La masacre de Once y el “modelo” (ya) profundizado Alejandro Blancovsky
El kirchnerismo: discurso doble, cinismo uniforme De forma clara pero a la vez elíptica, asomaron en torno a la masacre ferroviaria de Once las lecturas más o menos cómplices con un nuevo episodio criminal con participación estatal. Tal vez porque falte acostumbrarnos a la normalidad es que haya que recordar que el ejercicio ordinario de la hegemonía tiene implicancias múltiples que devienen de la búsqueda del consenso. Y la forma en que tal consenso está construido (por las dudas, dicho sin ninguna reminiscencia laclauniana) favorecerá que los participantes (más o menos activos) de ese consenso asuman un rol de complicidad. La complicidad con lo ocurrido en el pasado deviene, muchas veces, de cómo se plantea una lectura acerca del futuro. Así, aparecen los que claman por la entrada o por la aceleración del “progreso”, del “involucramiento del estado” y de la “felicidad” ciudadana como manto esperanzador que encubre las causantes de la situación del presente. Tan repleto de chatura, de obsecuencia y de complicidad está el panorama que incluso pasan como “voces críticas” 1 la de aquellos cómplices que siguen la misma línea de lectura que tiene el propio gobierno: hoy, pese a que la propaganda hable de “vuelta del debate político”, de “politización” 2 y de tantas otras cosas, se pretende pasar como “voz crítica” cada lectura que ose decir “algo no está bien”, ergo, “algo [indefectiblemente] va a mejorar” .3 Si eso fuera (que no lo es) una “lectura crítica”, c rítica”, habrá que hacer algo totalmente diferente. Más bien, hay que hacerlo de todos modos. Entonces, hay que tener una lectura que explique las otras lecturas posibles. Brevemente, hay que apelar a tres lecturas que considero erróneas, dos de las cuales (las primeras) están íntimamente vinculadas. si El discurso único. Hace tiempo que advertimos que es erróneo tomar el discurso del oficialismo como si 4 fuera plano. Posiciones políticas erradas suelen basarse en ese primer error. El oficialismo tiene un discurso plano para quienes lo acusan de “falso progresismo” 5 o (en menor medida) para quienes lo acusan de “actuar” posiciones políticas que no tendrían que ver con lo que realmente hace; 6 en un caso u otro, vendría a ser un discurso único “progresista” o “republicano” que no se correspondería con la práctica. 7 La lectura opuesta simétrica (ensayada por una –otra– derecha culpable y, a su vez, principal colaboradora del kichnerismo) hace algo mucho más grave a partir del mismo error: se trata de la idea de que habría (?) un discurso setentista, montonero, revanchista y/o “chavista” que también es único y que daría lugar a políticas (en este caso) a tono con tal discurso. 8 Y es entonces que se trata de un discurso único, aunque algunos lo llamen “doble”. Veremos Veremos 1
“Entre los que se mantienen completamente oficialistas contra toda evidencia y los q ue se animan a plantear una u na mirada crítica se abre una brecha que, quizás, sólo pueda ser saldada por la autoridad de la Presidenta. Habrá que seguir el desarrollo de esta incipiente crisis en el kirchnerismo y ver qué decisión toma Cristina ante una sociedad acostumbrada a reaccionar con fuerza y a exigir cambios cuando se encuentra con la tragedia y el dolor encima. Pero está claro que hasta el Marcha, 24/2/12. momento la autocrítica no ha sido un punto fuerte de su estilo.” «Tras «Tras el dolor, crisis en el kirchnerismo», kirchnerismo», Marcha, 2 3
“Pero al Ejecutivo le corresponden no sólo el impulso de la causa penal y la distinción de responsabilidades. Le toca, en Página/12, 24/2/12. especial, el futuro.” Martín Granovsky, «Peor «Peor no cambiar que cambiar tarde», tarde», Página/12, 4 A. Blancovsky, «El «El tercio», tercio», julio de 2011. 5 “…en enero de este año, la cuestión de la megaminería […], un tema que desnudó aristas claves del modelo en el cual el Gobierno no tiene un relato progresista ni un discurso nacional y popular.” Maristella Svampa, «“Se «“Se revitalizó el Estado, Nación, 4/3/12. pero se consolidó una matriz matriz criminal”», criminal”», La Nación, 6 De forma más abstrusa y autocontradictoria: “Las demandas son en defensa de los intereses populares, por el desmonte de los pilares neoliberales del «modelo» y la profundización de las políticas que, aún siendo positivas desde el discurso, en la práctica continúan favoreciendo a los sectores del poder económico.” «La gestión actual de Cristina: ¿apoyo o Marcha , 27/2/12. descontento?», descontento? », en Marcha, 7 Aunque la idea de “falso progresismo” que opera un “doble discurso” es más común, hay que tener en cuenta que esa “crítica” no siempre se hace por izquierda (mejor dicho, desde el “progresismo”): “La Presidenta invirtió muchísimo más tiempo en los hombres de negocios que en sus históricos aliados sindicales. […] ¿Un giro para el mandato que viene? Imposible dar aún una respuesta. El Gobierno ha sabido recurrir siempre a los atajos políticos en circunstancias complejas. La experiencia denunciaría una diferencia abismal entre las apariencias y la verdadera gestión de los Kirchner.” Eduardo Clarín, 4/12/11. van der Kooy, «Los «Los problemas y peleas de Cristina», Cristina», Clarín, 8 Habría que hacer una historia de esta lectura para poder marcar las distintas etapas de complicidad mediática objetiva con 1
que el kirchnerismo es, en cambio y justamente, un “doble discurso”, pero en sentido literal , no en sentido de lo que solemos entender de esa manera. Diremos, entonces, “ discurso doble” (distinguiendo entre un discurso oficial o primero y un discurso oficioso o segundo). El discurso plural . El error contrario (y que fue visible en las lecturas de la masacre de Once) es el de atribuir al oficialismo un pluralismo discursivo que se correspondería con un gran heterogeneidad del “movimiento”, reciclando una y otra vez claves de lectura peronistas que van desde el “líder” como “árbitro” de lo heterogéneo a la idea de la “bolsa de gatos” (“que se estaría reproduciendo”, como se ufanaba el propio Perón).9 El extremo de la lectura plural está representado por aquellos que pretendieron alguna vez haber estado fuera del “proyecto” (como sabatellistas y neosabatellistas) y que pretenden con sus declamaciones ser tenidos como “correctores de rumbo”, sin saber que su declamación desde “afuera” es justamente la que los hace quedar “dentro” para legitimar el rumbo y, por tanto, el statu quo .10 Ponerse a analizar tal segundo discurso desconociendo tal mecanismo reproduce la trampa por la cual se le atribuyen supuestos “méritos contestatarios” a quienes funcionan como legitimadores del estado de las cosas. 11 Creo que Carta Abierta ha ido modificando su posición de una manera que me parece positiva porque en su última carta habla de la necesidad de una reforma tributaria y plantea algunas críticas –si bien tímidas– al gobierno. Ojalá que el debate se profundice.12
¿No es acaso la trayectoria de Sabatella clarificadora de que ese afuera “crítico” no existe? Pensar que es contestatario cuando un kirchnerista reclama una reforma tributaria o una reforma de la Ley de Entidades Financieras muestra la no comprensión de lo que es el kirchnerismo. El doble juego habilita tales reclamos, en tanto dentro del segundo discurso se puede decir cualquier cosa (y sin impacto sobre la política que se lleva a cabo).13 Y se viene viendo que eso no implica justamente ningún ansia de transformación: “No me importa quién lo anuncia en Olivos. Me importa que se haya dado la discusión. Más te digo: ni siquiera es imprescindible para mi hambruna ética [ja], que salga en lo inmediato la despenalización del aborto. Quiero que lo pongan sobre la mesa. Por supuesto, después no me va alcanzar con eso. Pero, en este momento, ya aplaudiría que lo pusiesen sobre la mesa.”14 (Efectivamente se puede decir cualquier cosa: el periodista oficialista citado reclama poner sobre la mesa una medida, cuando –ver reportaje– oraciones antes la daba por consumada.) El caso más obsceno es el de aquellos promotores de la despenalización del aborto que vienen tomando la ‘estratégica’ decisión de apoyar el gobierno confesamente antiabortista del PJ. Cuando se trata de militantes (Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto, grupos de mujeres de Nuevo Encuentro, etc.) materializan voluntariamente su propia ridiculización , no sólo apoyando a un gobierno contrario a sus el oficialismo (y, por ende, para una historia del propio kirchnerismo), desde los momentos en que tal lectura tenía como uno de los pocos canales al diario La Nación hasta que pasa a estar más en Clarín, mientras La Nación (con muchísimas dificultades) trata de no utilizar ese enfoque. Uno y otro (aunque se diga lo contrario, hoy Clarín es el gran cómplice objetivo) podrán a veces separarse de tal lectura, aún cuando tengan frecuentes recaídas. La otra parte de la historia debería recabar en cómo periodistas sueltos o intelectuales son los que (a falta de tener una línea de intervención política que se pregunte por los efectos de esa lectura) intentan mantener la “coherencia” de tal “denuncia” dejada parcialmente de lado por las empresas empresas mediáticas mediáticas (La Nación). Nación). Así, Así, habría que ver qué lugar lugar ocupa el reciclaje de periodistas periodistas que no tienen nada para decir (o sólo tienen esa paparruchada) y que sin espacio en los grandes medios medios vienen a “ilustrarnos” “ilustrarnos” en algún canal de cable. Ver Ver por caso, el reciente y patético reciclaje de Sylvina Walger. Walger. Para un reciente desvarío (pero no antisemita) de La Nación (donde parece parece constatar un discurso doble, para invertirlo y, a la vez, negarlo), negarlo), ver: Carlos Carlos Pagni, «Axil Kicillof, el marxista que desplazó a Boudou», Boudou», La Nación, Nación, 12/3/12. 9 678, 26/2/12, tercer bloque ( ). 10 Y a medida que lo hacen van cayendo “dentro” y otros pasan a ocupar su lugar. lugar. Este reemplazo, siempre transitorio, es lo que (sólo) merece el tan poco honorable nombre de neosabatellismo (o sabatellismo sin Sabatella). 11 El mismo mecanismo funciona cuando los medios oficialistas se presentan como heterogéneos, dando voz a quienes terminan por decir (¡oh, sorpresa…!) lo que los dueños de esos medios quieren escuchar. Una de las más recientes incorporaciones “plurales” en ese sentido es la de Alejandro Horowicz a Tiempo Argentino. 12 Atilio Borón (entrevista de Marcela Flores Torres), Torres), «Los intelectuales en Argentina », en RevistaFicciones Revista Ficciones.. Febrero de 2012. p. 16. 13 Los mismos sectores que hacen reclamos como los mencionados, después no son capaces siquiera de ausentarse del recinto (ya no digamos, abstenerse) a la hora de votar la nueva (y más dura) ley “antiterrorista”. Exceso de “pluralismo”… La bolsa de gatos de Perón debería ser reemplazada, teniendo en cuenta nuevas acepciones de “gato”… 14 Debate, Víctor Hugo Morales (entrevista de Néstor Leone), «“El «“El Grupo Clarín es el cáncer moral más grave del país” », Debate, 3/9/10. 2
pedidos sino (de forma muy diferente al caso de las medidas económicas generales antes mencionadas), constituyendo en sí mismos una militancia contraria a aquello por lo que militan. Este mecanismo del discurso doble funciona plenamente para poder lanzar campañas por la estatización de YPF o plantear un ultracínico “luche y vuelve” de Ferrocarriles Argentinos como reacción automática frente a la masacre de la que son cómplices. Militar por la vuelta de la YPF estatal, por ejemplo, es la mejor manera de militar por Eskenazi y Repsol. Si el kirchnerismo venía siendo desde hace años la mejor manera de justificar (y ganarse aplausos de intelectuales y militantes de la ingenuidad) cada medida reaccionaria que se ha tomado (el caso de los regalos multimillonarios al FMI es claro al respecto), el mecanismo del doble juego permite un mayor desvarío del segundo discurso con respecto a las políticas reales. Como en el caso del aborto, la forma de apoyar al gobierno es justamente propagandizar medidas que el gobierno no va a tomar. Por un lado se fomenta el argumento democrático abstracto de “por lo menos se debate” (en la línea de lo citado de V.H. Morales) y, por otro, se hace que no se discuta sobre la política realmente existente, haciendo de ésta algo prácticamente inexistente. No existe en tanto los m edios de comunicación “opositores” (por su propia complicidad) critican no ya la política existente sino el segundo discurso que no constituye política del estado efectiva , mientras que los oficialistas (si tienen algo que criticar) critican no la política existente sino el marco jurídico dejado por el menemismo o suponen una “tercerización” de la política estatal, llevando sus reivindicaciones no a la autoridad política, sino a alguna representación corporativa. 15
El carácter dual de la mercancía: tu valor de uso es su valor (y, por tanto, su beneficio) Es la propia duplicidad del discurso del kirchnerismo la que niega el carácter heterogéneo de éste. El “pluralismo” del “movimiento” se reduce entonces al doble juego. Un segundo discurso se sobreimpone; diverso en los desvaríos, pero sin heterogeneidad. El segundo discurso, habla de “combate a las corporaciones”, “chavización” o incluso de “socialismo”. 16 Desvaríos múltiples que pueden ser dichos desde un Heller hasta un Pedraza. Se trata de múltiples desvaríos pero monocausales. “El proyecto” puede ser todo eso a la vez, no porque sea meramente un “significante vacío”, sino porque la acción gubernamental pasa bien lejos de ese discurso que puede ser perfectamente exaltado sin perder nunca la subordinación a lo que decida el gobierno (en términos simbólicos se sigue organizando en función de la idea del “árbitro” incuestionable –o sea, ellos creen en su existencia–, aún cuando no haya políticas concretas diferentes entre las cuales arbitrar –son palabras, no políticas diferentes). El “primer” discurso, el que explica las políticas del estado es claramente un discurso conservador. Tomemos ejemplos de esta clase magistral que fue el discurso de apertura de sesiones legislativas del 1/3/12: En la siderúrgica más importante de nuestro país, una multinacional, la mitad de sus utilidades son suministro de energía subsidiado. Ustedes me dicen ¿y por qué no baja la rentabilidad? Porque seguramente si uno afecta determinadas rentabilidades va a impactar en la oferta de bienes y va a impactar en la mano de obra. …hay pueblos que tienen mucho orgullo de ser pueblos mineros y no pueden ser estigmatizados… …para trabajadores que gozan de estabilidad frente al resto de los trabajadores, por ejemplo, que cuando no anda la 15
Así, La Nación daba cuenta de la posibilidad de nacionalizar YPF cada vez que se acercaba un discurso presidencial importante pautado con anticipación. Por otro lado, hay contados casos de tercerización de la política estatal, como cuando en el año 2011 organizaciones kirchneristas vinculadas a la temática agraria marcharon a la Sociedad Rural para reclamar en contra de la sojización. 16 Sería de mal gusto hacer un relevamiento de los alucinados kirchneristas que usan tal palabra, aunque corre el rumor de que el Partido Socialista sueco estaría realizando estudios sobre el ejemplo argentino tanto más avanzado que su experiencia nacional, mientras que el Partido Comunista Cubano viene a aquí a aprender de nuestro sistema de salud. Todo esto dado que, como dijo Aliverti a los pocos días de la masacre “Avanzamos más allá de lo que una mirada de ortodoxia clasista quiere registrar de un sistema burgués.” (« No sólo el tren», Página/12, 27/2/12.) 3
fábrica le cierran la persiana y los echan; por el tiempo que también tienen de cuatro horas frente a la jornada laboral obligatoria de ocho horas para cualquier trabajador; frente a la suerte también, porque siempre fue así y está bien que sea así, de tres meses de vacaciones frente a trabajadores que tienen vacaciones mucho más reducidas; con el esfuerzo que hemos hecho de dotar a nuestros alumnos de netbooks. ¿Cómo es posible que cada vez que nos tengamos que reunir con sus dirigentes siempre tengamos que hablar de salarios y no hablemos de qué pasa con los pibes que no tienen clases.
Este discurso francamente derechista de parte del gobierno no es sorprendente para quien siga el discurso oficial a través de los años, en lugar de recibirlo filtrado por los medios de comunicación de uno y otro signo. Parece que ante un hecho lamentable sobre el cual el estado tiene responsabilidad, la respuesta presidencial es mediante un giro a la derecha.17 Así, por ejemplo, se tuvo la perversión de que en la primera intervención presidencial en la que se habla del asesinato de Mariano Ferreyra, este discurso condene no al asesinato (con la complicidad notoria de la policía directamente bajo su mando) sino a la “violencia” en general 18 (quizás evitó mencionar a la víctima, por miedo a equivocar el nombre como hizo un intelectual de Carta Abierta en Página/12 quien es conocido por constituir en su persona la perversidad de la función fáctica del lenguaje). El discurso oficioso o segundo 17
Nos estamos refiriendo a discursos presidenciales y a la oportunidad que tienen de vehiculizar discursos de derecha (a veces reaccionarios, como veremos). Cuando se trata de “giros” pero no de un discurso puntual, sino en torno a cuáles son las políticas del estado, hay que tratar de analizar qué transformaciones hubo. Caso contrario, (cosa que hoy ocurre, a propósito de los tarifazos o los techos salariales) se corre el riesgo de hablar muy livianamente de “giro”, sin precisar con respecto a qué (¿al pasado de “izquierda”?). Algo de eso hay (es la historia del presente), pero requiere una mayor discusión. En temas específicos sí pudo haber “giros” en el pasado, que se pueden identificar si se analiza qué era lo preexistente. Así, por ejemplo, en política de derechos humanos sobre el pasado, en 2007-2008 hay giro del discurso de la ambigüedad a una política que llevará a una nueva teoría de los dos demonios (los hitos de tal giro son el cajoneo del llamado a indagatoria a M.E. Martínez de Perón en una causa sobre la Triple A y la asunción de Kirchner –casualmente…– como titular del PJ). 18 Pequeño ejercicio de memoria: “Pero la verdad que no todos son momentos maravillosos, ayer vivimos un momento triste y amargo, porque es muy triste y muy amargo la perdida, de una vida en un episodio de violencia. Yo sentí mucha amargura, mezcla de rabia también. [aquí termina su “amargura” por un asesinato (lo bueno si es breve…)] Y también debo decirlo, porque no sería sincera si no lo digo; lo veo aquí al ministro de Educación, he visto escritas tantas cosas, en estos días, entre ayer y hoy, imágenes también que podrían haberse evitado. Pero bueno, lo miro aquí al ministro de Educación y la semana pasada –el miércoles 14 de octubre, para ser más exacta [se refiere al miércoles 13]– también tuve un momento muy amargo y muy triste [vale decir, equivalente], cuando vi a jóvenes estudiantes ingresar violentamente y romper el Ministerio de Educación [¿cuándo se reconstruirá…?], vi también a la Policía prácticamente agredida y desbordada y todo lo que pasó adentro [?!]. El ministro estaba muy preocupado, me vino a ver, porque dice que nunca había visto un grado de violencia semejante con los propios empleados del Ministerio de Educación [?] y destruir esa centenaria puerta del Palacio Pizzurno, por supuesto una puerta no es una vida, ni hablar. Y porque una puerta no es una vida es que seguimos reafirmando nuestra política de no reprimir, aún en los momentos más difíciles, los conflictos sociales. ”Por eso quiero decir la amargura que uno siente cuando pasan estás cosas, que son producto de la violencia y de no poder sentarse a discutir y debatir las cosas [lástima que Luna, Pedraza, Díaz, Favale y la PFA no se quisieron sentar…] como corresponde en una sociedad democrática. Y que debemos condenar todos, absolutamente y enérgicamente todos, pero también tener coherencia y no actuar con grados esquizofrénicos. Porque la semana pasada, el ministro tuvo que salir a explicar con video que la Policía no había reprimido, cuando en realidad todos vimos que no había reprimido, sino que al contrario había sido agredida y ayer se reclamaba porque la Policía no había defendido por allí al mismo grupo político [puntada inicial de la enorme campaña macartista 2010-11] que había ingresado en el Ministerio.” («Palabras de la Presidenta en el acto de firma del convenio quinquenal entre el sector de la Construcción y el Ministerio de Trabajo», 21/10/10, ortografía y puntuación es responsabilidad de la desgrabación oficial). Es algo menor que se trate de un discurso mentiroso: cuando dice la verdad (incluyendo, supongamos, su “amargura”) refleja su carácter reaccionario, parte de la versión peronista de la teoría de los dos demonios (este resurgimiento de los dos demonios se analiza en «La memoria histórica, víctima del 24 de marzo», mayo de 2011). Aunque parezca muy cuidada en contraste con las palabras presidenciales, unas de las primeras declaraciones oficialistas en el sentido de los demonios de las violencias fue de parte del ultrakirchnerista decanato de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA: “…la Facultad de Ciencias Sociales manifiesta su más enérgico repudio ante la violencia, viniera de donde viniere, y acompaña en el dolor a sus familiares y amigos.” «Asueto por duelo y repudio a la violencia», 20/10/10, . (Valdrá recordarlo cuando analicemos lo que habremos de llamar “subida de línea”). 4
discurso puede aplaudir tales palabras en Casa Rosada, pero tiene la obligación de decir (de agregar) palabras diferentes. Quizás este caso sea mal ejemplo, en tanto lo que predominó (en ambos lados del doble juego) fue el discurso reaccionario. 19 Un caso claro y reciente estuvo dado por el discurso doble a propósito de la megaminería a cielo abierto. El discurso oficial no tuvo problemas en encarar la defensa de la inversión extranjera como lo haría cualquier otro gobierno de derecha, aunque con el agregado del espectáculo del locuaz minero de Olavarría (el supuesto “progresismo” aquí se redujo al “algún día habrá que discutir…” de la boca presidencial) y repitiendo estupideces tales como “qué quieren, que nos quedemos sin cables de cobre”. Otros intelectuales y periodistas, a falta de mejores ideas no hicieron más que repetir el discurso conservador (Artemio López fue fundamentalista en este sentido20). Cuando actuaron el segundo discurso sólo les quedaba el latiguillo de hacer del presente una cuestión que meramente es algo del pasado. La diferencia con el caso ferroviario está en que expresaron su línea meramente como consigna abstracta. No desmintieron el derechismo del discurso oficial, sino que lo avalaron por vía del desdoblamiento (aparentemente esquizofrénico, pero racionalmente encubridor). Aquí también el segundo discurso permite (es cómplice) la crudeza del primero . Por ejemplo, la aprendiz Mariana Moyano en 678: “En estos días estamos discutiendo [?] tres cosas que tienen que ver con un andamiaje jurídico que el estado no tiene, o sea, en el tema de los trenes está este tipo de concesiones y demás que, supongo yo, se revisarán, no lo sé, […], después tenés el tema de la minería […]. En el caso de YPF lo mismo. Pero no es una casualidad que en el tema minería, petróleo y trenes… eso se desguazó a propósito.” 21 Si se avala a la presidenta y al discurso oficial (no hay contaminación, hay un solo tipo de minería y es la que permite cables, la extorsión del “desarrollo”) no se entiende por qué habría que perder el tiempo enunciando el segundo discurso. Pero ese segundo discurso lleva a la práctica un borrado retrospectivo del pasado (del que hablaremos) y así se hace una historia que no sólo pretende quitar la atención sobre el presente (y las responsabilidades de los últimos 9 años), sino que se hace historia de un pasado borrado . De una voluntad maléfica antes reinante que es pasado sin historia. Es aquí que el segundo discurso, el exaltado, el supuestamente “radical”, progresista y “politizador” es (saliendo de su superficie) tan conservador como el primer discurso (el llanamente conservador). Aún cuando se levanten consignas y explicaciones “históricas” que puedan ser diferentes en cada coyuntura, sus modos de entender el presente (política sin pasado) y el pasado (pasado sin historia), abrevan ambos en concepciones conservadoras . Al contrario de quienes hablan del “doble discurso”, la hipocresía mayor no está en el discurso oficial (que es bastante llano, explicitando sus políticas pro-inversión y pro-seriedad), sino en quienes enseñan historia, borrando la historia . Efectivamente, “se desguazó a propósito”. La enorme hipocresía de este discurso totalmente mentiroso se resume en el paso siguiente de su argumentación. Efectivamente, una enorme verdad: “se desguazó a propósito”, pero la verdad incluye a quienes cometieron tal desguace. Entonces el paso siguiente es el más mentiroso, porque es el que nunca se da. En este tema, en minería y petróleo, ¿quién habrá sido el gobernador que con más entusiasmo saludó la privatización de YPF y que más presionó por la reforma constitucional para provincializar los recursos mineros? ¿de qué partido era…? ¿La UCR? ¿El PRO…? En estos casos se demuestra que detenerse un paso antes de la verdad puede a veces ser más mentiroso que divagar desde el comienzo por caminos totalmente errados.
¡Es la ideología, estúpido! Frente a la idea de los “discursos plurales”, hay que volver a poner el acento sobre la ideología. No hay múltiples sintagmas posibles de enunciadores diversos que representarían posiciones políticas heterogéneas según la idea de que el kirchnerismo es una “fuerza que se compone de muchas fuerzas” (al decir de Sandra Russo). Y si tal ideología (conservadora, más allá de la retórica que pretenda utilizar) funciona es porque tiene vida antes (en un sentido lógico y no cronológico) de la “bajada de línea” como “bajada del sintagma” y antes del intercambio comercial del eventual enunciador mercenario. Tiene vida porque puede generar respuestas “automáticas”, no necesariamente “dirigidas”; porque puede construir discursivamente (aunque fuera con un 19
La función de periodistas e intelectuales fue en ese caso constituir un discurso más mentiroso que el oficial, buscando las líneas de diferenciación entre Pedraza y Moyano. Ahí sí aparecían las verdades largamente veladas: la crítica (parcial, coyuntural y olvidadiza) de alguna parte del sindicalismo, muchas veces ciertas pero al precio de ser dichas en un marco más mentiroso que en el que se movía el discurso oficial. Ver «Complicidad policial y complicidad “intelectual», octubre de 2010 y «La memoria histórica…». 20 Por ejemplo, A. López, «Jorge Yoma: otra mirada sobre el Famatina», 3/2/12. 21 678, 26/2/12, segundo bloque, . 5
campo semántico muy restringido) una situación y unos adversarios con gran independencia de la situación concreta. Así, podemos entender alguno de tantos “indignados” blogs y comentarios periodísticos. Un ejemplo: ...siempre debatimos con franqueza sobre logros y falencias del proyecto nacional y popular en marcha. El concepto base sería el siguiente: los errores parciales, por graves que sean, no deben hacernos perder de vista los progresos ostensibles en el plano general económico, social y cultural. Y ese progreso general no debería forzar el ocultamiento de los temas irresueltos ni de las fallas comprobables. [...] Estos días han sido fértiles para el pensamiento antipolítico que puede sintetizarse así: «qué me vienen con datos y crecimiento, acá hubo muertos y la culpable es Cristina». Ese tipo de razonamiento es, habitualmente, sugerido por personas y sectores que en los 90 apoyaron las privatizaciones, que suelen desdeñar el parecer de los sindicatos y que en lugar de ofrecer soluciones exigen gritos, llantos y denuncias ampulosas.
Para concluir que: Los medios de comunicación desplegaron toda una batería de inexactitudes y mentiras para convencer a la población de las virtudes de ese modelo. Sin que mediaran autocríticas que dieran cuenta de errores particulares y colectivos que desembocaron en el quiebre nacional del 2001...22
Haya o no “bajada de sintagma”, hay respuestas automáticas, prereflexivas, ahistóricas; es lo que hace la ideología con el ideólogo, en sentido aquí no del creador o difusor de ideología, sino en el sentido más amplio de receptor de ideología ya hecha y apta para consumo humano. Hay que ver también aquí que al cinismo se puede llegar no sólo de forma deliberada (Cristina de Kirchner es especialista en el tema), sino por vía de la ingenuidad y de la incapacidad (ideológicamente determinada) de ver la historia. La cierta complicidad de la mayoría de los medios de comunicación con el comienzo de la etapa menemista recuerda que el (supuesto) enemigo mediático tantas veces mentado no es adversario de la lucha estratégica en términos económicos o en términos de “pluralidad de voces”, sino que es el que mejor viene funcionando en términos políticos y, sobre todo, ideológicos, el que mejor viene funcionando para respuestas automáticas, prereflexivas, ahistóricas . Cuando la ideología es tan ciega no se le puede pedir siquiera que esquive en el discurso debilidades retóricas, y es entonces que se puede argumentar sobre la “ausencia de autocrítica” para los medios, pero no respecto de quienes gobernaron el estado. La ideología lo dice: el kirchnerismo es política sin pasado y el ideólogo (en el sentido antes marcado) repite: en los noventa hubo empresas mediáticas antes que gobernantes (siquiera osa mencionar una vez al compañero Menem); en los noventa los Kirchner, los Fernández, los Kunkel, los Parrili, los Filmus y un enorme etcétera no existieron (¿habrían estado exiliados? ¿en Cuba?). Y ya que hablamos de debilidades retóricas, ¿no hay que recordar (aunque sea un “elogio” que no se merecen) que muchos medios de comunicación (Clarín en particular) tienen más pergaminos como antimenemistas en los últimos años de tal década que la mayoría del elenco oficial? Insistamos: hay que remarcar que cuando la ideología funciona, no es necesaria la “bajada de sintagma” para el enunciador. Aún cuando estemos frente al gobierno más mediático de la historia argentina, está demostrado que el kirchnerismo es capaz generar espectáculo político prescindiendo del medio de comunicación más potente que tiene cada país, es decir, prescindiendo del aparato de estado, entendiéndolo aquí
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Gabriel Fernández, “Las responsabilidades de TBA y el Estado, y la hipocresía de los privatistas”, en . 6
sin incluir a los que son “medios de comunicación” (“públicos”) reconocidos. 23 En otras palabras, hay que desandar la interpretación lineal de que el periodista oficialista espera para saber qué decir la decisión la cúpula del estado (interpretación que refuerza también la idea de la, digamos, “mercenariedad” 24). La masacre de Once mostró justamente la vida del discurso oficialista (aunque sea para decir cualquier cosa) en el marco del total silencio oficial .25 Es más, cabe plantear (y lo haremos a continuación) una dirección en el otro sentido, digamos una “subida de línea”. 26 El “doble juego” del que hablamos al principio hace que (de forma duradera) la cúpula del estado sea parcialmente silenciosa en cuanto a la producción de ideología. Mejor dicho, el “discurso doble” requiere tercerizar parte del discurso de justificación del gobierno, requiere tercerizar parte de la responsabilidad del propio juego. Así, no es extraño que haya menos funcionarios-intelectuales que oficien de ideólogos (ahora en sentido restringido) que al principio del kirchnerismo, y que predominen los “gestores” (aún cuando sean ideólogos solamente a puertas cerradas, como, posiblemente, Abal Medina). Al principio y sirviendo a la idea de “transversalidad”, el kirchnerismo abrió lugar a intelectuales-funcionarios que intentaron (con mayor o menor talento) ser ideólogos de su propio gobierno (estaban en ese rol Torcuato Di Tella –desde el principio– y José Nun –luego de terminar su contrato de asesor principal de Elisa Carrió). Hoy predominan los funcionarios-gestores (es la imagen que (se) quiere dar (de) Abal, diferenciándose del “todo terreno” Aníbal Fernández que quería jugar de ambos lados del discurso doble 27) y el discurso de gestión o el silencio. División del trabajo que refuerza el discurso doble haciendo más “sincero” el discurso oficial y más necesario y exaltado el discurso oficioso . En líneas generales hay que decir que el funcionario del ejecutivo nacional actúa el discurso oficial, en tanto legisladores y miembros de otros ejecutivos (provinciales y municipales) pueden tener más libertad para jugar a ambos juegos. 28 Cuando el funcionario del gobierno nacional se corre de la política concreta de “capitalismo serio”, “no asustar al inversor”, “ser inteligente”, etc. para querer “actuar” el discurso oficioso, el funcionario se viste de periodista o de “intelectual”. Aquí creo que se ve la diferencia entre Nun como funcionario-intelectual y Coscia como funcionario que actúa de intelectual y que parece que prefiere ser panelista de Duro de domar antes que funcionario (por otra parte, están los que aún no encontraron su lugar como Timmerman). 23
Así, por ejemplo, es muestra del error de la “bajada de sintagma” que criticamos decir: “La semana pasada, la Presidenta habló de cuervos que usan la muerte. Y gran parte del aparato reaccionó como era de esperar: carroñeros, usan la muerte, acusaron.” Ernesto Tenembaum, «La fuerza de ellos», Veintitrés, 7/3/12. 24 La idea de manipulación mediática (triunfante bajo perversa lógica de que parece libre de pecados quien t ira la primera piedra) contó con una reapropiación y reorientación (más recientemente) de la idea de “bajada de sintagma”. Quien “tiró la primera piedra” toma un argumento débil de quienes lo hicieron en segundo lugar. Así, repiten una y otra vez que el que “baja guión” es Magnetto. Argumento débil de un lado y del otro, aunque con valores distintos: prima pues no el mejor argumento (son iguales), sino quién tiene más poder. 25 Y, hay que volver a decirlo, no plantea entonces ninguna “fisura” o “brecha” dentro de la “pluralidad” (ver nota 1). 26 Para un caso con ciertas analogías (con posterioridad al asesinato de Mariano Ferreyra), ver: «Complicidad policial y complicidad “intelectual», octubre de 2010. 27 Yerra Beatriz Sarlo (en una nota bastante razonable), cuando asimila el discurso de Cristina de Kirchner con el discurso de Aníbal Fernández (“…reproducía en carbónico los humores presidenciales…”). «La “filosofía del lenguaje” K », La Nación, 16/3/12. 28 Se podría decir que su “modelo” fue Aníbal Fernández (quizás ya no), mientras que en el gobierno nacional y la mayoría de los gobernadores quieren reforzar aún más el discurso oficial. Si bien éste es profundamente conservador (y consecuente), dividir entre un sector de izquierda y un sector de derecha dentro del oficialismo no sería más que esquivar la cuestión. Como bien mostró la “interna” del peronismo bonaerense, Ischii no tiene pergaminos más “de izquierda” que Scioli: lo que hizo (y buscó, fracasadamente) es incorporar más discurso oficioso al discurso oficial del ejecutivo bonaerense. En términos ideológicos estaba acertado y a tono con el momento, en términos políticos estaba totalmente fuera de tiempo y lugar. Hay que repetirlo: si no fuera por el doble juego, si el kirchnerismo fuera sólo discurso oficial, el mejor kirchnerista, el único consecuente (aunque más “kirchnerista que Kirchner”), el que lleva más cabalmente el “optimismo” de “el proyecto” real a su discurso es Daniel Scioli. El otro gran kirchnerista auténtico (pero sincero) es (en especial, a la hora de hablar de política económica) Alberto Fernández, una vez alejado del gobierno. No es casual que sean personajes tan atacados, intentando mostrar cuán diferentes son de los enunciadores del segundo discurso, aún cuando los criticados sean mejores (y más cercanos) ideológica y discursivamente en cuanto al k irchnerismo de las políticas del estado. Y, no contradictoriamente, puesto que en eso el discurso doble es un “juego”, ser mejores y más consecuentemente kirchneristas los hace parecer peores, kirchneristas truncos. (Hay que decir que Cobos tampoco estaba tan lejos y, por eso fue –no sólo designado vicepresidente– denostado de forma típicamente individualizadora –“el gran traidor”– y muy poco ideológica.) 7
Tal panorama al interior de la cúpula del estado otorga un mayor protagonismo a los ideólogos (en sentido restringido) de “afuera”. Poco importa el carácter público o privado de su financiamiento, lo que interesa ver es que el ideólogo externo es un rasgo consecuente del “doble juego”. Así, Nun y Di Tella (este último con su eterna e ingenuísima idea de reordenar el régimen de partidos entre un gran frente de “centroizquierda” y un gran frente de “centroderecha”), dejan paso a un mayor protagonismo a otros sectores. Por un lado, el lado más “progre” conformado principalmente por periodistas (Página/12 y grupo Gvirtz, sobre todo) y blogueros (que pueden escribir con más entusiasmo que en 2003-2007). Por otro, un mayor protagonismo de intelectuales de estirpe más peronista como el reciclado intelectual duhaldista Alejandro Dolina, el amnésico historiador Norberto Galasso y (un ideólogo crucial en términos de explicitar estrategias “antiprogres”) Artemio López. No es casual (aunque habría que rastrear todo el recorrido) el cada vez mayor tartamudismo de quienes simbolizaron la irrupción de la “intelectualidad K” en forma “progre”, es decir de Carta Abierta, de quienes no tienen nada distintivo para ofrecer, salvo el silencio. 29 Si no fuera por ese segundo discurso del discurso doble, el discurso de gestión del kirchnerismo haría parecer por comparación a Hermes Binner un marxista exaltado. Tal especulación puede parecer exagerada, pero entiendo que vale una vez que se considera la fuerza que tiene la ideología kirchnerista operando por vía del discurso doble, con la fuerza suficiente como para que el propio “exaltado” Binner (aquí sí es irónico) crea objetivo el escenario en que es pasivamente situado (como de derecha) frente a un discurso oficial (kirchnerista) que es tan moderado (pero real) que siquiera es percibido por la mayoría de los kirchneristas, es más, siquiera es percibido por la mayoría de quienes lo enuncian.
El silencio y el modelo profundizado (¡Dromi vuelve!) El camino de la revisión y baja de subsidios es el correcto y constituye una iniciativa más que permite sostener el crecimiento que se viene registrando en la Argentina en estos últimos años.
Sebastián Eskenazi, 2011 30
Mario Wainfeld tenía razón cuando escribía en Página/12: “Es sabido, y fue denunciado desde el vamos por este diario, que la génesis del problema es la nefasta política privatizadora del menemismo. Pero ese pecado original no dispensa a los gobiernos ulteriores, en especial a los de signo contrario, de tratar de revertir el desastre.” 31 Claro; el problema es que primero tienen que existir los gobiernos de signo contrario. La política menemista de ferrocarriles se basó en el postulado de solventar con subvenciones parte de las ganancias extraordinarias que tendrían los concesionarios. Así, del déficit operativo que tenía Ferrocarriles Argentinos de un millón de dólares por día (como 29
La verdad es que el silencio les sienta bien. Hemos hablado bastante de otros enunciadores mucho más capaces de jugar al doble juego (en especial, periodistas), incluso haciendo “subida de línea”. Al contrario, Carta Abierta hace meses que quedó totalmente fuera de lugar. Así tenemos intervenciones patéticas como las del peor escritor argentino hablando sobre sus experiencias en la peluquería (H. González, «Lucas», Página/12, 26/2/12). O usan la acostumbrada grandilocuencia aprendida a la hora de no decir nada, ahora aplicada al elogio burdo que los deja con menor sentido crítico que el más torpe de los blogueros oficialistas: “…el discurso de Cristina Fernández, un discurso capaz de entrelazar los datos duros de la macro o la microeconomía [?!] con la descripción histórica, el giro irónico que desnuda ciertas actitudes de algunos políticos opositores junto con una aguda reflexión sobre la compleja trama del escenario mundial y de los desafíos con los que se enfrenta el país. Un discurso que recupera el aliento de una narración interpeladora que sabe reconocer que siempre hay un otro al que es indispensable respetar en su inteligencia.” (R. Forster, «La simplificación mediática y el discurso presidencial») ¿Es éste el sentido crítico que saludaba Borón? 30 «Los empresarios apoyaron la medida», La Nación, 3/11/11. 31 Wainfeld, «La agenda en cuestión», Página/12, 24/2/12. 8
decía la vieja consigna) se elimina como tal pero para pasar con mismo monto al pozo negro de las subvenciones a las empresas. Mientras duró la convertibilidad, y por milagros de la eficiencia de la llamada “economía social de mercado”, mutilando el 70% de la red ferroviaria y dejando más de 80.000 despedidos, se pasó a gastar un millón de pesos-dólares por día. Mismo monto con servicios incomparablemente más reducidos y a mayor precio al consumidor. Pero eso sí, ya no era la empresa pública la que perdía. Luego vino la “profundización del modelo”. Así, si en la convertibilidad se gastaba un millón de pesos por día, en 2011 tal gasto se creció (según la estimación) entre 14 y 18 veces. Efectivamente hay aquí un problema a identificar, algo que sólo puede hacerse averiguando qué pasó con esos fondos y no, como pretendió el oficialismo antes del 22 de febrero, con un borrón y cuenta nueva que traspase los costos a los usuarios. El “modelo” menemista de transporte representaba servicios deficientes y caros, con ganancias enormes y alguna que otra “modernización periférica” (algunas de ellas nos dolieron mucho después, como el pago con monedas). Una de las contracaras de los jugosos negociados fue la desconsideración del peso del transporte (de pasajeros y de cargas) en la competitividad de la economía y en la distribución del ingreso. Por un lado, el atraso cambiario de los noventa pareció que no podía tener su propia “sintonía fina” por el lado de bajar este tipo de costos (aunque Machinea así lo pensó en un momento) y, por lo tanto, la competitividad quedaba como tema de la economía en general. Por otro lado, siquiera se discutía el impacto distributivo del transporte. Con posterioridad a la devaluación, la competitividad tampoco fue un tema (gracias a la brutalidad de la depreciación cambiaria). Se consolidó el reinado del camión en el transporte de cargas (para alegría del compañero Moyano) y la tarifa del transporte público de pasajeros fue pensada (con más o menos énfasis “distributivo”) en términos de “retraso tarifario” por parte del conglomerado gobierno-“oposición”. Aquí están algunas de las bases de la profundización del modelo de transporte del menemismo. La subvención debía compensar los nuevos costos sin detenerse a evaluar cuán elevados eran antes de la devaluación. Pero para pensar el precio hay otras variables además del aumento de los costos y el momento que se elija como referencia. No obstante lo cual, no parece ser muy diferente la visión de TBA de la de otros kirchneristas. Según su planteo, los subsidios comienzan por la disminución de la demanda (“Como consecuencia de la crisis socioeconómica producida en el país en el año 2001, la demanda de pasajeros disminuyó en más de un 25 por ciento respecto de años anteriores, afectando significativamente los ingresos básicos que cubren los costos operativos...” 32) para pasar a una explicación sobre los costos, en donde se informan aumentos en torno al 1000%. Si bien agregando esta variable miente menos por omisión que el gobierno (que utiliza la variable demanda sólo para justificar la masacre), ambos parecen coincidir en que el aumento de la demanda a un ritmo siempre superior al de la oferta (produciendo la obvia saturación del transporte, visible todos los días y corroborada por informes oficiales), no habría tenido ningún impacto económico positivo para los concesionarios. 33 Siguiendo los dichos de la empresa, en torno al 2001, la demanda habría caído en torno al 25%, pero parece que nunca se hubiera recuperado (no habría habido ni aumento del empleo ni crecimiento poblacional). Entonces, antes de cualquier auditoría, pericia o estudio económico, hay que ver que el camino que sigue el gobierno en la relación tarifas-subvenciones contiene desde el vamos dos robos a la población. Plantean el (falso) descongelamiento tarifario a partir de un piso alto (2001) y sin que el aumento de la demanda (post-2002) entre en consideración (disminución relativa de los costos al tiempo que se perdieron asientos por pasajero). Este doble robo es uno de los pilares del modelo menemista profundizado. El otro pilar es menos directamente económico (aunque no para los interesados); es el constituido por la convalidación de la pérdida de calidad, de la falta de controles, de las violaciones a los contratos de concesión, de la eliminación de la obligación de invertir en infraestructura fija junto con el apadrinamiento de nuevos mecanismos (ahora en clave “industrialista”) de robo en cuanto a las inversiones en material rodante. De un lado y del otro se trató de una “profundización” menemista que sólo podía tener las consecuencias previsibles: accidentes y muerte, caída progresiva de la calidad del servicio y la tendencia al aumento de los costos para la población (sea por vía de subvenciones o por vía de tarifa). ¿Qué cambió la masacre de Once? La expectativa kirchnerista parece ser la de detener la profundización del modelo. Desde antes del 22 de 32
Según el procesamiento de datos del CIPPEC en base a la Secretaría de Transporte de la nación, en el Gran Buenos Aires entre el 2001 y el 2010 la cantidad de asientos habría disminuido en más del 10% y el promedio de pasajeros por vehículo habría aumentado alrededor del 35%. Lucio Castro y Paula Szenkman, «El ABC de los subsidios al transporte», Documento de Políticas Públicas/Análisis Nº 102, CIPPEC, Buenos Aires, enero de 2012. 33
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febrero sabían que seguir tal profundización era demasiado caro y, entonces, se plantearon salir del modelo menemista-kirchnerista para acercarse al modelo menemista más puro. Esto implica que las subvenciones deberían existir, pero que el boleto debería ser el principal ingreso de los concesionarios –al comienzo del primer mandato de Cristina de Kirchner ya habían amagado en tal dirección. 34 Y, a partir de allí, podría haber nuevas inversiones, 35 aunque nadie podría esperar que fueran muy diferentes de las del “modelo” menemista original: más coches de descarte pintado, algún aumento de frecuencia, algún tren turístico en zonas urbanas ricas. La masacre detiene los anuncios de nuevo cuadro tarifario que se esperaban para esa misma semana y pone a pensar a los “cráneos” oficiales en cómo diferenciarse del menemismo en el otro pilar, en especial en aquello que hace a los contratos y controles. Por ahora siguen pensando... En cambio, en donde sí son creativos es en el terreno de la justificación. Mientras duró el silencio oficial, periodistas e intelectuales aportaron líneas susceptibles de ser “subidas”: 1) La montaña de subvenciones fue correcta, pero (a la vez) tiene que terminar. 2) ‘Primero hay que darte la vida para después matarte’. 3) ‘Soy tan eficaz que me mareo’. 4) Hay que dar una respuesta política. De todo eso, alguna parte apareció (línea ya subida) en boca presidencial. Uno de los primeros en salir a defender retrospectivamente los subsidios fue Wainfeld: La política del kirchnerismo, acertadamente, se esmeró en los primeros tiempos por mejorar el acceso de «la gente» al servicio. El crecimiento, la recuperación de puestos de trabajo, la reactivación aumentaron el número de pasajeros. Lo primero era que pudieran subirse al tren, gastando lo menos posible. La vasta trama de subsidios y el consiguiente esfuerzo fiscal se justifican porque forman parte del esquema de recuperación de la actividad y dinamización del mercado interno. Un mecanismo de salario indirecto que mejoró, de paso, el ingreso de bolsillo de todos los trabajadores que volvieron a tener conchabo.36
Aquí se nota que no sólo son progresistas truchos, sino además malos keynesianos. La justificación del “esfuerzo fiscal” para “dinamización del mercado interno” hace que tal “esfuerzo” se transforme en un agujero negro (Cirigliano agradece el gesto), olvidando lo que le vuelve al estado en forma de (en este nivel que ellos plantean) IVA y otros impuestos. Otro argumento que resuena es el del empresario paternalista: “damos trabajo”. Esto se agrega a la perspectiva temporal a la que abonan, conocida como las “materias pendientes”. Como decía el viejo spot publicitario menemista “ Él puede no haber hecho todo…” Si bien tal concepción es falsa en torno a la relación entre tiempo y política, hay casos en los que su utilización por parte del kirchnerismo se transforma en una burla manifiesta. Así, si el kirchnerismo ostenta el récord de asesinatos por gatillo fácil, el problema es que todavía 34
Se suele olvidar que, para tomar algunas referencias sólo de Capital Federal, el boleto más usado de colectivo tuvo un aumento del 50% (desdoblado en dos veranos consecutivos) y el del subte un 57%. Para lo que sirvió este adelanto de “sintonía fina” además de para disminuir nuestros ingresos y hacernos perder más tiempo buscando más monedas, fue para mostrar que el esquema tarifario no resuelve la estafa que constituye el sistema de transporte. A falta de empresas públicas, los concesionarios la amasan por un lado y por el otro. Existe un paralelismo interesante (ya que Cristina de Kirchner remitió al caso educativo). Algunos dicen que la educación privada subsidiada es más barata que la pública, en tanto el “consumidor” solventa directamente parte de su costo. Pero en determinados momentos históricos (como el actual), pasa algo singular: los subsidios al sector privado crecen más rápido que cualquier variable del sistema público (por ejemplo, el salario). Milagros de la gestión privada. Por otro lado, y en estrecha relación, se encuentra el extraño modo con que el oficialismo tocó la explicación salarial del aumento de los subsidios (que es bastante explícita en la página de TBA, según sus intereses). La consigna pareció ser difundir datos salariales no para situarnos como explicación, sino como sugerencia tácita a través de datos desconectados (lo hizo Abal Medina en 678 y lo hizo la presidenta en su discurso ante la Asamblea Legislativa –aunque mutilando aquí un poco los porcentajes). Lo que no se entiende es: si no son explicativos, ¿para qué los presentan? Lo que sí es posible ver (desde la izquierda) es, no el lugar del salario (y los trabajadores), sino el lugar del estado. Éste puede pagar salarios más altos cuando el empleador es un privado, pero al mismo tiempo ataca a docentes y trabajadores estatales que se movilizan por reivindicaciones salariales menores. En un caso, estado bobo que premia al vandorismo quieto que firma con privados. En el otro caso, ¿estado amarrete y autoritario frente al sindicalismo variado de la órbita estatal? 35 “Lo que debe ponerse en tela de juicio es la funcionalidad del actual esquema [de subvenciones] para cubrir las necesidades y demandas crecientes de los pasajeros. Cuando el laburo se estabiliza, cuando la dignidad se recupera [¿en el Sarmiento?], cuando el tiempo disponible recobra valor, aumentan las lícitas exigencias respecto de la calidad del servicio.” M. Wainfeld, «La agenda en cuestión», Página/12, 24/2/12. 36 Idem. 10
faltó restar “autonomía” a las policías. Y mientras tanto seguirán batiendo récords y reincursionando en prácticas como la desaparición forzada de personas. Con los ferrocarriles pasa algo parecido. Todavía no se los pudo mejorar… pero sí se pudo impunemente empeorarlos. Eso sí, se pide agradecimientos y aplausos por tal empeoramiento. No es raro que la lógica de éstas y otras áreas de la política del estado sea la del castigo con sus “poblaciones objeto”. Como en el castigo a Prometeo a quién un águila debía comer el hígado y dejar que se regenerara para poder continuar eternamente el castigo. Si la mitología griega hubiese tenido su kirchnerista, sería alguien que se pare junto a Prometeo encadenado para pedir agradecimiento tanto por las cadenas como por la “reactivación” del hígado de la cual se autoatribuiría exclusiva autoría. Abrir todos los frentes al mismo tiempo no podía caber en la cabeza de ningún cuerdo. Y uno de esos frentes que en lugar de abrirse se emparchó fue el del régimen de transporte. A medida que el país se recuperaba, se acentuó la garantía de viajar barato. Si volvía el trabajo, que pudieran llegar todos a sus lugares y a como diera lugar. No hay de qué arrepentirse porque los subsidios, o lo que se conoce como ingreso salarial indirecto, sirvieron al propósito de reactivar la economía. También es objetivo que ese mecanismo fue en desmedro de las reinversiones necesarias para acompañar la recuperación; pero, si se lo ve con aquel parámetro del manejo de los tiempos atento a la correlación de fuerzas, era el huevo o la gallina. No sólo respecto del transporte, sino del grueso de las prestaciones.37
Vuelve a aparecer el argumento del agujero negro (“…en desmedro de las inversiones necesarias…”), pero colocado aquí en la vertiginosidad de la “política pública” que haría reír a cualquier funcionario realmente existente. A la cuestión de “gestión” (que retomaremos a propósito de Abal Medina), se agrega una explicación aparentemente más materialista en términos de relaciones de fuerzas. Pero a la hora de analizar volantazos como sus votos legislativos en el juicio a la ‘mayoría automática’ y en la vieja demanda de la izquierda de anulación de las leyes de impunidad, ¿no eran ellos los que decían que había que pegar tales volantazos para reconstruir la “legitimidad de origen” que les había birlado Menem ausentándose de la segunda vuelta del 2003? ¿Quién es el “cuerdo” capaz de decretar la cantidad de volantazos factibles a pesar de ser contradictorios con su trayectoria? Una teoría poco adecuada. En 2003, el gobierno se situó a la izquierda de la sociedad. Una Corte de Justicia en serio, junto con el restablecimiento de la punición legal para los crímenes de lesa humanidad, reconstruyeron el Estado de Derecho.38
Horowicz nos recuerda aquí que con “materia prima” superficial no se pueden hacer análisis profundos, independientemente de si la retórica es llana o pretenciosa. Muestra también que al borrar el 2001 (e incluso el 2002) de su memoria histórica, se pueden hacer elucubraciones totalmente ficticias sobre quién está a la izquierda de quién. El mejor ejemplo es justamente uno de los que refiere, el del juicio a la Corte. Cuando esa demanda que estaba en las calles en el 2002 es tomada por otro “compañero”, no era justamente a causa de que ese compañero Duhalde estuviera “a la izquierda de la sociedad”. A su política económica (que incluía metáforas sobre el arrodillamiento ante los acreedores) tuvo que descomprimir con gestos políticos por algún lado. Así, habilitó el juicio político y el ya olvidado registro de políticos que renunciaban a nuevos cargos. Cuando el ciclo económico fue recomponiéndose dejó caer el juicio político (así el PJ votó una cosa en la cámara acusadora y otra en la juzgadora). Kirchner no asume cambiando las prioridades de Duhalde, sino haciendo una nueva evaluación de la situación. Entonces, se da cuenta de que a la recomposición de la hegemonía burguesa todavía le falta un trecho (tenía razón), en especial por el lado de los gestos políticos. Y como todavía estaba fresca la memoria del 2001, necesita ir en contra de su plataforma y llevar a cabo “medidas” como las mencionadas. Y el resultado fue efectivo; una vez hecho tal aporte a la recomposición de la hegemonía no volvería a haber (por lo menos hasta el 2008) ninguna “medida” análoga y podía centrar sus energías en restaurar el deslegitimado partido del orden, poniéndose a la cabeza de tal aparato, con sus redes mafiosas y con sus redes de empresarios serios de la “burguesía nacional”. La pregunta a hacer no era si Kirchner estaba a la izquierda de la sociedad sino si Kirchner estaba a la izquierda de Cirigliano. Como último tema planteaban la diferencia entre los tiempos políticos y los judiciales y, por tanto, la necesidad de dar una respuesta política. Aquí ya no podían realizar lo que llamamos “subida de línea”, pero sí anticiparon lo que vendría. Y lo que vino fue subir la apuesta kirchnerista a través de los actos oficiales del 27 de febrero y, sobre todo, del 1 o de marzo: más convalidación del esquema menemista junto con más discurso oficial (y conservador 39) en tono exacerbadamente épico. De la indignación de los enunciadores del segundo discurso 37
E. Aliverti, « No sólo el tren», Página/12, 27/2/12. Alejandro Horowicz, «La lógica del accidente ferroviario», Tiempo argentino, 27/2/12. 39 “Alstom, empresa francesa, que además es cierto, es muy buena empresa en materia ferroviaria…”. Así como no tienen pruritos en quedar pegados a los Blaquier o hacer actos en la fábrica de Mercedes Benz donde hubo un campo de 38
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se pasó a los aplausos con entusiasmo, aún cuando tales aplausos fueran nítidamente contradictorios con las “respuestas políticas” en torno a los ferrocarriles que aquellos planteaban como urgentes. 40
Los profetas de la impotencia (Las ‘múltiples’ voces del silencio) Cuando asumió De la Rúa era sabido (especialmente para el elenco oficial) el historial de incumplimientos contractuales de las empresas surgidas de las privatizaciones. Se trataba, además, de un ámbito propicio para hacer política económica (la razón jurídica jugaba claramente –podía jugar– en contra de status quo en ese ámbito restringido) incluso para un gobierno con poca (nula) vocación por mover el avispero. A la facilidad que daban los notorios incumplimientos contractuales, se sumaba la ventaja política de la identificación de tales empresas con el menemismo. Estaba también instalada (a su nivel) la prédica por la revisión de las privatizaciones por parte tanto de la izquierda como por parte de la (en un comienzo oficialista) CTA. El gobierno tuvo en consideración dos opciones alternativas: el impuesto extraordinario y la renegociación tarifaria. Poco antes, el ultraconservador gobierno de Tony Blair había ensayado un impuesto extraordinario a los fines de recaudar sobre la base de las siderales ganancias de las empresas de servicios públicos privatizados y algunos aliancistas se entusiasmaban con tal idea. Por otro lado (antes de que sólo quedara la no-salida deflacionista generalizada), el “gran estratega” José Luis Machinea, en la conciencia del impacto de la apreciación cambiaria sobre la competitividad y el sector externo todo, intentó el camino pantanoso de una negociación política con las empresas de servicios que derivara en una rebaja de tarifas (aunque salió al revés). Como se demostraría una y otra vez luego de la retirada de Menem, la solución fue menemista: convalidar las privatizaciones, sus contratos y cada uno de los incumplimientos (y, a veces, premiar con prórrogas de concesiones). Durante los períodos de Remes y de Lavagna (Duhalde-Kirchner), la salida fue nuevamente menemista: convalidar los contratos y la impunidad a pasado y futuro de las empresas, obteniendo un supuesto “atraso” tarifario que se compensará con subvenciones siderales, con la ausencia total de inversiones y –luego– con la trampa (“redistributiva”) del supuesto “congelamiento” tarifario directo en que los hogares pagan más caro la energía pero a través de los precios finales de los productos industriales. Si bien Machinea eligió la peor de las alternativas del momento (y la que tenía más probabilidades de fracasar), tenía al menos noticia de los incumplimientos contractuales y sabía que algo había que hacer con las privatizadas. El kirchnerismo, como política sin historia, parte de cero. Debe enterarse de los incumplimientos de las privatizadas (en el caso de TBA, luego de 51 muertos y cientos de informes, todavía no se dio por enterado). Si no fuera por los flagrantes casos que le estallaron (contra su voluntad) en la cara (Correos –sin pedir nunca al amigo Macri que pague lo que debe–, Aguas –en el marco de la debilidad internacional de una empresa a la que la movilización había echado de Bolivia– y Aerolíneas –resignándose a estatizar sin quererlo, tomando el proyecto de la UCR y cajoneando su propuesta de segunda reprivatización), bien podría decirse que el kirchnerismo parte en este tema desde más atrás que De la Rúa .41 Cuando se sale del pan retórico de cada día, los autoproclamados “populistas” asumen fanáticamente el discurso oficial en su versión tecnocrática. Tanto “populismo” que sólo puede ofrecer mesura, “inteligencia”, reclamos de estudios técnicos. Al fin de cuentas, en el caso del ferrocarril harían lo que recomendaba Perón para que no pase nada: crear una comisión. Esto, con el agregado obsceno del discurso tecnocrático noventista. Uno de los que fijó posición más rápidamente, fue Roberto Navarro en el primer programa de 678 luego de la masacre 42: concentración, no tendrían porqué privarse de elogiar a una empresa con un numeroso historial de corruptora de gobiernos (casi un lujo, al lado de las mencionadas). Ver Diego Rojas, «El día que Cristina elogió a los corruptos», en Plaza de mayo.com, 12/3/12. 40 Hay que ver aquí no lo que el periodista o intelectual hace como analista, sino lo que dice aún cuando es perfectamente innecesario. En ese sentido lo que citamos de Forster o las palabras de Mocca en 678 diciendo que el del 1/3 era el “discurso más lindo”. ¿Se reconoce así el beneficio de lo hecho por la presidenta al dar su mejor clase magistral sobre cómo hacerse los boludos? 41 Aún en los discursos que parecen más indignados y piden la recisión no dejan de ser contemplativos respecto de los incumplimientos de TBA: “En lo atinente a la empresa de Grupo Cirigliano es factible una respuesta veloz. Si no honró los deberes del concesionario debe rescindirse, por su culpa, el contrato. La dimensión económica es, en este rubro, secundaria. Así fuera muy costoso, debe hacerse y el Estado tendrá que rebuscárselas para conseguir los fondos necesarios.” M. Wainfeld, «El dolor y los deberes», Página/12, 26/2/12. 42 Programa que siquiera cuidó las formas, pudiendo haber evitado comenzar (como siempre) con aplausos. 678, 23/2/12, primer bloque, . 12
…yo siempre quise que el ferrocarril sea estatal. Ahora, si vos me decís, si hoy este Estado tiene dinero para estatizar los ferrocarriles y para hacer la inversión que hay que hacer para darle seguridad a la gente, me parece que no. […] …estamos todos ansiosos, mal, angustiados, ahora el gobierno tiene la responsabilidad de tomar decisiones con la cabeza fría.
Pero entendámonos, el pedido de calma no se trata de una anomalía dentro del kirchnerismo. Lo hacen todo el tiempo (macartiando, atacando las luchas obreras, llamando a que no vale el desacuerdo y debe primar la “paz social”, declamando por “ser inteligentes” para no ahuyentar la inversión). En el tema ferroviario su discurso conservador se centró en desconocer los incumplimientos contractuales de TBA 43 dejándolos en el misterio de “la Justicia dirá” y, sobre todo, en dar motivos fiscales (los eternos y liberales “escasos recursos”) por los cuales el estado no se podría hacer cargo (de nada… –salvo está, claro, las subvenciones a las ganancias extraordinarias). Hasta aquí vimos cómo los enunciadores del “segundo discurso” debían (pese a ciertas críticas aparentemente indignadas) reponer, desde su perspectiva, el primer discurso, ausente ante la frugalidad de voces gubernamentales. Si hubo discurso oficial fue sólo sobre lo que ellos llaman “tragedia”, no sobre la política ferroviaria (todos los premios se lo llevó Schiavi, con aquello del feriado y de la costumbre de ir para adelante el tren; las otras voces fueron De Vido y Garré). Por eso periodistas e intelectuales debían asumir funciones estatales, reproducir el doble juego, hablando a la vez el primer y el segundo discurso. Ese silencio se rompió recién el domingo 26 con Abal Medina en 678. Allí, el jefe de gabinete junta dos argumentos: la impotencia legal y la impotencia fiscal. …una decisión de cualquier naturaleza, supongamos que uno toma la decisión de rescindir un contrato sin los elementos del caso, puede costarle enormes millones de pesos a los argentinos…44
Pero mientras duró el “cono de sombra” del silencio gubernamental, la “subida de línea” pudo hacer su aporte a partir del cual Abal Medina y Cristina de Kirchner debían reprocesar selectivamente. Según tal subida, había que pasar a reivindicar la política de subsidios que iba a modificar el día siguiente, mientras había que descalificar cualquier reivindicación sobre trenes públicos (o incluso sobre la rescisión de la concesión de la línea Sarmiento) por demasiado onerosa. Recapitulando. El enunciador de segundo discurso sube línea en el momento del silencio oficial (de aquí la comparación con lo sucedido horas después del asesinato de Mariano Ferreyra). Mientras dura tal momento es, a la vez, profundamente indignado y profundamente tímido . Se trata también del momento en que tienen más claramente el papel de ideólogos. Ante la aparición del discurso oficial, dejan de lado la parte de recomendaciones para volver a ser intérpretes de cómo cada paso conservador del gobierno debe develarse como acción de ruptura. Vuelve la normalidad, el momento en que, digamos, tienen más claramente un papel ideológico. Ahora, cada quien atiende su juego. Ya decíamos que Abal Medina en 678 (domingo 26 de febrero) es un hito en la reacción oficial a la masacre. Y lo fue precisamente aún cuando haya sido un hito perfectamente vacío. Un gran anuncio de la nada: Sandra Russo: …yo me imagino que […] cuando hable la presidenta sobre este tema [ja] dirá o anunciará esos cambios que me parece que este accidente puso de manifiesto que son necesarios. Abal Medina: …nunca utilizamos lo urgente para cambiar una política. Creo que siempre fuimos bastante sólidos y sensatos, cuando estamos trabajando en una determinada direccionalidad para seguirlo… […] …porque hay una tendencia de muchos oportunistas, pero también de muchos compañeros cercanos que dicen salgan ya a decir que bajan la concesión, salgan ya a matar a alguien, salgan ya a decirlo. Ese nunca fue nuestro estilo. […] Y a mí, cuando escuchaba a algunos compañeros y cuando discutía con algunos compañeros que legítimamente me planteaban eso, me acordaba la diferencia que hay… por ejemplo la que hubo con el tratamiento de la deuda; con el tratamiento de la deuda que durante años los gobiernos argentinos se dedicaron a acrecentar… […], hubo como dos opciones para solucionarlo, entre comillas. Una fue la de Rodríguez Saá: de un día para el otro anunció en un Congreso a los aplausos de todo el mundo y festejo, el default . Denunció [sic] el default de la deuda, se ganó los aplausos de todo el mundo inmediatamente, lo resolvió dos minutos antes, hizo eso y terminó saliendo muchísimo a todos los argentinos [?]. Y por el contrario lo que hizo Néstor Kirchner, lo que hizo este gobierno, que fue una negociación seria, un estudio [?!], que terminó generando la principal quita de la historia, un 75% de quita de la deuda, pero ¿con qué? Con discusión, con análisis, con estudios, pensando en cómo eso repercutía no en la próxima hora, en la popularidad 43
“…tenemos la responsabilidad de encarar las cosas con seriedad y sin sanatas…” Antonio El mayoral, «Un “dejâ vu” de algo», 23/2/12. 44 678, 27/2/02, segundo bloque, . 13
dentro de tres meses o en una elección, sino en cómo repercutía al futuro. Yo creo que con este tema, con el tema concreto de toda la política de transporte, la política ferroviaria, se viene trabajando en una dirección. Obviamente, estos hechos van a hacer acrecentar determinadas cuestiones, pero obviamente lo que nosotros tenemos que hacer es esperar que, justamente, la pericia judicial nos diga… […] Nora Vieras: […] Juan Manuel, pero me parece que realmente el gobierno ha tenido y se ha caracterizado por tener una capacidad de reacción y capacidad de innovar y superar las tragedias a lo largo de los distintos hechos que se han producido. La creación del Ministerio de Seguridad creo que es una demostración clara de que fue una decisión política en el marco o a posteriori de hechos muy graves que se habían sucedido como fue el asesinato de Mariano Ferreyra [?!] y la ocupación de tierras en el Indoamericano [sin asesinatos, aparentemente]. Previo a eso, la instrumentación de la Asignación Universal por Hijo también fue una decisión política a posteriori de la derrota electoral del 2009. Entonces me parece que el gobierno siempre ha reaccionado, desde mi punto de vista, en el sentido que a mí me parece más positivo, pero que esa realidad a veces lo obliga a tomar decisiones políticas que por ahí no estaban pensadas previamente…45
(Por cuestiones de buen gusto omitimos la continuidad del diálogo incluyendo el análisis del simbolismo del ferrocarril sobre el que han hablado “grandes teólogos” según O. Barone y la “respuesta” de Abal Medina que incluye la dilución de las responsabilidades estatales sobre política ferroviaria hasta ¿Menem? ¿Duhalde?... ¡no!, ¡hasta Frondizi!) 46 Sería erróneo ver aquí una contraposición entre dos interpretaciones del kirchnerismo. Lo que hay son dos discursos pertenecientes a partes paralelas del mismo juego, que son parte de la misma interpretación del proceso histórico (un marco que, completado, constituye el discurso doble). Y son dos lógicas de construcción del discurso bajo una misma ideología. Por separado y (sobre todo) juntas, ambas lógicas no pueden sino producir discursos contradictorios (y autocontradictorios). Lo fundamental es entender que es no importan las contradicciones, más bien, las contradicciones juegan a favor . El primer discurso (aquí, Abal Medina quien luego llegará a decir que no se puede volver a las empresas públicas, lo que sería una concepción de los años “cuarenta”, de “estatismo leninista”, ¡¿al final Perón era leninista?! ¡¿Lenin hubiera hecho semejantes desembolsos a los ingleses?! 47) es el discurso del pretendido tecnócrata que supone un estado vacío de historia y que, a partir de mejores “técnicos”, podría empezar a hacer historia sólo a través del diseño y paulatina aplicación de la “política pública”. Tan vacío de historia (y tan impune se siente) que puede decir que la solución tecnocrática ya estaba diseñada, y por lo tanto lo que hay que hacer es esperar que se siga en la misma “direccionalidad”, “orientación”. Tan impune se siente que es capaz de incorporar como ejemplo la temática de la deuda pública, mintiendo de cabo a rabo, haciendo de parte de ella (la deuda con bonistas privados) muestra de cómo se puede “vaciar” la acción del estado para negar la historia. Pretender que se puede renegociar la deuda sin default previo fue una ilusión tecnocrática que sólo (con pocos antecedentes en toda la historia mundial) puedo haber tenido otro ex compañero aliancista de Abal Medina, Domingo Cavallo, al encarar el “megacanje” (voluntario). Por supuesto, la propuesta sólo podía ser una estafa, dado que a cambio de estirar (voluntariamente) los plazos de los vencimientos, el estado debía aceptar tasas de interés aún superiores (más consultorías y comisiones, etc.). En contraste y en la misma línea (y sin constituir contradicción), Abal Medina (caído De la Rúa) pasaría a ser funcionario de Ibarra, quien luego de su paso de aliancista a kirchnerista se jactaba frecuentemente de que el estado porteño había atravesado la crisis sin caer en cesación de pagos (¿por consejo de Cavallo o de Abal Medina?), convalidando entonces deuda sin quita y, por lo tanto, los ya elevados intereses del endeudamiento de fines de la convertibilidad. 45
678, 26/2/12, primer bloque, Ver infra, nota 55. 47 Hay que volver a recordar que el discurso kirchnerista no sólo es cínico (como se caracteriza), sino (además de ignorante, como muestra el caso) radicalmente macartista: Abal Medina muestra aquí una cultura política que podría ser superada por López Murphy. Para aportar a la cultura política de Abal, ¿habría que recordar a otros estatizadores leninistas? Siguiendo el ejemplo del ferrocarril, además de Perón, se encuentran Salazar o el amigo Francisco Franco (de las líneas que en la Guerra Civil estaban fuera del control republicano). La contracara de la estupidez dicha por Abal son los soliloquios absurdos de José Pablo Feinmann sobre la intervención abstracta del estado (recientemente, «“Las corporaciones no van a poder con Cristina”» (entrevista con Néstor Leone), Debate, 23/12/11) que lo llevaron incluso a declararse a favor de ciertos aspectos de la política económica de Hitler (¿apoya lo bueno y critica lo malo?), “porque tienden a una intervención del Estado en la economía” («“El peronismo no tiene ideología”» (entrevista con Jorge Fontevecchia), Perfil, 13/4/08). Hay que saber muy poquito de historia, de ciencias sociales o de política para darse cuenta de que no se puede analizar la intervención estatal en ese nivel de abstracción. Y no obstante (en el caso de Feinmann), hay que reconocerle algo: coherencia… lleva su estupidez hasta las últimas consecuencias. 46
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El segundo discurso (que pretende encarnar Nora Vieras) sólo ve lo que puede ver: es decir, ve la “falla” del discurso tiempista-tecnocrático de Abal como si fuera una contradicción a la usual interpretación de que suelen hacer quienes hablan el segundo discurso calificando al gobierno en clave reactiva-rupturista. Ambas claves interpretativas son falsas (cómplices del objetivo de achatar la historia, borrar partes y eliminar de ella a todo sujeto que no sea el estado), siendo aún más falsa la segunda, 48 en tanto siquiera puede ver la política llevada a cabo por el gobierno al que se está justificando. 49 Este discurso doble “juega”, es decir, es efectivo como juego y, por lo tanto, no se puede evaluar en términos lógicos. No es falso por contradictorio y, por tanto, verdadero (al menos en alguna parte), sino que lo contradictorio y lo mentiroso está al servicio de su real efectividad como discurso doble.
Once, tan lejos y tan cerca: ¿indignación ante Cromañón y la mesura ante el Sarmiento? (un no-homenaje a Diego Gvirtz) Lo que sigue no debe ser leído en términos de mera yuxtaposición de opiniones divergentes descontextualizadas. Si un ideólogo opina una cosa y luego lo contrario, lo que hay que preguntar es por la historia antes que por el ideólogo. 50 La yuxtaposición de opiniones contrastando distintos momentos históricos puede ser necesaria sólo si se requiere para reponer la historia ; cuando se la utiliza para negar la historia se cae justamente en una de las máximas de la ideología kirchnerista: olvidarás, olvidarás (complementariamente, y no es una mera contradicción, se “hiperindividualiza” en casos muy puntuales, como cuando se dice Boudou “cambió de opinión”, “se dio cuenta”; decimos ausencia de contradicción en tanto en uno y otro caso lo que falta es la historia). Al contrario de estas “prevenciones” del presente apartado, en el resto de la nota abordaremos referencias históricas concretas justamente en la perspectiva de “reponer la historia”, en especial cuando de lo 48
Vale lo dicho a propósito del asesinato de Mariano Ferreyra (ver nota 19), en la mayor falsedad del segundo discurso. Pocas veces se hacen comparaciones con otros gobiernos (sólo en Duro de domar se hizo una mención al caso Carrasco). Si el menemismo hubiese tenido su segundo discurso en un doble juego, tal discurso habría podido hablar de la transformación del país que “realizó” el gobierno (incluyendo rupturas-reacciones) con, por ejemplo, la eliminación del servicio militar obligatorio (contra la “derecha” que aún hoy exige que vuelva). La eliminación del servicio militar obligatorio, la resistencia a la ley de patentes impulsada por la embajada de EEUU, la multiplicación de los planes sociales merecían su Sabatella para “apoyar lo bueno”… En «Cómo cometer 29 errores y dar lugar a serias consecuencias políticas: a propósito de un artículo de Claudio Katz» (agosto de 2011) tratamos la cuestión de las “medidas” (mal) entendidas como “hechos brutos”: “La concepción «progresista» del autor implica despolitizar la historia de los supuestos «avances». Así si en un determinado plano de la realidad uno no puede negar, por ejemplo, que $180 pesos es más que $0 [de asignación no universal por hijo], es incorrecto extrapolar para que, a la hora el análisis de las políticas, el avance de «los hechos brutos» se traduzca en un avance político. […] Para poner un contraejemplo, cuando Menem crea los planes «Trabajar» y similares (algunos con el apoyo del Banco Mundial) nadie osó decir que eso era un «avance» de la «justicia social» ni intentó hacer propaganda electoral con tal política (no tenía su Sabatella…). Avances similares «en los hechos» terminan siendo políticas totalmente diferentes a raíz de sesgos ideológicos particulares.” “…la propia historización de la política [social] resultante (desde la irrupción de los «fogoneros») coadyuvaba con que no haya un sesgo ideológico («progresista» o «reformista») a la hora de entender tal política. En contraste, menciones «al pasar» como la que hace Katz, evitan la historización para caer en un reduccionismo que extrapola la política a partir de los «hechos brutos».” 49 A veces los enunciadores del segundo discurso intentan llegar, dentro de tal discurso, a una descripción de la historia en la clave temporal del primer discurso, es decir, en clave tiempista-tecnocrática (o etapista-tecnocrática). El segundo discurso intenta (sin lograrlo) ser una síntesis de ambos, pero su fracaso es su éxito, en tanto mantiene la efectiva dualidad y, por tanto, el doble juego. Ese exitoso intento frustrado lo realizó recientemente –y con muchas mentiras– M. Wainfeld («Ser o no ser », Página/12, 18/3/12). Pese a algunas contradicciones (como criticar a la idea de “burguesía nacional”, sin consecuencias, por supuesto), la nota parece contener un homenaje a un personaje político que pocos reivindican pero que está muy presente. “En este terreno [el hidrocarburífero], el kirchnerismo fue menos coherente y, por así decir, etapista que con el Banco Central, aunque siempre imaginó un Norte similar.” ¿Un homenaje a Victorio Codovilla? No se trata de una referencia anacrónica, como se puede constatar al escuchar la “conferencia de filosofía” de José Pablo Feinmann al respecto («La izquierda argentina») en donde hace una muy coherente historia del etapismo pro-burgués, pero de una realidad perfectamente invertida ( y ss.) 50 Lo recién dicho vale en general, pero no para el paleo-operador Horacio Verbitsky, dado que puede cambiar el mensaje de un día para el otro en la búsqueda permanente de acomodar la realidad al objetivo del momento. En contraste, el otro oficialista citado (pese a compartir empleador, ideología y, muchas veces, discurso) es el único periodista de Página/12 (por ahora y con cada vez más dificultad) al que se puede leer (pese a lo que defiende) sin tener la certeza previa de la indisposición estomacal. 15
que se trata es de acciones de máxima responsabilidad política (las privatizaciones, por ejemplo) que atañen a ideólogos y hombres de estado por igual, pero (diferencia quizás de matiz) fundamentalmente a estos últimos. Tras el asesinato del conscripto Omar Carrasco se abolió el servicio militar obligatorio. Martín Balza, jefe de Ejército por entonces, no era un general que las tuviera todas consigo. [...] Pero en ese momento, tanto como cuando pronunció la autocrítica militar, el uniformado supo adecuarse a las imposiciones de la historia. No es del caso pedirles a los políticos argentinos que sean perfectos, que tengan un pasado impecable, que jamás hayan integrado una coalición indeseable o ineficaz. Pero sí que asuman que un estrago que arrasó con 191 vidas, una cuenta macabra que sigue abierta, es un hito en la historia nacional. Y que su conducta de cara a ese hito no se juzgará por los hechos que pueblan la crónica de esta semana […] sino por los cambios profundos que exige la inmensidad del daño irreparable que segó tantas vidas y dañó irreparablemente muchas más en un infausto boliche del Once.51
En el año 2005 el país era otro. La responsabilidad estatal tenía menos argumentos para ser eludida y el argumento fantasmagórico de la derecha (lo mismo que los medios de comunicación) no tenía utilidad política, en tanto no se había establecido como principio metodológico supremo. A partir de 2009, el país es otro, uno en que (recomposición burguesa y restauración plena del partido del orden –PJ– mediante) lo que reina es la impunidad. Así, decía Verbitsky sobre el entonces Defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad, Atilio Alimena: “...este militante de un partido conservador se ocupa de lo que sabe. Su página en Internet, muy simple pero más precisa y actualizada que la del próspero gobierno de la Ciudad, incluye los proyectos que presentó como legislador [...] y sus informes como Defensor adjunto. El más conocido es el de Prevención contra incendios en locales bailables. Si el progresista gobierno de Aníbal Ibarra hubiera tomado en cuenta sus recomendaciones, el país no se indignaría ahora por casi doscientas injustas muertes jóvenes.”52 A nadie en Página/12 se le ocurriría decir hoy “si el progresista gobierno de Kirchner hubiera tomado en cuenta recomendaciones de…” (elija su preferencia: Sobrero, Solanas, tercerizados del Roca, dirigentes de cualquier fuerza de izquierda o “centroizquierda”) “el país no se indignaría ahora por 51 injustas muertes”. Para mayor contraste, en aquel momento no se tenían pruritos en elogiar a un militante de un partido conservador, cosa que (a fuerza de tanto macartismo) no podrían hacer nunca con un militante de izquierda. Más aún, entre un momento y otro, han llegado a encarcelar delegados ferroviarios. O, ya fuera de la izquierda, Pino Solanas habría quemado vagones para promocionar películas. Es cierto eso que dicen de que la derecha quiere promover una situación de caos generalizado. Se trata de esa derecha que tiene como ariete a Aníbal Fernández. En la misma nota, el paleo-operador se indigna y clama porque paguen los responsables políticos: Fiszbin es la primera candidata para acompañar a Omar Chabán en alguna dependencia policial, donde tendrá tiempo para reflexionar acerca de las obligaciones indelegables de quienes ejercen cualquier cargo jerárquico, que no deben subordinarse a ninguna decisión política. Si Fiszbin confirma ante la Justicia lo que Alimena dijo para esta nota, los niveles superiores también deberán dar explicaciones a la jueza . Por encima de Fiszbin sólo estaban el secretario de Justicia y Seguridad Urbana, Juan Carlos López, y el propio Ibarra.53
Como dijimos, desde entonces muchas cosas han cambiado en la ciudad. Gracias a Ibarra y Telerman, Macri se quedó sin plazas que enrejar y con poco lugar para tomar medidas restrictivas para controlar la noche porteña. Pobre derecha: ¡Vista a la dere... cha!: «Preocupa –confiesa un ministro de la nación– que cada crisis se resuelva con giros a la derecha». En el caso que nos ocupa, alude a la entrada del duhaldismo a Capital y también al giro del debate público sobre controles, límites. Crecen reproches a la cultura juvenil, sus códigos, sus ritos, sus desafíos, su desaprensión, su creatividad. El Presidente deslizó ante sus allegados más cercanos una prevención: «La derecha quiere avanzar, imponiendo límites a la cultura de los pibes. Hay que evitar esa avanzada. Lo que tenemos que hacer es garantizar seguridad, pero no dejarnos arrastrar a las prohibiciones y limitaciones. Algo válido de señalar y arduo de lograr.54
Antes y después del 2002 Si bien los tiempos de la convertibilidad poco tenían de positivo, el escenario se plantaba al menos sobre 51
M. Wainfeld, «Las deudas de la política», Página/12, 9/1/05. H. Verbitsky, «Asfixia», Página/12, 9/1/05. 53 Idem. Hay que recordar que se trata de una nota que es uno de los hitos iniciales de sus operaciones y contraoperaciones del entonces hiperprogre Juanjo Álvarez. 54 M. Wainfeld, «Combatiendo en Capital», Página/12, 16/1/05. 52
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una estructura de precios relativos (injusta y sesgada) pero relativamente estable y que matizaba mínimamente la enorme pobreza que la política económica contribuía a generar (en especial, en cuanto a los precios de los alimentos). Hoy, la recomposición tarifaria planteada por la política de la “sintonía fina” abre las puertas a dos grandes amenazas. Por un lado (y no sería la más negativa), el acercamiento a otro rasgo de la etapa de la convertibilidad mediante una brutal avanzada de los servicios dentro de la estructura de precios relativos (damos por supuesto el atraso cambiario). Seguramente la estructura de precios relativos de aquellos años sea irrecuperable (para bien o –y/o– para mal), pero habrá otros servicios (alquileres, expensas, energía fuera del hogar individual, costos financieros) que (por los aumentos exacerbados de los últimos años) harán (es decir, ya hicieron) su aporte para complementar en la estructura de precios relativos bienes/servicios los aumentos que se vienen en los servicios públicos. Por otro lado (y aquí el gobierno abre deliberadamente la caja de Pandora), el comportamiento empresarial de los últimos años habilita a pensar que la burguesía industrial (el alabado “sector secundario”) querrá no perder los puestos relativos que avanzó en los últimos años. Así (de modo análogo a la –por lo menos– parcial explicación de la inflación por vía de la carrera entre el precio-salario y el resto de los precios), podría darse otro tipo de carrera (bien real) en la que un gobierno obligado a tomar medidas por culpa de la alta inflación termine incentivando mayor inflación (y para colmo –aunque, aquí también deliberadamente– en un contexto restrictivo en cuanto a la política de ingresos). Por supuesto que ninguno de los dos caminos es bueno, pero a esas “salidas” nos condena la ideología “populista” cuando gestiona con su extraña combinación de neoliberalismo e improvisación asentada en la impunidad. Y es que la política tarifaria planteada falla (desde el vamos) si tiene por objetivo resolver problemas que no son de su incumbencia. Falla entonces no sólo en cuanto a los servicios públicos sino también a la hora de cumplir con los objetivos macroeconómicos que se plantea. El kirchnerismo post 23 de octubre, fijó como una de sus prioridades que la política tarifaria sirva para solucionar los problemas en cuanto a: 1) sector externo (déficit energético); 2) fiscal (agravamiento del déficit fiscal); 3) distributivo (en donde, llamativamente, se encuentra la principal fortaleza argumentativa de tal política). 1) Amén del atraso cambiario que afecta por vía de la importaciones a toda la balanza de pagos, el déficit energético es un escollo grave planteado por las políticas menemistas-kircheristas, fundamentalmente a partir de la privatización de YPF impulsada por los kirchneristas Carlos Menem, Oscar Parrilli (miembro informante del proyecto de Ley de hidrocarburos en la Cámara de Diputados) y Roberto Dromi (arquitecto de las privatizaciones). Primero, desguazaron la empresa que exploraba, invertía, permitía el autoabastecimiento de petróleo sin remitir dividendos a ninguna casa matriz. 55 Luego, durante los tiempos del petróleo barato, permitieron la exportación de crudo sin procesar, sin controlar reservas ni montos embarcados. Ambas etapas con la complicidad activa de los gobernadores de las provincias petroleras (y además en el caso de Kirchner, con entusiasmo). Y luego, cuando el petróleo está internacionalmente caro, ambas etapas criminales dan lugar a la necesidad de importar gas natural, derivados del petróleo y (mayor) electricidad. Al igual que con los trenes, no hay unos años “noventa” que deben ser “desandados trabajosamente”, sino (nuevamente) impunidad con unas políticas y unos políticos que generaron tal situación . La solución a eso nunca podrá ser encarecer
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Había, no obstante, remisión de dividendos bajo la forma de intereses de la deuda (en especial, con el Club de París). Se trataba efectivamente un obstáculo enorme puesto a la empresa por la dictadura, aún cuando tomaba a su vez la forma del endeudamiento público general y, entonces, se convertía en lo que realmente era: la carga general de la deuda ilegítima. Es entonces que la historia de YPF antes de 1989 es la historia de la deuda, algo que hay que recordar pero poner en su justo lugar. Esto quiere decir darle la importancia que se merece en cuanto al fraude de la deuda, pero de ningún modo dicotomizar brutalmente la historia alrededor de un único hito histórico abstracto válido para analizar toda la realidad del país. YPF antes de 1989 era todo lo que dijimos en el cuerpo del texto y algo parecido vale para Ferrocarriles Argentinos. Caso contrario se vuelve a una versión falsa de la historia que carga las culpas en momentos más remotos (aún cuando parezca válido culpar a la última dictadura) a los fines de diluir las responsabilidades primordiales del menemismo (es decir, de ellos mismos), como cuando culpan del desastre ferroviario al Plan Larkin durante el gobierno de Frondizi, un plan sin peso histórico al lado de lo hecho en el menemismo. El kirchnerismo es una ideología extraña. Por motivos políticos obvios necesita diferenciarse discursivamente todo el tiempo de “los noventa”, pero lo hace en un nivel más general y abstracto, al tiempo que cuando se hila más fino sobre un tema específico, la particularidad de los “noventa” es diluida (por ejemplo: De Vido: “No se le pueden imputar al funcionario de turno muertes producidas por décadas de abandono”, La Nación, 10/3/12). Llamativo juego aparentemente contradictorio que estos menemistas hacen con su propio pasado. 17
los precios internos (gas y electricidad domiciliarias, combustibles, etc.) 56 mientras se intima a que una empresa amiga (la YPF “argentinizada”) haga lo que está en contra de su naturaleza. La solución pasa por tener una empresa de hidrocarburos pública real (no para hacer negociados como ENARSA), que permita inversiones y costos internos a la baja (al contrario de lo pregonado por la “sintonía fina”). Cada año que no se hace eso es criminal y es tan criminal en 1999 como en 2011 (en realidad, con el tiempo se va haciendo más criminal, dado que se van sabiendo las consecuencias). Un gobierno que se basa en la impunidad por lo hecho (privatización de YPF, continuidad de la ausencia total de control en aduanas y de reservas, creación de ENARSA, “argentinización”57, prórroga de licencias de extracción “a perpetuidad”) y la impunidad de lo no hecho, podrá patalear contra la consecuencia de sus propias acciones , podrá incluso recibir aplausos por tal pataleo, pero seguirá siendo preso (aunque impunemente) de sus propias acciones. Pero por milagros del régimen democrático en el capitalismo, que ellos queden “presos”, implica que todos estamos realmente presos de sus acciones, incluso quienes no tenemos ninguna responsabilidad en lo que ellos hicieron. Pero al déficit energético por ellos generado, no sólo se suma el atraso cambiario (no vamos a pedir una devaluación) sino sangrías más graves que son también consecuencia de acciones e inacciones del actual contexto político. La más evidente es la persistente complicidad con la fuga de capitales, a la que se sumó (desde su inventor, el gobierno de Rodríguez Saá) la sangría de lo que años más tarde se llamó política de “desendeudamiento”, basada a su vez en el reconocimiento de una deuda ilegítima, ilegal y fraudulenta. 58 2) Si el punto que sigue al actual (la cuestión distributiva) constituye el punto fuerte de la nueva orientación para el cuadro tarifario, el lado fiscal es, al contrario, el punto débil. Se planifica un ajuste fiscal que por un lado es necesario y por otro está supeditado a la coyuntura más inmediata. Es así que en muy pocos días se han acumulado elementos que desaconsejaron los aumentos tarifarios previstos (al menos en transporte); el primer lugar de entre esos elementos, por supuesto, lo tuvo la masacre de Once. Pero para este oficialismo, cuando la realidad desaconseja, la política es posponer. La gran ventaja con la que corren es, nuevamente, la impunidad. Así, cuando en noviembre se recortaron los subsidios a servicios públicos que recibían ciertas 56
Aunque los reclamos de la “derecha destituyente” son efectivamentealiados objetivos en muchas de las políticas que se propone el oficialismo. “No hay otro camino que recomponer precios y tarifas de cara al realismo y salir del populismo y la demagogia que filosóficamente inspiran los subsidios. En todo caso, si por claras razones sociales, algunos debieran subsistir, deben canalizarse hacia quienes los necesitan mediante el arbitrio de subsidiar la demanda y no la oferta.” «Las razones de la crisis energética» (editorial), La Nación, 16/3/12. En todo lo que tiene que ver con subsidios y precios de los hidrocarburos, el kirchnerista puede leer La Nación o documentos del CIPPEC sin dejar de estar de acuerdo. Aquí, “la derecha” es efectivamente ariete de las políticas oficiales, las publicita por anticipado (aunque a veces el gobierno necesite algo más “sutil”, como un socio directo para el ajuste, lugar que Macri aceptó gustoso). “…cuando estamos hablando de que los subsidios vayan a estas personas […], a estas personas que hablamos que lo necesitan. …lo que siempre dijeron que había que hacer, lo que todos estamos de acuerdo…” Abal Medina, 678, 26/2/12, segundo bloque, . 57 Se sabe que tal argentinización no es de la propiedad, sino de su director, al que se ayudó para que tenga una participación accionaria cada vez mayor (pero siempre menor que Repsol). Ese avance accionario es otra de muestra de cómo el kirchnerismo genera sus propios problemas. Para pagar las deudas que Eskanazi tuvo que contraer para comprar su participación (incluso a Repsol que prestó para vender) debió estar en una situación obligada de giro al exterior de dividendos de la compañía (lo que implica un consenso obvio entre los votos del accionista mayoritario –en tanto acreedor– y del que le sigue en votos –en tanto deudor). A la política menemista del giro libre de divisas (sean de exportaciones –limitada en este sector al 70%–; sean de dividendos) se la convalidaba sumando el compromiso de que Eskenazi pueda pagar sus deudas. Cuando el gobierno empieza a reconocer el deterioro de la cuenta corriente, descubre otro problema más que había sido generado por su querida “argentinización”. Y ahora ya no sólo debe obligar a Repsol a invertir, contradiciendo toda la trayectoria de la empresa, sino que debería obligarla a estirar o flexibilizar la acreencia en divisas que tiene con Eskenazi. (En Página/12 aparece una nota bastante sincera de estos temas: F. Krakowiak, «La pelea por los millones», 20/3/12) Se llega así a un escenario óptimo para que haya algún intercambio de favores por debajo de la mesa que no va a poder solucionar a la vez el problema generado por la “argentinización” y la falta de inversión estructural generada por la privatización. 58 ¿No habría que recordar los (de)méritos de Boudou para ser ascendido a vicepresidente? La gran iniciativa impulsada mientras fue ministro de economía fue justamente la del segundo canje de deuda (los llamados hold outs), un nuevo mecanismo de regalo a supuestos acreedores que vendría a posibilitar de una vez [otra] y para siempre la vuelta al mercado internacional voluntario de capitales, objetivo bastante poco moral, pero nuevamente frustrado tras años y años de concesiones a los “acreedores” que se vienen haciendo desde el gobierno de Rodríguez Saá (días después de la cesación de pagos parcial). Jodita tras jodita tras jodita que han dilapidado (contando sólo deuda pública externa) más de 20.000 millones de dólares. Habría que avisarle a la presidenta que no sólo del corralito está construida la miseria argentina que ellos mantienen. 18
empresas, se intentó justificar tal “sintonía fina” como una (otra) “medida positiva”. Impunidad es la capacidad (es decir el consenso que alcanza la dominación tras la última etapa de recomposición de la hegemonía) para decir que es una medida progresiva haber estado subsidiando durante más de 9 años a empresas claves para el “desarrollo nacional” como los casinos. La legitimidad de la dominación burguesa es necesariamente voraz. Tanto han subsidiado las ganancias extraordinarias que ahora quieren que todos digamos “pobrecitos, necesitan arreglar sus cuentas fiscales”. No obstante, el nuevo cuadro tarifario difícilmente podrá ser una herramienta para solucionar el cuadro fiscal, dado que los desequilibrios acumulados de la economía argentina impiden llevar a fondo la propuesta liberal de pagar el “precio pleno” (aún cuando se le dé aire a tal discurso) e impiden también pegar un volantazo en la estructura de precios relativos. La “sintonía fina” es ajuste en vocación y realidad, pero sus dedos torpes no podrán sintonizar la deseada estación del “precio pleno” (por eso hablamos de la vuelta al menemismo en el caso ferroviario). Y entonces antes que un volantazo, es más probable que la realidad vaya (por varios años) a la combinación de ajuste y mayor regresividad manteniendo el descontrol (sobre la inversión y la calidad de los servicios) que consolidaron los años de subvención fácil. 3) El ataque al cuadro tarifario como cuestión “distributiva” es extrañamente, la que más consenso genera entre oficialismo y “oposición” (y la base política del ajuste en los servicios) y, a la vez, la que más directamente muestra su carácter neoliberal. Cuando la mayoría del espectro político es contrario a una reforma tributaria (ya son veinte años demostrándolo), la supuesta justicia distributiva pasa bien lejos de los impuestos (en especial, del sector mimado en este sentido, es decir, el financiero). 59 Si en “los noventa” nos decían (ellos mismos) que la educación hay que pagarla en función de la capacidad contributiva, hoy nos cuentan el mismo verso. “...el neoliberal proclama su doctrina: es posible evaluar la «equidad» del gasto público, esquivando siempre evaluar cuán «equitativas» y ‘solidarias’ son las finanzas públicas desde el lado de los ingresos.”60 El argumento “redistributivo” de “subsidiar la demanda” tiene no ya otra trampa, sino que es francamente mentiroso en el caso del transporte (en menor medida pasa lo mismo con la salud y la educación), consecuencia de sus bases ideológicas neoliberales. Producto de tales limitaciones ideológicas restringen la “distribución” entre consumidores de un mismo servicio . Así, el profesional que se sube en Ramos Mejía debería pagar el boleto de tren más caro que el desempleado de Moreno que va a buscar trabajo en Capital. En el medio (y a diferencia de cualquier estructura tributaria progresiva, al menos en el papel) todos los grises se sustituyen por alguna línea arbitraria que (gracias al carácter “nacional y popular” del gobierno) debería dejar tranquilos, satisfechos y sin culpa a unos y otros. Pero, a diferencia de servicios como la luz o el gas de red, no se puede distribuir entre consumidores. Para que haya un efecto distributivo, deben pagar incluso quienes no utilizan el servicio. Si el profesional de Ramos Mejía puede tomarse una combi o su vehículo particular, el “efecto distributivo” del “subsidio a la demanda” mientras pagan “los que pueden pagar” se presenta como lo que es, es decir, como una chantada que esquiva también de esta forma discutir la cuestión impositiva. Si el precio del transporte público de pasajeros debe cubrir sus costos teóricos (aunque tal precio lo pague un solo pasajero por línea) y entonces debería habilitarse el funcionamiento del “sistema de precios” entre el transporte público y el privado (cosa que pasa en pocos lugares del mundo), aquel precio que debe cubrir el costo deja de tener todo sentido distributivo. Es un precio oscilante más que sirve al consumidor “libre” (es decir, con poder adquisitivo) para “elegir” entre distintas alternativas de transporte: consumo privado en función de un interés privado. Nada cambia la cuestión pasar de pagar una tarifa más alta a pagar el impuesto sobre los naftas, dado que así se estaría haciendo del consumo la base imponible y no la capacidad contributiva. Una estafa análoga se planteó en el gobierno de De la Rúa con la propuesta del “impuesto Petrei” (una vieja propuesta de un economista de la Fundación Mediterránea) como alternativa al arancel universitario. Se decía que quienes tuvieran hijos estudiando carreras de grado en la universidad pública debían pagar una sobretasa del impuesto a las ganancias para solventar tal educación, lo que (además de eliminar toda idea de derecho) convertía 59
La verdad de perogrullo de poner en la mesa los impuestos para debatir la cuestión distributiva constituye otra de las trabas ideológicas (del kirchnerismo) para pensar la realidad. Ver por caso el siguiente titubeo retórico que puede hablar de “estrategias” porque es incapaz de hablar de impuestos: “aunque me juego que la mayoría de los usuarios pagaría más por un mejor servicio. Y también esto: la sintonía fina podría incorporar estrategias para que sean los jefes de esos usuarios-laburantes los que paguen un tren decente para su mano de obra” . 60 Para el caso educativo: A. Blancovsky, «Sobre la “cosa” ley», Guerra de tizas, invierno-primavera de 2008, especialmente post-scriptum. 19
automáticamente en exento al multimillonario sin hijos estudiando o estudiando en una universidad privada. Por último, hemos hecho varias referencias a casos educativos. El subsidio a la demanda es justamente una de las propuesta neoliberales más peligrosas en el caso de la educación. Con su prédica sobre los servicios públicos, el oficialismo (junto con sus aliados objetivos en diarios liberales o en think tanks conservadores) da más aire a este tipo de propuestas de gasto público social que no merecen ser difundidas y (re)legitimadas: se trata de un discurso peligroso aún cuando en el corto plazo no sea factible de ser trasladado al caso educativo.
Desmercantilización, siempre Respetando su origen y su formación, el oficialismo no puede más que jugar a los ejercicios de la economía neoclásica. 61 Si hay una subvención, ésta implica (para bien primero, para mal después) en una alteración (distorsiva) de la economía de mercado. Por los mismos ejercicios se llega al planteo de que el subsidio a la oferta de un servicio público es injusto en la medida en que se trata de servicios que tienen usuarios (consumidores) capaces de pagarlo directamente. …moverse hacia una desmercantilización selectiva pero siempre de mayor alcance. En la actualidad, estamos sometidos a un aluvión de intentos neoliberales de mercantilizar lo que previamente apenas o jamás había sido apropiado para proceder a su venta humana: el cuerpo humano, el agua, los hospitales. Debemos no sólo oponernos a esto, sino movernos en dirección opuesta. Las industrias, especialmente las industrias en dificultades, deben ser desmercantilizadas. Esto no significa que deban ser «nacionalizadas», que para la mayoría significa tan sólo otra versión de la mercantilización. Significa que debemos crear estructuras que operen en el mercado y cuyo objetivo sea la prestación de un servicio y su supervivencia, y no el beneficio. Esto puede hacerse, como sabemos de la historia de las universidades y de los hospitales...62
La pregunta que se hacen ellos es “¿por qué subsidiar al transporte?” Fuerzas políticas de signo opuesto (es decir, fuerzas de izquierda) deberían hacer una pregunta muy diferente que coloca los términos del debate en un campo verdaderamente distributivo y de eficiencia del transporte: ¿por qué debería pagarse parte del costo del transporte? La tarifa debería desincentivar el consumo excesivo de este servicio. Si un derecho como la educación en un contexto no mercantilizado (al que aspiramos) no debería tener límites al consumo (no se puede impedir realizar, por caso, una segunda carrera universitaria), ¿qué límites podría haber en el camino de acercarse al derecho a una necesidad básica como el transporte? Desmercantilizar implica salirse de las consignas reaccionarias como el subsidio a la demanda y salirse de las ecuaciones en búsqueda del “óptimo” de los ejercicios neoclásicos. Si, por un lado, por motivos de tránsito urbano y contaminación hay que incentivar el transporte público frente al privado (y –mal que le pese al “interior”– más barato tiene que ser el transporte público de pasajeros cuanto más transitada y contaminada sea la ciudad 63), por otro, puede pensarse en que aquí también podría haber consumo que desincentivar (el caso de la energía domiciliaria es más claro en tanto es lineal). Esto no da lugar a una ecuación, a un equilibrio económico “óptimo”, sino que constituye la búsqueda política del precio de un transporte no gratuito, con una considerable independencia de sus costos y del poder adquisitivo individual. Del otro lado ya sabemos cuál es la propuesta: una búsqueda económica que busca precios “óptimos” sin encontrarlos nunca, mientras resulta (por vía de la tarifa y/o por vía del gasto fiscal) en un lastre carísimo 61
Hay que decir que la derecha se forma con neoclásicos pero también con el pensamiento cristiano. Ideologías que en los textos dicen cosas distintas, pero que han demostrado en muchas ocasiones ser perfectamente compatibles. Así, el menemista (lo que no quiere decir menos fascista) Rodolfo Barra recuerda la influencia cristiana en el peronismo para defender las políticas del oficialismo: “En el último G20, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (a quien también debemos felicitar por su defensa del derecho a la vida de todo ser humano [‘por nacer’]) en una palabra sintetizó la actual situación del sistema económico global: «anarcocapitalismo» o un capitalismo sin reglas, fuera de todo marco jurídico.” “Benedicto XVI denunció con energía esta nueva forma de capitalismo salvaje contraria a los principios de justicia social.” R. Barra, «Para domar el capitalismo anárquico», Clarín, 8/12/11, destacado original. 62 Immanuel Wallerstein, «Nuevas revueltas contra el sistema», en Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Barcelona, Akal, 2004. pp. 473-4. 63 Los aliados objetivos del kirchnerismo en el tema subvenciones y subsidio a la demanda no tienen prurito en decir cualquier cosa que justifique su propuesta reaccionaria. Por caso: “el transporte público causa los mismos, o aún mayores, problemas de congestión, contaminación y tránsito que el uso del automóvil privado.” (Castro y Szenkman,ob. cit., p. 2) La promocionada “vuelta al debate político” que declaman los “progres” difunde la envidia y consagra el anhelo de otros sectores políticos de tener la impunidad para tener los propios desvaríos discursivos. 20
para pagar por un servicio que no sólo no cumple con objetivos económicos (en especial los distributivos, al omitir siempre la discusión por los impuestos), sino que siquiera cumple con el objetivo de ofertar un bien de uso digno de ser utilizado. Y no es casualidad: lo que tenemos es el transporte público plenamente mercantilizado. La subvención a la oferta privada no es más que uno de los ingresos de unos proveedores de mercancías que han encontrado (una vez más) en este estado la manera más fácil, rápida y segura de unas ganancias totalmente desproporcionadas. La estatización puede ser la vía más rápida para desmercantilizar (en el sentido antes marcado), o puede marcar la continuidad del servicio mercantilizado por otros medios, desmereciendo la producción del bien de uso necesario a los fines de algún negocio, bajo la forma de ganancia empresaria, o bajo formas que no parezcan ganancia directa (intereses de deuda pública ilegítima, “participación obrera” en las ganancias por parte de burocracias sindicales empresarias). No es fácil. Al fin y al cabo, el capitalismo es justamente un sistema en que los bienes de uso se producen sólo a los fines de la ganancia. Pero también la historia en el capitalismo es la historia de los que luchan día a día para sacar de esa lógica cada vez más actividades humanas. La desmercantilización (parcial o total) en sentido restringido no es la solución a los males del capitalismo, siquiera del transporte. Ya que Wallerstein pone como ejemplo historia de las universidades , bien podemos tenerlas en consideración para ver cómo su pasada existencia desmercantilizada (en gran parte del mundo) incluso coincidente en algunos lados con cierta gratuidad (Argentina, Uruguay, algunos países europeos) no sólo no fue solución a los problemas del capitalismo, sino de las propias universidades. Más aún, tampoco impidió el “aluvión” de mecanismos (en general, neoliberales) que insertan otros tipos de mercantilización; ya no mercantilización en el sentido restringido que define Wallerstein (orientación al beneficio), sino en un sentido más amplio en el que las relaciones sociales hacia dentro toman formas mercantiles aún en prescindencia de los intercambios monetarios.
Sobre la reestatización (con o sin desmercantilización) Dar cuenta de la situación del transporte público en otros países, puede ser una manera de evitar que el marxismo quede reducido en una discusión moralista sobre las imposibilidades de mejorar algo dentro el capitalismo. En el capitalismo, la empresa pública más democrática no va a estar “al servicio de las mayorías”, aún cuando tenga efectivamente el mérito de proveer bienes de uso baratos y de calidad. Frente al moralismo de las imposibilidades no podrá levantarse un posibilismo irrealista que combine “populismo” y programa de transición: “Como el modelo y sus alternativas derechistas expresan proyectos de las clases dominantes, resulta necesario construir otra opción al servicio de las mayorías populares. La condición de este curso es un programa que exprese las urgencias de los oprimidos.” “Con ciertas acciones prioritarias, un proyecto popular podría comenzar a reorganizar la producción al servicio de las mayorías. Para instrumentar estas iniciativas es necesario cortar los canales de sabotaje que utilizan los grandes capitalistas, frente a cualquier amenaza a sus privilegios.” 64 Lo que se necesita es volver a discutir los objetivos, sin dejar de discutir el presente. …un movimiento antisistémico no puede descuidar la acción defensiva a corto plazo, incluida la acción electoral. Las poblaciones del mundo viven en el presente, y sus necesidades inmediatas deben ser tenidas en cuenta. Todo movimiento que las descuide esté condenado a perder el amplio apoyo pasivo que es esencial para su éxito a largo plazo. Pero la razón y la justificación de la acción defensiva no debe ser el ofrecer un remedio a las fallas del sistema, sino por el contrario impedir que sus efectos negativos sean todavía peores en el corto plazo. Esto es muy diferente política y psicológicamente […] el establecimiento de objetivos provisionales de rango medio que parezcan moverse en la dirección adecuada. Sugeriría que uno de los más útiles –sustantiva, política y psicológicamente– es la tentativa de moverse hacia una desmercantilización selectiva pero siempre de mayor alcance.65
Es así que también hay que revisar nuestros planteos sobre la transición sin caer en la consigna transicional. Ésta puede ser irrealizable en el capitalismo (y así se define) y, por tanto, “muy diferente política y psicológicamente”. Si Wallerstein ponía como ejemplo a universidades y hospitales no mercantilizados, es justamente porque estamos hablando de conquistas de factibilidad probada, aún cuando sepamos de las limitaciones en las que tales conquistas pueden moverse hoy y en el futuro inmediato. 64
Claudio Katz, «Los nuevos desequilibrios de la economía argentina». Julio de 2010. p. 14, 15. Realizamos una crítica de estos planteos en «Cómo cometer 29 errores y dar lugar a…». 65 Wallerstein, ob. cit ., p. 473. 21
A diferencia de otros servicios públicos, el transporte es en gran parte del mundo una prestación de empresas públicas que a su vez requieren de subsidios. Incluso parte de la propia experiencia argentina previa al menemismo se podía inscribir aquí. ¿No tiene eso limitaciones?, ¿corrupción? ¿baja calidad? Efectivamente puede haber todo eso, sin que toda limitación esté al mismo nivel. Siempre habrá un moralista que buscará eliminar toda correlación de fuerzas y, entonces, la corrupción o la baja calidad quedan (contra la evidencia empírica de otras experiencias históricas) aplanadas como limitaciones estructurales del capitalismo. Y así, intentando precisar a estas últimas (bien reales) se termina por deslegitimarlas (se termina dificultando su comprensión por cada vez más gente). La triple demanda de subsidios, reestatización y desmercantilización debe inscribirse en una situación histórica concreta. Es decir, debe tener en cuenta la legitimidad de ciertas consignas (como el hecho de que la baja y la segmentación de los subsidios hoy tiene cierto consenso) así como la legitimidad del funcionamiento de las empresas públicas en el país concreto. Así, la reestatización que queremos puede tener por enemigos la experiencia de las viejas empresas públicas argentinas tanto como la experiencia actual de las empresas gestionadas por un gobierno poco afecto a (y poco necesitado de) cuidar en el día a día cuestiones básicas de la política económica cuando se salen de la mera consigna “progre”. En otras palabras, los enemigos de las empresas públicas no son sólo los neoliberales de manual, sino los gestores de acción ( supuestamente “progres”); más bien unos y otros se retroalimentan . Con las empresas públicas se corre el mismo riesgo que con las retenciones que a fuerza de tanto discurso “redistribucionista” sin una substancia palpable se iba en camino de deslegitimar la propia herramienta de política económica. En sentido análogo hay que plantearse la trayectoria de la participación de las burocracias sindicales y cómo entendemos hoy (pese a ello y contra ello) el lugar que deben tener los trabajadores y (ante tal trayectoria) los usuarios. Por último, no se puede olvidar la propia trayectoria. O sea, es la izquierda la única que tiene autoridad para decir algo sobre el tema del transporte público en Argentina, por sus denuncias y por su posición ante el menemismo y la burocracia sindical privatizadora. La previsible resistencia que mostró la legitimidad kirchnerista ante su masacre de Once, nos llama a debatir sobre qué tenemos para ofrecer acerca del transporte público. La reestatización es la consigna que apareció más rápido, porque es la que estaba preparada desde antes. Quizás lleguemos a la conclusión de que es la correcta, pero se requiere también de un debate dentro la izquierda para lograr posicionamientos y para lograr que la consigna correcta sea una de las conclusiones del debate y no la premisa.
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