“La Misión Cristiana Hoy”
Autor: John R. W. Stott, Editorial: Certeza. Capítulo 1: LA MISIÓN La idea principal de este capítulo es tratar de definir el término misión con base a su fuente bíblica y la percepción que tuvieron han tenido los cristianos en las diferentes épocas hasta llegar a la actual. Dos Puntos de vista Extremos Por un lado el punto de vista antiguo o tradicional considera equivalentes los términos misión y evangelización. (Ponía también el acento en la proclamación verbal.) La misión y la l a evangelización son consideradas como términos equivalentes. ¿Una síntesis bíblica? La posibilidad de definir la misión de la iglesia y relacionar la función evangelizadora y social del pueblo de Dios. La misión primaria corresponde a Dios. La misión central corresponde al hijo porque es la culminación del ministerio de los profetas, y porque de él seguiría el envío del Espíritu Santo y el envío de los apóstoles y a todos los que lo reconocen como Señor. Como una extensión de su ministerio de predicación, enseñanza y curación. La Gran Comisión ¿Qué Comisión ¿Qué fue lo que el Señor Jesús encomendó a su pueblo? La mayoría de los creyentes piensan que la orden es "predicar, convertir y enseñar". (Mateo28:19-20; Marcos 16:15). En el evangelio de Juan 20:21 puso su modelo de misión para la nuestra "como me envió el Padre, así también yo os envío". Se fusionó dos imágenes del altivo al tivo testamento que aparentan ser incompatibles-la del hijo del hombre Daniel vida del siervo sufriente de Isaías, y dijo: “el hijo del hombre no vin o para ser servido, sino para servir, y para su vida en rescate por muchos” (Marcos 10. 45). Jesucristo nos mostró que es imposible separar sus obras de sus palabras. En conclusión la misión de la iglesia la comprendemos a la luz de la misión del Hijo. Siendo él el modelo de servicio, así desea que sea su iglesia que sirva. La relación entre evangelización y acción social Hay tres consideraciones: 1. La acción social como medio para la evangelización. Se considera que es un pretexto para evangelizar En el sentido negativo es la carnada en el anzuelo. En el sentido positivo es el grado con el que se aceptaría el evangelio 2. La acción social como manifestación de la evangelización La entrega de servicios si están motivados por el amor y la compasión se convierte en predicación 3. La acción social como compañera de la evangelización Cada una constituye un fin en si misma son la expresión de un amor no fingido. "Hijitos míos no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad 1ª de Juan 17,18)". (Romanos 12:20)
El Gran Mandamiento El Gran mandamiento Amar a Dios con todo nuestro ser y el segundo amar al prójimo. "Darnos en forma activa y constructiva para contribuir al bienestar del prójimo". Esta es la urgente dimensión cristiana. Consecuencias Prácticas o o
o
Vocación.Vocación.- la actividad que el cristiano ha elegido para la vida (servicio) Área local.local.- Dentro de la iglesia local se forman grupos de estudio y de acción muy de acuerdo a la vocación de cada uno de sus miembros. Área nacional.- Red nacional.- Red de grupos locales que interactúan entre sí, pueden crear un impacto más grande dentro de la sociedad.
Capítulo 2: LA EVANGELIZACION Misión es todo lo que Dios quiere que su pueblo haga en el mundo y es la evangelización la que ocupa el primer lugar ¿Dios se tiene que alinear por la ignorancia o rechazo del Evangelio? Claro que no. Existen 2, 700, 000,000 de personas no alcanzadas por el evangelio. El significado de la evangelización. Ésta se define como las buenas nuevas. Y hace referencia a estas constituyen la proclamación del Evangelio. La evangelización no debe definirse en función de: Primero. Los que reciben el Evangelio. Esta se puede referir a compartir el Evangelio con las personas que habrán la misma lengua y pertenecen a la de una cultura. Las que procuran alcanzar la gente de lengua o cultura similar a la nuestra y las que tienen que ver con actividades tras culturales. Segundo la evangelización no debe definirse en función de los resultados y ésta consiste en anunciar las buenas nuevas, cualquiera que sea el resultado. La evangelización consiste en predicar el evangelio. Pero evangelizar no consiste en predicar de tal manera que ocurra algo. Su esencial radica en la proclamación del Evangelio. En tercer lugar la evangelización no ha de definirse en función de los métodos. Se hace necesaria la verbalización para que el contenido de las buenas nuevas pueda comunicarse con cierta precisión y esta debe definirse únicamente en función del mensaje. ¿Hay un evangelio negó testamentario? ¿O acaso hay muchos? Hay un solo Evangelio. Tiene carácter transitorio porque estaba culturalmente condicionado ¿o tiene vigencia permanente? Nuestro mensaje tiene que ser alumno fiel y contemporáneo sus. Lo que resulta difícil es la búsqueda de una combinación aceptable de verdad y relevancia. Una respuesta sería decir que la Biblia constituye la buena nueva de Dios. Una sola palabra, Jesús constituye las buenas nuevas de Dios. Cristo Jesús es todo-cuatro y alma-del Evangelio. La buena noticia que proclamaba contenía por lo menos cinco elementos. 1. Los acontecimientos evangélicos: que Cristo murió por los pecados y que pues ocultado y que resucitó al tercer día y que apareció (1 Corintios 15:3-5). El mensaje de hablo y de Pedro se centran en la muerte y resurrección de Jesús. La muerte y resurrección constituyen sólidos eventos históricos. 2. los testigos del Evangelio. Se refiere a las pruebas que apelaban para autentificar dicho mensaje. Las escrituras constituyen el primer testimonio de los acontecimientos y el segundo la evidencia que proporcionan los propios ojos de los apóstoles. Pero incluía invariablemente en sus sermones una referencia al testimonio apostólico. Los apóstoles unieron el testimonio de los profetas del antiguo testamento y el suyo propio, el que luego quedó inscrito en las páginas del nuevo testamento. Resulta urgente y necesario recuperar y restaurar al Jesús auténtico, el Jesús de la historia, el Jesús de las escrituras. 3. las afirmaciones evangélicas. Éstas se centraban en que su Cristo “Jesús es el señor”. Pablo insiste en el señorío o la soberanía de Jesús son consecuencia directa de su muerte y resurrección. 4. las promesas del Evangelio. Lo que Cristo ofrece ahora, y, además las promesas para quienes acuden a él. 5. las demandas del Evangelio. Lo que pide de nosotros el día de hoy. “Arrepentíos” (Hechos 3.19). Es decir dar la espalda a su pecado y tener un cambio de actitud. El reino de Dios exige una nueva mentalidad y una reorientación de todos los valores, arrepentimiento, con un nuevo estilo de vida, con ética buscando la salvación. Esta también incluye la fe. El contexto de la evangelización. Esta consiste en compartir las buenas nuevas con otros. Jesús constituye esa buena noticia. El murió por nuestros pecados y fue levantado los muertos, y en consecuencia reina como señor Salvador a la diestra de Dios. Él tiene autoridad tanto para exigir arrepentimiento y fe, como coautor al perdón de pecados y el don del espíritu Santo a todos los que
arrepienten, creen y se bautiza. “El tiempo se ha cumplido, y al reino de Dios se ha acercado; arrepentidos y cree en el Evangelio” (Marcos 1. 15). La persuasión es parte misma de la evangelización (2 Corintios 5. 11). Debemos presentar a Cristo de tal manera que podamos persuadir aquel que se acerca a él el arrepentimiento. Capítulo 3: EL DIALOGO En primer lugar tenemos que entender que el Evangelio de l revelación de Dios no es negociable. Sin embargo nuestra predicación generalmente es un monologo y no un dialogo y hablando de dialogo no podemos decir que un dialogo es una discusión. Nuestra predicación Cristiana debe ser dialogal en el sentido que capta la atención de los oyentes y les habla con relevancia. Al evangelista se le ha confiado el Evangelio. El Dialogo en la Biblia En su búsqueda de nuestros corazones el señor quiere mantener un dialogo constante con nosotros. Y esto lo hace desde que retumbo entre los árboles del Jardín del Edén ¿Dónde estas? Dios viene buscando al la criatura caída y haciéndole preguntas Y que me dicen de nuestro fiel hermano Job “Yo te preguntare y tú me contestaras” (Job 38.3: 40.47). En contrapartida vemos a nuestro hermano Saulo de Tarso en su camino a Damasco aplastado por la visión de Jesús quien preguntaba ¿Por qué me persigues? – con las respuestas de Saulo ¿Quién eres, Señor? Y Señor ¿Qué quieres que yo haga? Este mismo Saulo ahora Pablo incluyo alguna medida de dialogo en loa mayor parte, si no en toda su predicación a cristianos, a Judíos y Gentiles, ante multitudes y con individuos. La argumentación en contra del diálogo El argumento del cristiano conservador contra el diálogo, en el sentido de que raya en la traición a Jesucristo, se entenderá mejor históricamente. Una de las creencias fundamentales de los estudiosos ecuménicos que piensan y escriben de este modo en el día de hoy, es la de que Cristo ya esta presente en todas partes, incluso en otras religiones. Algunos, incluso, van más allá. No sólo niegan que los misioneros lleven a Cristo consigo, o que puedan ser el medio por el cual Cristo se revela a sí mismo a los no cristianos: Cristo habla en este diálogo, revelándose a quienes no lo conocen y corrigiendo el conocimiento limitado y distorsionado de quienes lo conocen. El testimonio de Pedro, Pablo y Juan es, en conclusión, uniforme. Los tres declaran que Dios está constantemente activo en el mundo no cristiano. Dios no se a dejado sin testimonio. Se revela a sí mismo en la naturaleza.
El lugar de la “elénctica”
No negamos, por lo tanto, que haya elementos de verdad en los sistemas no cristianos, vestigios de la revelación general de Dios en la naturaleza. Lo negamos decididamente es que ellos sean suficientes para la salvación y (con más decisión aún) que la fe cristiana y los credos no cristianos sean caminos alternativos e igualmente válidos para llegar a Dios. Técnicamente esta tarea se llama “elénctica”, del verbo griego elenquein, “convencer”, “redargüir” o “reprender”, y por ende, llamar al arrepentimiento
Primero, el propósito de la elénctica no es el de demostrar lo absurdo que es el paganismo, y menos aun ridiculizare a otras religiones o a sus adherentes. Se refiere principalmente “a la tarea de convencer del pecado y de desenmascararlo. Segundo lugar, luego la justificación de esta tarea es la Biblia misma. En tercer lugar, la elénctica no constituye una actividad desagradable o negativa. En cuarto lugar, y finalmente, en última instancia la elénctica es obra del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que “convence” de pecado, de justicia y juicio (Juan 16.8-10) La argumentación a favor del diálogo En primer lugar el verdadero diálogo es señal de autenticidad. Como lo expresa el informe de México, “el dialogo verdadero con un hombre de otro credo requiere interés en, y preocupación por, el evangelio tanto como por la otra persona. En segundo lugar, el verdadero diálogo es señal de humildad. No quiero decir con esto que la proclamación sea siempre arrogante, por cuanto la proclamación genuina consiste en presentar a Cristo Jesús como Salvador y Señor, y en ningún sentido cabe el alarde personal. En tercer lugar, el diálogo genuino es señal de integridad, porque al conversar tenemos la oportunidad de oír las creencias y los problemas reales del amigo, y eliminar las imágenes falsas que pudimos haber formado sobre él. Al mismo tiempo nos proponemos nosotros mismos ser sinceros. En cuarto lugar, el diálogo real verdadero es señal de sensibilidad. El evangelio cristiano se desacredita cuando se degenera y adquiere formas estereotipadas. Es imposible evangelizar con formulas fijas. El diálogo con los hindúes El primer ejemplo es E. Stanley Jones, misionero metodista norteamericano en la India. El alcalde de la ciudad lo interrumpió para decirle: “Oigo que habla acerca de encontrar a Cristo, ¿Qué quiere decir con esto? Como respuesta Stanley Jones les relató su conversión. Ahora cuénteme le dijo el alcalde, ¿Cómo puedo encontrarlo yo? El diálogo con los musulmanes Mi segundo ejemplo se relaciona, ya no con el mundo hindú, sino con el mundo musulmán. El cristiano “debe procurar ingresar en la existencia diaria de los musulmanes, como creyentes, como adherentes y como hombres. Para comenzar, el cristiano debe entender lo que significa el Islam para el musulmán. Debemos “procurar conocerlo, hasta donde sea posible” desde adentro. El cristiano ha de sentir la vergüenza de las cruzadas y de la agria polémica medieval contra el Islam, y, comprender por que el musulmán aborrece el imperialismo y el secularismo occidentales, y por que no entiende en absoluto que occidente haya favorecido injustamente a Israel a expensas de los árabes. Por ellos el obispo Cragg se entrega a la tarea de la interpretación, y al hacerlo transita cinco áreas teológicas fundamentales –las Escrituras, la persona de Jesús, la cruz, la doctrina de Dios, y la Iglesia. En todo momento pide paciencia para con los monumentales conceptos equivocados que de algún modo tienen que ser eliminados. El diálogo en los centros industriales
Mi tercer ejemplo del diálogo cristiano nos traslada a la Gran Bretaña poscristiana. Consecuentemente la misión urbana “no constituye un tema marginal para los cristianos” sino, más bien, “una de las prioridades contemporáneas de Dios” El diálogo es señal de genuino amor cristiano porque indica nuestra decisión firme de limpiar nuestra mente de los prejuicios y las caricaturas que nos hayamos formado sobre otras personas. CAPITULO IV. LA SALVACIÓN El cristiano no sería sincero para consigo mismo, ni para con la otra persona que interviene en el diálogo, si ocultase su creencia en el señorío universal de Jesús o en su deseo de que esa persona adopte su misma posición de someterse a Jesús como su Señor. Dicha sumisión, con espíritu de penitencia y fe, es el camino de la “salvación”; y este último es el cuarto vocablo que tenemos que considerar. ¿Qué significa la palabra “salvación”? LA CENTRALIDAD DE LA SALVACIÓN Si los cristianos hemos de seguir empleando el término, éste tiene que ser traducido a un lenguaje más moderno, con la sola condición de que permanezcamos leales a la revelación bíblica. Quizá convenga reconocer de inmediato lo vital que resulta esta cuestión, por cuanto no es ninguna exageración decir que el cristianismo es religión de salvación. El Dios de la Biblia es un Dios que constantemente viene en busca de su pueblo para rescatarlo, que ha tomado la iniciativa para salvar. La misión de Jesús fue una misión de rescate. “El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14). La Biblia es un manual contemporáneo de salvación, además, las buenas nuevas constituyen “el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13), y también “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Esta preeminencia que se le otorga al tema de la salvación en el cristianismo bíblico nos obliga a indagar qué es lo que Dios obra, lo que Cristo obtiene, lo que la Escritura revela y lo que el evangelio ofrece. LA SALVACIÓN Y LA SALUD FISICA Primero, salvación no significa salud psico-física. El aspecto saliente de la tesis de Phyllis Garlik es el de que la salud física y mental “es de la misma esencia del evangelio de la gracia de Dios”. Nunca llega a decir que ser sano y tener la salvación es la misma cosa, pero llega muy cerca. “El poder salvador de la gracia de Dios es para el hombre total”. “Cristo vino no para preservar la vida sino para desarrollarla al máximo, para que el hombre sea completo en todo sentido”. Evelyn Frost, en su libro anterior, Christian Healig (1940), se había referido concretamente a la salud física como un aspecto de la vida eterna ahora. Hablaba de que la curación cristiana para el cuerpo y la mente, igual que para el espíritu, constituye parte integrante del evangelio cristiano, dichos conceptos recibieron expresión más completa en el folleto The Healing Church publicado en Ginebra en 1965. Todos los cristianos deberían poder afirmar gozosamente con Pablo que la vida de Jesucristo puede manifestarse en nuestro cuerpo mortal (2 Corintios 4:10,11) y que el poder de Jesús se perfecciona en nuestra debilidad humana (2 Corintios 12:9,10; 4:7). La nueva vida en Cristo puede con frecuencia proporcionarnos un nuevo sentido de bienestar físico y emocional. Pero ninguna clase de curación – natural o sobrenatural – es o está incluida en lo que quiere decir la Biblia por esa salvación que ahora se ofrece a la humanidad por Cristo y mediante el evangelio. Solo en la resurrección y la redención del cuerpo habrá una ausencia total de enfermedad y muerte. Algunos teólogos radicales modernos han intentado reinterpretar la salvación en función de salud psicológica antes que física. No cabe duda de que mucha gente con la personalidad desintegrada realmente encuentra una nueva integración mediante la reconciliación con Dios. No debemos, empero, identificar reconciliación e integración.
Un resultado de la confusión entre salvación y salud es que hay confusión también en cuanto a las funciones del médico y del pastor. El médico reemplaza al pastor, o el pastor se transforma en un psiquiatra aficionado. La tarea auténtica de la Iglesia no es ante todo la de devolverle la salud a la gente... su tarea esencial es la de volver a los hombres a una relación correcta con Dios. Sozo se emplea para hacer referencia a la liberación de la ceguera (en el caso del ciego Bartimeo, Marcos 10:52), de la lepra (Lucas 17:19) y del flujo de sangre (Marcos 5:34). En cada uno de estos casos Jesús le dijo al que padecía el mal “ tu fe te ha salvado”, frase que en cada caso la Versión Popular traduce como “tu fe te ha sanado”. La salvación por fe en el Cristo crucificado y resucitado tiene sentido moral y no material; es un rescate del pecado y no de los males, y la razón por la cual Jesús dijo “tu fe te ha salvado”, en ambos casos, es la de que sus obras de rescate físico (de la enfermedad, de perecer ahogado, de la muerte) constituían señales intencionales de su salvación, y así fueron entendidas por la iglesia primitiva. Tenemos que recordar que a los milagros de Jesús se los llamó siempre semeia, señales del reino, señales de su salvación. LA SALVACIÓN Y LA LIBERACIÓN POLÍTICA La segunda reconstrucción importante que se ha intentado sobre la doctrina de la salvación , la reinterpreta como la liberación de las gentes pobres y desamparadas que padecen hambre, pobreza y guerra, dominación colonial, tiranías políticas, discriminación racial, explotación económica, aislamiento en los ghettos, cárceles políticas y la desalmada tecnología del mundo moderno, por ello la salvación es justicia. En 1968 en los dos informes sobre “la estructura misionera de la congregación”, el objetivo de la misión se definía como “humanización”. Se afirmaba que Cristo era “el verdadero hombre, cabeza de la nueva humanidad”, y por ende, “dondequiera que se logre conducir a hombres y mujeres a la restauración de las relaciones en el amor al prójimo, en el servicio y el sufrimiento en aras de un mayor grado de justicia y libertad”, estas cosas han de ser reconocidas como “señales de la plenitud de la humanidad” que Cristo les está proporcionando. La obligación de la Iglesia era la de hacer nuestra la agenda del mundo. Se ha dado preeminencia a palabras claves como “humanización”, “desarrollo”, “integridad”, “liberación”, y “justicia”; estas cosas, y la liberación de hombres de toda forma de opresión, no son solamente objetivos deseables, agradables a Dios el Creador, sino que lo s cristianos debieran estar activamente comprometidos en la prosecución de dichos fines juntamente con otros hombres caritativos y de buena voluntad. Porque Dios quiere que los seres humanos vivan juntos, en paz, libertad, dignidad y justicia. El Dios de la Biblia es un Dios de justicia, así como de justificación, y detesta la injusticia y la tiranía. LA TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN En 1971, apareció en Perú la edición original en castellano de la obra de Gustavo Gutiérrez Teología de la Liberación, con el subtítulo “perspectivas”; dicha obra constituye el intento más completo y serio aparecido hasta el presente, de interpretar la salvación bíblica en función de la liberación de los oprimidos. Gustavo Gutiérrez le asigna a la “praxis” social un lugar prominente, y hace un llamado a la iglesia a un compromiso más evangélico, más auténtico, más concreto y mas eficaz para la liberación. Marx dice que “los filósofos se han limitado a interpretar el mundo... la cuestión está, sin embargo, en cambiarlo”. “La meta no es sólo mejores condiciones de vida, un cambio radical de las estructuras, una revolución social; es mucho más: la creación continuada, sin fin, de una nueva forma de ser hombre, una revolución cultural permanente”. En términos sociológicos y tecnológicos el hombre ha llegado a la mayoría de edad. Ahora posee en toda su medida ese “dominio” que en el comienzo de la creación Dios le mandó que ejerciera (Génesis 1:26-28).
Cuando el autor comienza a teorizar, a tratar de presentar la liberación social como si esto fuera lo que la Escritura entiende por salvación y, de esta manera a descartar la evangelización a favor de la acción política, entonces tiene uno que apartarse. Por poco borra completamente la distinción entre iglesia y mundo, cristiano y no-cristiano, a fin de poder aplicar a todos los hombres la enseñanza bíblica acerca de la obra salvadora de Dios. Además, sostiene que la construcción de una sociedad justa tiene valor en términos del Reino, o, en términos más corrientes, participar en el proceso de liberación es ya en cierto sentido una obra salvífica. La liberación crea un nuevo pueblo elegido, que esta vez incluye a toda la humanidad, dice esta teología; pero no existe justificativo bíblico alguno para tal aseveración. LA CUESTION HERMENEUTICA Llamar “salvación” a la liberación socio-política, y evangelización al activismo social, ya es hacernos culpables de una torpe confusión teológica. Es mezclar lo que las Escrituras mantienen separado – Dios Creador y Dios Redentor, el Dios del cosmos y el Dios del pacto, el mundo y la iglesia, la gracia común y la gracia salvadora, la justicia y la justificación, la reforma de la sociedad y la regeneración de los hombres. La salvación que se ofrece en el evangelio de Cristo tiene que ver con las personas más bien que con las estructuras. Es liberación de otro tipo de yugo a la opresión política y económica. Gustavo Gutiérrez se apoya fuertemente en una específica interpretación del éxodo. El pueblo de Israel era esclavo. El punto de partida es la opresión en la forma de explotación económica y mediante una política de control de la población. La opresión en cualquier forma le es detestable a Dios. Dios está activo en la historia de todas las naciones. En el Nuevo Testamento el éxodo se transforma en figura de nuestra redención del pecado por Cristo, no en una promesa de liberación para todas las minorías políticamente oprimidas. No podemos objetar el uso de la palabra “salvación” en un sentido político, siempre que quede claro que no estamos hablando políticamente acerca de la salvación de Dios en y mediante Cristo. La primera bienaventuranza no puede de ningún modo entenderse en el sentido de que la pobreza material sea una condición para recibir el reino de Dios, a menos que estemos dispuestos a volver completamente al revés el evangelio. La pobreza en lo material, la ceguera física y el cautiverio injusto constituyen condiciones que en diversos grados deshumanizan a los seres humanos. Tienen que despertar preocupación en los cristianos y estimularlos a la acción para lograr el alivio de los que sufren de estas formas. Pero la liberación de estas cosas no constituye la salvación para lograr, la cual ya ha sido obtenida por Cristo, quien murió y resucitó. La “salvación” por la cual Cristo murió una vez, y que ahora ofrece a los hombres, no es curación psicofísica ni liberación sociopolítica. A las aseveraciones negativas se deben oponer tres afirmaciones positivas. Primero, Dios se interesa grandemente en ambas áreas, es decir en nuestros cuerpos y en nuestra sociedad. En segundo lugar, algún día tanto el cuerpo como la sociedad serán redimidos. Tendremos nuevos cuerpos y viviremos en una sociedad nueva. Tercero, el amor nos impulsa mientras tanto a trabajar en ambas esferas, procurando promover la salud física (por medios terapéuticos y preventivos) y procurando crear un orden social radicalmente diferente, que ofrezca al hombre libertad, dignidad, justicia y paz. LA SALVACIÓN Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL La salvación misma, la salvación que Cristo da a su pueblo, es libertad del pecado en todas sus horribles manifestaciones, y liberación para iniciar una nueva vida de servicio hasta que finalmente lleguemos a la “gloriosa libertad de los hijos de Dios”. El verbo más común para expresar el concepto de salvación en el Antiguo Testamento tiene la idea básica de amplitud, por oposición a la estrechez de alguna opresión. De este modo indicaba
liberación de alguna prisión o confinamiento mediante la intervención salvadora de un tercero a favor del oprimido y en oposición al opresor. Cuando Dios salva a su pueblo, no sólo los rescata del opresor sino que los salva para sí, “salvación “ y “pacto” son conceptos que se corresponden. A continuación examinaremos la doctrina neotestamentaria de la salvación, en los tres tiempos o etapas conocidos. LA LIBERACIÓN DEL JUICIO PARA ADQUIRIR LA CALIDAD DE HIJO La razón de que el evangelio sea “el poder de Dios para salvación” es la de que en ella “la justicia de Dios se revela”, y la razón de esta revelación de la justicia de Dios en el evangelio es la revelación de “la ira de Dios... desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Todos los que están en Cristo son sesosmenoi (Efesios 2:8,9), es decir, los que han sido salvados, porque son dikaiothentes (romanos 5:1), es decir, los que han sido justificados. Esta justificación se ha hecho posible sólo como consecuencia del sacrificio propiciatorio de Cristo (Romanos 3:24-26). Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús solo porque Dios mandó a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado y condenó al pecado en la carne, es decir, en la carne en que vino Jesús (Romanos 8:1-3). Pablo destaca el hecho de que somos salvados de la ira y para ser hechos hijos. Dios mandó a su Hijo no sólo para redimirnos sino también para adoptarnos como miembros de su familia. El que nos juzga se transforma en nuestro Padre, y el propio Espíritu Santo nos habilita para exclamar “¡Abba, Padre!”, ya no somos esclavos, sino hijos (Romanos 8:14-17); (Gálatas 4:4-7). LIBERACIÓN DE SI MISMO PARA EL SERVICIO “No soy salvo aún, porque el pecado sigue morando en mí y mi cuerpo no ha sido redimido todavía”, podría argumentar. Se trata de esa conocida tensión entre el “ahora” y el “todavía no” del Nuevo Testamento. Los cristianos son oi sozomenoi (“los que están siendo salvados”). Esto es en parte porque se reconoce que nuestra salvación aún no ha sido consumada. Oi sozomenoi aparece contrastado con oi apollumenoi (“los que están pereciendo”). Durante el lapso entre nuestra justificación y la glorificación viene el proceso denominado de santificación, esa transformación paulatina del creyente por el Espíritu de Cristo a la imagen de Cristo, “de gloria en gloria” (2 Corintios 3:18), hasta que finalmente seremos completamente transformados a la imagen del Hijo de Dios (Romanos 8:29; 1 Juan 3:2). Nada humaniza más que la reconciliación con Dios y la comunión con él. Pero pareciera que el argumento ecuménico se desarrolla de este modo: la salvación según el Nuevo Testamento hace humanos a los hombres; por lo tanto, todo lo que hace humanos a los hombres es salvación. Pero este tipo de razonamiento es tan deficiente en lógica como en teología. En esta salvación presente, también, debemos dar realce al aspecto positivo. Estamos siendo librados de la esclavitud a nosotros mismos para entrar en la libertad del servicio. Lutero describió al hombre caído con la expresión homo in se icurvatus, “el hombre curvado o inclinado hacia dentro de sí mismo”. De esta prisión nos libera Cristo Jesús. Sólo si estamos preparados para perdernos a nosotros mismos dándonos enteramente al servicio a él y a los demás, nos podremos encontrar realmente a nosotros mismos (Marcos 8:35). Cuado morimos es cuando recién vivimos; cuando servimos, recién entonces somos libres. La salvación y el Reino de Dios son sinónimos (Marcos 10:23-27), y en ese reino la autoridad de Jesús es absoluta. LIBERACIÓN DE LA CORRUPCIÓN PARA LA GLORIA VENIDERA
En tercer término, la salvación de Dios, don recibido y proceso continuo, es también el objeto de nuestra esperanza cristiana. Fuimos salvados con la esperanza de ser salvos, y la “esperanza de salvación” es el casco o el yelmo que lleva el soldado cristiano (Romanos 8:24; 1 Tesalonicenses 5:8). Seremos librados de la ira que ha de venir (Romanos 5:9; 1 Tesalonicenses 1:10; 5:9). Más que eso, estará incluida la “redención de nuestros cuerpos”. Anhelamos morar en nuestros nuevos cuerpos que estarán libres de las debilidades físicas (naturaleza caída y muerte), y vivir en el nuevo universo (en el que no habrá opresión alguna sino solamente la justicia). La salvación nos da libertad para vivir con Dios como nuestro Padre, libertad para entregarnos al servicio de los demás, y finalmente “libertad gloriosa” cuando, eliminadas todas las limitaciones de nuestra existencia en carne y hueso, estaremos libres para dedicarnos sin reserva a Dios y unos a otros. Nos regocijamos y gemimos; ésta es la experiencia paradójica de los cristianos que han sido salvados y están siendo salvados, y que al mismo tiempo no están salvados aún. En el mundo de hoy todavía hay hambre de salvación, las buenas nuevas siguen siendo poder de Dios para salvación a los que creen, pero todavía es inevitable que nuestro mensaje de salvación caiga en oídos sordos si no ofrecemos evidencia alguna de que somos salvos, mediante una vida transformada y un nuevo estilo de vida. Es la gente la que comunica principalmente, no las palabras o las ideas. En última instancia la autenticidad personal cristiana es una auténtica experiencia de salvación. CAPITULO V LA CONVERSIÓN La misión es el servicio de amor que Dios manda que los suyos cumplan en el mundo. La palabra conversión denota la respuesta del hombre que exigen las buenas nuevas y sin la cual no se puede recibir la salvación. EL DESARROLLO CONTEMPORANEO DE LA CONVERSIÓN. Una razón más que ha hecho que la gente sienta desagrado por la idea de la conversión, se relaciona con la impresión de arrogante imperialismo que ha producido algunos evangelistas toda vez que nuestra evangelización baja al nivel de construcción, competencia de pesca, desde luego que desacreditamos la palabra conversión. Si hemos de ser verdaderamente bíblicos en nuestro entendimiento de la doctrina, debemos mantener unidos estos dos conceptos: que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo y que nosotros tenemos que estar en Cristo si hemos de recibir la reconciliación. Nuestra obligación consiste en predicar la paz en el sentido de prometer paz con Dios mediante Jesucristo a los que se arrepienten y creen. LA CONVERSIÓN Y LA REGENARIÓN Volverse de los ídolos y el pecado se llama generalmente arrepentimiento y el volverse a Dios y a Cristo es fe, legamos a la interesante ecuación bíblica de que arrepentimiento más fe es igual a conversión. La regeneración es un acto divino, mientras que la conversión es un acto humano. Le regeneración es un acto divino, un nacimiento de arriba, un nacimiento del espíritu. La conversión por otra parte es lo que hacemos cuando nos arrepentimos y creemos. La regeneración y la conversión es que la primera es obra instantánea y completa de Dios, mientras que el acto de volvernos en arrepentimiento y fe que llamamos conversión es más bien un proceso que un acontecimiento. El arrepentimiento debe profundizarse y la fe debe fortalecerse. La conversión es sólo el comienzo. LA CONVERSIÓN Y EL ARREPENTIMIENTO Lo que hoy se necesita al predica el arrepentimiento es tanto integridad como realismo.
Además de la integridad, la predicación del arrepentimiento y del señorío de Cristo requiere realismo. LA CONVERSIÓN Y LA IGLESIA La segunda consecuencia de la conversión es la membrecía eclesiástica. Debemos volver a la Biblia y a su testimonio invariable de que mediante el proceso histórico Dios ha venido llamando a los hombres a volverse hacia él. Comunión cristiana es algo diferente en esencia. Tiene origen y naturaleza sobrenaturales, porque comprende la comunión con Dos al mismo tiempo que con los demás integrantes. LA CONVERSIÓN Y LA SOCIEDAD El que se convierte a Jesucristo vive en el mundo tanto como en la iglesia, tiene por lo tanto, obligaciones para con el mundo así como para con la iglesia. Cristo estaba comprometido con el pueblo. Así debería ser con nosotros también. LA CONVERSIÓN Y LA CULTURA Los cristianos que se deshacen completamente de la sociedad en que fueron criados pueden terminar sintiéndose sin raíces e inseguros y hasta pueden caer en el libertinaje moral. La cultura consiste en las costumbres y la gente se siente amenazada cuando las costumbres corren peligro. La cultura debe siempre ser probada y juzgada por las Escrituras y necesitamos discernimiento para evaluarla. LA CONVERSIÓN Y EL ESPÍRITU SANTO Los apóstoles se apoyan humildemente en el poder del Espíritu Santo. Ellos creían que el hombre está muerto en delitos y pecados, ciego a las verdades espirituales y que es esclavo del pecado y de Satanás. Solamente el Espíritu Santo puede abrirle los ojos, iluminar su oscuridad, liberarlo de su esclavitud, volverlo a Dios y trasladarlo de la muerte a la vida. Cuatro aspectos para los cuales se justifica confiar en el Espíritu Santo: 1) Es la falta de preparación adecuada. 2) La confianza en el Espíritu Santo no puede constituir justificativo alguno para un antiintelestualismo. 3) El confiar en el Espíritu Santo no puede justificar la irrelevancia. Sin el Espíritu Santo toda nuestra explicación es inútil. 4) El confiar en el Espíritu Santo no justifica la supresión de nuestra personalidad. 10 de julio de 2008, 22:16