Asesores Financieros Financieros
Tipos de Junta Directiva Corporativas La junta directiva es el órgano societario encargado por los accionistas para dirigir y controlar la compañía, en función de los intereses de los propietarios y en congruencia con los intereses de los grupos de interés para asegurar el crecimiento del patrimonio y la sostenibilidad de la empresa. Por ejemplo, ejemplo , la junta directiva puede decidir que la organización no aceptará fondos provenientes de algunos patrocinadores cuyas prácticas no estén de acuerdo con la política de la iniciativa. La junta puede monitorear las contribuciones para asegurarse de que no se está utilizando dinero de esos patrocinadores. Tipos de Junta Directiva Los cuatro tipos de Junta Directiva que a continuación se enuncian son abstracciones de la realidad, tipos ideales, lo cual significa, en la práctica, que una Junta Directiva puede tener características predominantes de un tipo particular o características de todas. Presidencia autocrática Se presenta cuando la presidencia es ejercida por una persona fundadora que ha visto nacer y crecer la organización a la que ha dedicado energías y capacidades. Lo acompañan en la Junta personas de su cercanía, escogidas de acuerdo con criterios de prestigio social, amistad o conveniencia. Como fundador(a) ha tomado siempre las decisiones estratégicas. Acostumbra mandar y pocas veces alguien se atreve a contradecirle, a debatir o a proponer ideas de cambio. La Dirección Ejecutiva cumple su voluntad para conservar el puesto, siendo la obediencia incondicional la condición esencial para mantenerse en el cargo; las demás personas de la Junta son receptoras pasivas de las decisiones del presidente(a).
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Una presidencia autocrática es aquella que se entromete siempre en la gestión de la Dirección Ejecutiva y en el día a día de la organización. Vive pendiente de los detalles y no comparte, ni está de acuerdo, la mayoría de las veces, con las propuestas de la dirección y el equipo de trabajo. Es omnímoda, omnipotente y omnipresente. Ejerce a plenitud su poder autocrático sin permitir ningún asomo de democracia. Está convencida de la justicia y equidad de sus órdenes, las cuales justifica en su vocación filantrópica y altruista. La imagen del presidente(a) autocrático se confunde con la imagen de la organización. No concibe la vida de ésta sin su presencia. El desempeño de su cargo es de carácter vitalicio. Nunca renuncia, pide renuncias.
Dirección ejecutiva autocrática Comparte las mismas cualidades y defectos de la presidencia autocrática. Se erige por vacío de poder de la presidencia, y se consolida por comodidad de la Junta Directiva. La dirección ejecutiva autocrática se eterniza en su cargo haciendo creer que es imprescindible e insustituible, tanto para la Junta como para la organización. Concentra el poder y la autoridad los cuales ejerce en forma sagaz y de acuerdo a sus particulares conveniencias. La desinformación y el ocultamiento de la verdad son tácticas que emplea para controlar el funcionamiento y “participación” de los miembros de la Junta. En su personalidad dominante anida un ego destructor de iniciativas y propuestas de cambio. Es él o ella quien define la plataforma estratégica y las políticas de la organización. La dirección ejecutiva autocrática es incompatible con una Junta Directiva comprometida y empoderada, pues ahoga todo intento de intervención en el ejercicio de las funciones estatutarias. El autoritarismo se opone a cualquier intento de ejercicio de una gobernabilidad democrática. Del mismo modo que la presidencia autocrática prefiere manejar relaciones bilaterales con los miembros de la Junta, antes que propiciar el trabajo en equipo. La Dirección ejecutiva autocrática no lo es sólo con la Junta Directiva, también lo es con el equipo operativo y el resto de personal de la entidad. Sobra decir que la renuncia voluntaria o el retiro programado no hace parte de su agenda de trabajo. Lo único que no soporta una dirección ejecutiva autocrática es una presidencia autocrática. Son mutuamente excluyentes. La Junta y la organización pueden “funcionar” con uno pero nunca con los dos. Juntas protocolarias Son el resultado lógico de una presidencia o de una dirección ejecutiva autocrática, o de un vacío de poder en la presidencia y la dirección de la organización. Los miembros de la Junta
son figuras de adorno que prestan su nombre para cumplir con las formalidades estatutarias y de Ley. En general son personas que gozan de estatus y prestigio social pero disponen de poco tiempo, compromiso y conocimiento de la organización y del sector social. Asisten a las sesiones de Junta, no con la regularidad debida, pero no deliberan, no aportan ideas, no crean valor agregado, no deciden ningún asunto. Con seguridad una presidencia o una dirección ejecutiva autocrática les han usurpado sus funciones. Los miembros de una Junta Directiva protocolaria permanecen, años enteros, en la comodidad que ofrece el no tener responsabilidades que cumplir, ni nadie que se las asigne, recuerde y exija. En la agenda de trabajo de una junta protocolaria no se promueve la novedad, el intercambio, la deliberación, el cambio o la creatividad; es una agenda instalada en lo rutinario, en las formalidades y las convenciones sociales. No hay sentido de pertenencia, ni interés en participar con entusiasmo. En contraprestación a su asistencia pasiva y a su silencio, obtienen la membrecía de pertenecer a una Junta Directiva de una organización “exitosa”. Las juntas protocolarias pueden denominarse, también, “juntas de florero”. Juntas comprometidas, responsables y exitosas Son aquellas donde la presidencia y la dirección ejecutiva ejercen un liderazgo compartido que anima la participación y la vocación de servicio de todos los miembros de la Junta. Presidencia y dirección ejecutiva forman un dúo dinámico que anteponen, siempre, los intereses de la organización a los personales. Ejercen el poder y la autoridad con mesura y democracia, sin imposiciones arbitrarias. Los miembros de Junta son seleccionados y nombrados de acuerdo con un perfil determinado donde se conjugan factores de género, edad, profesión, estrato socioeconómico y conocimientos específicos; tienen un alto sentido de pertenencia, compromiso, responsabilidad y conocimientos de la organización y del sector social. Mantienen comunicación frecuente y fluida tanto con la presidencia como con la dirección ejecutiva. Este tipo de Junta dispone y exige información permanente y actualizada de los asuntos programáticos, administrativos y financieros de la organización. Conocen, deciden y comparten la plataforma estratégica y las políticas y directrices. Son respetuosos de los fueros y competencias estatutarias de la presidencia la dirección y el equipo de trabajo. Planifican la
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agenda de trabajo, asisten con regularidad a las sesiones de Junta, y hacen un empleo eficiente del tiempo. Esta Junta estimula la autoevaluación de su desempeño, acompaña y apoya la gestión de la dirección ejecutiva y del equipo operativo, asume tareas, encargos y crea comités sin pretender coadministrar. Una junta comprometida, responsable y exitosa genera valor agregado y nuevas oportunidades de desarrollo para la organización. Es prenda de garantía para la sostenibilidad, es una Junta que vence las rutinas de las “rutin as de las formalidades sociales y administrativas; que propicia y no le teme al cambio, que hace seguimiento a las tareas y a los procesos. El liderazgo compartido de la presidencia y la dirección hace del trabajo la Junta una labor de equipo, en la que se respetan las opiniones y se valoran los aportes individuales y colectivos. En una Junta así, todos los miembros se enriquecen y se sienten personas útiles a la organización y a la sociedad. No tienen temor de compartir e integrarse. Son Juntas que aprecian las ventajas de la renovación y la permanencia de las personas, que saben y practican aquello del “buen retiro en el momento oportuno”.
Bibliografía
http://ctb.ku.edu/es/tablecontents/seccionprincipal9.4.aspx http://juntasdirectivasong.blogspot.com/2010/08/el-papel-de-la-junta-directiva-enuna.html