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El progreso del Dogma
Escrito por James Orr
ÍNDICE ÍNDICE ________ ____________ ________ ________ _______ _______ ________ ________ ______ __ II PREFACIO PREFACIO _______________ _______________________ ________________ ___________ ___ VI CAPÍTULO I. IDEA DEL CURSO: RELACIÓN DEL DOGMA A SU HISTORIA. PARALELISMO DEL DESARROLLO DESARROLLO LÓGICO LÓGICO E HISTÓRICO HISTÓRICO.. __________ __________ 2 CAPÍTULO II. IDEAS PRIMITIVAS APOLOGÉTICAS Y RELIGIOSAS FUNDAMENTALES CONTROVERSIA CON EL PAGANISMO Y EL GNOSTICISMO GNOSTICISMO (SIGLO SEGUNDO) SEGUNDO) ____________ ____________ 34 CAPÍTULO III. LA DOCTRINA DE DIOS; LA TRINIDAD Y LA DIVINIDAD DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU. CONTROVERSIAS MONARQUIANA, ARRIANA MACEDÓNICA (SIGLOS TERCERO Y CUARTO) CUARTO) _______________ _______________________ _______________ ____________ _____ 71 CAPÍTULO IV. LAS CONTROVERSIAS ARRIANA Y MACEDONIANA MACEDONIANA (SIGLO (SIGLO CUARTO)____________ CUARTO)____________ 100 CAPÍTULO V. LA DOCTRINA DEL HOMBRE Y DEL PECADO; LA GRACIA Y LA PREDESTINACIÓN. LA CONTROVERSIA AGUSTINIANA Y PELAGIANA (SIGLO (SIGLO QUINTO QUINTO)) ________ ____________ ________ _______ _______ ________ ____ 124 CAPÍTULO VI. LA DOCTRINA DE LA PERSONA DE CRISTO LAS CONTROVERSIAS CRISTOLÓGICAS: APOLINARIA, NESTORIANA, EUTIQUIANA, MONOFISITA, MONOTELITA (SIGLOS QUINTO AL SÉPTIMO)______ SÉPTIMO)______________ _______________ _______________ _____________ _____ 159 SUPLEMIENTO. LAS IDEAS PRESENTADAS EN LA CONFERENCIA ANTERIOR SE PUEDEN
V Capitulo Xxiv Xxiv _________________________________ _________________________________ 430
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Las conferencias de este volumen fueron pronunciadas en el otoño de 1897, en el Western Theological Seminary, Allegheny, Pennsylvania, U.S.A., como el cuarto curso de una serie de conferencias patrocinadas por el Elliot Lectureship Fund, Ahora son publicadas a petición del profesorado del College, prácticamente tal como fueron pronunciadas, sólo con cambios ligeros de forma, no de sustancia. No hay que decir que en esta obra no se intenta tratar la Historia de la Doctrina de modo exhaustivo. El propósito de las conferencias no va más allá de proveer bosquejos amplios, que puedan bastar para ilustrar los principios expuestos al comienzo, y servir como una introducción al tema. Las conferencias fueron bien recibidas, y el autor espera que puedan ser útiles a algunos que, sin ser eruditos o especialistas, sientan un interés inteligente en el curso y tendencias del pensamiento teológico durante los siglos. Se conseguirá su objeto si se implanta la convicción de que aquí hay también un «propósito creciente», a través de los siglos, y que la labor de miles y miles de mentes en la formación del dogma no ha sido, como muchos creen en nuestros días, totalmente fatua, y un forjar cadenas para el espíritu humano. La literatura sobre el tema que se trata es enorme, y se han hecho valiosas ediciones a la misma, incluso después de ser pronunciadas las conferencias. El material de las conferencias es el resultado de la acumulación de años de pensamiento y estudio, y ni tan sólo se ha intentado reconocer en detalle las
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fuentes inmediatas, pues habría sido imposible, Este curso no era para especialistas, en todo caso, sino para principiantes, por lo que no había oportunidad para entrar en referencias minuciosas a la literatura. Por esta razón, las notas son escasas, y la mayor parte son de obras en inglés o traducidas al inglés. Las citas se dan de modo invariable en su traducción, por las razones indicadas. Hay más profusión de referencias a obras como la Historia del Dogma de Hamack, por la razón obvia de que uno de los objetivos de las conferencias es combatir ciertas posiciones de este brillante autor.
seguir un acuerdo general entre esta obra y las conferencias presentes, pues siguen líneas de pensamiento similares. He de agradecer al Rev. J. M, Wilson, B.D. Glasgow, la corrección de las pruebas, su amabilidad en las pruebas.
Al tratar material de un campo tan amplio que implica una masa inmensa de detalle histórico y literario, el autor no puede esperar que haya detectado todos los errores, por lo que los expertos notarán los que haya, Sólo desea que lo erróneo sean puntos de menos importancia. Se da perfecta cuenta de que su punto de vista general no está en armonía con las tendencias prevalecientes, y no se sorprenderá de encontrar opiniones discordantes para muchas de sus afirmaciones y conclusiones. Pero es precisamente a causa de estas diferencias de opinión que fueron redactadas las conferencias. No les queda más recurso que apoyarse en su propio poder para producir p roducir convicción. convicción. Si se desea un tratamiento más a fondo de los puntos teológicos, el autor puede referirse a su volumen en The Christian View of God and the World (5a edición, Andrew Elliot, Edinburgo); y si se quiere un bosquejo de la historia y literatura del período primitivo, a un libro de rudimentos que acaban de publicar Hodder and Stoughton, en The Early Church: Its History and Literature se puede
JAMES ORR. Glasgow, 1901.
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que represente a todos en la obediencia que El rinde a Dios, su victoria sobre Satanás, y su sufrimiento de lo que era debido a la justa ordenanza de Dios que conectaba la muerte con el pecado, es una teología de tal calibre, digo, que no es presuntuoso sostener que la Iglesia tiene que andar mucho trecho si quiere dejarla detrás.
La obra de los Padres antignósticos tenía que ser realizada antes de que la Iglesia estuviera plenamente preparada para entrar en la construcción de sus doctrinas peculiares. Sin embargo, una vez que se, hubo puesto el fundamento y se hubieron aclarado las cuestiones, aparecieron nuevas preguntas en el conflicto con el politeísmo pagano y el emanatismo gnóstico, y la Iglesia, con instinto seguro, se dirigió osadamente al corazón de la materia en la determinación del concepto cristiano de Dios como Trino, y la reivindicación de la suprema Divinidad del Hijo y del Espíritu. Estas doctrinas fueron delimitadas pronto en el campo de la controversia por la negación herética. Las controversias que tratan de ellas son las conocidas como Monarquiana, Arriana y
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divina, y la otra al lado de una naturaleza humana, como si las dos no pertenecieran a la verdad y unidad de nuestra humanidad! Pero esto es, en efecto, lo que los Monotelitas hicieron en el caso de Cristo. Es interesante observar, sin embargo, que a medida que la controversia prosiguió, llegaron a tener barruntos de la idea reconciliadora más elevada, que pone énfasis en la constitución del alma como implicando un elemento de tipo divino una subsistencia desde el principio en el Logos y por medio del Logos-, en la cual se halla la potencia de esta unión perfecta de la voluntad humana con la divina (y, con todo, en armonía con las leyes de la sensibilidad natural), que es realizada de modo perfecto en Cristo.
Incluso aquí, sin embargo, erramos si suponemos que estas dos esferas o lados de existencia eran mantenidas durante la vida terrenal de Cristo rigurosamente aparte -que no había frecuentes interpenetraciones, por así decirlo, de los poderes de la vida superior en la inferior-. Los relatos del Evangelio, con sus ejemplos de conocimiento y consciencia sobrenatural por parte de Cristo --de sucesos como la transfiguración, el andar sobre el mar, la resurrección-, son pruebas de lo contrario. Esta interacción de superior e inferior nos proporciona la clave de muchos de los hechos que forman los temas de la disputa de estas controversias.
Hay, naturalmente, un sentido más elevado en que podemos y debemos hablar de dos voluntades en Cristo -una voluntad divina y una voluntad de la naturaleza humana-, aunque no es propiamente el sentido de esta controversia, y si se trae a la misma hay peligro de crear confusión. Hay el lado trascendente de la Persona de Cristo --el lado del Logos, o subsistencia en la «forma de Dios» (Filipenses 2:6), como miembro de la Sagrada Trinidad-, su lado eterno preexistente, en el cual quiere y obra en una forma del todo inmutablemente divina bajo condiciones diferentes de aquellas en que quiere y obra como hombre. Hay, además, el lado humano o encarnado de la personalidad de Cristo, en el cual El quiere, bajo las condiciones y dentro las limitaciones de la humanidad. Estas no son dos voluntades en una consciencia humana; sino más bien dos esferas o modos modo s de existencia del Hijo divino, que la fe ha de reconocer, por más que seamos incapaces de comprender su relación.
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Damasco es la de la «circuncisión» o interpretación de las dos naturalezas, que es realmente un intento de hacer justicia al elemento de verdad en el Monofisitismo, aunque en manos de Juan se pasa de sus límites legítimos y tiende a la anulación de lo humano.
Hay la cuestión de la Impersonalidad de la naturaleza humana de Cristo. Si se rechaza la idea nestoriana, parece seguirse que la naturaleza humana de Cristo nunca subsistió en una personalidad suya propia: que fue asumida por la persona del Logos divino o Hijo y que sólo subsistió en ella. Con todo, este término «impersonalidad» es poco acertado, al sugerir una posible existencia impersonal independiente de la humanidad de Cristo, que no es lo que se intenta, en absoluto. El término «en-personalidad» seda menos objetable, puesto que da la idea de subsistencia «en» la Persona del Logos. La doctrina de la enhipostasia se halla en Leoncio de Bizancio (483-543), pero es desarrollada más plenamente por Juan de Damasco (hacia el año 750). Otra doctrina favorita de Juan de
La controversia adopcionista (años 782-799). Esta controversia se originó en España, y probablemente surgió del deseo de hacer la doctrina (le la Trinidad más aceptable a los mahometanos. Su autor fue Félix de Urgellis. El punto de la misma es que Cristo era mantenido como propiamente Hijo de Dios con respecto a su naturaleza divina; con respecto a su humanidad, era Hijo de Dios sólo por adopción. Esta idea fue rechazada por sus oponentes como nestoriana, y fue condenada en el Sínodo de Frankfort en 794 --el mismo que condenó la adoración de las imágenes-. Alcuino, el gran erudito de la corte de Carlomagno, antes de esto, en 792, había entrado en liza con Félix en un Sínodo en Aquisgrán, y en una disputa de seis días había conseguido convencerle de su error. La herejía murió en España hacia la mitad del siglo siguiente.
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gracia de Dios en la salvación está salvaguardada por el hecho de que es Dios mismo el que provee los medios de reconciliación. Y añadiré, a riesgo de repetición, que tampoco hay un solo reformador que vea el valor o virtud satisfactoria de los sufrimientos de Cristo dependiendo sólo del dolor que sufrió; sino que el énfasis se pone de modo invariable en el carácter voluntario del sacrificio, en el amor de Cristo y en su voluntad de obediencia, como las cualidades que dan valor a sus sufrimientos. Es el acto de Cristo, de modo principal, junto con sus sufrimientos, y aún más que éstos, lo que para los reformadores, según indica Ritschl, «ha puesto el fundamento de la reconciliación que El efectuó entre Dios y el hombre» (ibid. p. 209). Lo que después fue llamado «obediencia activa» aparece desde el principio, junto con la «pasiva», como un elemento en la satisfacción de Cristo; y aunque pronto empieza a trazarse una distinción, que tiende al exceso de refinamiento, entre la «obediencia pasiva» como la que expía la culpa, y la «obediencia activa» como la que da base al creyente para su título a la vida eterna, el hecho de que ambas se describan como «obediencia» muestra que se concibe a la voluntad como presente en las dos.
no es parte de una concepción verdadera y escritural de las relaciones de Dios y el hombre; o que cualquier doctrina que lo omita del todo no queda por este hecho inadecuada para las necesidades del hombre como pecador. El amor de Dios, y aun la paternidad, no le privan de sus atributos fundamentales que le constituyen como el Sostenedor y Vindicador de la ley moral del universo; y si la redención revela un amor infinito y compasivo para el mundo, esto no es obstáculo para que este amor se manifieste hacia los pecadores «reinando por medio de la justicia» para vida, no anulando la justicia.
Sin embargo, no se pone en duda que, aunque la doctrina de la expiación de la Reforma no es exhaustiva, implica lo que se llama a veces el elemento «forense»; y esto, según hoy se declara con frecuencia, el pensamiento moderno ha de rechazarlo. No obstante, si por «forense» se entiende el tratamiento del hombre como sujeto a la ley moral -la ley que revela la conciencia, y que el carácter de Dios como Soberano y Juez moral del mundo implica-, aún no se ha demostrado que esto
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manifestarse de una reconciliación con el Cristianismo positivo, y una comprensión más profunda de su significado: en éstas y otras muestras similares, marcamos el comienzo de lo que en justicia debe ser considerado una era de resurrección del espíritu humano.
! Llego a la última etapa de este itinerario largo y difícil que hemos seguido, para hablar del notable renacimiento del espíritu teológico que ha experimentado el siglo diecinueve: de sus causas, las formas que ha asumido, y sus resultados en el enriquecimiento permanente del sistema teológico. No hay que confundir el hecho de que el espíritu del hombre estaba en proceso de un nuevo despertar al final del siglo dieciocho, por más que parezca, al principio, que sólo captemos de modo vago sus razones. Las influencias que enumeramos como causas, ellas mismas son a su vez en gran parte los resultados o manifestaciones visibles de un cambio que había venido realizándose gradualmente durante varias décadas. En la última conferencia dimos una ojeada a algunas de estas marcas de un período de transición. Ampliando sobre ello, vamos a intentar un examen más particular de las causas
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descubrimiento nuevo o sobremanera esplendente en teología lo que espero. Las líneas de la doctrina esencial para este tiempo están establecidas de modo seguro y correcto. Pero la Iglesia tiene delante aún otra tarea más difícil, si ha de retener su ascendencia sobre la mente de los hombres. Esta tarea es hacer que el Cristianismo aplique su poder sobre la vida y las condiciones de la sociedad; se esmere como nunca lo ha hecho en dominar el significado de «la mentalidad de Cristo», y conseguir la traducción de esta mentalidad a la vida práctica total de la época -sus leyes, instituciones, comercio, literatura, arte- en las esferas y relaciones domésticas, cívicas, sociales y políticas; en los tratos nacionales e internacionales, llevando en este sentido el Reino de Dios entre los hombres. Veo el siglo veinte como una era de ética cristiana, aún más que de teología cristiana. Con Dios a nuestro lado, con la historia detrás, y las necesidades perennes del corazón humano a que hacer apelación, no tenemos por qué temblar por el futuro de ninguna de las dos. «Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada» (14 Pedro 1:24, 25).
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APÉNDICE
Los siguientes Párrafos, procedentes de una introducción escrita por el autor para una obra del Dr. B. B. Warfield de Princeton, N. J., sobre El derecho de la Teología Sistemática, van a ilustrar las afirmaciones del capítulo I «La Teología Sistemática ha decaído tristemente. Se le puede aplicar, casi sin cambiar una palabra, lo que dice Kant en el Prefacio de su famosa Crítica sobre la metafísica:---Hubo un tiempo que era la reina de todas las ciencias, y si tomamos la voluntad por el hecho, ciertamente merece, por lo que se refiere a la alta importancia de su materia objetiva, este título de honor. Ahora bien, está de moda en nuestros días tratarla con desprecio y escamecerla, y la matrona se lamenta, abandonada y sola, como Hécuba: Modo maxima rerum, Tot generis, natisque potens... Nunc trahor exul, inops. »Pero una cláusula subsiguiente, también del gran pensador, se puede aplicar a la teología: "Porque es
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Fuente: Los Padres Apostólicos, por J. B. Lightfoot. Editorial CLIE http://www.clie.es/
"#" Primera Parte. El Catecismo O Los "Dos Caminos"
I. Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte. He aquí el camino de la vida: en primer lugar, Amarás a Dios que te ha creado; y en segundo lugar, amarás a tu prójimo como a ti mismo; es decir, que no harás a otro, lo que no quisieras que se hiciera contigo. He aquí la doctrina contenida en estas palabras: Bendecid a los que os maldicen, rogad por vuestros enemigos, ayunad para los que os persiguen. Si amáis a los que os aman, ¿qué gratitud mereceréis? Lo mismo hacen los paganos. Al contrario, amad a los que os odian, y no tendréis ya enemigos. Absteneos de los deseos carnales y mundanos. Si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y entonces serás perfecto. Si alguien te pidiere que le acompañes una milla, ve con él dos. Si alguien quisiere tomar tu
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asamblea hasta que se haya reconciliado con él, a fin de no profanar vuestro sacrificio. He aquí las propias palabras del Señor: "En todo tiempo y lugar me traeréis una víctima pura, porque soy el gran Rey, dice el Señor, y entre los pueblos paganos, mi nombre es admirable."
prodigios; la tierra le será entregada y cometerá tales maldades como no han sido vistas desde el principio. Los humanos serán sometidos a la prueba del fuego; muchos perecerán escandalizados; pero los que perseverarán en la fe, serán salvos de esta maldición. Entonces aparecerán las señales de la verdad. Primeramente será desplegada la señal en el cielo, después la de la trompeta, y en tercer lugar la resurrección de los muertos, según se ha dicho: "El Señor vendrá con todos sus santos" ¡Entonces el mundo verá al Señor viniendo en las nubes del cielo!
XV. Para el cargo de obispos y diáconos del Señor, eligiereis a hombres humildes, desinteresados, veraces y probados, porque también hacen el oficio de profetas y doctores. No les menospreciéis, puesto que son vuestros dignatarios, juntamente con vuestros profetas y doctores. Amonestaos unos a otros, según los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prójimo, y no se le tenga ninguna consideración entre vosotros, hasta que se arrepienta. Haced vuestras oraciones, vuestras limosnas y todo cuanto hiciéreis, según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor. XVI. Velad por vuestra vida; procurando que estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas, y estad dispuestos, porque no sabéis la hora en que vendrá el Señor. Reunios a menudo para buscar lo que convenga a vuestras almas, porque de nada os servirá el tiempo que habéis profesado la fe, si no fuereis hallados perfectos el último día. Porque en los últimos tiempos abundarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se transformarán en lobos, y el amor se cambiará en odio. Habiendo aumentado la iniquidad, crecerá el odio de unos contra otros, se perseguirán mutuamente y se entregarán unos a otros. Entonces es cuando el Seductor del mundo hará su aparición y titulándose el Hijo de Dios, hará señales y
Fuente: Historia de la Iglesia Primitiva, por E. Backhouse y C. Tylor. Editorial CLIE http://www.clie.es/