La Muerte En Las Diferentes Religiones: El Cristianismo: Para el cristianismo, la muerte es un tránsito desde la vida terrenal hacia Dios. Los cristianos piensan que, al morir, el cuerpo se corrompe, pero el alma sobrevive. La muerte es el descanso eterno junto al Creador, aunque para alcanzar el cielo, habrá sido preciso cumplir con los diez mandamientos que Jesús dio a sus discípulos. Después de la muerte para los cristianos cada uno tendrá su juicio de acuerdo a sus obras y como consecuencia de estas, la salvación o la condenación del alma. Habrá un juicio final, si hemos sido buenos vamos al cielo y si hemos vivido en pecado mortal iremos al infierno, aunque cabe la posibilidad de ir al purgatorio, lugar donde se purifican los pecados menos importantes que hemos cometido. Desde la tierra los amigos y familiares pueden ayudarnos a entrar en el cielo a través de los rezos y las misas. Para los cristianos dios es severo y justo, es el único omnisciente, omnipotente y omnipresente. Islamismo: Para el islamismo la muerte es un estado de completa inconsciencia, un sueño. El puente SIRAT se extiende sobre el infierno y conduce al paraíso, el juicio se efectúa durante su paso y dependiendo de los actos buenos o malos será el destino del alma. Después de este breve juicio el alma queda esperando el juicio final. Infierno y cielo son descritos muy vívidamente. vívid amente. Son la maximización de los bienes y males terrenales. También creen que, después de la muerte, serán juzgados según sus obras. Sus buenas o malas acciones les llevarán al cielo o al infierno. El profeta más importante de esta religión, Mahoma, el que entregó el mensaje de Dios o Alá a la Humanidad, intervendrá para que no se condenen en un infierno de siete pisos. Sólo hay una cosa que Dios no perdona y es que crean en otras divinidades. divi nidades. Una persona que diga que
es musulmán y no lo sea comete un pecado tan grave que nada puede salvarlo. Musulmanes: Como los cristianos, los musulmanes también creen que, después de la muerte, serán juzgados según sus obras. Sus buenas o malas acciones les llevarán al cielo o al infierno. El profeta Mahoma, el que entregó el mensaje de Dios o Alá a la Humanidad, intervendrá para que no se condenen al infierno. Hinduismo: El hinduismo, religión que siguen unos 750 millones de personas en todo el mundo, sostiene que existe vida después de la muerte, pero no como la ven los cristianos y musulmanes, en un paraíso no terrenal. Los hinduistas creen en la reencarnación después de la muerte, el alma renace en este mundo, aunque no necesariamente en un cuerpo humano. Es el karma resultante de acciones pasadas el que determina el tipo de renacimiento. La meta final de la vida, sin embargo, es la liberación del ciclo de vidas en este mundo material y la entrada en el Nirvana o paraíso. Los hinduistas creen que pueden salvarse de tres maneras: cumpliendo con los deberes propios y familiares, lograr un estado de conciencia (mediante la meditación) en el que nos demos cuenta de la identidad con Brahma y, por último, obtener la ayuda de un dios. Los budistas se aferran a las Cuatro Nobles Verdades: La vida está llena de sufrimiento; su causa es el deseo; extinguir el deseo hace cesar el sufrimiento; para lograrlo hay que seguir el Óctuple Camino: Visión, vida, aspiraciones, esfuerzo, palabras, conciencia, conducta y concentración correctas. Budismo: El principio fundamental del budismo es que la vida es eternal y cada ser vivo está sometido a un ciclo continuo de nacimiento y muerte. Los ciclos de la vida y la muerte pueden asemejarse a los períodos alternos de sueño y de vigilia. La muerte, de tal forma, puede ser
comprendida como un estado en el cual descansamos y nos reponemos para una nueva vida, así como el sueño nos prepara para las actividades del día siguiente. Si la muerte se examina desde ese ángulo, ya no es algo digno de repudio. Por el contrario, habrá que reconocer que la muerte, junto con la vida, constituye un beneficio digno de apreciar. Tal como exige la ley de causa y efecto en el budismo, morimos del modo que hemos vivido. En ese momento, no hay modo de ocultar la verdad de la vida que se ha vivido. Por lo tanto, para hablar del cuál es el modo ideal de morir hay que hablar del modo ideal de vivir. Judaísmo: Para el judaísmo la muerte es la finalización de la vida en este mundo, pero no es EL FINAL, sino que el ser humano se transforma en algo mas y migra a otro nivel, a otro mundo. La religión judía no acepta el concepto mundano de la muerte, la vida es pasajera y limitada, como se dice que la muerte de dios no existe, tampoco muere el alma (la cual es parte de dios), el cuerpo es la vestimenta del alma. Para los judíos la vida tiene un valor incalculable y es sagrada porque solamente en este mundo tenemos la posibilidad de superarnos. El cuerpo de un fallecido es sagrado en el judaísmo no debe cremarse porque es una forma de lastimarlo, lo mismo sucede con la necropsia. El alma se eleva con Dios (que lo creo) y el cuerpo se convierte en polvo ya que del polvo fue creado. Mormones: Para los mormones la muerte no es el final. Es realmente otro comienzo, otro paso hacia adelante en el plan del Padre Celestial para Sus hijos. Algún día, como les pasa a todos, el cuerpo físico que usted tiene, morirá. Pero su espíritu no morirá, irá al mundo de los espíritus, donde podrá continuar aprendiendo y progresando, y estar con sus seres queridos que ya hayan fallecido. La muerte es un paso necesario en su progreso, así como lo fue su nacimiento. En algún momento después de la muerte, su espíritu y su
cuerpo se reunirán nuevamente y nunca volverán a separarse. A esto se le llama resurrección, la cual llega a ser posible gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo. Chinos: Par los chinos, al igual que otros pueblos del sudeste de Asia, creen en la inmortalidad del alma. Como tal, respetan no sólo a sus ancianos que aún viven, sino también a sus ancestros fallecidos. Cuando ocurre una muerte, se llevan a cabo ritos fúnebres elaborados – taoístas, budistas, o una combinación de ambos. Por respeto, los miembros de la familia se abstienen de comidas abundantes o celebraciones de cualquier tipo durante siete períodos de luto, cada uno de los cuales dura siete días. En caso del fallecimiento de uno de los padres, abuelos o bisabuelos, cualquier miembro de la familia que tenga planes de casarse, debe hacerlo durante los primeros cien días después de la muerte, de lo contrario debe esperar un año para casarse. Después de que el período del funeral termina, los miembros de la familia continúan realizando ritos ceremoniales y rindiendo tributo al alma del fallecido en el aniversario de su muerte, el Día de los Difuntos y en otros festivales importantes. Los funerales se efectúan en la forma de cremaciones o entierros; si la persona es enterrada, después de que hayan transcurrido unos siete años los huesos serán sacados ritualmente, limpiados y vueltos a enterrar. Cosmovisión Indígena: En las comunidades indígenas, la muerte es considerada como parte de la vida. Es decir, la muerte no constituye una tragedia en la vida de los indígenas, más bien, la muerte es como una conclusión, cumplimiento y culminación de una etapa de la vida. Es una llegada a un momento de la permanencia en la existencia de los seres. La muerte para el indígena, nunca es el final o la terminación del ser; es continuidad del ser dentro de la totalidad existencial y universal. Los indígenas entienden la muerte como un viaje a otra dimensión de la vida. Aún así, no es posible dejar la pertenencia a este mundo. Los
muertos viven en permanente atención y relación con sus familiares y la comunidad. Esta realidad de relaciones del alma con los vivos, incluso se logra después de los tres años, cuando se despide para el encuentro con el origen. A los difuntos de les puede llamar cuando es necesario. A partir de la experiencia de la muerte en las comunidades indígenas, se comprende el sentido de la trascendencia e inmanencia del espíritu de los seres. Después de la muerte se puede estar en el más allá y también en el mundo de los vivos. Consideran que la experiencia de la muerte es algo muy importante en la vida. Es importante para quien llegará ese momento de morir y es también importante para la misma comunidad. Esta es una experiencia personal y comunitaria que afectará o beneficiará a todos. La llegada de la muerte debe ser esperada y preparada de una manera muy adecuada. Lo importante es morir bien, ser bien atendido en la muerte y después de la muerte. En las comunidades, los funerales realmente tienen el carácter festivo. Se presenta una gran abundancia de comidas, bebidas, colaboración solidaria de la comunidad, gastos fuertes de dinero. El muerto debe ser bien atendido, celebrado y despedido con todo lo que necesita. Solamente una vez se muere vida. Así también, una vez se tiene el derecho a la mejor atención. En este sentido, las almas tienen sus propias exigencias, según sus costumbres y tradiciones conservadas durante su vida. En este sentido, tenemos que manifestar que estas atenciones al difunto no solamente responden a los miedos al castigo o penas del alma.
La Muerte en la Sociedad Actual: Hace décadas, las personas morían en su casa, rodeadas de su familia, incluidos los niños, amigos y vecinos. El acto de morir era, por tanto, un hecho asumido desde la más tierna infancia. Desde niño, se presenciaba la muerte de los seres queridos, se conocía su existencia y también la forma en que cada uno se preparaba para morir, para afrontar la despedida, muchas veces con dolor. Hoy las cosas han cambiado. La mayoría de la población declara que desea fallecer sin dolor, en casa y rodeado de su familia. Sin embargo, la mayoría muere en un hospital y, eso sí, en plena inconsciencia, lo que evita sufrimientos. "La sociedad de hoy pone mucho énfasis en los aspectos vitales y en la juventud. La vejez y la muerte quedan relegados a un segundo plano", apuntan algunos psicólogos. La actitud social ante la muerte es, por tanto, de rechazo y ocultación. En este sentido, la muerte se ha convertido en un acto sanitario, controlado por los hospitales y por las funerarias. El cambio de hábitos es también palpable para las empresas de servicios funerarios. Hoy no se quiere el mismo entierro para un familiar que hace diez años. Cualquier pueblo, en cuanto pase de 500 o 1.000 habitantes tiene su propio tanatorio porque "ya no queremos velar los cadáveres en casa". Esta necesidad de recibir a la familia y amigos en un lugar ajeno ha hecho que las empresas funerarias oferten todo tipo de servicios, desde música, a catering dentro de las salas, y hasta un sistema de SMS para enviar condolencias personalizadas a los familiares. También el luto es considerado hoy como una "costumbre obsoleta", arraigado sólo en el medio tradicional y los funerales suelen ser breves y la cremación es cada vez más frecuente. Por otro lado, cada año hay menos afluencia a los cementerios el 1 de noviembre. El gran número de cremaciones y de custodias familiares son los motivos por los cuales han disminuido considerablemente las visitas a los camposantos.