niño criminal
La Radio Nacional francesa me había ofrecido un de la emisiones qu denomina «Carta blanca». La acepté para hablar de la Infancia criminal. texto, aceptado en un primer m omento por Fernand Fernand lugar de orguPouey, acaba de ser rechazado. hubiese gustado llo siento algo de vergüenza. hacer escuchar la voz del criminal. Y no su queja, sino su canto glorioso. Un deseo vano de ser sincero me lo impide, pero no tanto de ser sincero po la exactitud de los hechos sino po obediencia los acentos algo roncos qu eran lo únicos qu podían expresar emoción, verdad, la emoción y la verdad de mis amigos. En su momento los periódicos periódicos se sorprendieron de que un teatro estuviese a disposición de un ladrón... y de un homosexual. Por lo tanto, no puedo hablar delante del micrófono nacional. Repito qu me avergüenzo. Sin embargo me hubiese quedado en la noche pero al borde de día, y doy marcha atrás en las tinieblas, de las cuales hice tantos es fuerzos po alejarme. El discurso qu vana leer ue escrito para ser oído. Sin em bargo lo publico, aunque sin esperanzas de que lo lean aquéllos a quienes amo. En la Radio, hubiese hecho que lo precediera precediera un dirigido por mí a un m agistraagistrainterrogatorio do al director de un centro penitenciaría, a un psiquiatra oficial. Todos se negaron a responderme. J.G. 39
C O M P R E N D A BIEN
y que se perdone
emoción cuando tengo que exponer una aventura que fue también la mía. Al misterio que constituís vosotros debo oponer, desvelar, el misterio de las cárceles de niños. Es parcidos parcidos po la campiña francesa, a enudo la más elegan elegan fascinarte, hay varios lugares qu e no dejan de me. Son los correccionales de menores cuyo nombre oficial, y dem asiado educado, es ahora «Patrona to de rehabilitación oral, C entro de reeducación, Reformatorio de la infancia de lincuente, etc.». El cambio cambio de nom bre es ya un signo. La expresión «Correccional» y veces «Centro penitenciario» , convertida convertida en una especie de nombre propio, que, de manera más 41
exacta exacta todavía, designaba designaba u n lu gar ideal y cru el situado m uy profu ndam ente en el corazón corazón del niño, tenía na violencia que los educadoobstante, as res han intentado debilitar. lo espero, lo niños, secretamente, pesar de estos tiempos reveladores de una higiene bastante necia, reconocen la llamada de la Penitenciaría o de la Cárcel. Pero ahora se sitúan antes en una región moral que en un punto preciso de espacio. ra estúpido atacar el nom bre creyendo que así cam cam biaría la ide de la cosa nombrada, porque es cosa está, me atrevo a decirlo, viva, porque se construye po medio el único movimiento, po ás medio de único ir venir de elemento creador: lo niños delincuentes. criminales. Quiero decir todavía que ese lugar de m u n do que lleva uno de los nombres citados ás arriba tiene su reflejo, mejor, su imagen, su hogar, en el alma de los niños. Volveré a esta idea enseguida. Saint-Maurice, Saint Hilaire, Belle-Isle, Eysse, Aniane, Montesson, Mettray, he aquí algunos de los nombres qu e tal vez no signifiquen nada para vosotros. En la mente de cada nidelito o criño que acaba de cometer m e n , son la proyección, durante tiempo definitivo, de su destino. «Estoy condenado hasta lo veintiuno», dicen.
Cometen error (voluntariamente), porque el veredicto veredicto del tribunal que los juzga es el siguiente: «Absuelto por habe r actuado sin discernimiento, confiado hasta la mayoría de edad al patrona to de rehabilitación...». Pero el joven criminal rechaza ya la comprensión indulgente, y la solicitud, de una s ociedad contra la cual acaba de sublevarse al cometer primer delito. Po haber adquirido, a los 15 o 16 años, años, una ayoría de edad que la gente gente de bien no tendrá todavía a los 60, desprecia bondad. Exige que s u castigo se lleve lleve a cabo sin dulzura. Exige, para empezar, que los términos que lo definen sean el signo de una crueldad superior. Sólo con una suerte de vergüenacaban de absolverlo za admite el niño que se l condena a una pena leve. Desea el rigor. gor. Lo exige. exige. En sí ism o alim enta el su eño según el cual la f o r m a tome la pena será un infierno terrible, y el correccional correccional será un lugar de m u n d o del qu e no se regresa nunca. Efectivamente, no se regresaba nunca. Al salir er otro. acababa de atravesar una hoguera. Y los nombres que he citado hace instante no son cualquier cosa: están cargados de sentido, de un peso aterrador que los niños exageran aú más. Ahora bien, esos nombres serán la prueba de su violencia, su fuerza y lo que los virilidad. Porque eso es exacta ente lo
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niños qu ieren conquistar. Exigen que la prueba sea terrible. Quizá para extenuar una necesidad impaciente de heroísmo. Mettray, en mi juventud, juventud, era uno de los nombres más prestigiosos: bajo las directrices de generoso imbécil, Mettray desaparecido. oy es una colonia agrícola, creo. En otros tiem pos era un lugar severo. severo. Tan pronto como llegaba a esa fortaleza de laureles y de flores porque ettray no estaba cercad cercadaa por urallas—, el joven forajido, llevaba desde es instante el nombre de colono, era el objeto de miles de cuidados destinados probarle su éxito criminal. Se le encerraba encerraba en una celda celda pintada enteram ente (incluido el techo) techo) de negro. A continuació n, se le vestía con un traje célebre en la región región p orqu e evocaba el espanto y la ig nominia. continuación, y en el curso de su estancia, el colon colonoo descubría otras pru ebas: las trifulcas, a veces veces m ortales, qu e los boquis no interrumpían, la hamaca de los dormitorios, los silencios silencios du rante el trabajo y las comidas, las oraciones ridiculamente pronunciadas, los castigos tigos del cuartel, los zu ecos, los pies despellejadespellejados, la ronda al paso bajo el sol, la cantim plora de agua fría, etc. Conocíamos todo esto en Mettray, a lo cual, co o ecos qu e se responden, Nom bre con el que se (N. de la T.).
designa en argot
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a los funcionarios de prisiones
respondían el suplicio del pozo en Belle-Isle, la fosa, la tumba, la cantimplora vacía, el cuartel,
el juego de los barriles y la sala de disciplina de la otras colonias. Lo colegios, colegios, las escu elas y los institutos tienen su disciplina, que puede parecer igualmente severa y despiadada a los seres de naturale za sensible. ello respondemos que el colegio no está hecho po los niños: está hecho para ellos. cuanto a los centros centros penitenciarios , son absolutamente la proyección en el plano físico del deseo de severidad escondido en el corazón de lo jóvenes criminales. Las crueldades crueldades que enuero no se las im putaría a los directores directores ni los guardianes de antaño: ellos eran tan sólo los testestigos atentos, también feroces, pero conscientes de su papel de adversarios. Estas crueldades debían nacer y desarrollars e en el ardor de los niños por el mal. (E mal: comprendemos esa voluntad, esa audacia para seguir un destino contrario a todas las reglas). El niño criminal es el que ha forzado una puerta q ue da a un lu gar prohibido. uiere que esa puerta se abra sobre sobre el más bell paisaje del mundo: exige exige que la cárcel que merece ea feroz. decir, digna de esfuerzo diabólico que le ha costado conquistarla I.a expresión exacta utilizada por Genet es «Digne du ma qu'il s'est pour le conquerir». El autor juega aquí con el doble sentido de la
donné
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Desde hace algunos años, los hombres de buena voluntad intentan aportar benignidad a todo esto. Esperan a veces lo consiguen— ganar almas para la sociedad. sociedad. Hacernos por el buen camino. Afortu nadam endicen, ir por te, las reformas s on su perficiales. perficiales. No alteran más que la forma. Pero, ¿ q u é han hecho? Al carcelero, le han puesto otro nombre: vigilante. También lo uniforme me debe recorha vestido con un unifor dar menos al de los boquis de las prisiones. Lo han obligado a usar menos violencia física y menos insultos y les han prohibido lo golpes. el interior de ese Patronato han suavizado la disciplina. disciplina. Han otorgado a aquéllos q ue ellos llaman los reeducados la posibilidad de elegir un oficio. En el trabaj o y en el jueg o, h an consentido m ás libertad. ¡Los niños pueden hablar entre ellos, abordar a los vigilantes y al director! favorece el deporte. Lo equipos de fútbol de Saint-Hilaire se oponen a los de los pueblos vecinos y los jugadores a veces se desplazan solos de una ciudad otra. En el Patronato, se tolera tolera la prensa. U na prensa, no palabra «mal» en francés, que en esta expresión significa generalmente «trabajo, esfuerzo». Ahora bien, Genet quiere también alu dir al sentido de «mal», el Ma que el niño se ha dado a sí mism o, el Ma que ha elegiequivalente qu transmita do para sí. No se encuentra en castellano con exactitud ese doble sentido (N. de la T.).
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obstante, escogida, depurada. Se ha mejorado la comida. Se sirve chocolate el domingo por la mañana. Finalmente, medida que debería culminar la eficacia de las reformas: el argot se ha prohibido. En definitiva, se les concede a los jóvenes crim inales una vida cer cana a la vida más banal. Se le llama rehabilitación. La sociedad pretende eliminar, volver inofensivos, los elementos que tienden a corromperla. Parece que quisiera disminuir la distancia oral entre la falta y el castigo, castigo, o m ejor, el paso de la falta a la idea de castigo. Tal proyecto de castración es evidente. evidente. No m e conmueve en absoluto. En efecto, si los colonos de Saint-Hilaire o de Belle-Isle llevan na vida en apariencia sim ilar a la la de un colegio colegio de aprendices, no pueden no saber qué es lo que los ha reunido aquí, en este lugar particular, y qué es el mal. Y por ser mantenida en secreto, no proferida, esta razón inspira cada una de las intenciones de cada uno de los niños. El argot habitual que les han prohibido, los colonos lo han sustituido por otro, más su-
til todavía todavía y qu e, por un m ecanismo que no puedo explicar explicar delante de este mi cro, se aproxim al argot de Mettray. En Saint-Hilaire, uno de ellos, con el que me había familiarizado, dijo día: 47
No l diga al director que, cuando le he contado que un compañero había largado, he dicho que había dado una espantada Había soltado la palabra. Es la ism a que nosotros nosotros em pleábamos pleábamos en Mettray para para habla del niño qu e se evade, se larga, al al que los lugareños van a perseguir por los bosques como
na cierva. estaba al corriente de un lenguaje secreto, secreto, más sabio que aq uél que s e quería abolir, y me pregunto si no servía para exprecavidamente presar sentimientos dem asiado precavidamente escondidos. Los educ adores tienen la candidez de una salvadora de almas, y su bue na voluntad. El director de uno de los Patronatos m e enseñó en su oficina, un día, una panoplia de la cual parecía orgulloso: una veintena de cuchillos retirados a los chicos. dijo, la Administración — S e ñ o r Genet, e obliga a qui tarles estos cuchillos. Y obedezco. Pero mírelos. ¿Le parece que son peligrosos? Son de hojalata. ¡D hojalata! Con eso no se puede matar nadie. Genet utiliza aquí el verbo se bicher, perteneciente al argot inventado en el seno del centro penitenciario en el que estuvo interno y q u e significaba «fugarse, escaparse» . Dicho verbo está formad partir de la palabra francesa biche: cierva, matiz importante para el párrafo que viene después. Al no existir equivalente en castellano, se ha decidido traducir el verbo en argot por dar una espantada por ser espantada la huida repentina de un animal (N. de la T.).
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distanciarse se más de su u so ¿Ignoraba que, al distanciar práctico, el objeto se transf orm a, se convi erte en un símbolo? forma cambia veces: se dice que se ha estilizado. entonces cuando estragos más actúa sordam ente, cuando causa estragos terribles en el alm alm a de los los niños. Oculto en el camastro por la noche, escondido en el dobladillo de una chaqueta, ejor aún, aún, de un pantalón no po mayor comodidad sino para hermanarlo con el órgano del cual es el símbolo profundo—, es el signo mis o del asesinato que el niño no cometerá de modo efectivo, pero que fecundará sus su eños y los diridirigirá, eso espero, hacia las manifestaciones más criminales. ¿De qué sirve entonces retirársel o? El niño elegirá otro objeto com o s igno del asesinato, de una apariencia ás benigna, y, si también se le arrebata, guardará en sí ismo, cui dadosamente, la imagen ás precisa de arma. enseñó el equipo de El mismo director scouts que había formado para recompensar a los los crios m ás dóciles. Vi entonces una docena de chicos chicos jóvenes, socarrones feos, habían caído en la trampa de las buenas intenciones. Cantaron ridiculas canciones de campamento que estaban lejos de las endechas s entimentales obscenas que se cantan durante la noche en los dormitorios comunes y en las celdas. mirar esos doce chavales, estaba estaba 49
claro que ninguno de ellos ellos había sido escogido, elegido elegido,, para com partir na expedición audaz, aunque fuese solam ente im aginaria. Pero en el interior de los Centros Penitenciarios, y a pesa de los educadores, existían, lo sé, grupos o, antes bien, bandas, cuy o vínculo, el pegamento que los aglutinaba, era la amistad, la audacia, la astucia, la insolencia, el gusto por la holgazanería, un aire sobre la frente a la vez sombrío gozoso, el gusto por la aventura contra las reglas del Bien. Pido perdón por utilizar un lenguaje tan poco preciso, aparentemente, como el mío. Considerad que pretendo definir una actitud moral justificarla. Reconozco querer, obr todo, interpretarla hacerlo en contra de vosotros. Pero vosotros mismos, ¿no seríais lo primeros en hablar de la «Potencia de las Tinieblas», del «oscu ro poder del Mal»? No teméis la metáfora cuando convence. convence. Ahora bien, he encontrado para ella un empleo más eficaz para hablar de esa parte nocturna del hombre que no se puede explorar, explorar, donde no podem os inscribirnos a menos que nos armem os, nos nos embadurnemos, nos embalsamemos y nos cubramos de todos los ornamentos del lenguaje. Petodo cu ando pretendemos realizar realizar el ro sobre todo Bien — n ó t e s e que distingo uy rápidamente el Bien del al, pero q ue en realidad son cate50
gorías que sólo vosotros podéis distinguir después; sin embargo, embargo, puesto que m dirijo vosotros, os concedo esta cortesía— si pretendemos, decía, realizar el Bien, sabemos hacia dónde no dirigimos y qué es el Bien, y que la sanción será beneficiosa. Cuando es el M a l , no sabemos todavía de lo que hablamos. Pero sé que es el Único en poder sus cita en mi p l u m a entusiasmo verbal, signo aquí de la adhesión de mi corazón. En efecto, no conozco otro criterio para juzgar la belleza de un acto, de un objeto o de un ser, que el canto canto que suscita en en m í y que traduzco en palabras para com unicároslo: es el lirism o . S i m i canto er bello, si os ha trastornado, ¿osaréis decir que aquello que lo ha inspirado es vil? Podréis pretender existen desde hace ucho tiempo palabras palabras encargadas encargadas de expresar las actitudes más soberbias, y que a ellas recurro para que la más insignificante parezca soberbia. Puedo respo nder que mi emoción exigía exactam ente esas palabras y q u e éstas acuden de anera completamente natural a servirla servirla.. Llam ad entonces, entonces, s i vuestra alma es ezquina, inconscien inconsciencia cia al al movim iento iento que lleva al niño de quince años al delito o al crimen, yo le doy otro nombre. Porque necesita na frescura altanera y una hermosa osadí para oponerse a una sociedad ta fuerte, 51
la instituciones ás severas, leyes protegida por una policía cuya fuerza consiste tanto en el miedo fabuloso, mitológico informe que se instala en el alma de los niños, co en su organización. Lo que los conduce al crimen es el sentimiento novelesco, es decir, la proyección de sí en la ás magnífica, la más audaz, en definitiva, la ás peligrosa de las vidas. traduzco para ellos, ellos, porque tienen derecho a utilizar un lenguaje que los ayude aventurarse... ¿Hacia dónde creéis vosotros? No lo sé. Ellos tampoco lo saben, aunque sus ensoñaciones se quieran precisas, pero es algún lugar fuera de vuestro pregunto vosotros no los peralcance. Y po os precian y os abandonan. Para vosotros no preconizo nada. Desde he comenzado hablar, no me dirijo a los educadores sino a los culpables. Para la sociedad, en su favor, no quiero inventar otro dispositivo nuevo para que s e proteja. Confío en ella: sabrá bien, ella sola, guardarse del encantador peligro constituyen lo niños criminales. Le hablo ellos. Le pido que no se ruboricen nunca por lo que hicieron, que conserven intacta la rebelión rebelión que los ha hecho tan bellos. bellos. No hay remedio, espero, contra el heroísmo. Pero tened cuidado, si de entre la gente de bien
e escu cha, algunos aún no hubiesen girado el botón de su transistor, que sepan que tendrán asum ir hast el final la vergüenza, la infamia de ser almas bellas. ue ju ren ser cabrones hasta el final. Serán crueles para agudizar aún más la crueldad con la que resplandecerán los niños. uienquiera q ue a través través de la dulzura o los privilegios privilegios in tente atenuar abolir la rebelión, posibilidades destruye para sí mism o todas las posibilidades de salvación. nadie puede perdonar el crimen, si no es primero culpable condenado. Este tipo de aforismos parece surgir suscitado por el lirismo del que hablaba hace un momento. Os lo concedo. Para enunciarlos no me apoyo más que en una única autoridad: el dolor que sentiría al proponeros sus contrarios. Pero vosotr vosotros os ism os, ¿sobre qué hacéis reporeposa vue stras reglas reglas morales? Soportad entonces enemigo, os que un poeta, que es también hable com com o poeta, y como ene igo El único medio del que dispondrán las personas mayores, la gentes honradas , para sal vaguardar cierta belleza belleza m oral, s erá el de dedenegar cualquier piedad a los niños que la han despreciado. Porqu Porqu no crean, señores, señoras, señoritas, que bastaba con inclinarse con com prensisolicitud, indulgencia y un interés com vo hacia el niño criminal para tener derecho a preciso fueseis su afecto y su gratitud: sería preciso
desde siem pre en las cárceles de niños, en los
presidios de Francia, hay torturadores que m artirizan niños hombres. No es importante saber si unos son inocentes y los otros culpables co respecto a una justicia más que humana solamente humana. ojos de los alemanes, los franceses eran culpables. Nos han altratado tanto en la cárcel, cárcel, y con tan ta cobardía, que os envidio en vuestras torturas. Porque es parecido mejor que lo nuestro. Po efecto del calor la planta se ha desarrollado. Puesto que fue sem brada por por los burgueses q ue construyeron las cárceles de piedra, con sus guardianes de la carne y del espíritu, ahora m regocijo al ver al sem brador fi nalm ente devorado. Esas buenas gentes aplaudían, ésos ahora son un nombre dorado sobre el mármol, cuando desfilábamos con las manos esposadas cuando un policía nos pegaba en el costado. solo toque de sus gendarmes fu vivificado por la sangre hirviendo de los héroes de Norte, se ha desarrollado hasta convertirse en na planta de una belleza, un tacto y una destreza maravillosos, una rosa, cuyos pétalos torcidos, levantados, mostrando el rojo y el rosa bajo un sol infernal reciben nombres terribles: terribles: Majdanek, Belsen, Auschwitz, Mauthausen, Dora. Me quito el som brero. brero. Pero seguire os constituyendo vuestro re mordimiento. Y sin ninguna otra razón que la
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ese niño, que, vosotros también, fueseis el crien y l santificaseis con una vida magnífica, es decir, decir, con la audacia de rom rom per con la om nipotencia de mundo. Porque no dividimos —desde que nosotros lo quisimos, desde que osamos es ruptura— entre no culpables (n digo inocentes), entre no culpables culpables com lo sois vosotros, y los culpables somos nosotros: sabed que toda vues tra vida os conducía conducía de ese lado de la barrera desde el que ahora creéis poder, in peligro para vuestra com odida oral, tendernos na ano compasiva Por lo que í respecta, he elegido: estaré del lado del cricrimen. ayudaré a los niños, no volver vuestras casas, vuestras fábricas, vuestros colegios, vuestras leyes y vuestros sacramentos, sino violarlos. Pero, ¡ay! temo no poseer las misas virtudes, puesto que, por lo qu e no es tan sólo un error de los organizadores de esta charla, se me ha concedido co demasiada facilidad hablar en la Radio. Los periódicos exhiben aún fotografías de cadáveres rebosando de los silos tapizando los valles, atrapados en las espinas espinas de las alam bradas, en los hornos crematorios; exhiben uñas arrancadas, pieles tatuadas , curtidas para hacer pantallas de lámparas: son los crímenes h itle-
bellecer más aún nuestra aventura, por de em bellecer sabemos que su belleza depende de la vosotros, po rqu distancia qu e nos separe de vosotros, donde atracamos, lo sé, las orillas no son diferentes, pero, sobre vu estras playas bie afianzadas, os distinguimos, pequeños, endebles, coléricos, adivinarnos vuestra impotencia y vuestras bendiciones. Po otra p arte, regocijaos. regocijaos. Si los malvados, lo crueles, representan la fuerza contra la cual lucháis, nosotros qu eremos er es fuerza de mal. Seremos la materia que resiste y sin la cual no habría artistas. Palabrería rom ántica, decís. decís. Ahora bien, yo sé que la oral en nom bre de la cual perseguís a los niños no la aplicáis en absoluto. No os lo reprocho. Vuestro mérito consiste consiste en profes ar unos principios principios q ue tientenéis dem asiaden a dirigir vuestra vida. Pero tenéis poca fuerza para entregaros enteramente la virtud, enteramente al Mal. Predicáis na condenáis el otro, de cual, in embargo, os aprovecháis. Reconozco vues tro sentido prác tico. Pero, ¡ay!, no puedo cantarlo. cantarlo. ¡Acusadme ¡Acusadme de lirismo! Pero, ocurre que uno de vuestros jueces, secretario de tribunal o director de cárcel en mi pecho hace despuntar elevarse un canto, seréis seréis los primeros a quienes avisaré. Vuestra literatura, vuestras bellas artes, vuestros divertimentos de después de cenar celebran 56
el crimen. El talento de vuestros poetas ha glorificado al criminal al que odiáis en vida. Soportad que, por nuestra parte, despreciemos vuestros poetas y vuestros artistas. Hoy podemos decir que necesita una extraña presunción el actor de teatro que ose fingir en escena un asesinato, cuando cada día hay niños hombres cuyo crimen, si bien no siempre lo conduce a la muerte, lo carga co vuestro desprecio o con vues tro delicioso perdón. Cada criminal debe apañárselas con su acto. Es incluso recursos m isnecesario que extraiga de él los recursos os para vida moral, organice esta últialrededor de sí mismo, obtenga de ella lo que la vuestra le niega. Para ta sólo breve, breve, porqu te para sí y por un tiempo néis el poder de cortarle la cabeza— se convierte en un héroe ta bello bello como aquéllos que os conmueven en vuestros libros. libros. vive, para continuar viviendo consigo mismo le hace falta ás talento que al poeta ás excepcional. No o bstante, los héroes de vuestros libros, de vuestras tragedias, de vuestros poem as, de vuestros cuadros están henchidos, continúan siendo el adorno de vues tra vida cuando desdespreciáis a sus infelices modelos. Hacéis bien: ello elloss desprecian vues tra m ano tendida. Aquéllos que m escuchan, vieron la película Sciusciá, emocionaron ante el juego 57
delicado de sentimiento de los niños unidos el uno al otro por el más sutil amor. Admiraron la aventura que no osaron vivir, pero ninguno imaginará que existen esos encantadores héroes en la vida real. ue roben verdaderos billetes lletes a padres verdaderos. verdaderos. S in duda, aqu ello qu l l amamos talento comediantes ha permitido unas imágenes tan bellas; sin embargo, los que fueron sus modelos modelos m ás o mesufrido do ha llorado llorado (aunq ue esto ás excepcionalente) y la gloria gloria del m un do les ha sido negada. sí pues, soportáis el heroísmo cuando está domesticado (señalo (señalo de pasada que vuestros encantadores, vuestros artistas, lo domes tican pa ra vosotros, vosotros, y qu e, sin embargo, ellos ya lo abor dan de lejos). No conocéis el heroísmo en su verdadera naturaleza carnal, y que también s sufre en el ism o nivel cotidiano cotidiano q ue el vues tro. La verdadera grandeza os roza. N o la conocéis preferís su fingimiento. tienen la audaAhora bien, si hay niños ci de deciros que no, castigadlos. Sed duros, para que no se aprovechen de vosotros. Pero hace tiempo tiempo que h acéis trampa. En vu estros Tribunales, en vues tras Audiencias , no respetáis ya la ceremonia de ritual —no porque la hayáis reem plazado plazado por una crueldad ás ín tima, una crueldad trajeada, si puedo decirlo
así—, sino que, por un grave abandono, venís la sala de audiencias con una toga remendada cuyo forro no es siquiera de seda, sino de rayón o de lus trina. Aplicaréis entonces todas la reglas reglas del código; código; pa ra em pezar, las más formalistas. El niño criminal ya no cree en vuestra dignidad, porque se ha dado cuenta de q ue estaba hecha de un cordón desteñido, de un galón descos ido, de un fo rro raído. El lucro, el polvo y la pobreza de vuestras sesiones le desconsuelan. Está punto de ofreceros poco de la majestuosidad que él sabe obtener de una sesión más solemne donde comparece en secreto, mientras ante ojos continuáis vuestro infantil simu lacro La familiaridad casi os llevaría golpearlo en la mejilla, cogerle el mentón, si no temieseis que se os acusara, no de indulgencia paternal, sino de abominables sentimientos. Pero bromeo, ¿no?, y h u m o r os resulta pesado. Estáis convencidos de que salvaréis esos niños. Afortu nadam ente, a la belleza belleza de los gamberros adultos que ellos ellos adm iran, a los orgullosos asesinos, no podréis oponer más que vigilantes ridículos, ridículos, em butidos en un uniforme al cortado y mal llevado. llevado. Ninguno de vues tros funcionarios podrá ganarse a los niños en una ellos mismos ha comenzado. Nada podrá
reemplazar a l seducción de aquéllos quebrantan la ley. Porqu Porqu el acto criminal tiene ás im portancia que cu alquier otro, otro, pues es aquél por el cual alguien opone a una fuerza ta grande, moral y física. También vosotros creéis en la belleza de Vacher, en la de Weidmann, en la de Ange SoleiT. revelo contra la afirmación de que «...había en ellos posibilidades posibilidades m aravillosas aravillosas de las que se hubiese podido sacar partido...». partido...». H aquí vosotros podéis proferir, es lenguaje que sólo vosotros el de la Sociedad, pero os encontraríais en un apuro si os interrogase co rigor. Ellos han extraído de sí m i s m o s las más aravillosas aravillosas posibilidades. Todavía podéis, si lo conquistáis co vuestras dulzuras, curar estos niños, porque disponéis de psiquiatras. relación estos últimos, bastaría con plantear algunas preguntas veces planteadas Si su función sencillas y cien veces consiste en modificar el comportamiento ora de los niños, ¿eso sería para conducirlos moral? ¿S trataría de aquélla que se enseña en los anuales escolares? escolares? Pero el hombre sabio no se atrevería tomarla en serio. ¿S trataría de una oral particular elaborada elaborada por ca-
da médico? ¿D dónde saca éste autoridad? nada sirven estas preguntas, serán eludidas. Sé que se trata de la oral corriente, corriente, y que el psiquiatra zafa dando a los niños el bello nombre de inadaptados. ¿Cómo podría responder? vuestras arti añas siempre opondré mi astucia. Hoy, ya que le está per itido por no sé qué error, a poeta que fue de los suyos hablar por este micrófono, quiero dedicar de nuevo ternura esos chavales in piedad. No me hago ilusiones. Hablo en la oscuridad y en el vacío, pero, aunque sea tan sólo para í, quiero otra ve insultar a los que insultan.
Nom bres de asesinos fam osos en la época de Genet (N. de la T.). T.). 60
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