La mirada del observador Eye of the Beholder (2008) de Kim Pritekel
Traducido por: Julieta “Meltryth” Aviso legal: Mío. Sexo: Si preguntás es porque no leíste mi trabajo anterior. :) conozco a nadie que lo sea. No quiero ofender si me da detalles detalles mal, NOTA: Yo no soy ciega, ni conozco
esto no es más que una obra de ficción. Si deseas decirme que soy una escritora maravillosa o que realmente apesto, siéntete libre de escribir a:
[email protected] [email protected].. Si tienes sugerencias o correcciones, por favor, no te molestes. Ven a visitarnos en: www.myspace.com/aspfilmswriter o o mi editor en: www.pdpublishing.com ¡Felíz día de San Valentín!
Con la trad traduc ucci ción ón de esta esta histo histori ria a no se preten pretende de tener tener ningún ningún Descarg Descargo o de traducci traducción ón: Con beneficio beneficio económico, ni económico, ni de otro tipo que no sea el entretenimiento gratuito. Los insultos venían con el relato original y fueron traducidos lo más literalmente posible. Si alguien quiere lucrar con éste relato, contáctese con la autora, yo sólo lo traduje y cambié un par de palabras iguales. Julieta “Meltryth”.
Un larg largo o y negr negro o cabel cabello lo se volc volcó ó sobr sobre e el elega elegant nte e hombr hombro. o. Juli Juliet et Ross Ross giró giró sus sus ojos ojos devastadoramente azules a la cámara, la mirada gritaba “¡Cógeme!” con un sólo vistazo. Esa mirada era la que había ganado más de quince mil tapas en las revistas a lo largo de los años noventa, convirtiéndose en la modelo mejor paga y más reconocida del mundo. - Muy bien, Juliet, si puedes gira un poquitín a tu izquierda, amor -dijo David Sandigo, todavía oculto detrás de la lente. En primer lugar -dijo secamente JulietJuliet- no me llames amor, y en segundo lugar, lugar, acaba con las
alrededor del mundo, y había capturado a Juliet en más de una ocasión. Sólo su deslumbrante belleza hacía que valiera la pena. Juli Juliet et sabí sabía a cómo cómo posar posar,, e inclus incluso o sabí sabía a cómo cómo hace hacerr que que se vea vea como como si ella ella estu estuvi vier era a disfrutándolo, pero por dentro, estaba deseando que David Sandigo y su puta cámara estuvieran muertos. - Okay, espera... David se escurrió escurrió por detrás de la lente y fue encima de Juliet. Ella era bastante intimidante, intimidante, con más de un metro ochenta con los stilettos que llevaba puesto, un devastante vestido azul de corte bajo con sus interminables y perfectas piernas. Ella era asombrosa. Lástima que era una maldita perra. Él levantó la mano, ignorando los zafiros deslumbrantes que se dirigían a su propia alma, y rozó ligeramente un poco del cabello color medianoche del hombro de Juliet. Observó la imagen completa, levantándo sus manos. - Perfecto Corriendo hacia su cámara obtuvo los disparos que necesitaba, se puso de pie sonriendo. - Hemos terminado, Juliet, maravilloso, simplemente maravilloso. La modelo modelo hizo hizo rodar rodar sus ojos, desprecia despreciando ndo los temas temas comune comuness y la condes condescen cenden dencia cia,, mientras ella salía del estudio yendo hacia la limusina que la esperaba. Ella ignoró la mano que ofrecían ofrecían en su ayuda los choferes, choferes, en lugar de eso hurgó en busca de su teléfono teléfono celular dentro dentro del bolso. Golpeó la marcación rápida y colocó el pequeño teléfono en su oreja, eliminando rápidamente el aro en ese lóbulo. - Marcus, Marcus, Juliet. Juliet. Si alguna vez me mandas de nuevo al retrasado mental mental de mierda otra vez, voy a despedir tu culo tan rápido que tu maricona cabecita quedará dando giros. ¿Entendido? Sin esperar una respuesta, cerró el teléfono de golpe y lo tiró en el asiento de cuero junto a ella. *****
escribir, la voz en su oído le leía una vez más las palabras, la voz saltaba cuando ella cometía un error, sin detenerse hasta que ella retrocedía y lo corregía. Megan estaba enfrascada cuando el estridente timbre de su teléfono celular interrumpió su línea de pensamiento. pensamiento. -Maldita sea- murmuró, murmuró, empujando empujando los auriculares auriculares de las orejas, con la banda de plástico plástico colgando colgando de la parte posterior posterior de su cuello. El pequeño teléfono teléfono estaba exactamente exactamente donde ella lo había dejado, a la izquierda del escritorio, justo por debajo de la taza de café. - Megan Oliver - dijo ella, con los dedos buscando en sus notas y leyendo. Ella era una persona multitareas al extremo. Si sólo se centraba en una sola cosa a la vez, su mente comenzaba a divagar, y luego no había nada que hacer. - Meg, necesito que vengas a la oficina mañana - dijo Bill Carter, su editor, en lugar de saludar. - Hola Bill, estoy fantástica ¿cómo estás? Bill gimió con impaciencia. impaciencia. Él sabía que su reportero reportero estaba estaba tratando de hacer hacer un humano fuera de él, una llamada de teléfono a la vez. - Hola, Meg. ¿Cómo estás? ¿Cómo va la historia que viene? ¡Llegue a mi oficina a las ocho de la mañana! La rubia sonrió, pasándose una mano por el pelo corto. Era mucho más fácil de mantenerlo, y si parecía una locura porque nadie se daba cuenta de que había pasado su mano a través de él unas ochenta veces, nadie se enteraría. Después de todo, el “look desordenado" estaba de moda. - Estoy simplemente simplemente maravillosa, maravillosa, gracias por preguntar, preguntar, la historia historia iba brillantemente brillantemente hasta hasta que me interrumpieron, y bien, estaré allí. - Lo estás haciendo jodidamente bien, termina la historia, ¡y será mejor que por todos los demonios estés aquí! - Sólo siendo positiva se que uno de estos días funcionará. Te conseguiré una casa de buenos modales. - No cuentes con ello chiquilla ¿tengo que enviar a alguien para buscarte? Bill Carter era una verga, él era el primero en admitirlo, pero era condenadamente bueno en lo que hacía, un poco más de lo que él admitiría. A él no le gustaba la gente, de hecho, pensaba
caústico y no tomaba mierda de nadie, incluyendo especialmente a Bill Carter. Él fue sacado de su ensoñación por la respuesta de la periodista a su pregunta. - No Bill, gracias. Voy a sacar arrastrándo el culo de mi hermano de la cama y que él me lleve. - Muy bien, nos vemos mañana. Megan cerró su celular y lo puso dónde lo había recogido. Ella y su hermano, Alex, compartían ambos lados de un duplex, que habían comprado juntos hace tres años. Alex era un chef, y trabajaba por las noches en uno de los más prestigiosos restaurantes franceses en el centro de Denver. Estaría molesto tener que levantarse tan temprano, pero lo haría. ***** - ¿Por qué demonios Carter se siente la necesidad de tener que ir a la oficina tan malditamente temprano? - murmuró Alex con ardor en los ojos, propio de las cuatro horas que había dormido. - Porque es cuando la mayoría de las personas inician su día de trabajo, Alex - Megan rió entre dientes. - ¿Por qué no podía hablarte por teléfono? Trabajas desde casa el noventa por ciento del tiempo de todos modos. Hace mucho tiempo se había decidido que trabajar desde casa era la forma más práctica que tenía Megan. Ella no podría dirigirse ida y vuelta, y Alex no quería que ella fuera usando el transporte público, no desde que había sido asaltado y golpeado hasta casi morir hacía cinco años, cuando esperaba el colectivo. - Deja de quejarte - dijo Megan, llegando a la mano de su hermano a través del pequeño auto, apretándola, para hacerle saber lo mucho que apreciaba sus sacrificios por ella. Alex y Megan se llevaban dos años de diferencia, y el hijo mayor siempre había sido muy celoso de su pequeña hermana, sobre todo después del accidente. Alex entró en el estacionamiento y miró a la rubia, observando como ella recogía sus cosas. Él siempre quedaba sorprendido de lo bien que ella se manejaba con el entorno. Ella tomó el asa de la caja de su pequeño procesador de textos, al tiempo que abría la puerta del coche, desplegando el bastón en toda su longitud, luego salió del vehículo.
era tan independiente como podía, sólo pedía ayuda cuando no había otra remedio. Él nunca había admirado a nadie más, orgulloso sonreía al ver a la rubia hacer su trayecto hacia el edificio. Megan sentía que si debía llevar una vida con una vara o con sus dedos, al menos ella acudía a su bendita memoria de elefante. Recordaba la disposición de todos los lugares en los que había estado, que era garantizado si nada hubiera sido cambiado de lugar. El edificio base del periódico no era la excepción. Ella no iba allí frecuentemente, pero se las podía ingeniar para encontrar los ascensores, sentía el botón del cuarto piso y luego se dirigía a la ruidosa sala de redacción, y por último, a la oficina de Bill. Éste último no era difícil de hallar, sólo tenía que escuchar sus bramidos y seguirlos como si fuera un faro. Extendió una mano, tanteando el camino hasta que sintió el borde del marco de la puerta y llamó suavemente. - ¡Entra, Oliver! - rugió divertidamente el periodista. Megan consiguió sentarse con su bastón a un lado, y rápidamente puso el procesador en su regazo, con sus dedos encontrando las teclas fácilmente. - ¿Qué pasa jefe? - dijo ella expectante. - ¡Pasa que estoy rodeado de unos completos idiotas! - rugió mientras disfrutaba del típico estilo informal de Megan Oliver, vaqueros, remera y un pelo rubio peinado a mano, cayendo sutilmente sobre los ojos verdes brillosos. Él pensaba que era una pena que tuviera unos ojos tan bonitos inútiles. - Bueno - dijo Megan, con una sonrisa en los labios- ¿No eres quién contrató a dichos idiotas? Bill se quedó sin habla por un momento, sin saber si sentirse enojado con el comentario, o divertido como el infierno. Su profunda y robusta risa respondió a esa pregunta. El personal de redacción generalmente estaba agradecido cuando Megan hacía acto de presencia, ya que parecía que ponía a Bill Carter en un mejor estado de ánimo, sólo mientras ella estaba allí. - Sabes, realmente no me gustas Oliver - gruñó, aunque ambos sabían que eso era una mierda. - Bueno, ¿vas a decirme por qué me hiciste arrastrar el culo de mi hermano de la cama, o es que sólo quieres charlar?
- Espera, ¿qué quieres que haga qué? - preguntó Megan hacia la usual localización de su jefe. - Quiero que conozcas a Juliet Ross. Ella estará en la ciudad por un par de días. - Juliet Ross - repitió - ¿como la modelo? - Sep -Bill se echó hacia atrás en su silla, con las manos entrelazadas detrás de la cabeza- Ella fue el mayor billete en la industria de la moda hace más de diez años, y todavía es muy caliente y está al trote. Ahora ella es una especie de mujer de negocios o algo así, no sep. Megan ladeó la cabeza hacia un lado, sin saber lo malditamente linda que era. - Bill, creo que por fin has perdido lo que queda de su lóbulo frontal. ¿Por qué demonios quieres enviarme, de todas las personas, para hacer una historia sobre una modelo? Bill sonrió - Porque yo no busco la típica historia escolar que es una pieza de fantasía ya hecha. Quiero una perspectiva diferente de Ross. Megan asintió con la cabeza, chasqueando los dedos a la distancia en las teclas, con el zumbido silencioso del papel de imprimir del documento braille llenando el espacio. - Yo quiero que consigas la historia detrás de la mujer con carrera, detrás de la mente de negocios. Me importa una mierda lo caliente que es, la historia no será un material para hacerse la paja. - Divino - murmuró Megan. - Se trata de cerebritos -Bill continuó como si la periodista no hubiera hablado- Si alguien puede ver a través de los magníficos ojos azules eres tú Meg. La periodista fue sorprendida, sus dedos se detuvieron momentáneamente en el teclado, una pequeña sonrisa asomó por sus labios. - Ross rehúsa a darle su número a nadie, así que le dije a su agente que podía llamar personalmente y concretar una cita. - ¿Al agente? - No, a Juliet Ross. Así que mueve tu culo de vuelta a tu casa y espera la llamada. Ella llega a la ciudad hoy. *****
Brown Palace, donde la aguardaba un largo baño caliente. Era octubre, y aunque el frío nuevamente estaba en su hogar de New York, Colorado estaba absolutamente helado. Ella apuntó sus fríos ojos al hombre detrás del mostrador del costoso hotel, esperando a que terminara con su tarjeta de crédito y le diera la llave de la habitación. Él terminó con la transacción y le explicó dónde quedaba su habitación, cómo usar la llave, así como un poco de historia sobre el histórico hotel. Juliet tomó la tarjeta de acceso en su mano. - He estado aquí antes. Sé que el ascensor está allí. Incluso sé que hubo un asesinato múltiple aquí en mayo de 1911 -ella sonrió con dulzura, pero no lo hizo para llegar a un lugar cerca de sus ojos- Realmente sólo quiero un baño caliente y el servicio de habitaciones. ¿Está bien para usted? El hombre la miró y parpadeó varias veces. Él se sorprendió, pero no quiso provocar la ira de la mujer de extraordinaria apariencia. Reuniendo su profesionalismo, él asintió y le dio a Juliet las buenas noches. Juliet era capaz de encontrar su sitio con bastante facilidad, el botones ya había entregado su equipaje. Ella tiró la llave de plástico en el armario y se dirigió a la ventana, tirando para abrir las pesadas cortinas y mirando hacia abajo en la ciudad ocupada, que se veía tan pequeña cuando la comparó con su punto de vista de su loft en Manhattan. Se apartó de la ventana, mirando a su alrededor una vez más. Se había quedado en los mejores hoteles del mundo, desde Nueva York a París y Japón. Aun así, tenía que admitir que el Palace Hotel Brown era uno de sus favoritos. Era uno de los lugares más tranquilos en los que se había quedado. También disfrutaba de Denver. Sólo que deseaba que su visita en esta ocasión fuera para una estancia más relajada de agradable esquí y no una comercial. Ella suspiró, dirigiéndose a su equipaje y comenzando a desempacar. Con mucho cuidado, colgó el vestido negro Vera Wang que había traído para la ocasión. Ella puso esos pensamientos de su mente y en su lugar terminó de desempacar, luego agarró su bolso. Dentro estaba la tarjeta que su agente le había dado. El era el nombre y número de teléfono de la periodista del Denver Post con la que Juliet tenía que hacer una cita. La ex modelo suspiró profundamente. Estaba tan cansada de entrevistas y flashes de las cámaras en su rostro. Torpemente, ella había pensado que una vez que dejara el mundo del modelaje detrás, todo eso habría finalizado.
sintiendo sintiendo el frío contra su cara, luego en sus dedos mientras mientras los deslizaba buscando buscando el paquete de tortillas en el segundo estante, en el fondo, a la izquierda. Lo siguiente sería el paquete de queso cheddar, cortado especialmente para ella en rodajas en la tienda, y el bowl cubierto de pollo de oferta, de la cena de la noche. Caminando hacia la mesada, dejó todos sus tesoros y comenzó a reconstruir la cena, el horno ya estaba encendido y calentándose. Ella prepararía su primer quesadilla. Maldijo suavemente con su respiración cuando sonó el teléfono. Rápidamente apagó el horno y se dirigió a su escritorio, tomando su celular. - Megan Oliver -dijo encontrándo una silla y sentándose. Hubo silencio por un momento, luego se oyó una voz suave y aterciopelada. - Señorita Oliver, soy Juliet Ross. Entiendo que tenemos que concertar una reunión para una entrevista para su periódico. Megan se recostó en la silla, rebotando ligeramente con el retorno elástico. - Sí, hola Juliet. ¿Llegó bien a la ciudad? - Perfectamente bien, gracias -Juliet se sorprendió de lo joven de la mujer en el otro extremo sonaba. ¿Por lo menos irían a enviarle un profesional con experiencia? - ¿Cuando ¿Cuando sería el momento apropiado? apropiado? -Preguntó -Preguntó Megan, alcanzando alcanzando rápidamente el botón en una pequeña grabadora para que grabara su parte de la conversación, dándole un registro de cuándo y dónde. - Bueno, tengo que hacer negocios mañana y el jueves, así que, ¿qué tal el sábado en mi hotel? - El sábado en el Brown, bien -dijo Megan asegurándose de tener cerca la grabadora- ¿Qué tal a eso de las tres? - A las tres está bien - ¡Fantástico! Nos vemos entonces, Juliet - Adiós -dijo Juliet, sosteniendo el auricular. Ella suspiró, pasándose una mano por el pelo- Dios, odio las entrevistas, y no me gusta la prensa. ***** Megan estaba nerviosa por tener que hacer una entrevista personal. Éstas eran raras, y eran los eventos que más ansiedad le causaban. Ella se preocupaba de tropezar en algo o hacer
más por orgullo que por practicidad, ella había aceptado. ***** Juliet se había despertado temprano, como de costumbre, dirigiéndose al gimnasio del hotel y corriendo ocho kilómetros en la cinta. Ella realmente prefería correr en las rutas, a veces en la playa cuando vivía en su villa en Italia, o en el Central Park cuando vivía en el loft de New York. Hoy, en aras de una apretada agenda, decidió que el gimnasio sería lo mejor. Después de un desayuno de fruta, yogur y agua, se dirigió a su habitación, se duchó y se fue a correr unos recados. Había sido un par de días, y se las había arreglado para empujar la mayoría de las cosas en las esquinas de su mente, dejando sólo ecos lejanos que recordaba. El día pasó rápido, y las tres se acercaban rápidamente. Juliet tomó otra ducha, vistiéndose casualmente con jeans desteñidos y una camisa de manga larga bien abotonada hasta el cuello abierto ancho que revelaba un poco tentador escote. Se pulverizó un poco de perfume, acaba de agregar maquillaje en sus ojos lo suficiente para mostrar sus famosos ojos azules. Ella estaba lista. A las tres en punto alguien llamó a la puerta de la habitación. Juliet le echó un vistazo más en el espejo. Satisfecha de que se veía bien, se dirigió hacia la puerta y la abrió. De pie frente a ella estaba un hombre joven, que no se mayor de 19 años y una mujer rubia pequeña. El joven mant mantuv uvo o una una cámar cámara a en sus sus mano manos, s, así así como como la mano mano de la rubi rubia a casu casual alme mente nte apretó apretó alrededor de su antebrazo. ¿Ella trae a su novio a la entrevista? Juliet sonrió amablemente. - Bienvenidos Bienvenidos -dio un paso atrás, ignorando ignorando la mirada lasciva lasciva del joven, en su lugar centrándose centrándose en los ojos de la rubia. Su pelo era corto, el flequillo desordenado y casi rozando sus ojos verdes, que tenían una mirada vacía y extraña en ellos - Siéntansen como en su casa -dijo el ex modelo, notando que la cabeza de la mujer se volvió haci hacia a el soni sonido do de su voz, voz, pero pero sus sus ojos ojos real realme ment nte e no se movi movier eron on.. Tienes Tienes que estar bromeando, pensó para sí misma, viendo como el joven llevó a la rubia a uno de los sillones, donde Juliet había pedido el servicio de habitación de café para dos. Instalada, Megan tomó una inhalación profunda e instaló su procesador de textos. Ella respiró hondo varias veces, veces, luego colocó una sonrisa sonrisa en su cara, esperando esperando a que Dios la ayude a que
- Éste es Jamie Carr. Siento haber tenido que traerlo, pero bueno -Megan se encogió de hombros con una sonrisa ganadora- Necesito algunas fotos para el artículo. La sonrisa de Juliet no llegó a sus ojos, pero luego se dio cuenta de que no tenía importancia. No parec parecía ía que que Mega Megan n Oliv Oliver er pudi pudier era a ver, ver, de todo todoss modos modos.. En camb cambio io,, ella ella asin asintió tió en reco recono noci cimi mien ento to al jove joven n fotó fotógr graf afo, o, que que la segu seguía ía mira mirand ndo o con con los los ojos ojos muy muy abie abiert rtos os.. Subrepticiamente, los ojos azules miraron hacia abajo para sí él estaba apoyado y al palo. Su alivio fue audible cuando vio que no lo estaba. - Muy bien Juliet ¿Podemos comenzar? -preguntó Megan con los dedos ya preparados en el teclado. Era Era muy muy desc descon once cert rtan ante te para para ella ella,, ya que que no tení tenía a idea idea de cómo cómo esta esta muje mujerr esta estaba ba reaccionando reaccionando a ella o la situación. situación. Ella había estado hasta ahora bastante bastante tranquila, tranquila, lo que hacía muy difícil el trabajo de Megan. Era un excelente juez de carácter, pero eso tenía que ser a través de la voz y la palabra. - Sí, hagámoslo. Sin embargo, le agradecería si su fotógrafo eliminara sus ánimos. No me gusta ser acosada. Las palabras de Juliet eran tan suave y tranquila que le llevó un momento por su significado para infiltrarse en el cerebro de Megan. Ella se sorprendió con estupor en silencio por un momento. Alargó la mano, sintiendo el material de la pierna jean revestido de Jamie. Al darse cuenta de lo que era, ella lo golpeó. Duro. Oyó el grito de satisfacción satisfacción y sorpresa sorpresa y el dolor de su compañero compañero de trabajo, luego giró alrededor. - ¿Mejor? -preguntó ella. La morena la miró sorprendida. Se aclaró la garganta para no reírse del profundo color púrpura del joven Jamie. - ¿Qué te gustaría saber? -ignorando la pregunta retórica de Megan. Echó un vistazo a la cafetera y a las dos tazas- ¿Le gustaría un café Señorita Oliver? - Megan, y seguro. Con dos cubos si tienes, y sino dos cucharadas.
- ¿Necesitas que pida otra taza? - Nah, voy a ir a cazar abajo una Coca Cola -se giró hacia Meg- ¿Necesitas algo antes de que me vaya Meg? La rubia negó con la cabeza - Nop - Sola, Megan se giró hacia dónde provenía la voz de la ex modelo. - Ésto es lo que tengo planeado, Juliet. Hice mi tarea y se que cientos, sino miles, de notas hay sobre tí y tu carrera como modelo. Se que fuiste descubierta cuando tenías 15 en un lavadero, y que disparaste a la fama instantánea a partir de ahí. Eso es maravilloso, felicitaciones, pero realmente no me importa. Julieta escuchaba, sorprendida por la inteligencia de Megan, y por las palabras sinceras. Ella se echó hacia atrás en su silla, disfrutando de su café, y, sorprendentemente, la voz suave de la rubia. Ella pensó que la periodista debía leer libros a los niños en una librería o biblioteca. - Quiero hacer una historia sobre la mujer detrás de todo el glamour y la fama. Quiero llegar a la esencia de lo que eres, Juliet. ¿Qué es lo que te motiva? ¿Cuál es tu color y cereal favorito? ¿Prefieres tampones o toallas? Megan se detuvo, tratando de averiguar que era el sonido que acababa de oír. Una pequeña sonrisa curvó sus labios cuando se dio cuenta de que la mujer sentada frente a ella sólo había escupido lo que probablemente fue el café caliente bajo su camisa. Juliet tosió un par de veces más, cogiendo rápidamente una servilleta para limpiar el desorden. - ¿Perdón? -ella consiguió decir, poniendo su taza abajo- Señorita Oliver, acepté una entrevista hoy, no una exposición biográfica. - Entiendo Juliet, pero ¿no le gustaría que el público conozca cómo realmente es? Quiero decir -Megan sonrió, con la voz llena de la pasión de una mujer que amaba su trabajo- No tiene precisamente la mejor reputación personal. Pero ésto, lo podemos cambiar... Juliet sentía la ira inmediata llenándola. Su mandíbula apretada, los ojos entrecerrados.
- Me gustaría que se fuera ahora, Señorita Oliver. Sintió su caparazón protector deslizándose con eficacia en su lugar, lo que la convertía en una persona peligrosa, con la carcasa en su lugar, no sentía nada, y mucho menos las consecuencias de sus palabras. - No aprecio que su periódico me envíe una periodista invasiva de quién, sinceramente, tengo muchas dudas sobre sus habilidades. Ella aparece con una especie de máquina de escribir, ¡por el amor de Dios! Ella miró la pequeña máquina de la periodista, con un trozo de papel que ya rezumaba de la misma, después de rápidos clics de la periodista en el teclado. En algún lugar en su interior oyó una voz diciéndole que se detuviera, que acaba de pedirle a la rubia que saliera y la dejara ir. Lástima que no escuchaba a la voz con mucha frecuencia. - ¡Y cómo se atreven a enviarme a alguien que ni siquiera puede ver su tema! Juliet sintió que su estómago se enturbió cuando vio que la sangre fue drenada de la cara de Megan Oliver. Ella se apartó de la periodista, incapaz de volverla a mirar. - Voy a buscar a su amigo para que pueda ayudarle. - No necesito su ayuda -Megan murmuró, empujando la silla hacia atrás y tanteando con movimientos furiosos rápidos Ella no podía creer que acababa de ser despedida. Sintió a su pequeña máquina y frenéticamente buscó a tientas hasta que sintió su estuche, colocado en el suelo a los pies de la mesa. Se sentía vulnerable y casi asustada mientras trataba de maniobrar en el territorio desconocido que era la habitación del hotel. Se las arregló para conseguir su estuche en la mano, y buscó a tientas la cámara que Jamie tenía con él. - Él se la llevó consigo -dijo Juliet Ella se desgarró cuando vio a la rubia tropezar por fuera de la mesa. Ella gritó en señal de advertencia, pero ya era demasiado tarde cuando el pie de Megan quedó atrapado en la silla que Jamie había dejado, cayendo con fuerza.
frenéticamente buscó la palanca, tirando para que la puerta abriera. - Hey -dijo Jamie con una sonrisa de espera, pensando que la morena lo dejaría entrar. Él se sorprendió, no sólo de ver a Megan en la puerta, sino que ésta también trataba de no llorar. - Vamos Jamie -dijo Megan, con una voz fuerte y mordiendo sus lágrimas. El hombre estaba confundido y dirigió una mirada cuestionadora hacia la alta mujer dentro de la habitación, pero ella estaba de espaldas. - Okay Ella volvió de nuevo a la habitación, con una voz baja y dura: -El mundo puede decir que eres una especie de diosa visual, pero tengo que decirte Señorita Ross, eres la persona más horrible que he conocido. ***** Jamie miró a su pasajera varias veces, mordiéndose el labio inferior mientras luchaba contra el impulso de hablar. Megan no había dicho una palabra, casi sin aliento al parecer, desde que habían dejado el hotel. Estaba sentada, con la cabeza inclinada, con sus dedos jugando en la correa del estuche de su pequeña máquina. Tomó el camino más rápido que pudo para llegar a su casa, finalmente deteniéndose en el cordón. - Hey, ¿Meg? -dijo, volviéndose ligeramente en el asiento, desabrochando el cinturón de seguridad de Megan para que supiera que estaban en su casa- ¿Estás bien? La rubia asintió con la cabeza, recogiendo sus cosas y sintiendo cuidadosamente a través de su llavero hasta que sintió la tecla con la lengüeta de goma sobre éste. Suavemente fue hacia la puerta principal. La lengüeta de goma con el golpes que hacía de escritorio. - Dile a Bill que lo llamaré más tarde. - Okay Jamie miró para asegurarse de que Megan ingresara bien en su casa, constantemente pasmado de sus capacidades, a pesar de su pérdida de visión. Había pensado invitarla a salir un par de veces, pero sentía en el estómago que ella nunca aceptaría. Por lo que él sabía, que ella nunca había salido con nadie. Pensó que probablemente era demasiado orgullosa. Hombre,
lo mejor de ella. Había luchado una batalla constante para vivir una vida tan normal como le fuera posible, sólo tropezando muy raramente. Nunca había conocido la humillación que había conocido hoy. Se deslizó hasta el suelo, las rodillas apoyadas contra el pecho. Había perdido por completo el control hoy, haciéndola consciente de su entorno, y permitiendo que el miedo la gobierne sobre el bien, el sentido común y la paciencia. Su rodilla todavía dolía, y se dio cuenta que tenía una dolorosa quemadura de alfombra en una de sus palmas. Y bien. ¿Cómo diablos había permitido que eso suceda? ¿Cómo había permitido que Juliet Ross consiguiera enojarla tanto? Megan rápidamente trató de secarse los ojos con la manga de su chaqueta cuando oyó pisadas rápidas por las escaleras. - ¿Meg? - Estoy bien Canadá -Megan intentó sonreír para respaldar sus palabras, consiguiendo estar lentamente de pie. Sintió una suave caricia en la mejilla llena de lágrimas. - Cariño ¿qué sucedió? -La novia del hermano de Megan, y ama de casa de la rubia, miró con sus ojos marrones interesados a la mujer más joven. - Nada. Es estúpido -Megan hizo un gesto si fuera poco, luego se dirigió a la cocina. A ella se le antojaba un chocolate caliente. Canadá la siguió, sacudiendo su taco utilizado una toalla de papel y guardando la botella de 409 que había derribado de su limpieza arriba. Ella había estado limpiando la casa de Megan dos veces a la semana durante el último año y medio, desde que se había mudado con Alex. A Canadá le gustaba el dinero extra y ayudaba a Megan. - Bueno, eso te molestó, por lo que yo diría que no es del todo estúpido, Meg. Megan empujó una silla fuera de la mesa y se dejó caer pesadamente en ella. Canadá se sentó frente a ella, tomando su mano en las suyas. - ¿Qué pasó? Pensé que fuiste a ver a Cindy Crawford, o algo así. Megan sonrió, aunque débilmente. - Juliet Ross. Yo... -su voz se apagó, no estaba segura si realmente quería compartir eso. Estaba suficientemente avergonzada como estaba. Sintió a las lágrimas volver, su humillación estuvo completa cuando sintió a Canada envolver sus brazos
- Está bien. Todo está hecho, y ya sabes que si necesitas algo... -Canadá dejó que sus palabras flotaran, sabiendo Megan lo sabía. Ella besó la parte superior de la cabeza de Megan, y la dejó sola, volviendo a su casa, al lado. ***** Juliet tomó un sorbo de su taza de café, el televisor en la sala de estar de la suite, donde ella estaba acurrucada en el sofá, pero ella no se daba cuenta. Canal 9 Noticias continuaba sin ella. Su mente estaba con la pequeña rubia. La situación con la periodista se había ido del todo de las manos y muy rápidamente. El corazón de Juliet atravesó a la ciega, pero al mismo tiempo, ¿cómo se atrevía a tratar de entrometerse? Cómo se atrevió a formular esas preguntas directas y en realidad esperar una respuesta. Juliet se aclaró la mente de todas las excusas con las que ella trataba de convencerse a sí misma. Las palabras de despedida de la periodista se hicieron eco en su cabeza: El mundo puede decir que eres una especie de diosa visual, pero tengo que decirte Señorita Ross, eres la persona más horrible que he conocido. La ex modelo no podía pensar en palabras que hubieran
golpeado con más fuerza. Habían llegado al interior, cortando como si fuera un bisturí. Habían sacudido a la carcasa que Juliet se había puesto. Diablos, la había destrozado, dejando las piezas esparcidas alrededor de los pies de la morena. Pero ¿por qué? Deberían significar nada para Juliet, simplemente palabras inofensivas de una completa desconocida. Recordó que hace muchos años, durante sus años de infancia pasados en todo el región central y en el pequeño pueblo, casi inexistente de Aguilar, Colorado. Las visiones de una niña llorando en la noche, orando a Dios para hacerla fea, que él dejara de desearla. Recordó una vez que miraba su imagen en el espejo, con los bordes irregulares de un vaso de jugo roto en su mano. Ella había estado de pie allí durante la mayor parte de una hora, tratando de reunir el coraje para cortarse la cara, dejar cicatrices y matar para siempre la perfección. No había sido capaz de hacerlo. Juliet se limpió una lágrima, que picaba en el rabillo del ojo. Ella se quedó inmóvil, incapaz de recordar la última vez que había llorado. Se aclaró la garganta, apagó su mente, cerrando la puerta de sus pensamientos con un sonido metálico haciéndose eco de rejas.
compartirlo? - Nope. Seguro que no. Sólo se que ella es una perra y que se merece cada pedazo de mala prensa que tiene. Bill escuchó su pequeño periodista luchadora ir sin cesar sobre todos y cada uno de los malos atributos de Juliet Ross, pero él dejó de escuchar, casi dejando caer el teléfono cuando un ángel se paseaba en su oficina apuntando con el dedo a sus editores. - Tengo que irme Meg Bill dejó caer el receptor en el soporte, sentado en su silla mientras miraba a Juliet Ross sentarse en una de las sillas con cicatrices cruzando su escritorio. La mujer estaba más allá de la elegancia, vestida con un traje de falda, que abrazaba su cuerpo perfecto y su pelo grueso y negro cayendo en ondas sobre los hombros y la espalda. Pero sus ojos... Bill se aclaró la garganta, sentado en su silla, apoyando las manos cruzadas sobre su escritorio desordenado. - ¿Puedo ayudarla? -le preguntó, decidiendo hacerse el tonto. Viendo dónde lo conducía. Ignoró el zumbido constante de su teléfono, sabiendo muy bien que era Megan, exigiendo una explicación de por qué le había colgado. - Señor Carter, mi nombre es Juliet Ross. Soy parcialmente responsable de una entrevista desastrosa de ayer con uno de sus periodistas. Bill se sintió intrigado. Agarró un lápiz, ausente haciéndolo girar entre los dedos carnosos como él en silencio alentó a la mujer a continuar. - Me gustaría hablar con Megan Oliver, y trato de hacer la entrevista de nuevo. - ¿Y eso por qué? -le preguntó Bill- Por lo que sé mi periodista está más que molesta, le dejó en claro en ciertos términos que ella no era bienvenida. -Él la miró, esperando una respuesta. Al no conseguir uno, continuó- Yo estaba hablando con Meg antes, y ella dejó en claro que bajo ningún término se puede, y cito, “que se pudra en el infierno con una pica clavada en su culo”. Juliet miró hacia otro lado, mordiéndose el labio inferior mientras trataba de ocultar la sonrisa que amenazaba con aparecer.
bebiendo de la taza. - Me imagino, Señorita Ross, que este mismo nervio quedará expuesto. Él estaba jugando con ella, ahora, y ambos lo sabían. - Lo entiendo, Señor Carter. Creo que es la única manera de hacer las cosas bien con la señorita Oliver. Yo... yo no fui justa. Juliet sentía como una colegiala, sentada en la oficina del director, que tiene de redimirse de unos empujones en el patio de la escuela. Ella no estaba segura de lo que la había poseído para ir a la oficina del director, y de hecho había sido la última cosa en su mente esa mañana. Ella despertó, atestada, y iba a salir a una librería y comprar algo para ella para el vuelo de regreso a Nueva York, pero en su lugar se encontró navegando el tráfico del mediodía para llegar a las oficinas del periódico. Bill Carter estudió a la impresionante mujer sentada frente a él durante un largo minuto, el lápiz seguía dando vueltas entre sus dedos. Finalmente asintió, mirándola a los ojos fríos y azules tranquilos. - Veré lo que puedo hacer. ¿Cuánto tiempo vas a estar en la ciudad? - No tengo prisa para irme - ¡¿Tú qué?! El director volvió a asentir. - Muy bien. Voy a estar en contacto. Uh, es decir, voy a necesitar un número. - Estoy en la habitación 412 del hotel. ***** Megan sintió como si estuviera a punto de vomitar. Ella aún se debatía entre estar increíblemente enojada con Bill Carter, y sintiéndose eternamente agradecida de que tenía otra oportunidad. Ella era una mujer testaruda, y aunque ella había sido gravemente herida y humillada, no tendría parangón. Ella, sin embargo, estableció algunas nuevas reglas de juego para este partido. Juliet Ross estaría llegando a ella. Ella no la dejaría en la oscuridad otra vez. Carter había aceptado fácilmente, y, para sorpresa de Megan, así tendría a Juliet Ross, quien debía estar en casa de la
embargo, que en realidad no le gusta admitir, pero en el fondo, sabía que era cierto. Después de lo que había sucedido en esa habitación de hotel hace tres días, Megan estaba decidido a demostrar a Juliet que ella no era más que un buena maldita periodista, era más que capaz de vivir su vida, tenía una buena casa, y no quería ser derribada por las palabras imprudentes de los demás. Se había decidido, para profunda decepción de Jamie, que el fotógrafo no estaría presente durante la entrevista, y en su lugar Juliet se dirigiría de vuelta a la sede para unas tomas que se harían, o utilizarían tomas de archivo. Megan quería a Juliet en su territorio, en sus términos, y sola. El fino oído de Megan captó el sonido de un coche que en la acera frente a su dúplex. Una puerta se cerró de golpe, y los tacones haciendo clic en la acera. La periodista dejó escapar un suspiro, secándose las palmas sudorosas en los muslos de sus pantalones vaqueros. Se dirigió al sofá, asegurándose de que el termo de café aún estaba caliente, con dos tazas depositadas, junto con crema y azúcar. El corazón le dio un salto como su casa se llenó de un fuerte zumbido, alguien estaba en la puerta. Megan se dirigió rápidamente a la misma, capaz de moverse de manera fluida a través de su casa, lo que la hizo sentir bien, casi normal. Juliet estaba fuera y nerviosa mientras esperaba a que respondiera a la puerta. Ella se había quedado impresionada con el pequeño duplex muy bien cuidado. Por supuesto, el patio era estéril, la hierba amarilla y quebradiza. Un gran árbol centinela estaba en medio. La casa estaba en buen estado, con la pintura limpia, sin manchas de aceite en la calle. Era muy agradable. Se abrió la puerta y Megan estaba al otro lado, un rizado labios sonrisa amable. - Hola, señorita Oliver -dijo ella, devolviendo la sonrisa, aunque se dio cuenta era estúpido. - Señorita Ross -Megan se quedó atrás- entre. Juliet cruzó el umbral, suspirando en silencio mientras ella se envolvía en el calor. La sala de estar, donde estaba ahora, a un lado siendo pequeña, pero muy agradable. No había mucha decoración adornando las paredes o superficies planas, pero Juliet pensó que tenía sentido, ya
camino hacia el armario de los abrigos, cerca de la puerta, colgar el abrigo en unos minutos, y luego volver al sofá. - Por favor, tome asiento. Hay café si le gustaría. Megan no estaba segura de cómo se sentía o qué pensaría. Estaba, sin embargo, agradecida del perfume que Juliet llevaba, el mismo que en el hotel, haciéndola capaz de detectar fácilmente su paradero. - Gracias. Hace mucho frío ahí fuera. -dijo Juliet sin demasiada convicción, tomando una de las tazas y llenándola con la bebida- ¿Quieres un poco? - Por favor. Ella llenó otra taza, y luego la puso sobre el lado de Megan de la mesa de café, asegurándose de dejarla tintineando un poco, por lo que la rubia sabría donde se había puesto. Juliet se sentó en el sillón de gran tamaño, estudiando a la periodista mientras bebía su café. Se dio cuenta de Megan Oliver era realmente una mujer muy bonita. Hoy tenía su pelo rubio tan desordenado y casual como lo había tenido en su primera reunión, y Juliet se dio cuenta de que no había sido despeinado por el viento después de todo, como había pensado en el hotel. Era simplemente el estilo de Megan. Envidiaba los pantalones vaqueros del periodista y la ocasional camisa con las mangas enrolladas hasta los codos. Unos antebrazos algo musculosos estaban a la vista, junto con las pequeñas, pero de fuerte aspecto manos. Las uñas las mantenía cortas, pero las manos parecían que eran capaces de muchas cosas. Los ojos azules se posaron en el rostro de Megan, y señaló que no llevaban ni un poco de maquillaje, su piel era naturalmente clara y fresca. Había un resplandor a su alrededor, en realidad, que hablaba de una mujer que estaba llena de vida y curiosidad. Incluso en sus ciegos ojos verdes, era todo maravillosamente vibrante. Megan consiguió acomodarse, con el café preparado tal y como a ella le gustaba. Tomó su pequeña máquina y la puso sobre sus muslos mientras se acurrucaba bajo sus pies en el sofá. - Bueno. Supongo que deberíamos comenzar. - Antes de hacerlo -dijo Juliet, dejando su taza sobre la mesa- Tengo muchas ganas de decir... -su voz se apagó, no estaba segura de por dónde empezar o cómo disculparse. Eso no era
Juliet sonrió brevemente. No estaba segura de si su disculpa había sido aceptada o no, pero decidió seguir adelante. Había dicho lo que quería decir, ahora tenía que cumplir su parte del trato y dar al periodista la primicia. - ¿Todavía está conmigo? -preguntó Megan, nada más por el silencio de audible en el otro extremo de la mesa. - Sí. Lo siento. -Juliet sonrió- Normalmente no soy muy conversadora. - Bueno -sonrió Megan- Mejor que supere eso a mi alrededor. O es eso, o voy a tener que ponerle campanas para hacerle un seguimiento. La sonrisa de Megan creció algo cuando oyó una suave risa. Ella comenzó a calmarse, a sentirse un poco más cómoda. La disculpa de Juliet había sido apreciada, pero el aguijón de esa tarde no había sido eliminado por completo. Aun así, las palabras suaves Juliet Ross la habían sorprendido. Cuando Bill le había asignado esa misión en su regazo, ella había hecho toda su tarea, escuchando la voz de la computadora zumbando y siguiendo todos los diversos sitios de Internet sobre la ex modelo, su reputación como número uno de perra ya fabricada e indisputable. - Entonces -Juliet suspiró, agarrando su taza de café de nuevo, ahuecándola entre sus manos aún frías- ¿Qué te gustaría saber? - Está bien. Vamos a empezar con un poco de su historia. -Megan se sentó, con los dedos a punto por encima de su teclado- ¿Donde creciste y cual es tu recuerdo favorito de la infancia? Juliet se quedó callada por un largo momento, la periodista la miró expectante. La morena trató de usar su voz para responder, pero estaba teniendo un momento muy difícil. Por mucho que detestaba las entrevistas y los periodistas, ella haría cualquier cosa por preguntas superficiales y estúpidas que estaba acostumbrada: ¿Quién es tu diseñador favorito? ¿París o Milán? Ella sintió que sus manos comenzaban a sudar, por lo que las frota sobre la falda de seiscientos dólares. Se aclaró la garganta, Juliet habló. -Lo siento. Esto es muy difícil para mí. - Estoy empezando con algunas preguntas simples, Juliet -dijo Megan suavemente. La ex modelo sonrió. -No hay nada simple en sus preguntas, señorita Oliver. Quiero decir, Megan. Lo siento. -Se aclaró la garganta otra vez, tomando un largo trago de su café- ¿Te importa si me sirvo otra taza? -preguntó, señalando el termo. Por supuesto, Megan no podía ver
- ¿Cómo dice? -se dio cuenta que se había perdido lo que Julieta había dicho. - Le pregunté qué pasó con sus ojos. Si usted nació ciega -dijo Juliet, estudiando una vez más a la periodista. Vio la sorpresa de la pregunta derritiendo rápidamente en dolor. Consideró la posibilidad de preguntar de nuevo, pero decidió ver si Megan le decía lo que ella realmente quería saber. Megan se recuperó rápidamente de la pregunta, y puso una sonrisa torcida en su rostro. -Si te lo digo, ¿prometes a responder algo? - Oh, eh, yo no sé nada de eso... - ¿Qué tal esto? Un poco de quid pro quo. Para cada pregunta mía y su respuesta, voy a responder a una para usted acerca de mis ojos. ¿De acuerdo? - Muy bien -dijo Juliet lentamente- Supongo que eso significa que voy a tener que empezar con la primera pregunta, ¿no? - Lo has entendido Megan volvió a llenar su taza. Podía sentir la mirada de Juliet en ella cuando lo hizo. Ella no dijo nada, ya que estaba acostumbrada a la miren mientras realizaba tareas mundanas. Sin duda, el mundo esperaba ver que hiciera algo estúpido, esperando su oportunidad para entrar y tratar de tomar la tarea lejos de ella, creyendo que estaban ayudando, cuando en realidad, estaban simplemente tirando un poco más de su vida por la borda. - Nací en un pequeño pueblo en Missouri, pero no nos quedamos allí mucho tiempo. Nos mudamos mucho, terminando aquí en Colorado. Juliet se detuvo, esperando que los dedos de la rubia a dejarán de volar sobre las teclas de su máquina, con un papel, aparentemente en blanco que brotaba del final. No fue hasta que se le encendió la lamparita a la morena se dio cuenta de que era Braille. Pequeña máquina inteligente. - ¿En qué parte de Colorado? - Aguilar - Oh, eso debió ser duro. No hay mucho que hacer allí. La sonrisa de Juliet era muy corta - Nop -. - Esta bien, ¿y el recuerdo favorito de la infancia? -preguntó Megan, dedos listos para grabar la respuesta.
- Había una vez, que era pequeña, tal vez 6 o 7. Teníamos muy poco dinero, y me apetecía algo dulce. Mi madre me agarró la mano y me llevó a nuestra diminuta cocina. Ella agarró un paquete de tortillas de la nevera, y luego un tarro de mantequilla de cacahuete y un frasco de mermelada. Recuerdo estar sentada atrás, observando con asombro como ella tomó una cucharada de ambos, mezclándolos enérgicamente en un bol. parecía papilla de bebé o algo así -Juliet sonrió a la sonrisa tranquila de Megan, la pequeña hacía click clack con sus dedos sobre las teclas en el fondo- Ella extendió ese brebaje sobre la superficie de la tortilla y luego lo enrolló, como un burrito. “Aquí, come esto", dijo. Tenía mis dudas, pero estaba segura. - Es realmente muy bueno -dijo Megan bebiendo de su taza de café. - ¿Has tenido mantequilla de maní y jalea untada en una tortilla? - Sí -sonrió la rubia- Era mi merienda después de la escuela. Juliet sonrió completamente. La sonrisa que las revistas llamaban “cegamiento esplendoroso”. La ex modelo casi lamentaba el desperdicio en la periodista. - Esto es interesante -una vez más, esperó a que la periodista concluyera su rápida escritura¿Cómo quedó ciega? La sonrisa se deslizó fuera de la cara de Megan. Ella tomó un último sorbo de su café y luego se instaló la taza caliente contra los muslos, con las manos ahuecadas alrededor de él. - Cuando tenía 14 años, estuve en un accidente automovilístico. Estabamos conduciendo con mi abuela, al lado de mi padre, y nos quedamos detrás de un camión de madera. Los lazos se soltaron, y antes de que mi abuela nos pudiera poner lo suficientemente lejos, una de las piernas se estrelló a través de nuestro parabrisas. Estábamos en el antiguo Comet de mi abuelo, por lo que el cristal se hizo añicos. Los fragmentos volaron a mis ojos. Juliet se quedó callada por un largo rato, sin saber qué decir. Sintió ganas de llorar, incapaz de imaginar esa pérdida, especialmente a una edad tan avanzada. - No estoy segura de qué decir, Megan -dijo finalmente en voz baja. - No tienes que decir nada. Sólo por favor -dijo la rubia con una sonrisa forzada- No digas que lo sientes. Juliet asintió con una sonrisa. Ella entendía ese tipo de orgullo.
Inmensamente agradecido por el indulto, Megan tomó sus notas que ha escrito arriba, permitiendo que sus dedos hacer recorrer mientras buscaba una pregunta. Decidida sobre una, levantó la cabeza una vez más. - ¿Qué haces aquí? ¿Qué te trajo a Colorado?. Que yo sepa, nunca has venido aquí. Julieta estudió sus zapatos de Prada por un momento, mirando como el pie perezoso oscilaba, una falda a la rodilla del vestido de cruzada sobre la otra. Ahora se daba cuenta lo tonto que fue al vestirse como lo hacía. Ella ciertamente no tenía que impresionar a nadie aquí. Al menos no visualmente. - ¿Con cuántas personas has hablado de tu accidente? -preguntó finalmente. Megan fue sorprendida por la aparente no sequitur. - Sólo con aquellos que son lo suficientemente valientes como para preguntar. - Mi padre murió -dijo Juliet con suavidad- Regresé para su funeral. Megan se quedó atónito, con los dedos abandonar su tarea. - Lo siento mucho, Juliet -La periodista escuchó el gruñido suave desde el otro lado de la mesa. - No lo hagas. Él no merece simpatía, y francamente, no la busco -. Ella pudo ver tan pronto como las palabras salieron de su boca que Megan había tomado eso a mal. Ella se inclinó sobre la mesa de café, tocando brevemente una de las manos de la rubia. Megan comenzó el contacto inesperado. - Lo que quiero decir es, que Gabriel Ross era un hijo de puta, y el día de su muerte el mundo se convirtió en un lugar mejor. Megan se sentó en silencio, contemplando la mirada inesperada en el alma de Julieta. - ¿Con cuántas personas has hablado de tu padre? -preguntó, volviendo las propias palabras del ex-modelo en su contra. Juliet sonrió. - Sólo con aquellos que son lo suficientemente valientes como para preguntar -. ***** Megan se recostó en la silla, una parte de su artículo ya estaba hecho y el primer borrador
Pensó en algunas de las cosas que había aprendido acerca de Juliet Ross, cosas que ella estaba segura de que la modelo nunca le había dicho a nadie, ni a periodistas ni a otros. Juliet había insinuado, aunque nunca salió directamente de ella, que había huido de su padre cuando fue descubierta a los 15, sin mirar jamás hacia atrás. Por el ajustado sonido de su voz bien cuidado, Megan tenía escalofrío en la espalda justo que la trasladó a la distancia. Megan le había hablado de su propia infancia, creciendo en Boulder, con dos padres amorosos, y su hermano mayor, Alex, que debió llegar accidentalmente antes de tiempo. Megan sabía muy bien que el automóvil de Juliet estaba estacionado frente a su casa, y también sabía que Alex estaba preocupado por ella, pero no tenía ninguna duda de que él sólo quería echar un vistazo a Juliet Ross. ***** Juliet quitó su largo cabello debajo de la línea del cuello del suéter mientras ponía en su cabeza. Se levantó de la cama buscando su ropa interior y su jean, poniéndolos rápidamente. - Realmente deseo que una vez te quedes Juliet -dijo Francis, sosteniendo su cabeza con la palma de la mano. La sábana fue estirada de modo medio peligroso sobre los pequeños pechos, desnudos pechos. - No podemos, y lo sabes -dijo la morena pasándose las manos por el pelo. Ella echó un vistazo a la hermosa mujer, en todo su largo, la esencia de ella, el cabello de fuego aún en la memoria de Juliet. Francis LaDeux era una super estrella naciente en el mundo del modelaje, y ella y Juliet habían caído entre las sábanas en su primer encuentro, hacía nueve meses. Habían habido rumores sobre la sexualidad de Juliet durante más de diez años, ninguno de los cuales pudo ser comprobado, o negado, pero Francis era una chica nueva en el grupo, y allí de pie no podía soportar semejante revelación. - Bien, creo que fue bueno verte -la mujer más joven se impulsó sobre sus rodillas y se arrastró como una pantera al borde de la cama, donde ella extendió su mano agarrando el suéter de Juliet. Ella empujó a la morena contra sí y la besó con un hambre juvenil y de cocaína. Ésa era la parte de la industria que Juliet odiaba. Ella había incursionado en el mundo de la
inmediatamente había llamado a Francis para reunirse con ella. Ellas habían compartido un día entero de gozo carnal, pero ahora Juliet quería estar sola. Durante el corto viaje a su loft, Juliet pensó en su regreso a casa. No, no había vuelto a casa. No había nada que pudiera llamar casa en Colorado. Simplemente habia sido uno de los muchos lugares en los que había vivido, y donde él había elegido morir. De cualquier modo, ella pensaba en el tiempo que había compartido con Megan Oliver, que había resultado ser un personaje fascinante. Ella había disfrutado la charla con la rubia. Megan había enviado un email hace dos días, el prometido borrador del artículo para el fin de semana. Juliet tenía curiosidad por lo que a Megan se le podía ocurrir. Tenía, también, que admitir que estaba nerviosa. Le había dicho a la pequeña periodista muchas cosas sobre su vida, sólo en pequeños fragmentos, pero que nadie más sabía. Sólo esperaba que Megan fuera respetuosa. Pero una vez más, tal vez había llegado el momento de revelar algunas cosas sobre sí misma. Por lo menos de hacerles frente a nivel personal. Una de las cosas que más había sorprendido a Juliet sobre Megan fue que, ni una sola vez la rubia había pedido una descripción sobre cómo lucía la ex modelo. Ella no pidió una descripción, su color de pelo, color de ojos, nada. Por supuesto, también alguien pudo haberle facilitado esa información a Megan, pero Juliet no lo creía. En cierto modo eso era extraño para ella, y casi se sentía insultada. Pero por el otro lado, se sentía renovada y ligera. Ella no tenía que hacer alarde con Megan. De hecho, parecía como si la pequeña rubia pudiera olfatearla a una milla de distancia e indudablemente podría llamarla. Juliet sonrió ante la idea, pagando al chofer mientras se apresuraba a ingresar a su edificio, más que lista para instalarse durante la noche. Ella dejó fluir sus pensamientos mientras ingresaba en el espacioso loft, encendiendo las luces mientras caminaba. Unas enormes ventanas alineadas en las dos paredes de ladrillo en la esquina, situado en la decimoquinta planta. Era un loft abierto con unos costosos suelos de madera. La única privacidad se encontraba en el baño, que se encontraba en su habitación tapiado con una puerta de grueso metal deslizante. Elaborando un café, Juliet se quitó la ropa que todavía olía a los perfumes combinados de Francis, y a sexo, tirándola en el cesto. Ella caminó desnuda hacia el baño, corriendo hacia su enorme hidromasaje ovalado. Se preguntó, por primera vez, que edad tendría Megan. ¿Ella
Los ojos azules se abrieron pero tan solo por la mitad cuando sus pensamientos seguían revoloteando. No había cuadros en la sala de estar de la casa de la periodista. Ella no había visto nada que indique que la periodista tuviera a alguien en su vida, que no fuera su hermano, que provocaba al menos un intento sutil de risa. La morena sonrió ante el recuerdo. Había sido un poco desconcertante mirar hacia los dos hermanos, viendo que los ojos de él se perdieron a lo largo del cuerpo de Juliet con lujuria mal disimulada, mientras que el rostro y los ojos de Megan no revelaban nada más que curiosidad amistosa. - Eso sí que es una comparación estúpida -se reprendió mientras entornaba los ojos al tiempo que bebía de su taza de café, que le daba calor internamente aún cuando el baño caliente daba calor a su fría piel. Aún así, era extraño que Juliet no podía provocar al menos una vibra sexual hacia la rubia en absoluto, de ninguna forma. Como si Megan ni siquiera fuese una criatura sexual. Muy desconcertante, por cierto. El pensamiento de Juliet fue interrumpido por el sonido del teléfono. Dejo la taza en la gran cornisa que rodeaba la bañera y se giró para alcanzar el auricular colgado en la pared cercana. La morena era una fanática de los baños calientes y había perdido demasiadas llamadas importantes por ello. Así, había tenido que instalar un teléfono hace dos años atrás. - ¿Hola? - Hola. Es Megan Oliver -dijo la voz amigable al otro extremo de la línea. Juliet sonrió. -Sí, nuestra justa periodista. Yo estaba pensando en tí -dijo Juliet acomodándose nuevamente en el agua. Ella sonrió ante la voz de sorpresa de la rubia. - Estabas ¿huh? - Claro que lo estaba. Estaba acostada aquí, completamente inmersa en el agua caliente y me preguntaba por qué una mujer hermosa no tenía nada en toda la casa, sin imágenes, sin abrigos o alguna camisa dejada por alguien que durmió allí, o cualquier otra señal en absoluto de alguien compartiendo su vida contigo. Megan se quedó atónita, sentándose en la silla con la boca abierta. - ¿Por qué pensabas en eso? -preguntó finalmente. - No lo sé, realmente. Es sólo una de esas cosas extrañas, cosas al azar que pasan por la
sabes, estás queriendo averiguar si tengo a alguien en mi vida, y si soy lo suficientemente complicada para permitir que su mierda se encuentre alrededor de mi casa estorbándolo todo -. - En pocas palabras -dijo la morena sin dejar de sonreír. - Bien, no puede haber mierda por ahí porque me caigo y me mato sobre ella, y no, no hay nadie especial en mi vida. Éste solía ser un tema muy delicado para Megan, ya que nunca había tenido una cita, nunca había tenido a nadie en su vida. El factor de confianza no se encontraba allí, y ella por lo general no dejaba el tiempo suficiente su casa, ni siquiera para reunirse con alguien y construir poco a poco la confianza necesaria. - Hmmm -dijo Juliet, escuchando una pequeña voz de tristeza en la rubia- Es una lástima. Yo me había imaginado dos cosas sobre tí: que golpearían la puerta y se agolparían alrededor de la manzana o que tú los asustabas como el demonio. Los hombres simplemente no saben como hacer frente a una mujer inteligente, obstinada y vivaz -. Juliet sonrió ante sus propias palabras, ya que sabía la increíble verdad detrás de ellas. Ella tampoco quería asumir nada con Megan, después de todo, la rubia le había dicho que odiaba supuestos. Megan sonrió, aunque era más bien depresivamente. Ella honestamente no lo sabía. - Ese no es el caso, lo siento. Nadie golpea a mi puerta. Ello, por supuesto, conllevaría que yo abriera mi puerta -. Juliet levantó las cejas, confundida. - ¿Qué quieres decir? Megan se reclinó en la silla, meciéndose suavemente con ella. Tenía que admitir que estaba disfrutando de la charla con Juliet por teléfono. Ella se sentía como si alguna manera se hubiera puesto en pie de igualdad. Tampoco tenía que ver con el teléfono. - Digamos que yo no salgo mucho -. - Bueno, deberías venir a visitarme a Nueva York. Tendríamos oler los aromas, ver las vistas... -Juliet se interrumpió, una mano a la boca. - Lo siento -susurró. Idiota. Megan sonrió, tratando de transmitirlo con su voz. - Hey, no te preocupes por eso. Todavía podemos oler los aromas ¿verdad? -. Ella se sintió aliviada al oír la suave risa al otro lado del teléfono. - De acuerdo. Bien, señorita Megan, ¿cómo puedo ayudarte esta noche?
- Fui una perra por completo, Megan. Lo siento. La voz de Juliet se había reducido a un murmullo suave. Ella se sorprendió al ver lo mucho que significaban esas palabras. Fue raro que nadie obtuviera una primera disculpa de ella, y mucho menos una segunda y sincera. - Hey, eso quedó en el pasado ¿cierto? -. Preguntó Megan, saliendo lentamente fuera de la mesa y la silla, y haciendo su recorrido hacia la cocina. Tenía frío, y decidió que quería una taza de chocolate caliente. Podía oír débiles salpicaduras en el otro extremo de la línea. - ¿Qué estás haciendo allí? ¿Lavando los platos? -. Juliet resopló, viendo como el agua caía en cascada por su brazo en alto. - ¿Los platos? ¿De verdad crees que lavo platos? - ¿No lo hace todo el mundo? -la cara desconcertada de Megan le hubiera causado gracia. - Estoy sumergida en una bañera enorme llena de agua caliente -dijo Juliet, respondiendo a la pregunta. Megan se sintió acalorada en un instante, pero no estaba segura de por qué. Entonces se sintió avergonzada, como si estuviera interrumpiendo algo íntimo. - Escucha, ¿por qué no te dejo para que puedas terminar con tu baño? Llámame después de que hayas leído el artículo, y podemos discutirlo entonces, ¿de acuerdo? Las cejas de Juliet se contrajeron. - ¿Qué? ¿Por qué? No estás interrumpiendo nada Megan. No es como si estuvieras aquí sentada en el asiento del inodoro, mirándome húmeda con los ojos desorbitados. Megan sonrió, divertida por la imagen que evocaba. - No, yo no. Pero no quiero interrumpir su relax -. - No lo haces. Me estás haciendo compañía -. Ella tomó un sorbo de café helado, arrugando la nariz ante el sabor. Detestaba el café helado, inclusive frío. - Tengo una pregunta para tí -. - Entonces, probablemente tengo una respuesta para tí - ¿Por qué no me preguntaste cómo luzco? Yo realmente quedé sorprendida. Megan continuó preparando su chocolate caliente. - Por lo tanto, ¿esperabas que te lo
microondas. - No sé si “extrañarlo” es la manera correcta de decirlo. Ahora que he estado ciega durante exactamente la mitad de mi vida. Recuerdo cosas, imágenes, algunos colores. Pero en verdad, he tenido que aprender a aceptar las cosas como son. - Eres realmente admirable Megan. Ya sabés, y espero que no te molestes por ésto, pero una de las primeras cosas que noté fueron tus ojos. Son uno de los más hermosos que he visto alguna vez. Megan sonrió, sintiéndose tímida de nuevo. Ella distraídamente golpeó el paquete de chocolate caliente instantáneo en la mesada. - Yo ni me acuerdo de qué color son. - Verdes. Bellos, claros, del color verde del nuevo césped -Juliet cerró por un momento los ojos, recordando el color. - Oh -dijo la periodista, una vez más tímida- ¿De qué color son los tuyos? - Azules. Las personas dicen que son azules como el cielo. Entonces, supongo, tú los tienes como el césped, y yo, como el cielo sobre las cabezas. Megan pensó por un momento, permitiendo a sus pensamientos ir hacia todos los destinos que se le ocurrían, tratando de imaginar el cielo. - Creo que lo tengo. Recuerdo eso. Y yo creo que es hermoso. ***** - Maldita seas Meg, esto realmente es muy bueno -la felicitó Alex, llevando otra cucharada de sopa a su boca. - Eso me han dicho -la rubia sonrió al escuchar el desagradable sonido de su hermano eructando fuertemente en la mesa. Canadá entornó los ojos. - Dios, Alex. No tienes educación. Él sonrió, limpiándose la boca, luego miró a su hermana. - Entonces, ¿qué dijo Carter sobre tu artículo? - Yo eh, no se lo he dado, aún.
- Realmente no quiero responderte, Alex -dijo finalmente, su su vergüenza la ponía nerviosa. - See, lo sé, pero ¿qué sucede? A Megan le gustara o no, ella tenía la cara más expresiva que cualquiera de las que Alex conocía. Él vió un ligero rubor ascendiendo por sus mejillas. - Juliet me pidió que le enviara el articulo antes de que fuera enviado. Así que lo hice. Estoy esperando su okay. - ¿Su qué? Megan ¿qué demonios? -Alex sabía que el jefe de su hermana la mataría si lo supiera- Siempre dices que no hay que preguntarle a las personas. Dios sabe que me has contado suficiente sobre ellos. Canadá puso una mano en el muslo de su novio, para conseguir su atención. Cuando ella la tenía, negó con la cabeza en silencio diciéndole que se detenga. Ella podía ver, por rubor de la joven, que algo estaba pasando. Alex parecía que estaba a punto de protestar, pero la pelirroja le apretó dolorosamente su pierna, que era el lugar más delicado en su cuerpo. Su rodilla golpeó la parte inferior de la mesa con un golpe seco, que casi hizo saltar de la silla a Megan. - Lo siento -murmuró Alex, mirando a Canadá. - Gracias Canadá -murmuró Megan. No quería hablar de ello. No estaba segura de qué decir, si lo hacía. Ella y Juliet había hablado por teléfono hacía tres noches, y la conversación la había conducido hasta altas horas de la madrugada. Había sido una de las mejores conversaciones que había tenido, pero no estaba dispuesta a compartirlo con nadie, todavía. Ni siquiera con Alex. De repente, el teléfono celular de Megan comenzó a sonar. Alex se levantó corriendo, agarrando el pequeño teléfono de su hermana. Vio las letras “JR” en la pantalla, junto con un número de teléfono desconocido. - ¿Quién es JR? -preguntó, pasándole el teléfono a Megan, quién se lo arrebató de la mano. - Juliet Ross, idiota -susurró Canadá. La expresión de asombro de su novio la hizo reír. Ayúdame a limpiar ésto -dijo ella, levantándose y tomando a Alex con ella para permitirle a la rubia un poco de intimidad.
intención de leerlo a la mañana siguiente que hablamos, pero tomé y atrapé un vuelo rápido a Venecia. Acabo de regresar esta tarde, y finalmente tuve la oportunidad de leerlo. Eres una escritora de gran talento, Megan Oliver. Megan se rió entre dientes. - Creo que has utilizado casi todas las combinaciones posibles con mi nombre. Juliet se echó a reír. - Creo que lo hice. Escucha ¿cuándo lo imprimen? - Yo se lo enviaré a mi editor esta noche, y probablemente salga en el periódico de mañana o de pasado. Megan podía escuchar que la mesa estaba siendo despejada rápidamente, y se sentía halagada. Ella odiaba lavar los platos. - Bien. Perfecto. Estaré allí entonces, para conseguir mi propia copia personal. Juliet cerró la tapa de su computadora, literalmente habiendo terminado con la última palabra del artículo un minuto antes marcar el número de la periodista. Ella estaba cansada y horriblemente desfasada con los horarios, pero de alguna manera, la voz suave y amable de Megan la ayudaba. Ella se dirigió al baño para darse un duchazo. - ¿Qué? ¿Qué es lo que quieres decir? Megan se sentó hacia delante en su silla, descansando los codos en la sobremesa. La servilleta, la cual ella todavía tenía remetida en su mano, fue removida cuando el resto de los platos fueron tomados de la mesa. - Yo estaré de nuevo en Denver mañana. Me gustaría no sólo tener una copia en mis manos, sino también llevarte a cenar para agradecerte adecuadamente tus esfuerzos y talento. Megan de repente se sintió aturdida, con sus mejillas infundiéndose de color. - Oh. Uh, bien, eso no es realmente necesario, Juliet. Quiero decir. Sólo estaba haciendo mi trabajo. - Patrañas. Tuviste que aguantarme, y de alguna forma, en ese trabajo tedioso logró llegar a convertirse en una brillante pieza de escritura. Eso merece una recompensa.
- ¿Atraída? -preguntó Alex con el ceño fruncido- ¡Yo no lo creo! - Piensa lo que quieras. Es cierto. Alex mojó el pan en el agua de enjuague, entonces en manos de Alex. Vació el agua y limpió el fregadero, dejando al a veces bastante denso novio contemplando sus palabras. - ¿Por qué crees que ella se siente atraída? -preguntó, mirando hacia el pequeño comedor, asegurándose de que su hermana aún estaba allí, y no escuchara la locura de Canadá. - ¿No estabas mirándola? -preguntó la pelirroja, secar el fregadero y la encimera- Ella miraba alrededor como tú antes de que tuvieras el valor y me invitaras a salir. ***** - Cristo, aunque ella me gusta -murmuró Bill Carter, desplazándose a través del artículo que Megan le acababa de enviar por email. Ya estaba calculando mentalmente el espacio en la edición de ese día. Él ya había elegido las imágenes que quería usar de la famosa mujer, pero ahora lo estaba reconsiderando. Quería algo menos imponente, menos de sus días como una modelo de pasarela. Quería algo que hablara más de su personalidad. Aunque Bill Carter nunca lo admitiría a su periodista, sintió que el artículo era su mejor trabajo, sin embargo, era una de los mejores escritos que había leído en mucho tiempo. El editor no pudo evitar preguntarse qué había causado tal inspiración, especialmente teniendo en cuenta el objeto y el desastre de su primer encuentro. ***** Megan estaba emocionada, pero nerviosa. Le había dicho a Juliet que se quedara con ella el tiempo que estuviera en Denver. No tenía ganas de ir a visitar a la modelo al hotel y de repetir la suerte de un marinero con las piernas sobre el mar. No podría soportar nuevamente la humillación. Eso sería tan malo como ir a la cena que Juliet insistía para llevar a Megan. El pensamiento fue interrumpido al medio por el sonido del timbre. Ella destrabó y abrió la puerta, inmediatamente olió el perfume de Juliet. Sonrió. - Hola y bienvenida una vez más a mi humilde morada.
Megan se rió entre dientes, pero se alegró por el aviso. Ella odiaba cuando la gente la tocaba. Casi siempre hacía que su corazón saltara de su pecho. Sintió un suave toque en el hombro, lo que le permitió saber la dirección en que venía Juliet. Antes de que pudiera pensar, ella se encontró inmersa en el hermoso aroma asociaba siempre con Juliet Ross. Uno por uno, sus sentidos intensificados describieron la escena para ella: la suavidad de la seda en la mejilla, la calidez de la piel que se filtraba a través de ésta, la fuerza de los brazos a largo que la mantenían, el latido regular del corazón debajo de su cabeza, la protección y la seguridad que la rodeaba, haciéndola suspirar suavemente. Juliet se sorprendió al sentir cómo era realmente la estructura de la pequeña Megan. Mientras la abrazaba, la morena se sentía casi... protectora de la pequeña mujer. Cerró los ojos mientras subrepticiamente inhaló el aroma de la rubia, el olor del champú a base de hierbas que utilizaba, el olor de su piel, y el leve almizcle de algún tipo de perfume o talco para el cuerpo. Después de un momento se separaron, ambas con una sensación un poco incómoda por un momento antes de que pasara, y el afecto genuino de estar juntas de nuevo se hiciera cargo. - Vamos. Te llevaré a tu cuarto. -Megan se dirigió hacia las escaleras, con Juliet siguiéndola muy de cerca- Aquí no hay servicio de habitación, pero si necesitas o quieres algo, pídelo o simplemente, ayudate a tí misma. - Puedo manejar eso -dijo Juliet. Miró a la rubia con cuidado, fascinada como Megan hizo su camino a través de su casa como si fuera igual que cualquier otra persona vidente. La morena se dio cuenta del sacrificio de no quedarse en su hotel favorito bien valía la pena, al ver a la rubia tan cómoda y capaz. La única indicación de la verdad fue cuando Megan extendió la mano, con los dedos ligeramente detrás de la pared mientras se acercaban a la puerta abierta. Juliet se preguntó si tal vez esta habitación no se utilizaba muy a menudo. - Canadá me prometió que tendrías todo lo que necesitas, toallas, ropa de cama limpia, mantas, lo que sea -dijo Megan en voz baja, de pie justo fuera de la puerta de la habitación de invitados, sintiéndose aliviada de que olía a limpio y fresco. - Bueno, dile a Canadá que estoy agradecida -dijo Juliet, dando un paso dentro y estableciendo su bolso junto a la puerta. La habitación era pequeña, sólo se llenaba con la necesaria cama, una cómoda, un armario y un baño pequeño metido en la esquina. - Esta habitación tiene una ducha, así que si estás deseando un baño, o bien puedes usar el
Megan se detuvo por un momento, su cerebro tartamudez sobre las palabras de Juliet. Cuando, finalmente, se hundió en su significado, sintió que su cara se convierten impregnado de calidez. La risa a su lado suave confirmó que ella era, de hecho, sonrojándose. Su falta de experiencia con el sexo y la intimidad hizo el periodista más que un poco incómodo. - Lo siento, Megan -dijo Juliet, con una sonrisa exasperante aún en sus labios- Yo no quiero avergonzarte. - No, está bien -dijo Megan, agitando la disculpa de Juliet a la distancia, rezando para que su rostro hubiera vuelto a la normalidad- ¿Tienes hambre? Yo puedo hacer algo, mientras que te instalas, si lo deseas. Si necesitas ducharte, o lo que sea. - Eso suena genial. Nos vemos abajo en un rato. Megan asintió con una sonrisa. - Okay. *****
Después de una agradable y tranquila cena, las dos se sentaron en el sofá de Megan, con una copa de vino en cada una de sus manos. - Entonces, dices no muy a menudo. ¿Cuánto es no muy a menudo? -preguntó Juliet girando el líquido rojo en la copa. - Bebo quizás dos veces al año -tomó un sorbo de su vaso antes de continuar- Acabo de encontrar más interesante a la vida estando sobria. Juliet se rió entre dientes. - Bueno, no te gusta mi vida entonces. No, yo no me caigo de borracha, pero en los días cuando todavía estaba modelando, había tanta presión para ser perfecta físicamente y mantenerse al día con un horario ridículo. Era una locura. Hice todo lo que la industria podía necesitar de mí. Eso fue hace casi diez años, así hice mi último show en 2001. Se ha vuelto peor, actualmente. Estas chicas están vomitando su tripas, comen casi nada, y mueren a causa de la desnutrición. Me enferma. Megan podía oír la amargura en la voz de su amiga. Sus cejas elevadas. - ¿Por qué te quedaste allí? - Por dos razones: dinero y que no tenía ningún lugar donde ir.
Megan, diciéndole en voz baja a la rubia lo que estaba haciendo para no asustarla. - Si voy a decirte esto, tengo que ser un poquito ida, y esto tiene que ser lo único extraoficial. - Por supuesto -dijo Megan a la defensiva- No tengo ninguna intención de hacer una nota sobre lo que hemos dicho esta noche, Juliet. O a partir de ahora, si es el caso. Mi trabajo está hecho, y en cuanto a la necesidad de irte un poco, bueno, supongo que debería beber un poco más también -. Ella tomó un sorbo más para dar énfasis a lo que estaba diciendo. Con un profundo suspiro, Juliet comenzó su relato. - Mi madre murió cuando yo tenía 10. Nunca me dijeron cómo. Sólo un día, ella ya no estaba allí, y me dijeron que se había ido a esa luz grande al cielo. Yo me quedé atrapada con mi padre. Verás, a él le gustaban las chicas bonitas, especialmente las que tenían brillantes ojos azules. Así solía decirme -dijo secamente, bebiendo de su vaso. Ella oyó el grito ahogado de la comprensión de su amiga, pero continuó. - Él decidió traer a algunos de sus amigos para la cabalgata. Yo tuve suficiente. Me escapé a los 13 años, yendo y viniendo de vez en cuando. Solía quedarme en el refugio de esta mujer en los bajos cerca de la estación de autobuses Greyhound, fuera de la 19. Megan absorbió todo lo que le había dicho, ausente pasando la punta de su dedo redondo alrededor del borde de la fina copa de vino en sus manos. - Es por eso que le das tanto dinero a los refugios ¿no es así? Juliet la miró asombrada. - ¿Cómo sabes eso? La periodista sonrió. - Tengo mis fuentes. Pero no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo. Juliet se quedó mirando su copa por un momento. - ¿Puedo decirte algo? -preguntó ella con voz baja. - Por supuesto - Ese siempre ha sido mi sueño. Abrir un refugio para mujeres y fugitivos. Para poder mantenerlos vestidos y alimentados, ayudarlos a encontrar puestos de trabajo o incluso
- ¿Por qué no lo hiciste? Juliet estudió la cercanía de sus cuerpos, capaz de sentir el amplio calor del cuerpo que provenía de Megan. Su mirada trazó las delicadas pero muy fuertes líneas de la mano de Megan que descansaban sobre sus rodillas. - ¿Tienes curiosidad? -preguntó ella en lugar de responder. Lanzado un cambio repentino de asunto, las cejas de Megan se dibujaron. - ¿Sobre qué? - ¿Cómo es que luzco? Megan lo pensó por un momento y luego se dio cuenta de que sí, era ella lo quería. Su gesto habla por ella. Ella empezó sólo en un momento cuando su mano fue tomada en una suave y más grande. Las dos manos dejaron la rodilla de Juliet y la mano de Megan fue colocada a un lado de la cara de la ex modelo, luego a la izquierda para moverse a su antojo. La periodista se permitió caer en la sensación, centrando toda su atención en su sentido del tacto. Podía sentir la suavidad bajo su palma, y se embebió del momento antes de continuar. Usando sus dedos, comenzó cerca del nacimiento del cabello de Juliet, sintiendo la suave extensión de la frente. Ella trajo su otra mano para unirse a la exploración. Juntas, los dos juegos de dedos recorrieron la sien lentamente hacia abajo, luego a través de las cejas finamente arqueadas, oscuras como la noche de sus ojos ciegos. Sus pulgares corrieron hacia los párpados de seda, luego sintió los rasgos cincelados de fuertes pómulos de Juliet. La nariz de la ex modelo era recta, no demasiado grande, ni demasiado pequeño. Perfecta. - Tu piel es tan suave -murmuró Megan, con asombro mientras sus dedos continuaron en la búsqueda de una mandíbula fuerte, definida y orgullosa. Ambas manos ahuecadas por la cara de Juliet cuando los pulgares encontraron su boca, con uno trazando su forma. Megan jadeó un poco al sentir un pequeño beso apretado contra la almohadilla del mismo, seguida de una sonrisa. Ella le devolvió la sonrisa, trazando la forma con los dedos.- Hermosos labios -susurró. Juliet podía sentir su corazón acelerado. Aunque sabía que era el único modo para que la rubia
-asistida por su mano viajando con cuidado hacia abajo hasta que descansó en la parte superior del pecho de la ex modelo, por encima de su corazón - Por ésto es lo que creo que eres hermosa. Juliet se quedó sin habla, sorprendida y profundamente conmovida. Cubrió la mano de Megan con la suya, y atrajo a la rubia a sus labios, besando sus nudillos suavemente. - Gracias -dijo ella sin saber qué más decir. Megan sintió que un escalofrío que le recorría la columna vertebral con el suave beso en la mano. Sentía como la piel de sus nudillos se estaba incendiando. - Así que ¿por qué no tienes un ser querido? -preguntó Juliet, liberando lentamente la mano de Megan, que volvió a caer en el regazo de la rubia- Eres demasiado adorable para estar soltera. Megan se sonrojó de nuevo, dejando caer la cabeza. Sintió el material de sus vaqueros bajo sus dedos y comenzó a rastrear las costuras para mantener sus manos de inquietud. - Yo ... Es estúpido Las cejas oscuras se contrajeron. - No entiendo. Megan suspiró. Sabía que después de lo que Juliet le había dicho, por lo menos le debía a la mujer una explicación de su parte. - Nunca he salido con nadie, Juliet. Escuchó el jadeo de sorpresa de la otra mujer, y casi se levantó para salir de la habitación. Era un tema tan delicado para ella. - Cuando perdí mi vista, era demasiado. Se necesita una gran cantidad de confianza para que alguien entre mi mundo físico. ¿Sabes? -Ella se encogió de hombros, sin saber si Juliet entendía o no, ya que la ex modelo había permanecido en silencio- Supongo que no he conocido a nadie que quisiera permitir entrar él. A ese grado, de cualquier forma. Demonios -se rió con tristeza- incluso tengo muy pocos amigos. - ¿Por la misma razón? -preguntó Juliet.
- Me encanta tu pelo -dijo en voz baja- es tan libre. Algo así como tú. Megan no era capaz de mantener los ojos abiertos, cerrando por instinto proveniente de la increíble sensación de contacto con Juliet. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios. - ¿Es tu forma amable de decir que es una locura y está desordenado? Juliet sonrió, sacudiendo la cabeza, y luego dándose cuenta de su gesto no podía ser visto. - No. Es sólo que es... libre. Y tan condenadamente suave. Es como la seda -. Ella llevó la otra mano, permitiendo que las hebras de oro a cayeran a través de sus dedos extendidos. - Yo podría hacer esto toda la noche. - Okay -murmuró Megan, casi en trance con la sensación. Juliet observó el rostro de la rubia. - No te tocan muy a menudo, ¿verdad?" Megan no podía responder, de repente sintiéndose muy vulnerable. Su cabeza cayó de nuevo, tratando valientemente de contener la emoción de escozor en la parte posterior de sus ojos. - Hey -dijo Juliet llevando su mano hacia abajo para enganchar con dos dedos debajo de la barbilla de Megan, levantando el bello rostro para encontrarse con ella- Lo siento. No quise molestarte. Ven aquí. Ella deslizó a sí misma de nuevo hasta que pudiera tumbarse, con la cabeza apoyada en una almohada. Agarró Megan con una mano de hierro, cuando la rubia trató de alejarse. - Ven -. Sacó a Megan bajo hasta que el cuerpo de la rubia descansaba sobre el suyo, con la cabeza rubia metida debajo de su barbilla. Megan se quedó inmóvil, rígida por un momento, mientras trataba de orientarse. Enviando pequeños sentimientos, ella se dio cuenta de que estaba descansando encima de Juliet, con el latido fuerte y constante de la otra mujer por debajo de su cabeza. Ella sintió dos fuertes brazos envolviéndose alrededor de ella, con una mano enterrándose en el pelo, la otra apoyada en la espalda baja de la periodista. Su cuerpo estaba cantando con estos nuevos estímulos, inusuales, pero lo empujó hacia abajo, tratando de relajar su cuerpo lo suficiente para disfrutar de la sensación de calidez difundida gratamente por su cuerpo.
-¿Tienes novio? -preguntó después de un rato, dándose cuenta de que nunca había regresado a esa cuestión durante su primera llamada telefónica. Juliet sonrió. - No lo creo. Creo que no hay un hombre por ahí que me pueda manejar. Megan se rió entre dientes. - Eso es verdad. - No tengo una novia, tampoco. Megan se detuvo un momento, teniendo en cuenta las palabras de Juliet. - ¿Normalmente tienes novia? - Novias, no, parejas sexuales femeninas, sí. Megan levantó la cabeza, con la mirada perdida en el área general que sería la garganta de Juliet. - El mundo no sabe que eres gay, ¿verdad? - No -dijo la ex modelo, cepillado flequillo rubio de los ojos de Megan. Ella estudió el rostro de Megan, con sus ojos a la deriva hacia los labios suaves. - Estás mirando fijamente hacia mí, ¿no es así? -preguntó la periodista. - Sí -admitió Juliet, sorprendida de que Megan podía sentir sus ojos en ella. - ¿Por qué? -preguntó la rubia con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado. Juliet la estudió por un momento más, con sus dedos trayéndolos hacia arriba, trazando suavemente los labios temporalmente, con toques como haces de luz, antes de que cayera la mano fuera. - ¿Por qué no habría de hacerlo? Eres preciosa. Ella sonrió al ver la expresión de sorpresa en el rostro de la rubia, la mirada tímida que le siguió. Megan trató de alejarse, pero la mantuvo en sus suaves manos. - ¿Alguna vez te han besado Megan? -Juliet preguntó en voz baja. Por alguna razón, sentía una necesidad casi desesperada de demostrar a esta mujer lo que intimidad puede ser. Esta vez, Megan se apartó. Se sentía tímida y avergonzada, viejos dolores volvían a perseguirla.
no voy a atacarte... - ¡No! -dijo Megan rápidamente. Su corazón comenzó a latir con fuerza, su conjurando su propio pánico dentro. Ella rápidamente se volvió hacia la otra mujer. Tenía miedo de que ella decepcionara a la hermosa mujer a su lado, o la apartara, lo que sería una cosa totalmente bueno, y del todo mala, todo al mismo tiempo. - No me refería a que fueras gay, o por que... mujer... ¡uf! -. Hundió la cara entre las manos, sintiéndose como un niña inadecuada. Como era costumbre- Lo siento -susurró. El corazón de Juliet se suavizó y se sentó, moviéndose para sentarse al lado de Megan, un brazo encrespado alrededor de sus hombros. - Hey -dijo ella, tratando de usar su voz para calmarla tanto como lo haría una mirada tierna¿Que te tiene tan molesta, eh? ¿Soy yo? ¿Hice algo? Megan negó con la cabeza. Ella quería fusionarse en el cuero del sofá debajo de ella mientras las lágrimas comenzaron a fluir. Ella trató de limpiarse, pero su mano fue tomada en el calor de Juliet. - No llores bebé -susurró Juliet, limpiándose las lágrimas con sus dedos- Dime lo que está mal. ¿Puedo ofrecerte algo? ¿Más vino, tal vez? Megan se consiguió calmarse una vez más, tomando varias respiraciones profundas. - Creo que más vino es la última cosa que necesito. Ya está haciéndome ridículamente emocional -ella sonrió tímidamente- Pero me vendría bien un poco de agua. - Okay. Agárrate fuerte. Vuelvo y hablamos, ¿de acuerdo? Ante el asentimiento de Megan, Juliet rápidamente se dirigió a la cocina, y tomó dos botellas de agua fría de la nevera, y luego se sentó junto a la rubia una vez más, que parecía un poco mejor de lo que lo había estado cuando la morena había salido de la habitación. - Aquí -Ella le dio una botella y vio como Megan rápidamente bebía la mitad de ésta- Háblame. Megan se llevó una mano temblorosa a su propia cara, sorprendida por lo caliente estaba la piel. Odiaba ruborizarse, pero parecía suceder constantemente cuando Juliet estaba cerca. La hacía
no se nota. Juliet se quedó atónita. Esta mujer hermosa, vivaz, inteligente ¿Se sentía como una flor de pared? ¿Cómo era posible? No había palabras que provinieran de ella, así que hizo lo único que se sentía bien. Descansó dos dedos debajo de la barbilla de Megan, giró la cara de la periodista hacía a ella, y se inclinó, colocando un suave beso en los labios, ella podía degustar el sabor salado de las últimas lágrimas. Megan comenzó, con ganas de apartarse, pero ella se mantuvo firme con la mano en el hombro. Relajante, se permitió sentir y experimentar. Disfrutar. La suavidad volvió a sus labios, presionándolos un poco más firmes. Fue un sentimiento tan extraño, ya que no sólo había Megan nunca experimentado antes, ella había visto un beso en un programa de televisión la semana anterior al accidente. Trató de abrir esa imagen en su mente, pero era muy borrosa en el mejor de los casos. La decisión de permitir que la sensación viera por ella, cerró los ojos, con una mano vacilante descansando sobre la rodilla de Juliet. Juliet había besado a muchas mujeres, y había sido besada por más, pero ninguna la había hecho sentir como se sentía en ese momento. Ella llevó una mano, descansando suavemente en la mejilla de Megan, con su pulgar frotando suavemente sobre la piel suave para ayudar a calmar a la periodista. Movió sus labios contra los de Megan sensualmente, poco a poco, enseñándole, así como tratando de no asustarla. Megan sintió abrumada por la sensación de su corazón acelerándose aún más, una fina capa de sudor estallando sobre su piel. Su estómago irritado como ondas nerviosas de excitación fluyeron a través de ella. Ella jadeó suavemente cuando el toque elemental de la lengua húmeda la sacudió por el labio superior. -Shh -Juliet susurró contra los labios de Megan- Relájate. La periodista lo hizo, con sus dedos apretando inconscientemente la pierna de Juliet rítmicamente, haciendo eco del pulso entre sus piernas. Dejó a sus labios aparte, aceptando a Juliet en su interior. El frotar la lengua de la ex modelo dentro de su boca era exquisito. - Respira -susurró Juliet, sus dedos acariciando suavemente el lado de la cara de Megan, a punto de separarse si el corazón de la rubia no se frenaba un poco. Ella sonrió mientras la
Juliet sintió que aumentaba increíblemente su humedad cuando Megan respondió a su beso, cualquier atisbo de nerviosismo fue disipando con cada movimiento de la lengua de la morena. Ella sabía que tenía que parar, poner fin a esto antes de que ella no pudiera hacerlo. Poco a poco, ella puso fin al beso, tirando juguetonamente del labio inferior de la rubia antes de alejarse. Ambas estaban respirando pesadamente, el rostro de Megan estaba muy sonrojado, sus labios carnosos todavía estaban húmedos de su beso. Juliet nunca había visto nada tan sexy en toda su vida. Tomando varias inspiraciones profundas para volver su voz a la normalidad, Juliet habló. - Ahora has sido oficialmente y completamente besada, Megan -dijo, con el dorso de sus dedos rozando sobre la piel caliente de la mejilla de Megan. Megan asintió con la cabeza, con su corazón aún palpitante. - Pienso que tengo... -Trató desesperadamente de tamizar a través de todas las emociones corriendo a través de ella, para decidir exactamente cómo se sentía después de esa maravillosa, pero demasiado breve experiencia- Yo... eres muy buena en eso. Juliet sonrió, rozando un mechón de pelo hacia atrás de la cara de Megan - Es fácil ser buena en cuando algo te gusta tanto. - Tú, uh, ¿haces esto a menudo, entonces? -Megan preguntó, tratando de alcanzar su botella de agua y tomar un buen trago. Juliet se quedó callada por un momento, tratando de pensar en cómo responder a esa pregunta. La respuesta sencilla era sí, pero de alguna manera no sentía que sería una buena respuesta para Megan. No quería que la rubia a pensara que ella era simplemente otra mella para la ex-modelo. No lo era. No podía serlo. Mirando por encima de la periodista, vio la mirada expectante en su rostro. - He besado a muchas mujeres, sí. He tenido un montón de amantes, aunque la mayor parte de esas era de un día. Quiero decir, cuando estás siendo arrastrada hacia cada país, de un estado a otro para que tu diseñador pueda mostrarte, se pone realmente solitario. - Juliet, no tienes que explicar o justificarte. Eres una mujer hermosa. Quiero decir -Megan se encogió de hombros- ¿Quién no querría besarte?. O ... bueno, see.
Megan asintió, pero miró hacia abajo, ya que era casi exactamente lo que estaba pensando. - Significó mucho para mí, también, Juliet, y me gustó mucho. Aun así, no me debes nada. - Claro que sí -Juliet tomó suavemente la barbilla de la rubia entre el pulgar y el dedo índice, obteniendo toda la atención de Megan- Todavía te debo esa cena que te prometí. ***** Megan había hecho arreglos para cenar en el restaurante de Alex. Era un lugar hermoso, con elegante diseño y con su personal en smoking. Las mujeres estaban sentadas, Juliet estaba muy amable y solícita, guiando suavemente a la rubia alrededor de obstáculos invisibles hasta que fueron ubicadas. Megan escuchaba en estado de shock como Juliet conversaba con el camarero, haciendo rodar con fluidez el francés fuera la lengua en ondas sensuales. Megan nunca se había visto afectada jamás por el sonido de la voz de alguien. Pero a medida que Juliet hablaba, la lengua que era hermosa por su cuenta, sonaba más como la caricia de un amante con la simple comunicación. Más tarde, su cena había llegado, habían comido y los platos fueron quitados. Megan estaba sentada con una mano envuelta alrededor de su copa de vino, el ligero calor de lo que Juliet explicó era una vela encendida en el centro de la mesa, calentando esa mano. Había escuchado que Juliet le había contado algunas historias de sus días en el mundo del modelaje, y no podía dejar de preguntarse por qué alguien querría ir a través de éste. - ¿No te sentiste alguna vez como una cabeza de ganado puesta en subasta? -preguntó ella con las cejas juntas. Juliet se echó a reír y luego tomó un sorbo de su vino. - Es una descripción bastante exacta, en realidad. Durante un tiempo me gustó mucho. Me gustaba mucho la atención, el dinero, los viajes. Pero después de un tiempo, a medida que crecía, pensé lo que realmente era, y no es lo que Gucci quería que yo fuera, empecé a detestar lo que realmente era. Por eso me retiré, a pesar de que mi jefe insistió en que todavía tenía
todo estaba a su gusto. Él dirigió sus comentarios a Juliet, mientras puso una mano en el hombro de su hermana. Megan cubrió la mano con la suya. - Estaba fantástico Alex. Ustedes muchachos, lo hicieron nuevamente allí -dijo Megan con su voz feliz y contenta. Ella sintió el apretón de afecto. - Gracias hermana. ¿Señorita Ross? -dijo con las cejas arqueadas. Juliet levantó la copa en un brindis silencioso. - Le dîner était merveilleux. Il a goûté divin. Perfection -. Ella sonrió ante el sonrojo de que el hombre, al igual que el de su hermana. - Gracias -. Se inclinó y besó la mejilla de Megan- Hasta luego, hermanita. Señoras, disfruten del resto de la noche -. Con una sonrisa final, Alex hizo su camino de regreso por el restaurante hacia la cocina. - Así que, ¿cuántos idiomas hablas, de todos modos? -preguntó Megan, terminando su vino y poniendo su copa a un lado. - Cuatro. Je parle français. Parlo italiano. Ich spreche Deutsches. Y, Ik spreek het Nederlands. - Okay, ahora estás presumiendo -Megan sonrió, verdaderamente asombrada. Juliet se inclinó hacia adelante en su asiento, bajando la voz hasta un cierto nivel y metió la mano tocando a Megan en algunos lugares muy interesantes. - ¿Ya estás impresionada? La sonrisa de Megan era contagiosa, y absolutamente adorable. - ¿Estás tratando de impresionarme? - ¿O estás tratando de flirtear conmigo? - Quizás. Quizá no. -Juliet hizo un gesto a su camarero, señalando la hora. El joven hizo una reverencia en reconocimiento a su petición, y se escabulló para completar la tarea- ¿Te gusta la música, Megan? - Me encanta. ¿Por qué? *****
de blanco y negro con las colas, produciendo la hermosa música que se filtraba a través del aire. Actualmente estaban interpretando un favorito de Beethoven, y Juliet se echó hacia atrás y apoyó la cabeza en el asiento cerrando los ojos. Trató de imaginar lo que esto debía ser para Megan. La oscuridad detrás de sus párpados cerrados, sin duda, nada como lo que Megan vivía cada día de su vida, que estaba segura de que era una oscuridad completa. De repente se puso muy triste, casi queriendo llorar. Ella abrió los ojos y miró a la hermosa mujer sentada a su lado, que estaba tan involucrado en la música que hacía daño el corazón de Juliet. Qué hermosa era ¿por qué el destino había abatido sobre Megan? ¿Qué penitencia pagaba? ¿Qué había hecho en una vida pasada para que a una niña de 14 años le fuera arrebatado uno de los regalos más grandes, la vista?
Sin embargo, mientras observaba, vio una fuerza proveniente de la periodista, que dejó a Juliet boquiabierta. Alcanzandola, tomó una de las manos de Megan, que había estado descansando en su propio regazo, sonriendo cuando la rubia permitió sus dedos se entrelazaran. Juliet, una vez más apoyó la cabeza contra el respaldo de su asiento y cerró los ojos. ****** El horario nocturno era el momento de Megan. Era el momento en que veía se convertía en el ciego, y el mundo de la oscuridad de Megan dominaba. Ella hizo un rápido progreso a través de la penumbra de la casa tranquila. Era incapaz de dormir, los acontecimientos de la noche con Juliet en la cena y luego la sinfonía, así como eventos de la noche anterior sacudían su cabeza. Las respuestas de su cuerpo sólo a los recuerdos la mantenían a raya para dormir. Fue un poco desconcertante, y Megan necesitaba pensar. Megan nunca se había sentido tan viva en toda su vida como cuando Juliet la había tocado y la besó. Lo que no podía entender, sin embargo, era si las intensas sensaciones habían sido a causa de lo físico, del toque íntimo, o a causa de la mujer detrás de ellos. O un poco de ambos. El toque experto de Juliet la había hecho sentir, físicamente, que era algo que no solía suceder. Megan vivió con su corazón abriéndose paso entre la vida en una ola de emoción que dictaba lo que escribía y cómo lo escribía, así como sus relaciones con las personas a su alrededor. El aspecto físico de la vida, sin embargo, era algo que ella ignoraba. Su cuerpo la había traicionado una vez, y ella no estaba dispuesta a permitir que lo hiciera otra vez.
Juliet se quedó desconcertada. - Tuve una llamada de teléfono para hacer un socio de negocios en Australia. Tuve que hacer la llamada tarde debido a la diferencia horaria, y no quería despertarte arriba. Megan respiró hondo varias veces, asintiendo con la comprensión de la explicación. - Lo siento. Pensé que estaba sola aquí abajo. - Yo puedo dejar... - ¡No! No Megan odiaba lo desesperada que se sentía y sonaba alrededor Juliet con demasiada frecuencia. Levantó la mano, colocando la mano sobre una de los que aún descansaba sobre sus hombros. Ella tomó la mano entre las suyas, sintiendo las diferencias con su propia mano. Los dedos de Juliet eran largos y delgados. Se sentía como una mano grácil. La piel era suave al tacto. No podía dejar de preguntarse cómo se sentirían las manos de Juliet en su cuerpo.
Juliet estaba observando cuidadosamente a Megan, la suave luz de la cocina iluminaba el rostro de la rubia. - No estoy segura de lo que estás pensando, pero debe ser bueno. Estás bastante sonrojada -dijo en voz baja. Megan sonrió, un poco avergonzada. - Me preguntaba cómo se sentirían tus manos en mi piel. Juliet estaba tan sorprendida por las palabras de Megan como la periodista aparentemente estaba de ella misma. La morena podía sentir su corazón latiendo, su palpitante sexo, en esas simples palabras. A pesar de que era algo que le encantaría conocer por sí misma, ella no se sentía bien al respecto. - Megan -dijo finalmente- Creo que eso sería algo mejor que lo sepas de alguien que ames. Tu primera vez debería ser una cosa muy especial.
vida. Sacó las mantas cerca de la barbilla, con ganas de enterrarse viva. Por supuesto, Juliet no la quería. ¿Por qué iba a hacerlo? Ella podría tener a cualquier mujer en el mundo, literalmente, así que por qué iba a estar interesado en una mujer sencilla de Colorado, que era ciega e incapaz de apreciar toda la belleza que Juliet tenía .
Ella era realmente un idiota. Megan hizo todo lo posible para tratar de mantener sus lágrimas. No había ninguna razón para llorar, ya que no serviría de nada, de todos modos. Ella no estaba hecha para los aspectos físicos del amor. No por primera vez, Megan maldijo al conductor del camión que tuvo que arruinar su vida hace catorce años. Juliet se sentó en una de las sillas de la cocina, mirando a su teléfono celular por un largo tiempo. Su mente se tambaleaba por el hecho de que acababa de herir a Megan, ¿y para qué? Sí, ella realmente había estado tratando ser valiente, ya que sabía que sería la primera vez que Megan. Juliet nunca había hecho el amor por amor antes, y siempre había deseado eso. No quería que la primera vez de Megan sólo fuera un buen polvo. Se pasó una mano por el pelo, dándose cuenta de que era la misma mano que había estado conteniendo a Megan, tocándola. Todavía podía sentir en sus dedos el hormigueo de los toques suaves. Ella miró la mano, imaginando las ventosas de uno de los pechos de la rubia, sintiendo el peso y la plenitud. A continuación se imaginó su boca unirse a esa mano. Degustando la carne de Megan. Ansiaba el sonido del placer de Megan. - Mierda -dijo nuevamente, sabiendo muy bien que ella no quería nada más que subir y estar con Megan. Echó un vistazo a la sala oscura, apenas capaz de distinguir las escaleras. ¿Qué estoy haciendo?, se preguntó. Megan era una mujer adulta, y Juliet sabía muy bien que había sido difícil para la periodista expresar sus pensamientos anteriormente. Megan estaba haciendo todo lo posible para volver a dormir, pero se despertó de nuevo cuando oyó Juliet viniendo arriba. El fino oído de la rubia recogió cada paso suave de los pies descalzos en la alfombra, una mano deslizándose sobre la barandilla. Ella se sorprendió cuando los pasos no se detuvieron en el dormitorio de invitados, en su lugar siguieron al suyo. Juliet tomó las cosas con calma, no quería tropezar con nada en la habitación a oscuras. Sus ojos se adaptaron lo suficiente para ver la cama y la figura acostada en ella. Se detuvo junto a ella, tirando rápidamente la camiseta por encima de su cabeza y luego empujar los pantalones
aliento cuando se dio cuenta de que Juliet estaba, de hecho, desnuda. Juliet se quedó a su lado con la carne desnuda apretada contra el lado de Megan. Ella se inclinó y acarició suavemente la mejilla de la rubia, llevándola a sus labios. Megan estaba rígida, presionando ligeramente sobre su hombro. - Espera -dijo Megan- No tienes que sentir lástima por mí. Juliet sonrió contra la piel caliente del cuello de Megan.- No estoy aquí por compasión, bebé -susurró, sonriendo de nuevo en el escalofrío que envió a través del cuerpo de la otra mujerEstoy aquí porque quiero estarlo. Fui un estúpida rechazando un regalo de perfección y belleza tal -Besó una huella mojada por el lado del cuello de Megan- Sólo me tomó un minuto darme cuenta de ello. Un suspiro escapó de los labios de Megan, su cabeza instintivamente inclinada, dando a Juliet más acceso a su cuello. Su estómago estaba irritando, las palmas de repente estaban sudorosas al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. - Si quieres que me detenga, dí la palabra -dijo Juliet, moviendo lentamente su cuerpo hasta que estaba encima de la reportera. Un suave gemido de Megan fue todo el ánimo que necesitaba. Sintió las manos provisionalmente descansando sobre su espalda desnuda. Los labios de Juliet encontraron a Megan de nuevo, besando lentamente, un beso significante para despertarla y seducirla. Los dedos de una mano encontraron los botones en la parte frontal del corto pijama de Megan. Sus labios siguieron el trayecto a medida que más y más de la carne de Megan era revelada. - Dios, eres tan perfecto, Megan -susurró Juliet- Quitas el aliento. Megan no podía hablar. Demonios, apenas podía pensar, como el fresco aire nocturno rozó sus pechos expuestos, los pezones inmediatamente se endurecieron en una mezcla potente de aire frío y excitación profunda. Ella se quedó sin aliento cuando de repente uno de sus pechos era ahuecada en una mano cálida. Su cabeza cayó hacia un lado, cerrando los ojos mientras su boca se abrió con un suave gemido. Juliet estudió la carne ante ella. A pesar de los cientos de mujeres con las que había trabajado,
- Te quiero, Megan -susurró, hundiendo las manos en el pelo rubio como ella profundizó el beso. Megan gimió al sentir los pechos de Juliet contra los suyos. La sensación de piel contra piel era mucho más exquisita de lo que jamás podría haber imaginado que sería, no importaba cuántas fantasías que había tenido en los últimos años. Se sintió caer sobre el colchón, Juliet junto a ella. El corazón le latía con más fuerza, aunque no tanto por el nerviosismo ahora, como puro deseo. Pronto, ambas se encontraban desnudas, con Juliet explorando lentamente el cuerpo de Megan con las manos, la boca y la lengua, suavemente murmurando palabras de pasión y aliento mientras lo hacía. Megan se había perdido en un mundo de sensaciones, abrumada por el placer que fluía a través de cada fibra de su cuerpo y alma. Juliet se trasladó a la boca de Megan, besándola profundamente. - Quiero escucharte cuando acabes -susurró contra la boca de la rubia. - Sí. Por favor Juliet sonrió, ligeramente gruñendo de placer mientras se movía hacia abajo el cuerpo de Megan, acomodándose entre sus muslos. - ¿Qué estás haciendo? -preguntó Megan, con palpitaciones mientras ella luchaba contra el impulso de levantar sus caderas en silenciosa invitación. Podía sentir el calor del cuerpo de Juliet contra de su propio sexo hinchado, y el contacto que ella anhelaba. - Shh -murmuró Juliet, colocando un camino de besos a lo largo del muslo interno de MeganConfía en mí. Megan se quedó sin aliento, perdiendo su batalla por el control mientras sus caderas se levantaron para cumplir con la lengua de Juliet, que ya había hecho un segundo golpe. - Oh dios, Juliet. Sí... Juliet tarareó de placer ante el festín, tomándose su tiempo para asegurarse de que cubría cada centímetro del sexo de Megan. La periodista se quejó, con la cabeza caída hacia un lado mientras las respuestas las daba su cuerpo haciéndose cargo. Ella se agachó, hundiendo las
después de sucumbir a un segundo orgasmo. Satisfecha de sí misma, Juliet se arrastró hasta el cuerpo de Megan, acunando a la mujer más pequeña contra ella y meciéndola cuando el cuerpo de la rubia continuó convulsionando. - Shh, está bien. Estoy aquí. Megan se había perdido, su mente y su cuerpo volando por el espacio antes de que ella comenzara a aterrizar, sintiéndose suaves besos que llovían sobre su rostro y cuello. Ella llevó sus brazos alrededor del cuello de Juliet, abrazándola y buscando sus labios. Juliet le dio un beso, perdiéndose en ella. Se sentía como si estuviera cayendo, y sólo Megan podría atraparla. El pensamiento la asustó y comenzó a alejarse. - ¿A dónde vas? -preguntó Megan, buscando la mujer más alta, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura delgada. Juliet se mantuvo apoyándose en las manos, mirando hacia abajo hacia el hermoso e inocente rostro de Megan. Estudió las características de la rubia, los ojos llenos de confianza, el rubor de su piel. Juliet se relajó, presionando su cuerpo más cerca a Megan. Ella sintió que su corazón latía en su pecho, amenazando con escapar del mismo, capturado por Megan. - Amo la manera en que sientes -susurró, presionando sus caderas contra Megan. La periodista se quedó sin aliento, apretando hacia arriba en Juliet. - Amo la forma de sentir, la forma del gusto y el sonido -Ella se inclinó y la besó, continuando el movimiento de sus caderas. Lentamente Megan desenvolvió sus piernas alrededor de Juliet, abriendo las piernas - Te sientes tan bien, bebé. - Tú también. Por favor, no te detengas. Megan estaba sorprendida de que ella sintió a su cuerpo respondiendo de nuevo, listo para más. Una ola de calor de placer la recorrió, estableciéndose entre sus muslos. Sintió nuevamente el recubrimiento de humedad en el interior de sus muslos, la mezcla con el propio deseo de Juliet. - ¿Megan? -Juliet se quedó sin aliento. - ¿Sí?
Megan sintió que podía llegar de nuevo, sólo a partir de los sonidos de placer de Juliet y de la sensación de estar dentro de ella. - Oh, Dios mío, esto es tan increíble. - No te detengas, bebé. Dios mío, ¡sí! Juliet sintió su aliento dejando su cuerpo mientras un orgasmo la golpeó dolorosamente duro, dejándola temblando y llorando. Se inclinó, apretando la mano de Megan con fuerza en ella, moviendo su clítoris contra los nudillos. Otro orgasmo la atravesó, dejándola débil y saciada. Megan le echó los brazos alrededor de los hombros de Juliet cuando la caída mujer más alta contra sí, escuchando la pesada respiración en su oído mientras Juliet intentaba mantener el control de sí misma. Megan se quedó sin aliento al sentir los dedos entre sus muslos. Podía sentir la sonrisa de Juliet en su cuello. - Sé que no has acabado -la ex modelo susurró, con sus dedos presionando sobre el clítoris de Megan. Dos golpes rápidos a través de ella y Megan fue arrojada a un tercer orgasmo. ***** La noche vestía la luna en el cielo. Juliet podía oír las suaves respiraciones de Megan, podía sentir su piel desnuda contra la suya. Ella perezosamente pasó los dedos por el pelo grueso y rubio, incapaz de conciliar el sueño. Habían hecho el amor de vez en cuando durante las últimas tres horas, hasta que, finalmente, Megan había caído en un sueño profundo y silencioso. Juliet envidiaba eso. Su mente todavía daba vueltas por las emociones que habían pasado a través de ella durante su tiempo juntas. No había esperado sentir en la forma en que lo hizo. No esperaba que Megan llegara a su interior y tocara algo tan profundo que ni Juliet siquiera había sido consciente de su existencia. ¿Y ahora qué? Ella no se sentía cómoda con la sensación, y el corto camino en la vida de Megan, no estaba segura de cómo deshacerse de ésto. Ella miró a la mujer dormida en sus brazos, tratando valientemente de distanciarse de los sentimientos por dentro. Intentó desconectarse a sí misma, nunca había tenido problemas con ello en el pasado. Ella siempre había sido capaz de convertir sus emociones por dentro y por fuera, sin quitar nada que ella no quisiera. Ella no quería esto.
correcta. A Megan no le importaba. Normalmente ella estaría a jugando, junto con su hermano y su pronta esposa. Él le había conseguido a Canadá un anillo, y se lo había dado a ella esa noche cuando los tres abrieron los regalos. - ¿Estás segura de que no vas a salir? -preguntó Alex, se parecía a Randy de Un cuento de Navidad. - Sí, estoy segura. Megan había estado sentado frente a la ventana, perdida en sus propios pensamientos, durante la mayor parte de la tarde. Alex estaba preocupado, ya que ella no había sido la misma durante los últimos dos meses. Su normalmente luminosa personalidad divertida se había tornado sombría y distante. Alex se acercó a su hermana, arrodillándose al lado de la silla en la que ella estaba sentada. - Meg, ¿qué está pasando?-le preguntó en voz baja, poniendo una mano en su brazo- ¿Cómo puedo ayudarte? -No hay nada que puedas hacer, Alex. Estoy bien, de verdad. -Ella sonrió en su dirección, pero la sonrisa era evidentemente forzada. - Esto ha estado sucediendo desde hace demasiado tiempo. Si no quieres decirme lo que pasó, y entonces dile a Canadá. Algo está, obviamente, muy mal. -Hizo una pausa, mirándola a los ojos sin vida- ¿Es algo en tus ojos? ¿Estás sufriendo otra vez? Megan negó con la cabeza, temiendo que si hablaba, su voz se rompiera y entonces no tendría más remedio que explicarle. Alex suspiró con resignación. Sabía que no debía empujar a su hermana, o acabaría empujándola aún más en sí misma. - Está bien. Estoy empezando a transpirar con todo esto, así que voy a salir. Si cambias de opinión, Canadá y yo estaremos justo enfrente. - Okay. Diviértete. Megan esperó hasta que oyó cerrarse la puerta frontal antes de que ella se permitiera llorar. No podía dejar de pensar la mañana en que se había despertado sola. No hubo despedidas. No
en la oscuridad. En un primer momento había puesto buena cara, ganando una experiencia maravillosa, pero obviamente no estaba destinado a durar. Entonces, de alguna manera, no se sentía justa con ella. No era capaz de dejarlo pasar. Quería el cuerpo Juliet, la mente y el alma. Megan se estiró y hundió la cara entre las manos, sin darse cuenta de que estaba siendo observada por dos personas muy afectadas. ***** - ¿Qué parte de “vete al carajo” no entiendes? -gruñó Juliet, inclinándose peligrosamente sobre su escritorio, con los ojos cerrados con su asistente aterrorizado. - Lo siento, Juliet. Se lo haré saber James Crabs, el más reciente asistente personal en la larga fila se escabullió de la oficina de la ex modelo. Juliet se dejó caer en su sillón, girando para mirar a lo largo de Manhattan. Sintió su creciente presión arterial por las nubes, como de costumbre. Tomó su botella de agua y bebió dos pastillas que el médico le había dado para ayudar a combatir las cantidades extraordinarias de ácido que su estómago producía. Mirando por encima del teléfono, Juliet tamborileó con las uñas en el brazo de su costoso sillón de cuero. Mordiéndose el labio inferior, que no sirvió de nada para ayudarla a tomar una decisión. Extendió una mano, pasó un dedo por el plástico suave de la pieza en su mano, entonces lo arrebató nuevamente. ***** Megan se sentó en el coche junto a Canadá, escuchando el zumbido de voz de su jefe y siguiendo la grabación que había hecho de su reunión de ese mismo día. Ella encerraba las instrucciones en el archivador de su cabeza, después de que se retiró. Tenía varias historias nuevas que necesitaba iniciar durante el año nuevo. Se alegró, ya que la mantendría ocupada. Tenía que mantenerse ocupada. - Megan, ¿estás esperando algo?
Canadá estacionó el coche frente a la casa de Megan, subiendo rápidamente. Un hombre corpulento de barba salió de la camioneta, con un enorme ramo de flores en sus brazos. - Hola -saludó Canadá, caminando hacia él. - Hola. ¿Eres Megan? -preguntó. - No, pero ella lo es -Canadá indicó a Megan con un gesto de la cabeza. La rubia se unió a Canadá en la acera. - Esto es para usted, Madam -dijo el hombre de los repartos, sosteniendo una carpeta para Megan. - Aquí, deme eso. Ella es ciega -explicó Canadá, firmando rápidamente la entrega. Ella recibió las flores, el repartidor inclinó su sombrero mientras se dirigía a su camioneta. - ¿Qué es? -preguntó Megan, tomando el paquete- Flores. - Hay una tarjeta, también. - Léela. Canadá sacó el pequeño sobre de las puntas de plástico de su envoltorio, rasgándolo para abrirlo y sacando la tarjeta. - “Megan... Me equivoqué, por favor perdóname. Juliet" Megan se quedó inmóvil al oír el nombre de la ex modelo. Ella se alejó de Canadá y se dirigió hacia la puerta principal. - ¿Conoces a esta mujer? -preguntó Canadá, volviendo a leer la tarjeta mientras seguía a Megan. - Sí, aunque no lo desee. Megan consiguió desbloquear la puerta y la abrió con la mano temblorosa. Podía oír a Canadá detrás de ella, y deseó que su amiga simplemente desapareciera. Ella quería estar sola. Canadá se dirigió hacia la cocina, hurgando en los armarios hasta que encontró un jarrón. - Son realmente preciosas, Megan. Huelen increíble. - Llevatelas a casa, Canadá. No las quiero -dijo Megan, caminando al lado de su futura cuñada. - Okay -dijo Canadá con la mano en la cadera- Ahora me dices que Juliet es, y por qué no
La mente de Canadá viajó de nuevo y se quedó sin aliento. - No estamos hablando de Juliet Ross, ¿verdad? Megan se dio la vuelta, tomando un largo trago de su agua. - ¡Oh, Dios mío! Estás hablando de ella, ¿no es así? - See. Canadá dejó escapar un suspiro mientras retorcía la parte superior de su propia botella de agua. - Así que, ¿cuál fue el error que cometiste? Estas rosas son rojas, así que yo diría que las dos deben conocerse muy bien. - Me acosté con ella -Megan se encogió al oír a Canadá escupir la bebida que acababa de tomar- Lo sé. Sorprendente, ¿no es así? - ¡Mierda, Megan! -Canada limpió su desorden, poniendo su botella de agua abajo. Se acercó a la mujer más pequeña, aturdida por la admisión- ¿Por qué fue un error? - Por qué no significó nada para ella. Ni siquiera se molestó en quedarse. Me desperté y ella no estaba. No he sabido nada de ella desde entonces. Megan buscó su botella de agua, tratando de mantener las lágrimas en sus ojos. - ¿Por qué se fue ella? - Sinceramente no lo sé. Exactamente no me preocupa. - Yo diría que se siente mal. Ella sabe que cometió un error. - Demasiado poco, demasiado tarde, Canadá. No quiero tener nada que ver con ella. - Megan... - Por favor, vete Canadá. Lo siento pero quiero estar sola en este momento. Megan no podía girarse hacia Canadá porque sabía que había herido sus sentimientos. A Canadá le dolió, pero no dijo nada más. Ella le dio a la rubia un rápido abrazo y luego se dirigió hacia la puerta y la cerró suavemente detrás de ella. *****
quieres de mí? Megan no quería admitirlo, pero el gesto no sólo la había sorprendido, de alguna manera la había tocado por dentro también. Ella se sorprendió al descubrir que la tarjeta había sido enviada no sólo con las palabras impresas, sino también en Braille. Ella se acercó a la mesita junto a la cama, tanteando hasta que sintió la tarjeta llena de baches, teniéndola entre sus dedos, y pasando un pulgar sobre el mensaje en Braille. - Demonios, Juliet. ***** Juliet tocó con las uñas bien cuidadas con impaciencia en la pared de espejo detrás de ella, con la mirada fija en los números descendentes del ascensor. Hizo caso omiso de las miradas que sentía en su cuerpo por sus compañeros de trayecto, su mente firmemente establecida en la cita del almuerzo al que se dirigía fuera. Finalmente el ascensor se detuvo en el vestíbulo y con un ding, las puertas se abrieron. Las seis personas que se habían unido a Juliet rápidamente se dispersaron, aunque muchos desaceleraron en el espectáculo que tenía lugar cerca de las grandes puertas de vidrio y metal que conducían hacia Manhattan. - ¡Suéltame! -una voz de mujer gritó, la misma estaba enterrada detrás de una pared de guardias de seguridad. Juliet se detuvo cuando se dio cuenta de lo que parecía ser un bolso de mano en el suelo, el contenido poco esparcido por el piso de mármol. Uno de los guardias de seguridad, en su lucha con la mujer, pateó una pluma que había caído por el suelo. La ex modelo tomó la pluma, con las cejas oscuras demostrando preocupación. - ¡Maldita sea, he dicho que me suelte! Megan se sentía el pánico superando sus sentidos. El corazón le latía dolorosamente en el pecho, los oídos sonaban con la oleada de sangre a través de su cuerpo. Podía escuchar las voces de los hombres, pero ya no podía distinguir lo que decían. Podía sentir la aglomeración de
- Señora -dijo jadeando, sin aliento por la lucha. Alzó la mano para inclinar su sombrero hacia ella cuando se dio cuenta de que había desaparecido. Debió haber sido derribada durante el alboroto- Esta señora estaba tratando pasar a través de su oficina. Su nombre no estaba en la lista, y usted ha dicho que nadie... - ¡Fuera de mi maldito camino! Impaciente, Juliet pasó junto a dos guardias más hasta que estuvo en el origen de la pelea. Se quedó sin aliento cuando vio a Megan acurrucarse cerca de uno de los juegos de puertas, con lágrimas manchando su cara y grandes ojos ciegos llenos de pánico. - Megan -suspiró ella, con alivio y miedo, todo girando a través de ella a la vez, haciendo que se sintiera mareada. - Señorita Ross... -comenzó a decir uno de los guardias, con una mano en el hombro de la alta mujer. Juliet se volvió hacia él. - ¡Vete al infierno lejos de mí! ¿No ves que está aterrorizada? El guardia hizo una mueca, dando varios pasos hacia atrás. Había visto el temperamento de esa puta en acción antes. - Madame, ella no se iba. Sólo continuaba deambulando. - ¡Ella es ciega, pedazo de idiota! -rabió Juliet. Fue entonces cuando se dio cuenta de la multitud de espectadores embobados de pie en el vestíbulo del edificio de lujo. Poniendo un brazo protector alrededor de los hombros de Megan, ella se giró hacia ellos. - ¿Se saciaron lo suficiente? ¿Fue un show gratis? ¡Salgan de aquí! Las multitudes se movieron rápidamente murmurando conversaciones. Juliet los ignoró, volviendo a la rubia aterrorizada. - ¿Megan? ¿Bombón? -Megan se quedó mirando hacia un lugar, al parecer en un estupor
vez, dos veces, a continuación, Megan tomó un largo suspiro. - ¿Cariño? - ¿Juliet? -susurró Megan, alcanzando una mano, con dedos hábiles rastreo rápidamente las facciones de la alta mujer. Ella sonrió cuando se dio cuenta que no era un sueño, Juliet la sostenía. - Sí. -Juliet casi lloró del alivio que la invadió. Rápidamente tomó Megan en un fuerte abrazo, escondiendo su rostro en el cabello fragante- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no me has llamado? Yo habría venido hacia tí. Megan se permitió perderse en los brazos, cerrando los ojos cuando el calor la invadió. - Quería darte una sorpresa. Necesitaba verte. Juliet la apretó más, dándole un beso en la parte superior de la rubia cabeza. - Creí que nunca te vería de nuevo -susurró con la garganta llena de emoción, lo que la sorprendió aún más que ver a la rubia. Ella se sorprendió al sentir que su mundo se enderezaba. Su temperamento desapareció de su cuerpo, dejando sólo una sensación de paz y satisfacción. Eso era algo que no esperaba, y que nunca había sentido antes- Vamos. Vamos a arriba a mi oficina. Juliet reunió el contenido vertido del bolso de Megan, llevando el pequeño equipaje de mano mientras conducía a la rubia hacia los ascensores y finalmente hasta sus oficinas. - Toma todas mis llamadas y cancela lo de las doce y media -le dijo a su asistente, cerrando la sólida puerta de la oficina detrás de ellas. Una vez a solas, Juliet tomó Megan en un fuerte abrazo, una vez más, disfrutando de la sensación del cuerpo de Megan contra el suyo. Megan se estaba siendo llevada lejos y se perdió aún más en la sensación de la mujer más alta. Ella había venido a Nueva York, sin decirle a su hermano o a Canadá, con la intención de hablar con Juliet. Quería saber por qué la ex modelo se había ido sin siquiera un adiós. ¿Por qué había enviado las flores meses más tarde? Al sentir a Juliet en su contra, nada de eso parecía importar, a pesar de que sabían que tendrían que tener una discusión seria acerca de todo eso. En ese momento, lo único que importaba era estar en los brazos de Juliet.
Colocando un beso en la frente de la rubia, la tomó de la mano y la llevó hasta el sofá de cuero en la sala de estar de su oficina. Ella miró a Megan, estudiando su rostro, observando cada detalle. Sacudiendo la cabeza, asombrada, le dijo: - ¿Cómo me has traído tanta calma? Yo no lo entiendo. Megan negó con la cabeza. - No lo sé. Yo no podía permanecer lejos, lo siento. Tengo tus flores. Tenía que verte, Juliet. Tenía que entender. ¿Quieres decirme por qué? Juliet suspiró profundamente, sin saber por dónde empezar o cómo explicar su debilidad. - Yo siento haberte dejado como lo hice. Fue una de las cosas más estúpidas que he hecho, lo que para mí ya es decir mucho -ella sonrió sin alegría- Me has tocado -ella tomó la mano de Megan, colocándola sobre su corazón- Aquí. Me asustó de muerte. - ¿Así que te fuiste? -Megan preguntó en voz baja, dándole la mano para que pudiera rizar sus dedos alrededor de los que la habían cubierto, manteniéndolos en su lugar. Juliet asintió. - Sí. Así que me fui -ella besó la palma de Megan- El problema era que yo no podía olvidarme de tí, y sorprendentemente incluso siendo una perra. La sonrisa de Megan era triste. - No hay razón para ser una perra, Juliet. - Me haces querer ser agradable -Ambas rieron ante eso, pero Megan se puso seria rápidamente. - Me haces sentir fuerte, Juliet. Puedo hacer cosas que nunca pensé que serían para mí. Como viajar al otro lado del país para verte. Juliet se inclinó, colocando lo que estaba destinado a ser un rápido beso en los labios de Megan, pero Megan enterró una mano en el cabello de Juliet, sosteniéndola mientras el beso se hizo más profundo. Juliet podía sentir su cuerpo volviendo a la vida por primera vez desde que había salido de la cama de Megan meses atrás. - Tenemos mucho de que hablar -murmuró Juliet contra los labios de Megan- pero realmente me encantaría que vinieras a mi casa ahora mismo. Sin decir una palabra, Megan asintió- Okay. Pero quiero hablar. Quiero que esto funcione, Juliet. - Yo también. Lo hará.