hizo una leve concesión a su hermano:
quiso condescender en esto de ir hasta el fin de la Provincia a caballo con su hermano y con sus parientes (A.89). Al hospital de la Magdalena regaló el pequeño caballo, que le habían comprado sus compañeros de París.
Pero, Pero, cuando c uando hubo salido sali do de la Provincia, Provinci a, dejó el caballo, sin si n tomar nada y se fue en dirección de Pamplona, y de allí a Almazán, pueblo del P. Laínez, y después a Sigüenza y Toledo y de Toledo a Valencia. Y en todas estas tierras de los compañeros no quiso tomar nada, aun cuando le hiciesen grandes ofrecimientos con toda insistencia. En esta peregrinación por las familias de sus compañeros no podía faltar la visita a Juan de Azpilcueta, hermano de Javier, irritado por las noticias que le habían llegado sobre su hermano y el influjo en él de Ignacio. Éste le entregó en mano una carta de Javier: «P orque V. V. Md. a la clara clara conozca cuánta merced nuestro Señor me ha hecho en haber conocido al señor maestre Íñigo, por ésta le prometo mi fe, que en mi vida podría satisfacer lo mucho que le debo, así por haberme favorecido muchas veces con dineros y amigos en mis necesidades, como en haber sido él causa de que yo me apartase de malas compañías, las cuales yo, por mi poca experiencia no conoscía… Y esto sólo no sé yo cuándo podré yo pagar al señor maestre Íñigo. Por tanto suplico a V. Md. le haga el mismo recogimiento que haría a mi persona… Y suplícole muy encarecidamente no deje de comunicar y conversar al señor Íñigo, y creerle en lo que le dijere, porque con sus consejos y conversaciones crea que se hallará muy bien por ser él tanto una persona de Dios y de tan buena vida 30.
4. Los «pr «presb esbíte íterros refor reformad mados» os» Ignacio viajó de Valencia a Génova y, por tierra, siempre de la misma manera, —a pie y de limosna—, a Bolonia y Venecia, en un itinerario lleno de peripecias.
Y entrando en Bolonia, empezó a pedir limosna, y no encontró ni siquiera un cuatrín, aunque la recorrió toda (A.91). Ya en Venecia, dedicó todo 1536 a dar Ejercicios, a leer teología por su cuenta, a contestar cartas a bienhechores, consultas espirituales de religiosas y personas amigas y, sobre todo, a conocer los grupos de reforma dentro de la Iglesia que pululaban en torno a Venecia, particularmente los teatinos. Ésta de la reforma de la Iglesia, es otra dimensión 64