DISFEMIA Mª Elena Riquelme Ayuso Rosa Belén Coronel Ruiz Mónica López Morón Jesús E. Montoro Robles
INDICE: INTRODUCCION
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ETIOLOGIA
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SINTOMATOLOGIA
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CLASIFICACION
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EVALUACION
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INTERVENCION
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BIBLIOGRAFIA
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1. INTRODUCCION.
La disfemia (tartamudez) consiste en la repetición o prolongación frecuente de los sonidos, o de las sílabas. Perturba notablemente la fluidez del lenguaje. Normalmente se acompaña de otros tipos de dislalia. Puede haber problemas en la emisión de cualquier fonema, pero e más frecuente que aparezcan mayormente al iniciar fonemas "explosivos" (/b/, /p/, etc.) Es normal que el tartamudeo sea más evidente cuando el niño se halla sometido a una situación en que se siente evaluado, o con la "necesidad" de hablar bien. El niño suele intentar mecanismos de compensación para evitar su aparición, por ejemplo: iniciar sus frases con una palabra "inocua", acompañar su verbalización con movimientos, etc. Es un trastorno de aparición infantil en la inmensa mayor parte de los casos. Suele iniciarse en el curso de la instauración del lenguaje. La mayor parte de los casos son transitorios (hasta un 80 % de recuperaciones). Alrededor de un 5% de niños han presentado o presentan algún tipo de tartamudeo, pero solamente el 1% de adultos siguen con este trastorno.
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2. CAUSAS DE LA DISFEMIA Son varias las terapias propuestas para el tratamiento de la disfemia así como las teorías propuestas para su explicación. Analicemos sucintamente alguna de ellas. En principio se acepta que tal problema aparece en niños con alguna insuficiencia en la función organizadora del lenguaje, y sus causas suelen establecerse en las relaciones que, en su origen, tiene esta función con otras funciones psicológicas más profundas. Muchas veces se invoca como causa fundamental una insuficiencia del pensamiento linguo especulativo. Cabe distinguir dos formas de pensamiento humano: la sensoactorial en que la figuración mental se realiza mediante imágenes (es decir, pensamos en un tren y "vemos" la imagen del tren) . la linguoespeculativa que se lleva a cabo por medio de palabras (es decir, pensamos en un tren y "vemos" escrita la palabra "tren"); ésta última es la que permite el proceso de comunicación, mediante el lenguaje, de unas personas a otras. En el acto de hablar, es necesario que el pensamiento surja de una forma linguoespeculativa, puesto que debe realizarse con una gran rapidez. Así, hay personas que gozan de "inmediatez" lingüística (encuentran inmediatamente la palabra adecuada) y que jamás van a sufrir tartamudeo. Y otras, que carecen de esta inmediatez lingüística. Solamente entre éstas, afectas de insuficiencia linguoespeculativa (en que las imágenes sensoriales no hacen surgir inmediatamente las palabras, e incluso obstaculizan su aparición) va a aparecer la tartamudez. Está muy extendida la idea de que cuando una persona de gran cultura y elevado nivel intelectual tartamudea, es debido a que piensa con extraordinaria rapidez ("la mente va más rápido que la palabra"). Lo que en realidad sucede es que tal persona no sabe ordenar lingüísticamente los elementos seleccionados por su pensamiento, ni escoger las palabras adecuadas para expresarlos. Ello es debido a que el pensamiento sensoactorial (en imágenes) le obstaculiza y no consigue pasar de la imagen (la imagen del tren por ejemplo) a su nombre ("tren") como si dicha imagen alejase la palabra en lugar de atraerla. Los disfémicos cultos, para encubrir la insuficiencia de elaboración lingüística espontánea suelen utilizar frases hechas o clisés literarios ("en cierta medida",
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"evidentemente", "de alguna manera", "en realidad", "en base a"... etc., aunque tales frases no son predio cerrado de los disfémicos sino de cualquier insuficiente lingüístico que deba hablar sin tener demasiado que decir). Tales "latiguillos" desempeñan un papel de facilitación del tiempo de espera. Por lo tanto, como primera medida del tratamiento de la disfemia suele ser interesante la reeducación de esa insuficiencia linguoespeculativa que se orientará a la consecución de un alto grado de madurez lingüística, logrando que el pensamiento adquiera el hábito lingüístico que permita un habla sin tartamudeo. Otro aspecto a reeducar y tratar son los síntomas del disfémico que están presididos por el tartamudeo. Este puede ser clónico (repetición involuntaria y convulsiva de una sílaba, generalmente la primera sílaba de la primera palabra de la frase, siendo variable el nº de repeticiones) o tónico (imposibilidad de emitir ciertas palabras durante un tiempo más o menos prolongado; es como un estado de inmovilidad muscular que impide la locución; en una sílaba de una palabra de la frase el individuo sufre una resistencia súbita y cuando el espasmo cede sale precipitadamente en forma explosiva muy característica). También hallamos disfemias mixtas tónico-clónicas, aunque lo normal en estos casos es que predomine una de las dos formas. Otros síntomas que pueden aparecer son los trastornos respiratorios, generalmente en forma de bloqueos inspiratorios o espiratorios y movimientos asociados que afectan a labios, mandíbulas o músculos de la cara, e incluso a músculos que no intervienen en la fonación (tronco, hombros... etc.) También pueden presentarse fenómenos de tipo neurovegetativo como sudoración, rubor facial... etc. Tanto los trastornos respiratorios como los movimientos asociados solamente se ponen de manifiesto cuando el paciente tiene la necesidad de hablar, o mientras habla, ya que en cualquier otra situación suele dominar perfectamente su musculatura voluntaria y no presenta trastornos vegetativos. Como consecuencia del tartamudeo y del resto de síntomas comentados, existen alteraciones del ritmo y de la melodía de la frase, resultando a veces imposible reconocer los grupos acentúales, como si mentalmente hubiera una ausencia del molde ritmo-melódico.
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La disfemia suele aparecer alrededor de dos edades críticas. Por una parte entre los 2-3 años, coincidiendo con la organización del lenguaje; por otra parte, hacia los 6 años de edad, edad de la escolaridad, primera en que se le exige una primera adaptación social de cierta envergadura. También puede aparecer por primera vez en la adolescencia, edad a la que, de todas formas, se suele acentuar, pues los factores emocionales que aparecen pueden jugar un papel desencadenante especial. Dado que la tartamudez aparece en edades tempranas en las que son frecuentes las repeticiones de fonemas, de sílabas y aún de palabras de dos sílabas, y que se ha dado en llamar tartamudez fisiológica (es decir, normal), conviene aclarar que ésta no existe como tal tartamudez ya que dichas repeticiones no tienen carácter convulsivo. La repetición no es disfemia necesariamente. Solo existe ésta si aparece una tensión espasmódica o clónica en el proceso de emisión verbal. La redundancia es normal, mientras que la disfemia espasmódica es patológica. Una vez instaurada la disfemia, el comportamiento del paciente suele ser muy variado. Muchos tartamudos no parecen sufrir con su problema. En otros aparecen síntomas que revelan una ansiedad subyacente que puede ser muy discreta o muy acusada. Otros, en fin, se cierran en el silencio, evitan las situaciones de conflicto y al final también a la mayoría de las personas. En estos casos el trastorno sobrepasa el área del lenguaje para integrarse más en el marco de la psicopatología. En general puede decirse que la tartamudez se incrementa en aquéllas ocasiones en que la tensión emocional del disfémico aumenta, especialmente si aumenta en relación a la emisión del lenguaje (angustia de anticipación). La disfemia se acentúa en circunstancias que marcan una etapa de adaptación social, o que ponen en cuestión dicha adaptación. Lo cierto es que el disfémico se encuentra expuesto a alteraciones psicológicas que es preciso someter a un tratamiento, bien para superarlas bien para lograr un aceptable equilibrio que le permita asumir su problema, como requisito previo para lograr su superación.
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Hay varios tipos de disfemias:
Tartamudez inicial: Tiene lugar entre los 3 y los 4 años. No todos los niños la pasan, aunque se considera normal su padecimiento dentro del desarrollo comunicativo. Tartamudez propiamente dicha: Aparece entre los 7 y los 10 años. Es la disfemia propiamente dicha, la patológica. Por parte de la sintomatología asociada, encontramos en primer lugar las manifestaciones lingüísticas, que son: uso de muletillas verbales; perífrasis y lenguaje redundante; alteraciones sintácticas y frases incompletas; y abuso de sinónimos. Luego están las manifestaciones conductuales, que son: retraimiento y logofobia (por el rechazo social que experimentan los tartamudos); reacciones de angustia y ansiedad a la hora de comunicarse; conductas de evitación en situaciones comunicativas; manifestaciones emocionales de diverso tipo (rubor, timidez, etc.) Luego están las manifestaciones corporales y respiratorias, que son: sincinesias corporales (movimientos corporales involuntarios); alteraciones en la musculatura facial (tics, crispación, gestos, etc.); hipertensión de los músculos articualtorios y laríngeos y corporales; alteración fonorrespiratoria (incoordinación entre la actividad de inspiración y la de expiración); y respuestas psicogalvánicas (sudoración, palidez, etc.)
3. SINTOMATOLOGÍA. CARACTERIZACIÓN. Los síntomas más característicos de la disfemia (bloqueo espasmódico, repeticiones) suelen estar acompañados por: Manifestaciones lingüísticas: Uso de ―muletillas‖ verbales. Perífrasis y lenguaje redundante. Alteraciones sintácticas, frases incompletas. Abuso de sinónimos. Discurso sin coherencia. Desorganización entre el pensamiento y el lenguaje.
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Manifestaciones conductuales: Mutismo e inhibición temporales. Retraimiento y logofobia (miedo a hablar). Reacciones de angustia y ansiedad a la hora de comunicarse. Conductas de evitación en situaciones en las que debe comunicarse. Reacciones anormales e inmadurez afectiva. A veces, se da una aceptación de su tartamudeo, sin apenas influencia en su personalidad.
Manifestaciones corporales y respiratorias: Sincinesias corporales (movimientos del tronco, cabeza, brazos, pies,…). Tics. Espasmos y rigidez facial. Hipertensión muscular. Alteración fonorrespiratoria funcional. Respuestas psicogalvánicas (sudoración excesiva, enrojecimiento, palidez del rostro,…). Estos síntomas de acompañamiento no son absolutos, siendo muy diversa su evolución en función de cada sujeto. Como señala Crystal (1983), el problema está en que los tartamudeos casi nunca son exactamente iguales. Es como si hubiera un grupo de características del habla sin fluidez y cada disfémico eligiera alguna. Estas características pueden agruparse en siete grupos: 1. Una cantidad anormal de repetición de segmentos, sílabas, palabras o frases, como p-p-p-p-p—piso; el po-policía; creo que he recibido un –recibido un-. 2. Obstrucciones del flujo del aire por incapacidad de la persona para darse cuenta de la tensión que ha producido al prepararse para articular un sonido. Este fenómeno se llama bloqueo y los sonidos individuales afectados, bloques. 3. Prolongaciones anormales de segmentos de sonidos, como en f-f-f-f-fiel donde la f- se produce como un único sonido alargado y no con las breves pausas que van intercaladas. 4. Introducción en los momentos de dificultad de sonidos o palabras con fuerza únicamente emocional (por ej. Oh, ah). 5. Acentuación extraña en las palabras y entonación y tempo anormales en las oraciones debido a un habla muy entrecortada y a una respiración irregular. 6. Las palabras se dejan sin terminar. 7. Evitación de ciertos sonidos que pueden plantear problemas concretos a la hora de articularlos.
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4. CLASIFICACIÓN. Se van a considerar tres tipos de disfemias: Disfemia clónica (stuttering): Caracterizada por la repetición convulsiva de una sílaba o grupo de sílabas durante la emisión de la frase. Disfemia tónica (stammering): Caracterizada por una interrupción total del habla, produciéndose al final una salida repentina de la emisión. Disfemia mixta (clónico-tónica/tónico-clónica). Perelló (1990) habla de la ―ley de clo-to‖, según la cual la tartamudez se inicia en una fase clónica y pasa a la tónica si no recibe un tratamiento adecuado.
5. EVALUACIÓN. Evaluar una disfemia, en general, no es difícil, ya que los síntomas que presenta esta afectación son muy específicos. Las características mínimas que deben darse para que podamos hablar de disfemia son las siguientes: Esfuerzo durante la articulación fonemática. Bloqueos espasmódicos o interrupciones más o menos bruscas. Tensión articulatoria. La evaluación se puede abordar desde los parámetros que se presentan a continuación: Antecedentes familiares: veremos si hay sujetos disfémicos en la familia, o con alteraciones del lenguaje, psíquicas o neurológicas. También habrá que saber si hay familiares zurdos o con lateralidad cruzada, o con trastornos psicológicos, emocionales o psicosociales. O, también pueden existir otras alteraciones que hay que tener en cuenta. Datos personales: en este apartado se recabará la siguiente información: Desarrollo psicomotor y del lenguaje. Procesos patológicos sufridos. Edad de aparición del habla disfémica. Evolución de la disfemia hasta el momento actual. Si se observó retraso con respecto a otros niños de su edad. Comportamiento familiar y de los profesores. Entorno social ante el problema. 9
Nivel de autoimagen y autoconcepto. Para evaluar los últimos apartados, es necesario observar al niño solo, a los padres y al niño juntos, a los padres solos y al niño en la escuela. Características del habla del niño: Repeticiones. Vacilaciones. Prolongaciones. Bloqueos (en los niños más pequeños casi no se notan). Entonación, tasa del habla, pausas y ritmo. Mantenimiento de turnos de habla y reglas conversacionales. Intentos comunicativos con otras personas. Características corporales y respiratorias: Movimientos de tronco, brazos, cabeza y pies. Tics. Espasmos. Rigidez facial. Tensión muscular. Inhibiciones gestuales. Alteraciones respiratorias. Sudoración. Enrojecimiento. Palidez. Alteraciones conductuales: Mutismo e inhibiciones. Retraimiento y logofobia. Reacciones de angustia y ansiedad en la comunicación. Actitudes de evitación o aceptación del tartamudeo. Reacciones anormales. Alteraciones lingüísticas: Apoyaturas verbales. Alteraciones articulatorias. Trastornos de la voz. Abuso de sinónimos. Errores gramaticales, prosódicos o semánticos. Los aspectos relevantes que tendremos que tener en cuenta mientras se recoge la información anterior son: Observar al niño en diferentes contextos y ante distintas actividades (trabajo escolar, recreo, deporte). Ver los errores cometidos y la regularidad de los mismos. Severidad del problema, para lo que podemos utilizar la Escala Iowa de Actitudes hacia la disfemia, siempre y cuando lo permita la edad del niño. Aparición de otros trastornos del lenguaje.
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Para recoger toda esta información se puede utilizar métodos como entrevistas y cuestionarios, hojas de registro y/o grabaciones. Las escalas abiertas también se usan para valorar el habla del niño con disfemia, y suelen ser muy útiles para ver la dimensión psicosocial de la tartamudez. En estas escalas se valoran aspectos como la autoconducta emotivo-verbal, la autoimagen conversacional y la autoobservación de respuestas verbales. En el primer aspecto se utilizan criterios del tipo ―Me cuesta trabajo hablar con desconocidos‖, ―Me pongo nervioso cuando hablo‖, o ―Prefiero no hablar‖. En el segundo caso, los criterios serían ―La gente está incómoda cuando hablo‖, ―Los demás evitan hablar conmigo‖, o ―Me siento rechazado por los demás‖. En el último criterio, de autoobservación de respuestas verbales, los criterios se refieren a si la dificultad de pronunciación es mayor en consonantes que en vocales, si disminuye el habla disfémica cuando lee o cuando habla por teléfono o, si le cuesta más decir las primeras palabras de la frase a las últimas. Entre los distintos instrumentos disponibles para evaluar la disfemia, podemos destacar, a modo de resumen, los siguientes: Cuestionario para la recogida inicial de datos. (Santacreu y Fdez. Zúñiga, 1991) Cuadro-guía para la evaluación de la gravedad de la tartamudez. (Wingate, 1977). Cuestionario para el colegio. (Tough, 1987). Cuestionario de actitudes hacia el habla en los niños. (Brutten, 1985). Cuestionario de tartamudez para padres. (Cooper, 1979). Planificación de las sesiones y evaluaciones periódicas. (Monge y Peralta, 1997). Escala de Ericson: media de las actitudes ante la comunicación. (Andrews y Culter, 1974). Evaluación de la tartamudez. (Wingate, 1977). Una vez que tenemos todos los datos recogidos durante la evaluación, se debe hacer un análisis detallado para ver las características concretas del caso, y así, ver qué circunstancias influyeron en la formación y desarrollo del trastorno, describir las características del habla y analizar los factores que están incidiendo en la actualidad en el mantenimiento del problema. Y así, una vez conocido el caso, se explicará a los padres y al niño, en el caso de que éste tenga la edad suficiente para comprenderlo, en qué va a consistir el tratamiento, cuánto va a durar y la importancia de su colaboración. Otro aspecto importante en la evaluación es el diagnóstico diferencial, y ante una sintomatología de repetición de sílabas o palabras hay que pensar en los siguientes supuestos: Una causa psicógena: emociones, pubertad, retraso mental, taquifemia (alteración de la fluidez verbal) o histeria. Una causa ambiental: fisiológica, imitación, burlas escolares. Una disfasia: retraso simple del lenguaje.
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Una alteración cerebral: epilepsia, afasia, disartria iterativa (repetición espontánea e involuntaria de sílabas o de palabras. Si descartamos estas causas, entonces podremos establecer el diagnóstico de la disfemia, con la ayuda de la evaluación anteriormente descrita.
6. INTERVENCIÓN En toda actuación logopédica podemos diferenciar: una intervención indirecta una actuación directa, a ellas nos referimos a continuación. Intervención indirecta El papel del adulto (padres, familiares, profesores etc.) es de suma importancia, tanto en lo referente a la actitud a mantener ante el niño o la niña que tartamudean, como a la colaboración para su rehabilitación. Así, resulta importante disponer de unas orientaciones precisas sobre este respecto: ¿Qué debe hacer el adulto para evitar que las dificultades del niño en su habla se afiancen? • Es fundamental no reaccionar negativamente ante las dificultades del niño, debemos evitar manifestar signos de ansiedad o impaciencia. Las ―regañinas‖, críticas y censuras en este aspecto deben olvidarse por completo. • Potenciar situaciones para conversar y hablar en un ambiente relajado y tranquilo, sin prestar demasiada atención a sus fallos. Deberemos escuchar con atención lo que el niño dice y responder a eso, no a su tartamudez. Se procurará evitar las situaciones o personas que al niño le produzcan tensión, pues las alusiones negativas son respecto al modo de hablar del niño por parte de familiares y amigos no lo benefician en nada. • Conservar el contacto visual natural cuando el niño esté hablando reforzando la conversación con el lenguaje gestual movimientos de cabeza, sonrisas, titubeos...) • Evitar las correcciones continuas exigiendo la repetición de las palabras o frases problemáticas. No tenemos que pedirle que hable más tranquilo o despacio, pues lo único que conseguiremos es aumentar su ansiedad y nerviosismo. • Se le dará el tiempo que necesite para expresarse, no adelantándose adivinando qué quiere decir y no interrumpiéndolo a cada momento, evitaremos completar o expresar las ideas que quiere trasmitirnos dejando que él lo haga utilizando sus propias palabras. • Es importante hablar al niño despacio, con tranquilidad, pronunciando claramente y formulando frases sencillas. • Hablar abiertamente sobre la tartamudez si el niño saca el tema. Las actividades y los ejercicios que tendrá que realizar en casa las indicará en cada momento el/la logopeda y siempre se tendrá mucho cuidado de no atosigar al niño, pues lo único que podemos conseguir de ese modo es aburrimiento, desmotivación o incluso mayor ansiedad.
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Intervención directa
TÉCNICA DE SEGUIMIENTO, HABLA EN SOMBRA O ECO. Se intenta que la persona tartamuda repita las palabras dichas por el logopeda mientras habla o lee un texto. Lo que se pretende es conseguir que la persona tartamuda atienda prioritariamente a la información que le llega por el canal auditivo de lo que esta leyendo o diciendo el modelo. Por otra parte, el tartamudo al imitar parece olvidarse de sus dificultades y deja de cometer errores.
TÉCNICA DE ENCUBRIMIENTO O ENMASCARAMIENTO. Se somete al niño o niña a un ruido blanco (ruido con una amplia gama de tonos) mediante unos auriculares al tiempo que lee o habla, por lo que no puede oírse a sí mismo. De esta forma se consigue eliminar la retroalimentación auditiva y ósea y, en consecuencia el desfase entre ambas. Cuando no podemos escucharnos modificamos nuestro patrón de habla relentizándolo y en los tartamudos se produce una reducción de sus errores. EL HABLA RÍTMICA, SILABEO O METRÓNOMO. Lo que se pretende es enseñar a hablar a la persona tartamuda con un ritmo determinado, generalmente más lento que el suyo habitual, que se le va marcando. La introducción de un ritmo en el habla reduce en gran medida las dificultades de la tartamudez, este ritmo se puede producir mediante un metrónomo, balanceo rítmico de los brazos (como un juego), palmadas...El ritmo permite la distracción del niño, y éste deja de atender a su propio tartamudeo. Considera que el metrónomo es un buen método para conseguir cambiar el patrón de habla tartamuda, pues presenta entre otras ventajas el ser ligero y manejable. Permite dotar al disfémico de un ritmo al hablar, haciendo coincidir sus sílabas, palabras o frases con el golpeteo regular de un aparato (metrónomo). El tratamiento consta de varias etapas: 1º Se le demuestra al sujeto que puede hablar sin tartamudear (lo cual acontece en el mismo momento en que empieza a emplear el metrónomo). 2º Se incrementa la tasa de habla usando el metrónomo de forma gradual, según una jerarquía de ansiedad. 3º Una vez conseguida un habla normal, se desvanece progresivamente el uso del metrónomo. Señalemos la existencia de metrónomos electrónicos con audífono, que pueden ser usados en el entrenamiento bajo cualquier condición. También se hallan en el mercado metrónomos de pulsera que emiten impulsos visuales y auditivos. Un riesgo inherente a cualquier tratamiento de la disfemia es que el niño elimine las repeticiones mientras está con el terapeuta, pero que reincida una vez colocado en su medio normal. De ahí la necesidad de entrenar el método en condiciones lo más normales posible, y la utilidad de los artilugios de pulsera que antes comentábamos.
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RETROALIMENTACIÓN AUDITIVA DEMORADA (RAD) O HABLA RETARDADA. Consiste en presentar por medio de unos auriculares el discurso que el niño acaba de decir, escuchando de esta manera su propia voz unos segundos después.
REFUERZO POSITIVO A RESPUESTAS ALTERNATIVAS A LA TARTAMUDEZ. Siguiendo la hipótesis del tartamudeo como conducta adquirida por aprendizaje operante, utilizaron recompensas como el helado en niños, así como puntuar más alto en una gráfica, para reducir el tartamudeo en terapia. Los padres eran administradores del refuerzo, y los resultados fueron positivos. TIEMPO FUERA. En esta técnica, cuando los sujetos tartamudean, la situación terapéutica permite que se encienda una luz roja durante diez segundos, y en este tiempo no se puede hablar. La base teórica de esta técnica es el supuesto de que el TF es una consecuencia. CONTRACONDICIONAMIENTO. Consiste fundamentalmente en la producción de respuestas incompatibles con la conducta de tartamudeo. Describen la técnica al completo en el capítulo dedicado a tics. En el caso del tartamudeo, el sujeto debe ser entrenado para interrumpir su habla en el momento de tartamudear, para inspirar profundamente. El programa incluye otros aspectos: formulación de pensamientos antes de hablar, identificación de situaciones favorables al tartamudeo, períodos de habla cortos, ejercicios diarios. DESENSIBILIZACIÓN SISTEMÁTICA. Consistente en descubrir a la persona tartamuda, durante las sesiones de tratamiento, las situaciones que le producen mayor ansiedad y por lo tanto mayor número de disfluencias, simulando y analizando cada situación. ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES. Supone el entrenamiento en técnicas de relación social y asertividad que le van a servir como recursos específicos para desenvolverse en aquellas situaciones que más tensión le provocan. CONTROL DE LA RESPIRACIÓN. Aprender a respirar correctamente supone una parte importante en todos los tratamientos logopédicos, numerosos estudios demuestran la presencia de e un patrón respiratorio alterado en el tartamudeo ( los sujetos expulsan el aire con rapidez, oscilando bruscamente la cantidad de aire retenida, intentan hablar cuando carecen de aire en los pulmones y en algunos casos respiran superficialmente y con jadeos), el tratamiento pretende que el niño aprenda a controlare la respiración mientras habla o lee. Veamos algunos ejercicios. Ejercicio 1: El objetivo es que el aire inspirado se dirija a la parte inferior de los pulmones. Tumbado, colocar una mano sobre el vientre (por debajo del ombligo) y la otra sobre el estómago. En cada inspiración, se ha de intentar dirigir el aire a llenar la parte inferior de los pulmones, lo que debe hacer que se mueva la mano colocada sobre el vientre pero no la colocada sobre el estómago, ni el pecho. Ejercicio 2: El objetivo es conseguir que el aire inspirado se dirija a la parte inferior y media de los pulmones. Tumbado, colocar una mano sobre el vientre (por debajo del ombligo) y la otra sobre el estómago. En primer lugar, se ha de intentar dirigir el aire a cada inspiración a la parte inferior de los pulmones (como en el ejercicio
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1), y después, en la misma inspiración pero marcando un tiempo diferente, dirigir el aire a la parte media, notando cómo se hincha la zona bajo la segunda mano (estómago). Ejercicio 3: El objetivo conseguir una inspiración completa: Tumbado, colocar una mano sobre el vientre (por debajo del ombligo) y la otra sobre el estómago. Se hace una inspiración en tres tiempos dirigiendo el aire primero al vientre (se levanta la mano colocada en esta zona), luego al estomago (se eleva la segunda mano) y, finalmente al pecho. Ejercicio 4: El objetivo es conseguir una espiración más completa y regular Unidad Tumbado, colocar una mano sobre el vientre (por debajo del ombligo) y la otra sobre el estómago. Se ha de efectuar la inspiración como se ha aprendido en el ejercicio 3 y a continuación comenzar la espiración cerrando bastante los labios (para que el aire produzca un leve ruido que sirve de feedback para ir ajustando el ritmo de la espiración). Ejercicio 5: El objetivo es conseguir una adecuada alternancia respiratoria. Similar al ejercicio 4, pero ahora no se marcan los tres tiempos de inspiración, sino que se realiza como un continuo (pero manteniendo el recorrido habitual). Se van eliminando los sonido que acompañan a la espiración para progresar hacia un ciclo respiratorio completamente normal.
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7. BIBLIOGRAFÍA: Gallardo, J.R y Gallego, J.L (2003). Manual de logopedia escolar. Un enfoque práctico. Málaga. Ediciones Aljibe. Almonte C., Lecaros S., Sepiilveda G. el al: Tartamudez infanto-juvenil. Enfoque Multidisciplinaiio. Acta Psiquiat Psicol Am Lat 1-986; 32: 297-306.
8. WEBGRAFÍA: http://irati.pnte.cfnavarra.es/creena/001auditivos/PDFs/disfemia.pdf
BIBLIOGRAFÍA. -
Gallardo Ruiz, J. R. y Gallego Ortega, J. L. (2003). Manual de logopedia escolar. Un enfoque práctico. Málaga: Aljibe.
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