La relación simbólica entre la escuela y los jóvenes de sectores populares
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el fracaso escolar. Al querer dar cuenta de los malos resultados en el aprendizaje v'3 los alumnos provenientes de sectores populares, se proce día a identificar las desventajas que sufrían. El punto de vista que prevaleció fue que los chicos y los jóvenes presentaban un dficit cultural dada la pobreza del medio ambiente en el que vivían. !a teoría del dficit su"iere la idea de privación verbal y autoriza e#presiones tales como $son incapaces de construir ar"umentos, no saben formar conceptos ni comunicar pensamientos ló"icos, tienen períodos cortos de atención, no se comportan como seres civilizados%. Ahora bien, la operación de reposicionar a los sectores populares a partir de reconocerles productividad cultural no debe conducimos a un nuevo equívoco, el de desconocer o relativizar los efectos de vivir en una relación social desi"ual. Así como no podemos computar todas las diferencias culturales como faltas, defectos, imposibilidades, tampoco podemos sostener la ilusión de que el sentido de las pr&cticas populares se realiza en la felicidad de la autosuficiencia simbólica. !a cuestión de lo popular merece ser pensada en trminos de una tensión. omo lo dicen (ri"non y )asseron* !e pasan cosas esenciales a una cultura popular como consecuencia de estar restrin"ida a funcionar como cultura dominada, como cultura de la dene"a+ ción, sub+cultura o contracultura. !a sociolo"ía debe ocuparse de ello, pero al"o olvidaría si no fuera capaz de hacerla hipótesis interpretativa de que una cultura popular es tambin capaz de productividad simbólica. ada en la teoría del simbolismo social impide la hipótesis de que el inconsciente de las relaciones sociales es tan productor de sentido como la conciencia -//*001. )or lo tanto, entrar en la dimensión de lo popular implica deshacerse de la comodidad del reduccionismo de clase que nos empuja a adjetivaciones idealistas o de"radantes. 2alvada la interferencia de la univocidad, pensamos que capturar sem&nticamente el universo de lo popular supone penetrar en una trama compleja de si"nos que no operan por yu#taposición ni determinación mec&nica. !o popular se perfila entonces como una pr&ctica de sentido anclada en un escenario de desi"ualdad y disputa. !as identidades juveniles de los sectores populares se construyen en una relación particular con el territorio y los consumos "lobales. !a vida cotidiana marcada por el peso de lo local, las relaciones cara a cara, la
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dilución de lo privado, la la#itud de las fronteras tradicionales de familia no son meros datos conte#t;ales, sino que dan forma a las simbolizaciones juveniles. o obstante<, aquí tambin se perciben rupturas y diferencias culturales. Es compleja la tarea de caracterizar a las culturas juveniles de los sectores pop ula res = pod ría mos se> ala r en pri nci pio que con sti tuy en for mas sim ból ica s desde donde estos "rupos ne"ocian colectivamente su v e#istencia y pelean por sustituir un esti"ma de mar"inación en emblema' de identidad. 2in embar"o, al"o de lo popular como universo homo"neo se rompe y al"o de lo juvenil como frontera que distin"ue a todos los jóvenes por i"ual tambin se deshace. En el interior del campo popular hay e#periencias diferentes, entre los que van a la escuela y los que no lo hacen, entre lós que mantienen un vínculo total con la dro"a y los que se acercan de manera menos masiva, entre los que est&n a tr ap ad os p or u n c ir cu it o d e v io le nc ia y l os q ue l o" ra n d es pr en de rs e par cia lme nte , ent re los que tra ba jan aun que pre ca ria men te y los que han rot o todo tipo de lazo institucional. Así mismo e#isten marcas juveniles +modas, ritos, símbolos. "ustos musicales, relación con las tecnolo"ías+ en todo el universo de jóvenes que nos hacen pensar en estilos compartidos por los diferentes ,? sectores sociales li"ados a un modo distintivo de vivir
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contemporaneidad. En este marco, la relación entre los jóvenes de sectores populares y la escuela es pensada como un vínculo no determinado ni por la condición de pob rez a ni por una ese nci a esc ola r que pue de sus pe nde r las dif ere nci as culturales. Así como los jóvenes usan y dotan de sentido a sus espacios vitales y a sus pr&cticas sociales mediante una productividad que se visualiza en el uso del len"uaje, la "estualidad, la moda, la relación con la m;sica, la se#ualidad, los rituales, los jue"os, tambin resi"nifican sii tr&nsito escolar. Esta acción de dotar de sentido a la e#periencia educativa no implica que los sujetos se ha"an due>os de su trayectoria escolar ni que las valoraciones construidas car"uen finalmente con si"nificados positivos y #itos constatables. !o que deseamos enfatizar es que el si"nificado de la escolarización no est& inscripto literalmente en las marcas visibles de la escuela ni en las estadísticas pro mis ori as o ala rma nt es sob re los niv ele s de esc ola riz aci ón alc anz ado s por los distiritos sectores sociales. !a relación de sentido entre los jóvenes de sectores pop ula res y l a esc uel a + @
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