LA PREPARACIÓN PREPARACIÓN UNIVERSITARIA DE LA JUVENTUD
La juventud actual tiene clara conciencia de que su tarea fundamental consiste en prepararse para la lucha por un mundo mejor. Al enfocar el problema de su porvenir como una misión social a realizar, la juventud aborda la cuestión de encontrar el camino que la conduzca al desarrollo de un trabajo útil para la sociedad. En este sentido, sabe bien que, para llegar a comprender la vida, para conocer la forma en que ocurren los procesos de la naturaleza y de la sociedad, lo mismo que las leyes que gobiernan su desenvolvimiento y su transformación, es necesario estudiar con penetración y con amplitud, examinando de cerca los resultados obtenidos en la investigación objetiva y racion racional al del uni univer verso, so, analiz analizand andoo cuidad cuidadosa osamen mente te las condic condicion iones es social sociales es en que surgen, se desarrollan y desaparecen en el curso de la historia, para llegar, de esa manera, a adquirir el conocimiento de las cosas, de los hechos históricos y de la evolución de la naturaleza que la humanidad ha logrado acumular a lo largo de su historia entera. Para esto acude a la universidad, para que se le enseñe sobre s obre la base de la objetividad y de la certeza alcanzadas en las más recientes indagaciones de las ciencias natu natura rale less y de las las cien cienci cias as soci social ales es,, y con con el fund fundam amen ento to im impr pres esci cind ndib ible le de la verificación experimental. Pero, junto con la adquisición del conocimiento, la juventud necesita aprender a utilizarlo. Porque solamente aprendiendo a resolver los problemas prácticos que se presentan en la actuación social, a la cual se ve compelida la juventud ya desde el tiempo mismo de su paso por las aulas, es que puede llegar a dominar realmente el conocimien cimiento. to. Únicame Únicamente nte de este este modo, modo, enriqu enriqueci eciend endoo las teorías teorías asimilada asimiladass con las experiencias sufridas, es que es posible lograr y, después, desarrollar y hacer avanzar al propio conocimiento. Es indudable que la cultura es un factor que aumenta la fecundidad de cualquier trabajo; y que, cuanto más completo y calificado sea un trabajo,
tanto mayor cultura se requerirá para su ejecución. Solo que, para que este factor sea activo activo e impulse verdaderament verdaderamentee al trabajo, es necesario necesario que a la juventud juventud se le enseñe enseñe también a aplicar prácticamente sus conocimientos. Porque solamente de esta manera es que podrá actuar con éxito y que podrá aprovecharse de la cultura, en su decidida intervención social encaminada al logro de su principal objetivo: la conquista de un mundo mejor. mejor. Y esta preparación para la actividad en la sociedad ya es más difícil que la simple transmisión de los conocimientos. Pero ella constituye, en realidad, el meollo de la enseñanza universitaria que la juventud pretende en nuestro tiempo. Ahora bien, para desempeñar tales funciones, la universidad necesita llenar ciertas condic condicion iones. es. En primer primer lug lugar ar,, consti constitui tuirse rse en una verdad verdadera era instit instituci ución ón cientí científic fica, a, alrededor de la cual se agrupen los hombres de ciencia y dentro de la cual se investigue y se haga ciencia. En segundo lugar, hacer que el profesor, escogido por oposición entre los mejores, desempeñe desempeñe su papel con plena conciencia, conciencia, no limit limitándo ándose se a enseñar enseñar en un sentido restringido, sino explicando la vida e interpretándola como un hombre íntegro, que no se detenga ante las consecuencias sociales que se desprenden de la ciencia, sino que, por lo contrario, encauce a la juventud en el camino de su realización práctica. Además, la universidad debe enseñar a comprender el pasado, recogiendo la rica herencia de la cultura y apoyando en este firme tronco la tarea de proseguir el conocimiento. Particularmente, la universidad tiene el deber de hacer que la juventud conozca a fondo nuestra historia, nuestras luchas populares, los heroicos esfuerzos que los mejores mexicanos realizaron para conquistar condiciones humanas de existencia. Porque de esta manera, y solamente de esta manera, es que la juventud podrá actuar con acierto, sabiendo encontrar en cada coyuntura histórica la solución adecuada y realiza ble, ejerciendo la verdadera libertad, aquélla que se funda en la decisión de actuar con conocimiento de causa. Ya en esta condición, la universidad puede encontrar también la organización que corresponda al nivel del desarrollo económico y social de nuestro país, encauzando su curso en el sentido del progreso y la satisfacción de las necesidades del pueblo. Para
ello, es urgente terminar con el ancestral concepto de las "profesiones liberales" y liquidar para siempre la política al servicio de intereses pequeños, que algunas veces ha prevalecido en la universidad. Porque el dominio humano sobre la naturaleza se ha ensanchado de tal modo que es una pretensión totalmente inalcanzable la de que una sola persona pueda abarcar el conocimiento técnico de todo un orden de actividades, y, sin embargo, ésta sigue siendo la falsa base que sustenta a las carreras liberales. Por otra parte, el avance mismo de la organización económica y social, lo mismo que el adelanto técnico y científico que lleva aparejado, han creado multitud de campos de actividad, que la universidad se ha empeñado en despreciar, confundiendo a la tradición cultural con con el inút inútil il mant manten enimi imien ento to de forma formass ya cadu caduca cass e imp impra ract ctic icab able les. s. Ademá Además, s, la universidad no se puede substraer a la política, del mismo modo en que no se le puede separar de la sociedad de que forma parte y de la cual es producto. Pero, esta política universitaria a que nos referimos, es bien diferente de la que se practica por intereses ajenos, puesto que en la actividad política de la universidad es en donde se expresa su actuación social, como representativa de los intereses futuros de la juventud que en ella se prepara y que son, s on, a la vez, los intereses del pueblo que la sustenta. Nos hallamos ya en el núcleo mismo de la cuestión universitaria, cuya solución nos preocupa. Desde luego, esta solución solamente puede encontrarse partiendo de la firme base de un principio general, que corresponda a las necesidades objetivas de México. Y es tal vez, el reconocimiento de la urgencia con que nuestro país requiere la inteligente explotación de sus recursos naturales. Lo cual exige, sin duda, la preparación de los jóvenes que sean capaces de llevarla a cabo, descubriendo y poniendo en operación los procesos industriales que permitan el aprovechamiento de nuestras materias primas y desarrollando y extendiendo las técnicas científicas del cultivo de la tierra. Pero, siempre con el propósito indeclinable de hacer que se produzca aquello que la mayoría de la población requiere para la satisfacción de sus necesidades más apremiantes. Porque la universidad es sostenida por el pueblo y nutrida por el pueblo, el cual le demanda imperativamente la elevación del nivel de su vida económica, política, social y cultural.
Dejemos, pues, que quienes se aferran al pasado sigan derrochando sus posibilidades, mientras las puedan conservar, en sostener esas instituciones enclaustradas a las que pomposamente llaman "colegios", "universidades" o "institutos". Dejemos que esos establecimientos sigan expidiendo profusamente diplomas, títulos y grados, recargados de honores y de medallas que se adquieren a un precio convencional, otorgándolos a quienes quieran acreditarse de esa manera. Pero, en cambio, fortalezcamos a nuestra universidad con un claro sentido popular, progresista y científico. Superemos la organización de nuestra educación superior, estableciendo las carreras que las condiciones sociales y la naturaleza de los recursos de México exigen para su progreso. Formemos técnicos con una concepción amplia y general de la vida y de la historia, provistos de criterios eficaces y probados en el campo de las actividades escogido por su vocación, con profundos conocimientos en el dominio de su especialidad y con una clara visión del sentido social de su trabajo, productivo y necesario, para que formen parte de la vida colectiva del pueblo y se desenvuelvan por la acción recíproca con esa misma vida. Así, al mismo tiempo, tanto como un requisito indispensable, cuanto como un resultado inevitable, estaremos fomentando decididamente el desarrollo de la cultura y de la investigación científica. De esta manera, conseguiremos que la labor universitaria se incremente y se haga mucho más eficaz. Advirtiendo que, en verdad, la fuerza misma de la realidad se ha enca encarrgado gado de sobr sobrep epas asar ar los los ob obst stác ácul ulos os op opue uest stos os a su curs curso, o, ob obli liga gand ndoo a los los universitarios a encontrar el complemento de su preparación en la práctica y fuera de las aulas. Pero esta situación debe terminar, para evitar el inútil desperdicio de esfuerzos y de capacidad de trabajo, que significa para nuestra juventud. Demos, entonces, una nueva organización a nuestra universidad, haciendo frente a la realidad de México y coad coadyu yuva vand ndoo a la solu soluci ción ón de los los prob proble lema mass de la mayo mayorí ríaa de su po pobl blaci ación ón.. Aprovechemos la ciencia y sus aplicaciones técnicas en bien del pueblo de nuestro país; con lo cual estableceremos, a la vez, las condiciones necesarias para el adelanto de la cultura, que solamente avanza en estrecha conexión y como resultado del desarrollo
social. Únicamente de esta manera podremos seguir orgullosos de ostentar en el nombre de nuestra Casa de Estudios: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el símbolo de nuestra comprensión por el pasado y, al mismo tiempo, de tener presente en nuestra actividad la satisfacción de cumplir objetivamente con la función que se nos ha confiado, preparando a la juventud.