«El modelo: llegar a ser más semejantes a Cristo» Dr. John Stott Sermón presentado en la Keswick Convention el 17 de julio de 2007. ecuerdo muy vívidamente, hace algunos años, que la pregunta que me desconcertaba como cristiano más joven (y también a algunos de mis amigos) era esta: ¿cuál es el propósito de Dios para Su pueblo? Dando por cierto que hayamos sido convertidos y que hayamos recibido nueva vida en Cristo Jesús, ¿qué sigue? Desde luego, conocemos la famosa declaración del Catecismo Menor de Westminster: El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y gozar de él para siempre; sabíamos eso y lo creíamos. También jugamos con algunas declaraciones más breves, como una de solo siete palabras: amar a Dios y amar al prójimo. Pero de algún modo, ninguna de estas, ni algunas otras que podríamos mencionar, parecían plenamente satisfactorias. Así que quiero comunicarles la conclusión a la que he llegado al acercarme al final de mi peregrinaje en la Tierra y es esta: Dios quiere que Su pueblo llegue a ser más semejante a Cristo. La semejanza con Cristo es la voluntad de Dios para el pueblo de Dios. R
Así que, si eso es cierto, propongo lo siguiente: primero, primero, echar las bases bíblicas para el llamado a la semejanza con Cristo; segundo, dar algunos ejemplos novotestamentarios de esto y, tercero, sacar algunas conclusiones prácticas. Y todo esto se relaciona con llegar a ser semejantes a Cristo. De este modo, primero está la base bíblica para el llamado a la semejanza con Cristo. Esta base no es un único texto: la base es más sustancial que lo que se puede encerrar en un solo texto. Consiste más bien en tres textos que haríamos bien en mantener juntos en nuestra vida y nuestro pensamiento cristiano: Romanos 8:29, 2 Corintios 3:18 y 1 de Juan 3:2. Veamos brevemente estos tres versículos. omanos 8:29 dice que Dios ha predestinado a Su pueblo para que sea hecho conforme a la imagen de su Hijo, es decir, que llegue a ser semejante a Jesús. Todos sabemos que cuando Adán cayó perdió gran parte ²aunque no la totalidad² de la imagen divina a la que había sido creado. Pero Dios la ha restaurado en Cristo. La conformidad a la imagen de Dios significa llegar a ser semejante a Jesús: La semejanza con Cristo es el propósito eterno de la predestinación de Dios. R
Mi segundo texto es 2 Corintios 3:18: ¶Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor·. Por tanto, es el Espíritu mismo que mora en nosotros quien nos cambia de gloria en gloria; es una visión magnífica. En esta segunda etapa de llegar a ser semejantes a Cristo ustedes notarán que la perspectiva ha cambiado de pasado a presente, de la eterna predestinación de Dios a su transformación presente de nosotros por el Espíritu
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Santo. Ha pasado del propósito eterno de Dios de hacernos semejantes a Cristo a su trabajo histórico por Su Espíritu Santo de transformarnos a la imagen de Jesús. Eso me lleva a mi tercer texto: 1 de Juan 3:2. ¶Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es·. No sabemos con ningún detalle lo que seremos en el día final, pero sabemos que seremos semejantes a Cristo. Realmente no hay necesidad de que sepamos nada más que esto. Estamos satisfechos con la gloriosa verdad de que estaremos con Cristo y seremos semejantes semejantes a Cristo para siempre. siempre. Aquí hay tres perspectivas: pasado, presente y futuro, y todas ellas señalan en la misma dirección: existe el propósito eterno de Dios: hemos sido predestinados; existe el propósito histórico de Dios: estamos en un proceso de transformación por el Espíritu Santo y existe el propósito final o escatológico de Dios: seremos como Él, porque le veremos tal como Él es. Todas los tres, lo eterno, lo histórico y lo escatológico, se combinan hacia el mismo propósito de semejanza con Cristo. Yo sugiero que este es el propósito de Dios para el pueblo de Dios. Esta es la base bíblica para llegar a ser semejantes a Cristo: es el propósito de Dios para el pueblo de Dios. Quiero proceder a ilustrar esta verdad con una serie de ejemplos del Nuevo Testamento. Primero, considero importante que hagamos una declaración general, tal como la hace el Apóstol Juan en 1 de Juan 2:6: ¶El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo·. En otras palabras, si decimos ser cristianos debemos ser semejantes a Cristo. Este es el primer ejemplo del Nuevo Testamento: debemos ser semejantes semejantes a Cristo en su Encarnación. Es posible que algunos de ustedes retrocedan horrorizados horror izados ante tal idea. Me dirán que, sin lugar a dudas, la Encarnación fue un evento absolutamente único y no se puede imitar en modo alguno. Mi respuesta a eso es sí y no. Sí, fue única en el sentido de que el Hijo de Dios asumió nuestra humanidad en Jesús de Nazaret, una vez y para siempre, sin que eso se repita jamás. Eso es cierto. Pero hay otro sentido en el que la Encarnación no fue única: la asombrosa gracia de Dios en la Encarnación de Cristo ha de ser seguida por todos nosotros. La Encarnación, en ese sentido, no fue única sino universal. Somos llamados a seguir el ejemplo de Su gran humildad al descender del cielo a la Tierra. De este modo Pablo pudo escribir en Filipenses 2:5-8: ¶Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.· Debemos ser semejantes a Cristo en Su Encarnación en la asombrosa autohumillación que yace tras la Encarnación. Segundo, debemos ser semejantes a Cristo en Su servicio. Ahora pasamos de Su Encarnación a Su vida de servicio, de Su nacimiento a Su vida, del principio al fin. Permítanme invitarlos a
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lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado· ²note la palabra² ¶para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis·. Algunos cristianos toman literalmente el mandamiento de Jesús y realizan una ceremonia de lavamiento de los pies en su Cena del Señor una vez al mes o el Jueves Santo, y quizás tengan razón en hacerlo. Pero creo que la mayoría de nosotros transpone culturalmente el mandamiento de Jesús: que así como Jesús realizó en Su cultura lo que era la tarea de un esclavo, nosotros no debemos ver en nuestras culturas ninguna tarea como demasiado humilde o degradante para hacerla unos por otros. Tercero, debemos ser semejantes a Cristo en Su amor. Me viene a la mente Efesios 5:2 en particular: ¶Andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a Sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante·. fr agante·. Observe que el texto texto está en dos partes. La primera parte es andad en amor, un mandato de que toda nuestra conducta debe caracterizarse por el amor, pero la segunda parte del versículo dice que Él se entregó a Sí mismo por nosotros, que no es un presente continuo sino un aoristo, un pasado, una clara referencia a la cruz. Pablo nos está instando a ser semejantes a Cristo en Su muerte, a amar con un amor de autoentrega como el del Calvario. Observe lo que está ocurriendo: Pablo nos está instando a ser como el Cristo de la Encarnación, como el Cristo del lavado de los pies y como el Cristo de la cruz. Estos tres eventos de la vida de Cristo indican claramente lo que significa en la práctica la semejanza con Cristo. Cuarto, debemos ser semejantes a Cristo en Su paciente sufrimiento. En el ejemplo que sigue no consideramos la enseñanza de Pablo sino la de Pedro. Cada capítulo de la Primera Epístola de Pedro contiene una alusión a nuestro sufrimiento como Cristo, porque el trasfondo de la epístola es el inicio de la persecución. En el capítulo 2 de 1 de Pedro en particular, Pedro insta a los esclavos cristianos, cuando son castigados injustamente, a soportar y no pagar mal con mal. Pedro continúa diciendo: ´Pues para esto fuisteis llamados: porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemploµ ²allí está nuevamente esa palabra² para que podamos seguir Sus pisadas. Este llamado a la semejanza con Cristo en sufrir injustamente bien puede volverse cada vez más pertinente al aumentar la persecución en muchas culturas del mundo actual. Mi quinto y último ejemplo del Nuevo Testamento es que debemos ser semejantes a Cristo en Su misión. Habiendo visto la enseñanza de Pablo y Pedro, venimos ahora a la enseñanza de Jesús registrada por Juan. En Juan 17: 81, orando, Jesús dijo ¶Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo·, es decir, nosotros. Y en su comisión en Juan 20, dice: ¶Como me envió el Padre, así también yo os envío·. Estas palabras son inmensamente significativas. Esta no es solo la versión juanina de la Gran Comisión sino también una instrucción de que su misión en el mundo era imitar la misión de Cristo. ¿En qué respecto? Las palabras clave en estos textos son ¶enviados al mundo·. Así como Cristo entró a nuestro mundo, nosotros debemos entrar en los mundos de otras personas. Esto fue elocuentemente explicado por el Arzobispo Michael Ramsey hace algunos años: ¶Enunciamos y ensalzamos la fe solo en la medida
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Este entrar a los mundos de otras personas es exactamente lo que queremos decir por evangelismo de encarnación. Toda misión auténtica es una misión de encarnación. Debemos ser semejantes a Cristo en su misión. Estas son las cinco formas principales en que debemos ser semejantes a Cristo: en Su Encarnación, en Su servicio, en Su amor, en Su paciente sufrimiento y en Su misión. Quiero darles muy brevemente tres consecuencias consecuencias prácticas de la semejanza con Cristo. Primero, la semejanza con Cristo y el misterio del sufrimiento. El sufrimiento es un tema inmenso en sí mismo y hay muchas formas en que los cristianos tratan de entenderlo. Hay una que sobresale: que el sufrimiento es parte del proceso de Dios para hacernos semejantes a Cristo. Ya sea que suframos de decepción, frustración o alguna otra tragedia dolorosa, debemos tratar de ver esto a la luz de Romanos 8:28-29. Según Romanos 8:28, Dios siempre actúa para el bien de Su pueblo y según Romanos 8:29 este buen propósito es hacernos semejantes a Cristo. Segundo, la semejanza con Cristo y el desafío del evangelismo. Ustedes se habrán preguntado: ¿por qué es que en muchas situaciones nuestros esfuerzos evangelísticos se ven a menudo plagados de fracaso? Se pueden dar varias razones y no quiero simplificar en exceso, pero una de las principales es que no somos semejantes al Cristo que estamos proclamando. John Poulton, quien ha escrito a este respecto en un in a perspicaz libro titulado A today sort of evangelism, ha dicho: ¶La predicación más eficaz proviene de aquéllos que representan las cosas que están diciendo. Ellos son su mensaje. Los cristianos deben parecerse a aquello de lo que están hablando. Es la gente la que comunica principalmente, no las palabras ni las ideas. La autenticidad transmite. En lo profundo de las personas, lo que comunica hoy es básicamente la autenticidad·. Eso es semejanza con Cristo. Permítanme darles otro ejemplo. En la India había un profesor hindú que una vez identificó a uno de sus estudiantes como cristiano y le dijo: ¶Si ustedes los cristianos vivieran como Jesucristo, la India estaría a sus pies mañana·. Yo creo que la India estaría a sus pies hoy si los cristianos vivieran como Cristo. Del mundo islámico, el Reverendo Iskandar Jadeed, un árabe que fue musulmán, ha dicho: ¶Si todos los cristianos fueran cristianos ²es decir, semejantes a Cristo² ya no habría Islam·. Eso me lleva a mi tercer punto: la semejanza con Cristo y el hecho de que el Espíritu mora en nosotros. He hablado mucho esta noche respecto a la semejanza con Cristo pero, ¿se puede lograr? Obviamente no con nuestro propio poder, pero Dios nos ha dado su Espíritu Santo para que more en nosotros, a fin de que nos cambie desde dentro. William Temple, quien fue arzobispo en la década de los 40, usó este punto de Shakespeare para ilustrar: ¶No está bien darme un drama como Hamlet o El Rey Lear y decirme que escriba un drama semejante. Shakespeare podía hacerlo, pero yo no. Y no está bien mostrarme una vida como la de Jesús y decirme que viva una vida como esa. Jesús podía hacerlo, pero yo no. Pero si el genio de
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Por tanto, concluyo, como breve resumen de lo que hemos tratado de decirnos: el propósito de Dios es hacernos semejantes a Cristo. La forma de Dios para hacernos semejantes a Cristo es llenarnos con su Espíritu. En otras palabras, es una conclusión trinitaria, que implica al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.