La barbarie comienza en casa.
Anarco-queer en contra de la familia como (otra) institución de la Modernidad. Ludditas Sexuales
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viejos te cagaron Fue sin querer, pero así fue. Te llenaron de sus propias fallas Y agregaron algunas extras, solo para vos. A ellos también los cagaron en su momento Tontos con sombreros y abrigos pasados de moda La mitad del tiempo era sentimentaloides-severos La otra mitad se degollaban el uno a la otra. El Hombre llena de miseria al Hombre. Se profundiza como geografía costera. Andate de ahí tan pronto como puedas Y no tengas nunca hijxs. Philip Larkin. Sea este el verso
Toda niÑio sensible sabrá entender Dete Determ rmin inad ados os por por nues nuestr tras as fami famili lias as –la –la célu célula la base base de la sociedad, según se nos repite una y otra vez en la escuela- lxs niñxs en nuestra civilización son nacidxs, son críadxs y son desarrolladxs, en una atmósfera de desaprobación de la vida. Muc Muchxs, hxs, ent entre ellxs llxs los prof rofesio esiona nale les s del incon nconsc scie ient nte, e, suscriben a la idea de que casi todo el daño psíquico se le hace a una niño en los primeros 5 años de vida. Pero podríamos decir que el daño es previo, comienza incluso antes de nacer, antes del adoctrinamiento en rosa y celeste, antes de las muñecas, antes de los autitos para jugar, antes de la educ educac ació ión n sexi sexist sta a y hete hetern rnor orma mati tiva va sexa sexant nte e de nues nuestr tras as corporalidades inclasificables, antes del bisturí en la episi isiotom otomía ía de mamá amá o en el genit nital inte ntersex rsex,, ant antes del del
abandonó de persona en la noche de la nursery, o de los tactos obstétricos ultrajantes de la parturienta. Comienzan con la rigidez física de nuestras madres. A su vez, la familia, célula base de la sociedad – no nos cansaremos de repetirlo, porque en ello fuimos repetidas una y otra vez- cuya etimología deriva del latín “conjunto de esclavos y esclavas” (famulus, famulus, sirviente, escl sclavo, de acuerdo al Diccio Diccionar nario io Etimo Etimológ lógico ico de Coromi Corominas nas)) da por por sentad sentado o que que una niño debe ser enseñado para comportarse de tal manera que haga la vida de lxs adultxs progenitorxs de la familia, y de lxs lxs adul adultx txs s en gene genera ral, l, lo más más tran tranqu quilila a posi posibl ble: e: moda modale les, s, obediencia y docilidad. Pero también, un tejido de mentiras y prohibiciones, cual batitas y escarpines, forzadas a encajar en una sociedad que hasta los titulares de Clarín saben enferma, aniquilada: “No hagas ruido, no te masturbes, no mientas , no robe robes… s…S Se les enseñ nseña a a deci decirl rle e que que si a todo todo lo que que es negativo de la vida. Respetar a los mayores, la religión, al direct recto or de la escu escuel ela, a, resp respet etar ar la ley de los los pad padres. res. No cuestiones, obedecé.” (Neill: 102) Fami Famili lia a devie eviene ne así no sólo sólo el conj conjun unto to de escl esclav avos os sino sino también la mirada moral omnisciente y ominipresente sobre nuestr estras as vidas idas que lo redu reduc ce todo al bino binomi mio o víct víctim ima a y vict victim imar ario io dond donde e quie quiene nes s no pode podemo mos s reco recono noce cerr nues nuestr tras as propias formas de abuso tal como las tipifica el Código Penal, y solo poseemos como testimonio intuiciones y pruebas de otras dimensiones no podemos probar nada, y seremos ad aeternitatem (sobre (sobreviv vivien ientes tes)) sospec sospechos hosas as de culpab culpabili ilida dad. d. Porque la letra con sangre entra, no sabíamos qué hacer, soy tu padre, a los mayores hay que respetarlos, eras una nena muy rebelde, rebelde, un chirlo chirlo no hace mal, sos muy chica para tener novi novio, o, es tu resp respon onsa sabi bili lida dad d tene tenerr buen buenas as nota notas… s… y así así seguimos con la lista de aquello que no tiene límites éticos y donde al final del campo de concentración, presas del poder familiar para ser el fusible de toda la frustración clasemediera alguien dirá -si es que alguien lo dice-: “hicimos lo (mejor) que pudimos”. Pudieron poco. Por Por eso, eso, escr escrib ibim imos os para para toda todas s aque aquellllas as indi indivi vidu dual alid idad ades es cuyas familias intentaron y hasta a veces lograron hacerlas minusválidas en algún aspecto, intentaron y a veces lograron
anular ularla las s con su amor, or, o impo imposi sibi billitar itarla las s con con su odio dio y frus frustr trac acio ione nes, s, para para toda todas s aque quellas llas cuyo cuyos s padr padres es trat tratar aron on alguna vez de puta, calenturientas, ardidas, putos maricones, cuyas madres compitieron con ellas y desvalorizaron, a todas aquellas que se vieron sometidas al cruel método de disciplinamiento y subjetivización que tiene el Estado Moderno (cualquier Estado: izquierda o derecha) llamado familia, para todas aquellas que sus progenitorxs cuidaron tanto, tanto que no proveyeron de herramientas con las cuales gestionarse una sexualidad placentera, singular singular y consensuada que les permita resi resist stir ir los los avas avasal alla lam mient ientos os.. Y tamb tambié ién n escri scribi bim mos y nos nos orga organ nizam izamos os para para tod todas aque quellas llas que que no nece necesi sita tam mos el Código Penal y sus tipificaciones para reconocer(nos) y saber que tan sólo una bofetada fue suficiente, pero que de todas maneras fueron más, mucho más que una: insultos, menoscavo, menosprecio y mentiras, malas caras, neurastenia, golpes de nuevo, sometimiento, callarse la boca, sile silenc ncio io que que papá papá mira mira la tele tele,, sile silenc ncio io que que papá papá mira mira la carrera, silencio que papá mira el partido, silencio que papá escucha el noticiero. Y la sonrisa del hermano incestuoso y reprimido y la madre, muy ocupada con su carrera, y con que todo parezca “más o menos bien”, que nadie note nuestra verdad verdader era a extrac extracció ción n de clase, clase, borran borrando do prueb pruebas, as, hacien haciendo do oídos sordos. Escribimos para todas las víctimas sobrevivientes de la familia - Estado impuesto a costa de la decisión propia resignada diar diaria iame ment nte, e, para para posi posibi bililita tarr pens pensar ar y expr expres esar ar desd desde e una una mirada anarquista nuestra vida como hijas y contrarrestar su inte interp rpel elac ació ión. n. Escr Escrib ibim imos os porq porque ue tene tenemo mos s que que empe empeza zarr a hablar por fuera del relato familiar, por fuera del exilio familiar y por fuera de lo que La Ley nos permite decir.
El futuro llegó, hace rato De los niños revoltosos Que no quieren crecer Hay que encargarse De las niñas revoltosas Que no se apaciguan Hay que encargarse Un golpe en la cabeza obtenés si no pedís Un golpe en la cabeza Obtenés si pedís Un golpe en la cabeza justo obtenés por ser cómo sos un golpe en la cabeza por las cosas que decís y las cosas que hacés por ser quién sos Morrisey
El anar anarqu quis ismo mo siem siempr pre e tuvo tuvo entr entre e sus sus tema temas s el anál anális isis is y modificación de los vínculos entre seres humanos. El amigo barb barbad ado o Baku Bakuni nin n en un text texto o poco poco cono conoci cido do llam llamad ado o “La “La soci socied edad ad y los los niño niños” s”,, afir afirma ma que que no somo somos s prop propie ieda dad d de nadie, ni siquiera de pequeñas: ni de nuestros padres ni de la soci socied edad ad.. Las Las niño niños s sólo sólo pert perten enec ecen en a su pro propia pia liber iberta tad d futur utura. a. Liber iberttad, ad, de todas odas form ormas, as, en poten otenci cia a, que aún aguarda la conciencia plena y su realización” basada en “el sentimiento de la propia dignidad y en un auténtico respeto por la libertad y la dignidad de los otros”. Sin embargo, Bakunin en ese mismo texto no radicaliza mucho más allá la cuestión al resp respec ecto to de cóm cómo será serán n cria criado dos s estas stas niño niños, s, o de si es deseable que no sean criadas por padre y madre. En cambio, podemos citar La Questione Sociale, Sociale , publicación ácrata de finales del siglo XIX, en cuyo número segundo, un auto autorr anón anónim imo o afir afirmó mó:: “Que “Queri rien endo do el hom hombre bre prop propie ieta tari rio o tran ransmit smitir ir a sus desc desce endi ndient entes el frut ruto de sus rap rapiñas iñas y habiendo sido la mujer hasta hoy juzgada como inferior, y más como una propiedad que como un asociado, es evidente que el hombr ombre e ha suge sugest stio iona nado do a su fami famili lia a para para aseg asegur urar ar la supr suprem emac acíía sobr sobre e la mujer; jer; y para ara pod poder, er, a su muer uerte, te,
tran ransmit smitir ir sus sus bien ienes a sus sus desce escend ndie ient ntes es;; así, sí, ha sid sido nece necesa sari rio o decl declar arar ar la fami famililia a indi indiso solu lubl ble. e. Basa Basada da sobr sobre e el interés, y no sobre el amor, es evidente que necesitaba una fuerza y una sanción para impedir que se disgregara bajo los choques ocasionados por el antagonismo de intereses.” Asimismo, la gran anarco-feminista Emma Goldman supo ver -e invo involu lucra crars rsee- en el anál anális isis is de “la “la prod produc ucci ción ón”” de sere seres s dentro de aquello que se conoce con el nombre de conjunto de esclavos, como ya vimos, la familia: “La mujer no quiere seguir siendo la productora de una raza de seres humanos enfermos, débiles, decrépitos y miserables, que no tienen ni la fuerza ni el valor moral de sacudirse el yugo de su pobreza y de su esclavitud.” Finalmente, también el anarco-sindicalista italiano Malatesta que llegó hasta estas regiones sudamericanas tuvo algo que agregar al respecto: “Algunos dicen que el remedio se hallaría en la abolición radical de la familia; la abolición de la pareja sexual más o menos estable, reduciendo el amor al solo solo act acto físi físico co o, mej mejor dicho icho,, tra transfo nsform rmán ánd dolo, olo, con con el añadido de la unión sexual, en un sentimiento semejante a la amist amistad, ad, un sentim sentimien iento to que recono reconozca zca la multi multipli plicac cació ión, n, la variedad, la simultaneidad de los afectos. ¿Y los hijos...? Hijos de todos.” Más del lado de este siglo, los filósofos insurrectofran france cese ses, s,an anar arco co-c -com omun unist istas as,, cono conoci cido dos s como como los los 12 de Tarnac, Tiqqun afirman en el 2ªcírculo de La Insurrección que viene, en su lúcido análisis afirman: “Se dice que regresa la familia, que vuelve la pareja. Pero la familia que regresa no es la que se fue. Su regreso no es más que una profundización de la separación reinante, que sirve para engañar, volviéndose ella misma el engaño. Cada uno puede testimoniar las dosis de tristeza que condensan cada año las fiestas familiares, sus trabajosas sonrisas, los apuros de ver disimular en vano a todo el mundo, ese sentimiento de que hay un cadáver ahí, sobre la mesa, y que todo el mundo hace como si no pasara nada. De la aventura al divorcio, del concub cubinato a la reconciliación, cada cual se resiente de la inanidad del triste núcleo familiar, pero la mayoría parece estimar que sería más triste aún renunciar. La familia no es tanto la asfixia de la influencia maternal o el patriarcado de las trompadas sino este
abandono infantil a una cómoda dependencia, en la que todo es conocido, este momento de indiferencia frente a un mundo en el que nadie puede negar que se derrumba, un mundo en el que “volverse autónomo” es un eufemismo que significa “hab “haber er enco encont ntra rado do un patr patrón ón”” La pare pareja ja es como como el últi último mo escalón de la gran catástrofe social. Es el oasis en medio del desierto humano. Se viene a buscar en ella bajo los auspicios de lo “íntimo” todo lo que ha desertado tan evidentemente de las relaciones sociales contemporáneas: el calor, la sencillez, la verdad, una vida sin teatro ni espectador.” Adherimos a esta lína de pensamiento donde “la descomposición de todas las formas sociales es una oportunidad...la condición ideal para una experimentación masiva, salvaje, de nuevos arreglos, de nove novedo dosa sas s fide fidelilida dade des. s... .. En la muer muerte te de la pare pareja ja,, vemo vemos s nacer inquietantes formas de afectividad colectiva... Lo que hay de incondicional en los lazos de parentesco, contamos con con hacer acerlo lo la armad rmadur ura a de una soli solid darid arida ad políti lítica ca tan impenetrable a la injerencia estatal como un campamento de gitanos...” Pero más allá o más acá de las abundantes citas de autoridad al respecto, no todo esto está bien en el mundo de las familias alternativas. Lleno de buenas intenciones, de nuevas familias, de nuev nuevos os mode modelo los, s, hast hasta a los los supl suplem emen ento tos s GLTB GLTB de los los diarios progresistas hablan de las madres lesbianas y de la capacidad de los gays para la crianza, o podemos ver a las así llamadas familias anarquistas (¿Podemos acaso las anarquistas tener familias? ¿No convendría tener afinidades y mana manada das s como como todo todo pare parent ntes esco co?) ?),, mayo mayorm rmen ente te caso casos s de emb embaraz arazos os ado adolesc lesce entes ntes no inter nterru rum mpidos idos.. Que se nos entienda. No queremos más familia -que no es lo mismo que decir no queremos nacer más-. Queremos construir manadas y comunidades, queremos dejar de ser como en el verso de Aleja lejand ndra ra Piza Pizarn rnik ik rehé rehén n en perpe erpetu tua a pose posesi sión ón,, víct víctim imas as fatales de las instituciones. Ni mejoras, ni reformas.
Sortilegios Mi problema es fundamentalmente la definición de los sistemas implícitos dentro de los cuales estamos presos: lo que me gustaría comprender es el sistema de límites y exclusión que practicamos sin saberlo, me gustaría hacer patente el inconsciente cultural Foucault
Siguiendo a Foucault, la niño de la que se nos habla y se nos invita a liberar del abuso invisible de esa familia/humanidad que la deviene problemático, y sólo así, como problema a resolver o desvalido a proteger, nos lo hace inteligir, es ya en sí el efecto de un sometimiento mucho más profundo puesto que la sujeción es el principio de regulación conforme al cual se formula o produce un sujeto ( subiectum, subiectum, subject , en inglés súbdito, tema, no persona, la tercera, persona de la cuál se habla pero jamás enuncia frente a la primera, sub iaceo, en latín, arrojar debajo). Devenir persona, devenir sujeto, sujeto formado en sujeción, sujeta, profundo control interior que se ha deno denomi mina nado do inter nterpe pela laci ción ón:: el proc proces eso o por por el cual cual nos nos convertimos en elemento societario comprensible y asimilable. En este orden de cosas, nos han acostumbrado a confundir el poder con su despliegue. El poder sólo como algo que ejerce pres presió ión n sobr sobre e noso nosottrxs, rxs, sujet ujetos os a pri priori ori y natur atura alme lmente nte cons consti titu tuid idos os,, desd desde e fuer fuera, a, algo algo que que subo subord rdin ina, a, colo coloca ca por por debajo y relega a un orden inferior, del cual hay que emanciparnos/liberarnos. Sin embargo, el poder nos forma y prop propor orci cion ona a las las con condic dicione iones s de nuest uestra ra exis existtenci encia a, y la tray trayec ecto tori ria a de nues nuestr tro o deseo eseo (de (de allí allí que que el inco incons nsci cie ente nte tampoco sea un espacio absoluto de resistencia). Tal como escribiría Rossi, periodista de La Comuna Socialista a finales del sig siglo XIX XIX y que logr logró ó asen asenttar el proye royect cto o anar anarqu quis istta comuna comunall en Brasi Brasill llama llamado do Colon Colonia ia Cecil Cecilia ia “Camb “Cambiem iemos os los ritos itos y los los nombr ombres es cua cuanto nto quera ueram mos, os,… pero pero mientr entra as tengamos un varón, una mujer, unos hijxs, una casa, tend endrem remos una una fami amilia, lia, es decir ecir una peq pequeñ ueña soc socieda iedad d autoritaria, celosa de sus prerrogativas…” (Baigorria, 2006: 77ss).
Por eso, y nunca más claro en las relaciones de parentesco llamadas familiares, el poder nos preserva como los seres que somos, siempre y cuando seamos los seres que debemos, ya sea buenos, ya sea malas. No obstante, no por eso deja de ser ser meno menos s impu impues esto to,, de allí allí que que acab acabam amos os inte intern rnal aliz izan ando do (aceptando acalladamente/inconscientemente) sus condiciones, que procuran, por otra parte nuestra existencia y nuestra inteligibilidad social. Puesto que el sometimiento (al pode poder) r) cons consis iste te en esa esa depe depend nden enci cia a fund fundam amen enta tall ante ante un discurso que no hemos elegido pero que paradójicamente nos permite ser, es que podemos analizar otras formas de avasallamiento infantil, en las cuales el avasallamiento sexual explícito (con acceso carnal, por ejemplo) es el cenit (o el efecto) de algo anterior que lo posibilita, de algo que mayormente ocurre, como todxs sabemos, dentro las familias. Nos referimos a un abuso previo, inmanente e indisociable, en nuestra posición, de la estr structura de parentesco sco que sobreviene con la Modernidad (la familia), más refinado, un dispositivo disciplinar y coercitivo, que opera represivamente y simbólicamente, que reemplaza a y puede llegar a habilitar (y prod produc ucir ir)) post poster erio iorm rmen ente te el set set o conj conjun unto to tipi tipifi fica cabl ble e de conductas sexuales “aberrantes” sobre una menor cercano, en pos pos de, de, para paradó dójijica came ment nte, e, “cui “cuida dar” r” (con (contr trol olar ar,, admi admini nist stra rar, r, deberíamos decir) a esa niño, su sexualidad y las sexualidades (o avasallamientos, dependiendo del caso) que sobre ellxs recaen. Este Este abus abuso o podr podría ía ser ser defi defini nido do como como el abus abuso o del del vínc víncul ulo o apasionado sobre un ser que necesita como condición sine qua qua non non para para no cesa cesarr de exis existi tirr los los cuid cuidad ados os psíq psíqui uico cos, s, físicos y espirituales de las personas que la tienen a su cargo. Asimismo, los regímenes de aniquilamiento naturalizados que penden sobre las cabezas de quienes tuvimos que sobrellevar la experiencia de ser hijas hacen tuétano hueso adentro hasta el punto tal de ya no poder verlo en la normalidad familiar; se convierte en el abuso de la pasión que nos une a nuestras progenitores, vínculo amoroso que nos liga indisolublemente, por lo menos tempranamente, con quienes no solo nos dieron la vida vida sino sino que que nos nos la rest restit ituy uyen en diar diaria iame ment nte e como como cría crías s human humanas as vulne vulnerab rables les que somos, somos, neces necesita itadas das de cuidad cuidados os
diarios. De hecho, según la filósofa feminista Judith Butler: “La idea de que el sujeto está apasionadamente apegado a su prop propia ia subo subord rdin inac ació ión n ha sido sido invo invoca cada da cíni cínica cam mente ente por por quie quiene nes s inte intent ntan an desa desacr cred edit itar ar las las reiv reivin indi dica caci cion ones es de los los subordinados…si se puede demostrar que el sujeto persigue o sustenta su estatuto subordinado entonces la responsabilidad ultima de su subordinación quizás resida en él mismo. Por encima y en contra de esta visión, yo argumentaría que el apego al sometimiento es producto de los manejos del poder y que el funcionamiento del poder se transparenta parcialmente en este efecto cto psíquico, el cual constituye una de sus producciones mas insidiosas.” (2001: 17) Así es que familia viene a querer decir vigilancia permanente permanente sobre los individuos por alguien que ejerce sobre ellxs un poder - y que, porque ejerce ese poder, tiene la posibilidad no solo de vigilar sino también de constituir un saber sobre aquellxs a quienes vigila: nadie sabe más de vos que mamá y papá. Es éste un saber que se caracteriza por tratar de verificar si un individuo se conduce o no como debe. Sin embargo, ¿cómo el poder produce a sus sujetos, cómo éstos acogen al poder que los inaugura en una inteligibilidad? El deseo de supervivencia, en nuestro caso de las niños que fuimos y somos, el deseo de ser, de spinozianamente perseverar en nuestro ser y no cesar de existir, es ampliamente explotable por el poder al nivel de la estructura psíquica de la interpelación: para existir hay que ser sujeto (es decir estar subordinada). La subordinación no solo forma al suje sujeto to sino sino que además emás le pro proporc porciiona ona su cond condic ició ión n de posibilidad. Para poder persistir psíquica y socialmente, debe haber dependencia y formación de vínculos. De allí que no existe posibilidad de no amar por parte de los niñas cuando el amor está estrechamente ligado a las necesidades básicas de la vida. Las niños carecen, dentro de la institución llamada familia, la capacidad de odiar, por lo menos no en su totalidad. Privadas de nuestra capacidad de defenestrar, cual síndrome de Esto Estoco colm lmo, o, solo olo pod podemos emos iden identi tifficar icarn nos y ver com como dese deseab able le la mane manera ra en la que que se nos nos inte interp rpel ela. a. Por eso, eso, coincidimos con Butler cuando afirmamos que el problema no es tanto que “…el adulto imponga de manera unilateral cierta
sexualidad, ni de que el niño fantasee de manera unilateral con cierta sexualidad” sino éste “explota el amor del niño, un amor que es necesario para su existencia, y se abusa de su vinculación apasionada.” (op.cit.: 18). El poder no solo actúa para dominar u oprimir a los sujetos ya existentes sino también para formar sujetos. Así el abuso del vínculo apasionado en relac relacion iones es de parent parentesco esco llama llamadas das famili familiar ares es forma forma cierto ciertos s tipos de sujetos, con ciertas prácticas y conductas, deseosos de repr reprod oduc ucir irla las s ni bie bien teng tengan an la opor oportu tuni nida dad d sobr sobre e sus sus propias crías. Dar cuenta del deseo de la norma, y el deseo del sometimiento, es en última instancia el deseo de existencia social, explotado por el poder regulador de lxs progenitorxs aniquilantes, conducta naturalizada en todas sus prácticas – inclu cluso intang tangib iblleses- y vista istas s com como “amo “amor” r”:: “Cu “Cuand ando las las categorías sociales garantizan una existencia social reconocible y perdurable, la aceptación de esas categorías, aun si operan al servicio del sometimiento, sue suelen ser ser preferible a la ausencia total de existencia social” (op. cit: 31). En la medida en que funcionan como fenómenos psíquicos, rest restri rin ngien giendo do y prod roducie ciendo el deseo eseo,, las normas rmas rig rigen también la formación del sujeto y circunscriben el ámbito de la sociabilidad vivible. El funcionamiento psíquico de la norma ofre ofrece ce al pode poderr regu regula lado dorr un cami camino no más más insid insidio ioso so que que la coerción (o abuso) explícita, cuyo éxito permite su funcionamiento tácito dentro de lo social. Por eso, repetimos, el abuso del vínculo apasionado que se entabla en el entramado familiar con las crías humanas, inmanente, según nuestra opinión, a tal forma de estructurar el parentesco, es casi imperceptible incluso hasta para quien la padece, solo perceptible en el daño, y los efectos (las marcas) con las que se cargan -susceptibles, por cierto, de ser desandadas, o de re/de re/de-co -const nstrui ruirr una nueva nueva subje subjetiv tivida idadd- dentr dentro o de ese ideal ideal regu regula lado dorr que que no sólo sólo dete determ rmin ina a qué qué form formas as de amor amor son son posibles y cuáles otras no, sino que además determina qué formas de odio no son posibles y aceptables socialmente: el tabú de ya no amar más a la propia familia o de abandonarla. Más aun, suponer que el estado inconsciente, el deseo de la norm norma a enca encarrnado nado en nues nuestr tras as prác prácti tica cas s cuan cuando do tene tenem mos nuestras propias familias (por ejemplo, una familia de
anarquistas) es una quimera, puesto que sabemos que las instituciones no se conmueven simplemente por la voluntad individual, ni que el deseo es puro, y propio, por fuera de la norma. De allí la necesidad de prácti cticas resistentes y oposit ositiivas en manad nada no sólo ólo para ara enten ntend der cóm cómo son mant manten enid idos os espe especí cífi fico cos s esta estado dos s de domi domina naci ción ón sino sino para para destruirles con la misma pasión que fuimos abusadas, primer inte intent nto o fami famililiar ar de aniq aniqui uila larr nues nuestr tras as pote potenc ncia ias s y posi posibl bles es formas de vida.
La delgada línea roja Y la boca que el insulto deforma Y los ojos Que la locura desfonda Y el espanto Que oscurece el cuarto Estremecido por los latidos de mi corazón Cuando distingo en la penumbra La línea que divide La vida de la muerte María Julia de Ruschi Noche Oscura
La refo reform rma a intr introd oduc ucid ida a al códi código go Pena Penall Arge Argent ntin ino o en 1994 1994 orienta la preocupació ción del Estado por las libertades individuales, entre ellas, la sexual. Por su parte el paso de Delitos contra la Honestidad (1) a delitos contra la integridad sexual es revelador de la sexualidad como bien jurídicamente prot proteg egid ido, o, es deci decirr la libe libert rtad ad pers person onal al,, ente enten ndida dida en su realización específica como el derecho de todo individuo a ejercer libremente su sexualidad o no verse involucrado sin su consentimiento en una relación sexual (Buompadre, 2000). El ilícito contra un menor se produce porque éste carece, de acuerdo a la Ley, la capacidad para decidir con responsabilidad en el ámbito sexual, es decir es un abuso de la capacidad todavía no desarrollada. Como inferencia de lo anteriormente dicho, un atentado sexual comporta “un golpe contra la dignidad humana lesionando en sentido general el subl sublim ime e dere derech cho o a la liber iberta tad, d, y de mane manera ra prec precis isa, a, a la libertad sexual.” (Rodríguez & Galetta: 12). Sin embargo, nada
contempla la Ley con respecto a una vida que fue formada – subjetivada- para inhabilitar una gestión eficiente en el terreno de lo sexual. El abuso sexual, tipificado en el artículo 119 de la ley 25.087, condena con prisión de 6 a 4 años a quien “abusare sexualmente de una persona menor de 13 años, o cuando mediare violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de una una rela relaci ción ón de depe depend nden enci cia, a, de auto autori rida dad, d, o de pode poder, r, o apro aprove vech chán ándo dose se de que que la víct víctim ima a por por cual cualqu quie ierr caus causa a no haya podido consentir libremente la acción.” ¿Qué entiende la letra del poder por “abusar sexualmente”? Nada más y nada menos que una serie de prácticas sexuales, voyeuristicamente nomencladas, que tienen en su centro a la penetración del varón con su miembro en los orificios anal y vaginal, respectivamente, porque para que una conducta sea sancionada penalmente, requiere como condición ineludible su tipicidad. La pena asciende de 4 hasta 10 años cuando el abuso por su duración hubiera configurado un sometimiento sexual gravemente ultrajante (y “resultare en grave daño en la salud física o mental de la víctima”); de 6 a 15 años si hubiera acc acceso eso carn carna al por cua cualquie quierr vía. Todas das estas stas penas enas se agravan de 8 a 20 si el hecho fuera cometido por “asc “ascen endi dien ente te,, desce descend ndie ient nte, e, afín afín en líne línea a rect recta, a, herm herman ano, o, tutor, curador, ministro de algún culto, cargado de la educación o de la guarda.” Asimismo, el abuso “conlleva un ataque o agresi resión ón sexua exuall viole iolen nta del agent gente e cont ontra la volu volunt ntad ad consciente de la víctima” (op. cit.: 16). El térm términ ino o “vio “viole lenc ncia ia”” es defi defini nido do por por Rodr Rodríg ígue uez z & Gale Galett tta a como un despliegue de energía física, animal mecánica, o de otra índole, llevada a cabo por el agente o un partícipe que recae sobre la persona de la víctima o se s e dirige directamente a ella, con el propósito de lograr el contacto sexual (nuevamente, confundiendo al poder con su despliegue). La vis absoluta será la violencia que logra quebrar la voluntad del sujeto como consecuencia de la arremetida. La amenaza es una vis compulsiva, destinada a amedrentar psicológicamente al sujeto pasivo y compelerlo a claudicar a los deseos del autor. El “abuso coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad o de poder” se funda en el
aprovechamiento de una situación de superioridad en la que se encuentra el sujeto activo y se compadece con la condición de infe inferi rior orid idad ad del suje sujeto to pasiv asivo o debi debien endo do este este últi último mo al primero obediencia funcional o laboral. Una buena parte de la doctrina exige la existencia de contacto corporal directo, es decir la producción de actos físicos sobre la víctima (lo cual llegaría a excluir por ejemplo, como sugiere otra parte de la doctrina, el obligar a alguien a desnudarse … ¿acaso aquí nadie recuerda su infancia?2). Nuevamente, según Rodríguez y Galetta, en la configuración del delito es materia opinable si se requiere o no contacto corporal directo entre el agresor y la víctima, del mismo modo que todavía es materia opinable y queda librado a la interpretación del juez qué es el acceso carnal, cuán ocurre, cuándo es ultrajante. Del mismo modo, la ley, erigida y creada a partir de la heteronormatividad obligatoria como toda sexualidad posible, cuyo centro es el pene y su epítome la penetración, solidificando, una vez más, determinísticamente “por naturaleza” a aquellas indi indiv vidua iduali lida dade des s biop biopol olit itic icam amen ente te asig asigna nada das s varó varón n com como penetradores y abusadores instintivos, y omite contemplar, por lo menos de manera claramente definible, al abuso, inhabilitante, del ejercicio de la sexualidad infantil avasallada aunque aprecia el aprovechamiento de la especial situación de vuln vulner erab abil ilid idad ad en que se encu encuen entr tra a la víct víctim ima a (esp (espec ecia iall situación que, a nuestro entender, se comprueba en todos los casos de la infancia dentro de la familia). Más aun, a través del párrafo 2° del artículo 119 de dicha ley, que sanciona con pena de reclusión o prisión de cuatro a diez años cuando “el abus abuso o por por su dura duraci ció ón o circ circun unst stan anci cia a de su reali ealiza zaci ción ón,, hubi hubier ere e conf config igur urad ado o un some someti timi mien ento to sexu sexual al grav gravem emen ente te ultrajante para la víctim), se define, de acuerdo a la doctrina, “sometimiento”, cuando “se coloca a un individuo, por medio de la fuerza o de la violencia, bajo la autoridad o el dominio de otro”, o hasta incluso “cuando media la ausencia de voluntad de la víctima, la cual es reemplazada por la del autor”(ibídem: 28). Estamos tratando de demostrar, con todo esto, que si pudieramos, en un juego imaginario, reconfiguramos la noción de “sexual”, todas estas máximas aplicarían a la situación de
grav grave e ries riesgo go en el cua cual se encu encuen entr tra a la niño niño dent dentro ro de la familia. Sin embargo, la ley no puede, puesto que esa no es su su func unción ión, apre apreci cia ar las las form ormas de abus abuso o de los los modo odos de subj subjet etiv ivac ació ión n y de pro producc ducció ión n de cier cierta tas s sexu sexual alid idad ades es (y cond conduc ucta tas s no expl explíc ícit itam amen ente te defi defini nibl bles es como como sexu sexual ales es de acuerdo a la heternormatividad) de las niños dentro del seno familiar, como así tampoco los sutiles mecanismos disciplinares y dispositivos de control que operan, avasallando la individualidad de la niño, en el interior de la familia y de la estructura psíquica de la cría humana en proceso de subjet subjetiv ivaci ación. ón. Su nomecl nomeclant antura ura no prete pretende nde llegar llegar a cubrir cubrir todas esas formas de abuso imperceptibles, y no tanto, porque la Ley Ley mism isma, inter nterio iori riz zada ada a su vez vez por por los padre adres, s, las las produce y las conforma, aliadas a un statu quo de la Mod Modern ernidad dad a perpe erpetr tra ar. Es decir ecir,, el abuso buso del vínc ínculo apasionado entre la cría humana y sus progenitores, inmanente e indisociable, en diferentes grados de acecho y perpetración, de la familia, tiene como coartada la necesidad fundamental e indiscutible de protección, cobijo y amparo de esa criatura para mucho más que sus funciones fisiológicas. Bajo esa petición de principios sobre la que se estructura la estr estruc uctu tura ra de pare parent ntes esco co fami famililiar ar (cont (contin inge gent nte e tal tal como como la histo storia lo demuestra, por cierto, y susceptible de ser modificada y reemplazada por otras formas) como modo de proteger al pequeño individuo humano de una violencia y una amen amenaz aza a exte exteri rior or a esa esa estr estruc uctu tura ra la fami famililia, a, por por un lado lado,, produce y reproduce el martirio del cual, supuestamente, supuestamente, tal su ment mentir ira, a, inte intent nta a prot proteg eger er(n (nos os); ); y por por otro otro lado lado,, pret prete ende nde construir(nos) (subjetivarnos) como inhabilitantes (minusválidas) para repeler los embates del avasallamiento, no sólo sólo que que podrí podría a eventu eventualm alment ente e acaece acaecerr sobre sobre nuestr nuestros os cuer cuerpo pos s desd desde e el exte exterrior, or, sin sino que nece necesa sari riam amen ente te se produce en el interior de la estructura familiar, con toda una serie de dispositivos que no analizaremos aquí, pero que por sólo mencionar uno podríamos empezar por “la culpa”. Sin embar embargo, go, y como como cualqu cualquier ier mente mente mínim mínimam ament ente e pensa pensante nte podría constatar en su relato autobiográfico, este abuso que, como ya dijimos, produce y habilita la condición de posibilidad de los otros tipificados, no es (no podría de todos modos serlo)
tipificable de acuerdo al aparato jurídico Estatal, y se torna tan sólo sólo y trá trágica gicame ment nte e perc percep epti tibl ble e a trav través és de sus sus efec efecto tos, s, natu natura rali liza zado dos s y cons consid ider erad ados os,, desg desgra raci ciad adam amen ente te,, en la mayoría de los casos y por muchas personas, deseables, una vez mas deseando el deseo del Estado. Así las cosas, y pese a la Ley, la estadística arroja de acuerdo a las denuncias que una violación se produce en Argentina cada 48hs (más del 60%, de acuerdo a las crifras oficiales, dent dentro ro de la estr estruc uctu tura ra fami famili liar ar), ), para para indi indign gnac ació ión n de las las señoras que creen que la violencia “espontánea” en términos sex sexual uales es lo peor que que pue puede acon aconttecer ecern nos porq porque ue la mancha cha permanecerá indeleblemente en nuestra piel, marcando un camino único –el de la normalidad o la anormalidad- en la gestión de los placeres, no se indigna ante las las magn magnif ific icas as rede redes s de viol violen enci cia a y subj subjet etiv iviz izac ació ión n de la familia. Las mismas voces que se alzan para condenar y pedir desde castración química, linchamientos públicos, penas de muerte a abusadores, jamás se detendrá a pensar sus propias formas de abuso de su público cautivo. Me refiero a quienes tuvimos que padecer la desgracia de ser hijas, violencia de géne género ro,, inma inmane nent nte e a la estr estruc uctu tura ra de pare parent ntes esco co llam llamad ada a fami amilia lia, que que, com como ya vim vimos, nos nos pro produce uce por por y para ara un régimen de control y disciplina actual a deshacer. Como afirma Laur Laura a Cont Contre rera ra:: “El “El avas avasal alla lam mient iento o de las las sexu sexual alid idad ades es infan fantil tiles se produc oduce e antes ntes de que efec efecttivam ivame ente nte haya acaecido el hecho esperado. La mirada moral y temerosa de la sociedad bienpensante ha engendrado y seguirá engendrando eso mismo que teme para sus tiernos frutos. La vigilancia – parental y estatal- impide por su propia definición la producción de una autogestión responsable del propio cuerpo infantil –acorde a su camino evolutivo, claro. El peligro difuso de la sexu sexua alid lidad auto autorriza iza tod todo tipo ipo de cont contro role les s y toma oma contornos definidos: el miedo delinea cuerpos que desconocen sus posibilidades de resistencia, como ha sucedido trad radicio iciona nalm lme ente nte con con las mujer ujere es y la viola iolac ción. ión. Segu eguir pens pensan ando do –y prod produc ucie iend ndoo- la infa infanc ncia ia como como una una víct víctim ima a ineluctable de las voracidades adultas no ha salvado a nadie. La infancia es sometida cotidianamente, de distintas maneras –aquí es donde intervienen esos espacios de superposición
entre género, sexo, clase y etnia- y es en este mismo sometimiento donde se producen las subjetividades infantiles: cuerpos inermes, expuestos a todo mal, niñxs que no conocen sus potencialidades ni disponen de esos cuerpos.” (www.pidoperdonzine.blogspot.com). La precariedad afectiva, la falta de contención lisa y llana, el psicopateo permanente, la minusvalización de nuestras potencias hasta en la vida adulta por parte padres y madres en todos sus grados y medidas y en todas sus formas, el aniquilamiento de la normalidad de la familia moderna nuclear (o alternativa, da igual) ya no nos conmueve: “Necesitamos la crónica de algún crimen sexual especialmente cruento para despabilarnos. Y comenzar otra vez la eterna letanía dirigida al Estado de derecho, ese donde el interés del niño siempre es rey sin corona.” (Op. Cit.) Sin embargo, hay abuso, aunque no sea reconocido (int (intel elig igib ible le)) en la tipi tipifi fica caci ción ón del del Códi Código go Pena Penal, l, porq porque ue se fuerza una relación de dominación y de dependencia hasta el lími límite te mism mismo o de lo cons consti titu tuti tiva vame ment nte e tole tolera rabl ble. e. Porq Porque ue el abuso, como ya repetimos hasta el agotamiento, no debe ser, meta metale lept ptic icam amen ente te,, conf confun undi dido do con con el desp despli lieg egue ue de sus sus fuerzas, delitos nomenclados en la lista reactiva del aparato judicial. El crimen es previo: es el abuso del vínculo apas apasio iona nado do y amat amator orio io,, inma inmane nent nte, e, abuso buso y pasió asión, n, a la estructura de parentesco llamada familia. Esta metalepsis se produce cuando el sujeto producido por el poder es proclamado sujeto que funda el poder. No obstante, el proceso de asumir el poder puede conllevar una modificación tal que el pode poderr asum asumid ido o o apro apropi piad ado o acab acabe e actu actuan ando do en cont contra ra del del poder que hizo posible esa asunción. Es claro que para que pueda actuar, el poder necesita un sujeto que lo actúe, pero ese sujeto no es el origen del poder. Es fundamental, por ende ende,, soca socava varr su caus causa a mucho ucho más más que que su efec efecto to.. Este Este razonamiento permite cesar de considerar a quienes abusan como monstruos sui generis, para comenzar a verlos como prod produc ucto tos s de estr estruc uctu tura ras s inst instit ituc ucio ion nales ales inte intern rnal aliz izad adas as,, contingentes que es necesario modificar. Y por sobre todo nos perm permit ite e ver ver el abuso buso prim primar ario io que que nos nos cons consti titu tuyó yó en esa esa subjet subjetiv ivaci ación ón prime primera, ra, en esa violen violencia cia origi originar naria, ia, a la cual cual toda todaví vía a cieg ciegas as,, se nos nos intr introd oduj ujo o en la pesa pesad dilla illa llam llama ada
sociedad, para poder emerger luminosamente a la alegría de la existencia, para poder hacer de lo siniestro, maravilla.
Remedio para melancólicos La destrucción progresiva o espontánea de la familia monogámica prepara el terreno al triunfo de nuestro ideal Giovanni Rossi No se trata de temer o de esperar, sino de buscar nuevas armas Gilles Deleuze
La prod produc ucci ció ón cap capital italis ista ta infa infant ntil iliz iza, a, subo subord rdin ina a nues nuestr tras as facultades vitales a un guión que obliga – y hace desear- un tipo de vida completamente sometido, y en la misma avan avanza zad da, nos expro xprop pia nues nuestr tra a cap capacid acida ad de form ormular ular interrogantes y cuestionamientos en el espacio esclavizado de nuestra existencia en pos de la felicidad, que reemplaza a la alegría. El filósofo francés Gilles Deleuze en un sencillo texto que intenta dar un pasito más allá de la magnífica tesis de Foucault sobre las sociedades disciplinarias afirma: “La familia es un “interior” en crisis como todos los interiores, escolares, profesionales, etc.…Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el ejército, la prisión: todo el mundo sabe que estas instituciones están terminadas, más o menos a corto plazo. Solo se trata de administrar su agonía y de ocupar a la gente hasta la instalación de nuevas fuerzas…Son las sociedades de cont contro roll las las que que están stán reem reempl plaz azan ando do a las las soci socied edad ades es disci discipl plin inar aria ias. s.”” (Fer (Ferre rer, r, 1991 1991:: 18) 18) Toda Todas s aque aquellllas as que que soy, soy, todas aquellas que hubiera podido ser, son puesta stas a obedecer, y a mentir por la familia, y su unidad. El Yo traiciona hasta en lo que recuerda, por ese “amor” (¿?), como anulación de todos los derechos, incluso el derecho a odiar. Estos son los nuevos mecanismos de control que rivalizan y concomitan con los más duros encierros y/o las más obscenas sexualidades impuestas.
Por el contrario, postulamos, precisamente para irrumpir en lo que se ha convertido en conocimiento fijo y realidad cognoscible con nuestra propia realidad, una demanda ética primordial que ningún lazo afectivo podrá abusar jamás: la vulnerabilidad, también inmanente al cuerpo humano y a la vinculación afectiva/amatoria con otras y otros. El conjunto de esclavos se desune en torno a una heteronomía que permite establecer amistad, afinidad afinidad y afectividad que no se base en el matrimonio, o la pareja, como rector de la sexualidad y los vínc víncul ulos os.. Tras Trasce cend nder er,, así, así, los los lími límite tes s natu natura rali liza zado dos s de la familia, que rigen el deber ser de nuestra sexualidad, y de nuestra existencia, que será reemplazada (no superadoramente en síntesis sis, sino apasionadamente destruida) por una ética no individual (y, al mismo tiempo, respetuosa de la individualidad y sus potencias), una ética anarquista nueva del hacer contra la dominación. Ya no hijas de Layo, devenir grito de Antígona y cesar de ser mitos. Sin mela melanc ncol olía ía,, deja dejarr atrá atrás s agud agudam amen ente te el conc concep epto to Fami Famililia, a, verdadero relación sadomasoquista, auténtico bondage shibari que sí podemos desanudar para construir nuevos lazos de parentesco: exilio familiar hacia la alegría. Bibliografía Baigorria, Osvaldo (comp.). 2006. El Amor Libre, Eros y Anarquía . Utopia Libertaria. Buenos Aires. género. Paidós. Barcelona. Butler, Judith. 2002. Deshacer el género. ------------ . 2001. Mecanismos Psíquicos del Poder. Cátedra. Madrid. Corominas, Juan. 1998. Diccionario Etimológico de la lengua Castellana . Gredos. Madrid. Antiedipo. Paidós. Barcelona. Deleuze, Gilles & Guattari, Félix. 1995. El Antiedipo. control , en Ferrer, Deleuze, Gilles. 1991. Posdata sobre las sociedades de control , literario . Nordan. Montevideo. Christian (Comp.) El lenguaje literario. erdad y las form ormas jur jurídic ídicas as.. Gedisa. Fouca Foucault ult,, Michel Michel.. 2003. 2003. La verd Barcelona. Neill, A. A. 1951. Summerhill, a radical approach to child rearing. Hart Publishing Company. New York. Delitos os contra contra la integr integrida idad d sexual sexual . Rodr Rodríg ígue uez, z, A. y Gale Galett tta a B. 2005 2005.. Delit Editorial Juris. Rosario.
1 Los delitos sexuales figuraban en el Código Penal, hasta 1999, bajo la forma de delitos “contra la honestidad”, bien jurídico protegido en general, y estaban organizados en capítulos como los tipos penales que parecían adem demás pro proteg teger otro otros s bie bienes nes.9 En esta esta líne línea, a, se ha defi defini nid do la “honestidad” en nuestra cultura y nuestro sistema como una exigencia de corrección y respeto impuesta por las buenas costumbres en las relaciones sexua exualles. es. La ley 25087 5087//99 reempl emplaz aza a el títu título lo “Del “Delit itos os cont contra ra la honestidad”, atendiendo a la fuerte carga ideológica del mismo, por el de “Delitos contra la integridad sexual”. Este reemplazo intenta superar los prejuicios de género10 y las valoraciones morales subyacentes a la noción de “honestidad”, que: (1) condena todo ejercicio de la sexualidad que se desvíe de la norma y (2) deriva en la “culpabilización” de las víctimas. Así, el bien jurídico protegido ha variado su enunciado, de la criticada noción de “honestidad” a la vigente noción de “integridad sexual”. Sin embargo, esta noción no aparece claramente definida en la ley, lo que dificulta establecer efectivamente cuándo dicha integridad se vería comprometida. Si bien la noción de “honestidad” ha perdido estatus jurídico, sigue operando con vigor vigor en virtud virtud de los imagi imaginar narios ios que condic condicion ionan an las emocio emociones nes,, las práct práctica icas, s, y los pensam pensamien ientos tos del conju conjunto nto social social.. Recípr Recíproca ocame mente nte,, la noción de “integridad sexual” ha ganado estatus jurídico, universalizándose, pero no ha sido internalizada por el conjunto social. En pocas palabras, conviven un universal que hace al “uso y la costumbre” con un universal que responde al ordenamiento jurídico.