Jacques-Alain Miller
fuga del sentido V TEXTO ESTABLECIDO POR SILVIA E L E N A TENDLARZ
PAIDÓS Buenos Aires Barcelona :|pf! México
III E / íoM^/ d £ las Danaides
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I . O S felicito por haber llegado hasta aquí, me felicito a mí mismo. L a Digamos de todos modos algo de la huelga. lis u n significante que se impone por la coyuntura, pero digamos .ili'.o, en primer lugar, de su etimología, que es mejor conocida que la de (/ liiv-larigot, término que una persona que transcribe este curso no logró encontrar en el Littré, contrariamente a la indicación que yo había dado. I rs confirmo que se encuentra en el Littré, a condición de buscar larigot. huelga...
Las cincuenta Danaides
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La etimología de huelga [gréve] es mejor conocida. Se remonta - e n el caso en que se impone que la etimología sea la investigación del ori)',('n- al latín popular grava, que quiere decir grava [gravier]. E n nuestra liMigua -está atesdguado en el siglo X I I - gréve designaba u n terreno plano formado de arena, de grava, y localizado al borde del agua. Es un nombre común, que en París se ha vuelto u n nombre propio. Son las metamorfosis de las palabras. Gréve designa exactamente u n emplazamiento al borde del Sena que ustedes pueden situar más o menos exactamente, dado que es el lugar donde se construyó el Hotel de Ville. I .1 plaza de Gréve -está confirmado de múltiples fuentes- era el lugar ilonde iban a esperar que les dieran u n trabajo para hacer en varios Iipos de oficios. Esto se encuentra en el Littré y en el Bloch y Warburg. I's decir que está garantizado. y:iis«:!i«,c«',: i;:mi,a
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A partir de allí p u d o hacerse la huelga, y este se volvió u n nombre común, pero con u n sentido sensiblemente diferente, que no nos atrevemos a decir sentido primero porque y a es subsecuente -quiero decir con esto el sentido del terreno de arena y de grava-. Pasó por el nombre propio: la Gréve de París, y se convirtió en el nombre común del cual gozamos: la huelga, la huelga como detención del trabajo, que es evidentemente una definición insuficiente. Es una detención del trabajo concertada, con el fin de obtener beneficios o de que no se nos quiten esos beneficios. Esto fue demostrado a comienzos del siglo XIX, durante la época de Napoleón, en 1805. Esta es la historia de un término: u n recorrido de sentido, u n recorrido de sentido del que u n Bréal -quiero decir M i c h e l BréaL el que inventó la palabra semántica- pensó que se podían situar leyes, leyes de transformaciones de ese sentido, teniendo en perspectiva lo que él esperaba de una ciencia de las significaciones, puesto que así definió a la semánüca. '* Lacan, el Lacan del que hacemos este año nuestro mirador, el de la "Introducción a la edición alemana de u n primer volumen de los Escritos", se dirige más bien a acentuar en u n tal recorrido, no la necesidad de leyes, sino lo que impacta en u n primer abordaje, la extraordinaria contingencia que tiene el uso actual de la palabra semántica. Si conservamos ese neologismo que entró en la lengua, semántica, esto demuestra menos la necesidad de las leyes que operan que la contingencia, que en todos los puntos opera en ese recorrido. Es decir que hay, propiamente hablando, u n elemento fantástico en toda etimología.
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I.. distancia, que lo próximo y lo lejano son predicados, atributos que • lependen de u n cierto número de referencias, y que hacen que otros ilenientos se queden en su lugar. Todavía no es todo lo que tenemos para decir de la huelga. L o que leñemos que preguntarnos es si tenemos que hacerla o no. Esta es una piegunta que nos interesa. Interesa a cada uno por su cuenta, pero hiuilmente estoy obligado, me parece, a informarles m i posición, pues el 1,1 condiciona sus desplazamientos hasta aquí. ¿Cómo puedo enunciar m i posición? Modestamente, no voy a siniMilarizarme, al menos en este dominio. Dicho de otro modo, les informo este miércoles que si esta huelga afecta la enseñanza que llamamos MIperior -dimensión en la cual nos m o v i l i z a m o s - y que alcanza en parlieular a los profesores, los enseñantes de la universidad de París VIK, pues bien, yo haré esta huelga. Por lo tanto, lean los diarios, escuchen 1.1 radio, como yo mismo voy a hacerlo, y si el miércoles próximo la I melga alcanza a la universidad, me conformaré a la situación. Pero •.egún las informaciones de que dispongo - n o sé si ustedes tienen otra1 • i ncluso si u n cierto número de estudiantes de esta universidad han dejado de asistir a los cursos y se dedican a desalentar a otros estudianles que lo hacen, la universidad de París V I H no ha sido atraída aún a iste movimiento. Por lo tanto, continúo. i
N o es todo lo que tenemos para decir de la huelga, quiero decir la huelga de hoy, aquella en medio de la cual estamos y que condiciona nuestros desplazamientos, esta huelga que se extiende, parece, y que demuestra hasta qué punto nuestra v i d a cotidiana, nuestro diario trajín está soportado por el trabajo de los demás, obreros o ferroviarios.
He dicho hace u n momento que en toda etimología había u n elemento fantástico. E n efecto, es fantástico decirse que esta etimología, que relaciona la huelga con el borde del agua, surgió en otra época, .intediluviana ella, llamada mayo de 1968, con u n eslogan especialmente poético que aún perdura, creo, en las memorias: la playa bajo los adoquines. Es como si la huelga etimológica hubiera venido en ese i histe que alguno inscribió, que como dicen inflamó las paredes, y que circuló en las memorias como algo especialmente emblemático de ese momento.
Es divertido constatar cómo nuestra métrica cotidiana puede ser subvertida de este modo por fuera de nosotros. Digo por fuera de nosotros porque, habitualmente, no hay ferroviarios en este curso. N o creo que aprovechen su huelga para venir. M e apresuro a decir que lo lamento. E n el fondo, sentimos los efectos de u n cambio de métrica y eso podría ser calificado -¿por qué n o ? - como experiencia topológica, al menos por el hecho de experimentar el carácter altamente relativo de
Son chistes finalmente, podríamos hacer otros: la huelga, el sueño [la gréve, le réve]. ¿Por qué no asociar esos dos términos por el sonido? A s o ciándolos por el sonido, podríamos producir algún sentido. Podríamos producir, por ejemplo, una interpretación de las huelgas, que veríamos motivadas, impulsadas, cargadas de sueños. ¿Por qué no? Según la simpatía que tengamos por el sueño, o la antipatía que pueda suscitar, se está a favor o en contra de la huelga. ¿Alguien podría molestarse
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porque definamos la huelga como u n sueño grave [réve grave]! Este es u n sentido que podría encontrarse a partir del sonido. Los introduzco de esta manera, así, suavemente, a partir de este cuidado permanente nuestro y que es llegar aquí y partir; no es otra cosa que el principio mismo de lo que Michel Leiris llamó su Glosario, cuyo título exacto ilustra el principio mismo o, digamos, el procedimiento, y esto utilizando u n vocablo que es el de R a y m o n d Roussel, que fue su maestro, su protector y en ciertos aspectos su inspirador. El título completo de Michel Leiris es: Glosario, en él compendio mis glosas. Huelga, sueño... Glosario, en él compendio mis glosas: es u n semblante de diccionario donde la definición surge de la asonancia, de aquello a lo que lleva como asociaciones de ideas, y que m u y bien puede virar hacia el poema. Ustedes fienen la segunda edición de ese Glosario que Leiris publicó con el título de SoupleMantique o, dice él exactamente, simples tics de glotis. ¿Conocen ustedes mejor definición de la lingüísfica que aquella a la que nos conduce y que, a parfir del juego de sonidos - a lo que se agrega su propia práctica-, nos da u n comprimido de poeta? Es esta: Lingüística: tintinea allí y se dicta tu más antiguo e íntimo tic-tac ["Linguistique: y tinte et s'y édicte ton plus antique et intime tic-tac"]. O incluso la del término literatura, con el que no hace lituraterra, que es el glosario de Lacan, sino que lo define así -es verdaderamente Leiris sin lugar a d u d a s - : Tu rito y tu celo, tu estertor y tu lucha ["Ton rite et ton rut, ton rale et ta lutte"]. Volveré a hablar de esto puesto que, en lo que nos ocupa este año, estos hechos, estos hechos de lenguaje, son fundamentales. Es incluso tomándolos con seriedad como podemos sustituir con el concepto de lalengua -escrito en una sola palabra- la noción del lenguaje ordenado por la relación entre el significante y el significado. Es en el espacio de lalengua como ese glosario puede existir. A decir verdad, la reducción de vuestro auditorio por la huelga no viene tan mal, a condición de que dure y que no se extienda demasiado tampoco - e n ese caso, no estaremos más aquí n i unos n i otros-, si esto puede permitir transformar este curso en seminario. E n efecto, el punto desde donde tomamos las cosas es como una acumulación de referencias, una multitud de experimentadores que solicitan estar aquí representados, y yo delegaría con placer, a uno o a otro, tal lectura, o 54
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,il presentación de referencias que no son de ningún modo gratuitas, xiique son las mismas que acompañan a Lacan. i'or ejemplo, el tonel, el tonel por donde se fuga, y que Lacan insIIbe al comienzo de su "Introducción a la edición alemana..." consa•i.ida a la fuga del sentido, o que al menos toma de allí su punto de I M i t i d a . Ese tonel por donde se fuga, imposible de dejar de lado, que es el lonel de las Danaides. Recién esta semana me d i cuenta - m e pareció u n encuentro maravilloso- de que Benveniste, el lingüista, había consagrado u n estu.lio especial al mito de las Danaides, y que inscribir, evocar ese mito ,il comienzo de u n escrito sobre la fuga del sentido tenía todos esos e i o s . Finalmente, como me d i cuenta u n poco tarde de la existencia (le este artículo aparecido en una revista erudita de 1949, no tuve aún 1,1 ocasión de procurármelo. Pero si alguno de ustedes quisiera hacer esta búsqueda la semana que viene, yo estaría encantado, y comunicaré entonces la referencia precisa. ¿Alguien estaría dispuesto a hacerlo? ¿Elisabeth Doisneau? Usted nos hará el favor de indicarnos la referencia, y si tiene a bien darme una fotocopia al mismo tiempo, me daría la ocasión de presentar el artículo (le Benveniste. M e he contentado, a propósito del tonel de las Danaides, que es como i'l emblema de aquello de lo que se trata, con referirme a Horacio, al tercer libro de las Odas, y precisamente a la Oda XI, donde figura esto: "et mane lymphae dolium fundo peruntis immo". Dolium es el tonel en forma de vasija, como se lo representa habitualmente. Inane lymphae: vacío de agua. Peruntis immo: agua que se pierde, que corre. Fundo immo: por el fondo -immo es el adjetivo que acentúa, refuerza el fundo-. E l tonel de las Danaides es calificado por Horacio como vacío en sí mismo. N o retiene el agua que allí se vierte. mmm •m^mm H ' C O v i d i o en sus Metamorfosis IV, en el verso 463, dice: "Assiduae repelunt quas perdant Belides undas". Belides son las Danaides. Se las llama Danaides porque son hijas de Dañaos, pero también se las llama así porque son nietas de Belus, las Belides se traduce Danaides. Assiduae no tenemos dificultad en comprenderlo puesto que todavía lo tenemos en nuestro " a s i d u o " [assidu]. Esto designa a alguien que hace algo continuamente, de manera ininterrumpida, con una duración persistente, con una presencia constante. E n el Gaffiot, se señala que 55
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en el derecho romano el adsiduus era el domiciliado y, por lo tanto, el contribuyente. En el fondo, el sin domicilio fijo, para el derecho romano, no paga. Por lo tanto assiduae evoca lo que se mantiene de modo permanente en su lugar. Assiduae quiere decir que no hacen huelga. Las cincuenta Danaides no hacen nunca huelga, y es por otra parte una actividad que llevan a los Infiernos. Están castigadas en los Infiernos porque mataron, bajo la orden de su padre, en la misma noche a sus primos, los cincuenta p r i mos a los que habían desposado, también bajo las ordenes de su padre, crf Finalmente, esto no les concierne a las cincuenta porque hay una de ellas - q u e es particularmente celebrada- que evitó cometer ese delito. Por otra parte, O v i d i o le consagra su decimocuarto Heroidas, que es una recopilación de la que quizá tenga oportunidad de hablar algún día, una recopilación de seudocartas de heroínas de la Antigüedad, y la última de ellas es de esta Danaide que evitó cometer el crimen. H a y aún otra más que no está en la serie y que escapó a la orden paterna. Quizá el artículo de Benveniste ayudará a precisar más de qué se trata. Podríamos comentar ampliamente este assiduae, puesto que el as es otra grafía, otra fonía, pero la misma en cuanto al sentido - d e ad- Ese ad indica la localización, el en lo de, el cerca de. Indica siempre, en latín, una proximidad local y temporal a la vez. Es lo que encontramos por ejemplo en el adsum que profiere, en u n momento singular, Sygne de Coúfontaine en la trilogía de Claudel, y que precisamente señala Lacan. Pero, no puedo seguir todas las pistas que se abren allí como siempre cuando hacemos una suerte de microlectura, aunque solo fuera de u n verso. Repetunt undas: ellas van a buscar, extraer las aguas. Assiduae, podemos en el fondo adverbializar diciendo: sin discontinuar. Traducen incluso en Budé como sin fin - l o que me parece u n poco más allá del sentido restringido-. Ellas van a extraer agua de los pozos que, sin discontinuar [quas perdant], pierden. Esta es, en el fondo, la descripción clásica del tonel de las Danaides: cuanto más sentido se pone - y no puede ponerse sin discontinuar- tanto más corre, se escapa del tonel que debería contenerlo.
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El anillo del sentido
l'or ello, la tautología, que yo evocaba la última vez, es u n ejemplo recordar, porque allí se trata del modo más masivo, más simple, . le decir lo mismo. Se reduce, se anula todo poder de atribución, toda ijosa, toda variación, para tratar de decir lo mismo repitiendo, y por lo 1,1 lito para hacer de la palabra misma, si puedo decirlo, su propio tonel, el tonel de su sentido. L a tautología es ciertamente u n enunciado distinCiiido, en la medida en que es indudable desde el punto de vista lógico. I ís el enunciado que capturaría la verdad de lo que es. i | M i c i
Por otra parte, es sobre este enunciado sublime de la tautología sobre lo que está construido todo el Tractacus de Wittgenstein. Es el ladrillo de la construcción. Es la tautología como el enunciado por excelencia, que dice lo verdadero y que entrega una significación absoluta, en el senI ido de que eso quiere decir lo que dice: punto. Los reduce al silencio. En el fondo, la tautología, desde el punto de vista lógico, sería el enunciado que reduciría toda distancia entre el querer decir y el dicho, el hecho del dicho, allí donde no quedaría nada para interpretar. L a tautología sería el enunciado que deseca toda interpretación, y donde, en su fórmula misma, se rehusa, se oculta la interpretación. Desde el punto de vista lingüístico, que se distingue allí necesariamente del punto de vista lógico, la misma se diferencia. L a tautología lingüística implica siempre una disimilación. C o m o lo evoqué la última vez, el término n° 2, el segundo caso de la misma palabra, se carga de todos los prejuicios, de toda la significación nebulosa e ideológica que cubre a la palabra. Dicho de otro modo, desde el punto de vista lógico, la tautología nos da una unidad totalmente compacta de sentido o, si me atrevo a decirlo, u n sentido perfectamente denso. <»
L a menor etimología está allí para mostrarlo. E n la menor lista en el Littré de los usos de una palabra, definiciones que están en el fondo como u n tonel para encerrar el sentido, en el momento en que se lo tiene, creemos, detenido, encerrado, puesto en el tonel, ya se deslizó a otra parte. •,,f',«;;.,• •J-»ÍV«S'-.tMíinmu-j' br.n¡.ii^M^f^mtw•«<:!')•,
Pero, en la lengua todo eso se pone a danzar, como si la tautología pusiera en evidencia una fractura interior. Es esto mismo lo que, por otra parte, hace sensible el modo disyuntivo de la tautología, si ubicamos de esta forma los enunciados del estilo: hay música y música o hay goce y goce -enunciados que ponen en evidencia que el mismo significante puede tener dos significados, que el significado es heterogéneo, y que la mismidad del significante no reduce en absoluto la heterogeneidad del significado-. Le corresponde a cada uno, en ese momento, hacer significar cada uno de esos dos significantes que son formalmen-
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te los mismos y que no se distinguen más que por su número: liay uno y luego u n segundo. Ciertamente, hay otra fuente que Lacan evoca en su "Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud", página 497 de los Escritos 1, que es no "buscar ningún sentido más allá de la tautología" E n el fondo, es una forma de tratar de reducir la tautología lingüística a la tautología lógica. A esto lo llama exactamente volver el arma de la metonimia contra la nostalgia a la que sirve: "Así pues, si, volviendo contra la nostalgia a la que sirve el arma de la metonimia, me niego a buscar ningún sentido más allá de la tautología". Es decir que normalmente la metonimia sirve a la nostalgia. Veo allí, por debajo, una pequeña alusión de circunstancia a una obra que tuvo sus lectores, una obra del filósofo Ferdinand Alquié, titulada La nostalgia del ser y que es tanto más apropiada en este texto cuanto que ese filósofo académico que dominó en la Sorbona en relación con los estudios cartesianos y kantianos - y o he padecido su v a r a - era al mismo tiempo u n escapado del surrealismo de su juventud, surrealismo al que había consagrado una Filosofía del surrealismo. N o podemos pensar que ella no estuviera en el horizonte de Lacan en el momento en que escribía su "Instancia de la letra...", que por una parte es u n debate con lo que él llama la escuela surrealista. Lo he calificado de filósofo académico, porque su posición institucional era esa. Pero, finalmente, agreguemos que había sido durante un tiempo el protector de u n filósofo poco académico como Gilíes Deleuze, a quien hemos perdido recientemente, y que en sus conversaciones privadas no renegaba en absoluto de su ascendencia surrealista. Tuve el placer de intercambiar u n cierto número de conversaciones privadas con él - p r i v a d a s , en fin... había algunas personas allí- y él no se avergonzaba de recordar que cuando comenzó a dar cursos, expuso a sus alumnos de filosofía que había dos rumores que corrían sobre él: en primer lugar que era homosexual, en segundo lugar que iba a los burdeles, a lo que respondía que el primer rumor era falso. Exponía sin problemas- como pudieron hacerlo Georges Bataille y M i c h e l Leiris - el fruto que había recogido por frecuentar asiduamente los burdeles. Hoy, nos creemos mucho más liberados que hace tiempo, vemos poco esa clase de confidencias relatarse tan fácilmente. Todo esto en relación con la nostalgia del filósofo y la nostalgia del ser. a. ¡,;,
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, I j i qué cosa la metonimia sirve a la nostalgia? Es que la metonimia, . I >in() Lacan la define, evoca siempre la falta en ser. L a metonimia solo . Ii. .• (le lado lo que es. Por este hecho, el ser siempre está y a perdido en I. i metonimia. Es por lo cual la metonimia está normalmente al servicio 11(1 deseo de otra cosa, lo que Lacan evoca en su " D e una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". I .acan evoca lo que sería volver a l a metonimia contra sí misma, II, 11 a dar u n estatuto bruto de los enunciados tautológicos. Los ejemp l o s que toma -ustedes irán a ver en su "Instancia de l a l e t r a . . . " - no •.. H 1 indiferentes: la guerra es la guerra, un centavo es un centavo. Son otros L i n i o s enunciados que, si los medimos con la metonimia, indican u n M I hazo de la metáfora. La metáfora implicaría, por el contrario, que al significante la guerra ..• l o sustituye, para dar u n sentido, por otro significante. Decir la guerra ¡(I guerra es como el grado cero de la metonimia que se niega a entre(•,,irse a la metáfora, como u n grado cero del sentido oponiéndose a lo que podemos llamar su grado aleph -término cantoriano que, cuando le ,i);iegamos cero, es el infinito actual-. Es u n grado cero en oposición al mlinito al que abre toda etimología desde que comenzamos a comproiiH'ternos con ella, y más allá, cuando vamos hasta el glosario d la Leir i s . Tenemos allí una llamarada de sentido que es verdaderamente sin limite, y en relación con lo cual un centavo es un centavo aparece como un grado cero del sentido. Puesto que he indicado cuántas son las referencias que se nos aparecen aquí, no puedo olvidar señalarles que esos ejemplos de Lacan en " L a instancia de la letra..." vienen de u n texto m u y preciso de Jean Paulhan. 11 abría mucho para decir sobre Paulhan y Lacan. E n los Escritos, aquí y allá, encontramos la marca de una irritación especial con respecto a él. jean Paulhan, amo de La Nouvelle Revue frangaise, le negó la publicación de su " K a n t con Sade", que ya le había sido negada por los editores de la edición completa de la obra de Sade. E n alguna parte de los Escritos liay una nota áspera de Lacan sobre esta cuestión. Señala también que en el momento en que escribía "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis", se encontraba limitado a no exponer sobre ese tema más que paulhanerías. N o es amable con Paulhan, pero indica de algún modo una proximidad. Y luego, poco después, corrige esta acritud siendo más amable. Quizá volvamos sobre este punto.
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Digo que esos ejemplos de Lacan vienen de Jean Paulhan, y precisamente de sus primeros artículos publicados en revistas que fueron recopilados bajo el título Entrevistas sobre hechos diversos. Entre ellas, hay una, que se titula Un centavo es un centavo y donde Jean Paulhan examina este enunciado, como también el enunciado los negocios son los negocios, o también en la guerra como en la guerra. Es esa relación entre el centavo y la guerra la que me hizo pensar, afirmar, que lo que encontramos en " L a instancia de la letra..." es u n eco de Paulhan. Paulhan lo analiza como argumento que tiene por objeto cerrarles el pico. Restituye el lugar de la tautología en la argumentación, pone en función el enunciado tautológico en la comunicación intersubjetiva, es decir, en qué momento se llega a decir un centavo es un centavo. ¿Cuándo la madre le dice a su hijo que u n centavo es u n centavo? " E s para evitar que sea un despilfarrador - d i c e - o, me temo, caritativo". Y agrega, porque examina también esta tautología: " N o decimos en absoluto: soy como soy, sin dar a entender: y hay que tomarme como lo que soy". Señala exactamente, finalmente - l a semántica de hoy no ha ido más allá-, que el segundo sentido en una tautología no es completamente el mismo que el primero. De este modo aisla la disimilación. Cuando, en " L a instancia de la letra...", Lacan hace caer la tautología sobre la cuestión del Yo, precisamente sobre la cuestión del ego cogito cartesiano, sigue a Jean Paulhan, quien examina lo que quiero decir cuando digo soy como soy. Y Lacan lo comenta diciendo: " s i [...] me decido a no ser más que lo que soy, ¿cómo desprenderme aquí de la evidencia de que soy en ese acto mismo? ". Quiere decir referir la reducción del sentido cero a una decisión, la decisión aquí de proscribir toda metáfora en lo que me concierne. La metáfora sería: Mas bien que reducirme a ser lo que soy, me propongo volverme lo que soy. Por otra parte, es el ideal enunciado con todas las letras por Nietzsche, y que implica que no soy lo que soy, sino que soy lo que tengo que devenir, y que por lo tanto, para hacerlo tengo que tachar lo que soy. Por lo tanto, hay aquí u n rechazo del significante que está en juego.
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instancia de la l e t r a . . . " es porque la noción de fuga del sentido está • lili exactamente enunciada. E l anillo del sentido se fuga bajo nuestras m . i n o s . Ustedes encontrarán allí este significante botín [prise] que ya he l'iiesto de relieve las dos clases precedentes. l í n el momento en que estamos, en el momento en que el siglo X X llei;a a su fin, no podemos desconocer aquello por lo que ha estado .miniado este siglo en relación con l a cuestión del sentido. Cuestión . |iie s e encuentra primeramente -démosle este límite- en la invención misma de l a palabra semántica, que data de 1883, que le debemos a Michel Bréal, y que creó en oposición a la fonética, para designar el (".ludio del lenguaje considerado desde el punto de vista de l a signiÍK ación. Este es el comienzo de la semántica lingüística, pero por qué no l'oner, en relación con el nombre de Michel Bréal - q u e si no me equiv o c o enseñó en el Colegio de Francia-, aquel más lejano de Rudolph Karnap, con el cual encontró su representante el positivismo lógico del (írculo de Viena, sin d u d a el más eminente, el más riguroso. La idea de Karnap - y a volveremos a esto- era la de una semántica li')gica pero, por esta razón, reducida a la sintaxis y animada por la idea de que, a partir de una sintaxis lógica, podríamos prescribir exactamente el sentido del sentido, es decir, instituir u n tribunal lógico capaz de (.lecidir si u n enunciado tiene sentido o no lo tiene. Por ejemplo, tomó u n pasaje de Heidegger, lo transcribió en simbolismo lógico, y concluyó (]ue no quería decir nada: ¿Por qué esto se ha difundido de ese modo en la filosofía occidental, cuando en realidad no quiere decir nada? Es alguien que estaba persuadido de saber lo que es el sentido. En el fondo, el positivismo lógico es esencialmente el saber del sentido. Todavía sigue su camino. Tiene aún una cierta actualidad entre nosotros. Karnap representa esta posición que sostiene que se puede, en nombre de la sintaxis, demostrar que u n discurso es insensato. Se trata entonces de un completo dominio de la semántica por medio de la sintaxis lógica.
L a conclusión de Lacan sobre estas consideraciones que conciernen al sentido se enuncia así: que "huye bajo nuestras manos [prises] el anillo del sentido sobre la cuerda verbal (esto es lo que da la imagen de la cadena significante)". Si les señalo esta conclusión que está en " L a
H a y que señalar, de todos modos, que los herederos de Karnap fueron conducidos, prosiguieron en una dirección totalmente contraria. Digo prosiguieron, porque continuaron pensando que sabían el sentido del sentido - y es lo que se enseña todos los días en la Sorbona precisamente-, pero había que rendirse ante la evidencia, la evidencia con-
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traria a la de Karnap, de que el sentido no es nada. E n el fondo, luego de Karnap, podemos decir que sus alumnos se negaron especialmente a una ontología del sentido. Designo así lo que precisamente aún es m u y vivaz, es decir, la posición de Quine y de sus alumnos, que le rehusan u n ser al sentido. C o m o resultado esto desencadenó, de manera dialéctica si lo queremos, lo que debemos padecer cuando leemos esta literatura, es decir, lo que llamamos mentalismo, o sea, aquellos que, por el contrario, están persuadidos de que hay una lengua mental, y que piensan incluso abordarla por medio de diversos artificios. Luego de Karnap, tuvimos por u n lado la negación del ser del sentido, y luego por otro lado, lo que es bastante vivaz en nuestros días en los Estados Unidos y u n poco en Francia, la noción contraria, que hay una lengua propiamente mental, que existe el mentalismo. Dicho de otro modo, cuando abordamos esta cuestión, vamos a los comienzos del siglo, y al mismo tiempo estamos m u y cerca de lo que ocurre hoy. N o sé si debo darles u n pequeño bosquejo del Ensayo de semántica de Bréal, que es conmovedor porque es verdaderamente el punto de partida de la semántica, y está animado por la utopía de obtener leyes que sean propias de los fenómenos de significación. De este modo, la primera parte de su Ensayo de semántica apunta a obtener, como lo dice él, "las leyes intelectuales del lenguaje". Puedo darles u n bosquejo. Por ejemplo, está la ley de especialidad. Muestra que en las lenguas antiguas, la gradación, el más y el menos, el superlativo y el comparativo, está expresado por sufijos diversos. Y ve u n progreso, una evolución que responde a una ley, en el hecho de que, en francés por ejemplo, una sola palabra basta, la palabra más [plus]. Por lo tanto, variedad de sufijos que expresan el superlativo y el comparativo, y luego, en francés, reducción a u n solo vocablo. C o m o él lo dice: " U n a sola palabra extraída fuera del par (extraída del conjunto del que lleva la marca) se vuelve el exponente de la función gramatical de la que lleva la marca". Dicho de otro modo, muestra que el más proviene de uno de esos sufijos entre otros que servían para expresar eso, y que finalmente se desprende, se exceptúa y termina por reemplazar el desorden de lo que permitía expresar esta noción.
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,i|ioya en el lenguaje popular, en el pueblo, "depositario y fabricante del Iniguaje", y plantea que, para el pueblo, no hay sinónimos. Extrae una l.-s que dice que, o bien los sinónimos se diferencian en el curso del luinpo, o bien uno de ellos desaparece. De este modo, está animado |ior la idea de que eso se vuelve cada vez más claro con el correr del I lempo, como si - y lo dice incluso en su introducción- la vida misma . leí lenguaje estuviera animada por una necesidad de claridad, y que lo . |iie aparece en las lenguas antiguas como u n conglomerado semántico I c infuso, se arregla en el curso de los siglos. liste es el ejemplo de las leyes que piensa obtener en la historia de l.is significaciones. Pero, finalmente, lo que parece ser para él lo propio (le la semántica es constatar el hecho de que es variable una vez que m i sentido está fijado. Ese es en primer lugar el sentimiento que tiene I rente al origen de la semántica, el sentimiento de tener que vérselas din algo esencialmente variable, que unas veces se encierra y otras se extiende, que se transporta, que, dice, "se eleva o se rebaja en dignidad", o que, como lo vimos con el ejemplo de la huelga, unas veces es (omún y otras propio, y de propio vuelve a ser común. En el fondo, para él, el estudio de esta variabilidad del sentido es lo propio de la semántica. Sin d u d a esto ocurre porque el hecho es, como lo escribe, "que hay una falta de proporción entre la palabra y la cosa, V que toda expresión es unas veces m u y amplia y otras m u y estrecha para lo que quiere decir". Entonces, la semántica misma, en su comienzo, está animada por la idea de ese defecto, de que no hay correspondencia exacta entre los instrumentos para decir y aquello que se trata de decir. Y por eso unas veces el sentido se restringe y otras se amplía, o incluso, dice, se oscurece -es la palabra que emplea cuando se pasa de lo abstracto a lo concreto-. H a y que saber que Bréal es quien creó la palabra polisemia, de signilicación múltiple, y precisamente para designar el fenómeno que experimenta, el de la multiplicación del sentido. Dice: " A medida que una nueva significación le es dada a una palabra, parecen multiplicarse y producirse ejemplares nuevos, semejantes de forma pero diferentes en (.uanto a su valor".
O, incluso, obtiene una ley de repartición según la cual las palabras que deberían ser sinónimos toman sentidos diferentes. Por ello, se
De este modo, su ensayo es u n ejemplo donde vemos a la misma palabra tener u n uso propio y un uso metafórico, u n uso abstracto y II n uso concreto, restringido o extendido, etc. Dicho de otro modo, la
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historia del lenguaje está hecha del desplazamiento d e l sentido, que está en el fondo como una cantidad x - e n el sentido en que se dice así de la l i b i d o - , una cantidad que es capaz de encerrarse o de extenderse, y luego salta de lugar en lugar. Por otra parte, cita el pequeño ensayo de Littré, que es una pequeña maravilla - d e hecho redactó más exactamente dos escritos formidables además de su diccionario-. U n a vez que Littré realizó su diccionario, donde ubicó todo m u y bien, redactó u n pequeño escrito para explicar cómo trabajaba en su diccionario. íil H a y que leerlo. H a y que ver cómo explica la devoción increíble - n o había en esa época computadoras, todo se hacía a mano, con pequeñas fichas-, la disciplina increíble que fue la suya durante años para hacer ese diccionario, de qué modo ponía su cama cerca de su escritorio, cómo prestaba atención a no dormir más de cinco horas por noche, y cuál era después el desayuno que tomaba, después qué almuerzo, luego si daba u n paseo o no. Resumiendo, cómo no se detenía u n segundo. Es algo prodigioso y que es capaz de poner a trabajar a cualquiera. Les aconsejo verdaderamente - f u e reeditado recientemente- la lectura de esta pequeña confesión de Littré. H i z o también otra pequeña obra. U n a vez que hubo clasificado todos los sentidos de la lengua de u n modo impecable, fue necesario de todos modos que descargara u n poco de bilis para decir que todo eso es una fruslería: ¡de todos modos, ese lenguaje, no es posible!... Este pequeño ensayo se llama Patología del lenguaje, y está hecho para decir que solo los enfermos pueden hacer eso - s i m p l i f i c o - . Bréal señala esta Patología del lenguaje de Littré y dice que l o que Littré llama patología es «1 desarrollo n o r m a l d e l lenguaje. E n el fondo, el punto de vista semántico es aquel que, allí donde Littré decía patológico, dice que es normal. E n u n ejemplo preciso, Bréal concede que hay, de todos modos, algunos fenómenos que son tan extraños que no puede no hablarse de patología. A este respecto, vemos cómo l a lengua de Saussure, la lengua de l a lingüística de Saussure, es u n a lengua completamente l i m p i a de toda esta patología n o r m a l del lenguaje.
EL T O N E L D E L A S D A N A I D E S
Palabras sin arrugas Cuando Lacan, en su "Instancia de la letra...", llama a Saussure en .i|)()yo del psicoanálisis, y explica cómo Saussure determina con sus i (|uemas segmentos de correspondencia entre significante y significare >, vemos que inmediatamente le hace objeción. Esto no se hizo evi> li'iite en seguida, porque en esa época estaban especialmente atentos al (ii'dito que Lacan buscaba en la lingüística, por el hecho de que hacía de l.i lingüística, como Lévi-Strauss, una ciencia piloto. Pero hay que pres1. 11 atención al hecho de que apenas hace eso, lo objeta y de una manera r'pecialmente fuerte diciendo que "contra esto v a toda la experiencia". Vayan a ver en las páginas 482-483 de " L a instancia de la letra...". ( ontra esto v a toda la experiencia", y a "toda la experiencia" daré incluso el sentido que no solo designa la experiencia analítica, sino la ( \periencia misma del sujeto en la lengua. Im el fondo, ¿qué es lo que le opone a Saussure? Le opone la polisem i a y la polifonía del menor enunciado. Toma el ejemplo de la poesía donde dice que inmediatamente se hace escuchar, se vuelve sensible u n a polifonía. Y agrega: " N i n g u n a cadena significante, en efecto, que n o sostenga como pendiendo de la puntuación de cada una de sus u n i d.ides todo lo que se articula de contextos atestiguados, en la vertical, si .isí puede decirse, de ese punto". Dicho de otro modo, si representamos la cadena significante en su dimensión lineal, temporal, con elementos alineados, Lacan recuerda (|iie cada uno de esos elementos lleva consigo todo el valor que toma i'ii ios contextos atestiguados:
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¿En qué piensa, en el fondo? Piensa en Littré. Piensa en esta variedad normativizada del sentido que nos da Littré cuando nos remite, a partir de una palabra, a u n cierto número de usos de esa palabra por escritores clásicos, es decir, reconocidos como tales. Es una variedad del sentido, pero hay que señalar que es una variedad perfectamente semántica, donde el sentido está sometido a ese principio de proliferación que Bréal mismo constató al comienzo. Digamos que en la evolución de la enseñanza de Lacan, esto tiene mucho valor, porque dice: no solo existe la sintaxis. E l acento principal de Lacan, antes de su "Instancia de la letra...", era precisamente que el inconsciente es esencialmente sintáctico. Todos los esquemas de los alfa, beta, gama en " E l seminario sobre La carta robada" estaban hechos para ilustrar una repetición simbólica a partir de una sintaxis lógica, la de elementos que, justamente, no tienen contexto. Cuando ustedes leen esos esquemas, se trata de números, de cifras que se reúnen por medio de letras griegas, pero que -ustedes no van a buscar el alfa en el diccionario griego- son puras marcas formales que no tienen contexto atestiguado, que están tomadas en tanto marcas matemáticas fuera de todo contexto. Esos esquemas son los que Lacan proponía como ilustrando, haciendo de imagen al funcionamiento del inconsciente. Ilustraba allí la función sintáctica del inconsciente. Pero en su "Instancia de la letra...", a partir de lo que evoco aquí, lo que se introduce en primer lugar es la variedad propiamente semántica que impide reducir el inconsciente a una memoria de puro orden sintáctico. A este respecto, " L a instancia de la letra..." marca y a u n retorno de la semántica. L a "Introducción alemana..." sería el colmo de ello en la medida en que toma pitcisamente ese fenómeno como esencial. Había previsto conducirlos u n poco a las reflexiones de Benveniste respecto de este tema; Benveniste trataba de poner orden en la proliferación del sentido. Benveniste tiene una bella exclamación en uno de sus escritos: "¿Qué no se ha intentado para evitar, ignorar o expulsar el sentido? Por más que se lo ha hecho, esta cabeza de M e d u s a está siempre allí, en el centro de la lengua, fascinando a aquellos que la comprenden". Voy a desarrollar esta consideración u n poco más tarde, pero preferiría terminar con algo que será el contrapeso, me parece, de lo que acabo de decirles.
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EL T O N E L DE L A S D A N A I D E S
En esta "Instancia^de la letra...", Lacan no apela solamente a la lin)',iiistica de Saussure. A p e l a a lo que él llama la poesía moderna y la i s i L i e l a surrealista, a la que por supuesto tiene que hacerle objeciones, I Hirque el surrealismo hizo referencia a las imágenes y al acuerdo o des. K iierdo de las imágenes. Pero, en el fondo, ¿qué le debe aquí a la inspii.icion de la escuela surrealista? Debo decir que le debe precisamente algo que hace contrapeso a la .iimósfera bréaliana del lenguaje, es decir a lo que justamente se refie11' a los contextos atestiguados en el curso del tiempo. Porque la opei.ición surrealista consiste explícitamente en jugar con el significante (educiendo radicalmente esta dimensión de la etimología, del recorrido i leí sentido. Consiste en mostrar que puede nacer sentido a partir de u n elemento que se excluye totalmente de toda esta reserva semántica que e s t á dada por la etimología. Es lo que André Bretón ha criticado de muchas maneras en la atmóslera de su tiempo, pero con una vivacidad, una perspicacia y una capaI idad de situar lo importante, que no encontramos forzosamente en lodos sus compañeros más adheridos a su propio territorio. André Bretón, en 1922, precisamente, escribió una joyita que está lecopilada en la obra titulada Los pasos perdidos, y que apareció en la revista Littérature de la época, revista que no es la revista universitaria i|Lie apareció con ese título en los años 70 -¡sacrilegio!- y que Lacan f, ratificó con su escrito "Lituratierra". E n esta revista Littérature, Bretón escribe u n pequeño texto maravilloso que traduce exactamente la cuestión, y que se llama "Las palabras '.in arrugas". Digo que es maravilloso porque traduce exactamente la lelea de una renovación del léxico, y precisamente liberándose de la etimología, es decir, tomando, si puedo decirlo, la palabra-materia. Leiris está en la misma línea cuando, tres años más tarde, presenta su Glosario con la leyenda Palabras sin memoria, es decir, palabras que son abordadas pura y simplemente a partir de su materia fónica, a partir de cómo suena y consuena. Por lo tanto, Bréal y la etimología, ¡fuera! Se trata de la palabra en su materia, se trata a la vez de la sonoridad y, como m u y bien lo dice Bretón, "de palabras que pueden tentar el pincel". C o m o v a a remitir, u n jioco más tarde, a los caligramas de Appolinaire, no podemos dudar de i|ue se trata allí de la materia propiamente visual de la palabra - L a c a n
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EL TQNEL DE LAS DANAIDES
no es infiel a ello cuando, en "Lituratierra", hace todo u n desarrollo sobre la caligrañ'a japonesa-. Entonces esta atención a la palabra-materia, que es en el fondo el alma misma de la perspectiva de "Lituratierra", está ya prescrita en esas Palabras sin arrugas de Bretón.
falta tener el número de la revista Littérature donde apareció el ii'xlo de Bretón que no he leído más que en el volumen de la Pléiade. No sé por lo tanto cuáles son exactamente los seis juegos de palabras de l-Iohert Desnos que le inspiraron ese pasaje. Pero, finalmente, los juegos >lc palabras de Robert Desnos fueron recopilados, y quizá por lo tanto • 0 1 1 los primeros.
Entonces, por supuesto. Bretón está tomado en la ideología de una liberación de las palabras, como si fueran significaciones establecidas y de una sintaxis que él llama "mediocremente utilitaria". A este respecto, el surrealismo consiente una suerte de efecto aleph del sentido, pero que pasa por la reducción de todo ese fárrago etimológico. Es la idea de una producción de sentidos nuevos que no le debe nada a la etimología, y por lo tanto de sentidos íntegramente nuevos o, como lo dice Leiris, sin memoria. Sin duda. Bretón hace referencia a Rimbaud, a la audición coloreada de vocales, pero en el fondo es para marcar que se trata de desviar la palabra de lo que llama " s u deber de significar". E l sentido del que se trata es el sentido que surge una vez que el deber de significar está suspendido. Entonces, nos damos cuenta de que las palabras no se entregan, que se trata, como lo dice él, de un "pequeño m u n d o intratable". Las palabras tienen una resistencia, una vida propia y una materialidad. Es a partir de allí como sitúa exactamente la operación surrealista que, una vez que ha vaciado en u n primer tiempo las palabras de sus sentidos acumulados, de sus sentidos etimológicos, de todo ese fárrago de conceptos atestiguados, es decir, una vez que hizo, si puedo decirlo, basura con el fárrago etimológico, puede mostrar, en un segundo tiempo, que las palabras controlan el pensamiento. Es lo que dice Bretón con sus términos: "se las había vaciado de su pensamiento y se esperaba sin creer demasiado en ello que cbntrolaran el pensamiento. Hoy, está hecho. H e aquí que ellas sostienen lo que se esperaba de ellas". La noción lacaniana del significante que tiene primacía sobre el significado, y cuyas combinaciones autónomas generan la significación - s i n desconocer, por supuesto, que se tenga por otra parte la intención de significar algo en el orden de las significaciones establecidas- es de todos modos algo que se esboza y que se designa en este abordaje surrealista. Entonces, lo extraordinario es lo que le dio a Bretón la posibilidad de pensar todo eso. L o que le dio la posibilidad de pensarlo son seis juegos de palabras de Robert Desnos, es decir, verdaderamente nada. N o sé cuáles son exactamente esos juegos de palabras, porque para eso 68
I M I Ú I
Como dice Bretón, lo extraordinario es a la vez el rigor matemático \1 ausencia total de comicidad de estos juegos de palabras, lo que de lo contrario haría que se deprecien. Estos juegos de palabras -haría falta < li sarrollarlo mucho pero no voy a hacerlo ahora- fueron publicados con r\e de Rrose Sélavy. Desnos precisa que Marcel Duchamp fue el mu ¡ador, hasta el punto de que Bretón dice en su texto que es Marcel I >i ichamp el autor - l o que estaba permitido, pues Robert Desnos, en esa ipoca, pensaba que no había encontrado esos juegos de palabras más '\uv por la comunicación psíquica con Marcel Duchamp, quien al estar mucho más sobrio, dudaba de que esta comunicación fuera posible-. Encontrarán esos tontos juegos de palabras de Rrose Sélavy en la ri'copilación de Desnos que apareció en 1930 y que se llama Cuerpos y ¡nenes. H a y exactamente ciento cincuenta juegos de palabras que están recopilados, ciento cincuenta juegos de palabras de ese t o n e l si puedo decirlo. Desnos señala, por otra parte, al comienzo de Rrose Sélavy: " E l autor lamenta aquí no poder citar el nombre del iniciador de Rrose Sélavy sin contrariarlo. Los espíritus curiosos podrán descifrarlo en el n° 13". N o es tan difícil descifrarlo. E l n° 13 es "Rrose Sélavy conoce bien al mercader de sal". Mercader de sal... Marcel Duchamp [Marchand du sel]. Este es el calibre del que se trata. Puedo darles los primeros juegos de palabras. Por lo menos hará u n poco de resonancia. Este es el primero: " E n u n templo de estuco de papa el pastor destil a b a el jugo de los salmos" ["Dans un temple en stuc de pomme le pasteur ilistillait le suc des psaumes"]. Verdaderamente no es gracioso. Y aquí va i'l segundo: "Rrose Sélavy pregunta si las Flores del M a l han modificailo las costumbres del falo: ¿qué piensa de ello Onfalo?" ["Rrose Sélavy demande si les Fleurs du Mal ont modifié les mceurs du phalle: qu'en pense (imphale?"]. ¡Hay ciento cincuenta como estos! Y hay muchos más en lo que se 69
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llama El omónimo [L'aumonyme], siempre en Cuerpos y bienes, y donde escribió de manera m u y bella, por ejemplo: "F M R F I}". Es u n efecto propiamente japonés en la escritura, puesto que ustedes no pueden descifrar esas letras más que leyéndolas fonéticamente. Leyéndolas así, ustedes recomponen una frase completa que tiene u n sentido.
IV Inanidades sonoras
A l respecto, podemos decir que en su carácter perfectamente irrisorio, esto ilustra el poder de las relaciones propias del significante, y pone en evidencia hasta qué punto esas relaciones, esas relaciones propias del significante por fuera de toda significación, son factores en la génesis del significado. Eso supone ciertamente que no nos ocupemos del referente, que no confiemos más que en las relaciones del significante, y que recibamos entonces el significado que se desprende de ello. En el fondo, la grandeza de la escuela surrealista - i n c l u i d o lo que ha podido, como dice Bataille, tener de infantil- es haber recibido con los brazos abiertos, recibido con entusiasmo, con arrebato, el significado que se desprendía de esas transmutaciones y de esas pequeñas operaciones. Esto llega hasta el punto de lo que escribe Desnos, en el n° 45 de Rrose Sélavy: "Mártir de San Sebastián: Mejor que sus senos sus bajos se fienen" ["Martyre de saint Sébastien: Mieux que ses seins ses bas se tiennent"]. N o puede hacerse nada más irrisorio que esto. Y Rrose Sélavy concluye más o menos, en el n° 147, con esto: " A corazón pagador una nada vale m i r a " ["A coeur payant un rien vaut cible"], se trata de una variación fonética de: a corazón valiente nada le es imposible [á coeur vaillant rien d' impossible]. Les recuerdo de este modo esta miseria del significante, esta miseria del surrealismo, si lo queremos. Por otra parte, Desnos mismo y Bretón mismo se fueron poco « poco separando de esta experimentación apasionada de esos años 22-25. Poco a poco dejaron ese lado de la cuestión. Pero, en el fondo, si lo recuerdo es porque en su crudeza es algo que tiene su peso, que tuvo su peso en relación con las construcciones de Bréal y que, yo diría, tiene peso también en relación con el positivismo lógico de Karnap. Los dejo en este punto esperando encontrarlos la semana próxima, a menos que la huelga haya predominado, lo que después de todo no sería algo que forzosamente me disgustaría. í,«**{j( íMw
6 de diciembre de 1995 m
L a última vez pedí que me ayuden y ese pedido fue escuchado, la señora Doisneau me ha enviado el artículo de Benveniste, el señor Solano la fotocopia de los números 5, 6 y 7 de Littérature, y Pierre Skriabine encontró, en las Questions poétiques de Jakobson, los desarrollos sobre las adivinanzas anagramátícas rusas. Cuento con poder darle hoy la palabra cuando llegue el momento. Si el momento no llega, será la próxima vez, como también a la señora Doisneau sobre Benveniste.
Juegos de palabras H o y vamos a tratar fenómenos que podemos llamar de inanidad sonora, retomando el término de Mallarmé, y vamos a encontrar la nada en los sonidos, la nada pero también algo. ¿Entonces, por qué no poner como epígrafe de este curso el poema de Prévert, que es, precisamente, u n poema sobre l a inanidad sonora? Incluso he preparado un comentario del mismo que no voy a hacer ahora por la abundancia de temas en esta cuestión de la inanidad sonora. M e cuesta elegir. Por lo tanto este poema, a pesar de su dificultad, no voy a comentárselos, por lo menos hoy. Se trata del poema titulado " E l almirante": El almirante Larima ••!• • L a r i m a qué •. ' , i i ''
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