIÓN DE UN CURSO)
Pág. 229, nota
RO (II-28)
''.~º c¡ue pigue so!l algunos apuntes para !-'TI prólogo al~ tr~ducciÓn española del famoso curso de Hegel, c¡ue, p"i)r,vez primera vertido a idioµia latino, publi. có en sus-edi,ci.ones la Revista de Ocddente.>;' «Lo quesigue son algunos apuntes para un prólogo .. , ala tpducción epp!fñola del famoso curso de Hegel, que.pronto.sale ala luz.»
',;,; i
Pág.267
EnLN (23-IV-33) se incluía, tras el titulo, este texto: · «Madrid;marzo'de. 1932».
1 i.:1·
Pág. 268, linea 13 · LN (23-IV-33) •
«... podo tanto, aquello que ... » '« ... por lo pronto, aquello que ... »
!'
Pág. 268, líneas 3 7-38 LN (23-IV-33) '
«... me viene impuesta del exterior, y ante ello lo más que puedo hacer es ... » «.,.me viene impuesta del exterior, y ante ella lo más que puedo hacer es ... » ·
Pág. 302, línea 18-19 ·LN (30-IX-34) ·
Pág. 303, lineas 11-17
1934
SOBRE LAS CARRERAS
Pág.297
· En LN (23c!X-34) se incluía, tras el titulo: este texto: «Madrid, agosto de 1934» .. )
Pág. 297, nota
Nota al pie no incluida en LN (23-IX-34).
Pág.297, lineas 3-4 ·
«.. ;significa primariamente correr desde un sitio hasta otro ... » «... significa primariamente correr de un sitio hasta
LN (23-IX-34)
LN (7cX-34), ·
i'
«..• por tanto,.algo que hay que hacer,=es la: .. »:: «.. ;por tanto, algo hay que hacer-es la ... »
Pág. 298, lineas 20-21 LN (23-IX-34)
«... el hombre es imposible. Como ustedes ven, seguimos cayendo ... » «... el hombre es imposible. Seguimos cayendo ... »
Pág. 299, linea 7 LN (23-IX-34), OCV (47)
«... encuentra que en efecto, él es heredero ... »
Pág. 300, linea 28
En LN (30-IX-34) se inclu!a, tras el titulo, este texto: «Madrid, septiembre de 1934».
Pág. 301, línea 10 LN (30-IX-34)
«..• De aquilos "pontífices" en Roma. Hoy ... » «... De aquí los "pontífices" en Roma: eran los inge.nieros de caminos .. La construcción de las calzadas . º·'.'pon tes?'·,: requería no pocas operacióneS mágiaas·. Hoy ... »
836
«¿Es que a ustedes seles hubiera ocurrido haéer me- . taf!sica si la filosofía no fuese una función social que la sociedad, al fin y al cabo, parece necesitar y por ello la fomenta, sea con cátedras, sea por el hecho de . la publicación de libros, del respeto colectivo hacia los que los escriben,.o de lo que es más atractivo, del denuesto y el odio del vulgo; en suma, del prestigio que es un atributo dinámico puramente social ads. . crito_a ciertas cosas? ... » «Madrid, septiembre.de 1934 ¿Es que al lector se le hubiera ocurrido "hacer" medicina o jurisprudencia o filosofía si cada uno de estos' "haceres" no fuese una función social y por ello ·. 'las fomenta, sea manteniendo el Estado cátedras de tales disciplinas o instituyendo cuerpos profesionales que paga con cierta abundancia, sea por el hecho de la publicación de libros y el respeto colectivo hac da los que escriben, en suma, del prestigio, que es un atributo dinámico puramente social adscrito a
otrO.:.;»
Pág'297, linea 13 LN (23C!X-34):.
ciertas cosas? ... >~
Pág. 303, lineas 18-19 LN (7-X-34)
Pág;303, lineas 22-23 LN (7"X-34):;
«... doctrinal: para aquéllos que han venido aqu! a hacer. metafísica, ésta es, por lo pronto; .. » « ... doctrinal, ya fin de que resulte más clarorefirámonos a una sola de esas carreras;.la -que'.ni.enos ·inmediatamente social parece, la de filosofía, Para aquéllos que .la han elegido por vocación, no ya parai]os meros "estudiantes", la filosofía es, por lo ; pronto.;.» ·«: . . estiínabk La' metafísica es para nosotros ... » : <<. •• estimable. La filosofía
es para nosotros ... »
837
Pág. 303, líneas 26-28
LN (7-X-34)
«... de opiniofles metafísicas, como necesita que sean vacunados.
Pág. 305, líneas·4-5
Fíjense que para Platón no era esto. La filosofía ... » « ... de opiniones filosóficas, como necesita qu'e sean vacunados. Mas advierta ellector que para Platón no era esto o lo era en niucho menor medida. La filosofía ... »
LN (7-X-34).
«... ante nosotros. Ese grupo de ustedes ha venido aquí porque ha elegido la carrera de filosofía, hacia la cual sentía vocación. Esta vocación es ... » «... ante nosotros. Recuérdese que excluimos a los que se dedican a la carrera de filosofía por azar o mera presión externa y nos atenemos a los que la han elegido por vocación. Esta vocación es ... »
Pág;305, líneas 22c23 LN (7-X-34).
«... no sentían afición a la metafísica: al contrario ... » «... no sentían afición a la filosofía: al contrario ... »
Pág. 305, líneas23-24 LN (7-X-34)
« ... nombre, La metafísica o el vocablo que ... » «... nombre. La.filosofía o el vocablo que ... »
Pág. 305, linea 27 LN (7-X-34)
· ~e· ..sólo entonces~ la experimenta como necesidad ... >>
Pág: 303, 'lineas 32-33 LN (7-Xc34)
~<·.·.~sólo entonées~ la Sociedad la reconoce como ne-
cesidad ... »
Pág. 303, lineas 38-39 LN(7•X-34)
1
eso ... 1~
,<<.·•• Una
forniá secUildatla: 'del vivir,,·que, en Su hora, habremos de estudiar. El ejemplo ... » «... una forma peculiárísima y, si se· quiere, extraña, del vivir que es el vivir colectivo. El ejemplo ... »
Pág; 304, línea 1 LN (7-X-34)
«Lo propio 'acontece c'on la filosofía o metafísica. Primero no hay filosofía, sino los individuos que filosofan ... » «Lo propio acontece con la filosofía. Primero no hay filosofía, sino sólo individuos que filosofan ... »
Pág. 304, lineas 11-12
LN (7-X-34)
« ... Platón pone'en boca de Sócrates, también en la Apalog!a, estas palabras: una vida sin filosofía no se puede vivir. De donde ... » «... Platón pone en boca de Sócrates estas palabras: "Una vida sin filosofía no es vividera para el hombre". De donde ... »
Pág. 305, líneas 29-32
LN (7-X-34)
¡
« ... definición de la metafísica: "el hacer metafísico
Pág. 305, líneas 32-33 Pág. 304, nota .. Pág; 304;linea 32Pág; 305, línéa 3 ; r;,:
LN (7-X-34)
838
· · "i.
en·su.· . .>~
Nota.alcpienoincluidaenLN (7-X-34).
., «.'.definición de la filosofía: "el hacer filosófico en
LN (7-X-34) «.:.dé gusto, de.afición. Y con esto cerrarriós ekirculo de nuestra cuestión. Recordarán w;tedeiique era ésta: [... ] ¿Era esta necesidad la que sintieron Platón, Aristóteles, Leibniz, Kant? No -fue mi contestación. Pero aclarar en qué consiste ... » . <<:·:,de gusto, de afición, por tanto; una neée5idad iri.'tilila. ¿Era'.está:necesidad la que sintieron Platón, Aristóteles, Leibnitz, Kant? No. Pero aclarar en qué consiste ... »
su ... 11
Pág. 305, lii:iea 36Pág. 306, linea 3
·· "
.«... a la afición a la carrera de filosofía! ! · .Pero ahora, presumo, caerán ustedes en la cuenta de por qué con tanta minucia he analizado los motivos que.les han hecho .venir aquí y lo que es·"séguir una carrerá~ . .Ahora ven ustedes que se trataba nada me' nos que de estudiar los diversos modos de realidad que.Ja metafísica.significa, a fin de que no seconfun• dan y poder aislar el modo primario, ejemplar y ali"
839
LN (7-X-34)
téntico; esto es, poder definir la metafísica e iniciar con ello su construcción. Ésta serios presenta en modos que no son ... » «•'·'ªla afición que pueda sentirse hacia la carrera de filosofía! ··.Lo cual noshacecaerenlacuentade que un mismo haceru ocupación ~Medicina o Filosofía- puede significarrealidades distiritas, o sise prefiere otra expresión, modos muy distintos de una realidad. Entre esos diversos modos de ocuparse con la Medicina o con la Filoso. · fía, de ser médico o filósofo, habrá uno qu·eserá el pric maria, ejemplar, auténtico al cual debemos atenemos cuando queramos definir esos tipos de vida. . Así,. la filosofía se nos presenta, por lo pronto, en modos que no son ... » /
Pág. 307, línea 8 LN (14-X-34)
<<. .. aunque haya ahí metafísica, nosotros ... » «,; iaimque·haya ahí filosofía, nosotros ... »
Pág. 307, línea 19 LN (14-X-34)
«.•. hace realm'ente filosofía el que ... »'
Pág. 307, línea 26
« .. .la metafísica como necesidad nuestra y la metafí-
« ... hace rea1mente metafísica el que ... »
·sica' como obra.;,1>'-
LN (14-X-34)
«,; .la filosofía como necesidad nuestra y la filosofía como obra ... »
Pág; 307¡ líneas 30c31
«.• •.hacemos metafísica desde un lugar determinado
LN (14-Xc34) ·
dela.historia, .. » «.'.;hacemos filosofía desde un lugar determinado en- hi:historia.'. ~"~ -'! ~--
Pág. 307, línea 33 · LN (14-X-34)
« ... hacer metafísica es lo que ... » « ... hacedilosofía es lo que ... »
'
;:1
Pág.306, líneas 4-5 LN (7-X-34)
« ... forzoso corregir. Nosotros vemos la metafísica como algo ... » « ... forzoso corregir. Nosotros vemos la filosofía como algo .•. » ~< ... que la
Pág. 306, línea 9 LN (7-X-34)
nietafíSicares, en su primaria ... » « .•. que la filosofía es, en su primaria ... »
Pág: 306, líneac29
«•>.el auténtico hacer metafísica, o dicho en otra
LN (7-X-34)
fonna ... 1}' «... el auténtico hacer filosofía, o dicho en otra forma ... »
Pág. 306, línea 33
En.LN (14,X,34) se.incluía, tras el tirulo, este texto:
Pág. 306, línea 33 LN (14-X-34)
«Lo cual-repito una vez más- no es desvalorizar... » : «Aprender y enseñar la filosofía ~lo repito· una vez má~no es·desvalorlzar ... »
Pág;;307; lineas 1-2 '.
i «-~ .. aliara:.
LNH4"X~34).·
La íneiafísica se nos presenta ... » <<.;e ahora; b filosofía se nos presenta ... »
·,f.
Pág. 307; líneas'4-5 LN (14CXc34) ,,¡ ,
840
Pág. 308, línea 23 LN (14-X-34)
';'I .,,_
'«:.iserá hácermétafísica. Pero ahora ... » « ... será hacer filosofía. Pero ahora ... »
« .. .la definición de la metafísica como carrera ... » · « ... fa definición de la filosofía como carrera ... »
; ·' Pág. 308, líneas 25-;?.6
LN (14-X-34)
Pág. 308, línea 28 LN (14-Xc34) Pág.308, líneas.30-39 ·
~c. . .la expresión· "hacer metafísica tiene referido al 11
grupo de ustedes que vienen aquí movidos por afición sincera ... )}' « .. .la expresión "hacer filosofía" tiene referido al grupo de lectores que se han asomado a este ensayo 'por afición sincera.·.;» « ... superior, de la metafísica que hace ... » « ... superior, de la filosofía que hace.:.» , « ... el de' los grandes filósofos. Ahí, entre ustedes, ahora no los hay: No tenla, pues, sentido real que yo hablara de ellos. Se trataba, pues; de una anticipación por lo pronto irreal · • Ccín todo, ello queda concluso el análisis de por qué hán venido aquí· cuantos han venido a hacer metafísica· en· un sentido·más estricto.
841
Ahora vamos a los otros -a los que han venido por otros motivos a hacer metafísica en un sentido· menos.. estricto.
LN (l 4-X-34)
LN (21-X-34)
Pág. 309, lineas 34-35 LN (21-X-34)
·LN (21-X-34)
«... lo es para la madurez. Parlo tanto, bajo inauténticas coincidencias ... »
Pág. 311, línea 38
LN (21-X-34)
Pág. 311, lineas 17-18 LN{21-X-34)
842
« ... de otro hombre. No hay posible vacío. Historia saltum. » . « ... de otro hombre. No hay posible vaclo. "Historia non facitsaltum". ¿Cómo se compagina lo uno con lo otro?
11011 facit
«Fíjense bien en lo que acabo de decir. Ello implica que hay aquí personas las cuales no ... » «Madrid, septiembre de 1934 No concibo que se pueda ser profesor universitario ·· •. ·. cuando se carece·de intuición para distingukal pune to los diferentes grupos que integran la fauna de sus oyentes. En lo anterior he procurado fijár los caracc teres del que,va a la·Uniyersidad para ser "estudiante" y nada más y del que acnde por vocación a una carrera. Pero ahora conviene ocuparse de los otros grupos; ddos que ni son estudiantes ni siguen una carrera por vocación, por lo tanto, de los que acuden · a una cátedra, por ejemplo, de filosofía, sin pretenc der "hacer filosofía" en un sentido estricto. Ello implica que hay delante del profesor personas las cuales no ... »
LN (21-X-34)
]OSÉ ÜRTEGA Y GASSET»
1935 UN RASGO DE LA VIDA ALEMANA
Pág. 327, linea 1
En LN (24-!IC35) se incluía, tras el titulo, este texto: «Madrid¡febrero de 1935».
Pág. 327, lineas 1-.2 LN (24-II-35)
.«.,.siglo. Unmotivo privado ... » «••. siglo. Un motivo de orden privado ... »
uno, que casi con verlos basta. Automáticamente ... >~
Pág. 328, líneas 20-21
«.,.cómo son los hombres que se presentan ante uno en.virtud del cual casi con verlos basta. Automática~ente ... »
LN (24-Il-35)
«... que la característica del intelectual desde una época que puede precisarse en tomo a 1750, es la irresponsabilidad.» «.-.que Ja.característica del intelectual desde 1750 es la irresponsabilidad.»
«... cómo son los hombres que se presentan ante
';1
Pág. 311, línea 4
«.. .lo es para la madurez. Por tanto, bajo inauténticas coincidencias ... »
· Fíjense.bien ... » «... el de los grandes filósofos. ]OSÉ ÜRTEGA Y GASSET»
Pág. 308, lineas 39-40
Pág. 311, lineas 30-3-1
«>.. prácticamente es completo. Porque:notenustedes que el problema ... " • : «.. ,prácticamente es completo. Porque nótese que el problema ... » «. .'.innovación vital de que la generación no se da cuenta~repito~.hasta el punto ... » «... innovación vital· que, sin darse cuenta de ello, aportá irremediablemente toda nueva generación. Sin darse cuenta de ello -repito-: hasta el punto ... »
Pág! 329, linea.29 : LN (24-II-35)
«.. :enAlemania no es lo que ha acontecido ... » « ... en Alemania no es lo que le ha acontecido ... »
Pág. 330,líneas15-16 LN (24-II-35)
«, .. por ejemplo; el haber decidido ... » · «... por ejemplo, al haber decidido ... »
Pág. 331, linea 1
En LN (3-lll-35) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, febrero de 1935».
843
Pág. 333, linea 3 , · LN (3-lll-35)
«... formas de vivir ... » «... formas del vivir ... »
Pág. 339, líneas.20c21 .. LN (17-lllc35)
Pág. 334, línea 3
~< ..• francés. En esto como en otias.cosas son;los fran-
ceses ... » (c .. fraricés~ En esto-como en tantaS-otras·cosaS so:rl
los franceses ... »
En LN (lO-lll-35) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, febrero de 1935». Pág: 340, línea 17
«... por ejemplo, ·en Alemania, en Francia y en España;.;» « ... por ejemplo, en Alemania, en Francia y en la Argentina o en España ... »
EnLN (24cIIIc35) se incluía, tras el' título; e5te texto: «Madrid, febrero de 1935».
Pág. ?!41, línea 5 LN (24-lll-35)
«... comienzos del·siglo .. .>> «... comienzos de siglo ... »
Pág. 336, linea 19 LN (10-lll-35)
«... individuales que se enfrentan. Lo que ... » " ... individuales que se enfrontan. Lo que ... »
Pág. 342, líneas 26-27 LN (24~Ill-35)! ·
«... colectividad:•Yno lo es sólo fuera ... » «'. :.cbleciiYidad,Y lo es no sólo fuera.:.» ·
Pág. 33 7, linea 4
«Contraponga ellector a este caso el del funcionario español.» «Contraponga el lector a este caso el del funcionario argentino o español.»
Pág. 344, linea 24
Pág. 334, lineas 9-10 LN (lO-lll-35)
LN (lO-lll-35)
Pág. 337, linea 5 ·
Pág. 345, linea 36' LN (31-lll-35)
LN (l 7-lll-35)
LN
Cl 7-lll-35)
Pág. 338, linea 3. LN (17-lll-35)
Pág. 339, linea 10 LN (l 7-lll-35)
844
{( ... cada cual por sí.'.: .. '.
• « ... más diferente.Al punto advertimos que el español se siente déntro de su oficio ... » « ... más diferente. Al punto advertimos que el argentino o el español se siente dentro de su oficio •.. »
Pág.348 ':·•'
Pág. 337, línea 7
.~, .;:cada•cualpara sí. .. »
En LN (17-lll~35)se incluía, tras el título, este texto: · «Madrid; febrero de 1935». ''"'
Pág. 337, líneas 5-6
En LN (24-III-35) se incluía, tras el título, este texto: , «
'' > MISIÓN DEL BIBLIOTECARIO
En LM(40)y0 H (43) figuraba la siguiente dedicatoria, no incluida en el resto de ediciones: «A la señoritaN oelkMakles. Bibliotecária de la Sorbonne, con la devoción y la gratitud del autor».
« ... aparato ortopédico. Diríamos que constante,..• mente.le duele su.oficio ... » " ... aparato ortopédico. y como entre el uno y el otro existen, a su vez, difer~ncias, voy a ,referirme sólo ··la este último. Diríamos que constantementé•le.duele su-oficio •.. »,
Pág. 348, línea 22 OCV(47,51)
. . «.. :el buenespañol envía a su·"doble" espectral..,» «.. :el buen español envía a la oficina a su "doble" espectral. .. »
Pág. 353, línea'38
i< .. •las profesiones representan para el que las ejercié
RO (V-35), LM (40), o lI (43)
«... las profesiones representan siempre para el que las ejercita.,.>>
«El caso es que no .hay; tal vez, dos pueblos ... » «El caso es que no hay acaso dos pueblos ... »
« ... ámbito gigante que ese título anuncia.» « ... ámbito gigante que ese título enuncia.»
Pág. 353, líneas 29-30 · «..':la sociedad; t¡nees crudelísima, castiga a ... » RO (V-35), LM (40), O lI (43) « .. .la sociedad, que es cruelísima, castiga a, .. » 1
ta ... ))
845
I'
I.
Pág. 354, l!neas 17-18
. << ••• curiosid"ades
o_ conveniencias, pero tampoco de
. LA ESTRANGULAOÓN.DE «DONJUAN»
un ideal abstracto ... » LM (40), O ll (43)
<< • ... i:uriosidades
Ó_ conveniencias, ni tampoco de un
ideal abstracto ... » Pág.·361, l!neas10-ll
·Pág. 379, l!nea 1
' «,,.pero. el hombre también se rebeló, se •revolvió contra ... »
RO (V-35), LM (40), Oll(43),0CV(47)
Pág. 379, l!nea 27
« ... pero el hombre también se le rebeló, se revolvió , contra .. ~»
Pág. 364, l!neas 15-16
LN (29-Xll-35)
«.. .la cantidad de libros que necesita ingerir es tan ... »; , .«.o.la cantidad!de libros que necesita injerir es tan
Pág. 380, lineas 14-15
enorme ... >~
LN (29-Xll~35)
enorme~~
RO (V-35), O ll (43) . J
Pág. 365, lineas 16-17
'·1
,
.
-
-:
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·-
'
I
1
1 .
Pág. 368, lineas 29-30 1,:
.
,
VéaSe el libró del autor "conciencia histórican.»
LN (29-XII-35)
Pág. 381, líneas 30-35
«.,.mientras que aquí el decir es fin del propio decir.... >~_,. «.. ·lllientras que ac¡uiel decir es fin propio del propio decir .. ,''"•··· LN (29-XIlc35)
Nota al pie,no incluida en RO (Vll-35).;' ·
ES Cl 7-Xlc35) ¡ LN (29-XII-35),0CV(47) Pág. 382, línea 37
846
« ... con insuficiencia tan superlativa. El señor Calvo tenía fama de ser.un buen recitador, y es evidente que fuera capaz de hacer las cosas bastante mejor de como las hace. ¿Por qué ese miserable abandono de que ahora ,es reo 7' El Estado, lo mismo que no tolera ... », · «... con ineptitud tan superlativa. El Estado, lo mismo que no.tolera ... » «Son ateos de todo. Es penoso, pero es forzoso decir que el español ha sentido casi siempre una tácita simc , palia hacia el sinvergüenza. Por eso es tan inútil en nuestro paiS demostrar que alguien es un sinvergüenza,_ La sentencia no_se ejecuta; más bien- se _convierte en diploma. Ello es que el castizo espectador .. ;» «Son ateos de todo. Ello es que el castizo espectador ... »
, ',,
Pág. 382, l!nea 11 : , Pág.376, nota 1
« ... se debe ahorrar sobremanera las intervenciones ... » ,
Pág. 381, l!neas 12-16
Véase el libro del autor Aurora de la razón histórica.»
PRÓLOGO A DOS,ENSAYOSDE HISTORIOGRAFÍA'
nes.,:.» ..
c« ... tras el horizonte del tiempo histórico 1• No podrá darse ...
RO (35)
,,,
,
«.. :tras ethorizónte del tiempo histórico. No podrá darse ... » .. «... ;tras el horiZonte del tiempo histórico 1 ~ No .podrá darsé ...
LM (40), O ll (43)
LM (40), O ll (43)
En LN (29-III-35) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, diciembre de 1935».
«.,.elucidar ahora tan enormes materias: pretendía sólo ... ».' « .•. eluéidar ahorá tan enormes materias y pretendía sólo ... » En LN (5+36) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, diciembre de 1935».
847
~'
1
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'
111
¡1 1
,I '
«.. , conquistase un más alto rango en la jerarquía de los poetas ... » « ... conquistase un más alto' puesto en la jerarquía de los poetas ... »
Pág. 383, lineas 27-28 LN (5-1-36)
«... en vez de azuzar su inspiración hacia lo alto ... » «... en vez de aguzar su inspiración hacia lo alto ... i>
Pág. 383, lineas 28-29 LN (5-1-36) Pág. 384~ linea 9 LN (5-1-36)
,,, , «... el.Comendador que entra y Don Diego qúe lle" ga ... » «... el Comendador que entra y D.on Gonzalo que • llega ..
;» .
Pág;'384.,•nota,'lineasl"2'. ·. «lmposible'désarrollar aquí todo lo qúe v'á.'rei;úc mido en estas palabras, especialmente las diferencias qúe hay entre españoles y franceses de aqnel •' tiempo;>>',. LN (5"1~36) «lmposibledesarrollar aquí todo lo que va resumido eri estaS palabras.» · •«: .. pára que se percate el lector de cuáles son las difererici8.s.· .. »; '; ,·~ « ... para que advierta ellector cuáles son las diferencias ... »
Pág. 384' ,nota, lineas 6"7 ' LN (5-1-36)
« ...-de que es un buen ejemplo la quintilla ... » «:. :--'-
Pág: 385, línea 10 LN(5"lc36) Pág, 386; línea'31
.: ·. << ..·•.• un·.pueblo-es;-en.términos
i¡
I·'I
l1
Pág. 387
En LN (l-Xll-35) se incluía, tras el titulo, este texto: . «Madrid, noviembre de 1935».
I' 1
il Pág. 387, linea 1 OCV(47) LN (~-Xll-35)
«... esa época tan cerca a nuestra realidad ... » «... esa época tan cercana a nuestra realidad ... »
Pág. 387, nota
Nota al pie no incluida en LN (l-Xll-35).
«... esa época tan cerca de nuestra realidad ... » I¡ 1
1
:·i .·
«.. .la realidad ~ist~rlc~ tiene qu'~ tener~~ª superfi-
Pág. 388, linea 21
cie ... »
LN (l-XII-35)
«,., .. la realidad histórica ha de tener una superficie ... » '
Pág. 388, nota
::
,¡j
'1
1'
Nota al pie i'io incluÍda en LN (l-Xll-35).
Lo QUE MÁS FALTA HA.cE HOY (y~;óN TAQUIGRÁFICA
DE UNA EMISIÓN POR RADIO l'Á¡\[)Ill_D ,A Il~O~ ,AIRES, EN MAYO DE
'.
193S)
«.. ~since.rQ,_ ª:U~éntico, dispara insensatamente un afán de actividad ... » << ... sincero auténtico, depara insensatamente un afán de actividad ... » ',,,
Pág. 396, lineas 39-40 DM (35)
1
más precisos, el Con-
junto.::.» «.. :un pueblo· es cémcretamente precisádo
LN (5-1-36)
«LIBROS DEL SIGLO X)X» . - GU!ZOT Y LA HISTORIA DE LA CIVILJZACIÓN EN EUROPA
1936
et: coriCUESTIONES HOLANDESAS
Pág: 386, linea 35
<<.~.los: 3.ctorésr Peninsulares rodeén: a- "Don: juan"
LN (5-1-36) .
y lo estrangulen.».· "'".los autores peninsulares lo rodeen a"DoriJtian" y lo linchen.»
Pág. 401, line~ 1 ·!,,
Pág. 402, linea 11 LN (4'.X~36) ''i
848
En LN (4-Xé36) !le incluía, tras el tithio, este teiifo: «Madrid, julio de 1936». ,,
'
,, ::·, : .
..«.. '.Huizfuga, he podido, por fin, en esta primavera., ..». « ... lluizinga, se h~. podido, por fin, en está prirria~ : vet'a.'..» · ·
849
1
I~
:0:
Pág. 403, línea 20
En LN (18-X-36) se incluía, tras el título, este texto: «MaQrid, septiembre de 1936».
Pág. 424, línea 17 LN (10-X-37)
Pág. 404, lineas 37-38 LN (18-X-36)
«.. :ypotéso le és cuestión hecho tan simple ... » «... ypor eso le es extrañ.o hecho tan simple ... »
Pág. 4 25, !in.ea 22 ,- ' . 'F:
Pág. 427, línea 39 LN (;?.4-X-37)
ce ... ser tenidas por conocimientos ... » i< .• :s-'ef :renidas cón:lo t:OÍlocilnientos ... » En LN (10-X-37) se incluía, tras la firma, este texto ' «ParíS, septiembre de 1937». «... cumplimiento de los fenómenos ... » «... cumplimiento en los fenómenos ... » ;;·,-.
EL DERECHO A LA CONTINUIDAD.- INGLATERRA COMO ESniPEFACIENTE
Pág: 412;1í:Ileal' ·
Pág. 412, línea 17 LN (2cV-37)
Pág. 428, linea 30 LN (24-X-37)
«... Euclides. Mas ni que decir tiene ... » « ... Euclides. Mas que ni decir tiene ... »
Pág. 4 29, línea 22
En LN (24-X~37) se incluía, tras la firma, este texto: «Lisboa, septiembre de 1937».
Pág. 4 29, linea 23
En LN (7-XI-37) se incluía, tras el título, este texto: «
En LN C2-V-J7) ·s~ incluía, tras el tituló, dte texto: / «París, septiembre de 1936». «El Imperio inglés gravita íntegramente sobre la institución monárquica ... » · · <.I'.üi:nperio Británko gravita Últegramente sobre la 'i¡i. ,;;-,:_--~;, :. ' .' ¡· ' ' ,'' < : >_' . · institución monárquica .. :»
'•
,,
Pág. 430,nota
Nota· al pie no incluida en LN (7-XI-37).
f
BRINDIS EN LAlNSTITUOÓN CULTURAL EsPAÑOLA DE BUENOS AIRES
Pág. 418, linea 1
En LN (i9-IX-37) s~ incluía, tras el título, este texto: «París, agosto de 1937».
Pág. 418, lineas 1-2 LN (19-IX-37), OCV(47,50)
«... hombresque conserven su plena serenidad ... » «... hombres que conserven plena serenidad ... »
Pág. 419, línea 26 LN (19-IX-37) :; ) ,'··, ., L ;·1 ':: ;_!
Pág.448,lineas37-38, <( •••
corrompe las oraciones este nuevo uso ... »
... ~<:.:' -"-~:OIT()IDP~ la5: 9r:::i~iones i (;:;:,::
Pág. 424, lineas 14-15
85.0
Pág. 442, línea 23 OCVI (47)
de este ~~~~?;US~1 ¡-
.
«... sobre si'un conocimiento simbólico es en serio _c;qnqcilllien~<;>~ :¿_Por qué ... » _~ : . ' ~c·:·:--.-~ó~i-e si--~~ c;_q·nocimiento simbóliéo_.~ -un ~erlo c·aiiácirriientO. iP~r qué ... ,>
OC VI(47,52)
« ..'.a comienzos del siglo-... »
•« ... propia voluntad.' El hombre no es sino "lo que le · pasa",yesepasado que le ha pasado a uno ... » «."propia ivoluntacl".• El hombre, que no es sino "lo que le pasa", y ese pasado que le. ha pasado a ··unoI .. »·
j
>,
851
,....--------~
Pág. 458, líneas 21-24.
« ... desea la droga al propio tiempo que la odia por su nociva acción.·,
ESTUDI0:5 SOBRE EL AMOR ''. Texto'no induido en ESA (39, 41), O II (43), OC V(47).
Pág.453
LN
(30-VIII~25)
_ Pero hay otra razón más rigorosa y delicada para se, parar amor y deseo. Desear algo es ... » « ... desea la droga al propio tiempo que la odia por su nociva acción.
Desear algo es ... »
--: '
Pág ..458, lineas 25-26 FACOONES DEL AMOR ,·,!
Pág. 457, líneas 1-2
LN (30-Vlllc25)
«... pero comencemos por no hablar de "amores". 11 ·
LN (30-VIII-25)
Los·amoresY son historias ... )> . , .. .
Pág. 458, líneas 34-35
res son historias ... »
LN (30cVIII-25) -
11
Pág. 457, líneas 5-8
-
I
. «... llamarse amor. Es de gran interés_ un análisis psicológico de los "amores" con su pintoresca casuísti-
LN (30-VIII-25)
1 Pág. 458, líneas 2-4
. ca¡ pero.malpodriamos entendemos si antes no ave" riguamos lo que es propia y puramente el amor. Además, fuera empequeñecer el tema ... » «... llamarse amor. No niego que tenga interés un análisis psicológico de los "amores" con su pintoresca casuística -en la "Revista de Occidente" (julio) me deslizo hacia ese tema- pero, en primer lugar, mal podríamos entendemos si antes no averiguamos lo que es propia y puramente el amor, y; en segundo • lugar, es empequeñecer el tema ... »:
LN (30-VIII-25)
«.. .la idea que Santo Tomás, siguiendo la tradición griega, nos: da del amor es, evidentemente, errónea~
Para él, amor y odio son dos formas del deseo, del apetito, de lo concupiscible. El amor es ... »
852
« ... que el objeto entre en nuestra órbita y venga como a formar parte de nosotros. Por esta razón ... » - « ... que,elcobjeto entre en nuestra órbita y venga a formar parte de npsotros. Por esta razón ... »
«.•. yo gravito hacia ella. San Agustín, uno de los hombres ... » - «... yo gravito hacia ella. Pero hay otra razón más rigurosa y delicada.para separar amor y deseo. San Agustín, uno de los hombres ... »
.. ,,:
Pág. 458, líneas 39-40.
_«... "Mi amor, es_ mi peso; por él voy_ dondequiera que voy". Amor es .•. 1>
«... "Mi amor es mi peso; allá voy donde el me lleva•-. Amores ... >~
Pág. 459, linea 25 LN (30-VIII-25)
Pág. 459, líneas 30-32
LN (30-VIII-25)
«Spinoza no miró bien: amar no es alegría. El que ama ... » «Spinoza no miró bien: amor no es alegría. El_ que arna ... » «... describir el acto amoroso, filiándolo;•como hace el entomólogo con un insecto captado en la espesura. Espero que los lectores aman o han amado algo o alguien, y pueden ahora prender ... » «... describir el acto amoroso, fijándolo, como hace el entomólogo con un insecto captado en Ja espesura. Espero que todos los que me leen, aman algo o alguien, y pueden en este rato prender.:.»_;
853
1
11
11
«... de miel y punzada. Los lectores juzgarán si mis fórmulas se ajustan.o no a lo que ven dentro de sí.» «.. :demielcypunzada; el lector juzgará si mis fór, · •mulas ie ajustan o no a lo que ve dentro de sí.» ·
Pág. 459, línea5 35-36 LN'(30-Vlll"25)
Pág. 461, líneas 11-17.
«... se siente irritada, delicadamente herida en un punto ... » «... se siente irritada, deliciosamente herida, en un
Pág. 459, líneas 38-39 LN (30-Vlll-25)
·punto~.'.»
LN (30-Vlll"25) '(<-•• • déspués;de esa-excitación;
Pág. 460; líríeas 1-2 ·
LelporO.~·J>~::c J -:;;:n
mejot,; iilciiciéióÍl; POi.. , -
:u:.-.
:,, .¡;¡:
<< ... después
de esa excitación, o meJor, incitacióri. , :Por.el paró:,.»_
LN (30-Vlll-25)
I
«Porque '-'-se habrá reparado- el aéto de peris ar. .. » «Porque·-noten los'que me leen- el acto de pen-
Pág. 460, línea 19 LN (30-VII1~25)
Pág. 462, línea'2' «... de puntos que se encienden y apagan como ... » ,, ((. ; . de puntos que' se encienderiy se apagan como.;.»
Pág. 460, líneas 23-24 LN (30-Vlll"25) !
que de5faqueri en la fa~ tuicÍón y denominen' el caractfr .. . » «, .. expresiones metafóricas que destaquen en la intuición-, que denominen el carácter .. . »
'1< ·'·¡expresiones metafóricas
Pág.460, líneas 28'29 LN (30-Vlll-25), ESA (41), OCV(47)
Pág. 462, líneas 16-17 LN·(30-VII1~25) .
Pág. 462, !meas 25-26 ' ' Pág. 460,' lín~as 33-34
.:
!;
del odio.
LN (30-Vlll-25) LN (30'Vlll-25) ·
· "
Tres facciones o rasgos hemos apuntado ... » '« .. 1ydelodio. '· " ·. Il
..
;
"
Tres facciones o rasgos hemos apuntado .. ,,;· i
!
Pág: 461,'líneas ·2c3 LN (30-Vlll-25) ' i,
854
también hacia el objeto, pero se va en su pro.» •'«: .• seva también hada el objeto, pero se va en su favor.»
>' , ·
« ... su objetoi•Piensen ustedes lo que es amar ... » <<: •• su' objeto. Piensen aquéllos que me leen lo que es amar.~:» · «.,.este último. Amar una cosa es estar empeñado · en que exista.· •.l>
Pág: 462; líneas"2'7"28, LN (30,Vlll-25)
'«"l¡esté ausente. Pero nótese que esto viene ... » « .. .estéatisente. -Pero noten ustedes que esto viene ... »
Pág. 462, líneas 29-31 ·
«.. .illtencionalmente.·Arnar es vivificación perenne,
f1
<é • .'.seva
«.. .la frialdad de la amada. Este capítulo defa temperatura sentimental nos llevaría epiSód!cámente a entretenidos parajes. de observación psicológica: En él apareceríán' aspectos de la historia universal, hasta ahora, según creo, ignorados de la moral y del arte. Hablaríamos de la diversa temperatura de las grandes naciones históricas -el frío de Grecia y de Chi, na, del siglo XVIII¡ el ardor medieval de la Europa romáiltica'.· .. !~ <( • .!~frialdad dela'amada. Este capítulo de la temperatura'sentini.ental bastaría para que pudiésemos · . estribit indefinidamente; En él aparecerían aspectos de la historia universal, de la moral y del arte hasta ahora, según creo, ignorados. Hablaríamos de la di, ' versa temperatura de las grandes naciones históricas -'e]. frío deGrecia•yde China, del siglo XVIII; el ardor medioeval y de la Europa romántica ... »
} 'f.J
1·1
LN (30,Vlll-25) · ; ,_,:1·
creación y •conservación intencional de lo amado. Odiar es anulación;.'.» «·" :'intencionalrnerite. Amor es vivificación p'erenne, " creación y conservación intencional de lo amado. Odio es anulación, .. »
855
Pág. 462, líneas 37 LN (30cYlll-25)
,,,.,:
j
1
856
··-,·.·- -
«.••y afirmando ejecutivamente su ser (Pfünder).»
«.:.y afirmando ej e.m; tivamente su ser (Pfander). Quedémonos· aquí, en la costa de un paisaje insinuante que,nos envía un enjambre innumerable de cuestiones, las cuales punzan como abejas nuestra curiosidad.· Perci1evitemo.s todas ellas, menos una, que rozamos antes de terminar, un tema mitológico . y de la más.rnoble antigüedad: ¿Es el amor ciego, como le pintany,esculpen, o es clarovidente? , r.l~ascal, Ien,sur.discurso "Sur les passions 'de l'ac . ·mour", dqnde está aquella frase famosa de que "hay un siglo rpara las:morenas y otro siglo para las ru' bias";.eleya 1er¡érgica protesta contra la pretendida c.eguera del1amor..Como se advierte, el asunto vie- . --; n_~ a;.C()IlcI'.etars_e . ep._si el a¡rior conoce o no. La descripción que del acto.amoroso hemos hecho no nos ha descubierto en él cualidades visuales ni intelectivas. Sólo el "yo" ve y entiende; mas el amor no se . , engendra en el yo, en el espíritu, sino. e.n. el alma, El "amor intelle.ctualis" de que habla Spinoza no existe. ELamor; si_ es amor, no es nunca qi_telectual. Po_r lo mismo, tampoco puede decirse que es ciego; su misión:no.es ver. A.veces, viajando por Castilla, con algún extranjero, notaba que los largos paisajes dramáticos de mi región, glebas desnudas, ateridas y severas, no parecían a mLcompañero tan bellos como. a mí. ¿Me. cec gaba, ta.l vez, el amor al terruño y; en cambio, veía su pupilaindiferente las cosas como s.on? ¿Es el tibio quien ve y cqnoce m.ejor o el entusiasta y enamorado? ¿Las perfecciones que el amante cree ver en su 1 amada,. et?tán en.~lla,o no? "A'.pri,ori,'J_ n9 :hay ;razón ninguna para que sea el tibio quien lle.ve la razón.' Por lo que hace a los campos de Castilla, me parece sµ gra~ia 1 recatada y selecta tan. evidente.c;omo µna verdad m.atemática: podría señalar con el dedo sus conmo.ve.doras c.alidades. En cambio, notaba que el . , 1•. extranjero nolasyeía. Para mi el ciego era éL:; 1Y, en, efecto, el.amor que no ve más, al mantener Ja atenciQpdel_amant_e sobre lo amado, viene a ser, no
una pupila, pero sí una luz ejemplar que ilumina · máximamente el objeto y le hace aparecer en toda su posible plenitud. Esa cálida corroboración que opera el amor en tomo a lo que ama es una claridad fa' yorable.y minuciosa que destaca y pone de relieve .cuanto hay·de,mejor en el ser. El odio, por elcontra''. rio, lo sume en tinieblas, obscurece sus perfecciones · .y deja ~ólo en clarolo que haya de vicio y defecto. El amor orienta su objeto del menos al más: lo proyecta.en su mejor sentido, virtualmente lo eleva a suposible .perfección., No a una perfección imaginaria, ficticia,Jantasmagórica, sino a la que, en efecto, po-
see lo amado o, al menos, puede poseer dentro de la órbita de su realidad. Amor-escribía yo en mi prim_er: libro,-:_va.para o_nce años- amor es amor a la perfección de lo amado, es complacerse en subrayar e iluminar sus valores óptimos. Dante aseguraba:
che verso al matfn il ver si sogna "Que los sueños matinales sueñan la verdad". Quiero creer que yb, la dije en aquella apasionada mañana de escritor. Nadie ve y conoce bien su ser sino en la medida que le ama. Ésta fuela gran doctrina de Platón, que hoy nos: parece, por .mil razones, más cierta que nunca.
SGh.elerhace notar que las ciencias no han sido creadas primariamente por los científicos, sino por los aficionados, es decir, por los "dilettanti", es decir, por los que.aman. Y, a la postre, lo que hace fecunda la mente human~ no es sino su esencial, su cósmico
dilettantismo. ·1·
.. L.r Sólo la amistad es justa, sólo,~lla. puede conocer toda la amplitud de su valer. ';-',I'
dice Leonora ala.Princesa en el "Tasso", de'Goethe . Es preciso invertir los términos tradicionales:. no se ama porque se conoce, sino al revés, se conoce bien
porque se ama, se desconoce porque se odia.
857
Después de Ja bataUa de Hastings dos monjes, Osgad y Albick, del monasterio WaUtham, fundado por el rey Hauild, vienen a buscar entre Jos muertos el cadáver de éste; Mas tan desfigurado quedara por las . heridas que no lo reconocieron. Entonces los mon. jes se hicieron acompañar.por una mujer que había sido amada del reY, Edith, la del cuello de cisne, y és.: ta'lo reconoció por una huella secreta que el rey tenia en su cuerpo. · Sólo el amor conoce y reconoce. Quedémonos al amparo de éste dulce símbolo que es Edith, la del ·• cúeUo cisniego, »
. · AMOR EN 5TENDHAL•
)
lll
Pág. 473, línea 32 .
·ce; .• por razones-morales o de circunstancias, o cuando, por el contrario ... »
ce ... por razones morales o de circunstancias, y cuando, por el contrario: .. »
LN (31-X-26)'
V
«... no están en confuso montón ... >> Pág. 4 78, line¡¡ 20 , " ES (19-X-26), ESA (39, 41), «.. .Ilá ~-tá~ n~~ca ~~confuso mor'ttón:'. ~ » O II (43) 1,; ':
. VIL ENAMORAMIEN~O.'EXIAs1SEHIPNOTISMÓ l
Pág. 465, linea l • ·
Pág. 467, lineas 39c40
'En LN (19crx:~26}seincluía, tras el títúlo, este texto: «Madnd, agosto·de 1926». · '·((':·).su a:cCión vital:· Séfi!s aSí vivirán constantemente enairÍor3do's en :forma .. . }>
Pág. 487, nota ES (7-Xl-26), ESA (39, 41), O II (43)
Véase el libro de Jean Baruzi: Saint]ean de la Croix et le probliime de l'expérience mystique. Paris, 1924. Véase el admirable libro dejean Baruzi: Saint]ean de la Croix et le probléme de l'expérience mystique, 1924. ;~1 i'
Pág. 488, nota
Nota al pie no incluida en ES (23-Xl-26).
Pág. 488; linea 24 ES (23-Xl-26), ESA (39, 41), O II (43)
~e •. •su acción.vital.
LN (19-IX-26)
enamorados
en
Seres así vibran constantemente forma.· .. )>
otra región.y otro ser ... »
-,¡¡
Pág. 471, linea 14 LN (19-IX-26)
~< .•. es
esencial a un amor su consunción ... >>
«... pise el umbral. Ultima ... » «... pise el dintel. Ultima ... »
Pág. 492, línea 5 ES. (23-Xl-26) '·"" ,, '-.
·
':;)'
Pág. 4 71, linea 17 LN (19"1X-26)
Pág. 491, línea 20 ES (23-Xl-26), ESA (41), OCV(47)
«... Va inserto por siempre en el alma ... » Jcf .t ~':Va 1 insérto pal-a siempre en el alma ... »
'
'
e hipnosis.»
~<.••. e~;iJ#,o,~~'~etlto,_ éxtasis e ~ipi;>-_'?sis .. fifoffl Yalllqs a ver si coinciden hasta materialmente en un misino
'' trozo del ce;~¡,~() qll~ les sirve de asiento corporal: el tercer ventriculo.»
858
859
Pág. 495, líneas 2-3 ES (9-XII-26)
«... amatorias. Recientemente, en su conferencia ... »
Pág.-506, líneas34-35
<< •• •al}Jatorias.
j..N (28-VIII-27).
«... diferencia, por lo que a esto se refiere,- entr.e..eJ hombre; .. ». «.:.diferencia a es te respecto entre el hombre ... »
Hace pocos días,- en su conferencia ... »
Pág. 507; linea 6 LN (28-VIII~27)
« ... una seria dificultad para la doctrina ... »
Pág. 507, línea21-22 LN q8-VIII-27)
«•.. del siglo XIX era sólito pensar ... » «... del siglo XIX se solla pensar ... »
«... una seria objeción contra la doctrina ... »
LA ELECCIÓN EN AMOR
1 Pág. 507, línea 25-26 Pág. 499, lúteas l-16 Pág. 500, nota Pág. 500, línea 32pág. 502, línea 34
· Te>tto ria induido en LN (21-VIII-Ú). '"' ' ·-
LN (28-VIII-27)
'«.;.llamamos: No habría, podo tanto, un ser radie cal...» 1·~r: .. llamamos. No habría, segón esto, un ser radical. .. )>
Nota al pie no incluida el) LN (21-VIII-27). no incluido en LN (21-VIII-27). Texto '¡'' ' '_; .,, ' .
Pág.1507,línea,~7.
LN (28cVIII-27) Pág. 508, línea 2
-«,.'.ejerce sobre éstos. Solemos ... » «.,;ejerce sobre aquéllos. Solemos ... » « ... amoldarse a1los hechos en todo su alabeo. Ella nos permite .. o»
i '¡,
LN (28-VIII-27)
n
Pág. 508, línea 5-7 )li
Pág. 504, líneas 17-18
«... del ir uno por sí mismo. Este interés ... »
LN (21-VIII-27)
«... del ir uno por sí. Este interés ... »
Pág. 506, línea 5
En LN (28-VIII-27) se incluía; tras el título, e5tetexc to: «Madrid, julio de 1927».
III 1
Pág. '.506, líneás30-3l.
LN (28-VIII-27)
860
« ... tu$tj ó~es teóricas, enéima dé las·Piái:tiCas que
LN (28-VIII-27) ES (21-VII-27)
« ... del carácter. Yo diría que el carácter cambia, si -por este.cambio se entiende propiamente una evolución. Y esta evolución ... )> «... del carácter. Yo diría que el carácter no cambia, pero que es capaz de evolucionar. Y esta evolución ... » «... del carácter. Yo diría que el carácter no cambia más que el sentido de que evoluciona. Y esta evolución... »
Pág. 508, línea 19_ LN (28-VIII-27)
«: ... y.destinos, los cuales esperan ... » «... y destinos que esperan ... »
Pág. 508, líneas 24-25
« ... sentir de ayer, cierto día advertimos que hemos ingresado en una nueva etapa ... »
LN (28-VIII-27)
- ,-<< .. ~sentir de ayer; notamos que ingresamos en una
nueva etapa ... » .
el amadó~; pqr su cuenta, teridrá que solventar. Por ejemplo .. :,. . . . .. « ... cué5tione5. Po~ ejemplo ... »
« ... amoldarse a los hechos. Ella nos permite ... »
Pág. 509, líneas 1-2 LN (28-VIII-27)
-, << •• ·.esquema
~< •.. esquema
de selección erótica se interpone ... '~ de selección se interpone ... »
861
-----
~----------------------------------------~
,,
11
Pág. 509 ,. líneas 7-9 •
LN (28-VIII-27)
«... sus cambios y el perfil divergente que éstos po~ seen, esclareciendo así la lógica viviente, la génesis inevita]:ile de estas mutaciones ... » « ... sus cambios y viceversa, lo diferencial e inolvi• dable; la lógica viviente de estas mutaciones ... » «Véase mi ensayo La percepcióJJ del prójima, en el volumen Teorla de AJJdaluda (2.•, edición) ;pág.-81, [Ver tomo.VI de estas Obras Completas] y, sobre todo, Ja gran obra.de Scheler: Wesrn tmd FanJJeJJ der Sympathie, 1923;» <\Véase mi.antiguo ensayo La percepdóll del prójima y,, sobre todo;Ja gran .obra de Scheler: Wesrn uJJd FormeJ1 der Sympathie,1923.» Nota al pie no incluida.
Pág. 514, nota 2 Pág. 509, líneas 10-11 LN (28-VIII-2 7)
«... vitalidad que evoluciona, como esos fantasmas ... » «.;:vitalidad pr6grediente que evóluciona;'coíno esós
· fantaSffiás:'i.>>--.:
1;'
-: ·1-:
densa atrriósfeTa~-,
r~
i -;_· o~,
.
ESA (39, 41), O U (43).
L.,
PARÉNTESIS
' 'ii'i
ES (21-VIII-27) Mis ensayos, que suelen ir apareciendo segmenta. . I . dos, como trozos de anélido, en eJ. periódico E!SoI, proporcionan grato pretexto pata conoéer alriias de españoles y españolas que personalmente me serían distantes::';»': «... formar sobre la atmósfera.
me
LN (28-VIII-27)
I'ág. 516, línea,27 ES (21-VIII-27)
«..• efectivamente.a manumitir su sensualidad; .. » ~ .. «... efectivamente a manumitirse de la sensualidad ... »
.. V
*** . : ->·,!; ~
·"'Desde hace mucho tiempo, estos ensayos míos, que la ·gran prensa multiplica, me proporcionan grato pretexto para conocer almas que personalmente me serian distantes.; . >>Pág. 510, línea 40Pág. 511, línea 1 ES (21-VII-27), LN (28-VIII-27)
862
En LN (18-IX-27) se incluía, tras el titulo, este texto: «Madrid, agosto de 1927».
Pág. 516, línea 35-36
«... flotando entrelas espumas del mar anuncian la red que rasca el áspero fondo. Por otra parte ... » « ... flotando entre las espumas anuncian la red que rasca eláspero fondo del mar. Porotra parte ... » . : ~
deseam_os.
ES (4-IX-27), ESA (39, 41), O II (43)
Hubo un tiempo ... » --: «;.:~;arriamos,: Io:df!seamos 1• Hubo uh tiempó
Pág. 517, nota. línea 3
~c. ·:·ªl!lªm.Os_,_ l~
-·• ;;.·,·
...... ; .........
~;;;~
';
En breve aparecerá mi libro uEstudios sobre el amor y psicología del hó-mbre interesanfe'', dOnde prbCriiO disociar con algún tuidado lo das esas cosas que se suelen con1 . fundrr-co1f~l ámor en sentido estricto.>>!"
ES (4-IX-27)
«... que se da casi sierrípre ... 1>"~c~.--;-qÚe se da:en éste casi siempre ... >~
LN (18-IX-27)
1
Pág. 511, líneas 13-14 ES (2l"VIIc27); · LN (28-VIII-27)
Pág. 516, línea 32
Pág. 519, líneas 10-13
« .. .la estadística. En un número muy importante de casos: .. -» : , «:.)a estadístic~. En µn número muy grande de casos ... » «, ...el ni~el medio,nq sedevará nunca sin la existencia de ejemplares superiores ... » «... el nivel medi~ no se elevará sin la existencia de . ejempl,a.re¡;,~)lperiores ... »
863
i'
Pág. 520, líneas 1-2 ES (4-IX-27), LN (18-IX-27), ESA (39, 41), O U ( 43) Pág.'520, líneas 17-22
ES (4-IX-27), LN (18-IX-27) ,
;;
«... ocupado en faenas cotidianas, sea en zurcir la ropa blanca, sea en.acudir al dancing. Tanto es así ... » « ... ocupado en faenas cotidianas, sea zurcir la ropa blanca, sea acudir al dancing. Tanto es asÍ; .. »
: «c.:delcura. No diScutamos ahora la porción de verdad que en semejante tesis resida, Mi objeción .a ella ,, . es previa yconsiste•en hacer notar que, suponiendo verídic'ds 'estos dos agentes del tipo femenino espa. ñol, resultaría éste,producido exclusivamente pór d 'influjo=varonil,:y.·¡:iortanto, que esa tesis no recela siquiera'elinflujo'reclproco de la mujer sobre sí mis. ma y, sobre la historia nacional.» '· «... del cura. Es decir: que,aun suponiendo verídicos estos dos agentes del tipo femenino español, resultaría : éste producido exclusivamente por el influjo varonil, y. por tanto;se ignora el influjo recíproco de la mujer sobre sí misma y sobre la historia nacional.»
VI
En LN (25-IX-27) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, septiembre de 1927».
Pág. 520, línea 23
Pág. 522; líneal8 ES (4-IX-27), " ' LN (25-IX-27)
«e:.¿ Quiere decirme qué le importa ... » !«.'.o¿ Quieré detíiseme qué Je importa ... »
Pág. 541, línea J7 EYA (39), O Il(43), ·
ce ••• que
«; .. que
J;'ág. 543, línea ;32 EYA (39), O U (43)
«... con tal claridad esta ... » . «... cqn totalclaridadesta ... »
Pág. 547, línea 32 EYAC3?),0I\ (43)
~< ... extravagancia, ninguna ... » . «... extrav~g~11cia 1 ni ninguna ... » -- : '. ·-
','.'
MEDITACIÓN DE LA TÉCNICA
1. PruMERA ESaAAMUZA caN ªTEMA Pág. 553, línea 1
En LN'. (2B~IV-35) se incluía, tras el tíiul~, est~ iei
Pág. 555, línea 3 ()CV(47,51)
«Con ser tódo esto tan obvio ... » «Con ser todo tan obvio ... »
,
l'ág. 533, línea 8 EYA (39), O U ( 43)
864
- « ~ . .f.Siádi:SdCa(que:parece ser un colmo.»
~
11,,:
•'<,!";
·..
t.;,
«Ahora bien; nótese que hacer fuego ... » ·«Ahora bien; noten ustedes que hacer fuego ... »
Pág. 555, línea 22 LN (28-IV-35)
«Ahora elllpieza a verse porqué ... »
Pág. 556, línea 19 LN (28-IV-35)
«Ahor~ fmpieián 'ustedes á ver por qué ... »
Pág. 558, líneas 30-31 LN (28'lvc35) ..
«.. .co11~.o_ ~-~_r,e_Ill9s el}. las lecciones pró_xin;ias_._,> «... como 'vfre~oS e;n los articulas próJdffioS. ;>
...,. , , --
ENSJMÍSMÁMIENTO y ALTERAOÓN
··,¡1
· «... hacesiglos ... » «... hace tres siglos ... »
Pág. 549, linea 16 EYA (39), O U (43)
ENSIMISMAMIENTO Y ALTERACIÓN
"'
es sie:mpre vivir .. . >~ es siempr:e el vivir ... »
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Il. EL ESTAR.Y EL BIENESTAR.-LA «NECESIDAD» DE LA EMBRIAGUEZ.-.-·, Lo supEfuuo coMo NECE5Aruo')-:.:.: RELATIVIDAD DE LA TÉCNicA
Págc 559,l!néa l' i>''}
'
, En LN (SeV~35) se incluía, trás' el título,' éSie 'texto: ·,«Madrid, abiil &'193s,,.
865
Pág. 559, línea 1 LN (5-V-35) Pág. 561, nota
«Enhebremos con la lección anterior.>>' · «Enhebremos con el artículo anterior!>> No~ al pie no incluida en LN (5-V-35).
Pág. 570, líneas 18-19
« ... si están ustedes ahora oyéndome es porque creen .. .-»
LN (19-V-35)
«... si están.ustedes ahora aquí leyéndome es porque creen .. ~>~
Pág. 561,líneas 19-20 LN (5-V-35)
·« .. ;en.la leCción anterior... »
Pág. 561, línea 34 LN (5-V-35)
· «.'.. el "bienestar en el mundo" y I~ superfluidaci .. "' «... el bienestar y la superfluidad ... »
>
V. LA VIDA COMO FABRICACIÓN DE SÍ MISMA.-TÉCNICA Y DESEOS
Pág. 573, línea 1
En LN (25cV-35) se incluía, tras el titulo, este texto: «Madrid, mayo de 1935».
Pág. 573, línea 10 LN (25-V-35), EYA (39), O II (43)
«... consiste. De ahí que nuestra vida ... » «... consiste. De aquí que nuestra vida ... »
lli. EL ESFUERZO PARA AHORRAR ESFUERZO ES ESFUERZO.-EL PROBLEMA DEL ESFUERZO AHORRADO.- LA VIDA INVENTADA
I
Pág. 564, línea 1
En LN (12-V-35) se incluía, tras el titulo, este texto: • «MaC!rid, abril de 19J5». .
Pág. 565, líneas 3.6-37 '
•.t
'·
LN (12-V-35)
. .
«... desierto sahárico. ·3. º_Otra .éueStiOii. ~ .i,i ' " ... dliSiefto. ·
'
Pág. 576, línea 14
« ... (España invertebrada)'. Y esa obnubilación ... »
. . . .. . ·························· '
-
[Véase página 421 del tomo III de estas Obras Completas.] . ¡ •« ... (España.invertebrada, XVII, 4°. E,), Y esa obnu1
LN (25-V-35), EYA.(39)¡ OII(43)
bilación.,.»
3. 0 Otra cuestión ... » ,,
' .. >r: J,
' .'
- .
- '
Pág. 566, líneas 27-28
(( ... que la circunstancia primariamente nos iiripo~ ne ... »
LN (12-V-35)
<< •• ~q~~
la circu~~ncia nos impone ... » _
rv. ExaiRS10NE5 J\1...... stissu'ha oE-· lA TÉCNICA · .. -- .. -
',
'
-
"
,'"-,
Pág. 5(j9, líneas.1-2 LN (19-V-35), EYA (39), O II (43) Pág. 5(0, )íneas 107 U LN (l!Í-V-35) .
866
:"
-
".
-
_,.," "
Pág. 576, líneas 17-18 LN (25-V-35) . Pág. 576, línea 35 LN (2fiN-35), EYA (39), O II (43)
«... sustentada: !alinea, es decir. . .>> « .... sustentada: la línea, es decir ... » ~e •.. ¿cuántos
de ustedes, que no sean ... >~
«·... ¿cuántos de mis lectores,. que no sean.'.·.>>-
-
E~; '-·.·Ü{(Úl-Y-35}se incluía, tras el titulo, este t,,,{~o: ·{-: .•; ii I>;". ··- _, ', «Madrid, abril de 1935».
Pág. 577, línea 12 LN (25cVc35) ·
«••• consideraciones hechas en las anteriores lecciones.» . «.•. consideraciones hechas en los anteriores articulos;1>
.· Vl .. EL'DESTINO EXTRANATURAL DEL HOMBRE.-·-. PROGRAMAS DE SER QUE HAN. «..,.el cuento de la varita de las virtudes ... » ..- ';,':' ...'-·el" cu~nt~ ... ». .- ':.:'de. -!~varita de'7i~tud~ ' - _,' ,,,,,_
'
·
DIRIGIDO AL.HOMBRE... -. EL ORIGEN DEL EsTADO TIBETANO
'
<': .. nuestr9 yo, No ba .de interpretarse esa porción., .. ,,
Pág. 578; línea 1 ·· LN (2-Vl-35)
; ~> «En los artículos anteriores he procurado .. "'
• «•. ;n11estroyo. J"lointerpreten ustedes esa porciói{.'. ,,;
867
Pág. 579, líneas 24-25
LN (2-VI-35)
Pág. 580, líneas 3-4
« ... adverten~ia de que la técnica es función del va~ riable programa humano. De otra parte, nos adara ya deJ todo aquello de que el hombre ... » « ... advertencia de si la técnica es función del°Variable programa humano. De otra parte, nos .adara ya del todo eso de que el hombre ... »
LN (18-VIII-35)
ic •• •que me escuchan.
Pág. 586, linea 37 LN (18-VIII-35):. ·
Pero ahora no puedo menos ... »· · " .. ·.que me lean. ' Pero'ahora:no puedo menos ... »
LN (2-VI-35) . : . ·
Pág. 585, líneas 19-20
«... para quienes oír es ir a buscarlo que éllós·ya saben, sea-en detalle, sea en vaga aproximación ... >>
« ... para quienes leer es ir a buscar lo que ellos ya saben, sea en detalle, sea con vaga aproximación~.-.»
cc ... hacer en las lecciones anteriores.» i<-. ••hacer en lot?·rirtículos anteriores.>>
«...eri,esaliSta nuestro tiempo ... »
Pág; 588, linea l l LN (18-VIII-35)
(( ... en esa lista·a nuestro tiempo ... »
,¡
VII.EL TIPO «GENTLEMAN»[-·-· Sus EXIGENCIAS TÉCN!cAs.-·-
IX.
EL «GENTLEMAN» y EL «HIDALGO»
Los ESTADIOS DELA TÉCNICA.
/
Pág. 583, líneas 13-14
«... esperaba con gran pachorra que el cliente se aco-
Pág. 589, linea 1
, niodaS:ea;:.·.>»
LN (4-VIIIc35)¡
·
coú·gran pachorra a que eh:liente se
acomodase a .. :»;.·
Pág. 583, líneas 25-26 • LN ( 4-VIII-35)
VIII.
'.
LAs COSAS Y SU «SER».- LA PRE-COSA.- EL HOMBRE, EL ANIMAL Y LOS INSTRUMENTOS.- LA EVOLUCIÓN DE LA TÉCNICA
Pág.585; línea 1
Pág: 585, lineas l-3
LN (18-VIII-35)
868
·1
En LN (l-IX-35) se íncluia, tras el titulo, este texto: «Madrid, agosto de 1935». ·
En LN (18cVIlI~35) se incluía, tras el titu!O, e5tdex~ to: «Madrid, julio de 1934».
«; ..breVísimamente,:1os anteriores·- ejempló.S, nlOvi. do por el afán de que no quedase abStracto y confuso en la mente de ustedes qué sea ... » « ... brevisimamente, estos ejemplos, movido por el .. afán ·de: que no quedase abstracto y confuso en· la ·· : mente de los lectores qué sea ... » .
X. LA TÉCNICA COMO ARTESANÍA.- LA TÉCNICA DEL TÉCNICO
Pág. 593, linea 1
En LN (15-IX-35) se incluía, tras el titulo, este texto: «Madrid, agosto de 1935».
Pág. 594, linea 25 LN (15-IX-35), EYA (39), O II (43)
«... el hecho de inventar ... » «... el hecho del ínventar ... »
Pág. 594, linea 29 • LN (15-IX-35),EYk(39), O II (43), OC V (51) Pág. 594, línea 40: Pág. 595, linea 1 LN (15-IX-35), EYA (39), O II (43)
·•'«,;.la conciencia del invento ... » ·. «.. .la·concienciadeinvento::.» :
'"·..,tddaVia el inventor sólo há llegado: á producir instrumentos ... » «... todavia el inventor ha llegado sólo a producir instrumentos ... »
869
1940·
XL RElAOóN EN QUE EL HOMBRE YSU TÉCNICA SE ENCUENTRAN HOY;-.EL TÉCNICO ANTIGUO
VIVES Pág. 597, !mea 1
En LN (29-IX-35) se incluía, tras el título este texto: «Madrid, agosto de 1935>>. Pág. 609, línea 1
Pág. 598, !meas 25-26. LN (29-IX-35)
Pág. 599, líneas 9-10 LN (29-IX-35), EYA (39), O II (43)
« .. ;deja en último término al homlire; al artesano'. No es ya ... » , <
«... tampoco la hay. Ya vimos que no basta ... » «•;.tampoco la hay. Ya vemos que no basta ... » I
En LN (24-Xl-40) se mcluía, tras el título, este texto: «Buenos Aires, noviembre de 1940». En EDLC (42) aparecía, tras el título, la siguiente nota: «Artículos publicados, en La Nación, de Buenos Aites;, en di, ciembre de 1940 »..
Pág. 611, nota
Nota al ¡:íienoincluida en LN (24-XI-40).
Pág. 61l;'líneas 16"17
«.-~;es~·,precisaménte, la variación; por. lo ta:nto,Jó contrario de toda sustancia.» «: •. es, precisamente, la variación; por tanto, ló cémL
LN (24-XI-40), EDLC (42)
trario de toda sustancia.»
Xil. EL TECNICISMO MODERNO:-.· 'Lc)SRELOJES DE CARLOS V.CIENCIA Y TALLER.- EL PRODIGIO DEL PRESENTE
Pág. 614, línea 1 Pág. 601, línea 1
Pág. 601, líneas 12-13
LN (13-X-35)
Pág. 604, líneas 21-22 LN (13-X-35), EYA (39), ¡' 0(43),0CV(47) Pág! 605, líneas 6115 ,'
En LN (13-X-35) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, septiembre de 1935». « ... demencia: El cuerpo es el gendarme y el pedagogo del espíritu. De aquí la ejemplaridad del pensamiento ... » <( ~ •• dem'encia ... De aquíla ejemplaridad del pensamiento .. :» '"'.; .Teducidos a métodos anticuados .•. ». «.. •;reducidos a los métodos anticuados ... ))
Pág: 617, línea 32 ',
EnLN (15cXII-40) aparecía, tras el título, este texto: «Buenos Aires; diciembre de 1940».
Pág. 619, línea 4
((. .. que llamamos umodemidad" las gentes se res-
t-
i•
1 1
LN (15-XII-40)
~
j
1í ¡
Pág. 620, !mea 36
1
tregarán los ojos ... » «... que llamamos "modernidad", las gentes -que serán , esperemos , un poco menos bestias que las de ·hoy- se restregarán los ojos ... » «... que han existido'. Acaba¡:íor darse ... ;~
1
LN (15-XII-40), EDLC (42)
l ,-,
1
.......-... ; .. ... ......•
i l
'Texto no incluido en LN (13-X-35).
En LN Cl-XIIAO) aparecfa, tras el título; esté texto: .«
~
Véase "\Eh tomo-a Galileo" ... 1>
«.:.que han' existido (Véanse mis artículos sobre el siglo XV. en La Nación de 1933-34). Acaba por darse ... »
1 870
871
",
:;¡:;.
-
'.... . jf, · •·.·.·
.•.".·.·.·
EL lNTELECTuAL y EL Orno
•.•
•...•.
l 1
Pág. 634, lineas 20-21 DEA (40)
En LN (29~XII-40) se incluía, tras el tituló, este texto: «Buenos Aires, diciembre de 1940». En EDLC (42) aparecía, tras el titulo, la siguiente nota: «Articulo publicado enLaNadó11, de Buenos Aires; en di" ciembre de 1940»; ;
Pág. 623, línea 1
'. ¡ i.
J'¡ /
DEA(40)
Pág' 628, líneas 22-24 . EDLC (42), OC V (4 7)
· ' <<:::.sea su persomí 6su familia o su partido politico o Sil patria: Siempre y sólo lo suyo.» «... sea su persona o Sil familia o su partido político. Siempreyc5ólo 1o suyo.» ¡L
Pág. 628, lineas 35-36 •. •
más.:.d>:! ·. . L ._.,h.::'-1, '.
•"
·.1
«1. :estos intelectuales tenían prisa podlegar al poder.»· .• «... estos intelectuales tenían prisa de llegar al poder.»' como operacióll vital en su tiempo ... »
Pág. 636, línea 14 DEA (40)
{< •••
Pág; 637, líneas 23"24 . · DEA (40), OC VI (47)
«.:.porun exceso dé los medios que el hombre ... » «.;;por un exceso de medios que el hombre ... »
Pág. 63 7, línea 39 DEA(40),0CVI(47) ·
« .. .luego experimenta ese mismo pavor pánico ... » «. ;~.luego·siente_ ése mismo pavorpániCo ... )} :
Pág. 638, líne.a 7 DEA (40)
Pág. 638, línea 34 DEA(40)
«... todo su saber civilizado ... » « ... todo su haber civilizado ... »
Pág. 639, línea 3. DEA (40), OCVl (47)
«... como operación vital de su tiempo ... »
«El resultado es inevitable. El Otro, que en su existencia,espontánea.er~,
a su modo, admirable ... >>
PRÓLOGO A UN DICCIONARIO·ENGIGLOPÉDICO ABREVIADO
r 1
X
1
Pág. 633, línea 2 DEA (40), OCVl (47)
Pág. 636, líneas 9-10 , •·
«i¡;l resultado es inevitable. Al entrar en el Otro.una
existencia espontánea era, a su modo, admirable ... ,,
DEA (40)
«.. .lo que es elúnico regulador de ... » « .. .lo que es único regulador de ... »
'·''
en un dogma. Dogma es lo que queda de una idea ·; cuarido!Já ha aplastado un martillo pilón. Y:esla e,;c cena universal a que asistimos. El Otro, que en su
Pág. 632, líneas 20-21
Pág. 635, línea 28 DEA (40), OCVl (47)
DEA (40)
. -idea se.convierte atitomáticamente en lo contrario,
EDLC (42),0C V (47)
"'·. :hatenido vigendá 'en Europa ... » «... ha tenido vigencia sobre Europa ... »
«; .•. del amor; No le. están ahí para aprovecharlas sin más~:;.»'"''·-·,.!,,·.:
Pág. 630, líneas 11-15 ·
Pág. 635, línea 18 DEA (40)
· «.:.del amor.:No;están ahJ para. aprovecharlascsiri
-- .L1:1r:
872
«..• venía; desde milenios, buscando, sin haberlo hallado hasta entonces.» « ... venía, desde milenios, buscando,' sin haberlo hasta entonces hallado.»
- i,.-
; i ',
LN (29-XII-40) ·
Pág. 634, lñ:eas 24~25
« ... tres factores: la filosofía o saber, la popularización y la prisa.» «... tres factores: el saber, la popularización y la prisa.»
« ... en:virfud d~1lá cual designa expresamente un repertorio. de.dicciones ... » «'; .. en virtud de la cual designa estrictamente un re. pei:torio de dicciones ... »
que es en rigor, barbarización.1> que es en rigor, barbarición,))
~i ... cultivan inte.nsivamente la memoria.1>
«... dar una idel!' cierta del. .. » «... dar una cierta idea del...»
873
PRÓLOGO A CARD\5 FINLANDESAS Y HOMBRES DEL NORTE, DE ÁNGEL GANIVET
Pág. 661, línea 22-
« •. 'ese mundo y ese "sí mismo" con que el hombre
Pág. 662, línea 1 ·
se encuentra le aparecen ya bajo la especie de una
: 'J(
Pág. 643, líneas 10-11 CFYHN(40)
«... no aparece discernido lo qne es la obra. del e5critor y el'gesto de la persona. Se dedicaron,!.» · «.•. no aparece discernido lo que es obra del escritor -y gesto de la persona. Se dedicaron ... »
interpretación ..·~» ',-, · y ese,"'sí mismo u con que el hombre
. :
LN(2-II-36); ·
se encuentra le son dados ya bajo la especie de una interpr~tación. _,; »' 1ii
• IDEAS Y CREENCIAS
1
· , «·"Ja enorme diferencia de rango funcional. .. » « .. .la enorme diferencia de jerarquía funcional...»
Pág. 962, línem 18 LN (2-II-36)
1.1
_-:,-.
1
Pág. 663, línea 38 LN (2-II-36)
«¿Quees en todo este su comportamientb lo que.,.» «¿Qué es de· todo este su comportamiento lo que ... »
«!;:veinte mios distante, se aproximó a mi en los pase treros días de stt vida, y hasta poco antes de la gtterra civiL:.-.»' ·-1:-; «... veinte mios distante, se aproximó a mi en los postreros días de su vida, y hasta pocos antes de la gtteiTa
1
Pág. 663, línea 40Pág. 664, línea 1 · LN (2-II-36)
«El lector sé ha dado cuenta de sus motivos.»
civiL-~.»
1
!
!PRÓLOGO I
Pág: 657, línea27Pág. 658, línea 1 IYC (40), O ( 43), OCVI(47)
Pág. 658, líneas 9-12
« ... el pensamiento histó1ico de Hegel. Van también "Miseiiay esplendor de la traducción", ptiblicado e11 La Nación, de Buenos Aires, y "Defensa• del 'teólogo frente al )nistico", trozo de un curso. !Te1mino.~011.-.-.~>-·!
IYC (40), 011(43)
!
!
«El lector se ha dado clara cuenta de sus motivos(»
Pág. 664, líneas15ü6 . ·
, « .. :seprodi.ü:iria en la conciencia deUector·una cla~ risima y violenta•sorpresa. ¿De qué? ... » « ... se produciría en la conciencia del lector una clarísima· y violenta sorpresa. Sorpresa ¿de•quéIC':: ».
Pág. 664, líneas 39-40
•«·•. Ja vida de un•hombre o una época por5u.ideario;
1 ;¡ 3
11
esto es, por sus pensamientos ... »
",.¡;
..• <<.,:la vida de un· hombre o una época por su ideología; esto es, porsuspeusamientos ... »
LN (2-II-36)
" ·
Pág. 665, línea 5
• . _, ;• . ·En.LN (16-fü.3'6) se incluía, tras el título; este.texto: «Madrid, enero de 1936».
· ·•«, .. el pensamiento histórico de.Hegel. Tennino con ... »
..
IDEAS Y CREENOAS
J ~'
Pág. 665, lfnea 11 LN (16-II-36)
' '' ! ; ' "
«Toda•nuestia conducta, incluso la intelectual.» , ,,ffcídanuestra condúcta, inclusive la inteleétúal.»
CAPÍTULO PRIMERO.-. CREER Y PENSAR
Pág. 665, líneas 20-21 Pág. 661, línea 1
874
En LN (2-II-36) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, enero.de 1936».
O II (43)
i
«... es secundaria a nuestra vida real o auténtica yre¡_,-présenta: ... >~., - ::,.-.·,-" ,,.:" · ·,.•"-';;es.secundaria i nuestra vida real y auténtica y representa;.:»
875
il
.1
r
Pág. 666, linea 14 LN (16-II-36)
«Dije en el parágrafo anterior que inducia a error ... » «Dije en el artículo anterior que inducía a error ... »
Pág. 667, lúteas 5-6
<
LN (16-II-36)
fuera una moneda, golpeándola directarnénte contra la realidad como sí fuera u¡¡a piedra de toque.» «Lo quenosep11ede es contrastar una idea, corno si fuera un duro, golpeándola directamente contra la realidad como.si fuera un pedazo de márniol.» . .) :
Pág. 668, líneas 2-3 LN (16-II-36) •"'' •··
«... traería consigo la pérdida de fe en la inteligencia.,. «.. :traería•consigbila pérdida de la fe.enla inteli"
";: 1 -- '
l
CAPiTULO SEGUNDO.- Los MUNDOS INTERIORES
·Pág. 672, lineaT LN (19-IV-~6)
«Se trata de preparar las mentes contemporáneas ... » «Madrid, marzo de 1936
LN (16-II-36), IYC (40), O II (43), ·-,
« ... cambios profundos de las teorías sobre qué es la
En el caso, sobremanera improbable, de que entre los lectores de La Nación haya algún multimillonario de la pacienciaT que por serlo resulte capaz de leer uno tras otros mis artículos, de recortarlos y conservarlos, yo le recomendaría que no se parase ya en barras yllevando al extremo su intrepidez releyese la serie titulada "Ideas y creencias", remitida por mí en septiembre de 1935. Porque yo quisiera continuar ahora el terna allí iniciado y llegar en él a algunos resultados importantes. El terna lo era de sobra. Se trata de preparar las
raióri.:misma;~~w'
·mentes contemporáneas ... >>
Pág.669; línea'.:.
.EnLN{22'-UI~36)
'· Pág. 668, línea 5
gericia~ >» :-
, ·; ' ·
« ... cambios profundos de Ja teoría sobre qué es la · · 1-razóri.·mismar.• »
se incluía, tras él tituló, este texc to:. «Madrid, febrero de 1936».
Pág. 672, lúteas 6-7 LN (19-IV-36)
Pág. 672, l!neas 16-17
«... el hombre sumergido en un elemento insólidó, infirme.» « ... elhornbre sumergido en un elemento insólito, infirme;»
LN (19-IV-36)
Pág .. 670, nota•
Nota al pié nó induida en LN (22-Il'36). ·
Pág. 673, línea 1 LN (19"IV-36)
Pág. 671, lineas 20-21
«Pero cada cual tiene que habérselas por su cuenta · contodo lo dudoso; .. » «Pero él tiene que habérselas por su cuenta cori todo lo dudoso ... »
Pág. 674, líneas 14-15 LN (19-IV-36).
Pág. 671, lineas 24-25 LN (22-II-36)
876
«Pero conste: lo verdadero, y aun lo cientl.ficwnenteverdadero; no es sino un caso particular de lo fantástico.>>. «Pero conste: lo. verdadero no es sino un caso partí-· cular de lo fantástico.>>
creyendo, en el fondo, que es la
« ... porque sigue, en el fondo, creyendo que es la función.'.. »
· • Nota al.pie no incluida en LN (22-III-36). Pág, 670;lútea 26
<<.~.porque ·sigue función.;~>~-:'.
«... sufrimos -crisis económica, guerra y asesinatos, desazón, desesperanza-, no se descubre ... » <( ••• sufrimos -crisis económica, pistolerismo, desazón, desesperanza- no se descubre ... >>
<<..ccumplirla. Requiere una especie de coraje ... » « ... cumplirla. Requiere una cierta especie de coraje ... 1>
Se recordará mi.distinción ... » Pág. 674; lineas 33-34 LN (19-IV-36)
«... hueco de creencia. Por tanto, lo que ideamos ... >> «... hueco de creencia. Por lo tanto, lo que ideamos ... »
877
---------------___,,,
Pág. 675, línea.l
En LN (3-V-36) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, abril de 1936».
((.·.-.c0Üsiste~cia1 es suelo que por el'moméritó.··:.»
Pág:-676,líneas 37-38 LN (3-V"36}11 '"
iC ••• consistenci.a,
no es :Sino lo. que por el mcimen.:.
to ... » ,,-_.
-1-;
Pág. 677; línea 8 .
Pág. 683; línea 40
(( ... para decirnos qué es filosofía,
. LN (6-IX-36)
" ... para decirnos qué es filosofía decimos también ... » \i
Pág. 684, Iípea 15 . LN (6-IX-36)
«... y un sistema de reflejos fisiológicos. Por tanto ... » · '<<.-i.y un1sistema de lo que suele Ilamarsé instintos. Por tanto ... »
«.,.enigmático.· A e.5te primario y preintelec_tual r;enigma.'.'.))
LN (3•V-36)
!
· «... enigmático. A este primario enigma ... »
Pág. 678; nota
Nota-al pie no iricluida en LN (3-V-36).
Pág. 678, línea 11 -
1
•
En LN (24-V-36) se incluía, tras el título, este texto: 1;-.«Madrid,abrildel936».
a decirnos• tam-
':bién.~. »
Nota al pie no incluida en LN (6-IX-36).
Pág. 684, nota Pág. 685, líneas 4-5
«... obra humana verbal que place, sea la que quiera ... » ·«·..• obra humana verbal que complace¡•sea'la que
LN (6-IX-36)
quiera~;
.1> .
I
Pág. 679; líneas 23•24
LN (24-V-36)
Pág. 681, líneas 22-25
«... considero tan fértil la doctrina iniciada en el capítulo primero de este ensayo: que sólo se entiende ... » «... considero tan fértil lo dicho en "ideas y·.creencias": que sólo-se; entiende ... » «Mi mayor afánes que el lector, aun el menos cultivado, no se pierda por estos vericuetos en que le he metido. Esto me obliga a repetir las cosas varias veL ces y a destacar las estaciones de nuestra trayectoria.
Pág. 685, líneas 10-11 LN (6-IX-36)
i
\e .. probablemente una profunda reforma; Esto es lo · que intento en otro lugar.» « .. ;probablemente una profunda reforma. Yo no voy . a hacer en lo que sigue sino apuntar en qué consisten 'esa reVisiOn·-y- esa reforma.)>
EN EL CENTENARIO'DE HEGEL
Pág.688
Texto no incluido en LN (31-1-32).
*** LN (6-IX-36)
Lo que solemos llamar realidad ... » Pág. 681, línea 27 LN (6-IX-36)
Pág. 681, líneas 29-30 L_N (6-IX"36)
l. HISTORIA Y ESPÍRITU
· Lo que soleinos Uamarrealidad ... » ' ,¡ ·; · «Madrid, agosto de!l936
"Lnr,·,
ce ..._interiores", en los cuales vivimos a sabiendas ... » cc1 .. interiofes~,-que vivimÓs a sabiendas:.: »i
''
__ -
Pág. 689, linea 1
·En LN (31-1-32) sé incluía, tras el título, este texto: «Madrid, enero de 1932».
Pág; 689, líneas 4-5
«..·.problemas nos sean por si mismos;no podemos contentarnos ... n ~ ~e ... pro_blemas nos sean por sí mis_mos1 men~s los entendemos; más agudo problema nos· plantean. . ¡Qúeramo~_o-no;.no podem~s co~tentamos ... »
LN (31-1-32)
878 879
''"
Pág; 690, línéa 14. , LN (31-1-32) Pág. 690, líneas 16-17
«... una perspectiva. La convivencia· es·otra ... »«... una perspectiva. La sociedad es otra ... » «... el alguien o mismo que es la compañía. ·Este nuevo.,;>>~.
;·
Pág. 692, nota
Nota al pie no incluida en LN (31-1-32).
Fág. 693; lín~a¡¡,2-:J , LN (31-1-32)
~< •• •ernprend.idos
empíricamente con á1~}m~,· .. >> ce ... emprendidos con ánimo . .. >>
,
«'... elalguien•o mismo que es la sociedad. Este·nue7 vo ... >> Pág. 690, línea 24, LN (31-1-32), lYC (40), OI!(43) Pág. 690,.línea 30 LN (31-1-32) Pág. 691 ¡ líneas 7 -8 • LN (31-1-32)
,·:-:
ic. ; ¡vivir en es,te cuerpo .. . >> << ••• vivir
con este cuerpo ... »
Pág. 693, línea 20
Pág. 693, lín~,,d:ls.~i~ LN (6-Ill-32) .· , ..
·'<<~ •• el:mismo a qb.ien acontece ... >> <( ••• el mismo
Il
a quien le acontece .. . » /
Pág. 693, líneas 33-34
. « ... vivióen;tiémposdela ... » • · « ... vivió al.tiempo de la ... »
LN (6-Ill-32) Pág. 691, línea 21 LN (31-1-32)
. <<;:.los hechos y se pregunte: ¿Quién anda ... »
«... los hechos históricos y se pregunte: ¿Quién Pág. 694, líneas 10-11 EYC (40), O II (43), OCVI (47) ' ; '" .
anda ... >> Pág. 691, líneas 29-30 LN (31-1-32), IYC (40), O II (43)
«:;.comprende aquellas otras dos formas ... )) « ... comprende a aquellas otras dos formas ... »
LN (6-Ill-32) Pág. 694, líneas 13-15
Pág. 691, líneas 32-33 LN (31-1-32)
« ... en el enjambre de los hechos históricos ... » « ... en el enjambre enorme de los hechos históricos .. ~» '
Pág. 691, líneas 34-35 LN (31~1-32)
Pág. 691, línea37 LN{31+32)
« ... naturales. Es el método empírico. Observando ... » « ... naturales. Es el método del empirismo, Obser~ vando ...·>>
LN (31-1-32)
880
;-
·--·
: ·«:.. tan elevado'.contingente ni están dispuestos a re~- ·~ar.- Es preciSo-recupir ... >>
« ... tan elevado contingente. Es preciso recurrir ... »
;,, .. de objetos. Pueden clasificarlos .. .>> «·... de objetos. Pueden ustedes clasificarlos ... »
«... n\"remos que un.as precisan más la clasificación y otras menos. Si dividimos ... » « ... notaremos que unas precisan más de la clasificación y otras men,07 .. Si dividimos ... » , , ' ''· ' -·:. >' ');_:; -, "': ____ : ' « ... parciales; vagáS, ·que digan algo ... » «.,. parciajes, vagas, sobre ellas, que..digai;i alg(J ... » .. •J
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"· .. parciales: v~g,ti; sobre ella-que digan algo ... » -·
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«... nuestro Pen;;ar, es abstracto. Y mientras el pensa.miento es sólo abstracto, no ha hecho sino empezar.
*** LN (6-Ill-32/
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Pág. 692; líneas3lc32 • ·
. EnLN.(6clll-32) se incluía, tras el títl1lo, ~te.texto: ;,t-,fadrid, febrer~ de 1932». . .
¡¡
Eas teorÍas sobte la historia ... » «.... nuestro_pensar, es abstracto.
1
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l
*** Esas teorías sobre la historia ... » Pág. 694, líneas 26-27 ;,¡
LN (6-Ill-32)
«Mi tema no es láMerafisica de Hegel, sino su Meta-
:fisita de 18. hisí:Oria.» ' 1~L r \ «Mi tema no es la Metafísica de Hegel, sino su filosofía de la historia.>>
881
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1/'í-i
:!
Pág. 699, líneas 24-26 Pág. 695, líneas 4-5 LN (6-III"32)
« ... es el alguien de su acontecimiento. Llega ... » «; .. es efalgliien de sus acontecimí~nfos. Üega ... ¡¡
Pág. 695, línea 8 LN (6-Ill-32)
«... verdad que la filosofía· ha descubierto ... » «... verdad absoluta que la filosofía ha descubierto ... »
Pág. 696, línea 3 LN (6-III~32)
«Ahora bien, id.ea! tal obliga ... » > : __ i ,_ ::''. «Ahorabién, idea tal obliga ... » ' i _, '
L (l-III-32)
LN (13,III-32) ,¡
¡
Pág. 696, línea 8 LN (6-III-32)
«.. .le acontezca un día u otro naufragar ... ,. « ... .le acbnt.;,:ca un día y otro ;¡~urtag~r ... ,. I
Pág. 697, línea B
Pág. 697, líne~ 30 ·
-r'.
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En LN (l.3-IÜ~32) se incluía, tras el título, este texto: . <_
(13~III-32)
N. MESETA; VALLE, COSTA
«La Nat:tiidiéza es, pues, esencialmente prehistoria, preparaci~n~._.>~
LN
" .. .lo que acontece en Australia. Pero si es posible que cada terruño ... » «.. .lo que acontece en Australia, donde el hijo y nieto de puros ingleses nace ya con el arco supraorbital de los aborígenes y es, como éstos, sensual e indolente. Pero si es posible que, en definitiva, cada terruño ... » « .. .lo que acontece en Australia, y de que hablé en mis conferencias de Amigos del Arte, escuchadas con mucha amabilidad, pero con mucho menos esfuerzo y atención de los que yo puse al meditarlas. (Tengo la esperanza de que ya a estas horas algu. nos hombres de. Buenos Arres hayan caído :en la cuenta de las "cosas" que han salido de aquellas conferencias ... "Literarias" y que trotan hoy por todo el mundo). Pero si es posible que cada terruño ... »
«La Nattiraleza
·
·es, pues, esencialmente li.istóricá,
Pág. 700, línea 16 L (l-III-32), LN (Ü-III-32)
«... espléndida poesíá, géiseres cálidos ... » « ... espléndida poesía, geysers cálidos ... »
Pág. 700, líneas 17-18
«¡Qué delicia oír que de pronto se nos habla -corroborando con un gesto romántico ... » «¡Qué delicia oír. que de pronto se nos habla -co-
¡i¡
rroborándolo con un gesto romántico ... »
H
preparación ... »
Pág. 697, línea 36 LN (13-Ill-32) Pág. 698, nota
«Naturaleza queda calificado por ella ... » «Naturaleza queda cualificado por ella ... »
LN (13-III-32)
Nota alpie TI? incluida en L (l-III-32), LN (13-III-32). « ... del "principio de la meseta, el privilegio del valle, el principio de la costal" La mente.:.» L (l-III-32), LN (13-III-32) «... del "principio de la meseta, el principio del valle, el principio.de la éosta!" La mente ... » Pág. 700, líneas 19-20
Pág. 698, líneas 32-33 L (l-III-32), LN (13-III-32)
«... s~ li.abl~ ,;¡~cho y con frecuencia del benigno .. .>; « ... se habla mucho y con mucha frecuencia del benigno ... »
li11 11
~; '11
".··;- ,.
Pág. 699, línea 14
« ... para designar relación entre pueblo y contorno fisico: . .>t L (l-III-32), LN CÚ-III-3l) « ... par~ designarla relación entre pu~bl~ y cantor. no físico ... » .
882
Pág. 700, línea 23
En LN (20-lll-32) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, febrero de 1932».
Pág. 701, líneas 7-8 L (3-lll-32), LN (20-lll-32)
>
«... hace pensar siempre en un mero "libertarse ... »
883
11
I'
r.·.·.·.·.,.~
.. ...·. ····
l
Pág. 701, líneas 22-24
«... rebosen de la actuación al menester inmediato, de vivir zoológicam.eiite y pueda ocuparse de sí mismo~ Con esto.·:~»
L (3-III-32)
Pág.701, línea29 L (3,Ifü32), LN (20-III-32)
de vivir zoo lógicamente y pueda ocuparse de él mismo .. ~o~.~~t() .... ». ·· «'c-..rebosen de la actu:ación frente al menester inme: diato,. de vivir zoológicamente y pueda ocuparse de él mismo. Con esto •... »
¡
I·
Pág. 703, líneas 29-30
« ... sobre sí mismas, recluidas en un repertorio de ' temas;;demodos;;.»
-L (3-III-32), LN (20-III-32)
«... sobre sí mismas, recluidas en un repertorio invariable de temas, de modos ... »
Pág. 703, linea 32 LN (20-III-32), L (3-III-32)
«... donde combate la intensa dualidad ... » «... donde combate tan intensa dualidad ... » ·«.:.donde combate tan interna dualidad ... »
Pág. 703, líneas 35-36 L (3-Il1-32), LN (20-III-32)
« ... incita al hombre a la conquista y la rapiña, pero también a la ganancia y Ja industria ... » « '. .·.indta al.füil:nbre·a Ja conquista y a la rapiña, pero también a Ja ganancia y a la industria ... »
Pág.704, líneas 4-5 · ·
•«.:.ast:ticia faéesárltes. Por todo ello tiene un claro
;
«, i. que el hombre pueda emerger en su lucha contra : ellos¡.•. w:•: ·· · · .. · «:c:.que elhómbre pueda emerger de su lucha contra ellos; .. » )
Pág. 702, líneas 8-9
«... contorno,: que nos deprime la idea de vemos obligados a. atender constantemente las vicisitudes del mundo ... » L (3-lll-32), LN (20-III-32) «... contorno, cuando observamos a los monos en su jaula del Zoo recibirnos la impresión de Ja enorme fatiga que fuera para nosotros tener que atender sin cesar, como ellos, a las vicisitudes del mundo •.. »
• J'~ '
senti'do\: .. )~' L (3-II1-32), LN (20-III-32)
J •'
;·r:'.
«... astucia incesantes. En tal sentido tiene un claro ., sentido.;·.»· · ~
·~·!!!
M.ISERIA YESPilENDOR DE U·TRADUCC!ÓN
·';
Pág.706 Pág. 702, línea 22
~
Textonbincluido enLN (13-VI-37), LM (40).
« ... es vagabundear. Hoy se está en un lugar, mañana en;;.>~,
LN (20-III-32)
· <<. •• esvagabundear. Hoy se mora
en un Jugar, maña-
l; LA MISERIA
na.en;~.»
Pág. 703, líneas 10-11
«.. .los largos valles-Mesopotamia, Egipto, China-
Pág. 707; línea 1
' IepreSelltah •. ·.·>~
LN (20-III-32) ,.,
L (3-III-32)
Pág. 703, líneas 24-25 L (3-Ill~32), LN (20-III-32)
884
• «.. '.los largos valles .,...CMesopotamia, Egipto- repreSeritair.:i. w i<< •• .los Ia:rgos valles-'-Mesopotamia, Egipto, la cuna del Yang-Tse- representan ... »
en la cual viene ... >~
vida normativa, en la cual viene ... »
Pág: 709, línea 10 · • LN{l3-VI~37)
, ,: •,. EnLN{13-VIc37) se incluía, tras el titulo, este texto: «París, rnayo de 1937'». El artículo iba precedido de esta dedicatoria: .«A M.] ean Baruzi, profesor del Colegio de Francia»:. «.:.por traducir su propio pen5ámiento a ella. Es un · olapitl<,· uu esperanto; .. » •«,.; pbr.traducirsu:propio pensamiento. Es ün olapttk, un esperanto .. ~-»:
'.'J
885
~ 1 ,,
Pág. 709, línea 19 LN (13-VI-37)
«.,.queno había.hasta ahora advertido.» « ... queno había advertido hasta ahora.»
N. No HABLAMOS EN SERIO
Pág. 717, línea' 17
En LN (4-Vll-37) se incluía, tras el título, este texto: «París,jµnio de 1937».
Pág. 718, líneas 22-23 LN (4-VIl-37).
« ... superar? No solemos ver con claridad ... » « ... SUP,erar? No sabemos ver con ~lari.dacl ....» ;
II. Los DOS UTOPISMOS
Pág. 710, línea 25
, En LN(20-VIC37}se incluía, tras el titulo, este texto: «París, mayo de 1937».
Pág. 719, lín~as~.7~~8., •.IIL SbBRE•Il.HABlARY.EL GALlAR
LN (4-VII-37) Pág; 714, línea 1 1
'i
'·'
Pág. 714, líneas 10-11 LN (27-VI-37)
Pág. 715, línea 39Pág. 716¡ línea 2
LN (27-VI-37)
Pág,. 717, líneas 13-14 LN (2'7cVI-37),
'
EnLN (27cVIo37) se incluía, tras el título; este texto: «París, mayo dei 193 7 ». .. ,,,,__ «.. ,que nuestras palabras se eximan de cierta paradójica insolencia. ¡Quién sabe ... » «... que nuestras palabras se eximan de cierta para. dójica mueca;.¡Quién sabe .. '"'·
«La lengua vasca será todo lo perfecta que Meillet quierá, pero elcaso es que se olvidó de incluir en su vocabulario un signo para designar a Dios y fue menester echar mano del que significaba "señor de lo alto" -Jmmgoilma. Como hace siglos ... » «La lengua vasca será todo lo perfecta que Meillet quiera, pero supongamos como cierto el caso de que .. olvidó incluir en su vocabulario un signo paradesigc tíár a Dios y fue menester echar mano del que signi, ficaba "señor dela casa", es decir el amo -Jmmgoilma. Como hace siglos.""
..,« ... que e~ realid~d sÓlo son relativas, Ppr es.o de.cía Goethe que 1<1?. cosas son diferencias que nosotros pone~~s. Lo prlme~o que el hombre ... » :":;·que en realidad sólo son relativas,.Lp pr\mero que el h,mnbre ... »
.. v. EL BPLENDÓR En LN (11-VrlC3Y) se' incluía, tras el título, este texto: «París, junio de 1937» .
Pág. 721, línea 4
'·--,,.
. :1
.;t ':
«... Cl.iversas i:r~dticciones. Eii imposlbl~,: por lo m~'.
Pág. 723, líii.~a 6
nos lo eS cas·i siempre~ .. »
« ... diversas traducciones. Es imposible, o por lo
LN (ll-VII-37)
menos lo es casi siempre .. . »
Pág. 724, líneas 30-31
« ... para transcribir precisamente lo que no es alemán en mi modo de decir. De esta manera ... >~
«.;;para transcribirlo más hispánico en mi modo de :, decir. De esta m3.nefa ... » : :
'
En LM .(40) se inclu!a, al final, el siguiente texto:
Pág. 724, línea 37
~cFIN»:
"'-•·Y tanto contribuyen a su dispersión y hostilidad; en_suma,:una.aud~ integración ... >~ ". «.. ¡y tanto'.contribuyen a su dispersión.y hostilidad;
-: '' DEI'ENSA DEL TEÓLOGO FRENTE AL Misnco
i i'.
por tanto, una -a~daz integración .... >~
Pág. 725
886
1
En LN (10-Vll~32.) seincluía, tras el tltuh>, este texto: «Madrid, junio de 1932».
887
-··.·11 l! ¡ F
Pág. 727, lineas 21-22 LN (10-Vll-32)
·"' .. del silencio. Mi objeción al misticismo es que ... » «... del silencio. Mi objeción frente al misticismo es
)
Pág. 735, lineas 5-6
«... hacia adelante. Nuestro espíritu está siempre en el futuro, preocupado por lo que vamos a hacer, lo que ... » «... hacia adelante. Nuestro espíritu está siempre en el futuro, preocupado por qué es lo que vamos a hacer, lo que~ .. >>
Pág. 735; lineas 13-15
«... por tanto, el rememorar no es algo pasivo, que le pasa al hombre, sino algo que él hace.
l
que ... t> ~c·.'.. lo profundo
Pág. 728, ]meas 1-2 LN (10-Vll-32)
Como la mística, sino, al revés ... >>
~< ... lo profundo como a la.mística, sino, al revés ... »-
' «e. erepugna· aJa grave severidad del verdadero sacerdote. El caso ... » ' «..'.reprigna a fa grave serenéridad dél verdadero saéerdote. El
Pág. 728, linea 23' '
1.r
caso .. :,.
Pig: 7i9, lmea:3 7
Recordar no es, pues, algo pasivo~ es un hacer: no es
que ... » · «... por tanto, el rememorar no es algo pasivo, que le pasa al hombre, sino algo que él hace. El'hombre es
LN (1-1-33)
Un inces·ante ha_cer: hace su hacienda, hace versos,
«.'.'.flora y fauna abisal.» «... flora y fauna abismal.»
LN (10-VIJ-32)
hace política, hace sus cuentas, hace ciencia, hace paciencia; Y' cuando parece que no hace nada es que es' pera, yesperar ,...,..vuestra experiencia os lo comprueba- es a veces y terrible y angustioso hacer: es hacer tiempo. Y el que ni siquiera espera, el que, en efecto, no hace nada,' el "faitneant", ese hace Ja nada, es decir, sostiene y soporta la nada en sí mismo, el terrible vacío vital que se llama aburrimiento, "spleen", desesperación. El que no espera desespera, hacer tan espantoso, necesitado 'de esfuerzo tan grande que es uno de los que menos puede el hombre sufrir y suele Hevarle a hacer efectivamente la absoluta nada, la aniquilación, el suicidio. Si alguien al escuchar todo esto
I
Pág. 730, lmeas 26-27
«... tienen ~ie,mpre dentro otras cajas más -así Santa TefeSa_.:....; otras Veces ... » «... tienen siempre otras cajas más dentro --'así San~ª _Teres3;-;,qtras veces ... »
LN (lO-VIl-32)
«:.. que~ bien desprestigian el más allá. Como ... » '!·:·qul' --m~s- -bien desprestigian al. 'm.:is aUá. Co,.
Pág. 731, lineas 5-6 LN crn-:vn-32), IYGC40l, O Il (43), OCV (47)
m9~_._._>~
EN EL CENTENARIO DE UNA UNMoRSIDAD
cree.que.son,metáforas, yo no me enfado; en vez de
· enfadarme Je invito a que repiense esos pensamientos, y entonces verá que contienen las verdades más radicales de nuestra vida. Debe aniillarle a esta meditación la irrecusable ad-
·· · · En1YC(40), Off(43) e IYC (45) aparecía; en el tí, tulo;·lasiguiente,nota al pie: «Conferencia' dada en el paraninfo de la Universidad de Granada durante la· conmemoración ·del cuarto centenario. de esta Universidad en 1932». Pág. 735, linea 1
:vertencia de que si son metáforas no son mias, sino
delidioma; de todos o casi todos los idiomas. Recor.dar no es, pues; algo pasivo, es un hacer: no es que ... ~>
En LN (1-1-33) se incluía, tras el título, este texto: ·«Madrid, diciembre de 1932»;-1
1 (''
Pág. 736, lineas 14-16' Pág. 735, lineas 2-3 LN (f:¡c33)' ,
' 1;
«... para ocuparse estos días en su pasado ... » 'ic; .. pára'ocuparse'e5tos días de su pasado ... » ·
'>,-··
888
LN (1-1-33)
«, .. ¿á qué viene el esfuerzo que esta Universidad dedica a'ocuparse estos días en su trasvida?» «'.'.:ia qué viene el esfuerzo que esta Universidad de. dica a ocuparse estos días de su trasvida 7» 889
Pág. 737:, líneas 25-27
«Frente alpoder político, qne es la fuerza, y la Iglesia; que es el poder trascendente, la magia de la Universidad se alzó como genuino y exclusivo y auténtico poder espiritual:.·.» «Frente al poder político, que es la fuerza, y la Iglesia, que es el poder trascendente, la.magia, la. Universidad se alzó como genuino y exclusivo y auténtico poder espiritual...»
LN (l-I-33)
Pág. 737, líneas 31-32
. y nos dice que le va mal o bien; por tanto, :vida ni) en . sentido biológico, sq10 en sentido biográfico, que,e~ previo y más. decisivo que aquél, ya que, al fin y a la . postre, \a b.iohigía.I\9.es sino una cosa entre mil que hacemos en "nuestras" vidas.
Digo, pues, q]l\!,esª: ~traña realidad, la más fundamental de todas.pprque lleva a todas dentro de sí y .. que Hamo vicla lm~ana, consist~ ep 911e tni yo tiene, ·'_·_quiera-_ On_O, existi,r en un con.torno o circunstan;-- .C,ia, es.pecir,,q~e :rp.~ellgo que ser "yo" fuera de mí, en · ' la circunstancia, la cual es otra cosa que yo, es distinta ,, ; · ' ,' !:'•¡ ,: ; _) ·!;:;•_ .y ajel).a a tnf-:-e!l.sur¡i¡i. q¡¡e vivir es estar y man tenerse fue~a de SÍ en Ull ¡Iledio extraño, tal vez hostil-. PÓr.,,;~ la vida ."5 .éonstitutivamente un drama y un · n~t1~agid. t~~~dií.7ada cual se encuentra por vez P#~~~·.~.ci~i.~.9~"~~~ -~Ilcuentra ya sumergido en una circunstanciá · déteimlnada, y para enco!ltrarse a sí ' mishio',· para 'darsementá de si ha tenido que pescarse ~Il esá cfrcri!lStanci~ dÓnde estaba ya viviendo, nadandií'. EntCJd() ihst:liite puede el hombre negarse a vivir 'suicidánd~~e, peto si Vive no le e5 dado elegir el mun• • clo ~n'.q~e viviriÍ.coÍno después de cenar se elige el ·. "téátrb k:· Cltié·:~e _a.·{~~ .Vivir es encOntra!se de pronto · ·y!Sin. sabér cóm6 ·-s·~·m~rgido en un mundo incanjeable; ~n éste, áquíf riliora. ¡Y no hay sino salir nadando! La vida no tiel1~ remisión, porque el suicidio no remite al que se stiidda. Nuestra muerte llega siempre tarde porque no nos encuentra ya, no existe para nosotros. La alegtia(¡ue el suicida' debía sentir por haberse suicidado·no encuentra al consignatario. No escapamos a la circunstancia; ella forma parte de nuestro ser:.~>>;._:_
que
«... porque no es. lo que en mis notas primitivas preví, y qiiiem en el perfil general. .. » · ..«c.·,porqtieno:es lo que en mis notas primitivas surgí, y quiero en el perfil general. .. »
LN(l-I-33)
Pág. 738, líneas 25-26 · . .
«¿Qué haremos parárespon_¡ier a esta pregunta? Yo creo que la cosa no ofrece duda. No tenemos más ... » · : «Madrid, diciembre de 1932
LN (8-1-33) :•·
·-.
·•¿Qué haremos•para responder a esta pregunta?'. Yo ••creoquelacosano.ofrece duda. No tenemos más ... ''' ! ¡ i
;
, ::.: •• ;!.; ••.•
000:.;·.:H:o.I+; '
1 11
La :UniVersidad europea ha sido algo magnifico en el siglo XIX; ¿Qué será mañanal". Véase La Nación del do·mingo.anterior.'>v ;-. ,_,r,'
,
Pág.739, líneas 6-8
vd
« ... ynuestra época es uno de los factores primarios de eso.que llamamos "destino".
, No escaparnos a.la circunstancia; ella forma parte de 1~i.:µ~t:i;C> ser~~~>~
«: .:ynuestiaé¡:iocá es uno de los factores primarios
LN (8-I-33) ~',
·::,
, u.'".
890
··de eso que.llaman:ios,''destino". Porque la vida humana, n.ueStrci:ser,: consiste en última definición, en · que un ente al cual suelo llamar yo tiene, quiera o no;'que· existir;en urtcontomo, en una circunstancia, en un paisaje, en eso que llamo mundo. Esto que yo he dicho hace tantos años empieza ahora a ser en el ei
.
Pág. 740, líneas Be10
LN (8-I-33)
.;.. : cporque atodas las cosas del mundo se prefería:la CÓsá úiefioS ·cbsá del mundo, la más etérea;.Ja Tazón~ la idea razonable. ,. ·pero sf3hóra~ ... .'>>'-: · • ¡,; .. porque a t6d!(s.fa.s cosas del mundo se 'préfería•la ·. cosa·menos:cosa del'.Ínundo, la más etérea, la razón, :la idea razonable: San Francisco. ·•• : · 'Pero si ahora.:~·»:
891
'·« .. :la una sale de la otra indefinidamente, sin última
Pág; 740,1ínea32" pág. 741, línea 7
. Charles Regny:,"aq11el caballero francés que echó a andar de tan buen paso" . ¿Y qué.hizo este caballero? ·Pues este caballero se sentía perdido en la vida ... »
· édiisecllencia, siri 8:Cabar nunca, sin terminar en una . i' te5blti.Cióri~
·'
ES e'vidente' que [... ]por el simple hecho de ejerci-
tarsé> · UriaYe':'recoriocido este. cambio de la preferencia ; ' ' 1 '¡(¡,-;
_-_-¡ -;
europ~a._
LN (8-1~33), rYCt40)
i- ! ,-; -.---
,¡
_
.. >~
· «... fa ima:sale'é!e 1a'óira indefinidamente sin última consecuenciá, Sin acabar nunca, sin terminar en una l'é.Sol\ldón. Yahora eleuropeo considera eso como el ,;;,,; .- . . -,.
•; ,-, , ; :: ! 1·
1 :,-;
, ... , . .-_ ,._;,:·
·~· .: " ; ¡,
1
LN (8-1-33)
' ; i ) i " ' - -, ~- - .' :· :· ; -
j '
En LN (22-1-33) se incluía, tras el titulo, este texto: «Madrid; enero de1933».
Pág. 742, líneas 39-40
:
atábó lá ~OnVef.sación", "nada de discusiones". Euro-
11
,.,,;
'''
'· i·.
dir~cta, el. culto~ la.violencia, que es la forma de lavo-
.Jw;itad. En atI)lósferá tal no es extraño que la Universicjad ~uropea ~traVies'e una mala hora. Una vez reconocido este cambio de la preferencia ~ur.op_ea . . ,
Pág. 741, líne'\S 16.-17
LN (22-1-33)
».
.« •• ,es.ta pr~ente Dios, es distinta de la vida del
Pág. 743, líneas 12-13
« ... es irracionall·iniúteligente1 antiinteligente acaso,
LN (22-1-33)
~e ..• es iITaCional1 ininteligente, antiinteligente acaso,
¿quién sabe-si mi enemigo1» · ·¿quién sabe? __:.mi enemigo.»
Pág. 743, lineas 21-22 LN (22-1-33)
(( ... antes existía:, y eSe existir de vuestra merced ... » (< ••• antes existía, y ese su existir de vuestra merced ... »
Pág. 744, lineas 26-27
ce ... con estas palabras: "La razón pura tiene que ceder su imperio ala:razón vital111 .»
·.~8:.~.t~!-~~~~
... ;.".'."...... ~:~ ... ._..·....·
, <\.,.está,p~esenteDios, es distinta que la vida del mandsta .. ,.n.
Pág.}41, líne¡¡3p LN(8clc33)
«EIL?,µ t1mbral, ;v~stido a la espal].ola, de negro; .. » •. «En su. dintel, yestido a la española; de negro ... »
Pág. 741, linea 39pag.,("42,linea 2
«... esRenato Descartes. ¿Yqt1éhizo ~te hombre? ·.Pues este,hombre se sentía perdido en la vida ... »
LN (8-1-33)
- ~(';~.es.Renato DésCartes 1 señor du Parran, "ce cava..
LN (22-1-33), IYC (40), O II(43), IYC (45) '• Pág. 744, lineas31-33
lier fran~ais quipartit d'un si bon pas", como dice
892
«... cuando el griego habla de inteligencia, de nous, no se refiere .. . ;~ · ·
•
.·~,~~c~~1?: qu.~;~~~a la discusión. De aquí la acción
·
Pág. 742, linea 18
•,P~ ~~~~a 'vi~,d() de \~libre discusión, y hoy -noten
, ". ,. ,11st;d~"q\]é.'rápidamenie va desapareciendo del . , ;,~?,~~rifo eúropé~ la libertad de discutir. Sea blanco, .. sea ro10. elrégimen político, tiende hoy siempre a de.,! 'llJil. ' - ... , - ,,_ - -, ' · cretar: "SeñoreS: Se acilbó la discusión Discusión no ~ ,¡-. •1;
. «, .. y luego da ese gran paso, tan sencillo y que es el paso de la Europa moderna ... » « ... y luego da ese gran paso, tan sencillo que a Regny le parece tan bueno, y que es el paso de la Europa moderna~ ....,~.
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W:ªIl.' ~nmen: ·_VIvrr no· es sino resolverse, imponer riüéStrá.v6Íi.rntad, sea ésta racional o irracional. "Se ¡ -' ! '::
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Pág. 742, línea 9
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' [Véase página 593 del tomo lil de estas Obras completas]·" «... con estaspalabras: "La razón pura tiene que ceder su iinperio·a1a razón vital" (pág. 93).»
«;;.fo éualme costó quedarme solo en España. . Yo creo que hoy: .. » « .. .lo cual me i:dstó'quedarme solo en España y teneduera de España.más de una polémica, por ejemplo con Keyserling. Yo creo que hoy ... »
893
Pág. 745, líneas 1"2
·«·¿Representa, en efecto, la norma "estable" del porvenir? Debe el curioso preguntarse ... » LN (22-1-33), IYC ( 40) ··· «¿Representa,en efecto, la norma "estable" del porvenir? Yo no quisiera entrar a fondo ahora en este asunto. Es.innegable qrie en la hora presente.elvoluntaris•mo domina la situación. Hasta politica y oficialmen, te tiene el poder en sus manos, con una u otra ri1iJ,.. · dulación, Pero ¿es, de verdad, el porvenir? Preferiría dejara! que me escucha la solución del enigma, contentándome yo con haberle puesto en la .. , •• pista;
MEMORIAS DE MESTANZA
Pág. 748
Texto no incluido en lYC (40), O lI (43),IYC (45).
Pág. 749, línea 1
En LN (15-XI-36)' se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, octubre de 1936». .,_1
Pág. 750, línea 6 LN (15"Xl-36)
Claro que esto sólo es posible ... » « ... subsiguen. Claro que todo esto es posible ... »
Pág. 750, línea 25
«.. .la entraña del humano existir en sus más secretas operaciciries.» · «.. .la entraña de humano existir, ejercitando sus más ·secretas· operaCiones. »
1
Debe el curioso préguntarse ... » LN (15-XI-36) Pág:745,.líneas 9~25
IYC (45) : " :'
LN (22-1-33), IYC (40)
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«¿No tiene dvoluntarismo tpdo el aire de simple y exasperada forma que el viejo idealismo adopta, co~vulso, antes de morir? La explotación de voluntarismo [... ]y que hay sobre él poderes superiores bajo cuya mano, pura y sim. plemente, está.1> • «¿No tiene el voluntarismo todo el aire de simple y exasperada forma que el viejo idealismo adopta, conVulso ;·antes de- morir1 La explotación de voluntarismo [... ] y que hay sobre él poderes superiores bajo cuya mano, pura y simplemente, está.:.·· Preferiría dejar al que me escucha la solución del enigma,, contentándome yo con haberle puesto en la pista.» «¿No. tiene el voluntarismo todo el aire de simple ·•cyexasperadaforma,que el viejo idealismo adopta, convulso; antes de morir? Según.esto; el famoso voluntarisnio que parece va a tragarse el mundo e imperar durante el futuro no seríamás.que la liquidación del pretérito idealista; por tanto~ queJas .nuevas generaciones hasta la fe, cha, lejos dé ser una iniciación, se han nutrido de un pasad~ y'de.una tradición agonizantes.»
«... tremendos secretos de esta alma española ... » «... tremendos secretos en esta alma española ... »
Pág. 751, linea 18 LN (15-Xl-36) Pág. 751, lineas35"37. ·
«c .. adolescente. Fue hacia 1902. Dirigido por Alcántara, el gran maestro de los desconocidos rincones •españoles, visité entonces por primera vez' a Albarracin;L»:!
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LN (15-Xl-36)
«... adolescente. Fue en 1902. Dirigido por Alcántara, el gran maestro de los desconocidos rincones españoles,· visité entonces por vez primera a Albarracín ... >> .
Pág. 751, linea 40 LN (15-XI-36)
« ... a subir hasta ella y pasaba ... »· « ... a subir hasta la urbe peraltada y pasaba ... »
Pág. 752, lineas 4-5
LN (15-Xl-36)
Pág. 752, línea 8· · i ·;-
LN (15-Xl-36)
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'«, ... que den una idea anticipada desu.curiosOcontec nitj_b.»: ,ir: -i"' «... que proporcionen una idea anticipada de su deliCioso contenido.~> - ,,
895
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Pág. 752, líneas·9-10
«En el mismo tomo IV, que corresponde, aproximadamente a su cincuentena, escribe Mestanza: "Al llegara ... » .,;:' «Madrid, octubre de 1936
LN (29-XI-36)
; · "Al llegara éierta ... »:
(13-XII~36)
Pág. 757, línea ls. LN (13-Xll-36) ·
«... en lo que va de siglo XX ... » «... en lo que va délsiglo XX ... » ·«.•.:que es lo contrario del desierto, donde ... » <<••• que.es el antidesierto, donde ... » --¡·¡
• ·'''
Pág. 753, líneas 8-9
Pág. 756, línea.16 LN
Pág: 757, línea 25
conocimiento no se cerraba sobré sí mismo,: no era ... » :«-~.cara,parttver~ nuestro conocimien-tb-néJ se cerra, basobresímisma, no era ... »
·En LN (15-Xl-36) se incluía, tras el título, este texto: : «París; diciembre de 1936».
Pág. 758, línea 10 LN (10-1-37)
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Pág. 759, línea 12 LN (10-1-37)
« ... en lo que va del siglo XX.» « ... en lo que va de siglo XX.»
Pág. 759, líneas 39-40
LN (10-1-37)
« ... imperiales. El Moniteur ahormaba cotidianamente y desde fuera, con su tono imperativo, la vida externa de los franceses. AL .. » «... imperiales. AL. »
Pág. 760, línea 19 LN (10-1-37) ·
« ... se obstina, desde su habitación ... » <( ••• se obstina, en su habitación ... »
Pág. 760, línea 22 LN (10-1-37)
«... de Sumo Pontífice".» «... de Sumo Pontífice".
«... que no tenerlos es conservar ... » que no tenerlos cual es conservar ... »
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Pág. 753, línea 24
«En las Memorias de Gaspar de Mestanza encuentro ... >~
LN (29-XI-36)
. «Ha motivado estas observ~iones la lectura de las "Memorias" de Gaspar de Mestanza, donde encuentro ... »
Pág. 754, líneas 15-16 LN (29-XI-36)
«.. .la vida humana modifica la extensión ... » «.. .la vida humana varía la extensión ... »
Pág. 755, línea. l
EnLN (15"XI-36)se incluía, tras el título, este texto: «Madrid, noviembre de 1936 ».
Pág.755,línea•20 LN (13-Xll-36)
« ... de dónde vinieron y cuál. .. » «... de dónde vienen y cuál. .. »
Pág. 755, línea 26-27
«... establecida por Mestanza en la fauna de nuestras opiniones.·.,»;
LN (13-Xll-36)
« ... establecida por Mestanza en la gama de nuestras :
opiniones~·~~·» ¡
Pág. 755, línea 33 LN (13-XII-36) Pág, 755¡línea 36-37 LN (13-Xll-36)
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· <<.'. corítológicas: Ésta es acaso ... »
«.. ,hoy intentamos, plantear los últimos: .. » «... hoy intentan algunos plantear los últimos.,.» i,'.'
Pág. 756, línea 13-14 LN (13-XII-36)
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«... siempre.·con pupila de cazador, atento a los ... » « ... siempre atento, con pupila de cazador, a los ... »
"Podremos y hasta debemos reírnos de la comicidad que rezuman por este lado todas estas fisonomías, con tal que luego uos percatemos bien que esa soberbia y esa vanidad los salvaron, y que gracias a ella crearon las nuevas formas de vida -el tipo de hombre característico del siglo XlX-, gracias a las cuales existe hoy Europa y alienta cada uno de nosotros. Lo cual, de paso, descubre que las llamadas pasiones son magnitudes históricas, quiero decir que hay tiempos en que, por ejemplo, la soberbia y la vanidad no sou peculiaridad y azar en éste o el otro individuo, sino fuerzas esenciales de que se alimenta la vida humana durante aquella etapa. ¿No se advierte, en cambio, lo anacrónico que empieza hoy a ser un hombre soberbio y vanidoso? En una época en que
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las masas comienzan a dominarlo todo con su inexo' rabie anonimato; ¿qué.sentido tiene esperar una especial y destacada atención para nuestra persona? La soberbia y la vanidad son congénitos atributos cie una edad ·en que. el individuo no encuentra ante ·sí presiones colectivas fuertes y cuenta con distancia " ·suficiente entre sí y los demás para poder hacer a
. ÍNDICE ONOMÁSTICO
gusto sus geStos personales".»
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Adriano VI, 263 Aguado, fray Pedro de, 41 Agustín, santo, ll5, 122, 146, 458, . 480,.489 Alcántara, Francisco, 751 . Akoforado, Mariana, 459 . Alejandro Magno, 139 Alembert,jean Le Rond d', 634, 635 Alfonso XIII, 294 Allers, Rudolf, 495 Ariosto, Ludovico, 542 Aristóteles, 245, 254, 305; 421, 424, 426,506,544,6ll,684,744 Arniches, Carlos, 391 Arquímedes, 292, 601 · Aubry, Octave, 523 n. Augusto, Cayo julio César Octavio, 445 Ausonio, Décimo Magno, 297, 350 Avenarius, Richard, 172 Averroes, 514 Azcárate, Justino de, 106 ' Azorin,110,391,392
Bacarisse, Mauricio, 195 Bacon, Francis, 316, 603; 626,.652• Balzac, Honoré.de, 384 n:; .481; 754, '. 759 • ' Bamés, Domingo,' 28, 34: Baraja, Pío., 110, 465, 466 Barres, Maurice, ll5, 156-159, 640, 641,643,644 Baruzi,Jean, 487 n., 712 Baudelaire, Charles, 491, 536 Beatriz Portinari, 117, 197 Beauinarchais, Pierre Augustin Caron de, 5 ll Beaumont; Pau!ine de,.15fr Bello, Luis, 35, 45;,46.· Bergamín;José; 195 Bergson, Henri, 201, 533;,727,'729. Besteiro Femández, Julián; 54,· 73 Blondin Qean Fram;oise Gravelet, llamado), 2.16 Bonnard, Abel, 468, 470 Brion, Friederike, B3 Brouwer, Luitzen Egbertusjan;409
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Bruno, Giordano; 609 Buda,548 Burckhardt,Jacob, 257, 542 Buridán,Jean, 350, 396, 611 Byron, George Gordon, lord, 158, 396 Calvo, Rafael, 386 Calvo, Ricardo, 381, 385, 386. Cambó, Francisco, 71 Campaláns, Rafael, 30 Cantor, Georg, 708 Caravaggio (Michelangelo Amerighi o Merisi, llamado), 167 Carlos III, 626 Carlos V, 602, 651, 652 Carlos X, 388 Carlos Augusto, duque de Weimar, 135, 136 Carrier, Jaime, 17 Casares Quiroga, Santiago, U, 12, 15 Catalina de Aragón, 651, 652 Cervantes, Miguel de; 110, 626, 684; César, Cayo julio, 241"243, 353; 445, 624 Cézanne, Paul, 170 Chacón,JoséMaría, 195, 196 Chaplin, Charles Spencer, 375 Chateaubriand, Fran~ois René, vizconde de, .115; .156-158, 361 n., • 410, 468-471 Chateaubriand,. Lucille;I34 l: · Chéops, véase Kéops · •· Chiévres, Guillaume de Croy; •••, · señór. de, 651 Cicerón;· Marco Tulio, 261,:297; 299, 1 37.7,:546~ 651; '' Cid Campeador, (Rodrigo Dfaz.de: • Vivar), 74, 231 Claparéde, Édouard, 491 ¡¡,,, ' Cleopatra; 445
900
• '' '''·'
Cocteau,Jean, 412 Cohen, Hermann, 128 n., 201 Colón, Cristóbal, 610, 651 Companys, Lluis, 54, 55 Comte, Augu:Ste, 231, 359, 533, 543, 759, 760 Condillac, Étienne Bonnot de, 709 Copémico, Nicolás, 590, 609 Courier, Paul-Louis, 116 Courteline, Georges (Georges Moinaux, llamado), 336, 340 Cristo, véaseJesucristo Croce, Benedetto, 317 Croy; Guillermo de, 651 Cusa, Nicolás de( véase Cusano, Nicolás Cusano, Nicolás (Nikolaus Krebs, llamado), 263, 361, 609 . Cusano, cardenal, véasi.Cusano·, .. Nicolás · · Custine, marquesa de, 470, 471c D'Annunzio,' Gabriele, ·158 •· Dante, 172, 197; 261, 457, 532,570; 612, 619, 624, 700 Darwin, Charles Robert, 467, 504 n;, 521 David, rey; 40, 379 Delbrück, Hans, 693 Demolins, Edmond, 644 · Descartes, René, 148, 168, 172, 208, 235 n., 245, 255-258, 262; 264; 297, 305, 316, 350, 373,c421, 430, 457; ' 4 75; 502, 540, 549, 574' 603, 612; ' 626, 668, 702, 741"743, 745 ' Diderot, Denis, 633, 634, 636 · Díez-Canedo, Enrique, 195, 198 Dilthey, Wilhelm, 231, 333,'372;374; 683,684 Dingler, Herbert, 419-422, 424-429, 431
Dionisia el Cartujano (o de Ryckel), 619 Dirac, Paul; 419. Domingo, Mar~elino, 284 Dumas, Alexandre, 384 n. Durkheim, Émile, 533, 649, 650 · Eckermami,J ohann Pe ter, 130 Eckhárt, el Maestro (llamado), 485 n., 487,488,490, 727 Eddington, Arthur Stanley; sir, 419, 420, 424, 425, Eduardo Vlll, duque de Wmdsor, 412, 413 Eichhom, Johamí Gottfried, 232 rL' Einstein, Albert, 178, 236, 257, 315, ! 419, 431, 432 Elcano,Juan Sebastián, 610 Eneas, 147 Engels, .Friedrich, 614 Enrique IV,.470, 471 Enrique Vlll, 651; 652 Erasmo de Rotterdam, Desiderio, , ( Geert Geertsz, llamado), 263, 3 77, 609,621,651,652 Espronceda, José de, 384 n. Esquilo, 516 Euclides, 428 Faraday; Micliael,.145• Fedro de Mirrinunfe;'392, 393 , Felipe III, 251 Felipe rv; 251 Femández de.Córdóba; Gonzalo, 610 Ferrero, Guglielmo, 546 · Fichte,Johann Gottlieb,.136, 141, 146, 209, 472·, 5,43;:698
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France, Anatole; 116, ·11 T Franchy y Roca, José, 74, 77-79 Francisco de Asís, santo, 269
Frariklin, Benjamin, 587 Fuller, Loie (Marie-Louis'e, llamada), 196 Galileo (Galileo Galilei, llámado ), • 208, 217, 227, 228, 233, 234,'235 n., 243, 257, 316,373; 419-421, 426, 429-431, 574,.602, 603, 610, 620 n., 626 Gama, Vasco da, 610 Gandhi, Mahatma (Moharidas Karamchand Gandhi;llamádoJ; 555 Ganivet, Angel, 640'645 García Mercet, Ricardo, 315 Gaútiei, Théophile; 384 Í», 729· i Gengis Khán, 374 George, Stefan, 374 • Gerson Qeari Charlier de), 62L Gil Robles y Quiñones,Jcisé María,· 17,293 Gilbert, William, 603 Giner de los Ríos, Francisco, 111 Giorgione (Giorgio da Castelfranco, llamado), 166 Giotto di Bondone, 160, 164, 170, 172 Goethe,Johann Wolfgang van, 113, 115, 120, 122-148,205,237,418, 430 n., 545 n., 549, 643 n., ,717, , 719, 728, 744.n. Goicoechea, Antonio, 284' Gottl-Ottlilienfeld, Friedrichvon; 56ln. Goúrmorit, Rémy·de;•511 Gracián, Baltasar, 682 Greco, El, 110, 165;166 Guerra del Río, Rafael, 31 Guizot, Fran~ois, 388, 389; 759; 760 Gutiérrei,•Avelino, 445,•446 · Hamilton, Emma Lyon, lady, 510 Hartmarin, Nieolai,'603 •
901
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, 122, 136, 146, 129; 231-233, 234 n;, 236; 237, 241, 244, 245, 264 n., 323, 333, 542,658,691,692,694-702, 743 Heidegger, Martín; 127 n.; 128 n.; 247 n.,271 Reine, Hefurich, 159, 388, 448 Herder,:Jbhann Gottfried, 231, 698 Herodoto, 565 Hipócrates, 708 Homero, 139,,410, 536, 542, 624, - -682;698;:699- ''"' Hooke, Robert, 603 Rugo, Víctor, 384:nc, 624 _ HuiZinga;Johan, 376"378, 402, 621 n. Humboldt, Wilhelm van; 7l0 ; " , , Hume, David, 168 Hurtado, Amadeo, 74; 75, 80-82· Huss, Juan dé, 84, 85 ' Husserl, Edmund, 218 Huygens, Christiaan, 574, 603. lbarguren, Carlos, 444, 449 Ignacio de Loyola, santo; 610 · lranzo, Vicente, 32 Isidro, santo, 18 Jauregüiberia; LeSrn.es, 383 Jesucristo, 262, 548; 562 Jorge VI, 412< - ", , Josefina (Marie-J osephe Rosé Tas'cher de la Pagerie, llamada), 522, 523 n. Juanll, 622 Juan Clúnaco, santo, 730 Juan de la Ctuz, santo, 211; 486; 487, •.490,730 Juan Neponiuceno, santo, 84, 85 Jünger, Emst, 361 r•
Kant, lmmamiel/139; 168, 209, 221,
902
238,305,468,543,585 Karr, Alphonse, 384 n. Kempis, Tomás de, (Thomas . Hemerken; llamado), 263 Kéops, 599c Kepler,Johannes', 217; 234, 429; : 610 Keynes; J ohn Maynard, 567 Keyserling, Hermann, conde de; 37, 44 Kohler, Wolfgang,.36; 587, 591, 592. . La Tour du Pin, Henriette•Lucie Dillon; marquesa de, 691 Labiche, Euge!}", 384 n. ·· Lagartijo (Rafael Malina, llamado); 391 Lamartine¡ Alphonse de, 384 n., 410; 759, 760 Lamennais, Félicité Robert de, 759, 760 Lansbury, George, 215 ' Larra, Mariano José de, 384 n. Léil:iniz, Góttfried Wilhelm; 148, 172, 193,208,262,305,585, 742 Leisewitz, Johann Anton, 133 Leonardo da Vinci, 165, 196, 207, 534,601,609 Lerroux, Alejandro, 17, 18 Lespinasse,Julie dé, 459i . · Leti, Gregorio;242 Linneo, Car! van, 543 Lombroso, Cesare, 130 n. Lorenz,.Ottokar,;232n:, 234.n., 242' Lorenzo el Magnifico;.véase, Médicis, Lorenzo I de , Lowie, RobertHarty, 436 Ludovico Sforia (Ludovico el Moro, , llamado) 601 .,r Luis xrv, 223, 389
Lutero, Martin,, 609 ·· Lütkens, Carla'ta, 3 7 ·Macaulay, Thómas Babington, barón, 359 Mach, Emst, 172 Magallanes, Femando de, 610 Mahoma,548 Maistre, Jóseph de;392 Malebranché, Nicolas' de, 553' '' Mallarmé, Stépliane, 195-198, 204 Manet, Édouard,.475 Maquiavelo, Nicolás; 549, 609 Marañón, Gregario, 53; 280, 520 Marco Antonio, 445 Marichalar, Antonio, 195 Maftínez -Ruiz, Jbsé, véase~ Azorín Mmx, Karl, 231, 467, 614, 692 · Maura y Gamazo, Miguel, 54, 64, 68, 79 Maurras, Charles, 223. Médicis, Lorenzo 1 de, 458, 4 74 ' Meillet, Antaine, 715, 720 Menéndez Pida1, Ramón, 445 Mercet, véaSe, García· Mercet; Ricardo Mestanza, Gaspar de, 658, 749-753, 755,756 Meyer, Eduard, 241, 242 · Michelet, Jules; 384. fü, 434 Miguel Ángel, 11 L ·. Mill, J ohn Stuart, 341 Milne, EdwardArthur, 419, 424-428, 431, 432 ,, " Mirabeati; Honoré Gabriel Riqueti, conde de; 20 · ' Moller, jean Philippe, 134 Mommsen, Theodor, 142 Montaigrie, Michel de, 263 Montesquieu, Charles-Louis de ···Secondat, barón de,:231
Moreno V'illa, jasé, 195, 198 Momet, Daniel, 417 Muciano Rufo, (Konrad Mutius, llamado), 263 Musset, Alfred de, 384, 385 Mussolini, Benito, 341 Napoleón l, 139, 141, 388, 522; 523: · n., 624, 759 Napoleón 111, 624' Navarro-Lédesma, Fiariciscó,·644·' Nebrija;Elio Antonio de;-(Antonió Martiriei de Calá; llarriado);· 652. Nelson, Horatio, 510 Newcomen, Thoínas, 603,•604. Newton, Isaac, 139, 208; 236, 238, · 341,429,479,548,603,684 Niebuhr, Barthold George,:233, 234n. Nietzsche, Friedrich, 176, 191, 542 Nijinsky,Vasláv Fómich, 146, 626 Noailles, Anna Elisabéth de Brancovan, condésa' Mathieu de;· 149-152, 154, 155 Núñez de Arce; Gaspar, 754 '· Ocampo, Victoria, 117, 433, 435, 436 Ollendorf, Heinrich Gottfried, 27 Ors; Eugenio d', 195 Ortega y Gasset,josé, 10, 52-54, 73, 77, 86, 88 n., 100, 109; U0,,112, 116, 119, 195, 266 Ortega Munilla,josé,385 . Ossorio y Gallardo, Ángel, 81. Otto, Rudolf, 488 n. Pablo, santo, .448, 487 Paquiro (Francisco Montes,'llamado), ,_'.110 -:!¡ Pascal, Blaise, 158, 194 Pavlova, Ana, 626 !
903
Péguy, Charles, 549 Pemán,José María; 10 : Pérez deAyala, Ramón, 53, 280, 338• Pericles, 78, 189, 375 Petrarca, Fraricesco,262,263, 621 Pfünder, Alexander, 457, 460, 462 Picasso, Pablo Ruiz, 171 Píndaro,541 Pirandello, Luigi, 291 Platón, 21, 99, 128 n'.,189:n.;207,. 219; 254,261,•303, 305; 367, 370, 371; 392,393; 435;.441,.450;.i!-57;. 472; 474, 480, 485, 506\ 543, 565; 672, 723 Plotino, 485 n., 727; 729 • :• · Poincaré;Henri,,341' • Pompadour, Jeanne Antoinette · Póisson;madamede;341,·374. • Pompeyó Magtio, Cneo, 241,562· Posidonio de Apamea, 377,546 . Príamo, rey de Tróya:, 147 Primo de Rivera,· Miguel; 16, 285 Quintiliano; Marco Fabio, 417 Rafael; 165, 166 Rambal, .Enrique, 380 · Ranke, Leopold von, ·232; 233, 234 n., 242 .. Raymond, Allen:,: 603 . Renan, Emest, 116 !" Restauración, vizconde de la; véase, r • Chateaubriand,' Fran~oise• René Reyes, Alfonso, 195; 196 Reyes Católicos, 651 Rickert, Heinrich; 241 n,,244 Riemann, Bernhard, 428 :• •' . Rivas, Angel Saavedra, duque de,.382, 384n. Robert; Nicholas-Loúis, 595
904
Robertson, George Scott, 425, 426 Rodin, Auguste, 111 Rostovtzeff, Míjaíl IVánovich, 547 · Rothacker, Erich, 232 n. Rousseau', Jean-Jacques, 156, ·260, 613, 622,713 Rovin:sky, Serge, 322 Royer-Collard, Pierre-Pan!; 389: :• Royo Vtllanova; Antonio, 55; 644. Russell, Bertrand, 213-215. ' . :" Sáenz-Díez Serra,Narciso;·385 Safo de Lesbos~ 154,.155 Saint-Simon, .Claude-Henri,· conde de, 359 I "· Salamero, Román, 644< Sánchez Román y Gallifa, Felipe, 17, 66, 75, 79 . : : . Sand, George; 384·ti. e Sanford, Hugh Wheeler, 425 Sanz del Río, Julián, 110; 111 Sarasin, Paul, 225 n. · Saussure, Horace-Bénédict de, 634 Savigny, Friedrich Karl von, 232 JL Sbert, Antoni Maria, 30, 32 Schebesta, Paul, 538, 539 Scheler, Max, 219, 220, 457, 473; 514 n., 537, 677 d: ~-r Schelling; Friedrich Wtlhelm J oseph · . von, 136, 231, 698 • • .: Schilder, Paul, 492-494 :• Schiller,Joharm.Christoph Friedrich vori, 123, 138 Schlegel,Augtistvi:m;:l34, 740 · Schleiermacher, Fríedrich, 721, 723 Schréidinger, Erwin; 315 · · Seligman, Charles Gabriel, 225 fü ' • • · Séneca, Lucio An:neo;.176, 3 79 Serra, véase,· Sáenz~Díez Serra, Narc:i'So Shakespeare, Williarri, 205,538, 626; 684
Shaw, Bemard, 410, 640, 641, 643, 644. Simarro, Luis, 315 Simmel, Georg, 123, 191, 44.2 Sixto V, 242. Sócrates, 305, 392, 393, 466, 594, 711 Spencer, Herbert, 341, 533 Spengler, Oswald, 231 SpillJ)za,Bamch,409,457,459 Stalin (lósiv Vissariónovich Dzhugashvili, llamado), 341 Stefan:sson, Vilhjalmur, 701 Stein, Charlotte von, 137, 141 Stendhal (Henry Beyle, llamado), 465473, 475, 476, 478, 480, 481, 510, 512, 750, 759 Taine, Hippolyte, 231, 466 Tales de Mileto, 562 Talleyrand-Périgord, Charles Maurice de, príncipe de Benevento, 157 Temístocles, 692 . Teresa de Jesús, santa, 486, 488, 730 Tintoretto, 165, 166 Tirso de Malina (fray Gabriel Téllez, llamado), 382 Tirteo, 580, 581 Tito Livio, 410 Tocqueville, Charles Alexis Henri Clérel, señor de, 359, 384 n. Tolstoi, Lev Nikolaevic, 179 Tomás de Aquino, santo, 457, 458 Torricelli, Evangelista, 235 n. Toscanelli, Paolo dal Pozzo, 430, 431 Troeltsch, Emst, 232 n., 241 n. Tucídides, 231 Turgot, Anne RobertJacques, barón de l'Aulne, 231, 635 Turriano, Juanelo, 602
Unamuno, Miguel de, 10, 69, 409411, 640, 641, 643, 644., 657 Valéry, Paul Ambroise, 223, 624 Valldaura, Margarita de, 652 Valle, 79 Valle-Inclán, Ramón María del, 383 Vasco da Gama, véase Gama, Vasco da Vega, Lope de, 383 Vehils, Rafael, 44.1 Vela, Femando, 118, 195 Velázquez, Diego, 165-169, 172, 475 Vendryes, J oseph, 7JO Vercingetórix, 241 Vigny, Alfred, conde de, 384 n., 759 Virgilio Maron, Publio; 197, 261, 624, 651 Viriato, 749 Vives, Juan Luis, 609, 610, 612, 617, 625, 651-653 Volta, Alessandro, conde de, 145 Voltaire (Fran~ois-Marie Arouet, llamado), 231, 614 Watt, James, 604 Weber, Max, 241 n. Weyl, Hermann, 235, 315 Wheeler,John Archibald, 425, 426 Willemer, Marianne von, 13 7 Winckelmann,JohannJoachim, 231 Windsor, David, véase, Eduardo VIII, duque de Windsor Wittrow; G., 424, 426 Wundt, Wilhelm, 483 Xiráu,J oaqu!n, 73 Zorrilla, José, 380, 381-386
905
ÍNDICE TOPONÍMICO ( r:
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Afganistán, 215 ' Albarracm, 751 Alcalá de Henares, 652 '"' Alemania, 6, 49, 67, 93, 118>123;' 133, 135, 139, 1'.41, 209, 205 n:; 210, 240, 304, 323, 327-334,339; 341, 344, 3'1-5, 361, 413, 579; 589, 644, 710, 740 Altamira, 225, 3 77, 610 América, 39, 44, 199, 201, 214,,215, 433, 434, 443, 449, 450, 549, 651, 698,]51 América del Centro, 433, 447 América del Norte, 44, 214' América del Sur, 44, 433, 447; 751' Andalucía, 80 Andamán, Islas, 436 Amsterdam, 402 Arabia, 720 Argentina, 398; 422, 433; 434,435, 443, 444, 447, 449, 534, 547,549, Asia, 212, 215, 605 Asia Menor, 698
Atenas, 392, 442,,692 Ática, 581 Australia, 38; 699 Barcelona, 67, 68 Bélgica, 84 Berlm, 213, 751;752 Borneo,590 Británicas, lslas, 418, 633 Briviesca, 174 Brujas; 651, 652 Bruselas, 652 Buenos Aires, 36, 38j 39, 446, 527, 547, 639 ' Calpe;79'' Ca5til de.Peones, 174, 181 Castilla; 89, 174,,181 Catalúña; 28, 30-33, 45, 46, 54; 56-71, 80, 82, 83; 85; 104 Checoslovaquia, 84 Ceilán, 226, 580, 590, 703 Chile, 433, 434, 437, 527, 703, ·
907
China, 196, 212-215, 358, 461, 485, 589,698, 703, 737 Centro Africa, 590 Congo,539 Córdoba,509,514, 751 Delft, 402 Dinamarca, 644 Egipto, 604, 698, 703 Escandinavia, 644 España,3,4, 7-9, 12,23,28,29,31, 33, 36, 45, 46, 48-51, 53, 55-68, 74, 75,81,83-87,94,96,98, 101, 102, 104-106, 111, 119, 174, 180, 191 n., 197, 200, 201, 265, 276, 278,279,281-286,289-294,301, 315, 318, 322-324, 328, 334, 340, 379,380,383,384,389,393,409, 411, 443-445, 447, 449, 450, 518, 520,541,643, 644, 651, 729, 744, 751 Esparta, 581 Estados Unidos, 36"38; 41 Estrasburgo, 135 Etiopía, 560 Euramérica, 605 Europa,24,33,38,41,44,49,50,59, 61, 77, 78, 87, 97-99, 101, 113, 121; 122,139¡ 145, 156, 197; 199,206,,. 209, 212-214, 217, 220, 223; 232; 287,315,318,320,323,324,332, 362, 363, 374, 387-389, 391; 412C . 414, 416, 421, 442, 461, 534, 545, 546,549,576,589,597,634,635, 644, 651;.652, 657, 684, 737-740, 742, 745;751, 757 Fervaques,470,471 Finisterre, 79
Finlandia, 644 Fontainebleau, 622 Francia, 33, 48, 49, 58, 61, 67, 135, 156, 180, 200, 205 n., 210, 320,-323, 334,339,384,388,389,444;459, 470,624,635,644,668, 707 Franconia, 652 Frankfurt, 135 Glasgow, 720 Granada, 651, 736 Grecia, 38, 206, 233, 243, 254, 304, 323,355,361,410,424,457,461, 544,578,593,604,619,684,692, 698, 714, 7~2, 728
Norteamérica, 44, 444, 547 Nueva Guinea, 590
Rotterdam, 402 Rusia, 6, 179, 214, 215, 413, 626 Sagunto, 49 Sáhara, 730 Salamanca, 409 Salzburgo, 4 71 San Sebastián, 18, 55 Santander, 527 Santiago de Compostela, 738 Sevilla, 144, 337 Soria, 67 Strasburgo, véase Estrasburgo Suiza, 205 n. Suramérica, 38
Oxford, 652, 751
Haya, La, 402 Holanda, 402-404, 406 India, 300, 369,'485, 486, 579,580,' 639, '698; 757 ' Indias, Las, 257, 382, 445 Inglátérra, 48,'49, 70, 200, 214, 323, 330, 332, 388, 397, 412C414, 417, 418,429,435,470,542,579,581, 583,584,635,643,644,652 Irlanda,58 Israel, 231, 714 Italia, 6, 49, 58, 131, 135, 413, 621 . japón,214 jena, .141, 146
Padua,421 Países Bajos, 402, 403, 651 (cftase también Holanda) Palos de Moguer, 79 París, 146, 203, 213, 341, 409, 421, 651, 711, 715, 729 Pekín, 214 Persia, 698 Perú,560, 703 Pisa, 195 Plata, La, 450 Port Bou, 79 Princeton, 315 Rhodesia, 38 Roma, 105, 131, 132, 134,301,353, 355,546,578,593,604, 722
Konigsberg, 244 Leiden, 402 León, 18,281,285,476 Lombardia, 589 Londres, 213, 420, 751 Lovaina, 651, 652
Madrid, 81, 116,.251, 391, 431, 447, 495,644,654 Málaga, 79 lviarbella, 136 Marienbad, 141 Marquesas, islas, 622 Mesopotamia, 703 Mongolia, 215 Mülhaüsen, 652 Mülhberg, 602 Münster, 652
Tibet, 580 Toledo, 602 Troya, 147, 410 Valencia, 651, 652 Vasconia, 45, 174, 180 Venecia, 602 Vergel, 651 Versalles, 581, 622 Weimar, 133-136, 138, 140, 141 Wetzlar, 135 Yemen, 560 Yuste, 602 Zamora, 67 Zurich, 652
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Esta editión, en diez volúmenes, de las Obras completas de José Ortega y Gasset, se publica al conmemorarse el cincuentenario de la muerte del autor.
Edita
I
Fundación José Ortega y Gasset
Fundadora Soledad Ortega Spottorno
freside:Me Antonio Garrigues Walker
Vicepresidente José Varela Ortega
Comisión Ejecutiva Delegada del Patronato Juan Pablo Fusi, Emilio Gilolmo,jesús Sánchez Lambás
Delegado del Patronato parn la edición de Obras completas Andrés Ortega Klein