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JOSÉ ORTEGA Y GASSET _ 1917/19 2 5
OBRAS COMPLETAS
Estas Obras completas de José Ortega y Gasset, en diez tomos, suponen la mayor compilación. de los textos del filósofo presentada hasta la fecha. Los seis. primeros reúnen las obras publicadas por el propio Ortega, incluidos muchos t0xt0s cuya primera reimpresión se ofreC::e ahóra. Los cuatro sigufentes
incorporan aquellos textos que habían queda.do iiiéditoS a su muerte. Se tíata d"e escdtoS muy ceréá.nos a.una --verSTó.n definitiva, entre ellos varios libros. Muchas de estas obras vi!h la luz por ve.z primera. En ambos casos, el criterio de ordenación
fla sido cronológico. Para l~ fijación del texto de los seis primeros volúmenes, se ha
realizado una notable labor de investigación, -qüe ha perriiitido recuperar numerosos_ artículos todavía di~p_i:rsos en diafios.:Y revistas, así como seleccionar fas ediciones Pertinentes Para el · cotejo, a fin de depurar el texto de errata·s'. Perpetuadas en ediciones anteriores e identificar sustanciales váriarites, Que se muestran en el Apéndice. Para la edición d9:,'las obrás_qué dejó inéditas, se ha trabajado sobre los manUscr_itos __cons-erVados en el Archivo de la Fundación José Orteg~_ y ~~~?-~t. Tras su consagración en 1914 como la figura más; relevante de su generación, el _magisterio intelectual de Ortega alcanza una primera fase de plenitud entre 1917y1925. Son los años en que da a la imprenta algunas de sus obras más célebres, como
España invertebrada (1922), El tema de.nuestro. tiempo (1923) o La deshumanización del arte e Ideas sobre 1a·nOve/a· ci92S), en las que avanza en la formulación de su filosoffa_de.l_a-razón vital y aborda.desde ella aspectos.esendales.deJa.crlsis.de.. la
modernidad en 1.a España y en ia Europa de aquella hora>.:- · En el periodo qli~ abarca este tercer_.- tornéJ·;_::q-ri~9a::--~~:o lleva a cabo algunas de sus empresas Cul_t_LJl'.Sl_es,-n:áS·~~-~:
En 1917 inicia su colaboración en el diario El S()l•.d()nde pu·
rá casi toda su_ obra hasta com_ienzos de lo_s, al)o,s)'._r_eh,T~cuya línea editorial ejercerá una clara influencia;_-_m~-
por medio de artículos sin firma, e induso de editCJ'l~C julio de 1923 funda la Revista de Occidente, piédra an su proyectq•iiitelectual. ISBN: 978-84-306-05804
196.1 0770
Vol.3 tauiiís 9 788430 605804
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JOSÉ ÜRTEGA Y GASSET
ÜBRAS COMPLETAS TOMO III
(1917-1925)
© 2005, Herederos dejosé Ortega y GllSset © De estn edición: ·
2005, Santillana Ediciones Generales, S. L y Fundaciónjosé Ortega y Gasset, en coedi<:ión Santillana Ediciones Generales, S. L., Avenida de los Artesanos, 6. 28760 Tres Cantos (Madrid) Teléfono 91 744 90 60 Telefnx 91 744 92 24 WW\V.editorialtaurus.com/es Fundación jasé Ortega y GllSset, 2004 Fortuny, 53. 28010 Madrid Teléfono 9170041 00 Telefnx: 91 700 35 30 www.ortegaygassetedu
Edición Fundaciónjosé Ortega y Gasset Centro de Estudios Orteguianos
Diseñ.o de cubierta: Pep Carrió y Sonia Sánchez I Paco Lncasta Primera edición: febrero de 2005 Segunda edición: noviembre_de 2005_ Tercera edición: noviembre:de.2006_ Cuarta edición: marzo de 2008 Quinta edición: junio de 2012
Equipo de investigación Carmen Asenjo Finilla, Ignacio Blanco Alfonso, José Ramón Caniazo Ruiz, María Isabel Ferreiro Lavedán, lñald Gabaráin Gaztelumendi, Azucena López Cobo,juan Padilla Moreno, Javier Zamora Bonilla
Ln Fundación Ortega y Gasset ha contado, pahi la pr~~-ri~e ¿dición, con los siguientes patrocinadores:
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Director del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset
_ . S.mlanclL•r
juan Pablo Fusi Aizpurúa
ISBN: 84-306-0569-X (obra completa) 978-84-306-0580-4 (tomo III) Dep. Legal: M-22.739-2012 Printcd in Spnin - Impreso en España Quecln prohibida, salvo excepción prevlstn en In ley, cualquier forma de reproducción, clistribución, comunicación püblicn y transíonnnción de estn obra sin contnr con autorización de los titulares ele In propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra In propiedad Intelectual - ,;· (iírts.-270 y sgts. Código Penal).
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Ln Fundación j osé Ortegn y GllSset
desea agradecer In lnbor realizndn por los directores del Centro de Estudios Orteguianos José Luis Molinuevo (1997-2001) e Ignacio IF'IC~ Sdnchez-Cdmarn (2001-20
investigador Domingo ~án9z Sdnchez (1997-2001). ,f ~ª bJ .:>
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ÍNDICE .. ' . ' -
ESTA EDICIÓN...
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. ............. -.· ......... ·'· ... , -;. ; ... : : .... '.. , XIX
1917
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EL IMPARCIAL A SUS LECTORES ..•• ;
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EL VERANO, ¿SERA TRANQUILO?-LAsHUELGASYLAPOLÍTICA .• .-••.... ' ' JULIO REY.PASTOR ..•••••..•••• •· . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .'. ,, i
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LOS VOTOS VAN AL PRESIDIO ..••.••••••. ,•,., ••.•••••••• -;.- • .-.-.·'·. HACIA UNA MEJOR POLÍTICA .•..•...••.•..••.....•••• ; •• .- • -'' ii, ..
l. El hombre de Ja calle escribe ................ , ..' ... .'; .. . II. Nota oficiosa del hombre de la calle ................... ;. : III. Comedia del libertino escrupuloso ......... -. ...... , .. . LOCALISMO ...•••..........••••••••.......•...••••••..••..•. DON GUMERSINDO DE Azc:ARA:rE HA MUERTO •.......•.•.••.••••••• ÜTRA MANERA DE PENSAR •• ' ••.• .- •••..••• , •••••••....•..•.•.•••
El campo .................. ,.•·· .. ':: ....... ;; .............. · la historia .................. ; ; . :• . .......' ............... . ' la ciudadanía .............. , ..... , , .......... -. . , ..... , . BRINDIS EN EL BANQUETEA LA REVJSTA·HERMES ••••••• .,. '. •.•.. , •• ; ••
3 5 7 9
21 21 23 27
30 32 34 34 35
37 39
1918 HACIA UNA MEJORPOLÍTICA ..•.•.••••••••••. -. • : •••••••• : ; .-'.-
!. Política del aiasi. ...............-.... : .. , "'' '· ........ . II. Un poco de sociología .......... •., ., ; .....•. , ....... :.. : III. La guerra.y la inercia política ... , .... , _, .. .- ... , . , .. . ,•
•·,-,,,, ,,_,, __ >;.J __ .__ ,,e,,
45 45
47 50
52 54 57 ESTAFETA ROMÁNTICA.- UN POETA.INDO • . . . . . . . . . . . ·. • . . • . . • . . . 68 IDEA DE ESTAS ELECCIONES • . . . . • • • • . . . . . • . • . . . . . . . • • . . . . . • . 68 l. Cunegunda o la opinión pública española ............ . 70 II. La moral de un cartel. ............................ . 73 EL AYER Y EL HOY DE LAS ]UNTAS . ..•.•.....•..•••......•..•.. 73 El pasado de las ] untas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 El presente ....................................... . 76 Su excelencia el autillo .............................. . 78 FABRICANTES DE RENCOR •••.....•.••..•.•.••••.....•••.•.. 81 ALBRICIAS NACIONALES ••.••.•.•.•.....•.••••.•.•.••••..... 84 GOBIERNO DE RECONSTRUCCIÓN NACIONAL •.•.•...•••.••.•. • ••• 84 l. Cuatro puntos son poco calzar .................... . 86 II. El mejor y el más peligroso ....................... . 88 III. Enriquecimiento patriótico ....................... . 91 IV. Política de lo serio y lo grande .................... . 93 UNA PÉRDIDA NACIONAL. NICOLÁS ACHúCARRO ...•.••••••. • •• • •• •. 95 UN UBRO SOBRE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO ...••••. • .•.•• ' •.•.. 9? RESUMEN DE UNA HISTORIA ....•.•.•....••••.•.....••.• • •••.•
148 150 LA GRAVE POLinCA DE ESTOS DÍAS . . . . . . . . • . . . . . . • • . • . • • • , . . . . . 155 Otros hmµbres y otros usos ................... !.; . . . . . . . 155 156 Descentralizadores y reformistas .............. , ......... , 157 El influjo de lá victoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un Ministerio de Portland ... ; .. : ..... , ...........•. . . . . . 158 España no tiene prisa .............................. ; . . 159 ANATOMÍA DE UN DISCURSO • • • • • . . • • • . • • • • • . • . . • . • • • •• • . . . . 160 Falta. de claridad .................................. , . . 160 Coincidencia que no lo es . . . . . . . . . . . . . . . . . .....• , ,. . . . ..; 161 Soberanía ............................... ,. . . . . . . . . . . 162 La región no es definida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .•. . . , 163 Epílogo .............. , ... ··: , , ... ,· ........•......, . , . . 165 LAS!TUAOÓN POLiTICA.- PIDIENDO VÍA FRANCA .•..•.•, '. • , •••••• , . 166 CONFERENCIA . . . . . . . . . . . • . '····.'..' ...••.•••••••••. '. ••••• ' 169
Los SEÑORITOS DE LA REGENCIA ....••..•• ·. . . . . . . . . . . . . . . . • . . '
IV. Más, i:nás ministros ............................. . V. El hombre de la calle busca un candidato ............ .
ESTAFETA ROMÁNTICA.- EVA AUSENTE •.•.••...•.• e •. ·; ·.....••. DIÁLOGOS SUPERFLUOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . • . • • .•. ·•• Lós CAZADORES DE PLUMA •....••••.• ; • ; •.• ' •••• ••.••••• LA VERDADERA CUESTIÓN ESPAÑOLA •. : • '.• POLÍTICA ESPAÑOLA. Los GRANDES PARTIDOS ••..••.••••...•.•••.
BRINDIS EN LA FIESTA DEL ARM!ST!C!O DE
1919
'
FRENTE A LA AVALANCHA ••••.••••.•••.•.•.••..•........ : • .
100 105 108
\ SOBRE EL ESTATUTO REGIONAL. •.•••.•.••.. ; . , •... : . . . . . , . • . • . UNA VEZ
MAs... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
BUENA OCASIÓN DE DAR UN PASO FRANCO HACIA OTRA ESPAÑA ...• :·. •
112 118
BALADA DE BOABDIL LA CHICA . . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . . . '.' . • . • •
Envío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . LA ACTITUD REACCIONARIA . . • . • •
EL GOBIERNO NACIONAL SE ESFUERZA EN PERDER
ESPAÑA Y LA LIGA DE NACIONES.-
LA CONFIANZA DEL PAÍS •....•.••••... •••. • •••••.• '' ••••••..
121
FERIA DE AMBICIONES . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . • . • . . • • : . • . . • . • .
EL DESCRÉDITO DE UN GOBIERNO.-.. EL GABINETE NAOONAL
EN
HA AUMENTADO EL GRAN DESGOBIERNO ESPAÑOL .•.•..••.•••• ,. • •
124
1919,
UN PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN ESPAÑOLA . . . . • • . • • . • . . . ·•. ' .•••.
•
127
QUE NECESITA ESPAÑA • . . . . • . • . • . . . . . . • . • . • . . . • • . • . • . . . .
130 133
>.. v. f.'•
Hay que organizar a España .... , ............ ·... : . ,...... · La cuestión social y el ejército ................ : .'.. : .... . Resumen .... : ............... ·.· .. ; ..... ; .. ;• .. .' .. : ... .
EN EL MOMENTO DE LA PAZ.-. Los NUEVOS GOBIERNOS ' CRISIS RESUELTA.- UN GOBIERNO QUE NO VA A GOBERNAR •.•....•. Los MOMENTOS SUPREMOS ...•.•. ; . • • • . • . . . . . . . . • . • . . . . . . • •
España entre las naciones ............................... . ¡La jornada de la juventud!. ................. -'-'·.• ......... . La expulsión de las «derechas» ........... • . ; • • ; . ._ ; ..; ; ! ••. Idea de un programa mínimo ......... '··.> .. •.. : ... ;.,.;.•. EL MOMENTO ACTUAL ES DECISIVO .... ; •• :.:• ..•.• ;;!.;'." .. \';';' . . . .•.
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135 135
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138
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140 14]. 146
183 186 189 192 195 196 197 200
«DICTADURA» ES SINÓNIMO DE «ANARQUÍA».-·
Los PUEBLOS NO TOLERAN YA DICTADORES ....•.••.• : • ; •. ' .•..•
LA PAZ Y ESPAÑA.- ESTA. HORA SUPREMA NOS ENCUENTRA DESPREVENIDOS ••••....•.••••.•••.•
1918 ........ , . . . . . . . . .
203 .. 207 208
209 210
EL PROBLEMA AGRARIO ANDALUZ.'-·- UNA CARTA DE ';.DON ]OSÉ ORTEGA Y GASSET · .. ' ; ....•• : ; .•. ·• .' .' •.• '.••• .' .••• ' Nl REVOLUCIÓN, NI REPRESIÓN •· .· .· .· • . . . . • . . . • . . • ; ....•••• ;: • /. LA CENSURA NEGRA Y LA CENSURA ROJA.-SóLO PEDIMOS LIBERTAD • • • ; UN PARLAMENTO INDUSTRIAL •••. , ••.•.•• , .•. ·•.•.. ·.. : .•..•• '.
211 215 218 221
DEL CONFUCTO ACTUAL.- UNA CARTA Y UN COMENTARIO DEjOSÉ ORTEGA Y GASSET...............................
1
1
224
225 227 TARTUFO Y COMPAÑiA . • • . • . . . . . • • • • . . . • ; • . . • • . . . . . • ; • • • . . . TARTUFO, CHAFADO ••..••..••• : . . . . . . . . : •...•• ._ .• ; .. • • • . • . 231 LA POLÍTICA INMEDIATA . . . • • . . • • . • . • . . . • • .••••. • •••••..• ; • • 233 DE .UN ERROR Y SU CAUSA •••..•....••••• · •••• ·..••••• ·.•.• • • • ; •. , 235 EsrtRILES UNIONES ••••.•.••...•.•..•••••••• " ., • ;- • • • .' .•. , ; • 238 LA FIESTA DE LOS INGENIEROS.- COMPETENCIA Y POLÍTICA•. : ..• • .•• '. 240 PALABRAS SIN SENTIDO •.•.•••...••...•••.•••. ; •.•• ; • ; • ' ; ·. •.; 242 AL ENTRAR EN LIZA .•••.••..•.•..••.•.••.•.••• ·.• • • • •• ;·. '. .• .245 HAsTA EL TUPÉ. . . . . . . . . . . . . . . · . • • • . . • • . • . . . . . • • •. • .. 248 LA POSTRERA LIBERTAD •.....•.•••.•••.•.•••••• ·. . '.:. . 251 l:A CORONA FRENTE A LA CRISIS . . • . • • • . . • • . . . • . • • • • • • . . . • • • • . "254 Cok.TE Y CORTESiA ...••••••.•••.•.•••...••..... ; .•••• .'. . • 258 Los VIEJOS PARTIDOS SE VAN ...- NUEVO «ALERTA» .· • . • . . . . . . . • • • . 261 ANTE EL MOVIMIENTO SOCIAL .•.•••• :.' •.•' .••• ; ....•• '. ... : • . • 264 1 l. Los patronos sin política y la inercia del estado .... .'. . . 264 II. Previas distinciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267 Socialismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267 Sindicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268 Sindicalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269 III. Coincidencias principales .........., ... ·. : .... , ..... · 271 272 El principio deltrabajb ......................... : . Justa suspicacia. . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . • . • • . • . . . . '273 Reforma parlan:Íeritaria ....... ~ ..............• : .· . , · 273 Inmediatas concesiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274 IV. Discrepancias radicales . . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . . . . . 2 75 276 Beatería obrerista ....................... : . . . . . . . . 277 El principio sindicativo ...................... , . ,· . . 2 77 Antiliberalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . 279 Antidemocratismo ......... , ........ ·. . . . . . . . . . . . . EL EX PRESIDENTE ESCRIBE . . . . . . . . . . . . . . . . . . , •• : .• , ••••• , , '. , .... •:· 281 l. Genealogía de unas páginas literarias . , .... ,. ,.... : . . . . . 281 284 II. Observaciones al manifiesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 286 EN TIEMPO DEL LOCK-OUT.-LO JUSTO Y LO DEMASIADO •• , , . _. .. · .' . :•, •• ~.SESIONES DE ESTOS DÍAS:: : , •.•••••••..••• , ••. '"· ..... • ••• , •• , 289 l. .Cortes y cortesía ..................... , , .......• ,.•..• 289 291 II. De un aspirante a tigre ...... , . , • ...¡ •• , • • • • • . . • ¡; • ·"' , D.EMA51ADAS HUELGAS •.•••••• •.•.••.••• '. ••...••..•.• ; •• ' .... ••·.• ,.·. .295 LA ILUSIÓN DE· LOS GRANDES PARTIDOS.•.•..•...••.•..••.•••••.••
1920 301
. LA MUERTE DE.GALDÓS ....••••....•••••... ; ............. ,,, •••. ;
303 306 LA POLÉMICA PARLAMENTARIA.- POLÍTICA LIBERAL·:'... :•. ',.••.. .. J ,¡,.,;. , . 310 LAúNICASOLUCIÓN ••••••••••••••. ; .• ' ... ';. ; .• ';. j ••.••• i'. ·.. • 313 LA COPLA DE LA RABALERA ..•.••••••..•..•... ,:;", ••••• :, •• ,.,;i,.,:; 315 LA HORADE HÉRCULES •..•.••...•••••••.•...•..•••••• ,; ...·u,,. 318 EL MOMENTO ESPAÑOL.-.-. POLÍTI,COSY TÉCNICOS i . ; , f• ••.• i ••••. ; ; ; ••• 321 [SALUTACIÓN DE.ARCHIVOS DENEUROBIOLOGIA] .• ;:i.;: . . •;.: ....... ,:, ; · 324 PASCUA Y CALVARIO •••.••• ;;; •• "· •••. :.··"'.¡.· ..•...:;•'·'·;.·.•., ... ; 325 LA «CRISIS HISTÓRICA» ••••. ; ¡: . : ' • ·'. ·" ... ;', ...... : ; .... : . ; ......... •327 ¿UNALARGAMAs? •••••........• ; •.. • ·: • •.••... : ....•••• , ..••.• ·329 EL SEÑOR DATO SE ENCARGA DEL PODER' , .... , .• ·• ; • ·•. ; ·• ·;. ,, •.••......•. : .. 332 LA COLIGACIÓN CONSERVADORA.•.•. i. ;,, •• ~ . . . . . ; '.·•·,¡).l.;•,,. L '··· .: ' 334 LA AGITACIÓN OBRERA ••••••.•....•••••••••.••• , . , , . , .••••.• , • • • 33 7 l. El absurdo .. ·'''''·; ......... ,¡ .........: .. ;.•...... '··'···' ...... ¡¡ 337 Obrerismo.internacional ......... .. :J:), •••••• :.; •• 338 II. .La torpe táctica obrera " . . . :. . , , .. , . :. . .: ..... ".. . , . , ..... . 339 Reflexiones sobre el momento social. ...,.,,, ...... ·...... · 339 EL SEÑOR DATO, RESPONSABLE DE )JN ATROPELLO A.LA CONSTITUCIÓN •• , • 343 ACERCA DE LA LIBERTAD INDUSTRIAL .. , ••••••.•...•••.•..•••••••• 347 ESPAÑA Y EUROPA.- EUGENIA DE MONTIJO ••••••••••........••.•• 350 UNA CARTA , ; .- •••••..... , ..•••••• ; •••. ; ·,' .••.. ; •••••• ,', •• .' ... 353 TODO ES POSIBLE EN ESPAÑA .....•. , ••••••••••......•..•..•••••. 357 [UN TELEGRAMA] . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 360 LA .TINTURA DE LLODIO, O EL ARCAÍSMO DE UN D.E.CRETO,,. •.••. , .... , • 361 AMAGANDO, PERO NO DANDO ••.•••........ : .. ; .c.'· . '· ............ , 364 POLÍTICA SOCIAL.- CONTRA LOS ASESINOS ...•.....•••.•••••••••.• 367 EL DECRETO EN LA TAQUILLA .••.....•••••••.•••.•...•..: .: .'; ...... , .• •. 370 POLÍTICA DEL DIABLO Y GOBIERN.O DE NADIE ••••••••••.• ,,.·.'.¡,.;.·., 373
. Lbs CRÍMENES SOCIALES.- COMENTARIOS A UN DISCURSO .• .••.•••• , • •. · • · COMO LOS ARRIEROS DEL CUENTO .... ; , ; •• ; ; ••• L...• :,:._• .•...••• ;; • .-.
'
1921. [PRÓLOGO AL CATÁLOGO DE LA.EXPOSICIÓN BACARISAS]
0.:'::Xi
. 379
1922
8. Acción directa .................................. , ... . 9. Pronunciamientos ....................................
383 . ·386 IDEAS POLITICAS: EJEROCIO NORMAL DEL PARLAMENTO •..••••• •••. ;.~. 397 PRÓLOGO A HISTORIA DE LA FILDSOFiA, DE l
'. !·
. SEGUNDA PARTE: •LA AUSENCIA DE LOS MEJORES ••••...••••••.••••.. ; • ; .•.. :: ; • • i 4 73 l. ¿N.o hay hombres o no hay masas? ........ : ....... , .. ,... 475 2. Imperio de las masas ....... -'·.; .. -.. ·'- .... ;.: ... .- ....; .. .-. 479 3. Épocas Kitra y épocas Kali. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 483 ' 4. La magia del ~>.• .... ·. , . , .- ... :: , ;, .. , .....>,•. ; 494 7. Imperativo de selección_,¡_; .i.. ; :· •. ; .• ·'·; ••.. '., .·., .. .-.... 507
. 1923: .·· PEDAGOG!A Y ANACRONISMO CON EINSTEIN EN TOLEDO
1
PROPÓSITOS •••.• ····.·,, •••• , .•. , ••• , ••.• , ••...• ,. •• ,.,.••• :;.• •. INTRODUCCIÓN A UNA ESTIMATIVA.... ¿QUÉ SON LOS VALORES? , • :•;'.·o.¡;
PENSAMIENTOS HISTÓRICOS
423 429
PRIMERA PARTE: PARTICULARISMO Y ACCIÓN DIRECTA ••..••••• : • . . • • • • • . • • • • • • . .
l. Incorporación y desintegración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Potencia de nacionalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. ¿Por qué hay separatismo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Tanto monta......................................... 5. Particularismo ... : .. : .. .' .. :•. -' ............... '. . . . . . • . . 6. Compartimientos estancos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. El caso del grupo militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
433 437
.....................................
NUEVA FE DE ERRATAS .....•••........•••.....••••....••••.....
ESPAÑA INVERTEBRADA.- BOSQUEJO DE ALGUNOS
PRÓLOGOALASEGUNDAEDICIÓN •.•..••.•• : ...•.••.....••...• ·
...................................
FE DE ERRATAS •.•.•••••.•.••••...••••.•..•••...••••....••••.•
..
• - ·PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN .•• , . , . . • • • • . . . • • • . . . • • . . . . • • .
465 468
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'1
515 518 521 526 529 531 i 535 538 540 542
-.. l. Los valores no son.las cosas agradables , .... , , , . ; , , . ,. .•, , , .. ;, i 2. Los valores no son.las cosas deseadas o deseables .. , , , ., . , . 3. Los valores son algo objetivo y no subjetivo ..-. , : , , .... , . , 4. Los valores son cualidades irreales residentes en las cosas .. · 5, El conocimiento de los valores es absoluto ycuasimatemático .... :•., ... _.......•..... , ...... , , •. , .. , 544 6. Dimensiones del valor.......... ,,.,,_, .. ,_, ... '·., .. , .. _.,, . 546 7. Clases deyalores_. ..... _.... , ,.. , .. ·;,,, ... , ,,, ..... , , .. -.. , , . ~ 548
SOBRE LA VIEJA POLITICA:-; .-.. , • , , • ., . -.";.• , •.: o" •••• , ; ••• , , • , •• ; .•.•. ; , ;
550
[NOTA A «LO MASCULINO Y LO FEMENINO», DEjORGE S!MMEL] ; .• , , • , •
. 556
441 446
448 452 458 462
EL_ TEMA DE.NUESTRO TIEMPO.
559 ·, " l. .La idea delas generaciones,,.,,,.,-,,,,.-.•. '.'"''•·•··'···'· .. 561 II. La previsión del futuro ......... _..... _. .. . . . . . . . . . . . 566 III. Relativismo y racionalismo ...... , , ... , . , , , , .... , , . 572 ADVERTENCIA AL LECTOR . ;;;,: 1 .:: . ·:.,,:, ...:;,,¡.,,
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Cultura y vida ........................... : . : ... . El doble imperativo .......................... : '.. . Las dos ironías, o Sócrates y Don Juan ..... : .......... Las valoraciones de la vida ....................... • Valores vitales .......... , ........... ; .....•....... Nuevos síntomas ..... : : .· .•.. , . , .· ...........•.... . La doctrina del punto de vista ....... , .. ; . ·... • .... :., ·'.
578 584 589 594 601 606 611
APÉNDICES ..................................... : ... .
617 619 639 642 643 645 648 651
IV. V. VI. VIL VIII. IX. X.
EL OCASO DE lA5 REVOLUCIONES ••••.••. : .. ; :. ;'; • , •.•.•••.•••
Epílogo sobre el alma desilusionada .. •'. , : .. ·..' ......·' : .... . EL SENTIDO HISTÓRICO DE LA TEORÍA DE EINSTEIN .; . ; : •• ; • , ••.•.
l.º 2. 0 3. 0 4.º
Absolutismo .................................. . Perspectivismo ................................ . Antiutopismo o antirracionalismo ................. . Finitismo .................................... .
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EL SENTIDO HISTÓRICO • • . . . . . . • • . . . . • . . . • . . . • . . • . . . . . • • • . . GENERACIÓN CONTRA GENERACIÓN .•...••...•••••..•••••.....
Los ALEMANES Y.LO INFRAHUMANO . . • . • . • • . . • • . . . • . .' •. l·: ..... [NOTA A «MARCELO PROUST», DE BEN]AMiN CREMIEUX]: .. ; ..• ••.•. DIALOGO SOBRE EL ARTE NUEVO . • • • . . . • . . . . . . . • • . . . . •••.••• ·.. NI VITALISMÓ NI RACIONALISMO • . . . . . ; , ••.. c .' . . . : ... ; . . . . . . . EPÍLOGO AL LIBRO DE FRANCESCAA BEAIRICE : • ; • ; _.: : ; .••.. '· •.•. JORGE SIMMEL. • ' • . . . . . • • • . . . • • . • . • . . . • • • . . . . • • . • • : .• : ..
695 699 703 709 710 715
725 742
LAS ATLÁNTIDAS
La moda subterránea ............................... . La cultura tartesia .................................. . El horizonte histórico ........... : ... , . , ,, ... : ; ...... : . Etnología .................................. •. , .. , .. Los «ámbitos culturales» ............................ ·. El sentido histórico ............ •. · · · •- .............. ·• . · ·-...... ·.
745 748 750¡. 756'. 757 767
1924 655 LAs IDEAS DE LEÓN FROBENJUS .••..•.••..••••••••.•••••.•••••. ; • . 656 · La etnología áfricana ... ;: ......... : . ..... ·.... ·........... . 657 · Ideas elementales y nacionales ......... <.•• : .. ·; .••• ' ••.•• Transmisión y convergencia ........ ,. , . , '.. : ............ · 659 660 Cultura y culturas ................................. . [NOTA A «LA BIOLOGÍA DE LA OSTRA JACOBEA»; DEJACQUES VON UEXKOLL]; •. '· •••. : •.••. '.. : .• ; .•.• : ; , ..• EL DEBER DE LA NUEVA GENERACIÓN ARGENTINA ••• '. '. •; .•. ; •..• , ••
.... Il. Para dos revistas argentinas ........• ·• , •. ·.... ·· ·>···' ...... . LA ETNOLOGfA Y LA HISTORIA.
A PROPÓSITO
663 664 668
DE lA5 CONFERENCIAs
DE FROBENJUS EN MADRID.- EL CARÁCTER ORGÁNICO ,. UE lA5 CULTURAS'.: •. ,.'.,'! . .' ... ;''. ....... : ......... .'.' .. IDEAS POLiTJCAS ••••.•••.••••.•.•.•.•.•...•.••.....•.•..•
l. Ni contigo ni sin ti, la canción del Parlamento ........ . U. Disociación necesaria de Parlamento y Gobierno ...... .
III. El Parlamento: cómo dignificar su función ........... . IV. Las asambleas regionales y el caciquismo . ; ... , .... : .. V. Cómo se pueden tener mejores parlamentarios ... , . : .". VI............................. ' ...... '. ·.• ... .·: .. .
1925 ¡I
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EL ORIGEN DEPORTIVO DEL ESTADO.-Il •...•••...•••••••••• , ·'· LA RESURRECCIÓN DE LA MÓNADA ...•••...••••...••••..•••
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VAGUEDADES • • • . . . . • . • • . . . . • • • . . . . . . • • . .: • • • . • • . . • . • • • . •
l. Sobre todo, que no se reforme nada . . . . . . . . . . . . . . . . . II . Frente a frente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . III. A nadie aprovecharía el retomo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
'777 783 788 788 790 792 795
.°. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 795 Intelectualidad y política ............ :.' ..... , ..... •, 795
ENTREACTO POLEMICO ...••
Liberalismo abstracto ......................... : . ' Il. Del realismo en política .......................... : III. No es tanta la prisa ............. ; : •: : .. '.· .. : . . . . . . . PLEAMAR FILOSÓFICA .••••.•..•••.•.•..••••.•• ·.·.:.:.•; .• !'.. ;•
LÁ METAFiSICA Y LEIBNIZ •••...•••....•••.•...••.••.••.
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PROBLEMAS DEL ASPECTO HUMANO . . • . . . • · •••..•.••••.• ; , : ; ; , . DEL HORROR AL LIBRO ••.•..••••...••... ·.; •.•• '.::'._ .. · •••.. '.;
796 799 802 807 812 • 815 819
MAURA O LA POLiTICA • . . . . . • • • . . . . . . • • • . . . . . • • • . • • • • • • • • •
l. .................................. ; ......•.........
Il. Política y magia .................. , ........... , .. . . III. Descubrimiento de las provincias . , ................. . IV. La reforma local. ..................• .... , , ........• V. Autonomía, descentralización ......... :.....•. , ...... , VI ..La autonomía regional y sus razcmes .... '. ·: ...... :· ... . [SOBRE LA CRÍTICA DE ARTE] •.•.••••.••..•••••.•••..•.• ; ' ó • •
822 822 825 . 827 830 .83.4 837 . 841
La novela, gé~ero tupido ............................. Decadencia y perfección. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... p s1co . 1ogía imagmana . . . ................................ Envío .............................................
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EL ARTÉ EN PREsENTE Y EN PRETERITO . • . • • . . . . . . . . . . . • • • • ...
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NOTAS A LA EDICIÓN ..................................... . 917 NOTICIA BIBLIOGRÁFICA ................................. . 941 APÉNDICE ................................................ . 969 ANEXOS .................................................. . 1049
LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE E IDEAS SOBRE LA NOVELA
UoRGESIMMEL] •••••••••.•..••••••••..•.•••••••••••••.
Impopularidad del arte nuevo ........... ; ..... ·;" •.. •, ; ¡ , . •. · Arte artístico ................................... ·. ; • .; . •. Unas gotas .de fenomenología ...............•...... : .... . Comienza la deshumanización del arte ......... •.. : .: ,; ... :.. ; .. Invitación a comprender ............................. . Sigue la deshumanización del arte ...................... . El «tabú» y la metáfora .............................. . Supra e infrarrealismo ............................... . . La vuelta· del revés .............. ,• ....., .. ;.·:.• ..... ;;.• ..... . lconoclasia ....................... •. :. ; . ; . ; .. :. ;•... ;• .. . Influencia negativa del pasado ......................... . . Irónico destino ...................................... . La intrascendencia del arte ............................ . . Conclusión ............... , ..... ;............. : ...... • ..
847 .•847 850 854 857 859 861 865 866 867 869 870 872 874 876
. · : IDEAS SOBRE LA NOVELA ...•.••••..•• • •.•.. • • . • • • • · • · • · • • •
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· LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE . . . . . . . . . . . . . . . . , ••.•• ; ••••.
ÍNDICE ONOMÁSTICO ................................... .:. 1053 ÍNDICE TOPONÍMICO . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1063
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Decadencia del género ................ :.. •.. : .. , ; •: ..... · .. •· ... . 879 Auto¡:isia ............................ •·.''.c....... : .. :.... . 882 No definir ......................•... ,· .••. ,.,., ......... : ... , 883 : La novela, género moroso .............. : ., :.i , . ·.. •, ...... . 884 Función y substancia .......................... ' ..... ; •. : . 886 Dos teatros ............................. •.. •.. ·.... :·;··· 886 :DostoyewskyyProust ............... : ......... ·... ;.:;.,:. . 890 .. : •Acción y contemplación ........................ : : . ; .:. .. . 893 La novela como «vida provinciana» ..................... . 8?7 Hermetismo ...................................... · · 900
1051
ESTA EDICIÓN ...
1955,JoséOrte~a
Asu muerte en y Gasset dejóu"\1 corpustextllal divic!Ído.en tres.grandes bloques: sus Obras completas (Madrid, Revista de.Occidente, 1953" 1955, tercera edición), los textos publicados y no recogidos en las mismas, y una amplia obra· inédita. Desde.entonces, la labor tenaz de varias generaciones de estudiosos ha ido iluminando los dos últimos bloques mencionados. Así, se ha localizado la gran rr¡ayoría de los. textos que Ortega publicó (a.veces sin firma)y que no recogió después en ningún.volumen de.su corpus con0 cido. De igual modo., se han e,ditado de forma paulatina los trabajos que, en distin1 to grado de e)aboración,dejóinéditos,.c~si todos los cuales se.incorporaron póstumamente a l~s Obras compktas (torrios:VII, VIII, 1x,Madrid; Revista de Occidente,¡ 1961"19fi2, y tomo XII,.Madtjd; Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1983). · · Estas nuevas OBRAS COMPLETAS reúnen toda esa admirable labor y la amplían, añadiéndole, gracias a una exhaustiva investigación;ti;xtos publicados por Or:tega (siempre con firma) de los queno.setenía constancia, y sacando a la luz una importante .cantidad de. páginas inéditas; de modo que el lector tiene ante sf, por primera vez, toda la producción orteguiana conocida hasta la fecha. • •.~ , , · .. Se han dejado fuer¡¡ de este corpus la correspondencia, las;notasde trabajo; ,las entrevistas y los resúmenes·de conferencias aparecidos en la prensa. La obra que Ortega publicó y laquedejó.inédita•se han separado escrupulosamente; La prirn,era ocupa.los seis primeros tomos, la segunda, los cuatro siguientes.·Como eUector comprobará, las páginas inéditas que ahora se dan a conocer no son meros apuntes o borradores apenas desarrollados, sino ~scritos p;iuy cercano~ a una versión.definitiva. Los .t~xtospublicados sinfirma que.distintos investigadores han atribuido. a Ortega se reproducen en la sección de.<
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o por encontrarse una referencia al texto entre los materiales conservados en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset), que sí se incluyen en el cuerpo principal. No se han reproducido, claro está, lostextos atribuidos cuya autoria haya sido desmentida por una prueba documental. · Algunos trabajos de Ortega vieron antes la luz en un idioma distinto del español. Sin embargo, se ha preferido siempre la versión castellana, tanto si apareció en vida del filósofo como si se ha publicado póstumamente. En este último caso, se ha recurrido al manuscrito siempre que ha sido posible;. Estas OBRAS COMPLETAS son también una nueva edición de todo el c01pus orteguiano. Se han cotejado todos los testimonios pertinentes para la fijación del texto en cada caso, lo que ha permitido subsanar las numero~.as erratasymalas lecturas que venían perpetuándose, así como determinar las variantes que resultan de la compleja peripecia textual de la obra arte" . ' guiana. Para los textos que Ortegareunió en sus Obrás completas se ha partido de la última edición en vida del autor (Madrid, Revista de Occidente, 19531955)~·Enel caso delos textos publicados por Ortega que n.o pasaron a formar parte de esas Ob1'as completas se ha privilegiado la última versión reví" sadapor el filósofo. La obra póstuma; tanto la que pemianecía aún inédita como la ya publicada, se ha editado siguiendo los manuscritos, quetamc bién se han tenido en éuenta a la hora de editar aquellos textos en cuya publicación se había cometido algún error señalado-p&r el propio Ortega. Los títulos de algunos textos incorporados póstumamente a las Db!'as completas se han sustituido por aquéllos consignados en los documentos relativos ala preparación delas Obras completas de 1946-1947 que Ortega supervisó y que se conservanen el Archivo de la Fundación] osé Ortega y Gasset. También la agrupación en series de los artículos reimpresos póstumarriente o,•por el contrario, su separación, se ha hecho siguiendo lo seña" lado en estos documentos. En lo que concierne a la puntuación y al uso de may\ísculas y resaltes con valor ideológico se ha respetado la'última edición de las ObtásComp!etás en vida de Ortega, o laiúltima versión supervisada por el filósofo para los textos nb contenidos en ellas. En el caso de la obra •póstmria se ha segi.tido el manuscrito eh lo referente a mayúsculas y resaltes, pero se ha ajustado la punt:Uación> · En cuanto a la corrección gramatical, se aplican las reglas ottográficas'vigentes (salvo en el caso deJ!tíido; así'a:centuado por Ortega): Se respeta la altemantia depares como substandalsl!Stancia o trnnsceiídente/tras'cendente, aunque! se ha optado sistemáticamente por las soluciones que
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evidencian rasgos ~aracterísticos del estilo orteguiano, siempre que exista la opción entre los testimonios (por ejemplo, 1igomso en detrimento de .iigumso); Por último, se mantienen las peculiaridades morfológicas y sin.tácticas del uso lingúístico de Ortega (concordancias ad sensmn; leísmos, · laísmos). ' Aunque desde la primera edición delas Obras completas (1946-1947) ya se adoptó el criterio cronológico,lostextos que no eran libros se agruparon también de acuerdo a su género o tipología textual (artículos, brindis, prólogos). Además, por razones de' censura quedaron fuera los trabajos de más explícito contenido político, que fueron reunidos e incorporados póstumamente alas Obras completas bajo el título de «Escritos políticos» (tomos xy XI, Madrid, Revista de Occidente, 1969). • '" · - ·.• ''" ,. . Sin atender a estas distinciones genéricas o temáticas, la presente edición se atiene a un riguroso criterio:cronológico que ordena la: obra orteguiana por·añbs, lo que tiene la virtud dereflejarsu desarrollo con mayor ni~ tidez. Dentro de•·cada año los textos. se disponen también de forma cronológiéa; sibienfas mohografias'se colocan siempre al final, antecedidas por los trabajos que Ortega publicó •eri libros colectivos o de otros:aut6res; Cuando varios textos comparten datación· se ha mantenido el orden en que , aparecían en las Obras to1np!eta's (1953-1955); Si alguno de ellos Se incluye ahora por primera vez se coloca en último fügar. · Los textospublicados'en\ri.da de Ortega sditúan enJa fecha de su primera editión, salvo aquéllos que fueron subsumidos en obras posteriores. Por su parte, las series de artículos de prensa (a excepción de las que pasaron a formar parte· de libros) se ubican en la fecha de publicación de la primera entrega; Así se hace también con El Espectador, concebido por Ortega como un proyecto'unitario.' ·• · Sin embargo; en las Obrás completas (l 953c l 955}varios textos se colocarotten la'fecl1a delacontecirriientoque les había dado· origen (un discurso;iun. homenaje), yríb' en la de su primera edición, Asimismo, en ocasiones sereprodujotambién en la fecha.de su primera edición' un texto o una serie de textos qué, con algunas m.odificaéiones, pasó luego a formar parte de otra obra, En ambos casbs se ha respetado•Ia voluntad de Ortega: Del mismo modo, se han mantenido las dataciones que el filósofo añadió en muchos de sus textos, incluidas aquéllas que difieren de la fecha·derta de su primera publicadóri, siempre que eSa discrepancia pueda atribuirse aldeseo de Ortega de reflejarla fecha de escritura o de última revisión:: Se han subsana'. do; en cambio, las'dafaciones erróneas: En.los artículos de prensa publicados por Ortega que se incorporaron póstumamente a las Obras comp!eta5 y
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Por último, es.tas OBRAS COMPLETAS incluyen varios índices con los que se quiere tanto satisfacer la curiosidad del lector como facilitar la labor del . investigador. Cada volumen cuenta con un índice onomástico y otro topo. nímico. El último tomo se cierra con un índice temático y la cronología completa del c?1p11s textual orteguiano.
en los que sé añaden en esta edición se ha consignado la fechay la publicación en.que vieron la luz, sigi.Jiendo la fórmula de los que ya estaban incluidos. Cuando el texto apareció sin firma o rubricado con un pseudónimo, se hace constar en tódos los casos. La obra póstuma se ha dispuesto también de forma cronológica, Los textos. se han ordenado según su año de escritura, excepto aquéllos que Ortega Utilizó enlá redacción deiobras posteriores que é:¡uedaron•asimismo inéditas, en cuyo caso están subsumidos en1as ediciones póstumas de dichas obras. Cuando se trata de intervenciones públicas, los.textos.se han colocado ·en la fecha en que aquéllas tuvieron lugar.· ...· ~ !! ' '
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. Otra novedad que presentan estas OBRAS COMPLETAS es elapaiato critico que consta al final de cada tomo, y que se divideen «Notas a.la edición», «Noticia bibliográfica», «Apéndice» y <t contieneninformaciqn. de dos tipos: de una parte, aquélla que concierne a incidericias:reseñables de la edición ~corree~ ciones en la datación, cambios. en la estructura, etc.); de otra, la que da cuenc ta'dé la.historia del texto. yde sus Vínculos con otros escritos' de Ortega, pero ceñida siempre a aspectos textuales; Van encabezadas; a su¡vez,porunanota general en la que se· detallan los textos .que pasan a formar parte delas Obras completas por vez primera, asícomo ·otros datós.destacablesrelativos al coi;ic junto de textos reunido en.ehomo:. · La.« Noticia bibliográfica>>. consigna todos los testimonios pertii;ientes utilizados para la fijación de los textos, ytarnbién todas las ediciones aparecidas en vida de Ortega del.as monografías contenidas en el tomo,.: El «Apéndice» recoge las variantes allegadas a lo largo del proceso.de fijación te?Ctual, es.decir,.aquellas diferencias entrelos testimonios,l!]{.amic nados que afectan al sentido: cambios en el orden de las palabras,, adiciones y supresiones deJeJ.fue, amiba>ameba-.; morfológicos ~rnorfologia flexiva: género; número, tiempo; modo', aspecto-. , y sintácticos ~arabios de riúmero o de génern qué afectan a las concordancias peronoalsentido}: "' :· · . . · · .¡·f . · Enlos J>, además delos textos atribuidos aprtega, como ya se haindicado, se reproducent~mbiénaquellas partes (p·arágrafos~ apartados;.capítulos)qile Ortega dejó fµerade la yersión definitiva. de una obra pu" blicada,.
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1917 t 1
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EL IMPARCIAL A SUS LECTORES
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'Cas¡al de iniciarse los acontecimientos políticos que to han conmovido fa.conciencia nacional, entraba El Imparcial en una nuec va.forma deintema organización. Solicitada la atención pública por aquellos graves hechos, nos pareció poco: delicado invitarla a fijarse en asuntos privados de esta casa. Ahora aprovechamos el primer instante de aparente calma,:para poner a nuestros lectores en conocimiento de ellos. Al separarse El Imparcial de la Sociedad Editorial de España, se cOnstituyó en Sociedad anónima. Tal Sociedad aspiraba a producir en este pe' riódico, de tan larga tradición, transformaciones materiales y técnicas lobastante amplias para que significasen una renovación radical en la.fisonomía de la Prensa española. Semejante propósito vino a coincidir con el proyecto de fundar un gran diario de novísimo carácter, que, ya muy adelantado, ocupaba a don Nicolás Maria Urgoiti, presidente de Prensa Gráfica. Paso a paso, tomando toda la vuelta que una seria construcción requiere, el señor Urgoiti se esfuerza desde hace mucho tiempo en asegurar la reforma y ampliación de la Prensa periódica y del libro en nuestro país. Para que u11 diario español.pueda desprenderse de su viejo cuerpo y adquirir el complejo organismo de los nuevos periódicos mundiales, dos cosas eran imprescindibles: un aumento decisivo del capital social,.y una voluntad inequívoca, resuelta, de mantener la publicación libre de toda proximidad con persona o partido político alguno. La abundancia de medios garantiza o incita a la más arisca independencia. La historia de la Prensa diaria nos cuenta de periódicos honrados que no halagaron a los poderosos e infiuyentes, pero, en cambio, cedieron en horas confusas a la muchedumbre, forzados a acrecentar su venta por medio de la adulación populachera. Creemos que un periódico que sólo periódico puede ser, pero que quiere serlo plenamente, debe caminar guiado por una grave conciencia de su res-
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i ELVERANO, ¿SERÁTRANQUILO?.
ponsabilidad.social. Es un creador o educador de opinión: no un siervo de ella. Por esto, deberá de antemano abrirse un sendero expedito, que aparezca exento de peripecias y de urgencias hasta el límite visible del horizonte_. Todo esto trae a El Imparcial la nueva Sociedad, presidida por el señor Urgoiti. Esperamos, pues, que el título de nuestro periódico signifique en más literal y pleno sentido. En mejores condicione_s que nunca, con un íntimo retomar de esfuerzos y esperanzas, proseguimos nuestra ruta, aspirando a ejercitar día por día un patriotismo reflexivo, severo y constructor. Pero no es esta sazón para programas. Los propósitos se irán manifes. tando en un vocabulario de hechos. Hay, sin embargo, un plazo ineludible para que nuestras principales resoluciones vengan a ejecución: el exigido para que llegue a Madrid una maquinaria y servicio tipográfico de última perfección. El alma renovada del periódico está presta; pero los barcos no harán singladuras tan rápidas como el pensamiento. Ellos han de traernos el nuevo cuerpo de El Imparcial.Juzgamos, pues; que·hasta entonces deb~mos contener la expresión detallada de nuestros proyectos.· •'
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LAS HUELGAS Y LA POLÍTICA
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La Época, 20 de junio de 1917
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Todas las de estos días indicanque'seaprdxima períoc do de agitación. Los diarios ministeriales.podrán negar importancia al último incidente de Barcelona y suponer que la anunciada huelga ferroviaria, si se produce, está de•antemario condenada al fracaso; Pero•c6nviene mirar el rie'sgo cara a cara, yno es el rhej'or sistema de combatir las enfermedades Hde suponer que no existen; Este procedimiento de cura por su' gestión, que"tantas veces han empleado nuestros' gobernantes yen el que puede diputarse como doctor excelSo el señor Dato; tiene también sus quie" btas·. Suponer ahora que no hay peligro es; por-lo menos, múy'expuesto a que los acontecimientos nos cojan desprevenidos: Si no al Gobierno; a la opinión, que.necesitatambién orientarse. Se anuncia otra huelga ferroviaria. Se asegura que detrás· de ella viene la huelga general. El breve manifiesto de fas izquierdas y, sobre todo; la•ihterpretación que republicanos y socialistas dan a ciertos acuerdos secretos, hacen creer 'que existirá relación inevitable entre'el fuovimiento que losfec rroviariosy los obreros en general iniciarl-para lograr sus reivindicaciones y la acción política: que los partidos extremos organizan para sus fines tevoc lucibnariosc U. campaña de'LaLuchiz dice bastante para juzgar las espec ranzas de los republicanos-barceloneses. Se dirige a los soldados en la forma mas peligrosa, puesto que busca un Sindicalismo militar. Los párrafos del artículo, que ayer despertó apasionados comentarios en Madrid y que no•poc dríamos reproducir eri estas columnas,•expresanhárt6 elo·cueritemente la serie de tanteos que a estas fechás realizanlos partidos republicanos. ¿Con qué éxito? El señor Dato, a pesar de todo, iie'aventura•a••decir, quizá por humorismo o por resignación, que el verano será tranquilo. ¡Feliz él, que conset'Vala' serenidad o, por lo menos; sabe exteriorizarla!
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~ m Los días transcurridos desde que estalló el conflicto de las Juntas de defensa han servido para trazar la exacta perspectiva de los hechos de modo que podamos juzgarlos en su debida proporción. Inútil sería tratar de reducir la importancia de aquel suceso; pero lo que no juzgamos exacto es considerar que tiene en la historia de la agitación política y social de España un valor inicial. Las huelgas vienen organizándose cada vez con más perfección desde hace unos cuantos años. El.verano pasado, como el anterior, proporcionaron los ferroviarios al Gobierno y al pueblo días de verdadera in. quietud. Hoy vuelven a la carga, y fundándose en el incumplimiento de las ofertas hechas por alguna Compañía preparan otra vez su huelga. Importa saber si este movimiento se limita a solicitar las mejoras no logradas aún merced a reclámaciolies anteriores. Si esto fuera así, los propios huelguistas estarían más interesados que.nadie en háceicohstat su absoluta independencia de todo fin político, puesto que su causa se perjudicaría si las Em7 presas, el.Gobierno yla opinión¡vieran que sólo se trataba de.un nuevo ehs'ayb de.organización puesto al servicio de fines políticos y con carácter revolucíbnario. Al.Gobierno corresponde,. en primer término, cerciorarse de laíndole·de]movimiehto,,no. fiándose delos optimistas que consideran la o.casión poco propicia y juzgan que la:huelga, si. al fin se acue;rda, fracasará por falta de.pteparació.n.,Bero antes,,claro está; es deber del Gobierno adquirir informes ciertos de las causas. que; pueden justificar la hm¡lga, na~~ raleza delas reivindicaciones solicitadas; exacti.tud delos cargo~yqueJas que.fonp.ulan ]osferroviarios ¡:ontralas Empresas, así como .de la posibilic dad desatisfacerlosJnmediatamente.. · . Serla censurable dejarse influir por la fuerza de un prejuicio que consis7 tiera enmo ver detrás de las;huelgas sino.la mano misteriosa de los agentes políticos: Per.o al mismo tiempo. sería .inocente dejar a la propaganda revolucionaria e; estrecho..contacto.' con los.huelguistas dern:odo tal que realizaran insidiosamente la.obra de desnaturalizaulnw:yimieil.to en.:provecho suyo. Este género de.re:voluciém:que ~átaría_ de ampararsede.trás de laslegítimas solici" tudes proletariasno es ya eln.atura:I movimiento. de ¡a opinión hacia.ideales. que no,puede r~ar dentro de]á vida políticaactuaLNo sería,unarevolución blan;. ca; pese a,los.sne:ños de muchos reformadores paradójicame:nte enamorados de urta.violenciapacífica:o de.una catástrofe sin efusióp. de sangre.Sería un in,. tentobien.catacterizado con sus .procedimiento~·Y su.sfines. Espere/'.Ilos, sin err{bargo,.~l des.arrollo deilos.suci;sos.y:vivamos. desde luego.advertidos,.ya que nadie, comen2ando por el seµorDato; puede afirmar sin riesgo de equivocar7 se .qÚe el verano.será tranquilo., ' ' (·,\i
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; , Publicado sinfirma, E!Imparcial,.22.de junio de.1917
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JULIO REY PASTOR ·
Durante el ciclo de conferencias filosóficas que el año pasado tuve el honor de dar en esa ciudad, aludí más de una vez a las radicales transformaciones que la ciencia matemática ha experimentado en el XIX. Llegué a afirmar que ninguna otra disciplina del globllS intellectualis había en todo el siglo sufrido ampliación semejante. Una prudente ironía ante los juicios y prejuicios que la época en que vivimos inmersos inyecta en nuestro espíritu, debe permitimos imaginar que, acaso esta centuria pasada cuya gloria parecía consistir en los descubrimientos técnicos, halle gracia andando el tiempo en la memoria hu.mana como la edad de la más pura, abstracta, etérea e irreal matemática. Los estudiosos de Buenos Aires, de quienes la atención y afán intelectual me son tan notorios, encuentran ahora favorable coyuntura para recibir noticias directas y garantizadas de ese nuevo mundo científico. La «Institución cultural española» ha invitado al matemático español doctor Julio Rey Pastor para que ocupe este año la cátedra creada por ella. Julio Rey Pastor, nacido en 1888, es profesor de análisis matemático en la Universidad de Madrid. Discípulo de Schwarz, de Berlín y de Runge y Caratheodary en Gottinga, ha podido reunir el mejor aprendizaje y la inmediata información con un talento nativo para la matemática verdaderamente excepcional. En 1910 publicó una memoria sobre «Correspondencia de figuras elementales», en 1916 la obra Fundamentos de la geomet1ia proyectiva supe1ior. En 1917 Análisis algéb1ico y ahora tiene en prensa su Teo1ia geomét1ica de la polmidad, premiada por la Academia de Ciencias. Su labor de Buenos Aires consistirá en una doble tarea: en conferencias generales ensayará la exposición del organismo de la matemática actual. Ligeros conocimientos de esta ciencia serán suficientes para que los curiosos de nuevas ideas, claras y fuertes, perciban la fisonomía que hoy ofrece el antiguo saber de los números. No dudo que mi egregio compañero de la Uni"
versidad madrileña -que es a la vez co~pañero en esperanzas nacional~ e intenta como yo la labranza de una España mejor-hallará en Buenos Aires el más atento y perspicaz auditorio. · . · _ . . La otra parte de su tarea versará sobre cuestiones mas espe_ciales y.mas para inteligencias especializadas sobre «Problenias de la geometría supenorn.
LOS VOTOS VAN AL PRESIDIO
La Prensa, 2 de julio de 1917
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Señor director de El Dfa. ·
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Amigo Gómez Hidalgo: Me pide.usted que escriba en su periódico sobre el curioso fenómeno social de una población donde, para el cargo más íntimo y doméstico de la vida urbana, son elegidos por, una mayoría inequíVoca «cuatro presidiarios»., En el.artículo «El crédito.de opinión», que ayer publican ustedes, se. solicita Ja intervención literaria en este,asunto de los que no somos legisperitÓs ni.<. Durante sesenta años ha dominado la tendencia a hacer de la jusc ticia o conformidad con el derecho; escrito o eterno, el único valor moral, cuando menos el único digno de regidas relaciones públicas. Y es elderec cho, sin duda, .una cosa altamente venerable de que no podemos prescindir, una de las. muchas cualidades decisivas.dela cultura.J'ero no. es.más que una. Para no hablar sino: del.orden.o .haz moral deia cultura, ahí están la nobleza, la generosidad, el respeto mutuo, la piedad, el coraje ético, en:fin, la grac titud, que' son otros tantos valores morales, cuando menos delmismo rango que la justicia dentro de la.jerarquía ideal que demanda una ética.acertada'.
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El exclusivismo que ha solido imperar en favor del derecho ha traído pésimas consecuencias. Más aún, cualquiera otra virtud que hubiese intentado análogo predominio habría sido más fecunda. ¿Por qué? Por la sen~illa razón de que entre todas las cualidades morales es el derecho, y especialmente la legalidad, la más externa. Sin ley no podemos vivir bien, como sin v~so no podemos beber bien; pero no vacilaremos, si damos a las cos.a~ su deb~do orden, en preferir un buen hontanar a un buen vaso. La atenc10n exc~s1va a la legalidad nos ha dejado en las manos un vaso casi perfecto, pero casi perfoctamente seco. El caso no es nuevo en la historia; como en la literaria asistimos más de una vez a la muerte de una literatura por la exclusiva preocupación de la forma -arte amanerado y retórico-, así en la historia de los sentimientos éticos asistimos a la desaparición de civilizaciones destruidas por el legalismo, -culturas farisaicas. ·Por ventura ' sostiene algo absurdo o indeseable el fariseo? «¡Seamos l . legales!», dice. ¿Quién se atrevería a no seguirle? Pero no; el fariseo dice otra cosa muy distinta: «¡Seamos "ante todo" legales!» Y esto sí es absurdo, esto sí es inmoral, esto sí es antivital. He ahí la enorme importan~ cia que tiene un simple error de ordenación: La ley, cosa venerable .en sú lugar, es abominable puesta «ante» todas las·demás: No, señores fanseos: an.tes que legales, y aun antes que justos', tenemos que ser muchas otras cosas, por ejemplo: nobles, discretos,respetuosos del prójimo, benévolos, etcétera; en suma, buenos. Y antes quebuerios moralmente, buenos vitalmente: Aquí tenemos',' amigo mío, otro puntoen queimporta una radical «re~ novación» de las conciencias. Como el fariseísmo es la perversión nacida de anteponer la legalidad a la moralíntima, es el ascetismo o rigorismo º.utopismo ético la perversión que consiste en atender sólo a la mora~ y olvidarse de la vida. Esta enfermedad presenta síntomas como el que connenen estas palabras: «¡Perezcan las naciones•y que se salven los principios!» ¡Tamp·oco, señores rigoristas, señores radicales, señores utopistas, tampoco! Lamoral vale más que la 'vida, es cierto; pero la mciralno es sino la «vida» buena, el« buei:rn orden de la vida. De5trúye usted la vida y destruye usted con el mismo ge5to la posibilidad de la moral. Destruye usted fa sociedad y aniquila · ·. ·· usted'a la par el «buen» orden social:' · · · . . . : :,. , Esto quiere decir que pued~ darse el caso, ante un hombre o ante un pueblo, de ser más urgente y, por lo tanto, más moral atender a salvar sll vitalidad que su moralidad: sus energías históricas que el orden público. Con un caso típico de esta clase nos hallamos ahora en España; De aquí na~e la idea sustentada pot:mídesde hace años, y expuesta en una conferencia de la Ccím.edia, en•l914 (Vieja y nueva política);la idea, digo, de oponer la
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España «vital» a la.España «oficial» (legal) e invitar a que las gentes, cuando haya conflicto entre una y otra, prefieran siempre aquélla a ésta. ¿Es esto sólo la retórica oposición de una palabra a otra palabra, un ejemplo brillante de lo que llamamos «logomaquia»? No sé; pero me interesaría que alguien lograse explicar y calificar de otra mariera lo que viene aconteciendo en España desde 1, º de junio último. Yo sólo acierto a describirlo de esta manera: España acepta una serie continuada de ilegalidades en gracia de una serie de vitalizaciones. Rompe la costra de los hábitos legales constituidos para dejar crecer y expandirse una realidad vital subyacente y en constitución.' ' · · . ·.. . ·· • · ,· . No pretendo que el pueblo español me haya escuchado ni mucho menos que haga lo que haceporhabermeoído.Pero ello es que desde Lº de junio parecen los españoles preferir la España vital a la España oficial.Lo cual significa que era yo quien había escuchado alas españoles·antes que ellos así mismos. Tal es la:misión delpOlítico, decía yo en la Comedia, abril de 1914: «La misión que, según Fichte; compete al.político, al verdadero po" lítico; consiste en "declarar lo que es", en desprenderse de los tópicos ambientes y•sinvirtud, de los motes viejos' y,.penetrando en el fondo del alma colectiva, tratar de sacar a luz en fórmulas claras; evidentes, esas opinio,. ' . , nes inexpresas e íntimas de un grupo social»'. . . 'Preferencia, pues, defa España vital sobre la Españ'a legal. · Fenómenos más salientes-en que se concreta esa calificación mía del ac· · . , ' tual momento: l.º Para «renovar» a España saltan fuera de la ley los militares, qúe eran · . los encargados de defender la ley. 2.º Los electores de Madrid votan a unos «presidiarios» situados fuera de la leyyderrotan a los partidos turnantes, que hasta ayer eran los en. ·. · . cargados de representar y de hacer la ley. ¿Consecuencia primera de todo-esto? ... La siguiente: • ' ¡Jóvenes deveihte aftas! No hagáis caso de quien os diga que el·políti~ co tiene que ser un hombre que vea la vida como el conde de Romanones. Mirad; yo he hecho toda mi vida próximamente lo contrario que el conde de Romanones. Y, sin embargo, él se ha equivocado en política yyo en polític ca he acertado-yo-:;.¡ que, corno el Pierrot de Laforgue, soy no más que un «lunólogo eminente». ·El Día, 15 de noviembre de 1917
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En el ti::imo ¡:de estas ObÍ-ascon1p°létas, pág. 711'.''
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lI · Señor director:de El Día.
Ami;~ Gó~~
··.: .. Hidalgo: En un viejísimo. «purana»• iridio se dice. que donde quiera pone el hombre sobre el suelo 1a planta pisa siempre cien sen• deros. No háyhechos in.Significantes si el hombre tiene órganos para recibir sus innumerables sentidos y alusiones. Toda cosa, alrozarla nosotro~; nos ·hace guiños y trémulos ademanes, como anhelando que altravés de ellos in• terpretemos su embrujada y aparente mudez. La mejor verdad está dicha en el eterno cuento de.hadas donde unav;iejamendigahallada al borde del camino resulta, a poco que se la. atienda, una gentil princesa¡: ,• : Como un hueso a uri can hambriento, arroja usted a.mi meditación este hecho socialde.unos:<>. Más conéretamente: en pocas cosas manifiestan los españoles tan cqmpacto acuerdo como en desear la supremacía del Poder civil. Y sin embargo '
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han aceptado transitoriamente su mediatización por lafüerza militar. La razón no puede ser más que una: el Poder civil hollado no era tál Poder civil, La . ley rota era sólo-una ficción de ley. Y enla actitud delos militares, aparte toda . clase dereservas secundarías, hemos visto todos preformada y como aspirada una nu.eva legalidad de mejor cuño. El instante en que la opiniónpública dudase gravemente de esto sería el último instante de las Junta5 ·de defensa. ' · Los militares ·han nito la Constitución, la ley general. Más modestos, los electores madrileños han roto íinaley particular: la sentencia en que un tribunal manda a presidio e incapacita a cuatro hombres. El fenómeno es el mismo, pero por ser más modesto y circunscrito procede de causas menos prdfundas;másmomentáneas.:·. .• , ·: . , .. : ;, Como el Podercivil•no ·era tal P_oder ciVil, ásí la sentencia contra el Comité de huelga nacióineficaz. · . Al decir esto creo reflejar escrupulosa e imparcialmente un hecho de la conciencia colectiva: No digo que a mí me parezca bien o mal la sentencia, porque esta declaración carecería de todo interés. Escribo•para gentes leales que cuandoun escritor afirma algo confrontan.esta afirmación con la realidad misma y. si coinciden ambas, aceptan aquélla, y sino, no. Digo; pues,•que para una gran mayoría de conciudadanos la sentencia contra el Comité de huelga nació ineficaz, no pareció una ley «serí:i», se•pre7 sentó sin esos graves y vigorosos:caracteres que hace:iúe5p'etlible una prescripción o mandato. · ·. · Me va usted a permitir, an;_igo mío, que en este punto delicado ~rese sin ambagesnli pensáfüiéntb: · · .. · · .. · . · ¿Por qué no era «seria»;esto es, eficiente, ejecutiva, la sentencia? Lo contrario a la seriedad es la frivolidad y cuanto ha dado motivo al supuesto delito, y. en consecuentia, el proceso mismo y la sentencia forman un tejido de frivolidades. El nombre es' duro, pero no será menester advertir que yo nombro así los acontecimientos y excuso·laspersonas. ·. · · • ¿No debemos llainar frivolidad a la adopción de resoluciones que traen graves consecuencias, en virtud de razonamientos ligeros, pueriles, superficiales? Pues en este sentido fue una evidente frivolidad la huelga general. No necesito probarlo, aunque algún día he de decir lo que me ocurre sobre aquel hecho y sobre la psicología de sus directores. ]\)o necesito probarloporque, tomo es sabido, todas las persorias 1que en e5te movimiento intervinieron hacen constar que no'lo quisieron. Es decir, t¡ue todos reconocen su frivolidad. • A esta primera, de obreros y republicanos, siguió la frivolidadcometic da por el Cuerpo armado. Hubo, por parte de éste, una prontitud;una diligencia: y un celo eri acudir a éontrarrestar la agitadónpopular, quetodo espíritil imparcial, el cual aspire sólo·a entender estos sucesos como un fu-
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tura historiador, necesita mostrar lealmente su.extrañeza. Dos inese,s y medio antes los niilitares consideraban de tal manera corrupta e irritan.te la acción gube,mamental, qudes pareció oportuno y líi:ito declararse en rebeldía. Aproximadamente .España entera abundó en el juicio de los militares sol:íie el estado de cosas vigente; ' .· Esto.obligaba al Ejército a comport:Ílrse con la.debida complejidad, ya que fatalniente-y en bueria hora sea dicho-. son ellos responsables dela dirección que ahora torrui la historia de:España. No pienso con esto, clai;o es, ·que.el Ejército parezca·cómprometido a secundar en activa o en pasiva cualquiera agitación que un grapo díscolo proinuevao Pero sí pienso que queda obligado a reconocer en todo movimiento amplio de la inquietud nacional un hecho «históricamente justificado», respetable en suráíz; del mismD'tipo que el iniciado por la oficialidad. Podrá juzgar ésta, comojuzgo yoj erróneas; la táctica yla intencióndelahuelgaveraniega; poqrá, cuando menos; parecernos vago;ccirifuso, amorfo, el·propósito que la disparaba; pero esto no indica sino que .el Ejército debió actuar de.una manera más exacta,.más:compleja, más inteligenteypatriótica,.respetándo lo que.en ella hubiese de respetable y evita:Íldo lo que en ella había de torpe, maliguo o inoportuno, ·· , , Vago, confuso y amorfo ha sido el propósito de las]untas de defensa, y, sin embargo, los demásesp~ñoles hemos, por suerte,' usado del buen sene tido y. la sensibilidad histórit::i;suficientes para respetar su raíz cordial y aun nutrirla con la atmósfera de nuestra adhesión. Lo dicho por rilí recientemente en una conferencia de La Coruña sobrela importancia nacional del acto rtiílitar me da opción a ser escuchado por los militares sin suspicacia, ' . Comprenderán éstos que después de haber declarado la marcha de los asuntos públicos intolerable; hasta el punto de justificar una rebeldía, no es diguo de ellos «fingir» la conyicción de que un movimiento tan amplio como.el de este verano se deba puramente a unos ,cuantos agitadores de afie cio; ·¿Por qué;· pues, siguieron la trayectoria más simpUsta1 L.os obreros que este verano, con evidente error de táctica; se, declararon en !melga, son los obre~os españoles. Da un poco devergúenza:tener que re.cardar esta útil pero grull.~d.a; pero. yo, que soy lo menos «obrerista» del mundo; he sentido vergúeriza mayor este, verano al.ver en el sembl~nte. de no pocos compatriotas ,un.«rictus» de odio hacia.el obrero. Artiíme pare,ce'inmoral lama~ yor pa~te de los gritos ,qu.e dan.los agitadores de profesión en.las Casas del Pueblo. !',ero que haya alguien en nuestra.sociedad el ,cual sienta odio por. los obreros,'por sus agrapaciones, y aun.por sus errores,'es una cosa que no ya me parec;e.inmoral, sino que no me.parece nada, porque no me cabe e¡i la cabeza, como no me cabe un cuadrado redondo. Sien algún cuarto deb¡m~ deras,-.cosa que yo no .creo posible-.- se hubiese alguien congratulado .de
la perfección con c¡ue las ametralladoras funcionaban frente a los obreros s:~a cuestión.de llevar ese aposento a un museo teratológico, como algo in~ solito; ¡Un cuarto de banderas lleno de <;uadrados redondos!1 · Los últimos documentos públicamente .emanados de las Juntas de d~fensa reconocen, con giro implícito, que hubo enor enlaactitud del Ejército ante la huelga, cuando se quejan de haber sido por el Gobietno.contrapuestos alas obreros. ¿Por qué, pues, si en otros puntos.no han obedecido automáticamente al Gobierno no le obedecieron entonces un poco más complejamente?:•: . :. ' .. ·:. .. . .• . Aquí con:cluxenpará mí los datos y los hechos, y en su hu~co necesito .. · · , : . .: : . • . .. · poner algunas suposicfonesc · Pero ellasyla conclusión de este comentario queden·para una tercera . ·. · .. , ,. . : . carta, amigo GómezHidalgoc' ... ,¡'
El Dict, 18 de noviembre de 1917
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III Amigo .Gómez Hidalgo: Mi carta.anterior no concluía donde concluía su asunto. Quedó truncada por razones de espacio. En ella iba yo desarrol~and? es~a idea: la sentencia ,contra el Coinité de huelga nació'muerta y sm eficacia moraL Porque en la ley que:la dictó venía a ciondensarse una serie de frivolidades.-La primerafüe fa huelgá rllisma. La segunda fue el semblante con· que el Ejército salió a su encuentro. No debió nunca castigar con la una mano sin sustentar con la otra·lo que en aquel movimiento había de explo~ióri deun desconterito.positivo, La huelga.fue una manifestación, fríe vola en la forma, de un malestar realísimo que ciertas capas del cuerpo social sentían y siguen sintiendo. Reconocida la extrema defectubsidad del régimen público; en general, no puede extrañar a ningún hombre comprensivo y honrado que el malestar tome formas particulares en cada clase y grapo de la sociedad: El militar interpretará la angustia nacional acentuando ciertos rasgos de ella que los hábitos mentales propios de su oficio lefoerzari a destacar. El·propietario; a su vez, se quejará preferentemente de otros defectos.
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.·.cbn ·sonrojo he_ ~enid~ que·oír ·este· verano,:,yo :•cantiiz(¡_uierdisti» no menos·que' ~ianti exprest_on baJa con la reproducción de la cual_ no.quisiera_ mancilla~ mi_ texto.
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dere~hIS,tan,_una
H,~.o:.fdo_.~:"~~¡ ).;l~C~~,.españ?:l,~---c~mpla~~r~e._ parque.:_~¡~~ había il~ea_da· b~e-~1; ~los obrero5
espanales. Lá pl~beya frase ascendía plena a los los que la pronunciaba!!. ,
labios~
revelando el plebeyisirio ·visceral de
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El obrero hará lo mismo. Y cada cual buscará el remedio a su· manera moc vilizando sus peculiares recursos. Si cada uno de esos grupos no consi~e, mediante un esfuerzo de reflexión, reconocer y respetar el fondo comuny nacional de justas exigencias que late más allá de esos ademanes discrepantes el militar vendrá a las manos con el propietario y con el obrero, el obrero ~on el propietario y con el militar, todos.con los políticos y los políticos con todos; de suerte que a Ja vuelta de unos meses va a ser España una olla de grillos cocidos en sangre. • · : •· · ·· . · . . ·· · No debió, pues, el Ejército aceptar el equívoco de que el consideraba la protesta obrera como algo extranai:ional, antiSocial e irrespetable en_su esencia. En el plano de la realidad histórica, donde unos·hechos eng~ndran otros con cósmica forzosidad, rriás hondo que aquél donde•se mueven· las voluntades personales, la cansa decisiva de la huelga obréia de agosto fue.la re~ beldía militar de junio.Yo no pretendo juzgar si ello fue bueno o fue malo; peto es cosa palmaria que fue así. Si, como debemos esperar, llega ahora España a un vital renacimiento, sobre el Ejército recaerá el ~on~r de haber d~~o el empellón definitivo. Mas el que lleva el honor de la victona llev~ '.ª~bien Ja responsabilidad de haber presentado la batalla y de todas las VlClSltudes que a esto sigan. Cuanto ha acontecido desde hace seis meses y acontezc~ en un porvenir cuyos confines nadie puede aún marcar es, al menos parcialmente, obra del Ejército, Quiera o no, es él en algún modo responsabl~ d';ello ante Ja Historia y ante Jos honestos corazones. Yyo no creo que se pierda nada con ver las cosas claramente y aceptarlas·según son. ¿Por qué insisto en esfo?.Tengo"algurias razones para ello; . . ' • . ·· Lo más importante que por el pronto cabía hacer en b~nefic10 deu_n.ª España mejor Jo han hecho los militares. Me refiero al barndo de la polí~ ca turnante. Hubiera sido mejor-·-·.¿quién lo duda?~ que en vez de los militares otras fuerzas sociales-más adecuadas dieran cima a esta empresa. Mas; porlo•visto, no tenían energíasuficiente para ello. Los_ militares lo han conseguido; rindámosles; pues, noblemente y siri hipocresías la oportuna gratitud: . . : · .• ·: .. · · ·. .•. _.•.. · ·• • . Pero al mismo tiempo no debemos olvidar que.se.ha obtenido este in" mejorable resultado:por el medio más peligroso. Enmi vocabulario no tiene Ja palabra peligro Ja significación de algo absolutam~nte m~lo que a toda costa deba ser evitado. Sólo lo muerto no está en peligro. Vitalidad, por el contrario, es siempre periculosidad. La intervención militar es saludable, .fec cunda; pero es peligrosa. En cambio, un Gobierno em~liente estilo ~at~ no
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pe~:i~~~~~:~:::t~ubiiqu~ eii ~¡
ti~iado.~
es I111pmualun articulo el arco en ruina», donde entre otras cosas, sugería que España había entrado
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en un período revolucionario. No es que yo desee revolución alguna; todo lo contrario, las detesto. Pero el que yo no desee una cosa· no es una razón para q~e esa cosa deje de acontecer. Ylo que entonces dije y ahora corroboro es que, aun cuando todos los españoles detestásemos el estado revolucionario en él nos halla~os y en él seguiremos un largo espacio por una forzosidad d'e mecánica social. Un sistema ae equilibrio público se ha roto, afortunadamente. El nuevo sistema de público equilibrio no se ha alcanzado aún; de5graciadamente,Nos encontramos, pues; en un régimen de esencial desequilibrio, de proc~orevolucionariá.Si llamamos a los nodos o densificaciones de este proceso revoluciones, hemos pasado ya por dos: la rebeldía militar de junio, Ja huelga general de agosto. Puede que haya alguien a quien asuste, enoje o estorbe lapalabra revolución. En tal caso puede usar otra; me es indiferente,' reservándome el derecho a pensar que quien se asusta, enoja o es estorbado por la sombra que en el aire hiende una palabra, viene a.ser lo que llamamos un imbécil;· :, :.. · Sólo cabe, en mi entender, reducir al mínimum la.parte dolorosa; brutal, innoble y estéril que tienen todos los procesos de revoludón; Ypaia esto, sólo un método existe: que las cabezas cobren.una visión amplia, serena y clara delcomplejofenómeno social, a fin.de que los motivos reales de conc tienda no se multipliquen con los imaginarios.' Dicho de otro modo: que luchen losjuicios, pero no, además de éstos, los prejuicios; Yhe aquí donde arraigan mis temores .. ¿Sé elevará elpensarniento del Ejército. a esa intuición sutil; certera, que la circunstancia exige?· ·. ' : : · . .•• , . · • · En otro lugar pieriso des~nvolver con toda amplitud la cuestión. Ahora sólo quisiera hacer notar que la :ictitúd del Cuerpo armado ante Ja huelga estival no ha sido un buen síntoma'· · .• : ¿Qué idea presidió entonces a sus actos?. Tenemos que movemos ante hipótesis. Pero eliminando lasinverosímiles, yo me quedo con ésta: en agosto quiso el Ejército dar la impresión al país de que seguía siendo Ja fuerza puesta al servicio del orden, dócil al Poder constituido y enemiga de toda turbulencia. Por si el l. q de junio había suscitado.alguna dudasobreello, se ejecutó la represión con un celo subrayado e.insólito. No creo que recusen esta suposición mía nflos más ortodoxos miembros de las Juntas de defensa. · Pues bien; si tal fuela•idea que dirigió al Ejército, con:todo respeto para las personas, yo me·pennito ver eri ellaün síntoma gravísimo de que los grupos de oficiales directores no han conquistado aquella intuición sutil y certera del momento nacional que los dotados deunpatriotismo severo y reflexivo quisiéramos hallar en ellos. ¿Pretendía usted !_,..se me dirá- que se cruzasen de brazos los militares ante la agitación popular? Ni por unmomento pretendo yo tal cosa. En general,
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yo no pretend~ nada; Me limito a abrir.bien los ojos sobre los hechos para proc curar. verlos lo mejor posible. Del pasado no me interesa lo que ha pasado ya sino aquellos factores de él en que parece anunciarse el porvenir.Lo que el Ejército hizo, como lo que el pueblo hizo, acertado o erróneo, .es prétérito irremedillble. En cambib;las ideas, el modo de pensar que determinó la conducta militar importan:áún en el presente, poiqúé en ellas so.specharnos el carácter, las ten~ denciáspsicplógicas de estafüerza que va a colaborar en el próximo futuro. . , Mostrar semejante prisa y celo enparecerala·hora de agosto. sostene·dores de un poder público. que los actos militares de júnioyde julio habían sustancialmente desautorizado me parece.,. ¿Inconsecuente? Eso serialo de menos; la consecuencia es una norma dela lógica intelectual a que n.o necesita. tal vez someteise siempre la.vida; La sospei::há grave que puede desprenderse de. aquelcarnbio de actitud es si los militares creen que el movimiento naé:ional iniciádo·por ellos va a limitarse ala que ellos quisieron y quieren que sea. , ,. : Voy a suponer que· sus deseos.coinciden eiactamente con los míos y con los del lector; •El que nosotros lo queramos-no trae consigo.que ello resulte posible, Nbs9tros.pondremos todos nuestros medips para re~lizarlo, pero el mundo sobre el cúalvertémos nuestro deseo tiene supeculiar estructura y exigencias indominables. Deberemos; .pues, mirar siemprié a la par lo que no" sotros desearrios que sea y lp que el mundo es.aparte de nuestro deseo.· , _. , .• Sáltando de su esfera dé acción propia los militares cumplen un acto de instrucción política. ¿No se quiererecmiocer esta:intervención política potl:notivos abogadescos? Bien; digamos entonces algo más grave: cumplen un aétó de intervención histórica, irriprimen un cierto movimiento ál cuer" po nacional íntegro. Lanzan una piedra al viento y la piedra al abandonarla mano sigue su trayectoria, según la ley ineludible dela gravitación. ¿Fuera serio que, en el áirela•piedra, creyese la mano poder aún regir su ·dirección? Los•militares han dado un empellón.. tal vez glorioso-'-·a la vidá española~ Ésta desarrollará·a si.iirnánera.española, de quien la maneta:militar es sólo un rasgo, este impulso ,recibido. La idea de lo que debe'. hacer~~ en cada mo" mento tiene, por fuerza,rque.ser-distinta enila-cabeza-deLmi.htar,.enJa.dl!l obrero, enlá del-industriál:.NO'hay duda que la resultante será una articula.ción de todas estas ideas parciales. Pero ese término 'se obtendrá con tanto menos dolor y; tanta menor.pérdida cuanto seá él ésfuerzo que cada uno de esos gremios ponga en superar susrlimitadas ideasrgremiales. . : ·-.. , . ' , No basta con.qué generosamerlte posterguemos nuestros mtereses de grupo;·es menester.que ~onsigarnbs dominarlas'propensionesmentalés.que nos ha impuesto nuestro oficio. r '•• ·· · ' · ''i' .,. •' · '; .,, ,El órgano depercepciónrtiene ql\e ser.adecuado al objeto percibido. Con el oído no tocamos los colores;-Con la visión no_olémos-lqs sonidos. Del mis7
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mo modo, el Ejér('.ito no puede salir al encuentro de los hechos nacionales por él suscitados con ideas y hábitos puramente militares. Si no atiende esto, c~da paso. será un tropezón, como el de agosto. ¿No fue un tropezón? En jumono existía el menor equívoco entre oficiales y obreros. En agosto se sembraba est~ equívoco, que sigue madurando. ¿Puede quien sea patriota y no padezca de estupidez juzgar esto indiferente? Pero hay más; en junio simbolizaba el Ejército la reivindicación de la realidad, ~e la sen.edad, fr~nte a las inmorales ficciones constituidas. Hoy vemos a un numero bren considerable de electores que envía sus votos a unos hombres sentenciados por un tribunal militar. Puede que haya quien crea haber cumplido todos sus deberes morales e intelectuales declarando locos 0 antipatriot~ a ~os electores. Con esta manera sólita de juzgar al enemigo no se le suprune, simplemente se avanza un paso hacia la olla de sangre. Como directores de las agrupaciones obreras, estos cuatro hombres han fracasado. Sin embargo, los obreros los vuelven a elegir. No será por la brillantez de su gestión. Más bien parece que con su voto protestan de la ficción l~gal con que un tribunal de oficiales solidarios de la hora de junio sentencia a unos hombres colaboradores en la hora de agosto. Y como lo abfotdo no puede prosperar, no prosperará el falso poder civil de los partidos turnantes que los oficiales aniquilaron, ni la sentencia del tribunal que los obreros madrileños desde las urnas revocan. · N? será necesario decir qÚe toda esta literatura mía es inútil, amigo Gómez Hidalgo. La ceguera partidista ocultará a los ojos de unos y otros estas evidencias. Me interesa, al despedirme ahora de usted, decir dos cosas: la primera es que YP no he votado al Comité de huelga. Y no porque haya votado a otros, smo ~arque voto en. blanco en virtud de razones que ahora serían por completo moportunas. 51 no fuese una impertinencia, sobre la papeleta en blanco extende1'.a mi protesta contra la ley del señor La Cierva, que me obliga avotar. Considero esta ley un atropello de mi persona individual por el Estado. La segunda cosa es que de los cien haces presentados por el hecho de esta ele.c~ión yo sólo he aludido a los que ofrecen un carácter nacional y no partidista. Tampoco he tocado el punto propiamente ideológico de derecho político y filosofía del derecho. No es, por otra parte, necesario. Un maestro de todos, don Pedro Dorado Montero, ha puesto el·problema con toda precisión donde yo, discípulo, lo hubiera puesto, salvas ligeras variantes. La cue~ti~n es, en efecto, si la soberanía ejercida en un acto de sufragio puede ser hmitada por una ley particular, y; en consecuencia, si tiene sentido la inhabilitación para cargos públicos sometidos al sufragio universal.
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Hasta otra, amigo Gómez Hidalgo, y q~e los próximos diez o doce me~ ses de vida española no sean sueños frenéucos y crueles que teme su afee ', , , tísimo,José Ortega y Gasset..
HACIA UNAMEJORPOLÍTICA ,.
,..
, El Día, 24 de noviembre de 1917
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ELHOMBRE DELA CALLE ESCRIBE.:.
Porv~ pri~~raa~~~~cemi nom~:e
e~
peri~dic6,
semi6scuro este cuyas columnas espero frecuentar. Ya que, no pueda otra cosa, quisiera verter en sus moldes mis esperanzas españolas. Lector, he de hablarte a menudo desdeE!So! sobre cosas de la tierra"' especialmente sobre, cosas políticas de la tierra; y más especialmente tc:>davía sobre cosas políticas de la tierra de España. , , ·El título de este periódico. significa, ante;todo; un deseo de ver las cosas claras. Frente a cualquie~,hechci o problema equivale, pues, a un imperativo de mayor Claridad ya í.maapelación que del crepúsculo hacemos al mediodía. Recuerda, lector, el do de pecho que un día daba nuestro viejo maestro Goethe: Yo me declaro del linaje de ésos que de lo osauv hacia lo claro aspiran:
Aspiremos, pues, hacia lo .claro en las, cosas de España, que son, nuestras cosas. Exijámonos y exijamos delos demás una magnífica voluntad de mediodía. Queremos y creernos posible una España mejor-,-'más fuerte, más rica, más noble, más bella. Esta España mejor no nos púede caer de la luna, rii'siquiera de El SoLParaJograrla es menester que nos hagamos todos un poco'mejores en todo:•que un afán de vida poderosa; limpia y clara despierte en la raza entera: que,cada españolseresuelvaa elevar unas cuantas atmósferas la presión de sus potencias espirittiales. Yan,tes que ninguna otra; la inteligencia. Tódo español está muy especialmente obligado a ser•níañima más inteligente que hoy; a avergonzarse de sus prejuicios, de sus tópicos; de, sus cegueras, de sus angosturas mentales. Si
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no nos deterrllinamos a ciar mayor finura, mayor evidencfay concreción, mayor elegancia a nuestros pensamientos, todo será en vano. Seguirá siendo España lo que ha solido ser durante tres siglos: un aldeón torpe y oscuro que Europa arrastraba en uno de sus bordes. Tenemos .q~e ensancham_os l'.15 ca~ezas para dar a nuestras ideas dimensiones de mundiahdad. La Es_Pana-villomo no nos interesa: queremos y creemos posible una España mundial. El que se contente con menos no cuente con nosotros. Cuando España fue, fue una España mundial-fue la inventora de lo mundial. No aceptó que hubiese nada en la tierra que le fuera extraño. Con mayor o menor acierto puso en todo mano y se dejaba conmover por cuanto en el Universo acaecía. Inclu~ive por lo que aún no acaecía; así nuestro pueblo presintió a América. Cinco siglos antes que Guillermo 11 inventamos la Weltpolitih. Renovando una frase famosa del abate Galliani, podríamos decir que fue España una espada cuyo puño estaba en Castilla y la punta en todas pa:tes. . . .. . . . • , . La existencia histórica ha tomado luego otras formas y hoy vida mundial no quiere decir, como entonces, dominio del mundo, sino sensibilidad para cuanto acontece en el mundo, cabeza rnúltipk,sutily clara ..· ·1• ; Yo hubiera querido que este primer artículo corriese todo élen ese ton? de nacional ditirambo, sin tocar tema alguno de carácter personaL Propenso al entusiasmo; había deseado, antes que nada\ contaminar a mis lectores del fervor inveterado que desde mi mocedad siento hacia una Españarnej?r. Pero se me ha adelantado el señor ministro de la Guerra; publicando anteayer una nota oficiosa donde se exige delos periódicos que no hablen de ciertas cosa5¡ Ahora bien, yo tengo que hablar, como arriba anuncio, de las cosas de Espa" ña y de las restantes al través de las españolas. Yo no voy a hablar enEl S~l del sol de Sirio ni de la estrella Alpha Centami. He de comentar con preferencia los he~hos más hondos, serios y reales de nuestra vida actual. Pues bien, precisamente de esos hechos me invita el señor ministro a callar. He aquí por qué, antes de hablar sobre ellos, necesito hablar del señor La Cierva, que se interpone .. . entre las cosas de España y mi española pluma-. . · . Gente de cráneo estrecho y corazón sin aseo acaso piense: ya conuenza la campaña contra el señor La Cierva. A esto yo respon~ería ~ue .se trata de todo lo contrario. ¿Serámenester quedeclaremiperfecta 1nsohdandad con el grito «¡Cierva, no!»? Basta que sea un grito para que ~é sienta incompatible con él: Pero ahora· se t:ratajustamente de evitar que conuencela campana contra el señor La Cierva, Aprovecho, con tal fin, esta ocasión primeriza, cuando aún no está el aire turbado por elapaSionamiento y dos hombres honestos pue~ den llegar a poner bien en' claro un asunto en que discrepan; No me parece superfluo que ejercitando la niayor cantidad posible de buena fe y .de mutua cprn" prensión vengamos a un acuerdo el señor ministro de la Guerra y yo. ·
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Ellector, irritado, prorrumpe: ¿Cómo se entiende? ¿Quién es usted para que el señor La Cierva venga a acuerdo con usted? En efecto, lector irritado: yo soy poco más que nadie; como decía Ulises; Yo soy un español cualquiera. Pero ahf está el toque: si se quiere que no empiece la eterna y lamentable campaña_ccintra el señorLa Cierva, es menester que el señor La Cierva venc · ga a acuerdo con un español cualquiera. Sielseñot La Cierva se preocupa sólo de concordar con los ministros, presidentes de Audiencia; coroneles, jefes superiores de Administración, próceres, obispos, senadores; etcétera, cuantos no somos nada de eso; corremos riesgo evidente de caer en desacuerdo con éh Yen este caso, no'doyun higo poda prosperidad política del señor La Cierva. Es de su interés una discreta rnodestia y bajar todo lo que pueda la taSa de las personas con quienes procura llegara un: acuerdo. Si quiere ser verdaderamente fuerte, tendrá que descender a·la tasa mínima, la de un español cualquiera. Aquí tienes, lector irritado, por qué me permito invitar al señor ministro de la Guerra a una conversación conmigo the man in the street. · · He dado, por mi parte, a esta conversación la forma de una nota oficiosa:en·queyo; el ciudadano ·X, me permito contestar a Ta que; como a· redactor de un periódico, me dirige tan elevada autoridad. En ella se tocartalgu~ nos puntos que considero esenciales para la nueva política. . No es elrnenos. irnportantela·urgencia deqrielosrninistros dela•Guerra y-delos otros rarnos:se esfuercen seriamente·enfoicerse hoy más inteligentes que ayer, mañana más que hoy, y apliquen a la vida pública ideas más complejas;: claras y elegantes; . · . · · : .' :. · ·· ·. •. Aquí hallará mañana el lectorla nota oficiosa que el hombre de la calle escribe. · El Sol, 7 de diciembre de 1917
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NOTA OFICIOSA DEL HOMBRE DE LA CALLE · El' hombre de la calle se considera en eLcaso de poner algunos reparos a la actitud que el señor ministro de la Guerra parece anunciar en una n0ta publicada días hace. · r¡ El hombre dela calle, corno miembro de la sociedad española, está personalmente interesado en que: el señor La Ciervay los demás ministros lleven a cabo una gestión fecunda. A este fin desea que los ministros no
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tropiecen con. más dificultades que las inevitables y no multipliquen aquéllas con las que a sí mismos se creen. La primera condición para. ello es que.los ministros actuales no olviden en ningún momento su origen ministerial. Nacieron ala gobernación envire tud de.un movimiento triturador de ficciones. No·pueden, en consecuencia, apoyarse ~n esas ficciones aniquiladas. No pueden, p.or ejemplo, hacer el gesto,.druídic.o. con quelos ministros anteriores al estío último solían conjurar alas mayorías parlamentarias, coro de sombras fieles y monosilábicas. qui; sostenían sobre sus hombros irreales toda una Espáña de alucinación. No pl.\edentampoco.usar de.las frases hechas y frívolas· convenciones que en aquella España servían de eficaces resortes, pero en.ésta sólo sirven para rec cardamos torpesfantas:magoriaS;::. ·• · :: . •Por otra parte;. ha se han creado aún, afortunadamente, lás nuevas fic~ dones: ¿Dónde, p:ues, )mbrán deapoyarse:estos :ministros.para dar alana e ción sus golpes de palanca?;:: El hombre de la calle sospecha que no se puede gobernar en el.vacío; Gobernar es apoyarse en fuerzas sociales .. Hasta el pájaro, para cantar, apoya su lírico cuerpecillo en la rama.benévola. Del mismo modo, el ministro, pam.gobernar, se sustenta sobre energías de la adhesión pública; Dejemos a un !ad.o el tópico de h1 opinión pública, más ~ecesitado de reforma que otro alguno .. Pero·es lo cierto que no se puede gobernar sin apoyarse en la adhesión deúna parte delos españoles: ¿De cuántos? No es lo importante el número.de amigos.con que un político cuente, aun.entendiendo por amigos todos los que honradamente coinciden con sus ideas. El entuc siasmo de los amigos puede servir para encumbrar: al político, para darle vida una hora. Pero no basta para que gobierne. Por muchos que sean los partidarios de un político, son siempre prácticamente más numerosos los enemigos. Lo importante para :Un político es la adhesión de los enemigos, la cual solemos llamarrespeto. El respeto que un ministro logre inspirar a los enemigos constituye la fuerza real en que se apoya su gobernación. Lo propio acontece con el escritói:. Cuantos más adeptos tenga, o lo que es igual, cuanto mayor éxito logre, más crecerá el círculo de los hostiles, envidiosos y resentidos. Hecha la resl:ll, queda sólo ensú favór el respeto que su obra y su conducta hayan sabido infiltrar en la misma hostilidad. Si es necesario siempre al hombre público ganárseel respeto delos enemigos, lo.es mucho más enel tiempo que vivimos. Porque lasllneas.generales de lo que debe hacerse, los nuevos programas condensadore5 deriuec vos partidos nó están aún claros· en ninguna cabeza. Es una hora en que los ministros no puedenformalmente: contar con.amigos. Deben adopxar el supuesto táctico. de que todos los españoles.. hartos de desesperanzas y
deserigaftos-so~os sus enemigos. Día por día, minuto por minuto, pala-
bra porpalabra, tienen que conquistár nuestro respeto.:• · ·.: .. · · Y pará éllo .es imprescindible un mínimum de seriedad en las palabras y en los acto,s. Los españoles de la nueva generación hemos sido educados enla ~n:~spe~osid~d a los go~ierrios. Porque los hombres que los integraban h1ciercm imposible todo anhelo de respeto germinánte en.nosotros: Los di~c;irsos que óíariios;los éscntós que dé ellos leíamos rríariife5tában una cíniea n;s?lución de enfrohtarse.cori el sen.tido común. Solían ser palabras y ~ª:e: manes, absurdas, exentas dé conte1;1ido, como nacidas én cerebros par~lltlcos: Los que gozab~n dé t1ri alma déliéada se sent'ían reiteradamente oferididós aladve'rtit en.las gesticulaci6ne5 del político la suposición de que los españoles a quierie5 se dirigían fotmaban'uria sociedad de idiotás: Un fonª? de éónciencia ,étiticáháée brotarénmis fabiós fa•ili.aldkión contra esos hoiribtes frívolos y'deíi'ldóle iiiferior que han: segado ell:rluést'rós corázones las• dos potencias supremas dé'nacionalización, que han dejado niiést'rás almas mancas yc'ón: dos nmñories:'sinrespetó ni esperania: .• . . ¡ ' ·. : ' ... Pero ria• ~stá bien que el hómbre dé la calle sé encarame al trípode de las maldici?né~. ~ar~~émos p~r lo llano: El caso concréto que motiv~ lós párrafos .antenores no es para tanto y ho debe todo fo dkh? aplicarse a él. Se trata simplemente de que enla nota del ministro de la Guerra hay imá frac s:'~ue dicéasí: ~:c!e en cuestiones pohticas ».Esto. dice el ~enó~La Cierva a los periódicos, invitándoles que no hablen de la acttiacióri de las Juntas dé defensa. Significá, pues, que son los e.scritores quienes mezclan en política a los militares: 'Como'esto es'sericillan;-ente i.in.a:cosa sin sentido,' suplico al señor Lá. Cierva que evite en lo :ucesi:~ puenhzar. Porque el hombre de la calle aspira á respetarle, y el senor mmistro no'debe ponerle: estorbos al logro de esta aspiración,· ' · Por encima de toda duda está, seña; La Cierva, que nó son: los escritore_s ~uienes han mezclado en'política al Ejército, sino el Ejé'rcito quien libemmamente se ha mezclado•en política: Ha cumplido actos políticos na dado a~ viento manifiestos; cartas y entrevistas. De esa intervención polítlca ha nacido la España de hoy; y de ella, probablemente, brotaran la floryetfrul to de la fu rora. Sobre esa intervención gravita hoy íntegra la eíeistenda nacional. ¿Le parece· serio al señor ministro que no se hable de eso? · ' '¿Qué idea ti.erren de la vida 'sociallos ministros españoles? He aquíurni pregunta teórica que el hombre de la calle se ha hecho más de una vez: Y la respuesta' ha sido sieniprela misma: los ministros españoles tienen de la vida social una idea propia; a la vez, de un Faraón: y de un cacique de aldea. Creen q~e la vida ~ocia! se hace en sus despachos. No se enteran de que la vida social es· convivencia. •. ·, .
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Cercada de guerra, permite Prusia que se haga propaganda nada menos que para una reforma constitucional. Con el torso en la trinchera y un t.étri, co mar has.ta los lomos, permite Inglaterra que hable ,todo el mundo cuanto guste.y q,ue un Lord incruento predique la.paz. Por algo los Qobiernos,de ese tos dos pu~blos próceres obraµ así. Mas todo es en vano.Los ministros españoles seguirán creyendo que tiene sentido,' que no.es una probada torpeza c¡:eeF,quesu misión, está en;que, nq se habl{! de la~ cosas. , , , '. Todavía no se. ha comenzado a decir hasta qué punto la aparición de las juntasde .defensa ~primero !.as militares, luego las restanter constituye, .tal v~, el he.cho .más glorioso, II\ás,saludable, más original; más.europeo que la . España de los Jiltimos. cien años puede presentar al mundo. Yya se acude al, deanflrn~nte, ciegaID,~nJe, P1lertl111er1,te, a trabarlas plumas,y]as ]engua,s. · ¿Por qué? Aquí hallamosclo aldeano, l.o ciego,, lo pueril del caso;porque puede acontecerqu,e algún periódico del qtranadio, cultivador de. unalic teratura .grosera y sin autoridad,, es~riba.palabr:as que acaso «puedai:i relajar la disciplina». La desproporcióg entre, el peligro y la cau.tela pare,ce mons; truosa. Ahora bienJa cultura.d,eun espíritu se mide por su distancia de los razonamientos monsttuosqs. El oso tiene su políti.ca: la política delapa, tada deloso. J'ara esp¡mtar la mosca que ofende la mejilla del hombre ami•, • ·.' · • · ·. • go, eLoso aplasta la cabeza, del hombre •. ' ' , · Nos dirigimos haciala instauración de una,nueva estructura nacional. Para .ello hace falta que tod~slas fibras españolas .entren 1.en conmoción, que tqdos vivamos más enérgicamente.Ynos salen al paso con un ademán de alcalde de ,cuadrilla.. ,: , · ¿Cuándo aprenderán nuestros ministros que los hombres de la calle no hemos venido. al mundo para que se nos gobierne con facilidad, sino al ~on trario, los Go]:¡iernos. existen para que los hombres dela calle puedan vivir cada día cmi mayor plenitud y menos vetos?. . , . , El señor La Cierva; entre muchas excelentes condiciones, tiene algunos deféétos graVes.·uno'deeUos, que ha .v,iajado poco,,Su actuació.n ofrece .casi siempre una fisonomía proVÍ!lciaL Otro defecto; es que tiende a podar la libertad del prójimo, ,• , Elhombre dela calle le dirige, con inmejorable intención, esta nota ofi, cibsa, a finde que deje triunfar en su ánimo sus.dotes mejores sobre las menos buenas, Recurrimos;:pues, como es uso en el Vaticano, del señmministro distraído al señor fuiliisttb ·atento. No hay sobra de hombres en España que gocen de ciertas cualidades superlativas residentes ene! señor,I:.a Cierva. «Invocamos su patriotismo» para que.no anule con sus vicios su5 virtlides. • ·
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III
,COMEDIA DEL .LIBERTINO . . . . ESCRUPULOSO -
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ALseñ~r Sánchez de Toca le parece monstru.050. que los militares; orga- . nizándose en juntas de defensa, transfieran al cuerpo armado el principio sindical <:!esc;ubierto y elaborado por los 9breros, Como la mayor parte de los españoles pedimos ~¡porvenir y esperamos de él próximamente lo contra7 río que este político· conservador, me parece la ocasión excelente para que discrepemos de sus juicios. · Todo el mundo conoce el famosojuego de palabras que.emplea Bergson Parª condensaruna de.sus más sagaces te0rías:.«1e désordr~,-,-di,ceCT'c;est le conjlit entre de:ux ordres». «El desorden es ~l.c'onflicto entre .dos órdeges~>· Cuando la situación de las cosas eri la realidad no coir\cide con la cuadrícula del.asi<:leas·en nuestra cabeza, decimos que las cosas es.tán en desorden. El orden de las ideas en la menteyespetable, pero un poco faraónica, del señor Sánchez deToca no admite que en el mundo existan juntas militares de defensa. Nada,más natural: la mente,de.l señor Sán.chez de Toca fue ecju7 cada en la tertulia de Cá.novas. del Castillo, y se. amaID,antó. ,de la ubérrima Res.tauración. La Res.tauración fue una época:eg que, rein.aba un orden delicioso: se hizp en ella o se dejó de hacertodo en beneficio de una máscara y ficción de orden. Mas. a la deliciosa época restauradora.siguieron.los áños de las. vacas flacas. No se olvide que nosotros, los que ahora estamos en la mi, tad deLcamino, tuvimos quenutriqmestra mocedad con las amarguras de 1898. El 1898-¿será necesario advertirlo?-no es una página de retóric.a: es el deshonor y la vergüenza, es la miseria y la desesperanza, es haber hallado;.al despertar, truncas las esperanzas y tradiciones familiares, mancillado él hogar, segada de todo ideal;de toda virtud la nativa vega. El1898 no es una página deretórica, antes bien es la herida abierta que en el.alma llevamos los españoles de treinta años y, a la cual tenemos .que asomarnqs para ver la vida· y el mundo.justo es, pues, que el orden de nuestras ideas no. coincida con el que usufructúa el sei).orSánchez de Toca. A este político respetable le acomete.deipronto.e!.atormentador.escrúpulo de que se está faltando ala disciplina; .esto le parece un horrífico desorden. En cambio pudo vivirimedianamente feliz ,en un régimen público que toleraba la triste farsa suburbana de un ejército inexistente; escarnecido por.el favoritismo y gobernado por.la incompetencia. Es más;1según.me dicen; cuando enfacÍ:isis última fue llamado a.Palacio nuestro. barroco estadista, indicó a la. Corona que se hallaba de acuerdo con las] tintas de defensá. Cie~toque éstas no eran cómplices en tal acuerdo: .ni lo.habían buscado, ni tenían de él sospecha.
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Este escrúpulo subitáneo, qu·e bro.ta en el viejo corazón astuto de nuestro don Joaquín Sánchez de Toca, consigue enternecemos un momento. Pero nada Ínás que un rriomeritb. El porvenir es cosa demasiado seria para que lo supeditemos a estas ternuras transitorias motivadas por un hombre, sin. duda respetable, pero caduco, y cuyo interés consiSte en que perdure la estructura social donde él ha vivido y triunfado', · . .· . Nosotros nécesitamos que la segunda parte de nuestra vida selt un poco más grata yrilás humana que la primera; necésitamos,•por fo'menos,•pre]Jararariuéstros hijos una España más noble y fértil, que se páreica lo merios po~ sible al establo deAugias. Obreros, rhilitares, labradores, técnicos,füdustria" les; estllmos íésueltoS a ello'. •Sin jactancias ni vociferaciones esdrújulas; más bién conla tranquila: energia que propOrcionafa lt1minosa evidencia del deber. Sabemos que unpueblb1lb cambia de esqueleto sin doldres y peligrosos trah0 cés; Pasaremos, sin duda; por horas de congoja y aparéntes desórdenes. Pero aquellOs serán dignos dél tierrij:íó vénidefo, C[T:iese]Jan; éri rriediO cÍélcis shée~6s multicolores, no perder de vis'talameta final; fa Espáña mejor: · · •··Lbs militares han sido los inieiadores de la hueva 'trayectoria: sería un erfor'que viesen en la literatur& del'Señor Sanchez deToca una objeción sériá! Ni ellos hi nosotros creemos que lásJunfas de defensa militares y civiles puedan vivir perdurablemente como hasta aquí: A ellos y a riósbtros nos urge que esta nueva institud6n, nacida, con tan fecunda originalidad; de los dolores nacionales, reciba. su consagración jurídica. Si logramos esto antes del fin· dela guerra, habrémos ofrecido al mundo un ejemplo dé nue" vos organismos 'sociales; que bastará para justificar a•sus ojos' nuestra ausencia de la lucha universal. En vez de mirar al futuro el señor Sánchez de Toca se ocupa ahora en deletrear la historia romana, y nos invita a una política con un programá de primero de latin. Es extraño que hombre tan culto y tansutil no se haya hetho•é:argo de que el militar que ésta guerra prepara para él mañana es un tipo socialrtuevo'éillcorriparable tonel soldado napOleonico; con el capitán de tercio o el centurión de Sylla: • . • · •• Tiene cada époéa su prototipo social, quiero decir¡i.lll oficio que sirve de modelbyorientadorparalas formas todas deJa sociedad. En la Edad Antigua · es el soldado. Todas las instituciones públicas se derivan, o cuando menos, se inspiran ·en el grterrero. El ciudadano· es ciudadano porque es soldado de la pa~ tria y no al revés; Las ciudadanos romanos son los quidtes, que quiere decir los hombrés•dela lanzai Y cuando la comunidad de los Siete Montes entra en la hiStoria, realiza la reforma constitucional dé Servio Tulio, la cual consiStió·en sustituir la organización del pueblo; fundada en lasherenciasfamiliares-lf\S curiaS=.con otra-·-las centurias-'-takada enlas conveniencias militares'.
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Lo que el guerrero fue para el mundo antiguo, es para nuestra edad el obrero. Sus creaciones jurídicas, sus órganos de cooperación y de defensa van, poco a poco, informando el cuerpo todo del Estado. Querer detener esa corriente ante el ofici9 militar equivale a cerrar para éste la puerta del futuro. La presente guerra,· turquesa formidable de fuego y de muerte, ha mol- . deado un huevo ·ideal de guerrero. Vive hoy el militar europeo enterrado en la trinchera; cuando salga de ella veremos que la mitad de su cuerpo es de obrero. Y sentirá indominable repugnancia por todos los arcaicos privilegios que hacían del Ejército un ejemplar de faunas desaparecidas. Vamos, pues, hacia el intento de fabricar una España diStinta y superior a la que el señor Sánchez de Toca ha conocido. Para ella necesitamos todas las manos: la del militar como la del obrero, reunidas en la sublime faena de lábrarnos mi.a patria saludable. Qúe no venga un' abogado· de otros tiempos a·roni.per astutamente esta severa fratetnidad. · Y aur\: cuan.do venga, el!ema de las Juntas de defensa debe ser el miSmÓ qué Ctomwell dio a sus ejércitós: Vestigia nulla.rúrorsitm: ninguna huella hal cia atrás;· - _¡_; i
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•·Hecho este breve alto para oír la antigua y sugestiva voz de donjoaquín Sánchez de Toca, digamos lo que al partir dicen los conductores de tranvía en Nueva•York: Fonvardl ¡Adelantel ; ; ' •·
El Sol; 28 de diciembre de 1917
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LOCALISMO
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¡Toledo, Ciudad Real,Logro~o!... He ahí ~f'.5 ejemplos de buen sentido
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político que deberían ser imitados.por los demás distritos españoles .. Hom~ bres radicados en la localidad, de vida tespetabley con autoridad.social, levantan en esas tres capitales úna bandera blanca y limpia: la defensa locaL ¿Por qué no se hace lo mismo en todos los lugares de España? Nadie puede ya acogerse alas viejos programas de los viejos partidos que ahora consuman su evaporación. Credo conservador, credo liberal, credo radical, son credos que han perdido la capacidad de ser creídos. La conciencia pública se ha afinado harto para no exigir ideas políticas más claras, más serenas, más eficaces y menos patéticas. · Por otra parte, sería vano el intento de improvisarnueyos dogmas soc dales que pretendiesen agrupar a los españoles en tres o cuatro grandes par, tidos. Ello vendrá lentamente, cuando hayamos liquidado del todo la España ficticia en que viviamos y puestos cara a cara con nuestros problemas verdaderos -no con fantasmas de problemas- se inicien soluciones divergentes. Pues bien, entre ese pasado que se desvanece y este porvenir que aún no es venido, hay para todos los españoles serios una actitud clara: la organización y la afirmación de la vida local. Todo lo demás nos parece o ya caduco o aún vago y problemático. La cosa no puede ser más positiva y factible: en cada distrito inténtese la unión de los hombres selectos, de los más responsables y autorizados -tal vez por asco remotos hasta ahora de la política-, para que de ellos salga una voz de guerra contra los caciques madrileños y las organizaciones desmorac lizadas de aquellos partidos hoy en cesantía. Formen esos hombres mejores una junta local que se proponga la concentración de los paisanos en un haz vigoroso, resuelto a defender la dignidad de la comarca, a purificar la moral de los municipios y de su representación parlamentaria, a concretar y hacer
que se respetenlastlecesídades peculiares deaquellos miles de españoles convecinos y. de aquel trozo de terruÍio nacional. No creemas que pueda mejorar nuestra Patria en forma apreciable rnien. tras no entren en erupción histórica valles y collados, casares, pueblos y villas. Hoy sólo viven políticamente unas cuantas ciudades y unas breves fajas del mapa penínsular: Millones de españoles no han intervenido aún en la existencia civil. Y del mismo modo que el mero aumento de población es en economía un aumento de riqueza, no hay más cierta perfección en la política que la oriunda de la mera multiplicación de los políticamente activos. Es preciso que los más humildes rincones de España aprendan a sentir la orgullosa voluntad de ser sí mismos, que sean protagonistas de su propia vida y no comparsa rriuda y desdeñada que se mueve en línea de rebaño·al fondá' de la escertá. ·' ··· · •· " ; ··· · . Nos i:oírrplace!nos citimdo de nuevo en fa ordén del' día las tres ciudal des. que haridádo •aporfuriainerüé las primeras voces dé localiSmo: ¡Toledo, CiudadRealyl::ogroño! · ·•· Publicado sin firrila;E!Sol, 12 de diéiembte de 1917 1
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DON GUMERSINDO DE AZCÁRATE HA MUERTO
E~las mism~~ h~;a~ en qu~ clan Rafael María ele i~bra s~fre una grave en~ fermedad don.. Gumersindo de Azcárate se aleja de la vida. Alaus.entarse tan -··--- . . -·venerable figura de entre J105ott,osparéce entrar definitiva.mente en la historia, que habla por ecos -el documento, la imagen, la leyenda-.-; una edadde la existencia española. Estos años postreros habían segado las últimas filas de los hombres que actuaron en los tiempos anteriqp!s .ala Restauración y eran para nosotros como supervivientes de una época que nos parecía más heroica, más enérgica, de mayor frenesí espiritual, sobre la cual había venido luego un diluvio de corrupción, cinismo y desesperanza. Conforme iban cayendo al golpe de la hoz incansable esos hombres mejores y de histórica fisonomía, la figura castiza de Azcárate parecía condensar sobre sí todas las alusiones, remembranzas y sentimientos que en nosotros aquel pasado levantaba, como en la llanura, bajo el sol, alza el viento doradas tolvaneras. <<¡Ya se van, ya se van!» -decíamos. Y luego: «¡Queda Azcárate! » Enjuto, de aventajada estatura, barba de plata y rostro cetrino, le veíamos pasar, emocionados, como a un Don Quijote vuelto a la cordura. Con él pasaban las sombras de Castelar y Cánovas, Salmerón y Giner. Cuando entraba y salía, entraba y salía en nuestras almas un vasto rumor de ideales entusiasmos, una cálida ráfaga de esencial patriotismo y trascendente humanidad. El semblante de la vida cambia con cada generación. Trae cada una de ellas una peculiar sensibilidad, ciertas propensiones genuinas para el pensar y el sentir. Esto hace que valoren las cosas de distinta suerte y prefieran los de hoy ideas y obras de arte que los de ayer desestimaron, o sientan aversión por lo que éstos amaron. Y acontece que en el regazo de cada época conviven siempre tres generaciones: los abuelos, los padres, los hijos. Así hemos habitado el mismo girón del tiempo los hombres de la República, los hombres de la Restauración y los que aún tenemos blanco y sin armas el escudo. Pues bien, nada acaso indica mejor cuál será el futuro español, como notar --~
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el hecho de que los .hombres con el escudo blanco sentíamos mayor afinidad con los homl;ires de 1869 que con los restauradores. Y no era, ciertamente, su República lo. que nos atraía, eran su sentido moral de la ·vida, su anhelo . de saber y dp meditar. Frente a ellos, los hombres educados en la Restauración parecían desmoralizados y frívolos, exentos de curiosidad y de estudio. Aquéllos fueron profesores, escritores, amigos del libro y la idea. Éstos eran, y son, abogados, negociantes, aficionados a mínimas intrigas. Se nos va conAzcárate el último ejemplar de una casta de hombres que creía en las cosas superiores y para los cuales toda hora llegaba con un deber y un escrúpulo en la alforja. Y como en todas las castas nobles.parecen sutilizarse y aquilatarse las excelencias del linaje cuando la adversidad diezma sus filas, enrarecida por la muerte la sangre de aquella venerada generación vino a adquirir en Azcárate, su hombre último, la más pura y sencilla calidad. Muere solo, nuestro bueno y amado Dou Quijote de la barba de plata> solo. entre su~ libros y sus virtudes, .¡ . ¿Solo? Con soledad de los suyos al menos. P,orque nosotros somos del futuro. Nµestra filial piedad consistirá en seguirle: Pero seguira Azcárate -COI!lO seguir a (iiner.,_-, e~ seguir hacia adelante. ..De un egregio pasado español ya no queda nada: ¡Ya.no queda Azcárate! .Pero a.hora queda sobre .su tumba lo que debe quedar siempre cuando los que viven son fieles a los muertos: elverde brote de la esperanza.
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OTRA MANERA DE PENSAR -'
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si yo la edaclen que vivan Íos hijos de mis hijos, cd:o todos lds viejos habré de complacerme alguna vez resucitando el buen tiempo feriecido.Lavejez, vista desde dentro; consiste en que se van abriendo en el área del alma multitud de eséotillones'-~como ojales inodusos de llagas' que dieron doloreS,-'-'-; por escis escotillones brincan a lo mejor sobre la escena de la memoria reminiscencias caprichosas; que hacen una pirueta o un 'gesto nervioso y lejano yvlielven'a sumirsébajo la' tierra mental! Nada se¡:>arece menos a la imagen continua y bien ordenada de la historia, como las memorias que hacen los Viejosjúrtto al fuego. No tienen recuerdos históricos, sino personales. Tanto les da acordarse de cierto gabán que les abrigó en un invierno apasionado, como de la destrucción de una monarquía. Pues bien, si el caso viene, yo hablaré alguna vez a mis nietos de don Antonio Maura, cuyo nombre habrá llegado hasta ellos damasquinado por los años y cubierto de románticas reverberaciones. «¡Maura, hijos míos! --diré yo entonceS,-'-'- ¡Aquéllos sí que eran hombres! ¡Aquéllos sí que eran tiempos!. .. Maura era la más bella figura de campesino español que podáis imaginar. La tez, encendida por el aire y el sol, triunfaba sobre la plata del cabello; en su fisonomía y su ademán había cierto estilo que podemos calificar de elegancia rural. Fue un político batallador e incansable, pero todos los domingos solía ir al campo, y en medio de los tráfagos parlamentarios, de las inquietudes ministeriales, aprovechaba toda vacación para restaurarse en la montaña o en la vega con su escopeta y su caja de pinturas. Yasí como él se curaba de la política con el campo, acontecía que súbitamente; entre dos párrafos de sus discursos donde se hablaba de las más prosaicas materias gubernativas, el campo, el campo que amaba, hacía una irrupción. Una tmagen, una metáfora, reveladora de largo trato con el paisaje, se quebraba, como
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una ampolla esencial, en la atmósfera de la'asamblea ' ·derramando su aroma . de tomillo y mejorana, trayendo uh poco ara oponer una brévisima advertencia a la idea capital de ese discurso, que lo es a la vez de su política. Como no he escuchado la reciente conferencia tengo de ella sólo una impresión' de lei:tor.
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LA HISTORIA ·
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Lá:políticá dél señorMai.Jra parece condertsátse cada día más dentrd de esta palabra:dudádánía. c,onella se bÚsca re~edid a lo que en su opiilión cónstituye fa más'gravé enfermedad de nuestra raza: la «ausencia del Gobierno». Los partidos pólítirns españoles =viene a decir elseñof Maura= ~ran tinas bandadas de buitres qüe'~lterI1afrvarriente se ponían sobre el presu" puesto. ¿Cómo era posible la reiteración de semejante escena? El seftor Maura explica tal fenómeno dé voraz devasiadon pcfr el hecho de que los espaftoles hada buitres, solían estar ausentes de la política, dela gobernación. Éste . es, a juicio suyo, el rasgó éafacterístico de la vida espanohl: . ' '
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Desde-hace algún tiempo acostumbra el señor Maura en sus oraciones a tomar una carrerilla históric_a para esclarecer la hora presente. En el Real tomó velocidad desde dqnjuan II. Ahora, en el Ateneo, parte de Cisneros. Fuera equivocado, sin einbargo, creer que el señor Maura se interna en el pasado .cqn ojos de historiador. Cuando camina a redro tiempo, no es para mirar cuidadosamente lo que entonces.era la vida; antes_ bien, al llegarse al _año 1521 le sorprendemos arengando a los comuneros en la alborada de Villalar. ., , :: , . · , : , .:: , , , , Esto me recuerda ala divina_ condesa Mathieu _de Noailles, quegiista en sus poesías de imaginar lo que soñarán de ella los mozos dentro de cien años. De manera que e!verso_sirve en este caso, más que para una labor poética, para iniciar un delicado flirteo de ultratumba, _, .• •.· , El señor Maura, político, cuando habla del pretérito; más que historiar,. lo traslada_ su predisposición política al través de los siglos. Esta.predisposición me.parece consistir en dar a la política una importancia que no tien~y que no ha solido tener. Tal error de perspectiva le induce a afirmar que la historia delos partidos políticos-viene a ser la historia_ de la vida entera de un pueblo.Y cita, como ejemplo, a Inglaterra,,sin notar que acaso.es eldistintivo de Inglaterra esa porosidad de su vida política, que permite fluir por ella a la vida \!ntera del pue]Jlo inglés. Cualidad, por cierto, que durante.dos siglos le ha si_do tácita o paladinamente envidiada por las nacion!!S ~ontinentales, desde Montesquieu yVoltairehasta Carlos Marx. Pero, eso que es verdad pan\ .Inglaterra, temo que no lo sea pirra Alemania ni para Italia, para América,ni para España. Claro. es que todo ,está en todo;-mas entonces, lo que dijéramos delos partidos políticos lo diríamos también del arte.de tocar la vihuel~. , , ¿Es cierto que en el absentismo político hallemos un fenomeno muy peculiar de España, hasta el punto de atribuirle la generació~ de nues_tros grandes males? No hablemos de los siglos XVI y XVII, que estan de~asia~o lejos para que sea formal manejarlos en rápidas visiones. ¿Interveman mas franceses y alemanes en las pólíticas nacionales del siglo XVIII que en la suya los españoles? Entonces la política no interesaba a ninguna clase social: en todo_s _los país!!S era oficio prjyado de.unos cuantos cortesanos que entre dos partidas. de ajedrez da]Jan un codazo al planeta. La econqmía era «cameralismo»; la gobernación, «camarilla». D_esde su alcoba envía madama de Pom,. padour al mariscalD'Estrées un plan.de guei:ra, donde las posicio~es van marcadas con las mouchi;s que a la Safón USfjban las damas para amemzar sus .-_ . . . : •' . _, · ·-. mejillas. , · Podemos, púes, sospechar que el absentismo no es un hecho peculiar nuestro e!l _esos tiempos.Huelga, parlo, tanto, buscar, en la coloniza~ión de América la cau'sa de un efecto que no existió. En general, parece extraño
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que un hombretar¡; seltcto como el senor Maura acepte el lugar común de considerar la el11igrai:ión a Indias; la guerra de Independerieia yla Civil, . los ptomincial11ientos; como fenómenos ;productorés de núestra mengua: . Seria deseableque ria se insistiese' en esto.' Cualquiera diriá que Ótros púe" blos no han émigrado' ton análoga: abundanciá,'Ili han tenidb' giienas mucho más cruentas, ni disturbios y revoluciones más frecuentes, furiosas' y pÚturbadoras quel1osotros. Y, sin embargo, en aquellas naciones éstos sucesos ria' engendranm el desmedramiento ni la ausencia ciudadana,· -
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LA! CIUDADANÍA
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Si venimos al siglo XIX encontramos, ciertamente, en los españoles una morbosa despreocupación por la cosa pública. Mayor, no obstante, fue hasta 1850 la padecida por Alemania. Ni siquiera supo en 1807 resistir a Napoleón, como nosotros supimos. Comprendo, pues, que los historiadores germanos hayan visto en aquella insensibilidad política un problema histórico. Mientras se despreocupaba de la política, Aleniania creaba su nueva agricultura, multiplicaba su comercio resucitando la potencia de Hamburgo, instauraba la industria mecanizada, inventaba las técnicas químicas, florecía en una espléndida . literatura y daba al mundo el tesoro de su ciencia. Parece, en efecto, contradictorio, incomprensible que un pueblo de tal manera activo en sus funciones vitales más profundas, sufriera parálisis política. Ahora bien, los problemas son precisamente esto: fenómenos que parecen contradictorios. En cambio, no concibo que se estime nuestra ausencia de la política durante el siglo XIX como algo saliente, inesperado y menesteroso de explicación particular. Que sobre esto se vea en ello la causa de nuestras congojas, me parece una aberración de la visualidad histórica. ¡Ausencia de la política! Naturalmente. ¿Y de qué no hemos estado ausentes en el siglo XIX los españoles? Hemos estado ausentes del comercio, de la industria, dela técnica, de la literatura, de la ciencia. Lo que Maura, político; llama falta de ciudadanía, llama Larra, escritor, indiferencia del público e infecundidad de los autores, y así sucesivamente. Frente a esta manera de pensar, que atribuye, con raro exclusivismo, el mal de España a vicios de la función política, venimos otros sosteniendo la más radical sospecha de que España padece una enfermedad en su sustancia histórica. No vivimos mal porque ejercitamos una maJa política, sino al contrario, nuestra irrisoria política es consecuencia de nuestra anemia vital. La política aquí y dondequiera es la función más externa, y resultante del resto de la vida social. No puede el español ser enérgico ciudadano si no
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es antes ambicioso comerciante, industrial emprendedor, técnico ingenioso, artista humano y científico lleno de curiosidady~acta intelección, Enlos.últimos quince años mejoraba n?tablemente la vida integral de España, mienc tras su política llegaba a la extrema corrupción descrita por el señor Maura. Si hoy se anuncü1 la destitución de esa política no es porque seamos mejores ciudadanos, siilo porque desemboca en los cuarenta de edad una nm~va ge~ neración de españoles más amigos dela vida y qúe no caben en aquella piel. Santa.es.la virtud ciudadana, pero.demasiado jurídica y formalista para que baste a empujarnos por la historia. Bien está que el señor Maura nos incite a votar, pero es más urgente que nos inciten a vivir-a vivir con afán sin límites este buen siglo XX que vuela hacia el futuro, como la zorita rezaga~ . da al palomar.. El Sol, 16 de diciembre de 1917
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BRINDIS EN EL BANQUETE A LA REVISTA HERMES
Las c~s~se>{c~sables,señores, no deben hacerse, y hablar yo ahora me parece de lo más excusable del mundo. El señorSarriá ha reunido én torno a me;as a aquéllqs qlle desd~Madrid con más veh~me~cia silllpatizamos con su afán de Bilbao, . · ¿Cuál¡:s son esta; simpatías nuestras? ,Las que tengan los demás, yo no las sé ni pretendo adivinarlas, .Cm¡ntos us.ted ha congregado aquí, señor Sarriá, son de aquéllos que tienen el derecho y la obligación de no tolerar que se les sume en impersonales comunidades de opinión. Pensamiento, arte y le.tras son oficios de arisca in,dependencia que sólo ejercen cumplidamente quienes aspiran.con i:oda energía y_ lealtad a no ser confundidos cqn nadie. ]'lo me permito, pues, allanar sus moradas espirituales intentando cqn mi voz ~resar,los motivos de su simpa tia . Los míos voy a decirlos. · Cuando, después de atravesar la espalda inamena del Atlántico, volvía yo hace poco de otra España más joven y más fuerte, la novedad nacional qu,eprimer.o llegó a mi notici>1 fue.la aparición de Hennes. El hecho me complació sobremanera, Como en otro tiempo solía decirse con retórica, me dije a mí mismo sin ella que la nueva publicación venía a llenar un hueco .-se trataba de un hueco enmiesperanza. Desde hace tiempo, señores, en la Prensa, en la tribuna ye¡¡ el libro inc tento, sin éxito lucido, inspirar~los españoles la convi.cción de ser las mene guas patrias efecto de causas mucho más profundas que el plano en que se suelenmoverlas discusiones y contiendas políticas. No padecemos una decadencia política ni. de administración, he repetido frecuentemente, sino una de.cadencia histórica, Se trata de una gra','.e depresiónen1~.vitalidad de nuestro pueblo, una como ausencia de pulso biológico: la anemia; no ya de las funciones púplicas, sino hasta en los afanes privados.Vano será con esta debilidad de las potencias elementales pretender dar una fuerte embestida a los mayores problemas de la nación. Es menester que el esfuerzo público tenga
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la discrectó!l de renunciar a apa~ent~ ampÚtudés si no quiere prosegúir ejecutando ademanes inválidos. Durante los tres últimos siglos hemos hecho el ensayo a la manera que Francia, organizando nuestro cuerpo nacional con una cabeza i1nica. Hemos querido, como los franceses desde París, animar al mundo españolean esta cabeza de Madrid. Por unas u otras razones, que fuera indigesto examinar a los postres de un gentil convite, ello es que un madrileño como yo se ve obligado a confesar el fracaso de nuestra ciudad carpetovetónica, como órgano único de capitalidad. En estos meses asistimos precisamente a la ejemplar comprobación de cómo faltan a nuestro pueblo propósitos y anhelos que sean a la vez nacionales y concretos. No hay duda que se exige un sistema nervioso más rico y adiestrado para percibir las líneas generales de la trayectoria esp!lñola que· para comprender cuáles son las necesidádes de una áldea; Ve ella~ briega con plena claridad la lírtea fosforescente dela carretera quesesga·suhll'· milde vega, pero no os'empeñéis eri qcte descubra Ids coluros 'dela esfera celestial Me parece, pues, forzoso que comencemos por dotar de concreción a' la conciericiapública de nuestro pueblo. Para' ello hay que limitarla, y al limitárla, se· condensará. Enlugar•deuna solacabeza,tán eridrme·cmno vaga( prefiramos suscitár sobre el ctierpo', hoy sin estfuctuta, de'Españá; una plu:c ralidad de capitalidades menores; pero enérgicas'y'suficientes. · Como cada cual tiene su arbitrioy su teceta'más o menos corifesada o confesable, yo predito ésta mfa•que llamo lbcalisirio! Hay trbzb.S del haz pe" ninsular que tienen necesidades catacterísticas; peéuliares mariera.S de senili, un repertorio de'costumbres 'en plena' vigencia¡ un poder•económico articu~ lado y de inconfundible fisonomía. [Por qué no'intentar que toda esa comunidad de rasgos y condiciones' se condense en una clára voluntád local? · Sin apasionada vitalidad no.cabe pensar en política alguna>¿ Qué puede hacer la ingeniería sin carbón o· saltos de agiia?·Delmismo iriodcila polític'a es obra de paralítico cuando no halla pasio'n:es afirmativas que encauzar. Desde largo tiempo carece España'íle todá·emocióh nacibrialpor la cfüa.l cc:imutiiqueri los bandos enemigos.' Así sé arrastra España'ton uri corazón heridido hasta la raíz-d~rechas e izquierdas-··-· ;icon'uri torazón'do~ ble ...:;.;como diría urí'latino, discorde. Si falta, pues, una embdón' nacional, llevemos la trtrbiná al torreht~ de las emociones proviriCÍaléS, lcicales. «Regionalismo >>'y «nacionalismo» han errado cuando; éxigierí.dÓ la hora qcte corté lirgeríeiás detealidad, de plenaria actualidad, tratan de' pedir a nueslió pueblo inméínbre que brisque su mañarta erilos archiYos'sabiiís del pretérito. No teiíemok curiosidadpolftica y se no:S invitá á que arttes dé v'btar rtbsílerrios rinavueltá por la Biblioteca Nadohal para aprender en;cortl fusas rrianriscritbs la historia de las razas ibéricas: ·
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No: lo que hay de útil eií esos recientes movimientos de ideología política es la· apelación de una vida alistracta nacioiíál'a una vida concreta local. . Lb concreto es lo actual: el pasado hiStórico es también una abstracción, la. bar de ment.es no acosadas por la inminencia de la hora .. Nada aclara mejor lo que deciros quiero·como el caso de Bilbao. Muchas veces'; paseando por el Arenal, me preguntába yo:¿ Cómo es posible que estos bilbaínos, conocedotes·de! pesoc:¡ue en la vida· ecmiómica peninsular representa Bilbao, no tertgan el orgullo suficiente para que su' ciudad logre un pesoadeéuado en.la política y en la cultura españolas? ¿No' convendría alimentar y potenciar su noble orgullo local y conseguir que el pueblo bilc baíno, admirable potencia de futuro, adquiera la fuerte voluntad de sí mismo? En el fuego de e.se orgullo; 'en la llania de esa voluntad, estad ciertos que se encenderían increíbles energías espirituales. Espero más del orgullo que de la humildad, más del entusiasmo que de la discreción. Como Nietzsche, prefiero las virtudes de la vida ascendente. Hagamos que cada núcleo local conquiste la clara voluntad de sí mismo. En la articulación de esas voluntades veo yo la única España posible. El mejor conocedor de la vida griega sostenía no ha mucho que el ejemplar vigor de aquel pueblo se debió a la emulación y controversia de las tres razas helénicas, los tres modos griegos, diversos y concurrentes. De suerte que cuando esas fuerzas vinieron a equilibrio y la emulación y la contienda cesaron, la vida griega se paralizó y los divinos torrentes de energía se estancaron en aguas muertas. ¿Por qué no aspirar a una España que sea amplísima armonía, donde hallen fecunda resonancia todas las melodías peninsulares, y en ella den su eco emocionado como en un corazón innumerable? L!l revista Hennes, señor Sarriá, me ha parecido la iniciación de esa local conciencia bilbaíiía que yo, paseando por el Arenal, solía imaginar. Porque la sensibilidad colectiva ha sido siempre suscitada por obra del pensador, del escritor, del artista. Enamorados de las cosas superfluas, tienen la misión de mantener sobre la tierra un cierto volumen de idealismo, sin el cual la historia se ahogaría. Dice Renan que «los intereses egoístás, neutralizándose los unos con los otros, dejan que empuje al mundo el breve esfuerzo hecho en pro del ideal». Las gentes tienden harto a vivir prisioneras en su menudo negocio y su ínfimo anhelo presente. Por esto es ministerio de los hombres intelectuales y sentimentales -los sentimentales sois vosotros, los artistas- quemar su vida en una ferviente afirmación de lo espiritual, obligando a que los demás abran en su existencia algún espacio a las preocupaciones superiores. Han de hacer como aquel entusiasta de quien cuentan los historiadores judaicos que en tiempos de decadencia andaba por
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las plazas .y por las afueras dando grandes gritos sugestivos: «¡Voz de Gag, voz de Magog! ¡Ay de ti, Sión, ay de tus mujeres y de tus hijos si te olvidas del espíritu! »!fasta que un.día la piedra que una b,onda]anza.desde un baluarte le quiebra la sien y cae ili.miendm «¡Ay de mí!» Si no fuera excesivo, señor Sarriá,yo quisiera que de.retorno a su ciud.ad comµnicase usted a los redactores de fíen"nes estos motivos cie viva simpatía a su revista que sien.te un oscuro meditador del Guadarrama; Y expréseles, en fin, mi deseo de :que si He1111es ,es ya unarevista grande, sea pr0nto un Hennes. Iiismegistos, que quiere decir: unHennes· tres veces máximo. EnelPalaceHotel, de Madrid, mayo de 1917
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IiACIA UNA MEJOR POLÍTICA
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En primeros dej,unio publlc~ba y~ cierto artlculo titulado «Bajo el a~co ~n
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ruina». Presentaba.en élla reciente desobediencia mili.ta.r como un suceso mucho más grave que una revolución. Porque la revolución, o triunfa o es vencidfl; sitriunfa, instaura un nuevo. régimen; si fracasa, restaura con nue• vo vigor el preexistente. Pero la.actitud de la5,oficiales no lleva a lo uno ni a.le¡ otro: era só)q .el pruner capítulo de una revolución; era, por tanto, .la.inc vitación a.11na ~erie de ellas. Y en efecto, desde entonces asiste, España a una revolµción por entregas. La rebeldía militar de junio es seguida poda. secesión parlamentaria de Barcelona, Tras ésta viene la huelga general de agosto, que repercute en la crisis patética de octubre y en la expulsión de sargentos.y brigadas en diciembre. El az'\r,.el puro y benévolo azar, permitió que no corriese igualmente la sangre en todas estas fechas; pero en todas, la misma amen.aza crue.nta se .cernió sobre nuestro pueblo. En el citado artículo. expresal:Ja mi temor de «que los partidarios.de soc luciones fictic:i.as fuesenJos verdaderos promotores de la revolución-sin saberlo, cqmo era prosista el gentil ho,mbre burgués». La única 1nanera.de corregir la situación-concluía yo-·- «es llevar lo ya hecho a sus últi1nf1s consecuencias».. . ,. Los acontecimientos se han complacido perversamente en darme la ra~ zón. Cada me,S, ca.da quince días, un hecho anómalo ypeligroso traía a la memoria de lm; desmemoriados el recuerdo de que vivimos un proceso revolucionario. A las veinticuatro horas, sin embargo, volvemos. a olvidamos de ello .. Yen tamo, nutriéndose a sí mismo el morboso estado, aumentan las dificultades de su c:uración,Por si ~lgo faltara para calificar la circunstancia,
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ya han hecho su aparición el hambre y el frío, los dos trágicos personajes que no se sabe quién suele dar cita en las horas revueltas de la Historia. Nadie podrá decir mañana que la tormenta ha llegado de improviso. Todo lo contrario: viene paso a paso, «sin prisa y sin pausa, cómo las estrellas», decía Goethe. Envía por delante mensajeros para extremar la cortesía, y avanza tan mesurada, que parece temerse a sí .misma. Pero, ¿es evitable?-se me opondrá. ¡Ah! Eso no lo sabe nadie. Habría, pues, que responder como los bohemios de Murger cuando uno de ellos pregunta: ¿Dónde cenaremos esta noche? Y los demás: Mañana lo sabremos. En cambio, se impone una pregunta clara: ¿Se hace lo posible para evitarlo? ¿Existe proporción entre la gravedad del momento y el tono de las soluciones? A esto sí podemos responder: no. Siempre he creído que, al menos en ~spaña,los mayores enemigos de la Monarquía no son los re¡:iublié:anos, sino un enémigo interior, tan íntimo, que habita en el círculo mismo de la Corona: es la indecisión de la polític:a monárquic:a. Natural es qúe las monarquías nó acepten las ideas llamadas radic:ales: Cuando enun·pueblo ~lradic:alisrríó de:ideastriimfa, la Monarquía'sucurríbe, ' •·· • 1' • Pero'uría. cosa sónlas' ideas radicales y óttá los módtis radicales; Nadie que nopadei:cauna' visión delarealidad defonn'ada por el partidismo afirrríará que la inquietud pública pttlviéne de uri entúsiasmo cr'ecieritépor'estas o aquellas útbpías políticas: Si alguna VeZ se ha maitlfestado coritlaridad eh ~lgún pueblo el áfán'de cambiar los modos y ncilás rríetas, es ahófá. eú ES]Jafüi." · Con rara unariimidad se demandan otróshórribres y otros procedic mientas.A esta demanda la política monárquica contesta con aiasis, No juz'ga;por lo Visto, que es llegada láhora de ofrecer coil'plenitud lo que, sinélla, se ve tlbligada a aceptar•. · . ElGobiemo vigente es ejerríplo precioso de un Gobierno del rnasi ~de uh cuasi~gobiemó. Eri efecto, no es úh Gabinete de partidó turnante,' pero apenas si es otra cosa: Con el Presidente está eri él C:uási el partido 'liberal, y con el sé" ñorl.a Cier'val cuasf el ma:1lrismd;• eori el señor RodéSi c1lasilos re¡:iublicanó'sy éúasfla ASambieá d~ ]Jailamenfarios. Con álgúnrriinistfo no ha' entrado C:uá~ si nada, y con algún otro de lo vi~jo, cuasi todo. Nos parece revivit ef iidrnir'a'ble th1ió & Larra' q1letifiiló, va'para Cien años; Cuasi pesl.ldillap'olfti~a. • Urgíá un Gobfol'Iló ejecütivo, ubicuo, de radicales ademari:es1 en el cual coíkutrieseriJos rríás vivos colores de la gámapolítica: Mejórínl'Gobiémó~ Arléc[UínC[uéunGobi~mo engrismenór;coino ~lact1laL . ·. ''' .. . · Un hórríbte, y más un pireblo, se alimenta, sobre todcí, de fa esperanza: si no come hoY,'pero espera·comerÍilañaria; se aguarifü: Si'lós vicios que hcíy
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ve está cierto de no.verlos mañana, aguarda quedo el amanecer. Lo imposible es contener en la mansedumbre un pueblo a quien no se le da pan·y sé le .quita la esperanza. "'' En días corrío éstos, de faena urgente e innumerable, el mayor ~nerrii gó de la po}itica monárquica es un Gobierno paralítico. ¡Junio-enero! Seguimos bajo el arco en ruina. ·
El Sol, 22 de enero·de 1918 --·1
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UN POCO DE SOCIOLOGÍA
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Uno de los fenómenos ri'iá~ e\ctráños c[uelaHistclria presenta es la tolerancfa de los hombres para la perdutación de iristituciones públicás reccí~ ~cicidamente ineficaces. Todos 'estamos de acuerdo en que este o el otro organismo náciorial no sirve ya para cumplfrsu misión; parecería naturál quéinmediatamerUe se le sustittiyese o modificase; cuando menos! qúé meditásemos cohtóda urgencia su relevo. Sin embargo, no'solemoshaéér esto. ·Al contrario, sentirrios ~ª&amente laiÍnpreSión que aquel organismo es, · como el rocío o lii marea; un heého éósmiccíirremédiable: ·•· Este fenómet1ó so dológico no es peculiar de España ni de m.testto' tiém~ po: se ha dado en toda sotiedady eri todo tiernpcí, hásta el puritó de represen.e tar'en la mecánica socialun papel análogo al qiie én liica representa la inercia, y en biología el anquilosamiento. Si'éri cualquier instante dé sú hiStoria realizamos µna sección idéal en la estructura de uria iociedad sana, haruirerríos; éomo en la sección de un troni::d de árbol, un núcleo de instituciones enplemi vira: lidad, que ejercen con ,suficiencia su función; en tol'Ilo a ese hu deo habrá uria zona de otros i:irganismós publicas menos ené'rgiccís; que hanphdido en !ílforiciencia de las gerites una parte de su sentidó órigiriario: Eri firi, 'éircuhscri~ hiendo a esta zona habrá otra ocupada por juntas, comil;iones, oficinas; léyes, magiStratúras,' taídaS eri evidente decrepitud, corno lás capas del' troncó que se han convertido en córteza:]amás hallamos. que el árbol sea sólo rríédula; parece necesitar Un míriinium de corteza, de materiafenecida que proteja la fu.teriótvitalidad. DelrriismOrnodo;·no podemosénéohtrar tina sóéiedad•que no lleve dentro de sí costumbres, leyes; iriStitúciohes pétrifü:adas; cuyaútilidad es deséonodda,·las cuales, no obstante, prolongan su existencia aparente. Si ascendemos· al momento de entrar'en'la:Historia el pueblo jónico o el pueblo romano, los encotÍtrámos ya artastrando' principios sociales que
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no tenían·sentido claro para los ·contemporáneos. Así, entre los jonios la organización en frat1ias o hermandades no tiene ya en el alborear histórico otra realidad que ciertas periódic~s comidas en común. Cuando Roma pone 'TI pie en la Historia aparece cargada con no pocas magistraturas y reglamentos superfluos y sin sentido vivo, Por lo pronto,.las tribus originatjas que formaron la ciudad conservan una jerarquía que el romano de Servio Tulio acep- . ta aún, pero ya no entiende: los Tatii preceden siempre a los Ramnes, y éstos, a los Luceres. Además, casi todas las instituciones son dobles; hay dos colegios de sacerdotes Salii, y otros dos de Luperd. Cada tribu se duplica en dos órdenes: hay Tatii p1iores, esto es, antiguos, y poste1iores, o modernos. Las vestales forman tres parejas. El origen de esta duplicación, que va a conservarse al instituir el consulado, el tribunado, los ediles, ·etcétera, parece ser la fusión prehistórica cl,e dos comunas: la Roma.de la montaña, o palatina, con la Roma de la colina, o Quirinal. Los ciudadanos de una y otra no sienten.entre sí la menor diferencia, y han perdido hast¡¡ la noción clara d.e su originaria separación. Np obstaµt'e, toda magi~tratura palatina tiene rango superior a su correspondiente del Quirinal. Y ejemplo curi.oso del poder suc gestivo que.estas preeminencias tradicionales poseen, es que, no .obstante la mayor altura del.Quirinal, jamás un romano le llamó otra cosa. que colina, reservando la diguidad de moµ.te a1Il1enoslevantadq Palatino ... . Cito estos ejemplos conocidos porque no eXistirµ otras sociedades a cuyo nacimiento asistamos con mayor proximidád. Adern,ás, se trata de dos pue]Jlo~ que nacen no sólo como Estados, sino como cultu!as. Parecería, pues; natural que, no habiendq en ellos ni un pasado por liquidar ni principios het(".rogéneos recibidos d..:: otras civilizaciones, todo en.el cuerpo público gozase de plena actualidad. Sin embargo, vemos que no es así. Toda sociedad despilfarra una cantidad desµs e,n.ergías en llevar a enes.tas instituciones superviyientes que no sirven, PlO!ra lo que pretenden servir. En su clásico li,. bro salir.e C::ivilizació11 p1in*iva, llam.ó Taylor a esti:.fenómeno Sllrvival. El nombrenÓ ermáso]JortutÍ.o, porque esos residuos de otros tieinposno sobre,viyen, antes bien, sobremueren, hacen gravitar .sus cadáyeres sobre la por,. ción viya de la sociedad. . . . ,• . . ..··...· · Un sociólogo cap.servador podía insistir s.obre este punto mostrand.o cómo esas 9rganiz~ciones que ya no cumplen s11 primario fin, tienen, no obs" tan te, algún papel en la vida pública; aunque sólo sea.como el corcho en ter,. n.o al ~r]:¡ol,.para abrigar y defender delas,mudanzas atmosféricas los órga,. nos;interiores .más yivaces, pero más tiernos. •. Yo11o tendría nada que oponer.a esa interpretación conservad()ra. Al contrario;mé parece muy oportuna y acertada. Cuando oigo a un riidical o progresista describirme.su ideal de la sociedad, me parece ver un cuerpo
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humano al que han desollado y cuyas .carnes vivas hiere e irrita el vientp al menor soplo. Por lo. visto, en.el plan de la naturaleza.está dispuesto· que .necesitemos parn subsistir cierta dosis de acorchamiento yde callo ... .. Pero asimismo reconocer.án los señores. conservadores que es preciso poner una tasaal c;orcho y al callo... Cuando en un pueblo, como en España acontece, .éasi todas las instituciones y organismos públicos no funcionan, la vida nacional está en grave peligro. La tolerancia de instituciones desvirtuadas tiene marcado un máximum, del cual no es posible pasar so pena de fenecimiento o de ... revolución. Porque, no lo duden los señores conservadores: un motín podrá nacer de.otras causas, perouµ.a revolución es siempre la revolución contra el corcho, contra el callo y contra el imperio de.los cadáveres. En vez de sustituir día por día lo que va dejando de ser eficaz con nuevas articulaciones, rodajes y poleas, dejan las inercias conservadoras que se acumule la obra muerta y llegue un momento en que no se pueda echar mano de una parte del organismo para corregir la, otra parte defectuosa, .sino que sea menester una súbita y catastrófica transmigración del alma pública a un cuerpo com. .. . pletamente nuevo. . . En España hemos llegado palmariamente a este caso .extremo. Cuando nos. quejamos de la insinceridad electoral y buscamos corregirla, pensamos , en los.tribunales, pero alpuµto n9s sale.al paso la insinceridad, no menos grave, d¡; éstos, y así sucesiv.ameµte. Bu.sea conlos ojos el español una institución saludable que emplear c9mo ip.strumento para la purificación y vivificación de las otras, Sus. ojos se deslizan de ésta en aquélla sin que ninguna le prometa buenos servicios. Todas le parecen anquilosadas, cuando no podridas. En tal. situación de ánimo es lo más peligroso que, al vagar la mirada d~l español por el público desváI1, descubra, pendiente de un .clavo, el hacha. Si la inconsciencia de los hombres responsables no le proporciona mejor instrumento, ¿quién podrá extrañar que haga él del hacha una .institución? , . .. Nada, pid~s, menos revoluci~nario y demoledor que pedir .a las r;:lases llamadas de orden un poco de entusiasmo y solicitud en la obra de reforma sentirn,entalmente iniciada en España. Urge.revisar los organismos públicos enrelación a su eficac\a; urge podar instituciones enteras que l;ian perdido todo prestigio, para sustituirlas con otras muy distintas. Esto exige que esas clases de orden moderen su místico respeto por. cuanto es viejo y sólo por,. que es.yiejo es tradicional. · •· Fuera de España una sublime podadera ha comenzado su labor: l~ ~e rra, Enm.edio de sus cruentos defectos tiene ésta; parlo menos,,una vi,I:tud: sacudirla inercia social echando por.la bordatoda institúción caduca, Lalu-
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chainterrtacional obliga a rendi~ su hiáxima eficacia a los miembros de cada puebló, )'.Pone de manifiestóla insolvencia vital de muchos de ellos.' Así en Francia y en Inglaterra se v.a apoderando de la conciéncia pública la con~ vicción dé que una buena parte de las estructuras políticas ihventádas en el siglo XIX son incapaces, y la hora de la pai será su ~ltinla hora:, · 'Pbtqueno sólo han fracasado instituciones tradicionales, sino también . insÍ:ituciones democráticas. Al arrumbar Europa con aquéllas y éstas, tal vez descubramos que muchos radicales españoles se hacen tradiéionalistas de
la democracia.
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El Sol,15 de febrero dé 1918
III LA GUERRAY LAINERCIA POLÍTICA · En medio de sus cruentos defectos, decía yo el otro día, tiene lá guerra, cuando meno.· s ' una virtud: fluidifica e.(cu. erp·.º. d. el Esta.do, fun. de cua·n. to·. ' ' . en él había petrifiéado y, dándole la blandura propia: del plasma vivó; per~ mite una nuéva orgánizació~ más enérgica, sensible y eficaz. No pienso que la grier!a: sea un poder creador,como no pierisb quesea cai¡iaz de. aniquilar tiádiúeriametite humano.Lo más qué piiede'líácereS favoreí::ero detener la eX]Jari.Sión de idéasy de afanes colectivos que éxistían previamente; Pero est~ es ya bastante podeiio. · · · · '· · · Ahora bien, esta guerra no ha sorprendido a Elirop~ en el momento de iniciar nuevas rutas de vida. Al contrario:'Europá yacía en la más triste itieiciá; Descontenta de su régimehpúblicb e ideológico, parecía no atreverse a ensáyar uhó nuevo. La constitución vigente dela sociedad habíaperdido todo prestigio, y, sin embargo, ningún pueblo .se atrevía a romper l~s moldes estáblééidos,Losproyéetós de atta exiStenciamejor se deslizaban tímid~ menteenlasmeditácfones más solitarias. ;La itistifucióti parlamentaria; por ejemplo, había sido triturada;p6rfirizada por la critica. En eláriirn.ódecasi todo el mutido estaba la convicción dé qué.elParlamento significa la derrota.de t0da competencia ya la vez el triunfo de hombres de segrinda calidad; lbs políticos y los periodistas, qué necesitan unos de otros, como el aspa del molino' él viento de la estepa: 1Al llámaHbs'de segunda calidad, noes necesario advertir que me refiero a la Cófüfü:ión típitá delofitio; rio a los individuos que ejercen éste. El. pqlítico parlamentario no tiene nada que veréón el estadista: no es un hombre que
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posea una idea ser.erra, honda, compleja, y bien fundada de los problemas nacionales e internacionales. Decenio tras decenio, en España y fuera de Es. paña, hemos visto mengÚar el calibre intelecfual de los llamados «hom. bre5 públicos», hasta el punto de que hoy parecen dedicarse a este menester sólo aquelios hb~bres que no sirven para nada sustantivo¡ La única cualidad que se exige al parlamentario 'es que sea elegido, Por·esto se compone el Parlamento de gentes que l:mseen un talento inferior y hasta equívoco: el arte de hacerse elegir, arte poco compátible con un temple corredo y distinguido. El polítitono es el estadista; sinb el agitador, el ciu,dadano vociferaé dor y gesticulante; Voi)i'gestb són modulados varia.mente, según que elpolítiéo se sientá enla'ii:qui:efda o en la· derecha del hemidclo; pei:o rara vei la voz empuja una idea y el gesto madura.en acción. "El periodista:tio•hace otra cosa que reperéutir al político, y viene a ser un,agitadorpor escrito.Opina sobretodo lo divino ylo humano con una liviandaditicakulable; usando de unlenguajeque cada día se aproxima más a los bafribs bajos del 'Dicciónario; · •! Estos hoIIlbres; que podían ser útiles situados en su rectó lugar; son los que el siglo XIX ha·encatgado•de gobérnar a los pueblos. · · • . · · · · .• ·•Tales han las ideas arraigadas en la opinión pública mucho antes d~que la guerra estallase, ·¿Por qué no teníari'coitSecuencias ejeéutivas? A esta itier~ • cia de Europa, áesta parálisiS 'que estorbaba ala acción seguir de cerca al pensamiento, a.ludía yó arítesiLa'giletta, ~acudiendo las reservas d~ la vitalidad occidental, parece resuelta á ponerle terhedio: Todo anuncia que la hícha de ahora; lejos de deténe!uhmóvimiento histórico iniciado; va a movilizar las ideas, que yacían sin piernas y sin brazos; Muchos otros ejemplos cabía' traer del desequilibrio anterior a la guerra entre las convicciones y los actós!'El más· importante de ellos-que me lirn.itO hoya nombrar-·- es ladespropóíciónentre la aquiescencia que el dec recho económico del obrero ha.bía coriquistado enHá mayoría de las voluntades y la balbúcierüe legisladóii'social. ¿Correspondía, por vent:Urai el grado de expansión sentimental que'eri Francia alcarízaron algunas ideas de sócialización con las leyes é in;;tit:Ucfon~ sa:ricionadas para regular el trabajo, el jornal; el retiro,'lós Sindicatos, etcétera? Esperamós,'pÜes, c'¡ué la'convulsión bélica traiga consigouna radical revisión de fas institudories, ycofrija'el rhóri.Striloso C!esnivel existente entré lo que p'ensati:J.os de•ellas y'lo 'que ellas son,· '
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El Sol; 21: de febreró de 1918
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IV MÁS, MÁS.MINISTROS· Auuqµeremota de la sangrienta línea; comienza España a sentir.vagamente análogo afán. Por.lo menos, se haJogradq ya una cos~: que seaHcitb hablar. de. ciertas reformas sin quedar convicto. di; h1natismo.·, ·, Por, ejemplo, de la más urgente y dela más asequible: lareforma de la instittlción ministerial. ¡El mi11istro al,usoL;.J:'o espero.que dentro di\'- no muchos años; ,cuando Vl\elva a reinaren Europa ell;iuen sentid(); auseilte du7 rante un siglo, nos parecerá eso que hoy llamamos un ministro algo semejante a eso que hoy llamamos:µn megaterio:' · Un buen día; siete ciudadanos, capitaneados por un oc:tavo, se. encargan:c!e g9berm¡r, la nación• Cac!a uno comienza. a regentar una rama ai:nplíc sima de los. seryicios públicos, cuya constitución y 1Ilecanismo des.conoce por completo. La nación tietie que esperai; seis,,ocho; diez 1Ileses, aquel.os señoresministros.declarenhaber alcanzado una t:m:bia sospecha de.los negociados que integra!l su resorte. Llegado, este mometito de ilumin~c.ipn, de ministerial Pentecostés en que elseñor ministro.aprende .las lenguas de sus negociados, sobreviene la crisis.política. Otros siete ciudadanos, bajo uµ nuevo octavo, ascienden; frescos, radiantes,.primaverales, por las laderas c!el Gobierno: dicen las mismas palabras de sa,lutáci<)ny promesa, y se disponen nuevamente a flotar sobre el caos de sus negqciados alícuotas; como el e.spíritu de Dios sobre la nebulosa genesíaca. Y así una.vez, y otra, yun siglo: Algunos amigos míos llaman a esto democracia.· La aus.encia de sentido común que la conciencia contemporánea pone de manifiesto al tolerar unainstitución en tal grado absurda, .basta para d.esprestigiar a nuestra época, políticamente tan vanidosa. ¿Es eso, eso lo ,que ha venidq a lograrse después delaJ~evQll!c;icjJ:l fra11ce§a? ¿Es ese el resultado del siglo delas luces.? Lo siento por la Revolución y poi: las luces •. Tres defectos radicales, que na,een unos de o tras, ?e han notad() cien ve7 ces en la institución 1Ilinisterial: la faltadé competeilcia en los 1Ilinistros, l~ falta de continuidad en su labor y la supeditación, más aún, la absorciói;t de. sus deberes, administrativos por sus obligaciones políticas, .,:· .. ¿Córno,corregido.prirnero? El 1Ilinistro no puede ?er,cornpetente por7 que tiene que ser un político. Ti.ene. que ser. un político, porque los siete ministros son solidarios de una vaga cosa que se llama «política del Gabinete»; envirtud de ella, un .chiste que el ministro de Gracia y Justicia dispara ante unos periodistas, arranca de sus poltronas a todos los demás. Mientr~s esta solidaridad se exija, no podrá efectuarse una selección de competencias:
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Pero, además, aun cuand.o por azar cayese una cartera en manos competentes, no podrían éstas ejecutar una faena fecund,a, ,Con alguna excepción, . cada ministerjo acumula una cantid~d increíble defunciones públicas. La vida . conte.rn~o;ánea se ha ido complicando fabulqs~el1te.,Con esa complicación ha comcrdido iina tendenc.ia.·=Yo creo, que transitoria-· a concentrar en el. Es, tado todos los hilos de la existencia social, Así es hoy un solo ministerio más dificil de conducir que el Estado de Luis XIY. Un hombre completamente serio no podría hoy decir: «El ministerio de Hacienda soy yo». Esto excluye, por vía automática, de los ministerios a todo hombre completamente serio. Hace falta una sabia mezcla de audacia; inconsciencia y frivolidad, para que un ciudadano se atreva a tornar sobre síla responsabilidad de cuanto se hace en una secretaría de despach9. Porque los:liliilisteriossigu¡;nsiendo, coll(o institución, lo que fueron en tiempos menos complejos las secretarías de despacho. Y uno se pregunta: ¿qué r¡µ:ón clara existe para la, actµa].división en siete carteras? ¿Pqr qué no más, por qué no menos?, ¿Setrata de una devoción cabalística h.acia el 11:úmero siete?. La consideración ma terlal del tiell!po y el esfuerzo que el mejor dotado necesita para hace; algo bien, nos propone ya]a !lmltiplicación de los ministro~. Más ministros y más orgánicamente . · .. . repartidas sus funciones. . .·' Esta,prolificación c!eJas carteras traería, naturalm~nte, consigq la..C07 i:rección; cuando Il\enos, la atenuación c\e la solidaridad política, eutre. los.inc dividuo.s de,un <::;abinete: Compaginar a siete es dificil; pero a.catorce, es im, posible. Cada uno gozaría de m»yor inc!ependencia frente a los otros,y ¡:uando en un .CJrden gubernativo alcanzase un tema gravedad política suficien.te para derribar a un ministro, no arrastraría a todos los demás. La situación de cada u".10 sería, pues, más estable, por ser menos dependiente, y menos dependiente, por ser más densa, limitada, y concreta su responsabilidad. . : . , De este modo se evitaría tamgién que la actuación, propiamente admi11istrativa de cada Il!inistro esté impregnada por entero de significación política. Hoy la personalidad y la labor del ministro quedan absorbicills por su f15onqmfa política. De aquí que la más leve Rea1orden s.ea sospechada de partidismo y carezca el firmante de. autoridad moral paraill1ponér.respeto 'T"no sólo obediencia- a su~ decisiones. .. ..·.·.· ...· .El asunto.sµscita inm1merabl¡;s corn~nt;rios. Corté~oslos aquí, ya que no hf!bríamanera de agotarlos, . . , . . , , ,, , . . ··: .El señor Maura inició en la últjmacrisis unareo,rg~r¡ización ministerial q~e parecía tender a.lo mismo que.yo aqµf sostengo. Sjll, embargo, su inten, crón, a\ fracasar,.quedó, ill!precisa. Adern,ás, er¡ ella .se;uuíall; c1os propósitos·'· tat.ve;; concordables, pero distintos: laintroduccióu de ministro~ sin carr • ' · • ···• . · · tera y la selección de .competencia.e . .. , 53
· Yo créo más eficaz y hacedero tedueir, por lo pronto, la reforma de esta institudón·alsimple aumento de•ministerios~ Ello:permititíateducir a dos otres resortek 'el caráctér estrictamente político, dejando libres alas demás dela solidaridad ton un programa &grtipo.'Entonces cfabtiaponer al frente ele estos miri:i:sterios exeritos de política a ciudáda~~s competentes. · ' ')'
E!Sbl;22 de febrero de' •1918
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' ELHOMBRE DELA: GAttE BUSGAUN CANDIDATO'
· Elhombre dela calle>claro está, no aspira a ser elegido. Se contentatía cori ser eleéti:it feliz, éon ser un eleétot que encuentra un candidato de su gusto'. Por esto ha entendido la lámpara de Diógenes, y anda por ahí bus• cando un candidato entre los hombres y Üri hombre entre los'candidatosc · ¿Son tantas; por vetitura; las éxigenéias del hombre dela 'calle que'co: rra el riesgo de no hallar candidato suficiente? No; todo lo cohtrario. bs candidaturas que en papeles rojos y amarillos le hacen desde todas las 'paredes ademanes taurnmáquicos no encajan en S\l humilde áspiraCión de elector, porque todas son excesivas. Él preferitíapersorias y inodale.5 ínás mod~tt:is, ylós optantes alá diputación'le asusfati con sus promesas superlativ~s:Iic quierdas y derechas .Se ac'étcatia él)' se obstinan: en querer hacetiefeliz.El hombre de la calle, perplejo y cohfutididd, Se deshace en excusas ante'pare~ jas efusiones de tan egregios personajes: «¡Oh, no se molesten por eso, señores!; no merecela pena ... » Y al encontrarse en el Botánico con su vedno, el de'la:s clases pásivas, le dice: «¡Ya ve usted ... ! ¡Qué corazones más carita:tivost¡Lo's.republicanos, los moriárquicos.,.,'tbdos quieren hacerle a info f~lii!»
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. • ¡ El hombre. dela calle e.5 ya viejo, tari viej b como el sufragio universal: Ha atravesado tódiís'las vicisitudes yexperiencias de éste, y; sin grandes rrié"
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El siglo XIX, que es nuestro más próximo enemigo, cometió el monstruoso error de aplicar a la política los mismos sentimientos radicales que . antes se apace.ntaban en la i:eVgión. Nos prometía ésta salvamos, poniéndo. nos en trato ¡:on poderes soberanos capaces de resolver nuestros µltimos problemas, La.religión administra las postrimetías, y por tanto, será erróneo, pero no a]jsurdo; que le dediquemos las más profundas emociones.. Masla p~lítica, aun en.el mejor.c~so, ¿qué puede lograr? Un 1I1ejor orden en lo mas. e}ftemo de la vida social. Ni siquiera tiene medios,para acere carse a las relac10nes sociales más importantes: no puede organizar.la amistad. entre los hombres, ni la lealtad mutua, ni elamor, ni la diversión. En el mundo. antiguo int.entó, con grave fracaso, algo de.esto: en EspartaJnstituyó la ~egión sagrada que sa1;1cionaba la fidelidad de.los amigos; en, Roma se ocupo de dar placer al pueblo haciendo de los juegos circenses una instituc ción del Estado. Pero en nuestra edad, ¿qué puede la política? Torciendo hacia la e;;cena interior nuestra atención observemos lo que íntimamente nos ocupa Ypreocupa durante los días de un año, lo que constituye en verdad nuestra vida, y advirtamos que la política es sólo una tangente que apenas roza un punto de esa nuestra viva realidad. Casi por entero, el volumen de nuestra exis_te~cia personal queda intacto por la política. Ni siquiera en el or~e~ econormco ~agra ésta tener una misión sustantiva. A lo sumo, po. dna ~tentar repartir con equidad la riqueza. Pero no puede crearla. La pretens10n de salvar económicamente a un pueblo desde el ministerio de Hacienda ha resultado dondequiera fallida. Un pueblo donde no abunden los ~m~i~iosos de dinero que vayan frenéticamente empujados por una sed mdiVldual de oro será siempre un pueblo mendigo. Todo esto presume oscuramente el hombre de la calle, y por eso desconfía d_e los mndidato~ ~ue le invitan a apasionarse y le garantizan la felicidad. ¡Apas'.o~arse en.poht1ca!. .. El error caractetístico de la centuria pasada ha consistido precisamente en estimar el apasionamiento político como un deber. Por este motivo puso la vida social en manos de los que mejor sabían hacer el león, el toro y la hiena en las asambleas públicas, y con sus contrarios aÍaridos a~ertaban a encender los instintos pasionales de la muchedumbre. Incorporandonos en este punto la mejor sabidutia de otros siglos, tomemos a creer que es el apasionamiento una desventura en que se cae, no una virtud a que se deba aspirar. Entre la tibieza y la pasión está el sentimiento humano y cáli~o, que_ da vigor a la inteligencia sin turbar su claridad. Y al desdeñar el apas10_narmento, _v?lvamos la espalda a los apasionadores de la derecha y de la izquu:rda. urni: e~m más fina y progresiva nos hace considerar a quien nos hostiga hacia el partidismo como un hombre moralmente inferior. A los hostigadores de la opinión pública preferimos los educadores de la opinión pública.
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. Elhombre de la calle quisie~a ser un espíritu libre y no recaer,~a~o nuevos disfraces, en aberraciones de edades pretéritas. Poreso no esta dISpues.. to a entregar al político la libertad que ha conquistado del sacerdote. El hombre de la calle votará al candidato que le presente este. programa: «La política no puede hacer felices a los hombres, ni hacerl?s füsc~etos, m hacerlos ricos. En consecuencia, debe la política retirarse al s~cunda~o puesto que le corresponde, en vei de erigirse en escapara te de la VIda social». Durante los últimos quince años España ha mejórado algo, mie~tra~ su politica'era cada vez peór. Como es ésta un telón de boca que nos imp1d~ ver el resto de la existencia nacional, nos parece que todo va en decadencia. i ~e~ ñdtes políticos: a retaguardia, asilos malos cói_no los ~uenos ! ¡Paso a ~os mgefüetbs, alas labradores; a' los obreros; a los mdustriales, a lo,s pr~fe~ores'. a los artistas! '· " · .. ·· El Sol, 24 de febrero de 1918
ESTAFETA ROMÁNTICA ;· . '
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UN POETAINDO ·
. " . I;
s~ñora,,el~o~b;e ~e Zenób;a CaIIlprubí s~~~a a no~b~e de un hadaq~e i'·'
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nos parece haber visto en el cuento mejor. En lino de·sm{vuefos casiirreac les, este hada, que tiene los ojos azules y una nube rubia sobre las siene5, cayó en la red de un póetaL Porque los poetas simfurtivos cazadores de hadas: tienden en las afueras de la> realidad redes de cristalinos hilos, que tejen para ellas unas arañas sentimentales. Todo lo grávido, fodo lo material, todo lo filisteo atraviesa las ilusorias retículas sin romperla5 ni mancharlas.' ¡Sin· enterarse de ellas! Sólo las hadas quedan. prendidas. A.Síes te hada Zenobia'es hoy un hada bien niaridada al egregio poetajuan'Ramónjiménez. En lírico homenaje, como Titania y Oberón por la selva, atraviesan nuestra árida existencia nacional, fabricando inverosimilitud. Jiménez tañe sus propios versos; y ambos juntós traducen poetas lejanos, esto es, se dedican a hacer en España el contrabando de lit po'esía. Pues nO otra cosa que cóntrabahdo es introducir en nuestro país fuehtefact:in'as poéticas; sise adviettequelos éspañOle5 sólemós adoptar ante ellirismo TI.na actitud de carabineros. ;~' Ahora nos ofrecen la obra del poeta indio Rabihdranath Tagore. Primero tradujeron Ka l!ina nueva y El janlindo. Luego hanseguidb, con breve fotervaló,' El ca1tero'del Rey,' P4ji:n'osperdidos yI:.d cosecha.' ' • · ¿Qué pódi-é d'ecir a. usted; señórá; de e'ste poeta berig~lí? ' 'Nada'definemejór á un.hombre ébinolas cosas que él necesita pafala óbfa de stl'vida. Reéordeinos c:Úahdo de niños llegaba el artesano á'nuestra casa. El álma se'hos subíatoé!a a los'ojo~ pará mirar ló que aqu~l hdmb're sacaba de su espuerta o de su faltriquera. Según los inStruihentos que manejaba, sabíamos quién era. Era el Carpintero o el Lañador o el Vidriero. Había
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sobre todo·uno que nos parecía un se~ poderoso y envidiable; trabajaba acurrucado, en silencio, y de cuando en cuando encendía una lintemita de la cual salía al punto un sonoro vendaval con una frenética lengua de fuego que lamiendo los metales se los comía. Era el Fontanero, que traía de· su casa viento y fuego, prisioneros en su linternita. · . . ·. Pues algo parejo acontece con los poetas. ¿Con qué material hace un poeta sus versos? ¿Cuál es su ajuar lírico? Piense usted en Zorrilla: ¿Qué hubiera sido de Zorrilla sin catedrales, sin castillos, sin callejas, sin dagas, sin chambergos, sin tocas, sin huríes, sin albornoces? Rabindranath, en cambio, no necesita nada histórico y suntuario, nada peculiar de un tiempo y de un pueblo. Con un poco de sol, de cielo y de nube, de hontanar y de sed, de tormenta y de ribera, con el quicio de una puerta o el marco de una ventana donde asomarse, sobre todo con un poco de amoroso incendio y de fiebre hacia Dios, elabora sus canciones. Esta lírica se compone, pues, de cosas universales, que dondequiera hay, dondequiera ha habido, y hacen de ella un pájaro pronto a cantar desde toda rama. ,.. : Oigausted, por ejemplo; estavoz, que en un aire inquieto y juvenil de primavera, llega hasta nosotros., anónima: ., , · · · ·· , " , 'ji
Corno corre Ja gacela, l.oca de su propio.per\urne;, parla sombra del bosque; así en.esta noche,del ca.razón.de mayo; ·calieh.te de la brisa del Sur; corro yo .loco. He perdido mi can:lino y yerro al azar. Y quiero lo que . no tengoytengo1oqueno,quiero. . Lá imagen de mi propio deseo sé.sale de mi corazón, y, danzando ante mi, centellea una vez y otra, súbita. La quiero coger y se :me va; y ya lejos, me llama otra vez desde el atajo ... Y quiero lo. que no tengo y ten' go lo que no quiero.
Desperté. con los primeros pájaros y ya mi lámpara moría. Y me fui a.la ventana apiertay me senté, con una guirnalda fresca en,t1lis cabellos sueltos .... Por el camino ve.nía él en la niebla rosada de,la mañana. Traía al cuellp una cadena de perlas y el sol le daba en la frf!nt~. Yse Paréi, en mi puertayrnedijoansioso: «¿Dónde está ella., di?>>: ·•L .. , , . :Me cJio.vergüenza. de decirle: «Ella soy yo, hermoso camirtante, ella , , ., ,,,,, . . . , ., ... soyyo. . . Anochecía y aún no habían encendido ... ;Yo merecogía el pelo, con desgana. Él llegaba en su carroza, toda incendiada.de rojo por el sol poniente. Traía el traje lleno de polvo. La espuma hervía en Ja b.o.ca anhelante de sus caballos ... Descendió ante nli puerta yme dijo con voz cascada:,«¿Dónde está ella, di?»· ... : ., . . . ':'. . . Me dio vergüenza de decirle::i
. Intente usted, .señornJoi::ªl!.zªr: estª yoz, ¿Desde dónde suena? ¿Viene de Oriente 0 de.Occidente? .¿De cerca o delejos? No.sabernos, .no sabernos; más bien parece que a la par viene de toda la,línea re.do11da que hace el horic zonte vital, porql\e.•no hay.punto de él donde no se levante, corno el espectro de un chopo, la inquietud de un. deseo..h1satisfecho. Es, más, señora, si torna usted la postura ql\e tan bien leva e inclinando su oido . hacia su propio corazón, se dispone a.esFuchar:, ¿noPYe u.ste,d,~alir.de alli la misma voz en blando:rurnor ascendente? ¿Dice ustedqw~sí. .. ?, ¡Ah, señora, n.o terna usted! Yo guardaré esteeJ{quisito secreto.que,hesor:prendido yno diré nunca a nadie que lleva usted un poeta indio de11tro .de Sl.J. cor(\Zón. ,. , ,¿Se, ~esiste ~ted:a. confesarlo? Ill1es. piga .otra vo.z que ahora suen¡i,: ' . ·-!
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: Fuera inútil, senara, q1,1e se obstinase us.ted. en Íio.tonfesarsu secreto: el secreto de esta voz .es un secreto.a yoces. ¿Pm: qué intentar .ocl\ltarlb? ¿Cree ustec\ que el pasado de. nuestros amores ynuestros odios,. de.nuestros anhelos y.nuestros hastíos, no deja su huella acusador.a en nosotros? No hay.gesto ni mirada, señora, que no reproduzca la historia enter:a de .nuestro corazón. Sin quererlo, al It1ovemos ante el prójimo le referirnos nuestras memorias. Y el ademán con que pretendemos encubrir: algo íntimo.es el grito más claro en que lo revelarnos. Así yo sé que ,usted ha estado una tarde esperando en su .balcón que Etlguien pasase, alguien que no iba en b.usc~ de uste.d,Y.sé que sus ojos hanqu(!rido dec,irle: <<¡Pero, hombre, si no es,aquélla,.sUa verdadera soy.yo!» . . ,. , . , , ,. . .· . · Del mismornodo.sa.bernos que en otra ocasi.ón dijo usted pqco más o menos:.
v~;sola ~or ~o
~itad~,a~or, lo~ ~ájaro~ ~~ ~an~
Ja che a mi , Cuando tan, elviento,no se mueve, las casas dda calle.están, a un lado y a otro, , silenciosas... .. . , · · Y ~is ajorcas tintil)ean a cada paso mio. , (Y me d~ una v~rgüenza ... l
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Cuando, sentáda eri el balcón, espero, sin aliento, süs pasos, las hojas estánn1üdas énlos árboles, el agüa está quieta eri elrfo como la espáda erila5 rodillas de uriceritlnela'dcmoido ... ·· Y rrikorazóri pa1pitá loco'.' · · ¡Y no sé cómo callarlo!..: ' ' . Cüándo víene rrii arriory s·e sieritli ainiladó; cuando tiembla mi cuerpo y se me cierran los ojos, la noche se oscurece, apaga el víerito mi lámpara, las riübes vélan las estrellas. ,, ' : ''' '·Y la joya de mi pecho brilla. ¡Y rto sé cómo apagarla1'. .. ¿Verdad qúe una v'ez se dijo usted eso? Claro es C[ueusted nó ha llevado nunca ajorcas; en realidad, llevaba usted aquellanoche'uriá crucecita de·rubies, pendiente de una cadena de oro. Discreto, el poeta trata de despistamos con las' ajorcas', a fin de'que no atribuyainos nóminalmente a usted e5ós pen5arnientos de tan dulce y cálida intimidad.. · Es inútil que nos defendamos. Rabindranath: vive' lejos, muy lejos de nosotros, en la· región sagrada y milenaria que•bañan el Ganges y el Brahmaputra:1Ha habitado largo tiempo bajo elHimalaya:, en medio de una selva ungida de silencio dentro del cual se Vierte a ciertas'horas•lacvoz del gong llamando a la plegaria en la pagoda. Pero este indio, que tiene un perfil de Cristo arlo y una mirada febril entre sus párpados, ha: ]Jasadb p'or innumerables' avatares Oreencarnaciones: ha sido SUCeSivameíite' tÓdas las' CCF sa:~: Corno el Buda ha' ~idó liebre y ha sido lobo, há sido mutha:chay ha sido guerrero, sacerdote y juglar.De una en otra existencia ha ido acumulando ese íntimo fermentarsetreto de cada Vida y al través de cuerpos sin cuento,'se ha filtrado su alrtüi, como la•gota por las capas de toca; perdiendo materia y ganando en esenciasutil.·Esta esencia sutilde'úíia Vida' innumerable nosllegahoy,líritainentemoduladá; en el dulce trémolo de su poesía. Si ha sido un poco cada unÓ' de nosotros'(' [cómo extrafiar que en est6s vérsós' 'u ' ' ' sorpre±idainosla revelación de nuestros ptopios ártanos? Y siempre que tropecemos con un gran poeta, señora; sucederá lo inü;c mo.Yo
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Ello es que el descubrimiento lírico tiene para nosotros.un sabor de reminiscencia, de. cosa ºque supimos y habíamos qlvidado. ... . Todo gran.poeta, señora, nos plagia. · . E! Sol, 2 7 de enero de 1918 II · ¿Conoce usted, señora, la historia.de Al]lai? Es la historia más sencilla del mundo; pero cuando la hemos oído, parece que el corazón se nos escapa del pecho, como un pájaro asustado por una vaga sombra. Amal se~ora, es un niño huérfano, un.niño que está enfermo. El médico no le dej~ salir a la. calle ni corretear porel campo. Por eso Anml,asoma su c:~erpo a la ventana y asoma su ahna a sus ojos: quiere ver las cosas del mundo del pequeño mundo ~ue se pinta d_entro del marco de 5u ventana. Y todo lo 'que Ama! ve, ~al quiere serlo. Quiere ser el vendedor de quesitos que pasa cantando; ~:1~ere ser el guarda que marca la hora en el gong municipal; quiere s~r la ~a vendedora de flores. El almita c)ara de Amal, señora, es como el ;ilano de los .campos que se va con todos los aires. Por ejemplo: él quisiera rr volando del otro lado dela .montaña que se alza en la lejanía. Su tío le dice: «¡Eres tonto! ¿Tú crees que no hay más que irysubirsea la punta de.la montaña? ¿No comprendes que si esa montaña está ahí de pie como está ,está para algq? Si p~diéram~s ir m.ás allá, ¿para qué amonton;r tanta piedra?,, Pero Am~l replica: «¿Tu crees, tío, que la han hecho para que nadie pase? Pues a l]ll me parece que es que, como la tierra no puede hablar levanta la mano hasta el cielo y nos llama; y los que viven lejos y están sentaditos siempre en su ventana, Ja ven llamar... » b~l otro lado del camino hay una casa nueva que tiene una bandera fl~ tando siempre en lo alto.,«¿ Qué casa es ésa?», pregunta AmªL «E.s e.l correo», le responden. «¿Y de, quién.es?.» «Del Rey». «Y entonces, ¿vienen aqµí carta~ del Rey?» «¡Claro está! ~!día menos pensado viene una carta parat:i>t·. Y Ama!, que se va m~nendo, sigue asomado ala ventanay ha]Jla con t~do el que pasa ... Pero la.idea de que el Rey escribe cartas es demasiado. bo~ ruta para que no arrebate en su imaginari9 torbeHinp el. alma sin p~so de .AmaL Ama! espera una carta del Rey, · .· . . Al día siguiente el niño no puede ya asomarse. Yace vencido en su cam!la. La vida se le .ha ido ~a~i entera; sé.jo un rayo le q_ueda, unmenudorayo tembloroso, hech.~ ~on una ab~urda esperanza: ¡la carta del Rey, la .carta que el Rey le v.a a esc.nbrr! Y recogido sobre sí mismo, Amal espía fos rul]lores qui'! llegan, por s1 alguno de ellos, es eldel cartero. ·
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·· ,y Arnal agoniza; los ojos se le nublan: le parece·bañarse enuna dulce y tibia oscuridad. Pero llarnaria la puertá: ¿Quién es? Es ... el heraldo del Rey; el propio heraldo del Rey que anuncia la llegada del Soberano: Y con. el heraldo llega el médico de Palacio que el Rey envía para curar al enfermito. ¿Y Arnal? '¿Qué se ha hechodeArnal? El alma deArnal se había ido ya, volando del otro lado de la montaña. . . ' Ésta es la historia que Rabindranath Tagore nos cuenta en su poema dramático El cartero del Rey. . '' Adivino, senoia, cuál e5 la actitud en que el final de esta historia la ha sor~ prendido. Varias veces le he dicho que tiene usted el genio;d.e las áctitudes. Cuando en aquellos cre¡:iüsculos inolvidables reunía á su~ anugos entorno al té yal'cafü!; ol5sérvé a menudo que nuestra conversación variába siempre c¡ue usted cambiaba de postura. Parecía corno si la postumdeilstedfuese el terna de la conve'rsáción,y lo que nosotros decíarnós, no más que dcornentario fer~ voroso a' la línea que hácía su cuerpo en la penumbra. No le extrañe, púes; que lá irnaginetendido el cuello, el codo en la rodilla, la mallo en el n:entóll y la yerná del írtdiééhundiendo,su mejilla. La mirada sel~ ha ido :an lejosque ~a rece dar lavuelta al mundo y acál5at mirando lo que hay
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puja nuestros día~, llenos de desazón y de insuficieÍ:i.cia, con el aliento caliente de sus fantásticas esperarizas. Sin él, señora, diez veces eri 'la jorriada nos tumbaríamos vencidos al borde del camino, cómci el carireventado: Pefo nuestro Arnal íntimo espera siempre su carta del Rey. >. .· .. · · ' Tod~s los grandes esplriti.is han sabido escuchar, pór debajo de lcis'ruid,os exteriores de la vida, la alegría y el llanto del nfüÓ que ll~varnos dentro. Cuarid.o eri el Fédón s~dispone Sócrates a morir, le presenta Platón demostrando lógicarnente'a sus discípulos que no debemos temer a lamúe~te. Pero Cebes replica sonriendo: «Está rnuybieii éúarito dices; Sócrat~s; mas yo quisie:a que rios tbnvencfeses de otra manera, ]Jues,au!lque nosotros no temarncisa lá ri:nierte, acaso ún nfüo' de:r\.tro de nosotros se asusta de ella. y a éste; a éste es a quieri tiene5 que convencer para que ria' se áfuediente de la muerte como de un fantasma errante»! · ·· 'Seftora, ·¡que libro más bello se ]Jo dría escribir sobre el nfüo ~ri nosotros¡ Sólovivirncis.Verdaderafuentelas horas que él lograviVir,Somos]Jersónas formales en los días Vlilgates de nuestra existencia; j:íerci en las Cimas de la vida en el sumo dolor o la dicha'rnáXima, el niño eri nosotros reapatece. ' Corno usted ve, arniga'niía; ;en El cmtero del Rey el héroe dramático es un anhelo incorpóreo, esa extraña potencia del espíritu que nos hace fluir hacia ló• que aun no esi Rabiildránath se complace subrayando una vez y otra ese dinamismo espiritual que, a la postre, constituye nuestra realidad decisiva. Es el poeta de lás cosas que ya van a llegar o que acaban de irse-la flecha que, ya en el aire, estremecida, se anuncia a su blanco con un rumor de abeja; o la que ya partió y nos deja una estela de vacío en la atmósfera donde, corno una hoja seca, se precipita nuestro corazón, Y así pasamos l~ vida, señora; esperando o añorando. En tanto que; la mitad del alma se ocupa de.lo. que· fue, la otra mitad se preocupa de lo que va a ser. Diríase que lo real y presente sólo sirve para que de.élbrinquernos al irreal pasado y al irreal porvenir. Canta Rabindranath:· ; ; · · · · ,• .. · . . . ·. ' · ¡Mi' casa no es ya casa pata mil ;¡Nopuedo'máSI ¡Me voy, que el Des-·;· conocido eterno me llama desde el camino! ¡ Cómo me duele sú pisada, resonando en riú pecho 1 ' ..c.:.¡Y el viento se lévanta y selamenta;el mar! · •¡Quédense ahí mis· dudas, mis cuidados! ¡Yo me voy cohla maréa sin hi:Jgat, porque el De5tdriocido ,me llama, yéndose ya por el camino! " ; . ;
Otrasveces es el amante o la amada queacabandeirse{véase el•mirne:o 5~ deEljardinÚo)yes el afán delréúerdo que, prendido al que se aleé Ja,dilata'nuestropecho:: ...... · ··'"'' . . . • , · · ; •.
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No hay sino anhelos, señora;lo demás no existe, por lo menos no existe vita1mente. La realidad de que habla la ciencia es no más que una realidad P!'.nsada.Realidadvivaúnican:¡ente Ja tiene11los objetos cuando en ellos se prende nuestro deseo o nuestra nostalgia. A.veces me parece el universo una azulada tiniebla uniforme, surcada tan sólo por,nuestros mudos ardores, que se levantan.como silenciosos cohetes de qro.;. ·. , · .· · . 1 .· . , · L~;~di~s.han sabidoesto mejor que nadie, y por es.o Buda hace de la sed Ja substancia delmundo .. «La sed, Ja sed, el .deseo nos hace vivir Y revivir: s~d de placer, sed de vivir y sed de morir». . , . . . ·. •.• .·.· ·. . . Somos, señora, una.pintoresca caravana que bajo la féf\,'ida turquesa del cielo ecuatorial cruzael tó.rrido desierto; nos hacemos l¡t. ilusión de que somos ll1e~caqeres, pero y9 a~eguro ~usted, seño:ra, que no~ pµso ,en movi, miento tan sólo el puro afán de sentir sed. Tener.las cosas no,nos importa; nos. importa aspirara ellas, o echarlas de IIlenos cuaodoya se han ido, ¿no es ci.erto? Poi; esta razón pienso que, en el fon, do, tenemos todm; Jos hombres una biografía idéi;itica..Cuaoto de nosotros se cuenta es embuste y leyenda. Si usted me dejase, ,señora, yo escribiría la verdadera historia de su corazón con es.tas cuatro. palabras: Ni ya, ni todav!a.
··. • ElSol;3 defebrerode1918
III ¿Ha recibido usted, señora, los volúmenes de RabindranathTagore qU:e Je he enviado? Deseaba que llegasen cerca de sus nervios juntos con la primavera, a fin de ver qué es Jo qµe pasaba. Perdóneme usted este gesto de hombre de laboratorio. que ha preparado un experimento. La tentación es irresistible: su corazón me ha parecido siempre un prodigioso órgano de ese piritualidad, un apara to registrador de emociones, el más perfecto que conozco. ¿No es natural que .tratas~ de someterlo. al. influjo concurrente de lirismo y primavera? • · ,,. . . .• . , .,. . ' . Me interesa en alto grado conocer la impresiónque este poeta indo deja en las mejores almas europeas. llene, en efecto,.paramí esta poesía el valor de un experimento, porque Rapindraoath, abaodonando toda la mise en scfme del arte oriental, que 51.\ele estorb.ar nuestra. aproximación, cons!'!rva intacto su asiatismo. Ahora bien: Jos europeos necesitamos, si no queremos petrificamos, confrontar nuestras actitudes esenciales con.las de otras porciones planetarias. Durante. mu.chas siglo~ hemos viVido sin culturas .rivales de.Ja nuestra y, nutriéndonos de nuestro propio fondo, hemos llegado a creer que fuera de nosoc
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tras nada tiene sentido. Pero he aquí que el Asia, durmiente secular se incorpora, y del. oifo lado en;ierge, con una fisonomía nueva, Jii ,vida americ~na., Otras man~ra!j df! e11tender la existencia, distintas de la europea, vuelven a alzars.e.en el horizonte,. dispµtándose 11uestra adhesión, Torna a haber rivalidad en el.mundo, yya sabf! usted que, en mi entender, todas las. obras delicadas que el home bre ha .realizado se deben a la emulación . , .· · . qy~rtdo el, dulce caramillp qel poe~abengalí, nos ~entimos derivar por una corr¡ente que fluyese hacia atrás, hacia su propio manantial. Los europeos los últir¡ios siglos es.tábamos alistados bajo la bandera del progreso, que qmere decir multiplicidady apresuramiento. En oposició11 al prestissic 1119 de nue?trnvida occidental; es Rabindranath uncorazón donde Ja vida p~lsa en µn adagio cantabile. Asia 110 tiene prisa: vive en u11 tempo más cósmico que humano. Apenas comenzamo? la lectura, de es¡e poeta,el corazón se nos pone al paso,al paso lento.con que van por el zodíaco las bestias siderales; al paso germinalcon que la ,semiJla asciende so.la gleba; al paso con que se hincha y se afloja (!n las mareas el pecho curvo deLmar. Recm~rcle usted que los dioses deAsia, los devas, toman aliento una vez cad~ cien años ,y respiran sólo cada cien- horas. . . '. ', ' -_ •. ·: ' ·' . -- -·- - .- - ''-' : ''!. ,. ·.J: ; Si ha visto.usted algún retrato de Rabindranath, habrá notado es~ emanación de calma que se desprende de su fisonomía; Relatandolas conferencias quedio.e11 Inglaterra, dice un biógrafo que «parecía tener el poder de convertir un aposeúto ordinario, una casa de Londres,un au]a académica, una reuni<)n popular, en vehículo de su .serenidad .india». Verdaderamente que· nos da vergúenza acercar- a.este alma, quieta y transparente como un rec manso de fines de abril, las nuestras, agitadas y turbias. Las más agudas sospechas nacen como resultado de esta comparación: ¿no será un descarriamiento el rumbo integral de la .cultura europea? Porque Ja calma .del indo proviene de que ha puesto bien en claro la relación de su persona con los problem~s últimos.
!'.l:
Es mi delicia aguardar espiando en l.a linde del camino,,dondel~ . .sombra persigne a la luz y.Ja lluvia avanza sobre las hu.ellas del estío. : ·Mensajeros, con nuevas: de o_troS .cielos, me saludan y se apres~:· rana lo l~rgo del camino. .·" . · . , , . "; .. · Mi corazón exulta dentro de mí y es dulce el aliento .de la brisa que . pasa. . ; D.el alba a] crepúsculo, permanezco ante mi,puerta. Sé que de pronc ,... •, .tq llegará. el momento venturqso en que podré ver. " ., , , ·Y. entretanto sonrío y canto, en plena soledad. , . " Y entretanto el aire se satura con el perfume de la promes~,.
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se
¿No es éste, señora, el supremo aciert.o: lograr que la vida hos presente como un árbol cuajado de promesas maduras? ¿Qué importa sirio se cumplen? Lo decisivó e5 que la promesa dé mañana dé brío a nuestras lioras de hoY, ¡Creer 'que va a acontecer, que puede aco:itecei algo inmenso en torno nuestro ... he ahí la emoción que yo deseo más para losque'arnoí:Ilás! Lo hornble es que nada' en derredor nos enVí~'alúsiones. a un ferrrieritar secreto y romántico que acaso hierve bajo la .córtezavisibledelrnundo: Si las cosas no son más que lo que son;no ofreé:erári pretexto para 'que funcione nuestra Víscera cordiaL Nuéstrá pupila' se detendrá sobre ellas; periino'se dfspárarán nuestros afanes. Pará esfü hace falta que las cosas irradien !!1ás allá defo'C[úe éadá üriaes en realidad cierto halo iínagimirio y éorno hlrni'nosa palpitációri; que aparezcan en nuestfo páisaje ródeadá:S de auréola, al modo que el Arcángel Gabriel; y corno él, sean mensajeras de ánunciaciones. ¿Qüiere usted un ejérnpki claro de esto que vagamente digo? El semblante de una mujer hermosa. ¿No !ovemos ahí, ante nosotros? ¿No nos entregan nuestros ojos entera su realidad? Y, sin: embargo,' la visión del rostro bello, lejos de satisfacemos, es. el incitador de nuestro deseo. Porque la.bé'lleza -·decía Stencllial'---' es una promesa de felicidad; y lo que tiérié de bello no es lo que'tiene de' real; Sino laque tiene de promesa.· L~s ácontecirnientos que los hombres solerncis llamár grandes, como una grantonhenta o una gran batalla, ernbdtan:ri.uesrra: senSfüilidad•por su misma violérida. Cuando a'caecen, los pertibühos según séiril y sólo lo qué ellos son percibirnos. En cambio; a ]a·rnejór, tendidos en la umbría; una'hoja vaga que se desprende de la fronda ítos roza la sien y produce en nosotros un misterioso estremecimiento, en que nos parece barruntar un suceso inmenso que en aquel instante está ocurnendó, tan grande y universal, que no tiec ne limites; que no tiene forma, que no puede ser definido ni nornbrado;y del que la hoja caediza es sólo un humilde nuncio o infinitesimal síntoma. ¡Cuán otro tono y tensión serían los de nuestra vida si acertásemos a creer que hay en todo objetoelsirnbolo'yari.uncio de un inmenso bierio de un inmenso mal! Al menos, usted yyo sólo estirnarnos•hondaniente a los que creen esto y van por el rnundb con un alma de cristal, prontaa quebrarse bajo el golpe de un grano de arena. Para ellos, corno para N ovalis, es la naturaleza una varita.mágica: .. petrificada. · · · Aveces, esa sensibilidad trascendente se convierte en una constante espera\ y cada minuto pasa ante nosotros;'con el indice eil: fosíabios, en ademán de inminencia: «He' cantado muchos cantos'en muchos modos -· escribe Tagore-; ·pero todas sus notas siempredarnan: Ya·viéne, Y\l viene para siempre».··
_-P.ero ¿~uién viene, diablo?-preguntará usted, enemiga de lo impreciso, Impaciente y nada asiática. -Señor:;¡, Pios -respondo obediente. . . _He qu~pdo ocultarlo basta el fin, por temor a que le cause alguna desilus10n. Rabmdranath es un poeta místico. Tuvo en su mocedad amores te1'.en?~· que c~ntó en El jardinero; pero el resto de su obra, espléndido edific10 !meo, no tiene, señora, más inquilino que Dios. Pero es el Dios de la India· un Dios benévolo, que viaja en su carro de oro entre el polvo de los camino~ aldeanos; un Dios sonriente, que «sobre el ancho mundo hace danzar muerte Yvida gei:nelas»; un «maestro-poeta», que ha hecho de la vida de Tagore «U:1~ cosa simple y recta, par~cida a una flauta de caña que él sabe llenar de rnus1ca». Escuche usted esta melodía, que tiene un sabor pánico, casi griego: Oye'. corazón mío, la flauta de mi Amigo, que en ella está la música del olor delas flores del campo, de las hojas relucientes, del agua relampagueadora, de los parajes en sombra donde zumban las abejas. · Su flauta le roba la sonrisa de sus labios y la echa sobre mi vida.
R~bindranath, señora, es un David manso. (¡Ah! ¡N~estro ~avid! Aquél era mejor, porque poseía un ímpetu multiforme: destruía ciudades.y danzaba ante el arca. Zagal y hondero, capitán, poeta y bailarín, adúltero y profeta. ¡Lo fue todo aquel hombre! Su hijo Salomón, en cambio esundecadente;y tiene la pedantería de los herederos. Casi lo imagin~rnos corno una mezcla de los más ingra:os extremos, fumando cigarnllos turcos.y con gesto de profesor. Con la Rema de Saba no hizo sino discutir.sobre. temas de economía política, y su famoso palacio debió ser la insoportable síntesis de una academia y un Hotel Ritz) .• Con tanta interrupción, amiga mía, tengo que concluir esta carta sin haber comenzado a hablar de nuestro poeta indo. Pero.lo importante es que usted lo lea, no que yo lo defina.· ElSol,31 de mar.zo de 1918
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IDEA DE ESTAS ELECCIONES
I
CUNEGUNDA
OLA OPINIÓN PúBLICAESPAÑOLA'
Siempre he oído decir que en España el Parlamento no' ;epresenta la O_Pinión pública. Mas, a pesar de haberlo oído decir siempre, no he consegmdo creerlo nunca. Es más, no he conseguido ri.i siquiera entender-bien' lo que se quiere decir con esas palabras. Si en vez de resbalar sobre ellas, la.s oprimimos un pocó con la atención, obligándolas a verter su' sentido precisó, nos encontramos carnina idea contradictoria. Porun lado, en efecto; parecen indicar que la5 relaciones éntre el Parlamento yla bpinión pública son en Ese paña artormales,·qué'la5 Cortes sonunaficción; por o~o; reconocen. que esas relaciones han·adquirido en nuestro país un carácter mveterado y se perpetúan tranquilamente. . . ' Ahora bien, no creo. que para calificar de normal un hecho histórico; un fenómeno social;: encontremos otro síntoma que el de ser reiteradamente toleradopor la sociedad sin adecuada protesta. ¿En c¡ué quedamos, pues? ¿Son normales 0 anómalas las relaciones entre el Parlamento y la opinión públi1 ca española? ' · :Cabe adinitir que un'día la opinión pública de una nación sea suplantada por medio de la sorpresa y de la violencia. Pero no cabe adinitir que, sin sorpresa y sin violencia, un día y otro, y todos, la opinión pública se deje cínicamente suplantar. Si viéramos llegar a nosotros una mujer, convulso el aliento, las greñas al aire y clamando que ha sido en el vecino monte violada, propenderiamos a creerla; pero si la escena se repite metódicamente, comenzaremos a sospechar de su virtud. Pues bien la opinión pública española viene a ser, como en el Cándido de Voltaire, la gentil Cunegunda, que ~antas veces la ocasión se presenta queda indefectiblemente violada.
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Como toda contradicción, la del susodicho tópico proviene de que con una misma palabra nos referimos a cosas, diversas. Se parte de un supuesto erróneo: el de creer que la opinión pública española es, poco más o menos, la misma cosa que la opinión pública francesa o inglesa o alemana. Como nuestroParlamento es, evidentemente, cosa muy distinta del inglés o del francés; ál etifrcintarlo cori. aquélla o¡:iiniórt pública de ti¡:io europeo, nos da ento~tro la desproporción. Pero si corrégiitios el errórl.eo supuesto y comparamos IJ.tiestro Parlamento cbti núestra·realyveida:derá opíhión pública, veremos•que coinciden exactamente: Nuestras Cortes nó són tina ficción· la ficción es la idea que'&l1uestra opi!liónpública tenemos.:, ' ·.... ,'''[Cómo ?-'-"seime ditá:¿ Cree usted ~ue la urnyoríái nácional•há ardido r~a1Il1ént_é en fe conservádora o en fe liberal, al compás del tumo de los pare tidos 'que' desplegaban en eV Parlamentó sus alternativas mayorías? No; yo no creo eso: El pueblo español no·era hoy conservador y mañana liberal; o vieeversa'. Hasta en estose'púecíah los dos ¡:iartidbs tumantesj de lb's éllales ni el conservador eta, en efei:t
El Sol, 2 de marzo de 1918
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11 LAMO~ DEUN
CARTeL
El. sufragio urliversal se ha vestido esta .~ez de oro y de plata como un torero. EL carácter pecuniario de las eleccion~ últimas constituye su rasgo más saliente. Por. tÍtlrazón, alJntentar en esta serie de notas una anatomía moral de ellas, he comenzado por, subrayar su perfil financier 0 , El hecho ofrece un primer aspecto tan repugnante, que ningún alma m.ediariamente . . :• ,: e. honesta podrá reprimir un gesto.de asco yde desdén. Con ese gesto hemos satisfecho cierta propensión alpatético asp~vien to que, más amenos, se)'.ltimo~ todos, La socie(l¡¡c}se complac.e forp.entando en nosotros, aun en los m;ís sinceros y resµeltos,;una costra o c:o.razacde tartufería, un repertorio.de hipócritas ademane~ convenidos, conloscuales salimos al encuentro de.los. sucesos. Así, al.hablar de.laintervención del dinero en .las elecciones, aparentamos sentir todas las náuse.as que un fer7 voroso luterano, ebrio de mística exalt.ación, experimentaba ante la Roma simoníaca. . ,. .. . Porque, en efecto, l¡¡ democracia ha re.ca bada para sí todo el patetismo supersticioso que quiere rehusar a la religión. Para un demócrata, es el voto cosa tan santa como pap.,etcatólico la comm;üón, y dispara en él a~álogos sentimientos. ·• •. . • ¡. ., , · •. : Contra este misticismo democrático deben combatir to.dos los hombres verdaderamente liberales.yliberados. La aspiración de la democracia es .el imperio del buen sentido y del aniquilamiento de toda superstición y pasión turbia. en las relaciones políticas de los hombres. La democracia renuncia, como al milagro, aLéxtasis. No exageremos, pues,. nuestra tartufería. Es dolo.roso y es repugnante que el dinero manipule en los comicios; pero si atendemos a.las .circunstancias concn0tas·dela Vtda públicaespañola.,rp.enguamucho el cariz de depravación que,•en abstracto,tendría est,e hecho, Tqdo•elque haya andado por las calles. de Madrid en los díasprecedenc tes a la elección,: ha podido medir, con unfondo de sinceridad y discreción que a nadie debe faltar, dónde acaba la efectiva inmoralidad existente en la simonía del sufragio; y dónde empieza la retórica hipócrita de una falsa democracia. Nos bastaba con leeruno ddos carteles educativos que estaban pegados, como apéndices doctrinales, a las listas de candidatos. En él se decía: «Vendiste tu vótb;venderás a tu hija». Yo no sé qué habrán sentido los demás; pero yo declaro que si no me pareció irritante ese cartel, fue pc;irque me pareció demasiado necio y brutal.
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Aquí hallamos un ejemplo monstruoso de la ridícula hipertrofia a que el siglo,pa~ado ha traído la función política. ¿Hay más.absurda pretensión que inyitamos a que situemos en el mismo rango deyal0ración un voto y una ~ja, la resolución en materia política -que es, cuanto más honrada, en mayor grado aleatoria y problemática-junto al nexo más da-. ro y delicado que acaso existe: el de un padre con su hijo? Un obrero a quien suelo ocupar, me decía el lunes: «Yo he vendido mi voto en cinco duros para que mis hijos comieran esta semana». Al oírle esto pasábamos bajo el cartel aludido, y yo sentí hacia su anónimo autor un desprecio sin riberas. La compra de votos no merece atenuaciones, pero la venta sí. Siempre me ha repugnado más el que compra que el que se vende. Reconozcamos, ante todo, que en la mayor parte de los distritos españoles esta vez, menos que nunca, han combatido ideas. No se trata, pues, de que el proletario español haya entregado al dinero el voto que deb.ió dar a su idea. El único sitio donde se ha levantado en vaga silueta un ideal político, es Cataluña, yno obstante ser la región más rica de España, ha cometido menos ampliamente simonía. Pero vivimos en una tierra donde cualquier audaz que se ponga a dar rugidos y a expectorar necedades en un mitin pretende representar una idea, y le extraña que el pueblo no se deje agujerear a balazos el pecho para exaltar a la diputación su ruin persona. Entre una moneda y una idea, sólo puede dudar un necio. Conviene en estas experiencias que va haciendo el alma patria acudir al comentario con leal entereza, y que cada cual exhume, clara y razonadamente, su juicio íntimo. Prefiero n1il veces que el censo se venda a que el censo se regale. Siquiera por aquel triste medio aprenderán los españoles a dar valor a su voto, y d.escubrirán que ese derecho soberano a elegir constituye una propiedad real y eficiente, patrimonio de cada ciudadano.·Sesenta años de discursos no han servido, al parecer, para que se enteren de que ese pequeño tesoro existía. Esperemos que en unos años de finanza electoral hagan mejor aprendizaj~ .. Tal vez así, cuando vuelvan a inyectarse en el aire social fuertes ideas pohttcas, encuentren un pueblo que tiene de su soberanía una noción más clara y hasta métricodecimal. Ahora, como siempre, será la economía el mejor pedagogo del derecho. . Modérese, pues, en lo posible el aspaviento. Es vergonzosa, es lamentable la moral política de nuestro pueblo; mas para corregitla será preciso que se ocupen en educarlo otros hombres muy distintos de los que representan imágenes tan torpes como ésta de confundir los votos con los hijos. A poco buen sentido que tenga, se dirá, como me decía mi amigo el obre-
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ro: «Este hombre cree que su elección puede ser para mí cosa tan gráve como la suerte de mi hija. Este hombre debe de ser muy vanidoso; peto; desde luego, es unfal:sante». · · ·
EL AYER Y EL HOY DE LAS JUNTAS
·. EÍSol,3 de marzo de 1918
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EL PASADO DE LAS]UNTAS
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Enlagravísima situación a que los han traído estos días la existencia pública, permítasenos que nos consideremos testigos de alguna ex" cepción; ·Si en el estado de apasionamiento que parece turbar hoy el espíritu de fa oficialidad queda un lugar para hacer memoria, y otro más breve aún para: hacer justicia; habrán de conceder a nuestrás palabras una privilegiada atención. Nuestro periódico, en campaña iniciada cuando su director y algunos de sus re.dactores lo eran de otro diario, prestó al movimiento ·de primero de junio la simpatía que creemos obligada para todo intentfrhonrado de reorganiza!' una sociedad·en descomposición, como es la española: Desde el principio fue nuestro razonamiento el siguiente': lustro tras lustro se han ido acumulando los vicios, los despropósitos y los cinismos, hasta el punto de que hoy no existe ninguna institución con el prestigio y la autoridad bastántes para que se pueda, desde ella y siguiendo procedimientos normales, mejorar el contenido de las demás. Más o menos pronto había de acontecer lo que ha acontecido. El absurdo latente en la vida política de los últimos veinte años habla de hacerse alguna vez patente. El desmandamiento militar dio ocasión a que se pusiera de manifiesto la mortal debilidad de nuestras instituciones. Creer que sin profundas modificaciones era posible tornar a una vida pública normal, era una hipocresía yuna deslealtad ante los demás. «Hacemos más que corregir d absurdo presente-·-decíamos· el 13 de enero-. los que reconocemos'eri é1uriperíodoanómalo, de índole más o menos revolucionaria¡ y pep.imos que sé1e dé fin aniquilando las causas que le dieron principio». iLa$]untas,de defensa,.alzándos·e contra la política usada, tuvieron en su priIÍlera hórá la aquiescencia casi unánime' de los españoles. El residuo que a la perfecta unanimidad faltaba; se componía, naturalmente, de los interesados en la perduración de esa política tradicionaL
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«¿Qué piden las Juntas de defensa-escribíamos en 30 de diciembre-; por qué hacen gravitar, sin duda ilegalmente, su fuerza sobre la política de estos meses? Bien claros han si~o sus manifiestos. Piden unas elecciones sinceras y que sean condenados al ostracismo de la gobernación Don Fulano y Don Zutano. Piden Cortes que lo sean con tod¡¡ plenitud; piden u.n Estado a quien todos los españoles puedan, dignamente y sin reservas, obedecer. Piden con mayor eficacia lo que, sin ella, venimos pidiendo los demás ciudadanos». No podrán esta vez los militares usar de la queja, frecuente y casi siempre justificada, de que en nuestro país, a todo ensayo de política distinta de la inveterada, se opone una incomprensiva hostilidad, sin dar espacio a los que ensayan para demostrar su buena intención y la posible fecundidad de su empresa. Los militares han recibido durante meses elapoyo de la nación en general y de nosotros muy en particular. Hemos defendido su actitud frente a. las asechanzas de los antiguos políticos, que usaban a destiempo de las más sublimes ideas liberales para cubrir el intento de resucitar el tumo asolador. El mismo señor Sánchez de Toca recibió algún bote de lanza que desde estas columnas.le dirigimos, El comportamiento delEjército en los sucesos de agosto y la sentencia inoportuna contra el Comité.de huelga obtuvieron de nosotros la interpretación másfavorable, a saber: que el Ejército había caído en una trampa preparada por los viejos partidos .. Una cosa nos animaba en esta generosa, táctica: la reiteración con qui; las Juntas expresaban en sus documentos. oficiales el anhelo.de recurrir y soc meterse a la soberanía nacionaLLas Cortes, hoy en vía de elección·, se nos presentaron como amparadas por esos anhelos de la milicia. Así podíamos concluir en la fecha última citada: «Podrá, dentro de una semana o de un mes, cambiar la calidad de los hechos, pero hasta ahora nadie puede homadamente acusar a.las Juntas de defensa de ningún proc yecto imperialista».
EL PRESENTE
-Con la fuerzá.moral que esta conducta, favorable a las Juntas, nos da, necesitamos declarar hoy que, a nuestro juicio, la calidad delos.hechos ha cambiado; Resueltos a extremar el afán de concordia, aún creemos que puec da obedecer la incomprénsible actitud adoptada estos días pord Ejército a una desviación transitoria.de·aquella política más seria ihiciada en junio, desviación nacida acaso de malas inteligencias que alguienpuedahal:)erse complacido en fomentar..
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Pero no es dudoso que las exigencias de tiempo y de modo en lo referente a las reformás militares, no pueden compaginarse con la austeridad y . el desinterés que.l¡iasta ahora inspiraron los manifiestos y los actos.de las Juntas. No asegµramds nosotros que esa urgencia en las reformas obedezca a intereses de clase, pero con haber dado a la opinión popular pretexto para pen- . sarlo, se ha cometido ya un error decisivo. «Es preciso-decíamos el 19 de diciembre-que el Ejército busque el restaurar su unidad con el pueblo e impida todo equívoco en sus movimientos. Las juntas de defensa deben recordar, en cada instante, que viven, no del fulgor de las espadas, sino de la tácita adhesión que en una hora estival les prestó!¡¡ sociedad entera-el pueblo, nuestro pueblo, Cuando esa adhesión les. faltara,.se consumirían automáticamente por asfixia moral» .. Estas palabras, escritas cuando se escribieron, revelan por nuestra pare te la solícita y severa previsión que marca las fronteras entre la amistad del leal y la adulación del atropellado o .del astuto. Lamentamos.sobremanera que no se las tomara en consideración. Los que hayan inducido al Ejército a dar los pasos recientes tienen sobre.su COf1.ciencia el delito de haberle enajenado la unanimidad nacional. · Porque no es propio de gente reflexiva defender. la manera con que se quieren poner en vigor las.reformas. No discutamos su urgencia; aceptemos que sea superlativa. Nadie podrá, no obstante, negamos que es más urgente mantener la cordialidad entre la mili día y la nación. : Es inadmisible que pueda nadie creer en la eficacia de la defensa nacional, si ésta no se lleva a cabo con la efusiva colaboración de la gran masa española. Una sola suspicacia entre pueblo y Ejército anula el poder bélico de cien mil ametralladoras. Y ¿no es cebar esa suspicacia venir a lo que se ha llegado? No somos ciertamente idólatras del Parlamento; más bien hemos demostrado serlo contrario. Pero toda nuestra crítica del organismo legislativo deja intacto un punto, un punto que es sagrado; no ya pa~ala democracia contemporánea, sino para toda sociedad.noimál ento.dos los tiempos: la concesión de créditos. Desde.la Edad Media al siglo XVlll; ningún monarca ha logrado quitar al pueblo el derecho a ser él mismo, con su deliberada resolución, quien otorgase los subsidios' De tenerrazón ano tenerla va un paso, y éste éS el que se ha querido dar estos días; Por debajo de nuestra desorganización política, de nuestro descontento hacia las instituciones; según éstas son, late un nervio de dignidad ciyil elemental que nd •tolera ser.herido. • La prueba de ello es que a nosotros, que hemos hecho de'la hicha con los viejos políticos y sus malos.usos i::ondición de ni.{estra vida, se nos ha puesto ahora en elduro trance de parecer defenderlos.
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No se prosiga, pues, esta obra de engaño al Ejército que se está perpetrando. Comprenda éste que si sus programas de recurrir a la soberanía nacional, solemnemente expresados, no se cumplen, pensará el pueblo que los renovadores junio reinciden ~n el mismo pecado que le ha hecho enemigo de los nefastos: el pecado de no cumplir las intenciones declaradas;
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via dimisión, el papel de escarnecedor de una Asamblea que está aún en la faena de nacer. · Este Parlamento, con quien se quiere cometer un infanticidio, pues sus mismos paqres andan a matarlo, tendrá acaso muchos de los vicios perdurables; pero repetimos que, sean cualesquiera éstos, una labor de él tiene que ser intangiblé, so pena de que recaigamos en la edad de la piedra sin pulimentar: la de que en él haga el pueblo deliberadamente el don de sus dineros.
Su EXCELENOAEL AUTILLO Publicado sin firma, El Sol, 9 de marzo de 1918 · Pero si al hablar al Ejército; aun: eri son de polémica y radical discrec pancia, no·podemos faltar a ningún m1ramiento; no nos ocurre lo mismo cuando se trata del señor La Cierva, que no es una entidad moral, como la milicia, sino un hombre de carriéy hueso; con sus torpezas riativasy sus pasiones crónicas.• : Hay en las hondonada5 delGuadarrama,'nuestra Sierra familiar, una es~ pecie de mochuelo llamado autillo, que es de todas las alimañas la más te~ mida por labradores y zagales. Este pajarraco no logra ser dañino con su breve pico ni con sus exiguas garras. Quieto sobre uria rama de chaparro o en un saliente de roca, aparece' de cuando en cuando, fijos los necios ojos que la luz ofende. Mas·es fama que su pre5encia acarrea quien lo encuentra los más graves sinsabores y desdichas. · No sabemos qué tiene de'.autillo·el señor La Cierva; •pero es un hecho que apenas se le ve posarse en algún punto del horizonte político; entra la vida pública en violentas convulsiones, el aire se llena de maleficio, y paree ce que se respiran ráfagas deJuicio FinaL Es un personaje de nial agúero; puesto que no basta a explicar estos efectos de su actuación la modestia de su pico y sus garras personales .. ·. Los· años de alejamiento gubernamental no han afinado su temperamento ni sus ideas. Aun mirados susiactos desde.su punto de Vista priva~ do, nos es imposible entender el sentidó:que llevan: Porque siempre acierta a·colocarse en disposición que no ofrece.salida ni porvenirfrancos a sus Inis" mas aspiraciones.: No inicia·riunca una política: llega siempre' para enterrar una que muere;. · '"'' .· Pero no sólo carece de amplitud y sutileza en sus visiones de gobernante, sino que a menudo falta a sus actos aquella aparente cohesión y decoro lógieo que en las relaciones'intelectuales.entrelos hombrés viene a ser como la cortesía en las morales. Así, en el casopresente, hallamos unministro'que ha asistido .desde el cuarto· de bitácora gubernativo a las elecciones; y con asistencia por cierto nada.máilca. La bondad o depravación: de estas Cortes cae, en parte, bajo su responsabilidad.. Y. ese mismo ministro acepta, si.ri.pre"
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FABRICANTES DE RENCOR
Para militarizados Cuerpos de Correos y Telégrafos se ha escogido la hora menos oportuna: justamente la hora en que los militares mismos se hallan desmilitarizados. Esto parece un trabalenguas, pero no lo es. Es tan sólo una manera de decir que está trabado el sentido común. Todo indica que hemos entrado resueltamente en la zona de franca demencia. Sin embargo, conviene que el escritor mantenga su vocabulario dentro no ya de la mesura, sino de la parsimonia. Al emplear superlativos en la calificación de lo que estos días acaece, corre el riesgo probable de que dentro de uno o dos meses acontecimientos mucho más graves y absurdos le sorprendan con elléxico exhausto. Como un buen general, el que escribe debe tener nutridas sus reservas literarias. El diccionario no es inagotable, La" brado el lenguaje por almas cuerdas, no están en él previstos ciertos extremos de frenesí. No está, por ejemplo, prevista la política española de 1918, que en el más rigoroso sentido de la palabra, es una política inefable. Templemos, pues, la locución y evitemos el exabrupto. Otra cosa llevaría al publicista, como en efecto ha ocurrido ya en España, a convertirse en una especie de boxeador por escrito. Pero el que una propensión al buen gusto nos aleje de las imprecaciones, no significa, daroestá, que los actos de gobierno ejecutados estos días no las justifiquen, y hasta las reclamen. Se insiste en la misma política que fue seguida por el gabinete conservador durante los sucesos de agosto. Esta política agostadora no fue, sin embargo, inventada este verano. Es muy antigua. Yo diría que, bajo apariencias más o menos correctas, casi no he conocido otra en nuestro país. He visto siempre que los grupos políticos arrastraban una escéptica inercia, sazonada con la pimienta del cinismo, y cuando salían una hora de ella era para realizar un acto de éstos que llaman enérgicos. Estos actos, que aquí llamamos enérgicos, suelen consistir ~n un súbito desencadenamiento del poder coactivo que tiene el Estado, el cual se
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hace descargar sobre una clase o'círculo social en forma fulminante efaapelable, sin atender a las circunstancias de la hora; y sobre todo', sin cuidar . de que esa obra negativa de reprimir vaya: consagrada y como ungida por una . finalidad justa, generbsa'y clara a los Ojos' dela na'cióri. Esto se ha solido hacer en España,Cert esta pobre Españarn1estra, que paga detal'modo·el delito de entregars1Ígobiemo a gentes de'temperamento inferior, sin educación intelectual suficiente ni aquella alta escuela de moralidad que necesitan los'di.rectoresdeuripueblo.•'••.· · · Estd mismo se ha hecho ahoni; Nadie duda que un posible abandono ddos setvicios por parte de telegrafistas y empleados postales es una grac ve•perttirbaciónpara la vida pública.·¿ Cómo evitarlo? Hay un procedimiento tan seri.tillo de pensar yde ejecutar; que está enla mano: de un paralítico; el cual fuera., además, un cretino:' dictar una ordenpdr fa cual la: Guardía.C'.:i~ vil u ótro Cuerpo am1ado desaloje las oficinas. Se puede todavía dar con fatilidadmrp~so más:• disolverlos Cuerpos de OorreosyTelégrafos. Sólo una cosa no se e'vita usando de este método, una tosa muthomás grave, fabulosamente más grave que cualquiera' perturbación en las éomunicacion:es, a saber: que esos miles de individuos sometidos a violento castigo y mecánica represión no guarden en sus almas un rencor-perdurable cóntra el Estado que los expulsó y el resto dela sociedad que no les defendió:•, Desde decenios' esto se viene haciendo por los gobiernos en nuestra patria; hoy•toca a unos, ayer:tocó áotros,:mañana tocará< a los intactos aún; Se siembra elrencor, ese venenO' explosivo del espíritu¡ se fomenta la di.5cordia yla hostilidadmutua .. Ya próducir este•radical desorden en los corazones se llama sustentar eforden;J amás asistimos a un ensayo de fraternidad nacional. Desde la Gaceta o desde el escaño, el político no hace sino segm~ntar la unanimidad española; Pues qué, ¿podemos olvidar aquel «Noc sotros, somos nosotros» querepetía don Antonio Maura· hendiendo en dos porciones incomunicantes nuestra sociedad? Este hombre, por lo demás tan respetable y ejemplar, se abandonaba al morbo disociador que atomiza la vida' española;:y usando de su palabra aguda y sentenciosa como de un cuchillo, tajaba la unidad de los espíritus. En estos pocos meses se ha conseguido enemistar a los militares, primero con los trabajadores, luego con los empleados; mañana se ampliará la disensión oponiendo el Ejército a las Cámaras de Comercio y de Industria, a las asambleas de productores y agrícolas, etcétera, etcétera. Sólo un hombre portland llamará a esto preparar la defensa nacional. «La historia de un pueblo es la historia de una vasta integración» -· · escribe una vez Mommsen: El genial romanista alude a ese glorioso proceso que se desarrolla en las épocas ascendentes de la Historia. Un pequeño
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núcleo de población logra sugestionar a los vecinos; y uniéndolos en haz, los lanza a la organización,de·una ancha colectividad, en que van soldándo" se agrupaciones antes dispe~sas hasta formar la unidad superior que llamamos nación. Esto hizo Castilla cuando, frente a los instintos dispersos de las.nacionalidades periféricas-. Galicia y,Ast;urias,Vasconia, Aragón y Cataluña-.-que peleaban entre sí; supo imponer l!n ideal de integración, la España «una», donde pudiesen,: como en un corazón plural, cotivivirresoc · nando todas las melodías peninsulares. ¡Cuánto heroísmo y cuánta gloria¡ cuántos raudales de .entusiasmo y sacrificio no.han tenido que.ardery consumirse para forjarnos esta patria nuestra! Un pueblo .es un monumento que el amor.se erige.a sí mismo .. Sin amor-que es, simpatía, más respeto, más comprensión mutua-.-, las piedras d~l edificio nacional huyen unas de otras y ponen sobre el paisaje la, mueca !aro.entable de las.ruinas .. !.: . Desde hace siglos, pero muy especialmente desde hac17 años, gobierna a España· el rencor, esa pasión destructora que, con un vocablo bien expresivo, llamamos.también.encono. Una clase social odia a la otra, un grupo alotro; .un círculo .al frontero. El flúidp corrosivo y disgregador aprovecha todos los intersticios del corazón popular para alojarse y operar su efecto de aniquilación.iY en vez de secar las fuentes de esa odiosidad difusa, los gobernantes se dedican a fabricar más rencor. · A un pueblo roto e.orno un cántaro maltratado, aplican sólo tina política derepresión: Con·elhierro delas espadas quieren lañarlo; pero al través de las rajas no soldadas se derrama la esencia nacional. Se olvida delibera"
El So!,17de marzo de.1918
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ALBRICIAS NACIONALES
fue la de ayer una maftana espléndi~a para los españoles. Al'despertar, como de una pesadilla, hallaron en el aire la mejor luz de primavera y un raro entusiasmo nacionalen los corazones. Pocas veces hemos.vistoreflejarse tan claramente en la fisonomía de los. transeúntes el efecto de un suceso político. Las calles estabanllenas' de gente, y en cada semblante adquiría la sonri~ sa de satisfacción el valor de una actitudpolítica.Dondequieraformábanse grupos de ciudadanos que se daban el parabién, y; a veces, la aglomeración se organizaba en muchedumbre congregada para aplaudir. ¡Se nos ha dado en los últimos tiempos tan poco pretexto a ejercitar este noble sacramento del aplauso, que casrtemíamos habq olvidado su técnica! Ayer, los pechos se dilataron en una emoción de esperanza y gratitud, y las manos se dedicaron con· fruición al aplauso como a un deporte inusitado. Se aplaudió al Rey; a los ministros, a los cartelones de los periódicos, al aire, a la luz, y es de presumir que los más reflexivos no olvidaron en sus aplausos a la Divina Providencia. Nuestro editorial, que contra nuestra voluntad, surgía gemebundo desde hace unas semanas, no puede ser hoy más quefaresonancia deljúbilo nacional, y una especie de aplauso:rotativo. Sirva esta unanimidad éILel regocijo como ejemplar demostración de que la conciencia española responde siempre que se acude con lealtad y plenitud aresolver sus preocupaciones. Y no extrañe·que se mostrase reacia y dividida cuando, ante: graves problemas, le er,an ofrecidas soluciones mancas, insuficientes y equívocas. Por vez primera se ha colmado ahora la medida de la esperanza pública, y al punto ha dado ésta su rebosadura de entusiasmo. Pero, ¿por qué esta satisfacción.general?. Componen el Gobierno hombres que han gobernado reiteradamente con general insatisfacción de lós ciudadanos, y han traído la.existencia española a aquellos coilllictos que·ahora
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se disponen a solventar. y sin embargo, estos hombres, que separadamente no lograron hacerse amar de la nación, reunidos forman un poder que se impone al respeto de todos los e,spañoles, como los diversos rayos cromáticos componen, al través del prisma, un haz de blanca luz. Éste es el hecho que sólo parecerá contradictorio e inexplicable a quien ignora que la opinión pública no procede por juicios absolutos y de un rigor geométrico, sino que, . muy cuerdamente, llama bueno o malo a lo que es bueno o malo, según la circunstancia y el momento. El motivo de mayor censura contra los prohombres políticos era verles a menudo anteponer sus conveniencias partidistas a los intereses comunes. Pues bien, la aparición de este Ministerio revela que por una vez han estrangulado generosamente sus enconos y orgullos personales. El pueblo, con una leal percepción, se ha percatado de que en la noche deljueves; 'dentro de la estancia palatina, algunos. de los qué hoy son1ministros sometieron sus rencores y apasibnamientos privados a una noble,' patriótica amputación; Merced a ello, la nación, que se hallaba amenazada de arcaicas violencias autoritarias, puede hoy encontrar, sostenida enel Gobierno más autorizado, suvoluntadde ser regida civilinente.·Éste es, nadie lo duda, el sentido primordial del alborozo público; La solidaridad de todos los grupos parlamentarios en la correceión de las monstruosidades hechás o intentadas duranc te las últimas semanas, ha reconfortado el. ánimo ·de todos.. Pero, 1ademáS;e5te Gabinete, cómpuesto con mayúsculas, asegura el rápido retorno a la normalidad en las comunicaciones y en los demáS servicios interrumpidos, cuyo trastorno había paralizado lá vida colectiva; abre una etapa de paz, de leal colaboración en Ciertos problemas nacionales que la eterna discordia de los partidos, artificialinente fomentada, impedía solventar de una vez. Es, pues, la misión del nuevo Gobierno circunscrita, pero clara.y de verosímil cumplimiento; Sería nocivo un·inmoderado optimismo que esperase de él transformaciones sustanciales1en la política española; pero, a la vez; fuera injusto desconocer sus excepcionales probábilidades de éxito en.la empresa1 reducida ·que·se propone, '· . Mas, por encima de todo esto, valga como honor a este Ministerib1ha~ ber servido de ocasión para que todos los españoles, maltrechos en continuas, envenenadas discordias, hayan sentido una ráfaga de coincidencia espiritual;.y las nuevas generaciones•hayanhecho por vez primera la experiencia de lo que es una emoción nacional, ese divino fundente que compagina los coraiones, fos enlaza y traba pára urdir el fervoroso tapiz del patriotismo. Frente al cultivo del rencor, que ha sido la política en los últimos decenios; pedíamos, hace pocos días, que se hiciese un ensayo de frate~idad
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nacional. La formación del nuevo Gobierno puede ser el comienzo de ello. Pero, claro está, no es sino el comienzo. Porque hay ciertamente muchas cosas que salvar; pero, en definitiva, . lo que más importa salvar es España. Y España no se salva en una noche, ni siquiera en un día. Publicado sin firma, El Sol, 23 de marzo de 1918
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GOBIERNO DE RECONSTRUCCIÓN NACIONAL
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CUATRO PUNTOS SON POCO CALZAR
A estas horas habrá sido redactado el proyecto de contestación al Mensa-
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je de la Corona. Según parece, en él reitera el Gobierno su propósito de limitarse a realizar el programa de los cuatro puntos: reforma del Reglamento de la Cámara, amnistía, reformas militares y aprobación del presupuesto. Para decir desde luego lo que vamos a acabar por decir al fin de unos cuantos artículos, nos parece un grave daño inflingido a los destinos de España que este Gobierno, el primero con gesto de tal que goza nuestro pueblo acaso desde los tiempos delndíbil y Mandonio, se contraiga a la modesta labor de cancelar cuatro asuntos retrospectivos, que fueron, sin duda, peligrosas dificultades en nuestra vida pública, pero que ni fueron ni son sustantivos problemas de la historia de España. Son demasiado poco cardinales esos cuatro puntos para que no aproveche mejor nuestra patria sin ventura el favorable azar de haberse juntado en un Ministerio la flor de lapolítica; como si dijéramos, entera la rosa de los vientos parlamentarios. En nuestra opinión, se halla el Gobierno urgido por el patriótico deber de ampliar sus designios muy considerablemente y de orientarlos hacia muy otras alturas históricas. A razonar esto y concretarlo dedicamos una serie de observaciones, que proseguiremos en días sucesivos. Vive nuestra España, de ordinario, en una discordia radical que suele convertir todo en pretexto para renovarse y profundizarse. Cierto que dondequiera hay sociedad existen disensiones graves: con unos u otros nombres, se dan en toda nación perdurable batalla derechas e izquierdas,, blancos y negros. Pero en otros países, fluye bajo esa contienda una corriente de
última solidaridad, la coincidencia en ciertos sentimientos básicos y un indiscutible deseo de convivir unos con otros, a pesar de sus luchas, forman" . do la unidad nacional. .Merced a esto', la discordia queda localizada en der. tas latitudes.de fa existencia pública, y muy rara vez llega atajar de arriba abajo el corazón de la sociedad. No es, pues, lo grave que haya muchas discrepancias, sino é¡ue sólo haya disérepancias. ¿Cómo podrá vivir un pueblo si se encuentra dividido en dos porciones por entero incomunicantes? Bien está, puesto que así lo quiere la naturaleza humana, que los brazos de unos españoles hostilicen a los de los otros; pero es preciso·que al menos sus pies se afiancen sobre una tierra común y que el vértice de sus corazones gravite hacia un mínimum de intenciones solidarias. , He aquí por qué, al advenimiento del actual Gobierno, nos complacimos dejando resonar en estas columnas el regocijo popular, Por vez primera, desde hace mucho tiempo, presendábamos un caso de unanimidad nacional. Por vez primera asistíamos a una reacción de la conciencia pública, en que los ciudadanos saltaban más allá de sus diferencias partidistas, y hartos de discordia, aplaudían vehementemente un ensayo de solidaridad política. Porque sería conveniente no olvidar el matiz que la emoción callejera tomó en aquellas horas. Los mismos gobernantes que el pueblo había silbado por separado, recibían del pueblo la ovación al juntarse en un gobierno. Podrá quienqúiera llamar a ésto paradójico,1pero el hecho no puede ser más claro y significativo de que, al fin, los españoles sienten una voluntad t:le tregua nacional; un hartazgo de disensiones y un afári de coincidir en cierta preparación del futuro. · Las demás' naciones, apretadas por las exigencias de la guerra, hari proclamado la tregua interior e instaurado un régimen de unanimidad. Justo es que nc¡sotros hagamos lo mismo; ya que desde siglos está España con su pecho puesto en una fatídica trinchera.centenaria, donde vienen a caer, derrotadas de la vida, unas tras otras; ·las generaciones. Errores propios y anónimas adversidades habrán sido laicausa de ello. No busquemos.ahora responsabilidades rii hagamos la genealogía de nuestros males. Reconozcámoslcis y asentemos· sqbre ellos la pura decisión de corregirlos. , Si volvemos atrás la mirada, aperias vemos otra cosa que una lamentable avenida de desintegraciones y derrumbariiientos. Parece natural qué llegue alguna hora en que se determinbEspañaa hacer un alto en.esa obra de propiá destrucción y abra un paréntesis de integración, de construccióri, de nacionalización.. : , , ,·Y ésta es la pregunta que hacemos a todos los españoles con alma sensible a los intereses patrios: ¿no es ésta que ahora vivimos la hora mejor para iniciar la empresa?
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Extremas izquierdas y extremas derechas han perdido, al menos transitoriamente,, su prestigio perturbador. Atravesamos una zona de calma en las disputas.de principios p~líticos y la conciencia pública siente con más vigor que nunca la necesidad de dotar a la vida española de una estructura social más moderna, más eficaz, más seria. y económicamen.te más enérgica; Hasta para poder reanudar la batalla de principios, todos sienten la. forzosidad de mejorar el escenario y los US()S·dentro de los.cuales ha de reñirse .. Enfin, y sobre. todo esto, las más absurdas vicisitudes han des eme boc.ado en eLhecho benéfico de traemos el unico Gobierno que°, precisa" mente por su anómala constitución; podía ofrecer confianza a todos.los ciudadanos. .•,,No sabemos qué podrá; endefinitiva;.hacereste Gabinete;.peto preguntamos a todo compatriota de buena.voluntad:Joque no pueda hacer este Gobierno, ¿qué otro Gobierno imaginable podrá hacerlo 7 Publicado sin firma,-E! Sol, S deabril de 1918
u EL MEJOR YEL MÁS PELIGROSO
Cuando los españoles volvieron en síínisnios del júbilo que les cau" sara el nacimiento de este Ministerio formado con superlativos, comenzó a decirse que sólo duraría tres meses. Si esto es así, -¿qué sentido tiene nuestra prosa de ayer pidiendo al Gobierno la ampliación de su programa hasta dotarlo de dimensiones históricas? Evidentemente ninguno. Pero el que se diga que este Gobierno volverá al nirvana dentro de tres meses, no implica que ello acontezca así, ni mucho menos que deba acontecer. · ·'Es nuestra obligación contribuir a que los españoles vean bien claro, al través del optimismo presente y transitorio,larealidad de la situaciónpú" blica y se percaten, dado que no. lo hayan·hecho espontáneamente, de cómo este Gobierno, que parecía ser una alborada enla vida nacional, puede convertirse en la hora postrera del más tétrico crepúsculo. Si el Gabinete vigente se alejara del· Poder dentro .de tres meses, después de haber tan sólo reglamentado el Parlamento, amnistiado los reos políticos, reformado el Ejército y aprobado el presupuesto, digasenos qué otro Goo biemo.podrá, con alguna esperanza de buen éxito; adelantarse a dirigir la nación: Fue preciso formar el actual porque ningún grupo político teníf! prestigio, de calidad ni de cantidad, bastante para henchir las dimensiones del
Poder ejecutivo. No hay que hablar de que gozase el.suficiente pata emprender una polítiéa activa de organización nacional en grande o en peque.ño: es que carecía de la mínima autoridad requerida para resistir siquiera a . las dificultages emergentes. De modo que áun reduciendo la gestión de gobierno, como ha solido acaecer. en España, a resolver conflictos de orden público; los partidos políticos,.segúti eran antes de marzo, quedaron convictos de incapacidad para gobernar cada uno por sí. ·Ahora bierí; esos conflictos tomarán al día sigliiénte de abandonar las poltronas los actuales ministros. Porque esos conflictos ~esperamos que ya hasta los ciegos lo hayan viStO'-'- n6 eran oriundos de deliberadas y punibles incitaciones que un grupo de· hombres díscolos promoviese, sino de la desnacionalizacióny desprestigio extremos en ·que viven las instituciones; Como no sepongaremedio certero y laborioso, la sociedad española acabará por disgregarse en todas direcciones y entraremos en un período horrible de gue" rra detodos con·tra todos. Recuérdesdo aconteéido en junio -•-desmandamiento militar-, en agosto-·.-huelgaievolucionaria y Asamblea de Parlamentarios-, en noviembre-disolución'de!as Juntas de'sargentos-, en marzo -Ejército por un lado, Parlamento por otro, Correos y Telégrafos por el suyo y al fondo las Juntas de empleados administrativos. Recuérdese.todo eso; multiplíquese por una cantidad de muchos ceros, y se tendrá un vago anticipo del semblante de España dentro 'de pocos meses. Encerrado en er«programa de los cuatro puntos» como en una figura mágica, el Gobierno que el señor Maura preside dejará intactas las causas productoras de estos conflictos que vino a detener. Porque ésta sería lapalabra: detener, y no resolver. Y en cambio, con él se.habrá inutilizado el último aparato que había en el arsenal de las soluciones. Si antes de marzo un Gobierno carecía de unción social bastante para gobernar, después de este Gobierno extraordinario, recaer en uno habitual nos va aparecer sumimos en la nada. Yla mengua enia presión moral de arriba acrecentará la indisciplina de abajoy de enmedio. Póngase en tomo a esto .el probable crecimiento. dela nerviosidad pú~ blica, motivado pcir las últimas sacudidas de la guerra, que, sobre.todos.los temas de discordia, descargarán entonces sobre Españ.aJa necesidad inaplazable de ·adoptar una actitud internacional para· la hora de la paz, hora en la cual creemos que no baste la salomónica neutralidad del señor Dato.• • •. A primera viSta podrá antojarse todo. esto emanación de un prurito pesimista en que suelen caer los escritores, por oficio acostumbrados a ponernec gro sobre blanco. Peroinvitamos a los lectoresleales yrellexivos-y sólo a ellos nos dirigimos-- a que repasen nuestro.razonamiento. Seguramente echarán de menos otras muchas notas oscuras que de propósito dejamos en el tintero:
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En suma: sino se logra durante el próximo semestre iniciar un cambio de estructura en la vida nacional y sugestionar con· nobles y serias espe" ranzás elálma colectiva, EsP.aña quedará en inminencia de pulverizarse. · Esa obra reconstructiva y desentimental corroboración, '¿quién ha de emprenderla?• · Se nos dirá que la heterogeneidad del actual. Gobierno hace difícil que pueda asumirla. · Replicamos que la homogeneidad de cualquier otro Gobierno, entre los previsibles; lahace a todas luces no sólo difícil, sinojmposible. Los partido~ eXistentes, cómo tales partidos; han perdido toda autoridad. ·' No'se trata, piles, de elegir entre un Gobiérnq.heterogéi;ieo y otro homogéneo. El único posibkes el actual, y no podráyivir más de tres me" ses si no acierta a empujarla concieneia española hacia una enérgica obra nacional. · • • •" . Mediten un poco lós• hombres que lo integran antes de convertirlo.en un nido' de disidencias.jueganconlastierte delapatria. Porque en la noche del 21 de mario demostraron que eran monárquicos. Ahora es preciso que demuestren hasta qué alto grado llegan en su españolismo. , · · '' Publicado sin firma, El So!,,6 de abril de.1918
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III
ENRIQUECIMIENTO PATRIÓTICO · Elpróyecto de contestación al Mensaje dela C::orona carece, en rigor, de interés; Ha servido sólo para que el Gobierno insista en la declaración hecha ál presentarse ante.las Cámaras. Continuamos, pues, aherrojados dentro del programaddos cuatro puntos. Parnlo's que pensamos que· este Gobierno está obligado a proyectar sus empresas sobre uri planó de grandes; históril cas dimen5iones; nó hay, en el menú promesa ninguna. Y sin embargo, creemos que nuestro razonamiento.es dificil de rebatir; Este Gobierno-·decfánios- es.el únicó con prestigio de tal que se 'ofrece en el horizonte visible dela política española> Se ha llegado a él como a un último•deus ex machina para;cóntenedainminente pulverización de la SO" ciedad nacional. Sinó toma.sobre sus hombros elingente empeño de situar nuestra existenda colectiva enun·medio más elevado, creando I).Uevos usos¡ abriendo ala vida de cada ciudadano nuevas posibilidades y reorgani"
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zando la esperanza. española, tendrá que abandonar el Poder muy pronto, y todo quedará.peor que estaba; · · Es, pues, .de primario interés para cuantos habitamos entre el Pirineo y . Calpe, que este Gobierno dure.Y para que este Gobierno dure será preciso que arroje sobreel ocio, fértilen pecados, de la gente política, una enorme tarea, que provoque la solidaridad de la opinión pública. De otro modo,.exen~ tó del apoyo' popular, solo· en medio de la grey. parlamentaria, como un Gulliver dormido entre liliputienses; morirá el Gobierno apincliazos. Con enojo, suavizado por el desdén, vuelve ESpaña aófr el ruí:nor de plazuela que se alza delas Cámaras; Ya comienzan a sbnar los dicterios.de ejemplar descortesía; lbs insultos ,suburbanos que cambian entre.sí los psel.\dorepresentantes de la nación. Pronto•retumbarán junto alos denuestos .las grandes disputas ci¡balísticas, .Es náturaL Reunid cuatrocientos hombres en asamblea y no les deis tema alguno serio y concreto que discutir, ¿varia: callarse por esto? Cuando faltan a los partidos problemas de principios políti" cos sobre.los cuales hostilizarse, tienemque inventarlos; .En esta decadencia del Parlamento a que asistimos, no se fohnan los partidos en vistá dereales discrepancias preexistentes, sino al contrario, se fuigen discrepancias para justificar la perduración de las. agrupaciones. Si el Gobierno no lo remedia\ dentro de pocos días empezarán las. grandes contiendas orales' sobre el nú" mero de pelos que tiene el rabo dela quimera y sobre si es elleóri o el tigre el verdadero rey del desierto. La reforma del ·Reglamento hará que se hable un poco menps; pero no que se hable un poco mejor;.'• En tanto, !anadón, vtielta de espaldas a esa «política»;vacáamuy otras preocupaciones; De un lado, han traído los últimos tiempos un aumento· de riqueza que el azar ha concentrado en unas docenas de manos. Cierto es que algunas ramas· de la economía nacional, la agricultura, por ejemplo, han crecido considerablemente. Pero, de otro lado, lá mayor carestía de la vida y·un deseo de vivir mejór, que suelen sentir los pueblos cuando van a revivir, ha convertido,parala gran masa nacional, eri'elmás•arduo problema la congrua y diaria susténiaéión. · La discordia radical en que alentamos, la aéritud que caracteriza las relaciones de cada español con los demás, la hostilidad; el desasosiego, la disociación y laihdiscipliria ambientes, podrán tener causas suplementarias de mucha complicación, pero no se le dé vueltas: la causa prindpal de la inquietud española es la falta de dineros, la impecuniosidad. ·La delicada éohesión de las almas; que permite una fecunda convivencia social y trae salud y solidaridad al organismo de un pueblo, supone cierto lujo en los corazones. No se pida calma, espíritu atento, mutua curiosidad,
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--comprensión del prójimo, irrádiaclón afectuosa, en una sociedad donde la inmensa mayoría de los individuos se arrastran por el calendario gravemente impecunes. La lealtad, Ja p~ciencia, el cuidado.en el propio oficio,.el buen orden; el entusiasmo, la previsión, son virtudes que sólo puede.dar quien tiene resueltas las dificultades más elementales: Ya decía burlonamente un antiquísimo poeta griego: «Cuando se tiene de qué vivir, puede uno ejerci: tarse en la virtud»·. Y RamónCámpos, pensador español del siglo XVIII; escribía, afüdiendo a nuestra patria: «Las virtudes de condescendencia son escasas•enlos pueblos pobres». •. Es'inútil esperar que España salga de este proceso negativo y de descome posición en que ha entrado si no se empieza por multiplicar el número de hcigares donde se llega a fin de mes sin deudas. El resto es literatura. Un día u otro, si nó se tiene el decidido propósito de que Esp[jM se evapore, habrá que concentrar et esfuerzo colectivo en una rápida y considerable deñsificación de la economía nacfonal. . · ·· · Creemos·que el momento pai;a.intentarlo es el actual. Obliga a mayor prontitud Ja necesidad de que no lleguemos a la tías-guerra sin una orgánización económica. vigorosa y bien estructurada; No andan de acuerdo los economistas sobre cuáles serán los vendavales que.soplen e°'· el mundo más allá de Ja paz. Pero todos prevén que han de producirse violentas co" rrientes.y furiosos tiros de sifón que arrastrarán acá o allá mercancías, cae pi tales y mano de obra; Si España arriba.sin una articulación suficiente de sus elementos económic9s a esa región tormentosa;Ie será imposible; no ya aprovecharlos; pero ni siquiera defenderse de ellos. Capital y obreros marcharán donde el azar quiera, sin que pueda el deseo retenerlos ni guiarlos. Parece, pues, ineludible que un Gobierno lance en grande a España hacia una febril actividad económica. Sea mediante un empréstito, sea otro el procedimiento, habrá de empujar a Ja gran masa social en una trayectoria de producción de riqueza. Buscamos con Ja intención entre todos los Gobiernos posibles uno que ofrezca al país aquella corifianza indispensable para poder iniciar; con suficiente autoridad moral, esta máxima cainpaña financiera, y sólo hallainos éste; Quisiéramos v~rle mejor dispuesto a la gran obra .. Gobemarho es poner vendajes sobre conflictosrettospectivos; es orientar.la nación en una ruta preconcebida, y es, sobretodo, aumentar las probabilidades de.felicidad para cada uno de los ciudadanos. · Publicado sin firma; El Sol, 12 de abril de 1918
IV , POLÍTICADE LO SERIO YLO GRANDE. -,¡ '.
·. ¡Cada cual es hijc;i de sus obras; decía .Cervántes, hablando en general. Pero este Gobierno lo es muy en particular,;vino a decir días pasados el se" ñor Maura;·«Este Gobierno-.•-formuló-.-vivirá delo que fructifique»cLa idea es paradójica, pero muy acertada:.el árbol vive para dar frutos, pero este árbol del Gobierno tiene que dar frutos para vivir. Es una planta sin raíces, como•Jas orquídeas que vegetan en el aire. Por esta razón, volvemos a nuestro tenia\ que nos parece· el esencial para el porvellir español. So pena de pulverización nacional, este Gobierno tiene que durar: para que dure tiene qué ofrecer al pueblo un vasto programa alentador. Sólo esta llamada aLlatente.entusiasmo público puede solidarizar en tomo suyo las fuerzas colectivas necesarias para sostenerse. De los cuatro puntos convencionales que Je sirvieron de cuna, tres andan próximos a consumarse. El cuarto, el presupuesto, será fácil si se contenta con ser convencional. ¿No es hora ya de iniciar sugerimientos a la opinión pública a fin de que se disponga a organizarse en vista del mañana próximo? Si, lo que juzgamos improbable, antipatriótico y absurdo, algunos elementos del Gobierno se negasen a colaborar en un programa más amplio y de largo desarrollo dentro del actual Gobierno, convendría prevenir al ánimo popular para que éste, llegada Ja hora, apareciese vigorosamente adherido a aquel trozo del Ministerio que mejor garantizase la resolución de no volver al antiguo régimen. Si no hay motivo para tales sospechas, menos lo habrá para no anticipar en.Jo posible las nuevas intenciones mejores del Gobierno. ¿Se va a emprender, como hemos pedido nosotros, una profunda reforma de la economía española? Cuanto antes conozca Ja gente ese propósito, mayor será el calor en tomo al Gobierno, más fuerte la presión de la calle sobre el Parlamento para impedir que en éste se pongan inoportunos estorbos. Los fervores con que el público recibió al Gabinete no podían nutrirse de sí mismos indefinidamente. Creemos que todo el mundo sigue pensando que es éste el único Gobierno posible. Pero no basta en política que la gente piense una cosa con la tibieza que es la temperatura del razonamiento: es menester que la sienta con el ardor de Ja fe y de la esperanza. Ahora bien, llevamos un largo mes durante el cual el Gobierno no ha ejercitado otra virtud que la discreción. Esto, sin duda, es algo: esto, sin duda, es mucho; perci esto, sin duda, no es bastante. La discreción es la virtud gris. Con ella sola no se puede dirigir a una raza desorientada y desalentada; a quien fra-
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casos tenaces han extirpado la confianza en la vida y todo arresto espontáneo para ensayar, para aspirar. A nuestro juicio, el vercjadero realismo de la gobernación consiste en darse cuenta de que gobernar es, ante todo, operar sobre los sentimientos de los ciudadanos. En ellos está el instrumento de la acción política; Por eso pedimos una política alentadora en que se dé a la ineludible y urgente mejora de lo material, a]a reforma económica, un sentido de engrandecimiento nacional, Hay en España un enorme hartazgo de nimiedad, de pequeñez, de lacería aldeana. Anhelamos todos que se nos ofrezca algún propósito serio y grande, cuya magnificencia sugestiva nos arrastre a un régimen de vidamás activo, más generoso y más noble;, ,,' • He aquí que la hora ha llegado;lahora para lo .serio y lo grande;, Publicado sin firma, El Sol, 4 de mayo de 1918
,UNA PÉRDIDA NACIONAL NICOLÁS ACHÚCARRO
Ha muerto Nicolás Achú~arl'o. Desde hace algunos años ejercía enMadrid la medicina de las enfermedades mentales, y desde hace muchos vivía ocupado intensament\". en trabajos de investigación biológica, , Ayer; en :E!Liliernl, 'hace el doctor Marañón una conmovida y certera semblanza del egregio espíritu, del hombre encantador que se nos ha ido por la muerte; como tantas veces le hemos visto irse porumi de•estas calles madrileñas, el amplio abrigo flotando alviento, unos folletos bajo el brazo, los lentes reverberantes de inteligencia y la sonriSa,,siempre altiva, sobre el más , noble.rostro de hombre del Norte. El doctor Marañón no puede reprimir una dólbrida,sospecha: de que se aleja•sin que España vislumbre cuánto pierde con su irremediable ausencia. Pocas vece5 es tanjústa;:en efecto, la pac triótica lamentación por la ignorancia en que nuestra razávive de sus hombres mejores. Yo no pretendo imponer a nadie mi modo de valorar personas y cosas, pero déjeseme, en esta hora mútil, decir que Nicolás Achúcarro me parecía uno de los diez o doce españoles de más alta calidád intelectual. Es cierto que su juventud, sus enfermedades¡ y más que todo esto, la discontinuidad del trabajo a que la defectuosa organización de nuestra sociedad Qbliga, le habían impedido tener ya realizado lo que iba ya teniendo presto. Pero la consumación de una obra, cuando sólo el tiempo la detuvo, sólo puede interesar desde un punto de vista utilitario y no para una mejor fundada estimación. Asíy todo, su labor era, en parte, un hecho y había sido integrada en la ciencia universal. El «método de plata y tanino o método de Achúcarro», para la coloración microscópica, recorrió en poco tiempo, victoriosamente, los laboratorios del mundo. Pero esto, que ya es mucho, hubiera sido no más que una tilde en la ingente mole de la obra proyectada por nuestro genial histólogo, en quien la fisonomía de Caja! parecía prolongarse hacia el futuro. Cuando la larga
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enfermedad que le ha'vencido' tuvci su comienzo, se hallaba vibrante de esfuerzo y entusiasmo porque sentía latir, ya rriuy .cerca de su mano, un delicado secreto de la naturalez11: la base fisiológica dela vida emocional. Tras extensas y penosas investigaciones sobre la estructura y funeionalidad de la neuroglia, había visto la verosimilitud, la casi seguridad de que el poder secretivo de estos mínimos órganos fuera el asiento corporal de esa tan lu~ minosa realidad que llamamos nuestra alegria, y de esa otra, más turbia y grave, que llamamos nuestra tristeza. Una anticipación de esta teoría apare· ce en las últimas páginas de su postrera publicación. Tenía Achúcarro una mente aguda, clara, tenaz y sistemática; en suma, un talento científico de primer orden. Y además, desde su labor rigorosa, sabía asomarse a todos los haces de la vida, y entre burlón y afable, hacerles una sonrisa; Tenía Achúcarróun profundo desprecio manso por los.poilit cos de su país, y otro desprecio igualmente profundo; perci nienos manso, hacia los pseudo-sabios; los hombres de cartón piedra; a quienes veía que tO" maba en serio swpaís. Por esto huyó cuanto pudo•de toda ocupación oficial. Un día, por no sé qué azar¡puso un: ministro en sus manos la organización de.un.«Patronato.deAnormalés»,•que hubiera sido unimportanteinstituto de ciencia, a la.vez que de caridad; Pero alas prii::os meses un par de maestros balbucientes y otro par de sabios ofü:ialesle arrojaron de aquel lugar, para quien sólo Achúcarro.era suficiente. Mientras no C:onquistemoslos'españoles una más fina sensibilidad para' las distancias y los rangos que,debe haber entre los hombres de distinta•calidad, toda esperanza de perfección nacional ·será baldía; En fin, que se nos fue la sonrisa de Achúcarro, y con ella un enorme ca~ pita! de ciencia acumulada y una eminente potencia de pensar. Una vez más, el hombre excepcional; con la cruz de su esfuerzo a cuestas; cruza desapercibido la plaza pública, mientras sus compatriotas pre~ fieren y aplauden a cualquier .Barrabás: ;, i.
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· El5ol¡26'de abril de 1918 :i
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UN LIBRO SOBRE LA FILOSOFÍA DELDERECHO
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Franci~~~ ~iner
Desde estudios don de' los Ríos acaso no',ha apac recido en España una obra tan honda y sugestiva sobre filosofía del Derecho como la que ahora saca a la luz el señor Rivera Pastorean el títúlff deLógica
de la Libertad. . Se trata de un ensayo muy denso en la ejecución, pero amplísimo en la proyección, para 'sistematizar los conceptos cardinales de todo I>erecho; inclusive el penaly el político. El señor Riverá.Pastor ataca en giro' agudo y profundo las cuestiones más gravemente filosóficas del problema. Pocas ve• ces un jurista se hallará dotado de mas sólida preparaciónen filosofíá. Por ella,·es un libro éste que va dirigido a muy pocos; dada la infrecuencia delas aficiones filrisóficas en nuestro país. '' ' ' . · El pensamiento del señor Rivera Pastor avanza desde un fondo clásic ca de ideología kantiana, más estrictamente dicho, neo kantiana;. Sin 'embargo, la ambición principal del libro consiste en una reforma de la filosofía del Dei:echo que Kant derivó de su sistema. El señor Rivera se hace eco de la justa censura hecha a Kant, desde su propio tiempo, por elformalismo 'vacío de su filosofía práctica. Staminler y Cohén, cada i::uaLsegún su humor, han intentado vanamente henchir de materia esas formas vacías que son en Kant lo bueno y lo justo: En la Lógica de la Libeitad se aspira a lo mismo, pero con un mayor radicalismo y más decidídó ánimo. No e5 posible en este lugar desenvolvi;da trayeC:toria que el propósito del señor Rivera sigile. Ya es en extremo.condensada la exposición de su libro, hasta el punto que sólo quien sea illi técnico enla materia puede apreciar los matices de.ella. Con dos palabras sólo¡podria yo indicar ¡¡hora,que.el autor encuentra elórigen del formalismo kantiano en que el gfan maestro regiomontano no siguió en su filosofíáprácticala misma arquitectiira de s'u filosofía teorética. En el conocimiento científico, distingue Kant entre el pensar puro; que no .es sino forma, y la intuición, en que las cosas nos son dadas
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como un material que ha de moldearse en aquellas formas. Pero en el conocimiento moral pretende Kant que hallemos los principios rectores de lavoluntad mediante el puro per¡sar, sin intuición ninguna. El señor Rivera se declara muy contra esta resolución, y exige para la Moral y el De·recho una intuición propia. ¿Es esta idea acertada? ¿No existe un grave quid pro qtto en la interpreta~ ción que el señor Rivera se ha fortnado de la ética kantiana y aun del papel que la intuición representa en su filosofía teorética? En otro sitio más adecuado me propongo hablar de ello. Aquí sólo puede ir mi aplauso por la riqueza de motivos ideológicos y el acierto en no pocos detalles de esa rara obra española. Sobre algún punto, sin embargo, me permito, desde luego, llamar la atención del autor. El título del libro me parece poco afortunado. Una lógica de la lib_ertad es una cosatan imposibkcomo una matemática.del amor o una ética de los .poliedros. Los motivos que han incitado al señor Rivera para ti" tular ásí5u libro debían muy especialmente haberle apartado de ello. Si desea enseñamos con peculiar acentuación que existen categorias específicas para la.Moral y el Derecho; que, por tanto, no se trata de una mera aplicación de las categorias físiconiatemáticas alas fenómenos de la,voluntad, razón de más para no hablamos de una lógica de la libertad. Desde su punto de vista, muy remoto, por cierto, del mío; sólo cabe hablar de una «filosofíapráctica»,.bajo la cual vayan una ética.y una filosofía del Derecho o teoriajurídica. Otro punto que me intere5a subrayar es el excesivo rango que, tanto en este libro como en casi todo.lo que hoy se oye en.España sobre la filosofía del Derecho; oéupa Stammler; Su obra es; sin duda, magistral y venerable; Pero su dirección y la manera fundamental de acercarse a los problemas pertenecen a un pretérito irredimible. No vacilemos en decirlo. El neokantismo fue la doctrina donde nos hemos educado para la filosofía; guardemos gratitud a nuestros maestros. Pero et neokantismo no es la ciencia actual, ni mucho menos.la futura. El más vivo interés del libro que el señor Rivera publica yace precisamente_emsuintento cÍe superar el neokantismo: .. En fin, una advertencia.sobre un laps!!S que hallo. El señor Rivera hace un paralelo entre los principfos de lá justiciay los de la mecánica. La utilidad de ese emparejamiento níe parece muy dudosa; pero sólo a distracción cabe atribuir qu\'. el autor.ponga en el mismo.plano la ley de acción yreacc ciói;i, la cual es, en efecto, un principio de mecánica racionál;y la gravitación universal; que nó es unprinc(pfo ni una ley racional, sino una hipótesis empírica;•unaley inductiva de Física; y; pcír tanto; una verdad aproximativa, En tierripo de Kant no se veía clara esta diferencia; pero hoy nadie la ve oscura~ El Sol; 4 de mayo de 1918
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RESUMEN DE UNA HISTORIA
Con la promulgación de la amnistía y la llegad~ a Madrid del Comité de huelga, es de esperar que quede cerrado el circuito abierto en agosto .último. Al menos, para un observador de hechos sociales se ofrece ya concluso.y terc minado, y sugiere fértiles meditaciones. La experiencia muestra que el espíritu público no suele aprender mucho del pasado. y acostumbra a reincidir mañana en los errores de ayer. Si no fuera así, toda la historia que va de las jornadas de agosto hasta el.día de hoy debería ejercer un magistral influjo sobre el próximo futuro de la política , española. Pocas veces; en efecto, se presentan con tanta 'claridad los rasgos de una serie de equivocaciones. No discutamos si los promovedores de la huelga estival quisieron o no que ésta fuese algo más que una huelga. Fuese cualquiera su voluntad, el movimiento antes de iniciarse había cobrado ya, por obra de las circunstancias, e\ carácter de un intento de transformación política. Con esta -fisonomía nació y bajo esa fisonomía fue recibido por los demás españoles, , · Eran días aquéllos en que toda la nación, de arriba abajo, anhelaba.con urgencia una radicál transformación de la vida pública. ¿Cómo se explica que, pOr caso inusitado,.se revolviera la mayoría del cuerpo nacional contra aquella huelga que pretendía precisamente realizar esa transformación ?.Dejemos a un lado-los turbios manejos del Gobierno; con su·corode;
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un principio, el sufragio, casi tofal, de los corazones. Pocos meses después la situación había cambiado, y la intervención política del Ejército, bajo las especies del señor La Cierva, alcanzó los más altos grados de la impopularidad. ¿Por qué? A nuestro juicio, la causa de estos dos fracasos· es la misma, y además es de una extremada sencillez. Las Juntas de defensa fueron populares mientras. pareció que querían transformar la nación contando con la nación, es decir, con los demás españoles que no son militares. La huelga de agosto fue impopular porque pretendió asimismo reformamos a los demás españoles no obreros, ni republicanos, ni reformistas, sin contar de alguna manera con nosotros. Por lo visto, este detalle de contar con el prójimo cuando se le quiere mudar de postura; va siendo en la Edad contemporánea una condición ineludible para el buen éxitoi · Resulta, pues, que quienpretenda reformar la existencia española; tendrá que contar con el prójimo, con todos los prójimos. Y esto no consiste en prometerles destinos ni siquiera en obtener su previo convencimiento y adhesión. Consiste en que el•proyecto de reforma nacional sea efectivamente nacional; que tenga laamplitudy la complejidad bastante para que todos, o cuando ménosuna sobrada mayoría,; se sientan en él solicitados, aludidos y; sobre todo, respetados:· La convivencia social en todas sus formas, incluso la transformadora y larevolucionaria, son colaboración, Sin la colaboración de todos no se gobierna, no se transforma, no se revoluciona. Los golpes de ni.ano que intenta una minoría -ul1a clase social; un cuerpo, un partido'-'-" pertenecen a tiempos pretéritos y son tan arcaicos como los lances de capa y espada: Mejor que nadie debieran saber esto los socialistas, pues socialismo, por encima de sus viejos ytorpes dogmas, significa conciencia de la sociedad como cooperación. Lo demás, es caduco republicanismo de capa y espada y · · párrafos largos.. ¡ •• Pero también debían saberlo los que usufructúan el llamado «patriotismm>i. Corrí.o para nosotros patriotismo quiere, ante todo, decir voluntad de integración, de convivencia con todos los hermanos, y muy especialni.ente con los hermanos enemigos, nos parece la más desdeñable de las farsas un patriotismo que empieza por desear el fusilamiento, la deportación o la encarcelación.de la mitad de los españoles. ¿Aprenderemos, al cabo, a contar los unos con los otros·en·este riné:óll'plarietario de nuestra España? Al considerar la manera de comportarse, dece.nio tras decenio, las.izquierdas y las derechas.españolas, sin que logre jamásventaja µria.delos bandos; ocurre pensar que carecen ambos n,údeós de verdadera§ ambiciones históricas. No tienen.el soberano afán·de triunfar,
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de dominar; si lo sip.tiesen, se verían obligados a pensar en grande y usar de una táctica elevada, que empieza por contar con el enemigo. En vez de esa .levantada ambición de triunfo, parecen sentir sólo un ruin afán de hostili.zarse, de molestarse, de preferir que no se haga nada a que lo haga el de enfrente. ¡~is ero prurito en que suelen caer los organismos débiles, enfermizos y mal dotados para la espléndida batalla de la vida! La paz interior que atravesamos no puede ni, seriamente mirado, debe ser perpetua. Los hombres viven luchando, y cuanto más viven, más luchan. No hay razón para enmendar la plana a la Naturaleza y ponerse en tal materia a intentar usos nuevos. Pero esta paz que atravesamos debe durar lo necesario para que la lucha de mañana sea más vigorosa, más inteligente y más fecunda que la tradicional. Publicado sin firma, El Sol, 11 de mayo de 1918 •"!>'
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ESTAFÉTA.ROMÁNTICA
a sentir lo que es de.bido. Por esto recurro a usted, maestra y doctora del fino sentic · 1 •·. ·He aquí las no tasque en mi tercera visita he tomado; ya.que las im. presiones dela primera y la segunda me parecieron recusables. Perdonará usted.el esquematismo en que van redactadas. Además, debo.advertir que en ellas se hace abstracción dela sala última, doµde penden cuadros de Federico de Madraza. Las damas por él retratadas son madres o abuelas de.personas que viven con nosotros, y me parece.Madrid todavía demasiado aldea para que se concedan a un escritor las franquías necesarias.·
EVA AUSENTE
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Señ~;a, el otro día vi a usted, salir lenta y ensimismada, de la Exposición
t~na de la exposición. -·-.Afortunadamente; muy pocós cuackos, tan pocos, que con su breve número subrayan la ausencia multitudinaria. No.se hable de pintura. No se trata de descubrir la pintura española. Con esta Exposición se hace a la historia de España una pregunta concreta, aguda, terrible; que·nó tolera evasivas. Aquí han sido espumados cuatro siglos de vida española a fin de destacar nuestra idea plástica de.la feminidad, El problema , es, pues, doble, Primero: ¿a qúé cimas ha llegado la mujer española? Segundo: ¿qué sensibilidad han tenido nuestros mejores artistas para el eterno feme" úino? Con.ser distintos, ambos.problemas son recíprocos. La contestación que a estas preguntas dan los lienzos con su mudo·lenguaje estático, no puede ser más desoladora. Hay algo más desolador, sin embargo: la conciencia de que muy pocas personas, entre las que visitan la Expo' sición, ~e han dado cuenta del inquietante tema planteado en ella. ¡Cuatro siglos! ¡Toda la E.dad Mc¡dema! ¡La época en que la mujer hace su ingreso en la espiritual colaboración.de la Historia! ¿Y qué plenitudes de feminidad han hallado en tan vasta superficie los encargados de esta selección? ¿Hay en toda .ella una sola «mujer»? Y sino la hay; si en cuatro siglos no han hallado una ~imujern, ¿será posible que en cuatro días. nos demos cuenta de qué es eso que falta? Siempre he sospechado que en nuestro país existe· la madre; la esposa, la·hija, la hermana; pero que la mujer es una especie sobremanera desconocida, Aquélla y ésta representan dos.dimensiones muy distintas en la evolución de, la.feminidad. No he de intentar yo ahora desenvolver el asunto, y lo que sigue lleva elexclusivo propósito de definir someramente qué es lo que yo echo; de menos en esta Exposición. . . . . .., . . .De la hembra infrahumana parten líneas divergentes de desarrollo cultural. Una de ellas ha transformadoJa hembra en madre; hija, esposa y herma11a
de retratos femeninos que ahora hace la Sociedad de Amigos del Arte. Cuando quise acercarme, se había usted ya confundido en Recoletos con la audaz primavera. ¿Por qué salía usted lenta y ensimismada, cual si alguien le obligase a abandonar una meditación inagotable? Como un aparato sísmico los menores estremecimientos de la tierra, su corazón, señora, registra todo temblor sentimental y nos sirve a sus amigos de diapasón para corregir los excesos de nuestros juicios. Pues bien, nunca como ahora hemos necesitado de sus certeras sentencias. Dígame, amiga mía, ¿qué debemos pensar, qué debemos sentir de esta Exposición? ¡Porque son tan complejas, tan delicadas las cosas artísticas! No sabe uno bien qué gestos debe hacer ante ellas para comportarse adecuadamente. -Diga usted con sinceridad lo que sienta- me recomiendan algunos. Pero yo sospecho que no basta con esto. En los afanes elementales de la vida podemos contentarnos con la sinceridad. Así, el chimpancé es un modelo de hombre sincero. Pero en el arte como en la ciencia, nos encontramos con un orden suntuario de la vida. ¿Tendría sentido que se nos recomendase ser sinceros en matemáticas o en química? Acercarse al arte o a la ciencia equivale a aceptar libérrimamente un superfluo régimen de imperativos y de normas: supone que hallamos un placer en someternos a ciertas leyes y que en vez de acomodarlas a nuestro gusto más sincero deseamos adecuar a ellas nuestro gusto. Acontece lo mismo que en el tiro al blanco. Puede.uno perfectamente vivir sin tirar al blanco; pero si se tira, hay que esforzarse por dar en él. En suma, señora, yo quisiera evitar en lo posible el hacer delante eje estos cuadros gestos de chimpancé. No me basta con decir lo que siento; aspiro
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del hombre. Otra se ha perfeccionado hasta llegar a la «rnujernc La diferencia entre ambas trayectorias es evidente: cabe que la madre, la esposa, la hija y la hermaha sean perfectas, sin que:posean la menor perfección de mujer Yviceversa; Se ttata; pues, de dos realidades distintas, como lo.son los colores y los sonidos. Y así como no oúnos los colores ni vemos los sonidos, así los sentimienc tos nuestros que se dirigen a1a madre, 'esposa, hija y hermaria son distintos de. los que van a la mujer.A fin de evitar en este instante más complejas.psicoloc gías, fijémonos en uno solo de estos sentimientos: el que llamamos «ilusión»; '
Todo hombre _dueño de una sensibilidad bien templada ha experimentado a la vera.de alguna mujer la.impresión de hallarse delante de algo ex. traña y absolutamente superiora él. Aquella mujer, es cierto, sabe menos de . ciencia que nosotros, tiene menos poder creador de arte, no es capaz de re" girun·pue~lo ni de ganar una batalla; y sin embargo, percibimos en'su perc sana una superioridad sobre nosotros de índole más radical que cualquiera de las que pueden existir, por ejemplo; entre dos hombres de un mismo oficio. Y 'es que las excelencias varoniles -talento científico o •artístico ·la destreza política y fiDanciera, la heroicidad moral-.-. son, en cierta mane~a, extrínsecas a la persona, y; por decirlo así, instrumentales. El talento consiste enúna aptitud para crear, ciertos productos socialmeñte útiles-.-la dene cía, el arte, la riqueza, el orden público. Lo que•propiamente estimamos en estos productos, y sólo un reflejo del valor que les atribuimos se proyecta sobre l_as dotes necesarias para producirlos. No es el poeta, sino la poesía lo que nos mteresa; no es el político, sino su política. Este carácter extrínseco de los talentos se hace patente por darse a menudo en el hombre al lado de los más graves defectos personales. La excelencia varonil radica, pues en un hacer: la de la mujer en un ser y en un estar, o con otras palabras: el hombrevale por lo que hace, la mujer parlo que es. Tal circunstancia de que el valor del hombre esté.condicionado por el , resul~a~o d_e sus acciones, da a nuestro destino fatalmente un carácter problematico, mseguro, relativo y servil. La mujer, en cambio, cuando en ella se realiza un tipo superior de feminidad, no gana.nuestra estimación por sus actos, sino.que quieta, como la rosa en el rosal, se.impone a nuestro entusiasmo. En sus actos no nos importan los resultados: es más, no los.tomamos co~o actos o causas de tales y cuales efectos, sino como gestos en que se manifresta su soberana personalidad. Las acciones de la mujer superior se convierten a nuestros ojos en emanaciones de su ejemplar esencia, son el perfume de la rosa en el rosal. Frente a un equivocado y trivial feminismo he creído siempre que para el hombre vivir es trabajar, mientras que par~ la mujer vivir. es irradiar. Pensar otra cosa es querer vanamente suplantar las profundas voluntades de la Naturaleza por nuestros angostos programas de política. La Gioconda, irradiándose' a sí misma secularmente desde su marco, ha hecho más en beneficio de la humanidad que los millones de superfi· . . .. .• . . ciales sufragistas'.
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.con .ellO ria qut:ro:decir que me parezca mal la demanda del stifragio o demás equipara-
ctone: JU~dtcas y econom1cas con el hombre. Me parece muy bien, pero de escasa importallcia, y no s1gn1fican nada positivo en la cultura femenina.
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Todos los progresos que ei ho~bre con su obra consigue, son parciales, adjetivos, tangentes a la esfera íntima de la Vida. Por.el contrario; un modo superior de perfección feme¡üna es un progreso integral de la Vida, es como el gehnen de una nueva humanidad, de una vita nuova. De aquí el anhelo infinito, la ilusión incendiada que los hombres mejores han sentido cuando sesgó su existencia una mujer esencial. Si miramos al trasluz lo que han escrito, lo que han pintando, lo que legislado, descubrimos en la filigraná un tenue perfil trasunto de dama gentil. No se trata de vulgares anécdotas eróticas, sino de aquellas supremas eniociones que en el líVi.do crepúsculo de Mantinea'explicaba,• trémula y sabia, a Sócrates diVino la extranjera Dióti" ma. Se trata del afán de perfección que en todo varón selecto siembra a su paso sin peso una Eva ejemplar. · El Eterno'Femenino nos atrae hacialo más alto. ASí canta Chonu; mysticus en el final de Fá11Sto proclamando a la mujer como la fuerza ciVilizadora por excelencia. Ypocos versos antes Mater Gloria dice a Margarita: · ¡Ven! Asciende a las esferas súblimes, Que si él te pre5iente, él te seguirá. Un indiViduo, como un pueblo, qtiedá más exactamente definido por sus ideales que por sus realidades. El lograr nuestros propósitos depende de la buena fortuna: pero el aspirar es obra exclusiva de nuestros corazones. Por estos los tipos de fenlÍnidad, que son a la vez formas de idealidad, marcan el horizonte de las capacidades latentes en cada pueblo. Desde la hembra del bosquimano a la Gioconda, a madame de SeVigné, a lady Hamilton, las siluetas deLeternofetneninq se elevan al cenit como constelaciones, preestableciendo· los destinos étnicos .. Con esta curiosidad de augur que indaga en fas entrañas tiépidas de uri ave la vislumbre del futuro, entro en esta Exposición buscando del donnesco la cima, como decía Dánte. ¿Tengo yo la culpa de no haberlo hallado?' (La cuestión de si este juido revela en mí un deliberado pesimismo frente a las cosas de España, la dejaremos-¿no le parece a usted?-, para que la discutan los criados en la cocina).
El Sol, 28 de ~ayo de 1918
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DIÁLOGOS SUPERFLUOS
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}uan Estu1ióny]u~n Rém~r~, interloaitores de est~s diálogo~, son dos espa11oles de la mejor cepa; Ya Cervantes alude a ellos en sendos pasajes: del es tue 1ión nos asegura que es un pez .obstinado en bogarsiempre contra la 'co1Tiente; y d.el pez rémora; queFáun siendo.muypeque11o; se adhiere al flanco de una nao y la impide avanzar." • •,. , . , . . ' .. ' .
:JUAN RpíoRA.-.-.Nó me diráüsted ahora, aniigcí Esturión, que no van bien
las cosas. '¡Por fin ha encontrado España el mejor de los Gobiernos posibles! ' ]VAN ESTURIÓN;-···-Merecuerda usted; anlÍgo Rémora, a los pien•ots de . Laforgue,.. . .. · . ,:· · -. , - -.· ,, . • ,.,_,_ '
qui sifflent: «Tout est pour le JJJieux , ' 'Dans le JJJeilleur des ini-caremel» •}
1-
RÉMORA.-¿ Qué? ¿Será usted capaz de no reconocer el excelente cariz que toma.la Vida española? Hace dos meses usted mismo sostenía que este Gobierno era insustituible, que era preciso, so.pena.de inmediata'atomización nacional, prolonga:rsu Vida, y que para ello era menester forzarle a ampliar suprogrania más allá de aquellos cuatro puntos, Ya tiene usted realizada fa•amnistía, en:ejercicio la reforma del Reglamento, a punt~ las reformas ínilitares, y ahora vamos a preparar con el mejor de los Gobiernos el mejor delos presupuestos. :E¡ntanto, el ministro de Fomentos~ disponea fe• rroViarnos media Españá; el proyecto de reorganización de los funcionarios adnlÍnistrativos avanza; el aumento de sueldos aumenta,yhasta una estrella de primera magnitud se ha dejadó descubrir por un astrónomo españoL ¿Me dirá usted que todo esto no es excelente?. ]VAN EsruruóN.-En efecto, todo eso me parece excelente,y sigo pen~ sando, como hace dos meses, que es éste el mejor de los Gobiernos posibles. Pero ni entonces 1li ahora me ha ocurrido pensar que es un buen Gobierno: ]UAN
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JUAN RÉMORA.-¡ Pues ... no le entiendo a usted! Si es el mejor posible, . ¿cómo puede no ser bueno? ]UAN EsruRióN.-De que usted no me entienda tiene la culpa nada menos que la vieja firma de Voltaire. Voltaire escribió una novela muy divertida contra el optimismo teológico de Leibniz,.que en sus E115ayo5 de Teodicea había afirmado ser, el existente, el mejor de los mundos posibles. El libro de. Voltaire es tan divertido, que lo han leído todos, incluso los que no han leído a Leibniz. De aquí que la ironía superficial del satírico francés. haya interceptado la comprensión de la ironía trascendente y mucho más sutil del gran filósofo europeo. Como el predicador finge un maniqueo estúpido a fin de refutarlo fácilmente ante su ingenuo auditorio,Voltaire, que era a su modo un sacerdote vuelto del revés, finge, bajo la fisonomía de Pangloss, un Leibniz bobalicón y cándido. La idea de Leibniz es ésta:. Dios; en su infinitasabidu" ría e fufinita bondad, antes de dar existencia a un mundo pasó revista á todos los posibles,•y halló que era éste el mejor. Suponga usted que Sancho ·Panza se acercase a Leibniz y le dijera; como dice en el libro de Cervantes, que «en este valle de lágrimas, en este mal mundo que tenemos, apenas se ha" lla cosa que esté sin mezcla.de maldad, embuste y bellaquería»: ¿Cree· usted que Leibniz pretendería corregir el pesimismo de· Sancho?· Todo lo contra" ria: «Sí, amigo -diría~, tienes razón; este mundó es muy malo, pero es el mejor. ¡Calcula cómo serán los otros!» Vea usted como yo puedo, sin con" tradecirme, creer que es el actual el mejor Gobierno posible, y; sin embargo, pensar que no es un buen Gobierno, · · .· ; .. · . ]UAN REMORA.-Perfet:tamente: pero ahora que le entiendo a usted hallo injusta su opinión. Recordemos la hora de extremo peligro en que este Gobierno nació. ¿Por ventura no ha desvanecido los pavorosos conflictos de ml'!rzo? ¿No es un Gobierno de máxima autoridad? ¿No opera con mayor facilidad que otro alguno sobre el Parlamento? ¿No es el único a quien pueden encomendarse ciertas empresas delicadas, sobre todo de orden finandero, que requieren una extrema confianza de la nación enlos•ej ecu tores? · JUAN ESTURIÓN.-.-Muy cierto, muy cierto. Antes que usted he dicho y he escrito yó casi todo eso. Hoy me reitero en ello sin quitar ápicé. Hasta el punto es así, que no acepto la actitud adoptada por·usted de defender al Go" bierno, comó sfyó viniese a atacarlo; No se trata de combatir al Gobierno: se.trata de que usted, y quienes' piensan como usted, que presumo sean la mayor porción de los españóles, reflexirinen un poco sobre la situación de España y no hagan de este>Gabinete una de esas cosas.que los hombres inventan para.no trabajar;;... ··" • " .. " . • •· . · . · .· · · - ·" JUAN REMoRA:-·-¡Es irritante•oírle a usted! ¡No concibo cómo ur¡. hombre puéde complacerse eµ pensar siempre a redropelo de los demás! -
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]uAN EsTURió]'I.-.-No se irrite el buen celtíbero.Si le parece a usted que es la conversación el más fino obsequio de los dioses al hombre, lejos de . fatigarle la discrepancia debe recibirla con fruición. Dialogar es sentirse dos y palpar con nuestro perfil el perfil diferente del alma ajena. En nuestro país, el hombre que era de otra opinión, el hetero-doxo, solía ser llevado a la hoguera, o; éuanda· menos, corrido por las calles como un can sarnoso. Tal método no nos ha traído los mejores resultados, ¿verdad? Aunque sólo sea por vía de ensayo, ¿por qué no intentar provisionalmente el método opuesto y buscar con devoción sobre el haz de la tierra los hombres que no piensan como uno piensa? ¿Hay nada más grato, más humano, más espiritualmente fecundo que asomarse a un corazón distinto del nuestro a fin de ver los reflejos peculiares que en él pone la vida? Imagine usted que la ventana de su aposento, en vez' de dar a·la calle o la campiña; se abriese sobre,·un aposento idéntico al suyo, donde un ciudadano parejo a usted bosteza.como.usted: ¿No le parecería' intolerable? Yo creo que existe en el hombre uh como instinto de transmigración, uri anhelo de exploraciones más allá de su proc pio individuo. Pertroppo vmiare nát1.1rn e bella, cantaba Giordano Bruno, y muchas veces pienso que eso que llamamos amor a la mujer no es, en el fondo, sino un deseo de abrir nuestras ventanas sobre.un paisaje totalmente distinto del que dentro llevamos. Amemos lo diferente y aun lo adverso; amigo Rémora: conversemós tranquilamente .cultivando un sabroso desacuerdo. · JUAN REMORA.-· ¡Tiene ustedrazón; tiene usted razón! ¡Hay que conversar! Sanjuán dice en su Evartgelio;que «en el comienzo era el Verbo, el Lagos», que quiere decir: en el comienzo era la conversación: JUAN EsTURióN.-Lo cual es un pequeño error de San Juan.• Porque la conversación resulta imposible sin cortesía. Corrijamos, pues, el versículo y digaµios: En el comienzo erala cortesía... y luego empezó la conversación. ]UAN REMORA.-Bueno; pero decía usted que este Gobierno, el mejor posible, no es un buen Gobierno.... . ]UAN EsruRióN.-.-.Eso decía, ymañana-·.·-ahora.es tarde-:- aspiraré a convencerle a usted de ello.
El Sol, 26 de junio de 1918
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Primero~- España ha podido vivir durante
LOS CAZÁDORES DE PLUMA
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contt~ ei~pionaje,
dec~~tasela
No digo yo esta ley sino una ley donde se electrocución de media España podía ser aceptable en su hora.y sUcsazón. Como' la vida es, afortunadameI].te; mucho más variada que nuestra filosofía, nadie puede predecir quémedida sérá un día la más benéfica; Así, en' esta sesión de doce horas no ha habido nadie que se opusiese én principio a la idea de una ley sobre el espionaje, Conviene hacer constar esto, que con todas sus letras hizo constar el señor Pedregal. «Es una necesfdad-ha dicho-, cuya expresión ha salido varias veces delos bancos deJa izquierda»' ·Pero sien principio ria hayrégfmen que no pueda· quedar justificado por las circunstancias; tienetambién queser cierta la proposición inversa: que las circunstancias son las encargadas de medirla justicia y modularla dfscreción de los actos imperativos. La política o impolítica de un Gobierno ha demanifestarse, pues,,enlá apreciación de estas circunstancias, factores, por lo vfsto, tan esenciales, que bastan para ungir de prestigio social, o por el contrario, para desvirtúar el nervio moral de una ley cuya finalidad nadie discute. ¿Era eLcaso presente de aquéllos en que uri Gobierno puede despreoé cuparse del modelado jurídico que da a su intenciónlegislativa y considerar como una minucia desdeñable ante la gravedad de la: situación la peligrosa vaguedad de sus definiciones de delito y los ensanches de su prerrogativa? ¿Era, asimismo, un caso'en que la manera de obtener la aprobación parlamentaria resultase indiferente? He aquí la lista de circunstancias que parecían invitar a una extrema delicadeza por parte del Gobierno. Son ellas de muy distinta índole; pero nótese que las situaciones políticas, como los estados meteorológicos, se nutren de los elementos más heterogéneos y consisten precisamente en esa misteriosa fusión de lo disparejo. La influencia nos llega de la suma y no de cada ingrediente.
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tres años de guerra sin necesidad de esta nueva coerción de la Prensa. La innovación legal supone, . pues, algún hecho nuevo, grave y notorio que predisponga en su favor ala . conciencia pública: . Segui;do:-. Se acude a este régimen-restrictivo justamentea la hora en que las. disensiones interiores provocadas por la guerra están más en calma. Tercero.- Corregidas las malas inteligencias o'1as vacilaciones de los primeros tiempos, consta hoy a todos los españoles que no existe ningún grupo político apreciable dispuesto a abandonarla neutralidad. Se halla la atmósfera pública tan saturada de esta convicción, que ningún Estado beligerante puede enserio atribuir alriuestto solidaridad expresa ni tác:ffa con las emanaciones literarias de cualquier periodista bien soldado;. Eia, pues; la ocasión excelente para derivar la coerción en atto sentido.y dar unas vúeltas más de tuerca .a las leyes generales contra el insulto. y la calumnia. El Gobierno debió comprender que es una puerilidad presentar a Españaamenazada de conflictos internacionales por la incontinencia de unos panfletarios, El que no lo es, y por la indelicadeza del. texto legal se siente confundido con ellos,. no puede menos de irritarse.. Cuarto.- Durante tres años se ha practicado el espionaje en· España, sin que la memoria pública recuerde un solo caso de espontánea intervenc~ónporparte del'Gobierno. Hace pocas semanas, ton motivo deinvestigac10nes periodísticas, se ha iniciado elprimerproceso. Quiere decir esto que esas revelaciones periodísticas, cuando menos, no eran calumniosas. Y es justamente la hora que el Gobierno elige para presentar a los periódicos coíno una inmensa organización de la calumnia. Quinto.-A esta absoluta injusticia que con la Prensa comete el Gobierno, se suma otra relativa, que no por ser relativa es menos grave. La política, como todas las demás actividades humanas, está sometida a las normas de la perspectiva, y la actitud que un Gobierno puede tomar frente a u0>grupo o clase social, depende, entre otras cosas, de la actitud que haya adoptado. frente a otros grupos o clases sociales,. Y se comprenderá que un Gobierno, el cual se cree obligado a todos los silencios y todas las suavidades frente a la oficialidad del Ejército, un Gobierno que tan moderadamente ha escuchado la historia del escarnecimiento de un diputado, estaba comprometido por la equidad, por el buen tacto y hasta por un precepto de elegancia, a no ser espada para las plumas, ya que fue pluma y vellón para las espadas. Se gobierna con imponderables, solía decir el Canciller de Hierro .. Sexto.-.-. Un imponderable es la elegancia del ademán sobre eLfondo majestuoso de la vida de un pueblo. Otro imponderable es la delicadeza.
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El Gobierno interpone el texto cie esta ley entre la.impecuniosidad de los empleados; quesonlegión, y otra ley aumentándoles los sueldos; Si no se aprobaba aquéL,no.se lleg~ba a ésta. Cualquier tropiezo para el Gabinete era una prolongación de las angustias económicas que padecen los funcionarios. El Gobierno ba enviado por delante al hambre para que despeje su e.amino. ¿No hay; además; en cuestión.un anticipo reintegrable? El gesto poco elegante se . encorva,
*** · . Estas y otras observaciones fueron hechas al Gobierno en la sesión úl2 tima; Ningurianitodasjuntas son motivo para que una ley no se haga; pero todas y cada una bastan para invitar a la mesura en su redacción, a la exac~ titud en sus preceptos y a la paciencia en su tramitación parlamentaria. ¿Quéhati contestado.los.ministros a las observaciones de las izquierdas arriba extractadas?. No puede ·negarse que esas advertencias tienerivigor de convicción. No son palabras, son razones que, quiera uno o no, hacen presa en la adhesión intelectual. Frente a ellas, el Gobierno ha opuesto sólo una afirmación: que circunstancias secretas hacerrimprescindible la ley. Perfectamente: he ahí una circunstancia más; sise quiere, he ahí la más importantedrcunstancia. Cabe oponer.que es insólito eliadvenimiento de una circunstancia como ésta sin que; al menos vagamente,. imprecisa, musí~ tada,. en forma siquiera de eco o de sospecha, baya traséendido. a la conciencia pública. Pero aceptemos el supuesto táctico: el·gobernado, en efecto, no tie~ ne derecho a que se le trate como gobernante, y es, a mijuicio, una deformación de la democracia hacer creer al demos que es lo mismo ser soberano y ser gobernante. Guarde, pues, su secreto profesional el Gobierno; pero conceda todo lo demás a la profesión de gobernado; No es posible que ese se" creta influya en la.letra.textual de la ley; ni en las maneras usadas para obtener su votación. Dicho de otra manera: esa circunstancia es una; pero nada más•que una. El Gobierrio ha adquirido grave responsabilidad no atendiendo alas demás.
No puedo creerlo, y prefiero esperar su confinnación en el Dimio de Zas Sesiones para oponer a tal pensamiento alguna literatura.
*** En résumidas cuentas: poseemos una ley especial más contra los escritores. No bastaba, por lo visto, la de Imprenta y la de jurisdicciones. Los pretextos, la terminología, varían según los casos; pero la conclusión es siempre la misma. Cuando un Gobierno se dispone a hacer una ejemplar manifestación de autoridad, ya se sabe en qué termina: en vejar a los queponen negro sobre blanco. No es extraño, y aun debe reconocerse un progreso. Somos de una raza que se había especializado en quemar escritores. Ahora se les quema la sangre nada más. · Pero la tradición no se interrumpe. Reunid nueve celtíberos: encargadles del:Poder.Durante unas semanas gobernarán con suavidád, con ma~se dumbre, De pronto, una tarde; sentirán que'se despierta en su interior un primitivo y fiero instinto venatorio. A la mañana siguiente, con el arma al brazo, ved que se echan al soto, y desdeñando la fauná más variada, prefieren siempre tomo pieza el bípedo con la plmna•enfamimo! . · · ' El Sól, 8 de julio de 1918
*** ir,
En cuarito al señor Maura, sólo se le ha ocurrido decir una cosa; pero ellatan de su cuño, que equivale a diez tomos de sús Memorias íntimas. El señor Maura ha manifestado su extrañeza de que una ley sobre.la cual ha pensado él cuatro díás parezca perfectible en vista de unas impugnaciones. ¿Es cierto que ha sido ésta en esencia la idea expresada por el señor Maura?
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. LA VERDADERA CUESTIÓN ESPAÑOLA
I
Un año va a hacer que en no pocas capitales españolas funcionaban las ametralladoras. Pocos días antes se-reunía en.Barcelona un Parlamento facc cioso, y unas semanas más atrás la oficialidad del Ejército se había declarado en rebeldía. Unaño,va a. cumplirse, j.nos preguntarnos qué intentos serios se han hecho durante él para salir al encuentro del estado social que en aquellos acontecimientos se sintornatiza. Habrá quien nos responda señalándonos.el actual Gobierno, tan brillante y tan raro de forma, que parece un aparato ortopédico. · Pero esta respuesta sólo merece una atención eutrapélica. El Gobierno actual, ni siquiera en pretensión, es un ensayo de organizar el futuro nacional. Significa, por el contrario, un ensayo de liquidar la política inveterada y servir de transición a un porvenir todavía anónimo. De este porvenir nos ocuparnos, y en vista de él, insistimos en nuestra pregunta: ¿Qué intento, qué germen, barrunto o sospecha de intento aparece en el horizonte, hacia el cual podamos orientar las esperanzas? Para un aficionado a meditar sobre los fenómenos sociales, nada más curioso que esta alternativa de espasmos y calmas beatíficas a que hemos asistido en los últimos catorce meses. Con astronómica periodicidad se levanta sobre el Estado español una tormenta pavorosa que amenaza con todas las destrucciones. El azar, un divino y reiterado azar, deshace en la atmósfera el peligro, y al día siguiente los españoles tornarnos a las más tranquilas emociones cotidianas. Este fácil olvido del ayer no puede atribuirse meramente a falta de .memoria. Procede de una falta de inteligencia política habitual en nuestra raza. Se olvida el suceso de ayer porque no se le entendió bien. Esta serie d~ conflictos que hemos atravesado no se presenta ante la conciencia pública corno
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una serie, esto es, _corno un conjunto orgánico de síntomas diversos en que se manifiesta una profunda e idéntica causa. Bien está que el humilde labriego, sumido en su terruño, o. el obrero, incrustado ensu taller, o el pequeño comerciante, tras de su mostrador, cae rezcan.de aquellas visiones sintéticas en que se definen los vastos hechos so- · ciales. Ni én Espáña, ni en ninguna otra.nación, se elevala gran.masa colectiva a la conciencia de sí misma. Por esta razón es y será.eternamente imprescindible para to.do cuerpo sociaUa existencia de una minoría de cal:Jezas claras do11de venga a condensarse la reflexión quefalta a la mayoría. El caso doloras.o. .de nuestro pueblo es que esa rnin.oría consciente parece no existir. ¿Có¡:no explicar si no la tranquilidad con que asistirnos a la historia de este último año? ¿Cómo explicar que aquí y allá no surjan grupos de hombres reflexivos, que con.su inquietudy su afán revelen haberse percatado de · . . .. . . la gravedad de estas horas españolas? . Lejos de esto, es probable t¡ue parezca a muchos morbosamente retórico calificar de gravísima la situación11acionaL Razón de más para que, moviendo el pie por plazas y caminos, demos, como el personaje bíblico, grandes voces de alarma: ¡Voz de Gog,.voz de Magogl ¡Ay de ti, Sión, que no vuelves sobre ti! · ¿Pero qué acontece? .,-oímos decir. ¿No ha resuelto. este Gobierno todos los conflictos? ¿Siguen hoy actuando .políticamente las Juntas militares? ¿Continúan en huelga los empleados.postales? ¿Existe amenaza de subversión en los empleados civiles? En efecto, a esta horaymin11to, nada de eso acontece: si al hecho escueto del desmandamiento militar o de la huelga de Correos se llama conflicto nacional, y a la suspensión, interrupción o aun conclusión de esos hechos ~e llama resolver los problemas nacionales, claro es que estaríamos de acuerdo en diputar a este Gobierno corno el gran taumaturgo. •Pero es el caso que esos acontecimientos no son, enverdad, el conflicto ni el problema efectivo. Afinár las ideas en este punto. me parece obra de patriótica urgencia. Una sublevación de.oficiale5, una huelga de carteros o un motín de arzobispos, son emergencias deplorables, tal.vez peligrosas, por ventura difíciles de manipular. Pero de ellas o de otras parejas va tejida la existencia ordinaria de los Estados. Serán, pues, todo lo grave que se quiera; pero dentro siempre de una órbita de normalidad social. Es una puerilidad suponer que la norma en la vida es la paz. Mientras creamos que la lucha entre los partidos, entre las clases u otras agrupaciones no es el modo normal de convivencia colectiva, no acertaremos a distinguir lo verdaderamente anómalo cuando se presente,Y ahora se ha presentado ..Eerrnítaseme expresar una vez más la opinión de que el problema nacional planteado en
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1917, y luego vanamente renovado, no consiste en que estas o las otras gentes se hayan revuelto contra la autoridad del Poder público, sino en que,· con tal motivo, hemos descubierto los españoles que el•Estado carece de autoridad positiva para hacer frente a las fuerzas de disgrega:ciórt: ·Se me Opondrá que este Gobierno ha mostrado poseer autoridad sufic ciente para con su sola presencia ahuyentar las subversiones. · Sin duda, lo ha logrado con las pasadas; pero'¿tendrá igual fortuna con las venideras? Es de temer que no. Más que' ótra cosa, la composición de este GobiemOdemuestra que riinguno de los órganos públicos vigentes bastaba pOrsí misrrio pata hacer efectivo el poder del Estado; y ha sido menester reui niílos restos y los posos de autoridad, 110 ii1Stitucional, sino personal; que quedaban en España·.• ··•· •' · ' ¿Para qué? Simplemente para contener unas harás la corriente' de púl blica atomización. ¿No es absurdo que la normalidad de un pueblo depen-' da de la· presencia en el GObiemo de individuos personalmente insustituibles? Un azar, una enfermedad, una mala inteligencia recíproca puede, dentro de veinticuatro horas, destruir su concurso. ¿Qué pasaría entonces? Enton" ces, creo yo; verían los ciegos cómo, hablando en serio, este Gobierno no ha" bía resuelto conflicto alguno. Curar una enfermedad no es reprimir los sin" tomas de ella, sino aniquilar las causas de esos síntomas. Del mismo modo, afa hora que corre, la enfermedad nacional no consiste en que fas gentes se encrespen contra el Estado, sirio en que· los organismos del Estado care~ cen de todo prestigio, única fuente, a la postre, de autoridad normal. Como es uso en la Trapa recordarse diariamente,cunos a otros, los monjes, la amarga certidumbre de la muerte, así, cada día que dura este Gobierno nos recuerda que el Estado español vive en extrema yno corregida anor-' malidad. Hacia 1835, el erario español no ofrecía garantía bastánte a los banqueros del mundo para obtener un empréstito, y Meudizábal, que te" nía banca ábi_erta en Londres, tuvo que arriesgar su·crédito personal para conseguirlo .. Asf ahora vive el Poder público español del crédito de prestigio que hemos abierto los· ciudadanos a unas cuantas personas. .Yporsi algofaltára, este crédito personal es sobremanera escaso;
ElSól, 12 de agosto de 1918
II Quedábamos en que a la hora de ahora España no está gobemac,la por instituciones; sino.por unas cuantas personas a quienes, en fuerza de las
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circunstancias, hemos. concedido los ciudadanos una ampliación de crédito individual. A esto hemos llegado. ¿Quién tiene la culpa? Desde luego, no la . tengo yo, no la tiene el grupo de esc.ritores que desde hace diez años viene . anunciando, el derrumbamiento inevitable de la España oficial; esto es, de aquellos organismos encargados de las funciones específicamente.colectivas. Nuestros esfuerzos han sido inútiles; Nadie nos ha hecho caso.Yo me pregunto si en nuestro país se ha hecho caso alguna vez· de quien no tiene en su abono otra cosa que haber pensado largo tiempo sobre aquello de que habla. Pero sea de ello lo que quiera, no interesa ahora la investigación de quiéntienila culpa .. Con que se reconociera el hecho anónimo del•pecado, podíamos contentamos. Cu.ando en junio de 19 l 7se desmandaron los militares; buscaron con los ojoslos españoles un organismo público capaz de hacer frente·a la actitud del.Ejército. Y hallaron que ni el Parlamento ni el Gobierno tenían vigor suficienté pafa•dominar la subversión. Por tratarse de una clase armada, cabía suponer que cuando el Ejército se insubordina ninguna otra institución puede imponerse. Pero acaeció que poco después los carteros, los inermes e incruentos hombres postales, se rebelaron a su vez, y ni el Parlamento, ni el Gobierno, ni el Ejército mismo pudieron reducirlos. Esto que llamamos sociedad es, por lo visto, cosa más sutil y compleja que el simple juego de fuerzas brutas. En la vida contemporánea-, la fuerza material apenas si tiene eficiencia alguna soore las hichasinteriores de una sociedad.La contienda se produce entre poderes espirituales y se resuelve, según una mecánica psicológica; donde las energías combatientes son los prestigios; El poder de mayor prestigio absorbe invisiblemente al otro, y vuelve con perfecto automatismo el equilibrio social.. No importa mucho que una institución se corrompa siempre que queden otras sanasyungidas de autoridad; Apoyándonos en cualquiera de éstas, podremos disciplinar, corregir y curar la institución decadente. Pero la verdadera cuestión española es que no existe organismo nacional ninguno que ejerza sobre los españoles ese supremo influjo espiritual, mezcla de res' peto y esperanza, con el que pueda renovarse y reconstruirse el resto de la contextura pública. Esto es, en mi entender, lo que debería repetirse alamañana todo:español' consciente. No es, pues, cuestión de derechas, ni de izquierdas, ni de =das: es UÍla cuestión previa que se plantea de idéntico modo para tódo corazón patrio ta y reflexivo. · ·Repasemos una vez más la lamentable cadena: no pueden tener aútori' dad los Gobiernos porque el Parlamento de quenaceny.dondese apoyan no la tiene . .Y·no la tiene porquelos organismos locales o centrales, administrativos yde justicia, que intervienen en los comicios, han.perdido, con
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susprevaricadones o con su inepcia; el respeto de las gentes. Lo propio acontece con los órganos de la' opinión que en toda sociedad normal sirven para suplir las deficiencia5 de los órganos de poder. Ha dejado torpemente la Pren" sa,que se evapore su potenci;,. sugestiva, y hoy no logra conmover.a las muchedumbres ni hacerse oír enla hora de peligro,,, Y en tanto', la vida de los españoles crece,'en complejidad y sehace más in• tensa. Se trabaja niás, se gana más; se goza niás~ Lit provincia se va incorporando, frente a Madrid. El capital se condensa en núcleos industriales cada vez más numerosos; Los obreros extienden s'u red de organizaciones défensiva5; El mundo, en torrio, frenético de,vitalidad, ahora guerrera, mañana creadora¡apriet¡i nuestra existencia y nos invita con nuevos problemas a nuevas decisiones¡ , ,, , Parece, pues, llegado elinstante pata qüela 'nación española dé en todos sentidos el máximum de su rendimiento histórico. ¿Cómo haide darlo si su estructura nacional no funciona, si es una máquina anquilosada y' burlesca que; lejos de multiplicary reuriir los esfuerzos individuales, los entorpece, derrama y aniquila? Los españoles han mejorado fabulosamente en los últimos veinte años; pero España, España es más fantasma que nunca. No se concibe, en verdad; qué placer sentimos,en conservar intactos,unos organismos públicos que los ciudadanos unánimemente desprecian;Ysin embargo; apenas se habla concretamente de alguna innovación profunda -la descentralizadón,por ejemplo,-; todos son espantos; co'mo sLelTégie men hasta ahora vigente nos hubiera abrumado de' glorias ye satisfacciones. Vano será cuanto se emprenda; mientras no triunfe, ,del Bidasoa al Guadalete; una gigantesca voluntad de ensayo y novedad. La España viva tiene, en lo económico y en lo espiritual; unas dimensiones mucho: mayores que la vieja España oficial de la Restauración y la Regencia. ¿Por qué no labramos otra a la medida? Si alguna vez se ha postulado un cambio derégimen público por necesidad, que no por capricho, 'es' ahora. No se trata de volcar sobre el cuerpo español modas legislativas que en náda le son afines. Todo lo contrario:, se trata de evitar el absurdo con que pretendemos conservar bajo los múscufos de un hombre et esqueleto de un niño. Nuestro Parlamento, nuestros ministros,' nuestros funcionarios, ,nuestra Prensa, nuestra Universidad, perpetúan su gesto,aldeano, rubieinele" gante, mientras el industrial; el obrero, el agricultor, el artista:han viajado; han sustituido antiguas por nuevas ideas, a5piran atma vida más ágil y más amplia. De esta nueva EspañaTeal;'que está ahí; fuera de la arqueología oficial y oficiosa, hay, que extraer el nuevo esc(uenia de organización. : 'l.á pura belleza arquitectónica repudia caprichosos ornamentos. tin edié ficio es bello cuando susfachadas expresan, con sus formas, el sistema de
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fuerzas que mantiene en pie la construcción.Ballar la manera de exteriorizar la realidad interiores el secreto de toda arquitectura. Debemos añadir que lo es asimismo de toda política. De trei,nta años a esta parte, la sociedad española se ha transformado profundamente. Intentemos dotarla de una nueva estructura pública. La me- , cánica de"nuesti:o pueblo es hoy muy otra que en tiempos de la Regencia: han aparecido nuevas fuerzas, se han desvanecido no pocas, antaño dominantes; la proporción de las energías ha variado. Traigamos todo esto a expresión política y entonces veremos cómo España funciona. El Sol, 26 de agosto de 1918
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POLÍTICA ESPAÑOLA. LOS GRANDES PARTIDOS
Cuando yo era niño-dice una vez Anatolio France-, creía que siendo el mundo una cosa tan grande, se comportaría con alguna seriedad. · Yo podría decir asimismo que cuando era muchacho imaginaba a los altos políticos españoles, sobre cuyas espaldas descansa la historia nacional, como unos hombres completamente serios, dotados de una segunda visión en todas las cosas.Juzgaba ineludible admitir este poder de segunda visión porque ya entonces sus palabras me parecían ligeramente incongruas: lo que yo veía no coincidía jamás con Jo que ellos hablaban. Era, pues, palmario que aquellos hombres vislumbraban, «no lo que el vulgo viola con sus ojos», sino el profundo y secreto fermentar de la naturaleza. Al perder Ja muchachez, he perdido también esta fe en la perspicacia y en la formalidad delpolítico indígena. Y si algún poso de ella me quedara, se habría desvanecido ahora oyendo decir a los señores Dato y García Prieto que es preciso volver a los dos grandes partidos para que la gobernación de España vaya bien ordenada. Hemos pasado uno de Jos años más azarosos que se recuerdan: durante él se ha hecho patente hasta qué punto han perdido su dominio moral las instituciones públicas, y adónde llega el desprecio que todo el mundo siente por el régimen político usado. No obstante, los señores Dato y García Prieto extraen Ja consecuencia de que es preciso reincidir en los dos grandes partidos. Fue menester, para dar frente a las circunstancias, formar un Ministerio de aglutinación, cuya única fuerza está precisamente en presentar a los ojos del pueblo disueltas las agrupaciones tradicionales, borrados transitoriamente los confines de los partidos. En el fondo de todas las conciencias yace hoy Ja sospecha de que tras este Gobierno, si no se intenta algo verdaderamente nuevo, sólo puede venir el diluvio. No obstante, los señores García Prietó y Dato sóstienen que es preciso volver a los grandes partidos. c;uando después de milenios volvamos a reunimos en el valle dejosafat, veremos
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adelantarse alas señores Dato y García Prieto que, como si nada hubiese acontecido, propondrán al Gran Arquitecto la perduración del partido con, servador y del partido liberal. El tumo .de dos. grandes partidos es, sin duda, el aparato más cómodo que se puede-inventar para Ja gobernación de un Estado. Asimismo; .tener · una gran fortuna es el procedimiento más perfecto que se conoce parare, solver el problema de alimentar una familia. Pero, aveces; tiene uno familia y no tiene uno fortuna. Del mismo modo, a veces hay que gobernar. un pueblo sin tener a la mano grandes partidos nila posibilidad de ellos. É.ste es, a todas luces; el caso de España. La desvirtuación de.los grandes partidos: no es; ciertamente, unJenómeno.exclusivo de nuestro paísi Por el.contrario, puede afirn:¡arse ya que ca, racterizala política del siglo XXfrente a la . del siglo XIX. Cuando la guerra estalló, apenas si en alguna nación subsistía la política de grandes partí, dos, y donde és.tos prolongaban su existencia, como en Inglaterra, comenzaba su rápida e irremediable descomposición. La .universalidad del hecho. muestra que no obedece a causas ¡¡ccidéntales, sino a la evolución del¡¡: política en todl\s partes. Durante el siglÚ, pa, sado vers.ó la lucha:política en.torno auna sola gran cuestión: el liberalismo democrático, I'ue, pues, una, polític~ jurídica; se peleaba por convicciones de derecho, p()r una ~specie de credo.civil. cuesti.ones que·hoynos.pareéeria absurdo discutir con razones que no fueran secamente estadísticas-.-p()r ejemplo; el librecambio-, apasionaban entonces' a los hombres bajo un disfraz de problemas jurídicos. Así, en el tiempo.de la Anti'com Law defendía Cobden el librecambio por ser la norma de equidad que se deriva del Evangelio. Se trataba de los derechos del hombre, esto es, de unas definiciones legales donde se alojaban unos conceptos muy sencillos y muy abstractos. El hombre del Norte y el del Sur, el rico y el pobre, el blanco y el negro, se sentían requeridos igualmente para tomar posiciones ante una política de contenido tan simple, y por lo mismo, tan hondo y tan conmovedor. Cualesquiera otras afinidades y repulsiones quedaban supeditadas a Ja actitud en que cada cual se sintiese respecto a esas últimas ideas de derecho. De este modo, la nación entera se hallaba dividida en dos grandes torrentes de opinión. Entonces, por un mecanismo automático, nacieron los grandes partidos, fiel expresión orgánica del estado de lucha en que vivía la colectividad. Pero aquella política jurídica cumplió sus horas. El triunfo casi total del liberalismo democrático hizo vacar las conciencias a otras preocupaciones. No cometamos la irreflexión de creemos más realistas que los que combatieron por los derechos del hombre. Digamos simplemente que nuestra realidad es distinta y que, desde luego, es más complicada, menos susceptible de
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conderisacióri en fórmulas sencillas que mantenganun continuado apasÍO" namiento en toda la nación. La contienda jurídica queda hoy relegada al fone do del paisaje político: en el primer térmmo se combate por cuestiones de organización social; de técnica administrativa; de intereses económicos. Como ninguna de estas cuestiones goza de un rangq preeminente sobrelas demás; nuestra política es multiforme; sin centro iínico de gravedad. Coincidentes eri un punto, neis separamos en otro de análogidmportancia; ló que incita a· pelear en dos·bandos a unos ciudadanos> deja indiferentes al resto. En tales condiciones' no 'e.5 posible la existencia de grandes partidos; · · Su perduración sería una falsificación de la política. Desde 1900 soportamos en España esta falsificación. Unos partidos fantasmas; eXangües y sin virtud han tenido'ceréado·el poder políticoenlosdíasque mas urgía la enérgicavitalizaciónde lÓs'inSt'ruinentos dé gobierno. 'Norepreseritaban es~ tádos de 'convicción pública, no representaban siquiera intereses orgáni" cós'déclase, de núcleo; de grupo. ¿CólJJ.o; sinémbargo; se perpetuaban en el gobierno de España? · · : Una palabra dará y leal tiene que ser dicha eri respuesta a esa pregunta: desde hace más de quince años los graridespartidos se'alimentan exclusic varnente de la confianza de la Corona. Como los caballos de Diomedes, se nuc tren de lirios, y a poco que insistan; dejarárilapradera
El Sol; 25 de septiembre de 1918
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EL GOBIERNO NACIONAL SE ESFUERZA EN PERDER . LA CONFIANZA DEL PAÍS
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Desd~~stas colum~as ~ptimis~a~ de E!Sol,se han~;~~dovo~:es decbnfianzapara que todos los espanolessesituasenjunto al Gobierno erilos crí" ticos días que ha: conocido la vida 'española duraritelas últimas etapas de nuestra anormalidadpcilitica.·Confiadosyanimosos asistfamosaliristante más solemne qm! ha conocido ·España desde hace varios años; y alentábamos, dentro de todos los espíritus, una profunda fe en que los homores ciar~ gados de fa responsabilidad de nuestro gobierno, sabrían encauzarlos destinos españoles hacia los más altos esplendores. Pero.:»' demasiados•días van transcurridos ya, sin que hayamos visto ene! Gabinete nacionalel.menor sin toma de correspondencia ferviente hacia el apoyo que elpaís Je prestaba: TranscurreniJas fechas más interesantes y pasan los días•más llenos de; fervor imiversal; sin que estos:hombres; llegados:para salvara España.delos dec sastres a que.nos condutíaun' frenesideinepdas, sacudan !a tradicional modorra de la vida española. Y no es que exijamos al cónclave de políticos presididos por el señor Maura unmilagro diario, ni queremos encontramos cada mañana sobrecogidos ante una decisión que alcance los límites de lo sob~e natural. Nuestros deseos se:reduceil'al afán.de ver en la actuación del Gobierno una constante labor eficaz 1 alta.y firme de orientaciones, noble y elevada de propósitos, digna.y amplia de resultados. Suele ser cantinela· frecuente entre nuestros prohombres,, acusar a la opinión de irisensibilid~dy de apocamientq. No es pequeña, sin duda, esa falta en el pueblo español, pero tan fuertemente·la alientan nuestros go" bernantes, que por fuerza ha de ver la masa popular uri ejemplo vivo y.palpitante eh la perfectaihacción del Gobierno,.nutrida de mis.terios absurdos, .de temores y de artificios insignificantes. N adíe más irisensible a las gr~ndes emociones universales' que 'este Gobierno.español, cuya enorme responsabilidad ante la Historia y arite los destinos de España se acrecienta a•medida que el.pueblo amplía sti crédito de confianza y rnantiene
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su fe, contra la cual se alzan los desencantos más profundos y lás desilusiones decisivas. Hoy nos falta la gran política española, como ha faltado en las más tristes etapas de nuestra historia contemporánea. E~ ningún mome~to se advierte la fuerza imperial que hace de los organismos políticos arma de lucha fecunda y bien templada. Pasan por España los días sin inquiet:Ud y sin fervor. Pasan las horas, todas iguales y todas ineficaces. Cuando algunas gen- · tes se agitan, bien sea en la extrema derechaº· bien en la extrema izquierda, la poquedad de ciertos gobernantes temblorosos impone la ley del silencio y nos arrastra hacia la clandestinidad más sombría y vergonzosa. No nos importa tener yoz ni voto en el gran concierto universal. Los grandes prob.lernas morales y políticos dej~ fría el alma de los gobernantes españoles, aco~ gidos a una incomprensible paca tez en el obrar y sujetos a la desdichada manía de apagar, como sacristán que apaga la llama de un cirio, la menor exaltación de la personalidad española-hacia lós altos.destinos; Grave daño van causando a España estos hombres cbn su política; mayor cuanto fue más importante la confianza que en ellos habíamos depositado, Como si viviéramos en otro planeta,:sigue siendo' norma de nuestra vida política la ignorancia de los grandes probléÍ:nás húmanqs y un régimen de secretos y de sombras inquietantes. Nada nos interesa ni nos conmueve. Puede temblar el mundo;. que nuesc tros gobernantes cerrarán los oídos a' todo estruendo'para que su siesta cono tinua no sufra interrupciones desagradables. Falta la gran política econóc mica, falta la.iniciativa,.faltala amplia y.universal comprensión, falta el entusiasmo y falta ese ideal colectivo que mal puede unir a todos los españoles, cuando no ha logrado todavía vencer las diferencias de partido que separan a los· hombres que integran el Gobierno; Así se va gobernando a España, así se-entretienen las ilusiones de este pueblo; que merecía otros afanes y otras actividades. ASí se prolonga nuestro sueñb torpe y pesado; así se aplaza el comienzo de la peregrinación fere viente y exaltada hacia nuestra victoria como nación moderna.; _· ¡Pues qué!'¿ No se han desparramado por todos los aires del mundo lo~ nuevos principios morales,jurídicos, políticos, qué están pidiendo manos amigas y pechos llenos de cordialidad? ¿Creemos; acaso, que España podrá evitar el choque de las poderosas transformaciones futúras? • · ·• Siga, siga' arrastrandolentamente sus pies en la tierra esté Gobierno, cuyo principal pecado será el haber' producido la más honda falta de.emoción y de inquietud. Pero, adviértase al pueblo, de una vez para siempre, que no conceda nuevos créditos de· confianza, porqúqiara tan limitados viajes como realiza el Gabinete nadonal; unas alforjás pequeñas son suficiente5;
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Pero cuando el pueblo aprenda a exigir la responsabilidad adecuada a cada hombre, cuando advierta que a través de los días más trascendentales que vivió el múndo, seguían aquí el artificio, el engaño y la maniobra ... ¿no se dará cuenta el Gabinete nacional-ya que suenan las horas propicias- de que ~u principal deber consiste en no malograr la fe de los españoles que creen a ciegas en los destinos de su pueblo? Publicado sin firma, El Sol, 4 de octubre de 1918
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EL DESCRÉDITO DE UN GOBIERNO
EL GABINETE NACIONAL HA AUMENTADO EL GRAN DESGOBIERNO ESPAÑOL
E1 ministro de Instrucción pública ha provocado una difícil situación política al presentar la dimisión de su cartera. En estos instantes, el Gabinete nacional está en plena crisis, porque el señor Maura ha anunciado su propósito de abandonar el Poder, en el momento en que uno solo de los ministros deje de pertenecer al Gobierno que se formó en la noche del 21 de marzo. Todos los consejeros de la Corona se mostraban ayer conformes en apreciar que las circunstancias son graves para la vida de la coalición política que nos gobierna, y había algunos, como el señor Cambó, que se mostraban. convencidos de que no era posible continuar como hasta aquí, mientras el des" barajuste cunde como consecuencia del desgobierno español, y todo se ve envuelto en las mallas de una desorganización caótica. Nunca pudimos pensar que a tan absurdo trance llegase este Gabinete, constituido por hombres que, a nuestro juicio, debieran tener una clara noción del sentido de la responsabilidad. Sabíamos que, una vez terminada la misión a que se circunscribió el Gobierno-Cordillera, cada uno de los jefes de partido plantearía sus problemas propios y fundamentales; y ello daría ocasión a que surgiese la crisis de un modo perfectamente normal, sin violencias ni estridores. Pero siempre sostuvimos que el Gabinete nacional presidido por el señor Maura debía llegar a ese momento, después de haber estudiado delicada y atentamente todas las posibilidades de la política española actual, para no provocar en el país nuevas perturbaciones parecidas a las del mes de marzo, y evitar a la Corona trances y momentos de una peligrosa complejidad. Las pasiones pequeñas, y aun los apetitos inextinguibles, han vencido, sin duda alguna, todaslas. consideraciones de patriotismo sereno que debían ser norma permanente de este Gobierno. Y por caminos tortuosos se ha
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llegado a la plena descomposición de la fuerza política que nos venía gobernando, Para que España se sienta consolada, hay.que declarar que ni uno solo de los problemas que agitaron el álma española durante los días anterio. res: al 21 de marzo, ha quedado resuelto, sino que más bien nos.encontramos . con que las cuestiones han afiladosus aristas, los.rencores se han hecho más . profundos;: el desencanto espaiío1ha ganado.más corazones y eLptieblo .en masa se siente más desamparado que nunca. De la crisis del Gabinet\!nacional no brota una nueva orientadón que permita mirar hacia el horizonte con mirada serena y confiada.· Nadie·alcanza a ver las'rutas nuevas,.nadie sabe por dór¡de van los caminos.que debemos recorrer,. en ninguno de los españoles.se encuentra la visión clára de las direcciones.generales que va a tomar dentro.de poco tiempo la gobernación de.nuestra cosa pública. · Y no es' que la dimisión, extemporánea a nuestro juicio, del señor Alba sea el gran problema que ha puesto de manifiesto los graves pecados que han dado al traste con el Gabinete m¡icionaLEI gesto del ministro de Instrucción pública sirve de pretexto a este conglomerado del que en vano se ha esperado una gran obra espáñola, para precipitar un derrumbamiento que se presentía.hace días. La dimisión del señor Alba no es más que el episodio, la anécdota, el incidente de esta crisis; cuya gravedad estriba en estas dos cuestiones que d~ctibre; asaber:.que todos· los problemas antiguos siguen en pie; esperando una mano que losresuelva, y que se ha llevado a España a un desgobierno como no hemos conocido:ni en los.días aciagos de las etapas datistas. n , •:No sabemos si el Gabinete actualborítinuará ene! Poder, aunque el señor. Alba insista en apartarse de sus actuales campaneros dé Gobierno. Ha llegado el momento de pensar seriamente en los intereses nacionales que deben estar representados en un nuevo Gobierno cuando éste llegue a formarse con la fuerza necesaria para acometerresueltamentelos grandes problemas fundamentales de nuestra vida política. Toda España setorna cuestiones de \ma intensa gravedad. Cada día trae una nueva complicación a la ya vieja anormalidad de nuestra existencia como pueblo. Cada hora nos llega con una nueva inquietud.Junto a las cuestiones obreras_ que exigen atención permanente, se alza la de una amplia descentralización:.al lado de las exigencias comerciales, industriales y de orden técnico que el país plantea [Texto tachado parla censura.] El Gobierno actual se ha anegado en tanta complejidad; se ahogaba en tan creciente marea como es ésta del mar de la guerra, [Texto tachado por la censura.] En el dilema de atacar de frente los viejos prejuicios, o caer en el descrédito total y poner a España en gravísimo riesgo, el Gabinete nacional ha optado por esta última parte, y así lo vemos ahora confundido en la vergúenia de sus propios pecados, sonrojado de ver, cuando vuelve los ojos hacia atrás, la ineficacia de
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sus ges~ones y el precioso tiempo que se ha perdido para la nueva España, que está esperando un.impulso de los españoles para brotar conmaravilloc sa pujanza. Con decir que la característica, que el sello del Gabinete nacional, es el datismo, un datismci blando e insensato b'astará para que t9dos comprendan a dónde han llegado con sus pasioncillas estos hombres, que en medió de gran solemnidad con5tituyeron el Gobierno que traíil la salvación a España;-¡ , , ::_; _ No podrán quejarse, cuando suene la,hora de la responsabilidad (que ha de ser terrible para alguno de los ministros), de que el país les hayamostrado desconfianza o recelo; Han tenido a España entera, dócil y dispuesta a dejarse gobernar, a condición de que en el Gobierno pusieran los consejeros de la Corona un poco de buen sentido; No podrán quejarse de·quela Prensa haya evitado hacer las advertencias·necesarias cuando llegaba el.instante de hacerlas. A pesar de todo ello, el Gabinete nacional ha aumentado; hasta el máximo, el desgobierno, que es en España mayor que en·ningún otro ' · país de la tierra. «En la atmósfera que flota sobre el mundo social y económico, se producen actualmente graves disturbios; Vosotros podéis alejar el huracán, si tomáísa tiempo las debidas precauciones. Hacedlo así porque de ese modo conseguiréis que el buen tiempo se afiance para la gran cosecha que se aproxima». Hemos recordado estas palabras del último discurso de Lloyd George, porque expresan perfectamente el tóno delas mil advertencias qué hemos dirigido al Gobierno, a.fin de que todos los consejeros quedasen penetrados del más alto sentido de la responsabilidad nacional. Y el Gabic nete presidido por el señor Maura no ha hecho caso. Así se encuentra ahoc ra, en el más absurdo de los desprestigios, hasta el punto de que los mismos ministros piensen en disolver la reunión a cintarazos. Publicado sin firma, El Sol, 5 de.octubre de 1918
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LA PAZ Y ESPAÑA
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ESTAHORASUPREMA NOS ENCUENTRA DESPREVENIDOS
A1emani~, Austria y Tur~uía piden ll\ paz: Sea tualq~iera,el result~do próximo de este hecho, quiere decir que, en uno· u otro modo, la paz está ahí: sobre la li:nea del horizonte 'quiebran los albores de un'.tiémpo nuevo, Queremos que esta pl'imerit columna sea hoy reservada. para el primer sentimiento que ese hecho despierta en nosotros. Este primer sentimiento no.es otro qué el de esta pregunta: ¿Y España?.¿ Qué significa ese enorme y venturoso suceso de la paz pára España, para está tierra amffda.quevivimos, · ..... · ··'" paraes'te•pueblo.qtiésomos?<. · ·· ·. :Ytomamos la pluma•con la emoción que en:toda alma noble descargan las horas agudas. Porque así comolaguerra,.alabrir su térribkperíodo, significaba un cambio en las condiciones de la vida mundial, así la paz, sobre todo esta paz, significa una mutación radical de la existencia para los pueblosy los individuos. Con dolor,.con rencor vimos que España no.se había.apercibido para atravesar ventajosa!\lente la.•zona de los años guec rreros; y. ello· nos hostigaba a pedir, día por día, amuestras compatriotas, en todos.los t0l1os y en todasJas. formas, que evitasen el que la hora dela¡paz nos soiprendieseigualmenté desprevenidos; Y la paz viene y España· éstá menos' presta que·nunca para hacerse su'lugar en el tiempo.nuevo que ale borea: Había dé traeda ¡:iaz; por algún mágico destino, la mejorfortumta nuestro país¡ Y· no nós serviría de m/.da,·porque no tenemos órgano crel\dó.pará recibirla:. :. •' • '· r '' ": Por eso,:aprciv¡;chandola solemnidad de este momento,:decimos a todós )os españoles capaces de reflexión y energía: ¡esto no puede ser; no puede ser! Estemos resueltos a no tolerar que España entre en la•zona de fa paz sin poseer una fuerte organización públ¡ca, unpóderrespetable y respeta" do, unos núcleos políticos compuestos de cabezas claras y temperamentos
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ejecutivos, libres de fetichismos pcir lo viejo, prontos a tajar instituciones caducas, estructuras encallecidas, prejuicios osificados. Convenzamos a todos los españoles de que l~ paz es para España sazón más difícil que la guerra. La ¡:iaz no es inercia ni es quietud: es· también lucha corno la guerra, sólo que en la guerra luchan las pasiones, y en la paz luchan las virtudes -la competencia, la eficacia, la agilidad, la previsión, la clarividencia. De la guerra cabe ampararse, a la postre, huyendo de ella. Pero la !u-· cha de la paz no tolera abstenciones: el pueblo que mañana se ausente de esa lucha comercial, industrial, intelectual y moral, puede despedirse de la vida. Y, en tanto, ¿qué hay hoy en España? Hagamos en abreviatura el inventario esencial: arriba, el cadáver de un Gobierno donde los gusanos trae dicionales intrigan. Bajo el, una estructura pública, una España oficial de la qué no funciona bierí una sola rueda, y que ha pérdida con todos los prestigios toda la autoridad. Pero en tomo de esto hay una España que con rnayot o menor intensidad, en· unas partes declaradamente, en otras inconsc ciénternente, aspira a una existencia plenaria, ·a una vida.de perfecta. modernidad, donde las cosas se hagan bien porlos hombres más adecuados; donde. la seriedad, la justiciay la pulcritud sean, cuando menos; !ahorma ylousual. · En tales circunstancias, con la paz proyectando desde Oriente su patética aurora, ¿qué deben hacer los españoles? A nuestro juicio, la cuestión es mucho rhás sencilla.delo qtiela.iner7 cia de los inertes supone. Es preciso dar el Gobierno a las únicas fuerzas políticas que son hoy capaces de transformar la estructura pública de Espal ña. ¿Cuáles son éstas? Los partidos conservador y liberal no existen corno potencias eficaces: no representan fuerzas reales de ningún género; A lo sumo; simbolizan sus desprestigiados hombres la España paralítica. El partido republicano, hermano.delos anteriores, es, como ellos; un ev¡¡pónido. Sus directores no dirigen nada.Yno:de5piertan en las rnasas're~ publicanas 'esperanza ni fe; cuando rnás,.caridad. Esas masas republicanas; si restamos de ellas los amigos del ruido, quedan.integradas porlos que anhelanirnprecisarnente.unprofundo cambio delarealidadcolectiva;.y que hoy siguen mejora un socialista que a un titular del republicanismo. , • Todo esto tiene que ser definitivamente enterrado, porno decir barrido, ¿Quién, pues, debe gobernar? No creernos quela políticaseauna obra de imaginación: no es en el reino del ensueño donde hay que buscar quié" nes deben gobernar, sino en la tierra· real é:on los ojos de la carac Deben gobernar los que pueden gobernar, y pueden gobernar sólo los que poseen.utia · fuerza política activa.
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Si resbalarnos la mirada sobre el haz nacional, sólo dos núcleos orgánicos hallarnos. con potencialidad política: los descentralizadores y las agrupaciones de los que trabajan. En tomo de esos dos movimientos se agrupan : con rnatiza~a gradación todas las energías aprovechables de la España de 1918, de la España que va a entrar en la zona de la paz. ¿Por qué esas dos corrientes no se solidarizan entre sí? No hay razón en contra y sobran motivos en pro. Únanse frente a la España caduca y enemiga de la vida, b!ISquen para que las representen en el poder hombres ejerntivos, pero libres de todo radicalismo extravagante, y juntas labren valerosamente, resueltamente, una sociedad moderna, donde cada español pueda dar el máximum de su rendimiento humano, que aproveche toda fuerza existente, fomente solícita las que germinan y prevenga las que faltan. Sólo quien intente esto y para ello rompa todo lo que debé ser roto, devolverá al.Estado elprestigioy fa autoridad de que hoy carece. Con verdad decía hace pocos días un ministro que si no se intentá esto; vendrá audazla anarquía.. El día de la paz amanece dertarháridó júbilo y prómesas sobre los hombres de buena voluntad: ¡que no llegue el mediodía sin que España se halle por completo en pie!
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Publicado sinfirrna, El Sol, 7 de octubre de 1918
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EN EL MOMENTO DE LA PAZ .
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TI.OS NUEVOS GOBIERNOS QUE NECESITAESPAÑA
E1 señor ~aura -cuyo dolor reciente sa{udarnos cbnel más alto respeto-ha presentado al Rey la crisis total del Gobierno_,En verdad, este Gobierno fabuloso había fenecido tiempo hace; mas por su propia mole seguía en pie\ como dicen que después de muertos siguen en pie los elefantes. Excusemos analizar hoy la múltiple enfermedad que lo ha destruido. Acaso tengamos mañana, u otro día, la ocasión de hacedo; porque, aunque parezca absurdo, muerto y todo, pudiera ocurrir que perdurase, sin más mudanza que sustituir al señor Alba con algún otro ciudadano español. Ello seria una farsa superlativa y una triste vergüenza, pero ello puede que sea. En nuestro editorial de anteayer, al tiempo que expresábamos nuestra emoción por el rumor de paz que estremece el aire, decíamos, en las menos palabras posibles, cuál es nuestro pensamiento sobre lo que debe pedir, lo que debe exigir ahora el pueblo español. Es preciso, decíamos, que llegue a la paz España con su política reorganizada, o, al menos, en vías de estarlo. Parece inconcebible que los temperamentos conservadores no se percaten de que hoy no existe en España, con normal existencia, el Poder público; que olviden cómo las postreras y definitivas embestidas a la estructura de la vieja política las han dado, no los anarquistas ni los revolucionarios, sino clases sociales por definición conservadoras, cuales son el ejército y los funcionarios. Volatilizada la autoridad de los antiguos partidos, desprestigiada inexorablemente la organiza- \ ción actual del cuerpo español-Parlamento, Administración, Magistratura, etcétera-, todo el que no sea un orate piensa que es forzoso reconstruir la armazón del Estado, lograr que sus órganos recobren en serio el prestigio imprescindible, que la Administración funcione bien, que la Magistratura ofrezca respetada garantía a todos los ciudadanos. Más urgente, más pre-
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miosa se hace la necesidad de ello por.el grave cambio de clima que trae en sus alforjas la nueva•paz del planeta.: , ;L Esto paree.e cosa evidente,;yen que el más conservador y el más so~ cialista;:si sqnreflexivos, tienen que coincidir. · '' •.·Ahora bien; esarestauración del Poder público no se puede lograr por los•medios.que a ·cada cual nos •gusten, sindporlos qudas circunstancias, la realidad nacional; imponen. Dicho de ot;ra·nianera, para que lo 'entiendan los'que•menos quieran entender: inutilizada en muchas de sus partes la organización conque ha malvivido España durante.los últimos cincuenta años, esprecisoforjar otra."¿ Cuál puede ser esa otra? ;;;;• , No puede ser sino aquella organización demandada por lásúnicasfoerzas.sociales que han revelado ep. estds.tiempos.coherencia, energía•y volun~ tad.políticas. Estas fuerzas .no son: ciertamente el partido conservador ni el partido.liberal, quefue~orilos corruptores del vigor españolyhoyson.fuer~ zas que·hanperdido.todas sus,fuerzas: ,, ; ·.:: · . :·Hallamos, en cambio; que los.núcleos 'descentralizadores¡ minúsculós.y'Vi.túperados diez.años hace, son hoy, junto á la agrupación obrera;, las únicas energías políticasquerevelan unavitalidad creci~nte. No somos nosotros, por cierto, sino.la Corona, quien exaltó a los hombres del catalanismo hasta la altura delos ministerios, El único proyecto amplio, definido y concreto que existe a la sazón en la opinión pública sobre ~ómo•debía ser la otra España ínejor a CJ.ue:se aspira·del Bidasoa al Mediterráneo, es la deseen" trálización. Tiéne éSta sus dificultades y•hasta sus enojos, como todas-las cosas del murido;:pero-110 se cieguen voluntariamente los menos afectos a ella, eludiendo pércibir'que tres cuartas partes de la naciónsientenla forzosidad de una vida descentralizada. Tal vez el hecho de que causas históricas y económicas muy patentes hiciesen madurar antes la.aspiración regionalista en CaialUña y la tierra.vasca, ha 'retardado en otras provincias la expresión deanáldgosarihelos, Pefoj.conun matiz o con otro,,estamos seguros de que Galieia;Asturias·, Aragón; Valencia, quieren descentralización: Be aquí; pues; una de las potencias reales con que hay que ci:mtar si se quiere formalmente hacer un GobierµofornJ.al. La descentralización es, a la vez¡ una fuerza· existenteyuna·idea sustantiva.para iniciar política honda: Pero no basta cori ella. Elfrai:asd de la gobernación tradicional se' debe principaltnente al ningün empeño con que los partidos turnantés se.hariocu~ p'ado en modernizar eficazmente la vida española. Y ésto en todos los órdenes: ni en los fuáSaltos del derecho, la equidad social yfa enseñáriZá; rii en lós medianos de la técnica administrativa ni en losinfe.riores de la más elemental higiene popular. Ambos partidos fueron reaccionarios en el peor sentido de la pálabra·. Serreaccioriario eit materia religiosa'no nos parece plausible, pero
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sí perdonable; ser reaccionario en máteria de maestros o de higiene nrbana nos
parece nna monstruosidad. ¿Puede España seguir aceptando la tutela, no ya de esos partidos, pero ni siquiera de los grupos so.dales en que esos partidos se apoyaban? Evidentemente, no. Es menester que gravite la nueva gobernación sobre otras castas de hombres más inteligentes y mejor intencionados, más idealistas y a la par más realistas, más modernos y nada reaccionarios. Esos hombres son todos los que solían llámarse izquierdistas en el anti~ gua régimen y que, curados de un republicanismo ineficaz, dieron a sus ideas democráticas una orientación mejor nutrida de preocupacione5 sociales; Los socialistas no representan sino una párcial condensación de estas fuer-:zas innumerables, aunque sean por múltiples razones la fracción de fisonomía más acusada. Lairrmensá mayoría delos espaftoles cultivados-·médicos; ingenieros; profesores, literatos; artistaS,fadustriales, etcétera-··- integra• esta legióll'democrática, amiga de lo moderno, o movida por una creciente urgen7 cia de que triunfe al cabo en Españ.a el verdadero eintegrál liberalismo.:·Ellos son el laboratorio y el taller, sori la ciencia y el trabajo, son el creador y el obrero. Su política se resume así: libertad, justicia social, competenciá, modeinidad.' He ahí la otrapotenciapública que debe ir a goberriar, No se nos diga que esto no es bastante preciso,ymenos que es un tóc pico; La descentralización tenía ya dos ministros-en los últimos Gobiernos; en el futuro que habrá de venir, pese a los inertes, se verá compensada la de~ recha regionalista por elementos de otras tendencias descentralizadoras .. • Por su parte, las izquierdas cuentan con un grupo de hombres respetádos cuyo único error es•mantenerse bajo el titulo de «partidorefprmista».. Como tal partido, no ha tenido fortuna, pero es innegable que alguno de sus miera" bros, por su prestigio nominativo y personal, fundado en la reservada seriedad de su vida y en larga e intachable historia parlamentaria, aportaría a un go-:bierno la adhesiónfervorosa de cuántos.piden libertad.yleyes sociales;. En fin, junto a todo esto y como. envolviéndolo, se hallala política me ternacional, que deritrO de poéas horas va a set definitivamente matéada j:íot el resultado a que lleguen las gestiones de paz abiertas por Afe¡rrar¡ia.'En este momento, tan a gusto para todos los pueblos, sólo la fuerza:política que _a través de los' cuatro años de guerra haya sabido incorporar a sús programas la certera y entusiasta simpatía hacia las grandes realidades que hoy triunfan, podrá representar la política exterior de España. \ Tal es el esquema del Gobierno que, é.n.nuestra Opinión, debe.regirla España de 1919. Este· Gobierno debe ser, puede ser. Casi añadiríamos que, semanas antes, semanas después; ese Gobierno será. · - Publicado sin firma, El Sol, 9 de octubre de1918
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CRISIS RESUELTA
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UN GOBIERNO QUE NO VAA GOBERNAR
A1 conocer la solución dada a la crisis, todos nos hemos dicho: «No había otra». Con estas palabras queríamos decir que no había ninguna. El Gobierno, que ha renacido de sus cenizas, es las cenizas de un Gobierno. Nadie ignora la opinión que de este conglomerado ministerial tenían ayer y siguen hoy teniendo sus propios miembros. El ensayo emprendido en :21 de marzo ha fracasado. Era forzoso esto. Siempre hicimos constar que aquel , Gobierno no significaba el futuro: era, por el contrario, la liquidación de un pretérito pluscuamperfecto, la aniquilación de los partidos y grupos tradicionales. Como suelen en un entierro los parientes mal avenidos, se habían juntado todos los familiares de la vieja Espafta oficial, a fin de dar a ésta cristiana sepultura. Hubiera sido posible, no obstante, tornar benéfica y más prolongada su gestión. A este fin incitábamos desde este periódico al Gabinete para que emprendiera en grande escala, generosa, ordenada y seriamente, alguna de las amplias labores que, aparte de las disidencias políticas, nrge hacer en España. Pero no lo ha hecho. Ha hecho todo lo contrario. Según nuestras noticias, el presupuesto empollado por este Ministerio de Águilas ha resultado un ciempiés. Cada ministro -y algunos son excelentes-- ha aplicado a un trozo del presupuesto sus cinco sentidos. Mas, según parece, al presupuesto; en conjunto, le falta sentido común. Baste recordar cómo se ha ejecutado el propósito, plausible en principio, de aumentar el sueldo a los funcionarios del Estado. En cada departamento se han seguido normas distintas, sin que haya triunfado siquiera la equidad en el mejoramiento. Pero no tratamos ahora de dar grandes lanzadas a moro muerto. Nos hacemos cargo de la situación de la política españ.ola en la fecha y hora de hoy. En el ánimo de todos está que este Gobierno no va a gobernar; va,
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LOS. MOMENTOS SUPREMOS
simplemente, a esperar para· irse. Abrirá las Cortes, y es comprensible exista el deseo de sustentarle hasta la aprobación del ciempiés arriba dicho. ¿Se logrará esto? . Para nosotros, lo importante es que, reconocida paladinamente la urgencia de organizar nuevas fuerzas políticas a las que se entregue cuanto antes el Gobierno, rompiendo marcha nomial y creadora, no se deje pasar un día sin mover la opinión en tal sentido. · · Creemos firmemente que se avecina para la política española la hora más favorable que ha sonado desde hace un siglo. Publicado sin firma, El Sol, 11 de octubre de 1918
ESPAÑA ENTRE LAS NACIONES
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fisonomía de los horizontes humanos ha cambiado en pocas horas. No hace una semana;· envolVía aún el paisaje' de lo futuro la humareda caótica de la pólvora. Los meditadores pudieron, es cierto, prever, desde el comienzo de la guerra, la figura que, al cabo de.ella, había detornar la existencia de los hombres. ·Pero la gran masa permanecía confusa ante la terrible niebla bélica. Desde hace pocas horas; la fisonomía de los horizontes humanos ha cambiado. Ahora es clara, precisa; inequívoca: es un gigantesco perfil de sierra.que destácase sobre el más. limpio cielo de primavera. Ahora ya sabe todo el mun: do cuáles elrostio que va a tomar la vida universal. Tal ha sido la virtud de esos breves párrafos eléctricos que en estos días dispara el presidente Wilson como un formidable arquero espiritual. Sús palabras han tenido un vigor definitorio increíble. En pocas horas han creadci, dentro de todas las conciencias, en Oriente y Occidente, enel Norte y en el Sur, la silueta concretísimade lo que va a ser la nueva vida del planeta. Esto quiere.decir que ha concluido para todo españolconsciente el derecho o el pretexto a la inercia. Esto quiere decir que sería un crimen de lesa historia dejar corieruna semana más sin que se manifieste también eri Es: paña el nuevo perfil nacional, capaz de salir ál encuentro de este tiempó nuevo-que exuberante avanza. ·· Porque está fuera de toda duda que la faz española de los últimos cincuenta. años, y especialmente la,ddos .cuatro postreros; i10 puede aspirar alrespeto de gentes que, por lo visto, entienden la existencia tan de otra manera que ella;. Nosotros'necesitamos para España el derecho a serrespetada, y para ello necesitamos una España respetable. Esta España existe; pero es justamente ló contrario que la España.oficialy oficiosa.Y se hace impres-
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cindible sepultar rápidamente tcida esa España inepta, a fin de que, al preguntar por nuestra raza la Liga de los Pueblos, se encuentre con una España . apta para el diálogo. ¡Cuánto habéis reído! ¡Cuánto habéis reído, durante años y años, vosotros los españoles torpes, los españoles soberbios, los españoles impuros! ¡Cuánto habéis reído de aquellos muchachos que, siendo pobres, no se ocupaban en mejorar de fortuna; que, exentos de apoyos o renunciando a fos que tenían, guardaban una irreconciliable distancia de todo lo oficial u oficioso, y vivían ariscos al margen de las munificencias! . Vueltos de frente a los prejuicios y tópicos tradicionales, combatían, día por día, una falsa patria, caducada en pro de una patria capaz de afirmarse en el porvenir. Ellos os hablaban de un nuevo sentido de la vida y os predicaban con insistencia, de cierto enfadosa; la necesidad de «europeizamos». Esta palabra suena ya a cosa vieja, afortunadamente; ello quiere decir que su significación ha progresado,.se ha enriquecido, se ha ampliado. Por,«europeísc mo>> enténdían aquellos muchachos el conjunto dé normas selectas para la conducta humana que la historia universal había ido decantando corµo uh poso.de oro. Los pueblos europeos habían sido losfabradorés de esa sublime cosecha. Ahora; América, nacida de Europa, auxilia a ésta para que quede triuruando:dondequiera ése patrimonio esenciaL Hace dos años,.en el teatro de la Ópera de Buenos Aires, me permitía yo decir «que el sentido de Amérii ca ,radicaba, .fio en ser una Europa más rica;.sino .en ser:una Europa mejor». Yañadía que se acercaba el tiempo enqtieiiuestro.Viejo Mundo podría decir al. Continente filiallo que Shelley asu amada: <
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No se trata de improvisar.una organización o partido político, eil'el sentido diminuto. de estas palabras;. Con ser esto urgente; lo es mucho más, para quien no padezca de inconsciencia, tallarun organismo· tan amplio y po:deroso, que pueda asumir la representación histórica -no ya política ni legal-de España eri el canje de proyectos y emociones que va a abrirse entre los pueblos. Sería el mayor crimen patriótico tolerar que las grandes nacioriesimptilsoras de la ritieva edad cometiesen el quid pro qua de confundir a España con esa España que durante estos cuatro años encontraron acampada bajo el Pirineo. Es preciso que ahora, cuando tomen a mirar por encima del Maladéra; .veánotró rostrcry présienfari· otro ~spíritu; es preciso que podamos decirles: «Ya no hay lo que había; aquéllos erap. unos nómadas de la ineptit:Ud:Acamparon aquí;peroal alba.se han ido y ya.no volverán». · : , • Como yo no tengo áutoridad ;ni soy quiéll"para'iniciil.r esta empresa, dec dico las líneas siguientes a los que tienen e!: deber de acometerla. · De la Universidada la Casa dél Pueblo~ o,'si se prefiere, de la Casa del Pueblo a la Universidad, pasandopodos médicos; los ingenieros, los.irte dustriales', los agricultores; los comerciantes, únase a todos los qJ1e sienten dentro: de sí germinaciones de tiemporitievo; Elijanse representaciones de esos núcleos' y clases para que:fon;nen un numeroso Directorio. : '· r; '' ,rcLamisión de éste sería orgamzar actos de:múltiple género' donde se pro. pagase el entusiasmo parios principios y los•pueblos que con su almaycon , su:sangre estáriforjaiido el porvenir; Organizarla asambleas' donde se votase una serie de normas generales•; que·débe la política española seguir en su· carácter intemacional:.'De:este modo, cabría.ejercer una vigorosa e in~ medfáta influencia sobrelos Gobiernos para obligarles a encarnar en sus actos oficiales los modos de sentir de aquellas fuerzas públicas. Pero importaría mucho que se orientase; desde luego, la intención a crear un mo'viilliento social; genéri'co y abierto,y no un partido político, afin de compaginar los que discrepan eil'detalles dela'organ1zacióil'interiorde España, y reun'ir, por otra, parte; a todos los que', deseando colaborar apa~ sionadamente eri. una obra tal, se sienten, como a'mí me ocurre, inhábiles para el oficio concietarn'.ente político, desafectos a una• o'cupación parlamentana e incompetentes para aspirar a los pue5tos de Gobierno: :· •· Eri. uri punto'habríadeimponerse ehriás íntratableradicalismo;>tnerefiero a la exclusión absoluta de to deis los hombre5 que hayan gobernado esa España que 'Se trata de sepultar;:: •: •'' r,Y nada.más: Acaso adelaritárseaproyectarfo ·que queda ·dibujado pareica pretencioso: En verdad! 'yo he e5pen1doque otros .lo propusiesen para ser del-propósito el primer-adherido. Ahora aguardo que otros lo ejecuten, atento para no llegar el último;· ·
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Mas la sazón no es adecuada· a preocupaciones personales. Van a nacer un mundo y una vida. Hay en el aire fabulosa inminencia: los minutos i:ran5c curren estremecidos. Nu~tro viejo poema castellano lo dice mejor:• Ap1iessa cantan los gallos e quiereii qúebrar albores • .
El Sol, 17de octubrede19i8
¡LA JORNADA DE LA JUVENTUD! ..•.. ¿Qué.cosa.es.la triunfante.en esta guerr.a? Muchas, muchas que poco a poco se irán nombrando.Pero hayuná que eiwuelveyresume todas las demás cosas triunfantes de esta gúerra,y:es la modernidad. Cada.mañana.de estos dias, al levantarnos, alzamos la cabeza para venteare] cariz de la vida y sentimos que nos da en el rostro un bronco viento vernal cargado con'aroc mas que perecen recién nacidos; como si llegaran de una vasta selva virgen. Nuestro planeta tiene un.poder divino de renovación, y ahora que parecía irse a morir.de viejo y desesperado, he aquí que se estremece de juventud. Todos advertimos que vamos a entrar en una nueva vida, que vamos a estrenar gestos y emociones.nunca usados. ¿Y qué eij la juventud sino vida que se estrena?.Serjoven es amar por vez primera, cobr:ar.el.primer jornal, leer po.r primera vez los grandes libro9 conmovedores. Pues bien,. ahora el mundo entero va asentir.y hacer muchas cosas pOr.primeravez: un nuevo repertorio de ideas, acciones y sentimientos aguarda a los hombres allende la paz. Y los que ya habíamos pasado la mocedad, nos encontramos favorecidos con otra e inesperada juventud.· Mas ¿por qué, de qué ha surgido e5ta súbita innovación en el viejo astro errabundo? Nada se hace de pronto.ni de pronto se deshace:. El actual re, juvenecimiéntb.delaéxisfencia socialveriía preparándose lentamente; iba poco. apoco condensándose y enriqueciéndose en el espíritu humano¡ pero no tenía aún poderío bastante para teñir por completo el volumen: de la con, ciencia colectiva.Junto a las innovaciones que se iban acumulando, perc duraban las ideas desvirtuadas,.los organismos supervivientes, las instituciones caducas. El siglo ,)(JXse caracteriza por esta anómala coexistencia de lo nuevo aspirante yio viejo persistente. Fue uria edad de compromisos.y: de pactos donde las gent~·eran capaces de solidarizarse con.ideas,.organismos e institucion!!S en que no creían ya. Espafia llevó a un extremo. patológico esta tolerancia y per:pefuación.de ideas, hombres y organismo~·d~sprestic giados. En estos úlctm:os meses pudieron ver los más ciegos hasta qué pune
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to estaba petrificada la maquinaria nacional: no funcionaban ni una rueda ni una polea. Nuestra sociedad era toda ella obra.muerta .. En menor escala, .esto acontecía en toda Europa .. En cambio, no acontecía esto en América. .:América, exenta de pasados, no arrastra obra muerta: sus órganos están en plena vigencia. No pesa sobre ella la Iglesia, no pesa la aristocracia genealógica, no pe5a el arcaico.espíritu m:ilitar, no sufre la tradición de las añej:¡is burocracias. :América es toda de hoy, es pura modernidad. La.guerra ha servido de empellón decisivo para hacer triunfar lamodernidad en las almas. Es la guerra una situación aguda donde sufren examen de eficacia los instrumentos vitales, ideas, emociones, instituciones. Realizada la experiencia en gigantesca escala,Ia sentencia ha sido terrible, radical e inexorable. Todo lo inactual, superado, muerto, va a ser raído del haz de la ti.erra y bajo ella sepultado. Tras.esta ingente eliminación de lo viejo, quedarán las sociedades.constituidas únicamente por elementos en pleno.vigor: .LaNejéz es el poco inúsculoy el poco nervio, con mucho callo, muchaufia,y mucho hueso. :Ahora la vida va a ser todo músculo y nervio. Por e5to,tenemos la impresión de que hemos arrojado un lastre oneroso, que pesamos.µienos,,que poseemos fuerza nueva-por esto, en surn:a, nos parece tjue•llega sóbre el mundo, ágil y elástica, la Juventud, ·' *-* *.
Cada pueblo sacará las consecuencias según su situación. Pero acaso en riingunaparte sea tan necesario' acentuar este triunfo delamodernidad como en España, laTierra del Pasado, reino milenario del arcaísmo. Ha llegado la hora para una audaz modernización de España. ¡] óvenes, es vu~tra hora! Yo os digo que nuestra España se moría porque andaba en m~os decrépitas y enviciadas; en yertas y sórdidas manos de viejos. En riingún otro país era serjoven una objeción: sólo en el nuestro se os retenía enlazareto; como apestados,' como a dementes. «¡Es demasiadojovenl » "-,-murmuraban las cigarras:seniles cuando un mozo inteligente aparecía. ¡Yera•miedo auna epidemia ·de juventlid ymodernfdad! "• 'Pero ha Uegado vuestra hora, jóvenes;·quien ya empieza a·no serlo, puede empezar a decíroslo. Hacednos de esta España nuestra un ensuefio de mocec:Tu.d;impaisaje limpio yfecundo. Romped, tajad, pulverizad la carroña:':Acertád a imponeros los grarides·deberes rigorosos y recoged envuestras almas el entusiasmo y el dolor que nutren toda creación. Os lo pide.un hombre que ha sentido su patria al revés quelós demás, que ha sentido una patria de futuros yno una· patria de arcaísmos; osio pide un hombre• que no ha hecho en s1i vida otra cosa que sentir a su patria. Os lo pide por vuestras glebas nativas, por
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las llanadas desnudas, por las vegas que quieren ser fértiles, por las laderas de castaños y las solanas de vides, parlas sierras de blancas frentes y las largas marinas azules. Es preciso qu~ en este rincón del planeta habite la inteligencia y reine la justicia. ¡Os lo pide a vosotros los jóvenes que amáis las ideas claras y precisas y sentís la pasión de la equidad y.adoráis la elegancia moral! ¡Modernizad España: es hoylajomáda de la juventud!
El Sol, 19.de octubre de 1918
LA EXPULSIÓN DELAS. «DERECHAS» En pocos días, el Miedo, que es un rey sin cabeza; se ha conquistado un amplio reino. El miedoreina en las «derechas» españolas, de Gog hasta Ma~ gog. Leed sus periódicos, escuchad al paso sus diálogos, traducid sus gestos. Señores, ¿por qué ese miedo? Durante centurias, vuestro lema irónico y desdeñoso era: ¡No pasará nada! Sabíais que en España no pasaría nunca nada, y por ello estabais seguros de que seos.pasaría siempre todo; Permitid que ahoc ra os digamos: «Señore5, ¿por qué ese miedo?¡ Si no hapasado nada! En la sel~ va política de España no se ha movido todavía una sola hoja: ¿por qué esa pric sa en atemorizaros? ¡Voyons, señores, un poco de serenidad! ¡Para ese miedo es demasiado pronto! ¿O es que el temor no os llega de fuera, sino que sopla en acusadoras boéanadas delfondode·vuestras propias conciencias? ¡Ah! Eso ya sería ponerse en razón; Por fin; ha llegado la hora de que os asustéis de vosotros mismos. ¡Lástima de que para este susto sea demasiado tarde!» Las «derechas» españolas han hecho estos días el descubrimiento del socialismo; créese que mañana o pasado harán lo mismo con el Mediterráneo. Están ciertas.de que les está prohibida la entrada ene! tiempo nuevo, y a toda prisa quieren fabricarse una máscara que les permita un ingreso subrepticio .. ¡Inútil precaución! Cuando las cosas no pasanunpoco todos los días; es que se acumulan para pasartodas en uno:Las «derechas» españolas se han negado a vivir en el tiempo debido siglos enteros de historia, y ahora val). a tener·que recorrerlos en pocas horas. Se comprende que.experimenten por anticipado .una sensación de vértigo. ; De una manera: o.de otra, ordenada o caóticámente, van a ser eliminac das dela dirección de nuestra raza. La eliminación ha de tener la rudeza y la ejemplaridad de.un castigo. ,: '' ¡Vuestras deudas son terribles, señores!No.setrata.de que hayáis coc metido errores en la administración de España, de que os hayáis equivocado .en la.política de España. Vuestra responsabilidad es mucho más grave.
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Habéis sido los dueños, los «amos» de España durante siglos; habéis tenido en vuestra mano eiGobiemo y el Ejéréito, el Concejo, la Escuela; la urbe y .la campiña; dwante centurias habéis ensayado el temple de los cetros; tri. turando con.ellos todas las semillas generosas de una mejor cosecha espiritual. Mientras pudisteis, os festejabais quemando en las plazas públicas a Ios compatriotas más inteligentes; cuando no pudisteis hacer esto, les poníais cerco de hambre 6, lo que es peor, de silencio. Os complacíais manteniendo al obrero en una servil ignorancia, y todavía hace poco más de un año, cuando ese obrero quería hacer política a su modo, que no era, naturalmente, el vuestro, sacabaislas ametrallado'tas a la calle, las ameí:talladoras que los ametrallados os habían ayudado a pagar. ¡De este modo, un siglo y otro siglo y toda una época!Soislos•gererúes de la historia'moderna de España, y como ésta ha concluido en atroz bancarrota histórica, sóis los resporisables; no de.un error administrativo, no de un error político, sino de la ominosa decadencia de una raza, . Por esto viene ya el día en que' una generación de españoles os preguntará sañudamente: ¿Qué habéis hecho de nuestra raza? Fue en otro tiempo un pueblo prócer; hoyes un pueblo poco inteligente; desmedrado ysin.nerviós. Parió media América, yhoy le habéis extirpado hasta el recuerdo de;su prole: Sembrasteis concienzudamente; perversamente, por todo el planeta , el desprestigio deimestro nombre, que hoy significa atraso, torpeza e injusticia; Vivisteis'halagándo las bajas pasiones de una nación qu'- dejabais inculta; le hicisteis creer, con vuestro terco «casticismo», que poseía todas las altas tradiciones, todas fas esencias y todas las gracias, todos los arrestos y todas las virtudes.:¡ Ha concluido la inhumana farsa, señores! Vuestra equivocación ha sido mayor de lo que es lícito equivocarse; creíais que el mundo caminaba hacia un lado, y el mundo da un brinco hacia el opuesto, lal).zándoos al vacío, como Ja rueda del carro victorioso despide el barro de su llanta. Vuestro. fracaso alcanza dimensiones históricas, y es preciso que las tenga también vuestra expulsión. ¡Atrás .los esquilmadores, los aniquiladores de España! ¡Atrás los que hicisteis a España; raza egregia, un pasado bochornoso; atrás ton vuestras oscuras huestes tonsuradas!
*** . Todas las mudanzas políticas.que se anuncian.serán nulas si no se proponen, d~clarada y· resueltamente, eliminarafas '«derechas» del influjo . público que hasta ahora han ejercido;' No se trata de hacer pasar el Gobierno de las manos de tinos individuos a las manos de otros individuos. Se trata de sustituir radicalm~nte el eje
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histórico de la existencia nacional, de entregar España a otras clases y maneras.de hombres; No es tiempo de blanduras ni acomodos ..¡Vosotros, los mejores, quienquiera que seáis: los que tenéis inteligencia y coraje suficientes; disponeos a resumir la historia no vivida de tres siglos entina historia are diente dé tres años! ; ';
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· . El Sol, 30 de octubre de 19°18
· IDEADEUNPROGRAMAMÍNIMO
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... Queramos o no; elpunto a que ha llegado la situación interior de España coincidiendo con el profundo cambio de la vida mundial; nos obliga a hacer los grandes ensayos, a ejecutar las transmutaciones de alto calibre; La burc la, la ficción, el acomodo han concluido. Es decir, puede que perduren den+ tro de los individuos; pero tina ineluctable mecánka más.fuerte que todos los individuos, la gigantesca potencia dé la necesidad histórica, pásará sobre el burlón, el fingidor y el acomodable, ejerciendo su terrible menester de tri+ turación. Queramos o no, España; nuestra pobre España paralítica, crujirá de Nórte a Sur. Más de.una vez.he.afirmado que era cosa fácillibrarse.dela guerra, pero que es imposible librarse dela paz, sobre todo de esta pilf', que; abriendo de par en par elContinente, va a stiscítar tremendos vendavales históricos; ·· · · •" Ahora bien, la transformadóri.nacional quesobreviene•puede·ser·de dós maneras: ordenada o caótica. Y es sobrado.ya el tiempo para que comience a entrevers.e quiénes prefierenla una o la otra manera. Son partidarios de la transformación ordenada los que, sin. aguardar a.más requerimientos, se pongan en marcha hacia ella y comiencen desde donde se hallen una labor enérgica y ejecutiva, organizándose en nueva fuerza social' que seniegue'á convivir una hora más con la España oficial y oficiosa. Son partidarios del caos los que para moverse esperen a ser arrollados.·····•· Dentro de'pocos días, talvez en lacsemana que empiei:a¡ abandonará el Poder el Gobierno actual. Desde ese momento empieza una nueva era española, aun cuando se obstinasen en lo contrario todos los españoles. Y me parece incomprensible que a estas horas no haya sido removida toda la nación para hacer frente a circunstancias que son a la vez tan graves y tan próximas. Yo he hecho lo que p'odía desde estas columnas; pero•lam'entá que los que pueden mucho más que yo no hayan hecho todo lo que pueden.De tal slÍer" te; va: a' llegar el instante de·la cnsis sin qué la sensibilidad pública J::taya: sido orientada hacia nuevas aspiraciones•valientesy concretas.· · ••·
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¿Cuáles puede.nser éstas? ¿Cuál debe ser el programa en tomo al cual se·articule el nuevo Gobierno? Este es el punto a que antes alti día, el punto _que va a separar los hombres del ordeny los hombres del caos; Aquéllos se.rán los que adopten· desde luego una· actitud decontenidD'révolucionario; éstos; los que se obstinen en no aceptar1transformaciones radicales. Si triunfan hoy los' últimós, el contenido revolucionario triunfará• de todos modos mañana; pero en forma atrozmente revolucionaria: Ahora bien, la forma es lo•único malo delas revoluciones •.. · La tránquilidad de España en los próximos meses depende, a mijuicio, de que exista umnúmero suficiente de ciudadanos capaces de admitir esta proposición: dadas las circunstancias presentes y presumibles, se evitará tanto disturbio, convulsión y caos social; cuanto seanticipe de radicalismo en el programa del nuevo Gobierno.Toda timidez que impida llegar desde füego a un cierto mínimum de reforma interior; s'erá fatal para unos y otros. · Déjandci; pues, a un lado las modulaciónes que en el detalle imponen las teorías políticas particularés, pódrían ya definirse los temas.esené:iales•de una política inminente. Entre esos temas esenciales hay,; ante tódd; tres capítulos de nueva legislación sustantiva, a saber: reforma constitucional, des" centralización, política social. Refonna tonstítucioital.-Las.Cortes Constituyentes habrán de:discu• tir sinlimifaciones'el código fundamental; pero el prógrama de Gobierno debería destacar ciertas reformas para solidarizarse con ellas. La primera de tádas había de•ser la instauración de la absoluta libertad de conciencia, con perfecta secularización del> Estado, aunque perduren las cargas de culto y clero: La segunda sería el establecimiento de garantías eficaces· para la invulner~bilidad de fas libertades, según el principio siguiente: en una Constitución no existen las libertades cuando en esa Constitución no existen las garantías inequívocas é intangibles para esas libertades; •La tercera-·. c:on5ecuencia de la anterior- sería definir una acción por anticonstitucionalidad, y otra por abusos de autoridad con procedimientos rápidos y ejecutivos. 1 ··La cuarta sería la supresión del Senado, instituto anacrónico que es en1os Estados contemporáneos la quinta ·rueda del carro. Desce:ntr.alizizciónc-'- Es preciso adaptarla estructura del Estado españcila la: realidad nacional ..Las distintas regiones de España se hallan en gra~ dos. muy diversos de evolución.histórica; Cataluña, el País Vasco, Aragón, Navarra, ASturiasy Galicia poseen una'coricienciá colectiva diférencial, que aún.no ha aparecido;·que acaso en la misma forma ria aparezca nunca en las Castillas, Extremadura y Andalucía. Por otra parte, Valencia y Murcia se
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encuentran en un período de.tranSición que tal vez aguarda sólo circunstancias favorables para llegara concretarse. Promúlguese una organización federativa que permita c011ceder la autonomía en formas graduales, según la necesidad de lasregiones. El uniformismo legislativo, el derecho político, es.cómodo, pero suele ser agostador de vitalidad. Si la realidad nacional es multiforme, séalo también la estruatura legal. · Política social.- Si son urgentes los progresos significados en los dos capítulos anteriores, lo es mucho más iniciar una política social de carácter completamente nuevo. ¿En qué consiste este nuevo carácter? ·Hasta ahora; cuanto se ha hecho en materia social fue inspirado por una intención cori.7 servadora, en.el peor sentido de este adjetivo: Desear quelas cosas no se hagan de pronto; que lleguen.paulatinas en.lenta evolución, puede argúir delicadeza de temperamento y mansedumbre de humor. Péro no es.ésta la condición de los conservadores, al menos de los españoles. Las leyes obre~ ras que han otorgado, no significan un previo deseo de ir realizando la socialización.de la sociedad: todo lo contrario. Para los conservadores, lejos de ser un ideal el socialismo, es la terrible amenaza que se cierne sobre la historia contemporánea. Hacer una ley social significa para ellos levantar un .tac lud que contenga el socialismo. Si invertimos los términos, tendremos una política social de signo contrario a la conservadora. Deseamos Ja socialización de la sociedad: esto suc pone la equiparación del obrero con las demás clases sociales, no sólo eh el orden jurídico, sino en el económico, en el moral y en el intelectual. El llamado «movimiento obrero», con sus cooperativas, con sus propagandas; con sus huelgas, con sus organismos de resistencia, trata de conseguir esa equiparación integral. Pero lo hace con pocos medios y graves dificultades. Pues bien, que el Estado organice esa progresiva elevación de la clase obrera. La imposición más equitativa, la intervención en los conflictos del capital con el trabajo deberán hacerse más áudaces. Pero no basta con esto, Es preciso que se cree lo que podríamos llamar un ministerio de Organización Obrera (partiendo, tal vez, de lo que hoyes el Institrito de Reforma5 Sociales). Su misión consistiría en emplear los medios superiores del Estado -.-.buena parte de los gastos militares deberían transferirse a este ministeriopara lograr una educación intensiva del obrero, para ampliar enormemente su.vida cooperativa, el socorro y el retiro. Y todo ello habría, naturalmente, de hacerse entregando el Estado sus medios, en la medida posible, a los obreros mismos, de suerte que este ministerio fuese como un sindicato de sindicatos. Excluyendo de él todos los conflictos atañederos a las huelgas, aparecerá más clara su diferencia de lo que suelen ser los llamado~ minis" terios del Trabajo.
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Estos son, en mi entender, los temas sustantivos del programa mínimo que las circunstancias exigen.Junto a ellos es forzoso situar otros dos puntos de carácter más adjetivo, pero que hoy, en España, adquieren importancia suma. , • Otro día hablaré de ellos.
El Sol, 4 de noviembre de 1918
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EL MOMENTO ACTUAL ES DECISIVO
Se ha abierto Ja crisis trascendental que anunció hace días en el Parlamento don Antonio Maura. Lo que no dijo ni quiso decir entonces el presidente dimisionario del Gabinete nacional, es que Ja crisis podía ser trascendental de dos maneras: Primera. Porque las reformas que con tal motivo se tratase de introducir en el régimen político de España fuesen tan hondas y sustanciales que determinasen un delicadisimo momento de la vida española e iniciasen una etapa de grandes inquietudes. Segunda. Porque la ceguera y la torpeza fuesen tales en los encargados de dar solución, que negasen al pueblo las satisfacciones que espera toda España de acuerdo con la evolución de las ideas politicas en el mundo, y de ese modo viniera a lanzarse un desafio que una gran muchedumbre española recogería en el acto. Hasta los momentos presentes, parece que el período de crisis trascendental se abre de la segunda manera. Ya se atribuye al señor García Prieto Ja intención de formar Gobierno en unión con el señor Alba. Y hasta circula una lista de ministros, que más abajo publicamos a titulo de información. La lectura de esa lista, sólo la lectura, hará que todo español se sienta avergonzado. Si han muerto millones de hombres y se han desencadenado las más profundas convulsiones sobre los pueblos con el fin de hacer brotar el mundo nuevo, si España se ha trabajado a sí misma durante año y medio en inquietudes constantes, y ahora el fruto de todo ello va a ser la resurrección y consagración de la vieja politica inánime que preside el señor García Prieto, si por capricho o por venganza o por interés, se va a cerrar el paso a Jos grandes anhelos y a las vivas realidades que se han encendido en nuestro pueblo, habrá graves razones para pensar que España no encontrará remedio y solución para Sl.]S desdichas sino a través de las devastadoras sacudidas revolucionarias.
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Grotesco y desdichado es el propósito. La sola intención de lograrlo indica en los actuales· directores de España, no ya incomprensión, porque no _hay quien deje de comprender después de tanta predicación como ha pre.cedido a este.momento, sino afán de apurar los goces de un régimen politico que España rechaza por inmoral y por promovedor de desastres públicos, deliberación de librar batalla con la nueva España que palpita vigorosa y a la que se habría arrancado del pecho la esperanza de que se ha de llegar a lamanumisión sin producir, en modo alguno, estragos revolucionarios. La nueva España, esa otra Espa11a que ya alienta y combate, ha solicitado un Gobierno ampliamente liberal en el que Ja política social, la descentralizadora y la que se ha caracterizado por una visión clara de la cuestión exterior, se uniesen para dar solución a los tres problemas españoles de más encarecida urgencia y demás áltatensión; Para ninguno.de Jos.tres podrá el régimen.encontrar fórmulas adecuadas si intenta que lo más viejo de la.más vieja pOl!ticá perpetúe en España la desdicha: y la miseria, la protesta y lare" beldíaairada,.Ja humillacióny el descrédito. •.,. Ni siquiera a.imaginar alcanzamos que los 'caudillos del antiguo caudillaje quieran volver a ensayar nuevas angustias como las del 21 dématzo; y sin embargo, camino de µn trance más peligroso nos llevan Jos que se han puesto de acuerdo•pa+a móntarotra vez la- máquina política conresortes que • en fuerza de abuso dejaron dé funcionar hace. ocho meses. Glorioso día de.regocijo setá el de hoy para los sistemáticamente revolu" cionarios sLpasael Poder ala politica dela ruina española. ¿Existe realmente el deseo ferviente de evitar semejantes•regocijos? Pues será fácil kigrarlo si se atiende el sincero requerimiento de los que proclaman la necesidad de reconstituir nuestra vida racional y poner a España d~ pie por. medio de evoluciones progresivas y razonadas. Que no falte audacia p·ara ello; porque esas evoluciones representan elmínimum de esfuerzos que realizan en estos instantes los pueblos más·serios, porque España necesita como del pan, como del aire; una transformación yun cambio. esencial de los.sistemas politicOs,.y.porque podríamos llegar al trance de quenuevos•viento:S que cruzan sobreelalma del:mundo viniesena:suplirla ausencia 'de audacia y arrastrasen violeritamente•cuanto se les.resistiera. .I'r
Publicado sin firma, El Sol, 7 de noviembre·de 1918
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LOS SEÑORITOS DE LA REGENCIA
tra tierra, y aún habrá quien extrañe la inercia, el abandono, la falta de coraje, de esperanza y de constancia en el pueblo español. Pero ya ha llegado a madurez una nueva generación de españoles más . laboriosa y más severa, con una sensibilidad más perfecta para los destinos nacionales. Esta generación se ha educado en el santo odio hacia los hombres que dejaron·a nuestra pobre España paralítica. Han aguardado años y años su hora, la hora de volver a hundir en la nada estas nadas insurrectas que se apoderaron del Gobierno español. Por última vez, sobre un fondo de instituciones en crepúsculo, van a presentarse hoy al Parlamento los señoritos de la Regencia. Publicado sin firma, El Sol; 12 de noviembre de 1918
En tanto que una inmensa glori~ de· paz n~min~e1 rnund~y grand~as triunfantes se levantan sobre derrotadas grandezas,.va a presentarse al PaF lamento español este ni.levó Gobierno, que han tenido la osadía de formar los señoritos de la Regencia. Por vigésima vez los vemos avanzar hacia el ban'co azul, inconsciente5 y audaces, como pelícanos que bajan a una marisma. Helos ahí: uno, dos, tres, cuatro ... -··son los señoritos de la Regencia. Porque acaso no haya otro nombre que mejor califique a esta genera7 ción de políticos en cuyas·manos dio el corazón de España menos pulsacio 7 nes por minuto. Son los hombres que aprendieron la.vida en aquella omi" nasa Regencia donde dieron su cosecha todas las corrupciones sembradas en la Restauración.Época sorda, sin ojos nineririos,sin curiosidades científicas ni humanas; sin respeto hacia lo egregio ni asco hada lo abyecto. Época en que todo fue al revés, y a fa fantasmagoría se llamaba «realidad política», y a la realidad se llamaba despectivamente «idealismo». Desde entonces hasta el día se ha preferido vivir bajo una ficción de or" ganización nacional, sin atacar seriamente ningún problema de gobierno; sin asegurar a las instituciones cierto mínimum de prestigio, dejándolas co~ rromperse en manos de hombres desahuciados del respeto público, gentes casquivanas y con almas desiertas, faltas de.un,ción social y de elegancia ética, abogadetes livianos o periodistas.de paso qué llegaban al·poder sihmás bagaje que la osadía del ignorante y el aplorrio del aventurero. Mal podían ciudadanos de tal catadura realizar esa síntesis de generosidad, previsión, continuidad y competencia que es enserio el.gobernar. No gobernaron, pues, no organizaron la nación; pero, en cambio, aniquilaron el prestigio de las instituciones, y sobre todo, desmoralizaron al pueblo. Porque, quiérase o no, los gobernantes, aparte su labor de tales, ejercen sobre los gobernados un influjo de ejemplaridad. Si son virtuosos, propagan sus virtudes, y si son ruines, contaminan el aire con su ruindad. Esto último ha acontecido. en nnes-
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BRINDIS EN LA FIESTA DEL ARMISTICIO DE 1918 <,'.-,.;:
S~ño~a:~ se~or~:
m~clos
~e p~diros
Si de:t;clos había benevolencia por tomar la palabra en este acto donde todos tienen derechos iguales, mucho más lo he de hacer sabiendo que voy a defraudaros. Esperabais, sin duda, palabras amplias y bien razonadas, dignas de la hora. Yo sólo podré pronunciar brevísimos giros inadecuados y faltos de vibración, como corresponde a un hombre enfermo. Y aun éstos, haciendo un esfuerzo violento,justificado sólo por mi deseo de que no quedara muda esta fiesta-yo ignoraba que existían unas admirables cuartillas del maestro Cavia-, esta fiesta de otoño, en que nos hemos reunido para celebrar con una dilatación de los corazones, la magnífica vendimia de paz que hacen estos días los hombres. Ya que los destinos de España han querido que ésta se halle ausente de los dolores de la guerra;justo es que se adelante a expresar una generosa alegria por el fin de esos dolores ajenos. ¿Son ajenos esos dolores? ¿Es cierto que las atroces angustias, que los gigantescos sacrificios de estos cuatro años fabulosos, han pasado ante los ojos de los españoles como ajenos sucesos? Yo creo, señores, que tenemos derecho a decir que no, y que fuera injusto confundir las dificultades, las imposibilidades, los errores de la política, con el verdadero estado de nuestra sen" sibilidad. No, señores; la historia que describe, no los hechos externos, sino el secreto fermentar de los corazones, mostrará, andando el tiempo, que los nervios de España han participado en esta guerra más que en otra alguna y que el subsuelo de nuestro pueblo ha sido profundamente conmovido por las grandes escenas lejanas. Los años que vienen, van a demostrarlo. Como el resto de las naciones, bien que a su manera, España se ha sentido inter" namente trabajada por la gran tormenta universa]; Pero ahora la tormenta ha pasado y queda sólo un fértil olor a tierra húmeda que anuncia prodigiosas germinaciones; Es la hora de la paz, ~eñores, quiere decir que es la hora del júbilo, del aplauso y del perdón.
Miremos hacia adelante, y del pasado renovemos sólorecuerdos favorables. Porque de esta guerra, mientras duraba, se ha maldecido excesi_vamente. Allá, cuando sonaban los primeros cañonazos, díjose que había .fracasado la ,civilización, precisamente en la vigilia de su mayor victoria. Parece dispuesto en la naturaleza que el bien no puede elegir sus cami" nos, sino que tiene que andar por el único que le dejan las impurezas, los egoísmós y las pasibnes. Lo decisivo es que a. la postre triunfe el espíritu, y como Renan decía, anulándose los intereses mios con otros, los intereses feos, dé su empujón definitivo al mundo el ideal generoso. Y eso es lo que ha pasado. Cuando miramos ahora; a redrotiempo, estos cuatro años que han huido, comenzamos a ver cómo las penalidades de la guerra, aquello que primero.era a nuestros ojos solo y puro dolor, adquiere hoy un sentido más humanamente positivo. El dolor es casi puramente un mal, pero notad que sin dolor no aparecería en la guerra lo que es, acaso, la gloria mayor. del es, fuerzo humano, no existiría el heroísmo. Pensad que el dolor no es sino el envés del heroísmo,.es la-manifestación del espíritu heroico del hombre y así esos días cruentos, esos días penosos, aparecen como una inmensa cosecha de heroísmo humano que nos harevelado hasta qué punto estaban llenos de esta virtud ingente los sóta• nos .del alma de.esta especie aventurera del hombre, que va siglo tras siglo creando un futuro cada vez más perfecto y más noble. . • .. Por eso en.esta hora fo primero que tenemos que sentir es un impulso de loa y de entusiasmo por esos pueblos heroicos que han luchado. En todo instante de estos días algo resuena en nosotros .como prolongada jaculatoria, y parece que dice: ¡Gloriosa Francia, patria de la libertad, hermana de la constancia, maestra dela vida risueña! Tú llegaste.. decía mi corazón todos estos días-, tú llegaste enferma a las trincheras, pero tu voluntad, de severo y callado heroísmo, te hace salir de ellas con un cuerpo dotado.de una nueva y eterna juventud. ¡Gloriosa Inglaterra, que vas por la vida, lenta e incansable· como las estrellas por el cielo l · ¡Gloriosos Estados Unidos! Tierra de mocedad, donde la vida pulsa con tal pujanza que no parece sino que todos los días la estrena. Nación multi, forme que has sabido aspirar de los milenios pasados la esencia de mejor humanidad, y poniéndola en manos de tu Presidente has querido. que con ella selle el porvenir. · . ¡Gloriosa Bélgica, dolorosa de las naciones, que transida por las espadas, renaces consagrada por tus heridas! ,•
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¡Gloriosa Italia, que cumples.tu total resurgimiento, y vosotros, los pueblos delSuryde Oriente, que habéis acertado a acompañar en su genial afán a esos pueblos mayores! España; esta poco afortunada España, en esta hora de la paz.os envía uri mensaje de gratitud. Habéis traído al mundo esta paz única y sin ejemplo en la. historia;· · •' Porque hasta ahora, señores, ,era la paz no más que la cesación de la gue~ rra. Propiamente significaba paz algo negativo: el gesto de cansancio que hace el guerrero rendido> ' ,l Pero ahora la paz es algo humanamente positivo y seguro; es:la ins. tauración d.e un nuevo modo fecundo de convivencia entrdos hombres. Y esta paz nos la han traído con sus dolores esos pueblos; . Pero la hora requiere tarµbién úhmovimiento de generoso respeto ha'" cia los vencidos, para esa raza que, derrotada; ha sido la primera en acep'" tar él ideal de los qúe lá vencieron. ••u Pero me diréis que si llegó la hora de la paz, raro es que se anuncie con tan graves derrumbamientos interiores como ya ha comenzado a sentirse y como otros que parecen sobrevenir. ¡Ah! Es que ahora. necesita el mundo hacer la liquidáción de lo que dejó de hacer a sutiempo.•Los que llega" mos en estos años almedio del camiho·de la vida; nos damos súbitamente cuenta de que nuestra juventud coincidió con tina época insuficiente de la historia. • 1: ' · Recordad lo que había en el fondo del alma pública europea hace diez, hace quince años; y pensad: ¿es que correspondfa•la organización de pue" blos como Francia e Inglaterra al estado de convicciones jurídicas y morales que existían en la mayor parte de sus colectividades políticas? Ciertamente, no. Mientras por un lado veíamos triunfar en el fondo de los corazones las nuevas ideas de justicia y de igualdad fecunda y jerarquizada, notábamos que los Estados necesitaban transferir sus mejores riquezas a la preparación de una guerraique arnenázaba desdelejos. Ydesdelejos; como un tirano, go" bemaba la vida universal. Los últimos veinte años de la hiStoria europea no han sido sino eso: la imposibilidad de desentenderse de instituciones caducas;de ihstituciohes que estorbaban la marcha delosnu'evossentimientos, para·prevenir·ésa horrenda amenaza de una guerta qudlegaba, ·Ahora, al concluirla guerra; concluye aquella forzada hipocresfa,ycon ese sacudimiento feroz que és la convulsión guerrera, todas· esas institu'ciones ineficaces, toda esa parte muerta de las viejas naciones, vien'e a tierra.Y qúeda sólc:í en pie lo que·es puro,'lo que esjoven,lo que es p9sible en el porvenir. · •· • ·"·
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Esto quiere decir, señores, que se hace en estos días la liquidación de todo un pasado, dúoda una época, no sólo de todo.un siglo; ¡quién sabe si . de toda esa amplia edad que viene del Renacimiento acá! Una nu,eva Edad empieza. ¿Y sabéis lo que és una nueva Edad? No creáis que para que una nueva Edad aparezca ante-los ojos del honibre hacen falta gtandes "descubrimientos de nuevas tierras insospechadas, de nuevas ciencias no presumidas, sino que basta con algo aparentemente muchq más sencillo. Lo que las cosas sean para nosqtros-permitidnie esta.breve digresión filosófica harto propia de mi oficio-. ,.más que de ellas mismas, depende de nuestra sensibilidad. Qué sea lo que: en qlasvemos depende de nuestra aten~ ción, de lo que a ellas vayamos a buscar.•Si esta atención,-si esta sensibilidad cambia, la faz del mundo cambia también. Aun permaneciendo unas mismas las cosas del orbe, basta con que varíe.nuestro•sistema de preferencia, nuestra ordenación en el admirar o en el odiar, para que la perspectiva del mundo cambie totalmente. Pues bien; el mundo que ahora empieza a nacer no es sino hijo de una variación en ese sistema de preferencias del hombre. En uno de sus cuentos maravillosos, el gran escritor británico Wells refiere que cierto aficionado·a antigüedades halló en un comercio de ellas un huevo de cristal. Extrañado al ver , que entre obras tan valiosas existiese objeto tan ruin, lo compró. Al salir a la calle, y cuando andaba contemplando el raro objeto, al moverlo en una cierta dirección vio con sorpresa que en el fondo se reflejaban escenas maravillosas en que intervenían seres de forma desconocida. Era que en aquel huevo de cristal, por una serie de reflexiones complicadas, venían a verterse los rayos de un planeta y reproducían escenas de la vida doméstica del astro. Con una leve inclinación, pues, aparecía en aquel trozo de cristal un mundo desconocido. Pues bien, señores: para que una nueva Edad aparezca y un nuevo mundo se presente, basta con que el corazón del hombre, breve nido de venas azules, se incline un poco más acá o un poco más allá del horizonte, basta con que se incline a preferir la fuerza a la justicia o la justicia a la fuerza. Pero no es posible, señores, que orientemos nuestras almas al júbilo de esta paz, sin que a la vez, siquiera sea en forma fugaz, reflexionemos sobre las obligaciones de España al entrar en el tiempo nuevo. Pensad que sólo la raza española ha estado ausente de los dolores de esta inmensa contienda mundial. Esto nos permite afrontar la núeva Edad sin heridas que restañar, sin dolores que curar, sin cargas que arrastrar y sin asolaciones que reedificar. Pero todo ello nos obliga tanto más a que España represente con sin igual pureza la fisonomía de esta paz, de esta paz que amanece teñida con el color de la sangre vencedora.
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Es preciso que por una frenetica exaltación del patriotismo edifiquemos en breve tiempo umLEspaña ejemplar, cimentada en la justicia, creada por la libertad, donde to~o hombre posea su puesto en el trabajo y reciba bien nutrido su jornal de placer. Triunfe, señores, triunfe de mar a mar, sobre el viejo haz.español unansia de justicia y un imperativo de libre modernidad. Es preciso que en el tiempo nuevo entreuna España nueva. · Señores: España saluda con una activa jaculatoria de esfuerzo a esos pueblos creadores de la paz: Por eso yo; en esta fiesta de copas alegres, brindo-·-y con esto concluyo-· por la paz que ha sido hecha, porlos pueblos gloriosos que nos la han forjado y porque en la historia naciente esta centenaria España dé un retoño inmortaL '
LA GRAVE POLÍTICA DE ESTOS DÍAS ,j•
ÜTROS HOMBRES Y OTROS USOS
En el PalaceHotel, de Madrid, 18de noviembre de 1918
expresa:Uo~
~ero
Cuando surgió el ací:ual Gabinete; brevemente, ásperamente, nuestra patriótica indignación. Nos pareció·que rayaba en la locura traer alPoder en esta hora peligrosísima a los hombres representativos de la desmoralización nacional, a estos señoritos de la Regencia que no!han dado a su.patria un minuto de gloria ni siquiera de bienestar. Cien veces lo hemos dicho, porque es la idea de que se nutre toda nuestra política en lo que al problema específicamente español se refiere: nuestro pueblo sufre un proceso de extrema de5composició'n colectiva, o, dicho de otra manera,' el Estado españbl,.suma de los organismos encargados de asegurar la convivencia nacional,· ha perdido su autoridad ysu eficacia. Ni los Gobiernos al uso ni los Parlamentos habituales suscitan en los españoles respeto ni esperanza. Dígasenos si en talforma cabe tranquilidad alguna en nuestra existencia. Es lina.necédad-perdónesenos la energía del vocablo-· ,.es una necedad que ya anda próxima a engendrar gravísimas secuencias, confundirlas modificaciones políticas a que invita el sesgo de los acontecimientos mundiales, é:on el proceso que por sí misma llevaba la vida interior de España. El hecho de que lb de fuera venga a coincidir con lo de dentro, no permite borrar deslealmente la diferencia entre ambos procesase . El Gobierno llamado nacional o de concentración, presidido por el señor Maura; .fue exaltado al Poder antes de que se concretasedaramente la conclusión de la guerra:•Advino, pues, en virtud de forzosidades puramente internas de.España: ¿:Y.qué significaba? Evidentemente significaba Gabinete tan anormal que el día 21 de marzo habían consumado sufracaso todos los. partidos ygrupós hasta entonces frecuentadores de!Poder.Ningunb de ellos t,enía peso ,de prestigio suficiente para constituir un.Gobierno. homogéneo normal. Esto no lo decimos nosotros: Io dijeron los hechos, y en
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ellos, la nación entera. No fue ia Casa del Pueblo, sino la oficialidad del Ejército, quien, en junio de 1917, declaró paladinamente que no era posible la perduración de los mismos gobernantes y los mismos usos inveterados. Con esto sólo queremos subrayar que hasta la oficialidad del Ejército, último reducto del statu qua en la política española, pensaba así. Todas las demás clases políticamente considerables, hacía mucho-¡ claro está!- que se halla~ ban rebosando el mismo pensamiento. · Al llegar la crisis del Ministerio eutrapélicamente apodado de Águilas, toda cabeza clara, todo corazón sereno meditó lo siguiente: el Estado español, o sea, la maquinaria de las instituciones públicas, está pulverizado. Es preciso reconstruirlo, dotándolo nuevamente de las dos calidades esenciales a los instrumentos del Estado: autoridad moral y eficacia en su funcionamiento. Para ello, no hay otro medio que transformar hondamente los institutos públicos -Gobierno, Parlamento, Fisco,Justicia-de modo que nos parezcan otros¡ como recién nacidosypurificados con.su nuévo naci" miento;Se impone;pues,.unareorganizacióriprofundad~ la Españapolí~ tica y administrativa. Ahora bien: reorganización política y administrativa significa una renovación de ciertas leyes y reglamentos,.urrmerocambiode vocablos que nada vale si no representa un cambio real: en la sociedad.1Ref onnar, transfonnar las instituciohes públicas es transft!iirel predominio qiie hasta ahora.han ejercido unas ciertas clases, unos ciertosnúcleos, unos ciertos hombres, a' otras clases; otros núcleos y ot:ros hombres; es modifkar la mecánica histórica que ha producido la d~cadencia.española"N o Otra cosa.hac¡; cada cual en su casa; en su industria; en su comercio; cuartdO marchán torpemente los menesteres: cambiar de personalpara cambiar de usos,. · • •. Todo, pues,.imponíaa cualquier:temperamento patriótico yreflexivo la demanda de una.transformación ordenada, pero radical,en fa.vida pública: 'Sin transfonnación radical no volverá a haber orden en España; y acaso el
desorden se eleve a la;potencia de caos. , ' - i . .- - . .
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DESCENTRALIZADORES Y REFORMISTAS
·Véase cómo• la situación interior de Espáña-venía por smpie, ·e inelu~ diblemente,a exigirun Gobierno formado por hombres, por nucleos a'quie~ nes hasta ahora no se había dejado manejarlos in5trumento:S del Poder: . , •· ¿Cuáles podían ser éstos?· L.os partidos coriservado'r.y liberal son reos de u¡:rfracaso ·que' tiene.dimensiones históricas.· Duran.te Ochenta áñcis gnivitarófrsóbre laraza española; trayéndolaala fatalparálisisqlje ahora 1 · demuesirav! -<:: :·í'· i1 1,, · ·".:. • · "•';!, r".<• 1 j ,;..:-:;:
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Todo el que posea una sensibilidad nacional, todo el que sienta repercutir en su corazón los destinos de este amado pueblo milenario, todo el que . goce de fantasfü. bastante para imaginar lo que pudo hacerse en esos ochen. ta años conl!nmaterial humano de más de veinte millones de hombres, con toda una raza que, al fin y al cabo, está sana en su raíz, ha de experimentar forzosamente odto sagrado hacia esas generaciones de pseudo-conservadores y pseudo-liberales, frívolas e ininteligentes, que veces y veces se han acercado al Poder privadas de aquella religiosidad histórica sin la cual no es posible guiar a un pueblo. •... ·La eliminación política de: tales elementos es la condición míninia para que la existencia española vuelva aun orden fecundo. Podrán sus senadores o sus diputados segilircelebrálldo.espectrales conciliábulos, dándose aires de que son todavía dueños del momento. La realidad del Poder, empero, se les escapa y se les escapará de las manos. No quedan, en consecuencia, otros núcleos políticos que ofrezcan al país inmediata esperanza fuera de los descentralizadores ylos.reforrnistas. Aquéllos representan una política de realidades orgánicas, de atención a las cuestiones técnicas, cada día más decisivas en la vida pública, y han sabido dar a su labor un atrayente estilo de modernidad. Los reformistas, reducidos en número; han demostrado su independencia y su honestidad resistiendo . juntamente a los hálagos palatiri.os y a las injurias de masas irreflexivas. Cuando el caso ha llegado; han cumplido severamente sus compromisos populares; y; por otra parte; han acertado a.conservar la ecuantinidad, la reserva exigible a todo el que pretende gobernar. Su programa tiene una amplitud nacional de que hasta ahora carece el de los catalanes, y simboliza una posición internacional y una reforma democrática interna, que completan lapolítica propiamente administrativa de.los autonomistas. · · Pero otra ventaja superlativa aportaría la unión de.estos dos únicos núcleos eficaces, y es que, aun conjuntos, no pueden gobernar si no hacen un llamamiento a fuerzas y a hombres nuevos ajenos a la política; Ahora bien; nada pide tan claramente la opinión pública como la intervención de capa• .. · cidades no políticas en la nueva gobernación.
EL INFLUJO DE LA VICTORIA
A este.punto.habían llegado las cosas dentro de España, cuando fuera de.ella, en el ancho. mundo, comenzó a brillar la paz. Pocas veces habrá:ocurrido que una paz se presente desde luego con una fisonomía de rasgos tan inequívocos. En pocas horas, la sociedad humana entera fue empujada
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hacia la izquierda. Lo que ayer parecía utópico es hoy un hecho pretérito, y modos de gobernar como los usados en.España suenan ya claramente a anacronismo casi faraónico. Venía, pues, la evplución de la historia universal a refrendar y corrob.orar la evolución interior de España, Estén se+ guros los hombres de mala voluntad que no déjaremos, sin luchar hasta el extremo, desvanecers.e para nuestro pueblo tan favorable cOincidencia.. Pero, en cambio, la victoria aliadapbne de:manifiesto etabismo·dé peligros enorrries a que nos han traído los 'qUf! impidieron, en estOs años de guerra, una acertada orientación de política intemacionaL Ahora tén'.éc mas que reconquistar a rriarchas forzadas todb el terreno que henios perdido en'. la cordialidad de los grandes pueblos triunfantes .. Ello pone una!últi~ mairritación_en nuestra.enemistad irreconciliablé con1os políticos ,que han devastado el porvenir nacional. '·'
UN MINISTERIO DE PORILAND
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Y cuando aparecía un mañana, queya.esunhoy; sembrado de urgentes dificultades internacionales, a las que sólo'podrán hacer frente hombres muy capaces y muy respetados; cuando, por otra parte, el desbárajuste económi" ca de.estos años viene a condensarse en un dé.ficitmilcmillonaria.que•anuncia una posible bancarrota de la Hacienda· española; cuando ha·ce:sobre el horizonte social de España su largo vuelo de buitre el bolchevismo, florecen de pronto en elbanco azul los caballeros que han acaparado .todos los desprestigios, los personajes de la triste bufonada ibérica, los escarnecedores de la madre España paralítica. Hubo en nosotros una náusea de pátriotismo mancillado que arrojó un momentonuestra pluma fuera de sus muros de parsimonia. Audaces e inconscientes llamábamos a losjefes·de este Gabinete. ¿Fueron excesivas es~ tas palabras de náusea? Por lo visto, no, En Ta sesión del juevesúltiri1o·el sé~ ñor Cambó y el señorMaura ejecutaron frente al Gobierno el sentido de esas mismas palabras, arrojando sobre él una.votación favorable que equivalía a una lapidación. La respuesta del Gobierno a esa actitud-no nuestra, lector, sino de los grupos parlamentarios-- quedará como un caso inaudito enlos anales po~ líticos. El señor Alba y el señor García Prieto, en vista de que no se quiere tratar con ellos, ni siquiera para debatir su' depforabie solución al problema del presupuesto, anuncian reformas ultrarradicales ycse disponen'a gobernar secularmente, Se les ha declarado la 'desconfianza irremediable que sus individualidades políticas despiertan; se les ha manifestado qu'e, vuél~
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vanse reaccionarios o tómense ultrarradicales, entre la España emergente y ellos existe una inéompatibilidad personal... Todo es inútil. A todo ello oponen una solidez de carácter, una impasibilidad tales, que harán pasar este : Gobierno a \a Historia con el nombre de Ministerio de port!and.
ESPAÑA NO TIENE PRISA
El tiempo no es de comedias ni siquiera de tragicomedias. Anda España demasiado ungida de peligros para que los españoles conscientes toleren la tragicómica farsa de estos días. Necesitamos, con apresuramiento de minutos, un Gobierno para alta mar que solidarice una granporción de ciudadanos a fin de poder gobernar en serio y en firme. Los capitales huyen de:las llamadas que hace el Tesoro: la última de doscientos millones ha fracasado; y ha si.do menester pedirlos al Banco de España. En lo que queda de afio se consumirá el crédito legal que la Hacienda pública tiene en éste. Para. esa fecha se habrá \'.ntrado de lleno en las definiciones dela paz, y; por tanto, se estarán decidiendo Ias cuestiones más agudas y más concretas del.porvenir español. Esperamos, pues,. que seunantodas las gentes previsoras y conlimpia voluntad para quitar, en pocos días, de delante el deprimente estorbo que es para la.marcha de España e5te Gobierno; en quien vienen a.condensarse todos los,roodos de nuestra decadeneia. Esperamos qué nci aparezcan.en ninc guna parte aquellos sintomas de demencia que Dios envía primeroa:los que quiere.perder después. El Gabinete actual vive exclusivamente de oxigeno monárquico; ocultarlo fuera gran deslealtad. No debe olvidarse en Palacio que estos hombres sinviri:ualidad pública ninguna han sabido siempre presentarse al país como depcisitarios de privadas confianzas reales. Y acaso no es ésta la hora más oportuna de la Historia para que apárezcan las Coronas sustentándose so" bré hombres y usos que irremediablemente naufragan. Publicádo sin firma, El Sol, 25 de noviembre de1918
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ANATOMÍA DE UN DISCURSO
FALTA DE CLÁRIDAD
E1 discurso que anteayer pronú~ció el señor Maura era, por el tema y la ocasión, de. importancia decisiva para los destinos inmediatos de España; Cada cual se ha acercado a oír o leer ese discurso' con sus particulares demandas. Yo también hellegado a sus párrafos con las mías. A diferencia de otros compatriotas, no me reconozco el derecho de apasionarme cada cinco minutos. Como los jansenistas pensaban que es irrespetuosa la comunión . demasiado frecuente, yo creo que hay; cuando menos, irreverencia en de~ jarse arrebatar por una pasión cuotidfana. No puedo aceptar, pues, la facic lidad con que se declaran ciertos problemas-cuestión de sentimientos.' La gracia delo sentimental está en que da su justa flor· allí donde viene a agoc tarse la razón. Y en estos días en que, con evidente inoportunidad, definen las gentes su vario patriotismo, permítaseme decir que el mío consiste en soñar una España habitada por veinte millones de agotadores de razón. · Pues bien; Ja demanda previa que yo hacía al discurso del señor Maura era la más modesta de todas: que fuese claro. El temay el momento daban a . ' - - : · _ esta calidad, adjetiva un valor substancial. · · ' · Pero no ha sido claro el señor Maura; La prueba está en el hecho de hac bérsele dado las más encontradas interpretaciones. Cada cual ha creído ver en él reflejados•sús propios deseos. Sólo el señor'Maura ha dejado confusos los suyos. Le ha inspirado Ja cautela, cuando urgía, ciertamente, la serenidad, pero también la franqueza. Bastaría para demostrar la cautelosa inspiración advertir la extensión que dedica a disertar sobre lo que no se discute -por ejemplo, facultades generales del Estado-, y la parquedad con que habla de los puntos en litigio. Se ha declarado dispuesto a conceder mucho; pero no ha dicho nada de lo que concede, y, en cambio, ha dicho to~o lo que no concede.
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Reverente a la.importancia del documento,yo he querido estudiarlo con atenció11, como si fuese un texto del sigloXV-.ynadieNea en esto una maligna insinuación sobre la cronología del discurso. Cada uno de sus _períodos es i,ina joya, es un diamante; pero tanto diamante junto deslumbra y no alumbra. ·Seguramente muchos lec torés aficionados a.la precisión se preguntan todavía: Pero, ¿qué ha dicho concretamente el señor Maura? A fin,de facilitarles Ja respuesta, he procurado, con cierto rigor filológico, hacer.la anatomía esquemática de la oración. - . l. Preánibu!o histó1ico.-.-. La unidad de España no ha traído.la decadencia de España. Procede ésta de equivocaciones.y corrupciones en la política interior; Hay, pues, que revisar ésta. Nada más natural, más justo que haber tomado .Cataluña la delantera én está reclamadón. Pero.elproblema es general a toda España: séalo también la solución. Se trata, pues, no de ocuparse solamente de Cataluña, sino de definir un estatuto general donde.se atienda a las especialidades, a las singularidades de cada.región; , . · IL ¿Cómo hade definirse el poder regional en ese estatuto?-: Dos ensayos de definición se han hecho por los catalanes: uno, el discursó del señor Cambó; otro, las bases preséntadas por la Diputación de la Mancomunidad.·
COINEIDENCIA QUE NO LO ES
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- III. Disrnrso del seiiorCambó.-·-Lee el-señor Maura
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viado» por él, elseñor Maura· dice ·taxativamente: «Con esta aclaración, yo digo que· estoy 'absolutamente confonne con esto, que yo susc1ibo esto», como lo hubiera hecho quince·añ9s hace: «Significa lo .que digo que el organismo regional y toda la e5tructura y su enlace con los demás organismos tiene que hacer efectivo todo esto, si no es una farsa la autonomía». · ¿Cabe pedir mayor Claridad?-·nos dirá el lector leal cuando aquí llega. Espere ellectol'leal. «De modo-·prosigue él señor Maura-· que en lo esencial estamos conformes, si no existiera más que el discurso del señor Cambó». : ,¡ •E ü\medfotamente, disponiendose a comentar el;otro texto,. las bases presentadas,'dice: «Pero se habla de autonomía integral, se habfa de soberaruaifl Ycomienza ·un largo análisis dekoncepto de soberanía; ·análisis en que funda su absdlutanegativa atcida ce5ión deatributos·soberahos a 1aregión; Al·pun1 to extractaremos este breve tratado de derecho ¡:iolitico: P.ero antes, ponga" mos esta glosa: El señor Maura sé declara abSoli!tcimeiite confonne, susc1ibe aquel pán-afo del sei1or Cambó. En'aquel pán-afo se habla de soberahia¡se define-..-dejando a un lado su extensi.ón'-'-'- su carácteréomo «tata!, co1npleta,
absoluta>f.•Sineinbargo, el:se11orMaurci, poca!; palabras después; deshace esci adhesión; que, aislada, panida de una clci1idcid insuperable. La contradicción, por lo menos verbal, es palmaria. Pues bien, en esafor-
ma de aparentes claridades aisladas, que son conjuntas oscuridad, confusión y equívoco, está vocabulado y, lo que es peor, está pensado todo el discurso. Quien en su día, para conservar su imparcialidad ante otros actos y palabras del señor Maura; ha sabido atraerse los enojos de los más.próximos, tiene hoy derecho, dentro de su humilde órbita, a decir esto al respetable ex presidente del Consejo.
SOBERANÍA
IV: Concepto de la soberanía, según el señor Maura..... Sqberanfa no quiereidecir libre albedrío: en tal sentido todos somos soperanos:No es un acto soberano «que el Municipio acuerde que la acera tenga dos metros»; ¿Qué viene a sér.positivamente la soberanía para el séñor Maura, ya que considera imprescindible hacer su definición? La definición no está expre+ sa en el discurso; percillegamcis sin pérdida posible aella tráduciendo en fór" mula positiva las palabras con que se niéga.la soberanía regional. La región no puede ser soberana: Primero:·Porqile, como el señor Cambó reconoce, las extralimitaciones del poder regional son corregidas por <
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Porque, como también reconocía el señor Cambó, el Poder que crea por una ley el poder regional, puede con otra ley deshacerlo. Poder so.berano es, pues, aquel Poder que no tiene otro superior. De ~ aquí que só~o lqs Estados son soberanos. Sus conflictos no pueden, en definitiva, ser re5ueltos por un Poder jurídico superior: viven, no al amparo de un derecho más elevado, sino «al amparo de la guerra y de la fuerza». (Este tro~o de su dis~urso impide al señor Maura presidir la Comisión que va a estudiarlas relac10nes de España con la proyectada Sociedad de las Naciones). (Como se ve, el señor Maura sostiene una idea de soberanía que rodaba polvorienta por los viejos tratadistas de derecho político. Siendo en la Europa moderna los pueblos unitarios los más antiguos en la ·elaboración de ese derecho, no se plantearon convehemencia el problema de los Estados federados donde de hecho, no ya sólo· de idea; existe una jei·arquía de soberanías. Suiza, Alemania, Estados Unidos han pesado harto en los últimos veinte años de política mundial, para que el hecho de sil constitución no relegue a un pretérito irreversible la polvorienta noción de soberanía que el señor ' Maura quiere perpetuar): ',',
lA REGIÓN NO ES DEFINIDA · · V. La idea de la región, en consecuencia, repele la idea de soberanía. Sólo
cabe llamarla autonomía. Hablemos; pues, sólo de autonomía regional. ¿Qué es. la región como personalidad autónoma? Cualquiera esperará ahora una expresión sustantiva sobre qué sea lo regional, esa «realidad objetiva». Nada de eso: el señor Maura dedica el resto de su discurso a decir qué no es lo regional. De un lado, extirpa de la región el Municipio, que «tiene, no tanto derecho, sino un derecho más notorio e incontestable que la región a su autonomía, y la nación necesita de la autonomía municipalmuchísimo más ymuchísimo antes que de la autonomía regibnal».La.región no pue. • . · ·· . -. . de «absorben> al Municipio.·. . • · De otrci lado, la región es ccinfinada por el Estado; Como en las bases presentadas por los catalanes;.envez de determinar directamente las «fac cultades del Gobierno regional»; lo 'que se hace es deliniitar las del Estado, «amojonar el Estado», el-señor Maura dedaracensurable el método. .: •, Pero el señor Maura emplea exactamente el mismo método. Todo el res~o del discurso, que es casi la mitad de su volumen íntegro, lo dedica el senor Maura a especificarlasfacultades del Estado que han qlvidado en sus bases los peticionarios catalanes. Al hablar de la Hacienda, vuelve a hablar de la i;nunicipal y de la nacional; insistiendo en el mismo método que condena.
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De.suerte que no hay en todo el discurso una sola palabra est1icta y a la vez positiva que exprese la idea deregióh segiín el se1ior Maura. He aquí lo.úni" coque a.este punto -el único, el esencial-· se refiere: · «No hay que definir las facultades del Estado; no hay q\le.tb~ar;.no hay que enmendar nada; hay que sustituir la definición incompleta .e imposi" ble de las facllltades del, Estado .por una definición iúédita, ncinata; pero fácil, yo reconozco que fácily clai;a, de lo que es' la materia regional, de lo que hemos entendido .todos por vida interior de Cataluña; y eso lo definirec mbs,. seguramente, sin hostilidad; y; por mi parte, sin regateos que no sean archijustificadisimos. ¿Por qué? Porque yo, en esa.materia, como tengo acre" ditado hace muchos años, no .soy delos que proceden como haciendo con" ce5io11es,no; yo llevo el ansia de conquista, yo lo co115idero una adquiskión; yola anhelo;cyo lo considero elHen y la vigorización de la vida de mi país y la grandeza demi patria;'por tanto; yo rici he de regatear nada;.como no sea queme convenza que se le quita algo a ese señor que se llama ·España, a quien no podemos ni debemos' despojan>: ·· . Bien están estas últimas palabras; pero nadie puede sostener que las prec cedentes bastasen en un día como el de ayer, en 12 de diciembre de 1918, a conducir el problema cerca de la solución. Y prueba de ello es que, al terminar, reconoce el señor Maura que no ha hecho sino
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sionamientos, las ceguedades de la pasión, lo que finge esos obstáculos, porque, en suma, hace diez o quince años, cuando aquella campaña de la ley del Régimen locál, !".ran muy pocos los partidarios de lo que estoy diciendo; aca: so, dentro ~el propio Consejo de ministros, mis queridísimos, lealísimos compañeros.cedían más bien a la deferencia hacia mi persona que a sus con- . vicciones; para llegar a la unanimidad ... »Ahora ha andado mucho terreno todo eso; ahora es inmensa la zona de opinión española que se ha convencido de que, en efecto, hay que ir a la autonomía regional y resucitar y tonificar la vida local. Por eso no hay más inconvenientes que los que susciten la pasión o la obstinación. »Lo que Cataluña quiere, aquello en que Cataluña tiene unanimidad, es eso mismo en que estamos conformes el señor Cambó yyo. Las demás cosas, los textos, los incisos, la retórica, el cílVido; las habilidades, eso es una labor de unos centenares, de unas docenas; si queréis, de unos millares, ignorados de la masa general de Cataluña yde laimasa defanación española, para quien hemos de legislar y de cuyi opinión nos hemos de preocupan>,
EPÍLOGO,,
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· Ni el espacio ni mi intención de mero y fiel abreviador me permiten hoy hacer comentario personal'ninguno:Yo no he sugerido-salvo.elpuirto de carácter científico que se refiere a la idea.de.soberanía-'-. mis' opiníones privadas.; No he dicho queme parezca acertada.la táctica'de las bases; ni he empleado una sola palabra·pára rebatir las opiniones del' señor Maura, Me he tomado el trabajo.de escribir estas notas iliterarias con el exclusivo propósito de poder afirmar, previa demostración; que sólo quien no sepa dír ·ni leer ni entender; puede sustentar que el señor Maura ha facilitado la solución del problema catalán, ni mucho menos que ha tomado una actitud concreta, positiva y en algún modo especificada ante la petición de Cataluña ...
· El Sol; 13 de diciembre de 1918
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LA SITUACIÓN POLÍTICA
PIDIENDOVÍAFRANCA
N o·podr¡quejarse el conde de•Romanones·dela·conducta que con él han seguido los periódicos nacionales; hemosrepriínido todas nuestras obje, ciones y le hemos prestado una espléndida aureola de alquiler durante su paso.por Francia. Así convenía a los destinos españoles. Pero ha habido plumas intrépidas que se encaramaron desde luego a todos los superlativos: sal: vador de la patria, gran político, restaurador de España ... El conde de Romahones , al oírsdlamar cosas tan fuera de, su condición, debió un instante palparse, temeroso. de haber sido suplantado. Nosotros quisiéramos facifü taral conde esta labor de volverse a encontrar a sí mismo debajo de tamaña aureola. Para ello tenemos alguna autoridad: la de no escatimarle la por: ción estricta de aplauso que su viaje merece; Oírnos que en algunos núcleos políticos se considera fracasado este viaje. Tal opinión, a nuestro juicio, procede sólo de un error de información; El viaje del conde de Romanones ria ha sido ni un fracaso ni una victoria legendaria. Ha sido lo que tenía que ser, lo que podía y debía ser. El desenvolvimiento de los sucesos nos dará la razón; ' ¿Cuándo lograremos quela política española abandoneformas-pueri= les de la polémica, para las cuales son las cosas o del todo blancas o del todo negras? El conde de Romanones no es ni lo uno ni lo otro: es un conde con pintas. Acertó a situarse en política internacional, y esto le ha valido hallar en París cortés acogida y facilidades para reanudar la conversación entre España y los grandes victoriosos. Ésta es la blancura del conde. Vamos ahora con las pintas. La pinta mayor que tiene el conde de Romanones es precisamente ésa: ser conde de Romanones. Cuando estos días leemos que algunos periódicos le incitan a que sin más se lance a gobernar, que incube un presupuesto, que reúna las Cortes, y le anuncian que no hallará enemigos en su ru·ta, nos
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parece asistir a una escena de delirantes. ¿Cómo es eso? El que sea demente, séalo por su cuenta y no aspire a que los demás le acompañemos en.su des, gracia. Nosotros tenemos sana y entera la memoria y.nos acordamos per. fectamente de lo.que significan estas,palabras: conde, de Romanones. La ex. periencia pa'día hacerse.con el mismó rigor que suelen emplear los psicólogos al estudiar las asociaciones deideas. Tómese un español cualquiera, pronúnciese junto a él el nonibre. del.actual presidente ddConsejo, e invítesec le a expresar las imágenes y pensamientos que automáticamente ese nombre dispara en su conciencia. No queremos ahora.describir la fisonomía general de esas imágenes y de esos sentimientos .. Nuestro propósito; en este caso como, siempre, es reducidas palabras enojosas para la persc:i.na allímite exigido, por el razonamiento. · Pero una cosa sí diremos: los hombres de la generáción que hoy se acerca a la política y que en niayor o menor lejanía repercuten la verdadera opinión española, llevan unido a los m.ás amargos e iracundos recuerdos de sus mocedades patrióticas el nombre del conde de Romanones, Este nombre ha simbolizado durante años y años la decadencia extrema de nuestras costumbres políticas. Todos los que hemos tenido una juventud enardecida por imperativos de pureza ciudadana recordamos la cordial subversión, el íntimo enfurecimiento que una vez y otra produjeron en nosotros los actos de este arriscado conde. No tiene derecho a exigimos hoy que olvidemos la complacencia con que antaño enarbolaba paladinamente las normas del cinismo político. Nos duele, nos ofende tener que decir estas cosas, aun sobriamente. Pero no es nuestra la culpa. Caiga ella entera sobre los que creen que no existe en España sombra de memoria y que es lícito a los hombres públicos nacer de nuevo, como Osiris, todas las mañanas, exentos y mondos de su propio pasado. Aún llegaríamos, en ciertos casos, a hacer el sacrificio de nuestras privadas reminiscencias. Pero en el presente sería inútil. Creer que el conde de Romanones posee prestigio personal suficiente para que en él seJunde una política, es quebrarse adrede los ojos y obstinarse en no ver. Año y medio llevamos de anormalidad gubernamental. Los Gobiernos se suceden vertiginosos, y periódicamente hacen su aparición conflictos enconados. Con una insistencia incompatible con la buena literatura, hemos analizado la situación general de la vida española y hemos hecho constar que el desprestigio de las instituciones políticas y de los grupos gobernantes es tal, que aunque nadie se ponga a impedir su funcionamiento, vienen abajo por sí solos. No hay más solución que una con doble nombre: liberalismo y modernidad, entrega sustancial del Poder a fuerzas democráticas dirigidas o
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auxiliadas por: hombres nuevos qüe transformen la estructura de España, dotándola de otra organización; la cual podrá ser deficiente,,pero gozará; cuan" do menos, del prestigio que trae consigo lo nuevo y sin pretérito deshomoso; · · · Vemos con, pesadumbre y, ¿por qué no decirlo?, con credente desesperanza, que eri Palado se aprovecha todo pretexto para evitar esa solución, que esla única debtien éxito probable. Cualquier fútil suceso resuena en las. hondonadas ,palatfoas como un· halago para perdurar en usos y en compañías que España entera detesta; Ahora-·como días hace preveíamos-.-se quiere deSviar: erital sentido el viaje de Romanones. · , · .· ' ' ' : ' · 1Pero'lodo será envano:Si no se quiere situar al conde en su lugar ade" criado, que no es ciertamente la Presidencfa de1' Consejo; si se pretende encargarle de una falsificación de las nuevas·aspiraciones,•podemos renunciar a,vivir:semana sin sobresalto. ·· ' · , . El conde; de quien no hemos discutido, su clarividencia, se da cuenta de ello, y queremos·creer que se· dispone a dejar franca fa decisión dela Corona, coartada por los acontecimientos, desde hace año y medio; ·Publicado sin firma, El•Sol, 29 dé diciembre de 1918
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CONFERENCIA
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E1 lostifuto Popular de Conferencias, hospitalario y cortés, como ún gran señor, ha queridó enesta reunión homarnos a mi padre y a mí; modestos viajeros de paso tácito que sólo aspirábamos a traer: aquende el mar nuestros córazbnes errantes para. deslizados silenci9samente al .través de.vuestra alma argentina. La auseneia de. mipadre, forzado a embárcarse para Eurppa, me obliga a.hacerme cargo de su•parte eneste homenaje;,Lo queiba.para dos ha de agradecerlo uno solo y el licor de cortesías que vertiSteisparados copas téndré que recogerlo sólo er¡ la mía; . 1 , Afortunad>¡Uilente, .en.tódo hombre.que no tenga temperamento acadéc mico, el vaso de1a sensibilidad sabe aumentar su cabida; según la abur¡dancia de la hora, como una copa que creciese y se ensanchase cuando engruec sala vena trémula del manantial. · "· : Ello es que mi padre va a estas horas sobre la espalda inamena del Atlántico, vuelta de seguro su emoción hacia esta tierra del·Plata que ha recorrido. en su mayor parte y de la cual se aleja henchido de gratitud, . ·. u , , , '.Mi padre y yo vamos po,r el mundo empujados por un común·afán viajero;y como en la niñez me llevaba él;porlaman 0 de paisaje en paisaje, le llevo yo ahora a él.de tierra en tierra.,Ycie la misma suerte que,hemos:hecho este crucero de América, que es siempre,,como el viaje de (;recia, aunque por distintas razones, un poco pretencipso; hacemos a menudojornadas más lmmildes, sobre.dos mulas cas.tizas, en las· revueltas serranías. de la vieja, España ignorada, por barrancos y, cañadas, .donde no habitan sino verdic negras retamas y algún chopo heroico, es decir, solitapo .. Vamos buscando esos pueblos.españ(lles milenarios, d 0 ndf! parece el tiempo haberse labrado.un: remanso imperturbable, ,pueblos como aplastados bajo el gravamen;de su propia.historia, que hacen.desde lejos al camic nauteun ademán ah1cinado con.la.torre de su iglesia; trunca, casi siempre, '!''' como una antigua rota esperanza,
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Pero no nos hemos contentado 'con este descenso hacia el pretérito, sino que nos habéis visto en América, lo que equivale a hacer una incursión en el futuro. Creed que una de las épocas más gratas de mi vida ha sido ésta, en la que pude ver a mi padre, con sus sesenta años laboriosos, moverse fuerte y jovial, como un muchacho sobre esta ancha tierra argentina. Muchas veces,. mirándole, recordaba el saludo que según el romance hizo el rey al buen Cid, cuando le vio tras largos años de ausencia: ¡Viejo que venís, el Cid, Viejo venís y florido! ;No deseo para los padres que me escuchan nada mejor que la fortuna de llegar a enlazarse con sus hijos en fraternidad análoga a la que nos une a mLpadrey amí; fraternidad activa y reñidora; pues no es el menor encatito de esta nuestra· común vida andariega el que lo mismo a bordo del trasatlántico que en las castellanas soledades tenemos asegurada entre nosotros la conversación, pues nos encontramos siempre; indefectiblemente, eri el más sabroso des.acuerdo. . '. · Valgan estas palabras, señores, para dar una como presencia en esta fiesta a mi padre ausente, del que puedo decir conmovido lo que hace mucho tiempo dijo alguien del suyo: Mi padre es un hermano mayor que tuve cuane do yo era pequeño.• Mas por grande que sea su deuda cordial con vuestra cortesía; es mu" cho mayor la que yo desde ahora tendré que arrastrar. Nada más grato para mí que hallar esta ocasión, en la última etapa de mi permanericia entre vosotros, para contar los sucesos según han acaecido; Pocos•viajeros habrá habido que con tanto respeto pero al.a vez con tan áspera.franqueza hayan expresado' en público y privado su sentirsobre esta nación Conforme él se iba formando.Sólo he retenido hasta ahora las estrofas de encomio, las palabras de loa, prefiriendo como dije hace pocos días que los últimos adioses fueran las primeras alabanzas. He aludido frecuentemente en mis discursos a faltas y carencias que en vúestra vida notaba y dondequierafui escuchadci no sólo con cortesía, pienc so que también conaptedo. · Comprendisteis que así habrá de hablaros todo el que venga a .vosotros como d hombre va a!:hombre, para formar unalealy humana amistad, nó para adularos ni ofrecerse frívolamente en espectáciilo. ·•· ···Si no bastara elagradetimientó, me creería obligado a deciros .lo que voy a deciros, porque vuestra actitud frente amfequivale aun caso experic
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mental revelador de que poseéis precisamente, aquellas cualidades que os son menos reconoddas en Europa. Verdad es-· · y perdonad este paréntesis-.,--, . verdad es que. yo he encontrado que el alma argentina me parece hoy pre. cisamente lo, contrario de lo que había oído y leido sobre ella. Como en otras ocasiones me ha ganado ahora la sospecha de que mi cabeza anda al revés de como suel"en andar las otras más normales, sabias y discretas;. Ello es, señores, que yo llegué un buen día a vuestro puerto exento. de toda notoriedad, según era debido. Aparte del correcto saludo de los diarios, que ahora cortésmente recojo y respondo, no fue forzado el mundo intelectualporteño a hacerse ilusiones sobre mí: no se le transmitió sentencia alguna valoradora que de lejos llegase; se le dejó libre'el juicio e intacta la . espontaneidad. Y sin embargo, a poco de comenzar mi labor, un público numeroso; solícito. y cálido, acu~ dió a escucharme consorpresa evidente de muchos, sobre todo' de lós que creen que es el juü:io americano resonador y sucedáneo dela fama europea. . Conste, pues-me interesa hacerlo cohstar en vuestro honor""-' que aquí donde no han acertado tantos ilustres esp'ectros del viejo continente, fue en el año que corre escuchado con atento oído un oscuro meditador español. Cuéntase que cuando cayó enfermo, postrado para siempre en su sillón, el poetaHefu.e, que había hecho las delicias de París, fue de todos impíamente abandonado. Pero un día llegó a visitarle Berlioz, y el pobre poeta paralítico, alzando, a fin de verle, con el índice su párpado inerte; preguntó: -¿Cómo, viene usted a visitarme, señor Berlioz? Siempre fue usted muy original. .. De análoga manera podía yo;decir hoy a los públicos numerosos de BuenosAires, Córdoba, Tucumán, Rosario y Mendoza, que han acudido a escucharme: «Gracias os sean dadas por vuestra originalidad» .. ¿Y a qué es debida esta insólita benevolencia? Permitidme que con algún impudor lo explique; porque redundará en honor vuestro. Varias veces he dicho que yo nb he pretendido venir a enseñar nada a vuestros estudiosos, no porque éstos lb sepan todo, lo cual no es verdad, sino porque yo apenas si sé algo, y aun para enseñar ese algo me.falta una autoridad que no he tratado nunca de cbnquistar. Conozco muy bien no ser sabio, y dudo mucho 'que deba ser llamado profesót. Cuando miro a redro tiempo y veo mis años rriozos, halló que fuemi alma, a defecto de mejores cualidades, un incendio perdurable de entuc siasmo que no sabía acercarse a cosa alguna siri intentar cendl:arla y abri· · · llantarla con sü fue'go 'interior..
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Me ha poseído siempre una como fe profunda, en que todas las cosas son susceptibles de ilimit,ada mejora y que nos basta corr fijar los ojos en el más humilde objeto ,para que aparezcan sob~e sus flancos prodigiosas reverberaciones.' · Nada hay mísero Iiisórdidb, si sabemos conteniplarlo, Y, como dice el viejísimo purana indib; dondequiera que el hombre pone en el suelo la plan' ta' pisa siempre cien senderos;, , , Después de todo es esta fe en que el Iimvérso es susceptible de irrfillic ta mejora el sentido radica], que da Platón a la .Filosoffa cuarido hace nervio de ella el Eras; laaspiración,de amor.' :'Refería yo no hace mucho'ª los estudiantes :que en las tardes:de estío solía Sócrates; viejo patrón de todos los filósofos,• llevarse algún,discípulb joven pbrJas márgenes amenas y verdean tes del Cefiso. · '" Allí, en: la soledad dela siesta, deslizaba en su oído un secreto: · · q -~«Yo; decía; afirmé en Atenas que sólo·sé que nada sé; pero esto no es cierto: hay algo de que sé mucho, algo en que yo soy especialista, ta eraticá;las cosas del amorn. Y áñade Platón que mientras esto Sócrates decía, sbbresus cabezas, puestas en los plátanos; las áticas cigarras caniculares rascaban en su áspero.rabel. · r. • · L'amore eun áppetito di bellezza, -. . éxclama platónico Lorenzo de Médicis-.·-. es el afáhde lo mejbry desfuerzo de'mejoramiento, la actitud afirmativa·ante el «cosmos>" ,, . >,El amor verdadero es el amor ala perfección de lo amado,,, El mundo, señores, mirado sin amor, sin entusiasmo, sin fervor, parece vengarse de nosotros. volviéndose niudo, erial e inhóspito. Quien quiera esplendor y luz sobre su vida venza la exállime tristeza, despierte su íntimo fuego y todo en tomo será a sus ojos una selva inflamada. La felicidad Jii se recibe ni se.plagia; es en cada individuo labor original y.creadora. Éstas son las enseñanza.s;las calladas enseñanzas que enviaban a mi mocedad, desde los lóbregos claustros españoles, los hombres cárdenos que pinta el Greco, cuando parecían que~er mostrarme sus almas incandescentes, con un ligero temblor. d.é sus barbas agudas. , '·, Pues bien, señores; yo no he sido entn~ vosotros sino un en.tusiasta. que pasa. No tengo otra virtud que ésta de arder antelas cosas y.producir en tomo mío. algunas,coutaminaciones .. Yme he encontrado con un pueblo lleno de afanes, libre de envidias, quesihtiendorebosar dentro su optimisrno,,est.á presto a verterlo, liberal, sobre el transeúnte, a poco prete,xto que le dé.Yo no creo que exista en parte alguna un•público de sensibilidad más pronta y limpia de prejuicios,.de mayor perspicacia, que el que encontrará en la Argentina:todo el que venga con
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un poco de pureza y otro poco de arte en su corazón, No es esta alabanza mía convencional y reflexiva, porque al punto añado que es un problema para mí . explicarme el. desequilibrio que existe, entre .esa sensibilidad difusa y anó. Jiima pero ~quisitayla producción ideológica y artística de este pueblo, que es más reducida ymenos densa de lo que tiene ya obligación de ser. No creo yo éono~er, señores, vuestra alma colectiva, ni temáis que, cometa el desliz de hacer, con mis pocos datos en breves minutos un ensayo de psicología argentina. • Voy sencillamente a expresar dos o tres simples observaciones, las cuales ni siquiera necesitan ser exactas para que en algún modo puedan seros útiles. Son impresiones de; viajero rápido, que.ha hecho r.esbalar su pupila sobre vuestra tierr¡¡, Ni: creo que viajero alguno haya tenido. la grotesca pretensión. de descubrir el país a los nativos.. No es, señores; su misión ser profundo nie~acto,,sino exclusivamente ser sincero, dibujar coh delicadeza la imagen que la nación visitada suscita en su retina. · El encanto. delos libros de viaje está precisamente en;que son siempre libros ingenuos. El viajero busca en sus andanzas renovación espiritual. Viajar por unpueblq extrafüi es:valerse de,un artificio que nos permite un renacimiento de. nuestra persona; cuando viajamosvolvemos a ser niños:. Allá donde nacimos y donde vivimos las cosas y las personas han gastado para nosotros:su fisonomía, como monedás n:my corridas, y sus rostros no hieren ya suficientemente.nuestros nervios; .Lo habitual es ,imperceptible e'insigllificante: en.árabe lo castizo, lo consuetudinario se dice «baladi», Pues bien: nuestra realidad individual y colectiva.no se compone meramente de lo que somos; una parte de. nuestra realidad es lo que parecemos a los demás. Porque éstos nos responden en la lucha vital según la imagen que de nosotros tien.en y no según nuestra propia verdadera esencia. Y hay seres desgraciados que tienen la desventura de-reflejarse en los demás al revés de lo que son, como en espejos invertidos, y es su propia vidll l1I1 quid pro quo lamentable, en que a toda palabra de ternura les es respondido con una estocada:: Los naturales entretejidos enla urdimbre de su pueblo no pueden verlo sino en su resultado total, en su masa conjunta. Por eso es interesante ver cómo nuestra realidad étnicá se descompone en sus elementos, al atravesar la retina del viajero, de la misma manera que la blanca luz del Sol nos revela los secretos de.su composición cuando peuetra tin prisma :de cristal. El,hecho argentino que más ha incitado mi meditación es a la vez el más amplio y básico de vuestra vida. Comprenderéis que no voy a hablaros de vuestra riqueza ni a cantar una vez más enlírica'efervescencia:vuestro
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heroísmo cereal y ganadero. Lo admiro y lo respeto, porque sólo en cuerpos saludables viven las almas claras. Pero yo no puedo tener para esas cosas percepción. ¡Cómo voy a tenerla si yo no gozo en el planeta de un puñado de tierra que pueda decir mío y si no he tenido nunca en la palma de !amano lps veinte granos rubios cosecha de una espiga 1 . . El hecho a que merefiero veréis cuál es. El pueblo criollo rompe el hermetismo tradicional de las razas y ha sabido hacer de su nación un volumen perfectamente poroso, donde pueden entrar hombres de todas razas, de toda lengua, de toda religión y de toda costumbre. '·' 1 Vienen aquí y hallan: ün área libérrima e ilimitada donde pueden trae bajar; levantar· hogares; henchir su peculio. Tener.esta fuerza. de átracción es ya muy difícil. Pero no es ésa vuestra virtud caracteiística.· Porque ello trae el peligro de que esa facilidad en la recepción del extraño; esa porosidad de la soci.edad, produzca en ésta faltá de cohesión, y la vida de un pueblo como éste sería desordenada, inquieta, turbulenta, brutal e insolidaria,'menguas todas éstas que impiden: las grandes obras del esfuerzo aunado y común: Peto yo quiero advertit en el pueblo criollo,junto a este poder atracti, vo, uno de los adelantos más raros de la historia, que sólo han ejercido los pueblos próceres. El talento de absorber hombres de toda oriundez, raza, religión, en la unidad de un Estado. Porque frente a la idea de nación, que supone centenaria ·comunidad biológica, significa la idea de Estado un poder imperativo de hacer mantenerse en laboriosa convivencia grupos humanos de sangres diversas y aun antagónicas. Tiene el pueblo criollo el talento de· Estado; una potencia específica, que acaso no es de orden intelectual. El mismo· talento tuvo en España; en la era de la reconquista, nuestra minoría castellana, cuando frente a los instintos ·dispersos de las nacionalidades periféricas -Galicia y Asturias; Vasconia; Aragón y Cataluña-·-' supo imponer un ideal de integración, launidad superior de
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Cuáles sean los síntomas. en que yo encuentro. manifiesto ese vuestro talento socializador de Estado no podría decirlo ahora falto de,tiempo y.fue, ra de ocasión.. . Veis vosotros, probablemente, en primer lugar y bajo una perspectiva desmesurada; los abusos administrativos que acaso se cometen en vuestro país como'¡:ioco Ínás o menos se.cometen en todos los países. Pero losabuc sos no me interesan nime orientamNo. fos aqusos, sino los usos califican a un pueblo. ,. · Tenéis, pues, un prócer destino; él os impone ingentes obligacione5: .¿Acertaréis a précaver todas las exigencias que van delante de ese magnífico futuro? .Quien.viniendo, como .yo; de fuera, aspire á·aclararselos problemas dela vida argentina, asien, lo colectivo .como en lo .individual, creo·que deberá partir, como deunhecho central,..d¡;ladesproporción enorme.que existe entrefa preocupación económicá de vuestra sociedad y el resto de sus actividades. Estas jóvenes naciones,'nacidas.como.colonias,de pueblos viejos, tat, danmá.5 delo que a.primera vista' parece· en superar la trayectoria que les.fui; impuesta en su origen. La metrópoli.creaba \a.colonia con una exclusiva intención de negocio, dducro; yaldeclararse independiente la filial colectividad, suele conse¡var má.5 de lo que debiera punto de vista metropofüano. De aquí un como.exclusivismo.de la.función económica fomentado pJ:>r los raudales periódicos del aluvj.ón inmigra¡orio,nutridos con sedientos de riqueza. Las otras p'ueblm; viejos se. hici.eron en lenta i}"multiforme evolución a lo largo .de la historia,.y ayer.combatieron pÓrreligiones yhoy por políticos ideales, .y otro día por odios étnicos, por afinidades· estéticas .inclusive, y sólo alguna vez por el oro. Y cada una de esas luchas y graves convulsiones labró en.su alma una faceta más donde vinieron a reflejarse rai}"DS di~tintos dela luz de la.vida. Por esto es más compleja e irisada la vida europea que la existencia americana. Mas un pueblo que ve claro delante y quiere con decisión su porvenir, como el argenti110; sabe n;my bien lo. que, ha de hacer para corregir estede, fecto original. Y eso que ha de hacer no podrá consistir en otra cosa que en dedicar.tan.ta mayor energía al cultivo. superior delas actividades sobreeconómicas; cuanta mayor es su desproporción frente a las utilitarias., Esta obpo! defomento reflex.i.vo en.torno.a la.cultura superior es !ami, sión dela Universidad, .,. 1 • i · e.' ,La Universidad, señ:ores; símbolo .de toda.esencial pedagogía y de .toda acción iµtelectual, es hoy el instrumento incomparable para lalabranza,de Pl!eblos, Do loro.so es que todavia; .lo mismo .en El!ropaql!e aquí; este admirable, vocablo; Universidad, suscite a!:ser·oíd 0 imágenes sórdidas e inele, gantes, de aulas tristes y prosaicas, de dómines solemnes y cejijuntos,, de
et
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palabras frígidasypedantes.:Y sill embargo, aún llega a los oídos del estudioso resonando la voz de Platón; creador en su florida academia de la insc titución universitaria; la vqz de Platón que dice: «Hagamos de Ja enseñanza la ciud.adela del Estado». _ Notad que en el siglo postrero y en lo. que va del presente las naciones han.pesado tanto en la historia cuanto pesaban sus universidades.: ¿Existe en la conciencia.pública argentiria la resuelta visión de esto? No quiero, no debo negar que la sola pena que de este viaje llevo, nace de no hac her hallado en esa pública conciencia argentina el urgente afán de poseer, en todo su plenario sentido, universidad. Hace más de dos siglos que en España se perdieron las grandes tradiciones universitarias. Tampoco nosotros gozarnos hoy de estesuprerno·incitadorde cultura,: por Jo menos no hemos logrado su plenitud. Pero; aunque no poseamos Universidad suficien~ te, creo que llevarnos la ventaja de sentir con toda prisa y afári su:necesi~ dad y emprender sin'descanso ensayos de mejora. Día a día surgen nuevos proyectos de transformación, corrigense. los miembros inválidos del edificio, pruébanse artificios para garantizar la competencia del profesorado, y anualmente es disparada tina porción de:nuestrosjóvenes a los países extranjeros, los cuales ál retomo vierten en .el ambiente espiritual de España efluvios internacionales. Hay tanta voluntad en vuestros nobles deseos y sois tán:vertiginosos en el avance, que estoy seguro de hallar realizado a la vuelta de algunos añosló que hoy echo de menos. Ensayad, proyectad. Corno an" tes decfa que no los abuscis'sincílcis usos calificana url pueblo, digo ahora que-más peligroso para una sociedad que los muchos fracasos es que haya pocos ensayos. En _una forma o en otra, tendría la Universidad argentina que corregir cierta tendencia practicista, que si ha dominado corno un tópico el mundo durante algunos decenios, va hoy en derrota dondequiera. Es un grave error creer_ que lo práctico nace de la práctica sola. Para hacer aun hombre práctico es preciso antes tonvericérle de ser éste el mejor modo'de vida~ y esto ya ho es práctica: es religión: · : Notemos que nada se parece menos alresultado, quelos medios para obtenerlo: nada más distinto del puro azul sentimental del cielo, corno las vibraciones del éter que lo bmsan. El hombre hace la técnica; pero alhornbre le hace el enmsiasrno. Si el brazo mueve a su extremo el utensilio, no se olvide que, piles to a su otro extremo; mueve al brazo corazón. Triunfa con: Cobden ellibrecarnbio, porque éste gritaba en las plazuelas que erala doctrina económica ungida c,on los principios evangélicos. Es lo útil la técnitá, pero estad ciertos de que para llegar a una buena técnica, lo rn!js útil es hbll1orat. :,-, ·: ':
un.
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Pensar otra cosa, atender sólo al iúrnediato resultado, es entregarse inerme al caprichp de fa hora subsecuente, que llega con su necesidad insospechada, exigiendo a veces la virtud que menos teníamos presta. · ¿Quién.podrá predecir en la vigilia el rostro del día que llega? Si vuestra vida se ha hallado hasta ahora exenta de las complicaciones y dificultades que cercaban a las naciones europeas, pudiera ocurrir que mañana no acaeciera asL . Estarnos en una crítica alborada de toda la Historia, Y entre Jos fenómenos más claros que pudieran sospecharse después de la guerra, se halla el probable desplazamiento del centro de gravedad en las grandes luchas comerciales desde el Atlántico a!Pacífico; Dos pueblos se preparan a combatir por la hegemonía económica de ese mar traspuesto que.fue hasta ahora humanamente una anchísirna agua muerta: Vuestras provincias occidentales que, detenidas por la inmensa pared andina:, no se habíari interesado en aquella dirección, cuando el hervor comercial de esemarlas atraiga y la finanza norteamericana o japonesa allane para el lucro las montañas, podrían comenzar avolver sus espaldas hacia las provincias orientales, con· las que llegarían a tener sólo intereses hostiles. He aquí que es esta sospecha un-buen pretexto'para asegurar entre vosotros:ll1ás profundas solidaridades. Otro problema existe de que no he oído hablar suficientemente entre vosotros. Veo yo que el he·chórnás profundo de Ja historia europea•en los últimos treinta años ha sido que pór vez primera atendió Europa durante ellos a la tierra de África:· Este continente, con ser el más próximo a 11.ilestra Europa, había quedado corno en olvido. Fueron antes las fuerzas europeas al Asia o América, a Oceanía: nadie se acordaba del ardoroso y colosal terruño. En los últimos treinta años mostraron las· grandes potencias decidido empefio en corregir ese olvido y no se ha luchado principalmente sino por industrializar, capitalizar; europeizar al África. Después de la guerra, ¿no sería posible· que este movimiento éreciera y lasrnetrópólis europeas diesen grandes impulsos a la corriente emigratoria hacia el África y con ella al ro" dante dinero quetan:to prefiere las cuestas abajo, las fáciles-rutas? . · _No tiene este continente la bondad de vuestro clima ni tal vez la riqueza de vuestro suelo; pero tiene para las naciones europeas la ventaja de que los hombres que allírnandan quedarán cobijados bajo su bandera, y no será perdido un adarme de su esfuerzo para la metrópoli. No digo yo ~conste-'· que vaya'a ocurrir todo esto; digo sólo que puede ocurrir. Y naturalm.ente, ante la historia del futuro hay que tenerla modestia de no escribirla antes de que acontezca, perna la vez la obligáciÓn de anticipar todas sus posibilidadesysalirles al frente armados de todas las armas·.·
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La política, que suele ser· dondequiera tan distraída, debería tener como símbolo a la virgen·prudente con la lámpara encendida toda la vigilia y el oído alerta a los rumores del amanecer: . Son éstás preocupaciones que yo he tenido durante estos meses, porque no sé vivir inmerso en elalrria de una raza, sin percibir'en algún modo y participarde sus afanes y de sus amarguras.· Cuenta la leyenda india que joven aún el Buda había asistido a mía fie.5ta; hallábanse allí doscientas bayaderas, las cuales desearon bailar con el Buda, tan.prfucipeyherrrioso. Buda, no queriendo adolecer a unas si.prefería otras; por un acto de amor trascendente tuvo el poder de convertirse en doscientos Budas, cada uno delos cuáles fue a'danzar.con'cada una de:las bayaderas, que creyeron tener enSJ,IS brazos señeros al.único Buda.,ELentusiasmo es'ese poo derque.nos multiplica y·quenos lleva a intimar con las cosas; a ser enteros · para cada.una de ellas y a.vivir durante un rato su.vida peculiar. •Pues bien; os digo que·en.estefaviemo ha tenido mi alma alguna vez su .. · hora.de danza irreal con el alma argentina. Me he preocupado íntimamente de vuestros azares y hé sido un argentino imaginario. · ' • ;; ·• · ,• · ' · '·e ·' ' • •• ·... · ; · Nada'rná.5 conmovedor para un hombre que, tiene feen el hombre como considerar la· potencialidad enorme' de.cultura queyace en est¡i tierra inmensa y en esta raza ascendente. Goethe decía que sólo todos los homb.res viven enteramente lo humano; y, añado qúe cadapueblo.es.e!.ensayo de una nueva manera de Vivir y que trae sobre sus, hombros, como un éscultor.ensu mente; la.misión. de.crear una nueva.figura y.gesto de ho1I1bre. ¿Cuál será la figura espiritual argentina.que hoy está aún medio enterrada en vues.tra tiec rra, como los torsos cándidos de las Afroditas en el suelo de Italia, luego que pasaronhollando el haz latino>Jos bárbaros rubios y ]Jorrachos? . No sé cuál será esa figura, pero me alejo de esta costa austral seguro de que será .. Y tal seguridad creed que· no la he sentido después de alguna conversación con álgunos argentinos satisfechos. No. espero nada de] home bre Satisfecho, qu.e no siente la fálta.de algo más allá de éL. . Más bien he nutri.do. mi esperanza cuando al' hablar con alguna mujerargentina he visto desprenderse de sú alma, com.o vaho, un.sublime, divino d,esco~tento. La historia humana es obra del descontento, que es una especie de amor.sin amado y un como dolorque.sentimos en miembros que no tenemos: Esta emoción idealista, haciéndonos percibir que somos imperfectos, nos hacir rodar en buscade lo que nos falta; y asfvamos por la tierra y avanzamos por eltiem.po yes.nuestro corazónuna proa siempre en ruta aLmás allá. Decía mac dame Stael: «Tod() l~ que de grande y bello ha hecho el hombre lo ha.hecho movido por el sentimiento doloroso de lo'incónipleto de swdestinm;, . ' , ,
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Menos absorbida que el varón por la obra económica, la mujer argentina va concretando su descontento. Atribuye la leyenda la invención del dibujo a un mancebo de Sicione, . estando una, tarde junto a su amada al tiempo que el Sol tendía sobre un muro blanco la fina sombra de ésta, tomó un carbón y fijó en la pared el perfil de la silueta.' · Pues bien, si un pensador o un artista argentino acertase a dibujar el perfil del noble descontento que hay en la mujer de este país, ése sería el perfil de vuestra cultura. Sus anhelos y sus nostalgias son como un molde en vacío que un día llenaréis con un relieve que será el arte y la idea y la moral argentinas. Ligado como quedo por siempre a vuestros afanes, yo también, desde el seno de mi tierra celtibera, pondré una parte de mis pocas fuerzas al servicio de esa labor vuestra. Y sé que más de una vez en mi Escorial, cuando las redondas nubes blancas, las nubes revueltas y barrocas graviten sobre la testa granítica del monasterio, me sorprenderé meditando sobre vuestros problemas -y no respondo de que alguna vez en mis escritos no haga aparecer al lado de la melancólica mujer criolla, paseando acaso por Palermo, los dos maestros españoles del descontento: Alonso Quijano el bueno, viejo, noble y hinático-y para que no os fatigue su largo rostro de asceta, junto a él a nuestro Donjuan, siempre joven, siempre animoso y siempre dolorido.
Hebe, diciembre de 1918
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1919
FRENTE ALA AVALANCHA
~~ce
mediorn~
periódieame~te,
Desde año y veo obligado, a reeditar con vocablos distintos nn mismoaitículo publicado en junio de 1917 con el tít:Ulo :«Bajo elarco ehruiría»c Los hombres inanes que dirigen la existencia española,· después de evaporar todos los prestigios políticos; van:a acabar también con el leve prestigio estético de lo.S escritores, forzándoles·a escribir siempre una idénticaymonótona protesta contra su vesania invariable: Repitamos, pues, por centésima vez, nuestra ratón: en junio del917 se abrió en España urt·proceso nacional sustanciálmente revolucionario. Este proceso no concluirá sino cuando se hayan cumplido estas dos obras: modificación radical de1asirtstituciones y completa mutación de la fauná gobernante. Si aquellas instituciones y esta fauna se obstinan en resistir al cambio inevitable, el proceso español, que es de'sustancia revolucionaria; lo será también de forma. El carácter turbulento de una nueva organización nacional sólo podrá ser evitado en la medida precisa que desde el Poder se anticipe una política inexorablemente radical. · Una vez y otra, con tal o cual desarrollo, buscando .la demostración en los sucésos que se iban produciendo, he dicho esto en El Sol, y otras tantas lo l:ia dicho El Solc:onlavoz anónima de su editorial.Sin embargo, todo fue en vano. Fue en vano pedir lli expulsión política de las derechas, que durante siglos han ejercidb elPoder sobre España, sin darle una hora de gloria,· y, en cambio, muchas de desolación y todas de abominable' decadencia.' Fue en vano que eXigiésemos la ejecución de un programa mínimo; el cual, entre otras cosas; preparase con una activa adhesión del Poder el movimiento ascendentefecundo de la clase obrera. Fu'e>en vanoque desde· el rincón donde mantengo mi arisca independencia dbmeditador libérrimo me.atreviese a decir a la Coronar que su grey de ineptos políticos se: alimenta tari sólo· de flores de lis y amenaza con dejar sirí liiiosla nueva primavera.
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Tódo fue inútil. Ni Ja C~rona ni sus parásitos haii'querido escuchar la palabra cordial, previsora y neta de un periódico que ha nacido exclusivamente para defender una España más justa y más moderna contra otra envilecida y caduca. Lejos de eso, ¿qué se ha hecho en las últimas semanas? Se ha puesto sobre el viejo y venerable gobernalle de esta raza tan doliente y exasperada la mano del hombre que más brillantemente simboliza la decadencia de nues~ tras costumbres públicas, este conde exclaustrado de todo idealismo. Con su domesticidad, ha hecho el conde un Gobierno; con su gabinete, un Gabinete. Faltando a todo buen uso constitucional, ha manejado días y días Ja Gaceta, sin declarar sus propósitos de gobernación. Ahora bien, la recta teoría de Ja irresponsabilidad de la Corona obliga a que ésta no intervenga en la soberanía nacional, sino enfmIDade voluntades_ precisas, expresadas rigorosamente por declaracion_es de los Gob_iernos responsables.- Un presidente que no h~ce esto 1_es_más bien ~rn valido,. que deja a Ja intemperie ;la Real prerrogativa: Los ciudadanos tienenderechq a sab¡:r quién,; cómo, Para qué y con:qué medios ejerce el Poder una perso:n!\ det7rminada.,Lo que n() es lícito;lo que no es,tokrable a estas fechas;.es que, _como enJas Jlelícnlas; nos gobierne un embozado, -,-1 ,. ,, , """ Ya quenoipodamos referirnos apalabras deLpresidente,para averi; guar;la significación de su política; tenemos que S()rprender _ésta en el;caffi,: de sus _actos. Estos actos so_n¡ .principalmente, dos¡Comisiones. - --1 ¡h -Primero_, la Comisión extraparlamentaria. La1ingenuida4 del apelativo equivale a una confesión indeliberada de lo, que,pie_nsan y sienten e_stos señores y señoritos de la Regencia. Para ellos, el orbe concluye donde co.ncluye _el Parlamento, que es su b_ehetría. Más_ allá de él no hay-realidad es; pañola. Son aldeanos del hemiciclo,.y; consecuentemente, cuando quieren hacer algo:extraparlamentario, se,extrarreúnénellos mismos, y del.Concejo YJ\n_a_la_ c:ªra:v:a. ¿Quién si no'podría reunir:;e en España?De esta ma; _ ner;J hanhecho,una Comisión extraparlamentaria que viene.a ser el Parla, mento fuera de sí. - ,; __ -Luego 1 Ja Cpmisión que va a definida peí:sqnalidad de España en la Sociedad de ]_as Naciones. Como elviento que 4ela marina llegá- tierra adentro empujando, frescos olores salinos; estas palabras:-'c-Sociedad de las;Nacio+ nes-,-.llegan 1a nuestrps _oídos oriund¡;¡s de_un :porvenir ideal: son: el futurp humano y vienen de _él cargadas:con aroniás de esperanzas.- No pode1;rtos:es; cu charlas sin pensar enunmundp más noble y justiciero qué abrigará denr tro de.sí una España mejor,,Los:que_tenemos:hijos:no podemos oírlas sinres¿; bálar nuestra mirada ponlas frentes de Jos piño~, poli esas,:frent~;pueriks que parecen atraer igualmentela dicha o el iruorrunio. ·-'
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Pues bien, el conde de Romanones, fiel a sus pares, se ha apresurado a correr la cortina de una Comisión sobre ese vago horizonte de esperanzas. ;Esta Comisión, como la otra, está formada por los mismos ciudadanos que han aniquilado los últimos veinte años de existencia española. Esta Comi7 sión, como la-otra, significa Ja «reconsagración de los perpetuos». ¿Hablabais de hombres riuevos y de nuevos usos? ¿Teníais la pretensión de que la Corona y el conde gobernante se desentendiesen de Jos hombres con quienes han sabido siempre entenderse? Nulla est redemptio. España parece con:denada a rodar eternidades dentro de ese zodíaco ... Pero no: el Gobierno declara ahora paladinamente su temor por la agi,tación de la clase obrera-¿extraparlamentaria, señor conde?. Llegan noticias alarmantes de Jos sindicalistas barceloneses, de los mineros asturianos, ,de los campesinos andaluces. Se teme,. de unmomento a otro,la formidable _iniciación de Ja avalancha. ¿Por qué no creár otra Comisión, señor,conde? :La situación es, en efecto, gravísima. Un vasto rumor,,sordo yfatídico, :Se difunde subterráneamente bajo. el haz de Espafüí.entera. 'De todas par_tes avanzan voces de inquietud: Caiga de Jo qué sobrevenga la responsabilidad encima ddos:que no atendierontantos patrióticos anuncios. Pero no. basta con ·eso, que es,. al cabo, una actitud'de justicia:negati- va. Piensen los españoles dotados de serenidad y reflexión si no .es un cri'Il1en dejaren vano_ deslizarse los minutos, sino es un deber.de suprema con1cienda:social estar prevenidos y juntos---lejos de toda Ja carroña oficial-,-, a;fin de encauzar noblemente, humanamente las iracundias de un pueblo desesperado; Sólo pueden salvar a Espana hombres de menté clara y sin pre" juicios tradicionales, hombres movidos por corazones transparentes;
El Sol, 13 de enero de 1919
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SOBRE EL ESTATUTO REGIONAL
~ºlí~e:ª
toilicidad~oralni agude~ª
La rutinaria y faraónica, la política sin intelectual va de tumbo en tumbo. Cada paso es un traspiés, como era inevitable: ·Ahí tenemos el estatuto regional parido por esta Comisión de los perpetuos. De tal palo tal astilla. Esta Comisión de palo nos da esa astilla del es~ tatuto;más propia para abrir heridas que para retoñar con frutos: Hemos protestado reiteradamente de todo el procedimiento que se seguía para traer a solución la cuestión catalana. Se ha debido y se ha podido hacer una obra de alegría y de cordialidad nacional. Las ideas autonómicas.no están hoy en España tomo en la edad del señor Solyürtega, el orador de la piedra sin pulimentar.'Hoy, más de media España es, con unou otro matiz, favorable a la organización autonomista del Estado, yde la otra mitad, buena parte habría sido ganada con hacerle ver que la otra mitad la deseaba. El primer error ha sido esperar a que en algunas regiones la aspira~ ción de autonomía tomase un carácter de exigencia conminatoria: Verdad es que para nuestros gobernantes nada llega a ser «cuestión» mientras no toma los caracteres de motín y de revuelta. Orden o desorden público, ésta es la cuestión. Así, la generosa y fecunda idea de la reorganización administrativa de España en fonria de autonomías ha venido a petrificarse en la «cuestión catalana». Y una vez que se ha quitado a un problema público su fluidez y su espiritualidad, una vez que se le ha convertido en piedra, claro es que no puede servir más que para descalabramos unos a otros los españoles. Ahora bien, es falso que la cuestión autonómica sea una cuestión catalana o una cuestión vasca. En ambas regiones ha cobrado ciertamente el movimiento descentralizador una fisonomía más intensa, más resuelta, más agresiva. No discurramos ahora sobre las causas de esa intensificación localizada. Pero en el resto de España existía una aspiración análoga, menos precisa acaso, y, sobre todo, encubierta por la perduración del caciqu.ismo de los antiguos partidos. ¿Qué importan los nombres que cada cual da a sus 186
inquietudes o a sus deseos? Heine se quejaba de dolor de muelas en el corazón. Pues asimismo la desazón general que sentía nuestro pueblo .tomaba esta.O l!! otra fórmµla para declararse. J:!n el fondo, y aparte la formidable irrita~ión obrera., que es un dolor mundial, lo que sentíamos y sentjmos,t()dos los español!!S es el desprestigio progresivo del Estado segúi:i su actual constitución.. El pod.er central, entregado a ho.mbres. inferio~es, ha perdido toda unción autoritaria: Se teme todo.de él y no se espera nada. Quien tenga alguna receta cla.ra para que, sin transfopnarse como,institución, pueda el Poder central recobrar su prestigio, su decoro moral, su respetabilidad, debe¡:ía adelantarla. España entera siente. oscuramente que eso es imposible y que la única manera de volver a tener.un Estado. respetable es reconstruirlo en 11Ueva fon:na. La .creación de poderes, lo.cales nuevq,s que.asumiesen grandísima parte delas. atribuciones hoy acaparadas ,por el poder centrales,el único ensayo que ofrece algunas esperai:izas.La.política quedaría desparramada por todo el país, yJorzosamente,un mayor número .de españoles se vería obligado a intervenir en los asµntos p.úblicos: Esto . solo equivaldría ya a unaenormeventaja. Como en.economía el mero aumento de,brazos que trabajan significa un aumento de riqueza; la'política,.y la vida moral de una nación; mejora por el solo hecho. de que colabore en ella mayor número de cabezas y.de corazones .. , · ,. ,,Hay.muchos, españoles c¡ue son, autonomistas precisamente a causa de su.españolismo: Casi diríamos que los únicos españoles que no simpatizan con la concesión de autonomías son los que se h~nreunido en esta Comisión. Así han segregado el engrudo de esta prosa estatutaria; compuesto en el estilo menos adecuado a un proyecto de bases. .... Es probable que el número de.líneas dedicadas en la.ponencia a establecer cortapisas para lavida regional sea mucho más crecido que el de frase5 otorgadoras delibertades. Acritud, enojo y falta de simpatía a la libre vida regional va rezumando. el escrito ..Cada.dejación deLPoder central está hecha en tal forma, que sale gritando el dolor con que fue arrancada. A nosotros nos parece indigna esta; manera.de.dejarse arrancar lasjurisdicciones. Se ha debido tener e1honorde no conceder lo que se ha tenido la miseria de conceder asf. Cualquiera quelea la ponenciá sacará la.impresión.de que los· concesionarios consideran uh mal gravísimo el regionalismo, una especie de dei:neticia colectiva. El estatuto que otorgan se parece enormemente a una camisa de fuerza. Y es el caso que con pocas más transferencias de autoridad sobre las que en vigor van hechas en el articulado, se contentarían los catalanes. Pero era preciso organizarlas de otro modo que plasmase mejor el cuerpo regio-
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nal. Los comisionados se representan la región como una Diputación provincial inflada. Tócase una vez más el inconveniente ele poner asuntos ele nuestro siglo · en manos'prehistóricas. Todos' los graneles problemas que surgen en España son anacrónicos con respecto a los políticos invitados a: resolverlos. Ya verá ellector cómo para hacerfrénte al sindicalismo en.crespado entregamos el Gobierno a Melquiseclec.Los llamados «círculos políticos» viven en perpetua nostalgia · del megaterio. Cualquiera diría que es el regionalismo un capricho solitario; ajeno'a toda trayectoria fundada en las ideas políticas actuales. ¿Por qué se apac renta igncita't queéhegionalismoy todas las· demás formas ele clescentralic zación constituyen un capítulo esencial dentro del nuevo liberalismo? El grande maestro Hauriou, clice,pcir ejemplo, en su Manual de Derecho pú" blico, impreso enl 918: «El problema ele la libertad política es una y misma cosa con el ele la·clescentralización ele la soberanía»: ¿Qué pensará ele esto nuestro primigenio don Antonio Maura cuando pretende solventar el problema complejísimo ele la soberanía con un par ele batimanes 'oratorios? Pero Hauriou añade: «La descentralización ele la soberanía y la clescentrálización administrativa son un mismo y único movimiento constitucional». Incluida así en un brote más amplio ele progreso nacional y sembrada en una hora ele optimismo español, la autonomía habría surgido como es~ pontáneamente, sin que viniera a hacer sobre su curia muecas adversas ninc gún háda rencorosa. En vez ele esto, del misterio ele la Comisión sale ele pronto urta ponencia, armada ele punta en blanco, con todas sus aristas y sus ángulos; consecuentemente, é:on graneles probabilidades ele herir unos u otros tempera~ mentos:Sín discusión ni atmósferaprevias, súbitamente, caerá entré las pasiones, De antiguo se sabe que nada hay más impolítico. Alas tres bellas discordes, París debió arrojar, no una manzana, sirio una ponencia. Con lo que se ha hecho; sólo puede lograrse enconar el revuelto cara" zón español. A nadie; y menos· a Cataluña, conviene que la autonomía nazca, como el alacrán, envenenada. Sin embargo, ¿qué e;;·toclo esto al lado ele !atormenta sindicalista? • · Publicado sin firma, El Sol, 17 ele enero ele 1919 ,,_· ;·,
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UNA VEZ MÁS ...
ga~antías
Se puede asegurar que· desde hace año y medio' las ·que la Con.stie tución concede al ciudadano español están en suspensión perpetua. En esta medida extrema'han en'contraclo los gobernantes españoles el bálsamo con que intentan curar todos nuestros males.·•• La etapa conservadora ele 1917 fue un ejemplo terrible ele incivilidad: la breve dictadura del señor La Cierva anduvo rozando los límites ele la clepm:tación al estilo zarista; y no·cleportación ele rusos, sino ele españoles honorables: · ·Durante elverano cle1918, la política del Gabinete nacional se ha cae racterizaclo por la turbia e insensata suspensióncle la libertad ele Prensa; Ahora, el conde ele Romanones recurre a la misma medida. El liberac lismo del conde no le ha permitido encontrar medios discretos ele evitar que el orden ele la vida española sea alterado. La existencia ele los españoles se va pareciendo ya a la ele los pueblos invadidos en que las protestas se ahogan a golp¡;s ele culata. No es·que nos parezca condenable-· ¡cómo había ele parecernos!-· el esfuerzo que se haga desde el Gobierno por guardar muy severamente la tranquilidad a que tiene· derecho todo ciudadano libre. Los métoclosrevolucionarios aplicados en cualquiermomerúo y ocasión para lograr fines que un sistema evolutivo puede alcanzar dentro ele un régimen ele gobierno moderno y justo, quedan tanlejos ele nuestra manera clever la política, como las violencias reaccionarias ele los que convierten el« orclen.>y la tranquilidad pública en quietudperpetua y en silencio ele muerte; Pero enEspaña-hemos dicho esto muchas veces-la revoh:tción, en todos sus matices, en todos sus aspectos, ha siclo alentada yreavivacla dese ele el Poder, desde las mas altas cimas del Poder. Ahora se enterari las gentes que creían tener a España entera en la mano, ele que· una considerable parte ele nuestro puebl°'vive en sorda rebelión y ele que ha llegado a detestarles
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y a levantar campamentos dé combate; Ahora empiezan a advertir que la desesperación de las gentes humildes y pobres se desborda amenazadora y vengativa. ¿Qué hacer? Exis~e un maravilloso recurso: se suspenden las garantías constitucionales; unos cuantos agitadores quedan confinados a bordo de un antiguo lanchón protegido; se pub~ican decretos, bandos; se envían regimientos a las ciudades levantiscas; se mueve, en fin, todo el aparato de policía a leí Protopopoff. Si hubiera gÍlardia de cosacos, saldría blandiendo sus
toda la vida política. de este pueblo, en el que varios millones de habitantes piden aquello a que tienen derecho perfecto: un poco de respeto y de bien estar; o como se ha dicho, no sólo el jornal del pan cotidiano, sino un justo ·«jornal de placen>, para su vida. Publicado sin firma, El Sol, 18 de enero de 1919
.. ·Ünavei más;
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11wr~:,
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·BUENA OCASIÓN DE DAR UN PASO FRANCO HACIA OTRA ESPAÑA
Se aguarda con emoción la llegada de los parlamentarios catalanes al Congreso de los Diputados. Desde que el jefe de los catalanistas dio a sus huestes la voz de «rompan filas» y las huestes se retiraron del Parlamento, han ocurrido muchas cosas, y algunas de ellas tan graves, que determinan un intenso movimiento de expectación ante los nuevos horizontes de la política española. Traen los catalanes a Madrid el Estatuto de la Mancomunidad de Cataluña, solemnemente ratificado por la Asamblea magna de Ayuntamientos. Cuando el señor Cambó se levante hoy a pronunciar su discurso, ¿se limitará a lanzar sobre el hemiciclo, como una bomba, ese proyecto de autonomía integral, y pondrá fuego a la mecha, con sus palabras? Horas de grave responsabilidad son éstas para los gobernantes; pero no andan más libres de la sanción pública los catalanes, de quienes en gran parte depende la solución armónica de las aspiraciones que Cataluña ha recogido en el Estatuto de la Mancomunidad. Tanto como los catalanistas sinceros, aspiramos nosotros a que se convierta en un hecho inmediato la amplia autonomía de las regiones españo: las preparadas para el propio Gobierno. No es de hoy nuestro criterio de que en el problema autonomista puede encontrarse el punto de arranque de un gran renacimiento español. Para nosotros, la cuestión de Cataluña ha sido siempre una gran cuestión de orden nacional, de orden español, delimitada, no por las necesidades y las aspiraciones catalanas, sino por las que siente y expresa España entera, o, al menos, esta nueva e interesante España que surge deseosa de porvenir. Ypara resolver un pleito de carácter nacional, queremos que se conceda la autonomía a Cataluña. Tenemos la esperanza de que, transmitido a todas las regiones el entusiasmo y el ímpetu catalán, mezcladó ese problema con todos los deínás que vibran a través del ambiente español, puede iniciarse una etapa nueva y fecunda para España.
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Los catalanistas han dicho una vez y otra que ellos no han abandonado jamás la actitud de cordialidad hacia todas las regiones. Han sostenido repetidamente que la violencia no partía de ellos; que la culpa de todo nacía de la torpe incompresión a que se habían entregado los partidos del turno gobernante,. . Ahora es elinstante de probar que eran verdad esas palabras: · · ·¿Vienen los catalanistas a arrancar la concesión de la autonomía por medios violentos? ¿Va a estallar el Estatuto de la Mancomunidad, como una una bomba de gran calibre? Entonces; tendríamos todos derecho a proclamar que ellos, los que se atrincheraban en·unasupuesta cordialidad, se hari convertido en unos perversos y siniestros envenenadores de corazones. Una gran parte del pueblo español se alzaría frente a las exigencias expresadas en tono intemperante, ylos mismos que fuera de Cataluña vienen batiéndose por la implantación del-régimen autonómico, por considerarlo necesario al gran renacimiento español, tendrían que abandonar sus armas de combate y renunciar a la esperanza que el autonomismo había hecho nacer en sus espíritus. No podrá demostrar el señor Cambó que en estos momentos es necesaria la violencia para lograr que Cataluña resuelva sus problemas de acuerdo con elresto de España. Violencia contra el reaccionarismo incompresivo , de la política vieja y mohosa en cuyas manos anda maltrecho toC:!avía elgo" bierno español, sí: porque es necesario que las gentes interesadas en modernizar nuestra vida pública se convenzan de que es incompatible una reforma trascendental con las ambiciones y la falta de idealismo que caracteriza a los grupos constituidos en los alrededores del Poder. Pero tengan en cuenta los catalanes en esta hora, calificada por ellos mismos de «histórica», que hay una España pujante, suficiente en cantidad y calidad, para dar solución a los problemas que Cataluña alza como bandera frente al Parlamento y al Gobierno. Convencido debe de estar el señor Cambó de que, en principio, la cuestión autonomista está resuelta. Sólo en un caso podría convertirse en inaceptable la solución afirmativa: sería esto cuando los catalanes desglosasen su pleito de cuantos btros se plantean en España, y, en lugar de convertir el autonomismo en vasta cuestión ligada al porvenir de nuestra vida en toda su complejidad y en toda su riqueza de aspectos, lo limitasen a una especie de localismo insensato y estéril. Vengan, pues, todos los bríos y todb el ímpetu de Cataluña a batirse contra los obstáculos que cierran el paso a la gran España; pero que sea un hecho . amplio esa cordialidad de que hablan los catalanistas, y lo sea para todos los españoles. Porque hay muchos que aguardan con emoción la hora en que,
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BALADA DE BOABDIL LA CHICA
impelidos por Cataluña, comenzarán a labrar su liberación todas las demás regiones, ayudadas y confortadas en la lucha por el ejemplo catalán,
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Y, según afirman, el Gobierno del conde.de Romanones planteará la c.risis al Rey.Una vez más, don Alfonso Xlllse encontrará en la situación•del caminante a quien sólo se le ofreciesen caminos que conducen a las tinieblas, Los políticos de la domesticidad palatina se disputarán su privanza. No faltará quien advierta al Rey que elinterés de la Corona coincide.con el de los viejos grupos hambrientos de•poder. Otra vez, toda.una muchedumbre de españoles aguardará con fervor el paso fran:co:hacialo nuevo¡hacia1o.europeo, hacia lo universal. •¿Será ahora cuando España se sentiráremovida en su vida pública y verá abrirse al porvenir rumbos mejores?. Ahora es.buena ocasión de incorporarse a una gran políticay de ofrecer a la angustia deréste país desesperado alguna esperanza. No es ésta la primera vez que hémos.so7 licitado de quien tiene la responsabilidad de los Gobiernos una solución ame pliamente liberal, una agrupación de·elementos nuevos unidos por la ·coincidencia en algunos problemas fundamentales y urgentes. Veamos si ahora hay ocasión de batir·palmas. La Corona ylos políticos llegan a un instante decisivo para la política española,. Publicado sin firma, El Sol, 23 de enero de 1919
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E~píritus sel~~tos afirm~n ~~e
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'
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Trescientos zenetes eran d'este rebato la causa...
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ESPAÑA Y LA LIGA DE NACIONES Arrojemos el hecho al rostro de los que se llaman pedantescamente «hombres de orden». Para ellos orden es esto: que el señor La Chica ejerza su vampirato sobre la amada ciudad andaluza contra la voluntad·de ésta: que manipule los fondos municipales, que trafique y negocie con los intereses públicos, que conceda actas, que persiga al.os ciudadan~s, que amenace.al liberto y apriete al humilde. Tras el moro La Chica garanuzan el «orden» los moros mayores de Magerit. . En cambio, es esto «desorden»: el pueblo, exasperado, se incorpora. La conciencia de la dignidad civil da un latigazo en los lomos de la ciudad; Todos: ricos y pobres, fieles e infieles, derechas e izquierdas, zegríes y abencerrajes forman un tropel vengativo contra el audaz opresor. Pero.la eda!i moderna aparece entonces rápida, aguda, certera, silbante; 'es una bala de mauser. Cae.un estudiante que aprendía fisica-la nuova scienza de Galileo; la ciencia moderna por antonomasia; Al cabo, una leve ráfaga de la lejana tormenta llega y agita un poco los blancos albornoces de los moros mayores en Madrid... · En 1807 visita Granada el vizconde de Chateaubriand: Vuelve de Orienc te cargado de' imágenes, como los cruzados volvían llenos de cicatrices. Ha dado en la Alhambra una cita doble: va a encontrar entre los arrayanes su melancolía y su condesa de N oailles, la Blmica de El último abenCtiTaje. Al avanzar por el valle del Genil hacia Granada, ve «unas torres que brillan coi:no estrellas sobre elverde oscuro de un boscaje». «Es la Alhambra» -·-le dice el guía. «¿Yaquel otro castillo, sobre esá otra colina?» =pregunta.: «Es el Generalife» -replica el conductor. «Hay en ese alcázar un jardín plantado de mirtos, donde, según dicen, fue sorprendido Abencerraje con la suhana Alfaima, Allá lejos, mirad el Albaicín, y éstas que se alzan más cerca, son las Torres Bermejas».
ENViG'
-¡Vizconde, las Torres Bermejas lo están ahora de vergüenza, y su púr, pura es tanta, que enrojece el valle, gana las laderas y tiñe hasta la nívea fren" te lunar del sacro Mulhacénl · ·· · Firmado Esquive!, El Sol, 13 de febrero de 1919
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lAACTITUD REACCIONARIA
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lvla~r; dirigié~dose lo~
Ésa fue que ante;yer adoptó el señor a militares en el Centro del Ejército yla Arnfada. El señor Maura no ha dado una voz aislada; en sus palabras está vic brando el pensamiento de muchos españoles. No podía faltar 'en estos momentos derenovación del mundo la actitud española de reacción contra el espíritu nuevo. Esa actitud coincide, por otra parte;. con la de los últimos ' imperialistas ingles~s y los últimos orleanistas de Francia! Es·natural; se pierde tras el horizonte sangriento de la. guerra todo un régimen de poderes·arbitranos, de secretos, de dictaduras y de' dominios injustos. El régimen antiguo, que responde a: principios borrados' ya de las·nuevas tablas de la ley, se alza contra la oleada de juventud y de libertad humana representadas por el pueblo americano. Y los enconos se hacen más vivos, porque, ante los obstáculos europeos; América redobla su decisión de impoc ner la paz de la Liga de Naciones, a fin de evitarla guerra de las alianzas de naciones,· El señor Maura ha adoptado, ante todo, una•pósturá p'erfectamente anacrónica; cosa que viene•ocurriendo siempre que la política española,· raída de puro vieja, se sitúa ante problemas nuevos. En ninguno de los paísesmás interesados por las soluciones que la Conferencia de la Paz dará a las aspiraciones del mundo, sé han oíd'o palabras tan reaccionarias corrib las pronunciadas anteayer por el señor Maura. : Ese aire cazurro yreceloso con que muchos españoles comentan los debates de París y; sobre todo; las proposiciones de Wilson, significa que nues~ tras cabezas no se han libertado aún de las nieblas antiguas. Esto nos muestra qúe es necesaria una labor profunda de liberalismo yde modernidad para que España no dé al mundo una impresión de aldeanería. •,
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Lá Conferencia de París, en su Comisión de grandes Potencias, ha aprobado el Estatuto que regirá la vida de la Sociedad de Naciones. Ese Estatuto no responde exactamente-al pensamiento de Wilson. Algunas de las exigencias norteamericanas no han encontrado franca acogida en Francia· e Inglaterra. Por ello, dentro del Estatuto hay más de un cabo suelto, más de una frase hábilmente equívoca y alguna que otra reflexión de tipo anticuado. Pero al juzgar el conjunto de la obra wilsoniana, no se han de tener en cuenta esos detalles de segundo orden. En el fondo del Estatuto yde sus propuestas late un alto espíritu moderno que vuela hacia la paz perduradera y hacia la justicia. Se ha dado un gran paso en busca de los ideales de liber'tad humana y de justa democracia. . Cuando un hombre i:on responsabilidades públicas, bien sea gobernante o escritor, se sitúa ante:problernas de esta· naturaleza, tiene, por lo menos, el deber de aguzar su comprensión y no atrincherarse detrás de argumentos y razones que en el orden delas ideas universales.merecen pasar definitivamente a un solemne museo.de·antigúedades,•Aquí son.ya muchas las gentes.que intentan demostramos.el previofracaso de.este intento de renovación del mundo; ~necesario dejar de ser débiles ante.elmundo, y el único medio de curar nuestra debilidad.consiste en reforzar el.militarismo. ¡Que las espadas flamígeras campeen en nuestros escudos 1» Y esta desconfianza, ese recelo socarrón y aldeano hacia las nuevas forc mas.de gobierno que Wilsón quieretnstaurar, se convirtió. anteayer enlec7 ción de.patriotismo dirigida a los militares, quienes por su profesión y por sus tradiciones tienen en realidad la obligación de formar la extrema oposición contra la política wil~oniana. No es ciertaménte ocasión nilugar para tales espect~culos;De,ahfque, aparte los anacronismos d".que está llena su confen;nciil.; haya pecado el señor Maura de inoportunidad. Por unamticheduníbre de razones, España tiene que adoptar ante la diplomaciayla política deWilsonuna actitud moderna.La Liga de Naciones; contodos sus defectos y las limitaciones que impone Europa; se.nos, ofrece como un medio dé engrandecimient~.y de renovación. En ella encontrarnos.ocasión de regular. la vida española' tohárreglo. a•conceptos inequívocos de elevadajus: ticiac.Por ella lograre:mos qué pueblos corno el nuestro dejen de vivir. en ade+ !ante alrnargen dela gran política universaL Hastaahora,.rnerced a !afamo~ sa fórmula del equilibrio entre pueblos fuertes¡ el pensamiento y la sensibilidad
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del mundo, las decisiones, fa paz, el derecho, la riqueza, el bienestar, dependían exclusivamente de un grupo de Potencias. Pero América nos abre a .todos el camino hacia la participación casi plena en el concierto de volun.tades mundiales. El señ?r Maura, hombre de otro tiempo, no comprende que los árbitros de la paz del mundo quieran enterrar con los últimos muertos de la guerra todo un antiguo régimen de falacias, rencores, ambiciones, codicias e hipocresía. No adivina en la vida universal posibilidades nuevas; cree que en las realidades políticas que han rodeado su vida y su pensamiento se encierra, no sólo el único presente, sino el único porvenir de las relaciones entre los hombres y entrelos pueblos. .· · He ahí por qué nos creemos en la obligación de reaccionar contra el pensamiento expuesto en Ja conferencia de anteayer y contra la inoportunidad de tiempo y lugar en que ha caído el conferenciante. ¡Lamentable cosa será que esafaniosa ponencia presentada al Gobierno por la Comisión que preside el señorMaura esté atravesada de· tales socarronerías•y de tan aldeano ideario! Publicado sin firma, El Sol, l 7de febrero de 1919
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FERIA DE AMBICIONES
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Eia de esperar que la Corona resolyiese,la mediante la ratificación . de poderes al.conde de Romanones. Continúa, pues, el Gobierno ac,tual con el compromiso de aprobados presupuestos. Pero, en realidad, ¿se, ha re~ suelto algo que merezca la pena de ser aceptado con júbilo? .No; la crisis del régimen político español sigue su curso y presenta caracteres más graves que nunca. La actitud de los jefes de grupos monárquicos con relación a la Corona, queda expresada en los versos de Campoamor:
Pecar, hacer penitencia, y luego, vuelta a pecar. Por centésima vez desde la dimisión del Gabinete nacional, han prometido los caudillos de la Monarquía un apoyo decidido y franco a fin de salvar el escollo que supone la legalización de nuestra vida económica. Desde el mes de octubre estamos asistiendo a un lamentable espectáculo de promesasincumplidas, propéJsitosfrustrados vohmtariamente y apoyos ofrecidos hoy para retirarlos mañana, cediendo al choque de los egoísmos tradicionales. Ahora ocurrirá lo mismo. ¿Y a qué se puede atribuir todo eso? Los partidarios de los grupos históricos dicen que el desequilibrio de la vida española ha sido producido por el insensato empeño de desterrar del gobierno a los grandes pai:tidos. ELdesgajamiento de los núcleos poderosos y la dispersión de fuerzas ha traído -dicen- esta pelea menuda que pone en grave trance a España y al Rey. Pero el razonamiento es anticuado y carece de fuerza. Desde junio de 1917 (recuérdese la actitud del Ejército), Esp.aña entera, con exclusión de las organizaciones oligárquicas, viene pidiendo clamo.-
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rosamente la transformación de nuestra política. Una tras otra, todas las fuerzas nuevas, solicitan el destierro político de los hombres y de.los partidos .que representan.el desastre y la decadencia de España. Tal ha sjdo la violencia de las demandas, que los Poderes constituidos no pudieron menos de escucharlas efaiciaruna nueva etapa de gobierno púe blico. Pero'en está modificación-.según se descubrió rápidamente-había más .de aparente que de real. Los usufructuadores del Poder, apenas vieron que los ánimos de los,militares se aquietaban, y pensando que era fácil sobreponerse a los anhelos civiles, reaccionaron violentamente contra los in.terltos renovadores y plantearon una lucha a muerte. • .. · ... · . . · Es.e período de lµcha es el que atravesarr10s ahora en medio delos más graves q~ebrantos para elpaís entero:,. : , . . . · .. : ... . : • : e, • La inestabilidad de la.s situaciones actuales es consecuen.cia lógica y.necesaria del combate entablado entre el pueblo, que detesta las ·organizaciones históricas,y.)os grupos oligárquicos aferrados a los instrumento~ de poc der, dispuestos .a continuar has.ta el máximo' límite,. el .disfrute de una hegemonía que no estaban acostumb~ados a veren litigio. -: · .Por ello, cuando se .halla.~l.país en trances como el de ayer, humillado y to to ,el Gobierno por las .arremetidas delosjefes.políticos,,conturbadas las ciudac[es y las aldeas por una agitación frenética,. la Corona quizá no en\. ~uentra la libertad de resolución necesaria para anunciar a España que lo es.encial del régimen político se va a.transformar a fin de ir encauzando esas fuerzas de todo orden que avanzan contra lo estatuido, porque en lo estatuido germina la injusticia de que son víctimas. Todo el peso y la coacción de los partidos históricos al verse amenazados de rápida desaparición, cae sobre las deliberaciones de la Corona, que ante las amenazas de los adictos, pi~rde la flexibilidad de juicio y carece de libertad para iniciar la revolución desde el Poder. . . Ahora bien; el pueblo puede pensar que todo ese juego de bastidores políticos no le interesa; que los problemas no aguardan, y que por encima de las querellas personales y de los egoísmos históricos se halla la realidad di; las ansias nacionales.Jamás se ha producido un tan absoluto alejamiento entre las realidades españolas y los organismos gobernantes. Nunca han sido tan deliberadamente desconocidas como ahora en las esferas oficiales l,as justas consideraciones que se deben a España. Parece que l~s hombres públicos gobiernan para otro planeta, o todo lo más, para un país que nada tuviera que ver con el nuestro. No de otra manera se explica la desconfianza, más aún, el desdén absoluto con que en todas partes son acogidas estas soluciones artificiosas a la honda crisis que sufre el conjunto de nuestras organizaciones públicas.
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Ocurre con las crisis a qiie fre.cuenternente están sujetos los Gobiernos algo semejante a lo que sucede con los conflictos obreros. • Brotan en todas partes huelgas, protestas, discordias entre el capital y el trabajo. Toda España está cruzada dé problemas urgentes en el orden de la producción. De vez en cuando, las autoridades logran res.olver un con~ flicto aislado, localizar una huelga, y con ello creen haber obtenido un se" ñalado triunfo. Pero apenas han pasado veinticuatro horas, cuando ya ad" vierten que los esfuerzos pasados se esfuman, que el triunfo no era más que una ilusión. Pues lo mismo diremos al tratar de las soluciones que la· Corona da alas crisis. Aparentemente y de momento, se salva la situación. Pero la crisis más profunda, la que alcanza a la totalidad de la vida espanola:'.. ésa'sigue en pie y no asoma siquiera el intento de resolverla. De igualrnodo que los arreglos parciales en la cuestión obrera no evitan los avances del sindicalismo ni contienen la iracundia de la forrnidáble masa agraria de Andalucía, tampoco se cura la decadencia y el desastre español con fórmulas circunstancialesl Así, pues, ante la solución de la crisis de ayer, se nos ocurre preguntar: «¿Qué vais a hacer cuando los presupuestos estén-aprobados? Porque és preciso tornar a España enserioy saber cómo se ha'de gobernar a un pueblo, no en las circunstancias•de hoy, sino también en las eventualidades del mañana>¡, ' Publicado sin firma, E!Sol, 25 de febrero de 1919
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_EN1919, «DICTADURA» ES SINÓNIMO DE«ANARQUÍA»·
LOS PUEBLOS NO TOLERAN YA DICTADORES '
Somos enemigos de todas las dictaduras, sean de arriba o deabajo. Todas nos parecen igualmente odiosas; porque en todas ellas germinan los desastres nacionales; Llena está la·Historia de ejemplos de revolución y catástrofes que se deberi a las «dictaduras de arriba»; La «dictadura de abajo» ha producido efectos tan terribles como los que a estas horas padece Rusia; Tres periódicos de Madrid clamaron. ayer en sus éditoriales parla pron' ta instauración de la dictadura.El Debate titulaba su artículo: «La dictadura.;. yprontm>; LaAcdóil decía: «Se necesita un díctador»;Lí:! Cortespondencia Militar (en este periódico está más justificada la actitud) rotulaba su artículo de fondo: «La dictadura es la salvación>>. Ya: estarnos, pues; en' plena demanda de un régimen dictatorial. La Acción procura aclarar su criterio acerca de la dictadura que solicita. Pide «una dictadura que sea fuerte, vigorosa, inexorable, para evitar así, precisamente, la necesidad de la verdadera dictadura, de la feroz, de la implacable, de la cruenta ... » ¿Quién sería capaz de limitar el campo de una y otra, de determinar taxativamente hasta dónde llega la prirnera'y dónde comienza la segunda? ¿En qué lugar de España se encuentra el hombre que ejercería la dictadura sin rozar jamás los límites de «la verdadera dictadura, de la feroz; dela implacable, de la cruenta... »? Y si ésta es la verdadera dictadura, ¿qué sería la primera sihoun artificio, contra cuya esterilidad protestarían violentamente e inmediatamente los partidarios del sistema implacable? La Acción opina que se necesita «un dictador político», unrégimen político de fuerza. Pero, conocida la psicología de los que en España aman la dictadura, podemos·afirmar que tardaría poco tiempo en instaurarse el régimen de violencias, ' ·
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Nó; lo que España necesita es.que se gobierne bien, que el pueblo se sienta bien administrado, que se satisfagánlo.s anhelos déjusticia. Y para gobernar bien, sobra la dictadura. En estos tiempos que la gran guerra nos ha dejado como herencia, la palabra «dictadura» es sinónimo' de «anarquía». Los pueblos no toleran un dictador, sea éste civil o militar. Y dada esta gran verdad, que la experiencia de todos los días confirrna, ¿cómo sostener que se debe gobernar contra la voluntad de los pueblos? ¿En nombre de quién? Ni un solo ejemplo de dictadura podemos aducir para justificar tal situación en España. Si se quiere partir del supuesto de que Lloyd George es un dictador, recuérdese que no hace mucho ha instituido un «Parlamento industrial» en favor de las reivindicaciones obreras, ampliando de ese modo la e5fera de acción del pueblo; si el dictador es Clemeni::eau, no podemos olvidar que hace dos meses el presidente del Consejo de Francia celebraba conferencias con los representantes del sindicalismo francés, aceptaba sus conc clusionesyles prometía fuerte apoyo. · . ,, Durante.la guerra hemos.visto derrumbarse. dos dictadqras: la del zac rismo rµso yla del kaiserism.o alemán. Y aquí queremos intercalar un bre7 ve comentario a la conferencia que ayer dio en et Centro del Ejército y la Ar, mada el general Primo. de. Rivera,· . Pidió éste privil!!gios sociales para el Ejército; sostuvo la.teoría de que el Ejército debe ser algo así.comouna casta aparte,yprotestó,contrala maníainadc rnisible-.a sujuiciü= de que la población civil pretenda instaurar unrégimen igualitario respecto de los institutos arrnados, .Al tratar de.este punto, exprec só cumplidamente su pensamiento .en los c:ortocidos versos que dicen: «¡Igualdad!», oigo gritar al jorobado Torraba; ¿se quitará la joroba o nos querrá jorobar?
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· .. De las. palabras y .delas.teorías sos.tenidas por el general Primo de Rivera se; deduce que eljorobadp:Torroba somos nosotros, sonlos hombres civiles, que ni·tienenjoroba ni tratan.de jorobar a nadie,' y mucho menos al Ejército, •. ; , , .Los dos países en:que e1 Ejército era verdaderamente.una «.ari.stot:racia sociahdmpuesta por elEstado'al pueblo como tal aristocracia, se llamanAle7 maniayRusia. . ,¡· •,¡, .,.;·· Vea .el general que e~;os •dos pueblos son precisamente·aquéllos en que existen ya-lo~ Consej9s de Obn;ros ySoldadm; contra los'Cuales·recomen~ daba ayer,.como antído,to, la actuación renovada de lasjuntas'de defonsa. Sác len triunfantes de la guerra los países que habían podido.llegar a una íntim~
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y perfecta fusión del Ejército con el pueblo, yfracasaroriaquéllos en que el Ejército constituía una casta social superior impuesta por la fuerza. ¿No sir, .ve eso de enseñanza al generalPrimo de Rivera? Decíamos, pues (replicando a nuestro colega La Acción), que el régimen dictatorial es peligrosísimo, porque estimamos imposible evitar el brinco desde la diétadurá incruenta a la feroz e implacable. Y decíamos también que «dictadura» es sinónimo de «anarquía»: . . · ·, Un sistema dictatorial no puede ser permanente ni siquiera durar mu'cho tiempo. Mientras los Poderes públicos se impongan a las muchedumbres por medio de la inexorabilidad, acaso se logrará que ciertas protestas queden acalladas. Pero, en cambio, en el corazón del pueblo irá creciendo el odio y el rencor hacia lo constituido. Cuando el régimen de dictadura acabe, ¿quién contendrá la ira desencadenada? Pero admitamos que la dictadura, aun la más violenta, fuese conveniente. Habría que convenir en que ciertos elementos no son lógicos respecto de sus anteriores actitudes. Todos recordamos el famoso manifiesto de las Juntas de defensa contra la política de los viejos partidos. El Ejérdto se alzaba acusador contra la podredumbre de un régimen político que estaba arruinando y avergonzando a España. Ni una sola frase de acusación para el pueblo. ¿Es que los males contra los cuales reaccionaba entonces el Ejérci' to, han desaparecido hoy o sus causas son distintas? No; aquellos males se han agravado y nos tienen en la desdichada situación presente. El régimen de dictadura sería, con relación al estado de ánimo de España, lo que las represiones violentas suelen ser respecto de los movimientos obreros. ¿Qué resolvió la represión de Dato y Sánchez Guerra en agosto de 1917? ¿Es que no estamos todos convencidos de que desde entonces, y como efecto de la represión, se han fortalecido y perfeccionado las organizaciones obreras, han acentuado su radicalismo los elementos de la extrema izquierda, se han esparcido fuertes ráfagas de odio por toda España y se ha suscitado el deseo de tremenda revancha? Algo semejante habría de ocurrir con la dictadura. Todos los pueblos de Europa, aun los más poderosos, sufren gravísimos trastornos en el orden económico. Ninguno solicita dictadores. Por todas partes se ha puesto el mando en manos de hombres liberales. ¿Qué nos puede enseñar el ejemplo de Europa? A nuestro juicio, muestra bien claramente que sólo pueden salvar a los pueblos Gobiernos liberales, de un liberalismo sincero, que no sólo exista en la etiqueta, sino en los principios, Gobiernos orientados hacia las soluciones modernas, capaces de.comprender lo que hay de tremenda injusticia en el régimen social que desaparece por los horizontes de la guerra. España no es una excepción ni merece medidas excep-
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cionales. Aquí, el pueblo protesta contra un género de política que con razón estima como causante de todos nuestros desastres modernos. ¡¡y ésa sí que sería la única dicta~ura admisible y m<1gnífica, la dictadura del pue,. blo español, de toda España, contra las causas únicas de nuestro malestar y de nuestra ruina! 1Recuérdese que no ~xisten los pueblos para compla,. cer y servir-a los Gobiernos, sino que se constituyen los Gobiernos pa_ra los pueblos. Y nada más que para los pu,eblcis. . .• _.
.- UN PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN ESPAÑOLA
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Publicado sinfirma; El.Sol, 9 de marzo de 1919 ·r '
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Comentando ayer la solución de los conflictos d~ Barcelona, dij~mos que había alcanzado la mctoria el.únicci poder organizado que intervenía en la lucha, Estaafirmaciónchatenido la virtud de irtitar a los elementos conservadores. Claro es que no la desmienten ni siquiera intent::in demostrar que frente al poder sindicalista, frente al soviet obrero, se alzaba otra fuerza poderosa y bien: organizada. La demostración es imposible •• _;, :¡•:El órgano de expresión de los conservadores españoles se revuelve airado_ contra la solución dada al conflicto. ¡Cµalquiera diría que a ellos no les cabe culpa ni responsabilidad! Casi toda la Prensa y casi toda la opinión consciente han convenido _en que alGo bierno que preside el conde de Romanenes no le quedaba másremedio,queproceder en la forma que lo ha hecho. Esto no quiere decir que eLprocedimiento sea.bueno; quiere únicamente sigIlificar que, tal como se había planteado el problema, uo se abría más que un camino, no cabía la opción. Desde el verano de 1917 hasta ahora, la cuestión socia]española,se ha agravado considerablem_ente. De todos los políticos del régimen político ac.tual es la culpa, y en ella han puesto sus manos, con especial torpeza, los elementos conservadores,- Poco. a poco, a fuerza de errores, de estulticia_s y de atropellos, los,políticos españoles han desprestigiado e, inutilizado los instrumentos de gobierno de tal modo, que se ha llegado a un iilstante en que _el Poder se encuentra _atado.de pies y manos; abatido,.deshecho, desorganizado y,caíc!o a l(JS pies de las únicas organizaciones que se han cuidado de acrecentar:sus bríos y sus fuerzas. ' 'i .. Los_ conservadores españoles-.asísededuce de lo que diceLaÉpoca-'-'estiman que el problema de Barcelona se ha debido resolver de otro modo: que e¡;o que llaman «principio de autoridad» y que nu_estros políticos han ~llutilizado.en fuer¡za de'ejercitatlo con abuso y equivocación; debió imponerse sin reparar en medios, costase lo que costase. -- •
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(Aquí viene el sistema del general Aznar: arrasamiento d'e Barcelona). Es decir: los conservadores opinan que se debió repetir la historia del verano de 1917 con sus ficciones y sus 'artimañas, con sus artificios y sus engaños, con las a~etrallado;as, con las cárceles, con los destiei:~s, c~i:- las detenciones de diplomáticos extranjeros, con crueldades y con mJUSUcrns. i Increíble resulta que a estas horas no hayan comprendido todavía la enorme responsabilidad que pesa sobre el partido conservador por haber dado lugar a las peores discordias nacionales al hacer, en su famoso verano de 1917, una terrible siembra de odios!
Si al lado de la organización sindicalista existiese otra, tan eficaz y poderosa como aquélla, nutrida de bríos nuevos, la aspereza de las peleas . sociales se aplacaría, y mediante el equilibrio de los dos influjos contra. puestos, se conseguiría encauzar dichosamente la marcha de los acontecimientos, dentro de Ia cordialidad necesaria para que fa vida de España no resulte québrantáda en sus fundamentos: Es necesario, frente a la organización de un sector español, poner de pie las demás fuerzas nacionales; yno.para que unas a otras se aniquilen; sino para que convivan y se completen, de tal modo que España entera, bien organizada, funcione con regularidad,
HAY QUE ORGANIZAR A ESPANA ;
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Pero ya hemos dicho que el hecho de ser la solución del conflicto la única posible, no significa que sea conveniente totalmente y para siempre, sino recibe complementos indispensables. , · , . ,· , . ' ·' · En el cuerpo nacional se advierte que uno de sus miembros -en este caso el sindicalismo'ci la organización obrera-·-se ha desarrollado de modo formidable. Mientras tanto, el resto del organismo sigue anémico, enfermizo. Esta desproporción tiene que dar necesariamente al cuerpo de España cara ce teres de monstruosidad. , y nosotros decíamos ayer .e-sin sospechar que la•.Épóca se irritana, aun cuando ya sabíamos que ciertás entusiasmos nuestros asustarían su vetusc tez-, decíamos ayerque era absolutamente necesario organizar fuerzas nuevas frente a la de los sindicallstasi porque, de otro modo, se produciría ese fenómeno de monstruosidad a que antes nos referíamos, y esa monstruosidad en la vida de España recibe el nombre de «catástrofe». · La lucha de Barcelona ha sido caótica, porque peleaba un gran poder; maravillosamente orgánico, frente al caos oficial, frente a la dispersión de ideas, de fuerzas, de voluntades en el elemento patronal y errel Gobierno. Es naturalísimo que la organización haya obtenido una resonante victoria so: bre el caosc ' . , En todo país civilizado y gobernado con arreglo a sistemas eficaces~ cuando brota una fuerza'nueva, sea en el campo del trabajo; del' capital o de la política, los Gobiernos procuran crear otra fuerza adecU~~aynuev~ tam: bién, a fin de que al llegar el choque, aparezca el Poder oficial revestido de las garantías necesarias para que todo el pueblo le respete: . · . . ' . ' · : Eso pedíamos ayer nosotros: que no nos limitemos a admirar el poder sindit:alisía: ¿Quéhacen•las demás clases de la sociedad española, a q;ué aguar: dan? ¿Y qué esperan los Gobiernos? ·· "'
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LA CUESTIÓN SOCtAL Y EL EJÉRCITO
¡Cuántas veces lo hicimos observar! Los Gobiernos españoles, débiles por naturaleza, habían dado en la magnífica solución de utilizar al Ejército siempre que se producía una alteración en los servicios nacionales. Esto probará que la caracteríStica de esos Gobiernos era la más absoluta desorganización. Se declaraban en huelga los ferroviarios, y los soldados y la ofiéialidad necesitaban responder de la buena marcha de los ferrocarriles; holgaban los empleados de Correos y Telégrafos, y el Ejército se convertía en peatón, en cartero, en ambulante y en telegrafista; queda una ciudad sinluz, y el Ejército ha de encargarse, por improvisación, de servicios tan delicados y complejos como los eléctricos. Necesariamente había de llegar un caso como el actual, en que los obreros llamados a movilización no acuden, y luego el Gobierno acuerda pasar por alto la indisciplina y resignarse a que todo vuelva a sus antiguos cauces como si nada hubiera ocurrido. ¿Qué es eso sino la consagración de la indisciplina? ¿Se puede gastar tan imprudente y neciamente una fuerza como la del Ejército? ¿Hay derecho a torcer la misión de los Institutos armados hasta llegar a momentos como los recientes, en que un poder que en ninguna forma debió ser rozado por los acontecimientos sufre en sus principios y tiene que renunciar a algunos de sus derechos? El Ejército, con toda la abnegación que ahora le agradecen, se ha visto impelido, por obediencia, a servir decisiones de poderes desatentados. Creemos que la lección última ha sido de tal naturaleza, que en lo sucesivo meditarán mucho los Gobiernos antes de confiar a la oficialidad y a los soldados españoles misiones de policía o de servicios públicos. Porque es desmoralizador para un pueblo eso de que se haga al Ejército víctima de torpezas antiguas, derivadas de un detestable régimen político.
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. EL PROBLEMA AGRARIO ANDALUZ ·_-¡
REsUMEN
'"' ''No podía el Gobierno hacer cosa distinta de lo que ha hecho. Pero, a pesar de eso, o mejor dicho, por eso mismo, apresúrese a organizar el resto de,Ias fuerzas españolas¡ porque espeligrosísimo dejar que un miembro del cuerpo se desarrolle mientras los otros 'quedan átrofiados. No caigamos en la.monstruosidad. ' · ·', Créense los organismos necesarios para que intervengan en los grane des debates políticos y sociales; quede el Ejército limitado a su única misión, aquélla para que fue creado.
UNACARTA DE DON JOSÉ ORTEGAYGASSET Publicado sin firma, El Sol, 19 de marzo de 1919 <
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Señor director de El Sol. Mi querido amigo: Ya usted sabe que menguas de salud y el'dese'o de ahuyentar unos insomnios me han hecho, estas últimas semanas, recalar en Córdoba, en Córdoba la llana, como suele decir el cordobés Góngora. Esperanzas vagas y nutridas con metáforas nos mueven a creer que en estas'dudades viejas, donde el pasado se remansa y perdura, existen grandes yacic , mientas de somnolencia. Del mismo modo que va a Alaska el ambicioso . en busca de granos de oro,' vamos los insomnes a Córdoba; impulsados por un audaz afán de dormir. ¡Vano propósito! A poco de llegar, unamadrugadatoinaronmilitarmente mi vigilia los cascos de un regimiento de Caballería. A la mañana siguiente comenzaba la huelga general, y el Poder público se había anticipado derramando, a mediados gallos, sobre las rúas silenciosas el Ejército español. Desde que. tengo memoria, la actividad del Poder público se ha limitado en España a ejecutar periódicamente paseos militares por las vias urbanas. Un puñado de razones hay para calificar de demencia tal procedimiento. Pero no he tomado la pluma hoy con ánimo de desarrollar este tema. Aludo a ello por una necesidadmeramente lírica: la impresión qu!'! estos días cordobeses me han dejado e5, ante todo, la de una ciudad luminosa que enmedio del invierno huele toda a naranja, a oliva y a espliego y que está habitada por los resonantes cascos del Ejército y la Guardia• Civil. Seis días ha durado la huelga; ha sido éstácompleta y compacta. Ni los comercios ni los cafés abrieron sus puertas, En el hotel tuvieron que servir la comida los familiares del gerente; La burguesía, atemorizada', se.recluía en el secreto de las casas profundas. Ni un grito; ni uná turbulencia: Por las calles solitarias subían y bajaban las parejas de centauros conscriptos. En la puerta del Centro Obrero no había grupos, y del
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interior no trascendían rumores. Él viento fino de marzo traía de cuando en cuando al centro de la ciudad el sordo paso del Guadalquivir, que en lento andar fluvial roza con sus agl!aS las arenas. Esta huelga de Córdoba, puede usted creerlo, es un claro síntoma de la formidable tormenta que se prepara sobre tpda la anchura de Bética. N ate usted que las demandas de los huelguistas eran de una vaguedad tal, que parecía imposible arrastrar con ellas a la totalidad del cuerpo obrero. Pedían rebaja de las subsistencias, cosa imposible de realizar en veinticuatro ni en cuarenta y ocho horas, y que además no depende de unas cuantas voluntades. No obstante, la disciplina de los trabajadores ha sido perfecta. Yo creo que el propósito de sus directores era, más bien, calcular la elasticidad de la organización y hacer un ensayo de su funcionamiento. Con táctica muy acertada, las sociedades obreras se dedican;:meses hace, a una especiede gimnasia sueca. Provocan huelgas cuya finalidad no está en conseguir tales o cuales beneficios externos, sino en ejercitar sus tendones societarios, en lubrificar.el mecanismo huelguístico, templar los qracteres, probar el vigor de las:solidaridades. Pero repito que esta huelga es sólo un síntoma .de la tormenta venide7 ra.: La :nube encinta del rayo no está. en la ciudad: se: cierne sobre el carµpo. Éste es.el asunto que meincita a escribirle esta carta. Aunque me había propuesto en mi viaje medicinal rehuir toda preocupación, las cosas andan de tal suerte por Andalucía, que, quiera uno o no.1 se respiran.en el aire los· más agrios e inquietantes fermentos. En Madrid no sospechamos lejanamente la urgencia y la gravedad de la situación. Verdad es que no enterarse de las cosas va siendo. condición nativa de los madrileños. La capital de España ignora profundamente lo que pasa en España. El centralismoJncomprensivo que Roma ejercía en la Edad Media motivó aquel famoso cantar que inter pornla gritaban los escolares:
Roma mundi caput est; · . sednihil capit mtmdi. , «Roma,.cabeza del mundo, no, entiende nada del mundo». Algo semejante acontece a.este-Madrid mío.que desde hace medio siglo se:alirnen~ ta con notas oficiosas de Consejos de Ministros. . ·' Si va usted a Córdoba, .encontrará que de la mañana.a la noche, el rico y elpobre no hablan de otra cosa que de la nerviosidad creciente de los obreros agrícolas, Raro es el.día que no' llega a la capital alguna familia de proc pietarios campesinos; viene a in5talarse en lugar seguro; huyendo delas ame7 niU:asy de los peligros. Una tarde conversaba en elhotelcon alguno~ amigos, túando se presentó, agitado, encendido, un rico labrador: de Pedro Abad; por
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cierto, diputado a Cortes. Nos dijo que había venido del pueblo para pedir al gobernador Guardia Civil que. guarneciese su casa y las de otros.grandes . propietarios. Anunciaba además que Pedro Abad iba a queda.ti sin alcalde, . porque nadi~ se atrevía a ocupar este cargo.,Los obreros ~aseguraba-·.-han llevado al extremo las exigencias irritadas. Ayer "'"-añadió-.-. se ptésentó un patrono a ellosyles dijo: «Tengo un cortijo de 150 fanegas a-disposición del Sindicato». Entonces un obrero replicó: «Perféctamente, el Sindicato tiec ne un azadón a la disposición de usted». , !i , " .•. • ,, · Me afirmaron que en aquellos días el núméro dé trabajadores siD.dicac dos llegaba a 60.000. Esto.era en aquellos días; hace dos semanas:·Pero en este día, seguramente la cifra ha engrosado; Porque es una nota esencial de este movimiento, la vertiginosidad con:que.sépropag:LAprincipio de siglo-.-recor" dará usted-.·-. hubo en toda Andalucía un intento bastanteamplio deasotiación obrera, pero de él no quedaron más que restos exánimes. Elprocclm actual se inicia débilmente dos años hace; Prosigue lánguidamente hasta la prirriávera del918' En esté momento, como' si un poder mágico viniera sobre él, conquista de pronto núcleos importantes, y en un ritmo veloz se extiendepor toda la margen izquierda ddGuadalquivir:En julio y agosto experirrientauna tran5itoria debilitación. En otoño tórna el compás vertiginoso, y c0l1 élseguimos hoy. • • La sindicación abraza toda clase defabores,.incluyendo muy especial~ , mente el servicio· doméstico. Me dicen.-.-.yestb merece alguna atención~ · que el movimiento es más. enérgico y nervioso donde abundan los pequeños propietarios O pegujaleros; esto. es, labradores que al trabajo de su propia tierra.necesitan· agregar el jornal.ganado en labranzas ajenas;•· . ., .· , · Los Sindicatos son radicalmente antirrepublicanos y antisocialistas. Dec testan toda ac.ción política. Los últimos sucesos del mitin republicano de Sevilla son probablemente una expresión aguda de este temperamento. La ten.denciá, pues, es antiestatista. Según parece, llegaron a Andalucía semill~s del.sindicalismo catalán. ·Pero este presunto origen no explica na.da. La exigúidad de aquellos gérmenes transportados contrasta con la magnitud y!a rapidez de su propagación. Llámese, pues, a la predicación catalana, que semilla, pretexto; el germen prolífico latía bajo el inmenso .terruño meridional.La caída del Kaiser y la liberación delcampesÍno :ruso son las . dos imágenes hincadas en las.cabezas. andaluzas, , ;¡ .. .. , t.· . Otra· inocencia fuera creer que\$ éste unproblerµa de«sal~rios y pan». Ya he visto, amigo mío, la polémica de El Sol, con el ~orrespons:¡tl del Times, con ese míster. Young que equivocadamente ha:elegido nuestra Península para hacer sus años de Robinsón. No es:necesario.insistir en que España, más que ningún otro país, arrastra problemas sustanciales que no son de pan ni de haber. Por el contrario, cpnviene decir que jamás, en todo el ámbito de su
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historia·, han tenido los espanoles," así los ricos como relativamente los pobres, más monedas y más hogazac Recuérdese, a guisa de emblema, que Fernando el Católico, invitando a comer al Almirante de Castilla, le.decía: «Quédese; almirante, que hoy hay polla». . Cierto que el problema agrario andaluz pudiera a p1io1i interpretarse como una cuestión dejórnaly sustento. Pero usar de apriorismo en estas ma_terias es majadería.• Míster Young, antes de ofrecer ridículas panaceas al male5tar de veinte millones de hombres, perteneeientes a una raza antigua, com~ plicaday respetable; debía haber hecho algo más que digerir en sob:e:ne~as conservadoras. Pero dejemos estas robinsonadas. El hecho es que m s1qmera el problemaagrario andaluz puede reducirse· apolítica de pan y salarios, En pocos áños, el obrero -rural ha triplicadocSu habér,y en doce o poco más se ha decuplicadolaproducción comarcana.Me atrevo, por lo tanto;a sugerir queelproblema agrario andaluz no es esencialmente econ?.'.11ic.o, sin? jurídico. Acaso dentro depócos mese5 se álcen eh la-bética campma cien.mil hombres blandiendo con guerrero frenesílos pacíficos bieldos: Pues bien; esos hombres hostiles no pedirán pan, pedirán ¡tieiTaI · · ·· . El Sol.intenta tiempo hace despertar la sensibilidad delas clases gobernantes para los terribles, pavorosos conflictos que desde hace dos años van madurando en la sociedad española. Los medios empleados a fin de conseguirlo no son, por lo visto, eficaces. En Madrid seguimos hoy; como ayer, sin enterarnos de nada. ·Remotas resonancias nos llegan apenas ddo que en las provincias es ya ruido y aun estruendo. Así, del problema andaluz se habla todavía en los centros políticos e intelectuales de Madrid con la vaguedad legendaria que tiempo atrás se· usaba al hablar de la gran serpiente marina. Mi paso por Córdoba me ha convencido de que cuantos superlativos usemos para encarecer Ja gravedad y la inminencia de la revolución andalu~ za· vendrán angostos a las realidades. · · · · . . Concluyo, pues, preguntando, querido director: ¿No habría algú~ n;iedio para dar a conocer al distraído Madrid los hechos actuales del movimiento agrario enAndalucía? Si usted Jo hallarayE! Sol hiciese posible su realización, habríamos cumplido, creo yo, Ja obra más patriótica y de más seriá elevadapac lítica que el momento permite. Piense usted que está en grave peligro la vida general de España, pero muy especialmente Ja de esa gigante yubérrinia campiña que se e:Xtiende del Guadalquiviralmar, esa gleba inmensa de Andalucía, tart garrida y tan bella, que al descubrirla desde Sierra Morena los soldados de Napoleón, conmovidos, fe presentaron espontáneamente las armas. Su amigo y corhpañero,José Ortega y Gasset. · · ··
El Sol, 20 de marzo de 1919
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NI_ REVOLUCIÓN, NI REPRESIÓN
falta de organismos competentes, eficaces y ~decuados, la mayotparte de los conflictos sociales que en España se producen van derivando rápidamente hacia cauces revolucionados. ¿Nos encontramos ahora en un momento inmediatamente anterior a larevolución? No lo sabemos nosotros: pero lo aseguraba ayer el propio presidente del Consejo de Ministros: En España, todo conflicto social, aun cuando se base estrictamente en motivos de orden económico, se transforma inevitablemente en un problema p'olític(). ¿Cuál es 1a causa de este fenómeno? Hace unos días, al examinar con.toda la serenidad posible la fuerza creciente del sindicalismo catalán, decíamos que los sindicalistas representaban la única fuerza organizada _dentro del territorio español. De ahí que en sus luc chas con las clases patronales ycon el Poder público, los sindicalistas se ene cuentran en condiciones de vencer.Nadie podrá negarlo. ¿Es posible continuar de ese modo si aspiramos a dotar a España de una vida normal? ¿Qué elementos de acción aparecen frente a las organizaciones sindicalistas cuando éstas inauguran una política de tipo revolucionario? Ahí tenemos al Poder público. ¿Qué representa?•¿ Cuáles son sos fuerzas? Todo él no es sino uncongloínerado de elementos diversos, antiguos y' fuera de circulación de aspiraciones y voluntades actuales; todo él no representa más que una ficción, unartificio levantado al margen de la vida española, Ni tiene capacidad para reunir y organizar las fuerzas, las grandes fuerzas de España; ni convive con el pueblo, ni entiende los problemas actuales, ni muestra interés por comprenderlos y e5tudiarlos con el respeto y la seriedad que exigen. Detrás del Poder público, tan desorganizado, roto y quebrantado que de nada sirve cuan.do se trata de evitar tormentos y angustias a•España, ene contramosa la gran muchedumbre de españoles «neutros», con la peor de las <
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de eríóéfo revolucionario? ¡¡No!! ·· ·. · , ¡' •. Por desgracia, la.bicha está entablada en los momentos actuale.5 entre un poder ultra-avanzado y otro (eLGobierno) excesivamente viejo y caducó! FaltanJos elementos que entado país moderno actúan agrupados en orga7 Ilismos intermedios, moderadores, elementos.quesirven de agentes de enla• ce entre los radicalismos de un lado y las reacciones conservadoras del otro,, · Y en.España;toda la vida pública está tan archidesotganizada, .que:las gent~ no intentan siquiera ponerse al habla, discutir, acudir a debate.5 sere7 nos y razonados, defender sus puntos de vista; pesar y contrapesar ventajas e inconveniente.5: Aquí; cada uno obra por cuenta propia; cada grupo de espa~ ñoles se constituye en un régimen autonómico: Así resulta que:todo anda dis7 persa, separado por enconos, violencias e incomprensiones; así sucede.que todo conflicto-como dedamos antes-e-deriva hacia cauces revolucionarios, y lo que es peor, hacia movimientos anárquicos y únicamente destructores. ¡Cuántas veces hemos alzado nuestra voz para prevenir a los hombres res~ ponsablesy a los que podían sufrir en una convulsión de las fuerzas extremas! ¡Cuántas veces hemos•escrit() que se d~bía realizar.una gran obra social para evitar.quela.muchedumbrese.hmce.a.prqceditnientos revolucionarios! . , ,El Gql:Jierno nos podrá responder: «ahí están.mis decretos; ahí mis. dis." posiciones.de carácte" social»,.¿Y quf? ¿Cuál es su eficacia?. Todo eso, ¿ha conseguido. algo más que rozarla epidermis del pµeblo español? ¿A qué pla:n resp,onden esas_iniciatiyas? ¿Qué garantías de CU!11plimiento Se. dan al Caph tal y al trabajo} Ninguna, absolutamente ninguna .• ·. Los puel:Jlqs eµropeos.han n~cesitado pasar por la más atroz de las gue7 rras para saber que únicamente p,ncrégimen .deJUSTICIA podía acabar con las sangrientas peleas ,que han arrasado .más d.e media Europa. ¿También aquí necesitarempsyern(JS sometidos a una conmoción profun,da para lograda instauración de unrégimen de convivencia social y política basada ¡;n laJUS7 JICIA? Unosy otros¡ patronos y obreros; capital y trabajo, desconfían hoy
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de todo cuanto proceda de la polítiea y de los políticos.No hay en la política española ni organismos ni fórmulas que puedan inspirar a las gentes res. peto, ni sean capaces de rodearse del prestigio necesario. Por lo tanto, hay . que acudir á,otros procedimientos. ¿Cuáles son éstos? A nuestro juicio, es ya hora de que los Poderes públicos se apresuren a poner frénte a frente a los diversos elementos que combaten en el terreno de los conflictos sociales. Que se conozcan, que se escuchen mutuamente, que cada uno exponga su pensamiento y presente sus demandas, que a este régimen político y social desorganizado, anárquico, suceda otro más moderno y más cordial, más nacional y más humano; Hoy, sobre el horizonte de España, aparecen dos fantasmas: el de la revofüción, agitado por unos, y el de la represión, sostenido por los del bando opuesto. ¿No habrá nada más que eso en el inmediato porvenir de España? ¿No se sabrá elegir un camino ancho y limpio? ·· "Pié.ti.sen todos Iós hpmbres que en estos momentosfatervieneri de uno u olió modo en los problemas sociales; piensen y mediten en la enorme responsabilidad que pesa sobre•éllos. · . · .• . ' . · >, •'· .Los elemeritos de arriba (Gobierno, capitalismo, burguesía, clases consei;vadoras); vuelvan los ojos hacia todos los países de Europa, aprendari a pesar;mediryvalorar la profunda.transformación que la guerra ha operado . . . :- · · , . ·. ' ! , . . , .. · ·· en.el mundo., • ·· > :Los.deabajojreéuerd~n esa magnífica actitud de losjefes del ~lJre~o illglés cuando, en medio delas negociaciones que el Gobierno presidía hace una semana, se dirigíanalas muchedumbres obreras·enurimanifíesto admirable, recomendando a todos calma, serenidad, prudencia y patriotismo. No es posible que España sea el único país en que los conflictos obreros descónoz~an las soluciones normales. Sea en un Parlamento industrial, sea en una Asaniblea,nacional,de1capitalistas y trabajadores, se~ en una organización de Asambleas regionales, es necesario que los adversarios se encuentren, depongan sus espadas y discutan serenamente. ,. ,, ·· . Pero, además, .. e5 imprescindible que unos y otros, tódos podgual, sientán llegar una hora.nacional de amplia justicia; de gran comprensión:y de equitativa coparticipación en el placer y en la.dicha de la vida. Todó1 menos este caminar hacia convulsiqne~ revolúcion!'lrias ,que España,· fatigada y desangrada por tantos años de peleas de.todo orden, no .es capáz de resistir. Y coru¡te.que nos parece igualmente revolucionaria la masa alzada.en rec beldía,que el P?der.erigido en violento aniquilador de:moviniientos ciudádaJ:lOS po,rrnedio de repr~siones sangrientas., , , .. .· . . ·. . . ! , . , , Publicado.sin firma, El Sol, 26.demarzo de.1919
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LA CENSURA NEGRA Y LA CENSURA ROJA
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SÓLO PEDIMOS LIBERTAD Después del colapso de un día vuelven hoy los periódkos madrileños a pulsar en las calles. Pórnuestra parte, no decimos·que en e5te retorno al trae bajo nos hallemos con el ánimo satisfecho. Desde el momento qU:e lacensura roja se puso a.combatir ccinla censura.negrá.al través de nuestros•cuerpos cuotidianos, todos los periódicos debieron darse transitoriamente.por muertos. Ésta fue nuestra opinión: nÍ•Un día, ni una hora• debimos prolone gar una apariencia de vida que sólo servia para sustentar el vejamen y el dese honor. No triunfó nuestra opinión: tomo suele, para desdicha nadonal, suceder siempre; venció esta vez también lo ineficaz ylo confuso,Y henos de nuevo confapluma en la mano; pluma qudas circunstáncias convierten· en un pequeño remo de galera. Usemos de él, ante todo; para marcar con alguna precisión nuestro juicio sobre el conflicto de la doble censura. No serán tal vez líneas perdidas las que escribamos, porque encierra el caso un ejemplo clarísimo de cuál debiera, a·nuestro juiCio, ser en tódos los problemas actuales la verdadera política. < El Poder:público se ha ·reservado;el1. previsión de situaciones extremadamente graves, el establecimiento de la:dmsura:La Constitución y la ley de In'ipreniano ponen trabas suficiel1.te5 al uso de este abuso;y'he aquí uno delos muchos motivos que hacen urgenteia' reforma con5titucional por nosotros demandada. Pero, en' fin, el ejercicio 'delaprevia censura por el Goe bierno es un acto legal, cuandó menos; en el sentido en que es legal un acto abusivo de la autoridad;:Un poto de tacto y otro p'oco de respeto a la nación, de respeto a sí mismos, hubieran impedido a los gobernantés desprestigiar con la frecuencia de su empleo esta delicadísima ley; que hoy; frív9lamente convertida en un miserable artefacto de tortura intelectual y política, con-
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tribuye no.poco a incitar todos los instintos subversivos de las clases más descontentas.Tiene el P9der público órganos constructivos y órganos agresivos: la porciónmer;os inteligente de nuestra sociedad cree que la autoridad se fortalece ejercitando a menudo éstos, y no parece nunca apresurarse en exigir que funcionen aquéllos. Conocemos muchos ciudadanos que no se ocupan de política más que para pedir a los Gobiernos la administración de la violencia. Pero acaece que, aparte la ruindad de este temperamento, las alturas de la historia por que ahora bogamos lo hacen contraproducente. Hoy no sólo no se debe, sino que no se puede gobernar con lafuerzac El Estado no se halla, como en otros tiempos, sobre la sociedad, sino que vive inmerso en ella, flotando en medio dela opinión pública. Y ésta, más fuerte que él, es quien lo nutre de autoridad moral, única duradera y eficiente. Contra una violencia del Poder público, siempre hallará la sociedad o parte de ella algún arma de análogo poder ofensivo. Así ha ocurrido con la censura gubernamental al querer prohibir la publicación de, noticias ciertas sobre las huelgas. Los tipógrafos han respondido a la ley violenta con una violencia ilegal. Lleva, sin duda, el Gobierno la irónica ventaja de que todo lo que él hace es legal. La sociedad, o parte de la sociedad, cuando se .siente herida, responde a su manera. Y su manera suele ser francamente ilegal. La injusticia de la autoridad engendra inevitablemente la ilegalidad social. Nosotros hemos combatido con toda la energía que permite el vocabulario, nuestra única arma, los abusos de censor cometidos por los Gobiernos. Recuérdese nuestra campaña del estío contra el uso que de la mordaza hacía el entonces gobernador señor López Ballesteros. Pero claro es que la censura roja tiene caracteres más tiránicos aún que la del Poder público. Sobre ser ilegal, es irresponsable. El ministro censurador puede ser nominativámente atacado en el Parlamento, y; aunque no es ello muy fácil, puede ser llevado a la barra. Además, la censura del Gobierno es ejercida por empleados también responsables y centralizada en una oficina que aplica a todos los periódicos un mismo rasero. Nos parece un poco ridículo adoptar en cuestiones como ésta una actitud de matamoros. Las cosas deben ser dichas clara, honesta, reflexivamente y sin patética ... Un periódico no puede pretender arrollar la Asociación del Arte de Imprimir. Cada uno de nosotros, los periodistas, es un pedazo del organismo unitario que forman desde el linotipista hasta.el director. Ni nosotros sin los tipógrafos, ni ellos sin nosotros, podemos vivir. Queramos o no, estamos inexorablemente fundidos los unos con los otros. Parece, pues, obligado que extremen los obreros del taller el respéto civil que deben a los demás que colaboran en la obra común, y que cuiden en sus disensiones
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con el Gobiernó de no.herir al que está más cerca de ellos, precisamente por ejercer el oficio más fraterno. Nosotros no somos ni el Gobierno.ni la Empresa: somos el periódico mismo . :Lo que dañen a éste, dañarán a sí. Jtizgariamos de mal gtisto recordar hoy a los obreros cuáles sonlas docr trinas políticas: que defiende este periódico; Au:rique no fueran las que son, nos·creeríamos con todos los derechos para ser atendidos y re5petados. Porr que, en fin de cuentas, 1o que exigünos frente. a la censura roja.ilegal; corrio antda legal censura negra,' es libertadi Y: el coartar ésta nos parece mucho más inaceptable en el obrero que en el Gobierno; Si esta1ibertad ri.os falta, El Sol tendrá; sfn más frases, que suspender swpublicación. · ,. •. ·· , Publicado sirifirma, Eli5ol,:30 de marzo di,.1919 "-,
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UN PARLAMENTO INDUSTRIAL
En~e los políticos españoles ·-qUe so~ t~do vejez-- pasa el ~~ñor Ca~bó poi: ser.el hombre de soluciones más nuevas y originales. En el fondo de esa reputación; reforzadaluego pq.r un sólido talento y un constante deseo de saber, no; hay otra cosa sino que el señor Cambó es el político español que lee más Prensa extranjera. Las soluciones que los grandes paises progresivos aceptan para re5olver sus.problemas interiores; llegan, por lO'tanto, a conocimiento del señor Cambó antes que a sus compañeros de Consejo; de Asamblea o de Comisión. ,,,. . · Ahora, sin embargo, al proponer.la constitución de Un Parlamento industrial en España para resolver las.diferencias esenciales qtíe-separan a pa~ tronos y obreros;el señor Cambó no sorprende al país en el desconocimiento de esa soluciónadoptada•pm Inglaterra. El Gobierno se ha preocupado de ello con·alguna curiosidad cuando menos, y con buena intención. La Prenr sa ha escrito lo suficiente para que unos cuantos millares de· españoles, los más movidos a curiosidad,.tengan noticia exacta delo que es,.en sus principios, d Parlamento industrial constituido en Londres .. Cuatrocientos miembros formarán ese Parlamento: doscientos representarán a-las clases patronales y otros doscientos a los obreros. De esa•Asamblea se destacará un Comité permanente, compuesto de cuarenta miembros: veintepattonos y veinte trabajadores.Los conflictos sociales que se presenten en Inglaterra pasarán a estudio y resolución de este Comité; si ni:J se encontrara fórmula de avenencia, entenderá el Parlamento en pleno, y en último téfmino, intervendrá el.Estado. •Los acuerdos del Parlamento industrial deberán ser ratificados por.el Parlamento político; o sea; el·primeroaconsejaráal Gobierno, y le propondrá métodos de solución:pacífica.en.todoslos problemas sociales. ., ·' ¿Satisfará alas obreros esa limitación que consiste en reducir su función parlamentaria a la simple proposición de soluciones?•., :•
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Pronto nos lo dirá el resultad°o de los ensayos ingleses. En España se comienza a pensar seriamente en la necesidad de constituir un Parlamento análogp. Parece que el Gobierno llegó a creer que sería conveniente constituir también un Parlamento agrario. No discutiremos ahora si es o no aceptable ese proyecto de amp!iar el número de P.arlamentos. ¿Cuál es la actitud de los partidos históricos frente a estas nuevas concepciones de la política social? No lo sabemos todavía. El Gobierno permanece callado, y por lo tanto, los jefes políticos se creen también en el deber de guardar silencio. Pero es muy posible que se sitúen frente al proyecto de Parlamento industrial. Y nada tendría de extraño que también los obreros, sobre todo aquellas masas trabajadoras afiliadas en grupos más o menos extremistas, vean coµ ojos desconfiados la nueva orientación dela lucha entre el ca¡:i1taly el trabajo. Los partidos históricos, que.aun llamándose liberales son conservado" res por esencia, han dado ahora en'suponer quewda fransaceión córilos·ele" mentas obreros representa una claudicación y un desprestigio del Poder público. Creen que ante todo debe mantenerse la vieja .fuerza opresora y caprichosa del gubernamentalismo o del mini.Sterialismo español. En vez de .acercarse a los obreros, se alejan de ellos más y más; No nos sorprendería que a última hora salgan algunos conservadores diciendo que la constittlción de un Parlamento industrial significa una dejación de podery una intervención intolerable delos obreros en el Gobierno de España. Por su parte, los obreros se mostrarán recelosos. Eri Inglaterra, patro" nos y obreros pueden tener plena confianza en que la Constitución del Par~ lamento industrial responderá a principios de sinceridad y de buena fe política. Pero, ¿quién nos dice que en España no lograrán mangonear dentro del nuevo Parlamento los mismos caciques y cacicones de la vieja escuela, ésos que hoy manejan a su antojo las Cortes, los ministerios, los gobiernos civiles y todo cuanto se les antoja? ··.Hace póco -·fácilmentelo recordarán nuestros lectores-se constituyó una Comisión extraparlamentaria para resolverd problema autónomisé ta. Los,mismos hombres que han convertido la·cuestión de Cataluña en·un pleito envenenado, figuraban en la Comisión. · . . · ' .. · »•.i ' • . Luego se decretó la formación de un.Comité encargado de estudiar el Estatuto de la Liga de las Naciones. Y sia la cabeza de ese Comité figuraba don Antonio Maura, hombre que habló de la Liga de Naciones con cierto desdén y con sorna muy española,·en la fila de vocales aparecían todos 1ós políticos representativos de nuestros desastres públicos. · ,. , Enfin;;: se ha intentado encomendar a un organismo el estudio de los problemas sociales de Andalucía; y es elvizconde de Eza, ¡¡elviz~onde de
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Eza! !, quien toma el tren y se presenta en Córdoba para quedar definitivamente consagradÓ como «hombre bueno» en el pleito que mantienen los . obreros del campo con los terratenientes. Y así en todo. ¿No desconfiarán los obreros del funcionamiento de un Parlamento industrial? ¿No existe el peligro de que en este país, condenado desde hace años a los 'más vituperables procedimientos políticos, la fórmula nueva, el método inglés para resolver los conflictos entre el capital y el trabajo, se convierta en una organización burocrática y caciquil, donde una gran parte de los representantes, como ocurre en las Cortes, no tengan nada que ver con las aspiraciones, con las esperanzas, con los anhelos de sus representados? He ahí para la masa obrera y para todos los hombres liberales el verdadero punto devisili; Parlamento füdustrial, sí; pero libre de toda la.actual fauna política. Por eso estimamos que sólo un Gobierno rodeado de prestigio, calificadpj:>aia obtenerla confianza•de todo•elpaís, puede acometer ensayos como ése qriese propone: el de la constitución de un.Parlamento.industrial.. Publicado sin firma, El Sol, 1 de abril de 1919
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DEL CONFLICTO ACTUAL
LA ILUSIÓN DE LOS GRANDES PARTIDOS
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··· UNACARTAYUNCOMENTARIODEJOSÉ ORTEGAYGASSET Señor don Manuel Aznar. Mi querido amigo: Imposibilitado estos días; ]Jor motivos de salud,]Jara colaborar asiduamente en ElSol; me permito rogarle que publique lassúguientes líneas. El público que lee mis escritos es muy reducido; pero es, en cambio, muy asiduo; además no está habituado a que yo calle en las horas equívocas. Cuando tenga más salud y el periódico menos censuras, espero poder ampliar esta lacónica emanación de mi «ciudadanía». Dándole gracias, quedo suyo afectísimo,josé Ortega y Gasset. He visto en los periódicos de hoy inserto un documento donde los empleados del ministerio de Instrucción pública proclaman su adhesión al actual Gobierno y protestan contra la actitud adoptada por el Cuerpo de Telégrafos y Teléfonos. Quiere esto decir que el Gobierno invita a la llamada «acción ciudadana» y favorece la emisión de los sentimientos privados frente a los conflictos en curso. En vista de ello, me veo compelido por mi ciudadanía, no menor que la de esos empleados, a manifestar mi entusiasta adhesión a telegrafistas y telefonistas, junta con mi protesta privada, privadisima, de español suelto, de español de quinta clase, contra el advenimiento de este Gobierno. · Aun suponiendo que los telegrafistas no tuviesen las razones concretas que architienen, no otra que ésta mía debiera ser la actitud de todos aquellos ciudadanos españoles con quienes no se cuenta en forma ninguna para traer y despedir gobiernos como si fueran mozas de cántaro y para exaltar al Poder, frívola o agresivamente, sin pretexto que lo abone, a personas que, cual el señor La Cierva, han asumido todas las impopularidades. El Sol, 21 de abril de 1919
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consi~~
Somos muchos los españoles que, talvez padeciendo un error, raríamos como el peor de los males posibles en la actual coyuntura de la vida e5pañola, mrensayo' de recoristitución de lós grandes partidos políticos y su gobernación turnante merced a uµa armonía'preestáblecida .. Expresar esta opinión, tantas veces razonada, produce algún enojo a los políticos conservadores. Un periódico afín a ellos; consideraba anoche fu.justo que se atribuyese al partido conservador la invencióndel turnopacificb entre dos grandes artefactos de gobierno. Cierto que no es el partido acaudillado por el séñor Dato inventor de tan arcaico como caduco sistema, pero es un hecho que a estas horas no existe ningún otro grupo político que en declaraciones formales haya manifestado su deseo de ver reorganizados aquellos viejos saurios parlamentarios; sólo el partido conservador, por boca del señor Dato, por la barroca pluma del señor Sánchez de Toca y hasta por los editoriales del periódico oficioso, ha expresado su nostalgia por la antigua rotación liberal conservadora. Mas, por lo que hace al fondo del asunto recordaremos ' ' . ' en dos palabras, cuál ha sido siempre muestro razonamiento para considerar indeseables esas grandes agrupaciones. No hemos dudado nunca que sea más fácil gobernar un país con grandes organismos de gobierno que CQ.n una muchedumbre de grupos díscolos y nada fáciles de compaginar. Lo que hemos afirmado -y reiteramos- es que por una parte va el deseo hacia lo más cómodo y por otra la disciplina de la.realidad. Queramos o no, los grandes partidos son hoy imposibles en España por la sencilla razón de que las convicciones políticas viven hoy más de matices que de grandes afirmaciones contrapuestas. Nada más funesto en política que inventar coberturas a las realidades y fingir sencilleces donde en rigor. existen grandes complejidades. De hecho, la sociedad española está partida en numerosos núcleos de opinión que no tienen entre sí la suficiente coincidencia para permitir su unificación dentro d.e un gran organismo permanente. La restauración de
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dos grandes partidos sólo podna haéerse gastando, en lagoma y en las lañas necesarias para mantener juntos trozos que en sí mismos van dispersos, la casi totalidad del prestigiC! moral y del tesoro de austeridad, sin los que no puede dar un paso firme en el Poder agrupación ninguna. · . Suponemos que, juzgándolo de uno.º de otro modo, no querrán desconocer los conservadores el hecho indubitable de haber llegado hoy las fuerzas políticas a los últimos confines del desprestigio. Si fuera ocasión para hacer historia, mostraríamos cómo ha crecido ese desprestigio paralelamente a los esfuerzos violentos con que en los últimos quince años se ha persistido en mantener ligado lo que no tenía ya fuerza vital y espontánea de cohesión. Las horas más amargas que ha pasado la Monarquía fueron debidas a sus intervenciones, bien intencionadas, sin duda, pero enfermas di'! error; para prolongar la vida alosaritiguos,partidos monumentales defa Re~ gencia. Conste, pues, que para nosotros la cuestión no está en,si,-poniéndo• se a soñar,C no sena más cornada lá sblutión de los grandes partidos que la de los pequeños grúpos;'lo que decimos es que, aparte el vaguear de los ensile, ñas, cuantas yeces se intente en España la 'reorganización ddas grandes arquitecturas parlamentarias, otras tantas vendrán•a tierra amenazando con triturar las instituciones que én ellas pretenden 'cobijarse. · Publicado sin firma, El Sol, 7 de mayo de1919 ;f'''·'
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TARTUFO Y COMPAÑÍA
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·con tanta mansedumbre dolor desde hace unás al desarrollo de la política patria. Dos años ha se formó un nudo en las.en,trañas del Estado éspañol, y nuestros esfuerzos han ido encaminados durante todo ese tiempo a intentar deshacerlo:por otros procedimientos que _no fueran el cólico, miserere. La fortuna labora en contra nuestra, y hoy, al .cabo de cien prevision,es y bien intencionados avisos, vemos desesperan• zados que media España se apresta a venir a las manos con la otramedim:Porque de esto. andamos cerca, no haya duda; i Está visto que eLnúmero de hombres de orden es en nuestro país reduCidísimo;Deél hayrc:[üe eliminar muy especialmente a los que a sí mismos se Talifican:de tales. Pues no puede negarse que; co¡no fabricante de desorden, •es el señor La Cierva un gerifalte, y a su vera parece el señor Lerroux un modesto e indocto aficionado. En tomo a este frenético señor La Cierva se'agrupan algunas fuerzas antisociales e insociables de la extrema derecha para las cuales «orden» quiere decir que esté en sus manos el Gobierno y se les deje usar dé él como deuna maza para contundir las testas de los demás españoles. ¿No es injusto hablar así del señor.La Cierva y sus seguidores? ¡Un poco de memoria, lector! Enmarzo de 1918, el señor La Cierva fue arrojado del Poder por don.Antonio Maura, que seinsolidarizó de su antiguo min:istro', rasgó sus•recientes decretos y dejó oír a quien quiso escucharle, su opi• nión.de que el señor La Cierva era un ciudadano peligroso. Sin pretexfo al~ .guno que hicie5e buena la inversión del criterio aparece ahora el señor Maura ·como una humilde sarten cuyo mango está en el puño del frenético señor La ··:Cierva; ¿Por qué es esto? ¿No es ello una escena desmoralizadora? Al fin y al cabo; el señor Maura- conservaba en tomo a la frente las reliquias de una antigua aureola;¿ Por qué se ha dado al país el triste espectáculo de un hombre con la cabeza blanca que se despoja previamente del ropaje de sus pres. ·tigios y de sus ideales compromisos consigo mismo, para, en grave desnu-
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dez, subir ahora al Poder y allí p.onerse a adorar lo que había prometido extirpar y a extirpar lo que había prometido adorar, como son las normas constitucionales y alguna qtra zarandaja por el estilo? Anda nuestra España demasiado exhausta de fisonomías prestigiosas para que no constituya un crimen de lesa patria haber traído hoy a tan evidente desdoro la figura de don Antonio Maura. . Pues ¿a qué otra cosa se le ha traído desde el fondo de sus largos años? Era el perpetuo combatiente, el último hondero balear que lapidaba con su oratoria todos los viejos usos nefandos; era el enemigo de los caprichos palatinos; era el enemigo de las subversiones corporativas; era el enemigo de la caldera electoral donde pone su metal la Corona. ¿No es un dolor ha" llarle hoy de protagonista en una pantomima de corte· y verle ingurgitar cartas que debieron perderse y sorprenderle entre los humos del guisado, cazo enristre? Mas por todo esto cabría patrióticamente pasar sial cabo dé ello entre~ viésemos alguna ventaja para nuestro pueblo: Pero lo que se va a hacer, aunque nadie se opusiera a ello·, no llegará a dar frutos. De súbito, caprichosamente, con pueril ignorancia de lo que es en estos tiempos la sociedad española, se quierereconstruir un gran partido mediante una receta; casera. Se pretende retrotraer todo a la era de laRestauración.. dda cual; por lo visto, se obstina en no salir laMonarquía-.· ,y como si- tuvierambs a Romero Robledo redivivo, se ordena la incubación de una mayoría formidable: El empeño será vano: mañana, el fütmahtepartido universal se quebrará de mievo en sus tro,. zas originarios. No se habrá ganado nada yse habrá perdido mucho:· El simple hecho de que para el intento haya sido menester otorgar al señor Maura medios constitucionalmente incorrectos, debiera fecundar la reflexión de cuantos sean capaces de ella. No es fácil que resulte bueno, negocio cuyo primer paso consume tanto capital de autoridad .. Como tantas veces hemos dich(), la Monarquía ha tenido que alimentar los grandes partidos de su tesoro de popularidad: Las lañas paramantenerenterizos los dos lebrillos tumantes han costado a la dinastía más de cuanto.sepudiera decir. Quisiéramos equivocamos del todo, pero sospechamos que esta.vez la mano ha dado el más grave tiento al bolso. No es buen amigo de la Corona.quien alucinado por el hoy le oculte esta sospecha que mira al mañana. Una razón, entre otras, creemos poderdar en abono.de esto: la Corona no puede vivir segura mie~traslas instituciones políticas no vuelvan a gof. zar de norn:ial prestigio:•Otra cosa es vivir a salto de mata. Para ello cabía; o .crear otras nuevas,.o reivindicar las actuales.Y el que presuma en serio que el modo de hacer estas elecciones no quita a las Cortes próximas, facciosas o·no, todo el honor, es o un poco· necio o un.mucho mentecato.
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' ' .•Porahóra todo va bien; los ministros.adoban la opinión por el medio menqs moral, pero más.eficaz:·subiendolos sueldos que acababan de.ser su_bidos;.¿·Por q\.ié.no ~sperar un mes; siquiera hasta que las elecciones fue.rall' hechas?. ¿Es elegante el gesto del señor La Cierva preparando el ambiente en su favor con dinero que sale delos bolsillos de.todos? Además, de esta suerte; se pfosigué la táctica, hace tiempo iniciada, de hostigar los instintos egoístas,de;cadá grupo .o clase social, aunque es.elarbitrio•más certero para fomentar esa terrible insolidaridad nacional que está.matando a España. He aqúílo que hacenloshombres de orden.No sabemos qué queda por hacer.a los .titulares del desorden .. ·
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Nos otros no queremos hablar mucho del documento suscritp por los jefes liberales. La firma de•estos jefes delliberalismo dinástico.. sea dicho con respeto a sus . per~onas privadas-. no. nos merece crédito público:ninc guno. Tenemos perfecto derecho, después de cien defecciones, a esperár, para emitirjuicio,los actos que: esas palabras perfilan. No aceptamos, pues, corimmdad alguna con estos señoritos de la Regencia que.han falsificado: duc rante quince años elliberalismo español. ; . ,. " . . , .. . , :U Mas aparte de sus fipnas marítimas; que una ola hace yótra deshace, es pata nosotrO!; qudOS•GqmbatimOS ayer/quelqs combatimos hoy y.que muy verosí¡nilmente los·copibatiremos mañana,.. cuestión de conciencia y de veracidaddecir·en esta, hora difícil una palabra. El desprestigio delosjefes liberales se debe dividir, con justicia, en dos porciones,, Una es manufactura de ellos mismos y proviene de su frivolidad, de sus ambiciones ridículas, de su casquivano proceder, ,de su falta de unción patriótica:. Pero de la otra porción no son ellos responsables, sino la Monarquía; Ya dijo Moret que no se había dejado nunca gobernar a los liberales. Desde Moret a la fe- cha es la afirmación tanto más verdad. ¡Cualquier día la Corona daba u_n decreto de disolución a las izquierdas en las condiciones en que se ha dado éste! Si en el camino de las libertades hubiera hecho un hombre lo que nuestro bien barbado donjuan de La Cierva hizo en el de las reacciones en marzo pasado, habría ido de conserva a Femando Poo. La Corona, pues-y sea ello dicho en el supremo servicio de la verdad-, ha contribuido al desprestigio de sus servidores liberales poniéndoles trabas constantes y dejándolos más de una vez en cueros ante la opinión. A los reformistas, que valientemente y con grave sacrificio rompieron la continuidad del republiéanismo, la Corona sólo ha dedicado esquiveces, y los círculos en tomo a la Corona, burlas patentes.
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Si hubiera espacio vendría pelo contar ahora la crisis del papelito. El héroe del cuento es este señor Alba, que, a pesar de su apellido, no quiere ahora salir por la plaza d!! Oriente. Entonces; el cacique vallisoletano en'tró en el corazón de Palacio porque llevaba una misiva antiliberal. Roma" nones; amigo ayer, queda hoy declarado precito,' Verdad es que la Monarquía ha usado con todos sus hombres, uno tras otro, del mismo trato. Primero los acercó a su senoy luego los aniquiló can su desdén. Así fue con Moret y luego con Maura; así, en varia medida y sul cesivarnente, con los. cabecillas liberales; así, en fin, con el señor Dato,' Aho" ra, recorridos todos, el ciclo se renueva y vemos al señor Maura, antaño expulsado, que ahora vuelve a la privanza, y que se entregan actas y se envía a1os gobiernos de provincias a los jóvenes mauristas'que hace año y medio, y no más, practicaban en su Círculo de la Carrera ejercicios iconoclastas. En verdad que la Corona ha ·rizado el rizo de los amores y los desdenes. · «Somos monárquicos ~invOcáción dé guardiás de cOrps », decíamos en nuestro programa de nacimiento. No extrañe; pues, que expresemos nuesc tra1eal convicción patriótica con franqueza de viejos castellanos. Esfos días hay en tomo a Palacio una condensación de tartuferías y se llevan allámu~ chas palabras de vil adulación por gentes a quienes no interesa el mañana de la Monarquía con tal de que hoy se les deje gozar mando y cordón. . No hablemos, pues, del documento firmado por los jefes liberales, que será escritura en el mar, jeroglífico en la arena;· pero opongámonos a !atare tu feria de un derechismo antinacionaly anárquko que se queja de.la sube versión cUando le es adversa; ymierúras se queja está él mismO viviendO de otra más grave subversión. Y una advertencia a los que nos leen: entre los redactores de El Sol y sus colaboradores íntimos no hay ninguno que aspire en estas elecciones a fatic gar en su favor el sufragio universal.· Publicado sin firmá;El Sol, 22 de mayo de 191.9 _,¡¡
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TARTUFO, CHAFADO
Hace algunos días escribíamos sobreTartufo. Con este, nombre de héroe rragicómico designábamos elconglomerado de intenciones y de grupos políticos que se halla hoy en usufructo del gobierno y que ha encontrado en la fisonomía del señor La Cierva su perfil representativo. Reclamábamos del país distraído ante el país atento, y preguntábamos si un hombre expulsado del Poder en la forma que lo fue el señor La Cierva un año hace, podía tornar a dirigir la nación. En marzo de 1918 puso este frenético ciudadano en grave aprieto a la Monarquía; las mismas derechas, y en su nombre el propio . don Antonio Maura, tuvieron que apartarlo de sí, convencidos de que aquel ,>' hombre, parecía, por·su sombra, más bien un manzanillo. He aquí que hoy las elecciones ejecutadas bajo su amparo otorgan la victoria a las extremas izquierdas en todos aquellos sitios donde la opinión tiene valor de ejemplaridad. La formidable derrota de los monárquicos en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza, en Oviedo, en Gijón, en Málaga, basta para marcar la coloración histórica de los comicios que acaban de celebrarse. El resto de España ha padecido los más desordenados acosos por parte de este Gobierno que, como Tartufo la piedad, usa a modo de máscara el vocablo orden. En medio . · de los atropellos más incalificables, no pocos de ellos directamente arde.• nad.os por el señor La Cierva, se eleva la clara y urgente demanda de libertad, modernidad, progreso y buen sentido con que la masa pública de las principales poblaciones sale al encuentro de una política vacía y anacrónica, arbitrariamente exhumada en una hora de mal consejo. En el artículo a que nos referimos, enviábamos hasta las alturas de la .C::orona las más leales palabras de advertencia, aun a sabiendas de que un la/ mentable hábito milenario hace que las palabras leales lleguen a los palacios ' tachadas de faltar al protocolo. Palabras fueron las nuestras ayer. Hoy remitimos hechos. Ahí están los resultados de las elecciones; hablan por sí y a grandes gritos inequívocos desde todas las grandes urbes nacio,nales donde
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Ja actividad política es mayor. Medite la Coroná si es bueno traer cerca de sí figuras de gobernantes que hacen recordar las épocas crepusculares de las monarquías. Hombres sin altura intelectual irnficiente ni aquellos otros dones de gracia cordial y comunicativo fervor que a veces sustituyen con acierto la inteligencia, no pueden ser los que debe la Corona situar entre sí y Ja nación. Cuando más ha menester la Monarquía de una política amplia y ricamente modulada, exuberante de prome5as precisas, sembradora de horizontes y esperanzas, no es bueno que se aferre a mentes áridas sólo capaces, ya que no tienen programas para Ja hora próxima, de ocup·ar al Rey en consagraciones extemporáneas. Como preveíamos, ya está aconteciendo: a las pocas escenas de la tragicomedia, Tartufo queda chafado .. Publicado sin firma, El5ol,.2.de junio de.1919
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LA.POLÍTICA INMEDIATA
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$~a cualquiera el gén~ro de pequeñas modific~cio~es que a últimah~rapue" da traer el amaño.a la composición del Congreso, es un hecho indestríJ.ctible que las izquierdas vienena las Cortes con una gran fuerza, obtenida a pe5ar de Jos atropellosy de las polaéadas gubernativas. Frente a ellas,.una.situación política impuesta a España por medios inconfesables intenta restaurar normas e ideales d¡; Gobierno que se podían considerar como caducádos. Del mismo modo que en Ja contienda electoral se ha querido aniquilar toda representación liberal, a fuerza de cometér abusos de Poder se, pretenderá ahora des te, rrar de la vida pública, de la legislación; de las inevitables reformas que el país · exige, todainfluericia·o inspiración'¡:írocedente del campo de las izquierdás.' ;•;. Seríafnuy doloroso que una·vez terminada la lucha electoral· con un triunfoinespérado; dada la movilización de arbitrariedades que presidió él señor Tu Cierva, los elementos liberales del país cuyas afinidades se han avivado en la pasada campaña, volvieran a dispersarse y a desasirse, para dejarse llevar nuevar:nente por los vientos locos del capricho y de la desorientación .. · ·· · • ·Más que nunca tienen ahora los grupos liberales, y principalmente los más sinceros, necesidad meludible de realizar una amplia labor nacional para que la siembra de esperanzas llevada a cabo sobre el territorio español én la jornada del domingo traiga'en su día frutos dorados'.. · No basta clamar a diario que ésta es la hora delas izquierdas. Será necesario 'que las izquierdas lo demuestren con elocuencia suficiente para que nadie pueda dudar. Es•muy cómodo y harto sencillo ir alborotando pueblos y repitiendo siempre: ~
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política de amplio liberalis~o, u~a política a tono con los días que nos ha dejado en herencia la guerra universal. · · Sería insensato defraudar la· esperanza que han puesto en los liberales tantos españoles como han querido que triunfe la tendencia izquierdista en la campaña última. . · . En el orden social, las derechas intentarán imponer seudosoluciones, fantasmas de solución. Aun los grupos coruervadores más tocados de libe~ ralismo opondrán viva resistencia a las radicales reformas que.exige la organización de la vida española. No hay que reprocharles por ello, puesto que la misión conservadora en la política es precisamente la de sembrar de prejuicios el camino que los principios liberales deben recorrer. ·· Por treedo así, censuramos que en días de agitación social y en momentos que exigen clamorosamente transformaciones profundas, se encomendase tan radical misión a hombres de pensamiento y de tradición ultra conservadora.. En el orden de la economía, cualquier reforma importante que roce l.a estructura de la tradicional economía española; habrá de levantar tempesL tades de oposición en las derechas. Corresponde a l~s izquierdas planear una nueva preparación de Españaparalaluchaeconómica que.se ha planteado ya a todos los pueblos del mundo. · · · · : • : • · · :r Y así en todo lo demás: Probablemente,.la paradoja de qtie enEspaña se instaure un régimen poÍítico de principios uitracónservadores, en el momento más propicio para el gran triunfo de las ideas liberales, se debe· en mucha par" te a la frivolidad con que las izquierdas han enfrontado el complicado problema de fa renovaciónºespañola; y a que sin duda no habían llegado a tener conciencia clara de la responsabilidad que les alcanzaba cuando el triunfo dé los aliados en la guerra marcó el rumbo decisivo a la política universal. Ahora parece que ha llegado la ocasión de agrupar fuerzas para iniciar una labor serena y ordenada de acción liberal. Del mismo modo que las derechas procuran en.todo.momento formar el cuadro.de combateenlos grandes problemas que interesan por igual a todos los grupos ccinservadore5, creemo~ necesario que las izquierdas se.unan cuando por encima de sus matices palíe ticos y de sus programa5 respectivos se encuentren-·-.y esto ocurre muchas veces en España-.· en una amplia coincidencia de sentimientos.liberales. Frecuentemente las hemos.visto separada5 por mezquindades que se sobrepo1iían al verdadero interés español. No sabemos si las últimas elecciones les habrán servido de advertencia o si al menos comenzarán.a darse cuenta de que si; en efecto, ésta eslahora de las izquierdas; ello mismo les obliga a una mac yor generosidad; a un entusiasmo, mayor y a más altas preocupaciones. Publicado sin firma, El Sol;. 4 de junio de 1919
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DE UN ERROR Y SU CAUSA
e~te¿obierno?
el~;c:ones,
K:Quién quiere Amb;s la popular y la senatorial, se,.han mostrado crudamente adversas para éL AL extremo derechismo que el Ministerio representa; ha respondido. la nación con ciertas victorias de extremo izquierdismo sobremanera características. Por su parte, los regionalistas maldicen·del Gabinete, y los carlistas.parecen no menos insatisfec chas: ;Entre tanto, los afines, los hombres de]partido liberalcconservador,refrescan el color de la línea que los separa del maurismo y enseñan a éste su adjetivo libera! como.se enseña el puño cerrado. ¿Quién quiere; pues; este ,Gobierno?• •La paradoja es.cúriosay.conviene fijarla.en el rincón correspondiente de la historia nacional. En 1919.c7dirán los anales-.,: el paisaje político entero, con sus vertientes internacionales y sus:valles interiores; parecía postular un Gobierno de izquierdas reformadoras que abriese ancho crédito.a las esperanzas de las masas obreras,resolviese el problema catalán, avanzase un paso más en la obra, por fuerza lenta;. de desarticular caciquismos, caldease la amistad de nuestro pueblo con Francia y con·Albión, etcétera, etcétera. . Sin embargo, como en una equívoca escena de prestidigitación; donde se esperaba ver un:Gobierrio liberal, modernizador y socialista, apareció inopinadamente instalado un Gobierno de derechas, arcaizante; rezador y amigo de la caza. [Texto tachado:por la censura.] hubo decreto de disolución, hubo elecciones con.las garantías descolgadas,.hubo un peligroso brinco.sobre el más grave artículo constitucionál que manda al Parlamento bien constituido legalizar a tiempo los impuestos y los gastos. No se concibeitalacumulación de insólitas mercedes si no es suponiendo que la.España de 1919 ardía én amores por el señor Maurayel:señorLa Cierva; Pocos días después resultó; no obstante, que gobernaba•a•nuestro.pueblo:unGobierno cuyos partidarios .tenían que ser buscados con candiL La parádoja es formidable, Y como ella, el fracaso de la genial idea. •::
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Habíamos previsto este resultado y así lo hicimos constar en su hora. Pero hoy no se trata de previsiones, sino de hechos. Y ante ellos creernos que muchos se preguntarán: ¿aon qué fuerzas, con qué adhesiones contaban para este Gobierno los que lo engendraron? Bien vernos que se hacían las más locas ilusiones sobre el modo de reaccionar la opinión pública espontánea -sea ésta mucha o poca-; pero ¿no es también sorprendente, no es i.nconcebible que ni siquiera se contase con el señor Dato? ¿Cómo se explica esto? ¿Qué esperanzas, hoy fallidas, florecieron un momento en las cabezas anónimas que imaginaron el libro de caballerías de la política vigente? · No hemos querido inmiscuimos en las danzas y contradanzas de estos días con que unos querían conjugar y otros separar al señor Maura y al señor Dato. Pero ahora, resuélto el embrollo, nos creemos obligados a decir alguna palabra. Si para que gobernase el señor Maura no se co.ntó déaritéc mano con el señorDato,.¿es que se contaba con el apoyo de Pablo Iglesias? Corno esto resulta poco verosímil, sólo hallarnos u na explícaciónal caso:· se creyó que una vez dueño el señor Maura del decreto de disolución, los palíe ticos conservadores abandonarían a su jefe y acudlrían solícitos al nuevo pa" na!. Con frase del actual presidente, diríamos que se confiaba.en la afluen" cia suelta de las zoritas al palomar. U.na vez más se ha querido traficar en grande escala con los bajos instintos que, junto a algunas cosas mejores; puso el Hacedor en la condición humana. Desde hace algún tiempo se viene usan: do esta repugnante; inmoral táctica para arbitrar conglomerados políticos, y es preeiso que se renuncie a ella radicalmente, si no se quiere acabar ton los pocos lazos de honesta'solidaridad qúe aún quedan entre españoles' Da no poca grima ver que se usa del Poder corno de un cebo para atraer vol !untarlos de la gobernación; olvidando que en esta altiplanicie·donde habitamos basta con poner un cuarto de carnaza al sol para obtener al punto un cónclave general de buitres. Lo que se hizo otrora por el señor Dato con" tra el señor.Maúra;.se.ha.querido repetir hoy~on el señor Maura contra f!l señor Dato. Esta vez ha fallado la caza con cimbel.Por lb.visto, se ha abuf sado hasta'del abuso. ·Pero repetirnos que las relaciones entre conservadores'y rnauristas ofrecen un interés muy secundario. Lo importante, lo que; a nuestro pa" recer, debe quedar bien subrayado, es la equivocación sufrida, [Texto ta" citado por.la ce11Surn.] Merced a esta aberración visual, se llega a creer 'que en España no existe más opinión que la de extremas derechas ni mas horn: bres respetables y respetados• que aquéllos cuyos nombres suenan. [Texto tachado por la censm'a.] Creernos que es la Monarquía el más admirable instrumento para llevar una nación del decaimiento a la gloria., [Te:icto ta~ citado por la censura.]
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No decirnos, porque fuera insincero, que sea fácil de manejar políticamente la España de nuestros días. Pero más allá de las disociaciones de opiµión que son p¡ttentes, más allá de las enemistades de grupo, existe hoy en nuestro pueb,lo un vasto afán de reforma y mejoría, de cambio en los usos yen las personas. La línea isoterma de la cultura y la riqueza españolas se ha aproximadó notablemente a la de los grandes pueblos ejemplares. En las proyincias hay hervores de despertar, y algunas regiones se sienten en la plenitud de su historia. Todo esto es magníficamente aprovechable para que dé Ifuestra vida nacional un avance decisivo y reconquiste nuestra raza simpatías y respetos que se habían entibiado. ¿No merece tan favorable coyuntura que la Corona nos dé a todos una lección de alta política, y desasiéndose de prejuicios, rompiendo tradiciones aldeanas, lance resueltamente a la nación por la ruta de las·grandesy valientes reformas? El statu qua equivale, por el contrario, a fomentar el desaliento yla acritud y facilitarlos pequeños ¡ triunfos de los audaces. . · iy,i~s, por h~y, quedémonos con esta menuda verdad: la evidente equic vocac.10n cometida al•elegir el actual Gobierno, dernúestra·que los peores enemigos de la Monarquía noson los republicanos, sino Ios•snobs. Publicado sin firma, El Sol; 19 de junio de 1919
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Don Arnós Salvad~r, q~e·el.l la aÍ;a edad ~onse1'la t~d~~ las ~enerostda"
des y todos los entusiasmos de la juventud, quisiera· nuevamente unir la Igle7 sia dispersa de los liberales. El deseo es de los más piadosos, aunque no nos parezca de los más plausibles. Ciertamente que cuanto;Se haga en serio por reunir españqles sueltos y suavizar inmoderados antagonismos, encontrará siempre urt eco.en nuestra sirnpatía:J'ero en ocasiones, unir a dos es separar . . a cuatro, y esto ya no es buen negocio. .. ¿Qué se espera lograr con.esta reiteración de nupcias entre el conde de Rornanones y el marqués de Alhucemas y X e Y y Z? ¿Va a encontrar en ellos juntos la opinión pública aquellas virtudes y talentos que no les descubrió mientras vivieron en libre y pintoresca pululación? Corno en todas las coc sas, hay también en el desprestigio gradación y matiz. Si pues alguno de es~s jefes liberales ha logrado en los últimos tiempos inspirar alguna mayor esu-. rnación, ¿no corre el riesgo de perderla repartiéndola entre los demás? Produce cansancio y desaliento ver la tenacidad con que se insiste siempre en lo que cien veces ha fracasado. Por una perversión mental desde antaño padec:ic1a.e11 E:spaña,se encuentra lógica toda solución en que inter" vengan los que ya han probado abundantemente su ineptitud, y en cambio, la más modesta demanda de innovación en las personas y en los usos suena a utopía, cuando no a desmán. . ·. únanse los híbridos, si de ello les viene el humor; pero conste que nadie espera de la unión resultado alguno fecundo. Sólo se obtendrán, y en seguida, dos consecuencias: nueva desorientación de las esperanzas liberales. en el país y la ruptura de lazos que se iban formando entre el conde de Ro~ rnanones y las nuevas izquierdas. Los interesados en que esto se produzca pueden encender las teas para las bodas del pseudo liberalismo. Mañana; cuando exaltaciones de las masas sociales, no hallando cauce weparado, amenacen con inmediatas inundaciones, no se diga que nosotros hicimos
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política negativa al _rnírar corno pésimo negocio una unión de respetables ineptitudes que trae consigo la desunión de ciertos núcleos gubernamentales con las extremas izquierdas. En la intención piadosísirna de don Arnós Salvador retoña una vez más el afán de crear grandes partidos. ¡Corno si estos grandes partidos no fueran pre~isarnente de las cosas que menos se dejan cocer por la mera voluntad! Bien poco hace brindábamos algunas objeciones a La Época que se ha especializado en cantar la melopea de los grandes partidos. No dudamos -decíamos.que sean deseables, pero estarnos seguros de que hoy son imposibles. Unos días después, por un delicado castigo del azar, que es el dios más irónico, La . Época ha tenído que oponerse al primer ensayo hecho para reconstruir el gran - partido conservador. Hemos sostenído siempre que estas vastas c6n5t:iucciones son corno las pirámides, albañilería de otros tiempos en que media nación combatía con faotrarnedfa por amor a. un claro y simple sustantivo; Pero ahora la querella pública es más córnplejaymultiforrne, .La más rigorosa comprobación de este pensamiento nos viene del periódico libernI~co115ervador, que lleva un níes:forcejeando con el señor Maura porsalvar el místico cuerpo ingrávido de•un pobre.adjetivo, • ·· -2w. ELtienípo que se emplee enlarestauración del antiguo monumento li1beral será doblemente perdido: se habrá gastado; en no conseguirlo prec ·tendido y no se habrá.aprovechado en hacer otras cosas más útiles: Publicado sin firma, El Sol,20 de junío de 1919
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LA FIESTA DE LOS INGENIEROS
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. COMPETENCIA Y POLÍTICA Con ocasión de fes,tejar a uno de los suyos, los ingenieros civiles :van a rea~ [izar hoy un acto que,merecela atención yfa simpatía de todos los españo- .0 les. Presentarán al Rey un plan completo de reformas y trabajos que; en el or" den de su especialidad, viene a ser el magnifico esquema de una reconstitución ... nacional. Están cansados los ingenieros de ver que hoy un político; mañana otro, aparece en la·plaza pública pregonando tal o cual específico recons- . . tructor. Unas veces se trata de los riegos, otra sori los caminosvecinales, é:uan" ~¡ do no elferrocarril o la opulencia forestal. Exentos los pregoneros políticos ., de toda noción técnica sobre el menjurje que a voz en grito encarecen, convierten siempre en huero tópico lo que acaso merecía ser una bien nutrida realidad. Haciendo de un vocablo su privada plataforma, aspira a acaparar éste los caminos o los ferrocarriles, mientras el de más allá pretende recoger en su menudo vaso todos los riegos peninsulares. Sin buen orden ni continuidad, las mejoras de la tierra, de la industria, de las comunicaciones, viven sometidas al alza y baja del personaje político como si se tratara de su patrimonio nativo o le hubieran caído de premio en alguna lotería. Es en verdad inconcebible que soporte pacientemente la conciencia pública esta pueril práctica, y conviene que de una vez se concluya con el absurdo de convertir funciones esenciales de la vida colectiva en programa unipersonal del bobo o del audaz. A este fin, los ingenieros han elaborado un sistema de transformación técnica de España, poniendo en él su competencia, sin la cual es en estas ma-. terias vana palabra el mejor propósito. Invitarán al Rey a que lo acoja como ··· un bien nacional y un arihelo de todos para que, amparando su ejecución y libertándola de las vicisitUdes políticas, llegue a la plenitud de su realidad. '.' No se trata, pues, de que los ingenieros quieran hoy dejar su.ingeniería -';y para tornarse una fuerza política. Es, más bien, todo lo contrario. Acuden ]t
ála vida pública como lo que son, como hombres de ciencia y de práctica técnica; aportan a la gobernación lo que es su haber, el conocimiento, y pidénque, en lugar de orientar las leyes de obras públicas en el viento de los discursos, alimenten los Gobiernos la Gaceta con este acervo de minuciosos ymeditados estudios. No neéesitanios decir que acogemos con toda efusión el propósito de los fugenieros. Es para nosotros un punto trascendental de nueva política que, dejando de ser exclusiva faena de abogadetes y decidores, integre todas las fuerzas nacionales; una de ellas, y de las más eficaces, es la competencia. Todos los étietpos técnicos deben colaborar como tales en la política. La iniciativa de los ingenieros puede significar la instauración de este excelente y nuevo uso. Pero, claro está, la repercusión que halle en el país dependerá del rigor que se emplee para elirniriar.todci 'equívoco y de que no se dé pretexto al Gobierrio y sus periódicos para inscribir en las listas del partido maurocier. vista; entero y verdadero, el Cuerpo.de los ingenieros civiles.españoles. Suponemos que en el discurso que hoy pronuncie,. pondrá el señor Ossorio y Gallardo sus cinco sentidos, pero sobre todo el tacto. Publicado sin firma, El Sol, 21 de junio de 1919
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PALABRAS SIN SENTIDO - ' Í)
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Aiguien, delllasiado y ;la Prensa not¡¡ en la que se recordaban las orientaciones que la, pluma del señor Maura se~ ñaló a la política internacional de España en elMensajeque leyó eLReyal abrir las Cortes del año 1907. «Es verdaderámente admirable,...,.,-diceLaAcdó11 de anoche- que, a pee sar de todas las mudanzas radicalíSimas que se han operado en el mundo desde• 1907, otro. Gobierno, presidido también'por el señor Maura, pueda reproducir sin enmienda ni modificación los conceptos que sobre política exterior quedaron expuestos en el Mensaje de 1907. »El Rey, aconsejado por un Gobierno del señor Maura, no ha tenido que hacer ahora otra cosa que reproducir íntegramente lo que dijo hace doce años, con el mismo Consejo». Y¿ cuáles fueron las orientaciones del Mensaje leído en 1907? ¿Cuáles fueron esos conceptos y esas palabras que a través de las tempestades de la guerra no han necesitado enmienda ni raspadura? «Perdurando la cordialidad-decía aquel Mensaje- que queremos mantener y felizmente mantenemos con las demás Potencias, intereses comunes muy considerables estrechan en el fecundo seno de la paz nuestra amistad con Inglaterra y con Francia». ¡Triste espectáculo y lamentable ejemplo de ineficacia el que ofrecen los conceptos y las palabras del señor Maura en lo que toca a nuestra política internacional! Tan alta clarividencia en el Mensaje de 1907 autorizaba a espe~ rar en los años trágicos de la guerra una más plena y gallarda realización de los propósitos que aquellas palabras revelaban. Y sucedió lo contrario. En el momento en que algunos elementos, patrióticamente antigermanófilos, pedían que España diese a su neutralidad un carácter de «benevolencia» hacia Francia e Inglaterra, puesto que nuestra amistad con esas Pote11cias a ello nos tenía obligados, en el momento en que algunos españoles alzaban su voz
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entre un .océano de calumnias y de groseros ataques para evitar que cayésemos en la <
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i 1907, ha tenido que nombrar miri.istro de Estado a un hombre que por escribir tres o cuatro artículos contrala piratería alemana, injustificable ante el dec recho y ante la humanidaQ:, hubo de sufrir denuestos de la caterva'germanic zante y tuvo que oír la acusación de «intervencionista» con que nos distinguían a todos los que advertíamos yicondenábamos la aberración teutona. ' ' · De modo que la eficacia de lo que se dijo y escribió en'1907 ha sido tarí. escasa, que, realmente, no han quedado más que unas palabras descolori~ das, borradas por la germanofilia maurísta delos cuatro años últimos: ,
AL ENTRAR EN LIZA
Publicado sin firma; El Sol, 25 de junio de 1919
fl~C:emeses,las derechasresolvieron «dar la'batalla»--"-¿recuerdan uste'-
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des? Comenzaron ª'gemir verbosas sus prensas. Vociferaron en sus círculos y:clubs,rhurmuraron en sus tertulias; esnobizaron en sus camarillas. Se hízb política en los despachos delos bancos,'en la pradera del golf, en la: penumbra de las sacristías. Por fin, alguien cedió, y llamando, contra toda oportunidad; a este Gobierno, le entregó entero su haber: decreto de disolución, susperi~ sión de garantías, pre5ión sobre el partido conservador. Hubo consagraciones en fos cerros y hubo en los barrancos reparto a lo Calígula de senadurías vi~ , talicias. En tales circunstancias, las elecciones significaban un ademán de · i:lesafío;'cáyó'el raído guante feudal en las urnas, y·de ellas lo recogió con democrático modal el pueblo liberal y socialista. Hoy, en el Congreso, comienza - la batalla contra los que se obstinaron en darla. Nadie puede quejarse, y menos los· feudales: todo ha acontecido como enlas justas más galanas del buen tiempo viejo. Atraídas, pues, a la contienda por obra y gracia y torpeza de las derechas, las izquierdas sólo tienen que pensar.en una.cosa: ganarla bien y pronto, Mas para ello es necesario que desarrollen una táctica ejemplar.. Hacen .. falta energía y persistencia, pero no bastan ambas cosas. Si la enfermedad patrimonial de las derechas es el abuso de podery la faz hi¡:iócrita,'suelen las'izquierdas padecer, asimismo, una propensión mística a las·escenas rui, dosas, a satisfacerse·CÓn pronunciar palabras explosivas que están mejor ar. chivadas en: los.barrios bajos del diccionario.Se comprende que lacindignación contra los abusos de poder, sorprendiendo un momento al más' alerta, provoque en él un vómito verbal con alguna participación del pupitre. Pero esta vez creemos que no deben las izquierdas permitirse ni siquiera esas sorpresas. No porque hayan faltado las abusos de poder, sino precisamente porque, ha habido de ellos hartazgo-' La situación del Gobierno es:de extremo desprestigio, porque lo trajo una caprichosa y agresiva soberbia, porque
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gozó de inusitados privilegios que ha malversado, porque sin el decoro de un pretexto ha malherido Ja Constitución y ha segado la libertad de irn• prenta, porque ha conducido en breves días a la Corona por los más superfluos vericuetos, y en fin, porque sus hombres, después de practicar en la oposición la oratoria de Catón, han mostrado desde el Poder el apetito de Pantagruel. . Sin embargo, todos esos pecados no califican exactamente lasituación del Gobierno en estas horas. Más, mucho más que todo eso ha d.eterrninado el fracaso del Ministerio en la opinión, otra causa que conviene subrayar ante Ja atención de las izquierdas militantes. Resulta que en poquísimas jornadas este Gabinete, tan pretencioso, ha demostrado su incapacidad para gobernar seria y altamente. Nada corno esto malquista hoy con Ja nación a una pq" lítica. Siente España un poderoso deseo de perfeccionar su vida, ,rnejoránc dola.materialy espiritualm:ente; Anjiela.una gobernaciqn cordial;respetuosa de to.dos los .modos: de senfüindividuales, fomentadora de:todo lo que.~ homado ensayo. P.ernanda!prograrnas claros en' que,-a la vez; se dibujen arn; plios, gratos horizontes y.se.indiquen razonadamente los medios concrétos del\egar hasta· ellos. Sobretodo estíi;cansada de actuaciones particularistas¡ hoy es una clase.quien pretende. acornodar,a•stiJnterés ,gremial toda la nac ción; otro día es un Gobierho,.corno el actual, ciue gobierna en cofradía.y para· los suyos .. · · ·: •: .. · ·· . :. '1 ;: Frente a esto, solo puede ser solución el triunfq dé.Ja ernocióTI> liberal en leis:árnbitos españoles. El liberalismo es la política generosa por excelenr cia. No en palde liberaliSrno y'geherosidad fueron pal¡ibras casisinónhrias en nuestro padre el latín. Los principios liberales obligan por sLrhisinos• a lec gislar para todos, muy especialmente para el enemigo. Por ello creernos que deben las izquierdas no.contentarse con acometer.bravamente a este Gobierno, que, a Ja verdad; .parece ya un esqueleto .de uniforme; convendría; a Ja.par, ir defürlendoy explanándo uri plan de vida nacional más risueño y atractivo queiestas tristes monsergas de·la «ep.ergía>h)' el «hacer sentidá autoridad;>. Al bote·delanzaico:r;itra este:Gobierno enfático atoinpáñen siernt pre vocablos de•alientrnala.razayuna apelaciónconstante a todas la? fuer~ zas nacionales de rnodei qú<¡! en Ja énipresá liberal se sientan llamados y ahü didos cuantos tienen algo que:hacer en la España de hoy-y'algo•queésperar enladernañana:L "" · "• ::•¡ Al fracaso.secular, de• las derechas españolas en la empresa de hacer un pueblo, tiene que responder el liberalismo con un ideal constructor más claro y más arnplio;rriás árnigoide la vida·y más suscitador de e:r;ittisiasrnosf :• ::.Creernos, puesl que en Ja batalla iniciada sobre la energí:¡. y la· pqc sistencia, deberán hacer gala las izquierdas de serenidad, de reflexión.y de
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talento gubernamental. Preparen durante la lucha Ja futura gobernación y demuestren al paí~ que si combaten sañudamente es por algo que Jo .merece: por una. patria donde se respire libertad y justicia, eficacia y buen .humor. ·· . . . . Publicado sin firma, El Sol, 26 de junio de 1919
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HASTA EL TUPÉ ... Deseoso Su Majestad de evitar, por el bien público, la apariencia de perplejidad a que dmian motlvo rnalesquiera consultas, toda vez que le eran bien conocidas las diversas opiniones, y que juzgaba que el actual Ministerio, por ! la persona del presidente y porS11 composició1i, no serla aventajado por otro alguno en el designio de amparar la desinteresada y justiciera imparcialidad que en las elecciones se requiere por paite del Gobierno ... (De la nota oficiosa facilitada por la Presidencia del Consejo el 2 de mayo de 1919).
Así escribía el señor Maura cuando Su Majestad le ratificó la regia confianza, y así reproducía ante el país entero juicios concretos del Rey acerca del concepto que le merecían los hombres públicos capaces de gobernar. En este sentido, el conde de Romanones tenía razón cuando, hace algunas tardes, acusaba al presidente del Consejo de haber cargado sobre los irresponsables hombros del Rey la responsabilidad de las elecciones, y, por lo tanto, de toda la situación política creada a raíz de aquéllas. juzgaba la Corona que este Gobierno era maravilloso para que el amparo de la desinteresada y justiciera imparcialidad electoral fuera completo. ¿Qué juicios pone ahora el presidente del Consejo en labios reales ante la ola de fango que estos días atraviesa el hemiciclo y que ha convertido en pardusco y gris el azul del banco ministerial? Queremos llamar la atención de nuestros lectores hacia el amplio extracto de la sesión celebrada ayer tarde en el Congreso. Se han suprimido, por decoro y por buen gusto, los torrentes de fraseología hórrida, las avalanchas de injurias, groserías e insultos personales que durante seis horas cruzaron sin cesar el salón de sesiones; De modo que en esta ocasión podemos decir nosotros, con razón sobrada y sin abusar de la frase conocida, que nuestra referencia «es un pálido reflejo de la realidad». Es el respeto debido a nuestros lectores lo que nos ha movido a proceder así. Se díscutió el acta de Santa María de Nieva, y a tales incidentes dío lugar el relato de las coacciones oficiales en favor del candidato ministerial, que muy pronto se olvidó el caso concreto que se había traído a discusión y pasaron todas las minorías a tratar de la política electoral del Gobierno, en su totalidad. El señor Maura parece condenado al tormento de soslayar a diario las torpezas de sus ministros. Hay alguno entre ellos que irrita, porque hace gala de su maestría en la necedad. No ha habido, por lo vi~to, en el Gobierno quien se haya preocupado -ya que el señor Maura no le obliga
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a dímitir-.- de llamar l(\ atención del señor Goicoechea para que evite el triste espectáculo a que da lugar en cada una de sus intervenciones. El lugar adecuado .del séñpi: Goicoechea se encuentra unos escaños más arriba del ban• . co azul;.entr.e la grey•.óvejuna de la mayoría; dispuesta a la interrupción descortés¡ al grito fácil, al· denuesto improvisado. Pero. en el banco azul el señor Goicoechéa no puede olvida11 que el rango, la categoría social de un ministro exigen muy otra dígnidad y discreción en la palabra; en la actitud y en los ademanes. El ministro de la Gobernación olvida estas sencillas normas de cortesía a cada momento y.se permite agresiones de carácter anormal, mal avenidas con ese banco azul, que, como dijo el señor Lerroux ayer tarde, «es el banco de la prudencia y de la paciencia». Nadíe se explica que, después de las sesiones últimas, el señor Goicoechea continúe en un ministerio de mecanismo tan delicado como el de la Gobernación. Vamos pensando que existen dentro del Gobierno voluntades y afanes distintos, porlos cuales viene el señor Goicoechea a permanecer contra toda conveniencia en el puesto que, para su desdicha, le otorgó el señor Maura.
*** No recordamos que orador alguno, desde la Restauración hasta nuestros días, haya fulminado contra la podredumbre electoral más agrias y formidables condenaciones que el señor Maura. Él hizo gala siempre, y la hace hoy mismo, de alejamiento, de retiro, de soledad. Y quiere aparecer ante el país en una especie de misticismo patriótico, en éxtasis perpetuo, indicando a cada paso con sus palabras despectivas y con sus gestos relampaguean tes que sus oídos están cerrados a todo celestineo electoral, que sus ojos no quieren fatigarse inútilmente en la lectura de cartas y documentos relacionados con las elecciones y que en la pureza de sus manos nadie podrá jamás encontrar ni la sombra de una mancha electoral. Todo esto parecería muy bien si alpropio tiempo no resultara que el señor Maura, amparándose en su actitud extática, por considerar que los actos de sus ministros son levadura terrena, barro humano ajeno a su categoría de jehová, olvida de continuo que el presidente del Consejo es, responsable políticamente de.todas las tropelías que nacen en el seno delGobierno, y su responsabilidad llega hasta el momento en que paladinamente expresa la desautorización del ministro directamente responsable y le excluye de la lista ministerial. Repetimos nuestra incomprensión ante la tardanza del señor Maura en tomar resoluciones como ésta. Su propia conveniencia le aconseja que se
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desprenda de lastre inútil. Porque resulta evidente que de la sesión de ayer tarde debieron salir dimitidos, y expresamente señalados por el dedo del jehová presidencial, los sep.ores Goicoechea, síntesis detodas las torpezas; y vizconde de Matamala, víctima de sus propias palabras: Acabe ya la actic tud de buen Dios en que está colocado el.señorMaura,•porque, eón moti~ va de la discusión de actas, el barro está llenando Ta Cámara y llega ya has~ ta el tupé de su divinidad.
.LA POSTRERA LIBERTAD
Publicado sin firma, El Sol, 4 de julio de 1919
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Las que somos liberales por devoción y no• de·~ficto•riecesitanios manifesc tar nuestro desacuerdo con algunos liberales de oficio yno por devoción que se sientan en el Congreso: La attitud de éstos frente al hecho dé fa infracción constitucional come'tida•alprorrogararbitrariamente el!presupuesto es de todo punto insatisfactoria; De las dos batallas dadas la última semana en el Parlamento, han reservado la menor para fa causa mayor; Yana trato de quitar importancia a las truculencias electorales ejecutadas por este Ministerio de mosquitas muertas. Precisamente he podido asistir enprimerafüa al espectáculo dé su deshonestidad gubernativa. El Gobierno, favorable aniis aficiones & observadorº social, ha elegido una p'ersona· que me es muy·próxima para ensayar en ella su máxima capacidad de atropello. He.visto¡ pues, cómo dseñor>La Cierva enviaba·alas provincias gobernadores con psicología de leopardos, y he presenciado bien de cerca la selvática escena de los alanos gobernantes dando caza a un candidato en la espesura de un distrito serrano: ¡C:uál no habrá sido el desmán, que el Gobierno mismo ha tenido que mudar de provincia al leopardo y elTribunal Supremo anular la cacería! A pesar d.e ello, me parece inconmensurable la·gravísima:infracción constitucional con cuanto haya podido cometer el basto jovewbullangue~ ro que ha estado clueco en Gobernación, o con la espontánea•ayuda pres~ tada•por el mirífico ministro de Graciay justicia alas decisiones del Tribunal de Actas. ·1 • ••• ¿Cómo es posible que a estas fechas no hayan tocado a rebato todas las espadañas de libertad; haciendo leva general de los hombres libres? Setrata de un caso en que todos, dél tradicionalista· al socialista, han debido sentir igualmente vulnerada su sensibilidad civil.Yo no he aprendido•a conmo. verme por és!.a libertad en los discursos de Robespierre, sino en las Crónicas más viejas de nuestra tierra, donde.la he oído bramar· entre los vagidos natales del habla castellana. Ni es posible; para quien no tenga muerta la
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memoria, caminando por la gleba nativa, divisar a loléjos las torres doradas de una ciudad o de una villa sin recordar que acaso en ella se celebraron Cortes, las cuales usaron de esta franquía. ¡Libertad de mil años, que era ya inveterada cuando iniciaba~ su germinación las más viejas encinas de nuestros paisajes actuales! Bueno fuera que los votos de una mayoría ocasional, en una simple junta de diputados, bastasen para extirpar a España su más añejo y excelente honor de civilidad. Es de advertir que no se contentó el Gobierno con arrancar de soslayo una aprobación de sus actos, sino que nuestro almojarife donjuan de la Cierva sostuvo lo que él llamó su tesis. Y esta tesis, «esto que he querido demostrar... » -dice el Dialio de Sesiones-, consiste sencillamente en «que habiendo sido yotadosJoSEsos «pechos'desaforados»•o ajenos afoero•cortesponden•a nuestros presupuestos ·anuáles,Alfonso Xl no .hizo en.esta ocasión otra cosa. que ree frendar la.explicitanotrnafotrnulada por su padre, Femando rv; enlas:Corc tes de Valladolid, de.1307c•«Esfa corice5ióri de pechos y servicios-..escrib.e Colrrieiro~foe la prerrogativa esencial de los procuradores de las c~udades y Villas; autorizada por la costurnbreyreconocida por AlforisoX en.las Corc tés de Burgos; de 1269; y despµés iespe,tada.por sus sucesores». . .·,
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Un día, en 1419, donjuan el Segundo apremiado por la urgencia de una guerra contra el rey de Inglaterra, hace recoger «ocho monedas» sin previa . autorización de las Cortes. Reunidas a 1420 en Valladolid, los procuradores . le dicen estas sencillas y patéticas palabras: «Que sentían muy gran agravio al presente e muy grant escándalo e temor en sus corazones de lo que adelante se podrta seguir por les ser quebrantada la costumbre e franqueza, tan amenguada e tan común por todos los señores del mundo, así católicos corno de otra condición, la cual toda su autoridad e estado sería amenguado e abajado, non quedando otro previllejo nin libertad de que los súbditos pueden gozar levantando el sobredicho»; Conste, pues, que en 1329 y en Madrid, Alfonso XI reconocía a los castellanos un derecho que en 1919 y en Madrid, un ministro de Alfonso XIII nos recoge. Evidentemente·, retrogradamos. Los señores Maumy La Cierva andan nostálgicos de nebulosa primitiva y han hallado ya en el ministro de Gracia y Justicia unrepresentante de lo paradisiaco. •Mas.no creo que esta involución convenga a la lv!onarquía.Hoyvivirnos sin ley eneEspaña: los tributos pueden no ser pagados en buen derecho, porque eldecreto del Gobierno es de aquéllos que, según los Códigos castizos, «han de.ser obedescidos, pero non cumplidos». · Si eLRey pudiera equivocarse-· tite King cmmot wrong-;nos parecería incontestable que se había equivocado ahora trayendo a redropelo un Gobierno extemporáneo. Porque no es posible que los liberales, cualquiera que sea su matiz, consientan en que se les arrebate este postrer «previllejd e libertaci» que gozábamos: No creoque la•nación española viva tan envilecida qúe soporte el entuerto. Aún tengó esperanza de que suenen tañidos en las espadañasy a la voz de «¡Libertad!, ¡Libertad!», se junten algunos corazones cápaces de sentir el «gran agravio del presente e el grant escándalo e temor podo que adelante se podría seguir». El Sol, 8 de julio de 1919
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LA CORONA FRENTE A LA CRISIS
E1 Go~ierno, que iba ya rnalhe~clo co~ u~ plomo en el ala; have~do a caer 1
en el acta de Corla. La elección de este sitio para aterrizar y fenecer tiene un sentido simbólico. Y conste.que no lo decirnos por el bobo, sino por la puell'te, Coronada por lamole adusta de su catedral, es nuestra Coriauna ciudad bruna y arcaica, puesta sobre una costanilla cuyos pies lame la yena·clarade un río. Anotable distancia de éste, se eleva en lo seco una puente reál; nadie la transita y bajo las grandes curvas de sus ojos fructifican unas huertas de privado beneficio, Así este Gobierno de ahora fue erigido, rnerceda uh error de óptica palatino, .lejos de.la opinión pública; que, eh su vario curso, busca otros cauces y torrenteras;. Hace unas semanas analizábamos el caso: estrambótico de que .la.Coro~ na entregase todo su haber a un Ministerio bajo el cual no pasaba río alguno de popularidad. ¿Quién quiere este Gobierno?, nos preguntábamos, EnPa" lacio se ha.creído que media España, cuando menos. El fracaso de los malos consejeros que, parlo visto, tiene el Trono, es manifiesto. A este Gqbierno le querían tan sólo algunos rentistas, los jugadores de golf, un· tercio delos cuartos de bandera y todas las sacristías. Esto es algo, ciertamente; pero no es un río. Surnándd, resulta una mínima parte de los ciudadanos españoles. Las elecciones han facilitado algunas pruebas de ello. Las demás están en el aire y se respiran. Véase el nocivo resultado que la caprichosa exaltación de este Gabinete ha proporcionado a la Monarquía: una gravísirna infracción constitucioc na!, una opresión atroz de las organizaciones obreras, una sembradura de rencillas entre Ias fuerzas de la derecha, y unas Cortes con que nadie podrá buenamente gobernar; Si no ha sido esto una equivocación garrafal, no sabernos para cuándo se reserva el término. Pero hay más. Intentando crear usos nuevos, el señor Maura ,dio en 2 de mayo una nota oficiosa donde, por vez primera, hacía un Gobierno el
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extracto oficial de un discurso pronunciado por el Rey en el p1ivatissime de un Consejo. Con discutible modestia nos hacía saber el Gabinete que el Rey . entregaba sin previas consultas el decreto .de disolución por considerar a sus . personas la l)lás alta garantía de imparcialidad electoral. Cuando hoy el rnoc narca relea eldoéurnento, verá entre esas líneas"surgir al señor Goicoechea rodeado níagnífitarnente por la pululación de dos mil delegados. Y cuando anteayer recibiera noticias de la crisis y su ocasión-el acta de un pariente del señor Maura-, es de suponer que en su delicada intimidad, allí donde viene a gravitar la responsabilidad sublime de la historia de un pueblo, habrá resuelto allegar para el futuro consejos más veraces, más serenos, más nacionales; y sobré todo;' impedir que\iuelva a pasar nunca el carniho real pdrla perínclita.puénte·derCoria.>
Y dos palabras sobre tih érror; , ,. , .se ha dicho ayer que el Gobierndhabía sido derribado poda abstención delos conservadores, Esto es gana de decir.· Cláro está que si los amigos del señor Dato hubiesen votado en todo caso córrío un.solo Maura'·'no. había medio parlamentario de, derruir al Gabitiete;,Pero el partido conservadorno se ha fundido con el ex-Gobierno, y aunque lo hiciera mañana, siempre tenc dríarnos que, dadaJa áctualrnecánica delrCongreso; la mera ausencia de tinos pocos:conservadqres, entregaba atado de pies y manos el Ministerio a las izquierdas. Los abstemios de aoteayer indicaron con su actitud que se.sumaban en alguna parte ala campaña formalmente abierta contra Maura-La Cierva por liberales, regionalistas, reformistas, republicanos y socialistas. No vernos en qué pueda.consistir que un grupo parlamentario derribe a,un Ministerio si no e5 en que logre un día arrastrar consigo a otros elementos de la Cámara. · · No se hagan, pues; ilusiones los ministeriales. Son las, izquierdas quienes hanpuesto en derro.ta al Gobiemo,,sibien nosotros hubiérarnos,preferido que más que en un acta hubiesen'logrado,la victqria ,en algún otro tema de noble. cuantía: rpor ejemplo, la:irrfracción ~onstitucionalcornetida con la.despótica prórrpga.del·presupuesto", ! : .¡,, : , , .·. ,, ,, . Todo hace pensar: que.el Gabinete se setitía·ahogado antes dela vo.tación que le.ha ~ervido dé!preteJtto para.retirarse. Una vez constit'uidas las Cor~ tes, empezaban las mayores dificultades., Había de discutirse el decreto anticonstitucional susodicho,la crisis de abril,: las truculencias de la autoridad contra los obreros de Cataluña y Andalucfá, las senadurías vitalicias, etcétera, etcétera. Todos estos asuntos eran de tal gravedad para el Gobierno, que no podía soñar en abordarlos sin una rnaymía compacta; aguerrida yforrnidable.
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Suponemos que nadie será lo bastante inocente para aceptar la opinión de los periódicos domésticos del Gobierno dimisionario, donde se atribuye a un azada caída de éste. T¡j,nto valdría decirque un cuerpo cae por casualidad hacia el centro de la tierra' Desde que vino al mundo este Ministerio, estaba condenado a sucumbir brevemente.p.or ley inexorable de la física Pº" lítica. En rigor, sti nacimiento era ya un suicidio.
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La solución de la.crisisestá·enlas manos que la Constitución deterL minfü No se nos oculta que es dificil e!. momento e Por culpa de quien sea, los
instrumentos de gobernación con que la Corona contaba se himido inutifü zando. La conciencia pública rehúsa su entusiasmo y escatima su.fe a conservadores y liberales. Las extremas izquierdas, ayer exhaustas, van hoy henchidas por masas crecientes de ciudadanos. En tales circunstancias, cualquiera desviación en la voluntad de la Corona puede llevar a enoirnes conflictos. Lareciente infracción constitucional fermenta en muchos corazones que hasta ahora prestaban su adhesión a la Monarquía; no se olvide este factor:• Parece, pues, claro que elTrono debe inmediatamente detenerse en la pendiente de anticonstitucionalidad donde le ha pue5to el último Gabinete. No vemos que en estas fechas de la Historia pueda la institución monárqui'ca defenderse de los hostiles con otra airna• que su propia escrupulosidad.' · Ensuma, la solución tendrá que ser, por el pronto, puramente transi" toria. Cuanto más se le vea en la cara esta humilde condición, mejor llenará su fin. Estamos como en diciembre, y si esto es así, no se pretenda, por una ficción violenta, suponer que estamos de otra manera. Con estas Cortes sólo se podrá, en.una hora de benevolencia, resolver sumariamente la cuestión . · · . · . . . ·. · económica. Luego.;. • Luego, ¿p.or qué no otras Cortes? Las gentes hipócritas han dado en espantarse siempre que se habla de hacer frecuentes los grandes plebiscitos na" cionales. Y siri. embargo, allí donde elréginien parlamentario ha llegado al clasicismo y ha.rendido mejores cosechas, eri Inglaterra; es donde encmi~ tramos con más frecuencia disoluciones de Parlamentos que se suceden verc tiginosamente unas a otras. No se diga, pues, que es imposible una pronta rencivación de las Cámaras. No hay otro medio de llegar a aquéllas con que se podrá gobernar sino dando ocasión a que el cuerpo electoral se regule a sí mismo. Esto sería, a lá•vez, lo· liberal, lo moderno y lo serio. Ahora., un Goc bierno de cortesía, yen octubre, .disolución. " •¿No? Pifrs hablemos claro; Cuanto no sean soluciones de c;arácter parlamentario sólo servirán para enfrontar a la Monarquía con las fuerzas
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ascendentes de la política española, que son, en definitiva, y con uno u otro rodeo, las mismas fuerzas sociales que toman la dirección de la Historia. Es posible que gentes irreflexivas aconsejen a la Corona algún desvío . del Parlamento. Pues bien, nosotros, que hemos hecho y hacemos, porrazones muy otras de las que ahora importan, la crítica de la institución parlamentariá, nos permitimos decir que hoy los tronos no tienen otro reducto que los ampare fuera del Parlamento. Todo lo demás en tomo no es sino revolución. Y esta idea, que podría ser expresada en forma tonitruante, preferimos que vaya dicha a la sordina. Porque el tiempo, que es tan galant:uomo, se encargará con sus hechos de ahorramos hoy voces patéticas. Publicado sin firma, El Sol, 17 de julio de 1919
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CORTE Y CORTESÍA··
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eco de una pequeña voz nacional. ¿Quién les llama a estas andanzas? ¿No pasaronyalos tiempos del poder arbitrario? ¿No estamos dispuestos a que . España.ingres.een la Liga de las Naciones? Pues recordemos que en una de . las cláusula~ obligatorias de esa Liga de pueblos libres, las naciones vencedoras han dicho: «No será admitido un pueblo que todavía esté gobernado por poderés arbitrarios e irresponsables».
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Tres díasya sin solución para la crisis política~ Y a m~dida qu~ pasa el tiempo, el conflicto se agrava, los ánimos vibran más enconados y las pasiones se enardecen. Buena prueba de ello, Ja nota que ayer dieron a la Prensa las izc quierdas y Ja declaración de los ex ministros conservadores frente a los ensayos de solución que realiza, sin éxito alguno, el señor Maura. El ambiente es hoy más duro que hace tres días; hasta el aire parece haberse tornado más agresivo. Vean Jos privados de Palacio cuáles son Jos frutos que han logrado para la Corona en tres días de crisis. Ayer todo fueron cabildeos y reuniones misteriosas; el embrollo político alcanzó proporciones inverosímiles. Sobre la escena de Ja más vieja farsa han aparecido nuevos personajes. Todos son privados de Ja corte, validos del Rey. El desarrollo dela crisis adquiere, por lo tanto, un aire de capricho e intervención personal que hiende lo mejor de la Constitución. Entre duques, condes y marqueses anda el juego; mientras tanto, España avizora el horizonte político, arisca y celosa. No se juzga útil escuchar su voz, y ella hace bien en guardarla para cuando sea llegada Ja hora y hacerla oír con imperio. La solución de la crisis pasa de mano en mano entre el duque del Infantado, el marqués de la Torrecilla y el favorito mayor señor marqués de Viana; ¿Quiénes son estos personajes de tan decorativo renombre, ni qué tienen que ver con los profundos anhelos de España? Crisis de cámara, crisis doméstica y secreta, crisis de salón o de camarín, ésta de ahora es todo menos una crisis moderna, parlamentaria, demo~ crática y nacional. ¿Quién tiene tan esencial interés por lograr que entre Ja plaza de Oriente y Ja entraña viva de la nación española se abra un foso inc franqueable de ciudadelas enemigas? Ni el duque del Infantado, ni Viana, ni Torrecilla, ni valido o favorito alguno de los que dedican alternativamente sus horas al polo y a la polí,tica pa" Jaciega, pueden representar, no ya una opinión española, pero ni siquiera el
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En la jornada de ayer, la política misteriosa llegó a culminar en un episodio grotesco. Se hizo saber a los ex ministros conservadores-barrera que se opone a Jos caprichos presentes- que si no mostraban alguna avenencia que permitiese al señor Maura formar un Gabinete de concentración, la Corona llamaría inmediatamente a don Melquiades Álvarez para que disolviera las Cortes y convocara elecciones nuevas. Ya va picando en lústoria esta estulta manía de esgrimir la política y la personalidad del señor Álvarez. como si se tratara de un «coco» para espantar viejas almas sagastinas o romeristas. Parece que desde Ja plaza de Oriente, y creyendo (no sabemos si con razón o sin ella) muy asustadizos a los liberales-conservadores, se les viene á gritar: «¡Que viene el hombre del saco; que llega el sacamantecas!» La costumbre, el viejo hábito de jugar con todo género de políticos, hace creer a los privados que cualquier hombre público es susceptible de las mismas cabriolas. Y acaso se equivocan lamentablemente. De modo que ¿se va a llamar a don Melquiades Álvarez, si los conservadores no se avienen a servir al señor Maura? Pero, ¿han contado los palaciegos con la voluntad del señor Álvarez? Vea el lector a qué punto de relajación política hemos llegado, que en pleno siglo XX, después de una enorme lucha por la libertad, se resuelven las crisis de España como podría dirimir un señor feudal las querellas de sus criados; ¡oh inefable españolismo del duque del Infantado, del marqués de Viana y del marqués de la Torrecilla!
*** Presiones, amenazas personales, coacciones de todo género, secretos ofrecimientos y misteriosas venganzas ... he ahí el saldo que arroja la jornada de ayer, que ha sido más que ninguna otra la de Jos favoritos, la de los camelots. Ni una voz liberal en torno a la Corona. Y ciertamente, no es que la ausencia de liberales en la consulta sea un grave atentado contra la Constitución, y acaso ni siquiera sea una culpa venial. Pero al lado de la Consti-
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LOS VIEJOS PARTIDOS SE VAN ...
tución y cuando se trata de.la Corona, hay otros principios, otras altísim~s normas quena es lícito olvidar; Si es grave que la Corona falte.a la Const1~ tución,· es mucho más doloroso y trascendental.-.nos lo dice la palabra'-+ quela Corte falte a la cortesía. ''' ;; ' '
Publicado sin firma,. El Sol; 19,dejulio tle 191~
NUEVO «ALERTA» · '
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Un nuevo golpe de hacha sobre el partido conservador; eso fue l~ sesión de ayer en el Congreso de los Diputados, Destrozado e incapacitado el partido liberal para una obra seria de gobierno -la última experiencia de don Amós Salvador es prueba elocuentísima-, veremos dentro de poco al partido conservador en situación semejante. Si es signo de progreso, y sobre todo, si es motivo de esperanza la disgregación de los viejos partidos, porque ello abrirá el paso•a.fuerzas nuevas-.-.'nosotros sostenemos que síhemos de afirmar que.desde hace dos años·España carnina hacia un.evidenc te mejoramiento de sus costumbres políticas. Para quienes sólo.sean capaces de.contemplar con ojos limitados el inmediato horizonte de la presente situación española, nuestra afirmación será pintorescamente paradójica. Es necesario· tender la vista hacia adelante si se quiere advertir que de este caos que ahora desbarata nuestras organizaciones políticas, ha de brotar fatalmente la chispa de luz que España aguarda con afán; Las codicias y.ambiciones personales,los odios inextinguibles que separan.a los prohombres de nuestro conservadurismo, van socavando el cimiento delpartido conservador histórico. Cuando menos se piense, veremos que toda sll'organizadón ~e derrumba en·medio de un gran estrépito. El señor La Cierva, verdadero destructor de las fuerzas conservadoras, descargó ayer toda.su furia fanática sobre el Gobiemoysobre'el•parc tid.o que el señor Maura llamó desdeñosamente «idóneo». Vimos al.hombre de Murcia en el asalto. No descuidaba ni olvidaba medio alguno de destrucción. Como. al Raisuni; parece.quele han llegado .también al señor La Cierva bombas de mano del último modelo,, Y: gases asfixiantes, y]auzallamas; y granadas lacrimógenas. Las .izquierdas contemplaron desde sus
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escaños el duelo a muerte que se entablaba entre las dos ramas del partido conservador español. El únpetu, la audacia, l!\jaquetonería, la decisión, el mando único, la unanimidad en el esfuerzo, daban vigor a los partidarios de Maura y La Cierva. de luchar. Confiaban exA los conservadores de Dato les faltaba voluntad . . clusivamente en el apoyo de los liberales y de los republicanos. El Gobierno quería esquivar la lucha; el propio señor Dato se sentía afligido por el es-. pectáculo más que espoleado por los ataques del señor La Cierva. Siempre era éste el retador, siempre el optimista. No sabemos si los conservadores afectos al Gobierno rectificarán su actitud a medida que los asaltos ciervistas y mauristas se hagan más frecuentes. El hecho concreto que se desprende de la sesión de ayer es éste: el partido conservador camina haciá su inutilización, hacia una absoluta incapacidad para gobernar. Y he aquí otra deducción de las disputas parlamentarias: el Congreso no ofrece pósibilidade5 de gobierno a ninguno de los grupos políticos constituidos en partido:.su inutilidad se va poniendo de manifiesto. · *-*
de una política que está dando ya los últimos aletazos, como un ave herida en el pecho. Hoy volvemos a repetir el «alerta». Hará obra patriótica quien . prepare a España y la conduzca en tal forma que cuando lleguen los aconte. cimientos políticos inevitables no puedan sorprendemos. Muchos años lleva España de ser gobernada por sorpresa. Y ya está cansada de ese sistema.
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Publicado sin firma, El Sol, 29 de julio de 1919
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. Ante la evidencia de que los dos grandes partidos históricos se destruyen en su organización interna y.van quedando reducidos averdaderas ruinas•deunviejo poderío; ¿qué se.va.preparando en la opinión española como inStrumento capaz de gobernar? Hay elementos nuevos, hay agrupaciones que no llevan la frente marcada con la culpa de los desastres ... Du'rante esta etapa sombría de descomposición política, el Poder habrá de quedar abandonado en más de una ocasión. Si fueran generosos estos hombres que ahora luchan frenéticamente por rivalidades personales mientras se de'sespera España, deberían adelantarse a los acontecimientos por patriotismo, sin necesidad de otro acicate, yceder paso franco a otra política más digna de una nación que está llena de fervorosos anhelos modernos. Pero no ocurrirá eso. Mientras puedan, agotarán los viejos partidos el goce del mando arbitrario. . · ·• .• Con jornadas como la de ayer, esos últimos baluartes conservadores de !avieja política caerán pronto. ¿Sienten ya la preo'cupación del porvenir quienes son responsables de lo que para entonces haya de acaecer en po'lítica española? ' • ·• . ¡ • ' • • ' . ' . , Decíamos días·atrás que durante este verano de 1919 los responsables y los irresponsables debían restar algunas horas al deporte, al ocip, al. tu'rismo; al regocijo, para meditar seriamente acerca dela próxima liquidación
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ANTE EL MOVIMIENTO .SOCIAL
I LOS PATRONOS SIN POLÍTICAYLA INERCIA DEL ESTADO. Con sumo interés vamos a asistir al Congreso de la Federación Patronal que ayer comenzó en Barcelona. No queremos aceptar como verídicas las noticias circulantes estos días, según las cuales, una grande porción de patronos catalanes se hallaba resuelta a adoptar actitudes de extremada violencia. Menor perplejidad sentiríamos si en vez de industriales se tratase de abogados, de señoritos, de sacristanes o de «políticos»; en'suma, de gentes que no ejercitan sino actividades retóricas y suelen satisfacerse vocabulizando y gesticulando ante una pequeña tertulia de afines. Por el contrario, es el ejercicio industrial una de las más sanas disciplinas de realismo: en él se aprende a medir la distancia que va de pronunciar las palabras a lograr las cosas, se evalúa mejor la resistencia que suele ofrecer la realidad a nuestros deseos y se habitúa el ánimo a contar siempre con las complejidades y claro-oscuros de la vida. No podemos, pues, creer que estos hombres educados en tan fuerte disciplina se complazcan ahora tomando terribles posturas de Hércules de feria, haciendo cuadros plásticos de energía ante un público de colegas. De seguro que Jos más ásperos de entre ellos se dan tan buena cuenta comci nosotros de que el problema en cuestión tiene unas dimensiones de amplitud y profundidad históricas demasiado grandes para ser dominado con cuatro palabras tonitruantesy media docena de acuerdos numantinos. Si consideran la organización obrera, sobre todo la de Cataluña, com.o un enemigo, están más obligados a percatarse bien del grado de fuerza, de potencialidad que hay en el movimiento del proletariado. Nada más peligroso en la guerra que estimar por bajo la fuerza real del enemigo .. Cualesquiera sean los errores, las exageraciones, las utopías y hasta las atrocidades
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en que abunda la, acción obrera, hay en ella un nervio central que la hará incontrastable. Quitad de ella las pasiones, las buenas y las viles; quitad Ja hojarasca de la «cil!ncia socialista»; quitad inclusive el poder de la solidaridad . multitudinai;ia: aún quedará bajo todo eso algo que tiene más fuerza que todo eso, y es !ajusticia de su aspiración radical. La idea de que la sociedad actual se halla injustamente organizada porque no está organizada según el principio dehrabajo; la idea simplicísima, pero terriblemente palmaria, de que unos trabajan mucho y comen poco y otros comen mucho y no trabajan nada; ha adquirido en el 'dima moral de nuestro siglo una eriergía tan enorme, ha·llegado a tener tan radiante poder de evidencia, que no hay otra fuerza capaz de oponérsele. Todo lo demás que no es esa idea y va unido a ella en la guerra proletaria será discutible, será lamentable, será hasta odioso; pero esa idea es justa; y por tanto; da en lo decisivolarazón a Jos obreros; Ahora' bien, frente a quien en lo esencial lleva la razón, 'es un deplorable error táctico tomar actitudes de intransigencia, porque•es quedarse•uno sin náda dé razón. · Parece ~Jaro que el>procedimiento deberser fo.verso. Contra lo que es desmesurado o' peligroso en el obrerismo (por ejemplo; su absurdo exclusivismo, el riesgo de que se aniquile la producción, etcétera), sólo cabe luchar instalándose en su centro ideal, eri sil razón. Desde su razón combatid su sinrazón. ·Éste es el modo de poner en vuestra alforja toda la razón. Es verdaderamente curioso que los patronos catalanes, y en general los de toda España; se adelanten a anunciar medidas extremas cuando aún no han ensayado ni remotamente las intermedias y más razonables, más· complejas; más inteligentes. Con muy poco esfuerzo, con harto menos del que van a gastar estos días, hubieran podido, por ejemplo, obligar a todas las clases hoy directoras de España a formar una vigorosa fuerza política condensada entorno a un programa claro y serio que delinease una política sistemática de carácter social. En vez de eso, han estado ausentes en su porción mejor de la acción pública y han dejado que subsista el vano espectro de un derechismo arcaico e intransigente. En vez de buscar.parauna nueva polític ca hondamente reorganizadora hombres a propósito;.activos y despiertos, toleran' que representen al Estado personalidades entorpecidas por su desprestigio; iel cual arrastran del pie como el forzado su cadena. Se quejan' los patronos de indefensión, y acaso alguna padezcan en efecto. Pero nos permitiríamos preguntar a qué llamarían defensión.. ¿Por ven" tura a lo que haría desde la barbacana del Poder el señor La Cierva· el Campeador? Tal error sería definitivamente funesto.,Triunfa al cabo si~mpre el torso social, y éste se inclina siempre del lado opuesto.a aquél en que se dan notas extremas. Un Gobierno ciego, sordomudo y con el palo en la mano, llevaría todo el peso de la sciciedad'allado yen•favor de los obreros. Es una
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ley de regulación automática que se cumple en el cuerpo social lo mismo.que en el físico para restablecer el equilibrio. En efecto, creemos que en Cataluña, a pesar de las bayonetas, de los tri7 corniosy de los policías de hongo, hay o puede haber indefensión para el ciudadano. Pero la causa es que a un movimiento como el sindicalista, el cual propaga una doctrina crítica del Estado-·para el sindicalismo es el Estado inútil, ineficai e injusto-·, oponemos un Estado sin prestigio nieficaciasil" ficiente. Cuando más oportuna fuera una gobernación en máxima actividad, se acepta un Estado paralitico. Hac.e tres años, los sindicalistas.eran unos cuantos miles; hoy son una legión que'frisa en doscientos mil, perfectamente organizados y con poderosas cotizaciones, Si el Estado, en ese.tiempo; hubiera.en sus menesteres vivido a igual presión y manifestado análog¡¡ fecun" didad, sin bayonetas, sin tricornios y sin hongos secretos se hallaría el ciudadano perfectamente defendido en Barcelona .. Lo que no parece posible es que la actividad quede vencida por la inercia. , Sospechamos que la «burgue5ía» no conoce suficientemente lo más característico de la reciente historia rusa. En el advenimiento del bolchevismo hay un punto que merece cuidada meditación. Nos referimos al hecho de que en.pocasdías, y sin disparar más de doce cañonazos; y éstos al aire, se apoderasen de todo un pueblo unas cuantas gentes que no tenían previa7 mente masas organizadas. 1.a explicación está en la extraña parálisis que so 7 brecogió a las clases superiores en los meses anteriores a la revolución. En vez de inundarla angustia y la inquietud nacionales con un torrente de acl tividad reformadora, saliendo al encuentro· de los problemas con toda suer7 te de ensayos resolutorios, permanecieron inertes; la mano sobre la mano; confiando en una vana violencia de última hora. Por fortuna, hay gran distancia de la sociedad rusa, enorme, caótica y primaria; a la nuestra, que por vieja tiene más bien un exceso de estructura y demasiado duros los huesos; pero conviene, sin embargo; evitar la seine7 jama en lo que a la•actit:Ud de las clases más responsables átañe. Dese a las in5tituciones españolas, mejorándolas previamente',.su má~ ximo rendimiento; y que e!Estado aparezca activo, ágil, sagaz, animoso en todo rincón nacional. Para esto, naturalmente, hace.falta una política nuet va.Y para ésta, a su VeZ; ]a adhesión firme y clarividente de núcleos de opinión tan importantes como los patronos de Cataluña. ¡Señores patronos de Catalilñá! En este cbnflicto; como en todoslos que hoy palpitan sobre España, no triunfará la intransigencia, no triunfar~ la .violencia: la victoria será para lá inteligencia.. · Publicad() sin firrha, El Sol, 21 de ottubre'de 1919
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II
PREVIAS DISTINCIONES . No sabemos si el ~nuncio de loch-out emanado del Congreso patronal llegará a efectividad,y mucho menos si .alcanzará las dimensiones.que aspiran.a darle unos cuantos hombres sin mesura. Mas, por lo mismo, es éste el momento en que todavía puede dejarse oír la reflexión, y en consecuencia, la hora obligada para que cada cual exprese clarameµte cuál es su>política social. Convencidos de.que, desventuradamente, llegarán, ahora o luego, días dificilísimos y formidables convulsiones públicas, nos importa mucho fijar, una vez más, nuestra opinión.- Hace una semana la expusimos. de'lll.¡evo·someraniente, dirigiéndonos alas patronos catalanes que inauguraban su. Congreso. Hace cosa de un año, al tiempo del armisticio, poníamos ya el grito en el cielo, adVirtiendo a la inerte burguesía de la tormenta fabulosa que se estaba.c,ondensandd sobre la !~nea del horizonte, Pedíamos que sin demora se organizase una política ágil; amplia y constructiva, la cual saliese al encuentro de los conflictos antes de que éstos maduraran. Porque la vida da la victoria al más activo, no a]más rígido:L.a incansable fermentación de plantas miCroscópicas reduce a polvo las peñas, y un Estado que se apresura allevar por su propia mano la reforma a todos los ámbitos de la sociedad, consigue disolver mediante su· superior eficacia todos los intentos de tran5formación revolucionaria que; fuera de él y contra él, germinen en el pueblo: .. " 'No se nos hizo entonces ningún caso. Al contrario, se nos. tachó de alarmistas y hasta se temió que fuésemos revolucionarios. Hay gentes conla cabeza suficientemente del revés para llamar revolucionario al que anuncia una revolución e invita a los demás para prevenirla; Hoy tenemos ya la tormefüa encima; sólo nos quedan unos últimos rayos de sol que es preciso aprovechar para hacer claridad sobre el problema. Pero si hemos de llevar alguna evidencia al ánimo de nuestros lectores, necesitamos, para asunto tan complejo, extendernos.más de lo que es uso en nuestros editoriales.
El problema es el problema obrero. Pero todo el acierto de nuestra postilra ante él depende de que distingamos rigorosamente entre sus diversas ,, carasc Precisamente porque son distintas exigen que las 'afrontemos con muy distintas actitudes.
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El problema obrero es, en.primer término, el movimiento obrero en general. Consiste en la aspiración universal de los trabajadores, no sólo a ganar mayores j amales, sino a. _que la sociedad se organice legalmente según el principio del trabajo; esto es; a que no exista más riqueza individual que la obtenida con el propio trabajo. Éste es el ic\eal;los medios para. llegar a t~l organización pueden y deben•ser paulatiuos¡sin poner en riesgo la pro~ ducciónmisma ni disminuirla riqueza social: Este movimiento general obre" ro no es exclusivo a los trabajadores manuales.·La:mayor parte de los trae bajadores ihtelectuales simpatiza con él en una u otra manera: Defiende una no'nna en lo esencial tanjusta:a·todasluces', que sólo pueden oponerse a su triunfo ·pequeñas minorías'privilegiadas. Cabrá' discutir el cuánto de tE!~ forma que cada día puede 'cumplirse y la licitud de tal o cual procedimiento de lucha social.A este movimiento general obrero y al sistema de ideas so. ·, ., ciales que le dirigen llamamos socialismo. Sin embargoisecometeuh erróraldefihir elsoeialisrn:o exclusivamen" te por su aspiración a la reforma del derecho de propiedad, es decir;a que no exista más título posesorio que el trabajo. Esta• aspiración no es su único prin" cipiopolítico: es sólo el que añade al tesoro de normas acumúladasya parla política de liberación humana, Elsodalismo quiere llegar a la socializa" ción del capital; pero, entiéndase bien, quiere llegar por medio de la derrio" craciay aseglirando las libertades individuales:Dichcí de otro modo; el so,
cialismo, además de socialista, es democrático y es libernL El Estado que pmyeda 110 pen11iteni11gu11a dictaduray garantiza la libe1tad del ciudada110. ' Dentro de ese movimiento• general obrero hay tendencias particulares que discrepan respecto a los pro'cedimientos de lograr la socialización de la riqueza; El «partido socialista»; en sentido estricto, es una de estas tenc dencias; la «sindicación» es otra. Aquél cree que se deben reunir los obreros en un solo y gigantesco partido político que llegue al Poder por los caminos democráticos-'sufragio universal; Parlamento, Gobierno responsable. Si toma, a m~nudo; el carácterrevolucionario, es parlas mismas razones y con la misma intención que son revolucionarios algunos republicanos y; que lo · fue Martínez Campos en Sagunto.
SINDICACIÓN
, : La «sindicación», por el contrario, cree mejor. desentenderse de lo's instrumentos actuales de la democraciayno aspira a triunfar mediante las insti+ t)ldones políticas:Temé no poder ganar 'nunca las elecciones, impu01cadas; a su juicio, por la situación privilegiada de las clases burguesas; Espeta
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más de la presión social directa que ejerza el obrero sobre el capital, atacan7 do a la produc;ción misma, y quiere preparar, desde luego, al obrero parare" gir mañana, por .sí mismo; fa producción. De aquí que se'niegúe a.formar un ~«partido polj:tlco obrero»: En cambio, asocialás trabajadores de cada ramo en un sindicato que asesta sus golpes en ciertos momentos a la totalidad de una industria: , Esta tendencia, que llamamos sindicativa, es la que hoy priva másy se va extendiendo por días, por horas, sobre toda España. Muy eficaz enel detalle de la lucha, no.se preocupa de las cuestiones, por decirlo así, últimas de ima nueva organización social; Es una tendencia práctica, no es una idea po.: lítica; no aspira claramente a un nuevo orden social. Los «Sip.dicatos católicos»\ por ejemplo; se contentan con obtener mejoras para el.obrero.dentro del régimen capitalista. L. • r• · " , ¡. · , Sobre esa fuerte, pero rnuda. tendencia sindicativa, ha aparecido el «sindicaliSmo "' La mayor parte de los españoles tienen a estas horas unas ideas muyvagas·s'obre qué sea el sindicalismo. A menudo sorprendernos a persa, nas que Se presentan como versadas en estas cuestiones, podo menos, que adoptan actitudes políticas ante ellas -.sea de simpatía, sea de repulsión-,.,+ y que, en verdad, ignoran lo que.es propiamenteel'sindicáliSmo. Estasitua~ ción de ignorancia, de puerilidad y, en consecuencia, de vaguedad frente a ptoblema tan grave como el del sindicaliSmo, debe terminar. Ha llegado irre, misiblemente el tiempo de. que cada ciudadano se.enterebien del asunto, y en vista de este conocimiento, resuelva sin equívocos sur actitud;·
SINDICALISMO
ElsindicaliSmo no es simplemente la sindicación. Es una aspiración política·perfectamente definida y tato coelo diversa del socialiSmo. Con éste sólo tiene.de común el propósito de eliminar al capitalista.' Pero mi!'!ntras el socialismo se hacesolidario de todos los principios democráticosyJiberales creando un poder público en que todos losciudádanos intervengan por igual (democracia), y que, a la vez, se imponga a,sí mismo límites; garantizando ciertos derechos individuales (liberaliSi'no); el sindicaliSmo aspira. a organizar una sociedad sinpoderpúblico;.sin Estado ..Los hombres estarán asociados por oficios, cada uno de los cuales forniará un gran Sindicato eón un riúdeo directivo elegido por votación. Cada Sindii:ato regulará losmeriesteres de su ofido o industria o gremio, exigirá a los demáS sindicatos estas o las otras condiciones, y en caso de desacuerdo, luchará con ellos mediante huelgas fulminantes y otros procedimientos 'eficaces ..Una conjunción de repre"
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sentantes de los diversos sindicatos constituirá una especie deSindicato cen" tral que tratará de concordar en las horas normales la convivencia de todos.. Lo esencial del sindicalismo es, pues, la elirµinación ddEstado. No nos asustemos de las palabras. El Estado contemporáneo es un·organismo creac do poda sociedad con el fin de que ejerza determinadas funciones. De éstas hay unas más importantes que otras. Hay, por ejemplo, la conservación de carreteras. ¿Los sindicalistas creen'qtie un Sindicato de peones camineros sabría conseivarmejor las carreteras? Pues no habría fuconveniente en cas~ trar al EStado esa función. Lo decisivo para nosotros es que la fundón se ejer~ za bien; y admitimos discusión; cuanta se quiera, sobre qué organismo es el más adecuado para servirla, ''' •., •.Quelas carreteras queden abandonadas a sí mismas traería, sin duda; bastantes enojos a los ciudadanos y muy graves males al tráfico y a la rique~ za públicos; pero, en fin, no es un supuesto que ofenda lo más íntimo de nuestra personalidad civiL Mas hay otras funciones absolutamente ineludible5; Por ejemplo: el Sindicato de tipógrafos resuelve impedir la publicación de papel alguno que no sea afecto a las opinfones de su Comité directivo. La Jic bertád de imprenta queda decapitada por la voluntad particular de unos cuantos. El directorio del Sindicato metalúrgico decide arrojar de sus casas a unos obreros del gremio, sus enemigos. La libertad de morada queda suprimida; La función de impedir esos atropellos es, entre'otras cosas, lo que hoy lla" mamos Poder público. Hemos enéargadb al organismo Estado de ejercerla! Ahora bien, para el sindicalismo; el individuo no tiene derecho alguno; realidad alguna jurídica fuera de su Sindicato -como no los tenía en el antiguo régimen. Consecuencia de ello es que el sindicalismo no acepte la existen" cia de una función garantizadora de esos derechos, a saber, un Poder público. El sindicalismo es antilibeml. Pero hay más: en la sociedad sindicalista, un buen día el Sindicato del carbón exige tales o cuale5 ventajas al resto dela sociedad que son palmal riarnente injustas. Al no serle otorgadas, suprime el servido de carbón.To" ··· das las'ihdustrias se paran: la genti; muere de frio y come los alimentos sin condimentar. Es decir, la voluntad privada de una porción social gravita im• perativamente sobre el todo popular. Exactamente lo mismo que acontecía en el antiguo régimen, en el viejo Estado arbitrario. El Sindicato del car" bón ejercería de hecho la coacción, esto es, el Poder. No diga el sindicalismo que eliminad Estado: lo que hace es resucitar el Estado arbitrario de los Reyes absolutos. Pues aquellos gremios ocupados en las condiciones materiah menteforzosas para la.vida serian nuevos Cape tos, Barbones y Habsburgos¡ Tras!Ucha de cien· años habíamos conseguido hacer del Poder arbitrario un Poder público, en el cual todos tenemos participaciófü Élsindi:
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calismo nos retrotrae a edades bárbaras: negando las libertades, renueva la Inquisición; suprimiendo el Poder público en su forma de soberanía po.Pular, restaura la peluca de Luis XIV. El sindicalismo es declaradamente . rmtidemocrá(ico. El advenimiento del bolchevismo ruso ha empujado al sindicalismo hasta sus ültimas·consecuencias. Siempre había éste excluido; o cuando menos desatendido; al trabajador inteleétual; pero el bolchevismo intentó romper con él por completo y ensayó la dictadura de los.obreros manuales. Los sindicalistas aspiran hoy a lo mismo. Se trata, pues, paladinamente, de dice tádura. No crea el lector que alcalificar al sindicalismo de antiliberaly antic democráticopretendíamds ponerle dos objeciones. Para él no lo son: 'antes bien, comienza por proclamar su hostilidad1a los principios de libertad y democracia. · Hemos procurado exponer, sin patética alguna; los rasgos diStintivos de estas tres facetas que ofrece el problema obrero actual. En otro tiempo, tales distinciones y exposiciones urgían sólo en las cátedras de Derecho político o de Sociología. Hoy, estas aclaraciones adquieren un significado de necesaria e inmediata aplicación. En ellas ha de fundar cada cual su actitud política. ¿Cuál de esas facetas parece digna de ser aceptada y fomentada? ¿Quéposiciónse'debe tomar ante cada una? Nadie tendiá la avilantez o la estulticia de resolverse por la negación rotunda y la violencia frenética ante el problema obrero en su integridad. Pero es ya obligatorio precisados matices de la actitud que cada uno adopte. ¿Se acepta¡ en lo esencial, el socialismo o no? Si se acepta el socialismo, ¿cuál es; cuál debe ser la posicíóhante el.sindicalismo?. • · Quede para mañana el definir la conducta que hallamos más adecuada, más justa y a la que habremos de atenemos en lo sucesivo. Publicado sin firma; El Sol, 30 de octubre de 1919
III COINCIDENCIAS PRINCIPALES Dibujábamos ayer: esquemáticamentelás tres caras qúe presenta el movimiento obrero~ Ese dibujo acusa con toda claridad que.existe enla agitación del proletariado una serie de aspiraciones progresivas y justas junto a una serie de aspiraciones retrógradas, ética y políticamente reaccionaras. Por ·lo tanto, la actitud que nos parece obligada, la que apoyaremos en todo mo-
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mento, será aquélla que acepte sin equívocos y con creador entusiasmo las aspiraciones progresivas de los obreros, y se oponga, también sin equívocos y,pertrechada de severa resolución, a sus aspiraciones retrógradas. ¿Qué es lo progresivo, qué es lo retrógrado del movimiento social? El criterio para distinguir lo uno de lo otro es bien claro: toda doctrina y toda acción que tiendan a aumentard volumen de la justicia social es progresiva; toda doctrina y toda acción que· tiendan a menguado es retió.,. grada. Ahora bien: el que, anheloso de implantf\r la justicia económica, un más justo reparto dela riqueza, aniquila el resto de la justicia pública, aplasta las libertades individuales; arranca el poder público de la comunidad ylo enfeuda aun grupo o a una clase; es, guste o no de ello, un retrógrado .. , Aplicando este criterio, que nos parece bastante firme e intacto de. todo interés privado, llegamos a ciertas conclusiones que expondremos según el espacio lo vaya permitiendo:
EL PRINCIPIO.DEL TRABAJO
Con la aspiración general del mundo obrero que ayer llamábamos «SO.é cialismo », es decir, con la creencia de que la sociedad actual está, en el or.,. den económico, entregada a la arbitrariedad e injustamente organizada, no podemos menqs de hallarnos en el más perfecto acuerdo. El artículo bau.,. tismal de El Sol al tiempo de su nacimi,ento lo decía ya con la oportuna da.,. ridad. Es preciso llegar' con el posible apresuramiento aun estado social eri que nadie deje de ganar un cierto mínimum y nadie gane más que lo que su trabajo valga. Claro é¡ue el trabajo tiene tres dimensiones: la cantidad del esfuerzo, su calidad y el ahorro que la persona sepa hacer de lo ganado. Esto es lo que denominamos principio del trabajo, según el cual deberá irse regulando la vida social, en cuanto coexistencia económica. La idea de qué ese principio del trabajo puede pasar eri veinticuatro horas o en veinticuatro semanas de nuestros deseos a plenaria realidad, es, más bien que una utopía, una franca demencia. Consigamos todos los días un poco de su realización, demos en sazones de madurez algún paso gigante, pero no consintamos qué la ignorancfa de unos cuantos o de unos muchos, creyendo materialmente posible el brinco del hoy a un utópico futuro, aniquile la riqueza pública, y; como en. la conseja el oso; que era amigo del hombre, por espantarle la mosca de la sien, le aplastemos la cabeza.
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JUSTA SUSPICACIA
Esta sociali;rnción evolutiva de la riqueza encuentra un grave enemigo, ·vaya dicho sin ambages. Los enemigos de la evolución, los.que han logra. do converti~ al revolucionarismo al proletariado casiíntegro, han sido los hombres del pasado, o; como aún decimos por.irónica cortesía, los.de la derecha. Lo más grave de todo el movimiento obrero, lo que ya es acaso inca.,. rregible y-no nos. hacemos ilusiones-... , traerá consigo, fatalmente, conyulsionarias.escenas, es la suspicacia anidada en el .coraz.ón del proletario. Ahora mismo, el obrero que acaba de leer nuestra taxativa declaración de fe en el principio del trabajo, no creerá en ella porque hemos añadido la nec cesidad'de ünponerlo.evolutivamente.. La evolución suponeque]as derechas no vulnerarán jamás unaley para impedir que los obreros ganen terreno. ¿No es eso otra utopía?-dicen, con no éscasa razón, los obreros; En esta hora de lealtad ysevéra expresión de las convicciones; no seremos nosotros quienes salgamos garantes de las d,erechasJrente a los;obreros. Lo único ·que podemos decirles' es que nosotros-,-según nuestra.historia bisoña lo demuestra- cumplimos con nuestro credo combatiendo todo abuso del derechismo y dirigiendo éontra él uno de nuestros frentes dialécticos. No es probable que ciertas minorías hoy encumbradas ponganpuente . de plata al obrerismo invasor; pero; en cambio, es cierto que elobreriSmo fra' casaría si quisiese mágicamente, mitológicamente, convertireLcapitalismo actúa! en.un socialismo súbito. Sin embargo,parece.segúro que la intervención más activa.de los obreros en !apolítica habría a estaS horas dotado a ciertos grupos izquierdistas de poder muy sobrado para aprisionar rigorosamente dentro de la ley a las derechas recalcitrantes.
REFORMA PARLAMENTARIA
Pero\en fin; ¿qué podría hacerS!!'hoy concretamente en el sentido de nuestro principio? Cosas•quejuzgamos de enorme importancia: urias, de carácter político; otras, de sustancia económica. En primer lugar, el hecho de que por un lado constituya el movimiento obrero tan grave problema de vida pública-lo cual supone unconcurc so, a lo menos, de un millón y medio de hombres coincidentes-, y por otro no cuente con rriás'dé media.docena de representaciones parlamentarias, clama a voces furiosas la torpeza; más; la crimiriosidad de las clases' directoras. · Hablemos claro: ¿con qué derecho podrán quejarse dehevolricionariSmo;·del ati.tievolucionismo dél obrero los que han permitido esa.incon-
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gruencia escandalosa? ¿No·quiete ella decir evidentemente que el sistemá político vigente, el proceso electoral, la demarcación de distritos, son injustos y falseadores del estado real de la opinión? ¿Cómo podrán sacarlas· ametralladoras a la calle los que antes no se han•molestado en allanar los cami" neis para la expresión de esas voluntades multitudinarias? · Es preciso que las clases directoras de hoy corrijan con prontitudlaestul~ ticia:-··porque esttfes, sobreseturi criIIJ.en delesa equidad-·-· cometida por las deayeryanteayer. Parece imprescindible que en elParlamento, mientras sea la institución fundamental del Estado; adquiera la fuerza proletaria el peso que de hecho representa en la realidad viva del presente. Unpoco'tarde es acaso: se ha en5efiado·á] obrero a huir del sufragio; Hoy habrá que llevarlo a él en coche: • Tiene tllo:mucha más. importancia de la que' ostenta. Un detalle lo•en.:. carece: en estas•semanas, ouemf-porción de la masa: obrera afiliada· al partí-' do socialista tiende a huir hacia el sindicalismo.· ¿Por qué? Oídla: «Porque con nuestros diputados no logramos nada; sino· es coláborar con la.inepciaburguesa». En efecto, ¿qué impresión·reconfortante pueden recibirvien-' do el poco espacio parlamentario que desaloja su representación, constituil da por seis o siete homores, algunos· excelentes, pero que, en resolución( hacen el papel de seis o siete tristes trogloditas? Lomiás vigoroso de la ideología sindicalista es, precisarriente, su crítica del Parlamento; puede decirse que•se ha nutrido y ha engruesado a fuerza de anti¡Jarlamentarismo. ¿Cómo no coincidir en este punto con ebindicalis• mo? Venimos desde un principio demandando .Una. tran5formación radicál y; en.parte; una sustitución de fas instituciones democráticas: éramos, pues; un poco sindicalistas; ¡Lástima de que el resto de sus vagas ideas políticas nos parezca menos aceptable! Urge, pues, modificar la institución parlamentaria, pero en ella deberá seguirse la gran batalla social. He aquí nuestra segunda coincidencia fundamental con el socialismo. ¡A la justicia económica, por la democracia méf jorada, perkccionada en sus instrumentos! Cuanto no sea esto, corre demasiado riesgo de no ser nada o sérpeor que nada-•mito o viol.encias fra 7 casadas:Sirvamos a la progresión, noa la regresión:
diferencias entre el manual y el intelectual. Todos saldremos ganando en ello. Además, cada.fábrica debería hoy asociar a su personal, dotándolo de un núcleo directivo .oriundo de votación secreta, dando representación a las mi" :norias. Tal o,rganismo regiría las Cooperativas creadas con capital anticipado por las Empresas¡ dictaminaría;. en consulta previa, sobre la admisión de nuevos ·obreros, •horas de trabajo,. despidos, reglamentación dela industria, etcétera, e intei-Vendría én fonita de•con5ejos y advertencias en la.marcha del negocio: Otra intervención más eficaz.enla administración de una industria podría hoy imposibilitar el desarrollo:de la producción, no por otra causa. que Ia falta actual de preparacióp. en.el°obrero. . ,., ·Medidainmediata y. trascendente había de ser la participación-en los beneficios, impuesta consanción de ley. El trabajo, además.de unjomal,•re" presentá un capital, que progresivamente deberá aumentar en cuantiafre11c te al cápital de la Empresa. Este .ingreso del trabajo en el capital mismo, unido la la perfección técnica.creciente del obrero, pondría, en período nada largo, la producción én manos de los traqajadores . . En tanto; habrá el Estado dé desvirtuar paulatinamente el capital inmóvil, gravarptogresivamentelasrentas y reducir.poco a poco; dentro de los términos vitalicios, la riqueza privada, cargando imposieiones sobre las het'enc;:ias. • • De todas:suertes, lo esencial es la franca aceptación del principió del , •trabajo y la firme determinación de.instaurarlo. Otra cosa menos que eso lle.' .vará a !aselases direttoras hastafatáles luchas en que'la producción quedará aniquilada; perdiéndose todo por no.conceder lo debido. · Ahora conviene, frente a estas coincidencias principales con el movimiento obrero, marcar las discrepancias radicáles que con parte de él sentimos. Entusiastas propagandistas de sus principios progresivos, tenemos que combatir resueltamente sus potencias retrógradas,· Publicado sin firma, El Sol; 31 de octubre del919
IV · DISCREPANCIAS RADICALES
INMEDIATAS CONCES!ÓNES i
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· .Parálelamente alareivindicaciónparlamentaria dé la· fuerza socialista¡ es precisofrrápidamente'a'lahabilitaé:ión del obrero para gobernar por sí mismola.indústria.Lajomada•de ocho horas permite ya disponer eri grande escala la éducaciónsuperimy técnitadel·obrero; Corre prisa•b'orradás
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Anteayer subrayábamos nuestrás coincidencias principales con el movimiento obrero, con sus tendendasprogresivas y de altajusticia ..ttoy nos toca insistir sobre sus posiciones retrógradas y demandar a los ciudadanos : de ahna libre, dignos de habitar en el siglo XX, que se organicen de una ma·•l • " nera resuelta con tia ellas.
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BEATERÍA OBRERlSTA
Conocemos personas, por lo demás excelentes, que han especializado su sensiblería para cuanto a los obreros se refiere y han dejado embotarse super+ cepcióri para todo lo demás. Es una de las enfermedades características de nuestra época. Esas excelentes personas se vuelven de cartón piedra para re~ cibir la noticia de que un obrero ha asesinado aun patrono o quemi. grupo nu" meroso de trabajadores hanbligado por la fuerza a sindicarse a otro menos numeroso. En cambio, si oyen quecunpatrono ha roto un brazo a un obrero, agitan los suyos elocuentemente, suspitan.yse compungen:: Es.as inisma5.ped sanas, hablando de.los partidos políticos, censurarán la vacuidad e impreci+ sión de sus programas, pero dan como buenas la imprecisión, la vacuidad o la fantasrÍlogoría que mitren en graridé escala la labor de los agitadores sodales1 Heine, de los miembros de uná orquesta, decía: «Estas buenas personas, perci malos músicos ... » Digamos nosot;ros de aquéllas que son excelentes personas, pero que no son ahnas libres. Necesitan practicar servilismo espirituaL .En otro tiempo hubieran servido a.los inquisidores; nacidas póstumamente, son sier" vas de la.religión obrerista. Agitan los brazos, suspiran, se compungen. Lo mis" mb que la~ beatas en las sacristías. Hay un beatismo obrerista;· Hacen gentes.de esa condición el más grave daño a los obreros, envol" viéndolos en una atmósfera adulatoria, incensada, hermética, de conventb o presbiterio: A ellos se debe-sobre todo a algunos grafómanos franceses, como'] orge Sorel, gran beató del obrerismo- que los obreros sigan la táctica mediante la cual van hacia formidables derrotas. Los alemanes han perdido la guerra porque al prepararla no quisieron contar con la posibili" dad de ser derrotados. Merced a ello, se entregaron a una táctica rectilínea, la más fácil, la que mejor asegura las primeras victorias, pero que avanza a costa del triunfo final. Algo parejo acontece cori fos obreros: no quieren tar con nadie, creen bastarse a sí mismos, hasta espantan toda adhesión dignamente condicionada. No conocen más táctica que el ataque a lo Sauery van camino de la misma suerte cabida a la progenie de Sauer. Nos importan demasiado, por una parte, el triúnfo final de los obreros, y por otra ciertos principios que en su ceguera violan, para no revolvemos contra ese temperamento conventual, frailuno, estrecho, sinventanas abiertas; sin ideas claras y sin ansia de integral perfección, que domina hoy en el movimiento social. El sindicalismo representa la exageración esquemática y sistemática de las ideas y emociones propias al obrerismo. Tomad.cualquiera de ias idéas
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nuevas, justas y acertadas que el movimiento obrero ha traído al mundo, proyectadla con exclusiVismo de geómetra hasta sacarla fuera de quicio, y el resultado lo encontraréis formando parte del credo sindicalista. Esto caracteriza.sus idelj!S políticas lo mismo que sus ideas tácticas.
EL PRlNCIPJOSINDICATtvO
.," Si partimos, como es justo, de exigir a todo ciudadano que viva de su trabajo; rios.encontratemos con que la sociedad entera es, por una de sus cae ras;unaé:oóperación o.comunidad;de trabajadores.Siendseltrabajo,·pues, uno de los,principios ·esenciales de la sociedad, parece evidente 'que lós ciudadanos•débén organizarse segúri sus.necesidades de. trabajadores: I:cis obre" ros de una fáb.rica conviven dentro de ella ocho horas diarias,, cuando menos; pm; tanto; tienen trabadas sus vidas la mejor parte del día en cuanto obreros de esa fábrica. Sin eip.bargo, esa realidad de su convivencia no tiene -hace poco, sobretodo', no· tenía-la. menor significación'política, no forma un organismo jurídico. Está 'es, claro está, absurdq, Esos•hombres, en cuanto. obreros de esa fábrica, tienen necesidades y relaciones caracterí5ti7 cas, que deberáll'ser reguladas jurídicamente: Deben,• pues, formal',una aso" ·· . ciación de trabajo: Elpersomll de fábricas sirriilares', a su vez, significa de he~ 'cho una unidad espetífica de intereses.yrelaC:iories. SU asociación será el Sindicato del gtemio. De esta manera, la sindicación dala forma o expresión jurídica a la corivivenciá deltrabajb;que es una,profunda realidad•sociaL La sindicación representa, sin. duda alguna,. un progreso en la organi; zación pública. Las condiciones del trabajo -no sólo el contrato de trabajo, sino la producción misma-·. sontemas demasiado importantes para que prosigan como hasta aquí, abandonadas al.azande la lucha, sin suficiente regu1ación legal. EL capitalismo ha delinquido; no sólo explotando ál obrero, sino violentando la prodúcción. Ahóí:abien, ún Código de Trabajo sólo pue7 de dictar normas generales relativamente abstractas; La organización jurídica•deltrabajo exige.la sindicación y es preciso integrar el Estado actual coh una organización o estructura gtemial..
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Esto nos ocurre pensar. Pero el sindicalismo, método ihtelectualque con·. siste en sacarlas cosas de quicio, da el siguiente brinco: puesto que la sociedad es:·sin duda, una comunidad de trab'ajadores, la sociedad no es, sin duda; más
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que eso. Como el Sindicato e5 la institución más apropiada para organizar el trabajo, el Sindicato debe ser la única institución pública.Lo cual equivale a este razonamiento: ¿El hon¡bre tiene nariz? Sí; pues el hombre es una nariz sec moviente; toda institución que no sea el pañuelo moquero carece de sentido. Pero suponed que un obrero cree su deber protestar contra el espíritu dominante dentro de su Sindicato, o bien, genio de nuevas reformas sociales, idea una sociedad mejor que la sindicallsta. ¿Quién lo defiende cuando su Sindicato le coarte, le violente, le haga la vida imposible? Creado el Sindicato como órgano jurídico que sirve a ungr~mio, a un oficio, tiene, por fuerza, que chocar cien veces con las necesidades del individuo frente a la colectividad,,Pensar; escribir, hablar, amar; divertirse son actividades socia" les del hombre que, no siendo trabajo, en.él sentido sindical, escapan a la. t:lli tela delSindicato .. Son,.frente al trabajo; el tesoro individual de1a persona" lidad. Antes que trabajadores, o si se quiere; a la par que trabajádores, somos individuos humános que, como tales, tenemos una serie de derechos mí• nimos, previos a to da· organización política,y que ésta, para nacer, ha de gil• rantizarnos. La suma de esos derechos se llama libértad. He aquílapeqúeña entidad máravillosa-.-.libertad-· que estamos disé puestos a defender contra el sindicalismo, primero, con las leyes establecí" das; luego, cori otras másjustas y perfectas que contribuiremos a hacer, y luego.:. Cuando no nos basten las leyes actuáles o futuras y ria se nos haga una ley dentro de la cualluchar; claro es que por defender esa pequeña en~ tídad maravillosa.. libertad-.· acudiremos alas uñas ya los dientes. En carne bio, ofrecemos esamismadaga prodigiosa de la libertad a los sindicalistas para que, usando de ella, nos den el mejor golpe a lo Guisa. No podemos hacer más. El liberalismo, la idea más alta que hasta ahora ha inventado la Hu• manidad, la idea europea por excelencia, tiene esta nativa elegancia: no sab~ luchar.si no es regalando antes la propia arma al enemigo. El sindicalismo.no se ocupa de garantizar las libertades individuales porque es profundamente antiliberál. Trata, por el contrario, de disolver.al individuo en.el Sindicato, de someterlo a la potencia anónima del trabajó; de la obra, del oficio; en suma, de desindividualizarlo. En unaraza asiátic ca, el Japón, por ejemplo, o semiasiática,.Rusia;,por ejemplo;acaso sea un placer para el individuo su evaporación en el Gran Todo; para los europeos, no. El sindicalismo es el Nirvana político. Los europeos hemos aprendido bajo el sol alciónico de Grecia la suprema enseñanza, el supremo impera tic vo de la individualidad. Ser individuos es para nosotros, más que un privilegio,.una.obligación. , Elantiliberalismo del espíritu sindicalista se revela en tóda su tácticaó La expansión de sus organizaciones ca talaoas se debe, en gran parte, a la yio,
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!encía. Obliga por la fuerza a sindicarse: como las religiones en su.edad imperialista, impelle üitrnre. Nosotros estamos ciertos de qúe habremos' de defender muchas "eces con nuestros medios, muy escasos, pero muy leales, .ªlas Asociac~ones obreras, incluso a las sindicalistas, contra atropellos de los Gobiernos. Por lo mismo, eXigiremos perentoriamente a todo Gobierno que sea inexorable eri.el castigo de las violencias cometidas por los obreros para desarrollar sus organizaciones y su política.
ANTIDEMOCRATISMO
El Sindicato, al nacer, se apodera del hombre como trabajador. Esto quiere. decir que el Sindicato, poder parcial, exige y supone otro poder.que defienda el resto de la persona humana, que garantice sus libertades individuales. Éste es el Poder público, y ésa -garantizar las libertades- su función esencial. Solemos llamarle Estado. Los sindicalistas se manifiestan a ratos radicalmente enemigos de todo Estado. Otras veces, nos hablan de un Sindicato único o central, que será algo así como el Estado. Pero en ese Sindicato-único-Estado no podrá el ciudadano intervenir sino al través de su Sindicato, como miembro de él, y lo , que necesitamos es un Poder que defienda al individuo de su Sindicato y de · todo otro Poder particular. . . Por esta razón, tampoco estamos dispuestos a renunciar a la democracia, al Estado democrático, única garantía de la libertad. Esta o aquella institución actual de la insuficiente, ficticia democracia en que hoy vivimos, no nos importa mucho. En su lugar vengan otras mejores. Pero siempre conservándose la relación inmediata entre el individuo y el Poder público. Eri la «Constitución de la República de los Soviets», confuso ideal que inquieta a nuestros obreros, no se conoce para nada al individuo y sus derechos. Es una Constitución que parece, no ya arcaica, sino de otra etapa geológica. Nuestros beatos del obrerismo no lo reconocen así. Lo sentimos por ellos. Pero en todo el pasado de Europa, incluyendo la Edad Antigua, no .encontramos cosa parecida representando la normalidad de ninguna época. Es natural: la Constitución sovietista es extraeuropea, pertenece, con los ele. , fantes y la teocracia, a la fauna asiática. La Constitución soviética, en la sección segunda, capítulo V, artículo 9, reconoce como su fin principal el establecimiento de la dictadura del prole.tarjado y aspira a organizar luego una sociedad exenta del poder del Estado. Como sin éste peligra, no el orden público, cosa importante, pero muy .secundaria, sino la libertad individual, que es para nosotros lo primero y
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EL EX PRESIDENTE ESCRIBE ...
lo último en política, claro ·es que haremos cuanto podamos a fin de demo" rar todo lo posible la implantación en España de una Constitución sovietis7 ta. Rusia, pueblo naciente, puede permitirse el lujo de soportar dictaduras; p'eronosotros somos.demasiado viejós para' tolerar semejante cosa. ''''' ,vamos, por elcontrario,a todo elsoeialismo con.toda la libertad por medió de toda.la democracia. Entre tanto, nos opondremos desde nuestro rincón a la rusificación de Europa. · ., . , De modo que nuestra política sobre este punto puede resumirse en los varios sentidos de esta expresión: contra sindicalismo, libertad. Publicado sin firma, El Sol, 2 de noviembre de 1919
A don Antotrlb Maura, como alj~hová' castelarino, el trueno le acompaña. Ayer, el gran balear ha tronado sobre Madrid. Nos referimos al manifiesto que la vegada última' encontraron los lectores en nuestras columnas. Se trae ta; pues, de' una tronada manuscrita, pero de indefectibleretumbancia. Con ella sobra para corrompernos la mansedumbre de otoño: ¿Y qtié dice hoydonAntotrio Maura? En general; el señor Maura dice hoy que ya dij o .ayer lo que hoy va a decir. Desde 1909 el señ'or Maura se . ,repercute a sí mismo. No contento con ser su propia voz, aspira a ser su 'pro', pío eco. Menos nial que las cosas en torno tienen la insolencia de cambiar, y '.rinitmismapalabra;repetidá;vaTe5onando en ellas 'con diverso colorido; Así, \las circunstancias dan estavez a lávoz del señor Maura un timbre bastante ' peligrosm Tar nuestra opinión, muy posiblemente equivocada.
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I ,J'iÉNEAJ..OGiA DE UNAS PAGINAS LITERARIAS .. ¡
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La génesis del nuevo manifiesto no parece muy complicada. El señor :Maura ha vivido' unos años distfinte de la circulación política. Sobre elfondo;'siempre favorabley patético, de la soledad, hacía grandes gestos de asco, • e'desdén hacia losil.Ísos gobernantes; De cuando en cuando; escrupulosa'mente, ejecutaba·ahte el público su toilette: limpiaba su levita de toda pulivérulencia y se·mostraba·intacto de la lepra circundante, dentro de la cual había vivido largos años inmerso; corno suele en el fuego la salamandra para 'cendrar la propia inmunidad. Tan atractivos ademanes reumeron a algunos ciudadanos entorno a su persona; que se llamaron a sí mismos «jóvenes auristas», aunque en grande parte 'carecieran de mocedad y aunque el
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señor Maura no les concedía oficialmente su nombre para hacerse el otro adjetivo. La propaganda que entonces se.inició tenía algunos rasgos simpáticos junto a muchos detestables. Ello es que, a pesar de coincidir casi todos los españoles con el sefior Maura en la crítica de la fauna política, pasaba el tiempo y el enjambre maurista no crecía. Vinieron entonces los desánimos y el descontento. Los «jóvenes mauris.tas» habían creído más fácil la conquista del Poder. Comienza en ellos la irritación, con ésta la indisciplina, y con ambas cierto revolucionarismo en los modales. · Tal estado de espíritu queda revelado con motivo de la gilerra europea. Los «jóvenes mauristas» son germanófilos férvidos. El señor Maura, débil, como siempre en todo lo decisivo, no se atreve en el teatro Real a imponerles su política internacional; pero tampoco a romper consigo mismo. Comienc za el equívoco en las palabras del jefe, crece con ello la indisciplina de su ejér, cito. El señor Maura va ya al estricote de los que debían segriirlec Il n'ágit pa5, ilestagi. La falta de fe en sí propios empUja a los mauristas haciaactitudes radicales, Rompen en: su ca5a social el retrato del Monarca: Es la hora de me• dianoche en el maurismo·. Cuando se forma el Gabinete de concentración, sorprende al señor Maura el deber de aceptar la presidencia. Dócil a este deber, elseñor Maura vue.lve al Gobierno. Nosotros aplaudimos.entonces suresolución, y hoy reiteramos aquel aplauso. Sin embargo, no va en la n,itá: del deber hasta el cabo. Antes de aprobar el presupuesto;: clave del inmediatrnporvenir políti" coy de cuanto hoy acontece en la.vida oficial de,Españá, elseñor Maura se . retira del banco azul. Nosotros censuramos entonces: aquella.deserción y hoy reiteramos nuestra censura. Conste así en abono de lo que luego habremos de decir. La rueda maurista tiene una excéntrica: el ciervismo. También podíamos decir: el ciervismo es la edición en rústica del maurismo. Los jóvenes mauristas, a fuer de jóvenes, sentían un apetito excelente y progresivo del •.• Poder.juntáronlo con el hambre canina de los ciervistas y resolvieron, fue:'? ra como fuera,: en la peor sazón, sin que nadie los llamase; abalanzarse sobre · el banco azul. Por muchas que fuesen las. facilidades que la Coroná -aún. no sabemos por qué-les prestase, era imposible su empeño si no contaban con la turba idónea.·Había, pues·, que pactar con' ésta, EL trance era duro. Diez años de insultos, un Mississipí de improperios, separaba a los un,os de los otros,•Pero es sabido:·a·buen hambre no•hay pan duro: Mauristasy ciervis,; tas tragáronse el pan e ingurgitaron el Mississipí. Fue un momento cruda+ mente inmoral de nuestra política .. El señor Maura-sea dicho en su honm- fue llevado al Gobierno por. la fuerza.·Pero no tanto, como.dice el manifiesto, por los políticos fronteros., 282
cuanto por sus propias huestes y sus familiares. «Ya hemos convencido a don Antonio» -dijo algliien un día en palacio. Il n'agissait pas, il était agi. Fue aquél .un mal paso de la Monarquía. Y lo peor es que resultó vano. El decreto de ¡:lisolución concedido no resolvió ningún problema y los complicó todos. Maura comenzó a gobernar como cualquiera de los políticos por él denostados. N 6 tuvo una sola generosidad ni una sola originalidad. Repartió Jos puestos entre los amigos, sin demarid~rles previamente calida~es de competencia. Dividió con el señor· La füerva las vacantes .de senadunas Vitalicias; que descendieron sobre familiares; ora directos; ora colaterales. tas elecciones se cursaron como en el buen tiempo viejo, y para escarnio, fincó el Gobierno en un acfa facilitada ala parentela del presidente. En el ; manifiesto se quiere velilr'este triste pasado diciendo que gobernaba «se·. ¡laradodesusideasydesuserpolítico»: •.· : · . • •! •• •• · •i• Entre tanto, la punta de opinión que seguía de antaño al solitario Maura · seiba apartando de éL «Este don Antonio no es ya el don Antonio», decían, Con el fracaso se desmoralizó el diezmado ejército. Estuvieron a punto de disolverse los posos últimos del maurismo. ·.~·.·. Pero ¿dónde ibanmauristas y ciervistas? La política universal, y a la . fuerza la española, carninarápidamente hacia la izquierda. El puesto de con; servatismo liberal estaba tomado por los•idóneos: Reabsorberse en éstos era imposible, después de haber renacido y aumentado ehidiomutuo. ¿Qué hacer? Ciervistas:ymaui:istas corrían el riesgo de perder todo el fruto de sus · años' de servicios políticos. · fsb ., ·Erá, pues, urgente aprovechar cualquier pretexto para estorbar el de. sarrollo de la política según ella va impulsada por una necesidad histórica: .,. Había que aprovechar estas Cortes, que, hechas por ellos, les habían pro:· porcionado un número considerable de actas. Converiía, además, vengarse personalmente de los idóneos. Y todo ello pronto, a ser posible antes de que eriLondresse aconsejen a don Alfonso soluciones de izquierda. Sólo faltaba· la sombra de un pretexto.· .cg r:Hela aquí: la supuesta indefensión de lbs patronos catalanes, unida a la · , •tación, siempre renovada; de lasjuntasmilitares moribundas. or1 u Se lleva entonces una pluma decrépita, adobada con viejos arabescos y atracas tallas, a la mano' respetablé de don Antonio Maura, y el gran balear boiníenza: «Hechos innegables son que durantelos últimos años.'..» Il n'agit il est agi.
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Publicado sin firma, El Sol, 23 de octubre de 1919
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lI ÜBSERVAOONES AL MANIFJJ;STO
La génealogía que ayer hacíamos del manifiesto lanzado por el señor Maura revela que en su concepción han intervenido la pasión de unos, el arn~ bidosci frenesí de otros y la prisa de:tcidos. Él mismo, el señor Maura, a nues: tro juicio, ha puesto sólo el estilo, ese seductor churriguerismo que hace 'a la prosa dar corcovas y disfraza tan gentilmente al idioma, que siendo a~ rnirable español, parece excelente chino, . De. todos modos, nuestra cortesía haciala: blanca cabeza del señor Maura nos mueve areducir tádo lo posiblesuresponsabilidad en este documento; Pues confesarnos que no toparnos en él porción por· dónde 'cogerlo. En primer lugar, hallarnos que es un formal llamamiento a la opinión para!Una política. Ya esto nos sorprende: Bien pocos meses hace; el señor Maura ha acudido a ella en lá forma más solemne, más ejecutiva y más. favorable en que un hombre de Estado puede solicitar el criterio nacional, a saber, con el decreto de disolución en lamano,:Y ha visto el.señor Maura que su voz no tuvo entonces la fortuna de atraer núcleos cuantiosos de la sociedad esL paño la. ¿No es demasiada insistencia repetir tan pronto la misma persona el.mismo ademán? Da lugar para creer'que el señor Maura se siente de¡;nac siado solo, que le acongoja percibir eri su derredor.un vacío ilimitado. ¿Y para qué llama a la gente? Ello no es dudoso: para derribar al.pre~ sente Gobierno. Confesarnos al señorMaura que si nos dejásemos llevar del primer movimiento, correríamos delanteros, con picos y barrenos, a fin.de lograrlo hoy antes que mañana. Este Gobierno de empedernido caciquismo, este.Gobierno solidario del de agosto de 1917, este Gobierno que nadasusc tancial podrá hacer bien, y en cambio, aprovecha las horas, los minutos, par~ reconstruir sus in_fectas trincheras de vieja política en Granada, en Córdo~ ha, en Málaga, en Palencia, en Galicia, no despierta en.nuestros corazcmes· afinidad· ni dilección algunas, Pero un segundo movimiento de i;eflexión patriótica, de serenidad y responsabilidad, nos hace ver que tiene una misión relativa que cumplir: hacer un presupuesto, ni.bµeno ni mediano, pero uno, que será s~einpre mejor que ninguno. Sin este mal presupuesto no habrá el ap.o próximo otro aceptable, ni habrá gobernación posible ni tranquilidad pública. No nos deslizaremos hasta la ingenuidad de creer que el señor Maura ignora:las gravísimas consecuencias.de la no aprobación del presupuesto. Como nosotros, y aun mejor, sabe que ello originaría una crisis pr~cticarnen° te insoluble, unos largos días de peligro social enorme, dificultades extremas
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para la Monarquía. Elseñor Maura lo sabe, y no obstante, lo quiere. Adviértanlo las masa? conservadoras. . En cambio,.nos parece ... (aquí una palabra fuerte) que para derribar .al Gobierno si'. recuerde por el señor Maura ser esencia constitucional de las Cortes la discusión formal del presupuesto. Y nos parece... (aquí la misma palabra fuerte) por las sencillas razones siguientes: primera, que nadie ha musitado siquiera el que no se discuta con.todo el nervio y amplitud objetivas que convenga; segunda, que el señor Maura ha sido el único español dispuesto a considerar incompatible con su dignidad de presidente en funciones (Gobierno de concentración) el que se discutiese ni aun .tildase su .presupuesto, y ante una privada e inocua intemperancia del señor Alba, se retiró del horizonte, como protesta contra aquel apellido; tercera, que él ha sido quien, único enla historia detres generáciories, ha tocado por decreto al presupuesto, escarneciendo la más vieja libertad, él, que barroquiza ahora, maldiciendo en los demás cómo «sriri arrogadas eri improvisados de.cretas las facultades de las Cortes». Hay talincongr!Uencia y desacierto en esta actitud del señor Maura, que por huir de él casi vamos a tener que dar la razón a los otros, lo cual no es escaso ponderar: Pues, con todo, creernosquelo más deplorable del manifiesto es e¡ programa de normas políticas blandido ahora nuevamente por el señor Maura Sus1Jenta que ha llegado la hora de «la energía excepcional». Ante el problema obre.ro prefiere destacar, de cuantás medios.posee eLEstado,.el Código penal Conocida es de nuestros-lectores nuestra convicción en este capital tema: No vamos hoy. a insistir. Sólo nos .permitirenios hacer notar al señor Maura que, en nuestro entender, el Código penal es una institución necesaria a• todo Estado, pero que nunca debe ponérsele en primer término ni hacer de él ostentación. El Código penal es la materia pudenda del Poder público: Publicado sin firma, El Sol, 24 de octubre de 1919
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LO JUSTO YLO DEMASIADO .
cua~do hec~os
sólo los nos obliguen a ello habremos dé renunciar a la esperanza de.que el conflicto·patronal-obrero de Barcelona seresuelva me-'· sU:rad~mente. ·Para estó hace falta que los patronos no se obstinen en tener. más razón de la que, en efecto, tienen, ni pretendan más de lo que, en efec~ ' to¡ tienen derecho a preterider.'Éste es el motivo por el cualles salimos apresuradaménte al encuentro, días pasados~· cori 'ocasión de'la segunda riota ofi: ciosa emanada de su organismo direc.tor: , , : · · ' Los patronos barceloneses han sufrido toda clase de vejámenes ilegales• por parte de las asociaciones obreras; los Gobiernos no han sabido ampararlos, envista de lo. cual, los pattonosresuelven concentrar sus fuerzas'.y. emprender por sí mismos una acción reivindicativa y de defensa; ·Esto no.s •. parece tan bien, que ha sido nuestra perpetua demanda, renovada en estás columnas el día mismo que iniciaban las tareas de su Congreso.' Mientras los diversos núcleos de intereses o de convicciones no se organicen y emprendan una vigorosa intervención pública, será imposible hacer nada en España, ni en el orden de la justicia ni en otro alguno. Lo que no parece lícito -y es ello. un pecado que los patronos catalanes no han dejado de cometer-, lo que no parece lícito es vivir atento exclusivamente a la labor o negocio privados,. sin dedicar normalmente un poco de nuestro esfuerzo y nuestra previsión a la acción política, y luego quejarse de la debilidad de los Gobiernos. ¡Cuán- ·· do nos convenceremos de que la fuerza no desciende al Poder público des-' de la luna, como una irradiación mágica, ni consiste en una apelación súbi~ ta a las bayonetas, sino que depende exactamente, en cantidad y calidad, de la asistencia que a la vida política presten los habitantes de su país! Los go,., bemantes, los que ejercen el Poder público, son condensaciones de la opinión y el sentimiento colectivos; si éstos vacan, el gobernante no' condensa,•
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e11ergía social alguna; sigue siendo, a despecho de sus títulos; unmodesto personaje privado que ridículamente destaca su misérrima individual~dad , sobree1fondo delas enormes obligaciones impuestas a su cargo nommal. ,,: 0uando uriG,obiemono es el. exponente de una amplia adhesión colecti, va;: es, nLrrlás ni menosi un surtido de cabezas parlantes posadas sobre la Ga" · · • ceta,a modó de pisapapéles. El Estádo no es una abstracción. El Estado so·.·· ínosnosotros mismos ocupándonos de losproblemas•del Estado: ••· .:Ji•.hPot esto, aunque un poco tardía;nosparece eJicelente la resolución adop. tada por.los patronos catalanes de hacer sentir en el régimen político la fuerza que son. A este fü1:han dado un primer paso; pero ese primer paso -la deaisión'de loch-aut-.•·-yana nos·parecetan bien: La razónhela aquí: el !och-out esi como la huelga;· en cierto modó más que la'húelga, un procedimiento drás" •tico rirny peligroso y que arida· siempre cerca de fa ilegalidad¡ cuando no está francamente dentro de ella. Es, pues, una rriedida extrema qué, a fuer de tal; 'solo es justa; sólo invita al respeto cuando séhan agotado todas lasmtermedias. n: Ahora bien:. los·patronos catalanes no deben olvidar un momento el hecho evidentísimo de que su !och-out fue decidido a los postres de un Con¡¡;.eso solemnemente reunido para definir la política patronal, cuyos acuer.• dos y discusiones han parecido a todo el mundo exentos de la eleváción, de;Ja serenidad, de la' competencia y de la claridad mínimas con•que ha de contar una política para ser siquiera teóricamente respetable. Los que han cerrado sus actas del Congreso sin damos a los demás una ejemplar lección :ciepensamierito político, ni aun orientamos medianamente a los profanos •sóbre el modo de tratar los serios intereses de su clase, no pueden, nó tienen !derecho a acudir sin más auna medida extrema y de última violencia. Mu: ého menos lo tienen para redactar una nota apocalíptica arrojando una bo>canada retórica de desdén sóbrela incapacidad política delos prójimos. Tras 'íadeclaración de un programa concreto, amplio y certero' que dibujase so•luciones suficientes, sería respetable semejante actitud. Tomada en seco, caece de autoridad y de los imponderables que nutren él prestigio. · Sin cl ensayo de medidas•primeras y segundas, esta medida última, el lóth-out, adquiere, pues, un aspecto de pura violencia, pariente de la usada póí:los obreros. , Pero hay más. Desaforado y extemporáneo el loch-out, aún podía haber corregido parte de su demasía ciñendo con toda precisión el alcance del propósito. Los patronos necesitan garantías de que los actos a, by e ejecuta.. os reiteradamente por los obreros no van a volver a repetirse. Es de toda jus' éia, es obligatorio, es urgente satisfacer con plenitud esta necesidad de los atronos. Pero lejos de hacer esto, sobre el !och-out dan un segundo paso. Y ··te si que es palmariamente insoportable y de una exorbitancia legendaria.
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Consiste en decidir que no cesará el loc11-out hasta tanto que no recaiga eLGobiemo en personas gratas a·la Confederación Patronal. Esto ya es salirse superlativamente del platq; esto es ya perder la razón e incitar a la repulsa, Por~ que ahora somos nosotros, los españoles que no figuramos de sindicalistas:rii patronos catalanes, los que sufrimos vejarµen. Que ellos haya.n padecido eno" jos y desafueros no es razón para que decidan el Gobierno de España yseponc gana gravitar sobre nuestros' lomos: Esto e5 sindicalizar en patrono. Con tal sesgo toma el loch-out una fisonomía expresamente revolucionaria, Si los obreros o los telefonistas hubiesen manifestado cosa parecida; a estas horasan~ darían resonando las culatas sobre. las losas de Jos cuarteles... Nos importa muy poco el Gobierno actual: Creemos que, en verdadirto ha defendido.debidamente.Ja1ibertad del trabajo ni siquiera la vida delos ciudadanos en Barcelona, Si nos pareció que debe c01;1tinuar en el Poder,:es porque no hallamos franca salida a la existencia pública de España en tanto que no se haga un presupuesto, Pero no podemos aceptar que.los patronos catalanes nos impongan su Gobierno.y con estaimposicióntransfieran a nuestras espaldas Jos. agravios que recibieron. No es modo de corregir un desmán cometer otro mayor. · Todas las gentes que, como nosotros, están dispuestas a apoyar en su justicia a los patronos, tendrán que volverse contra.ellos al toparse cantan descomunales pretensiones. Y Ja manera más cierta para conseguir queto7 dos, aun casta tan pacífica como nosotros, acabemos por sindicalizar un poco, es que, so pretexto dereparar la justicia maltrecha, se irttente deshacer cori7 tra ley las asociaciones obreras y se instaure un Gobierno de violenta reacc ción, que vendrá a ser como una mecha arrojada sobre el inmenso explosb vo que va siendo España. Los directores de Ja Confederac\ón Patronal, responsables de la ruta se7 guida, se hallan harto interesados en que prosiga su política para poder es~ cuchamos serenamente, No nos importan tampoco. Pero a los demás patroc nos capaces de comedimiento yreflooón, quisiéramos recomendarla lec:tü:rá·¡ de estas tranquilas consideraciones, inspiradas en el común provecho. Publicado sin firma, El Sol, 4 de noviembre de 1919
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LAS SESIONES DE ESTOS DÍAS
l
CORTES Y CORTESÍA ·
vivi~o
¡Lugares corrtunes, no! ¡ipnterías, nOl España ha entontecida durante centurias por su morbosa facilidad para.entregarse altópico; a la tontería mecánicamente repetida de boca en boca y aceptada sin examen ni protesta de oído en oído: Así,. desde hace veinticuatro horas todo el mundo ' con . , esa propensión al contagio espiritualque•padecemos, repite: «¡El espectáculo que ofrece el Congreso incapacita: al Parlamento español!» Y no faltan periódicos que se complacen en recoger frases. como éstas: <<¡Que venga Pavía l ¡Que los ·barran!» , Como tenemos la sospecha de que entregarse al contagio espiritual. es lo.más bajo que un hombre puede hacer, pues significa la renuncia a ser persona, a.ser creador y protagonista de los propios juicios o actos y convertirse enmateria empujada y sellada por la influencia ajena, quisiéramos resistir a la avalancha de tontería que esas frases aportan y analizar un poco su contenido. .:¿Aqué·espectáculoserefieren.JosJeremías? Porque el Parlamento:ofrece estos días dos espectáculos de muy distinto rango e importancia: uno, vi~ sible sólo para la.percepción moral; otro, patente a los sentidos corporales. Ahora bien,, los jeremías se ruborizan sólo de éste último: En su opinión, tare ttifesca de origen y extendida por el contagio, lo que deshonra e incapacita al· Parlamento español es·le que aconteció especialmente: e] viernes. ¿Y qué fue ello; qué tremendás inmoralidades se ejecutaron ese día en el Congreso? Obligados a concretar, nos encontramos con esto y no más: unas cuantás pa~ labras sucias con valor de improperios y unos cuantos bastonazos. Eso es :· según los señores que se dejan cmi.tagiar-Jo que, parlo visto, incapacita y deshonra al Parlamento español. .. . :
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La incongruencia entre aquellos hechos y esta conclusión es excesiva; No; que dos diputados, en una hora de enardecimiento o de dolor de estómago, lleguen a las manos, no deshonra ni incapacita no roza siquiera la au~ toridad de la institución parlamentaria, como no quita grarideza·alguna a Pe-• dro el Grande de Rusia que después de comer soliese jugar con su primer ministro a pares y nones con los bichos que uno y otro se sacaban a puñados de las sendas cabezas. Esto es simplemente una suciedad, una falta de ele"' mental aseo; aquello, un defecto de buenas maneras privadas.Lo uno no es objeción contra la monarquía, ni lo otro contra el parlamentarismo. Frente al lugar común supradicho recordemos que en todos los Parlac mentas del mundo han acontecido escenas parejas y que en muchos Parlamen" tos del mundo las escenas han: sido incomparablemente más brutales que fue-· ron jamás en las Cortes españolas. En Inglaterra, tierra de promisión para el· régimen parlamentario, se recuerdan pavorosas colisiones entre representantes; y eso que es Inglaterra elúnico país, por desgracia, donde se considera la buena educación como un artículo de primera necesidad. Sin e,ID;" bargo, en Inglaterra nadie ha sacado de esos paroxismos la consecuenc\a de qtie el régimen parlamentario es•incapaz;.Esta consecuencia sólo se saca 0 en España; En cambio, entre nosotros se tolera.el caciquismo sin. espectácu lo del señor La Cierva y de-otros muchos señores; que' es precisamentelo que no se'tolera'ría en Inglaterra, lo quealií da'ría al traste con el Parlamento• Menos congruente.es aún; con motivo deun:os dicteriosyunos gol." pes sobrevenidos en el hemiciclo, llamar aPavía o pedirtin'barrido; •¿No pa• rece una falta de lógica, rayana en el mankómio, que avergúence un basto~ nazo y seduzca, en cambio, un sablazo o un escobazo? Por otra parte, nadie ha logrado demostrar que Pavía valiese más que el más modesto diputad? puesto en fuga por su delictiva intervención. Son todas estas palabrerías, die charachos iracundos de casino aldeano que revelan un grave descenso del espírimmadrileño, otro.tiempo verdadera capital de•España, hoy lugar·apro_', vincianado sin las elegancias de ingenio que suelen serpatrimo'(lio delas ' grandes urbes directoras.• · . ' • · •· · .· ·. • • ·• . •«" • , .'' • No confundamos; pues, las•cosas. Las resonantes y contundentes ese cenas parlamentarias no quitan ni ponen.prestigio esencial ninguno al Par+ lamento; Son moral.y políticamente insignificantes.No provienen'dela cric sis política que atravesamos; provienen de la e.tisis de buena educación que padec~mos; Más de un escritor, ajeno ala:política; ha llamado la atenció!l so; bre elimperio delplebeyismo en los.usos y.modales del presente. Es elple" •• beyisino una enfermedad•que aqueja a las.clases superiores dela sociedad , criando se desentienden d.e lás obligaciones, a veces aparentem¡!nte superfluas, que su rango tradicional les imporie. Una de estas obligaciones esie! ·
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cultivo de las bu':~ª.s maneras, disciplina maravillosa no menos principal en la.cul?1ra ~ue )~enea; el arte o la ciencia. Siglo tras siglo han trabajado en ella )as mmonas mas selectas de la Humanidad hasta obtener un admirable có.digo de exqu,isitas normas que, puestas como delicados resortes entre los hombres, permiten y fomentan todos los demás progresos de la clvilización. •Cuando la Revolución'. desposeyó de sus antiguos privilegios a las aristocraci~s·gen~alógicas; siguieron éstas presidiendo; ya que no la vida política; la vida social, por guardar en sus hábitos; milenariamente adquiridos, el tesoro de las formas corteses. Mientras fueron maestras del pulimento en el sentir y en las acciones, mientras velaron porque no se perdiese la estima a estas sutiles cosas,prolongaron·suinflujo sobre la sociedad; como los so U. ~~dos de Atenas ~erro ta dos enSicilia·sé ganaron la vida eri Si¡;acusa repic uendo de memona los· cantos de Homero. Hoy; ]as.aristocracias desmoráli" · zarui: han dejado desvanecerse la eseni::iá de su tradición; y puestas a lmitar los giros y ademanes plebeyos, ha:n perdido su última virtud ..Privada de vigilante atención, exenta de devotos y aficionados: la cortesíá•se lía auc seritadode la sociedad, y abandonado a su propio•peso, el ho~bre Vllelve a inclinarse liácfa el gorila; . . ,..· . . . No involucremos hipócritafuente tinas desdichas con ottas:Las esce~as ~el ~ongreso soD.u~ triste fenómeno social, no un defecto político de la ·' msutuc10n parlamentana. Nos avergúenza· que· en las Cortes se falte a la cor" / tésía; protestamos de ello vehementemente porque la buena educación nos ,. interesa. tantó o más qriela buena polítim. Pero no estamos dispuestos a far'· n;iar coro con los Beni-Tartufo que hacen compungidos aspavientos ante ese ·«espectáculo inmoral del.Parlamentm>. · , . .. . · . • . El espectáculo irmioral es ahora el otro, es el señor La Cierva quitánd~se en público la hoja de parra que cubría sus pasiones. . . Publicado sin firma, El Sol,23 de noviembre de 1919 '.;¡
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DE UN ASPIRANTE A TIGRE ,
Hace más de un mes anunciábamos que el señor La:Ciervá se dedicaría
~·sabotear el Parlamento. Heloya en campaña. Este frenético·señorse ha con-
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.vencido de que puede haceruri papel normal de gobernante, que no tie~.e fuerza· de opinión suficieríte•para influir dentro de• lá política constituc c1onal, Usando de las institui:ionés.establecidas. Ahora va a'hacer todo lo
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posible porque la máquina parliimentaria, tan despresti~ada ya, tari enmohecida y tomada de orín, acabe de parecer inservible. El ya tiene dados sus pasos para mostrar qu.e la supresión del Parlamento no quita el sol de la5 bardas, y que sin Cortes puede muy bien hacerse todo; por ejemplo, legislar sobre presupuestos, . . , . · '. .. · : Fuera injustü olvidar, sin embargo, que el señor La Ciérva se ha afanado lo imposible por labrarse una espléndida situación en este mismo Par; lamento qU:e ahora desdeñ'ay maltrata. Como él mismo ha dicho; se man,. tuvo algún tiempo equidistante de las dos grandes ramas conservadoras; movido-.'corrio él mismo nos ha dicho~ por la esperania de que, retirados los señoresMauray Dato, volviesen a: soldarse en su bravo puño los dos tro~ zas de la espada derechista. Por falta de paciencia, de mesura; debuen.serfa tido, por ese empeño que pone en· equivocarse siempre, el proyecto no se ha logrado, y en vez de corregir la mala fortuna con alguna nueva empresa me~ dianaménte sensata, pretende, Sansón al rape, sepultar en sti propio fracasó todala vidapública·española, . · ' •· : : · · · · : "''r En general, el mau~smo y el ciervismo han degenerado eÍl una polífü ca tan personalista, que casi hace buena la de los «señoritos dela Regencia»'. Al fin y al cabo,los señores Alba, García Prieto y ccínde de Rómanones llevan.todavía en la mano programas, principios jurídicos, proyectos inter7 nacionales-..de la manera qudos bailarines, cuando abandiman en lasmaL drugadas de Carnestolendas el baile de máscaras; llevan en la mano el antifaz¡ Pero ahora el señor.La Cierva se dispone a hacer pólítica in pmis naturnlibus; sin velo ni disfraz: - ·· Nosotras quisiéramos algún día proporcionárnos el insólito placer de dar la razón al señor La Cierva. Pero ¿cómo llegaremos nunca a darle la razón si el señor La Cierva renuncia a presentar razones? Repase quien quieraJds últimos Dimios de Sesiones y díganos si la actitud de aquél no es estupenda. El señor La Cierva está resuelto a detener él'solo la marcha de la política nacional entera, como dicen que Milán de Crotona detenía con el puño la carrera de cuatro potros. Tal empresa sería siempre audaz; pero podía ser respetable si el señor La Cierva hubiese descubierto evidentes razones que presentasen la política bucólica del señor Sánchez de Toca como un peligro nacional. Pero ncí hay riada de esto. Aparte algtirias fintas sin gravedad tiradas al azúcar del presidente, el señor La Cierva da sólo dos razones para justificar su faena de energúmeno; La primera es que este Gobierno debe fe< necer porque sus hombres no quisieron unirse· con el señor Maura y con·.él hace unos meses; antes. bien; fraguaron la caída de.aquel Gabinete. La ser· gunda; es ésta: es inrrioralque un Gobierno delpartido liberakcí,nservador: se nutra con los votos de la izquierda.,Y,na:da más. Esto 'es todo lo que.el·
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señor Cierva entreg,a a la discusión racional. Lo demás son improperios, gesticulaciones, desdenes, amenazas, descoyuntamientos rabia rencor frene' ' ' sí e iracundia.;: . Las dos razones del señor La Cierva de tal manera no lo son, que da gana de no hablar de ellas. ¿De cuándo acá va a ser condición para gobernar gentes de la dérecha'una previa unión con elseñor La Cierva? Los liberalestonservadores fueron siempre muy explícitos en su repugnancia a refundirse é:on las huestes del maurismo y el ciervísmo. Aceptaron uniones electorales, como es uso entre las izquierdas, sin que ello implique adscripdones de mi,. nisterialismo; ·Por cierto que en.El Sol no se escribió una sola letra·para dificultarlas· nupcias entre ambas fuerzas; Si el señor La·Cierva no logró su deseo debió tomarlo ·can paciencia, .como hacemos los.demás cuando algo nos sale mal. Pero res.ulta de una exquisita inmoralidad·considerar hoy a los que ayer parecían arcángeles dignos de míSticas uniones, como precitos merecedores de las llamas infernales.: Es.to es lo vergonzoso, lo insostenible en la postura del señor La Cierva; esto quita a sus agitaciones toda autoridad; Menos sentido tiene aún la segunda razón. Que un partido de la derecha aparezca sustentado por la izquierda de la Cámara se antoja al eticismo del señor La Cierva un hecho inmoral. ¿Por qué?. ¿Quién se leí ha dicho al señor Cierva? No solamente•no es esto· inmoral, sino que es. todo lo , contrario; es el' ideal del régimen parlamentario e implica quelos partidos · dejan de ser banderías personalistasy compartimientos estancos para conc vertirse en comunidades de convicción que transitoriamente hallan entre sí coincidencias objetivas. • · Si este idealtiene algunos inconvenientes, son de linaje opuesto a los que insinúa el señor La Cierva. No es bueno, en efecto, que haga sistemáticamente polític~ avanzada un Gobierno de tradición derechista porque transporta, sin la voluntad de nadie, automáticamente, los grupos de la izquierda a posiciones más radicales. Uno de los errores de la Corona desde la Restauración ·· acá ha sido precisamente encargar a los conservadores la legislación progresiva y enojarse luego porque los liberales emigran hacia el radicalismo. Pero, en fin, el propio señor La Cierva no pretende que se tomen en serio tales seudo-razones. Su actitud es declaradamente pasional. Va a vengar un agravio. ¿Cuál? No lo sabemos, porque no es agravio ser derribado : del Gobierno. Y aunque lo fuese, hacer de la máquina parlamentaria un insc.· trumento para vengar agravios personales, detener la vida nacional para pur···· gar los propios humores, es lo verdaderamente inmoral y escandaloso. Éste, .. éste es el espectáculo intolerable, deprimente, escarnecedor de todo nues' tro pueblo que da ahora el Parlamento. No ha debido tolerarse una hora, y se ha sufrido una semana. No ha habido, entre cuatrocientos diputados, uno
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que encontrase en las circunstancias la autoridad y unción necesarias para hacer sentir el bochorno que es para una asamblea soberana', en esta sazón de urgencias y conflictos, dejarsdntimidar y zarandear por los odios privac dos de un ciudadano. . Porque los conservadores .humillaron su soberbia se cree el señor La Cierya con derecho a que no gobiernen. Si consiguiese arrojarlos del Poder, podrían'. las izquierdas asimismo considerarse humilladas con la victori_a del señor La. Cierva y.obstruir la labor del Gobierno subsecuente, Y. asíhastael infinito; Todo ello es entie ne tio y pueril: No se trata; pues, de !alucha entre.dos políticas, ni es tina cuestión de: apoyo o no apoyo ·al Gobierno. Si tal fuera, no nos preocuparía mucho, pues no creemos a este Gobierno capaz siquiera de resistir al señor La Cierva, Se trata de que un Parlamento no puede dejarse atropellar de esa manera; que quebranta, no ya sus derechos, sino sus obligaciones. , • · :;. ¿Es que no tienen las Cortes espafiolas conciencia.de sú propia dignidad como institución y puede en medio de ellas despatarrarseunhqrribre eimponersuaudazvoluhtad? ·· · ' •·· :_ · ·· • .· Hace varios días hablaba el señor La.Cierva en el Hotel Ritz e invitaba con paladina delectación a sus enemigos para que le.!lamasen «tigre». Sos" pechábamos de antiguo que las aspiraciones zoológicas del señor La Cier:Va eran inmoderadas. ¡:Ahíes nada! ¡Tigre! ¡Un optimate de la fauna! Creemos que a la postre habrá de contentarse con algOmenos; por ejemplo, conel gatb montés, que pertenece·a la misma gente felina: · ·. ..: • : ··· Mas como todo es relativo, si el nuestro resultase un Parlamento deco~ nejos de Indias, podría el gato montés adquirir las dimensiones virtuales de un tigre bengalí. · Publicado sin firma, El Sol, 24 de noviembre de 1919
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DEMASIADAS HUELGAS
:Cuando, hace unas semanas: estudiábamos.ensus más amplias líneas el movimiento proletario, incitábamos a los obreros para que reflexionasen sobre su táctica actual.. La-táctica rectilínea que hoy siguen-decíamos-, el ataque a lo Sauer que practican los conducirá a formidables derrotas. Nos .·. importa mucho subrayar a tierripo esta advertencia. " ·.Claro está que, al censurar el simplismo violento dela agitación obrera, nos referimos sobre todo a los.usos extremos·que caracterizan la teoría y la práctica del sindicalismo. Pero;·con ligeras modificaciones; nos referimos , también al resto de la epidemia huelguística. · " : 1 • •. Podo que· hace a:! sindicalismo; bueno será recomendar al obrero. militante la lectura de la carta dirigida el día 7 de noviembre al Comité general por. la Comisión sindicalista del Sena. Esta carta anuncia a los Sindicatos las mismas derrotas a que nosotros aludíamos hace un mes, y funda su agüero en los mismos motivos. La teoría metafórica, literaria, de la huelga general, el <'.mito» inventado por el grafómano Sorel, merece al Comité del Sena algunos reparos. El exceso defe en la potencialidad de ese arma mueve a los obreros a ejercitar la huelga general.« con demasiada ligereza». «No pode~os -añaden los comisionados- dejar creer por más tiempo a los trabajadores que esos continuos manejos, amenazando conia huelga general, pueden ser .considerados como un remedio específico y universal, aplicable a todos los males.que sufrimos¡>. Sólo el día que los obreros «se encuentren suficientemente educados y preparados11 podrá la enseña destructora que es la huelg~ generalcompensar su carác.ter negativo con principio~ .creadores, constructores de nueva vida social. . . · ... ,. . , . , , .. : 1;r ' Late bajo las líneas de la carta la impresión de que,elsindicalismo fraI1cés se ha. encontrado con una insuperable resistencia sociaLy presiente Ia necesidad de abandonar su torpe táC:tica de revolucionarismo elemental e intratable por una acción más humana, más compleja, atractiva e inteligente.
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Un párrafo de la epístola permité con su sugestiva.vaguedad que nos hagae mas algunas ilusiones sobre la conversión al buen sentido democrático del extravagante sindicalismo. «La huelga-leemos-no puede ser hoy el único.medio de acción que pueda poner en práctica la clase obrera·para declarar su voluntad». ¿Cuál ha de ser el otro medio?·Evidentemente, el venir a conversación. Con esto nos basta. La disposición al diálogo marca en las lu~ chas públicas la divisoria entre lo intolerabie y lo respetable. Si el sindicac lismo, por una superstición de carácter mitológico, no llega a aceptar el diálogo parlamentario -esperamos que no tardará mucho en acudir a él-, búsquese otra institución, otro régimen que organice, que dé un método y una norma a la conversación. El mismo fenómeno que en Francia se.está produciendo en España. En Cataluña, como en Andalucía y, porhálo de repercusión, en elrésto' de la E~L nínsula, han sido desorientadas 1as cabezas de nuestros trabajadores por el gran ballet ruso del bolchevismo, Creyeron un momento que ese ballet por día danzarse en todas las latitudes. Sin embargo, ya se va viendo que no es faena liviana traducir dehuso. Los pueblos del centro y occidente europeos tienen una estructura social-mucho más recia y diferenciada que los eslavos. Es muy difícil que una minoría audaz se· apodere de Inglaterra o de España en uri santiamén, como los bolchevistas hiciéron con R1lsia. Lejos de esto\ cualquier exceso de presión por parte del sindicalismo revolucionario pro~ vocaría una reacción social tan violenta, que acabaría con'la organiZación del proletariado. '1.GI Bajando el tono; diremos lo mismo de las huelgas parciales que estos días se van acumulando sobre las espaldas del consumidor español. Elarúeadas sin buen orden y en mala sazón, mezcladas las justas y discretas con las frívolas o audaces, la opinión pública comienza a fatigarse de todas y a sentir la con5~ guiente irritación. Créannos los obreros: siguiendo la ruta impremeditada que hoy llevan, sinasegurarse, por la justicia de1cacia caso; respeto y simpatía del espíritu público,perderántodas las huelgasy aniquilarán sus asociaciones\ .. En vez de fiar a la acción directa-.-y esto sonlas·huelgas, así.generar les 1comcl'parciale&'--'toda su esperanza·,, busquen como 'dice: el Comité siri" dicalista del Sena,
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pan a to~os, ricos y pobres, es, inevitablemente, impopular. El enojo que la ~~rencia de .tan ~rimario artículo produce, llevará sin duda a crear medios .oficiale~ suple.to.nos de la industría vacante. Nos pondremos todos a hacer ,pan, deJand~ a los.profesionales que diriman en la soledad sus contiendas. Para conseguir transformaciones sociales hace falta, además de la fuerza, un poco de política. Los obreros creen de buena fe que esto de Ja política es una cosa q.ue han inventado los burgueses para no trabajar, y aunque en buena.Parte tienen razón, les falta la bastante para que, sin ella, lleguen nunca a tnunfar. Con menos huelgas y un poco más de política lograrían más. Publicado sin firma, El Sol, 25 de noviembre de 1919
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1920
LA MUERTE DE GALDÓS
La España oficial, fria, seca y protocolaria, ha estado ausente en la unánime demostración de pena provocada por la muerte de Galdós. La visita del rtlinistro de Instrucción Pública no basta. El pueblo, con su fina y certera perspicacia, ha advertido esa ausencia en la casa del glorioso maestro, en las listas de pésame donde han firmado ya los hijos espirituales de don Benito, los legítimos descendientes de la duquesa Amaranta, de Gabrielillo Araceli, de Solita, de Misericordia y del doctor Centeno. Estos hombres y estas mujeres de España no podían faltar en el homenaje al patriarca. Son otros los . que han faltado. Y, ya a última hora, se ha querido remediar el olvido con un ' decreto lamentable, espuma de la frivolidad oficial, ejemplo doloroso de cómo pueden cegarse, en las esferas del Poder, los manantiales de la sensibilidad. Este decreto, en el que no hay ni una palabra emocionada, destacará hoy su sequedad en las columnas de los periódicos, donde palpita el dolor de todo un pueblo, donde tiemblan las frases tiernas y acongojadas de la noble España galdosiana. Acaso hubo que dictarlo ateniéndose a preceptos del protocolo. El protocolo entiende poco de distancias, y equipara a Galdós con Campoamor. No hay desdén para el tierno poeta en señalar el deplorable contraste. El buen don Ramón, camarada de don Benito, hubiera sido el primero en protestar. Galdós era el genio. Campoamor el ingenio. La España oficial une a ambos en la hora de los falsos homenajes. No importa, sin embargo. El pueblo sabe que se le ha muerto el más alto y peregrino de sus príncipes. Y aunque honor de príncipe se le debiera rendir, no habrá para el difunto fastuosidades, corazas, penachos, sables relucientes, músicas vibradoras ni desfiles marciales. ¡Es verdad que, acaso, todo ello hubiera sido hoy inoportuno! Faltando eso, habrá en el acto >de hoy lo que no suele haber en aquellos otros que son aparatosos y solemnes porque el Gobierno ordena que lo sean. Habrá un dolor intimo y
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LOS CRÍMENES SOCIALES
sincero que unirá a todos fos buenos españoles ante la tumba del maestro inolvidable. Y esto valdrá por todos los Decretos que puedan aparecer en la Gaceta. Publicado sin. firma ' El Sol, 5 de. enero de 1920
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. COMENTARIOSA UN DISCURSO
d~lseñor
. oíffios que el discurso Lerroux habla producido un gran efecto en el Congreso, no nos extrañó nada: Siempre hemos tenido una alta idea de la:cápacidad mental que'usufructua el señor Lerroux. Errun Parlac mentó como el nuestro, habitado porsoinbras, es él uno de los pocos cuerpos p6líticaniente sólidos. En canibio; nos ha extrañado mucho que al leer nosotros el discurso no nos haya parecido tan bien. Es más, si 'no hubiese que~ dado en el uso de:lapalabra; dejándonos la esperanza de que la s,egunda parte subsanela'primera, dinamos que nos había parecido mal. Conviene, por lo tanto, esperar al término de la oración para intentar suanatomía.Boy nos urge, sobre todo, poner algunas advertencias al pun" to.en que más concretamente se ha expresado el señor Lerroux,.a saber: su opinión de que a los crímenes sociales de Barcelona debiera responderse suprimiendo elJurado. Con mucha razón venía a decir.el señor Lerroux que suprimir en tal o cual casó el ejercicio del jurado.no es cuestión de principios liberales o reaccionarios. Claro iei;tá qile . si en una localidad se vuelven todos dementes, na; die está más1intere~ad6 que elliberalismo en evitar que sus pulcras instic tuciones·sean manipuladas seglin el genio de los orates. Adtnitimos, pues, que.un liberal; si'n·dejar de ser liberal,·pueda aceptar.en determinadás cir.cunstancias la supresióndelju'rado. Pero nos parece completamente inadmisible que un liberal pida la supresión deljurado cuandono se dan, ni niu·cho menos, esas determinadas circunstancias; cuando eri el ejercicio dela ,irultitucióri no·ha habido la menor.irregularidad; .éuarido; por el contrario, .los jurados hán cumplido estrictamente con su.más estricto deb,er, y cuan" ,do sobre esto los jueces que:pudieran sustitilir aljuradó no ofrecen ninguna garantía· superior a la de éste; Y sin embargo, elseñorLerroux, que conoce
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mucho ·mejor que nosotros la verdad de lo que decirnos, pide desde lo alto de sus treinta y cinco años de radical liberalismo que sea suspendido el Jurado en Barcelona. En general, ha pecado su discurso de excesivo sintetisrno .. Ya que-a nuestro juicio, con error- se ha concretado la discusión exclusiva y rnaniáticarnente al hecho de los crímenes, dejando en vaga alusión lo que tienen de sociales, debió el señor Lerroux pres.entar el terna con algunos mas detalles. Debió decir, por ejemplo, que, corno días antes había recordado el señor Zulueta, los jurados no han podido juzgar de otro rnodó que lo han hecho porque los testigos no acusaban a los reos. Debió decir que en un caso, el hijo de la víctima, no obstante saber que el reo era el asesino de su padre, no quiso declararlo. Debió decir que, salvo en un proceso, los magistrados no han hallado medio pata decretar la revisión, antes bien, han tenido que reconocer con sus firmas la perfecta legalidad del procedimiento. Con más razón que al jurado, habría qué suprimir juecesy testimonios: Éstá es la obligada consecuencia de la cuestión,. así planteada. Y corno esta con, se·cuencia es absurda, quiere.decirse simplemente.que la cuestiónéstá.rnal planteada; que es mucho más cornplejayque ha de;buscarse su solución en otras dimensiones muy distintas de la simple modificación en el procedí; miento érirninal. · ·· ¿C:on qué sustituiría el señor Lerroux la.actuadóndel]urado? En.un país donde cabe recurrir de.unainStitución enferrna'a otra en plemtud de sa~ nidad y de prestigio, problemas corno éste tienen.fácil arreglo:Pero es el caso que el nervio más poderosó del discurso que comentarnos estáprecisamem te en haber expresado con certera evidencia el estado de trastorno general que hoy padecen en España la justicia y la ley. Contentarse con palabras, de" jar que éstas suplanten las realidades es envenenar la vida de un pueblo. Por la sencilla razón de que las realidades acaban.por vengarse inexorablemente de·las palabras suplantadoras. ¿Y no seria verbalizar dáñinarnente decir que otrosjueces ofrecen más garantía a.la totalidad del pueblo qúe esteju:·· rada, malo y todo ?:En un Parlamento que•ha tenido que corregir las sefü tencias de todo un Tribunal Supremo sobre la vil materia de unas pobre5 ac+ tas electorales,. no puede .el señor Lerroux decir tal cosac Su fuerz.a parlamentaria· ha·sido siempre la que, en definitiva, como escribe un ge" mal pensador, constituye el secreto de toda la füme política; decirlo que eS\ expresarrealidades. ·• . · •, .Ejemplo claro de ello es que'elmomento más eficaz.de su discursó•fué aquél en que dijo•la más patente.verdad: cuando •mostraba laimposibifü dad•dé que se impidiesen U:nas injusticias mientras se dejaba a otras triuri±. far, y de.que fuese por los .de abajo respetado un Poder que la~juntas1cie,
defensa tienen bajo sus talones. Este punto es hoy el esencial De él ha partJ.r cuando se iritenta restaurar el orden la tranquilidad 1'a ley Y_ qt.ue n Es - E ·1 ' • Y 1a e ica .e pana. n e, creernos que insistirá hoy el señor Lerroux haciendo . ¿ue nunca C!Jmo ahora necesita la espada de la Justicia tener dos filos p:;; e un solo golpe anular dos iniquidades contrapuestas.
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Publicado sin firma, El Sol, 12 de enero de 1920
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COMO LOS ARRIEROS DEL CUENTO
y dejan, en cambio, inaudita la opinión' que seudorrepresentan. Así, a la postre, acontece que ante el conflicto de nuestra vida pública; ni triunfa la so. lución Cierva ni, triunfa la solución Trotsky; quien sale triufante de toda solu. ción es el coµflicto mismo, cada vez más rollizo,más intenso y más intacto. . ·Ha sido un penoso azar que la. dolencia retuviese lejos de las Cortes a don Melqúiades Álvarez. Acaso sus palabras hubiesen acertado con suficiente dignidad a condensar el pensamiento del gran torso de España frente a Jos gritos que dan sus extremidades. · . . .
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E1 miércoles hubo en el Congreso gran pelotera entre los partidarios de las juntas de defensa y los que, acaso sin saberlo, son partidarios de los Consejos de obreros y soldados. Ambas tendencias coinciden en muchas éóC sas: coinciden en proceder de un análogo ímpetu imperialista, coinciden en aceptar Ja pólvora corno procedimiento de la contienda política; son, pues, con distinto signo; radicalmente militaristas. (Cierva y Trotsky; los dos ex" tremas de la diagonal europea que va de Madrid a Petrogrado, son dos accidentes contrapuestos de una misma sustancia militar). Unos y otros sienten una gran fruición por las situaciones ilegales; no los irrita el imperio de la ilegalidad, con tal que sea la administrada por cada uno de ellos. Coinciden; por último, en cierta peregrina hipocresía, diríamos paradójicamente en una hipocresía de buena fe, que les permite escribir programas y pronunciar palabras que no expresan nunca exactamente lo que en sus actos ejecutan y en sus latentes intenciones germina. Estábamos por decir que si la mayoría de los españoles pensase corno los unos o corno los otros, nos parecería la situación menos lamentable, menos deprimente de lo. que es. Ambas son, a nuestro juicio, dos soluciones fre= néticas de los problemas públicos; pero, al fin y al cabo, son dos soluciones; Lo absurdo es que no participando de ellas más que una exigua minoría de españoles, no podrán triunfar ninguna de las dos, y en tanto queda mudo el resto mejor y mayor de la opinión; lo absurdo es que el Parlamento está aca" parado por aquellas voces mientras la enorme masa del liberalismo social o, si se quiere, socialismo liberal, no tiene en el hemiciclo adecuada repre- . sentación. Confirman nuevamente las escenas de estos días lo que tantas veces hemos dicho: que los jefes liberales, al ocupar lugares para los cuales les falta por completo el prestigio, impiden la presencia en la política parlamentaria del buen sentido público. Usufructuando el papel de re¡>resentantes de una opinión que no representan, carecen de autoridad para hacerse oír
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. Cuando el señor Lerrouxpronunciólaprirnera parte de su discurso, dijimos que nos había parecido rnaLLa segunda parte confirmó nuestro juicio y el que Cervantes tenía de todas las segundas partes. En fin, las.rectificadon:es del.condottiero radical no sirvieron para otra.cosa que para.ratificar el desastre. • .. . · .. :. : . . . ,. ,· Muchos han censurado el discurso de Lerrouxpor hallarlo incompatible con su pasado político. Otros porque parecía una delación contra determinados individuos que, en realidad, són ajenos a los delitos en cuestión. Sin decir que: estos aspectos nos parezcan mal o bien; diremos que no nos importan: mucho o no son los que más nos importan; Convendría ir abandonando el hábito de juzgar todas las acciones políticas desde un punto de vista exclusivamente biográfico.. • • · . . • .. . · ,. . ... • Del discurso del señor Lerromi nos parece a nosotros'rnal, ante todo, el discurso mismo. Que lo haya pronunciado él y no el obispo de Mondoñedo, resulta un detalle casi insignificante, capaz sólo de prestar al hecho un sesgo anecdótico. Después de todo, el caso es el de siempre. Renan decía que los mayores antirrevolucionarios de hoy son los revolucionarios de ayer. Ocupados en hacer sú revolución, no· admiten que vaya.alguien a intentar hacer otra distinta, La regla es.ventajosa, porque si los revolucionarios de . ayer se sumasen a los de hoY,yasí sucesivamente; henchirían el planeta y no .habría contra quién.revolucionar. Ahora bien, esto sería funesto. Oportet haereses esse-.decía la Iglesia en su mejor tiempo. Conviene que haya he~ rejes.Es útil al Estado que haya.revolucionarios, con tal que no sean muy ··. numerosos. Ellos imponen la evolución a la inercia de lbs demasiado felices, , constituyen elferrnento déla sociedad que impide su putrefacción¡ son, corno decía sonriendo Epicuro, la sal que conserva el pernil del cerdo. No es, pues, razonable· enojarse porque el señor Lerroux, que hace pocos años hablaba aúnde «las humildes estacas vencedoras», oponga hoy el dique.de su pecho a.otra más joven subversión...
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Lo que sí está mal es que en {¡n discurso de dos días dedicado a estudiar unos crímenes sociales; no dijese una sola palabra sobre la cuestión social y hablase de aquéllos como.si nada, en definitiva, tuviesen que ver con ésta( como siswevitación no dependiese de la política•general que•al conflicto obrero se aplique. Lo único que el señorLerroux dijo sobre el problema obrero trasciende todos loslímités del buen sentido y se corre un poco hácialb grotesco. Para el señor Lerroux, la existencia del obrerismo sindical en ~aé taluña se debe, no más, no menos, a que los Gobiernos apoyaban alosT~-o; gionalistas y no a él. Sería curioso averiguar cómo el señor Lerioux explica la coincidente explosión de sindicalismo en Londres y en Berlín, en Petrogrado y en Roma, en París y en Buenos Aires. ' ... Confesamos que nosha•entristecido hallar.enünhombre.de tan clara cabeza como Lerroux esta insensibilidad, esta sincera.inconsciencia par~ el problema•social. Sobre este fondo, su discurso tenía que resultar forzósa7 mente anacrónico y; lo que es consecuencia de esto, fabulos'amerite est~ri!, No ha aportado ni un dato esencial ni una idea orientadora a la cuestión. Este es nuestro enojo con el jefe republicano: que no nos ha enseñado nadá sien" do un viejo.maestro en la política catalan?-. · En general, se advierte en casitodos nuestros hombrés públicos,.polí7 ticos y escritores, que ,viven en tomo a lo~ sesenta años, unairnpertepción sorprendente para el conflicto.obrero:. Ni entiendenlas:ideas que laboran el alma proletaria, ni notan las amplitudes y coincidencias.de su ínovimierü to, ni advierten la novedad y periculosidad de sus arínas; ni tienen simpatía alguna.por aquellas emociones esenciales que; entre numerosas.aberraciones, serán de histórica fecundidad.. •,, Se trata, por lo visto, de la eterna presbicia, de la incapacidad del viejo para moverse entre las cosas nuevas. Sin embargo, hay políticos menos avene; tajados en edad que. el señor Lerroux e igualmente ciegos; .• :.icc.[Cabe nada más curioso que haber coincidido el señor Cambó y el se" ñor Lerroill< en no enterarse; del problema obrero ?.Dos políticas venían, en· varia!lucha, disputándose la representación del presente y elporvenir de Ca~ taluña: el regionalismo y elradicalismo. Las dcis alardeaban de realistas', de conocerla· colectividad hu¡nana en general yla catalana en particular. Aho: ra vemos que se .habían olvidado delo principal.Nos hablaban de todo rr¡e~ nos de: lo.que había de iínponerse 'comó suino.pioblema catalán: la agitación obrera: .Cambó y Lerroux han sido los arrieros deli:uento, que contaban tm dos sus burros merlos el que les servía de cabalgadura·. , El señor Cambó fustigaba unay otra vez la política madrileña; acusám dola de abstracta. Lo concreto; lo vivo, lo real, era lo que el señor C:imbó traía y llevaba del Tibidabo al Guadarrama en el equipaje de su cráneo. Ahora re"·
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sulta que se había olvidado dela camisa.El efecto ha sido tal, que el señor Cambó no podrá répetir su argumento. Cataluña, c;omo Madrid, necesita cambiar de políticos y de política. Los nuevos pro~lemas necesitan nuevas capacidades, o cuando menos, nuevos pensamie~tos .. i:'uestra fe, _no entibiada, en la necesidad de una amplísima descentralizac10n, nos obliga a advertir hoy; pues la ocasión se ofrece, que para volver a plantear un día la cuestión catalana, después de lo ocurrido, harán falta dos cosas: que los patronos catalanes transformen sus selfatinas y el señor Cambó sus argumentos.
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se
A pesar de tanto vocablo'cOmo ha usada, el asunto de los asesinatos de patronos espera aún ser tratado adecuadamente en las Cortes. Aún no ha son~?.º una palabra discreta, aún no se ha dibujado unpi:oyecto 5uficiente de acc10n gubernamental. Y, ennuesti:o entender, el error ha• estado en dislocar este asuntó de la cuestión so'cial·donde nace. La gravedad de estos crí~ menes no es su número, sino la profundidad· de su fuente original. Doscientos p~tronos han caído ~ctimas del odio de clases, pero mayor mortandad·produce; en una sola pnmavera, la locum de amor: ·.· , . , ,. , • . . ' • Pues bien, no creemos que los fusiles valgan mucho contra el odio como nci valen nada contra el amor; •. : . . ; ; ,. . ' . Publicado sin firma, ElSol, 16 de enero de 1920
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LA POLÉMICA PARLAMENTARIA
el estandarte de Cromwell, al grito de «¡Dios con nosotros!». Convencionales fueron los démócratas franceses de 1793. Patriotismo y lealtad, jus. ticiay honor sop. no más que sublimes, irreales convenciones, y en general, . créasenos;·~s convención cuanto hacemosmá:S allá del mordisco.y la canina procreación. Ayer d debate volvió al saludable cauce del convencionalismo, con~a el cualsólo pueden protestar los que aspiren a orangutanes. El señor La Cierva se presentó en el hemiciclo con taparrabos, la esencial convención. Subrayemos el evidente progreso y felicitemos al terrible señor La Cierva por haber sabido una vez dominar la jauría de sus nervios.
*** POLÍTICA LIBERAL
Ya ve el señor La Cierva cómo l~s censuras que se le dirigen suelen te¿ ner fundamento. A la hora que escribíamos ayer nuestra nota sobrdare, tirada de su minoría él mismo recapacitaba y comprendía la sinrazón de sú desplante contra el presidente dela.Cámara. Había empleado no mer:os de hora y media en rectificar, y ello dentro de.úri debate donde lo que pnmor~ dialmente se discute no es la anatomía del señor La Cierva, sino el hecho. anónimo y lamentable.de la inquietud barcelonesa. El acuerdo regl~menc tario es taxativo y ya en días anteriores se había rigorosamente aphcadm ·Cómo pretendió el señor La Cierva dilatar la norma establecida para aloe Jar en ella su personal capricho?:Desvanecido el hervor de sus nervios, y.en un arrebato de cordura, resolvió ayer corregir limpiamente su error. 51 el día anterior hizo mal perdiendo el compás, ayer hizo bien recobrándolo, Véase cómo lo que pedimos los escritores ariscos no son peras al olmo, sino un poco de reflexión a los hombres. Ayer combatió el señor La Cierva a~er bamente al señor Alvarez, pero la disputa se mantuvo en el plano debido, Se llama a este plano debido convencionalismo político o convencionalisc mo parlamentario. Pues bien; nosotros nos pennitimos decir: ¡viv~ el convencionalismo! Es uso a estas horas, y sospechamos que en plena 1gnoranc cia de lo que se dice, protestar de los convencionalismos y atribuir~~s no sabemos cuántas pemiciosidades. He aquí un punto en que nos perm1t1mos discrepar de la opinión pública: no creemos que de un convencionalismo pueda fácilmente originarse daño grave, y en cambio, nos parece que _de ellos vienen todos los provechos. Todo lo que vale algo en el hombre es mas o menos convencional: ciencia y arte, moral y cortesía. Poincaré, no Raimundo, sino el otro, el mejor, llama convenciones a los axiomas matemát!-cos. Co1:1" vencionales se llamaron los liberales primeros que vertieron su sangre baJO
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Claro es que nuestra felicitación se reduce a los límites de esa zona mística. La pqlítica de su discurso fue, a nuestro juicio, tan errónea e inaceptable como la de los días y los años anteriores. ¿Es concebible que un político monárquico se sitúe a la puerta de Palacio resuelto a impedir la entrada en el Alcázar de hombres que hasta hace poco eran indóciles_a la institución coronada? La cuestión es de tal importancia que quisiéramos tratarla con más calma en otro momento. Mézclanse en ella todos los grandes temas de la política actual, y ayer mismo se vio que apenas se la roza resuenan por simpatía todos los principios constitucionales y todos los atributos de la soberanía. Para nosotros es indubitable que la única teoría que en 1920 puede, sin anacronismo, sustentarse es la expuesta por el señor Alvarez. El pueblo, la comunidad de los ciudadanos es la única fuente originaria del Poder civil. Todas las demás son secundarias y derivadas. Nuestra Constitución, impura en sus principios y nacida del acomodo, rehuye definir quién es el soberano y sólo define quiénes ejercen la soberanía. Las Cortes y el Rey-dice. Luego es el Rey también soberano, pensará el ministro de Hacienda, que ayer hacía una desafortunada interrupción. No hay tal, osamos decir noso}ros. El Rey no es propiamente soberano, como no lo son las Cortes. Rey Y Cortes son órganos encargados de ejercer, conforme a la ley; las funciones soberanas. El hombre no es ni su cabeza _ni su mano: una y otra son órga. . nos del hombre. ·· Pero repetimos que no es nuestro ánimo desarrollar hoy el tema, sino meramente advertir al lector de que, suscitado en la contienda de ayer, se demostró la vaguedad en que estas ideas fundamentales de la vida civil se dan en los cerebros de nuestros parlamentarios, incluso en él sutil caletre del señor Bugallal, nuestro financiero celta.
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Mientras el señor Alvarez, eon admirable precisión, ca'~ ejern?lar~e• ·d d exponía la única'inteipretación posible dentr.o del hberahsrno. , el rac1 a ' d d h dº · l señor Dato · · ·. señorLa•Cierva:restauraba laMonarquía 1 e erec º' 1vmo;e vacilaba· el señor· Nougliés dormía y el conde de Rornanones, profundamen,t~, ';,¡ . . . corno Buddha, callaba... ·· '
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que.estamoscomCJ enjunio 1917 si no fuese obligado decir que estarnos mucho peor. En la información política hallará el lector algtlnas noticias sóbre las hazañas queestós días están ejecutando las Juntas de defensa: Una:últimá evidencia de lo que realmente acontece no es fácil.tec ner, porque; para deshonor de España, la vida ptíblica nacional lleva una existencia.clandestina, Lo público por excelencia es estos días porexcelencia secreto, y todas1as instituciones del Estado han venido a•cc'mtraerse basta caber futegras en un cuarto de banderas .. · No espere, sin embargó; 'el•lectorque demos grandes voces. Sería desentonar. Nuestra privadá; :personal emodón ante cuanto acaece•es de asco ilirnitado.·Pero habría motivos para creer que nuestro pueblo no siente.nada parécido'.Diríase que, ene! fondo, la tragicomedia le encanta. Ahora bien; unperiódico puede y debe trabajar en la modificación de los sentimientos colectivos: lo que no puede y no debe es suplantarlos. Si resulta que el número de es'pañoles dotados de dignidad política y no dispuestos a dejarse goberniIT por .el primer aficionado transeúnte que viene en gana de alzarse, contra toda la ley,· con el PodeD efectivo :es escasísirno, ¿qué vamos a decir ··nosotros? Serían nuestras palabras ineptasretumbancias." Si las clases conservadoras, si los beati possidentes tienen la mollera tan pétrefacta quenoiadvierteri ahora'elresultadoideabsoluto desmán quemañana producirán inexorablemente los sucesos que' hoy les hacen someír, ¿cómo podremos nosotros crearles unas pupilas que, por lo visto, río tienen, y unos sesos que no les cabrían en las cabezas, ocupadas por más sólidas materias? Y, sin embargo, es claro que el Ejército se está hora por hora disolviendo a sí mismo, y que el día en que los oficiales se adueñan airadamente del Poder, es sólo víspera de otro en que el Poder único pasa a los sargentos, y antevíspera de otro definitivo en que el Poder, pulverizado, va en la cartuchera autónoma de cada soldado. Veremos cómo en esa fatídica jornada piensan el patrono
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catalán que hoy, inconsciente, aplaude, y el señorito bilbaíno que, sentado sobre sus navieras o sus metalúrgicas, beatamente, estúpidamente sonríe. Pero no es esto, con ser harto, lo que amarga en tono superlativo nuestra conciencia patriótica. Es, más bien, hallar que el Poder civil; representado por los políticos vigentes, merece todos esos atropellos. Esos políticos, al obstinarse en ostentar una representación de que moralmente carecen, han aniquilado de hecho la idea misma del Poder civil. Acaso en esto radica el fenómeno que, inexplicado, induciría a tan grave pesimismo, de u.n pueblo insensible a su honor político, de un pueblo encanallado en hábitos de servidumbre, que se deja poner el collar y el bozal por el primero que a su vera pasa. Al verse condenado a elegir entre los militares subversivos y los políticos intrigantes, opta por la solución del avestruz: oculta la cabeza bajo el ala y resUelve dori:nitar. Esta solución, ciertamente, no es deshonrosa; pero, ciertamente, es de avestruz. Conste, pues, que sentir vergüenza e-irritación por lo que a estas horas acontece en España no es cuestión de derechismo o izquierdismo,.es· cues~ tión de demencia o sentido común. Quelos militares seresolviesen a ha~ cer una revolución: tendría sentido, Si la realizasen con acierto y mesura; mee recerían hasta el aplauso; Pero, hacer lo que hacen, es mortal para España y para ellos. Diríase que son mentes ingenuas, las 'cuales, lanzadas de prollito y sin preparación a pensar en las cosas políticas, tan complejas, tan difíciles, caen en todos los errores elementales, en.todos los tópicos' primarios que suelen sorprender al aprendiz. · · r Como no creemos que pueda nadie convericera los señores'de lasJun, tas de defensa de que no entienden nada de los asuntos políticos, tan ajenos a su competencia profesional, no hallamos otra medicina para ellos y para la vida nacional que entregarles laresponsabilidad del Gobierno. Ello sería un golpe de Estado, no hay duda. Pero sería, a la vez, un excelente golpe de Pe" dagogía. En cuarenta y ocho horas aprenderían lo que Sócrates consideraba suma sabiduría, máxima ciencia: el saber que no se sabe, .... .• Publicado sin firma, El Sol, .17 de febrero dé 1920
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LA COPLA DE LA RABALERA
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espectác~loel
que•hast~
¡.Trlste que ayer ofreció el Gobierno! Se diría en los gestos; !astimos.Os gestos de pelele, con que elpleno del Ministerio iba subrayando las palabras de los oradores amigos, revelaban la deplorable con.... · dición a que' su propia insensatez .política le va reduciendo, •:> Nosotros, ajenos a todas las tribus políticas, veníamos asistiendo cori un silencio benévolo a los traspiés que el Gobierno daba en' el pedregoso camillo queva recomendo desde hace más de dos meses. Constantemente hec mas apoyado a todos los Gobiernos que se formaban para resolver el difír . cil ~rob lema de la situación económica inmediata. Perdonábamos pecados •·vernales de los que.gqbemabanmodestamente a España, y a veces llegábac mos a perdonar también algunos pecados mortales. Nuestra paciencia; como la de millones de ciudadanos españoles, se iba agotando en este constante . sacrificio de compasión hacia el Gobierno. A tal punto habían llegado las cosas, que todo nos parecía tolerable con tal de que los ministros, incapaces de obras serias y nacionales, diesen cima a la hu'milde tarea de arreglar unos presupuestos humildísimos o arbitrasen siquiera una.fórmula económica para sacar al Parlamento del atolladero en cque las torpezas de todos le habían encerrado. Ésa era nuestra situación de ánimo, hasta que, ayer, la actifud del Gobierno, resumida en la de su presidente, llegó a irritamos. ¡A nosotros, tan . poco dados a la irritación por lo mismo que asistimos al perpetuo fracaso de las mejores .ilusiones del país, y hemos habituado el corazón a no sufrir de' . masiados sobresaltos! . ·'La actitud observada durante la tarde de ayer por el señor Allendesalazar C?nstituye,· senéillamente, una falta de respeto al Parlamento ya las más senas funciones políticas. Aun en.los momentos menos interesantes de la his~oria del Parlamento español, se ha exigido a los gobernantes un mínímum de•pulcrifudyde decoro público, siquiera un poco de buen gusto, de bue-
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nas maneras y otro poco de sentido de la responsabilidad. Hombres quepa~ recían Himalayas si se les compara con el «buen señor» que es nuestro ve~ terano señor Allendesalaza:r, sentían ante las violencias de Ja oposición y aun ante las injusticias, Ja necesidad de dar a la polémica y a la defensa.del Gobierno un tono de ejemplar seriedad y de respeto hacia el país y hacia el Parla~ mento. El señor Allendesalazar ha creído que le es posible acolchonarse en su gigantesca despreocupación, y embotar; a fuerza de ampararse en galimatías de. la más absurda y grotesca especie, las flechas más afiladas que.le puedan lanzar desde Jos escaños enemigos. · El Parlamento, frente al presidente del Consejo de ministros, nos da una impresión tan extraña como la que nos daría un filósofo alemán si quisiera esclarecer un problema de filosofía discutiendo en alemán conun campesic no de Burgos. El filósofo y el Parlamento están condenados a perder el·tie~ pO, Pero, además, el ParlameJ].tO; que no tiene aptitud para la sonrisa tratl.~ quila como el filósofo, corre el riesgo de desespenirse. · No creemos que el país quiera tolerartan poca seriedad al frente de los destinos públicos. Presupuestos, fórmula, proyectos económicos, todo nos parece inferior ala necesidad de exigir aLGo biemo, y uno. a.'urio a todos los hombres que lo forman, elminimum de' corrección yde respeto públíco para todas las actitudes parlamentarias, para todos los temas, y para todas Jas:interpretaciones; La socarronería; la burla aldeana, 1apirueta bufa arite las realidades políticas, nosparece intolerable eri cualquier Corporacióri :inu;. nicipaLde nuestras aldeas, pero en uriGobiemo,"nosp'arece senailliimente abominable. · .. · · Y del mismo modo, nos parece detestable, condenable, abomiriable (¿por qué ocultar un solo matiz de nuestro pensamiento?) que hombres inscriptos, aunque caprichosamente por Jo visto, en las filas del viejo ejército fü beral (muy derrotado y disperso anda ya ese ejército) apoyen esa falta de buen gustoyseag]iieran, como Ja más absurda de las comparserías, a fas.ric sas provocadas por el presidente, que ha llegado a cifrar todo su arte de Gq: ~ biirnci en las coplas más plebeyas . .y estas palabras son-·-no lo ocultaremos-.·- para los jefes liberales qué sÍlponeil'lícitacµalquier posición equívoca eón tal deque se salve un rencor personal. Nos parecen necias, insen.5atas todas las.maniobras romanonistas\ albistas, prietistas ... Pero cuando se lleva en el alma entusiasmo liberal; y lle~ gan momeritos de proclamar ese'entusiasmoy de lanzarlo i:oí:no un redoble al país; subordinar·el entúsiasmo por la libertad a la comedia caricaturesca qué se vieneTepreseritando, es de absoJuta!iJicitud. · · · . Éste es nuestro juicio ·acerca del triste espectáculo que ayer dierori en el·Parlamento el Gobierno y sus acólitos.Tódo se salvó menos·]~ dignidad
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liberal del país, atropellada a espolazos con la aprobación de este Gobierno que preside el hombre más despreocupado de España. ...En siendo de Zaragoza, que me llamen lo que quieran
dijo ayer el presidente. Muy bien: pero nosotros le recordaremos Jos dos primeros versos de la copla. Porque soy del An-abal, me llaman la rabalera ...
Y; francamente, para presidir un Ministerio ... Publicado sin firma, El Sol, 18 de febrero de 1920
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LA HORA DE HÉRCULES
Como el poeta toma su cálamo entre los rumores de la selva; nosotros, humildes prosistas políticos, tomamos esta noche la pluma entre los rumores de una crisis. No sabeniOstOdavíasiserá dedarai:la al punto o se esperará a que el nuevo sol luzca en Oriente. Pero la crisis, según nos aseguran, está planteada. ¿Por qué? Se dirá que con motivo de las tarifas ferroviarias o con el pretexto de tal o cual dificultad para la aprobación de los presupuestos. No nos importa lo que se diga. La conducta observada estos días por el señor Allendesalazar nos da derecho y nos obliga a retirar todo crédito en sus palabras. La crisis se debe, una vez más, al poder latente de las Juntas militares. Se habla de un documento en que éstas recuerdan al Gobierno su emplazamiento para el día 27. Añádense aún más graves exigencias que en él han llegado; pero, desconocedores del texto auténtico, preferimos no creer lo que escuchamos. Parece, pues, que ha llegado el momento para que la vida pública española tome un aspecto más decoroso, y lo que es realidad oculta pase a ser realidad proclamada. Ha llegado el momento de que avancen al Gobierno los militares, yya que tienen el ejercicio del Poder, tengan de él la responsa-,, bilidad. Hace días venimos solicitando que se haga esto y hoy nos imp6rfa· fijar con alguna precisión el sentido de nuestra demanda. Desde que comenzó la publicación de El Sol, pocos meses después del de junio de 1917, hemos cuidado de recordar periódicamente a nuestros lectores que España había entrado en un proceso de revolución, esto es, de situación ilegal en su Poder público. Con ser doloroso y triste todo estado revolucionario, lo es mucho más cuando el cuerpo paciente no tiene la energía de reconocerlo paladinamente, antes bien emplea sus últimos restos de vitalidad en tapar y celar con ficciones mil, a cual menos honesta, su irregular situación. Tal ha sido la existencia pública española en estos dos años: la, agonía sin grandeza de un cuerpo político. Ciertamente que no es la raz~ española
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ni siquiera el pueblo españolquienes agonizan, Por el contrario, la energía bistórica, 1a plenitud social de nuestro pueblo ha aumentado enormemente _desde 1898; Perola éstructímí política que en el siglo XIX dimos a nuestra .existencia colectiva se ha derrumbado,y desde hace tres años vivimos bajo el arco en ruina: Todo es ficción; todo es mentira, todo hipocresía y todo ineficada mortál cuarito en ese tiempo se ha intentado hacer, aferrándose a las bambaliúas de instituciones violadas;¿ Cuántas,veces, durante ese tiempo, ño hemos pedido urgente y radical transformación de,esas instituciones, valeroso cercén de todo lo carcomido; reh0vación de los organismos naciona, les? Las gentes que se obstinan en no ver más allá de sus narices romas creían que éramos nosotros los revoiucionarios; cuando los verdaderos antirrevo>ludonarios son sólo los que a tiempo salenalencnentrode larevolución. País ' de viceversas el nuestro, al que grita «¡Fuego! », le llaman incendiario: , Ello es que en el ciclo de dos años todos los instrumentos políticos han 'fd6perdiendósudighidadconstitíicionaLT6dos•han gobernado aceptando Situaciones ilegales. El Parlamento mismo ha refrendado el rompimiento de fa Constitución cuando aceptó que el señor La Cierva prorrogase por decreto íiha ley de presupuestos. En fin, desde hace largos meses no existe otro poner efectivo que el subterráneo de las Juntas. · En tales circunstancias, sólo cabe imaginar dos soluciones positivas: b' el pueblo español siente, al cabo, irritada su dignidad política y en un gi•' gántesco movimiento purificador reconstruye radicalmente la legalidad _~esto es lo que concretamos, como en un símbolo, en unas Cortes constiL\:uyentes---, o el pueblo español se manifiesta insensible a los imperativos del ' i:lerecho moderno, y desentendiéndose de los deberes democráticos acepta ser gobernado por quien ilegalmente quiera imponérsele. En este caso, tiene Ía obligación de arrumbar las ficciones constitucionales, aunque sólo sea por respeto a las minorías no dispuestas a colaborar en esa burla del derecho. · , De estas dos actitudes, se ha visto que los españoles no han querido tofüar la primera. Contra la insensibilidad ambiente es inútil luchar. Por eso ,,pedimos que se adopte el otro extremo del dilema. Todo hombre democrático, es decir, todo hombre que respeta la idea del derecho debe preferir ver suspendida la legalidad a verla burlada y escarnecida. He aquí por qué tiasotros pedimos la constitución de un Gobierno militar. Si creyéramos que existían en la política civil fuerzas suficientes para restaurar la ley; a ellas acu'l:!iríamos. Pero, exentos de proximidades sentimentales con los grupos po,líticos, libre nuestro juicio y abierta nuestra mirada sobre la verdad españo' la¡ hallamos que esas fuerzas no existen. Conste, pues, que no se nos da a elegir entre un Gobierno militar y un Gobierno civil. La realidad es que los ciudadanos tienen que optar entre
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un Gobierno responsable cÍe miÍitares o un Gobierno irresponsable de los mismos. En.talsituación, no concebimos que pueda.vacilar nadie, ymeL nos todavía comprenderí;Imos que cupiese hallar parlamentarios dispue5c tos aformarnuevameute Gobiernos esqufroles: «Que gobiernen los que no dejan gobemarn-decíamos ayer; repitiendo la fórmula de Maura. Acaso fuera más exacto expresamos así: Que gobiernen con responsabilidad los que gobiernan sin ella. Después de todo,¿ quién sabe? ¿Quién sabe si, a la postre, los militares, poco preparados para construir un cosm.os nacional; lograran, en.cambio, destruir el.tinglado de la ficción nacional, bajo el que nos ahogamos? · •·· · . ' · •· · · . ·. . ·.. ·• • . . Antes de que llegasen las horas floridas dela Grecia clásica, fue preciso; según la leyenda, de5truir los monstruos y limpiados establos de Augías, Est.é duro menester no era faena para Platón: tuvo que cumplirlo Hércules. !J ·Publicado sin firma, El Sol, 20 de febrero de 1920
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EL MOMENTO ESPAÑOL
POLÍTICOS.Y TÉCNICOS Desde hace algún tiempo; pero con mayor intensidad estos días, se habla de que la única salvación del atolladero histórico. en que España se encuentra sería entregar los ministerios a unos cuantos técnicos. De esta manera, se dice, las cosás vendrían a buen concierto; los órganos de la vitalidad nacional funcionarían rectamente, la Hacienda pública estaría bien.orde~ada; la Instrucción popular mejoraría, las carreteras serían sobre los paisajes lindas . cintas de plata, como suelen serlo en muchas páginas literarias. ¿No es ésta ' una idea.feliz? Aprovechemos para examinarla brevemente el solaz que nos ofrece la brillante votación obtenida por el Gobierno el martes último. Esa votación pone alguna calma en nuestros nervios tan maltraídos por los sustos cuotidianos que vienen sufriendo. Esa votación nos revela que, por unos días, bien que fugaces, vivimos en el mejor de los mundos posibles, bajo el mejor de los.Gobiernos. La ocasión es, pues, propicia para ocupamos en combatir esa idea de la sustitución del político por el técnico que vemos defendida por ·inu y respetables núcleos sociales. Porque, a nuestro juicio, se trata de uria idea funesta, cuyas consecuencias pueden ser.más graves de las que al pronto parecen. Basta que sea una ruta equivocada la que esa idea marca, para que constituya un peligro couside· rable en esta horade España, que es hora de urgentes aciertos yno de vagas experiendas, El tiempo· que acaso vaya a emplearse en ensayar una go~ bernación de técnicos, será doblemente perdido, porque no se conseguirá durante él nada provechoso, yen cambio, no se le habrá émpleado•en aprestar mejores soluciones. <' • ·un técnico es im hombre que conoce científicamente o por otros mé. todos análogos a la ciencia, cómo se hacen las cosas. Técnico en Instrucción
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pública, es un conocedor de la ciencia pedagógica o de la administración y organización escolar. Técnico en Hacienda es un economista científico, un hombre que sabe cómo d.ebían disponerse las.leyes y organizarse los servio cios fiscales para que la riqueza nacional fuera la mayor y más justamente · repartida posible. Técnico en transpo.rtes, es el que, habiendo practicado Jar7 gamente la regencia de empresas ferroviarias, sabe con todo detalle cuáles son los procedimientos más eficaces para obtener con una red de locomoo · ción el mayor tráfico. ¿Cómo dudar de que nadie mejor que los técnicos pue~ den regir certeramente los departamentos ministeriales? · Sin embargo, se olvida un factor de importancia decisiva. La ciencia supone siempre que en los procesos naturales no va a intervenir ninguna.va~ luntad particular: sólo con esta condición valen sus leyes. Del mismo modo, todo tecnicismo, que no es sirio'aplicºadórüdelaciencia, sólo sirve cuando se supone que el técnico va a luchar con las cosas; pero no, además, coi;i·l:i voluntadhdstilde las personas, por ejemplo; con grupos de la opinión pú~ blica enemigos de una determinada práctica. Colóquese, por ejempld, en Ha" cienda, almejar economista español: él decidirá, acaso con plenarazóncien! tífica, que deben establecerse tales y cuales.imposiciones; las clases sociales sobre que éstas recaigan opondránlaresiStencia.de su.voluntad, y he aq\iíel problema técnico o de dominio sobre las cosas convertido en una lucha·dé voluntades, que es precisamente la· política. A esas voluntades hostiles •l ccin qué puede hacer frente un técnico? ¿Con sus libros, con sus razones•é:ien" tíficas? Todo será.vano: Auna:volmúadsólo cabe:oponer atta voluntad, y a una masa de vohintades otra masá de voluntades; Para ello tendrá eHécl nico que buscar el apoyo de la opinión pública; tendrá que recurrir a los hotnt bres cuya ocupación consiste precisamente en organizar y representarlas vo~ luntades colectivas, es decir, a los políticos: De esta manera se verá obligado a hacerse él político si quiere haceralgo:·Yvenirnos inexorablemente a caer en.aquello de que queríamos huir. Para evitara! político, recurrimos al téc~ nico, quien, a su vez, tendrá que recurrir alpolítico. Estamos,:pues, bajd'el .·.· imperio de un círculo vicioso, de la serpiente que se muerde la cola: : 'Enfas altJ:\raS dela historia porque a lafecha'bogamos; resulta·demar siado pueril rireenquela vida.pública puede; en última instanéiai .regularse cientificamente:Tanpuerilconio creer que la política ha sido inventada por . los políticos,yque suprimiendo a éstos; se suprime aaquélla: La.verdad,··· es; por el contrario.,que ja.vida pública corisiste a la postre en una mecánica de voluntades; erda presión de unas masas de opinión sobre otras masas de opinión. Esto ha sido siempre, y esto seguirá siendo cada.vez más. · ' ·; nJ . , No creemos que ningún técnico, si además de técnico es pei:sona seria, aceptase el encargo de organizar un servicio público, si no se le garantizaba
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la !:oritinuidad de su ejercido. Ésta es la primera condición cíé todá labor técnica. ¿Y quién puede garantizar eso? Si un Gobierno de políticos dura dos .meses, un Gobierno de técnicos, falto de apoyo organizado en fuerzas pú.blicas, dura~a dos semanas. Con todo ello sólo se conseguiría una cosa: el desprestigio del técnico. En Espáña, dónde tantas cosas andan descaecidas y con el honor maltrecho, sería tristísimo preparar a conciencia un nuevo desprestigio. Precisamente porque creemos que sin técnicos no puede organizarse en grande la nueva existencia española, precisamente porque hallamos en la escasez de .buenos técnicos una de las causas de la decadencia nacional, nos importa mucho que no sea desvirtuada livianamente la idea del tecnicismo, llevan.do a sus hombres allí donde indefectiblemente habrán de fracasar. •Losjefes últimos de los ministerios tendrán;' pues, que seguir siendo políticos, es decir, hombres que representan una.determinada voluntad · ~olectiva. Lá ejecución de esa' voluntad es lo que debe entregarse a los tét. nicos:. Cohcédase a éstos las.subsecretarías ylas direccimies generales, li. liertando' tales cargos de las vicisitudes y transitoriedades de la política; pero gejando· tras ellos como último responsable al representf111te deJa yol\nitad pública: al político. ,· · " .· . · Por otra parte; comprendemos que en·nuestro·país haya.venid9 a darse;en:este escollo, de querer poner todo en·manos deltéanico:.Porque el >Político al uso es dé tal modo.ignorante, inculto y cerril,: que en parangón couél; a.cualquier éosa llamamos técnico. ¿Por qué se•ha llégado.a tal mene güa?: ¿Porqué la casi.totalidad del mundo parlamentario está habitada por \témperamentos silvestres,?.¿No son culpables de ello:las clases directoras de España, incluso.la Corona, por haberse despreocupado lustro.tras lustro , ge mejorar paulatinamente la fauna política con una selección de los mejores españoles? ¿Cuándo -.en los últimos veinte años~ se ha dado el caso •' .de·que un hombre.inteligente, no más que por.serlo; se hayá visto.sorprenc .!iido con el apoyo de.esas clases y poderes directore5? Lejos de estd, shilgu~ ]la vez se han.acordado de él los gobernantes, ha sido cuando, desmorali~ádó, claudicaba y con su honestidad perdía el impulso creador de su mente. No deben, pues, esas potencias directoras de España ni extrañarse ni quejarse de que hoy el cuerpo político sea inservible. Hartas veces le fue :anunciado lo que hoy es ya un hecho. . Y el peor arreglo nos parece éste de sustituir a los políticos por los técnicos. No: lo que hace falta en la gobernación no son técnicos, sino políticos .~ompetentes.
Publicado sin firma, El Sol, 26 de febrero de 1920
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[SALUTACIÓN DEARCHNOS DE NEUROBIOLOGÍA]
PASCUA YCALVARIO
·r,.
neur~lógic~s
experirne~t~do enE~pafta
Los estudios y.psiquiátrlcos han .. un reciente progreso, debido a la actividad científica de una juventud e5tú~ diosa, formada en su mayor parte al lado de los maestros Cajal y Sirnarro.y en las clínicas y laboratorios de las naciones más avanzadas científicamente; Todo este movimiento progresivo se ha realizado fuera de la Universil dad española, que no considera a estas disciplinas digoas de una cátedra; ·l'ddernos considerar a Achúcarro, tan prematuramente arrebatado de eritre no+ sotros porlamuerte,· corno el iniciador de esta corriente renovadora<' ' Quérernos•recciger también en esta revista los trabajos de psicología que se hacen en nuestro país en las diferentes ramas de esta ciencia (abstracta; 'exf perirnental,.pedagógica;fenotrienológica,·funcional),ylas.contribuciones·a la histología y fisiología del sistema nervioso. Asimismo se intentará en eU¡¡ · revisar la producción científica extranjera rnásirnportante yse atenderá ala solución de los numerosos problemas de organización psiquiátrica nacional La revista que iniciarnos se funda para consolidar y organizar este mcic virnientb científico, pararecoger la obra de los maestros y de las nuev~s generaciones de investigadores y para dar a conocer en los países progres1~ vos la labor de los estudiosos españoles, ,
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B~jo las cruces de las ~arres ya~oltea~l~~ c~mpanas·d~Resurrección.· Es la fiesta triás alegre del cristianismo, ún símbolo encantador del poder triunfánte del espírituyuna concesiórra la primavera. Nosotros queremos hacer votos por que resurja todo en España. No potas circunstancias favorecen la posibilidad de ello. Estábamos por decir que '. riioguna•es hostiL Sólo los hombres, sóló nosotros los españoles ponemos dificultade5 a m\estra propia elevación~ Parecemosresueltos a conservár el lastre de nuestra política compuestatoda dé cosas pesadas: materialismo, ese tupidez y metales grávidos; oro, plata y plomo. j;F,. Es inconcebible lo qúe estos días viene acaeciendo1Aplacadq transi~ toriamente el movimiento agrario andaluz; quieto por unas horas el sindicalismo catalán; demorada por un rato 1a huelga ferroviaria;·colbcadas por unos días las Juntas de defensa en su lugar de descanso, parece trans. currir un instante en que se puede respirar. Fuera natural aprovecharlo para preparar sin congojas alguna solución digna y seria a los problemas de la gobernación. Los pavores sufridos, las angustias, los peligros debieran haber enseñado a los poderes superiores todas las lecciones de todos los libros y sobre todo una, la de no perder el tiempo ni desaprovechar la ocasión. En todos los tonos de nuestro fagot editorial venirnos diciendo que, dada la calidad del espíritu público en los tiempos que corren, lamayor demencia es conservar el statu qua. Lo mismo en lo político que en fo social. Y, sin embargo, apenas se sale de una apretura oímos decir que ya no se ~uiere intentar nada, que se prefiere ir tirando, que para qué una crisis grande, que bien se puede seguir con el señor AUendesalazar. Nosotros creemos que este camino va siendo cada vez más hondamente peligroso. Nos falta, empero, la fe y la esperanza de que se desvíen de él los altos poderes. Teme·hios que una vez más se dé a la situación política una solución que no lo sea
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y se desmoralice nuevamente el .ánimo colectivo oponiendo a los graves problemas en tomo un Gobierno paralítico. El presupuesto -ll~mémoslo así-, va a.ser aprobado por fin. Esto tiene una utilidad, pero sólo una: dejar franca la ruta a la real prerrogativa. Para ello han colaborado todos los partidos en la generación de este esperpento . financiero: todos, desde el melifluo celta Bugallal hasta las más extremas izquierdas. Si ahora resulta que la real prerrogativa no funciona es de temer un movimiento de justificada irritación en muchos grupos parlamentarios. Ciertamente que la cuestión ferroviaria requiere una solución y que ésta ha de ser parlamentaria. Se pretenderá que este Gobierno, tras el presupuesto, resuelva el embrollo. Pero se nos antoja un poco dificil tal empeño. Este Gobierno, presidido por nuestro gran vizcaíno, con su talle de Falstaff y su l:¡u-·. .3 mor de alegre comadre, ha vivido. hastaaquLde lo que no vivió jamás Gb~ biemo alguno. Porque muchos otros Gabinetes se han sustentado en el Poder a pesar de su vilipendio: pero éste ha vivido precisamente de él y sólbde él. A fuerza de no tener autoridad, a costa de revolcarse en todos los barros, vive y pervive. ¿En tales condiciorie5 va este barro gubernamental a cocer el puchero de las tarifas que han sido casualmente.su mayor desprestigio? n Y, en otro caso, ¿va a· encargarse delegislarsobre tarifas a las Campa~ ñías mismas, es decir, al señor Dato? Parece un poco ex'cesivo. Pero no insistamos hoy, día de gran.fiesta y entre elvuelo regocijado;de . las campanas, sobre las negruras del horizonte; Bástenos recordara los buenos éspañoles que en esta jornada de Resui:recc:iónsigue nuestra política más< hincada que nunca en un calvario.
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LA «CRISIS HISTÓRICA>>.
}JI) e la actual situació~ p~'lític~ de España, sólo sabemos u~a cosa: que está regida por el embrollo, y que cada nuevo día trae sobre ella confusión y sombras. Los profesionales de.la'.vieja farsa andan de la Ceca a la Meca entre cuentos e intrigas dela rriás cómica comadrería: Ellos, que tienen una sólida rec putación de hombres sagaces, no entienden absolutamente nada de lo que ocurre. De lo que mañana pueda cicuri:irino tienen ni siquiera ideas vagas y .remotas. Todos hacen esfuerzos por evitar que pueda ocurrir algo interesáhte; temen que•tin día amanezca nuéstra'Vida pública alterada y removida por mudanzas profundas; ante estas posibilidades, su ímpetu en la defensa . d.das viejas maneras y de los sistemas caducos, adquiere una elasticidad in. sospechada. Pero todas sus maniobras van perdiendo eficacia. Ahora.advierten que han abusado de todos los trucos y que de pronto comienzan a fa, ll,ar en sus manos los resortes clásicos de la mecánica política. Yhe aquí la confusión, y el espanto, y el no saber a dónde va esta destartalada nave de nuestra política ni cómo logrará capear los furiosos temporales que han traí. do los días modernos. La tramitación de la crisis que se ha dado en llamar «histórica» es una . continuación característica de las más antiguas vergúenzas. El cauce de la vida política de España está rebosante de simplezas. La estulticia es tan grane que lo llena todo. Hay interés, positivo interés en adormecer la conciencia liberal de . spaña. Que no suenen voces audaces ni se piense en transformaciones ·nteresantes. Quede todavía cerrado con triple valla el caminnde la nueva política. Nadie siente curiosidad por ensayar otros sistemas, otras ideas, otros ombres. Que continúe imponiéndose «lo malo.conocido». ¿Quién piensa .en «lo bueno por conocen>? «¡Literatura, fantasía!» -se oye clamar. Para gobernar a España en estos días de tremenda inquietud universal, basta el buen guemiqués que preside el actual Gobierno. Y si hubiera de intentarse
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algún cambio, ahí están para salvación segura de nuestros destinos todos los jefes de partido, de grupo o de mesn.ada que vienen gobernando a España con tan exacto tino quepo han provocado más que desdichas. El país parece de momento adormecido. Sólo entre las muchedumbres obreras, done de ha ido a refugiarse la pasión, la santa pasión de la lucha pública, surge ale guna vez, como una llamarada, la inquietud en que vivimos. . · .· Pero, a pesar de la calma aparente, la situación de nuestros problemas sociales es la misma de antes. No se ha resuelto nada, absolutamente nada. Pueden creer las gentes frívolas que la inquietud obrera ha cesado, que pasó la época del combate violento. Nosotros podemos asegurar que todo sigu~ igual. Barcelona ofrece a la vida española lo.s mismos problemas, las mismas angustias; El arco continúa tenso. No se da un solo.paso hacia adelante enJ¡i. reforma de la organización social de España, hlrigún hombre de Gobierno inclina su oído hacia los grandes latidos europeos; no e:Xiste la preocupación de un mañana mejor; lli el de5eo de una·alborada'niás feliz;.• En1a confusión de esteniomento abierto.a la «crisis•histórica»·pasan haciendo gestos de una graciosa bufonería unos hombres turbios, cuyq oficio consiste en llenar de.turbiedadtoda la vida española. · Publicado·sin firma, El Sol;21 de abril de1920 ;,
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¿UNA.LARGA MÁS?
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res o cuatro docenas de creemos que el m:Írnerosea mu1. .cho mayor-.-. forcejean estos días para alzarse con la pre5a. del Poder. En tan. to;.el resto de la nación.vaca a sus labores y a ~s placeres, La prerrogativa real . se cierne enigmática sobre elporvenirynadie sospecha a estas horas cuáles van a ser los destinos de España dentro de po~as horas o de pocos días. Esto de que •. el mañana de una grannación~ea cosa tan imprevisible y tan.de azar que ha'yamos de.decir como el mal pintor: «Si sale con barbas, San Antón, y si no, la PuríSima Concepción», da no poco que pensar acerca del progreso histórico, , .¡;.TPero, en fin, ria es ésta la ocasión más propicia para.meditar sobre el 'frumbo del corazónlhumanoy deplorar los escasos avances del sentido co. mún.Se trata, ahora; dela.crisis que talvez hoy mismo quedará planteada. ·El señor Allendesalazar, hombre sin oficio, pero con beneficio, vino a aprobarlos presupuestos que se habían inveterado en Parlamentos inertes, Vino sin prestigio: vino precisamente porque carecía de prestigio, vino de hombre gris que embozado en su falta de calidades cruza el paisaje sin soliviantar la envidia ni la hostilidad.Todos los grupos parlamentarios, de la ''extrema derecha.hasta el Far West del socialismo, aceptaron paladina o tá'citamente la transitoria colaboración. La más somera reflexión obligaba a ·ello. Había que cumplir la fórmula constitucional según la cual, sin aprobac 'ción de.las Cortes, el Gobierno no puede dar lli .tomar dineros. Algún genio 'P~ovincial, como el señor Cambó, opinaba que se podía prescindir de talfor'.faula parlo mismo que no es sino fórmula. Nosotros no conocemos entada davida.pública nada que no sea fórmula. Fórmula y léysonuna misma cosa. · Uo.demás es «manterieneia y ayuntamiento con fembni»'. El señor Cambó 'mismo no e.s sino unafórmula, y gracias a ello puede hacer e:Xtraños cónsorcios bimundiales,De otro mocj.o, tomado.en su propio y exclusivo peso, tememos que, apesar de nuestra: admiración hacia su persona;. el señor Cambó estaría picando pleitos en la, rambla,, ·• ·
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Conviene, pues, cumplir la fórmula, cumplir la ley; y si no, hacer otra: Pero no es posible dejar al albedrío de un Gobierno que declare fórmula ne" gligible lo que le venga e!l gana. · Ya está la fórmula cumplida y el hombre gris de Vizcaya carece de papel. Su labor de gobernante ha sido trislli;ima. No vamos ahora a recordar su conducta en el grave pleito de las tarifas ferroviarias. Más que esto nos importa otra cosa: la falta de elevación, de seriedad, de respetabilidad cort que ha llevado su rango de primer ministro. En este punto es preciso que todos los españoles con conciencia responsable manifiesten una enérgica re" solución. Entréguese el Poder a cesaristas o a bolcheviques; pero que los hombres elegidos tengan el aire personal dignó de su cargo. Si los presidenc tes del Consejo, con sus desgaires y sus coplas, cort el servilismo de su V()' < !untad, con la ausencia de todo pensamiento político coherente y perspicaz vacían de autoridad, de unción la magistratura más alta, nadie pretenderá que reine orden alguno, jerarquía ni compás en elresto de !a vida españo" la. Hace mucho tiempo, con breves paréntesis, acontece esto en nuestra pa; tria. Los gobernantes no tienen ni siquiera el gesto del oficio. La consecuencia ha sido que enla vida pública no existe hoy apenas otra cosa que subversión, Que fermente ésta en las extremas izquierdas no tiene nada de particular y es hasta saludable. Para eso están. Pero hoy la subversión late en toda el área nacional, en las extremas derechas y en el Ejército, en los grandes Consejos de administración y tras los vidrios emplomados' delas salas capitularest Ylo primero que hay que hacer es, precisamente, restaurar la autoridad:so 0 cial; sea ésta blanca; roja o azul; pero que sea. Sin ella no habrá nada: no habrá evolución ni revolución. Sólo habrá jarana y creciente atomización de la raza. Es doloroso decirlo, pero en esa progresiva descalificación de la presi'dencia del Consejo ha colaborado no poco la política de la Corona. Ha pre~ ferido ésta casi siempre a hombres firmes y claros, servidores de la nación\ los hombres dóciles yfaciles, contentadores de Palacio. Poco a poco :ha: he;. cho una 'selección al revés. Hoy la palatinidad de uri político está en razón inversa dé· sus virtudes:· Desde la octava de Sagunto la políticac de Palacfo ha consistido eU'dirr largas. La Restauración no. fue sino la más larga de todas las largas, la larga constituida y declarada que se niega a acometer problema alguno interior ni ,é exterior. Cánovas fue hacia' dentro de España el táctico del acomodo, hacia fuera el creador del aislarhiento; el diplomático del desierto. Hasta.1900:lá vida española se resume en dos largas: la de Cánovasy la deLagartijoc Des; de l900ala.fecha la vida española no,se puede resumir: es el salto de inata. continuo, el capricho rastrero;la carencfa de trayectoria nacional¡ la exalta'' ción de los seres inferiores y el vejamen perpetuo de los superim;es: ·
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Si en estos meses que corren viajamos porEspaña hallamos por todas partes, en lo económico, que fue siempre nuestro flaco, un aire de resurrección. parecen estallar.las urbes de plenitud ciudadana; los campos están mejor cuidados que nm;1ca; las ruinas, esas eternas ruinas de las villas y las aldeas, comienzan a incorporarse. Dondequiera nuevas chimeneas fabriles exhalan su humareda eón simpática petulancia. Nada de esto se debe a la política. La gente tiene dinero, siente afán de divertirse y; en general, trabaja más. Los obreros i:riismos, después de una epidemia de vagancia, que, como es sabido, aparece siempre tras las grandes guerras, vuelven a la faena. Es, sin duda, el momento : de dar el gran empujón a esta tierra venerable y desafortunada, a esta raza malttafda por secular decadencia. Cuando, después de algún viaje al través del flo.reciente cuerpo peninsular, pensamos en la crisis de hoy o de uno de estos días, · nos.dapeµa; una gran,pena que se parece enormemente auna gran ira ... ' Se intentará una larga más. Se querrá hacer continuar al frente de nuestro pueblo ekero actual. Si esto ne) es posible se.buscará otro cero palatinizado.Que nada:cambie,.quqiada fuerte se intente, que.prosigael mortal statu quo. Detrás del señor Allendesalazar, 'Metternich como quien dice, ya ~e ve venir al marqués de Alhucemas, como quien dice Cavour. -U Senos dirá: y si la Corona no llama a estos hombres,¿a'quién va a llamar? ¿No son ellosilos que tienen la fuerza política organizada? ,·c ':: Y a esto respondemos: la mayor parte de, esos hombres no tienen por sí . fuerza ninguna: Sólo gofande la qµe les hadado yreiteradola Corona. Cria,. turas de la predilección palatina, viven a costa de la Monarquía y son de hec cho, sin quererlo, sus mayores enemigos. Como se ha fabricado la personalidad política de esos hombres se ha podido fabricar la de otros mejores, .con evidente ventaja para la nación y la Monarquía. .:': , . No pretenderíamos ni por.un momento que en veinticuatro horas carne •' biase la decoración en los usos de Gobierno. Nos contentaríamos con que la so:lución, bien que atenida a las escasas posibilidades ofrecidas por la realidad de ·ias fuerzas parlamentarias, manifestase.en algunos claros puntos la lealvolun~ ,tad de transformar el anibiente públi~o,.deatacar de frente o siquiera de lleno las grándes cuestiones n,acionales: la obrera,.la financiera, la disciplinaria. Ne.cesitamosfa seguridad de que va a restaurarse la autoridad social en nuestro país. ..Y'.esto, que no se logra con bayonetas, se debe intentar llevando a la presidencia a.álgúrt hombre serio; que nosfacite alrespeto .y nos permita la esperanza. 121:1, Porque, eriresolución,,haciéndonos cargo de la dificil coyuntura en que hoy vive nuestra política, no. pedimosinmediatosfrutos de bendición. Nos contentamos con los verdore's,primaverales de una esperanza. ¡
>.
Publiéado sin firma, El Sol; 28 de abril de1920
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EL SEÑOR DATO SE ENCARGA DEL PODER
E1se~or Dat~
españole~:~
ha aceptado eÍ Poder; Con ello gana ante los campeonato del heroísmo. ¿Quién podía sospechar que este doctor melifluo : selánzaría a la extraña aventufa de gobernar sfü concentración ccínservai · dora y sin decreto de disolución? Es decir, para constituir un Gobierno, liE terina, como el último de los Allendesalazarés, parecía elseñorDato el pih lítico menos idóneo de todos los políticos idóneos. ¿Qué ha ocurrido, pues; ... durante esta última semana de misteriosa calma políticá? No lo sabemos; Li~. mitémonos a desear al señor Dato una déliciosa interinidad.. No se ha interrumpido, y parece que no se interrumpirá si no es muy bruscamente, muy violentamente, el viejo cfesbarajuste de la política espal ñola: Continuamos viviendo entre bufonadas. Más aún: elhecho de que·en;, trances como los actuales, insista la: vieja política en gobernar a España con·' los mismos hombres que fueron hace tiempo recusados por la opiniónpú~ blica, y con los mismos ideales que se caen de puro andrajosos, indica que los dioses quieren perderla, y para ello comienzan por alimentarla de demencias. Hartos estamos de demostrarla necesidad de muy profundas transi formaciones políticas y sociales; No caeremos en la ingenuidad de cláínar hoy de5mesuradamente ante el incomprensible advenimierito al Poder dé . una política valetudinaria. Sabemos que entramos en otra etapa desoluL cibnes interinas ymandos transitorios: Sabemos que la crisis no se ha re~ suelto, aquella crisis que se abrió en 1917, precisamente cuando ocupaba'.el Poder el que hoy presidirá el Consejo de ministros. Algunas gentes,iricliC nadas a la desesperanza, tomaránpor tristemotivo de pesimismo el hecho de que una política contra la que se alzaron revoluciones militares y obreráS, tenga todavía eficacia para acaparar las soriris.as del Rey. Para nosotros, esté. ir y venir desordenado; frenético, desorientado, de la política española¡mo indica más que una profunda inquietud de los poderes más alto~, deseosos de probar hasta el últiínb aliento las posibilidades conocidas; pero desespe=,
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radas porque todo ensayo se frustra y cualquier prueba fracasa con estrépito de carcajapas en todo el país. Es decir; a nuestro juicio, lo que hoy ocup:e acentúa los desquiciamientos anteriores. Hemos resuelto, pues, nomosJilUUOS indi~ados. Muy al contrario, saludaremos con cierto júbilo deportivo al nuevo campeón don Eduardo Dato. Le agu~rdan al paso las sentencias de muerte que se han dictado en Barcelona, la hostilidad de los que hace días prometían ser sus mejores amigos, . el problema de las tarifas ferroviarias y toda una violenta fermentación so.. dal que de día .en día va advirtiéndose más fuerte. :n· Que los soles del verano alumbren la marcha de este audaz vencedor, digno de Pmdaro, y que el otoño le corone de pámpanos cuando acaben, sin ·.decreto de disolución, los días de su política de interinidad. Publicado sin firma, El Sol, 4 de mayo de1920
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LA COLIGACIÓN CONSERVADORA
''i"!i
ab~nal1Za;el horlz~nte ~el~~bi~ITlO.
Estos días parece confirmado el apo7 yo deLseñor La Cierva, sin otra excepción que el punto de las tarifas ferrovia, rias conocida Ja nota del señor Maura, donde entre deliciosos giros apocalíp' ticos ofrece al partido liberal-conservador un armisticio, diríase que la situación del señor Dato es envidiable. Un poco excesivo nos parece hablar de unión de derechas; tal vez mañana sea ésta posible, hoy sólo cabe una coincidencia yuru¡ coligación. Por otra parte, frente al desbarajuste que se ha avecindado en el pue, blo liberal basta con ese concurso adventicio. Nosotros, que hemos considerado siempre un utópico deseo del señor Dato la reconstrucción de un único partido conservador, encontramos muy beneficiosa esta mancomunidad de derechas. ¿Por qué decimos esto nosotros, que somos tan escasamente conser1 · vadores? La razón es muy sencilla. Desde hace varios años corre a la deriva la vida pública española. Se suceden los Gobiernos sin que haya podido intentarse una política cohesiva, continuada 1 dueña de todos los factores del Poder y orientada en un sentido " ' fijo. Trae esto como consecuencia no sólo que no se haya ensayado nada constructivo en nuestro país, sino que, falta de presión, se ha ido evaporando la impulsividad pública sin llegar a concretarse en un vigoroso germen ddu= ... tura política. Ni se hace ni se deja hacer. Hay gentes liberales, y, sobre todo, . socialistas, que consideran preferible Ja sucesión de Gobiernos frívolos en cuyas manos desnervadas se deshaga el Poder público. Nosotros creemos que, aun desde su punto de vista, yerran. Sin una política seria-.aunqu.e pensemos nosotros que equivocada- gravitando desde arriba no cobrará músculo ni estructura Ja fuerza tránsformadora de abajo. Sólo habrá grito~ desaforados y estériles, que además suelen ser tontos, grescas de barrio o vk · llorrio súbitos crecimientos de la marea obrera que el reflujo de las ema,o ciones deshace a las pocas semanas. La presión de una política set!a es la cog,, dición de que hasta los revolucionarios lo serán en serio.
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He aquí por qué nos parece desde un elevado punto de vista, a la vez humano y nacional,. que la mancomunión de derechas sería de no escaso .bee . ~eficio; si ensayan formalmente su política conservadora; Ciertamente que la nuestm es próximamente la inversa, ,porque. es una,política transformadora. Pero ésta no se halla aún suficientemente representada en las filas par" Jamentarias:Nuestta política-no nos hacemos ilusiones- apenas si ha llegado aún al Parlamento. ¿O se,prefiere que combatamos en pro de una política de izquierdas, presidida por el marqués de Alhucemas? Con no ser malo, no es tan bueno nuestro humor. Mejor que una farsa de izquierdismo querríamos un leal cesarismo. Mejor que ninguna política deseamos una política antípoda de la nuestra. Sin embargo, dos sospechas graves nos acometen desde luego ante esa política conservadora que se quiere iniciar. Una es ésta. La coligación de derechas, como hemos dicho, no es una unión orgánica, sino una tregua de Dios. Y no del Dios cristiano, sino del pa. gano Pan capriforme, una tregua del Dios del miedo. Ante el problema obrero las derechas sólo sienten en su fondo más sincero, miedo. Les falta la íntima fe de que puedan ellas resolver el conflicto histórico del capital y el trabajo en un sentido positivo. Aunque habla el señor Maura y como éllos ·demás, de «innovación ineludible», barruntamos que no tienen las derechas ,ideas claras según las cuales innovar y que sólo se ejecutará el otro haz del . programa: la contención, la represión, franco o torcido un intento de aplas. tar las fuerzas obreras. Transmigrando por un instanteal corazón conserva. dar nosotros comprenderíamos muy bien una política defensiva, pero entendiendo que en este caso la defensiva no puede ser el embotamiento en el statu quo, el tópico del orden, la incisión de la bayoneta y la exhibición del tricornio. Ante el problema obrero no hay más defensa que la reforma continua y, aunque mesurada, hecha en grande escala. ¿Podemos esperar de las derechas peninsulares tal manera de entender la defensiva? La otra suspicacia nuestra se refiere más concretamente al Gobierno del señor Dato. No creemos que sea ninguna avilantez decir que este señor Dato ysu hueste representan los más viejos y deplorables usos de la vida interior política. Precisamente por ello el señor Maura y su rugiente coro los han combatido con tanta crudeza. Es, pues, de temer que la mancomunión de derechas, sobre traer en el conflicto obrero la represión y el statu quo, puesfu en manos del señor Dato signifique un espléndido retoñar del caciquismo y el abandono de toda renovación en las personas y en las maneras. ¿Cabe aguardar grandes modificaciones en este punto? Veremos, veremos. En el Gabinete hay dos hombres infinitamente inteligentes e infinitamente temibles: uno es el señor Bergamín, un malagueño frío; Otro es el conde de
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Bugallal un melifluo celrn. y corno dos puntos bastan para determina~ una~ línea, tir~ndo unaraya del uno al otro, de Galicia a Málaga, resulta la dia~o" : nal del caciquismo e.spañol. Sería una pena que a la postre es~a elegant~ .: política conservadora se redujese a que Romero Robledo resucita de entre los vivos. · · · ' ,·
LA AGITACIÓN OBRERA
Publicado sin firma, El Sol, 12 de mayo de 192Q ; .t.
I
EL ABSURDO :¿Cuántas veces habremos escrito en ~stas col~rnnas que mantener en si: tnación paralítica al Estado es en los tiempos que corren la mayor dernen. eia? Esto, que es cierto respecto a todos los grandes problemas nacionáles, léi es mucho más atendiendo ala cuestión social. Cada quincena, alpasar, Vllelca a la vista de todos un nuevo hecho que confirma con rebosante evi·: aencia nuestro aserto": El actual conflicto del pan, que gravita estos días corno una· pesadilla sobre la vida madrileña, ofrece un caso ejemplar de·esto que decirnos. · La minúscula peripecia de si doce obreros: artistas de la galleta han de ser o no readmitidos en una fábrica que usa el nombre romántico de «La For. tuna», trae consigo nada menos que el paro total de la panificación en una ciudad.de un millón· de habitantes. Las clases populares más agudamente dac ñadas por la carencia depan:prornueven, corno es natural, algaradas, asalc tan tahonas y rompen escaparates; La urbe entera se inquieta y amohína: Los seres felices, vagamente perturbados por la inquietud callejera en la hora sa~ Erosanta de su digestión, piden una vez más la declaración del estado de guerra. Sólo faltaba que los astros, participando de tanta conmoción, alabeasen '.las líneas intactas de sus órbitas. Cuando dentro de algunos decenios se cuente que semejantes perturbaciones podían ernimar de unas cuantas galletas que han dejado de hácerse yde unos cuantos galleteros que querían volver a serlo, las gentes sediverc tirán torno hoy nosotros al oír la historia de aquella gran guerra de Oriente.provocada por el estornudo de un chambelán. Al menos cuando al iniciarsela Revolución francesa el pueblo pedía.pan en la plaza de las Tullerías,
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María Antonieta proponía al primer ministro que sele diese galleta. En eb caso presente la galleta ha sido la catástrofe. La desproporción q1tre el origen del conflicto y su desarrollo no puede:: ocultarse a nadie, ni siquiera a los obreros. Podrán predicarles algunas gentes atropelladas que cuanto más violenta y absurda sea su acción más cerca están del triunfo. Pero el alma obrera, que guarda en su fondo un fuerte .lastre de buen sentido, acabará por comprender que el absurdo no es nunca fe-.! cundo, que, como la mula, no pare y da coces. . Pero si es irracional producir con una huelga de tan nimio origen tanta perturbación, lo es mucho más sacar la consecuencia que sacan nuestros feudales, a saber: que en vista de ello se anule el derecho a la huelga y se · destruya la organización obrera. Es digna de leerse la prosa frenética que, 1, ahora como tantas otras veces, derrama la Prensa de la extrema derecha por·•. el cauce beatífico de sus columnas. Siempre hemos hecho notar el carácter insociable, más aún, antisocial de ciértas.clases conservadoras. Piden a gritos la intervención del Estado para perseguir, castigar, aniquilar todos los. de• más grupos sociales que no son ellas, y a .esto llaman orden y gubernameI\r talismo. En cambio; no quieren que.el.Estado sea lo que debe sernun, organizador de las disidencias interiores, un poder imparcial, pero attivb 1 que .crea .entre los bandos. hostiles elrecurso deila ley. ·! l • Cualquier temperamento moderado y discreto echa de ver en conflic· tos como el presente la urgencia de instituciones, de leyes que haganirri,.. ¡:iósible la generación de tamañas dislocaciones públicas en mínimas 'desF venencias.Ayer.presentó el alcalde una:fórmula de arreglo; queparécesumamente discreta, y que fue aceptada por los obreros. Sin embargo,.basta · que la gerencia de «La Fortuna» se niegue al acuerdo para que Madrid; cas• tillo famoso, siga sin pan. No existe un tribunal ni una legislación a quienes pase automáticamente ull'asunto llegado a tales términos. Habrán de servió~ lentamentev.encidos los unos o los otros; enlugar de buscarse la soluéióñ en hormas de ley; cuyo carácter impersonal elimina la toxicidad del aníéír propio y del fanatiSmo político.
cuando menos de utopía a la hora de la guerra; para que pueda fácilmente esperarse o temerse mucho de él. Tanto más cuanto que alguno de esos gran. des núcleos nacionales de obreros, como el de Francia, atraviesa ahora difi•cultades har~o graves y sufre sobradamente de discordias íntimas para entretenerse en mejorarla casa del vecino. . ; .. • · Pero áparte tbdo esto, y dejando a un lado la amenaza, el motivo de irri. tación que los obreros sienten por las causas menCionadas nos parece su• mamente justificado. Cuando se tolera qu'e livianamente Gobiernos de aldea~ traten a su antojo los derechos capitales de la Coristitución, manteniendo · fuera de la ley media España sinrazón que de lejos lo explique y encarcelen centenares de hombres, según el capricho atrabiliario.de una autoridad se~ cundaria civil.o militar, de hecho irresponsable, hose pued~nhaceraspa vientos de'dignidad'nacicinal ofendida porque gentes defuera.pretendan .•aunque sea.én vano-.. mezclarse en nuestra vida doméstica! , , Ya nos parece estar leyendo tiradas patrióticas sobrefa.independencia española, violada por los obreros franceses, italianos yporttigtieses. Por nuest;ra parte, no.estamos dispuestos a cubrir con el manto venerable del patrio~ • tismo a unos cuantos.españoles indignos, más o menos gobernantes, que mancillan con la frivolidad de sus actos el aspecto moral yjurídico dela patria española. Todo el que proteste contra la arbitraria suspensión de•garán.tías, el.encarcelamiento de inculpables y la clausura ilegal de casas sociales, . tendrá nuestro aplauso, así sea él chino o iroqués; Con ello creemos ejercitar el verdaderopatriotisino. · Publicado sin firma, El Sol, 23 de mayo de 1920
II
. ·.~TORPE TACTI!CA OBRERA .. EXIONES SOBRE.EL MOMENTO SOCIAL
ÜBRERlSMO INTERNACIONAL
· • . ·E~ tanto, los obr~ro? deFrancia,ltalia y Portugal lanzan smultimátunf. al Gobierno español para que levante la suspensión dé garantías, liberte aio~ presos políticos exentos de proceso y abra los centros obreros!' No creemos mucho !en la cohesión actual de:!os obreros int~rnaciopá les·. ·EHriternacionalisrrio abstracto quedó demasiado convicto de.farsa10,
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. .En 25 de noviembre.último, bajo el título' «Demasiadas huelgas» i y pregisamente con motivo de una huelga de panaderos en Madrid, escribíamos .~p. estas columnas lo siguiente: . «En Cataluña, como en Andalucía y; por halo de repercusión, en elres.o;de la Península, .han sido desorientadas las cabezas de nuestros trabaja!ores por el gran ballet ruso de.l bolchevismo. Creyeronunmomento>que .. e ballet podía danzarse en todas las latitudés . .Sin embargó 1ya se!vá vien-
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do qué no es faena liviana t~adu~ir del ruso. Los pueblos de'. cen~o y oc~i dente europeos tienen una estructura social mucho más recia.y diferencia" da que los eslavos. Es muy difícil que una minoría audaz.se ap~d~re delnglaterra 0 de España en un santiamén, como los bokheVlStas h1c1eron con Rusia. Lejos de esto, cualquier exceso depresiónporpartedelsindicalismo revolucionario provocaría una reacción social tan violenta,· que acabaría con la organización del proletariado:• • ' i · •· ' · · · . . • ···. , »Bajando el tono, diremos lo.mismo de las huelgas parciales que estos días se van acumulando sobre' las 'espaldas.del consumidor español. Plari~ teadas sin buen orden y enmafa sazón, mezdadasla.S'justas y discretas con las frívolas o audaces, la opinión pública i:omienzaafatigal"sé de todas ya sentir laconsiguienteirritación: Créannoslos obreros: siguiendofarutainl!; premeditada que hoy llevan; sin aseg\J.tarse, porlajusticia de cada ca~o, ~ese peto y simpatía del espíritu público, perderán todas las huelgas y.amqmlac rán sus asociaciones: • »En vez de fiar a la acción directa -y esto son las huelgas; así geherae les como parciales,,-'- toda su esperanza, busquen, cómo dice el Comité sin: dicalista del Sena; ''otros medios para declarar su voluntad" de trabajadores' Pidan un régimen más amplio. de intervención del' Estado en los conflictos del trabajo, faciliten la creación de organismos oficiales donde vengan a corre cierto con los patronos, y reserven las huelgas para los casos de radicaldis: crepancia. De está suerte, sus querellas nos interesarán' más a todos Ynos sentiremos más propicios a descubrir la equidad de sus demandas. · »Un caso bien claro de errado proceder es la huelga de panaderos. Por muy justas que acásofueran sus.peticiones, el procedimiento de de~ar sin pan a todos, ricos y pobres, es, inevitablemente, impopular. El enOJO q?e la carencia de tan primario artículo produce, llevará sin duda a crear med10s oficiales supletorios de la industria vacante. Nos pondremos todos a hacer pan, dejando a los profesionales que diriman. enla soledad sus ~ontiendas. »Para conseguir transformaciones sociales hace.falta, ademas de la ~~r,; za, un poco de política. Los obreros creen de buena fe que e:to de la poh~ca es una cosa que han inventado los burgueses para notrabaJar, y aunque en buena parte tienen razón, les falta la bastante para que, sin ella, lleguen nun- . ca a triunfar. Con menos huelgas y un poco más'. de política lograrian más».
*** Como no es forzoso decir urla misma cosa de dos maneras, esos'pá: . . • 1, rrafos de ayer nos sirven sin variación ninguna para expresar m~est.rosJU'.cios de hoy. Sólo existe una diferencia: lo que ayer significaba umi antict7 '
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pación de hechos y corno un vaticinio, hoy es una descripción de·acontecirnientos reales. De otoño a la fecha actual han sido perdidas por los obre_ros todas las grandes huelgas,.y los madrileños, en no escaso número, han . comenzado a fabricar pan en los hornos familiares como en los tiempos prehistóricosc El bokhevismoba perdido rápidamente casi todos sus grados de verosirríilitud enAlemariia, en Inglaterra, en Francia y en España. Las masas obreras, desviadas de su camino por los grandes gestos eslavos de Lenin y Trotsky, van sintiendo una gran desilusión, que se curará .volviendo a la ruta.más serena y eficaz de un socialismo liberal que atraiga.e integre núcleos más amplios de hombres que el estricto y angosto obrerismo. Como para nosotros está fuera de.toda•dudayllenos de.fe esperamos que la sociedad humana se transforme bajo el imperio del principio del ttabajci-recuéi:deiise nuestros artículos sobre el problema obrero en octubre y noviembre pasados- hemos tratado repetidas veces de evitar con nuestras observaciones la derrota y desmoralización de los orgariisrnos obreros. Preveíamos, según va acaeciendo, que la táctica esquemática predicada por el marxismo se estrellaría en los pueblos de Occidente. Hoy nos hallamos más bien en retroceso con respecto a las posibilidades de hace un año. Convenía, pues, que los obreros repensasen su credo, volviesen a'meditar sobre sus armas y su plan de combate y se libertasen del torpe fana\. tismo con que siguen la irreal geometría de Marx. El Manifiesto conmnista es una obra geriial de captación e ilusionismo; pero nada más. La realidad se ha vengado de ella corno de todo intento que se haga para suplantar lo vivo y concreto por lo pensado y abstracto o Bastaría con recordar el equívoco general que corre por todo el folleto de Marx y Engels y consiste en hacer creer a los obreros que ellos son los más. Los trabajadores sufren hoy en sus propias espaldas las consecuencias de este engaño. Y eso que hace ya más de un decenio, al sacar la cuenta un gran economista, Wemer Sombart, se encontró con que de los cuarenta millones de alemanes sólo tres millones escasos eran obreros en el sentido del Manifiesto comunista. Citamos este error del marxismo porque él ha influido decisivamente en el método de lucha elegido por los obreros. Creyéndose los más, han cerrado por derecho contra el resto de la sociedad, sin más cautelas ni contemplaciones. Han adoptado-según tantas veces hemos dicho-. el ataque .· alo Sauer, a modo de suprema sabiduría táctica, y como ello hizo perder la guerra a los alemanes va a hacer perder la paz a los obreros. l• En tanto naufragan en el despego público cuestiones y huelgas en que los obreros tienen toda o buena parte de la razón. ¿Un ejemplo? Ahí está el • :isunto de Peñarroya. Durante semanas se negó la Empresa-que es extranjera-, no ya a entablar negociaciones con sus trabajadores; pero rii siquiera
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aceptó hablar con dos repr~sentantes de ellos. Tercos y duros, con ademán de amos en tierra franca o en tropical colonia, han vejado.a los obreros es" pañoles de aquella cuenca minera, aspirando, sin duda, ª. renov~r ~a triste historia de Riotinto, tan peleo gallarda para España. Como en Riotinto¡ se empieza ya en Peñarroya incluso a dificultar el tránsito de los periodistas qu~ quieren reco,rer la cuenca para apreciar. de visuJa situación. . . • . . · '. •¡,; .• Los juicios anteriores sobre el abuso de·huelgru: y elcar~cter ~traec~~ nómico de algunas nos dan derecho a pedir al lector reflexi:o que, ~ami: nando elenojo producido por la actitud general delobrensm?, atienda con curiosidad y· con ánimo justo a este conflicto de Peñarroya, que ahora· se discute en eLministerio del Trabajo. · · Publicado sin firma, El Sol, 30 de mayo de 1920
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EL SEÑOR DATO, RESPONSABLE DE UN ATROPELLO . A LA CONSTITUCIÓN
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La responsabilidad contraída por el presidente del Consejo firmando la Re.al orden.sobre la Prensa, es gravísima. No se concibe que tan viejo gobernante como el señor Dato se haya dejado inducir a tal fechoría, que· fuera inexcusable en un ministro virginal. Sólo puede explicarse el caso saliéndo" se de la Ética y suponiendo que este viejo gobernante ha querido vender un derecho público a cierta empresa periodística a cambio de no ser hostilizado por ella, De todas suertes, cualesquiera sean los resortes íntimos que í:notivaron la resohición, ésta es un hecho, y un hecho que constituye uninau., ditci abuso de Poder, un degüello de las libertades fundamentales, un escarnio ·dela dignidad presidencial y; lffque es peor que todo esto y más corto de dec cir;una majadería. HaY, sin' duda, en el articulado un evidente propósito de favorecer a unos particulares en perjuicio de otros. Esto, que por sí mismo representa uno de los delitos mayores que un gobernante puede cometer, no es, sin embargo, lo que más importa de la Real orden ni su más grave criminosidad. Lo más grave está en que el señor Dato no es.quién paramandar lo que ha mandado. Segün mis noticias; El Sol hizo constar a su tiempo que no ·reconocía derecho al Estado, dentro de su actual régimen, para intervenir en · la•vida doméstica de los periódicos. Hecha esta salvedad, mi amigo el señoí:Aznarse creyó obligado a buscar un acuerdo con los demás directores de periódico, inclinándose ante el imperativo del compañerismo. Yo, que soy más viejo que el señor Aznar y he tenido por ello más tiempo para meditar sobre las cosas españolas, le diría que el compañerismo, como tantas . otras ideas bellas, ha servido en España sólo para que los incapaces se conjuren contra· los capaces, ylos que valenmenos contra los que valen más: •• Pero dejemos esto, que es más urgente lo otro: la pretensión irrisoria que el señor Dato tiene de creer que puede intervenir, segün su rizado ca. pricho, en la industria y comercio de periódicos. Se trata, sin duda, de una
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forma nueva de megalomanía y de una transitoria obnubilación del buen sentido en la mente deljefe conservador: Talvez ha facilitado el desliz el escaso decoro y el nulo tesón que·suelen poner nuestros compatriotas en defender sus libertades personales. Pero en esta ocasión no va a ser así; yo espero que muchos escritores y hombres de periódico estén tan resueltos como yo a no consentir la violación de su derecho ..En último caso, diría lo que Martín en Ja novela de Voltaire cuando le preguntan si hay anabaptistas. Martin responde: Qui, il y a moi. Si los demás se diesen a una ominosa fuga y el señor Dato declarase: «¿Ven ustedes cómo en España todo se puede hacer? ¿Ven ustedes cómo no hay ciudadanos que sientan el honor de sus libertades?» Yo respondería: «Perdón, señor Dato; ily a moi». Y el señor Dato, bic lingüe, me entendería. . . .J , · En el preámbulo dé esta Real orden se háce una exquisita distinción.eJi. tre lo.s. fabricantes de zapatos.y los fabricantes de periódicos; Sin embárgo·\ es te preámbulo ha sido escrito .o por un fabricante de zapatos' o pm el pie de • uno que Jos use. Desde Juego, no ha puesto en él su.pluma el presidente; ·sei: ría inferirle una injuria.que Ja polémica no justifica; , Figürese el lector que en este1ínirífico preámbulo leemos:· : «Por honrada convicción unos,.ppr noble compañerismo otros, explí7 citamente casi todos, implícitamente y por las anuencias del silencio algti,. nos, muy pocos, todos.han coincidido en esta.fórmula,.en que sacrifican su libertad industrial; en ese único punt0 ¡naterial, a las converuenciasisú7 premas de Ja industria, con la muchedumbre que de ellavive;.y,del público para el cual es al presente el periódico cotidiano imprescindible elemento .. · · .. • ; y signo inexcusable de Ja vida social». · . • , De modo que se trata, nada menos, de renunciar a una de las libertades más explícitas de la Constitución: la de industria. Pero como el mismo preám: bulo hace.notar al distinguir un zapato de un periódico, vanen.ésteJundidas, inseparables; las condiciones materiales y las ideales. Renunciar; pues~ a Ja libertad.industrial trae consigo, en este caso, dañar. la libertad intelecf tuaL En. efecto; si a la ley de Imprenta se suma esta Real orden, no va á que~ dar resquicio por donde pueda silbar su cantiórula libertad intelectual.Está Real orden es un bozal más en maruqs de cualquier Gobierno audaz. Yqúe hay Gobierp.os audaces.lo demuestra el señor Dato gobernando, dictando Reales órdenes comoéstai' !· · Pues bien, para llegar a la friolera qué representa renunciar·ala libertad industrial, ¿qué se ha hecho? El preámbulo lo dice: ni siquiera•se ha contat; do con todos Jos que hoy dirigen periódicos. Pero Jo que no diee el preám-i bulo es que se ha contado sólo con docena y media: He·aquí un s:uento qu,e· 1 se cuenta yno se cree. · ·l 1t·r {
Pero mástodavía. :• • Aunquesoyniuypoco periodista, nací sobre una rotativa. Tal vez por . este género de. natividad me he sentido impulsado a desplazar algún esfuer. zci hacia estii forma de labor literaria; Hace bastantes años fundé con el señor Rengifo, una revista semanal: Faro; luego, Ja revista España; más tarde colaboré eh la fundación de El Sol. Con alguna hipérbole, pero dentro del sentido' literal que elvocablo posee, puedo, en consecuencia, aspirar a que el añalejo me conmemore bajo el título de fundador. Resuelto por otra parte a no ser mártir, pienso en que mañana me ocurra fundar alguna otra publicación. Y entonces, súbitamente, me sobrecoge una revelación, una imagen apocalíptica; pero no trágica como las de Sanjuan, sino bufonesca como las de Muñoz Seca. Resulta que «mi» libertad industrial e intelectual ha sido enajenada ya por esa docena y media de señores reurudos en La Época. Si no se ha contado con los periódicos de hoy era gollería pedir que se contase con Jos·de mañana. La consecuencia es que, por ejemplo, el señor Luca de Tena ha enajenado «sm~ libertad industrial y; de paso, la «mía». Esta imagen, Ja imagen del señor Luca de Tena enajenando mis libertades junto con las suyas, me produce tan saludable hilaridad que en cierto modo contrarresta . la indignación provocada en mi fuero íntimo por la Real orden. Yo siempre creeré que estaReal orden es obra del citado Muñoz Seca. Como Jos perló'·. dices son, a lo mejor, dirigidos por el menos capaz, puede ocurrir que un fabricante.de cosmético·s haya enajenado mi futura libertad de publicar. ¡Ypen.• sar que Camba no está ahora en Madrid! Al comienzo de estos párrafos empleo una palabra insólita en mi literatura: digo que esta Real orden es una majadería. Yo espero que al leer Jo que acabo de decir, mis lectores habituales no hallarán inadecuada Ja cruda expresión. · ·.Vea el señor Dato cómo ha hecho una cosa muy grave. No porque, en _efecto, haya tajado la Constitución. Yo bien sé que esta Real orden no puede ser cumplida; pero precisamente esto es, de todo, lo más grave, si quiere el 11residente que hablemos un minuto en serio. . El Sol ha sostenido que era urgente restablecer la autoridad del Poder público. Esto no se consigue con las bayonetas, sino haciendo que el Po'der público sea, en sí mismo, respetable. No es el mejor camino a este fin dic\ar Reales órdenes que no pueden ser cumplidas por carecer el Estado de det:e,cho para darlas, y; en consecuencia, para hacerlas cumplir. Una vez más, por una ligereza que los muchos años del señor Dato hacen más censurable, ªparece el Poder público en una actitud irrespetable. Se pretende hacer del Estado un percherón que se ponga a arrastrar vetustas carretas particulares; .~.entrega el gobernante a satisfacer apetitos de Jos unos contra los derechos
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de los otros; se acostumbra ·al español a que mire la autoridad como un ene-, migo privado frente al cual sólo cabe. buscar la justicia con la propia mano; en suma se elabora desde el Estado la anarquía. Ha;tas veces lo ha dtchoEl Sol: nuestros políticos nacionales sori fa~ bricantes de anarquía. · · . • . : ·• ·· Yno sobraría que, en casos como el presente, echase un Vistazo el Rey sobre las maneras usadas por sus hombres de confiailZa. Porque el Rey ha puesto su mano sobre el libro de la Constitución, texto de las libertádes.'Y es una mano de gentleman.
ACERCA DE LA LIBERTAD INDUSTRIAL
E!Sol, 17 dejunio.de192Q
. l.
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E~ su editorial d~l jueves pone La É;oca algunos coment~~~s a lo que yo he escrito sobre la Real orden liberticida. Yo quisiera que estos comentarios me hubiesen parecido tan conVincentes como me han parecido amables. El articulista de La Época ha:malrotado un tesoro de habilida.d que leenVidió, para cubrir.con un velo de dialéctica la gran fechoría del señor Dato. No puede menos, sin embargo¡ de darme en parte la razón. Pero yo aspiro a que . me la otorgue íntegra. Tál aspiración no se nutre de una·excesiva confianza en mis dotes de argumentador,. sino, de estos otros dosmotivosi la sencillez del asunto y la seguridad.en que estoy de que La Época; cuando descubre la verdad frente a sí; cambia de sitio yse pone junto a la.verdad.e Yo voy a dejara.un lado 'cuanto La Época dirige a El Sol. Ya esteperió··. dico responderá por sí mismo; Voy, y ello breVisimamente, a contestar las objeciones que nominatim me envía. Una de ellas -no son más de dos- consiste en suponer que no es anticonstitucionalla Real orden porque cabe holgadamente dentro de la ley llamada de Subsistencias. Esto, claro es, lo dice en.broma La Época, como lo dice ya en burleta el preámbulo de la Real orden: La ley de Subsistencias está hecha para regular el precio y acervo de artículos alimenticios, pero.no de artículcis:periodísticos; puede legislar sobre tasa y reparto de primeras materias a fin de evitada escasez o la carestía injustificada de ellas; pero no intervenir en las.cuestiones de concurrencia indiVidua!. •·· ··Curioso' es que la Real orden no ha sido formalmente fundada en esa ley ni ha sido siquiera tramitada parlas organismos encargados de· extender los mandatos que de ella derivan; ¿Por:qué? ·La Época lo sabe mejor que yo: El escándalo que hubiera seguido a ese' abuso de tal ley· habría sido enorme, aun cfescontando la defectuosa dignidad con que el español responde a los que Violan sus derechos y franquías. Nadie cree alseñor Dato capaz de usar la ganzúa como instrumento.de gobierno, y es.to hubiera sido· abrir las•com~ 347
puertas de laley excepcional de Subsistencias para el presente menester. Por• que aquí no se «raciona» la primera materia, que es el papel. Después de la Real orden, como antes de ella, puede gastarse la cantidad que se quiera. A lo que se obliga es a vender el papel impreso a un precio mayor del que se ven• día, única vez en que la ley de Subsistencias parece traer consigo el aumen- . to de costo en un producto. Esta Real orden es, como ya la gente dice porp]ac zuelas y tranvías, la «tasa al revés». El preámbulo de la Real orden funda más bien su articulado en una hipócrita ternura hacia las Empresas periodísticas para impedir que «las emulaciones individuales» no lleguen «a la propia ruina». ¡Oh previsor Estado! ¡Oh Dato suplantador de la divina Providencia! ¡Oh sublime ley subl sistencial que ahora resulta encargada de evitar «emulaciones individualesJ> (léase libertad.industrial) y de 'queyo mearruine! ..., Yo pido a La Época yal señor Dato quemedejen'arrllinarme·en paz. ¿Por que"nome han de dar gusto en este capricho mío?,· ·'' · · No hay; pues, para este caso taUey de Subsistencias. Pero; además; es falso de toda falsedad que con esta Real orden se salvela industiia periodís~ tica .. Se salva a algunos serrares dueños de unos periódicos moribundos,• qu~ ya habían empezado a morirse.cuandoelpapeles.taba más barato que1rium ca, a costa dela industria periodística, que queda maniatada y sin movilidad pata nuevos ensayos,.Y:este derecho atnmortalizar un periódico no perté; nece tampoco al señor Dato: es precisamente'el derecho único del publico[ Si un diario es b no de utilidad pública el público lo decidirá .. Con lo dicho se desvanece a la par la segunda observación que me hace ·
consecuencias que de ella se siguen. Como en España no acontece esto, la intervención es un atropello constitucional, según consta al señor Dato mejor aún que a.mí. · Pero h:¡tbía de ser cuanto acabo de decir vocabulario sin sentido y quedaíía en pie mi argumento del otro día. · . Ciménta sus decisiones la Real orden en la unanimidad de doce señores periodistas para «sacrificar su libertad industrial». Sin embargo, la Real arde~ sacrifica también la libertad de quien no es ninguno de esos señores, por ejemplo, la mía. Ha sacrificado, pues, lo que no era suyo, y el señor Dato, pretendiendo otorgar fuerza legal a tal sacrificio de lo ajeno, se hace su cómplice.Y como los cómplices de un delito, para conservar su nefanda solidaridad, necesitan cometer otros sucesivos, raro será que algunos de esos señores, unidos al presidente del Consejo, no den pronto ocasión para que nuevamente tengan que hablar de ellos las crónicas de la vergonzosa anarquía española. El tiempo lo dirá.
El Sol; 19 de junio de 1920
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La Época:
«Pero aunque no haya agravio para la Constitución, es indudable el derecho del señor Ortega y.Gasset a dolerse. de que eso se hagá; con tal de qU:e la traba que se crea al ejercicio de la libertad de trabajo y de industria se.ref chace lo mismo para esa. actividad que para todas las demás que vienen-pih deciéndolas»; .· .· ·' • · .·' . • ·· . " ' . ' "· . · , .Tampoco.estome:parece digrro de La Época, porque es.echarJis:pier,. nas po~ alto¡ y ella es dama·y :venerable.-Con razonamientos semejantes: se desprestigian las leyes y las autoridades; se desmoraliza la conciencia pút blica y se perpetúa el ambiente rudo y bárbaro en que viei,ie ahogándose la vida del Estado español. No¡ habráindustrias en que•sea lícito, legal,.cohst titucional, intervenir. Habrá,otras enrque interveniri sena un delito gtavisb mo. Al presente hablarrios'de:laperiodística y hablamos en lascircunstani cias actualesaquíy ahora;hicetnunc En Francia.recientemente halegisladb··· el Poder.público sobrdavidapeÍi.odistica,. pero. cuidando. muchp de fundar su intervención en la falta de papel y reduqiendo:su entrometimiento a :l~~ '
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ESPAÑA Y EUROPA
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EUGENIA DE MONTI]O. ,:
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muerto Eugenia de Montijo. He aquí una exéelente·ocasión para no h'!" blar de política. Se dirá que Eugenia de Montijo fue Emperatriz de Francia¡ y, por Jo tanto, su persona pertenece a Ja historia política. Es verdad; pero con Ja misma razón podernos decir que esta dama granadina conquistó a Fra.n: cia en Ja persona del Emperador, y, por tanto, el pueblo francés pertenece a Ja historia sentimental de un corazón de española. Dejemos, pues, la poli, tica: aunque sea Ja de un Imperio, no representa en la vida de una mujer sino un ornamento en tomo a su gracia yun atractivo más de su feminidad. Emperatrices ha habido muchas; pero sus nombres protocolarios no despiertan en las almas las románticas resonancias que el de esta viejecita dormida. Y es que en el caso presente los destellos del rango imperial ceden bajo el certero encanto de este nombre: Eugenia de Montijo, tan fino, tan castizo, tan reverberante que parece una daga de Toledo. Desde un punto de vista más delicadamente humano que el que solemos usar los periodistas, lo importante no es que Eugenia de Montijo fuera Emperatriz, sino que una Emperatriz fuese Eugenia de Montijo. En zonas de nuestro corazón mucho más profundas que aquélla en que se encrespa la política hallará siempre un eco estremecido el eterno cuento de hadas que ha vivido esta mujer. La trayectoria de su vida, sencilla corno Ja de un astro, dibuja en Ja fantasía una línea legendaria; tenue alborada en el palacio de Ja plaza del Angel, esplendor de mediodía en Saint-Cloud, cr~ púsculo en la vaga niebla de Inglaterra. Toda su existencia está llena de a_vi~ sos misteriosos, sueños iluminados, gitanas profetisas. Cada gesto de su VIda es simbólico. Ahora, imponiendo suave inflexión a su vuelo, con una grácil curva de paloma cansada, viene a morir en el palacio de Liria, después de ha~ ber posado entre las águilas picudas del Segundo Imperio.
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La mayor parte de las cosas que hizo en Francia fueron funestas para Ja nación. Mas )a culpa no es suya, sino del destino que puso a su lado un Na. poleón insuficiente. El otro, el verdadero Napoleón, si hubiese sido un poco . romántico; ~e habría también enamorado de ella y llevándola a París Ja habría dejado irradiar sobre Francia su genial encanto femenino, pero hubiese, ala· vez, impedido sus intervenciones políticas. .. . . , Su misión no era entender de política, sino lo que, en definitiva, es Ja misión suprema de la mujer; crear un tipo nuevo y egregio de feminidad, elevarse sobre el horizonte sentimental del hornbre·corno una nueva conste" ]ación sugestiva. Y esto lo hizo genialmente Eugenia de Montijo. El admirable óvalo de su rostro subrayado por la presión de dos.bandas de cabello ceñidas alas sienes quedará como imagen evocadora deto,da una etapa histórica, aunque acaso no sea la mejor. Creó una figura y creónuevas:rnaneras de alegría; contra lo que hoy piensa el vulgo, esta forma de colaboración en el desarrollo:de la historia es tan esencial y tan fértil corno la obra del estadista;elnuevo•descubrirniénti:J que hace elsabioy el nuevo escalofrío que inventa ef poeta. ,,, Por nuestra parte, si hemos de ser sinceros, sólo hallarnos en su encantadora.fisonomía un vicio que es; a la vez, una grave inelegancia:: fue fanática, Sob.refa ondulante y suave tolerancia del espíritu francés; sus actitudes destacan a veces con acusada rigidez. Fue en este punto demasiado celtíbera, y siguiendo nuestra propensión, siempre que se presentó la oportunidad no se contentó con menos que con querer ser más papista que el Papa. Pero el destinó, merced a uh galante azar,• se ha ocupado de corregir este único defecto que había en su deleitable persona. Cuando ya no se hable en el mundo de Imperios ni de guerras, ni de políticas, se seguirá contando que Eugenia de Montijo fue amiga de Mérirnée y de Stendhal, los dos franceses más libérrimos de espíritu que ha engendrado el siglo XIX. Mérirnée había conocido a su madre, la condesa de Montijo, en Madrid. «Es-dice el autor de Cannen en una carta íntima-la mejor amiga que tengo en el rnu_lldo, y que me ha dado siempre excelentes consejos». Hacia 1838, Mérirnée lleva a su amigo y maestro Stendhal a casa de la Montijo, que se hallaba en París. Corno Stendhal era un buen conocedor del eterno femenino, Mérirnée le seduce con estas palabras: «Es una mujer encantadora, una admirable arnig~, un tipo muy completo y bellísimo de la mujer de Andalucía; le agradara a usted mucho por su ingenio y su naturalidad». Hablar de naturalidad ~ Stendhal era ponerle en el disparadero. Pronto se anudó un comercio de amistad entre Beyle y la condesa de Montijo -refiere un biógrafo del sin par novelista. Las dos hijas de la condesa, Eugenia y Paquita, se aficionaron a Stendhal. Las noches que iba a verlas eran noches extraordinarias que es-
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perabán impacientemente porque se quedaban hasta más ta:de en el salón. Beyle les contaba historias divertidas; les hablaba de Napole~n, les regal~ba estampas y Eugenia conservó siempre unaB~talla de A11Ste:rhtz q~e aquel le había dado. «Cuando sea usted grande-decia Stendhal a Eugema-, se cae sará usted con el marqués de Santa Cruz... pronunciaba este_no~bre con un énfasis cómico-, luego usted me olvidará yyo no me ocupare m~ de usted»; En diciembre de 1840 .la condesa invita a Beyle con frases apremia~~es para que las' visite en Madrid; se alojaría en su .c~sa e iría.con s~s dos ~lJaS a esperarle al apearse de la diligencia.' Desde C1vitavecchia, el consul literato_expresa su nostalgia de las señoritas deMontijo, sus dos ~gas de :ataree anos: sus dos encantadoras españolas. Cuando en 1860 volvia Eugema, ya Empe~ ratriz, de un viaje a Sabaya, vio en elmuseo dela.biblioteca de Greno?le un retrato de Beyle. «¿No es éste-dijo-. el señorBeyle? Lo l:¡.e conoc1~0 cuando era niña; me hacía saltar sobre sus rodillas». Olvidaba la Em~~ratrlZ qúeStendhal la había tratado como a una persona mayor, Ella le :scnbia car" tas breves y siempre sin fecha, a las que Beyle conti:staba con epistolas; que, según él se expresaba, tenían los defectos contranos. (Stendhal-Beyle, po.r Arturo Chuquet); '· ' ' · · ., · ·.. . · . Cargada de alegrías y de tristezas, como nave de largo crucero,.tenmna ahora esta larga existencia ejemplar. Triunfadora y derrotada ha puesto. sus labios en lo más dulce y lo más amargo. Ha vivido la vida entera; Flor de c1mai ha atraído sobre sí el rayo de oro del sol y el rayo de ~ego del~ nubes .. Como españoles no podemos olvidar que Eugema de MontlJO YManano Fortuny han sido las dos últimas victorias.de España sobre Europa: Publicado sin firma, El Sol, 13 de julio de 1920
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UNA CARTA·
Señor director de
~l Sol.
Mi querido amigo: Cuando yq creía que el señor.Dato había Vtielto.a una insólita cordura en el asunto de los periódicos, .viene a buscarme en esté rincón cántáb¡ico, donde el bai suena, la noticia de que no sólo se insiste en la famosa Real orden, sino que va a ser publicada otra dond,e más inequívocamente se trata de atentar contra El Sol. Después de haber hecho· subir todos los periódicos a diez céntimos, se pretende ahora que ElSol sea expendido a quince,'porque.sí, por la presidencial gana delseñorDato, pre,, · sidente deLConsejo en un pueblo de envilecidos boto1mdos:: 'Hace algunos meses, al comenzar .los conciliábulos· de unos cuantos directores de periódicos madrileños, tuvo usted la atención de consultarme. Aún no se había dibujado claramente el propósito de.desvalijar a El Sol. Sin embargo, me permití indicar a usted que El Sol, fuera cual fuera la intención de aquellas reuniones, tenía que permanecer vigorosamente fiel a sus ideas y, en consecuencia; no·.po~ía aceptar la in~romisión del Esta" e do en.la vida de la Prensa,. no habiendo, como.no hay, escasez de papel. ' Otra cosa venía a ser extirpar la·libertad,de industria,.que es eh este' caso inseparable.de la libertad intelectual. Hallé a usted por completo coincic dente conmigo, pero, aun así; le advertí que era para mí la cuestión de tan íntima importancia, que si El Sol no adoptaba esa actitud yo dejaría automáticamente' de•colaborar en'El SoLHe andado demasiados años con los tacones torcidos; he renunciado a demasiadas cosas durante mi vida por defender en mí y en mi derredor la'1ibertád-. · una delas pocas cosas espléndidas inventadas por el hombre-..-, para·permitir; sin congruas represalias,•que venga a amputármela cualquieraudaz a quien la·inmoralidad de mis compatriotas consiente ocupar por unas semanas lapresidencia del Consejo. ' · ' ' ·
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Toda esta historia de las Reales órdenes eri pro de una Prensa contra otra es uno de los capítulos más sucios de ,la sucia historia de España que vamos viviendo. No sólo en el sentido de la clínica política es interesante, sino en otros más hondos sentidos. Viene a prestar nueva comptobadón a lo que tantas veces he escrito o he dicho ante públicos muy diversos: que en nues~ tro país, cuando alguien hace algo un poco mejor que es uso, la España oficial se revuelve airada contra él y se dispone a aniquilarlo. En el admirable libro del helenista alemán Otto Seeck sobre la Decadencia del mundo antiguo hay un capítulo donde el autor describe el proceso radical que descompuso la civilización grecorromana; ese capítulo se titula así: «La aniquilación de los mejores». Bajo el mismo epígrafe podía éscribirse la historia de Espa~a dtiíante los últimos tiempos. La España oficial se dedica indefectible y me¡. tódicamente a triturar cuanto en el área nacional aparece dotado 'de·cuafü dades valiosas. Está interesada en asegurar una selección a la inversa porque ella\la Espáña oficial, no esotra cosa que la formidable solidaridad de fos ineptos, Como decía Chateatibriand, laincapacidad encuentra1preparadas en todas partes sus logias fraternales. Esa masonería de la ineptitud e5la ESpaña oficial; que; como hacerimcho tiempo le indicaba yo a ústéd; acaba' eri ciertos pericídicos madrileños, pero empieza nada menos que eil
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·· Sobre estos aciertos de técnica y material periodísticos ha cometido El Sol un_delitomucho más grave: ha conquistado lo que los diarios.españoles . se ha~ian ya acos.tumbrado a no tener: alguna autoridad. Su arisca indepen. dencia .~~a.ra mt fuero interno, la única cualidad que me importa de nues~ tro penodico-le ha atraído los odios de todos los.impuros, que son, claro está, legion. Pero éste es un punto que requeriría un desarrollo más holgado. Para uh aficionado a investigaciones psicológicas resulta labor atractiva explicar la génesis de esta hostilidad contra El Sol, que no se detiene ante la Constitución misma. Para que el señor Dato se resuelva a ejecutar el delito que a estas horas supongo consumado, han tenido que aunarse muchas colaboraciones. Por esto es interesante reconstruir la trayectoria del rayo que ahora se dispara contra El Sol, analizar su composición y, sobre todo describir cómo se ha forjado en el seno de la alta nube. Porque, no lo dude usted, amigo Aznar, rayos de este calibre sólo se incuban en lo más alto; Sería, pues, oportuno que hiciésemos la psicología de la palatinidad. : Vamos a ser villanamente atropellados por el presidente del Consejo, qmen, con su aspecto de hombre que lleva un cirio en una procesión, es capaz, por lo que se advierte, de los mayores delitos. Pues es el mayor de todos el que relaja el sumo derecho, y en la organización vigente de la sociedad, el sumo derecho es el definido estrictamente en la Constitución. Una vez más nos daremos cuenta de que es España un inmenso puerto de arrebatacapas donde no existe rincón de la ciudadanía que sea seguro.Todos los días se cierran locales de Asociaciones obreras, allanadas por el capricho de cualquier gobernador provincial. Todos los días se sentencia contra justicia en los Tribunales. Todos los días se asalta de uno u otro modo el recinto de las libertades personales. Las personas decentes se ven diariamente obligadas a luchar ~.~r lo más elemental. Ahora bien: esto, la necesidad de luchar por las condic10nes elementales de la existencia en común, es lo característico de los p~eblos s.alvajes. En este sentido, no hay duda de que es nuestra España la mas floreciente monarquía de botolmdos. . Po~o podemos fiar de la sensibilidad liberal de nuestro país. Nadie 0 casi nadie tendrá esa fina piel que en otras razas hace a un individuo sentir las heridas que en su honor civil y en sus derechos radicales recibe. Los políticos llamados liberales asistirán en primera fila a nuestro atropello con evidente delectación. La Libertad, periódico en que interviene el señor Alba, se h~ apresurado a firmar el proyecto de la nueva Real orden. Luego querrá el senor Alba que tomemos enserio su liberalismo. No obstante, yo quisiera, al concluir estas líneas, solicitar solemnemente el juicio de dos hombres: el conde de Romanones y don Melquiades Alvarez. Terceros en discordia, ellos podrían, o convencemos de que padecemos una
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TODO ES POSIBLE EN ESPAÑA
ceguera-.-.todo es posible-· al creer que el Estado ~o p~ede.intervenir d~ esta suerte; y eulas circunstancias hoy dadas, en la vida mtenor de la Prensa, o, si piensan como no.sotros; amparamo~·hon~stame~te en una confa" bulación de corrupciones, defendiendo las mas delicadas. libertades, que van a ser en nosotros violadas, José Ortega Y Gasset. · ·· · :.--1 _--
El Sol, 29 dejulio de 1920
E1 señor Dató es t:lln exangüe, que no sé.ha sonrojado alfirmar la nueva Real
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orden fu pro de una Prensa contra otra.Se le ha hecho ver en pleno Consejo de ministros que jurídicamente era una ilegalidad; un estupro dela.Constitución, yque moralmente era una iniquidad; la rbaybrimaginable'deritro de las sociedades actiiales,'puesto quevende'a unos pocos el poder del Estado, que existe precisamente por ser de todos. El negocio que dseñor. Dato quiere hacer me parece, sin embargo, algo i:nejor que el de Judas: Aquél se contentó conttéinta pobres dineros,; al paso que el jefe liberal-conservador, por trece mil centímetros de papel, állana el camino para obtener los cientos de millones que irbporta el aumento· en1as. tarífas{erioviiiriasy procura organiZarse una cuadrilla· con que asaltar en octubre el Palacio real y sustraer el decreto de disolución. · · • •' Porque en la confabulación decoriupcionés que ha sido menester far e mar para producir esta Real orden, cada cual ha colaborado merced amotivos distintos, aunque igualmente nefandos. L.os que, en definitiva, han seducido hacia el crimen el áriimo·delseñor Dato son los referidos. El Sol ha peleado en la vanguardia contra las tarifas ferroviarias; y el señor Dato, convirtiéndose enuna ametralladora de Reales órdenes; preieride ahora destruir El Sol. Porotro lado; celestineando· con los.instintos depredatoriosiylas envidias de: algunos' periódicos madrileños, espemelevar entorno suyo una barbacana de benevolencia, desde la cual, llegado que sea el otoño, podrá dirigir su agresión a la regia prerrogativa.·· . · ·' Agitando en su corazón tales designios, como suele decir de sus héroes Homero; el señorDato.finnó esta Real Iniquidad. Yo supongo que a estas•\10ras habrá formado el cuadro ·en tbmo de ella la solidaridad de los ineptos; que•es, la vez; la, solidaridad dé los envidiosos: el financiero usurario; el reptil político, eLperiodista sin tirada y el escritor sin talento. · ., •'' '"" · Séría insincero si dijese·que no creía•posible en España uria audacia: y un crimen del 'calibre de esta Real orden. Yo creo• todo posible en nu.estro
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país: es éste un cuerpo podrldo, ~n penúltimo gra~o de ~sociaci.ón. El pequeño círculo de lectores que desde.hace años sigue mis trabaJOS ha e.ncontrado siempre en ellos., bajo uno u otro sesgo, desarrollada esta co~vic ción. He dado voces de alerta, gritos de precaución y de espanto. ¡Amigos, nos han deshecho la patria, la han pulverizado, atonrizado ! Un pueblo es una maravillosa cohesión obtenida a fuerza de seculares afanes. El imperio de los viles y los necios, incapaces de lealtad y de sutileza previs~ra, ha :ot~ ~que-: lla cohesión radical, y hoy cada núcleo español, por no decir cad.a mdividuo, ha perdido por completo la sensibilidad para el re~to del cue_~º social. Esta incapacidad de sentirse cada cual herido en la henda del proJimo, hace que todo sea posible en España. Es posible que cada semana caiga asesinado un patrono en Barcel~~~: nadie se inmuta. Es posible.que cada día se cierre una Casa del•Pueblo y se encarcele o se deporte en racimo alos obreros: nadie se siente aludido. Es posible que durante dos lustros ·et capricho pal~~no désví~ ens:ntido fa~ vérso a.fa equidad la concesión de distinciones nnlitares: nadie sera·~ªP.~:d.e hacer una protesta desint~tesada. Es posible que otra vegada el Ejercito se tomelajusticia por su.mario,ylasjuntas de defensa, pas.ándose delara~a; mediaticen el Poder público y opriman el cuello del Gobierno con su talo!]. espalado: nadie sentirá enojo; Es decir, I1adüi.no. Cuando lle~a a cada ~ua} -=individuo o grupo~ la hora de ser atropellado, pone el gnto en el cielo; busca en torno quien le socorra, y sorprendiéndose en el varií?, hace _eld~" cubrimiento de.quela sociedad española es insensible al cnmen e msol~~ darla de toda causa justa. Entonces el ofendido; si tiene amias; se siente impulsado a la violencia, como elmilitar, el obrero; si no las tiene, la humillación y la iracundia abren en él un venero de acritud. El nuevo rencor,. ~legan~o a madurez en sus entrañas, se revuelve contra los•restos de cohes10n social y se convierte en un nuevo agente de atoniización;. ¡Amigos, nos han-~est hecho la patria! Cabezas y: corazones de piedra; golpeando.sobr': el.s_o~d~ nacional-nos lo han hechrnpolvo, o, si se quiere una expresiómmas fina, di7 remos c~n los.químicos que nos lo han porfirizado: Un día soplará unáfr~ faga y: España será aventada: como la duna en el desierto. . : • •· . _.. Todo es posible, todo. Inclusive que alguien•venga a hacer constar que si yo ahora protesto vehementemente e.entra esta crimin~l o~dendel señor Da:~ es:porque soy el atropellado y: veo cercenadasla.s esplendidas ~enta.s que~º" modamenté disfrutaba.Más difícil será hallar quien recuerde ID1S qumce anos de vida literaria, en los cuales apenas.pasó día sin qué rompiese una lanza pqr alguien que padecía violencia, necesidad o abandono. Ahora que y:o soy el agret dido; ¿dónde están aquéllos por quienes yo me:puse al margen de to?as las.suac vidades? Me extraña no .verlos yafonnando en la primera fila de los enermgos:
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Al leer la última Real orden, lo primero en que me ocurre pensar es en la indiferencia con que un delito de esta naturaleza suele ser recibido por las gentes. Porque no las afecta inmediatamente, creen que no va nada con ellas. Para los chicos, un descarrilamiento es un accidente que acaece a otras personas; no conciben un descarrilamiento del tren en que ellos viajan. Y, siri embargo, yo os digo que un hecho como el presente trasciende de tal modo a indominable putrefacción de la vida pública, que sobre todos, antes unos, otros luego, llegará una jornada de iniquidad. La rueda ominosa, la rueda del crimen político pasará sucesivamente sobre vuestras cabezas como ha pasado ya por muchas. Sentiréis que vuestro pecho se inundad~ asco y hierve de indignación; pero nadie os socorrerá contra el miserable que os atropelle. Entonces experimentaréis el frenesí más cruel: el de sentiros paralíticos contra la vileza y elabriso.· . El señor Dato, a sabiendas de que comete un alto delito, no vacila en ejecutarlo. Sabe él, suma aritoridadres¡:ionsable del Estado, que el ciudadano español no puede esperál" nada del Poder judicial. El Sol llevará ante los Tribunales al señor Dato, Pero ¡qué importa tal resoluciól1 al presidente del Consejo! Sabe que el pleito durará años y que¡ a la postre, el juez se do·blegará servil ante el político que entonces gobierne .. ¡Sigamos así, señor Dato! Cada hora empuja hacia temperamentos.anárquicos:nuevos.grupos sociales ayer pacíficos y dóciles. Fernando de los Ríos, el profesor y diputado socialista, me refería hace pocas semanas sus leales apuros cuando al recomendar a los obreros granadinos procedimientos de legalidad y esperanza en una política evolutiva, éstos le dicen: «¡Pero, don Fernando, no ve usted mismo cómo no hay ley para nosotros! Nos cierran los centros, nos persiguen en las fábricas, nos llevan esposados por los caminos, nos apalean las espaldas ... , nos tratan como a perros. ¿Qué va usted a esperar de la ley?» Y el prudente interlocutor sentía, al oír esto, vergüenza, ira, desesperanza ... . Ahora nos toca a nosotros pasar nuestra hora de canes. ¡Quién sabe si -a la postre será lo mejor! Formaremos jauría con los obreros y prepararemos Ia gran fiesta venatoria. Nos unirán el asco y la indignación y haremos que suene de mar a mar el ladrido y el halali. Andando el tiempo, las crónicas na. rrarán que en tiempos de Alfonso XIII, amigo de la caza, todos los españoles honestos tuvieron que volverse alanos y usar del colmillo.
El Sol, 7 de agosto de 1920
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LA TINTURA.DE LLODIO, O ELARCAÍSMO DE UN DECRETO
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La sus ensión d~ El Sol signifl~a ~~e el antiguo ~vene:abkpuebfo esi:iat
ñol baj~ elcetro de Alfonso XIII, retrograda aJa existencia~~ una h?rda 11;1civll donde la le. .no existeylos gobemante5 saltean los canun?s: _Ammo,,~ embar o, érila'fucha,·porctuela victciriá de El Sol es una con~1c10n para qui; Es añ~ vuelva de horda a ser sociedad civil y cure la ver~enza de verse eniregada ála decrepitud de don Eduardo Dato, guardaguJaS;IIl~yor defas Compañías ferroviarias. · ·• , , , · , '· , La Voz, 17.deagosto;de192P
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J11'~eñol'~~;o ctuiere r~~lver ~l problema agra~o introduci~nd~ al~nas · modificaciones en la ley de Colonización interior. ,.Esto.nos recuerda al personaje deDatidetctue prciyectabareformár el carácter'de los franceses,haciendo ctue·en la escuela los niños.pronunciasen · con vigor las erres; La ley de Colonización interior, en espíritu coritempo.. .ránea ge Carlos III, sinie sólo para hacer pequeños ensayos sociológicos que ''.distraigan las horas en tiempos de, paz'. En las ctue corren, ásperas y urgentes horas de guerrnsin cuartel, la habilitaciónde esa ley es tan inocente como . hubiera sido oponer en el Mame aios hulanos del Imperio un regimiento de figuras de ajedrez. Es, sin embargo, lo más,concreto y profundo que lleva a bordo el re·•ciente programa del señor Dato',, Calcúlese lo que será el resto. De punta a punta, el programa es lo que suelen llamar los americanos un jineteo en el vacío. Vive España punzada por un haz de cuestiones agudas como espadas de Dolorosa. Todo el mundo se da cuenta de que es preciso salir al encuen.tro de ellas con principios daros y enérgicos. La pérdida' de autoridad en el · Poderpúblico, que es el.mayor mal presente, sólo puede corregirse merced auna políticaactivisima, de eléctrica eficacia; toda músculo y nervio, muy cbmpétente yde estructura tan amplia que satisfaga' aun más pcir el porvenir en ella•antidpado ctUe·por la•cosechá inmediata. El programa del señor IDato es todci lo contrario delmúsculoy el nervio: fofo y mucilaginoso, parece escritO poda cola de una babosa en la arena de un jardín. Al elaborado, demuestran sus•aufores ctue·no tienen política alguna; que no sabenlo ctue van a hacer, que en su vida las han.visto más gordas, y cogidos de improviso; ··e ponen a jinetear en el vacío; cabalgando el·viento de unos vocablos."' e;! 'La superlativa•oquedad de este·programa sirve, pues', sólo para'que en elli\iredunde y resuene con mayor estruendo la grave resoluCión tomada por e1'Monarca; otorgando al señor Dato el decreto de disolución. Este o.tor-
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gamlento y el modo con que ha sido hecho permanecerán durante mucho tiempo en el primer plano de la atención general, y requerirán inagotables comentarios.
*** Como El Sol no es de aquellos periód\cos que perviven gracias a los favores de Palacio y de los Gobiernos palatinos, puede expresar en sus columnas sin hipócritas deformaciones la impresión producida en el ánimo público por el reciente acto de la Corona. Esta impresión, que ha sido, por caso raro, unánime-la Prensa agradecida al señor Da to claro es que no cuenta en esta coyuntura-, ha cqmenzado por un movimiento de sorpresa. Ciertamente que lo genial sue!l! sorprender. Pero en este asunto no han intervenido para nada mentes ge~ niales ..u. sorpresa tiene otra oriundez. EL acto de la Corona ha sorprendido como sorprendería la súbita reaparicióp. de un personaje muerto hace dos siglos. No.sólo las izquierdas, sino también las derechas, han encontrado a:Lgesto de.Palacio un extraño sabor de arcaísmo, un tinte anacrónico.'¿ Cómo es posible-·se dicen las gentes, aun las más moderadas- que a las. alturas cronológicas por que hoyvamos bogando otorgue la Corona el tesoro de·sú confianza en forma tan arbitraria, tan autocrática,; tan zarista? ·¿Fue.a.caso en el tiempo del rey Luis de Francia; sol con corte de astJ'os en campo de azur?;;; '·!
Como es sabido, el tiempo del rey Luis de Francia se caracteriza porque durante él hicieron.su ingreso en Versalles los financieros. Entonces las tri, sis se resolvían enlos vergeles, y mirándolas al trasluz se veía siempre alfan, do la figura de.PariscDuvemey. ¿No es, cuando menos, poco prudent!! en.es~ tos tiempos· de ahora,. tan llenos de conflictosferroviarios, otorgar decretosde disolución en los jardines de Llodio?. •¿Quién podrá borrar de este decreto esa tintura.de Llodio vertida sobre él en la sazón.de su engendramiento? Lo más·grave del caso es que ese tinte arcaico con que se hace comeúf zar una etapa política traerá inexorablemente consigo una serie sin fin de anacronismos a que el Gobierno.habrá de recurrir para hacer triunfar elinh ciaL Parlo pronto, el señor Dato tendrá que.hacerunas elecciones aréaicas; · Tomarán.los más.viejos abusos: con los fondos secretos de. Gobernación se< intentará sobornar alas españoles. Una política de corrupción llevará al frenesí !~desmoralización que.ya existe;· Falto hoy de p~estigio el f'.odetpúbfü ca, ,parecerá mañana cubierto de ignominia, Se éorre el .extremo riesgo'. de '
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que el paisaje político se matice con las luces crepusculares que suelen alumbrar todas las.postrimerías históricas. La danza de Llodio puede muy bien . resultar famosa danza sobre volcán. El pasado está siempre dispuesto a tor.. naryvuelve fl desarrollarse como una película que se dispara. Es muy peligroso evocarlo porque acude al punto. Esperamos, :Sin embargo, equivocamos completamente. Si el otorgamiento de este decreto ha parecido a las gentes anacrónico por su autocratismo, acaso es contemporáneo de los jefes liberales contra cuyas mejillas va dirigido. La humildad y la mansedumbre de estos excelentes hombres es también de otros tiempos. Usada una mejilla, ¿no sabrán poner la otra? Publicado sin firma, El Sol, 7 de octubre de 1920
AMAGANDO, PERO NO DANDO
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c~ITli~nza~ r~onancias
decr~to
Ya las qu: e{ de disolución va a suscitar en toda la Península. La primera voz que se oye es, naturalmente, la del señor La Cierva. Decimos naturalmente porque, a pesar de nuestros muy moderados entusiasmos por este hombre público, no queremos desconocer que es el más pronto, el más activo y el más tenaz de todos. Apenas se abre una brecha en el horizonte político,vésele.llegar tempranero agitando su arma de combate. Antes era este arma una atroz maza de Hércules, un aparato rudo, bárbaro, extemporáneo; blandiéndola sobre su faz hirsuta, parecía el señor La Cierva un político recién escapado del·bosque virgen. Por esta razón le hemos combatido todo lo reciamente que nuestras menudas armas de pluma nos permitían. Tememos que estos cuerpo a cuerpo se renueven en lo sucesivo. Pero hoy nos complace apuntar una sospecha de rectificación en la .... actitud del señor La Cierva. Desde hace unos meses, en efecto, leemos declaraciones de este señor donde parece dispuesto a abandonar su ademán selvático. Ya no habla tanto de aquella «energía», brutal temperamento que resumía su política. Pero hay más: cuando hoy habla de energía-léase el discurso de anteayer'-, cuida muy bien de añadir un curioso paréntesis: «Energía del Poder público, entiéndase bien, quiere decir la eficacia social que nace de su prestigio». ¡Ver- . daderamente curioso! Ésa ha sido, ad pedem !itterae, la opinión que desarrollamos muchas veces en los editoriales donde combatíamos al señor La Cierva. Se traslada, pues, a nuestro campo, Nos da la razón. ¿Cómo podremos nosotros, ahora, quitársela? ' Ello es que el segundo discurso de Valencia ha sido, todo él, pensado con sordina. Oportuna es ésta en cuanto viene a moderar las terribles voces a lo Tamerlán que otro tiempo daba, prometiendo represiones y casian- •. tropofagias. Mas resulta penoso oír al señor La Cierva que empardece su;; voz para hacer un discurso de pequeño maquiavelismo político con vistas
estrechas hacialas próximas elecciones,.Le acabamos de reconocer lealmente ima intención de mesura frente a su tradicional· dureza gubernativa. Asi. mismo; hemos aplaudido reiteradamente su actitud en el asunto ferroviario, . que fue has~a aquí ejemplar. Pero el mismo afande sér veraces nos·lleva a condenar esta caída en el más viejo vicio de nuéstra política: el juego cazu'" ,, "' .',;' rro de vistá corta' con fines nada levantados. ¿Por qué juzgamos así? Bien sencillo: en abreviatura, lo que el señor La Cierva' dice al actúa!°préSidente es esto: señor Dato, está usted en una posición muy difícil, de la que yo puedo sacarle. Si yo me uniese a usted, podríamos fabricarnos una gran mayoría, y acaso en su hora, sustituirle yo en la jefatura del nuevo gran partido. Pero nuestra terrible discrepancia en el tema ferroviario me lo veda: un acomodo por mi parte equivaldría a la anulación de todo mi carácter político. Yo debía, sifoese consecuente, combafüle fieramente; pero me expongo a traer pocos diputados y a dificultar mis anhelos de regir el partido conservador. No me queda, pues, más que una jugada: aprovechar este momento previo a las elecciones, tan peligroso. para usted, y asustarle anunciándole que, o me allana el camino para la unión, ce.diendo en el problema ferroviario, o desplegaré por todo el país la más hostil bandera con ellema «Tarifas». Esto es, en resumen, lo que ha dicho, mejor, lo que ha hecho el señor , ·La Cierva en Valenciadel Cid. En el argot social tiene un nombre feo esta tác. ·tica en que se anuncia una acometida para que el miedo sugerido apronte .una dádiva. Si un gobernante liberal tuviese con las Compañías ferroviarias las ·conexiones que el señor Dato en pleno Congreso ha declarado tener, y hubiese sido puesto en sus manos nada menos que un decreto de disolución, el señor La Cierva no hubiese anunciado sus estocadas· habría desde luego procedido a darlas. ' ' ' La impureza de la lógica que se manifiesta en la posición del señor La - ·Cierva nos parece lamentable para su nuevo sesgo político: Renunciando a ·ser un hombre de los bosques, podía haberse quedado con un gesto de enJereza, de claridad en la conducta, de rigor en sus opiniones que contribui·ría a moralizar el ambiente público y a dotar de alguna esperanza muchos 'Corazones, al menos, de los que lo llevan a la derecha. Pero estos amagos que •no dan, en vísperas de elección, son cosa fea, y, además, la eterna cosa do·.minante en nuestros abominables modos políticos. Dice el señor La Cierva que en los comicios próximos debe dividir a !los españoles esta palabra: ¡Tarifas! ¿Es medianamente serio que quien esto ·vocabuliza se muestre dispuesto a pactar con el señor Dato y unirse a él? Mal ;podrán las tarifas dividir a los españoles si empiezan por unir a un señor Dato
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con un señor La Cierva; Y, una vez más, diría el viejo corazón de juan Espa, ñol, contraído, retorcido por el escepticismo: ¡Dios los cría, y ellos se juntan! Nos queda.la espera,nza de no haber entendido bien este segundo dis, curso' de Valencia. Pero ella indicaría; por muy.qbstusos que seamos; a\, guna f¡¡lta de claridad en el texto. que pudiera ser subsanada con,alguna rectificación. Publicado sin firma, El Sol, 9 de octubre de 1920
POLÍTICA SOCIAL
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CONTRALOS ASESINOS
críme~es
soci~les.
\'Lejos• de menguar, crece el número de y atentados La •marea de sangre aumenta, J'COn ella el asco que se va acumulando en todo . árlimo honrado, Tuvimos un momento Ja esperanza de que el vil deporte de asesinar fuese una moda salvaje,' pero transitoria, suscitada por los usos san''gúinolenfos qu:e han deshonrado lainiciación del bolchevismo. Este turbio movimiento de Rusia que había desorientado a nuestros obreros en política, .•hacía también que algunos vacilasen en moral.: Pero la decadencia del bol,'i:heVismo eslavo;la inverosimilitud creciente de su triunfo en Europa-·Rusia les históricamente Asia; y el ruso una especie de chino más joven- han dis'n\inuido •la influencia de la política leninista sobre los obreros occidentales. : Tiempo es ya sobrado para exigir de la manera mas enérgica que cese el influjo en la moral práctica de éstos. Es preciso organizarla guerra sin cuartel •al asesinato. La paciencia de todos los que no son asesinos va siendo excesiva y tifténdose con un innoble matiz de complicidad.' El capitalismo del siglo XIX ha desmoralizado a la Humanidad. Sin duda t¡uecreóuna fabulosa riqueza material; pero ha empobrecido la conciencia 'éti'ca del hombre. Cultivando con insensato•exclusivismo el nervio del interés•y el dogma dela utilidad, ha embotado en los individuos todas las emociones propiamente morales.. Hoy recoge, la cosecha de su venenosa simiente; Los que ahora ejecutan estos crímenes cuotidianos no son, claroestá, cosa nueva en el mundo: son los ásesinos de siempre,ni:más'ni·menos asesinos que cuantos han matado efe improviso a su prójimo: Pero el carácter epidémko adquirido por tales delitos indica que hallan éstos úna atmósfera incubadora y propicia: Elcrimenmayor está ahora, no en Jos que matan, sino en os que•no matan pero dejan rriatar, y aplauden el acierto homicida. En ciertos núcleos del proletariado, congoja causa decirlo, el asesinato es corría
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un sácrarnento político qu~ se ~clrninistra al! majorem plebis glo1iam. La radical perversión ética que este hecho patentiza es lo que considerarnos consecuencia ele la desmoralización sembrada por los hábitos del capitalismo. Porque los agitadores ele la masa obrera han ido sacando las cons'e• cuendas del imperativo utilitario que predicaron con la palabra, y más aún con el ejemplo, los capitalistas. La justicia y la moral generosa son dos palabras vacías -dicen aquéllos al trabajador. Las acciones se estiman por su utilidad, y la política obrera no debe parar mientes al escoger sus medios otra cosa que en la eficacia ele éstos. Carlos Marx no vaciló en adoptar, desde luego, esta doctrina perversa. Le ponía fuera de sí oír que se diese corno razón para el futuro triunfo del socialismo la justicia ele sus demandas func : darnentales. Quería que se impusiese a la sociedad, corno se impone a la nave el aquilón.Jorge Sorel, movido por elmisrno'.e.spíritu, recomienda a los obre, . ros la violencia. Es ésta inmoral; pero ¿qué importa, si es eficaz? -:· Claro es que ni Marx.ni Sorel proponen ebsesinato corno instrumenta político de socialización; Pero un agitador.de bajos fondos sacará estaúlti± rna consecuencia del utilitarismo:. asesino en germen, propondrá a los de:, más que·asesinen. ¿No.ha dicho Sorel que la huelga general es útil, aunque no pueda realizarse, porque amedrenta a la burguesía? La .táctica obrera deb,i; ser aterrar. El burgués es cobarde y el terrorismo le paraliza. ¡Asesinad; yde vosotros será el reino de la' tierra! ·Tal es el evangelio de Caín-porqueni siquiera le adorna el garbo dda novedad. La gran masa obrera claro es que no lo acepta. Pero va ganando; te; rreho la convicción de que en algunas zonas del proletariado ha prendido esta cruenta bestialidad. En ellas se remonta el ánimo del asesino, se lepra·: pone la víctima, se encubre la ejecución y se exalta la criminal destreza. ¿Dón;de termina el radio dela complicidad? Donde no llega su forma activa, COc mienza una pasiva adhesión, y en el confín ele ésta empieza a colaborada inmoral_ indiferencia. _ Es.to es lo que debiera urgentemente concluir; Es preciso que se.sep,a·, dónde está la linea.divisoria entre los amigos.del asesinato y sus resueltos. enemigos. Fuera, sobretodo;. una vileza enlos que, corno nosotros, creen en · la misión histórica del socialismo, permitir el equívoco entre socializar y asee sinar. El que tnata no es. ni más ni menos socialista que otro: es una bestia in, frahurnana que debe entrar al punto en sujaulón.. · No concebirnos· la tibieza;con que el partido obrero reacciona contr;á. este ensangrentamiento de la idea socialista. Distraídamente asist,e a lafre, . cuenda de estos crímenes, que, para escarnio:de su idea, se han llamado' sof ciales; Crimen y social;¿no sonlas dos palabras que más se empistenenel:: diccionario? " "' ··
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Parece increíble que en esta vejez de los siglos en que nos toca vivir vuel_va nadie a cree¡: en lá eficacia del terror. No se ha dado una sola vez en la His•Joria el caso de_ que consiga su propósito: si ha operado por sorpresa, ha du_.'_rado su imp\!rio las horas que la sociedad tardó en volver sobre sí. El ··terrorismo ha-concluido siempre por ser, a su vez, aterrorizado. El que' dice, como Sorel, al obrero que las demás clases sociales se acobardan fácilmente, le engaña de miserable manera. Es estúpido creer que sihoy mismo asisten con tan larga paciencia a la fila interminable de asesi1'.!-atos «sociales», se debe a pánicas influencias. La verdad es lo contrario: 'Ja convicción que en el fondo de la conciencia pública existe hoy de la justicia radical yacente en el movimiento obrero, contiene el afán de represalias _:ciue van sintiendo las demás clases.sociales. La indiferencia aparente durará hasta que pese más el crimen que la equidad de la idea bajó'cuya bandera :pretende cometerse. Pensar otra cosa sería no poco absurdo. Si el terror fuese.tan fértil; periódicamente caería el planeta en las manos de bandas a.ven~ ;_tureras que usaríanlafat:ilísimá receta. . . , . .· -El terrorismo es, pues, además ele.un crimen, una estupidez, y urge que •_se.deslinden los campos entre los asesinos que se enmascaran de socialistas :y;lossocialistas que.desenmascaran a los asesinos, · · Va en ello mucho del porvenir que espera al obrerismo. Créannos lós trabajadores: selo dice un•perióclico-que;.al tiempo_ de decírselo, tiene en, ,frente de sí más de una institución irritada por las campañas que en favor de J.á.política socialista ha realizado. ; . - , - ., , . Publicado sin firma, El Sol, 16 de octubre de 1920
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EL DECRETO EN LA TAQUILLA
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sólo que nó es la voz del comendad6rpetrefacto, sino la del propio 1 juan. Desde Sevilla envía donjuan de La Cierva alzaguánfa siguientean tifona: «El Gobierno prepara una mayoría para ofrecerla a las Compañías ferroviarias»; Pocas veces habrá sido expresado un concepto tan grave cómo éste por un político gubernamental: acaso nunca por un político de la,der:: cha. La institución parlamentaria servida como postre en un banquete de fi~ 1 nancieros es una imagen trucú:lenta que dibuja perfectamente la ignomi niadeestahora. , ',, "": , ' ' , '' ' ', , , '' El señor Dato, recomendando al Monarca que lecedieseel decréto1de disolución en medio de las pavanas de Llodio; ha causado un grave dañoa la Corona" sobre el qtie 'va a traer para la nación toda. Si no consigue una suficiente mayoría, el Monarca se verá nuevamente condenado a resolver cada ocho días crisis intrincadisimas. Si la consigue, la mayoría nacerá mancillada porque ha sido hecha para votar una ley de tarifas,, cuya.letra aún se ignora, pero cuyo espíritu conoce y detesta de anti!~.: mano la opinión pública entera. El señor Dato es responsable de que el de-' creta de disolución, la esencial prerrogativa de la Corona, haya venido a , , deslizarse por la taquilla de una estación de ferrocarril. Si el señor Dato fuese más monárquico de lo que parece, habría aconsejado al Rey, de cuyos actos es responsable, en forma muy diferente a la que ha usado. , «Señor, -hubiera podido respetuosamente decir-la situación que el,, anquilosamiento de las demás instituciones ha creado a la real es sobremanera delicada. El desprestigio de los partidos políticos, la inercia del sufra~ gio universal, la oxidación de la máquina parlamentaria que es,a inercia ha, producido, la falta de fe en los Tribunales de justicia, son causa de que todo.'.
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el·Poder público,repartido por la Constitución,venga•h0 y a.resumirseen la Corona'. Todo depende de ella: sin su voluntad, se ve obligada a compór_tarse como un,a Monarquía absoluta, hasta el punto de que, sisetesistiese .a'ejerter ese poder ilimitado, la'vida pública de'España; que marcha sobre esa' solaTueda, se detendría. ,Ésta es la puta y leal verdad, Pero ella trae consigo otra vérdad, ho me'nos pura, leal y digna de ser serenamente meditada. ' '>iSi el plus de poder que hoy está en manos del Monarca tuviese•snoric gen en un' crecimiento parejo de la fuerfa positifo social quela institución moná,rquica goza, no·habría'peligro en el ejercicio de' aquél: Pero sólo una adulac,ión insana puede sostener talc'osa. Si hoy tiene la Monarquía máspo" ·der efectivo que ayer, ,no es porque haya crecido su-fuerza, sirio porque ha , Illenguado la de las demás instituciones. Lejos, pues, de originarse en una mayor concentración de las energías sociales; es, precisamente;· el síritoma dd caos políticd en que vall'.ós cayendo. La consecuenc,ia grave de todo ello es ésta: que la Monarquía se ve hoy forzada a ejercer un poder mayor que el de ayer, sin tener más fuerza propia que la que ayer tenía. Esto es, Señor, leí que pien5antodos1os é:iudadancis que, elevándose sobre sus propias pa, siones, tratan de ver claro en el estado actual de España. Debilitadas hasta la consunción las, demás instituciones, no ha transmigrado a la Monarquía el prestigio de ellas, porque no lo tenían: han transmigrado sólo el oficio y la . ,responsabilidad. '' »En fin, como yb llevo en mi programa, una ley de tarifas ferroviarias y he declarado ante el Congreso mis intimidades con las Compañías, yo aconsejo a la Corona, que conceda el decreto de disolución a un hombre vecino de algún pueblo por donde no pase el ferrocarril. Mi lealtad monárquica me inspira esta recomendación». Como el señor Dato, consejero responsable, ha dicho próximamente lo ,contrario de cuanto expresan los anteriores párrafos, ha dado ocasión para ,que el señor La Cierva desde Sevilla grite: «Con el decreto de disolución se ;Va a fabricar una mayoría para las Compañías ferroviarias». No creemos que la Corona agradezca mañana el servicio que el señor ,pato le ha prestado. El tiempo, que es tan galantuomo, según Mazzarino, ;S,e encargará,de hacérnoslo, saber. Resueltos a practicar la más acendrada mansedumbre, ha;, sin embar'go, una cosa por la que no quisiéramos pasar, y es ella la intención que el se;ñor Dato va mostrando de tener por mentecatos a los españoles. El reciente decreto sobre material ferroviario adopta, ante las peticiones ;cie las Empresas, una actitud estrictamente inversa de la que el señor Dato has.\.ta,ahora había mantenido, y perfectamente identificada con la que nosotros,
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y con nosotros la opinión casi integral, habíamos sustentado. Deb.íamos, pues, aplaudir al s.eñor Dato y cejar en nuestra campaña contra el abusivo aumento de las tarifas: . · . •· . . Pero no somos tan tontos como el señor Dato supone. Previendo este excelente personaje que, según el señm: La Cierva anunció, la batalla elec, . toral.va, en grande parte, a librarse sobre el.asunto de las tarifas, se apresu!a a lanzar un decreto sumamente duro contra las Compañías deferrocarriles. De esta manera pretende detener al enemigo.antes delas elecciones y facili:¡ tar el triunfo•del:Gobierno en ellas.:Creada la mayoría, aparecerá ante las Cortes un proyecto deley con una solución completa al urgente problema ferroviario. En esa ley será 3,nulado, vuelto del revés, el decreto de.ahbra¡y · ]a-mayoríala•aprobará, .... , · .,. .· ,• .i• •· ·. • ' •· · . Ya ve el presidente que no somos tan, tontos tomo él supone.· Con uno u otro rodeo, el señor Dato depositará el decreto de disolución enl~ taquilla . ., ferroviaria. . ' Publicado sin firma, El Sol, 20 de octubr~ de 1920
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POLÍTICA DEL DIABLO Y GOBIERNO DE NADIE
A ~rirícipios de octubre hicimos unas c~antas obse~~ciories sobre lapo~ · ]fticainiciada en Llodio. Dijimos que se había aconsejado a la Monarquía
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que éorren los Bancos, y; sobre todo, sin poner resueltamente la proa a un presupuesto serio, cuya primera exigencia sería una radical reforma de los ingresos, aumentando c.onsiderablemente los impuestos a los ricos y aliviando los que gravitan sobre los pobres. ¿Cómo iba a hacer-esto el señcir Dato, que es el hamo missus a Deo, el enviado por Dios a los bienaventufac dos propietarios de la península Ibérica? Pero ya que carecía de ideas serias, de intenciones políticas viables, podría disculparse su elección para dirigir estas jornadas españolas en el hecho de que poseyese el señor Dato grandes fuerzas condensables en un Parlac mento. Ya se ha visto, y cada día, cada hora con mayor evidencia, que tani~ poco hay tal. Las izquierdas detestan al señor Dato, y las derechas, niauriS~ . .·. tas y cierviStas, le hostilizan duramente. Lejos de significar su advenimiei:~o · la concentración de las legiones conservadoras, ha"sido el toque de clann para la máxima dispersión: a su propio grupoliberal-conservador le cfuf jen•las cuadernas; fatigadas por urivendaval de.desunión e íntimas discorf dias; Nádie ignora la tibieza del subgrupo dirigido por el señorBergamín,il!f, insolidaridad del señor Sánchez de Toca y la irritación, que estos días raya eh arrebato, del señor Sárichez Guerra, obligado·a asistir, como espectador • de primera fila, a su propia estrangulación.parlamentaria. Sabido. es que el melifluo.celta conde Bugállal ha ¡:arrido unfazo de seda al pescuezo dele¡c pr~idente del Congreso, reservando para los amigos de éste los más crudq§ distritos y sirvieridb los pucheros mejor cocidos a los propios. En estasicircunstancias sobrevienen los primeros síntomas de catástrofe . económica. La decadenciavelócísima deJa peseta abre; al fin, los ojos a'.!os' ciegos temperamentos conservadores. La ignorancia y la impureza han:de7 saprovechado el mejor tiempo para situar la riqueza nacional fuera de peligro: La orgía irreflexiva de estos años termina en castañeteo de dierites.iY al querer poner tardío reparo, el: Gobierno mismo cae en la cuenta·de que·su propia constitución y esenciál índole le impiden hacer frente.ál problema1 Miia·en tomo; y advierte que por días crece la desconfianza hacia él entre fas clas~ sociales que representa, a destiempo convencidas de que fue frívoló traeralGobiemo.asu gerente cuando las circunstancias, las insobciinabli;s circunstancias, eran taIT"poco .adecuadas; . .Pamcolmo\ya la vez como signo de lo apretada que es la coyup.turajse habla de crisis parcial muypróximá_. • . · · ·· • ·• .• ·. Tales elpaisaje sobr~ cuyo fondo se ve comprometido el Gobierno a dar.' el salto mortal de unas elecciones· generales; con el pie forzado de aprcintar' una dócil mayoría que le salga de la propia cabeza; . • .¡· ¡. , r. ·' ••· Dígasenos ahora sLmiestra oposición al llamamiento hecho en :tlodio al señor Dato carec!a de.fundamentos. :,•re 2Bl
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·.... Por desgracia, l_a capacidad de•reacción en la conciencia pública es hoy mínima. Desánimo, desesperanza, asco y corrupción anegan alpresente el alma española .. Un.periódico no puede entregarse al empeño de querer ser más papista que el Papa. En batalla continua contra todos los poderes de aniquilamiento nacional, creemos haber rebasado los límites de cuanto .el más exigente rigorismo puede pedir a la libertad, al sacrificio y a la independenéia de un periódico: El cuerpo espiritual y aun el material del nuestro certifican nuestros fervores con la documentación de anchas y graves heridas. Ahora nos toca esperar y asistir a lo que se avecina con patriótico dolor, pero, a la vez, perfectamente libres de contaminación y de responsabilidad. Hacemos esta formal advertencia con ocasión de reiterar lo que más de una vez hemos dicho y que consideramos previsión de la mayor importancia. En estos últimos años, la desautorización del Poder público, el anqui.losamiento e ineficacia de las instituciones que son los órganos de la vida ca; lectiva ordenada, la inutilización progresiva de todos los partidos políti• cos, la desagregación de los grupos sociales, la anarquía espiritual, han llegado a todos los extremos imaginables. No puede estar más deshecha una es..tructura social de lo que ha venido a estar la española. Sin embargo, du. rante ese tiempo no se ha llegado, afortunadamente, a las manifestaciones •• extremas, a las convulsiones definitivas que semejante estado parecía haber ···de traer consigo. ¿Por qué? · Sólo hallamos una explicación que a la vez orienta sobre el porvenir. La :vida pública española no ha caído en el extremo frenesí porque con todas esas desdichas y enfermedades ha coincidido una gran ventura: el aumento ',transitorio, pero enorme, de la riqueza. No se olvide esto porque es capital : para comprender la situación actual de España. Por vez primera desde hace ;muchos siglos, los españoles han tenido dinero, y este bienestar crematístico tan insólito ha bastado para detener a la sociedad patria justamente en el borde del abismo. Por muy mal que cada ciudadano se sintiese como miembro social, se sentía muy bien como individuo: ganaba más, gastaba más, go·zaba más y sufría menos. Los cinco o seis mil millones de aumento en la riueza han sido lluvia de aceite sobre la marejada española. Y ahora nos preguntamos: si a la perduración de aquel desorden omní'modo se añade mañana el retomo a la pobreza, a la miseria, al hambre, ¿qué ocurrirá? No vamos a extendemos en una respuesta cargada de tintas sombrías. !1 rigor, la respuesta no nos interesa. Basta a nuestro propósito que se aderta la gravedad de la pregunta. Un poco cansados de buscar en nuestro .ªíS una sensibilidad para sus íntimos problemas, que, por lo visto, no existe o alienta amodorrada, evitamos ademanes de espanto y grandes gritos de
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precaución. Agotaremos ·nueitro estricto deber invitando sencillamente a que abran lbs ojos todos los que se. precien de poseerlos. Lo demás, lo que . les venga en ganas hacer se escapa a nuestra voluntad. Bastaría·taLvez que propusiésemos una solución a los altos poderes, para qúe se resolviesen por la contraria.
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[PRÓLOGO AL CATÁLOGO DELA EXPOSICIÓN· BACARISAS] ·'
t;;~stav~ ~~~~risas.~s un pinto~ de cuaclrosyn~ de p~ogramas.ésté~c~~' Debemos felicitamos de ello; porque no parece lejana la hora en: que el buen aficionado a las cosás artísticas vuelva definitivamente la espalda a esos súbitos descubrimientos que, una o dos. veces aLmes;se hacen ahora del secreto del arte. Intentos los aludidos donde no .es lq peor que se crea, en efecc to, haber descubierto.· ese arcano, sino que sdgnomhaber sido revelado' hace milenios y hallarse ya patente en las exposiciones de bisontes al galope.y re" nos en fuga que hicieron los hombres cavernarios. ;;:o !La terca incomprensión que opone el público a toda novedad ha proocado justamente en los artistas una actitud compensatoria, que les lleva a onfundir la innovación con el acierto. ¿Pero no va siendo ya buen tiempo para que se abandonen como criterios de belleza la vejez o la adolescencia de un estilo? Bacarisas, oriundo de las islas Baleares, educado en Gibraltar y avecindado en Sevilla, resume en su sensibilidad el Mediterráneo occidental. Y esto su arte: un anhelo tenaz y fervoroso de apresar la mágica reverberación esparcida entre Rosas y Calpe. La realidad levantina no es plástica como la tle Grecia o Italia; antes bien, hace reventar las formas de las cosas, y, fluiificando su sustancia, la transmuta en pura palpitación luminosa. Cualuiera que sea el tema, y siguiendo el destino pictórico de su raza, el objeto que pinta Bacarisas es siempre un aire incendiado, un suntuoso tejido e reflejos, una joya impalpable y rutilante, donde la retina encuentra su hora e fiesta y embriaguez. · Sin embargo, es curioso advertir en la obra de Bacarisas bajo este eslendor atmosférico una emoción lírica, íntima, de rara calidad que pulsa atente como un corazón dolorido. Sobre todo en los morados y los densos les de ultramar que le son tan predilectos, nos parece escuchar un rumor e melancolía inagotable e irremisible, una tristeza radical ante ese mismo
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festival de fuego que es la vida én sus cuadros. Esta pena, brotando tras la luz radiante, es la que solemos hallar en el gesto del moro cuya figura vemos su- · mida en los resplandor€5 del sol tórrido. Así completa dentro de sí Bacarisas • todo nuestro Mediterráneo, incluyendo en el febril cromatismo de Levante · una víscera de amargura agarena. Pinta la tristeza de la luz, el desconsuelo que la luz siente de no ser sino luz. . Esta dualidad entre la alegria del color y su ceniza de melancolía, queda subrayada en otros lienzos donde nos encontramos con la fachada de un palacio granadino reflejada en un aljibe. La idea es del más sutil romanticismo, no exento de sabor oriental. El palacio primoroso y decrépito parece ha- · berse ausentado incapaz de prolongar su fastuosa existencia, y de él queda sólo la centenaria imagen prisionera del agua fiel. Así en nuestra memorü1: quedan de las horas mejores imágenes e5tremecidas y evanescentes. Esta:cacl titud de preferir ala realidad de las cosas sus residuos sentimentales, susfan'- . tasmas inválidos, me parece la 1Ilás adecuada a un verdadero artista. Lascó; sas son para el hombre de acción: el poeta prefiere alpalacio su irreal imagen; · que ha caído en el estanque; prefiere al sonido su eco,y cuando·navegaes más bierí que parir a·parte alguna para contemplar,·inclinado sobre la oor7 ..: da, la estela que deja el navío. ¡_,.
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IMPERATIVO DE INTELECTUALIDAD
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, lhacer.balarice en este friso del año nuevo nos, encontramos eón que el )laber de valores nacionales españoles padece un déficit superlativo: Indusc tria, política; organizacign.. .,, todo va en grave denota'. Pero:no es m,i propósito insiStfü sobre el tenebroso panoramá que¡ofrece'nue,stra ;vida coleee tiVai Quisiera, por el contrario, hacer.notar quebayfuna cosa;iuíia sola:cósa donde podemos prender la·~sperabia; Me refiero ál progresi:vb:inti;rés y al creciente respeto. que vanmostrando las gentes. extrañas. : :Alemania·, Inglaterra,:Frandia;América del Sm-·-. por la producciónintelectualespaño,a:'. El hecho ·irritará; siri duda, a los•que creerrJustificar su :ine]Jcia•y su in.· oralidad maldiciendo de los «intelectualés ».¡ :pero:dhecho, es' evidente. ue¡l.e redµdrsea claras1e iriequívócas cifras:Uria estadística;de;las demarras de derechos de traducción o publicacióil' dirigidas'aJos:escritor¡'!!>eS" .Pañoles enfos últimos dos.años aleccionaría suficientemente a .]os que nó quieren de otro modo reconocer que mientras el resto de las clases 'españolas no ha podido obtener victoria alguna; !Os «intelectualés»,han conquisdo en la estimación de los demás pueblos un puesto para España que des. e hace siglos no ocupaba. Con esto no quiero decir que la labor de los que ay producen obra científica y literaria sea de calidades sublimes y de genial aturaleza. Valga más o menos, es lo único que tiene hoy en España un vaor positivo y lo único-si se exceptúa la obra de algúnmusico y de algún intm- que suscita fuera de nuestro país curiosidad, atención y respeto. n:n ;Esta situación favorable no debe; en modo alguno, envanecernos, sino, · or;e] contrario,'obligarnos. Ella indiCa•que:ewla cilaseiritelectual residevaamente=jmuyvagamente,.es cierto!= la unica•posibilidad de cónstituir na minoría selecta capaz de influir hondamente en los destinos étnicos y ar un comienz6 de nueva organizadóui a este pueblo nuestro que se: des'ac'éyatomiza día' por día. 'Creo; pues; que ha llegado para él· intelectual es'áñol, no Ia hora del triunfo, sino fa,hora de fa, gran tarea;,¿Y'no es·ésta la
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prévisión máírnplimista que ~abe presentar a espíritus activos? La escena, triunfal hace bostezar al verdadero triunfador. Lo importante en la vida es tener quehacer, una misión, una empresa, una tarea. Como Cervantes su- · giere, es más sabroso el camino que la posada. · · Mas para que el intelectual llegue a ejercer ese influjo sobre los destinos de España es la primera condición que no se lo proponga. Habríase logrado a estas fechas mucho más si en los últimos años, sobre todo durante la sazón guerrera, no hubieran deformado muchos intelectuales su intelectualidad poniendo ésta al servicio de propósitos políticos. Aludo ahora exclusivamente a aquellos casos en que estos propósitos fueron nobles y has-., ta heroicos. La intelectualidad, por su propia esencia, no tolera ser puesta al servicio de nada, así sea la más alta cosa del mundo. Por esta razón ha si¡\.o fatal,en lospueblosbeligerantes la movilización de la inteligencia,!Ifa d'é. pre5ión científica: y literaria que hoy padecen esas naciones próceres se debe\ más é¡uea pretextos .economicos, a haber sido cegadas las fuentes de•créalcióh es¡:iiritualporhaberquerido mover con.ellas las muelas de lbs molino§ políticOS.i Esrcuriosoadvertir~ómo los intelectuales europeos han quedá; do aniquilados· exactamente en la medida en que se dejaronmovilizar,• :;ub La.inteligencia no es una cosa que se•tiene, sino•una cosa que se esi No .consiste en un instrumento externo que se maneja a: vciluntád, sinrnég una delicadísimaactividadlocalizada: en el máS radical centto.defapersónal Cuando el hombre Clásico :habla de la Musa y el rómántico déla:inspiracióll\ expresa bellamenté esta misteriosa realidad de1a creación ideológica ypoé~: ticaque emana de la persona:, no. se :Sabe cómo,insurnisa alcalbedrío·yante· la cual sólo cabe por parte del.mismo creador .una humilde actitud pasiva¡ No es el poeta quien hace el verso sino el verso quien se hace en el poeta¡ como ;\a espiga de oro en la gleba estriada. Goethe decía que
dad. El intelectual no puede ser en ninguna acepción hombre de partido y, a la larga, el público sólo respeta y cultiva al escritor de quien no sabe a piimi ,, cómo va a pensar o sentir de una cosa. • Pero no basta con que el intelectual se resuelva a ser intelectual y sólo intelectu~l en su labor literaria o ideológica. Es preciso que se someta a una esforzada disciplina interior, que se exija creciente perfección, ampli. tud, precisión. Si los intelectuales españoles se impusiesen esta fuerte disciplina pronto contaría nuestro pueblo con una minoría apta para dirigirle. La disciplina es la fuerza y el síntoma de las aristocracias. Porque disciplina es norma y meta de la aspiración; por tanto lleva al entrenamiento, a la emulación, a la selección, al más y menos de proximidad con el modelo. Si «pueblm> es espontaneidad y abandono, aristocracia es disciplina y régimen. Ahora bien, una nación es un pueblo organizado por una aristocracia. Espaiia, 14 de enero de 1922
En lo .cierto estd el'que piensa .·.no5ábercD111bSepiehsa.
Cumidosepiensa ·· todo es COJ)ÍO regalado .. 1
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La inteligencia creadora és estimadá porque descubre verdades o ihven-; tabellas.imágenes: Cuando se pretende utilizar su autoridad para.otras cosas¡ así sean las más'santas, se anula su propia eficacia y cae inevitablemente•e!.\ desprestigio. El ihtelectual sólrnpuede ser útil ccimointelectual,esto es;bus~ carido sin premeditación la: verdad b dando cara a la.arisca belleza. ; rn~, " •· EsperariaJo más alto de la clase intelectualespañola: si v,iera en ellad;~ resolución.de aceptar enérgicamente'elrigorosoimperativo dé inteleétuah
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IDEAS POLÍTICAS: EJERCICIO NORMAL DEL PARLAMENTO
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Durante los últimos diez·o doce años se ha extendido por todas las ma~. sas nacionales una opinión despectiva sobre el Parlamento, que no por ser:: casi unánime es acertada y salutífera. Claro es que del Parlamento en gené~ · ral, y del español en particular, pueden decirse muchas cosas desfavorables. En tiempos más a propósito para ello que los actuales, hemos hecho muchos;. en España y fuera de España, la crítica de los Parlamentos al .uso, y con l~ me-: jor intención anunciábamos a liberales y demócratas que si no perfecciona~. ban el aparato de la representación nacional, sus principios políticos perde";<. rían toda eficacia sobre la conciencia pública. Liberales y demócratas no han': hecho caso porque el liberalismo yla democracia habían empezad? a mo-:c rirse por dentro, y, como todo organismo decrépito, carecían ya de fina sen~. · sibilidad para los cambios del ambiente, y eran incapaces de corregirse a si mismos, o como suelen decir los biólogos, de regiilarse. Las potencias reaccionarias, por su parte, con menos reflexión de lo que fuera deseable, han aprovechado las críticas desinteresadas que del Parla:c mento se hacían para propagar su descrédito. Y, en efecto, han consegiiido . que las Cortes pierdan todos sus prestigios y, con ellos, toda su. auto~dad, .'. Una vez más han hecho obra anárquica (desde 1789, los reacc10nanos no: hacen en toda Europa -salvo en Inglaterra- más que labor anárquica. Ha-·. ber dado lugar a este anarquismo de las derechas es, si se medita bien, una· de las grandes objeciones contra la Revolución francesa). Porque nada mayor anarquismo que dislocar una institución o arhhé, sin sustituirla por¡ otra: El modesto anarquista de bomba y pistola se contenta con destrmr al representante de tal o cual instit:Ución; el reaccionario dispara contra la .ins" titución misma. Si el aire social estuviese un poco más cargado ele morahda~ parecería intolerable que algiiien combatiese el Parlamento sin mostrara,
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Ja vez, de un modo claro; la posibilidad·de otra institución mejor, sustitutiva de' aquél. Ningún reaccionario que no sea, además: de ello; demente, ese .pera en serio que.podamos volver a una Constitución deforma absolutis~ . ta; ¿Qué sentido aceptable tiene', pues, su hostilidad al Parlamento? Suelen e~os deno:.tar a los hombres de extrema izquierda, calificándolos de «espintus ~egativos»; pero·> ¿cabe mayor negativismo que negar una institución a sabiendas de que es la única posible? Sería bueno que un día com'enzasen los reaccionarios a avergonzarse del sentimiento rencoroso con que ·asisten a· todo lo presente. Acaso· la gran faena histórica que hoy tienen ante sí los pueblos de Occidente es purgar sus cuerpos nacionales del rencor Crónico con'que:jos dejó infeccionados la Revolución francesa, hecho acaso el más funesto e inútil de la época moderna. (Es probable quela Revolución rusa, de tipo completaménte opuesto ala francesa, produzca tambien efec~ tos inversos: la vida rusa se hallaba atestada de resentimiento• .como ·hace cu'arerifaaños riotab'a.ya el genio clarividente de Nietzsche co~motivo de 1 la riovela rusa. No•es inverosímil que lás angiistiasysufririiientos revolucionarios sirvan de derivativo al torrente de.hiel acumulada); :·: En~ez de maldecir del Parlamento; sin sustituirlo;:converidría que nos preocupas.emos t.odos un poco de mejorarlo: Porque hallegado España al p_unto demo fu~c10nar como Estado, No,es·quefoncionemal,.es.que, en ab' soluto,:no fumc10na. •Y resulta verdaderamente peregrino que se haga responsable:de ello al Parlament9 .• u ... ' , 1 :,,., : ·,: •• :, n:r·. Se:ha prescindidb:de éste, dejándole sólo una apariencia de realidad: Como la Sociedad de Amigos del•Arte reúne algiina vez rétratos de otro tiempo en una exposiciónrétrospectiva, la Corona congrega, de cuando en cuan. do, las fisonomías de los representantes y los invita a que hagan unos cuari. t~s gestos en el hemiciclo, Pero no se les deja discutir sobre.nada esencial, y si;: por caso, arrebatados por Ja.vaga ilusión de que existen; entran de lleno en algiina cuestión, las gentes protestan inmediatamente contra laverbosi~ad parlamentaria, obstáculo a todo.mejoramiento nacionaLPorqtie estaba , reservado :j..Ia•perspicácia española descubrir que es intolerable que el Parlamento. parle. Por lo visto, la misióri de,los parl'amentarios es más. bien hacer gimnasia sueca o cualquier otro mudo. menester. ·,. , , .: · Ni siquiera se ha respetado a las Cortes el derecho' de legaliz~ e!Presupuesto. Cuando.ha p'arecido:oportuno fue prorrogado por.simple decretonYesto que se.hizo utia vez, ha podido hacerse más. Bastaría.pára ello con ech_ar.nuevam~nte mano del señor La Cierva, que con su política de búfalo, .esta siempre dispuesto a cerrar los ojos y dar de testuz la embestida;: .. . Mas rii esto hizo falta. El Parlamento mismo se prestó-. conviene haedo constar de nuevo-.-. a anular su propia condición sometiéndose a una
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serié de Gobiernos ómnibi!S que impedían toda oposición. Sería oportunó preguntar qué otra clase .o grupo nacionales ha mostrado pareja docilidad; facilitando, con la.renuncia de sí mismo, un.ensayo que otr~ clases y gru1 pos pedían. Para otorgamos el honor de gobemamos,,eXigía elseñor Maura previamente que se suprimiese toda oposición, lo .cual viene a· ser.como si un.Hércules de feria, antes de levantar la pesa grande,,pidiese la supresión de la ley de gravedad. Más afortunado que este personaje,d señor Mauraha podido.gobernar dos veces sin oposición,.y; no obstante, con poquísima fm:é tuna; Ha habido gran ostentación de músculos retóricos; pero la pesa gran;. deha.quedadoenelsuelo. .,.·· · ;; ;, •. . ''·'·"'' i : , .. No se diga, pues, que el estorbo mayor>para que l¡t vida pública espar ñola; el Estado español, entre en normalidad; es e!Parlamento. Taneviden-; te resulta lo .contrario; que no puede uno menos .de sospechar alguna insin-; ¡:eridad en los que taLpiensan.Ignoro cuálserá la experiencia de los demás; pero la mía es, en este punto, uniforme: siempre que he oídovocalizarlos tópicos habituale5 contra nuestro Parlamento;ocultaban en el que hablabá una irritación párticularista. Lo que, .en contraposición con sus palabras; le irritaba del Parlamento era precisamente lo que tiene'de.búeno; a saber: que es la única institución donde no teriemos más remedio que contar lo~ unos con los otros .. Esto es lo que pone hoyfuera de sí a casi todo español¡ que el prójimo eXista y haya que contar con éL El militar se exaspera ante:la sola idea de que el resto de la sociedad, que paga los gastos del Ejétcito;•se permita la menor intervención en súvidagreilliaL ,Elpalatinosiente como un insulto personal que los periódicos y las Cortes aspiren a colaborar erda dirección política de la nación. Al obrero le.parece la más inaceptable veja¿ ción que los guardias de Orden público intervengan cuando apalea a un amarillo, y; en tanto; el gobernador dela provincia considera que no debía haber obreros en el:mundo, puesto que no sirven más que para plantear conflictós a los gobernadores civiles. Más o menos repriillida, esta repugnancia a con,:" .. tar conlos demás eslareacción espontánea y primera que encuentra hoy dentro de.sí todo español. Le enfurece sentirse parte de untado que es lama; ción. A esta enfermedad social que hoypadece España en forma. aguda·he llamado particularismo en un libro reciente, donde intento su análisis¡ y;'eJÍ definitiva; a ella debe atribuirse la fobia contra el :Parlamento y los pólíticos..·' Las Cortes sarria institución nacional por excelencia, ya que enellas:se ven obligados los innumerables particularismos a enfrontarse unos conotro~\· alimitarse, domesticarse y nacionalizarse.Tan lejos está de la verdad atrtibuir al Parlamento el estado de disolución política a que ha venido España¡ que la verdad es estrictamente lo contrario: El Estado se ha de~hecho pare que se ha prescindido del Parlamento y se' le ha desautorizado sin tenér:a
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mano otra institución capaz de condensar en sí la autoridad que de aquél se desalojaba. . , . .• . . . ,Porque,. al cabo, la causa de la parálisis política; dela desorganización . del Estado, que hoy padece España, no es otra que la ineXistencia del Poder público. El Poder público es.una función orgánica sin la cúalno puede vivir una sociedad·nadonal.No consiste en una concentración de fuerza sino en ' una concentración de autoridad, La prueba de que el Poder no es Fuerza s~ ofrece hoy•bien clara a la mente de los españoles. Por faltar autoridad al·Poder público resulta que no puede éste mandar ni siquiera a la Fuerza pública: Es vano querer eludirla.é\lestión .. Elproblema más inmediatamente urgente en nuestra eXistencia'coléctiva consiste en dotar de autoridad bastante a alguna institución. Mientras nb.tengaróos ese mínimum de Poder público, no podremos públicamente hacer nada de provech0. . Ahora bien, ¿qué instituciónes hoy la más apta alá menos inepta para cargarse de suficiente autbridad, como se carga de eleétricidadunacumulador? El símil no es ocioso porque nos recuerda que el Poder público•sólo eXiste cuando es capaz de producir fulminaciones invencibles: , El Sol, 28 de junio.de 1922 ·--: i.
He empezado por decir que la opinión despectiva sobre nuestro Pare lamento es casi unánime. No me extrañaría, pues, que esta defensa de él se juzgu~, al primer pronto, extravagante. Pero es el caso que aquella opinión me parece errónea. Las razones en que.se funda son, a mi juicio, falsas, o, cuando menos, inexactas. El hecho de que casi todo el mundo las acepte como buenas no es sino un motivo más para que me sienta obligado a. pedir la revisión. · Así, considero que es un deber oponerse a la idea, avecindada en casi ·todas las cabezas españolas; de que los gobernados somos mejores que los gobernantes; los electores, que los elegidos; la nación; que el Padamento. . No se trata, claro e5tá, de esta o la otra individualidad señera, sino que más · bien habría de compararse la clase en junto de los políticos con las demás . 'clases o greinios nacionales. Dígase cuál de ellas es superior en dotes y virtudes a la delos políticos. Difícil será encontrarla. Y es natural: Si existiec se, hace mucho tiempo que ella sería la directora de los destinos públicos. No nos hagamos ilusiones: ni el noble, ni el militar, ni el industrial, ni el
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propietario, ni el obrero tienen ~ada que echar en cara al político. Ni son más . · • inteligentes·ni más generosos que él. . · Por este motivo; debiéramosacOsturribr'arnos, cuando se trata defa vida política•española, esto es, de España como Estado,'a restar cuanto se refie" re a los defectos de España como sociedad, como pueblo; como raza.Aúnen· el caso mejor, la política tendrá quemantenerse dentro del límite marca.do•a1 las capacidades' morales e intelectuales' de riúestra sociedad;·¡Bueno fuerac que siendo lo que somos los·españbles, nuestros representan.tes fuesen.ge"· nios y santos! Equivale, pues, a desviar perniciosamente la atención' ddas . masas nacionales ponerse ante ellas a maldecir de los políticos, dando'a én} · tender que hay otra cásta de hombres maravillosos a quienes laperversidac} de los parlamentarios no deja·conquistar· el Poder;:.: :•:+ :• ..• :: • .. Alglinas veces ha acontecido, en efecto; que únal1acióndotadade una· excelente minoría caía presa de unos forajidos; En tales casos la tarea fue muy; sencilla: bastó con levantar al pueblo contra el grupo de malvados ynécios e imponer el grupo de los honestos y perspicaces: Pero. es preciso reiterarque•.: el caso de España no es ése, sino preaisament¡!· el i¡ontrario. Aquí no es la cue5~. tión imponer una minoría.mejor, sirio créarla; porque110 existe: Yesacréa":.:, ción de hombres mejores no es principalmente faena política, sino social:: • Cuando yo pido qué la institución parlamentaria sea restaurada en la , plenitud de su ejercicio, no se me ocurre pensar que con ello vamos a salvar:,· a España. La enfermedad española es histórica, y; por tanto, no basta a cuc:• rarla una medicina política. Pero abofa se trata exclusivamente de corregir;·. la extrema anormalidad que padece nuestro organismo político, nuestro Es'cr· tado, y que es debida al desprestigio del Poder público. · No es cierto que los parlamentarios sean, en ningún sentido, de peor· condición que el resto delos ciudadanos: Habrá entre ellos un tanto por cienf: to de seres completamente ridículos; y;;desde luego, no. faltan algunos salteae: dores.de.caminos. Pero, no obstante\ el ambiente de las Cortes es más~ij!n' ul1 poco superior.al del resto de.la nación; si se exceptúan pequeños grupos,; selectos que llevan una existencia marginal, apenas tangente a las m:odafü• dades del país:El único lugar.público de España donde una palabra d eínó . ción discreta tiene alguna vaga probabilidad de ser percibida es el Parlaineúton . Por'lo·tanto, es un perfecto error suporn;r que para mejorar elPatl¡¡:;c. mento sea preciso modificar ampliamente su personal; Poco más o menos;: está en élla gente que debe estar.5i por arte mágico fuesen reunidos eri unas1 Cortes los.cien hombres verdaderamente superiores que•pueda haber en•ESF paña, las consecuencias serían fatales. Apenas comenzaseµ a· actuar, la pro;, testa: de las rriásas castizas sería tal que no sé si se• ~ontentarían c;on la déce.5 pitación de esos cien hombres superiores ..
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Con mejor voluntad que perspicacia piensan algunos que el Parlamento mejoraría si tomasen parte en su vida interna algunos catedráticos y escri' tores de respetada fisonomía. Ciertamente que hoy; las únicas figuras un" . gidas con.algunas milésimas.de prestigio pertenecen al gremio científico, literario y artistico; Esjusto,que así:s~a, porque.desdé 1900 las únicas batallas, grandes o pequeíÍas, ·por España ganadas las han ganado los «intelectuales» cí los «sentimentales», quiero decir, hombres·de ciencias y letras o pintores y músicos. El hecho es difícil de negar aunque s'e ha trabajado lo. imposible para ocultado. (Ahora empieza también a obtener victorias el deportismo . español; la cosa tiene más importancia dela que se le ha dado; pero, de todas maneras, se trata sófo de un comienzo): Sin embargo, dudo mucho que ilainter\rención directa del intelectual aprovechase a.la política.La historia arroja más bien la en5eñanza de que los intelectuales sólo una cosa han solido hacer en política: estorbar, Ciencia y.gobierno son, acaso, las dos más opuestas actividades humanas. El intelectual un poco consciente de sus destinos, en lugar de pedir al político un acta, debe pedirle qué le lea con mediana atención. Si. logra esto habrá influido en la política cuanto debe influir. Pero, sobretodo; .la cuestión no tiene nada que ver con la calidad de las personas. Aquí está el nudo del error.La a11torídad que el Parlamento ha perdido no la.ha perdido, errdefinitiva, por la falta de talento; saber y moraliidad de sús Iniembros, sino por otra causa aún 'más sencilla: porque no ha fun. cionado: Y no ha funcionado porqu'e·no sele ha dejado funcionar. NLmás ni menos. No se hable vagamentey•sobre el vacío. Los hechos .sorrclaros y concretos: Repase quien quiera las cróhlcasy se verá que desde hace muchos años, sobre todo desde 1913 inclusive; no se ha dejado al Parlamento vivir su.vida propia; se le ha interrumpido, perturbado, dislocado; se le ha impedido moverse; ~egún su necesidad orgánica¡ apenas se iniciaba en él un higiénico e ine·vitable encrespamiento de olas; se acudía a derramar aceite, y si la tormenta ÍJersistía, se le evacuaba como' se vacía una presa. Y cuando a manos de tal tr¡¡támiento sucumbe el artefacto parlamentario; oimos que serios dice: «¿Lo en ustedes? jEl P.arlainento no ·sirVe!¡ ES incapaz de aprobar una sola ley!» La política de la Córima: nó ha Sido, en este punto, muy afortunada. Con !ámejorvoluntad ha ido.descoyuntando el organismo parlamentario por !lledio de intervenciones, perfectamente constitucionales, pero algo desac certadas. Al Poder moderador se le ha ido un poco la. mano en el menester dé moderar; y; si no se quiere ver en ello una fácil impertinencia, yo diría que ,ha moderado inmoderadamente, El Parlamento es un cuerpo·orgánico.que necesita cierto margen de libertad para .poder moverse e incubar sus salu,dables evoluciones; Intervenir demasiado es detener los íntimos procesos de transformación.
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· No creo que decir esto se~ dispararningúwterrible dardo contra la Monarquía. Ajeno a la actuación política y hostil a toda demagogia, ni siquie• ra ideológicamente par.ticipo de la confesión antimonárquica; Además; rio veo claro que, como suele oírse por ahí,. Europa evolúdone hacia la RePi+, bliC:a; antes bien vislumbro que; bajo opuestas apariencias,.se dirige hacia nuevas formas de Monarquía; Pero éSta es materia complicada, y ahora sólg me interesa subrayar la intención monárqúicacoµ que me atrevo a desfü zatun reparo ála política de la Corona; · ; : '' H' ·' •' , . ', r ¿En qué ha consistido el error? Reduciendo la respuesta alme_nornút mero de palabras; yo partiría de la 'objeción más repetida, y que se juzga de7 cisiva contra' el-Parlamento, a sáber: que.enlas Cortes no se puede aprcí~ baruna simple ley. Está bien; pero; ¿por qué pasa esto ?:Porque el Parlamentó se compone de grupos inorgáriicamente.hacinados .. ¿Y esto por ·qué? En. toó das.partes murieron hacia 1900 los grandes partidos. En su lugar se hariforl mado en todas las naciones grandes 'articulaciones de grupos. En.·Españ!l\ no;. ¿Por qué? Porque esas artiéulaciones no se forinan eD; la luna y mediante un 11kase, sino en los Parlm:nentos'y,merced•aLejercicio libre de la vida pa±7 lamentaria,.pasando por épocas de grandes luchas, apasionarriientos y conflictos. Lavidá es así, y sólo.separe con dolmy entre convulsiones
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y engranajes, se p_one en movimiento. No hará cosas excelsas, pero marchará regufarmente-.: Con los mismos hombres, con los mismos vicios indi. viduales, la institudón representativa pµede recobrar aquel mínimum de . autoridad que el Poder público necesita. Entonces será ocasión para pensar enmayoresfinuras., . . ,, . •'; ¡;; :_, . , .' , , · . Es mí error,'una miopía, dar demasiada importancia a las intrigas de los políticos. Sus idasyvenidas fraudulentás no trascienden de un primer plano, tras del cualcorreimperturbado elverdadero proceso histórico. Los políticos; como gremio, han sido eternamente intrigan tes; y, sin embargo; se han hecho sobre el planeta algunas grandes cosas. La intriga es tan natural alpolítico como la coquetería a.la mujer, y arnbas son; a la postre, inoperantes, pufamise en scene: '' '; , Como ellugar donde los políticos intrigan más es.en Palacio, suele engendrarse en las cámaras regias una generosa indignación contra ellos, y se llega a presumir qu'e si el pueblo lo:s toleráes porque vive engañado. No, no vive engañado; conoce perféctamente aquellasintrigas;lo que ocurre es que, allá en.su viejo corazón anónimo, echa'el pueblo sus sumas y sus restas; y acaba por convencerse, de que, intrigantes y todo, son lo mejor queliene a mano. );.a maldad· del uno queda anulada por la delotro,yel viento i:¡ue soc bra empuja la,nave hacia el bi'enpúblico. '' ,, ' ' " ''
E!Sol, ldejulio de 1922
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El razonamiento que en estos artículos va desarrollado es, tal vez erróneo, pero sumamente sencillo; En España se ha volatilizado eLPoder pú' blico; función social sin la que no puede vivir una nación, La causa de esa iíivalide2: deLPoder.público está en haber perdido su esencia, que es la autoridad; imponderáble . enetgía que reside en las instituciones o se ausenta .dedlas, como la electricidad.se.condensa enunc;uerpo o lo abandona:Nuestta Constitución reparte el ejercicio del Poder. público entre eLParlamento y ·' la Corona-. Habiendo aquél perdido ~us prestigios ha quedado eLPoder público sin.la mitad de su autóridad cuando, menos. La terapéutica de la situa. ciónse presenta; pués, en un.claro .dilema: o, la.Corona duplica su autoridad o es preciso:restituir la suya'aLParlamento. Ahora bien, la estructura actual dda vida colectiva impide que la Corona pueda dupl}car su autoridad. Intentarlo sería cargar sobre ella todas las ~esporiSabilidades -.-me refiero a las históricas, no a las jurídicas-; sin que
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tenga los medios para afrontarlas.· En última instancia, el principio monárquico nutrió sus prestigios merced a bélicas empresas, ampliando el territorio nacional (España, F:rancia,Inglaterra) o afirmándolo contra algún peli" gro constante (Imperio romano). Sin una política de guerras; que hoy fuera inconcebible, la Monarquía no puede pensar en acrecer considerablemente su autoridad: harto hace con mantenerla;. · · No hay, portante, otro remedio. que restaurada autoridad del Parlac mento. Con unas u.otras modificaciones, es él una:institución inevitable y la más adecuada a nuestros tiempos. No sólo por razones cie ética o dereicho-: , que deben ser siempre secundarias~,,sino porrazones,biológicas·, de forzosidad natural. En otras edades .tema la vida.social un carácter.priva" do. La sociedad era predominantemente un tejidó de individualidades, fa" milias, gremios, municipios. Hoy.es.lavida social eminentemente pública. Como el moderno ímpresionismo pinta más que el contorno que cierra la fi~ gura el afre que la envuelve, así el carácter de las ,sociedades actuales se ha hecho atmosférico, difuso.Ni la persona, ni elgremio, ni el cuerpo cokgial pueden representarla. Hace falta una in:stitución menos rigorosa de li7 neas t¡uelas pretéritas, y, en cambio, más porosa ..EL Parlamento es. la in:sti7 tución ímpresicinista y atmosférica, gracias a ello, la institución contemporánea por excelencia. De ella tiene que partityei:i ella tiene que apoyarse toda otrá autoridad. Es muy posible -más de lo que suponen los abstraccionistas de la democracia-•·-.. que se imponga en alguna hora la necesidad de una dictadura, no sólo en España, sino igualmente en Francia, Italia, Alemania. Que se entrevea esa posibilidad es acaso elrasgo más significativo de la época que ahora comienza en Europa. Pues bien, las dictaduras sólo han podido nacer en los Parlamentos. De ellos han recibido la carga eléctrica que requiere su autoridad transitoria y omnímoda. El temple reaccionario, menos dado a meditar sobre la realidad positiva que á buscar objeciones, aunque sean sólo aparentes, opondrá a ésta demanc da dé que se restaure la autoridad delParlamentó,ypara ello s'e le bremente funcionar, observaciones como la siguiente:háblai:.en serio delParilamento es una inocencia, porque elParlamento es.una ficción en España¡ donde el sufragio no se ejerce. . .· . . , . Con e5to llegamos á otro de los tópicos antiparlamentarios, Yo niegoro" tundamerite queeLParlamento•españolseáuna·ficción. laficeiónauténtica es, por el contrario; la idea de que es una ficcióm Resulta queunos ,cuantos , hombres definen, por sí y ante sí, una in'stifución, esto es, constr'uyen una arquitectura de conceptos y en vista de•quela in:stitución realyviva río coincide éon esos conceptos, la declaran ficción:'Más discreto parec;e l1J c1Jnt:ra'· ·' rio: declarar ficticia nuestra idea cuando es incongruente con la realidad:. En
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ninguna parte del mundo realizan íntegramente las in:stituciones el perfil de su definición. Queda éste siempre -y esta es su única misión-,- como un . ideal orientador y una norma de perfeccionamiento. En cada nación se ha . realizado de una manera distinta y en una proporción diversa el concepto del sufragio. ·La manera española no es ciertamente la mejor, pero es la nues" tra, y sólo 'cabe pensar en corregirla lenta y paulatinamente. Pero el que exis" ta en cada momento una distancia entre nuestro régimen de sufragio y su forma ideal, no implica que el Parlamento sea una ficción. Por el contrae rio, serían ficticias unas Cortes.españolas·en que súbitamente se hubiese ejer~ cido con toda pureza el sufragio, Tály:tómo puede ser nuestro Parlamento, vuelto a su•normalidad, será como .ha sido un tiempo; Iá representación más exacta posible.de la realidad política·nacional..No confundamos las cosas. El sentido del ideal consiste en. orientar:nuestra voluntad, no eri suplantar las realidades. Pedir para una nación como la nuestra el sufragio perfecto es pedir una ficción:· La concentración liberal-reformista, reunida hace poco en el Palace, hacía al país la misma demanda que yo ahora hago para que se asegure el funcionamiento delas Cortes. El propósito parece digno de todo aplauso. Pero, tal vez, no ha sido certero el gfro que se ha dado a su expresión. Porque 'aquella demanda viene inclusa en un programa donde se solicita la instauración de ciertas formas jurídicas, simplemente porque como formas jurídicas, les parecen preciosas a los concentrados. Poseen éstos una hipersensibilidad para las formas de Derecho que es muy estimable, pero evidentemente anacrónica. En tiempo de Hegel y más aún en el de Edgard Quinet, comulgaban amplias masas sociales en la fe de que hemos venido al mundo para realizar ciertas formas jurídicas. Se componíaµ filosofías de la historia mostrando la larga y ondulante línea de las aventuras humanas como un proceso progresivo de realización del Derecho. Había entonces en el aire público una voluptuosidad para los formalismos del Corpus]wis, que hoy falta por completo. Estamos en otra edad, yno sobraría que gentes de avance como los concentrados lo advirtiesen. Ya no sienten fruición por las puras formas jurídicas más que los jurisperitos. Es la huella y el hábito de su oficio. ¿No convendría ampliar un poco más el estilo de la concentración a fin de que no lo fuese sólo de abogados? Nada se adelanta hoy con sacudir en el viento los dogmas de la libertad y de la soberanía popular. Y no porque háyan dejado de ser verdad. Siguen siéndolo, sin duda, pero de otra manera que antes, matizados de nuevo cromatismo, dispuestos en otra perspectiva. Cuando las izquierdas arribadas al Poder en Rusia y Alemania, dictan leyes rigorosas de represión contra la propaganda política, es ingenuo que aquí, desde la oposición, se engolen las
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voces para cantar románticas arlas de liberalismo y democracia. No con'vencerán a nadie. Han aprendido los hombres de las últimas generaciones que no es su destino en la tierra servir a ciertas'
El Sol, 2 déjulio de 192:2
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PRÓLOGO A HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, . DE KARL VORLÁNDER ·, '¡
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Este libro .de Vorlander •que aparece traducido al castellano, será to, yo lo espero, la compañía inseparable de todos los que estudian filosofía en lospaíses de lengua•espanola y, además, de aquéllos que sm entregarse al oficio filosófico, se sienten curiosos Cle esta ciencia; No existe ninguna otra obra de historia de la filosofía que sea tan adecuada como la presente para iniciar_ en las grandes rutas del pensamiento a quienes; dentro.de más voluminosas y complicadas producciones,. fácilmente se perderían: Es, pues, el mejor-maestro para principiantes y curiosos. Llegar a serlo constituyó el , propósito principal de su-autor. 1 . ,¡ Cuando yo comenzaba mi pteparaeión filosófica, esta historia; entoncesreciéu publicada; anduvo siempre cerca de mí Suele el novicio sentir apetitos urgentes; afanes súbitos por apoderarse rápidamente de.la ideología de un gran pensador, que aquí b allá vio aludida. Parécele que sin tener de ella algún conocimiento no podrá dar un paso más en el atolladero mental donde ha caído,.¡ Cuán grato es entonces hallar una obra sencilla, clara, concisa y segura que le ofrezca un esquema del sistema en cuestión! ' • Sili embargo, la•utilidad de•esta obra se funda en razones más amplias y hondas. Lo de menos sería que satisficiese la curiosidad apremiadora del principiante, Más importa la consideración de que no es posible el aprendizaje de la filosofía si no se lleva paralelamente el estudió de sus problemas actuales y el de los sistemas pretéritos. En ninguna otra ciencia adquiere la historia de su desarrollo el valor de instrumento ineludible.para la nueva y actual mvestigación. LA DIFICULOODE lA F1üisoFíA.-La famosa dificultad atribuida a lds estudios filosóficos consiste sencillamente en lo insólito de los objetos que en ellos nos vemos obligados a manejar. El naturalista opera sobre los fenómenos de lii realidad que son cosas concretas; El filósofo, en cambio, trabaja sobre últimas abstraccione5, objetos espectrales que en nada se parecen ya a lo - -•
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que solemos llamar «cosas». Ahora bien, no debía olvidarsé que el intelecto, por muy inmaterial que sea y por muy sublime'misión quese le asigne, es una función biológica. como otra cualquieray, por lo tanto, se ha formado bajo el régimen de las necesidades vitales. Frente al positivismo y relativismo que dominaron la última media centuria, la filosofía del siglo XX va reconociendo nuevamente a la razón un vasto poder de conquistar no pocas verdades absolutas, pero, a la vez,.no puede desconocer su carácter originario de función vital entre otras innumerables. Nació, pues, la función intelectual, como las demás, para subvenir a la existencia orgániCa y se va desarrollando al hilo de las urgencias vitales. Pero la vida fue y aún es, primordialmente, combate con las cosas ma, teriales. El organismo animal o humano necesita obtener un cierto mínimi,irp. de dominio· sobre los cuerpos fíSicos; sin elcrialsucumbil-ía, imposibilitando ulteriores evoluciones y más altas'empresas, He aquí que elintelecto sé haya• entrenadó espontáneamente ell'el'manejo de objetos cór¡:loralés.Somos corporalistas nafos, y las cosas físicas, los objetos.más antiguos'y habitlialés de nuestra mente; hasta el punto de que para ocupamos'iritelectualmentede otra clase detema5 necesitamos antes luchar, no sin tenacidad y bravura; 'eón~ tra ese hábito multimilenario de pensar sobre cosas tangibles y visibles:··'"! Verdad es 'que al peris ar sobre las cosas tangibles; el intelectonó hace más que operar en ellas abstracciones, producir; por lo tanto, óbjetos·iritan7 gibles. Cuando pensamos que la .nieve y.la leche sorr blancas hemos Clislocadola iritegridad coricreta:y sensible de las realidades nieve yleché y sepa~ randa uno solo de sus elementosfo ponemos aparte, abs-tracto: su· común blancura. Pero aun cuando el iritelecto no cónsiste en más que en o,perar es' tas abstracciones, el uso vital que de él.hacemos lo mantiene atento a las·c.o" sas concretas sometidas a su disección. Despreocuparse de éstas yponersó~ bre la mesa operatoria, no las cosas có:ó.cretas; ;sino.fas abstracciones mismas por él antes ejecutadas, es Un uso en Cierto modo innatural del iritelecto, pm lo menós; exento. de aquella r:ó.ultimilenariahabituación: En la «vida» :pen: · samas las cosas concretas por medio de abstracdones, pero·en filosofía po~ medio 'de abstracciones pensamos en objetos abstractos. Hay, pues; Uriati:Jr~ sión completa .del sentido habitual en que suele marchar nuestra atención: Se nos obliga.a atender justamente aquello qúe el interés práctico de la vidá nos acostumbra a desatender. Cuando al través del cristal miramos el paisa" je solemos atender a 'éste y no al cristal. Parafijarnos en el cristal tenemos que hacer 11n·esfuerzo y' desatender el paisajerAlgo parecido senos invii:a1a hacer en filosofía. ': "' . Por consideraciones análbgasaéstas escribió una vrq. Fichte; «Filósofar quiere decir propiamente no, vivir; vivir quiere decir propiamente no filosof
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farn. La expresión! claro está, es excesiva y ha de entenderse.con un grano de sal. La.vida no consiste exclusivamente en someterse ala necesidad responc di.en~o a sus urgencias, sirio que la vida es.eso precisamente porque aspira, dommada ljl necesidacj, a ejercitar el lujo vital dela lioeitad: En este segun" do sentido.pudo decir Sócrates que ;. Se entiende para .el hombre .liberado de.la necésidad. En el Sóflstá lo declara Platón: «La filosofía es la tienda defos hombres libres». . ' ' FILOSOFÍA EHISTORIA DE LA FILOSOFÍA.-' La dificultad famosa atribuida a la filosofía no tiene, a mi juicio, otro origen que el mencionado: la falta de hábito en elhombre espontáneo de manejarobjetos sui:namení:e abstractos. La i:nasa de meditación que es preciso emplear para no perderse entre sus delicadísimos perfiles, no puede ser aprontada por un espíritu aislado. Mientras gasta su!esfuerzo en apurar de un lado 1as cuestiones corre él riesgo de in~ terpretarlas torpemente, vitalmente, por todas sus otras caras. De aquí que necesite acumular a su meditación la ddos pensadores ejemplares del pasado. Correría si no el riesgo de no pasar nunca del:cómienzó y detenerse en las primeras y más elementales distinciones que hicieron los filósofos primigenios. . 'Esta colaboración de los pensadores antepasados en el trabajo del pensador de·hoy, es lo que trae la historia de la filosofía a' la ciencia filosófiéa acc tual. Comó Goethédecía que «sólo' todos los hombres viven lo humano» cabe insinuar que la filosofía ha de hacerse con la propia cabeza, más la d~ todos los'filósofos siél.os. · El principiante deberá estudiar -no meramente leer-·- en un librb 1 :más reciente posible, el planteamiento de' los problemas capitales filosó" ficos,·pero·a la vez deberá perseguir las resonancias vanamente moduladas ~ue esos problemas su~citaron en todos los tiempos. ' ·' Para esta labor, en su período de iniciación, no conozco obra más aventajada que ésta de Vorlander. · . '·· FACILIDAD DE LA F1wsofiA.-·· Pertrechado el novicio con algunos libros seguros y sencillos como éste, debe lanzarse sin suspicacia ni desesperanc za al estudio de la filosofía. No presuma que va a tropezar con abismátiCos misterios, con patéticos enigmas de que sólo un poder mágico puede hacerse dueño. Tal vez se encuentre con problemas que· aún no han sido resueltos o que acaso no podrán serlo nunca; pero esos problemas no tienen nada' de misteribsos; al contrario, vemos conperfecta claridad en qué consisten y
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por qué no pueden ser resueltos. El más grande filósofo actual, Edniundo Husserl; escribía hace pocos años: «La verdadera filosofía reconoce como una imperfección lo qu~ a menudo más se alaba.en ella.y se imita: la profundidad. Profundidad es ún síntoma del caos que precisamente la verdadera ciencia pretende transformaren u.n cpsmos, sometiéndolo a una ordenación sencilla y de perfecta claridad. Lá verdadera ciencia, por lo menos en cuanto.'alcania su positiva doctrina, no éono'ce profundidad alguna;· Cuale quier trozo dedeóciaya lograda es un conjúnto de pasos intelectuales de los que cada uno es.inmediatamente evidente y; pórlo tanto, no es profunda». Si la dificultad de la filosofía.se origina;> como he dicho, exclusivamente en nuestra falta de hábito para fijar la atención sobre lo abstracto como tal; un poco de constancia que nos permita adquirir elnuevo hábito. filosófico haría de aquella famosa dificultad la 'cosa más fácil del mundo: El que curioso de filosofía la abandona antes de dominarla, no debe, pues; culpar a esta ciencia por su dificultad, sinq a sí mismo por su inconstancia: ESCEPTICISMO:-He querido indicar que el pasado filosófico no.es.nunca definitivamente pasado, sino que perdura vivaz.y activo en la ciencia prec sente .. No acontece.lo mismo en las otras disciplinas: La astronomía ptolomeica ejerce escaso influjo; por· no .decir nulo, sobrela, astronomía actual. Platón o Aristóteles, en cambio, son· de hoy tanto como de ayer, al menos por lo qúe.hace a la línea medúlar de su.pensamiento. Todo pensador contemc poráneo, si mira al trasluz su propia doctrina, ve en ella pululando íntegro el pasado filosófico .. La proclamación;de esta identidad radicalde la filosofü. a.Io1argo delos tiempos da en rostro a la opinión más extendida hoy entre el vulgo para el cual un filósofo es siempre un hombre que piensa de manera distinta a los demás de su gremio, Apenas hay para el vulgo intelectual de nuestra Edad -ingenieros, médicos, políticos- hecho más popular que la escandalosa divergencia delos sistemas filosóficos entre sí. Muchosjóvenes que por naturaleza se sien ten inclinados a la filosofía se apartan de su estudio por vii; tudde este tópico e infundado prejuicio. Se trata de una defectuosa herencia que el siglo.XIX nos ha legado y aún no hemos conseguido· curar del todo. Fue]a pasada centuria el siglo delas subversiones: en su cornienz.o se sublevan los burgueses contra la nobleza y hacia 1850 asiste a la· subversión de los. naturalistas contra Ja filosofía. Para todas estas gra~des subversiones históricas existe siempre una misma causa que sirve, a la par, de relativa justificación: los abusos cometidos por la je" rarquía establecidac,Con.tralos abusos d,el~~egénciay de Luis XV s~ a,lz~ el Tercer Estado, Contra los abuso.~ del raciqnalismo eri el sjgló XVULy del~ .• fil~~~fi~ r~IIlántlca alemana; que fue.un Pare aux.Ce1fs trascend~ntal y una
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orgía de la dialéctica, se insubordina el espíritu serio, metódico, rigoroso de los laboratorios. Pero si es justo y conveniente levantarse contra los abusos, . no lo es tanto. pretender el establecimiento de usos radicalmente nuevos, . como si los,¡fel pasado.humano.fuesen un error absoluto.Los nuevos usos con la idea fija de evitadas excrecencias abusivas de lo antigu9 suelen preo~ cuparse sólo de esto y olvidanlos problemas sustanciales y eternos que antes solían estar'mejor atendidos: Esto ha pasado con las subversiones del siglo .XIX: en política se ha ido a una legislación adjetiva que, inspirada .tan solo en la suspicacia, carece de afirmaciones y ha traído el caos político, lf! desestructuración social hacia la que caminamos con celeridad incoercible. En ideolcigía;• trajo consigo una cultura de especialistas que dejó a la ciencia exhausta de.filosofía.y; por lo tanto,.sin esqueleto.: . .LA !NGULTURA'ESPECÍFJC:ADE NUESTRO TIEMPO:-·-Desde üsigloX, no ha habido etapa histórica en que Europa poseyese menos sensibilidad y saber filosóficqs que en los cincuentá últimos años del siglo XIX. Esto:ha produc cido el caos mental que ahora, eón sorpresa, encuentra el europ~o dentro de sí. Y es que la cultura de los especialistas crea una forma específica de.inc cultura más grande que otra alguna. Nadie entienda que yo ataco al especialismo en lo que.tiene de tal; ine dudablemente. uno de los imperativos de la ciencia es la progresiva especialización de su cultivo.. Pero ,obedecer este solo imperativo es acarrear a la postre el estan.camiento de la ciencia y por un rodeo inesperado .implantar una nueva.forma de barbarie. La ignorancia del que es por completo ignorante, toma un cariz pasivo e innocuo. Pero el que es un buen ingeniero o un buen médico y sabe mucho de una cosa, no se determinará a confesar su perfecto desconocimiento de las demás. Transportará el sentimiento dominador que, al andar por su especialidad, experimenta a los temas que ignore. Mas como los igriora, su soberbia-más gremial que individual- no le consiente otra actitud que la imperial negación de esos otros temas y esas otras ciencias. El buen ingeniero y el buen médico suelen ser en todo lo que no es inge:niería o medicina; de una ignorancia agresiva o de una torpeza mental que causa pavor. Son representantes de la.atroz incultura especifica que h,¡ engendrado. la cultura demasiado especializ'ada. Hacia 1850 se perdió en Europa toda noción medianamente clara de fíe loso fía. Uno de los partos de tal insciencia colectiva fue la afirmación come pletamente caprichosa de que en disciplina alguna habían discrepado tanto lasopiniones.comoenlafilosófica, . · .. :. ··'·'·' . .· Hallar en el hecho de la discrepancia doctrinaluna·razón .para el ese cepticismo, es inferencia tan vieja como plebeya.y poco meditada, Ya Enesidemo y Agripa llamaron a uno de sus argumentos o tropos contra la posibic
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lidaé:l del conocimiento i:ov ú:n:o tij~ C\Lacprovla~ i:éiiv l\o!;éiiv ~el que se fonda en la disonancia de las opiniones. Se pretende, por lo visto, elevara sínL toma: de Ja verdad la coincidencia entre fos hombres, como .si esta coihcidencia no pudiese igualmente producirse entorno al etror. Espurnandola experiencia que Ja vida deposita en.nosotros, más probable hallaremos que los hombres se pongan de acuerdo en un,errbr que en una verdad. No faltan sospechás para creer que Ja verdad será siempre conquiSta dolorosa de unas cuantas almas solitarias y a menudo perseguidas, De todas:suertes; el sufrác gio universal no decide de la verdad y es indiferente para la certidumbre del cori.ociiniento toda estadística de coincidendas;. ·.. ·• " •. i. ; •; • .. ·;·•:1 ,. ,· • Pero es elcaso que, comparando las variaciones de Ji¡; filosofía con las acaecidas en Ja evolución·de las deudas naturales; pronto•salta•a la vista la menor movilidad de aquélla. Éste ha sido el:inesperado descubrimiento hecho por el estudio del pasado filosófico una vez que Hegel elevó la historia de la filosofía al rarigb de ciencia: En tiempos de·Agripa no había propiiu:nenfe hiStoria del pensamiento filosófico, sino sólo hacinamientos de sentericias'o feria de opiniones. Diógenes Laercio cuenta los siStemas filosóficos.corno una portera los chismes de la vecindad. Los gérmenes de más rigorosa y metó: dica investigación que incluye Aristóteles en sus obras, quedaron'sin desarrollar porque el espíritu griego fue profundamente antihiStórico.- · . '; .• · ·; Pero los hombres de hoy no tenemos diSculpa. Es, pues, la hiStoria ma: durada en ciencía la última granconquiSta llevada a cabo por Occidente; Are ticuladas históricamente, aparecen ahora las variaciones filosóficaircomo una ejemplar continuidad. No sólo resalta el fondo idéntico de todas las fi: losofías, sino que sus diferencias esenciales adquierenun sentido de nece~ sarias modulaciones que aquél idéntico se ve obligado a producir precisa: menteparamantenersefielasfmiSmo; · · . •· • •. ; . CONTJNUIDADYDISCONTINUIDAD;-Todaciencia parte de los fenómenos inconexos y divergentes en los cuales busca la unidad; Esta tendencia a unt~ ficar Jo diverso es una de las dos funciones radicales del entendimiento; La otra es· la inversa: sobrela unificación establecida•subraya o descubr~ nue: vas.diversificaciones. Uno de los principios 6 métodos tmificadores es la idea de evolución. Cuando un montón de hechos diferentes entre sí tolera'. sér16f: denado en una serie; de suerte que entre dos fenómenos muy disparejos ha: llamas siempre ihtercalado otro que es semejante a la vez al primero yal sel gundo, decimos quehay evohición; El paso entre lasformas dispares se ha.ce sobre formas intermedias que unen como úria cadena de semejanzas la dis: tanda en que las primeras se encol1trabam Entre el óvulo y el orgari.iSrno de: sarrollado:la.divergencif\ de aspecto es tal, que puede ser expr~~;ada dicien: dci'. que•no. tienen nada que ver· entre sí. Pero si entre ésas dos formas
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intercalamos otras, podremos ir del óvulo al organiSmo perfecto al través de una serie de üguras en que las contiguas son casi iguales. Entonces decimos . que esas figuras son estadios de la evolución de un núcleo idéntico. . ; La hist9ria, sea de esto o de lo otro, del cuerpo vivo o de una nación, de . un arte o de una Ciencia, consiSte primariamente en el establecimiento de es- . ta: ~í~eas b se~es ~e evolución, Graciosamente decía Schopenhauer que la m~rnn de!ª histona estaba en mostrar cómo las cosas:han sido siempre las m1smas;•solo que en cada momento de otra manera: eadem.sedaliter. Esta tendencia unificadora .que la historia satisface.mediante Ja idea de evolución, puede; sin ewbargo, convertirse•en vicio,.Elafán de hallar.continuidad en lo diferente conduce, acaso,.a·desconocertodo el rigor de ciertasind~rnina~les diferencias. Por eso; a épocas.en que predomina Ja pastón por umfrcar siguen otras en que se acentúa.Jo.qué de discontinuo, de di. . ;, ; .. ; ... vergente hay en las cosas;. . A rriijuicio, frente afas demasías del evolucionisrno.cómetidas.por el s:glo ~en todashs ciencias,,incluso.enla.historia, Ja-actual generación de cientificos se verá obligada a acentuar lo diferencial existente en ciertos fenómenos, hatiendo resaltar que la unificación ejecutada fue ilusoria. Se abre para la ciencia, creo yo, una era delo discontinuo,.. · _ · .. '; . · · Así en la historia de la.filosofía, por un curioso retorno de las actitudes . tenernos que insiStir sobre lo. diferencial de los siStemas. Con mayor denu e~ do aun habrá que· hacer estb en la historia general de las culturas. ·Pero no haya duda, éSta tendencia-lejos de negarelfondamento de la.contraria Ja supo~~ y recono~e. La fil?sofía no ha sido, a lo largo del tie~p~;•unaa~umu lacrnn. de capnchos; lejos de esto es justamente, con Ja matemática, la que ha vanado dentro de límites más angostos. Si en el público culto no se hubiese perdido, como arriba he indicado, la tradición de los conocimientos filosóficos, no habría reparo en recomendar al principiante y al curioso obras de historia filosófica más en armonía con el pensamiento de los investigadores actuales. Pero aunque esas obras estuviesen ya escritas-y no lo están-., me parecería funesto ponerlas en manos de los que se inician. La realidad es que existe una perfecta incon~e~cia e~tre ~¡estado de espíritu de los que hoy hacen filosofía y el del pubhco. Sigue este en 1850: en la masa social dominan hoy Jos mismos pr~juicio~ e ignorancias que entonces respecto a la filosofía. Si hay alguna diferer:c'.a .habrá que buscarla en la expansión mayor adquirida por aquellos preJUICIOs. Verdad es que se va nutriendo con triunfal progresión el ~po de los que vuelven a filosofar tras el eclipse ideológico de media centuna. Pero entretanto los que no son filósofos siguen pseudo-filosofando a la moda de 1850.
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. Por lo tanto; el fenómeno social mas extenso con que aún será preciso contar durante algún tiempo, esd escepticismo innato con que el europeo actual se acerca a la filosofía;• · ' . • En mi servicio universitario he observado con reiterada sorpresa que los principiarites son a'nativitate escépticos, Recuerdo que Herbart decía su- . tilmente: «Todo buen principiante es un escéptico, pero todo escéptico no es·sino·un principiante». Pero enEspaña'y•ahora•no sólo son'escépticos los buenos principiantes, sino también ymuyespeeialmente los malos. · En Grecia fue·el escepticiSmoun estado de•exquisitada intelectualidad a que-algimos individuos ·geniales Ilegaban tras largos esfuerzos. Hoy el escepticismo es el ¡:i11nto de q11e séparte:-y daire que se respíri El fenómeno colectivo, índice delos tiempos, daria'margena consideraciones rio exentas . de iriterés pero qm'!htielganenesteprefaciop · · · P~ra una época como la nuestra, dominada por tales préjuicios'frente a la filosofía; no hallo libró de hiStoria' filosófica niás idóneoqueel:de1Vorliinder. '•En primérlugar; el, autor aísla la•exposición• evolutiva' de los ·sistemas del ambiente histórico 'en que micieron'.'Da esto~ su obra un carácter algo esquemático¡ pero q11e:esventajoso pan1 el'novicio por la,sirn¡:ilificación que trae consigo. Además, aééntúa sobreiu~nera el momento de identidad que\ en efecto, eXiste entre todas la~ es~uel~s filosóficas, •Claro es'qúe esto no lo logra sin algunas exageraciones: •Pero esta'aóusadafisoncimía uµificadora presta al ensayo•de Vorliinder un valor inestimable comdmedicina contra tropo de Agripa•que la ignorancia de nu~st'ro tiempo en filosofía ha•propaé · gado universa1Il1ente> ·' · . ¡ •• '•
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BRINDIS EN UN BANQUETE EN SU.HONOR . EN «POMBO» ·
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tenía con.mi padre; autor mirífico:de Cuentos de dos siglos ha,.sólía-venir a•«Pombo» para tomar sorbete de arroz'. Desde entonces creo 'que rio he vuelto a entrar hasta hoy en este v'erierabletabemáctilo.· Por cierto que es' para mi interesante comparar aquellas visitas pueriles con está que•ahora hago; Entonces «Pombo» era a mis ojos una cosa mucho más vieja· que yo: me parecía que visitaba a un se'ñor decrépito¡ cor\. gran alarde de gáfas y una escueta levita orillada, una especie de Mesonero Romah6s o Hartzenbusch. Ahdra, al hallarme entre ustedes, me encuentro con que:es «Pombo»uria cosa más joven que yo. Mientras.yo he envejecido; esta perenne botillería· se ha remozado; Decididamente no se sabe qué es en definitiva lojovenylo caduco:; hasta hace poco el puente más viejo de-París era el Pont Neuf. · ••. Me doy; pues, perfecta· cuenta de que muchos de ustedes son ya otra cosa que yo, lo más otra cosa que cabe imaginar: son otra generación. He escrito y he dicho más de una.vez que el concepto más importante de la historia, el gozne desurodaje es la idea delas generaciones. Cada una de ellas trae al mundo una sensación de la vida distinta, un' horizonte cordial propio dentro del cual vive inexorablemente reclusa y que la contrapone a la generación anterior y a la sub~ secuente: Cada generación vive así emparedada dentro de su sensibilidad y co, muni.ca·conlas demás al través de esta como al través de un muro. Oyenmutuamente las voces, pero nd se entienden: 1.a sensibilidad radical de Ja vida es una frontera infranqueable.-Por eso yo espero desde hace tiempo que una mañana; ·al mirar periódicos y revistas y leer lo que un joven escribe tenga que de~ Cinne amíi:nismo: «Esto ya no lo entiendo». Será unapenosa irnpiesiónde que tropiezo con el muro o prisión de mi tiempo; será el convencimiento de que he perdido ya plasticidaa; que no hay enmí·materia aún no sellada y troquelada capaz de recibirla huella advenediza. Ese día; no tendré más remedio que cerrar mi fontanela, ,como diceBaroja, e ir en busca de Ja· próxima Academia.
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·Pero, en fin, el hecho de esta fiesta en la cripta sagrada me tranquiliza sobre el presente y me indica qúe aún entiendo los rumores del cuarto de al lado y que ustedes n~ descubren todavía .en mi gesto demasiado anquilosamiento. Esto quiere decir que agradezco a ustedes sinceramente la gentileza de esta fiesta en el subsuelo. La vida española ha carecido en los últimos tiempos de lo más necesario, que es, paradójicamente dicho, el lujo vital. La vida tiene la peregrina condición de que sólo le basta lo que le sobra. La vida, cuando es sana, es reboso de sí misma; vivir, como dice Nietzsche, es más vivir, es lujo de vida. Y· una de las formas más esenciales del lujo vital es la creación de mitos. Por eso toda época de vitalidad ascendente es gran inventora de mitos. El mito es un regalo que hacemos a la sórdida realidad y como.una inyección de fan7·. tasmagoriaque ponemos alas cosas, las cuales quedan entonces cargadas de reverberaciones y chisporroteos, sublimes o bufones. El espíritu mítico vie,: ne a ser un fabricante de aúroras boreales. Pues bien,. en los últimos-c:[uincé añosd único mito que se ha elaborado es éste·de «Pombo»: es el solo hecho .. quellegá al español distante-por ejemplo;al muchacho provinciáno~, conuria resonancia alegrey un cromático resplandor de farsa. Y no. parece de significación que para poner ustedes esa inyección de leyenda hayan.elec gido este café, el más filisteo y más tradicional: Han querido ustedes infec, • cionar de fantasía.el corazón mismo de.lo burgués. :: ;¡·. Pero además' de ser .«Pomb0>> el único mito.qdpresente•.. per:rllitanmeJ ustedes que me aventure:a profetizar el porvenir=;·.«Pomb0>> es la última barricada. Me explicaré, aunque ello me obligue a.dar un.rodeo.· · · · ;¡ :¡1 Nuestro tiempo forma parte de un ciclo histórico más amplio que empieza con la formación de las actuales nacionalidades. La formación de una nacionalidad es una misma cosa con la elaboración de un sistema de tradiciones religiosas, políticas y artísticas, Durante esa etapa las gentes.viven por tradición, esto es, creen en ciertas doctrinas, acatan ciertas autoridades, gozan con ciertas formas estéticas que han recibido. de los mayores; que:les parecen las únicas imaginables y que no ponen nunca en crisis ni sosp~c~a: Este tipo de vida para el que vivir es insistir .en lo recibido, es el. trad1c10, nalismo. Pero he aquí que•en el Renacimiento, de pronto, vira sobre si mis, mo el corazón europeo; y se.invierte la actitud· de los espíritus.Todas esas tradiciones, todo eso rec,ibido empiezaaaparecer insuficiente; infunda;. do, toi-pe, absurdo. Las ge;,tes comienzan a sentir que la vida sólo tiene :va, lor si.lucha contra todo. eso, si se liberta de. todo eso. Lle:vanios sobre todo tres siglos durante los cuales para las gentes· vivir era libertarse de algo;•. dir alguna tradición. Por tanto, llevamos tres siglos de liberális~o, de co¡n7 bate contra lo. constituido como•tal, contra la autoridad política, contra.el
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dogma religioso, contra el escolasticismo científico, contra la norma poética, La Revolución francesa, desde sus barricadas -la barricada es el aloe . jamiento del liberalismo-, consigue la gran.liberación política, nos liberta deLa11tiguo régimen. Logrado esto, comienza intensamente la época del liberalismo artístico. La primera generación romántica fue la sub:versión contta los privilegios de los clásicos y el absolutismo de la Poética. Desdé entonces cada generación literaria en :vez de prolongar el gesto de las anteriores, lo primero que hace es revolverse contra ellas y presentar un nuevo programa: si estos sucesivos programas se analizan adviértase que, en definitiva, están constituidos por negaciones de algo anterior y tradicional. El liberalismo artístico, como todo liberalismo, es una bella actitud de combate, un estado de guerra intelectual, mas por lo mismo una pura negación, puesto que es liberación de tradiciones. Como el Mefistófeles de Goethe «obra el bien queriendo el mal» y afirma negando. Este sentido de la vid~ como un esfuerzo negador, aparece, efecti:vamente, en la segunda generac ción romántica con un matiz diabólico, satánico y «perverso». Barbey d'Aurevilly asienta la poesía en la emoción dramática de la blasfemia. La blasfemia es el frenesí de la aniquilación que necesita resucitar perpetuamente a la víctima para complacerse de nuevo en yugularla. Así Barbey neéesita ser tradicionalista y creyente para poder blasfemar del pasado y de Dios. Baudelaire va a descubrir la belleza en la Venus negra, que es la plástica negación de la Venus clásica, la Venus cándida. En 1870 comienza, con el impresionismo, la gran rebelión contra las Bastillas pictóricas, contra los Museos y su tradición. También los pintores :van a abrir la serie de los programas subversivos. En fin, hasta la extramundana matemática toma en este tiempo un cariz liberal. Los títulos de las nuevas ciencias del espacio ostentan a la intemperie su musculatura negativa: la geometría no-euclidiana, no-arquimédica, etcétera. Pero el liberalismo, por su esencia misma, tiene los días contados. No es una actitud definiti:va, que se baste a si propia. Cuando no quede títere tradicional con cabeza, el liberalismo no hallará nada de qué liberamos y se reabsorberá en su nada originaria. ·. Pues bien, amigos míos: yo creo que, al menos, en poesía, son ustedes la última generación liberal y esta Sagrada Cripta donde se alojan, la última barricada. Han derribado ustedes los postreros, casi impalpables reductos de la tradición literaria y ante ustedes :vuelve la tierra estética a ser rasa y desierta. De aquí las sugesti:vas fisonomías de Robinsones poéticos, de Adanes literarios que es frecuente hallar entre ustedes. Más allá, me parece estar viendo otros hombres más jó:venes aún que ustedes, una próxima generación, en quien un nuevo sentido de la vida nada
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PRÓLOGO A OBRAS COMPLETAS, ·. DE SIGMUNDO FREUD ·· ·
liberal GOmenzará a pulsar. Amantes de lasjerarquías, de las diseiplinas; de las.normas, comenzarán a juntar las piedras nobles para erigir una nueva tradición y alzar una futur~ Bastilla.,. ·...• . · '' · ·. . . · .' , , ¡Brindo; pues, por «Pamba», único mito del presentey.ulttma bam+ cada! ¡ i
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La. ;,Bibli~teca Nueva».~~·propo~e ~ubliéar,.vertidas ~l c~stellario, las ob~as tcimpletas del gran psiquiatra vienés Sigrnundo Freud. La empresa me parece sobremanera acertada y contribuirá enérgicamente a·atraerl.a atención de un público amplio sobre los asuntos psicológicos. Han sido, en efecto, las ideas de Freud la creación más original y.sugestiva que en los últimos veinte años. ha cruzado el horizpnte de la .psiquiatría. Su aparición motivó are dientes y dilatadas polémicas. En tomo a Freud sefoe formando un. tropel cuantioso de discípulos y fieles, que propagaron por todo el mundo .la nueyafe, fundaron revistas, anuariosy bibliotecas. La claridad; no exenta de · 'elegancia,.cmique Freud expone su pensamiento,.proporciona a su obra un .círculo de expansión indefinido. Todo eLmundo.-no sólo el médico o el psicólogo-,,.,. puede entender a Freud y; cuando no convencerse, recibir de sus libros fecundas sugestiones. Como en el orden de la funcionalidad corporal o fisiológica .casi todos los grandes progresos durante el siglo XIX han sido debidos a lbs médicos, esto. e5; a la necesidad inaplazable de curar al enfermo, así estas teorías psicológicas se hanoriginado;eri la urgenciadínica del psiquiatra. Los labo' tatorios aprontatori escasisimos recursos al médico para actuar sobre las enIermedadespropiamente mentales, a las que no se haJogrado descubrir una has~ de perturbación somática. Muyccuidadosa la inYestigación de la exac~ •titud en los métodos que empleaba, prefería ser fiel a ellos que ensayar auc · ·dazmente procedimientos empíricamente eficaces. Asfquedaba demorado todo avance clínico hasta las calendas griegas. 'Freud tuvo la osadía de querer curar, cualquiera que fuese la castidad ló.• 'gica de los procedimientos. Para ello se decidió a tomar en serio el carácter de '«mentales» y no somáticos, que se atribuye a ciertos trastornos. Pensó que, .. en verdad, la psique, como tal, podía hallarse valetudinaria, sufrir heridas psí·quicas, padecer como hernias espirituales, a que sólo podía aplicarse una
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cirugía psicológica. De aquí naeió la psicoanálisis, terapéutica de sesgo extraño y dramático que enJori10s sucesivos hallará expuesta el lector. De tal propósito surgió para Fréud la nec;esidad de elaborar todo un sistema psicológico, construido con observaciones auténticas y arriesgadas hipótesis. No hay duda de que algunas d.e estas. invenciones -como la «represión»- quedarán afincadas en la ciencia. Otras parecen un poco excesivas y; sobre todo, un bastante caprichosas. Pero todas son de sin par agudezay originalidad. · Lo más problemático en la obra de Freud es, a la vez, lo más provechoso. Me refiero a la atención central que dedica a los fenómenos de la sexualidad. Para Freud, neurosis y psicosis son perturbaciones engendradas por conflictos sexuales de la infancia. Freud amplía notablemente el conceptp de la sexualidad que suele llamarlibido; pero aun así;¿no deja su obra sientpre la inquietud de que se nos invita a aceptar una hipótesis desmesurada 1 Siri embargo, cualquiera que sea la medida dentro dda cual este sexilalismo psiquiátrico de Freud pueda considerarse verídico; ha servido para que, al cabo, entre la ciencia a ocuparse seriamente del erotismo, tradicionalmente cerrado a la investigación. Lo que hasta ahora podía decirse de la libido era tan poco, que contrastaba absurdamente con la innegable importancia de esta función biológica dentro de la vida psíquica. La necesidad de' descubrir los escondrijos del «alma» donde vienen a ocultarse esos-tumores afectivos, generadores según Freud de las enferme~ dades mentales;•le llevó a penetrar en el territorio de los sueños. Su libro soc bre la vida de los sueños es una de las producciones más interesantes delpenf samiento contemporáneo. En él desarrolla Freudfa idea de que nuéstra conciencia fabrica constantemente símbolos de la sexualidad, a veces de una pureza sublimey de una inmaterialidad platónica inefable. El descubrimiento de este simbolismo permitió al médico de hoy exc tender su clínica a los tiempos pasados y ampliar la psicoanálisis a los geriios del pretérito, a las mitologíás,religiones y formas sociológicas .. El libro presente es el más adecuado para introducir en el pensainiento freudiano a las gentes curiosas que hasta ahora lo desconocían. Poco a poco se va viendo en él eHngenioso edificio de observaciones y supuestos con qtie Freud pone cerco al secreto palpitante·de nuestra
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j1PRÓLOGO A LA BIBLIOTECA DE IDEAS DEL SIGLO XX
En los últimos años se oye por dondequiera un monótono treno sobre la cul-
tura fracasada y concluida. Filisteos de todas las lenguas y todas'las observan~ cías se inclinan ficticiamente compungidos sobre el cadáver de esa cultura, que ellos no han engendrado ni nutrido. La guerra mundial, que no ha sido tan mundial como se dice, parece ser el síntoma y; al par, la causa de la defunción. La verdad es que no se comprende cómo una guerra puede destruir la cultura. Lo más a que puede aspirar el bélico suceso es a suprimir las personas que la crean o transmiten. Pero la cultura misma queda siempre intacta.de la espada y el plomo. Ni se sospecha de qué otro modo. pueda sucum' bir una cultura que no sea por propia detención, dejando de producir nuevos pensamientos y nuevas normas. Mientras la idea de ayer sea corregida por •. la idea de hoy, no podrá hablarse de fracaso cultural. . Y, en efecto, lejos de existir éste, acontece que, al menos la ciencia, experimenta en nuestros días un incomparable crecimiento de vitalidad. Desde 1900, coincidiendo peregrinamente con la fecha inicial del nuevo siglo, co'mienzan a elevarse sobre el horizonte intelectual pensamientos de nueva trayectoria. Esporádicamente, sin percibir su radical parentesco, apa-recen en unas y otras ciencias teorías que se caracterizan por disentir de las dominantes en el siglo XIX y lograr su superación. Nadie, hasta ahora, se había fijado en que todas esas ideas que se hallan en su .hora de oriente, a pe.sarde referirse a los asuntos más disparejos, poseen una fisonomía común, una rara y sugestiva unidad de estilo. '. Desde hace tiempo sostengo en mis escritos que existe ya un organismo de ideas peculiares a este siglo XX que ahora pasa por nosotros. La ideo' logia del siglo XIX, vista desde ese organismo, parece una pobre cosa tosca, maniática, imprecisa, inelegante y sin remedio periclitada. Esto, que era en mis escritos poco más que una privada afirmación, podrá recibir ahora una prueba brillante con la Biblioteca de Ideas del siglo XX.
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. En ella reúno las obras rriás característkás deitiérnpo nuevo,doñ.Cie principian su vida pensamientos antes no pensados. Desde la matemática a la esté_tica y la historia, procurará esta colección mostrar el nuevo espíritu labrando su miel futura sobre toda la flora intelectual. Cl¡iro es que tratándose de una ideología en plena mocedad no podrá pedirse que existan ya tratados clásicos donde aparezca con una perfección sistemática. Es más, ale gunos de estos libros contienen, junto a las ideas de nuevo perfil, residuos de la antigua manera, y corno las naves al ganar la ribera, mientras hincan ya la proa en la arena aún se hunde su timón en la marina. ·
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ACIENCIACULTURAL Y CIENCIA NATURAL,. DE ENRIQUE RICKERT i.. -NorÁ.-Estep~ólogofue común a varios libros de la citadaBiblioteca,lds ~h1les llevaban, además, prólogos especiales, que son los siguientes, numerad~s dellal V.
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U no de estos libros bifrontes, rnedio'siglo XIX, medio XX,i es el presente del filósofo alemán Enrique Rickert, hoy uno delos más respetados maestros de Gerrnaniai.Peitenece ala generación que se formó haciál880. Ago, tada la· filosofía por el materialismo y el positivisnioj que más bien que dos filosofías son dos rnanerás de ignorancia filosófica;.perdió en aquel tiempo la mente europea la tradición escolar.de esta ciencia:·Fue;ipues, necesario para rece brarla volver a la escuela; quiero decir,' sumirse en los siste.rnas del n:iás reciente clasicismo, Este fue el origen y el sentidó.dehriovirniento neo kantiano: donde Rickert se enroló: Nadarnejor'podía hacerséerr1880 que adoptar a'Jfant. ·Pero, a la vez, esto quiere decirque nÓ•Se•pcidía hacer mucho. Ctda'.épocá, si' es.de plenitud; necesita su· propia; ·original filosofía•. Corno aquélla no lo fue, tuvo.que contentarse-con urrrelativo.anacronismo, yrenunciando a foi:rnular su sistema espontáneo, ensayó la restauración de viejas y ejemplares filosofías. Esto fueron el neokantiano: el.neofichteanisrrio, el neo hegelianismo: El arcaísmo de tales nombres no podía ser compensado por el neo; prefijo de juventud.· Una meditación verdaderamente jo"•' ven evita ser fa Simnarnita de ningún decrépito David: La filosofía de Rickert conser¡va su raíz anticuada•, neo kantiana y neoc fichteana; pero es'lo 'interesante y más 1rrstructivd eri ella advertir cómo se orienta hacia nuevas curiosidades, problemas y métodos: Eh vez de reducirse a la reflexión sobre las' ciencias físicas, corno hizo Kant,· busca el con, tacto•fon•las ciencias históricas; y del'conflicto dramático entre ambas forc mas •nace el' tema-de este.libio;• Asirn'isrno •descubre en el concepto de valor unterritorio•cuya explbraciónyconquistá.será,:tal;vez, una de-las glorias epónimas del siglo XX.
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A TEORÍA DE LA RELATIVIDAD DE EINSTEIN Y SUS FUNDAMENTOS FÍSICOS, DEMAX BORN La teoría de la relatividad es, entre las nuevas idea5; la que ha ingresado ~oh más estruendo en la atención del gran público. Larazón de ello está en que' los pensamientos de la física tienen la ventaja de.poder fácil~ente serco~c trastadas caídas realidades en ellos pensadas. Esto da a sus aciertos una evcdencia patéticay triunfal. La docilidad de la estrella remotísiína a lamedifa'ción de un hombwserá.sienipre el hecho ejemplar en que el espíritu popular · '' renueva su fe en la: ciencia. ." .Las idea5.de Einstein llegan a nosotros ungidas por esarecómendacióri estélar. Conurrtadicalismointelectual tan característico del tiempo nuevo; como ddeseode nrnserradicalen la práctica;fompe él genial hebreo con;~a forma·mileharia.denuestras intuiciones cósmicas;, Nada-podía-garantizar~ nos mejor que entramos en una nueva· época. Muy pronto una generación . aprenderá desde la escuela que el mundo tiene.cuatro dimensiones, que el espacio es curvilíneo y elorbe, finito. A tal intuición primaria corresponderán sentimientos.muy distintos de los nuestros y un pulso vital de melodía desconocida hasta ahora; La teoría dda relatividad-este.nombre es, aca~ so lo menos afortunádo de ella-. lleva un germen, ,no sólo una nueva téc- , ni~a sino una nueva moral y•una nueva política; La teoría coperiliéaría fue; · com~-es sabido, el principio educador de la Edad Moderna. ·• · ' · • X ., . La.obra de Bom que.se ofrece al público en esta coleccióI1, compuesta por un discíprilo y:colaborador de Einstein, es la mejor exposición elemen-tal que conozco. Se diferencia de las demás en que antes de presentar.la nuec va teoría familiariza al lector lego con los conceptos tradicionales de la mee . cánica, con los problemas en ella contenidos que Einstein viene a resolver/"'
. · AIDEASPARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO, DE]. VON UEXKÜLL . En el presente libro. de van UexküU.hallará eHectc;ir, 'sobriamente expl:e. sado, un sistema de ideas biológicas que representa mejor que ningún otro · fa manera acttial de a cercarse a los problemas• de.la'vida: Elvolumen ha sido formado recogiendo. ensayo,s diferentes;• trae esto con.sigo que más de una vez.se repita la exposición de un mismo pensamientó; No creo, sin embargo; que estóresulte enojoso: Al insistir sobre una misma idea, Uexküll la pre, senta con nuevo cariz y.la lectura llega al cabo•delas páginas animada por unacuriosidadascendente ..-.., , . ; '· . · , , , '"" . , · , e;··'' Debo declarar que sobre mi han.ejercido, desdel913,.graninfluencia '•estas·m,editaciones ,biblógicas. Estamfluencia no ha sidb meramente.científica, ~ino cordiál. No conozco sug~tiones.más eficace5 que las de este pensador, para poner orden;:serenidadyoptimismo sobre el desarreglo del alma contemporánea;,
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IV A LA DECADENCIA DE OCCIDENTE, DE OSWALD SPENGLER
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libro de Oswald Spengler, La decadeiicia deOcddeitte, es; sin disputa;'\k: peripecia intelectu¡Ü más estruendosa de los últimos años: El primer tomo se publicó enjuliodel918; en abril de 1922 se habían vendido enAlernaniá. 53.000 ejemplares,y. en la misma fecha se imprimían 50.000 del segundo tomo. No hay dudá de que influyeron en tal fortunalaocasiónyel título: Alemania derrotada sentía una transitoria depresión que el título del librQ venía a acariciar, dándole una especie de consagra'ción ideológica. · Sin embargo, conforme el tiempo avanzaba se ha ido viendo que la obra .. · de Spengler. no;necesitaba apoyarse en la anecdótica coincidencia conim estado fugaz de fa opiilión pública alemana. Es un:libro que nace de profun" das necesidades intelectuales yformula pensamientos que.latían en el seno de nuestra época: Hasta tal punto es así; que una de las graves faltas. deUes.' tilo de Spengler es presentar como exclusivas y propias sus ideas que; con más o menos mesura, habían sido expresadas antes por otros. Puede decirse que casi todos los temas fundamentales de Spengler le son ajenos, si' bien es preciso reconocer que ha adquirido sobre ellos el derecho de cuño. Spengler es un poderoso acuñador de ideas, y quienquiera penetre en las tupidas páginas de este libro se sentirá sacudido una y otra vez por el eléctrico drac matismo de que las ideas se cargan cuando son fuertemente pensadas. ¿Qué es la obra de Spengler? Ante todo una filosofía de la historia. Los que siguen la publicación de esta Biblioteca habrán podido advertir que:. . la fisica de Einstein y la biología de Uexküll coinciden, por lo pronto, en un · rasgo que ahora reaparece en Spengler y más tarde veremos en la nueva:• estética, en la ética, en la pura matemática. Este rasgo, común a todas las reorganizaciones científicas del siglo XX, consiste en la autonomía de ca·d·a disciplina. Einstein quiere hacer una física que no sea matemática abstracta, sino propia y puramente física. Uexküll y Driesch bogan h~cia una bioc. logia que sea sólo biología y no física aplicada a los organismos. Pues bien; ·
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desde hace tiempo se aspira a una interpretación histórica de la historia. Durante el siglo XIX se seguía una propensión inversa: parecía obligatorio de,. ducir lo históricp de lo que no es histórico. Así, Hegel describe el desarrollo delos sucesos humanos como resultado automático.de la dialéctica abstracta de los conceptos: Buckle, Taine, Ratzel, derivan la historia de la geografía; Ghamberlain, de fa antropología; Marx; de la economía. Todos estos ensayos suponen que no hay realidad última y propiamente histórica. Por otra parte, los historiadores de profesión, desentendiéndose deaqueJlas teorías, se limitan a coleccionar los «hechos» históricos. Nos refieren, por ejemplo; el asesinato de César. Pero «hechos» como éste ¿son la realidad histórica? La.narración de ese asesinato no nos descubre una realidad, sino, por el c.ontrano, presenta un problema a nuestra comprensión: ¿Qué significa la muerte de César? Apenas nos hacemos esta pregunta caemos en la cuenta de , que su muerte es sólo un punto vivo dentro de uh enorme volumen de reac : !idad·histórica: lavida de Roma. A lapuntll. deLpuñal de Bruto sigue su mano, ya la mano, el.brazo mdvido:por centros nerviosos donde actúanlas ideas de un romano delsiglo.I a; de Jesucristo. Pero el siglo l no'es comprensible sin el siglo H, sin toda la .existencia romana desde los tiempos primeros. De este modo se advierte que el «hecho»' de la muerte de César sólo es históricamente ,real,: es decir, sólo es lo que en verdad es; sólo está completocuandci aparece como manifestación momentánea de un vasto proceso vital, de un fondo órgánfcb amplisimo que es la vida toda del pueblo romano. Los <
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mente llenando el tiempo histórico. Las «culturas» tienen una vida füde~ pendiente de las razas que las llevan en sL Son individuos biológicos aparte, Las culturas son plantas-di.ce ..Y, como és.tas, tienen su carrera vitalpre,. · deterrnfüada. Atraviesan la juventud y la madurez para caer inexorablemente en. decrepitud, . . ; Estamos.hoyalojados en elúltimo estadio-en la vejez, consunción . o «decadencia» (Untergang) de.i,ma de estas culturas: la.occidental. Dé aquí el tituló del libró. í .• , •La riqueza y problematisrrio de las ideas spenglerianasímpide que•.y'ó ahora Intente ni un resumen ni una critica. En otro lugar espero ocupa1Till.e largamente de' esta obra, ya que su presente versión me permitirá darla.por conocida.delos lectores.hispanoamericanos;. Sólo añadiré dos palabra,s sobre esta traducción. El señorGarcia'Morentet ha hecho.un enorme y cuidadoso esfuerzo para conseguir transvasar aloc:b;e castellanofa prosa de Spengler.:El estilo del autor, su terminología soh•fuií bravamente tudescos, que.no era empresa dulce hallar sus equivalencia5 es( pañofas; Yo mismo he colaborado ulJ. poco en la dura faena de'esta versióru · Hoy, ¡¡l ofrecerla al público; me complace, sin embargo, pensar que siruház llarse exentadedefettos, estaadaptacióri del libro alemán conservafielrriente el sentido y aun el gesto literario del original sin perder nada de su blaridach Cuando ésta falta puede el lector estarseguro de que no sobra en eltexto ale~ mán, y.si alguna frase.es equivoca1eh español, lo es también,.y,conidént¡ca ambigñedad, en tudesco.o . • · · • c-IiJ2
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A GEOMETRÍAS NO EUCUDIANAS, DE ROBERTO BON OLA Hablar de ideas del siglo •XX frente a ideas del siglo XIX puede parecer caprichoso a quien no advierte que las ideas están en una relación con las épo. ·cas muy parecida a la que sufren las plantas en los climas! Una época :viene aiser un dima fütelectual, el prédomfüio de ciertos principios atmosféricos que favorecen· o 'agostan determinadas cosechas: Un claro ejemplo de· esto es lél:ocurrido•con·las tendencias de'renovación mátemática•quebajd.el•titulo de geomei:rias no euclidianas setniciaron en lapasada'centuria:1Las genera" .ciones de'entonceS'fecibieron con hostilidad estoshltentos de ampliar y purificar el ámbito de las cosas matemáticas. Algunos delós geniales descu'bridores ni siquiera se: atrevieron a publicar envida 'susrespléndidos l\allazgos, .temerosos de ver peligrar su prestigio. Mas he aquí que en nuestro siglo las geometrías no euclidianas adquieren súbita popularidad en los hombres . Cl.e ciencia, se imponen' como un nuevo clasicismo en el pensamiento mate. mátíco; penetran en la física con Minkowskiy Einstein, y casi ponenen ole vida las formas tradicionales de la geometría .. podía, pues, faltar en esta colección el recuerdo de los pasos que este ritlevo sentido dela matemática ha ido dando subrepticiamente ~lo largo de fos siglos. La historia de las geometrías' no euclidianas mtlestrá en uri caso conl'retü' cómo las ideas hacena veces durante siglos y siglos su camino subterrá" neo; esperando Ja hora propicia en que la atmósfera las solicita y las•halaga. 2i"'" iEn·los próximos añbs surgirán ineludiblemente nuevas y fecundas disusiones·que permitanfijarlos limite.si de esta triunfante·matemática:Aisu hora de germinaciónha seguido esta presente; que es de triunfo,:a la cual suederá otra de critica, mesura y pulimento. "''' ,., •
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[LA PRIMERA PESETA]
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Hace diez y nueve años tenia yo diez y nueve añosy gané diez y nueve ros, los primeros pecuniares que a mí llegaban. Había yo concluido eritoh;-. ces Ja carrera de Filosofía yLetras y padecía un apetito monstruoso de lec~ tura. Yo necesitaba dinero para comprar libros, y conseguí por medio de •· Navarro;Ledesma que me encargasen de unas clases en dos.típicos.cole~ ' gios:madrileños .. Uno,de ellos, situado en la plaza de las Descalzas; estaba cfü rígido por un vejete siIDpático y cazurro, con aire de militar retirado, que.vái' gaba por los pasillos delinstituto con una larga vara en la mano. El otro ~reó que sigue aún abierto:enla calle.de Atocha;Jo dirigía un seglar jesuitón que·· sabia halagar la ingenuidad de las madres. por procedimientos verdadera~•: mente geniales. He aquíuµo de ellos: en una de las paredes del recibimien7 to había una portada de mad.era,·puerta·deuna capilla.: ··1c·.,;:¡.i ,Durante todo elcurso, yo pasé por delante de ella y creía, como·todo . eÍ · mundo, que tras de la puerta de la capilla existía, en efecto, una capilla. Pero, no sé con qué ocasión, averigúé un día que de la capilla sólo existía lá por- . tada. Detrás 4ela magnífica talla barroca sólo había la pared.. ..··En cada uno, de estos puestos de.pedagogía daba ,yo clase diaria de.Hr teraiiua .. Por. este trabajo recibía diez duros. en uno y nueve en otro; e5 deciJ;,·. menos de dos:pesetas.la hora, tarifa hasta hace poco de los simones, El día primero de mes, después de dar.mis clases, cobr_aba mis sueldos e iba ilJ.me, ·. diatamente.a depositados diez y nueve duros. en la librería de Gutenberg, donde siempre había.una cuenta contra mí superiora mis emoh¡mentosm ·Yo siento mucho que la historia de mis primeras ganancias carezca por completo de romanticismo.
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ESPAÑA INVERTEBRADA BOSQUEJO DE ALGUNOS PENSAMIENTOS HISTÓRICOS
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
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Este libro, llamémosle así, quefue reiúitido a las libreiias en mayo, necesita ahoia, segtin me dicen, nueva edición. Si yo hubiese podido prever para él tan e11vidiable fortuna, ni lo hab1ia publicado, ni tal vez esc1ito. Porque, conio en el texto · reitei·addme11te va dicho, no se trata mas que de unellSayo de ensayo, de un índice swnaineilte concentrado y casi taquigráfico depe11Samie11tos. Ahora bien, los teinas acque éstos aluden son de tal dimmsióny gravedad; que no se les debe tratar ante el · gran ptiblico sino con la plmitl!d de desmwlloy esmei-o que les coJTesponde. · :. Pei-o al esc1ibir estas páginas nada estaba más lejos de mis aspiraciones que . conquistar la atei1ció11 del gran püblico. Obras de índole ideológica como la pre'sente suelm tei1ei· e11 miestro país un carácter confidei1cial. Son libros que se pu)liéan al oído de unos cuantos. Esta intimidad mtre el autor y un breve círculo de'lectores afines pei1nite a aquél; sin avilantez, dar a la estampa lo que, ei1 Ji• gm; es sólo una anotación p1ivada, exmta de cuanto.collStit!iye la iinponmte ar• quitecttira de un libro. A este género de publicaciones confidenciales perte11ece : el presente volumm. Las ideas que transmite y que fonnan 1m cuerpo de doc. trina se habían ido fonnando eJJ mí lmtamei1te. Llegó un momei1to eJJ que necesitaba libertanne de ellas comunicándolas, y, teineroso de no hallar holgada ocasión pára proporcionarles el debido desmwllo, no me pareció ilícito que quedasm ·.S1Lci11tamei1te indicadas ei1 unos cuantos pliegos de papel. .ff¡[ .. Al mcontrarse a1wra este e11Sayo con lectores que no estaban previstos, teino que padezca su contmido algunas malas interpretaciones. Pero el caso es sin remedio, ya que otros trabajos me impidm, hoy como ayei; co115tmir el edificio de un libro segiínel plmw qúe estas páginas delinean. En tanto que llega mejor J:oy1!11tt1ra para intmtarlo, me he reducido:arevi5ar la p1imera edició1t, conigiendo el lmgitaje ei1 algimos lugares e introducimdo algimas ampliaciones que iiume11ta11 el volumm ei1 unas. cudrmtapáginas: "°' Mas hay dos cosas sobre que quisiaa desde luego prevenir la bmevolei1cia del lecto1:
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. Se trata en lo que sigue de definir la grave enfennedad que Espmia sufre. Dado este te111a, era inevitable que sobre la obra pesase una desapacible at: 111ósfera de hospital. ¿Quiere esto decir que 111is pensa111ientos sobre Espm1a sean pesi111istas? He oído qu'e algunas personas los califican así y cr~en al hacerlo di- • 1iginne una censura; pero yo no veo 111uy claro que el pesi111is1110 sea, sin lllás .· ni 111ás, censurable. Son las cosas a vece5 de tal condición, que juzgarlas con sesgo opti111ista equivale a no haberse enterado de ellas. Dicho sin a111bages, yo crea que en este caso se encuentran casi todos nuestros co111pat1iotas. No es la 111enor desventura de Espm1a la escasez de ho111bres dotados con talento sinóptico m- • ficiente para fonnarse una visión íntegra de la situación nacional donde apa- · rezcan los hechos en su verdadera perspectiva, puesto cada cual en el plano de i111portancia que le es propio. Y hasta tal punto es así, que no puede esperar~e · ninguna 111ejora apreciableeli nilesfros destinosmientnisno se ccinijaprev.iit:. 1nente ese defecto ocular que i111pide al espmiol 111edio la pel-cepción acertada de las realidades ca lectivas.• Tal vez seayo quielt sé encuentra perdurab leníénfe• en elTDr; pel·o debo confesar que sufi·o verdadel·as congojas oyel1do hablar de Es"•· paña.a los espmioles, asistiel1do a su ilifatigable tomar el rábano podas hojas: • Apenas hay cosa que seajustamel1te valorada: se. da alo insignificante una grotesca i111portancia, y, en cambio; los hechos vúdade1'a111enterepresentativos;x esenciales apenass01ú10tados. No debiera olvidarse 11n 111omeltto que én la compí·ensión de la realidadclo · decisivo es la perspectiva, d valor que a cada elelnento.se atribuya dentro del conjunto. Ocune lo mismo que en la psicología de los caracteres individúa+. les. Poco. mas. o.melws;' los mismos contenidos esphituales hay en un honibi'e • que el! otro. El repel·to1io de pasiones, deseos, afectos nos suele ser c01nún; pei:q en cada uno de nosotros las mismas cosas están situadas de distinta manera. Todos somos ambiciosos; mas el! tanto que la ambición del uno se halla fasta" lada en el centro y eje de su personalidad, 'en el afro ocupa una zona seamda~ 1ia, cuando no pdifé1ica. La diferencia de los caracteres, dada la ho1iibgenfü dad dela mateiia liürnana, es ante tódo una diferei1cia delocalización espirjtuál; Por eso, el talento psicológico comiste en una fina pel·cepciónde los lugaresique .. dentro de cada individuo ocupan las pasiones; por lo tanto, en un sentido de la_;. perspectiva. . EL sel1tidopara lo social, -lo político, lo histó1ico, es del mismo linaje; Poco más o melios; lo que pasa en una•nación pasa en las delnás• Cuando se subí'aya. un hecho como especifico de la condición española, nofalta nunca algún discm" to que nos cite otro·hecho.igual acontecido en Erancia, eh InglateJTa,. e11Ale111íg nia, sin advertir que lo que se subraya no es.el hecho mismo; silla sil peso y ran~ go dentro.ddaanatomía nacional; Aim siei1do, pues, aparenteinente el níismo, su diferente colocación en el mecanismo colectivo lo modifica por completo• 424
•Eademsed ali ter: las mismas cosas, sólo que de otra manera; tal es el p1incipio ·.:que debe regir las méditaciones sobre sociedad, política, histo1ia. i;\ · La abeíTaciónvisual que solelnos padecer en las apreciaciones del presente jespaiiol quedq multiplicada por las elTóneas ideas que del pretéiito tenelnos. Es itmi desme5w'ada nuestra evaluación del pasado peninmlar, que por.fuera-ha dé defonnar nilestrbsjuicios sobre el presei1te. Por una auiosa inversión de las po:tencias imagihativas, suele el espmiol hacel·se ilusiones sobre sU.pasado en vez de 1)¡acérselas 'sobre dporvenh; que seiia más feaindo. Hay quien se consuela de las de1TOtas que hoy nos infligen los moros, recordando qué el Cid existió, en vez de .•préfe1ir almacenar en el pasado los desastres y p1-ocuranicto1ias para e! presente;Ennadaaparece tanclaroeste nocivo inflújo del antaño.cómo en lapróducción ;.ihtelectual. ¡Cuánto ho. Ha estorbadoy sigue estorbando para que hagamos cien. criayi¡rte nuevos, po1: lo meíws actuales, Id ldeadeque en el pasado poseímos una ejeinplar cultura, cuyas tradiciones y matiices deben sei• perpetuadas/ •Ahora bien; ¿No és el peor' pesimismo. creei; como 'es 11Sadd, que Españafi.1e ·un tieinpo la raza más pe1fecta, pero que luego declinó eii pertinaz decadencia? ¿No equivale esto a pensar que.nuestro puebhtuvo ya m hora mejor y'se halla en inemediable decrepitud? · -Frente a ese niodo de pensm;• que es el admitiqo, no pueden ser tachadas depesimismo las páginas de este ensayo. En ellas se insinúa quda descomposición del poder político logrado por España eí1 el siglo XVI no significa, 1igorosamei1te hablando, wíá. decddel1cia, El encumbramiel1to denuestró pueblof¡¡e más aparelite q11ereal,1y, podo tanto,. es más quereal aparei1te su desce11So. Se t(ata deim espejismo peailiar a la histo1ia deEspaiid, espejis1no que constituye precisamente elprobleina especifico propuesto a lil atención de los meditadores nacionales. La otra adveltencia que.quisiel·a hacer al lector queda ya iniciada en lo que Ya dicho. Al analizar el estado de disolución a que.ha venido la sociedad espa.Jiola; encontiwnos algunos síntomas e ingredientes que no son exclusivos de nues; tro. paiS, .sino-tendencias generales, hofen-todas· las naciones ew;opeils. Es na" tura! que sea así: Las épdcas. represei1tan ím papel de climas morales, de atmósferas histó1icas;a que son sqmetidas las.naciones.. Ptmgrande que sea la diferencia ei1tre li!sfisonomfas de éstas, la co1111111idadde época les impone ciertos rasgos parecidos.• yo.no he q11elido.. distraer. la atención dellector distinguiendo ei1 cada caso.lo.qu!l me paree~ f enómeho europeo. de ló que juzgo gelmincunente espmiol. I'ara ello hpb1ia tenido. que intentar. toda 11naánatomía dda•época.el1 que•viY.imos; cor1iendd el 1iesgo 'de.dejar.dese1ifocada, sobre tan largo.paisaje;; Id sic lueta de n11estro probleina nacional: . ,, ¡ •,i •. Gieltamente que ez:teina-: · una anatomía de la Europa actual-. es delnasiadó tentadorpara que 11!1 día u o trono me 1inda a la voluptuosa faena de
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tratarlo. Hab1ía entonces de expresm· mi convicción de q¡¡e las grandes naciones continentales transitan ahorne! momento más grave de todas!! histo1ia. En modo alguno me refiero con esto a la pasada guen-ay sus consecuencias. La c1isis de la vida europea labora en tan hondas capas del alma continental, que no puede llegár a ellas guen-a ninguna; y la más gigantesca oft'enética se limita a resbaf lar tangenteando la proftmda víscera enfenna. La aisis a q¡¡e aludo se había ini7 ciado con ante1io1idad a la g¡¡erra,y no pocas cabezas claras del contÍliente tenían ya noticia de ella. La conflagración no ha hecho más, que acelerar el Clí'° tico proceso y ponerlo demaitifiesto ante los menos avizores.·, : A estas fechas, E!!ropa no ha ~omenzado aún.sil.interna restauración; ¿Por q¡¡é? :¿Gómo'esposib!e que los p!!eb!os capaces de organizm: tan prodigiosmileih: te la contiei.1da se, m¡¡estren ahora tan i,ncapacespara liqllidar!ay organiwr de nl!evo la paz? Nada 1íicis natural, se dice: han q¡¡edado-exten¡¡qdos por. lagl!ent1r Pei-o esta idea de que las giieiTas extenúan es l!n eiTor queproviene de otro.tan ci_,: tendido como ütjustificado. Ponma cap1ichosa decisión de las 111e11tes;· se ha dado en pensar que las gi1e1Tass011 lln hecho anómalo en la biofogfa lmmana, sip1do así que la Histo1ia lo presenta en toda!; sus páginas como cosa no meiws nonna!, acá~ so más nonnal que la paz. La giieiTa fatiga, pei·o no exteinía: es unafi.mción natt17 ral del organismo h!!mano, para la cual se halla éste prevenido. Los desgastes que ocasiona son pronto compensados níediante el.poder de propia regii!ación qiie actúa en todos los feiliímenos vitales. Cuando el esfi.1ei-zo gi1e1Tero deja extenúa" do a quien lo prodl!ce, hay motivo para siispechm: de lasal!!d de éste:.. : · Es, e11efecto, muy sospechosa.Za exteimaciói1 en que ha caído-Europa. Porque no se trata de q¡¡eno logre, dm: cüila a la reorgmiización qile se propone;.Lo c111ioso del caso es q¡¡eno se lit propone. No es, pues, que fracas_e Sll intento¡ sinq q¡¡e no intenta. A mi juicio, el síntoma más elocl!ente de la hora actual.es la ausencia en toda E!!ropa de !!na ilusión hacia el mafiana. Si las grandes naciones no se restablecen, es porque en ningimáde ellas existe el claro deseo de un tipo de vida mejor que sirva de pauta siigestiva a la recomposición; Y: esto; ad~ viéi'tdse /Jieii, íió lid pasado-1i111ü:a en Európa: Sobre las'c1isis más violenta5·o· más t1istes ha palpitado sieinpre la lumbre a!e11tadora de una ill!Sión,' la :ünágeií .·,· esq¡¡einática de1111a existencia máS deseable. Hoy en Europa no se estima el p1'e~ sei1te:.instituciones, ideas, placeres saben a rancio.,¿Qué es lo que, en cmnbib,se desea? En Europa hoy no se desea.No hay cosecha de apetitos.- Fa!ta'por cbm" p!eto esa incitadora anticipación de un porvenir deseable, q¡¡e es un órgano' es en" cia!-en la biologiá·lnunana.El deseo,;secreción exquisita de todo esp'írítu sanó; es lo' p1imero que se agosta cuando la vidá decliha.' Poi: eso faltan al·andano,í)' en su hueco vienen a alojarse las reininiscencias; .• ·.. · ·. , :' • ••. ',: ::UllÍ · •::E¡¡ropa padece una exteimación e11 Sil facultad de desem; que no•es·poSible aaibuir a la giien-a. ¿Cual es Slt 01igen? ¿Es que los p1incipios 111Ísmos dé qüe 426
ha vivido el alma co11tinenta! están ya exhaustos, como ca11teras desventradas? No he de inte11tar responder ahora a esas pregimtas que tanto preocupan /wy a los esp!Jitµs selectos. He rozado la cuestión para adveilir nada más que a )os males espa¡io!es desc1itos por mi no cabe hallar medicina en los grandes p!!eb!os act¡¡ales. No sirven de modelos para una rei10vación porque ellos mismos se sieiiten a11tié!lados y sin 1111 faturo i11citante. Tal vez ha llegado la hora en que va a tener más sentido la vida en los pueblos pequeiios y un poco bárbaros. Pe11nttaseine que deje ahora inexplicada esta frase de contornos sibilinos. Antes co11. vieite-puesto que se han abieito un camino inesperado hasta el gra11 ptíblico-que prodtizcan todo su efecto las págÍllas de este libro, llamémos!e as!. Octubre 1922
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PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN
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·'Hace vmios mios agotaron los ejelllplares de esta obra; y he pensado que acaso conviniera s!l lectLtra a ¡¡na n!leva generación de lectores. Estas páginas, ·en 1igor, sonya viejas; colllenzaron a pLtblicarse en El Sol eí11920c Datan, p!!es, de casi q¡¡ince mios, y, cólllo Tácito s!lgiere, «q¡¡ince mios son una etapa decisiva del tielllpo h!!lllano»: per quindecim annos, grande mortalis áevispatium. · ·. Q¡¡iJice alias 110 es !!na cifra rnalq¡¡iera, sino q¡¡e significa la llnidad efectiya q¡¡e a1tirnla el tielllpo histó1ico y lo constituye; Porq¡¡e histo1ia es la vida.Ju¡~ mana, ei.1 rnanto q¡¡e se halla sometida a cambios de su estrnctura general. .P¡¡es bien; la estr!lct¡¡ra de la vida se tra11Sfonna siempre de q¡¡ince en q¡¡ince mios: Es ¡:uestión secimdmia cuantas cosas continlien o desaparezcan en el paso de unq de esos peiiodos.al sigiliente; lo decisivo es q¡¡e calllbia la organización genei:al, laarq¡¡itecturay perspectiva de.la existeiicia. Casi f¡¡era expresió11est1icta de la Verdad decir que la palabra !
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Las,raz_9nes de todo eUo pueden verseen mi libro El nÚ!todo de_ las generaciones lt~tóricas, [¡U~ va, a' aparecer-en las publicaciones de la Catedra Valdecilla (Véase En ton10 a Galileo, tomo V e estas Obras con1pletas). .. :' ,-
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con supalabra, conSl! bautismo tenninológico.Sólo lesfaltaba algo, que han recibido fuera: Sll falsificación, su desmesuramiento y su petrificación en tópicos. Debo dedr que a mí, de todas esas ideas, las que hoy me i11teresan más son las.. que todavía siguen sienao anticipaciones, y aií11 no se ha11 cumplido ni son hechos palmmios. Por ejemplo, el anundo de que cua11to hoy aco11tece en el pla11eta ter- · minará con el fracaso de las masas en su pretensión de diligir la vida europea. Es un acontecimiento que veo llegar a grandes zancadas. Ya a estas horcis están haciendo las masas -las masas de toda clase- la expeiiencia inmediata de su propia i11a11idad. La angustia, el dolor, el hambre y la sensacfón de vital vacfo las curarán de la atropellada petulancia que ha sido en estos afias su único p1ino · cipio animador. Más allá de la petulancia descub1irán en sf mismas un 11uevo es-. tado de espflitu: la resignación, que es ei1 la mayor pmte de los hombres la ú1¡ic,a glebafeamda y la f onna más alta de espilitualidad a quepueden llegan Sobre ~ll'a. será posible inidar la 11ueva construcción. Y entonces se verá, co11 gra11 sorpresa¡ ' quda exaltación de las ma5as 11ado11a!esy de las masas obrei·as, llevada al']]aro" •. xismo en los últimos treinta mios, era la vuelta que i11eludiblemente tei1fa que tO" mar larealidad histó1icá para hacer posible el auténticofi.tturo, que es; en'unai¡¡ otra fonna, la u11idad de Europa. Sieinpre ha aconteddo lo nliSJno; Lo que va a seri laveidadel'a y definitiva solución de una c1isisprofundaes lo que más se elude.y.a lo que mayor resisteiida se opone. Se comienza por ensayar todos los dei11áspro" . cedimientos,y con predilección los más opuestos a aquella linica solució11: Pel'o el · fracaso inevitable de éstos deja exenta,faminosa y evidente la efectiva verdad;que ei1tonces sdmpone de ma11ei·a automática, con una sencillez mágica: :. '.: Cuando·este volumen apareció, tuvo mayores consecuencias fi.tei·a que dent tro de Espa11a: Fui solicitado reiteradamentepara que consintieseS1tpublicaci6n en los Estados Unidos, en Alemania y en Fra11cia; pero me opllSe a ello de modo tenninante. Entonces los gra11des paises parecía11 intactos en su peifecció11,•y este libro presentaba deinasiado al de511udo las lacras del nuestro. Como puede verse en el·prólogo a la segu11da edició11, publicada muy pocos meses después M lapiiiíiera, yo sabía ya: que muchas de estas lacrcis eiwi secretamente padecidas• po1:·aqilellas 11aciones, en apmiencia ta11 eje111plares,pein lmbiei~a sido imíti,Un~ tentar eiitonces mostrarlo. Hay gentes que sienten una repug11ante.y.hennétic4., admiración hacia todo el que parece en aiunfo, y un desdén bellaco. hacia lo que por el momento toma un aire ·de cosa vencida. Hubiera sido vano decir a esto~ adoradores de. todos losSegiSJmmdos queI11glate1Ta, Francia, Aleina11ia·sufd~. 1ia11aelos mismos males que 11osotJ·os. Cua11dd. hace diez afiós anuncié que me todas partes se pasmia por situacio11es dictato1iales, que éstas era111111ai1Te" mediable eiifennedad de la época y el castigo condigno de Sll.5 vicios, los lectores, siátierón gran comniseració11 por el estado de mi calefre, Efo, pues, prefe¡ib,!~ si qÚe1ia aclarar un poco lo que más me importaba y me urgía-los problein
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de Espafia-, mmnciar a complicarlos con los menos patentes del extra11jero. Mi obra era para a11élar por casa, y debfa quedar como un secreto doméstico. Hoy se ha visto que ciertos males profi.mdos son comunes a todo el Occidente, y me opondrf.a ya a que estas páginas Ji.tesen veitidas a otros idiomas. Mas, con todo esto, no debe el lector creer que va a entrar en la lectura de un libro, lo qíie se llama, hablando en seiio, un libro. Una vez y otra se hace constar eii el texto la intención puramente pragmática que lo inspiró. Yo necesita·. ·ba para mi vida pei'SOnal 01ienta11ne sobre los destinos de mi nació11, a la que me sentfa radicalmente adsc1ito. Hay quieii sabe vivir como un sonámbulo; yo no he logrado apm1der este cómodo estilo de existei1cia. Necesito vivir de clmi. dades y lo más despierto posible. Si yo hubiese encontrado libros que me 01ien.tasen con suficiente agudeza sobre los secretos del cami110 que Espmia lleva por la histo1ia, me hab1ia ahoJTado el esfi.terzo de tener que constrninne malamente, con escasísimos conocimientos y mate1iales, a la manera de Robinsón, un pa·norama esqueinático de su evolución y de su anatomía. Yo sé que un día, espero que próximo, habrá verdaderos libros sobre histo1ia de Espmia, compuestos por verdaderos histo1iadores. La gei1ei·ación que Ita: seguido a la mfa, diligída .por alglin maestro que pertenece a la ante1ior, ha hecho avanzar considera, blemente la madurez de esa fi.ttura cosecha. Pei·o el hombre no puede esperar. La vida es todo lo conawio de las Kalendas giiegas. La vida es p1isa. Yo necesita}a sin mnisión ni deinora aclarannewi poco el rumbo de mi país, a fin de evi•'tar en mi conducta, podo menos, las gi·andes estupideces. Alguien, en pleno desierto, se siente enfenno, desesperadamente enfermo. ¿Qué hará? No sabe medicina, no sabe casi nada de nada. Es sencillamente un pobre hombre, a quien . . la vida se le escapa. ¿Qué hará? Esc1ibe estas páginas, que ofrece ahora en cuar.ta edición a todo el que tenga la i11sólita capacidad de sentirse, e11 plena salud, ; a¡¡onizcmte,y, por lo mismo, dispuesto siei11pre a renacer.
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Junio 1934
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PRIMERA PARTE
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PARTICULARISMO y ACCIÓN DIRECTA
No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos por algunos momentos, situán. dolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos ei;clarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad: En este ensayo de ensayo es, pues, el tema histórico y no político. Los juicios sobre grupos y tendencias de la actualidad españ.ola que en él van insertos no han de tomarse como actitudes de un combatiente. Intentan más ·bien expresar mansas contemplaciones del hecho nacional, dirigidas por una aspiración puramente teórica, y en consecuencia, inofensiva.
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l. INCORPORACIÓN Y DESINTEGRACIÓN
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- En la Histo1ia romana, de Mommsen, hay, sobre todos, lemne. Es aquél en que, tras ciertos capítulos -preparatorios, tomá la plu~ ma el autor para comenzar la narración de los destinos de Roma. Constituye el pueblo romano un caso único en el conjunto de los conocimientos históricos: es el único pueblo que desarrolla entero.e] ciclo de su vida delante de-nuestra contemplación. Podemos asistir a su nacimiento y a su extinción, De los demás, el espectáculo es fragmentario: o no los he~ mas visto nacer/ o no los hemos visto aún morir. Roma es, pues, la.única trayectoria completa de.organismo nacional que conocemos. Nuestra mirada puede acompañar a la ruda Roma quadrata en su expansión glorio. sa por todo el mundo ecuménico, y luego verla contraerse en unas ruinas, que no por ser ingentes dejan de ser míseras. Esto explica que hasta ahora sólo se haya podido construir una historia, en todo. el rigor científico del vocablo: la de Roma; Mommsen fue el gigantesco•arqüitecto de ·ral edificio. -Pues bien; hay un instante solénine en que Mommsen va a comenzar Ia relación de las vicisitudes de este pueblo ejemplar. La pluma en el aire, frente al blanco papel, Mommsen se reconcentra para elegir la primera frase, el compás inicial.de su hercúlea sinfonía. En rauda.procesión transeurre ante sú mente la fila-multicolor de los hechos romanos.· Como en la 'agqnía suele la vida ent~fa del hi.o,i_bundCJ desfifar aµte su conciencia, •Mo=sen, que había vivido mejor que ninglÍnrm:Íiano la existencia del 7tl1perio latino, ve una vez más'desarrollars~vertigirrnsa la dramática pe~ ~fcula. Todq aquel tesoro de intuiciones da el precipitado de un pensamiento sintético. La pluma suculenta desciende sobre el papel y escribe
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estas palabras: La historia de 'toda nación, y sobre todo de la nación latina,
es 1111 vasto sistema de incorporación'.
Esta frase expres~ un principio del mismo valor para la historia que.; en la física tiene este otro: la realidad física consiste últimamente en ecua- · ciones de movimientos. Calor, luz, resistencia, cuanto en la naturaleza no parece ser movimiento, lo es en realidad. Hemos entendido o explicado un • fenómeno cuando hemos descubierto su.expresión foronómica, su fórmula de movimiento. Si el papel que hace en física el movimiento lo hacen en historia los procesos de incorporación, todo dependerá de que poseamos una noción clara de lo que es la incorporación. Y al punto tropezamos con una propensión errónea, sumamente exc. tendida, que.lleva a representarse lafo1macióp..de un.pueblo como el ere~ cimiento por dil~tación de un núcleo inicial. Procede este error de otro más .. elemental, que cree hallar el origen de la sociedad política, del Estado, . en;· una expansión de la familia. La idea de que' la familia es la célula social,.y el Estado algo así como.una familia que ha engordado, es una rémora pará el progreso de la ciencia histórica, de la sociología, de la políticay de otras 1 muchas:cosas2 . · · 1U · N o;incorporación histórica no e5 dilatación de un núcleo inicial. 'Re", cuérdense a este propósito las etapas decisivas de.la evolución romana. Romá es prinlero una comuna, asentada en el monte Palatino y las sietealturas•in~' mediatas; es la Roma· palatina, Septimoíitium',' o Roma de la montaña; Lue'· go esta Roma se une con otra comuna frontera; as'entada sobré la colina: ..· del· Quirinal; y desde entonces hay dos Romas: la de la montaña y la de la'co' lina. Ya esta primera escena de la incorporación romana excluye la.imagen de dilatación. La Roma total no es una expansión de la Roma palatina, sino la articulación de dos colectividades .distintas en una unidad superior. ··· . · ..Esta Roma palatino-quirinal vive entre otras muchas poblaciones anáL legas, de su misma raza latina, con las cuales no poseía, sin embargo; cciF nexiónpolíticaalguna. La identidad,de raza no trite•consigo la incorpora-, .
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·Eri-lá edición,alernBiiá rió Se habla~d~ ~(ihi::Ótpcirái::Íón.» 1 - sinb'cie· i(SynoikiS-riíóíi, Í.a idfii"e5_ Ja misma: synoiq~ism_q,es _li~er_B:lµteilte C:onyi".e~cia,' aYllntarni~rgo d_e morad.a_s. Al r~vis~r)~" traducc.ión_ f~anc~a, pr_~[~rió! M8m1Il5ef.1-,U~~ ,P~,~~~ª- µienos_t~c;~i,~-~ . '' i ', i ' : '' '~' i .: : ; : ; '. 'rúf'. 2 Eri mi'eStúdio', rlúit ilci reéogido en volumen,· El Estad~, la1u~entudy el Ca:11aval'.~~n;: go-la·situación actual de las-investigaciones·e~ográficas'sobre el ongen-de la sociedad civih:U.e;: jos de ser la familia germ.en,~el Estado,~·- en vatj_os .~en~do~. todo_ lo, c:_ofl;trario:_ ~n .Pri~~r_l~g? repf~enU!_~Ilá foJTI!a~i~,~-p~~i-~i:!ór al,~tí1~9··_Y ,e~.~e~~d? lu~~~· ~ene.~~ ~-~~ácter,de UD!l ~~ cióri coritni el EStado. (Recogido posteriormente con el titulo El ongcn deportivo del ES todo (1924) eneltomolldeest~Obrascon1pletas). ' : - !." ·.:«·,; ·: __ , .· -' · J.!··.'.~di1T '
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ción en un organismo nacional, aunque a veces.favorezca y facilite este proceso. Roma tuyo que someter a las comunas del Lacio, sus hermanas de raza, _por los mismos procedimientos.que siglos más tarde había.de emplear para . integrar en e~ Imperio a gentes tan distintas de ella étnicamente como celtíberos y galos, germanos y griegos, escitas y sirios. Es falso suponer que la unidad nacional se funda en la unidad de sangre, y viceversa. La diferencia racial, lejos de excluir la incorporación histórica, subraya lo que hay de es·· . · pecífico en la génesis de todo gran Estado Ello es que Roma obliga·a sus hermanas del Lacio a constituir un cuerpó social; una articulación unitaria; que fue elJoedus latimun, la federación latina, segunda•etapa de la progresiva incorporación. El paso inmediato fue dominara•etruscosysamnitas, las dos colectivi" dades de raza distinta limítrofes del territorio lati'no; Logrado esto, el munc doitaliota es ya una unidad históricamente orgánica. Poco después, en rá. pido, prodigioso crescendo, todos los demás pueblqs conocidos, desde el . Cáucaso al Atlántico, se agregan al.torso italianó,.formando la estructura gigante del Imperio. Esta última 'etapa puede denominarse de colonización. · Los estadios del proceso intorporativo forman, pues, una admirable.lí·. nea aséendente: Roma inicial, Roma doble, federación latina, unidad italiota, Imperio colonial. Este esquema es suficiente para mostrarnos quela incorporación histórica no es la dilatación de un rnícleo inicial, sino más bien la; organización de· muchas unidades so dales preexistentes en una nueva es.· tíuctura; El núcleo inicial, ni se traga los pueblos que va sometiendo, ni anula el carácter de unidades vitales propias que antes tenían; Roma somete :.las Gallas; esto no quiere decir quelos galos dejen de sentirse como una en· · tidad social distinta de Roma, y que se disuelvan en una gigantesca masa ho¡ mogén~a, llamada Imperio romano. No; la cohesión gala perdura, pero queda articulada como una parte en un todo más amplio. Roma misma, núcleo .inicial de la incorporación, no es sino otra parte del colosal organismo, que goza de un rango privilegiado por ser el agente de la totalización. Entorpece sobremanera la inteligencia de lo histórico suponer que cuando de los núcleos inferiores se ha formado la unidad superior nacional, dejan aquéllos de existir como elementos activamente diferenciados. Lleva esta errónea idea a presumir, por ejemplo, que cuando Castilla reduce a unidad española a Aragón, Cataluña y Vasconia, pierden estos pueblos su carácter de pue·.Mos distintos entre sí y del todo que forman. Nada de esto; sometimiento, ,~nificación, incorporación no siguifican muerte de los grupos como tales gru~os; la fuerza de independencia que hay en ellos perdura, bien que sometida; ~t~ es, contenido su poder centrífugo por la energía central, que los obliga a VJr como partes de un todo y no como todos aparte. Basta con que la fuer-
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za central, escultora dela nación-·Roma, en el Imperio; Castilla, en España¡ la Isla de Francia, en Francia-, amengüe para que se vea automáticamente reaparecer la energía sec;esionista de los grupos adheridos. · .·' ' , Pero la frasedeMommsen es incompleta. La historia·deunanación nó es sólo la de.su penado formativo y ascendente; es también la historia de su decadenda. Y si aquélla consistía enreconstruir las líneas de una progresic va incorporación, ésta describirá el proce5o inverso. La historia de la deca¡. dencia de una nación es la historia•de una vasta desintegración. •'· · · .Es preciso, pues, que nos acostumbremos a entender toda unidad nacional no.como una coexistencia inerte; sino como un sistema dináillico.•Tari esencial es para su mantenimiento la· fuerza central como la fuerza de disL persión.cELpeso de la techumbre, gravitando sobre las pilastras, no es menos esencial al edificio que el enipuje contrario, ejercido por las pilastras para sostenerla techumbre. .. I:a fatiga de un órgano parece a'primerá vista un mal que éSte sufre. Pehr samos acaso que en unideal de saludla fatiga no existiría. No obstante,laffc siología ha notado que sin un nifüimum;de fatiga el órgano .se atrofia. Hace falta que su función sea excitada, que trabaje y se cánse para que pueda nutrirse. Es preciso que el órgano reciba frecuentenientepequeñas heridas que lo mantengan alerta. Estas pequeñas heridas han.sido llamadas «estí~ mulos funcionales»; sin: ellas, el órganism6 no funciona, no vive;· · •J:• Del mismo modo, la energía unificadóra\ central, de totalizaeión-.·-lláme~ sele como se.quiera-., necesitá para no debilitarse de la fuerza contraria;. de la dispersión:, delimpulso.centrífugoperviviente en los grupos. Sin'esté estimulante, la cohesión se atrofia, la unidad nacional' se disuelve, las parte5 se despegan, flotan aisladas y tienen quevolver a vivir cada una como un todo independiente. '
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· ,2, POTENCIADE NACIONALIZACIÓN
E~podercr~ador
de naciones.es un quid divi;mm,run genio o talento tan pecuhar.cmmo la poesía, la música y la invención religiosa. Pueblos sobremanera inteligentes _hari carecido de esa dóte; y, en c'ambio, la hau poseído eri alto gr_ado pueblos bastante torpes para las faenas científicas o artísticas. Aterra~; a pesar. de su·infinita perspicacia, no· supo nacionalizar el Oriente· mediterráneo; en. tanto que Roma y Castilla, maJ!dotadas intelettualniente ·far. jarón las dos más amplias e5trticturas nacionales. . . ' .' ' / '' Sería degran interés analizar riori alguná detención lós irigredierites de ese talento•naeionalizador. En)a.pre5ente coyuntura basta, sin embargo; con que notemos que es un talento de carácter imperativo no un saber teórico ni una.rica fantasía, ni una profunda y'contagiosa emdtividad de tipo reli~ gioso. Es un saber querer y un saber mandar. ~ora bien; mandar no es simplemente convencer ni simplemente obli~ar, s1~~ ~na exq~isitamixtura de ambas cosas. La sugestión moral y la imp.os1c10n matenal van.íntimamente fundidas en.todo acto de imperar. Yo siento mucho nó coincidir:con 'el pacifismo· cmitemporárieo en su antipatía hacia la fuerza; sin ella no habría habido nada de lo que más nos importa. e~ .e~ ~a~a~o, ~i l~ exclu~-~os ,d~l pof\'enirsólo p9dremos imaginar .una hµ,mamdad caoqca. P~ro,ta¡:np~én-es cierto que ~Pl.l sólo faJuerza _no se ha hecho nunca cosa que merezca la pena. . . · . , . .. '. Solitaria., la violencia fragua. pseudoincor¡:ioracio1.1es, que duran breve ,ge111Poyfénecen .sin dejar rastici ~tórico. apreciable: ¿No sálta a viSta !a diferencia entre esos efímeros conglomerados de pueblos y las ve;dad~ras sustanciale5 ~corpotáciones? Coínpáren.se'los forinidables imperios mongólicos de Genghis-Khan o Timur con la Roma: antigua y las modernas naciones de Occidente. En la jerarquía de la violencia, una figura como la de Genghis-Khan
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es insuperable. ¿Qué son Alejandro, César o Napoleón, emparejado.s con el terrible genio de Tartaria, el sobrehumano nómada, domador ~e medio mundo, que lleva su ywia ca.sida en la estepa desde el Extremo Onente a los ~on trafuertes del Cáucaso? Frente al Khan tremebundo, que no sabe leer mescribir, que ignora todas las religiones y c!esconoce todas las ideas, Alejandro, César, Napoleón son propagandistas de la SalvationAnny. Mas el Imperio tártaro dura cuanto la vida del herrero qtie lo lañó con el hierro de su espada· la obra de César, en cambio, duró siglos y repercutió en milenios. ' En toda auténtica incorporación, la fuerza tiene un carácter adjetivo. La potencia verdaderamente sustantiva que i~pulsa ~nutre el p:ocesoes siempre un dogma nacional, un proyecto sugestivo de vida e:n com1111. Repudiemos toda interpretación estática dela convivencia nacional Y sepamos entenderla dinámicamente. No viven juntas las gentes'siii más ni más Ypore que sí; esa cohesión a p1io1i sólo existe en la familia. L~s grupos qu~ i~~~ gran un Estado viven juntos para algo;son~a comumd~d de proposlto~, de anhelos, de grandes utilidades. No convwen por estarJuntos, smo.pm a hacer juntos algo. Cuando los pueblos que rodean a Romasonsomet1~os; más que:porlas legiones, se sienten injertadqs en el árbollatino por una ilu;, sión. Roma les sonaba a nombre de una gran empresa vital donde todos pot dían colaborar Roma erá un proyecto de organización universal; era.una trát dición jurídic~ superior, uná admirable administración,. un tesoro de idea~ recibidas de Grecia que prestaban, un brillo superior a la vida, un repenorio de nuevas fiestas y mejores placeres~. El día.que Roma dejó de ser este pro:: yecto de cosas por hacermañana; ellmperi? ~e desarticu~ó: ·. No es el ayer, el pretérito, el.haber tradic10nal, lo.dec1S1vo para que~~ª nación exista. Este error nace, como ya he indicado, de buscar en la familia; en la comunidad nativa, previa, ancestral, en el pasado, en suma, el origen del Estado. Las naciones se forman y viven de tener un programa para el mañana¡ En cuanto a la fuerza; no es difícil determinar su misión; Por muy pro± fund~ que sea la necesidad histórica de la unión, entre dos pueblos, se ~po. . '~· --~~~Á:~~opósito. d-~t-~4icto de Caras~}1_a, 1 _de'_2~,~ :d'.-:di j '. _C_., c_o,n~~f i_e~cÍ.~ a lo_s_ ha~it,~i;itt:S ~4ff iinpCriO el defeého de ·ciudadanfa, escribe Bloch en lln libro rectent~. <1El acto_ de 2~2 ai:are~10 ~
la larga en todo su verdadero alcance, considerado no tanto en si mismo c~~o en,la s:~e de hechos de que era resulladoy consagrac!ón_;_apa~ec_i9 como l_a _sup~e~a y definn,1v~ cxpr~.on, como
el co.ro.namient~ d~.1~ polftic~ lib.~ral y ~eneros~.1,1~??,~guidc~. !=_°:n u:ia cons~anc1a,a~~~r~bl.~t~?f'K"
ae los prim'eroS tiempos·de la República. En·e.stesenttdo hablo de el San Agustln:.y.con la m~.,
intención escl-ibia el galo Rtitilius Na'rnatianus, en el.rnome~.t? en que e! ~1:1pe:10_1~a a derru1: bars.e, esti;is hermosos versos, los rn~s bel,o.s ~!"15lue;;e.h~ g1onJ1cado la.m1s1on h1Stonc.a ~~·~·qJRc, ·
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Fccisti,patljam ~ivcr~is_ g71~t~~~ ~!'.~'n· Urb'cmfccisti quod priu's orbis crac_ · · , Bloch, L"Empirc romain,·215 (1922)
nen a ella intereses particulares, caprichos, vilezas, pasiones, y más que todo esto, prejuici.os colectivos instalados en la superficie del alma popular que va a aparecer.como sometida. Vano fuera el intento de vencer tale5 rémo~ ras-con la picrsuasión que emana de los razonamientos. Contra ellas sólo es eficaz el poder de la fuerza; la gran cirugía histórica. Es, púes, la ínisión de éSta resueltamente adjetiva y secundaria, pero en modci alguno desdeñable: Desde hace un siglo padece Europa una perniciosa propaganda en desprestigio de la fuerza; Sus raíces, hondas y sutiles, provienen de aquellas bases de la cultura moderna que tienen un valor más circunstancial, limitado y digno de superación, Ello: es que se ha conseguido imponer ala opinión pública europea una idea falsa· sobre'lo que es1la fuerza delas armas. Se la.ha presentado como cosa infrahumana y torpe residuo de la animalidad persistente en el hombre, Se ha hechó de la fuerza lo contra~uést.o al espíritu, o, cuando más, una manifestación espiritual de caractennfenor. 1. , . . ·: . 1,;1, . " ,, " , , , 1. ' El buen Heriberto Spencer, expresión tan vulgar como sincera de sn nación y.de su época, bptiso al «espíritu guerrero» él «espíritu industrial», y afirmó que era éste un absoluto progreso en comparación con aquéL Fórmula tal halagaba sobremanera los ÍrlStintos de la burguesía imperante\ pero nosotros.debiéramos someterla a una severa revisión. Nada es, en efecto, más remoto de la verdad. La ética industrial, es decir, el conjunto de sentimientos; .normas,éstimaciqnes y principios 'que rigen, inspirarry nutren la acti7 vidad industrial; es moral y vitalmente inferior a, la ética del guerrero. Gobierna a la industria el principio dela utilidad en tanto que los ejércitos nacen del entusiasmo. En la colectividad industrial se asocian los hombres mediante contratos, esto es, compromisos parciales, externos, mecánicos, al paso que en la colectividad guerrera quedan los hombres integralmente solidanzados por el honor y la fidelidad, dos normas sublimes. Dirige al es7 píritu industrial un cauteloso afán de evitar el riesgo, mientras el guerrero · brota de tin genial apetito de peligro. En fin; aquello que ambos tienen de común, la disciplina, ha sido primero inventado por el espíritu guerrero y mer·• · ' ced a su pedagogía injertado en elhombre 1: 1' Sería injusto comparar las formas presentes de la.vida industrial, que en nuestra época ha alcanzado su plenitud, con las organizaciones militares c~ntemporáneas, que representan una decadencia del espíritu guerrero. Pre¡:1sall1:entdo que hace antipáticos y1 menos estimables a los .ejércitq~ actuaUno de_ los-horitbre.s niás sabios e irilpar~iales de nuestra época, el gran sociólogo y econoriusta Max,Weber, escribe! «La fuente originaria del concepto actual de ley fue la disciplina militar romana y el canicterpeculiardesu comunidad; guerrera» (Wirtsc11aftund Gcscllsc11aft;p. 406; 1911). •
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les es que son manejados y organizados por el espíritu industrial. En cierto modo, elmilitar es el guerrero deformado por.el industrialismo • . .·e Medítese un.poco !!obre la cantidad de fe:rvores, de altísimas virtudes; de genialidad; de vital energía que es preciso acumular para poner en pie: un buen ejército.¿ Cómo negarse a ver en ello u.na de las.creaciones más maravillo• sas de la espiritualidad humana? La fuerza de las armas no es fuerza bruta; sino fuerza espiritual. Ésta es ia verdad palmaria, aunque los intereses de uno u ot;ro propagandistales impidan reconocerlo. La fuerza delas.arinas, ciertat mente, no es fuerza de razón; pero larazórino circunscribe la espiritualidafü Más profundas que ésta, fluyen en el espíritu otras potencias; y entre ellaslas que actúan en la bélica operación: Así, el influjo de las armas, bieri analiza.do; manifiesta; como todo lo espiritual; su.carácter predominantemente per5ua? sivo. En rigor, no és ia·vialenciamateriali:bnque unejércitóaplásta en la!bá,. talla a su adversario lo que produce efectos históricos. Rara vez el.pueblo•vencido agol:a en el combate su posible resistencia. La victoria actúa;.más que materialmente; ejemplarinente, poniendo de manifiesto la superior calidad del ejército vencedor, en'la que, a su vez, aparece simbplizada, significada;la superior calidad histórica del.pueblo que forjó ese ejército'.• .. · · ;> .• •!•;, •·. , Sólo.quien tenga de la náturaleza humana una idea arbitraria' tachará de paradoja la afirmación de que las legiones rcímanas,•y como ellas.todo gran ejército; han impedido más batallas que las que han ·dado. El prestigio ga" nado en un combate evita otros muchos y no tanto pór.elmiedo ala física opresión como por el respeto ala superioridadVitaldelvencedor: El estado de perpetua guerra en que viven los pueblos salvajes se debe precisamente a que ninguno de.ellos es capaz de formar un ejército y con élunarespeta+ ble, prestigiosa organización nacional: · . . .· . En tal sesgo, muy distinto del que suele emplearse, debe un pueblo sehf tir su honor vinculado a su ejército; no por ser el instrumento con que pile~ de castigar las ofensas que otra nación le infiera: éste es un•honor externo·, vano, hacia afuera. Lo importante es que el puebloadvieri:a que el grado df perfeccióndesuejércitb mide con pasmosa exactitud los quilates de lamo~ • ralidad y vitalidad nacionales. Raza que ria se siente ante sí misma deshb!¡;~ rada poda•incorhpetencia y desmoralización de su organismo guerrero, e~ que se halla !profundamente enferma e incapaz de agarrarse al planeta:•• • ¡'
Por tanto, aunque la fuerza represente sólo un papel secundario y auxiliar en los grand~ procesos de incorporación nacional, es inseparable de ese estro _divino que, como arriba he dicho, poseen los pueblos creadores e imperia. les. El mismp genio que inventa un programa sugestivo de vida en común, sabe siempre.forjar una hueste ejemplar, que es de ese programa símbolo eficaz y sin par propaganda. Desde estos pensamientos, como desde un observatorio, miremos ahora en la lejanía de una perspectiva casi astronómica el presente de España.
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industrioso, civil, artista que atto y, sin embargo, bélicamente más débil. La calidad°..~ª?.~º.~~ tórico de un pueblo no se mide exclusivamente por aquellas dotes. El ~1bárbaro1• ~~e a~tqutla.al romano decadente era menos sabio que ést'e,-y, sin embargo;.no es dudosa: la supenor-calidad bis: tácita de aquéL De todos modos, la opinión arriba·apuntada:alude sólo a la norq¡alidad-históri~ ca, que1 como toda regla1 tiene sus excepciones y s_u compleja casuística. · ' .:Fit
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3. ¿POR QUÉ HAY SEPARATISMO?
U no de los fenómenos más característicos de la vida política española en los últimos veinte años ha sido la aparición de regionalismos, nacionalismos, separatismos; esto es, movimientos de secesión étnica y territorial. ¿Son muchos los españoles que hayan llegado a hacerse cargo de cuál es la verdadera realidad histórica de tales movimientos? Me temo que no. Para la mayorparte de la gente, el «nacionalismo» catalán y vasco es un movimiento artificioso que, extraído de la nada, sin causas ni motivos profundos, empieza de pronto unos cuantos años hace. Según esta manera de pensar, Cataluña y Vasconia no eran antes de ese movimiento unidades sociales distintas de Castilla o Andalucía. Era España una masa homogénea, sin discontinuidades cualitativas, sin confines interiores de unas partes con otras. Hablar ahora de regiones, de pueblos diferentes, de Cataluña, de Euzkadi, es cortar con un cuchillo una masa homogénea y tajar cuerpos distintos en lo que era un compacto volumen. Unos cuantos hombres, movidos por codicias económicas, por sober~ bias pe~sonales, por envidias más o menos privadas, van ejecutando délibe~ radamente esta faena de despedazamiento nacional, que sin ellos y su caprichosa labor no existiría. Los que tienen de estos movimientos secesionistas pareja idea, piensan con lógica consecuencia que la única manera de combatirlos es ahogarlos por directa estrangulación: persiguiendo sus ideas, sus organizaciones y sus hombres. La forma concreta de hacer esto es, por ejemplo, la siguiente: en Barcelona y Bilbao luchan «nacionalistas» y «Unitarios>~; pues bien: el Poder central deberá prestar la incontrastable fuerza de que' como Poder total goza a una de las partes contendientes; naturalmente, la unitaria. Esto es, al menos, lo que piden los centralistas vascos y catalanes, y no es raro oír de sus labios frases como éstas: «Los separatistas no deben
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ser tratados como españoles». «Todo se arreglará con que el Poder central nos envíe un.gobernador que se ponga a nuestras órdenes». Yo no sabría decir hasta qué extremado punto discrepan de las referidas mis opiniol\es sobre el origen, carácter, trascendencia y tratamiento de esas inquietudes.secesionistas. Tengo la impresión de que el «unitarismo», que hasta ahora se ha opuesto a catalanistas y bizcaitarras, es un producto de cabezas catalana~ y ~.caín~s nativamente incapaces -hablo en general y respeto todas las md1VJduahdades-para comprender la historia de España. Porque, nos~ le dé vueltas: España es una cosa hecha por Castilla, y hay razones para rr sospechando que, en general, sólo cabezas castellanas tienen órganos adecuados para percibir el gran problema de la España integral. Más de una vez me he entretenido imaginando qué habría acontecido si, en lugar ~e ~ombres de Castilla';.hubies·en sido enéargados, mil años hace, los «umtanos» de ahora, catalanes y vascos, de forjar esta enorme cosa que llamamos España. Yo sospecho:que, aplicando sus métodos y dando:con su~ te_stas en el yun~ue, lejos:de arribar a la España una, habrían dejadola-perunsula converuda en una pululación de mil cantones, Portjüe, cómoluego veremos, en ~!fondo esa manera de entender los «nacionalismos¡; y ese sistema de donnnarlos es, a su vez, separatismo y particularismo: ·es·catalanismo y bizcaitarrismo, bien.que de signo.contrario. ,, .. ' , ;; , , ,¡ '· -. , !, '!'.''
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4. TANTO MONTA ,para quien ha nacido en esta éruda altiplanicie que se despereza del Ebro alTajo;'nada hay tan conmovedor como reconstruir el proceso ii_ico:J'.'.ora" tivo que' Castilla impone a Ja periferia peninsular. Desde un pnnc1p10 se advierte que Castilla sabe mandar. No hay más que ver la energía con que acierta a mandarse a sí misma. Ser emperador de sí mismo es la primera condición para imperar a los demás: Castilla se afana por superar en su propio corazón Ja tendencia al hermetismo ald':ano, a la vi~i~1: angosta de Jos intereses inmediatos que reina enlos.demas pueblos ibencos. Desde luego se orienta su ánimo hacia las grandes empresas, ~ue requieren a~ plia colaboración. Es Ja primera en iniciar largas, complicadas trayectonas de política internacional, otro síntoma de genio nacionalizador. Las grandes naciones no se han hecho desde dentro, sino desde fuera; sólo una acertada política internacional, política de magnas empresas, hace posible una fecunda política interior, que es siempre, a la postre, política de poco calado. Sólo en Aragón existía, como en Castilla, sensibilidad internacional, pero contrarrestada por el defecto más opuesto a esa virtud: una feroz .su:~:-· picada rural aquejaba a Aragón, un irreductible apego ~sus pecuha;1-. dades étnicas y tradicionales. La continuada Jucha.frontenza que mantienen Jos castellanos con la Media Luna, con otra civilización, permite a éstos descubrir su histórica afinidad con las demás Monarquías ibéricas, a despecho de las diferencias sensibles: rostro, acento, humor.' pai.s~j.e. , La «España una» nace así en Ja mente de Castilla, no como una mtu1c10n. de algo real-España no era, en realidad, una-, sino como un ideal ~s quema de algo realizable, un proyecto incitador de voluntades, un marrana imaginario capaz de disciplinar el hoy y de orientarlo, a la .manera que, el blanco atrae Ja flecha y tiende el arco. No de otra suerte, los codos en su;
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mesa de hombre de negocios, inventa Cecil Rhodes la idea de la Rhodesia: un Imperio que podría ser creado en la entraña salvaje del África. Cuando . la tradicional política de Castilla logró conquistar para sus fines el espí. ritu claro, p~netrante, de Femando el Católico, todo se hizo posible. La genial vulpejamagonesa comprendió que Castilla tenía razón, que era preciso doméñar la.hosquedad de sus paisanos e incorporarse a una España mayor.Sus pensamientos de alto vuelo sólo podían ser ejecutados desde Castilla, porque-sólo en ella encontraban nativa resonancia. Entonces se logra la unidad española; mas ¿para qué, con qué fin; bajo qué ideas ondead.ás como banderas incitantes? ¿Para vivir juntos; para sentarse en torno alfuego central, a la vera unos de otros, como'viejas sibilantes en invierno? Todó lo:contrario. La unión se hace para lanzar la•energfa española a los cuatro vientos, para inundar el planeta; para crear uri imperio aún más amplio.La unidad de España se hace para esto y por·esto; La vaga imagen de; tales empresas es una palpitai:ión de horizontes que atrae! sugestiona e irii:ita a la unión, que funde los temperamentos antagónic'os en un bloque compacto. Para quien tiene buen oído histórico, no es dudoso que la unidad espaiiola fue, ante todo y sobre todo, la unifié:ación de las dos grandes políticas internacionales que q la sazón había en la península: la de Castilla, haciaAfrica y el centro de Europa; la de Aragón, hacia el Mediterráneo.·El resultado fue que; por vez primera en la historia, se idea una Weltpolitih: la unidad española fue hecha para intentarla;· En' el capítulo anterior he sostenido que la incorporación nacional, la convivencia de pueblos y,grupos sociales, exige alguna alta empresa de colaboración y un proyecto sugestivo de vida en común. La historia de España confirma esta opinión, que habíamos formado contemplando la historia de Ror:m. Los españoles nos juntamos hace cinco siglos para emprender una Weltpolitih y para ensayar otras muchas faenas de gran velamen. .. Nada de esto es construcción mía; no es orla de mandarín, que yo, literato ocioso', pongo al cabD'de·quinientos años a esperanzasydolores de una edadremótá. Entre otros mil testimonios,. me acojo a dos excepcionales ,que me ofrecen insuperable garantía y se completan ambos. Uno es de Francesco Guicciardini, que muy joven vino de embajador florentino a nuestra tierra. En su Relazione di Spagna, cuenta que un día interrogó al rey Femando: «¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el -~~p~fiC11 hay~ ~i,do s,i~mpre ~onquistf!do, del. todo o .e.n parte, por galos, romanos, cartagineses, vándalos, moros?» A lo que el rey contestó: «La.na~ión es b.as.tante. apta para las armas, pero desordenada; .de suerte que sólo puede hq~errnn ella.grandes cosas el q\te s~'! ,mantenerla unida y én orden». Y esto es -añade Guicciardini- lo que, en. efecto, hii:ieron Femando
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e Isa:bel; merced a ello pudieron lanzar a España a las grandes empresas militares\. ::;; ·, Aquí, sin embargo, parece que la unidád.es la causa y la.ci:mdición para hacer grandes cosas, ¿Quién lo duda? Pero es más interesante.y más honda; y.con verdad de más quilates, la relación inversa: la idea de grandes cosas por hacerengendrala unificación nacional. Guicciardini no era muy inteligente. La mente más clara del tiempo era Maquiavelo. Nadie en aquella época pensó más.sobre.política ni conoció mee joreldóctrinal intimo de las cancillerías. Sobre todo;anadkpreocupót~n~ to la obra de Femando como al sagaz secretario de laSeñoría. Su Príndpe:es; en. rigor, una meditación sobre lo que hicieron Femando elCatólico:y César Borgia;• Maquiavelismo es principalmente el comentario intelectual de un italianoaloshechos.dedosespañole5, .,, Y· .. ,,¡'' Pues bien: existe µna carta muy curiosa qu.e Maquiavelo escribé•asu ami' go Francesco Vettori; otro embajador floreritino; a propósito de la treguáines0 perada que Femando el Católico concedió al rey.de Franciá en 1513.)/ettori no acierta a comprender lá política' del astuto Re; pero Maquiavelo le da una explicación sutilisima que resultó profética, Con este motivo resume la tá~· tica de.Femando de España en estas palabras maravillosamente.agudas:• . ·. '· ·«Si hubieseis advertido los d~igniosyprocedimientos de este católico rey; no os maravillaríais tanto de esta. tregua. Este.rey; corría sábéis, desde poca y débil fortuna, ha llegado a esta.grandeza, y.ha tenidoisiempre que cbmbátir con Estados nuevos y súbditos dudosos', y uno de los modos como los Estados nuevos se sostienen y los ánimos vacilantes se afirman o se mantienen su5~ pensos e-irresolutos, edare di se gra11de espettazio11e, teniendo siempre a las gentes con el ánimo arrebatado por la consideración del fin que alcanzarán las resoluciones y las empresas nuevas. Esta necesidad ha sido conocida y bieri usada por este rey; de aquí ha1111addo los asaltos de África, la división del'reié ria' y todas estaSvariadas empresas, y sin atender a la finalidad de ellas perche il fine StW11011 e ta11to quello O questo, O quella vitto1ia¡ qua11to t darsireputazio~ ne ne'.popaliy tenerlos suspensos con la multiplicidad de las hazañas. Ypcír estoji1 sempre a11imoso datare di p1i11dpii, fue un gran iniciador de empresas alas cuáles dá el fin que la suerte le permitey la necesidad1emuestra»'.
No pued~ pe~irse mayor claridad y precisión en un contemporáneo. El s~ces~ postei:ror hizo patente lo que acertó a descubrir el zahorí de Floren. c:a. Mientras España tuvo empresas a que dar cima y se cernía un sentido de . VIda en com)ln sobre la convivencia peninsular, la incorporación nacional fue aumentando o no sufrió quebranto. P~ro h~mos quedado en que durante estos años hay un rumor incesante de nac10nahsmos, regionalismos, separatismos ... Volvamos al comienzo de este capítulo y preguntémonos: ¿Por qué?
0pereincdite,_vo1.Vl. .. -'. ¡ . __ .- ... _ .-_ : , .: .,'. -,_ ·;i: ;_ ,:;._;·.·.,-:, Esto. eS,' ens_aya 12 un~ficación en un _Estado de pueb.lo~ pOr tradición inde~endiéiltes_( ~dé hothbresque·itoSonsusvasa.Uosy-sübditosdeantiguo.' , · · ' ,.,,.--. 3 __, .S_f!:refiere,alde.Nápoles ..".'> . _ ,_: '"' .. __ -·-' , _~ _MacI:tiavell~. Opt;r~~ YRl:_ YIII! ~~~ _o_trd t_~to _de_ ~ta ~ª-~~ cO_n_ algunas variant~ quE;,!W;b~Ryan más el mismo pensamiehto.'Pof ejemplo: _Coslfcce_ fl Re nellé imprese di Granata: diAfrf~~ 'é di Napoli; giacche t1 suovcro scopo non fu ntqi questa o qtiCila vfttoria. -1
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5. PARTICULARISMO Entre las nuevas emociones suscitadas por el cinematógrafo hay una hubiera entusiasmado a Goethe. Me refiero a esas películas en breves momentos todo el proceso generativo de una planta. Entre la milla que germina y la flor que se abre sobre el tallo como corona de la fección vegetal, transcurre en la Naturaleza demasiado tiempo. No vemos emanar la una de la otra: los estadios del crecimiento se nos presentan una serie de formas inmóviles, encerrada y cristalizada cada cual en sí misma y sin hacer la menor referencia a la anterior ni a la subsecuente. No tante, sospechamos que la verdadera realidad de la vida vegetal no es esa rie de perfiles estáticos y rígidos, sino el movimiento latente en que saliendo unos de otros, transformándose unos en otros. De ordinario, el tempo que la batuta de la Naturaleza impone al crecimiento de las plantas es más lento que el exigido por nuestra retina para fundir dos imágenes quietas en la unidad de un movimiento. En algunos casos, tan raros como favorables, el tempo de la planta y el de nuestra retina coinciden, y entonces el misterio de su vida se hace patente en nuestros ojos. Esto.aconteció a GoetheCcuando bajaba del N.orte a Italia: sus pupilas intensas y avizoras habitua- · das al ritmo germinal de la flora germánica, quedan sorprendidas por el al!e~ gro de la vegetación meridional, y al choque de la nueva intuición descu- ' bre la ley botánica de la metamorfosis, genial contribución de un poeta a fa ciencia na tural. Para entender bien una cosa es preciso ponerse a su compás. De otrá> manera, la melodía de su existencia no logra articularse en nuestra percepción y se desgrana en una secuencia de sonidos inconexos que carecen de { sentido. Si nos hablan demasiado de prisa b demasiado despacio, las sílabas no se traban en palabras ni las palabras en frases. ¿Cómo podrán entender-
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se dos almas de'tempo melódico distinto? Si queremos intimar con algo o con alguien, tomemos primer() el pulso de su vital melodía y; según él exija, galopemos un rato a su vera o pongamos al paso nuestro corai;ón. ·Ello· e~ que el cinematógrafo empareja nuestra visión con ellehto crecer de la plantay consigue ·que el desarrollo de ésta adquiera a nuestros ojos la continuidad de un gesto. Entonces la entendemos con la evidencia. misma· que a una personafamiliar, y nos parece la eclosión.de la flor el térmic no claro de un ademán,.···· Pues bien: yo imagino que el cinematógrafo pudiera aplicarse ala historia, y.condensados en breves minutos; corriesen ante nosotros los cuatro últimos siglos de.vida española.Apretados unos contra otros los hechos in~ numerables, fundidqs ernuna curva sin•poros·ni discontinuidades, la historia .de España adquiriría la claridad expresiva de un gesto, y los sucesos ·contem~ poráneos en que concluye el.vasto ademán se explicarían por sí mismos como unas mejillas que la angustia contrae o una mano que desciende rendida .. . Entonces veríamos que, de 1580 hasta el día; cuanto en España acontece es decadencia y desintegración. El proceso incorporativo va en crecimiento hasta Felipe IL El año vigésimo de su· reinado puede considerarse como. la. divisoria de los destinos peninsulares. Hasta su cima, la historia de España·es ascendente y acumulativa; desde ella.hacia nosotros, la historia de España es decadente}' dispersiva. ·El proceso de desintegración avanza en rigoroso orden deJa periferia. al centro, .Primero se desprenden los Países Bajos ycl Milanesado; luego,Nápoles. A principios.del siglo XIXse separanlas.grandes prbvinciasultramarinas; y afines de él, las colonias menores de América y'Extremo Oriente; En 1900, el cuerpo español ha vuelto a su nativa desnudez peninsular. ¿Termina con esto la desintegración? Será casualidad, pero el desprendimiento de.las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el comienzo de la, dispersión intrapeninsular.•.En 1900 se empieza a oír.el rumor de regionalismos; nacionalismos, se¡JaratI:smos.;dós el triste éspedáculó de un lárguíSimo, multisecular oto" ño, laborado periódicamente por ráfagas adversas que arrancan del.inválido ramaje enjambres•dehojas caductas!. ·.. . El proceso incorporativo consistía enúnafaena de totalizacióíl: grupos sociales que eran todos aparte,,quedaban integrados como partes de un todo. La. desintegraci?n es e~su~eso'inverso: l,as partes'.deltodocdmienzana vi~r pómo tbd()s ;:\parté. A, este feriótneno d~, la Viila'histófiCii llariio particitla1iSc mo, ysi alguien me pregun~ase ~uáles el cará~ter ~ás profuridá y r[;;¡5;gra~e de la ª,~tualidad españ,ola, yo contestaría con palabra. ' .• . '¡ '. . . ' , , pe05~ndo & és\a suel:\e, cla~o es qu~ ,µ
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del capricho privado de unos cuantos. Lejos de esto; son ambos no otra cosa que la manifestación.más acusada del estado de descomposición en que ha caído nuestro pueblo; en ellos se prólonga el.gesto de dispersión que.hace tres siglos fue iniciado, Las teorías nacionalistas, los programas políticos del regionalismo, las frases de sus hombres c,arecen de interés Y.sanen.gran parte artificios. ;Pero en estos movimientos históricos, que son mecánica de ma" sas,lo que se dice es siempre mero pretexto, elaboración superficial, tr~ilsi~ toria y ficticia, que tiene sólo un valor simbólico como expresión convenc10nal y casi siempre incongruente de profundas emociones, inefables, y ~scuras, que operan· enel subsuelo del alma colectiva; Todo el que en. política Y en historia se rija por lo que se dice, errará lamentablemente;•Nl el programa delTívoli expresa adecuadamente ehmpulso centrífugo que siente el pu~c blo catalán, ni'la ausencia de esos programas secesionistas prueba que Gah~ cia, Asturias; Aragón, Valencia no sientan exactamente el mismo instinto de ' ·. ..·. , · ·· · .. ··.·· · · • . . ,. particularismo. Lo que la gente piensa y dice-la opinión· pública- es siempre respetable, pero casi nunca expresa con rigor sus verdaderos sentimientos. La queja del enfermo no es .el nombre de su enfermedad: El cardíaco suele quejarse de todo su cuerpo menos de su víscera cordial. Ala mejor nos duele la cabeza,'y lo que tienen que curamos es el hígado. Medicina y política, cuan· to mejores son más se parecen al método de Ollendorf. · · · La esencia del partirnlmismo es 'que cada grupo deja de sentirse a si mis'.". mo como parte, y, en conseaienciá, deja de compartir los sentiinientos de los ·d:más. No le importan las esperanzas o necesidades de los·otrosy:n'o se solh darizará con ellos para auxiliarlos en su afán. Como el vejamen que acaso sufre el vecino no irrita por simpática transmisión a los demás.núcleos nacionales; queda éste abandonado a su desventura y debilidad. En cambio, es característica de este estado social la hipersensibilidad para los propios ma" les; Eriojos o dificultades que en tiempos de cohesión son fácilmente.so, portados, parecen intolerables cuando elalma del giupo se ha desintegrado.de.la corivivencianacional'. · _ En este esencial sentido podemos decir que el particularismo existe hoy en ,toda Españá, bien que modulado diversamente según las condiciones de '~--
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\.P_qc.a.s cosas ha-y.!llll:_~gnificaµ;v!§'-del estado ac_tµati;o~o oír;~ vas~o:.Y c.~tal_a_ne? s,ostener q~e son ello~ pue~los _(1oprimido_~1_1: n?r- ~1 r_est_o' d17 Espa_~~-4-~1tu_ac:1o_n pnvi~egt~da _q~e go_zfn-:e;;·; tan·eVide_nle, qlle·, a i)riniefá viS_tii e.Sa_clí.teja habrá d~_ parecer grotesca. Pero a qu.1e~-l~ u1;t_er~: n~ · tahtQJtiigát a las genteS cqmo:ehtenderlas; le impi:Jrta másnotarque ese senttm.1.ento es mnc~.. , ro, por muy injustificado ctue.se n;put17~ Y~ qu,e s.e ,tra.ta de .al.g9 pura~~nte.relativ?·· ~l, horp.'?;~; cond.i;nado a. vivir_co.n UJ'.1:ª m~jer~ qu_ie11 no_ ~-m~ sient_i;.Ias canc1.a~ de:~~ cpm,o.:,in 1:nta11te r~c_e-:: de~cád:ér;as:: ~f,' aqUel seíltimiento ae· Cfpresi.ón, iiljustificado en cuat:i~~ preten~e ~e~CJilTU?ª"" sit:Ua'ción objetiva, es' sin toma Veridico del estado subjetivo en que Cataluna y Vasconta se haUaIL~ :
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cada región. En Bilbao y Barcelona, que se sentían como las fuerzas econó" micas mayo~es de.la Península, ha tomado el particularismo un cariz agresivo, expreso y de amplia musculatura retóricac En Gafü;:ia,'tierra pobre, habitada por filmasrendidas, suspicaces y sin confianza en símisrhas, el particularismo sera reentrado; comci erupción que no puede brotar, yadop- . tará la fisónomíá de un sordo y humillado resentimiento, de una inerte entrega a la.voluntad ajena,' en que se libra sin protestas el cuerpo para reser~ var tanto más la íntima adhesión. , • No he comprendido nunca por qué preocupa el nacionalismo afirmativo de Cataluña: yVasconia y; en cambio, no causa pavor el nihilismo nacional de Galicia o Sevilla. Esto indica que no se ha percibido aún toda la profundidad del mal y que los patriotas con cabeza de cartón creen resuelto el formidable problema nacional sisan derrotados en unas elecciones los señores Sota o Cambó. · . El propósito de este ensayo es. corregir la desviación en la puntería del pensamiento político al uso, que busca el mal radical del catalanismo y biz~ caitarrismo en Cataluña y en Vizcaya, cuando no es allí donde se encuentra. ¿Dóride, pues? Para mí esto no ofrece duda: cuando una sociedad se eonsume v'íétima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central. Y esto es lo que ha pasado enEspaña. ·· · Castilla ha hecho a España, y Castilla la ha deshecho. , .. Núcleo irucial de la incorporación ibérica; Castilla acertó a superar su propio particularismo e invitó a los demás pueblos peninsulares para que colaborasen en un gigantesco proyecto de vida común. Inventa Castilla grandes empresas incitantes, se pone al servicio de altas ideas jurídicas, morales, religiosas; dibuja un sugestivo plan de orden social; impone la norma de que todo hombre mejor debe ser preferido a su inferior; el activo, al inerte; el agudo, al torpe; el noble; al vil. Todas estas aspiraciones normas ·hábitos ideas se mantienen durante algún tiempo vivaces; Las gentes alientan influidas eficazmente por ellas, creen en ellas, las respetan o las temen. Pero si nos asomamos a la España de Felipe III, advertirhós una terrible mudanza. A pri~ mera vista nada·hacambiado; pero todo se•havuelto de cartón y suena a falso. Las palabras vivaces de antaño siguen repitiéndose, pero ya no influyen en los corazones: las ideas incitantes se han tornado tópicos. No se emprende nada nuevo ni en jo político, ni enlo cientifico, ni en lo moral. Toda la actividad que resta se emplea precisamente «erina hacer nada nuevo». eri conc '· ' - • ' " ,._ ·, ' " ,' ' ' ' ,' '._' ''. ': · •• : ' '' : ''' .. ' ': 1 '', ' - ': ' •... " '' - '" '-. -- ,' -' ', '; servar el pas:;tdo -.-.institúciones y dogmas,_..., eri sofocar toda iniciación, todó fermento innovador. Castilla se transforma eh lo más opuest~ a· sí misma: se '
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vuelve suspicaz, angosta, sórdida, agria. Ya no se ocup~ er_i potenciar l~ vida delas otras regiones; celosa de ellas; las abandona a s1 mismas Y emp1eza,a no enterarse delo que e.n ellas pasa. .' . •''i : . ':;:: .. Sic Cataluña o Vastonia hubiesen sido las razas formidables que ahora se imaginan ser, habrían dado un terribletiróri de Castilla cuando ésta co1 menzó a: hacerse particularista, es decir, a no contar debidamente con ellas. La sacudida en la periferia hubiera aca5o despertado.las antiguas virtil~':5 del centro yno habría, por ventura, caído enla·perdurable modorra de id10tez y.egoísmo que ha sido durante tres siglos nuestra historia'.;. • ·,· ·.: _ . .: : , Analícense las fuerzas diversas que actuaban en la pohuca espanola du¡. rante. todas esas centurias, y se advertirá . daramente su atroz particularismo, Empezando podaMonatquíay siguiendo porJa Igles,i~, riingúnp~dern~' cional ha pensado más que en sí mismo; ¿Cuándo ha laudo coraz~n¡ aHiíi y al cabo extranjero, de un monarca español o de ~a Ig:esia espano]a.por los destinos hondamente nacionales?. Que se sepa, iamas.,Han hecho todo lo. contrari~: Monarquía e Iglesia se han obstinado en haceradqptar sus desti, nos propios como los verdaderamente nacionales'; hanfo~entado,_gene~ación tras generación, una selección inversa en la raza espanola. Sena c~noso: y científicamente fecundo hacer una historia deJas preferencias manifestadas porlos reyes españoks en la elección de,fas personas; Ella mostraría l~~~ creíble y continuada perversión de valoraciones quelos ha llevado cas1:mr defectiblemente a preferir los hombres tontos a los inteligentes;Jos,e.nvile~ cidos, a los irreprochables. Ahora: bien: el errorhabittial,.inveterado, er:Ia elección de personas,la preferencia reiterada: de lo•ruin afo selecto, es el sm-. toma más evidente de que no se quiere en verdad hacer nada; emprender nada, crear nada que perviva luego por si mismo. Cuando se tiene el cor~~ zón lleno de unalto empeño, se acaba siempre por buscar los hombres mas capacesdeejecutarlo.. , :, .. ' .. ·' ''. ,,. ":·:' , , ,~En.vez de renovar periódicamente el tesoro de ü:leas vitales, de modos de 'coexistenda, de empresas uniüvas; el Poder ]Júblicó ha ido triturando· ]a convivencia española y ha usado ,de su fuerza nacional casi.exclusivamente , parafinesprivados;: : . .·: i ,: . · • : •• ! '' ·_ , . '¿Es extraño c:[úe, al cabo del tiempo, la: mayor parte,dE; los .espar_io.les, y desde luego la mejor, se,pregurite: para qué.vivimos juntos?1Porquevivrn es
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algo.que se hace hacia adelante, es una actividad que va de este segundo al inmediatofutw:o. No basta, pues, para vivir la resonancia del pasado, y mucho C. ·me~~s para c,onvivir. Por escí decía Renan que una nación es un plebiscito : . cotidiano. I;n el secreto inefable de los corazones se hace todos los días un fatal sufragio que decide si una nación puede de verdad seguir siéndolo. ·Qué . nos invita' el Poder público a hacer mañana en entusiasta colaboración? lDesde hace mucho tiempo, mucho, siglos, pretende el Poder público que los españoles existamos no más que para que él se dé el gusto de existir. Como el pretexto es excesivamente menguado, España se va deshaciendo, desha·ciendo ... Hoy ya es, más bien que un pueblo, la polvareda que queda cuando por la gran ruta histórica ha pasado galopando un gran pueblo ... Así, pues, yo encuentro que lomás importante en el catalanismo ye! bizcaitarrismo eáprecisamerite Id que rrierios•suele advertirse en ellos; a saber: lo que tienen de común, por una parte, con el largo proceso de secular desintegración que•.ha segado los dominios de España; pcír otra parte, con el.particularismo latente o vanamente modulado que existe.hoy en el resto del~a.:5· Lo derhás,.la afirmaciót¡. de la diferencia étriica, el, entusiasmo por '.sus idiomas; la crítica de la política central, me parece qúe,.ono ..tieneim'portancia, o si la tiene, podría aprovecharse en sentido favorable;·: . . . . . · Pero esta interpretación del secesfonismo v¡isco-catalán: como mero caso 'e5pec~ico de un pa:rrticularismo .más general existente ¡;n toda España quec ·da:meJor.probada si hosJijamos·en otro fenómeno agudísimo, característic •co:de la hora présentey que nada tiene que ver con:provincias,,regiones rii razas: el particularismo de las clases sociales,. · ,. , .. ,, , . ,
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6. COMPARTIMIENTOS ESTANCOS La incorporación en que sé crea un gran j:meblo es principálme~te una ar1 ticulación de grupos étnicos o políticos diversos; pero no es esto sólo: amé" dida que el cuerpo nacional crece y se complican sus necesidades, origü1as'e un movimiento diferenciador.enlas funciones sodáles y; consecuentémen" te, en los órganos que las ejercen. Dentro de la sociedad unitaria vanapat reciendo·e hinchiéndose pequeños orbes inclusos, cada cual con su peculiar atmósfera, eon sus.principios, intereses y hábitos sentime.ntales e ideológi' cos distintos: son el mundo militar, el mundo político, el mundo industrialj el mundo científicoy artístico, el mundo obrero; etcétera. En suma: etproceso de unificación en que se orgalliza una gran sociedad lleva el contrapunto· de un proceso diferenciador que divide aquélla en clases, grupos profesio' nales, oficios, gremios. Los núcleos étnicos incorporados, antes de su incorporación existían ya como todos independientes. Las clases y los grupos profesionales, en cam~ bio, nacen desde luego como partes. Aquéllos, mejor o peor, pueden vale ver a vivir solitarios y por sí; pero éstos, aislados y aparte cada uno, no po.i· drían subsistir. ¡Hasta tal punto les es esencial ser partes y sólo partes de una estructura que los envuelve y lleva! El industrial necesita del productor de primeras materias, del comprador de sus productos, del gobernante que pone un orden en el tráfico, del militar que defiende ese orden. A su vez, el murt' do militar, «de los defensores» -decía donjuan Manuel-, necesita del industrial, del agrícola, del técnico. Habrá, por tanto, salud nacional en la medida que cada una de estas clases y gremios tenga viva conciencia de que es ella meramente un trp;;!:;c( inseparable, un miembro del cuerpo público. Todo oficio u ocu¡:iación cofü tinuada arrastra consigo un principio de inercia que induce al profesional a
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irse encerrando cada vez más en el reducido horizonte de sus preocupaciones y hábitos gremiales. Abandonado a su propia inclinación, el grupo aca. haría por perd.ei: toda sensibilidad para la interdependencia social, toda no. ción de sus P,ropios límites y aquella disciplina,quemlituamente se imponen los gremios al ejercer presión los linos sobre los otros y sentirse vivir juntos; • ·Es. preciso; pues, mantener vivaz en cada clase o profesión la conciencia de que existen en tomo a ella otras muchas clases y profesiones, de cuya cooperación.necesitan, que son tan respetables comoellay.tienen modos y aun manías gremiales que deben ser en parte tolerados o • cuando menos • conocidos, . . , ,. . . , . , .. · . . .. , ¿Cómo. se mantiene despierta esta corriente profunda de solidaridad? Vuelvo una vez más al temá·que es Lcitmotiv de este ensayo: la convivencia nacional es una realidad activa y dinámica, no una cdexistencia pasiva y es~ tática como el montón de piedras al borde de un camino, La nacionalización se produce eritomo·áfüertes empresas incitadoras que exigen detodos.un máximum de rendimiento y, en consecuencia, deidisciplinay mutúo aprovechamiento. La reacción primera que en el hombre origina una coyuntura difícil o peligrosa es· la concentración de todo su organismo, un apretar las · filas de las energías vitales, que quedan alerta y en pronta disponibilidad para ser lanzadas contra la hostil situación. Algo semejante acontece en unp11e' blo cuando necesita o quiere en serio hacer· algo. En tiempo dé guerra:, por · ejemplo, cada ciudadano parece quebrar el recinto·hermético de sus preocupaciones exclusivistas, y agudizada su sensibilidad para el todo social; enú plea no poco esfuerzo mental en pasar revista, una vezy otra;·alo que puede esperarse de las demás clases y profesiones. Advierte entonces con dramática evidencia la angostura de su gremio, la escasez de sus posibilida.;;'•c. des y !~radical dependencia de los restantes en que, sin notarlo, se halla:¡~[ bac Recibe ansiosamente las noticias que le llegan del estado material y moJ¡: ral de.otros oficios, de los hombres que en ellos son>eminentesy en cuya capa~idad pued~ confia_rse' .• Cadir profesión, por decirlo así, vive en tales agu:•? das circunstancias Ja Vida· entera de las demás. Nada acontece en un grupo ' ~?cial que no llegue a conocimiento del resto y deje en él su huella. La sociedad se hace más compacta y vibra integralmente de polo a polo oA esta
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-~:l el patn~tico ren~1~111ento que ha·asombrado al ml.indo~ De seguro que en· tales-momentos habrá 1'~· P,endec1d,o Ja.nac~~n enter.a el cuida~~;,en apa~en_cia !iUperíl~o 1 que en ptro tief11po Pl.lSO .~n fo16 pte.n!_ar.Jo.s .estu~10~ .quf.m1.c~s. En ca1?.b_i°:\ ~e m.i~1P? P?7b'o ha m~~d.ecido. cie~ veces ~u ~_arpe ;\t desden h~cta la pohtica lntenory ex.tenor, que le lmp1d10 preparaipara el día de laS urgenéi
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cualidad, que en los casos bélicos se manifiesta superlativamente, pero qué en medida bastante es poseída por todo pueblo saludable, llamo «elastici+ dad social». Es en el orcJ.enpsicológico la misma condkiónqueen el fisicó permite a la bola de billar transmitir, casi sin pérdida, la acción ejercida só" breuno de sus puntos a todos los demás desli esfera. Merced a esta elasticil dad social; la vida de cada individuo queda en cierta manera multiplicada poda de todos lós demás; ninguna energía. se despilfarra; todó esfuerzo re• percute en amplias ondas de transmisión psicológica, y de este modo se apro• vecha y acumula: Sólo una nación de esta suerte elástica podrá"en su día y.en su hora ser cargada prontamente de la electricidad histórica que proporcio, na los.grandes triunfos y asegura las decisivas.y salvadoras reacciones. · No esnecesmio·ni.importante que las partes dewi todo social coincidan eií sus deseos)' sus ideas;.!o necesmio e importante és qtie cohozca cada una, Y· rn cierto modo viva, los de las otras. Cuando esto falta, pierde la clase o gre., mio, como ciertos enfermos dela medula, la sensibilidad táctil; no siente en su periferia el conl:Ílcto y.la presión de las demás clases y gremios; llega:cofü secuentemente a creer que sólo ella existe, que ella es todo, que ella es un todo.Tal es el.particularismo de clase, síntoma mucho más grave de des., composidón que los movimientos de secesión émiéa y territorial;.porquej según ya he dicho, las clases y grerilios son partes en un sentido más radical que los núcleos étnkos )'políticos. Pues bien: la vida·social española ofrece en nuestros días un extrem\\., do ejémplo de e5teatroz particularismo. Hoy es Espm1a, más bim que una na-, ción, una sf!Jie de compartimimtos estancos . . Se dice que los políticos no se preocupan dehesto del pros. Esto, que e5 verdad, es, sin embargo, injusto, porque parece atribuir exclusivamente afos políticos pareja despreocupación. La verdad es que si para los políticosub existe el resto del país; para el resto del país existen mucho menos los poW ticos. ·Y¿ qué acontece dentro de ese resto no polítiC:o de la•nación?. ¿Es que el militar se preocupa del industrial, del intelectual, del agriéultor; del obre;;· ro?Ylo mismo debe decirse delaristócráta, delindustrialo delobrero re5• pecto a las demásiclases sociales.Vive cada gremio herméticamente cerrado. dentro.de sí mismo; No siente la menor'curiosidadpodo que acaece en.el : recinto de los demás. Ruedan los unos sobre los otros como orbes estelares que se ignoran m1;1tuamente. Polarizad~ cada cual en sus tópicos greriiialei, no_ f.iel:l.e ¡-Ji ndt.\ci~ d{lOs q~e fig~rl .e!.alrria,cJ'elgrupo ~esi!fo,Weas,:!';:rfi.9,sig¡; nes;'valores creados dentro de un núcleo profesional o de una clase, no tras, c_fonden lo niás*ínimo a lasTestántes: El esfuerz_9 titánico que se ejerce' e~ µnpi:q1to del volumeµsocial no es. trarismitido,.Í1o obtiene repercusiónl.)iiii§ metros más allá y muere donde nace. Dificil será imaginar una sociedad me• ¡!
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nos elástica que la _nuestra; es decir, difícil será imaginar un conglomerado human? que ~ea menos una sociedad. Podemos decir de toda España lo que . Calderon decia .de Madrid en una de sus comedias: · Está una pared aquf de lil otra más distante que Valladolid de Gante.
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7. EL CASO DEL GRUPO MILITAR
Para no seguir moviéndome entre fórmulas generales y a~s~actas, irtten.:o taré describir someramente un ejemplo concreto de compartmuento estanco:· el que ofrece la clase profesional de los militares. Casi todo l~ que de éstos diga vale, con leves mudanzas, para los demás grup~s y gr:m1os. . _ . ·_ DespuéS de las guerras colonial e hispanoyanqm quedo ~uestr~ e~erc1to; profundamente deprintido, moralmente desarti°:1l~do'. por decrrlo. ~1, disuelto• en la gran masa nacional. Nadie se ocupó de él m s1qmera ~a_ra exigirle e~ forma elevada, justiciera y competente las debidas responsabili_dades. AI_~mo tiempo, ]a voluntad colectiva de España, con rara e inconceb1bl~ ~namm1dad; adoptó sumariamente, radicalmente, la inquebra?table res~ln_c1on de novo~ ver a entrar en bélicas empresas. Los militares mISmos se smtieron en el fondo de su ánima contantinados por esta decisión, y don Joaquín Costa, tomando una vez más el rábano por las hojas, mandó que se sellase el arca del Cid. He aquí un caso preciso en que resplandece la necesidad_ de inte~:etar dinámicamente la convivencia nacional, de comprenderque solo la acc10n,la empresa, el proyecto de ejecutar un día grande~ cosas, s~_n :apaces de dar ~e-: gulación, estructiira y cohesión al cuerpo colectivo. Un eJerc1to no pu~de tir cuando se elimina de su horizonte la posibilidad de una guerra. La una~en,; siquiera el fantasma de una contienda pos~~le, debe l:va~i:arse en los confines· de la perspectiva y ejercer su mistica, espmrual graVItac10n sobre _el presen:edel ejército. La idea de que el útil va a ser un día usado es necesana pa_ra cuh darlo y mantenerlo a punto. Sin guerra posible no haymanera_de mora~ar ~n ejército; de sustentar en él la disciplina y tener alguna garantia de su eficacia._ Comprendo las ideas de los antimilitaristas, aunque no las compart~.'. Enemigos de la guerrá, piden la supresión de los ejércitos: Tal a~tirud, erro"'-_ nea en su punto de partida, es lógica en sus consecuencias. Pero tener un
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ejército y no admitirla posibilidad de que actúe, es una contradicción gravíSima que, a despecho de insinceras palabras oficiales; han cometido en el .secreto de sus corazones casi todos los españoles desde 1900. La única gue.rra que hubiera parecido concebible, la de independencia, era tan inverne súnil que prácticamente no influía en.la conciencia pública. Una vez resuelto que no haoría guerras, era inevitable que las demás 'clases se desentendieran del Ejército, perdiendo .toda sensibilidad.para el mundo militar. Quedó;éSte aislado, desnacionalizado, sin trabazón con el resto de la sociedad e interiormente disperso. La reciprocidad se. hacía inevitable; el grupo social qtie s·e 'siente desatendido Feacciona automáticamente con una secesión sentimental. En los individuos denuestro:Ejércitogerrninó una funesta suspicac ciahacia.políticos,:intelec;fuales; obreros· (!alista podía.seguir y-aun ele~ várse mucho); fermentó en el grupo armado.el resentintiento y la aritipatía respecto a las demás dáses sociales\ysu periferia gremial se fue haciendo cada vez 'más hermética, menos. porosa al ambiente de la sociedad circundante. Entonces.comienza el-Ejército a.vivir .,..'-eh ideás,propósitos; senti~ ntientos- del fondo de sí mismo', sin recepción _ni canje de influencias.am_" bientes. Se fue obliterando; cerrando sobre su propio,corazón; dentro del cual quedaban en cultivo los gérmenes particularistas 1• En 1909, una operación colonial lleva a· Marruecos parte de nuestro ·Ejército. El pueblo acude a las estaciones para impedir su partida, movido por la susodicha resofoción de pacifismo. No era lo que se llamó «operación de policía», empresa de tamaño bastante para templar el ánimo de una mi-licia como la nuestra. Sin embargo, aquelreducido empeño bastó para que despertase el espíritu grential de nuestro Ejército. Entonces volvió a formare se plenamente su conciencia de grupo, se concentró en sí mismo, se unió consig~ mismo; mas no por esto se reunió al resto de las clases sociales. Al contrario: la cohesión gremial se produjo en tomo a aquellos sentimientos acerbos que antes he mentado. De todas suertes, Marruecos hizo del alma -dispersa de nuestro Ejército un puño cerrado, moralmente dispuesto para él ataque'. <-
'_Este esquem~ de la trayectoria psicológica seguida por el alma del grupo militar español
e,s muy posiblemente un pufo error. Espero, sin embargo, que se vea en ella el leal ensayo que un
extraño hace de entender el espíritu de los militares. Permftaseme tecordar que en una· confe~encia dada en abril de 1914, varios meses antes de la guerr¡i mundial, hablé ya de_ la_desnacio~alización del Ejército y anticipé_no poco de lp que, por desgracia, luego ha acontecido. Véase el
folleto Vieja y nueva pol!tica, 1914 (tomo 1 de estas Obras co1npletas). El sugestivo libro no hace mucho publicado por el conde de Romanones;_acaso el más inteligente de nuestros politicos-_f~n~rma con testim~nio de mayor excepción cuanto voy diciendo. 2 ,., _Que material y t~cni_camente no estuviese ni esté aún dispuesto, es punto que nada tieá.e que ver cbri'esta historia psicológica qtte voy haciendo.-.. .: :, ·: -- · ·>·. 1
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· Desde aquel momento viene a ser el grupo militar una escopeta cargada que no tiene blanco a que disparar. Desarticulado de las demás clases na" ciouales -.-.como éstas;.a su vez, lo están entre si-, sin respeto hacia ellas ni sentirsu·presión refrenadora, vive el Ejército en perpetua inquietud, que" riendo gastar la espiritual pólvora acumulada y sin hallar: empresa congrua en que hacerlo, ¿No era la inevitable consecuencia de todo este proceso que el Ejército cayese sobre la nación misma y aspirase a conquistarla? ¿Cómo evitar· que su afán de campañas quedara reprimido y renunciase a tomar algún presidente del Cbn5ejo como si fuese una cota?'. Todo tenía que concluir en aquellas jornadas famosas de julio de 1917' En ellas; el Ejército perdió uninstantepor completoJa conciencia de que era una parte; ysólo una parte; del todo:español.El
'(¡No olvide eÚector que ésta leyendo unas págn\as escritas publi.:Odas a principios de 19211)
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8; ACCIÓN DIRECTA
L psicología del particularismo que he intentado delinearpodrfaresumll:se!li.cciendo que el particularismo se presenta siempre qúe en uria clase o gremio; por una u otra causa, se produce la ilusión intelectual de creer que las demás clases no existen como plenas realidades sociales o, cuando menos, que no merecen existir. Dicho aún más simplemente: particularismo es aquel estado de e5píritu en que creemos no tenerpbr qué contar con los demás.Unas veces por excesiva , estimación de nosotros mismos, otras por excesivo menosprecio ,del prójimo, perdemos la noción de nuestros propios límites y comenzamos a sentimos como todos independientes. Contar con los demás supone percibir, si no nuestra su. bordinación a ellos, por lo menos la mutua dependencia y coordinación en que con ellos vivimos. Ahora bien: una nación es a la postre unafagente comunidad de individuos y grupos que cuentan los unos con los otros. Este contar con el prójimo no implica necesariamente simpatía hacia él. Luchar con alguien, ¿no es una de las más claras formas en que demostramos que existe para nosotros? Nada se parece tanto al abrazo como el combate cuerpo a cuerpo, ' · Pues bien: en estados ·normales de nacionalización, cuando una elase desea algo para sí, trata de alcanzarlo buscando previamente un acuerdo con las demás. En.lugar de proceder inmediatamente a la· satisfacción de su deséo, se cree obligada a obtenerlo ahravés de lavoluntad·generaL Hace, pues, seguir a su privada voluntad una larga.ruta que.pasapor las demás voluntades integrantes de la nación y recibe de ellas la consagración de la legalidad. Tal esfuerzo para convencer a los prójimos y obtener de ellos que acepten nuestra particular aspiración, es la acción legal. ••. · Esta función de con,tar con lós demás tiene sus órganos peculiares: son las instituciones públicas que ,están tendidas entré individuos y grupos cómo resortes y muelles de la solidaridad nacional. ·
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Pero una clase atacada de particularismo se siente humillada cuando piensa que para lograr sus deseos necesita recurrir a esas instituciones u órganos del contar con ~os demás. ¿Quiénes. son los demás para el partícula-. · rista? En fin de cuentas, y tras uno u otro rodeo, nadie: De aquí la íntima repugnancia y humillación que siente ei:itre nosotros el militar, o el aristócrata, o el industrial, o el obrero cuando tiene que impetrar del Parlamento lasatisfacción de sus aspiraciones y necesidades. Esta repugnancia suele disfrazarse de desprecio hacia los políticos; pero un psicólogo atento no se deja desorientar por esta apariencia. Pica, a la verdad, en historia la unanimidad con que todas las clases españolas ostentan su repugnancia hacia los políticos. Diríase que los políti• cos son los únicos españoles que no cumplen con su deber ni gozan de las cualidades para su menester impte5cindible5i Diríase que nuestra aristocracia nuestra Universidad, nuestra industria, nuestro Ejército, nuestra inge- .. nie~a, son gremios maraVillásamente bien dotados que encuentran siempre ;· anuladas sus virtudes.y talentos poda intervención fatal de los políticosi Si esto· fuera verdad, ¿cómo se explica que ESpaña, pueblo de tan perfectos electores,.·se . obstine en no sustituir a esos perversos elegidos? ••• • ,•Hay'.aquí una insinceridad, una hipocresía. l'oco más o menos, ningún ·gremio .nacional puede echar nada en cara a los demás, Allá se van unos y otros enineptitud,faltadegenerosidad; inculturay ambicione5fantásticas; Los políticos actuales.son fiel reflejo defos•vicios étnicos de España, y'aun • -.ajuicio de las personas más reflexivas y clarividentes que conozco- son un punto menos malos que elresto de nuestra•sociedad1, No niego que exis' tan otras muy justificadas,pero la cal!Sa decisiva dé la repugnancia que las de~ más clases sienten hacia el gremio político me parece ser que éste simboliza za necesidad en que estií toda clase de contar con las demás. Por e5to se odia al pot lítico más que como gobernante como parlamentario;• El Parlamento es el .•, órgano de la convivencia nacional demostrativo de trato y acuerdo entré. ,¡:!' iguales.' Ahora bien: esto e5 lo que en el secreto de lás conciencias gremiales·--~ y de clase.produce hoy irritaC:ión y frenesí: tener que contar con!los de• ' más.ca quienes en el fon'do se desprecia.o se odia.La ú1iica f 01ina de actividad pública qué alpresent'e;por debajo ae palabras convencionales; satisface a cada clase; es la imposición inmediata de su se1iera voluntad; en suma•; la acción directa.• •· · ' ·
Este vocablo fue acuñado para denominar cierta táctica de la clase obrera; pero, en rigor, habría que llamar así cuanto hoy se hace en asuntos pú.blicos. La intensidad y desnudez con que este carácter de acción directa se . presenta dep¡!nde sólo de la fuerza material con que cada gremio cuente. Los obreros llegaron a la idea de semejante táctica por un lógico desarrollo de su actitud paiticulatista. Insolidarios de la sociedad actual, consideran que las demás clases sociales no tienen derecho a existir por ser parasitarias, esto es, antisociales. Ellos, los obreros, son, no una parte de la sociedad, sino el verdadero todo social, el único que tiene derecho a una legítima existencia política. Dueños de la realidad pública, nadie puede impedirles que se apoderen directamente de lo que es suyo.La acción indirecta o parlamentarismo equivale a pactar.con los usurpadores, es decir, con quienes no tienen legí"' I • 1 " •• tima coexistencia sociaL Quítese a esto cuanto tiene de esquematismo conceptual propio de una teorla1; tradúzcaseal lenguaje difuso e ilógico delos•sentiIÍ1ientos, y se hallará el estado de conciencia que• hoy'actúa en eI subsuelb espiritilal de casi todas !aselases" españolas;' "
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El ¡}articulariSmó'obr'erista Procede' de'úpa ieoff~. y, por 1.0 tanto, es uil fenÓ~eno histÓ_rico mi.ty distinto del particularisinó 'esporifáiil!Ci'-y-einotlvó qtie yo atribuyo tt'laS clases Sociall!s de.Es.paña. Por s_er aquél teórico, de ~rden racional, como la geometrf~ ~el da~ts-~o 1 pµ_ede ~I~tir ~n__to_4_0~ ~-º~ p~eblos, _cualq~nera_ q?:~ -~~a la de_ns_ig_a_d de_~u- c_ph~i,óµ. Ei pa,i::ti_cularismo obre115ta no eS,-pues, un fenómeno-peculiai de Españá; lo es, en cambio, ·el pdrtictila'.Íismo del industrial; del militar, del aristócrata, del empleado. , · :1. ' . · - :: __ :: - : -, :--;- , _. -
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zas de combate. ¿Para qué? Los «pronunciad.os» no creían nunca que fuese preciso luchar de firme para obtener el triunfo. Seguros de que casi todo ~l mundo en secreto opinaba como ellos, tenían fe ciega en el efecto mágico de «pronuncian> una frase. No iban, pues, a luchar, sino a tomar posesión
del Poderpüblico.
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9. PRONUNCIAMIENTOS He mos~ado. la acción dire~ta co~o una tác.tica que se deriva inevitable+ mente del partic:ulárismo, delno:querer contar con los·derilás:Asu.vez•, el no contar con los demás tiene su causa inmediata ei:J.unafalta de perspica7 cia, de vigilancia intelectual. Cuanto más torpes seamos y más angosto nuestro horizonte de curiosidades e intuiciones, menos cosas habitarán nuestro paisajey con mayor facilidad nos olvidaremos de que el prójimo existe. · La acción directa y la cerrazón mental de que proviene se presentan ya en nuestra historia del siglo XIX con carácter incipiente. Al menos, yo no puedo acordarme de los castizos «pronunciamientos» sin pensar que ellos fueron en pequeño lo que ahora se hace en grande. Algún día publicaré ciertas notas, compuestas tiempo hace, sobre la curiosa psicología de los «pronunciamientos». Ahora me interesa sólo destacar un par de rasgos. Aquellos coroneles y generales, tan atractivos por su temple heroi~ coy su sublime ingenuidad, pero tan cerrados de cabeza, estaban con" vencidos de su «idea», no como está convencido un hombre normal, sino como suelen los locos y los imbéciles. Cuando un loco o un imbécil se con~ . vence de algo, no se da por convencido él solo, sino que al mismo tiempo.. cree que están convencidos todos los demás mortales. No consideran, pues¡. necesario esforzarse en persuadir a los demás, poniendo los medios opm',,: ·• tunos; les basta con proclamar, con «pronuncian> la opinión de que se tra" ta: en todo el que no sea miserable o perverso repercutirá la incontras~f!::. ble verqaq. Así, aquello~ geneFale~.Y, cpr;pn,eles cr~ían, que con d~r ellos.· el «grito.» en un cuartel, toda.la anchura de España iba a resonaren, ecos coiricidentes: . .. . . ..... , . . ., . . • .. . , .. . .· .· .:·. . . .. . . ,·:~ , cf¡~ec:veíiciá 4e esto ep ql,l~ los cpíÍspiracfores. no solían Pteocupfl};§~ de preparar a tiempo grandes núcleos auxiliares, ni siquiera numerosasfol!b
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:.. •". Yo creó que ciisi todos los movimientos políticos de Ios últimos años re. producen esos dos caracteres de los ~
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to de la nación. Supusieron que casi todo el mundo deseaba lo mismo que . ellos, y procedieron a dar el «grito» en tres o cuatro barrios de otras tantas · poblaciones.· Pocos años antes había surgido el «maurismo». Don Antonio Maurá1 en medio de no pocos aciertos, cometió el error de «pronunciarse». Fue un «pronuneiado» ddevita. Creyó que existía.una masa de españoles,fa más importante en número y calidad, apartada de la vida pública porascó·ha7 cia los usOs polítkos. Presumió que esta «masa neutra», ardiendo ep. con~ . vicciones idénticas a las suyas, gustaba deLrígido gesto autoritario, profesa~ ba el más fervoroso y tradicionalcatolicismo y se deleitaba con· la prosa< churrigueresca de nuestro siglo XVII. Basfaba,cori dar el «grito» para que aquel torso de España despertase a Ja.vida pública: Alo sum(), éonvendria' hostigar un poco su inveterada inercia, haciendo obligatorio el sufragio;nt, ¿los demás, los que no coincidían de.antemano con él? ¡Ah! Ésos no exis; ' tían, y si existíall, eran unos precitos. En vez de atraerlos; persuadirlos ó corregirlos, lo urgente era excluirlos, eliminarlos, distanciarlos, traza:ndo·una mágica línea entre los bµenos y los malos.De aquí el fan;uíso «Nosotros so~ mos·nosOtros»• En su época culminante;• don Antoruo Maura no. ha hecho ...• el menor ademán para convencer al que no estuviese.ya convencido: Años de soledad han enseñado al egregio espíritu del señor Maµra que para hacer grandes cosas es la peor una táctica de exclusiones. Precisamerí~ te para que sean fecundas ciertas eliminaciones ejemplares es necesario com" . pensarlas con magnánimOs apela tivos de :colaboración; con llamamientos> generosos hacia los cuatro puntos cardinales; que permitan a todos los cifü, dadanos sentirse aludidos. Las revoluciones y cambios victoriosos han soli: do hacerse con ideas de amplísimo seno, al paso que la revolución obrera va en derrota por su absurda. pretensión. de triunfar a fuerza de exclusiones•·•s: Es penoso observar que desde hace muchos años, en el periódico, en, el sermón y en el mitin, se renuncia desde luego a convencer al infiel, yes~ habla sólo alparroquiano ya convicto. A esto se debe ei progresivo encaníi• jamiento de los grupos de opinión. Ninguno crece; todos se contraen.y dis-' minuyen. Los «drusos» del.Líbano son enemigos del proselitismo por creer que el quees«drusita>> ha de serlo desde toda la eternidad. En tal sentido¡ somos bastante drusos todos los españoles. . , . Nos falta la cordial efusión del combatiente ynos sobra laariscasober-, biadel triunfante. No queremos luchar; queremos simplemente.vencer. Como, esto no es posible; preferimos vivir de ilusiones y nos contentamos con p'fb~ clamamos ilusamente vencedores ene! parvo recinto de;nuestta'tertuli~ de café, de nuestro casino, de nuestro cuartO'de banderas o sim,plementedé nuestra imaginación, .
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Quien desee que España entre en un período de consolidación, quien en serio ambicione la victoria, deberá contar con los demás, aunar fuerzas y, ··.como Renan decía, «excluir toda exclusióm> 1• . La insoltdaridad actual produce un fenómeno muy característico de nuestra vida pública, que debieran todos meditar: malquiera tiene fuerza para · deshacer-'el militar, el obrero, este o el otro político, este o el otro grupo de periódicos-; pero nadie tiene fuerza para hacer, ni siquiera para asegurar sus
propios derechos. Hay muy escasas energías en España; si no las atamos unas con otras, no juntaremos lo bastante para mandar cantar a un ciego. Alguna vez he dicho que la mejor política va sugerida en el humilde apotegma de Sancho: ·.«En trayéndote la vaquilla, corre con la soguilla». Pero en lugar de correr con la soguilla, parecemos resueltos a ir truci. dando todas las vaquillas.
1 En 1915 me ocurría escribir: 11No somos de ningún partido actual porque las difereni~ que separan unos de. otros r~onden, cuando más, a palabras y no a diferencias reales de opi-
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. on. Hay que confundir los partidos de hoy para que sean posibles mañana nuevos partidos Ytgorosos>). Revista España, núm. l.
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SEGUNDA PARTE
LA AUSENCIA DE LOS MEJORES
l. ¿NOHAYHOMBRESONOHAYMASAS?i ' Me interesa que las curvas impuestas por e; desarrollO de,toda ,idea un ,¡loco compleja no despojen de claridad a la trayectoria segúida en este ensayo. He intentado en él sugerir que la actualidad pública de España se ca'racteriza por un imperio casi exclusivo del particularismo yla táctica de acción directa que le es aneja. A este fin convenía partir, como del he'cho más notorio, del separatismo catalán y vasco. Pero la opinióri vulgar ve en ~1'!10 más que una especie de· tumor inesperado ycasual, sobrevenido a la 'dárne española; y cie'e descubrir su más grave·rrialignidad>en'lo que, a mi juicio, es·solaniente adjetivo y mero pretexto que una desazón más profunda busca para airearse. C:atalanismoy bizcaitan'ismo no son síntomas alarmantes por lo que en ellos hay de positivo y peculiar -la afirmación·«nacionalista»-, sino por lo que en ellos hay de negativo y coffiún al gran movimiento de desintegración que empuja la vida toda de España, Por esta razón era interesante mostrar primero que estos sepa_atismos de ahora no hacen sino continuar el progresivo desprendimientb:territorial sufrido por España durante tres siglos. Luego convenía ha.éi: paten.te la identidad que, bajo muecas diversas,• existe entre ,el 'articularismo regional y el de las clases, grupos y gremios. Si se advierte ue un mismo rodaje de últimas tendénciasy emociones rimeve.el catalaismoyla áctuación del Ejército """"'-dos cosas a primera vista aritagóni. as~, se evitará el error de localizar el mal donde no está. La realidad his~ arica es a.mentido como Ia urraca' de la pampa;, :: que enu11 láo pega.los g¡itos
y en otro pone lbs huevos.
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De esta manera puede ~ontribuir este estudio a dirigir la atención hacia estratos más hondos y extensos de la existencia española, donde en verdad anidan los dolor~ que luego dan sus gritos en Barcelona o en Bilbao. . Se trata de una extremada atrofia en que han caído aquellas funciones espirituales cuya misión consiste precisamente en superar el aislamiento, la limitación del individuo, del grupo o de la región. Me refiero a la múltiple actividad que en los pueblos sanos suele emplear el alma individual en la creación o recepción de grandes proyectos, ideas y valores. colectivos. Como ejemplo curioso de esta atrofia puede servir el tópico, en apac · rienda inocente, de que «hoy no hay hombres» en España. Yo creo que si un .• Cuvier de la Historia encontrase el hueso de esta sencilla frase, tan repeti- • da hoy entre nosotros, podría reconstruir el esqueleto entero del espíritu pú-.• blico español durante los años corrientes. Cuando se dice «que hoy no hay hombres», se sobredice que aye,rs.í • los había: Aquella frase ria •pretende significar nada absoluto, sino meraL. mente una evaluación comparativa entre!el hoy y el ayer, Ay~r es; para: es¡ tos efectos,la época fefu de la Restauración y la Regencia, en que aún ha: bía «hombres».,. Si .fuésemos herederos. de una edad tan favorable que durante ella hu7 biesen florecido en España un Bismarcko un Cavour, un VíctorHugo o,un Dostoyewski, un Earaday.o un Pasteur, el reconocimiento .de que hoy no hir, bía tales hombres seriada cosa más naturaldelmundo, Pero Restauración y Regencia no sólo transcurrieron exentas de tamañas figuras, sino quf'. ret. presentan la hora de mayor. declinación en los destinos étnicos de España¡ Nadie puede dudar de que el contenido vital.de nuestro pueblo es hdy muy superior al de aquel tiempo. En ciencia como en riqueza, ha crecido de en7 torrees acá España.en .proporciones considerables. · .. Sin embargo, ayer había «hombres». y hoy no, Esto debe escamarnos;un• poco.• ¿Qué género de «hombría» gozaban aquéllos que eran «hombreS>•Y hoy falta a los pseudo~hombres vivientes? ¿Eran más inteligentes, más caf paces en sus personas? ¿Había mejores médicos o ingenieros que ahora?.·~ Co7 no cía Echegaray la matemática mejor que Rey Pastor? ¿Era más enérgico y perspicaz Ruiz• Zorrilla que Lerroux?. '¿Se encerraba más agudeza en Sagast¡I que en el conde de Roma nones? ¿Había más ciencia en la obra de Menéndez y Pelayó que en la deMeúéndez Pida!? ¿Valían máslos•estremecimiento~ poéticos de Núñez de Arce que los tle'RubérrDarío? ¿Escribía mejor caste; llano Valera que Pérez de Ayala? Para todo el que juzgue con imparcialida y alguna competencia, no es dudoso que en casi todas las disciplinas y ejef. cicios hay hoy españoles tan buenos, si no mejores, que lo¡; de ayer, aun que tan pocos hoy como ayer.
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Sin embargo, tiene razón el tópico: ayer había« hombres» y hoy no. La «hombria».que, sin darse cuenta de ello, echa hoy la gente de menos, no .consiSte en las \lotes que la persona tiene, sino precisamente ernlas que el pú.blico;la mucl;1edumbre, la masa, pone sobre ciertas personas elegidas. En estos años han ido muriendo los últimos representantes de aquella· edad. de «hombres»:.Los hemos conocido y tratado. ¿Quién podría en serio atribuirles calidades de inteligencia y eficacia que no fueran superlativamente modestas? No obstante, a nosotros mismos nos parecían «hombres». La «hombría» estaba, no en sus personas, sino en torno a ellas; era una.míStica aureola, un nimbo patético que los -circundaba, proveniente de su representación colectiva .•Las masas habían creído. en ellos, los habían exaltado, yesfafe, este xespeto multitudinarios aparecían condensados en el dintorno de su mediocre personalidad. . . . . .. .. . •:• · Tal vez no haya cosa que califique más certeramente a un pueblo y a ·cada épóca·de su historia como el estado de las.relaciones entre la masa y Ja minoría directora. La acción pública-política, intelectu~l o educativaes, según su nombre indica, de tal carácter, que el individuo por sí solo, cualc ,. . quiera que sea el grado de su genialidad, no puede ejercerla eficazmente. La ··,influencia pública o, si se prefiere llamarla así, la influencia social, emana de energías muy diferentes delas que actúan en la influencia privada que' cada :p'ersona puede ejércer sobre la vecina. Un hombre no es nunca eficaz por sus [cualidades individuales;· sino por la.energía social que la masa.ha depositaen él. Sus talentos personales fueron sólo el motivo, ocasión o pretexto ·para que se conden5ase' en él ese dinamismo social. · Así, un político irradiará tanto de influjo público cuanto sea el en tu"'"· siasmo y confianza que su partido haya concentrado en él. Un escritor lo1'J..•grará saturar la conciencia colectiva en la medida que el público sienta ha~ ,¡kia él devoción. En cambio, sería falso decir que un individuo influye en la ..;:proporción de su talento ó de su laboriosidad: La razóri es clara: cuanto más ·~. émdo; sabio y agudo sea. un escritor, mayor distancia habrá'entre sus ideas ~¡y·las del vulgo, y más dificil su asimilación por el público. Sólo cuando el Ieee ~itor vulgar tienefe en el ·escritor, y le reconoce una grari superioridad.sobre ~lsí mismo, pondrá el esfuerzo necesario para elevarse asu comprensión: En ~un país donde la masa es incapaz de humildad, entusiasmo y adoración a lo ilsuperior, se dan todas las probabilidades para que los únicos escritores in~¡Huyentes sean los más vulgares; es decir, los más fácilmente asimilables; es ·•~decir, los más rematadamente imbéciles. • Lo propio acontece con el público. Si la masa no abre, ex abimdantia ;~wrdis, por fervorosa impulsión, un largo margen de fe entusiasta a un homjibre público, antes bien, creyéndose tan lista como él, pone en crisis cada uno
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de sus actos y gestos, cuahto más fino sea el político, más irremediables serán las' malas inteligencias, menos sólida su postura, más escaso'estará dé. verdadera representación colectiva. Y¿ cómo podrá vencer.al enemigo un político que se ve obligado cada, día a conquistar humildemente' su propió partido? , •,, • ' , ' , , ,, ' ,, ' ' ,• . . , entended: i«Hoy no hay masas".
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· 2. IMPERIO DE LAS MASAS •
Una nación es una masá humana círganiiada,•estructura.dapor·una!Ili, noiiarde,individtios ~electos. Cualquiera·que sea nuestro crédo político;.nos es forzoso reconocer esta 'verdad, que se refiere a'un estrato . de la réalidad histórica mucho másprofuncio que aqué~ dom:!e.se.agitan'lós problemas políticos.La formajurídica que adopte una sociedad nacional podrá ser todo.lo democrática y aun comunista.que quepa iínaginar; no· obstante su ,constituciófrviva; .transjurídica, consistirá sierp.pre en, la acción dinárdica de úna minoría sobr,e una masa, Se trata de.una ineludible 1eynatt¡ral, que representa .enla biología de las sociedades un papel.semejante al de la ley de las densidades en física: Cuartdb:enurt•liquido se arrojan cuerpos sólh dos de diferente densidad, ataban éstos siempre por quedar situados a la a~~ura que a su densidad corresponde: Del mismo modo, en toda agrupa14>"· c10n humana se produce espontáneamente una articulación•de sus.miem,;f~ bros según la diferente densidad vital que poseen, Esto se advierte ya en la ;) forma más simple·de sociedad: .enla.cónversación. C::uando seis hombres )~fse'.re~n~n para conversar,: la. masa .indiferenciada de.interlocutores que al ; d, pnnc1p10 sqn queda pocó despué,s artictilada en dos partes, una de las cua~1'1.les dirige en la conversación a la otra; influye en ella; regala más quered• ·~1ifbe., Cuando es.to no .acontece es:qúela pa,rte inferior del grupo se resiste .~anómalamente a ser dirigida, influida por l¡¡ porción superior, y entonces ,:~la conversación se hace imposible, Así,!cuando en una nación la masa se ~;.niega a ser masa-esto es;.a seguir· a-la minoría directora-. , la nación se · ~deshace; 1a'sodedad se desmembra,yspbreviene el.caos social, la inver']j-lebración:histórica. _ ,¡_,:' ·-¡ u--.• :y,.;:- __ __ , : .. ,. . í,.,. 1 • • :, : !! : · ·, Un caso extremo. de esta .invertebración histórii::a estamos ahorl:wiviendo ~'en España; · · · · 1
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. Todas las páginas de este rápido ensayo tienden a corregir la miopía que usualmente se padece en la percepción de los fenómenos sociales. Esa.mfo~ . pía consiste en creer q~e los fenómenos sociales, históricos, son los fenómenos políticos, y que las enfermedades de un cuerpo· nacional son enfer~ medades políticas. Ahora bien; lo político es ciertamente el escaparate, eL dintorno o cutis de lo social. Por eso es lo que salta primero a la vista. Y hay, e en efecto, enfermedades nacionales que son meramente perturbaciones pe-· líticas, erupciones e infecciones de la piel social. Pero esos morbos externos no son nunca graves. Cuando lo que está mal en un país es la política;pue~ de decirse que nada está muy mal. Ligero y transitorio el malestar, es segu~· ro que el cuerpo social se regulará a sí mismo un día u otro. · . En España, por desgracia, la situación es inversa. El daño no está tan\o en la política corno en la· sociedad misma, en-él°ébfazón y en la cabeza de cafil. todos los españoles. . 'Y''f ·¿Yen qué consiSte e5ta. enfermedadISeOye hablar a menudo de la
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mente. El hecho primario social es la organización en dirigidos y directores de un montón humano: Esto supone en unos cierta capacidad para diri_gir; en otros, cieFta facilidad íntima para dejarse dirigir'. En suma: donde no ... hay una minoría que acrtúa sobre una masa colectiva, y una masa que sabe ·, aceptar el influjo de una minoría, no hay sociedad, o se está muy cerca de que no la naya. . ' . : Pues bien: en España vivimos hoy entregados al imperio de las masas. Los miopes no lo creen así porque; en efecto, no .ven motines en las calles ni asaltos a los Bancos y Ministerios. Pero esa revolución callejera significaría sólo el-aspecto político que torna, a veces, el imperio de una masa social.determinada: la proletaria. ,· Yo me refiero a una forma de dontini.o niucho más radical quela alga. tada en la plazuela;•más profunda, difusa, omnipresente, y no de:una sola !Ilasa social, sino de.todas, y en especie, de las masas con mayor poderío: las·de la'Clasemedia y superior; · En el capítulo anterior he aludido al extraño fenóméno de que; aun en los partidos políticos de la extrema derecha, no son los jefes quienes di.rigen a sus masas; sino éstas quienes empujan violentamente a sus jefes .para ·que adopten tal o cual actitud. Así hemos viSto que los jovenes.«rnauriStas» no.han aceptado la política internacional que durante la guerra Maura pro_ponía, sino, ahevés, han pretendido imponer a sujefelapolítica interna.dona! que en sus cabezasliviánas y atropelladas-· cabezas de «rnasa»-.·'se había instalado. Lo propio aconteció con los carlistas; que han coceado \!n masa a su conductor, obligándole a una retirada. Las Juntas de Defensa no son, a la postre, sino otro ejemplo de esta subversión moral de las masas contra la minoría selecta. En los cuartos debandera se .ha creído de buena fe -y esta buena fe es lo morboso del hecho. ue allí se entendía de política más que en los lugares donde, por obligación _por devoción, se viene desde hace muchos años meditando sobre los asunos públicos. Este fenómeno mortal de insubordinación espiritual de las masas cona toda minoría eminente se manifiesta con tanta mayor exquisitez cuanb más nos alejemos de la zona política. Así el público de los espectáculos _•conciertos se cree superior a todo dramaturgo, compositor o crítico, y se emplace en cocear a unos y otros. Por muy escasa discreción.y sabiduría ue goce un crítico, siempre ocurrirá que posee más de ambas calidades que 1 , ,, ,
Como luego verá el lector, no se trata exclusivamente, ni siquier~ principalmente, de di-
c~.ores y dirigidos en el sentido político; esto es, de gobernantes y gobernados. Lo político, es lo una faceta de lo social.
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la mayoría del público. Sería lo natural que ese público sintiese la evidente· superioridad del crítico y, reservándose toda la independencia definitiva que·•' parece justa, hubiese en ~l la tendencia de dejarse influir por las estimaciones.· del entendido. Pero nuestro público parte de un estado de espíritu inversó· a éste: la sospecha de que alguien pretenda entender de algo un poco piás i · que él, le pone fuera de sí. · ' • . • '' . . · En la misma sociedad aristocrática acontece lo própio; No sonlás da•· mas mejor' dotadas de espiritualidad y elegancia quienes imponensus•gus~; tosy•inaneras, sino, al revés, las damas más aburguesadas, toscas dnele"· gantes; quienes aplastan con su·necedad•a aquellas: criaturas excepciónaies;•.· Dondequiera asistimos al deprimente espectáculo de•que los peores\.,.· que son los más, se revuelven frenéticamente contra los mejores. · .· .... ·, u.;,/ · ¿Cómo va a haberorganizaciónenla política española, sfno la hayniL siquiera en las conversaciones? España se arrastra invertebrada, no ya en su política, sino, lo que es más hondo y sustantivo que la política; enla'cónviL venda social misma; De esta manera no podra funcionar mecanismo alguno de los que inte~·, gran la máquina pública. Hoy se.parará una institución, mañana otra, has.ta• . que sobrevenga el definitiv,o colapso histórico. Nihabrá ruta posible para salir de.tal situación, porque, negándosela.· masa a lo que es su biológica misión, esto es, a seguirá los mejores, no.acep~;' tará ni escuchará las opiniones de éstos, y sólo triunfarán en el ambiente'cb;,<; · lectivo las opiniones de la masa, siempreinconexas, desacertadas y pueriles:•
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m~sa
3. ÉPOCA.S KITRA Y ÉPOCAS KAU
de~e~era
Cuando la nacional hasta el púnto de caer en un estado de espíritu como el descrito, soninútilesrazonamientosypredicacion. Su enfermedad consiste precisamente en que no quiere dejarse influir, en que no está dispuesta a la humilde áctitud de escuchar.• Cuanto más se la quiera adoctrinar, más lierinéticamente cerrará sus oídos y con máyor viol'enc cia pisoteará a los·predicadores. Para sanar será preciso que sufra en su pro1pili carne las consecuencilis de su desviación moral. Así ha acontecido siempre. ··Las épocas de decadencia són las épocas en que la minoría directora de un pueblo -·la aristcicradia-··ha· perdido sus cualidades de excelencia, aqué~ Has precisamente que ocasionaron su elevación; Contra esa áriStocracia·ine: ficaz y corrompida serebela•la masa justamente. Pero; confundiendo las· cosas, generaliza las objeciones que aquella determinada aristocracia inspira, .. Y, en v~ de sustituirla con otra más virtuosa, tiende a eliminar todo intento · anstocrático. Se llega a creer que es posible la existencia social sin minoría excelente; más aún: se construyen teorías políticas e históricas· que presén; tan como ·ideal una sociedad exenta de aristocracia. Como esto es positiva. mente imposible, la nación prosigue acelerádamente su trayectoria de de.cadencia•.: Cada día están las cosas peor. Las masas de los distintos grupos sociales-.-un día', la burguesía; otro, la milicia; otro, el proletariado-, ensayan vanas panaceas de buen gobierno, que en su simplicidad mental imagioaban poseer. Al fin; el fracaso de si mismas; experimentado ál actuar, alum.bra en sus cabezas,: como.un descubrimiento, la sospecha de que las cosas ·son más complicadas.de lo·que ellas suponían, y, consecuentemente, que no s.onellas las llamadas a: regirlas, Parálelamente aestefracaso·político padecen ~n su vida p1ivada los resultados de la desorganización. La seguridad públiFª peligra; la economía p1ivada se debilita; todo se vuelve angustioso y de-
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sesperante; no hay donde torriar la mirada que busca socorro. Cuando la sene sibilidad colectiva llega a esta sazón, suele iniciarse una nueva época hisc • tórica. El dolor y el fracaso crean en las masas una nueva actitud de sincera .·. humildad, que les hac~ volver la espalda a todas aquellas ilusiones y teorías antiaristocráticas. Cesa el rencor contra la minoría eminente. Se reconoce la necesidad de su intervención específica en la convivencia social. De esta suerte, aquel ciclo histórico se cierra y vuelve a abrirse otro. Comienza un período en que se va a formar una nueva aristocracia. Repito que todo este proceso se desarrolla no sólo, ni siquiera principalmente, en el orden político. Las ideas de aristocracia y masa han de ene tenderse referidas a todas las formas de relación interindividual y actúan er¡. · · todos los puntos de la coexistencia humana. Precisamente allí donde su acción pudiera juzgarse más baladí es donde ejercen su influjo más decisivo y primario. Cuando la subversión moral de la masa contra la minoría mejo,r • llegá a la política, ha recorrido.ya todo el cu~rpo social. } . Hay en la historia una perenne sucesión alternada de dos clases de épo7 cas; épocas de formación de aristocracias, y con ellas de la sociedad, y épocas de d.ecadencia de esas aristocracias, y con ellas disoluci<5n de la sociedad; En los purana indios se las llama época Kitra y época Kali, que .en ritmo per, durable se siguen una a otra .. En las épocas Kali, elrégimen de castas dege7 nera; los sudra, es decir, los inferiores, se encumbran porque Brahma;h~ caído en sopor. EntoncesVishnú toma laformaterrible de Siva·y destruye las formas existentes: el crepúsculo delos dioses alumbra.lívido el horizbn, te. Al cabo, Brahma despierta, ybajo la fisonomía de Vishnú, el dios benignó\ · recrea e]Cosmos de nuevo y hace alborear la nueva época Kitra1• A los hombres de una época Kali, como ha sido la que en nosotros conc cluye, les irrita sobremanera la idea de las castas. Y, sin embargo, se trat~. de un pensainien to. pro fundo y certero. Dos elementos muy distintos y de valor desigual se unen en él. Por unlado,.la idea de la organización social en castas significa el con+ vencimi~nto de que la sociedád tiene.una estru~tura.propia, que consiste•ob~ jetivamente, queramos o no, en tina jerarquía de funciones. Tan absurdo; como sena querer reformar el sistema delas órbitas siderales, o negarse are;• conocer que el hombreo tiene cabeza y pies\ la tierrá, norte y. sur; la pirámide; cúspide y base, es ignorar la existencia de tina contextura e5encial a todásó~ ciedad, consistente en un sistema jerárquicO.defunciones.colectivas.·;; ;;¡rJ El otro elemento. que, infiltrándose en el primero, forma• el concepto:d~ casta, proviene del criterio para distinguir qué individuos deben ejerceresru; 'Véase Max Weber: Rcllgio11Ssoziologie, U, 192L
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diferentes funcion.es. El indo, dominado por una interpretación mágica de la naturaleza, cree que la capacidad para ejercer una función va adscrita, . como míStica gracia, a la sangre. Sólo podrá ser buen guerrero el hijo del gue. rrero, y buen hortelano el hijo del hortelano. Los individuos son, pues, repartidos en los diversos rangos sociales en virtud de un principio genealógico, de hérencia sanguínea. Elimínese este principio mágico del régimen de castas, y quedará una concepción de la sociedad más honda y trascendente que las hoy prestigiosas. Después de todo, la ideología política moderna ha estado dirigida por una inspiración no menos mágica que la asiática, aunque de signo inverso. Se pretende que la sociedad sea según a nosotros se nos antoja que debe ser. ¡Como si ella no tuviese su inmutable estructura o esperase a recibirla de nuestro deseo! Todo'eltitopismo moderno es magia. No pasará mucho tiempo sin que el gesto de Kant, decretando cómo debe ser la sociedad, parezca a todos un torpe ademán mágico .
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ser las cosas. Cuando luego he entrado de lleno en el estudio y meditación
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LA MAGIA DEb«DEBE SER»
La cuestión de las relaciones. entre aristocracia y masa suele plantearse ' desde hace dos siglos bajo una perspectiva ética o jurídica. No se habla•, más que de si la constitución política, desde un punto de vista moral o de; justicia, debe ser o no debe ser aristocrática. En vez de analizar previamefü1 • te lo que es, las condiciones ineludibles de cada realid~d, se procede dese de luego a dictaminar sobre cómo deben ser las cosas. Este ha sido el vicio· característico de los «progresistas», de los «radicales» y; más o menos, de' todo el espiritu llamado «liberal» y «democrática>>. Se trata de una acti"' tud mental sobremanera cómoda. Es muy fácil, en efecto; dibajar una or~.· ganización social esquemática que presente una faz atractiva, Basta para.• ello que supongamos imaginariamente realizados nuestros deseos o que, abandonando el intelecto a su puro movimiento dialéctico, construyamosmore geomet1ico un cuerpo social exento de cuanto nos parece vicio y do-t, tado de perfecciones formales análogas a las que tienen un poligono o un' dodecaedro. Pero esta suplantación de lo real por lo abstractamente desee able es un síntoma de puerilidad'. No basta que algo sea deseable para que• sea realizable, y, lo que es aún más importante, no_basta que una cosa s'e·· nos antoje deseable para que lo sea en verdad. Sometido al influjo de la inclinaciones dominantes en nuestro tiempo, yo he vivido también du · rante algunos años ocupado en resolver esquemáticamente cómo deben
1 Véase sobre psicología infantil mi ensayo Biología y Pcdagogfa, publicado en el_tD}!lD tercero de El Espectador. Allí muestro, como característica de la infancia, una genial ceguera pn cuanto hay de vicioso y desagradable en la realidad, de modo que sólo percibe sus porciones tas y amables. (Tomo ll de estas Obras completas).
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del pasado histórico, me sorprendió superlativamente.hallar que la.rea.!idad social había sido en ocasiones mucho más deseable, más rica en - .valores, más.próxima a una verdadera perfección; que todosmis:sórdidos " ; .. ,_ ·• • • . __ . y parciales esquemas. Porqúe, no hay duda, ese debe ser que desde el siglo XVIII, inventor del «progresismo», pretende operar mágicamente sobre la historia, es, por lo pronto, un debe se1:parcial. Cuando hoy se plantea la cuestión de cómo debe . ser la sociedad, casi todo el mundo entiende que se pregunta por-la· perfección ética o jurídica del cuerpo sociaL Queda asila expresión.normativa debe ' ser reducida a su significaciórimoral, y ello hasta elpm:no:de que casi.se ha olvidado que la sociedad y el hombre contienen otros muchos problemas , extraños por completo a la moralidad y a la justicia, · De esta suerte, cuando se elabora el ideal social, cuando se elucubra ·· aquel tipo más perfecto de sociedad que debe sustituir a.los actuales, se incluyen en él tan sólo mejoramientos éticos yjurídicos, dejando fuera todas las demás cuestiones que son moralmente indiferentes. Pero es el caso que estas cuestiones indiferentes para la moral de una sociedad son de una im- portancia superlativa para su existencia. ¿Es que no hay también para lá solnción de ellas una norma, un debe ser, bien que exento de significación ética o jurídica? ¿No tiene el labrador un ideal del campo, el ganadero un ideal del caballo, el médico un ideal del cuerpo? De estos ideales, ajenos a moral y derecho, los cuales no son más que la imagen de aquellos seres en su estado de mayor perfección, emanan normas expresivas de cómo debe ser este -campo, este caballo, este cuerpo humano. El debe ser del moralista, del jurista, es, pues, un debe ser parcial, frag.,. mentario, insuficiente. Pero, al mismo tiempo, ¿no es sospechosa una ética que al dictar sus normas se olvida de cómo es en su íntegra condición el ..-objeto cuya perfección pretende definir e imperar? . Sólo debe ser lo que puede ser, y sólo puede ser lo que se mueve dentro 'de las condiciones de lo que es. Fuera deseable que el cuerpo humano tu:Viese alas como el pájaro; pero como no puede tenerlas, porque su estructura zoológica se lo impide, sería falso decir que debe tener alas. El ideal de una cosa, o, dicho de otro modo, lo que una cosa debe ser, no puede consistir en la suplantación de su contextura real, sino, por el contrario, en el perfeccionamiento de ésta. Toda recta sentencia sobre cómo deben ser las cosas presupone la devota observación de su realidad. '"c Por lo tanto,desdeel pur:~o de.vista «éticb» o «jurídico» nbse puede scínsrruir _el ideal de ~na soci~dad, Ésta fue la aberración de los siglos. XV1II .y XIX. Con la moral y el derecho solos no se llega ni siquiera a asegurar
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que nuestra utopía soci~l sea plenamentejusta': no ha~lemos de otras cali• dades'más perentorias aún quela justicia para una sociedad. · .. ,. ¿Cómo? ¿Cabe exigir de una sociedad que sea alguna otra cosa antes ; que justa 7, Evidentemente; ·antes que ser justa una sociedad tien~ ~ue ser · sana, es decir, tiene que ser una sociedad. Por tanto, antes que la eticayel derecho, con sus esquemas delb que debe ser; tiene que hablar el buen sentido ·con, su intuición de lo que es. '•. · ·. ' ' • · ' ·'' . · · .·. · 'Resulta completamente ocioso di.scutirsiuna socieda.d debe,sero nq ' debe ser constituida conlaintervención de una aristocracia. La cuestión está···.· resuelta desde· el primer día de la historia humana: una sociedad sin aristó• :· cracia,sinminoríaegregia,nbe5unasocieda& _: · ' ... -. ·· " " · • '", Volvamos la espalda· a.tas éticas mági.i:as y' quedémonos con la única-: aceptable, que hace veintiséis siglos resumió Píndaro en.su ilustre impera+?, tivo «llega a ser lo que eres». Seamos en perfección .lo que imperf:ct~mente :,, somos por naturaleza. Sisabemos mirarla, toda realidad nos ensenara su de• fecto y su norma, 5u pecado y su deber. · · · ·
5. EJEMPLARIDAD Y DOCILIDAD.
'. Un:a t~s~a sociología, nadda por generación espo~tánea y que desde hace inu cho tiempo domina las opinionés circulantes, tergiversa estos conceptos de masa y minoría selecta, entendiendo por aquélla el conjunto de las 'clases económicamente inferiores, la plebe, y por ésta las clases más; elevadas so. cialmente. Mientras no corrijamos este quid pro qua no·adelantaremosun paso en lainteligencia'delo social.· En toda clase, en todo grupo i:¡ue:no.padezca graves anomalías, existe siempre una masa vulgar y una minoría sobresaliente. Claro es que dentro de una sociedad saludable las clases superiores,· si lo son verdaderamente, 'contarán conuna•minoría más nutrida y más selecta que fas clases inferiores. Pero esto no quiére decir que falte en aquéllas !amasa. Precisamente , lo que acarrea la decadencia social es que las clases próceres han degenera'·· do y se han convertido casi íntegramente en masa vulgar. Nada se halla, pues, más lejos de mi intención, cuando hablo de aristocracia, que referirme a lo que por descuido suele aún llamarse así. Procuremos, pues, trasponiendo· los tópicos al uso, adquirir una intuición clara sobre la acción reciproca entre masa y mi1101iaselecta, que es; ami juicio, el hecho básico de toda sociedad y el agente dé 5u evolución hacia.el bien
como hacia el mal. ,.;,,],-
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f>orqu~._al ol~~ª~<;JS_de -ª~~l~~r ~º~--~u~o-~~-~to1~ realid_ad,_p~~pe~d_e~os ~ge~am~;¿-:·
te a declarar i~deb_id.if¡ muchas co_sas que pos_e~ ui:i pr~_~ndo_ s~n-~~'~ I_npra_l. ~~~~a .4.~~~'~' ~+ fifvciltlméii.'te ·que sOn injúStaS lás' d~i!renci:is jeráiqui~; sin las cuáleS no ha! s~aedad que,~~e-: da nm;~r ni persistir. · ' · · ·
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Cuando varios hombres se hallan jllntos; acaece que uno ,de ellos hace ngesto más gracioso, más· expresivo, más exacto que los habituales, o bien ronuncia una palabra más bella; más reverberante de sentido, o bien emite npensamiento más agudo, más luminoso; o.bien manifiesta un modo de eacción sentimental ante un caso de la vida que parece.más acertado, m.ás allardo, má,s elegante o ll1ás justq, ,?i los, pr¡;sentes .tienen, un te111peramento normal sentirán que, automáticamente, brota en su ánimo el deseo de ha-
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cer a·quel gesto, de pronun~iar ~quella palabra, de vibrar en pareja emoción. No se trata, sin embargo, de un movimiento de imitación. Cuando imitamos a otra persona nos damos cuenta de que no somos como ella, sino que estamos fingiendo serlo. El fenómeno a que yo me refiero ·es muy distinto de este mimetismo. Al hallar otro hombre que es mejor, o que hace algo mejor. que nosotros, si gozamos de una sensibilidad normal, desearemos llegar a ser de verdad, y no ficticiamente, como él es, y hacer las cosas como él las hace. En la imitación actuamos, por decirlo así, fuera de nuestra auténtica personalidad nos creamos una máscara exterior. Por el contrario, en la asimilación al hombre ejemplar que ante nosotros pasa, toda nuestra persona se polariza y orienta hacia su modo de ser, nos disponemos a reformar veridicamente nuestra esencia; según la pauta admirada. En suma, percibimos como talla ejemplmidad de aquelhombrefsentimos ·aoctlidadaúte su ejemplo, He aquí el mecanismo elemental creador. de toda sociedad: la ejem~ plaridad de unos pocos se articula en la docilidad de otros muchos. Ehé~ sultado es que el ejemplo cunde y que los inferiores se perfeccionan en el sentido de los mejores. · • . . ·••• . ·.· Esta· capacidad de entusiasmarse con lo óptimo, de dejarse arrebatar por una perfección transeúnte, de ser dócil a un arquetipo o forma ejemc piar, es Ja función psíquica que el hombre añade al animal y que dota di; progresividad a nuestra especie frente.a la estabilidad relativa delos demás seres vivos. N 0 es éste lugar oportuno para rebatirlas interpretaciones materialiSc tas y; en general, utilitarias de la historia; arcaicos armatostes,. cien veces des, calificados, que aportan soluciones metafísicas a problemas de hecho como son los históricos. Y el hecho es que los miembros de toda sociedad huma~ na, aun la más primitiva, se han dado siempre cuenta de que todo acto pué, de ejecutarse de dos maneras, una mejor y otra peor; de que existen normas 0 modos ejemplares de vivir y ser; Precisamente la docilidad a esas normas .. crea la continuidad de convivencia qué es la sociedad. La indocilidad, esto es, la insumisión a.ciertos tipos normativos de las acciones; trae consigo. la dispersión de los individuos, la disociación. Ahora bien, esas normas fueron originariamente acciones ejemplares de algún individuo. " e " ·,: n . No fue, pues, la fuerza; nila utilidad' lo que juntó a los hombres.en agrupaciones. permanentes, s.ino el poder atractivo de que automáticamente goza sobre los individuos de nuestra especie el que en cada'caso es más perfec; to. Educados en un.tiempo de relativa disociación nos cuesta, como es: na~
.:fuerza yUüÚci~dS~:~ coni6 corrie'n.ti!~ i~duéicills que·SepfddüC~ri de1í.'tirO dél'.éiiCJi,~~ social una vez que se· ha formado~·
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tura!, algún esfuerzo representarnos el estado de espíritu que lleva a la formación de una sociedad, porque es justamente opuesto al nuestro. Las más pFimitivas leyendas y mitos sobre creación de pueblos, tribus, hordas, aluden patéticamente a personas sublimes, dotadas de prodigiosas facultades, padres del grupo social. Con un torpe evemerisnio muy siglo XIX, se ha explicado esto siempre diciendo que los hombres reales, un tiempo influyentes en el grupo, fueron luego idealizados, ejemplarizados por la posteridad. Pero sería inverosímil esta idealización a poste1i01i si aquellos personajes no hubiesen en vida suscitado ese ideal entusiasmo, si no hubiesen sido de hecho ideales o arquetipos. No se hizo de ellos modelo pare que en. vida fueron influyentes,. sino, al revés, ·fueron .influyentes, · socializadores, porque fueron,. desde luego;modelos. . · En la misma angostura de las paredes donde se desárrolla la sociedad familiar, padre y madre son modelos natos.de los hijos, y además, ideales el uno del otro. Cuando este influjo se aniquila, la familia se desarticula. No se debe olvidar nunca, si se quiere llegara una idea clara sobre las fuerzas radicales productoras de socialización, el hecho, cada vez más comprobado, de.que las asociaciones primarias nci fueron de carácterpolíticoyeconómico. El Ppder, con sus medios violentos, y la utilidad, con su mecanismo de intereses, no han podido engendrar sociedades sino dentro de una asociación •. previa. Estas.primigenias sociedades.tuvieron un carácter festival, deportivo o religioso. La ejemplaridad estética, mágica o simplemf'.nte vital de unos pocos atrajo a los dóciles. Todo otro influjo o crncia de un hombre sobre los deniás que no sea esa automática emoción suscitada por el arquetipo o ejemplar en los ene tusiastas que le rodean, son efímeros y secundarios. No hay, ni ha habido jamás, otra mistocrncia que la fundada en ese poder de atracción psíquica, especie de ley de gravitación espiritual que arrastra a los dóciles en.pos de un modelo. Se dice que la sociedad se divide en gente que manda y gente que abe. dece; pero esta obediencia no podrá ser normal y permanente sino en la medida en que el obediente ha otorgado con íntimo homenaje al que manda el derecho .a mandar. . • . Un hombre eminente, en vista de su ejemplaridad, fue dotado por la muchedumbre dócil de cierta autoridad pública. Muere aquel hombre y su autoridad queda como un hueco social, especie de forma anónima que otros . individuos vendrán a ocupar unas veces con mérito bastante, otras sin éL.A la postre, el prestigio•de la autoridad durará !oque dure el recuerdo de.las personas que la ejercieron. La obediencia supone, pues, docilidad. No confundamos, por tanto, la una con la otra. Se obedece. a un mandato, se es dócil a un ejemplo, ye! dec recho a.mandar no.es sino un anejo de la ejemplaridad. , , . ·.:
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Todas las demás formas de sociedad, tan complejas a veces.y de tan intrincada anatomía,.suponen esa gravitación originaria delas almas vulga~ res, pero sanas,.hacialasJisoriomías egregias, De esta manera vendremos a definir la sociedad, en última instancia¡ como la unidad dinámica espiritual que forman un ejemplar y sus dóciles, Esto indica quda sodedac;i es ya de suy() y nativmnente un aparato dé pe1fecc cionamieíito. Sentirse dócil a otro lleva a convivir con él y; simultáneamente¡ a vivir como él; por tanto, amejorar en el sentido del modelo;.El impulso di; entrenamiento hacia Ciertos modelos que quede vivo en una sociedad sera lo que ésta tenga verdaderamente de tal. ' ' Una' taza humana que no haya degenerado produce normalmente, eµ proporcióncon la cifra total de sus i:nierribros; cíerto número de indivi" duos·eminentes; donde las capacidades intelectuales, morales y; en general, vitales, se presentan con máxima potencialidad. En las razas más finas,' este coeficiente de eminencias es II1aycir que en las razas bastas, o;dicho al revéS; una raza es superior a otra cuando consigue poseer mayor número de indiJ viduos egregios: · ·· ·,·La excelencia de estas personalidades óptimas es de tipo muy diverso; Dentro de cada clase o grupo se destacan ciertos individuos en quienes las calidades propias a la clase o grupo aparecen extremadas, Una nación no po~ dría nutrir sus necesidades históricas si estuviese atenida a un solo tipo de excelencia' Hace falta,juntó a los eminentes sabios.y artistas; el militar ejein:" plar,elindustrial perfecto, el obrero•modeloy aun el genial hombre de mtin" do. Ytanto o más que todo esto necesita una nación de mujeres sublimes; La carencia perdurable de algunos de esos tipos cardinales de perfección con~· cluirá por hacerse sentir en el desarrollo multisecular de la vida nacional. La raza cojeará de algún lado, y esta claudicación acarreará a la postre su total decadencia.' Porque hay un cierto mínimo de funciones vitales superiores que todo pueblo necesita ejercer cumplidamente so pena de muerte; A este fin, es netes¡¡rio que en el pueblo existan siempre individuos do,ta
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rigor cada vez; el repertorio de curiosidades, ideas, puntos de vista, menguará progresivamente hasta caer bajo el nivel impuesto por las necesidades .de la época. Tendremos el caso de una raza entontecida, intelectualmente . degenerada. , Este mecanismo de ejemplmidad-docilidad, tomado como principio de la coexiStencia social, tiene la ventaja, no sólo de sugerir cuál es la fuerza espiritual que crea y mantiene las sociedades, sino que, a la vez, aclara el fenómeno de las decadencias e ilustra la patología de las naciones. Cuando un pueblo se arrastra por los siglos gravemente.valetudinario, es siempre, o porque faltan en él hombres ejemplares, o porque las masas son indóciles. La coyuntura extrema consistirá en que ocurran ambas cosas. Véase hasta qué punto la cuestión de las relaciones entre aristocracia y masa es previa a todos losJormaliSnícis éticos y juridicos, puesto que nos aparece como la raíz misma del hecho social. '"' · Si ahora tornamos los ojcís a la.realidad española,'fácilmente descubriremos en ella un atroz paisaje saturado de indocilidad y sob~emanera exento de ejemplaridad. Por una extraña y trágica perversión del instinto encargado de las valoraciones,' el pueblo español, desde hace siglos, detesta
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Sobre la elección en amor.; véase mi libro Estudios sobre el a111or.
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6; LAAUSENGIADE LOS «MEJORES» Lo primero que el historiador debiera hacerpara definir el carácter de una nación o de una época fijarla ecuación peculiar en que las relaciones de Su5 masas con las minorías selectas se desarrollan dentro de ella. La fórmula que descubra será una clave secreta para· sorprender las más recónditas palpt, taciones de aquel cuerpo:histórico. Hay raza.S que se han caracterizado por una abundancia casi monstruosa de personalidades ejemplares, tras de las cuales sólo había una masa exigua; ÜJ.c suficiente e indócil. Éste fue el caso de Grecia, y éste el origen de su inestábilic dad histórica. Llegó un momento en que la nación helénica vino a ser Como una industria donde sólo se elaborasen:rnodelos, en vez de contentarse con fijar unos cuantos standards y fabricar conforme a ellos abundante rnercancia humana; Ge:: nial corno cultura, fue Grecia inconsistente corno cuerpo social y corno Estado; Un caso inverso es el que ofrecen Rusia y España, los dos extremos de la gran diagonal europea. Muy diferentes en otra porción de calidades, coin° cidenllusiay España en ser las dos razas «pueblo»; esto es, en"padeceruna evidente y perdurable escasez de individuos e1;11inentes. La nación eslava es una enorme masa popular sobre la cual tiembla una cabeza minúscula; Ha habido siempre, es cierto, una exquisita minoría que actuaba sobre la vida · rusa, pero de dimensiones tan exiguas en comparación con la vastedad de la raza, que no ha podido nunca saturar de su influjo organizador el gigan~ tesco plasma popular. De aquí el aspecto protoplasmático, amorfo, persistenternente primitivo que la existencia rusa ofrece. En cuanto a España... Es extraño que de nuestra larga historia no se haya espumado cien veces el rasgo más característico, que es, a la vez, el más evidente. y a la mano: la desproporción casi incesante entre el valor de nuestro vulgo yel de nuestras minorías selectas. La personalidad autónoma, que adopta antela ¡
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vida una actitud individual y consciente, ha sido rarísima en nuestro país. Aquí lo ha hecho todo el «pueblo»,ylo que eL«pueblo» no ha podido hacer se ha . quedado sin hacer. Ahora bien: el «pueblo» sólo puede ejercer funciones ele. mentales de;vida; no puede hacer ciencia, ni arte superior, ni crear unadvili~ zación pertrechada de complejas técnicas, ni organizar un Estado de prolongada consiStencia; ni destilár de las ernociones·mágicas una elevada religión: • _ ~· en efecto, el arte españoles maravilloso en sus formas populares y anomrnas -.·cantos; danias, cerámica-y es muy pobre en sus formas eruditas y personales, Alguna vez ha.surgido un hombre genial, cuya obra aisladayabrupta no ha conseguido elevar el nivel medio de la producción. Entre él, solitario individuo, y la masa llana no había intermediarios y; por lp mismo, no ,había cornuhicación. Yeso que aun'estos raros genios españoles han sido siempre medio «pueblo», sin que su obra haya conseguido nunca libertarse por completo de una ganga plebeya o vulgar. , . -· " •' Unó ddos síntomas que' diferencian.la obra ejecutada por la m;¡¡sa de la que produce el esfuerzo personal es la «anonirnidadw. Lo popular suele ser lo anónimo. Pues bien, compárese el conjunto de la historia delnglaterra o de Francia con nuestra historia nacional, y saltará a la:vistá el carácter anónimo de nuestro pasado cóntrastando con lafértil puhilación de persOna~ lidades sobre el escenario de aquellas naciones. · ·. . ,, . . " . : '· · Mientras la historia de Francia o de Inglaterra es una historia hecha principalmente por minoiias; todo lo ha:hecho aquí la niasa, directamente 0 por medio de•su:condensación virtual en el Poder público, político o.eclesiás~ t~co; Cu.ando entrarnos en nuestras villas milenarias vemos iglesias y edifü c10s públicos. La creación individual falta casi por completo. ¿No se advierte la pobreza de nuestra arquitectura civil privada? Los '«palacios» de las viejas ciudades son, en rigor, rnodestísirnas habitaciones en cuya fachada gesticula pretenciosamente la vanidad de unos blasones. Si se quitan a Toledo, a la irnperialToledo, el Alcázar y la Catedral; queda una misera aldea. De suerte que, 'así corno han ·escaseado los hombres de sensibilidad artística poderosa; capaces de crearse un estilo personal, han faltado tarn~ bién lós fuertes temperamentos que logran concentrar en su propia persona una gran energía social y merced a ello pueden realizar grandes obras de or. den material o moral. Mírese por donde plazca el hecho español de hoy; de ayer o de anteayer, siempre sorprenderá, la, anó~ala aus.encia de una minoría suficiente. Es te fenómeno explica toda nuestra historia, inclusive aquell~s momentos (]~fugazplenitud. . ·.·.·•·· -,: · .· · , , • ... ' .· ·.. ,·'•. .. · ·· Pero hablar de la historia de España ~ hablar de lOdesconoddo. Puec de afirmarse que casi todas las ideas sobre el pasado nacional que hoy viven
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alojadas en las cabezas españolas son ineptas y, a meriudo, grotescas. Ese re~ pertorio de concepciones, no sólo falsas sinointel':ctualrriente m~nstru_osas¡ es· precisamente una de las grandes rémoras que impiden elmeJoranne~to de nuestra vida. , • · ·. · ' " úl . y 0 no quisiera aventurarme a exponer ahora c~n excesiva ~breviatura lo qtie a mi juicio constituye elperfil esencial dela histona espanola. Son de tal modo heterodoxos mis pensamientos, dan detal modo enrostro al canon usual, que parecería lo que dijese una historia de Españavu~lta del revés'r,:: :..• Pero hay un pmito queme es forzoso tocar. Hemos mdo cor;s.tan.te~ mente decir que uha de las virtudes preclaras de nuesn:o ?.asad? c~nsiste en que no hubo en España feudalismo. Por esta vez, la ~pimon _reiterada es, en parte, .exacta: en España no.ha habido·apenas feudalisi:;10; solo que esto,.le" jos de ser'una virtud, fue nuestra primera gran desgraciayla causa de todas las demás. . · .. ' • ·. .• . ·' · ' · '; ' ' · España es un organismo social; es, po±' decirlo así, un ª:1-inial bistóri:: co que pertenece a una.especie detenninada, a un tipo de sociedades o •«n~é; dones» germinadas ene! centro y occidente de Europa cuando el Impe'.Jo romano sucumbe; Esto quiere decir que España posee una estructura es:pecífica idéntica a la.de Francia, Inglaterra• e Italia. Las cuatro nacion.es·.s~ forman por la conjunción de tres elementos,.dos de los cual~ son comur;es a todas y sólo uno varía. Estos tres elementos ~on: .lára::~ relauva:i1~nt~ auto e;, tona, el sedimento civilizaforio romano y la immgrac10n·germamca . EHac:. tor romano idéntico en todas partes; representa un elemento neutro·en. lá evolució~ de las naciones europeas. A primera vista parecdógico bus+; car e] principio decisivo que las diferencia en la base autó~tona; ~e T\lodo que Francia se diferenció de España lo que la raza gala se diferen.ciase de ~a ibérica. Pero esto es un error. No pretendo, claro está, negar.la mflueI!:cia_" diferenciadora de galos e iberos en el desarrollo de Francia Y España; lo qusniego es·que sea ella la decisiva.Y noJo es por una razón sencilla. H.a h.i:~ bido naciones que se formaron por fusión de varios elementos en un nns;;; mo plano. A este tipo perte.necen casi todas las nacion.es asiáticas. E1.p~~e~ blo Ay elpueblo B se funden sin que en el meca:iismo de esa fus10¡¡._ corresponda a uno de ellos un rango dinámico supenor. Pero nuestra~'nª",
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ttes-e1e:m~_ritos' mezCl~n hasta-'rOf~~i_lÜ~:
- - ·; :·1 Las peripei:i.15 31 trávéS a·e·1as cualeS estos se entidades nacioniiles son sumamente diversas en los cuatro paises. Hasta que ~u~to _esas pert¿tlir cias _modifican la estructura específica _común a todos, no es cos.a qu~ quepa_ nt s1qu1e_~-ª-~P-~: '--i ;;..~: en estaS-¡)áginas. Pero, dado el di!scon¡;icimient~ de_la P.r'?I;>Í_a _h1~tona ~ue_p~~ecemí?.5-.t?~_:5P~g ñóléS, es Oporh.i.Ti"O advertir qúe hilos á!abes consHtuy:~ un ~ngredient~ esenc1al:en la ge_n:~i-' nuestra nacionalidad, ni su dominació,11-'explica la debilidad del feudalismo pemnsular. ·' -----~_,,.J_,,
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ciones europeas tienen una anatomía y una fisiología históricas muy diferentes de las de esos cuerpos orientales. Como antes decía, pertenecen .a una especie zoológica distinta y tienen su peculiar biología. Son socie: .da des nacidas de la conquista de un pueblo por otro-no de un pueblo por un ejército; como aconteció en.Roma. Los germanos conquistadores no se funden con los autóctonos vencidos, en un mismo plano, horizontalmente, sino verticalmente. Podrán recibir influjos del vencido, como los recibieron de la disciplina romana; pero en lo esencial son ellos quienes imponen su estilo social· a la masa sometida; son el poder plasmante. y organizador; son la «forma», mientras los autóctonos son la «materia». Son el ingrediente decisivo; son los que «deciden>>. El carácter vertical de las estruéturas nacionales europeas, que'mientras se van formando las mantiene articuladas en dos pisos o estratos, me parece ser el rasgo típico .de sti biología histórica. . .. . . · · Siendo,pues, los germanos el ingrediente decisivo, también lo será para los efectos de la diferenciación, con lo cual llego a un pensamiento queparecerá escandaloso, pero que me interesa dejar aquí someramente formulado, a saber: la diferencia entre Francia y España se deriva, no tanto de la diferencia entre galos e iberos, como dela diferente calidad de.los.pueblos germánicos que invadieron ambos territorios. Va de Francia a España lo que \va del franco a:! visigodo. ·. . . .. · , ·•·. , , ·.· '· . • Por desgracia, del franco al visigodo va una larga distai;icia. Si cupiese acomodados pueblos germánicos inmigrantes enuna.escala de mayor a menor vitalidad histórica, el franco ocuparía el grado más alto, elvisigodo un grado muy inferior. ¿Esta diferente potencialidad de uno y otro era originaria, nativa? No es ello cosa que ahora podamos averiguar ni importa para nuestr~ cuestión. El hecho es que al entrar el franco en las Galias y el visigodo en España representan ya dos niveles distintos de energía humana. El visi·godo era el pueblo más viejo de Germanía; había convivido con el Imperio .tbmano en su hora más corrupta; había recibido su influjo directo y envolven•te. Podo mismo, era el más «civilizado», esto es, el más reformado, deformado y anquilosado. Toda «civilización» recibida~ fácilmente mortal para quien fa recibe. Porque la «civilizacióm>-a·diferencia de la.cultura-.- es un conjunto de técnicas mecanizadas, de excitaciones artificiales, de lujos o hoo1'lia que se va formando por decantación en la vida de un pueblo:, Inoculado. a.otro organismo,popular es siempre tóxico, y en altas dosis es mortaL Un ejemplo: el alcohol fue una hoouia aparecida en las civilizaciones.de raza blanca, que, aunque sufran daños con su uso, se han mostrado capaces de soportarlo, En cambio,. transmitido a Oceanía y al África negra, el alcohol · niquila razas enteras. · . . · .- - ..· , . - ,,'
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·Eran, pues, los visigodos germanos alcoholizados de romanismo, un pueblo decadente que venía dando tumbos por el espacio y por el tiempd cuando llega a España, i¡ltimo rincón de Europa, donde encuentra algún reo poso.'Por el contrario, el franco irrumpe intacto en la gentil tierra de Gálüi; vertiendo sobre ella el torrente indómito de su vitalidad. · Yo quisieni que mis lectores entendiesen por vitalidad simplemen_te.el poder de creación orgánka eri que la vida consiste, cualquiera que séa su misterioso origen. Vitalidad es el poder que la célula sana tiene de engendrar : otra célula; y es igualmente vitalidad la fuerza arcana que crea un granirir¡ .. c perlo histórico. En cada especiey variedad de seres vivos la vitalidad o pb~ ··· de'r de creación orgánica toma úna dirección o estilo peculíar; · Como el semita y el romano tuvieron su estilo propio de vitalidad,• ta= biénlo tiene el germano. Creó arte, ciencia, sociedad de una cierta mané~••. ra, y sólo de ella; según un determinado módulo, y sólo según él. Cuando éri · la historia de tuipueblo se advierte la ausencia o.escasez de ciertos fenómenos típicos, puede a~egurarse que es un pueblo enfermo, decadente, desvi4 talizado. Un pueblo no puede elegir entre varios estilos de vida: o vive con'. forme alsuyo, o no vive. De un avestruz que no puede correr es inútil esperar. que, en carnbio',:vuele como las águilas, Pués.bien: en la creación de formas sociales el rasgo.más caracteristi} ca de los germanos fue el feudalismo. La palabra es impropia y da bcaSión·' a confusiones, pero el uso la ha imptiesto;•En rigor, sólo debiera llamarse feú" dalismo al cori.jurito de fórmulas jurídicas que desde. el siglo XI se émpleati ·• para definir fas relaciones entre' los «señores» o «nobles». PeroloiriJ.portan"' te•no es el esquematismo de esas fórmulas, sino el espíritu que preexistíai\ ellas y que luego de arrumbadas continuó operando. A ese espíritu llamó . feudalismo. El espíritu romano, para organizar un pueblo, lo primerp que h¡¡ce·es fund_ar un Estado. No concibe la existencia y la actuación de los itidivi•¡ duoi; sino como miembros sumisos de ese Estado, dela civitas. ·El espírl tu germano tiene1ln estilo contrapuesto. El pueblo consiste para él efftiríó cuantos hombres enérgicos que con el vigor de su puño y la arnplituc\ d' su ánimo saben irnpmierse a los demás y; haciéndose seguir de ellos; ccirtl. quistarterritorios; hacerse «senores» de tierras. El romano no es «'señOr>t de su glebai es, en cierto í:nodá; su siervoi El romano es agricultor. Opue5< tamente, el germano tardó mucho en aprender y aceptar el oficio agríccl~ la. Mientras tuvo' ante sí en Germania vastas•campiñas y'anchós bosqués donde cazar, desdeñó el arado. Cuando, la población creció y c~datriqP,: b riación se sintió apretada parlas corumatites, tuvo q1le resigria;se un rri°'~ mento y poner la mano hecha a la espada en la curva mantera: Poco·dút
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su.sujeción a la pacífica faena. Tanpronto como el valladar de las legiones . imperiales se.debilitó, los germanos resolvieron ganarlos feraces campos . de!Sur y el Oeste y encargar a los pueblos vencidos de cultivárselos. Este dominio sob,re la tierra; fundado_ precisamente em:¡ue no se la labra, es el ~(señorío» 1 •·
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. ·Si a mí «señórn germano se le hubiese preguntado con qué derecho poseía la tierra, su respuesta íntima habría sido estupefaciente para un romano o para un demócrata moderno.' «Mi derecho a esta tierra-habría dichocorisiste en queyo la gané en batalla y en que estoy dispuesto a dar todas las .. . . . . . que sean necesarias para no perderla»,. •· Elromanoy el demócrata, encerrados en'un sentido de la vida y; por tanto, del derecho distinto del germánico, no entenderían estas palabras y supondrían que aquel hombre era uri bruto negador del derecho; Y; sin erri.. bargo, el «señorn bárbaro las pronunciaba con la misma fe y devoción jurí··dicas con que el latino podía· citar un senatoconsulto o el demócrata un ar• tículo del Código civil.Para éllo absurdo es que se estime el «trabajo» agrícola · como un título bastante de propiedad. Se trata, en smna, de dos formás di·. vergentes de sensibilidad jurídica. No se puede equiparar la calidad de la «j.usticia» en que el «señor» fundaba su posesión con la rriuy problemática que hoy permite al ocioso capitalista-gozar de sus rentas. Frente.al «trabajo» agrícola está el «esfuerzo» guerrero, que son dos estilos de sudor altamente respetables: El.callo del labriégby la herida del combatiente representan dos principios de derecho, llenos ambos de sentido. . . · Y aun cabe reducir su aparente contraposición. Porque eso que el ju;¡}sta mode~o llama propiedad de una tierra-el derecho a sus frutos- es ·una relación económica que, en definitiva, no preocupa mucho al corazón .g~lgel"!11ano. Para él la dimensión económica de la tierra es la menos importante, y de hecho 11a abanqona.casi por irntero al labrador, Mas la labranza dela tierra supone hombres que la ejecutan y; por tanto, relaciones sociales ~ptre ellos,costumbre~; amores, odios; rencillas, tal vez. crímenes. ¿Quién ~erá ~lju~ de esto.s crílT1el1es ,cometidos en este trozc;i d~ tierra? ¿Quién el r:ctor de aquellas costumbres,. el organizadorde aquella masa humana en ~~~fPº social? Esto es_lo que i11tér~a ~l germano: no el derecho de pro¡:ii~dad ~fonómica dela tie_rra, sino el derecho de autoridad. Por eso el germano no es;;en rigor,- propietario del territorio, sino, más bien, «señorn de él. Su es-::,.'''" ·' _,,
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-~/- ·:- 1 i;>urante 1~ segu'nda n:itad del sigl-o:X1x muchos historiador~. ·F~~tcÍ' de ~o~iariges, por J_emplo,·se obstinan en denvar el .~
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píritu es radkalmen:te inverso del quer~ide en el capitalista. Lo que quiere no es cobrar, sino inandar,juzgary tener leales'. ··Ahora bien., ¿quiéf!.debe mandar?.La respuesta germánica es sencillísio · ma: .elque·puede mandar, Con esto no se pretende suplantar el derecho pcir la fuerza, sino que se descubre en el he~ho de ser capaz de imponerse a los • demás el signo indiscutible de que se vale más que los demás y; por tanto, de que se merece mandar. L:9s derechos, por lo menos los superiores, son'con" .· siderados cómo anejos a las calidades de la persona; 1.a idea romana y mo~; dema según la cual el hombre al nacer tiene, en principib, la plenitud delos.· derechos, se contrapone al espíritu germánico, que no fue, como suele de". cirse, individualista, sino personalista. En su sentir, los derechos¡ por sífesen" cia·misma, tienen que ser ganados, y después de ganados, defendidos. Cuan7 •. do alguien se los disputa; repugna al feudal acudir ante un tribunalqueio ·• defienda; El privilegio que conmayor tenacidad sostuvo fue precisamente . eLde•no ser sometido a tribunal en sus contiendas con los demás; sino•péi'i der dirimidas entre sí, lanza al puño y de'hombre a hombre'. Perdido este. privilegio y a fin de eludirla jurisprudencia impersonal de los tribunales, in~··. ventó uná•institución o procedimienfo que nuestras viejas cróhicas llaman «la•puridad» o «hablar enpuridad». ·. · •L Este término, que usan. todavía en sus ingenuos escritos nuestros' cas~ ticistas, no signifii:a;» consistía en el derecho del feudal a re5olver un pleito; antes de.
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No cabe Írnaginárnada rn-ás opuesto a la manera moderna d~'seiltil- lo :eébnóffiií::o c'[Ué ei --
temperamento medieval. Por eso, sus ideas económicas son la estricta inversión de las hoy·vi.:. gentes. Mientras para la eco_nqmfa capitalista el problema de la riq1:1eza co~siste prin~ipal~en~~ ,_ en_ c_ómo se gana, lo que p~eocup_a a la ~conomfa ITiedieval es c~~o se g_asta. Así, la cuestión_ d~!--< jus_to reparto económico·no 'sólo se reSuelve· eri sentido conlr3rio al que ha querido iinponef·lft
Edad Moderna, sino que se plantea, desde luego; al revés.:No se pregunta cuánto tiene detecho'a_ gal)a~ cada. cual, sir~o _cuánto tiene ol,Jlig~ció_n d_e~gasta_r. -~egu~ ~~-nt~ lorpás, a c~da in~y_!dtJP:-fP;; p-~po~~e .t~nt~ -~~ ri,qu~_za ~ex.ten,on~s. dfviqas:-:_ cu~nt_o .~-e?. ~~~-esa~o. ~.ar_a la:~~~ prq~!ª ~ ~ condición·-prout sunt ~~cCssariae ad v~tanf eiús secundun1 s11an1 cóndttionem_ (Summa _Tlteot; 2 2re, q; 118¡ ari.1), El.trabajo no es; pues, el metro de la justa ganancia, sino 1a condición;'.El:np· ble, e_l_magistrado_,.el dign~tario;ecl~iástico_. tienen o~lig_ación de dar _a su con:ducl<:L ,el orp?t~,., atllen'do que corr_eSpóflden a su función y_jerarc¡_Ufa. J!l dinero debe i~ 1 _pue~;, aJ ~ngO;_a ~a_a~t~!li: dad,- que es;·a .su:vez, Síritoma de uil'esfuerzá supério:é; no se gan'a propinménte, sinci tj_Ué5e1:ne~ rece; Si la éti_ca económica de nuGtra_edad,_divinizadora del trabajo, culmina en el ~cderecha,.PJ producto íntegron .de éste, la de los siglos medios podría haber formulado su tendencia en ~t,el ~e·: recho al decoro íntegro de la autoridad11. Algo sobre este tema puede verse en Wemer Sombart, Dermodeme Kapitalfsmus, 3 11 ed., 1919, vol.!, parte l. _____ \_L~.~<~ 2 Quien analice lealmente y sin ~1beaterfan democrática el. derecho moderno, no pued~.lll.7~ no~ de.descubrir-en-él un elemento de-pusilanimiOad,.por fortuna mezclado con ottos'-in~s.~ petableS. Mie'nttas1as reVoluCiones·modernas se han hechO'para demandar el dere~hfra,-J.ir~~ guridad, en la Edad Media se hicieron para conquistár o afirmar el derecho al peligro • . ' ·:.-::{L'>-
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ser judicialmente perseguido, en conversación privada y secreta con el su,periorjerárqµico; por ejemplo, con el rey: Y una de las más graves injurias . que e!Teypódíahacer a un señor era negarle esta instancia, ci, como se dice . eh nuestras ~rónicas, «negarle la puridad». Se consideraba tal negativa como fundamento bastante para romper el vasallaje; Pues bien: la puridad es también arreglo de hombre a hombre, evitadón de someterse al procedimienc to impersonal de los tribunales. Los «señores» van a ser el poder orgaIJ.izador de las nueva5 naciones. No se parte, coino en Roma, de un Estado muhicipal, de una idea colectiva e impersonal, sino de unas personas de carne y hueso. El Estado germáhico consiste en una serie de relaciones personales y privadas entre los señores; Para Jacónciencia contemporánea es evidente que el derecho es anterior a la persona; y; como el derecho supone sanción, el Estado será también anterior a la persona. Hoy un individuo que no pertenezca a hingún Estado no tiene de.rechos; Para el germano, lo justo es lo inverso. El derecho sólo existe.como :atributo de la persona; dicho de otra manera, no se es persona porque se poseen ciertos derechos que un Estado define, regula y garantiza, sinó, al revés, se. tienen derechos porque se es previamente persona viva, y se tienen más o menos éstos o aquéllos.según los grados y potencias de esta prejurí~ dica personalidad. El Cid, cuando es arrojado de Castilla, no es ciudadano de :ningún Estado y; sin embáigo, posee todos sus derechos: Lo úhico que perdió .fue su relación privada con el rey y las prebendas que de ella se derivaban •. ; ; n'• ·· .Esta acción personal.de los señores germanos ha sido el cincel que es•.. culpió las nacionalidades occidentales; Cada cual organizaba su señorío, lo saturaba de su influjoindividual. Luchas, amistades, enlaces.con los señores colindantes, fueron produciendo uhidades territoriales cada vez más extensas, hasta formarse los grandes ducados. El rey; que originariamente n.o era 'sino el primero entre los iguales, p1imu.s in ter pares, aspira de conti,núo a debilitar· esta minoría poderosa. Para ello se apoya en el «pueblo» y en :las idéasrcimanas. En ciertas épocas parecen los «señores» vencidos, y.el uni,tarismo monárquico-plebeyo-sacerdotal triunfa. Pero el vigor de los seño·res.francos se recupera y reaparece a poco la estructura feudal:. · . . -i Quiencrea que la fuerza de una nación consiste sólo en su unidad juzgará peniicioso el feudalismo. Pero la uhidad sólo es definitivamentébuena .cuando unifica grandes fuerzas preexistentes. Hay una unidad muerta, lo·grada merced a la falta de vigor en los elementos que són unificados.' •.. · e;.: .: Por esto es un grandísimo error suponer que fue un bien para España la debilidad de su feudalismo. Cuando oigo lo contrario me produce la misma im,presión que sioyese decir: es bueno que en la España actual haya pocos sabios; •pocos artistas y; en general, pocos hombres de mucho talento, porque elvigor
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intelectual promueve grandes discusiones y lleva a contiendas y trapatiestas; Pues bien: algo parejo a lo que en la sociedad actual represen¡a la minorí¡¡ · de superior intelecto, fue en la hora germinal d~ nuestras naciones la minoría dfl los feudales. En Francia hubo muchos y poderosos; lograron plasmarhistórk camente; saturar de nacionalización hasta el último átomo de.masa popular¡ Para esto fue preciso que viviese largos.siglos dislocadci el cuerpo francés eri moléculas innumerables, las cuales, conforme llegaban a madurez de cohesión interior, se trababan en texturas más complejas y amplias hasta formar las provincias, los condados, los ducados: El poder de los «señores'» defendió ese necesariopluralismo temtorial contra una prematuraunificación en reinos¡_ · Pero los visigodos, que arriban ya extenuados, degenerados, no poseen esa minoría selecta. Un soplo de aire africano los barre de la Península,')¡ cuando luego la marea musulmana cede, seforman desdduego reinos con; monarca y plebe, pero sin suficiente minoría de nobles. Se me dirá que, a pe7 sarde esto, supimos dar eima a nuestros gloriosos ocho siglos de Recon" quista. Y a ello respondo ingenuamente que yo lio entiendo cómo se pue.; de llamar reconquista a una cos:r qtie duró ocho siglos. Si hubiera habido. feudalismo, probablemente habría habidoyerdadera Reconquista, comq; hubo en otras partes Cruzadas, ejemplos maravillosos de lujo vital, de ener" gía superabundante, de sublime deportismo histórico. . · . La anormalidad de la historia española ha sido demasiado peirnaI\ente · para que obedezca a causas accidentalés. Hace cincuenta años se pensaba? que la decadencia· nacional venía sólo de unos lustros atrás, Costa y su ge;-. neración comenzaron a entrever que la decadenci:rtenía dos siglos de fechúi Va para quince años, cuando yo comenzaba a meditar sobre estos asuntos!.: intenté mostrar que la decadencia se extendía a toda la Edad.Moderna de nuestra historia. Razones de método, que no es útil reiterar ahora, me acon,; sejaban limitar el problema a ese periodo, el mejor conocido de la historia· europea, a fin de precisar más fácilmente el diagnóstico de nuestra debfü:1 dad. Luego; i:nayor estudio y reflexión me hari enseñado que la decadeñc1~. española rio fue menor en la Edad Media que en la ModernayContempo: ránea. Ha habido algún momento de suficiente salud; .hasta hubo horas'9 esplendor y de gloria universal; pero siempre salta a los ojos el hecho evi dente de que en nuestro pasado la anormalidad ha sido lo normal. Venimo.,,1 pues, a la conclusión de que la historia de España entera, y salvas fugac jornadas, ha sidola historia de una decadencia. Pero es absurdo detenerse en semejante conclusión. Porque decade cía es un concepto relativo aun estado de salud, y si España no ha teni~ nunca salud-ya veremos que:su hora mejor tampoco fuesaludable-,=,;:n, cabe decir que ha decaído. · ·
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, ¿No es esto un juego de palabras? Yo creo que no. Si se h!lbla de decadencia, como.si se habla de enfermedad, tenderemos a buscar las causas de ella en acontecimientos, en desventuras sobrevenidas a quien las padece. : Buscaremos, el origen del mal fuera del sujeto.paciente. Pero si nos conven,cemos de.que éste no fue nunca sano, renunciáremos a hablar de decadencia y a ihquirit sus causas; en vez de ello, habl:rremos de defectos de constitución; de insuficiencias originarias, nativas, y este nuevo diaguóstico nos llevará a buscar causas de muy otra íridole, a saber: no externas al sujeto, sino íntimas, constitucionales. ' . Éste es el·valor que tiene para mí transferirtoda la cuestión de la Edad .· Moderna a la Edad Media, época en que España· se. constituye. Y si yo go' zas ede alguna autoridadsobre los jovenes capaces de dedicarse a·la investí.• gaéión histórica; me permitirla recomendarles que dejasen de aridar podas ' ramas y estudiasen los siglos medios yla generación de ESpaña. Todas las exjilicaciones que :Se han dado de su decadenda no resisten cinco minutos del · ínás tosco análisis. Yes natural, porque maLpuede darse con la causa de una 'decadencia cuando esta decadencia no ha existido. El secreto de los grandes problemas españoles está en la Edad Media. A'cercándonos a ella corregimos el error de suponer que solo en los últimos siglos ha decaído la vitalidad'de nuestro pueblo; pero que fue enlos cofuienzos de su historia tan enérgico y capaz como cualquiera otra raza contiri'entaL Ensaye quien quiera la lectura paralela de nuestra's crónicas medievales y de las fran~esas. La comparación le hará ver con ejemplar evic dencia que, poco más o menos, la misma distancia hoy notoria entre la Vida e5pañola y la francesa existía ya entonces. Para el cronista francés y los hombres de que nos habla, es el mundo una realidad espléndida dotada de facetas innumerables: a todas ellas hacen ·frente é:on una sensibfüdad no menos múltiple. Hay fe y duda, briosa guerra, génial ambición, curiosidad de intelecto, sensual complacencia: se corteja a ··mujer, se sonríe a la flor, se trucida el enemigo y se goza del bosque y dela · radera. Por el contrario, en la crónica española suele.reducirse la vida a un 'epertorio escasísimo de incitaciones y reacciones: Pero dejemos esto, En el índice de pensamientos que és este ensayo, yo me proponía tan sólo subray:rr uno delos defectos más graves y permanentes ele nuestra raza: la ausencia de una minoría selecta, suficiente en número y ca_.dad. Ahora bien, la caquexia delfeudalismo español significa. que esa ausenCia fue inicial, que los «mejores» faltaron ya en la hora augural de nuestra géc · ésis, que nuestra nacionalidad, en suma, tuvo una embriogenia defectuosa. '.,,, La rnejor comprobación que puede recibir una idea es quesirva:para · xplicar, además de la regla,.la excepción. La escasez y debilidad delos
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«señores» explica la carencia de vigor que aqueja a nuestra Edad Media. Pues bien, ella misma, sin añadidura, eXplicatambién nuestra sobra de vigor dé. 1480a1600, el gran siglo de ESpafia. · Siempre ha sorprendido que del estado miserable en que nuestro pué{ blo se hallaba hacia•l 450 se pase, en cii;icuenta años o pocos más, a unapreci· potencia desconocida en el mundo nuevo y sólo comparable a fa de Roma en elantiguo. •¿Brotó de súbito eti ESpaña una poderosa floración de cull:1fr ra? '¿Se improvisó en tan breve períodouna nueva civilización c6ntécnf4. cas poderosas e insospechadas? Nada de esto. Entre l 450yl500 sólo un he cho nuevo de importancia acontece: la unificación peninsular.• TuvciEspaña el honor de serla primera nacionalidad que logra serun\tf que.concentra en el puno dei,m rey tod\ls sus energías y capacidades'. Este{ baSta para hacer comprensible su'irrmediato etigrandecimientoc·I:.autiida~ es un aparato formidable, que por sí 'mismo, y aun siendo muy débil quien< lo maneja, hace posible las grandes empresas; Mientras el pluralismo feudal mantenía desparramado el podér de Francia, de Inglaterra, de Alemania;•y un atomismo municipal disociaba altalia, España se convierte en urrctietjJo compacto y. elástico. Mas con la mismasubitatieidad que la ascensión de•nuestro pueblO en-1500, seproduce~u desc¡;nso en.1600. La unidad obró coino•unairh yección de artificiaLplenitud; pero no fue un síntoma de vitalpoderío;i · contrario: la utiidad se hizo tan pronto porque España era débil; potquefal taba .un fuerte pluralismo sustentado por grandes persona1idades de·estil · feudal. El hecho, en cambio, de que todavía en pleno siglo XVII sacudanél cuerpo de Francia los magníficos estremecimientos de la Fronda,.lejos ,de ser un síntoma morboso, descubre los tesoros de vitalidad aún intactos que el francés conservaba del franco. Convendría, pues; invertir la valoración habitual. La falta defeudaliS mo, que se estimó salud, fue una desgracia para España; y la pronta unida nacional, que parecía un glorioso signo, fue propiamentela consecúeiicr del anterior desmédra'miento. Con el primer siglo de utiidad petiinsular coincide el comienzo
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sustantivamente grande que ha hecho España; ¡Cosa peregrina!. Basta acercarse unpoc;o.al gigantesco suceso, aunrenunciando a perescrutar su fondo .~ecreto, par;¡¡ advertir que la colonización espm1ola de A111é1ica ftie una obra po.pular. La colo,nización inglesa es ejecutada por minorías selectas y poderosas. Desde luego toman en su mano la empresa grandes Compañías. Los «señores» inglesés habían sido los primeros en abandonar el exclusivo oficio de la goerra y aceptar como faenas. nobles el comercio ylaindustria: En Inglaterra, el e.5píritl\•audaz del feudalismo acertó muy pronto a desplazarse hacia otras !!mpr~sas m¡;nos bélicas y, como Sombartha mostrado, contribuyó grande, mente a crear elmodenio capitalismo. La empresa guerrera se transfonria eii•empresa industrial;yelpa(adín; en empresario, Iamutaciónse comprende:fácilmente: durante fa EdadMedia.eralngfatena un país mtiypqbre, El < quien directamente, · propósitos conscientes; sin directores, sin táctica deliberada, engendra oiros•pueblos. Grandezaymiseria·de nuestra colonización vienen ambas de aquí. Nuestro «pueblci» hizo todo lo queteníaqtiehacer:pobló, cultivó, cantó¡ •gimió¡ amó. Pero no podía dar a las naciones que engendraba lo que no .ténía: discipliná superior; cultura vivaz; civilizacion progresiva. . .. r ••; Creo que ahora se entenderá mejor lo qtie antes he dicho: en España lo ha hecho todo el «pueblo», y lo que no ha hecho el «pueblo», se ha queda}fo sin hacer. Pero una natión no puede ser sólo «pueblo»: necesita una mic rioría·egregia, como un cuerpo vivo no es sólo músculo, sino, además, gane · lio nervioso y centro cerebral. o.:¡•La auséncia de los «mejores», o, cuando menos, su escasez, actúa sobre da nuestra historia y ha, impedido que seamos nunca una nación sufi..entemente normal, como lo han· sido' las demás nacidas de parejas condiL fones.-Niéxtrañe que yo atribuya a una ausencia, por tanto, a lo que es _n sólo una negación, un poder de actuación positiva, Nietzsche sostenía, bn razón, que en nuestra Vida influyen, no sólo las cosas que nos pasan, sino mbién, y acaso más; las· que no¡nos pasan: : i ¡ ... En efecto: la ausencia de los «mejores» ha creado én !amasa; en el «pue:J.b», una secular ceguera para distinguir el hombre mejor del hombre peor, e. suerte que cuando en nuestra tierra aparecen individuos privilegiados, la . masa» no sabe aprovecharlos, y a menudo los aniquila.
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1 ·El pretendido aliento democrático que, como se ha hecho notar reite; . radamente, sopla por nuestras más viejas legislaciones y empuja el dere~ cho consuetudinario esP.añol, es máS bien puro odio ytorva suspicacia frefü. te a todo el que se presente con la ambición de valer más que la masa y; en· consecuencia, de dirigirla; . Somos un pueblo «pueblo», raza agrícola, temperamento rural. Porque es el ruralismo el signo mas característico de las sociedades sin minoría emi7 nente. Cuando se atraviesanlos Pirineos y se ingresa en España, se.tiene sieIÍl: prela impresión de que se llega a un pueblo de labríegós. La figura, el gesto; el repertorio de ideas y sentimientos, las·.vfrtudes y los vicios son típicamente · rurales. En Sevilla, ciudad de tres mil años; apenas stse enéuentranporda calle más que fisonomias de campesinos. Podréis distinguir entre eld.rri.7 pesino .rico yel campesino pobre, pero echaréis de menos ese afinamient6. de rasgos que la urbanización, mediante aguda labor selectiva, debía.haber· fijado en sus pobladores, creando en ellos ún tipo de hombre producto ·canl digno de una ciudad tre5 veces milenaria. 1 ; · Hay pueblos que se quedan por siempre en ese estadio elemental de la evolución que es la aldea. Podrá ésta contener un enorme vecindario, pero. su espíritu será siemprelabriego; Pasarán por ella los siglos sin perturbarla é nf estremecerla. No participará en las grandesluchas históricas. Entre siemo bra y recolección o análogas tareas vivfrá eternamente, prisionera en el cicló siempre idéntico de su destino vegetativo: · Así existen en el Sudán ciudades de hasta doscientos mil habitantés -Kano, Bida;por ejemplo.. ;las cuales arrastran Ínmutables su existencia.'rural desde cientos y cientos de años. · · Hay pueblos labriegos,Jellahs, mujihs ... ; es decir, pueblos sin <
7. IMPERATIVO DE SELECCIÓN
'Que Españ~ no haya sido Un pueblo <(moderno»; que, parlo menos, nolo. h'aya sido en grádO súficiente, es cosa que a estas fechas no debe entriste" cernos mucho. Todo anuncia qúe la llamada «Edad Moderna» t.oca a su fin1-Pronto un nuevo clima histórico comenzará a nutrirlos destinos hnc manos. Por dondequiera aparecen ya las avanzadas del tiempo nuevo. Otros principios intelectuales, otro régimen sentimental inician su imperio sobre larvidá humana, por lo menos sobre la vida europea. Dicho de otra ma' nera:- el juego. dela existencia, individual y colectiva, va a regirse por reglas :4istintas, y para ganar en él la partida serán menester dotes, destrezas muy diferentes de las que en el último pasado proporcionaban el triunfo. ·si ciertos pueblos-Francia, Inglaterra-han fructificado plenamentren la Edad Moderna fue, sin duda, porque en su carácter residía una perfecta afinidad con los principios y problemas «modernos». En efecto, radonali.Smo, democratismo, mecanicismo, industrialismo, capitalismo, que .mirados por el envés son los temas y tendencias universales de la Edad Moderna, soh, mirados por el reverso, propensiones específicas de Francia, Inc glaterra y; en parte, de Alemania. No lo han sido; en cambio, de España. Mas hoy parece que aquellos principios ideológicos y prácticos comienzan a per, der su vigor. de excitantes vitales, tál vez porque se ha sacado ya de ellos cuanJp . podían dar 1• Traerá esto consigo, irremediablemente, una depresión .en la potencialidad de las grandes naciones, y los pueblos menores pueden 1 :~j t Sin negar que se prcidUZcan innovaciones radicales, puede decirse que los carnbiOs históri59~. ~,on p~ncipalmente cambios de pe~spectiv~: lo .que. ayer ocupaba el primer.plano en la aten·.d"~n. humana, queda hoy re1egado a uÍl plano_Securidarlo! sin que-por esto desaparezca tota1mente.
;~t de'los principios i1modernosn sobrevivirán muchas cosaS en el íuturo; pero lo decisivo es que 9eJaran de ser <«principios1>, centros.de 1a ·gravitación espiritual.
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aprovechar la coyuntura para instaurar su vida según la íntima pauta de su carácter y apetitos. Las circunstancias son, pues, excelentes pa¡-a que España intente rehacerse. ¿Tendrá de ello la voluntid? Yo no lo sé. La fisonomía que nuestra nación presenta a la hora en que estas páginas se escriben es esencialmente equívoca y' problemática. Meditando sobre ella con lealtad y; a la par, con un poco deri~ gor intelectual, hallamos que puede interpretarse en dos sentidos contradictorios, optimista el uno, pesimista el otro. Esta contradicción no proviene de nuestra inteligencia o de nuestro temperamento, sino' que radica,en, los hechos mismos: ellos son los equívocos y no nuestro juicio o sentimien~. tos sobre ellos. Procuraré explicarme. Cabría ordenar, según su gravedad, los males: de España en tres zonas o estratos. Los errores y abusos políticos; los 'defectos de las formas de goc, biemo, el fanatismo religioso, la llamada «incultura», etcétera, ocuparían.el~. capa somera, porque, o no son'verdadefos males; o lo son sólo superfiéia]t mente, De ordinario, cuándo sehabla de nuestros desdichados destinos,sóló a alguna de esas causas o síntomas se alude. Yo no los miento eri las páginas ' que preceden como no sea para negarles importancia: considero un error de : perspectiva histórica atribuirles gran significación en la patología riacionah En estrato rriás hondo se hallan todos esos feriómen.os de disgregat ciónque en serie ininterrumpida han llenado los últimos siglos de nuest'rá historia y que hoy; reducida la existencia éspañolaalámbito peninsular; hai.y. cobrado una agudeza extrema. Bajo el nombre de «particularismo y acdióri directa», he procurado definir sus' caracteres en la primera parte de·este volumen. Esos fenómenos profundos de disociación constituyen verdaderamente una enfermedad gravísima del cuerpo español. Pero aun así ria son el mal radical. Más bien que causas son resultados. La raíz de la descomposición nacional está, como es lógico, en elalrria misma de nuestro pueblo. Puede darse el caso de'que una sociedad sucuin; · ba'víctima de catástrofes accidentales en las que no le tocarespónsabilidadali: guna: Pero la norm'a' histórica; que en el caso espanol se cumple, es que:l65i pueblos degeneran por defectos íntimos. Trátese de uh hombre o trátesed~ una nación, su destino vital depende en'definitiva de cuáles sean sus sentí" mientas radicales y las propensiones afectivas de su carácter. De éstas,habrá algunas cuya influencia seliinite a poner un colorido peculiar en la histori~ de la raza. Así hay pueblos alegres y pueblos tristes. Mas esta tonalidad del ges": to ante la existencia es, en.rigor, indiferente a la salud histórica.. Francia es un puebl? alegre y s~nb;Inglate!l"a,uri- puebló ~,te, peró no menos sa1~~~1ltfl , HaY, éri camb~\l,,teridéndas sentimentales, simpatías y ant.ip\ltÍ\lS,.CLl,1,, influyen decisivamente enla organización histórica porreferirse·a las·ac.t1"
·vidades mismas que crean la·sociedad. Así, un pueblo que;' por una perversión de sus afectos, da en odiar a toda individualidad selecta y ejemplar 1¡:ibr el mero hecho de serlo, y siendo vulgo y masa se juzga apto para pres" :.;cindir de guí¡tSy regirse por sí mismo eri sus ideas y en su política, errsumo~ ira! y en. sus gustos, causará irremediablemente swpropia degeneración. En :nii entender, es España im lamen fa ble ejempló de esta perversión: Todavía; si faráza o:razas'peninsulares hubiesen producido gran número de perisonalidades eminentes; con genialidad contemplativa o práctica, es posiible que tal abundancia hubiera bastado a contrapesarlaihdocilidad de las :masas. Pero no ha sido así; y éstas, entregadas a una perpetua subversión ;Vital-mucho más arriplia:y grave qué la política-· desde hace· siglos no ha'.,censirio deshacer, desarticular, desmoronar, triturarla estructura nacional. !En lugar de' que la colectividad, aspirando hacia los ejemplares, rriejorase en !cada generación el tipo del hombre español, lo ha ido desmedrando, y fue :]Cada día más t6sco;rnerios alerta\ dueño demeriores energías, entusiasmos ;zy arrestos, hasta llegara una pavorosa desvitalización, La rebelión sentimericil ;de las masas, el odio álos mejores, la escasez de éstbs -he ahí la raíZ veida. :déra del gran: fracaso hispánico. ,••· , , Será inútil hacersé·ilusiones eludiendo la claridad del problema y dándo" 'Je.vagarosas formas. Si Españ.a quiere corregir su suerte, lanzarse de nuevo :a una ascensión histórica, gloriosamente impulsada por una gigantesca )voluntad de futuro; tiene que curar enlo más hondo de si!misma esa radical 1perversiónde los instintos sodales:, , , , , Pero, como en estas páginas queda.dicho;las'masas; una vez movili.:zadas en sentido subversivo contra las minorías selectas, no oyen a: quien les :predica norrnas de disciplina. Es preciso que fracasen totalmente para que ,·ensus .propias carnes laceradas aprendan lo que no quieren•oír, Hay; pues, un momento en que las épocas de disolución, las edades Kitra¡ hacen cri.!siS en el corazón rriisino de las multitudes. El odio alas mejores parece ago'tarse como fuente maligna; y empieza a brotar un nuevohontanar afectifo !de amor a la jerarquía, a las faenas'constructoras y a los hómbres. egregios capaces de dirigirlas;:) ·¿Han llegado a este puntó de esporüáneo. arrepentimiento las ma5as es, , añolas? ¿Se inicia en ellas;' aunque.sea débilmente, .subterráneamente, la 1,conciencia dar'a de su propia ineptitud y el generoso afánde suscitar,mino, ltias excelentes, hombres ejemplftres? Quien mire hoy sere11amente el paiSa, je moral de España hallará; sin duda, algunos síntomas que'cabe interpretar :~u.este favorable sentido; pero.tan esporádicos y débiles, que no es posibie en éllos asentar la esperanza. Podrá dentro de unos meses o de unos años va, friar el cariz espiritual de España; rrias en la hora que transcurre sus mani-
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[estaciones permiten lo mismo suponer que el estado de invertebración rebelde, de dislocación, va a prolongarse indefinidamente, o que, por el con~ trario, se va a producjr un.a conversión radical de lbs sentimientos en una di, rección afirmativa, creadora, ascendente. · En el primer caso, la publicación de.estas páginas resultará inútil, péro no dañina· ni serán entendidas ni atendidas. En el segundo, pueden rendir algúnpro~echo, porque el nuevo estado de espíritu; todavia germinal y confuso, se encontrará en ellas definido, aclarado y como subrayado. 'Cambios politicos, mutación en las formas del gobierno, leyes novísimas; todo será perfectamente ineficaz si el temperamento. del español medio no hace un viraje sobre sí mismo y convierte su moralidad.·· '• 11 : • ,, •. por el contrario, creo que si esta conversiónserproduce puede España en breve tiempo restaurarse gloriosamente, porque la sazón histórica es· inmejorable. . . ¿Cuáles, pues, la condición suma? El recónociniiento de que la 111i.Sióh de las masas no es. otra. que seguir a los mejores, en vez de pretender suplan: tarlos. Y esto en todo orden y porción de la vid¡¡. Donde menos iniportaría la indocilidad de las masas es en política, por.la senqilla razón de que lo poli~ tico no es más qu\'. el cauce por donde fluyen las.realidades sustantivas del espíritu nacional; Si.éste se halla bien disciplinado en todo lo demás, pocó daño pueden causar sus insumisiones políticas .. Donde más,imp'orta que la masa se sepa masa y, porta!J.tó, sienta .el ·' deseo de dejarse influir, de aprender, de perfeccionarse; es en los órdené~· más cotidianos de Ja vida, 'en 5u manera de pensar sobre las cosas de que se habla en las tertulias y selee en Jos periódicos, en los sentimientos con que se afrontan las situaciones más vulgares de la existencia. . En España ha llegado a triunfar en absoluto el más chabacano abur~ guesamiento. Lo mismo en las clases elevadas ci.ue en las ínfimas rigen in"1 discutidas e indiscutibles normas de una atroz trivialidad, de un devastadór fil~teísmo: Es c~rioso presenciar cómo entado instante y ocasión la masa1 · de Jos torpes aplasta tualquierintento de mayor fineza. . Advirtamos, por ejemplo, Jo que acontece en las conversaeiones es" paño las.' Y, ante todo; no extrañe que más' de una vez se aluda en este vo'.: lumen a las conversaciones, tributándoles una.alta consideración;'¿Por1 ventura se cree que es más importante la actividad electoral? .Sin embargci¡1 biencclarn está que las elecciones son, a la postre, mera corisecuencia:de.\o· que se parle y de cómo se parle en un país. Es la ccinversación el instru~' mento socializador por excelencia; y en su' estilo vienena reflejarse las cá•. pacidades de la. raza:Debo decir que la primera orientación haci.a las ideas' que este ensayo formula vino a mí reflexiorn1ndo sobre el contenido yet. 1
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régimen de las conversaciones castizas. Goethe observó que entre los fenómenos de la naturaleza.hayalgunos;taLvez de humilde semblante, done ¡le aquélla descubre el secreto de sus leyes. Son como fenómenos modelos .que aclaran ~l misterio de otros muchos, menos puros o. más complejos. ·, Goethe los llamó protofenómenos. Pues bien: la conversación es un protofenómenb de la'historia. Siempre que en Francia o Alemania he asistido a una reunión donde se hallase alguna persona de egregia inteligencia, he notado que las demás se esforzaban en elevarse hasta el nivel de aquélla. Había un tácito y previo reconocimiento de que la persona mejor dotada tenía un juicio más certero y dominante sobre las cosas. En cambio, siempre he advertido con pavor que en las tertulias españolas -y me refiero a las clases superiores, sobre todo a Ja alta burguesía, que ha dado siempre el tono a nuestra vida nacional-acontecía lo contrario. Cuando por azar tomaba parte en ellas un hombre inte·ugente, yo veía que acababa por no saber dónde meterse, como avergonza.. do de sí mismo. Aquellas damas y aquellos varones burgueses asentaban con · tal firmeza e indubitabilidad sus continuas necedades, se hallaban tan sóli' damente instalados en sus inexpugnables ignorancias, que la menor palabra aguda, precisa o siquiera elegante sonaba a algo absurdo y hasta descortés. Y es que la burguesía española no admite la posibilidad de que existan mo1 dos de pensar superiores a los suyos ni que haya hombres de rango inte, lectual y moral más alto que el que ellos dan a su estólida existencia. De este modo se ha ido estrechando y rebajando el contenido espiritual del alma es. paño la, hasta el punto de que nuestra vida entera parece hecha a la medida de las cabezas y de la sensibilidad que usan las señoras burguesas, y cuanto trascienda de tan angosta órbita toma un aire revolucionario, aventurado o grotesco. Yo espero que en este punto se comporten las nuevas generaciones con •la mayor intransigencia. Urge remontar la tonalidad ambiente de las conversaciones, del trato social y de las costumbres hasta un grado incompatible con el cerebro de las señoras burguesas. Si España quiere resucitar es preciso que se apodere de ella un formi:dable apetito de todas las perfecciones. La gran desdicha de la historia española ha sido la carencia de minorías egregias y el imperio imperturbado .de las masas. Por lo mismo, de hoy en adelante, un imperativo debiera gobernar los espíritus y orientar las voluntades: el imperativo de selección. Porque no existe otro medio. de purificación y mejoramiento étnicos :. que ese eterno instrumento de una voluntad operando selectivamente. Usando de ella como de un cincel, hay que ponerse a forjar un nuevo tipo de homre español.
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· No basta con mejoras políticas: es imprescindible una labor mucho Il}ás profunda que produzca el afinamiento de la raza. · . Mas este asunto de~e quedar aquí intacto para que lo meditemos en olio ensayo de ensayo.
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PEDAGOGÍA Y ANACRONISMO
'S~gún 0ig~, es Ke~chensteiner uno de los péchlgogos JIJás ~rrtine~te5 dela hora que corre\ Sin embargo, me encuentro con que para el señor Kerschensteiner el fin general de la educación es educar ciudadanos útiles, en cuanto ban de servir a los fines de un Estado deteiminado.yalos·de lahumanidad 1rYci no conc cibo cómo un hombre de tan excelente criterio puede decir una c'osa asl. Ello d~medida del de5cuido en que andan las ideas pedagógicas de nuestro tiempo. Esta tri'vialidad procede de múltiples causas; pero una de ellas es más fácil de definir que las demás y, en ciertamanera, !as resume todas.Me refiero alana' cronismo const\mcionalqtie•suele padecer el pensamiento pedagógico. La pedagogíamo es sino•la aplicación a los problemas .educativos de una manera de pensarysentksobrecel niundo; digamos, de una.filosofía. Nada importa a la cuestiói:tque•estafilosofía sea un sistema científico rigoroso o una ideología,difusa. El dato importante está en que el pedagogo no ha sido casi nunca el filósofo de su pedagogía . . El pedagogo que escribe un libro en 1922 no fundamenta éste en las ideas filosóficas de 1922. Como. él no es creador de las nuevas ideas y emociones que van a doininar mañana el espíritu colectivo, se ha contentado con recibir la filosofía de sus maestros, por tanto, de una generación anterior. En efecto, lapedagbgía escrita en 1922 se.nutre de la filosofía de 1890; Pero como además hacefalfauná larga campaña .para que las ideas impresas en el libro lleguen a informar las leyes yla vida escolar, resulta quela doctrina.de 1922 no .empieza a ser vigente'en las escuelas hasta 1940. Con lo .cual venimos a la grotesca situación de que los niños de 1940 son educados conforme a las ideas.y sentimientos de• 1890) y que ]aiEscuela, cuya pretensión es.precisac mente organizare! porvenir, vive de: continuo retrasada dos generacionés. ii .•
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Kerschensteiner: Begriff der Arbcitsschule.1922;
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·La frase de Kerschensteiner citada hace un mornérúb es un buen ejemplo de este anacronismo. En 1890 regía el alma europea una interpretación política de la historia Y. del hombre. Se pensaba todavía, con Kant y con Hegel, con Comte y Stuart Mill, que la existencia humana, a lo largo de los siglos, había sido como una preparació~ para la conquista de la libertad política y de un cierto orden jurídico que se denomina Estado. Pero hace Y.ª un cuarto de siglo que esta manera de pensarinició su reflujo, y hoy sólo insisten en ella los rezagados, muy especialmente los rezagados típicos de nuestro tiempo, que son los políticos «izquierdistas». No creo que· exista hoy en Europa ninguna cabeza «actual» a quien no produzca un efecto cómico que del gigantesco hecho humano se destaque corno lo más importante, lo más valioso, el enteco atributo de la ciudadanía. Los pedagogos que quieran lea\rnente colo.carse a la altura.de.lqs tiempos necesitan hacerse. c;argo cieJa formidable ampliación de horizpntes lograda en los últimos decenios. Bato una perspectiva de lontananzas mucho mayores cobra.la evólución histó7 rica del hombre un aspecto muy.diferente del que tenía e11 la pasada centu~ ria. El Estado moderno y aun el ideal del Estado moderno,• que parecía a nues" tros abuelos una.forma definitiva, conclusión.delpaisaje histórico, áparece hoy corno uno de tantos gestos momentáneos destinados a•disolverse en e~ proceso iricesante de la vitalidad humana; Se impone hoy de tal modo an\:te57 tra mirada el carácter cósrnico,delahistoria ydelhbmbre, que cuanto.acae" ce enla dimensión política tiene sólouna sigriificación sup(".rficial. · .· Por esta razón, quien pese bien el sentido de las palabras «educación. del hombre»·;no puede menos de soltar tina carcajada·cuando lee que el · fin de lá educación, nada menos que el fin; es educar 'ciudadanos, Sería como decir, con otras palabras, que el fin de la educación es enseñar a los hom,. bres a usar el paraguas. ¡Ciudadano! ¿Y todo lo demá.s que el hombre es mucho más profundamente que ciudadano, más permanentemente? ¿Quien no advierte el increíble error de perspectiva que esa doctrina pedagógica comete?:· ••.. Esta man.era de pensar, además de erróiiea, me parece de una modestia exéésiva. Se supone que la pedagogía debe adaptarse a la política, coir lo cuál;: entre otras cosas, nos sometemos a un nuevo factor de anacronismo.
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No pretendo con esto negar que la educación haya de tener en cuenta que el niño de hoy va a ser mañana ciudadano o, en términos menos cir~unstanciales, elemento activo de. una comunidad histórica determinada. Pero de esto a defü;lir el fin de la educación como fabricación de ciudadanos hay un buen trecho. Y no basta ampliar la idea, como hace Kerschensteiner ha. blando de lós fines de la humanidad, porque se entrevé desde luego que los fines aludidos son también políticos, bien que vagamente internacionales. Yo espero que nuestro siglo reobre contra este empequeñecimiento de ja obra educativa. Viene en Europa una ejemplar desvalorización de todo lo ; político. De hallarse en el primer plano de las preocupaciones humanas, pasará a rango y término más humildes. Y a todo el mundo parecerá evidente ·.que es la política quien debe adaptarse a la pedagogía, la cual conquistará · sus fines propios' y sublimes. Cosa; por cierto, que ya Platórnsofió. · '¡j"
Revista de Pedagogfa( enero de 1923
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La que en la convivencia intelectual los españoles, no sólo hace imposible todo serio intento de polémica, pero ni siquiera invita a lasmás sobrias rectificaciones. Sin embargo, yo quisiera atreverme esta vez a corregir unas erratas que aparecieron ayer en El Sol. En un artículo que va firmado con el pseudónimo Sancho Q11ija110, se cita esta frase deAzo1in: «Hoy se alza una nación pujante frente a un Estado .... caduco y corrompido». A continuación se añade: «En forma quizá algo diferente, vuelve, pues, a la circulación aquella teoría de la España oficial frente a la España real que lanzó José Ortega y Gasset en su famoso discurso de la Comedia. O.mucho me equivoco, o José Ortega y Gasset ha abandonado de entonces acá su propia doctrina. Modesto soldado de filas en aquella cruzada, y creyente entonces en el dogma que la inspiraba, sé en demasía el dolor, no por gradual y lento menos agudo, que ha debido costar a su definidor el ver desmentido por los hechos crueles un mito tan halagüeño y henchido de esperanzas». La conferencia a que se alude en este párrafo fue pronunciada en 1914. Pocos días después se publicó en un folleto. De éste transcribo las líneas · siguientes: «Yo no digo que estas corrientes de la vitalidad nacional sean muyvigo~ rosas (dentro de poco veremos que no lo son), pero robustas o débiles,sonlás .. únicas fuentes de energía y posible renacer. Lo que sí afirmo es que todos esos organismos de nuestra sociedad--que van del Parlamento al periódico y de la · escuela rural a la Universidad-, todo eso que, aunándolo en un nombre, llamaremos la España oficial, es el inmenso esqueleto de un organismo eva~ parado, desvanecido, que queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de muertos continúan en pie los elefantes» 1• 1
Obras coniplcias, tomo 1, pág. 713.
«Y entonces sobreviene lo que hoy en nuestra nación presenciamos: dos Españas que viven juntas y que son perfectamente extrañas; 11na Espm1a qficial, que se o.bstina en prolongar los gestos de una edad fenecida, y otra España aspinq1te, germinal, 11naEspm1a vital, tal vez no muy fuerte, pero vital, · sincera; homada, la cual, estorbada por la otra, no acierta a entrar de lleno •¡ en la historía» 1• «En esto es mern;ster que hablemos con toda claridad. No nos enten~ demos la España oficial y la España nueva, que, repito, será modesta, será pequeña, será pobre; pero qu~ es otra cosa que aquélla;·.no nos entendemos; Una misma palabra pronunciada por unos o por otros significa cosas distintas, porque va; por decirlo así; traµsida de emociones•antagónicas'11/. Pero ¿qué es esa España oficial?.¿ Por ventura, el Estado, los Gobiernos, · lós políticos? Nada de eso. , ·· . «Toda una.España-·con sus gobernantes y sus gobernados--:-, con· sus abusos y con sus usos, está acabando de morir»'. «Es más: si el Estado español fuera el que se hallara enfermo. por errores de esto que se ha llamado política; entonces, probablemente, no tendríamos por qué considerarnos obligados moralmente a servir enla vida pú\ blica. Lo malo es que no es el Estado español quien está enfermo por externos ·. errores de política sólo; que quien está enferma, casi.moribunda, es la.raza, ',la substancia nacional,.y que, por lo tanto, la política no es la.solución su'ficiente del problema nacional, porque es éste un problema histórico: Por .. tanto, esta nueva política tiene que tener conciencia de sí misma y éom•prender que no puede reducirse a unos cuantos ratos de frívola peroración ni a unos cuantos asuntos jurídicos, sino que la1111eva política tiene q11e ser toda 11na actitud histó1ica. Ésta es una diferencia esencial»'. «Esto de que con tanta insistencia aparezcan, no sólo en mis palabras, que es lo de menos, sino en el fondo de las conciencias de esa España no oficial, el término y la idea de la vitalidad nacional..., es la convicción de que hay motivos para que sea dé especial urgencia entender por política el_ conjunto de labores cuyo fin sea el aumento del pulso vital de España, especialmente aquéllas que signifiquen el violento acoso de esta raza.valetudinaria hacia una enérgica existencia. »La lealtad puede decirse que es el camino más corto entre dos corazones, y yo ahora no hago sino dirigirme al fondo leal de los vuestros y 1
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'Idcm, tomo!, pág. 714. 'Idcm, tomo!, pág. 714. 1 Ident, tomo 1, pág. 715. ~ Idein, tomo 1, pág. 717 (Subrayado en el texto originan·:
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preguntaros si allá, en ese fondo insobornable que no se deja desorientar nunca por completo, al comparar la época actual con la que queda... del!otrb 5 lado del 98, no notáis q~e es característica de la actual la sospecha reciii y'tr~~ gica de queno:ha sido sólo este o el otro Gobierno, tal institución. o talotrii\ quien ha llegado por sus errores y sus !altas a desvirtuar la energía nació".· nal al punto a que ha llegado; y estoy seguro de que en ese fondo leal de vosotros a:qtie antes rhe refería\· si recordáis lo que os pasara siempre que hayáis pensado en un tema político conunpoco de atención; habréis sor; prendido en vosotros la sospecha previa de que las soluciones políticas:nq • scill. bastantes; de que,:bajo las presentes o posibles texturas legales; la raí:f se halla como exánime; de que:nd se·puede'contar, podo menos de ante~. mano, y como han contado y cuentan .otros pueblos, é:on una abundané:ia de:. energías que sólo aguardan cauce, que sólo le quedan éomo tinos hililla,sd{ vitalidad histórica, yde que, portanto,toda s0lución meramente política · insuficiente. '·,»Por esta trágica convicción; señores, nos preocupa tanto :afirmar la' necesidad de antepoher:el salvamento de•nuestra vida éth.ica a toda jurldica .·. delicadeza; porque estamos en el fondo convencidos de que tenemos muy·· poca vida,. de que urge acudir a salvar esos últimos restos de pbtencíalidad española».'.: ·: . ,No .pretendo ahorajuzgar sila opinión de Azo1i1res acertada o erróne¡¡,\ Peto esas lineas que copio· hacen evidente que su opinión nada tiene que'ver con la mía; ala sumo, serían contradictorias. . · ·No: he logrado, pues; en este triste asunto variar de criterio,·Llevouno~ · quince añosreiterando mi adhesión a él en exposiciones subsecuentes, que prb• curo dotar de progresiva exactitud. Todo ha sido inútil, según se.ve, y; al cabo del tiempo; Sancho Quijano me atribuye una idea perfectamente opuesta. Sirvaallector de menudo ejemplo, quele permita entrever el.m~r proceloso y ábsurdci donde se ve forzado a bogar el escritor resuelto.a dar a su pensamiento.coherencia, rigor y conti11uidad.. . . i :· · · Ni los hechos.crueles han desmentido i:nis previsiones de 1914 .:.,_ant~ bien, las han seguido al hilo con terrible dqcilidad-.. ni aquí hay otro mito· que Sancho Quijano.
'Idem, tomo!, págs. 718 y 719.
CON EINSTEIN EN TOLEDO.
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'~En 1916 pronuncié algunas conferencias enla Fac~l~cl de Letras de Bu~nos 'Aires. Me había propuesto en ellas dibujar someramente la fisonomía de : ¡ím nuevo espíritu que sobre Europa alborea, Ante todo rrieinteresaba fic ljados caracteres de la nueva manera de pensarque:desdi; el friso·secular actúa en las ciencias y las va renovando radicalmente, Con alguna reitera
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iba a· escaparse de los laboratorios y de los libros de ciencia para ponerse a· correr las calles. ¿Cómo se explica usted este extraño fenómeno de que una labor tan abstracta y tan.puramente científica interese a las multitudes? -Yo creo, por el contrario, que es muy comprensible, señor Einstein -repuse. Es más, podía haberse predicho que si, dada la situación del espíe ritu universal, sobrevenía. algún gran invento de alta y pura ciencia, el enttl~ siasmo de las gentes se dispararía irremisiblemente. Ha habido guerras alegres ... Porque aunque la guerra sea siempre faena ruda y cruel, se ha hecho a veces con una embriaguez de ilusión. Pero la guerra última ha sido una· : guerra triste. Se luchaba por cosas que ya no encendían la esperanza, que más bien fatigaban ya. La economía y la organización política de Europa ha~ .. bían perdido su atractivo en el fondo espiritual de los mismos que comb.~c:• tían por ellas. La prueba de ello es que, al final de la contienda, nadie'está • contento: ni vencedores ntvencidos saben hacia dónde dirigir sus afanes:• · Economía y política han dejado de ser para los europeos lo que fueron ernel último siglo: supremos excitantes de la vitalidad;Aúri hay luchas económif: cas, aún hay luchas políticas, pero se va a ellas forzado por la necesidad de resolver los conflictos planteados, no con el fervor de quien espera conquistár en ellas una vida más valiosa. Se halla, pues, vacante la fe delos hombres. En tal circunstancia apare;. . ce la obra de usted donde se dictan leyes a los astros, que éstos acatan. Los ; fenómenos astronómicos han sido siempre fenómenos religiosos para las mtil= titudes hunianas: en ellos la ciencia confina ccm la mitologíayel genio cieq.+ ·• tífico que los domiha adquiere un nimbo mágico. Es usted, señor Einstein;•· el nuevo mago, confidente de las estrellas. Miraba el genial físico la dramática situación de Toledo, que es unce" rro agrio, ceñido de otros como él breñosos, crudos; estériles. No podemos ver un trozo del planeta sih pen5arlo como fondo dela existencia humaiiay escemirio.de.una vida afin ..Pcír.eso ante Toledo nos pregunranios: ¿quéhisf. tm;ia, qué estilo vital puedenprodudr cerros•semejantes? ¿Para qué:sirven eh el finalismo telurico ?·¿Qué.fruto puedellev'ar un paisaje así-·-aircoM cerros en torrio a: otro defendido por la hcízvertical:de un río que le si!Ve de foso natural? Cuandolos toledanos salen a pasear por sus murallas y:ven las.colinas fumediatas, que.son.una amenaza petrificada,:sentiránque sus.al= mas se ponen tensas y combadas; como arcos de ba:llestá prontos a expulS¡¡f la·flech'\ defensora. Delas barbacanas naturales que cercan la ciudad:pare" cen llegar constantemente dardos enemigos;. estábleciéndose entre una! . otras cimas.un perpetu<;> dinamismo de ofensiva y defensiva, adormecidíí hoy, pero .que cualquierpretexto puede despertar, disparando <;le nuevo su, funcionamiento; : .. ·
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. Si nos deténemos en el Paseo de San Cristóbal, inclinado sobre el abismo, hallamos tan guerrero el lugar, que nos asaltan preocupaciones tácticas d.e conqu.ista y defensa, ajenas a nuestra pacifica condición habitual, y si no nos detuviese diligente atención, adoptaríamos actitudes de centinela. (Hay rumor de campanas en el aire y ponemos el oído como una capa·parareco" gersu fluenéia sonora, que es como un vapor metálico derramándose en el ámbito azul! Al fondo, esfumada, espectral, se encorva la sierra, árida y te~ rrible como un conffri tibetano).Ello•es que Toledo sólo despierta en no~ · sotros pensamientos poliorcéticos1 de·eversor de ciudades; y comprendemos que la vida aquí sólo·es·posible como un alerta eterno; • · . . Desde fa profundidad donde nos hallamos, la urbese eleva casi vertical. Es una masa cónica: de edificios, apretados los unos contra los otros, sin qúe . se descubra entre ellos el'pa5o.de alguna entrada: Toledo es una de esas·ciuda: des ásperas y herméticas, donde, en rigor, no se puede. entrar, sino que es p'reciso:fusinuarse.eil. ella: Esto le presta el encanto propio delas villas:a que hayque:llegar-poco a poco; girando entorno; como aJericó: •· i . :l u•:. fl'• • La plaza di; Zocodover-'-Clonde Cervantes encontró el texto arábigo del Quijote~ está llena de pueblo, Es dia de. mercado. Son labriegos del siglo '*1lloXIv; que perpetúan'el rito intacto de swexistencia. Zocodover sigue siendo un zoco ori~ntaL En.los puestos se venden sólo manjares ardientes, ·pomo en El Cairo o Bagdad: nueces, higos, piñones, comida para almohades o para templarios. Sin émbargo, los fotograbados de los periódicos han poc pularizado•tanto la figura de Einstdn que; al punto, es,reconocido. La mu,ohedumbre se arremolina en tomo a·nosotíos y los mozuelos, pequeños ne:groides de ojos densos, juegan con Einstein. , . . , . . · or¡¡ · ·-No puede usted negar -digo al sabio que corre tras de los chiquillos,- que. era.ustedya muy conocido en el siglo XUI. . ... Einstein sonríe y mientras ascendemos por una rúa angosta exclama: - .. Yo •nci tengo sensibilidad: histórica. Sólo me interesa vivamente lo 'cttiah H: • • E iIJ?iste sobre un tema que le he oído varias veces tratar y debe ser hoy ·ara.él una:verdaderapreocupación:.. . ·. .. . . •. . . :ti ::,L-El talento es unilateraL Se vale talvez niticho.para un cierto género e problemas y se es nulo para todo lo, demás; Acaso lbs nombres más fa:. osos de la humanidadcorrespondenca hombres q~e:valian muy poco por.'ue.válian para unasola cosa, para un pequeño rincón de cuestiones. Sobre bdo eTu Alemania esta.limitación a que. propende la naturaleza ha sido fadrecida.por.la educación especialista y se ha convertido en tina verdadera aldición para aquel paíS: Humanamente es monstruoso servir mucho para na·ciericia,péro.no servir más queparaell'j: ·:· : . ,. : . . . , .
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· Al ser lanzado súbitamente por la fama sobre la admirable variedad de]. mundo, Einstein, que ha debido hacer-como es frecuente en los hombres de ciencia germánicos-. una vida angosta de estudiante, se ha encontrado; con innumerables facetas de la realidad que le sorprenden, ante las cuales no halla en sí preformada una actitud certera y segura. Ha conocido homf bres más armónicamente dotados, capaces de juzgar con precisión y refim17 miento sobre temas muy diversos. Esta experiencia le ha debido asustar un poco y ha visto su formidable genio físico como solitario dentro de síríiis; mo, desamparado de otras dotes y potencias: En efect_o, Ein5tein parece un espíritu extremadamente circunscripto a su ciencia: No creo que verdad¡;~ ramente le interese el arte i:J.i la historia y tal -vez, ante un cuadro o un pro~: blema general humano; su genio se.detiene.como 'paralítico;. .· · De todas suertes, parece.interesarle esta dudad heteróclita, supe\;vio, viente de un pasado viejísimo, cono de piedra sobre el que han caído como. capas súcesivas las más.varias y densas civilizaciones. Para un habitante dé ¡ Zurich y Berlín, como es Einstein, tiene que ser inquietante caminar poruiF pueblo donde a la ruina romana sucede un gesto-visigodo que concluye en· una forma árabe encajada en una grave arquitectura castellana. Aquí hairvi". vida, en efecto, prietas y hacinadas todas esas culturas. La ciudad sólo tiefié escape hacia el Cielo. Cenobio y cuartel, la existenCia aparece en ellaconio. un servicio militar de tierra y cielo, que endurece!cis·pechos contra el dardo · y la tentación: ·' Desde todas partes y entados sus puntos Toledo es alucinante y des¡ mesurado. Siempre que lanzáis la mirada· os sorprende tropezar con urflÓ"·· rreón, con la espadaña de un convento, con un muro enorme que no habíais, advertido y se alza de pronto. Son aquí inevitables almas estrechas y como ojivales de ascetas, de soldados, dominadas por unos cuantos fantasmas tra5l cendentes, regidas por alucinaciones. Quiso Einstein asistir a una escena típica del antiguo vivir toledano• y fuimos a la iglesia de Santo Tomé, donde se halla el EntieiTD del cohdeilii. Orgaz; la obra mayor del Greco. Se trata de un guerrero muerto que es lle~ vado a la tumba vestido de sus hierros. Se trata de un milagro, de una aparif ción. Se trata de una asamblea ceremóniosa; a qué·acudela «gente distinguida» de la ciudad: capitanes; magistrados, eruditos, frailes y prestes. Los rostros, de gótico óvalo, anuncian almas tan ardorosas como poco inteligen; tes. Sobre la escena gravita la formidable alucinación de lafauna celestiaJi Greco ha querido dar la impresión de un cerro sin que desaparezcan del•Pfi;. mer término las tres figuras esenciales:•el'cadáver y los dos santosrevestido!; de suntuosos ornamentos; Grave, corpóreo; pesando sobre la tierra, este · po atrae el tropel de cabezas qué palpitan entorno como·llamas lívidas
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enjambre de falenas ingrávidas, vibrantes sobre las gemas encendidas de la capa pluvial. A .ambcis lados, unas figuras alargadas hacen un arrebatado asP.aviento, y a la derecha un clérigo con sobrepelliz parece ser el «artista» del divino fraude. :nene el ojo hacia lo alto, exultante, lleno de iluminación y todo él un ademán de artista a quien ha salido bien un número del programa.
La Nación, 15 de abril de 1923
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NUEVA FE DE ERRATAS
Sancho Quijano rectifica con escasez y se ratifica con exceso. Esta actitud nci puede sorprenderme, y no pretendí un momento con mi nota anterior modifi~ car de una manera apreciable su posición, que, desde luego, he supuesto in.. conmovible. Yo me contentaba con dirigirme al lector, y renunciando a todo rax· zonamiento suasorio, le presentaba leabnente junto a un texto de Sancho Quijm10 otros viejos textos míos a fin de que pudiese él, no Sancho Quijano, ejecutar las rectificaciones oportunas. No tenía el caso otro interés que servir como ejem~ plo de la anarquía y liviandad reinantes en la república intelectual, pues re, sultaba que «Sancho Quijanm> combatía una supuesta tesis mía de 1914 con otra suya de.1923, y la verdad era que esta idea suya de 1923 coincidía con la'· auténtica opinión mía de 1914. Por muy habituado que se esté a los malos usos de la sociedad literaria, desazona siempre un poco ver que le arrojan a und en• calidad de proyectil lo que constituye precisamente nuestro propio pensamiento, El artículo de Sm1cho Qttijano censuraba las doctrinas en que se opone a una· imaginaria nación pujante un Estado corrupto; doctrinas que suelen resumirse vulgarmente en echar la culpa de los males patrios a la perversidad de los poli-. ticos. Ahora bien; la oposición a semejantes doctrinas era -según los textos que reproduje- el motivo central de mi conferencia« Vieja y nueva política», a que. Sancho Quijano indebidamente aludía. No voy ahora a insistir sobre la cuestióru El lector se fatigaría sin beneficio, y yo tendría que ocuparme en comentar lbs'. términos de «España oficial» y «España vital» elegidos, entonces para canden~ sar las intenciones de una propaganda política, y que, por sí mismos, no m interesan nada. Sólo me importaba, pues, restaurar textualmente la autentici _ dad de una opinión expuesta nueve años hace. En cambio, no me urge much desvirtuar los juicios que a Sancho Quijano merezca mi manera de pensar El motivo de esta falta de urgencia no me parece arbitrario. «Sancho Quijano» no tiene obligación de conocer mis pensamientos. Pero si no Tos conoce, tiene obligación de no permitirse opinar sobre ellos. D¡; otro modo cada paso que dé será una nueva prueba de la ligereza con que entra enla
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cuestione5. Así, en su nuevo artículo comete otra transgresión, aún más sorprendente que.la prlinera. · -. ,,., .Con cierto .tono de magistei· descubre en mis ideas sobre España un error fundámental:. «el desconocimiento del hecho más elemental de la realidad española». No se trata;. pues, de una friolera, l\Cuálés este.error que ha escapádo a- mi•roma miráda, pero no a la suprema perspica'cia.de Sáncho Quijano? Helo aquí: «Enunciemos primero este hechb. La vida pública española de hoy. es trasunto fiel de la vida pública española de siempre. Salvo lo ~uperficial y contingente; en nada difieren nuestras costumbres.públicas•dela:s de todas las épocas de nuestra historia. Por una necesidad de redención, cuya íntima sensación conozco como el•que más, hemcis ido acostumbrándonos nu.!1lerosos españqles a la idea de que esta corrupción, e5te desorden; 'esta anaíc quía, esta falta.de solidaridad social yde aptitud para lo colectivo son tan • sólo tra'nsitorias y anormales; algo askdmo una enfermedad que curar, un problema que resolver.De aqutel mito de larevolucióri;paralelo•al de la lotería, que son los dos Santos Advenimientos 'en cuya esperánza vivenlamayo,ría de.los españoles»; . · En 1921 publiqué en-E! Sol uncis folletones;.qué aparecieron luegci en 'jibro, reunidos bajo.el títuloEspmla invertebrada. En este vblmnen se dice lo ;siguiente:· . ,··. ,, sbi • «Lá·anormalidadC:le la historia española•ha sido demasiado. perrb.anentei_Jara que obedezca a• causas accidentales; Hace cincuenta años se pensaba que la decadencia na'cional venía sólo de-unos lustros atrás:· Costa y su ge~ neración comenzaron a entrever que la decadencia tenía dos siglos de fecha. ·Va para quince años, cuando yo.comenzaba a meditar sobre estos asuntos, .·intenté _mostrar que la decadencia se extendía a toda la Edad Moderna de ntie5tra historiacRazones de método, que no es útil reiterar-ahora; me aconejaban limitar el problema a este período; el mejor conocido de la historia Urbpea, a füi de precisar más fácilmente' el diagnóstico de nuestra debiliad. Luego, mayor estudio y reflexión me han,enseñado quela decadencia pañofano fue menor en la Edad' Media' que en la Edad Moderna-y Cont.emporánea: Ha habido algún momento de aparente•salud; hasta hubo hora5 de esplendor y de gloria universal; pero siempre salta a los ojos el hecho ~vidente!de que en nuestro pasado la· anormalidad ha sido fo normal. Venimos, pues, a la conclusión efe que la historia de España entera; y salvas fue gacesjornadas; ha sido la historia de una decadencia. ·Pero es absurdo de~ tenerse en semejante.conclusión; ·Porque decadencia es un concepto relativo a un estado de salud, y si España no ha tenido nunca salud-ya veremos que U-hbra•Il1ejortampoco fue favorable-, no cabe decir que ha decaído.
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. »¿No es esto un juego de palabras? Yo creo que no. Si se habla de deca' dencia como si se habla de enfermedad, tenderemos a buscar las causas de ella· en aco~tetimientos; en !Íesventuras sobrevenidas a quien las padece. Buscare~ mas el origen del mal fuera del sujeto paciente. Pero si nos ·convencemos de que éste no fue nunca sano, renunciaremos a hablar de decadencia y a inquirir SUs causas; en vez de ello, hablaremos de defectos de constitución; de insuf(ciencias originarias, nativas, y estenuevd diagnostico nos llevaráabu5car causas de muy otra índole, a sabeí:: no externas al sujeto, sino íntimas; constitucionales». · Por lo que hace a esfl supuesta fe en .el mito de la revolución,-Sancl1ó. Quijano tiene una·afictón.desmesurada a-Jos mitos-· , véase lo que yo es" cribí en El Sol hacia•julio de 1922: • · . . .. «Así, considero que es·un deber·oponerse a Ia idea; avecindada en casi to; das las cabezas españolas, de que los gobernados somos mejores quelos·go~ · bernantes; los electores, que los elegidos; la nación; que el Parlamento. No ~e trata, claro esta, de esta ·a·la otra individualidad señera, sino qüe triás bienhá.~ bría de compararse fa.clase en junto de los políticos cori las demás clases q .·· gremios nacionales. Dígase cuál de ellas es superior en dotes y virtudes a la de los políticos. Dificil será encontrarla. Y es natural. Si existiese, hace mucho' que ella sería la directora delos destinos públicos. No nos hagamos ilusiones; ni el noble, ni el militar, ni el industrial; ni el propietario, ni el pbrern tienen nada·'• que echar en cara al político. Ni son más inteligentes ni más generosos que.él; .. • »Por este motivd.deberíainos acostumbramos, cuando se trata de la vida política española, esto es, de España como Estado, arestar cuanto se reffeF re alas defectos de España como sociedad; como pueblo, como raza, Aúneµ· el casomejqr, la política, tendrá que mantenerse dentro del límite marcado a las capacidades morales e intelectuales de nuestra sociedad, ¡Bueno fue" raque siendo lo que somos los españoles, nuestros representantes fuesen ge; niosy santos! Equivale, pues, a desviar perniciosamente la atenciónode·las masas nacionales ponerse. ante ellas a maldecir de los políticos, dando a• em tender que hay otra casta dehotribres maravillosos, a quienes Ja perversidad de los parlamentarios no deja conquistar el Poder. · »Algunas veces' ha acontecido,' en efedo, que una nación do ta da deiina excelenté minoría; caía presa de unos forajidos .. En tales casós la tarea fue ¡nuy sencilla; bastó con levantar el pueblo ,contra el grupo de malvados y de nécios e imponer el grupo de los honestos y perspicaces. Pero es preciso reiterarique el caso de España no.es ése, sino precisamenteelcontrario. Aquí no es la cues;. tión imponer una minoría mejor, sino crearla, porque no existe.Y esa ere~; ción de hombres mejores no es principalmente faena.política, sino social».!
El Sol, 25 de.abrildel923
5Q.8
PROPÓSITOS'
prop~sitos
Occident~ ~on
sen~~;I~s. Eii~te
· Íos de la Revista de bastante en Espmia e Hispano-Amélica un mímero crecido de personas que se complacen en una gozosa y serena contemplación de las ideas y del. arte. Asimisn1o· les interesa recibir de mando en atimdo.110ticias claras y meditadas de lo q11e se siente, . se hace y se padece en el nnmdo: ni elrelato ine1te 'de los hechos, ni la interpretación s11peificiaI yapasionada q11e el peiiódico les ofrece, conmerdan con sttdeseo. Esta auiosidad, q11e va lo mismo al pei1samiento o la poesía q11e al acontecimiei1to püblico y al secreto r11mbo de las naciones, es bajo stl aspecto de ,, dispersión e indisciplina; la más nat11raI, la más orgánica. Es la cmiosidad ni excl11sivamente estética ni especialmente científica apolítica. Es Ia vital anioc sidad q11e el individuo de nei-vios alerta siente po1celvasto genninar de la vida en to nio y es e/deseo de vivir cara a cara con la honda 'realidad c01itemporánea. En la sazón presente adq11iere mayor 11rgencia este afán de conocer «por dónde va el m11ndo», pues mrgen dondequiera los síntomas de 11na profunda . tra11sfo1111ación en las ideas, enlos sentimiei1tos, en las maneras, en-las-institudones. Muchas gentes comienzan a sentir la penosa impresión de.ver su existencia invadida por el caos. Y, sin embargo, un poco de clmidad, otro poco de ar• iléíi y s1ificiei1te jerarqtíía en la infó'nnación les revelmia pronto el plano de la n11eva arquitectura en q11e la vida occidental se está reconstruyendo. La Revista de Occidente quisiera ponerse al se1-vicio de ese estado de es:pl1itu caracte1istico de n11estra época. Por esta razón, ni es 11n repert01io mera111ente litei·mio ni cefü1damente científico. De espaldas a toda política, ya q11e la _política no aspira n11nca a entei1der las cosas, proc11rará esta Revista ir pre~entando a Sl!S lectores el panorama esencial de la vida europea y anmicana. !Vuestra infonnación tendrá, pues, un carácter intensivo y jerarquizado. No
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Al primer número de la Revista de Occidente.
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basta que un hecho acontezca o 'un libro se publique para que deba hablarse de ellos. La infonnación extensiva sólo sirve para conftindir más al espfliht,fa' voreciendo lo i11Significa¡1te en det1imento de lo selecto y eficaz. Nuestra Revista reservará su atención para los temas q¡¡e verdaderaménte importan y pro-: curará tratarlos con la amplih1d y 1igor necesmios para su fecunda asimilación. La accidentalidad del titulo alude a uno de los rasgos más gen¡¡inos del mo'. mento actual. La postgue1Ta, bajo adversa5 apariencias, ha aproximado a los pueblos. Los vocablos de hostilidad 110 impiden que hoy cuenten más los uno con los otros y, aunq¡¡e de mal humo1; se penetren y convivan. Antes de la gue JTa existía, en cambio, un internacionalismo verbal y de gesto, un cosmopolf tfsmo abstracto, engm1oso, que nacía previa anulación de las peculiaridades na ciona!es. Era el cosmopolitismo obre1ista, bancario, de Hotel Ritzy sleeping-c Ti·as él pervivfr:l.n los pueblos en 1igorosa incomunicación. El 'cosmopolitismo ... hoy es mejm:, y envez de suponenm abandono de. los genios y destinos éf:!ti cos, sigítÍJica stt reconociinientoy confrontación. ,' · · ·•· Ello es que, sin deliberado ac!lerdo, casi'todas las revistas de E¡¡ropay América se van llenando de finnas extranjeras. Asi, nosotros atenderemos ai!a5 cosas de Espmia,pero, a.la vez, tiaeremo,s destas páginas la co!aboraciómd: todos los hombres de. Occidente cuya pa!abrd ejemplar signifique ¡¡11a plllsación interesqnte del a!ina contemporái1ea. . . ., , Esperamos:poco a poco, conigiendo en cada1itimáolos defectos de!p1ff teiior, 'conseguir que algún dfasea esta Revista el. recinto tranquilo y cbn'ectó donde vengan a asomarse 'todos, los espí1itus resiteltos a ver claro. , · .• ,., ¡Clmidad, clmidad, demandan ante todo los tiempos qué vienen/ Elviejo•' cariz de la eicistencia va siei1do am.unbado vertiginosamente, y adopta el presei1te,mievafazy entrmias nuevas. Hayei1 el aire occidental disueltas em.ociones de viaje: la aleg1ia de partir, el temblor de la pe1ipecia, la ilusión de llegar y el miedo a perderse: .. • , Publicado siwfirma,.Revista de Occidei1te,julió' de 1923
INTRODUCCIÓN A UNA ESTIMATIVA
¿QUÉ SON LOSVALORES? ·.
Desd~ha~~ algún tiempo; en los estudios filosófico~, en las obras literarias y aun en la conversación de las gentes pulidas aparecen con mucha insü;c
t~ncial?s,vocablos «valores», «valoración», «valoran>. Las gentes de espi: ntu ~~o que no saben otorgarse a si mismas el lujo de comprender lasco. sa~ d~an que se trata de una moda. Sin embargo, la preocupación teórica y ... practlca·en torno a los valores es uno.delos hechos más hondamente rea'\ les del tiempo nuevo; Quien.ignore el sentido dmportancia de esa pre oc cupación se halla a cien leguas.desospechar lo'que hoy está áconteciendo en los profundos senos dela realidad contemporánea, y más lejos aún de entrever el mañana que hacia,nosotrosrápido avanza. Se trata de una de las más fértiles conquistas que el siglo XX ha hecho y; a la par, de uno de los rasgos fisiognómicos que mejor definen el perfil dela época actuaL, Hasta fines del último siglo no existían más estudios sobre el valor que los referentes al valor económico'. .. · . i ·En Ética y en Estética, enSociologiay en Psicología se empleaba a me.°?ª? el término «valor», sin que intentase nadie someter su sentido a espec ,mal mdagación, Enlos libros étic~s de.Kant, sobre todo en susFundamentos
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~Tu:., , Una visl1¡1mbre, bien_ que vaga, de los tern_as_ que hoy ~a11to nos inte.r,esa'n_Ia tu Vieron an": l~ ~ue nad_ie los irigleses: En liis 'ob~as de !"!u tchesoil, Shafresbúry Y' aun de Adam sb'ith, se res.: pita el ambiente que, más f:la~cado·, constituye hoy la_teorfa·de los valores. No obstante, lOs·pri~-e,ros pensadores que descubneron en el Valor un problema científico aparte han s_ido·1-"Ier~art rfZ6-1841), B.eneke (1798-1854) J:'Lotze (1817-1881). Co~viene desde luego advertir que la _liimada <1filosoffa ~e los valore_.;;» CW1ndelband1 Ri_ckert, Münsterberg) tiehe es'CaSamente que ver o~Ia -•1teorfa de los valores>> que ahora nos ocupa.
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para.una metafísica de las costumbres, se habla v.arias veces en ca~a página de «valor», y no extrínseca o fortuitamente, smo del modo mas formal. Los temas decisivos dentro del sistema moral kantiano son planteados o son resueltos en fórmulas donde la palabra «valor» interviene. Una vez Y otra leemos expresiones como «valor absoluto», «valor relativo», «valor pro~. pío 0 íntimo de la persona», «valor moral», etcéte~a, sin que ~ara fijar las graves alusiones de esos vocablos nos ofrezca Kant m por casuahdad una de•: finición, nominal al menos, del valor, no hablemos de una investigación pre• meditada del problema objetivo que el término encierra. ·. No menos usual es la conversación de «valores estéticos», «valores·vic •· tales», «valores políticos», «valores culturales». Toda una generación se ha·\ encendido al calor que irradiaba el lema de Nietzsche: ñ·ansmutacíón de los. valores. Puede advertirse, de5de luego, que se recurre al vocablo pre~ ! cisamente cuando parecen inservibles todos los demás conceptos parae11~ · tender ciertos fenómenos ..Lo cúal equivale a reconocer que allí donde se há,. bla de «valor» existe algo irreductible a todas las demás categorías, algo nuev() y distinto de los restantes ámbitos del ser.. ¿No fuera, por lo mismo, tantomás · obligado precisar un poco en qué consiste eso que llamamos «valor»! ·. . · Tal es el propósito de las páginas subsiguientes: quisiera por el carruno : más corto conducir allector hasta una nociónclarayrigorosa de lo que·sor¡ los valores. No es, pues, nuestro asunto una clase particular de valores; no! qué sea el valor moral, o el valor económico, o el estético, sino qué sea· el· valor en generalva a servir de meta a nuestra pesquisa. · . ' ·' ·::1 lD Es sobremanera extraño que j:>ioblematan esencialytariamplio aptfr rezca ante nosotros como una teiTa incognita. Nos encontramos, en efecto,. con la paradójica circunstancia de que mientras'.ª filosofía desde s~~ni" ciación cavila sobre el problema del ser, su eqmvalente en extensrnny dignidad, el problema del valor, parece, no ya escasamente atendido', sino ignorado por los filósofos. . ,· · · · .·. , . Claro es que no ha acontecido rigorosamente así. Un tema tanradical no tolera que sele pase por alto. Podrá el pensador individual des~percibit" lo, podrán correr ante él las épocas sin destacar formalmente su fisono~fa¡:: no obstante, el tema se hará presente de algún modo en el cuerpo de la cien" cía. Unas veces estará fundido e indiferenciado con otros problemas; ?1:~· por el contrario, se deslizará disfrazado bajo alguna .de sus formas p~rticu:;: lares; olJ"as, e.n fin, su presencia consistirá preéis~~ente en.una a~es~VJ1:,tfl'il senda como en un mosaico la pieza perdida hace: constar su alejamiento '' ·_. -, _,.: dejandoelperfildesuhlle~o:' .. ·.• , , .. , . . ''' .. :¡ . ·. Asna, versión en que más reiteradamente ha pref~nd9 o,c¡¡.ltarse elY~·. ]ores la idea del Bien. Durante siglos, la idea delo bueno ha sido la que, ''
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aproximó más el pensamiento a la idea de lo valioso: Pero, como pronto veremos, el Bien no es sino; o el substrato del valor, o una clase.de valores, una . especie del género valor. Y acaece que cuando no se posee la.verdadera idea . genérica la especie se convierte en un falso género, del cual conocemos sólo la nota:esp~cífi~a·: Un ejemplo aclarará esto que digo: para los primitivos pen. sadores.deJoma no existían más objetos que los corporales o físicos. Nin. guna otra·clase de objetos había entrado aún en elcampo de su·intelec. ción:. Consecuentemente, para ellos no existía la distinción, tan obvia para nosotros, entre ~l ser! el ser .físico o corporal. Sólo este últim() conocían, y; :por tanto; en su tdeano cuerpoy ser valen como sinónimos. El ser se define ¡por la corporeidad, y su filosofía es fisiología. Mas he aquí que Pitágoras, erra. ;bun~o en I_talia, ha_ce el dramático descubrimiento de unos objetos que sonmcorporeos y; sm embargo, oponen la misma resistencia' a nuestro intelecto que los corporales a nuestras manos: son los números y las relaciones geométricas. En vista de•estp, no .podremos, cuando hablemos·delser, entenderla corporeidaddunto a ésta, como otra especie.del ser está ]á idealidad de los objetos matemáticos. Tal duplicación de los seres ~os hace .caer en la cuenta de nuestra ignorani:ia sobre qué era el ser. Conocíamos lo · específico de la corporeidad, pero no lo que de ser en general hay en ésta. ·.¡ . Pues análogamente, al hablar del Bien llegaremos tan sólo a conocer una ,sormaespecífica del valor, sin que sospechemos tras ella elgénerovalor, y · prueba inmediata de que es algo muy distinto tenemos en la· sencilla consideración de que el Bien y el Mal se'excluyen, son el uno lo contrario del otro :Y, sin embargo, uno y otrosonvalor: e!Bie~; unvalor positivo; el Mal, un valor nega~:º· ¿Qué es, pues, ese substantivo «valor» común a ambos y que se especifica de tal modo en caracteres contrarios? 2•J La conciencia del valor es tan general y primitiva como la conciencia de .objetos, Difícil es que ante cosa alguna nos limitemos a aprehender su tons; .til:t!cióri real, s.us cualidades entitativas; sus causas, sus efectos.Junto a todo ;f~to,junto lo que una cosa es o no•es, fue o puede ser; hallamos en ella ¡un.raro, sutilcarácterenvista del'cual nos parece valiosá o despreciable; ;El cfrculo·de cosas que rios son indiferentes es mucho más reducido y anó. ,w.-al_o de lo que a primera vista parece.·Y lo que llamamos indiferencia·apre. .ciauva suele ser una menor intensidad de nuestro interés positivo o negativo ¡c¡ue, en comparación con más vivos intereses, consideramos prácticamente ·,Hamo nula. . .· . .. . , : .·: , .: . . , , . ·Percibimoslos objetos, los comparamos y analizamos, los sumamos, ,9rden~mos y clasificamos. Indagando su mutuo condicionamiento, los encadenamos en series de causasy efectos, series que a su vez se articulan re.cíprocamente formando la estructura del universo, ilimitado ene! espacio y
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atribuimos un valor positivo, pero muy distinto del valor <>, «elegante», «diesti:o», .«fuerdonar su puesto y condición enél,los·hallamos organizados en uria estn:rc:; .te», «~ ~e•·:, lit: ~':} ~uent~s ~e.JWU~c10: qué son y qué no son), .~n el Ard1iv fi~r: d~e gesap1te psjd10Iáiie; tÓino VI, l 905. refiere.a esta 'cualidad cromática que ahora estoy viendo. Pero sería falso afir,: • 2.;~~: En su hbro Ub_cr Annalt~en (Sobre las asump~iones); 2.ª ed!, 1910, dediCa afasurito el capitulo IX. ~' ~l.pun.to de VISta de Me1nong en esta época es ampliam:ente désarrtillado por.Urban en el libro mar que con esto. hemos-satisfecho plenamente la significación de «noblé>ll: ,~,;..Y?l.1_1a,t1on.• its_na~~tre.and Ialvs,,1909, que pue?~n consultai;Jos que no l~n ale~áTI. s.i!l emb_argo., Cuando digo rojo me refiero exclusivamente al color de este nombre; pero ®'i0f0J., t~~9s ~~uel~os trabaJo_s de M~1nong que.han ocupado_ ypre?cupado durante año.5 a los aXiólOgos cuando digo: «acción noble» no me limito a nombrar una:ciertadase:de. o v~Ions~as carecen hoy ~e verdad~ro interés. El Uutoihá tenido qüe tetir3rt6do:Io ·esellcial de _"5.:'."~ ~d~-?~y:ace_p~r.la sencilla verdad que.sµ µia~qo Franz Bren~np ha]?fa ya descubierto en,1889, actos reales, sino que doy a entender de paso o complementariamente que: :;t;. R~~~ _qµe, refenq~·?l. prob~ema de_l Bi.ei;i. s~i;r ,~esf~~.ª~.su~~ie~fer:iCpt,e la ;i.d'T'l de yalor. El f9~Ielq ge~ esa clase de actos reales tiene un valor positivo frente al valor negativo que:: ~Í ~.!;al de Brentano._ ~onde se formula por vez pnrnera frente a Kant lo·queyo juz·go principio· e.sen:. . ~~~~al de la nu.eva Etica, s~ titula Vo1n Ursp·n111g sittlicltcr Erllenntriis; (Traducción esPañOla de Retiene otra clase de actos reales;a los que llamo: «abyectos» .'Y si inSistiéramos' ~;· VIS~a de Occrdente). La~ ideas de Brentano sobre psicología y ética no c~nsiguieron prender en en.nuestro.análisis dé lo que significamos .con el vocablo. <
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·¿Quién no hallará plausible la idea de Meinong? Yo doy valora una cosa¡ aquél a otra; yo prefiero lo que éste pospone, y viceversa. Lo que me agrada es valorado positivamente; lo que•me.enoja, negativamente. . . . . .He aquí renovarse, con motivo del valor, exactamente el mismo raza;. namiento que, allá en Grecia, sirvió de fundamento al escepticismo. Cada cuaJ tienesuópinión:yjuzgaque es ella la verdad; estas opiniones, presuntm:Ilent1" verdaderas, producenla más atroz disonancia; Tales el venerable «trop0>>iO argumento de Agripa el académico, el «tropo» fundado .en la diversidad inart mónica de las opiniones-.;cov cbtó i;ii~ füacpcovla~ i;éiiv lio!;éiiv, ;. • .· •·.• · Pero lo mismo· que en el caso de la.verdád;.en el del.valor, el {
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que _parece ser algo _objetivo es explicado como mera proyección subjetiva. A na~~ s~ le antoja paradójica, por ejemplo, la idea de Stuart Mil!, y de todo el . posiUVlSmo, que hace de las cosas circundantes -este tintero, esta mesa. un conglomerado de sensaciones y nada más. Como a pesar de estas teorías el tintero y Ia·mesa nos seguirán inevitablemente pareciendo entidades dis~tas de nósotros, independientes de nuestros estados subjetivos, quiere decirse que esta manera de pensar implica el reconocimiento de que estamos condenados aun inexorable espejismo y a un perpetuo quid pro quo. . . .. · En _el caso de los valores, la situación es pareja.· Tal vez presenta con mayor dandad el error delpositivismo, que, a pesar de su título y aspiración aeruna filosofía delos puros hechos; delos fenómenos-, comienza siempre por desconocer el fenómeno mismo que quisiera- explicar; Porque es el hecho, lo positivo, que en eLniomento de valorar algo como buenona ve" m?s ~a bondad proyectada sobre el objeto por nuestro sentimiento de.agrado¡ smo, al revés, ·como viniendo, como irnponiéndose•a nosotros desde el objeto. Ante un acto justo es él quien nos parece y a quien diputamos por bueno, como. el verde de la hoja. nos aparece en la hoja-y es propiedad de ella: Dé mod? _quelejos de parecemos bueno un hombre porque nos agrada, lo que posiuvamente acaece en nuestra conciencia es que nos agrada porque nos parece bueno, porque hallamos en él ese carácter valioso de la bondad. } Esteporquéno es una palabra al aire. Nuestro agrádo no se prodtice.sim·. plemente después de haber advertido la bondad del hombre; no se trata de ; u_na mera sucesión, sino que se presentad agrado.unido por un nexo cons~ ciente a esa bondad, del mismo modo ·que fa condusión no sólo sigue a las premisas, sino que se funda en ellas o de ellas emerge, · . La i:omplacencia es ciertamente un estado subjetivo, pero no nace del Sujeto, smo que:es suscitada y nutrida por algún objeto. Toda complacencia .es complacerse·en algo. El origen de ella no puede ser ella misma, o; dicho ,ºen forma grotesca, lo agradable no lo es porque agrada, sino, al contrario, .agrada por su gracia o virtud objetiva1• . • • • '~é;n Por lo tanto, el.valor del objeto •tiene que hallarse ante nuestra conciencia ,previamente al orto de nuestro agrado. Luego no es nuestro sentimiento ~-e com~la.c~ncia qui~n da u otorga el valor a la cosa; .antes bien, es, por deculo asi, qmen lo recibe y con él o en él se regala ..
>" - ' ' ·- ,, - ' .: ' . '·. ' - '' . 1 ·:J~--- No hay más _qué una_ clase_ particular de.valores donde el'fúriaaID.érito :d-el 'ágracÍo sea' en _efecto1 el placer: las delicias físicas. El plac~r físico agra:da, Í!sto es, complace. Pero aquí el v~cahlP; 11placen> s_e emplea en dos,senti4os distinto_s_.: '. _ .___ · ~f' _, _~~placer fíSico -comÓ na~ie ignora_:_ eS, n~ {in seilúíríie~ta· de ¿omplacenci'a, sino una . nsacton com~ la de color o sonido. Como el acto Justo lleva anejo un valor, así todo ·placer ff51co es por sí mISmo, aparte de nuestra complacencia-en él,- una realidad valiosa.
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2. Los VALORES NO SON LAS COSAS DESEADAS o DESEABLES
. Si, como Meinong en su teoría inicial pretende, el valor de una cosario' fuese más que el resultádo del.agrado que nos produce, sólo serían valió+ sos los objetos existentes. Ahorá bien, valoramos sobretodo lo inexisten7. te, la riqueza que no poseemos, la salud que nos falta; Los grandes valores sonlosideales,estoes,loqueaúnnoseharealizado.: •· ·.. : .· ·' :; Esta advertencia condujo a Ehrenfels, compañéro de escuela filosófi7· ca de Meinong, a ensayar unanueva respuesta a nuestra pregunta sobre:qué• es el valor 1cTambién es ella una idea obviaqtiea todos nos ha octirridpaJ.r.. guna vez. Por lo mismo, es no menos subjetivista queJa anterior,~ va iúduf ..· cida por análogo .afán de atender a la disconformidad de las valorac10neshu7. , maiias.Según Ehrenfels; son valiosas las cosas que deseamos. Nuesfm desearlas:· es lo único real que hay en su valor.. Del sentimiento como creador de los¡va" lores pasamos al apetito, a la inclinación, alinterés, a lo que vulgarmente llal.c ,., rriamosdeseo. Siempre,.no obstante, seguimos buscando el valordelós:'' objetos en la intimidad de los sujetos, . • • .. . .. . · La tesis de Ehrenfels dio lugar a una famosa polémica conréplicasy,con+ trarréplicas entre él y Meinong; Esta polémica, desnuda de todo lo accideffi tal, puede resumirse en un' diálogo imaginario donde cada posiciónyr:cti¿. ficación representa un avance.en el progreso dialéctico que eleva y perfecc10na- ' progresivamente nuestraidea del valor. · · ' . ' · ···· ·. · . Meinong: El valor de•una cosa puede identificarse con el ser deseada o apetecida. Desear no es valorar. Porque se desea.sólo lo que no se pos:e; por tanto, lo inexistente (o situaciones objetivas inexistentes). Ahora bien •. es irmegable que reconocemos valor a no pocas cosas existentes que poseemos y gozamos. Comienza propiamente la valoración con la existencia delobj~ to, y el apetito cesa con ella. ' · . · • . • ':,';4.:. Ehrenfels: Es un error afirmar que no reconocemos valor a lo inexistente•• la riqueza de que carecemos, el talento que no tenemos tienen valor, y lo ti. nen porque apetecemos tales cosas. Como Meinong busca el origen delvá: lor en la complacencia que la actualidad presente del objeto provoca en sujeto, se ciega para el hecho primario de que valoramos lo inexistente, tér: mino de nu~stro.apetito. , , .. , , . . , . '. '·' Meinong: Reconozco mi error.en unp1mto: lo lejano, ausente o mexis, tente también' tiene valor para el sujeto. Pero el sentido de esa valoración'es, ,_¡_ ' ·-· - . '' - ;. ' . ' . ' ..... 1
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Chr. von Ehienfels: Systcm dcr Wcrtthcoric',: 1898.
la conciencia de que si el objeto llegase a existir y serme presente me produciría agrado. Distinguiré, pues, un «valor de actualidad», el tenido por el .'objeto presente que me complace, yun «valor de potencialidad», el que, por . ejemplo, ese mismo objeto tiene cuando está ausente. La teoría dela valoración como un fenómeno sentimental, empleada así se robustece.:En cambio, Ehrerifels; partiendo del apetito que va a lo inexistente, dejaJuera los 'valores de lo actual. · Ehrenfels: También cabe ampliar mi concépto. Lo existente no excita nuestro apetito, pero en todo instante nos formamos la idea de que.ciertas ;cosas que poseemos, sino las poseyésemos, si fueran inexistentes, las deseac 'riamos. Diremos, pues: Valor es el ser deseado o deseable. : • Con esto da fin la dialéctica contienda entre los dos pensadores austría:cos. No es dudoso que siguiéndola hemos afioado nuestra puntería y hemos 'desechado posiciones insuficientes. . .,, . · Subrayemos una nota común a ambas teorías litigantes. Para una y oira, •el valor no es nada positivo enel.objeto, sino emanación del sentimiento 0 del apetito.subjetivos. Éstos son estados psíquicos que poseen l)layor 0 mehibrintensidad. Los valóres tendrán que serJunción de ellos, y cm;isécuen:temente aumentar ó disminuir cori aquella intensidad. A mayor apetito 0 ·a mayoragrado,·mayorvalor. · ., .. , , , ,' . ,ó: : Bastaría esto.para sugerir el radical error que padecen ambas teorías psi•cologistas, subjetivistás.. . · ; ·,, · • , .· ..· , · :·: Al sentimiento de desagrado no corresponde un valor negativo proporcibz·na~o; porque quien sufre una herida por salvar a un prójimo sufre un enojo ' y,·sm embargo,.valora positivamente el hecho que la produjo, la salvación del otro. Es falso superlativamente que los rangos de los valores y aun su ca' ,. rácter positivo o negativo sean función del agrado y del enojo, del deseo 0 la ,repulsión. El apetito que un hombre siente cuando lleva dos días sin comer es !indudablemente más intenso que el qúe ése o cualquier otro hombre siente :g,acia la .Iliada y la justicia que tienen o pueden tener mucho más valor que ,crerto alimento y aun que todo 'alimento. Venderá la Iliadapara comer y aun, P,orventura, lajusticia; pero en tanto.que tomalos treinta dineros forzado por j!,~.viole~cia mecánica de su apetito, seguirá.valorando eh más aquellos subli~ •mes obJetos.'El hambre y sed de justicia, la conciencia de estevalor--'como ~etodos los demás---- no comporta immás o un menos de intensidad yperte~ pece a aquella clase de fenómenos psíquicos que carecen de esa variabilidad dinámica:•Así, no cabe pensar con mayor o menor fuerza que dos y dos son ~.atro. O se piensa o no se piensa, es decir; o se
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·Todas estas, advertencias.nos mueven a>ir desligando el valor de los actos sentimentales y· apetitivos; que, en efecto, andan siempre por nuestrás almas cerca delavalon¡.ción, motivados o despertados; azuzados o repri; midas por ésta, pero que no son ella misma'. .. , ..... Mas si el valor deuna'cosano consiste e'nquela cosa complazca o eno" je, ni en que' sea deseada o por lo menos deseable, ¿en qué puede consistfu? Casi siempre que en Ja ciencia se llega a·un punto donde nos parece ha~,· ber agotado vanamente todos los conceptos en una serie de ensayos estéri-' les, es que nos hallamos próximos a Ja:solución satisfactoria. Esos ensayos aparentemente inútiles han sido los esfuerzos.e'xigidosparauna más per~ fecta mise au pointde lairiteligencia~ · ·· •··· ;
3. Los VALORES SON ALGO OBJETIVO y NO SUBJETIVO. • «Deseable»' es un término equivoco. Cuando menos tiene dos·sentidós· . diferentes que se refieren a dosfenórrienos completamente distintos. .. · . En primer lugar, «deseable» significalo ·que Ehlenfels dice::Japosibfil:i dad de ser deseado. Ser deseado equivale a que algo tolere,.permita; ofrez~ ca el pretexto o la ocasión para que lo déseemos,•para que ejecutemos hacia; ello un acto de inclinación; de interés O' apetito. Entals~ntido,la cualidad «ser deseable» que a un objeto atribuyamos no nos dice nada peculiar sobre' el valor, es una .cualidad vacfa; negativa; Porque nada· hay que posiblemen~· · te no excitemuestro d.eseo. Todo lo que· es y lo que no es· puede ser desea~· do. Con Ja definición de Ehrenfels, pues.-.·.aparte los demás errores désit teoría-.-, no obtenemos diferenciación alguna entre el ser y el valor, entre un objeto.cualquiera y ese mismo objeto cuando además de sus propiedades . reales resulta tener esta otra que llamamos Valcir.. , · . · Pero en segundo lugar, «deseable»'significa, no el ser deseado rn el p~~ der sedo mañana o en algún instante por alguien, sino el merecer ser del:, seado, elserdignq de ello aun:cuando de hecho nadie jamás lo deseern aun¡; en cierto rnodo,.púeda deseado, El «rnerecern,·eL«s.er digno de algo» es;e, talsentido '.una cualidad de las.cosas indiferente a lbs actos reales de' agra} ' do o deseo que: el sujeto ejercite ánte•ellas o.con motivo de éllas. Se trata\ por el cóntrario, de una exigencia que el objeto nos plantea: Corrio la·amá~' rillez.del limón nos exige juzgar de él «que es amarillo y no azul»; a¡;ila bon: dad de una acción, la belleza de un cuadro nos. aparecen como imperativo. que de ésos objetos descienden sobre nosotros,. en virtud de los cuales nuesf tras deseos y sentimientos adquieren cierto carácter virtual de, adecuádos. o inadecuados, de rectos o. erróneos. Exactamente parlas misrrias'raiones. '
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que consideramos una falsedad atribuir a un objeto blanco la cualidad de negro, cuando algo nos parece bueno considerarnos un error que alguien .o nosotros mismos reaccione ante ello con un sentimiento de antipatía o .unarepulsióJ1•. , . . . : . . ... , . En esta significación de lo «deseable» corno lo que merece ser deseado entrevemos, al modo que por un resquicio, toda una nueva fisonomía del problema de losyalores en que éstos presentan un carácter objetivo. Aho' ra podernos advertir que también lo «agradable» contiene esa significa. ción trascendente según la cual es agradable, no lo que de, hecho agrada 0 pueda agradar, sino lo que rnerec.e y exige nuestro agrado. y Jo mismo po' ciemos decir de.lo amable, de lo que es·digno de ser amado aun.cuando tal :vez no lo amarnos efectivamente'. No es, pues, nuestro. deseo rti nuestro agra" .do ni nuestro amor; no .es acto alguno.delsujeto quien da el valora Ja cosa. Es imposible llegar a una suficiente noción del Valor mientras sdebusque ·suponiendo que es esencial a Jos valores constituir las metas de nuestros intereses o apetitos; La estrategia de.Napoleón tiene para iníun gran valor sin • que yo me sorprenda jamás en flagrante apetito de ella, siendo corno soy hombre de toga y no de espada. Claro es que todas las complacencias y eno. jos, todos los deseos y repulsiones están motivados por valores; pero éstos .,no valen porque nos agraden o los deseemos, sino al revés, nos agradan y los ·,deseamos porque nos parece.que valen.. Por lo tanto; tienen los .valores su ·validez antes e independientemente de que funcionen corno metas de nuestro interés y nuestro sentimiento. Muchos de ellos:sonreconoéidos por ;nosotros sin que nos ocurra desearlos o gozarlos1. .· · • ·
E~ este sentido usa, por ejémplo.. rvtalebranche el término amable:. 1_. CR_echerdte de.la vó1tCr lib_ro IV, capítulo.7_). Como se ve, para Malebranche SOfl los v.~~~r~ .C~~b:ien>~, _~nnaln )_,_de tal su~r~e obj_eiiv~s~ que excluye_en el mismo -Dios la pósibÍUciad de·modificar la ley o norma de nuestras estimaciones; · · 2 --v--_ ' .Consecuentemente, es un. error todavía mas-denso definir los valores como haceSchwarz ~p-~sp fsico_logCa_ de la volun_tad (1901, p. 34),_ diciend_o: ~_. Suelen inci~ir_e!1 ~ia equivoc~ción tod_os los qti~SC plantean el problema del ~~lar exclus~vamente. dentro de In Etica. Tra_ta la Etica de hallar laS··priDCipios y !!,9nnas_d~ Jt!- acc1qn volµn_tana.:J_a accrón voluntarif! consiste en proponei:se, fines. Estos fin~ s_on ~~ellos o malos, es decir, son valores positivos o negativos (por sí mismos, como pienSa Sanlo T~mrt:: por la intenci~n, o.sea, previsión de sus consecuencias, como sostienen _los utilitarios; por 1ca~acter de la co?c1enc1a en que se deciden, tomo pretende I
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· Shake:speare sabía ya todo esto. Discutiendo Héctor y Troilo sobre: el caso Helena, reparte el poeta entre ellos las dos teorías de' valor: la subjetiz • • ·• • , • ' vista y la objeti.vista. . . • • · ·1 -Hermano ,-dice Héctor-, ella no vale lo que nos cuesta conservarla¡ YTroilo: "'-"¿Qué valor puede tenér Ulla cosa sino el que nosotros le demos? Alo queHéctorreplica con estas aladas, esenciales palabras:··' .. , ;¡¡;, · -No, elvalórno depende de la querencia individual; ti.ene su propia estirilación y dignidad, que le compete no menos en sí mismo que en la apre:1 ciaC:ión del hombre. · Se nos presenta, pues, el valor como un carácter objetivo consistente e~ una dignidád positiva d negativa que en el acto de va.loráción recoriocelfiosi Valorár no• es dar valor a quien por sino· lo tenía¡ es reconocer un valor re:si"> dente' en el objeto, No es.una quaesiiofacti, sino una quaestio jmis; No esll!· percatación de un hecho, sino de· un derecho. La 'cuestión del valor. es h1 cúéSL tiónde derecho·pot excelencia.: Y nuestro derecho en senti.do·estricto·re0 • presenta sólo una clase específica de valor: el valor de justicia. ·
4. Los VALORES SON CUALIDADES IRREALES RESIDENTES EN LAS COSAS
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.. No que nuestra subjetividad hace a las sas;'5ino una extraña·, sutil casta de objetividades que nuestra conciencfa.e!lf cuentra fuera de sí, com6 encuentra los árbolesy los hombres. · Hay, sin embargo, una radical diferencia'entrela manen1 como·vemos• las cosas y la manera como percibimos los valores. Ante todo, es menester distinguir los valores de las cosas que valen. Las cosas tienen o no tien.ei:i: valor, tienen valores positivos o negativos, superiores o inforiores, de esta, ' clase o dela ()tra. El val9rno es, pues,.n1,1ncauna ~osa, sino que es «tenido¡•1 p~r ella. La beÚeza no es el cuadro, sino q,ue el cuadro es bello,.con,ct,e~1é 0 pq~~e, ~l:1~lbr ~ell~;a.pel misrr:q i;rio~q,.,el tr~je elega,nt~ e~ un.a 1 c9s~,Ji~? liosa, es decrr, una realidad en que res~de,un valor deterrmnado. la eleganc¡a,¡; Los valores se presentan como, cualidad~s'~e .las cqs~s. . , ..•·.' ... · .· ,.. , . ~usqhemos e11 el traje elegfnte c9n )os9Jos ~el~ ~~r~ esta sp elega11~!,~~ \lana pesqÜisa: Veremos su color y su forma,.que son ingredientes reales cjel traje; Su elegancia es invisible-·.·· es una cualidad irr~al qu~ no f9rrq.~¡:>~;~
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1 ~ta, dis~n'cióri;.d~cisiv·a para-la teorfa del:Valor,· se debe'. principalmente. a·H~ser~;s~. do luego· por M3x Scheler en.su·Obra Der Fonnalisntus in der Et11ih.;· 19~3·1 uno de•los hbros.·~~'~, dables qtie ha engendrado ya el siglo XX. · "·
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de los componentes físicos del objeto. Se dirá que un traje invisible, como el del rey del cuento, no puede ser elegante, que la elegancia es un atributo ads. crito a cierta forma y color que un tiaje tiene. Es verdad, la elegancia es.el va~ . lor invisible,que reside en las líneas y colorido visibles del traje, es la pecu~ liarí~iU:a ~ignidad ~uea' estas formas reales pertenece. Pero la «dignidad» ensiffilSmaseesqmvaa toda '7isiónfisica. . · . . • , .· · .. . ¿No serán entonces los valores unas na túralezasntiSticas y misteriosas que, como las ideas platónicas, escapan a nuestra visión sublunar y habitan en un lugarsobreceleste?Nada de eso. Los valoresmo son cosas, no son realidades,,perO el mundo de los objetos-aun exdllyendotoda mística pseudo"realidad-·-. no se compone sólo de cosas. Un número ,no es una cosa, pero es un objeto indubitable, tan claro, más claro que cosa, alguna, , • Un.a sencilla clasificación de las cualidades que las cosas tien'en nos pone en ruta segura·para comprender qué linaje de objetos son los valores. Las .cosas ti:nen cier~ aialidades propias, ésto es, cualidades que poseen por sí mismas, mdependientemente de su relación con otras cosas; Así; el color y forma dela naranja son cualidades que éstá tiene, aunque estuviese sola en el mundo'. Pero si esa naranja es igual a otra, ésta igualdad es una nueva cualidad tan suya como el color o la forma. Sólo que la igualdad no lit tiene la naranja cuando está~ola, sino cuando es comparada con otra, puesta en relación con otra: Es; pues, no una aialidad pi·opia, sino una cualidad relativa, De este tipo son la 1 identidad, la semejani:a, el ser mayor o menor, etcétera; etcétera. Ahora bien, es característico de estas cualidades relativás no ser viSibles a los ojos de la cara. Cu~ndo vemos dos naranjas iguales, vemos dos naranjas, pero no su igualdad. ~ iguald~d supone una comparación, y la comparación no es faena de los ojos, smo del mtelecto. No obstante, después de la comparación la igualdad se ~os hace .patente con una evidencia pareja a la visual. Podemos decir que «vemos» la igualdad conun ver no ocular, sino intelectual. Esta intelección, este e~tender es una percepción del mismo género que la visual, pero de otra especie. Sin ella no podríamos decir que 1+2 si:migual a 4: . ' .·... •. • El positivismo fue impulsado por la sana tendencia de no admitir como ~e.rda~ero otro con~cirriiento que el fundado últimamente en la percepción . mmedmta.de los objetos: En efecto, todo !oque sea hablar de algo sin'verlo, todo lo que sea atribuir a algo lo que no se ha visto de él; es cuando·menos problemáti.cO,.y es siempre más o menos caprichoso. El error del positivis~ m~ ~e comenzar por ser infiehi su inspiración•qriginaria y suponer dog~ mancamente que no hay más fenómenos que los sensibles, ni por tanto más
t!.'.;. '1 Ai)'arte;"Se eittieriCfe,: de un sujet'o CO'Íiscieil'te·é¡ue Ía pel-Cib~; N~-·eS ahora jocilSión de dis1
i:uur en qué sentido los colores son o no independientes de la subjetividad;
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percépción inmediata que hde tipo sens~rial. Por est~ razón no ~a po~do. nunca el positivismo constituirse en un sistema suficiente del.~m~erso, El hecho simplicísimo de la existencia de los números es ya ocas10n melu.cta' ble de naufragio para el positivista. Porque el número no se v.e; se entienc. de; y este entender no es percepción menos irunediata que .la Por consiguiente, es preciso integrar el positivismo en un~ actitud me, nos dogmática y prejuiciosa. De todo lo que hablamos c~n .sen~d? es porque, tenemos algún contacto con.ello; de otro modo.no lo dist1ngumamos. Estec contacto.. o percepción inmediata será de distinta índole, según sea la com textura del objeto. El colarlo ve el ojo, pero no lo oye el oído. Elnúmerono, se ve ni se oye, pero se entiende, como higualdad, la semejanza, etcétera; Hay ... una percepción delo irreal que no es más ni men?s mística qtie ~a sensual¡• Los valores son un linaje peculiar de objetos meales que residen en los.i • objetos reales o cosas, como cualidades.mi gene1is, No se ven con los ojos;. como los colores, ni c;iquiera se entienden, como. los. números y los concep7. tos. La belleza de una estatua, la justicia de un aéto, la gracia de un perfiHe. menino no son cosas que quepa entender o.no entender. Sólo cabe «seritii.• las»;ymejor, estimarlas o desestimarlas.- .. • •·. .... . . • · ,¡, . El estimar es ,una función psíquica real -como el ver, .como el entender= en que los valores se nos hacen patentes: Y viceversa; los valores no existe~ sinb , para sujetos dotados de la facultad estimativa, del mismo modo que la1gua'., dad yla diferencia sólo existen para seres capaces de comparar. En este sentir.. do, y sólo en este sentido, puede hablarse de cierta subjetividad en el.valor. •
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5. EL CONOOM!ENTO DE LOS VALORES ES ABSOLUTO Y CUAS! MATEMÁTICO
, Alguna pulcritud de lenguaje contribuirá a esclarecer la c~estión.He.•, dich.o.que es forzoso distinguir entre las cosas -que son reahdades los valores-·-que son.virtualidades. Pues bien, una cosa que tomamos con: sus propiedades. materiales y además coi;i sus valores, e5 lo qu~debe ll~marc, • se.un« bien» si; los valores son positivos, un «mah> si son negativos. El lienzo de Velázquez, com;us líneas y colores, es sólo una cosa; si además p.ercibk'mos en él la gracia sobria.de su cromatim10; el .rioble asiento delas figuras¡¡ la conmovedora palpitación de su ambiente.-·-. es un «bien>>. Diríase, pu~)\ que cada cosa, sobre el repertorio d~ cualidades que hacep. de ella tal ser, Ue•, ne.comounhalo. de cualidades d.e valor.que definen su perfil estimativ'oi•íil y aquí sobreviene un advertimiento de la mayor importancia. La.p~r:; cepción de la co.sa .torno. tal y la percepción de sus valores se pr\lduc;en ~RJ.} gran independencia una de otra ... Quiero decir que a veces vemos muy bieo.
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una cosa y; sin embargo, no «vemos» sus valores. Ejemplo: durante trescientos años se han mirado los cuadros. de el Greco siri descubrir sus peculiares calidades !!Stéticas. Otras veces, inversamente; tenemos clara conciencia . 'de ciertos valores sin necesidad de «verlos» realizados en cosa alguna; En la creación artística esta prelación del valor es el caso normal. Suele el artista partir de lá intuidón de ciertos valores queuncuadro o poesía deben tener, y sólo dec;pués encuentra los caracteres réales-.-formas, iinágenes; riUno5-''en que aquéllos se incorporan. Cuando se preguntaba a Rafael qué era lo que copiaba en sus cuadros, respondía: Una certa idea che mi vien in mente. Esta ddea previa era primeramente un puro organismo de valores: grazia de líne·. • 'as, equilibrada arquitectura, dulce pulimento de formas, etcétera. . Conviene fijar bien los términos a que esta averiguación conduce. Todo .yalor, por tener un carácter de cualidad; postula el ser r~ferido a alguna cosa concreta. La blancura será siempre blancura de algo. La bondad, bondad de alguien .. Pero, en ocasiones, vemos la cualidadsin conocer bien su substrato, la .cosa que la posee y de quién es. Enla inquieta llanura.marina divisamos a lo mejor una blancura que no sabemos si pertenece a unvelamen,.a .una roca o.a.la espuma lejana. En el cas.o de los valores, la independencia es mayor. «Sentimo.s» con perfecta claridad la justicia perfecta, sin que hasta ahora sepamos qué situación real podría realizarla sin resto. · . . Por tanto, la experiencia de valores es independiente de la experiencia de cosas. Peró;. además, es de í'ndole muy distinta. Las cosas, las realidades son por naturaleza opacas a nuestra percepción. No .hay manera de que veamos nunca del todo una manzana: tenemos que darle vueltas; abrirla,.dividirla, y nunca llegaremos a percibirla íntegramente. Nuestra experiencia de ella será cada vez más aproximada, pero nunca será perfecta. En cambio, lo irreal-un número, un triángulo, un concepto, unvalm-.-. son naturalezas transparentes. .Las vemos de una vez en su integridad. Meditaciones sucesivas nos propor• .donarán nociones más minuciosas de ellas, pero desde la primera visión nos ,;entregaron entera su e5tructura; Toda nuestra labor mental posterior se hace . sobre esa primera visión.u otra que no hace sino reiterar aquélla. Nuestra experiencia del número, del cuerpo geométrico, del valor; es, pues, absoluta. De .aquí que la matemática sea una· ciencia a p1io1i de verdades absolutas. Pues . bien, la Estimativa o ciencia de los valores será asimismo un sistema de ver. dades evidentes e invariables, de tipo parejo ala matemática'. .
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Nótese que hablo estrictamente del conocimiento de valores. La cuestión de si una CóSa real posee~ no elvalór ~ue·le atribuimos y en-ella suponemos, sólo peilnite solucibn~ empíricas Yaproximadas. PareJamente es absoluto nuestro conocimiento del triángulo; pero no el que . un cuerpo real sea o no rigorosamente triangular.. . · ·, .. ,¡ ::;,,i·..
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Esto sonará extrañam~nte e~ muchos oídos, pero es de esperar quema" yor reflexión los habitúe a reconocer tan ineludible pensamiento. La sen" tencia de gustibus non dísputandum es nn craso error. Supone que en el orbé delos.«gustos», es decir, de las valoraciones, no existen objetividades evidentes a las cuales poder referir en última.substancia nuestras disputas: La verdad es lo contrario: todo «gusto» nuestro gusta un valor (las puras cosas.' no o frecen posibilidad al gtistar y disgustar), y todo valor es nn objeto inde" pendiente de nuestros caprichos, · .\·,;
6. DIMENSIONES DEL VALOR.
. ·. La naturaleza genuina de los valore5 aparece con mayor claridad cuan'do. se advierten sus propiedades. En efecto, un valor es siempre o positivo ... o.negativo. Por el contrari6,.fas·realidades no son nunca•se:J15!! st1icto neglF ,·.. tivascNo hay nada en el mundo del ser que sea negativo en el plenario sen'tido en que lo es la fealdad, la injusticia o la torpeza. · · · Además de esta su cualidad-·positiva o negativa-·· es esencial a·todo valor ser superior, inferior o equivalente a otro. Es.decir, que todo valor poc see un rango y se presenta en una perspectiva de dignidades;:en unajerarquía, La elegancia es un valor positivo-frente al negativo inelegancia-, pero, a la vez, es·inferior ala bondad:moral ya labelleza'...La certidumbre de esta subordinación no goza de menor firmeza que pueda tener la que sentimos cuando afimiarnbs qüe cuatro es rnenos•que cinco; y es; a la postre;· del mise mo tipo. En ultima instancia, la verdad matemática nos transfiere a la intui" ción o intelección de los números, Basta entender bien lo que es cinco ylo que es cuatro para que nos sea evidente la minoría de cuatro con respecto a cinco. Basta asimismo con «ven> bienlo'que es «elegancia» ylo que es «bonL dad moral» para que aquéllaap_arezca cbrno objetivamente inferior a ésta:·:' «. , Cualidad y rango son propiedades de cada valor que éste posee merced asu materia, última contextura estirriativa·,.irreductible a toda otra determi" nación> Eso que la elegancia es en sí misma, a diferencia de !ajusticia, de la belleza, dela utilidad, de lá destreza, etcétera, no puede ser definido,•como no puede ser definido el cblorrojo ni tal sonido; Nuestra noticia de ello sólo puede consistir en una directa, inmediata percepción'. ' : ·
• , . 1 Q~'e los. valores .tienen· su (tmateria11 diferencial y n.o ·sah sólo_ formalé.s há sido el gran_ ~~7 cubrimiento·dC Scheler en su Der-FámtaiisJnus in der'Ethilz... No es ahora interesante ni urgente poner ciertos reparos a las ideas de Scheler sobre este punto. ·-
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Resumiendo: el valor tiene tres dimensiones: su cualidad, su rango y su materia. . La definición de los valores sólo puede hacerse-·'como la de los ca.lores--- por n;i.edios indirectos. El anaranjado puede ser definido indirectamente diciendo que.es el color situado en el espectro entre elrojo y el amarillo. Parejamente cabe reducir a concepto los valores determinando el repertorio de objetos en que residen yel tipo de reacciones subjetivas que les son adecuadas. ¿Qué clase de objetos pueden servir de substrato o soporte al valor «bondad moral»? Evidentemente no podernos decir con formal sentido que es buena una piedra ni una planta. Sólo puede ser moralmente bueno un ser capaz de acciones, és decir, que· sea sujeto causante de sus actos; Esto es lo que llamamos «pets~na». Quedan, pues, excluidos corno substratos de este valor todos los objetos físicos y todos los animados exentos de voluntad. Pero tampoco una pérs?ria imaginaria -el personaje de una novela- es propiamente bueno, sino sólo ficticiamente. . · En cap:ibio, «bellos» p~eden ser los paisajes, las rocas, las plantas, los animales. Y ·pueden serlo con plenitud de sentido aunque sean fantásticos. El p~isaje pintado puede ser bello no sólo como pintura real, sino como tal paisaje imaginario'. No está, pues, el ':'alar «belleza» -que en ri• 1 gor es el,nornbre genérico de innumerables valores- condicionado por la existencia de su obje.to, corno acontece con los valores morales o los de utilidad. Si ahora considerarnos que reacciones sentimentales a estos valores son adecuadas y cuáles no, hallaremos lo siguiente: a la belleza corresponde agrado y entusiasmo, pero no respeto. El cuadro de Las meninas no es respetable ni, rigorosarnente hablando, admirable. La admiración es un sentimiento que corresponde más que a la obra a su creación. Velázquez es .. el admirable autor de la obra deliciosa. En cambio, la acción buena no puede ser directarn~nte objeto de complacencia, sino de respeto. Es el respeto la emoción congrua a la virtud, La utilidad, por su parte, es un género de valores ante el cual' no es conveniente un sentimiento de respeto ni de complacencia. Complace tal ".ez el fin qu~ el útil logra, pero el útil corno tal sólo provoca una pernliar ~moción de satisfacción, sentimiento sin temperatura muy proporcionado al carácter racional, frígido, del valor mismo «Utilidad». De aquí que las épocas de utilitarismo predominante se caractericen por una gran tibieza psíquica .
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7. Ct.ASES DE VALORES
· · · 't d e es'"º •. ·El propos10 ._ págr'nas se reducía. a obtener una. noción . . clara de lo, · que es eJ valor. El problema dela clasificación de los v~ores requeruta muy com· ' bservac'1·ones · Quede pues intacto para.mejor coyu. ntura. Solamente . · • ' . · · · 'di· p 1eJas o con el fin de facilitara! lector la meditación propia sobre tan sutil maten~m . ~ caré las grarides clases que, atendiendo a su materia, forman los valores. •• Valores positivos y negativos• ·
,' {'.,'. 'Abun'dante:...,.Escaso, ~:~: B~~~;;.az.. etcétera,,,.
Útiles ......, ... ,.,.,.. ,... ,:., ... ,.,,, .. .,.,., ...i:·:·:··"·;'
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Vitales ···················•·····························•-'··
Intelectuales .....
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. Sapo,.-,-Enferrno., , . Sélecto-Vulgar. Enérgic~Inerte .. FÚerte.::_Débil, etc¿tera.1
: Conocimientc>--'-Error. EXactd'-Aproximado. , E'vidente-Prohahle, etcétera.
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Buen~Malo.
Espirituales .' ...•.. '. ....
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· ''i'Bortdados~Malvado~ justo-Injusto. Escrupuloso-Relajado, Leal-Desleal, etcétera ..··
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Bello,--Feo. ·Gracios~Tosco. •
Elegante~Inelegante;
Hemos de acostumbramos a reconocer que lafauna y la flora de la estimación no son menos ricas que las naturales. Las cualidades de valor son innumerables como las físicas, y el hombre va teniendo de ellas, lo mismo que de ésta~. una creciente experiencia a lo largo de la historia. Una de las más sugestivas investigaciones .que la nueva teoría inspira es la reconstrucción de la historia como proceso de descubrimiento de los valores. Cada raza, · cada época parecen haber tenido una peculiar sensibilidad para determinados valores, y han padecido, en cambio, extraña ceguera para otros. Esto invita a fijar el perfil estimativo de los pueblos y de los grandes períodos históricos. Cada uno se distinguiría por un sistema típico de valoraciones, último secreto de su carácter, de que los acontecimientos serían mera emanación y consecuencia. . . . '··· Asimi.sti:í.o; fuera en extremo intere5ante éstudiar desde éste punto de vi.Sta Ias grandes figuras cuya obra ha sido principalmente la invención genial de nuevos valores -así Budha; Cristo, San Francisco de Asís, Maquiavelo, Napoleón. En fin, aquellos otros espíritus soberanos que no han tenido un carácter específico de hombres «prácticos», esto es, dereligiosos, moralisT tas, políticos, pero han descubierto en el universo valores antes latentes: Migilél Angel, Cervantes, Gaya, Dostoyewsky, Stendhal. · Todo esto y mil atractivas cuestiones más que sugiere la increíble.fer7 tilidad del gran tema.« Valor» vendrían a componer elpendant histórico a la Estimativa o cien da apiio1i del valor¡ cuyas leyes sori de evidencia perfecta, al modo de las•geométr'icasJEI hombre se apresta a· sujetar bajo unrégunen rigoroso la región de los gtistos y•delos sentimientos, que durante los últimos siglos se hallaba abandonada al capricho, La Ética, la Estética; las normas jurídicas entran en una nueva fase de su historia. Cuando parecía el europeo consumirse en la última extremidad del subjetivismo y el relativismo, surge de pronto la posibilidad de restaurar las normas trascendente.'; de lo emocional y se acerca el momento de cumplir el postulado que Comte exigía para hacer entrar de nuevo en caja la vida de lcis hombres: una sistematlzacion de los sentimientos.
Armonioso-"-lnarmónico .., - . . '
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Revista de Occidente, octubre de 1923
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1- Nót~e que es indiferente para la existencia del valdr que exis~n.d~ hecho cosas en que se~ corporen. Para el ateo no existe Dios, pero si el valor «santidad» o 1
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SOBRE LA VIEJA POLÍTICA
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Ami y omega de la faena que se ha impuesto el Direct~rl~ militar esacab~~ cou la vieja política. El propósito es tan excelente, que no cabe ponerle reparos,, Hay que acabar con la vieja política; · '~ ' · ! · • ' · Sin embargo, yo he de confesar que desde el primer manifiesto lanzado por el general Primo de Rivera mi simpatía y mi íntima adhesión a su obra arrastran.una graveiuquietud. Cada nuevo decreto,. cada nueva nota oficioc sa, vienen a engrosar este inicial desasosiego. Tenia, en efecto, que la vieja política contra la cual dispara sus rayos el Directorio sea.un ente muy dis, ,· ' . '· . .' tinto del que yo .quisiera.ver aniquilado'. , ; · El espíritu de aquel manifiesto y.de cuanto ha seguido pudiera; sin.ter'giversación, ser resumido así: las desdichas de la nación proceden de; que unos·centenares de hombres, sin moralidad ni competencia, se han·aduec ñado astutamente del Poder público, y, usando de éste en beneficio propio, sin atender a los deseos de la masa nacional, impiden toda obra fértil en lo público yen lo privado, anulan las iniciativas juiciosas, favorecen sólo a Io~ cínicos y mantienen un puro desorden en todas las funciones del Estado. 51 esos hombres son eliminados del Poder, España, por sí misma; sanará; , Esta idea, que el primer manifiesto expresaba, coincide exactamérité.. con la opinión pública. La masa española piensa, en efecto, que la culpa de ' los males patrios la tienen los políticos, y que, extirpados éstos, el pueblo español vivirá feliz y en buen orden; Si el movimiento militar ha querido identificarse con la opinión pública y ser plenamente popular;justo es decir que lo ha conseguido por entero. Nada puede halagar tanto a la gran masa de es-. pañoles como que se les diga eso: que unas cuantas personas, con nombres propios y notorios, son las responsables de sus desventuras. Por supuesto,· la gran masa de españoles que está convencida de eso no ha sido capaz en cincuenta años de sacudirse el gravamen de tan nefandas per,sonas. No ha, sido capaz ni siquiera de intentarlo. Ninguna de las generaciones actuales
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ha asistido al más leve conato popular para arrancar el poder de aquellas manos fraudulentas. No pocos hombres egregios han consumido su existencia . en llamar a sus conciudadanos para que, formando una cruzada de reivin. dicación, lib.ertasen la máquina pública, detentada por unos salteadores. Todo fue er_i vano: la muchedumbre no ha acudido. Calcúlese la gratitud que la gran masa nacional sentirá hacia.estos magnánimos generales que, generosamente; desinteresadamente,.him realizado la aspiración semisecular de veinte millones de españoles, sin que a éstos les cueste esfuerzo alguno. Todo esto está muy bien, y es perfectamente claro. Pero no lo es menos que España no se compone sólo de esa gran masa. Junto a ella, mejor dicho, frente, a ella; existe una pequeña masa de españoles, una serie de reducidas minorias. Da la casualidad de que estas exiguas minorias se componen de los españoles más valiosos, de hombres con la conciencia sobremanera.limpia, y que, además, son en sus varios oficios, profesiones y clases Io que más honra ala•raz;L Estas minorías tienen también derecho a ser atendidas; siemc pre que sus opinionéS y deseos sean razonables y aparezcan formulados con mesura. Estas minorias, unas con temple derechista, otras con temple,iz~ quierdista, se caracterizan por ,una capacidad.de reflexión superior a fa, que goza la granmasac Han comprendido muy bien.que el Directorio necesitaba iniciar su actuaciónsobre una ancha base de.coincidencia conlamuchec \ dumbre, y no les extraña que hasta ahora lo que se ha dicho y hecho tenga cierto sabor demagógico y vaya consignado a la galería. Pero están seguros de que en su hora el Directorio no .olvidará que ellos. también existen, que forman parte muy respetable de España y esperan palabras y actos un poco más consonantes con su sensibilidad. Estas minorías no dudan de que los más hondos pensamientos del Directorio sobre los problemas de España se. hallan todavía inéditos. No puec den creer que estos generales, hombres de mente clara y que sesgan ya las zonas menos juveniles de la vida.tengan.de los males de España las mismas ideas elementales que se repiten a toda hora en.Ías tertulias de café, en .los casinillos de provincia y en las carabas de.aldea. , , Ante los problemas españoles, como.ante todo problema, reacciona la mente, formándose una primera opinión, que es siempre la más obvia y ele:mental. Luego, si la mente no se para, advierte el error de aquel primerpen.samiento y lo sustituye por otro más adecuado que, a su vez, va' recibiendo •lluevas correcciones. Este movimiento y.progreso del intelecto; es esencial ;en toda cuestión; porque, ante toda cuestión, somos primero aprendices, y sólo más tarde maduros conocedores.No pretendo. haber llegado a esas al' ti tu des de un maduro conocimiento; pero he de decir que sia los veinte años pensaba, como todo el mundo; quela culpa de los males patrios la.tenían los
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políticos, pronto me hallé inuy lejos de tal opinión errónea,.pueril y honda~ mente insincera. ' · · · '" · Se comprende muy bien· que, aprovechando un momento de descui, do, un grupo de audaces se haga dueño .de una nación y la gobierne a capri" cho, vio lentamente, sin congruencia con las ideas y sentimientos delaso'c ciedad, Peio;ni•que decir tiene, este fenómeno histórico sólo es posible. cori caráctermuy transitorio; Elpueblo sano, sorprendido un instante, se reco;. bra y no acierta a tolerar que se inveteren en el Poder unos gobernantes cuya índole y manera están en desacuerdo .con el sentinriento y el carácter nacionales, No hay mejor síntoma .para reconocer lo que es normal.en histori,a ~Y en todo proceso vital-' que la perduración; Lo anormal es, por esencia, flli. gaz, estado transitorio. Por consiguiente, si vemos que esa anómala disociación entre gobernantes y gobernados se hace crónicaydura'casi un siglo.'-'-'¡Costá hablaba de tres-'-pensaremos;que se trata de una falsa interpretación delos hechos. Uri modo de gobemaciónyuritipo de gobernante5 que se'estabifü zan drirariteuna centuria sobre ún pueblo soninexorablemerite·un modo de gobernación yun tipo de gobernantes perfectamente ajustados al carácter de la:rnasa nacionaLPensar.decittarrianera me.parece grotesco ymonsttuoso¡1 .. ,Bastaría esta reflexión genérica para invitamos a corregir la ideawlg¡µque se tiene.de nuestra «vieja política» . Pero elcaso de España añade con su" perabundancia nuevos argumentos: Supongamos que no fueta síntoma ine;. quívoco de la normalidad de unrégirrien su perduración, ¿qu'é otro rasgoio señal habría para, al menos; venir• en la sospecha de que el sistema de.gó;. bierno no coincidía eón lavoluntadnacional? Sólo éste: que los gobernados hubiesen intentado, reiterada y enérgicamente; eliminar a sus malos gober;. nantes. Pues bien; ¿quién recuerda un solo intento parecido en España? No. lo ha habido, ni siquiera germinal, ni siquiera en sombra o trasunto. La «re" volución» del 68 fue, poco más o menos; como el golpe de Estado de 1923¡ obra de unas cuantas personas,' sin verdadera colaboración ni asistencia de la masa nacional. La «Tevolucióni> del 68 '--',no se olvide-·-· fue hecha parpa" latinos.Una vez y otra ha aparecido algún hombre generoso queise sublei vaba contra el sistema constituido. El último fue el señor Maura.' Pue5 bien: siempre ha ocurrido lo mismo: el protestante se quedaba solo y la gran masa nacional seguía sustentando ala «Vieja política». ii. • Una de las características de la vieja política era la flojera de la aUtori" dad. El viejo régimen no se ha permitido nunca violencias;ialcontrario¡1ha permitido todas las violencias ·contra el Poder público. Durante su imperio todo el mundo ha hecho· lo que le venia en gana: Lo único que'no'1e vinoién gana a: los españoles fue libertarse de esa ominosa política; contr¡¡ la cual pectoraban' formidables diatribas en·las'tertulias de café, en los casinillos de
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provincia, en las carabas de aldea. El que para orientarse sobre el verdadero sentir de los españoles atiende a1o que éstos dicen, no conoce lo rriás mi' ni1110 lacpsicol.ogia nacional. Advert~ncias de este linaje nos llevan a la convicción de que es com. pletamente ilusorio reducir la «vieja política» a una detentación del Poder público pór unos centenares de 'audaces. Si fo era esto, carecería de impar~ tanciá,y.hubierasido muyJácil curar elrrial. Mas es preciso reconocer con entereza la pura verdad:· la «vieja política» era y es elsistema de gobernación que espontánea y entrañablemente corresponde al modo de ser:de los españoles. Pensar otra cosa es ganas de.J:iacerse torpes ilusiones, y es; además, la mayor falta de patriotismo: cobardía para.mirar de frente.la realidad nacional. Quien de:verdad aspire a curada enfermedad histórica de España tiene que comenzar poratreversé a.verla y a denunciarla.· ., . No;Ia.vieja.politica no es•sólo ni siquiera principalmente una serie de abusos.... latrocipfos;:ü¡.justidas,, ilegalidades.. · cometidos.por unos cuan" tos hombres. Ha sido; ami juicio\ un error: del movimiento. militar enfocar exclusivarnente.por este lado el.proceso de rehabilitación nacional. Porqué la realidad no es .ésa;•y la,realidad,se venga siempre, prontó ó, tarde, cuando no se la atiende o seJa.confuude: Es:preciso decirlo taxativamente; los poli" ticps españoles no han sido nocivos a la nación por sus abusos •.En:muchos . , otros paiSes que llevan.vida saludable,c los ¡::>oliticós han abusado más que en ·España: Atacarlos po"r el frente delos.supuestos abusos 'es.•caminar'ciegamente hacia su .reivindicación, Todo lo que se podrá encontrar hurgando.en los bajos fondos serán algunas pequeñas canalladas de algún que otro, personaje, pero nada que, siquiera a manei;a de símbolo, eX¡Jliquela profunda desorganización de nuestro cuerpo colectivo y justifique nada menos que un golpe de Estado. '" LÓs viejos políticos,.digámoslo galantemente, eran sólo la flor de la «viej~ política». La raíz y la causa.de. todo el régimen estaban y están en los gobernados; no enlos gobernantes! Ekinismo, la desaprensión, laincornpe.tencia, la ilegalidad, el caciquismo, etcétera, procedían; proceden y proce0 derán dela gran masa.española que vive desde,]:iace mucho tiempo", con anterioridadala.instatiración de la «vieja política», en un grado de desmoralizaciónsuperlativo. Y lo más peinicioso que puede hacerse es halagar sus torcidos instintós, dándole a entende~ que es ellavirtucisay que sus males proceden de individuos determinados, y;al fin:y al cabo, sobresalientes. Los viejos políticosfoeron creación entrañable de una época española. El pue~ bloJosiha.hecho;:los ha seleccionado,Jos ha dirigido; los ha moldeado: La mayor falsedad que se ha dicho ~y se ha dicho innumerables veces-. eiw calificar de: «ficción» y de.« farsa» el régimen que ahora quisiéramos
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aniquilar. Mirando bien las cosas, se. viene al convencimiento de que la poi lítica de los últimos cincuenta años ha sido. la expresión más exacta del sen" timiento colectivo español. No conozco país donde en esa época haya go" bernado tan plenamente la opinión pública. 'La prueba de todo esto se expone a hallarla muy pronto y superabun~ dantemente el Directorio cuando sus excelentes deseos entren en confactq con la realidad del alma española. Lo que ha hecho hasta ahora era fácil, por~· que era quitar; cortar,ségar, cosas que el Poder público puede hacer solo:y por sí.Pero mañana tendrá que comenzar a,recorísí:ruir el Estado, y esta mag" nífica faena-lo más grande y excelso qué cabe intentar sobre el planeta :e por fuerza ha de hacerse con la interveni:ión del pueblo. Veremos'si en ton= ces lo que va apuntado conserva elaspecto de paradoja·que ahora tiene. No es lo importante castigarlos abusos delos gobernantes;sinosustic tuir los usos de los gobernados. Exactamente los mismos defectos que al aparecer en las funciones de.Estado atribuimos a la «viejapolítica;> los entone tramos en todas.fas operaciorie5 privadas de los ciudadanos. La economía de los particulares adolece delos mismos vicios que la finanza pública: Laifü competencia del ministro y del parlarnentarfo, su ·arbitrariedad, su cacil quismo; reaparecénen el'ingeniero, en el industrial, en el agricultor, en el catedrático', enelmédico, en el escritor. Por eso e5 el mayor quid pro qua que cabe cometer'imaginarse el caso d.e España toino el de un país' donde una so" cieditd sana sufre los vicios y errores de unos cuantos gobernantes, de suer¡ te que:bastaría con desterrar a éstos· para que las virtudes nacionales den su lucida cosecha! Desgraciadamente, el caso de España es más bien inverl so. Con ser detestables los «viejos políticos»; son mucho peores los viejos españoles, esa gran masa inerte y maldiciente sin ímpetu ni fervor ni ínter-. · na disciplina. No; la curación de España·es faena mucho más grave, mucho más han~ da de lo que suele pensarse. Tiene que atacar estratos del cuerpo nacion~ mucho más profundos que lá «política», la cual no representa sino la peri" feria y cutis de la sociedad;··.· Yo creo firmemente que es posible hacer uha España espléndida: Es peí~ sible, pero no es fácil, y; sobre todo, me parece inútil desearlo vagamente si no hay resolución para embestir el mal en las zonas subterráneas:donde radica. Llevamos cincuenta años en que derechas e izquierdas, altos y bajos¡ por activan por pasiva, no hacen otra cosa que halagar ala gran masa de.e?'¡ •• pañoles, verdaderos responsables de !amengua histórica nacional. Pararéf. ; hacer España 'es forzosore5olverse a no contar con el español medio. Sóld : una concentración de todas las minorías selectas que formen una legións 1 grada y arremetan contra la masa "'-'-por supuesto, sin otras arnías.que la nudª'
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y puravoluntad-, puede hacer de la materia corrompida, que es nuestra raza, un nuevo Poder histórico. . Y seria en.tepder mal esto que digo suponer que esa rebelión de las mi.norias contra, la masa -del capaz contra el incapaz, del noble contra el vilexcluye cualquiera forma de gobierno. El problema a que me refiero se plantea lo mismo al conservador que al demócrata y al socialista. Todos ellos saben que sus esquemas jurídicos, los moldes de sus instituciones predilectaS, fracasarán, porque el material humano en que han de vaciarse es inservible. El dictatorial, lo mismo que el demócrata, si quieren hacer algo acertado, tendrán que revolverse contra la opinión pública. En cambio, con la opinión pú. blica se volverá irremisiblemente a lo que ella ha creado: la «vieja política».
El Sol, 2 7 de noviembre de 1923
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.[NOTA A <
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No creo que se haya heclw hasta ahora análisis m~ ag¡¡do y penetrante de las: diferencias entre la psicología del hombre y de la m¡¡jer que el presente ensayo del filósofo jorge Simmel. Me pennito recomendar a los lectores de esta Revista una !ect¡¡ra atenta de estas páginas excepcionales q¡¡e tanto aclaran el conflicto: perdurable entre lo masrnlino y lo femenino. Firmado J. O. y G., Revista de Occidente, noviembre de 1923
EL TEMA DE
NUESTRO TIEMPO
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ADVERTENCIA AL LECTOR
'La p1imera parte de este libro contiene la redacción, un poco ampliada, de la lección tmiversitmia con que inauguré mi ct1rso habitual en el ejercicio de 1921-22. Para redactarla ahora me he servido de los apuntes minuciosos y COJTectisimos que tomó en el aula uno de mis oyentes, mi queiido amigo don Fmiando Vela. Al ofrecer hoy aquella lección a un ptíblico más diverso que el conctuTente a la Universidad, he creído forzoso desmTollar un poco más algunos pensamientos que podían ser me110s asequibles para lectores extrmios al estudio filosófico. A esto se reduce la ampliación hecha sobre el texto p1imitivo. 1 ·• Sigtien vmios apéndices que i11Sisten sobre ct1estiones 111ás concretas, todas :ellas conexas con la doi:t1ina expuesta en la lección. De ellos me interesa, sobre :e todo, el que prese11ta breveinente una interpretación.filosófica del sentido general latente en la teo1ia física de Einstein. Creo que, por vez p1i111era, se subraya aquí cierto carácter ideológico que lleva en sí esta teo1ia y contradice las interpretaciones que hasta ahora solían darse de ella.
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NOTA--r\ LA TERCERA EDICIÓN
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Esta tercera edición va revisada. La revisión ha comistido en s11Stituir tres ii cuatro palabras, e11 a11adir pocas más, en colgar de algunas páginas ciertas notas al pie; pero, sobre todo, en subrayar, mediante ct1rsivas, algimas lineas del fexto p1imitivo.
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LA IDEA DE LAS GENERACIONES '";:::¡,.
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La que más importa a,un sistema científico es que sea verdadero; Pero la ; ªPosición de un sistema científico impone a éste una nueva necesidad: ade!IláS de ser verdadero es,preciso que sea 'comprendido; No me refiero ahora ;alas dificultades que el pensamiento abstracto, sobre todo siinnova, opone a ]a' mente, sirio a la comprensión de su tendencia profunda, de su intención i¡leológica; pudiera decirse, de su fisonomfa~ ,Nuestro pensamiento preteI)de ser verdadero; esto es, reflejar con do'cilidad lo que las cosas son. Pero,sería utópico y; por lo tanto; falso supo" jler que para lograr su pretensión el pensamiento se rige exclusivamente por las cosas, atendiendo sólo a su contextura. Si el filósofo se encontrase solo ªnte los objetos; la filosofía sería siempre una filosofía primitiva. Mas juntóalas cosas halla el investigador los pensamientos de los demás, todo el pa.~ado de meditaciones humanas, senderos innumerables de exploraciones , revias, huellas de rutas ensayadas al través de la eterna selva problemátiªque conserva su virginidad, no obstante su reiterada violación. , Todo, ensayo filosófico atiende, pues, dos instancias: lo que las cosas son ,lo que se ha pensado sobre ellas. Esta colaboración de las meditaciones pre:~dentes Ie sirve; cuando menos, para evitar todo error ya cometido, y da a ·ª,'sucesión de'los sistemas un carácter progresivo. Ahora bien: el pensamiento de una época puede adoptar ante lo qué hásido pensado en otras épocas dos actitudes contrapuestas,,--especiahnente respecto al:pasado inrriediato,,que es siempre el más eficiente, y lleva en sí infartado, encapsulado; todo el pretérito, Hay, en,efecto, épocas enias cuales el ]Jérisamiento se considera a sí mismo como desarrollo de ideas germinadas
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anteriormente, y épocas que sienten el inmediato pasado como algo que es urgente reformar desde su raíz. Aquéllas son épocas de filosofía pacífica; és,. tas son épocas de filos?fía beligerante, que.aspira a destruir el pasado me~ diante su radical superación. Nuestra época es de este último tipo, si se en- · tiende por
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habido una interpretación colectivista y otra individualista de la realidad his, tórica. Para aquélla, el proceso sustantivo de la historia es obra de las' mu.chedumbres difusas; para ésta, los agentes históricos.son exclusiv.amehte los ,individuos. ~l carácter activo, creador.de la personalidad, es, en efecto, demasiado evidente:para que pueda aceptarse fa imagen colectivista de la his.toria.. Las masas humanas son.receptivas; se limitan a 0poner su favor o su resistencia a los hombres de vida personal e iniciadora. Mas, por otra parte; el individuo señero es una abstracción. Vida histórica es convivencia. .La vida de la individualidad egregia consiste, precisamente, en una actuación :omnírri0da sobre la masa .. No cabe; pues, separar los «héroes».de las rriasas. ·Se trata de una dualidad esencial al proceso hiStórico. Lahumanidad, en to·dbs los estadios de su evolución, ha sido siempre 'una estructura funcio,nal; en que lós hombres más enérgicos ~cualqriiera que sea la• forma de esta energía-··-han operado sobre las masas, dándoles una determinada confi' :guración: Esto.implica cierta comunidad básica entre los.individuos supe0riores'ylamuchedumbre vulgar.Unindividuo·absolutáinenteheterogé' rieo a la masa no produciría sobre ésta efecto ~lguno; su cibra resbalaría sobre ,'el éuerpo sociaI dela época sin suscitar en élla menor reacción; pon tanto; sin insertarse en el proceso general histórico; En varia medida ha acontecí~ do esto no pocas veces, y la·historia debe anotaraLmargen de su textci'prindpal la biografía de esos hombres «éxtravagántes»; Cómo·tcidas las demás 'disciplinas biológicas, tiene la historia un departamento destinado alas mons' •truos: una teratología .. ·• Las variaciones de la sensibilidad vital'que son decisivas en historia· se presentan bajo laforma dé generación. Una generación río es un'puñado de ·hombres egregios, ni simplemente una masa; es como un nuevo cuerpo socialíntegro, ccin su minoría selecta ysu muchedumbre, que· ha sido lan·~ado sobre el ámbito de la e!Xistenciaicon una trayectoria vital determinada. :generación; compromiso dfüámico entre masa e individuo, es el concep" o•más importante de la historia,.y,.pordecido así, el gozne sobre que ésta j~cuta susm.ovimientcis; : ' "· Unmgeneración es úria variedad humana, eil'el sentido.rigoroso que· dan a·estetérmino los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, queles prestan una fisonomía común, di' ferenciándolos de la generación.anterior, Dentro de ese marco.de ideritiHad pueden ser los individuos del:más diverso temple, hasta el punto de que; habiendo de vivir los unos junto a los otros, a fuer de contemporáneos, se ',entena veces c~mo anta¡s~nistas. Pero bajo la más violenta contraposición '"~lo~ pro y los antid~cubre fáciliriente l,'~ mirada una coi:nún filigi;ana. Unos otros son hombres de su tiempo,.y,por mucho que se diferencien, se
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parecen más todavía. El reaccionario y el revolucionario del siglo XIX sori mucho más afines entre sí que cualquiera de ellos con cualquiera de ncisciz ' tras.Y es que, blancos.o negros, pertenecen a una misma especie, y erinoc; sarros, negros o blancos; se inicia otra distinta. · · Más importante que los antagonismos del pro y el m1tí, dentro del áni~ bito de una generación, es la distancia permanente entre los individu.os se; lectos y los vulgares. Frente a las doctrinas aluso que silencian o niegan esta evidente diferencia de rango histórico entre unos y otros hombres, sé.sentiría uno justamente incitado a exagerarla. Sin embargo, esas mismas diferendias .. de talla suponen que se atribuye alas individuos un mismo punto de pafü tida, unalfuea común, sobre la cual se elevan unos más, otros men:os,ycviet;. ne a representar el papel que el nivel del mar en topografía. Y, en efecto;'cadá generación representa una cierta a!tihid vital; desde la cual se siente la eXiSi· tencia de una manera determinada. Si tomamos en su conjunto la evoh:¡ción. de un pueblo; cada una desus.génefaciones se nos pre5enta: cc:imo unmó¿¡ mento de su vitalidad, como una.pulsación de su potencia histórica,. Y elida, pulsación tiéne una fisonomía peculiar, única; es un latido impermutablé•füi la serie del pulso, comolo es•cadanota en.eldesarrollo de una melodfa1. Parejamente podemos imagi:ri.ar a cada generación.bajo la' especie de un)Jrd= yectil biológico1 , lanzado al.espacio en un instante. preciso; con .una vio\ . lenciay una dirección determinadas; De una y.otra.participan.tanto sus elé4 mentas más valiosos como los más vulgares; ,,,¡¡¡ Mas con todo esto, claro es, no hacemos sino construir figuras o pintar ilustraciones que•nos sirven para destacar'el hecho verdaderamente posfti-'' va, donde-la idea de generación confirma su realidad; Es ello simplement~ que las generaciones nacen unas de otras, de suerte.que la nueva se encuentra ya con las formas que a. la existencia ha dado Ja anterior. Para cada genera'E; ción, vivir es, pues, una faena de dos dimensiones, una de las.cuales consiS± te en recibir lo vivido.-.-ideas, valoraciones, instituciones, etcétera~p~dá; anteceden té; la otra, dejar fluir su propia espontaneidad. Su actitud no;píie' de ser la misma ante lo propio que ante lo recibido; Lo hecho por otros; eR; cutado, perfecto, en el sentido de concluso, se adelanta hacia no~otrbs con. unaUnciónpárticular; aparece como consagrado, ypuesto que no lo hemc:i~ labrado nosotros, tendemos a creer que no ha sido obra de nadie, sino que es la realidad misma. Hay un ni omento en que las ideas de nuestros maes~ tras nó nos parecen opiniones de unos hombres deterniinados, sino la verd~B ,,:: , :. ;::·uiff . . .· . . . . ; .·_,;,: !'·,·,; , : . " ··:·r:Yl?i Lo5.l~rnii.no$ 7<1bi,O,lcigfa.. _bi_ol()gi!=.Oi> .s~ ,Us:an.~n ~te l_ibf~. ~~uandp ~o se.?~~~ . ~p,~~\~1:
misma, anónimamente descendida sobre la tierra. En cambio, nuestra sensibilidad espontánea, lo que vamos pensando y sintiendo de nuestro propio peculio, no se nos presenta nunca concluido, completo y rígido, como una A:osa definitiv,a, sino que es una fluencia íntíma de materia menos resistente. Esta desventaja queda compensada por la mayor jugosidad y adaptación ~nuestro cáráctet, que tiene siempre lo espontáneo. El espíritu de cada generación depende de la ecuación que esos dos ingredientes formen, de la actitud que ante cada uno de ellos adopte lama.yoría de sus individuos. ¿Se entregará a lo recibido, desoyendo las íntimas yaces de lo espontáneo? ¿Será fiel a éstas e indócil a la autoridad del pasa·.. o? Ha habido generaciones que sintieron una suficiente homogeneidad en.· e lo recibido y lo propio. Entonces se vive en épocas ammlatívas. Otras veces b'an sentido una profunda heterogeneidad entre ambos elementos, y sobreyinieron épocas e!iminato1ias y polémicas, generaciones de combate. En las priIIleras, los nuevos jóvenes; solidamadós C:on los viejos, se supeditan a ellos; en Ja política, en la ciencia, en las artes siguen dirigiendo los ancianos. Son tiempos de viejos, Erilas segundas; como no se trata de conservar y acumular,• sino de arrumbar y sustitúir, los viejos quedan barridos por los mozos. Sob tiempos dé jóvenes, edades de iniciación y beligerancia constructivá. fii'u Este ritino de épocas de senectud y épocas de juventud es•un fenómeno ,t¡¡np¡iterite a lo largo de.la historia; que sorprende no hallarlo advertido por .Eodci'el mundo, La rázón de esta inadvertencia está en que no se ha intenc !Rdo aún formahnente la instauración de una nueva disciplina científica, que podría llamarse metahisto1ia, la cual sería a las historias concretas lo que es la•fisiología a la clínica. Una de las más curiosas investigacionésmetahis" tóricas•consistiría en el descubrimiento de los grandes ritmos históricos. Por. tlé hay otros no menos evidentes y fundamentales que el antedicho; por ijemplo, el ritmo sexual; Se insinúa,. en efecto, una·penduláción•en la his1íria de épocas· sometidas al influjo predominante del varón a épocas sub" · ·gadas por la influencia femenina: ;Muchas instituciones• usos ideas mi" ,_, ' '' ' ·~,.hasta ahbra inexplicados, se aclaran de manera sorprendente cuando se . eeb la cuenta de c(ue•ciertas épocas han sido regidas, modeladas poda su~ remacfa de la mujer. •Pero no es ahora ocasión adecuada•)Jara internarse en ·ta cuestion. ''·•
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salvedad_;;_ paia'_designai:" la' ciencia de la Vida entendiendo por ésta una realidad con res~e~~~"~ la cual lás diférencias entre alma y cuerpo son secundarias.- ·. · · ·. · - ·: ' 1'.}·'~~1 ,
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LAPREVISIÓN DEL FUTURO
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si cada generación consiste en peculiar sensibilidad, en un repertorio orgánico de íntimas propensiones, quiere decirse que cada generación tiené su vocación propia, su histórica misión. Se cierne sobre ella el severo im!, perativo de, desarrollar esos gérmenes interiores; deinformar la existencia en tomo según el módulo de su espontaneidad; Pero acontece que las g!!ne+, raciones, como los individuos, faltan a veces a su.vocación y dejan su misión incumplida. Hay, ei;i efecto, generaciones infieles a sí mismas, que:defraudan,, la intención histórica depositada en ellas. En lugar de acometerresueltaf mente la tareat¡ue les ha sido prefijada, sordas a las urgentes apelacione5'dé . su vocación, prefieren sestear alojadas en ideas, instituciones, placeres cre7 ados por las anteriores, y que carecen de afinidad con su temperamento!Glii~ ro es que esta deserción del puesto histórico no se comete impunemente; I¡a generación delincuente se arrastra.por la existencia en.perpetuo desacuer7 do consigo misma, vitalmente fracasada. · Yo. creo que en toda Europa,' pero muy especialmente en España,'es.la actual una.de.estas generaciones desertoras. Pocas veces han vivido lós.hom7 bres menosren claro consigo mismos, y' acaso. nunca ha soportado fa hu1 manidad tan dócilmente formas que no le son afines, supervivencias de.otras generaciones que no responden a su latido íntimo. De aquí el comienzo de apatía, tan característico de nuestro tiempo; por ejemplo, en política ye~, arte. Nuestras instituciones, como nuestros espectáculos, son residuos an7 quilosados de otra eda.d. Ni hemos sabido romper resueltamente con.esa~ desvirtúadas concreciones del pasado, ni tenemos posibilidaq de adecu~r~ nos a ellas.
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Por ser tales circunstancias, un sistema de pensamientos como el que desde hace añqs expongo en esta cátedra no puede ser fácilmente compren~do en su intención ideológica, en su fisonomía interior. Se aspira en él, tal yez sin lograrlg, a cumplir con toda pulcritud el imperativo histórico de nues" µ-a generación. Pero nuestra generación parece obstinada radicalmente en : qesoír las sugestiones de nuestro común destino: He llegado por fuerza al . convencimiento de que aun los mejores de ella,·salvas muy contadas ex' cepciones, no sospechan siquiera que en nuestro tiempo la sehsibilidad occigental hace un viraje, mando menos de un rnadrnnte. He aquí por qué consi:¡lero necesario anticipar en esta primeralección algo de lo que, a mi juicio, constituye el tema esencial de nuestro tiempo. ¿Cómo es posible que se le desconozca tan por completo? Cuando , ¡tl:conversar sobre política con algún coetáneo «avanzadm>,'«radical», «progresista» -para ponernos en el mejor caso-. surge la inevitable discregaIJ.cia,.piensanuestro interlocutor que esta discrepancia sobre materias ;c!e'gobierno y Estado es propiamente una divergencia política; Mas pade~eun error; nuestro desacuerdopolítii:o es cosa muy secundaria, y carecepa por completo de importancia si no sirviese de manifestación superficial ·~,un disenso mucho más profundo. No nos separamos tanto enpolítica como en los principios mismos del pensar y del 'sentir;;Antes' que las dqcc J;rinas del derecho constitucional; nos distancian una difqente biología; fi~ica, filosofía de la historia, ética yJógica. La posición.política de tales cónc temporáneos es consecueneia de ciertas ideas. que juntos 'recibimos de lqs que fueron nuestros maestros. Son ideas que tuvieron plena vigencia ··hacia'1890. ¿Por qué se han contentado con insistir en los pensamientos recibidos, a pesar de notar reiteradamente que no coinciden con su espontaneidad? Prefieren servir sinf~ bajo unas banderas desteñidas, a cumplir el penoso ,esfuerzo de revisar los principios recibidos, poniéndolos a punto' con su íntimo sentir.Lo mismo da que sean liberales o reaccionarios; ' mambos casos sori rezagados; El destino de nuestra generación no es ser ºberal, o reaccionaria, sino precisamente desinteresarse de este anticuado ilema, . No es admisible que las personas obligadas por sus relevantes condic ,ibnés intelectuales a asumi11 la responsabilidad de nuestro tie1p.iJg'vivan, orno el Vtilgo, a la deriva¡.atenidas a las superficiales vicisitudes c:Íe cadamo,, ento, sin,buscaruna rigorosa y amplia orientación en los rumbos defa hisc ria; Porque ésta no es un puro azar indócil a toda previsión. No cabe,ccierc J:línente, predecir los hechos sing1llares que mañana vana acóntecer; pero \¡lmpoco sería de verdadero interés pareja predicción. Es, en: cambio, per7 ..ectamente posible prever el séntido típico del próximo futuro,,anticipar el
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perfil general de la época que sobreviene. Dicho de otra manera: acaecen en una época mil azares imprevisibles; pero.ella.misma no es un azar, paseé una contextura fija e inequívoca, .Pasa lo propii;i. que con los destinos individu · les: nadie sabe lo que'le va a acontecer mañana, pero sí sabe cuál es s\l ca, rácter, sus apetitos, sus energías y, por tanto;•cuál será el estilo de sus reaci ciones ante aquellos accidentes. toda ·vida, .tiene una órbita normá preestablecida; en cuya. línea.pone el azar, sin desvirtuarla esencial:inente sus sinuoSidades e indentaciones ... ... . .Cabe en historia la .profecía. Más aún: la historia es sóló .unalabor.cie ·. tíficá•en fa.medida en que sea posible la profecía. Cuando5chlegeldijo quf el historiador es un profeta del revés; expresó una idea tan profunda comp exacta.;
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La interpretación de la vida que tenía el hombrnantiguo;.errrigor;,an ·
la la historia. Para él, la existencia consistía en un irle pasando a unoicosa.s1 Los acontecimientos históricos eran contingencias extrínsecas que caían sucesivairtenté..sbbre taLindividuo o tal pueblo. La producción deuha 9]¡t~ genial, las crisis financieras, los cambios políticos, las guerras eran fenómtj nos'deun mismo tipo; que: podemos simbolizar en la teja qué aplasta ~u!! trán5eúnte, De estasuerte, el procesbhistóricoes una serie de peripeé:ias si¡i ley, 'sin sentido, Nó es posible, por tanto;cienciahistórica, ya que ciencia sólo és posible donde eXiste alguna.ley que pueda descubrirse; algo qué. tenga_ sé tido y que; por tenerlo; pueda ser entendido .. · · .. •i': · Pero la vida no es un proéeso extrínseco donde simplemente seadid . nancontingencias. La vida es una seriede·hechos·regida.por:una ley.Cuan do sembramos la simiente de un árboLprevemos todo el curso nórrmil.de s existencia. No podemos prever si el rayo vendrá o no a segarle con su alfan.e je de fuego colgado al flanco de la nube; pero sabemos que la simiente.dec~I rezo nó llevará follaje de chopo. Del mismo modo, el pueblo romano esQIJ cieito repertorio detendencias vitalés que se van desenvolviendo en eltiem¡ po, paso a paso. En cada estadio de este desarrollo se halla preforrriadoi~l subsecuente: La Vida:humana e5 un proceso interno en que los hechos•eseil~ ciales no caen desde fuera sobre el sujeto.- -individuo o pueblo-"";:sili§ que salen: de éste; como de la semilla fruto y flor; Es, en éfecto;un aia'r qu en el siglo•! antes deJesucristci viviese unhómbre con el genio'singular:d César.o Pero lo que César hizo brillantemente con su genio singulado:h · bforafrliecho sin tanta brillantez ni plenitud otros diez o doce hórribres¡ot ·. yos nombres conocemos. Un romano del siglo II antes dej esucristo'iio po día•prever el destino unipersonal qué fue la vida de César; pero sí·po~ profetizar que el siglo1antes de Jesucristo seríauria época «ce~arista>;:,Co ímo u otro nombre; el.«cesarismo» era una forma.genérica de vida públi~ 1
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que venía pi;eparán.dose desde tiempo de los Gracos. Catón profetizó bien claramente Ios destinos de aquel futuro inmediato 1, · , 11 ·;. :Por serla.existencia humana propiamente vida; esto es; proceso interno 1.en quese cumple una ley de désarrollo, es posible fa ciencia histórica. A la lpbstre; la cienciamo e5 otra cosa qneelesfuerzo que hacemos para comprener algo. Ybemos comprendido históricamente•una situac;ión cuando la . emos surgir necesariaméntede ótra anterior. ¿Cónquégéoerode n~cesidad ·física, matemática, lógica? Nada de esto: cori una nécésidad coordinada a as;pero específica: la néce5idadpsicológica: La vidahllmanaes eminenementevida psicológica,•Cuando nOs cuentan que Pedro, hombreíritegro, ·amatado a su vecino, y luego averiguamos queelvecinohabía deshomado ila hija de Pedro; hemos comprendido' suficientemente aque1 actb homici(!á; La comprensión ha conSistido en qué vemos salir lo unó delo otro; fa venc gaiiza de la deshoma; en inequívoca trayectoria· y con evidencia parejáa la que garantiza las verdades matemáticas: Pero' con lamisrria evidencia, 'al sa,erJa deshonra'de:la hija, pudimos predecir antes del crimen que Pedro ataría a su vecino. En este caso se ve con toda claridad cómo aLprofetizar.el 'tura se hace uso de la misrpa·bperacióriintelect:iml queparnéomprender el 'asado: En ambas direcciones, hacia atrás o hacia adelante, no hacémo's:sino econocé.r una misma curva pSicológica evidente; como al hallar ui:;i trozo de ~reo' completamos sinvacilaciónsu forma entera. Creo, pues,. que no: pare" erá aventurada la 'éx¡:iresiónantecederite; segúnJa•é:uaL la ciencia.histórica ólo.es posible· en la medida en.que esposiblelaprofeéía; Cuando•el sentic o' histórico sé.perfecciona, aumenta•tambiénla:capacidadde previsión'; : 1''· ¡ Pero, dejando a un lado. todas las cuestiones secundarias que la pulcra exposición de este pensamiento plantearía, reduzcámonos a la.posibilidad de prever el inmediato futuro. ¿Cómo proceder en tal.empresa.? . Es evidente·que el próximo futuro nace de nosotros y consiste en la pro~ngación de lo que en nosotros es esencial y no contingente, normal y no I¡
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-St a1gUietl qutere·acupar.Se ek-~eúriiÍ- d!ttciSpáiá ~íüfhÍstórlfi de lás p;ofecfas histOtÍcas, se
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~p_ntrahien seguida,, sin necesidad de ;vaS:tas, investigaciones, con que la profecía ha sido. lo-nor-:-
1, con que casi toda nueva época fue proitosticada por la ahteriqr con pasmosa Precisión. En ra próxima a publicarse reuniré algunas Pnleb35 de· l!s'ta· arrnDacióri~ p;e_rá' iri.Sistoi eii-·q'ite·-~1 ého' al qu·e rite· refiera· es tan-palmario qtié me SQrpreridé'.no•hallarlo desdé sié.ní.pre·retonoc:ido
,)Jray~~Q~ . ., .. Í , ·' . -_ :·! _ '"¡ ,' 'L'. -·· j , ·-- . 1, -• · ., ·:,· 1 Cqrµ'? _s_e .a4yierte, -~ta do e.tri~-~ 4e_u,n11_po~i)J_le anticipasJ,ón,del:pofv~n_ir IJ..o t~en~ .~P-~~
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cantaCto cori·eI {11Ji-ofetlsmO lHslOricO»·q'ue iecieittefnenle ha reclarlládo 05Wald1Sj_Jengler. e funda su profetismo en una contemplación de las vidas históricas desde fuera de éstas, que asiste en una comparación intuitiva de sus formas o ntorfologfa. Lo que yo sostengo es lo ,_ntrario: el pronóstico histórico sólo es posible desde dentro de una vida y no por compá.tái:i'6n '·.ésta con otras. El método comparativo propiamente tal en la morfología queda; en mi punto vista, reducido a un papel auxiliar y, además, consistente en otro género de comparación; '
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aleatorio. En rigor bastarla; pi::tes, con que descendiésemos al propio cara,~ zón y, eliminando cuanto sea afán individual; privada predilección; prejuié: cio, o deseo, prolongáse¡:nos las líneas de nuestros apetitos y.tendencias eserV ciales hasta verlas converger en untipo de vida. Pero yo comprendo que:esta operación, en apariencia tan sencilla, 'no lo es para quien no. está habituadq a Jos rigores yprecisiones del análisis psicológico; Nada menos habitua];,eii efecto; que esa torsión.dela mente hacia dentro de sí misma. El.hombre'se ha formado enJalucha con Jo exterior, y sólo Je es fácil discernirlas.tosas que están fuera; Al inirar déntro de sí se .le nubla la vista y'padece.vértigo.~t¡ Pero yo creo que hay otroprocedimiehto objetivo para descubrir errel presente Jos síntomas delporvenir. ,. He dicho antes que el cuerpo de1as épocas posee una anatomía jera~), quizada, que en él hay ciertas actividades .prirharias y otras secundarias;dig· rivadas.de aquéllas. Según esto, Jos caracteres que dentro:de veinteañosh¡¡ yan llegado a manifestarse en.las actividades secundarias dela vida>qllc~ soji las más patentesy notorias, habrán comenzado ya hoy ainSinuarse en las'aa~. tividades prirharias. La política, por ejemplo, es una de las funciones más sfa. cundarias de.la vida histórica, en el sentido deque es.ineraconsecuencia'dei todo lo demás 1, Cuando un estado de espíritu llega a informados moY.ii mientas políticos,' ha pasadoya portoc1as las demás funciones, del organ:iS~ roo histórico. La política es gravitación de unas masas sobre otras. Ahora bien; para que i:ma modificación de los senos históricos llegue a:la masa; ti~' ne que haber influido enlamiiiciría selecta. 'Pero los miembros de ésta·sbn, de dos Clases: hombres deacciónyhombres'de contemplación. No.esfüf;. doso que las nuevas tendencias, todavía germinarites y débiles; seránpeF cibidas prirhero por Jos temperamentos contemplativos. que por los activos.i, La urgencia del momento impide al hombre de acción sentir las vagas brisas iniciales que, por el pronto, no pueden henchir su práctico velamen. ' En el p11ro pensamiento es, por consiguiente, donde· imprime si+p¡j4' mera huella sutilísima el tiempo emergente. Son los leves rizos quedejaeíj. la quieta piel del estanque el soplo primerizo: El pensamiento es lci,más!lúi do que hay en el hombre; por eso se deja empujar fácilmente por l~s nl.~ lignasv:úiai;iorú!s.cie la ~,e!lsipilidad yitaL ,, , . . .. ,, ,','f~ . ·.. En suma:]a cie!lcia que hoy se produc;e es elvaso mágico donde teri mas que mirar parapbt,e;ie~ una yislumbrT del futur~. L~s n¡iodificaciori · aca~.o de a'pariepc;ia .t~cnic:¡, que ~xpetji:neWaµ hoyla biqlogía o la, ffs,\s%1
sociología o la prehistoria, sobre todo la filosofía, son los gestos primigenios del tiempo nuevo. La materia delicadísima de la ciencia es sensible a las meh.ores trepidaciones de la vitalidad, y puede servir para registrar ahora con 'tenues signos ,lo que andando los años se verá proyectado gigantescament~ sobre el escenario de la vida pública. Cuenta, pues, la anticipación del porvenir con UÍl instrumento de precisión Semejante a Jos aparatos sísmicos, d¡ue revelan con un leve temblor lo que a enormes distancias es una catástrofe telúrica. Nuestra generación, si no quiere quedar a espaldas de su propio destino, , ene que orientarse en los caracteres generales de la ciencia que hoy se hace, 'n vez de fijarse en la política del presente, que es toda ella anacrónica y mera f~onancia de una sensibilidad fenecida. De lo que hoy se empieza a pens.ar depende lo que mañana se vivirá en las plazuelas. Fichte intentó para su tiempo una labor parecida en el famoso curso, 1iego publicado en'foi:no; sobre los Caracteres de lae]Joca actua!.•Redudiend.o el empeño, yo intentaré ahora someramente describir lo que considéro tema capital de la nuestra. '
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·;~·E~·~·t~ p~nto; au~que~~motivos me.Parezcan i~ace¡)tables, tiene ráí:ón:el ·materl~I;·_:'"
histórico:
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III RELATMSMO Y RACIONALISMO
di~ho
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Lne bajo todo lo la suposición de que existe una íntlma los sistemas científicos y las generaciones o épocas. ¿Quiere esto decir que'la ciencia, y especialmente la filosofía, sea un conjunto de convicciones que sólo valen como verdad para un determinado tiempo? Si aceptarnos de esta suerte.el carácter transitorio de toda verdad, quedaremos enrolados en las huestes del~ doctrina «relativista», que es.una de las más típicas emanaciones del siglo XIX Mientras hablamos de escapar a esta época, no bañamos sino reincidir en ella. Esta cuestión de la verdad, en apariencia incidental y de carácter puramente técnico, va a conducirnos en vía recta hasta la raíz misma del tema de. nuestro tiempo. Bajo el nombre «verdad» se oculta un problema sumamente dramáti-; ca. La verdad, al reflejar adecuadamente lo que las cosas son, se obliga a ser una e invariable. Mas la vida humana, en su multiforme desarrollo, es.de cir, ehlahistoria, ha cambiado constantemente de.opinión, consagrando como ~
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Pero esta renuncia a la verdad, tan gentilmente hecha por elrelativis•ko. es más difícil de lo que parece a primera vista. Se pretende con ella conc '.quistar uria fina imparciálidad ante la muchedumbre de los fenómenos hísJóricos; mas ¿a qué costa?En primer lugar, sino existe la verdad, nbpuede .elrelativismo.romarse a sí mismo en serio. En segundo lugar, la fe en la ver.dad es un hecho radical de la vida humana: si la amputamos qúeda ésta con·"ertida en algo ilusorio y absurdo. La amputación misma que ejecutamos cae ;récerá de sentido y valor. El relativismo es, a la postre, escepticismo, y el '.escepticismo,justificado como objeción a toda teoría, es una teoría suicida. •Inspira, sin duda, ala tendencia relativista un noble ensayo derespetar a admirable volubilidad propia a todo lo vitaL Pero·es un erisayofracasado, Como decía Herbart, «todo buen priricipiante es un escéptico, pero. todo es,¡:éptiéo es sólo ún principiante»; Más hondamente fluye desde el Renacimiento por los senos del alma ;~uropea la tendencia antagónica: el racionalismo; SiguieridO un procédi-c Jniento inverso, el racionalismo, para salvarla vérdad, renuricia a la· vida. Se ;encuentran ambas tendencias en.la situación que el dístico popular atribu1yeá los dos Papas, séptimo y noveno de su nombre: Pío, per conservar la sede;perde la Jede. Pío, per conseryadafede, percle la sede. •
·Siendo la verdad una, absoluta e invariable, no puede ser atribuida a .nuestras personas individuales, corruptibles y mudadizas. Habrá que supo¡ner, más allá de las diferencias que entre los hombres existen, una especie de •.sujeto abstracto, común al europeo y al chino, al contemporáneo de Pericles •¡ya! caballero de Luis XIV. Descartes llamó a ese nuestro fondo común, exen' ' ;to de variaciones y peculiaridades individuales, «la razón», y Kant, «el ente ' aciana!».; Nótese bien la escisión ejecutada en nuestra persona. De uh lado.que~ a todo lo que vital y concretamente somos, nuestra realidad palpitante e ·. tórica. De otrci,•ese núcleo racional que nos capacitápara alcanzarla verc ad, pero que, en cambio, no vive, espectro irreal que se desliza inmutáble través del tiempo, ajeno a las viCisitudes que son síntoma de la.vitalidad. ni :Pero no se comprende pór quelarazón no ha descubierto, ciesde luego; ·Funiversó de las verdades. ¿Cómo es que tarda tanto? ¿Cómo penriite que mhumanidad se entretenga milenariamente.en sestear abrazada;a los más , ários errores?.¿ Cómo explicar la muchedumbr.e de opiniones y de giistos que, según· las edades, la:S razas, !Os iiidividuos, hán dominado la historia? 'esde el punto de vista del raciorialismo, la historia, consusincesantes '
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peripecias, carece de seritidd, y es propiamente la historia de los estorbos. puestos a la razón para manifestarse. El racionalismo es antihistórico, Ene1 sistema de Descartes, padre del modernoraciona1ismo, la historia no tien,e acomodo o,más bien; queda situada en.un lugar de castigo .. «Todoloqüelif razón condbé.-·. • diée en la Meditación rnmta-•Jo concibe según es debido. y no es posible que yerre. ¿Dónde, pues, nacen mis errores? Nacen simjJlé7'. mente de que, siendo la· voluntad mucho rriás amplia y más extensa é¡ue:el entendimiento, no la contengo en los mismos límites, sino que la extiendo también a cosas que no entiendo, a las eriales siendo de suyo indiferente{ se descarna consuma facilidad y escoge lofalso como verdadero y el mal por elbien; ésta es la causa de que me equivoqueypeque'»:• · '·· ... De suerte que.el.error es· un pecado de.la.voluntad, no un; azar, yauntá vez un sino de la inteligencia. Si no fuera por los pecados de la voluntad,y~' primer hombre habría descubierto todas las verdades que le son asequibles; ria habría habido, por tanto; variedad de opiniónes,cde leyes, de·costumbr ' en suma no habría habido historia. ·Pero coma·la ha habido, no tenemosní' remedio 'que atribuirla al pecado. La historia sería sustancialmente la·histori de los errores humanos. No cabe actitÍld más antihistórica, más antivitaUHis, toria y vida quedan lastradas con un sentido negativo y saben a crimen. El caso de Descartes es un ejemplo excepcional de lo que antes he.clli cho sobre la posible previsión del porvenir; También sus contemporáneo' no vieron, por lo pronto, en su obra, sino una innovación de interés puiá'. ménte científico.Descartes proponía la sustitUción de unas doétrinas físiC" y filosóficas por otras, y se preocuparon tan solo de decidir si estas nuev doctrinas eran ciertas o erróneas.Lo propio nos acontece hoy c±on las tea' rías de Einstein. Pe.ro si, abandonando un momento esa preocupación yde~ jando en suspenso la sentencia sobre la verdad o falsedad de los pensamiento~ cartesianos, se los hubiese mirado simplemente como síntoma inicial de un· nueva sensibilidad, como manifestación gerrninativa de tiempo nrievci;1s habría'pódido'descubrirenelloslasilrietadelfuturo;'" :.i .il .. : · . .• , ·Pues ¿cuál era; en última instancia; el pensamiento fisico y filosófico d Descartes?•Déclarar, dudosa y; por tantb, desdeñabletoda idea o creeni:iá'qú ria' hayan sido construidas por la «pura intelección>i: La pura intelecciorr razóri:no.·es' otra cosa•que nuestro entendimiento funcionando•en el vaai' sin trába alguna,,atenidci a símismo y dirigido por sus propias normas.i •'·' ternas. Porejemplq,'parala vista y la imaginación, un punto es la.mancli más pequeña qué de:hecho :podemos percibir. Para.la pura intélección({ cambio;•sólo es puh,to lb que radical y absolutamente sea máspequeñó'¡;~ ihfinitárnenté·pequeño, La pura intelección,la rnison, sólbp~éde mov:érs, entre superlativos y absolutos. Cuando se.pone a pensar en el punto: no
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puede detenerse en ningún tamaño hasta llegar al extremo. Éste es el modo .de pensar geométrico, elmos geometJiatS, de Spirioza; la «razón pura» dé.Kant:• pi:,, El entusiasmo de Descartes :por las construcciones de la razón le-llevó a tiecufur una in,versióú completa de ~a perspectiva natural al hombre. El muni do iilmediato.y evidente que contemplan nuestros ojos, palpan nuestras ma~ ·'os, atienden nuestros oídos;ise compone deci.1alidades: colores, resistencias; sones; etcétera: Ése es el mundo .en que él hombre había vivido y vivirá siem" pre: Bero.Ia razón no es capaz de manejar las cualidades; Un color no puede fa.pensado, no puede ser definidoi ·Tiene que servisto; y si queremos ha" lár de.él tenemos que atenernos aél:Dicho de otra manera: el color es·irra" óhal. En cambio,.el mírriero,laundllamado por los matemáticos «irracio . »', coincide con la razón. Sin.más que atenersea sí misma;• puede crear ésta luhlverso.de las cantidades mediante conceptos.de· agudas y el.aras aristas, • •.Con heroica audacia; Descartes decide que.el verdadero mundo es el uantitativo, el geométrico; el otro, .el mundo cualitativo: e inmediato; que os;rodea lleno. de gracia y sugestión, queda des califica do y se• le conside¡ a¡en cierto. modo, como ilusorio. Ci~ttamente que la•ilusión está sólida" ehtefundadaen nuestrainaturaleza, que no,basta reconocerla,para evitare ¡¡ELmundo delos colores y los:sonidos nos sigue pareciendo tarireal.como tes' de descubrir.s1ptamoya. , ', :, • " , , ·, J;ü!Esta;paradoja cartesiana sirve de cimiento.a laJísica moderna. En ella 'einos sido,educad,os;-}r hoy nos cuesta trabajo adv:ertir su gigantesca antie ' turalidad y volv:er.a poner los térinino~ según estaban antes de Descartes, ero se comprende que una inversión tan' completacde.Ia perspectiva es" '.ontánea no fue en [Jescartes y en.las gerieraciones,siguientes un resultado ·pr~visto a.que súbitamente se llega en vista de: ciertas pruebas. Al con" ario,'se comienza por desear;.más o menos, confusamente, que las cosas 'anrde una cierta manera,' y luego se buscan las pruebas•parademostrar que :cosas,son,cen efecto, como nosotros deseábamos..Con esto no quiero, en · nera,alguna, decirquelas pruebas sean ilusorias; es, simplemente, hacer . liSta~ que•no.sotdas pruebas quienes nos• buscan y asaltan, sino nosotros ,s;que vamos acbuscarlas·, movidos poq)revios afanes: Nadie .creerá que instein fue un buen' día sorprendido, por la necesidad dereconoter,qile el undo tiene t:uatro. dimensiones: D.esde hace,treinta,.años, muchos home Í'.e~ .de alma alerta .venían postulando..unafísica d~. cuatro ,dimensiones: fostein la buscó premeditadamente;.y¡,como no.era un dese9.imposible, la Rencontrado.· ,, r:' ' , . ¡¡ ··¡.:··· La física y la filosofía de Descartes fueron la primera m~nif~stación de n estado de espíritu nuevo, que un siglo más tarde iba a extenderse por to" as las formas de la vida y dominar en el-salón, en el estrado, en la plazuela. 7
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Haciendo .converger los rasgos de ese estado de espíriru, se obtiene la se bilidadespecíficamente «moderna». Suspicacia y desdén hacia; todo lo· pontáneo e inmediatq. Entusiasmo por toda.construcción racionaL Alhom' bre cartesiano, «modernm>,le será antipático el pasado, porque.en élmoli; hicieron las cosas more;geomet1ico. Así, las.institl.lciones políticas tradici:;: nales leparecerán torpes é injustas. Frente a ellas cree haber descubierto\¡ · orden social definitivo,.obtenido. deductlvamente por medio de.la razónpur Es una constitución esquemáticament~ perfecta,. donde se supone qudO hombres son «entescracionales», y na: da más: Admitido esÚ!: supuestm.;:;;¡ «razón pura» tiene que partir siempre de supuestos, como.el ajedrez" jil' consecuencias son ineludiblesyexa:ctas: El edificio de conceptós ¡)olí cos; así elaborado; es de una:«lógica maravillosa'>>, es decir, de mi rigoririt lectualinsu¡Jerable: Ahora. bien; el hombre carte5iario sólo tiene serisibi dad para esta virtud: la perfección intelectual pura. Para todo lo deinfr. sordcíyciego: Por eso, el pretéíitoyel presenteno:lemerecen el rnenones. peto. Al contrario, desde el punto de vista racional, adquieren un aspeet. criminoso. Urge, pues, aniquilar el pecado vigente y proceder ala instá' ración del orden social definitivo. El futuro ideal.construido por el intele to puro debe suplantar al pasado y alpresente: Éste es el teÍnperamento·é¡ lleva a las revoluciones. El racionalismo aplicado a la política es revoludti narismo; y; viceversa, nó es revolucionaria una época si no 'es racionitlis No se puede serrevolucionarió sino en: la medida en que se esincapaztd sentir la historia, de percibir en el pasado y en' el presente-la otra especietl razón; que no es pura, sino vital:.• :. . La asamblea constituyente hace «solemne declaración de los;deré chos del hombre y del tiudadanm>, a «firi de que los actos del poder legisl tivo y los del poder ejecutivo, pudiendo ser en cada instante comparadcisfü' el fin de toda institución política, sean más respetados, a fin de que las· clamaciones de los ciudadanos, fundadas en adelante sobre principicis•si · ples indiscutibles», etcétera,;etcétera, Diríase'que leemos un tratador gecimetria. Los hombres de 1790 no se contentaban coh legislar paraell no, sólo decretabati:lanulidaddelpasadoydelpresénte; sirio que supri1:rif tambiénla•historia futura decretando cómo:había de ser «todaf>:irisi:i ,.; ciónpolíticai Hoy nos parece demasiado petulante esta actitud. Adernás\iri parece estrecha y ruda. El rimndo se· ha: hecho a nuestros ojos más .ccirn¡íl jo yvasto .. Empezamos a sospechar que la historia, la vida, ni puede ni «de ser regida por principios, como los libros matemáticos'.
)" Es inconsecuente guillotinar al príncipe y sustituirle por el principio. Bajo éste, no menos que con aquél, queda la vida supeditada a un régimen ~bsoluto. Y esto es precisamente lo que no puede ser: ni el absolutismo ra· ·bionalista-que salva la razón y nulifica la vida-, ni el relativismo, que sal'-va la vida evaporando la razón. La sensibilidad de la época que ahora comienza se caracteriza por su insumisión a ese dilema. No podemos satisfactoriamente instalarnos en ninguno de sus términos.
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CULTURA YVIDA Hemos visto cómo el problema de la verdad dividía a los hombres de las ge• neraciones anteriores a la nuestra en dos tendencias antagónicas: relativismo.y• racionalismo. Cada una de ellas renuncia a lo que la otra retiene. El racionalis"' mo se queda con la verdad y abandona la vida. El relativismo prefiere la movilidad de la existencia a la quieta e inmutable verdad. Nosotros no podemos ala:. jar nuestro espíritu en ninguna de. las dos posiciones: cuando lo ensayamos; no· parece que sufrimos una mutilación. Vemos con plena claridad lo que hay d plausible en una y otra, a la par que advertimos sus complementarias insufle. ciencias. El hecho de que en otro tiempo pudieran los hombres mejores aco:; modarse plácidamente, según su temperamento, en cualquiera de ellas, indica; que poseían una sensibilidad distinta de la nuestra. Somos de una época en laI medida en que nos sentimos capaces de aceptar su dilema y combatir desde uno. de los bordes en la trinchera que éste ha tajado. Porque vivir es, en un esen: cial sentido queluego nos saldrá al paso, alistamiento bajo banderas y dispoSl!, ción al combate. Vivere militare est, decía Séneca, haciendo un noble gesto d legionario. Lo que no se nos puede pedir es que tomemos partido en una lid qu dentro de nosotros hallamos ya resuelta. Cada generación ha de ser lo que lo . hebreos llamaban Neftali, que quiere decir: «Yo he combatido mis combates!~ Para nosotros, la vieja discordia está resuelta desde luego; no enteli, demos cómo puede hablarse de una vida humana a quien se ha amputado e~ órgano de la verdad, ni de una verdad que para existir necesita previament~ desalojar la fluencia vital. El problema de la verdad, a que someramente he aludid<;>, es sólo u ejemplo. Lo mismo que con él acontece con la norma moral y jurídica qu
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pretende regir nuestra voluntad, como la verdad nuestro pensamiento. El bien y la justicia, si son lo que pretenden, habrán de :Ser únicos. Una jústiaia .¡¡ue sólo para un.tiempo o unaraza sea justa, aniquila su sentii;lo,También /hay un relativjsmo y un racionalismo en ética y en derecho. También los hay enarte y enreligión. Es decir, que el problema de layerdad segeneraliza,a >todos· aquellos órdenes que resumimos en el vocablo «cultura».·. · Bajo este nuevo nombre, la cuestión pierde un poco de su aspecto téc' nico y se aproxima más 'a los nervios humanos. Tomémosla, pues, aquí, y :procuremos plantearla con todo rigor, con todo su agudo dramatismo. El jJensamiento es una función vital, como la digestión o Ja circulación de la sangre;: Qué estas últimas consistan en procesos espaciales; corpóreos; y ,aquélla no, es.una diferencia nada importante para nuestro tema: Cuando el biólogo del siglo XIXse Iliegá a considerar como fenómenos vitales los )¡ue no tienen carácter somático, parte.de un prejuicio incompatible con un íjgotoso positivismo. El médico que asiste al erifermo no encuentra menos mmediatamente ante sí el fenómeno del pensamiento•que el de la respira• ción. Un juicio es una porciúncula de nuestra vida; una volición; lo inisino. Soll'e.manaciones o momentos de un pequeño orbe centrado en sí miSmo: 'el individuo orgárnco. Pienso lo que pienso, como transformo los alimen~ tos o bate la sarigre mi corazón; En los tres casos se trata de necesfdadesvitille5. Entender un fenómeno biológico es mostrar su necesidad para la perc duración' del individuo, o, lo que es lo mismo; descubrir su utilidad vital; mí; como individuo orgárnco,encuentra, pues, ~i pensamiento su cauc 'sá'yjustificacióni es un.instrumento para mi vida, órgano de ella, qúe ella regula y gobiema 1• Mas, por otra parte, pensar es poner ante nuestra individualidad las cosas según ellas son. El hecho de' que por veces erramos, no hace sino corifirfuar el carácter verídico del pensamiento. Llamamos error a un pensamienofracasado;·a un pensamiento que no lo es propiamente, Su misión es reflejar Imundo de las cosas, acomodarse a ellas de.uno u otro modo; en suma, pen• res pensar la verdad, como digerir es asimilar los manjares. Y el.error no ulala verdad del pensamiento, como la indigestión:no suprime el hecho el proceso asimila torio normal. · Tiene; pues, el fenómeno del pensamiento doble haz; por un lado nace cima necesidad vital del individuo y está regido por la ley de.la utilidad
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subjetiva; por otro lado consiste precisamente en una adecuación a las COf sas yle impera la ley objetiva dela verdad: , • · · JJÍ , .. •·Lo .propio.aconte\:e con nuestras voliciones. El acto de la voluntac1s.~ dispara del' centro mismo del sujeto. Es una emanación enérgica, unúnpe+. tu que asciende de las profundidades orgánicas. El querer, en sentido estricto¡ es siempre un querer hacer algo. El amor a una cosa, el mero deseo de que algo sea, intervienensin duda, en la.preparáción del acto voluntario, pero no son este mismo: Queremos propiamente cuando, además de desear qúe las cosas sean de una cierta manera, decidiinosrealizar nuestro deseo, eje¡ cutar actos eficaces que modifiquen la realidad. En las voliciones.serna nifiesta preclarainente el pulso vital del individuo. Por medio de ellas·sa · face;:corrige, amplía sus necesidades orgánicas. · ... . . . •· . · , ¡ Pero analícese un acto de voluntad.donde apárezca claro. eLca'tádéf de ésta. Por ejemplo, el caso en que, después de vacilaciones y titubeos;¡¡r través de una dramática deliberación, nos deddimós, por fin, a haceralgg¡y reprimimos otras posibles resoluciones. Entonces notamos que nuestra de cisión ha nacido de que, entre los propósitos concurrentes, uno !}OS ha pá~ recido el mejor. De suerte que todo querer es constitutivamente un quere,r hacer lo mejor que en cada situación puede hacerse, una aceptacióri.de]a norma objetiva del bien.Unos pensarán que esta norma objetiva delavo: !untad, este bien sumo, es el servicio de Dios; otros supondrán que.lo ópti, mo consiste en un cuidadoso egoísmo o, por'el contrario, eh elmáxim' beneficio del mayor numero de semejantes: Pero, con uno u otro contenido cuando se quiere algo, se•quiere por. creerlo lo mejor, y sólo estamos satisfe': chas con nosotros mismos, sólo hemos querido plenamente y sin resérvas¡ cuando nos parece habemos adaptado a una norma de la voluntad que exis?. te independientemente de nosotros; más allá de nuestra individualidad.:·h~ Este doble carácter que hallamos en los fenómenos intelectuales yvo luntarios se encuentra .con pareja evidencia en el sentimiento estético oie la ·emoción religiosa. Es decir; qué existe todáuna serie de fenórheriosvif les dotados de doble dinamicidad, de un extraño dualismo. Por una par son próducto espontáneo del sujetoviviente.y tienen su Cáusa y su régifile dentro del individuo orgánico; por otra, llevan ensímismosla necesidafld someterse a un r,égirheno ley objetivos; Y ambas instancias-.-nótesebie°:•. se.necesitan inutilarhente.'No puedo pen5ar eón-utilidad para mis finesbw lógicos, si no pienso la verdad. Un pensamiento que normalmente nos·pr sentase un mundo divergente del verdadero, nos llevaría a constantes err res prácticos,y; en cpnsecuencia, la vida humana habría desaparecid?,~ ~~1 1 funclólf int~lec[Ual, pues, no kigro acomcidafl]].e a mí, serme ~til,si ne¡ .... acomodo a lo que no soy yo, a las cosas en tomo mío, al mundo transar
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·co, a lo que 'trasciende de mí. Pero también viceversa: la verdad no existe sino la piensa el sujeto, si no nace en nuestro ser orgánico el acto mental con · sirfaceta ineludible de convicción mtima. Para ser verdadero el pensamienc 'tofnecesita GOincidir con las cosas, eón lo trascendente de mí; mas, al pro.pie tiempo, para que ese pensamiento exista, tengo yo que pensarlo, tengo 'ue adherfra su verdad; alojarlo mtimamente en mi vida, hacerlo inmanente l pequeño orbe biológico que yo soy. Simínel, que ha visto en este problema con mayor agudeza que nadie, · sis te muy justamente en ese. carácter extraño.del fenómeno vital humano. •á.Nida del.hombre-•-.o conjunto de fenómenos que integran el individuo . rgánico-. tiene una dimensión trascendente.en qúe, por decirlo así, sale de sí;misma y participa de algo que no es ella; que está más allá de ella. El pen.samiento, la voluntad; el sentimiento estético; la emoción religiosa, cons'titilyen esa dimensión. No se trata de que nosotros, al analizar,.por ejemplo, elfenómeno inteléctilal, aceptemos la existencia de la verdad que él pretenc .de•contener. Aunque nosotros comofüósofos•no la considerásembsjustific cada, el fenómeno del pensamiento lleva en sí, queramos o no, esa pretensión; más aun, no.consiste en otra cosa que en esa pretensión, Y cuando el .relativista se niega a admitir que el ser viviente pueda pensar la verdad; está él,.como ser viviente, convencido de que es verdad esta su. negación. mvAparte, pues, .de toda teoría, reduciéndonos a los puros hechos, ateni~ndonos al más rigoroso positivismo-.que los positivista.S .titulares no ejercitan nunca-, la vida humana se presenta como el fenómeno de que cier' tás•actividades inmanentes al organismo trascienden.de él. Lá vida,.decía ,Simmel, consiste precisamente en ser más que vida; en ella, lo inmanente es un•trascender más allá de sí misma. .':iL Ahora podemos dar su exacta significación al vocablo .«cultura>>. Esas funciones vitales -por tanto, hechos subjetivos; intraorgánicos-, que cumlen leyes objetivas que en sí mismas llevan la condición de.amoldarsea un régimen transvital, son la cultura.No se deje,' pues, un vago contenido a este término. La cultura consiste en ciertas actividades biológicas, ni más nimenos iológic~s que digestión o locomoción. Se ha hablado mucho en el siglo XIX e la cultura como «vida espiritual»-.s.obre todo en Alemania. Las.reíle.. enes que estamos haciendo nos permiten, afortunadamente,. dar un sen" ·do preciso.a esa «vida espiritilal», expresión mágica qúe los santones moc emos pronuncian entre gesticulaciones de arrobo extático. Vida espiritual o es otra cosa que ese repertorio de funciones vitales, cuyos productos o re.•!t¡¡~os tienen u.na consi.stencia transyitaL Por ejemplo: entre los varios mo.~Wqe comportámos con el prójirr¡o, nuestro s,éntimiento destil.ca uno.d.onde encuentra la peculiar calidad llamada «justicia». Esta capacidad d~ sell.tir,
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de pensar Ja justicia y de preferir lo justo a Jo injusto; es, por lo pronto, una facultad de que el organismo está dotado para subvenir'a su propia e intet~ na conveniencia. Si el ~entimiento de Ja justicia fuera pernicioso al ser,vt;:, viente, o, cuando menos, superfluo, habría significado tal Garga biológica que Ja especie humana hubiera sucumbido. Nace, pues, la justicia como sim7: ple conveniencia'vital y subjetiva; Ja sensibilidad jurídica, orgánicament¡;¡: no tiene, por lo pronto, más ni menos valor que la secreción paricreática.fün' embargo, esa justicia, una vez que ha sido segregada por el S".fltimiento, ad~ quiere unvalorindependiente: Va en la idea misma de lo justo inclusa laexii genciá'de que debe ser, Lojusto debe ser cumplido; aunque no le cdnvenJ: ga a1a vida,justicia, verdad, rectitud moral,'belleza, son cosas que valen por símisrhas; y no sólo enlacmedida en que son útiles á la vida; Consecuefü, temente, las funciones vitales en que esas cosas se producen, además de'su, valor de utilidad biológica, tienen unvalorpor sí. En cambio, el páncreas ria tiene más imp'ortancia que la proveniente de su utilidad 'orgánica, Y' Ja:'s~f: creción de tal sustancia es una función que acaba dentro de la vida mismal' Aquel valer por sí de la justicia y la verdad, esa suficiencia plenaria, que has hace preferirlas a la.vida: misma que las produce, es la cualidad que denó:¿ minamos espiritualidad. En Ja ideología moderna; «espíritu» no sigriifical algo así como «alma».Lo espiritual no es una sustancia incorpórea, no',es una realidad. Es simplemente una cualidad que poseen unas. cosas y otras no. Esta cualidad consiste en tener un sentido,un valor propio. Los griegos llamarían a Ja espiritualidad de los modernos:mis, pero no psique -alml¡. Pue5 bien: el sentimiento de lo justo, el conocimiento o:pensarla verdad~ lá" creación y goce art!sticos tienen sentido por sí, valen por sí mismos aunqúe: se abstraigan de su utilidad para el ser viviente que ejercita tales funciones¡· Son, pues, Vida espiritual o cultura. Las secreciones, la Jocomociórii la di:: gestión; por el contrario, son vida infraespiritual\ vida puramente biológica\: sin ningún sentido ni valor fuera del organismo: A fin de entendernos;;lJa~1 maremos a Jos fenómenos vitales, en cuanto'no trascienden delo biológi~b «vida: espontánea»': '· '' . '' · ' · : .· · , '··' ·' · ' ·' · No creo que el más escrupuloso beato'de la cultura yde la «espiritúali, dad» eche de menos privilegio alguno en Ja anterior definición de estos tér~ minos. Sólo que yo he cuidado de subrayar en ellos una faceta que el «mfü turalista» procura hipócritamente borrar y deja como en olvido. En efed:ó¡
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cuando se oye hablar de «cultura», de «vida espiritual», no parece sino que se trata de otra vida distinta e incomunicante con la pobre y desdeñada vida '.liespontánea». Cualquiera diría que el pensamiento, el éxtasis religioso, el Sfü!roísmo mqral pueden existir sin la humilde secreción pancreática, sin Ja circulación de la sangre y el sistema nervioso. El culturalista se embarca en 'el adjetivo '<
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ffihñament'e vida es¡Joiúánea: "El'concepto pui-0 de la' ciencia nace como Una emanación'espo táilea del.Sujetó, lo·mismo que la lágrima. :1 : : ·'
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EL DOBLE IMPERATIVO La que ocurre es que el fenómeno vital humano tiene dos caras -la bioló~. gica y la espiritual-y está sometido, por tanto, a dos poderes distintos que• actúan sobre él, como dos polos de atracción antagónica. Así, la actividad intelectual gravita, de una parte, hacia el centro de la necesidad biológica; de otra, es requerida, imperada por el principio ultravital de las leyes lógi'; cas. Parejamente, lo estético es, de un lado, deleite subjetivo; de otro, belleza La belleza del cuadro no consiste en el hecho-·-indiferente para el cuadro'''· de que nos cause placer, sino que, al revés, nos parece un cuadro bella· cuahc do sentimos que de él desciende suavemente sobre nosotros la exigencia de·, que nos complazcamos. · La nota esencial de la nueva sensibilidad es precisamente la decisión de no olvidar nunca y en ningún orden que las funciones espirituales o de cultu. ra son también, ya la vez que eso, funciones biológicas. Por tanto, que lacu:t tura no puede serregida exclusivamente por sus leyes objetivas o transvitales' sino que, a la vez, está sometida a las leyes de la vida. Nos gobiernan dos im perativos contrapuestos. El hombre, ser viviente, debe ser bueno-·orden, uno de ellos, el imperativo cultural. Lo bueno tiene que ser humano, vivido' por tanto, compatible con la vida y necesario a ella-dice el otro imperan va, el vital. Dando a ambos una expresión más genérica, llegaremos a este d · ble mandamiento: la vida debe ser culta, pero la cultura tiene que ser vital. Se trata, pues, de dos instancias que mutuamente se regulan y corrige . Cualquier desequilibrio en favor de una o de otra trae consigo irren1e.d~•. blemente una degeneración. La vida inculta es barbarie; la cul,tura desvi.: !izada es bizantinismo.
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Hay un pensar esquemático, formalista, sin anuencia vital nidirecta ini:uición: un utQpismo cultural. Se cae en él siempre que se reciben sin previa _revisión cierto.s principios intelectual~s, morales, políticos, estéticos a.re_]igiosos, Ydá'fl-qolos desde luego por buenos se insiste en aceptar sus consecuencias. Nuestro tiempo padece gravemente de esta morbosa conducta. Las generaciones inventoras del positivismo y del racionalismo se plantearon 9ori:toda amplitud,. como .cosa de importancia.vitalpara ellas, las cuestiones que[es_os.~is_temas agitan, y de esta enérgica colaboración íntima extrajeron s.uspnnc1p10s de cultura. Del mismo modo, las ideas liberales ydeuiocrá 7 l:icas nacieron al vivo contacto con los p~oblemasradicales de la sociedad, !lay casi nadie obra así. rLa fauna característica del pre5ente es el naturalista ,quejura por el positivismo; sillhabersetomadojamás el trabajo de.replán\earse el tema que aquél formula; es el demócrata que no se ha puesto nunca en cuestión la verdád del dogma democrático. De donde resulta la burlesca contradicc¡óúde que: la tultu¡:a eíitópea actual, al tiempo que pretende ser la única racional, la única fundada en razones, no es ya vivida, sentida por s_u racioualidad, sino que se la adopta místicamente. El personaje de Pío J3aroJa, que cree en la democracia como se ctee en la Virgen del Pilar; es, jun,to con su precursor; el farmacéutico Homais, representante titular dela· ac·tualidad. El aparente predominio que han adquirido en el continente las fuer,;zasretrógrad~ no procede deque apottenprfucipios superiores alas de sus 9ontrarios; sind de que; alineríós; se hallen libres·de esa esencial contradicé~ón y':constitutiva'hipocresíaJ El tradicii:malisí:a;está de acuerdo consigo ínismo:'mpletru:las imperativos.objetivos con lo.s si.¡bjetivos. No basta, por Jemplo, que una idea científica o política parezca por razones geométric
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cas verdadera para que debamos sustentarla. Es preciso que, además, suscite en nosotros una fe plenaria y sin reserva alguna. Cuando esto no ocurre¡ nuestro deber es distan~iamos de aquélla y modificarla cuanto sea necesa; rio para que ajuste rigorosamente con nuestra orgánica exigencia. Una niól ral geométricamente perfecta, pero que .nos deja fríos, que no nos incita a la acción, e5 subjetivamenteinmoraL El ideal ético no puede contentarse.cog ser él'correctísimo: es preciso que acierte á excitar nuestra impetuosida Del mismo modo, es funesto que nos acostumbremos a reconocer como ejerrp plos de suma belleza obras de arte-·por ejemplo; las clásica~-. que acaso · sori objetivamente muy valiosas, pero que no nos causan deleite: ' .·' Nuestras actividades necesitan, en consecuencia, ser regidas 1poruriá doble serie de imperativos, que podrían recibir los·.títulos siguientes>'' IMPERATIVO. CULTURAL L·. ,.
Pensamiento ........ :::..... Voluntad •...... ce .... :.":.,.:.. Sentimiento ..'..; ......;...: ·
Verdad• .... , . .. :. · Bondad,,; .. ;, .. Belleza.: ......... .
Sinceridad •Impetuosidad Deleite
.. Durante la Edad, con mal acuerdo llamada «moden:¡a», que se inicia ~ri'. el Renaaimiento y prosigue hástanue5tros días, ha dominado con ctecie!l.\~ exclusivismo la tendencia unilateralmente C:ulturalista. Pero esta.unilat~rá:, lidad trae consigo uri.a grave•consecuencia. -Si nos preocupamos tariisólo'. de ajustar nuestras convicciones a lo que la razón declara~º~? verd~d¡ corremos el riesgo de creer que creemos, de que nuestra convicc10n sea·fim. gida por nuestro.buen deseo. Con lo cual acontecerá que la cultura no se te~, liza en nosotros y queda como una superficie deXkción sobre la vida efecti¿ va: En varia medida, pero con morbosa exacerbación durante el últimosígloí éste.ha sidd el fénómeno característico de la historia europea modefuá•'[ creía en la cultura; pero, .en rigor, se trataba de una gigantesca ficción cole.~' tiva de que el individuo no se daba.e cuenta porque•era fraguada emlas:bas. mismas de su conciencia. Por un lado iban los principios, las frases y los g~ tos -a veces heroico?; por. otro,•la realidad de la existencia la vida de cad, día y cada hota': El cant iri.glés, esa escandalosa dualidad entrelo que se,cre hacer y lo. que se hace· en efecto, no es,1como se.ha sostenidó, especifü::ament
.i:iea~e FTri.seblogiií y-~iiú:criélád .::_¡9~1-< en'.EfEs_PectdClOh 't~~ó 1~-de ~t3S bbr~-~~\ pletas;" , : , ,:, ! . -' · _::·, : -· ! .-: ,' •-u.i"'·'
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inglés, sino general_ a toda Europa. El oriental, habituado a no.separar la cu!" túra de la vida por haber exigido siempre a aquélla que sea vital, ve en la con~ducta de Occidente una radical, omnímoda hipocresía, yno puede reprimir . al contacto cpnlo europeo un sentimiento de desprecio. y No se habría.llegado a tal disocfación entre las normas y su permanente cumplimiento, si junto al imperativo de objetividad se nos hubiese ;predicado el de lealtad con nosotros mismos, que iesume:)a serie· de los ·imperativos vitales. Es menester que en todo momento estemos en claro· so" · bre si, en efecto, creemos lo que presumimos creer; si, en efecto, el ideal ético que «oficialmente» aceptamos interesa e incita las energías profundas de :.nuestra personalidad. Con esta continua mise au point de nuestra situación mtima, habríamos ejecutado automáticamente una selección en la cultura ;Y hubiéranse eliminado todas aquellas formas de ella que son incompatibl~ con la vida, que son utópicas y conducen a la hipocresía. Por otra parte, la , cultura no habría ido quedando cada vez más distante de la vitalidad que ~~engendra y, en su espectral lejanía, condenada al anquilosamiento. Así, en una de esas fases del drama histórico, en que el hombre necesita para sal.;varse de circunstancias catastróficas todos sus arrestos vitales, y muy especialmente los que son nutridos y excitados por la fe en los valores trascendentales -esto es, en la cultura- en una hora como la que está a travesando Europa, todo ha fallado. Y, sin embargo, coyunturas como la presente son la prueba experimental de las culturas. Ya que no la propia discreción, los echos brutalmente han impuesto a los europeos de pronto la obligación de ser leales consigo mismos, de decidir si creían de manera auténtica en lo que .cteian. Y han descubierto que no. A este descubrimiento han llamado «fraca.so de la cultura». Claro es que no hay tal: lo que había fracasado mucho antes era la lealtad de los europeos consigo mismos; lo que había fracasado su vitalidad. La cultura nace del fondo viviente del sujeto y es, como he dicho con !!liberada reiteración, vida sensu st1icto, espontaneidad, «subjetividad». .oco a poco la ciencia, la ética, el arte, la fe religiosa, la norma jurídica se van esprendiendo del sujeto y adquiriendo consistencia propia, valor indeendiente, prestigio, autoridad. Llega un momento en que la vida misma que rea.todo eso se inclina ante ello, se rinde ante su obra y se pone a su servifo. La cultura se ha objetivado, se ha contrapuesto a la subjetividad que la : ngendró. Ob-jeto, ob-jectwn, Gege11Stand significan eso: lo contra-puesto, lo Hu~ por sí mismo se afirma y opone al sujeto como su ley, su regla, su gobier~~;- rn es.te pin~to cel~bra la .cultura su sazón mejor: Pero.esa contraposición )la vida, ¡;sa.~.uc1i5tancia alsujet(),tieneque .nfal1te11erse.denlro..de ciertos liites.La cuÍtura sólo pel,;ive mientras sigue recibiendJ,~dnsta~te flujo
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vita:l de los sujetos. Cuando esta transfusión se interrumpe;.yfa cultura.se, · tarda en secarse y. hieratizarse. Tiene;.pues, la cultura una hora·de a1eJa, no , . il · . h ·· · ·ento---,-su hora lí:¡ica-y tiene una hora.de anqu osannento -'-SU ora········.• naCIIlll . .· h h E ·l . ' hierática. Hay una cultura germinaLyuna cultu.raya e.e a1'· n as epocas· de reforma como .la nuestra, es preciso desconfiar de la cultura ya hecha y./ fomentar la cultura emergente-.o, lo que es lo mismo, quedan en suspen~ so los imperativos culturales y cobran iru:Ilinencia los vitales. Contra cmltuf ra, lealtad, espontaneidad, vitalidad. · ' ""'
VI LAS DOSIRONÍAS, O SÓCRATES Y DON JUAN
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~os ~imensiones: c~lt~ra
a la vida humana sus y espontaneidad, pero sólo en Europa han llegado a plena diferenciación, diºsbciándose hasta el punto de constituir dos polos antagónicos; Enla India o '. !lfa China, ni la ciencia nila moral han· logrado nunca erigirse.en poderes "ndependientes de la vida espontánea y ejercer como tales suimperio so. te ~sta. El pensamiento del oriental, más o menos certero y profundo, no se ha desprendido jamás del sujeto para conquistar esa clara existencia ob"etiva que tiene; por ejemplo; una ley física ante la conciencia del europeo. Caben puntos de vista desde los cuales parezca la vida de Oriente más per.fecta que la occidental; pero su cultura es evidentemente menos cultura que .liqmestra, realiza menos radicalmente el sentido que damos a, este término. La.gloria y, tal vez, la trag~dia de Europa estriban, por el contrario, en haber !'evado esa dimensión trascendente de la vida a•sus postreras consecuencias. Ua sabiduría y la moral orientales no han perdido nunca su carácter tradir.'onalista. El chino. es incapaz de formarse una idea del rriundo fundándose .ola en la razón, en la verdad de esa idea .. Para prestarle su adhesión,,para íínvencerse;necesita verla autorizada por un pasado ·inmemorial; es de" ·.··,que ha de encontrar su fundamento en los hábitos mentales.que la raza a depositado en su organismo. Lo quesees por tradición no.se es por culc fa, El tradicionalismo no es,más que una forma de la espontaneidad: Los _ombres de 1789 hicieron saltar todo el pasado fundándose pm;a su formiable,eversión en la razón pura; en cambio; parahacer la última revolución . hina fue preciso predicarla; mostrando que era recomendada por los más Úténticos dogmas de Confucio, •'·'
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·Toda la gracia y el d~lor de la historia europea provienen, acaso, dela: extrema disyunción y antítesis a que se han llevado ambos términos. La cuh'. tura, la razón, ha sido purificada hasta el límite último, hasta romper casi su comunicación con la vida espontánea, la cual, por su parte,.quedaba tam" .· bién exenta, brava y como en estado primigenio. En esta superlativa tensión/ se ha originado el incomparable dinamismo, la inagotable peripecia y la per- •; manen te vibración de nuestra historia continental. En la historia del Asia nos parece siempre que asistimos al proceso vegetativo de una planta, de un. ser inerte, sin resorte suficiente para combatir contra el Destino. Este resar~ te vigoroso se dispara constantemente a lo largo de la evolución accidenta],: y es debido al desnivel entre los dos polos de la vida. Por eso, nada esclare='. ce mejor el proceso histórico de Europa como fijar las distintas etapas de la relación entre cultura y espontaneidad. Porque no debe olvidarse que la cultura, la razón, no han existido des-.. de siempre'eri la,tierráJ Hubo un:mornento, de crohologíapeifectamente determinada, en que se descubre el polo objetivo de la vida: la razón. Puede,d(!.cirse que en ese día nace Europa como .tal: Hasta entonces; lit existencia·til nuestro continente se confundía eón la que había.sido en Asia o en Egipto¡ Pero un día,' enla:s•plazuelas de.Atenas, Sócrates descubre la razón ... •·., .• :No creO"quepuedahablardiscretamentesobrelos deberes deLhóm.-; bre actual: quien rio:se.haya:hecho bien cargo .de lo que significa ese descu4· brimiento socrático: En él.está encerrada la Clave de la historfa europea' sin la cual nu~stro pasado y nuestropresentesonunjeroglífico ininteligifü · .. ·· Ante.5 de Sócrates se habia razonado; en rigowsellevaba dossiglosiraf. zonando dentro del orbe helénicorPara descubriruria cosa es, claro está,·mé" nester que esta cosa exista deiantemano. Parménides y Heráclito habían razonado, pero no lo sabían.Sócrates es el primero en darse'cuenta de:qué la razón es uwnuevo universo, más .perfecto y superior al que espontánea~: mente hallamos entorno nuestro. Las cosas visibles y tangibles varian sin césar: aparecen•y se consumen· se ·trarisforman la5 urias en las otras: loíbfan ' ' ' - ' '·º ca se erinegrei:e; el-agua sel evapora, el hombre sucumbe; lo que es mayor: e comparaciófrconuria c:osa¡resulta ser menórieri comparación can!otra: ·~ propio acontece eón el mundo interior de los hombres: los deseos y afan se cambiany se contradicen; el dolor, al menguar, se hace placer; élplac alreiterarse,Jastidia o' duele. Ni lo que.nos rodea nilo que•somos porden. tro•nosiofrece punto.seguro donde·ase.ntar nuestrameritec•En cambio¡:lo conceptos.puros; losfogoi\ constituyen una clase•de seres inmutableslrpe fectos ' exactos: La idea-de.blancutaino:contiene sino blancor¡ el moviml • ' -,' '' -' . - ' ,_, '.'Jtcí rió se fonVierte jamás en quietud; eluno1es invariablemente vno; como!_ dos es siempre dos. Estos conceptos entran en relación unos con otros·s.
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turbarse jamás ni padecer vacilaciones: la grandeza repele inexorablemente ªla pe~ueñez;: en cambio, la justicia se abraza a la unidad. La justicia, en efee~ to, es siempre una y la misma. . . . .. ,. ., .~ebió s~~ um\ emoción sin par la que gozaron estos hombres que, por , vez pnmera; vieron ante su mente erguirse los perfiles rigorosos de las ideas; ··de las <,-.-·episte:me: :Parejamente, :en la condüc~ ta ~ráctica, tendrá que negar y suspender todos sus deseos y propensiones nativos para seguir dócilmente los mandatos racionales o · • :r:' ':]:; . El tema d:l tiempo de Sócrates co~sistía, pues, en el intento de desalojar !~.vida espontanea para suplantarla con la pura razón. Ahora bien; esta empr~a trae consigo.una dualidad en nuestra existencia, porque la espanta" ne¡dad no puede ser anulada: sólo cabe detenerla conforme va produciénc!ose¡fo:narl~y cubrirla con esa vida segunda; de•mecanismo reflexivo, que es la_rac10nalidad. A pesar de Copérnico, seguimos viendo al sol ponerse por Gcc1de,nte; pero esta evidencia espontánea de nuestra viSión queda como en u~penso y sin consecuencias. Sobre ella tendemos la convicción reflexiva c¡ue nos proporciona la razón pura astronómica. El socratismo o racionalismo engendra, por tanto,.una vida doble, en la cuallo que no somos espontá.eamente-••-la razón pura~ viene a sustituir aki que·verdaderamente somos ::la espont~neidad. Tal .es el s'entido de la ironía socrática; ,Porque irónico t?do acto en que suplantamos'unmoviiriiento primario·con otro secufü ~no, Y, en lugar de decir lo que pensamos', fingimo~ pen5ar fo que decimos: ..".'El racionalismo es un gigantesco ensayo de ironizar la vida espontánea irandola desde el punto de vista de lai:azónpura.•.· •. ·
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:-Hasta qué extremo es esto posible? ¿Puede la razón bastarse a sí mis". ·.. ma? ~Puede desalojar todo el resto de la vida que es irracional Y seguir vi:; · viendo por sí sola? A esta pregunta no se podía responder_desde luego; era menester ejecutar el gran ensayo. Se acababan de descubnr las costas de:la. razóri, pero aún no se conocía su ext~nsión ni su continente. Hacían _fal_tB;·s~", glas y siglos de fanática exploración racionalista, Cada nuevo descubnrm~nt_o de purás ideas aumentabala fe en las posibilidades ilimitadas de aquel mun-. do emergente. Las últimas centurias de Greda inician la inmensa lab~r, Ap,e~ nas se aquieta sobre el Occidente la invasión germánica, ?rend~ la chispa'ra0 • cionalista de Sócrates en las almas germinantes de Francia, !taha, lnglaterrai Alemania, España. Pocas centurias después; entre el Renacimi_ento Y 1700¡ , se construyen los grandes sistemas racionalistas' En ellos la razon pura a~ar7 ca vastísimos territorios. Pudieron un momento los hombres hacerse la ilu- .. sión de que la esperanza de Sócrates iba.a' cumplirse y la vida toda acabariá, porsometerseaprincipiosdepurointelecto:' : · · '.· . · , .· Mas, conforme se iba tomarido posesión del universo, de lo racronal, y; so". bre todo, al día siguiente de aquellas triunfales sistematizaciones-.-D~carte:; ,'.: SpinoZR,' Leibniz-, se advertía, con nueva sorpresa, que el temt?no ·era li". ,: mitado. Desde 1700 comienza el propio racionalismo a descubnr, no nue; vas razones, sino los límites de la razón, sus confines con el ámbito infinito de lo irracional. Es el siglo de la filosofía crítica, que va a salpicar con:s~ 1'.1~g" ·: nífico oleáje la centuria última; para lograr en nuestros días:una defm1tiY~. demarcación de fronteras. · · : ' ·· . · : ·· : · 1G• Hoy vemos claramente que, aunque fecundo:,fi.le un error el ~e Sócrates, y los siglos posteriores. La razónpura no puede s~plaµtar a la vida: la cub ... tura del intelecto abstracto no es, frente a la espontanea, otra vida que se base te a sí misma y pueda desalojar a aquélla. Es tan sólo w:a ~rev~ isla fott;tndo sobre el mar de la vitalidad p1immia. Lejos de poder sustituir a esta, tiene q11~ apoyarse en ella, nutrirse d¡:' ella como cada uno de los miembros vive delo1I. .' ; ' ,' ,_.' ._.'"'•.;_!} ganismo entero.: :.. : · · • , · ._, . · · , . :-· ... · . Es éste el estadio de la evolución europea que coincide con nuestra gé?; neración. Los términos del problema, luego de:recorrer un largo ciclo;· aPK' recen colocados en una posición estrictamente inversa de la que presentl.\ .• ron ante el espíritu de Sócrates. Nuestro tiempo ha hecho un descubrimie~tº · opuesto al suyo: élsorprei;idiola línea en que comienza el poder ~ela razor1¡ a nosotros. se tios ha hecho ver, en cambio; la línea en que terrnma, Nue~ tra misión es, pues, contraria a la suya. Al través de la racionalidad He111os yueltoadescubrirla:espontaneidad. · · , · • . :_
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sición eterna. Pero _es preciso corregir el misticismo socrático, racionalista, culturalista, que ignora los límites de aquélla o no deduce fielmente las con: .· ~ecuencias de .esa limitación. La razón es sólo una fonna y función de la vida. . La cultura es un instrumento biológico y nada más. Situada frente y contra la vida, representa una subversión de la parte contra el todo. Urge reducirla a su puesto y oficio. · · ·. El tema de nuestro tiempo consiste en someter la razón a la vitalidad localizarla dentro de lo biológico, supeditarla a lo espontáneo. Dentro de.pocos años parecerá absurdo que se haya exigido a la vida ponerse al servicio de la cultura. La misión del tiempo nuevo es precisamente convertir la relación Ymostrar que es la cultura, la razón, el arte, la ética quienes han de . servir a la vida. :;· Nuestra actitud contiene, pues; una nueva ironía, de signo inverso a · la-socrática. Mientras Sócrates desconfiaba de lo espontáneo y lo miraba al través de las normas racionales, el hombre del presente desconfía de la ra~ón y la juzga al través de la espontaneidad. No niega la razón, pero reprime yburla sus pretensiones de soberanía. A los hombres del antiguo estilo tal vez-les parezca que es esto una falta de respeto. Es posible, pero inevitable. llegado irremisiblemente la hora en que la vida va a presentar sus exigencias a la cultura. «Todo lo que hoy llamamos culrnra, educación, civilización, .tendrá que comparecer un día ante el juez infalible Dionysos» .-decía pro. [éticamente Nietzsche en una de sus obras primerizas.. Tal es.la ironía irrespernosa de Donjuan, figura equívoca que nuestro tiempo va afinando, puliendo, hasta dotarla de un sentido preciso. Donjuan se revuelve contra la moral, porque la moral se había antes sublevado conla vida. Sólo cuando exista una ética que cuente, como su norma pri.. mera, c;on la plenirnd vital, podrá Donjuan someterse. Pero eso significa una · ~ueva culrnra: la cultura biológica: La razón pura tiene que ceder.511 impe1io
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a la razón vital.
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VII LASVALORACIONESDELA VIDA ¿Era esto la vida? ¡Bueno, venga ot:favezt '
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Cuando se di~e que eltema propi~ de nuestro tiempo y la misión d¡las ~bg tuales generaciones consiste en hacer uu enérgico ensayo para ordenaré! mundo desde el punto de vista d.ela vida, existe.el grave riesgo denoserbie · entendido. Porque se supone; que ese ensayo ha sido hecho muchas veces; más aún: que el punto de.vista vital es el nativo y primario en elhombteP El salvaje, el hombre anterior a la cultura, ¿qué hace sino eso? . .. Y, sin embargo, no hay tal. El salvaje no ordena el universo -tanto extec rior como interior-, desde el punto de vista de la vida, Tomar. un punto d( vista implica la adopción de una actitud contemplativa, teorética, racionaLErr vez de punto de vista podíamos decir principio. Ahora bien; no hay nadani~s opuesto a la espontaneidad biológica, al mero vivir la vida, que buscar un priIT cipio para derivar de él nuestros pensamientos y nuestros actos. La eleccióJl. de un punto de vista es el acto inicial de la cultura. Por consiguiente, elim perativo de vitalismo que se eleva sobre el destino de los hombres nuevos rf tiene nada que ver con el retomo a un estilo primitivo de existencia. Se trata de un nuevo sesgo de la cultura. Se trata de coJtSagrar la vid. que hasta ahora era sólo 1111 hecho nudo como un azar del cosmos, haciendo ella un p1incipio y un derecho. Parecerá sorprendente apenas se repare en ell~~ mas es el caso que la vida ha elevado al rango de principio las más divers~ entidades, pero no ha ensayado nunca hacer de sí misma un prip.cipio:Se·~. vivido para la religión, para la ciencia, para la moral, para la economía; has ·
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se ha vivido para servir al fantasma del arte o del placer; lo único que no se há intentado es vivir deliberadamente para la vida. Por fortuna\ esto se ha ;hecho, más o menos, siempre, pero indeliberadamente; tanpronto como el hombre s¡;•daba cuenta de qudo estaba haciendo, se avergonzaba y sentía un extraño remordimiento. . · . , . '• ,, ,. . Es demasiado sorprendente este fenómeno de la historia humana para que no merezca alguna meditación. . •· . • . ~;· · L~ razón por la cual elevamos a la dignidad de principio una 'entidad cualquiera, es que hemos descubierto ernella un valor superior. Porque nos par~ce que vale n;iás que las otras cosas la preferimos y hacemos que éstas leque~en subordma_das; Junto a los elementos reales que' componen.lo que ,uJ1 objeto ~s; posee es.te una serie de elementosfrreales que constitilyen lo .que ese objeto vale. Lienzo; líneas; colores, formas son.Jos.ingredientes re" _ales de un cuadro: belleza, armonía, gracia, sencillez sorilos valores de ese cuadro. Una cosa no es, pues, un valor, sino que tiei;ie valores, ~s valiosa: y ·éstos valores que en las cosas residen son cualidades dé tipo irreaL$é ven las líneas del cuadro, pero no su belleza: la belleza se «siente», se estima. El esfunar es alas valores.laque el ver a los color~y el oír a los sonidos. Cada objeto goza, por tanto, de una especie de doble existencia. Por una parte es una estructura de cualidades reales que podemos percibir; por otra es·una estructura de valores que sófo se presentan a nuestra capacidad de es.•titnar. Y lo mismo qué hay una experiencia progresiva de las propiedades de ;l1as cosas -hoy descubrimos en ella facetas, detalles que ayer no habíamos ,.visto-, hay tambiénuna experiencia delos valores un descubrimiento su" :césivo de ellos, una mayor fineza en su estimación.' Estas dos experiencias ·...:.:.1a sensible y la estimativa- avanzan independientemente una de otra. ~.veces nos es perfec:amente conocida una cosa en sus elementos reales, y, smembargo; somos ciegos para sus valores. Pendiendo de las paredes, en ese ~atlas, iglesias y gal~rías, han permanecido durante más de dos siglos los uadros del Greco, Su:1 embargo, hasta la segunda mitad de la centuria paada no fueron descubiertos sus valores específicos. En lo que antes parecían .~fectos se revelaron de pronto.altísimas calidades estéticas. La facultad ~tÍinativa---que nos hace «Ven> ]os.valores-,- es, pues'; completamente distindela perspicacia sensible o intelectual. Yhay.genios•del estimar,: como los ay del.pensamiento. Cuando] esús, soportando dócilmente una bofetada .,escubre la humildad, enriquece con un nuevo valor fa experiencia de nues~ as estimaciones. Del mismo modo, hasta Manet nadiehabiareparado en el ,, canto que posee la.trivial circunstancia de que.las cosas vivan envueltas .n la vaga luminosidad del airee Con la belleza del plein-qir quedó definitiamente aumentado el repertorio de los.valores estéticos.
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. Si se.analiza tin.pocó más la naturaleza de los valores, se encontrará que gcizan d~ ciei;tos caracteres ajenos a las cualidades•reales. Así, es esencial · · todo valor ser positivo.o•negativo; no: hay término.medio. La justicia es uli .. valor 1positivo: una misma cosa es advertirlq y.estimarlo. Lá injusticia;'en cambio, es también un valor, pero negativo; nuestra percepción de él con;} siste en desestimarlo;iPerci, además, tüdo valor.positivo es siempre superior, · equivalente o inferior a otros valores. Ctiando:ténemos la'clara intuiCÍónd~ dos cualesquier.a notamosAue e1 tino se eleva·scibted otro, se sobrepone a él, quedando ambos situados eri diferenterango! La elegancia de un.traje se·· impone.a nuestra estimación,:poique es :un valor positivo; pero sila conj frontamos c9n la.honradez de :un carácter vemos que sin perder aqúéllastl calidad de estimal¡ilesesupedita·a ésta.la honradez.vale más que la e!égau;t cia, e5 :unfvalor superior a ésta·; Por esta razón 'estimarnos' ambos_,:pero;pn;i ferimos a aquéb Esta extraña actividad de nuestro espíritu, que llamamos; «preferir», nos.revela que los valores constituyen una rigorosajerarquia:de, rangos fijos.e inmutables.'Pcidremos erncadacaso equivocarnuestfaprefe,· rencia, anteponiendo:lciinferior a lci superici'r; lo mismo que nos ocur'reequi! vacamos ell. las cuentas sin que ello anule la verdad rigorosa de los núII!é.f ros: Cuándo sehaceCcin5tifutivo en una.persona, en u.na época, eh.uÚ!pueblo, cierto error'de las preferencias.y llega a.serlebabitualanteponerlo inferior a lo 5upe'riorsubvirtiendo los rangos objétivos.delosvalcires, se trata de.una perversión; de uná·énfermedad estimativa: · • · Eian inevitables estaS brevesnotida5•sobre el mundo delos valores•pru:~ haceF inteligible el hecho. de:que-ha5ta el.presente la•vida no haya sido con: sagrada como principio capaz. de ordenar en tomo suyo las de mas cosas del universo. Ahora se hace posible entrever de dónde puede venir una explicación al sorprendente caso. ¿Será; tal vez, que no habían sido descubiertos los valores específicamente vitales?. ¿Y no·habrá alguna razón que haya mó#, tivadci el ret'raso de este descubrimiento? · · · · ·.,í;r:•tl ':Es sobr.emanérainst'rúctivo dfrigir:una ojeada; aunquesea'níuysoJil.e~ ra;a las distintas valbraciones que se han hecho de la-vida. Basta paranu'es? tro urgeritémenesterfija'rncis'en algunas cimas del proceso histórico.•z:i;ií ·La vida asiatica•culmina en el budismo: es éste la forma clásica; lafrut¡¡ madura del árbol de Oriente. Con la claridad, sencillez y·plenitud.propias a todo' clasicismo; eri él éxpresa• el alma asiatica• sus radicales tendericias1i)!" ¿quéeslavidaparaelBuda?·· ,,. · ,. · ' .. • ·•. •· Cou-penettanfe'roiradacsorprende Gautama la esencia· del proceso•\Tt tal; ylo definé.como una:s¡;d:Jrsna. La.vida es:sed; •es ansia; afán,-desf!o· Nó ·es lograr; pori:¡ue•lo lóg'rado se convierte.autcimátkamente.eh puntó 4.. arranque para un nuevqdeseo. Mirada así la existencia, torrente de secL ·
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5aciable, aparece como un puro mal, y tiene sólo un valor absolutamente negativo! La única actitud razonable ante ella es negarla. Si Buda no hubiese creído en lá docttina tradicional de lasreencamaciones, sú único dogma hu~ biese sido el, suicidio: Pero la muerte no anula la vida; el saje to personal transmigra a exiSter.cias sucesivas, prisionero de la rueda eterna, que gira locaimc · pulsada por la sed.cósmica. ¿Cómcisalvarsede la vida, cómó.burlar la'cadena 5fufindelosrenad'roientos? Esto.es lo único que debe preocupar, lo único . que en la vida puede tener valor: l¡i huida, la fuga de la existencia, la aniquic · ladón. El sumo bien, el valor supremo que Oriente opone al sumo mal del yivir,•es precisamente el no.vivir/el'puro no ser del sujeto, , .. , , : . r:+ •Nótese cómo lasensibilidad del asiático es en.su raíz última de signo jliyers9 a la európea.' Mientras éstá imagina la felicidad como una vida,en plenitud; como una vida que fuese lo más vida posible, el afán más vital ~el indo es dejar de vivir, borrarse: de la existencia, sumirse en un infinito'vapío; dejar de sentirse a sí mismo. Así dice el iluminado: «Como eLenorme ¡nar del Universo sólo tiene un sabor,: el sabor a sal; .ásí la Doctrina enter~ sólo un sabor tiene: elsabot a salvación». y esta salvación consiste err lwexc · ~nción, nirvmia,'pminirvana: -El budismo. proporciona la táctica para cons~guir~a,:r el que ej~rcitá sus preceptos logra dar a la vida un sentido que por suno tiene: la conVIerte en un medi9 d'e anularse'a sí misma1.• La vida.budis¡a es un «senderm>i, una rutá hacia la aniquilación de la.vida. Gautáma fue el ¡cmaestro del :Senderó»;•el guía de las.calzadas hacia elNihi!', tf'' Mientras el:]:mdista parte de un análisis de la vida que da por resultado lfivaloración negativa.de ésta; y lleva· a des.cubrir en el aniquilamiento el sumo 'bien, elcristiano carece primariamente.de actitud.estimativa ante la eXistenéia terrenal. Quiero decir que el cristianismo no parte de consideraciones soI •::.--
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' -:~-Las l-.staciones i!n esta, vfa de aniquilacióri rnarCan a la vez-el grado de--santid~d. ~~atr~ -ran·12,q7__princip~~~ d~t_ingu~ el viej9_canon: ___ :, -. , - _ _ ., -. : '.:, , l._ª_ ~~-Sro_ta~p~~1-~..1it~r~lm~ri.t~ ~1-~l- que ha'llegada·a1 río;>·,~ Cfe~if. el que há :p~estó SU planta, e_n el sendero de la doctrina e in1c1a,· por tanto, su obra de salVación. · . '. ·· ·lfr.:1-.1_ 2;º:':gl;Sahrdagan1i~, ~1-~l que _a"úr). yu~lve· una yezn: en es_te grado_se halla e_l que ha conse9?~~-I?- ~p~J~r ,su7_d_175~os.y.pas~~pes.,, pero alj.n conserva un último. rest_o que le o_bliga a r_enacer una X~_todaviaenestemun_do; -- __ _-_ _ ., _· -_' ·.,, :í'.~;- · 3.º ElAnagantfn, fcel que ya no vuelve>•, no renace en la tietra, pero s.ivuelVe a ¡existir uriá -'t~-~_elmundode_l_osdio~es._. ,_ ¡,_, _ _,_,::'-- ,, : :,_: _¡- _. •4·º. ~l,A:11~t, ~ad~ f~mo;a _que só_lo pU~~-e_ lf~gar el m_onjé. En ~-1 se ~'oJiquis,~ plen_ament~ .ex~_n~1on p_1_rv~n1ca. Vease PISchel\ Lebcn·und Leltre _des Buddlia; págs. 87-88, año 1921. (Tra- cc1onespanoladeRevfstadcOccidente),:-· . : ; , · . : ·: : 1 ii":,; :- Un~ exposi~iqn ~~- ajnu_cipsa_ de la d9_C_t[,!1,1µ búdica _habría ,,de h~cer no lar qµe_ el nirv.ar~n-~ con~te, des~e el ?_U~to_devista oriental, en un estricto nada. Es, en efecto, la anulación de _a existencia del sujeto, y, por tanto, para un europeo equivalente a la total inexistencia: Pero lo ~_aracterfstico es que el asiático tiene de.esa existencia transubjetiva un: conC:epto positivo.
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bre la vida sino que, desdé luego; comienza con la revelación de una supre" ma realidad: la esencia divina; centro de todas las perfecciones.La infinitúq de este bien sumo hace de todos los demás que puedan existir cantidades dese, deñables. «Esta vida»; pues, uo vale nada, ni en bien ni en mal. El cristiaricí, no es pesimista como Buda, pero, en rigor; tampoco es un optimista ddo terrenal: El murido le es, por lo pronto, iridiferente. Lo único que para el homt bre tiene valor es la,posesión de Dios; 'la beatitud, que sólo se logra más allá de esta vida, en una existencia posterior¡ que es «otra vida», la vita b,eata. , ', , La valoración de la existencia terrena comienza, parad cristiano; cuan+, do es puesta en relación con la beatitud. Entonces; lo que por sí es iudife, rente y carece detodo,valor propio e intrínseco (inmaneu.te) puede conver":, tirse en un: gran bien o en un grau:maL Si estimamos la vida por!~ que ella es, si la afirniamos pbr sí misma, nos apartamos de Dios, único valor vetft, dadero;En tal caso es la vida un mal incalculable; es un, puro pecado. Por,, que la esencia de todó pecado consiste para el cristian~ en que tribuiamosa ' nuestra carrera mundanal estimación. Ahora bien; en'el deseo,'en el placer va irii:luida una tácita y honda aquiescenciaa'lavida. El placer, como Nietzstlie decía, «quiere eternidad, quiere profunda, profunda eternidad», aspira aper" petuar el delicioso momento y grita da capo a la realidad ~n~antadora.' Por, eso el cristianismo hace del deseo de placeres, de la cup1d1tas, el pecado por excelencia'. Si, por el contrario, negamos a la ~da tod_o v~lor intrínseco¡ y advertimos que sólo adquiere justificación; senl:ldo y d1g1:udad ~uando se la mediatiza y se hace de ella tiempo de prueba yde eficaz, gimnasia paralo~ grada «otravida»; cobra un carácteraltamenteestimable;,:,'' ,' ,', ' ' ' El valor de la existencia es, pues, para el cristiano extnnseco a ella: 'No. en si misma, sino en su más allá; no en sus calidades inmanentes, sino en d valor trascendente y ultravital anejo a la beatitud, encuentra la vida supo-. sible dignificación. Lo temporal es una.fluencia de miserias, que se ennoble,ce al ,desem]Jo:. car en lo eterno.Esta yida es buena sól~ comotrii~itci yadii~fación;al~ ott!\IEn lugar de vivirla por ella misma, debe el hombre ,convertid~ en un ej~r;; cicio y entrenamiento constante para la muerte; hor.~ en c¡u~ c~nu~nz~ la~~;~ verdadera. Entrenamiento es, acaso, la palabra contempw~nea que ll)~JC?,f,; traduce lo que el cristianismo llama ascetismo. ' ':": .'' . ' :. . . ,sobre la arena de la Edad Med,ia cmnb~ten bravamente el entusiasmo vital del gei-ni'ario e,l cle~dél1. cristia!lo, h~cifi,1ª vida. ¡\qu~llos señoI~ ~~m dales, en cuyo organismo joven hozan, como fieras en sus Jaulas, los m_s~J1'. tos prü:narios, van poco a 'pocó son:ietiendo su ind?mit~ ~ujanza ,zool~~~1~
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al régimen ascético de la nueva religión. Solía consistir su alimento en carne de oso, de ciervo; de jabalL Dieta semejante les obligaba a sangrarse todos .; los meses. Esfa sangria higiénica; que evitaba una explosión en su fisiología, . llamábase n~i1111tio.,Pues bien; el cristiahismo fue la mi1111tio integral del exceso zoológico que el germano aportaba de la selva. •'' ; Los siglos modernos representan una cruzada contra el cristianismo. La ciencia, la razón han ido demoliendo este trasmundo celestial que el cristiahlsmo había erigido en la frontera de ultratumba. Amediados del siglo XVIII; . el 'más allá divino se había evaporádo; Sólo quedaba a los'hombres esta vida, · Párece haber llegado la hora en' que los valores vitales van a ser, jJorfin, revelados. Sin 'embargo, no pasa así. El pensamiento de.las dos postreras cen" '.,• turias, aunque es anticristiano; adoptá,ante la vida·una'actitud muy ¡:iareci-' da: a la del cristianismo; ¿Cuáles, son para el «hombre modernm>'los valores sustantivos? La ciencia, la moral; el arte', la justicia-lo que se ha llamado la cultura. ¿No son éstas actividades vitales? Ciertamente; y en tal sentido puede pensarse unmomento quda•modernidad ha conseguidodescubrir valores inmanentes ala vida. Pero un poco más de análisis nos muestra que esta interpretación no es exacta. .. ' . . •, · .. . . ·. La ciencia es el entendimiento, que busca la verdad por la verdad mis" ma. No es la función biológica del intelecto, que, como todas las demás
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en el hecho histórico actual, que es siempre la vida. Si se mira, bien pronto se advierte que la cultura ná es nunca unhecho, una actualidad. El movimieri+ ! to hacia la verdad, el ej¡;rcicio teorético de la.inteligencia es c_iertamente uri fenómeno _que en varia forma se verifica hoy, como ayer, :o en otro tiempo,.no menos que la respiración o la dige5tión..Pei:o la cienci::i, la posesión de la vero dad, es; como la posesión de Dios, un acontecimiento que no ha acontecido ni'puede acontecer en «esta.vida». La ciericia es sólo un ideal. La de hoyc1ü rrigela d~ ayer, y la de mañana la de hoy. No es un.hecho que s_e cumple en.el tiempo;.como Karit y toda•su época pensaban, la ciencia plenaria o la verdá" dera justicja sólo se consiguen en el.proceso.infinito de la his_toria infinita:De aquí que el cultural.isriJ.o:sea siempre progresismo, El sentido y valor dela'vida¡ la cual es por esencia presente actualidad, se.halla siempre en um;nañana nieo ; jor, y así sucesivamente .. Queda a perpetuidadla existencia real reducida:á mero tránsito hacia un-futuro lftópico. Culturalismo, progresismo, futuris, rrio; u topismo son un solo yúnico ismo .. Bajo una u otra denominacióruha1 liamos siempre unaactitud;·para la cualesla;vida porsímismaindiferente;•z · sólo se hace valiosa como instrumento y substrato de•ese «más allá» cultufah Hasta qué punto es iluso querer aislar.dela vida ciertas funciones·oi;~: gánicas'a que se.da el hombre.místico _de espirituales, lo hemos visto con te~ rrible'evidencia en la evolución de Alemania. Como el francés del siglo.XVIII fue «progresista>>; el alerrián del.XIX ha sido «cultmf1lista». Todo elaltopeni; samiento germánico; de5deKanthasta,1900, puede reunirse bajo está. rúbrica: Filosofía de la· cultura.; A poco que en• él,entrásemos, veríamos su semejanz_a formal con la teología rriedievali Ha habido sólo una suplantación de entidáo des, y donde el viejo pensador cristiano decía Dios, elcontemporáneo alemáll dice «Idea» (Hegel), «Primado de la Razón Práctica» (Kant-Fichte) o «CuE tura» ( Cohen, Windelband, Rickert). Esa divinización ilusoria de ciertas ener' gías vitales.a costa del resto,:esa.desintegración de lo que sólo puede exis ·. junto ~iencia y respiración; moral y sexualidad, justicia y buenrégimen:n~. docrino- trae consigolos grandes fracasos orgánicos; los ingentes dernifil( bamientos. La' vida impone a todas sus actividades unirnperativ:o de' integridad, y quien diga «SÍ» a una de ellás tierie. que afirmarlas todas. • · n:!\ · . ¿No.es incitante la idea de convertir por completo la actitud y, envez,de buscar fuera de la vida su.sentido; mirarla· a ella.misma? ¿No es te:madignri dóma genemcióJt que asiste a la crisis 1nás radical de la histoliamodeJ'na' ha~ ceruri erisayo opuesto a la tradición de ésta y ver qué pasa si en lugarde de' cir.«lavida para la cultura» decirnos:«la cultura para lav:ida»? · · ';:
iHOY hJÁO ~f riitlTiCü:l. h3bia dC' é:illts: pe~o :cCJilvii!Derecori:Iar· qUe .és.td: fue di~lit> e·n pensado en.añosaÍlteriores>; ;
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VIII : VALORESVITALES
it-Ie~~s viSto que en todas las cultura~ pretéritas, cuando se ha qd~rido b~s ' lcar. el valor, dela vida o, como,suele decirse, su «sentido» yjustificación, .•se ha recurrido a cosas que estáI) más allá de ella. Siempre el valor dela vida •1¡:mrecía consistir.en algo. trascendente de ésta, hacia lo cual la vida era.sólo un•camino. o instrlimento. Ella; por sí misma, en su inmanencia¡ se presen_iaba desnuda de calidades estirriables,,cuando no1cargada exclusivamente de Mtlores•negativos. · ,. La razón de. est,e pertinaz fenómeno no: es dudosa. Pues qué,: ¿no con'''siste el vivir precisamente en ocuparse de lo que no es vida? Ver no es con. ·~emplar el propio aparato ocular, sino abrirse al mundo en tomo, dejarse ·mundarpor eHlujo magnífico de lasformas cósmicas. El deseo, la función \vital qúe mejor simboliza la esencia de todas las demás; es una corustante·mo!Vilización de nuestro sen hacia más a[lá de él:- sagitario infatigable, nos dis·Rara sin descanso sobre blancos incitantes; Del mismo modo; el pensamiento .']Jiensa siempre lo que no. es éLAun en•el caso de la reflexión en que pensamos nuestro propio pensar, tiene que poseer éste uh objeto que no sea, a su vez, pensamiento:: ' Ha sidp un error.incalculable sostener que la vida; abandonáda a sí . ·~má, .tiende .al egoísmo; cuando es en su raíz y esencia inemtablemente ')truista. " ! , . :. ,- · -. • , · , · . ·• !• i , . •" , ,b. La vida es el hecho cósmico del a!trnismó, y existe sóld como perpetua emi~ ación del Yo vital.hacia loOfro .. ' , , _,, , •• . ' • , ,, ,. , ,: Ir• '•Este carácter transitivo de la vitalidad no•ha sido descontado por. los fi7 ósofos que sepreguntaronpor el valor de la vida. Al notar que no se puede
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vivir sin interesarse por unas 'u otras cosas, han creído que, en efecto, lo interesante eran estas cosas y no el interesarse mismo. Una equivocaciónpa" recida cometería quien pensase que lo valioso en el alpinismo es la cima de la montaña, yno la ascensión. Cuando se medita sobre la vida es preciso saltar fuera de ella, dejar en suspenso y siµ ejecutividad todos sus movimientos interiores y, desde el exterior verla fluir, como desde la orilla se presencia el turbulento galope del torrente. Por esto decía muy bien Fichte que filosofar es, propiamente, no vivir, y vivir, propiamente, no filosofar. Mas para que la fórmula tenga suficiente verdad es preciso entenderla en el sentido de que filosofar es el intento de sobre-vivirse, que es consustanciah la vida. Los hombres y nosotros mismos, cuando vivimos nuestra vida ese pontánea, nos afanamos por la ciencia, por el arte, por la justicia. Dentro de nuestro mecanismo vital son éstas las cosas que incitan nuestra actividad, son lo que vale «para» la vida. Pero, mirada la existencia desde fuera de sí misma, vemos que esas magníficas cósás 'són solo pretextos que se crea la vi" talidad para su propio uso, como el arquero busca para su flecha un blar¡ccf• No son, pues, los valores trascendentes quienes dan un sentido a la vida, sirl6, alrevés, la admirable generosidad de ésta; que necesita entusiasmarse con algo ajeno a ella. No quiero decir con esto que todas esas grandes cosas sean ficticiamente valiosas; sólo me interesa advertir que no es menos valioso ese poder de encenderse por lo estimable; que constituye la esencia de la vida·, Es, pues, necesário, cuando se filosofa, habituarse a detener la mirada sobre el vivir mismo, sin dejarse arrastrar por él en su movimiento hacialo ultravitaLAconteéelo quecconelcristal; medio transparente al través del ' cual vemos los demás objetos. Si nos dejamos ir a la solicitud que toda transe parencia nos hace de que pasemos por ella, sin advertirla, hacia otra cosa, río_ veremos nunca el cristal. Para llegar a percibirlo es preciso que nos desenl tendamos de todo aquello a que el vidrio nos lleva y retraigamos sobre 'étla mirada, sóbre su irónica sustancia, i:¡ue parece anularse a sí misma; y de; jarse transir¡:lor fas cosas de más allá: - - ,,.: .•:¡ • .Un esfuerzo semejante al de esta acomodación ocular se hace forzosq para contemplarla: vida, en vez de acompañarla solidarizándose con•sus--ún; pulsos. Entonces descubrimos en ella sus peculiares valores. -Elprímero de ellos va anejo a la vida misína,.tomada in genere, cual" quiera que sea su dirección y contenido. Basta confrontar el modo de la exJs; tencia mineral con el propio a todo organismo vivo, así sea el más sencilló'}' primigenio, para obtener una clara intuición de este valor. Siempre que de_ manera evidente percibamos una diferencia de rango entre•dos cosas; sieaj'.' pre que al fijaren ellas nuestra átención riotemós que espon~áneamenti;:· se subordina la una a fa otra, formando una jerarquía; es que «vemos» sus,
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valores. Y en efecto, emparejada la vida más doliente y sórdida con la piedra rnás perfecta, notamos al punto la superior dignidad de aquélla. Tan evidente . es estasuperiori!iaddel vivir-·aun entendido como mera organización so_rnática, com? zotyno como b!os-sobre todo lo que no es vida; que ni el budismo ni el'cristianismo han podido negarla. Ya creo haber indicado que el nirvana delindono es, rigorosamente hablando, la pura aniquilación de fa.vida,_ o, dicho de otro.modo, no es la muerte absoluta .. Existen en la concepción asiática del mundo----y acaso esto sea lo más asiático- dos for01as de existencia y de vida: la individual, en que el ser vivo se siente como una parte aislada del todo, y la universal, en quesees todo, y, por tanto, nada - determinado¡ El nirvana se reduce a la disolución de la vida individual en el o:céano viviente del Universo; conserva, por tanto, ese carácter genérico de vitalidad que; según nuestras opiniones occidentales, falta a la piedra. Análogamente, lo que el cristianismo prefiere a esta vida no es la existencia exá· Jiirne, siµo'precisamente la otra vida, la cual podrá ser todo lo «otra)> que se i:¡uiera, pero coincide éon'«ésta» en lo principal: en servida. La bienaventuranza tiene un carácter biológico; y el dta, tal vez' menos lejano de lo que el lector sospecha, en qúe se elabore unabiolOgía general, de que la usada sólo será ú11capitulo; la fauna y la fisiología celestiales serán definidas y estudiadas biológicamente, como una detantasfonnas «posibles» de vida. · _ ' No necesita, pues, la vida de ningún contenido deiermiriado-··-ascetismo o cultura-· para teµer valor y sentido:N o menos que la justicia, que la belleza o' que la beatitud; la vida•. vale por sí'ffiisma. Goethe ha sido; tal vez, .el·primerhombre que ha tenido la clara noción de esto·cuando resumiendo sli existencia- entera, dice: «Cuanto más lo pienso, más evide;te me parece ,0 -_ que la vida existe simplemente para ser vivida». Esta suficiencia ddo vital --~- en el orbe de las valoraciones lo liberta del servilismo en que·erróneamente se le' mantenía, de suerte que sólo puesto al servicio de otra cosa parecía ,;, _e5timabkelvivir'. ~; Lo que acaece es que ya sobre el plano de la vida_, ymidierido desde su ~ altura jerárquica; como de un nivel del mar, se distinguen formas más o meno.s valiósa_s del vivir. ¡,crt ;- Eneste punto ha sido Nietzsche el sumo vidente. A él se debe el hallazgo de -f¡- uno•de los pensamientos más fecundos que han caído en elregazo de nuestra 0t:'-;;;¡¡ ' '
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De ser ineX~usa~Ies_para d~i-i~-~u-v~~'daderO ~~nti d~ a'mPli~S,e2'PliC:aCioneS, telldria 4't d~recho eminente al de Goethe el maestro Eckart:cah·su prodigioso párrafo::<1Quien durante mil ~5- ~~_9s preguntase a 1~ vid~:."¿ ~ar qué y¡vi;sr~, y s! és\11 pudiese :r:espon_der, diría:: "V~vo para vivir" 1~. :~;-~fº;ce~~-:Sto ?e que_la ~~a_yiv~ ~,e~ p~qp1? _fond9 y ma,~~ d_e su_m_ism~dad. Por CSº vive _sh1p or~¿; que, VIVlendos_e .Sln más a sf misrna. Parejame_nte,' si alguien pieguntase a un auténtico hombre que ;;:: o,~_ra de su propio fondo: <(¿Por qué operas tus obras?,~, no dirfa más que: ((Opero .para ·operar1>. · '
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época. Me refiero a su distinción entre la vida ascendente yla vida descendén" te, entre la vida'lograda yla vida malograda. · Sin necesidad de recurrir a consideraciones extravitales -·•-teológicasí culturales; etcétera-, fa vida misma: selecciona y jerarquiza los valores .. ltila.; ginemos imte nosotros una muchedu.mbre de individuos de una especi(, zoológica cualquiera; el caballo; por ejemplo. Aun abstrayendo de todopufu to de.vista utilitario, pddernos·ordenat esos individuos enimaserie gradua]í doride cada animal represente una realización más perfecta de las potencJª5 equinas, Si recorremos la serie en urí sentido, veremósla vida •eh su dire~" ción ascendente, esto es,. siendo cada vez más vida;•si1a recortemos en,sen,7 tido inverso, asistiremos al descenso progrésivo dela.vitalidad; hasta.·Ué" gar. a. la degeneración del tip 0 , ;Y entre> uno, y otro extremo podrflIIJ,ps'. perfectamente marcar el puntó en que la forma vital seinclin,a decididament~ · hacia la perfección o hacia la decadencia. De ese.punto hacia abajo, los.i¡¡f dividuos de la especie nos parecerH>; 'eh quien el tipo se ennoblece, He aquí do~ , valores; positivo eluno, negat~vo el•otto,1puramente vitales: la nobleza,yJ~, vileza. En uno y orto juegan actividades estrictamente zoológicas la ~ah1~1 ' la fuerza, la celeridad, .el brío, la forma de·buena proporción orgánica; o:bf~rí lamenguáyfalta de estos atributos. Ahora bien; el hombre no se escapa a el!ª perspectiva dé estimación puramente vital: rEs.urgente dar fin a la. tradició,7 nal hipocresía, que finge no.ver en ciertós individuos humáhos,,cµlturalrheh!é poco. o nada apreciables, una magnífica grada ahimaLBie1únteí1dido;apía.' grncia. animal humana; la gracia de1tipo «hombre» en su aspecto exclµsi, vamente zoológico, pero con todas sus potencias específicas, alas cuales eµ. rigor no.añade ninguna la' cultura. (Cultura es sólo una cierta dirección en el cultivo de esas potencias animales). El caso más.notorio es Napoleón, freni te a cuya deslumbrante ejemplaridad vital quieren taparse los•ojós.fü!atos•~e una•u.citra'obsér'vancia: ehríístico·y•el demócrata.. • ·. •,J . Es inconcebible la dificultad qué encuentran algunas genti;s paraa1:oep"; tar la inevitable duplicidad que a menudo lo real nos presenta; Elides que, sólo.quieren quedarse con•unhaz delas cosas, y niégan o enturbiarnel otra· haz contfadictorió. Ética yjuridicamente,pódrá ser Napoleónµn foraji~o -cosa, por lo demás, no tan fácil de demostrar para quien no se b,aUa,iU:~ crito previaIIJ,ente en d,etern;i,inadas parrpqµiaS¡--:; p~~9 •. q1;1iétase o, no, es ery~ dente.que en él dio l~ est~ué:tura humana altísimas pulsaciones; que fu~¡, corno N,ietzsche dice: «el arccl con máxhna tensión». No es sólo el .Y~Vi4 culturalyobje~vií de layerda,d'culienrclid~lailli~llgenclil, Mirada éSta¿ii}#Jl puro atributo.vital,suvirtudseUama destreza.. como no es lo quehac.e,
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estimable en el caballo la celeridad que usemos de ella para llegar pronto a run sitio prefijado.' No hay duda que la vida antigua se hallaba menos penetrada de valores •transvitales,-religiosos o de cultura-que la iniciada por el cristianismo y ;su secuencia moderna. Un buen griego, un buen romano están más cerca de :1a desnudez zoológica que un cristiano o un «progresista» de nuestros días. ,Y, sin embargo, San Agustín, que había permanecido largo tiempo inmerso · ,en el paganismo, que había visto largamente el mundo por los ojos «anti•guos», no podía eludir una honda estimación por esos valores animales de .]Grecia y Roma. A la luz de su nueva fe, aquella existencia sin Dios tenía que parecerle nula y vacía. No obstante, era tal la evidencia con que ante su in',;tuición se afirmaba la gracia vital del paganismo, que solía expresar su es•timación con una frase equívoca: Viliiites etlmiconun splendida vitia-«Las •.virtudes de los paganos son vicios espléndidos»'. ¿Vicios? Entonces son valores negativos. ¿Espléndidos? Entonces sóii'valores positivos. Esta valora:ción contradictoria es lo más que se ha podido obtener para la vida. Su gra•cia invasora· se impone a nuestra sensibilidad; pero, a la vez, nuestra ·aprobación nos sabe a pecado, ¿Por.qué nó será pecado decir que el sol ilu:rnina,y; ºen cambio, lo es pensar que la vida es.espléndida, que va estibada hasta los bordes de valores suficientes, como las naos de Ofir bogaban,carc •gadas de perlas?.Vencer esta inveterada hipocresíaanté la vida es, ai:asq, la "rutá misión de nuestro tiempo. ,,., ·
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IX NUEVOS SÍNTOMAS
E1 descubrimiento de l~s~alores irímanentes a la vida fue ~n G~etheyeiY Nietzsche, no obstante su vocabulario demasiado zoológico, una intuición ge-' nial que anticipaba unhechofuriiro de la mayor trascendencia: el descubfrh miento de esos valorespbr la sensibilidad común a toda una época. Esta époP ca prevista; anunciada por aquellos geniales augurios, ha llegado: es lanue5~', Vano será el empeño que algunos ponen en desconocer la grave crisis' que hoy atraviesa la historia occidental. Lcis síntomas son demasiado evi"" dentes, y el que más sé obstina en negarlos no deja de sentirlos en su propio' corazón. Poco a poco, se va extendiendo por áreas cada vez más amplias· de la sociedad europea un extraño fenómeno que pudiera llamarse «deso"': rientación vital». ·· Estamos orientados cuando no existe para nosotros la menor duda'' sobre dónde cae el Norte y dónde el Sur, metas últimas que sirven de ideales' puntos de mira para enderezar nuestra acción y movimientos. Por ser la tan esencialmente esto, accióny movimiento, el sistema de metas hacia lás cuales se disparan nuestros actos y avanzan nuestros movimientos esutiá parte integrante del organismo viviente. Las cosas a que se aspira, las cosa~ en que se cree, las cosas que se respeta y adora, han sido creadas en tomo de nuestra individtÍalidad por nuestra misma potencia orgánica y constituyel/i como una envoltura biológica indisolublemente unida a nuestro cuerpo Yª' nuestra alma. Vivimos en función de nuestro contorno, el cual, a su vez, de' pende de nuestra sensibilidad. No es el níismo el «mundo» de la araf!ª.CJ.Íí el del tigre d eldel hombre. l"fq es elmism() ~l. '!mundq\> d¡¡l asi,á,tico que e --. e:¡.;,,_,-_ . . . _, - ,-- " ,,, del griego socrático o el de un contemporáneo:
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,Esto quiere decir que, conforme evoluciona el ser vivo, se modifica tamJbiénsu contorno y; sobre todo¡varíala perspectiva de las cosas,en,él. Imagínese un momento de transición durante el cual las grandes metas que ayer daban una ~!ara arquitectura a nuestro paisaje han, perdido su brillo, su poder atractivo;suautoridad,sobrenosbtros, sin que todavía hayan alcan¡zado,completa evidencia y vigor suficientes las que van a sustituirlas. En tal 'c~azón parece eLpaisaje desarticularse,, vacilar, estremecerse en tomo al sujeto¡ los pasos de éste serán también vacilantes, puesto que oscilan y sebo.lrran los puntos cardinales y las rutas mismas se esquivan ondulantes, como ·uyendo de la, planta.:, , , , , ·'·Ésta es la sitúación en que, hoy se,halla, la existencia europea. E,l sis te' a·de valores que'disciplinabasu actividad treinta años hace, ha perdido evildencia;.fuerza de atracción, vigor imperativo, El hombre de Occidente pá,idece·una radical desqriéntación, porque no sabe hacia qué estrellas vivir, ,, fli','Preéisemos:•áúnh~ce treinta años, lainmensa mayoría dela humanidad ,, uropeaYivía para la cultura .. Ciéncía,aíte;justicía, eran cosas que parecían bastarse a,sf.níism¡is; una vida que se vertiese íntegramente en ellas qll'eda;ba ante su propio fuero satisfecha. No se' dudaba de la sufiéiencia ,de, ésos lúltimos prestigios ..Podíii, ciertamente, el individuo desentenderse,de ellos y "acar á otro5'irítereses menbs:firmes¡ pero al hacerlo se daba cuenta.de que bedecía,un capricho )ibémmq bajo el cual contihuaba inconmovible lajus. ," cación cultural de lá existenciacSentíala posibilidad de:tornar en.todo mo" :mento ala forma canóniéa y segura de:la vida. Delmismo:niodo; enla•edad .'cilitiana de,Europa veía eLpecador su propia vida pecadora flotando·sobre el ifdndo de viva fe en la ley de pios que ocupaba las cuencas de su alma'. , , , , , Ello es que en los confines del siglo XIX con el nuestro, el político que '.én'una ,asamblea evocase la «justicia social», las «libertades públicas», la «So'beraníá popular» hallaba en la íntima sensibilidad del auditorio sinceras efiFace5 resonancias. Lo mismo el.hombre que con sacerdotal gesto se a~pa 7 !áSe erila dignidad humaná del arte. Hoy no acontece esto; ¿Por qué?.·¿ Es qué.cliembs dejado de,creer en esas grandes,cosas? ¿Es que no nos interesa la 'iisticia, ni la ciencia, ni el arte? , ' , '·· , :· ::La respuesta no ofrece duda.Sí, seguimos creyendo, sólo que de otra ·,anera y como a otra:distancia; Tal vez el ejemplo que aclara mejor elmó" ulo dé la'nueva sensibilidad se encuentra,en Harte joven; Conunasor" ~~endente coincidencia; la generación más reciente de todos l?s países occidentales práduceún arte-,música; .pintura, poesía-,,; que pone Juera de sí ':los hombres de:Jas generacione5 anteriores; Aunlas personas maduras más esueltas a émplearlamejorvoluntad, no logran, aceptar el arte nuevo por la encilla razón de qúéno llegari a, entenderlo., No es queles parezca mejqr o
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peor; es que no les parece arte, y; consecuentemente, creen de buena fe que se trata de una farsa gigantesca que ha extendido sus retículas de conniveriL ciaportoda EuropayAmérica. , No es difícil de explicar esta irreductible separación de viejosy jóvenes ante el arte de la hora presente. En los estadios anteriores d.e la evolucióriar; tística, las variaciones de estild,a veces profundas (recuérdese la mutadón · del romanticismo frente a los gustos neoclásicos}; se limitaron siempre a:un cambio y sustitución de los objetos estéticos; Las formas de belleza que et!. cada momento fueron;preferidas eran distintas. Mas•al través de estas varia• dones en el objeto artístico permanecían invariables la actitud y la distancia del sujeto ante el arte. En el caso de la generación que ahora comienza su vida; lá'transformaciónes mucho más radicab-ELa'rte joven no se diferencia. del tradicional tanto en sus objetos como en el cambio radical de·actitudsuo< jetiva ante el arte. El síntoma general del nuevo estilo que transparece entd• das sus· multiformes manifestaciories consiste en que el arte ha sido-'desa:lojado de la zona «seria» dela vida, ha.dejado de ser un centro de gravitación vital. El carácter semi-religioso, de elevado patetismo, que desde hace:dos siglos había adquirido el goce estético, ha sido extirpado íntegramente.H_ arte, en el sentir de la gente nueva, se convierte eri filisteísmo, en no,arte;.tari pronto como se letoma en serio. Serio es aquello por donde.pasa el ejede nuestra eXistencia.:Ahorabien, el arte es incapaz de soportar el pesoder\.ue5' travida. Cuando lo intenta, fracasa, perdiendo su grada esendal. Si; po'r:ei' contrario, desplazamos la ocupación estética y del centro denuestravida1a transferimos a'la periferia; si en vez de tomar ep: serio al arte lo tomárrioscomo lo que es, como un•entretenimiento, uri juego, una diversión; la obra artística cobrará toda su encantadora reverberación. La mala inteligencia que en el orden estético reina entre viejos y¡jóve- - nes es, pues, demasiado radical para que sea posible corregirla. Paralos vieL • . jos, la falta.de.seriedad del nuevo arte es un defecto que basta para anularlo¡ en _tanto que para los jóvenes esa falta de·seriedad es elvalbt•smno ·del artl!; y; consecuentemente; procuran cometerla de la marierá niáS decidida-}' premeditada. · "r:·:'Ji_, Este viraje en la actitud frente al arte anuncia uno de los rasgos más ge~ nerales en el nuevo modo de sentir la existencia: fo que he llamado tiempo':. hace el sentido deportivo y festival de la vida. El progresismo cultural; qudi~: sido la religión de las dos últimas centurias, no podía· estimar las actividaf. des del hombre sino en.vista de sus resultados, La necesidad y el deber.de cu1' tma imponen a la humanidad.fa ejecución de ciertas obras: El esfuerzo que se emplea para darles cima es, pues; obligado, Este esfuerzo oblig¡ido, impues to.por determinadas finalidades, es el trabajo. Elsiglo XIX,· consecuentemente,
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ha:divinizado el trabajo. Nótese que éste consiste en un'esfuerzo no cualifibdo, sin pri:stigios propios, que recibe· toda su dignidad de la necesidad a que ~irve. Por esta raz.ón tiene un carácter homogéneo y meramente cuantitativo qu'epermite n.iedirlo por horas y remunerarlo matemáticamente; --- sr:¡_ rAl trabajo se contrapone otro tipo de esfuerzo que no nace de una impósición; sino que·es impulso libérrimo y generoso de la potencia vital: es el deporte; • ·T' ''Si en el trabajo es la finalidad de la obra quien da sentido yvaloral esfuerzo; en t;l deporte es el esfuerzo espontáneo quien dignifica el resultado. Se trata dei.m esfuerzo lujoso, que se entrega a manos llenas sin esperanzas ,,de recompensa, como un rebose de íntimas energías. De aquí que la calidad 'd~lesfuerz~ deportivo sea siempre egregia; exquisita: No es posible someterla a la umdad de peso y medida que rige la usual remuneración del trabajo! A las obras verdaderamente valiosas sólo se llega por mediadón de este a.ntieconómico esfu~rzo: la ~r~acióncientífica y artística, el heroísmo poli~ ºfº ym~~al, la santidad rehg1.0sa son los sublimes resultados del deporte. Pero adviertase que a ellos no se va•de una rrianera preconcebida. Nadie ha descubierto una ley física simplemente por habérselo propuesto'; más_ bien 1\1' ha hallado. como un regalo _imprevisto que se desprendía de su ocupación gozosa y desmteresada con los fenómenos de la naturaleza.• • . . ~~es bien; un~ vi~a que encuentra más interesante yvalioso su propio e1erc1c1.0 que esas finalidades antaño ceñidas de sin par prestigio, dará a su ~~e~z~ el aire jo~al, generoso y algo burlón que es propio al deporte. Disnunmra en lo posible el gesto .triste del trabajo que pretende justificarse con _patéticas consideraciones sobre los deberes humanos y la sagrada labor de la ~ultura. Ha~á sus espléndidas creaciones como en broma y sin darles grande importar:cia. El poeta tratará su propio arte con la punta del pie, como un _buen fut~ohsta. El siglo XIX tiene de extremo a extremo un amargo gesto de _dí~labonoso. Hoy; la gente joven parece dispuesta a dar a la vida un aspec·,to imperturbable de día feriado. . ".-. No sería difícil mostrar en el orden político indicios de una variaC:ión p,arecida. La nota más _evidente de la política europea en estos años es su depresión. Se hace menos política que en 1900; se hace con menos denuedo .ur~encia. Nadie espera de ella la felicidad, y comienza a juzgarse un poco yen~ que nuestros abuelos se dejasen matar en las barricadas por esta 0 la :tra formula de derecho constitucional. Mejor dicho, lo que hoy parece es- able de aquellas frenéticas escenas es sólo el generoso impulso que los ~vaha a buscar la muerte. El motivo, en cambio, se nos antoja liviano. La tliberta~» es una c_osa muy problemática y de valor sumamente equívoco; n camb1.0, el hermsmo, ese sublime ademán deportivo con que el hombre
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arroja su propia vida fuera dé sí, tiene una grade:. vital inmarcesible. Lái · . toria pública de los últimos ciento cincuenta años·nació:en eljuramento!d juego· de Pelota. Recuérdense los cuadros que reprodujeron eL ilustre ·espe' táculo; recuérdense los gestos de alta patética con que aquellos diput,ad. realizarorisu acción gloriosa; El acto mismo -un juramento-..- revela qlj se daba a la política una importancia religiósa. ¿Quién no advierte la di¡;' tanda a que nos hallamos de tal manera de sentir? Pero, repito, no s·e,tr¡¡ de que lós principios políticos hayan perdido valór y significación: Lalib tad sigue pareciéndonos .una cosa excelente; .pero no es más que im es que unafórmula,'un instrumento para la vida. Supeditar .ésta a aquélla¡:di · · la idea política; es idolatría, · · ' '· · ' Los valores .de .la cultura no han.muerto; pero sí han variado de¡-¡1!lg En toda perspectiva; cuando se introduce 1ln nuevo•témíino; cambia laJ rarquía de los demás .. Del mismó modo, en el sistema espontánéo de val ' raciones que el hombre· nuevo trae consigo, que el hombrenuevo:es; haap, reciclo un riuevo valor-.lo vitál-·-, que por.su simple presencia'deprime•t restantes. La época anterior a la nuestra se entregaba de:una.manerá,exc¡. sivayunilaterata lfl; estimación de la cultura,• olvidando la.vida. Enelmj meiito en que éstaies sentida como unvalorindependiente y aparte de s1:1 contenidos, aunque sigan valiendo lo mismo hi ciencia, el arte y la políti~a · valdrán menos en la perspectiv¡i; total de nuestro corazón. " .,:-.
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tcContrapóner la cu1~rª ªla viaa y reclamar para ésta la plenitud ae sus derechos frente a aquélla no es hacer profesión de fe anticulturaL Si se interpreta así lo dicho anteriormente, se practica una perfecta tergiversación; Quec dan: intactos los valores de cultura; únicamente se niega su exclusivismo. Durante siglos se viene hablando exclusivamente de la necesidad que la'vida ·ene de la cultilra. Sin desvirtuar lo más mínimo esta necesidad; se sostiene ac[uí que la cultura n.o necesita menos de la vida. Ambos' poderes-·· eHnc foanente delo biológico y el trascendente de:la cultura= quedan de esta ,srlerte cara a cara, con iguales títulos, sin supeditación del uno al otro. Este ·'trato leal de a111bos pennite plantear de una 111a11era clara el proble111a de sus relaciones y preparanma sÍJ\tesis más franca y sólida. Por consiguiente, lo di. 'o ha5ta aquí es sólo preparación para esa síntesis en que culturalismo y vitalismo, alfündirse, desaparecen. '.lir:Recúérdese el comienzo deeste estudio; La tradidón moderna nosofreedos maneras opuestas de hacer frente ala antinomiá entre vida y cultura: na de ellas, el racionalismo, para salvarla cultura niega todo sentido a la : da: La otra; el relativismo, ensaya la operación inversa:· desvanece dvalor bjetivo de la cultura para dejar paso a la vida. Ambas soluciones,c[ue a las eneraciones ariteriorés parecían suficientes, no encuentran eco en nuestra 'ensibilidad. '!Jna y otra viven a costa.de cegueras complementarias. Como i:testro 'tiempo riopadece esas· obnubilaciones, como ve con toda daridad · sentido de ambas potencias litigimtes,•ni se aviene aacéptár'que la verdad, f!Ue la justicia, que la belleza no existen, ni a olvidarse de que para existir neéesitan el soporte de la vitalidad,
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·Aclaremos este punto concretándonos a la porción mejor definible de·. la cultura: el conocimiento. El conocimiento ~la adquisición de verdades, y en las verdades se nc>s manifiesta el universo trascendente (transubjetivo) de la realidad. Las ver~· dades son eternas, únicas e invariables.. ¿Cómo es posible su insaculación' dentro del sujeto? La respuesta del racionalismo es taxativa: sólo es posible el conocimiento si la realidad puede penetrar en él sin la menor deformación/ El sujeto tiene, pues, que ser un medio transparente, sin peculiaridad o cae· lar alguno, ayer igual a hoy y a mañana-por tanto, ultravital y e'xtrahistó"· rico. Vida es peculiaridad, cambio, desarrollo; en una palabra: histo1ia. La respuesta del relativismo no es menos taxativa. El conocimiento es imposible; no hay una realidad trascendente, porque todo sujeto real es ün. recinto peculiarmente modelado. Al entrar en él la realidad se deformaría; y esta deformación individual sería lo que cada ser tomase por la pretendida realidad. Es interesante advertir cómo en estos últimos tiempos, sin común acue~::· do. ni premeditación, psicología, «biología>i y teoría del conocimiento, al re~ visar.los hechos de que ambas actitudes partían, han tenido que rectificar~ los ' coincidiendo en una nueva manera de plantear la cuestión. . Et sujeto, ni es un medio transparente, un «yo puro», idéntico e invái· riable, ni su recepción delareálidad produce' en ésta deformaciones,.Los hélchos imponen una tercera opinión, síntesis ejemplar de ambas .. Cuando:se inte~one.un cedazo o retícula enruna corriente; deja pasar un~s cosas y: de" tiene otras; se dirá que.las selecciona; pero no que las deformac·Esta es lafüll':···· ción del sujeto, del ser viviente ante la realidad c.ósmica que le circunda, Ni se deja traspasar sin· más ni más por ella, como acontecería al imaginario. ente racional c:reado por las definiciones racionalistas, ni finge él una reafü , dad ilusoria, Su función es claramente selectiva. De 1a infinitud de los ele~ mentas que integran la realidad, el individuo, aparato receptor, deja pasar un cierto núrnerode.ellos,.cuyaforma y contenido coinciden con las mallas de suretículasensibkLas demás cosas-•-.fenómenos, hechos;.verdad~: quedan fuera\ ignoradas; nci percibidas. · . · •. ·· '-': •"'"'ill . , :Un ejemplo elemental y ]Juramente fisiológico se encuentra en la .Visión• y la audición .. El aparato ocular y el auditivo de la especie humanareciben ondas vibratorias desde cierta velocidad mínima hasta cierta velocida¡f máximac Los colores y sonidos que quedenmás allá o más acá de·ambósrlími~· tes les sori desconocidos. Por tanto; sur estructura vital,influye erilarecep;"' ción de la realidad; pero •esto no quiere decir que su influencia o intervem ción traiga consigo umrdeformación.' Todo un amplio repertorip de colore,s y sonidos reales, perfectamente reales, llega a:su interior y sabe de' ellost;;'.l~·.
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Como con los ·Colores y sonidos acontece con las verdades. La estruc·t1.1ra psíquica de cada individuo viene a ser.un órgano perceptor, dotado de .una forma determinada, que permite la comprensión de ciertas verdades y :está condenado· a. inexorable ceguera para otras. Asimismo; cada.pueblo y cada época tienen su alma típica, es decir, una retícula con mallas de ampli" tudy perfil'definidos.que le prestan rigorosa afinidad con ciertas verdades e · in~orregible ineptitud pata llegar.a ciertas otras. Esto significa quetodaslas épocas y todos los pueblos han gozado su congrua porción de verdad, y no tiene,sentido.que.puebloni época algunos pretendan:oponerse a los demás, •i:omo·sia ellos solos les hubiese cabido en el reparto la verdad entera.Todos JieJ1ensupuesto determinad9·enla serie histórica: ninguno puede aspirar·a •salitse de ella; porque esto equivaldría a· convertirse en un ente abstracto con Irítegra renuncia a la existencia. Descj.e distintos puntos de· vista, dos hombres miran el mismo. paisaje. \Sin.embargo, no ven lo ~ismo. La• distinta situaciówhace que el paisaj'e se 'órganiceanteambos de distinta manera: Lo que para uno ocupa·el:primer término y acusa con vigor todos.sus detalles, para el otro se halla en el último y queda oscuro o borroso. Además, como las cosas pue5tas unas detrás 'de otras se' ocultan en todo o en parte;rcada uno.de ellos perdbirá porciones del paisaje que álcitro no llegan. ¿Tendría sentido qtíe cada cuatdeclarase falso el paisaje ajeno?.·Evidenternerite·;•no; tan.·real es el·uno como el otro•. •Pero tampoco tendría sentido que puestos de acuerdo, en vista.de•no coirieidir sus paisajes, los juzgasen ilusorios. Esto supondría que' hayun'tercer paisaje' auténtico, el cuah10 se halla· sometido a las mismas condiciones.que ·los.·otros dos. Ahora bien, ese paisaje árquetipo no existe ni puede existir. La 'realidad cósmica es tal, que sólo puede ser vista bajo una determinada pers]Jéctiva_. La perspectiva esimo de los componentes de la realidad. Lejos de ser ,su deformación; es su organización: Una realidad que:vista desde cualquier :'Punto resultase siempre idéntica es•unconcepto absurdo .. .~b. Lo•queacontece'con la visiów co~órea·se cumple igualmente en todo 16 demás3Todo conocimiento lo es desde un.punto deVista determinado. La species aetemitatis¡deSpinoza;'elpilnto de vista ubicuo, absoluto, no exisc te propiamente: es un punto de vista. fict;icio y abstracto. No dudamos de su utilidadrinstrumentalpará ciertos menesteres del' conocimiento; pero e5 prec líiso no olvidar que desde él no se ve-lo real; Etpurito 'de vista abstracto· sólo foporciona· abstracciones. P Esta manera de pensar lleva' a una reforma radical de la filosofía y, lo que iiiJ.porta más, de nuestra sensación cósmica. . . . · ··. ··· ··· ,·, ''' · "''' ,···"·; ''' -' _,-¡ i: ._ ,_ ,_ .'.' -¡¡,. Lf1 ii;i,cJ.i".id,ualid¡¡dd,e cada s11je¡p re;¡t! !!ra e1 il,ld01µinable est01'qo qµe la Jfadición intelectual de los últimos tiempos encontraba para que el cono~~?
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cimiento pudiese justificar sii pretensión de conseguir la verdad. Dos suje tos diferentes -se pensaba-llegarán a verdades divergentes. Ahoravem1f que la divergencia ent;re los mundos de dos sujetos no implica la falsedadfd uno de ellós. Al contrario, precisamente porque lo que cada cual ve eshn~ realidad y no una ficción, tiene que ser su aspecto distinto del que olio pe.ti cibe. Esa divergencia no es contradicción, sino complemento. Si el J:lniVét, so hubiese presentado una faz.idéntica a los ojos de uí:rgriego socrático q\J~ a los de un yanqui, deberíamos pensar que el universo :no tiene Verdadera realidad; independiente de los sujetos: Porque esa coincid~ncia de aspe.et& ante dos hombres colocados en puntos tan diversos como son la1Atenas del siglo V y la Nueva York del XX indicaría que no se trataba de una:fea · dad externa a ellos, sino de una imaginación que por azar se producíaddihQ ticamente en dos sujetos. Cada vida es un punto de vista sobre el universo, En rigor, lo que ella\>!!' noJo puede ver otra,:Cada individuo-:'persona, pueblo, época-.·-· esurnóE gano insustituible para la conquista de la verdad.He aquí cómo ésta,qlieipbf sí misma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una dime11Sión vitáll Sin el desarrollo; el cambio perpetuo y la inagotable aventura.que.consm tuyenla vida, el universo, la omnímoda verdad quedaría ignorada. El error inveterado consistía en suponer que la realidadtenfa por sí piiS+ ma, e independientemente· del punto de.vista que sobre ella se tomara;.una fisonomía propia. Pensando así, claro está; toda visión de ella desd.e un pwi~ to determinado no coincidiría con ese su aspecto abs()luto y, por tanto, sería· falsa. Pero es el caso quelarealidad, como impaisaje; tiene ínfinitaspers¡ pectivas, todas ellas igualmente verídicas y auténticas. La sola perspectivá'. falsa es ésa que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada, vista.desde «lugarningtmo». El utopista<'}"' esto. ha sido en esencia el racionalismo- es el que más yerra, porque.és:el hombre que no se conserva fiel a su punto de vista, que deserta de su puesto . Hasta ahora; la filosofía ha sido siempre utópicad>or eso pretendiá cad sistema valer para todos los tiempos y para todos los hombres. Exentá:d la dimensión.vital, histó1ica, perspectivista, hacía uµa y otra vez vanamen\ su gesto definitivo' La doctrina del punto de vista exige; en cambio, que d~n:, tro del sistema vaya articulada la perspectiva vital de que ha emanado', per; mitlendo así su articulación con otros'sistemas futuros o exótitos;La.razó' <;:.-1 . •
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_pes_de_l913 ¡;xpongo_,e~ mis pµrsos univ_ersitatjos ~ta do~_trina_ 4_~1 pe!~~<:ti~.~-_qp;~ El EsjJ'cctador, l (1916)~·apareCe'taxativaritente fomiu1ada:. Sobre la inagnffica-confinnaciórf esta teoría por 1a obra·de Einstein, véase el apéndice,_,. · · _, _ . _-
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ura tiene que sersustituida por una razón vital, donde áquélla se localice y aduiera movilidad y jiierza de tra115fonnación. . .· : . , , , , Cuando h9y:miramos las filosofías delpasado, incluyendo las:del último ·glo, notamo~ en ellas ciertos rasgos de primitivismo. Empleo esta palabra en el'estricto sentido que tiene cuando esreferida a los pintores delquattí·ocento. :¿Por qué llámamos a éstos «prirµitivos»?· ¿En qué consiste su primitivismo? En su ingenuidad, en su candor-·se dice. Pero ¿cuál es la razón del candor ·:de la ingenuidad, cuál su esenCia? Sin duda, es el olvido de sí mismo. El intor primitivo pinta el mundo desde su :punto de vista -bajo el imperio é ideas; valoraciones, sentimientos que le son privados-; pero cree que lo inta según él es .• Por lffmismo, olvida introducir en su obra sU'propia per" ona:lidacl; nos ofrece aquélla como si se, hubiera fabricado a sí misma, sin inc tervención de un sujeto determinado, fijo en un lugar del espacioyen un instante del tiempo. Nosotros, naturalmeúte,,vemos en su cuadro elreflejo e su individualidad y.vemos, ala par, que él no la veía, que se iguon¡ba, a sí , ismo y se creía una pupila ánóniina abierta sobre el universo' Esta ignoahcia de sí mismo es la fuente encantadora de la ingenuidad. Mas la complacencia que el candor nos proporciona incluye y supone a desestima.del candoroso. Se trata de un benévolo menosprecio; Gozamos .· el.pintor primitivo como gozamos del alma infantil; precisamente porque nos sentimos superiores a ellos. Nuestra visión del mundo es mucho .más · plia; más compleja; más llena de,reservas, encrucijadas, escotillones. Al ovemos en· nuestro ámbito vital sentimos•éste como algoilimitado, in. amable, peligroso y dificil.En cambio, a:l asomarnos aluniversodelniño o ,delpintor primitivo vemos que es un pequeño círculo, perfectamente con,i:luso y dominable, con un repertorio reducido de objetos y peripecias. La Yida imaginaria que llevamos.durante el rato de esa contemplación nosparéce un juego fácil que momentáneamente nos liberta de nuestra.grave y pro)llemática existencia; La gracia del candor es, pues; la delectación del fuerte en la flaqueza del débil. " · "'' 1 ,, "''' El atractivo que sobre nosotros tienen las filosofías pretéritas es del mis. 01tipo. Su claro y sencillo esquematismo, su ingenua ilusión de haber dese bierto toda la verdad, la seguridad con que se asientan en fórmulas.que suponen inconmovibles, nos dan. la impresión de un orbe concluso,.definido ,definitivordonde ya no hay problemas, donde todo está ya,resuelto; Nada . ·ás grato que pase.ar:unas horas por 'rnundo,s tan· claros y tan mansos., Pero ,uando tornamos a nosotros mismos yvolvemosa sentir eluniverso con U!!Stra propia sensibilidad, vemos que elmundo d\!finido pbr esas filosofías o era en verdad el mundo, sino el horizonte de sus autores. Lo que ellos inerpretaban como límite del universo, tras el cual no había nada más, era sólo
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la línea curva con que su perspectiva cerraba·su paisaje. Toda filosofía qµ quiera .curarse de ese inveterado primitivismo, de esa pertinaz utopía;·h· cesifa éorregir ese error, ei!itando que lo qt\e es blando y dilatable ho1izon se anquilose•en mimdó." . · ·' ., Ahora bien: la reducción o conversión del mundo a horizonte no re5; ta lo más mínimo. de realidad a aquéi; simplemente lo refiere al suj~to.~ viénte, ctíyo mundo es, lo dota deuria dimen5ión vital, lo loc:aliza:enla..c:ók triente de la vida, 'que va d~ pueblo en pueblo, de·generación en genera:cioii¡• de individuo.en individuo, apoderándose de la realidad universal.. '!i't~' . . De esta manera, la peculiaridad.de cada.ser; su diferenciairidividuál¡ ]"" jos de estorbarle para captar la verdad; es precisamente el órgáno por elCJll. · puede ver la:porción de realidad qúeJe.correspbnde;. De.esta. maneta/¡¡pa:" rece cada •individuo, cada generación; cada época 'como un aparato de con()§ ciniiento in5ustituible. La verdad integral sólo se, obtiene articulando lo qR .el prójimo·ve con lo que yo.veo; y así•sucesivamente: Cdddindivitluo es¡{ punto de vista esencial. Ymi:taponiendo las visioriesparciales de todos s~:l,o_: graría tejer la verdad omníinbda y absoluta. Ahora bien: esta suma·déd~s perspectivas individuales .este.conocimiento de lo que todos y cada uno ]:¡q · visto y saben; esta omnisciencia,' esta verdadera «razón absbluta»; es eUsu, blime oficio queatribtíimos:a Dios; Dios es también un punto de vista;·pero no porqueposeá un mirador fuera del área .humana que le haga ver direg; tamentefa:realidad universal, como sifoera uri viejo racüma:lista; Dios hp¡ racionalista: Su punto de vista es el de cada uno de nosotros;•mtestrnv dad pan:ial es•tambiéhverdad para Dios,.¡ De tahncído és verídica: nuestra .per5 . pectiva y auténtica nuestra realidad! Sólo que Dios; como dice el catec~rhtÍf: está en todas partes y por' eso goza de todos los puntos de vista; y en suifü mitada vitalidad recoge yairnoniia todos nuestros horizontes. Dios es•e símbolo•del torrente vital; al través de cuyas.infinitas retículas va•pasandQ poco ·a poco ·e!:universb; que queda así Ímpregnado de vida, consagrad()\ es decir, visto, amado, odiado, sufrido y gozado. ·· · · .i · ·. 56stenía Maleb_rariche que si nosotros.conocemos algµna verdad'es pe{ que verho'.s·fas ccísas 'en Dios, desde el punto•de vista de Dios. Más veros·· . me parecé loinverso:que'Bios vdas cosas al través delos hoinbres, qué:l9s hombres son fos•órganos visuales de la-divinidad. · '·' · • 'i r' ·• ·P01• 'esto conviene no' defraudar la sublime necesidad que de nosob·as1/i¡fu e hil1cándo11os1bieir enel'lugar qué·nos hallamos, con una profundafideliddd~ nuestro m:ganismó¡ a lo ·que vitalmente somos, ab1ir bien los ojos sobreH ca tóí110 y1 i:iceptarlafaeim que iws propone el destino: el tenia ·de nuestro tieinpci .<1 i
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APÉNDICES
EL OCASO DE LAS REVOLUCIONES
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'110
El sábado, por causa del 1wmbre es hecho; el liombrepor.causa del sábado. . "· .SAN MARCOS, 2"27
,·'.Pa~a defum uJa' ~poca no basta,~im saberlo que en ella se h~hechó; es :Ue" í'iester además que sepamos lo que no ha hecho, lo que en ella es imposible.
'Esta se antojaráperegririo;'pero .tal es 1a condición de nuestro pensamiento; Definir es excluir'y'hegar: Cuanta más realidad posea lo que definimos, más exclusiones·y n"egaciones. tendremos que ejecutar. Por esto, la más profun)fa!definición deDios; suprema realidad, es la· que daba el indo Yaynavalkia: «Na iti, na itj». «Nada de eso, nada' de eso»; ObservaNietzsche sutilin'ente . úe influye en nosotros más lo que no nos pasa que lo que nos pasa, y según eLrito egipcíaco de'los muertos, cuando el doble abandona• el cadáver y tie" he que hacer la•gran definición de sí mismo ante los jueces de tiltratúmba, sbconfiesa al revés, es decir, enunieralos pecados que no haconietido.:Pa~ réjiünente, al declarar quetin conocido nuestro es: una excelente persona, ¿qtié queremos decir sino que no robará ni matará,yque si desea a la mujer de su prójimo no se le conocerá mucho? Este carácter:positivo con que se presenta la negación no es, sin embargo, mera exigencia impuesta por la índole de nuestro intelecto. Por lo me.b:os, en el caso de los seres vivientes, a nuestro concepto negativo, corres'ohdetina fuerza real de negación. Si los romanos no inventaron el automóvil, 'b:fue por casualidad. Uno de los ingredientes. que actúan en la. historia ·. mana es la incapacidad del látino paraJa técnica. En1a decadencia del munó antiguo fue esta'ineptitud uno de los factores más enérgicos. u1 ·Una época es unrepertorio de tendencias positivas y negativas, es un ·stema de agudezas y:clarividenciasunidoa un sistema de torpezas y ce'eras. No es sólo un querer ciertas cosas; sino también-un decidido no querotras; Al iniciarse un tiempo nuevo; lo primero que advertimos es la pre!:1.cia mágica.de estas· propensiones negativas que empiezán a eliminar la jna y•la flom de la época anterior, como el otoño se advierte en la fuga de golondrinas y la.caída de las hojas.
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En este sentido, nada califica mejor la edad qne alborea sobre nnestr; viejo continente como notar que en Europa han acabado las revoluciones. Cif ello indicamos, no sólo que de hecho no las hay; sino que no las puede babel'. Tal vez la plenitud del significado que este augurio encierra no se hac~ desde luego patente, porque se suele tener de las revoluciones la más vagá. noción. No hace mucho, un excelente amigo mio, de nación uruguayo, me aseguraba con velado orgullo que en menos de un siglo había sufrido su pa hasta cuarenta revoluciones. Evidentemente, mi amigo desmesuraba. Edu· cado, como yo y buena parte delos que me leen, en un culto irreflexiv hacia la idea dda revolución, deseaba patrióticamente ornar su historian cional con el mayor número posible de ellas. A este fin, siguiendo un vulg uso, llamaba revolución a todo movimiento colectivo en que se emplei¡;l violencia contra el Poder establecido. Mas la historia no puede dniten(" se éon nociones tan imprecisas. Necesita instrumentqs más rigorosos, co ceptos más agudos .para orientarse en la selva de los acontecünientos·hü. manos.No todo proceso de,violencia contra eloPoder:públiéo'esrevolilcióft No lo.es, por.ejemplo, que una parte de.la sociedad se rebele contra los go; berúantes y violentamentelos sustituya con otros.Las éónvulsiones'dé,lós pueblos americanos son casi siempre de este tipo. Sihay empeño en cóh• servar para ellas el titulo de «revolución>>, no intentaríamos hacer una.in·. a fin de inipedülo; pero tendremos que buscar otro nombre para denominé., otra clase de procesos eséncialmente distintos; a la que pertenecen la•revo lución inglesa del sigloXVU, las cuatro francesas del XVIII y: XIX y, en g neral, toda la vida pública de Europa entre l 750y 1900¡ queya·en·lBp. era filiada por Augusto Comte como «esencialmente revolucionariaw.1,o mismos motivos que inducen a pensar que en Europa no habrá ya revol dones, obligan a creer que enAmérica no las ha habido todavía; Lo menos esencial en las verdaderas revoluciones es la .violencia.Aun, que.ello sea poco probable, cabe inclusive imaginar que una revoluciótl's' cumpla en seco, sin una gota de sangre. La revolución nó es la barricada¡.siu un estado de espíritu.; Este· estado de espíritu no se produce en cualqui tiempo; como las frutas, tiene su estación. Es curioso advertir; que erut dos los grandes.ciclos históricos suficientemente conocidos-mundo ·, go,.mundo romano, mundo europeo- se llega a un punto en que cciiniel\ za, no. unarevolución, sino toda una era revólueionaria, qU:e dura dos OJtr siglos, y acaba por transcurrir definitivamente. · · • •· . . Implica una completa carencia de percepción histórica considerarlos vantamientos de campesinosyvillanos enla Edad Media como hechospr cursores de la moderna revolución; Son cosas que no tienenrn¡1da importa· te que ver entre si. El hombre medieval, cuando se rebela; se rebela con'.trª 1,
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busos de los señores. El revolucionario, en cambio, no se rebela contra los busos; sino contra Íos usos. Hasta no hace mucho se comenzaba la historia ~la Revolución francesa presentando los itños entorno a 1780 como un tierna, ele miseria, d.e depresión:sacial, de angustia de los de abajo, de tiranía de 9.s de arriba. Porignorar la estructura específica de las eras revolucionarias ' j!creia,necésario ¡:iara comprender la subversión interpretarla: como un moiento de protesta contra una opresión antecedente. Hoy ya se reconoce c¡ue en la etapa previa al general levantamiento gozaba la nación francesa de ás riqueza y mej ar justicia que en tiempo de Luis XN. Cien veces se ha di.od(!5¡'més dé Danton que la revolución estaba· hecha en las cabezas antes dé F~on;ienzara en las call.es; Si se hubiera analizado bienio que en esa'expre• 11va mcluso, sehabria descubierto la.fisiología de las revoluciones. .r: Todas,.en efecto, si lo son en verdad, suponén una peculiar, inconfun.'ble disposición delos espíritus, de las cabezas. Para comprenderla bién éJnviene hacerresbalar lamiradasobre el desarrollo delos grandes orgac ~os históricos que han cumplido su curso completo. Entonces se advierte ue en cada una de esas grandes colectividades el hombre ha pasado por tres 'Juaciones espirituales distintas, o, dicho de otra manera; que su vida psiuica ha gravitado sucesivamente hacia tres centros .diversos'. . .· : •. ~e un estado de espíritu tradicional pasa a un estado de espíritu rae pnaliSta, y de éste a.un régimen de misticismo. Son, por decirlo así, tres far~ )ts diferentes del mec·anismo.psíquico, tres maneras distintas de funcionar .aparato merita! del hombre. . .. .r;;D~rante los siglos.en quesefü~ay organiza un gran cuerpo histórico ,:..Grecia, Roma, nuestra Europa-, ¿qué régimen gobierna el espíritu de sus .1embros? Los hechos nos responden del modo más sorprendente. Cuan.º u~ pueb.l~ es joven y se está haciendo, es cuando tiene sobre él mayor flujo posltlvo el pasado .. A primera vista parecería más natural lo con... ario: que fuera el pueblo viejo,con un largo pasado tras si; el más sumiso lgravamen de lo pretérito. Sin embargo,no ocurre talcosa. Sobre la nación crépita no tiene el menor influjo el pasado; en cambio, en la colectividad "
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~n rig_or,_ h.abrfa que dis·~~~i~ mu~has_~~ modifi~a~iónes de psique hurna·ri~--a lo largo n ciclo hIStonco ~1completo1>;·ys1 hablo solo de tres; no ha de darse a estenñmero triádico t:cabalistico alguno. Significa rnerarnente·que fijáiJ.donos·en esas tres formas eXtremas de la !ucián'p:ic~l?gica obtenernos l~s-puntos de-comparación suficientes para: aclarar e1 amplio ameno ~tstonc_o qu~ ahora nos interesa. Si se tratase de comprender un fe'nómeno de meno\p.ro~o.r~tones_, tendifamos que acercamos más al área histótjca; y esos trl!s compartimientos 7.11bdivid1rfan_ en muchos o_tros. Conceptos que coinciden' con la realidad cuando se mira a ésta de cierta dist~ncia1 tiene~ qüe ser_ sustituidos por otros cuando la distaÍlcin se· a:corta, y vicea. El pensamiento va regido por una ley de perspectiva~ lo mismo que la visualidad. ·. •
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incipiente todo se hace envista del pasado. y no de:un pasado breve; sinq un pasádo tanlargo; de tari vagoyrémoto horizonte, que'nadie,ha visto•,' recuerda su coínfenzo, En suma: inmemorialt. , ' • , Es curioso e5tudia'r esta: psicología dominada porlo aricéstral erifos,pue blos que, por uua u otra.razón de caqµexia: histórica, se,,han quedado P~. siempre detenidos en, ese estadio.infantil. Uno de los pueblos más primi vos que existen es el de los indígenas ausi¡-alianos;' Si investigamos cómoifl.l: ciona su actividad intelectual, nos encontramos ,eón lo siguienter 'ante,, problema cualquiera, un fenómern;i de la naturaleza, ppr ejemplo, el¡a\istr liano no buscaumi explicación que pbv sí misma satisfagaa la inteligengi Para,él, explicarse'un hecho, verbigracia; la existéricia de tres.rocas1erµp' sobre la llanura; es rei:ordarcrinaá:iainciórimitológiCa que ha· oído des· su infancia, según, la cual ,en la «antigüedad»; ol como ellos dicerí¡gnfü a!cheJinga, tres hombres que eran kanguros se convirtieron enaquellas,pi\!¡: dras. Esta'explicációnsatisface á,su mente precisamente porqué no es una razón' o pensamiento comprobable. La fuerza de la prueba consiste eruql'! la inteligencia individualla crea:¡:íor sí misma, sea originalmente, sea reh~ ciendhelrazonamientoyobseivaciories que la integran, El-vigor dehLrazó nace de la convicción que en el individuo provoca, Ahora bien; el ausrialián. no siente:eso que nosotros llamamos individualidad, y si !asiente, es enl forina y medida que up. niño cuando se queda solo,·abandonado del grup_ familiar, úriicamenté:como soledad; comodesgajarrüento, percibe el p · · tivo su persona singular. Lo individual y cuanto en lo indiVidual:sefunc)g, produce terror y es sinónimo para él de debilidad e insuficiencia::Lo firme, seguro se:halla en la colectividad, cuya existencia es anterior a éada indi duo, que éste halla ya hecha cuando despierta a la vida. Como ello acont~ ció igualmente a los viejos de la tribu, la colectividad aparece comoalgo;d origen inmemorial. Ella es la que piensa por cada uno, con sutesoro'd mitos yleyeridas transmitido por tradición; ella, la que crea las mane: jutidicas, sociales; los ritos,:Ias danzas¡ los ~e5tos. El australiano cree eg]
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'.Hay otro modo de· inflúir en ·nas.otros el pasado qu'e es opuesto á éste Y. tierie tiri. C~'" negativo~ El hombre que llega a plena madurez y .tiene ~a a 1~· espalda la porción mayor ~e:U
licación mitológica precisam'ente·porqúe no:la ha inventado él, preci~ ainente porque no tiene buen sentido racional. La reacción de su, intelec'0 ante los casos dela vida no consiste en aprontar uri.pensamiehto espon:neoy propio; sino en reiterar una fórmula preexistente,'reciblda. Pensár, uerer, sentir, es para estos hombres circular'por,cauces preformados; repe·,· en símistÚosurliriveterado repertorio de actitudes. Lo espontaneo en este !nodo de ser es la fervorosa sumisió'nyadaptacióh alo recibido; á !a:tradibión, dentro de la cual vive el individuo inmersoyque es para élla inmutable realidad. " ' , Éste es el estado de espíritri tradicionalista que ha actuado ennuestra dad Media y dirigió la hiStoria griega hasta el sigloWI, la romana hasta el clcero antes de jesucristo: El contenido de estafrej:>o'cas es; naturalrriente, ucho más rico, complejo y delicado que el del alrria salvaje; pero eLtipo' del ecanismo psíquico; su modo de funciónar; ~ elmismo. Siempre el iridividuq se adapta en sus reacciones a rinrepertorio cólectivo que es recibido por ánsmisión desde un sagrad9 pretérito. El•hombre medieval, para: decidir n acto, se orienta en lo que•hicii¡ron los «padres». La situación es idéntica h este punto ,a.lareinante en.el alma del niño.,Tambiéri el niño cree más · que recibe de sus padres qu'e sus propios juicios. Cuándo ah te los, niños ecuenta un suceso, suelendirigirunamirada interrogativa hacia sus pa~ , J;s; para saber de· ellos si deben creer lo que estuchan, si es «de verdad» o (de mentira». El alma 'del niño tampoco gravita sobre su propio,é:entro in~ 'vidual, sino que pondera sobre sus genitores,,como,el alma medieval sore,«el uso y cost1,1mbre de los padres». En riingunajurisprudencia,tiene time ,importancia el derecho consuetudinario; el uso inmemorial, como eh estas deformación e'incorporación histórica. El mero hecho de]~ antigüedad se convierte en título, de derecho.No !ajusticia, no la equida,d es fundamento 'Jirídico, sino el hecho irracional-,-quiero decir material- de la:v;etustez. En el ordenpolítico, el alma tradicionalista vivirá acomodándose respe,osamente dentro de lo constituido: Lo constituido,,precisamente por s.erlo, ·éne:un prestigio invulnerado: es lo que hallamos ya hecho cuando nacemos, 'lo hecho por los padres. Cuando,una necesidad nueva se presenta; a nadie ]e'ocurre.reformarla estructura de lo constituido; lo que se hace es dar en él biela al riuevo hecho, alojarlo'en elbloque'inmemorial,de la tradición;
se encuentra con que ha hecho' ya en su trato con las cosas ~umerables ensayos.º expep~,n~,
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cdsas -....!..por ejemplo,,en el amor,·en los negocios: Su pasa~o de experi.encias limitasqbre~nn. sus esperanzas; Dificil seiá quf:: al afróntar una situación no se acuerde de otras muy. pareci y que el pasado no le grite constantem·entesu 111Gua~da; Pablolw Este.ini:Iujo del pasado.~~ ~9 se advierte, negativa. 4:.bistoria de un pueblo_ estñ so~etida a é~ aú~ máS que elindivid~o,i~~ de, po_r ejemplo, ser.hoy un·pueblo demócra~ con la ingenua 1lus1on con que lo era hace u glo .. o absolutista con la tranquilidad con qqe-lo.era hacia 1650,7 .· ' ;-
n En las épocas de alma tradicionalista se organizan las naciones;,Por esta zóh sigue a ellas un período de plenitud,, eh cierto modo ]a, hora de culinación histórica. El cuerpo nacional ha llegado a su perfecto.desarrollo: oza de todos sus órganos yha condensado unvasto tesoro de energías,,un evado potencial. Llega el momento de empezar á,gastarlo, y por·eso nos
oeaqui C¡Ué'lésea cnda·vez más difícil hn11arnu~yos mod~s;·no fracasados; de:ilusionarse:c.oi;t·
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párec.eri. estas etapas lasmás,~aludablesy_brillantes. Percibimos mejor Hts' lud delprójimo cuando. éste Ia va vertiendo hacia fuera en extremadas ha' zañas·, es decir, cuando comienza a perderla gastándola, Son magnífico siglos de dilapidación vitaLLa nación no se contentá ya con sµ existell.cí' interioryseiniciaunaépoca~eexpansióri;· . · '·. ' : : ·: :: · ... · . . Con ella coincidenlos primeros síntomas claros de un nuevo estado de e5píritu. La mecánica tradicionalista del alma va a ser sustitúida por .otra tn cánica o¡:mesta:Ja.racionalista. • '•; ' · · ,· · :; . . .. En nuestros tiempos existe también un tradicionalismo, y convie~e 'e' ; tar su' confusión con lo que en este ensayo he llamado asL El tradicicínalis mo contemporáriecírio es más que una teoría filosófica y política; El tta· ,: cionalismo de que yo.hablo es; por el contrario, uriarealidad: es el meca~. real que·hace·funcicinar las almas durante ciertas épocas. . . .. . . Mientras.pérsiste el imperio de la tradición, permanece cada hombi engastado el1: el bloqué dela existencia colectiva, No hace nada por sí y a¡:iár te del grupo social; No es protagohlsta de sus propios actos; su perso~ali~tf no es suya y distinta delas demás, sino que encada hombre se r7p1temi misma alma con iguales pensamientos, recuerdos, deseos y emoc10nes: D. aquí que en los siglos tradicionalistas'no suelen ap~recer grandés figuras ~ fisonomía personal. Poco más o menos; todos los nuembros del cuerpo soc1 sonlomisní.o: Las únicas diferencias importantes sonlas de estado, rani¡ "r,-Y'¡ oficio o clase: .· •· Sin embargo, dentro de esta alrna colectivá, tejida de tradiciones, que! side en cada uno, comienza desde:ltiego a formarse un:pequeño.núcleoceri tral: el sentimiento de la individualidad. Este sentimiento se origina en uri tendencia antagónica de la que ha ido plásmando el alma tradicional. Ha sid un puro error suponer que la conciencia de la propia individualidad era m¡. noción·primaria y como aborigen en el hombre; Se pretendía que el se11 h mano se siente originariamente individuo y que luego busca a otros hoII!br para formar con ellos sociedad, La verdad es lo contrario: comienza ehúj to por sentirse elemento de un grupo y sólo después va separán~ose de·él cónquistando poco a poco la conciencia de su singul~ridad. Pnm7ro ~ . <
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allamarle pensamíento-consiste en recordar el repertorio de creencias reéibidas de los antepasados. En cambio, el modo individualista vuelve la es'ipalda a todo lo recibido,repudiándolo precisamente por ser recibido, y en su lugar aspira a producir un pensamiento nuevo, que.valga por su propio contenido. Este pensamiento, que no viene de la colectividad inmemorial c¡Ue rio es él de los «padres», esta ideación sin abolengo, sin genealogía: :sin prestigio de blasones;.tiene que ser hija de sus obrás; sost~nerse por su ·eficacia convictiva, por sus perfecciones puramente intelectuales. En una palabra: tiene que ser una razón. . . . . . ..· . . ., , · .El alma tradicionalista funcionaba gobernada por un solo principio y poseía un único centro de gravedad: la tradición. Desde' este momento en él.alma de cada hombre actúan dos fuerzas an'tagóniéas: la. tradición~· la razón. Poco a poco irá ésta ga+iando terreno a aquélla; lo cual implica que la ~da espiritual se ha convertido en lucha íntima y de unitaria se ha disociae .do en dos tendencias enemigas; . Mientras el alma primitiva, al nácer; acepta el mundo qúe halla constitúido, el nacimíento de la individualidad contien!! desde luego la negación .deesemundo. Pero al repudiarlo tradicional se encuentra el sujeto forzado . . . . á.reconstruirel universo por sí mismo, con su razón. '· Se comprende que; puesto en tal empeño; el espíritu humano logre desl!rrollarmaravillosamente la facultad intelectual. Son: siempre éstas las épo1cas más glorios~s del pensamiento: EL mito irracional queda arrumbado; y en su lugar la concepción científica del cosmos va erigiendo sus admirables ~aificiosteóricos. Se siente la específica fruición de lasideas,yse llega en la irivención y manejo de éstas a un virtuosismo portentoso. · · . ~:' Concluye el hombre creyendo que posee una facultad casi divina, ca. az de r:evelarle de una vez para siempre la esencia última de las cosas. Esta facultad tendrá que ser independiente de la experiencia, la cual, en sus cons. ntes variaciones, podría modificar aquella revelación. Descartes llamó rni'ílll'o pure intellection a esta facultad, y Kant; más precisamente; «razón pura». . La «razón pura» no es el entendimiento, sino una manera extremada e funcionar éste. Cuando Robinsón aplica suinteligencia a.resolver los ur~;ntes problemas que laisla desierta le plantea, no usa de la razón pura. Im~~e a su intelecto la tarea de amoldarse a la realidad circundante, y su fun1?namiento se reduce a combinartrozos de esa realidad; La razón pura ·,;por el contrario, el entendimíerito abandonado a sí mismo, que construye es~ propio fondo armazones prodigiosas, de una exactitud y de un rigor ubhmes: En vez de buscar contacto con las cosas; se desentiende de ellasy focura la más exclusivafidelidád a sus propias'leyesinternas. La matemáties el producto ejemplar de la razón pura. 5us conceptos son conseguidos
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de una vez parasiempr~yn~ hay peligro deque un día la realidad los cóh tradiga; porque no han sido tomados de ella. En la matemática nada hay'v~ cilantey poco máS o menos. Todo es claro; porque' todo es extremo. Lo grá delo es inffuitamente; y lo pequeño es absolutamenté pequeño. La recta' radicahnente recta, y curva sfu mezclaJa curva: La razón pura se mueve sie pre.entre superlatiyos y absolutos:,Por eso se llama a sí misma pura, Es,i corruptible y no anda con contemplaciones. Cuando define un conceptp;'l dota de atributos perfectos. Sólo sabe pensar yéndose al último límite, ra · calmente. Como opera sin contar con nada más que consigo misma;nó'l, cuesta níuchó dar a sus creaciones el máximo puliníento. Así; en el orden · las cuestiones políticas' y sociales; cree haber descubierto uná constrli cióncivil; un derecho;'perfectos;·definitivos, los únicos que tales'nombr' mereceni Aeste uso puro. deHntelecto, a este pensar more geometiicci se su · le.llamar.racionalismo.Tal vez fuera más luminoso llamarle radicalismo Todo el mundo estará de acuerdo en reconocer que las revolucionesii'.. son en esencia otra cosa qu~.radicalismo político. Pero tal vez no tddoie mundo advierte el verdadero sentido de ésta fórmula. El radicalismo poli · cono es una actitud originaria; sfuo más bien una•consecuencia. No se es,r dical en política porque.se sea radical en política, sino porque antes,se. ' radical en pensamiento. Bajo su aspecto de vana sutileza, esta distinción decisiva para la ~omprensión .del fenómeno histórico propiamente revol, cionario. Las escenas que siempre eu él.se producen ostentan un cariz tá patético, que nos sentimos fuclinadds a buscar el origen de la.revolución.e un estado pasional.; Unos verán en la explosión de cierto heroísmo ciVilie, motor del gran acontecimiento.Napoleón, en cambio, decía: «La vanida ha hecho la revolución; la libertad fue sólo el pretexto». Yo no niego que u · y otra pasión sean fugredientes de las revoluciones. Pero en todas las gra des épo.cas históricas abundan el heroísmo y la vanidad, sin que la subver, sión estalle. Para que ambas potencias afectivasJragüen una revoluciórí;i precis,o que funcionen dentro de un espíritu saturado de fe en la razón pu( dl
. Así se explica que en todo. gran ciclo. histórico llegue un momentd e que irremisiblemente se dispara el mecanismo .revolucionario. Lo mismo; Grecia que en Roma, que en Inglaterra o,en el continente europeo,la fute,. gencia, siguiendo su normal desarrollo, arriba a un estadio en que descu~ su propio poder de construir con sus medios exclusiv()s grandes yperfe~\, edificios teóricos; Hasta entonces vivía apoyada en las observacioµes los sentidos, siempre fluctuantes-·-.:fluctuans fides sensuum,.decía Descat(. padre de]móderno racionalismo.. , o en el prestigio sentim¡;ntal de lmtt dición política yreligiosa.,Mashe aquíque aparece súbitamente una de.es
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arquitecturas ideológicas construidas poda.pura.razón-como fueron los ri5temas filosóficos griegos del siglCJ VII y e!VI, o la mecánica de Kepler, µalileo.' Desc¡¡rtes, o elderecho natural de los sigki:S XVII tXVlIL La transparencia, la ~;¡¡:actitud, elrigor; la integridad sistemática de estos orbes de ideas, fabricados· more geomebico, son fucomparables. Desde el punto de vis·• ¡a,inte~ectúal, no cabe imaginar nada más valioso, Nótese quelas cualidades enunciadas sonespecíficamente intelectuales; son,· diríamos, las virtudes profesionales de la futeligencia. Ciertamente que en el universo existen mu" ;.chas ptros valores y atractivas 'calidades que no tienen que ver con. elenten¡:liihi.ent~: la fidelidad, elhonor, el fervor místico, la contfuuidad~on,el paado; el poderío: Pero cuando surgen' las grandes·creacionesracionales ·los pmbres 1estánya un poco cansados de esas cosas: Las nuevas calidad~ de especieintelectualatraeri couardiente exclusivismo los espíritus; Sobrevie: e·un extraño desdén hacia las realidades; vlieltos de espalda a ellas los hompr;s ~e enamoran. de las ideas como' tales, La perfección,desuifarlstas geornetncaslos entuSJasnia hasta el punto d.e olvidarque, en'defiriitiva, la misión ,de la idea es coincidir con laTealidad que en ella va pensada.·· , ; , ,. . g0; Entonces se produce la totaldnversión de la perspectiva espontánea: ~~ta ~n.tonces se había usado de las ideas como de meros instriimentos para el~ervim~ ~e las ne~esidades vitales: Ahora se vaa hacer que la vida se pon~ . a·al servic10 de las ideas.• Este vuelco radical de lasrelacfone5 entre la vida iidea es:la verdadera ·esencia del espíritu revoludonario. ;· .. . . Los movimientos de burgueses y campesinos en la Edad, Media no se proponen la transformación del régimen político y social,sind al contrario: Oibien.se limitan a conseguir la correcciónde un abuso, o se proponen la conqu.1sta de beneficios particulares, de privilegios dentro del régimen esJablec1do, y; por tanto, dando éste por bueno e inmutable en su figura gec era~;·No es cosa fácil emparejar la política de los concejos y comunas de .~s s1,glos XII al XIV con las d~mocracias modernas: Es cierto que éstas han rovechado. mucho de la técnica1júrídica que concejos y comunas elabo, ron; pero el espíritu de ellos y el moderno son completamente distintos. : o ~n balde fas constituciones urbanas sellamaron' en España «fueros». Se ataba precisamente de amoldar elrégimen establecido a las nuevas nec ésidades y apetitos, la ideajurídica a la vida. Eh
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comunas, hicieron gala de ur{ ánimo aún más estrecho; suspicaz Y egoís que los feudales. El mejor conocedor de Ja vida ciudadana en_ Ja Edad '.'f.ear.· el belga Henri Pirenne, hace notar que las Gamunas, en su epoc.a .mas «de mocrá.tica», practicaron un éxchisivismo político increíble y se hicieron me¡; nos acogedoras del e'xtráñoyreciénvenido que nunca. Hasta elp~ntod., qúe, «mientras h1s poblaciones rurales en•torno aumentan de densidad\•e•• el interior de las murallas la cifra de burgueses no aumenta nada». Elmc;, traño fenómeno de Ja escasez de vecindario en lasürbes de aquellos siglo · se debe; pues, a Ja resistencia que las villas ofrecen a dejar que nuevas ge.:; tes entren'a gozar de sus franquicias. «Lejos de procurar extend:r amph;1 menté entre Jos campesinos' su derecho y sus instituciones, las villas se1r, serváron'el monopolio más celosamente a medida que de~tro d:ellas:s,, afirmaba y desarrollaba el régifilen popular;· Es más: pretendieron impor¡e., a las gentes del campo libre uria dominación muy gravosa, los trataron comp' súbditos, y.llegado el caso los obligaban conla violencia a sacrificarse en . beneficio,,;.« Concluyamos, pues; quelas democracias urbanas de la .Eda., Media no fueron en suma, y no pudieron ser, otra cosa que democracias et privilegiados». Ahora bien; democracia en se~tido :noderno y privilegio.so~, Ja más completa contradicción que se puede rmagmar. <~Y no es. -prosi~ Pirenne-. que Ja teoría del gobierno democrático fuese ign~ra~a e.°: la Eda Media. Los filósofos del tiempo Jaformularon claramente a1mitac10ndelo antiguos. En Lieja, en medio de las agitaciones civiles, el buen canóni.go]ea Hocserh exalniria gravemente los méritos respectivos dela mistocrn~a, de:l oligarchia y de Ja democratia, y se pronuncia finalmente por esta ~luma"B_o otra parte; harto sabido es que más de un escolástico ha reconocido formal: mente Ja soberanía del pueblo y su derecho a disponer del poder. Pe.ro ~t teorías no ejercieron Ja menoracción sobre las burguesías. Se puede, 510 -~ud sorprender su influencia, durante el siglo XIV, en ci:rtos panfletos .pohucos en algunas.obras literarias; pero es completamente cier~o: en ca~~10, que~n tuvieron, cuando menos en los PaíSes Bajos; la más mmima acc10n sobr Comhrlá»~.. , , ¡ '· ·, ·;· 1 <:
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:sólo han proporcionado a la nuestra una terminología tergiversada, el gesto , Ja retórica'. La Edad Media procede por com:cciones al régimen. Nuestra era, 'cambio; ha procedido por revoluciones; es decir, que en Jugar de adaptar el égunen a la realidad social, se ha propuesto adaptar ésta a un ideal esquema. . :: Cuando los señores feudales, en su galope venatorio, atrasan Ja sem]:¡radura del colono, siente éste la natural irritación y aspira a vengarse o evi• tífr eri lo futuro el desmán: Pero lo que no se le ocurre es que para impedir tíiHvejamen concreto sufrido en su haber o en su persona sea preciso transforrilar radicalmente la organización entera de la sociedad. En nuestrotiem'b; pm: el contrario, el ciudadano que sufre un pisotón siente profunda ira; ci:contra dpie que le hapisado, sino.contra la arquitectura total de un uni.etso donde los pisotmies son posibles. Por es tarazón digo que el hombre · edieval se irrita contra los abusos (de un régimen), y el moderno, contra asusos (es·decir, contra el régimen mismo). ¿., :Quiere el temperamento racionalista que el cuerpo social se amolde, uestdo que cueste, a la cuadrícula de conceptos. que su razóµ'pura.ha orjado. El valor de la ley es, para el revolucionario; preexistente a su coTughlencia con la vida.La ley buena es buena por si'misma, como pura id,eac ,or eso,:desde hace siglo y medio, la política europea ha sido casiexclusi• ente política de ideas. Una política de realidades en que no se aspira aha_er triunfar una idea como tal, parecía inmoral. No es ésto en modo algu• o:decir que de hechci no.se haya practicado subrepticiamente una'política ; eintereses y de ambiciones. Pero lo sintomático.deLcaso es que esta poli~ ·ca, para poder navegar y hacer su ruta, tenía que ·autorizarse con algún pa•ellón idealista y disfrazar sus efectivos designios. • .. •· Ahora bien; una idea forjada sin otra intención que la de hacerla perecta como idea, cualquiera que sea su incongruencia.con la realidad, es preisamente lo que llamamos utopía. El triángulo geométrico es utópico; no ay cosa alguna visible y tangible en quien se cumpla la definición del trián, 'Jo. Nó es, pues, el utopismo una afección peculiar a cierta política, es el a~ácter propio a cuanto elabora la razón pura. Racionalismo, 'radicalismo, ,e¡ISarmore geometJico, son utopismos. Tal vez en la ciencia, que es una funión contemplativa, tenga el utopismo una misión necesaria y p~rdurable.
; .'. QllecÍ~ pará 'Otra ociis~ó~ el aná~i.Sis de las diferencias f~tre·~u~tras ~emOcracias ~ 1as de
os tiempos, Juntamente con el estudio de su génesis, Circulan sobre todo esto las nociones más
. f~sas ..A :nuchos c.o~spi~uos radicales he preguntadq qué entienden por demo¡;rac~a y por li-
B;l,~o,_Sln con~e~1rmas que_r~g1:1esta~ de una vaguedad inaceptable. Y,_ sin_embargo, son
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H~ntl ~i~~nrie: Les anden'nes déÍúocraties deS Pitys-BaS, pági.nas 133, 197·, 199, 200{1.,.-·
_cosas perfectamente claras, cuya evidente genealogfri. es, en verdad, la que meilás sóspechan
-~'"í:l.em"ócratas al uso.
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Ma~ la política es realización. ¿Cómo no ha de resultarcontradictorfoécin' ellaelespírituutopista? ., · ,. · . · 11,:1\f.,c :., . En efecto: cada rev-0lución se propone la vana quimera de realizar una.·. utopía más.o menos completa. Elintento; inexorablemente, fracasa:Elgaf caso suscita elfenómeno gemelo y antitétkoide toda revolución: la contra".· rrevolución, SeríainteresanteJnostrar.cómo ésta no es menos1itopist~qut!, su,herniana antagónica, aun cuando e~ menos sugestiva, generosa e intelh· gente. El entusiasmo por la razón pura no se ~ieúteivencido y vuelve a'l'.1'~~ Otrarevolución estalla con otra utopía inscnta en sus pendones; modifica~. ciónde la primera. Nuevo fracaso, nueva reacciión;yasí, sucesivamente;Ji · ta quela 'conciencia social empieza a sospechar que el mal éxito1no esJde,, bido alá intriga de los enemigos; sfuo alá contradicción misma del·pro~ósito: Las ideas políticas pierden brillo y.fuer.za atractiva. Se empieza'a adv~r~todd lo que en ellas hay de fácil y pueril esquematj.smo. ELprogramauto~~core~ vélá su interno formalismo, su pobreza, su sequedad; en comparacrnn con elraudaljugoso y espléndido de la vida. La éra revoluciona~~ ~oncluyese¡tl; cillamente; sin frases, sin gestos, reabscirbidapor una sens1b1lidad nuevw:IA la•.pcilítica de ideas sucede una política de cosas y de hombres. Se acaba·PQ! descubrir que no es la vida para la idea, sinci la.idea; la instit:ilción; la no~~. 1 para la vida, o; como dice el Evangelio, que «el sábado por causa del ho~; bre'es'hecho,noeLhombreporcausadelsábad0>>1· ·· · . , , "''J1:>'.), , Sobre todo.=yéste esull'síntcimamuyiinportante-', la políticai:o~á pierde su presión, de5aparece del primer plano' de las'preoeupaciones.~~ manas y queda convertida en un menester, comci tantos otros·que ~on,~n~ ludibles, pero no atraen el entusiasmo ni se sobrecargan de_ un.p~tetismo ~o~ lemneycasi religioso. Porque nótese que en la era revolucrnnana la}Jolíttc~ se hallaba instalada en el centro de los afanes humanos. El aparato queme= jor .registra la jerarquía de nuestros entusiasmos vitales es precisamente!~ muerteiSerá1o más importanteennuestrnvida· aquello porque seair¡:.~ 1 capaces de morir.Y, en efecto, el hombre moderno ha puesto: su pecho m barriéadas de la1révolución, demostrandoasíinequfVocamente queesp raba de la política la felicidad. Cuando llega el ocaso delas revoluciones,;ip> réce alas gentes este fervor de las generaciones anteriores una evidente ab. rración de la perspectiva sentimental. La política no es cosa que puedas~ exaltada a tan alto rango de esperanzas y respetos. El alma racionalista laJ? s~c.~do de qu~c/o espe,ran,doc1e,i,nasiado de, e~la. Cu~ndoe;ste,,pen,s~1Ili:~t comienza a generalizarse, concluye la era de lasrevolucrnnes, la,pohtl deideasylaluchaporelderecho.' . , ... ·· . . ·, ' ' ' ,,.¡le; '.·.:, ~lf>*peeso ha sido siernpreel rriisi:ho ériG~~cia, ,en ~om¡t, '"n ~Bf,°;P Las leyes comienzan por ser efecto de necesidades y de fuerzas o comb
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, c:íones dinámica~, pero luego se convierten en expresión de ilusiones y de•. seos. ¿Han dado Jamás las formas jurídicas la felicidad que de ellas se esperó? ¿Han resuelto alguna vez los problemas que las promovieron? , En el fondo del alma europea germinan ya estas sospechas, iniciación de una mecánica espiritual nueva que sustituirá a la racionalista, como ésta suplantó a la· tradicionalista. Comienza una época antirrevolucionaria; pero las gentes miopes creen que empieza una universal reacción: Yo no conozco en todo el área histórica épocas de reacción; eso no ha existido nun~ ca;,Las reacciones son,. como las contrarrevoluciones, peripecias· e intermedios.sumamente transitorios, que viven scibre el recuerdo fresco del postrer kvantamiento. La reacción.no es más q11e11n parásito de 1afevo111ción: Ya ha cinnenzado en la pe1ifeiia meiidional de E11ropa,y es s11111amei1teprobable q!le se extei1dei·á l11ego a los.grandes p11eblos del.Centro y del Norte, Pero, todo ello será fugaz, y más que otra cosa, la sacudida material que precede sl~mi-i real logro de un nuevo: equilibrio1 Al alma revolucionaria no .ha sucedido nunca en la historia un alma reaccionaria, sino, más sencillamente; un alma desilusionada. Es la inevitable consecuencia psicológica que dejan los espléndidos siglos idealistas, racionalistas; centurias. de dilapidación orgánica, borrachas de confianza, de.seguridad en sí mismas, grandes bebedoras 'de utopía e ilusión. · · La fisonomía delahna tradicionalista y revolucionaria que he delineado .~teriormente coincide, sin duda, con el desarrollo de la hist9ria europea desde1500 hasta nuestros días: Los hechos principales de estos últimos siglos son d~masiado notorios para que no hayan acudido a la mente del lector, propor10nando una concreta autenticidad al esquema general por mf trazado de ,... espíritu revolucionario. Pero es más interesante y hastafaquietador adver'~ que el mismo esquema se cumple exactamrnte en los otros ciclos históricos c¡ue con alguna aproximación conocemos. Adquiere entonces el fenómeno es~iJ:itual de la revolución un catácter de ley cósmica, de estado universal por el ue pasa todo elc:uerpo nacional, y el tránsito del tradicionalismo al radicalis,'o aparece como un.ritmo biológico que pulsase en la historia inexorable- ente, a la manera que el ritmo de las estaciones en la vida vegetal. '' ' , . Conviene, pues, recordar algunos hechos de la historia griega y roma,, que, encajando con rara precisión en el esquema antecedente, c.onstitu,;~n su más cumplida prueba. Esto me permitirá a la vez transcribir algunos arrafos de grandes historiadores que,· atentos sólo a su menester sin bus' ar, como yo, generalizaciones históricas, describen tal o cual momento vida en Grecia y en Roma. Si esos autores, no dándose de ello clara c:uen', 'impremeditadamente, se han visto obligados a suponer, tras: eLcaso ,
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concreto que narran, el ~m~ mecanismo de un espíritu revolucionario qu yo he definido como una•etapa universal de la historia, no se negará a la coifü; cidencia i.mvalordemostrativo de.alto rango. ". En la historia griega y romana se.ha padecido hásta ria hace mucho un error queahara·se comienza a corregir. Radica en creer que la horadepl&. nitud eri Grecia y en Roma coincide eón la época de que han llegadq has · nosotros fuentes históricas abundantes. Todo lo ant.erior se juzgaba tie¡n]io de iniciación étnica y como una prehistoria de ambas naciones, Por una ilusió' óptica; rriuy frecuente en esta 'ciencia·, la historia confundía la inexistenci · de datos con la iriexistencia de los· hechos; Una rectificación de ese errorÍn · tró que la;realidad era muy distinta; Las épocas de que se empieza a ten grancopia·denoticias son épocas en que e:kisten ya historiadores que se e cargan de conservarlas. Ahora bien: cuando empieza a haber historiador' en un pueblo es que este pueblo ha dejado ya de ser joven, se halla en ple, na madurez ' tal vez inicia su decadencia. La historia es, como la uva; delicfü '--'·. de los•otoños. ;·1· El tiempo en que la vida griega y romana adara por completo a rfoe5i tras ojos es ya sazón septembrina. Queda de la parte de allá casi íntegráll, verdadera historia de estos puebTos, su juventud y su infancia. Resulta.de. aquí que la imagen grecorromana, ante la cual se han extasiada· las siglos úh. timos; era una faz más que madura, donde las arrugas habían instalado sus figuras geométricas, primer signo. dela rigidez cadavérica en que se ánu · cia la vida menguante'. i · · · · Mommsen fue el primero en•rectificar la perspectiva de la historiiTd mana. El gran Eduardo Meyer hizo lo mismo, pero más taxativamente,· ca' la de Grecia.A él se debe una de las más importantes y fecundas innav· dones del pensamiento histórico ..La periodización de la historiauniyers en antigua, media y moderna, era una cu.adrícula convencional y cap·· chosa que, desde el siglo XVII, se incrusta como a martillo en el cuerpo . co tinuo de la historia. Reconstruyendo la vida helénica, Meyer encontrórq los helenas.habfan pasádo por una época bastante par,ecida a nuestra~da Media,.y,se atrevió a.hablar de µna Edad Media griega. Esto traía cop.sJg la trasposición deiás .tres edades a cada ciclo histórico nacionaL Todo:pu blo. tiene su edad.antigua, su edad media; ·su edad moderna; Con este us cambia por completo el sentido de la periodización tradicional, y sus tres ' · radios dejan.de ser rótulos externos, convencionales o dialécticos, para c garse de un sentido más· real y como. biológic:a ..Son la infancia, lajuv tud, la madurez de cada pueblo . . ·: ·La EdadiMedia de Grecia termina en el siglo VII. Es la priI}lera.cen de que poseemos.noticias abundantes y exactas. Sin embargo, no se trata;,
se
µna aurora nacional. Por el contrario, asistimos a la agonía de un largo pret~rito Ya~ despertar de un tiempo nuevo. «Las bases de la constitución poli' ,trca med1evaL.,-,.-resume Meyer- son destruidas, El dominio de los nobles (no' es.ya la e¡qiresión adecuada a.las circunstancias reinantes; los intereses , ge l?s gobernantes y de los gobernados no coinciden. El antiguo régimen de · J~vrda, del:derecho; de las comunidades fundadas en consanguinidad, pier,de su sentido y se convierte en una traba. El hombre no permanece ya necee j~riame~te ads~rit~ ~l círculo en: qu~ ha' nacido. Cada cual se informa su pro,PIO destmo; el mdivrduo se emancipa social, espiritual y políticamente. El 'que ha conquista la venfura.ensu patria va a buscarla e.ntrelos extraños. Negocios \kdinero (la economía crematístic:a aparece en' esta época) y de ré7 ,l:litos son tenidos por inmorales y tódo 'elmundó percibe sus funestos efecc .[os; pero nadie puede sustraerse a ellos, y el noble más conservador se gúarda ,p.mcho de desdeñar su granjería. Chrémata, chrémata aner-. ''.el dinero el '¡ljileroes el hom.bre"¡ tal es ellema del tiempo-; y es muy significativo ~ue Jp,hallemos puesto e_n boca de, un espartano (Alcea, fragment'o 49), 0 de ~n argivo{Píndaro; Istmicas¡ 2). Entre la nobleza y los labradores se prec sentan las nuevas clases de los industriales y mercaderes, con su apéndice de ar~esanos, buhoneros, marinos; y entre ellos hai:e su aparición el aventureJo:que; como Arquíloco de Thasos, ensaya dondequiera su fortuna y siente •doblemente el peso tlefa miseria y el sometimiento. Crecen las ciudades adbnd~ inmigran los campesinos para ganaren ellas· su pan más fácilmente; µtranJeros que en su patria no tuvieron suerte o hubieroll' de huit parla lucha?~ l~s partidos; se:avecindanenellas; Todos combaten áuna el régimen .oh1I'.ª1;º· Los c~mpesinos aspiran a libertarse de la insoportable opresión _con?mrca; los cmdadanos enriquecidos, a participar en el Poder; los desc~nd1entes de los inmigrádos; que a veces superan en número a los antiguos mdadanos; pretenden su equiparación con el vecindario. de herencia. Todos estqs elementos son reunidos bajó el nombre de demos, cómo en tiemgos de la Revolución francesa bajo el nombre de tiers état: A:la manera que este,_el d,emos_ griego no constituye'nada unitario por su posii:ión ni por s fmes•políticos y sociales; sólo la oposicion co.ntra los i11ejores mantiene untos tan heterogéneos elementos>. 1.-, ·; · .. . .. '. ~o cabe un párálelisino más minucioso i:on la composición de nue5tras ac10nes modernas en la vísperá de la era revolucionaria. Se inicia coll' la ~.lleralizaci\Jn de la moneda el cápifalismd. Con• el surge el imperialismo. ·ron to va·a comenzar la creación de grandes flotasi La,guerra cabaUetesca :Jj¡;·c.-
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del noble medieval-hablo de Grecia- es sustituida por otra que no se hac a caballo ni hombre a hombre. A la promaquia, o lid singular, sucede el grari b:R vento:Ja falange de ho¡:¡litas, el cuerpo táctico de infantería. Al mismo tiempó¡ la disociación medieval termina y empiezan todos los gríegos a llamarse «ht~.7 lenas». Bajo la unidad de éste nombre sientensu pro~nda afi~dad.históric~¡ En fin: es el comienzo de las súbitas transformaciones legislattvas.del constituciones; ¿Será azar? Ello es que a estas constituciones «inventada~·. va unido siempre d nombre de un filósofo. Porque es-·-no se olvide- el( glo de los siete sabios y de los primeros pensadores jó~i~os y dóri.cos; ~.O~ de hay radical mutación de leyes, nuevas tablas de regirnen; :xis.te s1e pre, paladino u oculto, algún «sabio», Los siete sabios son·los siete grand::· intelectuales de la época, los descubrídores de la razón, del lagos; frente . mythos o tradición; • . "· · · ·· · " . .· Por rara fortuna, los datos nos permiten asistir documentalmente a. primera incorporación del alma individualísta y racional ~ué se revue]v • contra el alma de la tradición; Es el primer pensador cuya figura ha llegad hasta nosotros con plena historicidad, Recateo de Mileto, autor de urnlt¡ bro sobre los•mitos populares que'. orientaban la vida gríega. El libro,.d~! que sólo quedan mínimos fnigrnentos; comienza de e~~e modo: «Asíhab!~ Recateo de Mileto. Escribo todo esto según me parec:10 verdad; porqud~~ narraciones de los griegos son, en mi opinión, contradictorias y ridícula:•f Estas palabras son el canto rnatinaLdel gallo individualista, el toque de~d1~ a: del racionalismo. Por vez primera aquí un individuo se revuelve sener ~ontra la tradición, vasto mundo milenario ern que habían habitado iilil1. rnorialrnente las almas de Grecia. · · '•'.•?., De reforma en reforma pasa un siglo, y llegarnos a la más farnosa;:l_a; d~ Clístenes. He aquí cómo esboza su sentido y la psicología de swauto., WilarnowitzcMoellendorff: «Clístenes elAlcmeónida, de la más poderqs. entre las nobles familias rivales que Pisístrato había desterrado, logró;co· la ayuda de Delfos y de Esparta, derrocar al tirano; pero. no tornó s~ pu~ . ni·hizo. de Atenas un Estado aristocrático,. corno Esparta esperaba, smo qµe también auxiliado en esto porDelfos, la dotó dela Constitución plenarhe te democrática, única que conocernos bieIL Porque fue él y no Solónsu·~i: genitor... Si en otro tiempo sólo la ley no escrita, lareligión y el uso oblig ban, son ahora las leyes escritas los verdaderos reyes. Pero no son l~sle muertas inscritas en piedra; trabas de la libertad; sino ncirnias devahdezg. nerallas que se hallan esculpidas enelcorazón delcivil ~iud~dan.o: Na sino el pueblo las ha establecido; pero no las quebrantara ~rb1traname~t. sino que serán modificadas en forma legal cuando hayan deJaqo de ser·<\] .·•. tas». El pueblo se las ha apropiado a:l jurarlas; pero hay un legisladorqw~J
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•ltáhecho. Para que. el pueblo las aceptase libremente; tenían que estar orien'iiidas en la dirección de sus sentimientos y deseos; mas la idea creadora la ha 'ncontrado en sf el legislador, y lo mismo que en el humanitarismo del viejo déretho ático transparece el carácter blando y piadoso del sabio poeta So Ión~ Hay en la Constitución de Clístenes rasgos de una .violenta construcción ló·fo-aritrÚética que invitan a deducir conclusiones sobre el temperamento 'de su autor. Debió, durante su destierro, elaborar el proyecto esquemático, ·.Jsólo a regañadientes aceptó aquí o allá algún compromiso con la realidad, 'tuando no pudo extirparla. Por lo menos en su tendencia, tiene mucho de 'omún con la especulación aritrnético"filosófica que entonces comenzaba y uepronto iba a llevar a la fe en linealidad de los números. Tuvo, en efecto, anexiones con Sarnas, patria de los pitagóricos. En su violento radicalismo, sé.advierte el carácter.delos sofiStas y filósofos; siempre obstinados en que lci:lógicamente demostrado sea impuesto al mundo real para su salud. Pla''és.ian aéreos recuerdanfacilmente.las efímeras constituciones de Francia, e rigieron entre la antigua monarquía y Napoleómi 1• No creo que sea necesario añadir más. La reforma de Clístenes es un feómeno típicamente revolucionario, el más ilustre de una larga serie que no ncluye hasta Pericles. Bajo él, apenas lo penetrarnos con la mirada, vernos ncionar lamente geométrica,. el radicalismo filosófico, la «razón pura». La intención de este ensayó era mostrar que la raíz del fenómeno revoluionario ha de buscarse en una determinada afección de la inteligencia. Taine ozó.estaidea al enumerar las causas de la granrevolucióri;mas, por otra pare;·anuló su agudo descubrimiento, creyendo que se trataba de una modaliad peculiar al ahna francesa. No vio que se trataba de una forma histórica ue, al menos en Occidente, tiene carácter general. En nuestra parte del mun.. o¡ todo pueblo cuyo desarrollo no haya sido violentamente perturbado lleó eusu evolución intelectual a un estadio racionalista. Cuando .elracionalís. o se ha convertido en et modo.general de funcionar las ahnas, elproceso evcilucionario se dispara automáticamente, ineludiblemente. No se origiC · ípµes, en la.opresión de los inferiores por los de arriba, ni en el advenimiento é:Una supuesta sensibilidad para más exquisitajusticia-creericia.de suyo · cionalísta y antihistórica-., ni siquiera de que nuevas clases sociales cobren :Ujariza suficiente para arrebatar el poder a las fuerzas tradicionales. De estas ;as·as, a lo.sumo, son algunas hechos concomitantes del espíritu revolucio·ário; y en vez de ser su causa; sontambién su consecuencia. ¡, ·'.>•:!" .:. . la parld3d iíe'g3 hitstá ¿¡ pi.ti1tO dé tju~ ta'ffibién . ClfStenéS iittTódÜcé Cn sil'con'stiiución el tema decirnal..Vease Wilamowitz-:-Moelléndorff: Staat und GcScllsc11aft der G1icc1Icll.
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· Este origenintelect~al de las revoluciones recibe elegante comprobaf ción cuando se advierte que el radicalismo, duración y modo de aquéllas so!l proporcionales a lo .que sea la inteligencia dentro. de_ca:da raza. Razas poco inteligentes,sonpocorevolucionarias, El caso de España es biendaro:•sehall' dado y se dan extremadamente en nuestro país todos los . otros factores qué se suelen considerar decisivos para que la revolución explote. Sin embargí¡J no ha habido propiamente espíritu revolucionario. Nuestra inteligencfa étnica ha sido siempre una función atrofiada.que no ha tenido un normatde~ • sarrollo. Lo poco que ha habido de temperamento subversivo se redujo;1se · reduce; a reflejo del de otros.países! Exactamente lo miSmo que acontece con· nuestra inteligencia: la poca que hay es reflejo de otras culturas. ·. ¡ :df; , · El caso delnglaterra es muy sµgestivo.No se puede decir que elpueblo .· inglés sea muy inteligente. °\'.rio eS:C:¡ue le: falte inteligencia: es 'que noles?" bra. Posee la justa, la.que estrictamente hace falta .para vivir. Por esto, miS~ mo su era revolucionaria· ha sido la rriás moderádayteñida siempre de'Ull. matiz conservador. . .Lo propio aconteció en Roma . .Otro pueblo de hombres sanos y fuerte5; ., con gran apetito de vivir y de rriandár, pero poco inteligentes. Su despertar, intelectual es tardío y se produce en contacto conJa cultufa griega. Para:lil . opinión que aquí sustento tiene sumo interés preguntarse cuándo llega±La · Roma las «ideas» de Greciaypuándo comienza la revolución. Una coincidenda de ambasfeéhas sería de un valor probatorio excepcfonaL .· Como es sabido; la era revolucionanaromaná empiezaell el siglo Ilahtes de jesucristo, en tiempos de los Gracos. . Por entonces, la situación típica de Roma es exactamente la misma qu·e; la de.Grecia en el siglo VII-VI y la de Francia en el XVIII. El cuerpo históri.c co·de Roma ha llegado a la plenitud de su desarrollo interior; Roma esy'a lo que va a ser' hasta el fin. Han comenzado las primeras grandes expansfo>.3 nes. Como. Greda a los persas; Francia e tnglaterra a España, Roma haan1l." lado el imperialismo' cartaginés. Sólo hay una diferencia: el intelecto rorna1 no es aún tosco,labriego, bárbaro; medievaLUngrarisentido¡para la urgeP:cf práctica,: falta de agilidad mental; hacen queel romano no sienta esa espect. fica fruición en el manejo de.las ideas que caracteriza a1os1pueblos másiri.< teligentes, como el griego y el francés. Hasta la época de que ahora•hap~~ se había perseguido en Roma consañatoda bcupa~ión·puramente intelec?' tual. El gesto convencional de odio;•de.desdénalrarteyal p'ensamiento!d,tí2 rará hasta Augusto. Aun Cicerón cree forzoso disculparse porque, en vez d •. asistir al Senado, permanece en su villa escribiendo un libro. • Sin embargo,la.resistenéia esvai;m. Laiµte1igt;\1f:hl.d~tlabtjego romaJ?-O t~rpe y l~nta, obedece al delo inexorable', y; al menos enformareceptiva t
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despierta u~ día. Es hacia el 150 antes de jesucristo. Por vez primera hay en Roma :in crrculo sel_e~to que se entrega con entusiasmo a la cultura griega, . desdenando la host1hdad de la masa tradicionalista: Este círculo es el más . ilustre; el de 1)1ás alto rango social que hay en la República. EscipióriEmiliano, el destruct?; de Cartago y Numancia, es el primer romano noble que sabe hablar en gnego. El historiador Po libio y el filósofo Panecio son sus consejeros habituales. En'su tertulia se habla de poesía, de filásofia, de nuevas técnicas militares (la ingeniería admirable que han revelado las excavaciones de los campamentos numantinos). Como en Grecia la desaparición de la Edad Media coincide con la sustitución de la promaquia o batalla en forma de combates singulares por el cuerpo táctico de la falange, comienza ahora ::en Roma la organización del ejército revolucionario en forma de cohortes. Mario, el La Fayette romano, será su definitivo creador. Escipión es un devoto sentimental de las ideas utópicas que Grecia le en• vía. Según parece, la frase Hm11am15 swn, que va a dar luego el «Soy hombre y nada humano me es ajeno», suena por vez primera en su casa. Ahora bien: esa frase es el eterno lema de cosmopolitismo humanitario que inventó una vez G;ecia y que, a su tiempo, van a reinventar los ideólogos franceses, Voltaire, 'D1derot, Rousseau. Esa frase es el lema de todo espíritu revolucionario. • ·, Pues bien; en ese primer círculo «helenista», «idealista», se educan los 1 Gracos, promotores de la primera gran revolución. Su madre Cornelia es suegra Yprim~ d_e Escipión Emiliano 1• Tiberio Graco tuvo como maestros y amigos a dos filosofos: uno, el griego Diofantes; otro, el itálico Blossius, am•bos fanáticos de la ideología política, constructores de utopías. Después del fr~ca~o de Tib~~o se dirigió este último al Asia Menor, donde conquistó al pnnc1pe Anstomco para que hiciese con sus siervos y colonos un ensayo de Estado µtópico, la «Ciudad del Sol»', un falansterio como el de Fourier una · Icaria como la de Cabe t. ' .. Se repite, pues, en Roma el mismo mecanismo, funcionan las mismas ruedas que en Atenas y en Francia. El filósofo, el intelectual, anda siempre e~tre los bastidores revolucionarios. Sea dicho en su honor. Es él el profes10nal de la razón pura y cumple con su deber hallándose en la brecha antitradicionalista. Puede decirse que en esas etapas de radicalismo -al fin y al cabo las más gloriosas de todo ciclo histórico- consigue el intelectual 1máximum de intervención y autoridad. Sus definiciones, sus conceptos
_S~~ido es que éste, oriundo de la gens Paulo-Emiliana, entró por adopción en la familia de s Esc1p1ones. · : 'Rosenberg: Historia dela Reptíblica Romana, pág. 59 (1921). »':·'.
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«geométricos» son la sustancia explosiva que,=. ~ez y o_tra, hace en la histo~ ria saltarlas ciclópeas organizaciones de la tradic1on. ~1,_ :n nuestra Eu"'."ºP.ª · ·levantarm·.·ento· ·francés de la abstracta definic10n surge el gran .. . que los enc1clof . • pedistas daban del hombre. y elúltirno qmato, ~l socialista, procede igual~1 · · · no -menos abstracta• rriente d e l.a:·.d er·rmc1on . _ ,.for]ada por.M. , arx, . del hombre que no es sino obrero, del «obrero purm>. . . · . · .: . . · . . En el ocaso de liis révoluciones van dejando las idea~ d~ :er factot histórico primario, corno no lo eran tampoco en la edad tradic10nalista:,· ¡
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EPÍLOGO SOBRE ELALMA DESILUSIONADA
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tema de este ensayo sereducía,a intentar una definición delespíritu revolucionario y anunciar su fenecimiento en Európa. Pero he dicho al'comienzo que, ese espíritu es tan sólo un estadio de la órbita que recorre todo gran ciclo1histórico, Le precede un alma raciónalista;le sigue un alma mística, más exactamente, supersticiosa, Tal vez eHector sienta alguná i::uriosidad:por conocer qué.sea ese alma supersticiósa'enque desemboca eLperíodo de las revoluciones. Pero acaece que no es posible hablar sobre el'as\mto de·otro mcido que largamentei.Las épocas post~revolucionarias, ttas·unahoramuyfogaz de aparente esplendor, sonº tiempo de.decadenci~;.Ylas decadencias; como losnachnientos·, se envuelven históricarnente•en la tiniebla y el silencio. La historia practica un extraño pudor que le hace correr un velo piadoso sobre la· imperfección de los comienzos y la fealdad· de las. declinaciones nacionales, Ello es que los hechos de la época:« helenística» en Grecia, del medio y bajo Imperio en Roma, son mal conócidos por los historiadores :Y· apenas sospechados;por la generalidad de °3:2Jos cultos. No hay, pues, manera de poder referirse a ellos en forma de bre;:i;. ve alusión. . .. > 1 · ]i-1" Sólo a riesgo de padecer sinnúmero de malas interpretaciones me atre·~· vería a satisfacer la curiosidad del lector (¿hay ennuestro país lectores cu~ .~ riosos?} diciendo lo siguiente: !% r;! • 1 El ali:na tradicionalista es•un mecanismo de confianza, porqué toda sU Ji; actividad corisiste en apoyarse sobrela sabiduría indubitada delpretérito. El ~alma-racionalista.rompe esos cimientos de confianza con el imperio de otta ~/11ueva: la fe en·faenergiamdividual, de que•es la razón mómento sumo. Pero 0!/ ·~:5.e] racionalismo es un ensayó excesivo; 1aspira a lo imposible. El propósito de l;suplantar la realidad con la idea es bello por lo que tiene de eléctrica ilusión,
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pero está condenado siempre al fracaso. Empresa tan desmedida deja tras de sí transformada la historia en un área de desilusión. Después de la derrota, que sufre en su audaz i~tento idealista, el hombre queda completamente des,· •. moralizado. Pierde toda fe espontánea, no cree en nada quesea una fuerza · clara y disciplinada. Ni en la tradición.ni en la razón, ni en la colectividad, ni en el individuo. Sus resortes vitales se aflojan, porque, en definitiva, son las creencias que abriguemos quienes los i:nantienen tensos. No conserVa es"' fuerzo suficiente para sostener una actitud digna ante el misterio de la vida y el universo. Física y mentalmente degenera. En estas épocas queda agostada la cosecha humana, la nación se despuebla. No tanto por hambre, pes<• te u otros reveses, cuanto porque disminuye el poder genesíaco del hombre. Con él mengua el coraje viril. Comienza el reinado de la cobardía -un fe, nómeno extraño que se produce lo mismo en Grecia que en Roma, y aún no ha sido justamente subrayado. En tiempos de salud goza el hombre medio de la dosis de valor personal que basta para afrontar honestamente los casds de la vida. En estas edades de consunción, el valor se convierte en una cuac lidad insólita que sólo algunos poseen. La valentía se toma profesióri;y sus profesionales componen la soldadesca que se alza coritra todo'el poder público y oprime estúpidamente el resto del cuerpo sociaL Esta universal cobardía·germina en los más delicados e íntimos im tersticios del alma. Se es cobarde para todo. El rayo y el trueno vuelven a !!Se pantar como en los tiempos más primitivos. Nadie confía en triunfar de las . dificultades por medio del propio vigor. Se siente la vida como un terrible azar en que el hombre depende de voluntades misteriosas,. latente5, que ope• .. ran según los más pueriles caprichos, El alma envilecida no es capaz deofrec cer resistencia al destino, y busca en las prácticas supersticiosas los me: dios para sobornar esas voluntades ocultas. Los ritos más absurdos atraen lit adhesión de las masas. En Roma se instalan pujantes todas las monstniosas··· divinidades del Asia que dos siglos antes hubieran sido dignamente desdec · ñadas. En suma: incapaz el espíritu de mantenerse por sí mismo en pie, liusca una tabla donde salvarse del naufragioyescruta en tomo, con.humilde mi-. rada de can, alguien qude ampare. El alma supersticiosa es, en efecto ekan que busca un amo. Ya nadie recuerda siquieralos gestos nobles'delorgú" llo, y el imperativo de libertad, que•resonó durante"centurias,mo hallaría la menor comprénsión. Al contrario, el hombre siente un increíble afán de ser'; vidumbre. Quiere servir antetodo: a otro hombre; a un emperador, a•unbifü jo,.a un ídolo,, Cualquier cosa, antes ql1e sentir el terror de afrontar solitario;' con el propio pecho,los embates de la existencia. '
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Tal vez el nombre que mejor cuadra al espíritu que se inicia tras el oc'aso de las revoluciones sea el de espíritu servil.
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EL SENTIDO HISTÓRICO DE LA TEORÍA DE EINSTEIN J1,0ABSOLUTISMO· ,, .
La
teoría de la relatividad, el hecho intelectual de más rango que el pre~ sente puede ostentar, es una teoría, y; por tanto, cabe discutir si es verda~ dera 0 errónea. Pero, aparte de su verdad o su error, una teoría es un cuerc po de pensamientos que nace en un alma, en un espíritu, en una conciencia, lo mismo que el fruto en el árbol. Ahora bien: un fruto nuevo indica una. especie vegetal nueva que aparece en la flora. Podemos, pues, estudiar aquella teoría con la misma intención que el botánico cuando describe una e planta: prescindiendo de si el fruto es saludable o nocivo, verdadero o erró~' neo, atentos exclusivamente a filiar la nueva especie, el nuevo tipo deii ser viviente que en él sorprendemos. Este análisis nos descubrirá el senti~ do histórico de la teoría de la relatividad, lo que ésta es como fenómeno histórico. . Sus peculiaridades acusan ciertas tendencias específicas en el alma que_ la ha creado. Y como un edificio científico de esta importancia no es obra de . un solo hombre, sino resultado de la colaboración indeliberada de muchos,· precisamente de los mejores, la orientación que revelen esas tendencias marcará el rumbo de la historia occidental. .. . . ·. · • No quiero decir con esto que el triunfo de esta teoría influirá sobre los espíritus, imponiéndoles determinada ruta. Esto es evidente y banal. Lo irit teresante es lo inverso: porque los espíritus han tomado espontáneament determinada ruta, ha podido nacer y triunfar la teoría de la relatividad. l.' ideas, cuanto más sutiles ytécnicas, cuanto más remotas parezcan delos afe~-, tos humanos, son síntomas más auténticos de las variaciones profundasqú· se producen en el alma histórica. , ,cr Basta con subrayar un poco las tendencias generales que han actuad. en la invención de esta teoría; basta con prolongar brevemente sus líneasfü ·; allá deltecinto de la física, para que aparezca a nuestros ojos el djbujo de úI1, sensibilidad nueva, antagónica de la reinante en los últimos siglos.
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·'' El nei;io de_todd el sistema está en la idea de rélatividad. Todo depen~ de; pues, de que se entienda bien la fisonomía que este pensamiento tiene en la obra genial de Einstein. No sería falto de toda mesura afirmar que éste es el punto en que la genialidad ha insertado su divina fuerza su aventurec 'ro empujón, su audacia sublime de arcángeL Dado este pun;o, el resto de la'teoría podía haberse encargado a la mera discreción, , ·fJ' La mecánica clásica reconoce igualmente la· relatividad de. todas nues;tras determinaciones sobre el movimiento, por tanto, de toda posición en el espacio y en el tiempo quesea observable por nosotros: ¿Cómo la teoría de Einstein, que, según oírnos, trastorna todo el clásico edificio de lamecáni.ca;d~taca en su nombre propio, corno su mayor característica, la relativi" dad? Este es el multiforme equívoco que conviene; ante todo, deshacer. El relativismo de EiJJStein es estlictamente inverso al de Galileo y Newton. Para ésJos, las determinaciones empíricas de duración, colocación y n;iovirniento ·son relativas porque creen en la existencia de un espacio, un tiempo y un movimiento absolutos. Nosotros no podernos llegar a éstos; a lo sumo, teÍlemos de ellos noticias indirectas (por ejemplo, las fuerzas centrifugas); Pero 2hl seicree en su existericia,:todas· las determinaciones que efectivamente pos~emos quedarán descalificadas corno meras apariencias, corno valores rec ~~tiv_os al punto de comp~ración que el observador ocupa. RelatiVismo aquí s1gmfica, en consecuencia, un defecto. La física de Galileo y Newton, diremos, es relativa. > Supongamos que, por unas u otras razones, alguien cree forzoso negar la existencia de esos inasequibles absolutos.en elespacio, el tiempo y la transIe.tencia. En el mismo instante, las determinaciones concretas, que antes parecían relativas en el mal sentido de la palabra, libres de la comparación con .,. ,absoluto, se convierten en las únicas que expresan la realidad. No.habrá · ¡tuna realidad absoluta (inasequible) y.otra relativa en comparación con C¡uélla: Habrá una sola realidad, y ésta será la que la física positiva aproxi. adarnente describe. Ahora bien: esta realidad es la que el observador perl;>e desde el lugar-que ocupa; pdrtanto, una realidad relativa. Perb corno : ta realidad relativa, en el supuesto que hemos tomado, es la única que hay, e_.¡ultará, a la vez querelativa, larealidad verdadera, o, lo que es igual, la reali1ad absoluta. Relativismo aquí no se.opone a·absolutismo; alcontrmio, se , nde con és_te, y lejos de sugerir µn defecto de nuestro: conocimiento, le atora ;una validez absoluta. , .
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· Tal es el caso de la mecánica de Einstein. Su física no es relativa, sino re~ lativista, y merced a su relativismo consigue una significación absoluta; La más trivial tergiversación que puede.sufrir la nueva mecánica.es que se la interprete como un engendro más del viejo relativismo filosófico que preci.Samente'.viene ella a decapitar... Para el viejo relativismo, nuestro conocimiento esrelativo,porque.lo que aspiramos a conocer.(fa realidad tempo-espacial) es absoluto y no lo conseguirnos. Para la físiea de Einstein( . nuestro conocimiento es absoluto; la realidad' es.Ja relativa. · :Por:consiguiente, conviene,•ante todo;. destacar como.unade las facf. dones más genuinas .de la nueva teoría su tendencia absolutista en el ordeñ del conocimiento .• Es incoñcebiblé. que esto no ·haya sido desde luego suc brayado podas que interpretan la significación filosófica de· esta genialin;. ñovacióncY, sin embargo, está bien dara esa tendencia en la fórmula fapi,tal de toda la teoría: las leyes físicas sonverdaderas; cualquiera que sea elsiSte~ ma dé referencia usado, es decir, cualquiera que•sea el lugar de la obsérva; ción; Hace cincuenta· años preocupaba a los pensadores' si,«< desde el plinfo de vista de Sirio», las verdades humaoas lo serían. Esto equivalía a degradar la ciencia que el hombre hace atribuyéndole un valor meramente dorriésili. co. La mecánica de.Einstein permite a nuestras leyes físicas armonizar con· las que acaso circulan enJas mentes de Sirio, • • · Pero este nuevo absahitisina se diferencia.radicalmente del qrie aniriló a los espíritus nicionali.Stas en las postreras· centurias. Creían éstos·que hl. hombre era·dado sorprender el secreto: de las cosas, sin más que buscar.en· el seno del-propio espíritu las verdades eternas de que está henchido. Asi\ Descartes crea la física sacándola; no de la experiencia, sino de lo qtie él. llama el trésar de man espiit. Estas verdades, que no proceden dela observaf ción, sino de.la pura.razón, tienen un valor universal, y .en vez de aprender~ las nosotros delas cosas, en cierto modo las.irriponemos a ellas: sonverda: des a p1ia1i, En el propio Newton se ericue'ntran frases reveladoras dee~e espíritu racionalista.· «Enla filosofía de la naturaleza, dice, hay que háce .. abstraci:ión de los sentidos». Dicho en otras palabras: para averiguarlo'qu' una cosa es, hay que volverse de espaldas a ella.Un ejemplo de estasmágij, cas verdades es la ley de inercia; según ella, un cuerpo libre de todo'inf\u" jo, si se mueve'; se moveráindefiriidamente en sentido rectilíneo y unifoiiné. Ahora bien: ese•cuerj:io exento de todo influjo nos es desconocido: ¿Porqué tal afirmación?Sencillamente porque el espacio tiene una•estructúrarecti lfüea; euclidiana,·y; eh consecuencia, 'todo movimiento «espmitáneo>irqu,. no. esté desviado por alguna fuerza se acomodará a· lafley del espai:im' •d1t Pero esta mdole euclidiana del espacio; ¿quién la garantiza? ¿La expen cia? En modo alguno; la pura razón es la que, previamente a toda exp
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rienda, resuelve sobre la absoluta necesidad de que el espacio en que se mueven los cuerpos físicos sea euclidiano. El hombre no puede ver sino en e] es. pacio .eucl~diano, Esta peculiaridad del habitante de la tierra es elevada por ..el rac10nah~mo a ley de todo el cosmos. Los viejos absolutistas· cometieron .en todos los.órdenes.la misma ingenuidad. Parten de una excesiva estimación del hbrnbre:Hacen de él un centro del universo, cuando es sólo un rincón, Y éste es el error más grave que la teoría de Einstein viene a corregir.
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. El._espíritu provinciano ha sido siempre, y con plena razón, considerad.o como.una torpeza. Consiste en un error de óptica:.Elprovinciano no cae; en la cuenta de que mira el mundo desde una posición excéntrica. .Supon~;por el contrario, que e.stá:en el centro del orbe, yjuzga de todo .como s.1 su visión r:ies_e central: De aquí una deplorable suficiencia que produce efectos tan com1cos. Todas sus opiniones nacen falsificadas, porque p~rten de un pseudocentro. En cambio, el hombre de la capital sabe que su .cmdad, por•grande que sea, es sólo.un punto del cosmos .un rincón ex;cénlric~. Sabe, además, que en el mundo no hay centro y q~e.es; por tanto, ueces~no descontar en todos nuestros juicios la peculiar perspectiva que la reahd~d ofrece mirada desde.nuestro punto de'vista. Por este motivo ,al pr?vinciar:o 'el :ecino de la gran ciudad parece siempre escéptico, cuan~ • ,do solo es mas aVlSado, ..... ¡ .. · . .. . · .. · .. ·. . . ; : '.La teoría de Einstein ha venido a revelar que la ciencia moderna e~ su d.isciplina ejemplar-la nuova scienza de Galileo, la gloriosa física de Oc~:dent~- ~adecía un agudo provincianismo. La geometría euclidiana, que s~lo es aplicable a lo cercano, era proyectada sobre el universo. Hoy se em.p1eza en Ale1'.1~~ia a llamar al sistema de Euclides «geometría de lo próxi.m0>>, en opos1c10n a otros cuerpos de'axiomas que, como el de Riemann son geometrías de largo alcaoce. . , .' , , .· . ' Como todo provincianismo, esta geometría provincial ha sido supe:i:a.da merced a una aparente limitación;a un ejercii:io de modestia. •Eins,te1~ se ha convencido de que hablar del Espacio es una megalomanía que lle:Y.a ir:exorablemente al.error. No conocemos más extensiones que las que wedii;i:ios, y no P()delf!OS m~dir más. q~,~ con, nuestrosinstrumentos. Éstos s.on. nuestro órgano de visión científica; ellos determinan la estructura es~~pal d~Irn11ndo, c¡ue conocemos!Per9, como lo,mi.Smoacontece a todo otro ~,~r~ue,:~es.d~.oí:roltigardel orbe quier~ C()nstpiir una física, r~ulta que esa ·,Jimuac10n no lo es en verdad. ·
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. No se trata, pues, de reinddir en una interpretación subjetivista delcót nacimiento, según la cual la verdad sólo es verdad para un determinado;su" jeto. Según la teoría de 1!1 relatividad, el suce~oA, que desde el punto ?e~¡,; ta terráqueo precede en el tiempo al suceso B, desde otro lugar delumversp\c Sirio, por ejemplo, aparecerá sucediendo a B. No _cabe inversión más com:;. ple ta de la realidad. ¿Quiere esto decir que o nu~tra i~aginaeión es f~lsa"llj la del avecindado en Sirio? De ninguna manera. Nt el SUJeto humano m el dec .. Sirio deforman lo real. Lo que ocurre es que una de las cualidades propias, a la realidad consiste en tener una perspectiva, esto es, en organizarse de di: verso modo para ser vista desde uno u otro lugar. Espacio y tiempo soíi!b'S. ingredientes objetivos de la perspectiva física, y es natural que varíen segúr¡ el punto de vista. · · ·· · · • · · .. • • ' · · ·· . . . · En la introducción al primer Espectador; aparecido en enerO'de 19J6¡. cuando aún no se había publicado nada sobre la teoría general de la relati~ vidad', exponía yo brevemente esta doctrina perspectivista, dandole una ªrri~ plitud que trasciende de la fís1ca y abarca toda realida~. Hago esta _advertep.;. cia para mostrar hasta qué punto es un signo de los nempos parep manera de pensar. . · ·. . · .. . . . y lo que más me sorprende es que no haya reparado nad1_e todavfaen. este rasgo capital de la obra de Einstein. Sin una sola excepci~n ~q~e:yo,, sepa-· , cuanto se ha escrito sobre ella interpreta el gran descubrni;i1ent~ com.o un paso más en el camino delsubjetivismo'. En todas las len~asye todos los giros se ha repetido que Einstein viene a confirmar la doctrmªka,rr liana, por lo menos en un punto: la subjetividad de espacio y tiempo.Me~. porta declarar taxativamente que esta creencia me parece la más cabal t~ comprensión del sentido que la teoría de la relatividad encierra. .•; ¡.'°'. Precisemos _la cuestión en pocas palabras, pero del modo más claro po]: · sible. La perspectiva es el orden y forma que la realidad torria para elque:Ja contempla. Si varía el lugar que el contemplado!' ocupa, varíatambiép)ª perspectiva. Eri cambio, si el contemplador es sustituido por.otro en el ID. mo lugar, la perspectiva permanece idéntica. Ciertamente, st no ?ay1m . jeto que contemple, a quien la realidad aparezca, no hay perspecnva: ¿':~W~ re e.5fo decir que sea subjetiva? Aquí está el equívoco que durante dos s1gl()
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la ptirnera puhliC~Ción de Éiris~éi~ so~fe_~ú_rCci~n_te descu~riffiien-~o, Dié Gn1nd:l.?~e~; ~t
allgcine!nen Re1ativitilt.st1teo1ie, se publico.dentro de ese ano. . . ~ . ·. · º-·( . ,i Bastante tiempo después de publicado_es_to~_se me_ ha hecho notar q~e s1n~.ullli;~en,r,r}~, p~~Í? apa~e,ci_4~.uÍta_i;~n~e~e~cia d,el.fH_ósof? ,G.~~~-~~·- d_9~de ~e.h~bla tan:br~n ~~l_ se~ti.q?1!"Jk, lütó que Va anejo a la' teoría de Einstein; Pero el caso es que la teSJ.S de Gerger ~pepas .tten.e al punto común con la sostenida en este ensayo. · ·' · '
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. ·éuando menos, ha desviado toda1a filosofía, y con ella la actitud del hombre ·ante el universo. Para evitarlo basta con hacer una sencilla distinción ... , Cuando vemos quieta y solitaria una bola de billar, sólo percibimo.s sus /cualidadé.s de color y forma. Mas he aquí que otra bola de billar choca con la primera. Ésta es despedida corvunavelocidad proporcionada al choque. En~ torrees notamos rina nueva cualidad de la bola que antes perrrianecía ocultil: su elasticidad. Pero alguien podría decimos que la elasticidad no es una cua' lidad de la bola primera, puesto que sólo se presenta cuando otra choca con ella. Nosotros contestaríamos prontamente que no hay tal. La elasticidad es una cualidad de la bola primera, no menos que su color y su forma; pero es .rina cualidad reactiva o de respuesta a la acción de otro objeto. Así, en el hom.bre lo que solemos llamar su carácter es su-manera de reaccionar ante lo ex~ .terior-cosas, personas, sucesos; ·'.:• Pues bien: _cuando una realidad entra en choque con ese otro objeto que denominamos «sujeto é:onsdente» la realidad responde apareciéndokLa ápariencia es una cualidad: objetiva de lo real, es su respuesta a un sujetd:' ,E.sta respuesta es además, diferente según la condición del contemplador; por ejemplo, según sea el lugar desde que mira.Véase cómo laperspectic ;Va, el punto de vista, adquieren un valor objetivo, mientras hasta ahora se los consideraba como deformaciones que elsujeto imponía a la realidad, .iempo y espaciovuelven, contra· la .tesis kantiana, a ser formas.de lo Teal. :; Si hubiese entre los infinitos puntos de vista uno excepcional; al que .cupiese atribuiruna congruencia superior con las cosas; cabría considerar los demáS como deformadores o ·«meramente subjetivos»: Esto creían Galileo ,YNewton cuando hablaban del espacio absoluto; es decir, de un espacio conc templado desde un punto de vista que no es ninguno concreto. Newton lla,ma al e;;pacio-absoluto senso1iwn Dei, el órgano visual de Dios; podríamos ~ecirla perspectiva divina. Pero apenas se piensa hasta elfinal esta idea de ijna perspectiva que no está tomada desde ningún lugar determinado y exl~sivo, se descubre su índole contradictoria-yabsurda1 No hay un espacio bsoluto porque no1hay una perspectiva absoluta. Para ser absoluto/el esacio tiene que dejar de serreal;.. espacio lleno de cosas~ y convertirse· en ha abstracción .. '., i ' ~ , • . La teoría de Einstein es una maravillosa justificación dela multiplicida.d armónica de todos los puntos de vista; Amplíese esta idea a lo moral y a 110 estético, yse tendrá una nueva manera de sentir la historia y la vida. , '; El individuo, para conquistar elmáximum posible de verdad, no debe~ ,~;como durante centurias se le ha predicado, suplantan su e5pontáneo pun~ de vista por otro ejemplar y normativo, que solía llamarse {
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ve 'nada;no existe .. En vez. de esto, procurará ser fiel al imperativo uniperso" nal que representa su .individualidad. ,, , Lo propio aconte<;:e con los pueblos; En lugar de tener por bárbaras las.culturas no eúropeas, empezaremos a respetarlas como estilos de err. frontamierito .con el cosmos equivalentes a1nuestro. Hay una perspectiv:¡, china tanjustificada como la perspéctiva occidental.
3.~ANTIUTOP!SMO
OANTIRRAC!ONAUSMO ·
·. La misma tendencia que en su forma .positiva conduce aLperspecfü vismo; en su formanegativa significa hostilidad aLutopismo. · La concepción utópica es la que se crea desde Jmingún sitio», yque,isin embargo, pretende valer para todos: A una sensibilidad como ésta que transluce en la.teoría de la relatividad, semejante indocilidad ala localización tié, ne que parecerle una avilantez:. En el espectáculo cósmico no hay.espect¡¡c, dar sin localidad determinada. Querer ver algo y no. querer verlo desde:ulí preciso lugar es un absurdo. Esta puerilitisumisiónalas: condicfoµes. que.11'! realidad nos impone;.esa incapacidad de aceptaralegrementeel.desfü1ó¡ ¡!Sa pretensión ingenu¡¡ de cn;er.que es.fácil suplantarlo por nuestros estérile5 deseos,·son rasgos de un espíritu que ahora fenece; dejando supuesto ¡¡.otro completamente antagónico. . ,, La propensión utópicá ha dominado enla mente europea durante t9da la época moderna: en ciencia, en moral;en.religión;·en atte.Ha.sido,menes~ ter de todo el contrapeso que el enorme afán de.dominar ló,real, específico del europeo, oponía para que la civilización occidental no haya concluido en un gigantesco fracaso. Porque lo más grave del utopismo no es que dé sor, luciones falsas a los problemas -científicos o. políticos-.; sino algo peor::es , que µo acepta el problema.-::-loreal.,,.,,. según se presenta;,antes.bien;•desde luego-a piio1i.,:,... le impone una caprichosa forma.' . · --'!.Si se compara la vida de Occidente ¡:onlade Asfa ..,,.,,.indos, chinos ..'..; sorprende al punto la-inestabilidad espiritual del europeo frentealprofundq. equilibrio del alma oriental. Este equilibrio revela que, almenos.enlos máXimos problemas de la vida, el hombrerdeüriente ha encontrado fórmulas de inásperfecto 'ajuste con !¡¡:realidad. Eh cambio, el europeo ha sidofufvofü. en la apreciación de lós factores elementales de la vida, se ha fraguado. de ellqs: interpretaciones caprichosas que es forzoso periódicamente sústitufr.i . ,, ¡La desviación utopista de la inteligencia humana comienza eh G:r~cj#}· se produt~ dondequiera llegue a exacerbación el racionalismo; L¡l razónpura constrúye un mundo .ejemplar-'·.-cosmos físico o cosmos político~¡'COrrll!
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.cree~cia de que él es la verdadera realidad, y, por tanto; debe suplantar a la efectiva. La divergéncia entre las cosas y las ideas puras es tal; que no puede . ·eVltarse el confl\cto. Pero el racionalista no duda de que en el corresponde ce. dera lo reaL ,Esta convicción es la caracteiistica del.temperamento racionalista. , C.laro es que larealidad posee dureza sobrada pamresistiilos embates rde las. ideas. faitonces el radonalismo busca una salida: reconoce que, por :~l'":º.mmto, l.a i~ea no se puede realizar, pero quelologrará en .«un proceso mfioito» (Le1bmz;.Kant}. El utopismo toma•la fonha de ucronismo. Durante los'dos siglosy_medio últimos todo se arreglaba recurriendo al infinito; 0 por ,]o menos a penados de una longitud indeternúnáda: (En el darwinismo tina especie ~ac~ de otra, sinmás:queriritercálar entre: ambas algunos milenlos), rComo s1 eltiempo, espectral fluencia, simplemente corriendo, pudiese ser causa de nada: y hacer verosímil lo que; es enlaactualidad iriconcebible. .· . :. No se comprende que la ciencia; cuyo únlco placer es conseguir· una ,imagen .certerad.e las·c~sas_,·ptieda alimentarse de ilusiones. Rectierdo que •sobre nn pensamiento ejerció suma influencia un detalle.: Hace,mtichos años léfa yo una conferencia del fisiólogo Loeb sobre 1os tropismos: Es,~Lttcipisc mo un c?n~epto con quese,haihtentado describir.y. aclarar la ley querige los movim1entos'eletnentales de los infusorios. Mal que: bien; con'Com~c ciones Yañadidos; este concepto sirve para cómpre~der algunos de estos fe-' :~ámenos. Pero al fi~aldesu conferencia,: Loebagrega: «Uegará·eLtienipo en que lo que hoyll~mam0s actos morales del hombre se expliquen sencilla, me~~e co~o trop15mos», Es ta audacia me iriquietó sobremanera; porque me abno los OJOS sobre otros muchos juicios de la ciencia moderna; que, menos ostentosamente, cometen· la misma falta. ¡De modo-.-·pensaba yo- que mi concepto como el tropismo, capaz apenas de penetrar el secreto de fenómenos tan sencillos. como los brincos de los infusorios; puede bastar en uri vago futuro para explicar cosa tan misteriosa y compleja· como los actos éticos del hombre!' ¿Qué sen~do tiene esto? .La ciencia ha, de resolver hoy sus proc ?, . . np .transfenrnos a las calendas griegas; Si· sus métodos. acttiales no ~•bastanparadomiriarhoy los enigmas del universo, lo discreto es sustituir;~}os p~r más eficaces. Pero la ciencia usada,está llena de problemas que ~ se deJan:mtactos por, ser iricompatibles con los métodos:¡ Como si fuesen l'aquélloslos obligados a supeditarse a éstbs; y no al revés! La ciencia está re• ~pletadeucronisihos; de calendas griegas; . ,, · ;~ ';; 1·..·' Cuando salimos de esta beatería científica·que rinde idolátric~ culto a: los métodos·preestablecidos y nos asomamos al-pensaroiento de Einsteiri ,~,,llega a nosotros como un fresco viento·de;mañana. La actitud-de Einstein~ ~ completamente distinta dela tradicional; Con ademán dejoveri atleta le vemos avanzar recto rulos problemas y, usando del medio más a mano; cogerlos.por
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los cuernos. De lo que parecía defecto y limitación en la ciencia, hacé él un_a virtud y unatáttica eficaz. Un-breve rndeo nos aclarará la cuestión. '.De la obra de Kant'quedará imperecedero un gran descu]Jrimientó: qll.~ la experieneia nó es$ólo el montón de dato.s transmitidos por los sentid(Js\ sino un producto de dos factores. El dato sensible tiene qúe ser recogido; fü liado; orgailizado en un sistema de ordenación, ·Este orden: es aportadb pór··el sujeto, es a pliorL Dicho en otra forma: la experiencia física es urrcóin~ • puesto de observáción y geometría; •La geometría es uria cuadrícula elabo~ rada por la razón pura: la observacióne5 faena de los sentidos.Toda cienciá _ explicativa de los Ienómenos•materiales ha contenido, contieriey contenqrá estos dos ingredientes; <.) Esta identidad de composición que•alo largo de su historia.ha manifes'i · tado siemprda física moderna no excluye; empero, las más profundás va_c riaciones dentro desú espíritu: Enefecto:fa relacióµ que guarden entre sfsu5 -· dos ingredientes da lllgar amterpretadones muydispares: De ambos; ¿cuál ha de•supeditarse ali otro? ¿Debe ceder la.obse!Vaciióú afas exigencias de•l~ geometría, o la geometría afaobservación? Decidirse-por lo uno o lo otro sig•. nifim pe~tenecer dos npbs antagóilicos ele tendenciamtelectuaL Dentrod~ la misma y única física caben dos castas de hombres contrapuestas. -: Sabido· es cn1e el experimento de Michelson tiene el rango de una e~.;; períencia•cruciál: en él se jJone entre la espada ylaparedial pensamiento del físico, La ley geométrica que proclama fa homogeneidad inalterable del es~ pacio,.cualesquiera·seah los procesos que en él se producen, entra e11co.IÍ'L. flicto•rigoroso con la observacióri, con el hecho; con la materia. Una de:dos: o la materia cede a la geometría, o ésta a aquélla. En este agudo dile¡na sorprendemos a dos temperamentos intelectua" _ lesy asistimos a su reacción'. Lorentz y Einstein, situados arite el mismo eil_ perímento; toman resoluciones opuestas. Lorentz, representándo eriest.e_ puntó elviejó racionalismo; cree forzoso admitir que es·la•materia quien•cedey se contrae. La farriosá «contracción de Lorentz» es un ejemplo admirable de u topisírio; Es el Juramento del juego de Pelo ta transplantado a la física!, Einstein adopta la solución contraria. La geometría debe ceder; el espáci(J puro tiene que inclinarse ante la observación; tieµe que encorvarse. - •Tfl, - Suponiendo una perfecta congruencia en el carácter,- llevado Loren(Z -~· la política, diría: perezcan las nadones y que s~ salven los prihcipios: Einste\J:I.~. en cambio, sostendría: es preciso buscar prihcipiospara que se salven las na4 ciones; pcfrqué para eso 'están los principiósc. ·' :.• •ít - _No· es fácilexagetar la importancia de este viraje a que Einsteinsom_ete, la cieneia física.· Hasta ahora; el papel.de la geometría, de la' puta razón,• er"
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ejercer una indiscutida dictadura. En el lenguaje vulgar queda la huella del sublinle oficio que ala razón se atribuía: el vulgo habla de los «dictados de la razón», Para Eillstein, el papel de la razón es mucho más modesto:. de dictadoni pasa a ser huinilde instrumento, que há de confirmar en cada caso su eficacia. , Galileo yNewton hicieron euclidiano al universo, simplemente porque la razón lo-dictaba así. Pero la razón pura no puede hacer otra cosa que in-ventar sistemas de ordenación: Éstos pueden ser muynumerososydiferentes ..La geometría euclidiana es uno;· otro, la de Riemann, la de Lobachevski, etcétera. Más claro ·está que no son.ellos, que no es la razón pura quien resuelve cómo es lo :real.e Por el contrario, la realidad selecciona entre•esos ór•denes posibles, entre esos esquemas, el que le es más afín. Esto es lo que sig; nifica la teoría de la' relatividad. Frentealipasádo racionalista de cuatro siglos se opone·genialrriente Einstein:e invierte laTelaciónínveteradaque eXistía entrerazón y observación. La razón deja de ser norma inlperativa y se con" ;vierte ell'arsenatde instrumentos; la obser\ración prueba éstos y decide sobre cuál es el oportuno. Resulta, pues,Ia ciencia de una mutua seleci:iónien" tie las ideas puras y los puros hechos.• ••Éste es uno de los>tasgos que más importa subrayar en el pensamiento de Einstein, porque en él se inicia toda una nuevaactitud ante la vida.Deja la•cultura de•ser como hasta aquí tina norma imperativa, a que nuestra exís-tencia ha de amoldarse. Ahora entrevemos una relad'ón entre ambas 1más \delicada y rriásjusta. De entre las cbsas de.la v!da son selecciohadas:al~nas _como posibles formas de cultura; pero de entre estas posiblesformas de cul·- ÍUra; selecciona a su vez la vida las únicás que 'deberán realizarse! u '• ; ·· '
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;¡¡; tan en la teoría· de la relatividad•sin aludir a lamás'claraypatente. Mien-
~ tras el pasado utopista lo arreglaba todo recurriendo al infinito en elespacio ~.Y en el tiempo, la física de Einstein-y la matemática reciente de Brouwery ;~:-,Weyl lo mismo- acota el universo. El mundo de Einstein tiene curvatura por tanto, es cerrado y finito 1• ' 1 ; ',' Para quien crea que las doctrinas científicas nacen por generación ,i~ ~~pontáµ~a. sin más que a,brir,los ()jos y la ménte'sobre loshechos, esta
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innovación carece de impOrtancia. Se reduce a una niodificacion de la ÍOrnia que solía atribuirse al muhdci. Pero el supuesto es falso: una doctrina cieii4 tífica no nace, por obvios que parezcan los hechos donde se funda; sin un~ clara predisposición del espíritu hacia: ella. Es preciso entender la génesis:d~" nuestros.pensamientos cori toda su delicada duplicidad; No se descub~en: más verdades queJas que de \[ntemanO se buscan. Las démás,"]'.ior muy•evi~ dente5 'que sean, encuentran ciego al espíritu; · ·' .ES to da uri enorme alcance al hecho de que súbitamente; en la física y en la matemática, empiece una marcada preferencia podo finito y un gran desamor a lo infinito. ¿Cabe diferencia más radical entre. dos almas que.pro,;, pender uria ala idea.de.queeLUniv:erso es ilimitado,yla.otraaisentiren:~: derredon unmi.mdci confinado?. La:fufinitud del 'cosmos fue.íma de la5 gran7 des ideas . t?Ccitantes que produjo el Renacimiento .. Levantaba en los cor¡¡zo~ nes patéticas mareas, y Giordano Bruno sufrió por ella muerte cruel. Dur~nte'i toda:!a épocamoderna, bajo los afane5 del hombre occidental, ha latido corn.o' unfondo mágico esa infinitud del paisaje cósmico. Ahora, de pronto, el mundo se limita,. es un huerto con muros cohfi.; nantes, es un aposento, un interior. ¿No sugiere este nuevo escenarió'to~o un estilo dé vida opuesto al usado? Nuestros nietos entrarái:i enlaeXisteni cia con esta noción;y sus.gestos.hacia: el espacio tendrán un sentido: con~ trario. a los nuestros. Hay evidentemente en esta propensión alfbiitismó una claravoluntad·de limitación; de pulcritud serena; de·antipatí~ a los vagos:Stí" perlativos, de antihomanticismo .. El hombre griego;: el «clásico», vivíataim .bién en un:universo. limitado; <;roda:Ia cultura griega palpita de horran al'. infinito y busca el metron, la mesura. Fuera, sin embargo, superficial creer que el alma humana se dirige ha-·· cía un nuevo clasicismo. No ha habido jamás neoclasicismo que no fuese• una frivolidad. El clásico busca el límite; pero es porque no ha vivido nunca la ilimil:flción; Nuestro caso es inverso: el límite significa para nosotros una amputación; y elmundo cerrado y finito en que ahora vamos a respfrar:setá, irremediablementeuri muñóndeuniverso 1; • · .. i•;;:;]
; ·roq. dos P,UiltOS .fue.ra i;tecesario tOC3f para ,queJas lffleas genera1~ de _la men~e qu~-~~- Cf:eado 1~ _t.~¡;i_rf~ ,de J~ rel_~tivida_d queQ_asep c;ornpl~t_a?: 1 l!ng _q.~ ellqs es _e1 _i:;uid_ado_ c;o,ri _qµ~_s,~.fill~ brayan laS Htsl:citühlufd'1des eri 10 real, frente ál pnirito dé lo continuo' que donliila el' péh'Sll::: miento de los últimos siglos. Este discontinuisn10 triunfa a la par en biología y en historiá. El'o , punto, tal vez el más grave de todos, es la tendencia a suprimir la causalidad que opera en fo latente dentro de 1a teoría de Einstein. La física, qiie comenzó por ser mecánica y luego fü'Ediif mica, 'tie,nde éri Eiristein a cOriVfrtirse en mera cinen1dtiéa. Sobre ámbos puntos Sólo püede , blarse recurriendo a difíciles cuestiones técnicas, que eil el teXto he ¡)rricurado eliininar;-:,·pr ,._ ,
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EÜtJ:OS
1924
LAS IDEAS DE LEÓN FROBENIUS
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t,~ Residenci~ de Estudiantes hice .ahora el e~s~yo d~ organizar una sociedad de·« Cursos y conferencias». La.discreción, la selección; la mesura con que este centro éducativo ha sabido siempre, ejecutar sus desiguios·asegurán el buen éxito de la nueva institución. El coinienzo es, por sí, ex.celente. El hines fueroninaugúradas las conferencias con·una de León Frobenius; e! nliércoles y el viernes oiremos y veremos otras deis del mismo etnólógo·ale" ínán; Digo que, además·deoír, veremos por que.Frobenius expone'rina1gran cantidad de maraVillosas fotografiasen color, obtenidas1durante sus.diez años·deviajesporÁfrica, '• Desde hace algunos procuro. interesara mis lectmes enla. obra de este gran innovador, Ello me dota: dela autoridad estrictamente necesaria para
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Pero ahora hablemos de las ideas de Frobenius, que son una de las creaciones científicas más importantes y sugestivas de nuestro tiempo.
LA ETNOLOGÍA AFRICANA África ha sido siempre tierra de leones. El clásico entre los historiado- , res europeos de África se llamó León Africano, y hoy es León Frobenius el' mayor doctor en africanidades. Es curioso advertir que el África, desde el Ecuador hasta el Mediterrá-, neo, parecía predestinada a ser conquista científica de los alemanes. Los gran-',, des descubridores de sus tierras han sido gente germánica, y ahora Frobeniu~, ,· cuando ya apenas queda nada que explorar enia superficie:, logra ser e!za'l., horí de unAfrica subterránea, de un pasado africano. Porque ésta ha sidd, en • última abreviatura, la hazaña máxima de Frobenius: descubrir en un confr; : riente, en que parecía no haber habido nunca movimientos históricos, peri>" pectiva de un ayer distinto de un hoy; un profundo pasado,•Frobenius ha sidó un explorador en vertical: bajo el presente, que parecía, hacia atrás, haber sido, invariable y eterno; ha encontrado hondos estratos de pretérito, Por tina, geriial rnmbinación, la etnología, que suele ser ciencia· horizontal y de su~., perficie, se ha hecho en él arqueología. Ha cavado certero en el continente,' «oscuro», en elcontinente «aburrido», y ha sabidq traer al haz de la tierra es-' culturas increihles, que espero veamos,estos días en la pantalla de la lintern~1 De esta manera da cima Frobenius a la, ingente labor, de los alerdanes.eri..: África.Los viajes incomparables de Barth en 1850, de Nachtigal en 1870; de Lenz, de Rolfes, quedan ahora perfeccionados y como conclusos merced a, esta exploración vertical. Poniéndose a pensar le ocurre a,uho la sospecha de que tal veN~sta espléndida faena de los alemanes debía habernos correspondido. Cuahdo:se, lee a lo lárgo de los eindo ,gruesos tomos de Barth, en una y otra página¡; que la monedfl más penetrante en-{l.frica era, aún.la española; no·puede uhci· resistirse a echar de menos los grandes africanistas españoles que no 11an existido. Aunque no fuera más que para.visitar a nuestros parientes; debif mos perforar el vasto misterio africano. . Nuestros parientes, Si; Se trata de un pequeño trozo de historia de Es-, paña, que probablemente es.ignorado de todo el mundo en nuestro pafs.,, sin embargó, tiene sin par gracia de romanticismo. Donde el Sáhara termina.y e!Sudán comienza, sobre eldodo del Níget¡ se halla la dudad santa deTombuctú, enla cual, hasta 1900, no habían:pe-; netrado más de tres o cuatro europeos. Fue en tiempos una uroe.gigante:·
sabia, por la cual peleaban una vez y otra los pueblos del desierto y los reyes tropicales, Pues bien; alli viven desde hace casi cuatro siglos nuestros parientes; : Íf' • A fines del $iglo XVI, un sultánde Marruecos quiso lo que parecía im) posihle: arre):iatarTombuctú a los tuaregs. Paraello contrató gran número de españoles firmados con armas de fuego, las primeras que aparecían en éste fóndo africano. Los soldados españoles ganaron la batalla más grande que JÍuestra raza ha logrado del otro lado'del Estrecho, y, victoriosos, se ave" ,. ciildaron en Tombuctú, tomaron mujeres del paísy crearon estirpes que aún perduran, Orgullosos de su origen hispano, conservaron una exquisita discipliria aristocrática, y aún representan sus familias los núcleos nobles del ~aís. Estff está contado menudamente en el libro Tmih"escSudán; que un sa]¡iodeTcimbuctú escribió no mucho después 1; • , , i , ,, ¿Por qué, por qué no hemos ido a visitar a e5tos' Rwna del Níger¡ nues~ tros nobles parientes? , : . ; ,
• El So~, 12•de rdarzo de 1924
~,;;: ' He dicho que León Froberiius es uh innovador de la etnología; Lo es pór
ípuchas razones; pero·entre ellas poruna emihente. Frobenius ha creado un i:ii¡evci método para la investigación etnológica. Como esta ciencia es muy poco conocida en España, 'Convendrá: dibujar previamente·la situación en que se hallaba antes de interveniraquél. ' ; ' Imagínese el enorrde montón de observaciones singulares que se han recogido sobre utensilios, costumbres, creencias, instituciones de los puel¡los priinitivos. ¿Qué hacer con todo ello? Lo primero que nos ocurre es da~ificarlo según la semejanza de sus formas. De esta manera hallaremos, por , ejemplo, las distintas dase5 de arcos y flechas. Pero al dar. cima anuestrf(, dafilficación,nos encontramos'con que nd hemos hecho nada sufiéientei El arco c¡ue, por:caso,:tenemos ante nuestros ojos,.unave2 clasificado, continúa exento.de significación histórica, no nos «dice» nada. Esto indica que al dasific C?rlólo hemos matado, o·cuando menos, lo hemos tomado por.su dimen~ió.n inerte y tiánime: El arcó de caza o de guerra es un producto vital, y todo hecho vital es un hecho expresivo. El arco significa una intención defensiva \!~ofensiva y es la huella ,de una inteligencia que ha buscado el me,dio de
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satisfacer esa intención'. Como el arco, por su forma'peculiar, pertenece a un~ clase, o a otra, nos revela una índole intelectual determináda-'-unápeo¡. culiar«idea» de arco: Ahora bien; esta.idea: ¿es autóctona.deHugar.donde el' arco se ha hallado?:¿ Ha· nacido originalmente en aquella tribu y. en aquelsi1 : tia.? En el otro extremo de la tierra han sido encontrados otros. arcos iguale.51 ¿Si::rá'que ~sta idea de arco ha venido de lf!.n remoto lugar? ·¿O al revés; de aquél a éste? Como el arco no anda solo; esa importación supone movimiento¡ emigracióU"de masas humanas,' cuando:menos, contacto, trato\ intercambio eritre ellas.-.:supone en suma, un proceso históricüi Ahora,• al haber inyea1 .. tado eniel arco todas esas preguntas, recobra éste su vitalidad yn0s habla C:c;in su forma, calladamente,.como un alfabeto, La historia:es un.cuento verídi1 ca y los hechos sólo empiezan a ser históricos cuando se les suelta la leúgúá; y comienzaú'a 'con taínos de humanas andanzas. : ' ' '' Sin embargo, este cuento que los objetos narran, es, a veces,muycom4 '. plicado y lleno de problemas. Insistamos en nuestro ejemplo: en dos pueblos sumamente.distante5 se emplea un arco de la misma contextura. En todo el resto de sus utensilios, costumbres, instituciones, idioma, ambos pueblos son distintos. La coincidencia en la sola idea del arco ¿basta para que admitamos un parentesco o contacto entre dos pueblos tan distantes y tan distintos?. En la contestación a una pregunta como ésta han influido dos tendencias, .dos temperamentos científicos.• Hay etnólogos que propenden, con mayor 0 menori:adicalismo, a atribuir toda id~ntidad deforma a una comuriidad de origen; La expresión eterna de esa tendencia lleva: a.afirmar que cada tipo ;, de utensilio ha'sido inventado sólo'rina vez,. en un luga~ determiciado; suapa'¡ · rición en otros lugares implica un proceso migratorio. La otra tendenciarehm sa admitir con tanta facilidad ese de5plazamiento de.los productos .cultúrales yno halla inconveniente: en suponer que'un mismo objeto puede habei:sid~ originalmente creado en sitios diferentes. Se trata; pue.5, de dos propeilSlones intelectuales' de la que una se tomplacé en subrayar la emigración o'movi:; miento de las formas y la otra su autóctorúa o indigenismo; su estáticá;:·:::t: .·, ·· Adolfo BáStian' dio mi gran impulso a•los trabajos etnológicos desde e5ía segunda propensión.'Entrelos productos de cultura:distinguelos quelasdq:; te5 genéricas delihombre, sin más cualificación ni influencias, pueden: en ; todo cas0 inventar; a esto llamó «ideas elementales» (E!einentargedai11zen~, : Otros objetos; usos, etcétera, sólo son explicables partiendo del caráctérpé:;: culiar de un pueblo que;incitado por fas condiciones delmedio circundancl te.-·-«provincia geogtáfié:a»-·-, engendra productos peculiares. Aesto llamó «ideas étnicas o nacionales» (Viil1zergeda111zen). · .La importancia que este concepto de las «ideas nacionales» haadqub rido recientemente-con Spengler y Frobenius-· nos invita a'releer·un~s
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líneas del venerable Bastian qrie hoy nos parecen saturadas de evidencia. ,«Todo grupo humano-.dice-.-'poseesu propio estilo y.su expresión predilecta; sobre todo en el arte1decorativo. Un trozo cualquiera,de talla,:sin dato :alguno sobre,la época y lugar de su confección, puede ser filiado siempre que se:cm;iozca aproximadamente el tipo de arte a que pertenece. No hay pro: piedad ~otporal que se conservetariteriazmen.te como 'el estilo a~tístico; :Cuándo vemos quelas·rnismas formas enlos:trabajos célticos del período de La.Tene o de tallas·irlandesas reaparecen etilos herrajes medievales y en el :e5tilo Jlamboya11t de Francia,.nos percatamos de la solidez con que está arrai: :gada la tendencia a•UI]. ciertó estiloy de la corisiariciaconque formas ex" presivas semejantes:brotanmnay otra vez del mismo pueblo. Aún'¡:iosteriormente hallamos.que.las hornpilarites:curvas en c, que'. ni sorngéümetría ni' ornamento. vegetal,· se.preséntari lo mismo en bronces célticostardíos·y enlastallas Luis XIV, de donde; por imitación, se hari transmitido hasta ·!lbs trebejqs doméSticios de miestros días, Esta larga perinanencia' de lós esfücis al través deingentes cambicis históricos no' e!;· característica delarte cele tico, sino queliene lugarparejamente en Ltali,árLos:rostros tiesos; rígidós, pesados, de cabe.llos lasos¡ cáracterísticos·delá éJ:mca·de Constantino, sueC len ser interpretados como meras degeneraciones det arte griego 1üriportado. Rero;enrealidad, sonrevi'viscencias' de·motivos iridígep.ás: los ideales dela .'Italia arcaica recobransu predominioapen'as:désaparece elinflujo:l;i.elénico: '1Hay· en eLVatidano;urijovenHércules de.ti¡Jo,constantiniari01queUeva una tinscripciórn etriisca, testimonio de stfaemota antigüedadtMástal Oeste, los 'estilos longevos de Egipto, Babilonfa; Iridia, China, atestiguiín·con su sti, pe'rvivencia más allá de todos los cambios de gobiernos y todas las catástro" fes históricas, igual wvacidad de la expresión artística; Es, pues, forzoso reconocer un principio del«gusto étnico», que pertenece a.cada pueblo no menos que su lenguaje, que como elknguaje puede ser prestado,porun pueblo a otro; pero que resiste mejor que el idioma peripeciasyperíodos de de, ~¡; suso. Este medio de investigación merece un estudio más profundo del que ~'!hasta ahora se le ha dedicaao». 2> :" :TRANSMISIÓN Y CONVERGEN DA · ,¡;;¡ La sazón.de1880 eramás favorable a la ¡endencia opuesta:.El mecanicismo.halagaba,a los 'espíritus; Un' acre pesimismo soplaba enJasjarcias de ·~ tfodas las ideologías.: A las «ideas nacionales» ·de Bastian.se opone el antro" ~.!pogeógrafoRatzel. Según aquél las formas históricas emanan dela origina" Iidad humana; según éste, son resultados automáticos del medio, Genero~
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samente admite Bastian u;,_a gran riqueza de invenciones independientes, Ratzel parte, en cambio, de la'«pobreza deideas» connatural ala especiefüi mana. Siempre que puede elude el hombre el esfuerzo de inventar y prefié, re recurrir a la in\Itación, al préstamo. Existe ciertamente uii «patrimoajb;, común á todos los hombres» del cual Ratzel hace el inventario: a élperteS · 1 necen,·por ejemplo; el fuego producido por el rozamiento de deis palos;· 1, caza conarmas arrojadizas o contundentes; el conocimiento de algunas pl~ll, tas nutritivas o venenosas; el adorno con tatuajes o;pinturas, .etcétera;:Pefo en todo lo que no es e5to acertaremos pensando; que fue inventado una sola vez,.en un solo luga:r y de allí se ha ido extendiendo pottransmisión. . .. . •. El.pensamiento de Bastiari tiene el inconveriiente de inmovilizar la efu' grafia:El¡ie RatzeLobliga a reconstruirlos'movimientos de cosa5 ypersoria5:1f bre la cortezaterrestret Su punto de vista ha sido más recientemente perfeccr nado pcír Ehrenreich y.van Luschan merced al concepto de «convergencia»( ... , Un!ejemplo.aclarará elsentido de este principioc En los rios ylagosde1' África centro y sudorientál, las canoas son simples troncos ahuecados.ú\hfü!: rabien, datos numerosos.obligal:fa reconocer.que el sudeste áfricano harecilL bidofuertes emigraciones de Melariesiá; Los melanesios son gente mariria:: '"' canoas fabricadas también controncos de árboles, necesitan asegurar: su e5 ' - - -: ' ' -- ; tabilidad sobre ellfquido inquieto médiarite un flotador que consiste em.iñ¡ madero Parálelo ala longitud de la canoa ymriido a ésta por dos varas.A1'f netrareii el.continente africano1a:canoamelahesia navega sobreaguas.riiáiL sas y su estabilidád no req1üere el apéndice a que el mar obligaba; La econoDilll. del esfuerio llega a prescindir de tal aditameritci, y entonces, por simpkcij)'~ ración de resta, la canoamelanesia, inventada a muchos miles de leguas delo lagos.africanos, viene a coincidir con la forma autóctona de este continente .. Tenemos, pues, el caso de un útil que ha evolucionado en convergei( cía cori otro, hasta una completa asimilación. Y esta paridad resultante.U implica,.. sin embargo, comunidad de origen. '
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CULTURA Y CULTURAS
. ..La Historia·es el ensayo que un hombre,hace de entender a los déniili; Por eso, f'.s,precisóque al construirla evitemos introduciren ella nuestr°., ideales. Los d.emás son ]Jredsamente «los demás» ,y no:nosotros misJ!iQ, porquetiérien ideales distintos de los nuestros. En qué y en cu~nto se di,l1 rendan; es justamente fo que la historia vaa averiguar. ,
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.Llamo ideales a todo.lo que para cada cual tiene un valor.definitivo: así, páta,nosotros, !a ciencia, ciertas normas éticas o religiosas, ciertos.estilos de gelleza;,Elsiste.ma de:estos ideales constituye la cu.ltura. Pero esa cultura, ínica para no~otros vigente; no tiene vigencia para el asiático rii.para el griec goperícleo. Lo que se ha denominado «sentido histórico» empiezacuano:dejamos'.en suspenso esa vigencia absoluta.y única de nuestra cultura y aceptamos hipotéticamente que ha habido otras cada 'ciuakon vigor entun tiempo y una comarca; El pluralismo delas culturas:es, pues, una y misma .~osa con el método propio de nuestra ciencia.histórica.eProgresa ésta en.la edida errque 'sepamos negar'metódicamente,' ficticiamente; él exclusio,tle'iÍUestra cultuta_.. r 'i'' •,, ¡, · · i¡,, .D Tálvez, una de las glorias mayores del siglo pasado fue iriiciar este \
*** Es extraño oír hablar todavía de la cultura con patéticos ademanes. Este ·· tetismo cultural fue precisamente el gran error de Alemania. Y no me re.ero;a su'política, sirio a su obra intelectual en los treinta años últimos del sado siglo. Toda esa insistencia sobre la unidad de la cultura pertenece a ... pequeñas filosofías provincianas que en aquella época, y como simpáticorrección del tosco positivismo, pulularon en Alemania y se vertieron or el resto de Europa. Todas ellas eran y se llamaban filosofías de la cultu' no filosofías de lo real. Son síntesis urgentes, arbitrarias, de una conven}onal estructura, sórdidas utopías en que se confunde la sinuosa y esplén'da realidad con los míseros esquemas del llamado idealismo. A esta fauna .P~,
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1 muchas de ellas anuncia su arcaismo. Son trajes de viejos sistemas arregla~ dos para otros cuerpos. En su hora tuvieron sentido, porque la generaciól]'. anterior había perdido por completo la técnica dela filosofía y eráinene5tét reaprenderla. Pero, á-la vez, se revela en ellas la incapacidad de construir óri{ ginalmente la nueva síntesis de la vida .. No, no es con pueriles esquemas.-por ejemplo, prehistoria, históriá cultura-• como 'se llega a nada substantivo. La nueva síntesis es de ~nor;¡ me órbita y de una amplitud ecuménica. Eh comparación con ella, todas;lás tradiciones quedan encogidas como maneras provinciales. · · ··Si eXiste una cultura que pueda considerarse la ejemplar, laúnicá:ve daderamente tal, habrá de poseer finamente acusada la dimensión delse!Íf. tido histórico.· Estd significa qué para ser efectiva la.Cultura, conili:áyús~ cula, hace falta llegar a.ella al través y previo el reconocimiento de lasbtiáS'. culturas con minúscúla, de todas las de hoy y todas las de ayer. EQelmo· mento.de este.gran estudio;.de esta urgenté experieneial:ios hallamos;.y; ;. un poco inocente, un mucho utópico yun demasiado escolar, proporieinds. una vez más, como salvación, el perfil de Pitágoras y el busto de Euclides\ En mi último libro llamaba yo.alageometría de Euclides, puestá qu~ sólci vale para las realidades más próximas, geometrfa provinciana. Preferirla a: todas.las demás es un mero capricho, y el capricho sólo invita al desdén;f;E clasicismo.de q~e a algunos oigo hablar, suena a norma de provincia,\Y,e efecto, se origina en un dulce romanticismo de subprefectura. Ahora si; tra: ta de buscar un clasicismo de radio mayor, la unidad de una planetaria ph( ralidad; algo que germina en estos versos de Goethe:
}[NOTA A «LA BIOLOGÍA DE LA OSTRAJACOBEA>>, · . DEJACQUES VON UEXKÜLL]
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.acques van Uexkiill es uno•delosmaestros mayores con que hoycuentala creado todo un sistema de ideas biológicas, obtenido en una se7 rje de estudios, ejemplaresporsu minuciosidad y precisión;·Le hemos pe.elido qu,e desarrolle con motivo de un animal determinado sus puntos de vista generales, reuniendo así ambas facetas de su obra-· el sistema yla _\rlvestigación concreta. Las páginas que nos envía son un admirable escor~ ~fl de su ideología biológica; La lectura de ellas requiere alguna atención, que ~]lector hallará compensada al.hacerse dueño de.una de las teorías más lurpjnosas y armónicas de nuestro tiempo. ~iología. Ha
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Revista de Occidente, marzo de 1924
De Dios es el 01iente, de Dios el Occidente; las tieJTas de Norte y Sur . descansan en la paz de sus manos.
: 1 oé'~ta:sede ae·artfcu1os Sol:iie- úlris ideas déLéón Fi'Obéilius·)) 's-eha'Il'suP.rimidb'á~~;~{ párrafos que fueron-luego recogidos por el autor en su_enSayo Las Atldntidas, inserto en este tórii,
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EL DEBER DE LA NUEVA GENERACIÓN ARGENTINi;\,
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Teng~.u~anueva deuda de gratitud cmnia:j~ventud argentina ~uev?;~ pagarahoramismo. Recibo dos revistas nue:~s, una de Bue'.1os Aires;.ott~. de La Plata. Una se llama Válotaciones; otra Imaal. Ambas estan llenas de,co.~ sas que son sólo uná: .anhelo; afán;. trepidación de aparato' é:on~l~s que;átiíi en tierra, quiere part:ii no se sabe hacia qué estrella. En Va!oraaones ve~ ~n~ nota sobre mi libro España invertebrada. Enes ta nota de Carlos Amenc~ Amaya no hay enormes palabras deielogio hacia el~~tor, pero haya~go ~~; jorque eso; más sabroso; más halagüeño: compre1'.510n. ~s la.nota mas exa_ta que se ha hecho sobre aquel libro mfor. (Aqu~l libr? rmo,_cm::io en supr lago se dice, no tiene la pretensión de ser. un hbro sm~ mas bien el apun: dé un sistema}. En España se han consumido en poco uempo sobre dos edi dones dela obra. ¿Diré yo esto a modo de reclamo y para dar importancia libro? Me parece que no, porque lo digo con el fin de añadir lo siguiente: en España no se han escrito más de dos o tres artícul_o_s sobred.y éstos van~s u oblicuos. Ahora bien; un hombre cuya producc10n consista en un deles toso flujo literario, un poeta, un novelador, un estilista puede contentar con ser leído. Pero yo no soy nada de eso. En cambio, mis libros, mejores o peores, tienen siempre un tema,1( asunto objetivo sobre el cual he pensado, del cual he tomado una vistaide. lógica. Me es, por consiguiente, necesario que otros miren el hecho de qu yo pretendo hacer Ja anatomía y confronten_rni imag~n con la s~ya .. De otr modo no llegaré nunca a sospechar la medida de m1 error o m1 acierto.-~ pensamiento no es, como Ja literatura, monólogo, sino esenci~lmente dia lago. Esto está ya muy claro en Platón. Sócrates acusa a los sofistas de mo nologadores. Vosotros -dice poco más o menos- cuando se -~s pregnn algo respondéis con un largo discurso -macrología-y no parais hasta ~11 se os obliga a callar, como los vasos de bronce que, apenas ro~~dos, :~.clil. tan en largos sonidos hasta que alguien les pone un dedo encima. Socrat
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practicaba, a diferencia de los sofistas, .una exquisita plenitud intelectual. No quería ofuscar. ni arrebatar al auditorio, sino convencer, es decir, llegar a pro1fundo acuerdo• con el prójimo; coincidir con él enla·verdad; Por esta razón isocrate.5 hace del mero auditorio mi interlocutor, a cadáfrase se detiene y ,ipregilnta sidotro es tí de acuerdo,. Éste contesta y así sl:!cesivamente. El moí)iólogo largo y de' una pieza, la macrologia,.se ha fragmentado en mínimos lttozos, se hace rnicrologiay sé reparte entre dos.Asinace el diálogo y con él fla dialécticaoEI pensamiento honesto es siempre•en.tal sentido dialéctica. ' rI¡i dialéctica es colaboración. · ·/ · · '· ¡ , La vida intelectual española cruza ahora por una etapa de audaz moriolognismo: C:uando se interrumpe este uso no es para dialpgar, sino; a:l con. arfo; para ejecutar alguna•estúpida agresión alprójinio:escritor; Nadie se otorga ellujo de comprender a otro y, partiendéJ,de esta comprension; tal vez 'ebatirle. Me temo que, en general, acontezca lo mismo en la Argentina; y "óne5o quiero aprovechar.Ja gentil excepción que estas dosreVistas me presentali para denunciar el grave peligro que corre:el intelecto· hispanoc americano. Si el ,temperamento al ·1Íso prosiguiera, deritrO. de pocos años caeríamos en la más incorregible idi,ocia,.Elintele'cto'no.tiene1más excitan: ,terii más gininasia ni más riutriÍnento que una peculiar yhijosa voluptuó• · ·dad por Ja :yerdad.. Quien nosienta ese placer.casi erótico de alargarla mano .palpar estremecido las formas deliciosas :de.una idea' en qtida realidad hií.dejado inipresas· su'seno ySU: mejilla,.puede estarsegnro de que a los treinc ia:añosselepararálainteligencfa:r ,, .. ,,.. L , •. " ·m·>Nd hace mucho existía en ·París .tiria Unían pour ldvé1ité. Esta soeiedad ublicaba unos cuadetrios donde.los hombtes'de.ciencia y dele tras discútian entre sí, de espaldas al público~ sin tolerarse vanos aspavientos, febnias 1ü qtras ruindadesdnspiradas por el afán de quedar encima. Un rioroso imperativo de veracidad presidia a:la:polémica, Yo pienso fundar en adrid una sociedad parecida que·sella:mará el «Diálogo».Sus miembros reunirán un día ala semima: para discutir s,obte algün ·a~unto. La contrae rsia.serecogerá.taquigráfica:mente yse publicará·ª .fin de que.puedan par'cipar ,en este; canje espiritua]personas lejanas, Una insolencia, una.pe, E\ntería, um1 deslealtad serán automáticamente castigadas con la exclusión; 'ha.verdad.no es,·en.verdad, más que un deporte y, por,hmismo,·conviene ~ultivarla con lá moral y.la disciplina más rigprosas, que.son. Jas,usadas nJos juegos. Acaece. el deshonor de que los;intelectuales tien,en ahor¡i que . eaprender la ética,de los.futbolistas, Suponiendo que sea esto..un.deshoc no,r. Porque:eLhecho es que todas las normas rígidas han nac\do históriarrtente en el deporte de los nobles. El propio Platón no sabe en\'.orniar.más ltamente la filosofía que llamándola «laciencia deJos hombres libres; de . . 665
los nobles, de los caballe~os» -·he episte:me tan eleutheron-y es corno sUa llamase el GranDeporte. . "· • · .La.desrnoralización•de las juventudes .intelectuales en Europa es su perlativa. Probablemente se tnita de un síntoma entre tantos de la vitalfl dad inenguante:en:elviejo continente; ¿Por qué no hab.ía de sentÍIJ l::i;aC?f tual generación argentimi eLorgulll) de querer ser una generación ejeIIJ.pla. deiniciar.urialíriea de ascendente clasicismo? Por clasicismo entiendo aho.: ra una sola cosa: férrea disciplina interior; Todas las labores' valiosas ques han cumplido en la historia nacieron de esa disciplinai.dura, vibranté¡ qif no consiente el menor abandono O flojera; la disciplina quereimi.en la5 plá.".· zas sitiadas. Una juventud que aspire a ser no consecuencia;repercusióJ1;.éc': deLpretérito errdecadencja; sino,al contrario,.inidaciónde un procesó:as censionalyconstructor -'-el.proceso en que se crea esa enorme cós~qü es un gran pueblo-. tiene que sentirse sitiada por el vulgo inerte. Esta se sación de aislamiento ha sido siempre el máximo estírnuli:i, fa gej:J.iáFiñ:cíf tación que mantiene tensa.el án,irno·de las.minorías selectas,las•cu,ales:soii' selectas -entiéndase bien,...,,, ante, todo y sobre todo porque se exigen rriü~ cho asírnisrnas,.El·hornbre qué se.irnponé1á.sLpropio unadisciplina,m · dura y1i.mas exigencias mayores que las habituales en el contorno, se selea; ciona asimismo\ se sitúa apartey fuera de la granrnasa·indisciplinada'dolil de lós individuos viven•sin tensión ni rigor, cómodamente apoyados los ili(ó~ eri los otros1ytodos a la deriva, vil bótín de. las resacas:•Por esoelleil1a d' cisivo de lás antiguas aristocracias,forjadórasde nuestras naciones.occt dentales, fue el sublime Noblesse·ob!ige.cNadase puede espetar dé-hoil1 bresque no sientan el orgullo de poseermás duras obligaciones que los de±óá.s¡La nobleza en el hombre, corno en su hermano mayor el animal; es, ante todo¡ un privilegio de obligaciones. El caballo de raza lo es, ante todo, porque tiet ne obligación de correr más que el vulgar o resistir más largamente! • En esta disciplina dé la juventud hay.un punto que es el más delicad~ dé todos y, a la par, eldedsivo. La juventud necesita dejarse influir. Una mocedá: . hermética que no se deja penetrar por formas ejemplares de vida renuncia á:fof7 marse el tesoro interior de ideas y emociones que han de operar luego com rnagníficosresortesórgárucos1 Biológicarnente;parecehaber'sidoprevistala~· ventUd corno una etápa·de enérgica absorciófüEl mozo tiene que dejarsetr~. sir hasta el eje mismo de su persona por lada ejernplaridadc Elresto de•la'Vi' será, por desgracia; una incesante esgrima con queünpediillos ser diVina!U~~~ vulnerados por la aguda•perfección: Quierá: o·rio, en Virtud de una ley ineXó rabie, el organiSmo se va obliterando, formando un caparazón defensivo e[~ amparalo que haya dentro¡ pero impide todo nuevo ingreso dd e¡cterioriG:o viene; pues; llegar a la' madurez con los sótanos del alma bien pertrechado'
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• ; ·•.Pero esta necesidad biológica de dejarse influir que siente toda sana juentud le obliga a cultivar eri sí un fino instinto de elección. Sobre todo cuan~ ¡lose trata de influencias intelectuales. El joven exento de una.vigorosa•dis" 9iplina tender~ a preferir corno ejemplares aquellas actitudes que es más fácil · itar. De aquíque enfas generaciones decadentes los jóvenes rindan culto ¡:yároso al'aspavi·ento1 Por el contrario, .en las generaciones ascendentes es am1o~edad unjuez•terrible, insobornable, que'exige a quien pretenda in• uirsobre él la más impecable honestidad. ¿Honestidad? No sé bien por qué eiempleado este vocablo habitado por resonancias éticas y, consiguiente" ente, patéticas. Fuera más simple y cabal decir i< talento». El mozo debe - ·gira quien pretenda influir en él simplemente eso. Sise trata de influen:¡¡¡¡deológica, e1'talento consiste en pensar pensamientos que ajusten sutilente con la realidad. Nada más, nada menos, ¿A qué gestos? Quien carece de ese talento buscará un sustitutivo en grandes ademanes de heroísmo potico. En vez de averiguarnos una núeva verdad gritará que la libertad está me.nazada, cuando lo que esperarnos es que descubra alguna ley psicológiá. o estética, algún secretó náó histórico, alguna intadá visión metafísica. ' tras veces, en lugar de la gran gesticulación tribunicia, el escritor exhauso prefiere segregar «elegancia». Hará el desdeñoso, pondrá1os ojos en couisse, c~ando•de ló que se trata es simplemente de dispararla flecha dela idea :alcanzar bajo el ala'unaverdad que· trasvuela. ¡Cuárita diferencia entre todo 'to y:esaslectuias•de"que salimos•rnás densos,.conun•extraii:o-aumento ~:peso espiritual;'porque hernos.reCibido visfones poriderables 1 •· . ·· _ , l''''.'l? se puede esperarnada'de una juventud que no sienta Ja urgen.cia de ~qumrun repertorio de ideas claras y firmes. Una impetuosa aspiración•haa:la luz hermana de la que reside en el vegetal, me parecería el mejor sín~:Uª de. una nueva generación. ¿Es esto lo que sienten los jóvenes redac-~es deValoradonesyde Inidal? Yo creo.que sí; pero debo lealmente agregar na' reserva: en a~bas !revistas predomina con exceso el ataque a lo que no .71esfüna sobre·la·defiriición de lo que se:piensá; Esto no sigrufica una invi·. ~.Íón al pacifiSrno.Juventud es beligerancia; {En un ensayo:próximo a pti" hcars~-·-«El Est~do, la juventud.y' el Carnaval»'-.--- se· verá todo el grave ~p.teruqo quee~c1~rra para mí esta aseveración). Pero es un error creer que liguerrero.esenciafse complace en elataque.: Todo lo contrario. Para e1 buen liciona.dp a los secr~tos.psicológicos nada más curioso.que sorprender en t 'manía de atacarun síntoma de debilidad, una preocupación defensiva: El q;nbrefuerte no piensa ntinca.en atacar: su actitud primaria es simpjern~nte ¡-
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re 1, VéaSe-icEl 'origeri-deportivo del Estado!> en el tomo 11 dé estas qbras,completas, , ; , :
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afirmarse. La serena y de5precicupada afirmación de una doctrina, de uria 1v' !untad, de un deseo, es la verdadera ofensiva deltemperamento guerrero;r ataque es para él cosa. secundaria y siempi;e respuesta a un prójimo que~ sintió ofendido por la enérgica paz de su afirmaciórL En la.vida intelectq' es:esto de una.evidencia superlativa. El escritor que'propende demasiadq la polémica es que no tiene nada que decir por su cuenta. Para mí ha lleg do a ser esto una señal infalible. Me parecía un heroísmo inveroSíIIlilque, hombre repleto de huevas ideas sobre las cosas en vez de exponer éstas; ocupase en combatir las ideas de otros,. La auténtica ofensiva intelec,tu~l: la expresión de nuevas doctrinas positivas.
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. ·. PARA DOS REVISTAS ARGENTINAS '· Como en Valoraciones he hallado una certera nota de Carlos Améri~. Amaya sobre rni Espm1a Invertebrada encuentro en Inicial uri artículo a~g5 nimo sobre.mi libro E! tema de nuestro tiempo. El autorhapenetradobie¡í, el sentido de.mis pensamientos. Sin embargo; hay en!suinterpretacignL. error sustantivo oriundo; sin duda; de que yo me he expresado muy m~ en el punto que más me im¡:iortaba. He aquílaventaja de:est,os comentario' a una obra: Gracias a Inicia!caigo en la cuenta de que yo.no he dicho con9L ridad lo que pienso. Y el caso es. que yo creía haber eliminado en estepun" to capital toda mala inteligencia.' . «Alguien ha ditho -leo eninicial- que las afirmaciones de10i"tega, Gasset nb hacen sino corroborarlos puntos de vista del.pragmatismo», ¿Qui~ será esealguien,lectortari i:listraído, que me entiende'al'revés?El C:oliib(j~ dor anónimo de Inicia! me defiende de aquella imputaci.ón. Pero lo haceit, algu!la tibieza, siendo así que, dado. el espíritu de sus págiiias, debió hª]l arremetido.bravamente éontra una de las tergiversacionesmás·enojosas'\'.j.1,1, puede sufrir nuestra común sensibilidad. ¿Corroborar el pragmatismo? 11<,; exacto =diceinicial-··-es exacto, en cierto .modo, ya que como aquél¡ ei¡f rá la'Verdad· como un simple proceso deada¡:ltacióná fines prácticos».rinic( me proporciona un pequeño disgusto presentándome ante mis propfos,oJ. como reo de semejante delito. Porque, en efecto, se trata del mayor de)J,1 que se puede cometer en filosofía. Es más, ni siquiera se puede ep. filosofía.~, meter tal delito porque al intentarlo se ha dejado de ser filósofo. El prªgrµ1 668
... o no ha sido nunca una filosofía de filósofos, sino, a lo sumo, una filo9.fía para los incapáces de tener ninguna. u; No, yo no he.pensado nunca que la verdad sea un simple proceso de adapcióna fine.5 prácticos. Yo he pensado·siernpre todo lo contrario, Toda Ia int~ndón de rnUibrb puederesurriirse en el ensayo de armonizar el carácter ascendenre, ultrabfológico de la verdad con el carácter inmanente; biológi;def pensamiento. La superación de la antítesis racionalismo-relativismo Jilica que tomemos los dos términos antagonistas én toda su pureza. Lirverdad es transvital-dice el racionalismo de Sócrates y Platón. El ensamiento es un proceso vital-.dice el relativismo~, de quien el prag.~tismb no és sino la más·hosca manifestación. Y el caso es que ambas afirc ~dones son verdaderas, Por esta razón1es imposible encérrarse'en una :ellas y negar la contraria corno hacen racionalismo y relativismo. Conviene no confundir el pensamiento con la verdad, El pensamienJpuede .ser verdadero o falso; es una función orgánica del individuo;' soeqda; parlo tanto, a Ias condiciones biológicas de su de5arro!lo,•En cam·aJa verdad es indiferente a toda: conveniencia vital. Podrá ocürrir que la Jtuisición de ciertas verdádes resulte a posteiio1iyentajosa biológicamen;pero también puede ocurrir y auri de hecho acaece lo contrario: que una erdad mate. !'• ' ' ' ' ' ' ' . . " ' ' .'"' «Eltema de nuestro tiempo consiste, precisamente,· en evitar la confuc ~n de las leyes del pensamiento con las leyes defaverdad»::Unas y. otras Jecen antagónicas: el pensamiento es un fenómeno real que se produce en .'tiempo. Stisleyesson históricas:• La verdad obedeci~a Teyes·absolutas, ,,· urnisas a. toda condición de tiempo y lugar. El error que nuestra genera"óri debe evitar consiste en desconocer ese esencial antagonismo y prender supeditarla lógica a la historia o bien la historia.a la lógica. Para llp.no tenemos más que un método; todo problema es bicomernn poco de lpry tomémoslo porambbs cuernos. i¡;·;Nb es posible hatet·.nada más útil en esta'cuestiónsino se.logra sufi¡;hte claridad sobré sus términos> . . •· • . : ' , ; ., :i1> ¿Quién es, hablando con rigor, el verdadero o el falso? Naturalmente (J son la!\ cbsas. propiamente. verdaderas o falsas:El •«verdadero amigo». es .ll uso incorrecto, cuando menos un uso·secundario y derivado del vocablo jl~dad, En lugar de «verdadero amigó» habría que decir «Un hombre de \l~en afirmar que es amigo resulta verdadero». No es, pues, el amigo pri~ jtivámenteverdadero sino en la proporción én que se le atribuye ése ca; cter. Según esto, verdaderó o falso sólo puede ser el pensamiento; • o: ·:r·'.Pero aquíestá·elpurito delicado: La palabra «pensamiento» como casi da5 sús'congéneres-'idea, imaginación, concepto, juicio; etcéiera- arras-
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tran un pernicioso equívoco¡ acaso el estorbo más grave que en el progres· actual encuentra la filosofía. Yo pienso ahora en Buenos Aires, y el lector;! el instante de leer esta línea también. Tenemos, pues, dos'pensami~nto sobre Buenos Aires: eli:nío y el del lectm', Ambos son sucesos reales; que a:co , tecen en el espacio y en el tiempo: el mio áhora en Maddd, el del lectorde!l tro de un mes;junto al Plata. El mío es un trozo real de mi'persona;fon.¡i parte efei:tiva de 'mi; me pertenece. Lo propio ac 0ntecé al lector c~n el suy. Son, pues, dos realidades distintas. Sin erhbar~o, esos dosp.ensa~mentos . tfutos son en·otro sentido del vocablo; elm1smo pensannento. ·Ambos,: e efecto', pie~san lo mismo: Buenos Aires.(Dejemos a un l~do.lasv~riant ' para la cuestión es suficiente•cón un núcleo mínimo de comc1dencia;y q éste existe es obvio, de otro modo no nos entenderíamos los unos a los otros Esto común que' pensamos tiene atributos dife~entes de los q11e acabám de reconocer a nuestros pensamientos: El Buenos Aires que pensamos no, un hechó real; nciforiná parte í:knuéstro ser: es'iilcliferente al tiempoyal;l gar. ·se: adviertela 'urgen'cia de corregir el empleo equivoco deHérmino·pe l · · ·1a co ' nfu's10n.r •• ' E samienfo?'Unasencilla distihción va aaclararprontamente , todo fenómeno intelectual hay que distinguir el'«acto» ide pensar; percilíf etcétera, de «lo» pen5ado;«lo» perdbido, etcétera.Lo pensado;•por oi;rapa te, no es la «cosa» en que pensamos, sino «lo» que pensamos ~e.la co~a:;:Au~ que Buenos Aires desapareciese, nuestra •«idea» de Buer;os Aires queda'J, indemne>y no i:nenosiildemne quedará cuando nuestros'<h L°, 1dea~e:; prop1, rigorosamente hablando, lo iiTeaL No se trata, pues,• de•~ada =~c~ o;i:ag de nada obtenidb·media'nte cóhstrucciones; especulamones o hipotes1s.¡. estricto pbsitivism'o;:que.sinteorías preconcebidas busca los hecho,S;i .• ehcuentra'con este enorme hecho: la existencia de.objetos irreales cornpo ríen las «ideas». Yno haymás remedio que tomar d hecho ~egún él·se:dll, . , ' En·lafilosofía.de los últimos siglos ha originado grandes.perturba:cl nes ciertmmanera de. hablar quellarha a las' «ideas» !«contenidos. déla·co,n ciencia»: Como la co'a.ciencia es el sujeto al hacer de las ideas contenidos aquélla, selas convierte.en algo subjetivo. Y como.el rnundo,'en definiti
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llega a nosotros en forma de ideas.. «lo» percibido es también una <. Ésta:es transubjetiva: La idea de uenos Aires;·del'centauro,·del dodecaedro, no.foinia parte de•nuestra sub, etividad por la sencilla•razón de que es perfectamente irreal y nosotros, en arnbio, somos perfectamente-réales. . ,; · . . . . 'hn No es posible hallar expresiones;adecuadas.para definir•este modo ,de rirreaLprbpioidé las ideas" Esto j:>asasiempre'que llegamos a fenómenos ernentales. El rojo·o el azul tampoco se puede definir: no hay manera; .por ·edio de.conceptos; de haéeJ:. eonócer a un eiego lo que sém esos colores. Los enórnenos.elernentales sólo se conocen «viéndolos». Lo úniéo que cabe es, pórímedio 'de•expresionesindirectas, conducida il}fuición del•prójinio hacia eHenómeno a fin de que.por si mismo lo Nea;· , . ,; \¡ .Y, en efecto, no hay nada más sorprendetite•en el rhundo.que,ese
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ha· sido un grotesco co~fusionismo. Envez de hablar de la verdad de]Ji haber hablado de la convicción, de la certidumbre que, en efecto; sonhech:' subjetivos. En la forma.ción de nuestras convicciones intervienen claramen factores prácticos. Po~ este motivo el hombre se convente hoy.de unas vef des, máñana de otras 6 bien de puros errores. La «adquisición» de las verdad "-'..SÍ se quiere; «.la adaptación .del sujeto a la verdad»-.-.. , es un proceso ,}i'' tórico, un fenómeno biológico. Pero el pragmatismo habla imiversalme.~ de una «adaptación dela verdad al sujeto¡> y esto es lo que carece de séritid La verdad nó puede ser relativa a la condición de un sujeto; sea individuó: especie. No hay•una verdad para éste o para el otro: Esa verdad asícoiidh cionada sería el nombre del error. Cuando elSujeto cree haberllegado•áiílli verdad; cree haber superado su condición subjetiva y-habertocado•urní •· verso absoluto, indiferente•a toda relatividaddelindividuo o de la-espécf' Algo'es verdad para mí, cuando creo que es verdad en sí, yno alrevesr•J<, • •En.definitiva•, es el pragmatismo un vulgar escepticismo. Y el e:Sceptic~ mo nadie lo ignora es acaso una fina manera de sentir, pero no es una' teón po~ible; hubiera sido mejor decir que el hombre, por estar sometido peraciones prácticas, es incapaz de poseer verdad alguna ..Esto hubieráT nido sentido: .. dicho por un ángel.'• Dejemos, pues; quedo el pragmatismo. Ocuparse de él implica estar jos de los grandes problemas nuevos. La filosófía ha caminado much?•d__ . de 1880 hasta' el día. Ncífuera•excesivo afirmar que en ese período ha vuel to a nacer y hoy, adulta, veante sí los más vastos y estremecidos horiio.nf: Lo que me cue5ta algún trabajo entender es que todavía en 1916hubieseu: cátedra de la Facultad de Filosofía de Buenos Aires donde se exponía con'd • vota convicción la momia de Spencer. 0
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LA ETNOLOGÍA Y LA HISTORIA APROPÓSITO DE LAS CONFERENCIAS DE FROBENIUS EN MADRID
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Madrid, abril de 1924
EL CARÁCTER ORGÁNICO DE LAS CULTURAS .
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J_'.e,ón Frobenius ha dado conferencias en Madrid. Soy, en parie,1responsable de ello y por tal motivo quisiera explicar mi interés en que la óbra de Frobenhis sea conocida de la espiritualidad hispanoamericana: DeS,:aría contribuir a que se formase en este mundo nuestro de inflexión espa~pla una pequeña minoría de hombres con cabeza clara y un fuerte tempe'amento de exploraciónintelectuaL Gente, a la vez, audaz y serena, gente de Hemos ido_ demasiado tiempo a la zaga de todos los arcaísmos para que no sea llegada la sazón de intentar en-nosotros todas fas innovaciones. VivíaÍtibs en'. la reserva; adaptemos·ahora una disciplina de vanguardia; Esto, claro está, puede degenerar en un prurito de novedades, en una frivolidad de ~últimos gritos». Pero este peligro no deberetraemos de la empresa, No hay ?~da qúe no .esté' en peligro de degeneración y las actitudes más fértiles y generosas más·cercaque lo demás. . ' '' . . , .' Lavida de 'vanguardia es, ante todo; una vida alerta. Es predso·sor~ ;ender los signos que hace el paisaje, sus más leves cambios. Hay que afia'r'.el órg~no para percibir las germinaciones. ' fü Para quien posee este temperamento nada es más atractivo que asistir l:nacimiento de una idea, de un pensamiento que, tiempo adelante,
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Su aemérito en haberlas exagerado sacándolas de tódo quicio y mesura.•El pensamiento capital de sU obra está en considerar las culfuras córnb éffga nismos independientes, sin comunicación entre sí, y hacer de ellas los ver~ daderos sujetos de la historia. En mis Meditaciones del' Quijote de 1914 llec'. gaba yo muy cerca de esta idea-digo muy cerca porque, a mi juicio, sólo; con importantes imitaciones es verídica la doctrina. Pero mucho antes y éoil:, estricta coincidencia había sustentado esa opinión el etnólogo alemátr Frobenius, especialista en pueblos africanos. . . Como casi todas las grandes ideas, ésta del carácter orgánico de las cuk turas surgió de una necesidad puramente técnica. El cúmulo de datos sobf la vida de los pueblos primitivos que el siglo XIX ha reunido es enorme. Utéii', sillas; armas, tipos de edificación, ritos, instituciones ... Para poder dotar d algún orden a.tan exuberante re¡:iertório. fuénienéStéifijar·cartográficamente la ¡:xtensión de cada uno de esos elementos. Si en un mapa de África seña{ lamas con una manchita roja todos los lugares donde sabemos que el grall.o se conserva en silos y con una manchita azul los lugares donde el grano Sj! conserva en hórreos o almacenes peraltados. sobre estacas, hallaremos qu~ las manchas no quedan repartidas al azar, sino que en uno y otro .ca~ofor± man masas de color compactas. Es decir, que cada utensilio tiene una eii1 tensión regional; " · Hagamos lo propio con una institución y la herencia, por ejemplo: M quemas los puntos donde.la herencia sigue la línea materna y con otro.:.c ·•.. lar aquéllos donde sigue1alínea paterna. E,l resultado. es el mismo. .. Las man• chas forman dos grandes fajas sobre elmapa africano'. Pero ahora obsetvamó algo más interesante. La zona de herencia maternalcoincide con la:zori, de graneros subterráneosy la de herencia paternal con la de loshó,rreos.S seguimos aplicando el mismo método.cartográfico a las demás manife5ta dones.etnográficas .hallamos que forman conjuntos regionales exclusiY.o por tanto, que a cierto utensilio corresponde invariablemente deterrnirl~~~ ideas religiosas, determinadas instituciones políticas; .etcétera:• Esto. in die que ca.da pr.o.ducto.humano-.materifj]O espiritual- tiene µna misterio afinidad con todo un sistema de ellos y que sólo aparece normal.rr\l'!Ilte au . to con éstos,. como Ja trompa del elefante no aparece en zoología,sinoJcom plicadaconlosde;másórganosdel.paquidermo. ··U . ·. •f'Jll!f!Jsid. .. : •Esta· eX:traña.cohesión.delos fenómenos culturales no~.hace caer:fu-1 cuenta del. error que hasta ahora se per:petuaba•en etnologí~, y aun en his,t ria. Se tomaba un utensilio;una costumbre o una.institución y de5integi;!\. dala de las demás.manifestacionesvitales de.un pueblo. se.Jntentába:desctl brir sugénesisy su sentido: ELetnpeño era vano: No se lograpa.Q.e es.ta;su. averiguar la ley del fenómeno biológiéo que, a.fuer de tal, sólo.tiene'reali
dentro ~e la~nid~d ~':un organismo. Lo que en las ciencias físicas es explicar, en las ciencias h1stoncas es entender. La razón de ello es obvia. El fenóme.no físico está constituido por materia. El fenómeno histórico está formado ·. pm: sentido. ~on entender este su sentido hemos hecho cuanto' hay que ha~er; l~ hemos· penetrado íntegramente con nuestra inteligencia.. , . : · · Esta esJa gran ventaja teóricay a la par, fa gran delicia de las ciencias .··históricas. :m~~tancia de sus fenómenos es transparente a nuestro espíritu; · ~ ~enpnnc1p10-plenamente inteligible: En cambio'1arealidad física es por esencia, opaca a la comprensión; es ininteligible. Todos los movitnieri~ fos de los cuerpos pueden reducirse a leyes prácticamente exactas;'pero esas leye~ son .por completo idiotasy estrictamente ininteligibles. El choque de ..dos atom_os es .un•su~eso tan sin sentido q11e nuestra•Iriente queda siempre fuera de el:. En cambrn,:podemos·aspirara entender hasta su raíz.la acción de•Bruto que ytigula a César. Ésta es la esencial diferencia entre los movi:i:n~ntos fisic~s y lós géStos vitales: Un gesto es un movitniento que tiene sene Udoi 1MaraVIllosarealidad incotpói"ewéstadel S~ntido¡ que·va inyeC:tada en toda manifestación del ser viviente! Un signo en un asta de seno que el ~ombre ~rehist~~co dijo es un objeto suculento para nuestro espíritu, que pone:en.e1sus·lab10sysorbesu.sentidoi'. ·'·. · . . "";. ,. / r;rn.iPero el-Sentido, ala vera de esta ventaja; tieneuninconveniente. Mienc .~asla_mate~atol~ra; 5in desaparecer, ser la voluntad·fragmentada,·elSenc do solo existe cuando está integro.lUna.palabra suelta de un idfoma'desc co?oci~o es sólo un 1:1ido.• Cada vocablo es' tin pedazo dHgran organiSmo e;'Pres1vo ~el lenguaje quena se ha·forrnáao sumando.a'unapalabra otra, :smo alreves, •por la prolificación de un núcleo complejo, es decir, de un lenguaie ya completo. El gesto de un animal sólo tiene sentido. cuando se )e•sitúa.en el sistema de gestos propio a la especie .. En lo viviente es siemre el todo antes que las partes y éstas sólo vivenmientrasse hallan juntas n el todo. '' Esto. acarrea una dificitiltacl.específica a las Ciencias históricas. ·Hechos qtiefisicamenteptieden subsistir no tienen subsistencia histórica• no tiénen e~ti.do porque son.sólo fragrnentos::El acto critniOal de.Bruto,por'.sí, es ininc ligible.-Para entenderlo hay que completarlo, hay que:perseguir. la línea de
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cacliarro que al tomarlo en la mano no sabemos lo que es, ante5 biew,· sá,c bemos sólo que no es üna cosa X, algo, por tanto, que postula, que impre~ ca elsercompletado. ' . · · . Como la ciencia física ha llegado al cuerpo indivisible o á.tomo, la cien7 : cia histórica necesitaante todo descubrir elincdividuo histórico. ¿Dónd~ podemos cortar el proceso del acaecimiento humano seguros de que no lo " hemos roto sino que hemos hecho la cesura donde, ewefecto, hay una•s¿ paración; cuando menos una articulación? Nuestros ábuelos todavía aprel:l~ ·•. dían de niños el arte cisoria, el arte de cortar el ave asada. Era como unaana~ tomía culinaria que enseñaba a buscar las torhisuras orgánicas delanim~ftI Pues bien, la histciriainecesita de un nuevo arte cisoria.' '··, .••·• El inCdividuohumauo;fa persona no sirve dein·dividuo históric.~;_ Bruto no acaba históricamente dondeacaba su perfil personal: Su espíritu ~e. halla urdido en la atmósfera de ideas y sentimientos dé la Roma del siglo}i antes de] esucristo .. Parejamente, el utensilio-.arco, flecha; dosel-·-.; Ia.iús~ titución; la costumbre que el etnógrafo.describe no tienen 'éidstentia hi.st tórica por sí. ''.-: Véase, por donde, la idea de Frobenius, que considera'los complejosde manifestaciones vitales de un pueblo .como uw todo:orgánico, alcual llama cultura, significa un oportuno ensayo de resolver el gran problema de!lóg\; ca histórica que yo llamo problema del in"dividuo; NiFrobenius niSpenglér se dan cuenta de la urgencia filosófü:a de sil.doctrina. Son ambos, aunq11e; alemane5, de una insensibilidad filosófica~¿porquéno-decii ignorancia?::.;• superlativa: De aquí, el aspecto caprichoso con que su tesis se presenta; '• :2, ·Ami juicio son muchas las objeciones que a este pensamiento dela~ culturas como seres orgánicos independientes hay que hacer. Pero antes .dé hacerlas conviene subrayar lo que en él hay de profundo yjustificado.
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H~c~ veinticinco_años
que León Frobenius insinuó este pensamiento En la etnolo~a ~e a~phamente admitido y ha dado fecundos resultados. Spengler .por cmnc1deI].Cia o resonancia, lo ha aplicado, bien que modificándolo a 1 ' ,problemas históricos. ' os denmn~ando!o «~eona de los ámbitos culturales» -Kulturhreislehre.
Per? aun quisiera yo mostrar otra profunda utilidad que este modo de pensar Uene para la nueva, para la futura historiografía. La Nación, 25 de mayo de 1924
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' Hoy he sugerido una•de sus hondas raíces filosóficas. En la pesqnisaci~ cuál.es el in·dividuo histórico Frobenius·Spengler significan un primer~ tento desolución.-Los individuos seranlas culturas ~no los.I;iombrei;;;r1p lás razas, j:meblos, naciones. Los pueblos son meros portadores de ellaS;'éqi~t los vientos del polen vegetal. Las culturas forman orbes históricos .cemii:lo hacia dentro de sí mismos, sistemas completosyherméticos, sin comüni.~ ción entre sí.Una interna unidad, pareja a la que actúa en la simiente;1e5·ci·' Vida, expansión, desarrollo. Todo hecho humano es uri brote de ellas Y:!! ellas radka•s.u sentido: Por eso el etnólogo, el historiador; tieneri queTa.co. tümbrarse a considerar las culturas como los fenómenos' funda,mentale5i• demás; es sólo fragmento de ellas. • '
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IDEAS POLÍTICAS
I NI CONTIGO NI SIN TI, LA CANCIÓNDELPARLAMENTO
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sus últimos discursos, Mussolini parece abandonar la máscara de hom~. bre de Plutarco que hasta ahora usaba, y más contemporáneo, me.nos_ pro~" nata, solicita humanamente, ruega, depreca. Es interesante advertir corno~. primer tambaleo que sufre el fascismo, su jefe se agarra al P~r'.arnento; com~ en un movimiento instintivo, lo mismo que al perder el eqmhbno las man.o,~ del homo sapiens buscan automáticamente c01.1tact~ co:i la ~erra. ¿Quiénl diría? Hace dos años se presentaba ante esa misma insutuc10n con un ge:t a lo Cape to, con látigo y botas de montar. Atribuía entonces c~erpo.~e re presentantes un oficio coral y de armamen~o, :iada más: Le exigia d~c1hdad de otro modo anunciaba que gobernaría sm el, como s1 fuese la qumta ru~-. da del carro d~l Estado. Ahora resulta que aquello sólo fue un ademán, Y que,, al menor peligro, en todo caso de gravedad se recae en el Parlamento, cen tro de la gravedad política. ¿En qué quedamos? ¿Será preciso cantar alP_a~ lamento la vieja.canción: «Ni contigo ni sin ti ... »? ..\'" Yo creo que; en efecto, la vieja canción expresa certeramente la s1tu . ción actual del Parlamento en toda Europa. No se puede gobernar con él, se puede gobernar sin éL . . Pero esto requiere algunas explicaciones. Los ensayos de d1ctadu que se han hecho en algunos países meridionales -desde Turquía has~ España-··-. son demasiado coincidentes y numerosos para que no merezca. . algo más que la cómoda irritación de los «libera'.es». Desd~ hace mue~ tiempo los «liberales» reducen su actuación políuca a entusiasmarse o.• dignarse. Este hábito les ha conducido a la derrota, Yo creo q~e no huell el propósito de entender, como se procura entender un fenómeno de\
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·.naturaleza, esta súbita cosecha de dictaduras que las últimas añadas han producido: Claro es qui! una explicación suficiente de tan insólitas frúctificaciones · .óbligaría a remover los temas más difíciles de toda la historia conterhporánea.'Habría inclusive que salir de la política y penetrar en el secreto de las vanaci011e5.ideológicas y emotivas que se están preparando en el fondo.del ahna .europea. Mas si nos contentamos con un esquema de explicación, cabe eludir tan larga y problemática faena. Afortunadamente, todas aquellas cau~as profundas convergen en una sola: la crisis de la institución parlamentaria. Las nuevas ideas, los nuevos sentimientos,los nuevos intereses dan en ella una proyección simplificada que permite reducir la vasta materia a las claras proporciones de un problema mecánico; .•'. . Desde muchos años antes .de la guerra, en niriguna nación europea se J¡acía a fondo política interior. Se dejaban conflictos y cuestiones, cua~do tlointactos, transferidosmediai;1te provisionales acomodos; Sólopredcupafü¡ la política exterior. La guerra inminente ejercía uµ imperio exch:¡sivo sobre la gobernación. Donde]a amenaza bélica era menor, corno en España, 16s vicios.nativos rendían el mismo efecto:. derridra indefinida' en la solución deJas cuestiones, cada día más· agudas y urgentes. . · La posguerra viene a libertar paulatinamente a los pueblos de aquella cibsesiónJ.riternaciorial. Sus asuntos interiores; agravados por la persistente elegación, por las consecuencias de la guerra y.por el frenésí de que Rusia 'abía contagiado a las clases populares, requerían inmediata solución. Éste ,era el caso de Turquía, Grecia, Italia, y;.con la diferencia antedicha, de España. Alemania, Francia, Inglaterra, más comprometidas por la guerra, puede decirse que aún no han salido de su zona de influencia. Mañana, pasado, les • . , • . llegará.su hora. . 'º' •Es evidente que si en 1920. la institución parlamentaria hubiera poseído ~~·prestigio que en otro tiempo gozó; a nadie se le habría ocurrido buscar solución a los conflictos públicos más que en forma parlamentaria. Sin embargo, ntonces comienzan a brotar en el viejo árbol los frutos dictatoriales. ¿Por qué? .. El pretexto, el motivo anecdótico, el tipo de:hombre serán diferentes en ada país; pero todo eso es inesenciaL El mecanismo decisivo por el cual han ·rgido las dictaduras parece ser idéntico en todas partes:. •· , •':. El Parlamento es la cima de las instituciones democráticas. En él se ume y· destila el espíritu que anima a éstas. Ahora ·bien, las instituciones eínocráticas han sido inspiradas poda musa de la desconfianza. Ha presiido a su creación el deseo de corregir abusos, más. que· el afán·de ·organir los usos. El Parlamento es un apar[\ to inventado más para la defensa y la 'tica que para construir, La acción gubernativa requiere unidad;ágili"
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dad, competencia y un enérgico sentido de la responsabilidad personal,iVi.r~; tudes todas ajenas al organismo parlamentario cuya enorme masa es t:alrch¡: fícil de movilizar y se nutre además deirresponsabilidad. Este defecto ori"'.. ginal del Parlamento puede ser, no obstante, compensado· en alguna medida'. merced ala·fohnación de grandes mayorías ""'"'-grandes, no sólrnpor'eLnú~' mero, sind por el vigor y autoridad de sus convicciones.· Una mayoría grane;] dey densa permite instituir Gobiernos homogéneos con crédito social S1lfü' ciente para gobernar en un sentido neto, Porque es ineludible: cada cue5tion pública sólo puede ser resuelta en una dirección determinada; es decir,;con' parcialidad, Aigusto de, todos es•imposible gobernar.. Gobernar es imponer! En los buenos tiempos de la democracia, fas'ideás políticasylos•asufü tos mismos poseían aquel mínirríum,de simplicidad que es necesario para organizar las masas nacionales en grµ pos 'gigantes y coherentes) Gradas esto el Parlamento; bien quema!, pudo gobernar. Pero•desdehaceveinte áños las ideas políticasylos asuntos públicos han adquirido takomplejidad que el cuerpo social vive desparrama¡ld erí innumerables direcciones. La ausencia de esas grándes mayorías parlámen~. tarias ~giandes·en el sentido apuntado-·- es el dato más importante, amf juicio, de la política europea en los últimos. tiempos. Dondequiera hubo.que formar Gobiernos heterogéneos; paladinay•disfrazadamente hi;terogéneos, · que eran elegidos erívirtud de compromisosy asceridíanál Poder precisá" mente a condición de.no ejercerlo. Lós áños de guerra; exaltan¡lo el patrio, tismo, harrabierto urrparéntesis en este proceso de inercia gubernamehfíil! que ~e había inkiádo ahtes de la conflagración y se ha reanudado pocd des~ pués de concluir ésta, ..Por unaforzosidad de mecánica política, la constitución actualdelos. Parlamentos convierte la gobernación en un arte de eludir el gobernar;Ahdl rabien, el hecho.de.que nó se gobierne, de que el carro no marche eside to das las.cosas la que mayor desprestigio trae para las institucioneside1
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apoyo a qui:~ promete, sea como sea, gobernar. Mas al poco tiempo adviert~ que t~mbie.~ desea, que tamb'.én necesita, como la respiración, el ejerci" , cw de ciertas hb.ertades y garantías. Entonces1afunción primaria del Parla_mento -de~ensa: y crític;a-.-vuelve.a ser sentida con·utgencia. , ' '· . '"' ':E~ paso' poda di~tádura creo yo•qtie será una admirable experiencia pedagogica paralas·sociedades actuales, Al cabo de ella,'aprenderánlas masas . ~ue ,no se conv~~cen :oniazones,· sino por los efectos sufridos ell su pro. ~Ja carne~ que ciertas libertades no'Son, a la altura de estos tiempos, tues~ones políticas so.bre que quepa,: en principio, discusíón: En el siglo XX esas hbertades ,h~n ~e~ado d.e serbánderas de c;ombate para convertirse'simplemente en pnncip10s umversales·como1os•de lácortesía, La cortesiacfue una técnica adquirida al cabo de milenios para.hacer fácil. suave fecunda•la conviv~nci.a•privad~:.Hoy es ya un hábito fijo en el temp~ramedto civilizado:• ES ,. unJilStínto. Pare1amente la libertadpolítica, almenas un mínimum de ella· hallegado a ser simplemente un.instinto de cortesía pública; Cuando unins~ tan te, e~u~samos este natural, vuelve pronto al galope. Así. ha acontecido a Mussohm:·~~~és dela hora teatral ha venido la hora riaturaLYpara no , perder el eqmlibno se aferra al Parlamento· . · . . M~s seri:a una.vana ilusión de lds Jrcreer que e~ estevai~é~:n 0 s~n de 1guahmportancia ambas pulsaciones antagónicas. La verdad' éS que m~e P~.e~e~obernar sin e].Parlanientoni se puede gobernar con él. Yno ha" b!aequilibno estable én,las nácipnes europeas ...,-'-e incluyo a Alemania, Fran. ~ia,e Inglate:i:a-. ·. mientras·no se resuelva esa antinomia:. Cosa, después de todo, nada dificil. Todo problema bien entendido es un problema casi resuelto: t;;J'
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El Sol, 29 de junio de 1924
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. DISOCIACIÓN NECE~ARIA DE PARLAr..íENTO y GOBIERNO . . . .
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".' , : ~~se pue_de goberna~ co~ el Parfamerito; pero es imposible gobernar sm eL l Po~ que ha de ser difícil resolver esta antítesis en una síntesis? Solo s~rfa, n~ ~ª.difícil, sin~imposible en el caso de que la democracia pro Ione gase defJ~i.uvamentesu anquilosamiento de treinta añosyno volviese atener plasticidad bastante para inventar nuevas instituciones. Pero entonces ~antítesis se resolvería .en otra forma.El espíritu democrático, bizantinizac ªº;·s~cumbiría victima:de su propia'. esclerosis ya la par dejaría de ser uná . ecesidad contar con el Parlamento: La democracia, que lo ha engendrado,
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tiene· adscritos a él sus destinos: acierta areformarlo, o desaparecerá com(J. : fuerza histórica; . . .. Porque de esto se trata, nada más.: Reforma del Parla~é1:1to.,Mas.nocje•• leves, adjetivas modificaciones-en su estructura yprocedimie~tos, smo dE;\' una radical desarticulación de sus poder¡;s actuales; Si es imposible gobern~r,: sinParlamento,•se debe evidentemente á que ejerce alguna función nec¡;sá",. ria y la ejerce con suficiencia. Esta.función se Ied_ebemantener ami:ientá,r¡¡': dosele y depurándola, Pero; viceversa, si no es posible gobe~at·~º1:1 el,'qm~t: · re deéirsé que esinepto para ejercer otra función, pm_- lo visto<.1:1"'.ml'me.~. esencíalen la fisiología política; ¡Pues bien:'1a'gran razon para retrrarselal:J;i, .. , Yno parece que puedadudarse'mucho s6br~ cuál n:nc;ión ejerce ?ie!ly, cuál otra estorba:·El Parlamento ha sido pensado como organoeHJTE;Siv?. e!~. la' voluntad popular. En. nuestro tiempo, no sóloteóricaínente correspq:íf~, deal pueblo la soberanía, sino que fa organización de la vida tnodeína'.i.ta~ solidariayporosa que sobre cualquier püntosocial hace actuar todo :LrE;Si¡to, obligaría eri cualquier instante. a,coritar con éL ~onfóm::u'.a neg~tmi•re,+,• sulta esto más evidente: en una nación contemporanea sena imposible g(/7., bernar contra la voluntad popular; cosa que en otras latitudes históricás•h_~; sido muchas veces un hecho cbnstituidci. · . :ut El Párlamento es un aparato inventado con el fin de mantener CO!lli~. nuamente; normalmente, uu mínimum,de coificidencia entre el estadq d.!é espíritu dela sociedad y la trayectoria•de su gobernación. Para el puebl.?·sigf uificala garantía de que no se gobierna contra sus deseos. Para el Gobi.e,rr¡g, sigb.ifica el potencial eléctrico donde· se carga constantémente de a17to~di\d.t Un Gobierno sin contacto con un órgano formal de la voluntad publica no' posee esa energía misteriosa que irradia del acto imperativo cu~ndo es ple"; namente legal y se llama autoridad. Tenemos, pues, tres operac10:ies. quee,t Parlamento puede ejecutar correctamente: expresar la voluntad public~, ga rantizar.a! pueblo.,su c11mplimiento y autorizar a los Gobiernos: En ri;ah~a; estas tres actividades son aristas diferentes de una sola función: el eJerc19, de la soberaníá. · • · . · · · ·· , · · · · (''.''':r Perola soberanía es cosa completamente distinta de la gobernación; Id\, soberanía es un atributo de la voluntad: se quiere una cosa o' no se quiere; r¡¡¡ hay más. Gobernar es resolver problemas, es prever, es co~bcimiento ydE;S" treza. Supone, por tanto, aptitudes específicas. El gran.acierto de la demo erada.. en principio, aunque no en la realidad-.-.. fue s~parar lo uno ~~1 otro, distinguir los rangos y condiciones de ambasmatenas; La sober~m~·· un derecho, el sumo derecho; La gobernación no es más que una tecmc. Posterio:t'mentda democracia ha vuelto a confundir las cosas'. e, imitan,do al antiguo régimen, intentó .un momento que el soberano gobernáse,···r,1.'!
Se comprende que un instituto como el Parlamento, fabricado para ejercer la soberan:j:a, no sirva para gobernar. Es'más: toda proximidad entre ac" _ción parlamentaria y gobierno impurificaambas funciones. El gobierno que ,vive en el Parlamento no será bien fiscalizado por él, y viceversa; el Gobierno necesita garantías frente al Parlamento, garantías de que no. ha de ser perturbado en su 'labor técnica de gobernante ni deprimido en la dignidad, qüe és un elemento de esta técnica. Pe~o, ~su vez, el P~rlamento que intervenga en la gobernación, y directa o md1rectamente mfluya en el nombramiento de los peatones 0 de Ios jueces, perderá sin remedio su préstigio. Es preciso que el Soberano mantenga el decoro de su rango y se sitúe a distancia de la vida cotidiana. : . Eri Es¡Jána nci se ha llegadcráún al llamado Gcibieínb parlamentario, es decir, a que el Parlamento sea quien por sí o a reserva del refrendo real nombre los gobernantes. No hay tosa en política que no tenga sus inconvenientes; pero su·mando y restando las experiencias de aquí y de.fuera, el resultadorhate deseable que se instaure en España: Sería; entre otras cosas,,una prenda que pemrltiría sin suspicacias juiéiosas de nadie satisfacer el otro témiino de la antítesis. El Gobierno elegido por el Parlamento debe, una vez exaltado, hacerse independiente de, él. Para esto debería contar con un mínimuni de perduración, constitucionalmente determinado. No es posible gobernar enserio .cuando se está a merced de los oleajes parlamentaríos;:Es.preciso que la ··soberanía yla gobernación aparezcan, según son, como dos intereses antac gonist~s que en su antagonismo se regulan automáticamente. Y si hay que gara~tizar al Parla_mento frente a los Gobiernbs, no es menos ineludible ga:ranttzar a los Gobiernos frente a los Parlamentos. Dótese a éstos de una acción especial de tipo acusatorio contra aquéllos. Parece frívolo que la misma.corporación que nombra un Gobierno pueda a los:tres meses derribarlo sin que' el hecho trascienda de los hábitos cotidianos del Parlamento. ·No~ :más. razonable que un Gobierno sólo pueda ser derrocado en virtud de una acusación? C~aro es que esta acusación había de ser más viable y de otro tipo ,que la hoy existente. Lcisjuristas podían definir aquí una nueva forma de acpión contra los Gobiernos, pareja a las que se van instituyendo contra los · . . . abusos en el ejercicio de autoridad. :., . _Hay.que hacer _al Parlamento; en lo posible, irresponsable ele la goberc 'I,lac10n. Si ha des~rJue:, conviene alejarle de la complicidad, Viceversa: hay que hacer.al Gobierno. mesponsable de los.accidentes parlamentarios: , .· . Cómó pued:¡i construirse todo .esto es cosa deque podrían.hablar.los .en.tendidos en .derecho político. Yo ignoro sobre manera esta ciencia ~an sug~tiva; mas creo que, de uno u otro modo; fuera deseable hacer algo parecido a lo apuntado. . . · .·
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. Pero, claro es, este propósÚo de renovar paralelamente el prestigio de.· Parlamento y Gobierno no queda cumplido con que, siendo lo que ~oysoll:jf se los separe y enfronte. Sobre todo enEspaña, el Par.lam.ent~ :eqmere mu; chas otras trasformaciones si ha de volver a ser una mstttucrnnrespetadat • Sobre ello irán unas palabras otro día.,.
llI ELPARLAMENTO: CÓMO DIGNIFICAR su FUNCIÓN . .. Un dfau otro será preciso volver al Parlamento, Pero, ¿a.cuál?: ¿AHn.¡
tiguci? Sería retroceder a la fuente de todas las desdichas y-reiterar el.laní':~i table proceso. Es forzoso, pues, inventar otro nuev:o:-E>entro del~ s1mphfio cación de las cuestiones a que obliga la cortesía con el lector, consideraba.yo días pasados que la causa última de•nuestros trastornos' políticos es e1 des0 prestigio de la institución parlamentarim No se con~ibé que el Estado p~ec , da tomar a:un equilibrio estable mientras no se consiga dotar de nueva·digc nidad al Parlamento. Mas para ello. sería necesaria una.reforma profunda de la institución.' Sóloun Parlamento cuya fisonomía institucional se pareica muy poco a: la preeedente tendrá algunas probabilida~es de ~ond:nsarló~ escasos efluvios de autoridad·aún existentes en Espana.Porque esta•es•lª: condición decisiva para que un Estado repose sól~darnente: que al~ien.~~; él tenga autoridad. Pero la autoridad es una mística sustan~ia, mas volatU,. que el éter e indócil al capricho. No sirve de nada ser la a~tond.ad,y esvano 0 abrir la garra para arrebatarla. La autoridad, como la gracia, se nene ?no.E~, las sociedades modernas no es posible que una persona tenga autondad¡:io~ lítica corno no sea en el azar de una hora. Sólo puede1 tenerla plenanü~nte una i~tituC:ión: ¿Cómo imaginar en España un Parlamento que atráiga:sq: 1 bresí'esemisticodondelaautoridad? · · • · ' " Para dignificar al Parlamento es preciso dignificar su funcióny susfunc cionarios. Ambos menesteres deben atenderse por separado. · ·. 1 · • •• : .Es unpócd absurdo hablar tan patéticamente del Parlamento, corn?;h, cenlós demócratas, y encargarle a la par de faenas tan ínfimas. Resulta gro tesco·que la representación dela soberanía tenga que ocupar~e de fan~ev carreterita allá en la aldea serrana; o del oscuro peatón que el d1putadomo , bra en su distrito apremiando al ministro. Es inmoral, asimiSil!O; que:el'.r presentante de la voluntad pública pida al Gobierno unj'uez domesticad
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para su distrito. Es ridículo que el jefe del Gabinete tenga que contestar a un discurso donde se le ataca porque en el villorrio un guardia civil ha dado un palo a un concejal, o un cóni::ejal a un guardia civil. Es bochornoso que el .cuerpo enter9 de los diputados haya de discutir uno por.uno los artículos de una ley de Instrucción pública; porque esto sólo puede servir para que se ponga de manifiesto la incompetencia de los diputados. Peor que todo esto es la escena consuetudinaria en que medio Parlamentó pugna por deiribar al Gobierno, acumulando sobre él denuestos, gratuitas acusaciones, etcéte. ra:Todo este arcaico repertorio de unos parlamentarios, que tanto complace a los políticos de antaño, creo yo que repugna a fasen5ibilidad actual. La dignidad del Parlamento exige que se le dispense de intervenir di.t~cta ni indirectamente en las menudencias de la existencia diaria. Las peiqueñas pasiones, las enanas intrigas que forzosamente trabajan en esas cuestiones inferiores, van corroyendo día por día el prestigio de la soberana ifu;titución. · Se dirá que en el asunto más pequeño puede resplandecer la mayor vir' tud. Heráclito, en la cocina, grita a sus amigos, que ha se deciden: «Entr~d, entrad, que también aquí hay dioses»; y Santa Teresa aseguraba que D10s anda entre los pucheros. Todo esto és posible, pero nada más. Lo seguro será· tratar a los pucheros como tales y alejamos de ellos cuando.no nos . . . ..•. , . convenga manchamos. ·· •. ·Las cuestiones níenorestienensólo tina i:lÍl.portancia.menor,yparece ·~atural que a.ellas atienda un.órgano menos excelso. Pero hay; además, otra .r~zón que aconseja: su elimfuación delaactividad·parlainentaria. La inmen. sa:mayoría de ellas consiste en asuntos locales. Ahora bien:.el Parlamentó · nacio~al no debe entender en los asuntos locales. En primer lugar, porque ~o entr~nde de ellos y los trata frívolamente. En segundo lugar, porque in~ significantes si.se los mira en la gran perspectiva de lavidanacional, son ·de mucho momento situados en el paisaje provincial.,. . . :. ,. Uria de las mayores.desdichas de la vida pública española es la inercia de lo.s p_rovinciales. En buena parte se debe ésta a que se ha extirpado a la ~rovmcra, a la región, el ejercicio de dirigir su propia vida, Los problemas locales son resueltos por unos señores en Madrid. ¿Cómo va a apasionarse por ellos elcomarcano? Fuera más fecundo que ca:sitodas las cuestiones locales ~pedasen manipuladas encasambleas 'de regiónc. Esto descargaría: al Parla··· ento de operar sobre lo que no le cuadra, y permitiría que la masa provinc, 1alseorganizaseyeducasepolítica:mente. . •: .. : . , . .. : Q~edarían para el Parlamento las ingentes faenas de rango nacional, la Ita legislación, la suprema vigilancia sobrelos Gobiernos la última instan" dia para el ciudadano que la autoridad vejase; De esta sue;te, la nobleza del
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ofido emanaría sobre la institución suprema una atmósfera de dignidad y,d respeto. Podría vivir como a distancia de la pequeñez y el arrebato cotidia; no. Los Parlamentos continentales son hijos de los clubs revolucionari
naci~nal.
Del .~ismo modo, la buena arquitectura procura que Ja forma extenor. del edifi':10 no sea sino Ja manifestación del dinamismo interno que lomanuene enp1e. · · . . · , , · Buscan.do.maneras de restaurar la dignidad del Parlamento, indicaba yo ayer que es unprescindible eliminar de él casi todas las cuestiones locales. Unas asambleas regionales se ocuparían de éstas, y así cada ,problema fluedaría resuelto en lug~r donde se planteó, no .como ahora que la grava ~~una calzada corunesa,uene que ser discutida en la carrera' de Sanjeró~:m?. Es tas asambleas regí.anales, además de tonificar la existencia proymcial, de educarla y orgamzarla políticamente, descargarían al Parlamenw·de mucha obra muerta que ho¡¡ Je abruma.; · , ; . · · . ,, 1nr 1 .Peró haye11o pro de esas asamble~s o pequeños Parlamentos excéntric cos,.o~a r~órimás que merece consideración apart.e •.··;' ¡ ·'; '• : ... ' ~t.esc1erto que los trastornos políticos de España provienen del des" p~est1g10 en que c.a~ó el Parlamento, es bueno no olvidan quién fue eLagenc te; de ese desprest1g10 . n · ' .. . • · . .. · rF ' Una cosa en ,Presumo, estamos de qúe su?t~ntador.de Ia.VIeJa pohuca, lo que la mantenía•enpie y Iepfoporcibni\' ba VIgory aliento, era elcaciquismo. En él se resume y cifra todó lo.esencial slel usado régimen. . .' ' ' . ' ' ' ' ' . .., . ' · ~l caciquismo ~a ~ido la !orilla real de orgariizaciónpolítica vigente·~~ ,Pspi\n.a.d:irantelos ultimas cmcuenta.años; Las instituciones establecidas; ·. ?s e~c10~ leg~les, la democracia·, el parlamentarismo, etcéter;¡i, era~sólo lm.eas imagmanas, c~~o los coluros astronómicos, dentro de cuyasretícu" las ~ec~ales se h~bta lilStalado la única y efectiva realidád.del caciquismo. ~Que es el cac'.qu~r:1º? La organización oficial del.Estado español deJ~rnunaba que el eJerc1i:10. del ~oder público ha.bía de reducirse a aplicar leyes'. esto es, nor:mas objetivas, iguales para todos, y que Jos llamados a apli.ª'.las, las auto~1da.~es, eranresporisables de esta operación. Eme! cacic .· UISmo u orgamzacIC:m.rea!. ~el Estado español, por· el contrario, el ejercicio d.e~ Poder no era la aphc.amonde leyes o· normas objetivas, sino la impási.1on de la v?luntad d~_c1ertas personas, los caciques; que erancirresponsales. Parla mtervenc10n de los c~ciques em las.elecciones resultaba que,to" .as las leyes c?ncretas eran propiamente úna mera legalización de aquellas 0 !u.ntades .pnvadas. El Estado·democrático'pretendía ser una colectividad e•~tudadanos; de sujetos de derecho, unidos entre sí por el nexb imperso" al de las ley~.' ~l caciquism? era un Estado sin leyes, sin nada jurídico; imersonal Yº~Jettvo; er.a una colectividad de hombres de carne y hueso,: uníos _por relaciones puramente personales y privadas. En Ja aldea tal individu nta unos amigos y un grupo de clientes agradecidos 0
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IV
LAS ASAMBLEAS REGIONALES Y EL CACIQUISMO '.;;J.
.. Entre otras mil plagas que sufre la vida política'. española conviene ca· tar la falta de originalidad de sus instituciones, Se la5 ha importado de otr · ·.· pueblos y otros tiempos. Denunciar esto no significa unainvitación al ca5, ticismo político,:Despúés de todo, el casticismo no es más.queunextran, jerismo en la dimensión temporal. Querer:rehabilitaruna institución e pañola del siglo XV .rile parece mucho'más indiscreto que traer otra de:l Francia actual. Porque un español de la Edad Media nos esínás extraño qu , un fra!lcés contemporáneo .nuestro. Dejémonos, pues, de casticismo; pet ' neras y sardanas. En cambio, sería.deseable que por una vez se intentase co tar urias iristitudánes ala medida del cuerpo español actual. Urge tanto :· hacer esto cuanto que el cuerpo español es bastante deforme yyace!tullid Bastaría pata ~certar,·i:on atender;sin prejuicios; bien abiertoslósiijo ala réalidadnacional,y seguir doéilmente,]as líneas de su estructura: Si'.. talle es úri po,co basto, y; como va: dicho; sobremanera deforme, ¿qué:le cv mas a hacer? J,.oimporta11te esqué se renuncie ala arcaicapolíticade.prl. cipiosl Un saludablé empirismo; afín delestilo vital•contempm;ánéo~n guiará mejor. Donde veamos un problema·i:onstitutivodibujémoslo.d~d2" acomodo .en la arn;iazón que proyectamos. Luego bastaráconunareV!S.;°' del conjunto para conseguir que las piezas' se· articulen .siw graves pertu badanes. Todo cuerpo tieoe su anatomía, inclusive cl erifermo.Y es deél,no nuestra cabeza, de dondéhabrémos de sacarla; Ala postre, las.institucib nó. deben ser otra cosa que la expresión jurídica de la .viviente anata,
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individuo era el cacique de primer grado. Su pequeño «Estado» tenía como principios de cohesión la simpatía o el temor de unos hombres a otros. En!~: capital, otro individuo había reunido en má~ amplia articulación a esos ca~\ ciques de primer grado: "era el cacique de segundo 'grado.·Por ~ltimo, en M¡¡"·: drid un «político» concentraba periódicamente en su tertulia a esos cacique§:, de segundo grado; actuando sobre ellos con las mismas fuerzas mágicas dé la simpatía, elfavor o la persecución. ·· · ' " ' '' 'P. · 'Esta trabazón de «amigos» formaba un edificio de ancha base ypunti¡ aguda: la pirámide caciquil. Cada partido político era una de estas pi~ár;ii:, des;yel paisaje egipciaco que componían representaba la verdadera y umca;, realidad del Estado español. ¿Lajusticia? ¿Elrespeto a.los derechos del prM, jimo, simplemente por'serderechos, qu1ehquieraque sea el prójimo? ¿Fervor;' por el mérito de los mejores? ¿Asco hacia la vileza e ineptitud delos peores?~ ¿Reverencia ante.los destinos nacionales y reflexión sobre sus condicione~. yurgehcias? ¿Afición o curiosidad por la ciencia; por la técnica; por elarte¡f por el decoro urbano, por los residuos del pasado, por las posibilidades' del futuro? Nada de esto influía en el alma del cacique, cualquiera que fuera su · grado, e influía tanto menos cuanto n1ás se descendía del. «político»· al caciqu~ . provincial; del provincial al· de aldea. Los únicos poderes vigentes; eficaces¡ · eran la simpatía o antipatía, el favor o el daño. · · ' · ·· . • :• Con unas u otras.palabras sdia dicho esto innumerables veces, y no creo que dé ocasióll'a graves discrepancias. Pero ahora llegamos a unpu~; to en que, probablemente, el camino'de algunos léctores y el mío sé van.a separar: · · · · ·.· · '· •' ·· ··.. ·• •: ' · ' ·'· . . Sobre ese caciquismo en cuya definicfón hemos concordado, se puederi formar dos juicios radicalmente opuestos; y es urgente para elbeneficio de. España que esta radicaLoposición conste en forma clara. Se puede pe?sar~ . en efecto una de estas dos cosas: que el caciquismo era un abuso; un crunen cometid; por los caciques contra la voluntad de los españoles, o, por eléo~ trario; que el caciquismo e~ fa forma de organización pública deseada; gida y realizada parla inmensa mayoría de los e5pañoles. . · . .·' . . • Se comprende que de la•política nacional, de su pasado;y;lo quem~ importa, de su porvenir, tendrán una· idea muy distinta quien piense lo pi; mero y quien piense lq segundrn •Pormiparte; no hallo pretexto para la•mi: noí:vacilación; estoy convencido plenamente de que el caciquismo eslaú . ca fo.rma de gobierno que habrá en España mientras no se obliguea:lo;~ españoles a cambiar de ser, o, al menos, se combinenlas instituciones' eri.fo)'..¡ ma q~e esa índole nativa quedé en este punto burlada. . • . '· . · ·: .. Cori expresión más plástica, yo preguntaría a toda persona capaz dN,i; flexión: Si mañana.fuesen ahorcados todos los caciques; ¿quién cree uste
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. que ejercerá efectivamente el Poder dentro de dos años, en la aldea, en la proyincia, en la nación? Sospecho que la respuesta, si era sincera, sería unáni' ¡ne: dentro de.dos años, en la aldea, en la provincia, en la nación, goberna. rán los caciques. Como el cangrejo a quien arrancan una pinza, la regenera al punto, y plasma otra igual, el pueblo español, si le amputan hóylos caciques, engendrará muy pronto otros semejantes. Todas las leyes, reglamentos }"golpes de.Estado serán perfectamente inútiles, mientras se fíe·en la espontaneidad de nuestro pueblo. El único medio posible para evitarlo tiene que comenzar por reconocer, resueltamente, que del caciquismo no tienen la- culpa sólo los caciques; sino también los cacicados; que los responsables de1aviejá política no son tanto los gobernantes como .los gobernados.·· . . .!;• : "Con la excepción de muyreducidas illinorías,' cada españoles un cacique nato;· Cuando no sele logra el apetito es·uncacique fracasado, y entonces siente un odio profundo hacia el cacique triunfante. Pero el victorioso yel fallido poseen exaétamenteelmismo espíritu de privadas.devociones y nacional impiedad. ,,¡ Es preciso; sin embargo, hacer una distinción, por lo menos, de grado; Ya: antes la he sugerido ..El espíritu caciquil es tanto más denso cuanto más descendemos de la capitalidad nacional en dirección a la aldeá, El ho~ . gar de donde el caciquismo brota.está en la provincia. Es el fruto inevitable de esa existencia' sórdida, chabacana, de horizonte angosto, encerrada en preve órbita. El cacique provincial es el verdadero cacique. El de Madrid.es sólo su asegurador, . · . · .· · . . . b.:i Pues bien: como es ilusorio querer por-medios políticos .-la política es toda externidad, y cuando más ortopedia- anular la vieja política, y, según el buen don Antonio Maura decía, «extirpar el caciquismo», sólo cabe . uri remedio: confinarlos, acordonarlos en la vida provincial que los engendra. Este confinamiento de la vieja política es, a mi juicio, su únicaterapéu. tiéa probable. Homeopatía, Similia similibus. Cuando el cacique local comete un atropello, es irresponsable, porque oficialmente el atropello se consuma en Madrid, o, al menos, se le ampara. No; conviene que el atropello sea conc ,sumado cerca del atropellado, Que queden frente.a frentelos caciques loca" les, y se den de las astas. . . , · ··· · . , .. , ' Este nuevo menester podían cumplir lás asambleas:regionales, los pequeños Parlamentos excéntricos, abiertos inúltiplementesobre el área española, como ventiladores de la hermética vida provincial. . , . . . . :•En tanto, podria esa otra entidad más amplia y más alta, que e5 el Esta. : . • do'español, vacar a más egregias ocupaciones;, ·
El Sol; 13 de julio de 1924
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V ·.. CÓMO SE PUEDEN TEl'fERMEJORES PARLAMENTARIOS; ...·'.· i'.iabí; dicho q~e la digrúfi~a~ióndel Parfame~;o exige la doble faeria slf. dignifican su función y sus funcionarios. Ya se ha visto cómo, ~mi: juicio¡ para dignificarla función es preciso reducirla procur~do que ellilStituto d~ l soberanía sólo intervenga enlos grandes: temas nacionales,·Todo lo que· es; cuestióri1ocal debe quedar adscrito aurias asambleas regionales, Peropócb se conseguiría con esto sila casta de.persoriasque van a ejercer lá dignidad parlamentariasiguesiendo la misma que hasta aquí, y; además'. continúa soi. metida alas mismas presiones: .. . . '"·: . · :.;·;¡¡'. . .Es forzoso seleccionar. el personal del Parlamento.: Para ello conviéííeT ante todo, hacer lo mismo que se ha indicado a propósito dela fu;nción:rfa ducirlo. La institución parlamentaria es un globo que se viene desinflando • hace.veinte años; Lo más urgente es soltar lastre a fin di;. remontarlo otiáve2 · avivando su virtud aerostáticá; Cuatrocientos diputados son demasiados¡ Con doscientos o pocos más habría carne parlamentaria suficiente para todg_ menester, máxime si; como yo creo debido, se simplifica la jurisdicción de las Cortes cóncretándola a los asuntos específicament!'l nacibnales, ;. · Es vana ilusión buscar en España cuatrocientos diputados egregios. Nb¡; ciertamente, porquefalte en España número tál dé personas excelentes. Cla~ '. ro es que las hay y conmucho reboso. Pero es utópico suponer. que van.a es• tar prontas para ocuparse de política. La mayor parte de los hombres meior~. no irán nunca a ella por creer que les faltan las condiciones peculiares deLo[i,o_ cio público, o carecer de afición. No se eche en olvido que en todo elmu~;; do se da hoy el fenómeno de huida acción política casi todas las personah~· dades dealgúrivuelo. Las razones que explican'éStacrisis generaLde la f~u políticanoimportán ahora mucho. Ello es queresa fuga de los mejores ~me · gua sobremanera Jalegión de personas egregias entre las que cabe elegrwr . Por otra parte, repito, no existe razón ninguna de peso en favor de es.· número cuatrocientos: A Ja verdad;:sólo una sinrazón le ha dado origen. Pre• cisamente la· que más· urge combatir, ·. : ' .· . . • · . . , .. : . Se quiso, en'efecto; d11r álpequeño distrito una intervención m~:dia ta eri elpoderlegislativo. A este fin se procuró dividir la nación en u:i~mm~. parcelas electorales, especie de microcosmos de soberanía;?'~e·arroio .sobr: el Parlamento su proyección esquemática. El resultado empmco. de este P pósito dio la cifrá de cuatrocientos.
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r : Ta'. principio ~e originaba, a su vez, en un ideal democrático que hoy está anticuado. Se creyó que el progreso y perfección de la democracia debía ., buscarse en una aproximación a la democracia directa; al plebiscito. Los po_]íticos conta¡:ninados de neoclasicismo cometían el error de aceptar como ideal de la Europa contemporánea las formas políticas de Atenas y Roma. Hoy la democracia ha rectificado este error y comprende que su progreso y eficiencia está más bien en oposición con el régimen plebiscitario, . · r: · De todas suertes, el Parlamento debe sus vicios mayores a esta génesis, a esta su oriundez de pequeños distritos. Porque erila mayor parte de éstos no ·existe; naturalmente, la menor sensibilidad para los problemas políticos. En su ,li.tgar, actúanlaspasiones privadas, sórdidas y estériles. Es, pues, una false•dad querer constituir un cuerpo político con partículas totalmente apolíticas. r Esta falsedad originaria fluye luego portadas las venas de nuestra vida pública . . . • La condición esencial para que tenga algún decoro el Parlamento es que se corte su comunicación conel pequeño distrito. Queden éstos como base democrática delas ásambleas regionales. ,; · .. :Los parlamentarios deben, en cambio, representar grandes porciones del territorio: las regiones. Cáda una de éstas podía elegir una veintena de ·diputados. Una elección por lista•y con alguno de los sistemas depropor. cionalidad-que sólo han resultado eficaces en cuerpos de electores muy n,ume~osos-·.- evitaría casi todas las repugnantes; aldeanas corruptelas del sufragio en nuestro país. Una región entera no es fácil de muñir; : . · .· · Yo comprendo que un proyecto de este linaje habría de irritar a tbda la gentecilla inferior que;.merced a vilezas de vario estilo; sabe <
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El Sol, 19 de julio del924
VI J\.ntes de recoger en uri primer esque~a las:lí~eas tiradas ~n los ~rtícu lbs.anteriores, sería oportuno hacer una advertencia sobre elvalor de toda , . . .: ; eforma política en España. . .. ...··•'Se trata de organizar el Estado nacional, de articular según nuevo plan uestro cuerpo político. Que, en una u otra forma, es esto ya ineludible,
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no ofre.ce duda a nadie. El mayor pecado de la última generación política¡ • hoy en ostracismo, fue no haber intentado esa reforma profunda que los he,¡ chas con sus grandes gi:itos mudos reclamaban. Sólo ese intento, aun fallid' do, Ia hubiera podido justificar ante la historia. La ausencia del propósito e5' Ja prueba más dura·que hayqontra ella, porque re;vela que no se interesó nuU.i: ca en l.os destinos nacionales y prefirió cabalgar a gusto en el machito, mien.¡ tras éste no coceaba.No coceaba porque se iba muriendo pendiente abajen Ésta.ha sido la gran.vileza de esa generación; que nunca fue sorprendida «in ... fraganti» de algún acto noble y generoso.· · ::.:b· .·Pero conviene que al hablar dela reforma política de España no nos ha~ gamos: demasiadas ilusiones. Por no entorpecer el desarrollo:de las id~as principales.no he querido enlos artículos anteriores hacer constar,: un~. vez más; que toda reforma política es, dondeqúiera, peros.obre todo eh.ES± paña; de.una importancia puramente adjetiva: Esta adjetividad podrá ser, muy importante,. de insuperable urgencia :.,..,i:omolo es ahora en nuestro país-; pero con todo ello no dejará de seradjetividad. Lo sustancial es otra cosa" Creo haber insistido siempre, en mis escritos, sobre esta idea:· parla · política no sanará España, La razón es sencilla: su enfermedad no es polífü' ca, sino más honda, histórica.No.se entienda esto alrevéS, como si yoafµ'" mase que Ja política española no padecelos morbos más atroces. Lo que.pie!E so' es que si; por arte de;magia,;la política española sanase, España seguiría¡ en lo esencial;valetúdinaria. Por esta razón, su política no.convaleceránúm ca del todo, si no se acude a remediar los defectos.ultrapolíticos. ·La reforma política afecta únicamente al· Estado, y sólo convago~nf flujo indirecto actúa sobre Ja sociedad. Miremos fas cosas claramente. El Es¿ . tado es un aparato, una máquina que Ja sociedad construye y maneja pará. obtener ciertos resúltados. Y como la máquina no podrá nunca sus ti luir al hombre que la crea, sino meramente auxiliarle, el Estado no puede sustituir. a la sociedad. Lo que ésta no haga no lo hará aquéL Lo que esta haga mallo hará peor el Estado. . · ..... · · · ·Uno delos HeC:hos que sorprenden más, cuando súbitamente se nos des~. cubre-por Ja lectura de periódicos o al hacer un estudio histórico- es que el Estado y la política no han funcionado bien, rigorosamente bien, en ningún pueblo y en ningún tiempo. Se advierte que son obras para las cuales no está.. aún el hombre suficientemente· maduro. Tal vez, al cabo de siglos, adquiera cualidades· que permitan organizar Estados perfectos y ejercitar unapolitC ca exacta. Entre tanto, cuando se habla de un Estado admirable, de unapo lítica gloriosa, se quiere decir «Un Estado menos malo»,
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reza i:on que se ejerce. Pero léase lo que dicen Jos franceses, ingleses, norteame'."1canos del s~f~agio en sus respectivos paíSes. Cualquiera que sea Ja dis" ; tancrn entre los. vic10s electorales de .esas naciones próceres y los nuestros, . queda en to~as ~artes un margen de: defectuosidad tan grande, en el ejercicio de esa suprema función política; que no se concibe cómo puede; arrastránd?la, ser grande.un pueblo. Y es que.se supone erróneamente que la nación viv:·del Estado y de sus perfecciones:cuimdo la verdad es Jo ·contrario.Las nac:ones son grandes ·a pesar de sus Es~dos; gracias a la plenitud de su vida s?crnl, merc~d al trabajo, al esfuerzo, a la moral, a Ja energía y a Ja inteligencia quelos cmdadanos derrochan en su vida no pública. Cuando Ja sociedad ~poderosa -inteligente, rica, emprendedora y correcta- las pérdidas que 7nexora~leme~te causa en ella el Estado no se perciben. Es una sangría que el orga?-~mo vigoroso puede permitirse sin padecer desequilibrio. :'1vimos una hora en la cual debe cada español ponerse bien en claro su prop10 modo de sentir soqre los asuntos nacionales, y si es posible, decla;rarlo,. aunque haya de parecer áspero o rudo. Pues bien: frente a Jos tópi~o~ tnunfa~tes yo he de reiterar que, con ser mala la política española de Jos ,ultun?~ vemte añ~s, me ha parecido siempre mejor que Ja vida no política. L.os vic10s de aquella no nacen en su recinto sino que llegan a ella torren.cialmente de toda la cuenca social. El ministro de Hacienda suele ser incompetente; ¿pero acaso lo es más el financiero privado? El juez es injus·;to, pero ¿~o lo es a toda hora el español de tipo medio, en cada una de sus conversac10nes, en cada uno de sus actos? . Somos una raza desmoralizada, y mientras no nos reeduquemos, todo ..sera vano. . ¡Educación, cultura! Ahí está todo. Ésa es Ja reforma sustancial. Ramiro de Maeztu ha vuelto a predicar la cruzada contra Ja incultura. No sé si tendrá mejor fortuna que la.~an tenido lo.s ensayos anteriores del mismo tipo. Los proble1?~ de edu~ac1on.y cultura tienen el inconveniente de que no dan pretexto facil al apas10nam1ento. Y el español ha venido al mundo para apasionarse por algo en tomo al velador de un café, oyendo el ruido de huesos de muerto que hace el dominó. . Y, sin embargo, cultura, educación serían en España todo, porque Jo
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· t o. En.cambio ' debe in5istir con denuedo pensam1en . . en . la form. ación d de1 es~.' · .1 Liga contra la Incultura. El día en que esta Liga existiese Y gozase e P ~~;-, tud España estaría salvada. Porque la reforrd_a sustantiva de nuestra nac10'.l: tie~e que ser de nuestra' sociedad y no de nuestr~ política. PeFO, hec~a este:{ los bienes que. de una mejor or7, . ·.. 1 d d fu era inJ'ustificado desdeñar todos savea, . · 'd ··1 tl' ganización del Estadopueden sobreven~r. S?bre to ~· sr a proyec_ ar.ª~:~' busca, entre otrás.cósas, hacer de las instituc10nes un ms~meI1;to de.mc1-,; tación, de estímulo a una sociedad que tanto propende a la mercia, -
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ELSENTIDO HISTÓRICO
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t~ando León Frobenius pasó recientemente por Españay~os habló un
poco de africanidades, Eugenio d'Ors creyó en peligro la cultura europea de .que se ha hecho aniabley generoso defensor. Contra la presunta invasión de armadas negroides que temía, destacó en ágil bandada un grupo de «Glosas» que iban', como suelen, capitaneadas por Ariel. Es el «Glosario» de Eugenio d'(Jrs uno delos hechós más importantes de las letras españolas contem'potáneas. Con una constanciá ejemplar, día por día, ha crecido su cosecha imperturbada como si viviese ewperpetuo fructidor. Se desliza el «Glosario» sio prisa y sin pausa, según Goethe quería, aceptando a bordo todas las di.fuensiones de la vida; el suceso trivial o la alta idea. Tal vez su autor prefic ·ese que al verlo cinglar pensásemos en la desnuda nave de Ulises; pero su 'isma riqueza y atuendo,Ja vibración de sus aforismos; que ventean como gallardetes, le dan el mejoraire barroco y envían hacia nosotros la imagen dé tin arca de Noé estilizada en gálibo de góndola. El valor indiscutible del «Glosario» me haría desear hallarme siempre :d~ acuerdo con su contenido. Pero, a veces, todos mis esfuerzos para lograrlo son penas de ahiorperdidas. Así me acontece ahora con este grupo de «Glo. as» en que se combateh'ciertos nuevos ensayos de ideología histórica .. ' . ¿En qué se combaten? El combate intelectual es un diálogo de soberana ,f~cundidad. Pero d'Ors no dialoga nunca. Su manera de combatires·volver~ .Se de espaldas al enemigo y cantar una vez más su aria. Afortunadamente, el ~ria del glosador es siempre melodiosa y gentil Pero me parece el peor de los mstrumentos para obrar persuasión en materias científicas como son casi todas las que el «Glosario» sesga. Existe, inveterada, la idea de que sólo hay una cultura. Cuando se halaba de la cultura oriental, de la griega, de la romana, se entendía que eran :·tádios de un único proceso en que la única cultura se ha· ido integrando y ,·reciendo. Estd supone que esas culturas particulares manan de una fuente
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común y pueden verterse las urias en las otras con perfecta continuidad, far, mando una fluencia ininterrumpida. La cultura europea actual sería elrerii". piente en que queda recogido todo lb que en ~quellas otras culturas habíad , verdaderamente culto. De esta manera, nuestra cultura sería, np sólo la nuésc tra sino la única merecedora de tal nombre. . · ·'"·, ' Pero desde hace más de treinta años han comenzada· a levantarse grac ves objeciones contra ese monismo cultural, hasta el punto que será difiéif hallar en todo este período un solo historiador de nota que lo acepte. La téc~ nica misma del trabajo histórico ha obligado a superar la candidez de la idea tradicional. En efecto: las ampliaciones gigantescas que ha recibido la ciéll". cia de la historia con el descubrimiento de Oriente, con la arqueología, la et;• nología y la prehistoria, hacían ineludible una nueva ideología con más lar gasyrigcirosas perspectivas. De todo ese inmenso trabajo.que ha·sido•hech y hoy continúa han ernaJ?.ado algunos ensayos de síntesis popular.• Tales.so~. lós sistemas de Frobenius y Spengler. Ni kis más serios· ni los más agudos hall sido Jos más ruidosos1 Pei:o coriyienerepetii: una•vez·rnás que i;ras ellos·s~ encuentra en ciertos puntos esenciales tóda la historiografía actual. • ... ·Me es, pues, irnposibleaceptarquefa1genio d'Ors no encuentracitfa, cdsa que decir ante ese enorme hecho de la ciencia actual si no es desdeñru¡ la moda de las tallas negras en algunossalqnes de París.o preguntar. qué•i¡.os importan los huesos de los•mastodontes, No. se justifica. ?ien este mei¡.os. precio ddas «Glosas» potlos.mastodorites; sobre todo s1 recordamos:qu. d'Ors nos describe un paisaje balear con.un pastor. y unas cabras, Y:¡l con;¡ cluir súbitamente añade: «Esto es dvilización»c:Sihubiese preguntado.ra•uri eco~omista. habría oido'que la cabra; corno la mula, es.·unsigno debarb~; rie. En cambio, todo el que vea el elefante arcaieo en una.cueva de Oviedó con su.perfilpurísimo y su corazón dibujado rigorcisamente en su ccifüect? lugar anatórnicoypiense que fue pintado hace diez mil años, menos dog rnático,:rnás exigente que d'Ors, se preguntará: ¿Que escivilización?:oc: .Yael emplea{estevcicablo urbanísimo «civilización>> corno·resum ;de uná·escena bucólica, rural, es un pequeño desliz de.quie11no suele d~ · !izarse corno d'Ors. Un clásico, al oírlo, habtiá', sin máS\•deséubierÜye11e glosador sangre:eitraña. Su aspiración olímpica es; en efecto;.é:ompléta mente gratuita~· . '. ' 'i .. .. • i •'¡' .i • i Jlf'l , ¿Qué es civilización? ¿Qué es cultura? En rigor, sólo tenemos deell 1, un concepto claro cuando nos contentamos con un concepto formal; Cultu ra es todo aquello que para nosotros tiene buen sentido. Son ideas cu~tas. l ,, que nos parecen verdaderas; instituciones cultas, las que ~os parecenJ~StaS Cultura es el conjunto de reacciones intelectualesyprácticas en.que se.r~a zan ciertas normas ungidas para nosotros de unvalor•absoluto y dec1Sl
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i Pero este concepto no nos proporciona garantía ninguna de que nü.esC . trosistema de norinas sea el único acertado. Otros pueblos han acatadó y acatan sistemas•opu!'!stos, o, al menos divergentes del nuestro.'Pára: elindo . es injusta u~a constitución política •que desconocé la normá •cósmica de · Iá:s c~stas. No to~prende tampoco que llamemos ciencia a una ocupación intelectuakomo"la física; la biología\ etcétera; que sólo resuelven problemas .pragtnátitos, perodejanintái::tas la:s grandes C:uestiones últimas: Parejamente; elchino•considera ina.ceptable nuestra estimación del fodividuo, que es un ente abstracto y fugitivo. La verdadera realidad humana es la familia susc Jancia perdurable que siempre se renueva. ' ·. . La»validez exclusiva•de nuestra·cultura es, pues; de hecho cosa-muyproJ;ikmática1 Esteproblematismo aumenta si adverti!llOS que es difícil llegar a }iri•acuerdo sobrefos caracteres·esenciales dela cultura europea.Asi'd'Ors íreduce ésta sobremanera, casi la confina a su provincia, y, bajo el nombre.de 1dasicismo, se queda con media docena de ideas, de formas y de gestos: Lo Jtultoi es lo sencillo,' nos dice; Yurio se pregunta: ¿Por qué? .Más bien .paretNoda cultura una sustancial complicación. El animal es más sencillo que Jet hombre, la planta más que el animal; la fibra más que la planta: La ciencia factual-•yrne refiero a las de desarrollo ejemplar-·-, matemática y física·son complicadas superlativamente: Nada más «barroco» que una obra matemá•rtca contemporánea cori sus haces de curvas. D'Ors quiere volver a Euclides: .eroéste es,. a mi juicio, el gran error de sus hábitos intelectuales; Pensar no s·querer. que.las cosas sean de cierta manera e Pensar es precisamente todo ilo contrano: quererquefas cosas sean como son. La pretensión de definir la ,:•cultura europea excluyendo de ella toda la matemática desde Descartes has':ta•la fecha, no me parece desacertada. No me parece desacertada porque ni !siquiera consigo entenderla. ··En escollos como éste es donde suele naufragar mi admiración por el <1Glosario». Se naufraga ideológicamente siempre que ante una afirmación he.eróclitanb hallamos dónde agarramos; algún germen de prueba que nos per. ·'ta flotar, alguna insinuación de fundamento. En el «Glosario» abunda el ca. ·ncho que nos hace encallar, Es el inconveniente que·hay en no ser dócil a a intuición de las realidades y obstinarse en pensar según receta. «Se debe ser clásico»; prejuzga d'Ors, y todas las cosas le aparecén deformadas en este sene tido. Así se explica el frecuente quid pro qua en sus apreciaciones. Un ejemplo éle:esto, que siempre me ha parecido sorprendente, es que el «Glosario» reco, · iende:a Poussin como tipo de artista clásico. Porque es demasiado evideneque Poussin y su contemporáneo Claudia Lorena son las dos primeras rna;~:.. i;st1ciop.~.c!elromanticismo ci.ue ha habido .!!nEuropa. No.se concibe una Ü!spÍtación clásica cuyci tema sea el pasado como tal. Clasicismo es actualidad;
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como romanticismo es nostalgia. Pues bien:. Poussin es probablemente el in• ventor de la ruina como tema artístico. ¿Y no es la ruina el domicilio de las mn1. sas románticas? Cuando Poussin pinta la vida clásica, la pinta como un preté,; rito irredimible"como uri pasado definitivo qÚe sólo cabe.soñft!. Ahora bien;. ésta es la típica emoción romántica: gozarse .en revivir imaginariamente las yi,¡ das que fueron, emigrar del presente haciá la dimensión de lo fenecido. Un au.¡ tiguo podría·acaso entender al.Greco; pero no a Po.ussin,Todo el que resl?'ali;'' la vista sobre una colección de restos históricos griegos o romanos, no.puedémenos de recordar al Greco, a pesar de las enormes diferencias.: Pero volvamos a la cultura. Es; de hecho, problemático que la nuestra sea.la única. A nuestra afir~ maciólide ella contraponen su distinto fervor otras razas hoy deprimidáS • que im tiempo fueron preponderantes y muy bien poc:hianvolverlo,aser:' · Para reconocer que las normas y valores vigentes en.nuestras almas son los, únicos merecedores de tal dignidad; sería menester demostrarlo. Maspaiaz· esto haría falta precisamente hacerse de ellos problema. Entonces, y sólo·en.¡: ;• tonces, tendríamos algo incomparablea las demás culturas, salvo la grie:; · ga. Solamente griegos.y europeos hall'creído que no eran cultos mientrasiiO" pusiesen en dud~ su propia cultura y elaborasen serios fundamentos para ella. De donde resulta que nuestra cultura sólo será, en efecto, la únic~au, téntica en la medida en que crea que no lo es y se vuelva problem.ática: Es deo• cir, en un sentido estrictamente.opuesto al que tiene.en el.« Glosarim>:An¡e:t:. nudo d'Ors propone la norma europea como quien anuncia ún específico¡ _ cuando es,'por el contrario, una.divina.angustia y un sublime malestar:¡••'!!:'_ En cambio, me parece muy certero cuando considera la «razón>>: 'comoel distintivo de la cultura europea incluyendo la helénica. Pero tampoco'córi-;• viene desvanecer el sentido rigoroso de esta palabra. Su uso más adecua,do.1 y más firme es el.que se.halla en Platón cuando. dice: «Hay que dar razón:• de cada cosa». Ahora bien: nuestra cultura aparece, parlo pronto, como úrto•. de tantos hechcis-histó.ricos: Ella misma es un proceso. temporal, :una gei:" minación apasionada: llena de peripecias y aventuras, de adquisicionesti ensayos y fracasos. De aquí que la razón queda incompleta si se reduce.a sei¡l razón matemáticaológica. Precisamente lo que necesitamos hoy añadiría lá antigua razón es la razón histórica, el sentido histórico. Y éste nos llevairre, rrtediablemente a tratar con los negros y los .mastodontes.
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S~ sllpriine elitrtfculo 11 d~ esta Seríe po~ haberlo recOg¡do eíl:i.Utor en-sJ.-'ens~yO:t.as'At
t{daS; ihserto en este tomo.
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GENERACIÓN CONTRA GENERACl.ÓN
~lguna:v~~e
elconcep~o
indicado qUe más digno de atención en la ideologfa histórica es el. de generación. El tema de la historia es la serie de las yariaciones humanas, Pero las variaciones· humanas son innumerables y fuera utópico querer abarcarlas todas. A la historia.no.pueden llegar sino algui;ias de ellas. que consideramos importantes. Simmel ha hecho notar finamente . qile existe un «umbral de la.conciencia histórica». Las calzas que llevaba Qolón cuando saltó a tierra nueva hart quedado por debajo de ese umbral. El nombre de «hecho histórico» no se limita a designar una realidad, sino qtie incluye un titulo de distinción. Lo histórico es lo importante.Lo importan• '.!~es lo que ha influid0 ampliamente en el espacio y el tiempo humanos.' Mas para que lo realizado· por un hombre'influya ampliamente es menester que ~i;icuentre en muchos otros una superficie favorable. Es curioso advertir una ,·yotra vez cómo ciertas ideas científicas o políticas, ciertas normas morales o artísticas no logran adquirir existencia histórica sino mucho después de ha·. ber sido engendradas. Se mantienen en una vida latente y como en un limbo ~asta que llega •
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muchos más añ.os de Jo que é:orre5ponde a su especie. Aquel ruiseñ.or no había pareado. 011 voit-dice Buffon- que l'amour abrége nos jours: ma~ Jaut · di re aussi qu'il les remp!it ..(El doctor Gregorio ,Marañ.ón sostiene asimismo que las emociones son el más grave agente de senec~~ en el ho~bre). La «hora» de una idea, de un estilo,, de una pohtica es aquella en que sobreviene una generación de temperamento afín con ellos. Sus indivi-. · duos apartan su modo de sentir genérico y úbicuo que ~ctúa co~~ un ~liina · favorable sobre aquellos gérmenes espirituales y suscita su rapida e mvasora propagación. Hay épocas en que las generaciones sucesivas se diferencian poco entre sí. La historia rueda sobre ellas suavemente, con una tranquilizadora continuidad que da a la ev~luci?n un manso ~arácte1: d~ proceso objetivo, Parece, durante ellas, como si las ideas o l~s estilos ar~ti~o: en;-,r nasen unos de·otros en virtud de una necesidad lógica, de una drnlecticam": manen te. Los viejos perciben la distancia qúelos separa delos jóvene.5, P.erd no se sienten separados de éstos j:iorun abismo;al contrario,•ven en el joven una continuidad·de sí mismos. ·· ' , . · ··n.• s1 . Pero hay otras épocas, como la actual; en que esa continuidad'se tom~ pe. De pronto nace una generación tan divergente delas anteriores que t~d¡¡ inteligencia ent±e ellas se hace imposible. Las viejas ideas, los valores esta" blecidos son crudamente negados y au'n no han sido elaborados los nuevos dogmas.' Entonces aparece ala intemperie lo que e.n las épocas ant~dichas queda oculto. Auna idea de ayer no sigue hoy otra idea concreta mas o m_enos heredera de aquélla, sino un estado de espíritu puramente formal, aun no concretado en doctrinas, normas, imperativos .. : · · Hoy presenciamos con ejemplar claridad estefenómeno. La nueva ge·{ neración es incompatible con el repertorio de creencias y apetitos que co~~ . tituían Ja normalidad precedente. Pero al mismo tiempo la nueva generac10n no posee aún, ni siquiera en esquema, un repertorio distinto que oponer•al antiguo. Esta vez Jos jóvenes se han adelantado a símismosyviv.e~ de un pé; ligroso crédito que a sí mismos se han·abierto. Entretanto, los VIeJDS no perc ciben de' ella sino las negaciones. ; ., ' ' " ' " .: ' ' '' ' ' . ,Recibo el último número de la revista alemanaLogos. Fundada ~nl9J,0¡ si no recuerdo \nal, asumió un momento la representación más selecta' de fo que entonces erala actúalidad ideológica. Sus directo~es eran discíp~lo} de Heinrich Rickert, el filósofo de Friburgo, una de las figuras •sobresahen" .. tes' del pensamiento alemán contemporán'eo.'Han pas~do·no'más de tre_c~ añ.6s,•Logos ha énvej ecid6 con ima velocidad aterradora. Hoy rep:esenta ~ol.o un pasado y en el postrer cuaderno .el propio Rickert se cree obligado ~ sahr •. en defen'sa de su~pobres viejas ideas y hace ge_; tos de espanto al a~v.errn,: ~~7 en su derredor una existencia nueva asciende impulsada por amore.5 }'·odios
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muy distintos de los que animaron su tiempo. El fenómeno es tanto más de u.otar cuan¡o que•Rickertfue uno delos filósofos formados antes de 1900 que más avanza11 sobre Jos confines de la filosofía del siglo XIX. Un resumen :de su ideología puede verse en ellibro Ciencia de la atltítra y ciencia natura!; quehicetraducirno•hacemucho; ,,.,, , ,. '',Y no puede•extrañ.amos• el espanto de •Rickert Por lo visto, la juventud alemana dice que es preciso acabarco1rtodas esas histoiias: «Y entre "esashis~ torias" con quees•preciso acabar:-·añ.ade Rickert en el aludido artículo-· se halla nada•menos·que la ciencia ycontra ella dirigen preferentemente sus ataques eri la crítica ~ue hacen de la cultura». Por este grito de angustia que el viejo profesor lanza vengo á conocer que existe ahora entre la nueva genté tudesca :tln·estadd de•espírituparejo al que•desde hace añ.os empuja mi pluma y de•que: he dado una primera e insuficfente fórmula en Ef tenia de niiestro tiempo.'Me intere5a subrayar esta coincidencia que proporciona al fec nómenoespiritiialpotmíanalizadouncarácteruniversaL ·;: ,· :. ' »El'déscontento; prosigueRickert;•se•refi'ere muy particularmente a nuestras Universidades; motivo ante5 de orgullo y que son una de las' pocas instituciones nuestras que hasta·nuestrcis enemigos respetan. No se repruec ba esta o la otra tendencia científica eri concreto: Esto se ha hechosiemprey en principio no tendría gran significación: Pero lo que se pone en cuestión , es la ciencia misma y se habla' dé una crisis o de una revolución en ella, La 'opinióhrtó esqueyertesu metatafotualhombredeciencfa, meta que otros acaso akaman \nas certeros, sino que los propósitos miSmos que dirigen al invbtigadóren supesqlifsa de la verdad no serecónbcenya como valiosos] El ministerio dekonocimiento, aun del más elevado, sejnzgá equívoco yno parece haber otra divergencia en las opiniones sino que mientras unos presumen~ esperan-·-' el fin de toda dértcia, otros qüieren oriéntarla haciá aspiraciones éompletamente nuevas. Y hablan entonces de una ciencia vieja coridertadaa la d~sa¡:>aricióny oponen a ella un programa defutiitas inves" tigacioriés qué aún' no se ha puest:o poróbra. No aciertan a encontrar en el hombre teorético, según es hoy; calidad alg1lriaAuelés 'parezca atractiva». , .. Es,un¡:ioc~ triste ver que ante un enemigo tan radical, que de tal modo parece negarlos slipuestos mismos de la actitud antecedente, no sepa Rickert hacer otra cosa en este artículo que desarrollar una vez más el caduco «film» de su filosofía de la cultura. ¡Cuando precisamente lo que está en cuestión es esa filosofía! No, no es la cultura quien sufre ataques, sino más bien el culturalismo. Yo me permito dudar que los términos citados expresen con rigor el nuevo modo de sentir. Sospecho que Rickert no se ha enterado bien de las germinaciones juveniles que inquietan su noble ancianidad. ¿Es que la nueva
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generación cree poder desentenderse de la ciencia como sifues:la quh1ta rueda del carro? Semejante resolución no irritaría de seguro a .RickettPoI'.·:i que no. es compatible con el mínimum.de seriedad que todaslas cosas ha\l '. menester si quieren flotar sobre el haz dela historia. Sise tratase simplemente ;. de negar toda estima a la actividad intelectual-.a lo que llama eh< hombrjl teorético»-elviejo pensadorno hubiera sentido en lo.nuevo:qn temible• antagonista. Lo que le hiere es percibir confusamente que una ~ueva filoso~ . fía emerge iné:cintrastable y que esa nueva filosofía no es secuencia de. la suya¡ sino un verdadero amanecer de luces originales. Si se. pone eri duda la den~ . cia como valorúltimo -.-y lo mismo.la ética y el arte=todas las filosofí~sJi,,; picas de la Alemania anterior a 1900 quedan decapitadas. Y esto. es; en efet3. to, lo que.ocurre. Ciencia y.moral y arte·-.en una palabra, la cultura.,.:.,.•han pretendido suplantar la realidad. Por eso se fabricó la filoso.fía de.la culturl\I. Hoy se presiente que esa suplantación es inaceptable .• La.cultura no pu~de , ser el valór suprerhó y absoluto. La ciencia tiene que ced~r;el rango a1aVlda¡ el hombre. teorético al hombre integral. Pero ~to .es. lo que poneJuera de sí a.un lflma tan dulce y sµgestiva corno la de Rickert:. que se hable de la vid~, No hace mucho ha escrito contra este. nombre un libro: Lafi!osofia de lqyida:. expo;idÓny c1iticade las conientes fi!osófítas de 111odaei1 ¡mestr~ tieinpo. 'li. el desdén hacia la moda que ostenta este títµlo nos separa .de Rlckerti P~r,o. lo que hay bajo él nos distancia todavía más. Entre otras cosas porque elatfi tor imita al predicador tradicional que.finge un maniqueo estúpido¡a í\n de _darse el gusto.íntimo derefuta]'. al maniqueo. Ninguno de los sistemas.ql.Je R,ickert critica puede denominarse ca.balmente una« filosofía .de, fa. ;v,ida!>,i .. Con este nombre se quiere subrepticiamente dar a entender qµe;lq5;n.ue.¡ vos pensadores pretenden hacer de la vida un criterio de conocimiento, un, principio teórico que substituya a la n1zón, Podrá serlícito a µn prin~ipümc .: te entender por <
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LOS ALEMANES Y LO.INFRAHUMANO
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flebhel, el dramaturgo rorriánticb yarchialemán, es aún poco en Tos países de latinidad: Yo espero que no tarde en completarse la versión cas'Uílfana ·desu obra:]udith, Mmia Magdalma, Herodes y Mmiamne estaban traducidas. Ahora•ha aparecido en la «Colección Universal» los Nibehmgos-suingenteobra•posi:rera. _n•d ,, Los Nibelungos con sus once actos-·son dos dramas de a•cihco yun · prólogo~•nos·proporcionan.un trató bastante íntimo 'con una gente atroz: .G\mther; Sigfrido, Bruhilda; Krimilda::.Todas estas figuras delviejo poema germánicó gesticulan,ante nosotros éon'sus toscos y superlativbs'ademanes 'de: humanidad a medio hacer. Hebbelse complace en ellos; Era romántico y aleman, es'deC:ir, dos veces romántico. Con la más.generosa abundancia dota a:estas fiSonomías de una corpulenta retórica hecha de grandes posturas her'éúleas y vastas actitudes a lo Miguel Angel. En general, no conozco personajes poéticos que se parezcan más a los marmóreos de este cíclope esculfor;Durantelos once actos· hacen estos gigantes de ambos sexos una reiterada óstent~dón de sus bíceps.' ,. ' ' •'Elparerttesco con la fauna cólosal de Miguel Angel es, sin embargo,< aúri ás profunda. En aquél, la propensión al 'gigantismo se presenfa unida a una extrema acentuación de lo infrahumaho:, No torio es qué muchas de sus figuras tierien•un aire sóbtió. La nariz.se deprime cerca del labio como en los chivos y' el gesto todo conserva un misterioso tufo animaL Los seres de Hebbel son, parejarhente, colosos de humanidad donde aún vibra el ins" tinto de la bestia y la fiera;: ' ,.•.... Es 1Ilu~frecuente enfos alemanes esta simpatía por lo antehumano y; E_uando.suenan lo sobrehumano, enlugar de apartarse más del animal lo sullráyan como si toda: grimdezade hombre sólo fuese posible merced a un auento paralelo de lá animalidad básica. Les cuesta mucho esfuerzo rhantenérse en esa zona intermedia templada entre la bestia yel arcángel que es
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el hombre. Conviene comparar; por ejemplo, dos pensadores que tienen tan" tas cosas comunes que decimos como Stendhal y Nietzsche. ¡Cuán diferen-:; te tono usarán para comunicamos sus visiones! Stendhal se sentará con'no' sotros en el café Tortoni y tomando un helado, en llana chai;fa urbana, de .• ciudadano a ciudadano, nos verterá sus sutiles averiguaciones sobre el R" creto de la vida. Nietzsche, si se halla coii. nosotros en el café, antes de hablar desaparecerá y volverá disfrazado atrozmente de Zaratustra o de cualquier otro personaje mágico. Con grandes voces de poseso, dando a la elocucÍón el pathos de las apocalipsis, tronará su nueva verdad. Falta al alemán eU.roc mán paladino, en que cada cual suele hablar a su vecino». :Esto es; evidentemente, una limitación, un defecto del alma tudesca:· Pero no nos contentemos con subrayarlo. Un escritor no debe nunca d,es~ plazarse para contemplar un defecto. El alto código,de honor específico:q~ '· rige-.-que debe regir- su oficio impone al intelettuaUa obligación dt;rio detenerse nuoca eri una negatión. Todo pensamiento,negativo es incompleto y en sí mismo postula una integración, como. la ojiva manca en: la ruina;: ::l . Y en efecto esta falta de sentido meramente.«humano» procede en'.e,l ' alemá~ de.una ~an virtud. Cada día nos hacemos mejor. cargo deÍ carácte~ extraño que ha tenido la.cultura mediterránea-,-la del griego y el rorp.ariól Sócrates decía que.no lograba aprender nada de los árboles en el. campo: sólo aprendía de los hombres en la ciudad: Esta índole.urbana de la cultura anti¿¡• gua no ha· sido. aún suficientemente destacada .. Grecia y Roma son.dos. gran', des escenas sinfondo, sin paisaje. A lo sumo imaginamos detrás de.Pericle5¡ detrás de César un.escenario de arquitectura. Aquellos hombres habíansec,.,.i donado los ~anales vivientes que ponen al hombre en comunicación cori:el cosmos. Es preciso descender a los lugares secretos de la vida antigua ..:..,.los «misterios» por ejemplo- para encontrar alguna resonancia de ese inmen-; :. so contorno cósmico dentro del cual, como una ínfima anécdota, existen:los hombres. La vida clásica es puramente anqopológica. Lo humano aparece recortado, aislado de su engarce t.elúrico y astraL TrO:pezámo:s, pues; conJ,m defecto inverso del germánico, Aquí falta .de ;,humanismo»· y sobra de ,<\CoS • mismo», allí viceversa. No hay .duda que a esa limitación del griego debemo5 la claridad, la transparencia y la mesura de suscreaciones .. Grecia comieilZ~ cuando Hérc.ules es encargado d.e trucidar. todoslos. mo.nstruos ..Frente;¡¡ Oriente, frente a Egipto, significa el helenismo la gran campaña cqntr¡¡J monstruosidad. Los mons.truos representan.la confusión de fronterns en"' tre lamente humana, la «ratio», el «lagos>> y los pqderes elementales. A1gri,\" go.le repugna la convivencia con el animal y coµ la 5elya. Por eso es la:úl\i.c. civilización que comienza.fundand,o ciudac\es, como si la.urbe le sirY;i~I para resguardarse de la confusión infrahuman¡¡ qudos campos favorecf!. ·
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·El muro de la villa es el paréntesis sólido que aisla el hecho «hombre» de ~uanto no es él. Pero esta. predilección por lo racional y lo claro. trae consigo ~iertas pérdidas, La cultura exclusivamente humanista es pobre, es frígida Sin sabor. !".o basta ser luz si renunciamos a penetrar en las grandes cavernas del mundo.: . •.. . . ,· . La Edad Media, en cambio, es menos clara que la antigüedad, pero •. ' ¿quién lo du.da ?- es más sabrosa y posee más dimensiones. El germano había añadido·a la cultura mediterránea el vasto rumor de la selva yre5tauraba la comunicación entre el hombre y el cosmos. A esta síntesis se debe la ¡nagnificencia, sin ejemplo, de la historia moderna. Las.nuevas Naciones ~ranfafosión.de la clara disciplina mediterránea con la profunda sensibili.Aad cósmic:a del germano. Donde falta este equilibrio nos parece quefalta ,un defecto esencial. Y ese equilibrio falta, a veces, en el puro alemáil, que es f!e los pueblos occidentales el que menos' logró sumergirse en la atmósfera •flásica, (Uno de lbs·grandes errores substantivos de Spengler,. está en conftindir el Occidente con el germanismo, no advirtiendo que lo típico de Europa es la fusión de dos razas y dos culturas: Por única vez en la historia ca.e pacida un pueblo -fa moderna Europa-. . vive orientándose según las normas de ,otro-'..-la antigüedad..El hecho del. «clasicismo» es precisamente lo más Jipico de la cultura occidental. Las demás han vivido. sin otros impulsos que los espontáneos.e instintivos: Sólo Europa se esfuerza por combinar éstos icon un modelo extraño, exótico .-.-espacial y temporalmente exótico-.-. que ,con plena deliberación sublima y diviniza. ¿Cómo olvidar, señor Spengler, :que.ya Dante quería s~r virgiliano y que Goethe o Ana tole Francequisieron . ,todavía ser griegos? Este es el.hecho.heteróclito que•convendría aclarar, .señor Spengler, una cultura con doble centro de gravitación: uno interno, ¡nconsciente, biológico; otro externo a ella, ideal, ejemplar, que actúa por ,atracción como una meta; como un fin, del cual Aristóteles decía que mueil'.eal alma como lo amado al que ama. Y conste que el reconocimiento del hecho «clasicista» como fuerza perenne que opera sobre los destinos euro" p~os no implica en míum\ actitud defensora del «clasicismo», Muy lejos de .~o, creo que ha llegado para el europeo la. hora de romper con los «clásicos» así antiguos como modernos .. (Pero de esto hablaré otro día). . 0/• Nos sorprende, decía, encontrar aveces.en el.alma esa carencia de hun;ianismo y ese tirón de.la selva perdurando en.medio de una civilización !,\ln vieja como la nuestra. En ocasiones esta reminiscencia selvática .del ale1 :rrJánadquiere cómicos. aspectos. Hay en las < una página sobremanera divertida. Eckermann hombre.de muha devoción, pero escaso talento, es el prototipo del alemá~ medio. G~ethe sa de él como de un fonógrafo y no es raro que se regocije olímpicamente
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a costa de su ingenuidad. Enfo de mayo de 1825 escribe el propio Eckermarlíl lo siguiente: «La señora de Goethe, nuera del gran poeta, y la señori~a Ulri~ entraron a causa del hermoso tiempo que hada, venían las dos vestidas'co lindos trajes de verano: La conversación durante la comida fµe ligera y: ale; gre. Se habló de las diversiones de la semana pasada y se expusieron planeJ; alegres para la venidera». ·· · • · · ' · · ·· ' · · , '' · L12• · «Si las tardes continúan siendo tan agradables,-· dijolaseñora;d Goethe""-' tendría gran placer en dar estos días unté en el parque escuchando el canto de los ruiseñores. ¿Qué le parece a usted querido pa:dre? » «Podtía ser muy agradable» -'-respondió Goethe. ~<¿Y usted Eckermannc-·-·~e !lija la señora de Goethe-· ¿qué dice usted a eso?•¿ Puede cónvid.ársele? » «¡Pero Otilia!,• exclamó.la sefiorita Ulrica, ¿cómo puede ocurrírsete invitaraldoc-, tor? Si no ha devenir.Y si viene está cómo sóbre ascuas, yse le conoceique su alma está en otra parte, y que desearía irse cuanto antes». ' '·, ' ,,;,¡, ·• · ·«Si he de ser sincero-· ··repliqué""" prefiero pasear conDoólan por elcam~ po.'Tésy saciedad y canversación de té son tan contr~rias a m~:nat;nnl:ez~ que sólo pensar en ello me hade daño». «Pero, Eckermann ~dtJO la s~nora: de Goethe-· · en un té en elparque está usted al aire libre y, por tanto, en suele~, menta»: «Al contrario -repuse. C::uando estoy taricerca de la nattiraleza·que percibo: todos sus aromas y, sin embargo, no puedo entregan'ne verdad1m(: mente a ellá, me impaciento como un pato quien se pusiera próximo a:laguá; pero impidiéndole sumergirse en ella». «También podía usted d~cir-=inte0 rrumpió Goethe riéndose-·-· C[ue se sentía comotin caballo que sacase la ca? beza fuera de la cuadra y viese correr libremente por la pradera·a otros'ta,0 , bailas. Olfatea las delicias y la libertad de la fresca naturaleza, pera no puede j ir a ella. Pero dejad a Eckermann; es como es, y no vais a cambiarlo. Pero'c!P. garne, querido, ¿qué hacen usted y Doolan ene! campo toda la tarde?_» «Busc~" mas un valle' solitario ynos dedicamos a tirar flechas»-·-respondí.'« ¡Humk .'.c..teplicó Goethe-·· nb debe ser mala divérsiórrn'. «ES i:nagnífica--dije-"'- J?ªí~ curarse de los alifafe5 del invierno».'«'¿ Peto· cómo diablos=preguntó Ga~, ei:he-· ha podido usted aquí eriWeimar hacerse can' arcos. y flechas?» . ·.·· ·. Eckermann se extiende largamente•:sobi:e el capitulo' de la Corifeccióli de flechas que tal vez no interesaría muchb a aquelías dos damas ta'n reHr Il1ida5 dé la Corte de.Weiritar: Pero es el caso que Gbethe se va dejando poco a poca ganar por eHervorselváticb de sujovensecretario; ... ·. "i:;;;i,; ; «¿Sabe usted una cosa?-···dijo Goethe con una sbriri:sa misteri~sa: !,~ti~ go una 'cosa que cteo no le desagradaría á usted. ¿Qué diría usted s1 bajase-' mas juntos y le püsiefaenla mano un arco legítimo de Baskir?» . , -·-¡Un arca deBaskfr y legítimo! -·exclamé entusiasmado. , . "'' -··-·¡Sí, hombre insensato olegítimo !-dijo Goethe. -Venga usted!¡:;
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. 'Bajamos al jardín. Goethe abrió la habitación inferior de•un pequeño pabellón en donde había esparcidas por las mesas y en las paredes una porción de cosas c.uriosas. Pasé rápidamente la vista por todos estos tesoros; mis ójOS buscabaµ el arco.: «Aquí lo tiene usted,' dijo Goethe sacándolo de un rincón, entre un montón detodo·géhero de utensilios raros.-· ··Está en el misma.e5tado que cuando en 1814 me lo regaló un cacique baskir, ¿Qué dice us'ied tle eso?»' · ·
Me sentía lleno de placer: teniendo en mis manos la hermosa arma; Páretía'intacta y hasta la cuerda parecía utilizable. ta probé con misma" os y vi que aun conservaba bastáhtefuerza.' .~''repuse:· · ' ' · ·" ·-·¡Pue5 é:i!'"'-exélamó Goethe. -'Tiré hacia las nubes sóleadas'. Laflec. ,,· i:ha subió bien; luego hizo una curva y volvió a caer en tierra. «Déjeme proc ,J!6bar a mi» -dijo Goethe.-·-Me sentía dichoso viendo que quería tirar. L~ di '.~ehirco y recogí la flecha. Gbethe puso la flecha en la cuerda, cogió bien el '~átcb; pera pasó algún tiempo hasta que logró 'disparar. Apuntó hacia arriba fftiró. Estaba en pié cómo uriApolo; lleno de una indestructible juventud .lifotérior,'peta anciano de.cuerpo. La flecha aléánzó sólD'una.altura modei ~tada}'v'ólvió a caer en' ti.erta. Coi-rt y recogí la flecha. · ' ' ' ' i:'r;rr, =·¡'Otta+ez!-··-·'exclamó Goethe: Apuntó ahota en dirección hbrizónc ~tal; a lo largo del'Sertdero arenoso del jardín. La flecháanduvo uhos treinta '¡pasos; lu¿go dobló y vino il'tierra.' Me agradó sobremanera ver a Goethe dis~flarando can arco y flecha: Pensé eri aquellos vél-sb:s:, · · · · ' ~ZE.! ,; ; . :• .-·-¿Meabandonayafaedad? · j
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¿Vuelvo a ser un niño?
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·Volví aitraerle la flecha, Me pidió que tirase en dirección horizontal me señaló, como blanco, una mancha en laventana de su despacho! .I!is~ paré la flecha, dio no lej'?s del blanco; pero se.fijó tan hondamente enlama~ dera blanda que no pude arrancarla. «Déjela, usted-dijo Goethe. -Qúiei;0 , que durante unos _días me sirva como recµerdo de nuestra _diversión>>;_ . núi{ _ .Y. nos quedamos pensando qué preferiría Apolo: si tomar part~ con elgm, ve poeta y el ingenuo secretario en el concurso primitivo de los arqueros o:se_~:, tarse junto a las damas para beber el té y, galante, humano conversar. Fuepri" mero gran flechad 0 r, pero de_élnacieron l~s musas. Ello es que dondequier¡¡ imaginemos a Apo)o encorvando sµ arco las_elva desaparece yun µmndo cla~o humanizado, urbanizado le substituye. En cambio, esta escei;a de un WeiJ;na¡¡, pulido nos hace ver cómo en dos homl:ir~.cie extrema civilización pu~de aún, la primitiva savia silvana ascender con todo su bronco sabor antelmmano: "'' Hay quien cree que.elideal de la cultura es conseguir cortar las amaB,r!I!! que neis mantienen sujetos a las fuerzas elementales. Y.o creo que estoJ;'i un error. La cultura es spl0 11n poderplástico, formativo. Tal vez, sólo unim:{ pulso corrector. Supone, pues, una materia, un dinamismo que ~llap~e.clª elaborar. Toda cultura que no quiera anqµ_il_osarse, secarse y monr¡cuglaI~· de conservar franca la_ comunicación con las energías subteri;áneas delo p,re~ _ culturaLEI imperativo. de clarldad y «hµmanidad»,qu~ ,es .el clasicismo .t:ie, ne que ser compensado con una voluntad de mantener intacto nuestro _sµl;>g suelo salvaje. Sin el germano hubiera el Occidej:lle caído_ ,en un hieratismo; de forma bizantina: Es .una p,t;na que la época más crítii:a de la bistqria uni: versal, la que más arcanos podía revelamos-la historia deJ~s últiJno~,s·c glos del Imperio Romano- sea, casi por completo, desconocida de los. qm; un poco ligeramente se lanzan a la ideología. Allí está la granadvertenc1ii,:S! _ el libro .cie $pengler fuera un libro.plenamente serio -cosa que no es,:~ comenzaría porun análisis minucioso de, aquella decadencia ejemplar. Por que ésta_ es_la ho_ra en que no sabemos aún bien qué es decaer históricamell} - Pero ahora yci. no trataba sino de hacer notar, con motivo delos «~füe, lungos» hebbelianos, esa rara simpatia de! alemán por el antehombr,e, fy:!igl,1.~ Angel dejó sin pulir un trozo de la cabeza de su Dayid gigantesco~ Por~q~g' trozo impoluto elmármol_conserva una simbóli_c[!_U_nión co~l~ ca~~era m~ temal., No pasará mucho tiempo --,nqolyide eUector esta an11_c1p~cron: ;, ~JI\ que una de las.grandes c;uestiones_ q~e se agiten.en Europa seaJa.i:le nues~~ proximidad con el animal. Pero ahor,a el tema se va a presentar mucho.m_ru,; gravemente que en tiempos de Darwin, porque ahora, se está cayendo en1~ cuenta de lo difícil que es separar la psicología infrahumana de la humana.z,
[NOTA A «MARCELOPROUST», DE BENJAMÍN CRÉMIEUX]
'ba obra deProust ha sido el hecho litermio de mayor transdendei1cia en este -~empo tíltilllo: Su fisonoinía eniglllática-toda realidad proftmda pasa con ge5,1iMnisteiiosoy es inrubada ent1'e patas de esfinge-·---ha suscitado grandes disEíisiones. Ello es que cada día, colllo t!11a placaqúe revelci'algi!Ít fotógrafo invisible, van apareciendo eii su inte1ionrnevas 1iquezas iJifusas ya· maneta de
grandes espacios vittuales que, eií las p1imei·as1 letttú-as habían qúedado hermeticas; -Yo créo que pata todo bueíÍ aficionado a las letras es lioy el 'análiSis·de lll obra de Proust uno de los teinaKlllás sligestivos, en q1ie'c01iviei1e insistinma 'ofravez. Benjamín Crémitux, una de los esc1itores franceseS'más capaces de pensar, llle envía el sigúitnte ~stttdio sobre el gran creado1; Este ensayo, hasta ahora inédito,' es, a mijuicio, lo mejorque se ha colllpuesto sobre los libros deliéipsalllente tupidos de Martelo Proust: Crémieuxcombate algunas de las fórmttlas que yo insimté hace dos anos en el Homenaje •de la Nouvelle Revue Fran~aise. En un trabajo más completo que pronto daré a la luz espero soste,ncifüe.fi~ente al anna fina del crftico francés.
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Revista de Occidente, agcísto de 1924
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-- La Nac;ón,; de ago'sto de 19Ú
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DIÁLOGO SÓBRE EL ARTE NUEVO
A principios de este veranos e encontraron un día Baroja y Az01i11en ~~t
lib~ería deBayona. Azo1invenía de San Sebastián, Pío Baraja de su casa
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-Y qué, ¿no está usted de acuerdo? -No puedo decir que no esté de acuerdo. Lo que me pasa es que no lo . d . . en.tren o. . .• · . ·: • · .. . . -¿No e~tá claro lo que digo? -Claro lo es usted siempre, Az017fn. Mejor dicho;es usted la claridad wisma. Pero éste es el inconveniente. Cuando no.se trata de cosas y personas concretas, cuando se plantea.usted temas generales y en vez de manejar colores, imágenes, sentimientos, camina.usted entre ideas; envuelve usted las cuestiones en una claridad tal que quedan ocultas por ella. Vemos la claridad de usted; pero no conseguimos ver claras las•cosas. Es.usted pura luz, y para que se vea algo hace falta siempre alguna sombra . 1 . ,.:; • ·-·.-Antes no hablaba usted así, Baraja; Esta manera eutrapélica .• de proAucirse la ha adquirido usted practicando a las.dÚquesas. . . ,; '" .9i -.Es posible que me haya quedado esa adherencia de mifugaz trato con Jas, duquesas .•Peró mi impresión es más bien contraria. Las duquesas, que ·son, a veces, capaces de. impertinentii1, se hallan casi siempre exentas de iro.n(a. Hoy no_.existe ira.nía en el mundo.'Y se comprende: La ironía consiste en . ,tener una personalidadefectiva sob.re la cual se da uno ellujo de armar otra ¡ficticia, inventada por uno mismo. Esto sólo puede permitírselo quien sien.,ta muy segura socialm.ente su personalid~dreal, ¿y hay quien esté seguro de ¡li:> ·que es socialmenteI Las duquesas menos que nadie. No sa.ben qué hacer, .)as•más discretas, si tomarse en serio como. duquesas o comportarse como si -;]10'10 fueran. Les pasa como a nosotros, los es.critores .. Empezamos a sentir :que la literatura no es ya.un poder social, una magistratura; pero la gente to.. davia se pone a miramos, como a las jirafas ciel jardín zoológico. Esta duda ,radical que cada cual siente hoy sobre lo que es dentro de la arquitectura so,cial constituye una de las enfermedades de la época. . Sería un error, creer que esta vacilación respecto al significado social de ._.nuestra persona sólo perturba al vanidoso. Cada gesto que hagamos, cada ¡Palabra que pronunciemos, parte de,un punto del volu.men social-aquél que ocupamoS¡:-'-, y va a parar a otros. Cuando desconocemos el punto en . que nos hallamos no nos es posible de.terminar si nuestrp gesto .debe ir ha~ cia arriba o haciaabajo,ala derecha o a la izquierda, ni si el público que nos ·¡¡scucha f!Stálejos o est.á cerca. y debemos gritar o musitar, En. otros tiempos, ~~ coefkie11tesocial de cada h01nbr,e era cosalnequívoca.que adquiría,.in-. ¡slusive, plástica evidencia en eluniforme adscrito a cada.clase y oficio .. i Vaya fFsted a saber cuáles.hoy el papel de un escritor. en l¡¡ arquitect:ura social! No ~abe uno si adoptar el gesto crispado de las gárgolas o poner laspnrisa estúJda de una cariátide, o, en fin, contentarse .con ser un baldosín..¿,Cómo.quierrusted que se entretenga en ironizar nadie cuando está eJ{puesto a verse
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convertido en baldosín del prójimo? Todas las energías, y más que hubie ra, las gasta cada cual en afirmar y defender su personalidad efectiva. -Con todo esto se ha olvidado usted de mi artículo. · ·•' -Aquí lo tengo. Dlce usted: ·· · ·.. ' · ' · . · · ··· . ·. '«1.a humanidad esimhyvieja. No sé.lo que se entiende por arte nuevo. Lt estética es tan vi.eja como la humanidad: De cuando en cuando se habla· de' renovación· del arte. En:realidad, las tales renovaciones son cosas superficiales) La esencia del arte'no cambia; Como un artista no puede dejar de hacer lo:que' ya ha hecho, la humanidad•no puede tampoco' darse formas de arte dis~n~ de las que ya se ha dado. Un pfütor podrá; por ejemploiesforzarse en encon" trar una pintura nueva¡ cien pintores en todo el mundo podránluchar para: pin~ tarde.modo distinto a como hanpintadcisus antecesores.Los esfuerzos de to_ dos serán inútiles. Tendrán que dibujar y emplear ekolor.Noharán otra< cosa que lo que hicieron, en las paredes de las cavernas, milenariosanteceso'.es ~~·· esos artistas de ahora; La humanidad es vieja, y ha hecho todo cuanto terna que hacer: De cuando en cuando, a lo liirgo del tiempo, artistas y literatos imaginan: que van a poder salirdelcírculoinflexible en qué están enc.~r;ados. Ese cíiculd sonlasleyes de la materia ylasno~ perdurables del espmtu: lnte.n~n esº~, literatos y artistasescribir y pintar como antes no se había escn~o m.pmtado: Ysns esfuerzos son inútiles. Al tra5pa5ar las frontera5 ddaexpenencia se~la~ y de las leyes de la materia; caen fuera de los términos del arté ~? que de; sean renovar: El lo.Ahora bien: las renovaciones son·cambios de estilo. ¿Cómd puedeus" ted llamarlas supérficialtfs? ¿Le parece usted floja la diferencia entre uña cátedtál gÓticáy el Partenón, o entre una .Pirámide y un pabellónLnis:x;:'.~ entre eldibuj() georrn~trico de Creta y las «Menin~s»? ·. · ... ' ' · ' ··f' ' -Pero ilierripre el pintor tendrá que dibujar y emplear el c~lor.......•.· . .:.:....peró' [es eso lá eséncfadel arte pictórico? Yo'c'~eía que erandibUJO cdlor más bien los medibs, los materiales' de la pintura. Páraustéc:lsóloh bríá una: reri()váCión no superficial det arté literario cuando dejase éste! usár vocablbs'.'Mé pateée que s~ pasa usted un poco, ámigb''A.zo1in. '• 1 '. -·-·Elarte·~s'eternb:"' .~ ... ·'•''''·.·, . . , ''i '' ' '"',' .•. ···' •·!=Unarnigo'mfo deVera; cuando oye que alguien dice palapras más s ndra5 qúe ntitrida5;'snelé' exclámát: «¡Todo esto e5 cárrbcería !"'A mí esa eter
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,tiidad del arte me parece también pura carrocería. Pongamos un pocome;nos que eterno. No sé quién preguntó una Veza Galileo si el Sol era eterno; '.y Galileo, supongo que sonriendo, res]'.londió: Eten\ o/ 1\011; nia ben antiéá: ' .'D'' •-·En el fondo hi'literatura,ha sido siempre lbmistno,'' ' ' . '' · -w' '~¡Claro! En!a primera mitai:l del siglo XIX hubo tiri poeta español; nb recuerdo cÚál, que compuso su «Oda alSoh>; la cual empieza asf: '
¡Para y óyeme, oh Sol, yo te saludo/· íEh cambio, tisted i:omienza uno de los capítulos de «La ruta de Don uijote»: «Yo no he conocido jamás hombres más discretos, más amables, más sencillos que estos buenos hidalgos don Cándido, don Luis, don Fran1 '-"' ' 6isco, donjuan Alfonso y don Carlos>h Entre uno y otro comienzo, ¿no '.~ncuentra usted tampoco más que diferencias superficiales? Usa usted, ami~b Az01i11, de unas superficies muy gordas. -¡Sutilezas! La materia y el espíritu serán siempre lo que han sido. -Yo no sé muy bien qué sea materia, ni qué sea espíritu; pero me pa~ece que lo caracteríStico de la vida es la aparición súbitá de especies nuevas. •Enmi huerta se plantaron hace años unas habichuelas: cosecha tras cosecha !Venían siendo iguales. Pero hace un par de ellos, aparecieron de pronto unas abichuelas punteadas que se han ido propagando a costa de las antiguas. [Por qué no pensar que las generaciones son cosechas humanas y que de ronto en una de ellas aparece una mutación? -¡DeVries! -En efecto, sería urgente un Hugo de Vries que botanizase en la historia. Debe usted leer las conferencias que dio hace dos años en las Clifford Lectures el gran biólogo norteamericano Lloyd Margan sobre lo que él llama «evo.lución emergente», es decir, evolución con súbitas y originales emergencias. ·• se explicarían Jos cambios súbitos de gusto artístico. Usted yyo, habichuelas ºn puntos, asistimos ahora al advenimiento de una literatura punteada. -¡Guiso igual! -No, el guiso no es igual; lo que será igual seguramente es la indigestión. -El círculo en que la humanidad está encerrada es inflexible. -Yo no veo ese círculo. ¡Cualquiera diría que la humanidad se ha muer. ya totalmente varias veces y ha vuelto a nacer para morir según idéntico fograma! El círculo humano no se ha trazado aún. Éste es el error capital ue hallo en el libro de Spengler, ahora tan en boga. Yo no lo he leído, pero bhe hojeado y me parece que esas semejanzas cíclicas encontradas por el üior en el desarrollo de diversas culturas, aun suponiendo que sean ciertas, !fo contradicen una evolución de la humanidad hacia estados siempre
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NI VITALISMO NI RACIONALISMO
nuevos. Comete,este alemán el mismo error que usted cuand~ suponi,qllf\ el arte siempre ha sido, el.mismo,.¡ c;laro está! .Siempre es_ posible halhi,r;el\ dos cpsas alguna nota tanfonmil, tan abstr~cta O• tan extrtnsec~ que sea cP\ mún a ambas, aunque, en.rigor, se diferencien entodo.lo.dem_as. Los caba~. llos y las ostras. se parecen en que n,o se suben a los,árb9les,,La e~oca dell~ perio romano y la n,uestra pueden pa;i:ecerse e:n muchas: cosas, y; sm emb~rgg¡_ ser distintas, preparar un porvenir muy diverso. L~ importante no es hac,, llar semejanzas, sino probar que no existen diferencias de mcmta. ·
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o haymásreinedioique irse ácercahdo ca'da vez más a la filosofía-a la filósofíá en el sentido más' rigoroso dela palabra. Hasta ahora fue conveniente qué los escritotes españoles cultivadores de esta ciencia proc\lrasen'ocultar lá'rnúsculatura dialéctica de sus pensamientos filosóficos tejiendo sobre ella uha película con color de carne. Era'fuenesteneducir hacia los problemas 'filosóficos con medios líticos. La estratagema no ha sido estéril. Hoy existe 'en el mundo de habla española un amplio círculo de personas próximas ya ala filosofía. Es, pues; buen tiempo pára dar el segundo paso y comeniar a abiar de filosofía filosóficamente. Mas, por supuesto, con cautela; y pulga:'. ifa pulgada, debe entrarse en el nuevo terreno; Una larga experiencia de cáedfa, tribuna e imprenta me ha proporcionado una opinión bastante desfa·orable sobre la capacidad filosófica de riuestros pueblos en la época presente. .La filosofía sólo puede ViVir respirando un aire que se llama-rigor mental, precisión, abstracción. Pertenece a la fauna de grandes altitudes y necesita Viento fino de sierras, un poco emarecido y de gran sutile2a. Nietzsche, encaramado 'en un picacho de la Engadina, con un abismo a sus pies, es sorprendidoporla dama turlstá que le pregunta: «¿Qué hace usted ahí, señor profe5\Jrh Aloque él'responde: «¡Ya lo ve'usted; señora, cazo pensamientos!» ~.iJ: ·Yo preferiría, como lectores a cazadores: de gamuzas que saben dar el tlnco justo sobrda aguja' de granito, ni más acá ni más allá.' Pero no los 'e ~ncontrado. Y menos' entre intelectuales de profesión, Predomina lamenetosta que aplasta el menudo insecto dela idea articulada' entre sus dede labriego. No le duele a la gehte aplástar hormigas ni tonfun,bs'gruesos ,' rconceptos.' ',Yo ahora· quisiera salir brevemente, al paso de una de estas cónfu'sio·es o malas inteligencias con que suele interpretarse la ideología•filosófica eslizada subrepticiamente,porrníen casi todos mis ensayos. Se'acostum'raconmotivo de ella a hablar de-<> .• '' 1
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· No siento la hostilidad, que otros proclaman, creyendo con ello eje' cutar un acto genial, hacia los ismo.s. Al contrario, me encanta toda palabr que termina en esa aguda forma con que se.señala góticamente hacia la:af: tura de las abstracciones. En ella se reconoce el concepto filosófico, col!l en el vértice del asta al buen lancero. . Pero hoy se habla en todo el mundo demasiado y demasiado torpeme¡¡t~ de «vitalismo». Es preciso hacer intervenir la policía y que las cosas entre·· en zona de plena claridad. El vocablo «vitalismo», como todos los vocablos, significa muchas co sas dispares, y ya que con él se pretende, nada menos, resumir todo uns' . tema de pensamientos, convendría haberse tomado antes el trabajo de usar lo con precisión. · .... y lo primero que hace falta es descartar el sentidó adscrito a este, tér mino cuando se .le e1I1plea para calificar, no una filosofía,. sino una Il1Dda' dad, de la ciencia biológica. En esta acepción, vitalismo significa: ' A) Toda teqría biológica que considera alas fenómenos orgánicos.me'. ductibles a los principios físicos-químicos. Este vitalismo puede ser de do. modos:· . . ... ... .. . .... .. . ..• . a) O avanza hasta suponer una entidad específica y distinta de las fuf'.r zas físicoquímicas, que llama «fuerza vital», «entelequia», etcétera, com hace Driesdi: . . . . . .. . . ..· . .. b) O; simplemente, ateniéndose a un rigoroso empirismo, se limita a. tucliar los fenómenos vitales en la arisca peculiaridad que.ellos )Ilanifiest\I. sin suponer tras ellos una entidad vital específica; pero, a la vez, evitando,s. violenta reducción al sistema de la física. Así Hertwig. En el caso a) tendre]IlDS el estricto «vitalismo biológico»; en elseguu{ do, lo queHertwig llama «biologismo», . . , ... Ninguno de esto.s sentidos puede aplicarse a una filosofía, y quedan Ji mitadosJ'!.g~gnar.direcciones_ especiales_ de la ciencia particular que inv. tiga los problemas orgánicos. En la medida en que un hombre no prbfesiC> .• puede marcar s1;1s simpatíasyrepulsiones, yo cliría ~ue me siento incom?a ' ble con el «vitalismo» sensu stiicto y, por el¡:ontrano; veo .en el puro, «b1qL gismo»-no.en laforma ins1;1fíciente y pobre que le ha dado el viejo Osk.;Hertwig-... la. dirección de más. fecundo porvenir. Uno de los síntomas i;n . claros del tiempQ rmevo es la resofoción que. transparece hoy en todas las 51_ . cias, tomada en cada una espontáneamente y sin previo acuerdo, de ser.ca cual fiel a su problema peculiar¡ que exige un peculiarísimo método~ : tanda laiinfluencia en ella de otras ciencias y, viceversa, .renunciando a 1 . perar.las .demás. Salimos, por fin, del frenesí imperialista que ~n el siglor · · ha arrebatado a todo el mundo-.-pueblos, individuos, disciplinas; art.
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·.\!?tilos-, bajo cuya desmesura cada ciencia y cada arte quiso ser.la única aut~ntica Ypreteildió subyugar las restantes. Pintura o música o poesía, quisie-. Pl1 cada una set por su lado todo. Recuérdese la aspiración del wagnerismo, !fp:i:bicioso d~ suplantar la metafísica y la religión con su melodía infinita. :IY. Una sigillficación por completo distinta de ésta tiene la pálabra «vita·smo» cuando intenta referirse.a tendencias filosóficas. !'ero, aun en este f~so, puede de.signar tres posicionesideológicas raclicahnente.diversas. B) Por vitalismo (filosófico) cabe entender: . . • :l.º La teoría del conocimientosegún la cual es éste un proceso biológi~p coi:io otro cualquiera, que.no tiene leyes y principios exclÚsivos; sino.que ~,regido por las leyes generales orgánicas: adaptación, ley del mínimo es•• erzo, economía. En este sentido son vitalistas buena parte, por no.decir toHas' de las escuelas filosóficas positivistas, pero especialmente el émpiriornticismo de Avenarius o Mach y e\beatífico pragmatismo/Esta tende11cia pnvierte Ia filosofía en un simple capítulo dela biología. · . · : . ... ¡¡:;!!· 2.ºLa filosofía que declara no serla razón el modo superior de cono.. c;imiento, sino que cabe una relación.cognoscitiva más próxima, propiamente ·., mecliata a la realidad última. Estaform~ de. conocimiento es la que se ejers~cuando envez de pensar conceptualmentelas,cosas, y, por tanto, dis-. (¡!uciarlas con el análisis, se las «vive» íntimamente. Bergson h~ sido .el ma_orrepresentante de tal .doctrina, y llama «intuición» a esa intimidad q;ansracional con la realidad:vi,viente. Se hace, pues; de la vida un método de qJJocimiento frente al método racional. . . . . .. . '.:e!. ~-ºLa filosofía que no acepta más modo de conocimiento teorético que ~lrac1onal, pero cree forzoso situaren el centro del sistema ideológico el projJlema de la vida, que es el problema mismo del sujeto pensador de ese sisf.ema. De esta s,uerte, pasan a ocupar un primer plano las cuestiones refer.entes a la relación entre razón y vida, apareciendo con toda claridad las frpnteras de lo racional, bre,ve isla rodeada de irracionalida.d por todas partes. :. opo_sición·entre teoría y vida resulta así precisada como un caso particular _e la gigantesca contraposición entre lo racional y lo irracional. G.T En esta tercera acepción queda, pues, muy mermado el contenido del . ;nnino «vitalismo»,y resulta muy dudoso que pueda servir para denomi, a~ toda un~ tendenc'.a filosófica. Ahora bien,:sólo en este sentido puede licarse al sistema de ideas. que he insinuado. en mis ensayos, especialmente ,.nEl .tema de nuestro tiempo, y que he desenvuelto ampliamente en mis curas universitarios.' ... '.· ... :· , . •: :. . . ,·:·: ,, ... :·· , . •ti En rigor, sólo· la acepción segunda es estricta: Bergson; y otros en for-. .a parecida; creen que cabe una. teoría no ncional; sino vital. Panlmí,.en ¡¡mbio, razón y teoría son sinónimos.. ·
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•.. ·Convendría, pues, que ciertas defensas Un poco pueriles de la razt5J:r que han querido oponerse a mi presente «vitális;no »';penetrasen un p~'c', más enfas ideas que aspiran a combatir: En gener~l, ~os defenso:es que es tos años ~eri España y fuera de España-· le han salido a la rnzon.; re;elal1J uria deplorable propensión a confundir las cosas, en c_:rudo an~gornsmo c~ll. su propio dogma. Más les valía deja~se de defensas mn~cesa~as Y. emplea esas fuerzas, dedicadas á polémicas inoperantes; en ?ieditar ellos m15mosu11 poco sobre lo que es razón. · · . . . .. ' '.· '. . : ' . ... , . ( , . iMfideologiano vacoritra la razón, puesto que n~a~1te otro m~ü~d~ corrncimiento teorético que ella: va solo contra el racrnnahsmo. · ·· ""}'
·.·• '•Hace' y~ v~intituatro siglos que tirio de los más gtartd~s racionális.ta. Platón/se: preguntaba qué es lo que llamamos «razón» -.Aoyoi:;-, y sur:; puesta es, en lo eséncial, tcidaVía váHda. Razó~ no es simplement~ conoc1 mientoi'Al ver tina cosa, la conozco en alguna manera o conozco algo de ell~ sin embargo, no la razono, rrii cono;:im~en'.o no es r~c~onal. En.r:~ es~ conocer otomar noticia de algo -1\o!;a-·· y el conoc1rmento teorettco o cien.: cía'-·-EítLtmÍ~Lt¡ encuentra Platón uha diferencia' esenciaL ta. cii;nciá es e~co nociinieiito de algo que nos'petmite «dar raión» de ese algo ~Aoyoi:; fül\~~ Ést~ és el significado'más áuténtico y prima'r~b de la ratio. Cuando_~eu fenómeno averiguamos la causa, de uná propóskión la pru:ba o fundan:ent poseemos un saber racional. Razonar es;püe~; i: d: unobJeto ~cosa.o P.e·.. samiento- a su priíidpib. Es penetrar en la mtmndad·de algo, d~scubne1'. do su ser más entrañable tras el manifiesto y aparente. En el Theattetos; doi;i, de Platón perescruta menudamente este asunto, se reconoce en la defirüdó la forma ejemplar de la ratio. En efecto, definir es descompor::r un co~ pue~to; en sus últimos elementos. Éstos son el interi~r o en~~.lJD de ~quel cu a.nao 18. mente aüáliza algo y llega a sus postreros mgred1entes, es~?n: si penetrara eri suintimidá:d, como si.lo viese por dentro: Ek1'.tender,m~ legere, consiste ejemplarrriente en esa reducción ~e lo ~omp'.eJD. ~ co~o ta confuso a lb simple y; como tal, claro: En rigor, rác10nahdad s1gnif1ca ese m vimiento de reaucción y puede hacerse sinónimb de defi~ir. . ... . Pero el mismo Platóntrbpieza; desde luego,' con la mevitable antt~o mia quelarázón incuba. Si conocer ra:cio1'.a:l1'.'e.nte es dC:s~e~der o P~~? trar delcompuesto:hasta: sus elementos o pnnc1p10s, cons1sttra en una .ope ración meramente formal de análisis\ de anatomía. Al hallarse lamen~~ ant los ultimos·elementos, no' puede seguir su faeriaresohitiva o analítica, i;i. puede desfompcmer más.:Dé donde.resulta que; ante los e~e~~ntos,la :?'e<~ te deja de ser racional. Y una de dos: o; alno•poder segmr siendo rac1on
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ante ellos,. no los conoce, o los conoce por un medio irracional. En el primer ciíSO, resultará que .corioter un objeto sería reducirlo a elementos incognosibles, ]o cuales sobremanera paradójico::Enel segundo, quedaría: la rae otlcbrrio una.estrecha zona intermedia entre' el conocimiento irracional del orripuestoy el' no merios irracional de sus· elementos; Ánte éstos se de tene iiá el análisiS o rátid ysólC> cabría la'iiitüicióii, En la razón r!lisma ericon'irémos;pties, uh abismo d.e'irrácionalidadJ · " · ,: •' Y es curioso advertir que en la: otra cima del racionalismo en Leibniz.· ·aliamos exactamente la.misma situación•. ·La:raisonestf!a li~ison 011 en~ Íiáíitement des véiités: Más'cbricretamente: ese·eí1!ace con5iste ehfa.relación l!rp;tleba y consecuencia; de principió y prineipiado entre dos propbsi'órtes. Y, sin darse cuenta de ello, 1.eibniZ designa: la razón con la misma fór' u!a•qúe Platórt. El principio de todo conocimiento es el p1i1idpium.1'eddendae ationis-el «principio de dar razón>>, esto'es, dela prueba. La prueba de · ·a proposición no consiste en otra cosa que en hallar la conexión n'ecesa·a: ehtre el sujetoyel•predica'do de ella. Ahora bien, esta conexión es' unas eces manifiesta; como cuandodigoA es A; portanto, eri todas las pro¡josi, iones idénticas: ;O bien es preciso obtenerla'per resolutionem te11ninon11n, es . ecir¡descomponiendo los conceptos del süjeto y predicado en sus ingre" ientes·o«requisitaw. ParaLeibniZ;•como antes·para·Platón, y entre rite·as para Descartes,fa.racionalidad radica'·en la capacidad de reducir el coniuesto a. sus postreros elementos; que Leibniz y Descartes llamaban simplices '·pewnoPlatóri,faLvezporunamáshondayagudacautela, .,. ,. • .· • W •Lo «lógico»= rácional, por excelencia, es;pties, siempre la•opetadón e:inventario que hacemos descomponiendo ló complejo en términos últi.os. Por eso Leibniz define formalmente la lógica como la ciencia de con~nénte et contento, de la relación entre el continente y el contenido, el com:·uest? y sus ingredientes. Al llegar a éstos la lógica termina y tiene que educirse a contemplarlos. Definido el compuestos.e encuentra ante·los t±inos elementos indefinibles. · ·" · · !' La idea racionales la .idea «distinta» frente a la·« confusa>;. Distinta es '.idea que podemos anatomizaren todos sus componentes internos, y por nto penetramos por completo. Al distender los poros de la idea compleja netra entre ellos nuestro intelecto y la hace. transparente. Esa transparen" arcristalina es el síntbma de lo racional.< Pero los poros se hallan entre los e ementos o átomos de la idea: sobre ellos rebota nuestra intelección Y, exeri's deintersticios; no los puede a su vez penetrar; Leibniz no tiene dtro re:édio que aceptar lo que más dolor podía· ocasionarle: que la definición.o ·' ón descansa a la postre en simple intuición, que la actividad disectriz y .. 'tica terniina en quietud intuitiva. ELraciorialismo quisiera que toda éosa
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fuese conodda por otra (su «razón»); pero es el caso que las últim¡¡s:ftj sólo se conocen por sí mismas, por tanto i!Tacionalmente, y.que,dees\E;¡ ber intuitivo e irracion.al depende, a Ja postre, el racional.. En últimaiI1S cia, J.a razón siryesólo para reducir las.cuestiones complejas.a o.tras tan ··.:. ples que sólo cabe,decir al que disputa; ab.ra :ustedlos ojos y vea lo que pe~ dela!lte. $i nihil pe1· se co11cipit¡.u·ni11il 011111i110 percipiet:r.u.·. Si nacia,e5 cot1~. bido por sí, nada sería percibido O: conoddo, Ahora bien: la intui~ión.esj) gica;Jrracional, puj'!sto que excluye la pruebao,fazón. ··' .• ;. :::: · i n·, Elmétodo.deanalyse des·concepts.que Leibniz instaura no puede¡¡se· . él mismo advierte, mei1e1: l'analyse j11Squ'.au:bout. Esto es lo que haceJ~t misible el racionalismo para todo espíritu severo yvei:az. Sil;!mpre acab13.:p descubrirse en .él su caráctf!r:utópiao; irrealizable; pretencioso y simplis. El método que propone .acaba potnegarse. a.sí mismo cpmo todoJalo¡oip.e sonaje de tragedia;jncapaz de.llevar su misiórr,j11Squ'au bout. · : • :n'H~ ,..,.NJJ~tro conocitÍJ.iento de lo compuesto depende de nJJestro ¡cot¡iic miento delos últimos conceptos. en qJJe aquél pueda· descomponerse:.& rabien, ante un último concep¡o, Leibniz ádvierte que sólo cabe pregunta' se si es apto, es decir, si es posible'.· CJJarido un concepto es posible podem' asegurar·que sti objeto existe.,Elcuadrado redondo esun concepto alque. corresponde objetoalguno :c'7porque es imposible. Toda la lógica, tod~ la · cionalidad pendé, pue5,.dela posibilidad delos.conceptos: . · · ' rq · .• y¿ cuándo e5 posible un concepto? Cuando sus•partes son cornpatibl .. lo que es lo mismo, cuando no se contradicen. Pero, en definitiva, estaco; 0 patibilidad ó no contradicción es determinada por lá simple inspección! tuitiva y no permite comprobación direc;:ta alguna. Además, el mero no.co~ tradecirse los diversos ingredientes de un concepto, no asegura·, com0Le1b creía, Ja existencia de su objeto. Se ha hecho notar.que la libre combinaci~ heterogénea lleva a productos como la idea de «justicia verde»; que nos contradice, pero tampoco posee objeto alguno congruente: · · ''.';· Vemos, pues, que aun sin salir de lo que Leibúiz llama le pays des posSlp ,; la razón desemboca siempre en lo irracional; Los principios mismos ,'!;u rigen la marcha de. ésta en sus análisis y síntesis; sobre todo elmaguo Prl: cipio de toda materia lógica-la identida~ es perfectamente irraci01;1~b. razón comienza justamente cuando se usa de él, o mejor dicho, la rac1on lidadconsiste en su uso_, pero él:mismo.está «más allá de la.razóri>>;tb dice Plotino de la idea de Dios .. • · Más grave cariz toma el asunto cuando. de la región de los p~siblci;_ mas ala que más importa: el mundo real. Leibniz reconoce, ¡;n cier~o lllº qtiela.realidad es constitutivamente. irracional, puesto que de ¡;lla solo ca_ vérités.de fait, co1111aissance histo1iq11e y no vélités de raison . .Sin.embar .
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·~ibniz busca una vuelta para racionalizarlo. Lo contrario de lo posible es imposible, es decir, absurdo, ilógico; iqacional. Mas lo. contrario de Jo real es po)ble, por tanto, no es absurdo e irracional-es sólo moralmente absurdo. .!'. · De esta i;nanera obtiene una calidad semi-racional para el muncio de.las .ealidades. Aquello cuyo c_ontr¡¡rio es posible, quiere decirse. que no es ne..esario. Pot tanto; lo real se caracteriz¡¡ como contingente. Mas esta contin. encía d~ lo real para .un hom]Jre r.esuelto al racionalismo, será sólo aparentl;!O re~atlv~ a nu~tro mtelectp. l,:J, verdad c0 ntingente es aquélla quae infinitas 11volv1t rationes, Ita tamei1 ut sempei· a!iquid sit residuum tuiits iternm reddenda .:t:ra(io, continuata autemanalysiproditseiies i11fi11ita.,Lo contingente encie. ¡ ll Un número infinito de razom¡s; Sn textur~ es, pues,.p11t:amente tacionaJ, dmo la de lo posible: Pero coroo:el:número ,de. su~ .razones ingredientes es . ita, res_ulta que siempre queda.un residuo de· que aún habría que dar ra. ón, y continuando así, el análisis condnce a una serie infinita,•Ahora bien: 1 infinito '--concepto qUe nace en Ja:razón-..- es irracional. A fuerz~de conener.lo. real razones. interiores, Tesult~ irracional, por simple . complicación. : .Esta paradoja obliga a Leibniz, y en general a todo racionalismo a dis. guir un intelecto finito, que es el nuestro,y un hipotético ihtelec¡O: ; 'to, que sitúa en Dios. Lo real, que es.infinitamente racional, se cpnvierte,.al asar por nuestrarazónJimitada, en irracional; pero.recobra su racionalidad ~Jo s~po~emos ~ntendido parla razón infinita de Dios,Ja 'species quaedam . et~~ntatis de Spmoza. Pero a esto habríamos de decir qm; esa misma razón ~IIllta, supuesta por Leibniz para .poder afirmar utópicamente la racionad~~ del mundo real, es, a su vez; incomprensible para nosotros. La razón . nfinita es un concepto irracional. · .• ··, . . , :. La realidad leibniziana nos ofrece-un curioso ejemplo de cómo algo, .olo Pº'. ser condensación tupida de razones o claridades, se convierte automáticamente en confusión y se irracionaliza.
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·. :• j ,,, ,: • Si ahora resumimos esta teoría de la razón-que desde Leibniz no ha d1do adelantar un paso-venimos a las siguientes fórmulas: • l.• La razón, que consiste en .uri mero análisis o definición es eri efec. ¡la máxima ir¡.telecéión, porque descompone el objeto en su~ el~mentos, .ppr tanto, nos permite ver: su interior, penetrarlo y hacerlo transparente. '· 2. • Consecuentemente, Ja teoría que aspire a plenitud de. sí misnia tená siempre.que serracionaL. ' . J:~_Pero, a la vez, se revela la ra2ón como una mera operación formal de ecc10n; como uri simple moviniiento de descenso desde el compuesto a , s elementos; Y hay compuestos infinitos -todas las.realidades-.. que son, .J
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por tanto, irradonales. Por otra.parte\ fos•elenientos a que por ventura se lle ga; son también irradonales; n·e modo que: . .. . ... . . '.'e 4: "La razón' es una breve· zona de claridad ánalítica que se abre entre dos estratos insondables de irracionalidad. . . . 5." El carácter e5encialmente formaly operatorio de la razón transfiéte a éSta de modo füexorable a 1ln método intuitivo, opuesto a ella pero de C[1lé · ella vive: Razonar es Un puro combinar visitiriés irrazonables. · · '• Tal es,a mijnicio, el justo papel de la ra.Zón,Tódo lo que sea más de esro degenera en rad01ialisJno. ··· · · · .... ·•· . "" '' ' .· .• ·· Lo que el radonalismo añade aljusto ejertido de la razón es un su]J1l • to caprichoso y una peculiar cegtiera: La ceguera corisiste erino é[Uerervétl irradonalidades que;· como hemos advertido;•suscita por todos lados el1ls · puro de la.razón misma. E}stÍpue5to arbitrario que caracteriza alracionalisfü es creer· qtlelas cosas-·reales·o·ideales-e--se comportan· como nuestras i.deas, . . Ésta es la granconfusíón, la gran:frivolidad de todo racion~lismó.'c"r;r •. ·· Porque,hetlios visto, en· efecto;' que para ser racional algo es•menestet que se deje resolver en un número finito de 1.iltimos•demerítos. Sólo así es pósible la' definición. Ahora bien, :esa condición implica una· estructura•de". terminada, la de continente y· contenido finifo;la detodoypartes.asequi'I · bles. A esto podemos llamar laestructtlra raéiana!l .Pero si buscamos parre\ universo qué o¡:bes de objetos manifiestan tal estru'étura hallamos ctne sófo nuestras ideas la poseen íntegramente; El orbe de nuestras ideas goza de:un orden y conexión tal; que podemos reducirl? aun alfabeto-· . ~orno Leib: · : quería-finito de elementos simples:•Lo:rac10nalpor excelencia es;pues;1lo ideal, o lo que es lo mismo, lo lógico, lo cagitabile. (Así define también teib± niz la lógica como la ciencia de cagitabile). .. - . Pero ya le pays mathématique-¿quién lo diría?-.-.; no posee ínt~gra mente una estructura racional. No se olvide que.en él fue descubierta con• estupor la primera irracionalidad. Del número irracional-a-logon-vie11_e. tal nombre. Irracionales son todos los infinitos, irracional el tiempo •Y el, espacio/Siipreviarriente no nie hubiese convencido .de la ligereza eón que suele hablarse de las•i:osas antes de·pensar en ellas, me habría.s'orprendid quealgunos «amigos dela razón» nos prepusiesen comq ejemplo.dé ella, l' geometría de Euclides;Pórque la verdad obliga~ declarar que es la geoine~ tría de Euclides' una de las más irracionales que existen; mucho más,cpqr ejemplo·, que la proyectiva. Para no aludir a otros puntos·más cóniplica¡ dos, haré notar sólo que la reducción del espado a tresdimei:isiones es•n_, hecho ejemplarmentebruto, de•que no ha podido nadie nunca dar razón:!, ; ••Al pasar de la matemática ala fisicala irraciónalidadse cqnderisa;· ' categoríasfísicas ~substancia y causa=' son casi por completo irracion~
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]es. La• causa supon~ siempre otra causa y aparece siempre como miembro 'd~ u_na•cadenainfi~~ta, en el doble sentido de no acabada y de eXigente de ~hnntada,prose.cuc10n. La razón' físictnios invita a reconocer, en. todo fenó¡nenoun rnerp resultado de sus condiciones (la canditia ofondam:ento esll\ causa•o .cosa esencial), pero como Kant decía «latotalidadde las condiciortesfo ~aus~s) nb·es dada nunca a] pensamiento; Sino que le es propuesta como una· tarea o problema infinito». La razón encuentra así en elfenómeno u~.fondo irremediableIIlente irracional, sin'transparencia, opaco a su·luz ánahnca: En cuanto a fa substancia, el nbmbre,mismo indica su carácter l~te~te; ocul_t~ subr~~ional. En fin, el carácter individuah¡ue presenta toda i:alida,d autennc~ ~alifica a ésta, sin más, de trascendertte•a'lárazón; apta tan solo para moverse entre generalidades. . ;;· , ·. · , . .. . Por todas partéS tropézarll.cis con el hecho gigante de quélas cosa's .!..c..nú~ meros o cu:~os o almas= poseen una estructura, un orden y conexión de sus partes tlistrnto~ del orden y conexión que tien~n nuestras ideas; •La identi" ficaci~n de lo uno con lo otro, del lagos con dser; formulada en las palabras de Spmoza -.-arda et cannexia idearum idein est dt iJida et cannexia rernm-·_.· es ~a transgresión, la ligereza que el racionalismo áñade alrecto uso limita~ d,ó de la raz~n; L~ibniz .descubre indelibetadament~ su viciosa propensión cuando hacia elfin de sus NouveC!iuc Essais'SJ.itl'e11tei1deinmt humain dice· :ne canfdis, les chós~s i!1ea11i11ies 011 ca11fuséme11t calím1es' que de la 1naiíiere d~ celles'q11_11:0~ sa1'.t d1s.tl11ctemmt cannúes: Aqtií se hace patente e1'taprich0~ so propos;to .. Arbrtranamente se supone qué los estratos de la realidad dond_e~o pén_étra nuestra. m7nte están hechos delniismo tejido que el breve troo•con_o~ido, no adVJ.rtiendo que si éste es conocido'se'debe a que acaso ea el umco cuya estructura coincide con nuestra razón. , .r ,E? ~sta frase de Leibniz transparece el secreto recóndito del espíritu ra.onal~sta. Este secreto consiste en que, a despecho de las apariencias, el raona~J.Smo no es una actitud propiamente contemplativa, sino más bien imerativa. En lugar de situarse ante el mundo y recibirlo en la mente según , con ~us luces y sus sombras, sus sierras y sus valles, el espíritu le impo_e ~n ~ierto modo de ser, le imperializa y violenta, proyectando sobre él su UbJenva estructura racionaL Kant llegará a declararlo: «No es el entendiiento quien ha de regirse por el objeto, sino el objeto por el entendimien»• Pensar no ~ver, sino legislar, mandar. La resistencia que el mundo ofrea ser entendido como pura racionalidad, no lleva al fanático racionalista udar de ac~:Ud. Antes bien, como el cuento popular refiere, espera que Jmun~o rectifr~ue y, ya que no hoy, se comporte mañana según la razón. ~.e aqm _el .futun:mo, el utopismo, el radicalismo filosófico y político de os dos ultimas siglos. Fichte, .que no se muerde la lengua, lo dirá con su
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cinismo romántico de alemán; El papel de la razón no es comprenderlo r~el, formar en la mente copias de las cosas, sino .<, repugnará al¡es píritu sediento de contemplación y afanoso de ágil, sutil, aguda teoría: ,
Revista de Occidente, octubre de].9:f, '
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EPÍLOGO AL LIBRO DE FRANCESCAA BEATRICE
1.
La excurnión ha sido deliciosa .. Nos ha guiado usted maravillo.samente .ppr esta triple avenida. de terc.etos estremecidos:poniendo,aquí y allá, con leve . gesto, un acento insinuante quic .daba com0 una nueva perspe.ctiva al viejo 'f!Spectáculo. Claro que algunas veces nuestra .mirada dejaba las figuras de panteparaatender a los gestos de usted, después de todo, lo mismo que hizo !L!Il~nuclo el poeta con su mejor guía. ¡Qué le vamos a hacer!Un apetito, :tal yp:mmoderado, de actualiclad me hacía preferir al viejo espectáculo, genial pero exangúe, este otro nuevo que era la reflexión .de aquél en usted, Ni creo c¡ueDant.e re.divivo hallase. en ello ocasión para la censura, Eradema~iado ~actor en.voluptuosidades para ignorar esta duplicada delicia que, es, a.ve~es, no mirar el mundo por derecho, sino oblicuamente, reflejado en las yariac.iones de un semblante. Cierta vez habla-¡ siete siglos antes que IJ.eredia!- de que ve espejada en ,una pupila la nave que desciende corrieneaba!º· (Pa.r. XVII, 41742}. ¡Grave confesión, no es cierto! Porque ella sup~11emeludiblemente la experiencia de inclinaciones muy próximas sobre 91os muy dóciles. Ynos complace sorprender a nuestra lirimhiena en taldul~ein~~dad, geógrafo de ríos que fluy~n por pupilas, piloto de naves que bqc ~n nI\la adentro: l!stev.erso encierra un dato biográfico de una indiscreción ~~mplar y es un dqcumento auténtico en la hoja de servicios sentimentars·prestados.por elpoeta. Cpmo luego, hablaremos.de su táctica de distana, bueno es que ahora subrayemos sus.hazañas de proximidad.' Fue un bra' ,,en amor,~ p~ar de su timidez. Se acercó. a Ja.brecha peligrosa. Porque.un reo en.la líqmda ensenada de una pupila es cosa tan menuda que sólo se ve ornándose muy de cerca al mágico iris. Viene a ser a la inversa ,el caso ree,rido por Plutarco. Mientraslos demás guerreros v~n al combat~ con gran.es y llamativas empresas pintadas en sus escudos, hay uno que lleva:sólo
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representada una mosca.« ¡Eres un cobarde!-·-le imputan Jos demás. ¡Quiel, res pasar desapercibido y.que tu empresa no hag11acercarse al enemigo!¡~ «Todo Jo contrario-responde,sereno, el denostado. Es que pienso acerdi:t~,,. me yo tanto a él que, quiera o no, tendrá que ver la mosca». · . ··>• Pero es claro que este detalle biográfico de orden tan íntimo, y; por ]oí mismo ' bastante trivial, no nos sirve a Jos amigos de usted para justificar nie2 . .........
papal de Avignon' y _el Renacimiento, en pos del cual se apresura toda Ja cul.rura mod_erna. Y esta gigantesca cosecha procede íntegra de¡laaudacia genial ~onque unas d¡¡mas de Provenza afirmaron una nueva actitud ante, la vida. frente al dobje ascetismo, igualmente abstruso, del monje y el guerrero, estas.mujeres subliI11es. s.e atreven a insinuar una. disciplina de interior pulimento e int'electuál agudeza. Bajo-su inspiración renace Ja suprema norma c!eG.recia, elmetron,la «medida».L¡¡ primera EdadMec!ia es c0 mo elvarqn, tpcla exceso .. La lei.decorteziaproclama el nuevo imperio.dela «mesura», qµe es el elemento .donde alienta la feminidad, . , ., ., .! •ir Como un óleo de espiritual suavidad se derrama esteiI)lperi~ d~ 1IleS,1ln!, de comedimiento, hasta los lugares más remotos. Es conmovedor sor. prender.en tierra tan áspera como rmestro.rudo Poema de Myo Cid vers_os con ~_teyoca,bulario: ., .: .. ·.\ . . . . . > • ¡ ..... . Fablá Myo Cid b\i;n e ta11. mesuradp: .
Esta mesura llega a la.bronca ~e;ta casteÚ~na de J~s retnotas Cortes proYel1Zale~ donc!e viven a.rmortiqsamente unas hembrasciyilizadoras. Parej¡¡me!lte, Qu;Jota de Stein liberta a,9oethe de su atroz teutonismo juvenil. •Po.r,eso.su.el~llamarla la «do~esticadora» y aconsejarnos: «Si quieres, saber ,lo que es deb~do en cada caso, ye a la tierra de las n:mjeres»., , •.. · . '<';.; • La mujer fue prinierop¡¡ra ~l hornlJre una presa...,...un cuerpo que.se pued.e arrebat_ar,_ A esta .eI)loción,yenatoria sucede.un sentimiento. más d_elicado y de signq opuesto; que el griegqno conoció bien~ ..Lo que.en.la mujer pue. de ser botín y presa que se toma de arrancada no satisface. Un mayor refi11amiento del hombre le hace desear que Ja presa lo sea por espontánea im.· pulsión: El botín de su feminidad, .en rigor, no se posee si no se gana. La presa ·s.etorna premio. Y para alcanzarlo es preciso hacerse:digno de él, adecuarse al.ideal de hombre que en la mujer dormita. Por este curioso mecanismo 'se invierten los papeles: el everscir cae prisionero. Si en Ja época del mero ins1¡ '._', 1
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.~º ~suficientemente cono.~i~o .el hec~o de habe~.sido est!l. ~ar.te papal francoitaliana
:la, oc:is1an pnmera en que de modo. habitual y establecido entraron laS damasª. formar parte de la ,1csoc1edad». De ella, pues, hay que datar propib.lnenté- ese organismO Social que los hombres mo';d.em_os han llamado «co.rte». Col,lSti_tuida la de Avignon en su mayor parte por dignatarios ecle,t~¡lsticos, 7n consecu~ncta, por célibes,_ apareció un tipo original de mujeres que llevaban una vida _¡1P,~~pend1ente y i;:ulti~ada. Para ellas _se_ a_cuña, por vez prim~ra, _la pa_labra ~•cortesanas>). ¡Pero sea denostad? quien piense mal! Una de ellas 1fue Laura de·Noves, la·ainiga del Petrarca. 1 Sería importuno ensayar aq~i :tJ.IJ. _all?~isis, por breve que fuera, del sentimiento amoroso .... .G~~cia .. Desgraciadamente,señora, ta;nto, en_ ~l pa!S d9nQeyo escribo.cOfnó ~~el que usted res,ira, impera_ todavía un filisteismo provinc'ihl tari estrechó, que nO deja margéii para hablar con levada clandad sobre los temas más hondos de lo humano. -
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tinto .sexual la actitud del varón esptedatoria y se arroja sobre la belleza trart:¡ seúnte, en esta ¿tapa de entusiasmo espiritual se coloca, por el contrario/a· distancia; se orienta desde lejos en el semblante femenino para sorprender en él la aprobación o el desdén.La cult:Ura de la cortezia inicia es.ta nueva tii lai::iórí entre los sexos;:rnerced a la cual larnujerse hace educadora del hom2 bre:Da,nte representa su culminación. La Vita Nuova ha sido, escrita lré:r ·. rnularnentebajo la emoción de sentir el póeta que so el irreal cincel ferneninlr seibatransfdrriiando en unhornbre'nutvb': Dante sólo aspira: ala anu·entia · de Beatriz, a su aprobación. La vernos pasar siempre lejos; u~]Jocoimmnerada ypterrafü.eliSfá! Alpoéta sólo le preocupá si le sahida b no; Cuando Beatriz está displicente evita la salutacióriY'Dante se estremece. Mi salutb =ilice lá primera Vez que fa Vii:i~ 1 virtüosi11iíentéfáittb che 1iti parve aliara vederíí tr.1tti i tennini della beatitudine. Y otro día: Conobbi ch'era la dónita delli:t'sáhitii;• la quale m'avea lo giorno dinanzi deg11ato di salutare. Desde entonces vive Dan"···· te macilento, poseído sólo perla speranza delldmfrabile salute. .· · Con su saludo y su desdén, corno con dos riendas invisibles, invisibles corno lbs coluros astronómicos, rige lá cauta doncella: la brava mocedad del poeta. Claro que esté'podetta~ mágico ycasifücot]Jóréo sÓ~o puedé réSi~ dír en lá mujet que se ha refinado ""'-la. que es gb:til e non ~w·~J~miitá diC,é, con plena conciencia Dante. Coh ademán ünpoco excesivo 1de• ~enospre'-' ciar la carne, insiste'en·que si habla defos ojos che sano prindpid d'Amorey de la bocadi'tfi11e d'Amorese evite todo mal pensamiento; si lievi ogni viziofo pensiero, ricordfsi i:ht ltgge; che di soprd e sc1itto che il salu to di questd doñ:r na, lo quale ei·a operdzione della sua bdcca¡ftifine deglf!\tiei deside1ii;1nei1tre che io lo potei 1icevere. ' · · · ' ' ' ' .'iJ " · ; ' '"' .., Dicen que San Francisco pudo vivir una semana entera delcanto de ~na . cigarra.' Dante, de la boca y la pupila, torna sólo la mística electricidad dé1' la sonrisa que saludar Esta· sonrisa que va aparecer tantas veces e.n la obra 0 posterior de Dante; este disiaio 1iso es la sonrisa gótica que perpetúan las curas vírgenes de piedra en los portales de las' catedrales europeas:· s 1
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Che dentro ag!i occhi suoi ardeva u111iso
Jql, ~1fi8 p~~qJ ép'mi~(td~cqrl~jo11.1qo ,·' delltllnia grazia e del mio paradiso . , 1 ,
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; (Par. XV)
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¡A.Tdía ~n sus ojos una talSonrisa, : que pen5é con los. míos llegat alfando ' de beatitud y·' el~~ ]Jaraíici]' ' ' ' ,, ' ,• ·"-.; _," -- "·' ,;,,,
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dice Dante hacia el fin de su obra vitalicia rizando el rizo de sus emociones primigenias cu¡¡ndo mancebo empezó la vida nueva: i •.: . :: . El terna me apasiona, señora, y no acabaría nunca. Pero permítarne usted que node~aproveche la ocasión para resumir mis pensamientos sobre la alta misión biológica que a•Ia hembra humana atañe enla historia: y ante t~do, le ruego que nó le disuene gravernénte la aspereza de 'este vocablo -"'""h~lilbra humana. Espero de súrnesura que muy pronto me concederá usted hcitudpara su uso, reconociendo que me es imprescindible. · . La ver~adéra misión histórica de la hembra humana aparece sin clari. dad por olvidarse que la mujer no es la esposa, ni es la madre ni es la here mana, ni es la htj~. Todas estas cosas son precipitados que da ]~feminidad, : formas que la mUJer adopta cuando deja de serlo. o todavía no lo es.Sin duda quedaría el universo pavorosamente mutilado si de' él se elirnínaseri esas ma~ ravillosas potencias de espiritualidad que son la esposa, la madre, la hermana Yla hija-·. tal niodo:Venerablesy exquisitas> que parece imposible hallarnad~ supenot. ~ª~,es forzoso decir que con ellas no están completas las categonas de la fernimdad y que ellas son inferiores y secundarias si se e'ni.; parejan con lo que es la ·mujer cuan:do es rnujer y nada rnás'.: "·: · ,,,: : · Cada una de esas advocaciones del ser femenino se•dtfereb.cia de las restantes y se definep.~r su ofici? eficaz. Nadieign:or~ lo que'éS'serrnadrey ese posa, hermana o htJa. Pues bien, ese cuádruple oficio conmovedor no existiría si la hern~rahurná~a no fuese además .:.....:y antes que todo eso-'-'- mujer. · ¿Pero q~e ,es la rnuJer cuando no es siho mujer? ' . i Yo no podría responder a esta preguntá sin rectificar antes la tradicional noción de los ideales: Desde hace doscientos años; señora, se nos habla con abrumadora constancia del idealismo. Esta prédica de los ideales tan .;usada p~~ ~ósofos Y_Pedagogos-·la afirmación de qué la vida sólo vale pues" ; ta servic10 d.e .los ideales-., cualquiera que sea la ¡:iorción de verdad que 1 ~enc1err~, rnamfiesta_ui:ia con.cepción errónea de lo é¡ue éstos son y ha est torbado tanto en los ultimas siglos que es urgente desVirtliarla. Se habla rnu'!~ho del i_deal ~e justicia, del ideal de ':erdad o de belleza; perb nadie se pre" ~gunta como tiene que set algo para seruríideaL No b'asta coh encomiar ~patétkaní:ehte tal'éi cual nórrna para esclarecernos su operácfón deldeal. ~E.! de ayer ha dejado de serlo hoy para riosótros; La historia asiste al drárna .;':~en vec~s rep~tido de un ideal que getrili!la, frlictifiéa yfenece/¿ Cómo es ~.~to posible, sino.ha variado su contenido, sutrascendericia objetiva? Evi~ :;eeI1te1Il~~te es un err~r considerar a los ideales sólo en sí mismos, aparte de :)su relac1~n c,on n~sotros: Nó bas.ta que algo sea perfecto ]Jara que seá, en ver" '.kdad, un ideal. Ehdeal e5 una función vital, un il1Strurrterito de la vida entre ';otros innumerables, Podrári la ética y la 'estética·definit en: cada momento
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qué figuras merecen funcionar como ideales, pero cuálsea el ministerio mis'o mo del ideal sólo podemos aprenderlo de la biología. . ,T Diríase que son los.ideales é:osas ajenas, sublimes, a la vida Y que ést¡¡:: cuando asciende a ellos sale de sí misma y se eleva sobre su modesta órbitll naturaL No comprenden los que favorecen tal equívoco el daño que hacer( a su propio idealismo. porque dejan supof'.er que la vida, por s~, pudier~ fün; cionar sin intervención alguna de los ideales, de modo que estos senar9a quinta rueda del carro y un añadido tari honroso como superfluo. •Yo creo, señora, que no hay nada de eso. La vida, toda vida, por lo me,1:19~ todá vida humana, es imposible sin ideal, o, dicho de otra manera, elide,¡iL es un órgano constituyente dela vida. · · .· : . · . ::r.¡::,~ . La nueva biología va mostrando que elorgamsmo vivo no se ,comppl ne sólo del cuerpo individual o, si se trata del hombre; de s_u cuerpo Y:'11 aJ.w~J. Cuerpó y alma, el conjunto de.nues.tra persona, no son si~o un conJunto ªe órganos materiales y espirituales; porconsiguiente, 1'.n SlStema de aparatq:_ que funcionan. La vida consiste en un sistema de ~i_ic10nes _corpor.ales YJl%l;i quicas, de operaciones, de actividades. Estas actividades, ii:mediata ~ IT),f!¿ diatamente, se dirigeri:al mundo en tomo; desembocan en el. La pupila}'¡¡ los objetos del paisaje y la mano avanza para apoderarse de ellos.,P~ro s~( ría un error suponer que elm1,mdo en tomo., lo que lla~amos el ~edio, f!%la ahí meramente para recibir nuestras actividades segun se van eJecutandp¡ Cada día se hace más patente que las' actiyidades del organismo, inclu~p las más elementales como. la nutrición; no funcionan sino son excfü1dap.o. Para el ser vivo es, pues, la excitación o estímulo lo primordial. Todo lo de"· más depende de ella hasta el punto que podría decirse: vivir es ser excitado, Pues bien, el medio antes que otra cosa viene a ser el almacén de los e5t{: mulos, el arsenal de las excitaciones que operando incesantemente. sol:ii;~, nuestro organismo suscitan el dinámi.co torrente que es la vida .. Cada. esPEC~ ciey aun.cadaindiyic:\uo poseesu medio.propio: la avis~a ~on su~o~osc:\!) seis mil facetas ye otras cosas que ¡:iosotros,. tiene un medio VlSUal distirito1Y1 por¡tanto1,recibe diferentes excitaciones. . ·. ·, . · · · . . ·. .Esta sencilla observación nos indica que el medio no es algo extep;i(); organismo biológico, sino que es un órgano de él, el órgan? de la excita~i\Í La vida así ,considerada se nos .ofrece como un enérgico diálogo con.el C:o. tomo en el cual nu.estt.a person¡¡ es un interlocutor y otro el personaje,q1,1 nosrodeá. Yasí comola presión atrnosféljca, la temperatura, la sequed¡ic:\,' luz excitan'; irritan nuestras actividades.corporales, hay enel paisaje;figor corpóreas.o Íitlaginarias cuyo oficio consiste en disparar nuestras activiª~ª espirituales que, a snvez., arrastran en pos el aparato corpqral. fSO.S exc:l,l!J: tes psíquicos son los ideales, ni más ni menos, Cese, pues, la.vaga, µntu9~;
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pseudomística plática de los ideales, Son éstos, en resolución, cuanto atrae
y excita nuestra vitalidad espiritual, son resortes biológicos, fuhninantes para Ja explosión de energías ..Sin ellos la.vida no funciona. Nuestro contorno, que .está poblado,,no sólo de cosas reales, sino también de rostros extraterrenos yhasta imposibles, contiene un repertorio variadísimo de.ellos. Los.hay mínimos, hutñildes;que casi no nos confesamos; los hay gigantescos, de histórico tamaño, que ponen en tensión nuestra existencia entera y a veces h1 de todo un pueblo y toda un¡¡ edad. Si el nombre de ideales quiere dejarse sólo ~ara;estos. mayúsculos no hay inconveniente con tal de recordar que lo que tienen de ideales no.es lo que tienen de grandes, no es su trascendenc cia objetiva, sino fo que tienen de común con los más pequeños estímulos deLvivir: encantar, atraer,'irritar, disparar nuestras potencias. Elideal es un · órgano de toda vida encargado de.excitarla. Como los antiguos caballeros, la · vida, señora, usa espuela. Po.restó, la biología de cada ser debe analizar no sólo sucuerpo y su alma; sino. también describir el inventario de; sus ideales. .Aveces padecemos una vital decadencia. que no procede de enfermedad en nuestro cuerpo ni en nuestra alma, sino de una mala higiene de ideales·.. : • ·Con esto venimos a la siguiente conclus.ión: para que algo sea ull'ideal no basta que parezca digno de serlo. por razones .de ética; de. gusto 0 conveniencia, sino que ha de tener, en efecto, ese.don de encantar y atraer nuestros nervios, de encajar perfectamente en nuestra sensibilidad. De otra suer¡e ser~ sólo un especrro de ideal, un idea.! paralítico incapaz ,de tender la ballesta.del ímpetu, D.e las dos caras que el idelll tiene, sólo se ha atendido hasta ahora la que da a lo absoluto y se ha olvidado la otra, la que da hacia el ·interior de.la economía vital. Con la palabra más vulgar de .«ilusiones» so·. \emos expresar ese ministerio atractivo que es la esencia del ideal. . L Ahora podría más a placer contestar, a la pregunta anterior. El oficio de l¡i niujer, cuando no es sino, mujer, es ser el concreto ideal( «encanto», «ilu.. ~j<)n») del varón; Nada más . .Pero.nada.menos. Puede un hombre amar con i?511I?erable fervor a la madre, esposa, hijao hermana sil} que haya en su sen·~ento la menor tonalidad de ilusión ..Por el contrario, puede sentirs~ ilu~on¡¡do, enc.antado, atraído, sin que experimente nada de eso que propia~ menteJla.maroos amor filial, patemq, conyugalo.frat!"mal. Las mujeres, con s11 aguda intuición, distinguen perfectamente cuándq en las emociones que ~1,ls,c(tan existe ese matiz de.la ilusión y; en el sec.reto de 5µ ánima, sólo en\Q1.1ces se ~ienten halagadasy satisfechas, Decí¡i Ramón Campos, un fino. ese ~!'HW español de fines del sig)q XV!Il, que «sólo u11a cosa puede llenar poi: g9mpleto el.corazón del hombre, y es .el corazón de la mujer». ·. . : ·.De su.erte que la mujer es mujer en la medida en que es enc:!jntq q ·ªeaL Una madre perfe~ta ~erá unideªl.de madi:e, pero ser madre no e.s.ser
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ideal. Las varias advocaciones de la hembra liumána, son, pues, claramente distintas y llevan adscrito cada una un repertorio diferente.de graciasyvir tudes: Cabe que la espo.sa, la madre, la hermana, la hija seanperfectas·sin:; que posean perfecciones de mujeryviceversa:' · Por otra parte; se advierte que la l'!ncantadora·misión dela mujeysbt el principio que hlS!ce posibles las restantes formas de feminidad. Si la.mu~· jer no encanta, no la elige el hombre para hacerla esposa que sea madre·. de•hijas hermanas de sus hijos. Todo se origina en ese Ínágico podet de' encanta!'. En los Mártires, de Chateaubriand;scuando el general romanéf· vela melancólico en el baluarte bajó la vaga palpitación'estelartlasdr\i¡,;I desa qu·e le ama, la gentil Veleda se presenta ·como un fantasma etéreó,sco' ·.· suolarga crin rubiaila litúrgica hoz de.oro entre los pechos yle dice!Sdis~ tu queJe:suis f ée? Pues bien, la mujer antes que p~der ser cualquienítr~ cosa, ha de párecer al hombre, como Veleda; un hada, una mágica éSen:zi. ciac La ilusión podrá vivfr uri instante'd no morir nunca: breve o pefdu"i rada es fa ocasión de influencia máxima sobre el hombre que ala mujeh se ofrece.·. ; ·Es increíble que haya mentes lo bastante ciegas para admitir que pué::C da la mujer influir en la historia mediante'elvoto electoral yel grado de tlaco tor universitario tanto coinoinfluye por esta süniágica potencia: de ilusión•' No• existiendo denl:ró de la condición humanaresorte biológico tan certero\ y eficaz como esa facultad de atraer que la mujer posee sobre el hombr~I ha hecho de él la naturaleza el Iliás poderoso artificio de selección y una foerl za sublime para modificar y pe'rfeccionarlae.Specie:; ·.. "· . . : !::~:t± Es curioso que ya en los comienzos dda historia europea; allá'enel· primer canto de la Ilfada, aparece la mujercomo galardón al que vence en los juegos o en la guerra. Al más diestro,al más bravo la más bella: Desuer~ te que hallamos, desde luego, a los varonesaspirando en tóncurreiidá certamen a conquistar la mujer: Postetib'rmente no ~s ésta sóloel preÍÍli~', que se otorga'ahnejór, siiici que ellá misma eséricárgada dejl1igaf C[tiiéfJ' vále más y preferir al excelente: la vida s'ocial es ti~ continliádo c~hc!iíí'.;1; so'abiertci entre ios hornbres·1:iara rnedit sus aptitudes co'n ánimo'ditiíe preferidos parla mujer. sb bre. todo· en las épocas rhiís fet.undas y gloriosa -· el siglo XIII, e!Rénaciiiiiento, el siglo XVIII:.L, las céistl1mhres'pifrfriitierorl con petuliarfütensidad que fuesen:1as mujeres; como Stendhafi:licé, juges desmé1ites. Pero se objetará que la m.újerp~efieré no al rnejor/siifo'~ qúe a ella le parece mej br, al individuo én que ve C:~ncrhado su ideal' dé varón. En efectó; así és. Él ideal; •e]i diseño daltado que del homhre_tié!l faiiiiijer; actúa tomo un aparato de selección sobre la muchedú.m:bre d~!fo varones y destaca los que cófrél·coitldden: He'aquípreciSarnentela match
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de.la historia, que es, de buena parte, la historia de los ideales.masculinos inventados pqr la mujer. Así las damas de Provenza decidieron que el hom'· bre debía ser p.rou e courtois .. ¡Proeza y cortesía! Crearon el ideal del «ca' ballero», qu¡!, si bien decaído y malparado; sigue aún informando la sociedad europea, . .· . , . . ,, . , . En cada genéración son preferido~ los varones coincidentes con el ideal m~s,generalizado. entre las mozas de aquel tiemp~: ellos crean los hogares mas logrados.~ felices, donde se crían los mejores hijos que, influidos por las almas homogeneas de suspadres, transmiten a sucesivas generaciones un cierto módulo y, gesto de humanidad. , . .. . . _i Q~é le hemos de liacer, señora; ]a vida es así, sorprendente, y llen 11 ele V1ª~ msospechada:; !, ¡Véas.e có.molo más impalpable y flúido, el aéreo ensueno que sueñan.Ja:; vírgenes en sus camarines imprime,su huella en la~ centurias más hondamente que el acero de los capitanes! De .lo que ]:¡oy te1en,en,su 9ecreta/antasía, ensimismadas, las aqolescentes, depende en 1:J1,1ena parte el sesgo quetomará}a historia dentro de un siglo. ¡Tiene raz<)n .<¡]:¡akespeare! i Nuestra vida está hecha con la trama de nuestros sueñm; ! . .' .Yo. no quisiera, señora, tomar en esta ocurrencia,posicionesante elfec I!11Il1Sm~ contempo~áneo. Es posible que sus aspiraciones concretas. me par~can. dignas d~ estima y fomento, Pero sLI!le. atreveré a,decir que aún, acer•tac:IP, 7'.' t,odoel feminismo un movimiento sup¡;rficial que deja intacta la gran cuestlon: el modo específico de la influencia femenina en la historia. Una Jii!Ita de p~evi,sión intelectuaUleva a buscar la eficacia del~mujer en formas p~rec:1das a las que son propias de la acción varonil. De esta manera, claro esta, solo hallaremos ausencias. . . ' Se olvida que cada ser posee un género peculiar de causalidad y la ment¡;.¡¡lerta debe saber encontrarlo. ., .. . · . · ,_,El genial _dramaturgo Hebbel se pregunt~basi es posible componer tra. gedias cuyo heroe sea femenino. Porque parec;e consistir el heroísmo en una ~perlati~a actividad, apenas :comporta]Jle con la normalc.ondición de la mu. er.,Ana~izando.el ~echo dejudith, la vi,uda virgen, había hallado que si se ·ªv,e~turo hasta]a tienda de Holofernes,fue.por admitación, por entusiasmo • asia el audaz guerrero,y si luego segó su cabeza fue por acción automática de od.io o resent.imiento. al sentir.se mancillada y ofendida. Su hazaña sólo mirada d~ ~ejosJo parece. En realidad, era un tejido compuesto;de re;ccio!lesy: debilidades. Para rectificar este ensayo,,Hebbel modela su .Genoveva de Ikabante, que no hace.sino sufrir, padecer, creando así el símbolo de un h.eroísn:1~ negativo propiamente femenino, donde la actividad es; por esena1a, pas1vidadysufrimiento. Durcl¡ duldenttm; hacer al padecer.Tales su fór¡nula dela causalidad femenina .. .· ' · ''. . . - ,·· .' ' '
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l.a solución de Hebbel al problema por él sutilmente planteado 'me parece excesiva. Ciertamente qúe el destino de la mujer no es la actividad¡:; pero entre ésta y el sufrimiento hay una forma intermedia: el ser. ·. ·mi Todo hombre dueño de una sensibilidad bien templada ha experirriénl• tado a Ja vera de alguna mujer la impresión de hallarse delante de algo exo . trafio y absolutamente: superior a éL Aquella mujer, es cierto, sabe menosde ciencia que nosotros; tiene merio·s poder creador de arte: no suele se.t'ca" p~ de regrr uri pueblo ni de gariar batallas;y; sin embargo; percibimo,s erúiu persona una superioridad sobre nosotros deín:d~le más radical que cual~ quiera de las que pueden existir, por ejerriplo; 'éntre dos hombi;es de 1.lnniiS" roo oficio.Yes·que las excelencias varoniles.. el talento Científico Oartís:c. tico, la destreza política y financiera:, la heroicidad moral= son, en cierta' manera; extrínsecas a·la persona, y pór decirlo así; in5trumentales. El talen~ to. consiste en unaaptirudpara crear ciertos productos sociálmenteütile5. -·la ciencia• el arte .Ja riqueza; el órden püblico. Mas lo que propiamenfües1 , timamos es estos productos, y sólo un reflejo del valor que les atribuimos.'se . proyeéta sobre las dotes necesarias parapJ'oducirlós. No es el poetá(siriorlá poesía lo que nos interesa; 110 es el·polítit~, sino su política. Este car.áctef exttínseco delos talentos se háte'patente por darse a menudo en elhómbre al ladd de losmasgravés·defectós'persimales:•Laexcelencia'varortil radica¡ pues/en únltacer¡lá de la Ililijer enun se.ry eriun i:-star; o c~h Ótras palabtasl el hombre vale por lo que lial:é;'hi'mtljet, parlo que es; · ·• ' ' 11 ·. Ctiimdci menos lo que ál hombre atrae' de elláSnéi son sus áctos; sino su• esencia; Deaqutq~e láprófunda intervención femenina en Já: historiarto necesite consistir en actuaciones, en faenas; sino en la inmi'ivil; serena'prez sencia de su personalidad. Como al presentarse la luz, sin que ella se lÓ pro" ponga y realice rtingün esfuerzo, simplemente porque eslnz, quedan iltifui", nanóslos objefosycantanen sus flancos los colores, todo lo que hacela. · mujer lo hace sin hacerlo, simplemente estando, siendo, irradiando. Yesc\lg rioso advertir cóníó'esté carácter, que da atado movimiento femenirioúri aire más bien de emanación que cie áctéJrégi.CÍ.o por finalidades extetiias;lúc~ eri cada tino de SllS óficiós'peculiares. ¿Es¡ pdt veritura, trabajar .lo qtié'liac~ la madre al' ocuparse de su5 hijos, lá solicitud de Ja esposa o lá hermana? ¿Qíle tienen todos esosafane5 dé increíble misterio/que les hace como irse'bo'1 rrandd confotme son ejecutados, y no dejar en el aire acusada urialíriea•CI acción o faena? Pties esta fluidez del acto es eminente en el oficio titlllat:d mujer. La mujer', en efecto, parece no intervenir en nada; su influjo nó'tleti el aspecto violerlta o siquiera: afanado propio a la inte.rvención masculma:rE hombre gólpea corl su'brazo értlabatalhl; jadea por el planeta eif ame5gad • exploraciones, coloca piedra sobre piedra en el monumento, escribdibros ,
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. az~ta el aire con dis:ursos y hasta cuando no hace sino meditar, recogélos ~us~~los sobre sí mrsmos en una quietud tan activa, que más parece la con" .. ~acc10n prepar~toria del brinco audaz. La mujer, erl tanto, no hace nada,y . si sus mano~ se mueven; es más bien en gesto que en acción; Sobré un seJ pulcro de la vetusta Rmn~ republicana, donde descansó el cuerpo de una de . aquellas matronas gemtnces de la raza másfüefre, se leen junto al nombre ~tas palabras:•do'.niseda,''.anifica; guardó su casa ehiló.Nada más. Nos pa" rece ver la noble figura qmeta en su umbral,, i:on los largos dedos consulare5 enredados en el blanco vellocino.' . , , . , . ,· . . ·• .La influencia de la mujer es poco visible precisamente porque es difusay se halla dondequiera. No es turbulenta, como la del hombre sino estática, como.la de la atmósfera\ Hay evidentemente en fa esencia femenina una índole atmosférica que opera lentamente, alanianéra·deundinia. Estb es lo qu~ quisiera sugerir cuando afirmo que el hombre fale por lo qtie hace, y:!amUJerporloquees;· ·;·· · . · '· ·" ·,.,, · ,. . Así ~e. explica que fa cultura y perfeccionamierlto de hi hembrafüima~ na•llev: siemp;e tra~ect.oria distinta de la delhcímbre; mientras el progreso a.el varan consiste pnncipalmente en fabricar cosas cada vez mejores-'cierlci~s; art~s:Ieyes; técnicas-, él progreso de la mujer consiste en hacerse a sí . misma mas perfecta; creando en sí mi nuevo tipo de feminidad niás delica" doy más exigente. . ., , .. " , ·. . TM~s e:'°.g~nt~ ! .A rrii juicio'. :s és tala supr~ma misión de la muj~r•sobre la tierr~. exrgrr;exrgrr la perfecc10n al hombre: Se acerca a•ella e\yarón;•bus~ ca~do ser el prefe~do; a 'es te fin procura, desde luego; recoger en im haz fo meJor .de su persona para presentarlo a la bella juzgadora:• El aliño que el descmdado sue'.e poner en su aderezo corporal al tiempo de la aspiración a~oro~a no es si~o la ex.pr~sión exterio.r y un poco ingenuá del aseó espintual a que la m~Je; ?ºs mena. ~a est~ e1;Pontánea selección y·pulimento de nuestro. r~pertono vn~l es .un pnmer impulso hacia la perfección que a ella debem~s'.Pero haymas;:con eso que el hombre es, llega ante la mUjetylo expo,ne, füce sus palabras, hace .sus ademanes fijando la' mirada en sl.1 semb~ante para descubrir su aprobación el su desdén: Sobre cada acción suya des" ciend~ un leve gesto reprobatorio o una sonrisa que cotrobb'ra; la conse¡:uencmes que reflexiva o in~eliberadamente el hombre va anulando¡ podando :~s actos·reprobadosyfo~entando los que hallaron aquiescencia• D~ suet" e ~ue, al. cabo, n?s sor_prendemos refo:mados, depurados segün un nuevo e_;;tüo Y tlp? de vrda: Sm hacer náda, quieta; como la rosa en sti to sal; 'alo urna mediante una flüida emanación de leves gestos fügáces; que actúan c~mo golpes eléctricos· de un irr~al cincel, la.mujer encantadora ha e:Sctil" .·ido en nuestro bloque vital una nueva estatua de varón.' Diríase que hay
más
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dentro del alma femerúna un imaginario perfil, el cual aplica sobre cada ho!ll,;_ breque se aproxima. Y yo creo que es así: toda mujer lleva en su intimida~. preformada una figura ~e varón, sólb que ell[\ no suele saber que lo lleva.,El fuerte dda mujer no es saber, sino sentiri Saber las cosas es \ener sus con:: · ceptos y defuliciones,y esto es obra de varón. La i::1ujer no sabe, no se ha. de-¡._ finido ese modelo de masculinidad, pero los entusiasmos y repulsas que s1e¡i,, te en el trato con los hombres equiválen para ella al descubrimiento práctica· de esa carga ideal queinsospecháda traía en su cor~ón. Sólo así se aclara:~l · hecho --cuyo mecanismo dejo ahora intacto-de quetodo amor verdad~:, ro, y más aún en la mujer, nace en coup defaudre y es un flech~o; Poco P1le,:;. de apostarse a mi arriar que nace lentamente; cuando es p~enano s'.1rge de.1ln golpe; de tal modo instantán_eoy arrollador, que la_muJer lo pi:imero q!!~· de él advierte es un: fabuloso, irresistible anonadanliento. Este fenomeno sol()·· se explica por la súbita.coincidencia entre aquel molde id':al y un hombr~_ pasajero, El amor a aquella figura imaginaria preexistía ya; solo esperaba-um1ocasión favorable para dispararse. : -. ·-'' - • .•t · - . _.. La rnayor parte de los hombres viven de frases hechas, de ideas reéibh das,_ de sentimientos convencionales ymostrencos. Del mismo modo; l~s. mujeres vulgares llevan en sí un vulgar ideal de varón, un modelo. de mun~7 • ciónquefácilmente halla aproximado cumplimiento en ~a realidad, fyl:~§ como hay hombres geniales que inventan novíSimos pensamJento:, quecr~;. estilos:artísticbs y descubren normas de nuevo derecho;hay mujeres.gema, les en que, por la exquisita materia de su ser, por el enérgico cultivo_ de_s\j sensibilidad, logra brotar inexpreso un nuevo ideal de vatón. Amodo_ deme,l:l¡ sublime,.de ejemplar y prototipo actúa ese delicado perfil s~bre toda u~a-so~ ciedad, elevando, mediante la tracción encantadora que ejerce la mujer, el nivel moral de] tipo hombre. - Cabe; pues; erÍ el oficio peculiar de mujer un más y un menos de g~-¡ nialidad como en la ciencia o en el arte._Y esto quiere decir que-la pura,fe, minidad' es una dimensión eséncial de !_a cultura; que hay una cultura esp~; cíficamente femerúna, con sus talentos y sus genios, sus ensayos,.sus frac~q~ y.sus adquisiciones, al través de la _cual_ realiza la mujer su genuina cola1J._,'. ración_ en la histo_ria. : : ·: . · - - L<;;¡;:-¡ . Si unas cuantas docenas de mujeres, certeramente apostadas en una,S()" cl~dad, educan, pulen su persona, hasta hacer de ella;un perfecto diapas9.!lc de humanidad, un aparato de precisión sentimental, un órgano de agudas,e!1;¡ sibilidad para formas posibles de vida mejorJograrán más que todos lo_s P~-Z dagogos y todos los políticos. La mujer exigente, que no se contenta co!1:. vulgar manufactura varonil, que exige raras calidades e~ el ho11'.bre, pro
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ruraJeza tiene horror a éste, pronto lo veremos llenarse de realidades: los corazones.de lo~ hombres comenzarán a pulsar con nuevo compás, ideas ines,petadas qespertarán en las cabezas, nuevas ambiciones, proyectos;_ empre; sás_surcarán _los espacios vitales, la existencia toda se pondrá a marchar;en ritmo ascendente, y en el país ven\uroso donde esa feminidad aparezca florecerá triunfante e invasora una histórica primavera toda una vida nueva
,, __ vitanuova!.
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!••·' Vea usted,_señorá, cómb después de un largo giro, tal vez un poco penoso, vuelvo fielmente al punto de donde partí. Todo esto queahora he.dicho quisiera ser: tan_ sólo el comentario a la emoción juvenil que.Dante expresa en •su primer libro; La Vita nuova es la historia. miniada en gótica i\(idriera de tres _ó:é:uatro gestos que de lejos hace la doncella floréntina¡ una sonrisa de favo- rabl.e:a~ur:i~ión; ~nmohíri de.vago desdén; Nada más. Yla vida dé Dante, que fue m1ciac10n de epocas nuevas, quedó para siempre orientada en su ruta por ac¡1lella sonrisa-de la donna della salute.-·como las naves.sobre el lomo del mar aprenden su canlino en el gesto tembloroso de una estrella:. _._ _• _ '' En vez de dirigirse por derecho a la perfección, cree más seguro el poe~ ta de!Parntso.:recoger.la norma en el semblante de Beatriz. Por eso dice: :.
Beat1ii:e tutta nelle eteme rote fissa con gli occhi stava; ed io in leí le lud fissl, di lassu remate.
[Beatriz miraba fijamente a las eternas. esferas, y yo fijaba en ella mis ojos, apartándolos de lo alto.] ;:h , Es .el profundo suceso, que bajo la superficie histórica siempre se renueva, y Goethe expresó en palabras casi nunca entendidas: _ El_ Etemo-I;emenino : nos atraehacia las alturas, ,
- --- o como luego dice la Mater glo1iosa; dirigiéndose a Ma'rgarita: ¡.Ven! Asciende a las esferas sublimes, que si él te presiente, él te seguirá. .
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radi~aJ d~lh~mbre-no
~ej~rar,en
perfücción '10 que es sólo ciencia __:en arte o en política-·- has.olido llegar a él mirando el infinito al través de
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un afma femenina medio crlstaliÍio donde dan su refracción los grandes ideales concretos.• Así podía decir Shelley a,suarnada: ¡Amada, tií.eres mi niejo~_Yol.;i. •¡ Todos los progresos que d hombre con su obra consigue son parciales•¡'. adjetivos, tangentes a Ja e5fera íntima de Ja vida. Por·el contrario, uwIIiod() superior de perfección femenina es un.progreso integral dela:Viday•corno:é] germen de una nueva humanidad. De aquí el anhelo infinito, la ilusiómirl1 : cendiada que los hombres mejores han sentido cuando sesgó suexistéúci~· una mujer esencial; Si contemplarnos al trashiz·lo que han escrito, lo que h,ah pihtado; lo que han legislado, descubrirnos en la: filigrana un tenue perfil, transeúnte de dama gentil. No se· trata de vulgares anécdotas eróticas/sinp deaquellas supremas emociones que en el lívido crepúsculo-deMántinéa ex~ plfcaba; trémula y sabia; a Sócrate5 divino laextranjeraDiótirna:Si; trata.del afán de perfección que en todo varón selecto siembra a su·pasó sirrpeso:ufr~ Ev;i ejemplar. · · · · . . . · · ' · ·. '. : '"l . Un individuo, corno un pueblo, queda.más exaétarnéritedefinidopcit sus ideales que por sus realidades] Ellograr nuestros propósitos depende•de , Ja buena fortuna; pero el aspirar' es obra exclusiva de nuestros corazones. Por '. esto los' tipos·de feminidad, que són a la vez formas de idealidad, marcafr el: horizonte de las capacidades latentes en cada pueblo. Dondequiera y en todo , tiempo, las siluetas del eterno femenino se elevan al cenit corno constela" dones, preestableciendo los destinos étnicos: ·
hora g.erminal de una gran nación, me hizo concebir. estos·pensarnientos sobre la mfluencia dé la mujer en la historia. Su coincidencia con las ernocio. ne~ de Da!lte rn~ invitaba a devolverlos ahora a ustedes e~· signo de home, naJe y grautud. :. . ., , ... ·, Yo no ~ési la sociedad que.le rodea sab~á aprovechar sin pé;dida Ja gracia norm~t1Va que.hay en usted, ¿No es el destino de la Argentina seguir una trayectona que contrapes.e la del pueblo yanqui; equilibrando así las dos gigant~scas rn~sas del ~onunente? .Ya que la nación.del.Norte parece haberse desv_i~do hacia el culrrvo de la cantidad, fuera excelente que las razas del Plata prefme~en la cualidad, aspirando a crear un nuevo tipo de hombre selecto. G~aro smtorna de.este sino es que hoy posean en usted algo así corno una G10conda austral; . · , .. . : . , • ¿Por qué, señora, es sn prosa tan rnuelle,.ylleva cada frase un resorte suave •. ~u e nos despide ~lásticarnente .dela tierra y nos.proporciona una ascens10n. Yeso que umfino respeto hacia Dante-.-¡quién Jo conociera corno usted!-·. le. ~ace reprimir sus más personales inspiraciones. Al ·servimos de guia suscita usted problemas que voluntariamente.deja sin resolver. Ese perarnos tras éste otro libro, donde reciban ili1rninacion:es, No olvide usted que .es para muchos, corno el poeta decía, .
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· , .Quella ond'io asp~tto i/come e il q¡¡ai;do del dire e·del tace1: (Par. XXI)
Hace ocho años, señora; cuimdo·ibaa ter\ninar'rni permanencia ehlá, Argentina, tuve el honor de conocer a sus amigas y a usted, Nunca olvida~ ré la impresión que me produjo hallar aquel grupo de mujeres esenciales; destacando sobre el fondo de una nación joven. Había en ustedes tal entu~ siasrno de perfección, un gusto tan certero y rigoroso; tanto fervor hacia t6da disciplina severa, que cada una de miestras conversaciones circulares d.ej~= : ba sobre mi espíritu, corno un peso moral, el denso imperativo de mezur~ y selección. Que en un pueblo d7 antiguaydestilada, cultura apare~ca,itex" quisitas formas de feminidad es comprensible; aunque no frecuente. Nierzsche dice que «la mujer perfecta es un tipo de humanidad superior al hornbrep~'.-: fecto, y además es'rnás insólito>fl Pero que en una raza nueva y aún en ges~ tación broten súbitamente tales criaturas, encierra un secreto orgánico Yda, mucho que pensar. Evidentemente no se trat~ dé un resultado del rnedf~1 corno en las viejas civilizaciones. Todo lo contrario. La vitalidad ascend.~!l~ te de la nueva raza crea de su lujo interior esas figuras egregias con una;n" tendón de ejemplaridad. Son modelos ypautah¡ue inicianunperfeccio!l'· miento del medid. EÍ hecho de qué ustedes me apareciesen!floreciendo érvl
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[Aquélla de que espero el cómo y el cuándo del hablar y el callar.]
;¡, Señora: La. excursión~~ sido deliciosa. Lo malo. es que después de ha-:1(bernos ,conducido por espmtual tracción hasta lo más alto, µos deja usted ,;¡;· ahora solos y, abandonados a nuestro propio peso,.¿ qué podernos. hacer sino :¡. descen~er? Con mis exclusivas fuerzas yo sólo podría intent¡¡r un· estudio 7Ji qljese ~tulase: peBeat1ice a Francesca, e115ayp descendente. No faltaría pre~ ~edencia: Convi~ne r~cordar quelos .dos rnayori;s viajes para recobrar la rnu:d Jer,han si~o de dirección co,ntrapuesta. D.an.te asciende para hallar a Beatriz ·,,m el '7!11prreo, mas Orfe~; rn11,sicando, desciende al Infierno para encontrar ¡caJ~undice, . . . , , e:.• :: . ,, . ~.· . Debo con.fesar que si placentero acornpaii() a Dante y procµro ~pre11der c!e el, su doctnna,rne parece, akabo, parcial e insuficiente. El estadio de Ja ~·· e;olución sentirnei;ta_l que éhepresenta no puede ser el último. Era preciso :~.ciertamente descubrir la emoción espiritual hacia la mujer, que antes no
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existla; Pero después de haber ascendido hasta ella hace falta reintegrarla' al cuerpo; Yo 'creo, que esta integración del sentimiento, este ensayo de fundi1t el, alma con la carne; es la misión de nuestra edad. ,, Hay en Dante, com'O en toda su época, un inestimable dualismo. Dante< es,potuna parte; el hombre,queha mirado mejor las formas de las cosas. Su5 sentidos;prontosy perspicaces; 'estaban magníficamente abiertos sobre' él mundo, yde su'persona brotaba un gigantesco apetito de vida. No era un:esf pectro; dondequiera que iba «movía lo qu'e'tocaba». Si escapa al trasmundq delas'postrinlerías; es para hacer de él unalocalidadinmejorable, desdela cual eontemplar el gran torrente dramático de e5tenuestro mundo. Al pasa~ la frontera de ultratumba se lleva íntegro su equipaje de pasiones terrenas¡ y en sus versos trascendentes se las oye silbar, como vendavales. LaDiviílcL Comedia es, ante todo, un libro de'memorias:, ', Pero al lado de este terrenalentusiasmo; y sin acuerdo con él, triunfa eh Dante el goticismo', con su alma:de flecha ultrarreal, ton su embriaguez-de lo abstruso y su afán de fuga. Hayademás en nuestro poeta uncomiemo'de la propensión racionalistaqueva'aimperar en el Renacimiento, y luego en toda lafoodemídad; De este racionalismo, que aspira a sustituir la vida'po( la idea, nos vamos ahora curando. Su tiempo; eh cambio; vivía inclinado hao cia todas las alucinaciones. Es la edad en que se busca el Santo Grialy se da cima a aquella heroica, fanta5inagoría de las cruzadas. La famosa de los niños nos hace entrever cierto fondo de perversión, de insalubiidad en las imaginaciones. Se vive en la magia de Artus y de Merlín. Yo pido, señora, que organicemos una nueva salud, y ésta es imposible si el cuerpo no sirve de contrapesó al alma. Una vez descubierta, la vida del alma es demasiado fácil, porque es imaginaria. Decía Nietzsche «que es muy fácil pensar las cosas, pero muy difícil serlas». El cuerpo sigrrlfica un imj:>erativo derealización que se presenta al espíritu. Yo diría más: el cuerpo es la realidad del 'é~píritu: Sin los gestos' de usted, señora, 'no sabría nadá' del doradomisterio;queessu alma. , , , ,' ,, ', , ', Se'ha 'partido de ú.Íia' falsa abstracción, se ha disocfado arbittarlamen1 te el ciietj:íó del espíritu, cÓmó si ambos fuesen separables. Peto el t:tierpó , vivb n'o es 'cbtrio el mineral: pura materia'. El cuerpo vivo es cáme; ylá' difue es sen5ibilidád y expresión: Una manb, una mejilla; un belfo dicen sierripr'li algo; sóh esehcialrnerite ademanes, cápsulas de espíritu, éxteriorizació\:i: ~e; esta esencial intimidad que llamamos psique. La corporeidad, señora; es saiE ta porque tiene uha inis1ón ttiíSéehdente: simbdliiarel espíritu: ' . ' .. , <·, . -· . .-· ! . · , . _,, _., ". . ., · __ i·c:,.i< ·' , ' ¿Por quéd,esd~ñarlo terreno? el propio asceta Pedrb'Damián nbse olVida enel Paraíso del aceite cuaresmal con qiie había ganado !!l Ciélcíi"'\sc'l :f•ii,
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Quivi ,al serVigio di Dio mi Jei si Jenno, ch~ pur con cibi di liquor d'ulivi . lievemente passava caldi e geli , contento nei pe11Sier contemplativi. L.o cierto es que los inquilinos del otro mundo se agolpan presurosos, como insectos a la luz, en tomo de Dante, a fin de beber en él un poco de vida y se atropellan para preguntarle noticias de la tierra. Nos urge, señora, oír de nuevo su inspiración sobre estos grandes temas. Estamos en una hora de universal crepúsculo. Todo un orbe desciende '.11orib~ndo, rodeado por la espléndida fiesta de su agonía. Ya roza el disco mcendrad~ la fría línea verde de su inquietó sepulcro.Aún quedaunre'slo de-claror.e. •¡;::
Lo 'sol sen va e vien la sera: ' non v·a1Testate ma studíate il passo;o mentre che z·occidente non s'iumera:' .¡,¡
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[El sol se va y llega' la noche:, no os detengáis, sino descubrid la salida, en tanto ·que el occideme no se ennegrece.] ' , (Purg. XXVII) ;l;
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JORGE SIMMEL
1~~8 Pr~fesor
u~iversidades d~ B:~díny
Nació en 1858, murió en .. en las Strassburg. Su cátedra ha sido una ,de las más frecuentadas en la Europá an'.-, terior a la guerra. El estilo de su pensamiento le sitúa aparte de los demás filq 7 sofos alemanes contemporáneos. No es .el constructor de grandes armazoc nes abstractas, sino la mente sutilisima que se acerca a la menudencia de la vida con fino aparato filosófico. Una tendencia espinosista; que no varía a lo lar: go de su obra tan rica en transformaciones, le hacía pensar que cualquier punto de reálidad es un modo del universo y contiene en sí todos los principios de, la estructura universal. Como este libro muestra, Simmel sabe encontrar las categorías transcendentes del ser actuando en el asa de una jarra. En sus comienzos padece un positivismo o biologismo algo superficial, · que pronto corrige. Después de su Introducción a la ciencia moral (1892) 2 -que no quiso reeditar sino en impresión de anastasia-y de Los problemas de la filosofía de la histo1ia (1892), que reformó completamente en ediciones posteriores, se eleva a un relativismo más elevado, más seriamente filosófico, hasta penetrar en sus últimos años dentro de la gran corriente del nuevp,, objetivismo.. S11s producciones principales son la Sociología (1908), la Fi,., . . losofta del dinero (1900), Kant (ciCÍo de lecciones) (1903), Cultura Jílosó.fica:é (E11Sayos) (1911), Visión de la vida. Cuatro capitulas de metafísica (1918},
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LAS ATLÁNTIDAS
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LAMODASUBTERRÁNÉA
~~de quel~curiosidadu~iversal
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-En gravitaba haciála tumba de lhiúnoh, sé lia hablado una'vez Íi::tás airadamente' contra la moda. Corifido T!o haber enterididb nl1rtca rnuy:bieri qué géllero de full11inaciones se presu.fué cbndertsarsbbre úrt acto humahó' cuando sele declara mero efecto de la ifubdá. ¿Se crée,•porventura, que cbn'ellci se le ha extifpado toda realidad y -signifitacióri,o ql1e,-cúandó rnen:os, sé le ha r~legadd a la zona de lo árbi. 'trario, dmide nada tiene raíces riiíntirna lógica? Yo me terno que e5te desdén \. 1¡( la moda, fondado' en considerar superficial es y frívolas sus l11anifestacio-n.~, revele l11ás bien lá superficialidad del desdeñoso: Pues a poco que se me .'Pero el semos desconocida indica sólo :C¡ue,tal vez, más profunda, A la altura en que nos hallarnos en el conocimiento delhornbre y de la historia no se puede mantener la vana creencia de
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que las actividades racionales son lo más hondo en nosotros. Por el con-,· trario, todo acto que ejecutarnos en virtud de alguna razón es, por lo mismo,. superficial, si se compara su rnecániea, relativamente simple, con las inson-'.: dables complicaciones qúe encierra nuestro organismo. Cuando razonarnos, · nos parecernos mucho los unos a los otros, lo cual revela que en el razonamiento no intervienen las porciones más profundas e intrincadas de nuestra personalidad. En cambio, lo que aparentemente es caprichoso viene engendrado por las fuerzas más íntimas de nuestra vital economía. El acto de abrir una puerta, que es un acto útil, no se puede ejecutar más que de una manera o, a lo sumo, con ligerísimas variantes; empero, el gesto inútil con . que acompañarnos la elocución es diferente en cada individuo, y expresa, por'. lo mismo, con suma delicadeza, su radical peculiaridad. Por esta razón es un error desdeñar los caprichos de la moda; si los analizarnos, nos servirán como datos de la más fina calidad para insinuamos en lo recóndito de una époc~. .. El caso presente no.ofrece duda alguna.:La.rnovilizació11 de la curiQ:S"i.dad hacia la tumba de Tutankharnonno es.obra de un puro azar. Coincide RCll1 otros muchos fenómenos de la hora.actual, y es aca.so uno de los síntoma,s más auténticos de. laseI15ibilidad que habita hoy los senos•delalrna•europe.a. Da pena ver la facilidad con que las gentes se dejan desorientar enJa apreciación de las realidades sociales. No se advierteq~e éstas se pres.~n~ • tan baja una óptica especial, cuyos índices,de refracción y reflexión.hay que tener en cuenta. Si alguien dijese qu~ lo que hoy preocupa. a .Em:opa es la liquidación de los problemas de postguerra, cornetería;una inexactitud. Ch\-, ro es que estos problemas preocupan; pero lo característico del momento ·· presente es que Europa acude a resolverlos sin.fe, sin entusiasmo, sin e:;peranza, sin afición. No atiende libremente a esas urgentes cuestiones, nos.e sume en ellas por espontáneo impulso, sino que le han sido planteadas desde fuera, y, quiera o no, tiene que irlas solventando., Le preocupan; pues,· corno una enojosa obligación a que es forzoso hacer frente. Par lo rnisrr% trabaja en esos problemas sin afición; escatimando cuanto puede sus ener:.gías,.procurando libertar la mayor porción de éstas para que vaquen a temas, más .de sU•gusto. De aquíla torpeza y la lentitud conque se arrastra todll.:esta, faena de liquidar.las consecuencias de la guerra. «Para lo que· se tiene:gusto,' se tiene genio» ,•decía SchlegeL La falta de genialidad que Europa está.re-•., velando enla solución delos conflictos políticos y económicos, residuo del bélico suceso, hace patente que sus propensíones y apetitos espontáneosvánf en otra direccione: En cambio ,·síes característico de }a. hora actual la atracción que sien-' . te el europeo por las épocas humanas más remotas o.las civilizaciones rn~s.. distantes. No sólo interesa Tutankharnon y la egiptología; no sólo se excava. .
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en el valle del Nilo. Hace poco notificaban los periódicos que se han desc.ubierto e11Laponia losrestos subterráneos de una antiquísima civilización. En Mesqpotaniia_trabajan los azadones con fervor superlativo, La prehis.toria .horada por todas partes el planeta, y se siguen sus exploraciones con mucha más ilüsión que los debates.en la Sociedad de Naciones, . En los últimos veinticinco años se ha ampliado gigaritescarnente el horizonte histórico. El aumento del área tradicional en que se movía la histo·. ria se ha producido casi, a la par en cuatro dimensiones distintas, que han ta·00. liado otras tantas facetas de sensibilidad en el espíritu europeo: una es la ·~ antedicha prehistoria; otra, la penetración en las civilizaciones de!Extrerno .; .Oriente; otra, la etnografía de los pueblos salvajes; otra, en fin, eldescubri;; .miento de las Atlántidas. Las Atlántidas son las culturassurnergídas o evaporach1s)0Uas representan el fenómeno .más .sorprendente de la historia. Hace un siglo, nadie hubiese aceptªdo seriamente la posibilidad de que pueblos un. tiempo po.derosos, .creadores de culturas. completas, causantes de grandes acciones y reacciones históricas, hubiesen Uegado. a borrarse de la memoria humana, a ,clesvanecerse .corno fantasmas y vagos espectros. Se creía que, con más o me'''· rios detaUes, era completamente conocido el elenco de las civilizaciones h11~- .manas; _Sin embargo, el descubrimiento de los pueblos prebabilónicos, su~ .meros y acadienses, abrió un portiUo alas más extrañas.posibilidades. Poco g:, .'c!espués reaparecía la cultura he.lit.a del Asia Menor;· más tarde, la cretense, :°'.!.,que es .un eslabón esencial de toda la historia antigua. Cuando el.revelador · de esta última, el banquero .Schliernann, se embarcó para.Troya, los filólogos •,europeos sonreían.escépticarnente, corno si se tratase.de una aventura de·mencial. Querer ir a Troya significaba lo mismo que querer, despierto, irse a ,, vivir al ensueño que se ha tenido en la noche. Troya era una ciudad irnagi~·f naria, inventada por los hornéridas. El viaje hacia ella sólo podía hacerse a !i; .lomo de Pegaso o en nao de argonauta. Pero he aquí que de la tierra, bajo las ~:piquetas de Schliernann; emergen no una Troya; sino varias superpuestas; ,algunas, miles de años más viejas que la de Hornero. La.ciudad quimérica, .cimentada sobre los hexámetros rapsódicos; se concreta en evidentes sillares, en columnas rotas, en esculturas; en ánforas, .En Mykene, en Tyrinto, bajo la tierra helénica, aparecen ciudades análogas a esas Troyas sumergidas; se; trataba no de una ciudad, sino de toda una civilización, que se había ex,tendido por todo el Oeste mediterráneo, e influyó .profundamente en el :: extremo occidental. Era la cultura egea o cretense, nexo vital entre el Asia y el Egipto, de un lado, y la posterior historia eurafricana'de otroc .·. ·· < . Tales resultados han convertido la excavación en un acto mágico. Es .~:una nueva e inesperada forma de agricultura. Se cava para recoger cosechas
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sembradas hace miles de años. !roya ha sido el espléndido tubérc11lo,'Ia'giº gantes ta trufa histórica, que nos ha abierto el apetito, El arte ~e excll~~r~ hoy uno de los niás estin:ados en Europa:·~on el frenético entusiasn:o c¡u~,~~ sido siemprela virtud süma y el mayor vic10 de los europeos, Si'! de~can ~.e: carbar por todas partes. Si se nos deja, h.aremos•del mundo. un aguJero_: · "'' .
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LA CULTURATARTESIA ··
•.•.•. _· ~e C:bmprende que de todas las a~pliacioll.es experimen:adas pbf~~~~ tro liorizcinte i!s ésta, producida en lá dimensión de profund1dad,la masm7 quietante y sugestiva. En ella todo es p~si~le. P?r eso hay ~rc[ueól~~~s' etnógrafos que se dédican a buscarla Atlanuda; ~o :n~elsenudo g~n~rn:? ª·. que antes me refiero, sino en el más concre_to e md1vidua~: l_aAtlanuda de•• que hablaron Platón yTeopomp'ó cófübdeuná'deleitable qmmera. . . • . . ••Schultén, el excavador de Nurhancia,_ acaba de publicatu;i libro;' til:if±. lado Tmtessos: contiibitdóil a la histoiia hiás'aí1tigüa de Occideiite'.'Pórurierror inveterado' se daba el nombré de Tartessos a Cádiz { Gades), ciudad fu~dáda. pótlós fénicios. Sch1.llten rectifica esta equivocación ypru~ba.la existencia de unamag,rtífica dudad, mucho más antigua que Gades,'a onllas del Gua' dalquivir, capital de ún vasto reino y cenrro de u~aafüríl'ra~le culi:ur~ hí.~l: tiniilenaria. En su opioión, este pueblo és la auténtica Atlántld~,'EXISte; efec-'tivainenté ' uriáfata coincidencia enrre la 'descripción platónica Y éstas islas ' .... tartesias, que forní.a en su desembocadutaelríbbétito:'. · ••• '.' _ ·' · _ ·-' Schulten ha encontrado en un poema geográfico-muy conoc1d?; la Ora. mmitima 0 Iti11erá1io. de las costas peninsulares de Avieno, compuesto errel siglo r'de,Jesucristo, grandes porciones de otro libro de viajes n:ucho rná~ antiguo: Se trata de un periplo, ejecutado por un marsellés del s1gl? Vla~ tes deJesucristCr. El•viajero masaliota ha visita:doTartesos momentos an.tes .de su destrucción por· los cartagineses. Con abundaneiade det~~les descnbe esteBaedeker antiquísimo toda la cbsta que corre desde su par::ia; Marsella, por el Levante español, y salv_andoel estrecho deHércules (G1b~altar);·se:~ ga et Atlántico y sube por Pm:tugal hasta Lisboa. _N on;bra. las cmdades ne bereñas donde_ su nave reposa y describe las rutas mtenores.• · : · . Si se suman a este torso los miembros dispersos de noticias que sobre Tartesos asoman en la Biblia, en documentos asirios; en Hesiodo, Estiábón; etcétera, llega aobtenerse una figura bastante completa de la civilización tesia la más vieja de Occidente. · -· ' ·' i L '· • • · · _ ·', , • ..'su territorio se, extiende desde Cintra, en Portugal, hasta Alicante; se asemeja, pues, con sugestivá aproximacióll. al territorio que hoy llamarnos:
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reino de Andalucía. Esta coincidencia llega a ser inquietante cuando se ad:vierte que ya entonces_ la llanura seVillana y cordobesa gozaba.larga fama por _sns toros, por la.agilidad ybuena'grada de sus habitantes, que eran, en cam..bio, los menps'belicosos de Españ:a. En efecto, el lucido reino, ya entonces · •]egendari~ por sus riquezas, sobre todo metálicas, se entrega con deplorable facilidad a' todo invasor, almenas desde que e:Kisten noticias fehacientes so·bre él. En el siglo IX lo descubren los fenicios; 'y sin grandes 'esfuerzos lo supeditan, fundandffcerca·de la capital la factoría de Gades. En el siglo VIllo redescubren los focenses, finos, delicados viajeros de Grecia, que se impo. -nen por hábilpers:uasión.Schulten empareja este descubrimiento deTartesos con el de América: ambos duplicaron ·el universo conocido: Hasta el cruceiro focense, °el «mundo», para· los mediterráneos,·se reduce al seno oriental. :Al.salvar, ·e]¡ estrecho los focei\.ses•agregan al mar incluso otro tnar indefini·. ido ymisteriosd¡ delique, sfaembargo;llegan a conocerla costa europea hasltaBfetaña e Irlanda~ En'fartesos encuentramunirey suave ypaníficd, enor•rríemente rico, a quien: ellos llaman Arga11to11ibs; e's decir, el hombre de la iplata; el argentino. Sus súbditos son los más•cult:os entre los iberos; usan de . •la escritura y poseen de tiempos remotos•anales en prosa, poemas y leyes en 'formamétrica, que, según ellos, datan de seis·milJañcis. Un siglo después los icartagineses se apoderan delacapitalmedianteuil.•cerco,:ilustre,por serla 'primera.vez que se emplea contra las •murallas el ariete.. Schulten no dedu:cé, ami juício,' todas las stisp'echas que ese dato sobre la antigüedad de las le:yes tartesias, unido a la falta· de arrestos belicosos, puede· arrojar. pueblo 'é¡ue tiene leyes de seis mil años, y aunque fueran de tres mil, esinexorable·mente un pueblo en decadencia, El hecho de que; según Estrabón, los indígenas tuviesen conciencia de la vetustez.de su legislación, significa sim'plemente que se sentían'viejos, en fatiga histórica, decadehtes.•Ello es que 1tuantó se sabe de su cultura emana una blandura-romántica, tan femeni'ria, que,sólo puede darse en•unpueblo· arribado al extremo otoño. Resuena el periplo rhasáliótaloda la•deliaia que e!Vfajet'ó siente al posar en la'urbe 1 milenária;'~icuyos alias muios se reflejan en las águas del río». Se presume sque halla1una vida muelle, pulida,cdeleitosa; propla-de1lna raza que ha llelgado' a esos tefirtamiento's· de última horayse ha, instalado ert una de esas 'posturas vitales perfectas, redondeadas, de irtsuperable comodidad: Diríase que ha fondeado en la Sevilla de nuestros días o entra en la Roma del Bajo Imperio, «que ve llegarlos grandes bárbaros blancos» sin perturbar su languidez. La costa está llena' i:le tém'plos romántfcbs, dedicados a divinidades hembras de nombres sentimentales. En la desembocadura del río se adora a .. 'ri.na'Venüs, a una diosa celesteque es urt luderóLHl'I:iiX divina ' dé donde . ' 'deriva el nombre actual del sitio, Sanlúcar. Poco más allá, en la isleta de San
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Sebastián, hay otro templó a la diosa marina, que Avienq !huna.Venus Marina, y_el viejo periplo por él•traducido debiól!amar.AfroditesEuploia,algo · así como Nuestra Se,ñora de la !luena Mar,Jur¡to a Málaga hay una «Isla Nqc;, tiluca», donde debió, existir un e.entro de culto a la Luna, noc1;11rna lµciente, Añádase.a esto que los tartesios respetaban sqbremanera a,los ancian9-s,y eran, porJanto, un pueblo de.viejos, síntom,a característiCo de,las civiliza,ciones en que no .hay, ya 1nada que.hace¡;. ;Con .todo esto •n.o .es extrañó que Tito Livio pueda decir: Qin11ium Hispanonun maxime imbelles habent1.mT11~ deta11i-los turdetanos (tartesios) sonJos menos guerreros entre los.esp¡¡ñ~les. La fácilinvasión de los, árabes, catar.ce siglos despné?, ,obliga a.me~ ditar sobre esta persistencia extraña del pacifismo turdetano. Y, sin, embargo, en un estrato. de tradición m,ás :mtiguo quela époc¡¡ focense, se. entrevé que los griegos tuvieron de. la civilización atlántida•11I1a idea muy distinta. Es curioso advertir que las .últimas.hazañas de, Hércules .. -los.tóros de Gerión, las manzanas de;las Hespérides y.la sumisión del can' Cerbero-. fueron localizadas en el país tartesio, donde, a la par, sefijan.las dos columnas herácleas ...Gerión,rey de Tartesos; es.un gigante bravo, co11 tres cuerpos =alusión probable alas .tres islas que entonces formaban el del" ta del Guadalquivir.. En,su,_reino se sitúa el Averno, o Erel¡o; y en efecto,:él periplo masaliota nombra una laguna·enHuelva, quese; llama.palus Erebi .,,-probablemente nuestro Palosde.Moguer. El que hoy llaman;ios1Río Tintp por la oscU:ridad,de s.us aguas, ennegrecidas al filtrarse en los film¡,es _de,las .minas famosas, fue la.terrible ribera inferna]paralas gentes imaginativas,de Joniay·de·Ática:_, · " . · · ··· · ····; · , .. "',;.,; · ' · '• ., ·' ' • ''i!P . , No podría yo determinar el valor,de la obra tle Schulten; ni es ello tam~ poco urgente para la intención que me ha movido a comentarla. Me interec sa sobre todo, como síntoma de la actual seI;1Sibilidad europea, que mientras en la superficie parece muy preocupada por]a liquidación de la gµena;ce11 ···· su fondo secreto se clispóne a,aparejar hacia Atlántidas, a huir .del presente y refugiarse no se sabe bie11 dónde... eúle]¡¡nüi,s, en profundidáde$;'eP,:a11c, sendas. ViVimos 11na,h01~a m,)ly caracteJ!Ística de transición espiritual, y Í\1Íl1 _· son pocos los que han Úegado.a tierra)J.ueva y estadiza,• Los. dem,ás:vi:v¡¡11( en fuga s'entimental, dispuestos a. ausentars.e. de lo, que coI;!Stituye la forn¡"~ · ya caduca; pero aún vigen~e;~de la existencia,europea. . ;;· : !' '
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, , ,,_.La historia es,una[de'lª~ ,ciencias qne en lo¡; .liltimos. años _han sufrid.P más, hondas variación.es.:. El horizonte histó_rico de Europa se li.a ampliadP
'súbita;nenté y en proporciones gigarttéscas. Yo considero que este. hecho es de una importancia incalculable, y errará en sus previsiones sobre el futuro •dé lbs pueblos o~cidentalestodo el qué' no acierte a atribuirle sti debido tan·,go: Pocas peripecías más graves pueden acontecer en el seno' de una civili·.~ación que una mudahzáde su horizbnti~,'Esta líhealejana y, ehaparientia ifüerte, q1;1e-circunscribe la cicistéricia del hombre, es uno de lbs ~áXimos ageíi~ tes del proceso histórico. Por eso conviene formarse de.élunáidé'áinás exat.ta, y en vez de interpretarlo cbfuo algo exánime y externo a lii vida; ver eh · él un órgano vivo que cólaboraattivarhente en los destinos del hombl:e. ··· • Cua~do el historiador quíere penetrar en la intfinidad de algllnaVi.eja 1 civilización, cuando intenta verdaderamente comprenderla; se veforzado a . hacersdres ó ctiatróptégunras previa5, siempre la5 núSmas. Como para orientamos•.en eVeS]Jatib tenemos ante todo que fijar los cüatro p\:intbs'chdina:les, esas tres 6 cuatro cuestiones, una vez resueltas; pefiiiiten déterininar fa polarización de aquella vida antigua. Pues bien; fa primera de esás preguntas se refiere al horizonte: ¿Qué horizonte plan.etario existe para los hom·bres de esa civilización? •i. Qué ]Jorciórt del niuntlo les era conocida'; de qué •otros pueblos sabían? A primera vista es está la.cuestión más extérnay s\i'perflua q'ue•cabe•plantearsé. Parecería natural que para entender el'espíriitu·de un pueblo bastase con averiguarlo que él mismo y su tierra fueron; ·A 'rqué viene'tomar ese rodeo y filtrarse en el alma de una raza pártitndo de\o '.·más periférico de ella·; de-sus ideas sobre lo •extrafio y distante?. . · La vida es siempre eéuménica, universal. Cada gestq que hacemos, cada ·movimiento de nuestra persona, va hacia·el universó,•y nace.ya conforma;do por laidéa que de él tengamos. El poderoso impulso con que el buitre enjaulado hace su magnífico despliegue de alas no corresponde a fa angostura •de su prisión, sino que nace inspirado por la idea vulturina del mundo -una i ·idea amplísima, vasta, de enormes espacios libres. Hecho a volar sobre con),. ,tinentes, no sabe reprimir su ímpetu, y las fuertes plumas.remeras se le dés.-:¡·peinan una yotravezrheridaspor-los barrotes confinantes.- Siempre acon]?.·teceasí: ei:rla formaciói:r-de nuestras ideas más elementales, de nuestras ~ la,cciones, empresas;usos; ha intervenido como un factor primario 'la fiso,; 'nomía•que al universo atribuíamos. El equilibrio casi imperturbable que ca-~, :racteriza a la historia egipcia y que da forma a sus instituciones, creencias §.costumbres, ts incomprensible si no se advierte· que el horizonte del puebl~ ~ 1 egi~cio era muy reducido y de configuración• tal que pudo prácticamente ~ ·creerse soló en el mundo. Se debiera haber observado que la profunda inquie'} tud de las instituciones sucede siempre a épocas muy viajeras: la ampliación ;; del círculo vital, el hallazgo de otros pueblos fuertes, distintos del propio, ;~ obran como un fermento enla sociedad que hasta entonces había permane,;;.
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ciclo encerrada dentro de sí misma. Como dice el adagio alemán, «cuandos_e hace un largo viaje, se tra.e algo que.cantan>; El retomo de los cruzadosi>.J! cita en la Europa d.el siglo XIII una traI\5forn;ación tan honda, que ~casos la mayor de toda su historia.La convivencia d~los. feud.ales emigr~I\tJ¡~ con los pueblos de Oriente quiebra la ingenuidad del honzonte medieyaJ, perfora en él inquietadoras brechas,hacia 11n transmundo exótico y deja.. para siempre instalado en las .razas germa~olatinas un fe~undo des·e·q~~\7 , brio.. Losjudíos son, dondequiera, un ingrediente de desaso~ego-.-a :rnJmqq, benéfico-, porque han rodado mucho por,elplaneta, se sienten mas co~ci. politas que ningún otro pueblo, yJa circunfere~cia desu ~orizon~e no coinci de nunca con la del país donde se hospedan, siempre ma~ reducida, cuang9 dos ho.ml:>res .entra!l en relación, perciben al punto, más o.n:ienos clara;tµ~p;7 te, la diferencia o igualdad de sus,radios cósmicos. La distinción que S.uel~ hacerse entre el «espíritu provinciano» y el«espíritu de capitalidad» sq¡;;. duce a una cuestión de dimensiones horizontales.· La vida es, esencialmente,. un diálogo con el contorno; lo ensusfun, ciones fisiológicas más sencillas, como en sus funciones psíquicas más s1iblimes.Vivir es.convivir, y el otro que con nosotros convive es el mundo en derredor. No entendemos, pues,.un acto vital, cualquiera que é\ sea/si np. lo ponemos en conexión con el contorno. hacia el cual se d~rige, e11 ~n~ión delcualhanacido. Si creyésemos que los buitres han nacido para vivm~ jaulas, su gesto de hercúleos voladores nos parecería superlativo, fr~néti;. co, absurdo. Y es que, naturalmente, para entender un diálogo hay que i~ terpretarenreciprocidad los dos monólogos quelo co~ponen. El ala ~elbui7 tre responde al libre espacio delos cielos como la pmza dela horm1gaaJa cintura del grano cereal. A toda hora cometemos injusticias con nuestro.s :. prójimos juzgando mal sus actos; por olvidar que acaso se dirigen a e.le~entos; de su contorno que no existen en el nuestro. Cada ser posee su paISaJe·pro, pio, en relación con el cual se. comporta. Ese paisaje c~incide un~ ve~es ~~· otras menos, con el nuestro. La suposición deque ex¡ste unmed10 vitalmi~. .co ·donde se hallan inmersos todos los sujetos vivientes, es caprichosa e,in7 fe~unda. En cambio,• la nueva·biologíareconoce 'que para estudiar unaninl.. , es preciso reconstituir antes su paisaje, defi11:ir qué el~mentos de.l mundo existen vitalmente para él; en suma, hacer el mventano de los objetos.~ue .percibe'. Cada especie tiene su escenario natural, dentro del cual cada·:ndividuo,.o grupo de individuos, se recorta un escenario más reducido:~He paisaje humano es eLresultado de una selección entre las infinitas reahda
es
•.Véase el libro deJ von Uexküll: Ideas para una concepción biológica dd'nnmdo, 192Ld\l
·.des del universo, y comprende sólo una pequeña parte de éstas. Pero ningún J10mbre ha vivido íntegro el paisaje de la especie. Cada pueblo, cada época, ,operan nueva5 selecciones sobre. el repertorio general de objetos «humanos», ·¡y dentro de cada época y cadapuel:>lo, el individuo ejecuta una última dis..Illinución. Sería preciso yuxtaponer lo que cada uno de nosotros ve del mun40 a.lo que ven,,han visto y.verán los demás individuos para obtener el es_cenario total.de nuestra especie. Por eso decía genialmente Goethe que «sólo ,todos los hombres viven lo.human0>> ,,, . . ' Evitemos, pues, el suplantar con «muestro mundo» el de los demás. Otra ,~osa lleva irremediablemente a la incomprensión del prójimo. Un caso muy [¡'~cuente ,de ésta es? por ejemplo, .nuestro erróneo juicio sobre el hombre ena_]]lOrado. Como no solemos encontrar enJa; mujer que nos es indiferente las ¡gracias y virtudes justificantes del ademán apasionado que sorprendetµos en -~u amador, nos parece haber caído éste en frenesLDecimos que el amor es ¡::iego y creador de fantasmagorías. La teoría stendh.aliana del amor-radi:sahnente falsa-supone que se.trata de una faena de .«cristalización» en que .i!usoriamente depositamos sobre la persona querida cuantas perfecciones .J¡emos imagin;\do. Esta opinión es típica del siglo XIX; que.ha tendido en to, .dos los órdenes y problemas a explicar.los fenómenos normales como for:mas incipientes.de lo patológico. Así, para Taine, viene a ser la percepción ;saha un ,caso de alucinación colectiva, como para Lombroso era el genio una cierta demencia. Esta.predilección por lo patológico emana simplemente del 1 .pesimismo preconcebido, de Ia acritud y omnímodo resentimiento que ac:tnaban en los senos del alma europea durante la pasada centuria.. n . ¿Quién es el juez de la salud? -se preguntaba Aristóteles .. ¿Por' qué . se ha de considerar como decisivo el punto de vista del indiferente y no el ·del enamorado? Tal vez la visión amorosa es más aguda que la del tibio. !al vez hay en todo objeto calidades y valores que sólo se revelan a uha ini:rada entusiasta. «Hay que quitar la venda al Amor y devolverle el disfrute de ~us ojos» -.-decía Pascal, oponiéndose a.la opinión vulgar, Según esto, el ;amor serí!_\ zahorí, sutil descubridor.de tesoros recatados. No es cosa de que ahora', a !a.ligera, desarrollemos este asunto de tan alta sugestión\ sobre el :cual circulan las ideas más toscas. Sólo diré que, a mi juicio, si se analiza ·~Henómeno de este sublime sentintiento, se encuentra pronto que el amor no Jye, pero no porque sea ciego, sino porque su función no es mirar. El amor .!no es pupila, sino, másbien;luz, claridad meridiana que recogemos para en,focarla sobre una persona o una cosa. Merced a ella queda el objeto favoreci·go·con inusitada.iluminación y ostenta sus cualidades con toda: plenitud. :Podrá, pties,.darse el caso de que el enamorado cree ver lo que en•rigor no !Ye, como a veces nos pasa en la· visión material de las cosas; sin que por eso ,
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nos.declaremos ciegos habituales. Pero io normal es que elhombre am~ dor de un ser o detu:l objeto tenga de ellos una visión más exacta que el"ii{ diferente. No; el amorn.i miente, ni ciega, ni alucina: lo que hace es siruarm arnado bajo una luz tan favorableque sus gracias más recónditas se hacen. patentes. Cuando voy con.un extranjerqp~r la tierr~ castellan~, nuesri:~~~ presiones divergen, pero no porque yo atnbuya a m1 gleba na~va gracia:.~:' ticias que en realidad úo posee, sino porque nti mira~a f~rvoros,a sorp~~::~ de en la campiña recatados encantos, que él foraster~ i?d~ferente 1:~ ~cierta a descubrir. El anior és, por lo pronto, un grado supenor de atenc10n: Fue" ra, pues, más agudo y más sabio envidiar al hombre apasii:>nado ~ue ta~h3!~ le de ilhso. :Su paisaje es tan.real tomo elnuestro,sólo que esmeJOr.• ···.·• • 1 l~ ·Esta doctrina delpaisáje vitales, en mi entend~r, detisivaparala.'h~~-. toria;Éste es nuestro caso frente a norte y sudamericanos.Se puede partir de su modo de moverse, de la inflexión de s~lenguaje; de.sus, escritos e instituciones, para reconstituir fácilmente el honzonte que se aJUSc. ta al corazón del hombre porteño o yanhee. El tema' sería atractivo porque en los dos grandes pueblos americanos -Estados Unidos y Argentina-.-· elho'. rizonte vital ofrece ciertas peculiariciades que hasta ahora no se hab1andacio en la historiai · · · . . . HaY, en efecto, pueblos que nacen y se van fonnando en :i:inare.lativa_ soleciad: El.mundo es su múndo, el pequeño círculo donde su exJStencia gerc, mina dentro del cual son ellos el únito pueblo; por lo menos, elúnico q~e cuen~a. Esto aconteció con Egipto y China: El chino y el egipcio, en la ép?' ca de su génesis; se creen la humanidad.En tomo.suyo ha~la.n sólo algU~~· tribus bárbaras; sin poder niprestigio, que contnbuyen umcamente as~" brayar la singularidad de su gran nación. Por esto, toda lacivilización egipma•. y china parte en sus principios básicos de suponer ~ue es .cada uno de ell,o~ ~l. . pueblo centraL Sólo así se explica; por ejemplo; la1dea eJe del Celes.te lmpe-,. rio: qué el emperador es padre de los hombresyque de su conducta dep.~n~~ no sólo la felicidad•de su nación; sino elrecto curso de los astro~. El honzon~ ·te chino es cósmico, incluye todo el universo para ellos y tiene en la figura del•
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!emperador su centro dinámico. (Recuérdese, de paso, que los chinos distiniguen cinco pi;tntos 'cardinales, por añadir un quinto; que es el centro). . . Pero háy .otros pueblos que nacen en épocas ylugares de mucho tránsi)o.•Antes de f!Ue se hayanfonnado saben de otras razas y de>otros poderosos ·Estados: Tales pueblos comienzan desde luego con un vasto horizonte donde ellos· se-localizan excéntricamente. Este fue el caso de Roma. Etruscos, Ii:rete\1.ses; fenicios; griegos, cartagineses, surcan el rnar nativo, labrando con 'el arado de sus quillas un•ámbito· enonne que va de Siria al A ilántito. Roma ·se encu·entra todo uri mundo•ya·hecho sin'ella 1y no pudo nunca sentirse el .. ·centro de éLAkontrario, toda sil alma se· mantiene; tensa como un arco, bajo láinspirattón de este propósito: conquistar ése mundo preexistente, anterior a ella. De aquí su conservatismo. Su horizonte está ya prefijado por el pretérito. La causa de la muerte de César fue la incomprensión; por parte del tradicionalismo romano, de la forinidáble ampliación de horizonte que la conquista de Galia significaba. El Estado romano no quería tierras nue:vas. El viejo horizonte aprenditló•en·lamocedadlatina, cuando era Roma Iunaaldeade 1cuatrobarrios'-·-Rtima c¡uadrata:...'.c, se había anquilosado, y di·latarlo equivalía a romperlo. • ' ' . ' i ••· '·' .. Los Estados Unidos o la Argentina pertenecen aesta clase i:le pueblos, . 'nacidos'excéntricaniente; cuando·urrvasto murtdo, un universo, estaba ya ·fonnado'.. Sirt embargo;-quierr sepa intetjJretarlos·ademanes amenthnos adVierte pronto que en ·ellos' se oculta una' gerÍninal tendencia a sentirse cenZtrcl: Esto es álgó muy específico del alma ameritaria. La doctriria'de' Monróe ;rque ert apariencia se limita a dividfr en: dos'muridÓs el mundo, significa: vitalmente proyectada hacia el-mañana, un primer corta to de desplai:arel ~·. éentro del universo desde Europa hacia América. ¿Cómo es posible en Amé~" rica esta corrección a poste1io1idelhorizÓnte primitivo? ¿Córrto los grandes ;~;-pueblos americanos, nacidos bajo condiciones en cierto sentido parejas a j 1 1Roma; nb se sietiten en el fortdo· de sí mismos y allendé'las devotibnes o ·erit¡}[ ctúsiaSmos pOr otros pueblosniásviejos, no' se sienten, digó,exi:entricos? La _¿~--tazón mé parece clara. El e~pfritu romano, col.no' toda la Edad 'Antigua, gra; vita hacia el pretérito. El europeo; en cambio; es; tal vez,la primera mani~1 ·festación históricadefüturismo cÓlectivci. Tu Edad'Móderna· enÍ:re cosas me0"':.; , , ', ' ~·• iios valiosas, ha 'consegúido gloriosamente désViar lá graVit~é:ióri 'en sentido 10,·del porvenir. 'Iodo el erttúsiasmo de chinos, griegos, latinos, por el pasado ~ i..é.lá Edad•de Oró, la Edad' ejemplar era localizada en el comienzo de los !¡tiempos-·-·.·se conVierte dentro del ertrbpeo niodemo 'éu fervor haéia 'el fu'%.·ruro: Lo bueno, lo mejor, riO está para nosotros en el ayer, sino' en el rnaña.¡l!a. Ahora bi~n; el europeo tiene pasadb,lo lleva 'en sí; acaso lo arrastra. Su ;¡ fu turismo es' más bien un deseo de ser futlirisfa: Esta dualidad, este no 1
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t poder desasirs.e del ayer, y prete~der, sin embargo •. enca~ar en él la u top'.¡¡, de\ mañana, ha hecho de Europa el territorio reyoluc10nano por excelencia.,~1 en Asia ni enAméric.a ha·habid.o propiamente r.evoluciones, Por el contrae; ria, el americano. es el europeo moderno que renace en plena modernidad; exento. de pasado. De aquí;esaJesuelta gravitación hacia el porvenir que.abe· 1 servamos en todo american_o;i
.--·' -'-·· _,,, .. '·--.,
ETNOLOGÍA - , __
, Uno de l~s fenó~enos en que más ~~tilmentese reflejan las rr¡udanzasic1e la sensibilidad histórica es el cambio de1colocación; dentro dela perspectiva intelectual, de ciertas disciplinas. En ei siglo XIX, pm ejempla, se hallaba inSc talada en el centro de las 1ciencias históricas la filología.clásica. Gramática; li- ·•. teratura, historia de grkgos y romanos cons_tituíanlas disciplinas regulaclo;.¡js; para toda investigación histórica. Ellas ÍJilponían sus métodos y pµn.t?s de~"; ta, sus problemas_ y corolarios, dondequiera que surgía alguna cuesttor¡. de.bu" manidad pretérita: La vieja idea. de que.griegos y rorn~i:~s er.a:i los pu~b!o_s «clásicos», corrohorada por1el hecho de que nuestra c1vilizamon ha ,rec1b1qo" de ellos profundas influencias, dio origen a este pernicioso favoritismo.. 11·.¡1 Pues b.ien: hoy las cosas.han cambiado. La filología clásica pareceJJaber caído en súbita esterilidad; al tiempo que en su derredor surgen,n1le" yos prÓblernas gigantescos, de dimensiones vastísimas, ante l.os .c~ales elhe,lenistayel latinista.nada o 1Iluypoco tienen que decir. Ha producido esta:1l"!l ,rápido desplazarUiento. de;lafüología clásica hacia.l}n plano más modestgA:. la atención cie,ntífica. En,sulugar,jóyenes disciplinas avanzan y atraen la~µ," riosidaddelos mejores .• Asila prehistoria y-la etnología. . : ·.· . · . .'.•· Estas dos ciencias d~ ij.ltirna hornada, aun en su iniciación, han.c11lR-· tado incalculablem~nte' la. línea del horiz.onte histórico en l¡¡s dos. ciime,n: siones de espacio y tiernP()· .Si .antes la historia era casi exclusivamente l[f 4i§¡ .toria deUvlediterráneo, hoy ~e extiende ho~ontalmen\e a tocio ~l planer:i: parej;imente, en\a dimensiór¡,yertica!,las excavacion.es Y• el estudio e,t¡1.1ol~c _gico de residµos ciilturales enlos pµeblos primitivo~ han agrand~do c~gn_() lógicamente el ámbito-hist¡jrico, ¡Qµé s()r¡ los seisrrül años~~ l~ ~tqy¡a~;:¡ dicio,nal, comparados cqr¡las vastas lontananzas de.la prehistona.. .,, Jrsl:
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El progreso de la etoología ha ocasionado, además, una transmutación ·radical en nue5tra idea de la cultura'. Mientras· teníamos del cosrnos•históriC ~-b una visión provincial, mediterránea y europea, ·cultura quería decir una •cierta rnaner~ ejemplar de comportarse. No había más que una cultura, la 'nuestra, del presente; La Edad Media, Grecia, Roma, Egipto, era:nsólo eta• pas al través de las cuales se había llegado a la actual perfección. Cualquier 1otrb sistema de formas teligiosa5; íntelecti1ale5;políticas; era imtomáticamente ·desvalorado 1como inculto.·Habíamos,• pues; hecho' de la cultura un concep•to estimativo·y una nonna. - .• • , ·.-•:1. · ., . •:, . ,.,, "' >•' .,¡, •1 Pe;o el etnólogo, obligado a penetraren el secreto de'•pueblos cbm1pletamente dispares de los europeos y mediterráneos; ha tenido•queíntimar 1con sus modos de·périsar y Sentir. Poco a poi:o·fue advirtiendo que aquellos -usos «bárbaros» y aun
LOS'«ÁMBITOS CULTURALES» . . · Conviene; sin embargo, mostrar eón 'alguna mayor precisión cuál ha 1s1do la ruta por la i:Ual ·se ha llegado a esa ampliación del punto de vista.· .· •?'• Hasta fines del siglopasado ;]a etoología emplea métodos que arrastran :un error inicial: Sólo pueden atacar hechos aislados:Tom:m un utensilio; o una costumbi;e, o una institución·; y; desintegrándolo delas demás manifesc ·taciones vitales deuri p'ueblo;lo someten a su qufmica particular. D"e esta manera no se llegará nunca a descubrir un'a ley etnológica. Porque el hecho .et?ológico e'~ un fenómeno biológico qué sólo existe y posee sentido en la u,mdad d.e un organismo. La vídano se puede atomizar: El «á-tomo» vital precisamente el in~dividuo. An1bos-téni1inos encierran una' sabia amonestación para que no dividamos lo indivisible. El hecho det¡ue' el cuerpo físico
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! tolere su división.en unidádes índependientes -los átomos-. demuestra· simplemente que el cuerpo .físico no es un individuo; pero no aseguraqµ!! acontezca lo mismo con.el cuerpo vivo .. El siglo XIX, obsesionado por la·fi:c sica, quiso llevar el atomismo a toda Ja realidad; por esta razón ha fracasa9.9 tan gravemente en cuanto se refiere a la vida, as.í.en biología animal como en biología histórica; · ·., ', ' i .·· ; '· • .. · '·"'l . . . , Para no hablar sino de esta última, es de advertir que hoy se halla bajo Ja impresión de' un amplio fracaso;el cual sería triste si en ciencia una deSilusión no implicase una nueva ilusión, ya que el reconocimierito de un e~o~ es Ja posesión dé.una nuevaverdad. La ciencia histórica.se da ahora cuenta dé que tiene qutvolver a empezar.Babíadejado a su éspalda,.sinresolver;1Uh~ cuestión previa; a saber: ¿cuál es el objeto.histórico? . Porque un uso o.una creencia religiosa, una fórmula jurídica o un Il\odo de edificar no son propi¡¡~ mente, objetos históricos, como no lo son el asesinato de César o lapa~tida de las carabelas colombianas: Todas .esas cosás son sólo trozos, fragll\entos.de· un objeto histórico. Según se presentan, en su•estado fragll\entario, carecen:. de realidad histórica, y es.inútil buscar en ellos su ley, como sería inútil bus7' car el sentido d~unapalabra suelta en un.lenguaje déscono,cido. Cadavoéit blo es un pedazo del gran organismo .expresivo del'len.guaje, que nó se ha.· formado sumando a una palabra otra; sino al revés, por la prolificac~órude. un.núcleo complejo; es decir, de urUenguaje ya completo. En lo viviente es el todo antes que las partes, y éstas sólo.viven mientras se hallan juntaS en el todo. Elrabo dela lagartija ha sido Ja gran.broma delaNaturaleza para desorientar a los biólogos. Fenómenos secundarios de pseudovitalidadfu~" ron interpretados como prototipos de vida primaria. (El caso extremo fue.el «darwinismo», haciendo de la adaptación, que es tan evidentemente una . función secundaria, la función vital por excelencia). Entra hoy Ja ciencia histórica en una época de más rigoroso positiVI5mo, y no se permite.decretar a p1io1i la independencia o individualida~de Jos hechosy datos que e]azar de Ja observación arroja ante.nosotros, sm9; que, siguiendo dócilmente su estructura, e.spera que ellos mismos reveleµ su fisonomía completa y Ja lioea donde terminan o donde se articulan en.otro: Así, puede ocurrir que uh uso económico tenga su raíz en una creenciama gica, y sea, por tanto, inseparable, indivisible de ésta. • •.· . . . .No hay duda: Ja pregunta mayor que hoy puede hacerse la historia su na así: ¿cuál es el verdadero «individuo» histórico? . ' . . .. , Supóngase que tenemos delante.una serie de mapas mudos de Áfric.l\ Tomamos dos de ellos, y en uno marcamos, con una mancha de color,. toclq, losJugares. donde sabemos que se conserva el grano en silos o ca~dadés s.t\ , terráneas; en· el otro, los lugares donde. el granero es hórreo o palafüo..,'E
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.otros dos indicamos los puntos donde el lecho se halla sobre Ja tierra, o, por .el contrario, elevada· sobre estacas o pies de madera. En otros, Jos sitios don.de las familias se !igen por herencia materna o paterna, y así sucesivamente .~uanto se refi~re a la vida material o moral de los pueblos africanos. Al ter1Jllinar nuestro. trabajo nos encontramos con un resultado sorprendente. Los puntos que- hemos marcado no se hallan repartidos al azar, sino .que; por ejemplo, los lugares donde se usa el silo forman una zona compacta y los de hórreo otra. Pero más todavía: los puntos donde la herencia es maternal no sólo forman también una región cerrada, sino que esta región coincide ,~actamente con la de los silos. De esta manera descubrimos que en cada re-¡\ión existe un repertorio íntegro de formas culturales -desde el utensilio 'i ,hasta la religión-.; que es exclusivo <;le ella. Esto indica que cada producto humano.-.-·material o moral-. tiene.una misteriosa afinidad con todb Ím sis.tema de ellos, y qué sólo aparece normalmente junto con lbs demás; como Ja trompa del elefante no aparece en.zoología sino complicada con los de.más órganos delpaquidermo .. •"': Véase cómo la necesidad puramente técnica de fijar en rriapas topográ,ficos las manifestaciones de los pueblos africanos llevó a Frobenius; éómo .de la mano, a descubrir que cada hecho etnológico es inseparable de un complejo.de ellos, de lo que cabe llamar una.cultura:.arrancarlo del cuerpo ín,tegro de ésta es anular su sentido y hacerlo inexplicable. Ahora se comprende :por qué]os métodos anteriores.no conducían nunca a soluciones convin.centes. Que enel centro africano aparezca un escudo de igual forma que lós .. australianos puede obedecer a tantos azares, que el entendimiento seperIdería intentando abarcarlos todos. Pero que en la Nigeria, en tierra de Jos .Yorubas, se encuentren juntos una edificación, una religión, un sistema bu. tocrático, un modo de atar la cuerda al arco y una técnica para fabricar las ;cuentaS de vidrio -idénticos a los que un tiempo tuvieron Jos etruscos y; en ;general, las costas del Mediterráneo- no puede atribuirse.al azar. Si en lugar de un dato único de coincidencia tomamos complejos culturales y, me;jor aún; culturas íntegras, lo fortuito queda eliminado,Una cultura entera ,río se transmite de pueblo a pueblo. Nace en una región y se extiende por exipansión de la raza que la creó. En el ejemplo citado se trata evidentemente :ge una cultura colonial, que unos dieciséis siglos arites dej esucristo es tras.,-plantada, por vía marítima, del Mediterráneo al golfo de Guinea; . · .Éste es elprincipio de los «ámbitos.o círculos' culturales» (Kulturhreise), •,~ueFrobenius introdujo en la etnología ha.ce veinticinco años y tanfecun·9.as cosechas ha producido, · . · .· . '> Según él, cada elemento etnográfico deja de ser un objeto.histórico jndependiente, y se convierte en mero atributo o síntoma de una cultura, lo
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mismo que el color y el sabor, la forma y el peso no son cosas por sí, sino rtié't tos ingredientes o cualidades de un~ cosa: El o~jet.°'. el indi~duo his~ó~i. co, sería, pues, la cultur!l; Usos; trebeJDS, formas JUndicas, nociones religi?'l sas ~on articulaciones de esa cultura. Cada uno de ellos supone a Ios otros; como un miembro 'animal el resto de fa estructura específica: Las cultüras aparecen así como organ1srnos; esto es;.como unidades suficientes. '•;q
. ' En el prólogo a la traducción deLa decadencia de Occident~, ~afamn,s~ obra•deSpengler, he afirmiido que las ideas de este autor, casi sm excep-;~ ción;'preexistíanen el ambiente;. aunque él haya sabidq darles una expresión: .original; prominente y hasta un poco frenética: He aquí una prueba de aqu~" Ua afirmación: El pensamiento capital del libro es considerar que las cultur~. s6norgan1smos ihdependiéntés; Y, a la par, los verdaderos sujetos históricos¡ Pues bien: antes de 1900 habla formulado Frobenius pareja doctrina. En 1914;, cuando aún desconod'ayo la labor de este.último, insinuaba una opinió~ p~c· recicla en las Meditacio1\es del Quijote; Sin embargo, ciertos puntos esenci~l~ me separan±adicalmerite de.ambos pensadores, com~ 1:1ego he de insi~u~r., Precisamente aquéllos que les conducen hasta un relatiVlSmD extemporaneq: · • . Según su opinión; las culturas, no fos hombres; no lasrazas ?pueblos! serían los protagonistas históricos. Los pueblos quedan .com~ mi;r~sporta.; dores de ellas, tomo los vientos del polen vegetaL Un mismo.mdiyiduo hu mano sería históricamente distinto si; en vez de nacer en el ámbito de umícul' tura naciera en el de otra. El ser humano representa· el mismo.papel que el insr:umento de música donde pueden tañerse las más diversas melodías: Cadá cultura·sería eso: una melodía con su ritino y su línea sonora inconfundi~, ble; Fue un error de Bastian suponer que hay «ideas elementales» corriun~ a todcislos hombres: No; las culturas se diferencian muy principalmente•eµ, .¡0 más elemérital ' ·en- las nociones primigenias. Por ejemplo, el espaci6J'í;;·. . . ' .· ~-~ • 'Cuenta Frobenius que, en un.o de sus viajes, hablaba una vez convano~. africanos sobre la extensión del antiguo reino de Gana; y, en general; sobre la expansión delos diferentes pueblos. Entre los interlocutore~ habí~u,l_l moro deTrarza que, allá, en el Oeste, al Norte del Senegal,• en los'confu~~ del desierto solía vivir su .vida nómada. «Conocía bien las tierras de su re3• gión natal y'proporcionaba muchasnoticias fidedignas: Como musHn1 f~: nático que era, sustentaba enérgicamente la opinión de que los fundado~~ del reino de Gana eran de origen sudarábigo». Otro interloc~tor era un ~ ·danés castizo; É!l viejo Diarra, que tantas viejas tosas de su país s~bia'. Iml(; turba ble, afirmliba que los Ganas-·probablemente residuo de los semi;
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fabulosos Garamanta5-'- habían sido un pueblo vetusto, muy anterior al des1lizamiento de los árabes y del Islam por aquellas comarcas: El Tratza, según :temperamento. de·su raza; se incomodó pronto y en su exeitación dejó esca.par estas pala)Jras: «Los árabes y el Islam dominan la tierra toda hasta su "tér;ffiino" ». Frobenius le preguntó dónde terminaba la tierra, y el nómada res·pondió: '«Donde fa tierra toca cim·el cielo». Entonces el Diarra se interpuso diciendo: «El cielo no toca nunca la tierra».' He aquí dos concepciones elementales frente a frente. El nómada habita en tiendas móviles, el sudanés en casas de barro. Para éste es su aposen'to un espacio confinado por los muros, más allá del cual se extiende un es-pacio libre y sin fin. Para el nómada es la tienda más bien un traje que i:asi se . 'tiñe á'su cuerpoi no esrnró que en sus canciones fa llame «el vestido de,la "1familia»i En cambio, el espado cósmico le parece finito; cerrado'porla cúpula del cielo que encaja sobre la tierra. El mundo es para él una concavidad, 'úria gigante5ca cueva; en tanto que ehiudanés vive ctni·un' sentimiento de ]ic ·ores lontananzasoPatalelarhenté, elnórriada ciee en tln poder que fataliza la 'conducta humáría, mientras el negro ¿onfía en la voluntad del' hombre en ' ' 1e1 heroísmo de Ia libertad' frente a todas las mágicas potencias.'· Encontramos, pues, Ias culruras como orbes terrados hacia dentro de ·Sí miSmos¡ sistemas comple'tos yhermétidos, sin coniullitación entre sí; una iillterna unidad; paréjá 'a la que áctúa en la simiente, les da vida, expansión, 'désatrollo,Todo héchó humano ésun brote de ellasyen'ellas•radica su'sen·t:iC!o/Pcir eso; el etnólogo; el historiador, tienei:l queacostumbrársé a con,i;iderar las 'cblmtas cbhw los fenómenos fundárheritalés: Lb demás es sólo e1. 'rrágmento de ellas.
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En ellibfo de Boyd Alexánder-Del Níger al Nilo~ se n~rra tiná esce¡'rfa qué Úo'liace aqufmal papel! En la te~ón defos 11m11chi, ¡:JUébló delNíger, ~'quiere un díá el'viajero inglés sorpréndet'á'los indígenas tdn la d~stteza del ~leutopeó. A'ésteifin sale de caza acomparlado por algunos de ellos. Pronto .•;descubi;en una manada de antílopes: Eleurop~b apunta desdeúna distancfa c'de doscientas yatdás yfuata 'uno. Pero se siÍltió desilusionado ante !Os esca4~05 elogios de un v'iejo'cazador munchi quele había seguido; «Para un bÍah~{~o no ha7stado mal-·-•habia'dichd el n'egr6. Pero nosotros lo h~cemos me¿~or». Entonces ató a su éabeza•el cuelfoylaéabeza de una especie de grulla .i~conla flechá dispue5ta én él arcó-se arrastró agachándose' hasta el rebaño .)t_-'-; : ;· --- - ; . ' - '.' ''' '. -, '·: : - .. ' ;fdel cual hizo destacarse ui; espléndido macho'. Luego se levantó súbitamente iJse fue acercando a él 'mientras movía su cabeza·enmascarada de.un ládo' a
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otro; imitando el·ave con perfecta pantomima. De esta manera, llegó a poéós. pasos del animal y disparó hiriéndol.e en la paletilla. El antílope dio un grañ, brinco, y cayó al punto ~n redondo, muerto instantáneamente por el venec, no de la flecha, .. •'Xri ,' , He aquí dos técnicas opuestas, frente a frente. El europeo, amigo.de.¡]~ mecánica, mata por medio de una ley física, El negro, más próximo a las•fµe11tes de la vida, se finge ave, es decir, mata con una metáfora.
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~ •. y~ te~dría muy graves reparos que hacer.a.la. afirmación d~ Frobenill~'
Spengler; según la cual, las. culturas son entid~des independientes ,entre,g,y .de toda otra cosa. Ellos.dan. a.esta: tesis. un sentido absoluto, metafisico,:qn,:~ no se sabe de dónde yiene y,f!n qué, se funda. . ' · ,Y;¡~¡; .··, Anipútese a la idea todo su superlativo, metafísico y déjesela cornº}lliiiÍ=· tuición, de. un hecho, delhecho básico doncl,e el historiador tiene hoy quetch: mar. su arra~cada. El. siglo XIX ha sido, como. su padre .el XV1II, radicalmen,t.e unitarista. Ensu primera mitad yivebajo la constelación de Hegel, paraql!ie!lj, la historia es el desarrollo cie la Idea, término que e:xige ser escrito c:onma, yúscula a.fin de recalcar que no tolera pluralidad ninguna. El l;Ujeto ddithis.' toria es ,elEspíritu, un espíritu único qJ.le, en cierto mpdo, es e]he,redero ele' Ia «Humanidad¡>. dieciochesca (la cual a su vez se perpetíla .en la «Hm\1ª1)!c dad» .de Augusto Comte): En su segunda mitad vive el siglo XIX bajo el,gq ble signo de Darwin y,CadosMarx: Este último es. el.hijo pródigo de Heg~, que cambia en moneda la ideal herencia paterna. Para él, también es la,his.~ toria un proceso unitario, salvo que el protagonista no es el Espíritu, sinola ,, Materia Económica. Hegel y Marx hablan de una evolución, que en ambos presenta carácter dialéctico. Darwin habla asimismo de una evolución, pero de.caráctl'!T: l::!ialiJgico~ El acontecer .histórico. es el mismo si.empre,y en todas: partes: lt!dm por la. existencia, selección, triunfo .die las.mejor adaptadq$;¡pfficesounidimeru;ionaL ¿Se puede duqar de que para el siglo XIX nq existía.TI$ que una realidad histórica, q, d:ic;:ho en otra forma, que,la historia era P,aril.i '. una realidad homogénea-.-.con¡q es homogém:a la materia física?: .• ,¡s¡ ... Sin embarg();.a la ho~a de la verdad-como dicenJos tat1ró(il9s,,,¡,l\l .el.aborar efectivan¡en,tela.historia, ()Curría siempre que el ptjncipig ,un,iguiQ q~e el supuesto de h9rnogeneicl,ad fallaba yl'!ra p~eciso recurrir ,.,.,-yel¡¡1:Hr .cla'rarn,ente, pero,y¡¡ tarde:yamodo de complemento-., a.la peculiarid~C!C!, lasrazas, al «espíritu nacional», etcétera,.etcé,terad~s decir, que el historiago: partía caprichosamente ~i::.lma quimera: la u'.Üciad human~, la.:'1umaw?~ª: horn,6génea y luego se daba de ]Jruces con el hecho bruto, =acrnnal;;a!CJ,g\
co'. pero innegabl_e: de la plu~alidad de las formas humanas, de la heterogeneidad de los espmtus colectivos, dela incomunicación efectiva entre ellos. . Ahora bien; eLrasgo más característico hasta ahora de la época que en -nosotros co~enza es """:-Varias veces lo he dich~ la alegre aceptación de lo -real; cualqmera quesea nuestra ulteriorresoluciónsobre esa realidad. Porio pronto, se toman las cosas según son y no según deseamos que sean o creemos q~7 deben ser; Esto no implica desdén hacia lo que debe ser pero no es; sigc ,\ill1~a meramente una enérgica pulcritud mental que repugna la confusión ,entre ello ylo que, en efecto; es: Puede que la unidad espiritual de los hombri;s:mer~z:a se;_ ambicionada, queéonstituya un ideal; pero esa Humani:dad no ha•s1do mes.un hecho.La situación verdaderamente ominosa· ridícula;caquéctica; 'en quese hallan aún las ciencias históricas-.tan retra~adas respe':t~ a las naturales- procede de que en el estudio delos astros y de la ·el~~trlc1da.d, del?s cúerpos químicosy de la geología, nadie hace ya inter,vemr los
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~;?n r:!·¡ :-:7~f~~m<:• llºr~,<;~_I?fi~~.-u_n recuerdo pers¡;>nal. En 191 t~_invüado por_ la Sociedad.de
~,Ma_t~111ªti~~~ ~~ ~:1 ~1.Ate~-e~.1:1na :o_nferencia, don~e pr~no!StiCaba que ~l ,siglo «eyOluciopista_»> }r, i;_?ºr ,tan_to, un1~nsta sei?U1ii~ una _epoc~ de mayo:at~nción a lo discontinúd ydiferen:cial; ETI!3que'J_•IIa fecha,. y, cl~ro está,.s1n_fl~eyo lo supiese; trabajaba Planck en su teoría de la quanta¡ En 1915 des-~ 'r:P-~~,-E~~ten~_.~1-1 pnµ<;~p_1~ ~~º-~~~ d¡¡\~~l~µ_yidad._ En 1.913 aparecía la_ obra de U~ll, qlle he y~.e~~? .r~~~~~~e_ment.~ tra~uc:1r_al c:~teUan.o. En 1918 pubhéaba Spengler_su libro históriéo. En e.SCls ;fafios.adqu1e:e·_el mendel.~o·unvalo~ de doctrina clásica. En firi,'la miSmáinritenlática, qúe el-a la i\fª~ de ~a idea de co11tinu1d~d¡ ~mpu~:a-a afirmar_la _necesidad de n~nunciar a· ell,a y afianzarse en ,--r~ ~~S~~tit;i,U,9'.- ~ ªºT:~~~i¡is m,~ genial!!? µe:mat7~áti_cos_qu~ hoy existen 7"""""BrouweryWeyl5t?baJ_~n ~ ~.ta7 ~9ras e~ e_llo: F~ent~ .ªesta masa ~~gán_~e"1 d~ ejernplates'hei.:hOs ih_téléttu_a'iéS~ lc:is ~~estas de urutansmo utop1co que veo hacer a algunos me parecen simplemente eso: ·gestos. (e
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chino y eHrancés se diferencian demasiado para que, desde luego, afüme,,. mos su identidad y supongamos prejuiciosamente que en el valle del Yang~füf actúan los mismos mecanismos psíquicos que en la Isla de Francia. · · La intuición delpÍuralismo universal, como puro hecho, comofenó:\ meno, esla. gran innovación en la cultura europea. A ella se debe que; i!oI17. trastando con la enorme decadencia de casi todas las demás potenciashis'tóricas-economía, política, arte_,_, la ciencia acl:t1al abra ínfinitasperspei:ti~ y festeje una sin par ampliación de horiz 0ntes. '5i al analizar la pluralidad que los hechos reales presentan se encuentra en ellós.síntomas de una ultra,,.. realidad unitaria, el triunfo será completo, Porque;. en efecto, elpensamien! to. debe ser unitario, Pero es preciso dejar siempre abierta la posibilidad d~ que los hechos se nieguen a coincidir con ese ideal de l1nidad que a,lienta e.. el interior del pensamiento: ·.. · . ' ' · · , ·· · · ·· '·· '.·¡~DOf. Sería, pues, un craso error dar a.esta situación de la.ciencia el nombre d; «pluralismo» y oponerla a í.msupuestd «unitarismo». FrobenirisySpetigler, que se hallan con un.pie fuera de la mesura científica, merecen acasolli•denominación de pluralistas; pero su exceso habitual les impide representatlá norma del.presente. No se trata de quelos pensadores actuales quieran. ser pluralistas. Aspiran, como los de todo tiempo, a la unidad. Lo queles dis: tingue es su castidad ante los hechos, los cuales-.no los pensadote5. :.•son, por lo pronto, un abismático' plural, un universo de radicales diferencias¿1~. , Si Frobenius y Spengler no hubiesen abandonado la latitud deLpm:o empirismo histórico, que es. donde sus ideas. resultan fecundas y corripro, bables, habríanrealizado una labor ejemplar. Pero al darles una dimensión metafísica y, por tanto, absoluta, han quitado la razón a sus propios pensa-·, mientas. El problema histórico de las culturas ni resuelve, ni siquiera plan,-' tea el problema filosófico de la rnlturn'.-de la verdad, de la norma últilp'.1 y única moral, de la belleza objetiva, etcétera. ·
* * *. La historia, en cuanto intención, es siempre universal. Volvamos aila; i.deas itliciales de estas páginas sob~e el horizo~!.teli~tóri~o.NuT5tr~,V¡i,~~.\X ineludiblemenl~ una gesticulación hacia dunivers0 -.se eµtieride hac;ja,JR que para nosotros es el universo. El acto Il)ás nimio; elqu~ se refiere ~1.~?Je' tómás próximo nace ya locallzadó en una perspectiva ;univ~rs,'.11. I.Je.mR•. quel~ c~nfiguración de nuestro horiz.onte viene a ser como un molde c~ f~nnase imprime en todos nuestros 1Ilovimientos; pasiones e idea~: ~':"TE: versa, el silitófüa más hondo de;u11a grave tr'.1nsformación histó¡ic¡¡ ~lf[ª. cambio en ia configuración delhorizonte étrlico; su contracción o su dilal.,,
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ción. En España, desde el siglo XVIII, se ha producido un angostamiento de la línea cósmica haéia la cual.el español vivía. En 1900, aproximadamente, · vuelve el círculo .vital a ampliarse, cuando menos para ciertas minorías. je! . Sin emb'.lfgo, la crisis mayor de horizonte se produce actualmente en la totalidad europea. . ,• Decía que toda historia es subjetivamente universal. El griego y el la',tino que emprendían la historia de los pueblos para ellos conocidos creían .hacer historia universal, y si reducían su propósito a narrar el pasado de su ,ciudad situaban indeliberadamente a ésta enrelación con su universo. Es .¡nenas notorio de lo que debiera el hecho de quelaciencia, la razón, nace en .Grecia como historia universal y más taxativamente como etnografía: El pri;fner.pen5ador jónico, Hecateo.de Mileto, se ocupa de inventariarlos pueblos rsu pas¡¡do. A este universalismo subjetivo, espontáneo, nadahay que echar . ,en cara por lo mismo que es inevitable; Pero es. el caso que en los últimos si.glos el hombre europeo ha pretendido hacer historia en un sentido'objeti••Yamente.universal. De hecho; siempre parecerá al hombre que su horizonte ,es el horizonte y que más allá.de él no hay nada.Mas si después de conocer .J!Sta relativida,d hacemos una excepción en·nuestro provecho y declaramos que, por fin; se ha llegado· a .descubrir el1verdadero y definitivo· círculo del ;i)ll}iverso;,nuestro universalismo seríajmperdonable. Esto es, emefecto, lo /¡ueha ~conte~ido c 0n la ciencia histórica europea durante' tres siglos: ha .pretendido dehbera,damente tomar.unpunto.de vista universal, pero, en ri.gor, no ha fabricado sino historia europea, .Porciones gigantescas de.vida hu.mana, en el pasado y aun en el presente, le eran desconocidas y los destinos }lD"europeos que habían llegado a su no,ticia eran tratados como formas marginales de lo humano, como accidentes de valor secundario, sin otro sentido que subrayar más el carácter substantivo, central, dela evolución europea. Más o menos, se hacía siempre eje de la visión histórica la idea del .progreso. Todas las vicisitudes planetarias eran ordenadas según su colabo.~~ción en ese progreso. Cuando un pueblo parecía no haber contribuido a ,~l; se le negaba positiva existencia, histórica y quedaba descalificado c;mo ,«bárbaro» o. «salvaje». Ahora bien; ese progreso era simplemente el d.esa" •;rrollo de las aficiones específicamente europeas: las ciencias físicas, la téc" pica, el derecho racionali~ta, etcétera, ; , , , ,. . . , ", , . , ., , ' Hoy empezamos a advertir cuánto hay delitnitación provinciana en este ,punto de vista. Tal vez uno de los hechos más caracte.rísticos .de la época que ·ahora vivimos es el despertar de la sensibilidad europea, hasta ahora reclusa .,en s~ sueño «provincial», ª· 1ln horizonte de radio mucho más vasto y más ,¡
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de pronto le ha nacido al europeo un apetito extraño por percibir en su pe~;. liaridad vital los pueblos más diStantes y el pasado más brumoso. Hace años realizó el alemán Helmholtz un·primer intento de universalizar la hiStbria: Con numerosos colabo;adores compuso su We!tgeschichte, donde se_ da a la historia una diSposición geográfica a fin de hace~la univers~l en sen~d~'de, planetaria, •Por vez primera hallamos en este l~b.~o u~~ ~tstona ~~e.a~tca, :una historia africana' una hiStoria de las altiplammes astaticas .. A nu JUICIO¡ el. .intentó de Helmhol~ fracasa·porsu insuficiencia de método.La universáliff dad que logra es sólo geográfica; no propiamente hiStóric~, Su'pupila reéotr ·' todo el globo terráqueo; péro dirige a Jo que ve ~iradas pu;am~nte europea:,: .· , . •Algo más sutil fue el ensayo de KurtBreys1g en suH1stona,de laC11ltt\~ .. ra moderna .donde-hallamos un primer capítulo i
ELSENTIDO HISTÓRICO·
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En el'siglo XIX, el sentido histórico se ha abierto como una nueva pupila, como unnúevo órgano humano; el más humano de todos, porque con él' el ·hombre pércibe al hombre. · ,, , Elrec.ién nacido no sabe de distancias: su.mundo es un plano pegado a ·sus ojos, Necesita un aprendizaje dé la acomodación ocular para ir sitliando 'é'deritto de' este ingénte polígono. Pero el historiador necesita justáinen\f'fe elevarse' sobre lo que tonstiruyé'el armazón mismo de su existencia; ne;·césita trasponer el horizonte de su 'propia vida, desvaloradas convicciones ~ytende~cias más radicales de su espíritu. Lo que es más evidente para ~ITJ.osotros, ho lo fue para· un hombre de'la Edad Medfa,'nb lo es aún' para un !'oriental. · ! Esto indica que elsentido hlStórico progresa en la medida en q\ieva ad~'lhitiendo merlos cosas comunes: entre el ayer y· el hoy; entre el hombre' de ·~¡:nuestro cfrculohlStóricoy el de otroseírculoshistóricos:Así, en el siglo XIX ;¡;no se advierten aún más que diferencias externas y·adjetivas;•se estudian las
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cost:ilrnbres, los estilos artísticos, las instituciones, los cultos; pero se sigue creyendo que tras todo eso el hombre ha sido siempre el mismo. Grotey Mornrnsen buscan en Atenas y en Roma ál dernó.crata moderno y tienderra explicar las luchas públicas de la antigüedad corno corrflictos.entre factores: parejos a los que contienden err la política de su tiempo .. En cierto modo; :elsenÜdo histójico que despierta en los cornienzos·del siglo con!a Sensibilidad romántica, no hizo sino perder terreno en la segunda mitad, La,h~ toria. cayó. en manos. ele los progresistas'liberales, .de los. darwinistas y de, los marxistas. Ahora bi.en; estas .tres casr,is de pensadores coincide!1 er¡.,cre.er que la estruc!nra esencial de la vida humana ha sido siempre idénti~a •. 1;9~ prürw,ros dirán que las variaciones ,históricas provienen de la lµc;ha er¡.\f.~ .el e~píritµ .cielibertad y el de opresión;los ?egundos soste!ldrá:n, ql!e; clQ!lT dequiera, se ha luchado. por vivir, y han. triunfado. los mejor .adaptados;Ji¡.w \ercer(l?_pe!lSarán que el hecho, económ.i_co J:ia.sicio ayer, como anteayer, ·. . . ·.d • • f¡rnu'.i is cornq ):i,oy; el.substrato de la vid!l histó]ipa. • . En general, el espíritu evoh,1donista, tan, característico del,siglo pas'¡¡do, tiende. a iguorar las diferencias.y a subrayar lo q11e hay de común e!)t:w las cosas. . . . , . . · .·, .. , E~nu~stros días. pai;ece anunciarse, don,dequiera un notable progr~ 0 deLsentido,histórico. H.emos perdido l.a propensión de b11scar a toda cost¡¡. ia continuidad entre losfenómenos, y donde hallamos que,éstos.se.,es~~t; ten a sei:.u!lificad.os; los, dejan,10s pulcrarnente separados, sin, molestarfos. Aceptarnos el l,leého de)a discontinuidad y del pluralismo siempre que el e.I\.sayo de reducción rnonista..tr.ae consigo m;ia violación de las diferencias i:a-, dicales. Esto se hace patente en la situación actual de la ciencia histórica:..J;s, curioso: después de cien años de ocupación ditirámbica con la vieja Grecif\, · sentirnos hoy, de pronto y corno una fecunda iluminación, que no entendernos a los gjiegos. A pprnera.vist.a parece tal averigu.ación una c;onquis~ negativa .. Mas. nR i;s, ::tsí:,i:e~QI1.ocer una ilusión que padecfarnos es coµsegw.r una nueva ve~dad;:La desilusión sólo es dolorosa en. la vida. En fa te9rfª\i1!l desilusión es u~ re~acirniento y un esr,illtdo de luz. Habíamos acercacio.a;riq so tras corr.dernasía el);igcho gjiego. Ahora lq alejamos, lo distanciamos pa_. verlo en más adec:µada perspectiva. Lo~ juzgábamos ,más parecidos a:nos9" tras ddo que son, en verdad. , . , • i . , '· , . ' · :,. • ·. , J;:Ioynotarnos. qn!:sonmUY ciiferentes; es decir, que apenas.si los,e,nt. demos~ Conste, parlo menos, una cosa que ningün conocedorpuecierneg.,, no exis.te un solo libro estiJ:nable sobre;la historia gjiega;;Talresultacio, des pués ele ~ien años de enorme labor filológica en tomo a la.Hélade, es,be,s~ te dign,o de meditación .. Casi todos los grandes• ternas del·heleil;ÍSIDD; en,y 1 .de giinfil transparencia, s~ han ido haciendo bpaco,s a nuestros ojos..¿ Qué er
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J~ .relig~ón gjiega? No tenernos ningunii idea clara sobre ello. De la tragedia .anca solo sabe.mas que no sabe,rnos lo que.significaba.,Lossupuestos espi,p.tuales de que. era clara emergencia ,nos sqn aún deseo.nacidos.. ¡_Y Platón? ;El. granWil¡¡i;nowitz, en]as últirna,s lindes de su ancianidad; acaba de ¡:m,bhcarun enorme volumen sobre Platón. El fracaso· de esta ol:ira ha sido.ejemplar Y fecundo:· Eh o.tro tiempo; menos sincero intelectualmente, habría ;parecido una obra definitiva. Hoy ha seryido para hacemos n 0 tar que Platón está lleno de misterios impenetrables. Sn diálogo más grave; el Pa11né11ides, •!lº ha sido aún erHendido por nadie. Só.lo creen lo contrario algunos magtster con cabeza de cartón, que, no habiendo .visto nada,claro en su vida, no ,echan de. menos esa luminosa penetración que .es.el ;inttLS-Iegere,. el entender. En cambio.;....-¿ quié!lJo .cltPa?~; las zonas de la historia gjiega y rorna,naque hasta ahora se habían, mantenido más oscure,s, .comienzan poco a poco ia esclarecerse. .Me refiero a 1¡15 épocas primitivas de. ambas naciones. Comienza ireni:reverse algo.de la Roma inicial, cie la Gre.cia preclá~ic~. ¿Por qué? M~y ?encill~: p9rq~e5e empiezaaes1ndiarla ]:¡ajouµailuminación etnológica.· No tese bien. La etnología era, hasta hace poco, la ciencia histórica. de .los pueblos, sin dignidad históri~a, de los llamados «salvajes». La calificacJón de salvajiSll1D era u.na fórmula de desdén, Salv~je siguificaba aquella ;t:llane7a de ser .hombre tan distinta de la .nues.tra, que nos re:mltaincom¡prens.i?le. To~aví~ a ~ines del siglo XVIII, ~ara discute,mµy seriam!';nte la ,c~esUD!l de s1 l9s mcJ.io.s,p~i:¡¡guayqs son hombres o,no, Vn ej~mplo esplén;9,id?,de falta de sentido histórico (no en Azara, sillo,en la i:oente general di'! .su Uell1po). En lugar. de esforzarse.por penetrar eµl¡15 almas diferentes como .tales, sólo. s.e busca lo simih1r. Y cuaµdo falta esta semejanza y; q~ieras que .• , ;~o, el espmtu se .enc~entra ante el hecho bruto de la diferencia, se arroja a · ~. cesta.~era dela ~17tona ~umana,y se la cqnsigna a la zoología, Laóptica et::' .nologica se habitúa a mirar las extremas diferencias dentro de.lo humano y es como una nueva distancia ante lo históric9, Es la larga vista histótjca. ~4: '.. Apli~arel punto de vista etnológico alos pneblos cultos equivale, pues, ~ a dis.t~ncrarse de éstos, a eµ:ipujarlqs lejos de. r¡nestra prmqmiciad, desen-z;·~end1.enc105e di! presuntas comunidades, . . . . .:, . . ..· . , . Y ..... ,La,historia vive y progi;esa merced.a una aguda antinomia.La hlstoria f11Q es, como la f~sica, ;un e~a~o de explicarfenómenos materiale.¡; que.por sí ~;-~arecen de sentidq: el ll1DV1IlUento .di; los cuei:p9s, la luz, el sonido, ~tc~tera. ~,En Yl!Z .de explicar, la. historia trata de entender:-Sólo se enti~ndelo que tie1¡me senndo. El.hecho humano es precisamente el fenómeno cósmico del tener ;;:•sentido. Mas, por de.prontq, nuestra mente sólo se entiende a sí misma, En7Jiende cada época lo que para ella es la verdad. La nuestra entiende '1a teoría ¡¡de la relatividad. En cambio, la metafísica medieval.ya casi no.tiene buen.sen-
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tido.para nosotros y la magia del salvaje carece de él por c:ompleto.para'la conciencia espontánea de nuestros contemporáneos. Sin embargoVel ge5i0 mágicó es incomprensible en otra forma queio es-un movimiento' fisiéo; Ett aquél columbrarnbs un sentido latente que nlJ'Se nos alcanza; ·értéste vetrlds con toda claridad la: absoluta aúsencia:•de sentido.° He aquí .todo el problema de la ciéiiC:ia•histórica:· dilata!' nuestra perspicacia hasta entender el sen\:r" :do de lo que para nosotrbs no tiené sentido:'En muchos pueblos afrita:nCí~ . existe e1'asesinato ritual del rey.·Tal uso nos parece absurdo'. Mas él histc);; ria dar no habrá concluido su faena·mferitras no nós haga entreverqúbriéL hayialabsutdo; que,'dada una•ciertá estructura psicológica, dada una tiefs:· ta idea del. cosmds ,·elasesina to rituáldelos reyes es• c!osá tan«lógfta\;,'Í'ifri __ lléillf de'búéri sentido, como el sistémaparlaméritário. Ésta es la antinon;ia .. dela óptica histórica. Tenernos que distanciamos del prójimo para hacernos .cárgo de qüe no es 'como nosotros; péro a la vez ·ñecesifamcis acercarnos aél para descubrir que, tio obstante, es un hombre Cómo·ridsótri:ís, qüe su vidá eníána sentido: La adínitabkpalabra' gnegá notls' significa précisarnertte'é56: . " · sentido: · ··. ·, i 'Para ello hace falta: que la•tazónihistóricaavarice·en dos ditét:CiéirfeS. ,_ Úná dé ellas:séríá lo que empieza ahora a llamarsé «psicología de la evóltr-i ción»: '.Setnítáenella de recóiiStruir la estrüctrirataditalínéntédifereiite qüi!• haténido la condericia•huníaná en sus divedos estadios; Nó se trata, fepi\ to, de q1le elhoníbte ahtiguó primitivo póséyéra!l éreencias distinta!;' dé llls nuestras. Es pr~tiso ahondar más y adver'tifqÜerló sólo los ci.mteru'd'ós de su espíritú se-diferenc'iári dé'léishúestros, sino'queel'apa:ratoriúsnfb espi"· ritual es muy otró: Mientras no ~é llega: a esta diferenciación radical, el setitV • do histórico se hallará en purobalbüteó. Es él la conciencia de la variabilidad> deltipó homBre: Cuanto más rádieal'se admita esta variedad, rnás agudó ' es éSé sentido históriéo. Pot tahhotivo, hace falta ir hasta: el fondo y tecbrio: cer quelas categorías de']amehté humana no han: sido siempre las .misma~·La «psiCólógia de la evohicióm>'sé propone reconstruir esos varios'sistei;ias• de categotias qué históricarné'nfé hari aparétido':• r _ .,.. . , . . ·.: :u; El australiano del totem canguro se cree á sí mismo, a'.la:vez; ·hombre·y canguro. Pa'rtFnosbtros;1esta confusión es ininteligible. Por- !Omistnoicorts'tituyeun próblerná. histOtiM:SinénttaráeUerib en la cuestfün; hé de dé~ tir que· a mi juicio, las categóríasde la mente primitiva son; eh-parte, la5 J:JiiSl.· m'its•qu~ aún actúan enrtbsótros tüáhdéi'soñarnos·! Enlós.süeñosson;énefedtii' ·muy frecuentes esas .contradicciones. Aló tnej ór nos·parece ver una persona. ·amigá•qne; sin dejar de serquien·es,'resulta ser.un árbol. La génesis del6~ mitos sófoasí podráurt díá averiguarse; Durante milenios fu~ el ensüeñéí maestro; guíay poeta delhonibre. • · .,
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. . Frobenius Y_ Sp~~gler ignoran esta decisiva dimensión del progreso hiswnco. Por ello significan sólo una fugitiva actualidad dela ciencia y no un -porvenir cargado de promesas. :.. · Pe~o n:o.pásta, para acercarse' a su plenitud, con que el sentido'históri100 perciba esas profundas diferencias que ha presentado el alma humana a lo largo de1'tiem¡:io. Cuando hayamos entendido agudamente cada época y ¡cada pu~~lo en su personalidad diferencial; no habremos agotado ]a posible perfe~:wll'de la sensibilidad histórica. Es menester que deiesta fina com'prens10n se· saquen consecuencias de orden estimativo. . . ·1 ... _Adviértase.' la e.norme ampliación del mundo espiritúal•que este· afi~amiento_de la mtehg:ncia trae consigo. Hasta ahora; el mundo'defo·que ·ti~ne sentido se red~cra a nuestra época y a µn pequeño circulo dep1leblos afines. (El alm~ oriental nos e~ toc!avia un arca cerrada). Talprivifogio de_! «tener sentido» se extenderá pronto a los pueblos y edades más di;ver~os yremotos.·Se.rálagran conquista de nuevos mundos e5piritliales, ·sera. dotar de_!~ plemtud humana que·hoy goza: sólo elipresente de ciertas 1~ac10nes i::roximas a todos fos ·ámbitos •étnicos ya todos-los siglos. En_tonces, y s~lo entonces, podrá decirse que existe en Europa una disciplina -deHumamdades. ·-; . · '· ,, .. ' .,,., , . . _ . N_uestra ~:edi!ecció~ actual por la cultura·grecoeuropea:sería respeta;ble co1:1o efus10~ espontanea de nu.estro sentimiento. Se comprende qué el ·pequeno hurgues de Occidente sien.ta üna·especie de ideal patriotismo europe?. Pero elevar es~ _preferencia ~pontánea a dogma científico es un'.puio :.capncho. La valorac10nde las distintas 'CU!turas,su jerarquización en una escala de rangos, supone la previa comprensión de todas ellas. Pero es harto !!!!!_, .ptobabl~ que ~n~ mayor intimidad con el alma de otros tiempos y razas, nos ~·· :proporc10ne fertiles des cu brimientos1 Verosímilmente hallaremos que cada ~.\.•cultura ha gozado. de una genialidad sobresaliente para algún tema vitaL y :'-~~tonce_s, de esa ~gantesca inducción histórica que estas páginas postulan .::x.anunciawn~cera ~n nuevo dasicismo; muy diverso del que se arrastra esté.et ni sobre el pensamiento moderno; un dasié:ismo verdaderamente ecuméni:jco ~e radio pla~~tario: Cada época: cada pueblo será nuestro maestro en algo, !;sera en•un.orden o ,erno:ro ~uestro clásico: Cesará el priVilegio arbitrario que \, ?~orgamos a,nuestronncon•del espacio y él tiempo, privilegio que C:ón~\llerte. en absurda superfluidad la existencia de pueblos y edades «bárbaros» .;;~«sa~vajes» '. etcét~ra.La''.i;'el «salvajismo» adquiÍirán su puntad~ .;;razonydeinsustituiblemagisterio.» • ·•· ._ .· • ' '. ", e._ 2 ' ' Esas perfecciones espumadas de todo el pasado humano. esas nórrnas ~0-r,módu.los ejempl~res tendrán.unéaráttersobrehistórico,·predisatnentepor ;,·Haber sido descubiertos mediante la Historia. · ' ' . . ·. .-, - .
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·La obra de Spengler se estrangula a sí misma no advirtiendo que mosl; ·" trar la relatividad de las culturas -de los hechos humanos históricos ... eS hacer faena absoluta. La.Historia al reconocer.la relatividad de las formáSli~E manas· inicia una forma exenta de relatividad. Que esta forma.aparezca deU:~ tro de.una cultura determinada y sea up.a manera de ver el mundo surgicli· en el hombre occidental no impide su carácter absoluto. El descubrimiehtb de una verdad, es siempre un suceso eón fecha y localidad precisás:• P,ei'o:Íil' verdad descubierta es ubicua y ucrónica. La Historia es razón histon. .,, por tanto, un esfuerzo y un instrumento.para superar la variabilidad di;cJa materia histórica, como la físicá no es naturaleza sino, pór el contrário, e···; sayo de doÍninar la materia. ... ··· ···Nada más extemporáneo que elrelativismo de Spengler y nada másso .tradictorio dé su hazaña intelectual que es, con tüdos sus errores, sus. lig rezas.y sus aspavientos, un gran empujón hacia lo absoluto. ·· Más allá de las culturas está.un cosmos eterno e.invariable del cuf!l;va el hombre alcanzando vislumbres en un esfuerzo milenario e integratqu°i no se ejecuta sólo con el pensamiento, sino con el organismo entero; ypara el cual no basta el poder individual, sino.que e5menester la colaboración de todo un pueblo. Períodos y razas-o, en una palabra, las culturas-. sÓn lós; órganos gigantes que lo gran percibir algún breve trozo de'ese trasmundo a~: soluto. Mal puede existir una cultura quesea la verdadera cuando todas eU~ poseen sólo un significado instrumental y son sensorios amplísimos e¡dgij dos por la visión de lo absoluto .. ·· La obra de Spengler, que; lejos de ser una última palabra, es sólo laJ?··~ mera, balbuciente y enfática, sobre una gran cuestión, nos invita a corregir. el equívoco con que hablamos de la «cultura europea». Por un lado alud~ mos bajo este nombre a un cierto repertorio de propensiones espontáne~s. qlie con suficiente continuidad hallamos activas en la vida occidental: Esta· J!Cepc:ión se.refier_e_certeramente a un fenómeno histórico, com.o tall~t¡t doy en cuyo recinto todo tiene un carácter r.elativo. Pero, almismo,tiempg, subentendemos bajo la misma denominación el sistema absolut.o de lasvel;-· dades y de las normas, que es una idea: si se quiere, un.ideal sobrehistóricc:( Uno y 0 tro significado son incomportables. Si ante.un problema que~~mp§ reacciona,r a la europea, tenemos que desentendemos de la.aspiraciqna,1J~, .abs.oluto y orientamos no en el ideal transbistórico de verdad, sino enrll\;1¡nea histórica de los gestos europeos. Viceversa, si ante un problema bµsc¡¡; mas su solución absoluta, nos desentenderemos del módulo europeo,e:ffi: tentaremos muy c:leliberadamente, merced a una violenta reflexión, libertarn9~, .de, nuestro europeísmo. Esta reflexión que nosliberta de la limitación)i\!S.; tórica es precisamente la Historia. Por esto decía que la razón, 'órgano c:lel
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'~~soluto, sólo es completa si se integra a sí misma haciéndose, además ~c;m pura, clara razon histórica.. .·
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[:.;·,: : Et~ 1~:pt-h 1it;~ ~~iCidn.a.e Las ;\thintidas· sC' incluyerOn varias figuras del Sudd.n y de China ·q.ucmo 1varon e: stgtnente pred1nbulo del ~ut~r. ·._ . · . . . · ·· · ' · ·Este libró conti~rle dos series de Í?to~~ádos. la Primera 'reúne algurias' és~tiliüra5 C:n brbn-
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J~. :Y t.erraco~a ~es~ub1er~s ~-ace_~_~os_-afl;~r5 e~ el, Súdán:}:.a'si!kuilda presCrita unaS'fi ras ceráde C:ima qu.e han 51.d? conpctdas En rigor, este libro debia lr.:.ar al pú.. ,.c?_se°:51_ . e?_qu1ense -~n_ge,solo esas tma~enes.,Deseaba hace tiempo'tfu.nsníitira mis lectores dh~b~tu~les_ l~ ~erte emoc1on que en su dfa me pfoporciona'ron.. No s. e. trn.· ta sólo' ni prlncipa.lmente - 't"'''" · · s_oq · ·- de ·, gran·vµlor ' ' _,-,eunaemoc1onartfstica-·A1gu_, _._, , ., .. :.. _ . ; . ,_., ___ . · ~-". _. ~as d ~es a~ es~u- ltu·' __ ras no esteticó; Se trata de' u~a emocio~mas grave e tnt~graL Es la_so_r:presa ante un·pas·aao'dCSco'noddá f adinirab1e -es el _T- oq1;1~,c-~,n- ,?-~~ d_e_~~~~ntd~_d poderosas Y_ tan dis_ti~tas d_e Iá Due5tra·,' que_a1-enrronuiri1ds'Con --:~µ~ ~~n-~-~o_s_ un~_fe~t~~.J'.",~d1;1ca~ora, ~~~il~ción. n~:u?ilsy ó~rriS'é:teaCicínes se·Sahé'niú : oca apenas 1iayque hablar. Todo lo-esencial lo modulan eliaS porsíiniSiDaS tl ·'"''·a· f P' · y .1 • .---- -, .. -. .-,.-. _., !_ _ • equen o,s1nembargo agregarest 1 ~e1odia se a~~deun ac_oillpañamieiitO; Mi'jJfOpOSifO es ,:--- .... ~ , . . .. as Pilgtn~ ~º!?_?.a-~ iq~etes~~.~~~~~-·-~º~ e~p-~~~~ l~su_s,trtu1_bl~ de la in~uición,'éri_vfen _al lector la H!tea Clara de su _:U~e~ci _e,c~1!¡~pon en_ c1e~tpsp_ro~l~rnas d~ orden~i~t_electualqUe-~eguramente'des¡}frlaián ,~~¡ ºeaºas -~s ~,U<; -'~Ncondt~Ill~l~n. Van, pu_es; eStás.páginas·conioun fOrido.'de idea.s.. ·p-uestO.'a.· Un.'a eell?-oc1on. a amas; " i - ..• ,. .. ..: ' · · · ., , 1· , . • -: 51ue
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·~·.erra· X\~U~ ~E~ S~Á.N.¡-- J_¡¡ serie de grabados del 1al5 reproducen plásticas ballridas ~n e. u an. u ese~ ~miento no se debe al azar. No se trata de objetos' et:riográfi~'oS ·· Ué'have:;:o,~ omo
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. yan por Sl mtsmos, a las manos de un afortunado explorador. La de _,estutasl_ . a . tr~l es ~cul~rads fµe de por sí una previsión científica, pareja a la de Leverrier que pos' o a pnon a extStencta e Neptuno. Múltipli:5 indicios Yfertiles hipótesis convencieron a León Frobenius de ue en la tierra de _: los stta e_ntre el codo del Níger y el Atlántico debía haber existido vie"isima civilicast por completo sumergida. Esta civilización se anunciaba como de las cu turas me 1terraneas flo~ec1entes en 2000 y 1500 antes dejesucrislo. Tal es la cultura tartesia la. et:n~ca Yla del Nort~ afncai:o. Coincidiendo con Schulten, consideraba Frobenius ese blo u~ la efectiva realidad correspondiente a la legendaria Atlántida. El desierto de1ác=~~ ~e ~.tempre y_ sigue siendo un interceptador de transmisiones culturales desde el Norle afriacta el Su_da~. La presencia en esta Ultima comarca de restos históricos semejantes a los _etru~~~ Ytar:es1os~mp~1caba, pues, una ~~nsmisión por vía marítima. La cultura de los Yorubas --ra ~rtesatr1e te nom re¡· eldpuebblo su¡ pervtviente- era, pues, una expansión colonial de la cultuo-e rusca rea IZa a so re a costa atlántica. art Hor s~e~aboran en Benin bronces y tallas que presentan una Ultima degeneración de un e pecu ta s1mo ..Tras est~s miserables manufacturas de hoy se ven otras de fecha medieval ~~que ~parete ~ ~JS~o estilo_. dotado aun de alguna pureza. Sin embargo, estos famosos bronun me ieva e en1n q~e figuran en los Museos de Europa suponían-según FrobeniusFr aJro_du~i?n m~y antenor Ymás perfecta. Durante años, con tenacidad ejemplar ha buscado 0 en1us ªJ? a trerra .sudanesa las reliquias de ese arte supuesto. En 1910 logró' or fin delas ptezas que aqui reproduzco. ¿De que epoca sonl Po runa de nam1endtos, cuya ~os1c1ón fuera aquí inoportuna, puede insinuarse la época del siglo XV 0 XVJ antes ejesucnsto. l.ad~gur~ primera, de bronce, representa a Olokun, el Dios del Mar avatar africano del Neptu no me tterraneo. · ¡voco aspecto d e retratos ' personales Si se las . Las figuras 2 y 3 t'1enen un tnequ _ ~~;para con las figuras 4 Ys_. se advertirá la diferencia de tipos étnicos. Todo indica que. existían razas, vencedores y vencidos, los unos corporalmente más perfe etos que los otros. Las estrías
~orubas, za~ton, hoy~~
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p~riente
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~:nterr~r
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admtr~b.les
s~~e e~ca-
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que estas terracotas os.tentan ¿pro_C:edían~ acaso, del proc~dimiento 1:1sa40 p~9 su creació~ 1 ,q,era~~ un tema decorativo premeditado? Sea de ello lo que fuera, cuando' se piensa que la miteriid~ estas figuras-!, 2 y3-ha sido modelada en tierra de·negfbs haCe treintá YcinCo Sig1ó5 éir¿ razón tiende a dilatarse dentro .del pecho como si buscase. más amplios espacios donde respi!a
l'.!GUllAS DE LA CHINA.- El budisn¡o dio a Ch\\la lo q~e sie~pre l~ ha fal.tado.: ción, fuerte aletazo trascendente, inquietud. Esta. gr~n q$a.·espiritpal . moyi)izó,l~s)inea5_d~lf .estilo artlsP.c~ ~a~icional en.Extremo, Qrienu;. s.óbre, tqdo. en Ja plástica Pi-.Odujo ,réSU~ia.dOs·~:; üallosenct.ue!aman~ra·delhindüselri.~claalT~~do,.S.~i~O·.,. ~ · ' . -·,,.;,:1f:.:'_ "J. , , ,:..,Los gr.~.l?~dos del6 hasta el ~n repr_q4us~ ~Cl:ll~!astllac.e pocps a~os d~cubier~, ~!tG na. Por su. sup~rior ~.alida4,y .~en;nte, prigen .c~nvi~n.e, desde luego, ~epa~~~-1~ ~º!i ,ültj.~~;~~~;.: .contra.das en!-dsch.u por Rerzynski, poco ant1'5 de la guerra, y que.se hallan en·e!.S.tadeJ.s~.,(~9j~Iit 1 ,del ~udis,n;io. La tra.dición e.le los imagineros se suele r~duc~r a d.i.ey. 1 die,ciséis. Q .diec.io_cho. fi~i:iS:. El núcleo inicial de diez correspOnde los· diez discfPulas princip~es, .qel G~U.\R,ma: E'u.~h~.,~~~:é.'. luego se amplía a seis más. Este tema, parejo al de nuestros ((apostoladosn, obliga al artista chin0f a figurar hombres de razas exóticas. Tal vez, por lo mismo, se comenzó_~ añadir d9s fis~1,1.ºtn,í3:5, éhinás, dando así un total de dieciocho. En Ling-yen-si, siri duda en época de decadencia",~~ .11.eg~p. ~U~re~~ 1:-ojan. Entre ellos hay .cab.ez¡is .~e!!Ies,r~~: blancos. arios eµj1'tos, mpreqcís 'dfa~+. yiQ.iap.,os .4~~ .sur d.e.'la India y chinos. He .v~.t_o qu~ ~lgunos;fij~~ li;\ edad .de ~,í:lS escµltur!If. ~nti.e;. .lqs siglosX!V y XVII. · · · ··
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·EL ORIGEN DEPORTIVO DEL ESTADO
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'.En pocos hechos se tan claramente ese caracter creador ·di! posibilidades, insospechadas, que es.favitalidad'primaria, como en el origen del Estado. Por supuesto, tampoco ha habido cosa que con más seguri:dadyconstancia haya querido explicar atribuyéndole una génesis utilitaria o de:giro semejante. El mismo Platón en la República rio duda en suponer que ·el Estado se forma en vista dela necesidad que los' hombres sienten de cam;biar sus productos, sus manufacturas ylabori!s y de la necesidad consecuerite 1.de'establecer principios justos, normas que hagan posible y tranquilo ese intercambio: Tenemos; pues; exactamente en tiempo de Platón.el misrrio sis te~ ma de· valoraciones que en e5tos dos•últimos siglos¡ha doiriinado nuestra' vida, haciéndola gravitar hacia un centro-·utilidad-' yun epicentro -justicia. Yha llegado a ser natural en nosotros considerar ante·una cosa o hecho como :las únicas esenciales estas dos cuestiones: si es útil y si es justa.Yo sospe·cho.mtiyvehementerriente que los años próximos reservan al europeo poco :adivinador del futuro· las mayores sorpresas y los más increíbles cambios. · Roússeau cree forzoso suponer, si no' como hecho histórico;.porlo me·nos como hipótesis esclarecedora,.que el Estado nace como un contrato y acuerdo entre los hombres a fin de convivir acertadamente: Se ve que hemos !vivido durante'dos centurias sometidos al predominio de dos tipos humanos "-".el burgués•url10mooeco110111icus y d abogado·-·' para los cuales es nativo preferir a todo lo útil y considerar como' la forma mejor de reladón humac ·na el contrato. Y yo no pretendo decir-·· claro está-· que lo útil no sea, en efecto útil y'justo lo justo, ni que haya'intera:cc:iones humanas para las cuaIl~s es inexcusable el coiltrato-·· sólo quiero sugerir que esos'valoresrii'son únicos ni son los superiores, que el'mundo es más rico en calidades esItimables- o parlo menos, sitengo que subrayar el hecho de que la predi-
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lección por lo útil, lo justo y lo contractual no es condición general humana, sino sólo de ciertas épocas y de ciertos pueblos, probablemente no los mejo- • res. Yo creo, por ejemplo, que históricamente es de calidad superior la Edad '. Media-tan denostada por nuestro tiempo: la Edad Media qu.e, en el lugar de esos valores modernos de utilidad y justicia instauraba las del honor y la lealtad. En este sentido, confieso ser un reaccionario superlativo. A quién darán la razón los años que vienen, lo veremos. El tiempo, que como decía el cardenal Mazzarino es un galantuomo, no dejará de damos contestación. · Ello es que la moral no es simplemente la virtud, porque hay muchas virtudes. La moral resulta del «sistema» -de las virtudes. Y esta sistemati~ zación, esta jerarquía en que las situemos es lo definitivo y lo que da un tinte a cada moral, lo que varía de época en época. ¿Quién no desea ser justo? .. Pero es preciso ser a la par otras cosas que, en ocasiones, entran en conflicc ;i to con la justicia. Entonces hay que decidirse y preferir lo uno a lo otro.\a ; moral de.cada uno es el sistema desuspreferencias,:porque no se olvide que presa entre las costillas llevamos una máquina de preferir que los poetas lláman.corazón.· , . .:, _,:Es curioso comparar la metáfora con.que:Aristóteles comienza sufüiea · y la que sirve.al inglés Bentham para orientar su natural utilitaria. Este hombre moderno, burgués, dirá:. «La deontología-: o ciencia de los deberes'.: pide que la rn:isma prudencia decákulo.que un hombre discreto aplica a sus negocios diarios sea aplicada al más importante de todos los.negocios;el·de la felicidad y la desdicha». Mientras que Aristóteles-dice: «Busca e1arqueró con los ojos un blanco para sus flechas ¿y no:lo buscaremos para nuéstras ,:_ vidas?» He ahí dos sensibilidadés contrapuestas: la moral del negocio yiamoral del ocio o deporte. La vida como saeta o como partida doble. ·· · ·,· · . , y la misma oposición hallamos en el orden del conocimiento. Platón que con¡;erva aún restos de la inspiración agonal y olímpica dirá.en.uno,de sus diálogos más técnicos-..el Pannénides-.- que el filósofo debe. ser audaz para buscar la verdad y no importarle parecer ridículo a la muchedumbreal paso que elburgués Kant dirá: «Para llegar alaverdad-, es preciso no ser osa- , do, sino, al revés, cauteloso>•· . . .,. <·. · ' : · · ::c:•::•!i. , Pero tememos al Estado. Cuando no se atribuía su origen.a la utilidad se:pensaba una cosa todavía más tonta: se creía que el Estado resultó sim-, plemente de una amplificación de.la familia.; .. ·. . .. · • • . . Frente a todas estas suposiciones se a1zan los.hechos, que sons1.e1w pre más sugestivos y generosos.que: nuestras viejas ideas.. -parla sencilla.r.a~ zónde que ellos contienenla simiente de nuevas ideas más delicadas.:Nada, más .misérrimo. que suponer que la vida en.sus maravillosas .creaci011és:, se comporta como nuestra razón se ,comportaría, La vida no se com]l.o.rtli:·
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racionalmente por lo mismo que es creadora. La razón no crea, no es ésta su misión y quien no lo advierte perdóneme que le diga que no tiene una idea .clara, es decir, racional de la razón. Es ésta sólo un instrumento de la vida :-espléndid?,, agudo, ~on aristas de diamante-pero nada más. Cuando pre.t~~de supeditar a aq~ella y absorberla se convierte en pedantería y queda en ns1ble postura. La vi.da. no es pedante, la:vida afortunadamente no es ni .un profesor ni un biólogo ni un pedagogo ensayista; :La vida es todo lo con·trario de la pedantería. · ·· . , . :. · . , ,, Veámoslo en el origen auténtico del Estado. · . . .. : Pero unas aclaraciones previas son inevit.ables si ha de resultar fácilmentdnteligible a.todos ustedes lo que voy a decir. ' ., ., El Estado no. es simplemente la sociedad, es decir, el simple trato en:tre,hombres. Dos individuos que en un desierto se cruzan y se saludan y se :separan forman una sociedad que dura un instante. y que no es un Estado. :Pero t_ampoco•lo es la mera convivencia dda pareja de perdices y sus pollos en la epoca de criazón. Estado significa la convivencia de seres humanos se·gún.~ormas reguladas cuya transgresión acarrea al t¡uéla comete castigos. Imphca, pues, el Estado una estructura; por elemental que.sea; unamagistratura o autoridad y una disciplina. . :_ · . . •.,. . En ~uanto a la fa~ilfa; _conviene asimismo adarar su noción. Hay que ,,distmguir el !Ifero contacto sexual, del.matrimonio y ámbas cosas de la' fa'.milia: El contacto sexual sin regulac\ón y al azar no es.matrimonio. El matrimonio es el contacto.sexual según normas prescriptas. Pero a su vez el matrimonio no requiere la convivencia continuada con mujer e hijos. Precisamente-como veremos-e- en el matrimonio primitivo el hombre no entra en la casa de su mujer y sus hijos -dicho paradójicamente pero exactamenteno es padre de sus hijos aunque es marido de la madre de sus hijos. Ésta vive con sus pequeños y con sus hermanos, hermanas y tíos en.una o varias cabañas. Pero su marido vive aparte con su madre, hermanos,, tío, etcétera: El ma.trimonio se cumple en el bosque y para la mente. más primitiva «no tiene -_nad.a que ver con la procreación y por tanto con la familia». Porque1a es1pec1e humana tardó mucho tiempo en descubrir que la complacencia: camal de varón y hembra era la causa de que.nueve meses después aconteciese el -suce~o de.nacer un.salyajito, La .concepción se atribuía a un poder. mágico -po_se1do parlas seres que entonces preocupaba!?- más al-hombre y a quienes · :reconocían-rango divino: los animales. La mujer que en sueños creía ver cierto _an~mal pensaba que; él era el padre desµ hijo: su hijo era, por tanto, un ca1man o un canguro. Esta es una de las:raíces del totemismo ... . Como 'l'f!n.ustedes .es la cuestión más complicada de lo que:a primera -V!Sta puede parecer. . , ,. , , .. ... , .. . : •
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Pues bien, ala opirtióri tradicional sobre los orígenes del Estadoysfffe, , ladón con la familia hay que oponer estas tres fónmilas: ·· . '' 1Hi.J11., ..... · l.ª El Estado no nac:e de la utilidad ni de la justicia, sino ~strktameÍ:í:C te del deporte:"' "· '.,, ' . · '. ;::.. ·•· ' ·. :: " 2. •,Lejos de procede!' el Estad.o de ~a familia tomo una arnplificac~~llide • ·ésta' es et Estado anterior a la familia. Esta se forn'la en cohtra de aquel;.iY;, . . . . n 3.ªEstadoy familia son dos principios sociales de raíz antagónita;'póf tanto se son hostiles; El predominio del espíritu familiar debilita elEstadb·y viceversa. · 'Tenernos que 'desandar mucho camino: tenern.os que rern,ontaÍnos al , tiempo inicial de la cultúray de la hora tardía y corno vespertina en,quevic' ·vimos, necesitarnos retroceder para asistir a una alborada:'" ...• '' . . • ,.·· 'L El estudio de los pueblos mal llamados salvajes\ niejor.llamádospric mitivos nos presenta la más antigua forma de convivencia humana bajo'et no\nbre:de. «horda,,. Como 1hay ni'ucho que decir voy a eliminar todo lo· que no sea esencial. ' ••• ' '•· •'· ·''! · . · ¿Qué eslahorda?Un tropel de entre 10y30 seres humanos quese paréce sobremanera a un rebaño de animales silvestres. La horda vaga por cani.pps y.· selvas: no conoce ley alguna, ni diferencias•sóciales entre sus individuos: No · tiene jefe alguno. No•sospechala utilización agrícola dela tierra: vive de la =a .. y de' recoger tubérculos y frutos espontáneos. Habita a•la'intemperie sin cabaña •. ni choza: a lo sumo fabrica un cañizo oparitalla que le resguarda de los vientos; En la época de lluvias procura guarecerse en cavernas;No rnantienerelación'al-. guna con las hordas vecinas y; lo que es rnuyiirnportante, ignora la guerra. •nr. Desde hace tiempo sostengo una privada polémica con algunos de mis mejores amigos, los cuales no me encuentran bastante pacifista. En rigor, yb me siento tan pacifista corno ellos, lo que ocurre es que una invencible propensión me impide negar la verdad aunque ésta me ofenda. Por tal motivo; yo nci puedo repetir con ellos la canción de que es la guerra un resto salv~ je yunresiduode.la existenciaanbna.L Esto es fcitundaniente falso,.niehmmal nidhornbre'más'pnrnitivo saben de guerra. Séanos simpático u odio·, :so; el hecho evidente' es quda guerra fue uno de los grandes inventos d~l hombre y una de las formas básicas de la cultura. Yo lo deploro lo mismo que ustedes; pero cornoVoltaire decía: ~
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.tivarnente sin conciencia alguna de relaciones normales frente a otras anormales. Sin embargó, Margan hace setenta años supuso que el comienzo de .'las relaciones d~ ambos sexos fue una perfecta e ilimitada promiscuidad. A . su teoría se a.cogieron los ideólogos socialistas y hasta hace poco casi toda la .sociología daba como un hecho esta inicial promiscuidad. Recientemente, una atención más cuidadosa ha mostrado que esta estricta promiscuidad era utópica. Mal puede ser promiscuo el hombre primitivo cuando, en rigor, tam.poco lo suele ser.el animal superior. Wundt llevando las cosas al otro ex.tremo, se ha esforzado •en demostrar que los hombre5. más elementales son y han sido monógamos. Según esto, la poligamia sería. también un invento posterior del hombre más adelantatlo y como la guerra una forma de la cul.tura. En rigor así es: la poligamia es.trictarnente es un fenómeno histórico que sólo aparece en épocas muy avanzadas; donde el.bienestar es conside;rable y una división económica de, clases separa a los ,hombres en pobres y ricos. ·La poligamia va siempr,e;unida a la riqueza: la.ha inve11tado el hombre . ; . . ,. ., . , .y la ha enseñado a sus animales domésticos. , ; Pero.to.da esta polémica parte de una' confusión. El hecho de que ~Í horn·b.re primitivo, en su etapa más elemental, propende a convivir más() menos tiempo con una sola mujer no significa monogamia, porque no es gamia, no es 1u.~~n c~nscientementesometida a reglas. Lo másdaro a mi juicio sería; pues, , ,distmgurr tres estados: agamia o no matrimonio, poligamia y monogamia. ;. . El. es.ta do primigenio-es, pue5,. de agamia, de aus.encia de norma e insti.tución matrimonial. 'f'r1al podemos llamar monogamia a una relación sexual, como la de los vedas de Ceylány casi.todos los pigmeos ybosquirnanos; para los que es indiferente qué mujer elijan y lo mismo les da, es más, prefieren .la hermana o la tía, que por supuesto no llaman hermana ni tía. Téngase bien presente que en la época caracterizada por la horda el hombre siente terror hacia el extraño y vuelve toda su vida hacia el grupo parental instintivo en que nació, Es una etapa antispcial en cierto modo, .. . , ... , Es ventajoso que .se advierta la larga, dificil y azarosa evolución s_egui;da por; el matrimonio ,hasta)legar a la rf!lativa monogamia de la Europa ac,_tual. Para no .citar siuo alwna de:1as formas inicü1les del dulce lazo conyugal re~ord!!ré el.«rnatrimonio» de grupo, que se cons.ervaba hasta no hace mucho en Hawai con el nombre de matrimonio p!!nal!!a. En él un grupo ¡qevaronesse aasa con un grupo de mujeres, de modo que cada mujer lo es de tod?s los ho~bres del grupo y cada hombre marido de todas las mujeres. Todavia hoy es vigente entre los australianos el tipo de matrimonio llamado pinm1111. En él el hombre tiene una sola esposa propiamente tal, pero además se le asigna una amiga que es su mujer pin-al!rn, la cual es casi siempre, esposa oficial de otro hombre.
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Pero, en fin, éstas son t~das cosas muy conocidas sobre que no he defüc '
sistir.;
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··LA RESURRECCIÓN DE LA MÓNADA -
. ' •:To importante es ·qu.e tengamos presente erda horda una forrna'social sin Estado ni familia, donde las relaciones sexuales no•están regladas y se ve-< rifican dentro del grupo, es decir, entré parientes', sobre todo entre heTilla" ·· nos; pero también' entre sobrino y tía y aun entre hijo y madre. Una situac ción, pues, bastante asquerosa. · · · . ' · . Pero va a nacer el'Estado y pro'ntarnente:va a tornada existenciirhu.c •mana más grácilynoble aspecto; Una explosión: de deportismo ·actuando·so~ bre esa torp·e masa' de hombres casi infrahumanos, va a dotarla de estrúcl tura, dériervid, dédinarnisrnoyde estilo::: · · · .·, En·el año 1902. publicó: el genial etnólagoSchurtz un libro que bíenmec· recía ser más conoddo. En élhace'notas con· sorpresa que e1trnuchós pU~c blos primitivos y bajo la especie de residuoysupervivenda; en· casi todas ellos , existe una casa 6 cabaña mucho ri:ui.s capaz quelas destiiladas a aloja~ . ' . miento de cada familia, la cual es.rodeadadetinrrespeto, un miedo y·uI1a:é:éf' pia dé precauciones rituales verdaderamente extraños. Además; dondequiera es tenida.la institución de esa casa, ya que n6 su materia, corno la rnásantigti~,. y arcaica; En ella se encierran los principales ídolos, sobre todo «totémicos!> o de· animales, y toda suerte' de utensilios religiosos. De sus paredes penden·' máscaras horribles y bajo ellas los tambores y flautas de guerra y festiváUiA . veces, se hallan también calaverasyaun·cabezas frescas o momificadas. Toda esta conjunción de dementas es curidsa•nadarná's,'pero falta lo rnásintec resante: en estos grandes albergues viven en cornún'los hombres solteros, los jóvenes. . · ' "' ·· · : ' ' '':l Eldescubrirniento de este hecho, en apariencia tan sencillo, está llamado; a mi entender, a transformar todas nuestras ideas sociológicas y bUe' na parte de las usuales concepciones históricas:· · · ·. · ..· ' · · . No se olvide que en él nos aparecen; corno porázar,juntas todas estas cosas: los solteros o jóvenes; los ritos religioso~, atrnasy trofeos de güerra, instrumentos rhusiéales para la: danza yrnáscaras.;Prontb veremos, con algtíI1 asombro, cómo todas e5tas cosas scm inseparáblí!s en principio tinas de ó~as y significan la ubérrima y multiforme cosécha de un solo gesto sernbradoril '
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La Nai:ión, 8 de febrero de 1925
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ant~riores ar~culos so~te l~
rniS novela señalaba yo el hecho de qu_e ,los buenos afrc10nados a este género literario parecen hoy interesarse mas por los pérscínajé.5 que porlatrarna. Este desplazamiento deliriterés novelesco me_ p_arecía, a süvez,rsobrernanera interesante;rPara quierilos' fénÓn:enos espmtuales acontecen por azar o engendrados por causas adventicias, externas ala espiritualidad misma, no hay en el hecho apuntado motivo Para rní;rque creo lo contrario , es , en cambio ,'un 'alguno . denfeditación. , , -. ·cuno:o .smtorna. El. espmtu es siempre solidario de.sí mismo. No puede en _-unos ordenes comportarse de una rnanerá y en otros de otra .. Un módulo úni'·co? central:actúa en él y es' aplicado· a todos los ternas; asuntos y materias de la '_'1da. Cu.ando es~o.no acaece es que se trata de un espíritu•anonnal, lo que qmere decir patolog¡co, lo que quiere decir desespiritualizado. · Puede negarse el hecho de qué haya, en efecto, una diferencia en el gusto d_e los b~enos le~t~res act~ales y los de ayer. Puede también negarse qúe la d1fere~cia, de eX!~tir, cons1Sta en que ayer interesaba más la trama que Jos personajes y hoy mas lospersonajesque la trama. Pero si se acepta este hec~o -que para rn_í es eviden~e-. pueden extraerse de él copiosas averiguae c10nes sobre los ordenes mas diversos y más remotos del arte·novelesco. " La trama o «a~ción» de la novela es el conjunwde actos u operaéidn.e.s . los personajes. Estos son sujetos o sustandas. Aquéllos son meras fundornes, Interesarse preferentemente por la «acción»· es preferir las funciones a las sustancias. Ahora bien, desde Kant á 1900 domina en la ciencia.filosófica: la prop~r_is~ó~ a eliminar fa categoría de sustancia y exaltar la: de función. 1900 se rmcia una pendulación opuesta.y se'vuelve a buscar tras dela función el sujeto que funciona, tras el acto la sustancia de que emana. Se vuelve .P1l:5! ¡¡la gran tr~dic~~l"\.4~Gr~cia yl~ E4ad Jvledia, p::¡ra I.as cu,¡l~\'p~rmi se~ qi,urru·~sse, la ~ctuac10n es.una mera: secuela dela realidad esencial,: algo secundano ydenvado con respeétci'a ésta. Los siglos XVIII y XIX inteníafonuna '
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inversión de esta jerarquía y propusieron que el_esse sequereturopermi, que la sustancia fuese sólo el resultado y como suma de los actos u operaciones, Hallamos, pues, una perfecta analogía en~re la variación de la sensibi-: lidad estética-al menos en el lector de novelas-y la variaci.ón del pensamiento filosófico. Allí, el fenómeno toma un aspecto concreto; aquí, forzosamente, el sesgo más abstracto que cabe. Un par de semanas más tarde de aparecer aquel artículo, me enVía Hermann Weyl un folleto que estos días saldrá al comercio en Alemania. Se __ _ titula: ¿Qué es la mate1ia? Hermann Weyl es uno de los herácltdas, uno de . • los gigantes de nuestra generación, que con Einstein, Eddington, Bohr, Mi~, etcétera, anda afanado en construir un nuevo cosmos físico. Pues bien, en el folleto deWeyl se llega a la sorprendente conclusión de que la nueva físic,a conduce a una idea «inmaterial» de'la materia, cuya expresión más adecUi¡da sería la mónada de Leibniz. -_ . . · - • · ··;,:; • «¡El Rey ha muerto! ¡Viva el Rey! »-gritaba desde el balcón delHot_el_ de Ville,el preboste de París cuando un Capeto expiraba. La materia ha muere. . 1a mona . d a.1 . -_ to; ¡viva ·- . ., .No voy ahora a comentar el folleto deWeyl, que pronto se publicará el\ castellano, sino exclusivamente a hacer notar la curiosa coincidencia de_ su. tesis con elfenómeno que he observadc;i en dos polos espirituales; en dos; ex-. tremidades contrapuestas de la inteligencia; como son la novela y'la filoso:¡ fía. Porque, no cabe duda, preferir la mónada ¡da materia. es preferir la ~us~ tanda a la función, el personaje a la trama. •- - __ . • No pretende Weyl que la fisica adopte en SI.\ economía doméstica.elprir\c cipio leibniziano, que es de orden metafísico; pero el hecho de que la física llegue a constituirse de manera que postule la mónada como c~mp.leme~c to metafisico, revela una transformación profunda en aquella ciencia: Es la física cabalmente la disciplina donde el.concepto de función nace y donde siempre será dc:irrünador. No se puede pr_etender que ella misma licencie: el funcionalismo, so pena de retrogradar a la única cosa efectivamente mala,de. la Edad Media, que era.la pseudcicfisica filosófica, de origen aristotélico. PPF; el contrario cuanto más radicalmente funcionalista sea la fisica, cuanto ma; yores sean:l~s residuos.de sustancia que elimine, más puramente cump~rá su destino, En ella se trata 'de disolver la realidad en factores de espac10;y tiempo¡ que son relaciones', .Claro _es que toda relación supone cosas c¡ues~ ·:: relacionan o «relatos»c•ELideal dela física fuera poder prescindir·de•ésws--,_
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Per·~)nO r_~laciones· iiúpllestas_Por ~a ,merite a las_. cosas._ córri_~ _Kant_ quería, sino rela_~\~~~ de natufaleZa'objetiva;_ La' n_ueva física relativiSla sé ll¡:iri:Jxirría ·m~ a· Aristóte~es YS~n.to !~~as-~~ 1·
a Kant. Yo,lo siento mucho¡'pero no t~ngo influencia.en el distnto para vanar la Sltuacton.-. < ! :,;.J
y relacionalizar sin resto la naturaleza. La física es por esencia relacionalista; ~alabra ins?portable, pero que expresa más exactamente lo que.Einstein sugiere _con el equívoco. término ,«relativista». : , •Ma~, .ª.L~urif~car~ela física en es_tricto relacionismo, declara ipso facto su cond1c10n _de ciencia secundaria. Sila :relaciórpupone cosas que se relacionan, la ~iencia fí~ica o de.relaciones supone otra ciencia superior delas ,cosas relac10nadas. Este es el espíritu que all;ima_aJ, folleto de Weyl. Como él, las mejores cabezas creadoras con. que hoy cuenta Europa se orientan sin .«desvirtuar la fisica», hacia una metafisica. Yla metafisica es ante todo 'me, • ' ' ditación de las sustancias. , . . . . En el siglo XIX, inversamente, se aspiraba a descender_-como alguien dijo cuando Napoleón quiso ser emperador. Habfa la intención de instalare s~ _definiti;amente enla física; es decir, de convertir en últin1a una posic10n que solo es secundaria y penúltima. La preferencia de lo funcional-en .arte, en política, en,moral-, fue; a.la par, una preferencia dela fí~ica. •:• _.La i:ef~rma sustancialista a que asisfünos en arte y en ciencia. despierta la cunosidad por columbrar cuál será la modificación conforme errética, en polític¡i., - . :. , _ •' •· . )::,_, En la valoración de lo humano podemos seguir una de estas dos.tenden_cias: o e~timar al hombre por sus actos, o a los actos por su hombre. En _un caso est1mambs_como lo primordialmente valioso.e1 acto mismo sea 1 quienquiera elquelo ejecute. En el.otro consideramos que el acto por sí ~e mono es estimable, y sólo adquiere valor. cuando el sujeto de que emana nos •parece excelente.:La contraposición no puede ser más clara: La moral utilitaria del siglo XIX (Bentham) ve en la «bondad» un atributo que originariamente sólo corresponde a ciertas acciones cuyos efectos son convenientes. -L~ persona por ~í misma no es buena o mala, por la sencilla razón de que mientras no actue no puede ser útil para sí o para el prójimo.-Merced a la bondad o utilidad de sus actiones, se carga de valor el individuo como u.n acilmuladorde:la energía que.una máquina o una reacción con su trabajo _con su actividad producen: .. . .- ._ • , . ' • La i:ioral cristiana, por el contrario; entiende por bondad, primaria 7 :mente, cierto modo de ser.de la persona,_Susactos son buenos, no por sí mismos, sino por la unción que a l!llos transita del alma en quien germinan. La frase del Evangelio: «por los frutos se conoce el árbol», no contradice esa :tendencia, sino, al revés, la estimula. Lo que hay que cono.cer fuoram;.ente es decir, estimar, es el árbol, y los frutos nos sirven de indicio. de síntoma' de dato para d.escubrir la condición valiosa o despreciable de-1~ planta.Son'. pues;los actos sólo la ratio cog11osce11di dela bondad de la persona; no la ra• zón por la cual estimamos a ésta, no.la rntio.essendi de la bondad .• _,
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· En la concepción bmgilesa de la vida, la sociedad no tiene taráctei süsc taricial, sirio que e5 meramente el tejido resultante. de las relácione5 ~rittdos • individuos. Esperaríamos .que al hacer de la sóc:;iedad un puro sistemá dete:. laciories se fecónoéiese; al rtlénos, la pieria sustantividad de los.individuos; Pero acontece lo mismo qiie con fa concepción materfalista. del múrido. 'Se liáce de las cosas y sucesos meras relaciones mecánicas eritte átomós':'Péfo estos átomos no tierierivalor aigunó pór sí mismas·, Son ihdiferentes;igúal uno que ofro;y existen como sirnples'pretextos para las relaciones eh'qub entrán. Así, los individuos; en la sóciología'oúrgue5a, carecen de sfguifi~itc ción propia y se los considera como meros soportes de relaciones sociále§>, . Cada cual es lo que actú~; y su actuación sera valorada por slí rendiniientd .· sotiaL 'A su vez; este réndirtliento social se mide por lail ventajas 'que ]JrÓ" '· porcione al rnayor número; a•la'masa.' En: fin:' qué seavehtajóso ú no ¡:íafa T la gran masa\' es también deeidido parla opinión pública, por la mayóría'.IJ · ·.•. Se comprende que este'régimeri córidúica a una degeneraé:ión de todas · las virtúdes auténticas. Son siempre los inferiores; los absolutamente menos··•· valiosos, quienes sentencian primero sobré qué valores sohfos más estiL mables, y luego quienes deciden qué actos concretos son los quemejoromtc liia:n esos valores. .' ' . .i. •i i La consecuencia es que el individuo; para valer; tiene•que servfra'los más; coríunservilismo mucho máS crudoytotalque el delvasallo a su: señor; del siervo a su amo. Al finy alcabo;señorío ydomiríio' obraban sólo'sobre< ciertas facetas de la actividad personal; dejando el resto libre y en franquía., aparte de que dseñoryel amo quedaban recíprocamente ligados por muchas obligaciones a siervo y vasalla,: Pero aquí acaece que la masa social tieneto" dos los derechos sobre el individuo y ninguna responsabilidad ni obligación. ·En la concepción aristocr'ática, por el' contrario, es estimado el indivi'" duo' como persona diferencial, según su índole nativa; previamente a sus ac- '· tos concretos y con independencia de su utilidad social: En un círculo aris~ tcicrático, cada miembro, por el mero hécho de micer de tina.familia noble., -esto es, por su sustancia, que se supone transmitida genealógicamenté.'"i posee to deis lós derechos y prerrogativas. Sus actos posteriores no aii.aden nada esencial a su estimación: parecen la natural emanación de su sustanciá, y no: atraen un nuevo precio al que se otorgó desde !Uego a' ésta. Lasacci0~ nes¡ pues;lejos•de ser fundamento para. la valoración, son sólo su confir',o macióri y adquieren el sentido de meros ejemplos de un carácter o poténciá preexistentes: En1Ja nobleza, los actos no ¡:luederiteriermás resultado'im'-: pmtante que uno negativo; Cuando son tales que contradicen palrnariam'enfo la. dignidad aneja ala sustancia noble, traen consigo la exclusión de'Jac.¡:>é~~ sana, su ekpulsión fuera del círculo afistocrático.' ·
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d d Et tanto que el burgués sólo vale. mientras «sirve» -en el doble sentio e ~ palab.r~-;el servicio noble es mera consecuencia de su valor sus . actos solo le «st~en», en rigor, para ser tal vez castigado y depreciad~: . .. En. esta forma extrema se hace patente la ruta inversa de dos tendencias esnmattv~s. En una se aprecia la función social y se menosprecia la ersona o sustancia. de ésta as u fu nc10n. .. P. L . . En la otra. se . desciende . a vteJ~ con~epc10n anstocrática no parece menos inadmisible que la burguesa. Sr hubiera habido espacio ' acaso habría podtºdo mas trar como . 10 · ~ces1vo ~n e11 a proviene de la idea excesiva, ingenua, que el hombre med'.eval tema de la sustancia. Entre la función separada de la sustancr·a pta al pensam· , prau:n to mo d emo, y 1a sustancia inactiva, mera potencia abstracta . a¡ ª Eda d Medºta, cabe una excelente posición inque eldi anstotehsmo enseñó . termb.e a. La sustancia como fuerza; por tanto, como germen de acción Abo ra ten, esto es la mónada de Leibniz. · -
El Sol, 12 de febrero de 1925
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SOBRE TODO, QUE NO SE REFORME NADA Ahora resul~a que la mayor aspiración, el sumo ideal de los buen~s espa- ·•· - l . epn·su·narla Constitución y el Parlamento antenores aL. no es consiste en r ll · titu · 1 d Estado. No se dirá que somos unos ansiosos. Aque as ms c10~~sp:ab~an caído en tal descrédito que no necesitaron sus deho~ado~es hacer efectivo ningún heroísmo para anularlas. Y, sin em~argo, a asta olque. les haga fuerza para que algunos temperamentos sentimentales :e resu~ van :eformar en su defensa nada menos que un frente único. Por lo VlStO, a a ~o-; bredicha Constitución le pasa lo que a la Cunegunda de la novela voltenana ue era más bella cuanto más violada. . . 'qLos que no somos hombres políticos, y, en consecuencia, no nos s~~ mos capaces de levantar bandera propia, esperamos a que pase alguna la cual alistarnos. Mas, por desgracia, cuantas vemos ondear son tan poco l d l' . .. .. T m:·; atractivas que no nos resolvemos a seguirlas. . Ésta qüe ahora se agita proponiéndonos el regieso a as e icias ~ e t . l s difícilmente encenderá los corazones. Casi parece una roma;; ~~e ~;~ó~~ lo ocurrido se saque como conclusión la necesidad de un retomo
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aves a lo que fue causa del trastorno. . . . Mas el hecho de que tal cosa se proponga en seno, ~ebe inshpiradr gil t.. . . dº les íritu púbhco no a a e an a · - 1 de la sola éoSíC preocupaciones. Porque ello m ica que e ºdp 1 ue todavía no nos hemos convenc1 o os espano es . ··15· nada q do • . 1 · ·. · hº t' · odenuestropa ' necesaria, del único punto esencial para e porvenir 15 . . · 1 'dible una reforma profunda de. la nac10n espanola, y, p .·.• asab er. que es me u ºd t al no l . .to del Estádb e5pañol. Le parece a uno esto tan evi en ,e, que :a~:~:n ~l compatriota medio la misma convicción, se echa uno las manos•
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a la cabeza con la vaga sospecha de padecer alguna demencia. Porque no hay ·ténnino medio: o es uno o son los demás los dementados ..·· · • ·' '· Cohiprendería muy bien que existiese· acérrimá discusión sobre cómo · había de ser esa reforma profunda del organismo na'cional; pero caus'a es. pan to que n'o se reconozca, qué n:o se sienta; su ihevítabilidad.' · Siempre he·creído que, analizando hastá 'el fondo lcís' hechos, la éatisa •decisiva de nüestraprogresiva desveI1tufa'es que el' español medio-'-lapolítica la hace; 'a la postre; e]; tipo medio de ciudadano-· no haya aceptado nunca, no ya la posibilidad, pero ni siquiera la necesidad dereformas importantes en ningúhfüdell'. Hasta el puntó de qtie en España basta'enunciar ese imperativo de altas modificaciones para verse cohsignadOpor las' gentes ~la quinta dimensión: y ser teilido por un lunático. Un proyecto o idea de reTórma 'es recházadó a limfüe, sin dar lugar a controversia sobre su contenido concreto. Todo lo que propongáis se juzgará, de antemano, inverosímil. Sería de interés especulativo indagar la razón sociológica de esa insensibilidad para la reforma, que tan' enérgicamente revela nuestro'pueblo. Porque es unfenómeno curioso en sí mismo, además de ser penoso para todo el que sienta con viveza a sti patria. El esp'anoI lhedio se pasa la vida diciendo que está muy mal, que todo va mal, y, sin embargo, no acepta en serio que se ·ensayen rítievas posturas al ctierpo hacionalpara ver si le vá'íriejor. y esta inaceptáción de tbda reforma subterránea es común •hlerethas e' izquierda!i. ·El izquieri:lista se alarga á' tolerar que se modifiquen ciertas palahrás eh los Códigos, donde se hagan· constar nuevas y vagas libertades; p'ero se négará, lo mismo que el «reaC:é:ionarim>, a que se' toque un pelo a la •otga'nización real del cuerpo español.Así, ahora, la reacción de liberales y demócratas ante ·el Directono se ha reducido a plañfr las libertades perdidas, o a postular una nueva Constitución, nueva sólo en el orden formal jurídico de las libertades; .pero no han mostrado la menor urgencia para idear y proponer una dislorcación de la viejá an·atomía nacional, a fin de intentar otra más eficaz o' La razón sociológica de tan extraña repugnancia a toda modificación tal vez se halle eii' que el tono medio-y por taiito decisivo- de•EspaiÚ1 está dado·por el petit-bourgtois. En toda la 'nación reinan, doniinany triunfan •la moral, la ideología, los nervios del pequeño burgués. Yelpequefib bur·gués es, por definición, el hombre sin curiosidad, incapaz de asomarse fuera de su horizonte rutinario; que siente pavor ante toclo camb'io; sea el que sea, por falta de agilidad'mental para representarse, frente afa realidad vigente; otra aspirada.· · i.' En España no se advierte el influjo delas clases encargadas; dondequiera, •de movilizar con su fecunda inquietud, con su capacidad de entusiasmo por •lo mejor inexistente, la inercia de la gian masa petite-biiurgeoise. Falta· la aris-
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tocracia. El aristócrata celtíbero de ambos sexos es un pequeño burgués que juega al golf y se somete a la,moral angosta y anquilosada del comercüirite y el empleado. Falta la das.e intelectual-escritores, artistas, médicos, ingenieros-.-,. que sacuda los lomos de la raza, como con un.látigo, con la ml\teria elástica. de sus ideas. Falta el.obrero que perturbe la beatitud de los in.e~·tes, con la ostentadónfrenética.c1e su eséncial tragedia. ·, '', ·. . . Somos felices. Sill'aris~ócratas de sangre o finanza, sin intelectuales de lira, de idea o .delogaritmo,.sin obrer.os c.on hambre y c:on odio. Espaµa es el paraíso de la.pequeña ]J_urguesía. Ymientras sea así, no se·poc1rá soñl!r ,en refo¡i:na alguna. Y sino_hay reforma, no se podrá soñar en.una España m¡¡.nos feliz, pero un poco mejor.
. El Sol, 6de marzo deJC)25
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, . ·¿Un frente único? ... Ya.la metáfora es arcaica,es un residuo del voca~ bulario. bélicp que daba un aire tan napoleónico, a las. columnas. del.os Pee riódicos.durante la Guerra Tonta. Van cerca de siete años que se fü;mó el ~I'i misticio. ¿Porquénorenovarel léxico y las fórmulas? , ' " " .. , ¿Unfrente único? ¿De quiénes y para qué? J:>e todos los que crean que es lo más urgentevolver, sea como sea, a la legalidad y al ejercicio .delas libertades. No puede negarse claridad a la definición y al propósito. Es una manera de.pensar y de sentir perfectamente correcta. e inequívoca. · • Mas, por lo mismo, incita a una posición antagónica, ,no menos clar~,, provoca laformación de otro frente distinto, compuesto por los que creen •que la obra política urgente en España no puede.definirse «sólo,-nisiqui~~~ ·· ra principalmente», por la.legalidad y la libertad. Aquella aparente c:laric, dad envuelve el propósito de,enturbiar el río y que ganen los pescador.es; L;, , ·El liberalismo español, que ,desde hace tanto. tiempo está dejado deJa máno de Dios.-'tal vez porque el liberalismo.es pecado-.-.; va a pagar ah[J,c ra de nuevo lafalsedad de su postura, Los hombres liberales cometén el error. de hablar sólo. de libéttad, como los personajes delas novelas torpes parad~ -, a conocer su carácter peculiar lo ostentan fatigosamente en cada págin~" Yo no veo por qué el que es liberaHm de ser sólo liberal. Es como si los chfuo~r por ser: amarillos, no se ocupasen sino en seraniarillos, y no se dedicasen,¡¡ laagricultura:Liberal és una calificación meramente adjetiva que supone ll!l,
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sustantivo. La política liberal tiene que ser primero una política y sólo así podrá luego ser liberal. ., . . . . Se.ha dejado ganar el aire públicouna gesticulación hipócrita en torno · a la anulación de fas libertades; practicada por e] Directorio. Las libertades · .no sonya ni11teria patética sobre que quepa combatir. De temas que suscitaron rudas.querellas han pasado ¡¡ ser, como las formas de la cortesía, mane.ras habituales. de la buena edu.caciónsociaLSilos liberales no hablasen tanto de ellas, a nadie, en tiempos discretos, se Je ocurriría discutirlas. l.o propio acontece con la legalidad. Es demasiado evidente que una nación no puede vivir en salud sin ella, para que su reconquista, cuando un azar sin consecuencias la obnubila; se eleve al rango de.un ideal.Pero hay más: si en España no ~-ªY legalidad constituida y libertades en buen uso, no es porque la «reacc10n» goce de fuerzas arrolladoras, sino simplemente porqµe los liberales no han tenido, desde hace treinta años, una política nacional. El día y hora en que un grupo de hombres mesurados defina un programa de reorganización nacional, inspirado por un enérgico sentido de Ja nacionalidad, las libertades, ya inveteradas en nuestros hábitos, reaparecerán automáticamente, • .. , •: , Ha Ilegado, pues, una excelente ocasión para que los verdaderos libe.rales se den el lujo de no aparentar serlo y.vaguen a ,preocuparse de menes,teres más urgentes y eficaces. La libertad es una forma, con Jo .cual es yabastante. Pero la libertad;solttaria,es una formayacía, un:vaso,inane. Hablar de elJa, a secas. es µn formalismo. tan vano y tan estéril como encomiar una política de fuerza y autorjdac1.Yase va viendo prácticamente cómo Ja fuerza y el autoritarismo, sin más, son otro formalismo. Nada de formas hueras. No hacen falta vasos, sino manantiales. · ¿La libertad ante todo? ... Yo no la deseo, porque con ella sola no se hace nada. La libertad con todo, con todo lo que, España necesita urgentemente, Yque puederesumirse en la voluntad exaltada, gigante, jocunda de hacerse -•. . , "1 ¡ ... -una naciónfortísima y alegre. Los generales del frente único, usando la estratagemá de.pueblos ~feria res que ponen a sus mujeres ante las armas enemigas para desmoralizarlas, destacan la dama Libertada fin de compungirnos. Ésta' es la una falacia. La 0 tra es _plantea: I~ nueva vida política partiendo de un dilema místico con que se quie:re condic10nar todo lo demás:.Monarquía b República; Quiere hacerse un fren.te único monárquico frente al dócil espectro de un frente único republicano. " ·· Yo-creo que sería la mayor ingenuidad aceptar esa dogmática demarcación de actitudes qU:e se nos quiere imponer. Ni Libertad, ni Monarquía, ni República pueden hoy; en ningún país europeo-.dejémos curarse a Ale·mania de la gran herida en el flanco.,.,.,., definir una política,
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Antes que esas tres cosas esta la nación: lo único esencial. Están los problemas e intereses nacionales, que la libertad, o la monarquía, ola re¡:iú]5li! casóloptieden'rnatizar,lperonosustituir. , · ' "'.:'.''' : '', , . y s'el:ía, por tanto, o¡:íorttino que frente a es'e'frente delas fal?dasse ume~ sen todos los que creen ineludible una gran reforma de la nación paralá nación; que no desean volver al antiguo Parlamento y a lit añejá Constittidón, sino que aspiran a extraer otrdsniievós de una conformación distinta dada preViarnentealcuerpoespañol. .. • ' . · .·','" ·.. ·, . ,·'· ......... , .· Entre tanto digamos a los que'orgahizan el frerüe úmco'. con Liberta~; eón Parlamento, conMonatq~ía o con República; lqüé p~lítica vanahac cerustedes? ¿Quéval1tistedesahacerde'lanaCión? • · · · '' "n'" . '. ' ;
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:III A NADIE APROVECHARÍA EL RETORNO ' - l.
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Cmilquiera diría quela,'dérnanda déuria reform~ profunda en las i~U,~ tuciones españolas es un capricho exclusivo de unos cuantosabstractores dé quintaesencias. Cuanto' más se medité sób,re el ~etn~; •inenósse, prenderá que haya alguien interesado enret~'.:1~ra lo _a~tiguo1 Yl? que '.11ª~ sorprende es que'álgunos hombres de la pohttca t!rad1c10nalarnpareny·encárezcan ese re forno, porqüe ellos' serían los primeros en sufridas desáS:- . trosas consecuencias de la operación. ·· · ··· ·' . ' '•··· ' Si, cdmoparece, hay algunas personas dispuesta5 a•tomar sobre síla responsabilidad de esa involución, de ese paso atrás, yo propondría qüe seles concediese desde luego la gran ciuz del Mérito Militar. Povmuchas razones; pero sobretodo porque acción Semejante revelaría en ellos unheroísmo superior al de todos los hombres• de Plutarco:• : , ' : · .:· • .... .: · Ensaye cada cualrepresentarse la situación que ese retomo al pasado. intacto acarrearía. Todo lo sucedido:en el último áñó es'siinple resultadoy manifestación; en' escala mayor, del hecho básico que engendra, desdeha'cJ! tiempo, todas las Vicisitudes politicas en España y en otros países áfines:·el desprestigio, lafalta de autoridad de las Viejas instituciones, y; en especie¡ de lamás característica y fundarnehtalentre ellas: elParlarnento .. Cuanto•ha so,brevenido en estos meses no ha hecho sino agudizar lo.s problemas inácfonales, y más bien dañar quefavorecer al resto de los Institutos del. Poder¡pú" blico. Más que nunca tendría aho'ra queafrontar por sí solo el Parlamento.
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todos los conflictos de la Vida pública. Y si ayer era ya incapaz de darles cima, se quiere hoy;_en circunstancias todaVía más graveS,'volvera un Parlamento igual-es deeit,peor, porque entre tanto ha recibido nuevas abolladuras y :1ehan rnojaqo todas his orejas·: ' ' : · · · " "· . · '. . ·¿No es' heroísmo prestarse a formar un Gobierno que no tendría más apoyo que·ese Parlamento mancillado, y a quien todo elínuhdo se ha atrevido? No habría rata ciudadana que no se insolentase a tan flaco poder, í:tas del cual nd podría haber nadie al aval, porque en política el Ejército, si actúa, no puede ser a la retaguardia. ¿No ha de parecer heroico que haya hombres tan inconscientes, o tan enérgicos, que estén dispuestos a naufragar en un diluVio universal de insolencias? Basta sólo pensar que ante ese Gobierno y ese Parlamento habríá de presentarse a liquidación el pasado inmediato-es decir, lo que hoy es presente-, para prever el paso que los héroes del retomo iban a llevar. De suerte que aun reduciendo el campo visual al punto de vista angostísirno de los que proponen esta marcha atrás, esta palingenesia, se adVierte la insensatez que fuera volver a los viejos usos y no intentar otros nuevos. No se comprende por qué razón un Parlamento elaborado con idéntico mecanismo y para las mismas funciones que los antiguos iba a resultar en algo diferente. Si se quiere un producto nuevo, parece forzoso introducir al. gún nuevo factor. Pero esto es lo que se t'rata de eludir. ' En todas las alturas españolas se padece, desde hace mucho tiempo, el grave error de creer que la única política sagaz consiste en simplificar las cuestiones públicas y eVitar todo lo que pueda dar lugar a contiendas, discrepancias, horas críticas y oleaje social. De esta manera, cocainizando la vida colectiva, se obtiene transitoriamente una aparente calma, que es, en realidad, una artificial inercia. Pero esa calma de hoy no hace sino condensar los conflictos sobre otra fecha futura, aparte de que quita toda dinarnicidad al ambiente público. No son estas menudas Virtudes secundarias-sosiego, mansedumbre y economía doméstica, fidelidad conyugal-, no son estas Virtudes de pequeño burgués las más urgentes en España. Las empresas exteriores e interiores que tiene nuestra raza ante sí, hacen forzoso que contemos con un pueblo a alta tensión, con masas electrificadas y un sistema nerVioso a máximo rendimiento. Debiera pensarse que, a veces, lo más discreto que hay que hacer en un país es complicar su existencia, arrojar en él ternas que levanten presión pasional, rnoVilizarlo hacia reformas que enardezcan o al menos esperancen a una parte de los ciudadanos. Sólo al revuelo de tales capotes-·permítaseme esta sabia fórmula taurornáquica- se pueden cumplir los compromisos internacionales y hacer reingresos en legalidades rotas.
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. .Pero los amigos del pasado invariable sufren una ilusión funestísim¡1; En vista de que ha sido tan fácil pasar de la legalidad a una situación anómah\ • de fuerza, creen que no será más. difícil reintegrarse de unasituaci~n ~e.fµe~" 'i za a la legalidad. Y, sin embargo, todo el mundo sabe que es. mas.fac1len" · cender un fuego que apagado, bajar una cuesta. que subirla y desnudar una espada que envainarla;
ENTREACTO POLÉMICO
Para el conde. de Ro111ano11es
l. Excelentísimo seiior .conde de Romanones. Mi ilustre y querido amigo: Me complace vivamente verle a usted llec gar sobre mí; presto, aguerrido y ágil como un luchador joven. Es usted una «fardida lanza>>, y las heridas que me abran sus botes quedan compensadas por el deleite de presenciar su ardor beligerante. Siempre he creído que elpolítico de raza se reconoce en la celeridad con que acude a la brecha. Por 1 eso-.y si en la alusión a la edad ve usted sólo un homenaje-. le diré que mientras leía esta carta, donde tan bravamente me combate, cantaban dentro de.IllÍ los versos del romance.antiguo:,
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¡Viejo que venís, el Cid! . ¡Viejo venís y florido!
Me es, pues, sobradamente grato departir.con una persona.como usted, a quien me une el afectó y de quien me separa casi todo lo demás. El cliálogo más sabroso es el que brota entre dos que se quieren y no coinciden.
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lNTELECTUAilDAD Y POLÍTICA
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Pero no comprendo bien cómo ha podido usted tomar tan en serio las «vaguedades» que yo he emanado desde estas columnas. Usted mismo viene a calificarlas de «meros pasatiempos, gratos sólo .como ejercicio intelectual>>. C:laro está, conde: no son otra cosa que meros pasatiempos; Es éste.un punto sobre que yo desearía claridad de una vez para siempre. A mijuicio, elideal
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fuera.que los «intelectuales'» no ·se ocupasen de política, sino que vacasen.a• sus menesteres literarios y científicos.· Con que cumpliesen éstos bien, habrían · hecho por la sociedad tanto, que nadie tendría.derecho a exigirles nada más;'.c ¿N 0 es incongruente que por estimará un hombre como poeta o matemático·· le consideremos obligado a ser además político? Pero ya que las circunstano cías en todo el mundo, y especiahnente en. España, hacen imposible una apro- .·. ximación a aquel ideal, me parece forzoso supeditar la intervención polín~~-· del literato y del científico a esta norma rigorosa: el intelectual, al hacerpo: lítica, tiene que hacerla como intelectual y no dejándose en casa las virtudes •• y los imperativos de su oficio y disciplina. Sólo así podrá resultar fec~nda su J colabbtadón:Yó hcí puedo pretender ser mejor político que usted; solo pue-· do aspirar a ver las cosas bajo otro ángulo, a otra distancia y con otro rigor, de., suerte que mis observaciones complementen de alguna manera las de los hombres políticos. Ni puedo aceptar que el intelectua.l licencie su ~ente Yse ~g~t. cíe ad hoc un cerebro de portero o·cochero-depunto para opmardesde el desaforadamente sobre cuestiones públicas. Reclamo, pues, todo el m.arg~n que nie es necesario para formular un ).lensarnietito complejo; preciso y lleno de re5ervasy cautelas. De él podrá tomar el político la por~ión que juzgu,e ~!5~ creta y dejarme elresto para mi uso exclusivo. · · · · ··'· · · · · . . •· •· .· · .. · • En el tiempo presente es de la mayor importancia: acertar con la ec~aci~n justa que regule las relaciones entre intelectualidad~ política. y esto por dosfílo' tivos in'versos: El repertorio de nociones políticas•al uso se ha quedado retrae sado respecto de los hechos. Sobre todo las «izqu~erdas» '.15anun surti~o d:_con'ceptos notoriamente arcaicos, incapaces de dommar la gigante complicac10n de ... la vida actual. Muchas veces he hecho notar que los grupos más afanados en representar la avanzada política viven cori ideas y sen_timi:nt~s ~e retaguardia. Ha de ser obra de los intelectuales poner al día la conciencia publica. Mas, por otra parte, el cultivo de temas políticos ha producido un~ depresi~n de la inti:lec:t'ualidad en los escritores mismos: Y esto no puede ser. Es prec1So que el publicó lettot exija al que escribe, ante todo y sobr.e todo; fina intelec:crnn; curiosi= . dad, agudeza, saber, y ese· temple sereno, veraz, digno que es el síhtoma•del~ inteligencia, el tono propio a este oficio, al fin y al cabo, el más bonito del mundo. La política está sirviendo de pretexto para que muchos escritores se cono tenten con dar al viento sus apasionamientos pueriles o·sus.envidiasmaduras'.
LIBERALISMO ÁBSTIÍÁCTO . ¡ - ' . ·'. ' ' ,~,¡-) '
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".:• . :No seinqiilete usted;. conde: Con no haber muchas, hay má7 proba?ic lidades de i:¡tieseforme ese frente único constitucional; apadrmado por
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usted:, que el atto frente recomendado pór mí: Yo pido demasia'do:· pido que las gentes cambien de ideas y sustituyan las qUe· tienen; anqlÍilosadas y siin· . ples·, por. otras rnás flexibles y complicadas. Llevo, pues, 1as de'perder. No . tiene usted rtiás que leer los•periódicos de estos días y hallará coli satiSfac:c 'i:ión que casi todos los «inteléttuales» coinciden eh lo eseneialC:óli usted y Se oporien'a rní:La doctrina de libertad c[ue insinúa en su carta ylos•sim' . páticos aspaviehtós que hace ustédfrente· a•la:.reacdon. ifivá'sora són canó. ni_cos para todas las «izql1ierdas')> -·-salvo; y me interesa ~ubtayarlo, los so" · cialistas: El socialismo, ultimogénito del pasado; es el primer partid() donde apareC:enalgúnas facciones de la política futura'., 'yporlo mismo azara tantb a los liberales; que no le hallan tan liberal como ellos quisieran. !f~mpoco •etsoéialismoquiere la libertad antetodo;•la libertad sola,porque•haia).lrendido de Carlos Marx, el cuallo aprendió de Hegel; que la libertad sin más no más que un abstracto: Decía este filósofo que en el proceso histórico, donde se va elaborando laliberación'1mmana,·.«el:liberalismo es la tendencia que •se· aferra· a· la abstracción; sobre él triunfa siempre lo· c:oncreto';yloimantiene en perpetua bancarrota» .. , ' · ·í· "''' .. 1 i " • La libertad es una cosa que·no, se puede querer sola, com'o nó se puede querer solo el perfil de una mujer sin la carne que lo sostiene; Pata quec 'rer libertades es menester; por lo menos, querer además los medios de .ejer' cerlas y asegurarlas. En España poseütmos;•mal qné·bien, una soIT1bra de libertades conla antigua Consti'tución1y-elantiguo':Parlamento:' Pero es e.l 'caso-que estos soportes no debían ser muy fümes cuando ta\:i gálanamente . nos han sido extirpadas aquellas libertades. y ahora; en nombre de éstas; rne pide usted que vuelva a la Constitución y al Parlamento qué se las dejaron arrebatar. ¡Qué tosas tiene usted; conde! De suerte, que aun mirando el·caso desde el punto de vista exclusivo del afán delibertades,.resulta• imprescindible ocuparse de·otras cuestiones ·que no son liberalisrno abstractb. Para consegtiir eficazmente una misma Jic Inglaterra, en Franciay en España será' forzoso inventar medios 'diferentes, porque las tres razas lo•són. Pot esto decía yd qué el adjetivo li' beral no basta para definiruria política. El-liberal• tiene que nacionalizarla •libertad; y consecuenternente"necesita uná política nacional,•que es lo que no han tenido nunca-las izquiérdas españolas,'ypor no tenerla han sido •barridas del área histórica. •• " .. .,. · · ,, " No puede haber en España libertad mientras que las instituciones que la proclamen no gocen de plena autoridad, yno tendrán autoridad mientras ino sean respetable.Si y'no serán respetables mientras no sean sinceras y efiLl<.ULC>,y no serán sinceras y eficientes si se preocupan sólo de ser liberales y no se ocupan de la existencia nacional, de sus otros problemas más
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urgentes. A la postre no se afirman en ningún país más instituciones queJa5 quele llevanal,triunfo, las que.aumentan su vitalidad.. . · :: . , , .España.es ~l único pueblo .donde se ha t<;>lerado que las «izquierdªs!/ hablen sól~ de sus problemas privados, de sus adjetivos diferenciales y no se intereseri,en las necesidades históricas de.la nación. La consecuencia ha si.do quepierdantodo arraigo,e11los ~entimieb.tos espqntáneos de la pobfació11y aca)Jen por hablar.sólo a.su parroquia interior, sin in¡entar siqu\era, p_erdit do elimprescindible orgullo, C\Jnvencer a los. de fuera• .· :·:i :r ¿Qué quiere usted, conde? :Sj ser liberal significa hacer lo que ustedes han hecho en su tiempoylo qué a destiempo siguen haciendo hoyJas.<¡,y las «izquierdas» .del siglo'XIX,:nó ha lugar a hablar.de libertad y df'. democracia, tomo tampoco de autoridad y de respeto a la ley, en suma, de ninguna cosa seria. • •. ··· . · · . Vea.usted porqué yo n:o púedo .estar sino con quien venga: resuelto a re¡ formar hondamente las instituciones españolas, a dislocar la arcaica estruc~ tura de la nación coII lamira de apretar a la raza y forzarla a dar un brinco sobre la historia. Sin esto; la libertad no i;rie interesa nada;· pórque será n:o más que una palabra. De. tal libertad digo .lo que Cristina de Suecia dec\;i de Su coroná cuando la abdicó:Non ini bisogna e l!Oll 1lli basta. . . En cuánto. alanómálo colapso que el mínimum de buenos usos.su;' fre ahora; no logra preocúparnré. Tal vez me ha habituado. la antigua Consf titución; .con. su ,Parlamento y todo, a pasarme largas temporadas sinJos derecho.s. deLhom)Jre. Usted.mismo, conde; ha:demostrado con frecue11~ cia su amor a las libertades -de la manera que el.verdugo al ahorcado •.. ·, su,spendiéndolas. j)
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lI ·DEL REALISMO EN POLÍTICA
Si he reclarnado, cónde; un amplio mai:gen para hablar de política cómo «intelectuál», no' crea usted que busco un expedienté rnercedal cual eludir los problemas más inmediatos y, parlo niismo, más dIBciles. En este punto tiene tóda lafazón su carta, y para défenderlo me hallará ústed siempre a su vera: En política< por muy dé!
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tenía algún sentido cuando Ja política era un espectáculo; pero hoy la política y Ja guerra han perdido visualidad. Son ambas faena de severidad yde precisión. Por eso es inadmisible toda actitufl política-aunque sea «intelectual»- que no contenga dentro de sí, a manera de reguladpr, el punto de vista del gober:nante. Y má.s que nadie está obligado a contar con este freno; que es a Ja ve,z un método, el publicista.. . • · · .. . . En este sentido-..ello le demost~ará que no escatimo el esfuerio"cle ···aproximarme a usted-· Ja única políticaestimable es la política realista. Pero conviene no dejar este t.érmino a Ja intemperie, sin abrigo de aclaraciones, expuesto a contraerlas significaciones más nocivas. Política realista no puede querer decir política de intereses. Eso seria IlllÍ5 bien una polític¡¡ materia~ta 0 ,de.egoismos. Esfals.o que la realic!ad s_e coIIl;'. ponga sólo de afanes intetesados:Si damos una palmada dentro de nosoti;os·, veremos que levantan el.vuelo pasiones del más vario plumaje, y que junto~ eg~isrr¡os baten sus ala:s generosidades; junto a apetitos, entusiasmos .. Política realista tampoco significa idolatría delos hechos consuma, dos y renuncia a modificar lo ya existente. Más que un hecho, es la real+c dad un flujo donde al lado _dela forma madura y hoy vigente despierta un germen qué mañana triunfará y se arrastra caduco im resto del ayer. De aquí que el verdadero.sentido de la política realista, más que en aceptar la reali, · . · :· . •: . · ·,¡¡ dad, consiste en.hacerla, . . Esto es,·amijuicio; lo decisivo, Política realista es.política de realiza, ción. La realización es el mandamiento supremo que define el área políti7 ca. No va en contra del ideal, sino que le impone concreción y disciplina: La antigua «política de ideas» pretendía, sin más, que los hechos viniesen a ajus• tarse a las ideas nacidas por generación espontánea en las cabezas. Como esto es imposible, el político idealista vivía perpetuamente en posición fal;sa:. El realismo es más exigente: nos invita a que transformemos la realidad según nuestras ideas; pero, a la vez, a que pensemos nuestras ideas en visfu dela realidad,' a•que extraigamos el idea!\.110 subjetivanieitte de nuestí'asta~ bezas, sino objetivamente de !as cosas. Toda ·cosa concreta -una nación\ por ejemplo-:--contiene,junto álo que hoy es, el perfil ideal de su posibléper, fección;Y e5te ideal, el de.Ja cosa, no el nuestro", e5 el verdaderamentere5pe, table. El ideal subjetivo anda siempre cerca de ser un capricho o una manía;;: -: _Cómo en todos Jos demás órdenes de.Ja cultura, le ha llegado al idea;lismo la hora de ausentarse de la política. El idealismo político no es yamásque la form~ Iaica de la.beateriao . . · ·· •. · . ·• ;• •._ · .,:,Recordemos; por vía de ejemplo, 'un menudo hecho. acontecido bajo .eL último Gobierno anterior al golpe de Estado. El caso es ejemplar: por lo:niisr_ moque se refiere a materia parva. En aquel.Gobierno participabar¡ los re,·
formistas. Durante años y años habían éstos estentorizado en la oposición declarando que ellos no nombrarían nunca alcaldes de Real orden. Cuando . elcaso llegó, los.refomristas nombraron alcaldes de Real orden. C~mo yo.conozco.de cerca las personas que representaban en el Gobierno al reforrnis. mo, me consta, sin que quede poro a la duda, q~e les costó mucho mayor sacrificio.nombrar-Jos alcaldes y seguir en el Poder, que les hubiera supuesto .dejar .el .:¡>oder y ser fieles a sus reiteradas declaraciones. Esto elimina del ejemplo todo sentido de cens_ura a las personas, y lo deja limpio como paradigma de una falsa posición en política.. . ; , Yyo pregunto: ¿Qué es lo que está mal en aquel hecho?¿ Haber nombrado los alcaldes? De ninguna manera. La circunstancia obligaba a ello; Para mí lo indebidq no fue elacto de entonce5, sino las·ideas de. antes• Lo que no me parece lícito es haber dado utópicamente a la cuestión de Jos alcaldes una solución ideal y haber hecho de ésta un principio. Que esto era im error lo demuestra el hecho.de que personas cuyo desprendimiento me es notorio tuvieron que faltar a él. Y esto es lo que, con todo respeto a esas personas, necesito juzgar inmoral. No es sólo inmoral faltar de hecho a la norma ideal sino también establecer una norma ideal a que luego es forzoso faltar. Com~ yo no trato con este recuerdo de vejar a nadie, añadiré, si es preciso, que fueron inmorales por exceso de bondad. Para nií es lo mismo quedarse corto . que pasarse. · En el siglo XVIII publicó un extremeño Cierto volumen en folió sobre la competencia de los «alcaldes de cuadrilla». La obra se divide en varios libros;.cuyos títulos suenan así: '" Libro l.- De Dios. Libro II.- De la creación del mundo. Libro III.- De la'institución de los alcaldes de cuadrilla. Este libro podía haberlo escrito un refomrista. · Contra esta desviación idealista es preciso combatir en nombre, precisamente, de una moral pública más rigorosa. En elsiglo pasado sólo se_ateff día para juzgar la ejemplaridad de un hombre si sus actos estaban de acuerc do con sus ideas; ahora hay que exigir también lo inverso: que sus ideas concuerden con los hechos: No sólo hay que cuidar lo que se hace; sino Jo que se piensa. El idealismo es pecado. No hay p1i11cipios generales honestos eri política; .en política sólo son honestos los actos concretos; Lo. demás es cuadro plástico y gestos' de santón suburbano: . . . .. . • · Com0 ve usted, mi contestación a su-carta se[coinplica y.prolonga. Me preguntaba usted cuál era mi ideario, y yo, ni corto ni perezoso;se Jo expongo. Veremos si es usted tan gentil conmigo. cuando yo le vuelva a preguntar: Bueno; conde, ¿cuál es su política? _. . •- . .
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·' . Ni debefastidiarle cori exceso esta prolijidad mía. Cuantos más artícuL los e5cribapara'responderle; mayor concurrencia se iráfo'rrnando a su lado; Yatengo alegior\.es frente a mí. Hace poco tiempo quise dar una conferencia · en'Zaragozay la autoridad me lo impidió. Semanas después fuia dar otra eri la capital andaluza, y el obispo; en comb.inación con el rector de la UnivefL sidad, qué e5 un neo berroqueño, hicieron lo imposible pata impedirloiAhod todos los liberales están irritados conmigo. «Derechas» e «izquierdás>f\ · las dos Iglesias, me excomulgan, cada cual desde su·manó; .·. · " ·.. · · Todo ello es gran síntoma de que voy por buen camino.-Péírque en la política que ahora viene; «derechas» e «izquierdas» 'son cantidades muy se; cundarlas y¡en ciértomodo,inexistentes; «Derech~s» e «izquierda~» no.son• todo elmundo, «Deréchas» e· {
·El So!;18 dé marzo de 1915
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NO ES TANTA LA PRISA
·Creo 'que elrégimen de'libertades y la democracia son formas del derecho político; tan indeleblemente 1ríscritas en la sen5ibilidad europea, que no· cabe imaginar en serio ninguna institución estable. que se les oponga.J:.as' . mismas «extremas derechas» y «extremas izquierdas», que presumen poder prescindir de ellas, las llevan disueltas en la sangre, y el día en que, abandonando su modesta posición de crítica, quisiesen establecer instituciones, se · verían obligadas a aceptarlas~ Esto que creo respecto de toda Europa-.Rusia no es Europa-·-·, lo creo' tambiénrespécto de España: Contra todo lo q~é se dice y es ya legenda~~\ he •visto' que nuestro pueblo es tarr liberal y tan demócrata 'como cualqmi;-. ra·otio; no más, pero tampoco meno.se Sólo que nuestro pueblo es hoy so" bremanera incultoyfaltó de vitalidad! Su liberalismo ysu democratismo tie"· nen que ser,.por fuerza, incultos y sfu arrestos.Tendría gracia 'quela debilidad nacional, patente en todo lo demás, no se manifestase en la acción política\ Pero es completamente un error suponer que la «reacción» j:>bsee'grart... vigoren España. llas faldas de cuatro beatas y las haldas de seis jesuitas. no, juntan energíabastantepa~amandar cantar aun ciego; Es, por lo menos;:iI~r· sorio•creer1 que sumadas todas las fuerzas reaccionarias del país, son sufif cientes para esa enorme obra que sería establecer un régimen fifme, normaf,•
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duradero. La verdad de esto parecería· evidente el día ert•que la supuesta «reacciónwpretendiese dar un paso deeisivo. ESta·convicción me hace repugnar el'gesto plañidero, amanerado ycomo . inseguro de símismo que siempre han adoptado los liberales titulares, en vez de tener el orgullo de no acordarse de que son liberales y demócratas nide que éxisteriliberalismo y•democracia¡como no seacuerda1Uno en el hervor de la obra cotidiana de que existe el aire que respiramos: , · ' · ·Sin embargo; en España, como en:Italia-·en principio puede un día u-otro acaecer cosa: análoga en Francia, Alemania e Inglaterra-·-·, se ha'suspendido de pronto y radicalmente el ejercicio de'las libertades y el imperio de Ia democracia. Este enrarecimiento súbito de la atmósfera, esta disnea de libertades nos obliga a reflexionar 'sobre d suceso:-:Porfopronto, no a indignarnos, no a hácer aspavientos en'la tertulia privada· o en letra de molde, ·sino a reflexionar sobre lo: que ha pasado: Es·posible que sentir'un excesi' vo bochorno nos lleve·a·dar dema~iadairtiportancia a Ün episodio, frente al cual no es hora de ejecutar acción ninguna. Ponga cara mustia el que se satisfaga con poner cara mustia. Anií rn:e urge Ínás hacerme bien cargo dé lo que ha pasado y de su porqué. La toyuntura 'inspira antes:que indignación otras emociones más libias y socráticas, .·' ·' 1. ' ·Poi muy bajo que se afore el liberalismo español, la facilidad con.que , se ha sU.spendido la- Constitución ycse ha volatilizado el Parlamento parece excesiva. •Pór'ot'ra,parte; no se adViehe que hayán>hechosu•preserúación grandes fuerzas antiliberales capaces de instituii otro 1tégimeriperdurable. Todo ello·nós obliga a·pensar que, aunque hayán pag'tido"el pátb las libertades, el·pato nó es un· triunfo de la reacción. · De esto están convencidos todos los «izquierdistas»; ¿por qué nó lo reconocen?·¿ Far qué én lugar de ello fingen atribuirlo a formidables poderes reaccionarios-'-'como, a su vez, losjesu1tas lo atribuyen todo a los masones? La razónie5 bien clara.' Si las «izquierdas» 'reconocie5en que:fo ·causa de lo acaecido nci e5 un il1explkable incremento de la reacción¡ tendrí'an que reconocer ·la pura verdad¡ a saber: que en España, comoenltalia~los causantes últimos -·cualquiera que' sea' ddetalle de la genesi?-de este fégimen ·extemporá~ rieó son ellas miSrrias por haber dejado que'süslnstitutióries -Parlamento')' Gobierrtó':.::..:perdiesene1prestigió )"la áutóridad sin los cuales no hay foriná politica que se pueda sostener; Y tomo estólo heinos anunciado·do" éehas de veces antes de que acaeciese; te'neinos derecho pleno areiterai"ló despuéS decorisuil1ado:Nó han querido ustedes·· 'riilos que han gobernac ·donf los que'usufrllctuabani!a: oposición
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tecles calificación suficiente pafa presentarse ahora como los defensores oficiales de libert~des que ustedes mismos ha!) desamparado y desnutrido .. · . El caso es poco menos que im:reíble. D.espués de haber. actuado año y años las «izquierdas», úa: en el Gobierno,. sea.en las múltiples formas tleI oposición,. para obtener comoresµltado. la situación actual, no se oye voz aL. guna entre ustedes que invite a, una.revisión táctica, deposiciones, de.conf ceptos. Lejos de eso, la primera cosa que oímos es una inconcebible pro; posición de volver a]mismo Parlamento; D.e modo, que, después de un éxit tanlucido, después de haber errado, pretenden ustetles•que rectifique el u verso y se acomode nuevamente a sus añejos errores.• ; ··, · · . · . Esta ceguera,·enque,se revela haber resuelto Júpiter perderlos, me ob , ga a disoc.iar mi liberalismo del de ustedes; Porqueyoyotrbs queremos, pb' lo visto de otra manera más firme las libertades; a1menos estamos dispuesf tos a rectificar cien veces, tantas.como sea menester; para.conseguir nue-• vas instituciones liberales;:a:.q1.1ienes nadie se atreva. ·· · .. , Y el hecho que necesariamente, orienta a todo.nuevo liberalismo en Es, " paña es que la supresión del antiguo Parlamento se.verificó con el asenti, miento,tl.elaJnmensa may,oría nacion.aL. Este hecho no.es una invención de nadie; fue un acontecimiento de perfecta.autenticidad; y que ustedes aho, ra quieran darlo. por no acaecido y; sin más, reclamen el rictomo a Ja misma institución derrocada; nos descubre cuál.ha sido el error capital de las ,\iiz, quierdas»: ser, ciegas y·sm:tlas'para t.otlolo. nacional; querenquela ·nació!l:se ,, ,, , • ··; adapte a.ellasy no ellas.ala m1ción:.' . , La forma deaquel asentimient.o no parrce canónica a los liberales for~ malistas y, en efecto, no lo es. Pero es que se trata precisamente de un suce, . so en que se revela. la insuficiencia de los cauces legales establecidos. Ese mis- . mo asentimiento ..,-,cuyo hechq fue bien amplio y evidente-. podían haberlo atraído sobre sí las «izquierdas»: Todo lo subsecuente es ya materia.sobre que la contier¡cia pública apárece mucho más dividida y problemática; perg aquel «UD» aj régimen-inveterado fue prácticamente unánin1;e. Sóbre1atló: sis de injustic:ia y exagerac:ió!l.que en aquel
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es preciso llegar a acuérdo sobre otra forma de Parlamento cuyo repertorio , . ;. , •. · : : sea diferente·delaniiguo. • • •.• . ·. •• i:, • , ,. .•· ·Con la propensión incorregible del «izquierdismo» a adoptarpostufas de estatua he~oica; se hadado•encdecfr quelo importante es volverlo antes posible a la Hbertad, sinpreocupa\:se de más: Y tal vez al paleto, espectador de las figuras de cera en las ferias, •le parezca tal actitud la másjacobinay coririlovetlora.; Pero yo no logro pensar así. Sé que· Ja• libertad llegará ·irremisiblemente,: hora antes u hora después; y lo que i:ne preocupa es lo que se haga al día siguiente tldu reaparición. Porque.no es d.esmedida malicia temer que esta prisa poda libertadampare el propósitocde·cortsolidar la urdimbre esencial del pasado: Todo antes que vivir, un día más sin libertad "-Clicenmuchos. Yyo énfrente: Todo antes que reinstalarla inercia nacional. Y desmenuzando el sentido de ambas fórrriulas, sería curioso ver cuál contiene en> infusión mayor dosis de liberalismo. •.. •• • Estamos un.poco hartos de oír quejarse a las gentes, _eri épocas de censura previa, porque no pueden escribir; porque no pueden hablar, y ver que luego, al cesar la anomalía constitucional, no tenían nada que decir y no habfari empleado las horas de silencio siquiera en pensar. Convendría que esta vez llenásemos el almacén para el día oportuno. No; no ha llegado la hora de patetizar ni mucho menos. La reconstrucción de una España vigorosa y libre, por lo menos de un Estado cuyo mecahismo institucional se incorpore enérgico, imponiendo respeto a toda frivolidad interior, es cosa nada fácil y de que apenas se ha empezado a hablar. No creo imposible que buena parte delo que conviene decir pueda aún hoy ser dicho, hinchiendo con cuidado hasta su máxima elasticidad el ámbito que la censura deje. Si ahora se elabora un programa de reforma española suficientemente honda y' con él se afronta el minuto peligrosísimo de reaparecer la libertad, se habrá ganado con creces el tiempo de libertad que ahora se pierde. Mientras ese programa que enlace reciamente un amplio grupo de voluntades no eXiste, muchas personas leales y precavidas preferirán que un velo de tranc sitorias nieblas civiles oculte su ausencia. Su carta salió al paso de unos artículos míos donde me propongo reiterar el desarrollo de un posible programa, enunciado ya en junio del año pasado. Si hubiera usted recordado lo que entonces escribí no se habr!a .., usted resuelto a calificar de negativa mi actitud, sino más suavemente de equivocada. Esto del
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mativo .. En cambio, si yo digo: «Vamos a la.reforma de España, empezat¡.do desde luego la porción posible», lo califica usted de negativol Esto es un poc0 a.rbitrario., conde. Combatamos unos con otros, forjando en cada caso nuestras amias, y usemos en la contienda los inenos tópicos posibl¡!S. España gá7 ;·· naría mucho si .:._ala manera que los nobles sus privilegios en la aurora•deJ~ .·· Revolución-hiciésemos los españoles una renuncia general a los tópicosb • . Y ahora péiinitaníe'usted que.interrumpa este coloquio y prosiga·miS · observaciones sobre una política de aquí y de ahora. No sé sien ellas en~ contrará usted.cosa quele parezca d.iscreta; pero yo he de.en5aya.r atraerJa atención públicá sobre algunas·trasformacione~ ineludibles a que es•preci~ : so someter nuestra nación si se quiere que; algún día, la libertád sea un uso continuado .en España, y de paso que circule sangre por sus venas. Pero.la .. carta que me dirigió destacando. hacia mí su liberalismo me ha obligado •a entretenerme en insinuar cómo es el mío. Sabe usted.que recibo siempre con provecho sus·.escla.recimientos de hombre experimentado, y que soy muy su amigo:
El Sol, 19 de marzp de 1925
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PLEAMAR FILOSÓFICA
presen~e
Uno de· los sfutomas más ;ugerentes de la hora es que los especialistas de todo orden, y principalmente los físicos y biólogos, se sientan forzados a plantearse cuestiones filosóficas y a emplear para ellas métodos filosóficos. Puede decirse que en el horizonte universal se hincha una pleamar filosófica. Bastá para advertirlo asomarse a las publicáciones de cada ciencia y hojear las revistas especiales. Conviene no olvidar, a fin de que cada palo aguante su vela, que algunos habíamos anuné:iado hace diez, hace quinée años, esta sorprendente mudanza. La pleamar filosófica que sobreviene no representa, sin embargo, una anormalidad. Todo lo· contrario. Lo anormal era lo acaecido en los últimos ochenta años. Como en tantas cosas-:.por ejemplo, en política.( «derechas e izquierdas», la vida pública constituida esencialmente en lucha)-'. lacenturia pasada significa una monstruosidad, una aberración de la norma histórica. Y ahora, al mudarse los usos, no se hace sino volver a ésta, recobrar el cauce acostumbrado de los siglos. Así acontece con este retorno de la «ciencia» a lá filosofía. En med.io del general derrumbamiento padecido por todos los poderes históricos que hasta hacé poco regulaban nuestra vida, sólo la ciencia ha.quedado invulnerada y triunfante, más aún, coincidiendo con el universal cataclismo de los prestigios, se le han abierto horizontes.más amplios e imantados que nunca. Nila religión, ni el arte, ni la política, ni la economía, han cumplido sus promesas privativas; sólo la ciencia. cumple la suya. Cada día descubre una ley cósmica, nueva, un nuevo hecho, un nuevo nexo rigoroso entre los fenómenos naturales. Pero si la ciencia ha podido atravesar la gran crisis presente;invulne, rada, no puede decirse que haya quedado intacta. Basta.ría para·advertirlo con que pusiésemos el oído a los ataques que la «verdad científica» sufre precisamente en los países donde mayor y mejor porción de ciencia se produce.
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Pues·acaece lo siguiente: la «verdad científica» es una especie exquisita de; • verdad; es, en un determinado sentido, la verdad de más quilates. Esta SU"'' perlar calidad proviene d~ que la verdad científjca es exacta y es rigorosamen- • te comprobable. A su vez, esta exactitud y esta facultad de ser.comprobada· . provienen de ciertos métodos y condiciones que se emplean para descubrirla. Mas tales excelencias conquístalas la «verdad científica» a costa de no pocas desventajas. Y una de éstas, sobre todo, es ele importancia gigante. La den=: cia logra fabricar una clase ejemplar de verdades, gracias a que renuncia a resolver los problemas fundamentales, Así la física descubrirá fas leyes rigo-;. rosísimas según las cuales acontecen las modificaciones ele la materia, pero no nos dirá nunca de dónde procede la materia. La biología llegará a averi"• guar con suficiente rigor cómo funciona.el ojo para ver y el estómago P¡ªr~ digerir, pero no nos revelará nuné:a qué es la vida misma del org.anis~oy; cómo se origina. Más aún: de no intentar resolver tan grave5 y últimos pro'. . blemas· •ha venido. a hacer su Virtud mákima. Los métodos que·emplea·son· ' . . exactos, pero incapaces de responder a las postreras preguntas. ' . •. • . .. . Hasta aquí no habría motivo alguno de queja. El que da lo que puede ha cumplido. Pero es el caso que la ciencia, no contenta con poseer la mejor· clase. de.verdad, ha pretendido que sea ésta la única y exclusiva. El hecho de esta pretensión exorbitante se ha producido, claro está, en el siglo.XIX, que fue el Siglo. de las grandes pretensiones. Ya hoy empe:Zamos a ver, con alguna sorpresa, que elrasgo más saliente de esa centuria fue el imperialismo; Durante ella cada hombre o grupo humano quiso mandar sobre los demás; y cuando •esto era imposible,. inventó la manera de que, al menos, no man,. ... clase nadie, con la secreta esperanza de que; hallándose vacante el Poder, •puc diese en una hora de descuido arrebatarlo cualquiera. La democracia fue así un rodeo que se buscó para hacer posible el imperialismo del individuo. En el orden de la cultura aconteció lo propio. Es curioso asistir al proceso en el que'las ciencias y las artes, que•en edades anteriores convivían_jerarq~iza~. das, localizada cada cual en su lugar, empiezan a.declararse pnmero md~ pendientes y luego a querer dominar todas las demás. Hasta la música, que había conservado siempre el lugar:discreto y modesto que le•correspm1de y se limitaba! a extender en las Catedrales los terciopelos acústicos del'ór~ gano, o a sonar.dulcemente al fondo ele un banquete o a infiltrarse e~t~e los movimientos de un•sarao o, cuando más, en fin, a punzar en un pasajero ocio di camera los corazones, comienza a•dar de codo para aventajarse;•y · reclama: larga y densa atención en: conciertos públicos; donde clesdéña el auxilio del drama; lá danza y el decorado, con quienes antes colaborabad;.as .. graneles sinfonías se proponen ingentes y profundos temas y·c:~n :Vágrtet; '. cuna del imperialisrrio.musical;pretencle esta musa ser todo y no dejar nada
fuera: la ópera wagneriana quiere ser la obra artística integral que absorbe y humilla la voz. humana y su melodía infinita no·se contenta con menos que _con representar la nueva religion y la nueva metafísica; El wagnerismo fue .Ja invasión n¡ipoleónica ele la musicalidád,. que envió por todo el mundo el estruendo de orquestas; numerosas como ejércitos con sus trompas beligerantes, con·sus violines aguerridos, el arco amenazador en: la mano; estraté• gicamente disciplinadas por ese mariscal deespaldas que•es el Kapellmeister. . No se veá en estordesdérialguno hacia el valor musical de la obráwag• neriana, Aunque ella fuese la culminación del arte músico; la pretensión que •la inspiró, de convertir la música en un poder.soberano de la• historfa, nos ·parece hoy exorbitante; monst:hiosayrldícula:Es vano esperar tanto de la música¡ que no contiene en sí tesoro suficiente para guiar•y nutlirtoda la vidahuniana, suplantando 'la religión y la filosofía e· éomo•eí: fracaso resiüta siempre de la desproporción entre la esperanza y las· consecuencias '-'-quien •n:ada•promete ftuhcá fracása-·-·' rio es extraño que a-tan vana aspiración ha.ya •segrtidb' la humillación de la'rtiúsita que a.hora:presenciamósL•Elja.zz'band con su negro antropoide es el castigó del arcángel wagneriano que quiso ser como Dios: La música'V:uelV-e•á su lugar ene] fondo del•banquete yehincón del.sarao~
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. . Otro fenómeno imperialista, peto deniayore5'dünensiories, fue la•gtan ;subversión de la ciencia·eJlpérinierital, especialmehté de lil'Ífsica; Habíá ésta nacido en Grétia como un'cónociniiento de ségtindó gtádo.'Por encinia de ·ella. se alzaba' la ciencia primerá, la p1im'apliilosoplíia, que e'ra'un conodc · miento esericfal!de las primeras y últimas realidades, de lás definitiV'as. La física se ocupaba y ~e o'cupa sólo de realidades intérniedias, de los fenómenos o apariencias que emergen ante los sentidos. Y, adaptando lafórniula acuc ñáda en la ácadeinia platónica; más bien que conocer; aspii-abii únicamente a «:Salvar Ias apariencias, los fenómenos» .t:...:.lafainómena sózeüi-; 'es de· cir; a ordenar las cosas perceptibles' según leyes de coexistencia y sucesión, •en forma que podamos ton todo rigór'prédécir los hechos niaterialés. Nb 'pretendía propiamente corriprender'ló qué'es elUnivérso,:sino fari'sólb'avéc riguar de él lo necesario para poder prever los acontecimientos. Su verdad 'rio era, pues; réveladora, periet'rante, profunda; iluilliriante; i'nteligente: era, Ien'cambio,)Jráctica, útil. Las leyes físicas no sori descubiertas coriun pro" ip'óSitó'~tllitario; pero llevan en síla condiciónde!poder'sér siempre apliéác das; :Sil:Véri páiá facilitar al hombre el detálle de síi vida· mas rio resuelven' · .. ' ,: ,._.-__ '' -_ ' riísiquiera atacan los grandésproblemas hincados eh el alma humana•. •, · · Siglos' y siglos se ha mantenido la física cfrcunscrita a su verdadéro ofi~ Cio. En esos ~iglos ha crecido yha realiz~do sus mayores éónquisias; Pero he aqtif qile eri el pasado lo:S la:boratórios'se sublevan'y proclamiin•la doctrina '''
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de que la verdad física es;.rio una forma de verdad entre otras, sino la única\ Asume con exclusividad el título de «ciencia>~, negándoselo a las demás cas~ tas de. conocimiento; como son, el pensar filqsófico y el milenario saber.vi7 tal de que us~os en la vÍda espontánea .. Entonées fue cuando para toda ideá que no fuese meramente descriptiva o experimental se forjó, como una ape7 !ación desdeñosa, el título de;<
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social intermedia era símbolo de su psicología. El burgués no es el hombre guerrero de las grandes decisiones, ni es el hombre religioso de las sublimes contemplaciones,_es el hamo oeco110111irns, el hombre que atiende, sobre todo, a"lo útil. Allá ~nla hora germinal de nuestras naciones occidentales, mientras el hombre de guerra erige el castillo de ofensa y defensa y el sacerdote levanta la iglesia con una aspiración de fuga ultraterrena, el burgués organiza un mercado, planta a su vera un taller y se ampara creando la técnica social del derecho, la jurisprudencia. El burgués es mercader, fabricante:, juez y abogado. Deja al guerrero el afán de dominar a los hombres y se preocupa de dominar las cosas. Crea la técnica, que es la cultura de los medios materiales; crea la policía y la justicia pública, que son la cultura de los medios sociales. El día que triunfó y pudo desalojar al guerrero y al sacerdote, la humanidad europea quedó confin'ada•a una c11ltufa.toda de medios yde irttermedios. En ella hemos sido educados; de élla a5piramos a evadirnos;;Era natural que bajo"la.constelacion de la•burguesía la ciencia experimental celebrase su hora· culminante. ci - ' • '.· • · La nueva pleamar filosófica revela· que un nuevcl tipo de hombre fniéia su dominación, Yo he procurado reiteradamente y desde dist;intas'vertientes sugerir su perfil: es el hombre para quien la vida•tierte un sen'tido deportic voy festivo: Sin embargo; no mé he•decidido nunca ar desarrollar lo: que bajo ~e título entiendo: me aterra un poco la ardua labor que tal empresa requiere y; sobre todo, la audacia'inevitablea que obligai•Porque ello llevaría: ahunClir bien honda la mano enfos senos más ocultos del hombre moderno ybucear en el cieno para cazar fas perlásmás valiosas:Detddas suerte5;me.hao bía propuesto atacar;por fin,'el tema con toda su amplitud en un curso extra~universitario de conferencias que-preparaba para Buenos Aires. Un destino adverso me impide este año gravitar desde esa ciudad hacia el cene tro de la' tierra. Espero que:se logre mi afán el año próximo. Entre tanto, la velocidad de los acontecirriientos espirituales es tal al presente;rque dentro deun'añó lapleamaHilosofü:abatiráya los más adusc tcis•promontorios:·' _, - ',; "·' é· ,: ' •. "' "' "· ,,, .,,;; · · ConViene,'no obstarité; hacer cónstar que nada ni nadie puede hacer~ 11.os abandonar la vieja ciencia· experimental: Su á:ceso de última hora no : p1~rnlite olvidar su gloriosa y ejemplar fecundidad,•La·sazón n.6 es para abandonar el ay~r, sinó para integrarlo·ccin el mañami: x1Lr .: ·· ' ' ' ' i.
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LaNación; lO'de mayo de 1925 . . i:'
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LA METAFÍSICA Y LEIBNIZ
E.1 único sisteirla filo~~ft~o q~e h~ podido ser expuesto Íntegramente en .
unas pocas páginas es el de Leibriiz. Esto indica, por.lo prorito, que su a~t~r .. ha pensado sus pensamientos conniná claridad sin par..La Mo'.ta~ologfa,un17• ca exposición total del sistema leibniziano, es; en efecto, un libnto de po~as páginas, un epítome de noventa tesis, cada una de las cuales: corno un dia- : mante se transparenta y a la vez irradia en torno una luz eterea. Yo no ~o~ nazco obra·de la mente humana que más se parezca.a un aparato de reloJe" ríaoLevantarriós la tapa•de este breVísirno volumen yvernos dentro funcionar , el:universo con su secreto rodaje.. ., . . . . , ,. : Corno uri crónico castigo. de cie~tas ideas atropelladas y falSasirnirnpt·· este hecho de la.claridad leibniziana .. ¿No es una burlesca coincidencia que él•· pensamiento más tlaro del planet.a hay~ !lore~ido enla cima d~l ?~oquisrn~:¡ que, según se dice, representa.la s1rnpat1a hacia lo ':º.nfuso ~ cao~co. hab1" do aquí evidentemente un desliz del poder que dm~e la histona. Guillerm~ Pacidio{Gottfried Wilhelrn) debía haber nacido haC\a el año 400 (a. de]; G;) en Atenas, que es.a lo que parece el lugar común de la claridad y dela•sen" cillez. Mas, por equivocación; nació de casta. eslava en Leipzig, a la altura de; 1646.. Este desliz de. la.Providencia nos invi fa a corregir el nuestro Y:lf hablar con menos certidumbre de la claridad helénica. Porque.no. tiene duda:' Fidias séráun escultor divinamente claro; pero Platón y Aristóteles no son; corno pensadores; ejemplos de. claridad; ¿Qué s:ntido tiene extender po_rpuro crédito;y sin directa intuición de las cosas la virtud de la escultura _gnega•at resto de sus actividades? Platón no es claro,:conyiene repetirlo. Platon es.hoy un puro misterio. Aristóteles es más transparente; pero, aun así, está lleno de. · simas oscuras, y buena. parte de sus frases -quiero decir de la parte de sus, obras tituladas, sean escritas por él o transcritas por sus discípulos-p:r-; rnanecen todavía herméticas, al cabo de veinte siglos de comentarios. No s1g-· nifica esto que los dos maestros de Grecia me parezcan el superlativo del
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oscuridad; pero sí que comparados con Leibniz serían ellos los enormemente barrocos, y .éste e5 el clásico, suponiendo que lo clásico sea lo claro y sencillo, cosa que me parece demasiado clara y sencilla para ser verdad. . La Monf:!dologfa es una metafísica de bolSillo, corno todas·las·buenas metafísicas. Pero ¿qué es la metafísica? Mon Dieu! La·rnetafisica... La metafísica es larná'S inúttl de todas las ciencias y por lo mismo la más honorable. Al menos esto es lo que literalmente dice Aristóteles. Y Platón, cuando quiere calificarla de manera más aguda, dice que es la «ciencia de los hombres libres»; se entiende libres de trabajo, ociosos, deportivos .• ¿.Por qué la buena metafísica es de bolsillo? Porque debe componerse, no de tiradas verbales, más o menos incitativas, plausibles que necesitan estirarse en ur1 amplio volumen, sino de. definiciones y argumentos huidos, puro nervio dialéctico, triple extracto mental que se aloja•holgádo enµn bre've repertorio. La metafísica debe ser vademernm. · El gran estilo de pensamiento se ha perdido hace mucho tiempo en Ene ropa y ha quedado recluido en algún que otro físico. Hablamos, prosificamos abundantemente, necesitamos págirias y páginas para ocultar nuestra miseria dialéctica, nuestra falta de músculo enjuto, breve y elástico.que da el golpe certero de la prueba. Yo no he conocido personalmente a nadie en mi tiempo que posea este sobrio rigor de la auténtica eficacia racional. Sólo he sabido de uno sin que deba a nadie haberlo descubierto. (Entre parén1 tesis, un fenómeno curioso que atrae la reflexión: ¿cómo se puede vivir en Alemania los años que yo he vívido sin que alguien me dijera que retirado enZurich vivía un sabio. defauna antigua para quien pensar no era escribir, sino forjar y huir los tres, los cuatro, los cinco argumentos que cada problema exige? Esto quiere decir que también en Alemania la vida intelectual estaba deformada, impurificada por hábitos e intereses administrativos y.políticos: el «profesarismo»,las «escuelas», etcétera. Las cosas, afortunadamente, van cambiando. Los espíritus mejores se van decidiendo asacudirse todas esas impurezas y adoptar la pura actividad deportiva, única que permite la absorción del máximum de verdad posible en cada époc;. Hoy ya lo ~an sabiendo muchos ... que vivía en Zurich un sabio de .estilo antiguo, Franc1Sco Brentano, arrojado de su cátedra de Viena. De este hombre ha nacido toda la profunda reforma filosófica que hoy comienza a imponerse en el mundo. En 1917, cerca de los ochenta años, murió,o tomo dicen los chinos mejor, «saludó al mundo». El día antes trabajaba todavía en unos argumentos sobre la teoría de.la relatividad, publicada'porEinstein en 1916. En Toledo tuve ocasión de descubrir a Einstein esta ejemplar figura de pen" ,sador, que por las mismas razones que a mí, le había pen:Úanecido oculta, no obstante habitar en la misma ciudad. Aún recuerdo que en 1911 pregun-
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tándole a Coheri por su contemporáneo, sólo pude extraer esta frase: «No se ..•. puede negar que es umi cabeza aguda». Toda mi devocióny gratitud a ~~re · burg estáninexorablem¡;nte compensadas por los esfuerzos que he temdo que hacer para perforarlay salir de su estrechez hacia alta• mar~. · • . .··' Una vez que ellectory•yo hemos emergido de este paréntes1S-todo pac réntesis tiene algo de fosa o de cárcava en que se cae-· tomemos a pregun" tamos qué es la metafísica: Por lo visto no es cosa sobre lo que quepa d~da. Tomemos el primer libro de metafísica que se ha compuesto. Su autor es :Aristó" teles y trabajaba en él antes de Jesucristo. Allí leei:nos que la metafísica o fil losofía primera es la ciencia de lo real, en cuanto reaL Abra~os a~ora'~l.más reciente: Su autor es Driesch;un gran biólogo; que se ha rearado a la filoso" fía ylaprofesa en Leipzig. Hace unas semanas ha publicado un pequeñ~v~c .• lumen titulado MétaftSica. En él leemos: «La metafísica se ocupa dda sigm'f• ficación que tiene la palabra "real"». La coincidencia es perfecta, .máxime si•, . . advertimos que Aristótele5, fa definición susodicha. suele añadir esta· otra•·· frase: «lo.realse dice de varias maneras»; esto es; tienevarias significaciones:· . Es, pues, la metafísica una de las ocupaciones menos serias que cabe ima0 ginar, una labor de gran mansedumbre; perfectamente compatible cpn la trai;" ¡ quilidad de la república. San Francisco se alimentó durante toda una sema:na · del canto de una cigarra. No menos sobrio, el metafísico se preocupa sólo de' · la: significación de un vocablo1No se dirá que es un ansioso el metafísicb:Por esta razón se apartan de él y de su disciplina todas las persom!S verdaderamente'• serias y, sin distraerse;· avanzan rectas hacia sus negocios y menesteres. . Todos los síntomasfadican que la metafísica es unamanía. Así loreCo"-'·· nace Platón, sólo que para dulcificar las cosas -era él hombre de grandulL cedumbre, que llevaba el corazón abierto a fin de que en él melificasen las · abejas- diría que es una divina manía, theía manía. ' . ·. . ··· ··'' ! .·• •El caso del metafísico Leibniz es el más curioso. Porque Le1bmz fue todo lo que cabía ser en su tiempo: fue político, embajador, se afanó en grandes;' . tuestionés internacionales, como la unión de las iglesias cristianas; fue.ffi~••. geniero, hombre de negocios,jurista, historiador, secretario de príncipes;"hi"' bliotecario y hombre de mundo. No ha existido en la especie humana alm~, más capaz y multiforme. Sin embargo, sus últimas e íntimas aficiones e:tanJ la pura matemática yla pura metafísica; Cercado de obligaciones, sólo po~ 1 • día dedicar aquellas ciencias breves ratos de ocio. y corno sólo holgaba: en las jornadas de sus innumerables.viajes, fue en la éarrozaperegrlna, :tarido por la ventanilla la lenta fuga de los campos, donde inventó·tod,~.~ unamúeva mateináticay toda una'nueva:metafísica.• · ·· "'''
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.·PROBLEMAS DELASPECTO HUMANO.
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el cuerpo de un ¿vemos un o vemos un hombre? Porque el hombre que decimos ver no es sólo un cuerpo, sino tras ull cuerpo, un alma,.espíritu, psiqué, yo, tbnciencia, persona; o corno se quiera dellominar esá porción del hombre que es ajena' al espacio; que es idea; sentimiento; volición, memoria, imagert; sensación, instinto; Dicho de otra rnáne:ta: ¿'el cuerpo humallb es por su aspecto cúe:tpo en el mismo con~ cepto en que lo es un i:ni:rieral? No se trata ahora de si la química puede ci no reducir a los rniSfnos elementos últii:nos.tin orgariiSmo hümano y un rníne,ral, sinóde si' el < del uno se püede reducir alas mismds componentes qtle'er«aspectó>> del otro: ·• n:· · '· ' · ·· • . ' '•·La ciencia de los «aspectos»' delas cosas, de sus fisoncíi:nías, está rnucho más retrasada que la ciencia de las cosas mismas; La razón de ello ·es obvia .. El asp'ecto nos sirve de signo o dato para advertir la presencia de la cosa, y como es esta misma la que utilitariamente nos importa más, vamos a ella por el camino Ínás corto, desatendiendo su aspecto una vez aprbvechada la función designant'e que ejerce. . Lafol1na humana collrn el mineral pertenecen· al géllero «cuerpo»; una y otro ocupan e5paeio, tienen figura y color, son,'en süma, visibles~ Sin embargó; se diferencian como una especie de otra.Hay, enefecto;.dos especies de cuerpo: e1 mineral y la cáme. Podrán; en última instancia analítica, serlo mismo; pero como fenómenos o aspectos'sbn esencialmente diversos. El aspecto• camal es pecmliarisimo e irtconfundib\e; N b'te cada cual su diferente actithd ante la piedra o el gas; y ante algo que presenta esa caracterísc ti ca facies de la· carne. " . ' '• Mas ¿en qué consiste su diferencia? Ni por.su color ni por su figura se diferencian esencialmente: lo visible en ellos es'igual, silo mirambs·desde el punto de vista rigoroso: La diferente actitúd nuestra ante la carne y ante el mineral estriba en que,a:l ver, carne prevemos algo más que lo que vemos;
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la carne se nos presenta, de5de luego, como exteriorización de algo, por esenc cia, interno. El mineral es todo exterioridad: su «dentro» es un «dentro» relativo; lo rompemos o d~smenuzamos, y lo que era porción interior se hace externa, patente, superficial. Cabría decir que un cuerpo inorgánico se compone de infinitas superficies conglomeradas. Mas lo interno de la carne no . llega nunca por sí mismo, aunque la tajemos, a hacerse externo: es radical, absolutamente interior. Es, por esencia, intimidad. Esa intimidad solemos llamar vida. A diferencia de todas las demás realidades del Universo, la vida es irremediable y constitutivamente una realidad oculta, un arcano, un secreto. La causa de esta consubstancial latencia y como recato metafísico de la vida es sencillamente su carácter inespacial. Podía definirse el espacio como la posibilidad de la exteriorización. Kant lo definía•como la posibilidad;d~l «estar junto», de la coexistencia. Pero estar dos cosas juntas-.por ejempl~ dos puntos, es .estar uno fuera de otro, es ser exterior, forastero uno a.otra; Claro es que esta mutua externidad de lo~ .elementos del espacio.encierra !amr bié.n un misterio:. la continuic)ad. Entre dos pJ.mtoshay «ocultos» infinitqs puntos; pero esta porcicín latente del espacio puede ser, puesta de manifiest to hasta el, infinito y, además, no se.diferenci¡¡, el1 mu;la cieJ:,iporción Y
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todo. Pero, aun en este caso, nuestra abstracción-.-base.dela física- no es completa. Enefécto, si pensamos en la totalidad del cosnios materialy, Fomo Kant decía, miramos las estrellas sobre nosotros; creémos ver-en ella Jatente unpo,der oculto y su existencia se nos presenta como el término.de un gesto creador, del mismo modo que aldivisada curva trayectoria.de una piedra por él aire buscamos en tomo el brazo que la ha lanzado;,Y soninú~ tiles todas las reflexiones a que;e! prudente-agnosticismo· nos invita; y es_ in, diferente que nuestra cautela científica nos proponga eludida idea tradicional de-un Dios creador: el fenómeno se produce idénticamente,, siempre fresco y eficaz, constituyendo; sinduda, un hecho primario que eternamente , ; . ;: , moverá a plantear ciertos problemas metafísicos. , . , _Pero dejemos esta cuestión.de nuestro.contacto misterioso .con la vida latente en el cuerpo extrm'io y con el.alma oculta en el c'uerpo del prójimo, tema último que lle'[a sobre sus hombros toda la sociología. Si nos.atenemos a-lbs hechos y evitamos.deformarlos con teorías-preconcebidas está,fuer¡\,de duda que no vemos nunca el cuerpo ,del hombre .como simple cuerpo;.sino siempre como carne,_ es decir, como una forma espacia}cargada, casi eléc.tricamente, de.alusiones a una intimidad, En el mineral nuestra perc_epéión descansa,y termina en lo que de él es.visible:. en el cuerpo_lrnmano; por el contrario, la figura visible no es un término donde concluye nuestra perc ,cepción, sino que nos lanza haci¡\ .un más, allá que ella representa. ; ' ';Lqs minerales son cuerpos ,que no:representan otra tosa:,por,eso,nos bastl\ con mirarlos. El cuerpo humano, tiene, _en cambio, la funciórtde representar un alma: por esq mirarloimporta; entenderlo, interpretarlo. El cuerpo humano es lo que es y, «además», significa lo que él no es-un psique. La carne del hombre manifiesta algolatente, designa alma, tiene significación, expresa un sentido. Los griegos a lo. que tiene sentido llamaron lagos, vocablo que los. latinos vertieron en el suyo verba. Pues bien, en el cuerpo del hombre el-verbo se hace carne-_,-en rigor, toda carne encarna un verbo; un sentido. La carn,e es jeroglífico., -, , , , ___ . Nuestra actitud espontánea ante una forma de hombre no es la de un físico, sino.la de un.descifrador de jeroglíficos. Tendríamos que hacer una violenta abstracción para amputar a la carne presente su carácter de representante de un alma para quedarnos con el mero cuerpo físico,químico y conseguir mineralizar al prójimo. Merced a la carne humana, y sobre todo a sus gestos, nos hemos olvidado por completo que en el Universo existe la expresión, que la expresión es un fenómeno cósmico, último e irreductible a todo otro. Pero no es _sólo el gesto lo expresivo, sino la forma misma del ser vivo y todos sus actos, todo el animal, ¡quién sabe si toda la naturale2al
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~ Cuatro siglos de cultivar intensivamente la abstracción mecanicista han
embotado sobremanera nuestra conciencia de este cósmico hecho:· la exi presióno-Y han logrado ¡::¡ue nos parezca más.ihisoria de lo que es en verdad · una posición ante el mundo .como la que N ovalis llamaba «idealismo mágil co». "· ' ·,. . ·, •· . · · Sólo monsieurHornais sigue aúncr~yendo que la física es' una reptel sentacióri !idecuada delmurido. En cambio, los grandes físicos de nuestiós día:s; llevando a madurez la gran idea de Kant, sabenque la teorfa fisica1es una pufa:tonstrucción cuyo contenido no' tiene natla que ver con la realidhd cósmic¡LLo que' el conceptofísico piensa no pretende tener homogeneidáí:l niriguna con lo-real: se contenta conser congruente como lo so.n dos pala1 bras de dos idiomas que se refieren.a la misma idea. La física es, también\ pura interpretación y'trimsposidón de lo real á un medio original: la idedc lbgíamecánica." ' '' " · ''' ""'J Queda:, púes; siempre la posibilidad de retornar al fenómeno prima1 rio•e irtterpretar la'nattirálezad.esde'sú 'otra vertiente. Sólo así tendrfamo~ una'idea completa del·cosmos:' etmundó tomo'movimientóy como gestil tula:tión, como física y como físiognómii:a, Aquélla serviría para la tétniciá\ ésta para el trato vital con las tosas: ·'' '' ,., . Hay formas'que además de su estructura geométrica poseen ese peéu1 liar aspecto de la intencionalidad. Al verlas sospechamos infuso en ellas un sentido., una intención de algún ser dotado de intimidad; Atentamente miraclala naturaleza toda es como ese insecto que llaman Bostrychos t.JlpóL. graphus, el cual deja en el tronco de los árboles signos que.parecen letras. ' •
·. füfNacióh, 12 de julio de' 1925
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DEL HORROR AL LIBRO
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'.E~una re~ie~te conve~sa~ión deBarcel~U:. 1
que ha divulgado El Sol¡ se queJ~ P10 BaroJa de que en España y la América española no se venden apenas hbros; El hecho es conocido, ilustre y posee toda la dignidad de una tradición. Sin embargo, conviene hacerlo constar periódicamente para que no nos hagamos ilusiones los que vivimos dedicados a poner negro soore blanc co. En cuanto deja derepetirse la advertencia se forma por' generación ese pontánea la con5eja· de que en España, y sobre todo enAmérica,.ha·aumenc tado mucho el consumo literario. Escritores yeditores movilizan entonces ,~uevas flotillas.hacia ~l supuesto·Eldorado, y los mejores' afanes,. los mayo" res esfuerzos,,sirven solo ·para organizar naufragios:· · . ·.. ,, Baraja insiste en que se vende poco porque selee poco. Para mí esta exc plicación de tan humilde aire perogrullesco es la pura y simple verdad: No obstante, tiene el rango de una adquisición cientifica: Porque es curioso notar que todos los que nos• hemos preocupado de la cuestión hemos tardado ~ucho .en torn~r a ella. Yo observo cómo van pasando todos por las estac10nes de una misma trayectoria cuando han querido perescrutar las causas del ferró.meno. Se comienza por iriculpar'a los escritores, se sigue por acusar a los editores, luego se enjuicia·a los libreros y se concluye por caer en la cuenta de que estamos haciendo libros para pueblos que no leen; que no han menester de ellos. Sorprende, en verdad, la resistencia inicial que sentíamos ~ recono~er tan evidente hecho y el empeño de inventar sutilmente las mas complicadas e imaginarias explicacidnes.>Es más: la última averiguación se s~ele hacer en ~?s tiempos, demostrando así la aversión a aceptarla .. empieza por admitir que en España no se lee; ·¡pero, en cambio; 'en América L.. Yla verdad es quetampoco en América se·necesiia del sólidó impreso . Claro es que dentro del universal horror' allibro; inscrito en los destinos es'pañoles; hay algunas ,diferencias éntrelos distintos países que esjusto su" brayar. Así, en la Argentina se consume'relativamertte más lectur~ que•erl
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España. Pero, entiéndase; relativamente nada más. El público argentino, has, ta el día, no podría sostener una industria librera medianamente saludable .. No basta, empero, decir que se lee muy poco. Es conveniente, por mue chas razones, hacer constar que se lee hoy; relativamente, menos que hace unos años. Para ello podrá haber razones económicas, pero yo sospecho que más decisivas son las espirituales. Sería incongruente enfrontar la cifra.del mercado actual de libros.con la de hace treinta años. Así no se pueden hacer las estadísticas. Ha aumen~ tado sobremanera otra porción de factores-<;!ntre ellos la población de ha~ bla española, sus necesidades técnicas, etcétera- que es preciso descontar, Fuera más interesante y rigoroso comparar el crecimiento del mercado español, en ese período, con el de Italia, Francia y Alemania. Entonces seye~~ claramente el retroceso. La estadística no. puede olvidar que las realidade§ económicas son magnitudes en movimiento, y que una cifra aritméticamente mayor que otra ]Juedé realinente,. dinámicamente serle inferior.. · . .Entre tanto, sienten ahora.franceses y alemanes una verdadera pasión por el libro. El culto a lo impreso sé ha filtrado hasta capas sociales quéan:tes .no.lo sentían. Se ha llegado al refinamiento de luchar los comprador~ por conseguir, a precios elevadísimos, ejemplares de la primera edición d~ libros nuevos y aún nada gloriosos. Este verano conversaba yo con unas·set ñoras francesas, de espíritu y régimen de vida completamente burgueses¡ y me produjo superlativa s0rpresa hallar que conocían al detalle, no s.ó~ola producción reciente, sino hasta la fu turá, y esperaban con curiosidad las obras que los autores aún premeditaban. . '·· • . . ·•· • · · . Al mismo tiempo, la: vida estival que nos induce a hacer cosas tan surdas, las cuales rechazaríamos indignados si nos fueran propuestas en cual, quier otra estación, me llevaba con frecuencia a merendar en un hotel don, de.solían confluir familias de la burguesía rica que; oriundas de todas1as regiones peninsulares; se acogen al Cantábrico; Sin apetito ninguno de ~lló, •. yo· me enteraba de sus conversaciones, porque esta burguesíá, tan zafiaytarc estólida, habla.a gritos. Y eta·vicrdaderam.ente increíble el repertorio deleT mas;que,,sin.excepción; llenaba.las conversaciones .. Sólo asuntos caser
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los mejores, cuya coincidencia más me importaría, censuren mi beligerancia contra los. filisteos. Es una gran pena porque, mirando bien las cosas, es . ésta una hora excelente para dar un empujón hacia arriba a nuestra raza. Las . grandes nacjones decaen, a pesar de todos sus esfuerzos, irremediablemente. Su grandeza de ayer las arrastra hacia lo hondo, fatigadas y enfermas. Es la sazón favorable para los pueblos menores. Pero no habrá manera de aprovechar para España la circunstancia si no llega una generación resuelta a no tolerar que el «pequeño burgués» dicte la norma y sea la ley en la vida peninsular. Es preciso que nuestra existencia colectiva rebase de ese míSero repertorio intelectual y moral. Es preciso que deje de parecer aceptable esa falta de curiosidad y de interés, de ensayo y de aventura; ese achabacanamiento y domesticidad. No es ciertamente en la política donde radican los grandes problemas de España, sino en la vida cuotidiana, en las maneras sociales. . Síntoma en parte, y en parte causa, de esa angostura espiritual-pobreza de ideas, torpeza de costumbres-,,- es el horror al libro, Cada libro que leemos abre ennósotros un poro hacia nuevqs paisajes.y excita nuestra voluntad en dirección a empresas insospechadas. • •. . . · Pero si en vez de considerar el hecho de que nó se venden libros desde el punto de vista nacional lo mirásemos en relación con los intereses lit~rarios y .científicos, yo p.ensaría-aunque se juzgue.paradojá-.- que es, más , bien, favorable. En med10 de.la desatención pública;.las letras.y las cien" cías puras se refinan y cendran. Así, durante estos años de mengua en·lillic brería ha conseguido la ü1telectualidad. española una estimación universal que no. había gozado antes. Nunca se han traducido a idiomas extraños más libros castellanos que ahora. Y si se quiere ser justo será forzoso reconocer que nuestros escritores y hombres de ciencia han ganado últimamente mudias más batallas y más ünportantes que nuestros ejércitos, sin disminuir en un ápii:e la honra y gratitud que a éstos se debe.Lo que pasa es que la masa nacional no ha colaborado en aquellas batallas ni siquiera en la forma más sobria, que sería enterarse, al menos, de ellas. ~ara los intelectuales, lo he sostenido muchas veces, la actitud m~j~~ es considerarse como unos jugadores qué juegan por pura afición a un juego difícil; el ajédrez, por ejemplo .. Sin más pretensiones, pero también sin más rnmpromisos ni obligaciones. Pe esta manera, su obra será más pura y su gremio más limpio de.ambiciosos y gente equívoca·.. • ,.
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El Sol, 15 de octubre de 1925
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MAURA O LA POLÍTICA
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He aquí a don Antcmio Máura «tal éorno en sí 'mismo ;la Etemidad le é:áníbia». :¡Magico poder el de la muerte que elevando al hombre sobre la vida,; nos descubre su verdadera realidad! La muerte, corno toda cima, tiene su graciadeTabor: transfigura y alquitara la personalidad. Maura-mientras: vivió no fue lo que era «ensimismo», sino, más bien, lo que era ennosotrosj· en nuestros odios o entusiasmos. Su figura se desmesuraba al refractarse· en la atmósfera densa de-nuestras pasiones. Ahora comienza su transfiguración:· eÍ1.:figura histórica. Se escapa de nuestros ardores, recoge la imagen que pro;-' yectaba sobre el alma del amigo o del enemigo; y, quieto, para siempre quie~: to;retoma a sí mismo; El paso de lo uno a lo otro ha sido esta vez literalrnent~ un paso -un último escalón que no se ve aquí porque se ve el primero de· allá. Este hombre, nunca enfermo, muere fulminado corno los favorecido$;' sin tránsito; de la vida apasionada se ha evadido_ a la claridad del mito. Másque morir, simplemente ha dejado de vivir.
-. El muerto queda fijo, corno elevado en su hora: Entre tanto a ~º5,~~; tras el tiempo' nos empuja hacia adelante, y cuando.volvernos la cabezave~-: mas aHenécido allá léjos,al cabo de una larga perspectivai'La distancia'se:! engulle los detalles, y dela persona' deja sólo la esencial arquitectura. Cuar{i>1 do quedan sólo anécdotas es que no había otra cosa. __ _ ·_ Errrigor, donAñtoiiio Maura se había ido alejando de la actualidad enlosi' últimos años. Los acontecimientos interpuestos entre su labor pública yla 0 , fecha que corre habían comenzado a darle una lejanía histórica. N.uevospro· ,blernas, nuevas batallas, nuevos odios e ilusiones habían hecho olvidar los quer
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batieron espurnantes en tomo a su gesto, y los antiguos enemigos, evaporada la hostilidad, yeían hoy ya claramente lo que hubo de acertado en su actitud. _ .Yo no he hablado nunca con estepuevo_y grande ausente: le he saludado una o dos, veces. Probablemente no le hubiera complacido mi trato, ni a mí el suyo: soy demasiado «intelectuab>, cosa que Maura no fue nunca en me.dida .ninguna. Si el que se halla a mi vera no _emite ideas claras y precisas, siento pronto angustia respiratoria. Pero esto.es una·lirnitaciónmía, y no se me ocurre pensar que las ideas claras y precisas sean lo único, ni siquiera lo más importante en el mundo. No sobran, ciertamente, y sin alguna do 7 sis de _ellas nada llega a su perfección. Don Antonio Maura no.fue un homb_re de ideas, puede decirse que ni: era un homb~e de elevada cultura. Al menos en sus discursos y en su acción no hay huella devastas yvariadas curiosidad.es. Apenas sí debió leer otra cosa que algiln0s clásicos castellanos, lectura estimable, pero de escaso rendimiento y estéril para educar la mente. • Sin embargo, este hombre ha sido, ::i mi juicio, el único político que _ha habido en España durante los últimos cuar_eJita añqs .. PolíÍ:ico,. hablando en serio, sólo es quien tiene una polític'.l.Alos demás,lapolíticalos tenía. Unos, porque se contentaron con sortear l"\s cuestiones.según se presentaban, de modo que iban al estricote delos sucesos. Otros, los radicales, porque se acercaban a la vida pública presos en la escafandra de un sistema , _de conyicciones jurídicas .---liber::ilisrno, democracia, etcétera-_- muy respetables, quepueden·adjetivar.una política, pero no suplantarla. . A donA,ntonio Maura no le. preocupaban mayormente Jos que suelen llamarse «problemas de gobiemo».-Cualquier.listo de provincias s~ apresurará a damos una lección.de realismo político diciéndonos:« ¡No divaguemos !-Veamos qué problemas concretos hay planteados». Al político de raza no ~e ?~eocupan mucho los problemas que el azar plantea porque sabe que casi siempre son s~perficiales y es fácil resolverlos: Le importa más pensar qué problemas de subsuelo tiene que plantear él a su nación. Esto-,_s_er un planteador de problemas--,- es el gran sínt0rna de estro político. Por eso_,apenas se incorporó Mauras.obre el haz dela vid::i pública española, la materia inerte de n_uestro pueblo empezó a vibrar, el aire se caldeó, todo parecía cobrar un aspecto de realidad, de peligro, de vida. Es lo que.pasa a la nave .cuando, en vez de ir a merced de las olas, una mano ,firme toIT\a ,el gobernalle y ciñe la borda al.viento, Las cuadernas se estremecen, las yelas dan latigaz0s, tiembla el mástil, pero la nave avanza en ruta, no flota a_la deriva. · - ¡Y ese comienzo de vitalización nacional, de ern;rrdecirniento ~ue precisan;iente. lo que le. echaraµ en cara las demás gentes menores !_Se decía que no tenía sentido de la realidad; puesto que a cada paso levli\ntaba ternpesta7 des, provocaba conflictos. Con la estupidez reinante en ~quellos años se
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creía· haberlo dicho todo contra .él y haber llegado del ingenio al ápice, repiL tiendo la frase de Gamazo: «Este hombre es un caballo que en tia en una cal charrería» .La frase•no ·e~ auténtica-, pero esto es1o de menos .. Lo de más es que si; en efecto; había en el Maura de 1908 algo de' «pura sangre», había eh la vida pública del tiempo mucho de cacharrería. De I?odo que la fra~e;• en: tendida.hasta el cabo ' se•retorcía en su elogio; porqúe cuando la vida .pú: blica es una cacharrel:ía, lo urgente es·hacerla añicos; Y que lo era y qúe se iba a hacer añicos; aun sin el piafar de nadie, es una delas cosas que estás afias ha:n:puesto en: claro a los ciegos: · .. . ,. . . ••.• 'Estoy·convencido de·que' cualquier otro hombre con temperamento opuesto, pefo que•tuviese una política, habría causadoy causaría hoy la misl ma impresióm Porque una política significa.fa antieipación d~ una largatnF yectoria de acciones públicas, y en el gesto con que se inici~va ya prefot'mado elfina:L'Si no hay capacidad para averiguar desde luego en la actitud de quien dispara: el blanco adonde apur~.ta; parecerá sin remedio un demente. Acaso el niás grave· mal de España es la escasez de personas cl,ispuestas•á entender un propósito político que no sea un: entremés, que tenga más de uh acto:Y sino seUega•a comprender que a veces:es ló más político suscitárdé: liberadamente conflictos patá aprovecharlos 'cómo 'saltos de agua, podemos despedirhosdetódagranpolítica. •· .·· h•·1, .· ·· · ·• · · .. · .. ·: . . ·• · Frente a la pseudo-política que no admite los coilflictos; Maura tuvolá soberana intúición dda: necesidad 'de ellos, Éste!Í~.ra el sentido de su '<<'fe'~ volución desdearribá>i: Lo importante en sumo grado no ~onlos {i, los toilflictos que surgen espontáneamente; traídos pdt la desdicha o engendrados por la enfermedad misma del cuerpo nácio.n.al;ló importante es descubrir qué conflictos preconcebidos hay que provc;car terapéuticamente en la masa ciudadana para restablecer el equilibrio orgá: hico; la salud pública. La 'política monárquica no ha qúeridó nunca con'vericerse de esto: se'obstinó en que no pasase nada: hunéil, y'en cuanto lama'riha se encrespaba derrafuólmfodfes dé aceite. Con lo cual no parece C[ú~ haya evitado ningún' mal', yde cierto há impedido todo bien•. .. ·.. ' . "''. Desde 1908 han corrido diel: y' Siete años.' Por tanto existe hoy una imé' va generación; apta para eomehia~ e intervenfr en la vida pública, q~e·n,~ vivió aquella fecha apasiimada. Yo entonces no comprendía a donAnto~o Maura,comoatonteció·af resto de rni.S contemporáneos. Luegc;he aprerttliñ~ algunas COSas, entre otras á entender elsentldO generál de SU intención péilftiL ··, ca: Tal vez sea de alguná utilidad comufüéar a la gentejoveh el resultado de ese aprehclliaje. Si me•leen hallarán que hoy considero .como lo más valioso.· de su áé:túaclótfjústameiitela:s cosas que entonces se le echaron µiás en car~\: Padeció errores dé'todcrcalibre; algunos dé los cuales procuraré señalar, pero ,
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cuatro o cinco elementos de su política son, a mi juicio, lo más sustancioso que cabe espumar de un cuarto de siglo en la vida pública: española.
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u POLÍTICAYMAGIA · •
El pensamiento político ha de ser física y no magia. En la Jvleca está el se~ukro de Mahoma suspendido en el aire. Los mágicos dicen: he ahí un cuerpo que no está sostenido por nada. El físico, en cambio, se pregunta.al pu~to quéfoe;zas mantien~n en suspensión, quieto en la atmósfera,· aquel objeto. grave. Este es el sentido del pensar físico: comprender qúe toda rea-n lidad, móvil o quieta, es siempre el resultado de fuerzas determinadas. La magia, por el contrario, no echa de menos las fuerzas y cree que las cosas pueden existir sin necesidad de ellas, gratuitamente. · · • . . . •. . ~í la mayor parte de la gente cree que el Estado o é:onjUnto de fas ins: t1tuc10nes·se. puede mantener en pie y funcionar, siempre que no sobre1vengan fuerzas extrañas que lo embistan o entorpezcan. Éstas serían las fuerzasr~volucionarias. Sobre todo, el· temperamento conservador, que es muy susprcaz·para todo lo que parezca una acometida contra e] Estado no se preocupa de mirar si el Estado se ha quedado exento de•fuerzas sociales que l~ nutran y sostengan. Le parece natural que por sí mismo, mágicamente, siga en pre. Y, sin embargo, es de Perogrullo que esto no puede aconteceE La~ instituciones existen en la medida que haya dinamismo de vida pública b_ªJº ellas-_Así sea~ las más perfectas imaginables, se paralizarán y morirán s1 en el pars no eXIsten energías'sociales de carácter público. ,• ··' " Ahora bien: fa Restauración fue-. el monumento del Retiro lo dice-· la «pacificación». ¡Voluptuosa palabra que.resuena desde los collad~s de Belén! :Fero todas las palabras del diccionario son equívocas y ésta también. ~l decir <<¡P~zl », acuden los hombres•de buena voluntad; peroitambién se sienten aludidos los muertos. Hay una paz mortal o poco rrienos; y ésta fue l~ de .la Restauracióti. Se procuró, ante todo, evitar conflictos, y para ello de" smteresarde la vida.pública a los españoles; que de suyo procuran excusar: la. En 1902 nó encontraba Silvela el pulso a la Península. ' . · Entre tanto las guerras· del 98 habían mostrado él• triste desmedro del cuerpo nacional y habían aumentado la postración. Todo estaba por hacer en nuestro país. Suena el vocablo «Regeneración»: Pero, ¿cómo ejecutarlo?
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En esta hora aparece Maura sobre el área política. Y es curioso advertir que llegando en el momento en que parecía urgente hacerlo .to.do -.-rique~a pública, instrucción púb!ica, carreteras, ejérci.to-, Maura no mtenta en se: río hacer.nada de esto. (La única y relativa excepción fue la ley de la escuadra y obedeció a urgencias internacionales). En lugar de atacar estos pr~?le rnas sustantivos, sale por peteneras. Comienza a atacar a los grupos pohticos instalados en las tertulias madrileñas -loiH< corros». Sin necesidad niriguc na se apresura a irritar a las izquierdas. ¿Es un reaccionario?. Hoy resulta bien claro que fue todo lo contrario. De la ley sobre el terronsrno, hablaremos. Ello es que mientras denuesta a los radicales y pide suplicatorios contra los diputados; es el hombre que busca más el Parlamento Y.hasta hace obligatorio el voto. Se susurra que mantiene enérgicarni:nte los fue~()s del poder.legislativo y ejecutivo. frente al rµoderador. ¿Cornos'" explica todo esto? Yo no creo que haya habido ningún gran político que no:pret sen te• una faz equívoca. La extrañeza llega al extremo cuando en aqu~lla España exánime, sin tesoro, sin caminos, sin ejército, sin instrucción, este hombre' «vesánico., -es la palabra que entonces preferían las cabezas de cartón- presenta un proyecto de Administración local. ¿No es esto el rnér todo de Ollend.orf? ·. '·· '· . .· ·. La solución del enigrµa no es dificil.; Todo el mundo hablaba·de que eran urgentes grandes.reformas en España~Hacienda, Guerra, Fornento;lns• trucción-·, el programa de Costa; política hidráulica, etcétera .. Sólo Maura comprendió que casi nadie quería, enserio, esas reformas hond~s--..corno no las quiere todavía hoy-, y que aunque las quisiera al~ie~ no ~e podían acometer. Para ello era condición imprescindible que las insutuc10nes con que habían de intentarse tales innovaciones gozasen de algún prestigioy vigor. Antes de emprender reformas en España era ~enesteda r~fo~a de España, de la vida pública nacional. Una mise au pomt de las 1Il5tltu:1ones, sobre todo de la esencial: el Parlamento. Ylo que urgía reformar de este.no era tantó su ley; su esquema jurídico, sino su situación dinámica, su.física;· El Parlamento• era un fantasma, un ente. mágico-,el sepulcro de Mahoma\ Nose·apoyabaenfoerzas nacionales.suficientes. Unos cuantos grupo~p_r~~. fesionaleslo rnariteníari en vilo,'ocultos; mediante un truco de prestidigitador. corno el de la Meca; ¿Y se quería que ese Parlamento sin fuerzas en•la nación actuase profundamente en la nación? Claro está que no se quería\ Desde hacía muchos años no se gb bernaba en España; por eso no se habla echado de menos 'et cimiento social de la institución. El que hubiese qu!!ri~ do poner en marcha· la máquina habría descubierto el truco: E.l Par~arnento parecía existir a condición deno funcionar, esto es; de no existir: As1 se,p.U!!r . den presentar muy bien instituciones en el aire. ·· · ·
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En.tal coyuntura, lo que parece una cuestión adjetiva y meramente instrumental-.suscitar fuerzas de vida pública cuyo dinamismo pueda aprovecharse para liacer marchar las instituciones- se convertía en la cues: tión;prirna~ay; en cierto modo, única. Hoy, creo yo, se empieza a ver esto c?n m~yo~ claridad, se comienza a entender que sin corrientes enérgicas de vida publica no hay que pensar en proyecto alguno de gobernación-.ni de derecha ni de.izquierda. Hacen falta.fuerzas•que gobiernen, no Gobiernos de fuerza.' Por una curiosa, pero irremediable paradoja, se recurre a Goc biern?s defuerza sólo cuando no hay fuerzas de gobierno, . · • Estas fueron la mayor preocupación de Maura. Las fuerzas de gobierno s?n'. por lo pronto, los partidos, las amplias agrupaciones organizadasy disc1~l1:°adas para la faena política; Fero estos partidos no se forman tampoco ,rnagicamente. Es menester que millones de hornbre5 se sientan forzados a int~rvenir de alguna manera en la vida pública; se interesen, se confíen, se apas10nen, para poder extraer de ellos unos cientos de miles que se organicen en P.ª_rtidos vigoroso~' ~ora bien, esto no se puede lograr si no se levanta pres10n en todos los ambitos nacionales y no se dispone la existencia administrati:a devill.as, lugares y glebas en forma que cada cual se sienta impulsa e do a mterverur en la cosa pública según el radio de su órbita personal. . · · Maura intentó esta gran leva de fuerzas públicas por dos medios: uno , inmediato, otro indirecto. De ambos, el segundo era el único.bueno, profundo,.certero, y aunque tímido, digno de.su inspiración política: la reforma delrégirnen local: El otro, el inmediato, revelaba un resto de magia en su ~spíritu ardiente, que a veces mostraba vislumbres caliginosas de orientahdad. Fue éste el llamamiento a las masas neutrás. Creyó que por un conjuro, con unas ~uant~s voces ungidas, iba la masa neutra a dejar de serlo y tornar~~ potencia _act1:a. P?r recaer en la magia se quedó en el aire, y cayó en pohuca. Le falto paciencia y le sobró fuego, el fuego que tostaba su tez y daba a su rostro un aspecto cerámico, como de barro cocido en Andújar. Pero de estos dos mediós conviene hablar un poco más. .
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III
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DESCUBRIMIENTO DE LAS PROVINCIAS No se propone ,este ensayo la beatificación dedo~Antonio Maura. Séanos repugnante toda beatería, religiosa o_laica, con sus derretimientos
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y untuosidades, su postura de ojos en blanco, su tozudez y su incapacidad de verlas cosas por los cuatro tostados. Eri vez de beatificarlo se trata de' aprovechar para los desti"!los nacionales la por.ción de genialidad ~u.e hubo en este hombre. Supo ver unas cuantas cosas que parecen las.mas' impar: timtes para una política interior C:le España: :Y hay q~e salvar esa.s visi_o~es destacándolas'· aislándolas delos errores, excrecencias, concom1tancras, y sobre todo delos aspavientos en que'Maura ábundaba casi'.tropidalmeritei La sazón es inmejorable parir que esos capitales teore~as políticos pueda~ ser entendidos demuéhos y entoncéS se habrá ganado todo. ·Ensu hora, las· visiones de Maura fueron más bien previsiones. Los hechos que las moti• varon eran aún subterráne.os. Hoy l!?tán eri. la superficie, a merced de todas·· las retinas; son; en rigor;]a:superficie miSma. Son, por lo pronto; 'éstos:)a catástrofe dé las instituciones y la ausenda extrema de vida pública que:lle;. vó a aquélla e impide superarla.Nótese que los pesimistas de_hace diezy siete años.-y lo. erari'casi todos los parlamentarios-·-· advernan ya la· es,· casez de vida pública, pero'no creían que fuese tan apurad~, y;sobre todo pensaban que, a pesar de ella, las instituciones podrían soste~erse, ya que no mejorar. «En España no pasa nunca nada» --'era su fórmula. Los m~" jores, llenos de excelente intención, elucubraban sus proyectos de reformas «sustantivas» -·-Hacienda; Instrucción, Fomento. Con ellos en la-mano se dirigían al país. Éste no daba señales de vida. Entonces dejaban caerl~s ~r_a~ zas, y con el gesto de aceptar una fatalidad décían o pensaban: «i ?~ ~nutill En España no es posible una política porque no hay fuerzas de opm10n con que hacerla». · ' ·· · · · ·· · · · ' · · ·· .... : · · • Aquí está el error de ellos,y lo que, almenas en priricipio, fue el acier:. to de Maura. La política no se define por contenidos determinados, Co~is te simplemente en proponerse hacer lo que en un país hay que hacer. fa en España no se puede hacer nada o poco más, a é:ausa de nohaber fuerzas d~ vida pública: elpolítico inspirado no duda•un'momento y _c?mprende ~u~ .. ~ lo que hay que.hacer, el único 1éoritenido posible de la pohnca, es precisa- • mente crear esas fuerzas inexistentes. Tal es el primer punto que conviene destacar y aislar en el pensamie~~ to político de Maura. Abstraiga, por un momento, el lector de todo lo P. de nuestra vidapúblicá, la sit:Uadóh diilámiéa delé:uerj:>b d'udadano. Hoy no existe grupo alguno de opinión que tenga fuerza bastante para mandaN cantaraun ciego:·Nó se vislumbra quién, nicóma;.ni por qué va~ gobernar: mañaria.'Sólo se sabe que gobernará-'-mej ar dicho, que pareterá gobernar"""
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cualquiera, indiferentemente cualquiera, porque, sea quien sea, carecerá de asentamiento polúico en el país. De éste lo más que se puede sacar es un . , .activo o pasivo, contra. todo el 'que gobierne más de quince días. , Se ha ll\"gado, pues, de hecho, y no sólo como anticipación intuitiva, a un estado en que todos, radicales y conservadores, tienen un grave interés común: el tle suspender toda Otra política ydarprelación a este solo y único problema: ¿cómo es posiblelevantar presión de vida pública en España? . «Ausencia de ciudadanía», solía decir Maura, dando al problema una expresión que no me parece afortunada. Porque dicho así, toma el aire de una reconvención en que se inculpa al país, y esto. es tan poco congruente .corno si el•médico inculpase al enfermo porque le presenta un hígado en compota. Este tono de reprimenda es.colar, iniciado por.Maura, se.ha hecho habitual en.los últimos tiempos. Durante ellos yo.-.y supongo qué los de7 más parejamente- no podía leer las declaraciones oficiales sin sentirme colegial de primero de latín, forzado a aguantar palmetazos 'de un dómine quic me imponía dogmáticamente lo que debía o no pensar y me obligaba a aprender en la Gaceta si era yo chico bueno o malo. Es de esperar que se gaste pronto este stoch de pedantería, gubernamental y volvamos a formas de elocución política menos impertinentes, , .. . .. Si no hay ciudadanía¡ por alguna causá'será~ Esta causa debe escrtrtar el , político e imaginar los medios de extirparla. . ; , .. . . . . Y aquí viene .el segundo punto en que, a mi juicio, Maurasupo ver la .Verd.ad, aunque menos clararnente que en el primero., .. · . • ., ¿Por qué no hay vida pública, en España? La pregunta es tremenda y titularía un mamotreto. Pero reduzcamos su sentido a términos rigorosos y manejables. ·Vida pública no es, sin más ni más, vida política. El vecino de un pueblo a quien sus intereses egoístas o sus convicciones ideales -para el caso es igual-llevan a ayudar con su voto, deliberadamente y con cierta continuidad, a uná política, ejerce actos de vida pública, pero no es por ello un político. Ni siquiera necesita estar adscrito a un partido, yno es forzoso que tenga «ideales». Basta con que, por unos u otros motivos, así sean los más privados, acostumbre a tomar resoluciones que desembocan en actos de vida pública, a preferir unos programas a otros, unos hombres públicos a otros. .f'.ste mínimum de vida pública es el.necesario. La vida política, en cambio, supone quenas «dedicamo.s» a la vida pública, que hacemo¡;.de,ella una de mre~tr.as principales ocupaciones. Pero esto no es .necesario ni exigible. Adernás no podrá existir. vida política.sino coma condensación de. mucha vida pública. El mínimun de ésta, antedicho, es lo que hay que pretender y suscitar. .. . .. 1 . . . . • • •
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Hubo un tiempo en que se.pensó que España toda podfa vivir políti" camente de la vida pública que hubiese en Madrid; En algunas naciones:, Francia por ejemplo, ha podido vivirla provincia durante un siglo .de la· espiritualidad de todo orden, incluso política, que irradiaba de la capital. En Españafue sólo una ilusión;' Madrid no cumplió, en ningún sen.tido -tamc poco en el intelectual-·-su•misión de capitalidad: Madrid ha fracasado:No lo siento mucho porque soy madrileño; pero creo que a fuer de buen ma;drileño debo aminorar el fracaso poniéndole el único remedio, que es ... reconocerlo.Recuerda' haber escrito hace ya ni.ucho tiempo que cl dato de so• ciología:pblítica más importante en esta etapa española es haberse trasferido el centro de.gravedad nacional de Madrid a provincias. Antes las provincias creían en Madrid; seguían dócilmente.sus inspiraciones; vivían de la vida•ca¡. . _ pital. Ahora han retirado su adhesión; peró, exentas aún de vida pública pioL pia; resulta que hemos llegado al cero dinámico; · · . · · .· · · · . Ésta fue! la segunda gran intuición de Maura: La fuerza devida públi~ · ca que falta y hay que suscitar sólo es posible' en la provincia. Para ello es pre• ciso modificar la existencia provinciana. Con tal finalidad, Maura elabora su proyecto de Administración local. El propósito fue egregio-·-para mí elúni" co importante, decisivo, que hoy cabe adoptar en España. Pero las líneas de su realización resultaron desdibujadas. Maura diagnosticó mal los defectos de la vida provincial. ¿Por qué? ' • Larespuesta equivale a contestar esta otra pregunta sobremanera actual: dadas las provincias españolas, ¿cómo es posible despertar su vitalidád pública? eon ello arribaremos altercer ingrediente de la :mejor, de la única · ' :u política. El Sol, 22 de diciembre de 1925
IV LA REFORMA LOCAL
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En 1902 comiefua Maura a exponer sus ideas sabrerdortna de h1':A.d~ miniStración local.Duránte doce años no cesará de combatir en su pro.:La calidád de la inspiracióhpolítica,la constancia, denuedo y cónviccióh qüe puso en su servicio dan a esta empresa unrah~cí aparte y úriico en la hi~f~1 ria de la·gobemación española durante los últimos treinta o cuarenta ar:os; La ley deAdministtación local =d para ceñimí.emás a lo que pfénsó~ '¡la idea que inspiró esa ley, proporciona a la figura de Maura una dimensión de
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gran político que no logro encontrar en ningún otro hombre de cuantos operaron públicaniente en la misma época. . · . · .·¡ Todo lo demás que Maura ha hecho y sido en bien y en mal tiene que ser relegado ,a un plano secundario a fin de dejar solitaria,' en su prócer rango, esta gran intuición del grari levantino. Y no es Objeción centra el superlativo de ~ste encomfo el hecho de que ~ean aún muy pocos los dispuestos a ha~arlo1ustificado. No serán las personas, sino lasrealidadesy el i:iempó que las tr~e al hombro, quienes aportarán el asentimiento. ' ·• , Porque no es cosa fácilhallar en nuestra tierra·gentes resueltas a enfrontar un tema, sea el que sea, artiStico o cientifico, religióso 0 político, con e~ _esfuer~o de la re~~?n. Se prefiere juzgar por impresión. Pero la impre~ s10n es: solo la reacc10n mtelectual ante lo que seve;·ante la apariencia. Con el!~ no' e5 p.osible a~Ordar ninguna verdad repuesta y de trastietra'fi:uya pesqmsa reqmere precisamente desasirse de lo apárente, negar su importancia yponer la prba a ultranza. . . . ... •1.:• . . . r-:os hallamosia! coinienzo de una serie penos~ de vicisifudes políticas. Cada3omada traerá su cambio: cruento o manso, pero siempre estéril cí al menos sin· otra fertilidad que hacer patente un nuevo error al querer ensayarlo.' Será preciso que agotemos el capital de posil:lles equivocaciones para que un buen día nos encontremos ante el cuerpo de la verdad; tiritando de , puro desnudo. Unos dirán que en España hace falta libertad, y tienen tanta razón que resulta demasiada. Porque, de cierto, nadie que cuenté'dud.a de ello ei_rse~o:la duda comienza al preg\intarnoscómoEspaña puede tener, en seno, hbertad, Otros dirán que lo urgente es autoridad; ytampoco les faje ta r~ón. Pero la autoridad no se manda hacer ni consiste en que un· Gobierno se titule de fuerza y haga desde la Gaceta ostentación de sus bíceps, como un Hércules de feria. Se olvida que libertad y autoridad son resultados de la vida pública existente en un país; y, además,·son recíprocas. Sólo un Gobierno que go~e de a~toridad puede, en serio, darse el lujo de ser liberal, y sólo un Gobiei;no hberal, es decir, fundado en la libre y fervorosa aquiescencia de muchos cmdadanos; emitirá ese influjo irradiante que es la autoridad. Simañana sobt~vierie un Gobierno que se titule liberal,·pero que no sea, por otras raz~nes diferentes de la libertad, 'respetable, no podrá menos de suspender las hbertades para sostenerse una semana. Libertad.y autoridad són resultac dos; quererlos•noes buscarlos 'a ellos, sino a sus ingredientes y factores que suelen ser distintos del producto. . ' . Maura, que quería ambas cosas -·-libertad y autoridad-·¡ se esforzó en crear sus condiciones. Vio a su modo y en la perspectiva impuesta por su hora, la se~cilla y radical verdad: cincuenta años de! experimento han dec mostrado con supérabundancia que la estructura política y administrativa
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en que se halla organizado el cuerpo es~añol i':'1pi~e'.1 todo desarrollo ~e ~d~ pública. Instituciones, formas de gobierno, JUSUcia, fomento econom1ca., cuanto se intente y ambicione, serán espectro§, fantasmas y penas de amor perdidas mientras no se disloque la estrucrur.a ac_tual Yse dé al cuerp~ P~ blico de España9tra anatomía. Y esta otra anatonua no puede, claro esta, ser cualquiera, sino que ha de inventarse, como se inventa un~ má~uina, partie'.1; do de la finalidad que se pretende. En nuestro caso esta finah~ad-·-·comµn a radicales y conservadores, por ser, condición para las políticas de unos y otros-.,-.sólo puede consistir en la suscitación de fuertes energías c[e vida pública. Estos.e proponía Maura .con su famoso proyecto de ley. «Si,yo anllel() -.decía- lÍHeforma delrégimen local, es porque entiendo que es la base primaria, única, del remedio de muchos males público5,,c[esde el más l:Jajg al más alto; porque entiendo que en ella está una grandísima parte del~ esei;i, cia de las mejoras demandadas por el país y luego el supuesto necesano Pai;a otras muchas mejoras que no se pueden someter al Parlamento sino despµés que ésta se haya establecido».·¿Y por. qU:é considera de tal sue;te p;e~a esta reforma? ¿Qué realidad primaria aspira a lograr. con esta pnmana.m• novación?: .«En adelante-es decir, después de lareforma-·acontecerán dos cosas trascendentales: la una qU:e el Ayuntamien,to ya no podrá ser lo que es hoy para lá lucha política de los partidos, y éstos .tendrán que buscars¡.i fuerza en la voluntad popular, y la otra quelos dominadores y.azotes:d~ lós pueblos quedarán entregados a la venganz~ pate1'.tey eficaz de s~s coi;ic vecinos, mientras que ahora es absolutamente:impos1ble que unvecmdanq se subleve contra un cacique, porque detrás del.cacique estamos todos; aun los que los detestamos». · ·· · ' ·· · · ·. · · . . · . '" ..Este último párrafo muestra con sobrada clandad que el propos1to pnnc cipal de Maura al modelar la ley de Administración local no fue propiamenc te administrativo, sino político: quiere dar ocasión a que se produzcanven; davales.de vida pública, yno se pueden leer las frases citadas sin que irrumpa en el ~cenario de la fantasía un motín municipal. • : :. ' · Hoy, pasados casiveinte años, sigue teniendo razó°: Maura: ésa ~s:la cuestión primaria, la única. Tienetantarazón.enlo esencial que ha dejado de tenerla enlo accidental, que es el articulado de su ley. ELtiempo; al correr, ha aclarado muchas cosas y ha preparado mejor los ánimos.Visto desde esta vertiente que mide un cuarto.de siglo, el perfil de su reforma parece insufi, ciente y desdibujado. . • ·· '} ' . •• · ·El error de Maura.fue un error de diagnóstico, y fue el mismo error que cometieron otros hombres buenos de su época: Costa,. por ejemplo. (AJ . •. decir que es un emir doy simplemente a entender que a mí me lo pare~~.' la¡. · mentando nó haber hallado· aún manera de pensar eón la testa deLproJimo
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que opine de otro modo). Creyeron que si en España faltaba vida pública era porque la estorbaban y anulaban los políticos. Maura y Costa coinciden en la manía de a.trjbuir todos los males al caciquismo. Ambos inician la cam: paña contra,Ia política al uso, y el primero resume su reforma llamándola «el descuaje del.caciquism()».Desde entonces .todo son denuestos contra las pobres gentes que subían y bajaban en la noria del Poder, como humildes ludiones en el rubo de un gabinete de física. Al buen español le suele halagar que de sus.defectos se eche la, culpa a alguien, nominativamente, para poder hablar mal de él en el café, que es su operación más activa. Maura fue opimo en la invención de insultos dirigidos a los «políticos».. . • . , ... : .Perc¡ he aquí un ejemplo de la ventaja que reporta llevar a la práctica ideas falsas. Cien mil discursos y otros. ci.en mil artículos 7yo he:escrito algunos de los cien milc.no hubieran logrado convencer: a nuestros come patriotas de que los «políticos» no eran la causa de los.males nacionales sino que eran tan sólo su expresión y su símbolo. . . .' . Ll1 casi totalidad de]proyecto .de Maura está dedicado a libertar losA)!Jmtam1entos de la presión que sobre ellos ejerce el caciquismo•de los ministros de la Gobernación. Punto por punto sigue su reforma las articulaciones del sistema electoral vigente•entonces,y las va descoyuntando. En este séntido cabe decir que es una·. reforma negativa, como es negativo su feo vocablo º1'.omástico -el «descuaje>¡, Sería injusto olvidar la fecha y la atlnósfera púe blica en que el proyecto fue presentado, Acaso no era posible hi:tcermás:.En los discursos de su autor relampaguea a veces una cor¡.cepciónmás amplia, más completa .. Sea de ello Jo. que quiera, parece forzoso reconocer que aquella ley, reproducida hoy,. tendría un aspecto arcaico. Es menester, sin duda, libertar de los ministros de Madrid la existencia local; pero no basta con esto . Hay q~e hacer más, mucho más. La dislocación del viejo cuerpo anquilosado tiene que ser más radical. Maura lo espera todo del átomo municipal, habla poco de la provincia y con extremada timidez de la región. En aque• llos días fue una audacia esto que es hoy una gloria para el audaz. Sih emé bargo, al cabo de los años y las andanzas empieza a entreverse que la salud estaría en poner boca abajo el proyecto de Máura, y seguir. un orden inverso: primero, la región; luego, la provincia; y ,al cabo, el municipio. El mayor elogio que de su idea inspiradora cabe hacer es.que suv,erdad, como veremos, no depende del articulado, de la, letra, influidos por la ocasión y prisioneros de la oportunidad.
El Sol, 31 de diciembre de 1925
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V
AUTO!'!OMÍA, DESCENTRALIZACIÓN••. :
'¿Cómo es posible despertar energías de vida pública enla existeilC:ÜC provincial española? : ·. ·.. ·.· . :• . ' ,'' · · •. · ' . . . " ' · ... El medio que Maura propuso consiste en dotar al Municipio de lama~ yor autonomía, es decir, hacerlo en su tráfago lócalindependiei;t~ del Pode~ tentraLYo sostengo que con esto no basta. ni r;iucho meno~;·yquisiefa ffüLrnular sencillamente las rázones que nutrerúni convici::ión: El terna es' so"• bremanera inárneno; pero dudo que exis.ta otro demás honda imporfaneia y·quedernande coh mayor urgencia la meditación delos cápace~: Pordtá parte, ¿cabe homenáje más adecuado queireVivir junto a la tumbareCfente los problemas que más ocuparon al fenecido? Imaginemos el caso i:nás favorable: el proyecto de Mauta tonvettido •• eriley; y su artiéulado.funcionando confotrheal¡deseo de su ·autot. :¿Qué. se habna logrado? Evitarlos trastornos que•enlos Municipios causa la cie~ ga"y violenta intervención del Poder central. ¿Eran éstos• tan grandes? Hay ún· lugar en los discursos de Maura que siempre me ha sotprendido.i Con gtandes ademanes de espanto hace constar quelos retrasos financieros de• lbs Municipios espanoles ascienden-·'ascendían-·.· a «únos doscientos ocihentamiUonés de atrasos y embrollos, fruto.·de toda la podredumbre adrninistrativo"caciquil que servía de entraña al régimen actual».'¿ Eso erá' todo? ¿Con doscientos millones. se•podría· tapar el agujero de la desdí~: cha•nacional? La incongruencia •entre el tamaño de la cifra yla irnportarfL cia que Maura le atribuye hace sospechar que se trata· de una concepción· errónea, cuyo defecto de evidencia se procura compensar conpatetis' mo: Dato.semejante provoca en uno Ja convicción opuesta. Si losAymita" mientas de la Península sólo tienen trampas por valor de doscientos ochen"· ta millones, su situación es muy tolerable, y no hay por qué apresufin'se'á~ legislar sobreellosci . • · .· • ·· ·· . , · Peró sigamos irnaginando;·Estarnos en ún púeblo de Castilla, solitario en medio.de.sus largas glebas pardas: Con la ley dé Maura hemoslogrado evitar.las canalládas que el cacique sólo puede perpetrar en connivencia ccm• el ministro dela Gobernacióm Pero no exageremos: esos crímenes sori·pcíi cos. Quedan todos los demás que la existencia angosta y mís"era de este pu& blecito, de estas vegas sitibundas engendran. Generosa con elrecuerdo de; Maura, nuestrafinaginación súprirne también estos crímenes de simiente• locaL Querernos pintar una situación ideal. ¿Qué hemos lograd'! con ella · para los efectos de la gran vida pública española?
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Vive, a la postre, la nación en sus grandes instituciones, sobre todo en el Parlamento. Hemos purificado el Ayuntamiento del villorrio, pero le hemos dejado so.lo, y; por lo tanto, tal cual es. Debíamos hacer una lista de las . preocupaci9nes, de los temas que se alojan en las almas .de.sus vecinos -.grupo de Robinsones .ads.critos a su isla municipal, prisionera en el oleae je de los súrcos..,..,::. son la cosecha, el.camino que pasa por el térmipo., la credencial de pea.tó!l, las contribuciones.Todo ki demás que acontece¡nás allá del otero, por unlado, del barranco o encinar, por .el otro, adquiere un aspecto vago, confuso, irreal. Sólo dos o .tres personas-el secretario, el alcalde-.van de cua,ndo en.cuando a la capital de la provincia, a.rendir cuentas, a consµltaruna orden, La política nacional que se hace en Madrid-.-leyes fi~ nancier¡¡s, constitución, cambios de régimen-·-. suena como rumor de. un lejano planeta que ni se oye, ni menos se entiende bien; Y, sin embargo, cada dos, cada tres, cada.cinco años se pide al pueblo .un diputado.para que tome parte ert las discusiones parlamentarias y decida, no sobre la cosecha, el carninito, el peatón, sino sobre los <
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de corregir esta última dime'asió~ del absurdo, pero dejó en vigor la otra, c¡17e es la más grave. · .· · · · · . '· ' · ,.., Es preciso; sin duda, libertar de Madrid alMunicipio, pero no para dei jarlo solo; Materialy moralmente suvolumen es demasiado reducido para que en él se susciten coriierités de vida pública, aspiraciones, depuraciones. Dehe~ cho e5tá hoy cada Ayuntamiento de España atado; encadenado a la bola de la Puerta del Sol. Se ha dado a Éspaña una estructura' radiada, que es la más siní1 ple (recuérde5ela organización de lós animales inferiores). Un centro yradids que de él emanan..Rompamos éstos; pero atemos a los Municipios.unos coq otros para queformen grande5 incorp·oraciones! respetables por su mismotá1 lle. Maura lo éntrevió, pero no se atrevió. Hoy es sazón de mayor madurez. " La autonomía municipal es una abstracciórry, por lo mismo, no podéc mos quedarnos en ella. El pensamiento fabrica abstracciones; es su In:en.es~. ter. Para comprende¡; separa, aísla, analiza. Pero si toma su obra prima; su 1nentefactura
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Las razone: que inducen a este modo de pensar son innumerables, y las da~as son tan solo 1as que el espacio me deja hoy insinuar. Pero, en resumen, la idea que propugno, puesta en cifra, sería ésta: · •r·· . . l.º '.'º,es i::osible vida pública err España si no se procura crearla en la existencmprovmciaL ' . . . •• :- ' . , ·. · 2. ºNo es pos1bl~ vida pública en la existencia provincial; sino en virtud de una extrernada: descentralización: Has fa aquí Máura'. .. •· 3:ºLa de~cen~nil~ación es sólo una có1iditió sine qua 11011 o negativa, a la que es preciso anadir otra positiva: la tteaéión de cuerpos autónomos capaces de .desarrollar fuertes corrientes de vitalidad pública. · . · ' 4. ~Los Mui;ñcipio~ son.entidades demasiadoireducidas para que en ellos se s.usciten c~mentes mtenores-•-empresas; aspiraciones, luchas; organizac10nes, etceteta. · · ·· . : · . : :. 5. ºES, pues, ineludible buscar entre el Estado -'-"cuerpo deinásiado grande y.abstractD-'-! el Municipio ~emasiado pequeño yno mei:icis abstractD-'un ~~o de orgamsmo intermedio que sea lanzado al agua de su propia responc sabilid~d para c¡ue se vea ~bligado á salitnadandci. El mayor errorserfu creer que es pr~c150 es~erar a que el seforme espontáneamente. La grande obra política consISte preCISamente en forzarle· á nacer puesto que advertimos su necesidad. .6·º. Coin? este tipo de organismo intermedio no¡:iUede ser tampoco la provmcia,·umdad demasiado arbitraria e insuficientemente amplia, sólo queda la «gran'~or:iarca>f'; es decir; ~l principio anatómico defacregíón. . -~e aqm como se llega a la idea de autonomía regional, ria por razones h1stoncas, de pretérito sentimental; sino, al revés,, por conveniencias de futuro. Al golpear el mármol se quiebra por sus vetas; que son como articulaciones prefo~adas en :u.materia compacta. Si damos un· empellón a España, una, forzo:1d~d me_cai:1ca la hará articularse según el veteado de sus regían.es ..La maquma publica que queríamos inventary sacarnos de la mente rac10cmante resulta coincidir con una réálidad profunda, diseñada espontá~eamente por un destino sobrehumano en el cuerpo sagrado de España.
El Sol, 7 de enero de 1926 Vlc LA AUTONOMÍA REGIONAL YSUS RAZONES
Imagi~o una nueva anatomía de Españ~: la Penínsul~ organizada en grandes regiones, ,Cada una estaría gobernada por una Asamblea regional 837
o Parlamento local, que nombraría sus magistraturas ejecutivas. La Asamblea se compondría de diputados elegidos por sufragio universiiLdirecro en los distritos actuales. A este Poderlocal se entregaría la resolución de to¡dos los asuntos localizados en Ía existencia provincial. En m¡mos del Poder central y su Pa~lamento nacional quedarían muy pocos asuntos; a saber: los problemas y funciones estrictamente nacionales, incluso el derecho de intervenir en las regiones cuando alguna de ellas padeciese una situaciói;¡ anómala. El Parlamento nacional se compondría de diputados elegidos en ios Parlamentos regionales. El número de estos diputados sería muy reduh cido: noventa o .cien.:. ..., " _ , ';;· -,He aquí un dibujo delcuerpo español perfectamente caprichoso y; por lo mismo., irri.tantf'.,J°odocapticb,o irrita, porque con él pretende el que escribe 0 el que habla inyectarnos su privada manía, y nos produce repugnancia recibir en nuestro organismo un humor personal ajeno. Cada cual adora su propio capricho y repele el del prójimo. Somos muy benévolos connues, tras secreciones, y nos causanasco las ajenas., ·· ' . · •· Pero. capricho .es toda idea para sustentar la cual no se dan razones. J,.a razón libra a la idea de su tufo privado, la despersonaliza, y de. un capricho hace un teorema que es lícito proponer a la consideración d1'!1 prójimo. • Cualquier diseño de organización política, cualquiera constitución, tienen por sí mismos un aire de capricho, como. lo tiene una máquina si na: die nos dice con qué fin está construida y cómo 5us piezas coqperan en:visc ta de aquella finalidad. · · · . . . • .· ·• •• .... Yo quisiera acumular en elmenor espacio posible las razones.mayores que proporcionan, a mi juicio, un fértil sentido al anterior esquema de nuf'.va anatomía española. Conviene recordar que una idea será tamo más ver,. dadera cuanto mayor sea el número de problemas distintos y en apariencia heterogéneos quelogre resolver.. Así en Física se llama verdad a la hipó te,, sis que, entre todas; explique sencillamente más fenómenos diversos: · Hay dos ccisas primordiales que es forzoso conseguir en España, como supuesto de toda otra mejoría. Ambas cosas se imponen igualmente, y son del mismo modo previas para el radical y el conseryador .si quieren en serio realizar un día sus divergentes políticas. Una de ellas -de sobra encare,. cida en los artículos anteriores---- es el aurnento de la vitalidad pública de España, el desarrollo exasperado de su dinamismo político, sin el cual nada es real en un Estado. La otra cosa primaria es lograr que las grandes institl,1ciones nacionáles,,;..Gobierno y Parlarnerito- recobreriprestigio y dejen.d~ ser la escena ruin o grotesca que solían. . · ... , Tomemos, sucesivamente, estas dos cosas como resultados quda m,ep.- . te se propone; y para cuya obtención apercibe los medios. Si mirando .el
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anterior esquema a la luz de es tas dos finalidades hallamos dos series de razones que.convergen en su abono,.creo yo que habrá perdido toda apariencia caprich_osa y merecerá alguna atención de las personas reflexivas. , . La autc;momíaregional en laforma insinuada al principio sería el único medio eficaz para.suscitar vida pública p 0 das .razones siguientes:· l.~ La experiencia, b,a mostrado que es ilusorio querer despertar los ner,. vios públicos de España mediante procediillientos directos, como son programas, llamamientos, propagandas orales o periodísticas, etcétera. El español medio, por unos u otrqs motivos que no es ocasión de describir, .parece impermeable al voc:ab.ulario y hermético a la idea. Si se quiere que actúe públicamente no hay más re~edio que obligarle a ello; y sólo cabe obligarle poniendo la soh1ción del.mayor número de los. asuntos en man.os del mayor númerqposible de ciudadanos .. Ya que es remiso a prestar su apoyoparaque otros los resuelvan, justo y pedagógico es que cargue él con la faena. Claro que esto sólo puede hacerse con.los negocios que más próximamente le afee,. tan, y en los cuales puede tener nociones acertadas. A temas locales, soluciones locales. En vez de un solo Gobierno enorme y abstracto, nueve q .diez Gobiernos menores bajo.él; con jurisdicción más concreta, que legislen sobre cuestiones próximas y más. dominables, 2.ª, Buena porción de ese abstencionismo político que practica el ese pañol no le es iinputable. Los programas políticos le invitan a•apasionarse por. temas que nq entiende, y; en.cambio, no sde da ocasión para convertir en motivo de acción política el asunto, talvez humilde; q1,1e verdaderamente le interesa. La vida.pública tiene que comenzar por ser vida pública local, excitada por asuntos locales, con partidos locales que luchen por una victoria posible, y ésta sólo cabe si el órgano que ha de resolver en definitiva es también local. 3'. n Es preciso acercar todo lo posible el lugar de la sentencia al lugar de la delincuencia. Maura, con gran acierto, insistía mucho en esto. El ministro dela Gobernación está muy lejos del pueblo donde el cacique ha cometido el delito. . . . . . . ·· · .... ' .. .· ·. .. • . 4. ªNo.hay.otra manera. de educar y hostigar la concieh~ia pública que hacerla responsable de sus actos. Esto se obtiene, en la.medida posible, haciendo a la región responsable de sus propios problemas, en vez deinducirlairlmoralmente a descargar toda la responsabilidad sobre un Poder lejano, ausente, como;es el Poder.central. De aquíque se haya habituado el pueblo español a ser un mero espectador de sus propias desdichas. Ailte hecho tal no es suficiente que lo hagamos constar como un fenómeno de la Naturaleza, añadiendo, a lo sumo, que fuera deseable su modificación. No es sólo deseable que un pueblo abandone su actitud espectacular ante sus propios des-
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tinos', sino que es exigible, porque ello constituye·una gran vileza. Nuestra generación está obligada a hacerle salir de ese envilecimiento, usando; si es preciso, de ciertavioleiiciajurídita.Yo ve 0 en la autoridad regional una forma de esta violenciajurídica porque con ella enseñamos a nadar al pueblo español echándolo a:l agua;Tútelapeilia Costa: Todo lo contrario: ¡al agua:, al agua! =que bracee con sus propios bra2:os en el líquido elemento de la hisp~dres y thtores discrhoscon sus hijos o pupilos, toria. Es lo que hacen ·'· 5.?Nida pública no 'consiste sólo en que lasemasa:s se interesen podas negocios públicos; necesita otro ingrediente de stlma:.iinpottancia:: que de'la masa se•destaquen figuras directoras;:rrtinorias bien dotadas pata: condtic cir, espiritualizar organiZar aquélla:; y que; al própió tiempo, sean capa" ces de re50 lver]os asu11tosy sentir.una s\:tperior tespbrisabilidad; España no sólo padece ausencia de la masáen:la vida pública, sino de gehí:es aptas para dirigir el país. Faltan hombrés de primera clase ]Jorque llose les da ocasión de hacerse· tales; Ekentralismo ha hecho de Españaull'cuerpo·con uria sola· cabeza "-'-Madrid-·' y ha dejado decapitada5 las ]Jrovihcias. No sólo eii el'sentido político¡sino en el ordenilltelectual ymdraL Si la cabeza madric leña hubiera resultado·suficiente\ aún habría podido la naciórt marchar a fuerza de irradiación desde el centro a la periferia: Pero no ha: acaecido esto. Madrid·rio posee ni mucho menos alrrta:•bastante plira inyectarla eri los campos peninsulares; en las ciudades y villas.La casi totalidad de España vive una existencia; moral e intelectualmente sórdida; chabacana, exenta de vic bra:ciones y ejemplos impulsores! La autonomía regional traería consigo la multiplii::ación dé la: capitalidad: Tallaría' en•el plásma nacionalvarios ore ganismos enteros, con su corazón y su cerebro, su selección de minorías egre~ gias y el refinamiento consiguiente de todas las potencias espirituales que il harían la existencia local más rica, más llena de afanes hacia un tipo supeclf rior de sociedad espaiÍ.ola.. ' '' • ' '' ' ' ' ' · ·· · · · 6.ª Que·la provincia sea ló menos provincia y lo más capital posible: esto~. · esto que importa conseguir: Padecemos de un rutalisrrto; de lin aldeanismo"' superlativos, que es pr~ciso contrarrestar con esta multiplicadóii de i::apitac lidade5: Es preciso crear nueye o diez• ceritros vigorosos que exciterUa vida coinati:ana, capaces poria extensión de tierrasyhonibresque·repre5entari de sentir el orgullo de.sí mismos.y acometer empresas de gran envergadura\ "•" :He aquí una primerasérie de razones; Veamps•ahota la que resulta p'aú tiendo dela· otra grancuestión:la necesidad de que las instituciones nado ri.ales ~Gobiérnoy Parlamento-. ·.. gocen del prestigio iinprescindible:
[SOBRE LA CRÍTICA DE ARTE]
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Amig~juan~ela Encina: sería inaceptable que después de haberle infli-
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gido a usted este banquete, no .le dijésemos por'qué. En este año, cuyo número ostenta tan Cínicamente el cuarto de siglo y que termina con la cifta·de un real, viene a hacer diez años que ejerce usted con ejemplar continuidad su menester de crítica. Aunque había•nsted antes publicado algunos estudios sobre arte, puede datarse de aquel periódico titillado Espmla 1915 su ]ac bor mas característica. Esta labor-la crítica-· es de todas las faenas literarias la·que exige·mayor denuedo y atrae más riesgos. Durante un decenio ha•ocupado usted un puesto de peligro y se ha mantenido en labrecha. Nada más fácil que critica~alguna vez y de sorpresa dar un alfilerazo a un transeúnte; pero ser crítico un día tras otro, equivale a:poneruna_fábrica'dé enemfstades. No ha.eludido usted los peligros y los enojós•de tal oficio; y por eso nos complace mostrar hoy nuestra simpatía y estimación por su bravura. Yo, al menos, tengo tal idea de lo expuesta que es la 'existencia de un crítico, que•mehe·sentido toda la noche como si asistiese al banquete dado ' · a un aviador. Pero claro es que no sólo de bravura vive un crítico:: con sólo ella-·dejándonos ir por la pendiellte del símil- no habría estabilidad; Además de bravura hace falta mesura 'que evite las grandes caídas, los tremendos aterrizajes del desprestigio. Y tomando en conjunto ese respétablevolunren de juicid, que suponén diez años de labor, no éreo qúe nadie deje de reconocer una noble mesura a sus estimaciones. Podrá'cada:cual discutir este o el otro juicio déterminadO;'podrá discrepar de la doctrina general, que hace de la labor de ústed un organismo; pero sería notoriamente irijustdregateaF a su ardua obra la mediday el equilibrio. ' ' ·. ' · .· Tienen estasvirtudés tanto más méritO, étianto que el paisaje artfstico de ahora se compone casi íntegramente de precipicios: Centu]Jliea estolas dificultades de la érítica. Ell otro tiempo podía el·crítico comportarse sim-
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plemente como un juez: partiendo de un código preestablecido sentenciar sobre el hecho concreto. Ese código preexistente amparaba sus resoluciones y cobijaba su criterio. Pero el arte de nuestro ti~mpo, desde el fin del impre7 sionismo en pintura y del ºsimbolismo en poesía, carece de códj.gos sancio, nadas. El crítico tiene que operar a la intemperie y campo atraviesa; al mismo tiempo que juzga una obra tiene que· conquistar autoridad para la ley general que aplica. Noten ustedes que, salvo en la ciencia, pasa esto en ro-· dos los demás órdenes de nuestra vida. Así, pronto hemos de asistir en toda Europa al gran espectáculo de una vida política exenta de principios vi7 gentes; hasta ahora existieron siempre, por lo menos, dos: el que consagra, ba a los poderes establecidos y el que inspiraba a las potencias revolucio, narias. Pero ahora yo sospecho que aqu_éllos van a tener que vivir sin consagración y éstos sin inspiración; van a.tener, por tanto, que ganarse fa vida, por decirlo así,Cuotidianamente. El espectáculo va a ser formidable, y sólo me extraña que tan poca gente se dé ya una cuenta clara de la profun7 didad, del radicalisn;to de la crisis vital que fermenta en nuestro viejo conti, nente. Se cree que algunas cosas sufrirán mudanza, pero que otras queda, rán. La inercia, el deseo de conservar cómodamente fas aptitudes ya adoptadas, nos· seducen a toda hora para que escatimemos profundidad a esa crisis; :Ycí he de decir sinceramente que aún no le he encontrado fondo, esto es, que no creo en la perduración al menos sin sustanciales modificaciones de norma; institución, principio e ideal algunos de cuantos.se erguían hace veinte afiosr :Y, al hablar así, no excluyo ni siquiera a la ciencia. Pero contrayéndonos ala dificultad de la sazón en•quejl,lan de la Encina ejerce la crítica dearte, advirtamos que en el orden estético tod() se ha hecho problemático. No hay dimensión de nuestra sensibilidad artística. que no lo sea. Se ha hecho problemática nuestra relación estética con el pasad9: es pro, blemático el presente y es un absoluto problema el porvenir. Claro está.que yo no digo esto en t_ono elegiaco. Todo lo contrario: lo digo con complacencia y en sesgo optimista. Porque me parece para todo espíritu elástico y enérT ·· · gico mucho-más gratalavida'en un mundo sembrado de problemas que e() un paisaje atestado de soluciones_. Sentir la fruición, de lo problemático, de, leitarse en su riesgo es sínt9ma de que no está uno consignado al cor:ral, sinq que se tiene el ala)arga como el albatros .«amateurn,de tormentas. •i Por lo q11e h_ace al pasado artístico no se ha logrado aún quejas gent~ entren en cordu_ra. Cuando un joven de hoy ensaya alguna nueva intencióµ de pintura, no falta quien le salga al paso y oponga que se.debe pintar como Velázquez que fue e1mejor pintor. A mí esto me ha.parecido siempre una tontería;ll1últiple. que. tiene dentro otras.muchas, comq esas cajas japoJlesas dentro de las, cuales hay otras y dentro de éstas otras y así sucesivamente;
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· En primer lugar, debía a estas alturas sonrojar un poco que se proponga a un artist~ ser como otro, no advirtiendo que.el arte no tolera ninguna superfluidad y añadir a un Velázquez otro, sería ponerse el arte un tanto pe·sado. Velázquezal existir abolió el•derecho a la-. existencia de otroVelázquez. ºTodo artista.á.[ nacer asesina a sus posibles igualescNo es lícito repetir a otro. El arte fes próducdón: se diferencia de la e.ría caballar en que no es reproducción. En;segundo lugar; sólo el pequeño burgués de la cultura .que teme al problema'y busca dondequiera que entra, como una butaca, -una solución; un esquema; un escahlón-., puede decir que es Velázquez o Rembrandt, o Rafael el mejor pintor.Ne¡ hay; en rigor, mejores pintores.-hay sólo los buenos.y los nialos, por la sencilla.razón de que no hay una sola pintura sino muchas, artes pictóricos diversos,. apenas comunicantes. A lo sumo, cabría hablar del mejor pintor en una forma de pintura., Velázquez es .el niás formidable pintor de la escuelavelazquina. Nada menos,-.pero nada más ... ·· • Se olvida que es condición del arte su parcialidad. Cada obra sólo:puederealizar un cierto repertorio de valores estéticos y forzosamente renuncia a otros. La obra integral de pintura o escultura o poesía no existe. Decir que Velázquez es,el mejor pintor.es tan tonto como lo fuera decir que pintó mal. ¡Claro que pintó nial! ¡Es el peor, delos cubistas! Más allá de estas trivialidades es donde conviene·plantear la.cuestión . de nuestras relaciones con el pasado artístico. :Y he 1aquí que en ese lugar más hondo se presenta inseparable. de los problemas ,del presente. ,Porque todas l'\S huevas direcciones.de la inspiración, no obstante sus discrepancias superlativas, coinciden.en l,lnpunto: la ruptura con todo el.pasado del arte• Acaso es ésta la única nota clara en el arte.actual: la v0 h.intaddeno ser elpasado. Nos es ello tan evidente que no estimamos esta humilde claridad. :Y, sin embargo, encierra no pocas sutilezas y además es el hecho característico y exclusivo de nuestra época. El rompimiento radical; genérico no con este o el otro estilo del pasado sino con todo el arte pretérjto como tal,. no ha acon7 tecido hasta nuestros días. ¿Qué signifiq1esto ?, ¿Qué secreto•se esconde bajo tal emergencia? Porque.junto al hecho de.ese r;ompimiento y en las mismas almas donde se ha producido .existe una capacidad, de amplitud nunca vista, para. interesarse por'las formas de arte más exóticas y varias, _de' todas !_os tiempos,. de todas las razas. ¿Qué fenómeno es éste tan contradictorio?· . ' 'La !'!xplicación, a mijuicio, nq_es imposible. El alma humana progresa en.forma c;le diferenciaciones, 1,o que en un tiempo fue una clase de sensibi, lidad en otro posterior.se ha disociado envari'\S. Así, el hmnbre,primitivo no t~vo lo que nosotros llaIJ1amos ,«sensibilidad artísti_ca». ,Carece de ella y sm embargo no le falta. El hombre primitivo no siente el arte como algo aparte Yseparado de la magia, de la mitología, del rito y de la tradición. A todas
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estas cosas, para nosotros diferentes, presenta una sola forma de sen5ibili~ dad total y caótica. Fueron menester milenios para que se disgregase comg un sentir peculiar y exento el goce estético. · ;:;; Pues bien; en nuestro iiempo llega a madur~ una nueva disgciación que venía preparándose desde centurias, sobre todo desde hace siglo y medid; El hombre europeo de las huevas generaciones posee una sensibilidad histónI ca de incalculable refinamiento: Por.fin hemos llegadoa sentir.el páSadocoriJ.o · tal; es decir; como algo esencialmente distinto, del presente:' El pasado nos aparece como un universo aparte y virtual que no eomunica con la hora traÍP seúnte donde nuestra vida va: Sentimos todd pasado·cOmo. algo que nie:y ya no es; Aplíquese esto al artey severá que'nuestra sensibilidad artística·sé ha disociado y un radio de ella ha tomado la perspectiva histórica sepáránc dose del otro que va a lo áctuaL Aquél aleja iodo lo' que toca; éste1o fünde cori nuestra existencia efectiva. Esta ci:quisita distinción entre pretérito y áchia" lidad hace que nos sea imposible colocamos arite el cuadro deunviejd museo, en seiio, como ante un cúadro, sin más. El cuadro de Tiziano no es nue!l~ tro, sino delos hombres de su tiempo, y nosotros sólo podemos gozar dé él en perspectiva histórica; como un fantasma· deleitable de ultratumba, co:l:n'ó un revmant. Pero si alguien nos propone que lo coriteinplemos corno actU¡í;. lidad, el cuadro clásico no nos puede interesar o nos interesa tan póCó, con tal desproporción a su fama; que más vale, por piedad, no hablar de ello,· · 'Es,;pues, frívolo e ir\illteligerite censurara los nuevos artistas por su secel sióndelos clásicos, de la tradidónartística y afanarse parser originales; Al inl tentarlónóhacensinó aceptariel imperativo de nuestro tiempo, que obliga ase± parar con toda púreza el ayer del hoy. Así se explica, creo yo, que coexista un gran amor al pasado cuando se presenta como tal, en su virtual dimensión de inexis" tenteyun asco al pa5ado cuando pretende prolongar fraudulentamente su grác vitación sobre la actualidad. Ese pasado, que se obstina en no pasar y aspirá a Sli" plantar et hoy; merece, eri efecto, asco; es un viejo verde. Elleina inevitable !!sel de lós soldados deGromweJJ: Vestigia milla retrotswn, ninguna huella hacia atrás¡·· Pero sería el cuento de nunca acabar, amigo Encina; fo.sistir sobre fos temas qrtétantas veces'ha insinuado usted en stls escritos: GomprensiVodel pasado ha sido usted fiel al presente y su rtlda'batalla. La Exposición de Artistaslbéricos qúe; con tan largo gestó peninsular, se.ha iniciado ahóra\ debe ser' para usted hecho corroborador que'leinvita a proseguir su tarea. Ha ampliado usted los usos críticos'de núestro país aportando su infot2 macióri europea de vlSiones y deideas:Yo creo ·que 'son razones sobradas'p~ra c¡uele hayamos a usted'infligido este banquete, amigo]uan de la Encina'.' d . . • ¡
LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE E IDEAS SOBRE LA NOVELA
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LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE
Non creda donna Be1ta e ser Martina ... DNINA COMMEDÍA.-PARADISO XIII
IMPOPULARIDAD DEL ARTENUEVO Entrélas muchas ¡deas geniales. aunque mal desarrblladas. del genial francés Guyau, hay que contar su fütento de estudiar el arte désde el punto de vise ta sociológico: Al pronto le ocurriría a uno pensar que parejo tema es estériL Tomar el arte por él lado de sus efectos sociales,: se parece mucho a tomar elrábano por las hojas o a estudiar alhombre por su sombra.' Los efectos sotiale5 del arte son, a primera vista, cosa tan extrínseca, tan remota de la esen. cía estética que no se ve bien cómo, partiendo de ellos; se puede penetrar en ·. la intim1dad de los estilos. Guyáu, ciertamente; no extrajo de'su genial in~ tento el niejorjugo. La brevedad de su vida, y aquella su trágica prisa hacia la inuerle impidieron que serenase sus inspiraciones y;' dejando a un lado todo lo que es obvio y primerizo, pudiese insistir en lo más sustancial y recóndito. Puede decirse que de su libro El arte desde el punto de vista sociológico sólo existe eltítu!O; elresto está aún por escribir. Lá fecundidad de una sociología del arte me fue revelada inesperadamente cuando hace unos' años me ocurrió un día escribir algo sobre la nueva ~poca musical, que empieza con Debussy!. Yo ine proponía definir c:on la mayor claridad posible la diferencia 'de estilo entre fa nueva musica y la tradicional. El problema era rigorosamente estético, y; sin embargo/me encontré con que elcamino más corto hasta él partía de un fenómeno sociológico: la impopularidad de la nueva música. · Hoy é:¡ui.Siérahablarmás en general y referirme a todas las artes que aún tienen en Europa algún vigor;· por tanto, junto a la música nueva, :Ja nueva pintura, la nueva poesía, el nuevo teatro. Es,. en verdad, sorprendente y mis-
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VéáseMusicalta en El Éspectador, tomo 111 (en et' tomo 11 de estas Obr"as co111pletas):
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teriosa la compacta solidaridad cohsigomisma qué cada época histórica mantiene en todas sus manifestaciones. Una inspitación idéntica, un mismo esti7 lo biológico pulsa en las artes más diversas. Sin .darse de ello cuenta, el músico joven aspita a realizar con sonidos exactamente los mismos val9res estéticos que el pintor, el poeta y el dramaturgo, sus. contemporáneos. Y esta identidad de sentido artístico había de rendir, por fuerza, idéntica consecuencia sociológica. En efecto, a la impopularidad de la nueva música responde una ün~ popularidad de igual cariz en las demás musas. Todo el arte joven es impopular, y no por caso y accidente, sino en vittud de un destino esencial. , Se dirá que todo estilo recién llegado sufre una etapa de lazareto y se recordará la batalla de Hernani y los demás combates acaecidos en el advenimiento del romanticismo. Sin embargo, la impopularidad del arte nuevo es de muy distinta fisonomía .. Conviene. distinguir entrerlo que no es popular y lo que es impopular. El estilo que innova tarda algún tiempo en coI1quistar la popularidad¡ no es popular, pero tampoco impopular. El ejefiíc plo de· la irrupción romántica que suele aducirse fue, como fenómeno sociológico, perfectamente inverso del que ahora ofrece el arte, El roman, ticismo. conquistó muy pronto al «pueblo», para el cual el viejo artedásic co no había sido nunca .cosa entrañable. El enemigo cqn quien el romanth cismo.tuvo que pelear fue,precisamente una minoría selecta que· se habí¡¡ quedado anquilosada en las formas arcaicas del «antiguo régimen» poético, Las· obras románticas:son.las primeras ,-desde lainven.ción dela impren+ ta-.- que han gozado de grandes tiradas: El romanticismo ha sido por exc .• celencia.el estilo popular. Primogénito de la democracia fue tratadocon el mayor mimo por la masa. En cambio, el arte nuevo tiene a la masa en contra suya, y la tendrá siempre. Es impopular por esencia: más aún, es antipopular: Una obra cualqui¡;~ ra por él engendrada produce en elpúblico automáticamente un curioso efecto sociológiC0. Lo divide en dos porciones: una, mínima, formada por reducido número de personas que le son favorables; otra; mayoritaria, innumerable; que le es .hostil. (Dejemos a un !ad.o la fauna equívocá:delos snobs). Actúa; pues, la obra de arte como •Un poder social.que crea dos grupos antagónicos; que separa y selecciona'emel montón. informe de la muchedumbre dos cas, tas diferentes de hombres. . · · • · ' " . .• ¿Cuál es el principio diferenciador.de estas dos castas? Toda obra de arte suscita divergencias:. a .unos les gusta, a otros, no; a UI!OS les gusta menos¡ a otros; más. Esta disOeiación.no tiene carácter orgánico, no obedece a·11I1 principio. El azar de nuestra índole individual nos colocará entre los unos o entre los otros. Pero en el caso del arte nuevo, la disyunción se produce en un plano más profundo que aquél en que se mueven las.variedades del gusto
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individual. No se trata de que a la mayoría del público no le guste la obra joven y a la minoría sí. Lo que sucede es que la mayoría, la masa, 110 la entiende; Las viejas coletas que asistíana la representación de Hernani enten. dían muy bien el drama de Víctor Hugo, y precisamente porque lo enten. dían no les gustaba. Fieles. a determinada sensibilidad estética sentían repugnanoia por los nuevos valores artísticos que el romántico1es proponía. ·: ·A mi juicio;-lo característico del arte nuevo, «desde el punto de vista sociológico», es que divide al público en estas dos clases de hombres: los que lo .entienden y los que no lo entienden. Esto implica que'los unos poseen un órgano de comprensión negado, por tanto, a los otros; que son dos.variedades distintas dda especie humana. El arte nuevo, parlo ,visto, no .es para todo. el mundo, como el romántico, sino que va desde luego dirigido a liha minoría especiahnente dotada. De aquí la irritación que despierta en la masm Cuando a uno no le gusta una obra de arte, pero la ha comprendido, se sien7 te superior a ella y no ha lugar a la itritación, Mas cuando el disgusto que la obra causa nace de que no se la ha entendido, queda el hombre como humillado, con una oscura conciencia de su inferioridad que necesita compensar mediante la indignada afirmación de sí mismo frente a la obra. El arte joven, con sólo presentarse, obliga al buen burgués a sentirse tal y como es: buen burgués, ente incapaz de sacramentos, artísticos; ciego y sordo a.toda belle. za, pura.Ahora bien, esto•no puedehacerse.jmpum~mente después, de cien ·. años de halago omnímodo ala masa y apoteosis.del «puebla>>; Habituada a predominar en todo,Ja masa se siente ofendida en sus.<
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tinuar. Bajo toda la vida contemporánea late una injusticia profunda e llrti tante; el falsO'supuesto dela igualdad real entre los hombres; Cada paso qué, damos entre ellos nos muestra tanevidéntement.elo contrario que cada paso es un tropezón doloroso; ' · · · · ·. · · · . ' ' '1 ·· • · Si la cuestióri se plantea enpolitica, las. pasiones suscitadas son tales que acaso no es aún buena hora para hacerse entender. Afortunadamente, la so" lidaridad del'espírituhistórico a que antes aludía permite 'subrayar con toda ' claridad serenaménte, en el arte germinal de nuestra época los mismos sin:"· tomas y ~nuncios deTeforma moral que en la política se presentán oscurel cid:ospoilasbajaspasiones. · · · • ' '. ''' < .··. ,' ·. '·•' '''' . • ·Decía el evarigelista: No lite fie1i sicut·equus et mulus quibus noit estüF téllecttLS;No seáis•colI1o elcaballo•y el mulo; que carecen de eritend:imiento: La masa cocea y no entiende.•Intentemos nosotros hacer lo inverso. Ex" traigamos del arte joven su principio esencial, y entonces veremos en qué profundo serúido es impopular. 'f
ARTE ARTÍSTICO
·, ': •Si eJ arte huevó no es inteligible.para todo el mundo, quiere decirseque sus re5ortes no 'son' los genéricámente humanQs: Nó es un arte para los he>m= bres en general; sino para una clase muy particular de hombres que poc drán rtovalermás que los otros;•pero que evidentemente son distintos; ·•:e; ·· ·Hay; ante toClo; una cosá que conviene precisar. ¿A qué llama la•mayo,:i ría' de la gente goce•estético? ¿Qué acontece en su ánimo cuando una ·abr~ de arte, por ejemplo, una producción teatral, le «gusta»? La respuesta no ofrece duda: a la gente le gusta un drama cuando ha conseguido interesarse en los destinos humanos•que'leson propuestos; Los amores, odios, penas; alegrías de los personajes conmueven su corazóh: toma parte en ellos coni~ si fo es en casos reales de la vida. Ydice que es «huena»
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vez·;menos utilitaria, más densa y sin consecuencias penosas: Pero; en definitiva, el objete¡ deque en el arte se ocúpa;lo que sirve de término!a su•atención, y con ella.a.las demás potencias, es ellI1ismO•que én la existencfacotidiana: figuri¡tsypasiones humahas; Yllamatá arte al conjunto de médiós por los cuales.le es proporcionado ese contacto con cosás'humánasinteresantes. De tal suerte, que sólo tolerará las formas propiamente artísticas, las irtéalidades, Hrfan'tasía, en la medida en que no:intercepten su percepción de fas fo'tma.s y peripecias humanas, Tah pronto como estos elementos pu~ ramente estéticos dorriinert y no pueda agarrar bien la historia de.juan y María, el público queda despistada y no sabe qué hacer delante del escena" rio,•dellibro b del cuadro. Es natural¡ no conoce otra actitud ante!os•objetos que la práctica, la que nos lleva a apasionamos y a intervenii senfunentahnente en ellos.•Una obra qlÍe'no leinvirea: esnfinter\retlCióhJe deja'sirtpapel. .. Ahora bien; eri este punto convierte que lleguemos a una perfecta clál ridad.'Alegtarse o sufrir' con los des tirios. humanos que; tal vez; la obra de arte.nos refiere•o presenta;• es cosa muy•diferente .del verdadero goce ártísticci: Más aún: esa ocupación con lo humano d~ la obra és/en prinCipio, incompatible con la estricta fruiciónestética. · 1 ; ; •• • • • 1 • Se trata de una cuestión de óptica sumamente sencilla .. Para ve'r un objetrn tenemos queiacomodar de una cierta manera nuestro áparato'ocúlar. Si ,nuestra acomodación visual es· inadecuada, no veremos el objeto olo vere" mos maLimagínese el1ector que estamos mirando unjardín al través del vidrio de una ventana• Nuestros ojos se acomodarán de süerte•que elrayo de la visión péííetre el Vidrio; sin detenerse en él; y vaya a prenderse en las flóc res y frondas: Como la meta dela visión es el jardín y hasta él va fanzadoel rayo visual, no veremos el vidrio, pasará nuestra mirada a su través, sin percibirlo. Cuanto más puro sea el cristal menos lo veremos. Pero luego; haciendo un esfuerzo, podemos desentendemos del jardín y;retrayehdo e1rayo ocular; detenerlo en el vidrio. Entonces· eljardín desaparece a·nuestros ojos y de él sólo vemos unas masas de:co!or confusas que parecen pegadas al cris' tal: Por tanto, ver· el jardíny ver el.Vidrio de la ventana son dos operaéioc riesincómpatibles: la una excluye a·la· otray·requieren acoinodaciones·ocu.. 1 lates diferentes: · Del mismo modo, quien en la obra de. arte busca el i:omhoverse con los destinos de juan y María o deTristán e Iséo y a ellos acomcida su percepción espiritual, no verá la obra de arte. La desgracia de Tristán sólo es tal desgracia, y; consecuentemente, sólo podrá conmover.en la medida en que se la t()i,ne corpo real~qad,.Rero e.sel c~soque el objet,e> ¡irtístico sólo ~s artístico eri la m.edida en qµe no' es r~al.Par~ poder goz~r deÜ-etratéJe~~estre .de Carlos V, por Tiziano,' es condición ineludible que no.veamos allí a Carlos V
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en persqna, auténtico yvivierite, sino que, en su lugar, hemos de ver sólo_:un retrato, :una imagen irre;Jl, l\na.ficción ..El retratado y,su retrato.son do_s objetos cornpletarnentlé,dis.tintos: o. nos interesa¡:nos.por el uno o por el otro_; Ene! primer caso, !
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.·_' ·_·•, en' la de fa -diVididá-en dós· cilpas: los' nobleS y losp1ebeyos;e.xistió un arte noble que era , ~tidealistaÍ•, es'tO_es;artístico 1-yun arte:popular.que._era realista-y satfrico.- - ' · · ' ·· -,¡]
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proceso se llegará a un punto en que el contenido human.o de la· obra· sea tan escaso que casi' no se le vea. Entonces tendremos un objeto que sólo puede ser percibido por quien posea ese donpeculiar de la sensibilidad artística. Será un arte ¡:¡ara artistas, y no para la masa de los hombres; será un arte de casta, y no demótico . He aqúí por tjué el arte huevo di\lid.é al plÍblico en dos clases de individuos: los que lo entienden y los que no lo entienden; esto es, los artistas y los que no lo son. El arte nuevo es un arte artisticb. Yo ria pretendo ahora 'ensalzar está manera nueva de arte, ymenos denigrar la usada en el último siglo'. Me limito a filiarlas, como hace el zoólo~ go con dos faunas antagóriieas¡ El arte nuevo es Un hecho universal. Desde hace veinte años, los jóvenes rriás alerta de dos generaciones sucesivas-·-en París, en Berlín, en Londres, Nueva York, Rorria, Madrid-'-'' se ·han encontrado sorprendidos por el hecho ineluctable de que el arte tradicional nb les iritere5aba; más aúri, les repugnaba.' Con.e.Stas jóvene5 cabe hacer Una de dos cosas: o fusilarlos o esforzarse ericornprenderlos. Yo he optado resueltamente por esta segurtdaoperación. y pronto he advertido que germina en ellbs ún'nuevo señtido del árte,-perfectarnente'Claro, coherente y'racicinaL Lejos de ser un capricho, significa su sentir el resultado inevitable y fecundo de toda la evolución artística artteribr. Lb caprichoso, lo arbitrario Y, en conc ,secuencia, estéril, es resistirsba este _nuevo estilo y obstinarse en la reclusión dentro de formas ya arcaicas; exhaustas y periclitadas, En árte; cbrno en moral, no depende el deber de nuestro arbitrio;· hay que aceptar el imperativo de trabajo que la época nos impone.Esta ddcilidad'a laorden'd.el·tiempo es la única probabilidad de acertar que el individuo tiene. Aun así; tal vez no consiga nada; pero es mucho más seguro su fracaso si se obstina en componer una ópera wagneriana más o una novela naturalista. ·En arte es nula toda repetición. Cada estilo que aparece en la 'historia puede engendrar cierto número de formas diferentes dentro de un tipo genérico;.·Pero llega un día en que la magnífica cantera se agota. Esto ha pac sado, por ejemplo, con la novela y elteatro-rornántico-naturalista. Es un-error ingenuo creer qúe la esterilidad actual de ambos géneros se debe a la ausencia de talentos personales: Lo que acontece es qrie se han agotado las combinaciones posibles dentro de ellos. Por esta rázón, debe juzgarse venturoso que coincida con este agotamiento la emergencia de una nueva sensibilidad capaz de denunciar nuevas canteras intactas. Si se analiza el nuevo estilo, se hallan en él ciertas tendendas sumamente conexas entre sí. Tiende: 1. 0 , a la deshumanización delarte; 2. 0 , a evitar las formas vivas; 3. 0 ¡a hacerquelaobradearteno sea sino obra de arte; 4.º;a coUJ siderar el afte como juego, y nada más; 5.º; a una esencial ironía; 6,0; a eludir
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toda falsedad; y, por tanto, a· una escrupulosa realización. En fin, 7. 0 , el arte¡ según los artistasjóvenes, es una cosa sin trascendencia alguna. Dibujemos brevemer_ite c.ada una de estas.facciones del arte nuevo. >• ·.
UNAS GQTASDE.FENOMENOLOGÍA . Un hombre ilustre agoniza.,Su mujer está junto allech.o.. Un médicq cuenta]as pulsaciones del moribundo. En .el fondo de la habitación hay otras dos personas: un periodista, que asiste a la e.scena obitual por razón de oficio, y un pintor que el azar ha conducido aUí. Esposa, médico, periodista y pintor preswcian Jlil mismo hecho, Sin embargq, este único y mismq he7 cho .-la agonía de un.hornbre-.·-se ofrece a cada;uno de ellos. con aspecto distinto. Tan distintos son estos aspectos, que apenas si tienen un núcleo co7 mún:La diferencia entre lo que es para la mujer transida de dolor.y para el pintor que, impasib.le, mira .la escena, es tanta, qµe casifoera más exacto de7 cir: la esposa y el pfritor presencian dos hecho.s compleramente distintos ... . .. .Resulta,, pl!es, que µna rnis:rnarealidad se quiebra en muchas realidade5 divergentes cuando .es mirada desde puntos de vista distintos. Y nos ocurre preguntamos: ¿cuál de esas múltiplesrealidades es la verdadera, la auténti7 ca?. Cualquiera.decisión que tomemos. será arbitraria. Nuestra preferencia por una u otra sólo.puede fundarse en el capricho. Todas esas realidades son equivalentes, cada una la auténtica para su congruo punto de vista; Lo ~nh coque podemos hacer es clasificar estos puntos de vista y elegir entre. ellos el que prácticamente parezca más normal o más espontáneo. Así llegaremos a una noción nada absoluta, pero, al menos, práctica y normativa derealidad. El medio más claro de diferenciar los puntos de vista de esas cuatro.per.7 sanas que asisten a la escena mortal consiste en medir.una de sus dimensiones: la distancia espiritual a que cada uno se halla del hecho común, del¡¡ agonía. Eri lamujerdel moribundo esta distancia es mínima, tanto; que.casi no existe. El suceso lamentable atormenta de tal modo su.corazón;eo.cupa tanta porción de.su alma que :Se funde con su persona, o dicho en giro in, verso: la mujer interviene en la escena, es un trozo· de ella, Para que poda, mosver algo;:pa~a que un hecho se convierta en objeto que contempla4 mós\.es menesteu separarlo de nosotros y que deje deformar parte viva de nuestro ser. La mujer, pues, no asiste a la escena, sino que está dentro· de ella¡ no la· contempla, sino que la vive.· El médico se ericilentra ya un .poco más alejado. Para él se trata de u¡i caso profesióriaENó iriterviene en el hecho. con la apasionada y ceg;adora arú gústia que inunda el alma de la pobre mujeE• Sin embargo, su oficio le oblh
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ga a interesarse seriamente en lo que ocurre: lleva en ello alguna responsabilidad y acas9 peligra su prestigio. Por tanto, aunque menos íntegra e íntimamente que l
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Al llegar aquí tenemos que hacer una advertencia esencial pata la esté0 tica, sin la cual no es fácil penetrar en la fisiología del arte, lo mismo Viejcl que nuevo. Entre esos di".ersos aspectos de la realidad que corresponderfü los varios puntos de Vista, hay.uno de que derivan todos los demás y en to: dos fos demás va supuesto: Es el de la realidad ViVida: Si no hubiese algúién que ViViese en pura entrega y frenesí la agoníade un hombre, el médico!l<í se preocuparía por ella, los lectores no entenderían los gestos patéticos' del periodista que describe el suceso y el cuadro: en que el'pintdrrepresenta un hombre eh el lecho rodeado de figuras dolientes nos sería ininteligiJ. ble, Lo mismo podríamos decir de cualquier otro objeto, sea personad t?s~¡ ka forrrtá primigenia de una i;nanzana es la que ésta posee cuando nos disc ponemos a Comérnosla: En toda,s las demás formas, pos,ibles ·que ad?pte ¿pbr ejemplo, la que uh artista de 1600 le ha dado, combinándola en unbá" rroco' ornamento, lá que presenta en un bodegón de Cézanné o en la metá" fara elemental que hace de ella unainejilla de moza- conservan más ó mei nos aquel aspecto originario. Un: cuadro, una poesía donde río quedase resto alguno de las formas ViVidas, serían inint~ligibles, es decir, no serían nada; como nada sería un discurso donde a cada palabra se le hubiese extirpado su significación habitual. .· ·• ··· · . ' · ·1 '· ' . ' ' ' · Quiere decir esto que en la escala delas realidades corresponde~·li¡ realidadViVida.una peculiar primacía que nos obliga' a considerarla comó «lá» realidad porexcelencia. En vez de realidad ViVida; podíamos decir rea" lidadhumana. El pintor que presencia impasible la escena de agorna parece «inhumano». Digamos, pues, que el punto de vista humano es aquél en que «ViVimos» las situaciones, las personas, las cosas. Y, Viceversa, son humanas todas las realidades-mujer, paisaje, peripecia- cuando ofrecen el aspee~ to bajo el cual suelen ser ViVidas. , · . . ' Un ejemplo, cuya importancia advertirá el lector más adelante: e~tr.e las realidades que integran el mundo se hallan nuestras•ideas. 1:a.s usarn?s «humanamente» cuando con ellas pensamos las cosas, es decir, que al pen: sar en Napoleón, lo normal es que atendamos exclusivamente al gránde hom" bre astllamado. En cambio, el psicólogo, adoptando un: punto de vista anormal «inhumano» se desentiende de Napoleón y; mirando a su propio interior;r procura analizar su idea de Napoleón como tal idea. Se trata; pues, de.una perspectiva opuesta alá que usamos erila Vida espontánea. En vez de serla idea instrumento con que pensamos un 'objeto, la hacernos a ella objeto Y término de nuestro pensamiento. Yaveremos·el uso inesperado qtie el arte nuevo hace de esta.inversión inhumana. ·•·, l
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COMIENZA LA DESHUMANIZACIÓN DELARTE ; i:'
. Con rapidez vertiginosa el arte joven se ha disociado en una muchec dumbre de direcciones e intentos divergentes1 Nada es más fácil que subrayar: las diferencias entré Unas producciones y otras. Pero' esta acentuación de lo diferencialy' específico resultara vacía si antes' no se determina el fondo común que variamente; a veces contradictoriamente; en todas se afirma. Ya enseñaba nuestro buen Viejo Aristóteles que las'cosas diferentes·se difec rendan en lo que se asemejan, es decir; en cierto carácter común: Porque los cuerpos tienen todos color; advertimos qúe.lós unos tienen'color,diferente de los otros .. kas especies son precisamente especificaciones de un género, y sólo las entendemos cuando las vemos modular en formas diversas•su común patrimonio. - rr>L•: · 1'r Las direcciones particulares del arte joven me interesan mediocremente;y salvando algurias excepciones; me interesa todavía menos cada obra en singular. Pero a·su vez, esta valoración mía de· los· nuevos productos artísticos no debe interesar a nadie. Los e5critores que,reducen su inspiración a expresar su estima o desestiIIla por las obras de arte no debían escribir. No' sirven parn este ardúo menester. Como Glmin decía de unostorpes·dramaturgos; fuera mejor que dedicasen su,esfuerzo a otras faerias; por. ejemplo, a fun,dar unafamilia-: ¿Que la tienen? Pues que funden.otra:•:••; : Lo importante es que existe en el mundo el'hechffindubitable de una nueva sensibilidad estética'. Frente a la pluralidad de direcciones especiales y de obras indiViduales, esa sensibilidadTepresentalo genérico y como el manantial de aquéllas. Esto es lo que parece de algún interés definir. Y buscando la nota más genérica y característica de la nueva producción' encuentro la tendencia a deshumanizar el arte. El párrafo anterior proporciona· a esta fórmula cierta precisión: • 'Si al comparar un cuadro a la manera nueva con otro de 1860 seguimos el orden más sencillo, empezaremos por confrontarlos objetos que en uno y otro' estan'representados, tal vez un hombre, una casa,una montaña. Pronto se adVierte que el artista de 1860 se ha propuesto ante todo que los objetos en su cuadro tengan el mismo aire y:aspecto que· tienen fuera de' él, cuando forman parte ·de la realidad ViVida o hmnana·. Es·posible que, además de esto; el artista d~:l860 se proponga muchas otras complicaciones estéti; ¡ '- - !it ESta 'nueva's-ensibilidhd-ito se·da-sOlO en-ÍOs'cte·adore's de arte, siritJ_ üüitbi_én'iiri gente que _ es sólo_público. C~l;ln~o _he, dic~o que el arie nu_evo es un arte para 8rtistas1 eritehdía por ta:. tes·, n'd'sólo los que producen éSte arte1 sinci'lri.S que· tiene'n la'capaéida"d de 'percibir valores puramente artísticos.
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cas; peto lo importante es notar que ha comenzado por asegurar ese parecido. Hombre, casa y montaña son, al punto, reconocidos: son nuestros viejos amigos habituales. Por el cpntrario; en el cuadro reciente nos cuesta trabajo reconocerlos. Elespectador piensa que tal vez el pintor no ha sabido COfü seguir el parecido. Mas . también el cuadro de.1860 puede estar «malpin7 tado»., es decir, que entre.los. objetas del cuadro y esos, mismos objetas fue, ra de él, exista una gran distancia, una importante divergencia, Sin embargó¡ cualquiera que se¡¡. la distáncia, los errores del artista tradicional señalan hacia el objeto «humanmt.; son caídas en eLcarn,ino hacia él y equivalen al <realidad, se ve que ha ido contra ella. Se ha;propuesto denodadamente deformarla, rompe~ su aspecto humano¡ deshumanizarla. Conlas cosas representadas en el cuadro tradicional podríanio:S ilusoriamente convivir.; De la Gioconda se han ena; morado muchos. ingleses. Con las cosa5•representadas en el cuadro nueyo es imposible la convivencia: al extirparles su aspecto de réalidad vivida, el pin+ tor ha cortado el puente.y quemado)as naves que podían transportarnos a nuestro mundo habitual: N os;deja encerrados en un universo abstruso, nos fuerza a tratar con.objetos conJos que no cabe tratar humanamente. Tene7 mas, pues, que improvisar otra forma de trato por completo distinto del usual vivir las cosas; hemos de crear e inventar actas inéditos que sean adecuados a aquellas figuras insólitas. Esta nueva vida, esta vida inventada previa anulación de.la espontánea, es precisamente la comprensión y el goce artísticos, No faltan en ella sentimientos y pasiones, pero evidentemente estas pasio: nes y sentimientos. pertenecen a una flora psíquica muy distinta dda que cubre los. paisajes de nuestra vida primaria y huµiana. Son emociones se, 1 cundarias que en nuestro artista interior provocan esos ultra-objetos ;Sort sentimientos específicamente estéticos. ·,, Se. dirá que para talresultad\) fuera más simple p~escindir totalmente de esas formas humanas -hombre, casa, montaña-y. construir figuras del todo originales; P.ei:o esto es, en primer)ugar, impracticable'. Tal vez en Ja
más abstracta línea ornamental vibra larvada una tenaz reminiscencia de ciertas formas
INVITACIÓNA COMPRENDER ' · Enfa obra de arte preferida por el último siglo hay siempre un núcleo de realidad vivida, que viene a ser como sustancia del cuerpo estético: Sobre ella opera el arte, y su operación se reduce a pulir ese núcleo humano, a darle barnii, brillo, compostura o.reverberación. Para· la mayor parte de la gente tal estructura de la obra de arté es la más natural; es la única posible. El arte es reflejo de la vida, es la naturaleza vista al travéS de im temperamento,
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Que es lo que ha hecho la broma dadafsta. Puede irse. advirtiendo (véase la nota anterior), cómo las.~ismas :xtravagancias yfallidos intentos del arte nuévo se derivan con Cierta. lógica de s~ princ1p_10 ~rganico. Lo cual demuestra ex abundan tia que se trata, en efecto, de un movi.:. miento unttano y lleno de sentido. · :,
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es la representación de lo humano, etcétera, etcétera. Pero es el caso que con no menor convicciónlosjóvenes sostienen lo contrario, ¿Por qué han de te~ ner siempre hoy razón los viejos contra los jóyenes, siendo así que el maña~ na da siempre la razón aº!os jóvenes contra los viejos? Sobre todo, no conviene indignarse, ni gritar. [)ove si giida 11011 everasdenza, decía Leonardo de Vinci; Neque. lugere 11eque i11digi1mi,. sed. i11telligere, recomendaba Spinoza: Nuestras conVicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sos, pechosas. Ellas constituyen nuestros límites, mi estros confines, nuestra pri7 . sión. Poca es la vida si no piafa en ella un afán formidable de ampliar sus fron~ teras. Se.vive. en la proporción eríque se ansía vivir.más. Toda obstinación en mantenernos dentro de nuestro horizonte habitual significa debilidad, decadencia delas energías .vitales. El horizonte .es una línea biológica, un ór" gano·Viviente de nuestro ser¡ mientras gozamos de plenitud, el horizonte emigra, se dilata, ondula elástico casi al compás de nuestra respiración. En cambio; cuando el horizonte se fija es que se ha anquilosado y que nosotros ingresamos en la vejez. No es tan evidente como suponen lbs académicos'que la obra de arte haya de consistir; pbr fuerza, en un núcleo humano quelas musas peinan y puli, meritan. Esto es, parlo.pronto, reducir el arte a lásola cosmética. Ya he indicado antes qtie la percepción dela realidad vivida y la percepción de la forma artística son; en
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SIGUE LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE La gente ;r;_m;va ha declarado « tabfü> toda injerencia de lo humano en el árte. Ahora bien; lo humano, el repertorio de elementos que integran nuestro inundo habiaial, posee una jerarquía de tres rangos. Hay primero el.orden de las personas, hay luego el de !.os ser.es vivos.• hay, en fin, las cosas inorgánicas. Pues bien: el veto del.arte nuevo ·se ejerce con una energía,próporcional a la altura jerárquica del objeto. Lo personal, por ser lo más humano de lo .humano, es lo que más evita el arte joven. Estos.e.advierte muy claramente en la música yla poesía. Desde Beethoven a Wagner el tema de.la música fue la expresión de sen, timientos personales. El artista mélico componía grandes edificios sonoros para alojar en ellos.su autobiografía. Más .o menos era el arte confesión. No había otra manera de goce estético quela contaminación. Wagnerinyecta en el Tiistán su adulterio con la Wesendonk y no nos deja otro remedio, si queremos complacemos en su obra, que volvemos durante un par de horas vagamente adúlteros. Aquella música nds ·compunge, y para gozar de ella tenemos que llorar, angustiarnos o derretirnos en una voluptuosidad espasc módica. De Beethoven aWagner toda la música es melodrama. · ' Eso es una deslealtad-diría un artista actual. Eso es prevalérsede una ,noble debilidad que hay eri el hombre, por la cual suele contagiarse del dolor o alegría delprójimo. Este contagio no es de orden espiritual, es una repercusión mecánica; como la dentera que produce el roce•de ún cuchillo sobre un cristal. Se trata de un efecto automático, nadamás: No vale confundir la cosquilla con el regocijo. El romántico caza con reclamo; se aprovecha inhonestamente del celo del pájaro· para incrustar en él los perdigones de sus notas, El arte no puede consistir en el contagio psíquico, porque éste es ún fenómeno inconsciente y el arte ha de ser todo plena claridad, mediodía de intelección. El llanto y la risa son estéticamente fraudes. El gesto dela bellezano pasa nunca de la'melancolía o la sonrisa, Y, mejor aún, sino llega: Toute maitiise jette le froid (Mallarmé). ... Yo creo que es bastante discreto el juicib del artista joven;. El.placer estético tiene que ser un' placer inteligente. Porque entre los placere5 los hay ciegos y perspicaces. La alegria del borracho es ciega; tiene, como todo en el mundo, su causa: el alcohol; peró carece de motivo. El favorecido con un premio de la lotería también se alegra, pero con una alegria muy diferente; se alegra «de» algo determinado. La jocundia del borracho es hermética, está encerrada en símisma, no, sabe de dónde viene, y, como suele decirse, «e.atece.de fundamenta>>. Elregodj9 ,del pr~Illiado, en cambio, co115i5te precisamente en darse cuenta de un hecho que lo motiva y justifica; Seregocija
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porque ve un objeto eu si misma· regocijante. Es una alegria cou ojos, que' vive de su motivación y parece fluir del objeto hacia elsujeto 1• •• • .. Todo lo que quiera se~ espiritual yno rriecá;nico habrá de poseer este ca~ rácterperspicaz, inteligente y motivado. Ahora bien: la obra romántica pro:" vaca im placer que apenas mantiene conexión con su contenido. ¿Qué tie: ne que ver la belleza musical-··que debe ser algo situado allá, fuera de.mi\ eri el lugar donde el sonido brota-.-, é:on los derretimientos íntimos que en . mi' acaso produce; y en paladear los cuales el público romántico se coml place? ¿Nohay aquí un perfecto quid pro•quo? En vez de gozar del objeto ar-' tistico, el sujeto goza ele si mismo; la obra ha sido sólo la causa y el alcohoh de su placer: y esto acontecerá siempre que se h~ga consistir ra~icalmente elarte•en uria exposición de realidades vividas~ Estas, sin remed~o, ~os'SO-' breca gen, suscitan en nosotros úria participación sentimental que impide contemplarlas en su pureza objetiva. . •. . · . ... · • · Ver es una acción a distancia: Y cada una ddas artes maneja un·apa=l rato proyector quealejalas cosas y las transfigura: En su pantalla mágica·lqs contemplamos desterradas, inquilinas de un astro inabordabley absoluta-'. mente lejanas. Cuando falta esa desrealización se produce en nosotros un ti-' tubeo fatal: no sabemos si vivirlas cosas o contemplarlas. • • Ante las figuras de cera todos hemos sentido una peculiar desazón. Pro~, vierie ésta del.equivoco urgente que en ellas habita y nos impide adoptar. ensu presencia una actitud clara y estable. Cuando las sentimos como seres vivos nos burlan descubriendo su cadavérico secreto de muñecos, y silas vemo~ como ficciones parecen p~lpitar irritadas: No hay manera de redu°" cirlas a meros objetos. Al mirarlas, nos azora sospechar que son ellas quiel. nes nos están mirando a nosotros. Y concluimos por sentir asco hacia aque-· lla. especie de cadáveres alquilados. La figura de cera es el melodrama purm• , Me parece que la nueva sensibilidad está dominada por un asco aloh~" mano en el arte muy semejante al que siempre ha sentido el hombre selecto• ante las figuras de cera. En cambio, la triacabraburla cerina ha entusiasmado; siempre a la plebe. y nos hacemos de páso algunas preguntas impertineril tes, con ánimo de no responderlas ahora: ¿Qué significa ese asco a lo huma" no en el arte? ¡_Es, por ventura, asco a lo humano,ia larealidad, a la vidá, o es, inás bientodolo contrario: respeto a la Vida y·uná repugnancia a verla con;. fundida•coil el arte, fon una cosa tan subalterna como es el arte? Pero ¿qué es
esto de llamar al arte función subalterna, al divino arte, gloria de la civilización, penacho de la cultura, etcétera, etcétera? Ya dije;lector, que se .trataba ~e unas preguntas impertinentes. Queden,. por ahora, anuladas; • El meloch;ama llega en Wagner ala más desmesurada exaltacióm Y como siempre acáece,: ahlcanzar una forma su máxllilo, se inicia su conversión en la contraria: Ya en Wagner la voz humana deja de ser protagonista y se sumerge en el griterío cósinicd de los demás instrui:nentbs; Pero era1inevitable una conversión más radical.Era forzoso extirpar de lainúsica los sentimientos privados, purificarla elluna ejemplar objetivación. Éstafoe la hazaña de Debussy. Desde él es posible oii inúsica serenamente; sin embriaguez y sin llanto;Todaslas variaciones de propósito que en e5tos últimos decenios ha habido en el arte musical pisan sobre el nuevo terreno ultra terreno geniall mente conquistadoporDebussy; Aquella conversión de lo subjetivo alo objetivo es de tal importancia; que ante ella desaparecen las diferenciaciones ulteriores~rDebrissy deshuritaniZó la música, y pm ello data de él la nueva era del arte sonoro;• · ·•La misma peripecia aconteció en el lirismo. Convenía libertar la poesía; que, cargada de materia humana, se había convertido en un grave, e iba· arrastrando .sobre l[Jtierra, hiriéndose i:ontralos árboles y las esquinas de los tejados como un globo sin, gas. Mallarmé fue aquiellibertador que devolvió ~lpoéniásu .poder aerostático y su Virtud ascendente. Él mismo; tal vez, no realizó su aml:¡icióni pero fueoel capitán de.las nuevas exploraciories•etéreas, que ordenó' lamªniobra decisiva: soltar lastre. ! ' · ' Recuérdese cuál erá•ehema delapoesia en fa éenturia romántica.' El poeta nos participaba lindamente sus emociones privadas de buen qurgués; sus penas grandes y chicas, sus nostalgias, sus preocupaciones religiosas o políticas y; si'era inglés, sus ensoñaciones tras dela pipa. Con unos ú otros medios aspiraba a envolver en patetismo su existencia coddiana. El' genio individual permitía: que, en ocasiones,, brotase e'n torno al núcleo humano del·poema.una.fotosfera 'radiante, de más sutil materia-por ejemplo; en Baudelaire. Peró este resplandor era impremeditado. El poeta quería siem" pre-seruri Hombre: • ',· · ! , • ,, · .· . ' . . , ' "·' ·-.¿Y esto parece mal a los jóvenes? -pregunta con reprimida indignación alguien que no lo es. ¿Pues qué quieren? ¿Que el poeta sea·uri pájaro; un ictiosauro, un dodecaedro? . ·' '.
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No sé, no sé; pero creo. que ~l poeta joven, cuando poetiza, se propo~ ne simplemente ser poeta. Ya veremos cómo todo e\;arte nuevo, coincidien~ do en esto con la nueva ciencia; con la nueva.política, con la nueva vida¡ · en· fin, repugna ante todo la confusión de fronteras. Es un síntoma de pulcritud mental querer que las fronteras entre las cosas estén bien demarcadai;¡ Vida es una cosa, poesía es otra·-.-piensan o_, al menos, sienten. No lasmezl demos. El poeta empieza donde el hombre' acaba; El destino de éste es.vivir suitinerario. humano; la misión de aquél es inventar lo que no existe. De esta manera se justifica el oficio poético. El poeta aumenta el mundo; ,añadiendq a lo real, que ya está ahípor sí.mismo, un irreal continente. Autorviené.de aúcto1:, el que aumenta. Los latinos llamaban asía\ general que ganaba para la patriaunnuevo territorio:··· :· :,::,, :::e , . · · · .. Mallam1é fue el primer hombre del siglo pasado que quiso ser un poeta: Como él mismo dice,. «rehusó los materiales naturales» y c,ompusci pequeño~. objetos líricós, diferentes de la.fauna ylaflora humanas. Esta poesía no nec cesita ser «sentida», porque, como no hay en ella nada humano, no hay en ella nada patético. Si se habla de una mujeres de la. «mujer ninguna», y si suena unarhora es «la hora ausente del cuadrante»:. Afuena.de negaciones, el ve~, so de Mallarmé anula toda resonancia vital, y.nos presenta figuras-tan extra7 terrestres, que el mero contemplarlas.es ya sumo placer. ¿Qué puedehacéren+ tre esas fisonomías eLpobrerostro del hombre.que oficia de poeta?: Sólo.una cosa:. desaparecer, volatilizarse y quedar convertido en una: pura voz.anónima que sostiene en el aire las palábras; verdaderas protagonistas de la empresa ... lírica. Esa pura voz anóniina, mero substrato acústico delversó; es la voz del · poeta, que sabe aislarse de su hombre circundante: ', · , • , · ' · .i . .Por todas partes salimos a lo mismo: huida de la persona humana. Los procedimientos de deshumanización son muchos. Tal vez hoy dm;ninan.otros muy distintos.de los que empleó Mallarmé, y no se me oculta que a las pági~ nas.de éste llegan todavía vibracionesy estremecimientos románticos. Pero_lo _, mismo que la música actual pertenece a un bloque histórico que empieza_con Debussy, todalanueva poesía avanza en.la dirección señalada por Mallarrnél El enlace con uno y otro nombre me parece esencial si, elevando:la mirad~ sobre lasindentaciones marcadas por cada inspiráción particular, se quiere b_uscar la.línea matriz de un nuevo estilo. .. · · · ·. · Es muy difícil que a ~n contemporáneo ménor de treinta años le in ter rese un libro donde, so pretexto de arte, se le refieran las idas y venidas de unos hombres y unas mujeres. Todo eso le sabe a sociología, a psicolo~a):'. . lo aceptaría con gusto si, no confundiendo ,las cosas, s~ le hablase sos10lo: gicamerite.o p~itolófilcamente de ello,. Pew el arte .\J~~a 'éles otra .cosa. La poesía es hoy el álgebra superior de las metáforas.
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EL «TABÚ» YLAMETÁFORA . .La metáfora-es probablemente la potencia más fértil que el hombre posee. Su eficiencia llega a tocar los confines de la taumaturgia y parece un trebejo de creación que Dios se dejó olvidado dentro de una de sus criaturas al tiempo de fóimarfa, como el cirujano distraído se deja un instrumento en el ' · . ,. , . " ., ,. .: vientre del operado. • Todas las demás potencias nos mantienen inscritos dentro deloreal de lo que ya es . .Lo más que podemos hacer es sumar o restar unas cosas de o~as. Sólo la metáfora nos facilita la evasión y crea entre las cosas reales arrecifes imaginarios, florecimiento de islas ingrávidas. Es verdaderamente extraña la.existencia en el hombre de esta actividad mental que consiste en suplantar una cosa por otra, no tanto por afán de llegar a ésta como por el empeño de rehuir aquélla. La metáfora escamotea uri óbjeto eniriáscarándolo con otro, y no tendría sentido si no viéramos bajo ella un instinto que induce al hombre a evitarrealidades1. Cuando recientemente se preguntó un psicólogo cuál pueda ser.el origen de la metáfora; halló. sorprendido que una de sus raíces está en el espíritu del «tabú»'. Ha habido una época en que fue el miedo la máxima inspiración humana, una edad dominada por eLterror.cósmico: Durante.ella se.siente la-necesidad._de evitar ciertasrealidades que, por otra parte, son ineludibles. ELanimal más frecuente en e\país, y de que depende la sustentación, adquiere:r¡n prestigio sagrado. ·Esta consagración·trae consigo la idea de que no se le puede tocar con las manos: ¿Qué.hace entonces para comer el indio Lillooet? Se pone en cuclillas y cruza las manos bajo sus nalgas. De _este modo puede.comer, porque las manos bajo las nalgas son metafóricamente unos pies, He aquí un tropo de acción, una metáfora elemental previa a la imagen verbal y.que se origina en el afán de evitar la realidad. • . . : Y como la palabra es para el hombre primitivo uµ poco la cosa ~i~ma _nombrada, sobreviene el menester de no nombrar el objeto tremendo sobre que ha recaído «tabú». De aquí que se designe con.elnombre de otra cosa, mentándolo en forma!arvada y subrepticia: Asiel polinesio, que no debe nombrar nada de lo que pertenece.al rey, cuando ve arder.las antorchas en su Algo más sob~e_ 1~ ~e~fi;ir_~ p u~_c;l17 ;v~rse_ e~ ~~ e~ayo ~as dos ~~!tdes _me~dforas 1 publica:do :i: El Espec~ador, to:".º ,IV? .1~.~s. (en :r~o~.?_r~:de estas Obras.cohipletds), y en •
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palacio·-cabaña, tiene que decrr: «El rayo arde en las nubes del cielo». He aquí la alusión metafórica. Obtenido en esta forma tabuista, el instrumento metafórico puede lue-. go emplearse conlos fines más diversos. Uno de éstos, el que ha predomi~ nado:en la poesía, era ennoblecer el objeto reaL Se usaba de la imagen sil milar con intención decorativa, para ornar yrecamar la realidad amada ..Sería curioso inquirir si en Ja nueva inspiración poética, al hacerse la metáfora su5; tancia y.no omamento,.cabenotar un raro.predominio de la imagen deni~. granteque, en lugarde ennoblecer y realzar, rebajayveja a Ja pobre realidadi' Hacepoco leía en un pcietajovenque el rayo es un°inetro de carpintero y lcis árboles infolies del invierno escobas para barrer el cielo. El arma lírica sere2 vuelve contra lás cosas riáturales y las vulnera.o: asesina,. i~ .
SUPRA E INFRARREALISMO ';_ij
Pero si es Ja metáfora el más radical instrumento de deshumaniZación~· no puede decirse que sea eLúnico; Hay innumerables de alcance diverso,.• · Uno, el más simple, consiste en un simple cambio de la perspectiva:ha.1 bitual. Desde el puntci·de vist¡¡ humano tienen' las cosas un orden;Iuna je;¡ rarquia determinada:.Nosparécen~nas muy importantes, otras merlos, otrai; por completo insignificantes;•Para satisfacer el ansia de deshumanizarné:res; · pues,forzoso alterar lás formas primarias de fas cosas. Basta don invertlr•lá jerarquía y hacer un arte donde.aparezcan en primer plano, destacados Con · aire monumental, Jos mínimos sucesos de Ja vida. . · •; · ·; l Éste es el nexo latente que unelas.maneras•de arte nuevo en apariencia más distantes; Un mismo instinto de· fuga y evasióridelo real se satisface en el suprarrealismo de.Ja metáfora y en lo que cabe llamar infrarrealismo. A la ascensión poética puede sustituirse una inmersión bajo el nivel de lapers:_~ pectiva natural. Los mejores ejemplos de cómo por extremar el realisrnb se Je supera-·-no más que conatenderlupa en mano a Jo microscópicdde la vida- son•Proust, Ramón Gómez de la Sema,Joyce. Ramórl:puede componer todo' un libro sobreTos senos-alguienle ]ía llamado
po, proporciona a la gente nueva. Tal vez lo esencial que.el latifundio de su libro~ene ~e común.·con la nueva sensibilidad, es el cambio de perspectiva: desden hacia las antiguas formas monumentales del alma que describía Ja n.ovela, e inh~mana atención a la fina estructura de los sentimientos de las relaciones sociales, de Jos caracteres.• • · '
LA VUELTA DEL REVÉS Al sustantivarse. la metáfora se hace, más'o menos, protagonista de Jos destinos poéticos. Esto implica sencillamente que la intención estética •ha cambiado de signo; que se ha·vuelto delrevés. Antes se vertía Ja metáfora' so: bre una realidad; a manera de adorad; .encajeio capa pluviaL Ahora, alrevés se procura eliminar el sostén extra-poético o real y se trata de realizar Ja me~ táfora; ha.cer de ella la res poética. Pero esta inversión del proce¡m estético no es exclusiva del menester.metafórico, sino que se verificaeritodos Jos órdenes y con todos los medios hasta convertirse en un cariz general'""-como tendencia1- de todo el arte al uso. ~relación de nuestra mente con las cosa5 consiste en pensarlas, éri formarse ideas de ellas. En rigor, no poseemos de Jo real sino las ideas que de él hayamos logrado formamos. Son como el belvedere desde el cual vemós el mundo. Decía muy bien Goethe que cada nuevo concepto es como ·urinue~ vo órga~o que surgiese en nosotros. Con las ideas, pues, vemos .fas cosas, y en la acntu~ natu~al de la mente, no nos damos cuenta de aquéllas,· lo mismo que el OJO al mrrarno se ve a si mismo. Dicho de otro modo, pensar.es el afán de captar mediante ideas la realidad; el movimiento espontáneo de Ja mente va de los conceptos al mundo. ' Pero es el caso que entre la idea y Ja cosa hay siempre una absoluta distancia: Lo real re~osasiempre del.concepto que intenta contenerlo. El objet~ es siempremasy de otra manera que lo pensado.en su idea. Queda ésta siempre como.un misero esqueina, como un andamiaje con queintenta~os llegar~ la realidad; Sin embargo, la· tendencia natural nos llev¡¡ a creer que la reahda~ es lo que pensamos de ella, por tanto, a confundirlá con laidea, toman~o esta de buena fe por la cosa misma. En suma, nuestro prurito .vital de realismo nos hace•caer en'una ingenua idealización de lo real.Ésta es Ja propensión nativa; .«humana»...
~i~Íi~ ~n~jos~ rep,~_~r, b~j~-Ca.~a u~a ,~tas-p_á.ginas, q~e '~~-dá ~n~
ra~g·o~-~~b~a~
cl,e df Ios ya do~ por mf co_mo esencial~ al arte ~uevo h~n de entenderse· en el sen_tidó de· piopehsiorieS pre~ dorrunantesynodeatrib,uc1onesabsolutas. - · · · · · ·· - · ,- -: _
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Si ahora, en vez de dejamos en esta dirección del propósito; lo inverti; mas y, volviéndonos de espaldas a la presunta realidad, tomamos_ las ide(\$ según son---meros esquep:ias subjetivos-y las hacemos vivir como t_alefü con su perfil anguloso; enteco, pero transparente y puro --en suma, s1nqs proponemos deliberadamente realizar_ las.ideas-e-, habremos deshumaniza+ do, desrealizado éstas. Porque ellas son, en efecto, irrealidad. Tomarlas como realidad es idealizar-.-falsificar ingenuamente. Hacerlas vivir en su irrealidad misma es, digámoslo así, realizar lo irreal é.n cuanto irreal. Aquí no vamos de la mente al mundo, sino al revés, damos plasticidad, objetivamos, mundificamos los esquemas, lo internoysubjetivoc -· _, ",, .El pintor tradicional que hace tm_retrato pretende haberse ª?oderado 1 de la realidad de la persona cuando ·en verdad.y alo sumo, ha dejado en_el lienzo una esquemática seleccióµ, caprichosamente decidida ppr su mente{ de la infinitud que.integra la persona real. ¿Qué tal si, en lugar de querer.pino tara ésta, el pintor se resolviese a pintar su idea, su esquema de la persa+ na? Entonces el cuadro seria la verdad mistha.y_no sobrevendría el fracaso inevitable. El cuadro, renunciando a emular la' realidad, se convertiría enlo que auténticamente es: un cuadro -una irrealidad. _ ' - : :' : ,El expresionismo; el cubismo, etcétera; han sido en varia medida, intentos de verificar esta resoludón en la dirección radical del arte. De pin" tar las cosas se ha pasado a pintar las ideas:. el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila hacia los paisajes internos y subjetivos¡ No obstante sus tosquedades y la basteza continua de su materia; ha sido la obra de Pirandello, Seispersonajes en bt1Sca·de autor, talvezlaúri.ica en este último tiempo que provoca la meditación del aficionado 'a estética del drama. Es ella un claro ejemplo de esa inversión del tema artístico que procuro describir. Nos propone el teatro tradicional que en sus personajes veamos personas y en los aspavientos de aquéllos la expresión de un drama «humano»; Aquí, por el contrario; se logra interesarnos por unos personaé jes como tales personajes; es decir, como ideas o.puros esquemas: ---_ ; Cabria afirmar que eséste el primer«drama de ideas», rigorosament: hablando, que se ha compuesto. Lo_s qué antes se llamaban a~í no e:aµta~ les•dramas dé ideas, sino dramas entre pseudopersonas que-simbolizaban ideas: En los Seis personajes, el destino doloroso que.ellosTepresentanes mero .pretexto y queda desVirtuado; en cambio; asistirnos al dramareal de unas ideas como tales, de unos fantasmas subjetivos que gesticulan enli¡ mente de un autor. El intento de deshumanización es clarísimo y la posibb: lidad de lograrlo queda eI1 estecaso probada.Al 1llisll1o,tiempo ~~ ~dVierte ejéiiiplaí:rrieritelac!ifi¡::ultad d!!l gran pú,bHco .'para acomodarla vi.s10n,~. i;lj\.~ •perspectiva invertida. Va buscando el drama humano que la obra consta_ip
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temente desvirtúa, retira e ironiza, poniendo en su lugar-esto es, en primer plano-la ficción téatral misma, como tal ficción. Al gran público le irrita que le engañen y. no sabe complacerse en el delicioso fraude del arte, tanto Ínás exquisitc;i cuanto mejor manifieste su textura fraudulenta.
ICONOCLASIA No parece excesivo afirmar que las artes plásticas del nuevo estilo han revelado un verdadero asco hacia las formas vivas o de los.seres vivientes. El fenómeno adquiere completa evidencia si se _compara el arte de· estos años con aquella hora en que de la disciplina gótica emergen pintura y escultura como_ de una pesadilla, y dan la gran cosecha mundanal.del Renacic miento. Pincel y cincel se deleitan voluptuosamente en seguir, la pauta que el modelo animal o vegetal presenta en sus carnes mórbidas donde.la vitae lidad palpita. No importa qué seres con tal que en ellos la vida_ dé su pulsa, ción:dinámica. Y del cuadro o la escultura se derrama la forma orgánica sobre el ornamento. Es la época: delos cuernos de la abundancia, manantiales de vida torrencial que amenaza inundar el espacio con sus frutos redondos y maduros; ¿Por qué el artista actual siente horror a seguir la línea mórbida del cuerpo vivo yla suplanta p·or el esquema geométrico? Todos los errores y aun estafas del cubismo no oscurecen el hecho de que durante algún tiempo nos hayamos complacido en un lenguaje de puras formas euclidianas. Elfenómeno se complica cuando recordamos que periódicamente atraviesa la historia esta furia de geometrismo plástico; Ya en la evolución del arte prehistórico vemos que la sensibilidad comienza por buscar la forma viva y acaba por eludirla, como aterrorizada o asqueada, recogiéndose en signos abstractos, último residuo de figuras animadas o-cósmicas. La sierpe se estiliza en meandro; el sol, en Svástica. A veces;esté asco a la forma viva se enciende en odio y produce conflictos públicos . .La:revolución cont;a las imágenes del cristianismo oriental, la prohibidóh semítica de reproducir animales-un instinto contrapuesto al de, los hombre!; que decoraron.la cueva de Altamira- tiene, sin duda, junto a su sentido. religioso una raíz en la sensibilidad estética, cuyo influjo posterior en el arte bizantino_ es evidente. Seria más que interesante investigar con toda atención las erupciones de iconoclasfaque una vez y otra surgen en la religión y en el arte. En el arte nuevo actúa evidentemente este extraño sentimiento iconoclasta y su lema bien podía ser aquel mandamiento de Porfirio, que, adaptado por los maniqueos, tanto combatió San Agustín: Omne corpt1Sf1.tgiendwn est. Y claro es
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que se refiere al cuerpo vivo. ¡Curiosa inversión de la cultura griega, que·fué en su Hora culminante tan amiga de las formas vivientes! ·· ·
INFLUENCIA NEGATIVA DEL PASADO . La intención de este ensayo se reduce, ciin\.o he dicho, a filiar el arte nue~
vo mediante algunos de sus rasgos diferenciales. Pero, a su vez,. esta intención se halla al servicio de una curiosidad másfarga que estas páginas no se atreven a satisfacer, dejando al lector que la sienta, abandon~do a su pri0 vada medita'ción; Me refiero a lo siguiente.:· . · . . · ··: , · En otro lugar' heindicado que el.árteyladencia pura, precisamente por ser las actividades más libres, menos estrechamente sometidas a las con: diciones sociales de cada época, son los primeros hechos donde puede VÍS" !uriibrarse cualquiér cambio de la sensibilidad éolectiva. Si el hombre mó~ difica su actitud radkal ante'la'vida comenzará por manifestar dnuevo temperamento en la creacion artística y en sus emanaciones ideológicasiLa sutileza de ambasmateriáslas hace infinitamente dóciles al más ligero soplo de los alisios espirituales. Como en1a aldea,, al abrir de mañana el balcón; miramos los humos de los hogares para presumir el viento que va a gobernar !aj ornada, podemos asomamos al arte ya la ciencia de las nuevas generaciones con pareja curio'sidadmeteorológica. . • •· ·: .• .. · • : . ··:' •¡ ..... Mas para esto es ineludible comenzar por definir el nuevó fenómeno: Sólo después cabe preguntarse de qué nuevo· estilo general de vida es sínl: toma y nuncio. La respuesta exigiría averiguar las causas de este.viraje extraño que el arte hace, y esto sería empresa demasiado grave para acometida aquí.¿ Porqué ese prurito de «deshúmanizar», por qué ese asco a las forma.s vivas? Probablemente; como todo fenómeno histórico; tiene éste una raF gl!mbre innumerable cuya investigación requiere el más fino olfato. . . . ............ Sin embargo, cualesquiera que sean•las restantes existe.una causa sm mamente clara, aunque no pretende ser fa decisiva' . . · 'No es fácil exageraF ]a.influencia que sobre el futuro del arte tiene siem~ pre su pasado. Dentro del artista se produce siempre un choque o reacción qu'í~ mica entre su sensibilidad!original y el arte que se ha hecho ya. No se encuentra. solo ante el mundo, sino:qu'e, ensus relaciones con éste, interviene.siempre: como un truchimán la tradición artística:•¿ Cuál será el modo de esa reacción.entre el sentir origirial y las formas bellas del pasado? Puede ser positivo· Ef!'.'.
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Véase mi libro ·El te1na.de nuestro tiempó, en este volitmen.
o negativo. El artista se sentirá afín con el pretérito y se.percibirá a sí mismo como naciendo de él, here.dándolo y perfeccionándolo ,.-o bien, en una u otra '!Iledida, hallará en sí una espontánea, indefinible repugnancia a los artistas tradicionales,, vigentes, gobernantes. Y así como en el primer caso sentirá no poca voluptuosidad instalándose en el molde de las convenciones al uso y repitiendo algunos de sus consagrados gestos, en el segundo no sólo .producirá una obra distinta de las recibidas,. sino que encontrará la misma voluptuosidad dando a esta obra un carácter agresivo contra las normas prestigiosas. Suele olvidarse esto cuando se.habla 9-e la influencia del ayer en el hoy. Se ha visto siempre, sin dificultad, en la obra de una época la voluntad de pa- · recerse más o menos a las de otra época anterior. En cambio; parece costar trabajo a casi todo el mundo advertir la influencia negativa del pasado ynoc tar que un nuevo estilo está formado muchas veces porla consciente.y come placida negación de.los tradicionales. Yes el caso que 'no puede entenderse la. trayectoria del arte, desde el romanticismo hasta el día, si no se toma en.cuenta como factor del placer estético ese temple negativo, esa agresividad y burla del arte antiguo. Baudelaire se complace en la Venus negra precisamente porque la clásica es blanca. Desde entonces, los estilos que se han ido sucediendo aumentaron la dosis de ingredientes negativos y blasfematorios en que se hallaba voluptuosa.mente la tradición, hasta el punto que hoy casi está hecho el perfil del arte nuevo con puras negaéiones del arte viejo. Y se comprende que sea así. Cuando un arte lleva muchos siglos de evolución continuada, sin graves hiatos ni catástrofes históricas que la interrumpan, lo producido se va hacinando y la densa tradición gravita progresivamente sobre la inspiración del día. O dicho de otro modo: entre el artista que nace y el mundo se interpone cada vez mayor volumen de estilos tradicionales interceptando la comunicación directa y original entre aquéllos. De suerte que una. de dos: o la tradición acaba por desalojar toda potencia original-.-.fue el caso de Egipto, de Bizancio, en general¡ de Oriente-, o la gravitación del pasado sobre el presente.tiene que cambiar de signo y sobrevenir una larga época en.que.el arte nuevo se va curando poco a poco del viejo que le ahoga. Éste ha sido el caso del alma europea, en quien predomina un instinto fu turista sobre el irremediable tradicionalismo y pasadismo orientales. Buena parte de lo que he llamado «deshumanización» y asco a las formas viv.as proy{éné de esta antipatía a la interpretacion tr~dicior\.al de las realidades. El Vlgor delat~que está eri'. r~zón directa delas di~tancias. Por eso lo que más repugnaa los artistas de hoy la manera predo'minariteen el siglo Pªsl\do, apes'.!~ de que ei:i elfa liayya ur1a bueria dosis?e Dp()sición a estilos más antiguos. En cambio, finge la nueva sensibilidad sospechosa simpatía
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hacia ei arte más lejano en el tiempo y el espacio, lo prehistórico y el exotis+ mo salvaje. A decir verdad, lo que le co)Ilplace de estas obras primigenias·es -más que ellas mismas.e..... su ingenuidad, esto es, la ausencia de una tradiz ción•é¡ueaúnnosehabíaformado. · ·· ' . ·· · · ., · ,,.,, ·. • ; Si ahora echamos una 'mirada de reojo a la cuestión de qué tipo de vida se sintomatiza·en.este.ataé¡ue al pasado ártísüco, nos sobrecoge una visión extraña de gigante dramatismo. Porque;•alfin y al cabo, agredir ~l arte pasa+ do, tan en general, es revolverse contra el Arte mismo, pues ¿qué otra cosa es concretamente el arte•sino el que se ha hecho hasta aquí? . Pero ¿es que, entonces, bajo la máscara de ai:nor al arte puro se escénil de hartazgo del arte, odio al arte? ¿Cómo sería posible?Odio al artenopue~ de surgir sino donde germina también odio a la ciencia, bdio al Estado, odio\ en suma, a la cultura toda. ¿Es que fermenta en los pechos europeos un in+ concebible rencor contra su propia esencia histórica, algo así como el odium professionis que acomete al monje, tras largos años de claustro, aversión a su • · .. ' '' disciplina, ala regla misma que ha informado su vida?'. He aquí el instante prudente para levantar la pluma dejando alzar su vuelo de grullas a una bandada de interrogaciones;
IRÓNICO DESTINO MáS arriba se ha dicho que el nuevo estilo, tomadoen su más amplia ge~ neralidad, consiste eú eliminarlos ingredientes , y retener sólo la materia puramente artística. Esto parece implicar un gran entusiasmo por el arte; Pero al rodear el mismo hecho y contemplarlo desde otra vertiente sorprendemos en él un·cariz opuesto de.hastío o desdén. La contradicción es patente e importa mucho subrayarla. En, definitiva, vendría a significar que el arte nuevo es un fenómeno de índole equívoca, cosa; a la verdad, nada sorpren+ dente, porque equívocos son casi todos los grandes hechos de éstos años en curso, Bastaría analizar un poco los acontecimiento.s políticos de Europa para hallar en ellos la misma entraña·equívocacc · u;;
i~t~rés ~~aÍ~ar
psi~ológicos
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. •.. '. Serfa. de los mecanismos por medio .de }'e; ga'ti.Varrleilte· Í!l aitfde ·aye'i ~b~i"e', el. di! m~ñari.a. ~ar.lo prohto; hay ~no,bien·clax:D: Janga ..~ mera repetición de un eStilo embota y cansa la sensibilidad'. WOlffltn ha mostrado en sus Conc:.cptosfundan1entales en la Jtistpriª del arte.elpoder que la fatiga ha tenido.utla y9trayez pa,ra J1l97 viliZar. el .3rte•. pbHgándol~ ,ª:.tr~p~forw.a~:,;~. Más:a.ún e,i:i l~ ~i~~ra~ra'. .~od~ví~ .Ci~efón, P~,~:~f~¡ blaf latíÍl>>·, dice _1ddñfd0qut; pero· eq el,siglo'V Sidonio AP,olin~t teridrá que decir ~atialiterinsusttrrar~ Eran demasiados siglqs de decir 10 mismo en la misma formá~ ' ·
Sin embargo, e.sa contradicción entre amor y odio auna misma cosa se suaviza un pbco mirando más de cerca la producción artística del día. : · • La primera consecuencia que trae consigo ese retraimiento del arte sob:e sf~isi:no ~s quitar'a éste todo patetismo. En el arte cargado de «humac rodad» repercutía el carácter grave anejo a la vida. Era una cosa muy seria· el arte;• tasi ,hierática. 'A veces pretendía no menos que salvar a la especie humana-,en Schopenhaueryen Wagner. Ahora bien; no puede menas de· exc trañar ~ quién para ert ellb mientes que la nueva inspiración es siempre, indefectiblemente, cómica. Tbda ella suena en esa sola cuerda y temo. La comicidad será más o menos violenta y correrá desde la franca clownería hasta el leve guiño irónico, pero no falta, nunca. Y no es que el contenido de la obra sea cómico-·esto seria recaer en un modo o' categoría del estilo «humano»-, sino que, sea cual fuere el contenido, el arte mismo se hace broma. Buscar, como antes he indicado, la ficción como tal ficción es propósito que n~ pue~e tenerse sino' en un estado de almaj oviaL Se va al arte precisamente P_~rque se le reco.~oce como farsa; Esto es lo que perturba más la coniptens10n de las obras Jovenes por parte de las personas serias, de sensibilidad menos actual. Pie?San que la pintura y la música de los nuevos es pura «farsa» --e~ el m:al sentido de la palabra-y no admiten la posibilidad de que alguien vea JUStamente en la farsa la misión radical del arte y su benéfico menester. Sería «fars~» -·en el mal sentido dela palabra-· si el artiSta actual pretendiese competir con el arte«
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realidad, colocándonos por este acto encima de ella. Ser artista es no tomar en serio al hombre tan serio que somos. cuando no somos artistas. Claro es que este destino de inevitableironia da al arte nuevo un tinte monótono muy propio para desesperar al más paciente. Pero, ala par, que+ da nivelada la.contradicción entre amor y odio que antes he señ.alado. Elren,7 cor va al arte como seriedad; el amor, al arte victorias.o como farsa, que .tril!n,: fa de todo, incluso de sí mismo, a la manera que en un sistema de espejos. reflejándose indefinidamente los unos en los otros ninguna formf!. es. la últi, ma, todas quedan burladas y hechas pura imagen. ·
LA INTRASCENDENCIA DEL ARTE Todo ello viene a condensarse. en el síntoma.más agudo, más grave, más hondo que p~e~eilta el arte joven, una facción extrañísima del~ nueva sen7 sibilidad estética que reclama alerta meditación. Es algo muy delicado de de¡ cir,.entre otros motivos, porque es muy difícil de formular con justeza. . Para el hombre de la generación novísima, el arte es :una cosa sin tr.as.c cendencia. Una vez escrita esta frase me espanto de ella, al advertir su innumerable irradiación.de significados diferentes. Porque no se .trata. de que a cualquier hombre de :hoy le parezca el arte cosa sin importancia o menos im" portante que al hombre de ayer, sino que el artista mismo ve su arte como una labor intrascendente. Pero aun esto no expresa con rigor la verdadera situación. Porque el hecho no es que al artista le interese poco su obrayofü cio, sino que le interesa precísamente porque no tienen impor~ancia grav~ Y en la medida que carecen de ella. No se entiende bien el caso si no•se le mira en confrontación con lo que era el.arte hace treinta años, Y, en general, du+ rante todo el siglo pasado. Poesía o música eran entonces actividades de.enorme.calibre:se esperaba de, ellas. poc_o.menos que la salvación dela esp7<:i~ humana sobre la ruina de las religiones y el relativísmo inevitable•de la.cien+ cia. El arte era trascendente en uridoble sentido .. Lo era por su tema; que sq; lía consístir en los más graves problemas de la humanidad, y lo era por sí mis• ma; como potencia humaria que prestabajustificaciónp;lignidad a la especi~. Era de ver el solemne gesto que arite la masa adoptaba el gran poeta y el mu¡ sico genial; gesto de profeta o fundador de religión, majestuosa: aposfüra d~ estadísta responsable de los destinos universales: ' • .. • '''t; . , A un artista de hoy sospecho que le aterraría verse ungido con_tan enon me misión y obligado, en con5ecuencia; a tratar en su obra materias capa7.e: de tamañas repercusiones. Precisamente le empiezaasaber algo \1 fruto ar- •·· · tístico cuando empieza a notar. que el aire pierde setiedad y las cmsas· CD" .·•
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mienzan a brincar livianamente, libres de toda formalidad. Ese pirueteo universal es para él.el sigilo au.téntico de que las musas existen, Si cabe deci!' que el arte salva alhqmbre, ,es sólo porque le ~alva de la seriedad.de la vida y suscita.en él inesperada puericia. Vuelve. a ser símbolo del arte la flauta mágica de Pan, quehace danzar los chivos en la linde del bosque. Todo el·arte nuevo resulta comprensible y adquiere cierta. dqsís de grandeza cuando se le interpreta como un ensayo de crear puerilidad en un mundo. viejo, Otros estilos obligaban a que se les pusiera en conexión con los dramáticos movimientos sociales y políticos o bien .con las profundas corrientes filosóficas o religiosas. El nuevo estilo, por el contrario, solicita; desde luego, ser aproximado al triunfo de los deportes y juegos. Son dos hechos hermanos, de la misma oriundez. .. ,. . , ,. .. · En pocos años hemos vi.Sto crecer lan~area del deporte en las,planas de los periódicos, haciendo naufragar casi todas las car.abelas de la seriedad. Los artículos de fondo amenazan con descender a su abismo titular, y sobre la superficie cinglan victoriosas las yolas de regata. El culto al cuerpo es eternamente síntoma de inspiración pueril, porque sólo es bello y ágil enlamocedad, mientras el culto al espíritu indica voluntad de envejecimiento, porque sólo llega a plenitud cuando el cuerpo ha entrado en decadenc.ia. El triunfo del deporte significa la victoria de los valores de juventud sobre los yalores de senectud. Lo propio acontece con el cinematógrafo, que es, por excelencia, arte corporal. • .. . . . . ' .. • Todavía en mi generación gozaban de gran prestigio las maneras .de ]~ vejez. El muchacho anhelaba dejar de ser muchacho lo antes posible y prefería imitar los andares fatigados del hombre caduco. Hoy los chicos ylas chicas se esfuerzan en prolongar su infancia, y los mozos en retener. y subrayar su juventud. No hay duda: entra Europa en una etapa de puerilidad. El suceso no. debe sorprender. La hístoria se mueve según grandes ritmos biológicos. Sus mutaciones máximas no pueden originarse en causas secundarias.y de detalle; sino en factores muy elementales, enfoerzas primarias de carácter cósmico. Bueno fuera que las diferencias mayores y como polares, existentes en el ser.vivo -los sexos y las edades-,-, no ejerciesen también un influjo ~oberano sobre el perfil de los tiempos. Y, en efecto, fácil es notar que la hístoria se columpia rítmicamente del uno al otro polo, dejando que en unas épocas predominen l.as calidades masculinas y en otras las femeninas, o bien exaltando unas veces la índole juvenil y otras la de madurez o ancianidad. . El cariz que en todos los órdenes va tomando la exístencia europea anun• cia un tiempo de varonía y juventud. La mujer.y elviejo tienen que ceder durante un período el gobierno dela.vida a los muchachos, yno es extraño que • : .. · el mundo parezca ir perdiendo formalidad.
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Tcidos los caracteres del arte nuevo pueden resumirse en éste de su fo:: trascendencia, que, a su vez, no consiste en·otrncosa sino enhaber el arte cambia.do su colocaciónenlajerarquía de laspreocllpaciones·a intereses hu: manos. Pueden representarse éstos como una serle de cíiculos concéntrico\;¡ cuyo radio mide la distancia dinámica al eje de nuestra vida, donde actúán nuestros supremos afanes.'Las cosas de todo orden·-·-vitales o.culturále&'-giran en' aquellas diversas órbita5 atraídas más o menos pórel centro cordirll del sistema. Pues bien; yo diría que el arte situado ántes .l...:como la' cientia Ó la política-·-· muy cerca del eje entusiasta; sostén de nuestra peisona; se ha desplazado hacia la periferia. No ha perdido ninguno de; sus atributos ekl teriores\pero se ha hecho distante; secundario y menos'grávido. '·' · · La aspiración al artepurono es, como suele' creerse, una soberbia, sino; por el contrario, gran modestia: Al vaciarse el arte de patetismo humano qued.a sin trascendencia alguna-··-··como solo arte, sin rnás pretensión.
Se dirá que el arte nuevo no ha producido hasta ahora nada que merezca la pena, y yo a.ndo rnuy cerca de pensar lo mismo. De las obras jóvenes he procur~do ~~traer s~ intención, que es lo jugoso, y me he despreocupado de su reahzac10:i. i Qmén sabe lo que dará de sí este naciente estilo! La empresa . " espero que mas d ¡ que acomete es fabulosa -quiere crear de la nada · "o a e ante se-contente con menos y acierte más. Pero, cualesquiera sean sus errores ' hay un punto , a m1. JU!ClO, . . . mean. ·bl ¡ ~º~. e .en a nueva P?sici.ón: la imposibilidad de volver hacia atrás. Todas as o ~ec1.ones que a la msp1ración de estos artistas se hagan pueden ser acert~~as .Y. sm embargo, no aportarán razón suficiente para condenarla A las o ~ec1ones habría_que añadir otra cosa: la insinuación de otro camin~ ara el arte que no deshumanizador ni reitere las vías usadas y abus!ias. Es muy fac1l gritar que el ~rte es siempre posible dentro de la tradición. Mts ~ta frase confortable n~ sm:e de nada al artista que espera, con el pincel o a p urna en 1a mano, una inspiración concreta.
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CONCLUSIÓN
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. Isis miriónima, Isis la de diez mil hombres, llamaban los egipcios a sil diosa. Toda realidad en cierto modo lo es. Sus componentes, sus facciones son innumerables. ¿No es aúdaz, con unas cuantas denominaciones, querer definir una cosa, la más humilde? Fuera ilustre casualidad que las notas sil" brayadas'por nosotros entre infinitas'resultasen ser,·en:efecto, las•decisi: vas. La improbabilidad aúmentá cuando se trata de una realidad naciente que inicia su trayectoria en los espacios. · , Es, pues, sobremanera probable que este ensayo de filiar el arte nuevo no contenga sino errores .. Al terminarlo, en el volumen que él ocupaba,.broc tan ahora en mi curiosidad y esperanza de que tras él se hágan otros más certeros ..Entremuchos podremos repartimos los diez mil nombres .. Pero sería duplicar mi error si' se pretendiese: corregirlo' destacando s·ófo algún rasgo parcial no incluido en esia anatomía. Los artisiaS suelen caer en ello cuando hablan de su arte, y no se alejan debidamente para tomar una amplia vis.ta sobre los hechos. Sin embargo, no es dudoso que la fórmula más próxima a la verdad será la que en giro más unitario y arrnónito valga para mayor: nú;· mero de particularidad~; y como 'en el telar; un solo golpe•anude mil hilo~/ · Me ha movido exclusivamente la deliciade·intentar comprender::' ni la ira ni el entusiasmo. He procurado buscar el sentido de los nuevos propósitos artísticos, y e5to; claro es, supone un estado de espíritu'lleno de previa · benevolencia..Pero ¿es posible acercarse de otra manera a un tema sin conde• nado a la esterilidad? ·
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IDEAS SOBRE LA NOVELA
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Hace paco pubÚcaba unas notas PíoBaroja', a propósito de sureciente no" vela Lai figuras de cera. En ellas indica que comienza a preacuparse de la técnica novelescayque·ahora se ha.propuesto hacer un1ibro de tempo lento, como yo digo. Alude aquíBaroja a algunas conversaciones que sobre las conc diciones actuales de este género literario hemos teilido. Aunque soy bastante indocto en materia de novelas; me ha'ocurrido más de una vezrponerme a meditar sobre la anatomía y fisialogía de· estos cuerpos iinaginarios qu'e han constituido la fauna poética·rnás característica de los últimos cien años. Si yo viera que personas mejor titu!adas para ello-·novelistas y críticos lite'rario5-'-', se dignabanrconiuniearnos sus averiguadones sobre este tema, no me atrevería a editar los pensamientós c(ueocasiónalrr\ente han venido·a visitarme. Pero la ausericia de más sólidas reflexiones proporciona acaso algún valor a las siguientes ideas que enuncio a la buena de Dios y sin pretender adoctrinará nadie.
DECADENCIA DEI:. GÉNERO· ¡;.'
Los editores se quejan de que mengua el mercado de la novela. Acaece, en efecto, que se venden menos novelas que antes, y que relativamente aumenta la demanda de libros éon contenido ideológico. Si no hubiera otras razones más internas· para afirmar la decadencia de este género literario, bastaría ese dato estadístico para sospecharla. Cuando oigo a algún amigo mío, sobre todo á algún joven escritor, que está escribiendo una novela,
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·,·En·¿¡ p~riódiCó EiSól. LÚ·~g:o hribOritestado a eStas rlouis mías con ún próiogo te'órico an-
tepuesto a la TI ovela La nqve de loS lotás,
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me extraña sobremanera el tr"anqtiilo tono con que lo dice, y pienso que yo, en su caso, temblaría. Tal vez injustamente, pero sin que pueda remediarlo,. me ocurre recelar bajo esa tranquilidad una gran .dosis de inconsciencia. Porque siempre ha sido cosa n:iuy difícil producir una buena novela . Pero antes para lograrlo bastaba con tener talento. Mas ahora, la dificultad ha crecido en proporción incalculable, porque hoy no basta con tener talento de novelista para crear una buena novela. · · Ya el no darse cuenta de esto es un ingrediente de esa inconsciencia a· que he aludido. Poco ha reflexionado sobre las condiciones de la obra artística quien no admite la posibilidad de que un género literario se ag?_te. Es gana de hacerse vanas ilusiones y de eliminar cómodam~nte la c~es~10n ~u poner que la creación artística depende sólo de esa capacidad subJetlva e1n,dividual que se llama inspi\ación o talento. Según esto; la. decadencia de un género consistiría exclusivamente en la fortuita.ausencia de hombres ge. niales.En·cualquiermomento la súbita aparición de un genio trae.consigo automáticamente eltreflorecimiento del género,más decaído.. , . · . , Mas esto ddgenio y de la inspiración es un expediente mágico cuyo empleo procuni.rá economizar todo. el que desee ver las cosas claras.Imagmese a un leñador ge!lialen el desierto delSáhara. De nada le sirve su músculo elástico y su hacha afilada. EUeñador sin bosque do.nde tajar es una abs. tracción.· Lo propio acontece en. el arte. El talento es sólo una disposicióJf subjetiva que se ejerce sobre una materia.1Ésta es independiente de las dotes • . ;;·;¡ individuales, y cuand0 1[alt¡¡;,de nada sirven genio.y destr~a. Toda obra liter~ria pertene.ce a un género; como. todo .animal a u na· especie. (La idea de Croce; que niega la existencia de géneros artísticos, no ha conseguido dejar la menor huella en la ciencia estética). Y lo mismo el gé. nero artístico que la especie zoológica significan un repertorio limitado de posibilidades. Pero como artísticamente sólo cuentan aquellas po.s~~i lidades tan diferentes entre sí,. que nó puedan considerarse como repettc10n una de otra, resultará que el género artístico es un arsenal de posibilidades muylimitado. ' ' ' · ·' "1 '' ·. '" , ' ' ' ·1 . Es un error representarse la novela·...,,.-y•merefiero sobre todo a la·mo: dema-.-. como un orbe infinito 1 delcualpueden extraerse siempre nuevas formas. Mejor fuera imaginarla como una .cantera d,e vientre:enorme, pero finito. Existe en.la novela un número definido de temas posibles. Los obre:' ros de la hora prima encontraron con facilidad nuevos bloques, nuevas.fü guras, nuevos temas. Los obreros de hoy se encuentran, en cambio, con que sólo quedan pequeñas y profundas venas de piedra. , .. Sobre ese repertorio de posibilida~es9bjetiyas que es.el géne:o, .trabaji el talento. Y cuando la cantera se agota, el talento, por,grande: que sea¡
no puede hacer nada. No podrá, ciertamente, decirse nunca con rigor matemático que un género se ha consumido por completo; pero sí puede decirse, en ocasiones, con suficiente aproximación práctica. Por lo menos, cabe aveces afirmar con toda evidencia que escasea la.materia. · . A mijuÚ:io; esto es lo que hoy acontece en la novela. Es prácticamen7 te imposible hallar nuevos temas.' He aquí el primer factor de la enorme dificultad objetiva y no personalque supone componer una novela,a~epta, ble en la presente altitud de los tiempos; . • : , Durante cierta época pudieron las novelas vivir de.la sola novedad de sus ,temas. Toda.novedad produce mecánicamente, como al abrirse uncir. cuito.eléctrico, cierta corriente inducida, que se añade de.modo gratuito al valor de la materia .. Por eso parecieron legibles muchas novelas que hoy resultan insoportables. Por algo se llama al género
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AUTOPSIA La verdad es que, salv9 uno o· dos de sus libros, el gran Balzac nospiP rece hoy irresistible. Nuestro aparato ocular, hecho a espectáculos más exactos y auténticos, de5cubre, al punto: el carácter convencion~l, falso, de apeu pi·es; que domina el mundo·dela Comedia )mmaiia. Si se me pregunta por qu.é la obra de Balzac me parece inaceptable (Balzac mism?; corno individuo\. es un ejemplar magnífico de humanidad}, responderé: «Porque el cuadro queme ofrece es sólo un chafarrinón». ¿Qué'diferencia hayeritre el cha" farrinón y!a:buenapintura? En la buena pintura, el objeto.que ella reprec senta se halla, por decirlo así, en persona, ccin toda la plenitud de su ser•y como en absoluta presencia. En el.chafarrinón; por el cóntrario, el 6bj eta nci está presente, sino que haydeélenel lienzo o tabla ~ólb'algunaspobres'e inesenciales alusiones. Cuanto más lo miremos; más clara nos es la aus·en• cia del objeto>· '. .· · · - •- · ' . -, · ·' ' ' Esta disti~ción, entre mera alusión y auténtica presencia es, en rni e\ic tender, decisiva en todo arte; pero muy e5pecialmente en la novela: Conunas docenas de palabras podríamos referir el tema deRojo y Ne" gro. ¿Qué diferencia hay entre e.setema referido así por nosotros y la novela misrna? No se diga que la diferénciatadica en el estilo, porque eso es una tontería.Lb irnpottánte es qUe'al decini.osotros: «Madame Rénal se enamora dejulián Sorel», no hacemos sino aludir a este hecho, al paso que Stend" hal no alude a él;'no lo'refiere;-shio que lo presenta: en su realidad inm~~i~ taypaterite: · . ' ''"'''''"· · .. "---'''''','l. .· .••·•· - Ahorabien; si oteamos la evolución de la novela desde sus comiénzos hasta nuestros días, veremos que el género se ha ido desplazando de la pura narración, que era sólo alusiva, a:la rigorosa presentación. En un principió; la novedad del tema pudo consentir que el lector gozase· con la mera narraeión:La aventura le interesaba; como nos interesala relación de lo atan~ tecido' a una persona qUé a:mamos. Pero prontéi dejan de atraer.los temas por sí ni.isrnos, y'erttonceslo que complace no es•tarito el destin~ o la'a".e~" tura de los personajes, sino la presencia• de éstos. Nos complace verlos directamente, penetraren su interior, entenderlos; sentimos inmersos en su mundo o atmósfera. De narrativo o indirecto·se ha ido haciendo el género descriptivo 6 directo. F~era mejor aecir presenta tiva. En una largario~e la deEmiHaPardo Bazán se habla cien'veces de que uno de los personajes es muy gracioso; pero como no le:vemos hacer gracia ninguna.arite naso.~ tras, •Ja,novda nos irrita. El imperativo de'la novela• es la autopsia. Nada de referirnos lo que un personaje es'. hace falta que lo veamos con. nuestros propios ojos.
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Analícense las novelas antiguas que se han salvado en la estimación.de los ~ec~ores responsables, y se verá cómo todas emplean ese mismo método autopnco. M.ás .que ninguna, el Quijote. Cervantes nos satura de pura presencia ~e sus per~o~~jes. Asistimos a sus auténticas conversaciones y vemos sus efec~ nvos movumentos. La virtud de Stendhal se nutre de la misma fuente.
.·NO DEFINIR , · ·, ~s, pues_, menester que veamos la vida de las figuras novelescas, y que se e.vite refenmosla. Toda referencia, relación, narración, no hace sino subrayar la aus~ncia de lo que se refiere, relata y narra .. J:londe.las cosas es. ,- , . . . • tán,. huelga contarlas. De. aquí que el mayor error estribe en definir el novelista sus personajes. La misión dela ciencia es elaborar definiciones. Toda ella consiste en unmetódic.o esfuerzo para huir del objeto y llegar a su noción . .:lliorabien; la noción o definición no es más que una serie de conceptos, y el concepto, ª.su vez,. no, es~ que la alusión mental al objeto. El concepto de rojo no con' tiene roJedad mnguna; es él meramente un movimiento de la mente hacia el color así llamado, un signo o indicación que hacemos en dirección a él. .. , · . Se ha dicho, porWundt, sino recuerdo mal, quelafÓnnamás primiti•va del concepto es el gesto indicativo que ejecutamos con el dedo índice. El niño comienza por querer agarrar todas las cosas que cree siempre próximas a él por insuficiente desarrollo de su perspectiva visual. Después de muchos fracasos renuncia a coger las cosas mismas, y se contenta con ese germen de captar que es. extender la mano hacia el objeto en ademán indicativo. Concepto es, en realidad, un mero señalar o designar. A la ciencia no le importan las cosas, Sino el sistema de signos que pueda sustituirlas. , . , El arte tiene una misión contrapuesta, y va del signo habitual a la cosa misma. Le mueve un magnífico apetito de ver. En buena parte tiene razón F~e.~lerc~ando dice que el propósito de la pintura no.es más quedamos una vis10n mas.plena, más completa de los objetos que la lograda en nuestro trato cotidiano con ellos. -· Yo creo que en la novela acaece lo mismo-;.En sus comienzos pudo c~e~rse que lo i'.11portante para la novela es su trama. Luego se ha ido ad~ vrrnendo que lo unportante no es lo que seve, sino que se vea: bien algo humano;:sea lo que quiera. Mirada desde hoy;. la novela primitiva nos parece más puramente narrativa que la actual. Pero esto.necesita ser depurado. Tal vez se trata de un error. Tal vez elprimitivolector de novelas era como es el niño que en unas pocas líneas, en un sinlple esquema, cree ver, con vigorosa pres en-
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cia, mtegro el objeto. (El arte plástico primitivo y ciertos nuevos descubrimientos psicológicos de extraordinaria importancia prueban esto). En tal caso,la novela no habría en rigor v~riado: sería su actual forma descriptiva, ó, mee jor, presentativa, tan sólo el nuevo medio que ha sido precisó emplear par\i obtener sobre una sensibilidad gastada el i;nismo efecto que en almas más elásticas producía la narración. . Si en una novela leo: «Pedro era atrabiliario», es como si el autor me invitase a que yo realice en mifantasía la atrabilis de Pedro, partiendo de su definición. Es decir, que me obliga a ser yo el novelista. Pienso que lo eficaz es, precisamente; lo contrario; qué élme dé los hechos visibles para que yo me esfuerce,' complacido, en descubrir y definir a Pedro cómó ser a:ttabic liario:En suma; ha de hacer como el pintor impresionista, que situa en el lienzo los ingredientes necesarios para que yo vea una manzana, dejándomé a mí el cuidado de dar a ese material su última perfección. De aquí el fresco sabor que tiene siempre la pintura impresionista. No:S parece que vemos los objetos del cuadro en perpetuo status nascens. Y toda cosa tiene eh su destino dos instantes de superior dramatismo y ejemplar dirlamicidad:' sil hora de nacerysu hora dé fenecer o statl!S evcmescens. La pintura no imprec sionista, cualesquiera sean sus restantés virtudes, tal vez en otro orden suc petior a las de aquél, tiene 'el inconveniente de que o frecé los objetos ya del todo concluidós,'muerto:S de puro acabados, hieráticos, momificados y cómo pretéritos. Ui actualidad, la reciente presencia• de las cosas en la obra -· impresionista; les falta siempre. -
• LA NOVELA, GÉNERO MOROSO Según esto, la novela ha' de ser hoy lo contrario que el cuentm El cuen" to_ es la sfrnple'narración de peripecias. El acento en la fisiología del cuento carga sobre éstas. La frescura pueril'se interesa-en la aventura corrió tal; a.caso porque', como he sugerido~·el nillo ve con presencia evidente lo que no" sotros no podernos actualizar. La áv'entura no nos interesa hoy;: o, a lo sumo; interesa sólo al niño interior que, en forma de residuo un poco bárbaro, to" dos conservamos. El re5to·de nuestra persona no participa en el apasionamiento mecánico' que la aventura del folletín acaso nos produce; Por eso;al concluir el novelón nos sentimos conmal·sabor de boca, como habiendonós entregado a un goce bajo y viLEs'muy difícil que hoy quepa inventaruna aventura capaz de interesar nuestra senSibilidad superior. • · ' - < Pasa, pues, la aventura, la trama; a ser sóló preteito, y como l;ilo sola" mente quereúne las perlas en collar. Ya veremos.por qué este hilo es; por otr.a
parte, imprescindible. Pero ahora me importa llamar la atención sobre un defecto de análisis que nos hace atribuir nuestro aburrimiento en la lectu:~ de una novela.ª que su «argumento es poco interesante». Si así fuese, poma darse po~ muerto este género literario. Porque todo el que medite.sobre ello un poco, reconocerá la imposibilidad práctica de inventar hoy nuevos argumentos interesantes.· - :- -No;no es el argumento lo·que nos complace, no-es•la curiosidad por saber lo que va a pasar a Fulano lo que nos deleita. La prueba de ello está en que el argumento de toda novela se cuenta en muy pocas palabras, y entonces no nos interesa. Una narración somera no nos sabe: necesitamos que el autor se detenga y nos haga dar vueltas en tomo a los personajes. Entonces nos complacemos alsentimos impregnados y como saturados de ellos y de su ambiente, al percibirlos como viejos amigbs habituales dé quienes lo sabemos todo y al presentarse nos revelan toda la riqueza de sus vidas. Por esto es la·nove!aun género esencialmente retardatario -como decía no sé si Goethe o N ovalis. Yo diría más: hoy es y tiene que ser un género moroso--·, todo lo contrario, por tanto, que el cuento, el folletín y el melodrama. Alguna vez he intentado aclararme de dónde viene el placer-ciertamente modesto- que originan algunas de estas películas americanas, con una larga serie de capítulos, o, como dice el nuevo y absurdo burgués espa,ñol, de «episodios». (Una obra que se compusiera de episodios sería una co'mida toda de entremeses y un espectáculo hecho de entreactos). Y con no poca sorpresa' he hallado que esa complacencia no procedía nunca del estúpi_do argumento, sino de los personajes mismos. Me he entretenido en aquellas películas cuyas figuras eran agradables, curiosas, tanto por el papel que representaban como por el acierto con que el físico del actor realizaba su idea. Una película en que el detective y la joven americana sean simpáticos' puede durar indefinidamente sin cansancio nuestro. No importa lo que hagan: nos gusta verlos entrar y salir y moverse.No nos interesan por lo que h~gan, sino al revés, cualquier cosa que hagan no:S interesa, pbr ser ellos quienes la hacen. -Recuérdese_ ahora las novelas mayores del pasado que han conseguido triunfar.delas enormes exigencias planteadas por el lector del día y se advertirá que la atención nue5tta va más a los personajes por sí mismos que a sus aventuras. Son Don C'¿uijote y Sancho quienes nos divierten, no lo que les pasa:·En principio, cabe imagirtarun Qtiiji:ite de igual valor que el auténc tkó, do.nde acont.eztan al caballero y su criado otras aventuras muy dife" rentés, Lo propio acaece conjuliánSÓrel o con David Copperfield.
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FUNCIÓNY SUBSTANCIA Nuestro interés se ha transferido, pues, de l!i trama a las figuras; de los .. ; este actos a las personas. Ahora bien-y vaya dicho como un interme\[iodesplazamiento coincide con el qúe en Ja ciencia física, y sobre todo ~n la fü ]osofía, se inicia desde hace veinte años. Desde Kant a 1900 predollllna una exacerbada tendencia a eliminar de la teoría las ¡;ustancias y sustituirlas pot ]as funciones. En Grecia, enla Edad Media, se decía opermi sequittir esse, los· actos son consecuencia y derivados de Ja esencia. En el siglo XIX se consb dera como un ideal Jo contrario: esse sequit:J.ir opermi, el ser no es más que el conjunto de sus actos o funciones. · · • > • · . · · • . ' ' · · '. .' · .·. ¿Pár ventura, tomamos hoy delas accionesa·la persona, de la funcrnna la substancia? Esto equivaldría a un síntoma de clasicismo emergente.•·•. ); Pero esto merece un poco más de comentario y nos invita a buscar,ub.a orientación en el confrontamiento del teatro clásicoJrancés y el teatro,es, pañol castizo.
DOS TEATROS Pocas cosas pueden orientar tan delicadamente sobre la diferencia en Jos destinos de España y Francia como.la diferencia,de estructura entre. el teatro clásico francés y el nuestro castizo.No llamo también; clásico a éste porque, sin mermar porción alguna: de su valor; es forzoso,negarle todo carác, ter de clasicismo. Se trata, ante todo, de un arte popular y no creo que haya en Ja historia nada que siendo popular haya resultado clásico. La tragedia francesa es, por el contrario, un arte para aristocracias. Comienza, pues, a diverger de nuestro teatro en Ja clase de público a que se dirige. Su intención estética es, asimismo, próximamente inversa de la que mueve a nuestro,s populares dramaturgos, y me refiero, claro está, a latotalidad de ambos i;sti" Jos, sin negar que en uno y otro aparezcan excepciones, encargadas comQ siempre de confirmar la reglá. . .' ' ' ' . · La tragedia francesa reduce al mínimum la acción. No sólo en el sen: tido .de las tres unidades (ya veremos la utilidad de, éstas para.la novela {); sino más aún; porque la histm;ia.referida se reduce a ~as U:e" nares proporciones. Nuestro teatro acumula todaslas aventur~s Y_Penpef~as que puede. Se advierte que el autor necesita entretener a un pubhco·apas~,oc nado por andanzas materialmente difíciles, insólitas y peligrosas. El trág1c,o francés procura, sobre el cañamazo de una «historia» muy conoc'.~ª ~ ~ue por sí misma no interesa, destacar sólo tres o cuatro momentos s1gmfica:,
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tivos. Elude la aventura o peripecia externa: los sucesos le sirven sólo para plantearciertos problemas íntimos. Autor.y público se complacen no tanto en las pasiones de los personajes y sus dramáticas consecuencias como :en el análisis.de esas pasiones. En nuestro teatro, por el contrario,·no es.frecuente, o, por lo menos,.no es importante la anatomía psicológica de los sentimientos y caracteres, Se parte de éstos.tomándolos en bloque y por de fuera,y se usa de.ellos como de un. trampolín para que el drama o aventura dé su gran brinco elástico. Otra cosa hubiera aburrido al público de los «corrales» españoles, compuesto de almas sencillas, más ardientes que , contemplativas. ·No es, sin embargo, el análisis psicológico Ja int~nción última de la tragedia francesa. Sirve, más bien,·de mero aparato.para otra cosa que evidentemente enlaza aquélla con el teatro griego. y romano .. (Es incalculable Ja influencia de las tragedias de Séneca en la dramaturgia francesa clásica). Elpúblico noble se complace en el carácter ejemplar y normativo del suceso trágico .. Más que para angustiarse con el.destino.torturado.de Fedra o Atalía, asiste.a la obra.escénica para entonarse con la ejemplaridad de estas figuras magnánimas. En el fondo, el teatro francés es una contemplación ética y no un apasionamiento.vital como el nuestro. No es.una acción cualquiera, no es una serie de peripecias éticamente neutras lo que pre~ . senta, sino un tipo ejemplar de reacciones, un repertorio de•gestos norma"tivos.ante los grandes casos dda existencia. Los personajes son, en efecto, héroes, n>J,turalezas de selección, normas de.magnanimidad, humanos standards .. Por eso .n.o concebJa .este, teatro más personajes que reyes. y magnates, criaturas exentas de las urgencias primarias de la vida, cuya energía exuberante podía vacar a conflictos puramente morales. Aunque desconoci.ésemos la sociedad francesa de entonces, la lectura de estas tragedias nos .invitaría a suponer frente a ellas un público preocupado de aprender.altas formas de decoro y anheloso de su propio perfeccionamiento. El estilo es siempre mesurado yde técnica. noble: no.se concibe en él la groSf!ría que da tal vez ui;i gracioso colorido, ni.el frenesí postremo. La pasión no se abandona.nunca a sí misma y procede con rigorosa corrección de modales, conteniéndose dentro de .los cauces de leyes poéticas, urbanas y has" ta gramaticales. fü arte. trágico francés es el arte de no abandonarse antes 9ien, de buscar.siempre para el gesto y el verbo la norma mejor que debe regularlos.Ensun¡.a,transparece en él.ese afán de selección, de mejoramiento reflexivo que ha permitido a Francia, generación tras generación, pulir su vida y su raza. , . , L? orgiástico, elabando110 es característico del? popular en tod~ orden. Así las religiones populare¿ se han ent~egado siempre a ritos de ~rgía con-
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tra los cuales ha combatido pérpetuarnente la religión de los espíritus sé+ lec tos. El brahmán combate la magia; el mandarín confuciano la supersticion, . taoísta, el concilio católico.l~s orgasmos místicos, Cabríaresumir las dos ac" titudes vitales más antagónicas que existen diciendo que para la m¡a-lano~ ble, exigente- el ideal de la existencia es no abandonarse, eludir la orgía, al paso que para la otra-·-Ja populan-. vivir es entregarse a la emoción inva" sora y buscar en la pasión,' el rito :o el alcohol, el frenesiyla inconsciential ·, · El público español buscaba algo de esto último en los dramas ardientes · que nuestros poetas fabricaban; y ello confirma, por ruta bien ine5perada;lá condición de pueblo «pueblo» que alguna vez he creído descubrir enla hisi toria entera de nuestra:España:No seleci:ióny modo, sino pasión y abandono;Sin·duda,queesta sed alcohólica de apasionamiento posee escasa gran¿ deza. Yo no trato ahora· de comparar valores de razas ni de estilos; sino que únicamente describoa la ligera dos temperamentos contrarios. . . '· .,. ' En general, la personalidad de hombres y mujeres es borrosa en:rme5I tro teatro.· No son sus personas lo más interesante, sino que se les hace rodar por el inundo; correr'las cuatro partidas; arrastrados por un torbellino' de aventuras.Damas despeinadas perdidas en sierras, que ayer, acicaladas;,apa+ redan en el fondo sernioscuro del estrado y mañana, disfrazadas de moras; pasarán por el puerto de· Constantinopla. ¡Amores súbitos y corno mágicos que arrebatanfos corazones incandescentes y sin peso! Estoreralo que atraía a nuestros antepasados; En un delicioso artículo de Az01in'se describe uná representación de corral eri un pueblo castizcí,•y hay un momento: cu.ando el gálári en peligro aprovecha la hota dificilísirna·para decir su ainór a la darria en versos coruscantes, chisporrotean tes como teas, de una deleitosa retó+ rica llena de volutas barrocas, cargada·de imágenes, por donde cruza toda la fauna y toda la flora'-'la retórica que en la plástica da las cartelas pbs~+ renacentistas con sus trofeos, sus frutos, sus banderolas y sus cráneos de chivo o camero-·- en que a: un licenciado cincuentón, que presencia' la e5+ cena, sele eriatdecen los negl-ós ojos sobre la faz cétrina:y coirfüiarnan'onerl vi osa acaricia su perilla grisientá. Esta nota de•Azoriit rne ha enseñado rriás sobre el teatro español que cuantos libros he leído'; Materia para enárd~c\+ miento fue el género -'-es decir, lo más opuesto a norma de perfección que pretendió ser el généro francés .. No para contemplar tin' perfil ejemplar ibá el buen castellano a veda comedia famosa; sino para dejarse arrebatar, pafá embriagarse en el tortente'deavent:Uras y trances de los personajes: Sobre fa. : ;'¡ ; , . , , . , !-~ -.
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.,,. ' •vé:i~~h~nsdy~ d~ Arri~ridcí é:a'Sirci aÍ frente& imtiimo ele Tirso ~II 1,os 'á~m!r~bles Cid,; 11
.SiCo.ScastellánoSdeLaLectura. ''
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intrincada y varia trama del argumento bordaba él poeta su rebuscada fluencia verbal, archiflorida de metáforas relarnpagueantes en un vocabulario lleno de sombras profundas yreflejos'brillaútes, muy parecidos a los reta·blos del.tnismo siglo.Junto al fuego de los destinos apasionantes· hallaba ·el público el 'incendio de imaginacióni el formidable fuego artifictal de las cuartetas lopescas o calderonianasi' ' .•; .. ' .. ! .. , . , ; , . : ~~sustancia de placer que encierra nuestro teatro es delmisrno linaje d10msiaco que el arrobo místico de los frailes yrnonjitas·del tiempo, gran+ des bebe.dores. de exalta.ción. Nada contemplativo, repito. Para contemplar son prectsas frlaldady distancia entre nosotros y el objeto, El qué quiera contemplar un· torrente lo primero .que debe hacer es procurar no ser arrastra. '! J do por.él.·!" · · •.·' · ·' ·' ·· ¡'' Vernos; pues-, en ambos teatros dos propósitos artísticos contrapuestos: ~n el drama ca~t~llano lo eSeni:ial es la peripecia, el destino accidentado y JUnto aell?.l~ lmca·omamentacióll'del.verso estofado;· En la·tragedia•franc~~;a, ~o.mas rmportante es el personaje mismo, sú calidad ejernplaf:ypara" digrnauca. Por esta razón, Racine nos parece frío yrnonócrom0¡ Diríamos que se nos h~ce ~ngresar en un jardín donde hablan unas estatuas y fatigan nuestra admiración.~resentándonos el mismo modelo.de gesto. En l:ope de ':'ega,.por el contrano, hallamos más bien pintura que escultura, un:vasto , l~enzo lle~o .de tinieblas ylurninosidades, donde todo alienta colorido y ges. ~culante, ~l·n.o~l~ y el:J'.'.lebey?, el arzobispo yel capitán; la reina yJa serrac na, gente u.iq.meta, decidora, abundante; extremada•, que va y viene loca" mente; sin' rangos y sin norinás, como·una pululacióú defofusorios en la gota de agua. Para ver la masa espléndida de nuestro' teatro, no conviéne abrir mucho los ojos, corno quien persigue la línea de un perfil, sino más bien ene t~;narlos, con gesto de pintor, con•el gesto de Velázquez mirando a las rnenmas; a los enanos y ala parejareal: . · · · · " · ·· ·:: ''· Yo creo que este punto de vista es·el'que nos permite ver hoy nuestro teatro·~ajoel á~gulornás favorable. Los entendidos en literatura·española -yo se mlly poco de ella-·· deberían ensayar su aplicación, Tal vez resulte fecundo y·~i~jael análisis hasta los valores Hectivos de aquella gigantesca cosecha poetlca. · .• . , : ·· . , · : . ' Ahora no pretendía yo otra cosa que contraponer un arte' de, figuras a un arte de aventuras. Pues sospecho quela novela de altó estilo tiene hoy que tomar, aunque en otro giro, de éstas a aquéllas y más bien qudnvenc ~ar tramas porsí mismas interesantes-·cosa prácticamente imposible-·-, idear personas atractivas, '' • ,. . ) ; 'i }
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DOSTOYEWSKY Y PROUST ;.¡
• Eri tanto que otros grandes declinan, arrastrados hacia el ocaso parla niisteriosa resaca•delos.tierripcis, Dostoyewsky se ha instalado en fo más alfo'. Talvci•haya un pocd de ciéeso en el fervor actual por su obra, yyo quisiera reservar mi juicio sobre ella para una hora de mayor holgura; Pero de todas.süerte5, no es dudoso que Dostoyewsky se ha·salvado del general nauc fragio padecido por:la:novela dél siglo pasado en lo que va del corriente.Y· es el caso quelas razones emitidas casi siempre para explicar este triunfo, esta capacidad de supervivencia, me parecen erróneas. Se atribuye el interés que sus novelas suscitan·a su materia: el dramatismo misterioso de la acción, el carácter.extremadamente patológico de los personajes, el exotismo de eSc tas: almas :eslavas;tan diferentes en su caótica complexión de las nuestras, pulidas, aristadas y claras. No niego que todo ello colabore en elplacer que nos tausaDostoyewsky; pero no me parece suficiente para explicarlo; Es más, cabría considerar tales ingredientes como factores negativos, más proplos.para enojamos que para atraemos: Recuerde el que ha leído estas novelas que envuelta en la complacencia dejaba· en él su lectura cierta impri;" siónpenosa; desapacible y como turbia. -. · : · · . La materia,no salva nunca. a•una obra de•atte, y el oro de que está hecha no consagra a fa estatua.La obra de arte vive.más de su forma que de su material y debe la grada esencial que de ella emana a su estructura, a su organismo: Esto es lo. propiamente artístico dela obra, y a ello.debe atender.la crítica artística y literaria; Todo el que posee delicada sensibilidad estética·, presentirá un signo de filisteísmo en que; ante. un cuadro o una producción poética, señale alguien como lo decisivo el «asunto». Claro es que sin éste no existe obra de arte, como no hay vida sinprocesos químicos. Pero lo mismo que la vida no se reduce a éstos, sino que empieza a servida cuando a la· ley química agrega su original complicación de nuevo orden, así la obra de arte lo es merced a la e5ttuctuta•formal que impone a:lamateria o-al-asunto:c·::·:· . .Siempre me ha extrañado que aun a las· personas del oficio se les resista reconocer como lo verdaderamente sustancioso del arte, lo formal, que al vulgo parece como abstracto e inoperante. El puhto de vista del autor o del crítico no puede ser elniismo que el del Jectorincalificadol A éste le importa sólo.el efecto último y total que la obra le produzca y no se·preodupade analizar la génesis de su placer. . ·· •;:. :Así acaece que se ha hablado mucho.de lo ,que pasa en las novelas de Dostoyewsky, y apenas nada de su forma. Lo insólito de.la acción y de los sentimientos que este formidable escritor describe ha detenido la mirada del crítico y no le ha dejado penetrar en lo más hondo del libro que, tomo en
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toda creación artística, es siempre lo que parece más adjetivo y superficial: la estructura de.Ja novela como tale De aquiuna curiosa ilusión óptica. Se atribuye a Das·tayewsky el carácter inconsciente, turbulento de sus personajesy se hace.deLnovelistámismo una figurl\ más de sus·novelas. Éstas parecen engendradas en una hora de.éxtasis demoníaco por algún poder elemental y anónimo,•pariente del rayo y hermano del vendaval. . :Pero todo eso es II{agia y fantasmagoría; La mentealertase complace en todas esas.imágenes cosmogónicas, pero no las toma enserio, y prefiere, al cabo; ideas•clarasi Podrá ser cierto que el hombre Dostoyewsky fuese un pobre energúmeno,_o, si gusta más, un profeta; pero el novelista Dostoyewsky fue uh honime de !ettres, un solícito oficial de un ofido admirable, nada más. Sinlograrlo .del todo·, yo •he intentado muchas veces convencer a Baraja de que Dostoyewsky era, antes que otra cosa, un prodigioso técnico de la . Ílovel.a, uno de los más grandes innovadores de la forma novelesca.· ·. No hay.ejemplo mejor.de lo que he llamado morosidad propia a este género . .Sus libros son.casi siempre de muchas páginas, y; sin embargo, Ja acciónpreseritada suele ser.brevísima. Aveces necesitá'dbs:tomos para dese cribir un acaecimiento de tres días, cuando no de unas horas:Y;'sin embargo, -¿hay caso de mayor intensidad? Es ún·ertor creer que ésta se obtiene contando muchos sucesos; Todo.lo contrario: pocos y sumamente detallados, es decir, realizados. Como en tantas otras cosas, rige aquí también el non-mul'ta, sed multúm. La densida,d se obtiene, no por yuxtaposición de aventura a aventura; sino por dilatación de cada una mediante prolija presentía de sus menudos componente5.'· La concentración de la trama en tiempo y lugar, caracteríStica de la técnica de Dostoyewsky, nos hace pensar en un sentido insospechado que recobran las venerables <
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y ejecutar acciones-, nos sentimos despistados: El personaje no secólll'porta según Ja.figura que aquella presunta definición nos prometía. A la•priL mera imagen conceptual que de él se nos dio, s1;1cede una segunda donde le vemos directamente vivir, 'que no nos es ya definida por el autor y que disc crepa notablemente de aquélla. Entonces comienza en el lector,:por unine;. vitable automatismo, la.preocupación de que elpérsqnaje sele escapa en Ja encrucijada de:e5os datos cóntradictorios, y; sin quererlo, se moviliza eri su persecución, esforzándose en interpretar Jos síntomas contrapuestos para · conseguinina fisonomía unitaria; 'es decir, se ocupa'eri'definirlo• éLAbora bien; esto es lo que noslacontece en el trato vital con fas gentes; E1azar1a5 condu.ce antencisotros,'lás filtra en el orbe de nuestra vida individual sin que riadie se' encargue oficialmente de definírnoslas. Eri todo'mómentb baJJa:mos delante suTealidad dificil, no su sencillo concepto; Y este ria poseer nunc;a su secreto sufidente,.esta relativa indocilidad del prójimo a ajl1starsepor completo a nuestras ideas sobre él, es laque kdaindependencia denosotrós y•nos bace sentirlo como a:lgo real, efectivo y trascendente de nuestra~agi" nadones, Por donde llegamos aunaadvertencia inesperada: que el «realismo» ~llamémosle' así pafano complicar-. de Dostoyewskyno está .en las cosas y becbos por él referidos; sino en el~odo de'trafar c~n ellos a que ~eve obli.ga, do el lector. No es Ja materia de la vida lo que consntuyesu «reahsmm>; smo la forma de Ja vida. : . ,.. , · En esta estratagema de despistar al lector llega Dostoyewsky ala'cruelc dad. Porque no sólo evita adararnos sus figuras medianteanticipaciones de" finidoras de cómo son, sino que Ja conducta de los personajes varia de etapa en etapa, presentándonos haces diferentes de' cáda persona, .que así nos parecen irse formando e integrando poco a poco ante nuestros ojos. Elude Dostoyewsky Ja estilización de los caracteresy se complace en que transpa" rezcan sus equivocas, como acontece en la existencia real. El lector se ve far" zado a reconstruir' entre vacilaciones y correcciones, temeroso •siempre de haber errado, el perfil definitivo de estas mudables-criaturas. ' , · ·.. A éste y otros artificios debe Dostoyewsky la siri par cualidad•de que sus libros-mejore5 o peor~no parecen nunca falSos; tonvencio~ales. El.Jeé" torno tropieza'nunca con Jos bas'tidores de] teatro, sino•que;•desde'luego;se siente sumergido en una cuasicrealidadperfecta, siemprii auténtica y efiaa±: Porque Ja novela exige-··a diferencia de otros géneros•poéticoS:-::que no se la perciba como tal novela, que no se vea eltelón'de bota nilas tablas del' es,ci;r nario. Balzat;leídohoy;nós despierta de nuestro e115l1eño novelesco a cada: pa• gina; porque nos golpeamos contra su andamiaje de, novelista. Sin em~arg;ó\ la conilición máS importante de la estructura,queDostoyewsky proporc10na•a Ja novela es más difícil de explicar y prefiero referirme a ella posteriórmerite:
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Con'viene, en cambio, hacer constar desde ahora que ese hábito •de no definir, antes b.ien, de despistar, esa continua mutación de Jos caracteres, ·esa condensación.ei:i tiempo y lugar, en fin, esa morosidad o tempo lento no son uso extlusivci de Dostoyewsky. Todas las novelas que aun puederileerse boy coinciden'más o 'menos en su empleo. Sirva de ejemplo occidental Stendhal en todos sus libros mayores. El Rojo y Negro, que; por ser una no~ vela· biográfica, refiere algunos años de Ja Vida de:un'hombre, está compuesta en forn\.a de.·tres 'o cuatro cuadros, Cada· uno de los cuales se comporta en su intériar·camo tina novela ·entera del maestro ruso. - · ' El último gran librd novelesco -'-'-la ingente obra de Prou:St-' declara todavía más ésa secreta estructura; llevándola en cierto mo'é!o a su exageración. •En:Proust', la'lllbtosidad, la lentitud llega a su extremo y casi se con" vierte en tina serie deplahos estáticos, sin moVimiento alguno; sin progreso niten5ión. Su lectura·n:os convence de que la medida de Ja lentitud conve" niente se ha traspa5ádo¡ La trama queda casi anulada y se borra elpostrerresto de interés dramático. La novela' queda' así reducida apUra ·descripción inmóvil,' y exagerado con exclusivismo eltarácter difü:So, atnio5férico; sin adción concreta que es, en efecto,'esencial'al'género: Notamos· que le falta el esqueleto, el sostén'rigido y tenso, que son' los alambres-eh el pataguas. Des' h1J.esado el cuerpo novelesco se convierte en nube informe; en'plásma sin fi_gura, en pulpa sin dintorno. Po:r esta razón, he dicho antes'que aunqueia 'trama o acción posee un papel:mínimo éri la novela actual; en la novela posible no cabe eliminada por completo y cbnserva la füntión, ciertamente no más que mecánica, del hilo en el collar.de perlas, de lds alambres en el pa" raguas, de las estacas erila tienda de campaña\' · .·•' Mi idea-·que antes de ser rechazada por ellector merece de su parte, créame, alguna meditación-·-·es, pues,: que· el llamado interés dramátic0 carece de'valor estético en la novela, pero es una necesidad mecánica de ella. La razón-de esta necesidad se origina en la ley general dehtlma humana, que merece siquiera una breve•exposicion. e, :. •, •·
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·····.
·ACCIÓN Y CONTEMPLACIÓN
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· · Hace:más·de.diezaños que'en las-Meditádones de!Quijoteafribuía,yo a la novela moderna, como su misión esencial, describir una annósfera.a di~ ferencia de otras formas épicas '-'-"la epopeya; el cuento, la ~ovela de aventuras, el melodrama y el folletín-:-· -que refieren una acción cmicreta, de línea y curso muy definidos. Frente ·a la·acciónconcreta, que es un movimiento lo más rápido posible haciau'na conclusión, .Jo atmosférico significa algo
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difuso y quieto. La acción nos arrebata en su dramática carrera; lo atmosférico, en cambio, nos invita simplemente a su contemplación. En la pin-. tura·.representa el.paisaje un tem.a atrrtosf.érico,, donde , mientras el cuac dro de historia narra una.hazaña perfilada, un suceso de forma e?cueta. No es un azar que con motivo del paisaje se inventasela técnica delplein ah:, es decir, dela atmósfera. . · . ·· . ·. . ·. · · . Posteriormente sól.o he tenido.·ocasión de afirmarme en aquel primer pensamiento, porque el gusto del público mejor y los.intentos más gloriosos· de los autores recientes acusaban cada vez.conmayor claridad ese destino de la novela como género difus~ .. La últimatreación .de alto estilo, que es la obra de Proust, lleva el problema asu máxima evidencia: en ella se extrema hasta la más superlativa exageración el carácter no dramático de la novela, Pr.oust renuncia del todo a arrebatar al lector.tnediante el.dinamismo de una acción y le deja en una .actitud puramente contemplativa. Ahqra bien, este radic:;\lismo es causa de las dificultades y la insatisfacción que el lector encuentra en la lectura de Proust. Al pie de cada página, pediríamos al autor un poco' de interés.dramático, aun: reconociendo que no es. éste, sino lo que el autor nos ofrece con tan excesiva abundancia, el manjar más delicioso. Lo que el aut~r n~s ofrece es un.análisis microscópico de almas humanas. C::on un ápice de dramatismq - . porque; en rigor, nos contentaríamos con. casi nada-.-.la obra hubiera: resultado perfecta. l Cómo se compagina .esto?. ¿Por qué necesitamos para leer .una novela que estimamos cie.rto:mínimum de acción que no :estimamos? Yo .creo que todo el que reflexione.unpqco rigorosamente sqbrdos componentes.de su placer al leer las grandes novelas tropezará con: idéntica antinomia. El que una cosa sea necesaria para otra no implica que sea por .sí misma estimable. Para descubrir el crimen hace falta el delator, mas .no por eso es-· timamos la delación. El arte es un hecho que acontei::e enmuestra alma al ver un cuadro o leer un libro: A fin de que esiehecho se produzca es menester que funcione bien nuestro mecanismo psicológico, y toda la serie de sus exigencias mecánicas será ingrediente necesario de la obra artística, pero no posee valor estético o . lo tendrá sólo reflejó y derivado, Púes bien, yo diría que el interés dramático es una necesidad psicológica de la novela, nada más, pero, claro está, nada menos! De ordinario; no se ·pierisa;asü Suele creerse.que es la trama sugesti-• va uno de los grandes factores estéticos .de la obra, y conseé:uentemente'se pedirá la mayor cantidad de ella posible; Yo creo ~nversamente que siendo la acción un elemento no más quemecánico,·es estéticamente peso muerto, y, portan to, debe reducirse al mínimum, Pero a la vei,y.frente a Pro1;1st, con" sidero que este mínimum es imprescindible: .: · · ·
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La cuestión.trasciende del círculo de la novela, y aun del arte todo, para adquirir las más vastas proporciones enfilosofía. Recuerdo haber tratado varias veces• este tema con alguna longitud enmis cursos.universitarios.. . ·Se trata nada menos que del antagonismo o mutmilidad entre acción contempla~ión:-Dos tipos.de hombre se oponen: el uno.aspira a la pura contemplac:ió'n; el otro prefiere actuar, intervenir, apasionarse:Sólo se entera uno delo que·son las cosas enlamedida que las contempla. El interés nubla la contemplación haciéndonos tomar partido, cegándonos·para lo uno, mientras derrama un exceso de luz sobre lo otro. La ciencia adopta; desde luego, esta actitud contemplativa, resuelta a nÓ• hacer- más•que espejar castamente la fisonomía mt!ltiforme del cosmos. El arte es, asimismo, un déleitarse•enla contemplaci.ón: • .·.. ...,,, ·: · · ·.-. ·· r ·A'parecen de esta•sherte el'contemplar·y e!:interesarse•como'.dos formas polares•de la conciencia que, enpriricipio; rmúuamentese dcluyen: Por eso el hombrerde acciónsuele•ser un pensador pésimo oinulo,y el ideal delsabio;:por ejemplo; en'elestoicisino', hace de éste uri ser desenganchado de to;. das1as cosas,'irtactivo;con alma de laguna inmóvil querefleja impasible los cielos• transeúntes, ... •" ·• : .I: ' 'Pero esta contraposiciórl radicales, ccimo todo radicálismo,•i.má utópía del espíritu geométrico. La pura contemplación no existe, nb puede existir. Si . exentos' de-todo interés 2oncreto nos colocamos ante el un:iverso, no lograre" 'mos ver nada bien¡ Porque el·número de cosas que con igual derecho solicitan nuéstra iniráda es in:firiitó. No habría más razón para que nos fijásemos en un punto más que en otro, y nuestros ojos, indifererites>vagaríah de aquí para allá, resbalando, sin orden ni perspectiva; sobre el paisaje universal, incapaces de fijarse en nada. Se olvida demasiado-la humilde perogrnllada de que para ver hay que mirar, y para'mirar hay que fijarse, es decir, hay que atender.La atención es una preferenciá que subjetivamente otorgamos a unas cósas en perjuicio de otras, No se puede atender a aquéllas sin desatenderestas<:Viene a ser, pues, la•a:tención un foco deilriminación favorable que condensamos sobre una zona de objetos; dejando en tomo a ella una zona de penumbra y desatención;;•· · ':c ·.,La¡:iura contempl~ción pretende ser una rigorosa imparcialidad de nuestra pupila; que se.Jimitaa reflejar. el espectáculo de la realidad, sin permitirse el sujeto la menor intervención ni deformación de él. Pero ahora advertí~ mosque' tras ella, cómo supuestó ineludible; funciona el mecanismo de la atención' que dirige la'miradá•desde dentro del sujeto yvierte sobre las cosas unaperspectiya, un modelado y jerarquía, oriundos desri fondo personaL No se atiende a lo que se ve, sino al contrario, se ve bien sólo aquello a que se atiende. La atención es un a p1i01i psicológico que actúa en virtud de preferencias afectivas, es decir, de intereses. •
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La·nueva psicología se ha visto obligada a trastornar paradójicamente el orden.tradicional de las facultades mentales. El escolástico, como el grie, go, decía: ignoti nulla rnpido-de lo de5conocidpno hay deseo, no interesa. La verdad es·; más bien; lo contrario; sólo conocemos bien aqueUo que hemos deseado. ernalgún modo; o, para hablar más exactamente, aquello que previamente nos interesa;, Cómo es posible interesarse en lo que aún no se•conoce, constituye la abrupta.paradoja que.he intentado aclarar en rrii
Iniciación en !a.Estimativa'. , . Sin:rozar ahora asunto de tan elevado rango, basta con qué cada cual descubra en su;propio pasado cuáles fueron las circunstancias en.que aprenf. dió más del mundo, y advertirá que no fueron aquéllas_ en que se propuso deliberadamente ver y sólo ver. No es el paisaje qµe 'v¡sitamos,.como turisC tas, el que hemos visto. mejor. Notorio es que, en últimas cuentas, el turista no se entera bien de nada. Resbala sobre la urbe o la comarca sin'oprimir7 se contra ellas y forzarlas a rendir gran copia de su contenido.Y, sin embargo, parece que, en principio, había de ser el turista, ocupado exclusivamente.en contemplar, quien mayor botín de noticias lograse. Al otro extremo se.halla el labriego, que tiene con la campiña una relación puramente interesada. Jodo el que ha solido .caminar .tierra adentro ha.notado con sorpresa•la ignorancia que del campo.padece el campesino;No sabe de cuanto le.rodea más que lo ,estrictamente atañederoa su interés µtilitario de agricultor.. Esto.indica que la, situación prácticamente.óptima para conocer.. es decir, para absorber elmay0rnúmero yla mejor calidad de.elementos obje, tiyos-,,-; es·intermediaria. entre la pura contemplación y el urgente interés, Hace falta que algún interés vital, no demasiado premioso y angosto, orga, nice nuestra contemplación, la confine, limite y articule, poniendo en ell:;¡ una perspectiva de atención. Con respecto al camp·o puede asegurarse que cete1ispmibt1S es el ca;ador, el cazador de afición; quien suele conocer, me, jorla comarca, quien logra contacto más fértil con más lados o facetas del multiforme· terruño. Parejamente no hemos visto.bien otras ciudades que aquéllas donde hemos vivido enamorados. El amor concentraba nuesp:o es, píritu sobré su deleitable objeto, dotándonos de una hipersensibilidad de absorción que se dertamaba sobre el contorno, sin necesidad de hacerlo cen~ tro deliberado de la Visión. Los cuadros que más nos han.penetrado no son los del Museo, donde he, mas ido a «Ver cua'dros» sino; tal vez, la.humilde tabla-en la entreluz:de un aposento donde la existencia nos llevó con muy.otras preocupaciones. En el
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Véase en este torno de las Obras co1npletas.
concierto fracasa la música que, a lo mejor, yendo por la calle, sumidos en interesadas reflexiones, oímos tocar a un ciego y nos compunge el corazón. Es evidente c¡ue el destino del hombre. no es primariamente contemplativo,_Por eso es im error que para contemplar,. la condición mejor es ponerse a conteinplar1 e5to es, hacer de ello un acto primario •. En cambio, dejando a la contemplación un· oficio secunda.rio'y montando en el ahna el dinamismo de un interés,parece que adquirimos el máximo poder absorbente y receptivo. ·Si no fuera así, el primer hombre, colocado. ¡mte el cosmos;c lo habría traspasado íntegramente con su pupila, lo habría visto entero. Mas lo acae, cido fue más bien, quda humanidad sólo .ha ido viendo el universo trozo a trozo; círcµlo tras círculo, como skada una'desus situaciones vitales, de sus afanes, mp:1esteres e inte'reses:]e,hubfese servido de órgano perceptivo con que•otear·µnábreve iona,circundante, .. ... .. .. _ . De:donde:resulta que!lo que parece estorbo a la pura contemplación :-:-:-.ciertos intereses, sentimientos, necesidades,·preferencias afectivab son justamente el instrumei;ito iríeludible'de aquéllfü :De todo destinohii'ilíarío que no sea,mcinstruosamente torturado puede hacerse un magnífico apárato,de contemplación-µnobservatorio-, , en forma tal que.ningún otro, ni siquiendos que en apariencia son.más favorables; pueda sustituirlo, Así,Ia vida más humildey doliente.es capaz.de.recibir una consagraciónteórica, una.misión de sabiduría intransferible; si: bien.sólo ciertos:tlpbsde exis'tencia poseen la¡; .condicicmes ópti1Ilas pa;ra el mejor conocimiento. ; Pero dejemos estas, lejanías: y retengamos únic.amente la,advértencia.de que sólo a trayés de un mínimum de acción es posible la cm:itempladón. Como en la novela el paisaje.y la fauna que se nos ofrece son imaginarios, hace falta que el autor disponga en nosotros algún interés imaginario, un mínimo.apasionamiento que sirva de soporte dinámico yde perspectiva a nuestra facultad de ver. Conformela perspicacia psicológica se ha ido desarrollando . en- ellector, ha disminuido·su sed de dramatismo.:"Elhecho ·--·· .es afortunado , porque hoys~ encuentra.el novelista ~on la imposibilidad de inventar gran, destn\rnas insólitas para su cibra. A mi juicio,no debe preocuparle-. Con un poco de tensión y movimiento le bastac Ahora que ese poco es inexcusable; Proust ha demostrado la necesidad del mo'vimiento escribiendo una no, vela paralítica. '
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'' : ,LANOVELA COMO «VIDA PROVINCIANA» .Por tanto, b.ay que invertir lo~ térininbs: la acción ci traina. l1o is la sus~ tanda de la novela, sino, al contrari~, su ~rmazón exterior, su niero soporte
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mecánko. La esencia de lo no'veles·co -adviértase que me refiero tan sólo a la novela moderna-.-· no está en lo que pasa, sino precisamente én lo que no es «pasar algo», en el puro yivir, en el ser y el estar· de los persoriajesisobre todo en su conjunto ó ámbiente. Una prueba indirecta de ello pu~de encon~ trarse en el hecho de qiie·no solemos recordar de las mejores novell\s los suc cesas; las peripecias'por qué han pasado sus figuras, sino sólo a éstas,yci• tamos el título de cie~tos libros, éqiiivále a nombramos una ciudad donde hemos vivido algún tiempo; al punto rememoramos un clima, uri olorpecu- · liar dela urbe un tono generál de las 'gentes y un ritmo típico de existencia'. Sólo después,'si es caso, acllde•a niies'trá memorfaalguna escena partfcular. Es; pues; un error queHnovelista se afane mayormente por hallar una «acción»; ,Cualquiera nos sirve;· Para mí ha sido siempre un ejemplo clásico de la independencia en que el placer novelesco se halla dela trama,•un'¡¡ obra que Stendhal dejó apenas mediada y se ha publicado contítlllos•diversos: Luciarto Leuwen, El cazador.verdé; ettétera.'La porción existente alcanza· una abundante•copia·de páginas: Sin embargb, allí no pasa nada. Unjovenofi;, cial ·llega a una capital de departamento' y se enamora de·una dama que per• tenece al señorío provincianb.• Asistimos úhicamentea la minuciosa germi" nación del delectable sentimiento enunoyotro ser; nada más. Cuando•la acción va a enredarse, lb escrito termina, pero quedamos conla'impresión de·q11ehubiéramospodidoseguir indefinidamente leyerid? páginas' yp~~ ginas en que se'nos hablase de aquel tiritón francés¡ de aquellada1U.ª'legitimi.sta, de aquel joven militar ton uniforme de e.olor amaranto.·· '' ', • · · .•.·[Y para qué hace falta más que esto? Y, sobre todo, téngasela bondad'd~ reflexionarun·poco sobre·qué podía ser 16 «Otro» que no es esto, esas «cosa~ interesantes», esas peripecias maravillosas;,. En el orden de la novela, eso no existe(no hablamos ahora del folletíri o del'cuento de aventuras científicas al modo de Poe; Wells, etcétera) :La vida es preciSamente cuotidian:oi. No es inás allá de•ella, ehlo extriiordinario, dondela novela rinde su gracia específica; smo más. acá' en.la 'miu'avilfa de la hóra' simplé y'sin leyenda1: No se púede preten:" der.inte~esamos en el sentido novelesco mediante una ampliación: de nue5~ tro horizonte cuotidiano; presentándonos aventuras insólitás:Es p\'eciso ope" rnrahevés, angostando todavía más el horizonte del lector. Me explicaré\ '!
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•Esta afirmación estética de lo cuotidiano y la exclusión rigorosa de todo lo maravilloso-~ la nota más esencial que define,-el género ~
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·si por horizonte·entendemos el círculo de seres y'acontecimiéntos que integran el mundo de cada;cual;podnamos cometer el étrotdeiinagiriai que hay ciertos horizontes tan amplios; tan variados; tan heterótlitos, qi:te son verdaderame,n.te interesantes, al paso que otros son tan reducidos y monótonos, que no cabe interesarse en ellos. Se trata de una ilusión. La señorita de comptoií" supone que el mundifc!i! la' di.iquesa es más dramático que el suyo; pero de hecho acaece que la duquesa se aburre en su orbe luminoso, lo1llism:o que fa romántica contable en su pobre y oscuro ámbito.' Ser duquesa es una formadelo•ctiotidiano corrí.o otra· cualquiera. -'· · ··La verdad es, pues,'lo contrario 'de esa imag;inación,,No hay ningún horizonte que por síinismo, por sucontertidb peculiar,isea especialm.ente interesanteisino que todo horizonte; sea el que fuere, ancho o estrecho, ilumi~ nado o tenebroso; vario o uniforme, puede suscitar su intetés, Basta para ello con que nos adaptemos vitalmente a él.1.a vitalidad es' tan generosa queachba por'entontrat en'e1más'sótdido· desiefto·pretextospara enardecerse y vibrar. Viviendo en la gran ciúdad nocompreridemc:któmo puede alentarse en el villorrio. Pero si el-azar nos sumerge en él, al cabo de poco tiempo nos sorprendemos apasionados por las pequeñas' intrigas del lugar; 'Acaece como con la belle2a femenma a los que van a Fernando rf!oo; al llegar Sientén'asco hacia las mujeres indígenas; pero no pasa mucho tiempo sin que la Tepulsión se dar mestique,y acaben por parecer las hembrasibubis princesas de M'estfalia. ,· · Esto es, a mi jukio, de máxima importanciaparafa'novela,·La táctica del autor ha de consistir enaislar allector de su.horizonte real yapiisionarlo en un pequeño hoiizonte hermético e imáginario que es el ámbito inte~ riorde la novela. En una palabra; tiene que apueblarlo, lograr que se interese por aquella gente que le presenta; la cual; aun cuando fuese la más admirable, no podna colidir con los seres de carne y hueso que rodean al lector y solicitan constantemente su interés. Hacer de cada lector un «provinciano» transitorio es, en mi entender, el·gransei:reto del novelista. Por eso decía antes que en vez de querer agrandarsu•horizonte -·-· ¿qué horizonte o mundo de novela puede ser más vasto y ricci-que el más m9desto de los efectivos?-.-.ha detender a contraerlo, a confinarlo; Así y sólo así se inte·· ,,, ; " resará por lo que' dentro de la novela pase. Ningún horizonte, repito, es interesante porsu materia. Cualquiera lo es por su fonna, por su!forina de horizonte, esto es, de cosmos o mundo completo. El microcosmos y el macrocosmos son igualmente cosmos; sólo se diférencian·en eltamaño delradio; mas para el que•vive dentro de•i:ada uno, tiene siempre el mismo tamaño. absoluto: Recuérdese la•hipqtesis de Poincaré; que sirvió de incitación a Einstein: «Sinllestro mundo se contrajese y menguase; todo en él nos parecena conservar las mismas dimen5iones ».
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La .relatividad entre horiZonte e interés -que todo horizonte tiene su interés--,-, es la ley vital, que en el orden estético .hace posible la novela. D,e ella se desprenden ~lgunas n9rinas para.el género.
HERMETISMO .
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Observérnonos en el momento en que darnos fin a la lectura ~e una gran · novela. Nos parece que emergemos de.otra existencia, que nos hemos evac dido.de un mundo incornunicante c9n el nuestro auténtico. Esta;incornunicación es evidente, puesto que no podernos percibir el.tránsito, Hace .un instante nos I:i¡¡llábarnos. en !'arma con el conde Mosca yJa Sanseverinay Cle]ia y Fabricio; yiyíamos .con ellos, .preocu¡:¡ados de sus vicisitudes., inmersos .en el mismo aire, espacio y tiempo que sus personas. Ahora, súbitamente, sin intermisión, nos hallamos en nuestro aposento, en nuestra ciudad y en nues~ tra fecha; ya cornknzan a despertar en• torno a nuestros I1ervios1as preocÚpaiciones que nos eran habituales. Hay un intervalo, de indecisión, de titubeo, Acaso .el brusco.ale.tazo de un recuerdo vuelve de un golpe a sumergirnos en el universo de la novela; y con aigún esfuerzo, corno braceando en un elemento líquido, tenernos que nadar hasta la orilla de nuestra propia existencia, Si ale guien nos mira; .entonces descubrirá en.nosotros la dilatación de párpados; que caracteriza a los ná~fragos;· . ¡· Yo llamo novela a la creación literaria que produce este efecto.· Ese es el poder mágico, gigantesco, único, glorioso, de este soberano arte moderno. Y la novela que no sepá conseguirlo será una novela mala, cualesquiera sean sus restantes virtudes: ¡Sublime; benigno poder que multiplica nuestra existencia que nos liberta y pluraliza, que nos. enriquece, con generosas transmigraciones! Mas para lograr ese efecto hace falta que el autor sepa primero atraerc nos al ámbito. cerrad.o que esisu novela y luego cortarnos todacretirada, rrian~ · · · · tenernos en perfecto aislamiento del espacio real que hemos dejádo. Lo pri• mero esfácil;· cualquierá sugestión nos hará movilizarnos hacia la entrada que el novelista abre ante nosotros. Lo segundo e5 más difícil. Es menester.que el autor construya un recinto hermético, sin agujero ni rendija por los cuales,• desde dentro .de la novela, entreveamos el horizonte de la realidad, La rae zón de éllo parece cornpli.cad.a; Sise nos deja comparar el mundo interior del libro con el externo.y real, y se nos invita a. «vivir», los.tamaños, dirrien~ siones,·prpblernas, apasionamientos que eri aquél nos son propuestos, mene guarántarifo de proporción e intensidad que habrá de'desvanecerse.todo sú prestigio: Fuera corno mirar en el.jardín un, cuadro que represen ta un jardín'
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El jardín pintltdo sólo florecey verdea en el recinto de una habitación, sobre un muro anodino, dónde abre el boquete de· un mediodía imaginario. · En este sentiP.o me atrevería• a decir que sólo es novelista quien posee el don de olvi~ar él, y de rechazo hacernos olvidar a nosotros, la realidad que deja fuera de su novela. Sea él todo lo «realista» que quiera, es decir, que su microcosmos novelesco esté fabricado cofflas materias más reales; pero que cuando estemos dentro de él no echemos de menos nada de lo real que quedó :extramuros::• .. · . •• · ··Esta· es la razón por la cual nace muerta toda novela lastrada con intenciones trascendentales, sean éstás políticas, ideológicas, simbólicas osatíricas;· Porque estas actividades son de naturaleza· tal, que no pueden ejercitarse ficticiarnente, sino. que sóló ·funcionanreferidas alhorizonte ·efectivo de cada 'indivíduo. Al excitarfas es como si se•nos empujase fuera del intrarnundo:virtual dela novela y se nos obligase a mantener vivaz y alerta nuestra comu'nii::ación conelorbe•absoluto de·quenuestra existencia reál•depende.- ¡Ci:ómo voy a interesarme por los destinos imaginarios de los personajes si el autor me obliga a enfrontar.me con el crudo problema de rnipropió des~ tinopólítico o.metafísico! Elnovelista ha de intentar, por el contrarioi anes• tesiárnos paralarealidad;"dejando al lector recluso en la hipnosis de una existencia virtual.. •: · :. · F . '• ·Yo encuentro aqU:í la'causa; nunca bien declarada; dela enorme dificultad-:.-·tal< vez imposibilidad-. aneja a la llamada: >: La pretensión deque el-cosmos imaginado posea a la.vez.autenticidad históric ca; mantiene en aq'uélla. li.na 'permanente colisión. entre dos· horizontes: Y como cada horizonte exige una acomodación distinta de nuestro aparato visual, tenemos que cambiar constantemente de actitud; no se deja al lector soñar tranquilo, la novela, .ni pensar rigorosamente la historia. En cada página vacila, no 5abiendo si proyectar el hecho y la figura sobre. el horizonte imaginario o sobre el histórico; con lo c;ua:I adquiere todo un'itire de fa!Sedad y.convención: El intento dé.hacer.conipelietrarse arnb9s:mundos produce sólo la mutua negación de.uno y otro; el autor-.nos parece~ fa!Sificalahistoria aproximándola demasiado, y desvirtúa:la.novela;alejándola con exte" so de nosotros hacia el plano.abstracto de la verdad histórica:· •· El hermetismo.no es sirio hdorma especiaLque adopta en la novela el imperativo genér;ico del arte: la intrascendencia. Esto irrita a todas.las cabezas confusas y a todas las. almas .turbias .. Pero ¡qué. le vamos a· hacer si es ley iriexorable.que cada cosa e5té obligada a ser lo que es y a renun,ciar.a ser otra! Hay gentes que quiereilserlo todo. ¡No contentos con pretender ser ar" tistas\:qtiieren ser políticos, mandar y dirigir rriuchedurnbrés; o quieren ser profetas, aéin:Jinistrarla divinidad e imperar sobre las concienciasLQue ellos
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tengan tan ubérrima pretensión ¡:iara sus personas no sería ilícito; mas tal ambición les mueve a querer que las cosas contengán también ese multifor~ me destino . ·Y esto es lo que parece imposible. Ll¡s artes se vengan de todo el que quiere ser con ellas más que artista, haciendo que su obra n.o llegué si~ quiera. a ser artística. Igualmente la política del poeta se queda siempre en un ingenuo ademán inválido, · · Una necesidad puramente estética impone a la novela el hermetismo, la fuerza a ser un orbe obturado a toda realidad eficiente. Y esta condición engendra, .entre otras muchas,la consecuencia de qu,e no puede aspirar directamente a ser filosofía, panfleto político, estudio. sociológico o prédica moraL No puede.ser más que novela; no puede su inte1ior trascenderpomi mismo a nada exteiior,corrio el.ensueño; dejaría.de.serlo. en el momento que desde él quisiésemos deslizar nuestro brazo alá. dimensión dé la vigilia, apré, sar un objeto real e introducirlo en la esfera mágica de lo.que.estamos so, ñando. Nuestro brazo de soñadores es \m.espettro sin vigor suficiente para sostener un pétalo de rosa. Son.ambos'universos de. tal modo incompene7 trables,.que el menor contacto de uno con otro aniquila el uno o el otro, De. niños fracasábamos siempre que queríamos· árriesgar el dedo en el intrá~ mundo irisado de lá pompa de jabón; EL tiemq cosmos flotante se anulaba en repentina explosión, dejando sobre el pavimento una lágrirria de espuma; · Nada tiene que ver con esto el que una novela; después de vivida én delicioso sonamb'ulismo\ suscite.secundariamei:ite en n.osotros:toda suerte deresonaricias ,vitales. El simbolismo del Quijote no está en su interior, sino que es construido por nosotros desde fuera, reflexionando sobre nuestra lec, tura del libro.: Las ideas religiosas y políticas deDostoyewskyno tienen dentro del cuerpo novelesco calidad ejecutiva; valen sólo como ficciones del mismo orden que losrostros de los personajes y sus frenéticos apasionamientos: · . ¡Novelista, mira la ·puerta delBaptisterio florentino que labró Loren; zo'Ghiberti! Allí, en una serie de pequeños recuadros, está casi toda la Crea: ción: hombres, mujeres, animales, frutos, edificios. Etescúltcirno hapre7 tendido más que complacerse en modelar unas tras otras todas esasfonnas; aún parece serit:frse la estremecida fruición con· que la inanó insinuaba la cur~ va frontal del camero aperdbido por Abraham al sacrificio, y la mole redonda de la manzana y la escorzada perspectiva Clel edificio, Del mismo modó, sólo será novelista' quien, por encima de todas•sus restantes aspiraciones, sientá el delicioso:frenesí de'contar, de imagfuar hombres ymujeresy charlasypa" siones,c quien se vierta:entero en la forjá del cuerpo cóncayo ·que es lanoL vela, y sinnostálgia alguna de la Vida efectiva que abandona fuera, se ericie" rra en su oquedad; glisano del capullo mágico, y goza en pulire.Linteriór. de la bóveda para no dejar ningún poro franco al aire y la luz delo real.'·"'[
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, ,: O dicho con otras palabras más sencillas: novelista es el hombre a quien, mientras escribe,le interesa su mundo imaginario más que ningún otro posible. Si no fuera así, si a él no le interesa, ¿cómo va a conseguir que nos interese a nosotros? Divino sonámbulo, el novelista tiene que contaminar, nos con su fértil sonambulismo,
· LA.NOVELA, GÉNERO TUPIDO Lo que he llamado carácter hermético de la novela.se hace patente si comparamos a ésta con el género lírico. Gozamos del lírico milagro viéndolo emerger sobre el fondo de la realidad. como el surtidorartificioso sobre el paisaje en tomo. El lirismo nace para ser visto desde fuera como la estatua, como el templo de Grecia. No entra encolisión con nuestra realidad o me' ' jor dicho, adquiere su gracia peculiar al aparecer contrapuesto a ella¡ instalando en'rnedid de ella con olímpica inocencia.la desnudez de su irrealidad. En cambfo, la novela está destinada a se'r vista desde su propio interior, que es lo que acontece también.con.el mundo verdader_o, dekual, por inexorable prescripción metafísica, és centro cada individuo 'en cada momento de su vida. Para gozar.novelescamente tenemos.que.sentimos rodeados de nove, .la por todas partes, y no cabe situar ésta como un objeto que•destaca, más 'o menos, entre los demás .. Precisamente al ser un género «realista» por excelencia resulta incompatible con la realidad exterior. Para evocar la suya interna necesita desalojár:Yabólirfa di:é:tindanté.'; De esta exigencia se derivan todas las condiciones del género que he señalado: todas se resumen en el hermetismo. Así, el imperativo de autopsia surge inevitablemente
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. Como siempre acontece que la exageración nos hace caer en la cuenta de la mesura desconocida, la obra de Proust, extralimitando la prolic. jidad y la nimiedad, nos h~ hecho advertir qui; todas la~ grandes .novelas eran esencialmente minuciosas, aunque con otra medida. Lo;rhbros 'de Cervantes, Stendhal, Dickens, Dostoyewsky son, en efecto, del género tu~ pido. Todo en ellos parece lujosamente espumado de una plenitud_intuitiva. Hallamos siempre más datos de los que podemos retener, Y aun nos. queda la impresión de que más állá de los é:orimnicados yacen otros muchos como en potencia. Las máximas novelas son islas de co;al formadas por miríadas de minúsculos animales, cuya aparente debilidad detiene los embates marinos. " ' · · · · " ·' ' · · . · ·····Esto obliga al novelista a no atacadná.s temas 'que aquéllos de queposea cuantiosa intuición. Es menester· que produzca ex abuiidantia. Donde•en7 cu entre que hace pie y se mueve en Hquido escaso ria acertara nunc~: "'' ., Hay que aceptar las cosas comb son.. La novela no es·uri género ligero; ágil, alado. Debiera haberse entendido como UD. guiño orien.tador, el.he~ cho de que todas h¡s grandes novelas que hoypreferinios•;sori, desde otro punto de vista, libros i.mpoi:opesados. El poeta puede echar a andar co~ su lira bajo el brazo, 'pero el noveliSta necesita movilizarseconuna enorme1m7 pedimenta; como los circos peregrinos y los pueblos emigrantes. Ll~va a cues· ·· · tas todo el atrezzo de'un mundo,
DECADENCIAYPERFECCIÓN . Las condiciones que hasta ahora he mencionado determinan.sólo lalí" nea en qúe comienza la.novela y fijan, por decirlo así; el nivel del mar en su continente. Sobre éste se.elevan otras condiciones que producen lama" yoromenoraltituddelaobra.. ·re· ' ''·' '. ·• • ·,r¡ Los detalles que forman la,texturá del-cuerpo novelesco pueden ser de.lamásvaria calidadoPuedeti ser observaciones tópicas; triviale5 como las. qúesueleusaren la.existencia el-búen·burgués. Oibien advert.endas dépl~no más recóndito que sólo se hallan 'cuando se bucea en el abismo de larvidar hastarcapas profundas. La calidad del detalle deé:ide del rango que al libro corresponde; El gran novelista desdeñará siempre el primer plano de sus·pi:_rsonajes y sumergiéndose én cada uno de ellos tomará apretando en el puno perlas abisales: Mas, por lo mismo, ellectormediocreno le entenderá.•• i 1! ..En los comienzos de la evolucióri.del género se diferenciahan menos las buenas.de las malas 'novelas; Como nada estaba dicho, urias.y otras teníáll que principiar por decir lo obvio y primerizo. Hoy; eril¡i' gran hora de su de"
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cadencia, las buenas y las malas novelas se diferencian mucho más. Es; pues, la ocasión exq:lente, aunque dificilísima, para conseguirla obra perfecta. Porque fuera un.error; que sólo una•mente liviana puede•cometer, imaginarla:sazón eje decadenCia como desfavorable en todos seritidcis. Más bien ha acaecido siempre que las obras de máxima altitud son creación de las decadencias; cuando·Ia experiencia; acumulada en 'progreso, ha refinado al extremo los nervios creadores. La's•dei:adencias de un género; como de una raza, afectan sólo al tipo medio de las obras y los hombres. Esta es una de las razones por las cuales yo, que siento bastante pesimismo ante el porvenir inmediato de las.ártes é()ffi() de la política universal-no de las ciencias ni de la filosofía-, creo que es la novela una de las pocas labranzas que aún puederr.rendirfrutos•egregios;·tal vez más exquisitos que todoslos.de anteriores i:osechas: €omo•produécióng~nérica com~cta, como niitia• explotable, cabe sospechar que la novela ha concluido: Las grandes venas· someras, abiertas a todo esfuerzo·laborioso;se'han agotado ..Pero quedan:los filones secretos, las arriesgadas.eX¡iloraciones en lorprofundo; donde; acaso, yacen los criStales mejorés; Mas 'e5to es faena para'espíritus de rara selección. · ., . Ila·última perfección, que es casisiempre tina perfección de la hora última, falta aún a la novela. Ni su forma o estructura ni su material han go.iadci aún de los definitivqs alquitaramientos. Por lo que1hace al material, en.'•" :i 'cuentro de algún vigor el siguiente motivo de optiniismo. · .rLa materia de la novelá es propiamente psicología·imaginaria.• Ésta progresa a la par.que:sus otras dos hérmanas, la psicología científica y la intuición psicológica que usamos ehla vida. Ahora.bien; en los últimos cincuenta años tal vez nada ha progresado tanto en Europa como el saber de almas. Por vez primera existe una ciencia psicológica, ciertamente que sólo iniciada, pero aun así desconocida de las edades anteriores. Yjunto a ella una refinada sellSibilidad para adivinar al-prójimo y para anatomizar-riüestfa propia intimidad. Tarita es la s·abidtina psrcológica hacinada en el espíritu contemporáneo; bi.enewforma.i:ientífica, bien en forma espontánea,cque a•ella, enbuena parte, cabe atribuir el fracaso actual·de la novela. Autores que ayer' parecían excelentes, hoy parecen puerilesrporque el lector es de suyo un psicólogo superior al autot (¿Quién sabe·si'el'desorden Pº" lítico de Europa;;affiijuicio, mucho niásproftmdoy grave de lo que aún se mac 1íifiestil,.no ohedece a la niisrr\a causa? ¿Quién" sabe si los Estados de tipo moderno sólo son posibles en etapas de gran torpeza psicológicaJpor parte dé los ciudadanos?) •,. ,Otrq fenómeno pariente es la insatisfacción que sentimos al leer los clásicos de la historia. La psicología empleada por ellos nos parece ihsu~
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ficiente, borrosa, en desequilibrio con nuestro apetito, por lo visto más refinado'. ¿Cómo es posible que este progresó psicológico no sea aprovechad() no, velesca e históricamente? La humanidad ha satisfecho siempre sus deseos cuando éstos. eran claros y concretos. Se puede vaticinar, sin excesivo riesL go, que, aparte la filosofía, las emociones intelectuales más:poderosas que·el próximo fu turo nos reserva vendrán de la historia y la novela. ·
PSICOLOGÍA IMAGINARIA · Estas notas sobre la novela.van mostrando un aire tan resuelto de no acabar nunca, que se hace rr¡enester darles fin de 'una manera violenta, Un paso más sería fatal. Porque hasta aquí se han mantenido en un orden de.am, plia generalidad, eludiendo tüda casuíStica: Y acontece que en estética; comb enmoral,.los principios gen.éricos son únicamente la cuadrícula que se tra, za en.vista de la casuíStica, del análisis más concreto. Donde éste se inicia có, mienza lo más seductor de la cuestión, pero a la vez se pone la planta en un área sin límites. Conviene, pues, aprovechar el último momento de cordura y detenerse. Quisierá; sin embargo, añadir a cuanto va sugerido una postrera indicación. ., .,.!, · 1,' ,· - i·; Decía que la mllteriadela novela es, ante todo; psicología imaginaria. No es fácil en pocas palabras esclarecer completam!'!ntelo que esto significa. Se suele creer quelo psicológico obedece exclusivamente a leyes de hecho, como las de la física experimental, y que, por tanto, sólo cabe observar y copiar las almas existentes en sus procesos reales. No cabría, pues, imaginar un mundo psíquico, inventar espíritus como se imaginan e inventan cuerpos geométri~ cos.Y, sin embargo, el placer de lee!' novelas se funda en todo lo contrario. Cuando el noveli.Sta desarrolla un proceso psicológico no préteride que ·~ lo aceptemos como una serie de hechos-. ¿quién nos iba a garantizar su realidad?.. sino que recurre a un poder de evidencia que hay.en nosotros; muy parecido al que hace posible la matemática.Y no se diga que el procec so descrito rtos parece bien cuando coincide con casps de que en la vidahe7 mas tenido experienci~. Bueno. fuera que el novelista :estuviese atenido .al azar de las experiencias que este ci el otroJector ha recogido. Antes recordá~ bamos que una de las atracciones peculiares de Dostoyewsky .es el exotismo 1 SObí-e e.Sta cÜe5ü0ri en la his'tórla; Ve~úie rit:i i"~Ciente libro·Lás Atldntidas,=eri. este tomo cÍ~ .,, las Obras completas. , : · . ·
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de sus personajes. No parece fácil que un lector de Sevilla haya conocido nunca gentes con el ·alma tan caótica y turbulenta como los Karamazof. Y, sin embargo, a poco sensible que seá;elmecanismo psíquico de estas almas le parece tan forzoso, tan evidente como el funcionamiento de una demostración geométiica en que se habla de miriágonos jamás entrevistos. · ,· Existe, en efecto, una· evidencia a priorf en psicología comb en matemática y ella permite en ambos•órdenes la construcción imaginaria.Donde sól.o los hechos conocen ley y nci hay una ley de la imaginación es imposible cons~ truir.Sería un puro e ilimitado capricho donde nada tendría razón de ser. · : Por é:lesconocer esto se:suponetorpemente que la psicología eri la noL vela es la misma de la realidad y que, por tanto, el autor no puede hacer más que copiar ésta.-Atanburdo pen5amientó sesuelellamarrealismo. Lejos de mi la·intención de discutir ahora este enrevesado término, ·queheprocurac do usar siempre éntre comilfas:pará hacerlo sospechoso: Pero nadie dudac rá de su ineptitud si advierte que no puede ser aplicado alas obras mismas de que se considera extraído. Son los personajes de éstas tan distintos, casi siempre, de los que en nuestro contorno tropezamos que, aun cuando fuesen en efecto seres existentes, no podrán valer como tales para el lector. Las almas de la novela no tienen para qué ser como las reales; basta con que sean posibles. Y esta psicología de espíritus posibles que he llamado imaginaria es la única que importa a este género literario. Que aparte de esto procure la novela dar una interpretación psicológica de tipos y círculos sociales efectivos será un picante más de la obra, pero nada· esencial. (Uno de los puntos que dejo intactos fuera mostrar cómq es la novela el género literario quemayor cantidad de elementos ajenos al arte puede contener. Dentro de la novela cabe casi todo: ciencia, religión, arenga, sociología, juicios estéticos -con tal que todo ello quede, a la postre, desvirtuado y retenido en el interior del volumen novelesco, sin vigencia ejecutiva y última. Dicho en otra forma: en una novela puede haber toda la sociología que se quiera; pero la novela misma no puede ser sociológica. La dosis de elementos extraños que pueda soportar el libro depende en definitiva del genio que el autor püsea para disolverlos en la atmósfera de la novela como tal. La cuestión, como se ve, pertenece ya a la casuística yla aparto de mí con terror). Esta posibilidad de construir fauria espiritual es, acaso, el resorte mayor que puede manejar la novela futura. Todo conduce a ello. El interés propio al mecanismo externo de la trama queda hoy, por fuerza, reducido al mínimum. Tanto mejor para centrar, la novela en el interés superior que puede emanar de la mecánica interna de los personajes. No en la invención de «acciones», smo en la invención de, almas interesantes veo yo el mejor porvenir del género novelesco. ·
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EL ARTE EN PRESENTE Y EN PRETÉRITO ENVÍO
Estos son los pensamientos sobre la novela que una alusión de Baraja me ha incitado a formular. Repito que no. pretendo con ellos aleccionar a los que sepan de estas cosas más que yo. Es posible que cuanto he dicho sea un puro 'error. Nada importa· si ha servido de incitación para que algunosjóL venes e5critores,.seriamente preocupado? des.u arte\ se animen a explorar las posibilidades dificiles y subterráneas que aún quedan al viejo destino de la.no.vela~: · -., 1; .:.1¡: ,-r ·--'! Pero dudo que encuentren elr.astro de tan secrétasyprofundas vena,s si antes de ponerse a escribir su novela no sienten;.durante un largo ratof pa~ · vor. De quien no ha percibido Ja gravedad de fa hora que hoy sesga este gé7 nero, no puede esperarse nada. ·· ··· · ·' .,,
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L~ Exposición de Ar~stas Ibéricos, si se reitera denodadamente ;;~~pe" randa todo: desánimo vuelve año.tras año con cierta insistencia astronómica; puede ser de•granimportancia para el arte peninsular. La de ahora mepa" rece bastante pobre de talentos yde del arte actualy; poco a poco,• se irá enterando de la dramática situación en que se hallan las musas. Poco a poco =de golpe es imposible, La situación es tan delicada, tan paradójiéa, que sería injusto eXigira las gentes tina súbita comprensión de ella.' Eririgor; habría que definirla mediante una fórmula sobremanera•cargante por su-patadojismo .. Habiía que decir, poco más o menos: eLarte actual consiste en qtie no Jo hay; y es ineludible partir de esta convicción para crear y gozar hoy de arte auténtico; •Esta fórmula, desarrollada; como dicenlosmatemáticos,:se aclara progresivamente y pierde su aspecto inso" portablec•Gasi todas las épocas·hanpodido obtener.un estilo artlstico adecuado a: su sensibilidad, y, por tanto, actual; prolongando en uno u ob'o sentido el arte del pasado,'TaJ.situación era doblemente favorable: En priIDer lugar; el arte tradicional proponía illequívocamente a la generacfónnueva:lo
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que había que hacer.Tál faceta, que en Jos estilos pretéritos había quedado sin subrayar y sin cumplir, se ofrecía a la explotación de los recién llegados .. Trabajar en ella suponía conservar el fondo íntegro del arte tradicional. Se trataba de una evolución, de una modificación a que se sometí¡¡ el núcleo inalterado de la tradición. Lo nuevo y actual era, por lo menos como aspiración, perfectamente claro, y de paso mant~nía vivo el contacto con las formas del pasado. Eran épocas felices en que nb sólo había un principio evi: dente de arte actual, sino que todo el arte del pasado, o grandes porciones de · él, gozaban de suficiente actualidad. Así, hace treinta años, había en Manet una plenitud de presente; pero, a la vez, Manet repristinaba a Velázquez, le proporcionaba cierto aire contemporáneo. Ahora la situación es opuesta. Sialguien, después de recorrer las salas de la Exposición de Artistas Ibéricos,' dijese: «Esto no es nada. Aquí no hay un arte», yo no temería responder: «Tiene ústed razón. Esto es más que nacli¡. Esto no es todaVía'un arte: Pero¿ quiereusted'decirme qué·cosa mejor cabe intentar? Si usted tuviese.veinticinco años y.una. docena de pinceles enla mano, ¿qué haría?» Si el interlocutoc era discreto, no podría'contestarmás que en una de e5tas dos formas: o proponer la imitación de algún estilo anti" guo-•-lo queimplicareconoi:er la inexistencia deuri posible ~tilo actual-,c-,; o presentar concretamente un cuadí:o;ún solo cuadro;· que siendo heredero de la: tradición insinúe mi nuevo temá·pictóricb; señal.e algúrurillcón aun in.:. tacto.ernlatopografía del arteúsado, Mientras esto último 1nb:acontezca,será. inv\:ilnerable la posición de qúienes piensan que la tradición artística ha, lle" gado a consumir todas sus posibilidades y es preciso buscar otra forma de arte. Esta exploración.esla tarea de los artistas1óvenes. No tienen.un arte; sólo son un intento hacia él. Por eso decía antes. que el arte mejor del presen" te consiste en no haberlo, pues lo que hoy pretende ser plena y lograda obra de arte, suele ser, en verdad, lo más antiartístico.que cabe: la repetición del pasado. · '' ': '' ,,, · Habrá gente dispuesta.a reconocer qú~no·eldste•un arte propiamente contemporáneo; pero añadirá que ahí tenemos elai;te delpasado donde po; demos sa~facernuestros apetitos estéticos. Yo no sabría, sfuinquiefüdes¡ acogerme a esta opinión.. No creo que pueda háber un arte del¡ pasado auan; do falta otro del presente, ligado a áquéLpor un nexo posifü~o: Lo que en otras épocas•mantuvo vivo el gusto perla pintura antiguafüeprecisame!lte el·es~ tilo nuevo;¡que, derivado de·ella,•le,daba un nuevo sentido; .como en el'caso ManetoVelázquez~Es decir: que el arte de1pasado es arte;énel pleno séntidq ddvocablo; en la medida que aúri,es:presente,•que aúrifec':unda e innova. Cu ando se cbnvieíte efectivamente• en mero pasado pierde 5u. eficacia es trie" tamente:estética,y nos sugiere emociones de susta!lcia árquéológica. 5fu'duda¡
son éstas motivo de grandes fruiciones; pero no pueden confundirse ni sustituir al propio placer.estético. El arte del pasado no «es» arte;.«fue»'arte. De donde resµlta que la ausencia de·.entusiasmo por la pintura.ttadié cic:mal, caracteruitica hoy de los jóvenes, no provierie.de·caprichoso desdéru Porno haberhoy un arte heredero de la tradición;.no sale:de las venas del presente sangre que vivifique el pasado; trayéndolo a·riosotios; Queda éste, pues, reducido a sí mismo; exangúe, muerto,• sido; 'Velá.zquez es una.maravilla arqueológica. Dudo mucho 'que quien sepa analizar sus propios estados espirituales y no confunda unas cosas con otras deje de advertirla diferencia entre su entusiasmo -tan justificado-·· por Velázquez y el entusiasrrio rigbrosamente estético; Cleopatra es una figuraatractiva,·seductora; que emerge de Ja más vaga lontanariza; pero ¿quién confundirá su «amor» a Cleopatra con el que acaso siente por'cualquier mujer, de hoy? Nuestrafre" !ación con elpasadó se parece mucho a Ja que tenemos con el presente, sólo que es espectral; por tanto, nada en ella es efectivo: ni el amor ni el odio,•ni el placer ni el dolor. Comprendo muy bien que al gran público no le interese la obra de los pintores nuevos, y esta Exposición no debe dirigirse a él, sino exclusivamente a las personas para quienes el arte es un problema vivo y no una solución, un:depoite esencial y no unipasivo regodeo. Sólo ellas pueden interesarse P.Or lo que:!$; más b.ien que arte, uri movimiento hacia' él, un rudo entrenari:rlento, un afán de laboratorici;•un 'ensayo de taller.·Nicreo quelos'artístas de hoy crean que su obra es otra cosa. Si alguíen piensa que el cubismo es para nuestra época Jo quefüeronpara Ia suya el irnpresioriismo,Velázquez, R.embrandt; el Renacirriiento, etcétera, comete; a mi juicio, uri grave error. El cubismo es sólo un ensayo de posibilidades pictóricas que hace una época desprovista de un arte plenario. Por eso:es tan· característico delti,empo que se produzcan más teorías y programas· que obras, · · ·'' SólO'que hacer eso '-'1teorías; programas y esperpentos cubistas o de otra índole~ es hacer Jo más que hoy cabe hacer: Y de todas las actitudes que es dado tomar, la más profunda nos recomienda docilidad a· ]a• orderi del tiempo; Lo' otro, creer que el hombre puede hacer Jo qué guste en toda sazón, es lo•que me parece frívolo y gran síntoma de puerilidadd.:os chii:ós creen que pueden elegir entre posibilidades fufinitas: presumen, sobre todo, que pueden elegir lo mejorysueñan que son sultanes; obispbs,-emperádo" res. Así, no faltan hoy seres pueriles que «quieren ser cláSicoS» ;.nada menos'. Con lo cual yot10 sé bien sise quiere decir que desean imitar algún. és'tilo an~ tiguo, yeso' me parecería demasiado poco, o, lo que es más probable;'ser dásicos para la posteridad, y esoniepar'ecería detmisiado mucho: «Querer» ser ". clásico e!nllgo as! como partir para fa guerra delos treinta años; ''' '
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Unas y otras son posturas que toman los aficionados a tomar posturas, y sólo llevan a la.incomodidad, porquelos hechos no se sujetan a ellas, Die fü:ulto quefogre hacer Có'!fioda su posición quien no comience por reconocer.en.todo su dramatismo h1 situación actual, que consiste en no existir un arte contemporáneo y haberse hecho histórico el gran arte del pasado. Después de todo, lo misi:no que acontece en política.Las institucio 7 nes tradicionales han perdido Vigencia y no suscitan respeto y entusiasmo, sin que, por atta parte, se dibuje ideal alguno de ottas posibles que muevan
u Se habla a menudo de la .eternidad dela obra de arte. Si con ello se qui" siera decir que crearla.y gozarla incluye la aspiración a que su valor sea eter7 no, no.habría reparo que poner. Pero el hecho es que la obra.de arte enve+ jece y sé pudre antes como valor estético que.como. realidad material, Aconteée lo mismo que en los amores. Todo amor jura en un cierto momento su pro, pia eternidad. Pero ese momento, con su eternidad aspirada, ttanscurre;le vemos caer en el torrente.del tiempo, agitar sus manos de náufrago, ahogarse en el pasado. Porque esto es el pasado: un naufragio, una sumersión en lo profundo. Los chinos, al morir le llaman «correr al río» ..El presente es m1 haz sin espesor apenas. Lo hondo es el pasado hecho con presentes innumerables, unos sobre ottos, comprimidos.Delicadamente; los griegos al rtiói' rir llamaban «irse 'con los más>> .. . , Si una obra.de arte, un cuadro; por ejemplo, consistiese sólo en lo que el lienzo ,presenta, es posible .que llegase a.ser eterno aunque.no.se as ego, rase su perduración material. Pero'ahíestá: el cuadro .no termina en su mar7 co. Mfu; todavía:. del organismo completo de.uncuadrosólo hay en el lienzp una míclma parte. Y cosa análoga pod}amos de.cir de.una poesía.. .;; , n .'. ,.Alpronto, no se comprende bien cómc;> puede haber. porciones. ese'n" ciales.deun,cuadrofuera de él.Y, sin e¡nbargo,es asLTodo \:uadro es pinta" do partiendo de una serie de conv:enciÓnes y, supuestos que se dan popabio dos. El pintor no ttansmite,al lienzo todo lo.que dentro. de élcontrihuyó a su
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producción. Por el contrario, elimina de él los datos más fundamentales, que son las ideas, preferéncias, convicciones estéticas y cósi:nicas.enque se funda genéricamente lo individual de aquel cuadro; Con el pincdhace constar precisamente,lo que no es «cosa sabida» para sus contemporáneos. Lo demás lo suprime o, por lo menos, lo apunta sin insistencia. . ; ·· .. · .. •Del mtsmo modo, cuando hablamos con alguien, nos guardamos de enunciar todos los supuestos elementales sin los que carecería de sentido aquello que decimos. Expresamos sólo lo relativamente nuevo, lo diferencial, presumiendo que elresto lo pondrá en forma automática el oyente. .' Ahora bien; esa convención, ese sistema de supuestos vigentes en cada epoca; muda con el tiempo. Ya enlas ttes generaciones que conviven dentro de toda fecha histórica, ese sistema de supuestos diverge bastante. El viejo empieza a no entender aljoven, yviceversa1 Donde es lo más curioso que lo ininteligible para unos es casuálmente lo que mayor evidencia tiene para los ottos. Un.viejo liberal no concibe que la gente moza pueda vivir sin libertad, y le sorprende, sobre todo, que no s'e sienta forzada a raionar suiliberalismo. Pero, a la vez, el joven no comprende el entusiasmo extravagante del viejo por eLprincipio liberal, que a él le parece una cosa simpática y aun deseable, pero incapaz de levantar ningún fervor\. como acontece con la tabla de Pitágoras o la vacuna. En rigor, tan no es,porrazones liberal el liberal, ,como iliberal el atto. Nada profundo.y evidente nace ni vive de razones. Se razona lo dudoso, lo probable; lo que no creemos del todo:.• Cuanto más profundo y elemental sea un ingrediente de nuestra convicción, menos nos preocupamos de él; y, en.rigor,.ni siquiera lo percibimos. Vamos viviendo sobre él; es la base de todos nuestros actos e ideas. Por lo mismo, queda fuera de nosotros, como está fuera de nosotros el palmo de tierra que pisamos, el único que no podemos ver y que el pintor de paisaje no puede transportar al lienzo. . . • . La existencia de este suelo y subsuelo espirituales bajo la obra de arte Iios es revelada precisamente cuando delante de un cuadro nos quedamos perplejos por no entenderlo. Hace treinta años acontecía esto. con los. lienzos del Gr~co, Se levantaban como una costa de acantilados verticales, donde no era posible desembarcar. Entte ellos y el espectador parecía mediar un abis 7 mo, y, sin embargo, el cuadro se abría ante los ojos de pát·en par como otr~ cualquiera. Entonces se caía-en la cuenta de que más allá de él; tácitos, inexpresos, soterraños, existían los supuestos desde los cuales el Greco pintaba. Pero esto, que en el:Greco•adquiría un carácter exttemo-.-la obra _ del Greco tiene, en efecto, una dtmensiónteratológica-, acaece .con toda.obra del pasado. Y sólo el que no_ tiene sensibilidad refinada, sólo el que no se;en,tera de las cosas; cree que se entera, sin especial esfuerzo, de una creación
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antigua. .La ardua faena del historiador, del filólogo, consiste justament~. enreconsp:uir el sistema latente de supuestos y convicciones de que ema~· naron las.obras de ptros tie¡npos. · ·'· .No.es,, pues, una cuestión de gustos la que nos lleva a separar todo arte del pasado del arte en sentido del presente, Son dos cosas y dos emociones que acprimer¡¡ vista parecen idénticas, pero, a la luz de un somero análisis, resultan éompletamente distintas para todo el que no vuelva pardos todos. los gatos.La complacenciaien el arte antiguo no es directa, sin9 ir~nica¡ quiero decir qúe entre el viejo cuadro y nosotros· intercalamos la vida.de lá época en que se produjo, el hombre contemporáneo de éL Nos' tr~slac damos de;imestros,supuestos a 19s.ajencis,, fingiéndonos una personalidfld extraña, al través dela cual gozamos de.la·antigua belleza, Esta doble personalidad es característica de todo estado .irónico de espíritu; Ysiapu~ rainos un poco más el.análisis de esa complacencia arqueológica, enccin~ trarernos que no es la obra misma.Id que degustamos, siiici la vida en que fue creada;iy de ella es síntoma ejemplar; O\ para ser más exacto, la obra eri~ vuelta ensnatmósfera vital.Esto' aparece bien claro cuando se trata de un cuadro prii:uitivo:·Elnornbre.mismo de «prii:uitivo»' indica la temnrairó~ nica que sentimos ante eLalma del autor, menos compleja que la nuestra; Nos causa deleite saborear aquel rnodo.de·existir más simple, másJácil de abarcarconunarnirada quenuestra'Vida, .tan·vasta, tan indominable;· que nos inunda y arrastra,' que nos domina en vez.de dorninarla·nosotrcis. ·La si~ tuaciónpsíquica es pareja ala que'surge cuando contemplamos.un niño. Tampoco el riiño es un seractual: el niño es futuro. Y, por eso, no cabe un trato directo con él, sino que, automáticamente, rios hacemos un poco nié ños, hasta el punto-•se habrá notado-· que tendemos, ridícula, pero in~ deliberadamente, a imitar su lenguaje y su balbuceo; y llegamos a aflautar la voz en virtud de inconsciente mimetismo, .• : . Sería insuficiente opórie.r a lo dicho la observación de que en la aritigua pinttira e¡dstenválores plásticos;· ajenos a la temporalidad, suséeptiaesde ser gozados como.calidades actuales.' ¡Es curioso el empeño de algunos at+ tist~syaficiónados en!reservar alguna porción de la obra pictórica pará la pura retina;Iibertándola de su complicación con el espíritu; con lo que llaman literatura o filosofía! ;. ' ·· ' ·: :i•:Y,en efecto; literatura o filosofiarson cbsasmuy diferentes de la plástic ca;'pero ,las tres son iITemisiblemente e5plritu y se h~llan sui:uidas en
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en todo caso, esos valores de supuesta vigencia· actual sonmínim~s parcelas de la obra antigua que violentamente desencajarnos del resto; para afirmarlas solas, relegando lo demás: Seria iiitetesante que con alguna sinceridad se subray~se lo que de uno de'esos cuadros famosos parece belleza in~ tacta'Y perviviente; La e5casez de lo acotado ·contrastaría tari crudamente cori la fania·de la obra; ·que seria· el mejor,modo de: daní:te la razón. , ·' '·, • . 'u ':,Si merece, algo l~ pena de haber nacido en ésta épocainuestra, tanásper~ e :usegura', es ~recu:amente.porque se inicia en Europa'la aspiración a'vi~ vir sm frases, meJor dicho,'a no:vivir de.frases.· Eso de que el arte es eterrio Y lairet~híla de fos cien~ejbres libros, fas Cien mejores pinturas; etcétera, son c~sasrpara,eLbuennempo,viejo, cuando los burgueses creían su deber oa~parse de ar~e y d~ letra~:'A~ora que se va viendo hasta qué' punto el arte no es.cosa «sena»;,smo·, mashen; un.fino juego exento de patetismo ysolernmdad, a que sólo deben dedii::arse los verdaderamente aficionados los quesecornplaceri ell'sus peripecias.y dificultade.S superfluas y se somet~n al pulcro'cumplii:uientodeisus regliis;ila•monsenga de que el arte es eterno no puede· satisfacer ni aclarar nada.La.eternidad del arte no es una sentencia ~e a que.quepa acogerse; es¡ sencillarnente;Unsutllísimo¡:iroblema,:'DéJemos que los sacerdotes,•nci múy'seguros de la existencia.de sus dioses los envuelvan en la. calfgiiie pavorosa, delos grandes ·epítetos patéticosixl ~rte no,necesita nada de eso, sino mediodía; tiempo claio, conversaciórrtran5parente; precisión.y urrpoco de buen humor. , . .. , _que conjugar el vocablo «arte»: En pres eµ te significa l.lna cosa, y en prete_nto otra ~-uy distinta. No se trata de negar alcarte sido,niiiguna de sus. gramas. Le son mtegramente conservadas,' pero con todas ellas queda loc~lizado en una dimensión espectral, sin contacto iiimediato con nuestra vida, ~u~to como en~e paréntesis yvirtualizado. Y si, al pronto; parece esto una perdida que sufrimos, es, porque no se advierte la gigantesca ganancia que, a•laNez;,obtenemos::El mismo gesto con que alejamos de nuestro.trato actua~el pasado hace' a éstereµacer justarnertte'como pasado, Envez.de.una sola dunensióu donde, hacer resbalar la vida "--'el presente-.' tenemos ahora dos,,pukramente diferenciadas, no sólo enfa :idea, sino en el sentir. El pla7 cer humano se amplia gigantescamente al llegar a madurez la sensibilidad liistóriéa; Mientras se creyó que antiguosy actuales somos todos unos el paisaje erade'gn1n nioµotonía;•Ahora la existencia: cobra una iru±tensa;~a~ ~edad de planos, se hace profunda, de hondas perspectivas, y cada tiempo sido .es una aventura nueva. La condición de ello será que sepamos mirar a lo lejos lo lej_ano, sin miopía, sin contaminar el presente con el pretérito. A la voluptuosidad puramente estética, que sólo puede funcionar en términos de actualidad, se agrega hoy la fori:uidablevoluptuosidad histórica que hace
Hay
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en todas las curvas dela cronología su cámara nupcial.Ésta es la verdadera
volupté,nouvel!e, que el pobre Pierre Louys,buscaba en su mocedad,, , No hay, por tanto, quf'. enfadarse i:on todo ,esto queyo digo:,csino más bien dilatar un poco las, cabezas para ahormarlas con la amplitud <;le las cúe57 tiones: Es ilusorio creer que la situación artística de hoy-,-o de cualquier época-depende sólo de factores estétic~s. En los amores y,odios,de arté interviene todo;elresto d,e las condicione:s espirituales del tiempo. Así, eh nuestra nueva distancia.al pasado colabora e\¡ advenimiento plenario delsen7 tido, histórico; germinando en zonas del alma aj enás ¡ál arte. ;, Miramos de la montaña sólo1a parte de,ella que se eleva sobre el nivel del mar,.yolvidamos que es mucha más }atierra acumulada.bajo éL Asi,:eÍ cuadro presenta sólo la porción de sí mismo,.t¡ue,emetge S()bre el Ilivel d,e:las convenciones de su época. P;resenta sólo sufai:: el. torso queda sumergido,en el torrente temporal que lo arrastra vertiginoso haciá el'no ser; ,No es, pues, cuestión de gustos. Quien no siente, desde luegó;aVelázquez como un anacronismo; quierrno se compláce ernélprecisaménte porseri ur¡ anacronismo, es incapaz de sacramentos estéticos. Con lo cualno pretendo decir que la distancia,espiritual entre'los viejos artisras y nosotros sea sienil pre la misma: Velázquez es, 'acaso, uno de los pintores menos arqueológicos\ Pero si fuésemos a inquirirlas razones de ello, talvezresultase proceder de'SUS' defectos y no de sus virtúdes. ' •e El placer que nos origina el arte antiguo es más una fruición de:loi'\<Íf tal que de lo e5tético;alpaso que ante la obra contemporánea sentimos más " "' ·: ,, • lo estético que lo vitaL Esta grave disociación de pretérito y presente es el hecho general de nuestra época y la sospecha, más o menos confusa, que engendra el azora~ miento peculiar de1a vida en estos años ..Sentimos que, de pronto, nos he• mas quedado solos.sobre la tierra los hombres.actuales, que los:muertos no se murieron de broma, •sino completamente, ·que ya no pueden ayudar-" nos. Elresto de éspíritu tradicional se ha evaporado: Los modelos,:las nor;; · mas, las pautas no nos sirven.Tenemos queresolverno's nuestrósproblemas sihcolaboración activa delpásado, en pleno actualísino-·:-sean de )irte', de dértcia o de política. · ; •J ,,· El europeo está solo, sin muertos vivientes a su vera; como Pedro Schlei:nihl\ haperdido su sombra. ES lo que acontece siempre que llega el mediodía' i ·1
NOTAS A LA EDICIÓN
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Tras haberse consagrado en 1914 como la figura más relevante de su generación, y haber difundido su .filosofía entre el público hispanoamericano en su viaje afaArgentina de 1916, Ortega se encuentra hacia 1917 en un momento fecundo de su rnagisterio inte!ectuaL.Entre ese año y 1925.publica algunos de sus libros más célebres: Espmia invertebrada (1922), EL tema de nuestro tiempo (1923) y La deshmnanizacián del mte e ideas sobrdérnovela (1925), y da también a la imprenta El Espectador III (1921) y El Espete tador N (1925). Este período de gran creatividad no puede perfilarse (tam" ,poco .en lo que se refiere a. la fisonomía textual dela obra ortegufana) sin 'aludir a dos empresas que son hitos en la historia intelectual española: El Sol y la Revista de Occidente. (junto a la. editorial del.mismo nombre). Nicolás María de Urgoiti fundó el diariomadrileño El Sol en diciembre de 1917; .Ortega desempeñó un importante papel en el surgimiento de la cabecera liberal más relevante de su tiempo. El filósofo encontró en El Sol la tribuna idónea para su proyecto intelectual, y en sus páginas publicó casi toda su obra hasta 1931,.como puede verse en la «Noticia bibliográfica» de este tomo III y enJa del tomo IV. Pocos años más tardé, en: 1923, Ortega puso en pie su más arihelada empresa cultural: la Revista de Occidente, una publicación que en seguida gozó de prestigio en Europa e Hispanoamérica. Ortega definía así sus «Propósitos»: , Los propósitos de la Revista de Occidente son bastante sencillos. Existe en Espaiia e Hispa110-América 1111 mi11iero crecido de perso11as que se com• placen en.unagozosa y sere11a co11templación de las ideas y del arte.Asi111is- · 1110 les interesa recibir de aia11do en aia11do 11oticias clara5 y 111editadas delo. que se siente, se l1ace y se padece en el m1111do: 11i el relato i11e1te de los hechos, ni la i11terpretació11 supeificial y apasionada que eVperiódico les ofrece, con. aienla11 con ,su deseo. Esta ai1iosidad, que va lo mis1110 al pensamiento o la poeé ·
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sfa·que al acontecimiento público y al secreta nunba de las naciones, es bajo su aspecto de dispersión e indisciplina, .la más natural, la más orgánica. Es la auiosidad ni exclmivm¡1ente estética ni especialmente científica o polftica. Es la vital mriosidad que el individuo de nervios alerta siente pot el vasto germinar de la vida en tomo y es el deseo de viv.ir cara a cara con la honda realidad contemporánea. [... ]La Revista de Occidente quisiera ponerse al servicio de ese estado de espiritu caracte1istico de nuestra época. Por esta razón, ni es un repertorio meramente literalia ni ceiiudamente científico. De espaldas. a toda polftica, ya que la política na aspira nunca a entender las cosas, promrará esta Revista ir presentando a sus lectores el panorama esencial de la vida europea y americana.
•También en 1923;iOrtega comenzó una·asiduacolaboracióncon·eldiario bonaerense LaNációh, que habría de;proloI1gárse hasta la.década de los cuarenta, y,aúI1veránla luz en sus páginas algunos artículos del filósofo en los años cincuéhta. En La Nación, máximo difusor desu.obra enAIDérica, Ortega publicó\paralelaménte muéhos·de sus folletcines deEl Sol,< aunque en la mayoría de los casosirittodujci modificaciones.(véase el «Apéndice»), por lo que se han tenido en cuenta siempre labora de fijar los teXtos (véase la «Noticia biblia~ gráfica» );Pero Ortéga tanibién escribió; sobretodo a.partir de 1932, numero¿ sos artículos originales'pará etdiario ¡:>orteño;él cual publicó casi todas sus c6~ laboraciones en la prensa dutahtelos primeros años de su exilio, desde 1936-: .": De acuerdo con el criteriotron6lógico de ordenación dé los textos incluidos en1a presente edición, se han colocado en sufecha de publicación los artículos de tema político escritos por el filósofo entre 1917y1925', que se habíarrihcorporado póstumamente a loS'tomos X y XI dé las Obras completas' (Madrid¡ Revista de Occidente, 1969}, tras haber quedado fuera de las anteriores ediciones, probablemerite,,pormotivosde'censura. · : . ! , •En ba5ta:ntes casos se harrrestituido los títulos de estos artículos en la prensa a la luz delos datos contenidos en la documentación preparatoria de las Obras completas (1946c19.47,); que se conserva en el Archivo de]a Fundación José Ortega y Gasset, pues en la edición de 1969 aparece en ocasiones como título lo que é±i rigor· era un antetítulo; mientras el título se convertía en subtítulo.A continuación se· enumeran los artículos que han recuperado su título original en: la presente edición\ Al lado de cada uno se añade entre paréntesis el título qué terna en los fornas mencionados) junto a lils páginas que ocupaba. .«Otra'mahera•depensar»· ~«Ideas»:,,x,•377-'381); < («Falta una gran política españo-
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la», X, 445-447), «F~ente a la avalancha» («Porcentésima vez»,X,492-494), «Deurrerrory ,su causa» («Política éspañola»,X,544-546), «Al entrai:ienliza» .e «El momento político»,X, 554-556), «Hasta el tupé... » («La discusión de ac.r:'~ e~ el Congreso», X, 557~559), «La postrera libertad» («Delmcinientopo" htico»',X, 560-56,2), «La Corona frente ala crisis» («El momentopolítico», X, 563~~66); «Corte y cortesía» («El momento político actual», X; 567-569), «Dem~siadas huelgas» («La situación actual de España»,•X, 608-610), «Como los ameras del cuento» («Alrededor de im discurso», X, 614c717); «La única solución» («El momento político-militar», X, 621 "622), «Lá' copfa de la Rabalera» («La política del gobierno», X, 623-625), «La horade Hércules» («La :i~ación político-mi!itarn, X, 626-628), «La "crisis histórica"» («De la pol!tica actual», X, 635-636), «¿Una larga más?» («El confuso momento !'.~lítico», X, 63 7-640), «La coligacióhc'onservadora» («En el horizonte pol!tico», X, 643-645), «Acerca de la libertad industrial» («Pleitos periodísticos», X. 656-~58), «Una carta» («El señor Dato y los periódieos», X, 659-662), .«Todo es posible en España» («Sobre la Real Orden», X, 663-666), «Amagando;peronodando» .(«El discurso del señorLa Cierva», X, 670,672) «El decreto enla taquillil» («El momento·políticm>; X, 676-678); «Política del dia~ bl?y go~ie~~ de nadie'.> («Delimomento político», X, 679-682} ei>', «Estafeta romanuca.-.-. Eva ausente», «Unavezniás; .. », «Buena ocasión de dar un paso franco hacia otra España»,« [Salutación'deArchivos de Neurobiolog(a] », « [~n telegrama]», «[Prólogo al•catálogo de la Exposición Bacarisas] », «[La pnmerapeseta] »,«Con Einsteih.eri Toledo»:(sibien álguhos'párrafos de este artículo· los µtilizó Ortega en «Introducción a un Donjumrn), «[Nota a ~Lo masc.~lin:o y ~.º femenino", de Jorge Simniell », « [No ta a "La biolb gía de ia o:tr.aJacobea ~· dejacqu.es van Uexkü.ll] », «La etoologíáy la•historiaiApropos1to de las conferencias de Frobemus en Madrid.-.-• El carácter. orgánico ~e las culturas», «Generación contra generación», «Lós'alémanes.yio infrahumano», «[Nota a. :'Marce!o Prouse:, de Benjamín: Crémieux]», «JorgeSimmel», «El origen deportivo delEstado.-.-· 11».-«Problemas del aspecto humano», «Del horror al libro» y« [Sobre la crítica del arte]». , ·
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, Salvo «El Imparcial a sus lectores», « [Prólogo·al catálogo de'la Expo~ sición Bacarisas] », «Con Einstein en Toledo»;. «] orge Simmel» Y « [Sobrela crítica·dearte] »;estos textqs no habían.vuelto a reimprimirse desde su•pric mi;ra•publicaeión. . •• ' • · ". · : '· ' •: ' '" , '«[Nota a~Lo masculino ylo femenit\o"; de Jorge Simmel] », « [Notá a ''La bi~logía de la ostrajacobea"; dejacques vonUexküll] !> y·«[Notaa ''Marcelo Proust~, de Benjamín Crémieux] » son tres breves•textos con que Ortega presenta otros tantos artículos en la Re\iista de Occide11te... · .. ·". · .: Por último, el lector encontrará en los «Anexos» el texto atnbmdo «Uorge Simmell ». :J
HACIA UNA MEJOR POUTICA
Cuando se :recogieron en el tomo X de las Obras completas (Madrid, Revista de O~cidente; 1969), los tres artículos de «Hacia una mejor política» no se agruparon comci:una serie única. Se reunieron los dos primeros (pp. 368-3'74) y el tercero se reimprimió deforma separada (pp. 382,385). En la presente edición se agrupan los tres artículos, como viene indicado en la documentación preparatoria de las Obras completas (1946-194 7) que se conserva en el Archivo de la Fundación] osé Ortega y Gasset.
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DON GUMERSINDO DE Azc:ARATE HA MUERTO
•,,': 1911' BRINDIS .EN El: BANQUETE A' !.A REVISTA HERMES ...
Desde su inclusión en las Obra!! c~mpletas (194 7) se señalaba ~l final de este texto que se había.publicadosin firma (El Sol, 15-Xll-1917); pero en realidad apareció firmado «J.0.G.». . .. : . · . ,, ,
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. En mayo de 1917 el director de la revista bilbaína Hennes ofreció 'en ~l Hotel Palace de Madrid un banquete en eLque Ottega-prbnµnció este brin~ dis.La intervención del filósofo,junto a las de otros delos presentes, fue re+ cogida en el vol\lmen colectivo tituladoDel espí1itu de los vascos (Bilbao; .Ecfil 1 ·• ·· torial Vasca, 1920,pp'.~13-22):• · ·
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1.918 UN LIBRO SOBRE !.A FILOSOFÍA DEI:DERECHO -....'--'
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Desde que fue recOgido.en las Obras completas (194 7) este artículo ha estado datado el 10 de febrero de 1918. En esta edición se cbnsigna la fecha corroborada de su publicación en el diario.E[ Sol: 4,de mayo de. 1918.
EL IMPARCIAL A'SUS LECTORES E.n un principio este texto iba a publicarse el 15 de junio de 1917 en EL Imparcial. El Consejo de Redacción del diario se lo había encargado a Ortega, queforniaba entonces parte del mismo. Su.fin era aclarar.ante los lectores, eh medi
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EsTAFETA ROMANTICA.-EVA AUSENTE
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Con motivo de la «Exposición de 'retratos de mujeres españolas por ar-
tlst~s españoles anteriores a 1850», organiza.da por la Sociedad Española de
Armgos del Arte durante mayo y junio de 1918, Ortegapublicó dos artículos en el diario El Sol (28 demayoy4 dejmiio de ese año}. El segundo de ellos, «Estafeta romántica. Eva ausente II. Divagación ante el retrato dela marquesa de Santillaná», lo induyó el filósofo en El Espectador VIII (1934), mientras que el primero se reimprime en esta edición pór primera vez desde su publicación. Véas~ la nota a la edición de «Divagación ante.élretrato de la marquesa de Sanullana» (El Espectador VIII) en el tomo lI de estas Obras completas.
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BRINDIS EN LA FIESTA DEL ARMIST!OO DE 1918 ·. ' Alincluirlo en las Obras:completas (1947) se consignó al finaldel texto: «En el PalaceHotel, deMadrid, 18 de.noviembre de19lfü>'. El•texto dél brindis de Ortega se publicó al día siguiente en El Sol bajo el título «Dis~ur sci dejosé OrtegayGasset», y tres días después en Nuevo Mmú:lo,.pubhca" . ción perteneciente a Prensa Gráfica, que'habla organizado el acto; -
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CONFERENCIA .''J '.
Este texto tiene su origen en una conferencia que Ortega pronunció en el.Instituto . .Popular dé Conferencias de Buenos Aires, vinculado. al diario porteño LaPreiisa, el 6dediciembrede19~6, es d~_cir: en larect~ frnal•de:s~ primer viaje a la Argentina, que se prolongo desdejuho de ese ano hasta co-, mienzos de enero de 1917. · · : ·•La iritervención de Ortega fue recogida en una transcripción publicada por La Preiisa los dias 7 y 8 de diciembre de 1916. Dos añ~s después,~~ diciembre de 1918, ya firmada y con el título de. «Conferencia», sepub~1c~ _en la revista bonaerense Hebe una versión que recogía casi toda la transcnpcrnn, salvo unos párrafos de elogio a Estanislao S. Zeballos, que fue uno de l~s cicerones de Ortega y de· su pádre,J osé Ortega Munilla, duran tela estancia de ambos en la Argentina:: . ,· 'i :. : '· l . ! · •• .. ·• •· '•' • •' · • · ·.··, Los párrafos que ho sé recogen en Hebe son los siguientes:
«Ved por qué me ha interesado tanto es.te organismo .que se llama "Instituto ¡;'opulár de Conferencias". Puede él formar como un.halo.de expansiónª· h1 parte de labor seriamente universitaria que entre vosotros ya se real~a. Por medio de él podrá surgir la nueva Universidad en contacto directo con la vida integral de la Nación. Obra la suya de múltiples dimensiones, como atañe a una moderna institución, en la cual se da al trabajo científico política eficacia sob.re la. masa social; obra, en fin, que refleja perfectamente la personalidad múltiple, incansable, generosa y ,patriota de su iniciador, eLdo.ctor Zeballos, peregrina fisonomía de recio es.tilo americano, a la cual sime debiendo tantas ilus.t:raci0 nes mi pensamiento y tantas gratitudes mi corazón>>. , '
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póstu:aU:ent~
lo reimprimió Paulino Garac .El texto publicado gorri, con el.título de« [Impresiones de un viajero]», en su compendio Meditación del pueblojoveii, Madrid,.Revista de Occidente, 1962,,pp. l-18. En.ese mismo aiio también pasó a formar parte de las Obras completas: tomo VIII, Madrid, Revista de Occidente, pp. 361-371. Posteriormente Garagorrilo titula «Impresiones de la Argentina» (Meditación del pueblo jovm y otros eiisayos sobre Amé!ica, Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial; 1981, PP• 25-39). · •.
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1919 ANTE EL MOVIMIENTO SOCIAL
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«Por cierto que en la jerarquía de su agradecimiento [de] osé Ortega Munilla], ocupa sin duda primer rango el director de vuestro instituto, por desgracia ausente de esta fiesta, doctor Estanislao Zeballos, ~ue le. . envolvió en una como ráfaga de efusiva simpa tia; y con el que hizo.un breve viajelegendario a la selva primigenia del Chaco; curioso de ver a:llá ,. en su hosco rétirola·sangre·mdiaria moribunda. •• · · · · ·· . . . · »Vaya púes, al doctor Zeballos .el saludoconmovido del hijo por eF i •·noble afecto que supo mostrar al.padre.:! '" • ' ! . • ' ·, .,, • . · , ' .. ,;,Perdonad, seiiores,.pero treo que no. e5 imposible¡ usando de al~ .,> gón decoro, hablar ante un público delicado como el que vosotros for~ máis de e5tas intiniidades>>. 1• · r.. " : . !
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Y más adelante:
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Cuando se incluyó póstumamente en el tomo X de las Obras completas (Madrid, Revista de Occidente, 1969, pp. 573-576 y 582-596), este texto, si bien se presentaba como una serie (sus cuatro bloques apareda11 numerados corre~ativamente, I-IV); estaba.escindido en dos partes,•entre las quelos_editores_mtercalaron las dos entregas de «El expresidente escribe», publicadas end rn_ter:valo entre los artículos correspondientes al apartado l y Ilde «Ante el movnmento social» (véase la «Noticia bibliográfica»), Con ello los editor:s subrayaban el hecho de que el artículo correspondiente al.apartado I no vio la luz en El Sol con el título de «Ante el movimiento social»,mientras los tres si~ientes sí se habían publicado bajo ese rótulo (a los que, además, la gradac10n de los subtítulos confería cierta unidad diferenciada). En la presente edición, no obstante, se sigue el criterio reflejado en la documentación preparatoria delas Obras completas (1946"1947) conservada.en el Archivo de la FundaciónJosé;OrtegayGasset,' en la que los
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cuatro ahfculos forman una serie bajo el titulo común de «Ante el movimiento sócial»;' i i
1920 . [SALUTAOÓNDEÁROHivOSDENEURÓB!OLOGIA]
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precio, limitaciói: de páginas, etc.) Las nuevas medidas eran perjudiciales para El Sol, que VIO en ellas un intento del gobierno de Dato de influir en la .pri:,nsa Yfa'_'o~:cer a sus ~ompetidores. ~l diario de Urgoiti promovió una cam.Pªi:ª de op~o.n contrana a las Reales Ordenes, haSta que fue'sancionado por su r~c~n;iplnment?. D,nrante la sanción Ortega publicó un telegrama en la Voz, ~ano vespertmoperteneciente a la sociedad propietaria deElSoLLa re~ daccrnn de la Voz antep~so al texto de Ortega la siguiente presentación: . · , Nuestro amigoel Sr.Ortega y Gasset envió elvienles pasado a "El Sol" '' 'el telegrama que más abajo encontrarán nuestros lectores. La tensura·im-·:. pid'i·ó que1legara a 11i1estras'11ianos. La pol!tita del Sf.'Dato; notonténta, por' lo '.'!Sto, con entregarse atadadcise de tropelfas y desmru1es, se complace, ademas, en aparecer entregada afamemez. Bien podía sospecliarel presidente:· que "La Voz" ~ecibirfa una copia de ese telegrama veintiaiatro o .aiarenta y oc/Jo horas mas tanle. La to11te1ia ha sido, pues, peifectamente inútil. El despacho del ihIStre esciitor dice asf:
Ortega colabbrÓ enla' creacion de la revista Archivos'de Neurobiología y formó parte,de su diretción,juntd a Gimzalo'Rbdrfguez Lafora'y José Maria Sacristán, desde entonces. El número ináuguril.lrde1arevista; publicado en marzo de 1920, iba encabezado por una presentación sin título y firmada «La Dirección»; En el Archivo de,la Fundación] os'éOrtegay Gasset se conserva, de puño delfilósofo, el manuscrito de este texto (PB-411/1), ti.tulado «Sal~ta cióm> (si bieil'eltercerpárrafo del texto publicado enla revista no consta eU'él)'
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1A AGITACIÓN OBRERA
1922
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Ortega publicó los días 23y 30 de mayo dé l.920 dosarticulos en El Sol titulados, respectivamente, «La agitación obrera» y «La torpe táctica obrera». Cuando se recogieron en el tomo X de las Obras completas (Madrid, Revista de Occidente, 1969, pp. 646-648f649-651), se consignaron como titulas los respectivos antetítulos de los articulas («Breves reflexiones» y «A todos los trabajadores»), mientras los titul os se convertian en subtitulas. En la presente edición estos articulas se han editado de acuerdo con las indicaciones recogidas en los materiales·preparatorios de las Obras completas (1946-1947) conser\'ados en el Archivo de la Fundaciónjosé Orteg~ y Gasset .. Errellas se establece que estos dos articulas forman un texto unitario,.titulado «La agitaciórrobrera» ydividido en dos bloques, correspoff dfentés'a cada uno de los citados ártículos,deB1SoL El primero adoptaba como tittiÍo el primer epfgrafe del articulo de El Sol del día 23' («El absurdo»},. en:tarito que el segundo 11lántenía eltittilo del publicado el día 30 («La torpe'táctiqrnbrera»)c· " ·3: • ''' ' _.,'
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. , , , El 13 de jumó yel 29 de julio 'de 1920 se.publicaron sendas Rea[es órdeJ. ne5 que regulaban distintos 'aspectos concernientes a la prensa (fijaciórr del
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'·PRÓLOGO A HISTORIA DEM F!LOSOF!A; DE KARl.VdRLANDER \, i,,.
e~p:ñola
d~lprólbc
• L'.a' tradU:cCión de la obra de Voria'nder, precedida. ~o-de Orteg:, se pubhco en!l922 (véase la «Noticia bibliográfica»);petá el fil~so.f~ dato su t~xto en «M.adrid-Enero de1921». Cuando el prólogo se recogro en las Ob1 as completas (194 7) se consignó tan sólo «1921». , , . _· · D~acuerdo al criterio que gufü la ordenación cronológica: de la presente edi-
crnn, el.texto se coloca en la fecha de su primera publicación es decir en 1922 ,- j '
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'BRINDIS EN UN BANQUETE EN SU HONOR EN «POMBO»
, , Ort~ga pronuné:ió estll.s'palabra's en un homenaje que recibió en' 1922 en_el cafe «Pamba»; Iugar de reuriióndefa tertulia'de su gran' amigo Ramón G?mez de la Serna. Este las re~ogió dos años después en su libro La sagrada ci1ptadePombo, tomo II, Madrid, Imprenta G. Herriándezy Galo Sáez' [1924]' pp: 324"328: ' ' . ' ' ,El tex_to reproducido por Ramón pasó alas Obras cám~letas .(194 7), dbnde se fecho en 1922; En la presente edición, siguiendo' él criterio de Ortega se· ha colocado también en 1922. · · · , ' ·'
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PRÓLOGO A LA BIBUOTECA DE IDEAS DEL SIGLO}()(
, , Bajo el marbete de «Pról_ogo a la Biblioteca de Ideas del Siglo XX>'. Ortega agrupó en las Obras completas (1947) cinco prólogos a otros tantos.libros de la citada colección, a los que antepuso unas líneas en que daba cuenta de la intención de la misma, que encabezaban todos los volúmenes que en ella iban apareciendo. · . . · ·· ·: · • •· A pesar de que los tres primeros prólogos (a Ciencia rnltural Y ciencia natural, de Heinrich Rickert; a La teo1ia de !a.relatividad deEi115tein Y sus ftmdamentos físicos, de Max Bom,y a Ideas para una concepción biológica del mundo deJacobvonUexküll}se publicaron en: 1922; y los dos siguientes. (a La de~adencia de Occidente, deOswaldSpengler, .)':aGeometJias:no euclidianas, de Roberto Bono la) en 1923, se ha]espetado la concepción unitaria que Ortega quiso para el conjunto. ESPAÑA INVERTEBRADA.- BOSQUEJO DE ALGUNOS PENSAMIENTOS HISTÓRICOS
La disparidad entre el año que figura en la portada (1921) y el que consta en la cubierta (1922) dela primera edición de Espaiia invertebrada ha provocado un desacuerdo a la hora de determinarla fecha en que se publicó la obra. Así, por ejemplo, en las Obras completas (1947} se lee 1921 tanto en la portadilla del libro como en el indice. Sin embargo, todos los datos apunta!} . a que es en 1922; y concretamente en mayo, cuando se publica la primera edición, Francisco j osé Martín los ha compendiado. en su edición de la. obra (Espa11a invertebrada, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002; p. 87); en la que recoge con detalle su peripecia textual (pp;38-47 y 215c216). Los argu~~~c tos que.ad11.ceMartín son los siguientes: a) el prólogo a la segu?da ed1c1on está fechado en octubre de 1922,y en él sostiene Ortega que el hbro p,.,,_ ........ ~" mitido a las librerías en mayo>>, lo cualapunta claramente a mayo de 1922, pues de lo contrario hubiera especificado «mayo de 1921 » o «m~yo del año pasado»; b) en el.prólpgo.a la cuarta edición{l934) el filósofo afirma que el intervalo entre las dos primeras·ediciones fue.de "«muy pocos meses>>, Y dado que l:;¡ segunda se publicó en.noviembre d!! 1922 es más razonable situarla primera enrnayci de ese año, .es decir, seis meses antes, que en ~ayo de 19.21; un año y medio antes; c) no se han localizado en diarios o reVlStaS anunc10s; notas: o reseñas alusivas ala publicaciónde:Espmla invertebrada con anterioridad a mayo del 1922, y sí, en cambio; a· partir.de esa fecha, Yd). siguieric do su costumbre (sobre todo hasta 1932).de·recoger en forma dehbro; con
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n:iodificaciones de diverso grado, artículos o series de prensa publicados previamente, Ortega inéorpora a Espmla inveitebrada la serie «Patología nacional», publicada en El Sol entre.el 4 de febrero y el 5 de abril de 192·2 y que no incluye ningun.aalusión a su pertenencia a una edición preexistente. . .,. A estas razones hay que añadir un dato contenido en la segunda edición de Obras de]osé Ortega y Gasset (Madrid, Espasa-Calpe, 1936, p. 1459). En ella figura una lista de fechas de las primeras ediciones delas monograffas recogidas, y para Espmla invertebrada se señala «mayo de 1922». En la presente edición, por tanto,:Espmla invertebrada se ha colocado en 1922, aunque cabe la posibilidad de que Ortega qµisiera datar 1921 la gestación intelectual de la obra. Además, conviene en este punto aclarar:que la nota al pie del capitulo «El caso del grupo militan> que reza «(¡No olvide el lector ql1e está leyendo unas páginas escritas publicadas a principios de 1921!)», añadida en la cuarta edición (1934); no se refiere al conjunto del libro.sino a:ese éapítulo en c1;mcreto, que se publicó primero en forma.de are tículo. en El Sol d 22 de enero de .1921.. · . : . i Espmla invei·tebrada, en efecto, tiene su origen en dos serles qu; Orteg~ publica ene! citado diario:La primera; titulada «Particularismo y acción duecta. Bosquejo de algunos pensamientos históricos», se publicó en seis entregas entre el 16, de dicie:r¡.ibre de 1920 y el 9 de febrero de 1921. La.se.gunda; comb ha quedado dicho,.aparece entre el 4 de febrero de 1922 y el '.5de.a1Jril de ese año .rnn.el título.d!'! «Patología nacional>>,yestá.c.onstituida también por s.eis entregas{yéasela «Noticia bibliográfica»). . . . . . · Enia p:rirnera edicióndeEspal1a inve.rtebrada (mayo de 1922) Ortega recoge las dos series de prensa y las divide en quince capítulos, .a los que añade, a modo de breve conclusión, uno final («Imperativo de selección») que redacta expmfeso para el libro: Estos dieciséis capítulos van a su vez encabezados por uná nota que figuraba al comienzo de la primera entrega de la serie:«Particularismoy acción directa. Bosquejo de algunos pensamientos históricos» (El Sol, 16-XII-l920)y que hacía las veces. de presentación de toda la serie, . , ,,La otra.modificación más significativa que introduce Ortega en primera edición respecto a la prensa es la eliminatión del apartado «Conclu~ sióm~ (reproducido en el «Apéndice» de esté tomo} con que se cerraba la:última entrega de la primera serie. Paulina Garagorri recogió. estos párrafos en su edición de Espmla invertebrada, Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial; 1981, pp.74-75, nota.: .. ·. ; · . · , :. · El enorme éxito del libro animó a Ortega a preparar en seguida una segunda edición,• «revisada y aumentada», en la que irltrodujo gran cantidad de cambios y que se publicó a finales de noviembre de 1922, con nn prólogo en el que el filósofo procuraba un horizonte interpretativo para la obra
la
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yen el que advertía de su condición de «ensayo de ensayo»: Poco antes, el 14 de ese mes; aparece en E!Solelartículo .«Nación y ejército», que no es smo la nueváversión delcap~tulo segundo de Espruia invertebrada («Póten; cia de nacionalización»),, El texto de Ortega.está precedido por .una nota en que selee~ ' l 'j ; '; ' • Dentio de mtiy pocos dtas 'se publicard liiségunda edicióicde! yd fa" . ' · moso'libi·o España invertebrada, rápidamente agotado>' de D.]osé Ortega y Gasset.Al entregarlo dé nuevo alas prensas¡ e!•gran pensador ha creído ·· •'doíívi!iiiente hacer importc111tés:adi001\es al téxtiiplimitivo, que completmi' '. u ':1 .su pe1iSamiento;: : .
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Elartkulo anunc:iaba lairiminentesalida•de lasegunda·edición¡ y:advertía de la profundarevisión ala que Ortega había sometidéda obra'. Ad~~ más ddos añadidos, supresfonesycambios operados:éneltexto;entre'1os que destaca la reescritura y ampliación dél capítulofinál' ({.éase el «Apéndic ce»); ellibro adquíere en e5ta edición su estructura definitiva; Ortega divide en'dos partes los diéciséis capítulos de la•prirnern edición yfos numerad.e forma independiente.: La primera parte; «Particularismo, y:acción directa», toma su títúlo de la prl!llera'serie de'prensa'que da origen aHibro y abarca los riueveprimeróscapítulos de la primera edición, asfcomolab~ev¿ ñ?tll introductoriá·quela encabezaba. La segunda¡ «Lá ausenciade.los·rnejorés»; agrupa los siete capítulos siguientes y a·dopta comotítlllo elsubtítti.l6del cuártO" artíéúlo' de la segurtdaserie·; qi.le'aparedó·en tres:entre·gas (véase la «Noticia bibliográfica»). , ',¡,' · . · . , Estas dos partes coinciden con las dos series publicadas en El Sol, aune que no c:on total exactitud, pues la ultima entrega dela primera serie (El Sol; 941-192l)fqtie ·en la primera edición de Espmia invertebrada correspondía al capitulo 10 ( «¿No'hayhornl:lres o no hay masas?»}; se convierteenla segunda 'ediciót:h:nel capítulo l de la segunda parte; Según Franciséoj osé Martín; «COri esta niieva estructura Ortega ganaba para 'e]. texto tina !llayor co'hesi.ón ytma más estrecha:vinéulación entre.los capftµ]os dellibrow; y e5:queno conviene•olvidar que las dos series deprehsa se publicaron conuri intervalo de un ano; sibien el hecho de que la primera edición yiera la.luz tan sólo unas'semanas después de qué concluyera la publicación en El Sol de la segunda serie apunta claramente a que Ortega eriiprendfó'lá redacción de ésta con la idea deagrupar:ambás en un libro!" : ···· · ·· · Espaliainvertebrndaaún tuvo una·tercera edición a finales de:l922,; talfue también el éxitóde:la:segunda,peto el.texto no experimentaráyamodilica~ión menor alguna hasta la cuarta edición(1934), ala' que Ortegaañaf
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de )ln nuevo prólogo. Será esta cuarta edición la que se recoja en las Obras completas (194 7). · . . , , A.este resp~ct~, la edición de las Obras de]oséOrtegay Gasset(l932) . .i:n de ~e~roducir la segunda edición de Espalia i11vertebrada; que era la u!~-ª revisada por el filósofo hasta esa fecha, sigue casi siempre la primera edic10n. En la segunda (1936) y tercera (1943) ediciones delas Obras de]osé Ortega Y Gasset.la estructura de Espalia i11vertebrada sí es Ja establecida en su segund!\ edición, yseincluye, asimismo, el prólogo.de la cuarta. Pero en lo qu.e ~~ re~ere al texto,.no se reproduce, como cabria esperar, el de.la cuarta ed1c10~; smo el de.la primera edición de las Obras·de]osé Ortega y Gasset, al que 1~corporan los añadidos .más significativos de la segunda edición de Espa11a mvertebrnda, comoJas ampliaciones delos capítulos «Potenc.ia de naci~n~lización» e «Imperativo de selección». El resto de los .cambios que E~pa11a mvertebrada ha experimentado en su segunda y cuarta ediciones no se recogen, pues; en el texto,· pero sí en un a,péndice titulado ,«.Correcciones Yadiciones» que. figura al. final de la segunda y tercera. ediciones delas Obras de]oséOrtegay Gasset. Por este motivo, en el «Apéndice» de Espmia i11vertebrada de la presente edición (aligual que .en el de El tema de 11uestro .tiem" po) n~.se consigna, O (36) ni O (43) en los casos en los que]~ variant~ está recogida en las citadas «Correcciones.y'adiciones», pues se considera efectivamente incorporada al texto. , , , , .. . . \ · :. . Por último, con.el título.de «Particularismo yacción directa. Notas de fenomenología sociah> el lector encontrará en el tomo VII de estas. Obras com~ pletas_ el borr~dor, finalmente desechado por. Ortega, de un comienzo bien para la ~ene «:arllcularismo y acción directa» o bien para Espalia inveitebrada. José Lms M~linuevo lo _reprodujo en su artículo «Higiene de los (propios) ideales», en Marm Ter~a Lopez de la Vieja (ed.), Pol!tica de la vitalidad. España invertebrada de]oseOrtegay Gasset, Madrid, Tecnos, 1996, pp. 81-82. .
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. EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO
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27 de diciembre del922 y el 21 deinarzo de 1923. El contenido de los dos primeros folletones, que coincide con los dos capítulos inii:iales derlibro; se publicó también ert la revilita bonaerense Nosotros en enero de 1923. Los capítuiosVII-Xsaliei'ori enLaiNadó11 (Buenos Aires) entre el 1 de mayo y el 12 de agosto del923, aunque elVIll{wValores vitales») aparee ció antes efoEl.So1{3l"V-1923)i''' ·· ' · · · ' · ' ·· • Los tíhllos de los capítulos del libro figurabanya en las entregas en la prensa; salvó los de los·tres primeros, que Ortega añadió ert•la primera edi~ c:ión (1923) j También modificó el del capítulo lX («Nuevos sintonías»}, que en LaNáció11 (15-Vll~l923} se'titulaba «La depreciación de la cultura»' De5de la primera edición Ortéga añadió dos apéndices al libro::¡, El oc~~ so de lasrevoludohes» y« El sentido histórico delateoría de Einstein»; arrí• bos publicados erila pren5á. El:primeró viola ltrz en El Sol; eñjulio'de 1923', como una serie de cinco entregas, aunque el 11 de marzo de'ese año Ortega ya había publicado un artí2ulo en ·La Náció11, tifüládo <f, Por este motivo, eµ el«Apéndice» de El Úma de nuestro tiempo;de la presenté edición (al igual que:end dé
Espd11.a inváte~i·ada) ~ó se consi~a O (36) ni O (43) en los casos en los que la va~ante estarecogrda en las citadas «Correcciones y adiciones», pues se considera efectivamente incorporada altexto. · . ·' Impar~~ también, des~~~rla «No ta a la tercera edición» ( 1934), en que Orte~a adVIerte que lareVIS10n a que ha sometido Bl temá dé nuestro tiempo cons~t~ :>, y que se manifiesta, por ejemplo, en las ediciones reVISadas deEspafiainvertebradayEl temaden!iestro tiempo (ambas de 1934) o en algunas notas a pie en escritos de esta misma época (por ejemplo, e~ Goethe desde dentro,.1932) en que rédama la precedencia én la formulación dealgunos'conceptosfilosóficos .. , • . . .· :. . , '. ·Debido; pues, a la importancia que·Ortega concede a estas éursivas introducidas en 1934 d lector las encontrará señaladas como variantes en el «Apéndice» de la presente edición.'. . . · •. Poríiltimo, el lector 'encontrará eri el tomo VIII de estas Obras completas e~ '.
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1924 •l:As IDEAS DE LEÓN FROBENIUS•
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Con motivo de las tres coruerencias con que León Frobenius inaugurado• en la Residencia de Estudiantes, eh marzo del924, las actividades de la recié~cre~da Sociedad de Cúrsosy Coruererrcias(Ortega publicó en El Sol un~ sene de cuatro artículos acerca. de la obra del etnólogo alemán. Los tres pnmeros compartían el título común de' «Las ideas de León Frobenius» mientras_'que el·último se titulaba «Culturay culturas», sifüenremitía e~ nota al pre a las tres entregas anteriores. . ' . . • ,. . _Ortega incluyó algunas partes de esta serie en Las Atlántii:las; que publico pocos meses después: Así, tomó de•la primera entrega et apartado
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«Etnolog!a»;la tercera, cuyo subtítulo era «Los "ámbitos•culturales"»,la incorporó al apartado homónimo; e insertó también en éste varios párrafos de la cuarta entrega (véase el «Apéndice»). · , . • • . Cuando «Las ideas de León Frobenius» pasó a formar .parte de_las Obras completas (1947), los editores advirtieron en nota al pie:. «])e esta serie de artículos sobre Las ideas de LeónFrobeítius se han suprimido aquéllos párrafos quefuerob. luegO recogidos pór el autór en su· ensayo Las Atlántidasw. Así, se· reproduce también el texto en la presente edié:ión; ·, · · • · Véase en este tomo la nota a la edición de Las Atlántidas.
Finalmente, como queda dicho, Ortega no incluyó «Para dos revistas ar~entinas» en las Obras completas, y «El deber.de la nueva generación argen"
ttna» tampoco.pasó a llaniarse «Un consejo a la nueva generación argentina», ·como había propuesto en la nota arriba reproducida. En esta edición se ha ·respetado el titulo «El deber de la nueva generación argentina» ,y se ha ubicado a cbntinuación, como segundo•bloque, «Para dos.revistas argentinas»~
LA ETNOLOGÍA Y LA HJSTORIA; A PROPÓ51TO DE LAS CONFERENCIAS .. DE FROBENIUS EN MADRID.- EL CARÁCTER ORGÁNICO DE LAS CULTURAS '
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.. EL DEBER DE LA NUEVA.GENEllACIÓN ARGENTINA -.·
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.El 6 de abril de 1924 Ortega publica en La Nación (Buénos Aires)úh artículo titulado «El deber de la nueva generadón argentina». El 27 de e5e mes ve la luz en el mismo diario-otro artículo de.Ortega tituladó «Para dos revistas argentinas». El primero lo incluyó el filósófo eh el tomó 111 de sus Obras completas (1947). El segundo lo reimprimió· Paulina Garagorri enla antología póstuma Meditación del pueblo joven (Madrid; Revista de0.ccide'.1te, 1962, pp. 27-34), y ese mismo año pasó a las Obras completas almclmrse lá citada antología en el tomo \\llL(Madrid, Revista de Occidente); ' • Ambos artículos formaban una serie en la.prensa. j
6-Vll-1924): «En el número de La Nación del 6 de abril de 1924, se publica un artículo mío con el título: "El deber de la nueva generación argentina". Yo agradezco mucho a la Redacción de este periódico que haya juzgado dignffun sencillo artículo mío de una titulación tan enorri:le, pero mdn,teresa hacer constar que aquellos párrafos sin gran trarucendencia; ne- ' vaban este otro epígrafe más modesto: \'Para dos revistas argentinas~. Ni. · en un artículo ni en muchos había de atreverme a definir el.deber de la nuéva generadónargentina. Dudo mucho qrie un extranjero pueda nuncarecibir la original-revelación de los debéres históricos que sobre los hombres de otra Nación mi.Steriosamente se ciernen.Yo pido, pues, a esa ·benévóla Redacción quevengamos.a,mrcp.mpromisoy llamemo5·aquel artíctilo así:,:"U.n consejo a la· nueva generacdón:argentina~» ..·; '
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. Este artículo, publicado en LaNacion (BuenosAires) el 25 de mayo de 1924, cóincidesólo en algunos párrafos con la tercera entrega de «Las ideas de León Frobenius» (El Sol, 27-III-1924). Varias semanas después Ortega publicó, también en La Nación, «La etnología y la historia: el sentido histórico» (6-VII"l924), que utilizó luego.en Las Atlántidas,.cosa quena hizo con el artículo publicado enmayo. . r • · ' Este texto, que el filósofo no recogió.en.ningún volumen posterior ni pasó a las Obras completas (1946-194 7), se reinlprime por primera vez en Ja presente edición.
EPÍLOGO AL LIBRO DE FRANCESCAA BEATIUCE
En 1924 Ortega amplía el alcance del proyecto de la Revista de Occidente al crear la editorial del mismo nombre. Ese mismo año se publican bajo su sello siete libros, el tercero de los cuales es De Francesca aBeat1ice de Victoria Ocampo que contiene un epílogo del filósofo. El libro ve la luz en agosto. Pocos días antes, el 30 de julio, se publican en El Sol algunos fragmentos del epílogo. · · · , .. .· · · . En lasDbras completas (1947), se antepuso al texto de Ortega Ja sigÜien~e nota: «El libro De Francesca a Beatrice, del que es autora Victoria O campo, fue publicado en 1924; y reeditado .en 1928 poda Revista de Occidente».
' LAS ATLÁNTIDAS Las Atlántidas se.publicó en 1924 como suplemento número 2. ala Revista de. Occidente. Tanto en la primera edición como en las de 1943 y 1951 acompañan al texto dos series de fotograbi1dos (hasta un. total de veinticua-
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tro) que cierran el libro. Son, respectivamente, reproducciones de esculturas.sudanesas en bronce yterracota y de figuras de cerámica chinas. De ahí el subtítulo de la obra: «Con unas figuras del Sudán.y de la,China»c En las citadas ediciones.el texto comienza con una nota a modo de preámbulo en la que Ortega se refiere a Ja serie de fotograbados que figurá al final del libro. Ésta, a suvez,.estáencabezada.por dos notas{ «Figuras del Sudám> y «Figuras de Ja China>>) en las que el filósofo se detiene en algunos aspee-· tos de las obras reproducidas y de su descubrimiento. Tanto el préambulo como las no tas introductorias se eliminaron en las Obras de]oséDrtega y Gasset(1932, 1936 y.1943}, pues no induían la serie de fotograbados. Sin embargo, en las Obras completas (1947), que tampoco la recogían, sí se reprodujeron en.nota al pie, al final del .texto;tarito .el.preámbulo como las:notas introductorias, criterio·que se ha seguido también erila ¡:íresénte edición. : •• .Para Jaredacción de Las Atlántidas Ortega páite de variósartículos que yahahía p1,1blkado eriE!SolyLaNacíón (BueriosAires) en 1923yl924.Así, el apartado «Etnología» proviene de la serie, publicada eri El Sol; «Las ideas de León Frobenius», aHgualque la mayor parte de·«Los '.'ámbitos culturac les"», enel.quetamhiéninclüye el filósofo algunos párrafos de«Ideas del tiempo nuevo Il. La cultura tartesia» (La Nación, l-IV-1923). Ehesto delos apartados tienen su precedente tanto en La Nación como en El Sol, donde Ortega publica, con algunas diferencias y un orden y títulos distintos, un texto por lo demás coincidénte en su máyóría: Los apartados «La moda subterránea» y «La cultura tartesia» tienen su origen en los artículos «Las Atlántidas l. La cultura tartesia» (El Sol; 5-IV"l923) e «Ideas del tiempo nuevo Il. La cultura tartesia» (La Nación, l-IV-1923); «El horizonte histórico», en «Las Atlántidas Il. Los horizontes en Ja Historia» (El Sol, 9-IV-1923)e «Ideas del tiempo nuevo l» .(La Nación, 25~III-1923), y «El sentido histórico»; én '«El sentido histórico.U» (El Sol, 25-VII-1924) y «La etnología y la histoc ría: el sentido histórico» (La Nación, 6~V1I-1924). «El sentido histórico 11», a su vez, era fa segunda entrega de una serie compuésta por dos, cuya primera parte, «El sentido hisfórico Ii> (El Sol•, 10-VlIC1924)' Ortega no. utilizó en Las Atlántidas; aunque sílaincluyó cómÓ artículo independiente en las Obras completas (1947). A «La etnología y Ja historia: el.sentido histórico» le había precedido semanas antes en La Nació1Í (Búenós Aires)'ótro artículo cuyo título estaba encabezado también por el epígrafe «La etnología y la historia»: «A propósito de· lasrcónferencias de·Frobenius en Madrid:-·-. El carácter' orgánico de las culttfráirn (La Nación·, 25-V-1924); que tan sólo coincidía eh alguno dé sus párrafos cortlatercera entrega de la serie «Las ideas de León Frooenius»
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(El Sol, 2 7-III-1924). Ortega no empleó este artículo en Las Atlántidas, ni en ningún otro texto, rii volvió a reproducirlo suelto. :. ·Para unafnf9rmación más detallada de la relación de Jos distintosapariados de La5 Atlántidas con sus precedentes en la prensa y de· éstos entre sí puede consuitarse:el«Apéndice>>. ••·· · :Véase también la nota ála ei:lición de «Las ideas del.eón Frobenius>>• •
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1925 EL ORIGEN DEPORTIVO DEL EsTADo,-. IL
Ortega publicó en La Nación (Buenos Aires) tres entregas bajo eltítulo de «El origen deportivo del Estado» Jos días 1, 8 y 22 de febrero de 1925. La priineray la tercera lasrecogíó posteriormente enEl Espectador VII{l 929), pero no así la segunda; .que se·reiinpriine'en Ja presente ediciónponpriinera vez desde su publicación. Véase la nota a la edición de «El origen deportivo del Estado» (El Espectador VII) en el tomo U de estas Obras completas. 1
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VAGUEDADES
Criando e5te texto se incluyó en eltomoXI de las.Obras completas (Madrid, Revista de Occidente,'1969,pp. 50-:57) se editó como•una serie formada por tres entregas (véase la «Noticia bibliográfica»), si bien la última se presentaba a la vez como un artículo autónomo. («Hacia la reforma nacional») y las dos primeras se numerában con un «1» y un «11» que, por otra parte, no figuraban en los artículos de El SoL En la•presente edición se han seguido las indicaciones recogidas .enlos dócuírientos preparatorios de las Obfos completas (1946-1947) conservados en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset, en las que se consigna el título de «Vaguedades» para todo el conjunto y la numeración de los tres bloques, que además yedbeh respectivamente el tituló de cada artículo publicado en El Sol («Sbbre¡tiido, que iio'se refcirme nada», «Frente a frente» y «A nadie aprovecharía el retomo»). A este respecto conviene señalar que «Vaguedades» era elant.etítiilo comun alas dos primeras entregas de" El Sol, y «Hacia la reforma nacional» el de Ja. tercera: • ·
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PROBLEMAS DEL ASPECTO HUMANO
Este artículo vio la luz el 12 de julio de 1925 en La Nación (Buenos Aires) con el.antetítulo de «Para una antropología filosófica>>. A 19 largo .de los dos meses siguientes Ortega publica en el mismo diario.otros cuatro ar~ tículos también con el título. o antetítulo de. <
bibliográfica»). En esta ocasión Ortega apenas introdujo modificaciones al reunirlos en libro (véase el «Apéndice»), ni siquiera en los epígrafes que dan título a los distintos apartados. En «La deshumanización del arte» sucede otro tanto, con la salvedad ·de que en este caso lo publicado en los folle tones de El Sol no abarca la totalidad del texto recogido en el libro, sino tan sólo los apartados hasta «Sigue la deshumanización del arte», incluido éste. El resto lo escribe Ortega expresamente para el libro, y no tiene, por tanto, precedente en la prensa. No consta la publicación paralela en La Nación (Buenos Aires) de ninguna de estas series de El Sol, pero sí un artículo titulado «Reflexiones sobre la novela» (9-III-1925) en el que Ortega resume las ideas acerca del género que ha expuesto poco antes en el diario madrileño. De ahí que junto a párrafos escritos ex profeso para este resumen, otros reproduzcan, casi siempre con alguna ligera modificación, partes de la citada serie de El Sol, en especial de las entregas V, VI y VII.
[SOBRE LA CRÍTICA DE ARTE]
El 13 de junio de 1925 Ortega pronunció el ofrecimiento del banquete con que fue agasajado juan dela Encina en el Hotel Gran Vía d.e Madrid con motivo de la conferencia que había pronunciado en la primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos. La intervención del filósofo (de la que había aparecido una transcripción en El Sol.el 14 de junio) se recogió eh el folleto Al comenzar (Madrid, Publicaciones de la Sociedad de Artistas Ibéricos, 1925, pp. 24-29),junto a la citada conferencia de juan de la Encina y a sus palabras de agradecimiento en el banquete. Paulina Garagorri reimprimió .por primera vez el ofrecimiento.d~ Ortega, con el título «[Sobre la crítica de arte]», eri Lit des1uunmüzación del mte y otros emayos de estética, Madrid, Revista de Occidente, 1956, pp .. 71-78;
, LA DESHUMANIZACIÓN .DEL ARTE E IDEAS .SOBRE LA NQVELA -
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Ortega reúne en esta obra tres trabajos:.los dos que recoge el título, y otro más breve, «El arte en presente y en pretérito». «Ideas sobre la novela» y «El arte en presente y en pretérito» vieron íntegramente la luz primero como folletones de El Sol (véase la «Noticia
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NOTICIA BIBLIOGRÁFICA
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A continuación se recogen los materiales utilizados en cada caso para la fijación del texto, señalados con un asterisco [*]. En el caso de las monografías, a esta información se añade, por su utilidad, la lista de las ediciones en vida de Ortega de que se tiene constancia. Sólo se recogen las ediciones en español, y aquéllas en otros idiomas que vieron la luz antes que el texto en español o que se han tenido en cuenta para la edición. Esto último sirve también para el resto de textos (artículos, prólogos, etcétera). Asimismo, se consignan las pocas ediciones críticas (no las muchas anotadas) que preceden a estas Obras completas. También se recogen las referencias de la primera reimpresión póstuma conocida de aquellos textos que en esta edición pasan a formar parte por primera vez de las Obras completas Como se sabe, en el ámbito hispánico el término «edición» designa tanto la edición propiamente dicha como la mera reimpresión. A este equívoco hay que añadir, en la bibliografía orteguiana, el hecho de que en ocasiones los editores numeran sus propias ediciones teniendo en cuenta las anteriores de otros editores. Así, por ejemplo, Revista de Occidente puede señalar como «segunda edición» la primera edición de una monografía bajo su sello porque ésta apareció antes publicada por otra editorial. Esta cfrcunstancia se hace constar entre corchetes, pero para evitar confusiones, en esta «Noticia bibliográfica» sólo se numeran correlativamente las ediciones (en el sentido amplio antes apuntado) a cargo de un mismo editor, y siempre que esa información conste en el libro. La «Noticia bibliográfica» no incluye las monografías que Ortega no concibió como tales y que forman parte de ese grupo de antologías y reuniones de textos propiciado por la demanda editorial de su obra, ni, claro está, las varias ediciones no autorizadas que se aprovecharon de ese interés. Estos libros' sólo tienen cabida en este repertorio si han resultado pertinentes
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OBRAS Y OBRAS COMPLETAS DE]OSÉ ORTEGA y
para la fijación de algún texto de acuerdo a los criterios que guían esta edición. Cuando de un texto no se consigna una publicación anterior a la de la monografía en que está conteiiido en las Obras co111p!etas se entiende que apareció por primera vez en dicha monografía, En los artículos de prensa se consignan también, si los hay; los antetítulos y subtítulos, antepuestos y pospuestos al título, respectivamente, y separados de éste siempre p 0run punto[.]. Se consigna el lugar en que se publican los diarios y revistas cuando no se trata de Madrid.
G~SET
Obras de ]iJséOrtegay Gasset, tomo I, Madrid [etc.], Espasa-Calpe, 1932. * Obras de]ósé Ortega y Gasset, tomo 1, Madrid, Espasa-Calpe\ 1936'. * Obras de:José Ortega y Gasset, tomo 1, Madrid, Espasa-Calpe, 1943'. * Obras co111p!etas, tomo III, Madrid, Revista de Occidente, 1947,* . Obras co111p!etas, tomo III, Madrid, Revista de Occidente, 1950'. * Obras co111p!etas, tomo III, Madrid, Revista de Occidente, 1955'.* Obras co111p!etas, tomo VI, Madrid, Revista de Occidente, 1947. * Obras co111p!etas, tomo VI, Madrid, Revista de Occidente; 1952'.* Obras co111p!etas, tomo VI, Madrid, Revista de Occidente, 1955'. *
1917 EL IMPARCIAL A SUS LECTORES:
«El Imparcial a sus lectores», La Época, 20-VI-1917. * ''.El I111parcia! a sus lectores», en Gonzalo Redondo, Las e111presas políticas de Ortega y Gasset. El Sol, C1isol, Luz, Ediciones Rialp, Madrid, 1970; tomo 1, PP• 39-40. . · . \
EL VERANO, ¿SERA TRAN.QU!LO?-LAs HUELGAS y LA POLÍTICA
«El verano, ¿será tranquilo?»;EH111parcial, 22-VI-1917.* juuo REY PASTOR
«Julio Rey Pastor. Su primera conferencia», La Pre11Sa (Buenos Aires), . •· ·.• .·. · 2-VII-1917,* Los VOTOS VAN AL PRESIDIO
•«Los.votos van al presidio l», El Día; 15-XI"l917. * «Los votos van al presidio Il», El Día, 18-XI-1917.* «Los votos van al presidio III y último», El Día, 24-XI-1917.*
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HACIA UNA MEJOR POLiTICA
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IDEA DE ESTAS ELECCIONES
«Hacia una mejor política. Nota oficiosa del hombre dé Ja calle», El So1; 9-XII-1917.* «Hacia una mejor politica. Comedia del libertino escrupulosm~, El Sol,
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«Idea de estas· elecciones l. Cunegi:inda o Ja opinión piíblica:española», El Sol, 2-III-1918.* «Idea.de estas elecciones ll. La moral de un cartel», E!Sol,3CII1~1918.*
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LOCAUSMO
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EL AYER Y EL HOY DE LAS JUNW'
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«Localismm>, El Sol, 12-XII"l917."
«El ayer y~¡ hoy de las Juntas», El Sol, 9-III-1918.*
DON GUMERSINDO DE AzcARATE HA MUERTO
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«Don Gumersindo de Azcárate ha muerto anoche. Su vida y sus obras», «Fabricantes de rencor», El Sol, l 7-III-Úh8.*'
El Sol, 15-XII-1917.*
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OTRA MANERA DE PENSAR
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«Albricias nacionales», El Sol, 23cl1Ic1918.* ... >
«Ideas. Otra manera de pensar>>, El Sol, 16-XII-1917.*
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GOBIERN() DE REC:ON5TRUCCIÓN NACIO~AL ¡
BRlND!S EN EL BANQUETE A LA REVISTA HERMES
«Sobre el Jocalismm>, Del espí1itJ.1 de los vascos, Bilbao, EditoriálVasca, 1920, pp.13-22.*
1918 HACIA UNA MEJOR POLÍTICA
«Hacia una mejor política. Política del cuasi», El Sol, 22-I-1918. «Hacia una mejor política. Un poco de sociología», El «Hacia una mejor política l. La guerra y la inercia política», El Sol, 21-II-1918. '¡ «Hacia una mejor política ll. Más, más ministros», El Sol, 22-II-1918. «Hacia una mejor política. El' hombre de Ja calkbusca un candidato», ' ·• · . ,, : El Sol, 24-II-1918. í :_. EsTAFETA ROMÁNTICA.-UN POETA INDO
«Estafeta romántica. Un poeta indo l», El Sol, 27-I-1918. * · '«cstafetll romántica: Un poeta indo II», El Sol, 3-Ih1918: ~ " ' • «Estafeta romántica. Un poeta indo y Uh>, El Sol, 3l~IlI"1918.*· .,.
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(( GobieIT10. deJe.consuucci~i¡tp,acional. c.uatro puntos,sm1 p
UNA PÉRDIDA NACIONAL. NICOLÁS Aettú.CARRO
«Unapérdida nacional. NicolásAchúcarro».,,ElSol, 26-IV-1918.* UN lilllRO SOBRE tAflLOSOFÍA DELDERECHO. ·
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«Un libro sobre la filosofía del Derecho», El Sol, 4-V-1918.* i-l
REsUMEN DE UNA HISTORlA .!.''
«Resumen de una historia», El Sol, ll-V-1918.* .: 947
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«Crisis resuelta. Un gobierno que no va gobernar», El5pl, 11~X-1918. *
«Estafeta romántica ..Eva ausente», E!Sol, 28.N~l918.,* '
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CRISIS RESUELTA.- UN GOBIERNO QUE NO VA AGOBERNAR
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Los MOMEN.TOS.SUPREMOS
DIÁLOGOS SUPERFLUOS 1
«Los momentos supremos. España entre las naciones», El Sol, 17~x-,1918/ «Los momentos supremos. ¡La jornada dela juventud!», El Sol, l9-X-19iS.* «.L.o~ m<;>mentos sup~emos. La. expulsión de las ... derechas"», El Sol · • 30-X~l918.* ·· . ·· · · . · · · 1• • 1 • · ' «Los momentos supremos. Idea de uri pro~ta:ina míni'nio..,'El Sol 4-XI-1918.* '
«DiáÍogos superfluos!», El Sol, 26-VI-1918,* Los CAZADORES DE PLUMA
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«En tomo a la nueva ley. Los cazadores de pluma>~, f!l ,Sol1 8-VII-1918< LA VERDADERA CUESTIÓN ESPAÑOLA
EL MOMENTO ACTUAL ES DECISIVO
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«La verdadera cuestión española l», El Sol, 12-VIII-1918. * «La verdadera cuestión española 11», El Sol, 26-VIII'-'1918:*
«El momento actual es decisivo», El Sol, 7-XI-1918. *
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Los SEÑORITOS DE LÁ REGENé!A · ·
PmiTICA ESPAÑOLA. Los GRANDEs ~Á:RTIDOS
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:;dios señoritos dda Regencia», El Sol, 12•XIcl918.* •
«Política española l. Los grandes partidos», El SO!, 25-IX-I918.* El. GdlÍ1ÉJÜ(¡cJ NÁé10NÁL sE' ESRiERzÁ EN PEÍIDER
u éo1'1m1'izADEL PAfS
«Falta iúiá gran política· ebpáñ6fa'.' El gobierno riadonaYSe esfu~rza en perder la confianza del país», El Sol? 4-X-1918. * · · · · · ·
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EL DESCRÉDITO DE UN GOBIERNO.- EL GABINETE NACIONAL HA AUMENTADO EL GRAN DESGOB!ERNO'ESPAÑOL · «El descrédito de un gobierno. El gabinete nacional ha aumentado el ···········~··' gran desgobierno español»,E!Sol; 5-X-1918.* LA PAZ YEsPAÑA.-·-ESTfi HORA SUPREMA NOS ENCUENTRADESPREVEN!DOS ·
BRINDIS EN LA RESTA DEL ARMISTICIO DE 191S \
«Discurso de José Ortega y Gasset», El Sol, 19-XI-1918. * L,' LA GRAVE POLÍTICA DE ESTOS DÍAS «La grave política de estos días», El Sol, 25-Xl-1918.* ANATOMÍA DE l)N DISCURSSJ .
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«Anatomía de un discurso», El Sol, 13-Xll-1918.*
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LA SITUACIÓN POLÍTICA.- PIDIENDO \'ÍA FRANCA . 1
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«La paz y España. Esta hora suprema.nos encuentra desprevenidos»; El Sol, 7-X-1918.* . ~-
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EN EL MOMENTO DE LA PAZ.- Los NUEVOS GOBIERNOS QUE NECESITA EsPAÑA
«La situ:;¡ción política. Pidiendo vía franca», El Sol, 29-XII-1918. * , ' ' ,. : ·l -
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CONFERENCIA
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«Sús impresione!; dela Aigent:ifürn,LaPrensa{Buenos'Aires) 7-XII-1916. «Sus impresiones de la Argentillil•>,•taPrensa (BuenosAir~), 8-XII'-1916. «Conferencia», Hebe (Buenos Aires), V, diciembre, 1918, pp. 311-320. * ,
«En el momento de la paz. Los nuevos gobiernos que necesita Espf!ña», E!Sol,9-X-1918.*.1.1
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UN PROBLEMA DE ORGANIZACIÓN ESPAÑOLA
1919
«La lección de Barcelona: Un problema de organización española», El Sol, 19"lll-1919,*
FRENTE AlA AVALANCHA «Por centésima vez. Frente a la avalancha», ElSol, 13-I-1919.*
EL PROBLEMA AGRARIO ANDALUZ.- UNA CARIA DE DON JOSÉ ORTEGA YGASSET
SOBRE ÉL EsTATUTO REGIONAL >J-
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«ia ponencia de l~~omisión extraparlarnentaria.' Sc;ibre el.estatuto ,regic¡Ilal,>>, El Sol,l 7~1-1919. * . UNA VEZ MÁS .•• :·_, : :". .-. << '¡j «La suspensión de garantías constitucionales. Una vez más .. .>>, El Sol, 18-1-1919.* " .
BUENA OCASIÓN PARA DAR UN PASO FRANCO HACIA OTRA EsPAÑA «El momento presente y los gobiernos del. Rey. Buena ocasión para dar un paso franco hacia otra España», El Sol, 23-1-1919.*
«El problema agrario.andaluz. Una carta de don José Ortega y Gasset», El Sol, 20-lll-1919. * ' .
«Hacia un régimeii'd~ jbstfcÚ1: Ni revolución, ni represión», El So( 26-lll71919.* LA CENSURA NEGRA YlA CENSURA ROJA.- SóLO PEDIMOS LIBERTAD «La censura negra y la censura roja. Sólo pedimos libertad», El Sol, 30-Ill-1919.* UN PARLAMENTO INDUSTRIAL «Obreros y patronos, frente a frente. Un parlamento industrial», El Sol, l-IV-1919.*
BALADA DE BOABDIL lA CHICA «El caso ejemplar de Granada. Balada de Boabdil la Chica», El Sol, 13-II-1919.* ESPAÑA YlA LIGA DENAOONES.-LA ACTITUD REACCIONARIA
DEL CON!'LICTO ACTUAL.-UNA'CARlA YUN COMENlARIO DE]OSÉ ORTEGA y GASSET «Del conflicto actual. Una carta y un comentario de José Ortega y Gasset», El Sol, 21-IV-1919.*
«España y la Uga de Naciones. La actitud reaccionariá», El Sol, 17-Il-1919:f LA ILUSIÓN DE LOS GRANDES PARTIDOS FERIA DE AMBICIONES
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grandes partidos», El Sol, 7-V~1919.* - "'
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«Feria de ambiciones», El Sol, 25-ir-1919.* TARTUFO YCOMPAÑÍA EN 1919, «DICTADURA» ES SINÓNIMO DE «ANARQUÍA».-·-Los PUEB{os NO TOLERAN YA DICTADORES •«En 1919 "Dictadura" es sinónimo de "Anarquía':. Los pueblos.ya no · toleran dictadores»; El Sol,9clll-1919, * ; ._
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TARTUFO, CHAFADO
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«Tartqfo, chafado», El Sol; 2-VI-1919. *
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ANTE EL MOVIMIENTO SOCIAL
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LA POLiTICA INMEDIATA
«La políttca sociaL Los•patrdnos sin política.y la ,inercia: del.Estado. Coment,arios al margen del Congreso patronal», El Sol, 21-X-1919. * «Ante el movimiento social. Previas distinciones», ElSpl,30-X.cl919.~ «Ante-el movimiento social. Coincidencias principales», El Sol, 31-X-1919. * «Ante. el movimiento _so~ial. Disc~epancias radicales>~, E!Sql,2~XI:l919. *
«Hora de liberalismo. La,.política inmediata», El Sol, 4cVl-1919, * DE UN ERROR Y SU CAUSA '.'
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EL EX PRESIDENTE ESCRIBE ...
EsTÉRILES UNIONES
«El liberalismo español. Estériles uniones», f,pSol, 20-Vl~l919.*
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LA FIESTA DE LOS INGENIEROS.-. COMPETENCIA Y f'.OLiTICA . , ... '. '; ,_-_ . -, '
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EN TIEMPO DEL LOCK-OUT.-LO JUSTO Y LO DEMASIADO
«La fiesta de los ingenieros. Competencia y política», El Sol)l-VI-1919.*
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PALABRAS SIN SE~TIIlÓ ! '
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«Ell!Xpn:~ide~t~e!;crib~.,,)», E!Sol, 23cX)~J9;* .:, . «El expresidente escribe ... 11», El Sol, 24-X-1919.*
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«En tiempo del "lock-out". Lo justo y lo demasiada>>, El Sol, 4-XI-1919. * •
LAs SESIONES DE ESTOS DiAs
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AL ENTRAR EN LIZA
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«El momento político. Al entrar en liza», El Sol, 26-Vl-1919.~
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DEMASIADAS HUELGAS. '
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HAsTA EL TUPÉ ...
«La discusión de actas en elcongreso. Hasta el tupé ... », El Sol, 4-Vll-1919;'k 1920
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LA POSTRERA LIBERTAD
«Delmomentopolítico. La postrera
libe~tad», El Sol, B-Vll-1919.*
LA MUERTE DE GALDÓS
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LA CORONA FRENTE A LA CRISIS <·r(1f _./ --~ _i:-- · \
«La muerte de Galdós. España entera llora al maestro», El Sol, 5-1-1920. * .·.
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«El momento político. La Corona frente a la crisis», El Sol, l 7-Vll-1919.
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Los CRÍMENES SOCIALES.- COMENTARIOS A UN DISCURSO
«Los crímenes sociales. Comentarios a un discurso», El Sol, 12-1-1920. *
CORTE Y CORTESIA
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19~vIT-l919. *
Los VIEJOS PARTIDOS SE VAN ...-NUEVO «ALERTA»
«Los viejos partidos se van; .. Ntievo ''alertii"», El Sol,' l9-Vll;l919. *
COMO LOS ARRIEROS DEL CUENTO
«Alrededor de un discurso. Como los arrieros del cuento», El Sol, 1.+n.· '' ·!I •,_, 16-1-1920."·' • •
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LA COLIGACIÓN CONSERVADORA
LA POLEMICA PARlAMENTARIA.- POLÍTICA LIBERAL
«En el hoñzonte político. La coligación conservadora», El Sol, lQ.CV-1920. * «La polémica parlamentaria. La políticaiiberal»\ El Sol; 30-1-192.0. * "
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LA AGITACIÓN OBRERA
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COPLA DE LA RABALERA
«La política delgobi~mó:' fa topÜ delafabaléra»;·-·El Sol;1B-II~l920. * •'
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LA HORA DE HERCULES
ACERCA DE LA LIBERTAD INDUSTRIAL
«La situación político-militar. La hora deHércules», El Sol, 20-llc1920. * "
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«Pleitos periodísticps. Acerca de la libertad industrial. Contestación del 'i señor Ortega y Gassetá"LaÉpoca';,l;El5ál; l9~Vl-1920:*/ '' ' '
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EL MOMENTO ESPANOL.-POLiTICOS Y TÉCNICOS ESPAÑÁY·EuRbPA:L:..:.EUGENlADE'MONTIJO'
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[Sin título], Archivos de Neurobiología, Psicología, Fisiologfa, Neurologí,ay Psiquiatlia, 11,l, ~arzo, .~920, p. L * ..
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UNA CARTA
«Admirable carta de D.JoséOrtega y Gasset», El Sol, 29-Vll-1920. * TODO ES POSIBLE EN ESPAÑA
PASCUA Y CALVARIO
«Sobre la Real orden. Todo es posible en España», El Sol,
«Pascua y calvario», El Sol, 3-IV-1920.*
7-VIÍI~1g20. *
[UN TELEGRAMA]
LA «CRISIS HISTÓRICA» , \' ' ,
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«De la política acniaL La ."crisis histórica"», El Sol, 21-lV-1920. * - -, j
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¿UNA LARGA MÁS?
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«El confuso momento político. ¿Una larga más?», El Sol, 28-lV-1920.* AMAGANDO, PERO NO D'A'NDO · EL SEÑOR DATO SE ENCARGA DEL PODER ' ; . ¡-_,, _, i _::, lJ ._ ,· -· r ¡ _: ( i ( ,
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«La crisis resuelta: El Sn Dato se encarga del poden>, El Sól;4-V~l920.*
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«El discurso del's'eñór La Cierv¡Í. Amagando, pero no dandÓ», El Sol . 9-X-1920:'f,,.:.'.•··" .••'.i• .. ·. ,,::,• · · . ' .,,,,..•:. '
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BmNDJS EN UN BANQUETE EN SU HONOR EN «POMBO»
POLiTJCA SOCIAL.- CONTRA LOS ASEslNOS
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[Sin título]; Ramón Gómez de la Serna, La sagrada aipta de Pombci, tomo II, Madrid'. Imprenta G. Hemándezy Galo Sáez, [1924], pp. 324-328. *
«Pólítica social. Contra los. asesinos», El Sol, 16.-X-1920. * · EL DECRETO EN LA TAQUILLA
PRÓLOGO A OBRAS COMPLETAS, DE SJGMUNDO FREUD
«El momento políticá! El decreto enlataquilla», El Sol,20·:Xc1920. * ·:r POLiTICA DEL DIABLO Y GOBIERNO DE NADIE ' • ' 1 .~
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«Del momento político. Política del dfablo y Gobiem9 de !ladie», El Sol, . . . .•......•.. ·. · . . . .
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PRÓLOGO ALABIBUOTECA.DE IDEAS DEL SIGLO)()(<.
1921 . ,1:
«[Prólogo]», en Catálogo de la Exposición de Gt1Stayo Bacmisas, .Madrid¡ Palacio de Bibliotecas y Museos, 1921. * . Gt1Stavo Bacmisas (1873c1971}.!Exposidón antol.ógica, Se~Ua;.Com1saria General de Exposiciones /Dirección General de Bellas Artes I Ministerio de Educación y Ciencia, 1972. ·
1922
«[Biblioteca de Ideas de!Siglo XX]», en Heinrich Rickert, Ciencia cult11raly. ciencia natural, Madrid, Calpe; 1922, pp.1"2 ..* · « [Prólogo] », en Heinrich Rickert; Ciencia cult11ral y ciencia nat11ral, Madrid, Calpe, 1922, pp. 2-3.* · · •' «[Prólogo] >f, en Max Bom,La teo1ia de latelatividad de Einstein y s11s ftmdamentos físicos: s11 exposición elemental, Madrid, Calpe, 1922,.p. 3. * «[Prólogo]», enjacob von Uexküll, Ideas para 11na concepción biológica del m11ndo, Madrid, Calpe, 1922, p. 3. * «[Prólogo]», en Oswald Spengler, La decadencia•de.Ocdde11te: bosq11ejo de 11na mo1fología de laHisto1ia Universal, vol.1, Madrid, Calpe, 1923, pp. 2-3. «[Prólogo]», en Roberto Bono la, Geomet1ias 110 e11clidia11as, Madrid, Calpe, 1923, pp. 1-3.*
IMPERATIVO DE INTELECTUALIDAD [LA PfilMERA PESETA]
«Imperativo de intelectualidad», Espaiia, 14-I-1922. * , .. IDEAS POLiTICAS EJER.CIOO NORMAL DEL PAR!-f\MENTO. «Ideas políticas. Ejercicio Il9fII1ªl,~el.P~rlament9I», El Sol.,2~-Vl)Q~~:j «Ideas políticas Ejercicio·ñorinal del Parlamento 11», El Sol, 01-VII-1922 . .«Ideas P\llíticas: Ej~rcici9 :r¡.prnW, p~.1'.~~la!1)\!nto Ill» ,cEl SoL 02~VII-1922.* l
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PRÓLOGO A HISTORIA DE IA FlLOSOFiA, DE l
«Pról~go», en ~ar:l.Vodiip.?er, Histo1~a
4: la.Filosofía,
vol. l, ~a~rid Barcelona, Francisco Beltran/ Antomo Lopez, 1922, pp. 5-14. · ·
«[La primera peseta]», en Francisco Gómez Hidalgo; ¿Cómo y cuáildo ·ganó .11sted la p1imerapeseta? Resp11estas de las más pop11lares figuras espm1olas cbittemporánédsj Madrid, Renacimiento, 1922, PP' 11-12.* !1'
ESPAÑA INVERTEBRADA.- BOSQUEJO DE ALGUNOS PENSAMIENTOS H!STÓRICOSr
Espm1a invei1ebrada. Bosi¡uejo de alg11110spe115amientos histó1icos, Madrid, Calpe, 1921.* [En la cubierta: Madrid, La Lectura, 1922].
957 956
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Esptpia invertebrada. Bosquejo de algunos pensamientos histó1icos, Madrid;
SEGUNDA PARTE:
Calpe, 1922'. * [Se señala «Revisada y aumentada»].
LA AUSENCIA DE LOS MEJORES
España invertebrada. Bosquejo de algimos pensamientos históricos, Madrid, .'.Cal¡:iel922'.* ·,
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«Pai;ticularismo y acción.directa. Bosquejo de algunos pensamientos histórii:bs VIyúltimo.'¿No hay hombre5, o no hay masas? Con: .. ··. ., clúsión»; El Sol, 9-ll-1921.* .····· . , , ·'· . «Patolbgía iÍácional l. Imperio de las masas»: E! SÓl; 'FII:.l cJ22. * ·'« PatolÓgía nacional IÍ. Épocas "Kitra¡, y épocas "Ka!Í.''. La'hiagia del "debe ser"», El Sol, 5-llcl922. * «Patología nacional III. Ejemplaridad y docilida'd», El Sol, 23-ll~
España invertebrada. Bosquejo de algunos pe11Samientos histó1icos, Madrid, Revista de Occidente, 1934;* [Se señafa «Cuarta edición», «Revisada y aumentada»]. · · · · .·.' · Espmia invertebrada.'Bosqúejo'de algunos pe11Samiehtos históricos; Madrid, ·Revista de Occidente, 1946. [Se señala «Quinta edición»; «Edición .:•· · ·' limitada»],.,., :n. • E5paña invertebrada. Bosquejo de: algunos pensamientos históricos, Madrid, Revista de Occidente, 1948. [Se señala «Sexta edición»]. España inveitebrada. Bosquejo de algunos pe11Samientós·hist0ricos·, Madrid¡ Revista de Occidente, 1951. [Se señala «Séptima edición»]. Espmia iilvéJtebrada: Bosquejo dealgt11ios pensamientos histó1icos; Madrid, Revista de Occidente; 1:952: [Se señala «Octava edición»]. • .'·: Españainvei:tebradi:i: Bosquejo de·algunospehsmnientos históricos; Madrid, [Se señala' «Novena edición»] .: Revista de Occidente '· 1955. - .- -. - . ..... . Espmia invátebrada: Bosquejo de algul\os pe11Samie11tos histq1i'cos, edición ,de Fianciscojosé Martín, Madrid, Biblioteca Nueva; 2002:' '
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1922.* ··:.. ::,1 ,· ... · · · : ' ·1 ' · · ' · · ' ' , , «Patología naciortiil. La 'ausencia de los ' riiejores" t;>, El Sol, 28. Ill-1922.* ' . .• ., ,--.' .. .; '., ;' ··. ' :;' ··-. ¡ ., ·¡ .,-- ·.; . -_ «Patología nacional. La ausencia de lós "mejores" Il», El Sol, 2-IV'
J.9.2~·-~,.: -_:r:. :,·- ,· :.'f¡_i_'•.·''"fi": ',j,. ·:.,,,,,,:!>.'.:'.;:,.: .-. !-::),;,;'¡¡e::.·;:.¡ «Patología nacional. La ~uset¡cia' delos "mejore,s"III», EJ Sol,: 5-IV1922. * '·'···''·' ", ' ' , . ' ,,, '·".
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'PARTÍCÍJLÁRISMÓY ACQóNDIREcTA '
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«Notas pedagógicas l. Pedagogía y anacronismo», Revista de Pedagogía, 13, 1923, pp. 1-3. *
«Particularismo y acción directa. Bosquejo de algunos pensamientos históricos l. Incorporación y desintegración. Potencia de nacionalización», El Sol, 16-Xll-1920.* . «Particularismo y acción directa. Bosquejo de algunos pensamien" tos históricos ll. ¿Por qué hay separatismo? Tanto monta», El Sol,····'-' · •:19cXlI-192Ú.* i '· ' ' '•' · «Particularismoyacción directá. Bosquejo de algúnospensamien, tos históricos•IIL Particufarismoi>, El Sol, 13~Icl921.~ «P~rticularismo y acción directa. Bosquejo de algunos pensamien" tos históricos IV. Compartimentos estancos. El caso del grupo ·militar»; El Sol, 22"1~192iJ.•.*1 '' · '- : «Particularismo y acción directa V. Bosquejo de algunos pensamientos históricos. Acción directa. Pronunciamientos», El Sol, 2-ll-1921. * «Nación'y ejército», El Sol; 14-XI~l922/' ,·
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958
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. PEDAGOGiA Y ANACRONisMO ,
FE DE ERRATAS
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«Fe de erratas», EL Sol, 2~-IIJ-~923. * -
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CON EINSTEIN EN TOLEDO
' «Con'E~t~in en Tol~do», {~ Nadón (Bu~~o~ Aires)',l5c4~lg23. * «Con Einstein en Toledo», en El tema de nuestro tiempo, .edición de Paulina Garagorri, Madrid¡ Revista de•Occidente, 1976,1pp.195c202. NUEVA FE DE EÍ!RATAS
;; f _·,
959
El tema de nuestro tieinpo. El ocaso de las revoluciones. El sentido históJico de la te01í'a de Einstein, Buenos Aires-México, Espasa-Calpe Ar-
PROPÓSITOS
«Propósitos», Revista de. Occidente, !,julio, 1923, pp. 1-3.*
I~o~ucc1ÓN A U~A ~MÁTÍv¡: '. ¿Q~ 's~N ~OSVALORES?. -1
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«Nuevos hechos nueyf!S ideas. ¿Qué son los yalores? Iniclación en la · :Es~átiva;;~ Rev~tac:le Occidente, IY,° octub~e, 1923, pp. 39-70.* . ; ¡'
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«Sobre la vieja polític~>>, El Sol, 2.7:~lcl9:2,3.* :
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[NOTA A «LO MASCUUNO Y LO FEMENINO», DE JORGE S!MMEL] -
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[Sin título], en Jorge Simn:lel, «Lo masculino y lo femeninó », Revista de •-- - · _ •
Occidente, v; rtovieí:Ilbre, 1923, p. 2:18.'*
EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO_ •. El tema de nuestro tiempo. El ocaso de las revoluciones. _El sentido histq; 1ico de la teo1ia de Ei11Stein, Madrid, Calpe, 1923. *º · •' El tema de nuestro tieinpo,El ocaso, de_l~ rfCVoluciones.El_sentid9 histó•riéo de la tea1ia de Efüstein, Madrid, Revista de Occidente, 1928. [Se señala «Segunda edición»]. · -- • El teina de nuestro tiempo. El ocaso de las revoluciones. El sentido histó1ico de la teo1ia de Ei11Stein, Madrid, Revista de Occidente, 1934.* [Se señala «Tercera edición, revisada»]. _ _ _ El te111a de nuestro tiempo. El ocaso de las revolucióne5. El sentido histólic;_o_ de la teoría de Ei11Stein, Buenos Aires-México, Espasa-CalpeArgentina, 1938. [Se señala «Cuarta edición>>]. _ El tema de nuestro tieinpo. El ocaso de las revoluciones. El sentido histó1ico de la'teoria de Ei11Stein·; BuenosAires~Méxitói Espasa-Calpe Argentina, -: 1939'. > .- .• ·('·-Elteina.c:le 1ii.testro tientpo. El ocaso de las revoluciones: El sentido históc 1ico de la teo1ia de Einstein, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentioa, 1941'. El teina de nuesb1o tie111po. El ocaso de las revoluciones. El sentido histó: rico de la teo!iaae Efüstein, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1942'. El tenia de nuestro iieinpó.:El ciéasb défosrevoluciones; EL sentiqo histó1ico de la teo1ia de Ei11Stein, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1945'.
960
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Hemández Sánchez,- Madrid, Tecnos; 2002:•. ,
un~versita;ia)
SOBRE LA VIEJA POLip(A
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gentina, 1947'.
El tema de·n;1estJv tiempo. El ocaso de las revoluciones. El sentido histó1ico de la teoliaae Ei11Stein, Buenos Aires:México, Espasa-CalpeArgentioa, 1950'. El teina de nuestro tieinpo. El ocaso de las revoluciones. El sentido histó1ico de la te01ia deEinstei1i, Madrid¡ Espasa:Calpe, 1955' .. • El teina de nuestro tieinpo. Prólogo parn alenianes, edición de Domingo «El tema de nuestro tiempo (Una lecclón l», El Sol, 27-XII-1922.* «El tema de nuestro tiempó (Una lección universitaria) 11» El Sol 30-XII-1922.* ' ' «El tema de nuestro tiempo», Nosotros-(Buenos Aires) 164 enero 1923, pp. 251-258.* ' ' ' -~, El Sol, 9-II-1923.* «El teína de nuestro tiempo (Una lección universitaria) VI. Las dos ironía~, o Sócrates y Donjuan», El Sol, 22-III-1923.* «
· -APÉNDICES - - EL OCAsO DE LAS REVOLUCIONES
,!·.'
«El ocaso de las revolucionesLEl alma tradicionalista» .ElSol 7:Vll1923.* ,- ¡ '. '. '. ' ' «El ocaso de las revoluciones 11», El Sol, ll-Vll-1923.* «El ocaso de las revoluciones IIL El espíritu de las revoluciones», ElSol,.13-VIJcl923.:*:• . - ., .. , . . . _ :.,-i_, ., «El ocaso de las revoluciones IY. En Grecia»', El Sol, 17cVllcl923. *
961
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IDEAS POLiTICAS
«Ni contigo ni sin ti, la canción del parlamento» El Sol 29~Vl-1924 * «Disociación necesaria de Parlamento y Gobierno;>, El so'!, 3-VII-1924: * «Ideas pólíticas. El Parlamento: cómo dignificar su función» El Sol 12-VII"l924. * ..... ' '
EL SENTIDO HISTÓRICO DE IATEORÍA DE EINSTEIN'.,
. r1~-0i-i~;~~;as, Las as~mbleas regionales y el caciql,1ismo»., El Sol,
«El sentido histórico de la teóna de larelatiVidad», La Nación (Buenos Aires); 9-IX~,1923, *•'' .•''.,.. «El sentido histórico'de la·teoría'dda relatiViclidll», La NaeióJi (Buenos Aires), 7-X-1923.* J
i; :·1·;
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«Idea~ políticas. El Parl~~ento; Cómo se puetlen tener ~~jores parla-
. rnentatjc;i~·~, El Sol, 19-VII-1924.*, ·.. •. «Ideas políticas», El Sol, 26-VII-1924.*..
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1924w·
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[Sin título], 'enJacquesvon Uexküll, «La biología de la ostra jacobea», Revistcide Occidente; IX, marzo, 1924; P• 297L* · ·
·
EL SENTIDO HISTÓRICO
«El sentido histórico l», El Sol, 10-VII-1924.* .
LAs IDEÁS DE LEÓN FROBENÍÚS" ' ' •
«Las ideas,de,LeónFrobeniús bEtnología. La etnología africana», El Sol, 12-III-1924.* «Las ideas de LeónrFroberiiusm Ideas elementales:y.nacionales. Transmisión y convergencia», El Sol, 26CllI]l924.* '«Las ideas de León Fiobenius'lll.cLos·~ámbitos culturales"», El Sol, 27-III-1924.* ' " «Cultura'yculturas», El Sol, 16cIV~l924."'
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GENERACIÓN CONTRA GENERÁÓÓN
«Genetacióncdntra generación», La Nación (BuenosAi'res),28'-VllC1924. * Los ALEMANES y LO INFRAHUMANO
·'
«Lo~ a1eIIl1Ules y 1ó·infrahurnano», LaNacion (Buen~~ Afn.s}, 3-VIII-1924.*
[NOTA A
«MARC~LO PROUST», DE BENJAMÍN C~MIEUX]
' •.
[Sin título], en Benjamín.Crémieux, «M,arcelo ~ro~st», Revista de Occidente, XIV; agosto, 1924, p.191. . ,. . . . . ;) !
EL DEBER DE LA NUEVA GENERACIÓN ARGENTINA
«El deber de la nueva generación argentina», La Nacióli(Búeno's'Aires), 6~IV-1924.*
«Para dos revistas argentinas Il», La Nación (Buenos Aires), 27"1V-1924. * LA ETNOLOGÍA Y LA HISTORIA: APROPÓSITO DE LAS CONFERENCIAS DE FROBEN!US
DIALOGO SOBRE EL ARTE NUEVO
' «Di!Ílogo ~obre elarte nuevo», El SÓl, l6-X-1924.;¡ . NI ViTALisMo NI RXooNAi.Isi.io · ·
. '.'N .. i Vitalismo ni racionalismo», Reiilsta de Occiddiie XVI ·oé:túbre 1924 ' ' ¡' '' • ' .pp.. 1''16 " .* . .' .' ' ,' ' ! :
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EN MADRID.- EL CARÁCTER ORGÁNICO DE LAS CULTURAS ,; !
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'"--' "«La etnología y Ja historia.' A propósito de las conferencias de Frobenius en Madrid, El carácter orgánico de las clilfüras I»,La Nación (B¡:ienos ·':.. 'Aires), 25-V"l924.* ' 1'' ,
EPiLOGO AL LIBRO DE FRAl\TáséA ABEATRICE
«En un libro sobre Dante», El Sol, 30-VII-1924.*
963 962
1925
«Epílogo», en Victoria Ocampo, De Frnncesca aBeatJice. A través de La Divina Comedia, epílogo de] osé Ortega y Gasset, Madrid, Revista de Ocddente, 1924, pp: 12:;1-173. * JORGE SIMMEl
EL ORIGEN
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«] orge Sihimer»,
DEP~R!!VO DEL Estrno.-· II
'
bu Jorge Simmel, Filosofiá. delá coquéie1ia; Filosófta de ·
LA RESURRECÓóN DE LA MÓNADA . '. .
la moda; Lo masculino y lo femenino, Madrid, Revista de Occidente, 1924,
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VAGUEDADES
«Vaguedades. Sobre todo, que n? se r~forme nada», El Sol, .6,.III,.1925. * «Va~edades. Frenteafrente»,ElSol, 7 ~III-l 925 .* . . · · •. ',«Hacia la refonn.a nacional. A nadie aprovecharía elretomm; El Sol 12;-Ill-1925.* '' '' ' ''' ',, '' ' '
LAS ATLÁNTIDAS
.
Las Atlántidas: con unas figuras del Sudán y. de la China, Madrid, Revistl\ de Occidente, 1924.*
EspiJ:itt¡de !Cl letra. LasAtlántidas. Mirnbeau o El Político, Madrid, Revista
de Occidente, 1936. Las Atlántidas: con unas figuras del Sudán y de la China, BnenosAires¡ Editorial Sudamericana, 1943. [Se señala «Segunda edición»]. ·Las' Atliíntidas: con unas Jfgifras del Sudán y de la China; Buenos• Aires, Editorial Sudamericana, 1951. [Se señala «Tercera edición>>]. «Ideas del tiempo nuevo l», La Nación (Buenos Aires), 25-III-1923. * «Ideas del tiempo nuevo II. Las Atlántidas o de la cultura tartesia», La Nación (Buenos Aires), l~IV-1923.* «Las Atlántidas l. La cultura tartesia», El Sol, 5-IV-1923. * . . , .. , «Las Atlántidas II.Los horizontes en la historia», El Sol, 9~IV-1923. «Las ideas de. LeónF~obeniusL Etnología. La et1}ología africana», El Sol, 12-III-1924.* . . . . .. «Las ideas de León Frobenius lll. Los '.'ámbitos culturales"», El So}, 27-III~l924.* .. . ·... .. .
nos Aires), 6-Vll-1924.* «El sentido histórico 11», El Sol, 25-Vll-1924.*
.
-
ENTREACTO POLÉMICO
«Vaguedades. Entreacto polémico 1», El Sol, lS-III-l 92j, * ' . · • ' ; · •·«Entreacto polémicoII· ·D el realismo enpolitica» . El Sol 18-III-1925 * . «Entreacto polémico 111. No es tanta la prisa», El.Sol, 19-rn-1925.* .
PLEAMAR FILOSÓFICA «Ple.amar filosófico», La Nación (Buenos Aires), 10-V-1925. * LA METAFÍSICA y LEIBNIZ
*.
)\Cu/turayculturas»,ElSo,l, 16-IV-i924.* · .. • , «La Etnología y la Historia: el sentido histórico», La Nación (Bue-
..
«La metafísica y Leibnitz», La Nación (Buehcis Aires), 7-Vl-1925.*
PRoBLEIMsbEL ASPEtro ~liMANo ; .
,.'Par~.~~~ antropol~gfa filosófica. Probl~ir{as· del aspecto·. ~umano» '
La:('Tacwn (Buenos Aires),, 17-yrr,.1 925 ,* . i;
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.
DEL HORROR ALLIBR.O
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·, .!.
«Del horror al libro», El Sol, 15-X-1925.*
965 964
IDEAS SOBRE LA NOVELA
MAURA O LA POLiTICA
«Maura o la politica l», El Sol, 18-Xllolg;2.5. * . «Maura o la politica ll. PÓlítica y magia», El Sol, 19-XII-1925.~ . «.Maura o la p°'lítica Ill.))e~cubrirrü.ento de, las provincias», El Sol, 22-XII-1925.* . «Maura o la política IV. La reforma local», El Sol, 31-XII~l9.25.*.. «Maura o la politica V. Autonomía, descentraUZación», El Sol, 7-I-1926. * «Maura o la politicaVI. La autonomía regi9nal y sus razones>>.,,El Sol, 10-I-1926.* ,,, ', ' ' ' • ' ., ' .. ·' .•.•.• ·: . ,·,. ,, ¡ ¡
[SOBRE LA CRiTICA DE ARTE]
'[Sih titulb], en Juan de fa Encina, Al com~1zar ,Madrid; Publitaciones de la Sociedad de Aftis't~s Ibéricos, 1925, pp. 24~29;* ' ' La deshumanización del cfrtéj'otros 'énsilyos de'estetiéa, edibón de Paulina Garagorri, Madrid, Revista de Occidente, 1956,pp! 71~78.
«Sobre la novela l. Decadencia del género. Autopsia» El Sol 10-XII192'!". * ' ' «Sobre la novela ll. No definir. La novela, género moroso. Función y sl.!staneia>>, El Sol, 12-Xll-1924.* «Sobre la novela lll. Dos teatros», El Sol, 31-Xll-1924. * «Sobre la novela lY. Dostoyewskyy Proust», El Sol, 1-1-1925. * «Sobre la novela V. Acción y contemplación», El Sol, 2-I-1925.* «Sobre la novela VI. La novela como "vida provinciana". Hermetismo», El Sol, 8-1-1925. * «So~~e la n?vela ~~l. L~ no:ela, género tupido. Decadencia y perfecc10n. Ps1cologia 1maginana. Envío», El Sol, 11-1-1925. * «Reflexiones sobre la novela. Novela y lírica. Desde dentro o desde fuera. El efecto de la novela. Luciano Leuwen. La relatividad entre interés Yhorizonte. Hermetismo», La Nación (Buenos Aires), 9-Ill-1925. * EL ARTE EN PRESENTE Y EN PRETER!TO
LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE E IDEAS SOBRE LA NOVELA La deshi11l1anizació1i del arte. Ideas .sobre.fo novela; Madrid; Revista de Occidente,'1925.~ ·
,,, •
·oc
""'.
«El arte en presente y en pretérito l», El Sol, 26-VI-1925.* «El arte en presente y en pretérito Il», El Sol, 27-VI-1925.*
·-.;:,
La deshíurianización del arte. Ideas sobre la novela, Madrid, Revista de . • Occidente, 19282 • Misión de la Universidad. Kant. La deshumanización del arte, Madrid, Revista de Occidente, 1936. Meditaciones del Quijote. La des1mmanización del arte, Buenos AiresMéxico, Espasa-CalpeArgentina, 1942.
LA DEL ARTE . DESHUMAN!ZAOÓN ·:···.
966
.
ÜORGE S!MMEL]
«[Jorge Simmel] »,impreso, [1924].* «] org~ Sim~el>>, en Kant. Hegel. Scheler, edición de Paulina Garagorri, Madrid, ReVISta de Occidente, 1983, pp. 138 .
«La deshumanización del Arte l. Impopularid~d del arte nue.vo», 1 • ·' ". ·' ' '!•J ' · ' '".,', «La deshumanizacifü1 de~ Arte JI. Art.e artistico », El Sol, ,16-1~1924. «La deshumaniZai:ión d~l Arte UI'. uh'ás g"óias' de foriameriblogía. Comienza la deshuma'nizaciori del artéi>;E!'Sol,23clc'.l'924.* · .. «La deshumanización del Arte. Unas gotas de fenomenología, Comienza la deshumanización del arte», El Universal Ilustrado (Mei xico), 28-II-1924.* «La deshumanización delcArte IV. InViiació'n acomprender. Sigue la deshumanización del arte», El Sol, l-II-1924.* ·
El Sol, l-I-1924.* · '' j ·' '
•)'.:··
ANEXOS
*
967
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----.~,
APÉNDICE
SIGLAS
OBRAS Y OBRAS COMPLETAS OI (32)
Obras de José Ortega y GassetI, 1932
o u (32)
Obras de]osé Ortega y Gasset II, 1932
o (36)
Obras de]osé Ortega y GassetII, 1936
0!(43)
Obras de]osé Ortega y Gasset I, 1943
OII (43)
Obras de]osé Ortega y Gasset U, 1943
OC(47)
Obras completas III, 1947.
oc (50)
Obras completas III, 1950
MONOGRAFÍAS
ES! (22 1)
España invertebrada, 1922 (l.ª edición)
ESI (22')
Espaiía invertebrada, 1922 (2. • edición)
ESI (34)
Espmía invertebrada, 1934
TNT(23)
El tema de nuestro tiempo, 1923
TNT (34)
El tema de nuestro tiempo, 1934
971
1918.
Las Atlántidas, 1924
LA (24)
La desluvnanización del arte e ideas sobre Ja novela, 1925
DAISN (25)
EsTAFETA ROMÁNTICA.-UN POETA INDO
«y _~,la~~ sentimos, señora, que sól~.·:~~~ __.~
Pág. 62, line.a 32 ES (3 7II-18)
OTROS TEXTOS HF (22)
Karl Vorlander, Historia de la Filoso.fta, 1922
SCP (24)
Ramón Gómez de la Serna, La sagrada c1ipta dePombo, 1924 - '''
.
Pág. 63, líneas 6-7 ES (3 7II-18) ,·--)
. BRINDIS
Sigmund Freud, Obras complet~, 1922.
OCSF (22)
.
«...y el llanto del rriño que llevamos dentro. Cuando ... » <<.- •• y el llanto del niño que dentro llevamos. Cuando,,.» '' '. ' ':'. .
EN i.A RESTA DELARMISTICIO DE 1918
·i _;_
DFAB (24)
Victoria Qcampo, De Francesca a Beat1ice, 1924 'l!'
Pág. 150, línea 23 ES (19-XI-18)
PUBLICACIONES PERIÓDICAS ES
';E1SoJ!
LN
La Nación (Buenos Aires)·
RO
Revista de Occidenti:
¡·:¡,:_·-;·
972
«Los años que vienen, van a demostrarlo. Como el resto de ... » «Los añas·que vienen, van a demostrarlo. (Muy bien, muy bien). Como el resto de ... »
¡Pág. 150, línea 28 ES (19-XI-18)
«.. .la liara deljúbilo, del aplauso y del perdón.» «.. .la hora del júbilo, del aplauso y del perdón. (Muy bien, muy bien).»
Pág: 151, líneas 9-10 ES (19-XI-18)
((y eso es laque ha pasado.))
Pág. 151, linea 22 ES (19-XI-18)
«... cada vez más perfecto y más noble.» «... cada vez máS perfecto y máS noble. (Grandes aplausos).»
Pág. 151, líneas 27-28 ES (19-XI-18)
« ... maestra de la vida risueña.»
Pág. 151, líneas 32-33 ES (19-XI-18)
«.. .las estrellas por el cielo:» «.. .las estrellas por el cielo. (Gran ovación).»
Pág. 151, líneas 37-38 ES (19-XI-18)
«... has querido que con ella selle el porvenir.»· «... has querido que con ella selle el porvenir. (Nueva ovación).»
«Y eso es lo que ha pasado. (Muy bien, muy bien).»
«... maestra de la vida risueña. (Grandes aplausos).»
973
-·
Pág. 152, linea 15 ES (19-XI-18)
«... el idéal d~ los que la vencieron.» «... el ideal de los que la vencieron. (Enorme ovación).»
Pág. 153, línea 31 ES (19-XI-lB)
·« .. .!ajusticia a la fuerza.» · «.. .!ajusticia a la fuerza. (Enorme ovación).»
Pág. 154, lineas 3-4 ES (19-Xl-IB) •'' ..
Pág. 401, linea 15 HF (22)
··~~'
..
_____ ,
______
«... últimos aftas del siglo XIX:»· «... últimos años del XIX:»
. BRINDIS EN UN BANQUETE EN SU HONOR EN «POMBO»
des aplausos):»
Pág. 405, línea 1 SCP (24)
«Cnand() y6' tenía'di6' años .. .>> ··' «Amigos míos: Cuando yo te~ía diez años .. .>>
·;;:,' .: ·' ,, --, - ··:r'
- .. : _,,;
L ·
Pág.154, lineas 11-12 ES (19-Xl-lB)
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- :. _-_: - ~-~l
'« ... que eh Ja h1Stona naciente esta centenana Espana dé un retoño inmortal.» «... que en la historia naciente esta centenaria España ' dé ;,n retóño irimortai. (La ovación que se tributa al orador es inenarrable).»
't.
1920
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Pág. 405, líneas 19-21
· · «. .'.}' cornÚnica coll. fas demás al través de ésta como ' altravéSde nn m\lro:Oyen mutuam~nte Ia5 voces ... » «.:.y cbinmrlcá ton la;¡ demás a través de nn muro. Se
SCP (24)
oyen mutuamente las voces ... >>
Pág. 406, línea 20 SCP (24)
«... el más filisteó y más i¡radicional...» «... el más filisteo y el más ti-~dicional...»
._,,' FREUD -' .D~: SJ~MUNDO .
PRÓLOGO A, ÜBAAs coMÉ>Ll:ms ~
. ',;;r_,
Pág. 350, líneas 4-5 ES (13-Vll-20)
«... conq~i!;tó a Fra~cia en la persona del Emperador.. .>> «... conquistó a f'rancia en la persona de su Emperador.~.»
Pág. 351, lineas 13.-14 .. ES (-13-Vll-20)
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1~.-.'.s~'de~idÍÓ a ~~m~r en serio ...
Pág. 410, líneas 29-30
«... y ampliar la psicoanálisis a los genios del pretérito ... »-. «...y aplicar la psicoanálisis a los genios del pretérito ... »
Pág. 41 O, línea 33 OCSF (22)
'; 1922
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Rág. 4o9, línea 2? -· · O(:SF (22)
OCSF(22)
<(;··II1:ªneras de alegria; contra ... » . .. .~( ... man~r~s. c;l~ .~l~g~p.cia: contra ... »
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~c ... s~ r~o1Y.ió- ~;t~~ar en serio ... »
«....se va viendo ,en él. el ingenioso edificio .. .>> -
«...se va viendo en él aparecer el ingenioso edificio .. .>>
PRÓLOGO A HISTORIA DE LA FIW5DFIA, DE KARL Voru.ANDER;'
Pág. 399,líneas 34-35 • · · HF{22}" ,,
974
«...no tienen nada de misteriosos .. :» '<< ...no tienentampoconadademisteriosbs .. .>>,
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975
Pág. 438, nota 2
ESPAÑA INVERTEBRADA:-BosQUEJO DE ALGUNOS PENSAMIENTOS HISTÓRICOS
PRóLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
.
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ESI (34) Texto no.incluido en O I (32).
Págs. 423-427
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o (36), 01(43)
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«... no me pareció il!cito que quedasen sucintamente ind.icadas en unos cuantos pliegos depap~1.» · . · ,;,·.:no me pareció. il!cito quedasen sucintamente indicad~ .;,uno~ dia~1t~s pliegos de papel.» .. . · .
Pág. 423, Úneas 18-19 .
ESI (22'), O 1(32),.
o (36), o I (43) PRIMERA PARTE
' PAATioJURrSMO YACOÓN DIRECTA
ES (16-Xll-20), ESI (22 1)
«Los juicios sobre gruposytendencias de la actualidad española ~ue én él van insertos no han de tomarse como actitudes de nn combatiente.» «Losjuicio,s sobre grupos y tendenci~s ~efaactuali~ dád e5pañola que en su segunda parte van msertos ~~ hari C!e'tornarsehimo actitudes de un combatiente:»
Pág. 435, líneas 18-20.
ES (16-XII-20)
l. INCORPORACIÓN Y DESINTEGRACIÓN
Pág. 437, líneas 11-12
'Pág. 438, líneas.26-27, ES(l6-XII-20)
: tes dejan desertníseras.»
..
....-.
«Roma somete las Galias; esto no quiere decir que los galos dejen de sentirse como una entidad social dis, tinta de· Roma, y que se.disuelvan en una gigantesca masáhomogénea, llamada Imperio romano. r-¡o; la cohesión gala perdura, pero ... »
ES (16-XII-20)
«Roma somete Germania; esto no quiere decir que
los germanos dejen de sentirse como una entidad soda! distinta de Roma, y que se disuelvan en una gigantesca masa homogénea, llamada Imperio romano. No; la. cohesión germana perdura, pero ... », · ~ • i
ingentes dejan de ser míseras.» Pág. 438, línea 2, nota
Nota al pie no incluida en ES (16-XII-20).
Pág. 438, líneas 10-11
«... todo dependerá de que poseamos una noción clara de lo que es la incorporación.» «.. ,todo dependerá de que poseamos una noción. clara sobre lo que es la incorporación.»
ES (16-XII-20)
976
«Ya esta primera escena de la incorporación roma-
na excluye la imagen de dilatación.» . «Ya este primer fenómeno claro de la incorporación romana excluye la imagen de dilatación.»
Pág. 439, líneas 24-27
«... contraerse en unas ruinas, que no por ser ingen:-.- ~¡ ... contraerse en unas míseras ruinas, que nb por ser
«En mi estudio,. aún no recogido en volumen, El Estado, la juventud y el Carnaval, expongo la situación actual de las investigaciones etnográficas sobre el ori, gen dela sociedad ciVil. [... ] contra el Estado. (Recogido posteriortnente con el título El 01igen deportivo del Estado (1924), en el.tomo U de estas Obras completas).» «En mi estudio, aún no recogido en volumen, El Estado, la juventud y el Carnaval, expongo la situación actual de las investigaciones etnográficas sobre el origen dela sociedad civil. [i .. ] contra el Estado. (Recogido posteriormente, con el título El origen depo1tivo del Estado, en el tomo de El Espectado1; 1924).» «En·rni estudio; áún no recogido en volumen, El Estado, lajuventud y el Carnaval, expongo la situación actual de las investigaciones etnográficas sobre el origen de la sociedad ciVil. [... ] contra el Estado.» «Al presente estudio seguirá otro sobre'E!Estado, la juventud y el carnaval, donde expongo la situación actual de las investigaciones etnográficas sobre el origen de la sociedad civil.[ ... ] contra el Estado.»
Pág. 440, líneas 4-7
«Pero la frase de Mommsen es incompleta. La historia de una.nación,no es'sólo la de su período· formativo y ascendente; es también la historia de sn decadencia.
977
y si aquéll~ consistía en reconstruir las lineas de uria progresiva incorporaeión, ésta describirá ... » «Lirfrase de Mommsen es incompleta. La historia deuiuinaciónn6 es sólo la de su periodo formativo y ascendente; es también la historia de su decaden-
ES (16-Xll-20)
Pág. 442, linea 23, nota
Nota al pie no inclúida en ES (16-Xll-20).
. Pág. 442, líneas 25-28
«No es el ayer, el pretérito, el haber tradicional, lo decisivo para qUe Una nación exista. Esté'e¡rro'r na·ce~
como ya he indicado, de buscar eiil~ familia, en ia éo' munidad nativa, previa, arlc'e5tral, enelpasado,'en suma, el origen del Estado.» . «No es' el ayer, elptetérito, la tradición',lcrdecisivo ' para una nación.: ESie error nace, corr!o he indicado, de buscar en la familia, en la comunidad nativa,
cia.:Y si aqúélla consistía en una incorporación, ésta
describirá.,.» "
_,, ES! (22 1)
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. 2 ..P,OTENCIADE NACÍONAllZAOÓN
,., Pág. 441, lineas 17-19
previa, ancestral, ~n el pretérito, en suma~ el origen ,
«c.·.haciala fuerza; sin ella no habría habido uáda de lo que más'nos importa en el pasado, y si la exclui~ , '· .. mas del poi-Venir sólo podremos imaginar una humanidad caótica;»• <1 .. :hacia la fuerza; sin ella no habría habido nada de . lo que más nos importa en el pasado, y sin ella, el por., venir seria la pesadilla de lo caótico.»
, r>':
ES (16cX!l-20)
del Estado.» «No es el ayer, el pretérito, la tradición, lo decisivo para rnan ació~ .. Este error nace, corno Y.ª h:e indica0 'd(), d~ Í:i\.isc'.ar eh la familia, en lá é~riiúnidad riatlva, pfevi~, áncestral, el ~rigen del Estado.,.
...
«Mas el Imperio tártaro dura cuanto la vida del he. rrrero que lo lañó carie! hierro de su espada; la obra
Pág. 442, lineas 6-8 r,·,;
ES (16-Xll-20)
ES (16-Xll-20)
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ES1(22')
~cEn.-toda-auté:n'tica incorporación, la fuerza tiene un ·,carácter adj étivo; Lapo tencia verdaderamente sus;' taritiva que impulsa y nutre el proceso es siempre un
ES (16~Xll-20), ES! (221)
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. ': ES! (221)
978
.dogma nacional::.» ... «En toda·auténticá incorporación, la fuerza repre' senta'un papel adjetivo. La potencia verdaderamen. te sustantiva que impulsa y nutre el proceso es siem•pre un dogma nacional...» r '«Entada verdadera iricorporación, la fuerza tiene un carácter un adjetivo: la potencia sustantiva consiste sienipre en.un dogriia nacional. . .>~ : t! J!;.;~ ·--'~'"'i
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O I (32)
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Pág. 443, linea 6-Pág. 445, línea 6 Pág.445, líneas 7-8.
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Pág. 443, lfrieas 3-5
César, en cambio ... »
Pág.•44 2, líneas 9-11 '
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<1 ... c~mo,sometida: Vano fuera elintent9 de ven~<" tales ~ériwras ct\nla persuasión qu~ einan~ de los razonJmientos. Contra ellas sólo es eficaz el poder de la fuerza, la gran cirUgía histórica.» ·'« ... como.sometida. Nada de eso~ horido,histórica·,~e~te,. ni.siqµi~r~ h~rnanarnehte; son~-º p,atológico del hombre, lo~ estorbos para la historiá. Contra ello sólo es eficaz el poder de la fuerza, la gran cirugía política. Desde estos pensamientos, como desde un ob.~ervatorio, ·mire111ps ahora a la lejanía de una p~rs, pectiva,casi astronómica el presente d\!, ESpaña,» 1(. .. C~m~ s~~etida. Vano fuera el intento de v~ncer . tales ré111oras ~on la persuasión .c¡11e emana de_los razonamient9,~. Contra ellas sólo es eficaz el poder de l.a fuerza, la gran cirugía histórica .. Desde i;stos pensamientos, corno desde un.~bserva~qrio,;~irernos ahora a la lejanía de una perspectiva casi astronómica el presente de ESpaña.» :, Texto no incluido en ES (16-XIl-20), ES! (221), O I (32).
· Texto,no incluido en ES (l 4-XI-22). ·
979
.3. ¿Po~ QUÉ HAY SEPARATISMO?
Pág. 450, línea 12 ES (19-Xll"ÍO), E~! (22'),
'~ ·,·/!i -
. ·::l ,- '
'..... ~xtra)do de la nada ... » ., <<.,:i~yei;i~a4o,_por!4ecirlo así, "anihilo"···?>
Pág.,!146, linea7 ·
E?, q9.-X1I~2())¡ ]OS~ (~2'),' OI (32) ; ' ' .. ,, "
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P.a.:g. '..':B~,lirl~~ 23,-25. '
/'.como u~id~al ~qtÍema de algo realizable, un proye~ib ,inc!iádbr ~~ ~?,untades, un ma~ana imagina-
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.·· 'no' cá]Jaz de disciplinar el hoy y de on~ntarlo ... » ES (l 9-Xll-2 0), ESl (22 ,~ . « .. coi;no u~a idea, abstracta de algo reahzal¡le, un P~'.1; dú32), b (36)' O 1 (43) y~i:fo incitador de v,oluntades, un mafiaiiá imáginario c~pai de cllié:iplinar el hoy... » . · ··· ·· ·
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ES (19-XII~:ÚJ), ES! c22 o 1 (32), o (36), o 1 (43)
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Pág. 4S i, líh'~as 4-5, ES (19-Xll-20), ESI (22', 22'), O 1 (32),. o (36), o 1 (43)' .
' este,rey..-,;; -
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«Estahe~~sicla'.d, ~~te rey la ha conocido y usado
bien... »
.
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~<_.-;J~~ih~ory-oració~ nacional fue aumentando o no
~ufriÓ quebrahto.»
«.. Ja incorporación nacional no sufrió quebranto.»
'Pág. 451, línea 6 ES! (22')
estos años ... » «... durante estos últimos años ... »
Pág. 451, línea 8 ES (19-XII-20)
(( ... comienzo de. ~te: capítulo ... »
,{En el capítulo anterior... » " «Eii'uii'éapítllló anterior... » ·«En el'ártíC:ulo anterior... »
linea
Pág. 449, 23 ES1(22i) •· ES (19-XlT"20)
. «Esta necesidad ha sido conocida y bien usada por
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ES (19~XrÍ-iO)
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Pág. 449,.líneas 7-8 ,.,
España ... » ·. , . ,..,. . .· ·' ·•··· «Con tal mótivo resume la táctica de Fethahtlo de España ... »
Pág. 450, lineas 27~is
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4. TANTOMPNV.
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ESI (221 )
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«Con e5te motivo resume la táctica deFeroando de
., r: ·-"'~c~p'_ q~-~-.-~P~a~-~ª--~~cir... )>
ios.~w,-x,r1~20) ' 1 - ., ! ' • •
Pág. 45b, líneas 18" 19
:;.:;:'
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'O 1 (32), o (36), b 1 (43)
«Maquiavelismo es principalmente el comeritario in, telechlal.~.» · «Maq~_iaV~lisin6 'es puramente el comentario intelectu'aL: ,( ·
(< ••• durante
5. PARTICULARISMO
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• ' . • i<~!:qü~ habíamos fonuado contemplando la hist:oc ''·ria'deRoína'.:.»·" ·· ES·(l9cXU"20): ESl (22'),'. ' '. «...que emanáya de la historia de Roma ... »
Pág: 449; líheas 26127 ¡,
.,.,,,.
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OI (32); 0'(36), O 1(43) '• -.--··-,
Pág. 449, líneas 33-34 ES (19-Xll-20) 1
' «... cie ernbajádor florentino a nuestra ... » «... de embajador florentín a nuestra: .. ».
¡ ,_,; .r-s.~:
Pág. 450, líneas 8-9 ES (19-Xll-20)
. ' «... ni
co~oció mejor~! do~trin~l íntimo de las cantil
Herias ... » · . ·. . . , , , ?'«::.nicorioció mejorlá tradición de las cancillérias,:.»
Pág. 452, líneas 17-20..
<.,:.sus pupilas intensas y avizoras habituadas•al ritmo genuina! de la flora genuánica, quedan sorpren' · didas por el allegro de la vegetación meridiónal, y al choque de la nueva intuición descubre la ley botá. nica de la metamorfosis ... » ES! (22'); O 1 (32), O (36), · «;.;sus pupilas intensas y avizoras habituadas al rito 1(43) mo genuina! de la flora genuánica, quedan sorpren. didas pdr el andante de la vegetación meridiónal.Y • descubren la ley botánica de la metamorfosis ... »
981 980
«.,.sus pupilas azules y avizoras habituadas. al ritmo germinal de I~ Hora g~rmánica, quedan sorprendidas por el andante de la vegetación meridional, Y descu¡ breffla ley botánica de la metamorfosis ... »,
ESC13+21).
Pág, 454, lineas 26-27. ES (j.9-Xllc20), ESl q2 1, . 22.1), C:Íl (32)
«... a los. demás núcleos nacional!!?, queda,ést~ aban,. . . . · d~nado ... » «... a los demás núcleos nacionales, queda abandona,. · ~ado.'..»' «El hombre condenado a vivir con una mujer a quie11 no. a~~·~i~nt~las caTicias de éSta Como Un iITiú{D.te roce de cadenas. As{aquel sentimientp de ,opr5ión1 injustificádo en cuanto pre'tende ... » . ' . . . ' «El hombre condenado a vivir con una mujer que no ama siente las caricias de ésta como un irritante roce de cadenas. Así, aquel sentimiento de Ópresión, 'absurdo en cuanto pretende ... »
Pág. 454, n9lf
ES (13+21)
«Han hecho todo lo contrarió: Mm\arquí
Pág. 456, lineas 15-16
{
6.
· Pág, 458, lineas 6·-7
«... cada·cual con su peculiaratmósfera, con sus principios, intereses y hábitos sentimentales ... » «; .. cada cual con su peculiar atmósfera, principios, . intereses y.hábitos sentimentales ... »
ES (22,.I-21)
Pág. 459, lineas 8-10 .
«...y.tienen modos y aun manías gremiales que deben ser eriparte tolerados o, cuando menos, conocidos.» « ...y como ella tienen modos y aun manías gremiales que deben ser en parte tolerados y, cuando menos, conocidos.»,
ES1(22 1)
ES (22-1-21)
"·'·Y tienen módosy aun manías gremiales que deben ser en parte tolerados y, cuando menos, conocidos.»
Pág. 459, nota
«Imagínese el entusiasmo con que el pueblo alemán habrá visto al gremio glorioso de sus químicos destacarse de la humilde oscuridad ... » «lmag!nese el.entusiasmo con que'elpueblo alemán habrá visto enlas•horas crueles destacarse al gremio glorioso de sus· químicos, de la humilde oscuridad... »
ES (22-1-21), ES! (22')
han obstinado ... » «Han hecho todo lo contrario: Se han obstinado .... »
Pág. 457, lineas 6-7
«Desde hace mucho tiempo, mucho, siglos, pretende el Poder... » .. ·«Desde hace mucho tiempo, muchos siglos, pretende el Poder... »
01 (32
Pág. 457, linea 15 ES (13-1-21) Pág: 457;líneas 16'17
Pág. 457, lineas 20-21
ES!(l3,.l,.21)
:l 1
J
.
ES (13,.1-21), ESl (22 1), O l (32), O (36), O l ( 43)
982
COMPARTIMENTOS ESTANCOS
Pág. 460, linea 11 ES (22-!c21)
>1•:.
· · «.:.y asegura las decisivas y salvadoras reacciones,» «...yasegura las decisivas salvaciones.»
7.·EL CASO DEL GRUPO MILITAR
Págd63, lineas 15-16 ES (22-1-21) , Pág. 463, líneas 24-25 ES (22-1-21), ESl (22 1),
o l (32) Pág. 464, linea 9, nota ·
«... menos porosa.al ambiente de la sociedad circundante... » «... merios porosa socialmente ... >~ « ... bastó para que despertase el espíritu gremial de nuestro Ejército ... ». « ... bastó para que despertase el espíritu profesional de nuestro Ejército ... » Nota al pie noincluida en ES (22C!-21), ESI{22', 22'), O l (32), O (36), O l (43).
983 :1
8. Acc1óN DIRECTA
ES(2-U-21) Pág. 466, línea 29 ES (2-Uc21)
•« .. :órgano de la convivencia nacional.demostrativo deirato y acuerdo entre iguales ... » .. «.;;órgano de la cortvivencia nacional fun impera" · tivo de trato y acuerdo entre iguales ... »
1
ESI (22') ES (2-U-21), ESI (22 1), o l (32)
' « ...p .ir~ [fue s'eári'f~cu_hdas ciertas eliminaciones ejem-
> >i
plares''.:; · ; r •·
·
1_S~TI. }i~"g¡.~b_'th()~~i·en~o de selección, España no podrá
:~r~~-p~~ segit_i-0.11
«Quítése a esto cuanto tiene de esquematisnio con' · ceptual propio de una teoría ... » ·«Quítese a este pensamiento cuanto tiene deésque~ matismo conceptual propio a una teoría ... » «Quítese a esto cuaoto tiene de claridad conceptual propia de una teoría;;.>> '::
Pág. 467, !mea 14
Ng. 470, línea 22
.
r;_·i
i. ¿No i'.J.Y rioMBRES bNó HAY MASAS? ,-:-
9. PRONúNCIAM!ENTOS ,:,,
Pág, 469, líneas 9-11
ES-(2-II-21), ESI (22!), · o 1(32), o (36), o 1(43)
«... que.estas páginas ensayan sise entendieia'quefü inquietud particularista descrita en ellas ha engendrado¡unambiente de feroz lucha entre unas clases y otras. ¡Ojalá que .. .>> «:.. que estos artículos ensayan si se entendie:ra.qué el régimen de particularismo por mfdestrito comó un ambiente de feroz lucha entre unas clases y otras. Parecerá vana sutileza, pero considero esencial no confundirla disociación particularista con el temperamento belicoso. ¡Ojalá que .. .>>
Pág. 469, líneas 12-15 ... , i ·
984
«Por desgracia, acontece lo contrario.
Es'suficientementé notorio ... » · > ·""·el del combatiente y el del victorioso ... » .
Pág.• •477, •líne¡;.' Ú-2:Í • • - •1 '
'
10s·c9,ri-21), Esr ci:i.i. 2:2'), 01(32)
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.. ,"ÚÜh~~b_re n~ es n~nca eficaz por sus cualidades · individ11aies ... ,. . 1• .'
Pág., 478, Im~~ 3fi ES (\l-II"21)
. ''
1 ;_.; ~,:-.
~<_.:··~~tirqq~-~·: :';H;9:y;_no hay masas".»
985
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petuamente,hemos descuidado su cultivo. ¿Cómo c9n7 vencer a un pueblo .e".\ero de que es poco inteligent~ y eje qlle no se s.alvará mientras no se convenza de ello? • No sé~é yo qriien°tenga la avilantez de intentarlo'. ' Concluyo, pues, esto~ estudios sobre la hora presenl:' d~ Es[Jañ~ ~º)1 tres sencillas observaciones: · Primera, Uµ pueblo vive de lo mismo que le dio la vida: la aspiración. P~ra mantenerlo unido es preciso tener siempre ante sus ojos un proyecto sugestivo d~ vid~ en f PI'fl~n; ~ólo grandes, audaces empresas déspiertan ló~ profm¡dos instintos vitales de las gran':·''.' ; >; '.' .1 dés masas humanas. No el pasado, sino el futuro; no la tradición, sino el afán. Segunda. Esas grandes empresas no pueden hoy, por lo pronto, collsisí:ir más que en una gigantesca, dinámica reforma de la vida interior de España orientada hacia un destino int~rnacional: la unificación ~iri~ tual de los pueblos de habla española. ~aña tiene qu~ volver al crisol'de una reforma omnímoda que, .fui:idierido sus partes, toin e a unirlas. Reforma y América'. Terrlera: Nada de e,/¿ se puede iniciar sin convencemoJ antes de que. en ~aña hoy, como sie,mpre, es reduci~ élísiri:io'el nlimero de hombres bien dbladó5,'si no e.5 si~ tuado' cada clial eri el puesto donde mayor réndiJniento pueda dar, todo será en vano. Culto al hombre selecto. ,1,.
·---.:
José ORTEGA Y GASSET.» !:¡)'
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2. lMPER101JElAS MASAS , i;.
·. ; ,'¡j ¡·,,¡;
. ¡:1JIT
Pág. 480; líneas 27-28 , ES (4-1F22), ES1{22'), 01{32);0 (36), 01(43)
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·
.. ,3. ÉPOCAS KrrRA Y ÉPOcAs KAu
«Las 'ideas de aristocracia y masa han de encontrarse referidai a todas las formas ... » · «Lás ideas de aristocracia y masa han de entenderse referidas a todas las formas ... »
Pág. 484; lineas T0-11 · ES (5-ll"22), • ' ESl (22', 222, 34), 0(36); 01(43) '
il
l'ág. 484,líriea25, rtbta
· No'tá al pie no incluida en ES (5-ll-22), ES! (22'), O I (32); O (36), O l (43).
Pág: 484, líneas 26-2 7
ES (5~ll-22), ESI (22 1) 01 (32); o (36), o l (43) i
· <1A fos hombres tle i:tna época Kali, como es la nues~
'
Pág. 484; lineas 35-36 · ·
i
- tra, les irrita~ .. )> ~c.-..una ·contextura
esencial a toda sociedad, con-
sistente en tln sistema jerárquico de funciones colectivas.>>'
ES (5éll"22), ESI Cl21), 01(32) ' ! ,,.
· .. ·•c:hma contextura esencial a toda sociedad, consis: tente en un sistema de funciones colectivas dé varia" do rango.»
Pág. 484, linea 37"Pág. 485, «El otro elemento que, infiltrándose en el primero, linea 1 forma el concepto de casta, proviene del criterio para distinguir qué individuos deben ejercer esas diferen. tes funciones!.fi!'ilildo ... » ES (5-ll-22), ES! (22 1), «El otro elemento que, infiltrándose en el primero, Of(32}.'" .:: .. forma el concepto de casta, es la cuestión de cómo distinguiremos los individuos que debeµ ejercer esas diferenlesfonciones. El indo ... »
4. LA MAGIA DEL «DEBE SER» Pág. 481','.linea3, nota PÍíg: 481; líneá 116 ES (4-11-22)'
986
'Nota al pie no incluida en ES (4-ll-22). · «En el capitulo anterior he aludido ... » ' «Alguna vez he aludido ... »
Pág. 486, lineas 12-15
· «... abandonando el intelecto a su puro movimiento dialéctico, construyamos more geomel:Jico un cuerpo
987
ES (5-II-22), ESI (22 1), o 1(32)
Pág. 486, nota
ESI (22', 34), O (36), 01 (43)
ES (5-II-22), ESI (22'), 01(32)
social exento de cuanto nos parece vicio y dotado de :perfecciones formales análogas a las que tienen un po]igono o un dodecaedro ... » «... abandonando nuestro intelecto a su puro movimiento dialéctic.o,.~qnstruyamos more geometric~ U!} . cuerpo social dotado de todas las perfe~ciones formales que. tienen un polígono o un dodecaedro .... »
y
«Véase sobre psicología infantil mi ensayo Biología Pedagogía, publicado en el tomo tercero de El Espec.tador (en el.tomo II de estas. Opras completas). Allí ·muestro; como característica dela infancia, una genial ceguera para cuanto hay de vicioso y desagradable en la realidad, de.modo que sólo percibe sus por7 ciones gratas.y amables.» «Véase sobre psicología infantil mi ensayo Biologíay Pedagogía, publicado en el tomo tercero de El Espec~ tador. Allí muestro, como característica de la infancia, una genial ceguera para cuanto hay de vicioso y de~ sagradable en Ja, realidad, de modo que sólo percibe sus porciones gratas y amables.» «Véase sobre psicología infantil mi ensayo Biología y Pedagogía; publicado en el tom.o tercero de El Espec~
«Con la moral y el derecho solos nos~ llega ... » . «.Con la moral y el derecho no se llega ... »
Pág. 487, linea 40 ES (5-II-22), ESI (22'), 01 (32) Pág. 488, líne~ 1-2 ES(5-II-22),ES1 (22'), o 1 (32)
«... otras.calidades más perentorias ... » «... otras cualidades más perentorias ... »
Pág. 488, lineas 14-16 .
«..•"llega aser lo que eres". Seamos en perfección lo que imperfectamente somos por naturaleza. Sisabemos mirarla; toda realidad nos enseñará su defecto}' su norma', su•pecado y su deber.»
ES (5-ll-22), ESl (22 1), o l (32)
5. EJEMPLARIDAD Y SOUDARIDAD
Pág. 490, líneas '1-2 ' ES (23-II-22)
ES (5-Il-22), ESI (22'),. o l (32) Pág. 487,lineas 6-29 Pág. 487, linea 36 ES (5-II-22), ESl (22'),
«...no basta que una cosa se nos antoje deseable para que !osea en verdad.» . «...no basta que una cosa se nos antoje deseable para que se~ la más deseable.» Texto nofocluido en ES (5-II-22), ESl (22'), O 1(32)¡ · <1 ... de ésta: Toda recta sentencia sobre ... » «... de ésta. Por lo tanto, toda sentencia sobre ... »
o l (32) Pág. 487, linea 38 ES (5-II-22), ESl (22'), 01 (32),
988
eri
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Pág. 491, linea 4
«... aluden patéticamente a personas sublimes, dotadas de.:.» ES (23~II-22), ESI (22 1, 22'), «.~.aluden patéticamente a personajes sublimes, .do6~ (32) . . . . ados de .....». t'
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Pág. 491, lineas 36-37 ': ' , ' :·,._-¡ '
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«... el prestigj.o de la autoridad ,dll[~rá l(J que dur,e el
· · recuerdo de las personas que la ejercieron:» ES (2~-II;2.2l, ESI ci2\22'), «;.,él Pr~stigio de la autoridad,durará]o que dure el O l (32); O (36), O l (43) ,rec!uerdo delasper~oÍias ejem¡:Í!ár~ que la ejerderon.» ' :- '' _,·_,'
Pág. 492, lineas 1-2 «Por lo tanto, desde el punto de vista "ético" ... » «Desde el punto de vista ético ... »
«... aquel gesto, de pronunciar aquella palabra, de vibrar pareja emoción. No ... » "·:'.aquel'gesto, dé pronunciar aquella pa)~bi;a, de pensar ideas como aquélla, de vibrar en páreja emoción.
No ...»>
tadorn Pág. 486, líneas 17-18
"llega a ser lo quii'eresn .>>
ES {23-II-22), ESI (22 1), o r c32J, o C36), ore43l
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.«Tod~s ,las
de'!lás formas de sociedad, tan comple. ,j~s.~v~cesy.de ~nllit¡rincada anatomía, ~uponen .. :,; ,., J
989
..... de algún personaje ruin e inferior que se pone al servicio de los instintos multitudinarios. El dato que mejor... » «... de algún personaje ruin e inferior. • El dato quemejór.,.»_ · Nota al pie noinduida en ES (23-II-22), ES! (22 1), O I (32), O (36), O I (43).
Pág. 493, lineas 20-23
ES (23-II-22), ES! (22'), O I (32), O (36), 01 (43) Pág. 493, línea 26, nota
Pág •.496, línea 22, nota .
Nota al pie no incluida en ES (28,III7!-2),,ESI (22 1), OI (32), Q (36), O I (43). ·.
Pág. 496, lirieas 24.-25
!',.,paree.e lógico b.usc~r el principio decisivo que las diferencia ~n;l~ b~.s~ a_utóctona, de modo ... »
ES (28-III,22),ESI'(221), O I (32) •·
«;;;parece lógico buscar el priricipio de·diferencia~ ción eritre ellas en la base autóctona ... »
.
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....Ja a1istofobia ti odio a los mejores.» «c:Ja aristofobia u odio a los mejores. •;; Hablemos;pues, otro día de la aniquilación de los mee :. jores;.que; desde.hace siglos, España metódicamente ejecµta.»
Pag; .493;·línea 29 ES (23-Ilc22)
6. LA AUSENCIA DE LOS MEJORES
«Uno de los síntomas que diferencian la obra ejecutada por la m'\Sa,~e la que produce el i;sfuerzo pers.oT na! .es la "ano.nlmidad". Lo popular suele ser lo an:ó-
Pág. 495, lineas 15-17
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«La .nota que diferencia la obra. ejecutada por la masa · de la que produceel esfuerzo personal es la "anonimidad". Pues bien ... »
ES (28cIII-?2l, ES! (22'), CÍ I (J2), O (36), O I (43)
Pág. 498, líriea•6· ·«Yo quisieraquemis lectores ... » ES (2-IV-22), ES! (22'); · · · · · «Hay personas que cuando oyen hablar de vitalidad 01(32) se representan una figura humana dotada de enormes :músculos;-capaz de comerse un osó y de trasegar una arroba de vino: Para estas personas vitalidad es sinó. nimo de brutalidad. Yo quisiera que mis lectores ... » Pág. 499, línea 5, nota·· '"
Nota alpieno incluida en ES (2-IV-22), ESI (22 1), 01(32),0(36),0I(43). . ,,
Pág:499, linea 6-Pág; 501, liriea7
Textó no incluido en ES (2-IV-22), ESI (22 1), O I (J2).
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Pág. 501, lineas 15-20
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« ... de nuestro pasado contrastando con la fértil pululación de personalidades ... » ES (28~IÚ-Ú), ESI (22í), · ... :.clié''ifüesti'o pasado frente a la pululación de perscirialidade:s ... »' · .··· O I (32), O (36), O I (43)
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Pág: 495; lín~as 35c35
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Pág. 495, líneas 19-20
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\éMír~e por donde plazca el hecho esP"afibl de hoy, el~
ayer'odearite~yer,siempresorprenderá ..,» ... «~frese p~i}donde plazca el hechó ~pañolcienoY, él~ ayer'ci de aiiteayer,ysiempre sorprenderá.:.» • ! • !
,.,(('E~P~ftá_ e.s ui:i_ 'Higahismo social;·e~,-pciY.' d.e~iito asr~ . Uhi _árifrriitl histOTICO:é¡Ue... >~
ES (28'Ill~22); ESI(22 1))• '!• \(E~paña .fs un cír~áriismo sociaÍ, ]:i'ordecirld a~!; un' OI'(32Y; .. · · • •'" " 'ániriialhistórico C[u~:;.,, · ·· ·
990
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ES (2-IV-22), ES! (22 1), O I (32)
, •'<<:.;sólo exist~·como atributo de la persona; dicho de 'Otra ma:riefa~ IlO'Se:es persona porque Se poseen cier'."" tos derechos que un Estado define, regula y garantiza~ sino; al revés, setiénen derechos porque se es previamente persona viva, y se tienen más o menos éstos o aquéllos según los grados y potencias de esta pre. jurídicapers51na)idad. El Cid_ cuando es arrojado ... » " ... sólo exis¡:e.qomo atributo,dela persona. El.Cid,· cuando es·arrojai:lo ... » ~1l!j';b
Pág. 502, linea 2 ES (2-IV-22); ESI (22 1), O I (32) Pág. 502, lírieas 3 7-38 · ES (5'rV'22),ESI'(22 1); O I (32)
•1)f] •);;'/;://
«Pues bien: algo parejo a lo que eri lasciciedad'actual repre5enta.;, i> · «Pues bien: lci que en la sociedad actual representa:.. >; · «Pero es absurdo detenerse en semejante cariCJusión. ·Porque decadencia e.§ un ºconcepto ... » . «Esto, claro está, es absurdo. La decadencia e:s unconcepto: .. » ·
991
Pág. 503; líneas 14-15 ESI (22')
Pág. 503;linéas 18-25 •·
ES (5-IV-22), ESI (22'), 01(32) - i
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Pág. 503, líneas 26-32 Pág. 503, lineas 35-36 •. ES .(5-IV-22J;.ES1 (221),1 o 1 (32) Pág. 504, líneas 21-22 ' ESJ(22')"• !'ág, 504,.Jineas 28-29
«.;.estudiasen los siglos medios y la generadóri.ifo EspañaiTodas las. explicaciones ... » «... estudiasen los siglos medios a fin de precisar en ellcfs el proceso generativo de Espana; Todas las éxplicacionés.;'.» · «El secreto delos grandes problemas españoles está en la Edad Media. Acercándonos a ella corregimos el error de suponer que sólo en los últimos siglos ha decaído la vitalidad de nuestro pueblo, pero que fue eri . los comienzos de su historia tan enérgico .y capaz como cualquiera otra raza contineriial. Ensaye quien .; quiérala ledura paralela de nuestras crónicas me" dievales y de las francesas. La comparación le hará ver con ejemplar evidencia que, poco más o menos, la misma distancia hoy notoria entre la vida española y 1 .• Ja francesa existía ya entonces.» · . «El secreto de la desdicha española está en la Edad Media. Ensaye quien quiera la lectura paralela de nuestras crónicas medievales y de las francesas. El resul+ tado será pavoroso por su misma evidencia y lumh nosidad. Esa comparación revela que, poco más o menos, la.misma distancia hoy existente entre la vida española yla francesa existía entonces.» Texto no incluido en ES (5-IV-22), ESI (22
1 ),
O 1 (32).
· <<. ..número y
calidad. Ahora bien, la caquexia del feudaliswo .español significa que ... » «...nú.me'ro y calidac\ •. La caqu.exia del feudalismo españotnos significa que ... » ·•·
. «Al contrario: la unidad se hizo tan pronto porque España era débil... » «Al contrario: la unidad se hizo tan pronta y fácih mente porque España era débil. .. » •; «La falta de feudalismo, que se estimó salud; fue una. , desgracia para España ... » ..«La falta de feudalismo, que se estima saludable, fue una desgracia para España ... »
sUS ·cái-áctere.5;'.: )~ · ES1(22')
Yo #d 'CÜtiozCÍJ ni 'siquiera un discreto intento de
·recciristrut"r Slls···ca'racteres ... » «...
Pág. sos; lineas 23:i4 ES (5-IV-22)
chit'a llis ruui6ries que engendrab~ lo qiÍ~ nó tenía; .. ))
«::.ruir a los pueblos que engendraba lo que no tenía ... » '
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'· «Ell :é_fe~-t~:_lá aUsen~iá de los "mejores" ha creado en ' l_a·rnas~·, _ én_-él_ «pUe~lo 11 1 una secular ceguera ... »
Pág.505,líneas 37-38
,~,e~-ª- ~Us~Il_t'ia ·de' ~ps _'_'jnejoresn ha creado en la masa, 'en _el_ 11i_)peblOtt ,.ü'iüi. cen_tenaria ceguera ... 1>
ES (5-IV-22), ESÍ(Ú 1),' O l (32) '' :
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ES(s-rV-22), ESI (22 1), 01(32) . '¡,'
Pág. . 506, Úri~as '14-1. 6' ' ··-· ·: '
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ES (scrv~22), ESI (22 1), () I (32)
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506;\Ínea~ Pág. ',. . . 6-8 '.
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«Porque i;s el ruraliSIIlo el signo más característico de las sodedades sin mirloría eminente.» «Es eI sigilo \.n:ás caiacteristico de. las sociedades sin nilrioria. (!Stp ~~~llamo ruralismo.» «...J~.úr]Janjzación, ~ediante aguda labor selectiva, . debla ]l~ber fijado ei,isus pobladores, creando en ellos . ui,i tipq de hpp;ibre 11roducto condigno de una ciudad tiéS Yeces milerlaria'. » «.. .la urbanh~clón, que la selección debla haber fijado en un tipo de hombre producto de una ciudad tres vece~ milenaria.»
!\·: .será.si;)llpré/l~briego. Pasarán por ella los siglos 1
pág. 506, lineas1 19,25
ES! (22 1), O I (32)
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992
«Ya· n:o- cOnozco rii siquiera un intento d~ reconStníir
Pág. 504, líneas34:35
sin peltur]J~pl~rfiV(!Stremecerlá.No ]Jarticipará'enlas W!ld(!SluchElll hi5t~riq1s. Entre siembra y recol~cción ~ ai,iálpgas tar.easv;ivirá eternamente, prisionera en el . ciclo. ~~e¡¡i¡p~eidéliltico de su de5tino vegetativo. As.í.exist<;n, en .e~Sudán ciudades de hasta doscientos mil hab.ita!ltes .,-,.Kano, Bida, por ejemplo-, las cuales arrastran inmutables su existencia rural desde cientos .y.cientos de añrn;.» «... será siempre labriego. Existen en el Sudán ciuda1., 'des ~Kano, Bi~a, por ejemplo- de hasta doscientos mil y más habitantes, las cuales arrastran inmutables .. su existencia rural desde cientos y cientos de años.»
993
«...será siempre labriego. Existen en el Sudán .ciuda7 des -Kano, Bida, por ejemplo-- de hasta doscientos . mil y más habitantes, que, inmutables, arrastran su existencia.rural desde cientos y cientos de a~os.» ·
ES (5-IV-22)
.<~ .... es ~,ei;ir, pu~b~os·sin "aristocracia". Nq qui~_ro
Pág. 506, líneas 26~37
ES1(22')
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,, ._' 11
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;~·.;,
Con er!Or sé u.SS. la paÍabra fellah" para designar exclu· • sivamerite las clase.5 humildes de Egipto. "Fellah" siguifi1
11
c·a~ e'n árábe~ -'~labrlego'!; que es lo que significa "muyik" .»
994
«..._es decir, pueblos sin
........ .......... ' .. .. _
~
Con error. s.e u:sa.la palabra "fellah" para designar exclusivamente las clases humildes de Egipto. "Fellah" signifi1
.
J·,·
ca, en ár~?~·. -~~~-~~e~o-~, que es lo que significa "muyik" .n 1
4e:
. cir con esto que deba .considerarse a España como ·~I1 pueblo irremediablementeJe!lahizado. Mejor o peoi, ha int~rvenido en la historia del mundo y ptrtenece a la gr~y ~.e. na~iones occidentales que han hecllb• el ...má~ sublhne. ensayo de gobierno universal.Pero~ i:le alta oportµ!'idai:l traer a la mente esos caso~ ex) trérhosde poblaciones fellahs, porque los graves e inveterados defestos de nuestra raza ha!l tendido si~rnT pre a hacerla derivar camino de algo semejante. Así, a fines ~elsigfo .XV se dispara súbitamente dresor7 te de la en~;gía española y da nuestra nación Íln niág~ ~íficos~ltopredatorio sobre el área del mundo, D\'.)s gener~ci~n
.. :....'.; .. ....:: ..
ES (5-IV-22), ESI (22'), O I (32)
7, IMPERATIVO DE SELECOÓN
Págs, 507-512
«Que España no haya sido un pueblo "moderno"; que, . por lo menos, no lo haya sido en grado suficiente, es .cosa que a estas fechas no debe entristecernos mucho. Todo anuncia que la llamada ''Edad Moderna• toca a su fin. Pronto un nuevo clima histórico comenzará a nutrir los destinos humanos. Por dondequiera aparecen ya las avanzadas del tiempo nuevo. Otros principios intelectuales, otro régimen sentimental inician su imperio sobre la vida humana, por lo menos sobre la vida europea. Dicho de otra manera: el juego de la existencia, individual y colectiva, va a regirse por reglas distintas, y para ganar en él la partida serán me" · nester dotes¡ destrezas muy diferentes de las que en el último pasado proporcionaban el triunfo.
...
[ ]·
ESI (22 '), O 1 (32)
.
Mas este asunto debe quedar aquí intacto para que lo meditemos en otro ensayo de ensayo.» «Que nuestra raza no haya conseguido superar el ruralismo es una maldición para España. Pero que no habiéndolo loITTado finjamos, con la fantasmagoría . ' ·:·.¡ ,. de unas cuaniJis ciudades pseudomoderuas, ser una nación normal,: es mucho peor. Toda' reforma proin
~·l'J!t'
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func:J.~.4e:~~~?Jf~ 1 prg,~nismo colectivo tiene que par-
tir del reconocimiento de que somos un pueblo felah, una humanidad campesina, y que es preciso volver la atención a la gleba y al soto para ensayar de nuevo su
organización 1 • La gran desdicha de la historia española ha sido la ca-
rencia de minorías egregias y el imperio irnperturbado de las masas. Por lo mismo, de hoy en adelante, un imperativo debiera gobernar los esplritus y orientar las voluntades: el imperativo de selección.
995
Porque nci existe otro medio de purificación y ~e joramiento étnicos que este eterno instrumento.de 'iiría voluntad que opera selectivamente. Usando de ellri como.di! un ~incel es preciso forjar un nuevo tipo de hombre "5paftoÍ. ·Mas e5te á51ltító debe quedar aquí intacto para que lo rneditemcis en otro en5ayo de ensayo. ''
EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO
l. LA IDEA DE LAS GENERACIONES
Pág. 561, título
ES (27-XII-1922) incluía la siguiente nota al pie: «Con esta lección comencé el curso universitario de 1921. He podido reconstruir lo dicho entonces merced a las correctísimas notas tomadas por uno de mis oyentes, el Sr. García Vela, a quien expreso aquí mi gratitud por tal esfuerzo,>f'
En el tomo IlI de El Espectador he publicado uiánsayó, escrito en 1915; 'doridehablo del ruralismo español deside.ún punto devista complementario del que las páginas ,.I:~. ;·:: pTeSentes procu~an;Utilízar.>~ 1
'\
Pág. 561, linea 8 · «Pero serla utópico}\ por lo tanto, falso: .. » O II (32); O (36), O II (43) ·~e Pero setia utópico, y, por tanto, falso ... »
;'
1923
Pág. 562, línea 5 ES (27-XII-22)
FE DE ERRATAS << ...y que son perfectamente extrañas ... »
Pág.519, línea 2 .. ES (25-Ill"23) Pág. 520, línea 4 ES (25-III-23) '
Pág; 529, título
·"
''"
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«::.y se son perfectamente extrañas ... » «... no ha sido sólo este o el otro Gobierno ... » '«.;.no ha•sido sólo este o el otro hombre, este o el otro Gobierno, .. »'
.· :'(1':·.·.. :·· _·_ ·~: __ : - -. - .'.. -',.,_,. -,,.""" No,t¡l~alpieno incluida en RO. (VII-23). "":; ",!'
•
: ! j ·,.
ii> .
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Pág. 564, líneas 12-13
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«Y, en efecto, cada generación representa una cierta altitud vital, desde la cual...» ~ . ES (27cxr1~22); TNT (23), · «Y, en efecto; cada generación representa una Cierta o u (32) altitud vital, desde la cual...» "
Pág. 564, líneas 14-16
«Si tomamos en su conjunto la evolución de un pueblo, cada una de sus generaciones se nos presenta como un momento de su vitalidad, como una pulsación de su'jidtehcia histórica.>> ES (27-XII-22), TNT (23), «Si tomamos en su conjunto la evolución de una raza, OII (32) , ' ' 'cadaüná'desus generaciones se nos presenta 'un mom~hto de su vitalidad, como una pulsación de s11 potenCiá'Orgánica.>>
'é:arno
Pág.'564,l!nea 20, nota
Nótá al pie no incluida en ES (27-XII-22), TNT (23), o u (32):: '
Pág. 565;l!neas H-12'
{1... sinti~rÓhutía s1lficierite'hóniogeneidaci entre lo recibidó y lo ]Jropio.'»
ES (27-XII-22), TNT (23); O II (32)
996
997
Pág. 570, líneas 22-23 ES (30'Xll-22); . TNT (23, 34), O U (32),
TI. LA PREVISIÓN DEL FUTURO
· «... que defraudan la intención histórica depositada en ellas.» ES (30-XII-22), TNT (23), «... que defraudan la intención cósmica depositada . en ellas.» o u (32)
Pág. 566, líneas 7-8
Pág. 567, línea.1
ES (30-Xll-22), TNT (23), ·
1 !
1 1 1 1
1i m.
«...no sospechan siquiera que en nuestro tiempo la sene sibilidad occidental hace un viraje; cuando menos de un cuadrante. He aquí...»
ES (3Q-Xll-22), TNT (23), «... no sospechan siquiera que en nuestro tiempo la o u (32), o (36); o u (43) · sensibilidad occidental hace un viraje, cuando me~ nos de un cuadrante. He aquí...» Pág. 568, línea 5 ES (30-XII-22), TNT (23)
«... sus energías y; por tanto, cuálserá el estilo ... » «... sus energías y; por lo tanto, cuál será el estilo ... »•
Pág. 569, línea 2, nota
Nota al pie no incluida en ES (30,Xll-1922), TNT (23); O U (32), O (36), OII (43).
1 Pág. 569, líneas 9cl0 ES (30-Xll-22), TNT (23).
l
«....es eminentemente vida psicológica.» «.;.es eminentemente vida psíquica.»
· Ill. RElAIMSMO Y RACIONALISMO
Pág. 574, línea 32 ES (24-1-23)
«... dudosa y; por tanto, desdeñable t.oda idea ... » ·«-. .. dudosa y;·pór lo tanto, desdeñable toda idea .. ;»
: ~1-: .. eStifSÓlidameilte ... » Pág. 575, líriea5il7-l8 ES (24'1-23), TNT (23,34), «... e5tá tan sólidamente ... » o u (32), o (36), o u (43), oc (47) Pág. 576, nota TNT (23, 34), O 11 (32/, . q (3p),OII(43). ES (24+23)
el '~prof~tismo b,istórico'' que recientemente ha re-
[i
998
clamado. Qs\Vald Spenglep .
«Véase el Apéndice 1 de este ensayo: El ocaso de las revoluciones.» «Vé::ise eÜApéridice: El ocaso de las revoluciones.» Nota al•pienp.incluida.
IV.
Pág. 579, línea 25, nota
Pág. 581, lineas 16-.17 , ' -: " {.
'
"
11
1
'i::-.r.
o'ó6i;ou c43l,
: . ~ ....-... '.;
«Como se advierte, esta doctrina de una posiblean; Pág. 569, nota 2 ,,ticipacióndelporvenirno tiene apenas contacto con el . "prqf~tismo histórico que recientemente ha.reclamado Oswald Spengler. Éste funda su profetismo en[ ... ] y; ~demás, consistente en otro-género de comparació~·~. --- ,' _ ES (30-XII-22), TNT (23), «Como se advierte, esta doctrina de una posible an0 II. (32), O(36), O U (43) · ticipación .delporvenir no tiene a]Jenas contacto ~or¡ ';,, i.».>•
selecta.»
«Por ser tales circunstancias, un sistema de pensamientos ... »
Pág. 567, líneas 8-9
«... tiene que haber influido en la minoría selecta.» «... tiene' que' haber antes influido en la minoría
ES (3-II-23)
CULTURA Y VIDA
Nota al pie no incluida en ES (24-1,23), TNT (23), o u (32), o (36), o u (43).
«Aunqupdo~dtr~s éomo filósofos no la ~onsiderásec mosjustificada, el fenómeno ... » . . . . . . . «Aunq~e nosotro~ no la ac~ptemos, el fenómeno ... » ¡'i
Pág. 581, línea 33.. , ES (3-II-23)
,,
· <<, .. sobretodo enAlemania.>» «... sobre todo en Alemania'.
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-Sobre-las fatales conseCuencias que eSto, en: apariencia - inn0Ctio 1·ha ácarreádo al pueblo alemá.n, Véase Un folletó.ri. próximo sobre uLasvaloraciones de la Vida 11 ."»
I¡!·!··
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. " .. 1
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«, ..la sensibilidad jurldica, orgánicamente, no tien,e; por lo pronto, ,más ni menos valor que la secr,eción
Pág. 582, lineas. 6-7
pancreática.»
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Pág. 586, líneas 30-31 , «Se creía en la cultura ... » ES (9~Il-23), TNT (23\ 34), ·,«Se cre!aque se creía en la cultura ... » O II (32), O (36j, O 11 ( 43)
ES (3-II-23), TNT (23), O II (32), O (36), O Il (43)
«...ia sensibilidadjtlildica no tiene orgánkamente más ni menos valor que la secreción pancreatica. » '
Pág. 582, líneas 29-31
«...llamaremos a los fer¡ómenos vitales, en cuanto no trascienden de lo'biológico, "vida espontánea".» «... llamaremos a esta vida que no trasciende d.e lo bio-
Pág. 587, líneas 19-21
lógico, "vida sensu stricton .»
ES (9-II-23), TNT (23)
ES (3-II-23)
Pág. 582, línea31, nota
Nota al pie no incluida en ES (3-II-23).
Pág. 583, líneas 2-3 ES (3-II-23)
«.... desdeñada vida "espontánea". Cualquiera;;;>> «... desdeñada vida "sensu stricto". Cualquiera.;.».
Pág. 586, línea '35, nota
Nota al pie no incluida en ES (9-II-23),TNT (23), O II (32), O (36), O II (43). . «... trascendentales ~esto es, en la cultUra--'. en una hora como la que está atravesando Europa, todo ... » «... trascendentes-esto es, en la cult:Úra, en una hora como la que está ~P'avesando Europa-, todo,,..» '
'
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«... o 1:1~3: Con~vell_cia.purafll~11t7 materi?L ..-» «~··ºuna coüvivericia estríCtainente materi8.l. .. »
Pág. 588, nota ES (9-II-23) ¡.¡
VI. LAs DOS IRONÍAS, O SóCRATES YDON JUAN
V. EL DOBLE IMPERATIVO
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Pág. 590, líneas 17-18 ES (22-lll-23).
~< ... la existencia de nuestro continente ... »
«Lo ,que o,cüITe eS ·.q~·e ... » . , . "No' hay cultura sin vida, no hay e5piritualidad sinvitalidad en el sentido más "terrea terré que se:quiehi dar a esta'palabra. Lo espiritual no es menos vida iii es más vida que lo no espiritual. Lo que ocurre es que ... »
Pág. 590, lineas 33-34 . ES (22-III-23), TNT(23}, O II (32), O (36), O II (43).
Pág. 584, línea 1 ES (9-II-23), TNT (23), on (32), o (36), o 43)
«... elfenómeno vital humano tiene dos caras ... » «... elfenómeno vital humano tiene dos caras ... »
Pág. 591, línea 34 TNT (23), O II (32)
«... engendra, por tanto, una vida doble ... »
Pág. 585,líneas 1-2 .. ,
«... sin anuencia vital ni directa intuición: un utopis-
Pág. 592,líneas 27-28
«Es tan sólo una breve isla flotando sobre el mar de la vitalidad pfinitü-la» «Es fan sólrl 't!/!llibr~'Í>'e isla flotando sobre el mar de ..-¡,, .. . -,
Pág. 584, línea 1 ES (9-II~23)
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Pág. 585, línea 8 ES (9-II-23), TNT (23); O Il (32) Pág. 585,.línea 24 ES (9-II~23), TNT (23, 34), O Il (32), O (36), O Il (43)
1000
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ic ... esta enérgica colabo!ación íntima ... )> «.. '.esta enérgica elaboración íntima ... »
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mo rnltural. Se cae en él...»· . . :. /·..·: ;;1111 i,::.;., · 1 1;;!;:. - · . --' ·: . ;· ,-.• :; ic ... sin· anuencia: vital ni directa intuición: un utopismo cultiiral.' Se cae en él...»
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«... afanes se cambian y. .. » cambian y: .. »
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«... engendra, por lo tanto, una vida doble ... »
ES (22~Ill-23), TNT (23); o 11(32),0 (36), o u (43)
la vitalidad primaria»
Pág. 592, lineas 39~40 ,. ES (22-Ill-23)
:,'~--_·,~•¡UF
'· ' «...de ~a ~&ción. La razón es sólo una fonna y jitnción de la vida. La cultura ... » ES (22cII1~23), TNT (23), . ,. «, .. de esa limitación. La razón es sólo una forma y fun0 II (32), O (36), O II (43), dónde la vida. La cultura ... » Pág. 593, líneas 3-4
ic ... en esas cosas.místicas ... » «·... en.cosas místicas.;.»
1001
ti
«..1sus exigencias a la cultura. "Todo Jo que hoy llariiamos ·, cultura, educación, civilización, .tendrá que compare: cerun día ante el juez infalibleDiónysos" -decía profé" tican'lente Nietzsche en una de sus obras primerizas.» i( ..... sus exigencias a la cultura.>~ ·
Pág. 593, lineas 19-22
ES (22-III-23)
Pág. 594, líneas 16-17
«.. .Ja cultura. Se trata de consagrarla vida, qi!e hasta a/lora era sólo un hecho nulo y como un azar del cosmos, haciendo de ella tm p1incipio y un derecho. Parecerá..,»
LN (l-Vc23), TNT(13), o ll (32), o (36}, o ll (43)
«.. .la cultura, Se trata de consagrar la vida,rque hasta ahora era Sólo un hecho nu]o y COIIIO Un azar de] COS" mas., haciendo de .ella un principio y.u!l derecho.
'•.
Pág. 593, lineas 26-27 J?P2-Ulc23}, .. TNJ,(23,3'f), Oll(32), 0(36),0U(4~) . :.
'•'''
'1
«... primera, con Ja plenitud... » , «... pri¡:nera, la pl~nitud ... »
~ar~cerá!!º_»,
Pá~. s95,!Ínea 29 '. LN (l-V-23), TNT (23), o ll (32) ¡ -• .
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Pág: 59~, Í.ín~;.. :i8~29
«... la cultur~ bi61~gica. La razón pura tiene que ceder s~ imperio a larazán vital. 11 . , .. l.·. , : ES (22-III~Ú), TNT(:i3); ' «.. .Ja cultíira biológica. La razón pura tiene que ceder O ll (32), O (36), O ll (43) sil imperio ala razón vital.» . ' '
«... han perma~ecid(J durante más de do'; slgl~s ... » «... han estado durante más de dos siglos ... »
Pág. 596, lí~ea'J.J' LN (l-V-23)
J;,'.iC;:.'.'.lfc!
Pág. 596, lfnea 32
Pág. 593, linea 29 ES (22-Ill-23)
«... menester fijamos ... »
1
. OII(32),0'(36);011(43) '"
«... a la razón vita!.11 «... a la razón vital.
Estospensamientos comunicaba yo a mis oyentes uni.é versitarios en octubre de 1921. Ahora puedo añadir .· lo siguiente: "Es propioa la naturaleza humana habituarsede tal modo a Jos conceptos de la ciencia, que se cree que 'es"
P~g. 597, lfneá 1 ' LN (l-V-23)
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Pá~. 594, cita in'.kial ·
ÜJOi
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Pág. 597, lfnea 20 LN (l-V-23).
Pág. 597, lfnea 20, nota
Nota al pie no incluida en LN (l-V-23).
Pág. 597, línea, 22, nota
Nota al pie naméluida en LN (l~V-23).
_.¡,1_1,'
Pág. 5~8, Jwe~ 21, nota
. , Nota,,~l.pie n,9,¡it1F1Hicla en LN (l-V-23),,,
Pág: 5\ls, l!rieá34 LN (l-V-23);TNT(23)' Pág. 599, líneas 4-5 LN (l-V-23), TNT (23), o ll (32); o (36), o ll ( 43)
Vll. LAs VALORACIONES DE LA V!DA
'
'• ((,'.',Í:iene sólo un vaJOr absolutarneííte;,,,.,., , ,_ .·' «...tiene ufrvalorabsolutamente ... »
tos conceptos son absolutamente necesarios, es decir,
que estos conceptos están dados por la naturaleza~ rna del i;spfritu. Es preciso tener precaución. Decimo.s que el método general es sólo admisible en el caso de que se conozca muy bien la relación entre.lascosas de experiencj~y 19~.c()nceptos c¡ueSciri obtenidos dela exc peri~iíci~. Si estas relaciones no son claras, entonces los ~p~cept9s ~ons~speclÍoso~. Coil este t11étock> se puede eVitar el que existía en fr.Sica en el siglo XIX". Palabras de., Einstein en el Ateneo.de Madrid.» , ,' - ',, , I)';" \ ' ')
., . ,
((, .. clasicismo, en él eXpresa el alma.;.». <( :•• clasiéismo; éx¡JreSa en él el alma ... >~
Pág. 596, líneá 35 · ' LN (1-V-23);TNT (23;34); o ll (32), o (36), o ll (43)
***
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'« .. :menester cém fijamos ... »
LN (l-V-23)\ ÍNT (23),
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<(Por esta razón ... » <(Por tal razón;.~>~
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.'.r:1~,
. 1'.,;
.,:'<··_. :·· .
«,..Jo qu'e elcristianl.srno llama ... » «.:.Jo que dcriSÍ:if!nD llama ... » «... del exceso zoológico que el germano ... » «... delexceso biológico que el germano ... »
. ''
. En'LN Cf·V-23) se incluía, · i
tr~s l~ cita;é~te t~i:.t~~ ·
'li O
Pág. 599, línea 15 LN (l-V-23)
«¿No son éstas actividades vitales?» . «¿Pero qué son todas estas cosas sino actividades vitales?»
1003
Pág. 599, linea 27 . TNT (23, 34), O U (32), o (36), o ll (43) LN (1-V-23}•
«.. .las dos centurias positivistas, es también ... »
Pág. 601, lineas 7-B
«... las dos centurias positivas, es también ... )>
)OS (31-V-23) «.;:las.dos centúrias postreras, es también.. :»
«.• .la ci¿ncia plenaria o la verdadera justicia sólo se consiguen en el proceso ... » «.. .la ciencia plenaria o la verdader~ sólos~ akanz~~ en elpfbceso.;.» · r·¡ ~, · ;
Pág; 600, lineas 9-10 LN (l-V-23)
<<. •• divinización ilusoria de ciertas ... » Pág. 600, linea 27 LN (l-V-23), TNT (23, 34),
Pág. 600, lineas 34-35
LN (l-V-23), TNT,(23), o 11 (32), o (36), . 011(43)
·11¿1'/p e.s tema digno de una generación que asiste,)i,'zq crisis mds radicalde la histo1ia modema'. hacerutt eni sayo ... » . «¿No es t~ma digno de una generación que ~iste.~l~ crisis más.radical de la historia moderna hacen¡n en7 sayo .. .>>
Pág. 600, línea 35
Nota al pie no incluida en LN (l-V"23),TNT (23)\ '.'-' :J GH1(32), O (36), O 11 (43).
Pág. 600, linea 3 7 LN (l-V-23)
«... vida"-?» «... vida"? La juventud alerta de América debiera mee ditar un poco sobre este inocente teorema. 1>
VllE VALORES VITALES -:- ~.'11'¡ !
Pág. 601, lín~a ES (31-V-23)
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. «T:i~n¡Q~ 0stp 1que én todas las culturas pretéritas.::,; . «1'n otw lugar', !:¡e, hablado recientemejl\espJ?r~~a~ .valoraciones de la vida. Me interes~ba allí subray¡i!,e) . ! hecho sorprendente de que eil todas las culturas prétéritas ... ···~·~·-···-······-···"''·''-' 11 1
LN (l-Vll-23)
'
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Véase La Nación" de Buenos-Aires del 1 de mayo·.!> «Hemos visto' que en todas las culturas pretéritas ...
·,~•··•·~ ••-. .. / ••'.;.o+:'.'•• ~
• .\Véase ~Las valoraciones de la vida" en La Nadóli. de'l dé mayo.1~
1004
«... de valores negativos. La razón de este; . .>;
«... de valores negativos. Esto último acontece en el budhismo. Para el b;,dhista •lavida es tin 1;'ª1 absoluto, porque es en su postrera eseÍlcia sed insaciable, "trsna dolo.r omn~.odq: per-:petúo fracaso. Consécuentem.en.te le pareceque el sumo bien consistirá en la anulación de la vida, .!D. la extinción o el nirvana. De esta su~rte sólo adqui~re .buen sentido n1;1es.tra existencia cuando se la ~mplea en, .el p,r~pio .aniq1;1ilamiento y cada uno de nuestros áctos trabáj~ en su superación, disolviéndola en.el más allá de ia iiada. Par?dójicanient~,.el .cristianismo encuentra la justificación de la vida haciéndola desembocar en la ultra-vida. Para el cristiano. todo acto de afirmación de esta vida, todo conato de hallar en ella algo suficiente que se.basta a si mismo, es.pecado, ·P9r eso es • el pecado representativo de la concupiscencia, el deseo de placer. En el placer nuestro organismo hace • una radical afirmación del momento terrenal y as. pira a su indefinida prolongación. "El placer quiere eternidad, quiere profunda eternidad", cantaba Zaratustra. Cuando la época moderna imagina haber.derrotado la concepción cristiana del mundo y rompe las amarras con el más allá de la teología, queda, sin embargo, prisionera,de los mismos hábitos mentales, y cree forzoso, para justificar la vida, buscarvalote5 fuera de ella; en servicio de los cuales logre sti salvación. Estos sonfos V\ilót~ de cultura. El culturalismo vie·n~ a ·~er u~1 ~riSiÍári~FIº "sede va¿allte", d~l q~~ Dios se ha ause;,tado. La idea de progreso, que es el nervio de la tesis culturalísta, descalifica perpetuamente n,uestra vida, que ~s siempre un hoy, en bendicio de .;sa exist~nc_ia mejor, esto es, 11'1:ás. culta, que ~e,nos promete para mañana . .De una manera o de otra, siempre ha resultado, pues, que la vida parecía exenta de.vac . . lores y era preciso buscarlos fuera de ella. . La razón de este; .. » 11
,
1005
«El.deseo, la función vital...» «El deseo, acaso la función vital...»
Pág. 601, l!neas 11-12 LN (l-Vll-23)
~e!hecho. cósmic~
y
~cj¡'~
. «,La vicia del a!tmismo, eµste .,c,omo peipetua emigración del Yo vital hacia !o Otro.» ._. , _ , «La vid~ es el hecho cósmico del altruismo, y existe
Pág. 601; líneas 21 c22
ES ól-~-23), .. i.N {l-Vllc23), TNT (23)', · sólq corno perpetµa emigración del Yo vital hacia lo o~rc3i),0(3G),ÓII(43), olt~.~ · Páf66i, lfaeasB~ll ,. - ' ., "-
'
« ..Jil?sofa~. Mas para que la fórmula tenga suficient~ :Verd~d ~ pr~~i~oentenderla en el sentido de que fi!bsdfar es eÍ iritehfü de sobre-vivirse, que es con··· su~ta'n'cia!'{la' vída:'Los hombres y nosotros mismas~;-;»-'
.
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'«:::filosofar. Los hombres y no_sotrns mismos ... » ES (31-V-23), . : ; - •; 1 LN (l"Vll~1~), ÍNT(23); o Il (32), o (36), o Il (43)'.' ~
Pág; 602,'lineas 20'21 · · · •• '
', .. ¡ -
«.. :necesario;>cuando se filosofa, habituarse ... » •·· ""'necesario habituarse ... »
Pág. 602, linea 22 ES (31-V-23)i! LN (l-Vll-'23)•
.
'
Pág. 603, linea 29, nota
Nota al pie no incluida en ES (31-V-23), TNT{23), O II (32),0 (3,6), O II (43).
Pág. 603, linea 33-Pág. 604','j «Erieste ~linte liá sido Nietzsche el sumo vld~nt.!. A linea 1 él se debe uno de los pensamientos más fecundos que 1 . ; haricaído eii e!Íegazo de nuestra época.' Meºrefiero a '' sti distinción entre la vida ascendente y. •. » · · LN (l-VII-23) «Este es el punto en que conviene hacer referencia !;I a tina de las más grandes revelaciones de los últimos · tiempos, a uno de ·esos esenciales deséubriníientos que se producen de milenio en milenio y quedan acumulados al tesoro inmortal de nuestra especie. Se_trá: ta de·la distinción hecha por Nietzsche entre la vida ;ascendente y. .. » Pág. 605, línea 14
Nota al pienoiocluidaenES (31-V-23), LN (l-Vll-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43).
Pág. 605, líneas 20-21 LN (l-VII-23)
«.. .las naos de Ofir bogaban cargadas de perlas?» « .. .las naos de la India iban antaño cargadas de ~spe_cias? »
«Acontec_e. lo que con el cristal...»
Pág. 602, línea 24 , LN,(l-VII-23) ES (31-V-23)
<
«Acontece como .en ~l cristal. .. 1~
Pág. 603,lln~a LN (l-VII-Í3) ..
l
«...perfecta, nota,!frns ,al punto ... » . <~-~·Pe~_ffc~,_Il~~~~em,os al punto ... » · «... dél Vivir .:_aun entendido corno mera organización' sorn'.ática: corno zoé y no corno bíos- sobre todo .. .>> · '
ES (3fc\'TC23),' . i.N 6-vrrc23);TNT (23); o u (32);0 (36), ón (43) •·· Pág. 603, lineas :17cio '"':
1006
celestiales serdn definidas y estudiadas biológicamente, comp una detantf!S formas "posibles" de vida.1~. ES (31-V-23), «...yerdia, tal vez menos lejano de lo que cllector sosLN (l-Vll-23), TNT (23), pe~ha, en que s~ _elabore una biologíagerwral, de que O II (32), O- (:j6), O.U (43) la u~~d~sólos~ráun capítulo, la fauna yla fisiolo' . . . gía celestiales serán definidas y estudiadas biológicamente, corno _una de tantas formas "posibles" de vida.» '' '" -· ' '.;:, '·-
-ik...'d~i Vi'.Vir sObre
( - '' ,
IX. _NUEVOS SiNTOMAS 1·-;,1t
ErtLN (15-VIÍ~:Í.3) 5\1 lncluia, tras el título, este text_o: '-,·--,, ' ' ' ,. ' ) '.' «Mádrid,juhio de 1923». · · · ·. · · · ·
Pág.606, título
tbdO ... »
.,¡ ,,1,_-
1
«;;.y el día:; tal vezme1Íos lejano de lo que el lector sos'· •pecha,' en que se elabore una biología general, qe que la usada.sólb serd un capítulo, lafauna y la fisiología
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Pág. 606, líD.~a~ 2-3
LN (15-VII-Í3)
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. "«.:.y énNíeizsche, ria obstante suvocabulaHo demasiado zo~lógico, una intuición genial que antici' '" paba urihecho:!!» · «...y en Nietzsche uria intuición genial que anticipa ·-tin-'het~ho:~.:»:·
; ·, __ ;
lélb7
Pág. 606, línea 6 LN (15-VII-23)
Pág. 612, línea 10
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Pág. 607', lineas15-16 LN (15-VII-23) .
« ...h~manidad europea vivía para la cultura.;» « ...humanidad europe.a vivía "para" la cultura.»·
Pág. 607, líneas fo-2.0 LN (15-VII-23)
,.:..de elÍos'yvac~r a otros ... » «.,.de ellos y vagar a otros ... ».
Pág. 608, línea 13 LN (15~Vlk23)
«... en el ~ambio racllc~l de actitud ... » « ... en el cambio de actitud ... » ! '
~
,.
]>ág. 608, línea 2.5 . LN (15-VII-23) ]>ág. 609, línea 28 LN Cl5cVII-23) Pág .. 610, líneas 20-21 LN (15-VII-23)
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«... c~m'? U~.e~tr~teajmien.to, un juego.~:» «... como un er:it:retef1tmiento, corno un juego ... >> · i< ... de .extremo
a E!]{tremo un amargo ... 1> «... de punta a punta un amargo ... »
«.:.contenidos; aunque sigan valiendo lo mismo la ciencia, el arte y'la·política, valdrán menos ... » << •.. contenidos, ciencia, arte, política, aunque sigan valiendo lo mismo, valen menos ... »
r X. LA DOCTRINA DEL PUNTO DE VISTA
Pág. 611, título
Pág. 611, líneas 9-11
i.N' ch-vrr!-ijl,
«•..;l orfo. Este trdtoÚal de ambas pennite plántearde una manera clara el prableina de sus relaciones y prepf!r':'r mw sin tesis 1nfi:5fra11ca y sólida.))' " 1 ' ' . «: .. al otro. Este tratoleal de ambos permite plantear de u~a m~ner~' el~;~ ~l problema de sus relaciones y
TNT (23), II (32), 0(36),Q. II (43).
prep~rar\111ª ~íntesis más franca y sólid'\·'r .; ¡
Pág. 611, línea 14
«Recu~rdeseal c~ajenzo de este estudio. La tradi-
c;i
LN (12-VIII-23)
1008 1
En LN (•15-VII-23) se incluía, tras el título, este texto: «Madrid1julio de 1923».
.sión.~o~ema. ~ '. »
«La tradiciónn10derna ... »
LN (12-VIII-23), . TNT{23), O II,(32), O (36), O II (43) Pág. 612, línea 17 LN (12-VIII-23), TNT (23), O II (32), O, (36), O II (43)
! ,'
'"'
«Vida es peculiaridad, cambio; desarrollo; en una palabra: historia.» «Vida es peculiaridad, cambio, desarrollo, en una palabra, histOria.» ·
«Es vario el empeño ... »
Pág. 612, líneas 23-24 LN (12-Vlllc23)
«...psicología, "biología" y teoría del conocimiento ... » «...psicología, biología y teoría del conocimiento ... »
« ...y detie;,_e otras ... » ,. i< •••y retü;ne º-~~ »_ ''·'
. . . . i: ' ;
....
Pág. 612, líneas 28-29 LN (12-VIII-23)
« .. .infinitudde los elementos ... » «...infinitud de elementos ... » ·
Pág. 613,Iínea 18 LN (12-VIII-23)
« ... oscuro o borroso ... » « ... obscuro ·y borroso ... »
f ág. 613, líneas 26-27
«... perspectiva. La perspectiva es una· de loseamponentes de la realidad.»
LN (12-VIII-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43)
«... perspectiva. La perspectiva es uno de los componente5 de la realidad.»
Pág. 013, línea 39
«La individu'alidad de cada sujeto real era el indomic nable estorb<>.'·'" «La incllvldu~Üdad de cada sujeto real era el indomable estorbo ... »
LN (12-VIII-23), O II (32), O {3i5), OU(43). Pág. 613, línea 40 LN (12-VIII-23)
.ÚlJí_: 1;;
«...últimos tiempos encontraba ... »
«...últiri:los siglos, 'encontraba... » '
'''
Pág. 614, línea 14 LN (12-VIII-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43)
-,
',-'
«Cada vida es un pu~ta de vista sabre el universo. En
rigor... » ., «Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor+ .. » -
1009
¡¡
il Pág. 614, líneas.16-17
LN (12-Vlll-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43)
«.. Ja verdad. He aqul cómo ésta, que por sfmisma es ajena a las variaciones históricas, adquiere una di. . 1nensián. vital.» « :..I~ ~i!~dad. He aquí cómo ésta, que por símisll!a es ajena a las variaciones históricas, adquiere una di-'! mensión vital.» -
Pag. 614, línea 18 LN (12-Vlll-l3)
" ...y la iri~gb;,,ble aventura ... » «...y la infatigable aventura ... » '._
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LN (12-Vlll-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43)
«Dicho de otra manera: lo falso es la utopfa; lci verdád 1io localizada, vista desde "lugarningtmo". El utopista ... ».• «Dkho t:le iitr~ ri:ianera: lo falso es la utopía, la verdad no localizada,'vistá desde "lugar ninguno". El uta~• pista ... »
Pág. 614, línea 29, nota
·Nota al pienbincluida en LN (12cVIII-23): ·•
Pág. 614, líneas 31-32
«Exenta de la•dimensión vital, histó1ica,'perspecti~ .vist~ .. 11 «Exenta de la dimensión vital, histórica, perspecti,vistao .. »
Pág. 614, líneas 26-2 7
LN (12-Vlll-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43) Pág. 614, línea 34 LN (12-Vlll-23) Pág.,(j14, )ínea 35-f>ág.,615, línea 2. ' { .. LN (Ü-VIII-23Í,. TNT (23), O II (32), O (36), O II (43) Pág. 616, líneas 2-3 · LN (12-Vlll-23), • ' • 1TNT (23), O II (32), 0(36),0II(43) ~
.ra 1¡iqy.¡¡¡~adyjiu;r.¡:a c!e transfonnación.», ..· ..
1010
LN (12,Vlll-23), TNT (2.3), OII (32), o (3p), 0)1(43)
«... y así sucesivamente. Cada individuo es un punto .de vista esencial.»
Pág: 616,Hneas 23-24
«... de rios,otros; nuestra verdad parcial es también ver-
LN (12-Vlll-23), TNT(23),ÜU(32), O (36), O II (43)
LN (12cVIII-23)
Pág. 616, líneas 35-38
LN (12-Vlll-23), TNT (23), O II (32), o (36), o ir.(43i
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«... o "1,c)tic~s· Ll\.ra.z.ón pura tiene qi¡~s<;r sustit;uJda po~).lm.¡~cfo'vital, donde aquélla se localiza iadquie, re movilidad fuerza de transformación.» ·
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dad pa~aDio~.» «... d~ uo~otros; nu"5tra verdad parcial es también verdad para Diás.»
«... diviriidad. Por esto conviene ... 11 ~e ... divinidad. "Sensoria Dei". Por esto conviene:.;>~ «Por esto conviene no defraudar la sublime necesidad que de nosotros tiene, e hincándonos bien en el lugar que nos hallamos, con una proftmda fidelidad a nuestro ar.. ganismo, a lo que.vitalmente somos, abrir bien los ojos sobre,el t~nto111o y aceptar lafaena que nos propone el destino:,el tema de nuestro tiempo.1> «Po,~ esto conviene no defraudar la sublime necesidad, quede nosotros tiene, e hincándonos bien en el lug~r que rioshllllamos, con una profunda fidelidad a nuestro círgatiiSmo, a lo que vitalmente somos, abrir bi,en lo~ ojos sobre. el contorno y aceptar la faena 'lue neis proponé'el destino: el tema de nuestro tiempo.~ '
· « ... errbr, e"itando que lo que es blmiÚy dilatdbi~ harizantese arlquilosé en mtmdo.» · · · «... error, evitando que lo que es blando y dila.table hcirizcmte se anquilose en mundo.» ' · · · ' ::
«...y así sucesivamente. Cada individuo es un punto de
vista esencial.»
Pág. 616, líneas 34-35
«... o eJ(ótic~s. La razón pura tiene que ser S!fStitui~a por 'lU/:l[~ó11,yital,do11de aquélla se local(ce y adquie,
<<. .. que va de especie en especie, de pueblo en pueblo, de generación en generación, de individuo en individuo,, apoderándose ... »
· Pág. 616, líne~s i5-16. .
«...yaya articulacla'i~. ,. » «... vaya incluida la ... »
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Pág. 616, líneas 8-9
LN (12cVIII-23), TNT (23), O lI (32),. O (36), O II (43)
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'"APÉNDICES .
. EL OCASO.DE LAS REVOLUCIONES r'
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«... que va de pueblo' en pueblo, de genera~ión en g~ neración, de individuo en individuo, apoderándose;.:»
Pág. 619, líneas 1-3
.«Para defiiiiruna época no basta con saber lo que en • . ella se ha, hecho; es menester además que sepamos lo
1011
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que no ha hecho; lo que en ella es imposible. Esto se antojará peregrino; pero tal es la condición ... » ' «Madrid,.enero de1923. · Haci~ 1900 se inicia en los senos del alm.a europea una nueva sensibilidad, o lo que es fo niismo, una riue" va época histórica; ¿Pries qué es una época histórica ·silla uI1 í:liüia iritelecfual y sentimental &terminado; el predoniliüo eri fu atinósfera humana de ci~rtas ideas! amores y odios? No bastaría para caracterizar'á una época lo~h7~~8s,que en ella reaht1e~t~,~;C0.1}tece,n 1 'por ¡,j séncilla razón de que más le son comunes con otras ép8Cii;}Jás, ~ar~cterfstico quelas reªlidades lo que en cada ~pp~~,sea posible o jmposible. Resul1 ta bastant~peregnnéi'que para definfruna époc~ ten7 gamos que saber también lo que no ha hecho, lo que no es posible,,n ella, pero tal es1a. condición.,.»
LN (ll-lll-23)
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«Cuanta ~ás realldad posea lo que definimos, más exclusiones ... >> «Y cuanta más realidad tenga lo que definimos más \exclusiones ..: 1>
Pág. 619, línea 4 LN (ll-lll-23)
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Pág. 619, líneas 7-9 ·
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LN (ll~lll-'23)
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/,ria ~~le conó¿erá mucho? · ESt~ éaÍiictei positi.~o con que se presenta la negación no es, sin embargo, mera exigencia impuesta por la índole de.nuestro intelecto. Por lo menos, en el caso de lÓs se~~s vivlentes, a nuestro concepto negativo, corresponde una fuerza real de negación. S.i.\os ro' manos no;inventaron~lcll,utomóvil, no fue por casualidad. Uno de los ingredientes que actúan en la historia romana es la incapacidad del latino para la ,,, . i:téanica. En la decadencia del mundo antiguofüe.esta ,. in~ptitud urio de los factores más enérgicos. '
•!
Una época es un repertorio de tenéléncias positivas y . negativas, es un sistema de agudezas y clarividencias unido'a unsÍstema de torpezas y cegueras; No es sólo un querer ciertas cosas, sino también un decidido no ·' querer otras. Aliniciarse un tiempo nuevo~ lci primeadv'ertin\bs' es la presencia mágica de estas pro' pensio'nes 'riegat:ivas que empiezan a ... » ·
ro' que
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LN (ll-lll-23)
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éITiPi~a1I-··a~l~~:
Pág. 620, líneas 1-2
LN (ll-III-23)
«...nada califica mejor la edad t¡t'ie albmea ~obre n'ues• • .·' .· 1' ' ' ' : ; • ; '. __ · tro viejo continente como notar que en Europa han acabado las revoluciones ... » ' ' ;'' «... creo qu~ n.ada califica mejor que el tiempo nue. va que alb~re~ ~obre nuestro viejo cor1tine~te ~omo deéi~ q'ue ~n EurÓpa han acabado las re~oludiones ... » 1
Pág. 620, lin.e? 4,
LN (lkIII-23)
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«...pl~"rti.tljd del significado ... » . ;..,..pletÍitud de significación ... »
LN (ll-III-23)
«No hacé mucho, un excelent~ amigo mío, de nación uruguayo ... » «Un excelente amigo mio, de nacionalidad uruguaya.,.»
Pág. 620, línea 16 LN (ll-III-23)
«... contra el ~.oder público es revolución.» «... contra el Poder es revolución.>>
Pág. 620, línea 6
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Pág. 620, línea 23 LN (ll-III"23)
«.. .las CI)~ ti:o, ,fr~ncesas del XVIII y XIX .. .>> «...las' cuatro francesas del XIX ... »
Pág; 620, lineas 25-28
~t ,;¡tohlO.:~'esencialmente revolucionaria 11 ,'Los mis-
LN (ll-lll-23)
mos motivos que inducen a pensar que en Europa no habrá ya revoluciones, obligan a creer que en Amén" ca no las ha habido todavía. Lo Trienos esencial' en las verdáderas revoluciones."» ~1' ••• Como uese:nciahriehte revolucionaria'lt. Lo menos esencial en las verdaderas revoluciones .. .>>
1013
Pág. 620, líneas 33"34 LN (ll-III-23) Pág. 620, líneas 35-36 LN (ll-lll-23)
«... ciclos históricos suficientemente conocidos mundo griego, mundo romano ... » .«.,.cic\os históricos--,mundq greco-romano ... » . «... revolucionaria, que dura dos o tres siglos, y ~caba por trai:¡sc~rri~ defyüti~amente.» · «...revolucionaria, la cual; al cabo, transcurre definí. ; ;
J:s c1-vi1~2.3): LN (ll-lll-23), TNT (2~, 34), O 11 (32), ó (36);b11C43), (47: SO)
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«,... tie~esobre él mayor influjo el pasado. A primerai ..>>
Pág. 624, línéas 4-5 ·
«o .. no se· contenta ya con su existencia interior y se inicia una época de expansión.»
ES (27-XI-23)
no se conte~ta ya con su existencia interior y se inicia una etapa de expansión.»
Pág. 624, líneas 28-29 ES (27-XI7 23)
«Se pretendía que el ser humano ... » «Se suponía que el ser humano ... »
Pág. 625,líneas 26-28
«Concluye el hombre creyendo que posee una facultad casi divina, capaz de revelarle de una vez para siempre la esencia última de las cosas. Esta facultad tendrá que ser... » «¿Cuál? La creencia de que se ha descubierto una constitución social perfecta, definitiva, la única que puede merecer el nombre de tal. Ahora bien, semejante pretensión sólo puede abrigarla quien crea al hombre dueño de una facultad capaz de revelarle de una vez para siempre el ser mismo de las cosas. Esta facultad intelectual tendrá que ser... »
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~.~1:11-~a.» . -- _ ,,deangustia enl.o.s de abajo, de.tiranía en los de
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arriba.»
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«...previa al g~netal levantamiento ... » (( •. :previa fcmnidable levantamiento ... ))
Pág. 621, línea 8 • LN (11CllF23) '
LN (ll-lll-23)
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«Cien veces se ha. dicho después de Danton q~e la re7 volüdón e5ilib'a hecha en las cabezas antes de ... » «Cienvece5se h~ dicho que la revolución'e5taba hk:. cita en.los espíritus antes de ... »
Pág. 621, líneas 9-10 ES (7-Vll-23), LN (ll-III-23), TNT (23), o 11 (32), o (36),'011(43)
Pág. 625, líneas 29-30
«... se habría descubierto ... » «... se habría, desde luego, descubierto ... »
Pág. 621, línea 12 LN (ll-lll-23)
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LN (ll-ÜI-23)
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ES (7-Vll-23); TNT (23); O 11(32}", o (36), 11 (43)
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~gtl\alpienoincluida en ES (7-Vll-23), TNT (23), .011 (32), O (36), QU (43).
«Descartes.llamó misan o "pura intelección" a esta . facultad, y I¡:an¡:,,másprecisfill!ente, "r.azón pura" .. No se trata en rigor de ninguna potencia misterio~a. La urazón pura no _es otra cosa que el entendimiento funcionando sin trabas sensoriales, atenido a sí mismo y regido exclusivamente por sus normas íntimas.» 11
«...inconfundible disposición de los espiritús, de las. cabezas. Para comprenderla ... » «.. .inconfundible disposición de los espíritus. Para· comprenderla ... »
Pág. 621, líneas 13-14;"
«Descartes llamó misan o pure intellectian a esta facultad, .y Kant, más precisamente, 11 razón pura 1' .>>
Pág. 621, línea l 4"Pági 625,· Texto:ndrfocluido en LN (ll-lll-23). línea 25 ". ,.
1014
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ES (7-Vll-23), TNT (23), o 11 (32), o (36), 43)
..«... de angustia delos de abajo, de tiranía de los de
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Pág. 621, línea 19, .nota.
«... tiene sobre él mayor influjo positivo el pasado. A
primera ... >>
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, tivamente.>> , Pág. 621, líneas,475
Pág. 621, líneas 27-28
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Pág. 625, línea 31-Pág. 626, · «La "razón pura" no es el entendimiento, ~o una malínea 14 nera extremada de funcionar éste. Cuando Robinsón aplica su inteligencia a resolver los urgentes problemas . quela isla desierta le plantea, no usa de la razón pura. Impone a su intelecto la tarea de amoldarse a la realidad circundante, y su funcionamiento se reduce a com-
lor5
binar trozos de esa realidad. La razón pura eS, por el conc trario el entendimiento aband.onado a si mismo, qu~ coru;r:.uye de su propio fondo armazones prodigiosas; de una ",,,.,,ctitud y de un rigor sublimes. En de.b\is.'. car contacto con las cosas, se desentiende de ellas y proc cura.Ja más exclusiva fidelidad a sus propias leyes in~ ··temas. La matemática es el producto ejemplar de la · razón pura: Sus conceptos son conseguidos de una vez ·para Siempre y·no hay peligro de que un día la realidad. los contradiga, porque no han sido tornados de ella. En . : la matemática nada hay vacilante y poco máS o menase . :. Todo es claro, porque todo es extremo. Lo'giaildelO:éS infinitamente, y lo pequeño es absolutamente peque' ño; La recta es radicalmente recta, y curva sin mezcla la .~) curva. La·faz(jn puát,se mueve siempre entre superla" 'tivosy absolutos.- Por eso se llama a si misma pura. Es incorruptible y no anda con contemplaciones. Cuando · define un coricépto,le dota de atributos perfectos. Solo : sabe pensar yéndose al último limite, radicalmente. Como opera sin contar con nada más.que consigo mis-. no le cuesta mucho dar a sus creaciones el máximo pulimento: ·Así, en el orden de.las cuestiones políticas • y sociales; cree haber descubierto una constitución civil, un derech6;·perfectos, definitivos, los únicos que tales nombres merecen. A este uso puro del intelecto, a este pensar more geometJico se suele llamar racionalis" · mo. Tal vez fuera más luminoso llamarle radicalismo.». . «La truitemática es obra ejemplar de la·razóripura: eri . ella nohay nada vacilante, y poco más o menos. Todo · ·es'cláro1porque todo es extremo. El punto matemáti• CD rid es'Íil.á~ O menos pequeño, sino que, desde luego¡ sé le declara absolutamente pequeño. La razón pura · se mueve siempre entre superlativos y absolutos. Puesta a pensar en algo no puede detenerse ha~ta dotarl~ de coildicionesinsuperabfes. Dicho con otro giro; la razóilptua' conquista' la perfección de sus cori~truii~ dones merced a' qué procede en todo de manera radical: Como·opera sin contar con nada más que consi·, 'go mistna;:no le:cue:Sla mucho dar a sus creacion~s ·él máxb:Ilcipulimerito. A este uso puro del intelecto, a
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.. 1016
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este pensar more geomet1ico se le ha llamado racionalismo. Lo mismo pudiera llamarse radicalismo.» Pág. 626, lineas.34-36 LN (ll-III-23)
«.. .la inteligencia, siguiendo su normal desarrollo, arriba a un' estadio en que descubre su propio ... » • «... .la inteligencia en su normal desarrollo, arriba a un estadio en que se descubre su propio ... »
Pág. 626, liileas38-39
« ... o.en el prestigio sentimental de la tradición política y religiosa ... »
LN (ll-Ill-23)
«... o en el prestigio.místico de la tradición política y religiosa ... »
Pág. 627, linea 2 LN (ll-III-23)
« ... sistemas filosóficos griegos del siglo VII y el VI ... » «... sistemas filosóficos griegos del siglo VI y VII.:.»
Pág. 62 7; linea 5 LN (ll"Ill-23) Pág. 627, lineas 27-31
.. «Desde el punto de vista intelectual...» =<
· «...figura general. No es cosa fácil emparejar la política de los concejos y comunas de los siglos XII al XN con las democracias modernas. Es cierto que éstas han.aprovechado mucho de la técnica jurídica que concejos y comunas.elaboraron ... »
ES (13-Vll-23), TNT (23), O Il (32), O (36), O II (43)
LN (ll-Ill-23)
« ... figura general. Nadie, medianamente enterado, se ~treve hoy a emparejar la política de los concejos y comunas de los siglos XII al XIV con las democracias .1Ilodemas. Es. cierto que éstas han aprovechado muclw.deJa técnka.juridica que concejos y comunas elaboraron ... ». ''' · · «. . .figura generaLYa nadie científicamente responsable se atreve a emparejar la política de los Concejos y comunas de los siglos XII al XIV con las demacra~ cias II\Odemas. Es .ci.erto que éstas han aprovechado mucho de la labor jurídica que Concejos y Comunas hic.i.eron.~ .. » , .
Pág. 62.7, linea 34-Pág.. 629, «El '.'fuero" es, privilegio, esto es, hueco legal que se liilea 2 hac.e.en el sistema .df' poderes tradicionales a la nueva .energía. Ello es qµe ésta, en vez de transformar
1017
''"'~44f t
aquel si~tem~, se asimila a él alojándose en su estructura. Por otra parte, el sistema cede y deja pasar a la reªlidad sobrevenida. [... ]y la retórica'. La Edad Media procede; .. » «El "fuero"•es privilegio, esto es, hueco legal, que se hace a la realidad imperativa. La EdadMedia procede ... »
LN (ll-Uic23) ·
· · brees :hecho, no el hombre por causa del sábado". Sobre todo ... » «... poruna sensibilidad nueva.' Sobre todo ... »
LN (ll-lll-23)
Pág. 630, lírÍea 22 LN (ll-lll-23)
;, .::yésté es tll1 ~Íntdma muy importante: .. )) . . '\··:Y ~to es de gran importancia.,.:• ',' '-· '-' -
: «:~.adaptar elrégimen a la realidad social;· se ha propuesto adaptar ésta a un ideal esquema. [... ] que su razón pura !fa forjado. El valor de la ... » " · ' . · ";;:adaptar el régimen a la realidad; se ha propuesto adaptar ésta a un régimen ideal. El valor de la ley... »
Pág;: 629 ,'líneas 3-17' ·:
LN (ll-UI-23)
«:..parecía inmoral. No es esto en modó algtino de" cir que de hecho no se haya practicado subrepticiamente unapolítica de intereses y de ambicione$. . ' :'.:. Pero lo sintomáiico'del caso es que esta política, para poder navegar y hacer su ruta, tenía que autorizarse cori algún pabellón idealista y disfrazar sús efectivos · designios; .: · ,•Ahora bien¡tlna idea forjada ... » «'...parecía inmoral: No es esto en modo alguno decir · que de:hecho no se haya practicado una política subrepticia, de intereses y de ambiciones. Pero lo sintomático del caso es que esta política, para poder navegar y hacer su ruta; tenia que autorizarse con algún 'pabellón'idealista'y disfrazar sus efectivos designios. ·Ahora bien; una \de.i forjada: .. » «•.. parecía inmoral: · · ·, •Ahoráfüeh;una'ideaforjada... »
ES (13-VUc23)
LN (ll-lll-23)
dicionalista.»
LN (Ü-UIC23)
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1018
lí~eas 7-9
«... poruna·sehsibilidad nueva. A la política de ideas sucede una política de cosas y de hombres. Se acaba '•ipdf descubrir que'no es la vida para la idea,'sinó la idfa;'lá'fastitución; la norma para la vida, o, coqíCÍ •dicé el Evangelio; que "el sábado por causa del hom-
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. «,::.desapa:éc~ del p~er plano de lasprepcup?~fones humanas. En la era refolucionaria se esli'ei-ab~ d.i ell~ la felicidad y llegó a ser un substituto de la reiiglon. En este punto comienza a estar el.yiejo Conp.nente Europeo. s.~.ini~ia una época antirrevoludcmarl,(perÓ en modo algúllo' reaccionaria. Las_ ap_aiieÍí~i~s reiTÓgrad~s que enl~y'ida pública déestp~ aiios pu~d~~ hallarse ~pn ~ólo, arapencias, y el que tenga es~¡~~ tinto de percep~\ónsociológica, sin el cual no se puede ni entender el pas~do histórico ni prever el futuro .·político, ,s~~rl itt5iil~~r su mirada, al través de ella, y .; . en,c~¡¡trar m,ás ~B~ ]~ ,'{erdadera y eficiente realidad.»
j:...pero l~ ge~t~·~apes creen que empieza una uni'{~rs~l r~acción. Yo no conozco en todo el área his-
oc: (47)
. P?Fi~~,époc~ . de,reacción; eso no ha existido nunca ... » «,, •• per9 ]o~ grandes miopes creen que empieza una _. :~~iyer.~a~. ~~a.c::.c~~~;- eso no ha existido nunca ... » .'.;:--' ;'li;íJ.
Pág. 63l, Hneas 11-13
; «... con ótrautopía en•sus pendones ... ))
Pág. 630, líneas 17-22 1¡
Pág. 631,
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Pág: 630, lín'ea 9 LN (ll-UI~23J
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Pág. 630, línea 23-Pág. 638, ·;1.::desa~arece del primer plano de las preocupaciofinal ·. · n'ci; hurrÍanasy queda convertida [... ] en la edad tra-
Pág. '629, llrieás 21-26' ·
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ES (17-Vll-23), TNT (23), O U (32), o (36), o u (43)
«La reacciá11iJ10 es más que 1111 parásita de la reval11ció11. Ya ha came11zada e11 la periferia 111eridia11al de E11ropa, y~ S1t111amente.probable que se exte11derá luego a las gra11des p11eblas del Centra y del Norte. Pero todo ... » ·
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«...un cai:áctei de ley cósmica, de estado universal...» «... un carácter de ley cósmica, de estadio universal...>>
Pág.,631, línea 29 ES (17-VII-23), TNT (23, 34), O II (32), O (36), O II (43)
«...porque lo que aspiramos a conocer.. .>> «... porque lo que aspiramos a conocer.. .>>
Pág. 644, líne~ 28 LN (9-IX-23)
«... modo las imponemos a ellas .. .>> «... modo las suponemos en ellas .. .>>
Pág. 645, línea 12 LN (9-IX-23)
«De aquí una deplorable ... » «De aquí su deplorable .. .>>
Pág. 645,linea 18 LN (9-IX-23)
«...porque parten de un.. .>> «...porque nacen de un .. .>>
Pág; 645, líneas 20-21 LN (9-IX-23)
y.que_es, por tanto, necesario descontar... » «.:.y que es, por lo tanto, necesario descontar.. .>>
Pág. 646, líneas 6-7 .
«¿Quiere esto decir que o nuestra imaginación es falsa o la del avecindado en Sirio?» «¿Quiere esto decir que o nuestra imagen es falsa o la del avecindado en Sirio?»
Not~ al pie ~o incluida en ES (l 7-VII-23),'. .··
Pág. 633, nota
' ,;No vio que ~e trataba de una forma histórica que, al menos en pccidente, tiene ~arácter general. En nues\ra parte· del ;,,undo, todo pueblo cuyo desa., rróllo: .. » . . .
Pág. 635, líneas 25-27
ES (20c\11I-23),_ TNTÚ3J,0Tl (32), Ü(36),pÜ(43)
.... «]'.jo vio qd~~e tratll'de una ley histórica general.Todo · ; JJl)~blo cuy~ c\esa~~llo .. .>> ·· · · . · ··· ·
«Porentonces, la situación típica de Roma es .. .>> «Por entonces, la situ~ción típica' de Roma es ...
Pág: ;636, líne.a 25 ES (20-Vll-23), TNT (23),0 u (32),
bc36); b' üc4:3)f ' · .
P~~~d~ellle énip~¿~¡: ~1 vocablo "tipico" en su recto sentido. De Ordi~ariO Se 1e ~sa con la significación contraria a · Ía debid~. Por.Ía-utipi~o" se entiende lo difer'encial entre · ·'uria C'dSa y'otra·,·cu:lD.d-0 es más bien lo comUn, lo que cori~on:de·~· Ün ~tipbn ~~u clase general" de cosas. Así, la fi7 ; ',.,, i ' :. : ! ; ' : __ ' ; . : : i ·;' :· · siólogia suele hablar hoy de la digestión típica (en general, · ·1
'
de funciones típicas); consiste ésta en el conjunt9 de reacciáiles lnOviÍnientos que han de realizarse tOcia tión normal. Cada individuo, aun siendo normal, añ8de a pi'OceSO tí¡)ii:o refl:ófuenos que le son pei::uliarés, perO .-qui~ ntiMon ·esencial~ a la función digestiva. En el mismo Séntldo' 1ne refiero 13. estructura de Roma en lo que tf!::nía de'e5e::rlcial; cualesquiera fueran sus.singularldadeS:n
y
'.'
en
mges-
ese
yo a
,·'..1.'c;· br;'.<;;,;;·_-1.c·. _':
-.':·- ·,.
.· ..'
-
' EL SENTIDO'H!STÓRICO DE LATEORÍA DE EINSTEIN
Pág: 642, llhea 19 LN'.(9-IX-23)' Pág. 643;línea:ll · LN (9-IX-23)
1020
Pág. 644, línea 6 LN (9-IX-23)
·;,;'"'"es evidente y banal.» '·. · «.:.es evidente y trivial.»
como sq..._» elige-para apellidarse, como su ... 1>
· -
LN (9-IX-23), TNT (23), O II (32), O (36), O II (43)
'Pág. 646, línea 13 LN (9-IX-23); TNT (23, 34), O Il (32), O (36), OII (43) Pág. 64(), línea 22, nota
Pág. 646, línea 32 LN (9-IX-23)
<< •••
«En la introducción.al primer Espectad01: .. » u En la introducción a mi primer "Espectador" ... »
Nota al pie no incluida en LN (9-IX-23), TNT (23), O Il (32), O,P()), O II (43). «... la realid<1,c;l ~P~rezca, no hay. .. » · «.. .la realidad "aparezca", no hay... .,
Pág. 647¡ líneas 39-40 LN (9cIX-23)
"Visión de las cosas ... » «...solía llamarse "contemplación de las cosas .. .>>
Pág. 649, línea 3 O II(32)
«Pero el racionalista no duda .. .>> «Pero el racionalismo no duda .. .>>
Pág. 651; línea 25-Pág. 652, Texto no incluido enLN (7-X-23). línea 31
1021
1924.
grandes arquitecturas de nubes. Ambos son geniales y caprichosos; ambos padecen ---;;mtoma extraño en dos alemanes-- una supina insciencia filosófica. Así se explica el fenómeno extraño de que el principio de las culturas como organismos, tan influyente hoy en las ciencias históricas de Alemania, no haya encontrado allí su base filosófica, de estricta lógica o mejor metodología científica, En mi articulo anterior he procura: do sugerir ese cimiento lógico, atrayendo la atención sobre el problema del in-dividuo histórico.
: . · LAs!DEAS DELEON FROBENIUS
Pág. 656, líneas 2-3
ES (12-III-24)
((;;,más importante!; y sugestivas de nuestro tiempo: LA ETNOlOGfA AFRICANA África ha sido siempre ... » «...másirirportantes y sugestivas de nuestro tiempo: 1:;-
! ·'-'
-
[El apartado "Etnología", pá!Tafos seXto a duodécimo, pasó a ETNOLOGiA de Las Atlántidas, pág. 756, líneci 12-pág. 757, linea25.]
[Los párrafos segundo a séptimo pasaron a Los "AMBI-
ms CULTURALES'' de Las Atlántidas, pág.· 762, linea 8pág. 764, linea 13.]
· LAETNOLOGÍAAFRICANA Africa·ha sido sfeinpre ... ». Pág. 659, linea 31 ES (26-III-24)
*** La historia es el ensayo ...
«.'.. del que hasta ahora se le ha dedicado".» «... del que hasta ahora se le ha dedicado~'· La obra priricipal de Bastian es de lBBL SuspensaTnientos~ tan'anaé:rOnicos entonces, necesitaban l,.lii3. . ·larga ferinentación en ese lagar profundo, sitúado no se sabe dónde, del que fluyen siempre; ala hora debida, las ideas claras y maduras.»
'Véase El Sol delos días 12, 26 y 27 de marzo.»
EPÍLOGO ALUBRO DE FRANCESCA A BEATRICE
Pág. 729, linea 3-Pág. 741, línea 20
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Pág. 660, línea 30 ES (16-IV-24)
1022
«CULTURA Y CULTURAS. La H~torfaes.elensayo ... » e: ¡;oc¡;, . .«CULTURA Y CULTURAS '' ·;' ;,· ' i 'J\E. (¡)' ~ 1 , . , ''..".•' Elpensaínierito.más importante de Frobenius;elqué más hondo influjo ha ejercido sobre la ciencia etnográfica e histórica; es el priricipió delos ~ámfütos culé rurales"'; Por estarazón me he detenido uri poé:o enel: El resto de su ideología es mucho más problemático y se presenta conuri'aire de caprichosa constniccióri . que inquieta y hasta irrita. Frobenius, como su'gemél lo mayor Spengler, es un pensador vigoroso, pero tosco.Ambos se afanan al foridodenuestro horlZorite4iL telectual, como dos cíclopes ocupados en construir
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Texto.no incluido en ES (30-VU-24).
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Pág: 730, líneas 14-15 ·
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«Cuerpoyalma:;celconjunto de nuestra persona, no son sino un conjunto de órganos materiales ... » • «Cuerpoyalma,el conjunto de nuestra persona, no son sino unísfstema de órganos materiales ... »
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Pág. 733, líoeas 33-34 .
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«...y si luego segó su cabeza fue por acción automática de odio: .. ». . « ... ysi.luego segó su cabeza fue por reacción automática.de odio.:.»
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1023
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esta razón, indicaba yo, no se puede intimar con una civilización que nos sea muy remota por su antigüe~ dad o su exotismo, si antes no determinarnos la dimensión de su.radio cósmico. En las ideas religiosas, en.la obra artística, en la institución política y aun en el ademán corpóreo encontrarnos la resonancia de esa última línea que definía para ella el mundo. · . Vivir es dialogar con el contorno y. corno en todo diálogo, nuestra palabra y nuestra actitud reflejan la idea que tenernos de nuestro interlocutor. El acto más nimio, el que se refiere al acto más próximo nace ya localizado en una perspectiva universal. Después de todo, lo próximo lo es sólo en función de lo que nosotros consideramos corno más distante y a nuestra · · · existencia fütifua asiste, corno testigo ejemplar, desde su cósmica lontananza, la vaga serranía que ter. mina nuestro pasaje vital.
·. LASATLANTIDAS
LA MODA suBTERRÁNEA i'i'.:
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·LA (24) incluía un preámbulo, que pasó a las Obras completás como noia'al final, junto a FIGURAS DEL SUDÁN y FIGURAS DE LA CHINA.
Pág. 745, línea 1 '.1'
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«... trabaja en esos problemas sin afición, escatiman-
Pág. 7 46, línea 30
.. d()~~·:»:-·, '.. -
«... trabaja en esos problemas sin gusto, escatimando ... »_\
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«Hace poco notificaban los periódicos ... » «Hace pocos díasriotificaban los periódicos ... »
Pág. 747, línea 1 ES (5-IV-23) Pág. 747, líneas 7-15'.
«El aumento del área tradicional en que se movía la historia se ha producido casi a la par en cuatro dimensiones distintas, que han tallado otras tantas fa. cetas de sensibilidad enel espíritu europeo: una es la antedicha prehistoria; otra, la penetración en las civilizaciones del Extremo Oriente; otra, la etnografía de los pueblos salvajes; otra; en fio, el descubriiniené to de las Atlántidas. Las Atlántidas son las culturas sumergidas o evapo! 1radas. !Ellas-representan el fenómeno más sorprené '; dente de;Ja historia; Hace un siglo, nadie hubiese aceptado seriamente ]a.posibilidad de que... » ' '«LAS:A'JJIÁNTIDAS O DE LA CULTURA TARTESIA (MADRID, febrero de 1923) i, En elartículo·anterior "Sobre 'el horizonte' en fa his: toria" he intentado sugerir la influencia plástica que 1 , ejerce sobre' todas las formas de la vida la amplitud con que ·cadalser ""-individual o colectivo- se representa el mundo. La configuración de nuestro horizonte viene a ser como el molde en que son vaciadas nuestras manifestaciones vitales que adquirei;i, merced a ello, una sorprendente unidad de estilo. Por
[Los piíffafossegundn a quinta coinciden con Los "AMnrros · · CUlTIJRALES",pdg. 765, linea6-pdg. 766, 1fnea36.}
ELaumento del área histórica se ha producido casi a 'fa par, en cuatro dimensiones distintas:·la prehisto-
1
LN (l-IV-23}• · 1·
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1024
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ria, la penetración-en las civilizaciones orientales, so-
bretodo la India y la China, la etnografía de los pueblos salvajes y el descubrimiento de las Atlántidas. Llamo en general Atlántidas a las culturas surnergi·das o evaporadas. Son el fenómeno más sorprendente de la historia. Hace un siglo nadie hubiese seriamente aceptado la posibilidad de que ... » Pág. 747, líneas 16-18
«... causantes de grandes acciones y reacciones históricas, hubiesen llegado a borrarse de la memoria huInaria, a desvanecerse como fantasmas y vagos es-
pectros.» LN (l-IV-23) <
« ... causanteS'de grandes acciones y reacciones socia-
les, llegasen a borrarse de la superficie historica.» Pág ..147, líneas 25-26 LN (1-IV-23)
{<.;.Como si ·se tratase de una aventura demencial.» ~
1025
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Pág. 747; líneas31-32 LN (~-IV,23) ..
«La ciudad quimérica, cimentada sobre ... 1~ «La ciudad cimentada sobre ... »
Pág,747, linea35 LN (l'-IV-23)'
'" .. se trataba no de una ciudad ... » «;;;se trataba no de esa c;iudad ... »
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Pág. 747, línea·38 LN (l-IV-23)
«...y la posterior historia eurafricana de otro.» .
paña. En efecto, el lucido reino, legendario ya entonces por... » l'ág. 749, line~s i ~9
«En elsigld IX lo descubren los fenicios, y sin granlo supeditan, fundando cerca de la capitálla factoría de Gades. En el siglo VII lo redescubren1los focenses .... » ' ;,En el siglo VII lo descubren 16s focenses ... » d~s ~sfuerzos
LN (l-IV-23) •
Pág. 749, lineas 10-12 'LA CÚLTURATARTESIA
Pág. 748, epígrafe
Pág. 748, lineas 10-11 LN (l-IV-23)
«LA CULTURA TARTESIA», epígrafe no incluido en LN (lc!V-23); ES (5-IV-23). «.. Ja Atlántida de que hablaron Platón y Teopompo como de una deleitable quimera.» «.. Ja Atlántida de que, como una bella quimera, ha.. blaron Platón y Teopompo. »
Pág. 748, líneas 13-14 LN (l-IV-23)
«Por un error inveterado se daba ... » «Pot un error tradicional se daba ... »
Pág. 748, línea 19 LN (l-IV-23)
(( ...una Tara C:oihcidencia entre ... » i< ••• una rara proximidad entre ... »
Pág. 748, líneas 36-37
(e ... se asemeja, pues, con sugestiva aproximación al territorio que hoy llamamos reino de Andaluc!a.» «... c~,.;.;5ponde, pues, con sugestiva aproximación al territorio que hoy llamamos Andalucía.»
LN (l-IV-23)
Pág. 749, lineas 2-5
LN (l-IV-23)
1026
«.. .la llanura sevillana y cordobesa gozaba larga fama por sus toros, por la agilidad y buena gracia de sus habitantes, que eran; en cambio, los menos belicosos de Españai En efecto, el lucido reino, ya entonces le' gendario por... » «.. .la llanura sevillana y cardobesa es famosa por sus toros, por la agilidad y buena gracia de sus habitan+. · tes, que son, en cambio, los menos belicosos de Ese
LN (l-IV-23)
Pág. 749, lineas 33-35
1 LN (l-IV-23)
Pág. 749, lineas 37-38 LN (l-IV-23)
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. «.. ,este descubrimiento de Tartesos con el de América: ambos duplicaron el universo conocido. Hasta _~l _cruce_r() _foc:en~e, ~l uillun_do", para los :mediterrá-:- neps, se reduce ... » · « ... este descubrimiento de Tartesos con el de Colón: ambos duplicaron el universo conocido. Hasta el crucero focense el umundo" mediterráneo se reduce ... » «... a esos refinamientos de última hora y se ha instalado en una de esas posturas vitales perfectas, redondeadas, de insuperable comodidad. Diríase que ha fondeado en la Sevilla de nuestros días o entra en la Roma ... » (C ,;.a esos refiri.a'niientcis:de última hora, a una de esas posturas vitales perfectas, redondeadas, de insuperable comodidad. Diríase que ha fondeado en la Sevilla de nuestros días oque entra en la Roma .. ;» «... templos románticos, dedicados a divinidades hembras de nombres sentimentales.» « ... templos románticos donde se rinde culto a divinidad17S hembras de nombres sentimentales.»
Pág. 750, linea 6 «... yeran, por tanto, un pueblo de viejos ... », LN (l-IV-23), ES (5-IV-23), «...y eran, parlo tanto, un pueblo de viejos ... » LA(24). Pág. 750, lineas 10-11. LN (l-IV-23)
«••. obliga a meditar sobre esta persistencia extraña del pacifismo turdetano.» «...hace p~nsar en una perduración extraña del pacifismo turdetano.»
1027
Pág.750,Iínea.l 7 LN (l-IV-23) Pág, 750, Jineas 20-21 LN (l-IV-23) Pág. 750, lineas 23~24. LN (l~IV-23)
«.Gerión,. rey de Tartesos, es un gigante bravo ... » «Gerión es un gigante bravo ... »
«... que se ll~ma palus Erebi--'-probablell1ente nues.tro Palos de Moguer. » · · •«.:.que se llamap~hff Erebi.» ''•
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«.. ,fue fa terribleTÍb~ra infernal para las gentes ima¡iinativas de Jonia y de Ática.» «.. .fue el río terrible infernal para las gen.tes imaginativas d"Jonia y de Ática.»
ES (9-IV-23)
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<<. ..y refugi~rsenósesabe bien donde ... » Pág.7SO, línea 30 LN (l-IV-23), ES (5-IV-23), «...y refugi~rséncfsabe bien donde ... » LA(24), O lI (32), O (36), Oll (43) Pág. 750, líneas 33-34
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«.. .la forma ya caduca, pero aún vigente, de la existencia europea.» ·
LN:(l-IV-23)
emigrantes con los pueblos de Oriente quiebra la ingenuidad del horizonte medieval, perfora en él inquie;.tad(Jras brechas h~cia un transmundo ex.ático y deja ·par~ siempr~ in~tala.do en las razas germano la tirias unfecundo de~eql)illbrio. Los judío~ sor:, dqndequier.<;, l)n ÍfigÍe\lien\e de desasosiego ..:..a mi ]úicio' benéfico--, porque hán rodado mucho ... » «... o?ran cot!lo .ur:formento en la sociedad que has.ta en.torÍces habúi pe~anecido ericeri~da dentrÓ de sí misma. Cohic\ 'dié~'el adagio alemán, "cuando se haceun1argbviaje,se trae algo que contar". El re···-- -¡·-,·: -,-: -.-toma. de.los cruzados suscita en la Europa del siglo XIÚ mrn ·rransforrrúteión tan honda, q'ue ac\is6 sea lri mayor fo da sü'hi5t6ria. La convivencia de los feudales e~igrantes ean los pueblos de Oriente quiebra la ingenuidad del horizonte medieval, perfora en él inquietadoras brechas hacia un transmundo • exótico y deja para siempre montado eri las razas germano latinas un fecundo desequilibrio. Los judíos son,. dondequiera, un ingrediente de desasosiego -'a mi juicio, benéfico-, porque· han rodado
«...la forma vigente en la existencia europea.»
mucho.-.-.>~
\ LN (25-IIl-23)
· EL HORIZONTI: HISTÓRICO .
Pág. 751, línea 10
.
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Aq~í comienza la colncidencia con «Ideas del tiempo nuevo», LN (25-III-23).
Pág. 751, línea 29 LN (25-111-23)
<<.,.no s.abe reprimir su ímpetu, y las fuertes plumas ... » .~ ...no sabe reprimir su impulsión y las fuertes plumas···''
Pág. 751, líneas 30-31 ·
«Siempr~ accmtece así: en la formación de nuestra~
LN (25-Ill-23)
ideas ... » «Siempre
.
.
es ásí:'en la formaciól) de nuestfas ide.as,.,>\
1028
1
Pág. 752, líneas 12-13
«...perciben al punto, más o menos claramente, la di-
LN (25-Ill-23)
ferencia o igualdad de sus radios cósmicos.» «... perciben al puma, sin darse.cuenta en qué ~onsis te, la diferencia o igualdad entre sús rayos cósmicos.»
Pág: 752, linea 22 LN (25-III-23)
Pág. 751, línea 40-Pág. 752, «... obran como un fermento en la sociedad que ha5.ul entonces había permanecido encerrada dentro de sí línea 9 ·miSrn:.l. Coino dice el adagio alemán, "cuimdose hacé un largo viaje; se frae•algo que contar". El retomo de •los erutados suscita en la Europa del siglo Xlll una transformación tanhonda, que acaso sea la mayor de toda su historia. La convivencia de los feudales
«... obran comoun.fermento en elEstado hasta entonces encerrado en SÍ mismo. Los judíos son dondequiera un il1grediente perturbac!qr¡:iorque han.ro~ d~do JllU~ho .. ,» ·
« ... s1l gestó de hercúleos voladores ric\'s 'parecerla superlativo ... » « ... su gesto de hércules voladores nos parecerla superlativo .. ;í> ,-. · -.
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Pág. 752, líneas 32-33 LN (25-III-23)
« .. .la nueva biología reconoce que para estudiar un animal es preciso reconstituir antes su paiSaje.,.», .« •. .la más aguda y reciente biología reconoce que para ..·estudiar un animales preciso reconstruir antes su;paic saje ... »
1029
Pág. 752, línea 35, nota
Nota al pie no focluida en LN (25-III-23).
Pág. 753; líneas 33-34
Pág. 753;1ínea 9 ·
LN (25-III-23)
LN (2S~IÍI-23)
Pág'. 7S3, líneasl2-14, ,,
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LN (25-llh23) .
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«C~mo no solem,os encontrar en la mujer que nos es
'. indifer~nt~ las gracias y virtudes justificantes del ademán ap~~nlldo, que sorprendemos en su amador, nos parece hab.er ~~ido éste en ... » ,«C.,,orno no sabémo~. encontrar.en la mujer que nos es ',;' - ' - . ' - ,. ' l indifqente fas gracias y virtudes justificantes del ademán apasionado que sorprendemos en su amante, nos . parece,l¡aber éste caído en ... »
una faena de "cristalización" en que ilusoriamente depositamos sobre lµ persona querida cuantas perfecciones hemos imaginado.» .. ,.. una faena de"cristalización", ilusoria proyección sobre la persona querida de cuantas perfecciones ima~
Pág. 753, líneas 16-18
Pág. 753; línea 38 . 1 LN (25-III-23) · '
LN (25-IH-23).
1 Pág. 754, líneas 4-10
Pág; 754,1íneas2lc25
·gin.amas:»« ... a ex¡)licar los fenómenos normales como formas incipientes de lo patológico.» "···ªdescubrir en los fenómenos normales formas germinales de lo patológico.»
Pág; 753, líneas 19-2() · LN (25-III-23)
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LN (25-III-23)
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~<.. , ..cpn¡qp~ra Lombroso era el genio una cierta d~ffi~~Cia".·>;·--··--
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,\' ... como para el l:iueno y antediluviano de Lombrp~o .el genio es una cie_rta demencia.» '' Pág. 753, linea 27 LN (25-III-23)
Pág. 755, líneas 19-22
«.. .la visión amorosa es más aguda que la del tibio.» «.. .la visión amorosa es más grande qne la del tibio.»
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Pág. 753, lineas 29~30
1030
" ·«.-.y ostenta sus cualidades con toda plenitud.» ·«.;.y ostenta sus cuálidades con una plenitud sin par.» ·•« ...se hacen patentes. Cuando voy con un extranjero · por la tierra castellana, nuestras impresiones divergen, pero no porque yo atribuya a mi gleba nativa gra' cias ficticias, que enrealidad no posee, sino porque mi miradaforvorosa sorprende en la campiña recatados ·encántos; que el forastero indiferente no.acierta á des' cnbrir, El amor· es, por lo pronto, un grado superior de atención. Fuera, pues, más ... >~ «~;~se hacen·patén'tes.·Fuera, pueS,-Inás ... >~
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Pág: 75:3,líneas21~22.
« ... el fenómeno de este sublime sentimiento, se encuentra -pronto.que el amor no ve ... » · « ... el fenómeno del amor, se encuentra pronto que este sublime sentimiento no ve ... )>
.«"Hay que quitarla venda al Amor y devolverle el disfrute de sus ojos" -decía Pascal...» · '«"Hay que quitar la venda al amor" --decía Pascal...»
LN (25-III-23)
<<.,.de losvientds reinantes. Éste es nuestro caso frene te a norteY'sudamericanos. Se puede partir de su modo de moverse, de la inflexión de su lenguaje, de sus escritos e instituciones, para reconstituir fácilmente elhorizonte que se ajusta al corazón del hombre porteño o yanhee. El tema sería ... » «... de los vientos reinantes. Muchas veces, al leer a escritores de Buenos Aires, se me ba ocurrido que pare tiendo de cualquiera de sus obras se podía reconstituir el horizonte del hombre porteño. No lo he llevado nunca a efecto porque sería menester entraralgo en el sub, suelo de alma-argentina y; consecuehtemente,·dar ocasión a alguna mala' inteligencia. Pero el tema sería ... » «Los Estados Unidos o la Argentina pertenecen a esta clase de pueblos, nacidos excéntricamente, cuando un vasto mundo, un universo, estaba ya formado. Sin embargo, quien sepa interpretar los ademanes americanos advierte.pronto ... »· -,¡_ !
1031
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«La Edaci Moderna, entre cosasrúenos valiosas ... » " .«La Edad Moderna; entre otras cosas menos valiosas ... »
Pág. 755, líneas 33-34 · LN (25-Ill-23), ES (9cIV"23)
'!,
Pág, 755, linea 40- Pág. 756, «... es más bien un deseo de ser futurista. Esta dualilínea 4 dad; este uo .poder desasirse del ayer y pretender, sin '·embargo, encajar en él la utopia del mañana, ha he" cho de Europa el territorio revolucionario por excelencia, Ni en Asia ni en América ha habido propia" .mente revoluciones·. Por el contrario ... » " .. ;es más bien un deseo de ser fu turista. Por el conLN (25-Ill-23). ·rrario ... »: ·
---
---------------~
Pág. 758, lfnea 35 ES (27-Ill-24),_LA (14), O II (32), O (36),.0 II (43), oc (47)
«No hay duda: la pregunta mayor... » «No haya duda: la pregunta mayor... »
Pág. 760, lfneas 8-9 ES (27-III-24)
~( ... casi sfu 1excepción, preexistían en el ambiente ... >>
Pág. 760, líneas 15-20
· (< ... casisin·excepéión~ preexisten en el ambiente ... »
«.. .las Meditaciones del Qllijote. Sin embargo, ciertos puntos esenciales me separan radicalmente de ambos pensadores, corno luego he de insinuar. Precisamente aquellos que les conducen hasta un relativismo ·extemporáneo-. ·
Pág. 756, línea 5 LN (25"III"23)
«De aquí esa resuelta gravitación hacia el porvenir... » «De aquí esa'pura gravitación hacia el porvenir... »
Pág. 756, líneas 8-9
" ... del horizonte yanllee o argentino. Porque resultá que el universo actual no es para ellos el definitivo ... » «; .. delhorizonté argentino. Porque resulta que el uni" verso.actual no es para él, el definitivo ... »
LN (25-Ill-23)
ES (27-III-24)
ETNOLOGÍA
«La única superioridad definitiva de ésta habrá de ser reconocer esa esencial paridad au tes de discutir cuál de ellas es la superior. El hotentote, en cambio ... » '«La única superioridad definitiva de ésta habrá de . sel' reconocer ésa.esencial paridad. El hotentote, en
Pág. 757,líneas22-24
ES (12-Ill-24)
Según su opinión, las culturas, no los hombres, no las razas o pueblos, serían los protagonistas históricos. Los pueblos quedan corno meros portadores de ellas, corno los vientos del polen.... » «.. .las Meditaciones del Qllijote1• Las culturas, pues, no los hombres, no las razas o pueblos, son los protagonistas históricos. Los pueblos son meros portadores de éllas, corno los vientos del polen ... Sin embargo, de Frobenius y Spengler me separa uri punto capital: la manera de entender la relación de las culturas con los hombres que las llevan en sí.1>
1
Pág. 762, líneas 1-2
«El antílope dio un gran brinco, y cayó al punto en redondo, muerto ... »
ES (27-Ill-24) .
«El antílope dio un gran brinco, y luego cayó en redondo, rriuerto ... »
Pág. 762; líneas 11-12
«... en qué se funda. Arnpútese a la ... «... en qué se fonda: Pero no considero muy urgente subrayar lo que en esa opinión va de excesivo cuando en nuestro país no se ha enterado aún nadie de lo que en esa opinión hay de positivo, de ineludible y de nuevo. Arnpútese a Ja, . .>>
cambio ... •>
· LOS «ÁMBITOS CULTURALES» ·:::
· «.:·.es decir, de un lenguaje ya completo.» «::.es decir, de.un lenguaje ya completo'.
Pág. 758, línea 21 ES (27-IU-24)
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·, Éste eS· el m9.ravillos·o problema que ha de tener en c\lenta toda teona-Sobre el origen del lenguaje.>>
ES (16-IV-24)
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1033 1032
Pág. 763, nota· ES (16-IV-24)
«.. :los gestos de unitarismo utópico que veo hace.r a algunos me parecen simplemente eso: gestos.». (( .. .los gestos de arcaico unitarismo que veo hacer a algun~s me parecen simplemente eso: gestos, Al" gunos escritores que con noble ambición aspiran al dictado de filósofos olvidan con frecuencia que la filosofía no es la expresión de caprichos "bonitos" y que supone, como mínimum, haberse enterado de : las cosas;)>_ -
Pág. 764, linea 3 ·•r·
ES (16-IV-24)
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«...mismos mecanismos psíquicos que en la Isla de .:.FranCia;1> «... mismos mecanismos psíquicos que en la Isla de
:.';;;/
Francia~. •••... ú .••••• :~- •.•• ~-.•.• 1
Próximamerite intentare hacer en estas columnas un es-
tudio sobre las diferencias de constitución psíquica entre el hombre e"xtreínoloÍiental y el europeo_. NO Se tr.atará
de diferenciar las dos· culturas, que son bien claramente distintas; sinO de sorpre·nder algo de las diferencias entre ._las almas mismas que han producido ambas culturas.»
Pág, 764, lineas 4-5
Pág. 765,líneas9-13 !'_: ,'
«La intuición del pluralismo universal, como puro "hecho, como fenómeno, es la gran innovación ... »
ES (16-IV-24)
Pág. 765, líneas 6-7 LN (l-IV-23)
1034
«La intuición del pluralismo universal es la gran innovación ... » «Decía que toda historia es subjetivamente universaL El griego y el latino que emprendían; . .>>
LN (l-IV-23)
ciVi.lización qiie rios sea muy remota pófsb antigfie~ dad o su exotismó, si antes no determinamos la dim.Jn5ióri de su radio cósmico, Eri las idéasre!lgidsas; en la obra artistica; en la institución'pÓlitica'y áun·eri el ademán corpóreo encontramos la re5onáncia de e5a última linea que definía para ella el mundo. Vivir e5 dialogar con el contorno y, como en todo diác lago, nuestra palabra ynuestra actitud reflejan la idea que tenemos de nuestro interlocutor. El acto más ni;mio, el que se refiere· al acto más próximo nace ya lo.; ,calizado.en una perspectiva universal. Después de ,, todq,.lo próximolo es solo en función de lo que no,. s.otro~,cons_id~ramo!=rcomo más distante y a nuestra existenFia intima asiste, como testigo ejemplar, des,.·,, ., .<;le ~u cós¡mica l.ontananza, la vaga serranía que termin,a, nuestro pasaje vital. Digo esto para ~~cer n,~tar que subjetivamente toda histqria i;s )lniyersaL !0,1 ~ego o el latino que emprendían... » «... con su uni~~is~'. Es menos notorio de lo que debi~ra elhe,chode que fa ciencia, la razón, nace en Gre'_cia,_C6Ilf,~,'.:~t=b_rla uiliversal ymás trucativamente como '~tTI:ografi~. El prlmbr' pensador jónico; l;lecát~p de MÜ~ta~ '5~' oé:iipa' de inventariar los puebiós'f~J pa~ sado. A este universalismo subjetivo ... » «... con su universo. A este universalismo subjetivo ... >~ '
Pág. 765, líneas 28-31
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«.. .la idea del progreso. Todas las vicisitudes planetarias eran ordenadas según su colaboración en ese . '· 'progrdo. t:uando-bnpueblo parecía n6'hab~t co1i'l 'tribiiido'á' el: Je negaba positiva existencia histórica y quedaba descalificado como ... » <<.:.la idea del progreso. Cuando un puebl¡rp~teEla no haber Córitribiiido a él, se le negaba positiva existencia hi.Stóiica'y quedaba calificado como ... »
se
Pág. 766, lfnea 1 LN (l-IV-23)
«.-.'.ha nacido 'al europeo un apetito extraño por percibir.:.» «... ha nacido ahuropeo un órgano finamente adecuado para percibir.. .>>
1035
«... el intento de Helmholtz fracasa por su insuficiencia de método ... » , «... el.iJltento.de Hélmholtz fracasa por insuficiencia . ;de método.,..»
Pág. 7fí6, lineas 7.,8 Ll'-!.(lJV-23), LA (24),,
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Pág. 767, lineas 21-2_2 LN (6-VII-24)
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Pág.}.66, lineas 15-24
«.•. en elgran drama humano. Su idea es que la rea-
. lidad histórica se produce en grandes ciclos, cada uno , de los cúales¡recorre una serie de estadios siempre idéntica. Así; hay en Grecia una época primitiva, una antigüedad; uná edad media, una edad moderna, una · · ' · ,,,_. épocareciente: Ma5nb todos los pueblos avanzan de ·un estadio a otro; los hay que se quedan perennemente et1 una deterrriiriada altura de su desarrollo histórico , 'e5perando láhcfra dédesaparecer. Habría, pues, como '! 1Tazas "eternamente ¡Jrimitivasn 1 naciones irremediablemente medievales o antiguas. Nótese el parentes. 'c8'que e5tos]J~nsamientos tienen con la ideología de Spengler,1. ,-:, ' ¡ , ' -''
. ':. '. '. -¡ !"'.')_·} ¡. ! ' -- '
LN.... (l-IV-23) , ''
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i.a bbradellr<Í'sig donde por vez primera formula estos con-
,eepios'~' d~'{gos:'s'itifenbatt und Gesetze der Weltgeschicltte. » ···« ... en el gr~n~áfil,~humano.»
EL SENTIDO HISTÓRICO
·_. n:: ,.,, ..
<1En el ~igl9 ~IX, el s~ntido histórico se ha abierto : ,~omo,un~~11u_ev,a:pupila, como un nuevo órgano hu, : «Ya que tan¡as cosas del siglo XIX tene!Ilos que rec~ tificar, es conve11iente poner un acento circunflejo so. ,bre,aquellas.qu,e debemos continuar y perfeccionar. Una de éstas, acaso la más delicada, sutil y fecunda, , es el sentido histórico. En el siglo XIX,, en efe.eta, se ha abierto como una11ueva pupila este nuevo órgano humano ... »: .. _,
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:m.an
1036
«y nosotros. Para conoc'er... » «y nosotros. Se me dirá qúe La Bruyere y el duque de Saint Sirnon, . q~e el propio Racine, poseyeron una fina percepción de las diferencias psicológicas. En su o.bra se hallan dibujadas al1Ila~ muy diversas; su lápiz d~'psicólo~ gas ha acusado sutilmente no pocas variedades.de lo humano. Es cierto. Esos y otros n;mchos, en todo tiempo, han gozado de una aguda perspic~cia para ,distinguir las formas varias de carácter que los hmn7 bres de su tiempq presentaban. Todo buen político posee ese don ~xquisito de reconocer las diferenci~ personales: de otro modo, cada uno de sus pasos sería un error. Pero estadarividencia psicológica de La Bruyere y.Saint Simon, parte precisamente de .su' poner untipo general de hombre que en las indivi7 dualidades se modula variamente, según el temperamento, el carácter y las vicisitudes particulares. .Todas estas diferencias individuale5son; pue5; indil ; vidualizaciones del tipo genérico que es el modo de vida propio al tiempo y a la Nación. Para La Bruyere . ese ti]Jo general de hombre es el último fondo alqtié llega su mirada. La idea de que los hombres se, dife. rericien no sólo individualemente sino en el tip'o ge' nérico de la vida, no le hubiera nunca cabido en la cabeza ..Pues esto es.• precis_amente, lo que distingue el sentido histórico del simple don de perspicacia psi'cológica. . , ' , Para conocer.. :»'·
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"···-;-lasideas mayores, el perfil de nuestros sentiIÍÍie~1tQs~ los. i~~efeses tópicos-... >~ · · «... -las ideas m~yores, el gálibo de m,1estros sentirpiep.to,~.' los.inter~~ tópicos-... » Pág, 768, líneas 12-13 Ll'>! (6-VII,24 ·-
«... sostendrán que, dondequiera, se ha luchado por vivir,. y han triunfad,o los mejor adaptados ... » «...sos.tendrán que dondequiera se ha luchado por vivir, han triunfado los mejor adaptados ... 1>
1037
Pág. 768, líneas 22-23 LN (6-Vll-24)
Pág. 769, línea 34 LN (6-Vll-24), ES (25-Vll-24), LA (24), o u (32), O (36j, OII('f3) Pág. 769, línea38 LN (6"Vll-24), . ES (25-Vll-24)
«... pulcramente separados, sin molestarlos. Aceptamos el hecho ... » «... pulcramente separados, ~in violentarlos. Aceptamosel hecho ... » «...un ensayo de explicar fenómenos materiales que ... » «...un~nsayo de explicar los fenómenos materiales
que ... »
a
«Ma.5, por de pronto, nuestra mente ... » • «Mas; p6r16proniO;nuestra mente ... »
Pág)769,línea 40-Pág. 770, «... tiene buen sentido para nosotros y la magia del salvaje carece de él por completo ... » línea1 «... tiene buen sentido para nosotros. La magia del salLN (6-Vll-24) vaje carece de sentido por completo ... » Pág. 770, línea 3 · LN(6-Vll-24) ,;: Pág,}70,.línea 8 , '·
" ... en otra forma quelo es un movimiento físico.» ~ «... el,asesinato ritual del rey. Para nosotros esto es absurdo, mas el.,..»
Pág. 770, línea 13-Pág. 771, · «Esta es la antinomia de la óptica histórica, Tenemos ·· linea 11 que distanciam?s [... ] consecuencias de orden estiinativb. _ Adviértasé,l~ enorme ampliación del mundo espiritual que este afinami~nto de la inteligencia trae co115igo.» . «Esta es la antinomia de la contienda hlsiórica. LN (6-Vll-24)' Yo· espero gigántes'¿os resultados de la educación etnblógica en los estudios históricos. 'Adviértase, lá enorme ampliación del mundo espiritual que este afinanüento de la inteligencia histórica trae consigo.» Pág. 771, líneas 3-19
1038
das que ha presentado el alma humana a lo largo del tiempo, Cuando hayamos entendido agudamente cada época y cada pueblo en su personalidad diferencial, no h.ab!emos agotado la posible perfección de la sensibilidad histórica. Es menester que de esta fina compre~ión ~e· saquen consecuencias de orden estimativo. Adviértase, la enorme ampliación del mundo espiritual que este afüiamiento de la inteligencia trae consigo. Hasta ahora, el mundo de lo que tiene sentido se reducia nuestra época y a un pequeño círculo de pueblos afü1es. (El alma oriental nos es todavía un arca cerrada):TJTprivilegio del "tener sentido" se extenderá pronto a los pueblos y edades más diversos y remotos: Sérá.lagran conquista de nuevos mundos · espirituales, séní dotar de la plenitud humana que hoy goza sólo' ~l presente de ciertas naciones próximas a tod()S los ámbitos étnicos y a todos los siglos. Enton~es, y sólo ~ntónces, podrá decirse que existe en Et1ropa ,una disciplina de Humanidades.» · «: .. cargada de promesas. También, espero gigantescos resultados de la educación' ~tnológica en lcis historiadores. Adviértase, la enorme ampliación del mundo espiritual que este afinamiento de la inteligencia histórica trae consigo. Hasta ahora, ~l mundo de lo que tiene sentido se reducía a nuestra época y a un pequeño círculo de pueblos afines. (El alma oriental nos es todavía un arca cerrada). Este privilegio del "tener sentido" se extenderápronto a ios pueblbs y edades más diversos y remotos. Será la gran conquista de nuevos mundos espirituales, será dotar de la plenitud humana que hoy goza sólo el presente de ciertas naciones próximas a todos los ámbitos étnicos y a todos los siglos. Entonces, y sólo entonces, podrá decirse que exist.e en Europa o América una disciplina de HumanÍd~ des. Porque, como Goethe insinuaba, "sóÍo todÓs los hombres viven lo humano n. ] osé ORTEGA Y GASSET>;
« :.:.c~rgado de promesas. ·'Pero no basta, para acercarse a su plenitud, con•q,ue el sentido histórico perciba esas profundas diferen-
ES (2S~Vll-24)
1039
Pág' 771, líneas 18-19 LN (6CVU:-24) .
«... podrá dedrse que existe en Europa una disciplina de Húmanidades. » «, ..podrá decirse que existe en Europa o América una disciplin~ de 1fumanidades. Porque, como Goethe insinuaba' "sÓlo todos Jos. hombres viven lo humano". Postscriptu1Il.-En elnúmero de LA NACIÓN del 6 de abril de 1924, se publica un artículo mío con el título: "El deber de Ja núeva generación argentina". Yo agradezco mu~h'o á la Redacción de este periódico que haya júzgaclo digno un sencillo artículo mío de una· titUl0ciOil tan ,en;orme, pero me interesa hacer constar qúe áqueUos'párrafos sin gran transcendencia,Uevabán este cítrci epígrafe más modesto: "Para dÜs·. fe~t.as .arg~nti.Ilas". Ni en un articulo ni en muchó~hahia- dé atreverme a definir el deber de la nue. va gei(~raéi;ii argentina. Dudo mucho que un ex' tranjero püedanunca recibir la original revelación de Jo~ deberes históricos que sobre .los hombres de otra · ;; ~~Ción.misteri'.OSa~e:iite se ciernen. Yo pido, pues, a que vengamos' a un comproesa:'benévolaRed~cción ' -. , .• '" '' ,,. , :'." : 1 -' miso}' llamemos aquel artículo así:"Un consejo a la ~ n~eva _genera~ió~\~rg~nt1na .» ' : : '
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no lo entiende. Este efecto sociolbgico, decía yo, nos 'pemiite descubrir prontamente el principio secreto que anima a las jóvenes musas. ·· · Porque si el arte nuevo ...... » Pág. 851, línea 31 ES (16-1-24)
«Pohanfo, ver elJardín y ver el vidrio.:.» ' «Potlb tiii1to; 'ver'el jardín y ver el vidri6: ..>>
Pág. 858, línea 18 ES (23-1-24)
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· « .~.podrtamosilusionariamente co.nvivir... »
Pág. 863, línea 5 ES (l-II-24)
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850, línea 16, ES (16~1-24) .
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«Si el arte nuevo ... » «El arte nuevo divide automáticamente al público .en dos castas de hombres: los que lo entienden y los que
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tas Obras completas), y en"~nsayo de ~na estétic.a a man~rade prólogo~, en~¡ tomo VI de éstas Obras
completas'.¡; ·. . ":··f-l'Esp~ct?do1; tom.á cuarto, 1925.»
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·"··Ael sig19xix,un grupo ... » «... del ~i~l~ pasado, 11n grupo ... » - '
~ág. B49, línea 16.
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' ·· · <1:'..i1És¡lectiidói; 'ibmo rv; 1925 (en el tomÓ II de es-
Pág. 863, nota
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Pág. 873, línea 37 DAISN (25)
E IDEAS SOBRE LA NOVELA
..p'C;¡dríá:mbs ilusbrifi.mente convivir:::» ·
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LA DESrtuMANIZACIÓN DEL ARTE
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;.. '.. proé:l~¡n'Ó \a ,Ironía como ... » «... proclamó la Ironía como ... »
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.. IDEAS SOBRE LA NO,VELA
rI Pág. ,879, IÚ]eal, no.ta
Noti¡ al pie no incluida en ES (lO-XII-24).
Pág. 880, línea 3 7 ES,(10,XII-24)
<<.,.para hallar r¡ueyos temas se suma ... » «; .. para hallar temas nuevos se suma ... »
Pág. 883, líneas 2-3 · " . ES (10-XII-24), DAISN (25), O II (32), O (36), O II (43).
~ «... esemétodó autóptico ... >i
1041
Pág. 883, líneas 8-9 ES (10-XUc24), . DAlSN (25), O II (32), O (36), O II (43), OC (47)
«Donde las.cosas, huelga contarlas.» «Donde las cosas, huelga el contarlas.»
Pág. 887, lüiea 30 ES (31-Xll-24)
«.•. de técnica noble.,~ » «, .. de.tónica.noble... »
Pág. 889, lüiea .26 ES (31-XII-24),. DA1SN(25),ÓU(3l),. O (36), O II (43)
«.. Ja línea deugperfil ... » «... ]~ línea pmadé' un perfil... »
«... nube i~r~Üne, en plasma ... }> «... npbe ir¡f~r:iada en plasma ... "
Pág. 894, i:irie~ i~Pág. 897, línea34 · · . .
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«Véase en este tomo de las Obras completas.» . «Véase la Revista de Occidente, núm. IV;»
Pág. 898, lüiea 11-Pág. 900, Este texto coincide con LN (9-III,25) [ «Reflexiqnes sobre la novela», párrafos 15-20]. lüiea 3
1042
·Pág. 898, línea 27 LN (9-III-25) ' .
«.... del cuento de aventuras científicas ... » « ... del c~ento, de ~as aventuras científicas ... ~>
«Esta afirmación estética de lo cuotidiano y la exclusión rigoro;a de todo lo maravilloso es la nota, más esencial que define el género "novela" en el sentido . de esta pafabra que importa para el presente ensayo. Es de e~¡:ierar que el lector no se rinda al e~uívoc~ accide.ntaldel lenguaje, que usa el mismo nombre paradeno~inarel libro de caballerías y su opuesto el '' Qulj~te. En rigor, para hallar las condiciones de la noel sentid~ nias actual del término, bastaría . 'vela, con reflexfonar sobre' cómo puede estar constituida una producción épica que elimina formalmente todo lo extraordinario y maravilloso.» LN (9-III-25) [Párrafo 12] «Otra ccinsebiencia de ello es que la novela, propiamente dicha, excluya de una manera radical todo lomaravilloso¡ El poeta fleta sus naos hacia lo imposible y '' Ilós '-illvitií-0. iiiten"tai--la ilusorIB, la fusincera excursión. Et\. la'füivel~ nO puede haber nada que en rigoroso sentido sea extraordinario. Cuando algo lo parece, el lec. ·. tot espeta qué sé rO:SUelva en lo ordinario a lÍliiffia hora y que la fantasmagoría revele su trampa y su artificio.
en
·
En LN (9-III-25)este texto se resumió así: «Así se cbnipreride que, como he indicado en el artículCl anterior, 1" nóvela evolucione desde sus coriiierizos hada un mÜ!imum de trama y acCión. No es la aventura extrao.rdinaria lo que engendra el genuic no placer de esta forma literaria, sin'.() fod6 lo contra~ rio. La esencia d~ Ío novelesco no está en lo. que p'~sa'. sino cabalmente en lo que no es "pasaralgo", en el puro vivir, en el y el estar de los personajeS, sobre to' do en su conjunto o ambiente. Una prueba indirecta de ello puede encontrarse en el hecho de que no solemos recordar de las mejores novelas los sucesos, las peripecias por que han pasado sus figuras, sino sólo a éstas, y citamos el título de ciertos libros equivale a nombramos una ciudad donde hemos vivido algún iienipb; al punto qtie rememoramos un clima; un olor peculiar de la urbe, un tono general de las gentes y un ritmo típico de existencia. Sólo después; si es caso, · acude a nuestra memoria alguna escena particular.»'
ser
Pág. 896, línea 8, nota'> ES (1-1-25), DAlSN (25)
«... del delectable sentimiento ... » . «... del deleitable sentimiento ... »
Pág. 898, nota
''
Pág. 893'. ifnea 20 ES (1-1~25)
Pág. 898, línea 19 LN (9-III-25)
\
De otro modo, no nos interesará "novelescamente". »
Pág: 898, línea 30, nota
Nota al pie no incluida en LN (9-III-25).
Pág; 899, líneasl8-19 ES(8-l-25). ·
«Acaece coino·cbn la belleza ... » «Acaece como en Ja belleza ... »
Pág. 900¡ lüieas 4-18
Pág. 900; líneas 9-10 LN (9"III-25) Pág. 900, línea 17 ES (8-1-25)
'·.Este texto coincide con LN (9-III-25) [«Reflexiones sobre la novela»,párrafo 9]. «;,.vicisitudes, inmersos en el mismo aire ... >> infusos en el mismo aire... >>
<~<.... vicisitudes,
«... dilatación de párpados que ... » «... dilatación de los párpados que ... »
1043
Pág. 900, líneas 19-24
Este texto coincide con LN (9-III-25) [«Reflexiones sobre la novela», párrafo 11].
Pág. 901, líneas 1-2
Pág. 900, línea 2.1 · · LN (9-Illc25)
«... qne no sepa conseguirlo ... » {c.:~que no' acierte a co11seguirlo ... »
LN (9-1Ilc25) , ·
Pág. 90Ó, línea 2S-Pág. 901,
Este. téXto toi:llcide con LN (9-III-25) [«Reflexiones sobre lan6vefa>;,pÚrafos 21-22].
Pág. 903; líI1eas 7-10
línea B Pag. 9ÓO, líneá :is LN (9:III-25) ·' :r ::-.
Pág. 900, línea 26 LN (9)11-25) Pág. ~op,líneas 27c3.0.
LN
(9-m~2s)
Pág. 900, líneas 31-36
LN (9-III-25)
1044
· '«Mas p~r~Togfar ese ~fecto hace falta que el autor.. .>> «La elI\presá del novelista es, por tanto, audaz. Se tra¡ ' ,i : ' ta nada menos quede escamoteamos el horizonte real . ' ·'· ,, ' d .•-.-, en que vivimos s1;1plantándolo con otro imaginario d.e.su. exlusiya inve.ndón. Para lograr tal resultado es ménésterqÜe él autor.. .>> <<. .. cortamos
LN (9-III-25) [Párrafos l-9, línea l]
«... ésta con el género lírico. Gozamos del lírico milagro viéndolo emerger sobre el fondo de la realidad como el surtidor artificioso sobre el paisaje en torno. El lirismo nace para ser visto desde fuera como la estatua, como el templo de Grecia. No entra en colisión... » «REFLEXIONES SOBRE LA NOVELA Novela y lírica.- Desde fuera o desde dentro.- El efecto de la novela.- Luciano Leuwen.-La relatividad entre interés y horiZonte.- Hermetismo
md~ refuada ... »
«... cortarnos.la retiráda ... >~
«,.,hemos dejadq .. L.o primero es fácil; cualquiera su' gestión nos.hará movilizamos hacia la entrada que el novelista abre ante nosotros. Lo segundo es más dificil. Esmenester que el autor construya un recinto ... » «... hemos dejado. Tiene, pues, que construir un recinto ... » «... de la realidad. La razón de ello no parece complicad"' Si se nos deja comparar el mundo interior del libro con el externo y real, y se nos inyjta a "vivir\ los tamaños,- dimensiones, problemas, apasionami_entos que en aquél nos son propuestos, menguarán tanto de proporción e intensidad que habrá de desvanecerse todo su prestigio. Fuera como mirar en el jardín un cuadro que-.:» «... de la realidad. Si se nos deja comparar el intra. mundo del libro con el externo y efectivo nolograc riamos interesarnos en aquél y se desvarieceríátodo su prestigio virtual. Fuera como ver en el jardín el cua.: dttiqué: .. » ·
«... pintado sólo florece y verdea en el recinto de una habitación, sobre un muro anodino, donde abre el boquete de un mediodía imaginario.» «...pintado necesita pender de un muro anodino, donde podrá abrir el boquete de su mediodía ilusorio.»
¡·e·:
· La definición del género novela tropieza con las dificultades que van siempre anejas a la investigación de ··lo genérico. Entre· el género y nuestra mente se interpcmen las especies y los individuos con su innumerable carnaval de formas divergentes. El intelecto naufraga en tan revuelto elemento o se deja seducir por una figura determinada que tras su máscara finge ser el verdadero género. Hace falta un instinto peculiar para eludir estas aven• turas particulares, cliríamos privadas, cuando se persigue la finalidad tan propiamente filosófica deJiliar el género. Max l:iebermann, el gran "plein-airista" alemán, solía decir que la pintura no es sino "el noble arte de prescindir". En rigor, lo mismo podía decirse de todo afán intelectual.Definir es prescindir: retener lo ' esencial y saber cegarse para lo variable y adjetivo. En el caso de la novéla podemos dar el paso decisivo hacia su esencia¡ si'la confrontamos con el género lírico. Gozamos de lírico milagro viéndolo emergeisobre el fondo de la realidad como el surtidor artificioso sobre
1045 ---------·----
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el paisaje en torno. El lirismo nace para ser visto des.defuera como la estatua, como el templo de Grecia. ·Dentrq del orbe mismo en que transcurre nuestra pro.. ·. pia existencia, como uno de sus componentes, halla, ·,' , mas al poeta, un hombre que da al viento su canción. La oímos como un ruido mejor, pero instalado en. , tre los otros cotidianos que producen el estruendo de nuestra existencia, junto al chirrido del tranvía, el pregón del.vendedor, la bocina del automóvil y ei violín del ciego que se queja en la esquina de la calle. . Lo qtie rios.dicé el poeta es irreal, pero estas irrealida. ,:des sealojan, sin colisión alguna,.en el ámbito: dela realidad que vivimos. Si leemos junto a la veritana·la ima" gen del poeta-la "correspondence", diría Baudelairese sitúa a lo mejor sobre caballo bermejo que anuncia el "cinzano" en la pared de enfrente, o acaso se desliza · .. hasta la muestra del comercio de comestibles. .. ·Elgoce del lirismo, pues, no es incompatible con la efectiva realidad cotidiana; antes bien, adquiere su , encanto peculiar al aparecer contrapuesto a ella, si. , .ruando, en Il\edio delo trivial con olímpica inocencia .,la desnudez de su irrealidad, En cambio;la novela no puede ser gozada, si el es':':; píritu se coloca fuera de ella, no puede ser mirada por su exterior, .viéndola a la manera de un objeto que destaca, más o menos, ente los que amueblan nuestro destino habitual.La novela está destinada a ser vis, ta desde su propio interior, que es precisamente lo que acontece también con el mundo verdadero, del cual, porinexorabl~ prescripción metafísica, es centro .nato de cada individuo en cada momento de su . yida, Para gozar novelescamente tenemos que sentirnos rodeados de novelas por todas partes, y en vez . de absorberlas nosotros como el suceso lírico, ser absorbidos por ellas, sumidos o inmersos totahnente en el mundo inexistente que nos proponen. ,.:Observémonos en el momento en que ... »
Pág. 903, lineas 18-20, · ·
1046
. -:_d
Para evocar la suya interna necesita desalojar y abolir la circundante,» .«Precisamente porque la novela es, tal vez, d.único género literario constitutivamente "realista~ 1 ·p_reci.:. samente p_orqu~ intenta suscitar una·"realidad i~ ima~ ginaria, resulta incompatible con nuestra realidad efectiva. Para evocar la suya interna necesita desa, \ojar y abolir la circundante.»
J.,N (9,III-25). [Párrafo lO, final]
1
~c. ..psicqlogia imaginaria. Estos· artículos ·sobre .Ja ... » «... psicología imaginaria. Estas notas sobre la ... »
Pág. 905, lineas 23-24 ES (11-1-25)
«... pensamiento se suele llamar realismo. Lejos de mi la intención de discutir ahora este enrevesado término, que he procurado usar siempre entre comillas para hacerlo sospechoso. Pero nadie dudará de su ineptitud si advierte que no puede ser aplicado a ... » «Esto nos indica en qué sentido es esencial a la novela el "realismo", y uso el vocablo entre comillas para sugerir que es sospechoso aunque inevitable.»
Pág. 907, lineas 12-15
LN (9-III-25) [Párrafo
,J.O, inicio]
«... destino de la novela. Pero dudo que encuentren el rastro de tan secretas y profundas venas si antes de ponerse a escribir su novela no sienten, durante un largo rato, pavor. De quien no ha percibido la gravedad de la hora que hoy sesga este género, no puede esperarse nada.» «... destino de la novela.»
Pág. 908, lineas 6-11
ES (11-1-25)
EL ARTE EN PRESENTE Y EN PRETERITO
Pág. 913, líneas 23-24 ES (27-Vl-25), DAlSN (25), O II (32), O (36), O II (43)
~< ... nuestra convicción, menos nos preocupamos de él, Yi en rigor, ni siquiera lo percibimos.» «... nuestra convicción, menos nos ocupamos de él, Yi en rigor, ni siquiera lo percibimos.»
1047
--
Pág. 916; üneas 25-26
---~.,,...---------------------------------
'"'''ir;;;.·
«Esta grave disociación de pretérito y presente es el hecho general de nuestra época y la sospecha .. .>> «Est¡I grave disociación de pretérito y presente no es¡ por cierto, exclusiva del arte. Es, más bien, el·he'chó general de nuestra época .. .>>
ES (27-Vl-25), DAISN (25), O II (32), O (36), O II (43) Pág. 916, líneas 30-31
«El resto de espíritu tradicional se ha evaporado. Los modelos, lás normas, las pautas no nos sirven: Tenernos que resolvemos nuestros problemas .. .>> , «El resto de e5píritu tradicionalse há evaporado. Tenemos que resolvemos nuestros problemas .. .>>
ES (27-Vl-25), DAISN (25), O II (32), O (36), O II (43)
ANEXOS
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1924 En 1924,,la editorial Revista de Occidente editó la traducción española de Philosophie der Mode, de Georg Simmel, junto a otros ensayos. El volumen se cerraba con uría breve semblanza del autor, redactada por Ortega, cuyo manuscrito autógrafo se conserva en el Archivo de la Fundación José Ortega y Gasset, y que se reedita en este tomo. Por otra parte, la editorial publicó una hoja suelta como anuncio de la salida del libro que inclufa, en el reverso, una breve nota sobre su contenido, probablemente también redactada por Ortega, si bien no es conocida la existencia de autógrafo en el Archivo de la Fundación. Ya fue reeditada enj. Ortega y Gasset, Kant, Hegel, Schelei; edición de Paulina Garagorri, Madrid, Revista de Occidente en Alianza Editorial, 1983, p. 138.
UORGE SIMMEL]. Jorge Simmel, muerto recientemente, ha sido uno de los más exquisitos filósofos de la Alemania contemporánea. Sensible a todas las facetas de la existencia, tiende en sus obras con predilección a aquéllas que encontraban ciegos a los filósofos; medita sobre las cosas próximas y, en apariencia, pequeñas, para descubrir todo lo recóndito que encierra la vida cotidiana. Su Filosofta de la Coquete1ia, su Filosofta de la Moda son entretenidos y agudos ensayos de la sociolog!a y psicología encerradas en cada gesto femenino, en cada hecho y cambio de moda. Lo masculino y lo feinmino es el análisis más penetrante de las diferencias entre la psicología del hombre y de la mujer.
1051
ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Abraham, 902 Achúcarro, Nicolás, 93, 94, 324 Agripa, filósofo; 401, 402, 404, 536 Agustín; santo, 442, 598; 605, 869 Alba, Santiago, 125, 130, 146, 158, 230,285, 292,355 Alcea, 633 Alejandfo Magno, 442 \ Alfonso X, 252 Alfonso Xl, 252, 253 Alfonso XIII, 194, 253, 283, 359; 360 Alhucemas, marqués de, véáse Gaícfa Prieto, Manuel Allendesalazar y Muñoz, Manuel, 315,~16,318,325,329,331,332
Alvarez, Melquiades, 259, 307, 310-312, 355 Amaya, Carlos Américo, 664, 668 Aristónico, 637 Aristóteles, 400, 402, 705; 753, ns; 784 n., 812-814, 857 Arquiloco de Thasos; 633 Augusto, Cayo Julio César Octavio, 636 Avenarius, Richard; 717 Averroes, 195 Avieno, Rufo Festa, 748, 750 Azara, Félix, 769, 797
Azcárate, Gumersindo de, 32, 33 Aznar, Manuel, 224, 343, 355 : Aznar y Butigieg, Angel, 208 Azorín,518, 520, 710-713,888 Bacarisas, Gustavo; 379; 380 Balzac, Honoré de, 882, 892 Barbey d'Aurevilly, Jule5"Árríédée, 407 Baraja, Pío, 405, 585;:no, 711, 819, 879, 891,908 Barth, Heinrich, 656' Bastian, Adolf, 658-66o; 760 · Baudelaire, Charles, 407, 863, 871 Beatriz Portinari, 728, 737, 739 Beethoven, Ludwig van, 852, 861 Beneke, Friedrich Eduai:d, 531 n. : Bentham,] eremy, 778, 785 Bergamin, Francisco, 335, 374 Bergson,Henri, 27, 717 Berlioz, Louis-Hector, 171 Bismarck; Otto von, 109, 476 Blanca de Navarra, 62 Bloch, Gus-tave, 442 'n. · Blosio de Cumas, 637 Boabdil el Chico (Abd Allah, llamado), 195 Bohr, Niels, 784 Bonola, Roberto, 419 '
1053
t
1 1
Borgia, César;450 Bom, Max, 414 Boyd, Alexander Stuart, 761 Brentano, Franz, 535 n., 813 Breysig, Kurt, 766 Brouwer, Luitzen Egbertusjan, 651, 763 n. Bruno, Giordano, 107, 652 Bruto, Marco junio, 417, 675, 676 Buckle, Henry Thomas, 417 Buda, 549, 596, 597, 774 n. Buffon, Georges-Louis Leclerc, conde de, 699, 700.• Bugallal, (jabino, conde de, 311, 326; 336, 374, Cabet, Etienne, 637 Cagliostro;:Giuseppe Balsamo, conde de, 12 Caja!, véase. Ramó11 y Caja!, Santiago Calderón .de fa Barca, Pedro,461 : Caligula (Cayo César Augusto · Germánico, llamado);,245: Camba, julio; 345 Cambó, Francisco, 124, 158, 161-165, 192, 193, 221,308,309, 329,, 455 Campoamor, Ramón de, 200, 301 Campos, Ramón, 90, 73.1 Camprub!, Zenobia, 57: Cánovas del Castillo, Antonio, 2.7., 32, 330 ·.e ·i•··· • • : Caracalla (Marco Aurelio Antonino Basiano, llamado),· 442 n. Carathéodory; Constantin,. •7. Carlos lll, 361, 456 n. Carlos V, 851~ 852 Castelar, Emilio, 32 Castro, Américo, 888 n; Catón, 246, 569
1054
Cavia, Mariano de, 150 Cavour, Camilo Benso, conde de, 331, 476 Cebes de Tebas, 63 Cervantes., Miguel de, 91, 105, 106, 307,384,523,549,883,904 César, Cayo julio, 417, 442, 568, 661, 675, 704, 755, 758 Cézanne, Paul, 856 Chamberlain, Houston Stewart, 417 Chateaubriand, Fran~oise René, vizconde de, 196, 354, 732, 852 Chuquet, Arturo, 352 Cicerón, Marcq Tulio, 636, 872 n. Cid. Campeador (Rodrigo. Díaz de Vivar, llamado), 170, 425, ..462, 501, 727; 795. ' Cisneros, Francisco_Jiménez_ d~,,; cardenal, 36 Clarín, (Leopoldo Alas, ,llamado) 857 Clemenceau, Georges, 204.; Cleopatra, 91.l r· Clístenes, 634, 635 Cobden, Richard, 119, 176 Cohen, Hermann,.95, 600, 814 . Colmeiro, Manuel, 252 Colón, Cristóbal, 699, 866 Comte, Auguste, 516, 549, 620, 762 Confucio, 589.. Constantino I el Grande, Cayo Flavio. Valerio¡ 659 ' Copémico, Nicolás, 591 Camelia (madre de Tiberio. Sempronio Graco), 637 Costa, Joaquín, 462, 502, 527, 552,• 826,832,833;840 Ciémieux, Benjamin, 709. · r: Cristina, reina•de. Suecia, 798 Cristo, véase jesucristo· ,,. __ .
Croce, Benedetto, 661, 880 Cromwell, Oliver; 29, 311; 844 .Cuvier, Georges, barón de, 476 .
Einstein, Albert, 414, 416, 419, . 521-524, 559, 574, 575, 614, 642647, 649-651, 652 n., 763, 784, 785, 813; 899 Encina, juan de la, 841, 842, 844 ' Enesidemo, 401 Engels, Friedrich, 341 Epicuro, 307 Escipión Emilianci, Publio Camelio; 637 Estrabón, 748, 749 Euclides, 645; 662; 697, 722 Eugenia de Montijo; emperatriz, 350'.352 Eza, vizconde de, 222, 223
Dante, 104,. 705, 7,25, 726, 728, 729, 737, 739-741, 903 Danton, Georges jacques, 621 Daría, Rubén, 4 76 Darwin, Charles Robert, 708, 762 Dato, Eduardo, 5, 6, 16, 87,'.118, 119 1 . 205, 225/230; 236; 255, 262,'292, 312, 326, 332-335; 343c345, 347.,349,'353,355, 357c362, 365, 370, 374, 834 ' Daudet, Alphonse, 361 David, rey, 67, 413; 708 · Faraday, Michael, 4 76 Debussy, Claude, 847, 863, 864 Felipe U, 453 Descartes, Rerié., 573-575,'592, Felipe lll, 455 625-627, 644; 671, 697; 719 ¡ ' Femando rv, 252 D'Estrées, mariscal, 36 Femando U el Católico, 214, 449, 450 \Dickens, Charles, 860, ..904 . ,;. . : Fichte, Johann Gottlieb, 11, 398, 571, Diderot, DeníS, 637 .,. •:· 600,602,723, 724,810 Diófanes de Mitilene, 637 Ficlias, 812 Diógenes, 54 Fiedler, 883 Diógenes Laercio, 402 Forturiy, Mariano, 352 Dorado Montero, Pedro, 19 Fourier, Charles, 63 7 Dostoyewsld, Fedor Mihailovich, 476, France, Anatole, 118, 705 549,890-893,902,904,906 Francisco de Asís, santo, 549, 726, Driesch; Haris, 416, 716; 814 · · 728,814 Du Bóis' Re:Ymond, Emil, 810 · 1 .· Freud, Sigmund, 409, 410• Frobenius, Leo, 655-658, 662 n., 673, Echegaray,' Jo'sé,' 4 76 674, 676, 677, 695, 696, 759,762; Eckart, véase Eckehart; el Maestro·,· 764, 771, 773 ri. (llamado) Fuste] de Coulanges,Numa Denis; Eckehart, el Maestro, (llamado),. 603 ri. 499 n, Eckermann, johann Peter, 705, 706 Eddington,Arthur Stanley, sir, 784 . Galdós, véase Péiez Galdos, Benito Ehrenféls, Christian van, 535 ri:, Galileo' (Galileo Galilei, llamado), 538-540 196, 429 n:, 627! 643, 645, 647, · Ehreriréich, Paul Max Alei
1055
Galliani, Ferdinando, abate, 22 Gamazo, Germán,824 García Morente, Manuel; 418 Garcfa Prieto, Manuel/marqués de. · Alhucemas, 118;. 119; 146,,158; 238,331 Gautama, véase Buda Geiger, Moritz, 646 GengiscKan, 441;,442.:, ' ' " ' , :c-.-. Ghiberti, Lorenzo, 902 Giner de los. Ríos, Fwncisco, 32; 3.3~ 95 Giraudoux,Je,an, 86.6 Goethe, J ohann Wolfgang van,. 21; e 46, 178, 3fH, 399, 407,.452, 511, : 603, 606, 662,695, 705-708, 727, 737, 753, 867,.885' Goicoechea, Antonio, 249, 250, 252,; 255 Gómez Hidalgo, Francisco, 9; ;12, 15,' 19,20 Gómez de la,Sema,,Ramón;:866, Góngora y Argo te; ·Luis de;. 211 González Hontoria, Manuel; 243'", · Gaya, Francisco de, 102, 549. ' :. ¡< ' ' Graco, Tiberio Sempronio,:637 · ,. Greco, El, 172, 524; 545, 595, 698, 913 Grate, George, 661, 768 Guicciardini, Francesco; 449, 450 Guillermo II, káiser, .22,' 2B Guisa, Enrique; duque de, 278 ,,., , Guyau,Jean-Marie, .84Y,. ¡'
¡ f'•' ·-
Hamilton; Emma Lyon; lady,• 104: . · Hartzenbusch, Juan Eugenio, .405 Hauriou¡ Maurice, 188 : ·' ' . Hebbel, Christian Friedrich, 703¡ 733, 734 Recateo.de Mileto, .634', 765 Hegel, Georg Wtlhehn Friedrich, 395; 402, 417, 516, 600, 762; 797 Reine, Heinrich, 171, 187, 276 .
1056
310-312, 319, 334, 364-366, 370-372, 387 _La Fayette, Marie-J oseph Motier, marqués de, 63 7 Labra, Rafael Maria de, 32 Laforgue, JÚles, .ü Lagartijo (Rafael Malina, llamado), 330 Larra, MarianciJ osé de, 3 7, 46 Laura de Novés, 727 n. Leibniz, Gottfried Wtlhehn 106 592 ' ' ' 649, 719-723, 745,784, 787, . 812-814 ' Lenin (Vladimir Ilich Uliánov, llamado), 341.i 1. Lenz, Oskar,' 656 León Africano (aleRasan ibn Muhammad al-Wazzan al,Zayyat,· llamado), 656 Leonardo da Vinci, 860 : ,Lerroux, Alejandro, 227., 249, 303-305, 307, 308; 476 .• ' .. Leverrier, Urbain, 773 n ... Lloyd George;:David, 126;204, 713 Lobachevski, Nikolai Ivanovich, 651 Loeb,jacques, 649 Lombro~o, Cesare, 753 López Ballesteros, Luis, 219 .. Lorena ( Claude Gelée; llamado Claudia de)¡ 697 . Lorentz, Henclrik :Antoon, 650 Lotze, Rudolph Hermann, 531.n. Louys, Pierre, 916 Luca de Tena, Torcuato, 345.. Lucas Padilla, Eugenio, 860 Luis XN, 53, 271, 362, 573; 621, 659; 767 Luis XV, 400, 712 Luschan,; Felix van, 660
Helmholtz, Herman Ludwig' Ferdinand van, 766 · Heráclito; 590, 685 ,, · , ,. Herbart,Johann Friedrich, 404, 531 n., 57.3 :'.. Heredia, 725 Hertwig, Oskar, 716, Hesíodo, 7 48 Hocsem,Jean, 628",: -'. '.,.d Homero, <29,l; 357, 747 Horacio.Flaco;· Quinto, 855 · Rugo; Victor, .476,B49. · Husserl, Edmund,.400, 535 n:, 542 n. Hutcheson, Francis, 531 n .. Iglesias, Pablo,,23,6 . ' Indibil, 84 .. Infantado, duque del; 258, 259. , Isabel I la< Católica; 450 Jesucristo, 60; ,549,,, Jiménez, Juan Ramón,. 57., /' Jorge, santo,'859 ,. Joyce,James, 866 Juan II, 36, 253 · · Juan Evangelista, santo, 107, 345 Juan Manuel; infantedon, 458. Kant, Immanuel, .95, 96, 413, 485¡ · 516, 531,532,535 n.,s11·n,, 573; 575; 600, 625, 649, 650, 723, 742, 778, 783, 784 n., 816,818; 886, Kelvin; William Thomson,. lord, 724 Kepler, Johannes; 627 Kerschensteiner, .Georg,.515-517' La Ciefya y Peñafiel, Juan de, 19,. 22, 23; 25,26, 46, 76; 98; 189, 224;. 227; 229, 231, 233, 235, 251c253,. ''255;261, 262,;265,283, 290c294; :
¡, j);
Mach, Ernst, 717 Machiavelli, Niccolo; véase Maquiavelo, Nicolás. Madraza; Federico de; 101 Maeztu, Ramiro de, 693 Mahoma, 671, 825, 826 Malebranche, Nicolas de,' 541 n., 616 Mallarmé, Stéphane, 861, 863, 864 Mandonio, 84 Manet, Édouard, 595, 910 Maquiavelo, Nicolás;450i 549 Marañón, Gregario, 93; ·700 Marcos, santo, 619 Maria Antonieta, .338 ' Mario, Cayo, 637 Marmontel, Jeán-Fran~ois, 12 . · · Martínez Campos, Arsenio, 268. Martínez Ruiz,José, véase Azorin Marty,:Anton, 535. n. Marx, Karl,.36, 341, 368, 417, 638, 762, 797 Matamala, vizconde de, 250 Maura, Antonio; 34-38, 53; .79, 87, . · · 91, 110, 121, 124, 126, 130, 146, 155, 158, 160-165,.188, 197-199, 222,227,228,230,231,235,236, 239;242, 243,248-250,253c255, 258; 259, 261, 262;.281;285, 292, .. 320, 334; 335,.3!'!8; 470,.481, 552, ' 689; 822-824, 826-837, 839:. Maura, Gabriel; duqne de, 69 ; Mausbach, Josep]i, 605 n. Mazarino, ]ules, 3 71, 778 Médicis; Lorenzo de, 172 , Meinong, Alexius, 535, 536, 538 Mendizábal Quan Álvarez y Méndez, · llamado), 114 Menéndez Pelayo, Marcelino, 4 76 Menéndez Pidal,.Ramón, 476 Mérimée, Pr:osper, 351
1057
Mesonero Romanos, Ramón, 405 · Mettemich-Winneburg, Klemens, príncipe de, 331 Meyer, Eduard; 632, 633, 661 Michelson, Albert, 650 Mie, Gustav; 784 Migue!Ángel,549, 703, 708, 873 Mill,John Stuart, 516, 537 Milán de Crotona, 292 Minkowski, Hermann, 419 Mommsen; Theodor,79, 437; 438n:, 440,632,661, 768 Monroe,James, 755 Montesquieu, Charles-Louis de Secondat, barón de, 36 Montijo, condesa de, 351 Morand, Paul; 866 Moret; Segismundo, 229, 230 · Margan, Conwy Uoyd, 713, 781 Münsterberg, HU:go·, 531 n. Muñoz Seca, Pedro, 345 Murger, Henri, 46 Mussolini, Benito, 678, 681 · Naéhtigal, Gustav; 656 Napoleón l, 37, 214, 351, 352, 442, 541;549,604,626,635, 785,856 Navarro·Ledesma, Francisco, 420· N ewion, Isaac, 643 i 644, 647, 65 f. Nietzsche, Friédricll/41, 387, 406, • 505, 532, 593; 594; 598, 603, 604, 606, 619, 704, 715,t738, 740 Noailles, Anna EliSabeth de i· . Brancovan, condesa Mathieu dej 36; 196 Nougués,Julián, 312 Novalis (Friedrich, baiónvon!• · '' Hardenbeig, llamado), 66, 818; 885 Núñez de Arce;· Gas¡íal', 476
1058
bllendorf, Heinrich Gottfried, 454, 826 Ors, Eugenio d', 695-698 Ossorio y Gallardo, Angel, 241 Oudin, 657 n. Pacidio, Guillermo, vease Leibniz, Gottfried Wilhelm Panecio, 63 7 Pardo Bazán, Emilia, 882 Parménides, 590 Pascal, Blaise; 753 Pasteur, ·Louis, 4 76 Pavía y Rodríguez de Alburquerque, Manuel, 289, 290 · Pedregal, José Manuel,!108 · Pedro Damián, santo, 740. Pedro 1 el Grande; 290 Pérez de,Ayala, Ramón, 476: Pérez Galdós, Benito, 301, 860 Pericles, 573, 635, 704 ,· Petrarca, Francesco, 727n: Picasso, Pablo Ruiz, 858 n. Pindaro, 333, .488, 533· ·: ;. Pirandello, Luigi, 849; 868 · Pfrenne, Henri, 628 Pischel, Richard, 597 Pisistrato, 634 Pitágoras, 533, 662; 913 Planck;Max,763 Platón, 63, 172, 176, 320, 399; 400, 517, 543,' 591•,664/665, 669, 698, 718;719; 748, 769, '777, 778; 812-814 Plotino, 720 Plutarco, 678, 725, 792 Pee, Edgar Allan,' 898 · Poincaré, Henri, 310, 899 Polibio, 637 Pompadour,jeanne Antoinette Poisson, madame de, 36
Porfirio, Pomponio,, 869 Poussin, Nicolas, 697, 698 Primo de Rivera., Miguel, 204, 205, 550 Protopopo_ff, Alekxandr Dmítrievich, 190 Proust, Marce!, 709, 866, 893, 894, 897, 904 Quinet, Edgard, 395 Racine, jean, 661; 767, 889 Rafael, 545, 843 Raisuni (Ahmad ibn Muhammad, llamado), 261 Ramón y Caja!, Santiago, 93, 324 Ratzel, Friedrich, 417, 659, 660 Rembrandt, 843, .911 Renan, Emest, 41, 151, 307, 457, 471 Rengifo, Bernardo, 345 . •" · Rerzynski; 774 Rey Pastor,Júlio, 7, 476 '·• · · Rhodes, Cecil, 449 Richelieu; ArniandJean du'Ple5sis, cardenal de, 12 Rickert, Heinrich, 413, 531 n., 600, 661, 700-702 Riemann, Bemhard, 645, 651 Ríos, Femando de los, 359 Rivera Pastor, Francisco; 95, 96 Ro bespierre, Maximilien de, 251 • Rodés, Felipe;· 46 ·". Rodríguez Chaves, 405' · · ' ' : Rolfes, 656 Roman'ones, conde'. de, 11,'166~168; 185, 189; 190; 194, 200, 207, 230, .' 238, 248, 292, 312; 355; 463 n., · 476, 795 Romero Robledo, Francisco, 228, 336 Rosenberg, Arthur; 637 n.
Rousseau,jean-jacqlies, 592, 637, 777 Ruiz Zorrilla, Manuel, 476 Runge, Car! David Tolmé, 7 · Rutilio Namaciano, Claudia; 442 Sagasta, Práxedes Mateo, 476 Salmerón, Nicolás; 32 · Salomón; rey, 67 Salvador y Rodrigáñez, Amós, 238, 239, 261 ,· SánchezGtierra,josé, 205, 374 Sánchez de Toca, Joaquín, 27-29,74, 225,292,374 Santa Cruz, marqués de, 352 Sarriá,Jesús,39,41,42 Sauer, Karl Theodor van, 276, 295, 341 Scheler, Max, 541 n., 542 n., 546 ni' Schlegel, Augustvon, 873 Schlegel, Friedrich van; 568, 746 · Schliemann; fieiririch, 74 T ' Schopenlí'auer; Arthur, '403, 873 Schulten, Adolf, 748-750, 773 n. Schurtz, Heinrich,' 782 Schwartz, Hermann, 541 n. Schwarz, Hermann Amandus, 7 Seeck, Otto, 354 Séneca, LúcioAnneo;· 578, 887 Servio Tulio, 28, 48 Sévigné, Marie de Rabutin~Chimtal;' marquesa de,.104 · "· " Shaftesbury, Anthony Ashley Cooper, conde de, 531 n. Shakespeare, William, 54 2, 733 Shelley, Percy Bysshe, 136, 738 Sidonio Apolinar,: Cayo Solio, 872 n.· · Silvela; Francisco, 825 Simarro, Luis, 324 Simmel, Georg, 556, 581, 699, 742
1059
Smith, Adam, 531 Sócrates, 63, 104, 172, 314, 399, 478, 589-593, 664, 665, 669, 704, 738, ' Sol y Ortega, Juan, 186 Salón; 634, 635 . Sombart, Werner, 341, 500 n., 505 Sorel, Georges; 276, 295, 368, 369 . Sorolla, Joaquín, 860 Sota y Llano, Ramón dela, 455 · Spencer, Herbert, 443; 672 Spengler, Oswald, 416-418, 569 n;, · 658,673,676,677;696,705,708,' 713, 760, 762; 763 n.; 764, 766, . 771, 772 Spinoza, Baiúch, 575, 592, 613, 721; 723, 860 Stael, madame de (Germafue Necker, baronesa de Holstein-Stael, llamada), 178 : • Stammler, Rudolf, 95, 96· Stein, Charlotte von, 727 Stendhal (Henry Beyle, llamado), 66,> 351, 352, 549; 704; 732,.882,. 883',.. 893,898;904• Strawínski, Igor Fedorovich, 849 Sylla, Publio Cornelio, 28
Tiziano, 844, 851 Tomás de Aquino, .santo, 500 n., 541 n.; 784 Íl. .: '. Torrecilla, marqués de, 258, 259 · Trotski; León (Liv Davidovichi Bronstein, llamado), 306, 307, 341 Tutankhamon; 745; 746
1060
. Young, corresponsal del Times, 213, 214
Zola, Émile, 852 Zorrilla, José, 58 Zulueta, Luis de, 304 Zurbarán, Francisco de, 860
Uexkúll,JohannJacob von, 415, 416, 663, 752 n., 763 n. Urban, Wilbur Marshall, 535 n. Urgoiti, Nicolás. Maríá,: 3, .4 Valera, Juan, 476 Vega, Lope de, 889 Vela, Féinándo;.559 Velázquez, Diego de, 544; 547, 842, 843, 889, 910, 911, 916 Vettori; Frahcesco, 450 Viana, marqués de, 258;·259 Voltaire (Franc;ois-Marie Arouet,•. : • llamado), 36, 68, 106,.344;.637¡ • •. 780 Vorlander,'Karl, 397, 399; 404 · Vries, Hugo Marie de;. 713 ·, Wagne~
Tácito, Cayo Cornelio, 429 Tagore, Rabindranath, 57, 62,. 64, 66, . 67 Taineí cHippolyte, 417, 635; 753 Tamerlán (Timur Lang, llamadq);. .364,441 ···.;::. Taylor, 48 Teopompo, 748 .," ••· Teresa de Jesús, santa, 685 •. · : ,:,• ·· Timur, véase Tamerlán . · Tirso de Malina (fray Gabriel Téllez, llamado), 888 n. Tito.Livio, 750 .
Wólfflin, Heinrich, 872 n. Wundt, Wilhelm, 7Bl, 883
Richard,808,852, 861, 863,
873 Weber, Max,443 ni, 484n. Wells, Herbert;George, 153, 898 Wemer;Heinz;.. 865 n. • Wesendonk, Mathilde,.86b. Weyl, Hermann;•651, 763 n., 784, '•· 785 Whistler,James Abbott.McNeill; 102:; WilamowítzcMoellendorff, Ulrich :; : VDil¡ 634; 635 n:, :799 Wilson, Thomas Woodrow, 135, 197, 198• ' Windelband, Wilhelm,:531 n., 600 .
1061
ÍNDICE TOPONÍMICO
África, 177, 449, 450, 497, 655, 656, 660, 674; 758 Alaska, 211 Albión, 235 Alemania, 36, 37, 127, 132, 163, 204, 341,383,394,395,416,424,430, 504, 507, 5ll, 516, 523, 581, 592; 600, 645, 661, 679, 681, 702, 784, 791,803,813,820 Alicante, 748 América, 9, 22, 36, 136, 139,,141, 169, 170, lTZ, 197, 199, 453,530, 608,620, 749, 755, 756,819. América del Sur, 383 Andalucfa,.143, 190, 202, 212-214, 222,255,296,339,351,446, 749 Audújar, 827 Aragón, 80, 131, 143; 174, 439, 448; 449,454 Argentina, 170, 172, 665,738, 739, 754, 755, 819 Asia, 65, 177, 367, 590; 640;·648, 747, 756 Asia Menor, 63 7, 74 7 Asturias, 80, 131, 143, 174, 454 , , Atenas, 172, 291, 441, 590, 614, 634, . 637,691, 768,812 Ática, 750 ¡ . i.
Austria, 127 Aviñón, 727 Babilonia, 659 Bagdad,523 Baleares, 379 Barcelona, 5, 45, ll2, 207, 208, 231; 264,266,286,288,303,304,328, 333,358,446,455,476,819;836 Bayona, 710 Belén,825 Bélgica, 151 . Benin, 773 n. Berlín, 7, 308, 524, 74 2, 853 Biarritz,,710 Bida; 506 Bilbao, 39, '41; 446, 455,476, 836 · Bizancio, 871. BuenosAires,:7, 8, 136, 171, 308,. 664, 670,672,;811 . Burgos, 252, 316 Cádiz, 748 Cairo; El, 523' Calpe, 89, 3 79 Cartago, 63.7' ' Castilla,22, 80, ·143, 439-441, · 446,449,455,456,501;834
1063
Cataluña, 71, 80, 131, 143, 161, 164, 165, 174, 188, 190, 192-194,222, 255, 264, 266, 296, 308, 309, 339 •. 439, 446, 454 n., 455, 456 Ceilán, 781 China, 589, 659, 710, 754, 773 n., 774n. Cintra, véase Sintra Ciudad Real, 30, 31 Constantinopla, 888 Córdoba,211,212,214,223,284 Córdoba (Argentina), 171 Coria,254,255 Coruña, La, 14 Creta, 712 Delfos, 634 Egipto, 590, 659, 699, 704, 747, 754, 757, 871 ; ''· Engadina¡ 715 ··· España, 6, 8-12, 14, 16, 21; 22, 24-26, 28-31, 36-41, 45-47, 49, 51, 52, 56, 57, 68, 71, 78-81, 83-85, 87-90, 92, 93,95,96,98, 101, 104~106, 108, 109, 113-122, 125-133; 135-143, 145-169, 174, 176, 183-217,221, 222, 225-229, 231, 233-238, 240, 242;246, 252'254, 258~ 259, 261-263,265,266,269;280,282, 286; 288-290, 296; 301, 304, 305, 307, 313-315, 318,!321, 323-325; 327-332, 339-345, 349, 350, 352, 354,355,357,358,360,361,371, 373,375,383-394,404,424,425, 429-431, 440, 445-451, 453'455, 457, 460-462, 466, 467 n., 468-471, 475, 476, 479-482, 494-498,; 501-511; 518, 519, 526'530, ;; 550-554, 566; 592, 627; 636, 656,
1064
657, 664, 678, 679, 683, 684, 687, 688,690-695, 718, 749, 765, 789-793, 796-(98, 802-806, 819-841, 886, 888 Esparta, 55, 634 Estados Unidos, 151, 163, 430, 480, 754, 755 Europa,22,50-52, 136, 139, 163, 169, 171, 175, 177, 198,205,216, 217,279,280,352,367,386,392, 394,401,425,426,430,443,449, 496,498,516,517,521,522,530, 566, 587, 589, 590, 607; 608, 620, 621, 630, 631, 638, 639; 661, 666, 678, 691, 697, 705, 708, 742,.746, 748, 750, 752, 755, 756, 771, 773·n., 781, 785,802,813,842,847,849;' 872,875,905,915 Euzkádi; 446 Extremadura, 143' Femando Poo, 229, 899 Florencia, 451 · Francia,40, 50,51, 151,152, 166, 197, 198,204,235,242,243,296, 338,339,341,348,350,362,383, 394, 424, 430, 495-497, 502, 504, 505,507,508,511,521,592,635637,659,679,681,686, 710,803, 820,830,886,887 Francfort, 77 4 n. Fribllrgo, 700 Gades; 748; 749 · Galia,439,497,498, 755 Galicia, 80, 131, 143, 174, 284, 336, · 454,455 Gana,760 Gante, 461 Germania, 413, 497, 498
Gibraltar, 379, 748 Gijón, 231 .Gottinga, 7 .Granada, 195, 196,284 Grecia, 169, 174, 278, 320, 379, 404; 442, 478,'494, 536, 592, 605, 621,; 626, 630-632, 634, 636, 637; 639; 640,648,661,679, 704, 727, 749, 757, 765-769, 783,809,812;886, 903 Grenoble, 352 Hamburgo, 37 Hawai, 781 Hélade, 768 Hispanoamérica, 529 Huelva, 750 Icaria, 637 1-dschu, 774 n. , India, 67, 589, 659, 774 n. 'indias, las, 37 · · Inglaterra, 26, 36, 50, 65,.119, 151, 152, 198, 221, 222, 242, 243, 253, 256,290, 296,340,341,350,383, 394,424,430,495,496,504;505, 507,508,521,592, 626, 636,679, 681, 797,803 Italia, 36, 152, 178, 338, 379, 394, 452,496,504,533,592, 659,679, 803,820 Japón, 278, 521 Jerusalén, 562 Jonia, 533, 750 Kano,506 . Laponia, 747 Leipzig, 812, 814
Lieja, 628 . Ling-yen-si, 774 n. Lisboa, 748 Llodio, 361-363; 370,373, 374 Logroño, 30, 31 Londres, 65, 114, 221, 283; 308; 853 Madrid, 4, 5, 7, 11, 39, 40, 70, 101, 116, 196, 212, 214, 231, 243, 252; 253, 281, 306, 309, 338, 339, 345,; 351,352,461,665,670,673;685; 688, 689, 830, 833, 835; 836, 840, 853 Magerit, 196 Málaga, 231, 284, 336, 750: Mantinea, 104, 738 Marburgo, 814 Marruecos, 195, 463, 657 Marsella, 748 . Meca,La,825,826 Melanesia, 660 Mendoza, 171 Mesopotamia, 747 Mykene, 747 · ·" Murcia, 143, 261 Nápoles, 450 n., 453 Navarra, 62, 143 Níger, 656, 657, 761, 773 n.· Nigeria, 759 Norteamérica, 521 Nueva York, 29, 614,'774 n:, 853 · Nnmancia, 637, 748 Oceanúi 1 177, 497 Ofir, 605 Oviedo, 231, 696 País Vasco, 143 Países Bajos, 453, 628
1065
Palencia, 284 · Palestina, 521 Palos de Moguer, 750 París, 40; 166, 171, 197, 308, 351, 405, 665, 696, 784, 853 •. Parirla, 900 " Pedro Abad, 212, 213 Peñarroya, 341, 342 · Petrogrado, 306, 308 Plata, .Lá; ·554 : . Portíigal, 338;748 Provenza¡:i'27; 733 Prusia,26 Rhodesia, 449; Riotinto, 342 Rorna,48,55, 70,212,308,417,437. 442, 449, 497, 501; 504; 605, 621, •. 626,630-632,636,637,639,640,. 661, 676, 691, 704, 735, 749, 755,. 757, 767-769, 853 Rosario, 171 Rosas, 379 Rusia, 203, 204, 278, 280, 296, 340, 367,395,494, 679,802 Sabaya, 352 Sagunto, 268, 330 Saint-Cloud, 350 Sarnas, 635 · San Juan de Luz, 710 · San Sébástián; 710 · Santa María la Real de Nieva, 248 Senegal, 7 60 Sevilla, 213, 370, 371, 379,.455; 506; 749,907
Sícilia, 291 Sición, 179 Sintra, 748 Siracusa, 291 Siria,755 . Sudán; 506, 656, 773 n .. · Suiza,'163 •
Esta edición, en diez volúmenes, de las Obras completas de José Ortega y Gasset, se publica al conmemorarse el cincuentenario de la muerte del autor.
Edita Tartessos,748 Toledo, 30, 31, 350, 495, 521-52.4; 813 Tornbuctú, 656 Trarza, 760, 761 Troya, 747, 748 Tucíúnán, 171 Turquía, 127, 678; 679, 835 · Tyrinto, 747
!
FundaciónJosé Ortega y Gasset
Fundadora Soledad Ortega Spottomo
úbeda, 799 Valencia, 131, 143, 364-366, 454 Valladolid,252,253,461 Vasconia;BO, 174, 439 1 446, 454 n., 455, 456 Vaticano;• 26, 659 Vera, 710, 712 Viena, 813 Villalar, 36 ,, Vizcaya, 330; 455 Weirnar, 706, 708 Wesúalia, 899
Presidente Antonio Garrigues Walker Vicepresidente José Varela Ortega .
Comisión Ejecutiva Delegada del Patronato Juan Pablo Fusi, Emilio Gilolmo, Jesús Sánchez Lambás
_;
Delegado del Patronato para la edición de Obras completas Andrés Ortega Klein
Zaragoza,231,317,802 Zurich, 524, 813
-.\
1066
,,, Impreso en España en el mes de junio de 2012
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