Milton Santos
METAMORFOSIS DEL ESPACIO HABITADO
304.2 s237
oikos-tau
Metamorfosis del espacio habitado
Director de la colección "Textos de Geografia»
Caries Carreras i Verdagucr
Primua edici6n 1996
Copyright © Mí/ton Santos
ISBN 84-281-0890-0 Dep6sito úgal: 8-41.934-1996
© oikos-tau
Dereclrn.f reurvados para rudos lo.f paísu de !rabia castellmw No .re permite la repmduccití11 IIIIIJI11 parcial de este libro, ni la a1mpilación etl un .fistema informático. ni la trafl.rtllisitín en cualquier ftJrma 11 por cualquir medio, ya sea electránico, mecánicfl, p11r fotocopia, ¡nJf ~gistro o por otms medrns, ni el préstamo, alquiler o c110lquier IJtraforma de cesión de/uso del ejemplar. sin el permiso prel•itJ y por escrilll de los titulares del Copyright. Printed in Spain • Impreso en c.fpwiu 01/w.r-Tau, S.L • industriu.r gráfictJ.r y tdiwriul Montserral 12-14. 08340 Vilassar de Mar (Barcelona)
Metamorfosis del espacio habitado Milton Santos Trnducción:
Gloria María Vargas López de Mesa ( 1995)
Revisión. corrección y composición:
Sergi Martínez Rigol
oikos-tau APARTADO 5347- 08080 BARCELONA
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El autor Milto n de A lmeid a San t os (Brotas de Macaúbas, Bahía, Brasil. 1926) se licenció en derecho en la universidad federal de Bahia, en 1948. Se doctoró en Geografía en la universidad de Strasbourg (Francia), en 1958. Dos años antes, en 1956 inició su labor docente en Geografía humana en la universidad católica de Salvador, hasta 1960, en que pasó a la universidad federal de Bahia hasta que tuvo que exiliarse al advenimiento del régimen militar en Brasil, en 1964. Entre 1964 y 1971, residió en Francia, donde enseñó sucesivamente en las unive rsidades de T oulouse, BordcauJt y de París, y eolobor6 y organizó diversos grupos de inv~:stigación. Entre 1971 y 1972, en los Estados Unidos, donde enseñó en el Massachussels Institue of Technology. Entre 1972 y 1973, en Can3dá, en la universidad de Toronto. En 1973, en la universidad Nacio nal de Ingeniería de Lima. En 1974, en Venezuela, en la Universidad Central. Entre 1974 y 1976, e n T anzania, en la universidad de Dar es Salaam. En 1976, nuevamente en Venezuela, y en 1977 en Estados Unidos, en la Columbia U niversity, de Nt.'W Yo rk. En 1975, había a sido profesor invitado en la universidad de Campinas, en Brasil, y entre 1978 y 1982. lo fue de la facultad de arquitectura de la universidad de Sao Paulo. Entre 1979 y 1983, de nuevo fue profesor titular de la universidad fede ral de Rio de Janeiro y des del 1983 lo es de la de Sao Paulo, ya plenamente reintegrado al B rasil. Durante e sta ingente labor docente ha realizado también una importante tarea investigadora que ha fructificado en la publicación de 44 libros, 7 l capítulos y partes de libros colectivos y 231 artfculos, en d iversas leng uas. Ha aplicado también sus conocimient
Sumario Prefacio.................................................................
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O. Introducción .. .. .. ..... .... ...... ... .. ... .... .......... .... ... .. .
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l . El re descrubrimiento y la re modelación de l planeta en el período cit!ntífico-téc nico y el nuevo rol de la ciencias ............. ......................
15
l. 1 IX la in~macionalizxon a la globalizaoon . 12 ¿Un período técnico-cientflico? ............ 1.3 Mundialización perversa y perversión de las ciencias ...................................... 1.4 Las ¡x>sblidad~ de las cimcias del oombrc ..
2. La r enovación de una disciplina amenazada ...
15
19 2O 23
25
2. 1 En busca de un objeto: el espacio ........
27
2.2 Importancia actual del espacio ............. 2.3 H acia una geografía global .................. 2.4 Gl obalizació n y cmpiri zac ión de
29 3O
las categorías ...................................... 2.5 Por una gcogmffa renovada .................
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3. Metamorfosis del espacio habitado ..................
37
3. 1 La expangón de la población mWldial .... 3.2 Heterogeneidad del espacio habi tado ...
37 39 40 40
3.3 En un siglo, una humanidad mezclada . 3.4 La explotacvn urbana y metropolitana.....
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35 La creación de un medio geográfico artificial ................................................ 3.6 ¿"IX la n:lluralei'.a ha;til a un e!paci> dd hon1bre ............................................... 4. Categorías tradicionales, categorías actuales .. 4.1 La religión ........................................... 42 Circuitos espaciales de producción ....... 4.3 E~acializacioncs productivas y aumen10 de circulación ...................................... 4.4 La ciudad: el lugar revolucionario ....... 4.5 Nuevas relaciones ciudad-campo ......... 4.6 Nueva jerarqufa urbana ........................ 4.7 El presente y la totalidad .....................
41
43 45 45
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S. Paisaje y espacio ...... .... ... . ........ ............ ... .... .....
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5.1 Paisaje: su realidad ............................. 5.2 Percepción y conociemienlo ................ 5.3 Paisaje y región ................................... 5.4 Los objetos culturales ..........................
59 59 60 61
5.5 Paisaje naturJI, paisaje artificial ............
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5.6 Paisaje y producción: los instrumentos de trabajo ............................................ 5.7 Un cambio pcnuanentc ....................... 5.8 Datación y movimiento del paisaje ...... 5.9 Las mutaciones del pais:tF: lo csructuml y lo funcional ...................................... 5. 10 Espacio: su realidad ........................... 5.1 1 El paisaje no es el espacio .................. 5.12 La cspacialización no es espacio ........ 6. Configuración territorial y espacio .................
6. 1 Configuración territorial y paisaje ....... 6.2 El espacio: fijos y flujos ..................... 6.3 Los iijos .............................................. 6.4 Sistemas de ingeniería .......................... 6.5 División del trabajo a escala ................. 6.6 Pcriodizaciones ................................... 6.7 Por una visión prospcctiva ...................
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7. De lo físico a lo humano. De lo natural a lo arUicial. Geografía fisca. Geografia hurmna .. 7.1 7.2 7.3 7.4 7.5
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El hombre y la producción .................. Acción humana y geografización ........ La naturaleza y sus prótesis ................. Geografía física, geografia humana ...... El nuevos sistema de la naturaleza .......
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8. El e1pacio y el movimienb de las contradireiones ..
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8.1 Lo exte rno y lo interno ....................... 8.2 Lo nuevo y lo viejo ............................. 8.3 El Estado y el mercado ........................
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9. Geografia general (an dtiernini5ta) y geografia
regional ...........................................................
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10. De la teoría a la prádca: un mo~lo analítico .
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10. 1 La defini ción del espacio ................... 10.2 Estado y federación ............... ...... ...... 10.3 Necesidad de una periodización ........ 10.4 Un e1qucma o¡xracional: el an.1lisis de la situación actual .........................
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Bibliograjia ............................... ".................................
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Prefacio u
Milton Santos llegó a España, en los inicios de los años setenta, a través de la traducción que realizó la profesora Rosa Ascón, del libro Geografia y Economía urbanas en los países subdesarrollados. en la colección que asesora Enrie Lluch para esta misma editorial Oikos-Tau, en 1973. El original de aquel libro había sido publicado, en francés, cuatro años antes por el Centre de Documemation Universitaire de Pari s, durante el exilio del autor. Milton nos llegaba así a los estudiantes y profesores jóvenes del momento, como un miembro más de la escuela geográfica francesa, caracterizada por sus enfoques regionales, pero animada ya por puntos de vista críticos, de estilos tan diversos como los de Picrrc Gcorgc. Jcan Tricart o Yvcs Lacoste. Como Samir Amin, Milton Santos compartía el interés por el análisis de los problemas del Tercer Mundo, desde el Tercer Mundo. El contacto directo con el autor llegó mucho más tarde, mientras las influencias de la Geografía francesa habfan ya sido desplazadas signil1cativamcnte por las nuevas visiones anglosajonas, cuantitativas o radicales. Sólo tras la cafda de las dictaduras en Espana y en BrJSil, los contactos se iniciaron. El propio Milton, tras enseñar e investigar en Europa. África y América, pudo rebrasilianizarse, sobre todo para los forasteros, que empezamos a conocer sus planteamientos teóricos renovadores de la Gcograrfa. P rimero llegó él, directamente. no dejando nunca sus contactos internacionales, en una serie de seminarios que impartió, en 1987, en la escuela de ingenieros y en las facultades de Geografía de Barcelona. Aquf presentó. por
JO 1 MetamOJfosis del espacio habiwdo
primera vez ante nosotros, sus ideas acerca del medio natural y del medio científico-técnico. Después algunos de sus alumnos, de los grupos de la Universidade Federal de Rio de Janciro, quienes se hicieron eco de la profundidad teórica y de su capacidad de estimulo: cuando ya se había él mismo desplazado a la prestigiosa Universidade de Sao Paulo (USP), en 1983.
De estos contactos con el Departamento de Geografía Humana se publicó, con fecha de 1986, en el nº 65 de la revista Geocrírica, el texto castellano de su Espar;o e merodo, que había editado el año anterior en Brasil. Su influencia teórica comenzó a despertar el interés de algunos geógrafos de la Universitat de Barcelona, que, desde entonces, hemos mantenido contactos constantes con Milton Santos y con la Geograffa brasileña. Desde los primeros momentos, Milton quiso aprovechar su propia notoriedad con el fin de diversiticar los contactos e introducir a sus colegas en los círculos internacionales, sin protagonismos excluyentes. Invitaciones a congresos y seminarios en muchas universidades brasileñas y media docena de tesis doctorales de profesores de varias universidades brasileñas presentadas en la Universitat de Barcelona son los frutos mjs importantes de esta colaboración. Durante este proceso, los contactos personales con Milton Santos no se han interrumpido. En 1988 participó en un curso sobre la reorganización de la sociedades humanas en el tercer milenio, en la Fundació La Caixa, y en 1990, animó intensamente y clausuró un curso en la sede valenciana de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre las ciudades internacionales, junto a sus colegas europeos y americanos. Este mismo año, a raíz de los contactos que mantiene Milton con el grupo de geógrafos de la Universidad Complutense de Madrid, se publicaba la versión castellana de su libro Por uma Geografia Nova, en la editorial Espasa Calpc. La primera vers ión de este libro se había publicado en Sao Paulo, en 1978, y ya habfa sido traducida al francés. El
Prefacio 1 JI
Dr. Joaquín Bosque Maurel fue el promotor de la edición y el autor de su introducción. Desde aquel momento disponemos de un manual de Geografía diferente. teórico y profundo, que presenta una visión dinjmica y comprometida de nuestra disciplina, que tanta falta hacía para la enseñanza, escrito desde Brasil, pero desde una perspectiva y una vocación Nuestros estudiantes tienen ciertas internacionales. dificultades teóricas para comprender rjpidamente este libro, pero siempre admiran en él su jovialidad crítica, la renovación de los planteamientos que fonnula y la amplitud, incluso territorial, de sus puntos de vista. El libro de Milton se alejó de los, por otro lado excelentes, manuales anglosajones, que ofrecen una visión del Mundo exlcu~ivamente anglosajona. En 1992, Milton participaba personalmente de nuevo en el coloquio organizado en Girona por los geógrafos de Barcelona y de Toulouse, como la clausura de tres años de investigación conjunta sobre las mu taciones socioeconómicas en las dos aglomeraciones urbanas. que culminó en diversas publicaciones. Desde entonces ha participado y animado diversos seminarios sobre teoría de la Geografía y sobre
América Latina, organizados en diversos Jugares de España: Madrid. Salamanca, Ciudad Real, Málaga. Como resultado de esta colaboración y del conocimiento mútuo que se desprende, Milton nos ha querido obsequiar con la traducción de este magnífico estudio sobre las metamorfosis del espacio habitado, publicado por primera vez en Brasil, en 1988. El libro estj organizado en diez capítulos desiguales. en los que el autor concreta los principios que habfa seí'lalado en su nueva geografra. En primer lugar plantea el redescubrimiento y remodelación de la superlicie terrest re a partir de la implantación del período técnico-cientílico, para a continuación analizar detalladan1ente los cambios que ello entraña para la disciplina geogrj(ica. Introduce la renovación necesaria de la Geografía, detalla las metamorfosis del espacio mundial, a partir de la expansión demogr{ifica y urbana del desarrollo científico y rcalila un repaso de Jos conceptos
12 1 Mr:tamOifosis cM espacio habiwúo
tradicionales de la Geografía a la luz de estas metamorfosis. Región, ciudad, jerarquía urbana, paisaje y espacio en todas sus implicaciones son los principales conceptos analizados. Finalmente plantea la necesidad de superación de las dualidades tradicionales de la Geografía, escindida e ntre física y humana, entre lo estjtico y lo dinjmico, entre lo general y lo regional, avanzando un nuevo modelo analítico. Este libro, que ha alcanzado ya cuatro ediciones en Brasil, supone la primera traducción extranjera, lo que constituye una gran apo1tación a la bibliografía geográfi ca en lengua castellana. Como indica el autor, la profesora Gloria María Vargas Lópcz de Mesa realizó la primera versión, que ha sido corregida y revisada por Sergi Martíncz Rigol, del Grup d'Estudis Territorials i Urbans de la Universitat de Barcelona. A ellos hay que agradecer su desvelo e interés. A Jordi Gareía Jacas, el editor, también, ya que a pesar de las leyes del mercado sigue publicando libros de Geografía, que constituyen la base de nuestro trabajo de formación de geógrafos. Finalmente, hay que agradecer a Milton Santos, su lucidez y su empeño en seguir ilustrándonos. Sea esta publicación un homenaje, en un año tan especial, cuando Milton ha cumplido los setenta años en una madurez gloriosa y ha aceptado entrar en el claustro de doctores de la Universitat de Barcelona.
Ba rcelo na, Septiembre de 1996 Dr. Caries Carreras i Verdaguer Catedratic de Geografia Humana Director del Departament de Geografia Humana Universitat de Barcelona
Introducción Este libro constituye, de alguna forma, una continuación de Por una Geografia Nueva, cuya primera edición la publicó la HUCITEC en 1978. Nuestra ambición, plasmada en la introducción de aquel libro, de desarrollar una serie de temas interrelacionados, se llevó a cabo durante diez años con un constante trabajo teórico, de investigación empírica, y de elaboración de cursos de licenciatura y de postgrado que ofrecimos en diferentes lugares a geógrafos, arquitectos y planificadores. Algunos de los problemas que entonces planteamos fueron objeto de varios ensayos. algunos ya publicados. mientras que otros todavía no han tomado una forma definitiva. Mientras tanto, el desarrollo actual de la geografía brasileña exige una clarificación urgente de algunas categorías analíticas. La geografía crftica, que tanto auge tuvo en ese perfodo, no puede puede pem1itirse ser sólo crítica. Para ser útil y poder utilitzarse, la crítica tiene que ser analítica y no sólo discursiva. Puctle incluso ser destructiva, a partir tlel momento que tenga algo por proponer explícita o implícitan1ente, sin lo cual no contribuiría al avance del conocimiento. Muchas tesis académicas, libros, y arHculos de revistas, ya han ya han contribuido valiosamente a renovar las ideas sobre el espacio geográfico. Todavfa hay mucho por hacer y es en esta línea donde desean1os inscribimos modestan1eme. Este libro se concibió justamente para debatir algunas realidades del presente y sus conceptos resultantes. Por eso, los dos primeros capítulos buscan situ ar la geografía en el contexto del mundo actual, en tanto que los demás, tomando como punto de partida las metamorfosis del espacio habitado, buscan replantear
14 1 MetamOifosis del espacio habitado
categorías tradicionales y sugerir algunas líneas de reflexión metodológica. Hablar sobre el espacio es insuticiente, si no se busca defi nirlo a la luz de la historia concreta. Hablar simplemente de espacio, sin ofrecer categorías de análisis también es insuficiente _ Por eso nos pareció oportuno distinguirlo del paisaje y de la configuración territorial, que, mientras tanto, aparecen como elementos fundamentales para su entendimiento. Esa comprensión pasa por el reconocimiento de la creciente imbricación entre lo natural y lo artificial, que permite abordar tanto el viejo debate sobre la del1nición de la geografía física y de la geografía humana, como la discusión sobre el sentido de la geografía general en relación con la geografía regional. Todo esto compromete diferentes visiones del movimiento de las contradicciones, cuyo resultado son las metamorfosis del espacio. Dcnise Elias, futura Doctora en Geogra fía de la Universidad de Sao Pauto, me ayudó tanto en la discusión sobre el proyecto del libro, como en su redacción. Espero que esta obra, por su lenguaje, sea accesible al mayor número de lectores, sin ántmo de caer en simplismos ofensivos. Los capítulos 1 y 2 fueron publicados conjuntamente como artículos en francés, inglés y español por cl lmemational Social Science Joumal, v 36, no. 4, de la UNESCO en 1984 y' por la Revista Brasileira de Tecnología del CNPq, en 1985 y el capítulo 3 apareció también en fom1a de artículo en la revista Arquitectura e Urbanismo, nov. 1985. Los demás capítulos son inMitos. Milton Santos
1 El redescubrimiento y la remodelación del planeta en el período técnico-científico y los nuevos roles de las ciencias
Entre los múlliplcs aspectos del período actual, es obligatorio reconocer las relaciones entre las condiciones de realización histórica y la nueva revolución científica. Esa revolución histórica y científica atribuye a las ciencias del hombre y de la sociedad un lugar todavía más privilegiado en el conjunto del conocimiento. En un mundo reestructurado asf, le incumbe un papel particular a la ciencia geográfica - una ciencia del espacio del hombre. Debemos interrogamos sobre los problemas que. desde esta óptica, se plantean para su realización, frente al conflicto que ocasiona, a la actualización de la disciplina y sus actuales estructuras, los nuevos contenidos. ¿Se puede pensar que la inercia se impondrá al movimiento, impidiéndole su desarrollo, o se debe creer en la afinnación de una geografía renovada?
1.1 De la internacionalización a la globalizaci6n No sin razón K . Polanyi habló de una "Gran Transfonnación'' al presentar los profundos cambios impuestos a nuestra civilización desde el inicio del siglo1. ¿Qué dec ir 1 "l.:¡ ¡;jvili7.ación del siglo XIX naufraga. Este libro trata de los orígenes políticos y económicos del acontecimiento y de la grantransfomJación que le sucedió. Esa civilización se apoyaba en cuatro in~titucioncs. La primera era e l sistema de equilibrio de fucr7.as que durante un siglo pc:mJit ió evitar la deflagración de grandés y devastadora$ guemis entre las potencia$. La $Cgunda fue el patrón oro como
161 Metamorfosis del espacio habitado
entonces de la verdadera subversión que el mundo conoció a partir de finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando se inició, por mediación de la globalización, una fase enteramente nueva de la historia? Ciertamente, lo que estamos viviendo ahora ha sido largamente preparado y el proceso de intemacionalización viene de lejos. El proyecto de mundializar las relaciones económicas, sociales y políticas empieza con la extensión de las fronteras del comercio a comienzos del siglo XVI, avanza intennitentemcnte a través de los siglos de expansión capitalista para finalmente ganar cuerpo en el momento en que se impone una nueva revolución científica y técnica y en que las lom1as de vida en el Planeta sufren una repentina transfonnación. Las relaciones del hombre con la naturaleza conllevan una transfonnación, gracias a los fonnidables medios puestos a disposición del primero. Hubo cambios cualitativos sorprendentes, el más notable fue la posibilidad de conocer y utilizar todo a escala planetaria, convertida desde entonces en el cuadro de relaciones sociales. Ahora podemos hablar de mundializaci6n ya que antes se trataba de mera intcmacionalizaci6n2. Dado el nuevo alcance de la historia, importa "revisar toda la estructura de los postulados y prejuicios en los cuales se asentaba nuestra visión del mundo", en palabras de G. Barraclough (1965, p. 10). Más recientemente Katona y Strumpel (1978, pp. 2-3) critican la visión económica poco influenciada por nuevas realidades, lamentando que factores referencia internacional que simbolizaba la organización única de la economía mundial. La tercera era el mercado auto-regulado que generó un bienestar sin precedentes. La cuan.a era el Estado liberal. Según una cicna clasificación, dos de ellas eran nacionales y las otras dos imemadonales. Juntas dctenninaron las grandes líneas 1.k la hi>turia de nuestra civilización". Karl Polanyi, Tite Gr~al 'J'ransformation {1944) Boston, Bcacon, 1957, p.2 2 "El sistema capitalista fue siempre un sistema mundial. No podremos comprenderlo si excluimos la intcrncción entre el efecto intcmo de una de sus partes y los efectos eJttemos sobre esa parte. Por eso la contribución de aquellos que enfatizaron el papel de la periferia en el establecimiento del capitalismo desde su inicio no es ni peque11o ni complementario. (...)." San1ir A m in, 1980, p. 187 ~Aunque haya sido siempre un sistema mundial, el sistema capitalista pasó por diversos niveles(...)". Samir Amin, 1980. p. 188.
El redescubrimiento y la remodelación del planeta ... / 17
como las finanzas se estudien todavía en un contexto puramente nacional, y no en su contexto global. La sociología, tal como se fundó en la segunda mitad del siglo XIX dcbcrfa subslituirse según A. Bergensen (1970, p. I) por una "visión sistemálica mundial", más adaptada a las nuevas realidades. Pero ¿será posible sostener que ese sistema mundial (A. Bergensen y R. Schoenberg, 1980), llámese sociedad mundial (Ralph Pettman, 1979) o sistema global, existe (G. Modelski)? Sería el resultado de todas las posibles interconexiones, entre las más lejanas y diferenles sociedades nacionales, por fuerza de las nuevas condiciones de realización de la vida social; o sea, de una división mundial capitalista del trabajo, basada en el desarrollo de fuerzas productivas a escala mundial y dirigida por mediación de los Estados y las multinacionales o de las empresas transnacionale~. La universalización del mundo puede constatarse en los hechos. Universalización de la producción, que incluye la producción agrícola, los procesos productivos y el marketing. Universalización de los intercambios, del capital y de su mercado, de la mercancía, de los precios y del dinero como mercancía-patrón, de las finanzas y de las deudas. del modelo de utilización de los recursos por medio de una universalización rac ional de las técnicas4, universalización del trabajo, es decir,
' "En la fase del monopolio múltiple transnacional, el desa rrollo de las fucr.tas produ.;tivas se dcsarn¡Jia a eH·ala plam:laria. La conseC11encia de la 1livisi(>n mundial capitalisla del trabajo es al mismo licmpo Wla especialización avanzada y una imcg ración. La posibilidad concreta de localizar sectores. pro!=esos, fábricas. explotaciones económicas, de ulilizar redes de transporte y comercialiU~ción, de obtener infonnaciones prácticamcnle instantáneas de !odas partes y procesa rlas elecuónicamemc en esos centros cstrat~glcamcmc disuibuitlos. de influenciar de manera decisiva en las resoluciones políticas nacionales o multinacionales, o de movilizar rápidamente funcionarios y agentes por todo el mundo; todo eso transfonna las corporaciones múltiples en faclorcs poderosos de Wla compleja combinación de las fucr7.as productivas. con variables mucho más numerosas y parámetros operacionales que actúan en varios niveles de agregación." M. Zavala, p. 43. ~ "(... ) una triple universalidad: universalidad espacial, universalidad cualitativa, univen~alidad rcladonal". S. Brcton, 1968, p. 112 •(...) La universalidad relacional (...) concretamente (... ) se define por la com unicación de !odas las técnicas que se relacionan unas con otras en un afán de 2
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del mercado de trabajo y del trabajo improductivo, del ambiente de empresas y de las economías, de los gustos, del consumo y de la alimentación. Universalización de la cultura y de los modelos de vida social, de una racionalidad al servicio del capital erigida en moralidad igualmente universalizada, universalidad de una ideología mercantil concebida desde el exterior, universalización del espacio, de la sociedad mundializada y del hombre amenazado por una alienación total. Vivimos en un mundo donde la ley del valor mundializado rige la producción total, por medio de las producciones y las técnicas dominantes, las que utilizan el trabajo científico universal previsto por Marxs. Con base en todas esas producciones. también es universal, y su realización depende en lo sucesivo de un mercado mundial. ¿Es completa esa mundialización? Para muchos, no habría. por ejemplo, mundiali zación de las clases sociales (V. Navarro, 1982 y A. Bergensen, 1980, p. 10) ni una moralidad uni versal, asf ésta fuera de los Estados. Si las empresas multinacionales crean siempre burguesías transnacionales (R. L. Sklar, 1976), y si en todos los países existen instituciones de naturaleza semejante, las clases aún se definen territorialmente, de la misma manera que las aspiraciones y el carácter de un pueblo todavía están en función de las herencias históricas. Los Estados, cuyo número se multiplicó debido a las nuevas condiciones hi stóricas, constituyen un sistema mundial, pero individualmente son, al mismo tiempo, una puerta de entrada y una barrera para las influencias cxógenas. Su acción, aunque autoritaria, se alinna en las realidades preel\istcntcs y por eso jamás induce una mundialización completa de las estructuras profundas de la Nación. Pero esto no basta para impedir que se habJe de globalización.
complcmentaric<.lad que condiciona simultáneamente la posibili<.la<.l de su e~ti,tcnda y la de su eficacia". S . Brcton, 1968, p. 114. '" M ar~t utilizó de manera c~tplícitn la categoría "trahajo universal" en relación a1 trabajo cicntífioo". Emcst Mande!, 1980. p. 132.
El redescubrimiento y la remodelaci611 del planeta ... / 19
1.2 ¿Un período técnico-científico?
Es posible discrepar en cuanto a la denominación y a las características del actual período histórico. Lo vivimos, pero no hay nada más dificil que definir el presente. No obstante, sabemos de antemano que nuestra época implicó una revolución global todavfa inconclusa, pero cuyos efectos son perceptibles en todos los aspectos de la vida. Como dice Lucicn Goldman (1978, pp.l85-186) "a partir de la Segunda Guerra Mundial, se hace más evidente para los investigadores serios la existencia de un tercer tipo de capitalismo, con varias denominaciones como: capitalismo de organización, sociedad de masas, etc. Se trata, siempre del capitalismo, sin duda, pero con cambios esenciales". Esta época nos sugiere tener presente la advertencia de Marx, para quien "el destino de las nuevas creaciones históricas es el de ser consideradas como una contrapartida de las formas antiguas, y hasta muertas, de la vida Creemos. como tantos social. a las cuales se asemcjan''.6 otros, que las perturbaciones que caracterizan esta fase de la historia humana provienen en gran parte, de los extraordinarios progresos en el campo de las ciencias y de las técnicas. Estaríamos en el período del capitalismo tecnológico, según L. Kaarpi k (1972), o de la sociedad tecnológica, conforme a H. LeJcvrc (197 1). Sin duda podemos preguntamos, por un lado, si el desarrollo económico no dependió siempre del progreso científico (Tsuru, 1961; P. Jalée, 1969; Ch. Bettelhcim, 1967; R. Aron, 196 1; J. Ellul, 1954), o recordar como hizo E. Mandcl ( 1980) que apenas nos encontramos en la tercera revolución ClcntíJica; y por otra parte sería bueno plantear con frecuencia la pregunta de R. Heilbroncr (1967): "¿Las máquinas hacen la historia?". Están los que creen en una especie de detenninismo
6
71u• Puris Conmume, Moscou, Progress Publi)hers, 1970, p. 58.
20 1Metamorfosis del espacio habitado tecnológico7 y los que se ponen en guardia contra todo riesgo implfcito e n la creencia de una " ilusión tecnológica". Preferimos la companía de estos últimos, sin por ello minimizar el papel fundamental desempeñado por los progresos científicos y t~enicos en las transfom1acioncs acaecidas recientemente en el planeta. E sta "transformación total de los fundamentos de la vida humana" de que habla Berna! habría sido imposible de otra forma. 8 Ahora se plantea una verdadera interdependencia entre Ja ciencia y la técnica, contrariamente a lo que sucedía antes. De hecho, como observó R. Richta (1970, p.37), hoy "la ciencia precede a la técnica", aunque su realización esté cada vez más subordinada a esta última. La tecnología de ahí res ultante se utiliza a escala mundial, donde sólo cuenta con una búsqueda desenfrenada de lucro, donde quiera que las condiciones lo permitan. Este es un dato fundamental de la situación actual. El hecho de que la tecnología se haya convertido en un elemento exógcno para gran parte de la humanidad - ya señalado por A. Herrera (in C. Mendes, 1977, p. l59) - acarrea consecuencias de enom1e alcance, ya que su utilización universal, casi siempre sin relación con los recursos naturales y humanos locales, es causa de graves distorsiones. Ahora, todo eso sólo es posible porque el trabajo científico fue prácticameme puesto al servicio de la p roducción. La ciencia tiene en adelante un papel productivo (J. Thibault,1967).
7 Muchos histoñadores se inclinaron a considerar la tecnología como si ruviese Wla imponancia ocasional y hasta recientemente ignoraron su in!luencia. Otros científicos sociales como W.F. Ogbum fueron de hecho panitlarios tle un detrnninismo tr:cnológico que consideraba que la tecnología con! rola las fom1as sociales y las nonnas culturales. La antropóloga Lc•lie White d ice explícilamente que ' Jos sistemas sociales • son verdaderamenle secundaños y sub$idiaños en relación a los sistemas tecnolúgicos (...). la tecnología sería. para eUos. la vañable independienle, y el sistema social ' la variable dt..'"Pendiente". Víctor Ferkisss, 1970, p.37. M
l "(...) cJ té nuino 1\!Volud.Sn cicntífi ..:a y técnjca lo propuso n ema! para designar la transfom1ación total de los fundamentos de la vida humana, orgánicamente ligados a las transfom1acioncs de la propia vida". R. Ridlt.a, 1970. p.43.
El redescubrimielllo y la remodelación del planeta... 1 21
1.3 Mundializaciún perversa y perversión de las ciencias La mundialización que se percibe es perversa (Santos, 1978). Concentración y centralización de la economía y del poder político, cultura de masas, cientiflzación de la burocracia, fuerte centralización de las decisiones y de la información, sirven de base para estimular las desigualdades entre países y entre clases sociales, así como para la opresión y desintegración del individuo. De esta forma se comprende que haya corrcpondencia entre sociedad global y crisis global. Es igualmente comprensible, pero lamentable, que ese movimiento general haya alcanzado a la propia actividad cienlffica. El redescubrimiento del Planeta y del hombre, es decir, la ampliación del saber al respecto, son apenas dos términos de la misma ecuación. Esa ecuación está presidida por la producción en sus formas materiales e inmateriales. Los conocimientos actúan sobre los instrumentos de trabajo, imponiéndoles modificaciones no ra ramente brutales y produciendo males o beneficios, según las condiciones de utilización. Cuando la ciencia se deja subordinar claramente a una tecnología cuyos objetivos son más económicos que sociales, se vuelve tributaria de los intereses de la producción y de los productores hegemónicos, y renuncia a toda vocación de servir a la sociedad. Se trata de un saber instrumentalizado, donde la metodología substituye al método. Un sabe r comprometido con intereses e institucionalizado en función de conocimientos estrictamente delimitados, acaba por sufrir una fragmentación cuyo resultado es, no la autonomía deseable de las disciplinas científicas, sino su separación. La evolución económica agrava esa distancia y nos aleja cada vez m ás de un enfoque global y de la visión crítica que este pem1ite. Entonces, el trabajo del científico se ve despoj ado de su contenido teleológico y debe realizarse según una óptica puramente prctgmálica para atender a los que exigen las investigaciones o di rigen las instituciones de enseñanza. Cuando el trabajo científico debe atender objetivos utilitariamentc establecidos, tenemos ante nosotros el divorcio entre la teoría y la práctica (A. Gouldner, 1976). De esto se
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desprende la posibilidad del éxito práctico de las falsas teorías (M. Bunge, 1968). He a~uí porqué se habló, y con razón, de la perversión de la ciencia En ese contexto, las ciencias sociales no son la excepción. El mismo movimiento también las defomtó y descaracterizó. Nunca es excesivo insistir en el riesgo que representa una ciencia social monodisciplinar, sin interés por las relaciones globales entre los diferentes vectores que constituyen la sociedad como un todo. Tal vez se puede encontrar una de las principales causas de la crisis actual de las ciencias sociales en su insularidad. Buena parte de la producción intelectual en ese campo desprecia los estudios mundiales globalizantes. Ese atraso en relación al mundo, es una de las peculiaridades de ese desatino de las ciencias humanas. Incapaces de comprende r la separación entre principios y nomtas (A. Catemario, 1968, p.74), y por eso mismo empobrecidas, no sorprende constatar. las múltiples fonnas de su sumisión a intereses, casi siempre no gloriosos, del mundo de la producción. Se sitúan, algunas veces sin juicio crítico, al servicio del marketing, de aquello que se considera relaciones humanas, de toda clase de social engineering y de producción, amparados por las ideologías (Michael Usecm, 1976), y reduciendo así gradualmente sus posibilidades. De ese modo las ciencias sociales muestran un tendencioso interés por las contradicciones más imponantes: el Estado y las empresas multinacionales, el Estado y la nación, el c recimiento y el empobrecimiento, el este y el oeste, el desarrollo y el subdesarrollo, cte., para ocultar las causas reales y los resultados previsibles de las conexiones entre fenómenos. Así, al reducir su alcance y fragmentar su campo de acción, las ciencias sociales se internacionalizan, volviéndose incapaces de una visión mundial crítica. Los excesos de 9 Un rasgo notable .Id pcñooo actual es que los análisis vivamente cólicos de la empresa ci~ntífica provienen de universiurios respetables, cuyo radicalismo es moderado o ilulo. F..sa crítica de la ciencia. rcpeuble y hecha desde el inte rior, expresa la nueva conciencia de la ciencia y el abandono de su anterior seguridad. Cuando se consideran las declaraciones de portavoces de la ciencia. se queda uno sor¡Jrendido por su car.icter propaganJístico. El científico era, para personas como T. lluxh:y (1894), von llelmhotz (1893) o Karl Pearson ( 1892). un ejemplo de las mayores virtudes intelectuales y morales". J. P. Ravclz, p. 79. M
El redescubrimiento y la remode/ación del planeta... 1 23
especialización y la pérdida de ambición de universalidad son dos aspectos de una misma cuestión que pcnniten su utilización perversa. La geografía no escapa a esa tendencia. Desarrollada parcialmente bajo el signo del utilitarismo, y basada en la economía neoclásica - por lo tanto aespacial - se veía obligada a negarse a s( misma. Por eso cuenta entre sus debilidades con el hecho de no tener un objeto claramente definido y la pobreza teórica y epistemológica sobre la cual reposa su práctica. La inexistencia de un sistema de referencias más sólido, explica finalmente el papel de relevo que esa disciplina desempeñó en la reorganización no equitativa del espacio y de la sociedad, tanto a nivel mundial como local. 1.4 Las posibilidades de las ciencias del hombre Aunque marcado por actividades casi siempre desviadas hacia preocupaciones inmediatistas y utilitaristas, el actual período histórico encierra igualmente el gem1en de un cambio de tendencia. Si de una parte la ciencia se vuelve una fuerza productiva, se observa, por otra, un aumento de la importancia del hombre -es decir, de su saber- en el proceso productivo. Ese saber permite un conocimiento más amplio y profundo del planeta, constituyendo un verdadero redescubrimiento del mundo y de las enormes posibilidades que conlicnc, pues la propia actividad humana se revaloriza. Sólo falta colocar esos inmensos recursos al servicio de la humanidad. Se trata de una tarea de gran envergadura, pero no imposible, que supone la existencia de ·una ciencia autónoma, tal y como la definió R. Wuthrow (1980, p.30). Por el momento, las condiciones locales de realización de la economía internacional acaban por privilegiar al imperativo tecnológico, conjuntos técnicos considerados fijos, ya que la propia ciencia económica parece organizar sus postulados en función de las ecuaciones técnicas rfgidas. Cabe ahora llegar a una liberación de ese imperativo tecnológico y subordinar las opciones técnicas a finalidades mucho más amplias que la propia economía. Se ve que no se trata en
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absoluto de una cuestión técnica ni del ámbito de las ciencias exactas, pues el problema es respecto a las ciencias sociales, cuya responsabilidad se ve asf aumentada. Aunque impuesta por necesidades históricas, el redescubrimiento de la naturaleza y del hombre debe atribuirse sobre todo a las disciplinas naturales, biológicas y exactas, o sea a las "ciencias". Eso sugirió en las "no ciencias", disciplinas del hombre y de la sociedad, un nuevo valor, todavía insuficientemente evaluado, en la construcción racional de la historia. Los nuevos conocimientos " científicos" apuntan hacia el reino de lo posible, mientras que su realización concreta pertenece más al ámbito de las condiciones económicas, culturales y políticas. Como el futuro no es único, pero debe- ser escogido, son las ciencias sociales las que se transforman en ciencias de base para una construcción voluntaria de la historia. ¿Cómo?. Se trata de ampliar su base filosófica de tal modo que las preocupaciones telcológicas no constituyan obstáculo a la fiel transcripción de los fenómenos. Las nuevas realidades son al mismo tiempo causa y consecuencia de una multiplicación de posibilidades, potenciales o concretas, cuya multiplicidad de disposiciones son un factor de complejidad y de diferenciación crecientes. No se trata aquí de adaptación del pasado, sino de subversión de las concepciones fundamentales y de las fonnas de abordar los temas de análisis. Eso equivale a afinnar que cambian al mismo tiempo el contenido, el método, las categorías de estudio y las palabras claves. En cuanto promesa, el crecimiento de las posibilidades se refiere al mundo entero y a toda la humanidad, pero la historización y la gcografización de las posibilidades están
sujetas a la ley de 1as necesidades. La división de los ámbitos no es siempre nítida, pero se puede pensar que, en un mundo construído así, son las ciencias del hombre las que avanzan. Además, un sinúmero de combinaciones, en adelante posibles, no son deseables; otras, igualmente numerosas, no son convenientes en todos los países o regiones.
2 La renovación de una disciplina amenazada
La importancia actual del territorio (para no hablar de espacio...) en la construcción de la historia puede indicarse por el creciente interés que le dedican no sólo geógrafos sino también, y cada vez más, los urbanistas, los planificadores, científicos tan diversos como economistas. sociólogos, etnólogos, politicólogos, historiadores, demógrafos, etc. Tanto Neis Anderson ( 1965, p.5) como, más recientemente, Pierre Georgc ( 1982, p.l) señalaron que el así llamado objeto tradicional de la gcogral"fa era tratado cada vez más por varios especialistas. "Nuestro objeto", lo estudiarían mejor otros, se queja V. D. Dennison (1981, pp.271-272).' Por otra parte, la geografía que sucumbió a las seductoras exigencias del mundo de la producción, ¿no será víctima de una especialización exagerada?. Max Sorre, ya en 1957 (p. lO; pp. 35-36), hablaba de una amenaza de "desmembramiento". J. Allan Patmore (1980) llamó la atención sobre estos riesgos y, a pesar de su escepticismo, R. J. Johnston (1980) llegó a sugerir que, tal como iban las cosas, la disciplina acabaría en anarquía. La misma preocupación llevó a Brian Bcrry (1980, p. 449) a declarar. en su discurso presidencial de la Asociación de Geógrafos Americanos, que nos encamináb:unos "del pluralismo a la pcm1isividad". ¿Se puede 'La crilica de V. D. Dcnnison (1981) es sc\1\:ra. Para él la noción de región, que constiluía el centro de la geografía tradicional, fue subs!ituida en la geografía modcma por el estudio de conceptos e ideas. Pero esas "ideas y conceptos que ahora constituyen su base no son en absoluto espccífi¡;os de la geografía, y no seria raro que fueran lomados de 0(111.5 d isciplinas".
26 1 Metamotfosis del espacio habitado
entonces decir, como afirn1a M. E. Eliot-Hurst (1980, p. 3), que se trata de una disciplina moribunda?. Se trata sin duda de una disciplina amenazada. Pero las amenazas vienen mucho más de ella misma en su estado actual, que de las disciplinas vecinas. La cuestión se complica cuando admitimos, junto con R. J. Johnston (1980), que existen tantas gcograffas como geógrafos2 o cuando reconocemos, con H. Lefcbvre (1974, p.l5) que "los escritos especializados informan a sus lectores sobre todos los tipos de espacios precisamente especializados ( ... ) habría una multiplicidad indefinida de espacios: geográficos, económicos. demográficos, sociológ icos, ecológicos. comerciales. nacionales, continentales, mundiales". Y. Lacoste (1981. p. 152) sintetiza hasta cierto punto esos pareceres al escribir: "De hecho existen tantas concepciones del 'espacio geográfico' o del 'espacio social' como tendencias ' de escuelas' en geografía, sociología o tecnología; al final, existen tantas manera de ver las cosas como individual idades conduciendo una demarché científica(...)". Es evidente que existen diversas percepciones de las mismas cosas. porque existen diferentes individuos. Pero. ¿se debe por eso renunciar a la aproximación de una definición objetiva de las realidades?. Contrariamente, no se sabría siquiera por donde empezar el trabajo científico. Estaríamos siempre a merced de una ambigüedad. En efecto. para el asunto que nos interesa, es necesario transformar en uno sólo lo que parece ser un problema doble. Se trata de definir el espacio de la geografía, tanto si es una geografía renovada o redefinida, y establecer asf su objeto y sus límites.3
, Allí donde Johnston afim1a que todo lo que los geógrafos hacen es geografía. Alain Bidaull. Maurice Rlondeau y Anne-Marie Gérin (1978) prefieren preguntarse: ~¿Existen tantas geografías como ge6gr..ros?" '"Para tener un papel específico y útil, una c iencia necesita un campo de trabajo particular y también Je su propio conjunto de cooccptos. ¿Se pueden definir las caractcríslicas de las geografías?" Arillllloh-Jensen. 19&1 , p. 4.
La rcnomción de una disciplina amenazada 127
2.1 En busca de un objeto: el espacio
Un sistema de realidades, o sea, un sistema formado por las cosas y la vida que las anima, supone una legalidad; una estructuración y una ley de funcionamiento. La explicación, es deci r, su teoría, es un sistema construido desde una filosofía cuyas categorías de pensamiento reproducen la estructura que asegura el encadenamiento de los hechos. Si la llamaramos de organización espacial, estructura espacial, organización del espacio, estructura territorial o simplemente espacio, sólo cambiaría la denominación y esto no es fundamental. El problema es encontrar las categorías de análisis que nos pcm1itan su conocimiento sistemático, es decir, la posihilic1ad de proponer un análisis y una síntesis cuyos elementos constituyentes sean los mismos. Recientemente los geógrafos perdieron mucho tiempo y talento en una discusión semántica sin salida. Por ejemplo, algunos prefieren hablar de espacialidad o hasta de espacialización de la sociedad, rechazando la palabra espacio, asf se trate del espacio social. Sin embargo, la renovación de la geografía pasa por la depuración de la noción de espacio y por la investigación de sus categorías de análisis. Cuando Am1ando
Correa da Silva ( 1982, p.52) enuncia que no hay geografía sin teoría espacial consistente, afirma también que esa "teoría espacial consistente" sólo es válida analíticamente si se dispusiera de un "concepto referente a· la naturaleza del espacio". El espacio no es ni una cosa ni un sistema de cosas. sino una realidad relacional: cosas y rclacionesjuntas.4 Por esto 4 " Es im¡x>rtante consic.krar Jos tres modos por los cuales el espacio puede conccptua.liurse. En primer lugar, el espacio puede ser vtsto desde un senltdo absoluto, como una cosa en sí, con existencia específica, detcm1inada, de manera únic:a. Es d espacio del agrimensor y del c:anógrJfo, identificado mediante WJ cuadro dt: l'l![t:renc:ia convencional, especialmente las latitud~s y longituJ.·s. En segundo lugar. hay un espacio relativo, que pone de relieve las relaciunes entre ubj•·tos y
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su definición sólo puede situarse en relación a otras realidades: la naturaleza y la sociedad, mediatizadas por el trabajo. Por lo tanto, no es, como las definiciones clásicas de geografía, el resultado de una interacción entre el hombre y la naturaleza bruta, ni siquiera de una amalgama fomtada por la sociedad de hoy y el medio ambiente. El espacio debe considerarse como el conjunto indisociable del que participan, por un lado, cierta disposición de objetos geográficos, objetos naturales y objetos sociales, y por otro, la vida que los llena y anima, la sociedad en movimiento. El contenido (de la sociedad) no es independiente de la forma (los objetos geográficos); cada fonna encierra un conjunto de fomtas, que contienen fracciones de la sociedad en movimiento. Las fomtas, pues, tienen un papel en la realización social. En cuanto totalidad, la sociedad es un conjunto de posibilidades. La totalidad, afinna Kant, es la "pluralidad considerada como unidad" o la "unidad de la diversidad", según A. Labriola ( 1982) y E. Scrcni ( 1970). Esa unidad no es más que la esencia nueva o renovada, cuya vocación consiste en dejar de ser potencia para volverse acto. Este contenido- la esencia - puede equipararse a una sociedad en marcha, en evolución, en movimiento. O, mejor, a su presente todavía no rea1izado. El contenido corporificado, al ser transfonnado en existencia, es la sociedad incorporada a las fomtas geográficas, la sociedad transfomtada en espacio. La fenomenología del espíritu de Hegel sería la transfonnación de la sociedad total en espacio total. La sociedad sería el ser: y el espacio, la existencia. El ser se metamorfosea en existencia por mediación de los procesos impuestos por sus propias deterrninaciones, las cuales hacen aparecer cada fom1a como una f orma collfenido, un individuo separado capaz de influenciar el cambio social. Es perc ibido como contenido, y representa en el interior de si mismo otros tipos de rela<:i(lfle< 'l"e exi
~ (...)"".A. L Mabogunjc, 1980, p.52. La te rcera acepción tle esp..cio tle Mabogunje se acerca a la definición de geografía tlcl japonés K. Takcuchi ( 1974, pp. 2-3): "Pensamos que la geografía humana actual debe con side rarse como el estudio d e los principios de organiución espacial de las actividades humanas o aún como el análisis de los mecanismos y de los procesos que regulan el s istema espacial de activitlatles humanas integradas".
La renovación de una disciplina amenazada 1 29
un movimiento permanente, y, por ese proceso infinito, la sociedad y el espacio evolucionan contradictoriamente (Santos, 1983, pp.43-46). 2.2 Importancia actual del espacio
La globalización de la sociedad y de la economía genera la mundialización del espacio geográfico, y le otorga un nuevo significado (S. Amin, 1980, p.226). En la evolución de la sociedad, cada uno de sus componentes tiene un papel diferente en el movimiento de la totalidad, y el rol de cada uno es distinto cada momento. El espacio asume hoy en día una importancia fundamental, ya que la naturaleza se transforma en su totalidad, en una forma productiva (0. Prestipino, 1973, 1977, p.l81). Cuando las necesidades del proceso productivo llegan a todos los lugares, de manera directa o indirecta, se c rean paralelamente selectividades y jerarquías de utilización con la competencia activa o pasiva entre los diversos agentes. En consequencia, se plantea una reorganización de las funciones entre las diferentes fracciones del territorio. Cada punto del espacio adquiere entonces importancia, efectiva o potencial, que se desprende de sus propias virtualidades. naturales o sociales, preexistentes o adquiridas según intervenciones selectivas. Al mundializarse la producción, las posibilidades de cada lugar se afirman y se diferencian a nivel mundial. Dada la creciente intemacionalización del capital y el ascenso de las empresas multinacionales, se observará una tendencia a la 11jación mundial - y no nacional - de los cosLcs de producción y a un equilibrio de las tasas de beneficios gracias a la mobílidad internacional del capital (E. Mandel, 1978, pp. 187188), al mismo tiempo que la búsqueda de lugares más rentables será una conslante. Por esta razón las diferenciaciones geográncas adquieren una im ponancia estratégi~.:a fundamental, como advierte Y. Lacosle (1977, p 147). Se puede escoger a distancia el lugar ideal para una empresa concreta. Ross, Shakow y Susman ( 1980) recuerdan a propósito, que actualmente los
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proyectos locales están subordinados a restricciones de naturaleza mundial. Se puede, pues, decir con respecto a esas nuevas realidades, que tales especializaciones en la utilización del territorio -sean originalmente naturales o culluralcs, o provengan de intervenciones políticas y ttcnicas- significan un verdadero redescubrimiento de la Naturaleza o por lo menos una revalorización total, en la cual, cada parte, es decir, cada lugar, recibe un nuevo rol, gana un nuevo valor. Como el fenómeno es general, se podrfa decir que en esta fase de la historia se afim1a el carácter geográfico de la sociedad, al cual se refería ya en 1957C. van Paasscn.s El hombre alcanza finalmente un conocimiento analflico y sintético de toda la Naturaleza y adquiere la c"apacidad de utilizar de una fonna general y global las cosas que le rodean. A partir del momento en que la Naturaleza se define de una fom1a nueva y sus relaciones con el hombre se renuevan, se vuelve necesaria una renovación de las disciplinas que la estudian. Pant la geogr.tfía, se trata de nuevas perspectivas y de una capacidad innovadora de trabajar con leyes universales. 2.3 Hacia una geografía global
Pero... la geografía ¿ya no era global?. En el siglo XIX, K. Rilter y Vidal de la Blache hablaban de la unidad de la tierra. Un autor como K. Boulding ( 1966, p. 108), aunque economista, no duda en afirmar que la geografía es, entre todas, "la disciplina que interpretó la visión del estudio de la Tierra como un fenómeno global". Pero en un artículo reciente, V.O. Dcnison (1981, pp.271-272) parece responder anrmaliva y negativamente a la pregunta, aunque para él esa disciplina sea sinónimo de estudios mundiales. Una cosa es la ambición de 5 "La cicnc ia gcogr.ificJ ti~n~ una base f cnomenológica, o sea, ti~ne su o rigen en una conciencia geográfica y vuelve a la sOC1e
ciencia geográfica no puco.lcn cxi,tir sino en una socico.lad dotada de una sensibilidad gcográfic:1". C.vnn P3;>-<>r Olovi Grnni>. 1981. p.22.
La renomción de una disciplina amenazada 131
conseguirlo, o sea la voluntad de abarcar la totalidad de los fenómenos y traducirlos en fomlUlaciones cientfficas; otra, lograrlo.6 La vieja tradición de las escuelas nacionales de geografía, o por lo menos las premisas históricas de la evolución de la ciencia geográfica en los diversos contextos nacionales, fue tal vez un obstáculo para que se alcanzara un nivel de estudios geográficos globales. Es cierto que el problema de la g!obalización se ha resuello mejor, y desde hace mucho tiempo, en el ámbito de lo que se llama geografía física', mientras que en la esfera de los hechos sociales fue más difícil. En efecto, en este ámbito los esfuerzos de teorización difícilmente superan el estado embrionario, y esto cuando no son francamente pobres o se quedan en el simple discurso. La intemacionalización de la economía permitió hablar de ciudades mundiales, verdaderos nudos en la cadena de relaciones múltiples que dan estructura a la vida social del Planeta8 • En verdad, todo el esp:Kio se mundializó y ya no existe un único punto en el globo que se pueda considerar aislado. La teoría geogr:tllca debería entonces construirse desde una perspectiva más amplia. J. F. Unstead, indicaba ya en 1950 la necesidad de hacer una "geografía mundial'' o una "geografía global". Pero los proyectos fomwlados en ese sentido no funcionaron. Al oscilar entre la descripción y la generalización, desde la antigüedad hasta el siglo XIX, la geograría nunca pudo 6 Recientemente , tul autor ~omo J. E. M..:ConncU (198:!, pp. 1633· 1634) se quejó de no haberse consegu ido estabkccr todavía sistemáticamente las relaciones existentes entre el comportamiento intcn~cional de los s i. tcmas induslrial~s y las fonnas espaciales. 7 Según Varopay (1978, p.616) la voluntad Je obtener un ccmocimiento gloOOJ del Planeta habr:a empezado en los aJios treinta, "cuando se inicia la explotación mundial del océano y la invc>tigación alcanza una escala mundial". 1 Autores como J. Friec.lman ( 1982) recupe ran cucstiOtlcs como la de las globales", asunto que interesó a cs¡x:cialistas de las más diversas d isciplinas corno lltcodur von L:u1c (1969). Stt>phcn 11. llymcr (1971 ), G. MoJclski (1972). D. A. llco:nan (1977) y tantos otros. El hc;;ho. >in cmb.1rgo, es que no solamente las g ranllcs metrópolis son actualmente ciulla:JL'6 gl..~ul~•: la ..itttltltlti'IIÍ5 J>o!'l""ia t:.t~tbién lo es. En
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32 1 Metamoifosis del espacio habitado
describir la totalidad, ni huir de las generalizaciones frecuentemente inconsistentes. A finales del siglo pasado y comienzos de este, asume una voluntad de teorización -o por lo menos de independencia cientílica- con la postulación de principios. Sin embargo, todavía no se conoce bien el Planeta y un gran número de otras ramas del conocimiento apenas empiezan a despuntar. No obstante, con un gran esfuerzo. la geografía procura establecerse como ciencia, aunque sin conseguirlo por completo. La razón de esos fracasos no se debe al talento de los geógrafos, si no al hecho de que todavía no existen las condiciones históricas, y consecuentemente surgen dificultades para elaborar una teoría geográfica. En el transcurso de este siglo, mientras el debate sobre la verdadera naturaleza de la geografía se confunde con el de sus pretensiones científicas, se dejan de lado preocupaciones epistemológicas más sólidas. Incluso los esfuerLOS realizados después de la Segunda Guerra Mundial no consiguieron sino una parte limitada de los objetivos perseguidos. Creemos. sin embargo. que es justamente ahora cuando se reunen las condiciones para construir esa geografía global y también teórica, tan buscada desde hace un siglo. 2.4 Globalización y empirización de las categorías
Ahora que el mundo se mundializó, ¿qué porvenir tiene la geografía?. No hay duda de que el mundo siempre fué uno solo. Sin embargo, como dijimos, no era posible percibir la unicidad, excepto en algunos fenómenos de alcance más general y fuera del ámbito social. Actualmente, con la intemacionalización de las técnicas, de la prod ucción y del producto, del capital y del trabajo, de las modas y del consumo, la mundialización de las relaciones sociales de todo tipo (económica, financiera, política ... ) es la garantía de universalidad que permite comprender cada fracción del espacio mundial en función del espacio global. Solamente a partir de esta uni versalidad -una universalidad empírica- ciertas categorías lilosóticas pueden
La renovación de una disciplina amenazada 133
transcribirse, con todo su significado, en un lenguaje geográfico. Es el caso de las categorías de universalidad, particularidad y s ingularidad, asf como de las de forma, función, proceso y estructura -esta última como sinónimo de esencia, o sea, tntbajando la oposición, no muy asimilada entre geógrafos, entre paisaje y sociedad o entre paisaje y espacio. En adelante, la geografía está preparada para superar la "paleodialéctica" de las geografías clásicas y también actuales. Al igual que la "ley cero" de la dialéctica propuesta por E. Marquit ( 198 1) -la ley de la interconección universal 9 - es verificable empíricamente, el rol de la contradicción en el proceso de elaboración del conocimiento, tan justamente resaltado por Sean Sayers ( 1981-82), adquiere toda su fuerza. He mos llegado a este punto porque el proceso de intcmacionalización iniciado hace casi cinco siglos se convirtió en un proceso de mundialización. Hasta entonces, la totalización con que podíamos trabajar se encontraba en un principio al nivel del espíritu y se afim1aba incompletamente en los hechos. Actualmente ella ocurre primero en los hechos y relaciones y después en el espíritu. Se puede decir que los grandes universales se empirizan cuando, por una parte, la ejecución práctica de las técnicas es independiente del medio que las acoge y por otra, el conjunto de las técnicas utilizadas es potencialmente el mismo. La independencia de las técnicas frente al medio y la mundialización del modelo técnico hacen de la técnica un verdadero universal concreto (Ladricre, 1968, pp.2 16-217, y Breton, 1968, p.ll4), instrumento de creciente solidaridad entre momentos y lugares. Estamos ante un conjunto técnico 1 E. Marquil (1981. pp. 309-310) recuerda que en los escritos de filosofía marxista-leninista .e encuent ran generalmente tres leyes de la dialéctica. Y añade una cuarta, J;¡ que llanHI Ley Cero o Ley de la interconexión Universal, enunciada asi: "Todas las cosas estan ligadas a las demás por infinidad de conexione•. La ley de la interconexión universal es la base para el conceplo materialista dialéctico de unidad del mundo y su conocimiento. Una excepción c ualquiera a la interconexión universal significaría que existen segmentos de la realidad objetiva desconectados del resto, o sea, no estarían asoc,iados a ningún fenómeno (... ). La Ley de la interconexión Universal es al mismo tiempo una afimlación dialéctica de la independencia relativa de las cosas y de los procesos, porque el verdadero concepto de interconexión de las cosas y de los fenómenos sugiere también su separación relativa (.•.)".
3
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homog~neo, convertido en sistemático porque ha sido dirigido y revitalizado por relaciones internacionales mundializadas y, por consiguiente, trunbien unificadas. En este escenario actúan ias instituciones supranacionales, las empresas multinacionales y los grandes organismos burocráticos centralizados, que existen gracias a la expansión mundial de los medios de transporte y de comunicación. El valor universal del modo de producción representa actualmente la base material para llegar a conceptos universales. S amir Amin ( 1980, p.4) afirma que son generalmente válidos los conceptos cuya posibilidad de aplicación es general, y recuerda que el modo de producción feudal no tiene forzosamente validez universal, en la medida que fue extraído de una parte de la historia y de Europa. Por otra parte, considera que Marx no puede considerar ciertas leyes universales a causa de su limitada experiencia sobre luchas sociales y a la ignorancia entonces generalizada sobre los países no europeos. Tal vez no sea exactamente así, pero como en su época la intemacionalización todavía no había alcanzado el estado de desarrollo conocido actualmente, la extracción de categorías universales era casi siempre imposible. La cantidad de relaciones implicadas en el funcionamiento de la sociedad, de la economía y de la política aumenta exponencialmente, de manera que el j uego de variables ligadas a un objeto o fenómeno es actualmente más bien amplio. Las grandes generalizaciones. por lo tanto, son no sólo posibles sino necesarias, volviéndose al mismo tiempo más sistemáticas y más en consonancia. Debemos recordar que su base es empírica. Así, podemos volver al tema de la geografía como "ciencia de los lugares", a la que se relacionan nombres como Vidal de la Blache y C. Sauer, o al replanteamiento de esa misma discusión, con el debate sobre la uniqueness, en que se involucraron, entre otros, Hartshome {1955), Prestan James (1972), Schaefer (1953), Gourou (1 973), D. Grigg {1965), Kalisnik (1971), Bunge (1966 y 1979), ele.. Cuanto más se mun<.Jializan los lugares, más se vuelven singulares y cspecflicos, es decir, "únicos". Esto se debe a la especialización dcscnftcnada de los elementos del espacio -
La renovación de una disciplina ame11azada 135
hombres, empresas, instituciones. medio ambiente-, a la disociación siempre creciente de los procesos y subprocesos necesarios para una mayor a(:umulación de capital, y a la multiplicación de las acciones que hacen del espacio un Cümpo de fuerzas multidireccionales y multicomplejas, donde cada lugar es extremadamente distinto del otro, pero también claramente unido a todos los demás por un nexo único, que prov·ene de las fuerzas motrices del modo de acumulación hegemónicamente universal. Tendríamos así esa totalidad concreta, perceptible a través de una dialéctica concreta, como la que nos prescn:a G Lukács en Historia y Conciencia de Clase (1923, 1960) y Karcl Kosik en Dialéctica de lo Concreto ( 1963, 1967). Ya no se puede hablar de contradiccvn entre uniqueness y globalidad. Ambos se completan y explican mutuamente. El lugar es un punto del mundo donde se realizan algunas de las posibilidades de este último. El lugar es parte del mundo y desempeña un papel en su historia, o para citar a Wh1tehead (1938, p. 188), "cualquier agitación local sacude al universo entero". El mundo siempre fue un conjunto de posibi!Jdadcs_ Hoy, sin embargo, tales posibilidades están
interrelaciOnadas y son interdepcndientes. 2 5 Por una geografía renovada
Actualmente, como vimos, las técnicas se utilizan en ladas partes sin considerar los sistemas locales de recursos nalur.1les y humanos, y se superponen a realidades económicas y soctalcs diferentes. Los resultados, creadores de distorsiones y desigualdades en cualquier lugar, imponen a cada uno de ellos combinaciones particulares, que son otras tantas fomtas específicas de complejidad de la vida social. El problema, por lo tanto, consiste en reconocer el efecto de esas superposiciones en la existencia de cada sociedad. El puente a establecer entre posibilidades planteadas y el acto de construir una nueva historia vendrá del ámbito de las comhinacioncs variables de los datos encontrados en la propia complejidad social. De ahí la renovada importancia de las
36 1 Metamorfosü de'/ espacio habitado
ciencias del espacio dd hombre, es decir, de la geografía, si se desea dominar correctamente las fuerzas de que, en adelante, se dispone. Frente al antiguo planteamiento, el nuevo stock multiplicado y diferenciado de los conocimientos y de las posibilidades, implica una subversión general para el conjunto de las ciencias, con la nueva división y modificación de los territorios científicos, la creación de nuevas disciplinas y la renovación de las ya existentes. Las ciencias deben renovarse desde las realidades que condicionan su desarrollo y para responder a su dcsafro. Este dcsaffo se define sobretodo por las nuevas relaciones ya establecidas, o posibles, entre una sociedad transfonnada en universal y los recursos mundiales. Para la geografía, el hecho nuevo y dominante es lo que se puede denominar madurez histórica, o sea el conjunto de nuevas infonnacioncs que la historia del mundo impone a la disciplina. Para los geógrafos, profesionalmente preocupados por el espacio del hombre, la nueva situación es apasionamc. Por una parte, su campo de interés se amplía, pues el espacio geográfico se vuelve, más que nunca, elemento fundamental de la aventura humana. Por otra, la mundialización del espacio crea las condiciones -hasta aquf insuficientes- para establecer un cuerpo conceptual, un sistema de referencia y una epistemología, recurso de trabajo que siempre faltó a esa disciplina y que limitó su campo de estudio a lo largo de este siglo. La universalidad es una garantía, pues asegura la posibilidad de comprender mejor cada fracción del espacio mundial, en función del espacio global, y pem1itir. así, el reconocimiento e interpretación de las intervenciones sucesivas, mientras paralelamente se construye una ciencia crítica. Eso no era posible antes de que el planeta se mundializara realmente; es decir, antes de ser él el objeto, en cada uno de sus puntos, de la acción de variables cuya dimensión es planetaria.
3 Metamorfosis del espacio habitado
Espacio habitado y ccumcne son sinónimos. Estas expresiones fonnan parte del lenguaje de la gcograffa y de otras disciplinas que estudian el territorio, pero ya se han integrado al vocabulario del hombre común. Actualmente, como atlrrnaba hace años el gran geógrafo franc~s Maximilien Sorre, "el hecho capital es la ubicuidad del hombre", capaz de habitar y explotar los lugares más recónditos del planeta. Se podrá, sin duda, recordar los viajes interplanetarios y el paseo del hombre sobre la Luna como conquistas recientes del genio de la cspede. Pero la ticJTa, sigue siendo la morada del hombre. La cuestión del espacio habitado puede abordarse desde un punto de vista biológico, por el reconocimiento de la adaptabilidad del hombre como individuo a las más diversas altitudes y latitudes y a los climas más diversos, a las condiciones naturales más extremas. Otra fom1a, es considerar al ser humano no como individuo aislado, sino como un ser social por excelencia. La raza humana se extiende, se distribuye y ocasiona sucesivos cambios demográficos y sociales en cada continente (pero también en cada país, en cada región y en cada lugar). El fenómeno humano es dinámico y una de sus formas de alim1arlo está exactantcnte en la transfonnación cualitativa y cuantitativa del espacio habitado. 3.1 La expansión de la población mundial
La población mundial tardó varios milenios antes de lograr, en estos dos últimos siglos, un proceso de crecimiento sustentado. Antes, la curva de la población total, como la de los
38 1 Merammjos1s del espario lwbilado
diversos continentes, regiones o países, oscilaba considerablemente y, sobre todo, a remolque de los factores naturales. Cuando fue posible trasladar y adaptar especies vegetales y animales de un lugar a otro, los riesgos de hambre a causa de cosechas desastrosas, disminuyeron. Los progresos de la navegación pemtitieron que, mayores y más veloces barcos, posibilitaran el transporte de un continente a otro de grandes cantidades de cereales y de carne, al aparecer los navfos fri goríficos. Los avances de la ind ustrialización y su repercusión mundial logran un progresivo aumento del bienestar, aunque desigualmente distribuido. Los adelantos en medicina, lentamente obtenidos en los siglos antc.-Jores, se multiplican a partir de finales del siglo XIX. Entonces el crecimiento demográfico ~e estabiliza gracias a la caída de la mortalidad y a la normalización o aumento de la natalidad. Es más, estos últimos fenómenos son mucho más sensibles en los países "nuevos" o "subdesarrollados". De la inestabilidad de la curva demográfica pasat.10S a un crecimiento galopante de la población mundial. La aceleración de la expansión demográfica es acumulativa. Entre el neolítico, cuando hubo la gr.m revolución que generó al horno sap1ens, hasta los ini.·ios de la cristiandad. un pcrfodo que se calcula en milenios, (¿tres? ¿cinco?), la población del Planeta apenas se duplica, pasa de cien o ciento veinte millones, a doscientos cmcuenta millones de habitantes. Para que la población se duplicara otra vez, fueron necesarios casi quince siglos, entre la época romana y el reinado de I.uis XIV, cuando los efectivos humanos sumaban quinientos millones, para alcanzar quimentos cuarenta y cinco millones en 1750. La nueva duplicación del stock humano se da en apenas un siglo. pues hacia 1850 había entre m;J cien millones y mil doscientos millones de personas. Desde que Bismarck y Cavour construyen la unidad de Alemania e Italia y el fin de la Segunda Guerra Mundial, la población vuelve a duplicarse, y en 1950. alcanza los dos mil cuatrocientos millones. Desde entonces. la progresión es prodigiosa. Quince años después, en 1965, contabilizamos tres mil quinientos millones de habitantes sobre la faz de la tierra. Hoy en dfa, somos aproximJdamente cinco mil 4uinientos millones y se admite que en el cambio de siglo,
Metamorfosis del espacio habitado 139
la sociedad humana estará fonnada por casi seis mil quinientos millones de seres humanos. 3.2 Heterogeneidad del espacio habitado
La evolución global de la población mundial solo puede comprenderse en su totalidad si consideraramos al menos tres datos esenciales. Primero, la distribución de la población en las diversas áreas del globo y en cada país evoluciona de fonna desigual. Dcspu~s. como eso apenas es el resultado del exceso de nacimientos sobre el de muertes, tenemos que considerar las migraciones internas e internacionales, cada vez más frecuentes. Pero tambi~n. las porciones del territorio ocupadas por el hombre cambían de fonna desigual de naturaleza y composición, y exigen una nueva definición. Las nociones de espacio habitado, y de tierra habitada se ven alteradas brutalmente después de la Revolución Industrial y, especialmente, dcspu~s de los años 50. Mientras que Europa y la parte asiática de la antigua Unión Sovi
' A mediados del siglo XVII. los países subdesarrollados comprendían el 79,2% de la humanidad. Esa proporción disminuye, primero lenta y después r.íp1damente durdntc los dos siglos sigu it!nl~s, en favor de lo< paí•es hoy desarrollados: er.~n 78,4% en !800, 72% en 1850 y 68% en 1900. La Segunda Guerra Mundial marca un punto de innexión, pues en 1961 la población de los países pobres representa el 69,1% del total mumliall, en 1985 corresponde al 74%, y en 1992 al 78%. Y sigue creciendo, en la medida en que los índices de fertilidad bajan en Europa y en Estados Unidos, y son más altos en Asia. África y América Latina, a pesar do: las campañas amiconccpción que se hacen en ~sla parte del muudo. bajo los auspicios de los países del centro.
401 Metam01josis del espacio habitado
Una de las características del espacio habitado es pues, su heterogeneidad, sea en térn1inos de distribución numérica entre continentes y pafscs ( y tambi~n dentro de estos), o en ténninos de su evolución. Es más, esas dos dimensiones esconden e incluyen otra: la cnonnc diversidad cualitativa de razas, culturas, credos, niveles de vida, cte. 3.3 En un siglo, una humanidad mezclada
La segunda mitad del siglo XIX marca el incio de grandes migraciones de los pa(ses "viejos" hacia las naciones "nuevas", donde se instalan centenas de millares de europeos. El fenómeno es particulamente sensible en Estados Unidos. Canadá, Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Australia, Nueva Zelanda, pero tambi~n en países africanos y asiáticos recién colonizados, al igual que en el resto de América Latina y del mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, hay una tendencia hacia la inversión de estas corrientes migratorias gracias, en gran parte, a la renovada prosperidad de los países ricos, cuyos habitantes menosprecian las tareas consideradas más humildes, pesadas o degradantes. Grandes contingentes de población se Lmsladan desde los países vecinos más pobres de Europa, y más tarde desde los antiguos países coloniales. El otro lado de la colonización es la coloración de Europa. En Estados Unidos, ahora el país central, el suministro de mano de obra barata proviene de América Latina, sobre todo de México y Puerto Rico, pero tan1bién de otros países. Los cambios políticos, frecuentes en los países subdesarrollados, también generan varias y voluminosas corrientes migratorias, pero también existen migraciones internacionales de mano de obra bastante representativas. 3.4 La explotación urbana y metropolitana
Dentro de cada país, la repartición geográfica de la población tan1bién cambia. Ciertas regiones pierden población
Metamotfosis dd espacio habitado /41
a favor de otras, más dinámicas (en el caso del Brasil, la pérdida de sustancia demográfica del nordeste en favor del sudeste es notoria), pero lo esencial del movimiento se debe a 2 la urbanización. Al considerar el planeta como un todo. la población urbana representaba apenas el 1,7% del total a comienzos del siglo XIX; en 1950, ese porcentaje era del 21%, que pasa al 25% en 1960, 37,4% en 1970, cerca del41 ,5% en 1980, y 45% en los noventa. El fenómeno de la urbanización es hoy avasallador en los países del tercer mundo. La población urbana de los países desarrollados (basada apenas en c iudades con más de veinte mil habitantes) se multiplica por 2,5 entre 1920 y 1980, mientras que en los países subdesarrollados el multiplicador se aproxima a 6. Al retraso de la urbanización en los países del "sur", le sigue una verdadera revolución urbana. En el caso de Brasil, la población urbana prácticamente se multiplica por cinco en los últimos treinta y cinco años y por más de tres en los últimos veinticinco años. La proliferación de grandes ciudades fue sorprendente en los países pobres. De las veintiseis ciudades mundiales con más de cinco millones de habitantes en 1980, dieciseis están en los países subdesarrollados. Se estima que en el año 2000, de las sesenta ciudades con esa población en el mundo entero, cuarenta y cinco estarán en el tercer mundo.
3.5 La creación de un medio geográfico artificial Los cambios son cuantitativos, pero también cualitativos. Si en los inicios de los tiempos modernos, las ciudades aún contaban con jardines, esto va siendo cada vez
1 Entre 1800 y 1950, la poblaciún OIUIH.Iial se lllUitiplicó por 2.3; micntra~ la poblaci,)n ulbatl:l total se multiplicó por 20. En 1800, 27,4 mill,lllCS de personas vivían en ciuJaJcs con más Jc cinco mil habitantes; en !850 ese número eraJe 75 millones: de: 219 millones en 1900 y Jc 716 millones en 1950. En ciento cincuenta a1ios, 101 pobl:~ci<ín Jc esas localitla.Jcs pa.
421 M etam01[osis del es¡ a iu " . ad•l
más raro el medio urbano es cada vez más un medio artificial, fabricado con restos de naturaleza primitiva crccientemente encubiertos por las obras de los hombres. El paisaje cultural subst1tuye al paisaje natural y los artefactos ocupan un lugar cada vez más amplio de la superficie de la lierra Con el aumento de las poblaciones urbanas, dedicadas a actividades tercaarias y secundarias, el campo tuvo que producir más intensivamente. En el siglo XIX, para alimentar a una persona de la caudad era necesario el trabajo de cerca de sesenta personas del campo. Esta proporción se fue modificando a lo largo de estos dos siglos. En ciertos pafses, hoy, hay un h..tbit;mte nmd por cada 10 urbanos. En Bmsil, vamos hacia una proporción similar en ctertas regiones, como en la mayor parte del Estado de Sao Pauto. La agricultura se beneficia entonces de los progresos caentíficos y tecnológicos, que aseguran una producción mayor en porc10nes de tierra meno cs. Los progresos de la química y la gen~tica, conjuntamente con las nuevas posibilidades creadas por la mecanización, multiplican la productividad agrfcola y reducen la necesidad de mano de obra en el campo. La urbanizactón gana asf un nuevo impulso y el espacio del hombre, tanto en las ciudades como en el campo, se vuelve cada vez más un espacio instrumentalizado, culturizado, tecnificado y que cada vez trabaja más según los dictámenes de la ciencia. El capital constante, que antes era una característica de las ciudades, sobre todo en aquellas donde se concentraba la producción industrial, pasa también a ser una característica del propio campo, en la fom1a de herramientas, fertilizantes e insecticidas, máquinas y sem illas selecciOnadas. Ese capital constante fijo o localizado, llega, a todas partes, apoyado por la expansión de la red de ferrocarriles y carreteras que aseguran una circulación más r.lpida y relativamente más barata, sin la cual el abastecimiento de las ciudades sería imposible El hecho de que la energía se t!ansporte en fonn a de electricidad o a 1 rav~s de modemos oleoductos petrolíferos o de gas, pcm1itc, despu~s la dcsconcen ración industrial, mientr s que en el siglo pasado el fenómeno de industriali:t.ación expiica las grandes concentrac:ones humanas de Europa y del este de Estados Umdos. Los transportes se modcmizan y acortan las distancias
k · ( tumr tfosis de!l espacio habitado 143
entre ciudddes y dentro de ellas. Además el urbanismo subtem1neo se Lran!>fonna en un apoyo indispensable a las fom1as de vida y actividades económicas contemporáneas. Todo esto sucede en un marco de vida donde se ultrajan las condiciones ambientales, con graves consecuencias para la salud mental y física de las pobaciones. Dejamos de recrear la naturaleza amiga y creamos la naturaleza hostil. 3 6 ¿De la naturaleza hostil a un esp:1ci0 del hombre?
El examen de lo que s1gm f1ca actualmente el espac1 hab1tado, deja entrever clarJJnente que llegamos a una SlllJación límite. despu~s de la cual el proceso de destrucción de la especie humana puede ser irreversible. El espacio habitado se volvió un medio geográfico completamente diferente de lo que fue en los albores de los tiempos histó ricos. No puede compararse cualitativa o estructuralmente aJ espacio del hombre anterior a la Revolución Industrial. Asi, como se 1ala Garret Ekbo en su bello libro El Paisaje Que Vemos, con la Revoluc1ón Tndusl! íal, la articulación tradicional e histórica de la comumdad en su marco orgánico natural, fue entonces su~·tituida por una vasra anarquía mercantil. Ahora el fenómeno se agra . a, en la medida en que el uso del suelo · e vuelve cspccuJ:,tivo y la detemtinación de su valor proviene de una lucha sin tregua entre los diversos tipos de capital que ocupan lct c1 udad y el campo. Ei fenómeno se extiende por 1., faz de la llcrra y los efectos directos o mdircctos de esa nueva composic•on alcanzan la totaiidad de la especie. Sei\or del mundo, pat.ón d..: la naturaleza, el hombre utiliza el saber científico y los 1 ,ventos kcnológico, sin aquel sentido de medida que caracterizJr · su:> primeras relaciones con el entorno naturJI. El resu:tado, como vemos, es dramátiCO.
4 Categorías tradicionales, categorías actuales
Los cambios que el territorio experimenta en sus fonnas de organización, tenninan por invalidar los conceptos heredados del pasado y obligan a renovar las categorías de análisis. Seguidamente daremos algunos ejemplos de lo imperativo que es substituir estos conceptos. 4.1 La región
Geógrafos del mayor prestigio y de los más diversos orígenes, tuvieron en la región un ámbito para desarrollar estudios profundos. tanto a nivel de teorización como en el campo de los trabajos empíricos. Los enfoques son múltiples, tal y como nos demuestra R. Lobato Correa (1986). Durante un largo período, la región se estudió aisladamente del mundo como un todo. La veían como una entidad autónoma, con aspectos particulares, lo cual equivalía dividir el mundo en una infinidad de regiones autosuficientes, que mantenfan pocas relaciones entre sí. Pero el mundo can1bió y las transformaciones fueron cada vez más intensas y rápidas. El territorio se organizó a cada momento de manera diversa, muchas reorganizaciones del espacio se plantearon y siguen planteándose, según las demandas de la producción de la cual es armazón. Merecen destacarse especialmente las transfonnaciones que se sucedieron a partir de mediados de este siglo, que representaron mucho más que un simple cambio. Al
461 Melammfosü del espacio habllado
mismo nivel de las grandes navegaciones del siglo XVI y la de la Revolución Industnal en el stglo XVJil Este momento de la historia del hombre está marcada por la "creciente internacionalización de la economía capital ista, con una total interdependiencia de las diferentes economías nacionales y una nueva división internacional del trabajo" (Castells, 1986, p.7). El mundo, como un todo. se unificó para atender las necesidades de la nueva manera de producir, que pasa por encima de las regiones, países, culturas, etc. Pero, mientras que los procesos modernos eJe producción se extienden por todo el planeta, la producción se especializa regiOnalmente. Aumentan los intercambios, y las relaciOnes entre las dife rentes áreas del globo se intensifican y asumen diversos roles, no sólo económicos sino también polfticos, culturales, etc. Cualquier parte del globo adquiere una nueva connotación, cada vez más abierta, más vulnerable a las influencias cxógenas. Las crecientes relaciones con áreas cada vez m:is alejadas. suprimen las veleidades de la autonomía. No se puede, pues, considerar la región como autónoma. Comprender una región implica entender el funcionamiento de la economía a ni el mund ial y su respuesta en el territorio de un país, con la mediación del Estado, de las dcm:is instituciones y del conjunto de los agentes de la economía, empezando por sus actores hegemónicos. Estudiar una región stgnitica pcnc!rar en un mar de relaciones, fom1as, funciOnes, organizaciOnes estructuras. etc. con sus más diversos niveles de interacción y contradicción. Si el espacio se unitica para atender las necesidades de una producción globalizada, las regiones aparecen como las distintas versiones de la mundialización. Esto no garantiza la homogeneidad, sino al contrario, instiga diferencias, las refuerza y hasta depenc.Je de ellas. Cuanto más se mundializan los lugares , más se vuelven singulares y espccfficos, es deci r, únicos. Es en este contexto que el estudio regional asume un importante papel en la actualidad, con la finalidad de comprender cómo un mismo modo de producción se reproduce en diferentes regiones del globo, en-base a sus especificidades.
Categorfas trudlcwnales, categorfas actuales 1 47
La región se convtcrtc en una imponante categoría de análisis, importante para que se pueda captar la manera como una misma forn1a de producción se plantea en panes específicas del planeta o dentro de un país, al asociar la nueva dinfunica a las condiciones pre-existentes. No basta com prender teóricamente lo que pasa en el mundo, tenemos que considerar las diferentes formas, como variables inherentes a la nueva manera de producir, se vuelven geográficas . .No podemos despreciar esta importante vía de comprensión de la realidad. Hoy, la región, lo regiOnal, la rcgionalización, tienen que cnLenderse así . Pero si para comprender cualquier fracción del planeta hay que tener presente la totalidad del proceso que la engloba, asimismo para comprender la realidad global es indispensable entender lo que es la vida en las diferentes regiones; sus funcionamientos específicos, sus epecializacioncs, sus relaciones, en fin, su disposición particular, siempre en movimiento. Un mismo elemento, -un banco, un centro comercial, una tienda de productos agrícolas, una escuela superior, la vcrticalización de la viv ienda, fi nanciaciones gubernamentales, una carretera, un aeropuerto, cte. tendrá impactos di rcrcntes en distintas las áreas de un país o del Planeta. Para ello se tendrá en cuenta la histona del lugar, las condiciones existentes en el momento de la internalización (cuando lo que es externo a un área de vuelve interno) y el juego de relaciones que se establecerá entre lo que llega y lo pre-existente. Ese conjunto hará que un mismo proceso de escala mundial tenga resultados particulares, según sea el lugar. En un estudio regional, se debe intentar detallar su composición en cuanto organizactón soc ial, polflica, económica, cultural, y abordar los hechos concretos, para reconocer cómo se inserta el área en el orden ceonón11co internacional, teniendo en cuenta lo pre ex1stentc y lo nuevo, para captar la lista de causas y co• ecuencias del fenómeno. Los elementos que se agrupan y componen la configuración espacial de un lugar, tienen que estudiarse más profundamente, desde el hombre hasta las instituciones que van a dirigir, junto con las empresas, las fom1as de materialización de la sociedad. Desvelar las relaciones existentes entre esos
481 MelamOifosis del espado habirudo
elementos, y convertir los conceptos en realidades empíricas, permitirá vislumbrar, en el tiempo y en el espacio, la transformación. La búsqueda de la explicación de las transfom1aciones, supone la comprensión de los grandes grupos de variables que componen el territorio, empezando por los indicadores más comunes que engloban este tipo de trabajo hasta los más complejos, reveladores de los grandes cambios ocurridos en el período téenico-cientCfico (tipología de las tecnologías. de Jos capitales. de la producción, del producto, de las empresas, de las instituciones; intensidad, cualidad y naturaleza de los flujos; captación de los circuitos espaciales de producción; peso de los componentes técnicos modernos en la producción agrfcola; expansión de la agroindustria; nuevas relaciones de trabajo en el campo; desmalerialización de la producción, etc.). Estas variables son interdependientes, unas son causa y/o consequencia de otras, y por lo tanto no tienen valor real si no se analizan en conjunto.
4.2 Circuitos espaciales de producción Hoy, la noción de región se incluye en un contexto mayor, donde ya no podemos hablar más de la clásica noción de red urbana; así como tampoco podemos referimos a las clásicas nociones de la relación ciudad-campo. No se trata de la inexistencia de estas relaciones, sino que cambiaron de contenido y de fom1a. Hoy, una ciudad puede no mantener intercan1bio con su vecina inmediata y, sin embargo, mantener relaciones intensas con otras mucho más distantes, que incluso están fuera del propio país. Por ejemplo, una industria mecánica localizada en la ciudad de Scnaozinho que pertenece a la sexta región administrativa del Estado de Sao Pauto, integrada por ochenta municipios, mantiene relaciones comerciales. tanto de compra como de venta, con apenas unas seis ciudades loca1es; sin embargo, mantiene intensas relaciones con la capital del Estado y con otros países, ya que exporta gran parte de su producción anual de máquinas.
Categorlas tradicionales, categorfas actuales 1 49
El mundo está organizado en subespacios, articulados dentro de una lógica global. Ya no podemos hablar más de circuitos regionales de producción. Con la creciente especialización regional y los irmumerables flujos de todo ti(X>, intensidad y dirección, tenemos que hablar de circuitos espaciales de producción. Estos serían las diversas etapas por las que pasa un producto, desde el inicio del proceso de producción hasta llegar al consumidor final. Si quisiéramos, (X>r ejemplo, conocer los circui tos productivos de la agroindustria de la cana de azúcar, tendríamos que observar todos los momentos de producción. desde la siembra hasta el consumo de alcohol, azúcar u otros derivados. Tendríamos que observar, entonces, varios itcms distintos; asf sobre la materia prima, observaríamos, local de orígcn, fonnas de transporte, ti(X> de vehículo de transporte, etc; sobre la mano de obra, cualificación, orígen, variación de las necesidades en los diferentes momentos de la producción etc.; sobre el almacenamiento, cantidad y calidad de los almacenes, de los silos, proximidad a la industria, relación entre almacenaje y producción, etc.; sobre transportes, calidad, cantidad y diversidad de las vías de transporte, de los medios de transpone, etc.; sobre la comercialización, existencia o no de monopolio de compra, formas de pago, gravamen de impuestos. cte.; sobre el consumo, quién consume, donde, tipo de consumo, si productivo o para consumo directo, cte. Si estudiáramos, durante 1980, los circuitos espaciales de la producción de caña en el Estado de Sao Paulo, productor de más del 50% de lo recolectado en el país, podríamos empezar por la siembra, en una área productora concreta y tem1inar donde se consume el alcohol, el azúcar y sus derivados. Una misma área puede actualmente ser punto de confluencia de diversos circuitos productivos. En una misma región se dan varias fases de diferentes circuitos de producción. El análisis de estos, junto con el de los circuitos de cooperación (SanLos, 1985), nos da la organización local y su posición en la jerarquía del poder mundial. "Discutir los circuitos espaciales de producción es discutir la espacialización de la produccióndisLribución-inLcrcambio-<:onsumo como movimiento circular 4
501 Melamoifosü del espacio habilado
constante. Captar sus elementos detenninantes es dar cuenta de la esencia de su movimiento" (A.C. R. Moraes, 1985, p.4). 4.3 Espacializaciones productivas y aumento de circulación
Con la di fusión de los transportes y de las com uniciones, se plantea la posibilidad de especialización productiva. Las regiones se especiali~an, y ya no necesitan producir de todo para subsistir, pues con los rápidos y eficientes medios de tramporte, pueden buscar en cualquier otro punto del país y hasta del planeta, lo que necesitan. Antes de esa posibilidad, la mayoría de las regiones producían casi todo lo que necesitaban para su reproducción: en todos los lugares se producía casi de todo; se vivfa prácticamente en autarquía. Hoy presenciamos la especialización funcional de las áreas y lugares, lo que implica la intensificación del movimiento y la posibilidad creciente de intercambios. Por eso crecen no sólo las grandes ciudades, sino también las ciudades medias. Cuanto mayor la inserción de la ciencia y la tecnología, más se especializa un lugar, y aumentan más el número, la intensidad y la calidad de los flujos que llegan y salen de un área. Ese proceso puede conducir al estancamiento o hasta a la desaparición de las ciudades pequeñas. La disminución relativa de los precios, calidad, diversidad y cantidad de los transpones, crea una tendencia al aumento de movimiento. El número de productos, mercancías y personas que circulan crece enormemente, y como consecuencia la importancia de los intercambios es cada vez mayor, pues no sólo crecen en volúmen, sino q ue se diversifican. Surgen, en la actualidad, así nuevos y complicados problemas para analizar cualquier situación. Entre ellos podrfan10s citar la modernización agrícola, con los progresos de la biotecnología y la mecanización, la dcsmaterialización de la producción y de los productos, la desvinculac ión de la producción agrícola del consumo alimenticio. y es más simulláneamente, sucede que las agroindustrias ganan en impo rtanc ia, lo cual acarrea una gran diversidad de
Categorras tradicionales. categorfas actuales 151
repercusiones geográficas. Entre estas, podemos considerar: el domicilio no rural de parte de la creciente mano de obra agrícola, la diversidad de flujos y la intensidad de relaciones de todos los niveles, resultados de los altos niveles de especialización, los nuevos objetos gocgráficos creados para atender las nuevas condiciones técnicas, o la disolución de la metrópoli, es decir, la posibilidad abierta a las grandes ciudades de mostrar su presencia inmediata en todo el territorio. El desarrollo teórico y metodológico nos enseña lo que deja de tener valor explicativo y, por lo tanto, implica sustituir las categorías tradicionales por categorías actuales, es decir, del presente. Un ejemplo de esto es exactamente la imposibilidad actual de simplemente hablar, como hace veinte años, de dicotomías como ciudad/campo, agricola/industrial, etc. Hoy el agricullor también puede ser un hombre urbano -por emjcmplo la existencia del trabajador itinerante, el "jornalero", que es un trabajador agrícola pero ya no habita en la zona rural. Los dos mercados de trabajo tienden a confundirse. Entonces, vale la pena recuperar el debate sobre si la geografía sería una ciencia de los lugares, como hace casi un siglo afim1aba Vidal de la Blache, o si apenas sería una ciencia de los hombres. Actu:tlmcntc creemos que la geografía tiende a ser cada vez más la ciencia de los lugares creados o refonnados p::ra atender detenninadas funciones, aunque la fom1a cómo los hombres se circunscriben en esa configuración territorial esté ligada, inseparablemente, a la historia del presente. Sí los lugares pueden esquemáticamente seguir siendo los mismos, las Situaciones cambian. La historia atribuye funciones diferentes al mismo lugar. El lugar es un conjunto de objetos que tienen autonomía de existencia por las cosas que lo fonnan -calles, edificios, canalizaciones, industrias, empresas, restaurantes, elcctrilicación, pavimentaciones- pero que no tienen autonomía de significados, pues cada dfa nuevas funciones sustiLUyen las antiguas, nuevas funciones que se imponen y se ejercen.
52 f Metamoifosis del espacio habitado
4.4 La ciudad: el lugar revolucionario
En la transición del feudalismo al capitalismo, cuando las tierras pertenecen a los señores feudales, la ciudad aparece como el lugar del trabajo libre. El burgo, donde el trabajo libre es posible. concentra a artesanos y albañiles, pero también a comerciantes. Este Jugar, la ciudad, se diferencia del campo, entre otros motivos, por la posibilidad de ese trabajo libre. La ciudad aparece entonces como una semilla de libertad; genera producciones históricas y sociales que contribuyen al desmantelamiento del feudalismo. Representa la posibilidad del hombre libre, de la libertad de elegir, aunque esta fuera relativa, ya que los oficios estaban reglamentados por las corporaciones, por las cofradías. Las ciudades pudieron formarse gracias a un determinado avance de las técnicas de producción agrfcola, lo cual propició la fonnación de un excedente de productos alimenticios. Al existir este excedente, algunas personas pudieron dedicarse a otras actividades, siendo la ciudad, predominantemente, el lugar de las actividades no agrfcolas. La ciudad renace (pues ya existía antes del feudalismo las primeras se formaron alrededor de 3.500 a.C.) en el momento en que se crea un movimiento bastante intenso de intercambios. El descubrimiento de América, y la intensificación de las relaciones comerciales con Asía y África, hacen crecer las ciudades. Cuando se compra más, las ciudades producen más, intercambian más excedentes entre sí y, consecuentemente, pueden extenderse y ver aumentar elementos y relaciones en sus espacios; crecen y se especializan en determinadas actividades. La ciudad reune un considerable número de las llamadas profesiones liberales, posibilita sus interrelaciones. por lo que la creación y la transmisión del conocimiento ocupa un lugar privilegiado en ella De esa forma, la ciudad es un elemento impulsor del desarrollo y del perfeccionamiento de las técnicas. Se puede afim1ar, entonces, que la ciudad es un lugar en constante ebullición. En la transición del feudalismo al capitalism9. con el fortalecimiento de las ciudades (burgos), la burguesía era la
Calegor(as 1radicionales, calegor(as acluales 153
clase revolucion
Durante unos siglos, el campo y la ciudad eran interactivos, pero con el proceso que se inicia con las grandes navegaciones, y que se consolida con la Revolución Industrial, ya no es posible quedarse al margen de los cambios y continuar con los mismos conceptos y clasificaciones jerárquicas. Cuando Lisboa, Londres, etc., mantienen relaciones intensas con las áreas distantes que suministraban gran parte de sus riquezas, hablar de una ciudad que dependen de un campo y viceversa, es poco, o mejor dicho, es incorrecto. Las relaciones con áreas lejanas al campo inmediato pasa a ser una constante, y hasta una necesidad. Pero la antigua noción perduró e incluso hoy, cuando la vida rural se vuelve a veces casi autónoma en relación a la pequeña ciudad más próxima, vemos que todavía se menciona incorrectamente el tipo clásico de relaciones entre ciudad y campo. Cuanto más modernizada la actividad agrícola, más amplias son sus relaciones y su alcance más lejano. Por eso, se puede hablar de un cortocircuito con la ciudad siguiente, ya que el esquema tradicional se había roto. ¿Qué hacer, entonces con el viejo concepto de red urbana (ciudades mayores que tienen las menores como tributarias) en ese esquema piramidal y militar?. Los esquemas a seguir representan la visión tradicional de red urbana y, por otro lado, una aproximación de la realidad tal como se plantea actualmente. En el esquema tradicional, había una serie de escalas, etapas, y seguirlas era crecer en importancia, subir en la jerarquía, aseccnder en la escala de la red urbana. Se utilizó este esquema durante un siglo, y es apenas a comienzos de la
54 1 Metamoifosis del espacio habitado
década de los 70 cuando se elaboran las primeras propuestas contra este esquema, y se sugiere que se abandone (Santos, 1975), ya que la ciudad apenas mantiene relaciones con las más próximas de la pirámide. Esquema clásico
Esquema real (aproximado)
D
A B C D E
Ciudad local Ciudad Regional Metrópoli incompleta Metrópoli completa Pueblo Fig. Las relaciones cnLI'c las ciudades en una red urbana
Categorfas tradicionales, caregorfas actuales 155
4.6 Nueva jerarquía urbana
La propuesta de abandonar ese esquema jerárquico tiene como argumento la historia concreta, o sea la obserYación de las transfom1aciones reales, palpables, procesadas a lo largo del tiempo. Los transportes y las comunicaciones avanzaron muchísimo en los países subdesarrollados. Por ejemplo, los procesos mayores se realizan a trav~s del autobús y del automóvil; y los flujos pueden intensificarse gracias a su mayor flexibilidad, lo cual no sucedía con el tren, medio mucho más rígido e inllexible. La mejora de carreteras y vehículos y el encontrar combustibles más baratos representan modernizaciones que pcnniten la disminución de los costes. En general, el precio del transporte aumenta menos que los demás factores de producción y la reducción del coste de los viajes posibilita a las personas escoger donde adquirir bienes y servicios que, frecuentemente, van a buscar a lugares más distantes, pero donde los precios ofrecen mayores atractivos. Evidentemente, los que hacen esos viajes son los que disponen de mobilidad. Esa mobilidad en el tcrriLOrio es, además, negada a los que disponen de menos renta. Quien no puede moverse periódicamente para obtener los nuevos ftems de consumo que la publicidad le insinúa, tem1ina por irse del todo. Tenemos, aquí, un motivo nuevo para que aumente el número de emigrantes hacia centros mayores. No nos olvidemos del papel que el transistor, al llegar a los puntos más recónditos del territorio, tuvo en la revolución de los hábitos de consumo. Como las ciudades pequeñas no están en condiciones concretas de abastecerse de todos los bienes y servicios, los vende muy caros, y acaban por perder buena parte de sus habitantes. La migración, en última instancia. es. sin paradoja, consecuencia también de la inmovilidad. Quien puede, como ya mencionamos, consume y vuelve al lugar de orígcn. Quien no puede trasladarse periódicamente, va y se queda allí. La migración que también se presentaba de fom1a escalonada, según las etapas de la mencionada jerarquía urbana, se dirigía cada vez m~s directamente hacia los grandes centros. De ese modo, también se modifican los volúmenes relativos dentro del sistema urbano. Sumemos a todo esto la realidad de
561 Metammfosis del espacio habitado
las agroindustrias, actividades modernas, sedientas de tecnología, capitales. información y altos beneficios y que pasan a relacionarse directamente con los grandes centros. Sólo la producción directa se da localmente. Pero la garantfa de participar en una lógica extralocal coloca esas actividades en nexos cada vez más extralocalcs. Con la transformación del mundo, hay que substituir las antiguas categorías de análisis por otras, para explicar tanto lo nuevo como los cambios. El análisis, para ser válido, no puede carecer de historia concreta. Como respuesta a las nuevas redes de relaciones, hoy podemos hablar de una nueva jerarquía urbana. 4.7 El presente y la totalidad La geograffa debe ocuparse de las relaciones presididas por la historia corriente. El geógrafo se vuelve empirista, y está condenado a equivocar sus análisis, si únicamente se considera el lugar. como si éste lo explicara todo por sf mismo, y no la historia de las relaciones, de los objetos sobre los que se
realizan las acciones humanas. ya que objetos y relaciones mantienen relaciones dialécticas, donde el objeto acoje las relaciones sociales, y estas impactan sobre los objetos. El geógrafo ser(a funcionalista si tuviera tan sólo en cuenta la función; y estructuralista si apenas indicara las estructuras, sin reconocer su movimiento histórico, o la relación social sin el conocimiento de lo que la provocó. Se impone, en el análisis, aprehender los objetos y las relaciones como un todo, y solo así estaremos cerca de ser holistas, es decir, gente preocupada con la totalidad. La relación social, por más parcial o más pequeña que parezca, contiene parte de las relaciones globales. Por ejemplo, lo que pasa en este mismo momento, en un lugar cualquiera, no se restringe a los limites de ese lugar, va mucho mas allá. La historia de la produccón de un hecho desencadena un proceso mucho más amplio, que coloca el fenómeno en contextos cada vez más amplios.
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Sólo a través de esa relación no nos engañaremos ante las cosas que tienen la misma apariencia. Cada persona, cada objeto, cada relación es un producto histórico. De esa manera, conseguimos comprender cómo nuestra disciplina estudia las relaciones, que se dan por medio de los objetos. Hay una interdependencia entre los objetos y las relaciones . Cuando trabajo con el mundo, utilizo en un momento dado todas sus variables. Pero ningún lugar puede admitir ni todas ni las mismas variables, ni los mismos elementos ni las mismas combinaciones. Por eso, cada lugar es singular, es una situación que no se parece a ninguna otra. Cada lugar combina de manera particular variables que pueden, muchas veces, ser comunes a varios lugares. El acontecer global se plantea selectivamente, de modo impar, aunque siempre dominado por la totalidad, y es eso lo que nos lleva imperativamente a la necesidad de apuntar hacia la historia concreta del hoy, de la comunidad humana, de su actualidad, sin importar el lugar particular donde aparezca lo nuevo. La teorización depende de un esfuerzo de generalización y de un esfuerzo de individualización. La generalización nos da la lista de posibilidades; la individualización nos indica cómo en cada lugar, se combinan algunas de esas posibilidades. Apenas a partir del momento en que la información es inmediata, podemos construir la teoría en la ciencia geográfica. En la medida en que cada día podemos entender las nuevas relaciones creadas por las nuevas técnicas, estamos mucho más próximos de la teorfa geográfica, pues la hisloria nos ayuda a analizar los hechos de la globalización. Lo perjudicial es que no conocemos el hecho en sf, sino las interpretaciones realizadas por las agencias internacionales. Por eso es necesario, por parte del intelectual, de leer no sólo una, sino varias versiones sobre un hecho, para poder tener otra visión del mundo, una visión real de los hechos concretos, ya que el mundo puede apreciarse con muchas lentes distintas.
5 Paisaje y espacio
El espacio está en el centro de las preocupaciones de los más variados profesionales. Para algunos, es objeto de conocimiento. Para otros, simple medio de trabajo. Hay desde los que lo ven como un producto histórico, hasta los que lo ven como un proceso histórico. Podríamos decir que el espacio es el más intcrdisciplinar de los objetos concretos (Santos y Souza, 1986, p.l) Todos los espacios son geográficos porque estábn determinados por el movimiento de la sociedad, de la producción. Pero tanto el paisaje como el espacio provienen de movimientos superficiales y profundos de la sociedad, una realidad de funcionamiento unitario, un mosaico de relaciones, de formas. funciones y sentidos. 5.1 Paisaje: su realidad
Todo lo que vemos, o que nuestra visión alcanza es el paisaje. Este puede definirse como el dominio de lo visible, lo que la vista abarca. No sólo está fom1ado por de volúmenes, sino también por colores. movimientos, olores, sonidos, etc. 5.2 Percepción y conocimiento Nuestra visión depende de la localización donde uno se encuentra, bien sea en el piso, en un piso bajo o alto de un edificio, en un mirador estratégico, en un avión, et.c. El paisaje adquiere escalas diferentes~ se ,"\, p~cscRla Ele feRnfts di t
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60 1 Metam01josis del espacio habitado
nuestros ojos, según donde estemos, ampliándose cuanto más se sube en altura, po rque de ese modo desaparecen o se atenúan los obstáculos de la visión, y el horizonte vislumbrado no se interrumpe. La dimensión del paisaje es la dimensión de la percepción, lo que llega a los sentidos. Por eso, el aparato cognitivo tiene crucial importancia en esa aprehensión, por el mero hecho de que toda nuestra educación, fonnal o infonnal, se ha llevado a cabo de forma selectiva, y por lo tanto diferentes personas presentan diversas versiones del mismo hecho. Por ejemplo, lo que un arquitecto o un artista ven, otros no lo pueden ver o lo hacen de manera distinta. Esto es válido tanto para profesionales con diferente fonnación como para el hombre común. La percepción es siempre un proceso selectivo de aprehensión. Si la realidad es apenas una, cada persona la ve de fom1a diferente; por eso, la visión del hombre de las cosas materiales está siempre defonnada. Nuestra tarea es la de superar el paisaje como aspecto, para llegar a su signil1cado. La percepción no es aún conocimiento, que depende de su interpretación y será tanto más válida cuanto más limitemos el riesgo de considerar verdadero lo que sólo es apariencia. Existieron tiempos en que, para muchos, la geografía tendría como objeto el estudio del paisaje. Pero Sorre introducía una restricción que distingufa el fenómeno geográfico de su mera expresión corpórea. Decfa. el gran maestro francés, que el geógrafo debfa utilizar en su descripción, "la noción capital de complejo geográfico local, cuya expresión concreta es el paisaje". Y añadía: "he ahf el verdadero dato geográfico" (Megale, 1984, p. 126), como si quisiera mostrar la importancia de alcanzar la esencia del acontecer geográlico.
5.3 Paisaje y región Muchos también consideraban como sinónimos paisaje y región. Es un hecho que, en tiempos bastante remotos, la geografía correspondiente a cada grupo se explicaba por la
Paisaje y espacio 161
propia acción del grupo, y el paiSaJe y la región estaban directamente asociadas. Esta idea persistió en el espíritu de los geógrafos europeos hasta finales del siglo pasado. "La teoría de Vidal de la Blache concebía al hombre como un antiguo huésped de varios puntos de la superficie terrestre, que se adaptaba en cada lugar al medio que lo rodeaba, creando en la relación constante y acumulativa con la naturaleza un acervo de técnicas, hábitos, usos y costumbres, que le permitieron utilizar los recursos naturales disponibles. A este conjunlo de t6cnicas y costumbres, construido y transmitido socialmente, Vidal lo denominó "género de vida", lo cual expresaba una relación entre la población y los recursos, una situación de equilibirio, construida históricamcnlc por las sociedades. La diversidad de los medios explicaría la diversidad de los géneros de vida" (Moraes, 1986, p. 68-69). En Eu ropa, la personalidad de cada región fue constituyéndose como resultado de una larga evolución; y los trazos del pasado podían, por eso, cristalizarse. Las actividades creadas se mantenían durante un largo período, dando la impresión de irunovilidad. Por eso se planteó la idea de que el paisaje, creado en función de un modo de producción duradero, debía confundirse con la región, o sea, el área de acción del grupo interesado. Es un hecho que asf (y sobre todo en el comienzo de la historia del hombre) era posible entrever cierta semejanza entre paisaje y región. Pero el mundo cambió, y hoy la confusión entre Jos dos conceptos ya no es posible. La geografía ya no es más el estudio del paisaje. como imaginaban nuestros colegas de antaño; no es que estuvieran equivocados, sino que hubO grandes transformaciones en el mundo. La modernización de la agricultura y la dispersión industrial introducen fom1as nuevas de organización espacial. 5.4 Los objetos culturales
Carl Sauer, padre de la geografía cultural -muy próxi ma a la antropogcografía de Ratzel y de la geografía humana de Vidal de la I3lache- propuso que consideranunos
62 1 Metamo1jo sis del espacio Jwhitado
dos tipos de paisaje, el natural y el artificial. Argumenta que a medida que el hombre se enfrenta a la naturaleza, existe entre los dos una relación cultural, que tambi~n es política, t~cnica, cte. Se trata de la huella del hombre sobre la naturaleza, ll:.unada por Marx de socialización . De esta manera, con la producción humana se plantea la producción del espacio. El trabajo manual se relegó a un segundo plano, y la maquinari a se usó cada vez más, hasta llegar a la automatización. La producción del espacio es resultado de la acción de los hombres que actúan sobre el propio espacio, a través de los objetos naturales y artificiales. Cada tipo de paisaje es la reproducción de niveles diferentes de fue rzas productivas, materiales e inmateriales, pues el conocimiento también fonna parte del papel de las fuerzas productivas. 5.5 Paisaje natural, paisaje artificial
El paisaje artificial es el paisaje transfom1ado por el hombre, en cuanto que a grosso modo podemos afim1ar que el patsajc natural es aquel que todavía ll•) ha sido modificado por el esfuerzo humano. Si en el pasado había d paisaje natural, hoy esa modalidad de paisaje práctic:.u11entc no existe. Así un lugar que no haya sido manipulado físicamente por la fuerLa del hombre, es objeto de preocupaciones e intenciones econónucas y políticas. Hoy todo se sitúa en el ámbito de interés de la historia, y es por lo tanto, social. El paisaje es un conjunto heterogéneo de fom1as naturales y artificiales; está fonnado por fracciones de ambas, ya sea en cuanto al tamaño, volúmen, color, util idad. o por cualquier otro criterio. El paisaje siempre es heterogéneo. La vida en sociedad supone una multiplicidad de funciones y cu:mto mayor su número, mayor la diversidad de fom1as y actores. Cuant o más compleja la vid a social. más nos distanciamos de un mundo natural y nos dirigtmós hacia un mundo artificial. Si consideramos la sucestón histórica de los modos <.le producción, reconoceremos los diversos grados de lo artificial,
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con la parte cultural volviéndose cJda vez más importante y significativa. Este parece ser el camino de la evolución. Por eso hoy, ante una gran ciudad como Sao Paulo, Nueva York, Pans, Londres o Buenos Aires, es diffcil distinguir lo natural de lo artificial. La percepción de la diferencta es cada vez más ardua y temeraria. Sabemos, sin embargo, que el camino de lo mis natural a lo más artificial trae consigo una mayor cantidad de instrumentos de trabajo fijos y que cada vez se impone mis el ámbito de las técn:cas. Hay una relación entre los instrumentos de trabajo (Objetos de los más diversos tamaños, que el hombre crea para poder producir) y el paisaje. Muchos de esos instrumentos no son materiales, pero se elaboran como elemen· J~ ncc'.sarios para la producción. En eras bastante remotas. los ins:rumentos de trabajo eran una prolongación del hombre · ro a medida que transcurre :it.:mpo, se transfonnan en prolongaciOnes de la tierra. prótes:s o inc•ementos a la propia natur.t: za. bien sean o no d.:r·:deras. Los instrumentos de trabaj' inmóvtles tienden a predonunar '>nbrc lo;,; n1óviks y a ser su condición de uso. Carreteras, dif.cio.,- pu··ntes. pue11os. depósit• s, ~te so•; elementos añadidos a la naturakza :-;in los cuales la producción sería imposihle. La ciudad es el mejor ejemplo de esos complementos a !o natu!·al. 5.6 Paisaje y producción: los instrumentos de trabájo
La relación entre paisaje y producción está en que cada fom1a productiva necesita un tipo de mstrumento de trabajo. Si los instrumentos de trabajo están unidos al proceso direcw de próducción, es decir, a la producción propián1cñtc dicha, también lo están a la circulación, dtstribución y consumo. El paisaje se organiza según estos niveles, en la medida en que las exigencias de espacio varían en functón de los procesos propios a cada producción y al nivel de capital, tecnología y organizactón correspondientes. Por esa razón. el paisaje urbano es más heterogéneo, ya que la ciudad abarca diversos tipos y niveles de producción. Cada instrun cnto de trabajo tiene una localización específica, que obedece a la lógica de la
64 1 MetamOifosis del espacio habitado
producción en los cuatro momentos mencionados anterionncnte y por esta razón el espacio se usa de fomta tan desordenada. El paisaje no se crea de una sola vez, sino por incrementos, substilucioncs: la lógica por la cual se hiw un objeto en el pasado era la lógica de la producción de aquel momento. Un paisaje es una escritura sobre otra, es un conjunto de objetos con edades di ferentes, una herencia de muchos momentos di ferentes. De ahf viene la anarquía de las ciudades capitalistas. Si se mantienen juntos elementos de edades diferentes, responderán de diferentes formas a las demandas sociales. La ciudad es esa heterogeneidad de fomtas, pero subordinada a un movimicmo global. Lo que se llama desorden apenas es el orden de lo posible, ya que nada está desordenado. Solamente que una parte de los objetos geográficos ya no atiende a los fines de cuando fue construido. Así, el paisaje es una herencia de muchos momentos pasados, lo que llevó a Lcnin a afimtar que la gran ciudad es una herencia del capitalismo, que llegó para quedarse, y, por lo tanto, los planificadores del futuro deben tener en cuenta esa realidad. En los inicios de la historia del hombre, sus instrumentos de trabajo estaban separados; hoy son cada vez más indivisibles, como en un ferrocarril, una autopista, etc. El camino histórico de los instrumentos de trabajo va, cada vez más, de la divisibilidad a la indivisibilidad y del dato aislado, al síslema. Es lo que ocurre con la energfa eléctrica, el agua, el teléfono, etc. Otra tendencia actual de los instrumentos de trabajo es ir de lo diminuto a lo inmenso -por ejemplo, los ci rcuitos integrados y los hipem1ercados. Cada uno de esos instrumentos es un sistema en sí mismo, que se relaciona con un sistema global. De esa fonna, un shopping cemer tiene su propio s istema de crédito, sus párkings, su lógica organizacional, su sistema funcional. Hay una sistcmaticidad del objeto moderno que se relaciona con un sistem a mayor. Pasarnos de los objetos, geográfica y funcionalmente aislados, a los objetos agrupados sistemáticamente y, también, sistémicos. Las ciudades más antiguas se adaptan, se transfomtan más o menos lentamente; las nuevas ya nacen así.
Paisaje y espacio 165
5.7 Un cambio permanente En cada momento histórico las maneras de hacer son diferentes, el trabajo humano se vuelve cada vez más complejo y exige cambios correspondientes a las innovaciones. A trav~ de las nuevas técnicas vemos la substitución de una fonna de trabajo por otra, de una configuración territorial por otra. Por eso, el entendimiento del hecho geográfico depende tanto del conocimiento dc.los sistemas técnicos. El hombre construye nuevas maneras de hacer cosas, nuevos modos de producción que reúnen sistemas de objetos y sistemas sociales. Cada período se caracteriza por un conjunto de técnicas concretas. En cada perfodo histórico tenemos un conjunto propio de técnicas y objetos correspondientes. En un momento B. muchos elementos del momento A pem1anecen; y luego surgen otros nuevos. Es la innovación triunfante que pem1itc salir de un pcrfodo y entrar en otro. La innovación trae la modificación del paisaje, que pasa a tener objetos de los momentos A y B. El paisaje no es para siempre. Es objeto de cambio. Es un resultado de sumas y restas sucesivas. Es una especie de marca de la historia del trabajo, de las técnicas. Por eso, es parcialmente trabajo muerto, ya que está fom1ado por elementos naturales y artificiales. La naturaleza natural no es trabajo. Ya su antinomia, la naturaleza artificial, es el resultado del trabajo vivo sobre el trabajo muerto. Cuando la cantidad de técnica sobre la naturaleza es mayor, el trabajo se basa sobre el trabajo. Es el caso de las ciudades, sobre todo las grandes. Las casas, la calle, los ríos canalizados, el metro, etc, son resultados del trabajo corpori ficado en objetos culturales. Se~mos reiterativos: al ser susceptible a los cambios irregulares a lo largo del tiempo, el paisaje es un conjunto de formas heterogéneas, de edades di ferentes. pedazos de tiempos históricos representativos de diversas maneras de producir las cosas, de construir el espacio.
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66 1 Metamorfosis del espacio IIabitaclo
5.8 Datación y movimiento del paisaje
Los objetos son susceptibles, pues, de una datación, tienen edades. Por la fecha de los objetos de un paisaje deberíamos poder reconocer su edad (o sus edades). Pero esto no siempre es posible, ya que muchas veces los objetos antiguos son suprimidos del paisaje. Quien desembarca en Sllo Pauto, reconoce la historia de los objetos presentes. pero no la historia de la ciudad. En la vieja Europa, los trazos del pasado son más visibles; todo es una diferencia de ritmos. Pero en todos los casos. no existe paisaje indiferenciado desde el punto de vista histórico, excepto en el caso de una ciudad casualmente inaugumda ayer. El paisaje tiene, pues. un movimiento que puede ser más o menos rápido. Las formas no nacen apenas de las posibilidades t6cnicas de una 6poca, sino que dependen tambi6n de las condiciones económicas. políticas. culturales. etc. La t6cnica tiene un papel importante, pero no tiene existencia histórica fuera de las relaciones sociales. El paisaje debe ser pensado paralelamente a las condiciones políticas, económicas y tambi6n culturales. Revelar esa dinám ica social es fundamemal, pues los paisajes nos restituyen todo un conjunto histórico de t6cnicas, cuya cm nos descubre; pero no muestra todos los datos, que no siempre son visibles. 5.9 Las mutaciones del paisaje: lo estructural y lo funcional
La mutaciones del paisaje pueden ser estructurales o funcionales. Al pasar por una gran avenida, tanto de dfa como de noche, contemplamos diferentes paisajes, gracias a su movimiento func ional. La calle, la plaza, el paseo público funcionan de modo diferente según las horas del día, los días de la semana, las épocas del año. Dentro de la ciudad y a causa de la división territorial del trabajo, también hay paisajes funcionalmente distintos. La sociedad urbana es una, pero se presenta según fom1as-lugares diferentes. El es principio de la diferenciación funcional de los subespacios. La sociedad no cambió, permaneció siendo la misma, pero se presenta de
Paisaje y espacio 167 acuerdo con ritmos distintos, según los lugares; y cada ritmo corresponde a una apariencia, una fonna de parecer. Es el principio de la variación funcional del mismo subcspacio. También se plantea un cambio estructural por el cambio de las formas. Cuando se construyen edificios de cuarenta pisos en vez de veinte o treinta y dos, es, como regla, señal de que también podr:ín construirse otros, de que tenemos actividades y gente para llenarlos, y justificar su construcción. Hay una relación entre la estructura socio-espacial y la estructura socio-económica y política. Alteraciones de viejas fonnas para adecuarlas a las nuevas funciones también son cambios estructurales. Es en ese marco donde se analiza el envejecimiento de las fonnas, tanto ffsico como social. Las fonnas envejecen por inadecuación física, cuando, por ejemplo, se desgastan los materiales. Ya el envejecimiento social corresponde al desuso o desvalorización, a causa de la preferencia social de otras formas. A veces. el movirniento corresponde a una moda, como la construcción de suites en las habitaciones; aquí existe un envejecimiento moral. A veces el envejecimiento de las fonnas pcmlite que haya un cambio brutal de su uso -grandes casas se vuelven inquilinatos, pasan de ser habitación de ricos para ser albergue de pobres. El envejecimiento físico de las formas es previsible por la duración de los materiales; el envejecimiento moral no es tan previsible, cambia de acuerdo con el marco político, cnonómico, social y cultural. El paisaje es un palimpsesto, un mosaico, pero tiene un funcionamiento unitario. Puede contener fom1as viudas y formas vfrgencs. Las primeras cst~n a la espera de una reutilización. que incluso puede hasta llevarse a cabo; las segundas se crean a propósito para nuevas funciones, para recibir innovaciones. Las funciones que son más susceptibles de crear nuevas fonnas son: bancos, hipem1crcados. el Estado, shopping cellters. cte., adcm:1s de ciertas instituciones públicas. Fuera de éstas, son pocas las funciones capaces de crear nuevas fom1as, y por eso es más común el uso de las preexistentes por medio de una readaptación. Es el caso de hospitales, escuelas, servicios diversos, pequeñas fábricas, etc, que se instal:m en antiguos caserones o edificios abandonados por otras
68 1 Metamotfosis del espacio habitado
actividades, donde se readaptan formas viejas para nuevas funciones.
5.1() Espacio: su realidad Según Armando Correa da Silva (1986, pp.28-29), las categorías fundamentales del conocimiento geográfico son, entre otras, espacio, lugar, área, región, territorio, hábitat, paisaje y población, que definen el objeto de la geografía en sus relaciones (...) De todas, la más general -que incluye a las demás- es el espacio. Pero el paisaje y el espacio son cosas diferentes. Al igual que el vocablo paisaje, la palabra espacio también se usa en decenas de aceptaciones. Se habla del espacio de la sala, de lo verde, de un país, de una nevera, espacio ocupado por un cuerpo, cte. Es uno de los ténninos que posee más aceptaciones en los diccionarios y enciclopedias; y en algunos aparece con centenas de sentidos diversos. Para palabras como rojo, duro o sólido sus significados no se ponen en duda. están asociados a experiencias elementales. Esto no sucede con la palabra espacio, frecuentemente substituida por lugar, territorio, etc. La palabra se utiliza mucho como sustantivo, así como en los casos de espacio del hombre, del emigrante, del sedentario, etc. La propia palabra paisaje es comúnmente utilizada para designar al espacio. El espacio seña un conjunto de objetos y relaciones que se ejercen sobre estos objetos; no entre estos específicamente. sino pára los cuaJes ellos sirven de intermediarios. Los objetos ayudan a concretar una serie de relaciones. El espacio es resultado de la acción de los hombres sobre el propio espacio, por medio de los objtetos, naturales y artiíiciaJes. 5.11 El paisaje no es el espacio En realidad no existe, paisaje inm5vil, inerme; y si usamos este concepto apenas es como recurso analftico. El
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paisaje es materialidad, formada por objetos materiales y no materiales. La vida es sinónimo de relaciones sociales, y éstas no son posibles sin la materialidad, la cual fija relaciones sociales del pasado. En conscquencia, la materialidad construida será fuente de relaciones sociales, que también se producen por mediación de los objetos. Éstos pueden ser sujetos de diferentes relaciones sociales -una misma calle puede servir a diferentes funciones en distintos momentos. La sociedad existe con objetos; y gracias a ellos se vuelve concreta. Por ejemplo, s ao Paulo tiene dieciseis millones de habitantes, pero si no explicamos cómo se desplazan para ir a su casa, al trabajo, de compras; cómo viven, cómo participan en la reproducción social, cte., no nos referirfamos a SITo Pauto, sino a dieciseis millones de personas. El paisaje es diferente del espacio. El primero es la materialización de un instante de la sociedad. Sería, en una comparación osada, la realidad de hombres fijos, posando para una foto. El espacio es el resultado del matrimonio de la sociedad con el paisaje. El espacio contiene el movimiento. Por eso, paisaje y espacio son un par dialéctico. Se complementan y se oponen. Un esfuer¿o analítico impone que los separemos como categorías diferentes, si no queremos correr el riesgo de no reconocer el movimiento de la sociedad. Imaginemos la ciudad de Salvador (Bahía) el día uno de junio de 1996, a las tres de la tarde. Tendríamos una detenninada distribución de personas, de producción sobre el territorio. Tres horas más tarde, esta distribución cambiaría. El conjunto de trabajos y actividades cambia, así como la visión de conj unto. El movimiento de las personas corresponde a la etapa de producción que se plantea en aquel momento. Todos son productores -el operario, el actor de teatro, el vendedor de supem1ereado, el intelectual, el chófer de taxi, etc; incluso los que no están vinculados directamente en el proceso de producción, ya que también consumen. La manera cómo se plantea la producción y el intecambio entre los homhres es lo que otorga un aspecto al paisaje. El trabajo muerto (acumulado) y la vida se dan juntos, pero de maneras diferentes. El trabajo muerto sería el paisaje. El espacio sería el conjunto del trabajo
70 1 MetamOJfosis dd t'spado habilaclo
muerto (fomws geográficas) y del trabajo vivo ( el contexto social). Existe una adecuación de la sociedad -siempre en movim iento- al paisaje. La sociedad se acopla al paisaje, supone lugares donde se instalan, en cada momento, sus diferentes fracciones. Hay de esa manera, una relación entre la sociedad y un conjunto de fom1as -materiales y culturales. Cuando se alcanza un cambio social, también se plantea un cambio en los lugares, por ejemplo, la invasión de Sao Paulo por los pobres, hace cerca de treinta y cinco años. Diríamos, con Edward Soj a ( 1983) que la sociedad s iempre está espacializándose. Pero la espacialización no es el espacio. La espacialización es un momento de la inserción territorial de los procesos sociales. El espacio es más que eso, pues funciona como un dato del propio proceso social. 5.12 La espaciali1.ación no es espacio
El espacio es el resultado de la suma y la síntesis, siempre reelaborada, del paisaje con la sociedad a través de la espacialidad. El paisaje permanece y la espacialidad es un momento. El paisaje es cosa, la espacialización es funcional y el espacio es estructural. El paisaje es relativamente pem1anente mientras que la espacialización es mutable, circunstancial, producto de un cambio estructural o funcional. El paisaje precede la historia que se escribirá sobre él o se modifica para acoger una nueva actualidad, una innovac ión. La espacialización es siempre el presente, un presente que huye, mientras que el paisaje es siempre el pasado, aunque sea reciente.
El espacio es igual al paisaje, más la vida que existe en él; es la sociedad acoplada en el paisaje, la vida que palpita conjuntamente con la materialidad. La espacialidad sería un momento de las relaciones sociales geogral1zadas. el momento de la incidencia de la sociedad sobre una determinada disposición espacial. La espacialización no es tan solo el reso llado del movimiento de la sociedad, porque depende del espacio para
Paisaje y espacio 1 71
realizarse. En su movimiento pennanente, en su búsqueda incesante de geografización, la sociedad está subordinada a la ley del espacio preexistente. Su subordinación no es el paisaje, que considerado aisladamente es un vector pasivo. Es el valor atribuido a cada fracción del paisaje por la vida -que metamorfosea el paisaje en espacio- lo que pennite la selectividad de la espacialización. No se trata de un proceso autónomo, porque en su orígen, depende de las relaciones sociales y al final no es independiente del espacio, ni su concepto substituye el concepto de espacio. La espacialización tampoco es apenas el resultado del movimiento de la sociedad, porque depende del espacio.
6 Configuración territorial y espacio
Los conceptos de paisaje, configuración territorial y espacio son di ferentes. El paisaje no es la configuración territorial, aunque sea una parte de ella. La configuración espacial no es el espacio, aunque participe también en él. La configuración territorial es el territorio, más el conjunto de objetos existentes en él; objetos naturales u objetos artificiales que la definen. Muchas veces lo que imaginamos como natural no lo cs. mientras que lo artificial se vuelve "natural" cuando se incorpora a la naturaleza. Así, las cosas creadas ante nuestros ojos y que para cada uno de nosotros constituyen lo nuevo. aparecen como un hecho banal para las nuevas generaciones. Lo que vimos construir es, para las generaciones siguientes, lo que existe ante ellos como naturaleza. Descubrir si un objeto es natural o artificial exige la comprensión de su génesis, es decir, de su historia.
6.1 Configuración territorial y paisaje Sea cual sea el país y el estado de su desarrollo, siempre existe una configuración territorial fom1ada por la constelación de recursos naturales, lagos, ríos, planicies, montañas y bosques; y también por los recursos creados: carreteras, rcrrocarriles, conducciones de todo orden, diques. presas, dudades, y otros. Ese conjunto de todas las cosas dispuestas como sistema es lo que fonna la configuración territorial, c uya realidad y extensión se confunden con el propio te rritorio de un país. T ipos de bosques, suelo, clima, deslizamcntos, son interdcpcndientes, como tambi~n son las
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cosas que el hombre sobrepone a la naturaleza. Es más, la interdependencia se complica y completa justamente porque se presenta entre las cosas que llamamos naturales y las que llamamos artificiales. El paisaje es el conjunto de objetos que nuestro cuerpo alcanza a percibir e identificar. Como simples peatones, sería el jardín, la calle o el conjunto de casas de enfrente. Una fracción más extensa de espacio que nuestra vista alcanza a ver desde lo alto de un edificio. Lo que vemos desde un avión que vuela a 1.000 mt de altura es un paisaje, como el que percibimos en una extensión lOdavfa más vasta, cuando lo divisamos de una altura mayor. El paisaje es nuestro horizonte, estemos donde estemos. Es también el contacto de nuestro cuerpo con el cuerpo orgánico que es la naturaleza. A través del paisaje, la configuración territorial apenas se plantea parcialmente miniaturizada en las fotografías o los mapas, en la medida en que dominemos las infom1aciones. Pero la configuración territorial es siempre un sistema, o mejor. una totalidad, aunque inerte. La naturaleza es una totalidad y un sistema siempre que no haya independencia entre las partes; ni en la naturaleza llamada natural, ni en la naturaleza transfom1ada. Pero el paisaje no es total. sino parcial. Es siempre sectorial, un fragmento, y por eso hasta su percepción nos engaña, y no nos puede conducir directamente a la comprensión de lo real, porque nunca se presenta como un todo. La configuración territorial, sin embargo, es un todo. Al más rico y audaz de los mercaderes, de nada le valdrá comprar un trozo de una carretera. ¿Qué podría hacer con eso? ¿De qué sirve adquirir un pedazo de calle? ¿Qué se puede hacer con ese fragmento, sino utilizarlo dentro y en función de la totalidad de las cosas que fonnan la configuración territorial? El paisaje es el conjunto de cosas que perciben directamente nuestros sentidos; la configuración territorial es el conjunto total, integral de todas las cosas que forman la naturaleza en su aspecto superficial y visible; y el espacio es el resultado de un matrimonio o un encuentro sagrado, mientras dura, entre la configuración territorial, el paisaje y la sociedad. El espacio es la totalidad verdadera porque es dinámico, es la geografización de la sociedad sobre la conliguración territorial.
Configuración territorial y espacio 1 75
Las fonnas pueden, durante mucho tiempo, seguir siendo las mismas, pero como la sociedad está siempre en movimiento, el mismo paisaje, la misma configuración territorial, nos ofrecen, en el transcurso de la historia, espacios diferentes. 6.2 El espacio: rijos y flujos
El espacio está siempre formado de fijos y de flujos. Tenemos cosas lijas, flujos que provienen de esas cosas fijas, y flujos que llegan a esas cosas fijas. Todo este conjunto es el espacio. Los fijos nos muestran el proceso inmediato de trabajo. Los fijos son los propios instrumentos del trabajo y las fuerzas productivas en general, incluyendo la masa de hombres. Es por esta razón que los diversos Jugares, creados para ejercitar el trabajo, no son idénticos y su rendimiento está relacionado con la adecuación de los objetos al proceso inmediato de trabajo. Los flujos son el movimiento, la circulación y por lo tanto también nos explican los fenómenos de la distribución y del consumo. De ese modo, las categorías cl~sicas, es decir, la producción propiamente dicha, la circulación, la distribución y el consumo, pueden estudiarse por mediación de esos dos elementos: fijos y flujos. El análisis eJe los flujos es a veces diffcil a causa de la ausencia de datos. Pero el estudio de los fijos pcnnite abordarlo más cómodamente, a través eJe los objetos localizados: agencias de correos, sucursales bancarias, escuelas, hospitales, fábricas ... Cada tipo de fijo tiene sus características, técnicas y oganizacionalcs. Y de ese modo, a cada tipo de fijo corresponde una tipología de flujos. Un objeto geográfico, un fijo, es un objeto técnico pero también un objeto social, gracias a los flujos. Fijos y Oujos interactúan y se alteran mutuamente. 6.3 Los fijos
A partir eJe ese c.Jato tal vez podamos abordar de otra forma aquella antigua discusión, al oponer lo que se
76 1MetamOtfosis del espacio habitado
acostumbra llamar espacio económico a lo que se considera espacio geográfico. El espacio económico es un conjunto de puntos y de flujos, mientras que el espacio geográfico es el espacio banal. Pero no se pueden distinguir, ya que los fijos provocan flujos en función de sus datos t~cnicos, que son generalmente locacionalcs, pero también en función de datos políticos. Los fijos, como instrumentos de trabajo, crean masas. Pero no basta crear masas, es imperati vo provocar su movim iento. Y la capacidad de movilizar una masa en el espacio la produce exactamente el poder económico, político o social, poder que, por eso es mayor o menor según las empresas, instituciones y los hombres en acción. A través de la historia vemos Wl cambio de importancia relativa de cada una de esas instancias en la realidad y en la interpretación espacial. Hoy en día, ciertamente más que nunca, al alcanzar los fijos una gran importancia, la circulación tiene una impon;mcia fundamental, entre otras razones por el hecho de que el producto se internacionalizó y, por consiguiente, ha de distribuirse por todo el mundo, independientemente de fronteras y de distancias. Por otro lado, la necesidad de acumulación se agravó y, por consiguiente, la circulación alcanzó un ritmo frenético. ·Quien tiene menos rapidez de movimiento ve como su producto y su medio de trabajo se desvaloriza. 6.4 Sistcmns de ingeniería
El conjunto de fijos, naturales y sociales, forma sistemas de ingeniería, sea cual sea el tipo de sociedad. Hasta las llamadas civilizaciones primitivas disponían de sistemas de
ingeniería y a veces hasta mejor elaborados que los actuales, porque con ingenio y arte, emprendían proyectos con pocos medios. El dominio, por ejemplo, de la.~ aguas saladas en un pafs como Guinea Bissau, que todavía es económicamente pobre y atrasado, ilustra perfectamente esa capacidad de amoldar la naturaleza con la construcción de diques, para desalinizar la tierra y sembrar arroz. Se trata de un caso límite de elaboración de un sistema de ingeniería, que se define como
Configuración territorial y espacio 1 77
un conjunto de instrumentos de trJbajo af\adidos a la naturaleza y de otros instrumentos de trabajo que se localizan por encima estos, en una orden creada para y por el trabajo. La naturaleza es más, es un orden, ·aunque se nos presente con diferentes niveles de organización, tanto en la naturaleza natural como en la artificial. Por ejemplo, el nivel de organización de un cristal aislado no tiene nada que ver, en dimensión y escala, con el nivel de organización de un macizo como el del altiplano Diamantinao. Ni las "bolanhas" guineanas son, desde ese punto de vista, comparables con las grandes máquinas urbanas que las metrópolis modernas constituyen. Dentro de la naturaleza modificada por el hombre, los niveles de organización son tan diversos como los niveles de humanización de la naturaleza. Los sistemas de ingeniería evolucionan con la historia. De forma general, podemos afirmar siempre que pasamos primero de un uso mayor del trabajo a un uso mayor del capital. Por ejemplo, en el caso del arroz de bolanha de Guinea, es el trabajo quien construye los diques, los canales de irrigación o drenaje, mientras que en los países más ricos, los sistemas modernos de irrigación y drenaje, es más el capital quien lo lleva a cabo y, por eso mismo auyenta al trabajo. Por esto la palabra y el acto de irrigar tienen, con el tiempo, significados diferentes desde un punto de vista no apenas técnico, sino económico, social, político y cultural, y paralelamente la evolución de los sistemas de ingeniería transcienden la naturaleza que se vuelve más y más artificial. Esa conquista no es homogénea, al estar algunas áreas más imbuidas de esas verdaderas prótesis que otras. Los sistemas de ingenieria pasan de un aislamento a una interdependencia creciente. Veamos por ejemplo el caso de los generadores de electricidad. De un número enomte de empresas, casi tan numerosas como el número de localidades con este servicio. nos encontramos hoy con una tendencia a la unificación tanto técnica como organizacional. Lo mismo sucede con el teléfono, los ferrocarriles, las carreteras. La tendencia a una mayor interdepemlencia va acompañada de una mayor diversificación y expansi6n de objetos técnicos en el espacio. Al mismo tiempo que las actividades capitalistas aumentan su presencia en el
78 1 Mewm01[osis dd espacio habitado
territorio, se plantea lo contrario con los espacios indiferenciados. La evolución de los sistemas de ingeniería tambi~n implican pasar de una división del trabajo local y simple, a una cooperación geográficamente extendida y compleja, de pocas a muchas mediaciones al usar técnicas cada vez más extrañas al grupo. Por ejemplo, la irrigación creada en el siglo pasado en la región de Brumado, en Bahia, se hacía (y todavía se hace) con técnicas que en realidad eran el resultado de una interacción directa, casi sin mediación entre el grupo y su porción de naturaleza. Mientras tanto, las nuevas fonnas de irrigación son el resultado de t6cnicas extnu1as al grupo. Paralelamente, cada vez que se desarrolla el sistema de ingeniería, el control de su utilización se vuelve más unificado. Hay una unificación del control de esos sistemas tanto desde el punto de vista de la economía como del institucional. Pasamos también de flujos cortos en el espacio, y que actúan en áreas limitadas, a flujos que se expanden con el apoyo de nuevos sistemas de ingeniería. El interés de las grandes naciones por crear grandes complejos hidroeléctricos en los países pobres, naturalmente financiados por el Banco Mundial (que es el gestor de sistemas a escala internacional), se justifica mientras los sistemas de ingeniería tengan tendencia a universalizarse, por lo menos en cuanto a su uso. 6.5 División del trabajo a escala Pero sobre todo, lo importante es que, con la evolución de los sistemas de ingeniería, la propia noción del tiempo cambia: el tiempo de producción, el de circulación, el de consumo y el de producción de la plusvalía. Mientras más evolucionan Jos sistemas de ingeniería, más cosas se producen en menos tiempo. También se transportan más objetos en menos tiempo, el consumo es más inmediato, y facilitan cada vez más, gracias a los cquip:.unentos creados por el Estado, la circulación. Se altera la relación capital-trabajo, es decir, la ecuación de los empleos, y cambia la estructura profesional,
Configuración lerritorial y espacio 1 79
aumentando el número de técnicos, administradores y otros trabajadores terciarios. Por la fornta como el capital lijo se distri buye en el espacio, es posible discernir las articulaciones que se crean, en cualquier momento, tanto en la articulación interna a cada subespacio como también entre subespacios. Estas articulaciones nos cxplicarál el movimiento de la urbanización y su repartición en el territorio. Nos parece que esto es posible al eliminar la posiblidad de un debate conceptual o una guerra de libros, partiendo de la realidad y volviendo a ella, a través de la construcción de un cuerpo conceptual. En esa construcción intelectual, un dato fundamental es la noción de escala, pero no propiamente como un dato espacial, sino, sobre todo, como un dato temporal; por el hecho de que la división territorial del tmbajo es claramente función del tiempo histórico. Por esto podemos trabajar con el matrimonio indisoluble, que existe en lo real, entre las nociones de tiempo y espacio. Es evidente que, dentro de un territorio existe una oposición entre escalas. Cada escala corresponde a un nivel de intencionalidad. El del gobierno fede ral no es obligatoriamente el mismo ni vel de intcncionalidad del de un gobierno estatal o municipal, o de una agencia regional. El nivel de intencionalidad de la empresa que usa el espacio nacional como un todo, no es el mismo, ni tiene la misma cualidad o dirección, que el de una empresa que apenas puede usar una fracción del espacio o que tenga su radio de acción limitado a apenas algunos barrios de una ciudad. La noción de escala es entonces esencial para comprender la diversidad y el enfrentamiento entre intencionalidades de diversos niveles, las cuales se manifiestan por medio de decisiones y repercuten en el orden económ ico, cultural, político y moral, asf como en el orden territorial. 6.6 Pcriudizaciones Otra noción indispensable es, por consiguiente, la de periodización que implica a otras dos: la noción de Jtgimen y la de ruptura. El régimen lo integra el conjunto de variahles que funcionan annónicamente, du rante una porción considcrJble de
80 1Metam01josis del espacio habitado
tiempo. pero cuya evolución no es homogénea. Siempre hay desniveles entre las diversas variables. Lo que les pcm1itc trabajar, es decir funcionar en conjunto, es la existencia de una organización encargada de imponer reglas de acción. La organización es la que mantiene las cosas funcionando durante un cierto período de tiempo de una manera concreta, a pesar del movimiento real de la sociedad. Esto se mantiene hasta el momento en que la organización deja de ser eficaz. Aquf es cuando se presenta la ruptura, senal de crisis e inicio de otro período. Esa noción de periodización es fundamental porque nos pemlite defini r y redefinir los conceptos y, al mismo tiempo, autoriza la cmpirización del tiempo y del espacio en su conjunto. En realidad, nuestro gran problema no es empirizar el espacio, que también está fonnado por cosas materiales y tangibles; sino empirizar el tiempo y el espacio al mismo tiempo. Hacer esto equivale a utilizar, en el dom inio del análisis espacial, la extraordinaria aportación epistemológica de Einstein, para quien el espacio y el tiempo son equivalentes sin ser apenas simultáneos. Tiempo es espacio y espacio es tiempo. Para trabajarlos conjuntamente y de fonna concreta, tienen que empirizarse y esta cmpirización es imposible sin la periodización. Es a través del significado particular, espccffico de cada segmento de tiempo, cuando aprendemos el valor de cada cosa en un momento concreto. ¿Qué valor tiene hoy una red de itTigación construida en el siglo pasado, o qué significa un camino vecinal? Ambos pueden tener la misma realidad aparente, ayer y hoy, pero no el mismo significado, que cambió, por el mero hecho de que tiene otro papel en la economfa y en la sociedad. Esto, además. es válido para cualquier objeto que estemos tratando. Una empirización efectiva, útil, eficaz, sólo se puede hacer cuando se alcanza una periodización, la cual pcm1ite definir, o mejor, redefinir las cosas. que se nos presentan como si fueran las mismas, por sus fomtas, por la realidad de su existencia o por su cuerpo. Por eso mismo nos abren la posibilidad de incurri r en falsedades, ya que una misma cosa deja de ser lo que era antes, en el transcurso de la historia, a medida que cambia su contenido histórico. Asi se nos plantea,
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en un solo tiempo, el rehacer la historia, mientras nos empujan a revisar el pasado, con criterio coherente, pero sobretodo nos pem1ite también descubrir la tendencia, es decir, volver al futuro e intentar imaginar lo que va a pasar. En ciertas condiciones sociopolflicas, por ejemplo, un cierto tipo de actividad productiva crea una cierta ecuación de empleo, si se realiza a partir de un determinado sistema de ingeniería. Pero sabemos que si cambia el sistema de ingeniería en cualquier aspecto, la tendencia es que esa ecuación de empleo también cambie. Al conocer el valor de cada variable, estamos más cerca de saber qué intervención es necesaria para obtener tal o cual resultado. También es verdad que existen impondembles, sobre todo porque, como vimos, hay diferencias de escala e intencionalidad entre escalas. 6.7 Por una visión prospectiva Una visión prospectiva que permita vislumbrar el futuro de fomta objetiva, debe tener en cuenta diversos datos, bajo un mismo nexo: fijos y Oujos; sistemas de ingeniería, paisajes, configuraciones territoriales y espacio; vida urbana y mundo agrícola, formas antiguas y nuevos procesos; regímenes y ruptums; procesos económicos, polfticos y culturales, etc. Las tendencias que lo pemtiten son, entre otras, la nueva ecuación del empleo, la nueva estructura demográfica, la nue~a estructura fundiaria, la participación en la economía del capital fijo, del capital circulante y del capital constante y variable. También, por ese método, se podrán entrever, para cada fracción del espacio. las necesidades de avance del capital inherentes a cada producción, y hasta las nuevas distribuciones locales de clase. A través de un estudio de ese tipo, también se pueden vislumbmr las migraciones como resultado de la adición de m~ capital a un espacio. Así es como se crean, además, corrientes migratorias en los dos sentidos: provocando la expulsión de los que no se adaptan a los niveles técnicos y de capital instaurados y aproximando para el área aquellos dotados de las nuevas e
82 1 Me1amo1fosis drl npacio habiuulo
capacidades exigidas para desarrollar el nuevo instrumental cientílico y t~cnico. Un m ~todo elaborado de esta fonna sistemáticamente aplicado, nos pcm1itirá entrever igualmente las nuevas tendencias del uso del territorio, que incluyen las de urbanización, el papel renovado y los nuevos conflictos entre las diversas instancias administrativas y, por último, las diversas facetas de un movimiento social integrado sin dejar de ser contradictorio. Así nos daremos cuenta, en el mismo movimiento, de las posibilidades ya realizadas en lo real y de las que se mantienen en reserva. Debemos entonces recordar que si lo real es lo verdadero, lo posible es siempre mayor que lo real y el futuro más amplio que lo existente. El presente es lo real, lo actual que se desvanece y sobre ~l . como sobre el pasado, no tenemos ninguna ruerza. El futuro es el que constituye el dominio de la voluntad y es en base a ~1 donde debemos centrar nuestro esruerzo, para hacer posible y eficaz nuestra acción.
7 De lo físico a lo humano. De lo natural a lo artificial. Geografía Física. Geografía Humana
El hombre constituye, dentro de la naturaleza, una fonna de vida. ¿Qué lo distingue de otras formas de existencia? Las respuestas son numerosas, por ejemplo que el hombre se distingue de otras fom1as de existencia porque tiene la posibilidad de hablar, o porque es el único animal erecto, o aún más, porque es el único capaz de pensar, de reflexionar... Todas estas respuestas , aunque ciertas, son
insuficientes para caracterizar dentro de la naturaleza, la gran distinción entre el hombre y otras fom1as de vida. El factor distintivo detem1inante es el trabajo; lo que hace del hombre una fonna de vida sui generis es su capacidad de producir. 7.1 El Hombre y la producción
El trabajo es la aplicación de la energfa del hombre sobre la naturaleza. directamente o a travt5s de dispositivos mecánicos, que son prolongación de su cuerpo, con la intención de reproducir su vida y la del grupo. Algunos afirmarían que otros animales tambit5n realizan trabajo, cuando de alguna fonna utilizan y modifican la naturaleza, pero el hombre es el único que reflexiona sobre la realización de su trabajo. Antes de lanzarse al proceso productivo, piensa, razona y, de alguna manera, prevé el resultado que tendrá su esfuerzo.
84 1 Metamolfosis del espacio habitado
En su relación con la naturaleza, el hombre no tiene una actitud de repetición, sino de invención. Los demás animales se limitan, a trav~s de los siglos, a la simple repetición. Al repetir el gesto inicial, el hombre diliere,lo altera y al aumentar asf su número. lo depura. El trabajo del hombre aumenta su inteligencia. Y el trabajo es un proceso de intercambio recíproco y permanente entre el hombre y la naturaleza. El proceso de trabajo exige un aprendizaje previo, el hombre necesi la aprender la naturaleza para poder aprehenderla. Cuando aprende, aprehende; cuando aprehende, aprende. La riqueza de la enseñanza de la naturaleza es proporcional a la acción del hombre sobre ella; cuanto mayor el intercambio con la naturaleza, tanto mayor el proceso de intercambio entre los hombres. La relación entre el hombre y su entorno es un proceso siempre renovado que modifica tanto al hombre como a la natur..tlcza. 7.2 Acción humana y geografización
El hombre es activo. La acción que realiza sobre el medio que lo rodea, para suplir las condiciones necesarias a la manutención de la especie, se llama acción humana. Toda acción humana es tmbajo y todo trabajo es trabajo geográfico. No hay producción que no sea producción del espacio, no hay producción del espacio que se dé sin el trabajo. Vivir, para el hombre, es producir espacio. Como el hombre no vive sin trabajo, el proceso de vida es un proceso de creación del espacio geográfico. La fom1a de vida del hombre es el proceso de creación del espacio. Por eso. la geografia estudia la acción del hombre. El hombre, en el transcurso de su historia, no sólo acumula experiencia, sino tambi~n como ya vimos innovación. La innovación puede ser lenta o rápida, puede darse en una parte o en el espacio total, pero siempre hay transfom1ación. La relación del hombre con la natumlcza es progresiva, dinámica; podemos afirmar que es recíprocamente progresiva. La naturaleza registra, incorpora la acción del hombre, y adquiere
De lo flsico a lo humano. De lo natural... 185
de ~1 diferentes rasgos, que corresponden a los rasgos del respectivo momento histórico. 7.3 La naturaleza y sus prótesis El hombre tambi<5n impone a la naturaleza sus propias formas, las que podemos llamar formas u objetos culturales. artificiales, históricos. Estas formas históricas no son las mismas en cada ~poca; las de los tiempos primitivos son diferentes a las de los actuales. Hoy, las formas impuestas a la naturaleza son mucho más complejas, resultado también de una serie de herencias. La naturaleza vive un proceso de humanización cada vez mayor, ganando a cada paso elementos que son resultado de la cultura. Se presenta cada día más culturizada, más artificial, más humanizada. El proceso de cullurización de la naturaleza se transforma, cada vez más. en el proceso de su tecnificación. Las t~cnicas se incorporan más y más a la naturaleza y ésta se socializa, pues es, cada día más, el resultado del trabajo de un mayor número de personas. Partiendo de trabajos individualizados de grupos, hoy en día todos los indi viduos trabajan conjuntamente, aunque no lo perciban. En el proceso de desarrollo humano, no hay una separación del hombre y de la naturaleza. La naturaleza se socializa y el hombre se naturaliza. Cabe, por tanto, a esta altura, plantear una cuestión: ¿cómo situamos ante la división clásica entre geografía humllla y geografía física? ¿Hasta donde llega la geografía física y donde empieza la gcografra humana o viceversa? ¿Cómo debemos tratar esos dos temas? 7.4 Geografía Física. Geografía Humana Antes de la presencia del hombre sobre el planeta, sólo existía la naturaleza. ¿En aquella época había una geografía ffsica o apenas una física? La gcografra física no podfa existir
86 1 Metam01josis del espacio habitado
antes del hombre. No hay geografía física que no fomte parte de la geografía humana. Lo que hay de verdad es una geograffa del hombre, que podemos subdividir en geografía física y humana. La presencia del hombre en la faz de la tierra cambia el sistema del mundo. El hombre es el centro de la tierra, del universo, al que le imprime una nueva realidad con su simple presencia. El hombre es un dato de la valorización de los elementos naturales, físicos, porque es capaz de acción. Usa sus fuerzas intelectuales y físicas contra un conjunto de objetos naturales que selecciona como indispensables para mantenerse como grupo. Asf, el hombre es sujeto, y la tierra, objeto. Y es en tomo al hombre que el sistema de la naturaleza conoce una nueva valorización y, por consiguiente, un nuevo significado. Para el hombre, es decir, para el grupo social que la confronta, la naturaleza deja de ser algo que apenas funciona según leyes naturales, y se transfom1a en un gran conjunto de objetos, de los cuales el hombre escoge algunos que aprende a utilizar. Esos objetos son, para el grupo, la naturaleza útH, un subsistema del sistema natural total o su subsistema eficaz. Ese subsistema aún es naturaleza, pero tambi~n es social, porque ha
sido deliberadamente escogido por el hombre. Si el hombre es un sujeto y la tierra un objeto, ¿no sería la geografía física un conjunto de objetos naturales que pcmtitirían la acción del hombre? ¿Todavía se podría hablar de geografía física. después de que la humanidad transfomtara toda la superficie de la tierra en ecumene, ya fuera para su uso productivo o apenas para poseer su conocimiento? Hoy ya no hay nada que escape a la presencia del hombre, o en cualquier caso, a su visión multiplicada, alargada y profundizada por instrumentos de observación, cuya agudeza ha crecido de fonna galopante durante este siglo. ¿Existi rá la geografía física en un momento en que todos los objetos naturales ya se trabajan o son susceptibles de ser trabajados? Hoy la sociedad humana domina la tierra; el planeta, el Mbitat de la sociedad humana. En realidad, hí1bitat y ecúmeno son ahora sinónimos, y abarcan igualmente toda la superficie de la tierra, pues el planeta y la comunidad humana se confunden en un tlnico todo. La presencia del hombre es un hecho en toda
De lo jfsico a lo humano. De lo natural... 1 87
la faz de la tierra, y la ocupación que no se materializa, así mismo existe políticamente. 7.5 El nuevo sistema de la naturaleza Actualmente los grupos humanos tienen el poder de modificar la acción de las fuerzas naturales. La naturaleza todavía obliga a esos grupos a adaptaciones, o sino, impone diversos resultados a acciones semejantes. El progreso técnico no elimina la acción de la naturaleza. La acción humana se verifica según diversos modelos: • el hombre tiene fuerzas para modificar los aspectos del marco natural, haciendo de éste una segunda naturaleza más adaptada a sus fines; • el hombre, al prever cambios coyunturales del marco natural, se prepara para aprovecharse de esos cambios y para reducir los efectos nefastos o puramente negativos. Por ejemplo, hoy en día los efectos de una helada en una plantación, no son los mismos, no tienen los mismos resultados que cincuenta años atrás, cuando no se conocían o no eran posibles las formas de protección de la actividad agrícola; • a través del conocimiento de las posibilidades de oscilaciones de las condiciones naturales -consideradas en relación con la actividad humana desarrollada en cualquiera área- el hombre imagina, elabora, codifica, impone un sistema regulador mediante el cual los daños sociales o individuales se absorvcn colectivamente. Por ejemplo, ¿quién paga al productor su protección c-ontra las inclemencias del tiempo? ¿Podemos llamarlo naturaleza socializada? Hay una socialización de la naturaleza cuando la sociedad es responsable de la acción del grupo sobre la naturaleza, es decir, cuando la sociedad se responsabiliza por el trabajo de todos. No siempre puede haber control activo de la naturaleza, sino apenas control pasivo; por ejemplo, cuando se escoge, eicntfficamente, la mejor estación del año para plantar un producto u otro o cuando se elaboran controles financieros o
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fiscales, para garantizar el precio independientemente de las condiciones climáticas. Es como si aquí la naturaleza fuera esquivada, engaiiada en su acción, pero no significa que deje de existir o de actuar. Estamos pues, ante un nuevo sistema de la naturaleza, Hoy el hombre no manda sobre las inclemencias del tiempo, pero tiene conocimiento previo de su aparición. Tiene condiciones de prever los terremotos, las inundaciones etc., y eso puede cambiar las consecuencias. ¿Son, ciertamente esos datos naturales "invencibles" (por lo menos hasta ahora) los que entonces incluirfamos en el capftulo de la geografía física? Faltan, todavía, muchas otras cosas como las corrientes fluviales y aéreas, los movimientos de los océanos y mares, la erosión y los desplazamientos de tierra, la expansión y la retracción de los cascos glaciales, el ritmo de las selvas, la biografía de los seres vivos, etc. ¿Debería, entonces, la geografía física comentarse con una geomorfología dinámica, una climato~ogía y una biogeografía en sus numerosos y múltiples interrelaciones? ¿O deberíamos profundizar cada vez más verticalmente en los procesos, buscando más y más leyes de causa y efecto, afinando el objeto de nuestra preocupación para descubrir las primeras y últimas verdades que estén a nuestro alcance, aunque el interés del hombre brille por su ausencia? Quien sabe si nuestra invesligación abarca hoy apenas el campo de interés de las sociedades humanas más complejas y sofisticadas; pero ¿y mafiana? ¿Debe el científico limitar su espectro ante una historia que todavía está por hacerse en un mañana no lejano? Este es, sin duda alguna, un dilema: al igual que toda búsqueda de definición de un objeto conlleva un dilema . Asf como la historia jamás se escribe en la v(spcra, la nueva historia de las relaciones del hombre con la naturaleza no puede, cabalmente, preverse. Sin embargo, existen algunas pistas: debemos buscar el conocimiento de los sistemas, con la geografía física en busca de una sistematización horizontal, ya que la búsqueda de relaciones verticales infinitas nos posibilita avanzar. Hay, pues, un campo particular de la geografía física a pesar de los avances de la técnica, ya que la historia no es
De lo jfsico a lo humano. De lo natural... 1 89
indiferente a los hechos naturales. Y la geografía regional, ¿haría o no el matrimonio entre la geografía física y la humana, como se pretendió durante algún tiempo? R. Lobato Correa (1986) ya respondió esa pregunta de manera adecuada mostrando el interés y los límites del método regional. Lo que se podrfa sugerir también, es la óptica amplia, la óptica de la producción de las cosas, o mejor, de los fenómenos naturales y sociales. Esto llevaría a otra fonna de pensar el estudio regional, al considerar la región como el lugar donde ocurre la acción. Se trata del espacio de la acción, del impacto de la acción; tanto natural como humana, que puede tener ongen local o distante, pero siempre resulta en un impacto sobre un pedazo de territorio. Esta acción se ejerce sobre objetos naturales y creados. Pero la verdad es que, con el avance de la técnica, los objetos creados sustituyen cada vez más a los naturales, pero aparecen también como objetos naturales a los ojos de las nuevas generaciones. Es la historia de su producción lo que distingue la naturaleza heredera de lo natural y la que proviene de lo artificial.
8 El espacio y el movimiento de las contradicciones
Teorizar sobre la ciencia geográfica equivale a buscar caminos para entender el fenómeno geográfico. Una situación geográfica, o sea lo que es un lugar en un momento detenninado, siempre constituye el resultado de acciones de diversos elementos de diferentes niveles. Esos elementos son variables pues cambian de significado a tmv~s del tiempo. La historia no tiene fin, siempre está rehaciendose. Lo que hoy parece un resultado, tambi~n es un proceso; y actualmente un resultado es, asimismo un proceso que mañana
se convertirá en otra situación. El proceso es un devenir pcm1anente. Sólo si pudieramos detener la historia podríamos estar en un estado, en una situación pcnnanente. Toda situación es, desde el punto de vista estático, un resultado, y desde el punto de vista dinámico. un proceso. En una situación de movimiento, los actores no tienen el mismo ritmo, se mueven según ritmos di versos. Por lo tanto, si tomamos apenas un momento, perdemos la noció.n de la totalidad en movimiento. Las rupturas en el tiempo nos plantean situaciones en un momento detem1inado. No captan el movimiento, apenas son una fotogrJfía. El movimiento es diacrónico, sin lo cual no hay historia. No habrfa dialéctica si el movimiento de los elementos se expresara de manera sincrónica. Si consideramos una situación X, ella es el resultado de un juego de contradicciones existentes en X-I. Esa situación es el momento en el cual se plamea una nueva contmdicción cuyo resultado será X+ l. Tenemos, entonces, uña situación S(X) que • u""'tvrnSt O A D . t .f • .. .. (. I - )
92 1 MelamOtfosis del espacio habiwdo
tiene como antecedente S(X- 1) y como resullado S(X+l). X sería el resultado de movimientos dialécticos que se procesaron en X-1 y sería el proceso que conduce a X+ l. Y así sucesiva e indefinidamente. A una situación se suceden otras. La situación representa una inestabilidad. Detrás de una fotografía de una situación, hay movimiento. El proceso es la propia historia, el movimiento, la lucha de contr.1rios que chocan entre ellos y crean una nueva realidad. Aquí sólo vamos a privilegiar algunos elementos que participan de ese proceso dialéctico. Lo externo y lo interno, lo nuevo y lo viejo, el Estado y el mercado son tres de las grandes contradicciones de cualquier si tuación. Son tres pares dialécticos que se refieren al hecho geográfico. Ese tema ya se abordó en otro estudio (M. Santos, Espa~o e Método). Vamos a reconsiderarlo bajo un enfoque diferente.
8.1 Lo externo y lo interno Lo interno es todo lo que en un momento concreto. ya está presente en un lugar detern1inado. En lo interno las variables tienen la misma dimensión del lugar; por consiguiente las dimensiones se sobreponen delimitadas por el lugar. Lo interno es lo que aparece como local. La escala del lugar se confunde con su propia existencia. Pero las variables que fonnan una situación son, frecuentemente. extralocalcs; por lo tanto, más amplias que el lugar. La escala de las variables es mayor que la escala del lugar ( el pafs, el mundo). Lo externo es todo aquello cuya jurisdicción está fuera del lugar, y mantiene una escala de acción mayor que el lugar, aunque incida sobre él.
Cada lugar tiene, pues, variables internas y externas. La organización de la vida en cualquier parte del territorio depende de la interrelación de esos factores. Las variables externas se intemalizan, y se incorporat1 a la escala local. Hasta el momento en que impactan sobre el lugar son externas, pero el proceso de espacialización es también un proceso de intcmalización.
Es espacio y el movimiento de las contradicciones / 93
La realidad de lo externo depende, ademjs, de lo interno. Ninguna variable externa se integra a una situación si esta no posee condiciones internas para aceptarla. La presencia local de ciertas condiciones, aparece, pues, como indispensable para la internalización de los hechos externos. De esta fonna, las variables externas no pueden, en un momento concreto, inserirsc en todos los lugares. Por ejemplo, para que los televisores se instalen en un lugar detenninado, es necesario que haya energía eléctrica. A grosso modo. si existe la posibilidad de que se establezcan diez mil variables externas en un país o en una región, sólo algunos lugares serán capaces de interiorizarlas. La internalización de lo externo no se plantea de fonna arbitraria, sino en lugares especfficos, donde se pueden combinar las variables internas con las externas. La combinación entre lo externo y lo interno depende de una articulación entre esas diferentes variables. y, a partir de ahí, se crea un nuevo precipitado. Todo lo que existe en un lugar está en relación con los demjs elementos de ese lugar. Lo que define un lugar es exactamente una trama de objetos y acciones con causa y efecto, que forman un contexto y alcanzan todas las variables ya existentes, internas; y a las nuevas. que se van a
intcmalizar. La eficacia del mismo factor externo varía según los lugares, según sus valores internos. Los lugares se diferencian por la manera en que los factores internos resisten a los externos. detem1in:mdo las modalidades del impacto sobre la organización pre-existente. A partir de esa confrontación se impone una nueva combinación de variables, otra disposición, destinada a mantenerse en constante movimiento. 8.2 Lo nuevo y lo viejo
Cada lugar combina variables en tiempos diferentes. No existe un lugar donde todo sea nuevo o donde todo sea viejo. La situación es una combinación de elementos con edades diferentes. La disposición de un lugar, a través de la aceptación o rechazo de lo nuevo, depcnderj de la acción de los
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factores y de la organización existentes en ese lugar, a saber, el espacio, la política. la economía, lo social, lo cultural. Tanto lo nuevo como lo viejo son datos pcm1ancntcs de la historia; se encuentran en todas las situaciones. Pero si los elementos de una situación concreta trabajan en conj unto, lo nuevo es lo que aparece como dotado de una mayor eficacia. La estructura hegemónica .de la sociedad no siempre desea lo nuevo, para ella existe lo nuevo que le conviene y lo que no le conviene. Lo nuevo puede rcchazurse si implica una ruptura que puede quitarle la hegemonía de las manos a quien la 1iene. Por ejemplo, cuando se descubrió el petróleo, los propietarios del carbón se resistieron. Deshacerse de un aparato productivo que se ha vuelto obsoleto e inadecuado, significa frecuentemente deshacerse de los propios patrones, y éstos resisten. Lo nuevo no llega a todos los lugares, y cuando llega no es al mismo tiempo; por eso no siempre llega cuando es absolutamente nuevo. Por lo tanto podemos datar la llegada de las variables en el momento en que comienzan a existir, su momento cero. El año que aparece la primera mjquina a vapor, ella es lo nuevo absoluto, y este es su momento cero. La innovación es lo nuevo absol uto, a partir de ahí se considera que empieza lo nuevo o lo viejo relativo. Éstos ind ican la distancia entre la aparición de una variable y el punto en el tiempo en que se implanta en un u otro lugar. Mientras una localidad está a quince anos de una innovación, otra estj a cincuenta. El país que implantó el telégrafo diez ru1os después del año cero, estará diez años atrasado. Lo nuevo absoluto es siempre el de la historia de las cosas tomadas en sf. La combinación de las cosas, que la geografía estudia, se plantea como un desfase. La llegada de lo nuevo causa una confrontac ión. Cuando una variable se introduce en un lugar, cambia las relaciones pre-existentes y establece otras. Todo el 1ugar cambia. Por ejemplo, cuando se construye un hotel de cuatrocientas plazas, cambia todo el lugar y no sólo el sector hotelero. Como ya al1nnan10s cada situación es diferente de otra. Ninguna situación reproduce otra, pero estj siempre compuesta
Es espacio y el movimiento de las contradicciones 1 95
de pares dialécticos. Sólo podemos comprender la situación a través del movimiento. Y movimiento es sinónimo de tiempo. Las diversas variables tienen múltiples dimensiones, presentan las más diferentes vertientes. Una misma variable presenta lo nuevo y lo viejo, al existir una lucha continua entre ambos agentes. Muchas veces lo nuevo expulsa rápidamente lo viejo, que a veces resiste mucho tiempo. Esta resistencia no depende sólo de esa variable vieja, sino del conjunto de variables, de la combinación y relación que existe entre ellas. Es esta relación contextua! la que establecerá cómo se planteará la lucha entre lo nuevo y lo viejo. Es más. lo nuevo no es obligatoriamente lo interno ni obligatoriamente lo externo, ni todo lo externo es lo nuevo absoluto. Cual<.Juiera que sea el lugar. las variables presentes no tienen la misma edad. Por ejemplo, en Estados Unidos es donde tenemos las mayores innovaciones; sin embargo, el correo brasileño es mucho más avanzado que el norteamericano, así corno los ferrocarriles japonenses son mucho más modernos que los de Estados Unidos... 8.3 El Estado y el mercado
Aquí tenemos un par dialéctico más, de los muchos que nos dan la conliguración de un lugar. Ambos median entre lo externo y lo interno, entre lo nuevo y lo viejo. Hablarnos del Estado y del mercado. El mercado es un facto r de control, un dato de unificación, un conjunto de elementos capaces de establecer um equil ibrio concreto (equlibrio general de la economía). Actúa aparentemente sin violentar a nadie y pasa de una situación de equili brio a otra. Este equilibrio, que el mercado tiene siempre corno función restaurar, cambia de signi ficado con el tiempo. El equilibrio de hoy no es el mismo de otros tiempos. y con seguridad no será el de mallana. Es la "mano invisible", corno afirma Adam Smilh. Adan1 Smith, que vivió en el siglo XVIII, se considera el padre de la economfa poHtica y, principalmente, del liberalismo económico aplicado a la producción nacional y al
96 1 MetamOJjosis del espacio habitado
comercio internacionaL Esa "mano invisible" regularía el funcionamiento de la economía; el propio mercado regularía el sistema económico. Pero si la idea de "mano invisible" era todavía posible cuando la economía era nacional, cuando la vida económica se internacionaliza, esta idea se vuelve extremadamente frágil. Aún así, actualmente en algunas partes del mundo como Brasil, muchos todavfa exigen que el Estado no interfiera más en la economfa. Las ideas de J. M. Keynes, producidas en años todavía recientes de este siglo, se contraponen a las de A. Smith. Para Keyncs, para mantener el equilibrio en el sistema económico, es necesario que el Estado tenga un papel constante de intervención. Esta intervención sería más fuerte en los momentos en que el mercado no consiguiera superar las crisis. Con la intemacionalización de la economía, el Estado es llamado a intervenir para orientar el mercado. A partir de los afias treinta y cuarenta, pero sobre todo despu~s de la Segunda Guerra Mundial, el Estado ejerce cada vez más un papel regulador, pues detenta los instrumentos para realizar esta labor. Hoy el mercado no logra equilibrarse sin la intervención del Estado. Esta intervención del Estado se lleva a cabo de manera planificada, tanto a corto como a mediano plazo. La intervención del Estado en la vida económica de una nación está cada vez más plani licada, aunque la planificación haya sido en principio una práctica de los países del Este. Muchos economistas occidentales asocian la economía planificada con el comunismo, práctica desarrollada despu~s de la Revolución Rusa, pero no hay nada más planificado que la economía capitalista, donde el Estado juega un papel fundamental. Hoy se planifica hasta la misma recesión. La manera por la cual se realiza la intervención del Estado está condicionada por su configuración espacial, a trav<5s de la geografización de las diversas variables que integran una situación. Así el Estado limite su illlervención a lo económico, el resultado es que los demás niveles de la vida social, como salud, educación, ocio y otros son organizados por la ley de mercado, siendo la especulación una de sus am1as. Fue
Es npacio y el movimiento de las comradicciones 197
ésta, por ejemplo, la que llevó a la ciudad de Sao Paulo a tener las dimensiones que presenta hoy. Hay diferentes niveles de Estado: la federación, los estados federados, los municipios. Muchas veces, el interés de uno de esos niveles no es el de los demás y los resultados de una misma acción no serán los mismos para los diferentes
niveles. Hay en todos los casos, una relación dialéctica entre el Estado y el mercado, pero eso no elimina el hecho de que el Estado ejerza su ayuda al mercado.
7
9 Geografía General (no determinista) y_ Geografía Regional
La preocupación de algunos de los defensores de la inclusión de la geografía en el esquema de las disciplinas autónomas. que habría de conducirlos a la sobre-estimación de leyes rígidas, derivadas de relaciones pem1anentes entre los elementos de la composición geogr~lica, los llevaría a admitir, a través de este camino engaf\oso, la existencia de un deLem1inismo que la observación demostró imposible de verificar. Al querer adoptar. según esta hipótesis, una rigidez ineludible. incorporaban así un concepto equívoco de causalidad. Sin embargo, el geógrafo no debe tener como preocupación dominante en su actividad, la búsqueda de principios generales llamados leyes, creyendo poder, mediante la misma combinación, conseguir i d~ntico resu ltado en cualquier punto de la Tierra. Hasta en el deseo de afinnamos como ciencia autónoma, no debe ser esa nuestra mayor preocupación, pues corremos siempre el riesgo de ver echar por tierra nuestro raciocinio lógico o nuestra generalización. frente a realidades bien diferentes, resultantes de un juego inusitado o inesperado de los mismos elementos. Hay entre los fenómenos que pertenecen al campo de la geografía, un sinnúmero de asuntos susceptibles de ser medidos, pero hay tambi~n muchos imponderables, lo cual dificulta toda y cualquier generalización. El problema de la supcrpoblación es sintomático. En él, . entran como factores apreciables la presión poblacional, la producción y su distribución, la riqueza nacional o el deseo de
100 1Metamotfosis del espacio habitado
bienestar del pueblo. ¿Serán, mientras tanto, los paises más densamente poblados los de mayor tasa inmigratoria? Y viceversa, ¿los más escasamente habitados los de mayor absorción? ¿Tendrán siempre las puertas cerradas para que no puedan salir sus habitantes las naciones que más producen? Es evidente que no. Ni estos factores se combinan de igual fonna ni pueden, de antemano, detem1inar el resultado en esta o aquella situación. Es necesario no olvidar que participan tambi~n del juego datos, que a veces no son ni materiales, como las convicciones religiosas o ideológicas, las creencias o las costumbres que influyen diferentemente en el cómputo final. La tarea del geógrafo tiene que ser, por eso mismo, la de evitar, a priori tanto cuanto pueda, tales generalizaciones. Son un peligro y pueden ser la desgracia de nuestra ciencia. Buscadas con afán por los que tenían prisa de ver la geogmfía como ciencia autónoma, tambi~n pueden transfonnarse en un motivo de dcscr~d ilo. Son tantos los matices con que se presentan en la realidad las construcciones idealmente ho mo g~neas, que sería una vana teme ridad organizar ecuac iones definidas, solamente porque los elementos participantes son los mismos. Lo que la realidad nos muestra es que el hecho de que dos o más regiones rengan idénticas condiciones naturales. no conduce a que estén organizadas de la misma fonna por el hombre. ni que ganen así una fisonomía similar. Por el contrario, lo que vemos es la diversidad, como la indicada por Gottman ( 1952) entre Marruecos y California, cuyas constantes naturales, de clima, vegetación, etc., pueden ser comparables. Por de otra parte podemos encontrar una cierta unidad. podemos decir humana, en regiones como la llamada cuenca parisina, cuyas características geográficas son muy diferentes. Ya Gallois (1908, p. 223) afinnaba que "entre las condiciones impuestas por la naturaleza a la actividad humana, es necesario sin embargo, tener en cuenta la posición, la fac ilidad de comunicación, todo un conjunto de causas que, en cada época, para un estado de civilización detenninada, pueden conceder ventajas a una región o a un sitio detenninado". Según P. Gourou, cuya opinión es muy discutida. para una explicación geográfica total de los paisajes, debemos tener
Geografía General (no determinista) y Geograffa Regional! 101
muy en cuenta la civilización, cuadro selectivo que se interpone entre los elementos físicos y humanos y condiciona sus relaciones. No se puede predecir de antemano la naturaleza de las relaciones que se plantear{.ín en un determinado territorio solamente por considerar sus condiciones naturales y las técnicas aportadas por el grupo que se va a instalar en él, porque existen otros elementos del juego, muchos de los cuales no se pueden medir ya que actúan de fom1a diferente, e implican consecuencias también diferentes. Hoy. con los recursos que la técnica le dió, el hombre puede alterar sustanciahnentc el cuadro que le sería impuesto, si se subordinase con las manos atadas a los ritmos de la naturaleza. Su acción, en ese sentido. depende en gran medida de su medio, medio geográfico, con énfasis. Como subraya Demangcon, no existen las fatalidades sino voluntades humanas. No hay determinismo absoluto sino apenas posibilidades que la iniciativa humana crea. (A. Dcmangeon, 1945, p. 31). Por eso los grupos humanos no se organizan igual, ni valoran el espacio de que disponen de igual fom1a. Ésto, j unto con las propias diferencias estructurales de lugar a lugar, constituye el gem1en de la diferenciación del mundo y de su reparto en conjuntos regionales, cada cual manteniendo su individualidad, por lo que podemos afi rmar que la superficie del Globo es un verdadero mosaico de regiones. No se cncontrarfan, por eso mismo. relaciones constantes entre dos o más fenómenos concretos. Puede darse el caso de una coincidencia persistente, de una analogfa, pero como ejemplo aislado, que no bastará para elevarlo a la categorfa de ley. Lo que se verilica, al contrario. es la presencia de combinaciones sorprendentemente nuevas. Para creer en la geografía general, no se la debe considerar descosa de encontrar relaciones penuancntes de causa y efecto entre los fenómenos. sino como el estudio del conjunto de los diferentes factores. tanto de sus estructuras como de sus dinamismos. y verificar por otra parte, sus potenciales de combinación.
102 1 MewmOJfosis del c•spacio habitado
Nuestra preocupación no debe ser, por eso mismo, la de clasificar los hechos geográficos dentro de fórmulas definidas, sino, por el contrario, estudiar estos fenómenos a escala planetaria, segu ros sin embargo, de que sus combinaciones locales serán muy diversas. Seguros también que la comprensión de lo que pasa en cada lugar es indispensable para el entendimiento de procesos a niveles mucho más amplios, que nos conducirán a considerar la propia mecánica del mundo como un todo. Cada lugar es hoy solidario de todos los demás lugares y es ese encadenam iento que plantea la base de las explicaciones. La geograffa humana general suministrará pues un material más que necesario para el propio análisis regional. Le Lannou puntualizaba, desde los años cuarenta las siguientes ventajas de la geografía humana general:
* sirve para construir cuadros metódicos de observación, para definir los tipos, para convertir los hechos en fónnulas y reducirlos a datos comparables entre sf; * exige el exan1en y la confrontación de ejemplos de todo el planeta {...) y de una naturaleza tal que pemlile aclarar singulannente muchas lagunas del estudio regional. El estudio regional presenta muchas veces planteamientos engañosos, y acentua sólo una de las apariencias más visibles... * los estudios son de una naturaleza tal que nos sum inistran técnicas seguras, cada vez más necesarias para nuestros trabajos regionales, si queremos conocer los fenómenos naturales, demográficos o económicos que contribuyen a caracterizar nuestro objeto, desde una perspectiva diferente de la de un simple aficionado (Le Lannou, 1949, p. 279). Sus enseñanzas son indispensables, no sólo porque sugiere diferentes conceptos, sino porque nos plantea una idea de cómo los diferentes elementos del enunciado pueden entrar en composición, es decir, el juego de las inlluencias recíprocas. La segu ridad de que es imposible reduci r los fenómenos geográficos a esquemas predeterm inados o a fórmula:; fijas, pem1itirá la fonnulación de una geografía
Geografía Genl'ral (no determinista) y Geograffa Regional/103
general menos ambiciosa, que dejará de ser la que investiga las leyes absolutas que regulan los hechos gcográl1cos, es decir un fin en sí misma, para dedicarse al estudio de la estructura más general, donde se incluyen los elementos geográficos y su aptitud para entrar en combinación, es decir un método. La geografía humana general, más que un fin en sí, debería ser un ejercicio y un control, indispensables para la cohesión de las investigaciones y para la conservación del espíritu geográfico (Le Lannou, 1949, p. 279). No debemos preocupamos pues, de una geograffa general clasificadora, esperanzada en destacar hechos simples para su estudio, apreciación y valorización, como si ellos pudieran tener existencia fuera del conjunto a que pertenecen. Decía Cholley que sólo hay dos puntos de vista cuando se estudia geografía: el de la geografía general y el de la geografía regional. Esta últi ma "se propone reconocer y estudiar los diferentes dominios, medios o regiones que las combinaciones físicas, biológicas y humanas han hecho aparecer en la superficie del planeta; y por otra parte, la geografía general física y humana, que se eleva por encima de los casos regionales para considerar la estructura y el juego de los factores que entran en combinación en la superficie del planeta " (A. Cholley, 1951, p. 29). A lo largo de sus divergencias conceptuales, todos los geógrafos parecen estar de acuerdo en que nuestra disciplina debe dedicarse a las realizaciones de los grupos humanos sobre nuestro planeta. Los esfuerzos de los grupos humanos para alim1arse, mediante la combinación de recursos que están a su alcance, y la capacidad de que disponen para desarrollarlos en su medio, son un factor de diferenciación y organización. Tenemos pues el mundo repartido en organizaciones regionales que constituyen los mejores rasgos de la presencia del hombre sobre la Tierra. Sobre una detemtinada fracción del territorio un grupo humano se dedica a la organización del espacio que dispone y a partir de las condiciones existentes o adicionales, va a fonnar su medio de vida y su paisaje, subordinándose o imponiéndose a los imperativos del medio físico. combinando con él sus aplitudcs o borrando tanto como le ~ca posible sus in_nuencias,
104 1 Metamorfosis del espacio habifaclo
de acuerdo con los niveles de civilización material a que hubiera llegado. Las condiciones naturales y las realizaciones humanas forman pues una red de relaciones, cuyo ordenamiento constituye un todo complejo y una realidad definida. Como operación de análisis, la investigación geográfica tiende a verificar en la síntesis, el hecho geográfico, cuales son sus componentes próximos o distantes y cómo entran en combinación. En una área detcmlinada o en un dctenninado lugar, un espacio "in concreto". Si podemos admitir como R. Clozicr ( 1942, p. 9 1) que "los hechos sólo adquieren verdadera signiticación geográfica concebidos en función del encuadre regional", no sabríamos al estudiarlos como separar un elemento, si es cierto que apenas constituye un eslabón en la cadena de fuerzas que actuan conjuntamente en una dirección concreta pero que ultrapasan la escala del lugar. Su fom1ación depende de un todo mucho más complejo. Al contrario de lo que pensaba Vallaux ( 1929. p. 173) que no veía conexión posible entre ellas, la llamada geografía general, renovada, y la llamada geografía regional, subordinada al conocimiento de contextos más amplios. se ayudan mutuamente, porque si una suministra a la otra un inventario de posibilidades previstas en el presente, las cuales usará como punto de partida para sus investigaciones. recibe por otra parte a través de los estudios in concreto, un nuevo subsidio para sus nuevas deducciones. La geografía general es un capítulo introductorio indispensable y de su renovación depende la capacidad de a1ejar el riesgo de explicaciones detenninistas. Lo correcto en geografía es no perseguir seguridades en las posibilidades admitidas. pues cs. de hecho, más fáci l desmentir que confirmar pronósticos que se afirman en experiencias pasadas. ParJ ser válida. la geografía general tiene que ser constantemente renovada, a la luz de una historia en constante movimiento.
JO De la teoría a la práctica: un modelo analítico
10.1 La definición del espacio
10.1.1 La definición del espacio es una de las tareas m:is difíciles y ha desafiado a los especialistas de las respectivas disciplinas explicativas y nonnativas, desde la gcograffa hasta la planificación territorial. De esa definición depende el buen resultado de los análisis de la situación y de los enfoques prospectivos. Proponemos aquí, una definición que es operacional y al mismo tiempo fundada en lo real. 10.1.2 El espacio está fonnado por dos componentes que interactúan continuamente: a) la configuración territorial, es decir, el conjunto de datos naturales, más o menos modillcaclos por la acción consciente del hombre, a través de sucesivos "sistemas de ingenieña"; b) la dinámica social o el conjunto de relaciones que definen una sociedad en un momento detem1inado. · 10.1.3 La conliguración territorial o configuración espacial está confom1ada tal como ya describimos, por la disposición de los elementos naturales y artificiales de uso social sobre el te rritorio: plantaciones. canales, caminos, puertos y aeropuertos, redes de comunicación, edificios residenciales, comerciales e industriales. etc. A cada momento histórico, varía la disposición de esos objetos sobre el territorio. El conjunto de los objetos creados fonna el medio técnico, sobre el cual se basa la producción y evoluciona en función de ~sta. 8
106 1 Metam01[osis ele: espacio habitado
10.1.4 La dinám ica social es planteada por el conjunto de variables económicas, culturales, políticas, cte., que a cada momento histó rico dan un significado y unos valores específicos al medio t~cnico creado por el hombre, es deci r, a la configuración territorial. 10.1 .5 El espacio total está constituido por subespacios: agrícolas, urbanos, mineros, estratégicos. etc. De esos solamente el subcspacio urbano tiene las condiciones requeridas (el aparato terciario) para mantener relaciones con los demás subespacios. Naturalamente esas relaciones también son interurbanas. El conjunto de ciudades y de infraestructuras de transporte y comunicaciones fonnan el verdadero annazón de la economía.
10.1.6 De ese modo, la red urbana tiene un papel fundamental en la organización del espacio, pues asegura la integración entre fijos y flujos, es decir, entre la configuración territorial y las relaciones sociales. Su estudio es fundamental para comprender las articulaciones entre las diversas fracciones del espacio. Un análisis evolutivo de un sistema urbano, bajo esta óptica, pcm1ite reconocer las diversas dinámicas espaciales en diferentes momentos, y. asf mismo, nos da pautas al futuro. 10. 1.7 Es evidente que el estudio de la red urbana es insuficiente para conocer la dinámica espacial de un área, sobre todo cuando buena parte de los procesos racionales se orientan fuera del territorio estudiado. Aunque no fuera así, lo que pasa en los subcspacios no urbanos tiene una lógica propia, que influye sobre el sistema urbano. De este modo su estudio exclusivo puede Uevar a resultados fragmentados y posiblemente falsos. La evolución de las condiciones y de los resultados de la producción agrícola y mineral, la expansión de los medios de circulación y el movimiento asf generado son igualmente datos esenciales para la comprensión de un espacio detem1inado.
De lateorfa a la práctica: un modelo a11alf1ico 1 107
10.2 Estado y Federación 10.2.1 La organización espacial correspondiente a una región o a una unidad político-administrativa de un país no se plantea de fonna autónoma. Para cada país, del mismo modo que hay una sociedad global, hay también un espacio total. Las leyes que regulan la sociedad (el conjunto de relaciones sociales) rigen sobre el pafs como un todo, de forma indivisible, y las infraestruturas que integran el territorio (carreteras, etc.) también son indivisibles. 10.2.2 En un país de economía integrada y donde el Estado centraliza los recursos y decisiones, los flujos son cada vez más, cualitativa y cuantitativamente, de naturaleza nacional. El Estado federado, y hasta los municipios, también pueden crear flujos, muchos de los cuales todavía están subordinados. Es más, cuando la e.conomfa se mundializa, como ahora, se deben, obligaLOriamente, tener en cuenta los flujos de naturaleza internacional. 10.2.3 Como la economía está en frecuente mutación, las infraestructuras de apoyo se renuevan instantáneamente, y lo hacen bajo auspicios que no siempre competen al Estado federado, sino a la Unión, y no raras veces para responder a proyectos nacionales. 10.2.4 En la fase actual de la historia mundial, los datos referidos en los dos ítcms anteriores son de gran importancia, debido esencialmente a dos factores: a) la extensión de la división internacional del trabajo a las más diversas instancias de producción; b) el uso, cada vez más generalizado y necesario de capita1es constantes fijos, como condición sine qua non para que se puedan plantear la producción, la circulación y el consumo. 10.2.5 Así, el uso del territorio de un Estado federal es, en gran parte, resultado de flujos generados fuera de él, y hasta en el exterior, y que escapan al control de sus instituciones. En otras
108/ Mctamo,fosis del espacio habitado
palabras, la organización del espacio provincial es, en buena parte, dictada desde afuera. Por eso, el análisis debe tomar en cuenta los diversos niveles de origen de las variables, ya sea para fines de intervención o de planeamicnto.
10.3 Necesidad de una periodización 10.3.1 Para que el estudio pueda alcanzar sus objetivos, es decir, interpretar el presente como resultado de un proceso e indicar posibles lfneas de evolución, se impone un esfuerzo de periodización. El espacio está. grosso modo. fonnado. como vimos, por s istemas de ingeniería y flujos de relaciones. Aquellos dejan su marca concreta en los obj etos geográficos materiales que fonnan la configuración territorial y los paisajes, los cuales funcionan como verdadera condición del desarrollo social. El hecho de que los cambios operados en el espacio raramente eliminan de una vez los rasgos materiales del pasado, obliga a reconsiderar las fases respectivas de instalación de nuevos instrumentos de trabajo y de creación de nuevos medios de trabajo. En cada fase, las relaciones sociales no son de la misma naturaleza. Asf, las combinaciones entre flujos y fijos, aunque estos aparentemente no cambien, no son las mismas según los períodos. 10.3.2 Cada período tiene una fase ascendente y una descendente, donde el j uego interno de las variables can1bia, y enfatiza un factor cuya importancia e ra menor en el primer período. De ese modo se reconocen las tendencias y se está en condiciones de imaginar las posibles líneas de evolución. 10.3.3 Una periodización que interese a una región, un estado de la Federación por ejemplo, en las condiciones actuales, tiene que tener en cuenta factores internacionales y nacionales, además de los que se refieren a la proria área estudiada. Es la única mane ra de no despreciar relevantes factores de explicación. La periodización es indispensable para que, en el trabajo de empirización de categorías, no se nos escape, según
De la teorfa a la práctica: un modelo analftico 1 109
los momentos, el problema del cambio de valor de cada variable. 10.3.4 Aquí el problema de la división del trabajo abarca toda su dimensión. Cada división del trabajo cam bia el uso del territorio en virtud de Jos tipos de producción exigido por las técnicas directamente utilizadas y por las fonnas cómo se ejercen las diversas instancias de producción, al exigir nuevos objetos geográficos (casas, etc ...) y al atribuir nuevos valores a los objetos preexistentes. Como no todos los lugares están afectados igualmente por los efectos de las sucesivas divisiones del trabajo, la comprensión de lo que pasa en cada uno de ellos exige que se tengan en cuenta las diversas divisiones del trabajo. Como la división internacional del trabajo se ejerce, dentro del territorio nacional, de fonna específica en cada país, se puede hablar de una división interna (nacional) del trabajo, ind ispensable también a tener en cuenta. El problema de las demás escalas geográficas es también relevante, en función del nivel territorial de análisis escogido. 10.4 Un esquema operacional: el análisis de la situación actual
10.4.1 La fom1ulación de un escenario de organización espacial exige dos series paralelas de cuestiones: a) el conocimiento de la situación presente, es decir, de los elementos que explican la siluación actual, en sus aspectos genéticos y presentes. Eso nos dará igualmente el conocimiento de los procesos subyacentes a la realidad y debe, también, permitir reconocer tendencias; b) la fijación de metas construidas sobre la base de probables interrelaciones. 10.4.2 Las tendencias son la unión indispensable entre esas dos órdenes de cuestiones, y aseguran un carácter realista a las propuestas de cambio. De ese modo, la pieza esencial del estudio será el análisis de la situación actual en que no apenas se identifican
1JO 1 Metam01josis del espacio habitado
los aspectos de estructura si no también las tendencias aparentes o encubiertas tras el presente.
10.4.3 El análisis de la s ituación actual deberá hacerse desde los principios básicos enunciados antes y constará esencialmente de: *estudio fonn al (estadístico y documental) * análisis de contenido * tentativa de periodización de identificación de las tendencias *definición de la problemática actual. 10.4.4 El estudio fom1al considerará los aspectos cuantitativos y cualitativos concernientes a: * Distribución espacial de las actividades materiales, de los servicios, de las infraestruturas y de los hombres; * F lujos generados por las acti vidades y po r la presencia de una población: vías y medios de transporte y comunicación. 10.4.5 El análisis de contenido se esforzará en identificar:
* Una caracterización de la evolución del contexto y de sus variables, con la identil1cación de sus respectivas causas; * La distinción entre evolución "espontánea", derivada principalmente de las fuerzas del mercado, y de la evolución "dirigida" o planilicada; * Los efectos recíprocos entre los diversos tipos de evolución; * Las condiciones de evolución reciente y aclual.
De·la teorfa a la práctica: un modelo ana/{tico 1 111
10.4.6 Los dos grupos de análisis indicados precedentemente deberán pcnnitir una nueva serie de análisis, que conduzcan a definir paralelamente:
* La periodización de la evolución;
* Las características de cada período; *La identificación de las tendencias generadas en cada período y de las rupturas que marcan el paso de un período a otro; * La identificación, así, de los factores de evolución y de mutación; * Las principales consecuencias relacionadas con los ftems precedentes. 10.4.7 En el estudio de la problemática actual de la organización espacial se valorará particularmente:
* La concentración geográfica de las actividades y sus consecuencias sociales. económicas, administrativas. etc.; * Las actividades de control externo, recientes o no y sus consecuencias sociales. económicas, administrativas, etc.: * Las perspectivas de una evolución ''espontánea" y sus componentes espcculativos; * El papel del poder público, dentro de esa evolución, en sus diversos niveles. Creemos que ese análisis, fundado en hechos concretos nos indicará el mejor camino hacia una geografia que explique lo real y tenga asf, un importante papel prospcctivo.
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TEXTOS
D E
GEOGRAF
A
Este librC'I, MetMnorfosis del espKio habitlldo, que ya ha alcanzado cuatro ediciones en Brasil, supone su primera traducción extranjera, lo que constituye una gran aportación a la bibliograffa geográfica en lengua castellana. Milton Santos concreta en éi los principios que habfa señalado en su nuevd geogro~ffa. En primer lugdr plantea el redescubrimiento y remodelac1ón de la superficie terrestre a partir de la implant;~ción del periodo técnico científico, para a continuación analizar detalladamente los cambios que ello entrana para la disciplina geográfica. Introduce la renovación necesaria de la Geografía, detalla las metamorfosis del espacio mundial, a partir de la expansión demográfica y urbana y del desarrollo cientffico y realizo~ un repo~so de los conceptos tradicionales de la Geograffa a la luz de estas metamorfosis. Región, ciudad, jerarqufa urbana, paisaje y espacio en todas sus implicaciones son los principales conceptos analizados. Finalmeó"lte plantea la necesidad de superación de las dualidades tradicionales de la Geograffa, escindida Pntre flsica y humana, entre lo estátiCO y lo dinámico, entre lo general y lo regional, avanzando un nuevo modelo analflll:o Mihon de Almeidll S..ntos (Brotas de Macaúbas, Bahía, Brasil, 1926), se licenció en derecho en la Universidad Federal
ISBN 84-281-<)890..()
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