José Ratzer
EL MOVIMIENTO
SOCIALISTA EN ARGENTINA
JoséRatzer
EL MOVIMIENTO »
SOCIALISTA EN ARGENTINA
EdicionesAgora
PDF Compressor Pro
© Editorial Agora, 1981. Buenos Aires - República Argentina Derechos reservados - Hecho el depósito que indica la ley 11.723 Impreso en la Argentina
INTRODUCCION Este libro está prologado por el autor, pero aún así re quiere una breve introducción. Es una historia del movimiento socialista en la Argenti na. En él se retoman los antecedentes, que José Ratzer es tudiara en Los marxistas argentinos del 90 (Ed. Pasado y Presente, Córdoba, 1969) y se expone el curso posterior dél movimiento. El lector notará ciertas reflexiones y referencias, tanto en el prólogo como en el texto, que se explican por ser es te libro parte de un plan inconcluso, y hemos preferido res petar al máximo posible el original. Para decirlo con palabras del autor: “se trataba, en pri mer término, de escribir una historia del partido político obrero”. El plan era de gran envergadura. Partiendo de los períodos históricos que ha vivido el país —y el mundo—se trataba de ubicar el desarrollo del movimiento socialista y comunista en la Argentina, con eje en el movimiento so cialista hasta 1918 y luego centrando en el movimiento comunista y sus organizaciones. José Ratzer falleció dejando inconclusa esta obra, en lu5
Compressor Pro rliu desde largos años atrás contra una enfermedad implamide. No decimos “el historiador” José Ratzer escribió eslc libro, pues él era mucho más que eso y en este campo volcaba también su pasión de luchador militante, intelec tual, publicista y periodista de garra, político compromelido con su país y su pueblo, científico en el campo de las ciencias sociales. Su obra deberá ser retomada sin duda, pues este estudio acabado alumbraría muchos hechos de la historia de nuestro país con nueva luz, como lo prueba ya este estudio que hoy presentamos. Es que tanto con res pecto al radicalismo, el peronismo —e incluso el conservadorismo— el movimiento socialista y luego el comunista, han tenido relaciones y ejercido influencia mucho más allá de lo que una visión superficial puede mostrar. Por suerte lo investigado y escrito lo está en forma meti culosa, con rigurosidad científica" y con la riqueza que se deriva del avanzado estudio que el autor tenía realizado del plan originalmente trazado. Por todo ello esta obra es un punto de partida indispen sable para un conocimiento fundado de nuestra historia política de este siglo, tanto para el especialista como para todo quien se interese en conocer en profundidad nuestra realidad actual. Los Editores
6
PROLOGO En el Almanaque del trabajo para 1918, libro destinado a los afiliados del Partido Socialista y presentado como publicación oficiosa del mismo, Augusto Kühn, venerable figura del movimiento proletario, escribía: “En estos días se cumplen veinticinco años desde que en esta capital se fundó la Agrupación Socialista de Buenos Aires, que fue el plantel de lo que hoy es el árbol frondoso del Partido Socialista en nuestro país. La fecha precisa es el 14 de di ciembre de 1892. Los que la formaban eran los sobrevi vientes de la Sección Varia, único núcleo sobreviviente de la Federación Obrera, organismo que se constituyó a raíz de la primera celebración de la tiesta internacional obrera, instituida por el congreso internacional de París, en 18895,1. Más adelante, en una cronología debida al propio Kühn, se insiste en que: “esta fecha debe ser con siderada la del nacimiento del Partido Socialista”2 . En cambio, a medida que avanzaba y se consolidaba el revisionismo en las filas socialistas, fue pasando a primer plano “otra” fecha de fundación, el 29 de junio de 1896, es decir el día en que la Agrupación Socialista se reorgani7
DF Compressor Pro za bajo la hegemonía de Juan B. Justo y cambia su nombre por el de Partido Socialista. Es útil comenzar recordando estos detalles, porque nos permiten ubicar la verdadera trascendencia de la formación del partido de la clase obrera en nuestro país. Es un proce so largo, tortuoso, lleno de zigzags, a cuyo desarrollo con tribuyó, como fuerza motriz, la lucha de líneas internas, y que resume todas las visicitudes en una ardua batalla por arraigar la teoría del socialismo científico en las condicio nes concretas de la Argentina. Según sea el punto de vista que adoptemos para analizar este proceso (marxista o revi sionista), tomarán mayor relieve unos u otros aconteci mientos, se colmarán ciertas lagunas o se convertirán en abismos insondables. No es casual que llevemos ya más de ochenta años de lucha en torno de una apreciación his tórica del movimiento obrero argentino. Pero no vayamos a reducirnos a una mera cuestión de acentuación histórica. Lo que este autor sostiene es que hubo un “hecho político” que concientemente cambió al go, y que de él provienen las dos corrientes de interpreta ción del nacimiento3 . A fines de 1892 se organiza la Agrupación Socialista de Buenos Aires, procurando remontar los efectos de la dis persión del núcleo marxista inicial y de la crisis de dicho año, que mucho golpeó al proletariado argentino. Dicha entidad política tuvo programa, realizó actos pú-, blicos, tuvo relaciones con las autoridades, produjo una prensa, aunque débil, y fue reconocida como miembro nacional por la Segunda Internacional. Sus efectivos no eran ni muchos ni excesivamente sólidos, pero no puede decirse que hacia 1896 hubiera un cambio sustancial, ex cepto en un aspecto. El primer marxista con solidez teóricu y conocimiento del país, Germán Ave Lallemant, es8
taba en San Luis, alejado de la participación práctica. En cambio-, en Buenos Aires, comenzaba a notarse la presencia de un núcleo de intelectuales, núcleo que el naciente parti do necesitaba urgentemente para salir del campo de los in tereses estrechos y a corto plazo de los obreros y adquirir una visión nacional de los problemas. Sólo que el nuevo núcleo traía un peso hegemónico, no del marxismo, sino del revisionismo. En marzo de 1892, El socialista, continuador del órgano marxista El obrero, llama a constituir el Partido Socialista Obrero. El 14 de diciembre de este año —ya recordado— se forma la Agrupación Socialista. A mediados del siguien te año, Juan B. Justo da su primera conferencia en una en tidad socialista, por lo que dice en dicho discurso, resulta explícito que Justo habla desde dentro de-la Agrupación, proponiendo tareas sobre ella. Luego prosigue con otras conferencias. El Obrero tuvo una segunda época, en la que empezó el retroceso del marxismo, bajo la dirección de Esteban Jiménez, que luego formaría bloque con Justo. Pues bien, en dicho periódico, órgano del Partido, co mienza su colaboración socialista Justo. Hay constancia expresa de que, también por ese entonces, Justo se preo cupaba por convencer e incorporar personalmente nue vos afiliados al movimiento socialista. El 7 de abril de 1874, en sustitución explícita de sus antecesores, aparece el periódico La Vanguardia, que luego será el portavoz principal del Partido Socialista. En su grupo inicial figura Justo. A mediados de 1894, la Agrupación Obrera existen te se convierte en Centro Socialista Obrero autodefiniéndose como “una asociación política cuyo programa es el del Partido Socialista Obrero de todas partes, con las modifi caciones que exijan las circunstancias”. Justo renueva su adhesión. 9
DF Compressor Pro En 1895 se incorpora José Ingenieros. El Partido, co mo era de rigor en aquellos tiempos, irá cambiando de nombre. Ya era el Pattido Socialista Obrera Internacio nal. El 15 de octubre de dicho año efectúa su primera con vención, presidida por Justo, y pasa a llamarse Partido So cialista Obrero Argentino. En realidad se trata de la unifi cación orgánica de varias organizaciones (algunas bastante veteranas), como el Centro Socialista Obrero. El partido produce un Manifiesto programático y hace público su Comité Central. A solicitud del diario La Prensa, y por re solución de la redacción de La Vanguardia, Justo escribe un trabajo sobre “El socialismo en la República Argenti na”. La Convención resuelve la concurrencia a elecciones y designa un Comité Ejecutivo (que integra Justo). A comienzos de 1896 dice La Nación, hablando de Jus to: “por él súpose la insospechada existencia en Buenos Aires de un partido socialista (. . .)”. En marzo de 1896, ante las elecciones, el Partido con curre con su lista propia en la Capital Federal, que inte gran Justo y Lallemant. Todo lo aportado demuestra que, para los usos de esa década, el Partido estaba organizado y reconocido como tal. Pero entre 1894 y 1896 se había producido un cam bio. El revisioniso podía asegurar su hegemonía. Por eso, un acontemiento que debía ser uno más, muy importante desde luego, se convierte en motivo de polémi cas históricas. En mayo de 1896 el Comité Ejecutivo convoca a un Congreso. La circular, firmada por Justo, sostiene que: “En los días 28 y 29 de junio del corriente año, se reunirá en Buenos Aires el Congreso de los delegados del Partido Socialista Obrero, para ocuparse de la organización del Partido, y de cuestiones económicas cuya discusión sea de 10
interés general e inmediato para la clase trabajadora (. . Ninguna palabra sobre fundación. Pero La Vanguardia del 27 de junio escribía: “Se puede decir que el congreso de mañana es el primero que celebra en el país la clase trabajadora (. . .)”. Es muy probable que este artículo ex prese una fundación: la del método maniobrero, oblicuo, intrigante y de medias tintas que es propio del revisionis mo. “Se puede decir (. . .)” No se dice ni se deja de decir, se insinúa. Por ello tampoco se discutió en el Congreso proposición alguna sobre una fundación explícita. Por eso pasó a hablarse del mismo como Primer Congreso, lo que es correcto. Desde luego, hacer el Primer Congreso, redac tar una declaración de principios más estable que las ante riores, etc., son hechos que indican que es un Congreso muy importante. Pero no podía fundar un Partido que ya existía. Por eso, en el mismo momento de romperse entre marxistas y revisionistas en 1917, Augusto Kühn podía se guir defendiendo, en un libro colectivo de dirigentes socia listas, que el Partido se había fundado en 1892. No se le re futaba. Simplemente los dirigentes revisionistas se iban a ha cer los tontos una y otra vez, ignorando que había una po lémica abierta y diciendo, cada vez que podían, “ 1896”. Este método prosiguió. Cuando —hacia 1970— se desentierra la polémica, y se afirma que el socialismo fue fundado por el grupo de marxistas revolucionarios encabezados por Lallemant, hay quienes siguen ignorando la polémica explícita y, distraída mente, dicen “1896”, o siguen dejando el asunto en la confusión.4 En el fragor de esta polémica se ha concebido el libro que el lector tiene en sus manos. Corresponde, pues, que se digan algunas palabras acerca de la influencia de la subjetividad en el tratamiento de las 11
PDF Compressor Pro cosas objetivas. Quien esto escribe tiene un punto de vista, comparte una teoría y no disimula que toma partido. Pe ro, del abate Bossuet a Marx, abundan los escritores que han sostenido que tomar partido es la única forma de des cubrir la verdad, a la vez que la mejor forma de respetar al lector, quien siempre sabrá la base teórica en que se apoya un escrito. Hay una compleja relación entre lo objetivo y lo subjeti vo. Nada hay en la mente que no tenga asidero en la reali dad material, preexistente. Pero estos reflejos toman forma colectiva según los períodos históricos y las clases de que se trate. Por eso, adoptar, en general, un punto de vista co rrecto, no garantiza contra todo error. Es más: cometer errores es inevitable en la búsqueda de la verdad. Sólo surgue ésta de una larga práctica, y la investigación teórica forma parte de ella, siempre que respete rigurosamente la primacía de la lucha de clases y confronte sus propias con clusiones con las que proceden de la lucha por la produc ción y de los otros campos de la experimentación científi ca y técnica. Por lo tanto, el objeto de este libro no es lograr la per fección, sino reducir al mínimo los inevitables errores. Al respecto hay ya alguna experiencia en cuanto a escri bir la historia del movimiento obrero y de sus organizacio nes, experiencia que el autor tratará de tener en cuenta. Un punto decisivo es no partir de esquemas preelaborados, analizar los hechos tal como se produjeron, no escon der situaciones desagradables para el punto de vista adop tado por el historiador. Es claro que en toda investigación hay cosas por las que se pasa de largo, sin verlas. Pero la exigencia de rigor y honestidad reduce el campo de las grandes equivocaciones, para no hablar de las falsificacio nes concientes, que deben ser eliminadas de cuajo.
Otro punto que tomaremos en consideración es que las opciones históricas fueron concretas. Polemizó o concordó Fulano con Mengano, y no se puede inventar un tercer pesonaje inexistente. La labor del historiador significa juz gar, decir que tal o cual tendencia tenía más razón que la otra. (A veces sucede que nadie era preferible a otro, en tal caso se debe decirlo). Al mismo tiempo se trata de evitar pronunciarse en bloque, unilateralmente, juzgar al todo o nada. Nunca es así y en los aciertos de hoy hay que buscar los lados flacos para encontrar las causas de los errores de mañana, o viceversa. Tampoco debe olividarse que la actuación humana tiene causas, objetivas y subjetivas, favorables y desfavorables. Ciertas actitudes son positivas —históricamente estudia das—en determinada situación, y negativas en otras. Podemos decir también que el encadenamiento de los acontecimientos tiene que ayudar a interpretarlos. Y así podríamos seguir, pero para el simple propósito de alertar al lector e invitarlo a compartir un método, con lo dicho es suficiente. Para terminar, algunas palabras sobre los problemas es pecíficos de este trabajo. Se trata, en primer término, de escribir una historia del partido político obrero. Por tanto hemos optado por hacer una breve referencia al marco histórico y acerca de la economía así como de las instituciones políticas y par tidos no comprendidos en el objeto del presente estudio. Igualmente, hemos optado por separar y simplificar las menciones a todo tipo de organización internacional, que el autor sólo ha estudiado superficialmente y como com plemento. Adentrándonos en el tema, hay ya un problema de re solución más difícil. Se trata de las luchas y organizaciones 13
r
Compressor Pro (huelgas, sindicatos, etc.), no partidarias del proletariado. Como es obvio, no podemos dejar de referirnos a ellas, pero lo liaremos con la máxima economía de esfuerzos, ya que si bien están íntimamente ligados, se trata de temas diferentes. Otro punto nada fácil es la periodización. En algunos trabajos históricos se ha arrancado de los problemas pro pios de la construcción del partido, sus polémicas internas, etc. Creemos que, en el caso argentino, va a resultar mu cho mejor invertir el criterio, arrancar de los períodos his tóricos que ha vivido el país (y el mundo, por consiguien te), aunque en algún caso hemos tenido que ir un tiempo atrás o adelante, para mostrar lo específico. Pero la base si gue siendo la historia general de la Argentina. Sobre el método para exponer la historia, hemos preferi do tomar las principales luchas de líneas, desechando el simple desarrollo cronológico, que produce una acumula ción de datos sin llevar a ningún lado. Desde luego —en la medida de lo posible— tales luchas de líneas se tratan cro nológicamente. Además, algún acontecimiento con enver gadura propia, del que no conocemos las repercusiones in ternas, será mencionado en el lugar que corresponda. Hechas las explicaciones previas, pasemos al tema.
14
NOTAS 1 Augusto Kühn: “Los comienzos de la lucha proletaria y socia lista en Buenos Aires”, En Almanaque de trabajo para 1978, L. J . Rosso y Cía., impresores (seguramente editado en Buenos Aires, en 1917). 2 Ibidem, pág. 21 0 . Igualmente pueden verse las fechas de funda ción en Dardo Cúneo: Juan B. Justo y las luchas sociales en la Argen tina, Ed. Alpe, Buenos Aires, págs. 76 y 116. 3 Todos los datos sobre este tema han sido analizados hace una década en José Ratzer, Los marxistas argentinos del 9 0 ,. Ed. Pa sado y Presente, Córdoba, passim. Si'este libro volviese a ser escrito, el autor introduciría, desde luego, muchos cambios menores. Fuera de las inevitables erratas, hay nuevas informaciones para tomar en cuenta. Pero, sobre todo, hay desarrollo y cambio en los puntos de vista de la corriente en que se sustentaba este libro, cambios y desa rrollos que son profundos para el autor en su propio pensamiento. Pero luego de releerlo atentamente le parece que mantiene una vi gencia esencial. Por tanto, quien esto escribe, considera que no debe desperdiciar fuerzas en ajustes que no alteran lo central y que, por otra parte procurará exponer en las páginas siguientes. 4 Así sucede, desde diversas posiciones ideológicas con los libros siguientes:
PDF Compressor Pro — Germán Ave Lallemant: La clase obrera y el nacimiento del marxismo en la Argentina, ed. Anteo, Buenos Aires, 1974. Quien aquí deja el asunto en la confusión es Leonardo Paso, autor de una extensa “Introducción”. — Julio Godio: El movimiento obrero y la cuestión nacional, ed. Erasmo, La Plata, 1972. El autor, en apariencia comparte la reivindicación de Lallemant y los marxistas. En la práctica la deforma y borra totalmente su lucha concreta contra el re visionismo en la Argentina. —Norberto Galasso: Manuel Ligarte, Eudeba, 1973, en 2 *. El autor cita al comienzo varias veces a Los marxistas del 90, para luego omitir, en su extensa consideración del problema nacional, toda referencia a la posición de Lallemant y sus com pañeros.
16
I. - LA “PREHISTORIA” Hay numerosos antecedentes del movimiento obrero en nuestro país1. En realidad, esos primeros grupos fueron más que nada propagándistas de las teorías socialistas, difusores de los grandes maestros de la clase obrera, abanderados de las rea lizaciones de la clase obrera internacional (la Comuna de París, el crecimiento del movimiento socialdemócrata eu ropeo, etc.)- Si una palabra puede definirlos es el calificati vo de “doctrinarios”. Ello responde casi obligatoriamente a las primerísimas etapas de todo movimiento obrero, pero en el caso de nuestro país, la persistencia de ciertos fenómenos, tanto políticos como otros, negativos, a lo largo de un período muy prolongado (o el encadenamiento de fenómenos simi lares), nos obligan a plantear de entrada un problema serio: la posibilidad de existencia de un movimiento obrero inde pendiente está condicionada negativamente por la falta de comprensión de las características estructurales reales. La integración o no integración de las leyes generales del marxismo con la revolución en la Argentina responde a va 17
PDF Compressor Pro rias causas, objetivas y subjetivas, favorables y desfavora bles. Ampliemos un poco lo dicho. En primer término tenemos la ausencia de experiencia mundial con respecto al pasaje del capitalismo premonopolista, al imperialismo,y por consecuencia, la falta de exten sión del movimiento obrero a los países coloniales, semicoloniales y dependientes de Asia, Africa y América Latina2 . Era virtualmente imposible por entonces elaborar una teoría más o menos amplia de liberación nacional en di chos países a la luz del marxismo. La modalidad feudal del virreinato del Río de la Plata acarrea algunos problemas3 . Es precisamente en los ras gos no específicamente feudales de dicha formación econó mico-social (entre los cuales la creciente vinculación con el mercado mundial capitalista) y en otros rasgos que eran ca racterísticos de la sociedad feudal pero que por su dialécti ca interna pudieron entrar, en un momento dado, a actuar como disolventes de ella (en particular el papel y el pode río del capital mercantil), es en dichos rasgos, repetimos, que pueden encontrarse las raíces de posteriores dificulta des e impedimentos para asentar un desarrollo capitalista autónomo. Es un feudalismo que se demora (en especial debemos llamar la atención sobre su prolongación despues de Mayo, con Rosas como exponente máximo). Ello implica trabas de todo tipo para la unificación nacional y por tanto lastra a las principales corrientes político-ideológicas en disputa, distorsionando o ahogando las mejores manifestaciones de conciencia nacional burguesa. Por otra parte, los aspectos no especificamente feudales del régimen semifeudal imperante permiten que éste perdu 18
re en connivencia con alguna de las potencias capitalistas en expansión en Europa. (La alianza duradera y los conflic tos esporádicos con Inglaterra y Francia demuestran los dos aspectos de esta relación: el dominante, que es la aso ciación, y el secundario, esporádico, que son las fricciones). En tercer lugar, por causas que aquí no es el caso deta llar4 , la burguesía nacional abdica tempranamente de su papel revolucionario sin dejar de resistir, e incluso de pre sentar formas nacionalistas de contenido reformista pro fundo. A partir de la oleada revolucionario de 1848 en Europa, la burguesía se muestra temerosa del asalto proletario, y ello se da en escala mundial. El fenómeno es tanto más visi ble cuanto mayor desarrollo toman las fuerzas burguesas. Dicho en otros términos: las mismas fuerzas burguesas que hacia 1810 pudieron en nuestro país mostrarse revolucio narias, jacobinas, en su lucha antifeudal, tres décadas des pués (y esto coincide con la caída de Rosas) despliegan sus costados blandos, conciliadores con las fuerzas retrógradas, mientras muestran que ya están advertidas del surgimiento del peligro proletario. Ello pudo verse con cierta claridad haciendo el paralelo con dos casos de países latinoamerica nos que llegaron a su independencia política tardíamente y con un desarrollo capitalista comparativamente menor que el nuestro. En Cuba, el procer indiscutido, José Martí, ya en 1888 escribía una crónica de un mitin proletario en Es tados Unidos, crónica que destacaba el papel de Marx en el despertar del movimiento obrero. Por ello no es casual que Maceo, continuador de Martí, prosiguiera en una actitud revolucionaria, consecuente hasta el fin de sus días y que Carlos Baliño, amigo personal y compañero de lucha de Martí, se hiciera propagandista y organizador socialista, pa ra convertirse posteriormente en fundador del Partido Co 19
PDF Compressor Pro munista de Cubas . En el Brasil, por otra parte, parece que hubo una difusión bastante amplia de ideas socialistas y comunistas utópicas, pre-marxistas, aunque ello no acele ró la fundación del movimiento socialista en dicho país6 . Como resultado de estos complejos fenómenos, en la Ar gentina va dándose un desarrollo capitalista (en ciertos as pectos parecido al prusiano) que no rompe revolucionaria mente con las trabas feudales o semifeudales sino que con ciba y transa con ellas; este mismo desarrollo permite un tono “modernista” del que hacen gala sectores importan tes de las clases dominantes. La no resolución del problema del latifundio —en realidad todo lo contrario—, el exterminio de masas importantes de indígenas, los eslabones de la dependencia ante el capital inglés, se van dorando cón cul tas y atractivas consignas, que a veces traducen auténticas pero ineficaces buenas intenciones. Se fueron acuñando los lemas que correspondieron a este período: “civilización o barbarie” ; “gobernar es poblar” ; “paz y administración” ; etc. En la realidad se conformó un sistema económico de pendiente de Gran Bretaña, en beneficio de la alianza en tre el imperiaüsmo de dicho origen y las fracciones hegemónicas de terratenientes. De hecho quedaban posterga das, no sólo las aspiraciones de las grandes masas popula res —nativas y extranjeras—, sino también las de algunos sectores de oligarquías provincianas, así como amplias ma sas pequeñoburguesas, e igualmente los embriones de la burguesía nacional, dificultados en su desarrollo o consoli dación. Simultáneamente el federalismo iba perdiendo sus bases económicas. El símbolo práctico del sistema impe rante fue la red ferroviaria, abanico que se cerraba en el puerto de Buenos Aires, red cuya propiedad quedó casi ex clusivamente en manos inglesas. Se constituyó una nación, sí, pero distorsionada y atrasada no sólo en su desarrollo 20
económico, sino también en su propia integración nacio nal. Por tanto, la formación de una conciencia nacional sigue caminos muy propios. La oligarquía en el poder, en 1885 delegó en una comisión la preparación del informe sobre los nuevos planes de enseñanza secundarias. En dicho in forme aparecen expresiones como: / . . . / nuestro país po see ya dentro de sí un gran número de extranjeros que tra tan de perturbar sus tradiciones y hasta su credo político entre sus hijos, con el peligro para nuestras instituciones y para el elemento nativo / . . . / ”. Instaba además a preser var las instituciones “de las degeneraciones o modificacio nes que las corrientes inmigratorias podían imponer les/. . ./” 7. En segundo lugar hay una dificultad particular de 'a Ar gentina: país dependiente, atado a la estructura fei’.dal he redada del virreinato, muy lentamente va predominando dentro de dicha dependencia el modo de producción capi talista, con lo que la clase obrera llega a colocarse como fuerza motriz fundamental de la revolución democráticopopular, agraria y anti-imperialista. Pero al mismo tiempo dicha clase obrera, fuerza productiva determinante en el país, tiene durante décadas un origen predominantemente mi gratorio. Es esto un tremendo obstáculo para la integración de las leyes generales del marxismo con la revolución en nuestra patria. Esta referencia nos lleva hacia otro tema especial de nuestra conformación nacional. Se trata del aflujo inmigra torio masivo. Consistió especialmente de inmigración eu ropea8 . Apareció con fuerza el problema de lograr la for mación de una nacionalidad, y subyaciendo en las diversas posiciones el de qué clase iba a hegemonizar dicho proceso. La lucha por la hegemonía se dio en el plano económico 21
PDF Compressor Pro (concentrándose los intereses proletarios en los nacientes sindicatos, los de grandes terratenientes en la Sociedad Ru ral Argentina, los de capitalistas urbanos en la Unión In dustrial y, más tarde, los de chacareros en la Federación Agraria, mientras la incipiente organización estudiantil co bra vuelo con la Federación Universitaria a partir de la Re forma de 1918), en el plano político, con el gran tema del fraude y el voto popular, a partir de la aparición de la UCR y el PS, así como la consolidación de la alianza conservado ra y los cambios que en ella se dan, y desde luego, en el plano teórico-ideológico9 . Además, en la formación de dicha conciencia nacional, entra a jugar otro elemento: toda la dependencia estructu ral llevaba las ideologías hacia modalidades europeístas, en detrimento de un mayor conocimiento y —menos aun—de una mayor comunidad Latinoamericana. Este peso de las corrientes profundas de Europa, tanto como el de sus mo das efímeras, teñía de superficialidad los análisis que nece sariamente debieron hacerse de una realidad tan rica y ori ginal. En realidad, en lugar de sumergir al naciente movi miento obrero en la pujante e “impura” lucha nacional y democrática, el revisionismo en ascenso buscó por todos los medios preservar una sediciente pureza, impedir lo que se veía como contaminación con la “política criolla”. En pocas palabras, había bases objetivas para una tendencia a transformar la.política proletaria en acción “educativa”, “docente”, con lo que se coartaban las posibilidades del partido proletario para la ardua lucha por la liberación na cional, único camino practicable en nuestro país para la li beración social. En la vertiente opuesta, aparecen determinados factores positivos, que tendían a favorecer el desarrollo del partido de la clase obrera y sus luchas. 22
Hubo un desarrollo capitalista relativamente importante, tanto en la ciudad como en el campo, sobre todo con cier tos embriones más o menos tempranos de crecimiento in dustrial. Se entiende que cuando hablamos de tal desarro llo capitalista tenemos en cuenta: a) el marco feudal o semifeudal que lo constriñó y retrazó durante décadas, de formándolo y haciéndolo dependiente como resultado fi nal: b) que el íivel que nos interesa destacar lo es compara tivamente a otros países dependientes de Asia y Africa y muy especialmente de América latina, para poder entender mejor las bases de surgimiento del movimiento obrero ar gentino.10 Acorde con este grado de evolución del capitalismo, hay una aparición más o menos temprana de la clase obrera, lo que incluye una ruptura con las formas de los “greirios” artesanales del Medioevo. En un medio acostumbra'1j a la explotación brutal y a los usos pseudo-paternalistes de los terratenientes, la aparición de las organizaciones proletarias provocó vivas reacciones y —como era lógico—fortaleció el sentimiento de solidaridad entre quienes resultaban así re chazados. Por fin, un tópico que vimos como factor desfavorable, la dependencia de Europa, presentaba también otro aspec to, favorable, que era el establecimiento de múltiples lazos y formas de comunicación con el movimiento obrero y socia lista en aquél continente, cuna de la acción proletaria y del marxismo, su teoría científica y sus grandes debates, incluílos que dan Bernstein (desarrollando el revisionismo) y Lenin, en su vuelta a los principios revolucionarios y en el análisis del imperialismo y la revolución proletaria. De acuerdo principalmente con la dinámica interna de cada país, el aspecto que analizaremos asume el carácter domi nante o de subordinado en cada país y en cada período11. 23
PDF Compressor Pro El naciente partido de la clase obrera argentina tenía an te sí una tarea que consiste en la realización de la más uni versal de las leyes del socialismo científico: integrar las le yes del marxismo-leninismo con la realidad nacional, con la revolución que las trabas expecíficas, peculiares, de nues tro país, hacían surgir de las grandes masas explotadas. Có mo supo lograrlo o cómo no pudo hacerlo será el motivo principal de este trabajo.
NOTAS DEL CAPITULO I 1 Para un primer Ob. cit., passim.
resumen
puede consultarse José Ratzer:
2 En el prefacio a la edición rusa de 1882 del Manifiesto del Parti do Comunista, Marx y Engels dicen: “Cuán reducido era el terreno de acción del movimiento proletario en aquel entonces (diciembre de 1847) lo demuestra mejor que nada el último capítulo del Manifies to: “Actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposi ción en los diferentes países”. (Hay múltiples ediciones castellanas del Manifiesto y todas, salvo las más recientes, adulteradas, de Edirial Progreso de Buenos Aires, tienen aproximadamente el mismo texto. 3 La discusión sobre las peculiaridades del feudalismo en estas tie rras puede encontrarse, analizada exhaustivamente en Rosendo Irusta: Sobre el modo de producción dominante en el Virreina to del Río de la Plata, Ediciones de Mayo, Buenos Aires, 1977. Po demos agregar a nuestro turno, que en uno de sus últimos escritos, el propio Engels insistía en que el historiador no debía enmarañarse en la supuesta “pureza” de las definiciones, de los conceptos, y —por el contrario— ir a fondo en el estudio de la realidad, para ver en ella lo dominante, lo fundamental, lo característico: “ ¿Acaso correspon dió el feudalismo a su concepto? Fundado en el reino de los francos occidentales, perfeccionado en Normandía por los conquistadores 25
PDF Compressor Pro noruegos, continuada su formación por los normandos franceses en Inglaterra y en Italia meridional, se aproximó más a su concepto en . . . Jerusalém, en el reino de un día, que en las /Issises de Jérusalem dejó la más clásica expresión de origen feudal. ¿Fue entonces este or den una ficción porque alcanzó una existencia efímera, en su com pleta forma clásica, en Palestina y aún esto casi exclusivamente sobre el papel?” (C. Marx y F. Engels: Correspondencia, ed. Problemas, Buenos Aires, 1947, pág. 540-541). 4 La comprensión de la historia argentina, carente de un análisis marxista durante décadas, ha cobrado nuevo impulso con la apari ción del libro de Rosendo Irusta: 0 6 . cit., impulso que proseguirá sin duda con el trabajo de Eugenio Gastiazoro: Introducción al análisis económico-social de la historia argentina, ed. Agora, Bue nos Aires, 1980. s Véase V. Ermolaev: “Surgimiento de las primeras organiza ciones obreras” , en Nueva Era, Buenos Aires, año XII, núm. 10, no viembre-diciembre de 1960. 6 Véase (Luis Alberto) Monis Bandeira, Clovis Meló y A.T. Andrade: 0 Ano vermelho, ed. Civilizado Brasileira, Río de Ja neiro, 1967, pág. 7 88. Véase Víctor Alba: Historia del Movimiento Obrero en Amé rica Latina, Libreros Mejicanos Unidos, México, 1).F. 7 Antecedentes sobre enseñanza secundaria y normal, Buenos Aires, 1903, citado en Berta Perelstein: Positivismo y antipositivismo en la Argentina, ed. Procyon, Buenos Aires, 1952, pág. 16. La autora resalta que no obstante el contenido chauvinista (qui zás debería decir como causa de tal contenido), en la referida co misión participaban tres extranjeros: José María Torres, Paul Groussac y Adolfo van Gelderen. 8 Un estudio discriminado de las tasas inmigratorias puede verse en Alfonso Amolds: Geografía Económica Argentina, ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1963, pág. 72 ss. Otras referencias en Varios Autores: Argentina, sociedad de masas, Eudeba, 1965, cap. “Los inmigrantes en el sistema ocupacional”. Una discusión importante 26
sobré el problema racial en la Argentina se encuentra en las /le tas del Primer Congreso contra el Racismo y el Antisemitismo, publica do por el Comité Argentino contra el Racismo y el Antisemitismo, Buenos Aires, 1938. 9 Elementos para la historia de dichos conflictos sociales y de las respectivas organizaciones pueden encontrarse en: Diego Abad de Santillán: La FORA, ideología y trayectoria, Buenos Aires, Nervio, 1933. Víctor Alba: Historia del movimiento obrero en Améri ca Latina, Libreros Americanos Reunidos, México, D .F., 1964. Al manaque del trabajo para 1918, ed. cit., con escritos de Augusto Kühn. f Juan Bialet Massé: El estado de la clase obrera argentina a comienzos del siglo, Córdoba, 1968. Celia Durruty: Clase obrera y peronismo, ed. Pasado y Pre sente, Córdoba, 1969. Angel M. Giménez: Páginas de historia del movimiento so cial en la República Argentina, Sociedad Luz, Imprenta La Van guardia, Buenos Aires, 1927. José R. Liberal: Culminación del sindicalismo argentino, Buenos Aires, 1952. Alfredo López: Historia del movimiento social y de la cla se obrera argentina, ed. Programa, 1971. Sebastián Marotta: El movimiento sindical argentino. Su gé nesis y desarrollo, ed. Lacio, Buenos Aires. Esta obra fue planeada en cuatro tomos. El primero apareció en 1960, el segundo en 1961, el tercero, por ed. Calomino, apareció post mortem en 1970; no hubo cuarto tomo de la Historia, que así concluye en 1935, y el cuarto tomo del libro recopila los homena jes de diversas tendencias a) autor. Jacinto Oddone: Gremialismo proletario argentino, ed. La Vanguardia, Buenos Aires, 1949. José Panettieri: Los trabajadores en tiempos de la inmigra ción masiva en Argentina, 1870-1910, Universidad Nacional de gración masiva en Argentina, 1870-1910, Universidad Nacional de La Plata, 1965. Adrián Patroni: Los trabajadores en la Argentina, Bueno6 27
PDF Compressor Pro Aires, 1898. Véase también la referencia a bibliografía sobre los partidos obreros en este escrito. José Ratzer: Ob. cit. Serafino Romualdi: Presidentes y trabajadores. Memorias de un embajador sindicalista en América Latina, Libreros Ameri canos Reunidos, México, D .F., 1964. Hobart Spalding: La clase trabajadora argentina (Documen tos para su historia — 1890-1912), ed. Galerna, Buenos Aires, 1970. Un enfoque burgués muy interesante de la cuestión racial pue de consultarse en José Imbelloni: “La formación racial argen tina'’', en Argentina en marcha, publicado por la Comisión Nacional de Cooperación Intelectual, Buenos Aires, s.f., t. I, pág. 223 ss. En dicho articulo, además, se da la bibliografía básica sobre el tema, hasta 1919. Ella es: J . M. Samper: Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las Repúblicas Colombianas, París, 1861; J . V. Lastarria: La América, Gante, 1 8 6 7 ; Juan Bautista Alberdi: Estudios Económicos, Buenos Aires, 1895; (el mismo autor): Bases y comentarios de la Constitución Ar gentina, París, 1858; (el mismo autor): Organización política y económica de la Con federación Argentina, Bezanzon, 1856; Domingo Faustino Sarmiento: Civilización y Barbarie, San tiago de Chile, 1 8 4 6 ; ^ (el mismo autor): Vida del Chacho,■3 a ed., Nueva York, 1868; (el mismo autor)'.Condición del extranjero en América; artículos de diario de 1852 a 1883, reunidos y publicados en Buenos Aires, 1 928; (el mismo autor): Conflictos y armonías de las razas en Améri ca, Buenos Aires, 1883. Carlos Octavio Bunge: Nuestra América, ensayo de psicología social, I a ed., Buenos Aires, 1918; José Ingenieros: Introducción a la obra de C. O. Bunge, 1918; Agustín Alvarez: South América, ensayo de psicología polí tica, Buenos Aires, 1 8 9 4 ; política, Buenos Aires, 1894; (el mismo autor): Adonde vamos, 1904; 28
(el mismo autor): La transformación de las razas en América, 1908; (el mismo autor): La herencia moral hispano-americana, Bue nos Aires, 1919; Juan Agustín García: La Ciudad Indiana, Bruselas, 1 900; F . García Calderón: Las democracias latinas de América, Leipzig, 1913; Roberto Levillier: Orígenes argentinos, Buenos Aires, 1912. Con los autores arriba mencionados puede cubrirse, digámoslo así, la etapa fundacional de las corrientes nacionalistas. Nos cabría agregar los autores que, con posterioridad a la Primera Guerra Mun dial y a la revolución rusa, sustentan lo que se llama el “nacionalis mo argentino”. 10 Al respecto pueden consultarse: Ricardo M. Ortiz: Historia Económica de la Argentina, ed. Raigal, Buenos Aires, 1955 (dos tomos). Eugenio Gastiazoro: Argentina hoy. Latifundio, dependencia y estructura de clases, ed. Pueblo, Buenos Aires, 1975. 11 En el caso argentino, deben computarse los contactos de Raymundo Wilmart con Engels, los del grupo socialista del Worwaerts con la socialdemocracia alemana, el conocimiento directo de Juan B. Justo de los principales líderes de la socialdemocracia europea a principio del siglo, la prolongada estadía entre nosotros de los anar quistas Errico Malatesta y Pietro Gori, etc. (Véase: José Ratzer: Op. cit.; Dardo Cúneo: Op. cit.
29
PDF Compressor Pro ' ■
.
. ■
. .
. ■
II. - LOS MARXISTAS Y LOS REVISIONISTAS En el seno del Partido Socialista, desde 1892 hasta 1917 se produjeron cuatro grandes luchas de líneas. La primera lucha entrp marxistas--revolucionarios y re formistas cubre hasta 1896 y culmina con el triunfo de los revisionistas encabezados por Juan B. Justo1. El revisionismo, en nuestro país, y referido al período de vigencia del Partido Socialista (ya veremos que el revi sionismo en el Partido Comunista es una cosa diferente), se caracteriza por una persistente desviación política que tien de a convertir al Partido en una fuerza liberal-burguesa, li beral por las corrientes históricas con las que entronca y por las posiciones que asume, burguesa por los intereses ante los que se inclina, siendo de señalar que —rasgo espe cial de nuestro país—la combinación liberal-burguesa resul ta en conciliación o apoyo a los terratenientes überales y oposición a las fuprzas de burguesía nacional, de contenido reformista y que alzan banderas nacionalistas. Como se ha dicho repetidas veces, por la época de for mación del Partido Socialista, y aun más luego de la conso lidación del grupo justista en su dirección, la fuerza motriz 31
o todo por el carácter marcadamente antilatifundista y anti imperialista que aquélla debía tener. En el Partido Socialis ta se impuso el menosprecio por la “política criolla”. “Qué hacer, pues, para vigorizar nuestra vida política? “El medio no consiste en darse tal o cual denominación de partido, sino en enseñar al pueblo trabajador a pedir las reformas que han de aumentar su bienestar mensurable y en prepararlo para sostenerlas en la lucha política”. /Los capitalistas/ “tendrán que justificar de otro modo su si tuación privilegiada y su título de clase ‘dirigente’ y ocu parse de ‘política’, de algo muy distinto de lo que hoy lla man así”.2 He aquí algunas características salientes de la política predicada por Justo: a) la misión del proletariado es “pedir”, no imponer, arrancar revolucionariamente. O sea que debe atenerse a las reglas de juego, a lo más tratar de modificarlas “adecuada mente” b) objetivamente, en el desprecio por la “política” crio lla y por los “partidos inorgánicos”, se sientan las bases pa ra combatir al yrigoyenismo (más tarde el peronismo) y pa ra hacer de “oposición de su majestad” frente a los secto res liberales del conservadorismo. Esto se tradujo en el me canismo electoral, que fundamentalmente tendió a restar votos y bancas a los radicales. c) el imperialismo, como clave de nuestra época, está au sente de sus análisis. En la práctica, busca el empalme y la benevolencia del imperialismo entonces dominante, el bri tánico.3 d) acerca de la cuestión nacional, el liberalismo galopan te de Justo no le impide sostener determinadas posiciones nacionalistas burguesas que, en concreto y en relación con 32
a ser la
el punto anterior, se enfilan especialmente contra el impe rialismo de Estados Unidos. e) en cuanto a la cuestión agraria, al considerar que en el campo estaban plenamente implantadas las relaciones de producción capitalistas, la lucha contra el latifundio se bo rra o se convierte en una “corrección de excesos”. A partir de estos puntos salientes en política, caracterís ticos de la acción socialista predominante, podemos dete nernos un poco en las bases teóricas del revisionismo de Justo. Hay que decir, en homenaje a la verdad histórica, que en muchos aspectos el revisionismo de Juan B. Justo y su gru po no se había desarrollado hasta adquirir el amplio vuelo que cobró un par de décadas más tarde. De todas maneras, desde el comienzo estaban los elementos fundamentales que caracterizan a toda revisión del marxismo: 1) Oposi ción al materialismo dialéctico: “Al parecer como ascen diente espiritual del movimiento proletario de aquel país, la filosofía alemana se impone, pues a la consideración de todos los pueblos que estarían obligados a penetrarla y au torizados a juzgarla, so pena de no entender a fondo el pro ceso histórico que ellos propulsan y los arrastra”. “Pero, ¿es la filosofía alemana un venero mental accesi ble a todos? Para mí, al menos, no lo es. He tomado al gunas de las obras de los filósofos alemanes y he tenido que dejarlas de lado, con un sentimiento de fatigante vacío “Su designación de ‘materialistas’ es, entre tanto, un fá cil blanco que Marx y Engels ofrecen a la crítica, blanco singularmente tentador, sobre todo, para los que prefieren adormecerse con otro rótulo filosófico”. “Dándonos la idea clara y general de la evolución, la ciencia nos ha libra do de la deslumbrante e impenetrable dialéctica con que 33
/
P DF Qs9)ffiJ?ba^füo?ofía” “Movimiento popular y científi co, el socialismo para ser genuino tiene que ser ingenuo, para ser consciente tiene que ser vulgar”s . 2) Descalificación de la teoría de la plusvalía, piedra an gular de la teoría marxista: Para Justo, dicha teoría “es una ingeniosa alegoría” 6 , o sea, como dice el diccionario, una “ficción que presenta un objeto al espíritu de modo que despierte el pensamiento de otro objeto”. 3) Oposición a la revolución y a la lucha revolucionaria, sustituidas por el evolucionismo y las reformas: “Al acen tuar la necesidad de la acción política del proletariado, sus promotores exageraron la importancia del gobierno y de la ley, y se mostraron indiferentes u hostiles a otras activida des populares fundamentales. Mientras se teorizaba sobre la próxima ‘dictadura del proletariado’, mirábase el gremialismo proletario como un simple campo de propaganda y se mostraba por la cooperación libre el más equivocado desdén” 7. Por otra parte, este revisionismo del marxismo convirtió la acción práctica del grupo hegemónico del Partido Socia lista en un acuerdo —a veces velado, otras no tanto— con sectores de la oligarquía terrateniente y del imperialismo británico, o sea con la alianza de clases dominante en el poder. Como era de esperarse, no desapareció totalmente la re sistencia del núcleo marxista, resistencia que prosiguió de diversas formas y culminó con la adhesión de la casi totali dad de sus integrantes al Partido Comunista, después de 1918. Un indicio de estas resistencias lo dan los artículos de Lallemante en Die Neue Zeit, la revista socialista antirrevi sionista alemana que dirigía Karl Kautsky. Así podemos encontrar referencias como: “La acción socialista se desa34
I
rrolla, en el terreno práctico, en forma satisfactoria. Distinas son las cosas cuando se trata de la instrucción teórica le ios miembros /. . . / Una editorial regida por compañeos ha hecho una traducción española del libro de Ferri Socialismo y ciencia positiva, la biblia de los socialistas lo;ales. La misma editorial publicó también la obrita de un jstudiante que rebosa de ignorancia y absurdos. En la mis ma se adjudica a Marx la teoría del ‘plus-sueldo’, por lo cual el consumidor paga al empresario’. En el Vorwárts, compañeros alemanes han combatido contra este absurdo, dado que La Vanguardia socialista en idioma español no admite discusión sobre este asunto, probablemente para no perjudicar a la editorial. Se incluyen frecuentemente tra ducciones de artículos de Ferri y de Loria sin el menor criterio selectivo.”8 Sin embargo, el tono intransigente de la crítica no le impedía reconocer que había una necesidad urgente de conquistar cuadros dirigentes arraigados en lo nacional: “Lo satisfactorio en el movimiento local es el he cho de que los que más activamente participan en la agita ción, son argentinos de nacimiento, y en menor medida ex tranjeros.”9 Tampoco le impedía observar seriamente los pasos de Palacios en Diputados. Con motivo de la represión del 1° de mayo, Palacios interpeló al ministerio del inte rior: “Esta interpelación le ha conferido al diputado socia lista una inmensa popularidad /.. . /.”10 Pero el revisionismo avanzaba y Lallemant lo marca a fuego: “ Por supuesto, el reducido partido socialista tam bién ha sufrido gravemente /por la represión gubernamen tal/, si bien su actuación difícilmente pueda ser más tran quila y cautelosa. Los jefes han pasado casi sin excepción al campo de Turati,11 tal como se manifestó ya tan llama tivamente en el Congreso de Amsterdan /de la Segunda In ternacional, 1904/. Esto le ha reportado pocas simpatías 35
C O
obreros locales, si bien difícilmente se pue de hablar de un perjuicio concreto. Porque nuestros obre ros, con pocas excepciones, permanecen ajenos al socialis mo, incluso en gran parte ocupan una posición hostil fren te al mismo, y los elementos propulsores del partido socia lista son ideólogos burgueses que no están dispuestos a cru zar un determinado Rubicói^, en realidad no pueden estar dispuestos a hacerlo”. “Los anarquistas, por el contrario, tienen hoy día una cantidad considerable de partidarios, cuya mayor parte, sin embargo, no sabe qué es lo que significa el anarquismo /. . . /”.12 Por fin en el último artículo conocido de Lallemant, hay una caracterización general del movimiento obrero argenti no: “La mayoría de estos obreros no se encuentran aún or ganizados y los que sí están organizados se hallan divididos en dos asociaciones que se combaten entre sí: la Federa ción Obrera, anarcosindicalista, y la Unión Obrera, socialis ta revisionista, esta última con muchos partidarios de ex tracción radical pequeñoburguesa”.13 Así, lo que quedaba del núcleo marxista fundador del socialismo peleaba, como podía y cómo le daban sus me dios, contra el revisionismo. Pero, entretanto, surgen otros episodios de la lucha de tendencias, en el interior del Partido Socialista.
36
NOTAS DEL CAPITULO II 1 Véase José Ratzer: 0 6 . cit. Hay una refutación desde las posiciones de la socialdemocracia reformista de Emilio J . Corbiére: Juan B. Justo. Socialismo e imperialismo, sin indicación de edi torial ni fecha de edición (según los avisos aparecidos en la revista Todo es historia se trata de Editorial Koningam, 1974) y un inten to de falsear la valoración del grupo marxista inicial en la intro ducción de Leonardo Paso a La clase obrera y el nacimiento del marxismo en la Argentina, ed. Anteo, Buenos Aires, 1974. 2 Juan B. Justo: Socialismo, “La teoría científica de la his toria y la política argentina”, ed. La Vanguardia, Buenos Aires, 1920, págs. 31 y 30. Se trata de una conferencia dada en el Ate neo de Buenos Aires, el 18 de junio de 1898, editada ese afio por Lajuane, y en 1915 por la librería de La Vanguardia. Según Dar do Cúneo: 0 6 . cit., pág. 122, es un trabajo para el diario La Pren sa. 3 Se ha intentado presentar a Justo como antiimperialista, es pecialmente en Dardo Cúneo: 0 6 . c i t , pág. 4 4 0 ss. y Emilio Corbiere: 0 6 . cit., pág. 21 ss. En ambos casos se mencionan po siciones de Justo contra el imperialismo yanqui, sin tratar seria mente su posición de fondo sobre el imperialismo británico. 4 Juan B. Justo: El ‘realismo ingenuo”, ed. La Vanguardia, co37
PDF Compressor Pro 1
lección El Pequeño Libro Socialista, Buenos Aires, 1947, pág. 4. (Este escrito se publicó inicialmente en 1903 y ha sido objeto de re petidas ediciones). 5 Ibídem, págs. 18, 24 y 29. Podemos decir de paso, que la deno minación de “realismo ingenuo” fu^j acuñada por los empiriocriticistas, con quienes debatió Lenin a principios de siglo. Véase V J . Lenin “Materialismo y empiriocriticismo”, en Obras Completas, Edi torial Cartagtí, Buenos Aires, pág. 6 8 ss. 6 Juan B. Justo: Teoría y práctica de la historia, Lolito y Barberis, Editores, Buenos Aires, 1909, pág. 225. 7 Ibídem, pág. 430. 8 Germán A. Lallemant: La clase obrera y el nacimiento del marxismo en la Argentina, ed. Anteo, Bueno6 Aires, 1974, págs. 166 y 167, traducido de Die Neue Zeit, 1.1, 1895-1896. Es práctica mente seguro que “la obrita de un estudiante” es el folleto de Inge nieros sobre el socialismo. 9 Ibídem, pág. 184, traducido de Die Neue Zeit, 1.1, 1898-1899. 10 Ibídem, pág. 20 1 , traducido de Die Neue Zeit, t. 2 , 1903-1904. 11 Turati fue un socialista italiano, de línea zigzagueante, pero pro fundamente reformista. Ya formada la Internacional Comunista, és te era el juicio que merecía a Lenin: “Les manifestamos (a los camaradas italianos) que el partido italiano no podía convertirse en comu nista mientras tolerase en sus filas a hombres como Turati (. . .) El partido italiano no fue nunca (durante la Segunda Internacional) au ténticamente revolucionario. Su mayor desgracia es que no rompió con los mencheviques y los reformistas antes de la guerra, y que és tos últimos continuaron en el seno del partido”. (V. I. Lenin: “Dis curso sobre el problema italiano” (III Congreso de la Internacional Comunista, julio de 1921), en Obras Completas, ed. Cartago, Bue nos Aires, 1960, t. 32, págs. 4 57 y 458.
38
11 Germán A. Lallemant: IHe Neue Zeit, t. 2 ,1 9 0 8 -1 9 0 9 .
0 6 . cit., pág. 205, traducido de
13 Ibídem, pág. 20 8 , traducido de Die Neue Zeit, t. 2, 1908-1909. Aclaremos que en este caso la palabra “radical” significa “izquier dista”.
39
/
r
III -UNA “IZQUIERDA” QUE SE HACE ECONOMISTA
La segunda lucha importante tiene como protagonista al núcleo reformista que rodea a Juan B. Justo y de otra par te a una fuerza nueva, que requiere alguna información. Hacia 1897 aparece La Montaña, “periódico socialista re volucionario”, debido en su mayor parte al esfuerzo de dos jóvenes militantes socialistas: J osé Ingenieros (que todavía firmaba ‘Ingegnieros’) y Leopoldo Lugoñes*. En su pri mer número escribía Ingenieros: “El proletariado usará en tonces la fuerza para expropiar a los expropiadores. No puede en ese caso haber dos líneas de conducta: la fuerza se combate por la fuerza” 2 . 0 sino: “La Revolución So cial obedece, pues, en primer término, a un cambio en el sistema de producción. Si la clase privilegiada fuese inteli gente —caso imposible, porque el parasitismo trae consigo la degeneración— se adaptaría estoicamente a ella; pero la burguesía, que por ser republicana es la más ignorante y ciega de todas las clases dominantes, es incapaz de com prenderlo, e intentará oponer la fuerza al desarrollo de la nueva organización social3 . En ese marco, es interesante ver cómo levanta reivindi41
PDF GQffiypSSSSÍtf que^ííoy los sociólogos de academia llamarían “marginales”. Un ejemplo es el artículo “El tra bajo de las mujeres y el salario”, una polémic^ de Ingenie ros con Guesde y con Lafargue4 sobre el tema del epígra fe o ntrado en el valor de la fuerza de trabajo y el trabajo femenino. Se trata de un escrito fatalista, esquemático, pe ro interesante en su planteo como solución a la doble ex plota ción de la mujer (por el capitabsta y por el hombre): la lucha por reducir las jomadas de trabajo de los obreros de ambos sexos5 . En el mismo número del periódico pue de verse una polémica sobre “morabdad” y trata de blan cas. Al mismo tiempo, en las páginas de La Montaña campea un lenguaje extremista, insolente, a veces bndante con la provocación. Ello dio pie a que se secuestrara el número 2 (del 15 de abril de 1897) y se le aplicara un multa de $ 300, multa que finalmente no se hizo efectiva. Sin embargo, esta corriente mantenía vínculos con otras expresiones revolucionarias en el seno de la Segunda Inter nacional. Así, Le Socialiste, de Sofía, Bulgaria, órgano ofi cial del Partido Sociabsta de los Trabajadores de dicho país, reprodujo varios artículos de La Montaña, lo mismo que La Lucha de Clases, de Bilbao y La Ilustración del pueblo, de Madrid6 . Igualmente las agrupaciones sociahstas de Valparaíso y Montevideo expresaron su sobdaridad ante el secuestro y multa arriba mencionados. Igualmen te estaban relacionados con el incipiente movimiento obre ro brasileño. Así publicaron el Programa Mínimo del Parti do Sociabsta de Río Grande do Sul7. El punto de vista del núcleo que rodeaba a Juan B. Jus to, así como otras informaciones históricas, puede recoger se en un trabajo de Enrique Dickmann. Comentando un debate sobre el voto de los inmigrantes no naturaüzados ar42
gcntínos, refiere que el Centro Socialista Revolucionario de Barracas al Norte se opuso a aceptar dicho voto. Co me,uta Dickmann: “Lo constituían (al referido Centro) muchos obreros españoles, buenos socialistas, pero que te man del socialismo una idea vaga y extraña, y para quienes iui tu ral izarse ciudadano argentino era renunciar al interna cionalismo, según ellos base y fundamento del socialismo8 . Prosigue: “Más tarde se le agregó el socialista revoluciona rio Leopoldo Lugones, director, con Ingenieros, de La Montaña, que fue a vivir a Barracas al Norte. La barriada obrera de Barracas era, entonces, pobre, mísera y abando nada y había vivido durante ciento veinte días la prime ra gran huelga de los obreros ferroviarios del país”9 . Y así termina la caracterización del grupo: “Sus afiliados se lla maban marxistas intransigentes y repudiaban toda tenden cia nacional del socialismo”10. En 1898 (agosto), varios centros se separan del Partido Socialista. Ya para entonces se pusieron al frente de esta corriente Francisco Cúneo y Vicente Rosaenz11 ,y comenzó a tomar la forma de una desviación economista que en frentaba el creciente electoralismo de la dirección socialis ta. En tanto, Ingenieros adoptaba posiciones evolucionistas y se alejó, no sólo del socialismo revolucionario, sino hasta del movimiento socialista; mientras, Lugones se preparaba para su gran giro a la derecha. En noviembre de 1899, siete centros forman la Federación Socialista Obrera Argentina12 , en el informe de cuyo Comité Provisorio podía leerse: “La diferencia de táctica (con el P.S.) se basaba principalmente en que ellos sostenían como condición necesaria para el dcsarrollo del Partido, emplear todas las energías de éste en la lucha política, sin antes examinar detenidamente las condi~ ciones económicas y políticas He este país; Fgptnlaiiilii fas relaciones tan íntimas que existen en el desarrollo de la 43
PDF Compressor Pro doctrina económica socialista y la necesaria organización política del proletariado para conseguir y asegurar las me joras necesarias para el desarrollo económico (. . .)”13 . Desde luego, ni el grupo disidente, ni la dirección socia lista estuvieron en condiciones de adoptar una línea, no di gamos justa, sino simplemente que facilitara el avance del Partido proletario, acorde con los grandes cambios que ger minaban en el país y con las gigantescas luchas sociales en curso o en preparación. En este caso, a diferencia de la pri mera gran polémica con el grupo marxista de la década del 90, los oponentes de Justo y su equipo, más que plantear una opción válida, marcaron algunos de los gruesos errores y desviaciones que se cometían, pero ellos también desde una óptica esencialmente errónea. (En junio de 1900 vol vieron al P.S.). La escisión fue efímera y desapareció. Pe ro comenzaba a dejar una enseñanza, que no pudo ser aprovechada dada la debibdad de las fuerzas marxistas que se mantenían en el P.S.: el creciente tono Uberal burgués, el electorabsmo y el parlamentarismo, el debibtamiento y paulatino abandono de la lucha por los auténticos intereses de las masas trabajadoras, iban a abonar el terreno para nuevas luchas de líneas en los temas de reforma o revolu ción, de partido obrero de contenido bberal burgués o par tido obrero revolucionario volvería a plantearse una y otra vez. Al mismo tiempo, esta dilución del Partido Sociabsta fa cilitó el incremento de las tendencias anárquicas, sobre to do en las organizaciones sindicales.
44
I.
NOTAS DEL CAPITULO III 1 Como una prueba más de la falsificación sistemática y el ocultamiento de los antecedentes revolucionarios en el movimiento obre ro, puede tomarse el centenario de Lugones, en 1974. Tanto La Na ción en sus suplementos del 9 y 16 de junio, como La Opinión en el del 23 del mismo mes (artículo de Osiris Troiani), saltean toda refe rencia al episodio de La Montaña. 2 La Montaña, año 1, núm. 1, del “ 12 vendimiarlo del año XXVI de la Comuna” , o sea el 1° de octubre de 1897. 3 Ibídem. 4 Jules Guesde: Fue uno de los jefes del Partido Socialista en Francia (1845-1922). Paul Lafargue: yerno de Marx, fue uno de los dirigentes del ala marxista del movimiento obrero francés (18421 911). Ambos estuvieron entre los principales artífices de la Federa ción de Obreros Socialistas en Francia (1879). Aunque, en general, defendieron las posiciones de Marx y Engels, de diversos puntos yen distinta medida, ambos sostuvieron errores teóricos. Guesde, al fin. 1 de su carrera, participó en el gabinete burgués de guerra, en 1914. 5 La Montaña, núm. 4 , del 15 de marzo de. 1897. 6 Véase la noticia respectiva en el núm. 15 de La Montaña, corrí spondiente al 15 de agosto de 1897. 45
PDF Compressor Pro 7 La Montaña, núm. 9 (por error aparece como 8 ), del Io de agos to de 1897. Lamentablemente no hemos podido encontrar referen cias a dicho Partido en los dos libros más importantes de historia del movimiento obrero en el Brasil a nuestro alcance, a saber: Moniz Bandeira, Clovis Meló y A. 'L Andrade: 0 ano vermelho, a revolugao russa e seus reflexos no Brasil (1900-1935), ed. Nova Frónteira, Río de Janeiro, 1977. En 0 ano vermelho (. . .) hay una confusa referencia a irradiación socialista en Río Grande do Sul (pág.
i3). En cuanto al partido búlgaro que se menciona, casi con certe za es el que, fundado en julio de 1891, décadas después se convirtió en Partido Comunista (Véase al respecto: Comité de Amistad y Re laciones Culturales con el Extranjero, República Popular de Bulgaria, Sofía, 1956, pág. 37). 8 Dickmann colaboró con el Partido Socialista desde los últimos arios del siglo pasado, y rápidamente participó de su dirección y fue legislador nacional. A partir de 1952 encabezó una tendencia de acercamiento al general Perón; murió a fines de 1955. La cita men cionada, así como las siguientes, es de Enrique Dickmann: Recuer dos de un militante socialista, ed. La Vanguardia, Buenos Aires, 1949, pág. 198. 9 Ibídem, pág. 199. 10 Ibídem, pág. 199. 11 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 10. 12 Según el Esbozo (. . .) se llamó Federación Obrera Socialista Co lectivista (Ibídem). Dardo Cúneo: Ob. cit., pág. 195, le da en cam bio el mismo nombre que Dickmann. 13 Dickmann: 0 6 . cit., págs. 199-200.
46
IV. LOS SINDICALISTAS
La tercera lucha de líneas en el Partido Socialista co mienza a madurar con los comienzos del siglo, y se desarro lla con toda su amplitud entre 1903 y abril de 19061. No debemos olvidar que grandes acontecimientos sacu dían el mundo por dicha época. Germinaba y tomaba forma la contienda ruso-japonesa, en la que por primera vez un país asiático iba a ser vencedor de uno de los gran des imperios europeos, precisamente el “gendarme de Eu ropa”. En el juego entre las potencias imperialistas iba apuntando un nuevo reparto del mundo, que preanunciaba una violencia sin precedentes. En el movimiento obrero tomaba forma un polémica general, claramente definida por bolcheviques y mencheviques en Rusia, y más difusa mente en el resto del mundo. La ciencia misma entraba plenamente en el nuevo siglo con la exposición (en 1905) de la teoría de la relatividad y una suma inmensa de otros descubrimientos e hipótesis. Las luchas obreras nacionales tiñen de sangre proletaria esos años iniciales del siglo XX, al mismo tiempo que impulsan la elección del primer dipu tado socialista de América, Alfredo L. Palacios. Mientras 47
Compressor Pro gran parte de la burguesía urbana y de sectores pequeñoburgueses, así como un núcleo importante de chacareros, se agrupan en la Unión Cívica Radical, bajo la dirección de Hipólito Yrigoyen, quien en 1905 desencadenara el último gran levantamiento armado contra el fraude y la corrup ción2 . \ Mundialmente, tanto la guerra ruso-japonesa como el nuevo reparto del mundo culminaron en la primera gran revolución rusa, que viene a ser como la síntesis de todos los elementos que se habían ido acumulando y el ensayo y preanuncio de lo que iba a caracterizar el siglo XX, “la época del imperialismo y las revoluciones proletarias”. A principios del siglo, un grupo de intelectuales socialis tas (entre ellos: Gabriela L. de Coni, Julio Arraga, Emilio Troise y Bartolomé Bossio, a los que se unió el secretario general del Partido Socialista, Aquiles S. Lorenzo, se aglu tinaron un núcleo de obreros o artesanos, entre los que se destacaban Luis Bernardi (obrero tipógrafo que en 1916 se alejó de la militancia activa)3 . Su oposición a Juan B. Justo y su equipo se fue motivando en posiciones revolu cionarias en torno del problema del Estado, así como en lo que se refiere a sus quejas por el abandono que el Par tió Socialista hacía de la organización proletaria en lo que se refiere a la cuestión gremial. La elección del primer di putado socialista de América (Alfredo L. Palacios, en 1904)4 pone en extrema tensión los temas que se debaten. Según Dickmann la lucha duró entre 1903 y abril de 19065. Sus ideas se expresaron en La Vanguardia —órgano oficial del Partido—y en La Acción Socialista y La Interna cional, voceros de la tendencia sindicalista revolucionaria. Como sostuvo el grupo sindicalista en diversos momen tos de la polémica, contra lo defendido por la tendencia de Juan B. Justo y posteriormente por el núcleo dirigente del 48
r
Partido Comunista6 , la discrepancia comenzó a partir de diferentes posiciones en problemas nacionales, y sólo tiem po más tarde, toman conocimiento y luego adhieren, a las tesis del sindicalismo revolucionario europeo, encarnado en la “Carta de Amiens” y publicitadas especialmente por el escritor Georges Sorel. El sindicalismo comienza a elaborarse en Europa, veinte años después de la Comuna de París y cuando comienzan a ceder las leyes antiobreras en Francia que databan de la revolución francesa. Brillaban en su seno algunos cuadros proletarios (como Pelloutier y I.agardelle), y su difusión europea se condensó en la CGT de JFrancia y su “Carta de Amiens”7 , para extenderse a Estar!Qs, Unidos mediante los Industriáis Workers of-the World (IWW)8 . Recoge algunas de las tradiciones revolucionarias deL.marxismo, aiinqiipT mezcladas con posiciones anarquistas, y en filosofía adhie re a las actitudes bergsonianas^—~ Como resultado de la batalla interna en el Partido So cialista, el VII Congreso aprueba en abril de 1906 la si guiente moción, propuesta por Nicolás Repetto: “El Con greso vería con agrado que el grupo de afiliados titulados sindicalistas se constituya en un partido autónomo, a fin de realizar la comprobación experimental de su doctrina y táctica”. Era la escición, empujada desde arriba, con el concurso del aparato partidario. Los afiliados socialistas que apoyan al sindicalismo que dan en minoría, pero el grupo sindicalista resulta mayoritario en la Unión General de Trabajadores10. De esta manera, el Partido Socialista ve fortalecida las posiciones de colaboración con las clases dominantes, a la vez que pierde aún más fuerzas en el seno del movimiento obrero. 49
PDF Compressor Pro Una figura definitoria del movimiento sindicalista es la de Georges Sorel. Es cierto que diversos autores11 sostie nen la tesis de que en la actividad práctica del sindicalismo poco tuvieron que ver los intelectuales de dicha tendencia, atribuyendo la dirección afectiva y su inspiración teórica a militantes de origen obrero. Pero, en última instancia, quien vertebra la difusión político-ideológica del sindicalis mo es Sorel (junto con otros intelectuales afines). Cierto es que en Sorel se pueden compulsar todos los errores e ideas peregrinas del sindicalismo. Pero tras de una crítica a tales posiciones suele ocultarse el disgusto por los aspectos revolucionarisos con que puede empalmar. Así, el socialista de derecha, ultrareformista, Nicolás Repetto, afirma que “Georges Sorel, este último autor de la teoría de la violen cia e inspirador del régimen fascista de Mussolini”12 . Hasta cirto punto, esto es verdad, pero no menos notable es la simpatía militante que Sorel expresó sobre Lenin y los bol cheviques rusos. En la cuarta edición de su libro más im portante, poco tiempo antes de morir, agrega un apéndice sobre Lenin, que concluye con el siguiente párrafo: “He aquí lo que me permito agregar por mi cuenta: ¡Malditas sean las democracias plutocráticas que hambrean a Rusia; no soy sino un anciano cuya existencia está a merced de accidentes mínimos; pero ojalá pueda, antes de irme a la tumba, ver la humillación de las democracias burguesas, hoy cínicamente triunfantes!” 13. Ideas sorelianas influyeron en el marxismo italiano a través de Antonio Labriola (cuyos efectos pueden rastrear se en el fundador del Partido Comunista en dicho país, An tonio Gramsci14). Además es explícita la vinculación de Sorel con el fundador del comunismo peruano, José Carlos Mariátegui15. Para dar una idea de los puntos de vista mantenidos por 50
los sindicalistas argentinos, podemos reproducir su progra ma: “a) Fijar la posición del movimiento obrero en el terre no de la lucha de clases, manteniendo el espíritu revolucio nario que ha de animarlo, procurando impedir toda inter pretación dual sobre las funciones de los órganos e institu ciones de dominación burguesa: “b) ‘fenaltecer la acción directa del proletariado, desarro llada por su simple y deliberada voluntad de modo inde pendiente de toda tutela legal, dirigida a disminuir prácti camente las condiciones de inferioridad económica en que lo tiene colocado el capitalismo; “c) Demostrar teórica y prácticamente el papel revolu cionario del sindicato, su efectiva superioridad como ins trumento de lucha y su función histórica en el porvenir co mo embrión de un sistema de producción y gestión colecti vista; “d) Integrar la acción revolucionaria del proletariado por medio de la subordinación de la acción parlamentaria a los intereses de la clase trabajadora, correspondiendo a ésta señalar a sus mandatarios la conducta a seguir en los parla mentos burgueses; “e) Ratificar el concepto marxista sobre el significado de la acción del proletariado en su fundamental expresión de la lucha de clases; “f) Negar que el Estado sea un órgano social y universal y demostrar su naturaleza de institución de clase; “g) Adjudicar al parlamentarismo, como único papel en el proceso revolucionario, funciones de crítica y descrédito de las instituciones políticas del régimen capitalista”16. Como puede Verse, una vez más aparece el problema del enfoque revolucionario o reformista del Estado, como pun to crucial. La elección del diputado socialista de la Boca 51
Compressor Pro —unida al conjunto de acontecimientos nacionales y mun diales— hizo viva, palpable y urgente la necesidad de escla recer estos temas. y Además, constituidos los sindicalistas en una fuerza au tónoma, llevan la polémica a la masa obrera, discrepando a la vez con las posiciones reformistas de Justo y sus colabo radores y con otras igualmente perniciosas del anarquismo. Un testigo anarquista dice: “Entre anarquistas y sindicalis tas se trabó una lucha feroz. “Se discutió y controvirtió cuanto de humano había dis cutible. “La lucha de clases', el materialismo histórico, la impor tancia de los hechos, la influencia de las ideas, todo, en fin, lo que constituye el fondo del marxismo y las teorías anár quicas, fue desmenuzado con pasión y encono, llegándose de una y otra parte a toda clase de exageraciones y a em plear el insulto y la injuria cuando el argumento no bastaba o no llegaba a tiempo a la pluma o la palabra. “ La agitación de aquellos días era extraordinaria. “Por todas partes no se oían más que discusiones y apostrofes. “Vida intensísima, aquélla en que se debatían dos doc trinas con la pujanza que dan la pasión y el amor pro pio”17. En esta lucha, los errores de las teorías sorelianas (teo rías a las que adhirieron los más notables representantes de la tendencia en el orden local), trabaron la constitución de una tendencia que disputara efectivamente con el revisio nismo de Justo. Pero la polémica ayudó a desnudar dicho revisionismo, a la vez que debilitó su influencia sobre el movimiento obrero organizado. Los principales dirigentes supieron continuar con las tradiciones de esta lucha, poste riormente, con la ya mencionada excepción de Bernard y 52
la de Gabriela de Coni, quien murió en fecha relativamente temprana18 . Emilio Troise desempeñó durante décadas un papel relevante en el movimiento obrero y*popular argenti no; en 1945 ingresó al Partido Comunista, cuyo Comité Central integró de inmediato. Bartolomé Bossio también ingresó al Partido Comunista, del que luego fue expulsa do, pero siempre se esforzó por mantener los vínculos con el marxismo-leninismo, al punto que al morir su valiosa bi blioteca fue donada a dicho Partido19 . Julio Arraga partici pó en movimientos de defensa de la URSS y fue amigo personal y consejero del presidente Yrigoyen20 . Estas fueron las características principales de la tercera gran lucha de líneas en el Partido Socialista.
PDF Compressor Pro
i NOTAS DEL CAPITULO IV 1 Véase Dickmann: Ob. cit., pág. 203 ss. 2 Sobre el levantamiento radical puede consultarse: Félix Luna: Yrigoyen, (El templario de la libertad), 1954, págs. 160 ss.; Gabriel Del Mazo: El radicalismo. Ensayo sobre su historia y doctrina, ed. Grure, Buenos Aires, 1957, tomo I, pág. 109 ss. y 323 ss. Sobre el movimiento obrero: Ricardo Caballero: Yrigoyen. La conspiración civil y militar del 4 de febrero de 1905, ed. Raigal, Buenos Aires, 1951. Sebastián Marotta: Ob. cit., torno I. 3 Cfr. Diego Abad De Santillán: Gran Enciclopedia Argen tina, Eduar, Buenos Aires, 1956, Tomo I, págs. 477 y 478. 4 Véase Dardo Cúneo: Ob. cit., pág. 272-274. 5 Véase Dickmann: Ob. cit., pág. 203 ss. 6 Sobre la posición de los sindicalistas no conocemos, además de las publicaciones citadas, otra referencia que Marotta: Ob. cit., tomo I, cap. XIII. El debate contra los sindicalistas puede seguirse en
Oddone: Ob. cit., cap. XX IX y Cúneo: Ob. cit., pág. 289 ss. 54
Una breve mención en Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., que no sale de lo trillado. Sobre el origen euro peo del sindicalismo véase Edouard Dolleans: Historia del movi miento obrero, Eudeba, 1961, t. II, pág. 1 3 ,1 0 8 y 139. 7 En la Carta se decía: “El Congreso Confederal de Amiens con firma el artículo 2 constitutivo de la CGT, diciendo: “La CGT agrupa, fuera de toda escuela política, a todos los traba jadores conscientes de la lucha que debe emprenderse para la desapa rición del salariado y del patronato. “El Congreso considera que esta declaración es un reconoci miento de la lucha de clases que oponen, en el terreno económico, los trabajadores en revuelta contra todas las formas de explotación y de opresión, tanto materiales como morales, puestas en marcha por la clase capitalista contra la clase obrera. “El Congreso establece esta afirmación teórica, por los puntos siguientes: en la obra reivindicadora cotidiana el sindicalismo persi gue la coordinación de los esfuerzos obreros, el acrecimiento del bic nestar de los trabajadores por la realización de mejores inmedú as tales como la disminución de horas de trabajo, aumento de salsaos, etc. Pero esta necesidad no es más que un aspecto de la obra del sin dicalismo; él prepara la emancipación integral; usa como medio de acción la huelga general y considera que el sindicato, hoy grupo de resistencia, será en el porvenir el grupo de producción y de distribu ción, base de la reorganización social. “El Congreso declara que esa doble necesidad cotidiana y de fu turo surge de la situación de asalariados que pesa sobre la clase obre ra y que hace que todos los trabajadores, sean cuáles sean sus opinio nes o sus tendencias políticas y filosóficas, tengan el deber de perte necer al grupo esencial que es el sindicato. “Como consecuencia: en lo que concierne a los individuos, el Congreso afirma la entera libertad para el adherente de participar, fuera del grupo corporativo, a todas las formas de lucha correspon dientes a su concepción filosófica o política; en reciprocidad, se li mitan a pedirle que no introduzcan las opiniones que profesa en el sindicato. “En lo que concierne a las organizaciones el Congreso declara que a fin de que el sindicalismo alcance su máximo efecto, la acción económica debe ejercerse directamente contra el patronato, no te55
PDF Compressor Pro niendo los organismos confederados, en tanto que grupos sindicales, que preocuparse de partidos y de sectas, que fuera de ellos y parale lamente pueden seguir en toda libertad la transformación social.” (Trascripto según Carlos N. Rama: Ob. cit., págs. 180 y 181). 8 Interesa llamar la atención sobre los IWW, que además de una influencia general sobre varios de nuestros países, tuvieron una muy especial en el movimiento obrero chileno, el que a través de dos figu ras (y de dos épocas), Francisco Bilbao y Luis Emilio Recabarren, aparece tan ligado al nuestro. 9 En señalar el bergsonismo del sindicalismo revolucionario coin ciden los más diversos autores, desde Rama: Ob. cit., pág. 177, has ta el Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 12. 10 Véase Cúneo: Ob. cit., pág. 291 y 292. Igualmente Marotta: Ob. cit., tomo I, cap. XIV. 11 Véase, por ejemplo Rama: Ob. cit., cap. X. 12 Nicolás Repetto: Mi paso por la política, De Roca a Yrigoyen, Santiago Rueda, Buenos Aires, 1956, pág. 103. Corrobora su aserto con sendas citas, una de Jacinto Oddone: Historia del Socialismo Argentino y otra de Adolfo Dickmann: Los Congresos Socialistas, cuarenta años de acción democrática. 13 Georges Sorel: Réflexions sur la violence, cuarta edición, Riviere, Paris, 1919, pág. 353-354. 14 En castellano se han editado de Gramsci: Cartas desde la cárcel, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Crocce, Los in telectuales y la organización de la cultura y Literatura y vida nacio nal, todas por ed. Lautaro, Buenos Aires, a partir de 1950. Menos el primer volumen, los demás han sido agrupados como “Obras escogi das” y han sido reeditados por otras editoriales, luego de la desapari ción de Lautaro. Pasado y presente y El “Risorgimento aparecieron a cargo de Granica editor, Buenos Aires, ambos en 1974. Algunos 56
Escritos Políticos, con el sello de Siglo XXI, México, no entraron a la Argentina. Además hay una extensa bibliografía —a menudo escasamente confiable— en la interpretación de Gramsci. 15 Su obra más importante: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, hay numerosas ediciones. La Obras completas de Mariátegui, en veinte tomos, fueron editados por la Biblioteca Amauta, Lima, a partir de 1959. 16 La Acción Socialista, periódico socialista revolucionario, julio de 1905, cit. en Marotta: Ob. Cit., 1.1, pág. 212. 17 Eduardo G. Gilimon: Un anarquista en Buenos Aires (18901910), Centro Editor de América Latina, colección La Historia Po pular, N 71, Buenos Aires, 1971, pág. 82. Aunque la editorial no lo aclara, se trata de una reedición —cambiándole el título— de Hechos y Comentarios. Páginas íntimas.Otro reflejo del debate en Marotta: Ob. Cit., t. I, cap. cit., en el que, además, refuta las con sideraciones de Oddone en Gremialismo proletario argentino. 18 En 1907. 19 Información recogida directamente por el autor. 20 Dejia Kamia: Entre Yrigoyen e Ingenieros. Un episodio de la historia argentina contemporánea, ed. Meridión, Buenos Aires, 1957. “Arraga tenía, sí, mucha relación con Yrigoyen, y en más de una oportunidad tuvo la valentía de aconsejarle sobre el camino que debía tomar, y de hacerle críticas sobre algunos de sus colaborado res.” (Declaraciones de Emilio Troise, transcriptas en pág. 109. En otros lugares hayunás referencias sobre el papel de Arraga).
57
PDF Compressor Pro
.
I
V
LA CORRIENTE SOCIALDEMOCRATA NACIONALISTA
Mientras el grupo dirigente afianzaba sus posiciones liberal-burguesa, impregnada de cosmopolitismo y de espal das a la realidad nacional sufrida por las grandes masas y por los incipientes sectores burgueses nacionales, iba perfi lándose una oposición que —sin abandonar el reformismo socialdemócrata, o corrigiéndolo parcialmente, sin ir a fon do— levantó banderas nacionalistas de alguna resonancia popular. No debemos perder de vista que el revisionismo cosmo polita, inspirado mundialmente en Bernstein y localmente en Juan B. Justo, llegado el momento —la primera guerra mundial— supo virar a un nacionalismo chauvinista de la peor especie, detonante de “la bancarrota de la segunda in ternacional”, nacionalismo que no era sino otra expresión del seguidismo de la burguesía monopolista en las metró polis y a las oligarquías locales subordinadas a dichas me trópolis en los países dependientes. De este punto hablare mos más adelante. Pero ahora se trata de otra cosa: vamos a estudiar una corriente que, sin hacerse revolucionaria, busca encontrar eco popular levantando gestos y banderas 59
PDF Compressor Pro nacionalistas1. Las fechas en que las posiciones de los princi pales exponentes de la mencionada corriente chocan con el grupo de Justo cubren un lapso bastante dilatado, pero podemos establecer su gestación y primeras manifestacio nes en el período anterior a la formación del Partido Co munista, razón por la cual nos detendremos un tanto en su explicación. Puede decirse que los principales exponentes de esta co rriente fueron Alfredo L? Palacios y Manuel ligarte2 . dentro o en relación estrecha con el Partido Socialista, y José In genieros, ya desde afuera del mismo. Alfredo L. Palacios fue el primer diputado socialista de América3 . Desde sus comienzos en las luchas sociales man tuvo una relación compleja y difícil con el núcleo dirigente del justismo. Tan liberal como el que más, reformista a car ta cabal, supo sin embargo mantener una popularidad basa da tanto en su culto por algunos aspectos nacionales (su sempiterno poncho era el mejor símbolo de ello) como en un individualismo caudillista que no dejaba de empalmar con algunas tradiciones caras a las grandes masas populares (criollas o que estaban acriollándose). Podemos de<;ir que la obra y la fama de Palacios se ci mentan en varias causas: ^ a) Una campaña sistemática, sostenida y minuciosa por los derechos y reivindicaciones de las masas trabajadoras y otras capas afines. El mejor reflejo de ello se encuentra en su vasta acción legislativa4 . Los centenares de proyec tos, declaraciones, intervenciones, etc., configuran efectiva mente un cuerpo de defensa de intereses parciales de las masas que no puede ser despreciado, a pesar del marco re formista que los sujetaba; b) La acción en pro de determinadas posiciones patrióti cas, que rápidamente lo distinguió y diferenció del grupo 60
justista. Mientras el justismo tenía como línea constante la defensa del imperialismo inglés (salvo en declaraciones esporádicas o contradicciones muy secundarias), Palacios hacía gala de patriotismo e incluso de nacionalismo bien extraños a la ideología colonialista imperante en el Partido Socialista. Palabras de Palacios en 1909 (en polémica con la dirección de La Vanguardia): “ Nosotros entendemos que cabe la nacionalidad dentro de la internacionalidad (. . .) Somos patriotas en el sentido amplísimo de la pala bra”5 . Muchos años después, en 1934, luego de expulsado y reincorporado al Partido Socialista, ahora como miem bro del Senado, Palacios produce su interpelación sobre el destino de las Islas Malvinas, que de ahí en adelante será enarbolado a menudo en la lucha contra el imperialismo británico6 . Otro punto de la labor nacional de Palacios pue de sintetizarse en sus planteamientos sobre los pueblos del noroeste argentino. “Buenos Aires —decía Palacios en 1942— vive mirando a Europa y teniéndola por guía, sin advertir que no nos sirven ya sus caminos, ni sus viejas culturas. Se jacta de su pura sangre europea. Sus hijos co nocen las llanuras inmensas de la pampa, la tierra cultivada espléndida, pero ignoran el alma profunda de la patria7 . c) Como lógico corolario, Palacios desplegó una intensa acción antiimperialista y —más concretamente—preconizó la unidad de los pueblos latinoamericanos. Cuando el im perialismo yanqui dio su contenido cabal a la doctrina Monroe (“América para los americanos”), los pueblos, las naciones y los gobiernos del sur del río Colorado supieron lo que eran las “esferas de influencia” en el moderno capi talismo monopobsta, tendencia tan grosera que los amos de Wall Street creyeron su derecho natural intervenir en nuestros países, dictar la ley y controlar sus aduanas ( “des tino manifiesto”). Esta política fue resistida por la Argenti61
PDF Compressor Pro na , tanto por fuerzas realmente antiimperialistas, como por sectores apoyados o alentados por el imperialismo bri tánico o algún otro imperialismo europeo. Con todos sus errores, vacilaciones y contramarchas, cabe poner a Pala cios entre las fuerzas antiimperialistas9 , ya que mantuvo una extensa lucha contra el imperialismo, algunos de cu yos jalones vale la pena destacar: en 1913 presenta en la cámara de diputados nacional un proyecto (con el que soli darizan, entre otros, los legisladores socialistas y el radical, Marcelo T. de Alvear) para condonar las deudas de la guerra del Paraguay y devolver a esta nación los trofeos de guerra; se solidariza con Sandino en Nicaragua, denuncia la ocupación de Panamá, el golpe de Guatemala en 1954, le vanta como banderas de “la comunidad iberoamericana” a Bolívar y Alberdi, denuncia la penetración imperialista en materias como petróleo, carnes y transportes, etc. d) Basándose en estas actitudes es fundador y presidente de la Unión Latinoamericana, asociación popular (si por popular entendemos esencialmente pequeñoburguesa, inte lectual y estudiantil) que se oponía a la Unión Panamerica na, organismo oficial que reunía a los gobiernos del conti nente, antecesora de la OEA. e) Durante décadas, a partir de 1918, vuelva sus esfuer zos en alentar al estudiantado en la lucha por la reforma universitaria, contra la actitud inicial reticente y hasta hos til de Justo, Repetto y otros dirigentes socialistas10. Poste riormente —y hasta 1943— fue Presidente de la Universi dad de la Plata. f) Si bien su actitud ante la revolución rusa por momen tos fue ambigua, y en general estuvo prevenido contra ella, hacia el final de su vida supo tomar partido decidido por la revolución cubana, al punto que ella fue la bandera principal que lo llevó por última vez al Parlamento, en 62
1961. como senador, cargo en el que cesó por disolución de la Legislatura en 1962, pero en 1963 fue reelegido di putado, razón por la que ocupó una banca hasta su falle cimiento en 1965. No está demás recordar, para ubicar mejor el significado de lo que estamos diciendo, que en esos años los dirigentes cubanos no se habían abneado to davía detrás del sociabmperiabsmo soviético. El papel de Cuba era revolucionario y no de mercenarios de una superpotencia, como ahora. Frente a los mencionados rasgos positivos, es indispen sable apuntar que sostuvo, también con persistencia y tena cidad, posiciones erróneas: a) Fue un bberal empedernido; siempre antepuso su bberabsmo a su sociabsmo11. Desde los mismos comienzos en política, antes de ingresar al Partido Sociabsta, organi zó los Círculos Obreros Liberales. b) Por lo tanto se enfrentó con las dos principales co rrientes de la burguesía nacional, en sus correspondientes líderes: Yrigoyen y Perón, cada uno a su tiempo. La voz de Palacios fue, en ambos casos, el llamado previo al gol pe. Esto agravado luego del derrocamiento de Perón, cuando participa de la tristemente célebre Junta Consulti va12 y luego actúa como embajador ante la Repúbbca Oriental del Uruguay. c) Aunque mantiene simpatías por las masas oprimidas y su vida privada está exenta de lujos y despilfarros (una gran parte de sus gastos consisten en compras de libros y suscripciones a revistas), desarrolla un gusto creciente por la frecuentación con círculos obgárquicos. Es de notar, de paso, que en la oligarquía argentina persistió más de un si glo una corriente bberal, anticlerical o atea y bbrepensadora, e incbnada a un tipo de reformas que afianzasen su doc trina del “progreso”. Con ellos Palacios se sintió cómodo. 63
Compressor Pro d) En su vuelco al movimiento estudiantil aparece aceptando la “teoría generacional” que, en algunos autores de la Reforma Universitaria, reemplaza al enfoque de cla ses, como se verá más adelante. Todo ello sucede en detri mento de los débiles restos de marxismo que van quedando en su ideología. Otro exponente de la corriente que estamos analizando es Manuel Ugarte. Tuvo una trayectoria verdaderamente singular. Escritor prestigioso, amigo de Rubén Darío, de Unamuno, de Gabriela Mistral o de Barbusse, con unos cuarenta títulos publicados, ninguno de sus libros apareció, en vida del autor, en su argentina natal13 . Periodista de ga rra, integró —luego de un viaje a la URSS—la dirección de la más importante revista de la intelectualidad de izquier da, fundada por iniciativa del gran escritor comunista fran cés Henri Barbusse; entre el puñado de personalidades mundiales que compartían con Barbusse y Ugarte el comi té director de la mencionada publicación, pueden recordar se al físico Albert Einstein, al escritor ruso Máximo Gorki, y el estadounidense Upton Sinclair, al filósofo español Mi guel de Unamuno. Defensor de la causa latinoamericana, se entrevistó con presidentes y organizó mítines por toda América; mantuvo correspondencia con San dino y Mariátegui, fue amigo de Haya de la Torre y del comunista cu bano Julio Antonio Mella; no obstante, en su patria fue ignorado sistemáticamente y olvidado; adherente del pe ronismo hacia el final de su vida, obtuvo el primer cargo público pasados los setenta años (embajador en México) y renunció a él al advertir puntos con los que discrepaba en la gestión gubernamental, aunque sin retirar su apoyo a las líneas generales del proceso14 . Ugarte fue expulsado dos veces del Partido Socialista (en 1913 y 1936) y nunca tuvo una militancia activa en
otra fuerza política. Buena parte de su prédica fue capita lizada por el movimiento de la Reforma Universitaria. Participa en la Unión Latinoamericana impulsada por Inge nieros y es presidente de la Alianza Continental que busca revivir y continuar las tradiciones de aquélla. En 1927 forma parte del Presidium del Congreso de Amigos de la URSS, en Moscú, junto con Barbusse y otros. Por esos mismos años integra la Liga Contra el Imperiabsmo, la que organiza un Congreso Mundial en 1927 (al que Ugarte no puede concurrir) y otro en Berlín en 1929, en el que Ugarte centra sus esfuerzos en la sobdaridad con Sandino. Digamos también que en varios puntos importantes la opinión de Ugarte cambió a lo largo de los años. Pero aquí interesa destacar el cuerpo de ideas, algunas positivas, otras negativas, que lo caracterizó, especialmente en relación con el movimiento obrero y sociabsta. A diferencia de Palacios, estuvo más bien alejado de la mibtancia partidaria activa, lo que explica parcialmente que buena parte de su vida haya transcurrido en el exte rior. Otra parte de la expbcación reside en que, al igual que Alberdi, el cbma político interno del país se le tomó irres pirable, lo que no es de extrañar si se toman en .cuenta sus posiciones, el pleito eterno con los dirigentes sociabstas, su carencia de base partidaria y modabdades de su vida. Una valoración seria de la obra de Ugarte exige tener en cuenta, en su haber: a) Levantó banderas patrióticas cuando en la dirección sociabsta, bajo la máscara de un supuesto internacionabsmo, se alentaba el más crudo cosmopobtismo, lo que lleva ba al desprecio de las más hondas tradiciones de las masas populares explotadas. Se levantó indignado contra las posi ciones de Justo, sintetizadas en la frase: “De cualquier co65
O O íX íJ^ íT ^ ^ ^ -a no sirve sino para sugestionar y arrastrar in conscientes”15 . b) Fue un consecuente luchador antiimperialista, uno de los primeros en la corriente socialista mundial, aunque nun ca alcanzó el nivel y la solidez de las definiciones de Lenin, sobre todo a partir de su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo16. Cuando Ugarte publicó El porvenir de la América Española, el diario oficial socialista —La Van guardia— le replicó así: “(Dicho libro) es una proclama alarmista. Muchos han venido agitando la opinión con el peligro yanqui. Pero los pueblos de nuestro continente no los han escuchado. (. . .) No creemos en la dominación yanqui y opinamos que toda la conquista no pasará de las republiquetas en donde se vive en perpetua revuelta”17. c) Su antiimperialismo se sustentó en un pronunciado latinoamericanismo. Más aún: el latinoamericanismo antici pó al antiimperialismo. El problema estalla con el apoderamiento por Estados Unidos del canal de Panmá. Cuando La Vanguardia reputa que dicho acto es beneficioso para los pueblos, Ugarte la enfrenta con cólera y con firmeza. Pero no es más que un episodio. Toda su trayectoria, tanto la expresada en sus escritos como en las organizaciones con que colabora, es un abierto llamado al latinoamerica nismo y a la lucha antiimperialista18 . d) En consonancia con las posiciones antedichas, se niega a entrar en la falsa opción de “civilización o barba rie” y reivindica a Alberdi, sobre todo en lo que éste tiene de reivindicación de la unidad latinoamericana, lo que se expresa levantando la bandera de la “Patria Grande”. e) Resulta, entonces, totalmente lógico que frente a un falso “obrerismo”, chato y sectario como el que es grimían Justo y sus allegados, defendiese la necesidad de aliarse con los sectores patrióticos de la burguesía, en un
común esfuerzo por oponer una valla a la dominación de nuestros países por el imperialismo. “Decir, como algunos principistas hoscos, que ‘todos los partidos burgueses son igualmente enemigos del socialismo’, es encerrarse en un capricho infantil. Cómo ha de ser igualmente adversario el que nos da la bbertad de propaganda que el que nos la niega, el que exige rudas leyes restrictivas que el que acep ta nuestro programa mínimo de reformas”19. f) Delegado al Congreso de la Internacional Sociabsta en Stuttgart, en 1907, Ugarte tiene un papel destacado al discutirse el problema migratorio. Frente al chauvinis mo de algunos delegados, Ugarte sustenta una correcta definición, destinada a proteger a los obreros de todas las nacionabdades y se niega al enfrentamiento suicida entre ellos, encubierto bajo el pretexto del problema nacional20 . En cambio pueden anotarse varios puntos errados o muy débiles en su combate: a) No está bien resuelta la relación entre sociabsmo y pa triotismo, por lo cual vacila en diferentes períodos entre posiciones sociabstas y otras nacionalistas, en el fondo concesiones a la burguesía. En su vida práctica ello se com prueba en las oscilantes relaciones que mantiene con el Par tido Sociabsta, en el anábsis no totalmente satisfactorio del desarrollo soviético, en las entrevistas y correspondencia con variados gobernantes burgueses21. b) Ugarte toma, en general, una posición evolucionista, no revolucionaria, y acepta el revisionismo antimarxista como moneda de buena ley. Comienza adhiriendo a los puntos revisionistas que mantenía Jean Jaurés y sigue por la senda del revisionismo: “He sido y seguiré siendo siem pre sociabsta, pero de una manera razonable y serena, como puede serlo un hombre que además de El Capital de Carlos Marx ha leído las rectificaciones de Bernstein 67
Pro íiénCaustky y la obra considerable de los impugnadores de la escuela materiabsta y del determinismo histórico. Este eclecticismo dentro de la tendencia democrática me llevó a adoptar el programa mínimo del partido (. . .)22. c) En relación con este punto, sus posiciones filosóficas lo alejan del materiabsmo histórico23 , debilidad que se ha ce más grave si tomamos en cuenta que su latinoamericanismo empalma con diversos sectores burgueses y pequeñoburgueses y reconoce raíces en la prédica de José Enri que Rodó, quien creyó que la oposición al imperiabsmo anglosajón era el enfrentamiento entre la idea y la mate ria24 . c) Como parte de sus errores, en reacción contra la men talidad liberal-burguesa que se desarrolló en el Partido Socialista, llegó a defender aspectos reaccionarios de nues tro pasado colonial. Así trató de dulcificar el saqueo virrei nal español en América o de presentar la acción colonial del catolicismo con tonos esencialmente favorables, sin criticar la parte que tocó a la Iglesia en los mecanismos de opresion . De todos modos, aunque se quiera acentuar los errores o aspectos negativos de la acción de Ugarte, es verdadera mente injusta la conspiración de silencio que se ha tejido en torno suyo26. Por si todo lo dicho no bastara, digamos finalmente que Ugarte fue el lazo que unió a destacados intelectuales, a veces en grupo, otras aisladamente, por lo cual su personabdad dista mucho de ser insignificante o anodina. Amigo de José Ingenieros y de Alfredo Palacios, extendió sus rela ciones mucho más allá del grupo que se consideró sociabs ta (en el sentido definido). Así es que fue apreciado por Bebsario Roldán y mantuvo la amistad con Leopoldo Lugones, pese al vuelco de ambos a posiciones conservadoras; • /
le
68
fue respetado por Alfonsina Storni, la que compartió sus actitudes políticas; en diversos tramos lo aplaudieron y siempre lo respetaron Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, Al berto Gerchunof, etc.; Gabriela Mistral lo alentó al punto de querer sacar en común una revista de marcado conteni do social; Juan José de Soiza Reilly lo acompañó (por lo menos mediante la correspondencia), durante muchísimos años; Fernández Moreno y Conrado Nalé Roxlo le envia ron muestras de respeto y de admiración27. Podría agregar se un grupo de escritores ligados a Ugarte por su obra latinoamericanista y otro de resonancia europea (Romain Rolland entre otros) pero en estos últimos casos se trata de vinculaciones y no de posibilidades de constituir un nú cleo político-cultural, posibilidad que sí existió en las cir cunstancias arriba citadas, lo que no significa que automá ticamente todos estuvieran de acuerdo con todo, ni siquie ra en los puntos salientes. La tragedia de este grupo la marca el propio Ugarte: “Abandoné Buenos Aires porque me entristeció mucho la muerte de Leopoldo Lugones y del gran maestro Hora cio Quiroga. Luego, la dulce poetisa Alfonsina Storni y más tarde el gran Lisandro de la Torre. ¡Y todo en menos de dos años! ¡Qué trágico destino el de los hombres que sueñan, que aman, que tienen ideales y que siembran! Siem bran la vida en cada obra, pero terminan cosechando la muerte (. . .)28. Es claro para nosotros, y lo era también para Ugarte, que no era un destino sin rostro, misterioso, sino que se trataba de la conspiración de imperialistas y oligarcas, dueños del poder. Y llegamos así a José Ingenieros, el Ingenieros maduro, de gran repercusión latinoamericana. No olvidemos que tanto para Palacios y Ugarte, como para muchos otros jó venes de esa época, Ingenieros fue la figura que los intro-
PDF Compressor Pro dujo en el mundo de las ideas y la acción socialista. “Jo sé Ingenieros era como el hermano mayor de todos noso tros y nos enseñaba qué era el sociahsmo”29. A estas pala bras de Palacios puede agregarse un hecho harto sintomá tico: Cuando Ugarte lanzó el diario La Patria, Ingenieros es taba en plena empresa de editar La Cultura Argentina, empresa que —como veremos más adelante— resultó única en su profundo significado de difundir los autores que, con su pluma, más contribuyeron a cimentar las ba ses culturales de nuestro perfil nacional. El diario La Patria de Ugarte (de corta vida) fue una empresa activa^ mente antümperiabsta, antibritánica y antiyanqui. Por eso tomó especial significado este anuncio: “La Patria ha hecho un arreglo con el doctor Ingenieros por el cual todo suscriptor a La Patria por un trimestre (seis pesos) tendrá derecho con otros seis pesos a una colección de libros de La Cultura Argentina” 30. Nacido en 1877, falleció en 1925. En su vida relativa mente breve tuvo ocasión más que suficiente para dejar un sello imborrable en la marcha del pensamiento argen tino31 . Interesa destacar que mantuvo una incesante labor científica la que no dejó de empalmar con sus muy im portantes contribuciones en el plano político y social. Su pensamiento y acción requieren un tratamiento muy complejo, dado que se entremezclan contibucione especialmente meritorias con errores gruesos, y —en ocasiones—de consecuencias muy negativas32. Entre los positivo de su obra se cuentan hazañas verda deramente heroicas. a) Las ediciones de La Cultura Argentina hasta el día de hoy representan un esfuerzo editorial de primera mag nitud. “Sólo un ansia tremenda de servir al país pudo im70
pulsarlo a la magna empresa de ‘La Cultura Argentina'. ¡Era necesario su audacia y su optimismo para empren der, en la Argentina de 1915, la tarea de lanzar semanal mente un libro de autor indígena, en ediciones de cinco mil ejemplares vendidos a precio irrisorio! Los libros ra ros de nuestros ‘clásicos’ pronto estuvieron al alcance de los estudiosos”33. Podemos pintar el clima contrario que tuvo que vencer Ingenieros citando a un periodista francés, de uso bastante frecuente en nuestros autores “izquierdis tas” con aspiraciones nacionales, que enviado por un diario de París, recorrió con bastante extensión la Argentina del Centenario, y publicó sus escritos en dos volúmenes34. “Un hecho indiscutible para el observador extranjero, a quien el azar no conduce desde su llegada a los centros consagrados especialmente al estudio, es el puesto secunda rio que los intelectuales, los sabios y los hombres de talen to abnegado ocupan en la sociedad”. Pues bien, de frente contra este clima, La Cultura Argentina rodó por el país y por América, dando a conocer lo fundamental de las ba ses de nuestra cultura escrita. Claro está que, así como ciertas tentativas de rescate no resultan fundamentalmen te críticas, hay otros análisis que —prisioneros también de una interpretación esquemática de la historia—no alcanzan a ver el significado de la empresa que estamos analizando, y la consideran “malograda”35. Naturalmente, llegó un punto en que —fundido el edi tor, fundido Ingenieros—, la empresa terminó. El balance es verdaderamente sin precedentes: un millón y medio de ejemplares de obras de autores argentinos, que en su mayo ría eran inhallables, que se habían publicado en ediciones de doscientos o trescientos ejemplares, y que ahora, verda deramente, formaban parte del patrimonio de la cultura argentina (y latinoamericana)36. 71
P D F b ^ .9 }¿I*lPí£
i ePuna obra que excede con mucho las fuerzas de un solo hombre. Aparte de los esfuer zos titánicos desplegados por Ingenieros en ella, es induda ble que su salida y mantenimiento tan prolongados sólo pudieron deberse a que conjugaba en grado sumo una ne cesidad social. Como ilustración transcribiremos el sumario del númeo 1, de enero de 1915. “La Dirección: Para una filosofía argentina; Florentino Ameghino: Origen y emigra ciones de la especie humana; Joaquín V. González: Uni dad de espíritu en la enseñanza argentina; Rodolfo Rivarola: La función de la filosofía en la vida política; C.O. Bun ge: Los dominios de la Psicología; Ricardo Rojas: Las ideas estéticas de Echeverría; José Ingenieros: El contenido filo sófico de la cultura argentina.” Además, suscribían notas bibliográficas: Pedro León, Guido A. Cartey, Antonio Dellepiane, A. Alberto Palcos, Nicolás Besio Moreno, Vicente D’Ascoli, Raúl Orgaz, Gregorio Aráoz Alfaro, Víctor Mer cante, Enrique Martínez Paz, Zenón Bustos, Ricardo Levene, Arturo Lagorio, Arturo Capdevila, Luis Agote, Hugo de Achával, E. Mouchet, José María Monner Sanz, José T. Borda, Francisca Jacques, Segadas Guimaraes, Chriesterfied Jakob, Juan Chiabra. Aunque algunos nombres ha yan caído en el olvido, el muestrario es demasiado elocuen te como para ignorarlo: se inicia una empresa muy seria y todos lo sabían. Pero la magnitud de lo realizado no debe impedirnos decir dos palabras sobre algo que es paralelo a la agobiante actividad de Revista de Filosofía: el descubrimiento y el lanzamiento de un joven intelectual, Aníbal Ponce, quien a poco compartirá con Ingenieros la dirección de la Revis ta y a quien corresponderá cerrar el ciclo de la misma, fa llecido Ingenieros, como único director. Si bien hay elementos filosóficos que deberemos tomar 72
en cuenta a su tiempo, es cierto que para un balance final de la publicación valen las palabras de Bagú: “Con haber expresado esta adhesión inicial a una posición filosófica, la nueva Revista iba a estar abierta a cualquier manifesta ción del pensamiento y sus colaboradores oscilaron del ex tremo materialista al idealista. Así, también, el sentido na cional que su gestador quiso dar a esta obra, lejos de desvir tuar su trascendencia continental y universal, tuvo el más alto valor humano. ‘Cuando lleguemos a contar un filósofo —afirmaba en aquel programa—, habrá en su doctrina, a no dudarlo, algo nuevo y autóctono: la argentinidad. No quiere esto decir que todo pueda ser original en la obra de un verdadero filósofo; la concepción sintética de la naturaleza en que vivimos y la elaboración de ideales hu manos como resultado último de la experiencia, es una obra de progresiva integración. Pero cada raza, al constituir su mentalidad propia, orienta en algún sentido la común sabiduría de su evo. Por eso concebimos la argentinidad co mo el sentido nuevo que la raza naciente en esta parte del mundo podrá imprimir a la experiencia y a los ideales hu manos”38 . Con lo bueno y lo malo de sus ideas generales en filoso fía, resaltan dos aspectos: Uno es el esfuerzo por unir, sin sectarismos inevitables, en tan difícil terreno (unir en el común esfuerzo de tener una publicación seria y respetada como plataforma para exponer posiciones divergentes) y el otro aspecto es que busca unir tan dispares enfoques con un centro común: la argentinidad. Es una tarea más que loable y, en no pocos de sus rasgos, todavía vigente. En 1929, con crisis económica, preanuncios de golpe, dedicación de Ponce a otras tareas, cumplió su ciclo (casi tres lustros) y dejó de aparecer la Revista. c) El compromiso militante con los movimientos socia73
P D F lJs/Q )3íIPJe^)s vaivenes de Ingenieros con respecto al so cialismo, no lo abandona nunca. 1) Agosti sostiene: “La ar gentinidad, como inquietud activa y mibtante, llena el hue co existente entre los dos instantes de culminación de su fe sociabsta”39. Nos parece que esta explicación dista de ser febz. En reabdad hay una fe sociabsta que se va transfor mando (a veces para peor) y en ese camino se desarrolla el argentinismo de Ingenieros. Por tanto, aunque jamás vol vió á incorporarse orgánicamente a un Partido, siempre se sintió bgado al movimiento obrero, mantuvo su amistad con el núcleo de Palacios y Ugarte en el viejo sociabsmo, empezó a conocer a los jóvenes marxistas que descubrían el leninismo (Ponce es uno de ellos, el más destacado), apo yó económicamente al grupo juvenil “tercerista” que ha cia 1920 propició dentro del Partido Sociabsta la defensa de la Revolución Rusa y el ingreso a la Tercera Internacio nal40 , dio consejos a los impulsores de un Partido Sociabs ta mexicano (que se verán luego), y mantuvo siempre, a través de todas sus actividades políticas, contactos con los núcleos partidarios, tanto del sociabsmo como del nacien te comunismo. 2) Asume una actitud de fondo frente a la problemática latinoamericana, convirtiéndose en uno de los principales impulsores del latinoamericanismo frente al imperialismo. Es preciso retener, aunque sea sólo uno, un dato por demás importante: después de 1910 México se vio sacudido por una profunda revolución, de base agra ria e indígena, que encarnó la resistencia latinoamericana al imperiabsmo (el yanqui en el caso) y sus instrumentos los terratenientes41. Los bbros de Ingenieros, así como los de sus editoriales, circulan por toda Latinoamérica, (Brasil incluido), convirtiéndose en propagador de ideas con con tenido social, a la vez que vehículo d : cooperación en el subcontinente. Así se verá que uno d< los principales com74
batientes por la solidaridad latinoamericana, Zérega Fombona (por lo demás muy relacionado con Manuel Ugarte) resalta este aspecto: “Por entonces, Zérega Fombona, el erudito venezolano, iniciaba en la Revue de l ’Amerique Latine, de París, una serie de estudios sobre la filosofía en América, bajo el título común de Ensayos de filosofía hispanoamericana y su primer trabajo lo dedicaba a Inge nieros y a su influencia en el pensamiento continental (marzo de 1922)42. Dentro de este tema de la solidari dad continental, corresponde destacar un hecho muy par ticular y significativo: “A principios de 1921 recibió Inge nieros una carta con membrete de la Cámara de Diputados de México y una firma para él desconocida: Felipe Carrillo (. . .) Su autor se decía un apasionado de la justicia social, militante en las filas avanzadas de la Revolución Mexicana (. . .) La larga trayectoria de estas cartas (entre Ingenieros y Carrillo) las hacía llegar a destino con mucho retraso y fue así como una, fechada en Mérida el 10 de octubre de 1921, no llegó a Buenos Aires hasta diciembre. Eran diez carillas escritas a máquina, con un membrete que decía Liga Central de Resistencia del Partido Socialista (. . .) Las elecciones a que hacía referencia (Carrillo) en aquella carta se reaüzaron el 6 de setiembre y el 19, mucho antes de recibirla, un cable deparó a Ingenieros una sorpresa sen sacional. Su texto era éste: ‘José Ingenieros, calle de Viamonte 776, Buenos Aires, Argentina. — Partido Socialista Sureste triunfó definitivamente, gobernador, diputados, ayuntamientos, con sesenta mil ciento veintisiete votos, inmensa mayoría pueblo. Afectuosamente, el presiden te Felipe Carrillo’. ( . . . ) A la distancia, Ingenieros fue su consejero y en aquellas iniciativas radicales que llevó a cabo (Felipe Carrillo Puerto), coincidió en un todo la pa labra del pensador con las medidas del estadista.
PDF Compressor Pro
“Le dijo que, aún manteniendo la más completa solida ridad moral con la revolución rusa, no convenía adherir a la Tercera Internacional, aunque descartando a su vez to da vinculación con la Segunda Internacional y con los so cialistas reformistas, que servían los intereses de las poten cias aliadas, esencialmente reaccionarias en esa época. “También le expuso la necesidad de adaptar la acción de su partido al medio en que actuaba, recordándole que la fuerza más grande de los revolucionarios rusos ha sido el profundo sentido nacional de su obra. El diario El Po pular, de Mérida, al reproducir una extensa carta en la que hablaba de esta política, interpretaba su criterio con este título: Un gobierno socialista resulta el más leal y sincero defensor de los intereses nacionales” 43 . La popularidad de Ingenieros creció extensamente en esa región “y cuando Alfredo Palacios visitó Yucatán en 1923, Ingenieros recibió este cable el I o de abril: ‘Des pués conferencia de Palacios, que le recordó cariñosamen te, el pueblo aclamó su nombre. Afectuosamente, Felipe Carrillo’4». En otros países, si bien no alcanzó las dimensiones del caso que acabamos de mencionar, la popularidad de Inge nieros fue muy grande. Pongamos un caso: el Brasil, en el que su influencia en la marcha de las ideas sociales es evidente45. 3) Ingenieros se pronuncia abiertamente por la revolución bolchevique encabezada por Lenin, y empalma su defensa con el latinoamericanismo del que ya venía ha ciendo gala. El 22 de noviembre de 1918, en el Teatro Nuevo, de Buenos Aires, Ingenieros, rodeado del entusias mo juvenil y con el apoyo de prestigiosas figuras intelec tuales, como Alejandro Korn, pronuncia su conferencia en defensa de los bolcheviques (“maximalistas”, según el len guaje de la época). Dice Agosti: “En una lección de inso76
bornable coraje civil, esa noche rompió Ingenieros todas sus ataduras con el pasado, todas sus complacencias con esa sociedad que hasta entonces le mirara con complaciente sonrisa sus travesuras de niño terrible. Al día siguiente de la velada histórica le dobó en sus flancos la hostilidad de la gran prensa, y Bermann, que lo visitó entonces, me ha re ferido, más de una vez, cómo Ingenieros sintió que en ese instante algo se disolvía definitivamente entre él y las clases dominantes argentinas”46. La conferencia fue pubbcada bajo el título de Los tiempos nuevos y alcanzó gran difu sión. Falta de apoyo oficial, fue auspiciada por la Federa ción de Asociaciones Culturales, que contaba entre sus di rigentes a Bermann47. d) A partir de entonces Ingenieros despbega, hasta la víspera de su muerte, una intensa actividad en organismos de frente único. Rompe púbbcamente con el “panameri canismo” en un notorio discurso de homenaje al mejicano Vasconcelos, el 11 de octubre de 1922. Es del caso recor dar que el así llamado panamericanismo fue la cobertura de la política expansionista de Estados Unidos, que sostu vo una organización —la Unión Panamericana—predecesora de la actual OEA. Poco tiempo después aparecía en Buenos Aires Renovación “boletín mensual de ideas, bbros y revistas de la América Latina”. Uno de sus direc tores —bajo el seudónimo de Jubo Barreda Lynch— era el mismo Ingenieros. El periódico cumpbó una eficaz función preparatoria y el 21 de marzo de 1925 se fun daba la Unión Latino Americana, entidad mibtante, si las hubo”48. e) El papel de Ingenieros como predecesor y luego apoyo de la Reforma Universitaria es bien conocido. Al respecto puede consultarse toda la bibbografía sobré Ingenieros y también la que trata específicamente de la 77
PDF Compressor Pro Reforma Universitaria. Hay un párrafo de Aníbal Ponce, de su Prólogo a La Reform a Universitaria, de Julio V. González, editada en Buenos Aires en 1927, que es re petido tanto en las biografías de Ingenieros por Bagú y Agosti como en el libro de Gabriel del Mazo sobre la Refoma: “Habíamos aprendido a deletrear, declamándonos los unos a los otros, desde los bancos del colegio, los primeros sermones laicos de Ingenieros (. . .)49 . f) No descuidó, tampoco, interponer su influencia pa ra hacer más efectivos los vínculos entre el primer go bierno de Yrigoyen y el movimiento obrero50 . g) Fue autor de abundante literatura científica, en di versos campos. En este caso nos interesa destaca}- un as pecto: su difusión de Ameghino. La obra más notable escrita hasta ahora sobre el gran sabio argentino es de Ingenieros51. En ella se hace un estudio minucioso, que sólo encuentra desarrollos importantes en una polémica que se hizo hacia 1954-1955 en la revista comunista Cua dernos de Cultura. Una de las opiniones allí vertidas, llega a calificar a Ameghino de “materialista dialéctico espontá neo” mientras otras lo ubican en el materialismo mecanicista. Desgraciadamente, el esfuerzo así iniciado no se con cluyó, por lo que con respecto a las tesis de Ingenieros sólo se ha avanzado en el planteamiento del problema, sin lo grarse una obra orgánica que lo complemente y supere52. De esta manera quedó trunca una extraordinaria posibili dad de integrar efectivamente el marxismo-leninismo con el desarrollo de la investigación científica en nuestro país. Hemos tratado de presentar los principales aspectos po sitivos de la labor de Ingenieros. Claro está que el panorama no quedaría completo sin una referencia a los lados nega tivos. a) Nunca llega a dominar el marxismo y, pasado su fer 78
vor juvenil de La Montaña, adhiere explícitamente al revi sionismo y se basa en una serie de teorías completamente ajenas al marxismo. Agosti, que hace notar el revisionismo de Ingenieros, dice sin embargo: “De Bernstein, por ejem plo, no sé que haya sacado nada. Aficionado como era a documentar en profusas notas la cantidad y la calidad de sus lecturas, es curioso que nunca aparezca en sus trabajos una cita de Bernstein ni de ningún otro de los teóricos revi sionistas” 53 . Sin embargo, quedan constancias de un acto público en que Ingenieros defendió claramente al revisionis mo : “Es necesario, dice Bernstein, que el Partido Sociabsta tenga el coraje de emanciparse de la fraseología del pasado y se muestre tal como es en la realidad: un partido de re formas democráticas y sociabstas” 54. b) De todas maneras, más importante que su posición en la polémica dentro del socialismo, es la adopción por Ingenieros de teorías de filósofos totalmente no marxis tas, los principales de eüos Spencer y Nietzsche, pero tam bién de los empiriocriticistas como Avenarius y Mach y del positivista itabano Ardigó, quien tuvo influencia sobre el marxista itabano Antonio Labriolass. Conforma así sus enseñanzas a un verdadero “sociabsmo de cátedra”. c) En su posición sobre el pasado argentino adscribe a la tradicional corriente del liberalismo y del elogio del papel de las minorías56. Esta consideración por las “minorías ilustradas” como hacedoras de la historia es la base de su obra de mayor abento (La evolución de las ideas argenti nas) y empalma con las puntas de darwinismo social que asoman en su obra, culminando en El hom bre mediocre, su trabajo más difundido y perdurable, aunque haya filó sofos que despreciaron este escrito57 . d) Por fin, mezcla confusamente su tributo a ideas y po siciones europeas, su latinoamericanismo, con una exalta 79
PDF Compressor Pro ción nacionalista que te lleva a postular para nuestro país un futuro más o menos imperialista, basándose en conside raciones racistas (véase su obra- La Sociología argentina), que empalman con el darwinismo y el evolucionismo so ciales. Agosti intenta, por fin, abordar el tema de las contra dicciones en Ingenieros58. Pero su intento fracasa porque refiere los aciertos y errores de Ingenieros a una valoración más o menos individual, aislada, cuando precisamente el vi gor y el drama de este “hermano mayor”, de una corriente importante, así como de otros que lo acompañaron, es el auge del movimiento obrero, el creciente sentimiento anti imperialista popular (y, entre ella, de la burguesía nacional), la Revolución Rusa, etc. contrabalanceado por la bancarro ta de la II Internacional, el triunfo del revisionismo acéfalo de Justo y su grupo en la Argentina, la carencia de una co rriente marxista seria que pudiese comprender a fondo la gran fuerza liberadora de la Revolución Rusa y del leninis mo. Hubo, además de los tres mencionados, otros que com partían en todo o en parte sus posiciones. Algunos se fue ron del Partido Socialista, otros quedaron. Entre los muchos nombres que se debiera agregar a este núcleo (y que no hacemos porque —dada su falta de estruc tura propia— estaríamos obligados al estudio de multitud de casos particulares) se encuentra el de Mario Bravo. En este caso interesa dejar apuntado un hecho poco conocido. En algún momento Bravo sustentó una idea original (en el VIII Congreso socialista): la de aceptar como legítimo que los anarquistas ostentaran su profesión de fe en los docu mentos programáticos de la FORA y formar, al mismo tiempo, una central obrera socialista. Es, diríamos, algo si milar a lo que hoy sucede en Francia, en Italia y en otros 80
países. No tenemos posibilidades de opinar sobre el meca nismo en sí, pero —en cambio— podemos sostener que (acertada o errónea) revela una preocupación concreta por la reinserción socialista en el movimiento obrero, en con traste con el desinterés que implicaba el parlamentarismo justista, cuyo núcleo, por otra parte, enfrentó la propuesta originada en Bravos9. El Partido Socialista, recortando a Palacios y alentando sus lados peores, desembarazándose de Ugarte e Ingenieros, combatiendo desde la socialdemocracia cosmopolita y ci catera a las corrientes socialdemocrátas nacionalistas, ca paces de empalmar con las grandes fuerzas sociales, se con vertía cada vez más en una fuerza ineficaz, salvo para acompañar desde el lado liberal burgués las tentaciones de la oligarquía. En la primera lucha de líneas fue derrotado el marxismo y entronizado el revisionismo. En la segunda se combatió una reacción revolucionaria pequeñoburguesa con base obrera, en la tercera se santificó la escición entre el camino electoralista del Partido y el de luchas de los sin dicatos. En esta cuarta se pisoteó el sentimiento nacional y se preparó al socialismo para el combate a fondo contra el nacionalismo burgués de signo positivo en un país depen diente (como en lo que se refiere a muchas actitudes de Yrigoyen y Perón). Se estaba consumando el divorcio del partido de las masas, de la futura historia social del país, tanto como del internacionalismo proletario que a veces se invocaba de labios para afuera.
81
PDF
C o m p re s s o r
P ro
NOTAS DEL CAPITULO V 1 Algunos temas de la mencionada tendencia son recogidos por Lisandro de la Torre, en la mejor etapa de la democracia progresista, así como por algunas figuras políticas o literarias del anarquismo. No corresponde a la índole de este trabajo que nos detengamos a exami nar estas variantes, pero seria injusto no dejar constancia de ellas. 2 Norberto Galasso: Manuel Ugarte, Eudeba, 1973 (en dos t.), 1.1, pág. 154 ss. Ramón Columba: El Congreso que yo he visto, Buenos Aires, (en tres t.) 3 Sobre la elección de Palacios puede consultarse principalmente: Cúneo: Ob. Cit., pág. 2 68 ss. 4 El resumen más completo de esta obra puede hallarse en: SE NADO DE LA NACION. PRESIDENCIA, Homenaje al doctor Al fredo L. Palacios, Buenos Aires, 1966, págs. 53 a 88. Se trata de una recopilación efectuada en ocasión de la muerte de Palacios, en 1965. 5 Referencia tomada de Galasso: Ob. cit., tomo I, pág. 22 5 , Con respecto a este trabajo de Galasso, que seguiremos citando en adelante, cabe aclarar que —aparte sus posiciones político-ideológicas, bien explícitas en la línea de Jorge Abelardo Ramos, posiciones que tiene todo el derecho de asumir, pero que inducen a un trata 82
miento crítico del tipo de citas que hace, ya que las filtra claramente para defender su tesis— hay un problema de cierta importancia en las menciones bibliográficas: no siempre queda claro si ha tomado nota de las fuentes originales o trascribe de otros textos, duplicando o triplicando el peligro de errores de copia o de recortes arbitrarios. Dada nuestra imposibilidad material para hacer las verificaciones per tinentes, dejamos sentada aquí esta salvedad. 6 Alfredo L. Palacios: Aires, 1934.
Las Islas Malvinas, ed.Claridad, Buenos
7 Alfredo L. Palacios: Pueblos desamparados. Solución de los problemas del noroeste argentino, ed. Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1944, pág. 27. En el prólogo del libro, el General José María Sarobe destaca, entre otros, el mismo párrafo. 8 Véase 0 . Edmund Smith: Intervención yanqui en la Argen tina, ed. Palestra, Buenos Aires, 1965. Thomas F. McGann: Argentina, Estados Unidos y el siste ma interamericano (1880-1914), Eudeba, 2 a ed., 1965. Sergio Bagú: Argentina en el mundo, vol. III de la colec ción “La realidad argentina en el siglo X X ” , Ed. FCE, Buenos Ai res, 1961. Arthur P. Whitaker: La Argentina y los Estados Unidos, ed. Proceso, Buenos Aires, 1956. Historia de América (en fascículos): Proclamas y documentos (fascículos 45 y 46), selección de Alberto J . Pía, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1972. Tibor Mende: América Latina entra en escena, ed. del Pa cífico, Santiago de Chile, 3 a ed., 1956. 9 Véase al respecto: Alfredo L. Palacios: Nuestra América y el imperialismo, ed. Palestra, Buenos Aires, 1961. Se trata de una reedición ampliada, con prólogo y notas de Gregorio Selser, de la original Nuestra América y el imperialismo yanqui, 1930, Madrid, con prólogo del di rigente aprista peruano Manuel Seoane. 10 Véase sobre el particular la obra clásica: 83
PDF
C o m p re s s o r
P ro
Gabriel Del Mazo: (compilador): La reforma universitaria. 2 a ed. en tres tomos, publicada por el Centro de Estudiantes de Inge niería, La Plata, 1941. La primera ed., en seis tomos, fue publicada en 1926-1927, por la imprenta Ferrari. 11 Datos ilustrativos al respecto pueden consultarse en: Galasso: Ob. cit., passim. Enrique Dickmann: Democracia y socialismo, editores Se rafín Ponzinibbio y Cía., Buenos Aires, 1917, pág. 113 ss. Desde luego, es indispensable leer las propias obras de Palacios, cuyas definiciones no dejan lugar a dudas. 12 A fin de octubre de 1955 el gobierno militar de Lonardi-Rojas, estableció una Junta Consultiva Nacional, integrada por miembros de todos los partidos políticos, salvo el Peronista y el Comunista. 13 El primer libro de Ugarte que se publicó en la Argentina fue El porvenir de América Latina, en 1953. 14 Como queda apuntado, la bibliografía de Ugarte se encuentra dispersa y es difícil de consultar. Sobre vida y obra de Ugarte exis ten, con sus particulares puntos de vista: Galasso: Ob. cit. Jorge Abelardo Ramos: Manuel Ugarte y la revolución lati noamericana, Coyoacán, Buenos Aires, 1961. Rodolfo Puiggrós: Historia crítica de los partidos políti cos argentinos, tomo 3 : Las izquierdas y el problema nacional, ed. Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967, tercera edición. Las referencias a Ugarte están en el cap. III. 15 Jorge Abelardo Ramos: Op. Cit., t. II, pág. 167. Norberto Galasso: Op. Cit., passim. 16 Hay innumerables ediciones castellanas de este libro de Lenin publicado en 1912. En Obras Completas, ed. cit., figura en el t. 22. Muchos otros escritos marxistas posteriores abordan el tema de di versos ángulos. En el momento de escribirse este trabajo está en cir culación una valiosa contribución de los comunistas chinos: Re 84
dacción del Renmin Ribao: La teoría de los tres mundos, ed. Teoría y Política, Buenos Aires, 1978. 17 Norberto Galasso: Ob. Cit., 1.1, pág. 248. 18 Véase Norberto Galasso: Ob. Cit., passim. 19 Véase Norberto Galasso: Ob. Cit, pág. 1 1 3 ,1.1.
/ 20 Norberto Galasso: Ob. cit., 1.1, pág. 208. V .I. Lenin: Obras Completas, ed. cit., t. XIII, pág. 8 3 , El pá rrafo correspondiente está reproducido en GALASSO, arriba cita do, pero allí se denota el descuido lamentable con que dicho autor maneja las citas; en pocas líneas hay gran cantidad de cambios y omisiones sobre el texto supuestamente reproducido. 21 Todo esto puede comprobarse en Norberto Galasso: Ob. Citpassim. No obstante, debe recordarse que el tratamiento dado f»jr Galasso al tema (que busca adaptarse a las tesis de Trotsky tu lo mundial y a las de Jorge Abelardo Ramos en lo nacional y latino americano) obliga a tomar conclusiones con mucha cautela. Así, las relaciones de Ugarte con la URSS son tratadas muy superficial mente y el papel del Partido Comunista en la lucha antiimperialis ta desaparece por completo. 22 Norberto Galasso: Op. cit., págs. 75 y 333 del t. I. De todas maneras, el confesado revisionismo de Ugarte es mucho más ino cente que la supuesta “ortodoxia” de sus críticos y adversarios del justismo. Así podemos recordar a Nicolás Repetto: Ob. cit, t. I, pág. 3 4 : “Yo confieso, para que se me crea, que no alcancé a leer todo El Capital, de Carlos Marx, traducido al español por el doctor Juan B. Justo; me resultaba más comprensible el compen dio escrito por Gabriel Deville, el exégeta francés más autorizado del fundador del llamado Socialismo Gentífico”. 23 Norberto Galasso: Ob. Cit., t. I, pág. 3 1 1 : “La famosa concep ción materialista de la historia, pasada de moda (. . .)”. ¡Esto en po lémica con Justo!
PDF Compressor Pro 24 José Enrique R o d ó : Ariel, publicada inicialmente en 1900; Motivos de Proteo, p u b licad a inicialmente en 1909. La obra de este escritor uruguayo t u v o una gran repercusión latinoamericana, por lo que existe u n sinnúm ero de ediciones y reediciones de sus libros. 25 Norberto Galasso: O b . cit., passim. 26 Cuando hablamos d e conspiración del silencio no quiere decir que, esporádicamente, n o se lo cite en una lista de diversas figuras. Pero nunca, que se p a m o s, un autor (marxista-leninista o socialdemócrata) se ha d eten id o a analizar su trayectoria, dedicándole el espacio que ella m erece. L o han hecho solamente los arriba citados Galasso, Puiggrós y R a m o s y, de una manera totalmente parcial Cú neo, en dos obras: Dardo Cúneo: O b. c it., véase, por ejemplo, pág. 44 7 . Dardo Cúneo: E l romanticismo político, Ediciones Tran sición, Buenos Aires, 1 9 5 5 . En este libro, el autor, que lo conoció personalmente y llegó a compartir algunas de sus posiciones, sosla ya el tratamiento de fo n d o , oculta diversos aspectos decisivos y la bra una lápida de falsedad para Ugarte: “Así deben hablar los fan tasmas dulces, delicados, los que no asustan, lo que prefieren morir antes que dañar”. (Pág. 1 0 4 ) 27 Norberto Galasso: Ob. Cit., passim. La enumeración se da a sólo título de ejem plo; podría ser mucho más extensa. 28 Norberto Galasso: O b. cit., t. II, pág. 24 3 . Se trata de declara ciones de Ugarte en 1 9 3 9 . 29 Alfredo Palacios en O Cruzeiro, del 16-5-1961, cit. en Norberto Galasso: Ob. cit., 1.1, pág. 1 4 2 . 30 Norberto Galasso: Ob. cit., t. II, pág. 43. 31 Hay una nutrida bibliografía sobre Ingenieros. Podemos desta car: Sergio Ragú: Vida ejemplar de José Ingenieros. El Ateneo edi torial, Buenos Aires, 1 9 5 3 , 2 a ed. 86
Héctor P. Agosti: José Ingenieros, ciudadano de la juventud, ed. Futuro, Buenos Aires, 1945. Gregorio Bermann: La obra científica de José Ingenieros, Cór doba, 1929. Luis Farré: Cincuenta años de filosofía en la Argentina, Peuser, Buenos Aires, 1958. 32 En el libro de Agosti, arriba citado, que es lo mejor que conoce mos sobre el tema, hay, no obstante, profundas limitaciones. En pri mer lugar la crítica del liberalismo y del positivismo de Ingenieros se diluye, en el afán de rescatar el aspecto positivo de su figura. Luego el revisionismo socialdemócrata es mencionado erróneamente, co mo demostraremos más adelante. Por fin, queda borrado el aspecto militante de más interés, sus relaciones con el naciente Partido Co munista y con Yrigoyen. 33 Héctor P. Agosti: Ob. cit., pág. 151. 34 Jules Huret: La Argentina. Del Plata a la Cordillera de .os Andes, ed. conjunta de Pasquelle y Michaud, París, s.f. traducción del original francés De la Plata a la Cordillére des Andes, la cita es de la pág. 14. El otro tomo del mismo trabajo se titula, en francés: De Buenos Aires au Gran Chaco. Ambas ediciones francesas son de Pasquelle, 1911. 35 “J . Ingenieros lanzó La Cultura Argentina con el objeto de for mar una conciencia nacional, el intento se malogró debido a las pro pias contradicciones del iniciador. Así, junto a libros ‘nacionales’ ( Urquiza y Mitre de J . Victorica, Las Memorias de Paz, Escritos de Monteagudo, obras de Alberdi y de Vicente C. Quesada) aparecen expresiones del liberalismo oligárquico antinacional como Mitre y A. Lamas y libros antilatinoamericanos y racistas como los de Agustín Alvarez y los Conflictos y armonías de las razas de Sar miento” . (Norberto Galasso: Ob cit., t. II, pág. 4 3 , nota). Lo menos que puede decirse de este tipo de expresiones es que no son serias. Una obra de la envergadura de la que se está consideran do, exige la consideración de su catálogo completo (o por lo menos de los principales títulos) y no la técnica bastante desprestigiada de los “ejemplos” reunidos discrecionaliru rite. Además se trata de dis 87
PDF Compressor Pro criminar el significado concreto de tales ediciones en las condiciones ideológicas del momento, además que queda por demostrar que los “malos” y los “buenos” elegidos por Galasso lo sean, o lo sean total o principalmente. Por supuesto, ninguna de las anteriores tareas pu do ser desarrollada en un trabajo como el presente, pero queda pen diente su realización para ampliar y fundar mejor las afirmaciones que estamos haciendo. 36 Sergio Bagú: 0 6 . cit., págs. 145 y 146. 37 Dejamos conscientemente de lado varias empresas emprendidas por Ingenieros en el plano puramente académico, en particular en psicología y en criminología. 38 Sergio Bagú: Ob. cit., pág. 143. La cita de Ingenieros corres ponde a “Para una filosofía argentina”, que abre el primer núme ro de la Revista. 39 Héctor P. Agosti: Ingenieros. Ciudadano de la juventud, ed. cit., pág. 135. 40 Emilio J . Corbiére: “Origen del Partido Comunista Argenti no”, Todo es historia, núm. 8 1 , febrero de 1974, pág. 21. 41 Sobre el tema de la Revolución Mexicana puede consultarse: John Reed: México insurgente, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1971; Jesús Silva Herzog: Breve historia de la revolución mexicana, Fondo de Cultura Económica, México, 1960; Horacio Ciafardini: Lázaro Cárdenas. La revolución mexicana. “Historia de América”, Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1972. 42 Sergio Bagú: Ob. cit., pág. 103. 43 Idem, págs. 195 a 198. 44 Idem, págs. 199-200. 88
45 John W. Foster Dulles: Anarquistas e Comunistas no Brasil (1900-1935), ed. Nova Fronteira, Río de Janeiro, 1977, por ej,: pág. 146. En otro libro (Luiz Alberto) Moniz Bandeira, Clovis Meló y A. T. Andrade: Ob. c it, pág. 25 1 , se mencionan expresa mente las repercusiones de conferencias de Ingenieros en un viaje por ese país. Según la misma cita, la prensa anarquista (no había comunistas, pues estamos en 1919) dio amplia difusión a las posi ciones de Ingenieros. Tampoco es casual que el libro de Agosti sobre Ingenieros mereciera, en 1947, una traducción portuguesa (Ed. Brasiliense, San Pablo). 46 Héctor P. Agosti: Ob. c it, pág. 172. La cita vale por su sen tido más general y profundo. Desde luego, una correcta ubicación científica (materialista dialéctica) nos enseña que es totalmente im posible “romper de un golpe” todas las ataduras del pasado, los vín culos con las clases que en el pasado tuvieron algo que ver con no sotros. Pero en cambio se puede dar el paso decisivo, producir el cambio fundamental. Tan es así, que en el periódico del naciente Partido Socialista Internacional, La Internacional, el 18 de diciem bre de 1918, se polemizó con varios de los conceptos expresados por Ingenieros, en un artículo titulado “El maximalismo” , sin fir ma, pero que se sostiene que fue escrito por el entonces principal dirigente del Partido, José F. Penelón (Información recogida direc tamente por el autor). 47 “En abril de 1914 se constituye el ‘Ateneo de Estudiantes Universitarios de Buenos Aires; en 1915 se funda la Universidad Li bre de la Capital, germen de la Federación de Asociaciones Cultura les (1918) de tan destacada actuación”. (Gregorio Bermann: Juven tud de América, ed. Cuadernos Americanos, México, 1946, pág. 90). pág. 90). /
/ 48 “De los precursores de esa lucha anti-imperialista en América Latina ha sido Ingenieros, maestro de la juventud de América, el que se ha acercado más a este concepto económico-realista del gran con flicto histórico en el Nuevo Mundo”. (Haya de la Torre: Ideario y acción aprista, pág. 47. Trascripto de Héctor P. Agosti: Ob. cit, pág. 189, nota). 89
Compressor Pro 49 Para la cita completa pueden verse Gabriel Del Mazo (recopi lador): La Reforma Universitaria, tomo I, 1941, pág. 4 74. 50 Véase Delia Kamia: Entre Yrigoyen e Ingenieros. Un episo dio de la historia argentina contemporánea, ed. Meridión, Buenos Ai res, 1957. 51 José Ingenieros: Las doctrinas de Ameghino. La tierra, la vida y el hombre. Talleres Gráficos Rosso, Buenos Aires, 1919. 52 Véase Cuadernos de Cultura, núm. 15, marzo de 1954, editorial, núm. 18, octubre de 1954, núm. 19, diciembre de 1954, núm. 20, marzo de 1955 y 22, agosto de 1955. s3 Héctor P. Agosti: Ob. cit., pág. 69. s4 Dardo Cúneo: Juan B. Justo y las luchas sociales en la Ar gentina, ed. cit., pág. 246. Antes y después, Cúneo cita otras afirma ciones explícitamente revisionistas de Ingenieros. Desgraciadamente las referencias son un tanto confusas y no hemos podido tener a la vista los textos referidos. 55 Véase Héctor P. Agosti: Ob. cit., cap. V. 56 Aunque no sea éste el lugar para desarrollarlo, conviene decir aquí que el esquema liberal de una absoluta contraposición liberalnacionalista, tal como la presentan algunos simplificadores de la his toria, no es válido, salvo para indicar grandes corrientes de pensa miento, y que algunos personajes (en especial los fundadores del lla mado nacionalismo) comparten posiciones de ambas escuelas. 57 “Escritor límpido y severamente expresivo en sus libros de te ma científico, frecuentó con agrado el tema literario, y no siempre escapó a un virtuosismo de muy discutible gusto; desde este punto de vista creo que su mayor tropiezo es su libro El hombre medio cre, lamentable documento de ese tropicalismo que no siempre es necesario ir a buscar en el trópico geográfico, porque depende de un trópico intelectual que existe en muchas partes” (Francisco 90
Romero: Sobre la filosofía en América, ed. Raigal, Buenos Ai res, 1952, “Indicaciones sobre la marcha del pensamiento filo sófico en la Argentina”, pág. 34). 58 Héctor P. Agosti: Ob. cit., pág. 200 ss. s9 Sebastián Marotta: Ob. cit., t. II, págs. 4 5 y 46.
91
VI.
TES Y FORMACI PARTIDO COMUNISTA
A pesar de todas las derrotas, la corriente marxista no había muerto en el seno del Partido Socialista, y lo que pa saba en el país y el mundo favorecía una nueva expresión de la misma. •Como ya hemos dicho, Ave Lallemant continuó hasta el año de su muerte (1910) participando en el movimiento socialista, aunque tomó distancias del grupo justista1. Au gusto Kühn, organizador del acto del I o de mayo de 1890 en Buenos Aires, integró la corriente crítica, se incorporó luego al Partido Comunista, estuvo en la presidencia de al guno de sus congresos y falleció en 1942 como miembro del mismo2 , aunque en los últimos años de su vida no se reconoció totalmente su papel en la historia del comunis mo en nuestro país. Además ya hemos mencionado sus es critos de 1917 sobre historia del movimiento obrero en nuestro país, fuente inapreciable de documentación. A renglón seguido sostiene Puiggrós3 que el carpintero Germán Müller —quien luego militó en el Partido Comu nista— fue crítico permanente de la dirección del socialis mo: “En 1947 Müller nos mostró, durante una visita que 93
PDF Compressor Pro le hicimos a su casa de Saavedra, una colección de La Vanguardia con los artículos subrayados de rojo y sátiras o iracundas intelecciones al margen” ................ Carlos Mauli, como se verá en un capítulo siguiente, se unió a la corriente “tercerista” y se incorporó al Parti do Comunista. Vale decir que prácticamente todo el núcleo iniciador del Partido Socialista, derrotado por el justismo hacia 1896, se mantuvo como oposición y se sumó a quienes buscaron acompañar a Lenin y a la Revolución Rusa. El grupo revisionista de Justo, a pesar de las varias batallas ganadas, ño consiguió matar del todo a la tendencia revo lucionaria en su seno. En condiciones favorables ella podía renacer y tomar cuerpo. Nos toca hablar, de ahora en adelante, de la formación y desarrollo del Partido Comunista de la Argentina. Al res pecto se impone efectuar algunas consideraciones. La principal fuente documental disponible es el Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina4 . Es este el documento más completo, con abundantes citas, nom bres, etc. y —desde luego— todas las consideraciones polí ticas que se consideró pertinente hacer. Tiene el mérito de haber sido escrito y publicado en la época en que el revi sionismo había sido derrotado en escala internacional, y, en particular, en un período en que el Partido debió resis tir presiones oportunistas. Se basa —y cita abundantemen te— en el Compendio de historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, publicado en 1938, aunque el método de exposición, la periodización y otros puntos pre sentan sensibles diferencias, A su vez, el Esbozo (. . .) muestra los errores político-ideológicos que intentaremos desentrañar. Cubre las primeras tres décadas del Partido Comunista y —a partir de entonces, a pesar de numerosas 94
resoluciones en contrario— no ha podido ser completado, con lo que ya es mayor el lapso no estudiado que el anali zado. Se ha permitido numerosas libertades, tanto en el ocultamiento de nombres (con el propósito de exaltar las figuras de Codovilla y Rodolfo Ghioldi, loque en definitiva no sería tan grave), como en la desaparición o “cambio” de hechos muy importantes para la historia partidaria, y a ve ces para la simple historia general del país; esto último constituye un escollo muy difícil de salvar, puesto que si la actitud ante un gobierno es la opuesta de la que aparénte mete se describe, o si polémicas abiertas entre los princi pales dirigentes del partido ni son mencionadas, es prácti camente imposible tratar de reconstruir seriamente la his toria. Otro escrito especiabzado en el tema es el de Puiggrós5. Resulta un poco difícil de seguir su ordenamiento, dado que en todo el proceso de desarrollo de otros partidos, se remite constantemente a referencias internas del Partido Comunista, que así aparecen un tanto dislocadas. Por otra parte el tema del peronismo no figura en las primeras edi ciones y en la última ha quedado totalmente trunco. Esta obra de Puiggrós presenta la posibihdad de confrontar pun tos de vista con el Esbozo ( . . . ) e incluso contiene versiones y documentación diferente en diversos puntos, lo que naturalmente ahenta la labor del investigador. Pero corres ponde hacerle algunos reparos de importancia. El primero es que se adopta constantemente el nacionalismo burgués en el anáhsis. El segundo que no se trata propiamente de una historia, sino más bien de sus opiniones acerca de he chos históricos, no suficientemente bgados. El tercero es que, en ciertos tramos, demuestra poseer otro tipo de do cumentación, la que no es usada sistemáticamente, así co mo tampoco hechos que indudablemente fueron del co95
PDF Compressor Pro nocimiento del autor, como el período en que dirigió la revista Argumentos (1938-1940) u otros acontecimientos de los que fue partícipe directo. El siguiente escrito que debemos tomar en considera ción es el de Ramos6 . Basado documentalmente en gran parte en el Esbozo ( . . . ) y en el libro de Puiggrós, la ori ginalidad que aporta es la de sus puntos de vista, susten tados teóricamente en el trotskismo y en sus peculiares ideas sobre la realidad nacional y latinoamericana. Las citas que hemos podido verificar, en general son confia bles, pero suele haber un recorte arbitrario de los textos, que a veces fuerza totalmente lo que se hace decir al au tor citado. Por fin tenemos las memorias de Juan José Real7 , así como dos artículos escritos para la revista Qué hacer6. Hay interesantes consideraciones, pero dentro de un marco general de justificación del desarrollismo frigerista, por lo cual citas y posiciones han sido recortadas con el objeto de servir a este fin. Existe un trabajo de Vanguardia Comunista9 , que con tiene algunas referencias útiles para la vida de dicho Parti do, pero en lo que se refiere a la historia del Partido Socia lista y la del Partido Comunista es bastante pobre y contie ne numerosas afirmaciones erróneas, como que “En 1890 se funda el Partido Socialista dirigido por Juan B. Justo, quien había traducido El Capital”10 . Otros documentos que conocemos se limitan a dar ca racterizaciones breves y generales o a relatar episodios par ciales. Como podrá notarse, hay una gran dificultad para re construir la historia del Partido Comunista, dado que la fe roz represión antidemocrática desatada en varios períodos después de 1930 ha destruido y diezmado bibliotecas y 96
colecciones, públicas y privadas, hemerotecas, etc. El mal trato y el saqueo de los periódicos obreros y comunistas es proverbial en algunas de nuestras más importantes bibliote cas públicas, y las privadas, en general de militantes o de ex militantes que han sorteado la persecución sistemática, son de harto difícil acceso. Es de suponer que buena parte, si no lo mejor de dichas colecciones deben de encontrarse en la URSS, donde no están a disposición de los investigado res en general, ni se facilita la consulta mediante medios de reproducción fotomecánica, ni se hacen reproduccio nes facsimilares11. Es más, sucede a veces que discrepancias políticas fre nan la aparición de documentos reiteradamente anuncia dos, como fue el caso de Cuaderno de Pasado y Presente, Córdoba, núm. 50, sobre el movimiento comunista lati noamericano, al que se lo publicitó durante largos años, en una colección que llegó al núm. 62. Sin embargo el misterioso tomo 50 jamás vio la luz en el país. El Partido Comunista, que en ocasión de algún aniver sario hizo exposiciones bastante completas de sus docu mentos, jamás organizó la consulta y, en la práctica, la impidió mediante todo tipo de trabas formales. Ni la redac ción de la revista teórica del Partido tuvo acceso a los ar chivos12 . Hechas todas estas salvedades, trataremos de efectuar una reconstrucción lo más seria y fidedigna posible. Hacia el Centenario se empezaron a acumular nuevas condiciones para el resurgimiento de una corriente de iz quierda, algunos años más tarde de la derrota y exclusión del Partido de los núcleos sindicalistas. “Después del Centenario comienza a perfilarse en las filas del Partido Socialista una tendencia política izquierdista que rei vindica al marxismo y el carácter clacista del socialis
PDF Compressor Pro mo. Se trata de un grupo numeroso de jóvenes, en su mayoría obreros manuales, que contaban con el apoyo de algunos intelectuales y estudiantes. “En 1911 los jóvenes socialistas constituyen la Ac ción anexa al Centro Sociahsta de la sección 2a y el Cír culo Juvenil Socialista del Norte en el que colaboran Ama deo Zeme, Juan Ferlini, Luis Sous, Pecochea, Juan Clerc, los hermanos Barthalón13, Biagi, Seco, López y otros. Al año siguiente, el 7 de agosto de 1912, solicitóse a los orga nismos directivos del Partido Socialista, por intermedio del Centro Socialista del Norte, cuyo secretario era Juan Clerc, la organización del movimiento juvenil a nivel nacional. “Los proyectos de organización juvenil no prosperaron fácilmente. La dirección del Partido Socialista veía con re celo la actividad de los jóvenes” 14. A pesar de esta situa ción los núcleos juveniles comenzaron a actuar y a organi zarse. Entre otros se contaba a Juan Ferlini, José F. Penelón, José F. Grosso, Amadeo Zeme, Emilio González Mellén, Pedro Zibecchi, Juan Clerc, Pablo Chanussot, Renato Cozzi, Nicolás Di Pinto, Cornelio Thiessen, Alejandro Jascalevich, Gerardo Lameza, Blas Feigón, Luis Miranda, Julián Ducasse, H. Chaia y otros. “Los jóvenes rebeldes editan en julio de 1912 un perió dico al que llaman Palabra Socialista y fundan el Centro de Estudios Sociales Carlos Marx. El comité redactor del pe riódico mencionado se integró con Penelón, Martín Cassaretto, José F. Grosso, Pablo Chanussot, Emilio González Mellén y Renato Cozzi” ls. A esta altura conviene retomar la palabra oficial del Par tido Comunista, pues los hechos relatados son práctica mente los mismos, pero se aclara con más precisión el marco político: “Ya en 1912 apareció una oposición marxista en el seno del Partido Socialista, que bajo el nom
1
bre de Centro de Estudios Carlos Marx, empezó a com batir la corriente de degeneración reformista encabezada por algunos ‘teóricos’ que, inspirándose en el revisionismo de Bernstein trataban de ‘demostrar’ que ‘el movimiento es todo’, y que las aspiraciones finales del proletariado —vale decir, el socialismo— no eran más que un expresión hueca de ‘ideales* del Partido, pero no para guiar su acti vidad práctica. Esta deformación teórica del socialismo marxista fue abonada por la circunstancia de que, como se ha señalado, desde los comienzos del Partido Socialista, el Dr. Juan B. Justo —considerado—trató de dar al marxis mo una interpretación particular, liberal burguesa. “Por eso, cuando la política reformista del Partido So cialista se acentuó, la corriente marxista fundó el Centro de Estudios Carlos Marx y editó durante dos años el perió dico Palabra Socialista. En su primer número (julio de 1912), se dice, esbozando los propósitos de la publicación: ‘En desacuerdo con el pensamiento reformista del teórico alemán Bernstein, de que en la lucha por la ejnancipación obrera ‘el movimiento es todo y nada lo que se llama ha bitualmente la aspiración final del socialismo’, nosotros entedemos que este movimiento, para reponder real y fe cundamente a los trascendentales fines de la doctrina marxis ta, debe cultivar con firmeza las concepciones fundamenta les del socialismo, o de otro modo, el ideal de la completa transformación social’. Y más adelante: ‘en el movimiento obrero y socialista de esta república ya se ha dejado sentir la influencia de un extremo y no confesado ‘revisionismo práctico’, y que, ante ello, es necesario.sostener y propagar los conceptos íntegros, netos, lógicos de la grandiosa con cepción socialista de Carlos Marx, no como apriorismos y formulismos doctrinarios abstractos, sino como juicios consolidados en la honda observación de la experiencia his 99
PDF Compressor Pro tórica, de imprescindible utilidad para la acción de la clase trabajadora’ ” 16. Para concluir, Palabra Socialista decía simplemente: “Estos son, brevemente expuestos, los propósitos que nos animan sinceramente y que hemos de defender desde estas columnas, a pesar de que, quizás, no seamos nosotros —modestos trabajadores, los más capacitados para sostener los triunfalmente” 17. Al respecto de esta corriente, afirma Puiggrós: “Con este paréntesis a la investigación del origen del Partido Comu nista hemos querido establecer que ya a principios del si glo había corrientes del socialismo que partían de los he chos y de la historia de la realidad nacional y estimaban que formábamos parte de un continente sojuzgado por cen tros imperialistas de poder” 18. El Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina documenta que la opo sición dentro del socialismo que daría nacimiento al Parti do Comunista no surgió de esas corrientes (las de Palacios y Ugarte) y no tenía la más remota idea del problema na cional en nuestro país y en el resto de América Latina. Sur gió en el plano de las polémicas internacionales de los marxistas éon los revisionistas”. En cambio, la opinión de Ramos es menos aventurada. En 1962 dice: “La inicia ción de la guerra imperialista marcó una diferenciación in terior en el Partido Socialista. La tendencia de izquierda, aunque no comprendía la naturaleza histórica del país, asu mió una posición correcta frente al conflicto bélico” 19. Pe ro en otro trabajo, Ramos comparte explícitamente el argumento de Puiggrós: “Teóricamente justa, esta oposi ción, sin embargo, aparecía como reflejo de un debate de carácter internacional; no nacía de una divergencia con res pecto a la interpretación crítica de la sociedad »gentina”20. Puede ser útil desmenuzar esta argumentación. Primero,
100
ni Puiggrós ni Ramos hacen el menor esfuerzo por ubicar el nuevo debate de líneas que se empieza a presentar en una trayectoria de luchas internas del Partido Socialista que, en una u otra instancia, siempre han estado referidas a los pro blemas de la revolución, del Estado, de las alianzas, de la acción sindical. Ya es toda una opinión creer que estos pro blemas eran “extranjeros” para el creciente movimiento obrero. Segundo, estas discrepancias, forzosamente, debían conectarse con los problemas generales del país, entre otros la posición frente al radicabsmo. Tercero, el internacionabsmo, el considerar que los problemas del proletaria do en los diversos países estaban unidos, sosteniéndose unos a otros, o dificultándose unos a otros, según el caso, no sólo no cae en un error, sino que afirma un principio básico para resolver acertadamente los problemas de cada país. Ello no quiere decir que todo fuera impecable en los ra zonamientos de los intemacionalistas, sino simplemente que sus críticos de cincuenta o sesenta años más tarde en tendían menos que ellos, o, para ser más exactos, se colo caban en posiciones teóricas y políticas que no son las del proletariado revolucionario. Por ejemplo, está claro que el estudio marxista del imperialismo moderno, como fase su perior, monopobsta, del capitabsmo, sólo pudo contar con bases teóricas sólidas a partir del trabajo de Lenin sobre el imperiabsmo, fechado en 1916. ¿No hubo otros intentos marxistas previos? Sí, los hubo, pero no resolvieron el pro blema. ¿Hubo combates y acción antiimperialista antes de 1914? Desde luego. Pero la labor de Palacios y Ugarte no podía sentar bases sólidas, en un país en que dicho anti imperialismo se expresó fundamentalmente en el radicabs mo yrigoyenista. De todos modos queda por investigar el significado de una mención de la corriente marxista, citado
101
e
en el Esbozo (. . .) sin mayores aclaraciones, y que ha servi do de base a comentarios no menos difusos de Ramos21 : “Así como la mayoría del Partido Socialista alemán expul só a Hilderman pero adoptó sus ideas imperiahstas, el Par tido Socialista de la Argentina expulsó a Palacios, pero adoptó el ‘palacismo’ que antes fustigara airadamente”22 . Prosigue Corbiére: “La labor propagandística continuó intensamente y de la lucha antimilitarista surgieron las ju ventudes socialistas. Celebraron sus' propios congresos y editaron un periódico titulado Adelante, cuyo primer nú mero apareció en abril de 1916. Su primer director fue Juan Ferlini y colaboraron en la pubücación Amadeo Ze me, Luis Sous, Jacobo Halperín, Juan Greco, Rodolfo Ghioldi, Rodolfo Schmidt, Cortés Plá, Manuel V. Besasso, Nicolás de Palma, Adrián Mezzardi, Elias Kharothy, Luis Koifman, Demetrio Buira y Mauricio Freedman. “En el número inicial de Adelante, Amadeo Zeme afir maba ‘el socialismo no morirá jamás ni en la conciencia ni en el corazón de las juventudes, dispuestas a dar su propia vida en holocausto de su triunfo’. El segundo número in cluye el manifiesto de la Conferencia Socialista de Zimmerwald, que se había reunido en plena guerra, en setiembre de 1915 (. . .) “ Los jóvenes reivindicaban para sí la tradición de iz quierda del Partido Socialista y citaban entre otros docu mentos las resoluciones del V y VI Congreso Partidario. En el V Congreso, celebrado los días 8 y 9 de julio de 1903, se determinó que la propaganda diaria del Partido debe diri girse preferencialmente en el sentido de formar conciencia entre la masa trabajadora de que su principal aspiración es la transformación del régimen capitalista en régimen colec tivista’. Durante el VI Congreso, realizado los días 24 y 25 de junio de 1904, cuando el partido acababa de obtener su
102
primer diputado, el doctor Alfredo L. Palacios, se resolvió ‘que la actitud y la conducta del diputado socialista ha de ser eminentemente de crítica y de protesta contra las injus ticias sociales, de toda forma, opinando que estará imposi bilitado de realizar una obra constructiva y de reformas dada la constitución conservadora de la actual Cámara le gislativa’. El mismo Congreso socialista declaró ‘Que afir ma una vez más su carácter de partido de clase, su tenden-, cia profundamente revolucionaria y su voluntad de llegar a la emancipación absoluta del proletariado, empleando to das sus fuerzas en organizarse económica y políticamente para la lucha, sin excluir en último caso todó^otro medio de acción que las circunstancias le aconsejen”. “El movimiento juvenil y la acción sindical fueron los dos pilares de la vanguardia socialista. Estos sectores consti tuyeron el 12 de marzo de 1914 el ‘Comité de Propaganda Gremial’, que integraron, entre otros, Emilio González Mellén, Pedro Zibecchi, José Alonso, Amadeo Zeme, Hila rio Morandi, Luis Miranda y José F. Penelón. El ‘Comité’ organizó a 16.671 trabajadores, realizó 64 conferencias de propaganda, editó 32 manifiestos con 67.000 ejemplares y al ser disuelto por la dirección socialista bajo la acusación de ‘divisionismo ’ tenía organizados 18 sindicatos y 3 cen tros culturales. La izquierda socialista trató de ligar a las organizaciones gremiales al partido político (. . .)23 . Complementando este enfoque, el Esbozo (. . .) dice: “Durante sus dos años y medio de existencia el Comité de Propaganda Gremial organizó a miles de trabajadores y aún cuando propugnó la necesidad de ligar las luchas económi cas con las luchas políticas, fundó varios sindicatos sin im ponérseles ideologías determinadas. Sin embargo, el Comi té Ejecutivo del Partido Socialista lo disolvió en 1917, ba jo el pretexto de que el movimiento gremial es un movi103
PDF Compressor Pro miento autonomo que tiene sus hnes y su tactica propias y que por eso el Partido, que lucha por fines exclusiva mente políticos, no debe tener relaciones íntimas y di rectas con él”. “Al disolver ese Comité, esos dirigentes reformistas des ligaban todavía más al Partido de la clase y, por consiguien te, se deslizaban todavía más por el terreno del oportunis mo pequeñoburgués y de la traición a los intereses del pro letariado. “En efecto la orientación electoralista llevó al Partido Socialista a menospreciar el movimiento sindical y, por lo tanto, lo entregó a los elementos anarquistas y sindicalis tas, propicios, por un lado a la aventura, y por el otro, convertían a los sindicatos en el furgón de cola de la bur guesía liberal” 34. Sin disponer de otros elementos de verificación a mano, las consideraciones y los datos que acabamos de reproducir parecen bastante convincentes: en un partido que por su lí nea se había ido desinteresando de la marcha de las organi zaciones obreras y que en sucesivos congresos había ido ex cluyendo a los militantes que combatían la tendencia elec toralista, liberal-burguesa, no era insólita una reacción de reconstrucción de las fuerzas sindicales que, por otra parte, combinaba con un crecimiento más o menos espontáneo de las luchas y de la organización obrera, dirigidas por sin dicalistas, anarcosindicalistas, anarquistas y socialistas des contentos con la orientación del grupo dirigente de su Par tido. En cambio, nos parece falta de seriedad la refutación que hace Puiggrós: “El ‘Comité de Propaganda Gremial’, que fundó el bloque opositor, no debió organizar a los miles de obreros a que se refiere el Esbozo (. . .), con el caracte rístico espíritu tartarinesco del codovillismo, pues bastó al 104
Comité Ejecutivo del Partido Socialista decretar en 1917 su disolución para que desapareciera sin pena ni gloria. Las divergencias internas se acentuaron hasta la irreconciliación no en el terreno nacional, sino con motivo de la guerra eu ropea”25. La explicación es harto simplista. En una feroz lucha in terna con el objetivo de dividir un partido, a veces hay qüe acatar resoluciones injustas de dirigentes derechistas, como bien lo sabe Puiggrós. Es más, algún integrante del grupo original considera que ésta como otras medidas estaban for zadas para lograr de una vez un paso en falso de los inter nacionalistas (en particular Penelón y Ferlini, integrantes del Comité Ejecutivo del Partido Socialista) y poder llegar en situación más airosa a la división partidaria26 . Por otra parte, hay que recordar que las necesidades de complementariedad —y particularmente comercio en época de guerra—, hicieron bastante cómodo y “natural” que la mayoría de las fracciones políticas se proclamasen neutra les en el conflicto. Mientras el grueso de la intelectualidad publicitada era aliadófila y así lo hacía notar. La situa ción está bien explicada en la más prestigiosa de las revis tas intelectuales de aquel momento: “Nuestro país fue de los pocos civilizados que permanecieron neutrales en la universal contienda. El torbellino de la conflagración, al cual nada escapaba, nos alcanzó varias veces con sus espi ras, pero no nos arrastró. El gobierno argentino se esforzó porque así fuese y mantuvo firmemente su neutralidad. Nosotros no fue partidaria de ella y así lo manifestó esta dirección en dos editoriales, publicados en abril y setiembre de 1917 (. . .), adhiriendo a la opinión que pedía la ruptura de relaciones con Alemania”27. “Pero las divergencias irreconciliables entre la tendencia reformista y la revolucionaria dentro del Partido Socialista 105
PDF Compressor Pro taba la opinión de la mayoría de la masa de afiliados. La actitud de unos y otros frente a la guerra sirvió para demos trar con toda claridad que mientras los dirigentes mayoritarios se deslizaban completamente hacia el campo del chau vinismo, llevados por su política revisionista del marxismo, la corriente minoritaria defendía —si bien de modo incon secuente, por carecer de una preparación teórica suficien te—los principios del marxismo revolucionario. “La mayoría de la dirección del Partido Socialista nega ba el carácter colonial imperialista y reaccionario de esa guerra y abogaba porque nuestro país participara en la mis ma al lado de Inglaterra y de Francia —sirviendo así los in tereses de la oligarquía agropecuaria exportadora—; mien tras que la minoría sostenía el principio de que se trataba de una guerra interimperialista para redistribuirse el mun do entre sí y que debido a ello el Partido debía sostener las resoluciones de la izquierda intemacionalista adoptadas en las conferencias de Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916) que postulaban la lucha activa contra la guerra imperialista y por una paz socialista” 28. Esta descripción que acabamos de copiar traduce la esencia, el meollo de la política revisionista y revoluciona—al igual que en todos los partidos socialdemócratas del mundo— se puso en su máxima crudeza al discutirse su po sición ante la guerra imperialista de 1914. Estas divergen cias hicieron surgir a la luz la contradicción profunda que existía entre las concepciones ideológicas de la mayoría de los dirigentes del Partido y las de la minoría, que represenria con respecto a la guerra mundial. Pero esto no quiere de cir que desde el primer momento y con igual claridad se presentasen las cosas en nuestro país. Por el contrario, du rante un par de años el Partido Socialista (la mayoría de su dirección) se atuvo formalmente a las resoluciones pacifistas 106
de los congresos socialistas internacionales de principios de siglo. Casi todo el mundo era “neutralista” en nuestro país, y se necesitaron dos hechos de singular importancia para que las profundas disidencias en el seno del socialismo salie ran a relucir. Uno de esos hechos se refiere al manejo de la guerra por las propias potencias imperialistas. El segundo ni más ni menos que a la asunción del gobierno radical y al neutralismo de Yrigoyen. Veamos el primer problema: “El país pudo mantener una neutralidad formal entre los años 1914 y 1918. Es superfluo expresar que cualesquiera que fuesen sus intereses, y la verdad es que la incidencia del capital alemán era aquí en 1914 muy decidida, la Argentina no podía negociar, du rante las hostilidades, más que con las naciones que inte graban el sector aliado. Una imposición de la geografía la volcaba en favor de este último, sin perjuicio de que también la impulsara a ella una firme posición ideológica; como carecía totalmente de una flota mercante de ultra mar, tantos sus exportaciones como sus importaciones, de bían realizarse por medio de barcos de las naciones intere sadas. Es claro que si hubiera dispuesto entonces de la flota capaz de movilizar su comercio, el mantenimiento de su neutralidad hubiera sido punto menos que imposible. En ese caso, las naciones compradoras y vendedoras ha brían impulsado a la Argentina a lanzarse a los mares en busca de sus mercados y sus mercancías y la guerra subma rina, obrando de acuerdo a los objetivos perseguidos por los países que realizaban; habrían atacado a esas embarca ciones y precipitado al país a salir de la neutralidad. “Todos los acontecimientos aconsejaban pues a la Ar gentina a mantenerse al margen del conflicto. Los impe rios centrales contribuían a ello, porque aún cuando de he cho la Argentina estaba con el otro sector, nada ganaban
PDF Compressor Pro con empujarla a la guerra, echándose encima un enemigo más^y creándose dificultades para la reanudación de sus relaciones económicas; si bien precipitaban al mar los pro ductos argentinos, lo hacían cuando ellos habían pasado a poder de los aliados; y la prueba es que si bien los impe rios centrales atacaron a la Argentina de palabra y de he cho, trataron de hacerlo en una forma tan encubierta, que para develarla fue necesario lograr antes el conocimiento de la clave diplomática. Las naciones aliadas no tenían aparentemente interés militar en decidir a la Argentina a lanzarse a la guerra; durante el desarrollo de ésta, lo que les interesaba no eran sus hombres sino su carne y su tri go, y esto lo tenían con toda amplitud sin forzarla hasta actitudes bélicas. “Alemania insultó en efecto por medio de su embaja dor en Buenos Aires al canciller argentino, pero lo hizo en un mensaje secreto en el cual aconsejaba a su gobier no el hundimiento de un barco que llevaba, bajo bandera argentina, mercancías a Gran Bretaña y que, en conse cuencia, debía abordar la zona en la cual Alemania ha bía establecido restricciones a la navegación. “Sin hacer hincapié en el atropello que significa ce rrar una franja de los mares al tránsito de los cereales, lo significativo de estos hechos es que la ofensa de pa labra y de hecho que realizó Alemania, no fue conocida por el país a través de la versión de sus autores, sino por medio de la cancillería norteamericana (. . .) “Lo exacto es que la cancillería, o bien el capital nor teamericano por su intermedio, tenían un acentuado in terés en sacar a la Argentina de la neutralidad (. . .) Su interés de volcar a la Argentina al conflicto, no depen día de razones actuales, no hacía pie en el envío de com batientes; ese interés dependía de hechos futuros, es de 108
cir preparaba a sus inversores para el momento en que terminadas las operaciones bélicas, Gran Bretaña reclama ra su puesto en el comercio exterior argentino. Estados Unidos se adelantaba a ello sabiendo que si la Argentina entraba en la guerra, esa circunstancia la induciría a mo dificar su economía o su estructura a efectos de adaptarla a las nuevas responsabilidades (. . .)29 . La extensa cita tiene un objeto. No se trata, desde lue go, en afirmar o rectificar cada uno de los detalles, sino simplemente que de la pluma de uno de los autores más respetados surge una interpretación económica en torno a la I Guerra Mundial y nuestro país, que nada tiene que ver con las simplificaciones esquemáticas de Puiggrós y Ra mos. El ser neutrabsta o no, entrañaba para el futuro de la dependencia argentina muchos y complejos problema. Si se tiene en cuenta la ascensión del gobierno de Yrigoyen, un representante de la burguesía nacional, tornaba más com plejas las cosas30, o sea, en otros términos, que el debate interno del socialismo, aunque tomase las formas exterio res de polémicas europeas semejantes, aunque calcara algu nos términos, estaba enderezado al corazón del problema nacional, y lejos de ser ajeno o indiferente, se trataba de uno de los puntos vitales que afectaban nuestra dependen cia, las posibildades de romper con eüa, y las necesarias abanzas que debían contraerse. La Historia oficial del PC dice, como ya hemos recor dado, que: “La mayoría de la dirección del Partido Socia bsta negaba el carácter colonial imperialista y reaccionario de esa guerra y abogaba porque nuestro país participara en la misma al lado de Inglaterra y Francia (. . .)”. Hemos tra tado de demostrar que —si bien ello en última instancia es la verdad— hay una simplificación excesiva. Por eso, cuan do comienzan a desarrollarse los acontecimientos internos 109
PDF Compressor Pro del socialismo, el alineamiento de fuerzas se hace compleÍT y por momento nada simple de explicar. En cambio, Corbiére da una explicación más detallada: “Al estallar la guerra, el Partido Socialista argentino la combatió presentándola como producto de maquinaciones de la burguesía imperialista. La Vanguardia denunció en sus editoriales la tortuosa política internacional europea, y culpó a los socialistas europeos de ser poco francos y ha ber carecido de valentía para afrontar con todas sus con secuencias la cuestión de la guerra. En el congreso socialis ta de La Haya (1916) el doctor Nicolás Repetto repitió estos conceptos. Antes de la guerra, el Congreso socialista argentino de 1912 había resuelto adherir a la huegla gene ral en caso de producirse un conflicto armado. El 10 de fe brero de 1917 organizó una manifestación pacifista en Pla za Congreso que congregó a una muchedumbre”31. Claro está que —a esta altura— sobreviene un aconteci miento de la mayor importancia mundial. “El estallido de la revolución en Rusia fue otro motivo de divergencia enconada entre la mayoría y la minoría. Mientras la ma yoría de la dirección del Partido Socialista sostenía la po sición de los mencheviques después del triunfo de la Re volución de febrero, y hacía campaña contra los bolche viques, la corriente marxista defendía la posición de los bolcheviques y sostenía públicamente desde la tribuna y la prensa, que la salvación de Rusia y del mundo estaba en la victoria de los bolcheviques. Así se planteó el pro blema desde el comienzo en La Internacional32 . La Vanguardia, desde algunos meses atrás, venía sos teniendo la propaganda pro-aliada. El 4 de febrero de 1917 en un editorial titulado “Los neutrales y la guerra” decía: “La entrega de los pasaportes al embajador alemán en Washington, ha sido un acto que hace honor al gobierno
110
de los Estados Unidos”. Aprobándo la intervención de los Estados Unidos en la guerra, el diario partidario se ponía en abierta pugna con los propios socialistas norteamericanos que la repudiaron, incluso hasta con los 50 diputados pacifistas que votaron igualmente contra la intervención de los Estados Unidos en la guerra. “En otro editorial, el 13 de febrero, se podía leer: ‘El gobierno reconoce, por un lado, la justicia de la causa de Norte América contra Alemania, condenando a ésta implí citamente y, por otro lado, no se resuelve a anular la neu tralidad de la República en la guerra entre esos dos países y continúa manteniendo las relaciones diplomáticas con el emperador alemán. Situación semejante no se podrá pro longar por mucho tiempo, de seguro, por su misma anor malidad, y habrá de resolverse en el sentido de la ruptura de relaciones con Alemania si su gobierno quiere o sabe apreciar el significado real de este estado de cosas o bien por la fuerza de arrastre de los acontecimientos’. “El senador Enrique del Valle Iberlucea —que era el di rector de La Vanguardia— dictó varias conferencias propi ciando la ruptura de relaciones con Alemania, y en el mis mo sentido se expidió el diputado Mario Bravo. El conce jal socialista Ricardo Sáenz Hayes desde las páginas del diario partidario afirmaba que la guerra europea no obe decía a factores económicos, sino que era una guerra con tra la guerra (. . .)33 . Bueno es decir, que no todos los nombres mencionados fueron consecuentes en sus posiciones. l rn torbellino tan grarade como la guerra mundial y la revolución social des colocó a más de uno. Enrique del Valle Iberlucea es el mo delo de quien, a pesar de un bagaje harto reformista, supo proclamar su admiración por los bolcheviques. Al mismo
PDF Compressor Pro , , tiempo, se dieron casos opuestos, como tendremos ocasion de ver. “Sin embargo esta actitud (neutralista, de la mayoría de la dirección socialista), sostenida bajo la presión de las masas, se desplomó súbitamente. El hundimiento del barco con bandera argentina Monte Protegido por un submarino alemán, fue el pretexto tomado por el grupo parlamentario (socialista)34 para publicar una declaración por la cual re clamaba la adopción de medidas de fuerza para proteger el comercio exterior argentino”. “El hundimiento del Monte Protegido desató en el país una furiosa campaña belicista. En las filas del Partido So cialista se sucedieron hechos que presagiaban la crisis. El grupo parlamentario socialista fijó su posición en los térmi nos siguientes: ‘El grupo socialista parlamentario, en pre sencia de la guerra submarina, que afecta los intereses de la Nación, cree que el gobierno debe adoptar todas las medi das necesarias de orden portuario y el empleo de la marina de guerra, para hacer efectivo tan ampliamente como sea posible el comercio argentino en buques de cualquier ban dera, inclusive los buques alemanes y austríacos refugiados en los puertos, que serían utilizados por el gobierno para servicio de su intercambio o fines de carácter militar. Den tro de estos conceptos el grupo socialista parlamentario ajustaría su conducta en el Congreso de la Nación”35. Pero la posición del grupo parlamentario desata una honda crisis en el seno del Partido Socialista y el Comité Ejecutivo de la agrupación debe llamar a Congreso Extra ordinario para debatir los problemas de la guerra mundial y la posición socialista en la materia. El Comité Ejecutivo se dividió en dos tendencias. La mayoría sostenía la posi ción del grupo parlamentario y la integraban De Tomaso, Repetto, Mario Bravo, Esteban Jiménez y Di Telia. La otra
112
se definía como intemacionalista y era respaldada por la oposición de izquierda. Era mantenida por Penelón, Juan Ferlini y Agustín Muzio. Augusto Bunge en desacuerdo con ambas posiciones se abstuvo de votar. Tiempo des pués presentaría un tercer proyecto ecléctico y contradic torio”36 . Y aji esta altura va quedando claro que se forma un sec tor in ternacionalisfa, encabezado por Peneloh y FérEñT, quienes eran miembros titulares del Comité Ejecutivo so cialista. Á esFé grupo se suma Luis Emilio Recabarren, ti pógrafo, de residencia transitoria en la Argentina y que luego pasa al Uruguay y vuelve a su patria chilena. El grueso de las juventudes y las fuerzas socialistas gremiales organizadas, hacen causa común con los intemacionalistas. Otros sectores —como veremos— van y vienen, producién dose alianzas circunstanciales. En tanto, el grupo dirigente justista, hace gala una vez más de su combinación preferi da: el chantaje y el jesuitismo, lo que le impide ir a fondo en la polémica y lo alienta para conservar posiciones de mando. A partir de entonces los reagrupamientos tienen como eje sendos proyectos, con posiciones que serán mantenidas hasta el III Congreso Extraordinario. El proyecto mayoritario, redactado por De Tomaso, de cía: “El III Congreso Extraordinario del Partido Socialista, ante el giro que ha tomado la situación internacional con la ciega y destructora guerra submarina, que se hace violando en forma odiosa las reglas establecidas por el derecho inter nacional para beligerantes y neutrales, y atentando contra la existencia material de los países; y considerando: “I o Que el ataque a cualquier buque mercante, sin más limitación que la que quiera poner la voluntad arbitraria 113
PDF Compressor Pro del beligerante que lo lleva a cabo, importa hacer la guerra de hecho contra todos los neutrales. “2o Que esa nueva forma de guerra implica la suspensión total de la libertad de comercio y de la libertad de los ma res indispensable a la civilización. “3° Que el Partido Socialista ha sostenido en el Parla mento nacional la necesidad de que esas libertades sirvan como bases de una paz firme y duradera. “4o Que la República Argentina es un país que produce para el mundo y recibe de él los instrumentos de trabajo, el combustible, el vestido, materiales para sus industrias y parte de su alimento y que la destrucción de ese comercio internacional como resultado de la guerra submarina, que se hace hundiendo todo buque mercante que surque los mares en la ruta a Europa, significaría la paralización de su vida económica, con las obligadas consecuencias para la clase trabajadora. “5o Que una actitud de acatamiento servil o de impasibi lidad ante esa manera de hollar las reglas internacionlaes conocidas y hacer sentir los males directos de la guerra, en la forma de destrucción de vidas y cosas, a los países neu trales, sería incompatible con la obligación perentoria de defender los derechos elementales de los pueblos, resuelve: a) Manifestar que aceptará en principio cualquier medi da de orden diplomático, portuario o de empleo de la ar mada que los poderes públicos decreten o aprueben por sus órganos pertienentes, y que puedan servir para garantizar la efectividad de nuestro comerció exterior, en forma de con venciones, vigilancias o protección. b) En caso de que, por la continuación de la guerra sub marina, la necesidad de defender más ampliamente nuestro comercio, o como consecuencia de las medidas de protec ción puestas en vigencia, los poderes públicos adoptaron 114
actitudes que tuvieran un significado más grave dentro del derecho internacional, el Congreso deposita su confianza en el grupo parlamentario nacional y el Comité Ejecutivo, para que las apoye, si las considera obligadas, ajustándose para resolver su conducta a las siguientes normas: “Que toda iniciativa capaz de modificar la situación sea tratada por el Congreso de la Nación; que el gobierno, en el desarrollo de su acción, haya respetado las reglas del dedefender los derechos elementales de los pueblos, resuelve: a) Manifestar que aceptará en principio cualquier medi da de orden diplomático, portuario o de empleo de la ar mada que los poderes públicos decreten o aprueben por sus órganos pertienentes, y que puedan servir para garantizar la efectividad de nuestro comercio exterior, en forma de con venciones, vigilancias o protección. b) En caso de que, por la continuación de la guerra sub marina, la necesidad de defender más ampliamente nuestro comercio, o como consecuencia de las medidas de protec ción puestas en vigencia, los poderes públicos adoptaran actitudes que tuvieran un significado más grave dentro del derecho internacional, el Congreso deposita su confianza en el grupo parlamentario nacional y el Comité Ejecutivo, para que las apoye, si las considera obligadas, ajustándose para resolver su conducta a las siguientes normas: “Que toda iniciativa capaz de modificar la situación sea tratada por el Congreso de la Nación; que el gobierno, en el desarrollo de su acción, haya respetado las reglas del de recho internacional y encuadrado sus procederes en ellas; que no se impongan al pueblo sacrificios estériles de ningu na naturaleza, como ser moviüzaciones terrestres con pre textos alarmistas que no tengan como fin la defensa de nuestro comercio exterior, nuestros derechos de neutrales 115
PDF Compressor Pro injustamente atacados y nuestra situación de nación autó noma”. El proyecto de la minoría, redactado por Juan Ferlini, y suscrito por Penelón, Agustín Muzzio y el propio Ferlini, expresaba: “ I o. Que la guerra europea —a pesar de viejas concepcio nes— es una consecuencia de las relaciones económicas ac tuales fundadas en la propiedad privada y en la propiedad mercantil. “2o. Que la lucha de naciones contra naciones tiene en su entraña la necesidad capitalista de llevar a nuevos mer cados la producción confiscada al proletariado de cada país. “3o. Que el derecho y la justicia proclamados como finalidad de la guerra, son concepciones engañosas, ya que el verdadero derecho y la verdadera justicia se miden por conquistas positivas que no son para el proletariado las de la guerra y sí las de su acción de clase en la paz. “4 o. Que son estas conclusiones nuestras, desprendidas de los hechos, las que nos movieron siempre en contra de la guerra y, las que debemos reafirmar hoy, frente al conflicto europeo extendido a nuestro país. “5o Que la campaña de los submarinos debe alentarnos a seguir combatiendo la guerra y no a apoyarla en favor de un bando, desde que la campaña es consecuencia de la gue rra llevada a sus últimos extremos. “6o Que es combatiendo la guerra como podremos sin cerar nuestras luchas futuras en pro de la paz, que será una conquista del derecho socialista y no del derecho burgués. “7o. Que los intereses del país son los del trabajo y no los de la guerra con su secuela de horror y de miseria, y que, por esto, es necesario alentar y defender medidas de prudencia en la acción del gobierno. 116
“Por todas estas consideraciones el 111 Congreso Extra ordinario del Partido resuelve: “Que el Partido y la dirección de La Vanguardia orien ten su acción en sentido resueltamente contrario a toda in tervención del país en la Guerra37. Estas largas citas sirven para demostrar: a) que el proble ma fundamental del mundo era el que está dividiendo al Partido Socialista. 0 se salía a actuar como combatientes en las filas de las revoluciones proletarias y del antiimperilismo, o se concüiaba y transaba con las burguesías mo nopolistas de Europa y Estados Unidos; b) que el debate había excedido el plano teórico y ya había que colocarse en una u otra trinchera; c) que toda la táctica del bloque parlamentario socialista estaba destinada a buscar alianzas entre los conservadores y golpear al neutralismo del go bierno de Yrigoyen. Estamos frente a lo opuesto de un debate “ajeno”, “im portado”, y quienes lo desprecian tienen que autocastrarse para comprender lo que va a venir. El mundo entraba en la época de las guerras y de las re voluciones proletarias. En la Argentina, como país oprimi do por el imperialismo y con gran peso proletario, ello de bía reflejarse en la superestructura política. Quienes no en tendieron esto fueron barridos o convertidos en fuerzas me nores, como pasó con el socialismo, el anarquismo y el sin dicalismo, para no hablar de gurpos que jamás pudieron in sertarse en la política nacional, como los trotskistas. Para librar esta batalla el grupo intemacionalista contaba con su vocero La internacional, cuyo primer número apare ció editado en el mes de agosto de 1911, basándose en dos principios rectores: la lucha debelases y el ínternacionalismo proletario. En- política concreta se mantenían firmes en la no intervención, con lo cual empalmaban total 117
PDF Compressor Pro mente con la política de Yrigoyen (aunque la relación con el radicalismo fue complicada, como veremos), con el anarquismo y el anarcosindicalismo. Á la vez, en lo mun dial, empalmaban con los revolucionarios rusos, es especial con los bolcheviques, que todavía eran minoritarios en el ex Imperio Zarista. “Al hacer un somero análisis sobre la actuación de los bolcheviques y de los mencheviques en la revolución con los pocos elementos que se disponían en aquella época, se dijo en La Internacional, setiembre de 1917: ‘Lenin y Kerenski aprecian muy distintamente el problema a cuya solución concurren. Se comprende que los métodos uti lizados por ellos sean también distintos. ¿Cuál método se rá más proficuo en resultados de valor fundamental y per manente? En nuestro concepto, no puede ser más que uno: el de Lenin. Esta afirmación, aparte de las razones de orden teórico que la informan, está abonada por la en señanza que se desprende de los hechos mismos. Hay que destruir la causa para evitar los efectos. Y como ella reside en la estructura económica de la sociedad burguesa, es ne cesario que aquélla se modifique fundamentalmente, lo cual, como es natural, no ha de efectuarse con la aquies cencia de aquellos a quienes la modificación peijudica, sino a pesar y en contra de ellos. He aquí porque estamos con Lenin y no con Kerenski”. Mientras que la corriente marxista de la dirección del Partido planteaba de ese modo la actitud que debían asu mir los socialistas, la mayoría, a través de una conferencia de De Tomaso, ensalzaba el régimen de Kerenski, caracterizán dolo como un régimen ‘socialista’ y condenaba la actitud de Lenin y los bolcheviques. Demostrando un desconoci miento absoluto de las diferencias entre mencheviques y bolcheviques, De Tomaso afirmaba con toda irresponsabi 118
lidad que los bolcheviques representaban una ínfima mino ría del socialismo ruso, ya que se trataba de ‘un pequeño grupo de refugiados políticos socialistas formado en Sui za que obedecían al agitador Lenin y que creían que la actitud de los socialistas y trabajadores debían ser contra ria a la guerra y favorable a una derrota rusa’. “Como podía preverse, esa toma de posición al lado de los mencheviques lo llevó más tarde a él y a la mayoría de la dirección del Partido Socialista a apoyar las fuerzas contra rrevolucionarias que se propusieron ahogar en sangre al régimen soviético” 38. Como lo admite oficialmente el Partido Comunista, re sultó que: “Frente a esa actitud de traición a los princi pios del marxismo (por parte de la mayoría justista de 1? dirección), la corriente marxista asumió una actitud que a bien no puede ser considerada como una posición marxista-revolucionaria consecuente —tal como la que asumieron los bolcheviques— representaba, sin embargo, una posición inspirada en la actuación de la izquierda socialista interna cional” 39 . Para pintar mejor la situación de aquella época podemos recurrir a algunos testigos presenciales, teniendo siempre en cuenta que hay una “selección” de los recuerdos, según la posición actual de cada uno de ellos. Rodolfo Ghioldi, por entonces militante juvenil socialis ta y hoy el dirigente veterano más notorio del Partido Co munista, declara: “Constituíamos un grupo juvenil socialis ta numeroso, y también nos apoyaban algunos veteranos militantes. El proceso en el que se desarrolló la tendencia de izquierda dentro del Partido Socialista, arranca a princi pios de la década del 10. De aquélla época son testimonios Palabra Socialista, una publicación quincenal, y Adelante, órgano de la Federación de las Juventudes Socialistas. Re 119
PDF Compressor Pro cuerdo a un joven muy importante, se llamaba Jaime Ló pez. Era una cabeza inteligente. Creo que unos años des pués se fue a vivir al Uruguay y no se tuvo más noticias de él. Nosotros constituimos la Juventud Socialista Amílcar Cipriani40 anexa al Centro de la Sección 8a y tenía su sede en Mármol 911. Trabajamos organizando cursos de capaci tación y conferencias. López pronunció una sobre ‘El con cepto materialista de la historia’ y recuerdo también al ma logrado joven Cornelio Thiessen, fallecido a principios de 1916 y que trabajó en torno al problema del militarismo. El joven Victorio Codovilla desplegó, en esa época, una gran actividad en la organización de las Juventudes Socia listas. Como las Juventudes eran numerosas, realizamos un Congreso en el que constituimos la Federación de Juventu des Socialistas. Fue en los días 24 y 25 de mayo de 1916 y se realizó en el Centro Socialista Obrero de la calle México 2070. “—¿El problema de la guerra mundial repercutió decisi vamente en las juentudes socialistas? “Así es. Se vivía en el Partido Socialista un clima de agi tación y discusión. En los Centros se realizaban asambleas para discutir la cuestión de la guerra mundial y la posición que habían adoptado los bloques de diputados y senadores del Partido, como así también la actitud de la dirección de La Vanguardia. Había mucha pasión y durante esas asam bleas —en las que había choque de opiniones— se fueron eligiendo las delegaciones al III Congreso Extraordinario del Partido Socialista, en donde se debatiría el asunto. “Nosotros éramos intemacionalistas. Algunos diarios nos presentaban como neutralistas. Ciertamente había neu tralistas, pero nuestro sector, que fue enseguida el núcleo del nuevo Partido, era intemacionalista. La idea ‘neutralis ta’ supone de algún modo equidistancia o indiferencia fren
120
te a los dos bloques en guerra, en tanto que nuestro sector denunciaba las raíces capitabstas de la misma, asumiendo una posición internacionabsta. Considero esto como un mérito de nuestro sector, victorioso en el Congreso de ‘La Verdi’, pero aún así, claro está que por entonces no había mos accedido al leninismo. V. I. Lenin, y el Partido Bol chevique con él, se opusieron a la guerra imperiabsta (im perialista por ambos lados) y llamaron a las masas a trans formar la guerra imperiabsta en guerra civil del proletaria do contra la burguesía. “La noche anterior al Congreso de ‘La Verdi’, nosotros estábamos reunidos en el local de Cánning al 800, que per tenecía al Centro Sociabsta de la 18a. Parece ser que esa noche había también —como era de imaginarse—otras reu niones. Un grupo en el que estaban Alberto Palcos y Cuido Anatobo Cartey, y otro de Carlos Pascali. Siempre me es toy refiriendo al sector de las Juventudes Sociabstas, pues Cantoni por su edad ya era del Partido. El grupo de Palcos nos avisó que algunos delegados se reunían en una casa de la cabe Montes de Oca, y aUí fuimos. Entonces nos pusi mos de acuerdo para no votar ningún pedido de ruptura de relaciones con los países bebgerantes. De lo sucedido en el Congreso usted conoee la versión taquigráfica que fue pubbcada en La Vanguardia”41. El Esbozo oficial de historia del PC dice: “Visto que el Congreso se incbnaba de más en más hacia la posición de la izquierda sociabsta —ya que se fueron sumando a eba tam bién los elemtos centristas, que tenían como dirigentes a Alberto Palcos, Carlos Pascab, G.A. Cartey y otros— y, dándose cuenta de que si insistían en su posición primitiva serían condenados unánimemente por el Congreso, la ma yoría de los dirigentes del mismo encargaron al Dr. Juan B. Justo —líder indiscutido del mismo—presentar una mo-
121
PDF Compressor Pro en la cual se afirmaba iplazlí'ae anterior, cion en reemplazo ae fa la anterior. que había sido mal interpretada la posición del grupo par lamentario, ya que éste no proponía llegar a la ruptura de relaciones y a la guerra”42 . Como ha sucedido en general, hasta ahora, los elemen tos de que disponemos nos llevan a la conclusión de que las afirmaciones más sólidas, las que describen con mayor exactitud la verdadera esencia del proceso, son las del Es bozo (. . .) Ello no quita que en tal texto, y en otros prove nientes de la misma tendencia, dejen de deslizarse inexacti tudes u omisiones inadmisibles. Por ejemplo, en la entrevita citada, Rodolfo Ghioldi se excusa de hablar sobre los mayores, aduciendo que se refiere exclusivamente a los mi litantes juveniles. Sin embargo, en los mismos párrafos ha bla de Aldo Cantoni, de quien aclara que por edad había dejado de ser miembro de la organización juvenil. Por eso es lamentable que no haya un juicio sobre Penelón43 ni so bre el viejo núcleo de marxistas del 90, cuya actuación en las polémicas de 1898, 1903 y con el comienzo de la co rriente intemacionalista hacia 1910, quedan a oscuras. Vemos pues, que —para el Congreso Extraordinariova conformándose un núcleo marxista (aunque no lo sea tanto como lo presenta Corbiére) y aliados antiguerristas, algunos con posiciones oportunistas (derechistas o “iz quierdistas”), que conforman un amplio frente capaz de derrotar al justismo, por primera vez en la historia de las luchas internas del partido socialista. En tal caso, puede ex plicarse que el viejo grupo de marxistas del 90, tan poco dispuesto a jugar el partido en que puso su vida por una aventura, se haya sumado a los intemacionalistas en la constitución del naciente Partido Comunista. Es digna de hacer notar la versión de otro de los emi nentes participantes en el grupo intemacionalista aunque 122
« M
pronto se aleje de ellos. Estamos hablando del ingeniero Carlos Pascali. Este fue fundador del internacionalismo en nuestro país, junto con los ya mencionados. Más tarde —declara— “puesta en marcha la Tercera Internacional yo resolví alejarme del movimiento político para dedicarme a la Cátedra que era lo que me gustaba más. De manera que me dediqué a ser profesor y me alejé de la política activa, aunque siempre seguiré siendo marxista”44. Opuestamen te, el Esbozo (. . .) oficial difiere en la caracterización de Páscali: “(. . .) el grupo centrista (Palcos, Pascali, Cartey, etc) que todavía abrigaba ilusiones (luego del III Congreso Extraordinario) respecto a la posibilidad de un acuerdo con la dirección del Partido Socialista —y que por eso, no se sumó de inmediato a la lucha de los marxistas revolucio narios, sino que formó un grupo independiente—, en la es peranza de que su actitud conciliadora no le acarreara medidas disciplinarias, también fue excluido del Partido Socialista. Como consecuencia de ello se plegaron al ‘Co mité de Defensa de las Resoluciones del Congreso Extra ordinario’, que luego convocó a un congreso para consti tuir un nuevo y verdadero Partido Socialista”45. “ ¿Qué trataron e;> primer término? “Primero se eligió la mesa del Congreso, que quedó in tegrada de la siguiente forma: presidente, Carlos Pascali; vicepresidente I o, Fernando de Andreis; vicepresidente 2o, Aldo Cantoni; Secretario, Guido Anatolio Cartey y José P. Grosso”46. De esta integración de la presidencia pueden sacarse al gunas conclusiones. Una es la derrota total de la dirección justista y su grupo parlamentario, por primera vez en la historia de las luchas de líneas internas dentro del Partido Socialista. Ninguno de los capitostes del Partido, incluido 123
PDF Compressor Pro Justo, integró la presidencia. Cuando alguien tenga tiempo para detenerse en la influencia de los cambios mundiales y nacionales, esta lección ofrecida a la dirección revisionista, liberal-burguesa del Partido Socialista, no podrá ser menos preciada. La segunda conclusión es que hubo un eje en la unidad contra el grupo tradicional: dicho eje consistió en el repudio a la guerra imperialista y a sus causas (lo que, tangencialmente, desplazaba el centro, del ataque a Yrigo yen, a alguna forma de entendimiento con él). En tercer lu gar queda claro que —tanto la bancarrota de la II Interna cional como el triunfo de los revolucionarios rusos, en par ticular de los bolcheviques—, abrían insospechadas y gigan tescas posibilidades para el reagrupamiento del movimien to obrero y socialista. Por fin, las coincidencias no fueron solamente ideales, hubo acuerdos, lucha, puja por posicio nes, cuyo resultante fueron los grandes derrotados (el justimo y quienes lo acompañaban) y los exitosos triunfado res (los intemacionalistas) quienes habían recorrido medio camino hacia Lenin y hacia el movimiento revolucionario argentino. En lo futuro probarían si tenían fuerzas para proseguir o no la otra mitad. El ariete del que se valió el revisionismo fue el parlamen tarismo. En efecto, en el fondo de todo el debate había dos problemas (que eran uno): el político, que acabamos de describir, y el orgánico: o sea someter al Partido Socia lista al chantaje que consistía entre acatar sumisamente el cada vez más desvergonzado revisionismo de sus dirigentes o perder la representación parlamentaria. Es cierto que, tanto para los izquierdistas del 1898, como para los sindi calistas del 1903, el asunto no tenía demasiada importan cia, como tampoco la tuvo excesiva para la corriente socialdemócrata, que exageraba el parlamentarismo. En cambio para los auténticos marxistas (los del 90 y los pos124
/
tenores) era un punto serio, nada fácil de resolver. Estas raíces se volverán a encontrar en el. posterior “izquierdismo” antiparlamentarista y en las desviaciones derechistas en el PC, en particular en el caso Penelón. Como era de esperarse, el carácter revisionista del grupo dirigente del Partido Socialista lo impulsó a tomar un cami no oblicuo para resolver el problema. Hablando de un tema que tendremos ocasión de retomar en el capítulo próximo, dice Lenin: “De hecho, abjuración completa del materialis mo dialéctico, es decir, del marxismo. De palabra, subter fugios sin fin, intentos de eludir la esencia de la cuestión, de encubrir su apostasía y colocar en el lugar del mate rialismo en general a uno cualquiera de los materiahstas, negativa rotunda a hacer un análisis directo de las innu merables declaraciones materialistas de Marx y Engels. Es un verdadero ‘alzamiento sumiso’, según la justa ex presión de un marxista. Es el revisionismo filosófico tí pico, pues los revisionistas son los únicos que han adqui rido un triste renombre por haber abjurado de las concep ciones fundamentales del marxismo y al mostrarse timo ratos o incapaces para, en forma franca, directa, ‘liquidar cuentas’ con los puntos de vista abandonados. Cuando los ortodoxos han tenido que manifestarse contra ciertas concepciones envejecidas de Marx (como, por ejemplo, Mehring respecto a ciertas tesis históricas) lo han hecho siempre con tanta precisión y de forma tan detabada, que nadie ha encontrado jamás en sus trabajos la menor ambi güedad”47 . Saltéandonos, como dijimos, la parte propia mente filosófica, queda un método, típico del revisionis mo, la ambigüedad, la hipocresía, los deslizamientos no reconocidos, detrás del cual se defienden más a ciertos hombres que a sus ideas, y ebo porque sus ideas son in confesables. Los métodos hipócritas, retorcidos y, a su tur125
PDF Compressor Pro no, llenos de saña, de la dirección justista, se pusieron bien en claro en el tema que tratamos. Recapitulemos algunos hechos y fechas. El 28 y 29 de abril de 1917 —ante las presiones “rupturistas”, sesiona el III Congreso Extraordinario del Partido Socialista, llamado “La Verdi” por su sede. Según hemos visto, el despacho de De Tomaso, bastante franco en sus posiciones, es sustituido por tres o cuatro frases ambiguas, apoyadas por la firma de Juan B. Justo (quien, digámoslo en este momento, acababa de sufrir un atentado mediante un balazo). De tal manera se redujeron al mínimo las tensiones, y se trató de avalar a la dirección justista. Según Pascali, él ganó la presidencia (su contricante era el Dr. Justo), por 13 votos48. Luego está el problema de la Mesa del Congreso, ya mencionado. El justismo y sus aliados fueron barridos. En tercer lugar las mociones. Como las votaciones eran por el número de afiliados representados, el proyecto de la minoría intemacionalista triunfó por 4.024 votos, contra 3.564 del proyecto Justo49. El Partido Socialista no era demasiado grande, pero tampoco muy pequeño. En un te ma que era lo opuesto a la politiquería tradicional, podía llevar —en pocas semanas— a debatir a cerca de 8.000 ciu dadanos. Y —lo más importante—a pesar de una formación abrumadoramente reformista, las ideas básicas de Marx y Engels pudieron subsistir y triunfar, a despecho de las ma niobras y presiones de los dirigentes y parlamentarios, to talmente envilecidos por la ideología liberal-burguesa. Por fin, visto el castigo que se les infligía, los dirigentes optaron: a) por tomar las de Villadiego; b) por desnatural! zar e! contenido de lo que acababa de suceder. Sobre el asunto de la continuidad del Congreso —la im portancia de cuyos temas lo menos que exigía era prose 126
guir reflexionando sobre el futuro rumbo del Partido So cialista— dice Pascali: “Cuando nosotros íbamos a pedir el enjuiciamiento del Comité Ejecutivo, del grupo parlamen tario y de la dirección de La Vanguardia, dispararon todos. Se mandaron a mudar para que no los pudiéramos juzgar. Entonces dijimos que no estando ellos no podíamos juz garlos. Me encargaron, como presidente del Congreso, que pidiera una reunión con los miembros del Comité Ejecuti vo y del grupo parlamentario. En esa época el local del Comité estaba en Rivadavia 2089”. Siguiendo el relato de Pascali, la reunión resultó bastante confusa (hay otra alu sión no muy comprensible a actitudes de Bunge), aparece Repetto como tratando de conciliar —en ausencia de Jus to — y por fin concluye sin nada concreto, comenzando en el acto los preparativos para la fundación del Partido So cialista Internacional51. Otra versión que es la del mismo Repetto, muestra la falta absoluta de escrúpulos con que el grupo dirigente que integraba respondió al voto de los afi liados: “Durante la primera guerra mundial, el grupo parla mentario socialista estuvo casi íntegramente a favor de los países aliados, que aparecían como los defensores de la li bertad y de la democracia frente al imperialismo alemán. Mientras la guerra, circunscripta al continente europeo, se hacía en tierra y en la superficie del mar, la mayoría de los argentinos mantuvo su adhesión platónica a los aliados, a quienes el gobierno facilitó créditos para que pudieran lle varse en sus propios barcos grandes cantidades de alimen tos y de materias primas. Pero cuando los alemanes exten dieron la guerra submarina a todos los mares e iniciaron el torpedeamiento de los barcos que venían o iban de nues tros puertos, incluso los de bandera argentina, entonces cambió el estado de la opinión. Todas las formas de la gue rra son odiosas, pero para los socialistas ninguna de ellas lo 127
PDF eraCompressor Pro tanto como Ta submarina, que atacaba y hundía a bu ques inermes cargados de productos que eran el fruto del trabajo del hombre. A los conocidos modos de la guerra, se agregaba uno nuevo, que llegaba hasta la destrucción de la vida y la propiedad de los neutrales. /• “Frente a estos hechos, el grupo parlamentario socialista pensó que no cabían actitudes vanas, y con fecha 17 de abril de 1917 dio a publicidad (la declaración transcripta en nota 35 de este capítulo). “La declaración que antecede fue muy discutida entre los afiliados al Partido Socialista, hecho que motivó la con vocatoria inmediata de un Congreso Extraordinario, que se realizó en el salón de la Sociedad José Verdi, de la Boca, durante los días 28 y 29 de abril de ese mismo año. La de claración del grupo parlamentario, ratificada por el Comité Ejecutivo, había provocado en el Partido la formación de dos grandes corrientes de opinión: una a favor y la otra en contra. Una comisión designada por el Congreso para estu diar e informar sobre el asunto, presentó despachos de ma yoría y minoría, cuya discusión habría conducido a deba tes interminables y enojosos. El Congreso no tomó ningu na resolución referente a la declaración hecha pública por el grupo parlamentario, pero la mayoría manifestó opinio nes que no estaban precisamente dentro de las corrientes de ideas que implicaban la declaración discutida. El Con greso creyó que los diputados no debieran tomar iniciativa alguna a ese respecto y votó una declaración según la cüal el Partido debía orientar todas sus actividades en el sentido de que nuestro país no interviniera en forma alguna en la guerra . No se puede pedir mayor cinismo, más aún si se toma en cuenta que son palabras escritas medio siglo después. Ad mitamos que las endurecidas circunstancias hayan hecho 128
olvidar a Repetto el contenido concreto de lo que se discu tió. De todas formas no puede desconocer que la dirección fue derrotada por los intemacionalistas. Poner el acento en si hubo o no pronunciamiento concreto sobre la anterior actuación parlamentaria es simplemente embrollar las co sas. Se discutió algo más importante, que fue la moción Justo, detrás de la que se ampararon todos los enemigos del internacionalismo, y se pronunció expresamente sobre la actividad parlamentaria futura, lo que era más y de ma yor importancia que juzgar un hecho pasado. Por fin, la dirección fue literalmente barrida de la conducción del Congreso. En 35 años de socialismo nada parecido se había presentado. Además, como veremos, tiene un sentido remitir todo lo que sucedió, no al contenido, ni al juzgamiento de los órganos ejecutivos, sino poner en juego la representación parlamentaria. La posición derrotada, de la mayoría parlamentaria y de la dirección, argumentaba que: “La Argentina es, por su producción y sus consumos, el país más internacional de la tierra. Prácticamente, a los efectos del comercio, es una isla. Necesitamos, a toda costa, comerciar con el mundo. Se propone, a ese objeto, que los buques de gue rra argentinos custodien a los buques mercantes de todas las nacionalidades que entren o salgan del país. De lo con trario se paralizarán todas las fábricas, y los ferrocarriles, el cultivo del suelo será inútil y sobrevendrá la desocupa ción y el hambre general”. En cambio, en la posición minoritaria, triunfante, se decía que: “Es preciso defender los principios intemacionalistas del socialismo y por eso lo que debemos hacer los socia listas argentinos es trabajar por apresurar la paz y no por 129
PDF Compressor Pro prolongar o encender más la guerra. Que en la conflagra ción europea los trabajadores se desangran por una causa que no es la suya sino la del imperialismo capitalista, que la resolución del grupo parlamentario viola los acuerdos de todos los congresos internacionales y por eso debe ser condenada; y que los socialistas no debemos cejar en nues tros propósitos de combatir la guerra y preparar el rápido advenimiento de la paz, manteniéndonos en todo momen to dentro del internacionalismo y de un concepto de la luchá de clases” 53. Al poner el centro en la actividad parlamentaria, el gru po dirigente preparaba su maniobra. ¿Cuál iba a ser? Era ya evidente que el Partido se estaba dividiendo, y no por menudencias. El grupo ejecutivo buscó crear las condicio nes de división que le fueran más favorables, que no lo de jaran al desnudo como la camarilla que era, y poder arras trar algunos afiliados honestos, aunque sea para ganar tiem po. Dice Repetto: “Durante la discusión promovida en la Cámara de Diputados (oligárquico-burguesa, como es ob vio), pudo advertirse desde el primer momento que la idea de la ruptura de relaciones con Alemania contaba con nu merosos sostenedores. El diputado Juan B. Justo, después de informar sobre la viva reacción que había provocado en el seno del Partido Socialista la publicación de la declara ción del grupo parlamentario, de fecha 17 de abril, se refi rió a la ruptura de relaciones con Alemania, relaciones que de hecho estaban interrumpidas o reducidas al intercambio de telegramas simples o falaces entre las dos cancillerías. No iban de la Argentina a Alemania ni hombres ni cosas, y de allí tampoco nos venía nada. Sólo las consideraciones fundamentales relativas a nuestro comercio exterior, tan vinculadas a nuestro país, podrían obligar a la diputación 130
socialista a mantener el punto de vista enunciado en la de claración del 17 de abril, lo que bevaría al grupo sociabsta a plantear al Partido la actitud tomada. “Sometido a votación el proyecto de declaración que había discutido la Cámara, ésta aprobó la siguiente decla ración: ‘La Cámara de Diputados de la Nación declara que procede de inmediato la suspensión de relaciones entre el gobierno argentino y el gobierno alemán’. “El Partido Socialista aprobó la suspensión de relaciones diplomáticas con Alemania votada por sus diputados, he cho que dio lugar al alejamiento de un grupo de afiliados partidarios de una neutralidad absoluta”54 . Dicho en otros términos. El Comité Ejecutivo, a través de su bloque parlamentario, tomaba la iniciativa de la rup tura. A esta altura va quedando claro el papel del núcleo de diputados y senadores: el Partido Socialista debería ele gir entre una posición de principio y quedarse sin representantes en e!„ Parlamento. El grupo justista confiaba que el revisionismo sembrado a lo largo de décadas le iba a dar la razón. Y la tuvo, a costa del deterioro cada vez mayor del Partido. Además, públicamente, no había ruptura, sino “el alejamiento de un grupo”. Mayor cinismo: imposible. r ^Apenas terminado el Iller. Congreso Extraordinario, los diputados y senadores votaron la ruptura de relaciones con Alemania por “razones de mera comodidad o cortesía” 55. Para coronar la maniobra, los parlamentarios tomaron nota de la reacción partidaria: “Esta actitud levantó de nuevo una ola de indignación en la base partidaria. Muchos centros socialistas se fueron pronunciando contra el grupo parlamentario, exigiendo la convocatoria de un nuevo Con greso Extraordinario. Los intemacionalistas convocaron a una reunión de afiliados en la que se acordó pedir ese Con131
*
PDF Compressor Pro constituir un nuevo y verdadero Partido Socialista61. Si multáneamente: “El Comité Ejecutivo procede enton ces a clausurar los centros donde dominaban los izquier distas y expulsar a los afiliados que adherían a ese sector. El Partido Socialista se había quebrado”62 Pero no se había quebrado en abstracto: “Mientras tan to, durante el período de preparación del Congreso (del nuevo partido), tuvo lugar el más grandioso acontecimien to que haya conocido la historia de la humanidad civiliza da: el triunfo de la Revolución Socialista en Rusia. Este acontecimiento sirvió para definir aún más las posiciones de los socialistas intemacionalistas y la de los socialistas reformistas chauvinistas. En efecto, los socialistas intema cionalistas defendieron acaloradamente desde el primer momento a la Revolución triunfante y a sus dirigentes, mientras que la dirección del Partido Socialista se sumaba al coro de la reacción nacional y mundial que la despresti giaba y combatía. A consecuencia de ello, la lucha ideoló gica y política entre el movimiento marxista revolucionario y el Partido Socialista siguió agudizándose. Justo, Repetto, Dickmann, de Tomaso y otros arreciaban contra el poder soviético, repitiendo la calumnia reaccionaria de que ‘Le nin era un agente alemán’, de que ‘los soviets y la dictadu ra del proletariado eran el régimen zarista al revés’, de que en ‘Rusia no hubo una revolución, sino un simple asalto del poder’, de que ‘los bolcheviques como buenos asaltan tes, robaban los ahorros de las masas populares y campesi nas de los países más civilizados al negarse a pagar la deuda exterior zarista’, de que ‘los bolcheviques no realizaron ninguna reforma agraria sino un simple robo de la tierra’ y así de seguido” 63. “Por ello, antes y después de constituirse el Partido Socilista Internacional, la corriente revolucionaria del marxis 136
mo se fogueó en la lucha ideológica en defensa de la revo lución bolchevique y del internacionalismo proletario. “La guerra demuestra cabalmente que el socialismo o es francamente intemacionalista o deja de ser socialista —se decía en un manifiesto anunciando la constitución del Par tido Sociabsta Internacional—, ya que el maridaje del na cionalismo con el internacionalismo, aunque aquél se llame ‘sano y fecundo’ y éste ‘inteligente’, es dañino a los traba jadores. La doctrina de la colaboración de clases es una formulita de origen burgués, propia para matar en germen el espíritu revolucionario del socialismo y quebrantar la uni dad internacional del proletariado. Esas teorías, en indis cutible bancarrota, son las que se empeña en alimentar el Partido Socialista, en forma más peligrosa que la sustenta da por la mayoría del Partido Sociabsta alemán64 . “El Partido Sociabsta, al aprobar la guerra capitabsta rompe por completo su sobdaridad con los socialistas de todas partes que, en medio de los horrores de la conflagra ción, trabajan infatigablemente por la instauración de la paz y del sociabsmo, conforme a las resoluciones de los congresos socialistas de Stuttgart, Copenhague y Basilea, confirmadas por los recientes congresos de Zimmerwald y Kienthal. Y para hacer más patente esa absoluta desvin culación del Partido Sociabsta con el sociabsmo, el órgano oficial del partido, en un comentario sobre los bolchevi ques bamó a éstos ‘los peores enemigos de la revolución rusa‘, como si el advenimiento al poder del primer gobier no genuinamente sociabsta que registra la historia fuera una desgracia. Cuando una agrupación bamada ‘socialista’ condena a un pueblo que se propone firmemente concer tar la paz mundial, derrocar a la burguesía e implantar el tan anhelado reinado del proletariado sociabsta, y cuando expulsa de su propio seno a los defensores del sociabsmo
PDF Compressor Pro y de la paz, ¿puede honradamente seguir ostentando el título d e ‘socialista’? ¡No! ¡Ni un segundo más! Una agru pación así, además de abdicar del socialismo, se ha tornado profundamente antisocialista” 65. A partir de contar con línea, teoría, órganos de prensa, etc., en medio de la conmoción mundial causada por la Re volución Rusa, era inevitable organizar sistemáticamente la ruptura. “A fines de 1917 la izquierda socialista convoca a un Congreso de los centros y agrupaciones expulsados del vijo PS. El Comité de Relaciones funciona en Cánning 871 e invitan a la asamblea los centros de las secciones I a de Pompeya Norte, 12a, 15a San Bernardo, 15a Villa Ortúzar, 17a Maldonado, 18a, Agrupación Gráfica, los centros de Ituzaingó, Lomas de Zamora y Lincoln. A ellos se suman núcleos de militantes socialistas expulsados que se han or ganizado en las secciones 3 y 4 a, 5a, 6 a, 8a, 7a y 9a, 10a y 11a, 14a y 20a de la Capital. “El Congreso se realiza los días 5 y 6 de enero de 1918, en el salón ‘20 de septiembre’ ubicado en Alsina 2832 (. . .) Los delegados por la Capital Federal son: Federico Yanarelli, Gregorio Kamingky y José F. Brizuela (Centro I a Pompeya Norte); Arturo Blanco y Jacobo Rodríguez (3a y 4 a); Nicolás Tolchinsky (5a); Aldo Cantoni, Rodolfo Schmidt y Rogelio Mozzoni (6a y 8 a); Aquilino Freire Blanco y Antonio Di Pinto (7a y 9a); J. Villalobos, Cecilio Collazo, Juan Planes, Luis Koifman y Elias Gratacós (12a); María Elena Biaggi, Ethel Vázquez y Amadeo Zeme (14a y 20a); Aquiles Lemme, José Alonso y Victorio Codovilla (15a San Bernardo); José Vidal y Carlos Braga (15a Villa Ortúzar); José M. López (16a); Isidoro Campillo y Juan Greco (17a Maldonado); Pedro D. Zibecchi, Nicolás Di Pal ma, Julián Ducasse y J.J. Suárez (18a); Luis Emilio Recabarren y José F. Penelón. También estuvieron presentes de 138
legaciones del Gran Buenos Aires y del interior del país. Entre otros: Gerónimo A. Casazza (Colonia, Quilmes); Juan J. Pereyra (Exaltación de la Cruz); Alejandro Rodrí guez y Ramón Perellada (Ituzaingó); Dionisio Di Blasio y Atilio Medaglia (Lincoln); Dardo Narciso Alegre y J uan B. Cámpora (Lomas de Zamora); José López Zapata (San Fernando; Ernesto Sardi (Córdoba, 2a sección) y Francis co Docal e Isaac Palcos (Córdoba, 6a sección). “Una barra numerosa se agolpaba en los palcos del tea tro. Apagado el murmullo de las voces los delegados pro ceden a elegir la mesa del Congreso: José F. Penelón (pre siente); Juan J. Pereyra (vicepresidente I o); Aldo Cantoni (vicepresidente 2o); Rodolfo Schmidt y Atibo Medagba (secretarios). “Durante las debberaciones fue anabzada la situación nacional e internacional, se afirmó la solidaridad con la Revolución Rusa y otros movimientos revolucionarios eu ropeos. Se aprobó la declaración de principios y los estatu tos; se dirigió un manifiesto al proletariado y al pueblo anunciando la constitución del nuevo Partido, que se de nominó —luego de dilatada discusión— Partido Sociabsta Internacional. Se estableció también la obbgatoriedad de todos los afibados de pertenecer a sus respectivos sindica tos; se designó a La Internacional como órgano del nuevo Partido y se aprobó la participación de la nueva agrupación política en las elecciones de 1918. Finalmente se eligió el Comité Ejecutivo y el director del periódico. “Al iniciarse el Congreso fue aprobada una moción de Alberto Palcos que decía: ‘El primer congreso del PSI re suelve incitar a los camaradas suropeos y norteamericanos a que hagan todo lo posible a objeto de poner fin, lo más rápidamente, a la cruel y exterminadora guerra mundial e implantar una paz justa y definitiva basada en el derecho 139
PDF Compressor Pro de todas las naciones a disponer de sí mismas, el desarme de todos los pueblos, el establecimiento de una Confedera ción Mundial, la supresión de las aduanas, la abolición de la diplomacia y del servicio militar. Los incita —terminaba la declaración— igualmente, a que hagan todo lo posible por derrotar a las fuerzas capitalistas adueñadas del poder del mundo y establecer en su lugar repúblicas socialistas basa das en la comunidad de la tierra y en la socialización de las industrias y de los capitales”. “El primer Comité Ejecutivo del comunismo argentino estuvo integrado por los siguientes ciudadanos: Juan Ferlini (668 votos); José F. Grosso (664); Aldo Cantoni (629); Guido. Anatnlin r.ar|py (604); Pedro D. Zibecchi (593); Luis Emilio Recabarren (562); Carlos Pascali (311); José Alonso (304yi~EmxlTo González Mellén (287) y Arturo Blanco (265). También fueron elegidos como suplentes: Nicolás Di Palma (278 votos); Atilio Medaglia (270); Ro dolfo Schmidt (265); Francisco Docal (257); Victorio Codovilla (224) y M. Lorenzo Rañó (215). Fueron electos como revisores de cuentas los ciudadanos Isaac Palcos, Pa blo Bertagni y J.J. Suáreaz. La dirección de La Internacio nal recayó en José F. Penelón, siguiéndole en orden de vo tos Juan Ferlini (85) y Alberto Palcos (19) (. . .) “Penelón, presidente del Congreso, al despedir a los delegados, sintetiza el espíritu de la reunión: ‘Nuestro pri mer Congreso es toda una enseñanza. Sabemos que nues tro juez más que los hombres, será la historia. Con esa con vicción la nueva organización socialista podrá estar segura en elevarse en la acción hasta las cumbres del ideal, pero no de un ideal metafísico, sino de un ideal científico’. Se refiere luego a los antiguos camaradas: ‘Nuestra mejor lec ción a los hombres que han claudicado lejos de ser el ata que personal es demostrarles que tenemos la suficiente se 140
renidad en medio de la lucha para reconocer lo que les de bemos y para señalarles sus errores y abdicaciones’. ‘La única fuerza revolucionaria —afirma después— es la clase obrera. Este Congreso de expulsados viene a ser una nueva confirmación de ello. ¿Mirad quiénes lo constituyen? No hay hombres de prestigio entre nosotros. Pero no hacen fata tampoco y aunque hemos desdeñado en este Congreso darnos el nombre de Partido Socialista Revolucionario, to da nuestra acción debe ser revolucionaria en el más amplio y elevado sentido de la palabra si queremos que el PSI sea la fiel expresión de los intereses de nuestra clase, de lo que debe ser el socialismo si quiere ser algo más que una cons trucción metafísica’. (. . .) “En la asamblea los ánimos se exaltan. Cada frase de Penelón es saludada por los delegados con aplausos. Hay fer vor y pasión. Penelón dice: ‘Separémonos hasta pronto, se parémonos para difundir por toda la República el grito de guerra y la esperanza de los compañeros rusos. ¡Viva la Tercera Internacional!’. Los delegados y la barra se ponen de pie y entonan las estrofas de la canción proletaria La In ternacional” 66 . Según el Esbozo (. . .) oficial, el Congreso adoptó un Manifiesto de fundación, en el que se dice: “No existía, pues, el verdadero Partido Socialista de la República Argentina. Acabamos de fundarlo. “El Partido Socialista ha expulsado de su seno, delibera da y concientemente, al socialismo. No pertenecemos más al Partido Socialista. Pero el Partido Socialista no pertene ce más al socialismo. Denunciar esta verdad a los trabajado res y fundar el verdadero Partido Socialista Internacional son deberes morales imperativos a los cuales no podemos sustraernos sin traicionar cobardemente al proletariado y a nuestra conciencia socialista. 141
DF Compressor Pro “Lucharemos en defensa de los intereses de los trabaja dores. Pero, cuando breguemos por el programa mínimo será a condición de abonarlo, de empaparlo, por decirlo así, en la levadura revolucionaria del programa máximo, consistente en la propiedad colectiva, por cuya implan tación, a la mayor brevedad, lucharemos sin descanso y sin temores. ‘Trabajadores: La barbarie capitalista ha cometido su crimen más nefando y abominable al desencadenar la guerra mundial. Ningún sacrificio más cruento e inhuma no. Demuestra él, como dice el manifiesto de Zimmerwald, que el capitalismo no sólo no es compatible con el socialismo, sino ni con las condiciones más elementales de vida humana. La clase obrera tiene una misión grande e inmediata que cumplir: sepultar a la guerra en su horrible lecho de sangre y ruinas. Despierta ¡al fin! el proletariado a la realidad de las cosas y comprende que cuesta menos vidas derrumbar a la burguesía y lograr la propia emancipa ción económica y moral que servir de combustible al ca ñón y a la metralla en servicio exclusivo de una minoría de explotadores que, o no van a la guerra o permanecen satisfechos, usufructuando a retaguardia. El fin de la guerra se avecina gracias a la enérgica intervención del proletaria do. El único vencido, al final, será el capitalismo imperia lista con sus aliados naturales: el militarismo ensoberbecido y los tronos autocráticos. “Un ardiente e impetuoso soplo revolucionario parece cruzar triunfante por el planeta. Ha comenzado en Rusia y se extiende hacia todos los rincones del mundo. Su móvil: la instauración del socialismo. Con la mirada en tan alto ideal, queremos ser en esta sección de América, los agen tes eficientes, activos, de esa hondísima transformación revolucionaria. 142
“Proletarios: Si deseáis estar a la altura del momento histórico y si no queréis traicionar vuestros propios inte reses, ¡alistáos en nuestras filas! “ ¡ Hombres y mujeres, enérgicos y esclarecidos, que visionáis fervientemente una sociedad más justa, sin ex plotados ni explotadores, sin guerras ni tiranos, aportad vuestros esfuerzos a la emancipación proletaria que im porta la emancipación y la reconciliación de toda la hu manidad! “ ¡ Viva el socialismo internacional!”67. Hemos llegado a la fundación del Partido Comunista. Sólo cabe por ahora decir algunas palabras sobre las co rrientes que tomaron como punto de convergencia el nue vo Partido. Y también algo sobre la repercusión que tuvo su Congreso Constituyente. Cierto es que, tanto la guerra como las dos revoluciones rusas de 1917 (febrero y octubre), a las que pronto se su maron otras en Hungría, Baviera, etc., más gigantescos mo vimientos de descolonización en el oprimido mundo depen diente, produjeron una fuerte corriente neutralista, que en nuestro país empalmó ni más ni menos que con el acceso de Yrigoyen a la presidencia. Pero en un medio socialista, vinculado a los congresos mundiales de antes de la guerra y a las conferencias de Zimmerwald y Kienthal, era imposi ble que el esqueleto de esta corriente fuera sólo neutralista. Como ya hemos recordado que dice Rodolfo Ghioldi: “No sotros éramos intemacionalistas. Algunos diarios nos pre sentaban como neutralistas. Ciertamente había neutralistas, pero nuestro sector, que fue enseguida el núcleo del nuevo Partido, era intemacionalista”. En nuestra opinión, era algo más que eso: tenía un conjunto de opiniones que lo acerca ban más al marxismo revolucionario que a un simple interna cionalismo y —desde luego—lo diferenciaban tajantemente 143
PDF Compressor Pro de la traición del revisionismo. La campaña, que hemos re latado largamente, comenzó hacia 1910, tomó ío n ctéñ cíí de los principales temas en debates contra Bernsteiny,'sin~ que'sepamürrrómtr,pero' ño es una fruslería, tomó partido por Lenírr y -f.ontra iCérénsky ruando gnhprnaha Ri|$ia y Lenin no era^ como lo pintaban los diarios y el revisionis mo, sino un proscripto. Sabemos que los principafesdirigentes fueron Ferlini y Penelón. Sabemos que entre los lí deres del movimiento se encontraban también, en otro pla no, Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi. De los demás —salvo aquellos que encabezaron disidencias— no cono cemos nada. Pero era un núcleo que combatió al justismo y logró, lo que no es pequeño mérito, ganarle un Congreso (por única vez en la historia del socialismo), lo que le dio base más amplia para fundar el nuevo Partido. Otro hecho comprobado es que a dicha corriente se su mó —a lo largo de varios períodos de permanencia en nuestro país— Luis Emilia Recabarren, figura procer del movimiento obrero chileno y que tuvo bastante influencia en el argentino (participó en el Partido Socialista, en el gre mio gráfico, en la Federación obrera, etc.). Queda un tanto oscuro en qué momento se suman a los intemacionalistas los “grandes viejos” del 90^ pero parece ser que —salvo Carlos-MSuIí— todos lo hacen entre 1917 y 1520. Arriba hemos copiado una referencia de Puiggrós que avala, en general, esta posición, aunque —por supues to—haya que corroborar los datos en cada caso particular. La juventud ingresa en bloque68 . El E sbozo (. . .) oficial caracteriza así la situación: “Las juventudes socialistas sur gieron con el propósito de difundir la doctrina socialista entre la juventud obrera y de realizar la lucha contra el mi litarismo y la guerra. Editaron su periódico ¡Adelante!, cu yo primer número vio la luz en abril del año 1916. La di144
rección del Partido les fue hostil. Ella vio en las juventudes socialistas un puntal de la minoría marxista y, por eso, tra tó, en toda forma, de destruirlas. Por último, le dio el gol pe de gracia incorporando al estatuto una cláusula que pro hibía terminantemente pertenecer a un mismo tiempo a las juventudes y al partido” 69. Por eso, durante el Iller Congreso Extraordinario de ‘La Verdi’, el delegado juvenil Rodolfo Ghioldi pudo fundamentar su apoyo al proyecto de la minoría del Comité Ejecutivo (Ferlini-Penelón). Con un gran ímpetu revolucionario la Federación de Juventu des Socialistas preparó para los días 19 y 20 de enero de 1918 un Congreso Extraordinario, que resolvió reconocer como único partido socialista al Partido Socialista Interna cional70 . Otro sector que fue entrando o reingresando en el nue vo partido ha sido el de los activistas sindicales. La primera constancia que queda de una acción de frente único prole tario en que se encuentran los sindicalistas y la naciente tendencia intemacionalista (junto con otras fuerzas, desde luego), es el;Congreso de Concentración y primero de la CORA (Conferación Obrera Regional Argentina) del 27 y 28 de junio de 1914. El secretario general de la CORA era el sindicalista Sebastián Marotta, y por los gráficos con curre Penelón. Como consecuencia de este proceso, en abril de 1915 se reunifica un sector importante del gremialismo en el IX Congreso de la FORA. Los gráficos, quienes dieron una parte de sus cuadros fundadores al nuevo Partido, están en primera fila de este proceso, mientras La Vanguardia critica la reorganización proyectada71 Por fin, se abre un proceso en una parte de la masa so
PDF Compressor Pro cialista que lleva a la incorporación al Partido Comunista del grupo tercerista en febrero de 1921. Terminaba una larga y difícil etapa en la organización política proletaria y comenzaba otra todavía más difícil. Como signo de lo que habría que afrontar, estaba el yrigoyenismo. Digamos que, dentro de una confusión de con ceptos sobre la revolución, las clases, etc., el diario La Epo ca adoptó la actitud de alentar al nuevo partido: “A raíz de éstas desavenencias ya invencibles, se ha resuelto la or ganización de un nuevo partido socialista, que se denomi nará internacional, en el cual formarán parte los que no es tán de acuerdo con el sometimiento impuesto poy la oligar quía dominante en el actual (. . .) Esta nueva agrupación, que contará con elementos actualmente descollantes podrá naturalmente y con derecho contar para sí con las organi zaciones gremiales, hoy amenazadas ante el amago de esta irrupción que olvida el credo, la teoría de Marx y hasta el más elemental sentimiento de pudor y de consecuencia a los principios sociales que sustentaban su iniciación. “Es posible que con el ejemplo tan reciente de Rusia pueda prosperar (. . .)” 72 .
146
í
í !
NOTAS DEL CAPITULO VI 1 No tiene razón Puiggrós cuando afirma que “Lallemant (. . .) pronto se retiró de la actividad desengañado”. (Rodolfo Puiggrós: Historia crítica de los partidos políticos argentinos, 3a ed., vol. “Las Izquierdas y el Problema Nacional”, ed. Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967, pág. 51). El desarrollo de la actividad de Lallemant pue de consultarse en José Ratzer: Ob. cit., passim. 2 Pasó sus últimos tiempos vinculado a la organización comunis ta de Villa Urquiza, aunque con algunas expresiones de disconformi dad, aseguran informaciones orales recogidas por el autor. La fecha de fallecimiento está tomada del Esbozo de historia del Partido Co munista de la Argentina, ed. cit., pág. 9. 3 “Las Izquierdas y el Problema Nacional”, ed. Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967, pág. 51. El desarrollo de la actividad de La llemant puede consultarse en José Ratzer: Ob. cit., passim. 4 Redactado por la comisión del Comité Central, ed. Anteo, Bue nos Aires, 1947. 5 Rodolfo Puiggrós: Historia crítica de los partidos políticos argentinos, ed. Argumentos, Buenos Aires, 1956. (El estudio con cluye sobre el comienzo de la Segunda Guerra Mundial). Hubo una segunda edición, y la tercera, muy modificada, ed. Jorge Alva147
PDF Compressor Pro rez, Buenos Aires, 1965 en adelante, estuvo planificada en los si guientes volúmenes: I. Pueblo y Oligarquía; II. El Yrigoyenismo; III. Las Izquierdas y el Problema Nacional; IV. La Democracia frau dulenta; V. El Peronismo. Primera parte. Las causas; Segunda parte. El gobierno; Tercera parte. La caída; VI. La Clase Obrera y el Porve nir Argentino. Que nosotros sepamos, esta edición se interrumpió en 1969, con la publicación del volumen V, Primera Parte. A pesar de todo, nos referimos a ella, por ser la más completa de este autor. 6 Jorge Abelardo Ramos: El Partido Comunista en la política argentina, ed. Coyoacán, Buenos Aires, 1962. Para algunas referencias que no están en dicho libro hemos re currido a : i Jorge Abelardo Ramos: Revolución y contrarrevolución en la Argentina, ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1965, en dos t., tercera ed. 7 Juan José Real: Treinta años de política argentina, ed. Actua lidad, Buenos Aires, 1962. 8 Se trata de dos artículos firmados por Pablo Ibaíra (seudónimo admitido por Real) y titulados ambos “Del XI al XII Congresos del Partido Comunista”. Desgraciadamente, como fueron entregados por Real personalmente al autor, bajo la forma de separatas de la revista, no se han consignado otros datos de procedencia. 9 “ Historia del Comunismo en la Argentina” , en Temas Revolu cionarios, publicación del Partido Comunista (marxista-leninista) de la Argentina (ex Vanguardia Comunista), núm. 5, febrero de 1978. En una ‘Tresentación” la Revista dice que el artículo es original de Oscar Fleitas, “discutido y aprobado por el Comité Permanen te del Comité CentTal de nuestro Partido” y que se lo complementa con una parte inédita de un libro de Federico Paredes. 10 Pág. 7. 11 En Europa Occidental se han reproducido facsimilarmente pu blicaciones de la Internacional Comunista, o inclusive colecciones de documentos de algunos partidos en particular. Es conocida la rique148
za documental de las bibliotecas en Estados Unidos. Nada de ello existe en absoluto en nuestro país. 12 Dato comprobado personalmente por el autor. 13 Los Barthalón en realidad se apellidaban Barthalou, pero por esas adaptaciones tan propias de la afluencia migratoria y la escasez de registros, quedaron con la primera forma de escribir su apellido. (Información recogida directamente por el autor). 14 La posición del grupo justista acerca del movimiento juvenil puede verse en Juan B. Justo: Programa de acción para las Juven tudes Socialistas, ed. La Vanguardia, Buenos Aires, 1940. El texto ha sido completado y el título puesto por Repetto, ya que Justo murió antes de poder hacerlo. 15 Emilio Corbiére: “Origen del Partido Comunista Argent n o”, en Todo es historia, Buenos Aires, núm. 81, febrero de 19” .. P&ra esta parte cita Corbiére como fuente: José F. Penelón y ¿l socia lismo marxista en la República Argentina, por Ivonne Penelón (iné dito). 16 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 16 y 17, nota 18. 17 Emilio J. Corbiére: loe. cit. Allí hace referencia a la Historia del socialismo marxista en la República Argentina. Origen del Par tido Socialista Internacional. Informe dirigido a la Internacional Socialista y a todos los partidos socialistas. Buenos Aires, 1919, pág. 13. 18 Rodolfo Puiggrós: Ob. cit., t. 3, pág. 84. Se refiere a los casos Palacios y Ugarte que acaba de comentar. 19 Jorge Abelardo Ramos: El Partido Comunista en la política argentina, ed. cit., pág. 23. 20 Jorge Abelardo Ramos: Retiolución y contrarrevolución en la Argentina, ed. cit., t. II, pág. 215.
149
PDF Compressor Pro 21 Jorge Abelardo llamos: El Partido Comunista en la política argentina, ed. cit., págs. 20 y 21. 22 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 17, nota 20. 23 Emilio J . Corbiére: Ob. cit., págs. 12-18. 24 Esbozo de Historia 24 Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 17, nota 21. 25 Rodolfo Puiggrós: Ob. cit., pág. 84. 26 Información recogida directamente por el autor. 27 Nosotros, 28 de noviembre de 1918, en Noemí Ulla: La re vista “Nosotros”, ed. Galerna, Buenos Aires, 1969, pág. 51. 28 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 17 y 18. 29 Ricardo M. Ortiz: Historia económica de la Argentina, ed. Rai gal, Buenos Aires, 1955, t. II, págs. 324-326. 30 Puede consultarse al respecto: Félix Luna: Yrigoyen, ed. Rai gal, Buenos Aires, 1954, pág. 271 ss. 31 Emilio J . Corbiére: “ Origen del Partido Comunista Argen tino”, en Todo es historia, núm. 81, febrero de 1974. 32 “En agosto de 1917, a los fines de defender la posición marxis ta y. difundir el socialismo sobre la base de la lucha de clases y el in ternacionalismo proletario apareció La Internacional. “La Internacional era editada por una cooperativa de Edicio nes que se fundó en julio de 1917 y en cuyo núcleo inicial formaban Victorio Codovilla, Rodolfo Schmidt, José F. Penelón, Aldo Cantoni, Rodolfo Chioldi, Juan Ferlini, Juan Greco y otros. 150
“Su primer número apareció el 5 de agosto de 1917 y en su edi torial se pronunció por el socialismo revolucionario y contra Berns tein”. (Texto y nota del Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 18.) 33 Emilio J . Corbiére: Ob. cit., págs. 19 y 20. 34 “Integrado por el senador Enrique del Valle Iberlucea, y los di putados Juan B. Justo, Antonio de Tomaso, Enrique Dickmann, Mario Bravo, Nicolás Repetto, Augusto Bunge, Antonio Zacagnini, Angel Giménez y Francisco Cúneo”. (Texto y nota del Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 19). 35 Emilio J. Corbiére: Ob. cit., pág. 20. 36 Emilio J . Corbiére: Ob. cit., pág. 20. Lamentablemente el au tor no da mayores explicaciones sobre el proyecto Bunge, qupodrían ser de utilidad para ubicar su trayectoria posterior. 37 Ob. cit., págs. 20 a 24. Corresponde, con ligeras variantes, al texto del Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 16 y 20. 38 Texto y nota del Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 18 y 19. 39 Ibídem, pág. 20. 40 Aunque Ghioldi no considere preciso aclararlo, bueno es decir que Qpriani fue un antiguo dirigente socialista italiano, que estuvo muy ligado al desarrollo del socialismo argentino, sobre todo de su corriente de izquierda, la que se sentía unida a él por los ideales. En 1904 se realizó en Amsterdam el Congreso de la Segunda Inter nacional, Congreso en el que se consideró específicamente la primera gran coi^ecuencia del “revisionismo” o sea la participación de los so cialistas en los gobiernos burgueses. El delegado argentino fue Ma nuel Ugarte, quien relata así su regreso de Amsterdam: “( . . .) en el tren Cosmopolita, se sentó junto a mí Amilcare Cipriani, ya anciano, de ojos enérgicos y barba en punta. Demás está decir que conversa151
PDF Compressor Pro mos todo el viaje y el viejo luchador relató sus primeras batallas por la causa del proletariado. De repente, alguien le preguntó su opinión sobre los resultados de la gran asamblea. Sólo contestó, con tristeza: —No es la misma atmósfera de nuestra Primera Internacional. . . Y luego, como si tratara de atenuar el reproche: ¡Sonno vecchio!”. Atinadamente agrega Galasso que la atenuación cortés no impedía que Cipiiani tuviera razón. (Norberto Galasso: Ob. cit.,t. I, pág. 171). 41 Emilio J . Córbiére: “Orígenes del Comunismo argentino”, en Todo es Historia, núm. 8 1 , febrero de 1974, “ Recuerdos de Ro dolfo Ghioldi”, págs. 22 y 23. 42 “La proposición de Justo decía lo siguiente: ‘El Partido Socialista no quiere la ruptura de relaciones con nin gún pueblo; el Partido Socialista no quiere ninguna declaración de guerra. El Partido Socialista no quiere ninguna iniciativa parlamenta ria socialista referente a la guerra’ ”. (Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 22, texto y nota). 43 El propio Emilio J . Corbiére: “Orígenes del comunismo ar gentino”, en Todo es historia, núm 8 1 , febrero de 1974, pág. 12, dice: “Pero fueron dos figuras las que simbolizaron y sintetizaron el proceso que comentamos: Uno, escritor y poeta, Juan Ferlini; el otro, obrero y autodidacta, José Fernando Penelón. Injustamente olvidados, Penelón como Ferlini ocupan un importante capítulo del desarrollo socialista en nuestro país. “Un manto de silencio sobrecogedor cubre la memoria de José Femando Penelón. Cualquiera sea la interpretación que con respecto a su vida y obra política pueda formularse, Penelón fue una figura de relevancia en el socialismo argentino y latinoamericano. Su perso nalidad no puede ser soslayada fácilmente, como se ha hecho hasta ahora. En realidad el desconocimiento que sobre él existe sólo puede ser entendido con suspicacia. Los socialistas del viejo Partido Socialista nunca le perdonarían su heterodoxia de 1917. Los comu nistas (que tenían la obligación de recordarlo, aún críticamente, pa sada la lucha fraccional de 1927, en la que Penelón se separó del Par tido con un importante núcleo de militantes), también contribuye ron a su olvido y a silenciar su vida. Encauzado dentro de la línea del 152
socialismo revolucionario, Penelón coincidió con los principios y tác ticas del bolcheviquismo ruso, y por eso defendió entusiastamente la naciente República de los Soviets. “Fue fundador y director durante varios períodos de La Interna cional y de La correspondencia Sudamericana, las publicaciones marxistas leninistas más antiguas de América Latina. Escritor, perio dista, militante político, estuvo entre los dirigentes de la huelga grá fica de 1919 y formó parte del Comité Federal de la Federación Obrera Argentina. Se desempeñó como propagandista de la Interna cional Roja (ISR) y fue miembro del Comité Ampliado de la III In ternacional. Contribuyó en 1918 ala fundación del Partido Socialista Internacional, que a fines de 192Ó se transformó en Partido Comu nista. Penelón, junto al chileno Luis Emilio Recabarren, y el cubano José Antonio Mella, figura como iniciador del marxismo en América Latina. En abril de 1917, durante el Congreso Socialista realizado en el salón ‘Verdi’, defendió las mismas tesis que Lenin y los bolchevi ques sostenían sobre la guerra mundial, definiéndola como una gue rra imperialista. Su discurso sintetizó la posición intemacionalista del socialismo de izquierda”. (Emilio J . Corbiére: “Orígenes del' comunismo argentino”, en Todo es Historia, núm. 8 1 , febrero de 1974, pág. 12.) Para poner las cosas en su punto, refirámonos ex clusivamente a la fundación del Partido Comunista, ya que de la escición de 1927 y el posterior Partido Concentración Obrera hablare mos más adelante. No es cierto que “un manto sobrecogedor de si lencio” cubra a Penelón. El Esbozo (. . . ) oficial le dedica extensas porciones (cuyas opiniones pueden ser compartidas o no, pero ese es otro asunto). Pareciera como si Corbiére, influenciado por las conversaciones con Ruggiero Rúgilo (compañero de luchas y amigo de Penelón hasta la muerte de éste en 1954) y con Ivonne Penelón, hija del dirigente, hubiera perdido la base objetiva indispensable para juzgar los hechos. Y a partir de ellos, debe admitirse que la ver sión de Codovilla y sus admiradores es la más adecuada. Viene a cuento al respecto un episodio de 1942, en que es harto evidente que Codovilla no hace intento alguno por ocultar o velar la existencia del penelonismo, aunque —como era de suponerse—, se coloca abierta mente en oposición empleando figuras literarias no muy delicadas, pero se trata de juzgar, no su arte retórico, sino su posición política. “Eliminar de la política nacional al penelonismo aventurero y anti soviético” se titula el párrafo y en él se dice: “La desaparición de 153
PDF Compressor Pro grupos políticos sin principios como el de Penelón, y la atracción a los partidos democráticos de los elementos sanos que haya en ellos, es parte del saneamiento que debe realizarse en el campo de la políti ca nacional y representará un paso más hacia la rápida realización de la Unión Nacional”. (Victorio Codovilla: La Unión Nacional es la victoria, “La lección que hay que extraer de las recientes elecciones”, artículos publicados en el diario La Hora, de Bue nos Aires, en marzo dé 1942; ed. Problemas, Buenos Aires, 1943). Digamos de paso: a) que el marxismo había sido introducido en América décadas antes que lo emplearan Penelón, Mariátegui y Mella; b) que es una exageración igualar las posiciones de los marxis tas argentinos sobre la guerra mundial con la similar de Lenin. 44 Emilio J . Corbiére: “Orígenes del comunismo argentino”, en Todo es historia, núm. 81, págs. 14 y 15, “Conversando con Carlos Pascali”. Se trata de una entrevista concedida por Pascali a los ochenta y siete años, tiempo antes de su muerte. 45 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 23. En el mismo lugar, en nota al pie, se dice: “Car los Pascali, que participó en la fundación del Partido Socialista Internacional, fue expulsado poco después, por haberse descubier to su intervención en sucios negociados con agentes del imperialis mo alemán. Luego pasó a diversos partidos políticos hasta terminar abiertamente en el campo de la reacción clerical-fascista. Siendo pe ronista, en 1946, fue designado interventor de la Universidad de La Plata, donde se caracterizó por su odio contra los estudiantes y pro fesores democráticos.” Además de las contradicciones que saltan a la vista entre ambos textos, digamos que fue embajador peronista en Panamá y en la Unesco, luego de haber representado al gobierno ar gentino'en el Comité Permanente de Enseñanza Superior de la Liga de las Naciones (Véase Diego Abad de Santillán: Gran Enciclo pedia Argentina, Ediar, Buenos Aires, tomo VI. En el mismo ar tículo se dice que “su actuación ha sido objeto de graves denuncias”, sin dar mayores explicaciones). Aunque la divergencia y el episodio, estén lejos de ser aclarados, creemos que lo trascripto basta para afir mar: a) la heterogeneidad dentro de los propios internacionalistas; b) que con ellos confluyeron otrc» grupos centristas y de posiciones si 154
milares o fugaces para constituir una mayoría neta frente al núcleo y al bloque parlamentario). 46 Emilio J. Corbiére: Ob. cit., pág. 14.
47 V. I. Lenin: “Materialismo y empiriocriticismo”, en Obras Completas, ed. Cartago, Buenos Aires, Í9 6 0 , pág. 18. Hay muchas otras ediciones castellanas. 48 Emilio J. Corbiére: Ob. cit., pág. 14. 49 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 22. 51 Emilio J. Corbiére: Ob. cit., pág. 15. 52 Nicolás Repetto: Mi paso por la política (Tomo I. De Ro ca a Yrigoyen), Santiago Rueda editor, Buenos Aires, págs. 216-218. s3 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 20 y 21. 54 Nicolás Repetto: Ob. cit., págs. 219 y 220. ss Véase Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 22. 56 “Con motivo de esa actitud traidora de la mayoría de la direc ción del Partido y del grupo parlamentario, volvió a agudizarse la po lémica en el seno del Partido Socialista. “Contestando a los que les reprochaban que su actitud podía lle var el país a la guerra para servir a los intereses de los imperialistas angloyanquis, los parlamentarios sostenían que el contenido de la guerra no era ese, ya que no se podía ‘ignorar o mirar indiferentes el conflicto de principios políticos y morales que caracterizaba a la guerra’. “Y agregaban: “ ‘ ¿No continúa en la lucha la Rusia revolucionaria? ¿No han entrado en la contienda la gran democracia norteamericana para 155
PDF Compressor Pro combatir en nombre de la libertad y la paz, al lado de Inglaterra, sin papa y sin aduanas, y de la República Francesa?’ “Los dos miembros del Comité Ejecutivo pertenecientes a la co rriente marxista —Juan Ferlini y José F. Penelón— que luchaba con tra la guerra imperialista y por la vigencia de las resoluciones del ala izquierda del socialismo, hifcieron público un documento que des truía los sofismas del grupo parlamentario y de la mayoría de la di rección del Partido Socialista, demostrando sus contradicciones y probando con cifras y hechos que los Estados Unidos intervinieron en la guerra movidos por intereses económicos, que la Rusia revolu cionaria no tenía interés en la prosecución de la contienda (afirma ción ratificada más tarde por la elocuencia de los acontecimientos). ‘Hora es ésta de hablar sin reticencias —decía el documento de la corriente marxista. No podemos pagamos de simplezas ni discutir términos. En las declaraciones del grupo parlamentario socialista hay una cuestión de fondo. La guerra europea aceleró el proceso de los que se poponían modificar sustancialmente el método y la finalidad socialista. Cuando se afirma que no hay porqué temer ni repudiar la guerra si ella ha de hacerse al lado de una Inglaterra, sin aduanas y sin papa, pero con explotadores y explotados, se achica el conti nente y se agua el contenido de la acción socialista. Con ese criterio se justifica la actitud favorable a la guerra de todas y cada una de las mayorías socialistas de los países beligerantes de Europa. “ ‘Y aquí radica la cuestión de fondo. En tanto la Internacional Obrera y socialista se mantuvo en sus puestos de lucha sin contempo rizaciones y combatiendo la guerra en acuerdo internacional de loe trabajadores, adquirió firme personalidad y fue un enemigo temible de todos los opresores; en cuanto la Internacional Obrera y socialis ta transigió encerrando su posición en el círculo nacional y pactó con la ‘unión sagrada’ de los partidos bajo la presión de la guerra, pasó a ser una de esas ‘monadas’ políticas de que hablara no sin mali ciosa intención un diputado ‘literario’ en el parlamento argentino”. (Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., texto y nota, págs. 22 y 23).
57 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 2 3 , nota. 156
ít
58 Emilio J . Corbiére: “La fundación del P.C.”, en Todo es histo ria, núm. 106, marzo de 1976. Nómina y cita de págs. 8 y 9. 59 Redacción y citas mencionadas en Ibídem, pág. 9. Una historia completa del movimiento comunista argentino deberá llenar el hue co que deja la historia de los Cartey. Dice Corbiére (Ibídem , pág. 2 5 ): “Guido A. Cártey nació en Florencia, Italia, el 13 de octubre de 1875. Junto a su hermano Alfredo Gino, llegaron a nuestro país. Trabajaron primero en el campo y luego se radicaron en Buenos Ai res. Por esa época comenzaron a militar en las filas obreras y socialis tas. Guido Anatolio realizaría una amplia tarea como publicista y es critor, en tanto Alfredo Gino se dedicaría al periodismo combativo, llevando una vida romática, casi legendaria. “Guido A. Cártey fue redactor de Humanidad Nueva, la revista del Dr. Enrique del Valle Iberlucea. Publicó en 1916 Crítica Socialis ta, revista mensual de socialismo, y editó varias obras como ensayis ta, autor teatral y poeta. Algunas fueron ‘Campaña trágica’, ‘Por los caminos del mundo’ (poesías), ‘El forjador de visiones’, ‘La escoria’, ‘El dilema’, ‘La fiesta en la chacra’ (drama en 1 acto), ‘Su excelen cia’ (novela), ‘De la vida y del ensueño’ (cuentos), y ‘El padre Gerar do’. “Preocupado por los problemas sociales concretos se dedicó también a los problemas económicos, militando en la extrema iz quierda socialista. En 1918 acompañó al sector intemacionalista, liderado por Penelón y Ferlini, en la fundación del Partido Socialis ta Internacional, del que fue miembro del Comité Central en su pri mera etapa. Siguió el rumbo del comunismo argentino, alejándose de la política años más tarde. Hombre de una exquisita sensibilidad artística se dedicó a la música clásica, llegando a ser primer oboísta del Teatro Colón de Buenos Aires. Escribió varias partituras musica les y fue uno de los iniciadores de la Sociedad Wagneriana. Falleció en Buenos Aires, el 2 8 de marzo de 1935 a los 59 años”. Hasta aquí la cita de Corbiére. Podemos agregar algunos datos y reflexiones por cuenta propia. La revista Humanidad Nueva era órgano del Ateneo Popular (sociedad de extensión universitaria). Enrique del Valle Iberlucea integró la Comisión Directiva de dicho Ateneo y fue di rector de su revista hasta 1913, año en que fue electo primer sena dor socialista de América. Al renunciar a la revista no dejó de estar 157
PDF Compressor Pro vinculado a ella y al Ateneo, en cuya dirección participó por mu chos años más. Guido Anatalio Cártey se encargó de las notas inter nacionales de Humanidad Nueva hasta la división del Partido Socia lista. En el núm. 1 de la Revista de Filosofía de Ingenieros, Cártey se encargó ni más ni menos que de hacer el comentario de las Bases de Alberdi. Creemos pertinente esta nota para decir dos palabras sobre la Gran Enciclpedia Argentina, dirigida por Diego Abad de Santillán, que ya hemos mencionado algunas veces. Es notable cómo ha desa parecido casi toda mención de los políticos (comunistas, socialistas, anarquistas, sindicalistas) que fueron amigos de la Illa. Internacio nal y de la URSS. Así, si bien no puede omitir a Penelón o a Codovilla (de paso escribe mal el apellido de éste), no nombra a Ferlini, que como veremos fue el primer concejal comunista del continente, y de los Cártey habla —en el suplemento— de Alfredo Gino y para Guido Anatolio no hay ni una mención. Lo mismo pasa con el diri gente sindicalista y amigo de Yrigoyen, Julio Arraga, y a Gabriela de Coni se “distrae” y la ubica bajo su apellido de soltera, que práctica mente nadie conoce. Para nueve tomos de formato grande son mu chos olvidos. 60 Emilio J . Corbiére: “La fundación del P.C.”, en Todo es histo ria, núm. 106, marzo de 1976, pág. 11. 61 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 23. 62 Emilio J . Corbiére: “La fundación del P.C.”, en Todo es histo ria, núm. 106, marzo de 1976. 63 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 24. 64 Esta afirmación no es caprichosa. Fundamentando un reformismo liberal burgués desvergonzado Enrique Dickmann había sosteni do en el Iller. Congreso Extraordinario: “Siempre he creído, traba jadores y ciudadanos, que el Partido Socialista de la Argentina, por razones múltiples, tiene una doctrina y una acción superiores a mu chos partidos del viejo continente. Y esto sucede porque no tenemos 158
aquí tradición de ninguna clase, ni siquiera, socialista (hemos nacido a la vida política en un país de falta absoluta de toda tradición y nos hemos desarrollado en un ambiente que calificó bien Justo de inter nacional); han colaborado en la elaboración de nuestra doctrina y método de acción todas las mentalidades y todos los sentimientos, y por eso somos más capaces que muchos socialistas europeos y nor teamericanos; y sostengo que en el caso actual el Partido Socialista ha procedido con más inteligencia y valentía, con más sentimiento real de su responsabilidad que los partidos socialistas europeos y el norteamericano. Mientras a los partidos europeos loe acontecimien tos los han tomado de sorpresa, los han envuelto en su torbellino y los han paralizado en su acción, nosotros vamos al encuentro de los acontecimientos, tomamos al toro por las astas. . . ( Violentas y pro longadas interrupciones). No hemos querido permanecer neutrales e inertes ante los acontecimientos que nos amenazan, porque consi derándolos antes, muchas veces, se les puede evitar, y cuando ocu rren, ya se sabe lo que hay que hacer. Tal fue la actitud del grupo parlamentario. Esta es la razón por la que hemos opinado antes de que las cosas sucedieran. . (Enrique Dickmann: Democracia y socialismo, ed. S. Ponzinibbio, Buenos Aires, 1917, págs. 99 y 100). Por otra parte este orgullo contrarrevolucionario estaba sólida mente fundado. Pocos años atrás, dijo el mismo autor: “El estado actual de la guerra es de equilibrio de las fuerzas en lucha. Tal situa ción conducirá al agotamiento de hombres y recursos de los belige rantes si nuevas fuerzas internas o externas no vienen a inclinar el fiel de la balanza en uno u otro sentido. Una revolución interna —co sa improbable— o la intervención de una gran potencia neutral —co sa posible.” (Ibídem, pág. 84). Se trata de un artículo escrito a me diados de la guerra, antes de que estallara la división interna, pero —como se ve— preparándola. Lo típico de Dickmann es no creer en las revoluciones; antes de que se hagan, por lo que es revisionista; y luego de hechas, por lo que es contrarrevolucionario. 65 Reproducido en: Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 24 y 25.
v
f
66 Emilio J . Corbiére: “La fundación del P.C.”, en Todo es histo ria, núm. 106, marzo de 1976. Al comenzar esta extensa cita, el 159
PDF Compressor Pro autor da como fuentes: La Internacional, colección particular de Ruggiero Rúgilo. Y vuelve a referirse a la Historia del socialis mo marxista en la República Argentina. Origen del Partido So cialista Internacional; Informe dirigido a la Internacional Socia lista y a todos los partidos socialistas. Buenos Aires, 1919. 67 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 2 5 y 2 6 , nota 39. 68 En el Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argen tina, ed. cit., pág. 25 (epígrafe de lá foto) se aclara que Rodolfo Ghioldi no pudo integrar el Congreso fundacional del nuevo Par tido por encontrarse enfermo. 69 Ibídem, pág. 17, nota 22. 70 Ibídem, págs. 21 y 2 2 , nota 30. 71 Sebastián Marotta: El movimeinto sindical argentino, cit., t. II, págs. 1 5 4 ,1 7 7 y 178.
ed.
72 La Epoca, Buenos Aires, núm. del 8 de noviembre de 1917.
160
VII.- MARCHA POSTERIOR DEL PARTIDO SOCIALISTA Luego de la fundación del Partido Comunista, pueden distinguirse diversos jalones en la historia del socialismo en nuestro país, hasta que se fue conformando la situación ac tual. 1) Luego de la Revolución Rusa, y de la formación del Partido Socialista Internacional, se originó una poderosa corriente interna en el Partido Socialista, corriente que procuraba incorporarse a la tendencia mundial de transfor mar los partidos socialdemócratas en comunistas1. Veamos las fuentes: “En el seno del Partido Sociaüsta había crecido en el curso del año 192Ó una corriente que reclamaba la adhesión del Partido Sociabsta a la Illa Inter nacional. A mediados de ese año se organizó el grupo “Cla ridad”, que pubbcó su órgano propio para propiciar la adhesión a la Illa Internacional. A los partidarios de este grupo se los bamaba también “terceristas”. Llegó a ser tan importante que Repetto, para ganar tiempo —a manera de maniobra— propuso el envío de una delegación a Europa y a Rusia para estudiar el problema internacional y postergar
PDF Compressor Pro la decisión de la adhesión a la Illa Internacional después del retorno de esa delegación. “La dirección del Partido Socialista —siendo secretario Antonio De Tomaso —luchó con toda clase de medios con tra la corriente tercerista, cuyo líder principal era el sena dor Enrique del Valle Iberlucea. “El grupo tercerista no era homogéneo, sino que estaba compuesto por varias corrientes, una de ellas la tercerista consecuente, y las otras estaban formadas por elementos vacilantes, oportunistas en el fondo, arrastrados a la iz quierda por el movimiento de masas. Por eso, les preocupa ba más la unidad formal con la derecha socialista y la lucha por la dirección del Partido que la adhesión a la Illa Inter nacional2 . “En el Congreso del Partido Socialista realizado en Ba hía Blanca a fines de 1920, se rechazó la moción de la adhesión incondicional a la Internacional Comunista, por 5013 votos contra 3653. “Después del Congreso la dirección del Partido Socialis ta expulsó del Partido a centros y afiliados que participa ban en el grupo “Claridad”. Del Valle Iberlucea, encabe zando un numeroso grupo, declaró su acatamiento a la re solución de Bahía Blanca y se desolidarizó del grupo “Cla ridad”3 . “El grupo ‘Claridad’ realizó un Congreso los días 26 y 27 de febrero de 1921 para decidir su actitud. Participaron de este Congreso, entre otros, Carlos Mauli —uno de los fundadores del Partido Socialista, que murió en 1922 sien do afiliado al Partido Comunista— Silvano Santander, Jo sé Semino, Orestes Ghioldi, José P. Barreiro, Simón Scheinberg, Verde Tello, F. Nájera. José García y otros. “En el Congreso se encontraron dos corrientes: una, par tidaria de proponer al Partido Comunista la realización de 162
un Congreso de fusión con condiciones; y la otra, partida ria de ingresar sin condiciones al Partido Comunista. La primer corriente se inspiraba más en el maximalismo italia no que en los principios de Lenin. Por tanto, pecaba de verbalismo revolucionario4 . “El Congreso resolvió, en definitiva, la adhesión incondi cional al Partido Comunista, posición defendida por Carlos Mauli, Orestes Ghioldi, José García, Simón Scheinberg, Verde Tello y otros” 5. En otro trabajo se proporcionan datos complementa rios: “Hubo tres revistas ‘Claridad’. Una, la de Rodolfo Troncoso, que propiciaban los socialistas terceristas de su núcleo. Hubo otra que dirigió José P. Barreiro y tiempo después comenzó a publicarse ‘Claridad’ Tribuna del Pen samiento Izquierdista, dirigida por Antonio Zamora y que se editó durante largos años alcanzado notorio renombre en las letras nacionales y latinoamericanas, perdurando aún hoy la editorial que le diera origen” 6. Como ya hemos mencionado, el autor del artículo acla ra que “José Ingenieros apoyaba económicamente al grupo juvenil” (tercerista)7. Orestes Ghioldi señala que el Con greso de los ‘terceristas’ fue el llamado ‘Congreso de las Iz quierdas’. En él José F. Penelón, delegado del Partido Co munista, fundamentó las razones que finalmente iban a lle var al ingreso de los ‘terceristas’ al Partido Comunista8. Para terminar, vamos a copiar una semblanza de quien presidió el Congreso “tercerista” ; “Carlos Luis Federico Mauli nació en un hogar proletario en Tirol, el 8 de julio de 1852. Era de origen austríaco italiano. Ebanista de profe sión, modeló no sólo la madera, sino su propia vida, tem plado en la lucha política e ideológica. Este modesto obre ro, desde muy joven, se adhirió al socialismo marxista y se 163
PDF Compressor Pro vincularía —años después— con aquellos pioneros del mo vimiento obrero socialista en la Argentina. Se casó en Bur deos, Francia, con María Carolina Angélica Pouly, que le dio seis hijos. Llegaron a la Argentina en 1888 y, poco tiempo después, Mauli se puso en contacto con las oganizaciones obreras de orientación intemacionalista que fun cionaban en nuestro suelo, organizando dos agrupaciones de trabajadores extranjeros: ‘Les Egaux’ y el ‘Fascio del Lavoratori’. Fue orador durante el acto del I o de mayo de 1890, realizado en el ‘Prado Español’, Avenida Repú blica (hoy Quintana), frente a la Recoleta, el primero que se celebró en Buenos Aires. Contribuyó a la fundación de La Vanguardia y fue delegado —en 1986— al Congreso Constituyente del Partido Socialista. Años más tarde —en 1921— se unió a los terceristas, partidarios de la Revolu ción Rusa,y de la Tercera Internacional, que se separaron del PS y se unieron al Partido Comunista. Presidió el ‘Con greso de las Izquierdas’, celebrado en el Teatro Roma, de Avellaneda, durante el cual los terceristas decidieron ingre sar al PC. Falleció a los 70 años, el 6 de abril de 1923. Pe dro Romo, secretario general del PC, dirigió a sus familia res la siguiente carta: ‘Buenos Aires, abril de 1923. A la familia del compañero Carlos Mauli: En nombre del Comi té Ejecutivo del Partido Comunista y en el mío propio, for mulo el más sincero pésame por la desaparición del abnega do luchador por la causa proletaria, compañero Carlos Mauli, cuyo fallecimiento es para vosotros un pesar que compartimos y para el comunismo una sensible pérdida. Pedro Romo, Partido Comunista de la Argentina, Secreta ría del C.E.’ ” 9. 2) Concluido el episodio de la escisión “tercerista”, quedan sumamente fortalecidos —en el seno del Partido Socialista— los elementos francamente derechistas. Era 164
inevitable que, con el correr de los años, se deslindase una corriente concentrada en aquellos puntos de la línea parti daria triunfante que daban pie a una alianza desembozada con eUconservadorismo. Por lo tanto se preparó, y luego se efectivizó, una nueva escisión. (Juan B. Justo murió casi al mismo tiempo, lo que debilitó la capacidad de maniobra del núcleo dirigente). “Esta escisión de los llamados socialistas ‘independientes’ fue dirigida por el Secretario General del Partido, el dipu tado Antonio de Tomaso. (. . .) Fueron expulsados del Par tido ( . . . ) 11 diputados, 2 concejales y 109 afiliados. Los escindidos formaron el Partido Socialista Independiente, que en las elecciones de 1930 obtuvo 109.000 votos (con 10 diputados) contra 83.000 (y 4 diputados) del viejo partido10. Mientras tanto, el yrigoyenismo se aprestaba a presen tarse a las elecciones que le darían su segundo período pre sidencial. Una vez en la presidencia, Yrigoyen tuvo que afrontar diversas suertes de oposición. El socialismo in dependiente fue uno de los baluartes más enconados en tre tales adversarios. En su Historia oficial recuerda el Partido Comunista que los “líderes de esta corriente eran Antonio de Tomaso, Federico Pinedo, Héctor González Iramain y otros (. . .) Fueron la voz parlamentaria de la oposición al gobierno radical y participaron en el golpe de estado del 6 de septiembre (de 1930). Al acentuarse la orientación fascista del gobierno de Uriburu se propu sieron constituir una Federación Democrática (con los grupos radicales antipersonalistas y algunos sectores más o menos liberales del conservadorismo), tentativa que fraca só casi en su gestación misma, al reconstituirse la Unión Cí vica Radical sobre la base de la unificación de todas las ten dencias. Más tarde colaboraron con el gobierno de (Agus 165
PDF Compressor Pro tín P. Justo, del que fueron ministros Antonio De Tomaso (muerto en 1934) y Federico Pinedo” 11. Hay una opinión prácticamente coincidente en otro au tor: “En resument el Partido Socialista Independiente sur gió como puente entre el ala derecha del socialismo tradi cional y la derecha conservadora, en el afán de dotar a ésta cUTíina flexibilidad de maniobra más pronunciada en el es quema político del país. Cuando el Partido Sociabsta se aplicó a su tarea opositora a la europea —la comparación con la leal oposición de Su Majestad Británica no es mero juego de palabras—, que no excluía por supuesto la coo peración con el oficiabsmo en muchos asuntos12, la razón de ser de los socialistas independientes dejó de mantener vigencia. Y así, luego de su triunfo en las elecciones de la Capital Federal en 1930, alcanzan a tener 11 diputados en 1932, 6 en 1936 y 2 en 1937, con lo cual desaparecieron de la escena13. Hay —como anticipamos— otro punto en la trayectoria del Partido Sociabsta Independiente que - jo r lo menos en la documentación que obra en nuestro poder— no ha sido motivo de anábsis. Se trata de la existencia en su seno de una corriente de izquierda, amiga de la Unión Soviética y dispuesta a apoyar a las reivindicaciones proletarias. El eje de la mencionada corriente fue el doctor Augusto Bunge. La trayectoria de Bunge es oscilante14, aunque a medida que avanza el tiempo su solidaridad con la URSS se hace más marcada. Una consideración de la más rancia fuerza reaccioaria en el país merece ser reproducida: “En esta época (comienzos de la década del 30) el sector sociabsta independiente, a moción del diputado Bunge, amigo ínti mo de Botana15, presenta un proyecto a la Cámara de Di putados, de reanudación de relaciones con Rusia, circuns tancia que coincide con la actitud asumida por la ‘Yuyam•é.
166
torg”16 presentándose ante el Ministro de Agricultura Dr. De Tomaso solicitando la rehabilitación de la personería jurídica que el Gobierno provisional, con gran acierto le había retirado17. Bunge dedicó el último periodo de su vida a la defensa de la URSS y a la lucha contra el fascismo. Sobre el primer tema dictó una cantidad de conferencias y publicó el libro El Continente Rojo, sobre el racismo participó del congre so respectivo, y tuvo a su cargo el informa sobre “Causas generales del Racismo’18 . También cambió radicalmente su actitud hacia el Partido Comunista, al que se afilió, aunque no públicamente19 ..Falleció en 1948. Organizados fuera del Partido Socialista (la mayoría de ellos militaron luego en el conservadorismo o tendencias afines) los principales dirigentes del ala liberal prooligárquica, se facilitó que se desarrollasen nuevas tendencias de iz quierda. Por otra parte, la existencia de un ala izquierdista en el propio Partido Socialista Independiente no hizo sino alentar este proceso. Merece decirse, aunque no quepa desarrollarlo, que Fe derico Pinedo puede considerarse el representante de una tercera corriente (y no de la prijnera, aceptada como la única válida por la mayoría de los autores arriba citados), o sea la que buscó, desde un ángulo conservador, el acuer do con nuevas fuerzas que aparecían en la escena argen tina. Fue director del diario Libertad, socialista indepen diente, en la década del 30. Preso por antiperonista, des de la cárcel respondió al llamamiento a la reconciliación nacional que hizo Perón en 1954, y en años posteriores fue ministro en el gabinete del presidente Guido. Como se ve, no se trata de una línea que se interna y pierde en el conservadorismo tradicional, sino que, desde posiciones oligárquicas, intenta un encuentro con las nuevas fuerzas 167
sociales quPes^tn surgiendo. P sea que en elPartidoSocialista Independiente tendríamos una corriente derechista-conservadora al estilo tradicional,-' una centrista y otra con matices izquierdistas. Por lo cual no es descabellado pensar que, amén del fracaso de la democracia fraudulenta, el choque no resuelto entre dichas tendencias pudo colF tribuir a la desaparición del PSI de la vida política argen tina. Recordemos que, en su conjunto, el Partido Socialista Independiente desempeñó un papel dual: por una parte terminó apoyando en lo esencial la política gubernamental! Por otra se constituyó en crítico de puntos lamentables de ésta, y hasta llegó a sostener posiciones progresistas. En el primer aspecto baste con decir que apoyó a los gobiernos de Uriburu y Justo e integró la tristemente célebre Cflncoij; dacia de partidos que, en el segundo de los nombrados, sos tuvo el fraude conservador y los gobiernos surgidos de él. Pero es menos conocido (y la mayoría de los autores omi ten referirse a ello) que también adoptó posiciones que coincidían o convergían con las de la oposición. Luego de las elecciones del 5 de abril de 1931, que die ron un abrumador triunfo a los radicales en la provincia de Buenos Aires, y luego fueron anuladas, se sumaron a las voces discrepantes: “Pero los resultados del 5 de abril ha bían provocado inquietud en los otros partidos: el Socialis ta Independiente había reclamado elecciones generales “Se clausura (en 1931) La Vanguardia y el órgano so cialista independiente”21. “En junio (1932), los rumores sobre un golpe de estado militar de orientación fascista, habían crecido hasta tomar estado público. Tanto, que Alfredo L. Palacios concurrió a la Casa de Gobierno para transmitir al presidente la in 168
quietud de los sectores democráticos del país, ante tales especies. Para protestar su decisión de no permitir el ad venimiento de hechos como los que se rumoreaban, se or ganizó un gran acto al que adhirieron el partido Socialista, el partido Sociabsta Independiente, el partido Demócrata Progresista, la Unión Cívica Radical Ántipersonabsta, la Unión Cívica Radical Antipersonabsta de Entre Ríos, la Confederación General Universitaria y la Federación Uni versitaria Argentina”22. Como se ve, el Partido Sociabsta (y el Demócrata Pro gresista), no vacilaban en participar en actos conjuntos con los sociabstas independientes. En la práctica se trataba de la lucha por cubrir una misma franja de la ciudadanía y, más concretamente, del electorado. En las elecciones frau dulentas a presidente, gobernadores y legisladores de 1931 se formó la Abanza Demócrata-Sociabsta (Partido Sociabs ta y Partido Demócrata Progresista) la que, a pesar de la abstención radical, se presentó sosteniendo la fórmula Lisandro de la Torre-Nicolás-Repetto. El grupo derechista en caramado en la dirección del Partido Sociabsta desempeñó un papel que no lo diferenció mucho del socialismo inde pendiente. Dice el por entonces jefe del Partido Sociabsta: “La pro clamación de la fórmula abancista tuvo lugar el día 12 de septiembre de 1931, en el teatro Cobseo y ante un púbbco numerosísimo. En el discurso que pronuncié en mi carácter de candidato a la vicepresidencia, me referí y comenté cier tos escrúpulos de conciencia que había debido vencer mi compañero de fórmula para aceptar una candidatura de la que había sido excluido por el gobierno ‘de facto’ el Partido Radical” 23 . Tan lamentable papel no le traba para afirmar, páginas después: “Impedidos los radicales de pre sentarse a los comicios con candidatos propios, las eleccio 169
PDF Compressor Pro nes de presidente y vice del año 1931 fueron las más frau dulentas de cuantas se habían realizado en el país y sirvie ron para dar una apariencia de legalidad a la usurpación del poder que se hacía en beneficio del candidato radical (sic). En estas elecciones, decididas por un general para favorecer a otro general, el oficialismo acentuó al máximo el régimen de fraude sistemático y la restricción de derechos y liberta des de los ciudadanos sufrió una seria agravación”24 . 3) Juan B. Justo murió en 1928. Casi toda la década del 30 se caracteriza por una nueva lucha contra la izquierda, poniéndose al frente de la fracción dirigente, derechista, Repetto, Dickmann y Américo Ghioldi, La posición derechista se"ve reforzada porque —frente a la abstención radical—los socialistas obtienen una represen tación parlamentaria sin precedentes: dos senadores y cua renta y ocho diputados en el orden nacional, más legisla dores y conséjales en las provincias y municipios25. Luego de recordar los síntomas de luchas proletarias y de otros sectores contra el fraude y la represión oligárqui ca, señala el Partido Comunista: “Este despertar del desa rrollo del movimiento obrero y de la actividad democráti ca y antifascista, tuvo su repercusión en el seno del Partido Socialista, en el que nació una corriente de izquierda favo rable al entendimiento con los comunistas para la forma ción del Frente Popular. Esta corriente tenía como líder al compañero Benito Marianetti e intervenían en ella Ernesto Giúdice, Rodolfo Aráoz Alfaro y otros”. A renglón segui do se agrega: “Estos compañeros, al comienzo de su actua ción como izquierda del Partido Socialista, tuvieron acti tudes confusas, pero luego se fueron orientando decidida mente a favor de la Unión Soviética y de la unidad de ac ción con los comunistas, para la lucha común contra el fascismo y contra el imperialismo. 170
“Ernesto Giúdice ingresó en el Partido Comunista pro veniente del grupo de izquierda Caiice. En su escrito pi diendo afiliación reconocía al Partido Comunista como el único Partido obrero del país, e invitaba a los demás com pañeros de su grupo a imitar su ejemplo. Mientras tanto, los demás camaradas de la izquierda socialista se organiza ban alrededor de la revista Izquierda, que dirigía, entre otros, Marianetti, y que desembocó en la escisión del Par tido Socialista Obrero. En (1935), Benito Marianetti, to davía en el interior del Partido Socialista, coincidiendo con la posición unitaria de nuestro Partido, escribía un traba jo sobre Frente Popular. En el Congreso del Partido Socia lista del año 1935, obtuvieron la mayoría los partidarios del Frente Popular. Pero una vez más los viejos dirigentes de rechistas, en vez de aplicar la decisión del Congreso prepa raron la expulsión del Partido de los elementos unitarios (. . .)”26. A renglón seguido, el texto que estamos mencio nando habla de las sucesivas crisis internas del Partido So cialista Obrero (con adjetivos cuya verdad o error no es del caso analizar aquí). Recuerda la separación de Joaquín Coca, de Mateo Fossa y B. Fiorini y concluye sobre el Partido Socialista Obrero: “(. . .) y terminó disolviéndose. Sus mejores hombres ingresaron a las filas del Partido Co munista”. Cabe aclarar, con respecto al primer episodio menciona do (Giúdici y el grupo Cauce) que existen opiniones funda das que sostienen que la política izquierdista seguida en ese entonces por la dirección del Partido Comunista im pidió el desarrollo natural de la corriente de izquierda de Cauce y forzó la adhesión individual de Giúdici, cortando las posibilidade de un tránsito posible de la mayoría de las juventudes socialistas y de un sector importante del propio Partido Socialista27. 171
PDF Compressor Pro Es notable la falta de seriedad y las discrepancias que se notan en los juicios a posteriori sobre el Partido Socialista Obrero. Su jefe, Marianetti, ya incorporado al Comité Cen tral del Partido Comunista (hecho que oficialmente data de 1942), escribía en 1964: “El Congreso de Santa Fe (del Partido Socialista), celebrado en 1935, demostró hasta qué punto había cundido el descontento en el seno de las masa de afiliados. (. . .) “Si bien en este Congreso no se impuso la izquierda, acusó una gran combatividad y fue respaldada por casi el cuarenta por ciento de la Asamblea. El error sustancial cometido por esta corriente en esa reunión consistió en haber adoptado un programa muy extremista y sectario y en haberse colocado en franca actitud de ruptura con la dirección partidaria. Esa ruptura no se produjo por el mo mento, pero ya estaban dadas las condiciones para ello. “En congresos posteriores la izquierda socialista fue au mentando su prestigio partidario y logró derrotar en algu nas ocasiones las posiciones de Nicolás Repetto. Sin em bargo, el mismo error sectario que la caracterizó desde sus comienzos, (malogró) una mayor expresión organizada y programática del movimiento” 28. Como se ve, hay más de un punto en que la versión de Marianetti no concuerda con la del Esbozo (. . .). Además, hay varios episodios a los que eluden toda re ferencia, tanto el Esbozo (. . .) oficial como el mencionado libro de Marianetti, jefe indiscutido del socialismo obrero. Veamos un botón de muestra: “Las elecciones de 1938 en contraron al radicalismo confundido y desanimado. (. . .) en Mendoza había conformado una lista mixta con el Par tido Socialista obrero (. . .)” 29. A todas luces no se trata de un asunto sin importancia. En cambio, Marianetti men ciona algún hecho que no figura en el Esbozo ( . . . ) : “Con 172
,
currió a una sóla elección en la Capital Federal, al año de haberse fundado, obteniendo más o menos los mismos votos que el Partido Socialista, el que, a raíz de esta división, no obtuvo representantes parlamentarios. “En Mendoza se mantuvo la organización partidaria hasta 194330, habiéndose obtenido representaciones en los cuerpos colegiados”. Puede deducirse fácilmente de los textos disponibles, que la lucha interna en el socialismo obrero fue encarniza da: “Pero este movimiento de izquierda tuvo los mismos vicios y fallas que todos los movimientos de izquierda. Ca recía de hom ogeneidad y cohesión. Si bien existían en él puntos de vista coincidentes había también discrepancias sustanciales. — “Así, por ejemplo, mientras en el caso de los socialistas de izquierda de Mendoza, se adoptaban actitudes unitarias esaba un franco deseo de trabajar en forma unin los comunistas, no obstante las resistencias que hubo que vencer en este sentido; en algunos núcleos izis de la Capital Federal y de otras partes, había, )io, posiciones antiunitarias y anticomunistas La gravedad de las discrepancias obligó a una interven ción especial de Victorio Codovilla, ya en tren de asumir su posición de líder de los comunistas argentinos32. No hemos conseguido documento alguno que explique la posición de los así criticados, pero algunas opiniones ver bales33 , emitidas por un relevante dirigente del Partido So cialista Obrero, quien luego se afilió al Partido Comu nista, sostienen que fue un intento de integrar el marxis mo-leninismo con la realidad nacional. Hasta donde es po sible formarse un juicio, parece que los errores ya adverti dos en la línea y la acción del Partido Comunista se suma *»
173
PDF Compressor Pro ron a fallas del núcleo socialista obrero, frenando o des viando este esfuerzo, por lo que la crítica de Codovilla, luego recogida por Marianetti, sin ser completa ni satisfac toria, parece ser la que estaba mejor orientada en política. Tampoco hay que dejar de considerar la opinión de Jor ge Abelardo Ramos, según sus propias palabras testigo pre sencial de los acontecimientos. De acuerdo con su relato, la dirección de Repetto y otros había sistematizado el fraude internó. ~La denuncia del mismo fue el detonante que abrió paso a las corrientes de izquierda, llevándolas a constituir el Partido Socialista Obrero en 1937, que —según Ramosinyectó “a su prédica un marcado tono antiimperialista” 34 . Ramos señala entre otros a CarlogMaria Bravo, Joaquín Coca y Miguel AJnamuno como “socialistas nacionales” dentro del Partido Socialista Obrero35. A esta altura, el Partido Socialista estaba llegando al punto en que iba a declinar irremediablemente. Tocaba a su fin el ciclo “británico” de la dependencia argentina, mundialmente la guerra y el triunfo antifascista iban a dar i uríTuievo impulso a la expansión del socialismo y alenta rían a las burguesías nacionales de diversos países para que adoptasen actitudes de mayor independencia frente a la dominación y hegemonismo imperialistas, y —por fin— en nuestro país se iba a desarrollar el peronismo, capaz de ab sorber y desarrollar aspectos reivindicativos _d eja prédica socialista y empalmarlos con banderas de liberación nacionaT. Mientras, el grupo dirigente del Partido Socialista se internaba en el antiperonismo y en el anticomunismo más furiosos. ^="4) En el proceso de formación del peronismo, numero sos cuadros y militantes socialistas se incorporaron al pero nismo, ya a través del recién nacido Partido Laborista, ya a través de la CGT, o directamente. 174
Entre el puñado de hombres que acompañó a Perón des de los momentos iniciales en la Secretaría de Trabajo y Previsión se encontraba Atilio Bramuglia. “Se trataba de un ex socialista, íntimo amigo del inolvidable Mario Bravo y largo tiempo asesor letrado de los ferroviarios. No era di fícil advertir que Bramuglia era una personalidad de inten so talento, y él llevó a muchos de sus amigos a la flamante Secretaría”36 . Cuando Perón llegó a la Presidencia, Bramu glia ocupó durante algunos años el Ministerio de Relacio nes Exteriores. Un caso diferente es el de Angel Gabriel Borlenghi. Ha cia 1943 era líder de los empleados de comercio y uno de los principales dirigentes de la CGT numero 237. El 16 de octubre de 1943 los diarios publicaban una declaración —en escencia opositora— que decía: “Sintetizamos esa posicÍQtt_en los siguientes términos: democracia efectiva por medio de la fiel aplicación de todas las prescripciones de la Constitución Nacional y solidaridad americana por el leal cumplimiento de los compromisos internacionales firma dos por los representantes del país” 38. Entre las muchísi mas firmas de radicales',Conservadores, socialistas y perso nalidades de la política y la cultura tradicional, figuraba la de Borlenghi. Pero posteriormente Borlenghi apoyó a Pe rón y fue su Ministro del Interior. “Otros hombres del Partido Socialista —como Alfredo Fidanza— lo siguen (a Perón) por un tiempo, pero después vuelven a su agrupación. El 22 de abril de 1944 la Confe rencia Internacional del'Trabajo, reunida en Filadelfia, ha bía expulsado al delegado argentino Fidanza como repre sentante de un gobierno totalitario. (. . .) Otro socialista^ José Domenech, antes que nadie, bautizó a Perón como el prim er trabajador”39 . Algún otro grupo de socialistas o amigos de dicha ten 175
PDF Compressor Pro dencia se nueleó en torno del diario Democracia40 y sobre todo de El Líder, al frente de cuyo equipo estaba Borlenghi. Hay otros casos que se mencionan, para sostener que el Partido Socialista no se mantuvo inconmovible en el feroz . antiperonismo de su dirección, y que las tentativas de acerj¡I camiento al partido mayoritario surgieron de los círculos | de izquierda socialista. Pongamos un ejemplo? “ E n l9 4 t) f eTgrupo de hombres que se reunió tras el periódico Él Ini ciador, con A. Orilla Reynal, José Luis Romero, Julio V. González, Adolfo Rubinstein, David Tieffenberg y Dardo Cúneo y en 1950 el planteo hecho por Julio V. González en el Congreso Nacional del Partido Socialista indicaban que la izquierda se apercibía, cuánto de política circuns tancial había en la lucha entre el peronismo y lo que se en globaba en el antiperonismo, y cuánto de proceso profun do y de envergadura encerraba el régimen, como plantea miento de nuevos factores esenciales dentro de la conste lación sociológica del país”41. Desde luego, no se trata de tomar al pie de la letra todo lo que se dice, pero sirve para mostrar el afloramiento de una cierta tendencia. Pero, en ningún caso, estos trasvasamientos importantes del Partido Socialista al peronismo llegaron a configurar una ruptura, hasta que se logró arrancar a uno de los com ponentes del núcleo central del Partido Socialista, Enrique Dickmann, y formar en su torno el Partido Socialista de la Revolución Nacional, que incluía nuevos conversos del vie jo tronco socialista42 , más algunas fracciones de origen trotskista (como las capitaneadas por Nahuel Moreno y Jorge Abelardo Ramos). Según la contratapa del libro ya mencionado de Alfredo López, el grupo socialista que se sumó al efímero Partido estaba integrado, además del mis 176
mo López, por José Oriente Cavalieri, Carlos María Bravo, Dionisio Losada, Juan Unamuno y otros43 . En cambio, uno de los integrantes de origen trotskista de dicho partido, explica así las cosas: “En una desespera da tentativa de salvar su régimen, Perón abrió a último momento la posibilidad de dialogar con los escasos ele mentos de izquierda que apoyaban algunos aspectos de su política. De esta manera nacía el Partido Socialista de la Revolución Nacional, aunque trabado por el buro cratismo y la dependencia del borlenghismo. (Después de 1955) editó el semanario Lucha Obrera (. . .) clau surado en febrero de 1956”44 . Hay otra tentativa paralela: “El alejamiento de Dar do Cúneo dio origen a la formación de una suerte de gru po fabiano45, que actuó con el nombre de Acción Socia lista. Su posición dentro del partido ya había perfilado las características de esta disidencia, desde 1940, cuando en plena guerra las juventudes editaban el periódico Futuro, donde sostenían que dentro de la guerra se estaba libran do otra por la liberación de los pueblos. El mismo gru po editó luego el periódico Cuadernos de mañana por un corto período. Desde sus páginas se procuraba dar contenido nacional al sociabsmo, pero la adhesión a prin cipios clasistas determinó una incongruencia doctrinaria que lo esterilizó (. . .). Expulsado Dardo Cúneo, el resto del grupo fue separado a raíz de la pubbcación de un edi torial en el que, bajo el título de ‘Ni bombas ni incendios’, referido al criminal atentado de Plaza de Mayo, en el que murieron varios trabajadores, y a los incendios de los co mités políticos que lo siguieron como réplica, se hacía un bamado a la concibación nacional. Este movimiento no tu vo otra trascendencia que señalar una posición disidente de tendencia nacional”46. 177
PDF Compressor Pro 5) En 195§ycomienza_ostensiblemente el proceso de disgregación del socialismo. A fines de 1957 se retira del Congreso Partidario —en Córdoba—la fracción “ghiaklista’ (por Américo Ghioldi). Quedan entonces dos troncos prin cipales: el Partido Socialista Democrático (con los “ghioldistas” a su cabeza) y el Partido Socialista Argentino, que lleva a ju último triunfo electoral a Alfredo L. Palacios, fin 1961 se separa de éste último el Partido Socialista Ar gentino de Vanguardia. Se suceden —en adelante—divisio nes, subdivisiones, reagrupamientos, incorporación de nue vas fuerzas (la más notable es la incorporación de la ten dencia estudiantil MNR al Partido Socialista Popular) y fu siones (como la que se produce entre los trotskistas segui dores de Nahuel Moreno y los restos del Socialishio Argen tino agrupados detrás de Coral, para formar el Partido So cialista de los Trabajadores47. No cabe creer que esta disgregación es irreversible. Hay una tradición socialista en el país y una corriente que se ubica en sus posiciones. No es posible profetizar el curso final que tomará el actual proceso de atomización socialis ta, más cuando hay ejemplos internacionales que, en algún caso, muestran que dicha dispersión no se pudo evitar, mientras en otros se invirtió el proceso, y con resultados bastante buenos para el movimiento socialista48 . Asistimos a un panorama de fragmentación extendido. La otra cara de la misma moneda, es que infinidad de gru pos y personas aisladas buscan reunificarse bajo las hoy ali caídas banderas del socialismo. La congelación oficial de las actividades político-partidarias hace que estos procesos transcurran, por regla general, por cauces subterráneos. La incipiencia y la clandestinidad tornan todavía más oscuras las posibilida 178
des de efectuar cualquier apreciación fundada sobre el cur so partidario del socialismo. 6) Un tema que afecta directamente a la materia que es tamos tratando, es la difusión de ideas socialistas en otras corrientes políticas, produciendo alas y escisiones, según los casos. Desde la formación del movimiento peronista hubo un ala que buscó darle formas socialistas (o sea no rigurosa mente marxistas y con una alta dosis de preocupación na cional, que tomó una exteriorización nacionalista). Su ex presión más importante fue el Partido Laborista, principal apoyo electoral de Perón en 1946. Sus dirigentes más des tacados fueron Cipriano Reyes, Luis F. Gay (a la vez secre tario general de la CGT) y Walter Beveraggi Allende. En el trámite de unificar en un único partido todas estas fuerzas, ellas desaparecieron49. El Líder era un vocero sindical bajo la dirección de Borlenghi, por lo que entra de lleno en el tema que estamos abordando. Pero también hay que considerar el caso de Democracia, diario que en su primer período tuvo por mentor a Mauricio Birabent50. La ideología de Birabent era —a grandes ragos—xgeórgista5tA Luis F. Gay se afilió por un tiempo al Partido sodáTAgrario, pero “en 1971, por necesidad de hacer política, se afilia a la Unión Cívica Ra dical y es elegido delegado a la Convención Nacional del partido, habiendo terminado su mandato este año” 52 . Esto no quiere decir que en el seno del recientemente creado Partido Peronista dejara de existir la corriente de iz quierda, con matices pronunciadamente socializantes. Aun que falta mucho por hacer para tener un estudio sistemáti co de ella, bástenos recordarla en torno de un nombre: John William Cooke53 ; desde 1946 a 1952, fue diputado nacional peronista; un par de años después dirigió la re 179
PDF Compressor Pro vista^De Frente J e n la que se integraron miembros del “ala izquierda” del peronismo; se opuso al contrato petrolero con la California Argentina: “(. . .) me opuse al contrato con la California por entender que era un mal precedente, y que no era ése el camino para lograr el autoabastecimiento; con el agravante de que podía desviar al Movimiento de otras posiciones de profundo contenido revoluciona rio” 54 . (Hay que aclarar que, junto con la izquierda parti daria, se oponían al proyecto los diputados obreros, lide rados por Amado Omos, y un sector nacionalista tradicio nal, con figuras como Cornejo Linares). Más adelante —ju nio de 1955— Perón lo designó interventor del peronismo en la Capital Federal, de manera, que al producirse, a fines de 1955, el desbande de las autoridades partidarias, Cooke quedó prácticamente al frente de la organización peronista y —luego de fugarse de un penal en el Sur—apareció como protagonista del acuerdo que llevó a Frondizi a la Presiden cia de la República55. Luego, bajo la influencia de la Revolución Cubana, importantes sectores peronistas se radicali zan y adoptan explícitamente el socialismo como meta propiaS6. Así nace, bajo el liderazgo de Cooke, la Acción R^v^icionari ¡^Peronista J a que junto con otras varias en tidades va conformando lo que se llama la “Tendencia” dentro del peronismo, que confluye con sectores de sindi calistas, en particular la CGT de los Argentinos57, y con grupos que actúan en el terrorismo urbano, en especial las FAP y los “Montoneros”. Aunque los resultados no sean recomendables, no se puede dejar de recordar la adhesión al peronismo de gru pos surgidos del socialismo, como el Partido de la Vanguar dia Popular, con dirigentes como Abel Alexis Latendorf, y otros similares. Tampoco puede olvidarse que buena par te de esa izquierda peronista desplegó, como elemento de 180
identificación, y para apoyo de los montoneros, la consig na de “patria socialista”. 7) En los momentos de escribir estas líneas, se produce otro hecho sumamente importante en relación al tema que estamos abordando. La UCR, repreesentada ni más ni me nos que por su presidente, Ricardo Balbín, ha comenzado a participar de las actividades de la Internacional Socialis ta (hablamos del año 1978). Como es costumbre eñ dicho partido, ha producido escasa documentación al respecto, pero la participación de Balbín en una reunión convocada por dicha internacional en Caracas, asume dimensiones inu sitadas58 .
181
PDF Compressor Pro
NOTAS DEL CAPITULO VII 1 Muchos e importantes partidos socialistas votaron mayoritariamente por la incorporación a la Internacional Comunista o Ter cera Internacional, y fueron la base para el posterior desarrollo de los partidos comunistas en sus respectivos países. Sucedió así en Sudamérica con los de Chile y Uruguay, en Europa con los de Fran cia, Italia y Bulgaria, entre otros. 2 En realidad, hubo una pujante tendencia que desde el comien zo fue intemacionalista. A tal punto lo fue, que una parte conside rable de sus efectivos se afiliaron al Partido Socialista con el obje tivo preestablecido de solidarizarse con la Revolución Rusa. Un ejemplo notorio está en el centro socialista de la 5 a sección, en la Capital Federal, y en especial en la biblioteca Esteban Echeverría, dirigida por militantes Socialistas. En estas organizaciones se hizo sentir fuertemente la influencia de los partidarios de Lenin, entre los que se puede mencionar a los hermanos Ghioldi. Rodolfo fue fun dador del Partido Socialista Internacional y Orestes —como puede verse en la cita— fue dirigente de la corriente intemacionalista. (In formación recogida directamente por el autor). 3 “A pesar de esta actitud, por el discurso que pronunció del Va lle Iberlucea en el Congreso de Bahía Blanca a favor de Rusia, el Senado de la Nación votó su desafuero el 30 de julio de 1921 por 17 votos contra 5, a pedido del juez Marengo, de Bahía Blanca. Su 182
defensa fue una notable pieza jurídica, pero no revolucionaria. Poco tiempo después, el 26 de noviembre de 1921, falleció.” Nota del Es bozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 45. 4 El “por tanto” corre por cuenta de los autores del Esbozo. Es cierto que hubo verbalismo revolucionario, y mucho, en la co rriente maximalista italiana. Pero también hubo un grupo (L ’Ordine Nuovo) que desplegó un inmenso esfuerzo por integrar el marxis mo-leninismo con las luchas sociales de Italia, cuyo máximo expo nente fue Gramsci. Al respecto pueden consultarse: Gramsci: Las varias obras mencionadas anteriormente; Palmiro Togliatti: Gramsci, Milano-Sera editrice, Milán, 1949. Palmiro Togliatti: II partito comunista italiano, Editore Reuniti, Milán, 1961. Storia della sinistra comunista. 1919-1920, edizione il programma cojnunista, 1972, Milán, dos tomos. (En este trabajo puede verse el punto de vista de los sectores ultraizquierdistas). Hacia una sociedad de productores, ed. Argonauta, Bue j s Ai res, 1921. (Compilación y prólogo sobre la lucha de ide?i en los organismos de la revolución proletaria en Italia.) (Publicación anar quista con un artículo de Togliatti). 5 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., págs. 45 y 46. 6 Emilio J . Corbiére: Todo es historia, art. cit., núm. 8 1, febrero de 1974, pág. 21. 7 Ibídem, ídem. 8 Ibídem, núm. 106, marzo de 1976. Otras versiones, coincidentes en líneas generales, pueden verse en: Dardo Cúneo: Juan B. justo y las luchas sociales en la Ar gentina, ed. cit., pág. 403 ss. Enrique Dickmann: Recuerdos de un militante socialista, ed. La Vanguardia, Buenos Aires, 1949, cap. VII, Las escisiones en el Partido Socialista.
PDF Compressor Pro 9 Emilio J . Corbiére: “La fundación del P.C.” en Todo es histo ria, núm. 108, marzo de 1976, pág. 14. Nótese que en el Esbo zo ( . . . ) oficial se da como fecha de fallecimiento 1922. 10 Víctpr Alba: Ob. cit., pág. 139. En todos los aspectos refe ridos al Partido Socialista Independiente, Alba sigue a: Enrique Dickmann: Recuerdos de un militante socialista, y a Joaquín Co ca: El contubernio. Memorias de un diputado obrero, ed. Cla ridad, Buenos Aires, s.f. (Hay una edición posterior de Coyoacán, Buenos Aires, 1961). Por comodidad para la exposición, citamos so lamente el texto de Alba. 11 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 70, nota. 12 “Nicolás Repetto, en posición contraria a los convenios bila terales (con Gran Bretaña), llega a decir en la discusión del tratado Roca-Runciman: ‘Desde luego, nuestro voto no implicará un repro che a la gestión diplomática realizada en Londres por el doctor Julio A. Roca. Manifestamos, y lo hemos declarado públicamente, nues tra adhesión por la forma tan discreta, por la perseverancia realmente ejemplar y por la alta dignidad que nuestra representación ha sabido mantener en todo momento en el ejercicio de su elevado mandato’. (Diputados: Diario de Sesiones, sesión del 18-VH-33, pág. 2 8 5 )”. 13 Alberto Ciria: Partidos y poder en la Argentina moderna (193046), Jorge Alvarez editor, Buenos Aires, 1964, pág. 147. 14 Bunge integró el grupo parlamentario que se opuso al internacio nalismo, pero con contradicciones. Ya en pleno debate entre mayo ría y minoría, en la sesión del Comité Ejecutivo del Partido Socialis ta del 19 de abril de 191-7 “el diputado Bunge se abstuvo por no es tar de acuerdo con ninguna de las dos proposiciones. (La Vanguardia, núm. 351 del 20 de abril de 1917). 15 Director de Crítica (N. del A.) 16 Sociedad comercial soviética. (N. del A.) 184
17 Comisión Popular Argentina Contra el Comunismo: El comunis mo en la República Argentina. Historia, desarrollo y organización, informe dactilografiado, Buenos Aires, 1932, firmado por Carlos M. Silveyra y Raúl Oliver de Tezanos, pág. 22. Se trata de un típico li belo policial, con datos e informes de prontuarios represivos, que luego fueron incorporados —en su casi, totalidad— a los documentos de la tristemente célebre comisión anticomunista presidida por Ma tías Sánchez Sorondo. Al respecto puede consultarse: Honorable Se nado de la Nación: Represión del comunismo, dos volúmenes, Buenos Aires, 1936. 18 Actas del primer congreso argentino contra el racismo y el anti semitismo, ed. cit., pág. 55 ss. 19 Información recogida directamente por el autor. 20 Félix Luna: Yrigoyen, ed. Raigal, Buenos Aires, 1954, pág. 21 Ibídem, pág. 505. 22 Ibídem, pág. 535. ' 23 Nicolás Repetto: Mi paso por la política. De Uriburu a Perón, ed. Santiago Rueda, Buenos Aires, 1957, pág. 17. 24 Ibídem, pág. 20. 25 Ibídem pág. 28. 26 Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina, ed. cit., pág. 84. 27 Declaraciones recogidas directamente por el autor. 28 Benito Marianetti: Argentina. Realidad y perspectivas, ed. Pla tina, Buenos Aires, 1964, pág. 380. 29 Félix Luna: Alvear, ed. Libros Argentinos, Buenos Aires, 1958, pág. 23 8 . 185
PDF Compressor Pro Benito Marianetti: Ob. cit., pág. 381. Según afirma Marianetti en la misma página, en el orden nacional ya estaba disuelto. 31 Benito Marianetti: Ob. cit., pág. 380. 32 Victorio Codovilla: “La lección que hay que extraer de las recientes elecciones”, artículos publicados en el diario La Hora, de Buenos Aires, en marzo de 1942, y recogidos en el volumen La Unión Nacional es la Victoria, ed. Problemas, Buenos Aires, 1943. (Véanse págs. 148 a 150). 33 Recogidas directamente por el autor. 34 Jorge Abelardo Ramos: Revolución y contrarrevolución en la Argentina, ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1965, t. 2, págs. 502 y 503. 35 Jorge Abelardo Ramos: El Partido Comunista en la política argentina. Su historia y su crítica, ed. Coyoacán. Buenos Aires, 1962, pág. 114. 36 “La historia del peronismo”, VII, en Primera Plana, Buenos Ai res, 2 7 de julio de 1965. 37 Un relato de las relaciones entre Borlenghi (y la CGT número 2) con Perón puede encontrarse en: Alfredo López: Historia del mo vimiento social y la clase obrera en la Argentina, ed. Programa, Buenos Aires, 1971, cap. LXIX. 38 Tanta importancia se dio a este llamamiento que el vocero del Partido Comunista, Unidad Nacional, lo destacó especialmente en su núm. 2 4 , del 21 de octubre de 1943, indicando que los firmantes eran “grandes personalidades argentinas”. 39 Véase Panorama, “La era de Perón”, agosto de 1965 (en la re copilación trabajaron Claudio Escribano y Rodolfo Mario Pandolfi). Alfredo López: Ob. cit., pág. 417, atribuye igualmente a Domenech el título de “primer trabajador” dado a Perón. 40 Información recogida directamente por el autor. Una carta de 1965 del ingeniero Binsut reafirma a grandes rasgos lo dicho. (Véase 186
Fichas de investigación económica y social, número de abril de 1965). 41 Juan Carlos Rubinstein: “El peronismo y la vida argentina” , en Fichas de investigación económica y social, núm. 8 , dic. de 1965, pág. 9. Tieffemberg confirma esta información tomando dis tancia de Dickmann —pero sin aclarar loe alcances de cada grupo, como se verá en la nota siguiente. 42 “El Partido Socialista también cayó víctima de la táctica de Pe rón, que en 1953 convirtió nada meno6 que a Enrique Dickmann, ex director del periódico socialista La Vanguardia y muchas veces diputado socialista en el Congreso”. (Arthur P. Withaker: La Ar gentina, un calidoscopio, ed. Proceso, Buenos Aires, 1956, págs. 98-99). Una versión menos política del asunto puede encontrarse en “Historia del Peronismo” , segunda parte, Primera Plana, XLYII (erróneamente indicado como XLVÍ, 3 0 de mayo de 1967): “Todos los presos del grupo socialista salieron de la cárcel en febrero de 1 952, cuando Enrique Dickmann gestionó por su cuenta la libera ción ( . . . ) ‘Dickmann actuó a espaldas del partido y se entregó a Pe rón sólo por salvar a su hijo Emilio de un negociado en el Banco Hi potecario, no por razones ideológicas, porque era un reaccionario’, testimonió Tieffemberg’ ”. Enrique Dickmann había muerto a fines de 1955, por lo tanto su hijo Emilio se encargó de refutar esta ver sión, y volver a poner el episodio en el plano político de la valora ción de Perón en el ním. 2 38 del 25 de julio de 1967 de la misma re vista. También Juan A. Solari (secretario general del Partido), y Dardo Cúneo, militantes entonces en su ala izquierdizada, hicieron gestio nes ante el gobierno por su mujer e hijo, respectivamente. Véase Pri mera Pía, “Historia del Peronismo”, segunda parte, Cap. XXXVI (erróneamente titulado X X X V ), núm. 2 2 0 ,1 4 de mayo de 1967. 43 Jorge Abelardo Ramos: Ob. cit., t. II, pág. 645. 44 Alfredo López: Ob. cit., contratapa con la firma JAMW. 45 Los fabianos tomaron su nombre de la Sociedad Fabiana de Gran Bretaña, compuesta de intelectuales (entre ellos George Ber187
PDF Compressor Pro nard Shaw), creada en 1884. Al respecto puede consultarse Carlos M. Rama: Ob. cit., pág. 213 y 232 ss. 46 Mareos Merchensky: Las corrientes ideológicas en la historia argentina, ed. Concordia, Buenos Aires, 1961, pág. 195 y 196. Cúneo ya había intentado —a mediados de la década del 3 0 — una aproximación a Manuel Ugarte. (Véase Dardo Cúneo: El roman ticismo político, ed. cit., pág. 103). Tanto Cúneo como Merchens ky se incorporan posteriormente al desarrollismo. 47 Puede tomarse —con las debidas precauciones: confrontación de datos, etc.— como guía para seguir el complejo proceso de frac cionamientos: José Vazeilles: Los socialistas, ed. Jorge Alvarez, Buenos Aires, 1967, págs. 171 a 19 2 ; Víctor Alba: Ob. cit., págs. 142 y 14 4 ; Cuarto Poder: “La Izquierda, sus grupos y tenden cias”, Buenos Aires, agosto de 1 972; Carta Política: “Hoy, la izquier da, hoy”, Buenos Aires, diciembre de 1974. 48 Es muy aleccionador al respecto el caso chileno. Varias veces dividido desde 1920 (año en que ingresa a la Internacional 'Comunis ta, adoptando el nombre de Partido Comunista), el Partido Obrero Socialista, fundado por Recabarren, sufre durante las décadas del 3 0, del 4 0 , del 50 y del 60 varias divisiones, así como se reunifica en repe tidos casos. La principal lección de este tortuoso proceso es que existe una corriente socialista, que cuando se ve representada en forma uni ficada, juega un papel decisivo. Véase Víctor Alba: Ob. cit,-págs. 155 ss. También hay datos en Eduardo Viola: Historia de Am é rica en el siglo XX, “ Recabarren, los orígenes del movimiento obrero en Chile”, Centro Editor de América Latina, Bueno6 Aires, 1 971; Norbert Lechner: La democracia en Chile, ed. Signos, Bue nos Aires, 1970, especialmente cap. IV, punto 2 , págs. 74 a 8 6. (Para los interesados en ahondar el tema, este libro tiene una muy extensa bibliografía). 49 Juan Carlos Torre: “ La caída de Luis Gay”, en Todo es his toria, núm. 8 9 , octubre de 1974. Serafino Romualdi: Ob. cit., págs. 147 ss. Víctor Alba: Ob. cit., pág. 359 ss. Rubens Iscaro: Breve historia del 1° de mayo, ed. Anteo, 188
Juan Pablo Franco y Fernando Franco: Peronismo. Ante cedentes y gobierno. Cuadernos de Antropología .'1er inundo, Bue nos Aires, 1972. (Contiene una extensa bibliografía). Darío Cantón: Elecciones y partidos políticos en la Argen tina. ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1973, passim. 50 Todo lo referente a este tema, que no está explícitamente remitido a otras fuentes, se basa en informaciones recogidas per sonalmente por el autor. 51 Henry George inició una corriente socialdemócrata con la publi cación, en 1879, de su libro Progreso y miseria. En él sostiene que la renta de la propiedad inmueble es la fuente de los males sociales y éstos serían suprimidos si por medio del impuesto se confiscara aquella renta. ( C AR L O S M. R A M A : Ob. cit., págs. 231 y 2 32.) Estos temas fueron retomados por el núcleo de Juan B. Justo en el Partido Socialista, y, en vinculación con el radicalismo, Bemardino C. Home los convirtió en programa, hasta fundar el Partido Social Agrario con el concurso de Birabent y otros. 52 Juan Carlos Torre: “La caída de Luis Gay” en Todo es histo ria, ed. cit., pá. 93. 53 Cooke fue hijo de Juan I., de origen radical, quien un año antes de que Perón asumiera la Presidencia, integraba su equipo de trabajo (Véase Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari: Política exterior ar gentina. 1939 - 1962, ed. Huemul, Buenos Aires, 1964, pág. 154), y fue Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina. Además, estuvo a su cargo la recopilación y edición de La República Ar gentina ante el “Libro Azul”, escrito oficial con el que el gobierno se defendió de las acusaciones de nazismo que hizo circular el Depar tamento de Estado de los Estados Unidos. 54 John William Cooke: Peronismo y Petróleo, ed. Segunda Eta pa, Buenos Aires, 1964, pág. 10.
«
55 Esta parte de la acttteción de Cooke está documentada en Pe rón - Cooke: Correspondencia, ed. Granica, Buenos Aires, 2 a ed., 1973, en dos tomos. 189
PDF Compressor Pro 56 Para seguir con el caso de Cooke, esta evolución está explicada en: John W. Cooke: El peronismo y el golpe de estado, ed. Ac ción Revolucionaria Peronista, Buenos Aires, 1966. John W. Cooke: La revolución y el peronismo, ed. ARP, Bue nos Aires, 1968. 57 Puede verse al respecto: Raimundo Ongaro: Ongaro d ic e .. . ed. Soberanía Popular de la CGT de los Argentinos, Buenos Aires, 1969, especialmente págs. 39 a 4 3 . 58 Recuérdese que, salvo un esporádico viaje cada uno al Uruguay, ni Yrigoyen ni Balbín salieron jamás de la Argentina. Esta ida de Balbín a Venezuela rompe una tradición cuidadosamente conservada.
190
INDICE
In trod u cción .................................................................................................. 5 Prólogo.................................................................................................................... 7 Notas del p ró lo g o ....................................................................................... 15 Capítulo I: La “Prehistoria” ................................................................... 17 Notas del Cap. 1............................................................................................. 25 Capítulo II: Los marxistas y los revisionistas.................................... 31 Notas del Cap. II ....................... .......................... ..................................... 37 Capítulo III: Una “Izquierda” que se hace econom ista...................... 41 Notas del Cap. I I I ........................................................................................... 45 Capítulo IV : Los sindicalistas................................................................. 47 Notas del Cap. I V ....................................................................................... 54 Capítulo V : La corriente socialdemócrata nacionalista.................. 59 Notas del Cap. V ....................................................................................... 82 Capítulo VI: Antecedentes y formación del Partido Comunista . 93 Notas del Cap. V I ......................................................................................... 147 Capítulo VII: Marcha posterior del partido socialista.......................161 Notas del Cap. Vn .................................................... ................................. 182
PDF Compressor Pro
>o(
no
• 'O
TT)
0 >
0 V>
,'0 > rfr °o
Vi* Q 0 Q> A o> Q T0b-'
rr
OO
°O p 0 *-7 to
o
ó no
p L Esta edición de 1.000 ejemplares se terminó de imprimir en los Talleres EDIGRAF, Delgado 834, Buenos Aires en el mes de enero de 1981
Para decirlo con palabras del autor: “ se trataba, en pri mer térm ino, de escribir una historia del partido político obrero” . Partiendo de los períodos históricos que ha vivido el país —y el mundo—ajb icar el desarrollo del movimiento socialista y comunista en la Argentina, con eje en el movi miento socialista hasta 1918 y luego centrando en el movi miento comunista y sus organizaciones. Esta obra alumbra muchos hechos de la historia de nues tro país con nueva luz. Es que tanto con respecto al radica lismo, el peronismo - e incluso el consérvadorism o- el m o vimiento socialista y luego el comunista, han tenido rela ciones y ejercido influencia mucho más allá de lo que una visión superficial guede mostrar. Escrito con meticulosidad y rigurosidad científica, este estudio es un puntosde partida indispensable para un cono cimiento fundado de nuestra historia política de este siglo, tanto para el especialista como para todo aquel que se inte rese por conocer en profundidad nuestra realidad actual. José Ratzer escribió este libro continuando estudios y publicaciones anteriores. Volcó en él toda su pasión de lu chador comprometido con su país y su pueblo y la riguro sidad intelectual de un auténtico científico en el campo de las ciencias sociales.
Ediciones Agora