MEGATENDENCIAS 2000 - JOHN NAISBITT Bonanza en la producción económica y científica de los años 90 En el decenio de los 90´s el mundo entra en un periodo de prosperidad económica. Los factores que explican este nuevo fenómeno son los cambios acelerados en la integración económica del mundo. Ya no es propio hablar de economía rusa, americana o europea, sino de economía mundial. Se firman acuerdos de libertad comercial entre las naciones; se avanza en las telecomunicaciones; el crecimiento no tiene límites; se conjura la crisis energética; se encuentran nuevos recursos naturales; se controla la inflación en los países; se promueve el interés por proteger el medioambiente; y se amplía el consumo en Asía.
Renacimiento de las artes y fortalecimiento de culturas globales Las artes reemplazan gradualmente a los deportes como la principal diversión en la sociedad. Se da un aumento de los visitantes a los museos; la afición principal por la música y el aumento de visitantes al espectáculo de la ópera confirman esta tendencia de convertir el arte en el gran negocio del siglo XXI.
Aparición del socialismo de mercado libre (capitalismo) Con el colapso del imperio soviético y sus satélites se ve claramente cómo el socialismo, que logra sobrevivir, tiene que incorporar elementos de la economía capitalista. Lo que antes era irreconciliable, ahora es posible. China, Vietnam y Cuba son testimonios vivientes de esta nueva realidad.
Estilos de vida mundiales y nacionalismo cultural La prosperidad de la economía global, el avance de las telecomunicaciones y las facilidades de los viajes, abren la puerta a los intercambios intercontinentales en diversos asuntos como alimento, música, modas, creando un nuevo estilo de vida mundial. El mundo se hace cada día más cosmopolita. El inglés y el mandarín se perfilan como los idiomas más universales.
La privatización del Estado benefactor El colapso del keynesianismo señala el fin de las economías colectivistas y benefactoras. El fracaso del socialismo en los países de la cortina de hierro genera la ampliación de la democracia, la apertura económica, las privatizaciones a nivel mundial y, con ello, la competencia en los mercados.
El desplazamiento de la cuenca del Atlántico por la del Océano Pacífico Desde hace más de quinientos años, el centro económico del mundo tenía como escenario el Océano Atlántico. Hoy, el escenario del desarrollo económico e industrial y comercial está en el Océano Pacífico, gracias a la presencia de las naciones más poderosas en su cuenca: los Estados Unidos, los tigres asiáticos, Corea, Japón, China, Taiwán, Malasia y Tailandia, por mencionar algunos.
El liderazgo de la mujer en múltiples frentes incluido el de la producción y las finanzas El mundo antiguo, la burocracia medieval y la edad moderna marginaron de manera injusta y casi inexplicable la fuerza de trabajo y el talento de la mujer. La nueva fuerza social,
laboral y política a nivel mundial la constituyen las mujeres que, gracias a los nuevos cambios, logran competir cada día con más éxito en el mundo masculino de los negocios, la industria, y en las nuevas actividades propias de esta era.
El nuevo milenio será llamado la "era de la biología" El nuevo milenio no está determinado por el interés en la física, como sí lo fue en el siglo XX. Es la biología la que ayudará a entender y a comprenderlas grandes necesidades del nuevo siglo. Entra en escena la biotecnología, ciencia que puede acabar con el hambre gracias a la revolución verde-, y que puede evitar la extinción de las especies en peligro mediante el trasplante y la clonación de embriones a la madre sustituta.
El renacimiento del misticismo religioso El propósito, tanto de la ciencia como el de la religión, es encontrar la “ve rdad". Sin embargo, a partir de la ilustración del siglo XVIII, los occidentales han adorado la ciencia como una religión y han convertido al dinero en un dios. En estas circunstancias surge una nueva y poderosa corriente religiosa que repudia la fe ciega en la ciencia y en la tecnología, entran en decadencia los ritos tradicionales, y nuevas devociones resurgen con más fervor, convirtiendo a la espiritualidad en el nuevo símbolo del mundo.
El triunfo de la individualidad en la sociedad del conocimiento Los movimientos ambientalistas, el movimiento feminista y el movimiento antinuclear fueron los protagonistas de la nueva conciencia individual. El mundo se globaliza, pero al mismo tiempo se fortalece el individualismo como la raza global, donde el interés radica en el consumo de bienes materiales, libertades jurídicas y nuevas responsabilidades.
LA TERCERA OLA - ALVIN TOFFLER
RESUMEN: A través de esta obra, que consta de 25 capítulos agrupados en seis partes, cada una con un título representativo del tema abarcado en la misma, los autores nos proponen un punto de vista interesante para el análisis de: El origen de los conflictos armados a lo largo de la historia de la humanidad, en relación con las tensiones y enfrentamientos producidos en medio de las transformaciones profundas de la civilización, clasificadas en “olas” por los autores, y que fueron los temas de sus libros “La primera ola”, “La segunda ola” y “La tercera ola”.
La primera ola representa a la sociedad agrícola ganadera, simbolizada por la azada, la segunda ola a la sociedad de revolución industrial, simbolizada por la cadena de montaje, y la tercera ola a la sociedad del conocimiento y de la información, simbolizada por el ordenador. Dicen los autores: “Las olas son dinámicas. Cuando chocan entre sí desencadenan poderosas corrientes transversales. Cuando se chocan las olas de la historia, se enfrentan civilizaciones enter as”. ”Una vez que se entiende la teoría del conflicto de olas, se hace evidente que el mayor desplazamiento de poder que comienza a operarse actualmente en el planeta no es entre Este y Oeste o entre el Norte y el Sur, ni entre grupos religiosos o étnicos diferentes. El cambio económico y estratégico más profundo de todos es la próxima división del mundo en tres civilizaciones distintas, diferentes y potencialmente enfrentadas.” De las formas de hacer la guerra, como reflejo del modo en que el hombre trabaja o genera la riqueza.
“Las guerras de la primera ola llevaban la impronta de las sociedades agrarias de la primera ola que las suscitaron, no solo en sus condiciones tecnológicas sino también en organización, comunicación, logística, administración, estructuras de remuneración, estilos de mando y supuestos culturales”. Con la llegada de la revolución industrial, la segunda ola, se transformó el modo de ganarse la vida de millones de personas, y esto se vio también reflejado en la forma de hacer la guerra. ”Del mismo modo que la producción en serie era el principio nuclear de la economía industrial, la destrucción masiva se convirtió en el principio nuclear de la actividad bélica de la era industrial”. Con la tercera ola, llega el concepto de la desmasificación. El rayo láser es utilizado en la industria para ejecutar el corte de una pieza con precisión y en el campo de combate para guiar un misil hasta su objetivo. Se buscan una selección y precisión cada vez mayores.
La Guerra del Golfo (1990 -1991), fue una clara demostración de la nueva forma de hacer la guerra. En este conflicto se emplearon los estilos de la segunda ola y de la tercera ola. Los iraquíes constituían una máqu ina militar convencional. “Las máquinas son la fuerza bruta de la segunda ola, potentes pero estúpidas”. “Las fuerzas aliadas eran un sistema con retroinformación interna, comunicaciones y capacidad automática de adaptación muy superiores. Al menos en part e se trataba de un sistema pensante de la tercera ola”. De como el reflexionar sobre la guerra y las distintas formas que puede asumir en el futuro puede contribuir a la paz, “ ya que una revolución en la actividad bélica exige también una revolución en favor de la paz”. Cuando la realidad, escapando de la era industrial, penetra en un nuevo siglo, buena parte de lo que se sabe acerca de la guerra y de la anti guerra se halla peligrosamente anticuado. Surge una economía nueva y el esfuerzo físico. Toffler analiza en este libro las relaciones entre las guerras y una sociedad impredecible caracterizada por experimentar cambios constantes. Y realiza un paralelismo entre la estructura organizativa de las fuerzas armadas y el mundo empresarial. "Claro está que las”„ naciones de la tercera ola", necesitan aún energía y alimentos, pero lo que también precisan es un saber convertible en riqueza: les hace falta el acceso o el control de los bancos mundiales de datos y redes de telecomunicación; requieren mercados para productos y servicios de información intensiva, servicios financieros, asesoría de gestión y programas informáticos. En suma, en este punto nos encontramos ante el sistema global del siglo XXI, el terreno donde se desarrollarán en el futuro las guerras y los esfuerzos antibelicistas", sentencia el autor. La contienda televisada de los Aliados contra Saddam Hussein es el modelo de guerra 'inteligente' que sustituirá a la guerra convencional. Sin embargo, nuestros estadistas y militares no están mejor preparados para estos cambios de lo que lo estaban los guerreros feudales para asimilar el carro de combate y el avión supersónico. Y, sobre todo, nuevas formas de guerra requieren nuevas formas de conseguir la paz, extremo al que los autores dedican un amplio y agudo estudio.
CONCLUSIONES : Una de las personas que más tiempo le dedica a pensar cómo serán las sociedades del futuro se llama Alvin Toffler. Hace poco, este personaje estuvo por tierras latinoamericanas, más exactamente, anduvo por Argentina desplegando su pensamiento. No le fue mal. En Buenos Aires tuvo una audiencia francamente masiva, que le escuchó disertar sobre el impacto que está causando la imparable revolución tecnológica sobre las estructuras económicas, políticas y culturales del siglo XXI. Un tema tan vasto como profundo. En su
exposición, Toffler subrayó la importancia de la educación como elemento clave para insertar a Latinoamérica y sus organizaciones en la Nueva Economía. Y como su audiencia estuvo repleta de gente de negocios, este sociólogo de la era digital destacó el papel que juega la estrategia en toda compañía que se dice dispuesta a dar pelea ante las exigencias de la competitividad. En otras palabras, para Toffler, sin ideas de largo aliento no hay oportunidad de crecer. Esta idea es perfectamente válida tanto para la sociedad como para las empresas. El connotado autor de obras como La Tercera Ola, El Shock del Futuro y Creando una Nueva Civilización (Creating a New Civilization), advirtió en tierras gauchas sobre el riesgo que corre la región ante la profundidad y velocidad de los cambios que afectan al planeta. ¿En qué se basa su tesis? El pensamiento toffleriano tiene tres secuencias: el mundo atraviesa, hoy, por su tercera ola de desarrollo. Luego de una primera ola signada por la evolución de la economía agrícola, y la segunda marcada por la irrupción violenta de la Revolución Industrial, la tercera ola es la etapa del conocimiento, la información y la creatividad. Pero esta ola plantea, también, un nuevo modo de generar la riqueza. Es la etapa que para Toffler implica adentrarse en el umbral del nuevo modo de vida; se trata de una nueva civilización. Toffler pone freno a las visiones pesimistas que vinculan los vaivenes del mercado bursátil con el colapso de la Nueva Economía en su propio nacimiento. "No comparto esa postura, tampoco la que anticipa una prosperidad interminable. Ambos se equivocan. La bolsa tiene su dinámica y no puede utilizarse como vara precisa de medición de las tendencias. El desarrollo continúa pero habrá altibajos, porque el cambio es profundo y no podrá evitar turbulencias. No se puede tener cambios en la escala de producción sin tener conflictos. Con la Revolución Industrial hubo conflicto en las organizaciones y también en la sociedad". Sin embargo, no todo es color de rosa. El detalle perverso de la Tercer Ola toffleriana también esta ahí: el alcance de la revolución tecnológica, si bien global e irreversible, nunca ha sido homogéneo ni será equitativo. El problema es que dentro de la revolución tecnológica ya se han abierto brechas demasiadas profundas. Al punto que la propia Europa siente el fuerte rezago frente a Estados Unidos y actúa con el complejo de hermano pobre que llega a la casa del pariente rico: correr en busca del tesoro perdido. Ahí se explica la alocada carrera de Alemania, España... para importar masivamente cerebros y fuerza de trabajo especializada en las carreras conectadas con la era del microchip. Si los europeos (y Japón no va lejos) están así, piénsese lo que sucede en América Latina. Y si alguien quiere deprimirse más, solo tiene que echar un paseo mental por estos parajes. Pero países como Ecuador pueden tener una oportunidad si sus gobernantes se muestran audaces. Deben salir a caza del cohete llamado Internet y conectarlo con todas las escuelas. El cambio arranca de ahí. Conceptualmente, la ONU acaba de decir que Internet será un instrumento para recortar la brecha entre pobres y ricos. Quizá no sea así, pero hay que hacer el intento
HACIA EL SIGLO XXI - PAUL KENNEDY Sinopsis: En Hacia el siglo XXI, Paul Kennedy aborda una de las cuestiones más candentes de los años noventa: las fuerzas transnacionales con que tendrán que enfrentarse los Estados durante las próximas décadas. La duplicación de la población mundial; la cada vez mayor degradación del medio ambiente y sus efectos sobre el crecimiento económico; el comercio y los intercambios a nivel mundial; los desequilibrios estructurales y las distintas 'velocidades' del desarrollo; los espectaculares avances de la tecnología, que según las circunstancias pueden paliar o agravar los problemas demográficos y ecológicos... Con agudeza intelectual y exhaustivo conocimiento del tema, el autor analiza el probable
impacto de estas fuerzas en países y regiones concretos, de los que evalúa sus respectivos niveles de preparación para afrontarlas con probabilidades de éxito. Asimismo, sitúa estas transformaciones globales en un amplio contexto histórico y demuestra que, ineludiblemente generarán ganadores y perdedores.
En Hacia el siglo XXI Kennedy considera el encuentro de las razas humanas con ciertas fuerzas o tendencias generales de finales de este siglo que, a su juicio, son las que tendrán mayor trascendencia en los inicios del próximo. Entre ellas, señala los cambios demográficos; las revoluciones en las finanzas, las comunicaciones, la agricultura, la biotecnología; la pujanza de las multinacionales; los peligros que acechan al medio ambiente... En la primera parte del libro define estas tendencias generales, para luego proyectar -hacia el horizonte del año 2025- sus consecuencias en los distintos países o regiones del mundo. La amplitud del análisis y la ambición del estudio generan tal cantidad de información, tantas reflexiones y juicios, que la impresión final puede ser la de tener entre las manos un catálogo de incertidumbres o -si se prefiere- de posibilidades muy condicionadas. Cuando trata las grandes tendencias mundiales, Kennedy no aporta nada particularmente revelador. El autor advierte que no ha pretendido escribir un manual de respuestas ni predecir cómo será el mundo del 2025. Más bien intenta ofrecer una guía para comprender los cambios globales y una orientación sobre lo que convendría hacer para estar bien situados en el siglo XXI, con lo que evita que se le pueda incluir entre los agoreros, al estilo de Malthus o el primer informe del Club de Roma. Pero lo consigue al precio de diagnósticos inconcluyentes que tal vez dejen perplejo al lector. Así ocurre a menudo en la parte dedicada a las seis regiones del planeta que el autor señala como actores principales en la escena mundial: Japón, China-India (es un acierto considerarlas conjuntamente), el resto de los países en desarrollo, el ex imperio soviético, Europa y Estados Unidos. En los comentarios sobre el tercer grupo, Kennedy tiene tanto cuidado de equilibrar pros y contras, que no se sabe bien si el subdesarrollo se debe sobre todo a factores internos o externos. Sus advertencias sobre los peligros que presenta la antigua URSS son triviales. El libro empieza por la economía y termina con la política. Kennedy señala un gran problema: mientras la economía avanza hacia una unidad global, en el plano político el mundo aparece cada vez más fragmentado, con un aumento del número de países y un refuerzo de los particularismos nacionales y étnicos. Armonizar las estructuras económicas y las estructuras políticas es la tarea que aguarda a los dirigentes democráticos, a los que el autor adjudica la responsabilidad de encontrar las respuestas apropiadas, a la vez que duda de su capacidad. Kennedy sostiene que, a menudo, los gobernantes no toman las medidas necesarias, que sólo reportan beneficios a largo plazo, porque no están dispuestos a pagar los costes políticos inmediatos.
EL FIN DE LA HISTORIA Y EL ÚLTIMO HOMBRE - FRANCIS FUKUYAMA: Fukuyama expone una polémica tesis, la Historia, como lucha de ideologías ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto finalmente tras el fin de la Guerra Fría.
Plantea que la única opción viable es la democracia liberal tanto en lo económico como en lo político. Se constituye así en el llamado pensamiento único: las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía.
Fukuyama cree en el humanismo, la cultura y la ciencia como base moral capaz de desplazar a la religión u otros dogmas morales o éticos. Es decir, cree que a través de los Derechos humanos universales se puede llegar a unos Deberes humanos universales.
Sinopsis: La argumentación de Fukuyama tiene dos puntos de apoyo: el bienestar económico y lo que Hegel llamó ”la lucha por el reconocimiento”. Como Marx, el autor encuentra en la revolución industrial, un factor decisivo en la evolución de las sociedades. Esa revolución industrial, al extenderse, uniformiza, va eliminando estadios particulares de desarrollo, ”independientemente de su origen histórico o de su herencia cultural” . Por eso se tiende a la unificación política, a la urbanización, a la búsqueda de la eficacia y de la educación generalizada. El mercado, a su vez, une a esas sociedades, las intercomunica e intercondiciona. Hasta hace poco, esa racionalización y esa interdependencia de la actividad económica se podría considerar que justificaba a Marx, y que el modelo resultante sería un desarrollo planificado sin los despilfarros del capitalismo; así pareció que triunfaba en Rusia cuando se abordó la industrialización (en sus dos primeras fases). Pero el gran reto, la tercera revolución industrial, las economías complejas posindustriales, ha sido excesivo: las economías centralizadas han sido ”espantosamente inadecuadas” para hacer frente a las necesidades, surgidas con aquélla, de información e innovación tecnológica. De donde se deduce que la verdadera dirección de la historia ha seguido el curso del capitalismo, que ha generado y se ha adaptado a la nueva situación provocada por el progreso tecnológico. Pero no es suficiente para avalar globalmente la tendencia hacia la democracia liberal. Para ello Fukuyama recurre, paradójicamente, a Hegel. Va a partir, por tanto, de la misma fuente que Marx. Fukuyama encontrará en él su segundo argumento: el deseo de reconocimiento, es decir, el hecho de que el ser humano, de cualquier condición, lleva en su conciencia de su propia dignidad como individuo, el deseo de autoestima, lo que Platón llama ”thymos” . Si el progreso económico hacia la economía compleja posindustrial de mercado ha satisfecho la parte del espíritu humano que se relaciona con el deseo, apoyado por la razón, el progreso político se ha generado más en la búsqueda de la dignificación del individuo, de la persona, pero ambos factores confluyen armónicamente para determinar la identidad de los dos procesos: así, liberalismo económico y liberalismo político son las caras de un mismo fenómeno. Y es tal la fuerza que puede adquirir ese deseo que los ciudadanos arriesgan los logros de una economía próspera o de unos derechos personales satisfactorios para luchar, como antes sucedía entre los individuos o las tribus, en favor del reconocimiento, de la dignidad, de su fe o de su cultura, bien para hacerla más fuerte, bien para que alcance una posición internacional de mayor relevancia; en este caso, el ”thymos” se convierte en „‘megalothymia’ „. También es un contenido de inestabilidad en las sociedades democráticas el hecho de que el modelo económico no crea igualdad, con independencia de que consiga satisfacer plenamente las necesidades a un nivel de suficiencia, puesto que siempre habrá una ”pobreza” relativa aun en la abundancia.
Hay, sin embargo, otra fuente posible de problemas que también tiene su raíz en el espíritu humano, al menos en algunos casos: la necesidad, no de reconocimiento de la propia dignidad, del propio valor, sino el deseo de ser reconocido como superior, la ”megalothymia”, pero desde una actitud individualista. Y aquí nos encontramos con Nietzsche, para quien el curso de la historia ha sido negativo, en el sentido de que la generalización de la dignidad humana, su universalización, ha impedido que se manifestara la natural desigualdad en valor de una minoría (los ”Superhombres”) respecto a una mayoría de hombres inferiores, débiles y no merecedores por sí mismos del reconocimiento obtenido; esa „‘tiranía” de la igualdad (que achaca más al cristianismo que al liberalismo) es ilegítima; el superhombre tiene derecho a eliminarla y sustituirla por una jerarquía por él definida. El corolario de Fukuyama es que el sentido de la historia es claramente optimista, pero no impuesto por ninguna fatalidad sino surgido de los más nobles deseos del ser humano. Y concluye con una paradoja inevitable: la involución de esto último si ese espíritu dignificador se envilece y busca su autoestima en el desprecio de sus semejantes o en la renuncia a la propia dignidad personal en beneficio de una fanática adhesión a ideales colectivos de base irracional.-