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Descripción: Clínica Diferencial de Las Psicosis- Miller
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Análisis sobre fuentes literarias relacionadas a los tipos de amor en El QuijoteDescripción completa
Descripción: Así que, entonces, hombre y mujer son las dos columnas del templo; esas dos columnas no deben estar demasiado lejos ni demasiado cerca; debe haber un espacio para que la luz pase por medio de ellas...
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Entrevista a Jacques Alain Miller sobre el amorDescripción completa
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Bajo la dirección de
Jacques-AJain Miller
El amor en las psicosis
Cada uno de los casos presentados en este volumen nos enseña algo sobre el amor. pero también sobre ese lazo amoroso tan particular que constituye la transferencia. y Que algunos querrlan ver hoy expulsado de toda psicoterapia en nombre del cientificismo y la terapia on fine. Lacan llegó a decir que el amor era posible en la psicosis. pero se trataba de un amor muerto. ¿Ese carácter mortífero o mortificado esta ligado al hecho de que allí, más que en otra parte. el sujeto sólo se ama a sí mismo, o ama un ideal por el que sustituye la realidad del partenaire? ¿Oacaso el sujeto psicótico ama a Otro. tan Otro que no puede encarnarse en un ser viviente sino en una ficción delirante? ¿Oserá. por último. que el sujeto psicótico no ama sino su delirio, según lo expresado por Freud? El amor en las psicosis nos enseña sobre el amor en general. Los múltiples rasgos que nos sirven para especificar el amor en las psicosis en comparación con un amor ·normal". ¿no se aplican. de manera inflexible. al amor como tal? Los dieciocho casos presentados aquí por diversos psicoanalistas. que ilustran la diversidad del amor en las psicosis. reciben el análisis y el comentario de otros colegas, conformando as1una verdadera red de intercambio teónco.
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Paídós Campo Freudiano
l. Maric·Christine Hamon. ¿Por qué la.~ 11111jeres a11u111 a los hnmhrcs?
6. R. Lcfort y L. Lefon. 1aci111ie1110 d el Orro 8. Paul Roazc:n. Cú111n trC1bt1jaba Fre1ul 9. Textos 1cunidos por la F11nd:ic1ón del Campn Freudiano. t:I simo111a clinrlar1in 1O. Henry Rey-Flaud. Elosio de lo mula 11. Tcxros reunidos por la Fundat·ión del Campo Freudiano. La se.n ó11 011(1/irica 12. Jean-Claudc Maleval. Lnforclmi611 dt'I Nnmbre·del -Padrc 1J. J:icques-Alam Miller. Canfl; "la opi11i611 i/11srrad11 14. Escuela Lacaniana de Psicoanfüsis del Campo Freudiano. Coloquio Jncq11es Lt1m11 2001 15. facques-Alain Miller (comp.). La pareja y el amor. Cn111•crsacio11es Clímcas con 1.-A. Miller 17. Jacques-Alain Millcr y otros. Efectos rerapéuricos rápidos 18. Jacqucs-Al:lin M1ller (dir.), El amor c 11 la psicosis
El amor en las psicosis bajo la rurección de
Jacques-Alain Miller Textos reunidos con la colaboración de Carole Dewambrechies-La Sagna y Jean-Pierre Deffieux
"
PAIDÓS Bocnot Au~ Borcck>n• México
Titulo origin~l ; l.'ammir cfo1L11 t.>.s p.~y,.f¡¡.r.;~ · Ci [;d!titm~ d u. Se-uil, P arl_ Pari~ .
2004
Cubiurt.o:
Gn~tavo
1.50.195
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Mae.ri
El amor en las psEoosis / dtrlgloo por Ja<;ques-Atein f!. iPler_- 1" ed. t• ,r·eirnp,. B eoos Aires: Paidó5,
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296 p. : :::i1~ 14
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Traducido ooc . craclo Pons ISBN 9 7&95().12-361.&- 7 l . Psieo-aMlls.is '- JacQues-AlaJn Mllrer, comtL IL Pons. Horocio, troo_
l. Una versión de b vida sexual sin el falo , por ]acques Borie .... 13
Comentario de Gustavo Dessal ...................................... 21 2. La cauliva, por Carlos Dante García .................................. 25 Comentario de Jean ·Pierrc Deffieux ............................. 37 3. ¿Un amor absoluto?, por Ph1/;ppe di· Georgcs .................. 43 Comentario de Anlonio Di Ciaccia .......... ............. ......... 5 l 4. El amor posible, por Pierre Ebtingcr ................................ 55 Comemario de Ricardo Nepomiachi ............................. 70
5. El amor como valdemarización del goce, por Marco Focchi ................................................................. 75 Comentario de Carole Dew<1mbrechics· La Sagna ......... 85 6. Una decepción precoz. por Pierre·Gillcs Guéguen . ....... .. 89 Comenraaio de Frida Ncmirovsky .. ............................... 101 7. Una lógica Jel celibato, por Nicole Guey . ......................... 105 Comentario de jesús Santiago ........................................ 114
Et. AMO K t:.-.: LAS PSICO
IS
. Una falsa c rot0manía homosexual, {Jor Domin iquc [-Jolvót!t ... .... ..... ...... ... ... .. ... ... ..... .... ........... 119 Comemario de Luda
12. Vcral , el canca turista,por Bemard l'orcheret .................... 177 Comentario de Silvia '1Cndlarl ...................................... 187 13. Un hombre con las ideas claras y una vida cstnble, por Mor/a Serra J-'rediani .......... ...... ................. .. . . .......... 191 Comentario de Jc-an-Claude Malcval ............................ 204 14. El amor a las letras, el amor a las palabras,
por Pierre Stréliski ,............................................................. 209 Comentario de Ricardo Seldes ...................................... 225 15. Una mujer pródiga , por Osear Vmtura ............................ 231 Comentario de Dominique Laurent ............................. 247 16. En el agujero del desie1io. por Marcus l1 11dré Vieira ......... 255 Comentario de Esthda Solano-Suarez ......................... . 263 17. Las sorpresas
P alabras preliminares*
Un poco, mucho, apasionadamente, con locura . El amor linda con la locura. Luego de un siglo de romanticismo, el psicoanáJisis intro · dujo la perspectiva del deseo en la civilización. Sin d psicoanálisis, el deseo no habría llegado a ser uno de los acributos esenci:ilcs del sujeto rd , Guilainc l':tm"lt.1, MJ ric · F1~mcc Piirnoo, S1éphunic Péraud-Pui65ésur, 0 11111a11c ir"'t; vLrsSccxi<>nl'l> y AntcnasClinic;istk A1 ~ Mu11Cilk. 1\ n¡;cn. IY.11cclon~. Bdo l lori.wn11:, llorc.lcuux, Brusd11~. l.lu.: 110~ Aires. Dijc•n, Uion. Msdñd. Milán, Mo111pdlkr. Nantes, Niza. París, Renil(:$, RiodcJ ~ncim. Rc•mn, SJk~dl.lr de Bahfa. San f>:ihln, E.scrn,burb""
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E1. AMO R l:.N
LAS PSICO IS
del verdadero resorte de la cuestión de la 1ra11sfcrcncia: ¿qué pasa con el amor en la psicosis? Para responder esta pregunta, Lacan siguió d método clínico de Frcud: el estudio ex haustivo de un solo caso de paranoia de autocastigo. Su paciente, Aimée, p resentaba una erotomanía: estaba segura de ser amada y dispuesta a llegar al asesinato para salir de su impasse. En d caso Aimée, Lacan vuelve sobre lo pasos de Freud, para quien el amor no parte del Otro sino del narcisismo, y a continuación mues! ra que éste está en la raíz de la patología mental. El na rcisismo es el amor que el sujeto experimenta por su p ropio cuerpo, su imagen, su yo. Nada denota con mayor claridad esa f ucrza del narcisismo que la clínica de las psicosis , unas psicosis que en ocasiones Freud designaba con la expresión "neurosis narcisista". En la psicosis, el amor está inscparnblemcnlc ligado a la figura dd ideal del yo del sujeto, que cobra una fuerza tan grande que acaba por sustituir al otro real, reducido a una figura ideal. Veinte a11os después de su estudio del caso rumée, en su articulo de los Escri1os, Lacan muestra que, en el caso del presidente Schrebcr, comunicado por Frcud, el sujeto construye su delirio en torno de una erotomanía divina en la cual él es el amado de Dios ... Y señala entonces que dicha erotomanía divina bordea el agujero que ha abierto en el sujeto el rechazo del símbolo de una figura más modesta del Otro: el padre. Cada uno de los casos presentados en este volumen nos enseña algo sobre d amor, pero también sobre ese lazo amoroso 1an particular que constilllyc la transferencia, y que algunos querrían ver hoy expul ·ado de toda psicOlcrapia en nombn.: del cienti· ficismo y la terapia 011 /me. Lac:rn llegó a decir que el amor era posible en la psicosis, pe ro se trataba de un amor muerto. ¿Ese car:kcer mortífero o mortificado está ligado al hecho de que, allí más que en 01 ra
PALABRAS PREUMJNAllliS
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parte, el sujeto sólo se ama a sí mismo, o ama un ideal por el que sustiruye la realidad del partenaire? ¿O acaso el sujeto psicótico ama a Otro, tan Otro que no p uede encarnarse en un ser viviente sino en una ficción delirante? ¿O será. por último, que d sujeto psicótico no ama sino su delirio, según lo expresado por Freud? El amor en las psicosis nos enseña sobre el amor e n general. Los múltiples rasgo que nos sirven para especifica r el amor en bs psicosis en comparación con un amor "no rm al", ¿no se aplican, de manera inflexible, al amo r como tal? Amar es ante codo querer ser amado, y uno sacrifica su subjetividad para hacerse objeto del otro en el amor. ¿El amo r es amor por el otro o goce de ese discurso tan panicular que constiLUye el hecho de "hablar de amor"? En ambos casos, hay poca diferencia entre amor y erotomanía. Con la salvedad d e que el "fallo " del Otro p roducido por el narcisismo presenta conse· cuendas más o menos radicales. También la realidad del sujeto mengua en el amor, a veces hasta el punto de borlillrse. El amor, en efecto, puede ser rechazo de ser, repulsa del deseo y olvido del sexo para quien lo ex pe· rimenta. Así es posible entender mejo r las palabras de un sujeto psicótico cuando dice que, para él, el acto de amor es equivalente a una "violación de su propio cuerpo". O las de aquel otro sujeto a quien el amor por las mujeres lo conduce a la idea loca de transformarse en mujer, para renunciar finalmente a ese p royecto y aceptar la idea, ddirante, de que "antes " ha sido una muje r. Si bien Freud destacó que: la transferencia es un amor idéntico a cualquier otro, también set1aló que ese amor es un desplazamiento: desplazamiento dcl amor filial hacia la persona del médico, pero rambién posibilidad de desplazamiento terapéutico de las investidu ras libidinales y del modo de goce del sujeto. Lo p roblemático en las psicosis es justamente esa capacidad de des plazamiento. En ese punto la psicosis convoca la capacidad de invención del analista, para posibilitar y hacer eficaz ese desplazamiento y
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AMOR EN LAS PSICOSIS
pcrmirir gue, en ella, el amor sea "posible", es decir ya no amor m\.1e rto, sino vhtbk parad suiet<> y su \!mom o. Así, d amor en las psicosis no es simplemente iinagin:1rio: es bien real y capai. de mostrarno lo real induido en cl ·amor. Gse real del amor en la psicosis es sensible en su ;.1parición corno síntoma. En el psicoanálisis el sínrnma ccpcescnta la hl1<:llo.
Una versión de Ja vida sexual sin el falo
Jacques Borie
La conexión del amor y las psicosis es por lo menos problemática si , con Lacan, definimos eJ amor como respuesta al '' no hay relación sexual ". Como la tendencia del psicótico consiste en realizar a la mujer para dar existencia a esa famosa relación, el amor tiene poco lugar en eUo. Así, para Schreber, su relación con Dios no da testimonio de ninguna palabra amorosa, y su intercambio sólo concierne a las modalidades de reparto del goce. l\J fijar al sujeto en una certeza inquebrantable en cuanto al goce, la erotomanía plantea una objeción al amor como discurso Je respuesta a lo imposible. La muerte misma se convierte entonces en un tema del amor, cosa que Lacan ya advierte en Aimée; los escritos de ésta, en efecto, manifiestan "una aspiración amorosa, cuya expresión verbal es tanto más tensa por ser, en realidad, más discordante con la vida y estar más condenada al fracaso ". 1 En el libro ITI de su seminario, Lacan sitúa esa discordancia con la vida en una relación descentrada con el Otro que, al
1. Jacqucs l.;ic~n . De la psychose paranoi'oque áans ses rapportS 1111ec la perso11nalitt, París. Scuil. 1980, col. · Points", p. 179. [Trad. cast.: De la p11com fNJrano101 e11 rus relaciones rorr la pt'rso1111/idad. México . Si¡tlo XXJ. 19 76.J
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j ,,coui:s Bot<.m
convenirse en radicalmente extraño, impide la reciprocidad esperada entre sujeros en el amo r. Laca n defi ne así ese callejón sin salida: "Ptlra el psicótico es po ib le una relación amorosa que lo suprima como sujeto, en cuanto dla ad mite una hete rogeneidad radical del Otro . Pero ese amor es 1ambién un amor muerto" .2 Sin emba rgo, Laca n hace de esa bancarrota del amor d o rigen de su inte rés en los psicóticos. En 1975, en la Universidad de Yale, dice lo siguiente a su auditorio: fa 111dudaLle que ll e~ ué a la medicina porque 1cní11 In sospecha de que las rel:ic1oncs cn t n: hombres y muieres desempeñaban un papel dc1ertt11na1nrc en los síntomas de los seres hum 1tno~ . Eso me empujó prog.n.-sivament e hacia quienes no lo han logrado, por~uc: puede Jcc1ne, por cierto, que la psicosis es una especie Je quiebre en lo 1oc11111c al cumplimiento clC' lo que se ll:im11 ~ am o r º. 1
No obsrante, Lacan también indica que cicn a fo rma MtmdriO k Jacqurr um111 Libro J Úlf pHi:vJll 195.5· 1956. Buenos /\1 rcs. Pmdóii. t 984.J ) . jJC
UNI\ VU
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queda la solución de ser la mujer que falta a los hombres" ,' según b formulaóón de Lacan en J 958, que .anrjóp3 su empuje .a Ja inujcr. El esquema 1 mucsrra6 las consecuencias fálica de la imagen pone de manitiesco lo qlte él i.rcla, d escaws rc.-al dd sui<:ro c:omo objeto, incluso desecho, siempre lisco a dejarse absorber en las tiniebfas de fa muerte, in defensa frente aí goce infínico del Otro. Por lo moto, lo scxt1a1 se encuentra aquí corno algo ~pedal mente traumaúco, siempre eti exc~so y sin el límite ffüc:o, :>menos que se Je consrruys un sustituto. EJ concepto de empuje a la mujer indita con claridad el aspecto sin fin del proceso. Falca de puntuación {álica, ln frase no puede cerra rse y !u tentac:ión del pasaje al acto siempre c.'ltá presente. La muerte real tiende a erigirse ~n único límite, por carencia del borde constituido por la incorporación del sisnificant(!. Ésa es la problemática compleja con la qu~ se vincula Fran~oise, joven de 27 ~ños en d momento de nucscro primer <:nc:uent ro, y a 4uien atiendo desde hace diez años. 5. fbrá.. p. ~66. 6. ll>id., p. '5 71. 7. )"cqU<:s Ut(\tfl, "LJ SIF(tli fl\.'"a((OR du ph.illus •• <.'"ft É,YT(f, op. ('(( . p. 685. ('Ir ~J casi.: ·L:a signiíicadóti del falo". en famios 1. op a 11
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jAC(.)UES BORJE
En el plano cotidiano, su vida siempre fue particularmente difícil. pues los accos más simples le exigen elaboraciones com· plejas en co ·as como camina r por la calle, mirar por la ventana o vestirse todas Lis rnáñanas. Pese a ello, ha obtenido un diploma en bellas artes y sobrevive con trabajos ocasionales. Su existencia, no ob tante, es tan precaria que ella debió pasar por varias in1e rnaciones en instilucione psiquiátricas, donde la diagnosticaron :i veces como esquizofrénica y a veces como melancólica. Las crisis que la llevan a la internación on siempre consecuencia de encucn1ros sexuales desdichados, canto con hombres como con mujeres. Acude a verme para tratar de salir de esa serie que no es desventurada por el fracaso de la relación sino por su tonalidad inevitablemente dominada por lu muerte. Así, el mo1ivo de nucsrro encuentro es la muerte - accidentalde su mejor amiga, que la hunde, dice ella, "en un agujero sin fin" . Pero no rnrda en agregar que ese agujero es el que no deja de encontrar cotidian:imente, y del que la pérdida de su alter ego no es sino una form:i radicalizada. La serie de sus prácticas cxualcs pone de relieve las siguientes vMiaciones: -
Una actividad masturbatoria compulsiva, iniciada en la infancia y vivida con una sensación de disolución en el océano. "Al principio estoy en la orilla, pero me siento a1raída por la absorción en lo infinito. Ya no sé si es Dios o el océano". - Un encucm ro con un hombre que la atrae por esta única ca rae· tcrística: ser un canceroso 1crminal. Con él tendrá su primera relación heterosexual, así calificada: "Cuando me penetró, senú la muerte en mí" . - Una pníccica
U NA \!ERSJOI" DE Li\ VJOA SE..'-:Ut\I. SIN ~l.. FAl.0
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- Trns la muerte de ese primer partettaire conoce a otro , Patri~k . cuya fuetite de atracción es una sola particularidad: ~u muier tiene sida . Quien le interesa es cll:l, a r:tl punto que la sigue anónimamente por h1 calle y la espía detrás de las cortinas. Pero sólo úenc rdací()nes scxualo; con P:míck, guiada por lo que se le prcs<:nia c()mo una ohligación con firmei a que e.I análisis 11 0 podt".Í concinuttr si prosigue con esa rdaóón. decide in
programados con P:nrick. Acepto. Al.i¡ún 1j~mpo despues cunoce a otro hombre, Mk hd, cJ pr; .. mero que no tiene rasgo alguno ligado a la muerte. Michd e muy complt1 cicnte con los extraños compo rrntnicntos
en 1orno de $U cama como una ··corona de v;icío". Ese dispositivo le permite aceptar sin d~ma ·iada angustia una rclación con pe· nerración jnduida, pero con un.a condjdón .aclidonal: su p.an:ja debe lleva r una venda sobre los ojos r>ara no verla desmida. Esca solución es transitoria, porque Michcl, si bien bastante comeclido.
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jACQUES BoRrn
to\t'.'rll cadll vez menos \a condición de los ojos vendados . Fran~oise invenwrá entonces otra solución, con Ja ayuda del siguiente b~ico\ajc: consigue en un basur~ público pedazos de madera con los cuales cons1ruye un marco: luego tiende sobre éste foi.gment.o s d~ tejido que sirven de soporte a 1a inserción de un macerial inesperado: pedazos de carne cruda lo bastante pequeñas como para penetrar la trama TI)Ísma dd tejido. Ese extraiío objc10 así creado se conviene en un cuadro que clla cuclg:1 arriba
UNA VERSIÓN DE LA VIDA SEXUAi. SIN F.I. FALO
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dicho-mensión [dit-mension1es un modo del amor que el analista sostiene mediante una presencia activa, ahondando un vado en la lengua para contrarrestar la significación absoluta de la muerte y dando al mismo tiempo todo su valor a fragmentos, resios, desechos, todas esas pequeñas cosas con las que cl sujeto teje su existencia. Esta posición permite a la vez una metonimia de las significaciones contra la fijación en la muerte como conminación absoluta y la construcción de un borde o un límite a partir del objeto. Con esta condición, Fran~oise puede aceptar esa cesión de goce que, sin embargo, no es ni la apertura al deseo en el sentido neurótico, ligado al fa lo, ni el amor como s uplencia de la no-relación sexual. Podemos advertir así que un analista que ajustara su prácú ca a la contratransferencia o a una referencia al mero marco de la experiencia pondría un obstáculo a la invención del sujeto, pues se trata sobre todo de prejuicios. Por el contrario, la disposició n a la sorpresa abre el espacio donde pueden desplegarse, pero tambié n pone rse e n escena, clasificarse y editarse los hall:ugos del sujeto. Para Fran~oi sc, que ya ha frecuentado bastante la psiquiatría, la diferencia con la experiencia del análisis es ésta: "Usted no me dice qué debo hacer y, sin embargo, me siento orientada". El tratamiento se apoya, por lo tanto, en la capacidad creadora del psicótico, lo cual supone ante todo que el sujeto esté a la búsqueda de un menos susceptible de alojar su exceso de ser, cosa que Fran~oise dice con suma justeza "Tengo demasiada materia en el cuerpo". El vaso, objeto paradigmá1ico de la creación humana, es su primer modo de inscripción de un vacío. Forma un borde de la cama e impide sentir que cl órgano del partenaire tiene un valor de efracción portado ra de mue rte. La falta que introduce desconecta goce del órgano y muene. Esca operación no basta, pues la mirada en el campo del Otro siempre está en exceso y el velo puesto sobre los ojos del partcnaire no es una solución que pueda sostenerse. Es preciso
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J 1\C:Qua,
13o RJ F.
sacar ese (mal) objeto excedente
Comentario Gustavo Dessal
El caso clínico prescmado por Jacqucs Borie pone en cvi<.k:ncia fo importancia, en cl tratamiento de las psicosis, de un dispositivo técnico abierto y sensible aJ poder creativo del sujeto. La creatividad y la invención no deben entenderse aquí únicamente en sentido anístico. Antes bien , es el deseo del analista lo que lleva al sujeto a producir algo nuevo, algo que escapa a la determinación significante y puede funcionar como síntoma, suplencia de los mecanismos defectuosos de su t::StruclUra . El caso de Fran\oisc es un excelente ejemplo. Se trata de una mujer psicótica, probablemente esquizofrénica. Su imposibilidad de utilizar cJ significante fálico como medio de representación de la satisfacción permitida y de la articulación ent re el deseo dd hombre y el de la mujer genera en su vida psíquica una equivalencia ent re la sexualidad y la muerte. De distintas maneras, ese rasgo de la muerte se afi rma como la condición fundamenrn l de sus elecciones de objeto. Si ella acepta tener relaciones sexuales con partenaircs, lo hace en la medida en que éstos represenran una demanda de goce infinito frente a la cual Fran\oise se convierte en objeto de sacrificio: "la Mujer muerta del fantasma del O tro". Nuestro colega Jacques Borie nos muestra que el hacerse cargo de la cura de un psicótico supone en determinados momentos la asunción del riesgo dd acto con cl que sólo puede cargar el deseo del analista. Al advertir la pendiente monífera por la q ue se desliza la relación de Fran~oise con uno de sus partenaires, el analisca le dice con firmeza que debe renunciar a ese goce o, de lo contrario,
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C 0 .\11;.NTAJUO
interrumpi r la cur:i. La eficacia de la icrn:cvenci6o se vcr\fü:a en la respuesta del sujeco, que solicita sesiones en los momenros ames prcvist~..\S p-.lra sus ~ncucnuos con e\ hombre, y csda rece al mismo tiempo cJ movimient0de1:1 rransfcrencia, que habrí:.t podido indinarse hada la erotomanía pero produce, no obmmce, una cransformación radical en las mocfolicfades de elección Je objeto de la padcnce. Por pri mera vez se deshace el lazo que anudaba la se'ltuili
ÜN1\ Vl· ~IÓ. DE LA Vll)A Sf'-XUJ\l SIN 1:.L l·Al.O
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Sin d uda, el sujeto como respuesta de lo real brinda a Fran \Olsc la posibilidad d e afrontar las dificultades inherentes a su propiu estructura y utilizar el análisis como un instrumento que le permite mejo ra r la · co nd iciones de su existencia. Pero también es preciso destaca r la po ición del a nalista, que se niega a hacerse cómplice del goce mo rtífero y co mprende la im portancia y el valor e.le esas modalidades psicótica e.Id objeto a. restos, cositas que ponen un dique a la signifü:ación absoluta e infi nita . La paciente co rrobo ra la dirección de la cura ul J ecir: "Usted no me dice qué debo hacer y, sin embargo, me siento o rientada ". El o rientador es el deseo del analista, sin prejuzgar lo q ue es bueno para la paciente ni procu rnr su no rma lización sex ual. A ·í, F ranc;oise logra ocupa r el lugar de objeto del goce sexual de su parte11aire, sin q ue ello s upo nga el sacrificio al goce del 01 ro, a la vez que man tiene sus pensamientos apartados d e las rcprcsc nracio nes rclarivas al sexo.
La cautiva
Carlos Dante García
1. Monwrtos
Tuve la oportunidad de escuchar a esta paciente en tres momentos, en siiuaciones djferemes en cada ocasión. La primera vez fue a mediados de 1992. Por indicación de su psiquiatra, Alicia, de 32 años, es internada en un hospital psiquiá1rico con un diagnóstico de TOC (trastorno obsesivo compulsivo) acompañado de depresión. Tengo entonces una ~nt re vista con ella y su marido para conocerla, juzgar la sugerencia de internación y evaluar el diagnóstico. Alicia pcm1anccc en silencio, mientras su marido me cuenta que ella tiene i
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loca. Alicia lo interrumpe: " El padre de Evangclina es X ". X era d amigo
LA CAUTIVA
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infonna que el psicólogo intentó hacerle interpretaciones, y cree que eso es lo que se hace durante un tratamiento psicoanalítico. Este profesionol no le hablaba di recrn mente, le sugería que dla amaba a X o se sentía at raída por él. "Nunca pensé que hubiera algo entre éJ y yo, como i dijéramos entre un hombre y una mujer. No espero nada de él A lo rnc:jor éJ sí espera algo de mí. Si, siente algo por mí. Pero no sé si es algo sex ual" . "¿Me van a internar paro sacarme la idea obsesiva? ¿Tengo q ue curarme de la idea?", pregunta Alicia. Le respondo que, a mi juicio, no está obligada a curarse de ella; por mi parte, además, todavía no sé con claridad si se trata de una idea obsesiva. "A veces le pregunto a Ja gente -a los vecinos, obre todo- si X es d padre de la niña . Dicen que no y me preguntan cómo puedo decir una cosa semejante. Yo ya se lo expliqué ... Quiero verlo. Quiero esta r con éJ", agrega. EJ hecho de que la paciente creyera que la atracción procedía del cuñado y que éste esperaba algo de dJa constituyó desde d inicio cJ dato estructural que permitió concluir de manera provisoria que se trataba de una erotomanía, aun cuando esa extraña certeza acerca de: una paternidad que ella misma calificaba de idea obsesiva era desconcertante. Como no era mi paciente sino deJ doctor M., me limité a indicar mi hipótesis de un diagnóstico de psicosis y la posibilidad de que se tratase
28 Ya era mucho para una entrcvist<1. En cuanto a la internación, yo no planteaba o bjeciones. Alicia pennancció in,emada seis meses y siguió un rtatamiento ambulatorio en un hospital d e día durante un l:ipso similar, En medio de un control tuve la oportunidad de saber algo de ella por segunda vez, po rque d an~lista encargado de su rratamiento ambularodo me habló de en:l entres ocasiones. Este analista no inte.rprctaba ni cues tionaba la "idea obsesiva''; la dejaba habla c. Me enteré así de que, durante la internacíón, Alicia h:ibía tratado de enviar varios escritos a X por inccrmcdio de las enfermeras y otros pacientes. En los períodos en que no cstab11 en d h o pi tal. perseguia a su cuñ:ldo de distintas formas: le envíaba carras. conversab¡1 con las vecinas de su barrio. irrumpía en la jug uetería de su propiedad , se presentaba en su casa de manera inesperada, se enfrentaba con su hermana , ercércra. Durante la internación, X se casó con la hermana de Alicia. C uando ésrn se erlleró, cayó en uml depresión que evolucionó con rapidez hacia d acoso, con amenazas contra la pa reja. En ese contexto, y sin que Alicia lo supiera, X y la hermana se marcharo1"l-al inte.r)or. Agotado, cl rnaril '11\ en mi c:onsuhorio. Tenía míedo y no quería que la inte rnara n. " VcngC\ 11quí a causa Je la idea obsesiva y no por ella. A causa de ... es decir que 110 se trata de Ja idea. y 'por' significa que es la idea. ¿Me ende.nde? Quiero habhu con us\ed, p ero \ tngo un poco de reticencia, Aunque no me h:1ya tratado mal. usted no se opuso a la incc madén . Sin embargo, yo sabfa que eso no se debía a usted. An1cs nun ca ruve ideas obsesivas, ni durante la adolescencia ni Jurance la itifancht. "Como codo el mundo, siempre ruve ideas, las mismas ideas que los demás, pero no obsesivas, La pal~ra 'ob'M:s\vn' es
L A CAUTI \I¡\
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Le respondo: "Desde luego". "El problema no es que X sea el pad re de Evangelina ''. prosigue. "El problema es: ¿por qué yo? ¿Por qué a mí? En fin, no sé si es o era el problema. La idea cautiva que me imponen no apareció de la noche a la mañana, fue poco a poco, hasta que llegué a estar segura de eUa. Un día, mi cuñado, que tiene una juguetería y negocio de artículos para bebés, me hjzo un regalo . Yo estaba embarazada. El regalo quedó sobre la cama Jonde dormíamos mi marido y yo. Estábamos en la habitación, mi cuñado y yo, y me cocó, me rozó la mano. En ese momento pensé que tenía algo para J eci rmc, que pasaba algo. No sabía exacta· mente qué. Le hice una pregunta , no recuerdo cuál, y él me miró de un modo ... No sé cómo explicarlo ... Pensé que tenía que ver con el bebé, pero no cscabH segura. Su presencia siempre me inquict:1ba. Es muy amable, pero no sé ... En éJ había algo que me afectaba. La semana siguiente estaba en casa como de cost umbre; al irse me saludó y me miró en forma ext raña. En todo caso, me pareció extraña en ese momento. Inmediatamente pensé: 'Es cJ padre de mi bebé' . Mi m:irido, que estaba con nosotros, me preguntó qué me pasaba, porque aparentemente me quedé callada, sin contestar, un buen rato. Ya en ese momento no había más dud11s. A veces creo que no es posible, cuando traro de rechazar nuescro amor. A veces digo q ue no e · posible para tranquilizar a los demás, sobre todo a mi m11rido. que es celoso. Lo digo pero no lo creo. Digo que no es posible, pero creo que el padre es él. Mi cuñado me rogó que lo d~minciera. Pe ro ¿cómo hacerlo i él y yo ... ? A veces me acuerdo de esa mi rada. No es un pensamiento. El pensamicnco llegó más <1delante. Mi he rmana le prohibió vemte, pero los dos sabemos 4ue es imposible. Los dos sabemos de qué se t rara . Yo sé de qué se trata" . Le pregunto entonces de qué se traca. "Él, si no, no habría podido hacerme un hijo. Estoy cautiva de su amor. Mi marido y mi he rmana son cobardes porque ocultaron la verdadera situación. Es imposible ocultarla. Poco
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cicmpo ames de la inrcrnación, seguí a X hasta la juguereda. Le pedí regalos para nuestro bebé como testimonio de su amor. Ahí hubo roda una historia con las empicadas. Como se negaba, yo rnismn compré much os regalos con la ta rjeta e.le créclico. X se fue del negocio". Quiero S-;\bct uhora si el docLOr M. conocía. roda esa hi~toria . Alicia me responde: "Lo sospechaba. Pero yo estaba preocupada por la idea y además X m e h abía pedido que no dijera nada. Gua rdé silencio. Lo ro mé como d testimonio d e nuesrro :i mor. A partir de ese moment.o y
LA CALITTVA