La expansión japonesa en Asia Oriental (1931 – 1941) 1941)
Causas de la expansión Impacto del nacionalismo y el militarismo japonés en la política exterior
No fue la revolución china, sino el militarismo japonés el elemento determinante de la revuelta de Asia. La razón de las agresiones japonesas contra China de 1932 y 1937 no fue sólo la ambición territorial. t erritorial. Muchos de los oficiales del Ejército japonés estacionado en Kuantung -que fueron quienes, a espaldas de Tokyo, provocaron los incidentes que llevaron a la ocupación de Manchuria y a la guerra- pertenecían a los sectores más ultranacionalistas del Ejército: creían fanáticamente en el destino de Japón como líder militar e ideológico de la rebelión antioccidental de Asia. El mismo gobierno títere que Japón impuso en Nankín en 1940 bajo la presidencia de Wang Jingwei- respondió en parte a esa visión. Wan Jingwei (1883-1944) fue uno de los héroes de la revolución de 1911, amigo y colaborador próximo de Sun Yat-sen y líder de la izquierda del Guomindang, y había ocupado altos cargos en el régimen de Chiang Kai-shek. Su régimen tuvo el apoyo de muchos chinos de ideología panasiática y antioccidental. El militarismo ultranacionalista japonés era ya una realidad, como vimos, antes incluso de la I Guerra Mundial. Esta reforzó sensiblemente las posiciones internacionales de Japón. Como resultado, Japón aumentó sus derechos en Manchuria del sur, se hizo con algunas de las concesiones alemanas en China y en 1920, se adueñó, como mandatos de la Sociedad de Naciones, de las islas Carolinas, Marshall y Marianas, antes alemanas. La industrialización japonesa recibió, además, un nuevo y considerable impulso. La sustitución de importaciones, impulsada por el colapso del tráfico mundial, favoreció la producción nacional. La disminución de la actividad comercial europea le permitió capturar gran parte de los mercados asiáticos. La expansión comercial japonesa fue espectacular; espectacular; su marina mercante, por ejemplo, duplicó su tonelaje. Pero la guerra mundial alteró también de forma notable la estructura de la sociedad japonesa. Por lo menos, generó un nivel de diversificación de la misma muy superior a la hasta entonces conocida. Provocó un aumento notable de la población -estimado en un 6 por 100- y un gran crecimiento de la población industrial y urbana. Cuando al normalizarse la situación económica en 1919 terminó la prosperidad de los años de guerra- que había ido acompañada de un fuerte proceso inflacionista-, el malestar social, las huelgas industriales, la agitación rural (todo ello canalizado por el Partido Socialista, creado en 1901, pero también por organizaciones anarcosindicalistas y comunistas creadas en la posguerra), adquirieron considerable amplitud y dieron lugar en los años
1919-1923 a graves y violentos disturbios. El terrible terremoto que Tokyo sufrió el 1 de septiembre de 1923, que produjo unos 200.000 muertos, vino a polarizar de forma dramática la situación social. La tensión y el horror se canalizaron en actitudes xenofóbicas brutales contra inmigrantes coreanos y chinos; el gobierno desencadenó una dura represión contra todas las organizaciones de izquierda ante la situación de subversión que, en su opinión, se había creado. La estructura de la política pareció también modificarse radicalmente. Los años de la posguerra vieron la irrupción de las masas en la vida política. Significativamente, en septiembre de 1918 llegó al poder Hara Takashi, un hombre de negocios, líder desde 1914 del Seiyukai, el partido liberal, primer plebeyo en llegar a la jefatura del gobierno en toda la historia del Japón. La política japonesa de los años veinte y principios de los treinta giró en torno a los partidos Seiyukai y Kenseikai (el partido conservador dirigido hasta 1926 por Kato Takaaki), que luego se reorganizó como el Minseito, y se asimiló razonablemente a los sistemas parlamentarios de los países occidentales. Hara, por ejemplo, amplió considerablemente el electorado. El gobierno que Kato presidió entre 1924 y 1926 introdujo el sufragio universal masculino (marzo de 1925), intentó reducir la influencia del Ejército, impulsó una política de conciliación hacia China y disminuyó el poder de la Cámara Alta: fue en buena medida un gobierno democrático. El gobierno de Hamaguchi Yuko de 1929 a 1930 logró superar la grave crisis provocada por el asesinato por militares japoneses del gobernador de la Manchuria china, Chang Tsolin, introdujo importantes recortes en los gastos militares y firmó el Tratado de Londres (22 de abril de 1930) que limitaba la fuerza naval de Japón. Liberalismo, civilismo y parlamentarismo, que tuvieron su teorizador en el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Tokyo, Minobe Tatsukichi, habían hecho, por tanto, progresos notables en Japón. El último gran representante de los genró, el príncipe Saionji, que vivió hasta 1940 y murió con 91 años, asesoró siempre al Emperador (desde 1926, HiroHito) a favor de soluciones liberales y parlamentarias. Pero otras fuerzas colectivas habían tomado parecida o superior vigencia social. Los partidos políticos habían ganado poder, pero sus conexiones con los intereses de las grandes corporaciones o zaibatsu (del Seiyukai con Mitsui, y del Kensekai y del Minseito con Mitsubishi) desprestigió la política a los ojos de muchos sectores de la opinión. La Ley de Preservación de la Paz, aprobada en 1925, dirigida claramente contra la izquierda socialista y comunista, limitó el alcance democrático que tuvo la extensión del sufragio. Hara fue asesinado en 1921 por un fanático ultraderechista; Hamaguchi sufrió un gravísimo atentado en noviembre de 1930 del que murió un año después. Los mismos éxitos militares que Japón había logrado durante la guerra mundial reforzaron el espíritu nacionalista de los militares. El Ejército, seducido por la idea de la misión asiática de Japón, aparecía radicalmente divorciado del poder civil y veía con creciente hostilidad la política internacional de distensión seguida por los distintos gobiernos de los años veinte (que culminó en la etapa 1924-27 en la que el barón Shidehara ocupó la cartera de Exteriores). Muchos oficiales jóvenes se dejaron ganar
por las ideas del agitador y fanático ultranacionalista Kita Ikki (1883-1937), expuestas en su libro La reconstrucción de Japón, en el que abogaba por la construcción de un imperio japonés revolucionario, militar y nacionalsocialista mediante la fuerza, en el que el poder de los partidos políticos y de los grandes consorcios financieros e industriales sería "restaurado" al Emperador, como encarnación sagrada del Japón. Ya en 1927 se supo que unos doscientos oficiales ultranacionalistas habían formado una sociedad secreta y que planeaban un golpe militar. El "incidente de Mukden" - la explosión en septiembre de 1931, en aquella localidad, de un ferrocarril con tropas japonesas, que desencadenó la ocupación de Manchuria- reveló la profunda extensión que la reacción militarista e imperialista había alcanzado en el Ejército. La ocupación de Manchuria fue una decisión unilateral del Ejército de Kuantung. Las órdenes del gobierno, presidido por Wakatsuki Reijiro, del Kenseikai, que supo tarde y mal lo que se tramaba y que quiso detener la intervención militar, fueron ignoradas. Su sucesor, Inukai Tsuyoshi, que, no obstante aceptar el "fait accompli" militar, aspiraba a controlar al Ejército e incluso a detener las operaciones de guerra, fue asesinado por jóvenes ultranacionalistas el 15 de mayo de 1932. Su muerte marcó el fin del gobierno de partidos. En adelante, el Emperador nombró gobiernos presididos por personas de su confianza, hombres como el conde Saito, el almirante Okada, el diplomático Hirota, el general Hayashi, el príncipe Konoye, que no procedían de los partidos políticos, y que parecían tener suficientes autoridad y prestigio ante el Ejército y la Marina como para canalizar desde arriba las ambiciones del militarismo. De esa forma, Japón se vio arrastrado hacia una política exterior cada vez más condicionada por las exigencias de la guerra y de la expansión territorial en el continente, lo que además favoreció positivamente la rápida y notable recuperación económica que el país experimentó desde 1932, tras tres años de profunda recesión, consecuencia de la crisis mundial de 1929. Al tiempo, el país quedó gobernado por gobiernos débiles y no parlamentarios, en una situación pública progresivamente deteriorada por la violencia militar y por las luchas faccionales por el poder que surgieron en el interior del propio Ejército. El episodio más grave tuvo lugar el 20 de febrero de 1936. Al día siguiente de las elecciones generales en las que el partido constitucional Minseito resultó ganador, unos 1.500 jóvenes oficiales de la guarnición de Tokyo, identificados con el Kodo-ha (o Escuela de la Vía Imperial), una de las facciones ultranacionalistas del Ejército liderada por los generales Haraki y Mazaki, intentaron un golpe de Estado, asesinando a los ex-jefes del gobierno Sato y Takahashi y a otras conocidas figuras de la vida pública. El "putsch" no prosperó por la firme actitud del Emperador: diecisiete rebeldes -y con ellos Kita Ikki, implicado en la trama- fueron ejecutados. Pero significativamente, el fracaso del "putsch" no sirvió sino para el reforzamiento del propio Ejército como institución y de la facción Tosei-ha (o Escuela del Control), integrada por militares igualmente nacionalistas y decididamente favorables a la guerra con China, como los generales Nagata, Hayasi, Terauchi y Tojo. Aunque en las elecciones de abril de 1937 se produjo una nueva afirmación de los partidos Minseito y Seiyukai, el Emperador
encargó el 3 de junio la formación de gobierno al príncipe Konoye, un hombre joven y respetado, de educación liberal y no militarista. Era inútil: el gobierno Konoye se vio arrastrado en tan sólo un mes a la guerra con China por los incidentes que el 7 de julio se produjeron en las afueras de Pekín entre tropas chinas y tropas japonesas del Ejército de Kuantung que merodeaban contra todo derecho por la zona. La guerra chino-japonesa, que se diluyó y prolongó en la II Guerra Mundial, fue una catástrofe en términos humanos y materiales para ambos países. Políticamente, para China el resultado último fue el triunfo comunista de 1949. Para Japón, supuso el principio de su locura imperialista en pos de la creación de un Nuevo Orden en Asia. En 1940 invadió Indochina. Luego, tras destruir en diciembre de 1941 la flota norteamericana del Pacífico, en 1942 ocupó Birmania, Malasia, Singapur, Filipinas, Indonesia y otras islas del Pacífico, "liberando" del poder occidental a unos 450 millones de asiáticos. China perdió entre 3 y 13 millones de personas entre 1937 y 1949; Japón, millón y medio. En su obra maestra, la novela corta El corazón de las tinieblas (1902), el escritor Joseph Conrad había escrito una historia que, cualquiera que fuese su intención, parecía una metáfora de la expansión colonial europea: como descubre Marlow, el protagonista de la narración, al penetrar en África los europeos descubren el horror de su propia ambición, encarnado en la locura de Kurtz, el capitán de navío perdido en el interior del Congo. La reacción anticolonial y antioccidental de los pueblos africanos y asiáticos produjo a su vez sus propios horrores. El Shah Reza Pahlevi y el mufti, y líder, palestino al-Husseini favorecieron a, o colaboraron con, la Alemania de Hitler. China quedó asolada por el nacionalismo, la revolución, la guerra civil y las agresiones japonesas. Japón, el país que encabezó la revuelta de Asia, derivó hacia una forma de fascismo militar desde arriba: en diciembre de 1936, se adhirió al Eje Berlín-Roma. El sueño de Gandhi, una India libre y armónica guiada por el principio de la no violencia e inspirada en las virtudes sencillas de la vida de aldea y en la verdad profunda de su espiritualidad, terminó en la violentísima partición del subcontinente en dos Estados divididos por criterios religiosos y étnicos (India y Pakistán), proceso en el que pudieron perder la vida, por unas razones u otras, unas 200.000 personas. Gandhi mismo fue asesinado por un extremista hindú, Nathuram Godse, en Delhi, el 30 de enero de 1948.
Cuestiones nacionales en Japón
Cuestiones políticas y económicas
Japón alcanzó su verdadera unificación política y su formación como Estado moderno hacia 1868, cuando los clanes feudales de Choshu y Satsuma ganaron la llamada Guerra Boshín y pusieron fin al régimen del Shogunato Tokugawa para devolverle el poder al Emperador, en lo que se conoce como Restauración Meijí. Este acontecimiento se originó en la serie de perturbaciones políticas, económicas y sociales que se dieron en Japón a raíz de la forzada apertura del país al comercio internacional con la llegada del
comodoro norteamericano Matthew Perry en 1853. La Restauración Meijí no sólo llegó a ser un cambio de régimen, sino que acabó transformando por completo la sociedad japonesa; para 1890 Japón ya era una monarquía constitucional inspirada en el sistema monárquico alemán y en el parlamentarismo británico, para la misma época tenía una densa red ferroviaria en plena expansión, así como también una acelerada industrialización y una rapidísima modernización de las fuerzas armadas. Para 1895 Japón vencía a China y en 1905 a Rusia en par de guerras que supusieron la entrada del país al club de las grandes potencias. En 1914 Japón entró a la Primera Guerra Mundial del lado de Gran Bretaña, su aliada desde 1902, y obtuvo las posesiones alemanas en el Pacífico y China. Parecía que Japón no tenía obstáculos en su carrera hacia el estatus de gran potencia mundial, pero la desconfianza británica y estadounidense, la crisis económica del 29, la poca consolidación del sistema político liberal y la permanencia de las viejas ideas de la era feudal llevaron al país por la senda del militarismo ultranacionalista. En efecto, a la transformación política, económica y social no se correspondió a una en el plano de las ideas. La acelerada transformación japonesa impidió la formación de una verdadera clase burguesa, los antiguos nobles y samuráis se volvieron empresarios y altos funcionarios casi de la noche a la mañana. Además, el sistema político japonés careció desde el principio de una clara delimitación de funciones, dando como resultado una compleja estructura de poder, donde el mando real del Gobierno era ejercido por el Emperador, los consejeros de la Corte (el Genro), los grandes zaibatsu (especie de trust empresariales), los militares y las sociedades secretas. Este peculiar sistema de poder efectivo paralelo a la Constitución debilitó al sistema parlamentario desde el principio, pues las fuerzas armadas no estaban bajo el mando del Primer Ministro o la Dieta (parlamento japonés), sino del Emperador; además que les impidió a los políticos de corte liberal llevar a cabo su programa político a cabalidad. Aunque en 1925 se logró establecer el voto universal masculino y estaba en marcha un modesto sistema parlamentario basado en los partidos, pronto los fracasos en política exterior, la creciente desigualdad económica, las necesidades de expansión en los mercados y la propia debilidad de los partidos, permitió que poco a poco los militares fueran tomando el poder en Japón, hasta militarizar el país por completo. Veamos este proceso detenidamente. Impacto en las relaciones exteriores
Como consecuencia de la revolución Meiji, Japón puso fin a 256 años de feudalismo e inició un proceso de modernización económica asociado a la aproximación a Occidente. El año 1931 señaló otro giro decisivo en la historia moderna de Japón: las Fuerzas Armadas japonesas invadieron Manchuria, lanzando a su país por un camino de acción directa en el continente. El alejamiento de Japón de la comunidad de las potencias democráticas había ido aumentando desde la terminación de la Primera Guerra Mundial; parecía que el destino
de Japón se hallaba en el continente y no en la cooperación con las potencias occidentales. 1. China
Taiwán fue cedida a Japón en 1895 y fue una de las principales prefecturas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. Taiwan fue liberada de Japón por el Tratado de Paz de San Francisco en 1951. Las relaciones actuales son guiadas por el Comunicado Conjunto del Gobierno de Japón y el Gobierno de la República Popular de China 1972. Dado el comunicado conjunto, Japón ha mantenido relaciones no gubernamentales, a nivel de trabajo con Taiwán. Japón se refiere a la República de China en Taiwán con el nombre neutral de "Taiwan". 2. Rusia
Las relaciones de Japón con Rusia se ven obstaculizadas por la incapacidad de ambas partes para resolver su disputa territorial sobre las cuatro islas que conforman los Territorios del Norte (Kuriles), que la URSS tomó hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. El estancamiento ha impedido la conclusión de un tratado de paz formal terminar la guerra. 3. Estados Unidos
Los Estados Unidos es el aliado más cercano de Japón, y Japón se basa en los EE.UU. por su seguridad nacional a un alto grado. Como dos de tres más importantes poderes económicos del mundo, ambos países también dependen de los estrechos vínculos económicos de su riqueza, a pesar de las fricciones comerciales en curso y en ocasiones mordaces. 4. Alemania
En la década de 1930, ambos países adoptaron actitudes militares agresivas hacia sus respectivas regiones. Esto condujo a un acercamiento y, finalmente, una alianza política y militar que incluía a Italia: el "Eje". Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial el Eje estaba limitado por las grandes distancias entre sus potencias. En su mayor parte Japón y Alemania combatieron guerras separadas y, finalmente, se rindieron por separado.
Inestabilidad política en China
Caracterizar el periodo de inestabilidad política entre 1931 y 1932 Durante los 14 meses siguientes a la caída de Ibáñez, se sucedieron cinco gobiernos que, bajo la forma de presidencias, vicepresidencias, presidencias provisionales y juntas militares, intentaron conducir el país en medio de intentos de golpes de Estado, huelgas, levantamientos militares, llamados a elecciones y una profunda crisis económica posterior a la salida de Ibañez asume Juan Esteban Montero, en este periodo, este gobierno sería el único electo a través de las urnas, con serca del 64% de los votos
Por esa fecha la desocupación y la pobreza afectaban a 130.000 personas. En este complejo contexto, el Estado adoptó una serie de medidas para aminorar los efectos del trance en la población. Entre éstas, se decretó una disminución de los cánones de arriendo y una rebaja a las contribuciones. En el plano de las finanzas fiscales el gobierno se vio obligado a crear la Comisión de Control de Cambios Internacionales, con el objeto de cautelar las reservas de oro del Banco Central. Optó también por el despido de funcionarios públicos y la disminución de la planta de las Fuerzas Armadas. En este contexto se fraguaban un conjunto de maniobras desestabilizadoras, insurrecciones que involucraban a civiles y militares, y que se manifiestan en huelgas y atentados. El 4 de junio de 1932 se produjo la caída del presidente Montero, derrocado por una junta militar presidida por el general Arturo Puga e integrada por el abogado socialista Eugenio Matte junto al periodista y ex-diplomático Carlos Dávila, también de tendencia socialista. La República Socialista de los doce días. A mediados de 1932 el nuevo gobierno de Juan Esteban Montero se encontraba en serias dificultades para enfrentar el impacto de la Gran Depresión en Chile. A los graves trastornos económicos y sociales se sumaba una creciente inestabilidad política que se expresó en movimientos conspiradores que buscaban la caída de un gobierno tildado de ineficaz e impopular. El 4 de junio de 1932 un movimiento cívico militar donde convergían jóvenes socialistas liderados por el abogado masón Eugenio Matte, militares adeptos al coronel Marmaduke Grove y partidarios del ex presidente Carlos Ibáñez del Campo, aglutinados en torno de la figura de Carlos Dávila, se atrincheraron en la base de la Fuerza Área de El Bosque y exigieron con éxito la renuncia del presidente Juan Esteban Montero. Al caer la noche, una Junta de Gobierno formada por el general Arturo Puga, Eugenio Matte Hurtado y Carlos Dávila ingresó a La Moneda y proclamó la "República Socialista de Chile". Por su parte el coronel Marmaduke Grove asumió el estratégico cargo de Ministro de Defensa. La proclamación de la "República Socialista de Chile" sorprendió y dividió a la opinión pública de la época. Sectores comunistas y de federaciones obreras rechazaron el movimiento revolucionario por considerarlo militarista. Al mismo tiempo, estudiantes de la Universidad Católica y los gremios profesionales y empresariales rechazaron el movimiento. Sin embargo, sectores demócratas, socialistas y federaciones de empleados le manifestaron su apoyo. Esta división también se manifestó al interior de la Junta de Gobierno, donde los sectores ibañistas liderados por Carlos Dávila rechazaron la radicalización del
movimiento socialista que impulsaban Grove y Matte, procediendo a expulsarlos del gobierno y exiliarlos a Isla de Pascua el 16 de junio de 1932. Los “cien días” de Carlos Dávila
Con el apoyo del Ejército, Carlos Dávila, se autoproclamó Presidente Provisional de la "República Socialista de Chile", declaró el estado de sitio, introdujo la censura a la prensa y con fuertes medidas económicas estatistas buscó revertir la crisis económica y social imperante Sin embargo, ante la falta de apoyo civil y militar se produjo la caída de Carlos Dávila el 13 de septiembre de 1932. De inmediato asumió el mando del país el general Bartolomé Blanche quien llamó a elecciones presidenciales y parlamentarias. Era el fin de la utopia "Socialista de Chile".