mecanismo como la teoría de los tres niveles de simbolización. A partir de entonces, no he hecho más que precisarla, definirla y extraer las consecuencias. ¿Cómo hace sufrir a los miembros de una familia la ley del silencio que rodea un secreto? S.T.: S.T.: Es muy sencillo. El ser humano está e stá hecho de manera que q ue siempre hay algo, una fuerza interior, interior, un instinto, que lo obliga a hacerse representaciones de las situaciones que atraviesa. Todo el mundo lo ha hecho alguna vez. Si va por la carretera y ve un accidente, cuando llega a casa se lo cuenta a toda la familia, con muchos gestos incluso con un croquis. Es una característica humana; desde el momento en que vivimos un acontecimiento importante, le damos una representación que puede p uede adoptar formas múltiples. La vida familiar está permanentemente bajo el signo de estos cambios. Ahora bien, cuando los miembros del grupo viven algo de manera muy intensa y no les pueden otorgar representación verbal, van a traducirlo inconscientemente. Si, por ejemplo, a alguien lo atacan por la calle y no lo comunica, va a experimentar el miedo de otra manera: no querrá salir de noche y se excusará excu sará diciendo que está cansado. Los otros miembros de la familia se preocuparán porque esa actitud les parecerá incomprensible. También También hay otras actitudes ambivalentes que pueden resultar tóxicas, como la de la madre que le quería ocultar a su hijo que lo habían adoptado. Cada vez que se hablaba de adopciones en la televisión, la madre la apagaba o cambiaba de canal. El silencio, detrás de sus actitudes, creó una dinámica muy particular en el seno de la familia y engendró duros conflictos. ¿Y qué sucede cuando un niño percibe que hay un no-dicho, n o-dicho, un secreto en la familia? S.T.: S.T.: Cuando un niño n iño sospecha que sus padres maquillan o distorsionan la realidad y que, por ello, sufren, empiezan a barajar varias hipótesis. En una pareja sucede lo mismo. Su pareja llega a casa cada noche de buen humor y de repente, un día, llega totalmente perturbado. Le pregunta qué le pasa y le dice que nada, entonces usted empezará a hacer preguntas. Pero volvamos al niño. Si sospecha que le ocultan algo, se hará tres tipos de preguntas. Para empezar se preguntará: "¿Es culpa mía? ¿He hecho algo mal sin darme cuenta?". A continuación, la siguiente pregunta será: "¿Es que mis padres han hecho algo de lo que se avergüenzan y no se atreven a explicármelo?" Y al final, se dirá: "A lo mejor sólo son imaginaciones mías". De este modo, el niño entra en una espiral de dudas cada vez más generalizada. Si lo que le ocultan es importante, acabará dudando de lo que escucha, de lo que ve, de lo que entiende y de lo que piensa. Este sufrimiento es terrible para el niño y puede presentar problemas más o menos meno s serios, desde dificultades en el aprendizaje hasta determinados comportamientos sicóticos. Los secretos de familia, ¿magnifican sus efectos a medida que van pasando de generación en generación?