La historia y los historiadores desde fines del XIX1 Enfoques y problemas El interés de los hombres hombres por conocer conocer y comprend comprender er su pasado pasado ha sido siempre siempre tan intenso intenso que difícilmen difícilmente te una historia historia de la historiog historiografía rafía pudiera pudiera sintetiza sintetizarse rse en unas pocas páginas; páginas; por el contrario contrario,, necesitar necesitaríamo íamoss una vasta biblioteca biblioteca para dar cuenta de todas todas las formas en que fue concebida la historia. historia. El objetivo de las líneas que siguen es más modesto dar cuenta de algunas algunas de las e!perienc e!periencias ias más significa significativa tivass de la historiog historiografía rafía occidental occidental del "ltimo "ltimo siglo siglo y medio, medio, atendiendo particularmente a aquellas que han tenido mayor impacto en la #rgentina Creí Creímo moss conv conven enie ient ntee come porque ue allí allí se conf config igur uraa un para paradi digm gmaa comenz nzar ar en el sigl sigloo XIX XIX, porq historiográfico que fue dominante durante gran parte del siglo XX y contra el cual se van a levantar los movimientos renovadores. Hemos tratado de tramar esta historia en un tejido que incluya la historia de la historiografía en procesos de cambios sociales y políticos significativos y globales, ya que la historiografía no es autónoma respecto del medio y el conteto en el que transcurre su desarrollo. !or el contrario, la forma en que los hombres visuali"an su pasado forma parte de los problemas de su presente. #inalm #inalment ente, e, un peque$ peque$oo comen comentar tario. io. %a refle refleión ión sobre sobre el pasad pasadoo no es monopo monopolio lio de los historiadores profesionales, sino que hay innumerables registros que bucean en la historia para dar alg&n tipo de interpretación' el documental o la ficción televisiva, el ensayo libre, la investigación periodística, la biografía literaria, la novela histórica, la memoria personal o grupal, etc(tera. )n estas líneas nos proponemos anali"ar eclusivamente aquellas líneas historiográficas acad(micas, es decir, aquellas que se ajustan a ciertas reglas de producción y crítica propias de la investigación científica, lo cual no desmerece ni cuestiona otros formatos.
Los orígenes de la historiografía profesional en el siglo XIX Estado y nación en el surgimiento de la historiografía profesional * lo largo del siglo X+X, pero sobre todo a partir de la segunda mitad de esa centuria, coincidieron una serie serie de proces procesos os que, que, relaci relaciona onados dos entre entre sí, contri contribu buyer yeron on a defin definirir las caract caracterí erísti sticas cas dominantes de la historiografía acad(mica hasta, al menos, mediados del siglo XX. ales procesos, que con algunas diferencias temporales y especificidades nacionales se desarrollaron tanto en )urop )uropaa como como en *m(ri *m(rica, ca, estuvi estuviero eronn vincul vinculad ados os a la confor conformac mación ión del del )stado )stado-na -nació ción, n, la construcción de identidades nacionales y la profesionali"ación profesionali"ación de la disciplina histórica. %a conformación de )stados nacionales que sustituyeron a las comunidades políticas articuladas en torno a un principio de legitimidad real, interpelaba a grupos grupos sociales diversos en su nueva condición de ciudadanos, esto es, miembros de una misma comunidad política integrada por el concepto de nación. *sí, se podía invocar a una nación alemana, francesa, italiana o argentina, que sustituía identidades previas agrupadas en torno a principios territoriales lo local, regional o provincial/, sociales, religiosos o (tnicos, entre otros. !or ejemplo, en el caso de la *rgentina la frase con la que inicia el !reámbulo de la Constitución 0acion 0acional' al' 10os 10os los repres represent entant antes es del del pueblo pueblo de la 0ación 0ación *rgent *rgentina ina... ...2,2, transf transform ormaa a los constituyentes en representantes de la nación y no de las provincias por las que habían sido elegidos. 3in embargo, tal invocación no supone pensar que los habitantes de esos nuevos )stados se transformaron inmediatamente en franceses, alemanes, italianos o argentinos. 4ichas identidades serían resultado de otros procesos, más lentos y complejos, destinados destinados a la construcción de lo que Benedict Anderson denominó 1comunidades imaginadas2. %as naciones incluyen a individuos que difícilmente conocerán a quienes consideran sus compatriotas y menos a&n a aquellos compatriotas que murieron mucho antes de que ellos nacieran. 3in embargo, dice *nderson' 1en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión2.
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eto publicado por el 5inisterio de ) ducación de la 0ación . 1
Responder Responder a la pregunta sobre cómo se elaboró esa idea de comunión, comunión, es uno de los temas que interesaron a los historiadores en los últimos años . 6no de los esfuer"os más notables en esta dirección lo representa la fórmula que eligió Eugne !eber para describir la transición de los sectores populares en #rancia de 1campesinos a franceses2. %os distintos )stados operaron de diversas formas sobre la sociedad para construir identidades nacionales, incluyendo la 1invención de tradiciones2 que dieran cuenta de la eistencia de las mismas tanto en el presente como en el pasado. *l mismo tiempo que se constituía en una cuestión central la difusión social de dichas tradic tradicion iones es cuyo cuyo objeti objetivo vo era promov promover er un sentim sentimien iento to de nacion nacionali alidad dad que que reemp reempla" la"ara ara o despla"ara identidades identidades previamente constituidas, a trav(s de la escuela, la prensa y la incorporación al ej(rcito, que interpelaba a los ciudadanos como patriotas. !or su parte, los historiadores cumplieron un rol central tanto en lo que se refiere a la elaboración de relatos que dieran cuenta de la preeistencia de los )stados nacionales en el pasado como en lo rela relatitivo vo a la difu difusió siónn de la hist histor oria ia entr entree los los ciuda ciudada dano nos. s. !or !or lo tant tanto, o, cont contrib ribuy uyer eron on a la gobernabilidad integrando a los individuos sobre la base de un sentimiento de pertenencia y legitimando el orden político vigente y la supremacía del )stado. !ara que los historiadores pudiesen reali"ar esta tarea en calidad de epertos, fue preciso diferenciar la historia de otros relatos sobre el pasado, especialmente de la literatura y la filosofía. )s decir, de relatos que por apelar a la ficcionali"ación del pasado o por su trascendencia respecto de los hechos no contribuyeran a organi"ar el pasado en torno a un principio de verdad o no dieran cuenta cuenta de la especifici especificidad dad nacional. nacional. *sí se inició inició un proceso de profesion profesionali"a ali"ación ción de la disciplina disciplina histórica que implicó su institucionali"ación y la atribución de un status científico a trav(s de un m(todo que se correspondía con los cánones de cientificidad propios de las ciencias fisiconaturales, para entonces consideradas las ciencias por ecelencia, seg&n las convicciones difundidas por el positivismo. )l rol del )stado fue central en tanto proveyó los recursos materiales y simbólicos para que la tarea de los historiadores fuera llevada a cabo' 7. la organi" organi"aci ación ón de los archivo archivoss y biblio bibliotec tecas as permiti permitióó a los histori historiado adores res acceder acceder a una una documentación que se constituía en fuente indispensable para la investigación. 4e ese modo, los papeles en manos privadas pasaron al ámbito p&blico y pudieron ser consultados en salas de lectura habilitadas para ese fin. 8. las universid universidades ades sirvieron sirvieron de de base institucio institucional nal y fuente fuente de legitimida legitimidadd a los historiado historiadores, res, además de un medio para para vivir del ejercicio de la profesión. !or otra parte, en ellas se formó el personal que se dedicaría tanto a la investigación como a la difusión de la historia en los diversos niveles de ense$an"a y entre p&blicos más amplios a trav(s de la publicación de libros y manuales. 3. el )stado procuró los recursos para la edición de fuentes que recogían la documentación disponible para diversos períodos históricos, reali"ando previamente un análisis crítico de las fuentes y su catalogación. )l modelo de estas publicaciones fue la 5onumentae 9ermaniae historicae. )n esa misma línea, :oec;h reali"ó para la *cademia de :erlín la publicación de las inscripciones de la 9recia antigua< 5ommsen el $orpus %nscriptionum &atinarum< &atinarum< la *cademia de Ciencias de =iena el $orpus de los escritores eclesiásticos < en )spa$a )spa$a la *cadem *cademia ia de la Histor Historia ia de 5adrid 5adrid editó editó el 'emorial 'emorial hist(rico hist(rico espa)ol espa)ol y la $olecci(n de documentos inéditos< inéditos < en +nglaterra se publicaron los $alendars of state papers y, en #ran #ranci cia, a, el Comi Comit( t( de rab rabaj ajos os Hist Histór óric icos os7 7>? >?@/ @/ inic inició ió la publ public icac ació iónn de los los *ocumentos %néditos de la +istoria de rancia . )n este medio, comen"ó a desmontarse desmontarse un terreno y a tra"arse una frontera frente a otros discursos sobre el pasado, en la que el manejo del m(todo, la objetividad y un estilo de escritura se transformaron en criterios de autoridad para comen"ar a definir las líneas de un espacio propio' el de los historiadores profesionales.
El recurso del m"todo * comien"os del siglo X+X, *lemania ofrecía a )uropa el modelo de una organi"ación organi"ación institucional de la historia erudita que erudita que comprometía al )stado y a los historiadores en una unión que tenía su centro en los prestigiosos centros intelectuales de 5unich, :erlín, 9otinga, :onn y Heidelberg. )ntre los historiado historiadores res universita universitarios rios de aquella aquella generació generación' n' #ommsem , $urtius, %roysen , &er'inus y destac acaa Leopold )on *an+e , por su imagen de historiador erudito e infatigable (ieburh, se dest
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Responder Responder a la pregunta sobre cómo se elaboró esa idea de comunión, comunión, es uno de los temas que interesaron a los historiadores en los últimos años . 6no de los esfuer"os más notables en esta dirección lo representa la fórmula que eligió Eugne !eber para describir la transición de los sectores populares en #rancia de 1campesinos a franceses2. %os distintos )stados operaron de diversas formas sobre la sociedad para construir identidades nacionales, incluyendo la 1invención de tradiciones2 que dieran cuenta de la eistencia de las mismas tanto en el presente como en el pasado. *l mismo tiempo que se constituía en una cuestión central la difusión social de dichas tradic tradicion iones es cuyo cuyo objeti objetivo vo era promov promover er un sentim sentimien iento to de nacion nacionali alidad dad que que reemp reempla" la"ara ara o despla"ara identidades identidades previamente constituidas, a trav(s de la escuela, la prensa y la incorporación al ej(rcito, que interpelaba a los ciudadanos como patriotas. !or su parte, los historiadores cumplieron un rol central tanto en lo que se refiere a la elaboración de relatos que dieran cuenta de la preeistencia de los )stados nacionales en el pasado como en lo rela relatitivo vo a la difu difusió siónn de la hist histor oria ia entr entree los los ciuda ciudada dano nos. s. !or !or lo tant tanto, o, cont contrib ribuy uyer eron on a la gobernabilidad integrando a los individuos sobre la base de un sentimiento de pertenencia y legitimando el orden político vigente y la supremacía del )stado. !ara que los historiadores pudiesen reali"ar esta tarea en calidad de epertos, fue preciso diferenciar la historia de otros relatos sobre el pasado, especialmente de la literatura y la filosofía. )s decir, de relatos que por apelar a la ficcionali"ación del pasado o por su trascendencia respecto de los hechos no contribuyeran a organi"ar el pasado en torno a un principio de verdad o no dieran cuenta cuenta de la especifici especificidad dad nacional. nacional. *sí se inició inició un proceso de profesion profesionali"a ali"ación ción de la disciplina disciplina histórica que implicó su institucionali"ación y la atribución de un status científico a trav(s de un m(todo que se correspondía con los cánones de cientificidad propios de las ciencias fisiconaturales, para entonces consideradas las ciencias por ecelencia, seg&n las convicciones difundidas por el positivismo. )l rol del )stado fue central en tanto proveyó los recursos materiales y simbólicos para que la tarea de los historiadores fuera llevada a cabo' 7. la organi" organi"aci ación ón de los archivo archivoss y biblio bibliotec tecas as permiti permitióó a los histori historiado adores res acceder acceder a una una documentación que se constituía en fuente indispensable para la investigación. 4e ese modo, los papeles en manos privadas pasaron al ámbito p&blico y pudieron ser consultados en salas de lectura habilitadas para ese fin. 8. las universid universidades ades sirvieron sirvieron de de base institucio institucional nal y fuente fuente de legitimida legitimidadd a los historiado historiadores, res, además de un medio para para vivir del ejercicio de la profesión. !or otra parte, en ellas se formó el personal que se dedicaría tanto a la investigación como a la difusión de la historia en los diversos niveles de ense$an"a y entre p&blicos más amplios a trav(s de la publicación de libros y manuales. 3. el )stado procuró los recursos para la edición de fuentes que recogían la documentación disponible para diversos períodos históricos, reali"ando previamente un análisis crítico de las fuentes y su catalogación. )l modelo de estas publicaciones fue la 5onumentae 9ermaniae historicae. )n esa misma línea, :oec;h reali"ó para la *cademia de :erlín la publicación de las inscripciones de la 9recia antigua< 5ommsen el $orpus %nscriptionum &atinarum< &atinarum< la *cademia de Ciencias de =iena el $orpus de los escritores eclesiásticos < en )spa$a )spa$a la *cadem *cademia ia de la Histor Historia ia de 5adrid 5adrid editó editó el 'emorial 'emorial hist(rico hist(rico espa)ol espa)ol y la $olecci(n de documentos inéditos< inéditos < en +nglaterra se publicaron los $alendars of state papers y, en #ran #ranci cia, a, el Comi Comit( t( de rab rabaj ajos os Hist Histór óric icos os7 7>? >?@/ @/ inic inició ió la publ public icac ació iónn de los los *ocumentos %néditos de la +istoria de rancia . )n este medio, comen"ó a desmontarse desmontarse un terreno y a tra"arse una frontera frente a otros discursos sobre el pasado, en la que el manejo del m(todo, la objetividad y un estilo de escritura se transformaron en criterios de autoridad para comen"ar a definir las líneas de un espacio propio' el de los historiadores profesionales.
El recurso del m"todo * comien"os del siglo X+X, *lemania ofrecía a )uropa el modelo de una organi"ación organi"ación institucional de la historia erudita que erudita que comprometía al )stado y a los historiadores en una unión que tenía su centro en los prestigiosos centros intelectuales de 5unich, :erlín, 9otinga, :onn y Heidelberg. )ntre los historiado historiadores res universita universitarios rios de aquella aquella generació generación' n' #ommsem , $urtius, %roysen , &er'inus y destac acaa Leopold )on *an+e , por su imagen de historiador erudito e infatigable (ieburh, se dest
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investigador de archivos europeos y por ser quien tendría mayor influencia en el desarrollo de la historiografía positivista en Accidente. )l autor de la +istoria de #lemania en la época de la reforma, reforma , de 7>?B, 7>?B, fue el respo responsa nsable ble del sistem sistemaa de semina seminario rioss como como instan instancia cia de formac formación ión en la investigación para los estudiantes< fue tambi(n quien transformó la nota a pie de página en un medio que reflejaba erudici(n, crítica de fuentes y prueba de aquello que se afirmaba en el te!to. *l mismo tiempo, afirmaba afirmaba una historia centrada historia centrada no ya en el establecimiento de leyes o causas generales que eplicaran los acontecimientos y le otorgaran sentido a la historia universal a la mane manera ra de ,egel , Bossu sino que que pretendía establecer c(mo se produjeron los Bossuet et o $omte, sino hechos, hechos , fundamentalmente aquellos relativos a la historia política, diplomática y administrativa. 6na historia desde y del )stado o, más ampliamente, del poder y de los hombres involucrados en (l. !ara ello era preciso establecer un método científico para el tratamiento de los documentos documentos , detrás de los cuales el historiador se constituiría en un sujeto oculto y complaciente a sus designios. )llo era así porque los documentos eran vistos como fuentes transparentes de la realidad que realidad que reflejaban y a la que, por su intermedio, era posible acceder de manera directa. 4isciplinas como la filología y la paleografía ofrecían t(cnicas rigurosas para el análisis crítico de las fuentes y dotaban a la historia de un modelo de objetividad científica que remedaba el utili"ado por las ciencias físiconaturales. Contribuía a ese fin el privilegio otorgado a los documentos p&blicos por sobre los escritos privados, como las cartas personales. 5ientras que se ecluían otras fuentes, no escritas, como los restos arqueológicos o las imágenes. )l primer paso a recorrer por el historiador era la crítica interna de los documentos para documentos para establecer su originalidad, autenticidad, autenticidad, la autoridad de los firmantes, el lugar y la fecha precisa en que fueron confeccionados. !osteriormente, se reali"aba la crítica interna, que consistía en el análisis del contenido y de la correcta interpretación de lo que quiso decir el autor, incluyendo una refleión sobre sus intenciones. !ara, finalmente, pasar a la etapa de síntesis o de construcción histórica que consistía en aislar y jerarqui"ar los hechos particulares para luego establecer las coneiones causales entre ellos. )se )se idea ideall de inve invest stig igac ació iónn cien cientítífifica ca basa basada da en una una inve invest stig igac ació iónn eha ehaus ustitiva va de fuen fuente tess documentales sería posible de reali"ar una ve" que se hubieran recopilado todos los documentos eistentes sobre un tema o un acontecimiento particular, ese era el cimiento sobre el que se elevaría el edificio de la historia. %o que significaba que la verdad hist(rica, hist(rica , una ve" establecida, no dependía de las diversas interpretaciones que los historiadores podían formular sobre un mismo documento, sino que sólo podría ser reformulada una ve" que se hallara un documento hasta ese momento no considerado o que se demostraran errores cometidos en la etapa del análisis crítico de las fuentes. *sí formula formulaba ba -us -ustel tel de $ou $oulan lange ge ese ideal científico que eliminaba los preconceptos, en la 'onarquía ranca, ranca , de 7>>>' -%ntroduci -%ntroducirr las propias ideas personale personaless en el estudio estudio de los te!tos, te!tos, es el método método subjetivo.. subjetivo.../. ./. 0ensar así es equivocarse equivocarse mucho en cuanto a la naturaleza naturaleza de la historia. &a historia no es un arte, es ciencia pura. 1o consiste en contar de manera agradable o en disertar con profundidad. $onsiste $onsiste como todas las ciencias en comprobar comprobar los hechos, en analizarlos, en compararlos, compararlos, en se)alar entre 3 ellos un lazo.2 )se modelo de historia científica, tan equidistante de la filosofía como de la literatura como homologable a la entomología como lo quería aine, fue estabili"ado por Langlois y .iegnobos en su manual sobre las reglas del m(todo %ntroduction au! études historiques , de 7>B>, de notable difusión en Accidente y sobre todo en *m(rica latina en el siglo XX.
/na historia para la nación *quellos documentos recopilados y el m(todo estabili"ado conformarían un consenso sobre la base del cual sería posible elaborar las historias nacionales, pretendidamente objetivas, científicas y patrióticas, que legitimarían a los )stados nacionales en un pasado colectivo, a pesar de la crítica que que en su mome moment ntoo form formul ulóó 0ohn contra la epect epectati ativa va de acced acceder er a una una versió versiónn 0ohn Acto Actonn contra incontrovertible del pasado, como sostenía Leopold )on Dan;e.
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%a #rancia del <imo cuarto del siglo X+X fue afectada por el prestigio intelectual alemán y por la derrota y ocupación que sufre por parte del ej(rcito prusiano. 4e ese modo, la influencia alemana fue decisiva en el modelo más acabado de una historiografía que se propusiera desarrollar esos objetivos. 0o sólo en lo que se refiere a la erudición histórica sino tambi(n en el aspecto político. %os historiadores franceses de la ercera Dep&blica tomaron a *lemania como modelo, pero a la ve" era contra ella que estaba dirigido el patriotismo que se proponían impulsar entre los ciudadanos, como prolegómeno de un eventual nuevo enfrentamiento que, además de la recuperación de *lsacia y %orena, permitiera restaurar el honor de la nación que había sido derrotada en la guerra francoprusiana 7>EF/. )n ese sentido, los historiadores que se nuclearon en la 4évue +istorique 7>EG/, impulsada por &abriel #onod, asumieron un compromiso científico y patriótico que se identificaba con los ideales liberales de la ercera Dep&blica #rancesa, cuyos orígenes se remontaban a la Devolución de 7E>B. )n esa publicación, dedicada a difundir investigaciones eruditas y originales, confluyeron aine, #ustel de Coulange y Denan, junto a los más jóvenes historiadores' .eignobos , La'isse , .arnac y Langlois , entre otros. odos ellos instalados en los principales centros de ense$an"a de #rancia' la 3orbonne, la )scuela !ráctica de *ltos )studios y la )scuela de Chartres. #iguras e instituciones historiográficas dominantes en #rancia hasta, por los menos, la 3egunda 9uerra 5undial.
)n el caso de la *rgentina de la segunda mitad del siglo X+X, no eistían las mismas condiciones institucionales que las go"adas por los historiadores europeos, pero sí un criterio histórico en gran parte heredado de #rancia y necesidades más o menos similares. * partir de Caseros, pero sobre todo despu(s de !avón, el poder que surgía de los restos de la Confederación *rgentina liderada por usto os( de 6rqui"a retornaba una ve" más a :uenos *ires. !ero los problemas que habían provocado medio siglo de conflictos seguían vigentes, aunque en nuevas condiciones favorecidas por la inserción del litoral y la campa$a pampeana en el mercado mundial. )n este conteto, el proceso de construcción del )stado nacional, junto a los aspectos políticos e institucionales que involucraba, requería de un pasado que legitimara la supremacía de la nación sobre las provincias. #ue Bartolom" #itre, el responsable de elaborar una historia en la que se daba cuenta de los orígenes de la nación argentina, que a su ve" se identificaba con la propia :uenos *ires. )n aquella historia, que se concretaba en su forma definitiva en la +istoria de 5elgrano y de la independencia argentina 7>EG-EE/, los orígenes de la nación se remontaban al proceso de conquista y coloni"ación del Dío de la !lata. %a escasa mano de obra, la ausencia de rique"as naturales y el poblamiento por parte de espa$oles que carecían de títulos de noble"a fueron factores que, combinados, promovieron un tipo de sociabilidad naturalmente igualitaria y democrática que sería el rasgo distintivo de una nacionalidad de cuya eistencia se tomaría plena conciencia durante las invasiones inglesas de 7>FG-7>FE y la Devolución de 5ayo. * partir de allí, las guerras civiles serían el costo necesario que la nación debía pagar en su evolución para conciliar la democracia orgánica, epresada por :uenos *ires, y el sentimiento propio de una democracia inorgánica que impulsaba a las masas del interior liderada por los caudillos. %a imposición de esa historia supuso el despla"amiento de las historias provinciales a un lugar subordinado respecto de aquella trama centrada en la eperiencia de :uenos *ires. )sta historia predominó en las instituciones acad(micas hasta por lo menos los a$os GF del siglo XX, y en los manuales escolares hasta fines de la d(cada de 7B>F. 0i siquiera la famosa pol(mica que :artolom( 5itre entabló con =icente #idel %ópe" entre 7>>7 y 7>>8 alteró ese acuerdo interpretativo. 4icho debate se centró más en la valoración de los documentos y, fundamentalmente, en el uso por parte de %ópe" de recuerdos y confidencias familiares que contrastaba con el uso de fuentes con m(todos más acordes a los criterios metodológicos europeos que propiciaba 5itre. !ara el momento en que este debate se produce, los problemas de los que debía dar cuenta la historia eran diversos. Ia no se trataba de la amena"a que significaban las autonomías provinciales y los caudillos, sino la que despertaba en las elites porte$as el proceso de la inmigración masiva. al amena"a va a alentar una interpretación biologicista de la nacionalidad, presente en 0os" #aría *amos #eía , que encuentra su máima epresión en 0uestra *m(rica 7BF?/, de $arlos 23 Bunge.
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)n ese momento, la historia comen"ará a ser fruto de un uso destinado a transformar esa sociedad cosmopolita en una comunidad homogenei"ada por el sentimiento de pertenencia a una nación. !ara esa tarea, la escuela, las fiestas patrias y los monumentos serán los lugares para el despliegue por parte del )stado de una memoria colectiva que se tornará a&n más necesaria cuando, a comien"os del siglo XX, ya no sólo el sentimiento nacional sino tambi(n la integridad del )stado y el orden social se percibían amena"ados por la conflictividad social J. )n esta primera d(cada del siglo XX, mientras libros como %a Destauración 0acionalista 7BFB/, de *icardo *oas, recomendaban la ense$an"a de la historia y la lengua para resolver dicho problema y comen"aba a dise$arse la pedagogía patria desde el 4epartamento 0acional de )ducación, un grupo de jóvenes historiadores reunidos en la 3ección de Historia de la #acultad de #ilosofía y %etras de :uenos *ires daban origen a la autodenominada 1nueva escuela histórica2. )llos fueron quienes impulsaron un modelo de profesionali"ación asentado en instituciones acad(micas. ambi(n quienes iniciaron una etapa sistemática de recolección y edición de fuentes documentales y quienes, a partir de la d(cada de 7B8F, ocuparon los puestos más relevantes en universidades, el +nstituto del !rofesorado, archivos y bibliotecas, además de ser fuentes de consulta permanente para el )stado que, a su ve", les proporcionaba los recursos materiales para desarrollar su trabajoG . 3in embargo, su tarea respecto de la renovación de la historiografía argentina fue, en el aspecto interpretativo y metodológico, menos relevante que lo anunciado. )n cambio, puede se$alarse que, en su caso, el fortalecimiento de los la"os con el )stado y el poder político fue paralelo a un distanciamiento con respecto a las necesidades, intereses y epectativas de una sociedad que comen"aría a buscar respuestas a sus problemas en el pasado por medio de otros historiadores, tal como se revela a partir de la d(cada de 7B?F con el revisionismo histórico.
La historiografía de entreguerras Entre la 4nue'a escuela histórica5 y el re'isionismo argentino 4esde el +nstituto de +nvestigaciones Históricas de la #acultad de #ilosofía y %etras hoy +nstituto de Historia *rgentina y *mericana 14r. )milio Davignani2 / y la unta de Historia y 0umismática *mericana hoy *cademia 0acional de la Historia/, Emilio *a'ignani y *icardo Le'ene, respectivamente, encabe"aron en la *rgentina las instituciones rectoras de los estudios históricos durante las d(cadas siguientes, junto a Luis #aría 6orres, %iego L3 #olinari y *ómulo $arbia . Depresentaron en el país un esfuer"o similar al que desde el siglo X+X venían desarrollando los historiadores en )uropa y )stados 6nidos. Creación de instituciones acad(micas destinadas a la formación e investigación, edición de fuentes documentales con fondos p&blicos, organi"ación de archivos, publicación de revistas especiali"adas, participación en comisiones estatales vinculadas a la preservación de la memoria histórica y afian"amiento de la historiografía científica en los procedimientos metodológicos dispuestos por el manual de Langlois y .eignobos . *l mismo tiempo elaboraron una historia predominantemente política cuya máima epresión fue la +istoria $onstitucional de la 4ep"blica #rgentina 7B8E/ de Emilio *a'ignani. )n cambio, la historia económica tuvo un lugar ecepcional a&n en la obra de quienes la eploraron. )se es el caso de un libro notable, Estudio sobre las guerras civiles en la #rgentina 7B78/, de 0uan 7l'arez, y de las %nvestigaciones acerca de la historia econ(mica del 6irreynato del 4ío de la 0lata 7B8E-7B8>/, de *icardo Le'ene . *l mismo tiempo, el propio %evene fue el impulsor de una historia patriótica que se identificaba en sus fines con los del )stado. Coincidencia de objetivos que cristali"a en la d(cada de 7B?F en la +istoria de la 1aci(n #rgentina 7B?G/, prologada por el presidente Agustín 83 0usto, y en la creación en 7B?> de la *cademia 0acional de la Historia que tambi(n tuvo a 0usto como presidente honorario. )s contra esta historia, que acusarán de 1falsificada2, contra la cual reaccionó el 1revisionismo histórico2, cuyos integrantes navegaban entre la desilusión por el fracaso del proyecto nacionalista autoritario de /riburu y la condena al colonialismo tras la firma del tratado Doca-Dunciman con +nglaterra, como lo epresa el libro de 0ulio y *odolfo Irazusta &a #rgentina y el imperialismo británico 7B?@/. )n 7B?> fundaron el +nstituto de +nvestigaciones Históricas 1uan 5anuel de Dosas2. :astante menos marginales respecto del campo cultural argentino de lo que pretendían, 5
entre sus miembros contaron con intelectuales nacionalistas de orientaciones tan diversas como #anuel &9l'ez, $arlos Ibarguren, los hermanos Irazusta , Alfredo 8alacios, *amón %oll y 0os" #aría *osa , entre otros. !romovieron la revisión del pasado argentino en t(rminos (tico-políticos y ecesivamente acotada al período de Dosas a trav(s del 5oletín del %nstituto de %nvestigaciones +ist(ricas - 5rigadier 7uan 'anuel de 4osas2 uan 5anuel de Dosas. 3u vida, su drama, su tiempo 7B?F/ de $arlos Ibarguren< Ensayo sobre *osas 7B?G/, de 0ulio Irazusta < )ida de %on 0uan #anuel de *osas 7B@F/, de #anuel &9l'ez< %efensa y p"rdida de nuestra soberanía económica 7B@7/, de 0os" #aría *osa . *lternaron esta operación destinada a ofrecer una versión alternativa del pasado nacional con la condena permanente a la 1historia oficial2 que, en sus contenidos esenciales, quedó plasmada en &a historia falsificada 7B?B/, de Ernesto 8alacio. )l revisionismo tendrá su mayor difusión en los a$os GF. )n gran parte como resultado de la apropiación de esa historia por el peronismo proscrito que, cuando estuvo en el poder, demostró escaso inter(s por el revisionismo. )n cambio, !erón había preferido afirmarse en la tradición de 15ayo-Caseros2 y rehuía cualquier identificación de su política con la llevada a cabo en su momento por uan 5anuel de Dosas. 8i la confrontaci(n entre la historia -oficial2 y la -revisionista2 era posible ello se debía a que ambas estaban tramadas en un relato fundamentalmente político . ambi(n, en que ambas se concebían como representativas del verdadero sentimiento nacional y patriótico. #inalmente, en que ambas eran igualmente poco receptivas de la renovación que se estaba promoviendo en la historiografía de entreguerras. )n el caso del revisionismo, ello se debía a que su inter(s era más eplícitamente político y cultural que historiográfico< en cambio, en el caso de los historiadores profesionales esa ausencia era más notable si se atiende a los vínculos que mantenían con historiadores e instituciones europeas e, incluso, con quienes llevarían adelante el proyecto renovador de los #nnales. )n efecto, las relaciones con ,enri Berr, junto a las visitas de #athiez y de -eb're, no tuvieron en ellos ning&n impacto reconocible en sus tetos historiográficos. Como tampoco la referencia a $roce. )l filósofo idealista italiano que afirmaba que -toda historia es historia contemporánea2 había sido más citado que realmente revisado por los historiadores argentinos del período.
La Escuela de Annales %a renovación estuvo encabe"ada por la revista que fundaron en 7B8B Lucien -eb're y #arc Bloch en #rancia, mucho más receptiva de los cambios que se ponen de manifiesto durante la posguerra europea. %a !rimera 9uerra 5undial impactó en la autoimagen de una )uropa que se había concebido como un modelo de civili"ación sustentada en la gradual evolución de las instituciones políticas liberales y en un liberalismo económico que colapsó en la crisis económica de 7B8B. Comen"aba allí ese corto siglo XX, como lo denominó Eric ,obsba:m, que se etendió entre la primera guerra y la disolución de la 6D33 en 7B>B. )l surgimiento de regímenes nacionalistas y autoritarios en +talia y *lemania, la revolución socialista en Dusia y la crisis mundial que alteró definitivamente el funcionamiento del mercado mundial tal como se había estructurado en el siglo X+X, impactaron sobre el presente y, al mismo tiempo, sembraron de incertidumbres el futuro. )sto llevó a algunos historiadores a replantear los interrogantes formulados a un pasado que difícilmente podía ser ya visto como resultado de un proceso evolutivo sostenido en la idea de un progreso indefinido. !or otro lado, nuevas disciplinas y teorías en el campo de las ciencias sociales y fisiconaturales contribuían a modificar los presupuestos admitidos por los historiadores. )ntre otros, tuvieron un gran impacto la teoría de la relatividad, que modificó las concepciones del tiempo y del espacio< la psicología freudiana, que introdujo la noción de un sujeto complejo que posee una vinculación compleja, m<iple y contradictoria con su propio pasado< la lingKística estructural, que estudió las invariantes del lenguaje despla"ando a la lingKística filolológica< la economía, que reformuló sus m(todos y presupuestos acorde con las necesidades provocadas por la crisis mundial. !robablemente El oto)o de la Edad 'edia 7B8?/, de ,uizinga , posteriormente reivindicado como un temprano antecedente de la historia de las mentalidades, fue el libro que mejor reflejó una nueva
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sensibilidad historiográfica. 4el mismo modo que &as ciudades de la Edad 'edia , de ,enri 8irenne, introdujo la historia comparativa como m(todo para transformar la historia en ciencia. )n este conteto, tres polos confluyeron para eplicar la fundación de la mítica revista #nnales. )n primer lugar, la geografía humana de )idal de la Blanche , que privilegió el análisis de la interacción entre el espacio social y el medio natural, desestructurando una geografía física que se percibía como inmutable respecto de la acción del hombre. )n segundo lugar, la sociología de ;mile %ur+heim que, en 7>BJ, poco antes que Langlois y .eignobos publicaran su notablemente más modesto manual para historiadores, publicaba &as reglas del método sociol(gico. 5ás influyente a&n fue la crítica que su discípulo 3imiand reali"ó en el artículo 15(thode historique et science sociale2 7BF?/, polemi"ando con .eignobos contra la historiografía erudita a la que acusaba por su historicismo, por el apego al m(todo filológico y por promover un empirismo sin sujeto. !ara .imiand, la historia debía convertirse en una ciencia abocándose a la tarea de descubrir regularidades en el pasado y formular leyes. 3in embargo, la afirmación de que la historia debía asociarse con el m(todo sociológico concebido como el m(todo científico por ecelencia para el conjunto de las ciencias sociales tendría poca aceptación entre los historiadores de #nnales. !or el contrario, estos entendían que la unidad de las ciencias sociales se revelaba en la historia y no en la sociología, porque era en la historia que se manifestaba la unidad de lo social. #inalmente, encontraron una base de legitimidad para su acercamiento a las ciencias sociales y para su combate contra la historia 1tradicional2, 1(v(nementiel2 o 1histori"ante2 como gustaban llamar a aquella historia contra la cual se levantaban en el proyecto que llevó a cabo ,enri Berr a trav(s de la 4evista de 8íntesis hist(rica, en la que se publicó originalmente el artículo de 3imiand< con la creación del Centro +nternacional de 3íntesis, del que tambi(n participó !irenne y en el que tuvo cabida Lucien -eb're< y con la colección &a evoluci(n de la humanidad , para la que #arc Bloch escribió &a sociedad feudal 7B?B-7B@F/. !ero a diferencia de Henri :err, que se encontraba por fuera de los ámbitos acad(micos, :loch y #ebvre, junto a la mayoría de los colaboradores de *nnales, se hallaban fuertemente instalados en ellos, pasando de la prestigiosa pero perif(rica 6niversidad de )strasburgo hoy llamada 6niversidad 5arc :loch/ a las instituciones que se hallaban en el centro del poder de la historiografía erudita. #ebvre ingresó al CollLge de #rance en 7B?8, y 5. :loch obtuvo su cátedra en la 3orbona en 7B?G. 4esde este asentamiento institucional y con un prestigio como historiadores que precedía a la revista, propusieron una renovación de la historiografía que superara los límites de una historia política y diplomática, que se mantenía en el nivel de los acontecimientos y se identificaba plenamente con la nación y el )stado franc(s. Apusieron a esa historia relato una historia problema, una historia que construía su objeto a partir de interrogantes que surgían del presente, reformulando la relación del historiador con el pasado. #ormulaban con el presente un compromiso que, en el caso de :loch, miembro de la Desistencia durante la ocupación alemana de #rancia en la 3egunda 9uerra. !ara responder a estas preguntas la historiografía tradicional no ofrecía un m(todo ni perspectivas de análisis adecuadas que, en cambio, debieron buscar en las ciencias sociales. 3e abrió así un diálogo fecundo con la geografía, la sociología y en menor medida con la economía, que se profundi"ó en la segunda posguerra con otras disciplinas. )se diálogo se hallaba justificado, en primer lugar, porque como se$alaba #ebvre, la historia es social por definición y, en segundo lugar, porque seg&n :loch, una ciencia no representa más que un fragmento del movimiento social hacia el conocimiento. !or lo tanto, la unidad de las ciencias sociales no era más que un resultado de la unidad misma de lo social en la historia. %o social era así entendido en t(rminos sociológicos como un sistema de relaciones interdependientes en el que intervienen diversos factores' geográficos, económicos, demográficos, culturales, sociales, etc., y una vía de entrada a una historia total de las sociedades en el tiempo. !ero a diferencia de la sociología, no se percibían dichas relaciones en el marco de una sociedad estática, sino que se privilegiaban los cambios que sucedían en una temporalidad propiamente histórica. *l mismo tiempo, oponían a las abstracciones sociológicas una historia empírica, concreta y cuya reconstrucción está basada en documentos. 4e todos modos, a diferencia de la historiografía
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erudita, las fuentes documentales se ampliaron al no quedar ya sujetas eclusivamente a los escritos p&blicos que, por otro lado, no eran anali"ados como reflejos inertes del pasado ya que consideraban que era el historiador quien, a trav(s de prácticas interpretativas, le otorga sentido a la fuente, recuperando así protagonismo en la construcción de su objeto. %a revista #nnales, que ha ingresado ya al siglo XX+, tuvo una repercusión modesta en #rancia hasta fines de la 3egunda 9uerra 5undial, momento en el que inició su gran epansión, sostenida en una firme inserción institucional y prestigio internacional. )n esos a$os, aparecería como un sinónimo de renovación, producto de su capacidad para reinventarse incluyendo permanentemente nuevos temas, problemas y perspectivas de análisis. 3in embargo, se ha criticado su escaso inter(s por la historia contemporánea, ya que se concentró básicamente en la historia medieval y moderna cubriendo una periodi"ación similar a la propuesta por La'isse en la +istoria de rancia. ambi(n se ha cuestionado su escaso inter(s por la teoría, que se reduce, como se$aló !aul Dicoeur, a refleiones sobre la práctica de su oficio. )ste <imo aspecto se percibe en un conjunto de tetos programáticos que han tenido una gran repercusión' *pología para la historia 7B@B/, de 5arc :loch< $ombates por la +istoria 7BJ?/, de %ucien #ebvre< y &a +istoria y las $iencias 8ociales 7BG>/, de #ernand :raudel. etos cuya mayor contribución, como sucedió en el caso de la *rgentina, fue haber servido como armas en la batalla que los historiadores renovadores daban contra la historiografía tradicional en distintos campos historiográficos nacionales durante la segunda posguerra. 4e todos modos, es innegable que la primera etapa de los #nnales promovió un cambio en la historiografía occidental. &os caracteres originales de la historia rural francesa 7B?7/, de 5arc :loch, es un libro fundante de la historia social, del mismo modo que &os 4eyes taumaturgos 7B8@/ lo es respecto de la historia política y de las creencias. !or su parte, 1)l problema de la incredulidad en el siglo X+X. %a religión de Dabelais2 7B@8/ y el 'artín &utero 7B8E/, de %ucien #ebvre, son tetos imprescindibles en el campo de la historia de las mentalidades y las ideas. 3in embargo, fue ese mismo espíritu renovador el que va autori"ar un distanciamiento de aquellas fuentes por parte de una segunda generación de historiadores vinculados con la revista.
La historiografía en la posguerra< el imperio de la historia social %a historiografía de la posguerra puede subdividirse en dos etapas con sus condiciones específicas de acuerdo con las peculiaridades de cada configuración nacional. %a primera se halla vinculada a la reinstalación de las democracias liberales en )uropa y al proceso de reconstrucción económica impulsado por el !lan 5arshall, que promovió la epansión de su economía y un proceso de movilidad social ascendente, a fines de la d(cada de 7BJF. %a segunda, por el proceso de revolución cultural que afectó a Accidente y que tuvo su epicentro en las jornadas del 15ayo franc(s2 de 7BG>. Deferencia de una (poca de conflictividad social que incluyó acontecimientos como la revolución cultural china, iniciada en 7BGG< la matan"a de estudiantes meicanos en 7BG> y, el mismo a$o, la llamada 1primavera de !raga2< el nacimiento de los movimientos insurgentes en *m(rica latina y un conjunto de movimientos contraculturales que suponían una crítica a la sociedad burguesa a escala mundial. 3i en la primera de esas etapas predominó la historia económica con sus m(todos de análisis cuantitativos, la segunda se caracteri"ó por un giro hacia la historia cultural y la utili"ación de registros de análisis de tipo cualitativo. *mbas etapas se hallaron atravesadas al mismo tiempo por procesos más específicos. !or un lado, la crisis de la )uropa imperial que se puso de manifiesto en los movimientos de descoloni"ación surgidos en Ariente, +ndochina y el norte de Mfrica, entre los que habría que incluir la revolución cubana. Hechos que revelaron ante los europeos y el mundo las miserias de las políticas coloniales y el surgimiento de nuevos actores y espacios sociales que amena"aban los presupuestos de una historiografía predominantemente euroc(ntrica. !or otro lado, la crisis que provocó en el marismo y los partidos comunistas occidentales la desilusión que siguió a la breve apertura sovi(tica, cuando se produjo la invasión de las tropas de la 6D33 a Hungría 7BJG/ y a !raga 7BG>/. odos estos hechos legitimarían la actitud de historiadores ligados al !artido Comunista, ahora dispuestos a romper con la ortodoia del marismo estalinista.
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*l mismo tiempo, es un período caracteri"ado por el crecimiento de los recursos brindados por el )stado a los historiadores, a lo que se suma la inversión en investigaciones por parte de fundaciones ligadas a empresas privadas, el aumento de las cátedras, el crecimiento de la matrícula estudiantil y del p&blico interesado en la historia, abastecido por libros y revistas especiali"adas. )sta epansión fue acompa$ada por una diversificación de áreas de estudios que se refleja en el surgimiento de nuevas subdisciplinas, con sus propias preguntas, objetos y m(todos. )n estas condiciones, los historiadores lograron superar con (ito la renovada crítica de los epistemólogos contra el status científico de la historiografía. 0os referimos a los trabajos de =3 8opper , &a miseria del historicismo 7B@@-7B@J/< $3 ,empel, &a funci(n de las leyes generales en la historia 7B@8/< $h3 -ran+el, E>plicación e interpretación en historia 7BJE/< A3 %onogan, &a e!plicaci(n en historia 7BGE/. 6na ra"ón del limitado impacto de estos debates se halla en el escaso inter(s demostrado por los historiadores por las pol(micas epistemológicas y, en general, por las filosofías de la historia. !or ejemplo, la noción de :loch de la historia como ciencia de los hombres a través del tiempo podía convivir con la de #ebvre, que la definía como un estudio científicamente elaborado, sin provocar diferencias sustantivas entre ellos. !or otra parte, los viejos y nuevos debates entre quienes entendían que la historia podía eplicar el pasado y quienes se inclinaban a la comprensión, entre quienes definían la historia como ciencia de lo particular y quienes creían que se podía generali"ar y formular leyes, entre quienes aspiraban a un monismo metodológico y quienes sostenían el dualismo metodológico, entre otras pol(micas que incluyeron la ubicación de la historia en las ramas literarias defini(ndola como un saber precientífico o como una pseudo ciencia, no contaron con la participación de historiadores salvo en casos aislados. Nuienes participaban de estos debates refleionaban en un nivel de generali"ación en el que difícilmente los historiadores podían reconocerse o, simplemente, los historiadores no estaban dispuestos a prestar atención a las críticas que ponían en duda el carácter científico de sus estudios. +talia fue escasamente receptiva de estos debates. )n parte, porque todavía en la posguerra era fuerte la tradición del idealismo croceano en la filosofía de la península. ambi(n porque predominaba allí una historiografía política que a pesar de haber recibido a #nnales, sobre todo despu(s del Congreso +nternacional de Ciencias Históricas de Doma en 7BJJ, no había asumido plenamente los presupuestos de la historia social. *lgo similar sucede en #rancia que, sin embargo, sí contó con historiadores dispuestos a discutir con críticos estructuralistas del campo franc(s como $laude Le'i?.trauss y #ichel -oucault. )n cambio, parcialmente más receptivos fueron los historiadores anglosajones, como lo demuestra el libro de I3 Berlin &o inevitable en la historia 7BJ@/, y el surgimiento de publicaciones que tendieron a construir puentes entre la filosofía y la historia' History and heory, ournal of the History of +deas y !hilosophy and 3cience. #inalmente, es necesario considerar que en los a$os en que comen"aban a arreciar estos debates, los historiadores encontraban en las ciencias sociales y sobre todo en la prestigiosa ciencia económica una nueva fuente de legitimidad científica.
Annales< de la historia económico?social a la historia cultural %os saberes disciplinares tal como se habían organi"ado a fines del siglo X+X aparecían como ineficaces para pensar lo social< era necesaria una firme integración de la historia a las ciencias sociales como lo habían proclamado en su momento Bloch y -eb're . Ia en esos a$os, sobre todo a partir de la crisis del 8B, la economía había ganado peso en el campo de las ciencias sociales y el título de los #nnales. Economía y sociedad así lo reflejaba. !ero sobre todo fueron los historiadores económicos de la 1e9 Economic +istory #eyer, -ogel, %a'is y (orth, junto a los analistas de los ciclos económicos Leontief, *osto:, #arcze:s+i, quienes tuvieron mayor influencia en la historia cuantitativa que permitía construir modelos cuantificables en la larga duración. 5ediante el uso de t(cnicas econom(tricas, estadísticas y la moderna demografía histórica era posible reconstruir series de precios, movimientos de población, producción, circulación de mercancías, etc(tera. ambi(n mediante el uso de hipótesis contrafácticas, que en su momento los historiadores habían cuestionado, como las formula *obert !3 -ogel en &os ferrocarriles y el crecimiento econ(mico de los Estados :nidos 7BG@/, obra en la que trata de demostrar que aunque los ferrocarriles no se hubieran inventado, igualmente el )stado del norte se hubiese desarrollado gracias a la eistencia de otras vías de comunicación, como las fluviales.
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%a importancia de las variables económicas apareció reflejada en la obra maestra de la segunda generación de los *nnales, escrita por su figura rectora' -ernand Braudel . )n El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de elipe %% 7B@E/ refleja tres momentos de la historiografía francesa en el largo proceso en que fue escrito, entre 7B8?-7B@E. *l mismo tiempo, dichos momentos refieren a las tres imágenes sobre el mundo mediterráneo que componen la obra' la de sus constantes, la de sus tardos movimientos y la de su historia tradicional atenta a los acontecimientos y a los hombres . 4escomponiendo así, sin integrar plenamente, el tiempo histórico en fenómenos de corta duración historia política y diplomática/, de mediana duración que se corresponde con los procesos económicos y sociales/ y de larga duración que hace referencia a las relaciones del hombre con el medio geográfico/. )l prestigio de :raudel creció en estos a$os junto con el de #nnales' su obra fue recibida con entusiasmo en !olonia, +talia, )spa$a, *m(rica %atina y, en menor medida, en el mundo anglosajón. 4iscípulo de #ebvre, lo sucedió tras su muerte en 7BJG en la dirección de la revista, que pasó a denominarse #nnales. conomies, sociétés, civilisations. 5ientras los historiadores identificados con ella pasaban a ocupar el centro del campo historiográfico franc(s, con cátedras en la 3orbona 6niversit( !aris 7/ 6niversit( !aris @/ y el CollLge de #rance, a las que se sumó la fundación de la =+ sección de la Ocole !ractique de Hautes Otudes, convertida luego en Ocole de Hautes Otudes en 3ciences 3ociales. )n este conteto institucional, fue Ernest Labrousse, discípulo de 3imiand, el que orientó los estudios en historia económica y social en una matri" cercana a la que había recomendado su maestro, y que tanto :loch como #ebvre se habían resistido a adoptar. )llo implicaba privilegiar la historia regional sobre la dimensión nacional, y la b&squeda de nuevas fuentes de las cuales etraer datos cuantificables que pudieran ordenarse en series. * partir de ellas se podría atender a variables tales como' salarios, precios, flujos comerciales, etc., observadas en la larga duración y anali"adas con relación a una estructura invariable respecto de la cual las crisis coyunturales son una referencia. &a críes de l<économie fran=aise 7BGG/, escrita por Labrousse durante la ocupación alemana, la monumental obra de 83 $haunu, 8éville et l
/. 5ultitud de campos de estudios que contrastan con el programa más orgánico que habían esbo"ado %abrousse y :raudel' las mentalidades, el imaginario colectivo, las actitudes frente a la vida y la muerte, la brujería, el cuerpo y la enfermedad, la sociabilidad. !ero además retornos' la historia política, el acontecimiento, lo singular. )sta diversidad promovió, sino un abandono, sí un despla"amiento, no siempre eplicitado, del proyecto de elaborar una historia total, lo que llevó a #. 4oss( a definirla, de un modo ecesivo, como historia en migajas.
La microhistoria !aralelamente, en +talia se estaba produciendo el nacimiento de la microhistoria , cuyas influencias y los debates que provoca siguen teniendo peso hasta nuestros días. 3urge de un grupo reducido de historiadores que se habían integrado a la revista >uaderni 8torici , fundada en 7BGG' Eduardo &rendi , $arlo 8oni, &io'ani Le'i y $arlo &inzburg.
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!recisamente 9uin"burg logra con el El queso y los gusanos 7BEG/ un producto renovador tanto de la historia social como de la historia cultural, además de ser un ejemplo de los aportes que el diálogo con la antropología podía ofrecer a la historia. #undamentalmente cuando se adentraba en los problemas de la cultura popular. *sí, el m(todo de la reducción de escalas permitía atender a las historias individuales, las subjetividades y las prácticas culturales, reconstruir redes de relaciones sociales concretas, cuestionar los m(todos macrohistóricos y volver a redefinir la relación entre lo singular y lo general.
La historia social y el mar>ismo ingl"s 3i bien la influencia del marismo en las ciencias sociales no era nueva, su mayor desarrollo se produjo en la posguerra, a partir de estudios centrados en los procesos de transición al capitalismo y la atención al análisis de las relaciones de producción con relación al desarrollo de las fuer"as productivas. )n ese campo, el ingl(s #aurice %obb produjo un libro notable en 7B@G, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo. )sa obra promovió un debate famoso con 8aul .:eezy, publicado originalmente en 8cience and 8ociety . #rente a la tesis de matri" marista de 4obb que estimaba que el origen del capitalismo debía eplicarse a partir de las contradicciones y crisis del feudalismo, 3Pee"y sostuvo la teoría circulacionista, que definía al capitalismo como resultado de la ampliación en la circulación de mercancías en el proceso de conformación del mercado mundial 7. )n *m(rica latina estos debates van a tener repercusión en la d(cada de 7BGF y 7BEF, tanto en el terreno acad(mico como político, con relación a problemas vinculados con la dependencia y el imperialismo.
Maurice Dobb , miembro del 0artido $omunista inglés, estuvo vinculado a una generaci(n más joven de miembros del partido 4odney +ilton, $hristopher +ill, Eric +obsba9m y Ed9ard 0. ?hompson. )llos van a estar entre los fundadores de la revista 0ast and present en 7BJ8, pero la amplia definición de marismo ingl(s debe incluir tambi(n a la 1e9 &eft 4evie9 identificada con la nueva i"quierda. !or su parte, la +istory @orAshop, grupo surgido de los talleres de educación de adultos, que tuvo en *aphael .amuel a su representante más reconocido, elaboró un proyecto historiográfico centrado en la construcción de la historia desde abajo, o desde abajo hacia arriba , promoviendo la escritura de la historia por sus protagonistas. 3i bien la obra de Eric ,obsba:m ha tenido en los <imos a$os una merecida repercusión por trascender los problemas de la historia inglesa y acercarse a temas contemporáneos, han sido los planteos de E3 83 6hompson relativos a la noción de clase los que han tenido mayor impacto tanto en el marismo como en la historia social en general, tal como se pone en evidencia en el caso de algunos microhistoriadores. hompson intervino en los debates contra el estructuralismo althusseriano en 'iseria de la teoría7BE>/. !ara hompson, como resulta de su estudio sobre &a formaci(n de la clase obrera inglesa 7BG?/, la clase es el resultado de un proceso de toma de conciencia que se produce en el marco de la lucha de clases< en cambio, la clase no es algo que pueda definirse a priori ni de forma independiente de la conciencia de los actores sobre sus condiciones de eistencia. *sí, define la clase como una formación social y cultural que no eiste por fuera de la historia concreta. al posición ha provocado la caracteri"ación del grupo de historiadores maristas británicos como culturalistas, por el supuesto abandono del determinismo económico. )n rigor, la tesis determinista antes que abandonada es despla"ada para atender al estudio de las prácticas sociales y culturales de los sectores populares. 4e hecho, )ric HobsbaPm en un estudio paradigmático' 14e la historia social a la historia de la sociedad2 7BE7/ se mantenía fiel al determinismo económico, en un tono que reflejaba que la historia social no era ya una vertiente sino que toda historia, por definición, era social, cuando se$alaba' -El consenso tácito de los historiadores parece haber impuesto un modelo operativo de este tipo, que es, con algunas variantes, bastante com"n. 8e parte del conte!to material e hist(rico, se contin"a hacia las fuerzas y las técnicas de producci(n Bla demografía aparece en alg"n espacio intermedioC, y a través de la estructura de la economía consiguiente Ddivisi(n del trabajo, intercambio, acumulaci(n, distribuci(n del e!cedente, etc.D, se llega a las relaciones sociales que de aquí se desprenden. # continuaci(n vendrían las instituciones y la imagen y el funcionamiento de la sociedad sobre los cuales ellos se apoyan.2
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*quí, HobsbaPm propone un análisis en tres niveles relacionados entre sí por un principio de determinación. !ero al mismo tiempo, es evidente que el objeto de la historia social no privilegiaba ninguno de ellos. al ve" por eso, a comien"os de los a$os >F una historiadora anglosajona definió la historia social en un sentido inverso, aunque para hacerlo remitía a la tradición fundada por hompson y HobsbaPm' para (atalie @emon %a'is , la nueva historia social es una historia sociocultural que se interesa por los medios de transmisi(n pero también por la recepci(n, es decir, por las formas de la percepci(n, por lo simb(lico y por la estructura de los relatos . 8e trata de una historia sensible no s(lo a la dominaci(n, sino también a las estrategias de resistencia que ejecutan los grupos sociales subordinados. )ntre la historia social entendida como historia económico-social y la historia social entendida como historia sociocultural queda sin resolverse un problema que debiera ser central para una y otra' el de las relaciones objetivas entre las condiciones de eistencia y la conciencia.
La reno'ación historiogr9fica en la Argentina Hacia finales del gobierno peronista se configuró un grupo renovador en la *rgentina en torno a la revista %mago 'undi 7BJ?-7BJJ/, dirigida por 0os" Luis *omero . Historiador medievalista, Domero elaboró desde su revista un programa de historia cultural cercano a ,uizinga y, en menor medida, a los primeros #nnales. 3in embargo, no fue la historia cultural el eje sobre el que se organi"ó la renovación historiográfica que accedió a las cátedras universitarias luego de la caída de !erón en 7BJJ. 3e ha se$alado varias veces la marginalidad de esa renovación que se instaló, sobre todo, en Dosario y parcialmente en Córdoba y en la cátedra de Historia 3ocial que tuvo a su cargo Domero en la #acultad de #ilosofía y %etras de la 6niversidad de :uenos *ires. Ciertamente, habría que indicar que esa marginalidad se refiere fundamentalmente a su dificultad para acceder a las cátedras de historia argentina, que seguían dominadas por la historiografía tradicional, poco receptiva de una renovación que cultivaron, entre otros, 6ulio ,alperín %onghi , *oberto $ort"s $onde , Ezequiel &allo, (icol9s .9nchez Albornoz y *eyna 8astor. !ero este era justamente un aspecto central para estos historiadores que promovían una relectura de la historia nacional desde una perspectiva científica que se nutría en un diálogo con las ciencias sociales y el contacto con las corrientes más renovadoras de la historiografía internacional. )ntre estas <imas se destacaban el estructuralfuncionalismo norteamericano introducido en la *rgentina por &ino &ermani y las posturas de #nnales. )l problema central para estos historiadores era eplicar el fenómeno peronista que, lejos de ser un episodio ecepcional y acotado en el tiempo como se había estimado durante algunos a$os, se revelaba despu(s del JJ con una enorme capacidad para mantener la adhesión de la clase obrera e, incluso, para ampliar su base política en los sectores medios, como sucedió durante los a$os sesenta. %a clave para eplicar el peronismo la encontrarán en el conflicto nunca resuelto entre lo tradicional y lo moderno, tesis desarrollada por 9ino 9ermani, así como en las contradicciones propias del período de la gran epansión de la economía argentina, entre 7>>F y 7B?F, pleno de oportunidades no aprovechadas para generar las condiciones para un desarrollo menos dependiente de las potencias europeas y para el fortalecimiento de las instituciones liberal democráticas 8. )stos problemas van a ser reformulados hacia fines de los a$os GF y en la d(cada del EF, en un nuevo clima político e institucional, pero se mantuvo presente la necesidad de dar respuestas a las condiciones de inestabilidad política y económica que sembraban de incertidumbres el futuro del país. !or ello la historia política, lejos de ser abandonada, se renovó para poder eplicar una crisis que encontraba en este registro de la vida social una de sus ra"ones centrales. Como puede verse, no sólo los problemas centrales que preocupaban a los historiadores argentinos contrastaban notoriamente con los que preocupaban a sus pares europeos, sino que, además, las condiciones en las que se desarrollaba el proyecto renovador eran sumamente endebles ya que estaban siempre amena"adas por la escasa autonomía de que go"aban las universidades con respecto al poder y a las coyunturas políticas, que distaban de ser tranquilas. )l golpe de 7BGG, que atacó directamente a las universidades, fue sólo un anticipo de lo que sucedería más adelante' la intervención del gobierno de +sabel !erón con la misión +vanissevich, las persecuciones de la riple * y la dictadura militar implantada en 7BEG. *lgunos investigadores se asentaron en esos a$os en universidades etranjeras y otros siguieron actuando en instituciones
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privadas. Deci(n a partir de 7B>?, el proyecto renovador, ahora sobre nuevas bases, lograría fortalecerse en el campo acad(mico. 5ientras tanto, la historiografía tradicional anclada en los principios interpretativos y metodológicos que habían estabili"ado los historiadores de la 0ueva )scuela Histórica a comien"os del siglo, go"ó de una estabilidad que no fue prácticamente alterada por los cambios políticos. )n cuanto al revisionismo histórico, tendría en los a$os posperonistas su etapa de mayor epansión. )n gran parte, ello se debe a la apropiación de la interpretación revisionista por parte de un peronismo, que hallaba en el revisionismo rosista una eplicación y un antecedente de su propia proscripción. )n parte, tambi(n, porque el propio revisionismo se renovó, al menos en t(rminos interpretativos, a trav(s de una vertiente de la denominada izquierda nacional representada, entre otros, por 0orge Abelardo *amos . %a clave de este nuevo revisionismo histórico era la recuperación de los caudillos provinciales como figuras alternativas no sólo de 5itre y del panteón liberal, sino tambi(n del propio uan 5anuel de Dosas, al que tambi(n identificaban como defensor de los intereses de la burguesía mercantil porte$a. )n cuanto al marismo, su influencia en la historia argentina va a tener dos caminos. !or una parte, el proyecto político e intelectual encabe"ado por un grupo de jóvenes como 0os" Aricó o 0uan $arlos 8ortantiero que habían estado vinculados al !artido Comunista hasta que fueron epulsados cuando iniciaron la publicación de la revista !asado y !resente. !ortantiero, junto a #iguel #urmis, utili"ó las categorías del marista italiano Antonio &ramsci para definir la crisis del ?F como una crisis de hegemonía y para eplicar el proceso de industriali"ación sustitutiva de esos a$os como el resultado de una alian"a entre fracciones de la clase dominante' los ganaderos invernadores orientados a la eportación y los industriales. !or otra parte, un marismo más acad(mico retomó los debates sobre la transición del feudalismo al capitalismo y la noción de formaci(n econ(mico social para superar el debate que habían protagoni"ado *odolfo 8uigross y Andr" &under -ran+ respecto de la definición de *m(rica latina como una economía dual o una plenamente capitalista G.
La historiografía en los ltimos aos 6no de los rasgos comunes que presenta la historiografía occidental es la ampliación del campo, que ha sido continua desde fines del siglo X+X. )l aumento de la matrícula de estudiantes, notable sobre todo en la *rgentina en períodos de crisis, significa que la historia sigue siendo para muchos una herramienta &til para comprender la realidad. ambi(n se han incrementado los planteles docentes y de investigadores. 3e ha mantenido y, en algunos momentos ampliado, la publicación de libros y revistas especiali"adas, acompa$ada por una creciente participación de historiadores profesionales en la ense$an"a media, por su participación en la redacción de manuales. +ncluso, algunos libros de historia se han convertido en (itos editoriales. !or otro lado, se ampliaron las redes internacionales a trav(s de congresos, conferencias, publicaciones y el sistema de becas para la reali"ación de posgrados. 3in embargo, se ha insistido, desde hace demasiado tiempo, en que estamos viviendo una crisis de la historiografía. )specialmente, se ha postulado una crisis de paradigmas, más enunciada que investigada.
Pero ¿qué es lo que está en crisis 3in duda los paradigmas interpretativos y metodológicos estabili"ados en el siglo X+X han estallado desde la posguerra. *l tiempo que el mayor acercamiento de los historiadores a las ciencias sociales pone en riesgo, para algunos, la identidad de la historia como disciplina. ambi(n se reformuló la relación de los historiadores con la sociedad, el )stado y el poder político. %a ausencia de un m(todo, una imagen del pasado y una teoría consensuada parecen ser los síntomas de dicha crisis. !ero si nos despla"amos en la historia de la disciplina, como brevemente hemos hecho aquí, se torna evidente que dicho consenso sólo se dio en momentos específicos y en escenarios nacionales concretos. )llo es así porque los historiadores, a su modo, epresan las batallas que sobre las representaciones de su pasado atravesaron a las sociedades en el tiempo. )sas batallas, en el caso de los historiadores, a veces tomaron la forma de luchas por la ocupación de posiciones en un campo profesional y en otros casos tuvieron por objeto la conquista de un p&blico más vasto, como sucedió en la *rgentina con el revisionismo.
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)s evidente, entonces, que ya no hay un centro dominante en la historiografía, ni un n&cleo irradiador de nuevas tendencias. %a microhistoria se ha fragmentado, como producto de las diferencias entre sus creadores y las aplicaciones de quienes se inspiraron luego en sus propuestas. %as diferencias son a&n mayores si se incorpora a la historia de las ideas y a la historia cultural, con sus m<iples definiciones y su variedad de objetos de estudio. I así podríamos seguir con los distintos campos de estudio, cuya atención particular sólo serviría para ampliar los ejemplos. !or estos motivos, ninguno de estos espacios disciplinares es estable. Decurrentes críticas a los modos de construcción de sus objetos de estudio y a los m(todos de abordaje utili"ados amena"an la legitimidad de distintas corrientes, como sucede en el caso de la historia oral. 3in duda, la historia oral ha hecho una notable contribución a la historia al dar vo" a los protagonistas y ha promovido el surgimiento de una historia del tiempo presente, sustentada en instituciones como el +nstitut dQHistoire du temps pr(sent, en #rancia. !ero ha sido cuestionada, al menos como recurso para la reconstrucción del pasado, porque los relatos que se obtienen sólo dan cuenta del modo en el que los sujetos organi"an su eperiencia en el conteto en el que son entrevistados. 3in embargo, a pesar de estos inconvenientes, la multitud de subdisciplinas en las que se dividió la historiografía contemporánea es una realidad ya sin retorno. Hasta queda lugar para una historiografía tradicional que pervive casi sin alteraciones en algunos centros acad(micos. Habría que admitir que la incertidumbre que describe la crisis al menos es notablemente productiva. 0o parece haber en el hori"onte ning&n fantasma que mere"ca ser temido, salvo por aquellos que sienten nostalgia por un mundo más distante que el nuestro del abismo. 5undo, por otro lado, que jamás ha eistido. 4icha incertidumbre promovió en los <imos a$os y a la ve" está estimulada por una mayor autorrefleión de los historiadores respecto de sus prácticas y a las condiciones de producción de sus discursos. )l 1giro lingKístico2 desde mediados de los a$os GF y la sociología de las instituciones que ha desarrollado !ierre :ourdieu, han estimulado el surgimiento de una rama más crítica que autocelebratoria de la historia de la historiografía. %os trabajos de Hayden Rhite y 5ichel de Certau tuvieron la virtud de estudiar el discurso y las prácticas historiográficas con un conocimiento del oficio del que carecían los epistemólogos. *sí promovieron un debate más productivo e insoslayable. 6na de las conclusiones posibles es que si las sociedades y los grupos sociales se construyen a sí mismos, en parte, a partir de la imagen que tienen de sí en el pasado, los historiadores debieran asumir que sus discursos cargan con una responsabilidad social que es propia de su oficio. 3in embargo, no son sólo los historiadores los que participan en la construcción de representaciones del pasado. +ntelectuales en sentido amplio, los medios de comunicación y operadores culturales como las agencias de publicidad tambi(n elaboran imágenes del pasado que tienen impacto en el presente y, por supuesto, en el futuro. %a historia de la memoria colectiva y de los 1usos del pasado2 ha abierto en los <imos a$os un área de estudio tan incierta como fecunda, que se epresa en un libro inspirador dirigido por !ierre 0ora, %e lieu de la m(moire7B>G-7BB?/ y en una variedad de congresos y publicaciones sobre el tema. al ve" se podría denominar a esta operación autorrefleiva como un 1giro historiográfico2, en el que la historia se vuelve sobre sí misma y los historiadores y la historiografía se convierten en objeto. * diferencia de lo que sucedía en el siglo X+X y la primera mitad del siglo XX, los )stados han dejado de reclamar a la historia una fuente de legitimidad que desde la posguerra encuentran en diversas formas de intervención social, entre las cuales el )stado de bienestar es un ejemplo. !or otro lado, la historia ha dejado de ser un recurso para la argumentación política, como lo fue en el siglo X+X y parte del XX. !in embargo, la cuestión central sigue siendo la misma" si los historiadores se encuentran en condiciones de responder a las preguntas que las sociedades se #ormulan sobre su pasado, presente $ #uturo%
(cleo teórico < Estado del arte Introducción
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8i aprovechamos un paseo para detenemos unos minutos frente a los estantes o las mesas de cualquier librería llegaríamos a la conclusi(n de que la historiografía es hoy una disciplina en franca e!pansi(n. $ientos de títulos intentan seducir a los lectores proponiendo una mirada original sobre los más variados procesos del pasado. 8i, en cambio, observamos el fen(meno más sistemáticamente, notaríamos que la producci(n de los "ltimos treinta y cinco a)os permite verificar el volumen creciente y la rica diversidad de la producci(n historiográfica. &ibros, colecciones, publicaciones peri(dicas en formatos tradicionales y electr(nicos, presentaciones a jornadas científicas y congresos Dalgunos de ellos virtualesD, emprendimientos editoriales todos ellos contribuyen a conformar una nutrida biblioteca de historia que no parece dejar de crecer. !ero las novedades en la disciplina no se limitan a una cuestión cuantitativa< por el contrario los estándares globales de calidad de esta producción se han elevado sensiblemente debido, entre otras ra"ones, a una apreciable internacionali"ación de la disciplina que redundó en una mayor comunicación y conocimiento entre los historiadores y su producción. %os temas, los marcos conceptuales y los m(todos es decir, los modos de encarar el estudio de la historia circulan en nuestros días con una notable velocidad, lo cual ha permitido que, sin descartar la eistencia de debates y disensos, hoy eistan importantes consensos entre quienes se dedican al estudio del pasado. 6no de estos consensos admite que durante las <imas tres d(cadas hemos asistido a un cambio profundo en los contenidos y los m(todos de aquello a lo que llamamos análisis histórico, más allá de las valoraciones positivas o negativas que cada historiador haga de esos cambios. %os orígenes de esta historiografía reciente remiten a su ve" una dramática transformación en las miradas y las perspectivas de las ciencias sociales, a la cual podemos denominar crisis de los paradigmas o crisis de los modelos de e!plicaci(n macrosociales . En pocas palabras, se trata de la crisis de los criterios de e!plicaci(n propuestos por el funcionalismo, el estructuralismo y el mar!ismo, que tanto é!ito habían tenido desde finales de la 8egunda uerra 'undial. 'ás allá de las diferencias e!istentes entre estas corrientes, todas ellas compartían un conjunto de características comunes, en especial el hecho de que partían de una concepci(n global o estructural de la realidad cuyo análisis aspiraba a identificar regularidades hist(ricas que permitiesen formular relaciones generales o leyes hist(ricas. ?al era la fuerza de esas leyes, que el papel de los hombres, de sus ideas y de sus acciones quedaba reducido al mínimo, en tanto eran simples e!presiones de leyes estructurales que los superaban y que muchas veces ni siquiera podían comprender . Detomando una vieja epresión de #ar> utili"ada por muchos maristas de posguerra, consideraban que los hombres hacían la historia, pero no sabían qué historia estaban haciendo . )ra en cambio el historiador o el cientista social quien debía eplicar las regularidades, es decir las leyes, de esa historia. )ntre las ra"ones que precipitaron estas modificaciones en la forma de concebir la historia se encuentra la propia historia. )ntre fines de los a$os sesenta y comien"os de los setenta se produjo un conjunto de acontecimientos cuya magnitud y efectos han dado fundamento a la idea de la eistencia de una verdadera ruptura civilizatoria, en la medida en que afectaron los propios fundamentos de la sociedad occidental. )n primer lugar, fueron fundamentales los movimientos sociales que buscaron dar forma a un futuro utópico libre de eplotación y coerciones, movimientos que se epresaron a trav(s de distintas formas insurreccionales. )ntran en esta amplia categoría de fenómenos desde el 5ayo #ranc(s al hippismo, desde la descoloni"ación a la 9uerra de =ietnam, desde la revolución cultural china al movimientismo de *m(rica %atina. %a profunda crisis económica mundial de los setenta y el advenimiento de la sociedad post industrial completan el cuadro. !or efecto de estos fenómenos, el generali"ado optimismo de la segunda posguerra base sobre la cual crecieron los grandes paradigmas funcionalistas, estructuralistas y maristas, cedió paso a la incertidumbre sobre el futuro del mundo. %a idea de que el mundo tenía un futuro relativamente previsible, que seg&n los casos podía ser desde el progreso hasta el socialismo, tambi(n le daba un sentido a los análisis del pasado que, de esta manera, parecían ajustarse a leyes sociales imaginadas por los historiadores. !ero una ve" que la realidad dejó de ajustarse a estos pronósticos optimistas el colapso de la 6D33 a fines de los a$os ochenta cerró definitivamente la sucesión de crisis iniciadas a comien"os de los setenta la incertidumbre sobre el futuro mundial se trasladó naturalmente a los análisis sobre las sociedades del pasado. Ia nadie parecía seguro de ninguna ley, ya sea que se pretendiera aplicarse al pasado, al presente o al futuro. %a envergadura de los cambios acontecidos afectó al conjunto de las Ciencias 3ociales imponi(ndoles la necesidad de revisar sus marcos conceptuales y los m(todos empleados por ellas.
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)n el caso de la Historia, los cuestionamientos fueron intensos y llegaron a poner en cuestión la propia legitimidad científica de la disciplina, de allí que varios analistas se refieran a la esta coyuntura con la fórmula crisis de la +istoria, aunque obviamente este diagnóstico no fue compartido por todos los historiadores. %a crisis de los grandes paradigmas %a ruptura civilizatoria condujo a otra de carácter epistemol(gico ' la crisis que había puesto en cuestión nuestras convicciones sobre el destino de la sociedad tambi(n descartaba las eplicaciones que los cientistas sociales venían utili"ando hasta ese momento para eplicar los fenómenos sociales e históricos. )sto eplica por qu(, a partir de los a$os EF, aparecieron numerosos tetos que refleionaron no ya sobre el pasado sino sobre la propia disciplina histórica. %a epistemología se presentaba por entonces como una disciplina capa" de proporcionar un lenguaje com&n a todas las ciencias< baste recordar en tal sentido la importancia de las formulaciones de #ichel -oucault o Louis Althusser. )n el campo específicamente historiográfico, parte de los aportes foucaualtianos fueron difundidos por 8aul )eyne, quien en su libro $(mo se escribe la +istoria. Ensayo de epistemología 7BE7/ cuestionaba las pretensiones científicas de una disciplina que no podía distinguirse con precisión de la literatura. )l historiador franc(s aseguraba que las fronteras entre la Historia y la ficción eran por demás inciertas< en una famosa frase llego a decir que la historia no es una ciencia, sino una novela verdadera. 4os a$os despu(s, el historiador norteamericano ,ayden !hite publicaba 'etahistoria. &a imaginaci(n hist(rica en la Europa del siglo F%F . *llí puso en relación la teoría literaria con el análisis historiográfico, identificando los elementos específicamente po(ticos de los libros dedicados a la historia. )n esa línea, llegó a decir que los análisis históricos carecían de un criterio epistemológico que permitiera diferenciar la realidad histórica de su representación historiográfica, por lo cual no eistía ninguna diferencia entre los discursos de la historiografía y la ficción. !ara Rhite, la Historia, lejos de ser una disciplina científica, era un g(nero literario equivalente al cuento o a la novela. )s así como se llega a las hipótesis del llamado giro lingGístico, tambi(n sostenidas por autores como %3 La $apra y #3 0ay, quienes proponen que toda realidad está mediada por el lenguaje y los tetos, y por lo tanto, toda refleión histórica depende de la refleión sobre el discurso. *sí, los referentes empíricos a los que pretende aludir la historia social clásica serían completamente inaprensibles, dado que sólo conocemos los tetos que hablan de ellos y, en <ima instancia, lo que el historiador estudia y puede conocer no son sino esos tetos. )sta concepciones influyeron en historiadores relacionados con la vertiente de la historia social británica' &arret .tedman 0ones, &enguajes de clase 7B>?< traducido al espa$ol en 7B>B/, o bien 8atric 0oyce' 6isiones del pueblo 7BB7/. )ste <imo cuestiona el concepto de clase empleado por E3 83 6hompson, afirmando que el lenguaje no es un mero vehículo para representar realidades sino que resulta constitutivo de toda eperiencia histórica. )s el lenguaje, y no su pertenencia a una clase lo que permite que los individuos eperimentar y concebir la realidad social y su posición en ella, articular sus intereses, construir su identidad como agentes sociales y dar significado a su acción< por ello, el lenguaje precede a la propia conciencia social y es, en rigor, su condición de posibilidad. *unque la mayor parte de los historiadores no adhirió a estas versiones etremas del giro lingKístico, sus aportes permitieron pensar el problema de la narración y el relato en los tetos historiográficos. )n 7BE@ aparecieron los vol&menes de +acer la +istoria, que contenía una larga serie de trabajos de importantes historiadores compilados por 0aques Le &off y 8ierre (ora < cada una de las tres partes abordaba respectivamente una cuestión' 1uevos problemas, 1uevos enfoques, 1uevos temas. %a obra suele ser considerada como el manifiesto de la 0ueva Historia #rancesa, en la que todas las aperturas y enfoques renovados de la historiografía tuvieron su lugar' desde la antropología religiosa hasta la historia del clima, desde la historia de los jóvenes hasta la del cine, y desde el estudio del mito hasta el problema del acontecimiento. %a colección se abría con un artículo epistemológico' 1%a operación histórica2 7BE@/, en el cual #ichel %e $erteau salía al cruce de las posturas que homologaban a la Historia con los relatos ficcionales con argumentos que ampliaría al a$o siguiente en el libro &a escritura de la +istoria. 3ostenía allí que si bien la historia es una narración en la medida en que comparte las leyes que regulan un relato como por ejemplo la secuencia temporal,
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se trata de un tipo de relato particular dado que apunta a producir un saber verdadero, verificable a trav(s del uso de las citas. al r(gimen de verdad es el resultado de una puesta en relación de los datos recortados por una operación de conocimiento que transforma una fuente en un teto historiográfico a partir de un conjunto de t(cnicas controladas y fijadas por las convenciones propias de la disciplina. En síntesis, De &erteau sostuvo que la historia es una práctica científica productora de conocimientos, cuyas modalidades dependen de las variaciones de sus procedimientos técnicos, de las normas y las presiones que le son impuestas por su rol en la sociedad y por las instituciones donde se la practica, como así también por reglas que organizan su escritura. *e $erteau concedía entonces que la historia es un discurso que pone en acci(n construcciones, composiciones y figuras que son las mismas que las de toda escritura narrativa incluyendo las fábulas, pero agregaba que también es una práctica que produce un cuerpo de enunciados científicos aunque el historiador escriba dentro de una forma literaria, no hace literatura por su sujeci(n a las fuentes y a las convenciones de la disciplina. Htros historiadores como A% Momigliano, Roger &hartier y &arlo 'in(burg sostuvieron argumentos similares a los de *e $erteau, vinculando la historia con la narraci(n, pero insistiendo también en su carácter científico derivado de un nuevo estatuto epistemol(gico.
La guía de los indicios )l fundamento de los modelos macrosociales fue cuestionado asimismo desde otra formulación conocida como paradigma indiciario, definido a partir de un artículo aparecido en 7BEB que contó con una amplia repercusión' se trataba de 1 Indicios3 *aíces de un paradigma de inferencias indiciales2, del historiador italiano $arlo &inzburg en Carlo 9in"burg, 'itos, emblemas, indicios. 'orfología e +istoria, :arcelona, 9edisa, 7B>B/ )n ese artículo, el autor anali"aba el funcionamiento de un m(todo de conocimiento de la realidad utili"ado desde los albores de los tiempos, que no necesitaba apelar a la construcción de leyes, generali"aciones o regularidades< a ese m(todo lo llama S paradigma indiciarioS. )mpleado desde (pocas remotas por los ca"adores primitivos y difundido X+X entre intelectuales de distintas procedencias como .igmund -reud fundador del psicoanálisis/, Arthur $onan %oyle creador del detective 3herlo; Holmes/ y &3 #orelli crítico de arte/, el paradigma de los indicios propone un conocimiento basado en la recopilación de huellas, rastros o síntomas. )l dise$o de 9in"burg supone que la historia es la disciplina de lo concreto, lo irrepetible, lo singular y lo cualitativo< supone además que nuestro conocimiento de la realidad es indirecto, mediado y fragmentario. )s evidente que esta concepción se opone a la pretensión de un conocimiento sistemático y cuantitativo, basado en la abstracción, la generali"ación y la definición de leyes, tal como lo proponían los esquemas macrosociales. )l inter(s por lo particular, por el sujeto individual y por su percepción del mundo tambi(n fue defendidao a fines de 7BEB por el historiador británico La:rence .tone, quien se$aló que el agotamiento de los grandes paradigmas científicos el marista, el de #nnales y el cuantitativista daba paso a la aparición de una nueva historia signada por el retorno a las tradicionales formas narrativas como modo de representación de la realidad. 3tone propiciaba una historia atenta a los diversos aspectos de la acción y conciencia humanas, no limitada a modelos abstractos y estructurales sino ocupada por las dimensiones culturales particulares. 1 !ara la nueva historiografía, la narración adquiere un nuevo estatuto de vital importancia' no se trata sólo de una formalidad, sino que epresa profundas opciones de carácter epistemológico. )n efecto, si nuestro conocimiento del mundo está mediado por el lenguaje, entonces ese conocimiento ya no se presenta como una forma de copiar o representar literalmente una realidad objetiva que estaría desligada del conocedor. #rente a la pretensión objetivista de los modelos macrosociales, el nuevo sentido subjetivista sostiene que los seres humanos damos sentido a lo que eperimentamos sólo a trav(s de la reestructuración de la eperiencia en una trama narrativa que posee todas las características de una historia de ficción, sin que esto vaya en detrimento de la naturale"a científica de la disciplina histórica. 6n tipo particular de narración sobre la sociedad es la utili"ada por la antropología simbólica o interpretativa. 6no de sus principales representantes, $lifford &eertz, epuso algunas de sus principales rasgos en un libro ya clásico, &a interpretaci(n de las culturas 7BE?/. )n (l, definía a la cultura como un sistema semiótico, una trama de significaciones en la que vive el hombre. %a
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antropología se convertía entonces en una disciplina interpretativa que buscaba revelar esa trama de significaciones, en lugar de una ciencia eperimental supuestamente orientada a formular regularidades o leyes.
%el telescopio al microscopio 3omeramente descriptas, las anteriores consideraciones cuestionaban los modos de conceptuar los fenómenos sociales< en el campo de la historia, ello se tradujo en una crítica a los fundamentos de la historia social clásica. )n especial, se puso en cuestión la propia idea de lo que sería lo social, que ya no se concebía como una estructura homog(nea, unitaria y continua por ejemplo, la estructura de clases que podía ser pensada desde un centro &nico siguiendo el ejemplo, el conflicto entre burguesía y proletariado. )n cambio, la nueva historiografía pensó lo social como un conglomerado de m<iples actores sociales considerados como sujetos activos y significativos, capaces de operar sobre la realidad a partir de racionalidades específicas. ales actores no podían ser reducidos a las categorías predeterminadas utili"adas por los estudios macrosociales como las clases o la profesión, pero el vuelco más importante se produjo en la consideración de la relación entre los actores y la realidad social. )n efecto, la realidad social ya no era concebida como una entidad objetiva eterna a los sujetos sino como un producto de la acción de esos mismos sujetos< en otras palabras, la sociedad ya no funciona como una estructura coercitiva que determina el destino de los hombres, sino como un conjunto de interrelaciones cambiantes. !or eso, para poder percibir las dimensiones de los fenómenos sociales, que ahora se consideran m<iples, cambiantes y heterog(neas, es necesario acotar el universo social sometido al análisis, reducir la escala de observación, en otros t(rminos, usar el microscopio en lugar del telescopio. )sta operación permitiría a los historiadores percibir a los actores de carne y hueso, y no tanto categorías abstractas. 4os obras colectivas de los a$os noventa ilustran este cambio' )e* perspecti+es in historical *riting, compilada por 8eter Bur+e y traducida en 7BB? al castellano bajo el título ormas de hacer +istoria, y es #ormes de l-e.périence% /n autre histoire sociale %as formas de la eperiencia. Atra historia social/, dirigida por B3 Lepetit 7BBJ/. )n ellas se alienta el paso de la clásica historia social a una historia de la sociedad , llamada nueva historia social en #rancia o ciencia social hist(rica en *lemania. 3eg&n lo hemos anticipado, las dos rupturas más significativas de este cambio está vinculada con los actores y con la escala de observación. * continuación trataremos detalladamente ambos problemas. %os actores sociales 6na de las críticas a la que fue sometida la historia estructural o macrosocial consistió en que se trataba de una historia sin actores sociales. %a observación no es del todo justa' los hombres en su dimensión individual o colectiva siempre estuvieron presentes en los estudios históricos. !ero esta crítica revelaba una diferencia sustancial acerca de la forma de concebir a estos actores, cuyo eje se asentaba alrededor de las respuestas dadas a la siguiente pregunta' ¿cuál es la importancia de la acción humana, inclu$endo sus ra(ones, su +oluntad o su intencionalidad, para e.plicar los #enómenos sociales que estudian los historiadores %as respuestas de las concepciones estructurales solían colocar en segundo plano estas dimensiones porque consideraban a los actores sociales como una especie de víctima pasiva de determinaciones de diverso tipo. 0o era la voluntad de los hombres lo que eplicaba sus acciones, ni las acciones de los hombres lo que eplicaba la realidad social< en cambio, eran las causas geográficas, económicas, mentales o culturales las que determinaban los procesos sociales. !or ejemplo, para el historiador franc(s Lucien -eb're, el escritor Dabelais no podía ser ateo en el siglo X=+ por carecer de las herramientas mentales, filosóficas y conceptuales que le permitieran serlo. *l eplicar la Deforma, #ebvre sostiene que las sobredeterminaciones de la (poca de alg&n modo condenaron a %utero a producir la Deforma protestante. !ara otro historiador, #ernand :raudel, el emperador Carlos = fue presa de un imperio en el que 1nunca se ponía el sol2. )n la *rgentina, se decía que Dosas actuó como lo hi"o por su condición de estanciero. !ara otros tantos historiadores, en general maristas, la burguesía moderna no podía escapara a su lógica que ponía en primer plano la maimi"ación de sus beneficios.
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Como vimos, desde fines de los a$os sesenta la propia práctica social de muchos jóvenes universitarios estudiantes de carreras sociales y humanísticas ellos mismos educados por historiadores que provenían de la historiografía macrosocial puso en cuestión esta creencia.
)n efecto' ¿de qué modo pod0a un estudiante #rancés en las barricadas parisinas de ma$o de 1234 compatibili(ar la #amosa consigna 5la imaginación al poder6 con la idea de que la acción de los su7etos no era rele+ante para comprender los procesos históricos )l fuerte contenido voluntarista de la consigna, un verdadero canto a la capacidad de los hombres para construir su futuro, se contradecía de plano con la visión de la historia que aprendían en los claustros universitarios. *sí, la idea de que los actores, sus acciones y sus deseos tenían un papel relevante en el proceso histórico pasó de las prácticas políticas a las ciencias sociales, de las barricadas a los libros. *sí, desde comien"os de los ochenta buena parte de las indagaciones históricas y las eplicaciones de los procesos recayó sobre los actores sociales. %a realidad social ya no se concibe como una estructura que impone sus determinaciones a los hombres, sino como el resultado de la acción de esos hombres, como creaciones históricas de los actores que ya no se imaginan cómo, y no como resultantes ineluctables de factores o fenómenos estructurales de los que los actores son simples portadores pasivos. *sí, proliferaron no sólo aquellos estudios destinados a eplicar la acción de los hombres, sino tambi(n aquellos orientados a estudiar la construcción y evolución de los actores históricos. 0o se trató de un cambio radical y absoluto sino de una cuestión de grados, de acentos y matices. %os historiadores contemporáneos no ignoran que los hombres son objeto de condicionamientos que limitan su acción, es evidente que la sola voluntad de los hombres no basta para dar eplicaciones sobre la realidad social, pero aun así, los actores sociales inciden activamente en su construcción. 3e trata además de actores que refleiva e intencionalmente son capaces de conocer e interpretar el pasado para dirigir sus acciones e incidir en el presente y el futuro. %a tarea de los historiadores será entonces comprender el sentido de tales acciones desde una perspectiva hermen(utica, interpretativa. !ero el cambio producido en la historiografía contemporánea no se limitó a revalorar el rol de los hombres y sus acciones< por el contrario, tambi(n se modificó la propia concepción acerca de qui(nes son los actores significativos, es decir aquellos que deben ser objeto de estudio por las ciencias sociales. %a historia macrosocial identificaba unos pocos actores de una naturale"a fuertemente abstracta' se trataba más bien de entidades que agrupaban grandes masas de individuos y que por ello contribuían a homogenei"ar y modeli"ar más que a diferenciar comportamientos. 9eneralmente estos grandes actores eran identificados a partir de la propia naturale"a de las determinaciones estructurales de una sociedad. *sí, en la sociedad capitalista se identificaba a la burguesía y el proletariado, o en la sociedad feudal a se$ores y campesinos. )ra la lógica del sistema feudal o capitalista/ la que determinaba la eistencia de estos actores y no la propia observación histórica' por esto, más que actores, se trata de categorías de análisis de fuerte contenido abstracto y escasa correspondencia con los hombres concretos de carne y hueso.
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)n cambio, para la nueva historia que surge de la crisis de los paradigmas los actores son unidades concretas de acción que epresan la heterogeneidad de lo social. 3on, además, actores concretos y empíricamente verificables' a la historiografía contemporánea le interesarán más los burgueses que la burguesía, o más a&n, por ejemplo los burgueses de #rancia o de una determinada "ona de #rancia en un determinado período histórico. 5ás que la lógica de un sistema encarnado en actores abstractos y globales, en las <imas d(cadas se estudian las eperiencias concretas de actores tambi(n concretos. )ste reconocimiento del sujeto implica una compleji"ación de los objetos de estudio, pues constituye una concepción basada en la diferencia, en la heterogeneidad, en la diversidad, en la subjetividad y en la relatividad de los procesos sociales. %a multiplicación de los actores condujo tambi(n a la multiplicación de los puntos de vista para su análisis' ya no se trataba de pensar todo el tiempo cómo un abstracto proletariado 1luchaba2 contra la opresión de otra abstracta burguesía porque así era la lógica del capitalismo< al identificarse el estudio de la historia con sujetos concretos tomaron importancia nociones como representaciones e imaginarios sociales, sensibilidades, subjetividades y e!periencias atribuidas a su ve" a un universo de actores que puede incluir' viejos, jóvenes, ni$os, mujeres, minorías (tnicas, seuales o culturales, trabajadores, consumidores, etc(tera.
=eamos a modo de ejemplo la historia de las mujeres, campo en franca epansión y que cuenta con numerosos cultores mayoritariamente historiadoras, distribuidas en institutos, áreas, programas de investigación, que a su ve" cuentan con publicaciones, jornadas científicas y foros. %a aparición de estos estudios se relaciona tal como lo venimos argumentando con el movimientismo social y político radical de la d(cada de los sesenta y parte de la de los setenta, a favor de la liberación de la mujer. etos como el dirigido por &3 Le'i y 03 $3 .chmitt sobre la +istoria de los j(venes. +nicialmente esta perspectiva comen"ó como 1 historia de las mujeres2 y avan"ó luego hacia 1historia de género2. 4e la mujer víctima de la dominación masculina, se pasa al género como nueva categoría analítica y elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas no sólo en las diferencias de seo sino tambi(n en otras relaciones de poder social lo cual, a su ve", permite revisar y compleji"ar el análisis de los procesos de estructuración y desigualdad social. %os estudios de g(nero contribuyen así a ampliar los presupuestos teóricos clásicos de la historia social y enriquece las herramientas analíticas para el estudio de relaciones de clase, g(nero, etnicidad y poder. +niciados en los )).66. con los trabajos pioneros de oan 3cott, esta historia se ha generali"ado y contamos hoy con numerosos trabajos reali"ados desde variadas perspectivas teórico conceptuales y temáticas' trabajo de las mujeres, la familia, la violencia seual, la prostitución, la vida cotidiana, tal como puede verificarse en la compilación de &eoges %uby y 8hillippe Aries, +istoria de las mujeres en Hccidente. )n nuestro país eisten numerosos grupos institucionali"ados< a modo de ejemplo puede citarse el +nstituto +nterdisciplinario de )studios de 9(nero #acultad de #ilosofía y %etras de la 6niversidad de :uenos *ires/ que publica la revista Mora. !or su parte a Al7aba, !egunda 8poca, Re+ista de 9studios de la Mu7er es una publicación anual editada por las 6niversidades 0acionales de %uján, Comahue y %a !ampa, en tanto que :ona ;ranca sin información en internet/ es el órgano de epresión del Centro de )studios +nterdisciplinarios sobre las 5ujeres, #acultad de Humanidades y *rtes, 6niversidad 0acional de Dosario.
El estudio de los suetos< de la 'ida pri'ada a la sociabilidad %a recuperación del actor social puede pensarse en dos dimensiones' un giro hacia adentro y otro hacia afuera. )n el primer caso, la indagación histórica se encaminó hacia el estudio del mundo privado de los actores, sea que se entienda por ello aquellas dimensiones no p&blicas del comportamiento humano, sea que se trate de un repliegue sobre la intimidad de los sujetos. *sí, la historia de la vida privada rompe con una historia tradicionalmente anclada en el ámbito de lo p&blico, aun cuando la línea divisoria entre p&blico y privado sea muy difusa. !recisamente esta historiografía trata de demostrar cómo se definen ambas esferas en sociedades y (pocas determinadas. %os estudios históricos se abren entonces a un amplio abanico temático que suele incluir la historia de la cotidianidad, lo íntimo, la sensibilidad, la sociabilidad, los afectos< que indaga sobre las representaciones sociales del amor, la pareja, la ni$e", la seualidad, la familia, el honor o el gusto,
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tratando de verificar y eplicar sus transformaciones. )stas temáticas demandaron la utili"ación de fuentes 1no tradicionales2 tales como la pintura y la literatura, el universo de las imágenes y los lenguajes epresados en la oralidad, la iconografía, el teatro, la fotografía o la publicidad, etc(tera. %a epresión historiográfica más c(lebre fue la colección dirigida por !hilippe *ries y 9eorges 4uby, Historia de la vida privada, obra en varios tomos que abarca la historia europea a lo largo de dos milenios, orientada a eplicar los cambios que en diversas (pocas afectaron a la noción y los aspectos de lo privado. %a obra constituyó un resonante (ito editorial y tuvo sus ecos en nuestro país en tetos tales como los de Dicardo Cicerchia, Historia de la vida privada en la *rgentina, y su homónima dirigida por #. 4evoto y 5. 5adero, ambas conformadas por tres tomos. Ciertamente, con resoluciones distintas, los tetos locales reflejan con elocuencia las nuevas dimensiones incorporadas a la agenda historiográfica. 9n s0ntesis , la historia de la vida privada y de lo cotidiano ofrece a la historia de la sociedad la posibilidad de comprender las eperiencias, valores, gustos, de conectar aspectos simbólicos e imaginarios con las condiciones materiales y relaciones sociales en situaciones y coyunturas concretas. )l mundo de las subjetividades fue eplorado tambi(n a partir de la historia oral . Con algunos precedentes, ella se originó en la eperiencia británica de los +istory @orAshops de la d(cada del sesenta< desde entonces, esta t(cnica orientada a 1recuperar las voces del pasado2 ha mutado y se ha epandido a los más diversos territorios' inmigración, el mundo del trabajo, fenómenos de resistencia, clases subalternas, elites, etc(tera. # través de la historia oral se indaga el mundo de las e!periencias y las vivencias de los actores el testimonio adquiere así estatuto de fuente privilegiada para percibir los mecanismos de la construcci(n de la memoria, esa compleja dialéctica entre recuerdos y olvidos. * partir de los tetos fundantes, como los de 8aul 6hompson , 8hillippe 0outard y *alph .amuel, aparecieron obras que contaron con una considerable influencia por las aperturas temáticas que plantearon. *sí, algunos aspectos de la guerra civil espa$ola fueron reconstruidos por *onald -razer< por su parte, Luisa 8asserini recuperó la memoria del antifascismo en orino. )isten asimismo numerosas publicaciones periódicas como +istoria y fuente oral , 8toria orale, Hral +istory y c(lebres repositorios como el #rchivo de la palabra, en 'é!ico. )n la *rgentina debe destacarse el trabajo pionero de %ora .ch:arzstein , autora de tetos programáticos, de balances historiográficos y de libros concebidos desde la perspectiva de la historia oral, tales como los referidos a la memoria e identidad del eilio republicano espa$ol en la *rgentina. %as ornadas de Historia Aral que organi"a la 3ecretaría de Cultura del 9obierno de la Ciudad de :uenos *ires convocan anualmente a una cantidad creciente de estudiosos de la materia. )isten asimismo varios programas institucionales como el que funciona en la #acultad de #ilosofía y %etras de la 6:* y repositorios que albergan testimonios orales, tales como el #rchivo oral de la :niversidad de 5uenos #ires o el #rchivo oral del %nstituto *i ?ella , producto de la primera eperiencia local de este tipo, que se reali"ó en los a$os sesenta. %as profundas transformaciones historiográficas operadas por el giro hacia adentro se vieron refor"adas por el giro hacia afuera. 3e trata de una agenda temática y metodológica que eplora el universo relacional de los actores a partir, fundamentalmente, de dos perspectivas' los estudios sobre la sociabilidad y sobre las redes relacionales. )sta nueva historia coloca en el centro de sus preocupaciones el juego de relaciones interpersonales< en lugar de una lógica social global que remite a una &nica relación esencial, como por ejemplo la que establecería la burguesía y el proletariado, importa ahora la eperiencia concreta de los actores específicos y la construcción e interpretación que ellos hacen del mundo social. Consecuentemente esta historiografía procura reconstituir las formas, espacios y contenidos que asumen los vínculos en instancias tan diversas como el parentesco, la amistad, la vecindad, el trabajo, la política, la religión, el sindicalismo, los deportes, el asociacionismo, etc(tera. Despecto de las redes sociales, tras los primeros trabajos de los antropólogos sociales de la 6niversidad de Cambridge de mediados del siglo pasado, asistimos hoy a la formali"ación teórica y metodológica de esta perspectiva y a su aplicación en la sociología y la historia. )l supuesto general de los estudios basados en esta metodología es que, en sus interacciones, los actores crean sistemas de redes relacionales que pueden estudiarse de modo sistemático hasta ser codificadas y
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sistemati"adas. 3e crea así una matri" de relaciones plasmada en un grafo que representa las relaciones de los actores con determinados hechos y, a trav(s de estos, la relación con otros actores. )l m(todo ha tenido varias aplicaciones, por ejemplo en el campo antropológico 5itchell./ o sobre el mundo del trabajo 9ribaudi/. )n nuestro país, se destacan las contribuciones de Beatriz Bragoni, 0uan $3 &ra'aglia , @acarías #outou+ias , Eduardo #íguez, aplicadas a las elites político económicas, o a la inmigración. )l concepto de sociabilidad , otro recurso inestimable de la historia contemporánea, tambi(n parte del carácter relacional de los individuos pero en este caso se trata principalmente de anali"ar estas relaciones en su dimensión asociativa. %as asociaciones suelen reunir a un grupo de individuos en torno a intereses comunes, ya sean estos de inter(s p&blico sociedades literarias, científicas, filosóficas, filantrópicas o caritativas, sectoriales organi"aciones de oficio, sociedades mutuales, o simplemente recreativos, constituy(ndose así en espacios que multiplican las relaciones sociales fuera del ámbito privado. %os tipos y formas concretas de asociación presentan una amplia diversidad, por ello los cientistas sociales han recurrido a tipologías y clasificaciones. )l objetivo principal de este tipo de estudios consiste en eplorar las diversas formas de agrupamiento, sus lógicas, propósitos y funcionamiento, empleándose para su análisis criterios tales como el grado de formali"ación, los objetivos, las funciones, la composición y los modos de adscripción y participación, etc(tera. ras las sendas abiertas en )uropa por #aurice Agulhon y -rancois X3 &uerra , en la *rgentina se destacan las obras de 8ilar &onz9lez Bernaldo de Cuirós , que demuestra la productividad de la perspectiva para el análisis de la historia política, o las de .andra &ayol, referidas al análisis de los ámbitos de sociabilidad en :uenos *ires. )l inter(s por los actores sociales y su potencialidad eplicativa se etiende hasta la valoración de las dimensiones individuales. )l individuo se convierte entonces en una lente privilegiada para dar cuenta de un medio social y de una (poca. %a resultante de ello es el renovado auge de la biografía, que como sostuviera &3 Le'i, admite actualmente variados usos. Como recurso metodol(gico, el m(todo biográfico se emplea en las ciencias sociales sociología, antropología, y en la psicología social de diversos modos' los relatos orales autobiográficos, las encuestas etnográficas, las historias o relatos de vida. !or su parte, la prosopografía o sea, el análisis de un conjunto de biografías se revela particularmente &til para conocer la composición de grupos o elites de poder. 6na biografía no sólo ilustra un itinerario individual< en su aspecto instrumental, la biografía permite abordar las relaciones entre el individuo y los contetos sociales, un juego de escalas entre lo micro y lo macro desde donde eplorar las más diversas temáticas. 6n buen ejemplo de los modos en que los historiadores construyen y emplean las biografías lo constituye el fantástico teto de 03 Le &off 8aint &ouis< no debería sorprender que su autor lo considere una antibiografía, ya que la vida del monarca-santo ilustra más su (poca y su conteto social que una eistencia sobre la cual no abunda información y está plagada de mitos. Atros ejemplos son las reconstrucciones sobre personajes de la historia contemporánea, como el monumental 5ussolini, de Den"o de #elice. %a perspectiva biográfica como estrategia metodológica ha sido asimismo empleada para reconstruir las características de los sectores populares' los casos del molinero 5enocchio en El queso y los gusanos, de $arlo &inzburg, o la historia recreada por (atalie @emon %a'is en El retorno de 'artin uerre, o 'ujeres de los márgenes tres vidas del siglo F6%% , constituyen notables ejemplos. )n estos casos, acaso resulte más adecuada la epresión de .abina Loriga que en lugar de biografía propone la epresión espacios biográficos, para aludir a la imposibilidad de reconstruir acabadamente una vida. * modo de ejemplo de la productividad de la biografía en nuestro país, puede citarse la colección publicada por #ondo de Cultura )conómica, %os nombres del poder, conjunto de biografías políticas de las principales figuras de la historia argentina.
Escalas de obser'ación #icrohistoria
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)stas nuevas concepciones de la historia plantearon un problema que no era nuevo pero que usualmente había sido poco atendido por los historiadores' la escala de observación para abordar un estudio significativo de los fenómenos sociales. %a historia estructural empleaba una escala ampliada, de allí la denominación macrosocial< las objeciones epistemológicas de las que fue objeto mostraron las ventajas derivadas del uso de una escala reducida micro a fin de indagar las relaciones sociales concretas. %a microhistoria concibe el mundo social no como una estructura social de escala global, como por ejemplo el capitalismo, sino como un conjunto complejo de relaciones cambiantes dentro de contetos m<iples en permanente readaptación. 3in ignorar la eistencia de un sistema capitalista, eplora las racionalidades y las estrategias que ponen en marcha las comunidades, las parentelas, las familias, los individuos, dado que estima que la observación microscópica es capa" de revelar dimensiones no perceptibles desde generali"aciones inductivas. !ara eplicar este principio a trav(s de un ejemplo, los cultores de la microhistoria reconocerían que los habitantes de una comunidad del mediooeste norteamericano y de un arrabal de !arís forman parte del mundo capitalista. !ero tambi(n dirían que ese hecho dice poco sobre ambos casos que son, evidentemente, muy diferentes. !or ello, la &nica manera de conocer efectivamente ambos casos es la atención particular y específica. %a propuesta microhistórica constituyó un (ito editorial< a partir de 7B>F y por espacio de una d(cada comen"ó a aparecer en +talia la colección 'icrohistoria, editada por Einaudi y dirigida por &3 Le'i y $3 &inzburg< en ella se aplicaba esta perspectiva a la historia económica, social y cultural, lo cual es una muestra de la heterogeneidad de la producción y de las direcciones diversas en que se aplicó esta práctica historiográfica. )n 7BBG el historiador franc(s 0acques *e'el compiló un conjunto de artículos bajo título 7eu! d<échelles. &a mycroanalyse I l
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$ampos reno'ados )ntre las m<iples direcciones en las que se epande la nueva historia, abordaremos dos que, en la opinión de varios analistas, son aquellas que constituyen el n&cleo de la actividad historiográfica actual y que concentran buena parte de las líneas conceptuales y metodológicas antes referidas' la historia cultural y la nueva historia política. )stas en efecto, las dimensiones cultural y política de las prácticas humanas, parecen constituir actualmente aquellas capaces de dar cuenta de los fenómenos sociales con mayor amplitud e inteligibilidad.
,istoria cultural &a historia cultural aborda el estudio de las representaciones y los imaginarios junto con el de las prácticas sociales que los producen; también se ocupa por los modos de circulaci(n de los objetos culturales, tal como lo epresa uno de sus principales cultores, *oger $hartier. )n esta historia, nuevas categorías como las de e!periencia o representaci(n permiten captar la mediación simbólica, es decir, la práctica a trav(s de la cual los individuos aprehenden y organi"an significativamente la realidad social. %a historia cultural abarca un amplio territorio en el que es posible reconocer diversidades, sean ellas conceptuales o metodológicas, además de aquellas que obedecen a las distintas tradiciones historiográficas nacionales. )sta <ima circunstancia se verifica en el caso británico, en el cual la tradición inaugurada en los JF por la )scuela de :irmingham, conformada por *ichard ,oggart, .tuar ,all, *aymond !illiams o E383 6hompson, que propició la institucionali"ación de los estudios culturales o cultural studies. )l inter(s de los estudios culturales se centra más en análisis concretos de casos históricamente situados que en tipos generales de comportamiento. 3e trata de estudios conscientemente ecl(cticos, críticos y deconstructivos< no pretenden ofrecer un modelo &nico para todos los casos y no responden a límites disciplinarios establecidos. 3e trata de una eperiencia transdisciplinaria que toma insumos de la crítica literaria, la teoría social, la comunicación social o la semiótica. 6n área particularmente interesante en la que convergen variables antropológicas, socioeconómicas, políticas y culturales es el multiculturalismo, problemática relacionada con los efectos paradójicos de una globali"ación que, a la ve" que proclama la idea de una cultura 1universal2, en rigor revela como nunca antes la multiplicidad de las culturas. En #lemania, eiste una larga tradición de estudios culturales, abierta por los más prestigiosos intelectuales de la )scuela de #ran;furt' Adorno , ,or+heimer , Benamin , #arcuse o ,abermas , entre otros. )sta escuela se orientó al estudio de las industrias culturales, la producción cultural en la sociedad capitalista y la cultura de masas. En rancia se desarrolló particularmente la sociología de la cultura, representada centralmente por la obra de 8ierre Bourdieu, quien eploró dimensiones como el habitus, el gusto, los medios masivos, etc(tera. %a historia cultural de lo social o la historia socio cultural contó con amplia difusión en #rancia gracias a la labor de *3 $hartier y sus investigaciones en torno de los libros y los lectores en la )uropa moderna< en el mundo anglosajón, esta tendencia está representada por historiadores como *obert %arnton, 8eter Bur+e y (atalie @emon %a'is < en *m(rica %atina se destacan 0ess #artín Barbero y ("stor &arcía $anclini3 %a antropología interpretativa tambi(n ha reali"ado innegables aportes a esta nueva historia de la cultura< ella puede ejemplificarse a trav(s de la obra del historiador estadounidense *3 %arnton, varios de cuyos tetos aparecieron bajo el título de &a gran matanza de gatos y otros ensayos de historia de la cultura francesa. %a iconografía constituyó asimismo una fuente privilegiada para los historiadores culturales, entre quienes se destaca la obra de .erge &ruzins+i tras los campos abiertos por 8nof+y y Aby !arbug d(cadas antes. En la #rgentina, el culturalismo británico fue retomado por obras tales como 8ectores populares, política y cultura 5uenos #ires en la entreguerra, de Leandro &uti"rrez y Luis A3 *omero. %a revista 0unto de 6ista introdujo desde fines de la d(cada del setenta tetos referenciales de los
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fran;furtianos y de los postestructuralistas y sociólogos de la cultura franceses, así como de los cultural studies. )ste <imo campo cuenta actualmente con ámbitos institucionales y cultores como Beatriz .arlo análisis cultural/, 8ablo Alabarces el deporte/ y Adri9n &oreli+ historia urbana/. Atros ejemplos asociados con las artes plásticas lo constituyen 0os" E3 Buruca y Laura #alosetti $osta , entre otros. Atra perspectiva deriva de diversos análisis han subrayado la importancia del estudio del lenguaje como punto de encuentro entre el universo social y el cultural< en el conteto franc(s se desarrolló particularmente el análisis del discurso, mientras que en el ámbito anglosajón se plasmó en la llamada historia de los conceptos. )l análisis del discurso remite al carácter 1construido2 de la realidad, en este caso una construcción discursiva. %a historia conceptual se ocupa de la historicidad de los conceptos, o sea de su modificación a trav(s del tiempo y sus usos diferenciados seg&n el conteto social en el que se los utili"a. %a historia conceptual reconoce dos tradiciones' la anglosajona de la $ambridge 8chool , con Cuentin .+inner a la cabe"a, y la alemana 5egriffsgeschichte/ de *einhart =osellec+ . )n el primer caso, se atendió principalmente al estudio de los conceptos políticos aplicados principalmente a los grandes tetos clásicos como el 'aquiavelo de N. 3;inner, en tanto que en el segundo a la +istoria social de los conceptos , de D. Tosselle;. 3u productividad se manifestó en el empleo que de estos recursos hace la historia intelectual, área que arraigó particularmente en la historiografía estadounidense y que se orienta centralmente a superar a la clásica historia de las ideas. * diferencia de la historia cultural , más centrada en los sectores populares, la historia intelectual aborda el estudio de las elites culturales plasmadas en los altos tetos, sus contetos de producción y de recepción. * su ve", se distingue de la clásica historia de las ideas por el hecho de que, por un lado, abandona el estilo taonómico que caracteri"aba a esta y que se materiali"aba en largas listas de ideólogos seguidas por sus 1principales2 ideas2 por otro, porque no intenta superar las contradicciones del pensamiento ofreciendo una versión sint(tica y homog(nea de cada autor y, por <imo, porque se propone estudiar el pensamiento en los contetos de producción y circulación que le corresponden. )l análisis del discurso fue empleado localmente entre otros por (oemí &oldman y 0orge #yers. %a revista 0rismas, editada por la 6niversidad 0acional de Nuilmes, constituye actualmente el mejor ejemplo del tratamiento que en nuestro medio recibe la historia intelectual, representada por 2scar 6er9n, 0orge %otti y Elías 8alti, entre otros.
,istoria política *caso por la magnitud de acontecimientos recientes tales como los cambios geopolíticos, la globali"ación y sus correlativos brotes neonacionalistas, o las transiciones políticas hacia la democracia en regiones como *m(rica %atina, la historia política es actualmente un polo historiográfico fuertemente renovado que indaga sobre las relaciones complejas y variables que establecen los hombres en relación con el poder. )sto implica prestar atención a los modos de organi"ación y de ejercicio del poder político en una determinada sociedad, y a las configuraciones sociales que vuelven posibles esas formas políticas y las que, a su ve", son engendradas por ellas. Como en el caso de la historia cultural, lo político o, simplemente, la historia política, no alude actualmente a un campo autónomo de la realidad social diferente, por ejemplo, de lo social, lo económico o lo cultural, sino que refiere a una dimensión de las prácticas humanas que son inseparables de las demás. #sí como lo cultural alude a la dimensi(n simb(lica de toda e!periencia humana, lo político remite hoy al estudio del conjunto de la vida social como forma específica de relaci(n y comunicaci(n que tiene como preocupaci(n central el problema del poder en su dimensi(n p"blica. Esta concepci(n naturalmente incluye aquello que era el eje de la historia política tradicional, es decir, el estudio de las instituciones del sistema político, pero las supera a través de la e!ploraci(n de la acci(n política, de las relaciones sociales de poder y de las configuraciones sociales que las sustentan. 5al podría tratarse entonces como se ha sostenido de un retorno a la vieja historia política. 3e trata mejor de una profunda reconfiguración del campo a tono con los cambios más generales de la historiografía contemporánea. 6n grupo de trabajos dise$ados en el clima político de los primeros ochenta abordó un tema clásico, el de la naci(n, pero lo hi"o desde perspectivas antigenealógicas. 'ientras que las historias más tradicionales se conformaron a partir de la idea de la naci(n como una entidad esencial que se proyectaba hacia el pasado sin un límite visible Basí se lleg( a hablar de los -indígenas argentinos2
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nacionalizando a poblaciones que nada tenían que ver con la #rgentinaC o que nacía en un momento particular con todos sus atributos Bpor ejemplo, la #rgentina habría nacido el 3K de mayo de LMLN o tal vez el LO de julio de LMLOC, los nuevos estudios consideraron a las naciones y a los nacionalismos como tradiciones inventadas o bien como comunidades imaginadas . %a amplísima difusión de los trabajos de Eric ,obsba:m y los de este con 6erence *anger < los de Ernest &ellner y de Benedict Anderson, encontraron localmente eco en la producción de 0os" $arlos $hiaramonte, quien modificó sensiblemente la percepción de nuestra historia de la primera mitad del siglo X+X. *hora ya no se trata de encontrar la genealogía de una nación, como por ejemplo la *rgentina, sino de entender cómo a partir de la crisis colonial se fueron organi"ando estados y naciones y cómo otros simplemente fracasaron y quedaron en el camino. I, sobre todo, se trata de comprender que ni unos ni otros tenían escrito ese destino en ning&n plan preconcebido. Atro conjunto de indagaciones articuladas a partir de formulaciones procedentes de la historia cultural centró su atención en la dimensión simbólica de las prácticas políticas' la ritualidad, la gestualidad, la trama relacional, los espacios y los formatos de sociabilidad, y la acción comunicacional. )n ella convergen el análisis del discurso político, los procesos de formación de identidades colectivas, la construcción de la ciudadanía, las prácticas electorales, las formas de representación, es decir, las formas de participación y acción sociopolítica de los actores en una sociedad concreta. En rancia, la historia de lo político se desarrolló en el )H)33 )scuela de *ltos )studios en Ciencias 3ociales desde la d(cada del EF, por historiadores cercanos a la revista #nnales, y tambi(n http'UUPPP.persee.frUlist+ssues.doV;eyWahess/ por 0acques 2zouf , 8ierre (ora y 0acques 0ulliard, además de los filósofos $laude Lefort y $ornelius $astoriadis. %a obra de -ranDois -uret 0ensar la 4evoluci(n rancesa 7BE>/ fue el más importante punto de referencia para la renovación de la historiografía dedicada a la política, ya que despla"ó el análisis de la Devolución basado en procesos socioeconómicos para poner el acento en los problemas específicamente políticos. Atra línea se desarrolló a partir de la historia conceptual de lo político, la cual, seg&n 8ierre *osan'allon , autor de numerosas obras sobre la política francesa de los dos <imos siglos, tiene por objeto comprender las racionalidades políticas dando cuenta de la interacción permanente entre la realidad y su representación. 6n enfoque lingKístico de la cultura política fue asimismo empleado por 0acques &uilhaumou , que estudió el lenguaje político de la Devolución #rancesa. unto con los criterios de sociabilidad ya mencionados, la obra de #aurice Agulhon concede una gran importancia eplicativa al análisis del universo simbólico, de las imágenes y de los emblemas, tal como se manifiesta en sus bellos tetos 'arianne au combat lPimagerie et la symbolique républicaines de LQMR I LMMN , y 'arianne au pouvoir lPimagerie et la symbolique républicaines de LMMN a LRLS. 5uchas de estas dimensiones fueron aplicadas localmente en tetos como los de ,ilda .9bato, &a política en las calles, o el de #arcela 6erna'asio &a revoluci(n del voto. Atros trabajos logran incorporar las dimensiones de la cotidianidad a la historia política, tomando como foco el problema de las costumbres< en este punto la máima referencia son los tetos de #3 %e $ertau %a invención de lo cotidiano. Desultan asimismo muy valiosos los aportes procedentes de la sociología particularmente de #a> !eber y (orbert Elias perceptibles en la obra de &"rard (oiriel aplicada al estudio histórico de la inmigración y los refugiados a partir de un enfoque que privilegia a los actores individuales, así como las formulaciones de en su #ichel -oucault 'icrofísica del poder .
*en" *emond fue uno de los que mejor han teori"ado sobre el desarrollo y el alcance de la nueva historia política< ello puede percibirse en los temas epuestos en el índice de 0our une histoire politique !ara una historia política/, de 7B>>, verdadero teto fundacional que refleja la variedad de las nuevas temáticas' :na historia presente, &as elecciones, &a asociaci(n en política, &os protagonistas de la biografía, &a opini(n, &os medios de comunicaci(n, &os intelectuales, &as ideas políticas, &as palabras...
,istoria del tiempo presente y memoria
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%as dimensiones colectivas de la nueva historia social encontraron en el tema de la memoria, un campo frecuentado no sólo por historiadores sino por cientistas sociales< no se trata de un tema novedoso, aunque sí lo es su tratamiento, particularmente desde la 1fiebre memorialista2 motivada inicialmente por el bicentenario de la Devolución #rancesa. *l respecto, basta recordar la c(lebre y magnífica compilación de 8ierre (ora &os lugares de la memoria, en la que se eploran los espacios en los que se albergaba la memoria republicana' libros, monumentos, canciones, símbolos.... 6na de las particularidades que hoy ehibe el tratamiento de la temática es el de la memoria reciente y los usos del pasado en los sucesivos presentes. 4esde hace dos d(cadas, la nueva historia política y la cultural convergieron en un área en epansión gracias a una cantidad creciente de coloquios, jornadas, publicaciones especiali"adas e instituciones' de esa convergencia surgió la historia del presente basada generalmente en el criterio de 1memoria viva2 o sea la de los testigos vivos que refieren a procesos a&n no terminados. )l tema ha suscitado ardientes pol(micas por sus implicancias (tico-políticas, espistemológicas y conceptuales-metodológicas, ya que se ponen en juego dimensiones que conectan la historia y la memoria, lo vivido y lo recordado, lo observado y lo narrado. Histori"ar el presente presentizar , de acuerdo con los neologismos acu$ados por la nueva tendencia es elaborar una historia vivida pero tambi(n trabajar con la memoria. :n buen ejemplo lo constituye el debate de los historiadores alemanes en torno del +olocausto, en el que pueden percibirse todas las dimensiones antes referidas. 0o se trata de una novedad absoluta< los historiadores orales ya se habían visto enfrentados a problemas similares' la construcción de la memoria, la dial(ctica entre recuerdos y olvidos, la producción, trasmisión y conservación de la memoria individual y social, es decir, la construcción social de la memoria. %a historia presente encuentra entonces su particularidad en los emprendimientos institucionales orientados a preservar la memoria de hechos cercanos en el tiempo pero asumiendo el deber (tico hacia el futuro' la afirmación de valores relacionados con la democracias y la tolerancia. )n 7BE> se creaba un laboratorio propio dentro del Centro 0acional de +nvestigaciones Científicas C0D3/, el +nstituto de Historia del iempo !resente +H!/, cuyo objetivo es desarrollar los estudios sobre la 3egunda 9uerra 5undial. *demás, en lo referente a la historia de la Desistencia materia preferente del Comit(, el +nstituto ha avan"ado en el estudio del r(gimen de =ichy, la colaboración, situando este período 1franc(s2 en el conteto de la )uropa de los a$os treinta y cuarenta. -ranDois B"darida fue el primer director y quien defendió más cerradamente la legitimidad científica del área contra dos objeciones clásicas' la relativa a la falta documentación para la historia reciente y la de la falta de perspectiva que impediría la objetividad. )stas instituciones destinadas a garanti"ar el derecho de los ciudadanos al conocimiento histórico sobre los genocidios basados en causas raciales, ideológicas y culturales, se esparcen actualmente en los principales países de la 6nión )uropea< pero tambi(n en )stados 6nidos y Canadá, en la *rgentina y Chile, en *ustralia, apón, Duanda y 3udáfrica. 6n considerable n&mero de instituciones memoriales destinadas a convertir la memoria democrática dispersa en un patrimonio colectivo, a respetar y transmitir el recuerdo de las víctimas, se traduce en cantidad de iniciativas historiográficas, museísticas, documentarias y educativas. )n la *rgentina, varios organismos de defensa de los derechos humanos constituyeron en 7BBB la asociación 5emoria *bierta, encargada de preservar la memoria de lo sucedido durante el terrorismo de )stado y sus consecuencias en la sociedad argentina, a fin de enriquecer la cultura democrática. !ara ello ha impulsado jornadas de debate, talleres y seminarios con especialistas del país y del etranjero. Cuenta con cuatro programas' patrimonio documental, archivo oral, fotográfico, y topografía de la memoria. )n nuestro país, el área tiene epresión desde las <imas versiones de las ornadas +nterescuelas 4epartamentos de Historia y aun fuera de ellas< un período particularmente trabajado es el de los a$os GF y EF hasta la transición democrática.
Balance 333 de la historiografía 27
Como decíamos inicialmente, la disciplina histórica go"a actualmente de un apreciable dinamismo< en un marco carente de fuertes dominancias y ostensiblemente internacionali"ado< la nota distintiva de la actividad historiográfica reciente parece la enorme pluralidad de perspectivas. 3ensible a los nuevos enfoques, la historia ehibe hoy una apreciable epansión y especiali"ación temática< las indagaciones se valen de instrumentos metodológicos más sofisticados y menos unilineales que permiten articular recursos procedentes de otras disciplinas. %a renovación de los problemas se tradujo en una renovación y ampliación de las fuentes y m(todos. 6na gran profusión de instituciones, revistas especiali"adas, jornadas científicas, y tetos que circulan en diversos soportes vale aquí marcar la importancia de internet, vincula a historiadores de diversas latitudes, aunque hoy la práctica historiográfica trasciende al p&blico de especialistas para abarcar a otro más vasto. *sí, el g(nero de la alta divulgación, el fascicular y el de la manualística es practicado actualmente por historiadores profesionales< ello fue posible gracias a las nuevas estrategias narrativas y por la instrumentación de políticas editoriales y massmediáticas. %a práctica historiográfica en nuestro país guarda una apreciable sintonía con aquella que tiene lugar en el conteto internacional< la presencia de historiadores etranjeros en nuestro medio y la de argentinos en el eterior vía seminarios, cursos, jornadas, conferencias, coloquios es frecuente y nutrida. !or estas ra"ones, la historiografía argentina refleja las grandes tendencias< el punto de partida fue la transición democrática, etapa a partir de la cual la docencia y la investigación en el área parecen haber ingresado en una era de profesionali"ación plena y normali"ación.
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