RITUAL DE
EXEQUIAS CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA
( OMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL LITÚRGICA
RITUAL DE
EXEQUIAS
REFORMADO POR MANDATO DEL CONCILIO VATICANO II Y PROMULGADO POR SU SANTIDAD EL PAPA PABLO VI
EDICIÓN TÍPICA ADAPTADA Y APROBADA POR LA CONFERENCIA EPISCOPAL MEXICANA Y CONFIRMADA POR LA CONGREGACIÓN DEL CULTO DIVINO Y DE LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
2a. EDICIÓN RENOVADA
OBRA NACIONAL DE LA BUENA PRENSA, A.C. 1991
RITUAL DE EXEQUIAS Segunda edición renovada, Julio 1991 10,000 ejemplares Agradecimiento: La Conferencia Episcopal Mexicana agradece a la Conferencia Episcopal Española que le haya permitido hacer una selección de los esquemas del Ritual de España, así como de algunos textos aprobados para España por la Sagrada Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos.
La propiedad de este texto está reservada a la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica, de México.
ISBN 968-6056-51-3 Hecho en México Derechos (c) reservados a favor de
OBRA NACIONAL DE LA BUENA PRENSA, A.C. Apartado M-2181. 06000 México, D.F. Orozco y Berra 180. Santa María la Ribera. 1991. Se terminó de imprimir esta segunda edición el día 31 de julio de 1991, festividad de San Ignacio de Loyola, en los talleres de Offset Multicolor, S.A. de C.V. Calz. de la Viga 1332. México, D. F. El tiro fue de 10,000 ejemplares.
SACRA CONGREGATIO PRO CULTU DIVINO Prot. n. 720/69 DECRETUM
Ritibus exsequiarum consuevit pia Mater Ecclesia non solum defunctos Deo commendare, sed et filiorum sourum spem erigere fidemque suam testan in futuram cum Christo baptizatorum resurrectionem. Quapropter Sacrosantum Oecumenicum Concilium Vaticanum II in Constitutione de sacra Liturgia mandavit ritus exsequiarum ita esse recognoscendos, ut paschalem mortis christianae indolem manifestius exprimerent, et ut ritus sepeliendi párvulos etiam propria Missa donarentur (artt. 81-82). Huiusmodi ritus Consilium ad exsequendam Constituonem de sacra Liturgia apparavit et, diversis in regionibus, , opportunis experimentationibus subiecit. Summus autem Pontifex PAULUS VI, Auctoritate Sua Apostólica, eosdem ritus tándem approbavit et evulgari iussit, ab ómnibus qui Rituali Romano utuntur in posterum adhibendos. Sacra vero haec Congregatio pro Cultu Divino, de mandato eiusdem Summo Pontificis, Ordinem Exsequiarum promulgat, statuens ut a die 1 iunii 1970 vigere incipiat. Statuitur insuper ut, usque ad diem 1 mensis iunii proximi anni, si in exsequiis celebrandis lingua latina adhibetur, aut hic Ordo aut ritus qui en Rituali Romano habentur, usurpan ad arbitrium possint; ab eo autem die tantum hic novus Ordo Exsequiarum adhibeatur.
Singulh autem Conferentiis Episcoporum, postquam popularan interpretationem paraverint, et ab hac Sacra Congregatione confirmationem eiusdem acceperint, facultas fit alium diem ante 1 iunii 1970, pro opportunitate, statuendi, quo novus Ordo exsequiarum vigere incipiat. Contrariis quibuslibet minime obstantibus. Ex aedibus S. Congregationis pro cultu Divino, die 15 augusti 1969, in sollemnitate Assumptionis B. Mariae Virginis. Benno Card. Gut A. Bugnini
CONGREGATIO DE CULTU DIVINO ET DISCIPLINA SACRAMENTORUM Prot. n. CD 545/91
MEXICI Instante Excellentissimo Domino Rudesindo Huesca Pacheco, Archiepiscopo Angelorum, Praeside Commissionis Episcopalis Liturgicae Mexici, litteris die 21 maii 1991 datis, vigore facultatum huic Congregationi a Summo Pontífice IOANNE PAULO II tributarum, textus Ordinis Exsequiarum, lingua hispánica exaratus, prout exstat in exemplari ad nos misso, perlibenter probamus seu confirmamus. In textu imprimendo inseratur ex integro hoc Decretum, quo ab Apostólica Sede petita confirmatio conceditur. Eiusdem insuper textus impressi dúo exemplaria ad hanc Congregationem transmittantur. Contrariis quibuslibet minime obstantibus. Ex aedibus Congregationis de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum, die 10 augusti 1991. ; udovk \ Ka1 la ) Archiep. tit. Thibicensis a Secretis (Petrus Tena) Subsecretarius
PRAENOTANDA i.
SENTIDO DE LAS EXEQUIAS CRISTIANAS
!• La Iglesia, en las exequias de sus hijos, celebra el misterio pascual, para que quienes por el bautismo fueron incorporados a Cristo, muerto y resucitado, pasen también con él a la vida eterna, primero con el alma, que tendrá que purificarse para entrar en el cielo con los santos y elegidos, después con el cuerpo, que deberá aguardar la bienaventurada esperanza del advenimiento de Cristo y la resurrección de los muertos. Por tanto, la Iglesia ofrece por los difuntos el sacrificio eucarístico de la Pascua de Cristo, y reza y celebra sufragios por ellos, de modo que, comunicándose entre sí todos los miembros de Cristo, éstos impetran para los difuntos el auxilio espiritual y, para los demás, el consuelo de la esperanza. •2- En la celebración de las exequias por sus hermanos, procuren los cristianos afirmar la esperanza en la vida eterna, pero teniendo en cuenta la mentalidad de la época y las costumbres de cada región, concernientes a los difuntos. Por tanto, ya se trate de tradiciones familiares, de costumbres locales o de empresas de pompas fúnebres, aprueben de buen grado todo lo bueno que en ellas encuentren y procuren transformar todo lo que aparezca como contrario al Evangelio, de modo que las exequias cristianas manifiesten la fe pascual y el verdadero espíritu evangélico. 3. Dejada de lado toda vana ostentación, es conveniente honrar los cuerpos de los fieles difuntos, que han sido templos del Espíritu Santo.
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Por eso, por lo menos en los momentos más importantes entre la muerte y la sepultura, se debe afirmar la fe en la vida eterna y orar por los difuntos. Los principales momentos pueden ser, según la costumbre de los lugares: la vigilia en la casa del difunto, la colocación del cuerpo en el féretro y su traslado al sepulcro, previa reunión de los familiares y, si fuera posible, de toda la comunidad, para escuchar, en la liturgia de la palabra, el consuelo de la esperanza, para ofrecer el sacrificio eucarístico y para la última despedida al difunto.
ii.
FORMAS DE CELEBRACIÓN
4. Después de considerar las condiciones y posibilidades de las diversas regiones, el Ritual de exequias propone tres formas de celebración: o) la primera forma prevé tres "estaciones": en la casa del difunto, en la iglesia y en el cementerio; b) la segunda forma considera sólo dos "estaciones": en la capilla del cementerio y junto al sepulcro; c) la tercera forma tiene una sola "estación": en la casa del difunto. Prime;"! forn.'i de crlcbración exequial 5. La primera forma de celebración exequial es casi igual al antiguo rito. Comprende, de ordinario, sobre todo en ambientes rurales, tres "estaciones": en la casa del difunto, en la iglesia y en el cementerio, con dos procesiones intermedias. Sin embargo, las procesiones, especialmente en las grandes ciudades, o no son frecuentes o, por diversas razones, son menos convenientes; por otra parte, por la insuficiencia de clero y las largas distancias entre las iglesias y los cementerios, los sacerdotes no pueden, a veces, celebrar las "estaciones" en la casa y en el cementerio. En vista de esto, se aconseja a los fieles que, en ausencia del sacerdote o diácono, reciten ellos mismos las oraciones y salmos acostumbrados; si esto no fuera posible, se omitirán las "estaciones" en la casa del difunto y en el cementerio.
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6. Según esta primera forma, la "estación" en la iglesia comprende, de ordinario, la celebración de la misa exequial, que sólo se prohibe en el Triduo pascual, en las solemnidades y en los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua. Mas si, por razones pastorales, las exequias en la iglesia se celebran sin misa —la cual, en lo posible, ha de celebrarse otro día—, es obligatoria la liturgia de la palabra, de modo que la "estación" en la iglesia comprenda siempre la liturgia de la palabra, haya o no sacrificio eucarístico, y el rito que antes se llamaba "absolución" del difunto, y que, en adelante, se llamará "último adiós al cuerpo del difunto".
Segunda forma de celebración exequial 7. La segunda forma de celebración exequial comprende sólo dos "estaciones", ambas en el cementerio: una en la capilla del cementerio y otra junto al sepulcro. En esta forma de exequias, no se prevé la celebración eucarística, la cual, no obstante, tendrá lugar, ausente el cadáver, antes o después de las exequias.
Terceía ¡e )t ( de celebración exequial 8. La tercera forma de celebración exequial, con una sola ''estación'', en la casa del difunto, parecerá inútil en algunos lugares; en otros, sin embargo, resulta necesaria. Teniendo presente las diversas circunstancias, no se determinan expresamente los detalles de esta forma. Pero se ha juzgado convenientemente dar al menos algunas indicaciones, de tal modo que, en este caso, se puedan tomar elementos comunes con las otras formas, por ejemplo, en la liturgia de la palabra y en el rito del último adiós al cuerpo del difunto. Lo demás lo podrán proveer las Conferencias Episcopales. •t. En la preparación de las versiones en lengua vernácula de la edición típica latina del Ritual de exequias, las Conferencias Episcopales pueden o bien mantener las tres formas de exequias o bien cambiar el orden o bien omitir una u otra forma. Porque puede suceder que, en algún país, se use exclusivamente una de las formas, por ejemplo, la primera, con
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las tres "estaciones", en cuyo caso se ha de mantener ésta, con exclusión de las otras dos; en otros países, en cambio, las tres formas pueden ser necesarias. Por tanto, las Conferencias Episcopales proveerán oportunamente, teniendo en cuenta las necesidades particulares.
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de Dios. En efecto, ésta proclama el misterio pascual, afianza la esperanza de un nuevo encuentro en el reino de Dios, exhorta a la piedad hacia los difuntos y a dar un testimonio de vida cristiana. Los salmos
m.
ELEMENTOS QUE DEBEN TENERSE EN CUENTA EN LAS EXEQUIAS
El último adiós al cuerpo del difunto JQ Después de la misa exequial, tiene lugar el rito del último adiós al cuerpo del difunto. Este rito no significa una purificación, que se realiza principalmente por el sacrificio eucarístico, sino el último saludo de la comunidad cristiana a uno de sus miembros, antes de que se lleven el cuerpo o de que sea sepultado. Pues, si bien en la muerte hay siempre una separación, a los cristianos, que como miembros de Cristo son una sola cosa en Cristo, ni siquiera la misma muerte puede separarlos. ' El celebrante introduce y explica este rito con una monición; siguen unos momentos de silencio, la aspersión e incensación y el canto de despedida. Este canto, compuesto de texto y melodía adecuados, debe ser cantado por todos y, a la vez, todos han de ver en él la culminación del rito. También la aspersión, que recuerda la inscripción en la vida eterna realizada por el bautismo, y la incensación, con la que se honra el cuerpo del difunto, templo del Espíritu Santo, pueden ser consideradas como gesto de despedida. El rito del último adiós al cuerpo del difunto sólo puede tener lugar en la misma acción exequial y estando presente el cadáver.
La lectura de la palabra de Dios J J En cualquier celebración por los difuntos, tanto exequial como común, se considera parte muy importante del rito la lectura de la palabra
Cfr Simeón de Tesalónica, De ordine sepulturae: PG 155, 685 B.
12. En los oficios por los difuntos, la Iglesia recurre especialmente a los salmos, para expresar el dolor y reafirmar la confianza. Procuren, pues, los pastores de almas, mediante una adecuada catequesis, que sus comunidades comprendan, con mayor claridad y profundidad, los salmos que se proponen para la liturgia exequial, por lo menos algunos de ellos. En cuanto a los otros cantos, cuya conveniencia pastoral se indica con frecuencia en el rito, procuren que expresen "un amor suave y vivo hacia la Sagrada Escritura" 2 a la vez que el sentido de la liturgia.
Las oraciones 13. La comunidad cristiana también en las oraciones confiesa su fe e intercede piadosamente por los difuntos adultos, para que alcancen la felicidad junto a Dios; felicidad a la cual cree que ya han llegado los niños difuntos, que son hijos de adopción por el bautismo. Por los padres de estos niños, como también por los familiares de todos los difuntos, ora la comunidad, para que en su dolor reciban el consuelo de la fe.
El Oficio de difuntos 14. Donde por ley particular, por fundación o por costumbre, se celebra el Oficio de difuntos, con motivo de las exequias o fuera de ellas, puede conservarse este Oficio con tal que se celebre digna y piadosamente. Pero, teniendo en cuenta las condiciones de la vida actual y de la pastoral, en lugar del oficio de difuntos, puede celebrarse una vigilia o una liturgia de la palabra.
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CONC. VAT. II, Constitución: Sacrosanctum Concilium, n. 24.
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14 bis Se han de celebrar exequias por los catecúmenos y, además, según establece el canon 1183 del Código de Derecho Canónico, se pueden celebrar también: a) por aquellos niños que sus padres deseaban bautizar, pero murieron antes de recibir el bautismo; b) según el juicio prudente del ordinario del lugar, por los bautizados que estaban adscritos a una Iglesia o comunidad eclesial no católica, con tal de que no conste la voluntad contraria de éstos y no pueda hacerlas su ministro propio.
Exequias y cremación del cadáver 15. Se puede conceder las exequias cristianas a quienes han elegido la cremación de su cadáver, a no ser que conste que dicha cremación fue elegida por motivos contrarios al sentido cristiano de la vida. En este caso, las exequias se celebrarán según la forma que se usa en la región, pero de tal manera que no se oculte que la Iglesia prefiere la costumbre de sepultar los cuerpos, como el mismo Señor quiso ser sepultado; evítese también el peligro de escándalo o de sorpresa en los fieles. Por otro lado, los ritos que se hacen en la capilla del cementerio o junto al sepulcro pueden tener lugar en el edificio del crematorio; más aún, si no hay un lugar adecuado, dichos ritos pueden hacerse en la misma sala del crematorio, evitando todo peligro de escándalo o de indiferentismo religioso. iv.
FUNCIONES Y MINISTERIOS
DE LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
16. En la celebración de las exequias, recuerden todos los que pertenecen al pueblo de Dios que a cada uno se le ha confiado un ministerio particular: a los padres y familiares, a los responsables de las pompas fúnebres, a la comunidad cristiana y, principalmente, al sacerdote, que, como maestro de la fe y ministro del consuelo, preside la acción litúrgica y celebra la Eucaristía.
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17. Recuerden también todos, en especial los sacerdotes, cuando encomiendan a Dios los difuntos en la liturgia exequial, que es su deber avivar la esperanza de los presentes y afianzar su fe en el misterio pascual y en la resurrección de los muertos, de tal manera, sin embargo, que, al manifestar el cariño de la madre Iglesia y el consuelo de la fe, animen a los creyentes, pero respeten su natural dolor. 18. Al preparar y organizar la celebración de las exequias, los sacerdotes considerarán, con la debida solicitud, no sólo la persona del difunto y las circunstancias de su muerte, sino también el dolor de los familiares y las necesidades de su vida cristiana. Tendrán un cuidado especial por aquellos que, con ocasión de las exequias, asisten a una celebración litúrgica y oyen el Evangelio, sean acatólicos o sean católicos que nunca o casi nunca participan de la Eucaristía o que parecen haber abandonado la fe; pues los sacerdotes son ministros del Evangelio de Cristo para todos. 19. Las exequias, con excepción de la misa, pueden ser celebradas por un diácono. Cuando la necesidad pastoral lo exija, la Conferencia Episcopal, con licencia de la Sede Apostólica, puede facultar también a un laico. En ausencia del sacerdote o del diácono, se aconseja que las "estaciones" en la casa del difunto y en el cementerio, en la primera forma de celebración exequial, y la vigilia se celebren bajo la dirección de un laico. 20. En la celebración de las exequias, a excepción de la distinción que se deriva de la función litúrgica y del Orden sagrado, y aparte de los honores debidos a las autoridades civiles, de acuerdo con las leyes litúrgicas, no se hará acepción alguna de personas o de clases sociales, ni en las ceremonias ni en el ornato externo. 3
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Cfr CONC. VAT. II, Constitución Sacrosanctutn Concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 32.
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v.
ADAPTACIONES QUE CORRESPONDEN A LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES
21. En conformidad con lo que establece el número 63, b de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, corresponde a las Conferencias Episcopales traducir la edición típica latina del Ritual de exequias y adaptarla a las necesidades y características locales para que, una vez aprobadas sus decisiones por la Sede Apostólica, dicho Ritual sea utilizado en las respectivas regiones. En esta materia, corresponde a las Conferencias Episcopales: a) determinar las adaptaciones, dentro de los límites establecidos en esta sección; b) considerar, con cuidado y prudencia, cuanto pueda admitirse, oportunamente, de las tradiciones y el modo de ser de los diversos pueblos y, también, proponer a la Sede Apostólica otras adaptaciones que se estimen útiles o necesarias para introducirlas con su consentimiento; c) mantener vigentes o adaptar los elementos propios, cuando los hay, ya existentes en los Rituales particulares, siempre que estén de acuerdo con la Constitución sobre la Sagrada Liturgia y las necesidades actuales; d) preparar las versiones de los textos, de manera que se acomoden verdaderamente a las diversas lenguas y culturas, agregando, cuando fuere oportuno, melodías aptas para el canto; e) adaptar y completar las instrucciones de la edición típica del Ritual Romano, de modo que los ministros comprendan plenamente y realicen adecuadamente la significación de los ritos; f) al preparar las ediciones de los libros litúrgicos, ordenar los textos del modo que sea más apropiado para el uso pastoral, con tal de que no se omita nada del material contenido en esta edición típica; si pareciera oportuno añadir algunas rúbricas o textos, se los distinguirá de los de la edición típica con un signo o carácter tipográfico adecuado. 22. En la preparación de la edición en lengua vernácula del Ritual de exequias, corresponderá a las Conferencias Episcopales:
PRAENOTANDA
a) ordenar los ritos según una o más formas, como se indica en el número 9; b) sustituir las fórmulas propuestas en el rito principal, si pareciera oportuno, por otras de las que se encuentran en el capítulo de textos potestativos; c) cuando la edición típica latina del Ritual de exequias presenta varias fórmulas optativas, añadir otras fórmulas del mismo género (de acuerdo con el núm. 21, f); d) juzgar si un laico puede ser elegido para celebrar las exequias (cf. núm. 19); e) cuando razones pastorales lo indiquen, establecer que la aspersión y la incensación puedan omitirse o ser suplidas por otro rito; f) establecer para las exequias el color litúrgico más adecuado a la idiosincrasia de cada pueblo, que no ofenda al dolor humano y que haga patente la esperanza cristiana, a la luz del misterio pascual; vi.
FUNCIÓN DEL SACERDOTE EN LA PREPARACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LA CELEBRACIÓN
23. El sacerdote, después de haber considerado las diversas circunstancias y de haber oído los deseos de la familia y de la comunidad, usara de buena gana de las facultades concedidas en los ritos. 24. Los ritos propuestos en cada forma de celebración se describen de modo que puedan ser realizados con simplicidad; no obstante, se ofrece gran número de textos para las diversas circunstancias. Así, por ejempl°: a) por regla general, todos los textos pueden ser cambiados por otros, con la cooperación de la comunidad y de la familia, para obtener en cada caso una celebración que se adapte mejor a las diversas circunstancias; b) algunos elementos no son obligatorios, sino que se pueden añadir a voluptad según las circunstancias, como, por ejemplo, en la casa del' difunto, la oración por los afligidos; c) según la tradición litúrgica, se da una gran libertad de elección en los textos propuestos para las procesiones;
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PRAENOTANDA
d) cuando, por una razón litúrgica, se indica o aconseja un salmo que puede ofrecer dificultad pastoral, se ofrece siempre la posibilidad de cambiarlo por otro; más aún: si algún versículo de un salmo pareciera menos apto bajo el aspecto pastoral, puede omitirse; e) el texto de las oraciones se propone siempre en singular, es decir, por un solo difunto; por tanto, en cada caso, el texto será adaptado según el género y el número; por ejemplo: en lugar de las palabras tu hijo, se usará, según las circunstancias, lu hija o tus hijos o tus hijas, etc.; f) en las oraciones, las palabras o frases puestas entre corchetes pueden omitirse. 25, Una adecuada y digna celebración de las exequias, así como todo el ministerio del sacerdote para con los difuntos, supone una consideración orgánica del misterio cristiano y del oficio pastoral. Entre otras cosas, compete al sacerdote: a) asistir a los enfermos y moribundos, como se indica en la sección correspondiente del Ritual Romano; b) catequizar sobre el sentido de la muerte cristiana; c) consolar con bondad a la familia del difunto, aliviar la angustia de su dolor y, en cuanto sea posible, ayudarla generosamente y preparar con ella la celebración adecuada de las exequias, empleando las facultades propuestas y concedidas en el mismo rito; d) finalmente, ordenar la liturgia de los difuntos dentro del marco de la vida litúrgica parroquial y del ministerio pastoral.
ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO MEXICANO SOBRE EL SENTIDO DE LA MUERTE CRISTIANA
Y NORMATIVAS EN VISTA DE SU CELEBRACIÓN I. LA MUERTE CRISTIANA
La realidad de la muerte 1. Ante la realidad de la muerte, la Iglesia proclama con fe y esperanza que la vida no termina con la muerte. La persona humana ha sido creada para vivir eternamente, y Jesús, el Hijo de Dios, por medio de su muerte, ha destruido las cadenas del pecado y de la muerte. "Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificción de Dios... Cristo la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión" (Con. Vat. II, S.C. n. 5) La resurrección de Cristo 2. La afirmación de que Jesucristo "fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación" (Rom 4, 25), ocupa el centro mismo de la vida de la Iglesia. El misterio de la muerte y resurrección de nuestro Señor da sentido a toda la actividad de la Iglesia. "Del costado de Cristo dormido en la cruz, nació 'el sacramento admirable de la Iglesia entera' " (Conc. Vat. II s.c. n. 5). La liturgia, los sacramentos y la proclamación del Evangelio reviven este misterio en la vida de los fieles. Por medio de los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía, los cristianos se inician en este
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ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO MEXICANO
misterio. "¿No saben ustedes que todos los que hemos sido unidos a Cristo Jesús por medio del bautismo hemos sido bautizados en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos para gloria del Padre, así también nosotros emprendamos una vida nueva. Porque, si hemos estado unidos íntimamente a él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección" (Rom 6, 3-5).
MINISTERIOS EN LAS EXEQUIAS
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sa. Desde luego que la celebración de la misa dentro del rito exequial, representa el signo más expresivo de las exequias cristianas, porque enlaza la muerte del cristiano con el misterio pascual de Cristo. Sin embargo, la celebración de la misa no es un elemento necesario e imprescindible. Las exequias las puede presidir un diácono o un laico. Hay ocasiones en que la celebración eucarística debe omitirse o posponerse para otro momento.
La Eucaristía II. MINISTERIOS EN LAS EXEQUIAS 3.Por medio del sacrificio eucarístico, que es la celebración de la Pascua del Señor (de su paso de la muerte a la vida), la Iglesia renueva y alimenta la fe de los fieles en el misterio pascual. Se consolida su unión con Cristo y la mutua unión entre los fieles: "El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque todos comemos del mismo pan" (1 Cor 10, 17), La vida de fe de un cristiano comienza en el bautismo y se robustece con la Eucaristía y, cuando muere, la Iglesia intercede por él, porque tiene la viva persuasión de que la vida no termina con la muerte, ni se han perdido los lazos que lo unían en la vida. La Iglesia, además, consuela a los dolientes con la confortante palabra de Dios y con el sacramento de la Eucaristía. Celebración de la misa 4.En cada uno de los esquemas celebrativos del Ritual se prevé la inclusión de la Eucaristía o la celebración sin mi-
Papel de la comunidad 5. "Cuando un miembro sufre, todos sufren con él, y cuando recibe honores, todos se alegran con él. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es miembro de él" (1 Cor 12, 26-27). Por este motivo, aquellos que han sido bautizados en Cristo y han recibido el Cuerpo del Señor en la Eucaristía, son mutuamente responsables los unos de los otros. Cuando el cristiano está enfermo, sus hermanos y hermanas participan en el ministerio del amor mutuo, "haciendo todo lo que pueden para que el enfermo recobre la salud, demostrándoles su amor a las personas enfermas y participando con ellas en los sacramentos" (Cuidado Pastoral de los Enfermos, Introducción General, n. 33). Pues en la misma forma, cuando un miembro del cuerpo de Cristo muere, los fieles son llamados a ejercitar el ministerio del consuelo con aquellos que han perdido a una persona de la familia o a una persona amiga. El consuelo cristiano tiene como fundamento la esperan-
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ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO
MEXICANO
za que nos da la fe en la muerte y resurrección salvadoras de nuestro Señor Jesucristo. Los sacerdotes deben guiar a la comunidad a una profunda conciencia de su papel en el ministerio del consuelo y a un conocimiento del sentido de la muerte de la persona cristiana. Con frecuencia la comunidad ha de dar una respuesta a la angustia expresada por Marta, la hermana de Lázaro: "Señor, si tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto" (Jn 11, 21) y ha de consolar a los dolientes, como el mismo Señor consoló a Marta: ' T u hermano resucitará... Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí no morirá jamás" (Jn 11, 25-26). La fe de la comunidad cristiana en la resurrección de los muertos dará apoyo y fuerza a los que sufren la pérdida de una persona querida. El principal compromiso de la comunidad en el ministerio del consuelo se expresa en su participación activa en la celebración de los ritos exequiales (liturgia exequial, ritos del entierro). Conviene programar estos ritos en tal forma, que permitan asistir a la mayor parte de la comunidad. Se puede ayudar a los presentes con folletos que contengan un esquema del rito, con los textos y los cantos propios del pueblo y con indicaciones sobre las posturas y desplazamientos. El mismo ministro puede hacer una descripción de la liturgia exequial y una explicación del motivo por el cual la comunidad se reúne para escuchar la palabra de Dios y para celebrar la Eucaristía, cuando muere uno de los fieles. El párroco y los otros miembros deben tener en cuenta que entre los presentes puede haber católicos muy alejados de la Iglesia (y quizá personas no católicas).
MINISTERIOS EN LAS EXEQUIAS
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Evítese cualquier manifestación de aceptación de personas por su rango social. Otros ministros 6. En la celebración de los ritos exequiales, los laicos (hombres y mujeres) pueden encargarse de las lecturas, de la música y, de acuerdo con las normas de cada diócesis, repartir la sagrada Eucaristía, como ministros extraordinarios de ella. Los párrocos deben formar en estos ministros la convicción de que la celebración exequial depende mucho de la dignidad con que la ejecuten. También se debe animar a los miembros de la familia de la persona difunta a tomar parte en los ministerios dichos, pero respetando siempre la pena y el dolor que les impida desempeñarlos. La persona difunta 7. La Iglesia, por medio de los ritos exequiales, manifiesta su solicitud por los difuntos, bautizados o catecúmenos. La liturgia exequial también se puede celebrar por un niño no bautizado, cuyos padres tenían intención de bautizar (si así lo autoriza el Ordinario del lugar). El cuerpo de la persona difunta fue marcado un día con el sello de la Santísima Trinidad y se convirtió en templo del Espíritu Santo. Por eso los cristianos respetan y veneran el cuerpo de los difuntos y el sitio donde éstos descansan. Todas las costumbres relativas a la preparación de los cuerpos de los difuntos debe caracterizarse por la dignidad y el respeto y nunca con la desesperación de quienes no tienen espe-
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ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO
MEXICANO
ranza. La preparación del cuerpo ha de incluir oración, especialmente en los momentos de intimidad reservados a la familia. Sepultar a los muertos es la tradicional costumbre cristiana; pero se permite la incineración, siempre que no se realice por motivos anticristianos. III. LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
A) Diversas formas del rito exequial 8. El rito de las exequias, tanto de adultos como de párvulos, debe celebrarse de acuerdo con las posibilidades de cada lugar, según uno de los ritos que figuran a continuación: a) Forma típica: comprende tres estaciones: una en la casa del difunto (o en la celda, si se trata de un monasterio); la segunda en la iglesia y la tercera en el cementerio. Esta es la forma más completa (forma típica) la más tradicional y expresiva. Debe procurarse sobre todo en las regiones rurales. Supone dos procesiones: de la casa a la iglesia, de ésta al cementerio. b) Sin procesión al cementerio: comprende también tres estaciones: una en la casa del difunto, otra en el interior de la iglesia y la tercera en el atrio o en la puerta de la iglesia. En ésta se omite la procesión al cementerio y la estación en el mismo. Este modo de celebración se utiliza cuando el cementerio está muy distante del poblado. En este caso el último adiós al cuerpo del difunto se hace en la puerta misma de la iglesia.
LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
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Esto no impide que un ministro (sacerdote o laico) pueda acompañar a los familiares y amigos hasta el cementerio y tener ahí, junto al sepulcro, la bendición del mismo, decir algunas preces (cfr Apéndice IV) y pronunciar algunas palabras de despedida. c) Rito simplificado: como las anteriores, comprende también tres estaciones, pero todas ellas tienen lugar en la misma iglesia: junto a la puerta la primera y la tercera, y en el interior de la iglesia la segunda. Este tipo de exequias conserva las tres estaciones, pero en forma simplificada. La primera estación tiene lugar en el atrio o la puerta de la iglesia. Ahí se hace un recibimiento sencillo y afectuoso dirigido sólo a los familiares y amigos íntimos, mientras el resto de los fieles ya está dentro de la iglesia. La segunda estación en el interior de la iglesia y la tercera, parte en el interior (último adiós al cuerpo del difunto) y parte en el atrio o puerta de la iglesia (preces finales). Celebración en casos extraordinarios 9. Hay casos en que no es posible ninguna de las formas de celebración mencionadas, por ejemplo en el depósito de cadáveres o cuando se trata de algún difunto totalmente desconocido o cuando el cadáver se encuentra ya en el cementerio antes de la vigilia exequial. En el Libro VI de este ritual se proponen oportunas adaptaciones. Rito breve de las exequias 10. Este rito se usa en los depósitos de cadáveres o en
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ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO
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LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
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las funerarias, cuando hay un número elevado de celebraciones. En este rito breve debe cuidarse de dar realce a la proclamación de la palabra y a la aspersión del cadáver, recuerdo del bautismo. Celebración de las exequias de los niños
Estructura general
11. Hay que distinguir tres casos: 1) El de los niños llegados al uso de razón que, según el Derecho, deben considerarse ya adultos (Código de Derecho Canónico, can. 852,1), para cuyas exequias debe seguirse el rito de adultos con las debidas adaptaciones sugeridas en los libros II y III de este Ritual: 2) el de los párvulos no llegados al uso de razón, pero bautizados, cuyas exequias se celebran conforme al rito del Libro VII, capítulos I y II; y finalmente el de los párvulos no bautizados,- pero cuyos padres deseaban bautizar, para cuyo caso se podrá usar, previo el consentimiento del Ordinario del lugar (Código de Derecho Canónico 1183, 2), el rito del capítulo III del Libro VIL
13. Los diversos tipos de exequias tienen una misma estructura fundamental, compuesta de tres partes básicas: 1) rito de acogida del difunto; 2) celebración de la palabra (y de la Eucaristía); 3) último adiós al cuerpo del difunto. Los ritos de acogida y de despedida pueden incluir una procesión solemne, en la que participa todo el pueblo, o limitarse a sólo una pequeña procesión por el interior de la iglesia, en la que únicamente participan los ministros y algunos familiares. A estas partes básicas, se añaden a veces otro ritos secundarios, como la iluminación del cirio pascual, al iniciarse la liturgia de la palabra, o la bendición del sepulcro, al llegar al cementerio.
B) Elementos dinámicos del rito
Celebración de la Eucaristía en las exequias 12. La celebración de la misa en el interior del rito exequial representa el signo más expresivo de las exequias cristianas, por cuanto conecta sacramentalmente la muerte del cristiano con el misterio pascual de Cristo. Con todo, la celebración eucarística no aparece nunca como elemento necesario e imprescindible. Incluso se dan casos —el de las exequias presididas por un diácono o por un sacerdote que ya ha celebrado más de una vez la misa y el de determinadas solemnidades que no admiten la misa exequial— en los que la celebración eucarística debe omitirse o posponerse necesariamente para otro momento.
Rito de acogida 14. El rito de acogida tiene como finalidad recibir el cadáver y ofrecer a los allegados del difunto (y a toda la asamblea) palabras de consuelo cristiano, que los preparen a la participación en la acción litúrgica. Cuando las exequias se inician en la casa del difunto, el rito de acogida consta de una salutación general a la asamblea y de una oración (entre estos dos elementos puede insertarse además la recitación sin canto de un salmo introductorio). Cuando las exequias se celebran íntegramente en la iglesia, el rito de acogida tiene lugar
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en la entrada de la iglesia, mientras la asamblea está ya en el interior de la misma, y las palabras de consuelo se dirigen únicamente a los allegados del difunto. En el rito de acogida no conviene hacer ya la aspersión del cadáver, a fin de que este significativo gesto logre todo su realce en el momento del último adiós al difunto. Procesión o introducción del cuerpo del difunto en la iglesia 15. El gesto de introducir el cadáver del difunto en la iglesia tiene un gran significado que conviene explicar a los fieles: recuerda las sucesivas entradas del difunto en la asamblea cristiana y también su acogida definitiva en la asamblea de los santos. Por eso, conviene dar siempre a este gesto su debido realce. Cuando las exequias se inician en la casa del difunto (forma típica), la acogida se inicia en la misma casa del difunto y prosigue durante la procesión hacia la iglesia; durante esta procesión, se canta el salmo 113, alusivo al tránsito de Israel hacia la tierra de promisión o, si la celebración es sin canto, se recita una letanía que alude también al paso de Israel de Egipto a la tierra de su libertad. Cuando las exequias se celebran íntegramente en la iglesia, la procesión se limita a la introducción del féretro, acompañado del celebrante y de algunos familiares, gesto que en la celebración cantada se acompaña con el canto del salmo 113 —que tiene la función de canto de entrada de la misa—; si la celebración es sin canto, antes del inicio de la liturgia de la palabra se recita una letanía, inspirada en el salmo 113 y alusiva al tránsito pascual.
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Introducido el cadáver en la iglesia, se coloca ante el altar según la orientación que habitualmente adoptaba el difunto en las asambleas litúrgicas, es decir, si se trata de un difunto laico, de cara al altar, si de un ministro ordenado, mirando al pueblo. Sobre el féretro es oportuno colocar el evangeliario, o la Biblia u otro signo cristiano. En cambio, no se debe colocar ninguna cruz, a no ser que desde la nave no se vea bien la cruz presidencial del presbiterio. Cerca del féretro es muy recomendable colocar el cirio pascual. Iluminación del cirio pascual 16. Este rito —que es optativo— tiene como finalidad significar y subrayar la relación que se da entre la muerte del cristiano y la resurrección de Cristo, realidad que ilumina la muerte de los que en él creyeron. Colocado el cadáver ante el altar, y puesto junto a él el cirio pascual, el celebrante lo enciende pronunciando la fórmula que figura en el Ritual. El pueblo puede entonar en este momento ¡Oh luz gozosa! u otro canto apropiado, alusivo a Cristo, luz de los creyentes. Celebración de la palabra de Dios 17. La celebración de la palabra de Dios tiene por objeto asegurar a las exequias su carácter de expresión de la fe cristiana, proclamando el misterio pascual, alentando la esperanza de los que sufren ante la muerte, enseñando la piedad para con los difuntos y exhortando al testimonio de la vida cristiana. Iluminado el cirio pascual —o, si este rito se suprime, colocado el cadáver en su lugar— y omitido el acto peniten-
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ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO MEXICANO
cial, la celebración de la palabra de Dios se inicia con la oración introductoria —que se puede escoger entre las que figuran en el Ritual o las de los formularios de la misa exequial del Misal— y se compone de dos o tres lecturas bíblicas (si las exequias son sin misa, puede hacerse una sola lectura), del salmo responsorial (eventualmente del Aleluya), de la homilía y de la oración de los fieles. Celebración de la Eucaristía 18. El objetivo primario de la celebración de la Eucaristía en las exequias es el de manifestar la vinculación de la muerte del cristiano con el misterio pascual de Jesucristo. Al mismo tiempo, la misa debe considerarse como el más excelente sufragio por el difunto, ya que la Iglesia, al ofrecer el sacrificio pascual, pide a Dios que el cristiano difunto, que fue alimentado por la Eucaristía, prenda de vida eterna, sea admitido en la plenitud pascual de la mesa del Reino. Por ello, puede decirse que la celebración de la misa representa el punto culminante de los funerales cristianos y por ello se prevé como parte integrante de las exequias, aunque no imprescindible.
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tumba y antes de colocar el cuerpo en la sepultura. Si el pueblo no va al cementerio, el último adiós tiene lugar en el interior de la iglesia, después de la oración después de la comunión y omitida la bendición, si se ha celebrado la misa, o, si ésta no se celebra, una vez concluida la plegaria universal; en ambos casos, el celebrante con sus ministros se coloca para este rito cerca del féretro. Las partes fundamentales del último adiós son la monición del celebrante, la aspersión (e incensación) del cadáver, el canto de despedida al difunto (o las invocaciones de "adiós", si no hay canto), la oración final (y, si las exequias son sin canto, la proclamación de un fragmento del salmo pascual 117). Con respecto al último adiós, hay que subrayar, sobre todo, el gesto de la aspersión, que manifiesta la relación de la muerte del cristiano con el bautismo, que ya en el inicio de su vida cristiana lo incorporó a la muerte y resurrección de Cristo; este rito se hará siempre —incluso en el rito breve, propio de los depósitos de cadáveres— de forma expresiva, con agua abundante y caminando el celebrante alrededor del féretro mientras hace la aspersión. Procesión al cementerio o despedida del féretro
Ultimo adiós al cuerpo del difunto 19. Este rito, que sigue a la celebración de la Eucaristía o de la palabra, representa como el adiós de la comunidad cristiana de la tierra a uno de sus miembros que, desde ahora, pasará a formar parte de la Iglesia del cielo. Si la asamblea acompaña al cadáver hasta el cementerio, el último adiós tiene lugar junto al sepulcro, después de la bendición de la
20. Tanto la procesión al cementerio, en la forma típica, como la conducción del cadáver desde el interior de la iglesia al atrio de la misma, en los restantes tipos celebrativos, tienen por objeto expresar, con el canto o proclamación del salmo 117, el deseo de que la muerte del cristiano sea asociada al triunfo pascual de Jesucristo. Para ello, en la forma típica con canto, durante la procesión al cementerio se canta el sal-
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mo 117. En las exequias que se celebran sin canto, durante la procesión al cementerio se recita una letanía de intercesión por el difunto, y el salmo 117 se proclama al llegar al cementerio, antes de la bendición del sepulcro. Cuando la asamblea no va al cementerio, después del rito del último adiós, se canta (en el atrio de la iglesia) o se recita (antes de que el féretro sea conducido al atrio) una parte del salmo 117 y, mientras se saca el cuerpo del difunto de la iglesia, se cantan —o uno de los ministros proclama— una antífona que expresa el deseo de que el difunto sea recibido en el reino de Dios.
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palabras de despedida y gratitud, puede hacerlo como parte integrante del rito exequial, después del último adiós Y antes del rito conclusivo. En este momento —no en la homilía, que debe ser siempre un comentario a los textos bíblicos o eucológicos— es lícito y puede ser oportuno hacer una breve biografía del difunto, excluido en todo caso el género literario de "elogio fúnebre"; se puede aludir al testimonio cristiano de la vida del difunto, si éste constituye motivo de edificación y de acción de gracias a Dios. Preces finales
Bendición del sepulcro 21. La bendición del sepulcro tiene como finalidad expresar la espera de la parusía por parte del difunto. En la forma típica, la bendición del sepulcro se hace al llegar la procesión al cementerio. En las otras formas de celebración, siempre que sea posible, se procurará que un sacerdote o diácono bendiga previamente el sepulcro antes de la celebración de las exequias, por lo menos cuando éste sea nuevo, sobre todo si el sepulcro está en un cementerio civil que no ha sido solemnemente bendecido. Si no resulta posible la bendición del sepulcro, procúrese, por lo menos, que alguno de los presentes recite sobre el mismo una de las oraciones que con esta finalidad figuran en el Apéndice IV de este Ritual. Alocución de un familiar del difunto 22. Si alguno de los familiares o allegados del difunto —o un representante de la familia— desea pronunciar unas
23. Las exequias terminan con un rito conclusivo, que es diverso según que la asamblea haya ido al cementerio o el rito concluya en el mismo atrio de la iglesia. Si los fieles han acompañado al difunto hasta el cementerio, la celebración concluye o con unas preces tradicionales por los fieles difuntos en general o con la bendición de la asamblea. Si las exequias terminan en el atrio de la iglesia, concluido el canto o proclamación del salmo 117 y colocado el cuerpo del difunto en el carro mortuorio, el celebrante concluye el rito exequial con una fórmula que parafrasea el salmo 117, lo aplica al difunto y pide que los presentes crezcan en la esperanza. El rito exequial concluye siempre con la despedida de la asamblea, que se hace con la fórmula habitual.
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C) Algunas normas especiales
Preces en la iglesia y en el cementerio 24. Cuando las exequias se celebran según el rito simplificado, es recomendable que, antes de salir el cadáver de la iglesia y al llegar al cementerio, un sacerdote o diácono o, en su ausencia, un laico recite las preces que figuran para este momento en el Apéndice IV de este Ritual. De manera semejante, cuando la asamblea no acompaña el cadáver al cementerio, es oportuno que, junto al sepulcro, un sacerdote, diácono o laico recite las preces que figuran también en el Apéndice IV. Salmos y cantos 25. Es tradicional la importancia de los salmos en los funerales cristianos. Su uso obedece, en primer lugar, al deseo de conferir a las exequias el ambiente de esperanza característico de las exequias cristianas. El Ritual, especialmente en el apartado 1 del Apéndice I, ofrece gran cantidad de salmos que pueden emplearse oportunamente en la celebración de las exequias, especialmente cuando las procesiones exequiales son largas. En los esquemas celebrativos, por otra parte, se subraya el uso de los dos salmos pascuales típicos del entierro cristiano (113 y 117), salmos que de ordinario se usarán en todas las exequias. Pero no es suficiente esta presencia material de los salmos en la celebración, sino que es necesario además que los fieles conozcan, a través de una adecuada catcquesis, el verdadero sentido, por lo menos de los dos salmos
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típicos de las exequias, y, en la medida de lo posible, lleguen también a poderlos cantar. 26. También hay que fomentar el uso de otros cantos adecuados, especialmente el de los cantos propios para el último adiós al cuerpo del difunto. Cuando el canto de los textos propios no sea posible, podrán usarse otros cantos, con tal de que estén penetrados de genuino espíritu bíblico y litúrgico y su texto sea verdaderamente apropiado a la celebración de las exequias. Liturgia de las Horas 27. Fuera de las solemnidades, los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, el Miércoles de Ceniza, la Semana Santa, la octava de Pascua y el día 2 de noviembre, las comunidades —sobre todo religiosas— que celebran las exequias de uno de sus miembros, pueden recitar el Oficio de difuntos —íntegramente o sólo alguna de sus Horas— en lugar del que corrresponde al día (Cfr Ordenación general de la Liturgia de las Horas, n. 245). Esta misma posibilidad la pueden usar también los obligados al Oficio divino que recitan la Liturgia de las Horas individualmente. En Laudes y en Vísperas —sobre todo si se recitan ante el cadáver—, es oportuno seguir las variantes que se indican para estos oficios en el Libro I, capítulo V, de este Ritual. Vigilia comunitaria de oración 28. La celebración de la Liturgia de las Horas exequial puede ser sustituida por una vigilia o celebración de la pala-
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bra más adaptada a las posibilidades de la comunidad, sobre todo cuando en la celebración debe participar el pueblo. (Cfr. ibid., n. 71). Esta vigilia, en ausencia del sacerdote o diácono, puede dirigirla un laico. Para esta vigilia puede usarse el formulario del Libro I, capítulo IV. Oración en la capilla ardiente 29. Para facilitar la oración de los familiares y amigos que acuden a visitar al difunto, conviene disponer en la capilla ardiente el ritual, el agua bendita (y una estola para los presbíteros y diáconos). Para esta oración pueden usarse los formularios del Libro I, capítulo III.
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versidad de órdenes y funciones" (Conc. Vat. II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, n. 26) y hacer "todo y sólo lo que le corresponde por la naturaleza de la acción litúrgica" (Ibid., n. 26). en la que participa. 32. Con todo, hay que poner especial atención en que la concelebración no se convierta nunca en pretexto para una nueva "clase" de funerales. La concelebración eucarística no es un modo de solemnizar el funeral ni de darle importancia, sino la expresión de la unidad del ministerio de los obispos y presbíteros presentes. Por ello, nunca se invitará a sacerdotes "para que concelebren", sino que se admitirán siempre a la concelebración a los sacerdotes presentes en las exequias por motivos de parentesco o amistad con el difunto o sus familiares.
Traslado del difunto a la iglesia antes de las exequias D) Utilización del ritual 30. En los monasterios y otras comunidades donde existe la costumbre de llevar el cadáver del difunto a la iglesia y antes de que se celebre la liturgia exequial propiamente dicha, se usará el rito descrito en el Libro I, capítulo VI. En este caso, el inicio de las exequias se adaptará convenientemente, tal como se describe en dicho lugar del Ritual.
33. En el presente Ritual se proporcionan los ritos básicos para una celebración: a) Forma típica con canto y dos procesiones, Libro II. b) Forma típica sin canto y dos procesiones, Libro III. c) Rito simplificado sin canto y sin procesión, Libro IV. d) Rito breve, sin canto y sin procesión, Libro V.
Concelebración 31. Cuando varios sacerdotes participan en las exequias de un familiar o amigo, es recomendable que todos concelebren la Eucaristía, pues cada uno de los miembros de la Iglesia debe participar siempre en las celebraciones "según la di-
El ministro, de antemano, puede seleccionar el rito que más se acomode a las circunstancias. Cuando sea posible, puede prepararlos. Dentro de cada uno de estos ritos, se han puesto, en recuadros, sugerencias para la mejor adecuación al caso parti-
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cular de este difunto y de este auditorio. En dichos recuadros se encuentran, tanto las palabras de introducción y despedida, como las plegarias universales y las sugerencias de lecturas. Es muy conveniente preparar la celebración y con anterioridad poner señales y aun anotar el número de las lecturas que se van a hacer. "*4. En el Libro VI se encuentran las celebraciones en casos extraordinarios. Uno de los casos más frecuentes es el de las exequias en el cementerio, cuando no se ha llevado el cadáver a la iglesia o capilla para celebrar las exequias. Suele darse este caso entre la gente de escasos ingresos que no pueden llevar a su difunto a una funeraria o cuando queda impedido llevarlo a la iglesia por alguna razón. Otro de los casos que van haciéndose más frecuentes es el de las exequias en caso de cremación. La celebración debe hacerse antes de la cremación, pero si por alguna circunstancia ya se hizo la cremación, pueden celebrarse las exequias ante la urna, cuidando la veracidad del rito, como se recomienda en la introducción del mismo rito. Nada impide que se pueda bendecir la cripta o lugar donde se depositarán las cenizas, siguiendo las preces de bendición del Apéndice IV. 15 Hay algunos elementos más significativos, como son los salmos 113 y 117, que se citan en todos los ritos, porque son los que dan el sentido de triunfo pascual a todas las celebraciones. Otros son opcionales (como la iluminación del cirio pascual, la incensación). Los elementos opcionales aparecen dentro de un recuadro. Se han añadido diversas moniciones, como son las palabras introductorias y de despedida, que no deben necesariamente usarse tal como están escritas, sino que pueden adap-
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tarse a las circunstancias. Los textos de un formulario pueden cambiarse por los de otro formulario o también por los que están en los Apéndices. 37. Es muy importante poner de relieve las lecturas bíblicas, que deben tomarse ordinariamente del Leccionario propio de las misas rituales y proclamarse desde el ambón. Sin embargo, en este Ritual se encuentra un Leccionario sobre todo en vista de las celebraciones que se realizan fuera de la iglesia.
LIBRO I PRECES DIVERSAS PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS ESQUEMA DEL LIBRO I. En el momento de expirar
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II. Colocación del cadáver en el ataúd
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III. Oraciones para antes de las exequias
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IV. Vigilia comunitaria de oración por el difunto
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V. Liturgia de las Horas en el día de la muerte y del entierro
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VI. Traslado y recepción de un difunto en la iglesia, antes de las exequias
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Desde el bautismo hasta la muerte, la existencia del cristiano debe ser una continua espera del Señor que viene: "Sí, voy a llegar en seguida. Amén. Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20). Por eso, cuando llega el momento culminante de su encuentro con el Señor, es decir, cuando se ve que el enfermo llega a su última agonía, conviene que se vea asistido por lo menos por algunos fieles, presididos a poder ser por un ministro ordenado, y que lo acompañen en su tránsito con la plegaria de la Iglesia. Para ello, pueden usarse las breves plegarias del Cuidado pastoral de los enfermos (n. 217, 143) o bien recitarse pausadamente algunas de las oraciones que acostumbraba a rezar durante su vida el moribundo o cantar algún salmo o canto que le fueran especialmente familiares. Cuando parece que es ya inminente el momento de la muerte, si está presente el obispo, un presbítero o un diácono, éste dice las oraciones de la recomendación del alma (Cuidado pastoral de los enfermos, nn. 220243, pp. i5>-¡77). Si no está presente ningún ministro ordenado, estas mismas preces las dice alguno de los presentes. Ha de procurarse que, una vez que el agonizante ha expirado, el tiempo que discurre entre su muerte y la celebración de las exequias constituya un espacio de presencia caritativa, amistosa y de,esperanza cristiana junto a quienes lloran al difunto, no menos que de sufragio para el recién fallecido. Para vivir estos momentos, tanto comunitaria como individualmente, pueden servir las plegarias y acciones que figuran en este Libro I. Sobre todo cuando se trata de familias más cristianas, conviene recordarles que es muy aconsejable la celebración de una vigilia de oración por el difunto; en el caso de la muerte de los ministros de la Iglesia o de los religiosos, esta vigilia puede consistir en el rezo del Oficio de lectura o de otra parte de la Liturgia de la Horas de difuntos, sea en la casa del difunto o en la funeraria, sea en la iglesia, si el cadáver ha sido trasladado a ella.
EN EL MOMENTO
DE
EXPIRAR
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A continuación, puede trazarse sobre su frente la señal de la cruz. Los familiares y amigos que se encuentren allí presentes pueden entonces orar junto al cadáver, diciendo: CAPITULO I
EN EL MOMENTO DE EXPIRAR Terminadas las preces de la recomendación del alma, mientras el moribundo lucha con la muerte, puede trazarse el signo de la cruz sobre su frente ü ofrecérsele un crucifijo para que lo bese, diciendo:
El Señor guarde tu salida de este mundo y tu entrada en sureino, en su paz y en su amor.
Este mundo ha pasado definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N. Pidamos, pues, al Señor que le conceda gozar ahora del cielo nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos. — Vengan en su ayuda, santos de Dios; salgan a su encuentro, ángeles del Señor. R. Reciban su alma y preséntenla ante el Altísimo. — Cristo, que te llamó, te reciba, y los ángeles te conducan al regazo de Abraham. R.
O bien:
Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz de su reino.
— Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz perpetua. R. Luego, puede añadirse:
Cuando el moribundo ha entregado su alma a Dios, al cerrarle los ojos, uno de los familiares puede decir:
Concede, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., cuyos ojos no verán más la luz de este mundo, contemplar eternamente tu belleza y gozar de tu presencia por los siglos de los siglos. R. Amén.
Hacia ti, Señor, levantamos nuestros ojos; contempla, Señor, nuestra tristeza, fortalece nuestra fe en este momento de prueba y concede a nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno.
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PRECES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
COLOCACIÓN DEL CADA VER EN EL ATAÚD
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A esta súplica, se añaden las siguientes preces:
— Que Cristo, que sufrió la muerte de cruz por él (ella), le conceda la felicidad verdadera. R. Te lo pedimos, Señor. — Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo (la) reciba en su paraíso. R. — Que Cristo, el buen Pastor, lo (la) cuente entre sus ovejas. R. — Que le perdone todos sus pecados y lo (la) agregue al número de los elegidos. R. — Que pueda contemplar cara a cara a su Redentor y gozar de la visión de su Señor por los siglos de los siglos. R. A coniinu,K¡v)i!, se dio; ' . ".¿•u¡en¡-.' oración:
Te pedimos, Señor, que tu siervo (sierva) N., que ha muerto ya para este mundo, viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
CAPITULO II
COLOCACIÓN DEL CADÁVER EN EL ATAÚD Cuando el cadáver es puesto en el ataúd, uno de los familiares o amigos presentes puede orar con estas palabras, a las que todos se suman en las súplicas finales:
Señor, tú que has dicho: "Si el grano de trigo muere, da mucho fruto", haz que este cuerpo, humillado ahora por la muerte, descanse de sus fatigas y, como semilla de resurrección, espere tu venida mientras su alma goza entre los santos por los siglos de los siglos. R. Amén. — Por el amor y la alegría que irradió su mirada. R. Concédele, Señor, contemplar tu rostro. — Por el dolor y las lágrimas que oscurecieron sus ojos. R. — Por haber creído en ti sin haber visto. R.
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PRECES PARA ANTES DE LAS
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En el momento en que es cerrado el ataúd, los allí presentes pueden orar por el difunto con estas palabras:
Señor, en este momento en que va a desaparecer de nuestros ojos este rostro que nos ha sido tan querido, levantamos hacia ti nuestra mirada; haz que este hermano nuestro (esta hermana nuestra) pueda contemplarte cara a cara en tu reino, y aviva en nosotros la esperanza de que volveremos a ver este mismo rostro junto a ti y gozaremos de él en tu presencia por los siglos de los siglos. R. Amén.
— Señor, escucha nuestra oración por tu siervo (sierva) R. Señor, ten piedad.
CAPITULO III
ORACIONES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS Cuando los familiares y amigos acuden adonde se encuentra el cadáver en las horas que preceden al sepelio, será bueno que expresen su caridad cristiana para con el difunto orando allí por él, así como también para dar muestras del consuelo cristiano que ofrecen a los más allegados del que ha expirado. Esta oración se puede hacer de manera comunitaria o bien individualmente. Si la oración se realiza de manera comunitaria, puede hacerse: • en forma comunitaria breve (formulario 1, 2, 3, 4) • en forma individual breve (formulario 5) • celebrando una vigilia comunitaria • o bien rezando la Liturgia de las Horas.
— Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria. R. — Perdónale sus pecados, concédele la vida eterna. R. — Atiende a los que te suplican y escucha la voz de los que lloran. R. — Consuélanos en nuestra tribulación. R.
FORMULARIOS PARA ORAR ANTES DE LAS EXEQUIAS FORMULARIO 1 Antífona A ti levantamos nuestros ojos; Señor, tu amor es más fuerte que la muerte; por eso esperamos en ti.
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ORACIONES
PARA ANTES DE LAS
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ORACIONES
PARA ANTES DE LAS
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ORACIÓN
Preces Ya que este mundo ha pasado definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N., pidamos ahora al Señor que le conceda gozar del cielo nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos. — Que Cristo, que por él (ella) sufrió muerte de cruz, le conceda la felicidad verdadera.
Señor Dios, que has querido que nuestro hermano (nuestra hermana) N., a través de la muerte, fuera configurado (configurada) a Cristo, que por nosotros murió en la cruz, por la gracia renovadora de la Pascua de tu Hijo, dígnate también resucitarlo (resucitarla) un día a la vida eterna de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
R. Te lo pedimos, Señor. FORMULARIO 2 — Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo (la) reciba en su paraíso. R. — Que Cristo, el buen Pastor, lo (la) cuente entre sus ovejas. R. — Que Cristo perdone todos su pecados y lo (la) agregue al número de sus elegidos. R. — Que pueda contemplar cara a cara a su Redentor y gozar de la visión de su Señor por los siglos de los siglos. R.
Antífona El Señor abra a nuestro hermano (nuestra hermana) las puertas del paraíso, para que pueda gozar ya de aquella patria donde no existe ni el dolor ni la muerte, sino sólo la paz y la algría sin fin. Preces Recordemos, con afecto piadoso, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien Dios ha llamado de este mundo, y oremos confiados a aquel que venció la muerte y resucitó glorioso del sepulcro.
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ORACIONES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
ORACIONES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
— Que Cristo, el Hijo de Dios, le dé posesión del paraíso y, como buen Pastor, lo (la) reconozca entre sus ovejas, roguemos al Señor.
FORMULARIO 3 Antífona
R. Te lo pedimos, Seflor. — Que, perdonados sus pecados, lo (la) coloque a su derecha en el reino de los elegidos, roguemos al Señor. R. — Que participe con él de la felicidad eterna, roguemos al Seflor. R. — Que nosotros, los que ahora lloramos su muerte, podamos salir al encuentro de Cristo cuando él vuelva, acompañado de nuestro hermano (nuestra hermana) que hoy nos ha dejado, roguemos al Señor. R. Oración Te encomendamos, Seflor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N , a quien en esta vida mortal rodeaste siempre con tu amor; concédele ahora que, libre de todos sus males, participe en tu descanso eterno, y, pues para él (ella) acabó ya este mundo, admítelo (admítela) ahora en tu paraíso, donde no hay llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría sin fin, con tu Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. R. Amén.
1¿
¡Dichoso el que ha muerto en el Señor! Que descanse ya de sus fatigas y que sus obras lo acompañen. Preces Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre". — Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana). R.
Te lo pedimos, Seflor.
—
Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, recibe a nuestro hermano (nuestra hermana) N. en tu reino. R. Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) la vida feliz de la resurrección. R. Tú que lloraste ante la tumba de tu amigo Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana). R.
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PARA ANTES DE LAS
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ORACIONES
PARA ANTES DE LAS
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— Después de esta vida, donde sólo tuvo la visión de la fe. Oración R. Concédele, Señor, contemplar eternamente tu rostro. Señor, nuestra vida es corta y frágil; la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda. Pero tú vives eternamente, y tu amor es más fuerte que la muerte. Llenos, pues, de confianza, ponemos en tus manos a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de dejarnos. Perdónale sus faltas y recíbelo (recíbela) en tu reino, para que viva feliz en tu presencia por los siglos de los siglos. R. Amén. FORMULARIO 4 Antífona El coro de los ángeles te reciba, y Cristo, tu Señor, te coloque en el seno de Abraham, para que junto a Lázaro, pobre en esta vida, tengas descanso eterno. Preces Señor, a ti elevamos nuestros ojos en este momento en que vamos a sepultar el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) a quien tanto hemos amado en este mundo.
— Después del amor y de las alegrías que en este mundo iluminaron su vida. R. — Después de los trabajos y sufrimientos que, en su peregrinar terreno, lo (la) hicieron llorar. R. — Después de su sed de conocer la verdad y gozar del bien. R. — Y porque él (ella) creyó en ti sin haberte visto. R. Oración Señor Dios, que has querido que nuestro hermano (nuestra hermana) N., compartiera la muerte de Cristo, que por nosotros murió en la cruz, por la gracia renovadora de la Pascua de tu Hijo, perdónale sus pecados y, pues quisiste marcarlo (marcarla) ya en su vida mortal con el sello de tu Espíritu Santo, dígnate también resucitarlo (resucitarla) un día a la vida eterna de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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ORACIONES
PARA ANTES DE LAS
EXEQUIAS
ORACIONES
PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
Oración FORMULARIO 5 Cuando la oración ante un difunto se lleva a cabo individualmente, puede hacerse con el formulario siguiente:
Antífona Tú, Señor, que eres el descanso después del trabajo y la vida después de la muerte, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno. Preces A ti, Señor, grito, respóndeme; haz caso de las súplicas que te dirijo en este momento de dolor por la muerte de tu siervo (sierva)N. Señor Jesucristo, recíbelo (recíbela) en compañía de todos los elegidos que nos han precedido. Concédele gozar siempre de tu paz. Que encuentre en ti el perdón de sus pecados. Que goce eternamente de la felicidad de los santos. Que te contemple a ti, luz, verdadera, y goce de tu presencia. Conforta a sus familiares y a cuantos lloran su muerte.
R.
Concede, Padre bondadoso, a tu siervo (sierva)N., que se ha separado de nosotros, la herencia prometida; da cumplimiento a su esperanza de felicidad y de paz; infunde serenidad y fortaleza en quienes ahora lloran su ausencia y fortalécelos con la certeza de la vida eterna que, en tu gran amor, has dispuesto para toda la familia humana, por la fuerza de la muerte y de la resurrección de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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VIGILIA
COMUNITARIA
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Si el que dirige la oración es un laico, sn lugar de esta salutación, puede decir: CAPITULO IV
VIGILIA COMUNITARIA DE ORACIÓN POR EL DIFUNTO
Bendigamos al Señor, que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho renacer a la esperanza de una vida nueva. R. Amén. Luego, se inicia la celebración con las siguientes palabras u otras parecidas.
Es muy aconsejable que, según las costumbres y posibilidades de cada lugar, los amigos y familiares del difunto se reúnan en la casa del difunto o en la funeraria, antes de la celebración de las exequias para celebrar una vigilia de oración. Esta vigilia puede celebrarse también en la iglesia pero nunca inmediatamente antes de la misa exequial, a fin de que la celebración no se alargue demasiado y no quede duplicada la Liturgia de la palabra. Esta vigilia de oración la preside el obispo, un sacerdote o un diácono o, en su defecto, la dirige un laico. Esta vigilia sustituye el Oficio de lectura propio de la Liturgia de las Horas de difuntos.
Hermanos: Si bien el dolor por la pérdida, aún tan reciente, de un ser querido llena de dolor nuestros corazones y nubla nuestros ojos, avivemos en nosotros la llama de la fe, para que la esperanza que Cristo ha puesto en nuestros corazones aliente ahora nuestra oración para encomendar a nuestro hermano (nuestra hermana) N en las manos del Señor, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo. O bien:
1. RITOS INICIALES Si el que preside es un ministro ordenado, saluda a los presentes, diciendo:
El Señor, que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho renacer a la esperanza de una vida nueva, esté con todos ustedes. R. Y con tu espíritu.
Amados hermanos: El Señor, en su amorosa e inescrutable providencia, acaba de llamar de este mundo a nuestro hermano (nuestra hermana) N. Su partida nos ha llenado a todos de dolor y de consternación. Pero, en este momento triste, conviene que reafirmemos nuestra fe, que nos asegura que Dios no abandona nunca a sus hijos. Jesús nos invita a esta confianza cuando dice: "Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré". Con esta certeza, pidamos ahora al Señor que a nuestro hermano (nuestra hermana) le perdone sus faltas y le conceda una mansión de paz y
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bienestar entre sus santos. Y que a nosotros nos dé la firme esperanza de encontrarlo (encontrarla) nuevamente en su reino.
A continuación, se recita el salmo 129 u otro salmo apropiado del Apéndice I fcp. 308-336). El salmo se recita a dos coros o bien lo proclama un salmista, mientras los fieles pueden intercalar la siguiente antífona:
Salmo 129 R.
Mi alma espera en el Señor. Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R. Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R. Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R.
VIGILIA
COMUNITARIA
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Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R. Después, se añade ia siguiente oración u otra de las que figuran en el Apéndice I (pp 339-346).
Oremos. Escucha, Señor, la oración de tus fieles; desde el abismo de la muerte, nuestro hermano (nuestra hermana) N. espera la abundancia de tu redención; redímelo (redímela) de todos sus delitos y haz que en tu reino vea realizada toda su esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 2. LITURGIA DE LA PALABRA A continuación, se lee la siguiente perícopa bíblica: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 17-26
Me han arrancado la paz y ya no me acuerdo de la dicha.
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ORACIONES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
Pienso que se me acabaron ya las fuerzas y la esperanza en el Señor. Fíjate, Señor, en mi pesar, en esta amarga hiél que me envevena. Apenas pienso en ello, me invade el abatimiento. Pero, apenas me acuerdo de ti, me lleno de esperanza. La misericordia del Señor nunca termina y nunca se acaba su compasión; al contrario, cada mañana se renuevan. ¡Qué grande es el Señor! Yo me digo: "El Señor es la parte que me ha tocado en herencia". Y en el Señor pongo mi esperanza. El Señor es bueno con aquellos que en él esperan, con aquellos que lo buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. Palabra de Dios.
En lugar de esta lectura bíblica, puede leerse alguna de las que se encuentran en el Leccionario de difuntos (cf en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527). Si parece oportuno, puede leerse más de un texto bíblico, siguiendo el esquema acostumbrado de la Liturgia de la palabra, y añadirse una lectura patrística o eclesiástica.
VIGILIA COMUNITARIA
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Después de la lectura bíblica, el obispo, el presbítero o el diácono que presiden esta vigilia pueden dirigir a los presentes unas breves palabras de homilía. Después de haber escuchado la palabra de Dios o después de la homilía, si ésta ha tenido lugar, se puede invitar a los presentes a recitar juntos la profesión de fe:
Con la esperanza puesta en la resurrección y en la vida eterna que Cristo nos ha prometido, profesemos ahora nuestra fe, luz de nuestra vida cristiana. Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica,
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la comunión de los santos, el perdón de los pecados la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
VIGILIA
COMUNITARIA
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— Sé tú, Señor, el apoyo y la salvación de cuantos a ti acudimos; sálvanos y bendícenos, porque somos tu pueblo y tu heredad. R.
3. PRECES FINALES
El mismo Señor, que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía, acudió angustiado al Padre, nos ayude a decir: Padre nuestro...
La vigilia termina con las siguientes preces u otras de las que figuran en el Apéndice I (pp. 347-368).
En lugar del Padrenuestro, la vigilia puede concluir con la siguiente oración:
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, esperanza de los que vivimos aún en este mundo, vida y resurrección de los que ya han muerto; llenos de confianza, digámosle: R. Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos. — Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdes de los pecados de nuestro hermano (nuestra hermana) N. R. — Por el honor de tu nombre, Señor, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia. R. — Que habite en tu casa por días sin término y goce de tu presencia contemplando tu rostro. R. — No rechaces a tu siervo (sierva) ni lo (la) olvides en el reino de la muerte, sino concédele gozar de tu dicha en el país de la vida. R.
Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de tu siervo (sierva) N., para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y, ya que la verdadera fe lo (la) unió, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad ahora lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. — Dale, Señor, el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna.
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LITURGIA DE LAS HORAS
CAPITULO V
LITURGIA DE LAS HORAS EN EL DÍA DE LA MUERTE Y DEL ENTIERRO Todo se hace como en el Oficio de difuntos; pero en Laudes o en Vísperas, sobre todo si se recitan ante el cadáver, puede ser oportuno que cuantos se encuentren entonces allí, reunidos en oración, reafirmen su fe en la resurrección futura, sustituyendo la lectura breve que figura en la Liturgia de las Horas por el texto siguiente:
Lectura breve
1 Co 15, 20-22. 25-26
Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Luego, se canta o se recita el responsorio breve. Después del responsorio breve, puede introducirse la profesión de fe con las siguientes palabras:
Ante el misterio de la muerte, que parece ensombrecer los más legítimos gozos terrenos, reafirmemos nuestra fe en Dios Padre; en Jesús, muerto y resucitado, y en el Espíritu Santo, fuente de aquella vida sin fin que Dios nos ha prometido. Creo en Dios, Padre todopoderoso... Repetida la antífona del cántico evangélico, se rezan las siguientes preces, en las que se intercede especialmente por el difunto ante el que se está orando:
Laudes Pidamos al Señor que escuche nuestra oración y atienda nuestras súplicas por nuestro hermano difunto (nuestra hermana difunta) y llenos de confianza, después de cada petición, digámosle: R. Dueño de la vida y de la muerte, escúchanos. — Señor Jesús, haz que nuestro hermano (nuestra hermana), que ha dejado ya este mundo, se alegre con júbilo eterno en tu presencia y se llene de gozo en la asamblea de los santos. R. — Libra su alma del abismo y sálvalo (sálvala) por tu misericordia. K — Que tu bondad y tu misericordia lo (la) acompañen eternamente y habite en tu casa por años sin término R.
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LITURGIA
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HORAS
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— Condúcelo (Condúcela) hacia las fuentes tranquilas de tu paraíso y hazlo (hazla) recostar en las verdes praderas de tu reino. R.
— No rechaces a tu siervo (sierva) ni lo (la) olvides en el reino de la muerte, sino concédele gozar de tu dicha en el país de la vida. R.
— A nosotros, que caminamos aún por las cañadas oscuras de este mundo, guíanos por el sendero justo y haz que en tu vara y tu cayado de pastor encontremos siempre nuestro sosiego. R.
— Sé tú, Señor, el apoyo y la salvación de cuantos a ti acudimos; sálvanos y bendícenos, porque somos tu pueblo y tu heredad. R.
Para que la luz de Cristo ilumine a los vivos y a los muertos, pidamos al Padre que a todos llegue el reino de su Hijo: Padre nuestro... Vísperas Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, esperanza de los que vivimos aún en este mundo, vida y resurrección de los que ya han muerto; llenos de confianza, después de cada petición, digámosle: R. Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos. — Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdes de los pecados de nuestro hermano (nuestra hermana) N. R. — Por el honor de tu nombre, Señor, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia. R. — Que habite en tu casa por días sin término y goce de tu presencia contemplando tu rostro. R.
El mismo Señor que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía, acudió angustiado al Padre, nos ayude a decir: Padre nuestro...
TRASLADO Y RECEPCIÓN FORMA TÍPICA
C A P I T U L O VI
TRASLADO Y RECEPCIÓN DE UN DIFUNTO EN LA IGLESIA ANTES DE LAS EXEQUIAS
nos asegura que Cristo vive eternamente y que el amor que él nos tiene es más fuerte que la misma muerte. Por ello, nuestra esperanza no debe titubear. Que el Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo los conforte en esta tribulación. A continuación, puede recitarse, sin canto, el salmo siguiente. Salmo 120
A) Forma típica
R.
El auxilio me viene del Señor.
Cuando el cadáver se lleva a la iglesia antes de la celebración de las exequias propiamente dichas, para instalar en ella la capilla ardiente, como se acostumbra sobre todo en los monasterios, el rito se ordena de acuerdo con la siguiente forma:
—
La mirada dirijo hacia la altura de donde ha de venirme todo auxilio. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
—
No dejará que des un paso en falso, pues es tu guardián y nunca duerme. No, jamás se dormirá o descuidará el guardián de Israel. R.
1. ESTACIÓN EN LA CASA (O CELDA) DEL DIFUNTO
El ministro sak.üd a los presientes diciendo: — R.
El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu.
Luego, inicia la celebración con las siguientes palabras u otras parecidas: Hermanos: La muerte de nuestro querido hermano (nuestra querida hermana) N. nos entristece y nos recuerda, una vez más, hasta que punto es frágil y breve la vida del ser humano. Pero, en este momento triste, nuestra fe nos conforta y
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— El Señor te protege y te da sombra, está siempre a tu lado. No te hará daño el sol durante el,día ni la luna, de noche. R. —
Te guardará el Señor de los peligros y cuidará tu vida; protegerá tus ir es y venir es, ahora y para siempre. R.
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ORACIONES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
TRASLADO Y RECEPCIÓN FORMA TÍPICA
Después" de la salutación inicial (o del salmo) se añade la siguiente oración:
Oremos. Escucha en tu bondad, Señor, nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia por tu siervo (sierva) N. a quien acabas de llamar de este mundo; dígnate llevarlo (llevarla) al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 2. PROCESIÓN A LA IGLESIA A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante ella, conviene no omitir nunca el canto del salmo 113, en el que se puede ir intercalando la antífona Dichosos los que mueren en el Señor.
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2.
Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos.
3.
¿Qué te pasa, mar, que huyes? ¿Y a ti, Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Y a ustedes, colinas, que saltan como corderos?
4.
En presencia del Señor la tierra se estremece, ante el Dios de Jacob: las piedras se transforman en estanques y en manantiales, el pedernal.
5.
Los hijos del Israel confían en el Señor: (a) él es su auxilio y su escudo; (b) los hijos de Aarón confían en el Señor: (a) él es su auxilio y su escudo; (b) los fieles del Señor confían en el Señor: (c) él es su auxilio y su escudo, (d)
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R. Di- cho- sos los que mué- ren en el Se-ñor.
Salmo 113, 1-8. 17-26
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6.
7.
8.
ORACIONES PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, que bendiga a la casa de Israel, que bendiga a la casa de Aarón, que bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes. Que el Señor los haga numerosos (a) a ustedes y a sus hijos; (b) que los llene de bendiciones el Señor, (a) que hizo el cielo y la tierra, (b) El Señor se ha reservado para sí el cielo (c) y a los hombres les ha entregado la tierra, (d) Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Pero nosotros sí bendeciremos al Señor ahora y por siempre. ¡Aleluya!
TRASLADO
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Y RECEPCIÓN FORMA TÍPICA
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Se repite el canto de la antífona Dichosos los que mueren en el Señor. $
l.Que a-legna cuando me di- je- ron: *Va- mos 2.Gloria al Padre y al Hi- jo y al
En lugar del formulario precedente, puede usarse también, para este rito, cualquiera de los que figuran en la forma típica de exequias para la estación en casa del difunto y para la procesión a la iglesia. $
a la casa del Se- ñor." Espíritu San- to
3. COLOCACIÓN DEL ATAÚD EN LA IGLESIA
Al llegar la procesión a la iglesia, se entona el siguiente canto u otro parecido:
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PARA ANTES DE LAS
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4. LECTURA EVANGÉLICA Y PRECES Colocado el ataúd en su lugar, se lee la siguiente períeopa evangélica:
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. •p Lectura del santo Evangelio según san Juan *2J£* 14, 1-6 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio volveré y los llevaré conmigo para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy". Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí". Palabra del Señor. En lugar de este texto, puede leerse también otra de las perícopas evangélicas que figuran en el Leccionario de difuntos (cf. en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-455).
TRASLADO
Y RECEPCIÓN
FORMA TÍPICA
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Después de la lectura evangélica, puede recitarse un salmo apropiado (cf. Apéndice I, pp. 308-336), o bien se hacen las siguientes plegarias litánicas u otras parecidas:
A Dios, Padre de misericordia, pidamos humildemente por nuestro hermano (nuestra hermana) que ha muerto en el Señor. — Para que perdones con bondad sus pecados. R. Te rogamos5 óyenos. — Para que aceptes sus buenas obras. R. — Para que lo (la) recibas en la vida eterna. R. Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro...
A continuación, se dice la siguiente oración:
Escucha, Señor, nuestras súplicas y concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. cuyo cuerpo acabamos de colocar en esta casa de oración, donde él (ella) te aclamó con cantos de júbilo y alabanza,
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ORACIONES
PARA ANTES DE LAS
EXEQUIAS
que te alabe ahora en el tabernáculo admirable, y en tu presencia goce de la contemplación de tu rostro. por los siglos de los siglos. R. Amén. Cuando el cadáver se traslada a la iglesia antes de las exequias, según el rito descrito en este capítulo, la celebración de las exequias propiamente dichas empieza directamente por el canto de entrada (y la iluminación del cirio pascual) de la misa o de la Liturgia de la Palabra.
TRASLADO
Y RECEPCIÓN
RITO
SIMPLIFICADO
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B) Rito simplificado 1. RECIBIMIENTO DEL DIFUNTO EN EL ATRIO DE LA IGLESIA El ministro saluda a los presentes, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego les dirige las siguientes palabras u otras parecidas:
Hermanos: La muerte de nuestro querido hermano (nuestra querida hermana) N. nos entristece y nos recuerda una vez más, hasta qué punto es frágil y breve la vida del ser humano. Pero, en este momento triste, nuestra fe nos conforta y nos asegura que Cristo vive eternamente y que el amor que él nos tiene es más fuerte que la misma muerte. Por eso, nuestra esperanza no debe titubear. Que el Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo los conforte en esta tribulación. Terminada esta monición, dice:
Oremos. Escucha en tu bondad, nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia por tu siervo (sierva) N a quien acabas de llamar de este mundo; dígnate llevarlo (llevarla) al lugar de la luz y de la paz,
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PRECES PARA ANTES DE LAS
EXEQUIAS
para que tenga parte en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén 2. INTRODUCCIÓN DEL DIFUNTO EN LA IGLESIA A continuación, se introduce el cadáver en la iglesia. Mientras se introduce, es muy oportuno cantar el salmo 113, en el que la asamblea puede ir intercalando la antífona Dichosos los que mueren en el Señor; o bien, se entona otro canto apropiado.
TRASLADO
Y RECEPCIÓN
RITO
SIMPLIFICADO
2.
Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos.
3.
¿Qué te pasa, mar, que huyes? ¿Y a ti, Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Ya ustedes, colinas, que saltan como corderos?
4.
En presencia del Señor la tierra se estremece, ante el Dios de Jacob: las piedras se transforman en estanques y en manantiales, el pedernal.
5.
Los hijos de Israel confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo; los hijos de Aarón confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo; los fieles del Señor confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. R.
6.
Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Pero nosotros sí bendeciremos al Señor ahora y por siempre. ¡Aleluya!
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Se repite el canto de la antífona Dichosos los que mueren en el Señor.
ORACIONES
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PARA ANTES DE LAS
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3. LECTURA EVANGÉLICA Y PRECES
TRASLADO
Y RECEPCIÓN
RITO
SIMPLIFICADO
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A Dios, Padre de misericordia, pidamos humildemente por nuestro hermano (nuestra hermana) que ha muerto en el Señor.
Colocado el féretro en su lugar, se lee la siguiente perícopa evangélica:
— Para que perdones con bondad sus pecados.
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones:
R. Te rogamos, óyenos.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 1-6
— Para que aceptes sus buenas obras. R. — Para que lo (la) recibas en la vida eterna. R.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy". Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí". Palabra del Señor. En lugar de este texto, puede leerse también otra de las perícopas evangélicas que figuran en el Lecccionario de difuntos (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-455). Después de la lectura evangélica puede recitarse un salmo apropiado (cfr Apéndice I , pp. 308-336), o bien se hacen las siguiente plegarias litánicas u otras parecidas.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro...
A continuación se dice la siguiente oración:
Escucha, Señor, nuestras súplicas y concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. cuyo cuerpo acabamos de colocar en esta casa de oración, donde él (ella) te aclamó con cantos de júbilo y alabanza, que te alabe ahora en el tabernáculo admirable, y en tu presencia goce de la contemplación de tu rostro, por los siglos de los siglos. R. Amén.
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ORACIONES
PARA ANTES DE LAS
EXEQUIAS
Cuando el cadáver se traslada a la iglesia antes de las exequias, según el rito descrito en este capítulo, la celebración de las exequias propiamente dichas empieza directamente por el canto de entrada (y la iluminación del cirio pascual) de la misa o de la Liturgia de la palabra.
LIBRO II
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS CON CANTO Y CON DOS PROCESIONES (FORMA TÍPICA)
ESQUEMA DEL RITO 1. Estación en la casa del difunto
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2. Procesión a la iglesia
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3. Estación en la iglesia
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4. Misa exequial o Liturgia de la palabra
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5. Procesión al cementerio
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6. Ultimo adiós al cuerpo del difunto
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EXEQUIAS CON CANTO
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Los ritos de las exequias, son una gran expresividad cómo el cristiano en su muerte participa de la muerte del Señor, con la esperanza de participar también en su resurrección. Por ello, es de suma importancia cuidar los modos celebrativos y elegir aquellos formularios que más ayuden en cada caso a que el pueblo descubra y viva el sentido pascual de la muerte cristiana. Este Libro II presenta el rito de las exequias cuando en las mismas participa una asamblea a la que le es posible intervenir con canto. La forma típica es la manera más expresiva y tradicional de celebrar la muerte cristiana: en ella, con las dos procesiones, de la casa a la iglesia y de la iglesia al cementerio, acompañadas respectivamente de los salmos pascuales 113 y 117, se manifiesta muy adecuadamente el sentido pascual de la muerte cristiana como tránsito hacia la verdadera tierra de promisión (salmo 113), en la que el cristiano está llamado a vivir el triunfo de su Señor (salmo 117). Por eso, siempre que sea posible, sobre todo en los pueblos rurales, este modo de celebración ha de preferirse a los otros. Cuando el cementerio está situado lejos de la ciudad o del pueblo, como acontece en la casi totalidad de las poblaciones, como resulta difícil ir en procesión festiva hasta el mismo, entonces el rito del último adiós al cuerpo del difunto y la despedida de la asamblea, se hacen en la misma iglesia, omitiendo en este caso la bendición del sepulcro. Este modo de celebración, que incluye aún la procesión de la casa del difunto a la iglesia, es todavía posible y aconsejable en la mayoría de los pueblos y en las ciudades más pequeñas. Para las grandes ciudades en las que no es posible ninguna procesión litúrgica por la calle, se presenta un tipo de celebración más simplificado (Libro IV). En esta celebración, se prevee tanto la inclusión de la Eucaristía como la celebración sin misa. La conveniencia de la unificación de clases exige que se haga lo posible para que a todas las familias se les dé la misma posibilidad de escoger entre si desean o no la celebración eucarística
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FORMA TÍPICA DE LAS
EXEQUIAS
en el interior de las exequias. Aunque de suyo la misa incorporada a las exequias manifiesta mejor la vinculación de la muerte del cristiano con el misterio pascual de Jesucristo y es el más excelente sufragio por el difunto, con todo se dan casos en que algunos fieles, de menor nivel de vivencia cristiana, pueden preferir la celebración sin misa. Además, algunas veces, la liturgia del día o el hecho de que las exequias sean presididas por un diácono, impide la celebración eucarística.
FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS CON CANTO 1. ESTACIÓN EN LA CASA DEL DIFUNTO
El ministro saluda a los presentes diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, inicia la celebración pronunciando algunas palabras introductorias. Palabras introductorias adecuadas a cada caso Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario general que está después de este recuadro. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.
Familia muy desconcertada, p. 369 Por un difunto muy joven, p. 372 Por un niño llegado al uso de razón, p. 374 En caso de un accidente público, p. 376 En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 378 En una muerte repentina, p. 379 En una muerte después de una larga enfermedad, p. 381 En una muerte por accidente, p. 382 En una muerte por homicidio o supuesto suicidio, p. 384 En la muerte de un presbítero, p. 385 En la muerte de un diácono, p. 387 En la muerte de un religioso, p. 388
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FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS
Formulario general:
Hermanos: La muerte de nuestro querido hermano (nuestra querida hermana) N. nos entristece y nos recuerda, una vez más, hasta qué punto es frágil y breve la vida del hombre. Pero, en este momento triste, nuestra fe nos conforta y nos asegura que Cristo vive eternamente y que el amor que él nos tiene es más fuerte que la misma muerte. Por ello, nuestra esperanza no debe vacilar. Que el Padre de la misericordia y el Dios de todo consuelo los conforte en esta tribulación. A continuación puede recitarse, sin canto, el salmo siguiente:
Del salmo 129 R. Confío en el Señor, mi alma espera. Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R. Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R. Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra;
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mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R. Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R. Después de la salutación inicial (o del salmo), se añade la siguiente oración: Oremos. Escucha en tu bondad, Señor, nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia por tu siervo (sierva) N., a quien acabas de llamar deteste mundo; dígnate llevarlo (llevarla) al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
2. PROCESIÓN A LA IGLESIA A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante ella, conviene no omitir nunca el canto del salmo 113, en el que se puede ir intercalando la antífona Dichosos los que mueren en el Señor.
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FORMA TÍPICA DE LAS
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EXEQUIAS
EXEQUIAS
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En presencia del Señor la tierra se estremece, ante el Dios de Jacob: las piedras se transforman en estanques y en manantiales, el pedernal.
5.
Los hijos del Israel confían en el Señor: (a) él es su auxilio y su escudo; (b) los hijos de Aarón confían en el Señor: (a) él es su auxilio y su escudo; (b) los fieles del Señor confían en el Señor: (c) él es su auxilio y su escudo, (d)
6.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, que bendiga a la casa de Israel, que bendiga a la casa de Aarón, que bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes.
7.
Que el Señor los haga numerosos (a) a ustedes y a sus hijos; (b) que los llene de bendiciones el Señor, (a) que hizo el cielo y la tierra, (b) El Señor se ha reservado para sí el cielo (c) y a los hombres les ha entregado la tierra, (d)
8.
Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Pero nosotros sí bendeciremos al Señor ahora y por siempre. ¡Aleluya!
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R. Di- cho- sos los que mué- ren en el Se-ñor.
Salmo 113, 1-8. 17-26
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Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos. ¿Qué te pasa, mar, que huyes? ¿Y a ti, Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Y a ustedes, colinas, que saltan como corderos?
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Se repite el canto de la antífona Dichosos los que mueren en el Señor.
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FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS
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EXEQUIAS CON CANTO
O bien:
3. ESTACIÓN EN LA IGLESIA Al llegar la procesión a la iglesia, se entona el canto de entrada de la misa u otro canto parecido.
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EXEQUIAS CON CANTO
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El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula: 2
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Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hemana) N., encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén. La asamblea puede cantar ¡Oh luz gozosa! (cfr p. 576) u otro canto apropiado. 4. M I S A EXEQUIAL O LITURGIA DE LA PALABRA
O bien El Señor te abra las puertas... (n. 7, p. 549) O bien Dios enjugará las lágrimas... (n. 8, p . 550) O bien Se alegrarán para el Señor... (n. 9, p. 551) O bien Dale el descanso, Señor,... (n. 10, p. 552)
Colocado el cadáver ante el altar, si es posible, se pone junto a él el cirio pascual.
El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Terminados estos ritos iniciales (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la oración colecta. ORACIÓN COLECTA Oremos. Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien en esta vida mortal rodeaste con tu amor infinito;
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FORMA TÍPICA DE LAS
EXEQUIAS
concédele ahora que, libre de todos los males, participe en el descanso eterno. Y, ya que este mundo acabó para él (ella), admítelo (admítela) en tu paraíso, donde no hay ni llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien: ORACIÓN COLECTA
Oremos. Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que tu siervo (sierva) N., que acaba de salir de este mundo, perdonado (perdonada) de sus pecados y libre de toda pena, goce junto a ti de la vida inmortal; y, cuando llegue el gran día de la resurrección y del premio, colócalo (colócala) entre tus santos y elegidos. Por nuestro Señor Jesucristo. La celebración prosigue como de costumbre, con la Liturgia de la palabra.
EXEQUIAS
CON
CANTO
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Liturgia de la palabra Esquemas de lecturas A) Esquemas de lecturas para celebraciones comunes: El pecado causó la muerte, p. 417 La creación fue también sometida a la frustración, p. 418 Para redimirnos, Jesús se enfrentó a la muerte, p. 419 La muerte absorbida por la victoria: la Resurrección, p. 420 "Yo soy la resurrección y la vida": La fe que da la vida eterna, p. 422 El bautismo, incorporación a la muerte y resurrección de Cristo, p. 424 La Eucaristía, alimento de la vida eterna, p . 425 Vivir y morir para el Señor. Estar preparados, p. 427 La resurrección futura y el juicio de Dios, p. 430 El cielo y la felicidad de los justos, p. 432 B) Esquemas de lecturas para algunas circunstancias: Ante una muerte desconcertante, —muerte que deja un gran vacío, p. 435 —muerte que conmueve a un pueblo, p. 436 —muerte de un padre (una madre) de familia, p. 436 —muerte repentina, p. 437 —muerte después de una larga enfermedad, p. 438 Muerte de un joven o una joven, —muerte natural, p. 439 —muerte repentina, p. 441 —muerte en accidente, p. 441 Muerte de un anciano (una anciana), p. 442 Muerte de un niño (niña), llegado al uso de razón, p. 443 Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal.
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Plegaria universal Puede tomarse uno de los textos citados aquí o bien el formulario general que se pone después de este recuadro. Textos generales, pp. 347-353. En la muerte de un padre (una madre), p. 354 En una muerte repentina, p. 355 En una muerte después de una larga enfermedad, p. 356 En la muerte de un joven (una joven), p. 357 En la muerte de un niño (una niña), p. 359-360 En una muerte por accidente, p. 361 En una muerte por homicidio o presunto suicidio, p. 362 En la muerte de una persona alejada de prácticas religiosas o en situación irregular, p. 363 En la muerte de un obispo, presbítero o diácono, p. 365 En la muerte de un religioso (una religiosa), p. 366 Formulario general:
Pidamos al Señor que escuche nuestra oración y atienda las súplicas de su Iglesia. — Para que el Señor y Hacedor de todo reciba en su reino a nuestro hermano (nuestra hermana) N. que, como primicia de su familia, ha salido ya de este mundo, roguemos al Señor. R. R. Te rogamos, Señor. — Para que el Padre misericordioso se compadezca de las faltas y debilidades de quien era como el heno y la flor del campo, roguemos al Señor. R.
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— Para que nuestro hermano (nuestra hermana) que mientras vivía en este mundo confió en la benignidad de nuestro Dios, goce ahora de los bienes que esperó, roguemos al Señor. R. — Para que todos los amigos y familiares que convivieron en este mundo con nuestro hermano (nuestra hermana) y nos han precedido ya en la morada eterna, gocen ahora con él (ella) de la compañía de los santos, roguemos al Señor. R. — Para que el Señor vele por nuestras vidas mientras moramos aún en este mundo y, cuando nos llegue el momento de dejarlo, nos presentemos ante él cargados de buenas obras, roguemos al Señor. R. — Para que Dios no permita que en la hora de nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos sintamos como arrancados y expulsados de este mundo, sino que, alegres y bien dispuestos, lleguemos a la vida feliz y eterna, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la plegaria universal concluye con la siguiente oración:
Escucha, Señor nuestras oraciones y concede a tu siervo (sierva) N., que te conoció por la fe y quiso ser fiel a tu servicio, gozar eternamente de la visión de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS
EXEQUIAS CON CANTO
Si las exequias se celebran sin misa, la plegaria universal concluye con la siguiente fórmula: Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor. Padre n u e s t r o . . .
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La misa prosigue como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se organiza la procesión hacia el cementerio. 5. PROCESIÓN AL CEMENTERIO
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Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393
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Si no se celebra la misa, se organiza la procesión hacia el cementerio.
Si se celebra la misa, sigue la Liturgia eucarística.
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FORMA TÍPICA DE LAS
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EXEQUIAS
A continuación se organiza la procesión hacia el cementerio, durante la cual conviene no omitir nunca el canto del salmo 117, en el que se puede ir intercalando la antífona Ábranme las puertas del triunfo.
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EXEQUIAS
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En mi angustia clamé al Señor, (a) él me escuchó y me puso a salvo, (b) El Señor me protege, nada temo, (a) ¿Qué podrá hacerme el enemigo? (b) No habrá quien me derrote, (c) . porque el Señor está conmigo, (d)
4.
Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza.
5.
Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté.
6.
Me rodeaban zumbando como avispas, (a) ardiendo como fuego entre las zarzas: (b) en el nombre de Dios las derroté, (d)
7.
Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación.
8.
Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo".
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Su mi- se- ri- cor- dia as e- t e r na Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna".
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66
9.
FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS
No moriré, para contar Me castigó, pero no me
EXEQUIAS CON CANTO
continuaré viviendo lo que el Señor me ha hecho. me castigó el Señor, abandonó a la muerte.
10. Ábranme las puertas del triunfo, (a) que quiero entrar a dar gracias a Dios, (b) Esta es la puerta del Señor (a) y por ella entrarán los que le viven fieles, (b) Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste (c) y fuiste para mí la salvación, (d)
6. U L T I M O ADIÓS AL C U E R P O DEL DIFUNTO
Llegada la procesión al cementerio, el cuerpo se coloca, a ser posible, cerca de la tumba, y se procede al rito del último adiós. El que preside dice, en primer lugar, la siguiente oración sobre el sepulcro (si el sepulcro está ya bendecido, se omite el texto entre corchetes).
11. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. 12. Este es el día del triunfo del Señor, (a) día de júbilo y de gozo, (b) Libéranos, Señor, y danos tu victoria, (d) 13. Bendito el que viene en nombre del Señor, (a) Que Dios desde su templo nos bendiga, (b) Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine, (d) 14. Ordenemos una procesión con ramos (a) hasta los ángulos del altar, (b) Tú eres mi Dios, y te doy gracias, (a) Tú eres mi Dios, y yo te alabo, (b) Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, (c) Porque tu misericordia es eterna, (d) Se repite la antífona Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
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R.
Oremos. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, [dígnate ben + decir esta tumba y] concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro, hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, lo (la) resucites y lo (la) ilumines con la luz de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Si el sepulcro no está bendecido, se rocía con agua bendita (y se inciensa).
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FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS
Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside, continúa diciendo:
Palabras de despedida acomodadas a cada caso: Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario después de este recuadro. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.
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EXEQUIAS CON CANTO
Familia muy desconcertada, p. 370 Por un difunto muy joven, p. 373 Por un niño llegado al uso de razón, p. 375 En caso de un accidente público, p. 377 En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 379 En una muerte repentina, p. 380 En una muerte después de una larga enfermedad, P- 382 En una muerte por accidente, p. 383 En una muerte por homicidio o supuesto suicidio . P- 385 En la muerte de un presbítero, p. 386 En la muerte de un diácono, p. 388 En la muerte de un religioso, p. 389 '
Formulario general: Vamos ahora a cumplir con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos están vivos, que admita su alma entre los santos y que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Que al momento del juicio, sea misericordioso con nuestro hermano (nuestra hermana), para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos.
No temas hermano (hermana), Cristo murió y resucitó por ti. El Señor te protegió durante tu vida; por ello, esperamos que también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo.] Después, ei que preside, camina alrededor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita; (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); mientras tanto, se canta el responsorio Subvenite u otro canto de despedida del difunto:
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FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS
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Te colocamos en los brazos de Dios... (n. 21, p. 572) O bien
Que los ángeles te lleven... (n. 22, p. 573) O bien Despidamos todos j u n t o s . . . (n. 23, p . 574) Después, se coloca el cuerpo en el sepulcro y el que preside añade la siguiente oración:
Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestro hermano (nuestra hermana), con la firme esperanza de que resucitará en el último día, con todos los que han muerto en Cristo.
EXEQUIAS CON CANTO
73
Te damos gracias por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida; en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos. Dios de misericordia, acepta las oraciones que te presentamos por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos y ábrele las puertas de tu mansión. Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con él (ella) junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
74
FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS r
— Que Dios, nuestro Padre, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de Cristo otorgó a los creyentes la esperanza de resucitar, les conceda su bendición y su consuelo. R. Amén. — Que a ustedes que todavía viven, les otorgue el perdón de sus pecados, y a todos los difuntos les conceda el lugar de la luz y de la paz. R. Amén. — Y que a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo resucitado. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén.
O bien:
— Dale, + Señor, el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R. Amén.
EXEQUIAS CON CANTO
— Su alma y las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén.. Se concluye el rito con la fórmula acostumbrada de despedida:
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
75
LIBRO III
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS SIN CANTO Y DOS PROCESIONES (FORMA TÍPICA) ESQUEMA DEL RITO 1. Estación en la casa del difunto
80
2. Procesión a la iglesia
83
3. Estación en la iglesia
84
4. Misa exequial o Liturgia de la palabra
85
5. Procesión al cementerio
89
6. Ultimo adiós al cuerpo del difunto
92
EXEQUIAS
SIN
CANTO
79
Aunque la participación de los fieles en la celebración de las exequias responde mejor a su naturaleza de acción comunitaria y logra una más profunda unión de corazones cuando la asamblea participa en ella con sus cantos, con todo, esta manera celebrativa en el caso concreto de las exequias, resulta frecuentemente difícil, sobre todo, porque con motivo de las exequias, con frecuencia, se congrega gente no practicante o que, cuando es practicante, proviene de comunidades que no siempre conocen los mismos cantos. En este Libro III se repite el mismo esquema que en el Libro II, pero los cantos se suplen por otros textos. Nada impide, por otra parte, que en esta celebración rezada se cante algún canto popular que no figure en el ritual de las exequias, mientras responda al espíritu de esta celebración cristiana, como podría ser, por ejemplo, el canto del Credo durante la procesión a la iglesia o al cementerio. Por otra parte, sería muy recomendable que los fieles de las parroquias aprendieran por lo menos uno de los cantos de despedida al difunto, para que en todas las exequias pudiera cantarse en el rito del último adiós al cuerpo del difunto, aunque las restantes partes de la celebración fueran rezadas. En las exequias sin canto debería darse especial relieve a la primera letanía, que se hace en la procesión hacia la iglesia (o al inicio de la celebración, si no hay procesión); esta letanía es una paráfrasis del salmo pascual 113, que es el salmo más típico de las exequias cristianas. Para la procesión al cementerio, el canto del salmo 117 queda sustituido por el rezo de otra letanía, tradicional en algunos antiguos rituales.
EXEQUIAS
SIN
81
CANTO
Formulario general:
EXEQUIAS SIN CANTO (FORMA TÍPICA) 1. ESTACIÓN EN LA CASA DEL DIFUNTO El ministro saluda a los presentes, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. • Luego, inicia la celebración pronunciando algunas palabras introductorias.
Hermanos: La muerte de nuestro querido hermano (nuestra querida hermana) N. nos entristece y nos recuerda, una vez más, hasta qué punto es frágil y breve la vida del hombre. Pero, en este momento triste, nuestra fe nos conforta y nos asegura que Cristo vive eternamente y que el amor que él nos tiene es más fuerte que la misma muerte. Por ello, nuestra esperanza no debe vacilar. Que el Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo nos conforte en esta tribulación. Después de la salutación inicial, se recita el salmo 113, en el que se puede ir intercalando la respuesta Que Cristo te reciba en el paraíso.
Salmo 113, 1-8. 17-26
Palabras introductorias adecuadas a cada caso
R. Que Cristo te reciba en el paraíso.
Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario general que está después de este recuadro.
Al salir Israel de Egipto, al salir Jacob de un pueblo bárbaro, Judá fue santuario de Dios, Israel, su dominio. K.
1. Familia muy desconcertada, p. 369 2. Por un difunto muy joven, p. 372 3. Por un niño llegado al uso de razón, p. 374 4. En caso de un accidente público, p. 376 5. En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 378 6. En una muerte repentina, p. 379 7. En una muerte después de una larga enfermedad, p. 381 8. En una muerte por accidente, p. 382 9. En una muerte por homicidio o supuesto suicidio, p. 384 10. En la muerte de un presbítero, p. 385 11. En la muerte de un diácono, p. 387 12. En la muerte de un religioso, p. 388
Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos. R. ¿Qué te pasa, mar, que huyes? ¿Y a ti, Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Y a ustedes, colinas, que saltan como corderos? R.
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FORMA TÍPICA DE LAS
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En presencia del Señor la tierra se estremece, ante el Dios de Jacob: las piedras se transforman en estanques y en manantiales, el pedernal. R. Los hijos del Israel confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo; los hijos de Aarón confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo; los fieles del Señor confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo. R. Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, que bendiga a la casa de Israel, que bendiga a la casa de Aarón, que bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes. R. Que el Señor los haga numerosos a ustedes y a sus hijos; que los llene de bendiciones el Señor, que hizo el cielo y la tierra. El Señor se ha reservado para sí el cielo y a los hombres les ha entregado la tierra. R. Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Pero nosotros sí bendeciremos al Señor ahora y por siempre. ¡Aleluya! R. Después se añade la siguiente oración:
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SIN
CANTO
Oremos. Recibe, Señor, a tu siervo (sierva) N., que, salido del Egipto de este mundo, llega ahora a tu presencia: que los santos ángeles salgan a su encuentro y lo (la) introduzcan en la verdadera tierra de promisión; reconócelo (reconócela), Señor, como criatura tuya llena de alegría su alma y no te acuerdes más de sus culpas pasadas, pues, aunque haya pecado, jamás negó ni al Padre ni al Hijo ni al Espíritu Santo, antes bien creyó [fue celoso (celosa) de tu honra] y te adoró fielmente a ti, Creador del cielo y de la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 2. PROCESIÓN A LA IGLESIA
Letanía por el difunto — Tú que libraste a tu pueblo de la esclavitud de Egipto. R. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso. — Tú que abriste el mar Rojo ante los israelitas que caminaban hacia la libertad prometida. R. — Tú que diste a tu pueblo posesión de una tierra que manaba leche y miel R. — Tú que quisiste que tu Hijo llevara a realidad la antigua Pascua de Israel. R.
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— Tú, que por la muerte de Jesús, iluminas las tinieblas de nuestra muerte. R.
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SIN
CANTO
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4. MISA EXEQUIAL O LITURGIA DE LA PALABRA El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391.
— Tú, que en la resurrección de Jesucristo, has inaugurado la vida nueva de los que han muerto. R. — Tú que, en la ascensión de Jesucristo, has querido que tu pueblo vislumbrara su entrada en la tierra de promisión definitiva. R. 3. ESTACIÓN EN LA IGLESIA Al llegar a la iglesia, se coloca el cadáver ante el altar y, si es posible, se pone junto a él el cirio pascual. El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula:
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hemana) N., encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén.
Terminados estos ritos iniciales (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la oración colecta. ORACIÓN COLECTA
Oremos. Señor Dios, Padre omnipotente, tú que nos has dado la certeza de que en los fieles difuntos se realizara el misterio de tu Hijo muerto y resucitado, por esta fe que profesamos, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de participar de la muerte de Cristo, participe también de su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien:
Oremos. Señor Dios, perdón de los pecadores y felicidad de los justos, al cumplir con dolor el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) N., te pedimos que lo (la) hagas participar del gozo de tus elegidos, y que en el día de la resurrección universal,
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libre ya de la corrupción de la muerte, disfrute de la claridad de tu presencia. Por nuestro Señor Jesucristo.
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Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal.
Plegaria universal
La celebración prosigue como de costumbre, con la Liturgia de la palabra.
Liturgia de la palabra Esquemas de lecturas A) Esquemas de lecturas para celebraciones comunes: El pecado causó la muerte, p. 417 La creación fue también sometida a la frustración, p. 418 Para redimirnos, Jesús se enfrentó a la muerte, p. 419 La muerte absorbida por la victoria: la Resurrección, p. 420 "Yo soy la resurrección y la vida": la fe que da la vida eterna, p. 422 El bautismo, incorporación a la muerte y resurrección de Cristo, p. 424 La Eucaristía, alimento de la vida eterna, p. 425 Vivir y morir para el Señor. Estar preparados, p. 427 La resurrección futura y el juicio de Dios, p. 430 El cielo y la felicidad de los justos, p. 432 B) Esquemas de lecturas para algunas eireunsuincias: Ante una muerte desconcertante, —muerte que deja un gran vacío, p. 435 —muerte que conmueve a un pueblo, p. 436 —muerte de un padre (una madre) de familia, p. 436 —muerte repentina, p. 437 —muerte después de una larga enfermedad, p. 438 Muerte de un joven o una joven, —muerte natural, p. 439 —muerte repentina, p. 441 —muerte en accidente, p. 441 Muerte de un anciano (una anciana), p. 442 Muerte de un nño (niña), llegado al uso de razón, p. 443
Puede tomarse uno de los textos citados aquí o bien, el formulario general que se pone después de este recuadro. Textos generales, pp. 347-353 En la muerte de un padre (una madre), p. 354 En una muerte repentina, p. 355 En una muerte después de una larga enfermedad, p. 356 En la muerte de un joven (una joven), p. 357 En la muerte de un niño (una niña), p. 359-360 En una muerte por accidente, p. 361 En una muerte por homicidio o presunto suicidio, p. 362 En la muerte de una persona alejada de prácticas religiosas o en situación irregular, p. 363 En la muerte de un obispo, presbítero o diácono, p. 365 En la muerte de un religioso (una religiosa), p. 366
Formulario general:
Pidamos al Señor que escuche nuestra oración por nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de dejar este mundo. — Señor Jesús, haz que nuestro hermano (nuestra hermana) N., que ha dejado ya este mundo, se alegre con júbilo eterno en tu presencia y se vea inundado (inundada) de gozo en la asamblea de los santos. R. Te rogamos, Señor.
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—
Libra su alma del abismo y sálvalo (sálvala) con tu misericordia. R.
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula:
—
Que tu bondad y tu misericordia lo (la) acompañen eternamente y habite en tu casa por años sin término. R.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro...
—
Concédele gozar en las fuentes tranquilas de tu paraíso y hazlo (hazla) recostar en las verdes praderas de tu reino. R,
—
Y a nosotros, que caminamos aún por las cañadas oscuras de este mundo, guíanos por el sendero justo y haz que en tu vara y en tu cayado de pastor encontremos siempre nuestro sosiego. R.
Si en las exequias se celebra la misa, la plegaria universal concluye con la siguiente oración:
R.
Dios nuestro, que en la Pascua de tu Hijo has hecho resplandecer para todos la gloria de tu salvación, escucha nuestras oraciones y concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. gozar de la luz eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Si no se celebra la misa, se organiza la procesión hacia el cementerio. Si se celebra la misa, sigue la Liturgia eucarística.
Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393. La misa prosigue como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se organiza la procesión hacia el cementerio.
5. PROCESIÓN AL CEMENTERIO Mientras se saca el cuerpo de la iglesia, el que preside dice la siguiente antífona:
Ant.Al paraíso te lleven los ángeles a tu llegada te reciban los mártires y te introduzcan en la ciudad santa de Jerusalén.
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Á continuación, se organiza la procesión hacia el cementerio. Durante esta procesión, el pueblo ora por el difunto o se entona algún canto popular apropiado. Para la oración por el difunto puede usarse oportunamente la siguiente letanía. El que preside puede introducir la letanía, diciendo:
Introducción a la letanía Unidos en una misma oración, mientras acompañamos el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) al lugar de su reposo, invoquemos a los santos, que en la gloria gozan de la comunión celestial, para que reciban su alma en el gozo eterno.
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Aquí se puede añadir la invocación del santo patrono del difunto y de otros santos.
Santos y santas de Dios,
rueguen por él (ella).
Invoquemos ahora a Cristo, vencedor del sepulcro, y hagamos memoria de sus misterios salvadores, con los que arrancó a los hombres del poder de la muerte: — Cristo, Hijo de Dios vivo. R. Recíbelo (recíbela) en tu reino.
Letanía Cristo, óyenos Cristo, escúchanos Santa María, Madre de Dios, Santos ángeles de Dios, San José, San Juan Bautista, Santos Pedro y Pablo, San Esteban, San Agustín, San Gregorio, San Benito, San Francisco, Santo Domingo, San Francisco Javier, Santa Teresa de Jesús, Santa Mónica,
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Cristo, óyenos Cristo, escúchanos ruega por él (ella) rueguen por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) rueguen por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella)
— Tú que aceptaste la muerte por nosotros. R. — Tú que resucitaste de entre los muertos. R. — Tú que has de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. R. — A este hermano nuestro (esta hermana nuestra), que recibió de ti la simiente de la inmortalidad. R. — A este hermano nuestro (esta hermana nuestra), de quien ahora nos despedimos. R. — A este hermano nuestro (esta hermana nuestra) con quien esperamos encontrarnos en la gloria del cielo. R.
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6. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO Llegada la procesión al cementerio, el cuerpo se coloca, a ser posible, cerca de la tumba, y se procede al rito del último adiós. En primer lugar, se recita el salmo 117, en el que se puede ir intercalando la respuesta Ábranme las puertas del triunfo.
Salmo 117
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más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza. R. Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté. R.
R. Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
Me rodeaban zumbando como avispas, ardiendo como fuego entre las zarzas: en el nombre de Dios las derroté. R.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R.
Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. R.
Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R.
Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo". R.
En mi angustia clamé al Señor, él me escuchó y me puso a salvo. El Señor me protege, nada temo. ¿Qué podrá hacerme el enemigo? No habrá quien me derrote, porque el Señor está conmigo. R.
No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor me ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R.
Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza;
Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles.
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Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. R. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
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no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, [dígnate ben+decir esta tumbra y] concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro, hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, lo (la) resucites y lo (la) ilumines con la luz de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
Palabras de despedida acomodadas a cada caso
Ordenemos una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, Porque tu misericordia es eterna. R. A continuación, el que preside dice la siguiente oración sobre el sepulcro (si el sepulcro está ya bendecido, se omite el texto entre corchetes).
Oremos. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura
Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario general que está después de este recuadro. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.
Familia muy desconcertada, p. 370 Por un difunto muy joven, p. 373 Por un niño llegado al uso de razón, p. 375 En caso de un accidente público, p. 377 En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 379 En una muerte repentina, p. 380 En una muerte después de una larga enfermedad, P- 382 En una muerte por accidente, p. 383 En una muerte por homicidio o supuesto suicidio . P- 385 En la muerte de un presbítero, p. 386 En la muerte de un diácono, p. 388 En la muerte de un religioso, p. 389
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FORMA TÍPICA DE LAS
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Formulario general:
Vamos ahora a cumplir con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos estamos vivos, que admita su alma entre sus santos y que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Que, en el momento del juicio, sea misericordioso para con nuestro hermano (nuestra hermana) para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside, continúa, diciendo:
No temas hermano (hermana), Cristo murió y resucitó por ti. El Señor te protegió durante su vida; por ello, esperamos que también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo] .
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Después, el que preside camina alredor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita; (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); mientras tanto, uno de los pesentes, puede recitar las siguientes invocaciones a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad, o bien: Kyrie, eléison.
Invocaciones — Que el Padre, que te invitó a comer la carne inmaculada de su Hijo, te admita ahora en la mesa de su reino. R. Señor, ten piedad (O bien: Kyrie, eléison). — Que Cristo, vid verdadera, en que fuiste injertado (injertada) por el bautismo, te haga participar ahora de su vida gloriosa. R. — Que el Espíritu de Dios, con cuyo fuego ardiente fuiste madurado (madurada), revista tu cuerpo de inmortalidad. R. Después, se coloca el cuerpo en el sepulcro y el que preside añade la siguiente oración:
Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestro hermano (nuestra hermana) con la firme esperanza de que resucitará el último día,
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con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida: en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos. Dios de misericordia, acoge las oraciones que te presentamos por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos y ábrele las puertas de tu mansión. Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con él (ella), junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
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— Que Dios, nuestro Padre, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de Cristo otorgó a los creyentes la esperanza de resucitar, les conceda su bendición y su consuelo. R. Amén. — Que a ustedes, que todavía viven, les otorgue el perdón de sus pecados, y a todos los difuntos les conceda el lugar de la luz y de la paz. R. Amén. — Y que a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo resucitado. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amen. O bien:
— Dale, Señor, + el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R. Amén.
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— Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén.
LIBRO IV
Se concluye el rito con la fórmula acostumbrada de despedida.
— Pueden ir en paz. Rf Demos gracias a Dios.
RITO SIMPLIFICADO DE LAS EXEQUIAS SIN CANTO ESQUEMA DEL RITO
1. Recepción del cadáver
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2. Misal exequial o Liturgia de la palabra
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3. Ultimo adiós al cuerpo del difunto
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1. RECIBIMIENTO DEL CADÁVER El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del difunto.
Hermanos: La muerte de nuestro hermano (nuestra hermana) N., nos entristece y nos recuerda, una vez más, hasta qué punto es frágil y breve la vida del hombre. Pero, en este momento triste la fe nos debe confortar porque nos asegura que Cristo vive eternamente y que el amor que él nos tiene es más fuerte que la misma muerte. Que nuestra esperanza no vacile. Que el Padre de la misericordia y Dios de todo consuelo nos conforte en esta tribulación. A continuación, se introduce el cadáver en la iglesia y se pone ante el altar, colocando, si es posible, junto a él el cirio pascual. Una vez que los familiares del difunto se han colocado en sus lugares, el ministro saluda a la asamblea, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas: Hermanos: Nos hemos reunido hoy, en un momento especialmente triste y doloroso en primer lugar para confesar, ante el cadáver de nuestro hermano (huestra hermana) N. nuestra
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RITO SIMPLIFICADO
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fe en que la vida no termina junto al sepulcro. Y también para rodear con nuestro afecto y con nuestra plegaria a los amigos que están tristes por la muerte de aquel (aquella) a quien amaban. Y, finalmente para pedir a Dios que perdone las culpas que, durante su vida, cometió nuestro hermano (nuestra hermana) que acaba de morir. Que el Señor escuche nuestras plegarias y se compadezca ante las lágrimas de los que lloran.
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R. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso. — Tú que abriste el mar Rojo ante los israelitas que caminaban hacia la libertad prometida. R. — Tú que diste a tu pueblo posesión de una tierra que manaba leche y miel. R.
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula:
— Tú que quisiste que tu Hijo llevara a realidad la antigua Pascua de Israel. R.
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hemana) N., encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén.
— Tú, que por la muerte de Jesús, iluminas las tinieblas de nuestra muerte. R.
Luego, se reza la siguiente letanía por el difunto:
Letanía por el difunto — Tú que libraste a tu pueblo de la esclavitud de Egipto.
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— Tú, que en la resurrección de Jesucristo, has inaugurado la vida nueva de los que han muerto. R. ^ — Tú que, en la ascensión de Jesucristo, has querido que tu pueblo vislumbrara su entrada en la tierra de promisión definitiva. R. En lugar de las letanías precedentes, se puede leer también el salmo 113 (p. 52), en el que el pueblo puede ir intercalando la antífona Dichosos los que mueren en el Señor. 2. MISA EXEQUIAL O LITURGIA DE LA PALABRA El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Terminadas las letanías (o el salmo 113) (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad) se dice la oración colecta.
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ORACIÓN COLECTA
Oremos. Dios nuestro, siempre dispuesto a la misericordia y al perdón, escucha nuestras súplicas por tu siervo (sierva) N., que acabas de llamar a tu presencia, y, ya que creyó y esperó en ti, condúcelo (condúcela) ahora a tu reino, su verdadera patria, para que goce contigo de la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien:
Oremos. No seas severo en tu juicio, Señor, con este siervo tuyo (esta sierva tuya), que acaba de salir de este mundo, pues ningún ser humano es inocente frente a ti, si tú mismo no perdonas sus culpas; te pedimos, pues, que escuches las súplicas de tu Iglesia y le concedas un lugar entre tus santos y elegidos, pues en esta vida ya estuvo marcado (marcada) con el sello de la Santa Trinidad. Tú que vives y reinas. La celebración prosigue como de costumbre, con la Liturgia de la palabra.
Liturgia de la palabra Esquemas de lecturas A) Esquemas de lecturas para celebraciones comunes: El pecado causó la muerte, p. 417 La creación fue también sometida a la frustración, p. 418 Para redimirnos, Jesús se enfrentó a la muerte, p. 419 La muerte absorbida por la victoria: la Resurrección, p. 420 "Yo soy la resurrección y la vida": la fe que da la vida eterna, p. 422 El bautismo, incorporación a la muerte y resurrección de Cristo, p. 424 La Eucaristía, alimento de la vida eterna, p. 425 Vivir y morir para el Señor. Estar preparados, p. 427 La resurrección futura y el juicio de Dios, p. 430 El cielo y la felicidad de los justos, p. 432 B) Esquemas de lecturas para algunas circunstancias: Ante una muerte desconcertante, —muerte que deja un gran vacío, p. 435 —muerte que conmueve a un pueblo, p. 436 —muerte de un padre (una madre) de familia, p. 436 —muerte repentina, p. 437 —muerte después de una larga enfermedad, p. 438 Muerte de un joven o una joven, —muerte natural, p. 439 —muerte repentina, p. 441 —muerte en accidente, p. 441 Muerte de un anciano (una anciana), p. 442 Muerte de un niño (niña), llegado al uso de razón, p. 443 Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal.
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Plegaria universal Puede tomarse uno de los textos citados aquí o bien el formulario general que se pone después de este recuadro. Textos generales, pp. 347-353 En la muerte de un padre (una madre), p. 354 En una muerte repentina, p. 355 En una muerte después de una larga enfermedad, p. 356 En la muerte de un joven (una joven), p. 357 En la muerte de un niño (una niña), p. 359-360 En una muerte por accidente, p. 361 En una muerte por homicidio o presunto suicidio, p. 362 En la muerte de una persona alejada de prácticas religiosas o . en situación irregular, p. 363 En la muerte de un obispo, presbítero o diácono, p. 365 En la muerte de un religioso (una religiosa), p. 366.
Formulario general:
Oremos con fe a Dios Padre, para quien toda criatura vive, y pidámosle que escuche nuestra oración. — Para que perdone los pecados de su siervo (sierva) N. y acepte sus buenas obras, roguemos al Señor. R. R. Te rogamos, Señor. — Para que lo (la) libre de toda pena merecida por sus culpas y pueda participar ya en el descanso eterno, roguemos al Señor. R.
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— Para que, dejado ya este mundo, goce eternamente en el paraíso, roguemos al Señor. R. — Para que a nosotros el Espíritu Santo nos lleve por las sendas de la fe y nos dé la esperanza firme de alcanzar, junto a nuestro hermano (nuestra hermana), el reino eterno, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la oración universal concluye con la siguiente colecta:
Señor, Dios nuestro, aunque no comprendemos por qué has querido privarnos tan dolorosamente de la presencia de nuestro hermano (nuestra hermana), creemos que continúas siendo nuestro Padre y por eso elevamos confiadamente a ti nuestras plegarias; escucha, pues, nuestras oraciones y concédenos los bienes que te hemos pedido. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Si las exequias se celebran sin misa, la plegaria universal concluye con la siguiente fórmula:
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro...
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RITO SIMPLIFICADO
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Si se celebra la misa, sigue la Liturgia eucarística.
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111
Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393. La misa prosigue como de costumbre hasta la oración después de la comunión.
3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO El que preside, colocado cerca del ataúd, se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Vamos ahora a cumplir con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos estamos vivos, que admita su alma entre sus santos y que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Que, en el momento del juicio, sea misericordioso para con nuestro hermano (nuestra hermana) para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos.
No temas, hermano (hermana), Cristo murió y resucitó por ti. El Señor te protegió durante tu vida; por eso, esperamos que también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo]. Después, el que preside camina alrededor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita: (luego pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); mientras tanto, uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones, a las que el pueblo responde: Señor, ten piedaa, o bien Kyrie eléison.
Invocaciones —
Que nuestro hermano (nuestra hermana) viva eternamente en paz junto a ti.
R.
Señor, ten piedad. (O bien: Kyrie, eléison).
—
Que participe contigo de la felicidad eterna de los santos. R.
112
RITO SIMPLIFICADO
DE LAS
— Que contemple tu rostro glorioso y tenga parte en la alegría sin fin. R. — Señor Jesucristo, recíbelo (recíbela) junto a ti con todos los que nos han precedido. R. Después, el que preside añade la siguiente oración:
Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestro hermano (nuestra hermana) con la firme esperanza de que resucitará en el último día, con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida; en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunióin de los santos. Dios de misericordia, acoge las oraciones que te presentamos por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos y ábrele las puertas de tu mansión. Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe,
EXEQUIAS
EXEQUIAS
SIN
CANTO
113
hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con él (ella), junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, se recita el salmo 117 en el que se puede ir intercalando la respuesta Ábranme las puertas del triunfo.
Salmo 117 R. Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R. Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R. En mi angustia clamé al Señor, él me escuchó y me puso a salvo. El Señor me protege, nada temo. ¿Qué podrá hacerme el enemigo?
114
RITO SIMPLIFICADO DE LAS EXEQUIAS
No habrá quien me derrote, porque el Señor está conmigo. R. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza. R. Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté. R. Me rodeaban zumbando como avispas, ardiendo como fuego entre las zarzas: en el nombre de Dios las derroté. R. Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. R. Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo". R. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor me ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R.
EXEQUIAS SIN CANTO
Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. R. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R. Ordenemos una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, Porque tu misericordia es eterna. R.
115
116
RITO SIMPLIFICADO DE LAS EXEQUIAS
Colocado el cuerpo en la carroza fúnebre, el que preside añade:
— Que el Señor abra las puertas del triunfo a nuestro hermano (nuestra hemana), para que, terminado el duro combate de su vida mortal, entre como vencedor (vencedora) por las puertas de los justos y entone cantos de victoria por los siglos de los siglos. R. Amén. — Y a todos nosotros nos dé la certeza de que no está muerto (muerta) sino que duerme, de que no ha perdido la vida, sino que reposa, porque ha sido llamado (llamada) a la vida eterna por los siglos de los siglos. R. Amén.
1. Recibimiento del cadáver
120
El que preside termina la celebración diciendo:
2. Proclamación de la Palabra de Dios
— Dale, Señor, + el descanso eterno. R. R. Y brille para él (ella) la luz eterna.
122
3. Ultimo adiós al cuerpo del difunto
125
— Descanse en paz. R. Amén. — Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén. — Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
LIBRO V
RITO BREVE DE LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS ESQUEMA DEL RITO
RITO BREVE DE LAS EXEQUIAS
119
El formulario que se presenta en este libro exclusivamente se usa en aquellas exequias que tienen lugar en las funerarias de las grandes ciudades, cuando el elevado número de celebraciones exequiales dificulta la celebración más completa del rito ordinario. Procuren los ministros responsables de estas exequias celebrar este rito breve con la mayor expresividad posible, sin omitir ninguna de sus partes, ya que cualquier acortamiento en estos ritos, ya tan breves, privaría a los fieles de aquella visión esperanzada de la muerte que el Evangelio ofrece a los cristianos y que puede ser evangelizadora y llamada a conversión, no sólo para los fieles, sino incluso para aquellas personas que pueden ser no católicos o que son católicos que nunca o casi nunca participan de las celebraciones de la Iglesia o parecen incluso haber perdido la fe. Este rito breve consta de tres partes: recibimiento del cadáver, proclamación de la palabra de Dios y último adiós al cuerpo del difunto. Aunque estas tres partes se celebren en la misma capilla de la funeraria, nada obsta a que el celebrante haga el recibimiento del cuerpo junto a la entrada de la misma capilla, diciendo a la familia unas palabras previas de consuelo cristiano. En este rito breve tiene especial importancia la proclamación de la palabra de Dios. Para ella, aunque puede usarse cualquiera de las lecturas del leccionario de difuntos, no obstante, se proponen en el interior mismo de este formulario unas lecturas más breves y sobre todo, de comprensión más sencilla, pues el tiempo del que se, dispone para esta celebración no permitirá tener una larga homilía que explique el significado de dichas lecturas. En este tipo de exequias se supone que no será posible celebrar la misa exequial, sino que ésta deberá dejarse para otro momento. Si en algún caso, con todo, se celebra la Eucaristía en el interior del rito exequial, ésta ocupará el lugar de la proclamación de la palabra de Dios; en tal caso, al comienzo de la misa se omitirá el acto penitencial y los demás ritos iniciales, y al final la bendición y el Pueden ir en paz.
RITO BREVE DE LAS EXEQUIAS
120
1. RECIBIMIENTO DEL CADÁVER El ministro empieza la celebración, diciendo, mientras todos se santiguan:
— En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén. Luego, saluda a la asamblea, diciendo: — R.
El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu.
RITO BREVE DE LAS EXEQUIAS
Formulario general: Queridos hermanos: En este momento triste especialmente para los familiares de nuestro querido hermano (nuestra querida hermana) N., todos sus amigos quisieran testimoniar a la familia su más sentida condolencia. También la Iglesia —presente aquí por medio de aquellos amigos que se sienten cristianos y por mí mismo— quiere estar junto a unos hermanos que sufren por la pérdida de un ser querido. Asumamos, pues, todos este dolor, orando confiados para que Dios, nuestro Padre, reciba a nuestro hermano (nuestra hermana) en su reino y pidamos también al Señor que conceda a sus familiares la esperanza firme de volverlo a encontrar en el paraíso.
Luego, inicia la celebración pronunciando algunas palabras introductorias:
Después de un breve silencio, el que preside dice: Palabras introductorias adecuadas a cada caso Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario general que está después de este recuadro. 1. Familia muy desconcertada, p. 369 2. Por un difunto muy joven, p. 372 3. Por un niño llegado al uso de razón, p. 374 4. En caso de un accidente público, p. 376 5. En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 378 6. En una muerte repentina, p. 379 7. En una muerte después de una larga enfermedad, p. 381 8. En una muerte por accidente, p. 382 9. En una muerte por homicidio o supuesto suicidio, p. 384 10. En la muerte de un presbítero, p. 385 11. En la muerte de un diácono, p. 387 12. En la muerte de un religioso, p. 388
121
R.
Oremos. Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien en esta vida mortal rodeaste con tu amor infinito; concédele ahora que, libre de todos los males, participe en el descanso eterno. Y, ya que este mundo acabó para él (ella), admítelo (admítela) en tu paraíso, donde no hay ni llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
RITO BREVE DE LAS
122
EXEQUIAS
O bien:
Oremos. Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que tu siervo (sierva) N., que acaba de salir de este mundo, perdonado (perdonada) de sus pecados y libre de toda pena, goce junto a ti de la vida inmortal; y, cuando llegue el gran día de la resurrección y del premio, colócalo (colócala) entre tus santos y elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 2. PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS Dicha la oración precedente, se proclama una de las siguientes lecturas bíblicas, a no ser que se prefiera usar alguna de las que figuran en el Leccionario de difuntos (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527).
RITO BREVE DE LAS
EXEQUIAS
La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos. Palabra de Dios. O bien
Los aceptó como un holocausto agradable.
Lectura del libro de la Sabiduría
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
3, 1-9
Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz.
Vengan a mí, y yo los aliviaré.
Lectura del santo evangelio según san Mateo: 11, 28-30
123
124
RITO BREVE DE LAS EXEQUIAS
En aquel tiempo exclamó Jesús: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". Palabra del Señor. A la lectura conviene que siga una breve homilía o reflexión. Luego se hacen las siguientes preces por el difunto y los que lo lloran:
RITO BREVE DE LAS EXEQUIAS
125
— Que a todos los que ahora lloran su muerte Dios los consuele con la esperanza de volver a encontrar a nuestro hermano (nuestra hermana) cuando Cristo vuelva al fin de los tiempos. Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro... 3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO Terminadas las preces, el que preside se dirige a los fieles.
Ya que este mundo ha pasado definitivamente para nuestro hermano (nuestra hermana) N., pidamos al Señor que le conceda gozar del cielo nuevo y de la tierra nueva que él ha dispuesto para sus elegidos. — Que Cristo, que por él (ella) sufrió muerte de cruz le conceda la felicidad verdadera. R. Te lo pedimos, Señor. — Que Cristo, el Hijo de Dios vivo, lo (la) reciba en su paraíso. R. — Que Cristo, el buen pastor, lo (la) cuente entre sus ovejas. R. — Que Cristo perdone todos sus pecados y lo (la) agregue al número de sus elegidos. R.
Palabras de despedida, acomodadas a cada caso Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario general que está después de este recuadro. 1. Familia muy desconcertada, p. 370 2. Por un difunto muy joven, p. 373 3. Por un niño llegado al uso de razón, p. 375 4. En caso de un accidente público, p. 377 5. En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 379 6. En una muerte repentina, p. 380 7. En una muerte después de una larga enfermedad, p. 382 8. En una muerte por accidente, p. 383 9. En una muerte por homicidio o supuesto suicidio, p. 385 10. En la muerte de un presbítero, p. 386 11. En la muerte de un diácono, p. 388 2. En la muerte de un religioso, p. 389
Rf-rn BREVE DE LAS EXEQUIAS
126
¡ OÍ mulario general:
Vamos ahora a cumplir con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos estamos vivos, que admita su alma entre sus santos y que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Todos oran unos momentos en silencio. Después, el que preside asperge el ataúd con agua bendita, en memoria de su bautismo. A continuación añade la siguiente oración:
Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestro hermano (nuestra hermana) con la firme esperanza de que resucitará en el último día, y con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida; en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos. Dios de misericordia, acoge las oraciones que te presentamos por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos y ábrele las puertas de tu mansión.
RITO BREVE DE LAS EXEQUIAS
Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con él (ella), junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Luego traza el signo de la cruz sobre el ataúd, diciendo:
— Dale, Señor, + el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna. Y añade:
— Descanse en paz. R. Amén. Finalmente, despide a los fieles con la fórmula acostumbrada:
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
127
LIBRO VI CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS I. Celebración de las exequias sin participación del pueblo
131
II. Celebración de las exequias en el cementerio: • con dos estaciones (en la capilla del cementerio y junto al sepulcro) 138 • Con una sola estación (en la capilla o junto al sepulcro) 155 III. Celebración de las exequias en el domicilio del difunto
167
IV. Celebración de las exequias de varios difuntos en caso de accidente público
174
V. Celebración de las exequias de un difunto no practicante, pero cuya familia pide la celebración cristiana del entierro
191
VI. Celebración de las exequias de los que han donado su cuerpo
205
VII. Celebración de las exequias en caso de cremación del cadáver
206
VIII. Celebración de la misa exequial cuando el sepelio del cadáver se celebra en otro momento
219
CAPITULO I
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS SIN PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO Este rito se usa en las exequias de aquellos difuntos que, por no tener en el momento de la muerte y de las exequias ni familiares, ni amigos, se celebran sin participación del pueblo. La veracidad del rito exige que en este formulario no figuren exhortaciones a la asamblea. Los diálogos con el pueblo, en cambio, aparecen entre corchetes porque conviene usarlos si en la celebración participan algunos pocos fieles que, movidos por la caridad cristiana, quieran orar por el hermano desconocido o, por lo menos, está presente un ayudante; pero se omiten si celebra el rito sólo el ministro. En la celebración de estas exequias, es mejor celebrar la misa en un momento en que sea posible congregar por lo menos algunos fieles que oren por el difunto; con todo, si se prefiere celebrarla en el mismo acto del entierro, ésta debe empezar por la Liturgia de la palabra, después de dicha la oración Señor misericordioso (omitido el acto penitencial). Si no hay pueblo, en esta misa deben observarse las peculiaridades de "La misa celebrada sin participación del pueblo" (cfr Instrucción General para el uso del Misal Romano, nn. 217-230), aunque conviene no omitir nunca las preces después del Evangelio.
EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
1. RECIBIMIENTO DEL CADÁVER El celebrante, en el atrio de la iglesia, empieza la celebración mientras se santigua: — En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. [R. Amén.] [— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.] Oremos. Recibe, Señor, a tu hijo (hija) N., a quien has llamado a ti, para que, libre de todo pecado, goce eternamente de la luz y el descanso y, en la resurrección gloriosa, merezca ser contado entre tus santos y elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. [R. Amén.]
SIN PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO
que acojas a tu siervo (sierva) N. y le concedas la abundancia de tu perdón, dígnate purificarlo (purificarla) de todo lo que lo (la) manchó en este mundo, para que, libre de toda atadura mortal, merezca pasar a la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. [R. Amén.] 2. LITURGIA DE LA PALABRA Dicha la oración, se hace la siguiente lectura breve (si se celebra la misa, se empieza a partir de la Liturgia de la palabra):. Ap 14, 13
Yo, Juan, oí una voz que venía del cielo y que me decía: "Dichosos los que mueren en el Señor". El Espíritu es quien dice: "Que descansen ya de sus fatigas, pues sus obras los acompañan". O bien:
A continuación se introduce el cadáver en la iglesia y, si es posible, se coloca junto a él el cirio pascual encendido. Luego, el celebrante dice la siguiente oración: Oremos. Señor misericordioso, te pedimos humildemente
133
Filip 3, 20-21
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro Salvador, Jesucristo.
EXEQUIAS EN CASOS
134
EXTRAORDINARIOS
Él transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas. A continuación se hacen las siguientes preces:
— Señor Jesús, haz que nuestro hermano (nuestra hermana), que ha dejado ya este mundo, se alegre con júbilo eterno en tu presencia y se llene de gozo en la asamblea de los santos. — Libra su alma del abismo y sálvalo (sálvala) por tu misericordia. — Que tu bondad y tu misericordia lo (la) acompañen eternamente, y habite en tu casa por años sin término.
SIN PARTICIPACIÓN
DEL PUEBLO
que tu siervo (sierva) N., que ha muerto ya para este mundo, viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor. [R. Amén.] Mientras se saca de la iglesia el cuerpo del difunto, el celebrante dice la siguiente antífona: Ant. Ábranme las puertas del templo, y entraré para dar gracias al Señor. Colocado el cuerpo en la carroza, el celebrante termina la celebración, diciendo:
— Dale, Señor, +• el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna.
— Condúcelo (condúcela) hacia las fuentes tranquilas de tu paraíso y hazlo (hazla) recostar en las verdes praderas de tu reino.
— Descanse en paz. R. Amén.
Padre nuestro...
—
Terminadas las preces (o, si se ha celebrado la misa, dicha la oración después de la comunión), se asperge el ataúd con agua bendita. Luego se añade la siguiente oración:
Oremos. Te pedimos, Señor,
135
R.
Su alma y las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
— f Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.]
EN EL CEMENTERIO
CAPITULO II
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS EN EL CEMENTERIO (Sin llevar el cadáver a una iglesia o a una funeraria) Este rito se usa en las exequias de aquellas personas que, o porque han muerto de accidente o por otra causa, según la legislación civil vigente deben ser trasladadas al cementerio inmediatamente después de su muerte. Como las capillas de los cementerios suelen ser reducidas, en este tipo de exequias no se prevé la celebración de la misa exequial dentro del mismo rito, sino que éste se celebra, con las peculiaridades propias de la misa exequial (cfr p. 219), sin la presencia del cadáver, o bien antes o bien después del entierro. Con todo, cuando la capacidad de la capilla del cementerio lo permite, la misa puede celebrarse también dentro de las exequias. En este caso, se seguirá en todo el rito ordinario, según aquella de las modalidades que más se adapte a cada caso (cfr los formularios de los Libros II y ni). Siempre que sea posible, en las exequias celebradas en el cementerio, se harán dos estaciones, una en la capilla, otra junto al sepulcro, siguiendo el rito que se describe adelante, pp. 138-154; pero, si estp resulta difícil, puede realizarse el rito íntegramente sea en la capilla, sea junto al sepulcro, siguiendo el rito que se describe después, (pp. 155-166).
DOS
ESTACIONES
137
Como, normalmente, en el recinto del cementerio resulta más difícil una celebración prolongada y con canto, los ritos de este capítulo suponen la celebración sin canto; con todo, siempre que el canto de la asamblea sea posible, es recomendable cantar por lo menos un canto al inicio de la celebración (preferiblemente el salmo 113 con su antífona), otro durante la procesión hacia el sepulcro (preferiblemente el salmo 117 con su antífona) y el canto de despedida al difunto junto al sepulcro (véanse estos cantos en los diversos formularios del Libro II).
EN EL CEMENTERIO DOS ESTACIONES
FORMULARIO DE LAS EXEQUIAS EN EL CEMENTERIO CON DOS ESTACIONES 1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA DEL CEMENTERIO
Rito de entrada Si es posible, la asamblea entona algún canto, preferentemente el salmo 113 con su antífona, (p. 52). El ministro saluda a los presentes, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, inicia la celebración con las siguientes palabras u otras parecidas.
Estamos reunidos, queridos hermanos, para cumplir un deber humanitario cristiano: dar sepultura a nuestro hermano (nuestra hermana) N. [fallecido (fallecida) en circunstancias especialmente dolorosas]. Si es verdad que su separación corporal nos entristece, nos debe consolar, a quienes tenemos el don inestimable de la fe cristiana, la esperanza de volvernos a reunir con él (ella) en la casa del Padre.
139
Elevemos, pues nuestra oración para pedir al Señor que reciba a nuestro hermano (nuestra hermana) en su misericordia y conceda a sus familiares, y a cuantos lloran su muerte, el consuelo de la fe. Después de un breve silencio, el que preside añade la siguiente oración: Oremos. Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que con amor eterno cuidas de nosotros y transformas la oscuridad de la muerte en aurora de la vida, mira a tus hijos que lloran en la tribulación. [Sé su refugio y fortaleza, Señor, y, desde las tinieblas del llanto y del dolor, llévalos a la luz y a la paz de tu presencia.] Pues tu Hijo, nuestro Señor, muriendo, destruyó nuestra muerte y, resucitando, restauró la vida, concédenos a todos seguir sus pasos de tal modo que, al fin de nuestra vida, lleguemos a reunimos con nuestro hermano (nuestra hermana) N. en aquel lugar donde serán enjugadas las lágrimas de nuestros ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. O bien:
140
EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
Oremos. Señor y Redentor nuestro, que te entregaste a la muerte para que todos los hombres se salven y pasen de la muerte a la vida, mira con bondad a tus siervos que, afligidos por la muerte, de aquel (aquella) a quien amaban, acuden confiados a ti. Tú, Señor, que eres el único santo y el único infinitamente misericordioso, tú que, con tu muerte, has abierto a los creyentes las puertas de la vida, perdona a nuestro hermano (nuestra hermana) sus pecados; y no permitas, Rey eterno, que quien en el bautismo fue incorporado a tu Iglesia se vea ahora alejado de ti; por tus méritos gloriosos, concédele el lugar de la luz, de la felicidad y de la paz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Proclamación de la palabra de Dios Dicha la oración precedente, se proclaman una o varias lecturas de las que figuran en el Leccionario de difuntos (cfr en este mismo volumen el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527).
EN EL CEMENTERIO DOS ESTACIONES
Liturgia de la palabra Esquemas de lecturas A) Esquemas de lecturas para celebraciones comunes: El pecado causó la muerte, p. 417 La creación fue también sometida a la frustración, p. 418 Para redimirnos, Jesús se enfrentó a la muerte, p. 419 La muerte absorbida por la victoria: la Resurrección, p. 420 "Yo soy la resurrección y la vida": la fe que da la vida eterna, p. 422 El bautismo, incorporación a la muerte y resurrección de Cristo, p. 424 La Eucaristía, alimento de la vida eterna, p. 425 Vivir y morir para el Señor. Estar preparados, p. 427 La resurrección futura y el juicio de Dios, p. 430 El cielo y la felicidad de los justos, p. 432 B) Esquemas de 'ecíuras para aí¡?.¡mas circunstancias: Ante una muerte desconcertante, —muerte que deja un gran vacío, p. 435 —muerte que conmueve a un pueblo, p. 436 —muerte de un padre (una madre) de familia, p. 436 —muerte repentina, p. 437 —muerte después de una larga enfermedad, p. 438 Muerte de un joven o una joven, —muerte natural, p. 439 —muerte repentina, p. 441 —muerte en accidente, p. 441 Muerte de un anciano (una anciana), p. 442 Muerte de un niño (niña), llegado al uso de razón, p. 443
Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal. La celebración prosigue como de costumbre, con la Liturgia de la palabra.
1J¿
EXEQUIAS
142
EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
Plegaria universal Puede tomarse uno de los textos citados aquí o bien, el formulario general que se pone después de este recuadro. Textos generales, pp. 347-353 En la muerte de un padre (una madre), p. 354 En una muerte repentina, p. 355 En una muerte después de una larga enfermedad, p. 356 En la muerte de un joven (una joven), p. 357 En la muerte de un niño (una niña), p. 359-360 En una muerte por accidente, p. 361 En una muerte por homicidio o presunto suicidio, p. 362 En la muerte de una persona alejada de prácticas religiosas o en situación irregular, p. 363 En la muerte de un obispo, presbítero o diácono, p. 365 En la muerte de un religioso (una religiosa), p. 366
EN EL CEMENTERIO
DOS
ESTACIONES
143
— Tú, que resucitaste a los muertos, dígnate dar la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana). R. — Tú que perdonaste en la cruz al buen ladrón y le prometiste el paraíso, dígnate perdonar y llevar al cielo a nuestro hermano (nuestra hermana). R. — Tú que purificaste a nuestro hermano (nuestra hermana) en el agua del bautismo [y lo (la) ungiste con el óleo de la confirmación] dígnate admitirlo (admitirla) entre tus santos y elegiddos. R. — Tú, que alimentaste a nuestro hermano (nuestra hermana) con tu Cuerpo y Sangre, dígnate también admitirlo (admitirla) en la mesa de tu reino. R. —
Y a cuantos lloran su muerte, dígnate confortarlos con la fe y la esperanza de la vida eterna. R.
Formulario general:
Recordando que Jesucristo dijo: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre", oremos por nuestro hermano (hermana). Señor, tú que lloraste en la tumba de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas. Te lo pedimos, Señor.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo: Padre nuestro...
2. PROCESIÓN AL SEPULCRO Si es posible, durante esta procesión, se canta el salmo 117 con su antífona (p. 64) u otro canto apropiado. A continuación, se organiza la procesión hacia el sepulcro. Durante esta procesión, si no hay canto, se puede rezar la siguiente letanía:
EXEQUIAS EN CASOS
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EXTRAORDINARIOS
Introducción a la letanía Unidos en una misma oración, mientras acompañamos el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) al lugar de su reposo, invoquemos a los santos, que en la gloria gozan de la comunión celestial, para que reciban su alma en el gozo eterno.
EN EL CEMENTERIO DOS ESTACIONES
Invoquemos ahora a Cristo, vencedor del sepulcro, y hagamos memoria de sus misterios salvadores, con los que arrancó a los hombres del poder de la muerte. — Cristo, Hijo de Dios vivo. R.
Letanía
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Recíbelo (Recíbela) en tu reino.
— Tú, que aceptaste la muerte por nosotros. R. Cristo, óyenos, Cristo, escúchanos, Santa María, Madre de Dios, Santos ángeles de Dios, San José, San Juan Bautista, Santos Pedro y Pablo, San Esteban, San Agustín, San Gregorio, San Benito, San Francisco, Santo Domingo, San Francisco Javier, Santa Teresa de Jesús, Santa Mónica,
Cristo, óyenos Cristo, escúchanos ruega por él (ella) rueguen por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) rueguen por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella) ruega por él (ella)
— Tú, que resucitaste de entre los muertos. R. — Tú, que has venido a juzgar a los vivos y a los muertos. R. — A este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que recibió de ti la simiente de la inmortalidad. R. — A este hermano nuestro (esta hermana nuestra), de quien ahora nos despedimos. R. — A este hermano nuestro (esta hermana nuestra), con quien esperamos encontrarnos en la gloria del cielo. R. ULTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO
Aquí se puede añadir la invocación del santo patrono del difunto y de otros santos.
Santos y santas de Dios,
rueguen por él (ella).
Llegada la procesión al sepulcro, el cuerpo se coloca, si es posible, cerca de la tumba y se procede al último adiós. En primer lugar, se recita el salmo 117, en el que se puede ir intercalando la respuesta Ábranme las puertas del triunfo.
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EXEQUIAS EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
Salmo 117 R. Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R. Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R. En mi angustia clamé al Señor, él me escuchó y me puso a salvo. El Señor me protege, nada temo. ¿Qué podrá hacerme el enemigo? No habrá quien me derrote, porque el Señor está conmigo. R. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza. R. Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté. R.
EN EL CEMENTERIO DOS ESTACIONES
Me rodeaban zumbando como avispas, ardiendo como fuego entre las zarzas: en el nombre de Dios las derroté. R. Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. R. Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo". R. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor me ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R. Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán lbs que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.
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EXEQUIAS EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. R. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
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que eres la Resurrección y la Vida, lo (la) resucites y lo (la) ilumines con la luz de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Si el sepulcro no está bendecido, se rocía con agua bendita (y se inciensa). -
Ordenemos una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, Porque tu misericordia es eterna. R. A continuación, el que preside dice la siguiente oración sobre el sepulcro (si el sepulcro está ya bendecido se omite el texto entre corchetes).
Oremos. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, [dígnate ben decir esta tumba y] concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro, hasta el día en que tú,
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A continuación, el que preside dirige a los fieles unas palabras. Palabras de despedida acomodadas a cada caso Puede tomarse uno de los textos citados aquí, o bien, el formulario general que está después de este recuadro. 1. Familia muy desconcertada, p. 370 2. Por un difunto muy joven, p. 373 3. Por un niño llegado al uso de razón, p. 375 4. En caso de un accidente público, p. 377 5. En la muerte de un padre (madre) de familia, p. 379 6. En una muerte repentina, p. 380 7. En una muerte después de una larga enfermedad, p. 382 8. En una muerte por accidente, p. 383 9. En una muerte por homicidio o supuesto suicidio, p. 385 10. En la muerte de un presbítero, p. 386 11. En la muerte de un diácono, p. 388 12. En la muerte de un religioso, p. 389 Formulario general
Vamos ahora « cumplir con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos estamos vivos, que admita su alma entre sus santos y
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EXEQUIAS
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EXTRAORDINARIOS
que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Que, en el momento del juicio, sea misericordioso para con nuestro hermano (nuestra hermana) para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside, continúa, diciendo:
No temas, hermano (hermana), Cristo murió y resucitó por ti. El Señor te protegió durante tu vida; por ello, esperamos que también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo]. Después, el que preside camina alredor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita; (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); mientras tanto, si es posible, se entona uno de los cantos de despedida (véanse estos cantos en el formulario del Libro II (o bien uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones, a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad o bien Kyrie eléison.
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Invocaciones — Que el Padre, que te invitó a comer la carne inmaculada de su Hijo, te admita ahora en la mesa de su reino. R. Señor, ten piedad O bien Kyrie, eléison). — Que Cristo, vid verdadera, en quien fuiste injertado (injertada) por el bautismo, te haga participar ahora de su vida gloriosa. R. — Que el Espíritu de Dios, con cuyo fuego ardiente fuiste madurado (madurada) revista tu cuerpo de inmortalidad. R. Después, se coloca el cuerpo en el sepulcro y el que preside añade la siguiente oración:
Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestro hermano (nuestra hermana), con la firme esperanza de que resucitará el último día con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida;
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos. Dios de misericordia, acoge las oraciones que te presentamos por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos y ábrele las puertas de tu mansión. Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con él (ella), junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. — Que Dios, nuestro Padre, que con amor inefable creó al hombre y. en la resurrección de Cristo otorgó a los creyentes la esperanza de resucitar,
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R.
les conceda su bendición y su consuelo. Amén.
— Que a ustedes, que todavía viven, les otorgue el perdón de sus pecados, y a todos los difuntos les conceda el lugar de la luz y de la paz. R. Amén. — Y que a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo resucitado. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén. O bien:
— Dale, Señor, + el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R. Amén. — Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén.
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
Se concluye el rito con la fórmula acostumbrada de despedida. — R.
Pueden ir en paz. Demos gracias a Dios.
FORMULARIO DE LAS EXEQUIAS EN EL CEMENTERIO CON UNA SOLA ESTACIÓN 1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA DEL CEMENTERIO
Rito de entrada Si es posible, la asamblea entona algún canto preferentemente el salmo 113 con su antífona, (p. 52). El ministro saluda a los presentes, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, inicia la celebración con las siguientes palabras u otras parecidas:
Estamos reunidos, queridos hermanos, para cumplir un deber humanitario cristiano: dar sepultura a nuestro hermano (nuestra hermana) N. [fallecido (fallecida) en circunstancias especialmente dolorosas]. Si es verdad que su separación corporal nos entristece, nos debe consolar, a quienes tenemos el don inestimable de la fe cristiana, la esperanza de volvernos a reunir con él (ella) en la casa del Padre.
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
Elevemos, pues nuestra oración para pedir al Señor que reciba a nuestro hermano (nuestra hermana) en su misericordia y conceda a sus familiares, y a cuantos lloran su muerte, el consuelo de la fe. Después de un breve silencio, el que preside añade la siguiente oración:
Oremos. Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que con amor eterno cuidas de nosotros y transformas la oscuridad de la muerte en aurora de la vida, mira a tus hijos que lloran en la tribulación. [Sé su refugio y fortaleza, Señor, y, desde las tinieblas del llanto y del dolor, llévalos a la luz y a la paz de tu presencia.] Pues tu Hijo, nuestro Señor, muriendo, destruyó nuestra muerte y, resucitando, restauró la vida, concédenos a todos seguir sus pasos de tal modo que, al fin de nuestra vida, lleguemos a reunimos con nuestro hermano (nuestra hermana) en aquel lugar donde serán enjugadas las lágrimas de nuestros ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. O bien:
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Oremos. Señor y Redentor nuestro, que te entregaste a la muerte para que todos los hombre se salven y pasen de la muerte a la vida, mira con bondad a tus siervos que, afligidos por la muerte, de aquel (aquella) a quien amaban, acuden confiados a ti. Tú, Señor, que eres el único santo y el único infinitamente misericordioso, tú que, con tu muerte, has abierto a los creyentes las puertas de la vida, perdona a nuestro hermano (nuestra hermana) sus pecados; y no permitas, Rey eterno, que quien en el bautismo fue incorporado a tu Iglesia se vea ahora alejado de ti; por tus méritos gloriosos, concédele el lugar de la luz, de la felicidad y de la paz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Proclamacción de la palabra de Dios Dicha la oración precedente, se procede a la celebración de la palabra. Si las exequias tienen lugar en una capilla o lugar donde los fieles puedan estar sentados, la proclamación de la palabra se hace como de costumbre, tomando las lecturas del Leccionario de difuntos (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527), pero si
EXEQUIAS EN. CASOS EXTRAORDINARIOS
EN EL CEMENTERIO UNA ESTACIÓN
la celebración tiene lugar junto al sepulcro o en una capilla de dimensiones reducidas, puede ser aconsejable limitarse a la proclamación de una sola lectura más breve y de comprensión más sencilla, que no necesite una larga homilía. Para la lectura breve puede usarse una de las siguientes perícopas.
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
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Vengan a mí y yo los aliviaré.
JL. T E * Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
Los aceptó como un holocausto agradable. Lectura del libro de la Sabiduría. 3, 1-6.
Las almas de los justos están en la manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como el oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. Palabra de Dios. O bien:
11, 25-30.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón. Encontrarán descanso porque mi yugo es suave y mi carga ligera". Palabra del Señor. En lugar de estas lecturas, pueden usarse también las que aparecen en el Libro V en el formulario del rito breve de la celebración de las exequias (pp. 122-123). A la lectura conviene que siga una brevísima homilía o reflexión. Luego, se hacen las siguientes preces por el difunto y los que lo lloran. Pidamos ahora, con humildad, al Padre de las misericordias por nuestro hermano (nuestra hermana), que ha muerto en el Señor. — Que perdones benignamente sus pecados. R . Te lo pedimos, Señor.
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
— Que aceptes sus buenas obras. R. — Que lo (la) recibas en la vida eterna. R. Oremos también por los que lloran su muerte. — Que te dignes consolarlos en su pena. R. — Que te dignes mitigar con tu amor el dolor de la separación. R. — Que te dignes aumentar y confirmar su fe. R. Pidamos también por todos nosotros, peregrinos en esta tierra. — Que te dignes dirigir y conservar toda nuestra vida, sirviéndote santamente. R. — Que te dignes levantar nuestros corazones hacia las cosas del cielo. R. Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro... Terminadas estas preces, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas.
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Último adiós al cuerpo del difunto Vamos ahora a colocar en el sepulcro el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana); se trata ciertamente de un gesto humano acostumbrado, pero, para quienes tenemos fe, es también un gesto evocador y consolador: nos recuerda el momento en que Jesús fue colocado en. aquel sepulcro que con amor le había ofrecido José de Arimatea. Como José de Arimatea también nosotros hemos cuidado con amor de disponer este sepulcro para que en él descanse nuestro hermano (nuestra hermana). Y, de la misma manera que los amigos de Jesús creyeron que el Señor salió victorioso de aquel sepulcro, así nosotros creemos que este lugar no será la morada definitiva de nuestro hermano (nuestra hermana). Por ello, antes de colocar su cuerpo en este sepulcro, vamos a implorar la bendición de Dios sobre este lugar: que en él descanse nuestro hermano (nuestra hermana), que los santos ángeles custodien esta tumba y que el mismo Señor reciba ya su alma entre los moradores del cielo. A continuación el que preside dice la siguiente oración sobre el sepulcro (si el sepulcro ya está bendecido, se omite el texto entre corchetes): Oremos. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti,
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRA ORDINARIOS
de tal forma que la sepultura no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, [dígnate ben + decir esta tumba y] concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro, hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, lo (la) resucites y lo (la) ilumines con la luz de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Si el sepulcro no está bendecido, se rocía con agua bendita (y se inciensa). A continuación, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Vamos ahora a cumplir con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos estamos vivos, que admita su alma entre sus santos y que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Que, en el momento del juicio, sea misericordioso para con nuestro hermano (nuestra hermana) para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada)
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al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
No temas, hermano (hermana), Cristo murió y resucitó por ti. El Señor te protegió durante tu vida; por ello, esperamos que también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo]. Después, el que preside camina alredor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita; (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); mientras tanto, si es posible, se entona uno de los cantos de despedida (véanse estos cantos en el formulario del Libro II). O bien uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones, a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad o bien Kyrie eléison.
Invocaciones — Que el Padre, que te invitó a comer la carne inmaculada de su Hijo, te admita ahora en la mesa de su reino. R. Señor, ten piedad (o bien: Kyrie, eléison).
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— Que Cristo, vid verdadera, en quien fuiste injertado (injertada) por el bautismo, te haga participar ahora de su vida gloriosa. R. Señor, ten piedad, (o bien: Kyrie, eléison). — Que el Espíritu de Dios, con cuyo fuego ardiente fuiste madurado (madurada) revista tu cuerpo de inmortalidad. R. Señor, ten piedad, (o bien: Kyrie, eléison). Después, se coloca el cuerpo en el sepulcro y el que preside añade la siguiente oración: Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos el alma de nuestro hermano (nuestra hermana), con la firme esperanza de que resucitará el último día con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida; en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos. Dios de misericordia, acoge las oraciones que te presentamos por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos y ábrele las puertas de tu mansión.
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Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con él (ella), junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. — Que Dios, nuestro Padre, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de Cristo otorgó a los creyentes la esperanza de resucitar, les conceda su bendición y su consuelo. R. Amén. — Que a ustedes, que todavía viven, les otorgue el perdón de sus pecados, y a todos los difuntos les conceda el lugar de la luz y de la paz. R. Amén.
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— Y que a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo resucitado. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén. O bien:
— Dale, Seflor, + el descanso eterno. R. Y brille sobre él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R. Amén. — Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén. Se concluye el rito con la fórmula acostumbrada de despedida.
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
CAPITULO III
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS EN EL DOMICILIO DEL DIFUNTO Este rito ordinariamente sólo se usa en las poblaciones mayores y con ocasión únicamente de aquellas exequias que tienen lugar en un día festivo, cuando el rito debe celebrarse a la misma hora en que la iglesia está ocupada por alguna celebración festiva de la comunidad. Si en la demarcación parroquial hay alguna otra iglesia, además de la parroquial, siempre es preferible y más expresivo celebrar las exequias con el rito acostumbrado en esta iglesia que celebrarlas en la misma casa del difunto. En otros casos, las exequias sólo pueden celebrarse en la casa del difunto por motivos muy especiales, y siempre con consentimiento del Ordinario. Las exequias en la casa del difunto, de suyo no comportan la misa exequial. La misa exequial, por otra parte, nunca podrá celebrarse si el motivo por el que las exequias tienen lugar en la casa del difunto es debido a que se celebran en uno de los domingos o solemnidades en que no se permite la misa exequial (cfr Instrucción General para el uso del Misal Romano, n. 336). En los demás casos, si el Ordinario del lugar lo juzgara oportuno, puede permitir la misa exequial en la misma casa del difunto. El rito exequial celebrado en la misma casa del difunto presenta una estructura necesariamente muy breve, pues por lo reducido del lugar sólo pueden participar unas pocas personas. Por ello, debe procurarse que, al llegar al cementerio, se haga, junto al sepulcro, la celebración prevista en el capítulo anterior, (p. í> ), o, por lo menos, si no resulta posible la presidencia de un ministro ordenado, que uno de los presentes, junto al sepulcro, dirija las preces del Apéndice IV (pp. 410-416).
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EXEQUIAS
EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
EN EL DOMICILIO DEL DIFUNTO
Si el ataúd está aún abierto, el que preside dice: 1. RITO INICIAL
El ministro empieza la celebración, diciendo, mientras todos se santiguaní
— En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén. Luego, saluda a los presentes diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. A continuación, se dirige a los fieles con una brevísima monición usando las siguientes palabras u otras parecidas:
Amados hermanos: El Señor, en su inescrutable providencia, acaba de llamar de este mundo a N., un querido amigo (una querida amiga) de ustedes. Su muerte los ha llenado de dolor y de consternación. Pero, en este momento triste conviene que levanten ustedes sus ojos a Dios y le pidan que afiance su fe y que acreciente su esperanza; Dios no los ha abandonado a ustedes, porque nunca abandona a sus hijos. Jesús nos invita a esta confianza, cuando dice: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré".
Señor, en este momento en que va a desaparecer de nuestros ojos este rostro que nos ha sido tan querido, levantamos hacia ti nuestra mirada; haz que este hermano nuestro (hermana nuestra), pueda contemplarte cara a cara en tu reino, y aviva en nosotros la esperanza de que volveremos a ver este mismo rostro junto a ti y gozaremos de él en tu presencia por los siglos de los siglos. R. Amén. — Señor, escucha nuestra oración por tu hijo (hija) N. R. Señor, ten piedad. — Ilumina sus ojos con la luz de tu gloria. R. — Perdónale sus pecados, concédele la vida eterna. R. — Atiende a los que te suplican y escucha la voz de los que lloran. R. — Consuélanos en nuestra tribulación. R. Luego, se cierra el ataúd.
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
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Después de un breve silencio, el que preside dice: Oremos. Te encomendamos, Señor, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., a quien en esta vida mortal rodeaste con tu amor infinito; concédele ahora que, libre de todos los males, participe en el descanso eterno. Y, ya que este mundo acabó para él (ella), admítelo (admítela) en tu paraíso, donde no hay ni llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Obi Oremos. Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que tu siervo (sierva) N. que acaba de salir de este mundo, perdonado (perdonada) de sus pecados y libre de toda pena, goce junto a ti de la vida inmortal; y, cuando llegue el gran día de la resurrección y del premio, colócalo (colócala) entre tus santos y elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
2. L I T U R G I A DE LA PALABRA
Lectura breve Ap 14, 13 Yo, Juan, oí una voz que venía del cielo y me decía: "Dichosos los que mueren en el Señor". El Espíritu es quien lo dice: "Que descansen ya de sus fatigas, pues sus obras los acompañan". Preces Después de un breve silencio, se añade: Hacia ti, Señor, levantamos nuestros ojos; contempla, Señor, nuestra tristeza, fortalece nuestra fe en este momento de prueba y concédele a nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno. —
Tú, que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana).
R.
Te lo pedimos, Señor.
—
Tú, que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, recibe a nuestro hermano (nuestra hermana) N. en tu reino. R
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EXEQUIAS
EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
— Tú, que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro nuestro hermano (nuestra hermana) la vida feliz de la resurrección. R. — Tú que lloraste ante la tumba de tu amigo Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana). R. Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro...
3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO Terminadas las preces, el que preside se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Ya que Dios ha querido llamar a sí de este mundo a nuestro hermano (nuestra hermana), ahora sus familiares van a llevar su cuerpo al cementerio para que vuelva a la tierra de la que fue sacado. Pero confiados en que Dios recibirá su alma entre sus santos y elegidos y en que a este cuerpo hoy humillado lo transformará un día a semejanza del cuerpo resucitado de Jesucristo, vamos a orar al Señor. Todos oran unos momentos en silencio. Después, el que preside asperge el ataúd con agua bendita, en memoria de su bautismo. A continuación, añade la siguiente oración.
EN EL DOMICILIO
DEL
DIFUNTO
Oremos. Te pedimos, Señor, que tu siervo (sierva) N., que ha muerto para este mundo viva ahora para ti y que tu amor misericordioso borre los pecados que cometió por fragilidad humana. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Luego, traza el signo de la cruz sobre el ataúd, diciendo:
_ Dale, Señor, el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna. Y añade:
— Descanse en paz. R. Amén. Finalmente, despide a los fieles con la fórmula acostumbrada:
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
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EN CASO DE ACCIDENTE
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CAPITULO IV
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS DE VARIOS DIFUNTOS EN CASO DE ACCIDENTE PÚBLICO En las exequias por varios difuntos en caso de accidente público, la celebración acostumbra a desarrollarse o bien trasladando los cadáveres de la capilla ardiente a la iglesia o bien toda ella en la misma iglesia. Si en algún caso —en los pueblos, especialmente— la celebración se desarrollara en su forma típica, para las procesiones y para la estación en el cementerio se usarían los elementos que figuran en los Libros II y III de este Ritual. FORMA DE RECEPCIÓN Si la celebración se inicia en la capilla ardiente: 1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA ARDIENTE El ministro saluda a los presentes diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, inicia
!>• i ion con las siguientes palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: En este momento de un dolor tan intenso y en medio del desconcierto en que a todos nos sume la
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desgracia que tan inesperadamente ha caído sobre nosotros, intentemos elevar nuestra mirada a Dios para encontrar refugio en la oración y respuesta a nuestro dolor en la palabra de Dios. Esta palabra es la única que puede proyectar un rayo de luz sobre la oscuridad de la prueba que estamos viviendo e iluminar el misterio, a nuestros ojos incomprensible, de por qué Dios haya permitido que ocurriera una desgracia tan grande. En este momento, ninguna palabra humana es suficiente para atenuar nuestro dolor. Por ello, debemos elevar nuestros ojos a Dios y dirigirnos a él con aquellos mismos sentimientos de esperanza que salían del corazón de Pablo: "Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo: él nos conforta en toda tribulación". A continuación, puede recitarse, sin canto, el salmo siguiente:
Salmo 129 R. Mi alma espera en el Señor. Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R. Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara?
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Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R. Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R. Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R. Después de la salutación inicial (o del salmo), se añade la siguiente oración:
Oremos. Desde lo hondo de nuestro dolor, gritamos a ti, Señor: que tus oídos estén atentos a la voz de nuestra súplica y tus ojos se compadezcan ante las lágrimas de los que lloran; muestra la abundancia de tu redención a estos hermanos nuestros, que tan inesperadamente han salido de este mundo; y a nosotros, que hemos quedado desconcertados por su trágica muerte, ayúdanos a aguardar tu misericordia,
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como el centinela aguarda la aurora. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 2. PROCESIÓN A LA IGLESIA A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante esta procesión, si la celebración es cantada, se entona el salmo 113 con su antífona (p. 52); si la celebración es rezada, él pueblo ora por los difuntos o se entona algún canto popular apropiado. Para la oración por los difuntos puede usarse oportunamente la siguiente letanía:
Letanía por los difuntos — Tú, que libraste a tu pueblo de la esclavitud de Egipto: R. Recibe a tus siervos en el paraíso. — Tú, que abriste el mar Rojo ante los israelitas que caminaban hacia la libertad prometida. R. — Tú, que fuiste santuario y dominio de Israel durante su peregrinación por el desierto. R. — Tú, que transformaste las penas del desierto en manantiales de agua viva. R. — Tú, que diste a tu pueblo posesión de una tierra que manaba leche y miel. R.
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— Tú, que quisiste que tu Hijo llevara a realidad la antigua Pascua de Israel. R. — Tú, que por la muerte de Jesús, iluminas las tinieblas de nuestra muerte. R. — Tú, que en la resurrección de Jesucristo has inaugurado la vida nueva de los que han muerto. R. — Tú, que en la ascensión de Jesucristo has querido que tu pueblo vislumbrara su entrada en la tierra de promisión definitiva. R.
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Queridos familiares (y amigos): En este momento, en que la inesperada muerte de nuestros hermanos los llena a ustedes de dolor y desconcierto, hagan un esfuerzo por levantar con fe la mirada a Dios, recordando las palabas de Jesús, que nos dice: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré". Eleven su mirada al Señor, "contémplenlo —como dice el salmo—, e —incluso en la oscuridad de este momento de lágrimas— y quedarán radiantes", pues, como añade el mismo salmista: "Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias". Que Dios, Padre de todo consuelo, los conforte a ustedes en esta gran tribulación.
— Tú, que eres auxilio y escudo de cuantos confían en ti. R.
A continuación, se introducen los cadáveres en la iglesia y se ponen ante el altar, colocando, si es posible, junto a ellos el cirio pascual. Situados los familiares de los difuntos en sus lugares, el ministro saluda a la asamblea, diciendo:
— Tú, que no quieres que alaben tu nombre los muertos ni los que bajan al silencio, sino los que viven para ti. R.
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
Al llegar a la iglesia, se colocan los cadáveres ante el altar y, si es posible, se pone junto a ellos el cirio pascual. Luego, sigue el rito con la iluminación del cirio pascual, tal como se describe en la p. 57 FORMA DE RECEPCIÓN 1. bis RECIBIMIENTO DE LOS DIFUNTOS EN EL ATRIO DE LA IGLESIA Si las exequias se celebran íntegramente en la iglesia, el ministro recibe en el atrio los cadáveres y saluda a los familiares de los difuntos con las siguientes palabras u otras parecidas.
Hermanos: Ante la trágica muerte de estos hermanos nuestros, nos sentimos abrumados y no encontramos palabras para explicarnos su partida de entre nosotros. Consternados frente a este hecho, no podemos, con todo, desesperarnos, porque, en este doloroso momento, viene en ayuda nuestra la fe cristiana: ella nos asegura que la vida de nuestros hermanos no ha terminado con esta muerte que contemplan nuestros ojos; creemos que continúan viviendo, en una dimensión ciertamente distinta y ahora para nosotros incomprensible, pero no por ello menos verdadera.
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Ahora no podemos comprender el misterioso designio de Dios, según el cual nos vemos privados de la presencia visible de unos queridos compañeros de viaje; pero, frente a su muerte, queremos inclinarnos ante la poderosa voluntad de Dios, confiarle nuestro agobio y creer firmemente que él se interesa por nosotros; el Señor, a su tiempo, enjugará las lágrimas de nuestros ojos y hará desaparecer la muerte para siempre. Oremos, pues, al Señor, durante esta celebración, por el descanso de nuestros hermanos y supliquémosle también que dé a sus familiares y a cuantos ahora se ven consternados por estas inesperadas muertes, aquellos mismos sentimientos de fortaleza y de esperanza que tuvo María ante la muerte violenta de su Hijo. Que ella, Madre de misericordia, que experimentó las lágrimas y el dolor ante la muerte de su Hijo, interceda por los que lloran ahora en este valle de lágrimas. 2. MISA EXEQUIAL O LITURGIA DE LA PALABRA El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Colocados los cadáveres en su lugar (y hecha la salutación inicial, si el rito ha empezado en el atrio de la iglesia), el celebrante puede encender el cirio pascual, oportunamente colocado cerca de los cadáveres, diciendo la siguiente fórmula.
Junto a los cuerpos, ahora sin vida, de nuestros hermanos, encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz
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ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén. Si la celebración es cantada, puede entonarse ¡Oh luz gozosa! (cfr P- 576) u otro canto apropiado. Terminados estos ritos iniciales (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la oración colecta:
Oremos. Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo, rociadas con las lágrimas del dolor en que nos sume la trágica muerte de nuestros hermanos, y haz que gocen ya para siempre de la luz de aquella patria que nunca ningún mal podrá oscurecer. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien:
Oremos. Dios nuestro, que tienes en tus manos la vida de los hombres y a cada uno señalas el número de sus días, escucha misericordioso la oración de tu Iglesia y muéstrate propicio con tus siervos,
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que tan inesperadamente acabas de llamar de esta vida; no tomes en cuenta sus culpas y pecados y admítelos en la alegría de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo. La celebración prosigue, como habitualmente, con la Liturgia de la palabra (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527) Después de la homilía, se hace, como habitualmente, la plegaria universal, con el siguiente formulario u otro parecido:
Plegaria universal Acudamos al Padre de misericordia y Dios de todo consuelo y pidámosle que vuelva sus ojos hacia nosotros, sus siervos, que lloramos la trágica e inesperada muerte de aquellos a quienes amábamos. — Por nuestros hermanos, arrancados tan inesperadamente de nuestra convivencia terrena; para que el Señor los reciba en su reino de bienestar, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. Para que Dios les perdone todos sus pecados y les premie sus buenas obras, roguemos al Señor. R.
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— Por sus familiares, que sufren la gran prueba de su imprevista muerte y trágica desaparición; para que encuentren en la fe la fortaleza necesaria para superar esta gran pena, roguemos al Señor. R — Para que sus lágrimas y sufrimientos se transformen un día en aquel gozo que nadie les podrá nunca arrebatar, roguemos al Señor. R — Para que a todos los que lloran ante esta desgracia les sirva de alivio la comunión fraterna y la solidaridad cristiana de quienes nos hemos reunido aquí para acompañarlos, roguemos al Señor. R, — Para que el Señor, que contempla cómo el dolor nos desconcierta y cómo es débil nuestra fe, nos ayude a aceptar el misterioso designio de su voluntad, tal como se ha realizado en nuestros hermanos muertos y como se cumplirá en cada uno de nosotros cuando él lo disponga, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la plegaria universal concluye con la siguiente colecta:
Dios, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y concedas a nuestros hermanos
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R.
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vivir eternamente contigo en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Si las exequias se celebran sin misa, la plegaria universal concluye con la siguiente fórmula: Terminamos nuestra oración aceptando con fe la voluntad divina y repitiendo la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo: Padre nuestro... Si no se celebra la misa, sigue el último adiós a los cuerpos de los difuntos. Si se celebra la misa, sigue la Liturgia eucarística. Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran distintos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393. La misa prosigue, como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se procede ai rito del último adiós a los cuerpos de los difuntos. 3. ÚLTIMO ADIÓS A LOS CUERPOS DE LOS DIFUNTOS El que preside, colocado cerca de los ataúdes, se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
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Ha llegado el momento de dar el último adiós a nuestros hermanos. Se trata ciertamente de un momento de intensa tristeza. Pero debe ser también un momento de firme esperanza, pues confiamos en que estos rostros amados los volveremos a contemplar, transformados, cuando Dios, al fin de los tiempos, nos reúna de nuevo en su reino. Con esta esperanza, oremos por ellos ahora unos momentos en silencio. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo: Vamos ahora a rociar los cadáveres de nuestros hermanos con agua bendita. Así, en este momento en que van a ser sepultados sus cuerpos, evocaremos el bautismo por el que, al inicio de sus vidas, fueron ya incorporados a la muerte y resurrección de Cristo. Porque, "así como Cristo resucitó de entre los muertos, así también nosotros llevemos una vida nueva". Rociar, pues, estos cadáveres con agua semejante a la del bautismo es profesar nuestra fe en que, de la misma forma que el símbolo de muerte y sepultura del bautismo se ha vuelto realidad visible en estos cuerpos, así se volverá también visible el signo de la resurrección.
Después, el que preside asperge, pausadamente y con respeto, los cuerpos de los difuntos; luego, pone incienso, bendice y perfuma los cadáveres con incienso. Mientras tanto, se entona el canto del último adiós o bien uno de los ministros recita las siguientes invocaciones a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad, o bien: Kyrie, eléison.
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Invocaciones — Que nuestros hermanos vivan eternamente en la paz junto a ti. R. Señor, ten piedad. (Kyrie, eléison). — Que participen contigo de la felicidad eterna de los santos R. — Que contemplen tu rostro glorioso y tengan parte en la alegría sin fin. R. — Cristo Jesús, recíbelos junto a ti con todos los que nos han precedido. R. Después, el que preside añade la siguiente oración:
Oremos. A tus manos, Padre de bondad, encomendamos las almas de nuestros hermanos, con la firme esperanza de que resucitarán en el último día, con todos los que han muerto en Cristo. Te damos gracias por todos los dones con que los enriqueciste a lo largo de sus vidas; en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos.
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Dios de misericordia, recibe las oraciones que te presentamos por estos hermanos nuestros que acaban de dejarnos y ábreles las puertas de tu mansión. Y a sus familiares y amigos, y a todos nosotros, los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunimos con ellos, junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Después, se recita el salmo 117, en el que se puede ir intercalando la respuesta Si morimos con Cristo, viviremos con él.
Salmo 117 R. Si morimos con Cristo, viviremos con él. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R. Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R.
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En mi angustia clamé al Señor, él me escuchó y me puso a salvo. El Señor me protege, nada temo. ¿Qué podrá hacerme el enemigo? No habrá quien me derrote, porque el Señor está conmigo. R.
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No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor me ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R.
Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza. R.
Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R.
Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté. R.
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.
Me rodeaban zumbando como avispas, ardiendo como fuego entre las zarzas: en el nombre de Dios las derroté. R.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. R.
Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. R.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo". R.
Ordenemos una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, Porque tu misericordia es eterna. R.
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Colocados los cuerpos en carrozas fúnebres, el que preside añade:
— Que el Señor abra las puertas del triunfo a nuestros hermanos, para que, terminado el duro combate de su vida mortal, entren como vencedores por las puertas de los justos y entonen cantos de victoria por los siglos de los siglos. R. Amen. — Y a todos nosotros nos dé la certeza de que no están muertos, sino que duermen, de que no han perdido la vida, sino que reposan, porque han sido llamados a la vida eterna por los siglos de los siglos. R. Amén. El que preside termina la celebación, diciendo:
— R. — R. —
Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellos la luz eterna. Descansen en paz. Amén. Sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén. — Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
CAPITULO V
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS DE UN DIFUNTO NO PRACTICANTE, PERO CUYA FAMILIA PIDE LA CELEBRACIÓN CRISTIANA DEL ENTIERRO Este rito de exequias se usa para aquellos difuntos que durante su vida fueron notablemente no practicantes, pero cuya familia cristiana desea el consuelo de las exequias eclesiales. En este caso, sin que ello quiera significar un juicio sobre lo que fue el difunto ante Dios, la veracidad del rito exige que se eviten todas aquellas frecuentes expresiones de las oraciones litúrgicas del entierro que aluden a la fe o a la esperanza cristianas del difunto. Las fórmulas litúrgicas que figuran en este formulario se centran, por ello, en encomendar el difunto a la piedad de Dios, bueno para con todos, y a orar por los familiares que lloran la muerte del ser querido. Este rito se presenta únicamente en su forma simplificada y sin canto, que es la más frecuente, sobre todo cuando se trata de difunto no practicante. Con todo, si en algún caso (sobre todo en los pueblos) estas exequias debieran celebrarse en su forma típica e incluso con canto, las fórmulas que aquí se ofrecen pueden adaptarse con facilidad a los esquemas más amplios que figuran en los Libros II y III de este Ritual.
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1. RECIBIMIENTO DEL DIFUNTO EN EL ATRIO DE LA IGLESIA El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del difunto con las siguientes palabras u otras parecidas. Queridos familiares y amigos: En este momento de dolor en que los ha sumido a ustedes la muerte de N., con quien convivieron largos años y a quien tanto amaban, la Iglesia los recibe con sentimientos de compasión y con el deseo de reanimar y fortalecer su esperanza en la bondad sin límites de Dios, nuestro Padre: "Confíen en Dios, que él los ayudará".
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to al sepulcro. Y también para rodear con nuestro afecto y con nuestra plegaria a unos amigos que están tristes por la muerte de aquel (aquella) a quien tanto amaban. Y, finalmente, para orar por nuestro hermano (nuestra hermana) y colocarlo (colocarla) confiadamente en manos de Dios Padre, el único que puede juzgar el interior del hombre y que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y en manos de su Hijo Jesucristo, que murió no por los justos, sino por los pecadores. Que el Señor escuche nuestras súplicas, se compadezca de nuestro hermano (nuestra hermana) y dé su consuelo a los que lo (la) lloran. El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula.
A continuación, se introduce el cadáver en la iglesia y se pone ante el altar, colocando, si es posible, junto a él el cirio pascual. Situados los familiares del difunto en sus lugares, el ministro saluda a la asamblea, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas. Queridos hermanos: Nos hemos reunido hoy, en un momento especialmente triste, sobre todo para los familiares de N., en primer lugar para confesar, ante el cadáver de una persona amada, nuestra fe cristiana en que la vida no termina jun-
PRACTICANTE
R.
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hermana) N., •. encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. Amén.
Luego, se reza la siguiente letanía por el difunto:
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Letanía por el difunto — Tú que libraste a tu pueblo de la esclavitud de Egipto. R. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso. — Tú, que abriste el mar Rojo ante los israelitas que caminaban hacia la libertad prometida. R. — Tú, que diste a tu pueblo posesión de una tierra que manaba leche y miel. R. — Tú, que quisiste que tu Hijo llevara a realidad la antigua Pascua de Israel. R. — Tú, que por la muerte de Jesús, iluminas las tinieblas de nuestra muerte. R. — Tú, que en la resurrección de Jesucristo, has inaugurado la vida nueva de los que han muerto. R. — Tú, que en la ascensión de Jesucristo, has querido que tu pueblo vislumbrara su entrada en la tierra de promisión. R. En lugar de las letanías, puede leerse también el salmo 113 (p. 52), en el que el pueblo puede ir intercalando la antífona Dichosos los que mueren en el Señor.
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2. MISA EXEQUIAL O LITURGIA DE LA PALABRA El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Terminadas las letanías (o el salmo 113) (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la oración colecta:
Oremos. Dios nuestro, siempre dispuesto a la misericordia y al perdón, escucha nuestras súplicas por tu siervo (sierva) N., que acabas de llamar a tu presencia, y condúcelo (condúcela) ahora a tu reino, su verdadera patria, para que goce contigo de la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien:
Oremos. No seas severo en tu juicio, Señor, con este siervo tuyo (esta sierva tuya), que acaba de salir de este mundo, pues ningún hombre es inocente frente a ti, si tú mismo no perdonas sus culpas; te pedimos, pues, que escuches las súplicas de tu Iglesia y le concedas a nuestro hermano (nuestra hermana) un lugar entre tus santos y elegidos, tú que vives y reinas.
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La celebración prosigue, como de costumbre, con la Liturgia de la palabra (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527). Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal, con el siguiente formulario u otro parecido.
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— Para que el Espíritu Santo lleve a sus familiares por las sendas de la fe y les dé la esperanza firme de alcanzar, junto a nuestro hermano (nuestra hermana), el reino eterno, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la oración universal concluye con la siguiente colecta:
Plegaria universal Oremos a Dios, Padre de todos, por nuestro hermano difunto (nuestra hermana difunta) y pidámosle que escuche nuestra oración. — Para que el Señor, que se compadece de toda criatura, purifique con su misericordia y conceda los gozos del paraíso a nuestro hermano (nuestra hermana) N., roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que perdone sus pecados y acepte sus buenas obras, roguemos al Señor. R. — Para que lo (la) libre de toda pena merecida por sus culpas y pueda participar ya en el descanso eterno, roguemos al Señor. R. — Para que, dejado ya este mundo, goce eternamente en el paraíso, roguemos al Señor. R.
Dios nuestro, que concedes el perdón de los pecados y quieres la salvación de los hombres, por intercesión de santa María, la Virgen, y de todos los santos, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que ha salido ya de este mundo, alcanzar la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula: Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro... Si no se celebra la misa, sigue el último adiós al cuerpo del difunto. Si se celebra la misa, sigue la Liturgia eucarística.
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Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 391. La misa prosigue como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se procede al rito del último adiós al cuerpo del difunto.
3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO El que preside, colocado cerca del féretro, se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Dentro de breves momentos, al llegar al cementerio, los familiares y amigos de nuestro hermano (nuestra hermana) cumplirán cristianamente con el deber de dar sepultura a su cuerpo; pidamos, pues, en este momento, a Dios, para quien todos vivimos, que admita su alma en la asamblea de los santos; que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, el Señor lo resucite, lleno de vigor y de gloria, en el último día. Que Dios escuche nuestras súplicas y, en el momento del juicio, sea misericordioso con él (ella), para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos.
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Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
El agua con que vamos a rociar ahora el cuerpo de este hermano nuestro (esta hermana nuestra) nos recuerda que en el bautismo fue hecho (hecha) miembro del cuerpo de Jesucristo, que murió y fue sepultado, pero que con su gloriosa resurrección venció la muerte. [El incienso con que perfumaremos luego su cadáver nos traerá a la memoria que este cuerpo fue templo del Espíritu Santo y está llamado a la resurrección]. Después, el que preside camina alredor del ataúd, aspergiéndolo con agua bendita. (Luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso). Mientras tanto, uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones, a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad, o bien: Kyrie, eléison.
Invocaciones —
Que nuestro hermano (nuestra hermana) viva eternamente en la paz junto a ti.
R.
Señor, ten piedad (O bien: Kyrie, eléison).
—
Que junto con los santos participe de la felicidad eterna de tu compañía. R.
—
Que contemple tu rostro glorioso y tenga parte en la alegría sin fin. R.
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— Jesús, recíbelo junto a ti con todos los que nos han precedido. R. Después, el que preside, añade la siguiente oración:
Oremos. Señor Jesucristo, redentor del género humano, te pedimos que des entrada en tu paraíso a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de cerrar sus ojos a la luz de este mundo y los ha abierto para contemplarte a ti, Luz verdadera; líbralo (líbrala), Señor, de la oscuridad de la muerte y haz que contigo goce en el festín de las bodas eternas; que se alegre en tu reino, su verdadera patria, donde no hay ni tristeza ni muerte, donde todo es vida y alegría sin fin, y contemple tu rostro glorioso. Por los siglos de los siglos. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después se recita el salmo 117 en el que se puede intercalar la respuesta Ésta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
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Salmo 117 R. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". R. Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". R. En mi angustia clamé al Señor, él me escuchó y me puso a salvo. El Señor me protege, nada temo. ¿Qué podrá hacerme el enemigo? No habrá quien me derrote, porque el Señor está conmigo. R. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza. R. Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté. R.
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Me rodeaban zumbando como avispas, ardiendo como fuego entre las zarzas: en el nombre de Dios las derroté. R.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo. Libéranos, Señor, y danos tu victoria. R.
Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. R.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo". R. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor me ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R. Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.
Ordenemos una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, Porque tu misericordia es eterna. R. Colocado el cuerpo en la carroza, el que preside añade:
Que el Señor abra las puertas del triunfo a nuestro hermano (nuestra hermana), para que, terminado el duro combate de su vida mortal, entre como vencedor (vencedora) por las puertas de los justos y entone cantos de victoria por los siglos de los siglos. R. Amén. Y a todos nosotros nos dé la certeza de que no está muerto (muerta), sino que duerme, de que no ha perdido la vida, sino que reposa,
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EXEQUIAS
EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
porque ha sido llamado (llamada) a la vida eterna por los siglos de los siglos. R. Amén.
CAPITULO VI
— Dale, Señor, + el descanso eterno, R. Y brille para él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R. Amén. — Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén. — Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS DE LOS QUE HAN DONADO SU CUERPO La donación del cuerpo, si es total, implica que la celebración de las exequias se limite a sólo la misa exequial y a las diversas preces que por el difunto y por los familiares que lo lloran hace la comunidad cristiana. En las exequias de los fieles que han donado su cuerpo para quienes por este motivo, no pueden celebrarse los ritos exequiales de costumbre, se ha de procurar, con especial interés que no falte la celebración tanto de la vigilia comunitaria de oración como de alguna parte de la Liturgia de las Horas exequial, tal como se describe en el Libro I. Si la donación del cuerpo no tiene lugar inmediatamente después del fallecimiento, las exequias deben celebrase con el rito habitual ante el cadáver, antes de que éste sea donado, adaptando todas las expresiones que lo exijan, como las que aluden a que el cuerpo va a ser entregado a la tierra o colocado en el sepulcro. En la celebración de estas exequias, por otra parte, nunca se usará la forma típica, porque ésta comporta el traslado del cuerpo al cementerio y las preces o bendición sobre el sepulcro. Cuando la donación que hizo el difunto no es total, sino que se limita a sólo algunos órganos, la celebración de las exequias se hace con el rito acostumbrado, sin excluir, cuando es posible, la procesión al cementerio y la bendición o las preces sobre el sepulcro.
EN CASO DE
CAPITULO VII
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS EN CASO DE CREMACIÓN DEL CADÁVER Aunque la iglesia prefiere que se conserve la costumbre tradicional de la inhumación de los cuerpos de los cristianos, porque con este gesto se imita mejor la sepultura del Señor, los fieles tienen, con todo, la libertad de elegir también, si lo prefieren la cremación de su propio cuerpo, sin que esta elección impida la celebración de los ritos cristianos. El hecho de la cremación del cadáver no comporta de por sí especiales diferenciaciones rituales, por lo que las exequias, en el caso de cremación, se celebran ante el cadáver antes de la cremación del cuerpo y con los mismos ritos y formas que se usan en las exequias acostumbradas. La única diferencia ritual exigida por la misma veracidad del rito, consiste en que, en el caso de cremación, las exequias no pueden celebrarse en su forma típica, pues este rito incluye la procesión al cermenterio y la bendición del sepulcro. Por tanto, el rito del último adiós debe celebrarse siempre en la misma iglesia al final de la misa o de la Liturgia de la palabra, tal como se describe en los Libros II y III de este Ritual, omitiendo siempre la procesión al cementerio o al lugar de la cremación. Aunque es mejor y más expresivo celebrar el rito exequial antes de la cremación del cadáver, si la familia lo prefiere y el Ordinario del lugar lo juzga conveniente, puede permitirse también que la cremación tenga lugar antes de los ritos exequiales. En este caso, el rito, incluso con la misa exequial, puede celebrarse ante la urna que contiene las cenizas, según el rito que figura en este capítulo.
CREMACIÓN
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Si las exequias se celebran después de la cremación del cadáver, ante la urna, ésta será llevada al final de la celebración, al lugar —cementerio o columbario— destinado a este efecto, pero este lugar nunca estará en el interior de una iglesia. En ningún caso la urna con las cenizas del difunto puede llevarse de nuevo a la iglesia para la conmemoración del aniversario ni en otras ocasiones, pues este traslado posterior del cuerpo a la iglesia se reserva a los santos canonizados.
EN CASO DE
CREMACIÓN
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Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas:
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS ANTE LA URNA DE LAS CENIZAS l. RECIBIMIENTO DE LAS CENIZAS
EN EL ATRIO DE LA IGLESIA El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del difunto con las siguientes palabras u otras parecidas: Queridos familiares [y amigos]: En este momento de dolor en que los ha sumido a ustedes la muerte de N., con quien convivieron largos años y a quien tanto amaban, la Iglesia los recibe con el deseo de reanimar y fortalecer su esperanza. Confíen en Dios, que él los ayudará; esperen en él, y les allanará el camino. A continuación, se introduce la urna de las cenizas en la iglesia y se pone ante el altar; junto a la urna, se puede colocar el cirio pascual. Una vez que los familiares han tomado su lugar, el ministro saluda a la asamblea, diciendo: — El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
Hermanos: Nos hemos reunido hoy, en un momento especialmente triste y doloroso, en primer lugar para confesar ante las cenizas de nuestro hermano (nuestra hermana) N., nuestra fe en que la vida no termina con la muerte del cuerpo. Y también para rodear con nuestro afecto y nuestra plegaria a unos amigos que están tristes por la muerte de aquel (aquella) a quien amaban. Y, finalmente, para pedir a Dios que perdone las culpas que durante su vida, cometió nuestro hermano (nuestra hermana) que acaba de morir. Que el Señor escuche nuestras plegarias y se compadezca ante las lágrimas de los que lloran. El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula:
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hemana) N., encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén. Luego, se reza la siguiente letanía por el difunto:
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EXEQUIAS
EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
Letanía por el difunto — Tú, que libraste a tu pueblo de la esclavitud de Egipto: R. Recibe a tu siervo (sierva) en el paraíso. — Tú que abriste el mar Rojo ante los israelitas que caminaban hacia la libertad prometida. R. — Tú, que diste a tu pueblo posesión de una tierra que manaba leche y miel. R. — Tú, que quisiste que tu Hijo llevara a realidad la antigua Pascua de Israel. R. — Tú que, por la muerte de Jesús, iluminas las tinieblas de nuestra muerte. R. — Tú que, en la resurrección de Jesucristo, has inaugurado la vida nueva de los que ham muerto. R. — Tú, que en la ascensión de Jesucristo, has querido que tu pueblo vislumbrara su entrada en la tierra de promisión definitiva. R. En tugar de las letanías precedentes, puede leerse también el salmo 113, (p. 52) en el que el pueblo puede ir intercalando la respuesta Dichosos los que mueren en el Señor.
EN CASO DE
CREMACIÓN
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2. MISA EXEQUIAL O LITURGIA DE LA PALABRA El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Terminadas las letanías (o el salmo 113) (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la siguiente oración:
Oremos. Dios nuestro, siempre dispuesto a la misericordia y al perdón, escucha nuestras súplicas por tu siervo (sierva) N., que acabas de llamar a tu presencia, y, ya que creyó y esperó en ti, condúcelo (condúcela) ahora a tu reino, su verdadera patria, para que goce contigo de la alegría eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. O bien:
Oremos. Muéstrate misericordioso, Señor, con este siervo tuyo (esta sierva tuya), que acaba de salir de este mundo, pues ningún hombre es inocente frente a ti, si tú mismo no perdonas sus culpas; te pedimos, pues, que escuches las súplicas de tu Iglesia y le concedas un lugar entre tus santos y elegidos, pues en esta vida ya estuvo marcado (marcada) con el sello de la Santísima Trinidad.
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EXEQUIAS EN CASOS EXTRA ORDINARIOS
Tu que vives y reinas. R. Amén. La celebración prosigue, como de costumbre con la Liturgia de la palabra.
Liturgia de la palabra Esquemas de lecturas A) Esquemas de lecturas para celebraciones comunes: El pecado causó la muerte, p. 417 La creación fue también sometida a la frustración, p. 418 Para redimirnos, Jesús se enfrentó a la muerte, p. 419 La muerte absorbida por la victoria: la Resurrección, p. 420 "Yo soy la resurrección y la vida": la fe que da la vida eterna, p. 422 El bautismo, incorporación a la muerte y resurrección de Cristo, p. 424 La Eucaristía, alimento de la vida eterna, p. 425 Vivir y morir para el Señor. Estar preparados, p. 427 La resurrección futura y el juicio de Dios, p. 430 El cielo y la felicidad de los justos, p. 432 B) Esquemas de lecturas para algunas circunstancias: Ante una muerte desconcertante, —muerte que deja un gran vacío, p. 435 —muerte que conmueve a un pueblo, p. 436 —muerte de un padre (una madre) de familia, p. 436 —muerte repentina, p. 437 —muerte después de una larga enfermedad, p. 438 Muerte de un joven o una joven, —muerte natural, p. 439 —muerte repentina, p. 441 —muerte en accidente, p. 441 Muerte de un anciano (una anciana), p. 442 Muerte de un niño (niña), llegado al uso de razón, p. 443
EN CASO DE
CREMACIÓN
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Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la Plegaria universal.
Plegaria universal Puede tomarse uno de los textos citados aquí o bien, el formulario general que se pone después de este recuadro. Textos generales, pp. 347-353, En la muerte de un padre (una madre), p. 354 En una muerte repentina, p. 355 En una muerte después de una larga enfermedad, p. 356 En la muerte de un joven (una joven), p. 357 En la muerte de un niño (una niña), p. 359-360 En una muerte por accidente, p. 361 En una muerte por homicidio o presunto suicidio, p. 362 En la muerte de una persona alejada de prácticas religiosas o en situación irregular, p. 363 En la muerte de un obispo, presbítero o diácono, p. 365 En la muerte de un religioso (una religiosa), p. 366 Formulario general:
Plegaria universal Oremos a Dios, Padre de todos, por nuestro hermano difunto (nuestra hermana difunta) y pidámosle que escuche nuestra oración. — Para que el Señor, que se compadece de toda criatura, purifique con su misericordia y conceda los gozos del paraíso a nuestro hermano (nuestra hermana) N., roguemos al Señor. R. R. Te rogamos, Señor.
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EXEQUIAS EN CASOS
EXTRAORDINARIOS
— Para que el Señor, que lo (la) creó de la nada, y lo (la) honró haciéndola imagen de su Hijo, le devuelva en el reino eterno la primitiva hermosura del hombre, ruguemos al Señor. R. — Para que le conceda el descanso eterno y lo (la) haga gozar en la asamblera de los santos, roguemos al Señor. R. — Para que el Señor, consuelo de los que lloran y fuerza de los que se sienten abatidos, alivie la tristeza de los que lo (la) lloran y les conceda encontrarlo (encontrarla) nuevamente en el reino de Dios, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la oración universal concluye con la siguiente colecta:
Padre, que nuestra oración suplicante sirva de provecho a tu hijo (hija) N., para que, libre de todo pecado, participe ya de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Si las exequias se celebran sin misa, la plegaria universal concluye con la siguiente fórmula:
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro... Si no se celebra la misa, sigue el último adiós al cuerpo del difunto.
EN CASO DE CREMACIÓN
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Si se celebra la misa, sigue la Liturgia Eucarística.
Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos.' En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393. La misa prosigue como de costumbre hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se procede al rito del último adiós al cuerpo del difunto. 3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO El que preside, colocado cerca de la urna, se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Después de haber orado por nuestro hermano (nuestra hermana) N., vamos ahora a despedirnos de sus cenizas. Este nuestro último adiós, aunque no nos quita la tristeza de la separación, nos da, sin embargo, el consuelo de la esperanza. Vendrá un día en que podremos alegrarnos de nuevo con su presencia. Por eso, esperamos que esta asamblea, que hoy en esta iglesia se despide con aires de tristeza, se reunirá de nuevo un día en la alegría del reino de Dios. Consolémonos, pues, mutuamente con esta esperanza cristiana. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
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EN CASOS
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El agua con que vamos a rociar ahora las cenizas de este hermano nuestro (esta hermana nuestra), nos recuerda que en el bautismo fue hecho (hecha) miembro del cuerpo de Jesucristo, que murió y fue sepultado, pero que con su gloriosa resurrección venció la muerte. [El incienso con que luego las perfumaremos nos traerá a la memoria que lo que ahora sólo son cenizas de nuestro hermano (nuestra hermana) fueron templo del Espíritu y que él (ella) está llamado (llamada) a la resurrección] . Después, el que preside, camina alrededor de la urna aspergiéndola con agua bendita: (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumándola con incienso); mientras tanto, si es posible, se entona uno de los cantos de despedida (véanse estos cantos en el formulario del Libro II), o bien uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones, a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad o bien Kyrie, eléison.
Invocaciones — Que el Padre, que te invitó a comer la carne inmaculada de su Hijo, te admita ahora en la mesa del reino. R. Señor, ten piedad . (O bien: Kyrie, eléison) — Que Cristo, vid verdadera, en quien fuiste injertado (injertada) por el bautismo, te haga participar ahora de su vida gloriosa. R. — Que el Espíritu de Dios, en cuyo fuego ardiente fuiste madurado (madurada), revista tu cuerpo de inmortalidad. R.
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CREMACIÓN
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Después, el que preside añade la siguiente oración
Oremos. Señor Jesucristo, redentor del género humano, te pedimos que des entrada en tu paraíso a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de cerrar los ojos a la luz de este mundo y los ha abierto para contemplarte a ti, Luz verdadera; líbralo (líbrala), Señor, de la oscuridad de la muerte y haz que contigo goce en el festín de la bodas eternas; que se alegre en tu reino, su verdadera patria, donde no hay ni tristeza ni muerte, donde todo es vida y alegría sin fin, y contemple tu rostro glorioso por los siglos de los siglos. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede hacer una breve biografía del difunto y agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, el que preside añade:
Que el Señor abra las puertas del triunfo a nuestro hermano (nuestra hermana) para que, terminado el duro combate de su vida mortal, entre como vencedor (vencedora) por las puertas de los justos
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y entonce cantos de victoria por los siglos de los siglos. R. Amén. Y a todos nosotros nos dé la certeza de que no está muerto (muerta), sino que duerme, de que no ha perdido la vida, sino que reposa, porque ha sido llamado (llamada) a la vida eterna por los siglos de los siglos. R. Amén. El que p e !
termina la celebración, diciendo
— Dale, Señor, + el descanso eterno. R. Y brille sobre él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R. Amén. — Su alma y las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén. — Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
CAPITULO VIII
CELEBRACIÓN DE LA MISA EXEQUIAL CUANDO EL SEPELIO DEL CADÁVER SE CELEBRA EN OTRO MOMENTO La celebración de la misa en el interior del mismo rito exequial representa, ciertamente, el signo más expresivo de las exequias cristianas, por cuanto conecta, de una manera visible o sacramental, la muerte del cristiano con el misterio pascual de Cristo; por ello, este modo celebrativo es especialmente recomendable. Con todo, se dan algunos casos que dificultan o impiden, a veces, tal celebración, como las exequias presididas por un diácono o por un presbítero que ya ha celebrado la Eucaristía, o las celebradas en un día litúrgico en que no se permite la misa exequial. Hay otros casos en los que, aunque la misa exequial puede celebrarse, el bien pastoral de los fieles aconseja trasladar la celebración a otro día; esto acontece, especialmente, en aquellas exequias que, en las grandes parroquias, tienen lugar en un domingo no privilegiado en el que, si bien está permitida la misa exequial, de celebrarse ésta, incluiría el inconveniente de que muchos fieles, si acuden a la misa dominical (incluso a la vespertina del sábado) se verían privados, con frecuencia, de las lecturas y de la liturgia dominical. En las pequeñas parroquias rurales, en cambio, en las que sólo se dan unos pocos entierros al año, nada obsta para que, si algún entierro coincide en un domingo no privilegiado, se celebre en el interior del mismo la misa exequial, pues las contadas veces que se dará en estas comunidades tal circunstancia, no constituye ningún empobrecimiento de la vida litúrgica de los fieles.
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La misa exequial, tanto si se celebra/dentro de las exequias como si tiene lugar en otro momento, ocupa el primer lugar entre las misas por los difuntos y, de por sí, puede celebrarse todos los días, excepto en las solemnidades de precepto, el Jueves Santo, el Triduo pascual y los domingos de Pascua, Adviento y Cuaresma. De acuerdo con la importancia litúrgica de esta misa, hay que procurar que, aunque tenga lugar fuera del rito exequial, se celebre de manera suficientemente expresiva y verdaderamente adaptada al carácter e intensidad de la vida cristiana, tanto del difunto concreto como de sus familiares. Para lograr, pues, la adaptabilidad de esta misa a cada grupo de fieles en concreto, a no ser que se trate de las exequias por varios difuntos y en caso de calamidad pública, se celebrará de ordinario por un solo difunto, tal como lo prevén los libros litúrgicos. Cuando la misa exequial no se une al mismo rito de las exequias, sino que se celebra antes o después de las mismas, pueden usarse siempre los textos propios que, para la celebración de la palabra, figuran en este Ritual o bien los formularios del misal o del Leccionario.
MISA EXEQUIAL 1. RITOS INTRODUCTORIOS Después del canto de entrada y de la salutación, el celebrante puede dirigirse a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Amados hermanos: Llenos de dolor por la separación de aquel (aquella) con quien hemos convivido varios años y a quien hemos amado, nos reunimos hoy para implorar la misericordia divina en su favor y también para reanimar y fortalecer nuestra esperanza en esta hora triste y llena de lágrimas. Confiemos en Dios, que él nos ayudará; esperemos en él, y nos allanará el camino. En Cristo, muerto por nuestros pecados y llamado de nuevo a la vida para nuestra justificación, nuestras tinieblas se iluminan y renace de nuevo la esperanza. Que el mismo Señor los conforte a ustedes, pues, y abra las puertas de su reino a nuestro hermano (nuestra hermana). ,0 bien:
Queridos hermanos: Aunque en este momento todos tenemos el deseo de expresar a nuestros amigos, los familiares de nuestra más sincera condolencia y nuestro afecto, lleno de compasión, el sentido de esta celebración, como cristianos que somos, no puede limitarse a este hermoso gesto de convivencia humana. Nuestra presencia aquí, recordando al amigo querido (a la amiga querida), quiere ser también un acto de fe
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en la resurreción y en la victoria de Cristo, que, en favor de todos nosotros ha vencido a la muerte. Proclamar esta fe en la resurrección y celebrar la muerte del Señor, en recuerdo de la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana), es, por otra parte, el mejor gesto para mitigar la tristeza de nuestros amigos, con la esperanza de la resurrección. Que Dios nos conceda, pues, escuchar con fe firme su palabra y celebrar, con gran esperanza, la Eucaristía, memorial de la resurrección de su Hjo.
El celebrante concluye con la siguiente plegaria:
A continuación, uno de los ministros o el mismo celebrante inicia el acto penitencial con estas invocaciones u otras parecidas:
— Jesús, Hijo de Dios vivo, que viniste al mundo para compartir nuestras penas y alegrías: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
Pidamos humildemente a Jesucristo, vencedor de la muerte, el perdón de nuestros pecados. — Por tu sangre preciosa, derramada en la cruz por el perdón de nuestros pecados: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. — Por tu admirable resurrección del sepulcro, por la que nos libraste de la muerte: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. — Por tu gloriosa entrada en los cielos., por la que nos abriste las puertas de la vida: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
— Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. O bien:
— Jesús, Hijo de Dios vivo, que te entregaste a la cruz para vencer a la muerte y destruir el pecado: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. — Jesús, Hijo de Dios vivo, que resucitaste de entre los muertos para abrirnos el camino de la vida eterna: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
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El celebrante concluye con la siguiente plegaria:
— Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén. 2 . LITURGIA DE LA PALABRA La liturgia de la palabra se desarrolla como de costumbre. Después de la homilía, tiene lugar, como de ordinario, la plegaria universal, para la que puede usarse cualquiera de los formularios del Ritual de exequias u otro parecido. En esta misa es especialmente recomendable usar, como se acostumbra, en las celebraciones más extraordinarias, el formulario de plegaria universal que incluye las letanías de los santos. En estas letanías pueden añadirse los santos titulares de la iglesia, de la región o de la orden religiosa, y también el santo patrono del difunto. Esta letanía se dice de rodillas, a no ser que la misa exequial se celebre en domingo o en uno de los días de la cincuentena pascual.
Oremos, hermanos, a Dios, Padre todopoderoso, y pidamos la intercesión de los santos, que en la gloria gozan ya de la comunión celestial, para que el Señor acoja en el gozo eterno a nuestro hermano (nuestra hermana): [Pongámonos de rodillas]. Dios Padre celestial, Dios Hijo, redentor del mundo, Dios Espíritu Santo,
ten piedad de él (ella). ten piedad de él (ella). ten piedad de él (ella).
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Trinidad santa, que eres un solo Dios.ten piedad de él (ella). Santa María, Madre de Dios, ruega por él (ella), Santos ángeles de Dios, rueguen por él (ella). San José, ruega por él (ella). San Juan Bautista, ruega por él (ella), Santos Pedro y Pablo, rueguen por él (ella). San Esteban, ruega por él (ella). San Agustín, ruega por él (ella). San Gregorio, ruega por él (ella). •San Benito, ruega por él (ella). San Francisco, ruega por él (ella). Santo Domingo, ruega por él (ella). San Francisco Xavier, ruega por él (ella). Santa Teresa de Jesús, ruega por él (ella). Santa Mónica, ruega por él (ella), Santos y santas de Dios, rueguen por él (ella). Invoquemos ahora a Cristo, vencedor del sepulcro, y hagamos memoria de sus misterios salvadores, con los que arran : có a los hombres del poder de la muerte: Cristo, Hijo de Dios vivo. R. Recíbelo (Recíbela) en tu reino. — Tú, que aceptaste la muerte por nosotros. R. — Tú, que resucitaste de entre los muertos, como primicia de los que han muerto. R. Tú, que has de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. R.
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— A este nuestro hermano (nuestra hermana) que recibió de ti la simiente de la inmortalidad. R. — A este nuestro hermano (nuestra hermana) con quien esperamos encontrarnos en la gloria del cielo. R. Terminemos nuestra oración, pidiendo también por las necesidades del mundo y de la Iglesia: — Asiste al Papa y a todos los ministros de la Iglesia.
Te rogamos, óyenos.
— Concede la paz y la comncordia a todos los pueblos de la tierra. Te rogamos, óyenos. — A nosotros mismos consérvanos en tu santo servicio. Te rogamos, óyenos. — A todos los que lloran la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana) consuélalos y confórtalos. Te rogamos, óyenos. El que preside, de pie, concluye las letanías con la siguiente oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas, y ten misericordia de tu siervo (sierva) N., para que no sufra castigo por sus pecados,
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pues deseó cumplir tu voluntad; y, ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad ahora lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. 3. DESPEDIDA Dicha la oración después de la comunión, uno de los familiares o amigos puede agradecer a los presentes su participación en la misa exequial —y hacer una breve biografía del difunto, si ésta no se hizo en el momento de las exequias—. Estas palabras de despedida las puede hacer también el mismo celebrante con las siguientes palabras u otras parecidas:
Al término de esta celebración, en la que hemos recordado a nuestro hermano (nuestra hermana) y en el curso de la cual hemos orado también por su eterno descanso, permítanme unas palabras de agradecimiento en nombre de sus familiares más próximos. La presencia de ustedes aquí da testimonio de la estima que sienten hacia ellos y que se les agradece sinceramente. Pero, sobre todo, se les quiere dar las gracias por su oración en favor de N. esta es, sin duda alguna, el mejor tributo que ahora podemos ofrecerle. Que esta reunión, que hoy se despide en esta iglesia con el aire de tristeza de cuanto rodea a la muerte, pueda reunirse de nuevo en la alegría plena del reino de Dios. Consolémonos mutuamente en esta común esperanza.
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Es oportuno que en la misa exequial se concluya con la bendición solemne propia de las celebraciones por los difuntos.
— R.
El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu.
—
Que Dios, nuestro Padre, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de Cristo otorgó a los creyentes la esperanza de resucitar, les conceda su bendición y su consuelo. Amén.
R. —
R. — R. —
R.
Que a ustedes, que todavía viven, les otorgue el perdón de sus pecados, y a todos los difuntos les conceda el lugar de la luz y de la paz. Amén. Y que a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo resucitado. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. Amén.
LIBRO VII
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS DE LOS PÁRVULOS ESQUEMA DEL LIBRO I. Exequias de un párvulo bautizado, con canto (forma típica) II. Rito simplificado de las exequias de un párvulo bautizado III. Exequias de un párvulo no bautizado
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CAPITULO I
EXEQUIAS DE UN PÁRVULO BAUTIZADO En los ritos de este Libro, bajo el nombre de párvulos se entienden exclusivamente aquellos niños que han muerto antes del uso de razón; como estos párvulos no pueden haber pecado ni venialmente, en el rito de estas exequias nunca se alude al perdón de sus pecados. Para las exequias de aquellos otros niños que han muerto después de la edad de discreción, no puede usarse este formulario, porque estos niños son ya sujeto de posibles infidelidades; para sus exequias, por tanto, debe recurrirse a los formularios descritos más arriba (Libros II, III y IV) para los niños que ya han llegado al uso de razón.
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EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
FORMA TÍPICA DE LAS EXEQUIAS DE UN PÁRVULO BAUTIZADO CON CANTOS 1. ESTACIÓN EN LA CASA DEL DIFUNTO El ministro saluda a los presentes, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, inicia la celebración con las siguientes palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: La celebración que hoy nos congrega aquí, junto a unos padres (familiares) desolados por la muerte de su hijo (hija) (del pequeño; de la pequeña) N., nos sume a todos en una angustia casi indecible. Resulta realmente difícil aunar la niñez con la muerte, el inicio de una vida que apenas había comenzado con este fin brusco que estamos contemplando. Si siempre la muerte nos conturba y nos llena de interrogantes, la muerte de un niño casi nos escandaliza. La fe cristiana, que ilumina siempre el camino de los creyentes en Jesús, en esta circunstancia no llega a ahuyentar ni el dolor ni el desconcierto. El mismo Jesús —recordarlo en este
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
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momento puede aliviar nuestras lágrimas— se conturba ante la muerte de su amigo Lázaro y se mueve a compasión ante la desolación de una viuda que llora a su hijo. La voz del pequeño (de la pequeña) N. a todos nos anuncia, a su manera, una vida nueva, la vida sin fin del reino de Dios, aquella vida en la que seremos amados sin oscuridades ni turbación, sin lágrimas y sin muerte: "El amor —dice el Cantar de los cantares— es más fuerte que la muerte". El niño (la niña) a quien hoy lloramos nos invita a todos a creer en este amor y en esta vida. A continuación, puede recitarse, sin canto, el salmo siguiente:
Salmo 129 R. Mi alma espera en el Señor. Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R. Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra;
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EXEQUIAS DE LOS PAR YULOS
mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela. R. Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R. Después u- l,¡ -alutación inicial (o del salmo), se añade la siguiente oración:
R.
Oremos. Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia, que espera en tu palabra; desde el abismo del dolor de esta muerte, a nuestros ojos desconcertante, pedimos que mitigues nuestra tristeza, con la esperanza de que el niño (la niña) Ñ. vive ya la alegría de la salvación en la asamblea festiva de los elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
O bien: Oremos. Desde lo hondo de nuestro dolor, gritamos a ti, Señor; que tus oídos estén atentos
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PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
R.
a la voz de nuestra súplica y tus ojos se compadezcan ante las lágrimas de los que lloran; en este doloroso momento, ayuda a los [padres y] familiares del niño (de la niña) a aguardar tu misericordia, como el centinela aguarda la aurora. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 2. PROCESIÓN A LA IGLESIA
A continuación, se organiza la procesión hacia la iglesia. Durante ella, conviene no omitir nunca el canto del salmo 113, en el que se puede ir intercalando la antífona El coro de los ángeles te reciba.
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El
y jun-to
es - ta
coro de los án-ge-les
con
vi - da,
Lá -
za -
te
ro,
ten - gas des - can - so
re-ci-ba.
po -bre^en
e - ter-no.
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
Salmo 113, 1-8, 17-26
5.
Los hijos del Israel confían en el Señor: (a) él es su auxilio y su escudo; (b) los hijos de Aarón confían en el Señor: (a) él es su auxilio y su escudo; (b) los fieles del Señor confían en el Señor: (c) él es su auxilio y su escudo, (d)
6.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, que bendiga a la casa de Israel, que bendiga a la casa de Aarón, que bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes.
7.
Que el Señor los haga numerosos (a) a ustedes y a sus hijos; (b) que los llene de bendiciones el Señor, (a) que hizo el cielo y la tierra, (b) El Señor se ha reservado para sí el cielo (c) y a los hombres les ha entregado la tierra, (d)
8.
Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Pero nosotros sí bendeciremos al Señor ahora y por siempre.
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Al sa- lir Is- ra- el de E- gip- to
b> :
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Al sa- lir Ja- cob de un pue- blo bar- ba- ro,
c) . — • — ,
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3.
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1
Ju- da fue san-tua- rio de Dios,
d)
2.
237
EXEQUIAS DE LOS PÁRVULOS
236
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Is-ra- el
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Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos. ¿Qué te pasa, mar, que huyes? ¿Y a ti, Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Y a ustedes, colinas, que saltan como corderos? En presencia del Señor la tierra se estremece, ante el Dios de Jacob: las piedras se transforman en estanques y en manantiales, el pedernal.
Se repite el canto de la antífona El coro de los ángeles te reciba.
238
EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
239
3. ESTACIÓN EN LA IGLESIA Al llegar la procesión a la iglesia, se entona el canto de entrada de la misa u otro canto parecido
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Se - ñor,
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Canto de entrada ti - ni - co Te da-mos gra-cias, Pa - dre,
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da.
Colocado el cadáver ante el altar, si es posible, se pone junto a él el cirio pascual.
240
EXEQUIAS
DE LOS
PÁRVULOS
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula:
Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hemana) N., encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén. La asamblea puede cantar ¡Oh luz gozosa! (cfr p. 576) u otro canto apropiado. 4. MISA O LITURGIA DE LA PALABRA El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Terminados los ritos iniciales (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la oración colecta:
Oremos. Dios de amor y de clemencia, que en los planes de tu sabiduría has querido llamar a ti, desde el mismo umbral de la vida, al niño (a la niña) N.
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
241
a quien hiciste hijo tuyo (hija tuya) de adopción en el bautismo, escucha con bondad nuestra plegaria y reúnenos un día con él (ella) en tu gloria, donde creemos que vive ya contigo. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien:
Oremos. Señor, tú que conoces nuestra profunda tristeza por la muerte del niño (de la niña) N., concede a quienes acatamos con dolor tu voluntad de llevártelo (llevártela) el consuelo de creer que vive eternamente contigo en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. La celebración prosigue, como de costumbre, con la Liturgia de la palabra, para la cuál las lecturas más apropiadas son: Is 15, 6-9 (6); Rm 6, 3-4; 8-9 (25); ITs 4, 13-14. 18 (34); Mt 11, 25-30 (50); Me 10, 13-16 (87); Jn 6, 37-39 (88); (cfr en este mismo volumen el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527) Después" de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal, con el siguiente formulario u otro parecido:
EXEQUIAS DE LOS PÁRVULOS
242
Plegaria universal
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
Si en las exequias se celebra la misa, la oración universal concluye ce la siguiente colecta:
Pidamos al Señor que atendió a la voz de su Hijo cuando en la cruz le presentó sus oraciones, que se compadezca de las nuestras. — Para que el Señor, que lloró ante la tumba de su amigo Lázaro y se compadeció ante las lágrimas de la viuda de Naín, que lloraba la muerte de su hijo único, se compadezca también de los padres [y familiares] del pequeño (de la pequeña) N., roguemos al Señor. R . Te rogamos, Señor. —
Para que les dé la fuerza necesaria para superar esta pena, a fin de que sepan hallar en la fe consuelo y esperanza, roguemos al Señor. R.
— Por todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Dios los ilumine con la claridad de su rostro, roguemos al Señor. K. — Por todos los que nos hemos reunido aquí en la fe y en el amor, para que Dios nos reúna también en su reino glorioso, roguemos al Señor. R. —
Para que afiance al pueblo cristiano en la fe y en la unidad y libre al mundo entero de todos los males, roguemos al Señor. R.
R.
Dios, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y nos concedas vivir eternamente contigo y con el niño (la niña) N. en la felicidad de tu reino Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Si las exequias se celebran sin misa, la oración universal concluye con la siguiente fórmula: Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro... Si no se celebra la misa, se organiza la procesión hacia el cementerio. . Si se celebra la misa, sigue la Liturgia eucarística. Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de di funtos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393.
EXEQUIAS DE LOS
244
PÁRVULOS PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
La misa prosigue como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se organiza la procesión hacia el cementerio.
245
O bien: Festivo
5. PROCESIÓN AL CEMENTERIO
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Mientras se saca el cuerpo de la iglesia, se canta la siguiente antífona:
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Que los ángeles te l l e v e n . . . (n. 22, p . 573) O bien
Despidamos todos j u n t o s . . . (n. 23, p . 574)
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246
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
EXEQUIAS DE LOS PAR VULOS
3.
En mi angustia clamé al Señor, (a) él me escuchó y me puso a salvo, (b) El Señor me protege, nada temo, (a) ¿Qué podrá hacerme el enemigo? (b) No habrá quien me derrote, (c) porque el Señor está conmigo, (d)
4.
Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor que buscar con los fuertes una alianza.
5.
Las naciones vecinas me cercaban: las derroté en el nombre del Señor; por los cuatro costados me asediaban: en el nombre de Dios las derroté.
6.
Me rodeaban zumbando como avispas, (a) ardiendo como fuego entre las zarzas: (b) en el nombre de Dios las derroté, (d)
7.
Querían a empujones derribarme, pero Dios me ayudó. El Señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación.
8.
Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos: "La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo".
9.
No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor me ha hecho.
A continuación, se organiza la procesión hacia el cementerio durante la cual no conviene omitir nunca el canto del salmo 117 en el que se puede ir intercalando la antífona Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
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por-que tu mi-se-ri-cor-dia es e-ter-na,
O Diga la ca-sa de Is- ra- el:
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Su mi-se-ri-cor- dia es e-ter-na.
Diga la casa de Aarón: "Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna".
248
EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
PÁRVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
6. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO
Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. 10. Ábranme las puertas del triunfo, (a) que quiero entrar a dar gracias a Dios, (b) Esta es la puerta del Señor (a) y por ella entrarán los que le viven fieles, (b) Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste (c) y fuiste para mí la salvación, (d)
Llegada la procesión al cementerio, el cuerpo se coloca, a ser posible, cerca de la tumba, y se procede al rito del último adiós. El que preside dice, en primer lugar, la siguiente oración sobre el sepulcro (si el sepulcro está ya bendecido, se omite el texto entre corchetes):
11. La piedra que* desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. 12. Este es el día del triunfo del Señor, (a) día de júbilo y de gozo, (o) Libéranos, Señor, y danos tu victoria, (d) 13. Bendito el que viene en nombre del Señor, (a) Que Dios desde su templo nos bendiga, (b) Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine, (d) 14. Ordenemos una procesión con ramos (a) hasta los ángulos del altar, (b) Tú eres mi Dios, y te doy gracias, (a) Tú eres mi Dios, y yo te alabo, (b) Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, (c) Porque tu misericordia es eterna, (d) Se repite el canto de la antífona Ábranme las puertas del triunfo, que quiero entrar a dar gracias a Dios.
249
R.
Oremos. Dios nuestro, por cuya misericordia descansan las almas de los fieles, [dígnate ben decir esta sepultura y] manda a tus ángeles que la custodien y recibe, en tu bondad, el alma de este niño (esta niña) que vamos a enterrar en este sepulcro, para que goce eternamente en tu presencia con los santos y elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Si el sepulcro no está bendecido, se rocía con agua bendita (y se inciensa). A continuación, el que preside se dirige a los fíeles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Dios todopoderoso, en su inescrutable providencia, ha querido llamar junto a sí a este niño (esta niña), hijo suyo (hija suya) de adopción por el bautismo. Nosotros vamos ahora a enterrar su cuerpo, pero creemos firmemente que florecerá en una nueva vida, que será eterna. Con esta esperanza firme y confiando en que él (ella) está ya junto a Dios, supliquemos
EXEQUIAS DE LOS
250
PÁRVULOS
PARVULO BAUTIZADO FORMA TÍPICA
251
al Señor que consuele a sus [padres y] familiares, y a todos nosotros nos ayude a vivir con el corazón puesto en el cielo. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
No temas, querido (querida) N. Cristo murió y resucitó por ti. El Señor, que te protegió durante tu vida también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que lo perfumaremos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo]. Después el que preside camina alredor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita; (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); mientras tanto, se canta el responsorio Subvenite u otro canto de despedida del difunto.
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EXEQUIAS DE LOS
252
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O bien: Cristiano, vive con Cristo... (p. 71) Después se coloca el cuerpo en el"sepulcro, y el que preside añade la siguiente oración:
253
Oremos. Te rogamos humildemente, Señor, que acojas en el paraíso al niño (a la niña) N. a quien tanto amas; que goce junto a ti en aquel lugar, donde ya no hay ni luto ni dolor ni llanto, sino paz y gozo, con tu Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede agradecer a los presentes su participación en las exequias. Después, el que preside termina la celebración con la siguiente fórmula:
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PÁRVULOS
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. — El Dios de todo consuelo, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de su Hijo ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar derrame sobre ustedes su bendición. R. Amén. — Él conceda el perdón de toda culpa a ustedes, que viven aún en este mundo, y otorgue a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz. R. Amén.
254
EXEQUIAS DE LOS PAR YULOS
— Y a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo al que proclamamos resucitado de entre los muertos. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. R. Amén. Se concluye el rito con la fórmula acostumbrada de despedida:
CAPITULO II
RITO SIMPLIFICADO DE LAS EXEQUIAS DE UN PÁRVULO BAUTIZADO
1. RECIBIMIENTO DEL DIFUNTO EN EL ATRIO DE LA IGLESIA
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios. El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del niño difunto con las siguientes pálabas u otras parecidas:
Queridos familiares [y amigos]: Ante esta profunda pena que los embarga a ustedes por la muerte de (este niño) (esta niña) al que (a la que) tanto amaban, sus amigos y conocidos aquí presentes quieren testimoniarles su amistad y solidaridad. También la Iglesia, representada por los amigos de ustedes que están bautizados y por mí mismo, deseamos en estos momentos de dolor confortarlos y pedir al Dios de todo consuelo que los ayude a ustedes a soportar con fe esta gran tribulación. A continuación, se introduce el cadáver en la iglesia y se pone ante el altar, colocando, si es posible, junto a él el cirio pascual, y una vez que
256
EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
los familiares han llegado a su lugar, el ministro saluda a la asamblea diciendo: — . El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Luego, se dirige a losfíelesreunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas: Queridos hermanos: La celebración que hoy nos congrega aquí, junto a unos padres [familiares] inconsolables por la muerte de su hijo (hija) (del pequeño; de la pequeña) N., nos sume a todos en una angustia casi indecible. Resulta realmente difícil aunar la niñez con la muerte, el inicio de una vida que apenas había comenzado con este fin inesperado que estamos contemplando. Si siempre la muerte nos desconcierta y nos llena de interrogantes, la muerte de un niño casi nos llena de profunda tristeza. La fe cristiana, que ilumina siempre el amor de los creyentes en Jesús, en esta circunstancia no llega a ahuyentar ni el dolor ni el desconcierto. El mismo Jesús —recordarlo en este momento puede aliviar nuestras lágrimas— se conturbó ante la muerte de su amigo Lázaro y tuvo compasión de la desolación de una viuda que lloraba a su hijo. La muerte de N. a todos nos anuncia, a su manera, una vida nueva, la vida sin fin del reino de Dios, donde algún día nos volveremos a encontrar todos en medio de una alegría que jamás volverá a empañar las lágrimas. El niño (la niña) que hoy lloramos nos invita a todos a creer en esa vida.
PÁRVULO BAUTIZADO RITO
SIMPLIFICADO
257
El que preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula: Junto al cuerpo, ahora sin vida, de nuestro hermano (nuestra hemana) N., encendemos, Señor Jesucristo, esta llama, símbolo de tu cuerpo glorioso y resucitado; que el resplandor de esta luz ilumine nuestras tinieblas y alumbre nuestro camino de esperanza, hasta que lleguemos a ti, Claridad eterna, que vives y reinas, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. R. Amén. La asamblea puede cantar ¡Oh luz gozosa! p. 576 u otro canto apropiado.
2. M I S A O LITURGIA DE LA PALABRA
El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391. Terminados los ritos iniciales (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la siguiente oración: Oremos. Dios de amor y de clemencia, que en los planes de tu sabiduría has querido llamar a ti desde el mismo umbral de la vida al niño (a la niña) N.,
EXEQUIAS DE LOS
258
PÁRVULOS
a quien hiciste hijo tuyo (hija tuya) de adopción en el bautismo, escucha con bondad nuestra plegaria y reúnenos un día con él (ella) en tu gloria, donde creemos que vive ya contigo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PÁRVULO BAUTIZADO RITO SIMPLIFICADO
259
— Para que el Señor, que lloró ante la tumba de su amigo Lázaro y se compadeció ante las lágrimas de la viuda de Naín, que lloraba la muerte de su hijo único, se compadezca también de los padres [y familiares] del pequeño (de la pequeña) roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor.
O bien:
Oremos. Señor, tú que conoces nuestra profunda tristeza por la muerte del niño (de la niña) N., concede a quienes acatamos con dolor tu voluntad de llevártelo (llevártela) el consuelo de creer que vive eternamente contigo en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. La celebración prosigue como de costumbre, con la Liturgia de la palabra, para la que las lecturas más apropiadas son: Is 25, 6a. 7-9 (6); Rm 6, 3-4. 8-9 (25); lTs 4, 13-14. 18 (34); Mt 11, 25-30 (50); Me 10, 13-16 (87); Jn 6, 37-39 (88) (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 503-527). Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal, con el siguiente formulario u otro parecido:
Plegaria universal Pidamos al Señor, que atendió la voz de su Hijo cuando en la cruz le presentó sus oraciones y súplicas, que se compadezca de las nuestras.
— Para que les dé la fuerza necesaria para superar esta pena, a fin de que sepan hallar en la fe consuelo y esperanza, roguemos al Señor. R. — Por todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Dios los ilumine con la claridad de su rostro, roguemos al Señor. R. — Por todos los que nos hemos reunido aquí en la fe y en el amor, para que Dios nos reúna trambién en su reino glorioso, roguemos al Señor. R. — Para que afiance al pueblo cristiano en la fe y en la unidad, y libre al mundo entero de todos los males, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la plegaria universal concluye con la siguiente colecta:
Dios, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos,
260
EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y nos concedas vivir eternamente contigo y con el niño (la niña) N. en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Si las exequias se celebran sin misa, la plegaria universal concluye con la siguiente fórmula:
Terminemos nuestra oración con la pegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre nuestro...
PÁRVULO BAUTIZADO RITO
SIMPLIFICADO
261
3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO El que preside, colocado cerca del ataúd, se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras parecidas:
Dios todopoderoso, en su inescrutable providencia, ha querido llamar junto a sí a este niño (esta niña), hijo suyo (hija suya) de adopción por el bautismo. Nosotros vamos ahora a enterrar su cuerpo, pero creemos firmemmente que florecerá en una nueva vida, que será eterna. Con esta esperanza firme y confiando en que él (ella) está ya junto a Dios, supliquemos al Señor que consuele a sus [padres y] familiares, y a todos nosotros nos ayude a vivir con el corazón puesto en el cielo.
Si no se celebra la misa, sigue el último adiós al cuerpo del difunto.
Si se celebra la misa, sigue la liturgia eucarística.
Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393 La misa prosigue, como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se procede al rito del último adiós al cuerpo del difunto.
Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
No temas, querido (querida) N., Cristo murió y resucitó por ti. El Señor, que te protegió durante su vida, también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que consagró su cuerpo como templo suyo; el incienso con que lo perfumaremos será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecenterá en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo, resucitará gloriosamente como el de Jesucristo]. Después, el que preside camina alrededor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita; (luego, pone incienso, lo bendice y da una segunda vuelta per fu-
262
EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
mando el cadáver con incienso); mientras tanto, uno de los presentes puede recitar las siguientes invocaciones, a las que el pueblo responde: Señor, ten piedad, o bien: K^rie, eléison.
Invocaciones — Que nuestro hermano (nuestra hermana) viva eternamente en la paz junto a ti. R. Señor, ten piedad, (o bien: Kyrie, eléison). — Que participe contigo de la felicidad eterna de los santos. R. — Que contemple tu rostro glorioso y tenga parte en la alegría sin fin. — Señor Jesucristo, acógelo (acógela) junto a ti con todos los que nos han precedido. Despu
que preside añade la siguiente oración:
Oremos. Te rogamos humildemente, Señor, que recibas en el paraíso al niño (a la niña) a quien tanto amas; que goce junto a ti en aquel lugar, donde ya no hay ni luto ni dolor ni llanto, sino paz y gozo, con tu Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. R. Amén. En este momento, uno de los familiares o amigos puede agradecer a los presentes su participación en las exequias.
PÁRVULO BAUTIZADO RITO
SIMPLIFICADO
263
Después, el que preside termina la celebración con la siguiente fórmula:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. — Que Dios, nuestro Padre, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de Cristo otorgó a los creyentes la esperanza de resucitar, les conceda su bendición y su consuelo. R. Amén. — Que a ustedes, que todavía viven, les otorgue el perdón de sus pecados, y a todos los difuntos les conceda el lugar de la luz y de la paz. R. Amén. — Y que a todos les conceda vivir eternamente felices con Cristo resucitado. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén. Se co
ito con la fórmula habitual de despedida.
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
EXEQUIAS DE UN PÁRVULO NO BAUTIZADO
CAPITULO III
CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
EXEQUIAS
DE UN PÁRVULO NO BAUTIZADO
DE UN PÁRVULO NO BAUTIZADO
EN LA IGLESIA
El Ordinario del lugar puede permitir una celebración cristiana de las exequias cuando se trata de un niño a quien sus padres querían bautizar, pero que murió antes del bautismo.
1. RECIBIMIENTO DE LOS PADRES (FAMILIARES) DEL DIFUNTO
Esta celebración es más expresiva si se hace en la misma casa del niño fallecido, pues se trata de un difunto que aún no fue incorporado a la Iglesia: no obstante, puede permitirse también la celebración en la iglesia, e incluso puede ser recomendable hacerla allí si, de lo contrario, los padres del niño pudieran pensar que su hijo era en cierta manera rechazado o discriminado.
265
El ministro, junto a la puerta de la iglesia, saluda a los familiares del niño con las siguientes palabras u otras parecidas:
Queridos amigos: Han venido aquí para pedir que Dios les dé fuerzas ante el dolor tan grande que sienten por la pérdida de su pequeño hijo (su pequeña hija) N. Es realmente difícil aunar el inicio de una vida que apenas había comenzado con este fin inesperado que estamos contemplando. Pero, aunque no comprendamos los caminos de Dios, sabemos que él continúa amándonos; pónganse, pues, en sus manos. Que él, el Dios de todo consuelo, los conforte en esta hora difícil; es lo que todos sus amigos van a pedirle en esta celebración. A continuación, se puede introducir el cadáver en la iglesia, pero no se enciende junto a él el cirio pascual.
EXEQUIAS DE LOS PÁRVULOS
266
EXEQUIAS DE UN PAR VULO NO BA UTIZADO
267
por la pérdida de su hijo (hija). Por nuestro Señor Jesucristo.
Una vez que los familiares llegan a sus lugares, el ministro saluda a la asamblea, diciendo:
O bieíi:
— El Seflor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.
Oremos. Dios nuestro, conocedor de los corazones y consuelo del espíritu, tú conoces la fe de estos padres; dales el consuelo de creer que el hijo (la hija), cuya muerte lloran, está en manos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo.
Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabas u otras parecidas; Queridos hermanos: La celebración que hoy nos congrega aquí, junto a unos padres inconsolables por la muerte de su hijo (hija), nos sume a todos en una angustia casi indecible; por eso, debemos recurrir a la oración. El pequeño (La pequeña) N no necesita ciertamente de nuestra plegaria, pues esperamos que Dios, en su inmensa misericordia, lo (la) habrá ya recibido en sus brazos, como recibía Jesús a los niños que se acercaban a él. Pero sus padres [y familiares] sí necesitan de nuestra plegaria. Oremos, pues, por ellos, y pidamos al Señor que él mismo sea su fuerza en esta hora difícil.
La celebración prosigue, como de costumbre, con la Liturgia de la palabra; se usan las lecturas del Leccionario para las exequias de un párvulo no bautizado (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 521-527) Después de la homilía, se hace, como de costumbre, la plegaria universal, con el siguiente formulario u otro parecido.
2. M I S A O LITURGIA DE L A PALABRA
El ORDINARIO DE LA MISA se encuentra en la p. 391 Terminados estos ritos iniciales (y, si se celebra la misa, omitido el acto penitencial y el Señor, ten piedad), se dice la oración colecta. Oremos. Recibe las súplicas de tus fieles, Señor, y conforta con la esperanza de tu misericordia a quienes se sienten abatidos
Plegaria universal Elevemos ahora nuestras súplicas al Señor, implorando los bienes de su misericordia y de su bondad. —
Para que el Señor mitigue el dolor de los padres y familiares que lloran la muerte de este niño (esta niña), roguemos al Señor.
R.
Te rogamos, Señor.
268
EXEQUIAS DE LOS PAR VULOS
— Para que los ayude, a fin de que sepan hallar en la fe consuelo y esperanza, roguemos al Señor. R. — Para que aumente la fe de los fieles y libre al mundo de todo mal, roguemos al Señor. R. — Para que avive en todos nosotros la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor. R. Si en las exequias se celebra la misa, la oración universal concluye con la siguiente colecta:
Dios nuestro, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y nos concedas vivir eternamente contigo y con el niño (la niña) N en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Si las exequias se celebran sin misa, la plegaria universal concluye con la siguiente fórmula: Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el mismo Jesucristo, pidiendo que se haga siempre la voluntad del Señor: Padre n u e s t r o . . . Si no se celebra la misa, sigue el último adiós al cuerpo del difunto.
EXEQUIAS DE UN PÁRVULO NO
BAUTIZADO
269
Si se celebra la misa, sigue la liturgia eucarística.
Liturgia eucarística En el Misal Romano se encuentran diversos formularios para las misas de difuntos. En este Ritual se encuentra un formulario completo para la misa de difuntos cuando se celebra fuera de una iglesia, p. 393 La misa prosigue como de costumbre, hasta la oración después de la comunión. Dicha esta oración y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, se procede al rito del último adiós al cuerpo del difunto.
3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO
El que preside, colocado cerca del ataúd, se dirige a los presentes con las siguientes palabras u otras parecidas:
Hermanos: Confiados en que este niño (niña) está en las manos de Dios, que ama infinitamente todo cuanto él mismo ha creado, en este momento, en que el cuerpo de este pequeño (esta pequeña) va a ser llevado al sepulcro, pidamos a Dios que conceda a sus padres [y familiares] la fortaleza necesaria para sobrellevar cristianamente su dolor. Todos oran unos momentos en silencio. A continuación, (omitida la aspersión del cuerpo), se añade la siguiente oración:
270
EXEQUIAS DE LOS
PÁRVULOS
Te pedimos, Señor, que santa María, Madre de Dios, que estuvo al pie de la cruz del Hijo que moría, comunique su fe y su fortaleza a estos padres que están como ella, afligidos, los socorra y les conceda el premio eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Después el que preside termina la celebración bendiciendo al pueblo con la bendición habitual.
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. — La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre ustedes. R, Amén.
LIBRO VIII EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
ESQUEMA DEL LIBRO I. En las exequias de un obispo (residencial o emérito)
273
II. En las exequias de un obispo que no fue el pastor propio
277
III. En las exequias del párroco (residencial o emérito)
280
IV. En las exequias de un presbítero
283
V. En las exequias de un diácono
286
VI. En las exequias de un religioso laico VIL En las exequias de una religiosa
289 291
CAPITULO I
EN LAS EXEQUIAS DEL OBISPO DIOCESANO (RESIDENCIAL O EMÉRITO) Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero adaptando oportunamente las moniciones, añadiendo la palabra Obispo en las oraciones que lo requieran y teniendo presentes las variaciones siguientes:
l. ESTACIÓN EN LA CASA EPISCOPAL O EN LA CAPILLA ARDIENTE Si las exequias empiezan en la casa episcopal o en la capilla ardiente, para esta primera estación puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:
I
Oremos. Dios nuestro, que prometiste recompensar al siervo fiel y solícito puesto al frente de tu familia, escucha nuestras súplicas y abre las puertas de tu reino a nuestro obispo N., que acaba de salir de este mundo: que lo reciban los ángeles y los santos y goce eternamente en tu compañía,
274
R.
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
rodeado de aquellos a quienes él cuidó y lo precedieron en las moradas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Al llegar la procesión a la iglesia, se coloca el cadáver del obispo con la cabeza hacia el altar y los pies hacia la puerta; luego, se enciende el cirio pascual con el mismo rito que se usa para los demás fieles. A continuación, pueden colocarse sobre el féretro la casulla, la mitra, el báculo pastoral y el evangeliario, mientras el celebrante dice las fórmulas siguientes:
PARA EL OBISPO DIOCESANO
Mientras se coloca el evangeliario: Que nuestro obispo (el obispo de esta Iglesia), que consagró su vida a anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos.
Mientras se coloca la casulla y la mitra: Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo N., nuestro obispo, que, mientras nos presidía (presidía esta comunidad) en tu nombre, llevaba esta vestidura y este ornamento de fiesta; y concédele que ahora, revestido de gloria en tu presencia, te celebre con tus santos eternamente. Mientras se coloca su báculo pastoral: Que nuestro obispo (el obispo de esta Iglesia), que, al cuidar de la grey del Señor, llevaba este báculo, signo de pastor, sea reconocido ahora por Cristo, el supremo Pastor, y reciba de él el premio de sus trabajos pastorales y la corona perenne de la gloria.
3. M I S A EXEQUIAL
Se dice la siguiente oración colecta: Oremos. Dios nuestro, que pusiste al frente de esta familia tuya a nuestro hermano N., para que, representando a Jesucristo, , presidiera la asamblea de tu pueblo, y prometiste recompensar al siervo fiel y solícito, escucha nuestras plegarias y haz que el que fue pastor de nuestra (esa) Iglesia pase ahora al banquete festivo de su Señor. Por nuestro Señor Jesucristo.
275
276
EXEQUIAS
EN CASOS
ESPECIALES
O bien:
Oremos. Te pedimos, Dios todopoderoso, por tu siervo N., nuestro obispo (el obispo de esta Iglesia), a quien encomendaste el cuidado de tu familia; tú que conoces el fruto de su trabajo pastoral, admítelo en el banquete eterno de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.
CAPITULO II
EN LAS EXEQUIAS DE UN OBISPO QUE NO FUE EL PASTOR PROPIO Todo se hace como en las exequias de los fieles, pero adaptando oportunamente las moniciones, añadiendo la palabra Obispo en las oraciones que lo requieran y teniendo presente las variaciones siguientes: 1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA ARDIENTE Si las exequias se celebran según la forma típica (o por lo menos, con dos estaciones), en la primera estación (en la casa o en la capilla ardiente) puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:
Oremos. Escucha, Señor, con piedad, las plegarias que te dirigimos por tu siervo el obispo N a quien encomendaste la misión de apacentar a tus fieles; y haz que quien representó a tu Hijo en la asamblea de tu pueblo sea ahora reconocido por el Pastor supremo y se alegre eternamente en la asamblea de los santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
278
PARA UN OBISPO
279
Mientras se coloca el evangeliario: 2. ESTACIÓN EN LA IGLESIA En la iglesia, el cadáver del obispo se coloca con la cabeza hacia el altar y los pies hacia la puerta; luego, se enciende el cirio pascual con el mismo rito que se usa para los demás fieles. A continuación, pueden colocarse sobre el ataúd, la casulla, la mitra, el báculo y el evangeliario, mientras el celebrante dice las fórmulas siguientes: Mientras se coloca la casulla y la mitra: Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo N., que, mientras presidía en tu nombre la asamblea de los fieles, llevaba esta vestidura y este ornamento de fiesta; y concédele que ahora, revestido de gloria en tu presencia, te celebre con tus santos eternamente. Mientras se coloca el báculo: Que este siervo tuyo, el obispo N., que, al presidir la grey de Jesucristo, llevaba este báculo, signo de pastor, sea reconocido ahora por Cristo, el supremo Pastor, y reciba de él el premio de sus trabajos y la corona perenne de la gloria.
Que tu siervo, Señor, el obispo N., que tuvo en este mundo la misión de anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y predicó a sus hermanos. 3. MISA EXEQUIAL Se dice la siguiente oración colecta: Oremos. Dios nuestro, que, al conceder a tu siervo N. el ministerio episcopal, quisiste contarlo entre los sucesores de los apóstoles, te pedimos que ahora se alegre también con ellos en la asamblea festiva de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.
PARA EL PÁRROCO
281
2. ESTACIÓN EN LA IGLESIA CAPITULO III
EN LAS EXEQUIAS DEL PÁRROCO (RESIDENCIAL O EMÉRITO) Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero adaptando oportunamente las moniciones, añadiendo la palabra Presbítero en las oraciones que lo requieran y teniendo presente las variaciones siguientes: 1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA ARDIENTE Si las exequias se celebran según la forma típica (o, por lo menos con dos estaciones), en la primera estación (en la casa o en la capilla ardiente) puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:
R.
Oremos. Escucha, Señor, con piedad, las plegarias que te dirigimos por tu siervo, el presbítero N., a quien encomendaste la misión de apacentar esta comunidad, y haz que quien representó, entre nosotros, a tu Hijo, sea ahora reconocido por el Pastor supremo y se alegre eternamente entre aquellos a quienes él cuidó y lo precedieron ya en las moradas eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
En la iglesia, el cadáver del párroco se coloca con la cabeza hacia el altar y los pies hacia la puerta; luego, se enciende el cirio pascual con el mismo rito que se usa para los demás fieles. A continuación, pueden colocarse sobre el ataúd la casulla, la estola y el evangeliario, mientras el celebrante dice las fórmulas siguientes: Mientras se coloca la estola y la casulla: Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo N., que, mientras presidía, en tu nombre la asamblea de los fieles, llevaba estas vestiduras de fiesta; y concédele que ahora, revestido de gloria en tu presencia, te celebre con tus santos eternamente. Mientras se coloca el evangeliario: Que nuestro párroco, Señor, el presbítero N., que tuvo en este mundo la misión de anunciarnos el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en este mundo, vislumbró en la palabra de Dios y nos predicó con celo.
282
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
3. MISA EXEQUIAL
CAPITULO IV
Se dice la siguiente oración colecta:
EN LAS EXEQUIAS DE UN PRESBÍTERO Oremos. Dios nuestro, que pusiste al frente de esta familia tuya a nuestro hermano N., presbítero, para que, representando a Jesucristo, presidiera esta comunidad parroquial, y prometiste recompensar al siervo fiel y solícito, escucha nuestras plegarias y haz que el que fue nuestro pastor en este mundo pase ahora al banquete festivo de su Señor. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien:
Oremos. Te pedimos, Señor, que tu siervo N., presbítero, a quien durante su vida encomendaste ejercer el ministerio sagrado entre nosotros, llegue ahora a gozar eternamente de tu gloria entre aquellos a quienes él cuidó en este mundo y lo precedieron ya en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero adaptando oportunamente las moniciones, añadiendo la palabra Presbítero en las oraciones que lo requieran y teniendo presente las variaciones siguientes:
l. ESTACIÓN EN LA CAPILLA ARDIENTE Si las exequias se celebran según la forma típica (o por lo memos, con dos estaciones), en la primera estación (en la casa o en la capilla ardiente) puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:
Oremos. Escucha, Señor, con piedad, las plegarias que te dirigimos por tu siervo, el presbítero N., a quien encomendaste la misón de apacentar a tus fieles, y haz que quien representó a tu Hijo en la asamblea de tu pueblo sea ahora reconocido por el Pastor supremo y se alegre eternamente en la asamblea de los santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
284
En la iglesia, el cadáver del presbítero se coloca con la cabeza hacia el altar y los pies hacia la puerta; luego, se enciende el cirio pascual con el mismo rito que se usa para los demás fieles. A continuación, pueden colocarse sobre el ataúd la casulla, la estola y el evangeliario, mientras el celebrante dice las fórmulas siguientes:
Mientras se coloca la estola y la casulla: Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo N., que, mientras presidía en tu nombre la asamblea de los fieles, llevaba estas vestiduras de fiesta; y concédele que ahora, revestido de gloria en tu presencia te celebre con tus santos eternamente.
Mientras se coloca el evangeliario: Que el presbítero N., que tuvo en este mundo la misión de anunciar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, ya cuando vivía en este mundo vislumbró en la palabra de Dios y predicó con celo.
285
PARA UN PRESBÍTERO
3. M I S A EXEQUIAL
Se dice la siguiente oración colecta: Oremos. Dios nuestro, pastor inmortal de los hombres, concede a tu siervo N., presbítero, que pueda gozar eternamente en el cielo de la gracia y del perdón que él administró en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo. O bien: Oremos. Te pedimos, Señor, que tu siervo N., presbítero, a quien durante su vida encomendaste ejercer el ministerio sagrado en bien de tu Iglesia, llegue ahora a gozar eternamente de tu gloria en la asamblea festiva de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.
PARA UN DIÁCONO
287
V
CAPITULO V
EN LAS EXEQUIAS DE UN DIÁCONO Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero adaptando oportunamente las moniciones, añadiendo la palabra Diácono en las oraciones que lo requieran y teniendo presente las variaciones siguientes:
1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA ARDIENTE Si las exequias se celebran según la forma típica (o, por lo menos con dos estaciones), en la primera estación (en la casa o en la capilla ardiente) puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual
2. ESTACIÓN EN LA IGLESIA En la iglesia, el cadáver del diácono se coloca con la cabeza hacia el altar y los pies hacia la puerta; luego, se enciende el cirio pascual con el mismo rito que se usa para los fieles. A continuación, puede colocarse sobre el ataúd la dalmática, la estola y el evangeliario, mientras el celebrante dice las fórmulas siguientes:
Mira, Señor, con misericordia, a tu siervo N., que, mientras servía en tu Iglesia, llevaba estas vestiduras de fiesta; concédele que ahora, revestido de gloria en tu presencia, te celebre con tus santos eternamente.
Mientras se coloca el evangeliario:
R.
Oremos. Te pedimos, Dios misericordioso, por tu siervo el diácono N., a quien confiaste en la tierra el servicio de tu Iglesia; concédele ahora participar también de la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Que el diácono N., que tuvo en este mundo la misión de proclamar el Evangelio de Cristo, goce ahora contemplando, cara a cara, aquella misma verdad que, cuando vivía en este mundo, anunció solemnemente a sus hermanos.
288
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
3. MISA EXEQUIAL
CAPITULO VI
Se dice la siguiente oración colecta:
EN LAS EXEQUIAS DE UN RELIGIOSO LAICO
Oremos. Recibe, Señor, en el reino celestial a nuestro hermano N., a quien, en este mundo, consagraste para el servicio diaconal y ahora acabas de llamar a tu presencia, tú que prometiste que quien siguiera a tu Hijo y lo sirviera estaría con él en su reino, haz que reciba ahora, en la gloria de Cristo, el premio prometido. Por nuestro Señor Jesucristo.
Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero se pueden cambiar las siguientes oraciones:
1. ESTACIÓN EN LA CAPILLA ARDIENTE Si las exequias se celebran según la forma típica (o, por lo menos, con dos estaciones), en la primera estación (en la casa o en la capilla ardiente) puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:
O bien Oremos. Te pedimos, Señor, que tu siervo N., diácono, a quien durante su vida encomendaste ejercer el ministerio sagrado en bien de tu Iglesia, llegue ahora a gozar eternamente de tu gloria en la asamblea de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo. R.
Oremos. Señor Jesucristo, que quisiste que nuestro hermano N. fuera, en medio de tu pueblo, signo y levadura del reino que ha de venir, recuerda su ardiente deseo de servirte con todo su corazón y colócalo ahora entre los servidores fieles que esperaron velando la llegada de su Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
290
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES 3. M I S A EXEQUIAL
Se dice la siguiente oración colecta: Oremos. Señor, tú que diste a nuestro hermano N. la vocación de imitar en este mundo, la vida obediente, casta y pobre de Cristo, no recuerdes sus infidelidades ni sus faltas, sino ten sólo presente la confianza que tuvo en ti y sus generosos propósitos de entregarse a tu servicio; y concédele, por encima de sus merecimientos, aquel premio que prometiste a quienes lo dejaran todo para seguir a tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo.
CAPITULO VII
EN LAS EXEQUIAS DE UNA RELIGIOSA Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero se pueden cambiar las siguientes oraciones: 1. E S T A C I Ó N EN LA CAPILLA ARDIENTE
Si las exequias se celebran según la forma típica (o, por lo menos, con dos estaciones), en la primera estación en la casa o en la capilla ardiente puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual.
O bien: Oremos. Te pedimos, Dios todopoderoso, por tu hijo N., que, en su entrega total a Jesucristo, siguió la senda del amor perfecto, haz que pueda ahora contemplar, lleno de gozo, . la manifestación de tu gloria y disfrutar, junto a sus hermanos que lo precedieron, de la eterna felicidad de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo. R.
Oremos. Te pedimos, Dios todopoderoso, por tu hija N., que, en su entrega total a Jesucristo, siguió la senda del amor perfecto; haz que pueda ahora contemplar, llena de gozo, la manifestación de tu gloria y disfrutar, junto a sus hermanas que la precedieron, de la eterna felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
292
3. M I S A EXEQUIAL
LIBRO IX
Se dice la siguiente oración colecta: Oremos. Señor Jesucristo, Esposo de la Iglesia, que concediste a nuestra hermana N. mientras vivía en este mundo, el don precioso de consagrarte su virginidad, escucha nuestras súplicas y concede a tu sierva, que, obediente a tu voz, ha dejado este mundo, gozar en el festín de tus bodas eternas. Tú que vives y reinas. O bien: Oremos. Mira, Señor, con ojos de misericordia, a tu sierva N., que acaba de salir de este mundo; y, pues tuvo el ardiente deseo de servirte con todo su corazón colócala ahora en el coro de las vírgenes prudentes que esperaron tu llegada con las lámparas encendidas. Tú que vives y reinas.
CELEBRACIONES NO EXEQUIALES POR LOS DIFUNTOS ESQUEMA DEL LIBRO I. Traslado de un difunto a su sepultura definitiva 295 II. Conmemoración de uno o varios difuntos en determinadas circunstancias
297
CAPITULO I
TRASLADO DE UN DIFUNTO A SU SEPULTURA DEFINITIVA
El traslado del cuerpo de un difunto a su sepultura definitiva puede tener tres modalidades distintas: a) traslado del cadáver directamente al cementerio; b) conducción previa a la iglesia antes de la sepultura definitiva y celebración en la misma de la misa ante el cuerpo; c) entierro definitivo, en casos especiales, del cuerpo en la misma iglesia. Cuando el cadáver se lleva directamente al cementerio, es recomendable bendecir el sepulcro —sobre todo si se trata de un sepulcro nuevo— y hacer, junto al mismo, unas breves plegarias, adaptando para ello las preces que figuran en el Apéndice IV (pp. 410-416) Cuando el cadáver, antes de su sepultura definitiva, se lleva previamente a la iglesia, en la misma se puede celebrar la misa en presencia del cuerpo, a no ser que se trate del Triduo pascual, de un domingo, de uno de los días de Semana santa, del día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos, del miércoles de Ceniza o de una solemnidad o fiesta. En este caso, el celebrante puede recibir los restos en el atrio y, mientras se canta el canto de entrada de la misa, conducirlos hasta delante del altar. Terminada la misa —omitido tanto la bendición como el rito del último adiós—, puede acompañar los restos hasta el atrio y despedir allí a la asamblea. En el cementerio, es oportuno recitar las preces que figuran en el Apéndice IV (pp. 410-416), debidamente adaptadas.
296
CELEBRACIONES NO EXEQUIALES
Cuando, en casos especiales, está autorizada la sepultura definitiva del cadáver en el recinto de la iglesia, antes de la sepultura, conviene celebrar la misa, a no ser que se trate de uno de los días excluidos en el párrafo anterior. El celebrante puede recibir los restos en el atrio de la iglesia y, mientras se canta el canto de entrada, conducirlos hasta delante del altar. Dicha la oración después de la comunión y omitida tanto la bendición como el rito del últimos adiós, se acompañan los restos hasta delante de la sepultura, mientras se canta la antífona Se alegrarán para el Señor los huesos quebrantados (p.551> con el salmo 41 (p. 310) u otro canto apropiado. Antes de enterrar el cuerpo, se bendice el sepulcro y se recitan las preces que figuran en el Apéndice IV (pp. 4¡0 Sí 6), debidamente adaptadas. Luego, se despide a la asamblea con una de las fórmulas que figuran en el rito de exequias (véanse los diversos formularios de los Libros II y III).
CAPITULO II
CONMEMORACIÓN DE UNO O VARIOS DIFUNTOS EN DETERMINADAS CIRCUNSTANCIAS Cuando se dan especiales circunstancias, como puede ser la celebración en las parroquias u otras comunidades de la muerte del Papa o del obispo propio, el aniversario de un difunto, la celebración anual de los difuntos de la propia comunidad u otros casos parecidos, la celebración de la Eucaristía puede terminar con el rito propio que se describe a continuación. Este mismo rito puede usarse en el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos, sobre todo en aquellas iglesias en las que hay sepulturas, en cuyo caso es recomendable que se organice una procesión al lugar de los sepulcros o que el celebrante asperja (e inciense) los mismos, mientras la asamblea entona un canto apropiado. En las catedrales, monasterios y otras iglesias en las que, junto a la iglesia, está situado un claustro con sepulcros, también se puede usar este rito, sobre todo el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos. En este caso, inciada la celebración en la iglesia, puede organizarse una procesión al claustro, durante la cual el celebrante puede asperger (e incensar) los sepulcros, terminando en este caso, la celebración junto a los sepulcros. En los monasterios que conservan el cementerio propio, puede usarse también este rito para acompañar la procesión hasta el cementerio con motivo de la visita al mismo, tanto en el día de la Conmemoración de todos losfielesdifuntos como en los días que siguen al entierro de un miembro de la comunidad o en el aniversario de su muerte.
298
CELEBRACIONES NO EXEQUIALES
PRECES PARA DESPUÉS DE LA MISA Dicha la oración después de la comunión y omitida la bendición y el Pueden ir en paz, el celebrante puede introducir a los fieles en el sentido de esta conmemoración con las siguientes palabras u otras semejantes (las frases entre corchetes se omiten si no hay sepulcros o se adaptan según los casos): Recordemos ahora a nuestros hermanos (nuestro hermano N., nuestra hermana N.), que murieron (murió) en la paz de Cristo y confiémoslos (confiémoslo; confiémosla), con fe y esperanza, al amor de Dios Padre. Por el bautismo [cuya memoria recordaremos al aspergir sus (su) sepulcros (sepulcro)], fueron (fue) incorporados (incorporado; incorporada) a la Iglesia, la familia de Cristo, y, unidos (unido; unida) a nuestra comunidad (a la comunidad eclesial), participaron (participó) asiduamente [con nosotros] en la mesa del Señor. Pidamos, pues, ahora a Dios que los (lo; la) alegre también en el banquete de su reino y que puedan (pueda) gozar con los santos y elegidos de los premios eternos. A continuación, todos oran unos momentos en silencio. Después, si ha de haber procesión, se entona la antífona Se alegrarán para el Señor los huesos quebrantados (p. 551) con el salmo 41 (p. 310) u otro canto apropiado. Si todo el rito se desarrolla en el mismo presbiterio, puede cantarse el responsorioTú que resucitaste a Lázaro del sepulcro (p. 338) u otro responsorio o canto apropiado.
CONMEMORACIÓN
EN DETERMINADAS
CIRCUNSTANCIAS
299
Si en la iglesia (o en el claustro) hay sepulcros o si se debe ir al cementerio, durante la procesión, el celebrante asperge (e inciensa) las sepulturas. La procesión y la aspersión de los sepulcros, con todo, se omiten cuanto se trata de la conmemoración de un solo difunto cuyo sepulcro no está ubicado en el lugar de la celebración (por ejemplo, en el caso de la celebración por el Papa o por el Obispo en las parroquias). Terminado el canto y retornado el celebrante a la sede, si ha circulado por la iglesia aspergiendo las sepulturas (o en el mismo cementerio o claustro, junto a los sepulcros, si ha habido procesión), añade: Si hay sepulcros. Oremos. Padre santo, aunque tu justicia condenó al hombre por su desobediencia, tu amor, con todo, le mostró un camino de conversión y tu palabra le prometió que, en el último día, la vida triunfaría sobre la muerte; llenos, pues, de esperanza y recordando el sepulcro que diste a nuestro padre Abraham en la tierra prometida y el que José de Arimatea preparó para que descansara en él el cuerpo de tu Hijo, te pedimos que concedas la resurrección gloriosa a los cuerpos de nuestros hermanos (nuestras hermanas) que, en estos sepulcros, esperan la venida de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. R . Amén.
300
CELEBRACIONES
NO
EXEQUIALES
O bien:
Oremos. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, concede a nuestros hermanos (nuestras hermanas) descansar en la paz de estos sepulcros hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, los (las) resucites y los (las) ilumines con la contemplación de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Si no
!> vpulcros:
Oremos. Autor de la vida y Señor de la muerte, acuérdate de nuestros hermanos (nuestras hermanas), familiares y bienhechores que, confiando en ti, han ido a su descanso eterno; y, ya que este primer mundo acabó para ellos (ellas), alégralos (alégralas) ahora en tu paraíso, donde no hay llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría con tu Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. R. Amén.
CONMEMORACIÓN
EN DETERMINADAS
CIRCUNSTANCIAS
301
O bien, cuando se trata de monjes o religiosos (monjas o religiosas):
Te pedimos, Dios todopoderoso, por nuestros hermanos (nuestras hermanas), que, en su entrega total a Jesucristo, te sirvieron en nuestro monasterio (comunidad, congregación); haz que ahora puedan contemplarte, llenos (llenas) de gozo, y disfruten, junto a sus hermanos (hermanas) que ya han dejado también este mundo, de la felicidad eterna de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Después, el que preside termina la celebración con una de las siguientes fórmulas:
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. — El Dios de todo consuelo, que con amor inefable creó al hombre y, en la resurrección de su Hijo, ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre ustedes su bendición. R. Amén.
302
CELEBRACIONES
NO
EXEQUIALES
— Él conceda el perdón de toda culpa a los que vivimos aún en este mundo, y otorgue a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz. R. Amén. — Y a todos nos conceda vivir eternamente felices con Cristo, al que proclamamos resucitado de entre los muertos. R. Amén. — Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo f y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. R. Amén. O bien
— Señor, + dales el descanso eterno. R. Y brille sobre ellos (ellas) la luz eterna. — Descansen en paz. R. Amén. — Sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. R. Amén.
CONMEMORACIÓN
EN DETERMINADAS
CIRCUNSTANCIAS
Se concluye el rito con la fórmula habitual de despedida.
— Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.
3ttJ
APÉNDICES ESQUEMA DE LOS
APÉNDICES
I. Textos diversos 1. 2. 3. 4. 5.
Salmos Responsorios Oraciones Plegarias universales Palabras introductorias y de despedida
II. Ordinario de la misa III. Bendición del agua
307 308 337 339 347 369 391 409
IV. Preces en el cementerio y bendición del sepulcro V. Esquema de lecturas VI. Leccionario VII. Homilías exequiales VIII. Cantos
410 417 444 528 545
APÉNDICE I TEXTOS DIVERSOS
Con el fin de enriquecer la celebración de las exequias, se transcriben aquí diversos textos que pueden utilizarse libremente en diversos momentos de la celebración exequial.
ESQUEMA DEL APÉNDICE I 1. Salmos
308
2. Responsorios
337
3. Oraciones
339
4. Plegarias universales
347
5. Palabras introductorias y de despedida
369
SALMOS 308
TEXTOS
SALMOS Y RESPUESTAS
Salmo 24 Contempla, Señor, mi miseria y mis trabajos y perdona todas mis ofensas. A ti, Señor, levanto mi alma; mi Dios, en ti confío; que no quede frustrada mi confianza ni se burlen de mí mis enemigos; así, cuantos en ti viven confiados no serán confundidos, y quedarán decepcionados cuantos a Dios traicionan por los ídolos. Muéstrame tus caminos e instruyeme, Señor, en tus senderos; haz que camine con lealtad y enséñame a cumplir tus mandamientos, pues eres tú mi Dios y Salvador y en ti continuamente espero. R.
RESPUESTAS
309
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura, y olvida para siempre mis pecados y juveniles culpas. Señor, acuérdate de mí con ese mismo amor y esa ternura. R. Porque el Señor es recto y bondadoso, muestra a los pecadores el camino, hace andar rectamente a los humildes y descubre su senda a los sencillos. R.
1
R.
Y
DIVERSOS
El Señor es leal y bondadoso con quien guarda su alianza y sus mandatos. Por tu nombre, Señor, perdóname mis múltiples pecados. R. Ayudará el Señor a quien lo teme a escoger su camino; será feliz, y poseerán la tierra sus hijos y los hijos de sus hijos. R.
R.
El Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de su alianza; puestos en el Señor tengo los ojos pues él libra mis pies de toda trampa.
R.
Señor, mírame solo y afligido y ten piedad de mí; alivia mi angustiado corazón y haz que lleguen mis penas a su fin.
R.
TEXTOS
310
DIVERSO
RESPUESTAS
R.
¿Qué te abate, alma mía? ¿Qué congoja te aflige? Pon tu confianza en Dios, que aún podrás decirle: "Eres la salvación, mi Dios, de esta alma triste". Cuando el alma se angustia, yo te recuerdo, Sión, desde la abrupta tierra del Jordán y el Hebrón. R.
Salmo 41 R.
Y
Yo recuerdo —¡y mi alma cómo lo echa de menos!—, cuando iba hasta tu casa, mí Dios, hasta tu templo entre vivas y cantos y el júbilo del pueblo. R.
Contempla mi miseria y mis trabajos y perdóname todas mis ofensas; fíjate cuántos son mis enemigos y con qué odio me odian y detestan. R. Protégeme, Señor, mi vida salva, que jamás quede yo decepcionado de haberte entregado mi confianza; la rectitud e inocencia me defiendan, pues en ti tengo puesta mi esperanza. R. Señor, libra a Israel de todas las angustias que lo embargan.
SALMOS
Entraré en el tabernáculo admirable, hasta la presencia del Señor.
Como caen, sucesivas, las olas del océano, tus torrentes y oleajes sobre mí se han volcado.
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma, te busca a ti, Dios mío.
R.
Del Dios que da la vida está mi ser sediento ¿Cuándo será posible ver de nuevo tu templo?
R.
Las lágrimas han sido mi pan, de día y noche, cuando todos decían "¿Dónde está tu Dios? ¿Dónde?"
Mándeme Dios su amor en las horas del día, y alabaré en la noche al Dios que me da vida.
R.
R.
Yo le diré: "Señor, ¿por qué de mí te olvidas? ¿Por qué debo andar triste cuando el rival me hostiga? R.
R.
R.
TEXTOS DIVERSOS
312
Cuando tuve quebrantos, con acento burlón decían mis enemigos: ¿Dónde quedó tu Dios? R. ¿Qué te abate alma mía? ¿Qué congoja te aflige? Pon tu confianza en Dios, que aún podrás decirle: "Eres la salvación mi Dios, de un alma triste". R.
Salmo 50 R.
Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz perpetua.
R.
El alma que has sacado del cuerpo, Señor, se alegre con tus santos en la gloria. O bici
R.
Se alegran para el Señor los huesos quebrantados. Señor, apiádate de mí, por tu misericordia inmensa, y por tu compasión sin límites olvida mis ofensas; lávame más y más de mis delitos y borra de mi culpa toda huella. R.
SALMOS Y RESPUESTAS
313
Pues mi maldad conozco, cargo siempre mi culpa en la conciencia. A ti, Señor, a ti fue al que ofendí, al cometer el mal, que tú detestas. R. Es justa tu sentencia y eres justo, Señor, al castigarme. Nací en la iniquidad y pecador me concibió mi madre. R. La rectitud de corazón te agrada y me vas enseñando internamente. Lávame tú, Señor, y purifícame, y quedaré más blanco que la nieve.
R.
Haz que sienta otra vez júbilo y gozo y se alegren mis huesos quebrantados. Aleja de tu vista mis maldades y olvídate de todos mis pecados. R. Dame, Señor, un corazón sincero y un espíritu firme. No me arrojes, Señor, lejos de ti ni tu espíritu santo me retires. R. De tu perdón el júbilo devuélveme y un generoso espíritu dispónme; enseñaré tus sendas a los malos y volverán a ti los pecadores. R. Líbrame de la sangre, mi Dios y Salvador; y tu justicia proclamará mi lengua, jubilosa;
TEXTOS DIVERSOS
314
SALMOS Y RESPUESTAS
Pero más poderoso que su estruendo, más potente que el mar y sus oleajes, el Señor en el cielo. R. Muy dignas de confianza son tus leyes, la santidad, Señor, orna tu casa desde siempre y por siempre. R-
abre, Señor, mis labios y tu alabanza cantará mi boca. R. No te gustan, Señor, los sacrificios; si ofrezco un holocausto, no lo aceptas;, un corazón contrito te presento y un corazón así, nunca desprecias. R. Señor, apiádate de Sión y edifica de nuevo sus baluartes. Entonces volverán a complacerte sacrificios rituales, y ofrendas y holocaustos de novillos en tu altar volverán a presentarse. R.
Salmo 92 R.
Me hiciste de tierra, me vestiste de carne. Resucítame en el último día, Señor y Redentor mío. Reina el Señor, vestido de grandeza y de poder ceñido; de modo que no pueda tambalearse, el orbe ha establecido. RTu trono está afianzado desde siempre, y siempre has existido. R. Alzan, Señor, su voz estruendosa los ríos y elevan su fragor. R.
315
Salmo 114 R.
Oí una voz del cielo que decía: "Dichosos los que mueren en el Señor". Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria, porque me prestó atención cuando mi voz lo llamaba. RRedes de angustia y de muerte me alcanzaron y me ahogaban. Entonces rogué al Señor que la vida me salvara. R. El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos. R. Tranquilízate, alma mía, pues Dios fue bueno contigo; mi alma libró de la muerte; del llanto, los ojos míos.
316
TEXTOS DIVERSOS
Y ha evitado que mis pies, tropiecen por el camino. R. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. R.
SALMOS Y RESPUESTAS
317
Salmo 118 I (Aleph)
No dejé de confiar, aunque exclamaba: "¡Qué grande es mi desdicha!" aunque en mi aflicción pensaba: "¡Los hombres son un saco de mentiras!"
Dichosos los que viven rectamente según la ley de Dios. Dichosos los que guardan sus preceptos y lo buscan de todo corazón; los que, sin cometer iniquidades, recorren los caminos del Señor.
¿Cómo pagaré al Señor por todos sus favores? El cáliz alzaré de salvación invocando su nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todos los hombres.
Has dado tus decretos para que los cumplamos puntualmente; ojalá que mis pasos se encaminen a obedecer tus leyes. Así no habré de avergonzarme nunca cuando yo las observe.
Penoso es a los ojos del Señor que sus amigos mueran. Porque soy siervo tuyo, tu servidor e hijo de tu sierva, por eso tú, Señor, rompiste mis cadenas.
Te alabaré con corazón sincero cuando aprenda tus justas prescripciones. Quiero cumplir tu ley exactamente, Señor, ¡no me abandones!
Salmo 115
Voy a hacer sacrificios de alabanza, invocando tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor, ante todos los hombres, en el atrio del templo del Señor que está, Jerusalén, sobre tu monte.
II (Beth) Sólo cumpliendo todos tus mandatos puede un joven vivir honestamente. Con todo el corazón te estoy buscando, de tu ley no permitas que me aleje. Guardo tus mandamientos en mi pecho para nunca ofenderte.
318 ,
TEXTOS DIVERSOS
Bendito eres Señor, enséñale a tu siervo lo que ordenas. Todos los mandamientos de tu boca mis labios enumeran; me gozo más cumpliendo tus peceptos, que teniendo riquezas. Medito tus decretos y me fijo en tus sendas; en tus mandatos tengo mis delicias, jamás me olvidaré de tus sentencias. III (Ghimel) Favorece a tu siervo, y viviré cumpliendo tus preceptos; abre, Señor, mis ojos para ver las maravillas que hay en tus decretos; soy aquí forastero, no me ocultes, Señor, tus mandamientos. Mi alma se consume, deseando cumplir tus decisiones; reprendes y maldices al soberbio que no acata tus órdenes. Líbrame de la burla y el desprecio por cumplir tus deseos; aunque se unan los fuertes contra mí, tu servidor medita tus preceptos, pues son tus mandamientos mi deleite y son mis consejeros.
319
SALMOS Y RESPUESTAS
IV (Daleth) Abatida hasta el polvo está mi alma: con tus palabras vuélveme la vida; te conté mis apuros y escuchaste, por eso quiero ahondar en tus consignas; edúcame en la senda de tus leyes y yo meditaré en tus maravillas. Suspira con tristeza el alma mía, consuélame, Señor, con tus promesas; líbrame de la senda equivocada y haz que cumpla, Señor, lo que deseas. Yo he elegido el camino verdadero y he dado a tus preceptos preferencia. Me apegué a tus preceptos, Señor, no me defraudes; correré por la senda de tus leyes cuando mi corazón ensanches. V(He) Enséñame el camino de tus leyes y yo las cumpliré a la perfección. Ayúdame a apegarme a tus deseos con todo mi fervor guíame por la senda de tus órdenes porque en ella se alegra el corazón. Mi corazón inclina a tus preceptos y no hacia la codicia;
320
TEXTOS DIVERSOS
que no vean mis ojos vanidades y al seguir tu camino, dame vida. Cumple conmigo la promesa que a tus devotos tienes ofrecida. Quita de mí ese oprobio que me espanta, porque tus leyes son benignas. Cómo anhelo cumplir tus mandamientos; dame vida, Señor, con tu justicia. VI (Vau) Que tu favor y salvación me alcancen, conforme a tu promesa: así responderé a los que se burlen por fundar en tus dichos mi certeza; las palabras sinceras no me quites, pues finco mi esperanza en tus sentencias. Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre y para siempre: y andaré en libertad, porqué busco tus leyes y, sin sentir vergüenza, de tus decretos hablaré a los reyes. Serán mi complacencia tus decretos, que tanto he amado; levantaré mis manos hacia ti pensando en tus mandatos.
SALMOS Y RESPUESTAS
321
VlI(Zain) Recuerda la promesa que me hiciste y que me dio esperanza; el único consuelo en mi aflicción es saber que da vida tu palabra; me insultan sin parar los insolentes, pero a mí de tu ley nada me aparta. Me acordé de tus juicios de otro tiempo y quedé consolado; y sentí indignación contra el impío, que olvida tus mandatos; tus mandamientos eran mis canciones en territorio extraño. Me acordé por la noche de tu nombre y guardé tus preceptos. Esto me ha sucedido por cumplir tus decretos. VIII (Heth) Me dije que mi herencia consistía en observar tu ley exactamente; imploro tu favor con toda el alma: conforme a tu palabra, compadéceme; examiné mi vida y enderecé mis pasos a tus leyes. ' Con prontitud, Señor, y diligencia tus preceptos acato;
322
TEXTOS
aunque me han puesto trampas los impíos, jamás de tus leyes me he olvidado. Para alabarte por tus justos juicios a mitad de la noche me levanto. Me junto con aquellos que te temen y cumplen tus preceptos; de tu bondad está llena la tierra, enséñame, Señor, tus mandamientos.
IX (Teth) Has tratado, Señor, bien a tu siervo, conforme a tu palabra; enséñame a gustar y a comprender, porque en tus leyes tengo mi confianza; antes de la aflicción fui un descarriado, pero ahora me ajusto a tu enseñanza. Eres bueno, Señor, y haces el bien; instruyeme en tus leyes; los soberbios conspiran contra mí, pero yo sigo fiel a lo que ordenes; tienen el corazón endurecido, mas yo en tu voluntad hallo deleite. Me vino bien sufrir, porque pude aprender tus enseñanzas; para mí tus preceptos valen más que miles de monedas de oro y plata.
DIVERSOS
SALMOS
Y
323
RESPUESTAS
X (Iod) Tus manos me hicieron y formaron; enséñame a entender tus mandamientos; tus fieles me verán con alegría, pues mi esperanza en tu palabra he puesto. Yo sé, Señor, que son justas tus órdenes, que con razón me enviaste el sufrimiento. Que me sirva de alivio tu cariño, conforme a la promesa hecha a tu siervo; apiádate de mí, y reviviré pues serán mi delicia tus preceptos; que queden confundidos los soberbios y yo meditaré en tus mandamientos. Vuelvan a mí tus fieles, los que toman en cuenta tus mandatos, y que mi corazón cumpla tus leyes para que nunca quede avergonzado. XI (Caph) Ansiando que me salves, me consumo y en tu palabra espero; mis ojos languidecen mientras digo ¿cuándo, Señor, me llegará el consuelo? Aunque estoy como odre sobre el humo, no olvido tus preceptos. ¿Cuántos días le quedan a tu siervo? ¿Cuándo de su opresor le harás justicia?
TEXTOS DIVERSOS
324
Me han rodeado de trampas los soberbios de tus leyes pasando por encima; son verdaderos todos tus mandatos; me persiguen, Señor, no lo permitas. Casi a punto estuvieron de matarme, pero no me olvidé de tus consignas; consérvame la vida en tu bondad para que pueda cumplir lo que prescribas. XII (Lamed) Tu palabra, Señor, es para siempre, y en el cielo subsiste; trasciende las edades tu verdad; tú fundaste la tierra y sigue firme; de acuerdo con tus órdenes perduran pues todo está para servirte. Si en tu ley no tuviera mi deleite, habría perecido en mi miseria; jamás me olvidaré de tus decretos pues con ellos me has dado vida nueva. Sé tú mi salvación, pues yo soy tuyo y a tus leyes he dado mi obediencia. Los malvados trataban de arruinarme, pero yo meditaba en tus preceptos; a toda perfección le encuentro límites; sólo tu ley, Señor, no tiene término.
SALMOS Y RESPUESTAS
325
XIII (Mem) Amo tanto, Señor, tu voluntad, que paso todo el día meditándola; tu ley me hizo más sabio que el rival pues siempre me acompaña; soy más docto que todos mis maestros, porque medito en tu enseñanza. Soy más sagaz que los ancianos, porque en tu ley he puesto mi observancia; retiro mi pie del mal camino, por cumplir tus palabras; y, pues tú me has instruido, mis actos de tus leyes no se apartan. ¡Qué dulce al paladar es tu promesa! más que miel en la boca; tus preceptos me dan discernimiento, por eso odio las sendas engañosas. XIV (Nun) Tu palabra es antorcha de mis pasos y luz de mi sendero; lo juro y cumpliré lo que he jurado: que observaré tus justos mandamientos; en mi extrema aflicción dame la vida, conforme a la promesa hecha a tu siervo. Acepta el homenaje de mi boca y enséñame tus juicios; ,
TEXTOS DIVERSOS
326
mi vida está en peligro a cada instante, pero yo de tu ley jamás me olvido. Me tendieron un lazo los malvados, pero no me aparté de tus caminos. Son mi herencia perpetua tus decretos y son mi regocijo; por eso al cumplimiento de tus leyes mi corazón inclino.
XV (Semech) Aborrezco a los hombres inconstantes, pero le tengo amor a tus preceptos; tú eres mi protector y mi refugio y en tu palabra espero; apártense de mí, hombres malvados, y cumpliré, Señor, tus mandamientos. Sostenme con tu dicho y viviré; que no quede frustrada mi esperanza; ayúdame, Señor, y seré salvo, y fijaré en tus leyes la mirada. Al que deja tus leyes lo desprecias, pues proyecta falacias. Consideras basura a los malvados, por eso tengo amor a tus preceptos; ante ti, de temor, tiembla mi carne, y temo tus decretos.
SALMOS Y RESPUESTAS
327
XVI (Ain) Yo practico el derecho y la justicia, no me entregues, Señor, al enemigo; sal fiador de tu siervo, para que no lo opriman los inicuos. Mis ojos se consumen aguardando tu prometida ayuda y justo juicio. Conforme a tu bondad, trata a tu siervo y dame a conocer tus ordenanzas; soy siervo tuyo, dame inteligencia para entender, Señor, lo que me mandas; ya es hora de que actúes, porque tu ley quebrantan. Amo tus mandamientos más que el oro purísimo, por eso aprecio tus decretos y el engaño abomino. XVII (Phe) Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo los cumplo; da luz la explicación de tu palabra y enseña a los incultos; como quien toma el aire por la boca, así anhelo cumplir tus estatutos. Vuélvete a mí y ten misericordia, como sueles hacer con tus amigos;
328
TEXTOS DIVERSOS
endereza mis pasos con tus leyes y que no me domine nada inicuo; líbrame de los hombres opresores para poder andar por tus caminos. Muéstrate bondadoso con tu siervo y dame a conocer tus ordenanzas; ríos de agua descienden de mis ojos porque tu ley no ha sido respetada.
XVIII (Sade) Eres justo, Señor, y rectos son tus juicios; con justicia y verdad tus leyes has prescrito; el celo me consume porque olvidan tu ley mis enemigos. Tu promesa ha pasado toda prueba y tu servidor la ama; poca cosa soy yo y despreciable, pero jamás olvido lo que mandas; una justicia eterna en tu justicia y tu voluntad no pasa. Aunque angustias y penas no me faltan, tus leyes siguen siendo mi delicia; eternamente justas son tus normas, dámelas a entender para que viva.
329
SALMOS Y RESPUESTAS
XIX (Coph) Señor, responde a mi clamor y guardaré tus leyes; a ti te estoy pidiendo que me salves para poder cumplir con lo que quieres; despierto antes del alba y pido auxilio y en tu palabra espero firmemente. A fin de meditar en tu promesa, mis ojos a la aurora se anticipan; conforme a tu bondad, oye mi voz y conforme a tu ley, dame la vida; se acercan ya mis fieros enemigos, los que tu ley olvidan. Tú, Señor, estás cerca y todos tus decretos permanecen; de tiempo atrás yo sé que tus preceptos los has establecido para siempre. XX (Res) Mira mi abatimiento y ponme a salvo, pues nunca eché tu ley en el olvido; defiende tú mi causa rescatándome y hazme vivir según lo has prometido; por no buscar tu ley, lejano del malvado está tu auxilio. Tu ternura, Señor, no tiene límites; de acuerdo con tu ley, dame la vida;
TEXTOS DIVERSOS
330
aunque muchos me agravian y persiguen yo no me apartaré de tus consignas; viendo a los renegados, sentí asco, pues tu ley evadían. Mira, Señor, cómo amo tus preceptos y conforme a tu amor, dame la vida; clave de tu palabra es la verdad y eternas son tus normas de justicia.
XXI (Sin) Los grandes me persiguen sin razón, Pero yo temo más a tus palabras. Me alegro en tus promesas, como aquél que se encuentra unas alhajas; detesto y aborrezco la mentira, pero tu ley mi corazón inflama. Siete veces al día te bendigo, por tus justos decretos; quienes aman tu ley gozan de paz y no tienen tropiezos; tu salvación aguardo, porque cumplo, Señor, tus mandamientos. Yo guardo tus mandatos y los amo en extremo; yo cumplo tus decretos y tus órdenes, pues tú conoces todos mis senderos.
331
SALMOS Y RESPUESTAS
XXII (Tau) Que mi queja, Señor, llegue hasta ti, con tus palabras dame inteligencia; que llegue mi plegaria a tus oídos; rescátame conforme a tu promesa; que proclamen mis labios tu alabanza, pues tus leyes me enseñas. Que tu fidelidad cante mi lengua porque son justos todos tus decretos; que tu mano esté pronta a socorrerme, pues tus leyes prefiero; tu salvación ansio y encuentro mi deleite en tus preceptos. Dame vida, Señor, para alabarte; que vengan tus mandatos en mi auxilio, cual oveja extraviada ando perdido; ven, Señor, al rescate de tu siervo, pues yo de tus preceptos no me olvido. Salmo 121 Qué alegría sentí cuando dijeron "Vayamos a la casa del Señor". Y hoy estamos, por fin, Jerusalén, pisando tus umbrales. Jerusalén ha sido edificada como un conjunto armónico.
332
TEXTOS DIVERSOS
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado a celebrar su nombre; porque allí, en el palacio de David están los tribunales de justicia. Para Jerusalén, pidan la paz: "Que prosperen aquellos que te aman, que reine la paz entre tus muros y la seguridad en tus palacios". Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir "La paz esté contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. Salmo 125 Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar: entonces no cesaba de reír nuestra boca ni se cansaba entonces la lengua de cantar. Aun los mismos paganos con asombro decían: "Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor". Y estábamos alegres pues ha hecho cosas grandes por su pueblo el Señor. Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora, nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo, cosecharán aquellos que siembran con dolor.
333
SALMOS Y RESPUESTAS
Al ir, iban llorando, cargando su semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
Salmo 131 En favor de David, no te olvides, Señor, de sus desvelos, cuando al Señor, al Fuerte de Jacob, hizo este juramento: "No he de entrar en la tienda donde habito, ni he de subir al lecho en que descanso, no habré de conceder sueño a mis ojos ni quietud a mis párpados, hasta que halle un lugar para el Señor, para el Dios de Jacob, un tabernáculo". Supimos que en Efrata estaba el arca, en campos de Jaar la descubrimos entremos en la tienda del Señor, y a sus pies, adorémoslo, rendidos. Levántate, Señor, ven a tu casa, ven con el arca, poderoso auxilio: tus sacerdotes vístanse de gala, tus fíeles, jubilosos lancen gritos. Por amor a David, tu servidor, no apartes la mirada de tu ungido.
334
TEXTOS DIVERSOS
El Señor, que jamás va a retractarse, le ha jurado a David esta promesa: "Pondré sobre tu trono, a uno de tu propia descendencia". Si tus hijos son fieles a mi alianza, y obedecen mis leyes, también ocuparán sus hijos tu trono para siempre. Esto es así, porque el Señor ha preferido a Sión como morada: "Aquí está mi reposo para siempre; porque así me agradó, será mi casa". Yo la bendeciré con provisiones y saciaré de pan al indigente, de gala vestiré a sus sacerdotes y gritarán de júbilo sus fieles. Haré que brote un vastago a David y encenderé una lámpara a mi ungido; Pondré sobre su frente mi diadema; de afrentas llenaré a sus enemigos. Salmo 133
335
SALMOS Y RESPUESTAS
Que te bendiga a ti, que eres su pueblo, desde este monte Sión el Señor, hacedor de tierra y cielo.
Salmo 148 Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo; que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos. Que alaben al Señor el sol, la luna y todos los luceros. Que lo alabe la bóveda celeste y las aguas que cuelgan de los cielos. Que el nombre del Señor alaben todos, pues por órdenes suyas, existieron; él les dio consistencia para siempre e inmutables preceptos. Alaben al Señor desde la tierra monstruos del mar, océanos enormes, rayos, granizo, nieve, bruma huracanes sumisos a sus órdenes.
Bendigan al Señor todos ustedes, que son sus servidores; ustedes que en la casa del Señor se quedan por la noche.
Montes y sierras todas, plantas de ornato y árboles frutales, animales domésticos y fieras, reptiles y volátiles.
En dirección al templo alcen las manos y llenen al Señor de bendiciones.
Reyes y pueblos todos de la tierra gobernantes y jueces de este mundo;
TEXTOS DIVERSOS
336
jóvenes y doncellas, niños y ancianos juntos. El nombre del Señor alaben todos, pues su nombre es excelso; su gloria sobrepasa cielo y tierra y ha hecho fuerte a su pueblo. Que lo alaben los fieles de Israel, a quien él eligió como su pueblo.
RESPONSORIOS
337
2 RESPONSORIOS Para el último adiós al cuerpo del difunto:
— Recibe, Señor, Dios nuestro, el alma de este difunto (esta difunta), por quien has derramado tu sangre. Acuérdate, Señor, de que somos polvo, de que el hombre es como hierba y flor del campe V. Señor, mis pecados me aterran, y ante ti me sonrojo. Acuérdate, Señor, de que somos polvo, de que el hombre es como hierba y flor del campo O bien:
— Señor, antes de que yo naciese, me conocías; a imagen tuya me modelaste. Ahora te devuelvo el alma, Creador mío. V. Señor, mis pecados me aterran, y ante ti me sonrojo. Cuando vengas como Juez, no me condenes. Ahora te devuelvo el alma, Creador mío.
338
TEXTOS DIVERSOS 339
ORACIONES
O bien:
— Creo que mi redentor vive y que, al final de los tiempos, he de resucitar del polvo: Y, en esta carne mía, contemplaré a Dios, mi Salvador. V. Lo veré yo mismo, no otro; mis propios ojos lo contemplarán. Y, en esta carne mía, contemplaré a Dios, mi Salvador. O bien:
— Líbrame, Señor, de la muerte eterna, tú que destruíste su poder y visitaste a los que estaban bajo su dominio: para iluminar a los que están en las tinieblas. V. Dales, Señor, el descanso eterno, brille para ellos la luz perpetua. Para iluminar a los que están en las tinieblas. O bien:
— Tú que resucitaste a Lázaro del sepulcro: concédele, Señor, el descanso y el perdón. V. Dale, Señor, el descanso eterno, brille para él (ella) la luz perpetua. Concédele, Señor, el descanso y el perdón.
3 ORACIONES Para la estación en la casa del difunto Por un difunto y por los que lo lloran:
Concédenos, Dios de misericordia, lo que con lágrimas te pedimos; no desoigas nuestras súplicas y, con tu compasión infinita otorga a tu hijo (hija) N. la paz y la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Para la Liturgia de la palabra Dios nuestro, gloria de los fieles y vida de los justos, nosotros, los redimidos por la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que recibas con bondad a tu siervo (sierva) N., y, pues creyó en la futura resurrección, concédele alcanzar los gozos de la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
340
TEXTOS
DIVERSOS
ORACIONES
341
O bien:
Por un sacerdote o un diácono:
Dios, Padre todopoderoso, que por el bautismo nos has hecho participar de la muerte y resurrección de tu Hijo, concede a tu siervo (sierva) N. que, libre de los lazos de la muerte, pueda gozar de la compañía de tus elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Señor, tu siervo N. distribuyó la palabra y los sacramentos a tu familia que peregrina en la tierra; ya que eres padre de familia, reúnelo con los que, rota su casa de barro, han ido pasando al cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
O bien:
Por un difunto que ha trabajado en el servicio del Evangelio:
Escucha, Señor, nuestras súplicas, para que, al confesar la resurrección de tu Hijo, se afiance también la esperanza de que nuestro hermano (nuestra hermana) resucitará. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. O bien:
Prepara, Señor nuestros corazones, para escuchar tu palabra, a fin de que encontremos por ella luz en nuestra oscuridad, fe en nuestra duda, y nos consolemos mutuamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Señor, imploramos humildemente tu misericordia, para que nuestro hermano (nuestra hermana) N. que entregó su vida al servicio del Evangelio, alcance el premio de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Por un difunto que ha padecido larga enfermedad: Dios nuestro, que quisiste que nuestro hermano (nuestra hermana) te sirviera en la prueba de su larga enfermedad, te pedimos que quien fue paciente a ejemplo de tu Hijo, alcance el premio de su misma gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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TEXTOS DIVERSOS
Por los padres: Dios nuestro, que nos has mandado honrar padre y madre, ten misericordia de mi padre y de mi madre (de nuestros padres) y haz que me reúna (nos reunamos) un día con ellos en la claridad de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Por los cónyuges: Ten misericordia, Señor, de tus hijos N. y N., que vivieron unidos en el matrimonio; así como el amor conyugal los unió en esta vida, que la plenitud de tu amor los reúna en la eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Por los hermanos, allegados y bienhechores: Dios nuestro, que concedes el perdón de los pecados y quieres la salvación de los hombres, por intercesión de santa María, la Virgen, y de todos los santos, concede a nuestros hermanos, parientes y bienhechores que han salido ya de este mundo,
ORACIONES
alcanzar la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Junto al sepulcro: Padre nuestro, que, atento siempre a las súplicas de tus fieles, escuchas los deseos de nuestro corazón, concede a tu siervo (sierva) N., cuyo cuerpo acabamos de depositar en la tierra, participar con tus santos y elegidos de la recompensa de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Oraciones conclusivas en el cementerio: Dios nuestro, autor de la vida, que haces revivir los cuerpos de los que han muerto y quieres que los pecadores eleven a ti sus súplicas, escucha las oraciones que te dirigimos por tu siervo (sierva) N., y líbralo (líbrala) de la muerte, para que, con tus santos, participe en las alegrías del paraíso. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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TEXTOS DIVERSOS
O bien:
Dios nuestro, cuyos días no tienen fin y cuya misericordia es infinita, no permitas que olvidemos que nuestra vida es breve y el tiempo de la muerte incierto; y concédenos que tu Espíritu nos haga caminar en santidad y justicia a lo largo de la vida, para que, unidos a tu Iglesia, en la confianza de una fe cierta, en el consuelo de una esperanza santa y en la perfecta caridad con todos los hombres, después de haberte servido en la tierra, lleguemos felizmente a tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. O bien:
Dios todopoderoso, que por la muerte de Jesucristo, tu Hijo, destruíste nuestra muerte, que por su reposo en el sepulcro, santificaste las tumbas y que, por su gloriosa resurrección, nos restituíste la vida y la inmortalidad; escucha nuestra oración por aquellos que, muertos en Cristo y consepultados con él, anhelan la feliz esperanza de la resurrrección;
ORACIONES
concede, Señor, de vivos y muertos, a cuantos en la tierra te conocieron por la fe, alabarte sin fin en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. O bien:
Autor de la vida y Señor de los difuntos, acuérdate de tu siervo (sierva) N., que ha comido tu Cuerpo y bebido tu Sangre y ha ido al descanso confiando en ti; cuando vengas con majestad, acompañado de tus ángeles, resucítalo (resucítala) de su sepulcro y sácalo (sácala) del polvo, revístelo (revístela) con traje de honor y colócalo (colócala) a tu derecha, para que contigo entre en la morada del cielo y alabe tu bondad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
Para las exequias de párvulos: Te pedimos, Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, que estuvo al pie de la cruz del Hijo que moría,
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TEXTOS
que avives la fe en quienes como ella están ahora afligidos por la muerte de este niño (esta niña), los socorras y les alcances el premio eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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PLEGARIAS
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UNIVERSALES
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FORMULARIOS PARA LA PLEGARIA UNIVERSAL I, ormulario general Oremos con fe a Dios Padre, para quien toda criatura vive, y pidámosle que escuche nuestra oración. — Para que perdone los pecados de su siervo (sierva) N. y acepte sus buenas obras, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que lo (la) libre de toda pena merecida por sus culpas y pueda participar ya en el descanso eterno, roguemos al Señor. R. — Para que, dejado ya este mundo, goce eternamente en el paraíso, roguemos al Señor. : — Para que a nosotros el Espíritu Santo nos lleve por las sendas de la fe y nos dé la esperanza firme de alcanzar, junto a nuestro hermano (nuestra hermana), el reino eterno, roguemos al Señor, u Señor Dios, que has querido que nuestro hermano (nuestra hermana) N.
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DIVERSOS
por medio de la muerte, se asemejara a Cristo, que por nosotros murió en la cruz, escucha nuestra oración y dígnate hacer partícipe en la Pascua renovadora de tu Hijo al (a la) que, mientras vivía en la tierra, fue marcado (marcada) con el sello del Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 2. Formulario general Pidamos al Señor que se compadezca de nuestras lágrimas, él, que atendió la voz de su Hijo cuando en la cruz le presentó sus oraciones y súplicas. — Para que Dios, nuestro Señor, coloque entre los moradores felices de su reino a nuestro hermano (nuestra hermana), el niño (la niña) N., a quien acaba de llamar de este mundo, y le dé a gozar de los bienes del cielo, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que, ya que en el bautismo lo (la) eligió como miembro de su Iglesia en la tierra, ahora en el cielo lo (la) admita también entre los santos y elegidos, roguemos al Señor. R.
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UNIVERSALES
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— Para que Dios sea refugio y fortaleza de quienes, sin comprender sus designios, lloran su muerte, roguemos al Señor. R. — Para que el Señor se compadezca de los que se ven desconcertados ante esta [inesperada] muerte y los reconforte con la esperanza de la vida eterna, roguemos al Señor. R. — Para que las lágrimas de sus [padres y] familiares se transformen un día en aquel gozo que nadie les podrá nunca arrebatar, roguemos al Señor. R. — Para que a todos los que lloran su muerte les sirva de alivio la comunión fraterna y la solidaridad cristiana de quienes nos hemos reunido aquí para acompañarlos, roguemos al Señor. R. — Para que todos nosotros comprendamos, en la escuela del dolor y de las lágrimas, la caducidad de los bienes terrenos y nos adhiramos con fe a los eternos, roguemos al Señor. R. — Concluyamos nuestra oración pidiendo a Dios por todos los hombres; y para que santifique a su Iglesia, colme de bienes al mundo y se compadezca de todos los que sufren, roguemos al Señor. R.
Dios nuestro, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio
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de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y concedas al niño (a la niña) N. vivir eternamente contigo en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
3. Formulario general Acudamos al Padre de misericordia y Dios de todo consuelo y pidámosle que vuelva sus ojos hacia nosotros, sus siervos, que lloramos la trágica e inesperada muerte de aquellos a quienes amábamos. — Por nuestros hermanos, arrancados tan inesperadamente de nuestra convivencia terrena; para que el Señor los acoja en su reino de bienestar, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que Dios les perdone todos sus pecados y les premie sus buenas obras, roguemos al Señor. R. — Por sus familiares, que sufren la gran prueba de su imprevista muerte y trágica desaparición; para que encuentren en la fe la fortaleza necesaria para superar esta gran pena, roguemos al Señor. R.
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— Para que sus lágrimas y sufrimientos se transformen un día en aquel gozo que nadie les podrá nunca arrebatar, roguemos al Señor. R. — Para que a todos los que lloran ante esta desgracia les sirva de alivio la comunión fraterna y la solidaridad cristiana de quienes nos hemos reunidos aquí para acompañarlos, roguemos al Señor. R — Para que el Señor, que contempla cómo el dolor nos desconcierta y cómo es débil nuestra fe, nos ayude a aceptar el misterioso designio de su voluntad tal como se ha realizado en nuestros hermanos muertos y como se cumplirá también en cada uno de nosotros cuando a él le plazca, roguemos al Señor. R. Dios nuestro, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y concedas a nuestros hermanos vivir eternamente contigo en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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4. Formulario general Pidamos al Señor que se compadezca de nuestras lágrimas, él, que atendió la voz de su Hijo cuando en la cruz le presentó sus oraciones y súplicas. — Para que el Señor, que lloró ante la tumba de su amigo Lázaro y se compadeció ante las lágrimas de la viuda de Naím, que lloraba la muerte de su hijo único, se compadezca también de los padres [y familiares] del pequeño (de la pequeña) N., roguemos al Señor. R . Te rogamos, Señor. — Para que les dé la fuerza necesaria para superar esta pena, a fin de que sepan hallar en la fe consuelo y esperanza, roguemos al Señor. R. — Por todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección, para que Dios los ilumine con la claridad de su rostro, roguemos al Señor. R. — Por todos los que nos hemos reunido aquí en la fe y en el amor, para que Dios nos reúna también en su reino glorioso, roguemos al Señor. R. — Para que afiance al pueblo cristiano en la fe y en la unidad, y libre al mundo entero de todos los males, roguemos al Señor. R.
R.
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Dios nuestro, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y nos concedas vivir eternamente contigo y con el niño (la niña) N. en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
5. Formulario general Elevemos ahora nuestras súplicas al Señor, implorando los bienes de su misericordia y de su bondad. —
Para que el Señor mitigue el dolor de los padres y familiares que lloran la muerte de este niño (esta niña), roguemos al Señor.
R . Te rogamos, Señor. —
Para que los ayude, a fin de que sepan hallar en la fe consuelo y esperanza, roguemos al Señor. R.
—
Para que acreciente la fe de los fieles y libre al mundo de todo mal, roguemos al Señor, k.
—
Para que avive en todos nosotros la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor. R.
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Dios nuestro, Padre bueno y justo, inclinándonos humildemente ante el misterio de unos designios que no comprendemos, te pedimos que escuches nuestras plegarias, ilumines las tinieblas en que nos sume nuestro dolor y nos concedas vivir eternamente contigo y con el niño (la niña) N en la felicidad de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
6. En la muerte de un padre (una madre) de familia
PLEGARÍAS
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hijos: para que colaboren generosamente a hacer de la sociedad una familia humana. R. — Pidamos por todos los difuntos: para que el Padre de las misericordias los admita en su morada del cielo. R. Señor, escucha nuestras súplicas, y recibe en tus brazos a nuestro hermano (nuestra hermana) N. que amó y sirvió a su familia imitando tu generosidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Con la confianza puesta en el amor de Dios, oremos por N. y por todos los que sufren esta pérdida. 7. En una muerte repentina — Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) N.: para que la semilla de su vida truncada [en plena juventud] florezca multiplicada en el amor de los suyos. R. Te rogamos, Señor. — Oremos por sus familiares: para que superen la tristeza y afronten la vida con esperanza. R. — Pidamos también por esta comunidad [parroquial]: Para que, en situaciones como ésta, estemos cerca de los que sufren. R. — Oremos por todos los matrimonios cristianos y por sus
Con el corazón apenado por la muerte de N., pero confiando en la misericordia de Dios, nuestro Padre, oremos con fe. — Para que libre de todo mal y admita en su presencia a nuestro hermano (nuestra hermana) N,, que ha sido arrebatado (arrebatada) por la muerte de forma tan inesperada, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que ayude a sus familiares y amigos y los consuele con su gracia, roguemos al Señor. R.
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— Para que la Iglesia, en ésta y en otras circunstancias de dolor, anuncie eficazmente la victoria de Cristo sobre la muerte, roguemos al Señor. R.
— Por sus familiares y las personas que lo (la) han asistido, para que Dios premié sus desvelos y les conceda la paz, roguemos al Señor. R.
— Para que todos los que nos hemos reunido para dar el último adiós a N. sepamos construir una sociedad más humana y fraterna, roguemos al Señor. R.
— Por los enfermos incurables y por los moribundos, para que Dios venga en su ayuda y les dé fortaleza y esperanza en la vida que no acaba, roguemos al Señor. R.
— Para que Dios purifique a los fieles difuntos con su misericordia y los revista de gloria y de inmortalidad, roguemos al Señor. R.
— Por todos nosotros, para que ayudemos a los que sufren, compartiendo su lucha contra la enfermedad o el dolor, roguemos al Señor. R.
Dios nuestro, ten misericordia de tu siervo (sierva) N., y a nosotros concédenos mantener siempre viva la esperanza de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
— Por los difuntos de esta comunidad, para que resuciten un día revestidos de gloria, roguemos al Señor. R.
8. En una muerte después de larga o penosa enfermedad Oremos, hermanos, por medio de nuestro Señor Jesucristo, que soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores para salvarnos. — Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., que ha sido probado (probada) en su enfermedad, para'que Dios lo (la) encuentre digno (digna) de sí, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor.
Escucha, Padre de bondad, las oraciones de tu pueblo y sé para todos refugio y fortaleza en los momentos de prueba. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
9. En la muerte de un joven (una joven) Aunque la oración es difícil en momentos como el que estamos viviendo, levantemos nuestra mirada a Dios Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, para que nos reconforte y nos ayude a seguir caminando guiados por la fe.
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— Por N., para que encuentre en la morada definitiva la plenitud de la vida y de la felicidad que apenas empezó a disfrutar en este mundo, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor.
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10. En la muerte de un niño (una niña) (1) Confortados por la palabra de Dios, abrámosle nuestro corazón para encontrar la ayuda de su misericordia. — Por los padres (y familiares) de N., para que encuentren en Dios su consuelo y en nosotros la amistad, roguemos al Señor.
— Por la familia (los padres y hermanos) y los amigos de , para que no se dejen abatir por la tristeza de la separación y confíen en que un día se volverán a encontrar con él (ella) en la casa del Padre, roguemos al Señor. R
R. Te rogamos, Señor..
— Por los jóvenes, para que no pongan su corazón en lo que es perecedero y trabajen con ilusión por un mundo más acogedor y más bello, roguemos al Señor. R.
— Por los educadores y los que se dedican al cuidado de los niños, para que pongan mucho amor en su tarea, roguemos al Señor. R.
— Por la Iglesia, por los pastores y fieles, para que seamos capaces de hacer más atractivo el seguimiento de Jesucristo, roguemos al Señor. R.
— Por los niños que mueren sin que nadie llore por ellos, para que Dios los reciba en su regazo, roguemos al Señor. R.
Escucha, Padre, la oración que te dirigimos en favor de N. y de todos sus familiares y amigos; sabiendo que sólo tú puedes hacernos plenamente felices. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
— Por todos nosotros, para que tratemos de mejorar tantas cosas que están mal en nuestra vida y en nuestro mundo, roguemos al Señor. R. Recibe, Señor, las súplicas de tus fieles y concede el don de la esperanza y del consuelo a quienes se sienten abatidos por la muerte de este niño (esta niña). Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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11. En la muerte de un niño (una niña) (2) Hermanos: Invoquemos con fe a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó de entre los muertos a su Hijo Jesucristo para la salvación de todos los hombres. — Para que afiance al pueblo cristiano en la fe y en la unidad, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que libre al mundo entero de todos los males, roguemos al Señor. R. — Por todos los que nos hemos reunido aquí en la fe y en el amor, para que Dios nos reúna en su reino glorioso, roguemos al Señor. R.
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12. En « M «raerte por accidente Oremos a Dios, el único que puede responder a nuestra angustia con la promesa y la realidad de la vida eterna. — Por nuestro hermano (nuestra hermana) í , cuya vida ha quedado truncada por un accidente [de carretera, laboral], para que Dios lo (la) reciba en sus brazos de Padre, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Por los familiares [la esposa (el esposo), los hijos] y los amigos de N., para que encuentren fortaleza en su fe y motivos para seguir luchando, roguemos al Señor. R.
— Por los padres y familiares del niño (de la niña) N., para que sepan hallar en la fe el consuelo y la esperanza, roguemos al Señor. R.
— Por todos los que mueren de manera violenta [en la carretera, en el lugar de trabajo], para que alcancen la felicidad y la paz que en esta vida no pudieron encontrar, roguemos al Señor. R.
— Por los que se han dormido en la esperanza de la resurrección, para que Dios los reciba y los ilumine con la claridad de su rostro, roguemos al Señor. R.
— Por nuestra sociedad, para que no haga de la vida una frivolidad o una carrera de obstáculos, en la que imperen el placer y el egoísmo, roguemos al Señor. R.
Escucha, Señor, las súplicas con que imploramos tu misericordia, para que un día participemos en la vida eterna con este niño (esta niña), que ya vive en tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
— Por todos nosotros, para que pongamos nuestra voluntad en los valores que permanecen y llevemos a la práctica la solidaridad cristiana, roguemos al Señor. R. Señor, tú que eres compasivo y justo, escucha las oraciones de tu Iglesia
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y ayúdanos a superar la adversidad y a vivir guiados por la fe y sostenidos por la esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 13. En una muerte por homicidio o por presunto suicidio Unidos a todos los que sufren por la muerte de N. [en las circunstancias en que se ha producido], acerquémonos al Señor de la misericordia, para encontrar luz en la oscuridad y fe en nuestra duda. — Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., por quien Jesús, nuestro Salvador, entregó su vida, para que alcance el perdón y la misericordia del Padre, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Por sus familiares y amigos, desconcertados ante esta muerte, para que vivan apoyados en Jesús, manso y humilde de corazón, y encuentren en él el consuelo prometido, roguemos al Señor. R. — Por todos los que han muerto en circunstancias extrañas, para que el Dios que conoce el corazón y la responsabilidad de cada uno, sea para ellos compasivo y misericordioso, roguemos al Señor. R.
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— [Por quien haya podido tener alguna responsabilidad directa en la muerte de N., para que reconsidere su acción y se integre, convertido y reconciliado, en la comunidad cristiana, roguemos al Señor. U ] — Por nuestra sociedad, que se hace competitiva y violenta, para que recupere la jerarquía de los valores morales y defienda eficazmente el sagrado derecho a la vida que tiene todo ser humano, roguemos al Señor. — Por todos nosotros y por los que ansian un mundo más fraterno, para que superemos con el amor cualquier conflicto o enfrentamiento, roguemos al Señor, K Escucha, Señor, nuestra oración y ten piedad de N. que fue hecho hijo tuyo (hecha hija tuya) por el bautismo; acepta el bien que hizo en su vida y perdona sus culpas o debilidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. 14. En la muerte de una persona alejada o en situación irregular Oremos al Dios de la misericordia y del perdón infinitos. — Pidamos por N. al Padre que conoce los corazones df todos y las dificultades y problemas de cada uno, que él sea para nuestro hermano (nuestra hermana) juez misericordioso, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor.
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— Pidamos por la familia y los amigos de N., al Dios de quien procede todo bien. Que él les conceda consuelo en el dolor y fortaleza para vivir como hijos suyos, ruguemos al Señor. H — Pidamos por toda la comunidad cristiana, al Padre que nos congrega en el amor. Que él nos haga testigos más convincentes del Evangelio de Cristo, roguemos al Señor. K. — Pidamos por los no creyentes, al Dios de quien viene la luz de la verdad. Que él les conceda conocerlo como premio a la rectitud y sinceridad de sus vidas, roguemos al Señor. R. — Pidamos por todos los difuntos, al Padre que les comunicó la vida y los hizo semejantes a él. Que los admita en su reino eterno, una vez reparada la imagen divina en cada uno, roguemos al Señor. R, Dios todopoderoso, Padre de misericordia, da la paz y el descanso eterno a los difuntos; y concede a cuantos te buscan en lo más profundo de su corazón, el gozo de reconocerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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15. En la muerte de un obispo, un presbítero o un diácono Hermanos: Oremos a Dios Padre misericordioso, que nos reúne para celebrar la muerte y resurrección de su Hijo, para que conceda la felicidad de su reino a nuestro hermano N., a quien en el bautismo llamó a la vida eterna y en el sacramento del orden puso al servicio de su pueblo. Por el obispo, un presbítero o un diácono:
— Por nuestro hermano N. [obispo, presbítero, diácono], elegido para hacer las veces de Cristo en medio de la comunidad cristiana, para que sea contado entre los servidores fieles y reciba el premio de sus trabajos, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. Por el obispo o un presbítero:
— Por el que fue ordenado para ofrecer sobre el altar el sacrificio de Cristo uniendo a él la oblación de los fieles, para que participe para siempre en el banquete celeste y en la alabanza de los bienaventurados, roguemos al Señor. R. Por un diácono:
— Por el que fue ordenado para proclamar el Evangelio y servir al altar y a los pobres, para que participe para siempre en el banquete celeste y en la alabanza de los bienaventurados, roguemos al Señor. R.
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— Por la Iglesia santa de Dios, para que no se vea privada de los ministros necesarios del Evangelio y de los sacramentos, roguemos al Señor. R. — Por esta comunidad de N., que conoció la dedicación pastoral de nuestro hermano N., para que guarde con amor su memoria y persevere siempre en la fe, roguemos al Señor. R. — Por todos nosotros, para que a imagen de Cristo, buen Pastor, demos día a día la vida por nuestros hermanos, roguemos al Señor. R. Dios nuestro, que quisiste dar pastores a tu pueblo, al elevar nuestras oraciones en favor de nuestro hermano N., [Obispo, presbítero, diácono de esta iglesia], te pedimos que le concedas el premio prometido a tus servidores fieles y solícitos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
16. En la muerte de un religioso (una religiosa) Con la confianza puesta en el Padre celestial, oremos por nuestro hermano (nuestra hermana) N., que fue llamado (llamada) a seguir más de cerca las huellas de Cristo y que ha traspasado ya el umbral de este mundo.
¡•LEGARÍAS
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— Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., que quiso ser signo y testimonio del reino en esta vida, para que haya alcanzado la plena posesión de lo que debía anunciar, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Por sus hermanos (hermanas) de la comunidad de N. [y por los familiares de N.], para que se consuelen mutuamente con la fe y la esperanza que comparten como hijos de Dios elegidos con una vocación particular en la Iglesia, roguemos al Señor. R. — Por la Iglesia, Esposa de Cristo y Madre de los fieles, para que se vea enriquecida con nuevas vocaciones a la vida religiosa, que conduzcan a sus hijos hacia la caridad perfecta, roguemos al Señor. R. — Por los religiosos y religiosas que trabajan en nuestra Iglesia, para que, manteniéndose fieles y alegres en el seguimiento de Cristo, sean en todas partes testigos de su amor, roguemos al Señor. R. Padre, tú que prometiste el ciento por uno a los que lo dejasen todo para seguir a tu Hijo, recibe en tu presencia a nuestro hermano (nuestra hermana) N., purificado (purificada) de toda mancha, y dale la posesión de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
PALABRAS INTRODUCTORIAS
Y DE DESPEDIDA
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PALABRAS INTRODUCTORIAS Y DE DESPEDIDA PARA CASOS ESPECIALES
1. Cuando la familia ha quedado muy desconcertada.
Introducción:
Hermanos: Ante la [inesperada] muerte de nuestro querido y recordado (nuestra querida y recordada) N., nos sentimos abrumados y no sabemos encontrar palabras para explicarnos su partida de entre nosotros. Consternados frente a este hecho, no podemos, con todo, desesperarnos, porque, en este doloroso momento, viene en ayuda nuestra la fe cristiana; ella nos asegura que la vida de nuestro hermano (nuestra hermana) no ha terminado con esta muerte que contemplan nuestros ojos; creemos que él (ella) continúa viviendo, en una dimensión ciertamente distinta y ahora para nosotros incomprensible, pero no por ello menos verdadera.
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Ahora no podemos comprender el misterioso designio de Dios, según el cual nos vemos privados de la presencia visible de un querido compañero (querida compañera) de viaje; pero, frente a su muerte, queremos inclinarnos ante la poderosa mano de Dios, descargando en él todo nuestro agobio y confiando que él se interesa por nosotros; el Señor, a su tiempo, enjugará las lágrimas de nuestros ojos y hará desaparecer la muerte para siempre. Oremos, pues, al Señor, durante está celebración, por el descanso de nuestro hermano (nuestra hermana) y, supliquémosle también que dé a sus familiares y a cuantos ahora se ven consternados por esta [inesperada] muerte aquellos mismos sentimientos de fortaleza y de esperanza que tuvo María ante la muerte violenta de su Hijo. Que ella, madre de misericordia, ella que experimentó las lágrimas y el dolor ante la muerte de su Hijo, interceda por los que lloran ahora en este valle de lágrimas.
Despedida:
Vamos ahora a cumplir con nuestro deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana). Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios para quien todos vivimos, que admita su alma entre los santos y que este cuerpo que hoy vamos a enterrar, lo resucite un día lleno de vida y de gloria. Que, en el momento del juicio sea misericordioso para con nuestro hermano (nuestra hermana), para que libre
PALABRAS INTRODUCTORIAS Y DE DESPEDIDA
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de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor, y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
No temas, hermano (hermana), Cristo murió por ti. El Señor te protegió durante tu vida; por ello, esperamos que también te librará, en el último día de la muerte que acabas de sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho (hecha) miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio a su Espíritu Santo, que consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos, será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo].
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2. Por un difunto muy joven Introducción:
Queridos hermanos: La muerte, a nuestros ojos desconcertante, de N , el hermano querido (la hermana querida) a quienes lloramos, ha congregado hoy en torno a él (ella) una asistencia muy numerosa. Hemos acudido aquí para orar por el compañero (la compañera) de viaje que nos ha precedido, para testimoniar nuestra amistad y solidaridad para con su familia que sufre, para mostrar a unos amigos queridos nuestra más sentida condolencia. La celebración de estas exequias nos une a todos en una angustia casi indecible: nos resulta realmente difícil aunar la juventud con la muerte; el inicio de una vida llena de ilusiones con el fin inesperado de una existencia que apenas había comenzado. Frente a una muerte como la que estamos contemplando, parece que todo nuestro ser se revela y nos vemos desprovistos de respuestas y casi sin fuerzas. Pero, si no sabemos acallar nuestro dolor, podemos, por lo menos, dirigir a Dios una mirada que, aunque limitada y pobre, quiere buscar humildemente en él refugio y consuelo, fuerza y esperanza. Recordemos, en este momento de desaliento a Jesús que, turbado y lleno de angustia ante su propia muer-
PALABRAS INTRODUCTORIAS Y DE DESPEDIDA
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te, dirige al Padre su oración, amarga por el dolor: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"; y afiancemos nuestra esperanza, recordando cómo el Padre atendió esta plegaria de tal modo que Jesús, poco después, confortado ya con el auxilio del cielo, puede decir, con una gran paz y esperanza: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Que el Padre de misericordia los ayude él mismo a imitar esta actitud de confianza que vemos en Jesús que, inclinados también ustedes bajo la poderosa mano de Dios, logren descargar en él todo su agobio, confiando que él no deja de interesarse por ustedes. Despedida:
Dispongámonos ahora a cumplir cristianamente con el deber de dar sepultura al cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) y pidamos a Dios, para quien todos vivimos, que admita su alma en la asamblea de los santos, y que este cuerpo, que hoy vamos a enterrar, el Señor lo resucite lleno de vigor y de gloria en el último día. Que Dios escuche nuestras súplicas, en el momento del juicio, sea misericordioso con él (ella) para que, libre de la muerte, absuelto (absuelta) de sus culpas, reconciliado (reconciliada) con el Padre, llevado (llevada) sobre los hombros del buen Pastor y agregado (agregada) al séquito del Rey eterno, disfrute para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos.
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Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside, continúa diciendo:
El agua con que vamos a rociar ahora el cuerpo de este hermano nuestro (esta hermana nuestra) nos recuerda que en el bautismo fue hecho (hecha) miembro del cuerpo de Jesucristo, que murió y fue sepultado, pero que con su gloriosa resurrección venció a la muerte. [El incienso con que perfumaremos luego su cuerpo nos traerá a la memoria que fue templo del Espíritu y está llamado a la resurrección] . 3. Por un niño que ha llegado al uso de razón Introducción:
Queridos hermanos: La celebración que hoy nos congrega aquí, junto a unos padres (familiares) inconsolables por la muerte de su hijo (hija) (del pequeño; de la pequeña) , nos sume a todos en una angustia casi indecible. Resulta realmente difícil aunar la niñez con la muerte, el inicio de una vida que apenas había comenzado con este fin inesperado que estamos contemplando. Si siempre la muerte nos desconcierta y nos llena de interrogantes, la muerte de un niño casi nos escandaliza. La fe cristiana, que ilumina siempre el camino de los creyentes en Jesús, en estas circunstancias no llega a ahuyentar ni el dolor ni el desconcierto. El mismo Jesús —recordarlo en este momento puede aliviar nuestras lágrimas— se conturbó ante la muerte de su amigo Lázaro y se compadeció de la desolación de una viuda que lloraba a su hijo.
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Pero sobre todo ustedes, los padres (familiares) del pequeño (de la pequeña) N., ante la muerte de su hijo (de su hija) (ante la muerte de este niño; esta niña), han quedado desconcertados y posiblemente tentados incluso a pensar que Dios los ha abandonado. Pero, por encima de su dolor, por encima del desconcierto que sienten, dentro de ustedes mismos, en este momento difícil, deben pensar que esta misma muerte puede ser para ustedes como una llamada que Dios les dirige para que continúen amando a su Hijo (su hija) (al niño al que lloran; a la niña que lloran) para que lo (la) amen por medio de una renuncia generosa que como cristianos creemos que es sólo momentánea. La muerte de N a todos nos anuncia, a su manera, una vida nueva, la vida sin fin del Reino de Dios, donde algún día nos volveremos a encontrar todos en medio de una alegría que jamás volverá a empañar las lágrimas. El niño (la niña) que hoy lloramos nos invita a todos a creer en esa vida.
Despedida:
Dispongámonos ahora a cumplir cristianamente con el deber de dar sepultura al cuerpo del niño (de la niña) N. y pidamos a Dios para quien todos vivimos, que admita su alma en la asamblea de los santos, que este cuerpo, que hoy vamos a enterrar, el Señor lo resucite lleno de vigor y de gloria en el último día; y que acoja con amor
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a su alma y la coloque en el reino de la luz y de la paz, dándole un puesto entre los santos y elegidos que lo siguen, revestidos con vestiduras blancas y palmas de victoria, a donde quiera que va, porque fueron adquiridos como primicias de la humanidad para Dios. Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo: El agua con que vamos rociar ahora el cuerpo de este niño (esta niña) nos recuerda que en el bautismo fue hecho (hecha) miembro del cuerpo de Jesucristo, que murió y fue sepultado, pero que con su gloriosa resurrección venció la muerte. [El incienso con que perfumaremos luego su cuerpo nos traerá a la memoria que fue templo del Espíritu y está llamado a la resurrección].
4. En caso de un accidente público Introducción: Queridos hermanos: En este momento de un dolor tan intenso y en medio del desconcierto en que a todos nos sume la desgracia que tan insperadamente ha caído sobre nosotros, intentemos elevar nuestra mirada a Dios para encontrar refugio en la oración y respuesta a nuestro dolor en la palabra de Dios. Es únicamente esta palabra la que puede proyectar un rayo de luz sobre la oscuridad de la prueba que estamos viviendo e iluminar el /
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misterio, a nuestros ojos imcomprensible, de por qué Dios haya permitido que nos ocurriera una desgracia tan grande. En este momento, ninguna palabra humana es suficiente para atenuar nuestro dolor. Por ello, debemos elevar nuestros ojos a Dios y dirigirnos a él con aquellos mismos sentimientos de esperanza que salían del corazón de Pablo: "Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo: él nos conforta en toda tribulación".
Despedida: Vamos ahora a cumplir con el deber de dar sepultura a los cuerpos de estos hermanos nuestros. Fieles a la costumbre cristiana, lo haremos pidiendo con fe a Dios, para quien todos vivimos, que admita sus almas entre sus santos y que estos cuerpos que hoy vamos a enterrar, los resucite un día llenos de vida y de gloria. Que, en el momento del juicio, sea misericordioso con ellos, para que, libres de la muerte, absueltos de sus culpas, reconciliados con el Padre, llevados sobre los hombros del buen Pastor y agregados al séquito del Rey eterno, disfruten para siempre de la gloria eterna y de la compañía de los santos.
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Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
No teman, hermanos, Cristo murió y resucitó por ustedes. El Señor los protegió durante su vida; por ello, esperamos que también los librará, en el último día, de la muerte que acaban de sufrir. Por el bautismo, fueron hechos miembros de Cristo resucitado: el agua que ahora derramaremos sobre sus cuerpos nos lo recordará. [Dios les dio su Espíritu Santo, que consagró sus cuerpos como templo suyo; el incienso con que les perfumaremos será símbolo de su dignidad de templos de Dios y acrecenterá en nosotros la esperanza de que estos mismos cuerpos, resucitarán gloriosamente como el de Jesucristo].
5. En la muerte de un padre (madre) de familia Introducción:
Hermanos: Nos encontramos reunidos para decir adiós a un (una) [joven] padre (madre) de familia, N. De una manera especial, queremos estar hoy al lado de su esposa (esposo) e hijos para acompañarlos en su dolor. Pero, a la vez, queremos que estos momentos sean una afirmación de esperanza. De esperanza en el amor de Dios que nunca abandona a sus hijos, a pesar de las pruebas de la vida. De esperanza, también en el amor de este padre (esta madre), santificado por el sacramento del ma-
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trimonio, que no quedará sin fruto. Como Cristo, todo el que ama y se sacrifica por los demás se convierte en fuente de vida inagotable. Despedida:
Al llegar el momento de la despedida, digamos adiós a los restos mortales de este padre (esta madre) [joven] N., que van ustedes a introducir en la tierra, como el grano de trigo destinado a dar fruto. Encomendémoslo (Encomendémosla), una vez más, al amor del Padre, con la confianza de que le dará una felicidad infinitamente mayor, y hará que un día él (ella) y su familia se vuelvan a encontrar en el reino eterno. Nuestro canto y nuestra oración, al tiempo que honramos el cuerpo de este padre (esta madre), vayan acompañados también del firme propósito de dedicarnos a los demás y de ayudarnos mutuamente. 6. En una muerte repentina Introducción:
Hermanos: Hoy nos convoca un hecho desconcertante, aunque no frecuente. La muerte inesperada de N. En realidad, la muerte resulta siempre dolorosa y nos sume en la angustia y en la conciencia de nuestra limitación. En momentos como el presente, acudimos a la fe
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para encontrar fortaleza y esperanza. Interroguemos, sí, a la fe, pero desde una actitud atenta a la revelación de Dios por medio de su Palabra todopoderosa, y confiando también en la oración de la Iglesia. [La Eucaristía que vamos a celebrar nos pone en contacto con el amor de Dios manifestado en la muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo, causa de salvación para todos los hombres]. [Dispongámonos a participar dignamente en ella].
Despedida: Antes de separarnos [para conducir el cuerpo de N. al lugar de su reposo definitivo], oremos con fe y esperanza, confiando nuevamente en las manos de Dios a nuestro hermano (nuestra hermana). Hemos venido a esta celebración hondamente afectados. Salgamos de ella fortalecidos por la palabra del Señor: "Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviare". Pero no olvidemos tampoco su invitación a estar preparados, porque no sabemos el día ni la hora. La aspersión con el agua bendita que vamos a realizar, en señal de respeto hacia estos restos mortales, significa que nuestro hermano (nuestra hermana) fue incor-
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porado (incorporada) a la Iglesia por medio del bautismo. La Iglesia ora por él (ella) y lo (la) despide con afecto y dolor. 7. En una muerte después de una larga enfermedad Introducción: Hermanos: Reunidos para celebrar las exequias de N., que perteneció a esta comunidad [parroquia ] de N., queremos compartir nuestros sentimientos y nuestra plegaria con sus familiares y amigos. La larga (penosa) enfermedad ha puesto a prueba tanto al difunto (a la difunta) como a sus familiares. Pero recordemos la palabra del Apóstol: "Si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenemos un sólido edificio construido por Dios y que tiene una duración eterna en los cielos".
[Ofrezcamos el sacrificio eucarístico en favor de nuestro hermano (nuestra hermana) N. —que se unió a Jesucristo por medio del Viático; de la comunión frecuente— para identificarse más plenamente con Cristo paciente]. [En silencio entremos en nuestro interior para disponernos a participar en los sagrados misterios como conviene].
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na, sino también la vida que no acaba. Nuestro destino es vivir, y vivir felices en el reino eterno de Dios.
Despedida:
Al despedir los restos mortales de N. para depositarlos en la tierra, tengamos presentes las promesas del Señor, por medio de san Pablo: "Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad"
[Que esta Eucaristía, celebración de la muerte redentora de Jesucristo, ayude a nuestro hermano (nuestra hermana) N. a alcanzar la vida eterna —premiando sus obras buenas y la entrega a su trabajo—].
Con esta confianza, honremos este cuerpo que fue lavado con el agua del bautismo y fortalecido con los demás sacramentos [con la unción de los enfermos].
[Al comenzar esta celebración, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones, para que se aumente nuestra comunión con él y con los hermanos].
Al mismo tiempo, intensifiquemos nuestra oración confiando a nuestro hermano (nuestra hermana) a la misericordia divina y a la Iglesia del cielo. 8. En una muerte por accidente Introducción:
Hermanos: La vida humana es un bien tan precioso que, cuando alguien la pierde de forma violenta por accidente [de tránsito, de trabajo], todos nos sentimos afectados. La muerte de N. [feligrés (feligresa) de esta parroquia; vecino (vecina) de ustedes; compañero (compañera) de trabajo de ustedes] los ha reunido en esta iglesia. Para unos, esto es un acto de solidaridad con el difunto (la difunta) y con su familia: para otros, los creyentes, es también un momento de oración, de fe en un Dios que es Padre capaz de dar no sólo la vida terre-
Despedida:
Antes de despedirnos, serenado nuestro espíritu por la palabra de Dios y la participación [en la Eucaristía] en la oración de la Iglesia, realicemos un postrer acto de homenaje a los restos mortales de N. Recordemos la promesa del Señor; "Que todo el que cree en el Hijo tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día". (O bien, en caso de accidente de trabajo: ' "El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna"). Rociaremos con agua bendita este cuerpo, en memoria del bautismo que incorporó a nuestro hermano
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(nuestra hermana) a la comunidad de salvación [y lo incensaremos en señal de respeto]. La Iglesia ora de nuevo por él (ella), para confiarlo a la misericordia del Padre. 9. En una muerte por homicidio o por supuesto suicidio Introducción:
Hermanos: Estamos reunidos para encomendar al amor infinito de Dios, nuestro Padre, a N., cuya muerte nos ha llenado de dolor a todos. Al mismo tiempo, deseamos consolar a una familia, a unos amigos que sufren particularmente. A nosotros no nos es dado juzgar a nadie: Sólo Dios conoce el fondo de las personas, y sólo él sabe lo que se encierra en el corazón humano. Por eso, su justicia está envuelta siempre en la misericordia. En estos momentos, dirigimos nuestra mirada a Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Creemos en él y confiamos en él. [Escucharemos su palabra y renovaremos el gesto supremo de su entrega a la muerte para salvarnos, esperando que su sacrificio beneficie, en cuanto sea necesario, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., y sea fuente de perdón también para quienes puedan haber causado su muerte]. [Humildemente, recononozcámonos pecadores e invoquemos la misericordia divina].
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Despedida:
La bondad de Dios está por encima de los hombres, su justicia se traduce en misericordia para los que acuden a él. Señor, escucha mi oración; tú, que eres fiel, atiende a mi súplica. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre es inocente frente a ti. Al despedir a N., para dar sepultura a sus restos mortales, rociándolos con el agua del bautismo, que un día recibió para ser hijo de Dios y heredar la vida eterna, oremos de nuevo por él (ella) confiándolos también a la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los santos. 10. En la muerte de un presbítero Introducción:
Hermanos: Nos hemos reunido en torno al altar para celebrar el misterio pascual de Jesucristo, que se cumple en nuestro hermano sacerdote N., cuyo cuerpo acompañamos con veneración y respeto. Un día fue recibido en la familia de los hijos de Dios por el bautismno, quedando para siempre incorporado a Cristo. Otro día, por medio del sacramento del orden, fue hecho signo e instrumento de Cristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia. Desde entonces, sus manos, sus labios y su corazón han estado consagrados al ministerio presbiterial [en esta parroquia de N. especialmente..].
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Nuestra presencia aquí quiere ser expresión de gratitud al Señor por el don de la vida sacerdotal de su siervo, y súplica confiada de que participe ya en el banquete celeste quien tantas veces presidió la Eucaristía en la tierra. [Al comenzar estos sagrados misterios, reconozcamos humildemente que somos pecadores]. Despedida:
Antes de entregar a la tierra, de donde fue formado, el cuerpo de nuestro hermano N., presbítero de esta iglesia de N. (diócesis; catedral; comunidad religiosa), despidámonos de él con un último gesto de respeto y de veneración. Hecho templo vivo de Dios por el bautismo, participó después en el sacerdocio de Jesucristo por el sacramento del orden. Sus manos fueron entonces ungidas para bendecir y perdonar. Sus labios destinados a predicar el Evangelio, y su corazón a acoger paternalmente a todos los hombres. Este último adiós está marcado, pues, por la gratitud y el reconocimiento hacia una vida sacerdotal gastada en el servicio de Dios y de la Iglesia. Que nuestra oración encomiende a N. en las manos del Padre celestial, con la intercesión de María, la Madre del Señor y de los santos pastores.
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11. En la muerte de un diácono Introducción:
Hermanos: Al reunimos este g r upo de presbíteros y diáconos y los fieles de la comunidad (parroquia) de N., para celebrar las exequias de N., diácono de la Iglesia, a quien nos unían vínculos de la fe y del bautismo [y del ministerio], recordemos las palabras del Señor: "Voy a prepararles un lugar, para que donde estoy yo, estén también ustedes". Con esta confianza, participemos en la Eucaristía, para unir la acción de gracias, las ofrendas y las súplicas por nuestro hermano N., al sacrificio de Cristo. [Si era diácono con esposa e hijos:
Pidamos también por su esposa y por sus hijos y familiares, para que reciban el consuelo de la fe y la alegría de haber ayudado a la Iglesia]. [Que el Señor, que nos invita a la mesa de su Palabra y de su Cuerpo y Sangre, nos conceda la conversión de nuestros corazones para que se acreciente nuestra comunión con Dios y con los hermanos].
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Despedida:
Nuestro hermano N., diácono, duerme en la paz c Cristo. Confiémoslo al amor de Dios, nuestro Padre a la intercesión de la Iglesia del cielo, antes de sepulta su cuerpo en la tierra, en la espera de la resurrección El que tantas veces sirvió al Señor y a los hermanos con su ministerio, merece este último gesto de honor y de veneración. Con él queremos recordar, sobre todo, su bautismo, puerta de salvación y principio de todas las gracias y dones que Dios derramó en su vida. Que el Señor lo reconozca entre sus servidores fieles y le dé la posesión de su reino. 12. En la muerte de un religioso (una religiosa)
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quien en la tierra se consagró al servicio divino y a la santificación de los hombres [en la vida contemplativa; en el campo sanitario, educativo... ] merezca alcanzar el premio prometido al que ha sabido esperar, vigilante y activo, al Señor (a la que ha sabido esperar al Esposo con la lámpara encendida). [Al comenzar esta celebración, pidamos al Padre su misericordia para morir cada día al pecado y resucitar a la vida nueva]. Despedida:
Con una gran esperanza, despedimos a nuestro hermano (nuestra hermana) N. Su vida ha sido, entre nosotros, un signo de que no tenemos morada permanente en este mundo: "Mientras vivimos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe".
Introducción:
Hermanos: Nos reúne la muerte de N., que vivió en esta comunidad religiosa de N. con el deseo de seguir a Jesucristo por la senda de la caridad perfecta, siendo en la Iglesia una señal de los cielos nuevos y de la tierra nueva que Dios ha preparado para los que aman y se dedican a los hermanos. En la paz y la confianza que brotan de la fe y del amor fraterno, celebremos la Eucristía, anticipo y prenda de las bodas de Cristo con su Iglesia. Pidamos que
Honremos este cuerpo que fue templo del Espíritu Santo y ofrenda viva, santa y grata a Dios, por la consagración religiosa. Pidamos al Padre de las misericordias, por intercesión de la Virgen María, de san N. (patrono o fundador) y de todos los santos, que reciba a su siervo (sierva) y le conceda participar en la felicidad de los justos.
APÉNDICE II FORMULARIO COMPLETO PARA LA MISA DE DIFUNTOS CELEBRADA FUERA DE LA IGLESIA (ORDINARIO DE LA MISA) Para la celebración de las misas de difuntos se usarán, ordinariamente, los diversos formularios propios que figuran en el Misal y en el Leccionario para estas celebraciones. Pero, cuando la misa deba celebrarse excepcionalmente fuera de la iglesia y no se tenga a mano el Misal y el Leccionario, puede recurrirse al siguiente texto: RITOS INICIALES
— En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén. Saludo
— El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Antífona de entrada
Dale, Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz eterna.
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Acto penitencial Tú que has gustado la muerte: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad. Tú que reposaste en el sepulcro: Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. Tú que has resucitado gloriosamente de entre los muertos: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
R.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
ORACIÓN COLECTA Oremos. Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que tu siervo (sierva) N., que acaba de salir de este mundo, perdonado (perdonada) de sus pecados y libre de toda pena, goce junto a ti de la vida inmortal; y, cuando llegue el gran día de la resurrección y del premio, colócalo (colócala) entre tus santos y elegidos. Por nuestro Señor Jesucristo.
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LITURGIA DE LA PALABRA Se proclaman dos o tres lecturas y el salmo responsorial, tomadas del Leccionario de difuntos (cfr en este mismo volumen, el Leccionario de las misas de difuntos, pp. 444-527). Antes del evangelio, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio. Termir; i> el ev ¡r¡ • ¡ > e! celebrante besa el libro, diciendo:
Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados. Después de la homilía, se hace la plegaria universal, para la que se puede usar uno de los formularios que figuran en el Apéndice I (pp. 347-367). LITURGIA EUCARISTICA Presentación del par
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
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Mixtión del agua con el vino
El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana. Presentación del vino
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación. Súplica de ofrecimiento
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro. Lavabo
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
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Invitación del pueblo
— Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con agrado, la ofrenda de esta Eucaristía; que por ella obtenga nuestro hermano (nuestra hermana) N. el deseado perdón de sus pecados, y pueda así cantar eternamente tu gloria en la alegre compañía de los santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
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Prefacio
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
— R. — R. — R.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
PLEGARIA EUCARISTICA
El Señor esté con ustedes. Y con tu espíritu. Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. En el cual resplandece la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Pues, para quienes creemos en ti, Señor, la vida se transforma, no se acaba; y disuelta nuestra morada terrenal, se nos prepara una mansión eterna en el cielo.
Plegaria eucarística El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
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Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
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Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros. Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena, Toma.el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Se inclina un poco.
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo: Se inclina un poco.
Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía. Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
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Este es el Sacramento de nuestra fe.
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junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, [san "'i.: santo del día o patrono]
Y e l I-.1-. .•:
....-
• . .¡..•I;iíit:i . ;.
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús! Después, el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad
y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda. Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N,, a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. Recuerda a tu hijo (hija) N., a quien llamaste [hoy] de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo, comparta también con él la gloria de la resurrección,
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cuando Cristo haga resurgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a todos nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, Junta la^ manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quienes concedes al mundo todos los bienes. Toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. El pueblo aclama:
Amén.
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RITO DE LA COMUNIÓN Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
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Junta las manos. El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor. Después, el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Junta las manos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. El pueblo responde:
Amén. El sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes. El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
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Luego, si se juzga oportuno, el sacerdote añade:
Dense fraternalmente la paz. Después, toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna. Mientras tanto, se canta o se dice:
Cordero de Dios, que quietas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. A continuación, el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto una de las dos oraciones siguientes:
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
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O bien:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.
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Después, toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:
El Cuerpo de Cristo. El que va a comulgar responde:
Amén. Y comulga.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor. Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. El sacerdote dice en secreto:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna. Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después, toma el cáliz y dice en secreto:
La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna. Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.
Si el sacerdote hace la purificación, dice en secreto:
Haz, Señor, que recibamos con un corazón limpio el alimento que acabamos de tomar, y que el don que nos haces en esta vida nos aproveche para la eterna. Después, el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden guardar unos momentos de silencio. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, al recibir estos dones, que son nuestra acción de gracias, te pedimos humildemente por tu siervo (sierva) N. líbralo (líbrala), por la sangre de tu Hijo, de las ataduras del pecado y haz que pueda llegar felizmente a la alegría de tu presencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
408
MISA DE
DIFUNTOS
RITO DE CONCLUSIÓN El sacerdote extiende las m
i tcia el pueblo y dice:
APÉNDICE III
El Señor esté con ustedes.
BENDICIÓN DEL AGUA El pueblo responde:
Y con tu espíritu. El sacerdote bendice al pueblo, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. El pi
inde:
Amén.
Si en las exequias celebradas fuera de la iglesia no se dispone de agua bendecida para la aspersión del cadáver, el sacerdote o el diácono pueden bendecir previamente el agua con la siguiente fórmula: Ant. El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Oremos. Oh Dios, creador de todas las cosas, que, por el agua y el Espíritu, diste forma y figura al hombre y al universo, bendice y purifica a tu Iglesia.
Luego, con las manos juntas, despide al pueblo, diciendo:
Pueden ir en paz. El pueblo responde:
Demos gracias a Dios. Después, el sacerdote besa con veneración el altar, como al comienzo, y hace la debida reverencia.
Oh Cristo, que, de tu costado abierto en la cruz, hiciste manar los sacramentos de salvación, bendice y purifica a tu Iglesia. Oh Espíritu Santo, que del seno bautismal de la Iglesia, nos haces renacer como nuevas criaturas, bendice y purifica a tu Iglesia.
PRECES EN EL
APÉNDICE IV
FORMULARIO I El sacerdote saluda a los presentes, diciendo:
— El Señor esté con ustedes. R . Y con tu espíritu. Si dirige las preces un laico, en lugar de la salutación El Señor esté con ustedes, puede decir:
R.
Bendigamos al Señor, que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer para una esperanza viva. Bendito seas por siempre, Señor.
Vamos ahora a enterrar el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) N., para que vuelva a la tierra de la que fue sacado (sacada). Pero, antes de colocarlo en el sepulcro, elevemos nuestras súplicas a Dios Padre y, con la fe puesta en la resurrección de Cristo, el primer resucitado de entre los muertos, pidámosle que bendiga esta tumba donde el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) descansará esperando la resurrección del último día.
411
Todos oran unos momentos en silencio. A continuación, se dice la siguiente oración (si el sepulcro está ya bendecido o un laico dirige las preces, se omite el texto entre corchetes).
PRECES EN EL CEMENTERIO Y BENDICIÓN DEL SEPULCRO
—
CEMENTERIO
R.
Oremos. Señor Jesucristo, que al descansar tres días en el sepulcro santificaste la tumba de los que creen en ti, de tal forma que la sepultura no sólo sirviera para enterrar el cuerpo, sino también para acrecentar nuestra esperanza en la resurrección, [dígnate ben + decir esta tumba y] concede a nuestro hermano (nuestra hermana) N. descansar aquí de sus fatigas, durmiendo en la paz de este sepulcro, hasta el día en que tú, que eres la Resurrección y la Vida, lo (la) resucites y lo (la) ilumines con la contemplación de tu rostro glorioso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Dicha esta oración sobre el sepulcro, si es posible, se coloca el cuerpo en la sepultura. A continuación, se concluye la celebración con las siguientes preces u otras parecidas:
Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre".
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PRECES EN EL
CEMENTERIO
_
Señor, tú que lloraste en la tumba de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas.
R
Te lo pedimos, Señor. Tú que resucitaste a los muertos, dígnate dar la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana), R. Tú que perdonaste en la cruz al buen ladrón y le prometiste el paraíso, dígnate perdonar y llevar al cielo a nuestro hermano (nuestra hermana). R Tú que has purificado a nuestro hermano (nuestra hermana) en el agua del bautismo y lo (la) ungiste con el óleo de la confirmación, dígnate admitirlo (admitirla) entre tus santos y elegidos, R
PRECES EN EL
CEMENTERIO
pues deseó cumplir tu voluntad; y, ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu. bondad ahora lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R- Amén. Señor, dale el descanso eterno. R- Y brille sobre él (ella) la luz eterna. Descanse en paz. R- Amén. FORMULARIO II El sacerdote saluda a los presentes, diciendo:
— Tú que alimentaste a nuestro hermano (nuestra hermana) con tu Cuerpo y tu Sangre, dígnate admitirlo (admitirla) en la mesa de tu reino, R Y a nosotros, que lloramos su muerte, dígnate confortarnos con la fe y la esperanza de la vida eterna, R Las preces se terminan con la recitación del Padre nuestro o con la siguiente oración u otra colecta de las que figuran en este Ritual:
Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de tu siervo (sierva) N.> para que no sufra castigo por sus pecados,
El Señor esté con ustedes. R- Y con tu espíritu. Si dirige las preces un laico, en lugar de la salutación El Señor esté con ustedes, puede decir:
Bendigamos al Señor, que, por la resurrección de su Hijo, . nos ha hecho nacer para una esperanza viva. R- Bendito seas por siempre, Señor.
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PRECES EN EL
CEMENTERIO
Antes de colocar en el sepulcro el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana), recordando la sepultura de Jesucristo, iluminada por los esplendores de su resurrección, pidamos a Dios que esta tumba sea para él (ella) lugar de descanso y para todos nosotros motivo de esperanza de que el cuerpo, que hoy enterramos en este sepulcro, resucitará un día gloriosamente como el de Jesucristo. Todos oran unos momentos en silencio. A continuación, se dice la siguiente oración (si el sepulcro está ya bendecido o un laico dirige las preces, se omite el texto entre corchetes):
Oremos. Padre santo, recordando en este momento el sepulcro que diste a nuestro padre Abraham y el que José de Arimatea dispuso con amor para que en él descansara el cuerpo de tu Hijo, te pedimos que [ben+digas este sepulcro,] mandes a tus santos ángeles que custodien este lugar, para que en él descanse el cuerpo de nuestro hermano (nuestra hermana) N., y recibas su alma en el paraíso, para que goce eternamente entre tus santos y elegidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. Dicha esta oración sobre el sepulcro, si es posible, se coloca el cuerpo en la sepultura. A continuación, se concluye la celebración con las siguientes preces u otras parecidas:
PRECES EN EL
CEMENTERIO
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Oremos con fe a Dios Padre, para quien toda criatura vive, y pidámosle que escuche nuestra oración. -*- Para que perdone los pecados de su siervo (sierva) N. y acepte sus buenas obras, roguemos al Señor. R. Te rogamos, Señor. — Para que lo (la) libre de toda pena merecida por sus culpas y pueda participar ya en el descanso eterno, roguemos al Señor. R. — Para que, dejado ya este primer mundo, goce eternamente en el paraíso, roguemos al Señor. R. — Para que a nosotros el Espíritu Santo nos lleve por las sendas de la fe y nos dé la esperanza firme de alcanzar, junto a nuestro hermano (nuestra hermana), el reino eterno, roguemos al Señor. R.
Las preces se terminan con la recitación del Padre nuestro o con la siguiente oración u otra colecta de las que figuran en este Ritual:
— Padre nuestro, que, atento siempre a las súplicas de tus fieles, escuchas los deseos de nuestro corazón, concede a tu siervo (sierva), cuyo cuerpo acabamos de depositar en la tierra (en el sepulcro), participar con tus santos y elegidos
PRECES EN LA CASA Y EN EL
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R.
de la recompensa de la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
CEMENTERIO
APÉNDICE V
— Dale, Señor, el descanso eterno. R. Y brille para él (ella) la luz eterna. — Descanse en paz. R.
Amén.
ESQUEMA DE LECTURAS Entre paréntesis se pone el número que se ha dado a cada lectura del Leccionario, para su fácil localización
A) ESQUEMAS DE LECTURAS PARA CELEBRACIONES COMUNES I. E L P E C A D O CAUSÓ LA MUERTE
1- Esquema: La muerte está ligada al pecado de Adán y ha entrado así en el mundo para dominar a todos los hombres(ia. lect.). Su poder de destrucción sólo podía ser neutralizado por el nuevo Adán, el inocente, que se sometió a la muerte para reparar los efectos del pecado (Ev.). El salmo reconoce la debilidad del hombre y la fragilidad de su existencia. Sólo Dios puede salvarlo. Rom 5, 17-21: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. (24) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Le 23, 44-46. 50. 52-53; 24, í 6: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (57).
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ESQUEMA DE LECTURAS
2. Esquema: La muerte, efecto del pecado, lleva consigo un sentido de desorientación y de angustia (la. lect.). Jesús mismo, para redimirnos, quiso experimentar esta angustia. Como el grano de trigo, su muerte fructificó en la salvación (Ev.). El salmo interpreta los sentimientos de los que mueren y piden el perdón de los pecados y la liberación de la angustia. Lam 3, 17-26: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. (7) Sal 24: R.: A ti, Señor, levanto mi alma. (14) Jn 12, 23-28: Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto. (64)
II. LA CREACIÓN FUE TAMBIÉN SOMETIDA A LA FRUSTRACIÓN
3. Esquema: La suerte de la naturaleza está ligada al destino del hombre. Violentada también por el pecado, aguarda la plena manifestación de la salvación (7a. lect.) obrada por Cristo en su muerte (Ev.). El salmo es la plegaria de los que anhelan verse libres de esta esclavitud de muerte que es el pecado. Rom 8,14-23: Anhelamos la redención de nuestro cuerpo. (26) Sal 41-42: R.: Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Me 15, 33-39; 16, 1-6: Dando un fuerte grito, expiró (53).
PARA CELEBRACIONES
COMUNES
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III. PARA REDIMIRNOS, JESÚS SE ENFRENTÓ A LA MUERTE
4. Esquema: Cristo, por su muerte y resurrección, es el vencedor de la muerte (7a. lect.). Empezó a vencerla enfrentándose a ella ya durante su vida terrena, al realizar los signos que anunciaban la victoria final (Ev.). El salmo reconoce que sólo el Señor nos puede defender y dar confianza. 1 Cor 15,20-24. 25-28: En Cristo, todos volverán a la vida. (29) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Le 7, 11-17: Joven, yo te lo mando: levántate (54).
5. Esquema: La esperanza de la victoria sobre la muerte se basa en el hecho de que Cristo se enfrentó a ella muriendo por nosotros cuando nosotros estábamos todavía sin fuerza, a causa del pecado (7a. lect.). Para comunicarnos su justicia no dudó en ser contado entre los malhechores y morir como ellos (Ev.). El salmo suplica el perdón de los pecados para todos los que mueren esperando en el Señor. Rom 5, 5-11: Justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final. (23) Sal 129: R.: Mi alma espera en el Señor (21). Le 23, 33. 39-43: Hoy estarás conmigo en el paraíso. (56) 6. Esquema: Las pruebas de la vida y la muerte son las más duras de todas; son violentas y nos oprimen, pero el amor de Dios, manifestado en Cristo, nos ayuda a vencerlas (7a. lect.). Al morir en la cruz, Cristo hizo posible esta victoria
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ESQUEMA DE
LECTURAS
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COMUNES
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entregándonos su Espíritu (Ev.). El salmo es una invitación a tener ánimo y a esperar en el Señor.
quien se sabe acompañado por él aunque tenga que atravesar la senda oscura de la muerte.
Rom 8, 31-35. 37-39: ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? (27). Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Jn 19, 16-18. 25-30:jnclinando la cabeza, entregó el espíritu. (67)
2 Cor 4, 14-15; 5, 1: Lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno. (31) Sal 22: R.: El Señor es mi pastor, nada me faltará. (13) Jn 17, 24-26: Quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado. (66)
IV. LA MUERTE ABSORBIDA POR LA VICTORIA: LA RESURRECCIÓN
9. Esquema: Nuestra fe en la victoria de Cristo sobre la muerte se apoya en el testimonio de los testigos que el mismo Señor escogió para manifestarse a ellos, una vez resucitado (la. lect. y Ev.). El salmo canta la infinita grandeza del amor de Dios que nos salva en Jesucristo.
7- Esquema: La resurrección de Cristo significa el triunfo sobre la muerte y sobre su causa, el pecado (la. lect.). Ya no se debe buscar entre los muertos al que vive y que nos dará parte un día en su victoria (Ev.). El salmo es el canto de gratitud del que se sabe liberado de la muerte y del pecado. 1 Cor 15, 51-57: £ a muerte ha sido aniquilada por la victoria. (30) Sal 114-115: R.: Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. (19) Le 23, 44-46. 50. 52-53; 24, 1-6: padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (57). 8- Esquema: El Padre resucitó a Jesús de entre los muertos como garantía de nuestra propia resurrección (la. lect.). Éste era, además, el deseo de Jesús hecho oración en la última Cena (Ev.). El salmo canta la confianza en el Señor de
Hechos 10, 34-43: Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. (9) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Le 24, 13-35: ¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? (58)
10. Esquema: Cristo resucitado es el nuevo Adán que ha vencido a la muerte y encabeza una nueva humanidad destinada a la resurrección y a la vida (la. lect.). La tumba vacía de Jesús es el testimonio mudo de que la muerte no podía retener al que la aniquiló para siempre (Ev.). El salmo canta la certeza del justo que cree en el Señor y espera en la victoria final.
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ESQUEMA DE
LECTURAS
1 Cor 15,20-24. 25-28: En Cristo, todos volverán a la vida. (29) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Me 15, 33-39; 16, 1-6: Dando un fuerte grito, expiró. (53) V. " Y O SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA": LA FE QUE DA LA VIDA ETERNA
11. Esquema: La victoria de Cristo sobre la muerte, por la acción de Dios, lo constituye en principio de vida para toda la humanidad {la. lect.). El mismo Señor se autodefine: "Yo soy la Resurrección", es decir, yo soy el depositario y el dispensador de la vida para todo el que cree {Ev.). El salmo expresa la súplica llena de esperanza en aquél en quien "está la salvación". Hechos 10, 34-43: Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. (9) Sal 129: R.: Mi alma espera en el Señor (21) Jn 11, 17-27: Yo soy la resurrección y la vida. (62)
12. Esquema: La esperanza de Job, que confía en la intervención de Dios que lo sacará de la terrible prueba (la. lect.), se hace realidad en Cristo y promesa para todos los que escuchan su palabra y creen en él. De este modo, poseen ya la vida eterna y empiezan a pasar de la muerte a la vida (Ev.). El salmo recoge los sentimientos del que espera pasar de este mundo a la casa del Padre.
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Job 19, 23-27: Yo sé bien que mi defensor está vivo. (2) Sal 41-42: R.: Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Jn 5, 24-29: Quien escucha mi palabra y cree, ha pasado de la muerte a la vida. (59)
13. Esquema: El Espíritu Santo, primicia de la resurrección, aviva en nosotros la fe y el ansia de la plena manifestación de nuestra condición de hijos de Dios {la. lect.). Esa fe empieza ya a dar fruto de vida eterna en este mundo y es una prenda de la resurrección futura (Ev.). Por esto, los que esperan en el Señor no quedarán defraudados salmo. Rom 8, 14-23: Anhelamos la redención de nuestro cuerpo. (26) Sal 24: R.: A ti, Señor, levanto mi alma. (14) Jn 6, 37-40: El que cree en el Hijo tendrá la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. (60)
14. Esquema: La fe aviva el recuerdo de Cristo resucitado, expresión de la fidelidad de Dios {la. lect.). Jesús mismo nos invita a creer en esta fidelidad de Dios y en su propia promesa de conducir a los que lo siguen hasta la casa de su Padre {Ev.). Él es el buen pastor que se convierte en camino seguro hacia las fuentes tranquilas {salmo). 2 Tim 2, 8-13: Si morimos con él, viviremos con él. (35) Sal 22: R.: El Señor es mi pastor, nada me faltará. (13) Jn 14, 1-6: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. (65)
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ESQUEMA DE
LECTURAS
15. Esquema: La confianza en la vida en Dios de los que han muerto a este mundo se basa en la fe en Cristo muerto y resucitado {la. lect.). Este gran misterio ha sido revelado a la gente sencilla, que encuentra en él la fuente del consuelo verdadero (Ev.). Por eso, el creyente busca a Dios para desahogar su alma con él (salmo ) . 1 Tes 4, 13-14. 17-18: Estaremos siempre con el Señor. (34) Sal 41-42: R.: Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Mt 11, 25-30: Vengan a mí y yo los aliviaré. (50) VI. EL BAUTISMO, INCORPORACIÓN A LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE CRISTO
16. Esquema: El cristiano, muerto al pecado con Cristo en el bautismo, ha entrado también en la vida nueva de la resurrección (la. lect.). Destruida la personalidad de pecadores, nuestra existencia ha de estar marcada por las obras del amor, sobre las que un día nos tomarán cuentas (Ev.). El bautismo es un misterio de iluminación (salmo ) . Rom 6, 3-9: Llevemos una vida nueva. (25) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Mt 25, 31-46: Vengan, benditos de mi Padre. (52) 17. Esquema: El que ha sido bautizado tiene la vida de Cristo. Por eso, ningún cristiano vive o muere para sí mismo, sino para el Señor (la. lect.). El amor de Dios está en el discípulo de Jesús orientando su vida hacia el encuentro definitivo con el Padre (Ev.). Él es el Padre amoroso que siente ternura por todos sus hijos (salmo ) .
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Rom 14, 7-9. 10-12: Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. (28) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Jn 17, 24-26: Quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado. (66) 18. Esquema: La señal de haber pasado de la muerte a la vida en el bautismo es el vivir amando a los hermanos (la. lect.). Por eso, dichosos, como Cristo, los que han hecho de las bienaventuranzas el programa de su vida (Ev.). Confiemos en el Señor, que nos ayudará a vencer el egoísmo (salmo). 1 Jn 3, 14-16: Hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. (37) Sal 24: R.: A ti, Señor, levanto mi alma. (14) Mt 5, 1-12: Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos. (49)
VII. LA EUCARISTÍA, ALIMENTO DE LA VIDA ETERNA
19. Esquema: El banquete anunciado por Isaías para los tiempos mesiánicos y símbolo de la unión gozosa con Dios (la. lect.) es la Eucaristía, la comida de vida eterna que Cristo mismo nos da para vivir en nosotros y para que nosotros, viviendo en él, resucitemos en el último día (Ev.). El Señor es el que "prepara esta mesa" para los que lo seguimos como las ovejas al pastor (salmo ) .
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ESQUEMA DE
LECTURAS
Is 25, 6. 7-9: El Señor destruirá la muerte para siempre. (6) Sal 22: R.: El Señor es mi pastor, nada me faltará. (13) Jn 6, 51-58: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. (61)
20. Esquema: El cristiano, en la muerte, encuentra el descanso de sus buenas obras (la. lect.) y el acceso al banquete ofrecido por el mismo Señor en su reino C£V.). La Eucaristía es un anticipo de este banquete, al que se llega con alegría, porque participar en él significa pisar el umbral de la casa del Señor (salmo ) . Apoc 14, 13: Dichosos los que mueren en el Señor. (10) Sal 121: R.: Vayamos con alegría al encuentro del Señor. (20) Le 12, 35-40: También ustedes estén preparados. (55)
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Jn 12, 23-28:S/ el grano de trigo muere, producirá mucho fruto. (64) 22.Esquema: La angustia de la muerte se traduce, en el creyente, en la búsqueda de Dios (la. lect. y salmo). Como los discípulos de Emaús, le pedimos que se quede con nosotros porque se acerca la noche. Su respuesta es sentarse con nosotros a la mesa y darnos su Cuerpo como alimento (Ev.). Job 19, 23-27: Yo sé bien que mi defensor está vivo. (2) Sal 41-42: R.:Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Le 24, 13-35 :¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? (58)
VIII. VIVIR Y MORIR PARA EL SEÑOR. ESTAR PREPARADOS
21. Esquema: El cristiano, que en esta vida se ha alimentado de la Eucaristía, lleva dentro de sí "la energía" de la resurrección, que transformará un día su condición mortal (la. lect.). Es la fuerza del grano de trigo, Cristo\ que da fruto en nosotros, haciéndonos morir con él para alcanzar la vida eterna (Ev.). Los que confían en el poder de este misterio no quedarán defraudados (salmo ) .
23. Esquema: La muerte del cristiano representa el final de una vida concebida como una ofrenda a Dios y un servicio (la. lect.). Ante la muerte de los demás, debemos afirmar nuestra confianza en que el Señor no dejará de manifestar su gloria (üV.). Con el salmista, renovemos nuestra fe esperanzada en la palabra del Señor (salmo ) .
Filip 3, 20-21: Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo. (33) Sal 24: R.: A ti, Señor, levanto mi alma. (14)
Rom 14, 7-9. 10-12: Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. (28) Sal 129: R.: Mi alma espera en el Señor (21) Jn 11, 32-45: ¡Lázaro, sal de allí! (63)
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ESQUEMA DE
LECTURAS
24. Esquema: Delante de Dios sólo cuenta la vida pura y perfecta, aunque sea corta {la. lect.). Es preciso, por lo tanto, aprovecharla para realizar las obras del amor. Lo que se hace o se deja de hacer en favor del prójimo se hace o se deja de hacer al mismo Cristo {Ev.). Es el único modo de seguir a Cristo, buen pastor {salmo ) . Sab 4, 7-15: La edad avanzada consiste en una vida sin tacha. (5) Sal 22: R.: El Señor es mi pastor, nada me faltará. (13) Mt 25, 31-46: Vengan, benditos de mi Padre. (52)
25. Esquema: La vida de los discípulos de Jesús está marcada por la perseverancia en la fidelidad {la. lect.). El misterio pascual, revelación del amor de Dios a su Hijo Jesucristo y, a través de él, a todos los hombres, ha hecho posible que los discípulos estén un día donde está su Señor y contemplen su gloria {Ev.). Mientras tanto, deben prepararse para comparecer ante su presencia {salmo ) . 2 Tim 2, 8-13: Si morimos con él, viviremos con él. (35) Sal 142: R.: Señor, escucha mi oración. (22) Jn 17, 24-26: Quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado. (66)
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26. Esquema: Dios mismo sostiene la esperanza de los que se someten con fe a su voluntad {la. lect.). Dichosos los que saben permanecer en vela y están preparados {Ev.). El amor de Dios, amor de Padre, ofrece protección y fortaleza a los que confían en él {salmo ) . Lam 3, 17-26: j?s bueno esperar en silencio la salvación del Señor. (7) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Le 12, 35-40: También ustedes estén preparados. (55)
27. Esquema: El sufrimiento y las pruebas de esta vida purifican al hombre y lo preparan para el encuentro con Dios {la. lect.). Estas pruebas lo ayudan a permanecer vigilante {Ev.). El salmo canta anticipadamente la liberación de toda desgracia. Sab 3, 1-9: LOS aceptó como un holocausto agradable. (4) S a l l l 4 y l l 5 : R . : Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. (19) Mt 25, 1-13: • Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro! (51)
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ESQUEMA DE
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IX. LA RESURRECCIÓN FUTURA Y EL JUICIO DE DIOS
28. Esquema: La visión apocalíptica de la resurrección de los muertos y del juicio efectuado por Dios en base a las obras de cada uno (la. lect. A.T. y N. T. y Ev.) anuncia también el principio de los cielos nuevos y de la tierra nueva, en los que todo será transformado. El salmo expresa la convicción de que nadie es inocente frente a Dios, pero manifiesta también la confianza en él.
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30. Esquema: El que muere en el Señor confía en la restauración de todo su ser en la resurrección futura (la. lect.). El mismo Señor lo ha prometido para el que coma su carne y beba su sangre, porque en estos dones está la vida eterna (Ev.). La confianza en esta promesa se hace confesión explícita en el (salmo ) . Job 19, 23-27: Yo sé bien que mi defensor está vivo. (2) Sal 129: R.: Mi alma espera en el Señor (21) Jn 6, 51-58: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. (61)
Apoc 20, 11—21, 1: Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras. (11) O bien:
Dan 12, 1-3: Los que duermen en el polvo despertarán. (8) Sal 142: R.: Señor, escucha mi oración. (22) Mt 25, 31-46: Vengan, benditos de mi Padre. (52) 29. Esquema: Morir significa pasar de la morada corruptible a la incorruptible, pero también comparecer ante el Señor para evaluar lo hecho en esta vida (la. lect.). La resurrección del último día y lo que venga después empiezan a gestarse ya ahora, en la fe en el Hijo de Dios (Ev.). Esta fe será nuestra defensa, porque se apoya en el mismo Señor (salmo ) . 2 Cor 5, 1.6-10: Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna. (32) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Jn 11, 17-27: Yo soy la resurrección y la vida. (62)
31. Esquema: La fe en la resurrección futura, manifestada ya antes de la plena revelación de Jesucristo, se traduce en la oración y en las obras de piedad para con los difuntos (la. lect.). Esta fe, incomprensible para los sabios del mundo, es un don de Dios para los sencillos y los que acuden a él (Ev.). El salmo expresa la confianza en esta preferencia divina por los sencillos. 2 Mac 12, 43-46: Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección (1) Sal 114-115: R.: Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. (19) Mt 11, 25-30: Vengan a mí y yo los aliviaré. (50)
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LECTURAS
X. EL CIELO Y LA FELICIDAD DE LOS JUSTOS
32. Esquema: Dios mismo rescata a los justos de las pruebas de esta vida y aun de la muerte para darles parte en su reino eterno (la. lect.). De igual modo, Jesús, desde la cruz, prometió el paraíso al ladrón arrepentido (Ev.). Esta confianza nos ayudará a superar el dolor y las penalidades de la vida (salmo ) . Sab 3, 1-9: Los aceptó como un holocausto agradable. (4) Sal 41-42: R.: Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Le 23, 33. 39-43: Hoy estarás conmigo en el paraíso. (56)
33. Esquema: Una nueva creación, una nueva Jerusalén, un nuevo pueblo convertidos en morada de Dios y espacio de comunión permanente con él (la. lect.). He aquí la promesa de Jesús, cuando se despide de los discípulos para ir a prepararles sitio junto a él (Ev.). El salmo expresa la alegría de los peregrinos al acercarse a la nueva morada de Dios con los hombres. Apoc 21, 1-7: Ya no habrá muerte (12) Sal 121: R.: Vayamos con alegría al encuentro del Señor. (20) Jn 14, 1-6: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. (65)
PARA CELEBRACIONES
COMUNES
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34. Esquema: Ver a Dios es el objeto supremo de la vida del justo, el don inefable del amor de Dios que nos ha hecho hijos suyos (la. lect.). Cristo es el mediador de este don que se convierte, después de la muerte, en descanso y gozo eternos (Ev.). Los creyentes suspiran por este don en medio del destierro de la vida mortal (salmo ) . 1 Jn 3, 1-2: Veremos a Dios tal cual es. (36) Sal 41-42: R.: Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Mt 11, 25-30: Vengan a mí y yo los aliviaré. (50) 35. Esquema: La felicidad eterna ha sido descrita como un banquete cara a cara con el Señor, cuando el dolor y el luto hayan desaparecido (la. lect.). Dios mismo se da a los que han sabido esperarlo, haciéndose su anfitrión (Ev.). El salmo pone de manifiesto la esperanza de gozar un día de esta dicha. Is 25, 6. 7-9: El Señor destruirá la muerte para siempre. (6) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Le 12, 35-40: También ustedes estén preparados. (55) 36. Esquema: Los vivos y los difuntos seremos un día reunidos por el Señor y seremos una sola cosa con él. Esta promesa debe llenar de consuelo a los que lloran la separación causada por la muerte (la. lect.), pues dicha promesa se hizo oración en labios de Jesús en la última Cena CEV.). Con el salmo abrimos nuestro corazón a la esperanza de ver realizada la promesa en el santuario celeste.
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ESQUEMA DE
LECTURAS
PARA ALGUNAS
1 Tes 4, 13-14. 17-18: Estaremos siempre con el Señor (34) Sal 62: R.: De ti, Señor, sedienta está mi alma. (17) Jn 17, 24-26: Quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado. (66)
CIRCUNSTANCIAS
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B) ESQUEMAS DE LECTURAS PARA ALGUNAS CIRCUNSTANCIAS
37. Esquema: Los discípulos de Jesús somos ciudadanos del cielo. Nuestra verdadera morada está allí (la. lect.). Jesús resucitado nos ha precedido en la casa del Padre. Él volverá para hacernos entrar en el lugar preparado (Ev.). A través de esta vida, caminamos como peregrinos hacia la casa del Señor (salmo ) .
I. A N T E UNA MUERTE DESCONCERTANTE
1. Muerte que deja un gran vacío Filip 3, 20-21: Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo. (33) Sal 121: R.: Vayamos con alegría al encuentro del Señor. (20) Jn 14, 1-6: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. (65)
38. Esquema: La fe que nos reúne ante esta muerte nos ofrece el consuelo de saber que el mismo Hijo de Dios sufrió, para salvarnos, la muerte más desgarradora (Ev.). De él viene la salvación para todos aquellos que la esperan y están unidos a él por el sacramento del bautismo (la. lect. A.T.y N.T.). Desde lo más profundo de nuestro dolor, esperamos en la palabra del Señor (salmo ) . Lam 3, 17-26: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. (7) O bien:
Rom 6, 3-9: Llevemos una vida nueva. (25) Sal 129: R.: Mi alma espera en el Señor (21) Jn 19, 16-L8. 25-30: Inclinando la cabeza, entregó el espíritu (67)
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ESQUEMA DE
LECTURAS
2. Muerte que conmueve a un pueblo o barrio 39. Esquema: El cristiano está llamado a reproducir en su vida la existencia de Jesús, que "pasó haciendo el bien" (la. lect.). El mismo Señor se convertirá en su recompensa, cuando se vive de acuerdo con su espíritu (Ev.). Confiemos en nuestro Salvador (salmo ) . Hechos 10, 34-43: j)ios lo ha constituido juez de vivos y muertos. (9) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Mt 5, 1-12: Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos. (49)
3. Muerte de un padre (una madre) de familia 40. Esquema: Vivir para los demás es una forma de dar la vida por amor. Dar la vida es encontrarla (la. lect.). En nuestro dolor, acudamos a Cristo (Ev.) y levantemos nuestra mirada hacia él (salmo ) . 1 Jn 3, 14-16: Hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. (37) Sal 24: R.: A ti, Señor, levanto mi alma. (14) Mt 11, 25-30: Vengan a mí y yo los aliviaré. (50) 41. Esquema: La muerte de un padre (una madre), especialmente cuando es joven, produce una sensación de abandono y de angustia, similares a las que experimentó el mismo Jesús en la cruz (Ev.). Sin embargo, la esperanza cristiana no
PARA ALGUNAS
CIRCUNSTANCIAS
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defrauda, porque el amor puesto por Dios en el corazón del padre (de la madre) subsistirá y seguirá siendo fuente de vida para sus hijos (la. lect.). Éstos han de confiar en el Señor (salmo ) . Rom 5, 5-11: Justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final. (23) Sal 142: R.: Señor, escucha mi oración. (22) Me 15, 33-39; 16, 1-6: Dando un fuerte grito, expiró. (53) 4- Muerte repentina 42. Esquema: El carácter inesperado de la muerte se traduce, según la palabra del Señor, en aviso para los que aún vivimos (Ev.). Pero la actitud de espera debe compaginarse con la confianza en la misericordia divina (la. lect.). Él nunca nos deja abandonados a nuestra suerte (salmo ) . Lam 3, 1726: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. (7) Sal 22: R.: El Señor es mi pastor, nada me faltará. (13) Le 12, 35-40: También ustedes estén preparados. (55) 43. Esquema: La venida del Señor nos toma siempre por sorpresa, aunque sepamos que se acerca (Ev.). Sin embargo, viene para llevarnos consigo, de manera que los que aún vivimos seremos también convocados a la presencia del Señor (la. lect.). Acudamos ya desde ahora a su misericordia, pidiéndola para nuestro hermano (nuestra hermana) que acaba de morir (salmo).
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ESQUEMA DE
LECTURAS
1 Tes 4, 13-14. 17-18:Estaremos siempre con el Señor. (34) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Mt 25, 1-13: / Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro! (51) 5. Muerte después de larga o penosa enfermedad 44. Esquema: La enfermedad forma parte de la condición humana, pero, afrontada con fortaleza cristiana, llena de sentido la vida del enfermo {la. lect. A.T.)ysz hace particularmente fecunda {la. lect. N.T.). El mismo Cristo se abandonó en los brazos de su Padre para abrirnos, con su muerte y resurrección, un camino a la esperanza {Ev.). Apoyado en él, el enfermo pierde el temor a la misma muerte {salmo ) .
PARA ALGUNAS
CIRCUNSTANCIAS
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Lam 3, 17-26: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. (7) O bien:
2 Cor 5, 1.6-10: Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna. (32) Sal 62: R.: De ti, Señor, sedienta está mi alma. (17) Jn 12, 23-28: Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto. (64)
II. MUERTE DE UN JOVEN (UNA JOVEN)
1. Muerte natural Sab 3, 1-9: Los aceptó como un holocausto agradable. (4) O bien:
2 Tim 2, 8-13: Si morimos con él, viviremos con él. (35) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Le 23, 44-46. 50. 52-53; 24, 1-6: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (57) 45. Esquema: A veces nos hemos preguntado ¿para qué tanto sufrimiento?, ¿qué sentido tiene una enfermedad tan prolongada o tan penosa? La única respuesta posible viene de Cristo. Él mismo experimentó la angustia de la muerte {la. lect. A. T.) y se hizo grano de trigo caído en tierra para morir y dar vida {Ev.). Cuando nuestro cuerpo se destruye, en realidad está empezando a transformarse para la resurrección {la. lect. N.T.). El salmo refleja la situación espiritual del que experimenta esta transformación.
46. Esquema: Morir joven no es un castigo de Dios. Para él no cuentan los años, sino una vida pura y santa {la. lect. A.T.). El recuerdo de Jesucristo, muerto joven también, contribuirá a mitigar nuestra pena {la. lect. N.T.). Él devolvió la vida al hijo de la viuda de Naím, para anunciar que él tiene el poder de dar la vida eterna {Ev.). Nuestros difuntos estarán con el Señor "en el país de la vida" {salmo ) . Sab 4, 7-15: La edad avanzada consiste en una vida sin tacha. (5) O bien:
2 Tim 2, 8-13: Si morimos con él, viviremos con él. (35) Sal 114-115: R.: Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. (19) Le 7, 11-17: Joven, yo te lo mando; levántate. (54)
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ESQUEMA DE
LECTURAS
47, Esquema: Una vida joven rota nos llena de tristeza y desaliento. Sin embargo, la muerte, por dura que sea, no puede apartarnos del amor de Cristo {la. lect.). Lo importante es vivir dispuestos a caminar, viviendo con ilusión, teniendo encendida la luz, en actitud juvenil (Ev.). El joven no teme, camina seguro, guiado por el Señor (salmo ) . Rom 8 31-35. 37-39: ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? (27) Sal 22: R.: El Señor es mi pastor, nada me faltará. (13) Le 12, 35-40: También ustedes estén preparados. (55) 48. Esquema: La muerte de una persona joven puede significar el derrumbamiento de un mundo de felicidad. Sin embargo, la verdadera dicha no está aquí, sino en la creación nueva reservada a los elegidos (la. lect. Apoc). El cristiano, por lo tanto, vive para el Señor que da la vida (la. lect. Rom) El mismo Jesús padeció también la muerte para entrar en la gloria (Ev.). Lo importante es llegar a la casa del Señor (salmo ).Apoc 20, 11—21, 1: Los muertos fueron juzgados a sus obras. (11)
conforme
O bien:
Rom 14, 7-9. 10-12: Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. (28) Sal 26: R.: El Señor es mi luz y mi salvación. (15) Le 24, 13-35: ¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? (58)
PARA ALGUNAS
CIRCUNSTANCIAS
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2. Muerte repentina 49. Esquema: A pesar del dolor agudo que produce la muerte repentina de un joven, la misericordia del Señor no termina (la. lect.). Es preciso mantener la esperanza, porque Jesús es fiel a sus promesas y sus palabras son verdaderas (Ev.). Levantemos hacia él nuestras almas, pues no quedaremos defraudados (salmo ) . Lam 3, 17-26: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. (7) Sal 24: R.: A ti, Señor, levanto mi alma. (14) Jn 14, 1-6: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. (65)
3. Muerte en accidente 50. Esquema: La muerte, en determinadas circunstancias, resulta especialmente difícil de aceptar. A pesar de ello, el creyente intenta sobreponerse porque espera alzarse sobre el polvo el día de la resurrección (la. lect.). El mismo Jesús experimentó todo el desgarramiento de una muerte violenta en la soledad de la cruz (Ev.). A veces, no nos queda otra cosa que gritar al Señor, para que nos escuche (salmo ) . Job 19, 23-27: Yo sé bien que mi defensor está vivo. (2) Sal 142: R.: Señor, escucha mi oración. (22) Le 23, 44-46. 50. 52-53; 24, 1-6: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (57)
ESQUEMA DE
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LECTURAS
PARA ALGUNAS
III. M U E R T E DE UN ANCIANO (UNA ANCIANA)
51. Esquema: Los que han consumido su vida haciendo el bien o enseñando a otros la justicia tienen escrito su nombre en el libro de la vida {la. lect. A.T.). Han pasado ya de la muerte a la vida {la. lect. N.T.). Sus obras los han hecho acreedores del reino de Dios {Ev.). A través de ellos se ha manifestado la misericordia del Señor que dura siempre y pasa de hijos a nietos {salmo ) . Dan 12, 1-3: Los que duermen en el polvo despertarán. (8)
CIRCUNSTANCIAS
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IV. M U E R T E DE UN NIÑO (UNA NIÑA) LLEGADO (LLEGADA) AL USO DE RAZÓN
53. Esquema: La muerte de un niño (una niña), cuando la vida empieza a florecer, es particularmente dolorosa. Sin embargo, la fe nos invita a contemplarlo (contemplarla) formando parte del Cordero inocente en el cielo {la. lect. Apoc), porque nadie vive o muere para sí mismo sino para el Señor {la. lect. Rom). Éste es nuestro consuelo {Ev. ) . Aunque nos cueste, hemos de creer que poseer a Dios es lo único que sacia el ánima {salmo).
0 bien:
1 Jn 3, 14-16: Hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. (37) Sal 102: R.: El Señor es compasivo y misericordioso. (18) Mt 25, 31-46: Vengan, benditos de mi Padre. (52) 52. Esquema: El anciano que muere después de una vida de servicio a Dios y a los hombres es como una semilla fecunda que da fruto abundante. El recibirá el premio prometido por Cristo {Ev.); y todos los demás esperamos la hora en que Dios hará los cielos nuevos y la tierra nueva {la. lect.). El salmo canta la alegría del que ansia llegar a la meta. Apoc 21, 1-7: Ya no habrá muerte. (12) Sal 62: R.: De ti, Señor, sedienta está mi alma. (17) Jn 12, 23-28: Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto. (64)
Apoc 7,9-10. 15-17: Dios enjugará de sus ojos toda lágrima. (70) O bien:
Rom 14, 7-9. 10-12: Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. (28) Sal 41-42: R.: Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. (16) Mt 11» 25-30: Vengan a mí y yo los aliviaré. (50).
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DEL ANTIGUO TESTAMENTO
APÉNDICE VI
En efecto, orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados es una acción santa y conveniente. Palabra de Dios.
LECCIONARIO DE LAS MISAS DE DIFUNTOS I. EXEQUIAS DE ADULTOS
2 Yo sé bien que mi defensor está vivo. Lectura del libro de Job
PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO 1
Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección.
19, 23-27
n aquel tiempo, Job dijo: "Ojalá que mis palabras se escribieran; ojalá que se grabaran en láminas de bronce o con punzón de hierro se esculpieran en la roca para siempre.
E
Lectura del segundo libro de los Macabeos 12, 43-46
n aquellos días, Judas Macabeo, jefe de Israel, hizo una colecta y recogió dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio de expiación por los pecados de los que habían muerto en la batalla.
E
Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección, pues si no hubiera esperado la resurrección de sus compañeros, habría sido completamente inútil orar por los muertos. Pero él consideraba que, a los que habían muerto piadosamente, les estaba reservada una magnífica recompensa.
Yo sé bien que mi defensor está vivo y que al final se levantará a favor del humillado; de nuevo me revestiré de mi piel y con mi carne veré a mi Dios; yo mismo lo veré y no otro, mis propios ojos lo contemplarán. Esta es la firme esperanza que tengo". Palabra de Dios.
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LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
3 Dios creó al hombre para la inmortalidad. Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1-5. 21-23
os impíos, razonando equivocadamente, se dijeron: "Triste y corta es la vida, e irremediable el trance final del hombre. Por casualidad nacimos y pasaremos como si no hubiéramos existido; nuestra respiración es humo, y nuestro pensamiento, la chispa de un corazón que late. Cuando la chispa se apague, el cuerpo se convertirá en ceniza y el espíritu se desvanecerá como la brisa. El tiempo hará que nuestro nombre se pierda en el olvido y nadie se acordará de lo que hicimos; nuestra vida pasará como el rastro de la nube, se disipará como neblina, acosada por los rayos del sol y abrumada por el calor. Nuestra vida es el paso de una sombra y nuestro fin es irreversible. Nuestro destino está sellado: no hay retorno".
L
DEL ANTIGUO
447
TESTAMENTO
Esto es lo que piensan los impíos, pero se engañan, porque su maldad los ciega. No conocen los designios de Dios, no esperan el premio de la virtud, no valoran la recompensa de una vida intachable. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de sí mismo. Palabra de Dios.
4 Los aceptó como un holocausto agradable. Lectura del libro de la Sabiduría 3, 1-9
as almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz.
L
La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí.
448
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
449
Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable.
y el vértigo de la pasión pervierte la mente que no conoce la malicia.
En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos.
En poco tiempo maduró y cumplió muchos años. Su alma fue agradable a Dios y se apresuró a salir de la maldad. La gente lo ve y no lo comprende ni se da cuenta de que el Señor ama a sus elegidos y se apiada de ellos y cuida de aquellos que le son fieles.
Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.
Palabra de Dios.
6
Palabra de Dios.
5 La edad avanzada consiste en una vida sin tacha.
El Señor destruirá la muerte para siempre. Lectura del libro del profeta Isaías 25, 6. 7-9
Lectura del libro de la Sabiduría 4, 7-15
unque muera prematuramente, el justo tendrá descanso. No son los muchos días los que hacen venerable la vejez, no se mide la vejez por el número de años. Las canas del hombre son la prudencia y la edad avanzada consiste en una vida sin tacha.
A
Fue agradable para Dios, y Dios lo amó. Entre pecadores vivía, y Dios se lo llevó. Se lo llevó para que la maldad no pervirtiera su conciencia, para que la perfidia no sedujera su alma. Porque el vicio es una fascinación que ensombrece la virtud,
n aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos.
E
Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
450
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte". Palabra de Dios. 7
DEL ANTIGUO
Yo me digo: "El Señor es la parte que me ha tocado en herencia" y en el Señor pongo mi esperanza. El Señor es bueno con aquellos que en él esperan, con aquellos que lo buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. Palabra de Dios.
Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 17-26 e han arrancado la paz y ya no me acuerdo de la dicha. Pienso que se me acabaron ya las fuerzas y la esperanza en el Señor.
M
Fíjate, Señor, en mi pesar, en esta amarga hiél que me envenena. Apenas pienso en ello, me invade el abatimiento. Pero, apenas me acuerdo de ti, me lleno de esperanza. La misericordia del Señor nunca termina y nunca se acaba su compasión; al contrario, cada mañana se renuevan. ¡Qué grande es el Señor!
451
TESTAMENTO
8 Los que duermen en el polvo despertarán. Lectura del libro del profeta Daniel 12, 1-3
E
n aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo.
Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo. Los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad. Palabra de Dios.
452
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
PRIMERAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO EN TIEMPO PASCUAL 9
PRIMERA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO (T.P.)
El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados". Palabra de Dios. 10
Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-43
n aquellos días, Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa, con estas palabras: "Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere. El envió su palabra a los hijos de Israel, para anunciarles la paz por medio de Jesucristo, Señor de todos.
E
Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
45£
Dichosos los que mueren en el Señor. Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 14, 13
o, Juan, oí una voz que venía del cielo y me decía: "Dichosos los que mueren en el Señor". El Espíritu es quien lo dice: "Que descansen ya de sus fatigas, pues sus obras los acompañan".
Y
Palabra de Dios.
11 Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras. Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 20, 11—21, 1
o, Juan, vi después un trono brillante y magnífico, y al que estaba sentado en él. El cielo y la tierra desaparecieron de su presencia sin dejar rastro. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abier-
Y
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LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
tos unos libros y también el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras, que estaban escritas en los libros. El mar devolvió sus muertos; la muerte y el abismo devolvieron los muertos que guardaban en su seno. Cada uno fue juzgado según sus obras. La muerte y el abismo fueron arrojados al lago del fuego; este lago es la muerte definitiva. Y a todo el que no estaba escrito en el libro de la vida lo arrojaron al lago de fuego. Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía. Palabra de Dios.
PRIMERA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
Ya no habrá muerte. Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 21, 1-7
o, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque Y el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía. También vi que descendía del cielo, desde donde está Dios, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, engalanada como una novia, que va a desposarse con su prometido. Oí una gran voz, que venía del cielo, que decía:
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"Esta es la morada de Dios con los hombres: vivirá con ellos como su Dios y ellos serán su pueblo. Dios les enjugará todas sus lágrimas y ya no habrá muerte ni duelo, ni penas ni llantos, porque ya todo lo antiguo terminó". Entonces el que estaba sentado en el trono, dijo: "Ahora yo voy a hacer nuevas todas las cosas". Y añadió: "Estas son palabras fieles y verdaderas. Escríbelas". Finalmente me dijo: "¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré de beber gratis del manantial del agua de la vida. Al vencedor le reservo esta herencia: yo seré su Dios y él será mi hijo". Palabra de Dios.
12
(T.P.)
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LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
SALMOS RESPONSORIALES
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14 SALMOS RESPONSOR1ALES 13 Del salmo 22 R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R. Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes R. Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R.
Del salmo 24 R.
A ti, Señor, levanto mi alma.
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. R Alivia mi angustiado corazón, de mis congojas ponme a salvo; contempla mis trabajos y miseria y perdóname todos mis pecados. R. Protégeme, Señor, salva mi vida; que jamás quede yo decepcionado de haber en ti buscado mi refugio. Mi rectitud e inocencia me defienden, pues tengo en ti, Señor, mis esperanzas. R. 15 Del salmo 26 R.
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo?
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LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R. Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia. R. Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión; el corazón me dice que te busque y buscándote estoy. R. No rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi único auxilio; no me abandones ni me dejes solo, Dios y salvador mío. R.
SALMOS RESPONSORIALES
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Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo? REnvíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. RAl altar del Señor me acercaré, Al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. K ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te preocupas? Espera en el Señor y volverás a alabarlo, diciéndole: "Tú eres mi salvador, Dios mío". R-
16 17 De los salmos 41 y 42 Del salmo 62 R. Mi alma tiene sed de ti, Dios mío. R- De ti, Señor, sedienta está mi alma. Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma, te busca a ti, Dios mío.
R.
Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora, como el suelo reseco añora el agua. R-
460
LECCIONARJO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
SALMOS
RESPONSORIALES
461
Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. R.
La vida del hombre es como la hierba, brota como una flor silvestre: tan pronto la azota el viento, deja de existir y nadie vuelve a saber nada de ella. R.
Podré así bendecirte, mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos labios. R.
El amor del Señor a quien lo teme es un amor eterno, y entre aquellos que cumplen con su alianza pasa de hijos a nietos su justicia. R.
Tú eres, Señor, mi auxilio y a tu sombra canto con gozo. A ti se adhiere mi alma y tu diestra me da seguro apoyo. R.
19 De los salmos 114 y 115
18 R. Caminaré ante el Señor por la tierra de los vivos. Del salmo 102 R.
El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. R. Como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama, pues bien sabe él de lo que estamos hechos y de que somos barro, no se olvida. R.
El Señor es bueno y justo, nuestro Dios es compasivo. A mí, débil, me salvó y protege a los sencillos. R. Aun abrumado de desgracias, siempre confié en Dios; aun cuando en mi aflicción pensaba: "Los hombres son unos mentirosos".
I
R.
462
LECCIÓN ARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
SALMOS
RESPONSORIALES
21
20
Del salmo 121
Del salmo 129
R.
Rt
Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
463
Mi alma espera en el Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor, R.
Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R.
Digan de todo corazón: "Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada casa". R.
Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz esté contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R.
Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R.
R.
464
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
465
22 Del salmo 142 SEGUNDAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
R. Señor, escucha mi oración. Pues eres justo y fiel, Señor, escúchame y a mi plegaria atiende. No vayas a juzgarme, pues ninguno ante ti es inocente. R.
23
Justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo fin Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos
Cuando me pongo a recordar tus obras y pienso en tus proezas, tiendo hacia ti las manos, de ti sediento, como tierra seca. R. Señor, respóndeme enseguida, pues me falta el aliento. Señor, no te me escondas, pues entonces seré como los muertos. Hazme saber tu amor por la mañana, pues en ti yo confío; y pues eres mi Dios, enséñame el camino. R.
5, 5-11
ermanos: Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.
H
R.
En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con mucho más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la
466
LECCIÓN ARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
vida de su Hijo. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
467
25 Llevemos una vida nueva.
Palabra de Dios.
24 Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos 5, 17-21
ermanos: Si por el pecado de un solo hombre estableció la muerte su reinado, con mucho mayor razón reinarán en la vida por un solo hombre, Jesucristo, aquellos que reciben la gracia sobreabundante que los hace justos.
H
En resumen, así como el pecado de un solo hombre, Adán, vino la condenación para todos, así por la justicia de un solo hombre, Jesucristo, ha venido para todos la justificación que da la vida, y así como por la desobediencia de uno, todos fueron hechos pecadores, así por la obediencia de uno, todos serán hechos justos. Cuando la ley comenzó a existir, el pecado creció. Pero, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado tuvo poder para causar la muerte, así también la gracia de Dios, al justificarnos, tenga poder para conducirnos a la vida eterna, por medio de Jesús, nuestro Señor. Palabra de Dios.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos 6, 3-9 ermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
H
Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección. Sabemos que nuestro viejo yo fue crucificado con Cristo, para que el cuerpo del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al pecado, pues el que ha muerto queda libre del pecado. Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Palabra de Dios.
468
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
26 Anhelamos ¡a redención de nuestro cuerpo.
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
469
nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Palabra de Dios.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos
27
8, 14-23
ermanos: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios.
H
El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él. Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios. La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también
¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos 8, 31-35. 37-39
ermanos: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo, que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?
H
¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto
470
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADUL TOS
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
ni lo bajo, ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
471
29 En Cristo, todos volverán a la vida.
Palabra de Dios.
28
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios
Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor.
15, 20-24. 25-28
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos
ermanos: Cristo resucitó, y resucitó como la primicia H de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de
14, 7-9. 10-12
H
ermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos para el Seflor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Seflor de vivos y muertos.
los muertos.
Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. Como dice la Escritura: Juro por mí mismo, dice el Señor, que todos doblarán la rodilla ante mí y todos reconocerán públicamente que yo soy Dios.
Enseguida será la consumación, cuando Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Es claro que cuando la Escritura dice: Todo lo sometió el Padre a los pies de Cristo, no incluye a Dios, que es quien le sometió a Cristo todas las cosas.
En resumen: cada uno dé nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios.
En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.
Palabra de Dios.
Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo en todas las cosas. Palabra de Dios.
472
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
30
___——
31
La muerte ha sido aniquilada por la victoria.
Lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 15, 51-57
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 4, 14—5, i
es voy a revelar un misterio; no todos moriremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final. Pues al sonar la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. Porque es preciso que este ser nuestro, corruptible y mortal, se revista de incorruptibilidad e inmortalidad. Y cuando nuestro ser, corruptible y mortal, se revista de incorruptibilidad e inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido aniquilada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la ley. Gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo. Palabra de Dios.
ermanos: Sabemos que aquél que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.
L
H
Por esta razón no nos acobardamos; pues aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso. Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno. Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrena, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas. Palabra de Dios.
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LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADUL TOS SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
32 Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 5, 1. 6-10
ermanos: Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrena, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas.
H
Por eso siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida. Palabra de Dios.
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33
Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glo semejante al suyo. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 3, 20-21
ermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.
H
Palabra de Dios.
34 Estaremos siempre con el Señor. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses 4, 13-14. 17-18
ermanos, no queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los lleva con él.
H
Los que quedemos vivos, seremos arrebatados juntamente con ellos entre nubes, por el aire, para ir al encuentro del Señor,
476
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTÚñ
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
y así estaremos siempre con él. Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras. Palabra de Dios.
477
36 Veremos a Dios tal cual es.
35 Si morimos con él, viviremos con él. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8-13
uerido hermano: Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen, en Cristo Jesús, la salvación, y con ella, la gloria eterna.
Q
Es verdad lo que decimos: "Si morimos con él, viviremos con él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negará; si le somos fieles, él permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo".
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2
ueridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llámanos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.
Q
Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Palabra de Dios.
37
Hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestro hermanos. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 14-16
Palabra de Dios.
ueridos hijos: Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna.
Q
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LECCIONARIO
DE DIFUNTOS EXEQUIAS
DE
ADULTOS
ACLAMACIONES
ANTES DEL EVANGELIO
Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. Palabra de Dios.
ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO 38 CfrMtll,25 Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla, dice el Señor. 39 Mt 25, 34 Vengan, benditos de mi Padre, dice el Señor; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. 40 Jn 3, 16 Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
479
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LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTC
ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO
41 Jn 6, 39 La voluntad del Padre, que me envió, es que yo no pierda a ninguno de los que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día, dice el Señor.
45 Filip 3, 20 Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo.
42
Jn 6, 40 El que cree en mí tiene la vida eterna, dice el Señor, y yo lo resucitaré en el último día.
46 2Tim2,ll-12 Si morimos con Cristo, viviremos con él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con él. 47
43
Apoc 1, 5. 6
Jn 6, 51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Jesucristo es el primogénito de los muertos: a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. 48
44
Apoc 14, 13 Jn 11, 25. 26 Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
Dichosos los que mueren en el Señor. Que descansen ya de sus fatigas, pues sus obras los acompañan.
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
482
EVANGELIOS
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos". Palabra del Señor.
EVANGELIOS 49 Alégrense y salten de contento, porgue su premio será grande en los cielos. J£«
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
nr*
5,1-12
n aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, habiéndoles así:
E
"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.
483
50 Vengan a mí y yo los aliviaré. JÉJI
•JF'
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11. 25-30
n aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
E
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
x
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". Palabra del Señor.
484
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADUL TOS
51 / Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro! Jt, •jr1
EVANGELIOS
485
Por eso, estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora". Palabra del Señor.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 1-13 Vengan, benditos de mi Padre.
4 4 T-¡I 1 Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que JC/ tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: '¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!' Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: 'Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando'. Las previsoras les contestaron: 'No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Mejor vayan a donde lo venden y cómprenlo'. Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él les respondió: 'Yo les aseguro que no las conozco'.
Jt« •"3P"
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46
n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
E
Entonces dirá el rey a los de su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme'. Los justos le contestarán entonces: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?' Y el rey les dirá: 'Yo les aseguro que, cuando
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
486
lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron'. Entonces dirá también a los de la izquierda: 'Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron'. Entonces ellos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?' Y él les replicará: 'Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna' ". Palabra del Señor.
EVANGELIOS
487
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Miren, está llamando a Elias". Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elias a bajarlo". Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano, que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios". Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: "¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?" Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.
mJLm
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: "No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto".
•^f"
15, 33-39; 16, 1-6
Palabra del Señor.
53 Dando un fuerte grito, expiró.
l llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: "Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?" (que significa: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?)
A
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
488
EVANGELIOS
55
54 Joven, yo te lo mando: levántate. •JLi •JF
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 11-17
n aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
E
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: "No llores". Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: "Joven, yo te lo mando: levántate". Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre. Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo". La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones cincunvecinas. Palabra del Señor.
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También ustedes estén preparados. J L
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
wj^m
12, 35-40
n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos.
E
Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre". Palabra del Señor.
490
LECCIONARIO
DE DIFUNTOS EXEQUIAS
DE
ADULTOS EVANGELIOS
491
56 57 Hoy estarás conmigo en el paraíso. J£« ••JP"
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 23, 33. 39-43
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. JP Lectura del santo Evangelio según san Lucas rini
23,'44-46. 50. 52-53; 24, 1-6
uando llegaron al lugar llamado "la Calavera", crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
ra casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda E la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: "Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro le reclamaba indignado: "¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho". Y le decía a Jesús: "Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí". Jesús le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso". Palabra del Señor.
Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía.
C
voz potente, dijo: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!" Y dicho esto, expiró.
El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado". Palabra del Señor.
492
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS EVANGELIOS
58 ¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? jp
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
w-^m
24, 13-35
l mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
E
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípu- los estaban velados y no lo reconocieron. El les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?" Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" El les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos
493
ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron". Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él. Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!" Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.
494
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
59 Quien escucha mi palabra y cree, ha pasado de la muerte a la vida J L
Lectura del santo Evangelio según san Juan
»}£•
5, 24-29
n aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro que quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
E
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así cómo el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien, para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación.
495
EVANGELIOS
60
El que cree en el Hijo tendrá la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. JE^
Lectura del santo Evangelio según san Juan
*2F
6, 37-40
n aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
E
Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga la vida eterna y yo lo resucite en el último día". Palabra del Señor.
61
Palabra del Señor.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. J k
Lectura del santo Evangelio según san Juan
»}£•
6, 51-58
E
n aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan
496
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida". Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". Palabra del Señor. 62 Yo soy la resurrección y ¡a vida. •JE* *Jf"
E
Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 17-27
n aquel tiempo, cuando llegó Jesús a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cer-
497
EVANGELIOS
ca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro, pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Ya sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees tú esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo". Palabra del Señor.
63 ¡Lázaro, sal de allí! J£a *JF
Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 32-45
n aquel tiempo, cuando llegó María a donde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano". Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompaña-
E
498
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADUL TOS
EVANGELIOS
,
499
ban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: "¿Dónde lo han puesto?" Le contestaron: "Ven, Señor, y lo verás". Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras ¡cuánto lo amaba!" Algunos decían: "¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?"
Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto.
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: "Quiten la losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le dijo Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?"
n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.
E
Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Luego gritó con voz potente: "¡Lázaro, sal de allí!" Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo, para que pueda andar".
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.
64
J k •^Jf"
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12. 23-28
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: 'Padre, líbrame de esta hora'? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre". Se oyó entonces una voz que decía: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo". Palabra del Señor.
Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Palabra del Señor.
500
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTOS
65 En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. HJEJI W
m
K
Lectura del santo Evangelio según san Juan 14, 1-6
n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".
E
Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí". Palabra del Señor.
66 Quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado. J k *Jf"
E
Lectura del santo Evangelio según san Juan 17, 24-26
n aquel tiempo, Jesús oró diciendo: "Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has
EVANGELIOS
501
dado, para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido; pero yo sí te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que me amas esté en ellos y yo también en ellos". Palabra del Señor.
67 Inclinando la cabeza, entregó el espíritu. J k
Lectura del santo Evangelio según san Juan
»jpi
19, 16-18. 25-30
n aquel tiempo, los judíos tomaron a Jesús y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado "la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús.
E
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
502
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE ADULTO
PRIMERA LECTURA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Palabra del Señor.
II. EXEQUIAS DE NIÑOS BAUTIZADOS PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO 68 El Señor destruirá la muerte para siempre. Lectura del libro del profeta Isaías 25, 6. 7-9
n aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festíh con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
E
En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte". Palabra de Dios.
503
504
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PAR VULO§
PRIMERA LECTURA DEL ANTIGUO TESTAMENTO (T.P.)
505
69 Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO EN TIEMPO PASCUAL
Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 22-26
a misericordia del Señor nunca termina y nunca se acaba su compasión; al contrario, cada mañana se renuevan. ¡Qué grande es el Señor!
L
Yo me digo: "El Señor es la parte que me ha tocado en herencia" y en el Señor pongo mi esperanza. El Señor es bueno con aquellos que en él esperan, con aquellos que lo buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor. Palabra de Dios.
70 Dios enjugará de sus ojos toda lágrima. Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 7, 9-10. 15-17
~VT o, Juan, vi una muchedumbre tan grande, que nadie •*- podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: "¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!" Ellos están ante el trono de Dios y lo sirven de día y de noche en su templo, y el que está sentado en el trono los protegerá continuamente. Ya no sufrirán hambre ni sed, no los quemará el sol ni los agobiará el calor, porque el Cordero, que está en el trono, será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida y Dios enjugará de sus ojos toda lágrima. Palabra de Dios.
506
LECCIONARIO
DE DIFUNTOS EXEQUIAS
DE PAR VULOS
SALMOS
507
RESPONSORIALES
71 Ya no habrá muerte.
SALMOS RESPONSORIALES 72
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 21, 1. 3-5
o, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía.
Y
Oí una gran voz, que venía del cielo, que decía: "Esta es la morada de Dios con los hombres; vivirá con ellos como su Dios y ellos serán su pueblo. Dios les enjugará todas sus lágrimas y ya no habrá muerte ni duelo, ni penas ni llantos, porque ya todo lo antiguo terminó". Entonces el que estaba sentado en el trono dijo: "Ahora yo voy a hacer nuevas todas las cosas". Y añadió: "Estas son palabras fieles y verdaderas. Escríbelas".
Del salmo 22 R. El Señor es mi pastor, nada me faltará. El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.
Palabra de Dios.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R,
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PAR VULOS
508
SALMOS
509
RESPONSORIALES
73 Del salmo 24 R-
A ti, Señor, levanto mi alma.
74
De los salmos 41 y 42 R
Mi alma tiene sed de ti, Dios mío.
Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador, y tenemos en ti nuestra esperanza. R-
Como el venado busca el agua de los ríos, así, cansada, mi alma, te busca a ti, Dios mío. R
Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. **••
Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo?
Protégeme, Señor, salva mi vida; que jamás quede yo decepcionado de haber en ti buscado mi refugio. Mi rectitud e inocencia me defienden, pues tengo en ti, Señor, mis esperanzas. **•
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas, R,
\
R.
Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara, R ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te preocupas? Espera en el Señor y volverás a alabarlo, diciéndole: "Tú eres mi salvador, Dios mío",
R.
510
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PÁRVULOS
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO
511
75 Del salmo 148
SEGUNDAS LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
R. Alabemos todos al Señor. Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo; que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos. R. Reyes y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jueces de este mundo; hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto. R. El nombre del Señor alaben todos, pues su nombre es excelso, su gloria sobrepasa cielo y tierra y ha hecho fuerte a su pueblo. R. Que alaben al Señor todos sus fieles los hijos de Israel, el pueblo que ha gozado siempre de familiaridad con él. R.
76 Estamos seguros de que también viviremos con Cristo. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos 6, 3-4. 8-9
ermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
H
Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Palabra de Dios.
LECCIÓN ARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PÁRVULOS
SEGUNDA LECTURA DEL NUEVO
11
Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor.
TESTAMENTO
513
79
Dios nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuér mos santos.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los efesios
14, 7-9
1, 3-5
ermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos.
H
Palabra de Dios.
78 En Cristo todos volverán a la vida. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios
ermanos: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido en él con toda clase de bendiciones espirituales y celestiales. El nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor, y determinó, porque así lo quiso, que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos.
H
Palabra de Dios.
80
15, 20-23
ermanos: Cristo resucitó y resucitó como la primicia de todos los muertos. Porque, si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida, pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo.
H
Palabra de Dios.
Estaremos siempre con el Señor. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses 4, 13-14. 17-18
ermanos, no queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y re-
H
514
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIA S DE PAR VULOS
ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO
515
sucitó, de igual manera debemos creer que, a los que mueren en Jesús, Dios los lleva con él. Los que quedemos vivos, seremos arrebatados juntamente con ellos entre nubes, por el aire, para ir al encuentro del Señor, y así estaremos siempre con él. Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras. Palabra de Dios.
ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO 81 Cfr Mt 11, 25 Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla, dice el Señor. 82 Jn 6, 39 La voluntad del Padre, que me envió, es que yo no pierda a ninguno de los que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día, dice el Señor. 83 2 Cor 1, 3-4 Bendito sea Dios, Padre lleno de misericordia y Dios que siempre consuela. El es quien nos conforta en nuestras tribulaciones.
516
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PÁRVULOS
EVANGELIOS
517
85 Dejen que los niños se acerquen a mí. EVANGELIOS mlLm "•Jlf" Vengan a mí y yo los aliviaré. J k *2r"
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
n aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
E
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 13-16
" C n aquel tiempo, la gente le llevó a Jesús unos niflos -*—' para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. Palabra del Señor. 86
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". Palabra del Señor.
El que cree en el Hijo tendrá la vida eterna y yo lo resucitaré e el último día. J L
•"]£•
Lectura del santo Evangelio según san Juan
6, 37-40
" C n aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Todo aquel -*—' que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí
518
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PAR VULOS
yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga la vida eterna y yo lo resucite en el último día". Palabra del Señor.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". Palabra del Señor.
88
87 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. J L
*ir
Lectura del santo Evangelio según san Juan
6 51 58
' '
Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el E npanaquelvivotiempo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida". Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
519
EVANGELIOS
Si crees, verás la gloria de Dios. J k
Lectura del santo Evangelio según san Juan
»]£•
11, 32-40
n aquel tiempo, cuando llegó María a donde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano". Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: "¿Dónde lo han puesto?" Le contestaron: "Ven, Señor, y lo verás". Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras ¡cuánto lo amaba!" Algunos decían: "¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?"
E
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces
LECCIONARIO
520
DE DIFUNTOS EXEQUIAS
DE
PÁRVULOS
dijo Jesús: "Quiten la losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le dijo Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?"
III. EXEQUIAS DE NIÑOS NO BAUTIZADOS
Palabra del Señor.
PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
89
90 Ahí está tu madre. El Señor destruirá la muerte para siempre. •^f"
Lectura del santo Evangelio según san Juan
19, 25-30
Lectura del libro del profeta Isaías
25, 6. 7-9
a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana J unto de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Palabra del Señor.
aquel día, el Señor del universo E npreparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor. En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte". Palabra de Dios.
522
LECCIÓN ARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS
DE
PÁRVULOS
SALMOS
RESPONSORIALES
91 Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
SALMOS RESPONSORIALES 92
Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 22-26
Del salmo 24 a misericordia del Señor nunca termina y nunca se acaba su compasión; al contrario, cada mañana se renuevan. ¡Qué grande es el Señor!
L
Yo me digo: "El Señor es la parte que me ha tocado en herencia" y en el Señor pongo mi esperanza. El Señor es bueno con aquellos que en él esperan, con aquellos que lo buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.
R. A ti, Señor, levanto mi alma. Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador, y tenemos en ti nuestra esperanza. R. Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. R.
Palabra de Dios.
Alivia mi angustiado corazón, de mis congojas ponme a salvo; contempla mis trabajos y miseria y perdóname todos mis pecados. Protégeme, Señor, salva mi vida; que jamás quede yo decepcionado de haber en ti buscado mi refugio.
R.
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PÁRVULOS
524
525
EVANGELIOS
ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO
EVANGELIOS
93 2 Cor 1, 3-4
95
Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has re lado a la gente sencilla.
Bendito sea Dios, Padre lleno de misericordia y Dios que siempre consuela. El es quien nos conforta en nuestras tribulaciones. 94 Apoc 1, 5. 6 Jesucristo es el primogénito de los muertos: a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
•» »2f"
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
n aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.
E
El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". Palabra del Señor.
526
LECCIONARIO DE DIFUNTOS EXEQUIAS DE PÁRVULOS
96 Jesús, dando un fuerte grito, expiró. J k w 2{¡m
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 15, 33-46
l llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús A gritó con voz potente: Eloí, Eloí, ¿lemasabactaní? (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Miren, está llamando a Elias". Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: "Vamos a ver si viene Elias a bajarlo". Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: "De veras este hombre era Hijo de Dios". Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con él a Jerusalén. Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sa-
EVANGELIOS
527
nedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto y llamando al oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. Palabra del Señor.
97 Ahí está tu madre. J k »Jf"
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-30
unto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: "Mujer, ahí está tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí está tu madre". Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.
J
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: "Tengo sed". Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: "Todo está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Palabra del Señor.
528
HOMILÍAS
EXEQUIALES
APÉNDICE VII HOMILÍAS EXEQUIALES I EL MISTERIO DE LA MUERTE Lecturas: 1 Tes 4, 13-14. 17-18 Jn 11, 17-25
"Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas" (Jn 11, 21). En esas palabras de Marta, hermana de Lázaro, se expresan los dos sentimientos que nos embargan en estos momentos: dolor por la separación de un ser querido y, a la vez, esperanza firme de que se trata efectivamente de una separación, pero no de una pérdida. Cuando se trata de la muerte de alguien a quien amamos, nos damos cuenta de que la vida humana es demasiado valiosa para desaparecer sin dejar rastro. Los cristianos creemos que la muerte no es un término, sino un tránsito; no es una ruptura, sino una transformación. Creemos además que, cuando nuestra existencia temporal llega al límite de sus posibilidades, en ese límite se encuentra no con el vacío de la nada, sino con las
EL MISTERIO DE LA MUERTE
529
manos de Dios vivo, que recibe esa realidad y convierte esa muerte en semilla de resurrección. La muerte es ciertamente la crisis fundamental del hombre; alguien ha dicho, irónicamente, que la muerte es la expropiación forzosa de todo lo que es y de todo lo que tiene el hombre. Es además una crisis irrefutable, a la que el hombre no puede responder; quitándole el ser, la muerte le quita también al ser humano la palabra, pero Dios sí puede responder. Si realmente es el Dios fiel y veraz, el Padre misericordioso, el amigo y aliado del hombre, no puede contemplar indiferente lo que le ha ocurrido a su hijo (hija). Dios está ahí para responder por él (ella) y su respuesta es el cumplimiento de la promesa de vida y de resurrección. San Pablo decía a sus fieles de Tesalónica, en un trance parecido al que ahora estamos viviendo: "No vivan tristes, como los que no tienen esperanza" (1 Tes 4, 13). El apóstol no prohibe a sus cristianos la tristeza; pero les advierte que su tristeza no tiene por qué ser desesperada. A la separación sucederá el reencuentro, en un plazo más o menos próximo, pero en todo caso seguro y ya a salvo de toda contingencia. El cristiano, como Cristo, no muere para quedar muerto, sino para resucitar; devuelve la vida a su Creador y en él alcanza esa plenitud de ser y de sentido que es la vida verdadera y que llamamos vida eterna. Porque no hay dos vidas, ésta y la otra; lo que se suele designar como "la otra vida" no es, en realidad, sino ésta en plenitud, la que había comenzado con el bautismo y la fe ("quien cree tiene la vida eterna", cfr Jn 5, 24) y que ahora se consuma en la comunión inmediata con el ser mismo de Dios.
530
HOMILÍAS
EXEQUIALES
Por otra parte, estamos reunidos aquí también para rezar por nuestro hermano (nuestra hermana). La separación que la muerte representa no significa que el difunto queda fuera del alcance de nuestro amor. Nuestro amor le llega, en la medida que lo necesite, en forma de oración. Y toda la Iglesia ahora se une a nosotros, avalando, con su intercesión, a este hijo suyo (esta hija suya) en el momento crítico de su comparecencia ante Dios. No comparece solitario; nosotros estamos con él (ella), la Iglesia entera está con él (ella) y evoca para él (ella) las palabras consoladoras del Evangelio: "Te felicito, siervo bueno y fiel. Entra a tomar parte en la alegría de tu Señor" (Mt 25, 21). Con estos sentimientos de dolor esperanzado, de amor solidario, participemos en la Eucaristía que ofrecemos ahora en sufragio de nuestro hermano (nuestra hermana); una Eucaristía que es, a la vez, celebración de su encuentro con Cristo y expresión de nuestra fe en la resurrección.
REZAR POR LOS
DIFUTNOS
531
2
ES UNA IDEA PIADOSA Y SANTA REZAR POR LOS DIFUNTOS Lecturas: 2 Mac 12, 43-46 Mt 11, 25-30
Queridos hermanos: Siempre que celebramos la muerte de un hermano difunto (una hermana difunta), la lectura del segundo libro de los Macabeos nos facilita la reflexión sobre la condición de aquellos que ya han partido de este mundo, de camino hacia la casa del Padre. El pasaje leído expresa la oración bíblica por los que han muerto en el Señor, pero por falta de una completa purificación, no pueden gozar todavía plenamente de su felicidad. El texto al que nos referimos es testimonio fehaciente de la vivencia de la "comunión de los santos". Judas y sus compañeros viven más de siglo y medio antes de la venida de Jesucristo. Se defienden valerosamente frente a quienes los persiguen por su fe y costumbres piadosas. Algunos caen en la defensa de estos valores. Al retirar los cadáveres, sus compañeros descubren que habían guardado objetos preciosos, ofrecidos a los dioses, y joyas que adornaban los templos paganos. A este pecado, atribuyen los compañeros vivos su muerte en la batalla. En realidad, no habían sido
532
REZAR POR LOS HOMILÍAS
EXEQUIALES
del todo fieles a Dios (Dt 7, 25). Pero no habían caído en la idolatría, sino en la codicia. Su pecado no los aparta definitivamente de Dios; es un pecado expiable. Judas y sus compañeros creen en la resurrección, y por eso hacen una colecta para que se ofrezca en Jerusalén un sacrificio por los pecados de los caídos. El segundo libro de los Macabeos alaba la conducta de Judas, que ofrece sufragios por los compañeros difuntos. El motivo que lo impulsa a actuar así es la fe en la resurrección: "Si no hubiera esperado la resurrección habría sido completamente inútil orar por los muertos" (2 Mac 12, 44). La Iglesia de hoy, como lo hizo desde los primeros siglos, ora por los difuntos. De este modo, expresa su fe en que éstos viven más allá de la muerte. Pone en practica su convicción en la comunión de los santos. La oración, limosnas y sacrificios de los que peregrinamos en este mundo tienen un efecto saludable para quienes se purifican en la otra vida. De este modo, se hace concreta y eficaz la comunión que reina en todo el cuerpo místico de Cristo. En este clima ha de entenderse la piedad y oración por los difuntos. Para la Iglesia y los cristianos, sigue siendo "una idea piadosa y santa rezar por los difuntos para que sean liberados del pecado" (cfr Mac 12, 46). La Iglesia, apoyándose en la Escritura y en la tradición orante, cree que el cristiano que no muere separado de Dios por el pecado mortal tiene la posibilidad todavía de purificarse más allá de la muerte. Aunque él no puede contribuir con sus obras a la purificación propia, puede hacerlo mediante la aceptación del sufrimiento, al sentirse impedido de disfrutar plenamente de Dios. Y es en este contexto donde se sitúan los sufragios de los vi-
DIFUNTOS
533
vos: oraciones, limosnas, penitencias, buenas obras y, de modo especial, la Eucaristía. Este actuar de la Iglesia, ofreciendo sufragios y sobre todo la santa misa en favor de los difuntos, da testimonio de su fe en el purgatorio, como el estado en que se encuentran quienes aún no están en disposición de gozar cara a cara de Dios. Pero éstos tienen la plena certeza de que, una vez acrisolados, Dios será su descanso y felicidad. Cuando celebramos la muerte o el aniversario del tránsito de un hermano difunto (una hermana difunta), nos mueve el deseo de orar por él (ella). Nuestra plegaria es testimonio de que vive. Pero, mientras deseamos que goce plenamente de la compañía del Dios uno y trino, nos queda la sospecha razonable de que no haya colmado la medida de su respuesta a Dios. En este caso, creemos, con la Iglesia, que el encuentro con el Dios santo y misericordioso acontece en el fuego de amor. Un amor que transforma, limpia, ordena, cura y completa lo que es necesario a la persona. A esta acción purificadera contribuyen la oración y sufragios de los hermanos. Al confesar nuestra fe en la resurrección, pedimos para nuestro hermano (nuestra hermana) el descanso eterno y la liberación de sus posibles sufrimientos. Queremos suplicar al Padre el descanso que ofrece Jesús en el Evangelio proclamado (cfr Mt 11, 29). Este descanso nace de la pobreza personal y la apertura al Dios de la misericordia. Es el descanso que colma toda aspiración y deseo en la paz gozosa de quien llega al puerto. La Iglesia lo pide para este hermano (esta hermana) mientras profesa su fe, viviendo el amor fraterno. Al mis-
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HOMILÍAS
EXEQUIALES
PARA UN CRISTIANO
mo tiempo, da gracias al Padre "porque ha escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las ha revelado a la gente sencilla" (cfr Mt 11, 25). Con esta fe, alimentada en la palabra de Dios, nos disponemos a participar en el sacrificio de la Eucaristía, que se ofrece siempre por los vivos y difuntos.
PRACTICANTE
535
3
EN LA MUERTE DE UN CRISTIANO PRACTICANTE
Lecturas: Is 25, 6. 7-9 Sal 41, 2. 3. 4. 5 Rom 8, 31-35. 37-39 Mt 11, 25-30
Hermanos y hermanas: Nosotros experimentamos muchas veces la bondad de Dios: en cualquier detalle de la naturaleza, en la delicadeza de muchas personas, en cada uno de nosotros. Dios Padre es la fuente de toda bondad. Y se va mostrando a través de todas las cosas y de las personas buenas que conocemos. Y también ahora quiere el Señor que experimentemos su bondad. Con motivo de la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana), nos hemos reunido aquí en comunidad, y es el Espíritu Santo quien nos ha congregado para que celebremos y experimentemos que Dios es bueno. Dios quiere a los hombres y mujeres, nos quiere, y por eso nos ha comunicado su Palabra cariñosa, que es su Hijo amado. De ahí, la ilusión y la alegría, y las ganas que hemos de tener, y ya tenemos, de escuchar la palabra de Dios y cele-
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HOMILÍAS
EXEQUIALES
brar que, hoy y aquí, nos habla para comunicarnos la buena noticia de que Dios es Padre y quiere a todos los hombres. Y, por eso, la necesidad de que escuchemos la palabra de Dios con un corazón bien dispuesto, sencillo, humilde, y así la palabra de Dios penetrará hasta el fondo de cada uno de nosotros y nos transformará. La alegría de Jesús Se habla y se vive poco la alegría profunda de Jesús, esa alegría que nada ni nadie nos puede robar. Y Jesús, profundamente gozoso, desbordante de alegría, da gracias al Padre porque hay personas que lo entienden, lo quieren y lo siguen. Personas que quizá no son las que más brillan y aparentan en la sociedad, sino personas que saben sonreír sin fingir, que saben ayudar y servir sin hacer propaganda, que siembran y reparten bondad e ilusión. Que aman profundamente a Dios, quizá sin hablar mucho de él, que saben orar y han enseñado a rezar, que aman a la Iglesia con sus luces y sus sombras y que se han sentido siempre, sin avergonzarse, hijos fieles de la Iglesia. Ese misterio de la gracia de Dios se revela y manifiesta a la "gente sencilla", porque así lo quiere Jesús, el Hijo de Dios, por medio de su Espíritu. Y hoy lo estamos viendo y celebrando en nuestro hermano (nuestra hermana). Cada uno de nosotros, también hoy, ahora puede experimentar ese gozo indecible de Jesús. Nosotros, que también queremos tener un corazón sencillo y que queremos seguir a Jesús de verdad.
PARA UN CRISTIANO
PRACTICANTE
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Este gozo es fruto de la muerte y resurrección de Jesús, y nada ni nadie nos lo puede quitar. Es cierto que vivimos y pasamos por problemas y dificultades grandes, problemas familiares, económicos o de otras clases. Pero la experiencia de Dios, de su bondad, de su fuerza y su presencia es para nosotros un gran tesoro, nuestra riqueza. Por eso, ahora, como tantas veces lo ha hecho a lo largo de su vida nuestro hermano (nuestra hermana), conociendo nuestra pobreza y pequenez, con la fuerza del Espíritu Santo, también decimos: "¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? (Rom 8, 35). En nuestro caminar también nosotros "tenemos sed del Dios que da la vida" (cfr Sal 41, 3), del que ya habrá participado nuestro hermano (nuestra hermana), y nos dejamos guiar por su luz y su verdad hasta el encuentro definitivo con él.
El banquete definitivo y la fuerza contra el mal La Eucaristía es ya la participación de ese banquete que Dios Padre celebra con su Hijo y al que todos estamos invitados, en el cual el manjar es la palabra gratuita y sobreabundante de Jesucristo, palabra que se hace pan para convertirse en nuestro alimento. Nuestro hermano (nuestra hermana) se preparó para este banquete definitivo con la fuerza del sacramento de la santa unción y con el viático, el pan de la Eucaristía que le dio fuerza para la Pascua definitiva, el abrazo eterno con el Señor. Nosotros también comemos del pan de
538
HOMILÍAS EXEQUIALES
la palabra que se hace cuerpo de Cristo, y los que comamos de él viviremos para siempre, nos dice nuestro Señor. Pero el comer y beber en el banquete de Jesucristo resucitado nos compromete a trabajar y luchar contra toda clase de mal, a saber "enjugar las lágrimas de todos los rostros" (Is 25, 8), precisamente porque seguimos a Jesucristo resucitado que, muriendo y resucitando, venció al mal. El Señor, que nos ha reunido con motivo de la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana), nos ha hablado, nos ha hecho experimentar su amor y su alegría, amor y alegría que nuestro hermano (nuestra hermana) habrá experimentado ya en plenitud. Vamos ahora a hacer "memoria" de lo que hizo Jesús. Aquello que "hizo"; ahora su palabra es la misma, su Cuerpo y su Sangre gloriosos también son lo mismo. Estamos invitados y participamos ya del banquete de bodas del Cordero. La muerte y la resurrección de Jesús ha fructificado en las buenas obras de nuestro hermano (nuestra hermana). Y nuestra participación en esta Eucaristía y el amor y amistad hacia nuestro hermano (nuestra hermana) nos comprometen a luchar sinceramente contra toda clase de mal, en nosotros o a nuestro alrededor. De esta manera, manifestamos con claridad que creemos en Jesucristo resucitado y lo amamos, y nos preparamos, también nosotros, para el encuentro definitivo con él.
CRISTO VIDA Y
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RESURRECCIÓN
4 CRISTO ES LA VIDA Y RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
Lecturas: Filip 3, 20-21 Jn 12, 23-28 Prefacio III de difuntos
Hermanas, hermanos y amigos todos: El Señor nos ha convocado aquí para celebrar juntos el paso de N., para celebrar la Pascua del Señor muerto y resucitado. Es una celebración de despedida y también de encuentro. La despedida la experimentamos los que quedamos en la tierra, y el encuentro lo celebra nuestro hermano (nuestra hermana) a quien decimos: "¡Hasta pronto!". A la luz de las lecturas proclamadas y del prefacio que pronto proclamaremos, hay como tres elementos que estimulan nuestra fe en la esperanza de los que estamos llamados a morir: 1 Cristo es la salvación del mundo: En él está la respuesta a los afanes, trabajos, penas, sufrimientos y proyectos para todo el que muere. La muerte es la firma autentifi
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HOMILÍAS
EXEQUIALES
FE ESPERANZA
541
Y ORACIÓN
cadora de que somos limitados y de que no estamos hechos, sin embargo, para una vida caduca, sino eterna y sin fin. 5 2. Cristo es la vida de los hombres: A veces parece como si todo se acabara con la muerte de un ser querido; pero, para los cristianos, es todo lo contrario. La muerte en Cristo es la plenitud de vida para el creyente. Con la muerte se acaban las preguntas, las dudas, las limitaciones y comienza la verdadera vida en totalidad, que es "Cristo resucitado" en la persona del hermano (de la hermana) a quien despedimos con dolor humano y explicable. 3. Cristo es la resurrecc ion de los que mueren: No podemos imaginarnos cómo seremos y viviremos más allá de la muerte. Pero lo cierto es que Cristo nos ha precedido como grano de trigo sepultado en el Calvario y se ha convertido en cosecha eterna de resurrección. Y aquí está nuestra meta y aliciente: luchar, compartir, sembrar y sembrarnos evangélicamente en el surco de cada día. El resto lo hace el Señor, sin regateos y con toda generosidad. ¡Que esta celebración exequial, que realizamos en la Pascua de nuestro hermano (nuestra hermana), se convierta, por el sacrificio de Cristo, en salvación, vida y resurrección sin fin! Amén.
FE, ESPERANZA Y ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS
Lecturas: 2 Mac 14, 43-46 1 Cor 15, 20-23 Jn 11, 21-27
La muerte de un ser querido siempre produce dolor. Pero el sufrimiento humano se puede transformar en gozo cristiano a la luz de la resurrección del Señor. "Aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad". Porque creemos y esperamos en la resurrección del Señor y en nuestra propia resurrección, por eso, precisamente, nos hemos congregado aquí, como asamblea santa, para rezar por el alma de nuestro hermano (nuestra hermana) N. Nuestra reunión es, ante todo, una afirmación de la fe que profesamos. El corazón del misterio cristiano está en una sola palabra: "resucitó". Jesús ha resucitado de entre los muertos. De lo contrario, nuestra fe sería vana. Como muy bien dice san Agustín: "La fe de los cristianos es la resurrección del Señor". Que Cristo haya muerto, todos lo creen; incluso los paganos. Es más* sus mismos enemigos estaban
542
HOMILÍAS
EXEQUIALES
completamente persudiados de ello. Que Cristo haya resucitado, sólo lo creen los cristianos, y no somos verdaderos cristianos si no lo creemos. Pero hay algo más, como nos enseña san Pablo: Cristo ha resucitado como primicia de todos los creyentes (cfr Cor 15, 23). Por eso, su resurrección es la prenda segura de nuestra propia resurrección. Apoyados en esta fe que profesamos, brota la esperanza en el más allá, la seguridad en el encuentro definitivo con Dios. En el prefacio I de la liturgia de difuntos rezamos: "Disuelta nuestra morada terrenal, se nos prepara una mansión eterna en el cielo". La muerte no es el final del camino. Al contrario, no es más que un paso hacia una vida mejor. De ahí, nuestra esperanza y nuestro gozo. La esperanza de la Iglesia es ciertamente gozosa, pues la gloria que se espera es tan grande que hace pregustar ya el cielo. La esperanza, además, suscita la oración y el amor fraterno. Nuestra presencia aquí tiene también como finalidad practicar el amor. Rezar por los difuntos es un acto de caridad cristiana. La Iglesia, a lo largo de los siglos, siempre ha pedido oraciones por los difuntos. Los sacrficios y las plegarias que por ellos hagamos tiene un valor expiatorio, es decir, pueden purificarlos de sus pecados. Esta es la enseñanza de la Iglesia, que arranca de las mismas Escrituras Sagradas. La Iglesia confiesa, asimismo, la comunión de los santos. Todos los que creemos en Cristo formamos un solo cuerpo. Entre todos existe una solidaridad y una comunión. De este misterio arranca nuestra oración. La Eucaristía que estamos celebrando es misterio de comunión. Comunión con Cristo, que nos une a la vez con el Padre y con todos los hermanos. La Eucaristía es, además,
FE ESPERANZA
Y ORACIÓN
543
la. prenda de la futura resurrección. Pidamos, pues, al Señor resucitado que reciba benignamente en su gloria a nuestro hermano (nuestra hermana) N. !
APÉNDICE VIII CANTOS PARA LAS EXEQUIAS
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546
EXEQUIAS
REPERTORIO
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2. Auxílium méum a Dómino, * qui fécit caélum et tépram. 3. Non det in commotiónem pédem túum : * ñeque dormítet qii custódit te. •4. Ecce non dormitábit ñeque dórmiet, * qui custódit Israel; 5. Dóminus custódit te, Dóminus protéctio túa, * super mánum déxteram túam. 6. Per díem sol non úret te : * ñeque luna per nóctem. 7. Dóminus custódit te ab ómni malo : * custódiat ánimam túam Dóminus. 8. Dóminus custódiat intróitum túum et éxitum túum, * ex hoc nunc, et usque in saécülum. 9. Réquiem aetórnam * dona éis Dómine. 10. Et lux perpetua * lucra/ éis.
CANTOS DE
548
CANTOS PARA LAS
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CANTOS DE ENTRADA
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550
CANTOS PARA LAS
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ENTRADA
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CANTOS DE
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—•l — • — J
i'
o - jos en el
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Se - ñor,
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b=L,a
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es- pe-
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J
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'•r r r ' r r r r 1 ' "•'' í*
mi - se - ri - cor- dia.
que„esi—•*—i
£
azi*
ta-mos sa-cia-dos debur-las; mi-se-ri-cor- dia, Se-ñor,mi- se- ri^
J
vi
es- pe-
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11
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Ir
i—3—,
a- síe s -
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a -síes-
o - jos en el Se - ñor,
m
ño-re.5,
ño- ra > "
i
•
3
Ji
r r.' r r r p
v, Mi-se-ri-cor-dia,Se-ñor,mi-se-ri-cor-dia,
.
fi -jos en la S I na - nos de sus se 1
mi - se - ri - cor-dia.
por-quewes-pe-ro tu mi-se-ri-cor-dia.
Co-mq^es-tan los o-jos de los es-cía-vos
i
su
M I > Jll
«3
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s
1
*
VK
Estrofas:
>;
J
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3
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Fin. *=
E
É-
2.Co-mo es-tán los o-jos de la es-cía-va
%
JlJ
rJ-
\
i
Estribillo: Modéralo ( a 4 )
tí-
ran-do
11 Salmo 122: A ti levanto mis ojos
555
RESPONSORIALES
cor-dia,
i
•
i»
±—á í
que^es-ta-mos sa-cia-dos de des-pre-cios.
wm
CANTOS PARA LAS
556
EXEQUIAS SALMOS
557
RESPONSORIALES
Estribillo
4- Nues-tra al-ma =dB= *=
es-tá sa-cia-da
=_ _ r l 4.J » ^
délos sa-tis-fe-chos;
r
.1-J
del sar-cas-mo
-#-.
f
ñor, que hi - zo el cié-lo
y la tie-rra.
El au-
=£= ^=-=F= Ji^J J •' *' -, Ar-
nues-tra al-ma
es-tá sa-cia-da %
fcf=5
¿
_^¿
d •
*
d
•é
a'-^X--0
Sil* ¡\\ xi-liomevie-nedelSe-ñor,quehi-zo el cié-lo y la
del des-pre-ció de los or-gu-lio-sos. Miguel Manzano —
i
n i . ri ' i . f ' x m Lf P P' L/ L f ' f
tie-rra.
El au-xi-lio me vie-ne del Se-ñor, que
^
P
12 Salmo 120: Levanto mis ojos a los montes Estrofa:
M r hI h I h h I I I I h I h n 1 1.
Le-van-tomis o-jos a los mon-tes:
hi - zo
el
cié - lo
y
la
tie - ira.
,de Estrofas:
$Ú i n J-^IJ j,Mnu> j j ^ n n don- de me ven-drá el au- xi-lio?
El au- xi- lio me vie- ne del Se -
2.
No p e r - m i - t i - rá que res-ba-le
tupie,
CANTOS PARA LAS
558
EXEQUIAS
'U t> J J"]|Ji J JmJil h 1 ^ ^ tu guar-dián no
duer-me;
no duer-me
ni r e -
SALMOS
559
RESPONSORIALES
13 Salmo 129: Desde lo hondo Estrofa: Allegretto (a 2)
po-sa
el guar-dián
de^Is-ra-el
bt - j^ ^ — — -^ i —
El au-
1. ^
3- El Se-ñor te guar-da i
a su som-bra,
de di- a el sol no tejia-rá %
ni la l u - n a de no-che.
Des-de lo hon-do a ti gri-to, Se-ñor;
^
g
el Se-
W
i
í-dos a-ten-tos
a la voz
de mi sú-pli-ca.
El au-
el Se-ñor,
mi al-maes-
el Sepe - raen
ñor guar- da tu al- ma;
es-ten tus o
LJ, j'i»iJ J j ' i ^ g
^
Mi al-ma es-pe-rajsn 4. El S e - ñ o r te guar-da de to-domal,
J u J
- *
Se- ñor, es- cu- cha mi voz;
3-
ñor es-tá a tu de-re-cha;
i 4=j i ^ —n¿ i •j ^ — ¿i — #J—I i ..— ".1 •y—¿— —
— ¿
su
pa - la-bra;
él guar- da tus en- tra- das y sa-
mi
al - ma
aFin
%
guar-da al Se-ñor; li-das,
a-ho-ra
y por siem-pre.
El au-
u¿» por-que en él es-tá la sal-va-ción.
CANTOS PARA LAS
560
EXEQUIAS
SALMOS
RESPONSORIALES
561
Estrofas:
- ^
m
*—#•—*
'-<
y la
m;
* — * — * — *
re-den-ció cion co- pío - sa;
y él re - di-mi-
2. Si lie-vas cuen-ta de los de - li-tos, Se-ñor,
ÍS
3X 3X
J j 0
¿quién po-drá re-sis-tir?
J
•
«I
Pe-ro de
é
1 «i
:*
^
rá a Is -ra - el
0
rirA.ri
de to-dos
ti pro-ce-de el per%
J'IJ JdJílINII sus de-li-tos.
Mi
Miguel Manzano 14 Salmo 129: A ti, Dios mío, levanto mi súplica
y^a-sí in-fun-des res-pe-to.
don,
Respuesta:
#=f=l -^ J
i
•
• 1—'
d
3. Mi al - ma
í
• J1
a
'J
a-guar-da
al
*
1 "—1
1
t
Se-ñor,
H-ITT
^F^
más quejel cen - ti - ne - la lajau - ro - ra.
fe * •
» J J IJ
guar-de I s - r a - e l
is
^ al
J|^J?~1J Se-ñor,
A-
J
laau - ro -
1. 2. 3. 4.
J =^
co-moel cen-ti-
MI »
ne - la
A ti, Dios mí-o, le-van- to mi sú-pli- ca.
ra.
ñor; ñor, ñor, ñor,
JII Mi
í= 4. Por- que del Se- ñor vie- ne la mi-se-ri- cor-dia
Desde lo hondo a ti grito, Se Si llevas cuenta de los delitos, Se Mi alma espera en el Se Aguarde Israel al Se
1. 2. 3. i. 4.
Señor, ¿quién espera espera porque
escucha podrá en del
Señor
su viene
mi resis pa la miseri
voz; tir? labra; cordia,
562
CANTOS PARA LAS
EXEQUIAS
SALMOS
563
RESPONSORIALES
cresc
^~. - ^ - ^ ~
h\i* 1. 2. 3. 4.
estén Pero mi la
tus oídos a de ti procede el per alma aguarda al Se redención co
h\y t (Sr v—— 1. 2. 3. 4.
^ ~ ^ ^ ^
Versículos:
1*
M= tentos don, ñor, piosa; %
~~^^1
^
-^J—
la voz de mi súplica así infundes res peto. más que el centinela la au - rora. y él redimirá a Israel de todos sus de - Utos.
a y
Antonio Martorell
15 Salmo 22: El Señor es mi pastor
El S e - ñor es mi pas
1. 2.
Él
me
guía
3.
Tú pre -paras ante
4.
Mi - seri - cordia y
5.
Glo-riaa Dios,
ve
mí
una
mesa,
me
sigan
bon -dad Padre
- reda,
omnipo - tente,
^ 1.
na
da
me
falta;
2.
por
a
mor
de
su
nombre;
3.
frente
aj -
quellos
que
me
odian;
4.
en
5.
y~ a
los su
días Hijo,
de el
mi Se -
vida; ñor,
3E
33C
en
Joseph Gelineau
justa
B
ÍÉÍ
El Se-ñor es mi pas - tor, na - da me pue- de fal - tar.
por la
- tor,
pra- deras
de hierba
tierna
por valles de ti
2.
aun - que pase
3.
mi
ca - beza
4.
en
la
5.
y^al Es - píritu q u e ^ h a - b i t a w e n nuestras almas,
casa del
unges Se - ñor
-
nieblas,
con
óleo
mora -
ré
564
CANTOS PARA LAS
EXEQUIAS
CANTOS ANTES DEL
565
EVANGELIO
D
e=
CANTOS ANTES DEL EVANGELIO
1.
Él
2.
nin
-
me
hace
re
po
gún
mal
te
me -
3.
(omitir)
4.
(omitir)
5.
(omitir)
-
sar; ré;
16 Señor, tú tienes palabras
Se- ñor, tú
tie-nes pa-la-bras de vi-dajs-ter-na. Francisco Palazón
yi'-
33=
2.
a junto
las a
aguas del des - canso me mí tu ca - yado y tu
lleva vara
17 Aleluya. Tu palabra, Señor % Alegro
3. 4.
A-le- lu-ya,
5.
m 1.
a - le - lu-ya,
Fin
%
y
mi
2.
al e
3.
des - bor - dan
4.
a
lo
5.
por
los
lar si
•o
ma
re - con - for - ta.
líos
me
a - le - lu - ya, a - le - lu- ya, a - le - lu - ya. Menos movido
con - for - tan.
te^es - tá
mi
co - pa.
go
de
mis
di - as.
glos
de
los
si - glos.
i—j—r Tu pa-la-bra,
Se-ñor, es
la ver-dad;
Joseph Gelineau san- ti - fi - ca-nos, Se-ñor, en
la ver-dad. Luis Elizalde
566
CANTOS DE
CANTOS PARA LAS F V p
567
COMUNIÓN
CANTOS DE COMUNIÓN 18 Yo soy el pan de vida Estrofas:
J =92 %
1. Yo soy
vie- ne_a mí no
el pan
de
ten-drá
vi -
da,
ham-bre,
el
que
el que
2. El pan que yo daré es mi cuerpo, vida para el mundo. El que siempre coma de mi carne vivirá en mí, como yo vivo en mi Padre. 3.
cree en
mí no ten-drá sed.
Na - die vie- ne_a Fin
Yo soy esa bebida que se prueba y no se siente sed. El que siempre beba de mi sangre vivirá en mí y tendrá la vida eterna.
4. Sí, mi Señor, yo creo que has venido al mundo a redimirnos. Que tú eres el Hijo del Dios y que estás aquí, alentando nuestras vidas.
Estribillo:
Suzanne Toóle yo
le
re - su - ci - ta - ré,
en el
CANTOS PARA LAS
568
EXEQUIAS
19 La muerte no es el final
i
* rll 1. Tú nos
Jt J' Jw r •
» di - jis - te que
¥ f P P no es el
i
^ 5
r la
r w. muer - te
s
^
fi - nal
t=i
del
ca
mi - no,
P^¥
que^aun-que
.tí
—tf5-
mo - n - mos,
no
mos
so
CANTOS DE
COMUNIÓN
2. Cuando la pena nos alcanza por un hermano pordido, cuando el adiós dolorido busca en la fe su esperanza, en tu palabra confiamos, con la certeza que tú ya le has devuelto la vida, ya lo has llevado a la luz. 3. Cuando, Señor, resucitaste, todos vencimos contigo. Nos regalaste la vida como en Betania al amigo. Si caminamos a tu lado, no va a faltarnos tu amor, porque, muriendo, vivimos vida más clara y mejor. Cesáreo Gabarain
car - ne m Tú
t*~r
r nos
dewun
r * w hi - cis - te,
p
sien
iM
sin
des
ti - no.
• w tu - yos
'
tf éí .6 so - mos. ~nr
*=É
Núes - tro
m
cié - go
des
P
P
do
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ti - no^es
P -
vir
£
f
li - ees
vi
—xr~
con
ti
£ pa
de
-
cer
ni
mo - nr.
go.
m
CANTOS PARA LAS
570
EXEQUIAS
CANTOS DE DESPEDIDA $
20 Tú fuiste sepultado
1. Tu
i $
fuis- te se-pult
É
tis- mo en la
f muer- te de Je-
^
ü^ü
^
E * ÉE
E
*
I
£
K=Z
1
$
j,H
ca al Pa-
JMJ
R.Y tqjn-con-tra- re- mos
¡^
«
dre.
fe MJ
J IJ
en
la
dre.a/R
t
JN>| J J> J'ii? J > > I
3.
Tu
fuis- te mar-
ca- do por el Es-
E3E=S -m
W^
pí-ri-tu
^
ff
j,jJ'PiJ-r^^
$
dre.
w
¥
de Je- sus; quecl Es- pí-ri-tu de Je
É
.H J»>JMJ P
J i'
£
que la vi- da de Je- sus te con-
sus;
duz-
sus te con- duz- ca al Pa-
E
E
p
que la
í í
fuis-tejn-jer- ta- do en la vi- da de Je-
2. Tu
ta- do por el bau-
muer- te de Je- sus.
*^£3¡ « J
fepüfej í
á^fefe
^
Intensamente expresivo
fl>? » JjJ'l J O J JM? J > Ji J ^
571
CANTOS DE DESPEDIDA
sus te con- duz
ca al Pa-
dre.a/R
ca- sa del $
^ 5 4.
Tu
*
*
« •
^
fc=S=5E=5
fuis- te a- li- men- ta- do con el
572
CANTOS
It-
:E í cuer- po de Je- sus;
^
PARA LAS
EXEQUIAS
&
^
CANTOS
¥
DE
cite
que el cuer- po de Je
*:
r
4 j
I J'i JJ'J'piJ-r
sus te con- duz-
i •'
i
dre.a/R
ca al Pa-
22 Que los ángeles te lleven $¿ Airoso amable
•» f P P I J' •)' J' J ' l J Te co- lo- ca- mos en los
$
:EESÍ Dios, núes- tro
p
m
ados
^
F=^ Pa-
?
en su a- mor,
^
dre;
s
?==*? feüHÉ 1P¥
^
bra- zos de
Que los a'n- ge- les
5S
confi^
nos des-pe- di-
^
s*
^
mos de
#
Que_el Señor.que teali- mentó con su car- ne, -resu-
y=5
^
que
so
los
^E
h> J'l J'lflÉ ^
Que Cris- to te_a- co- ja =SX:
ven
K PSan- tosrrteJre-ci'r ban^ uen ^el cie-i ' iilo *í=f=
tí.-
te lle-
£
al Pa- ra- í-
$
i
ria,
na:
Se Alegre festivo
$
tu cuer- po; -que, re-ves-ti- do de glo-
vivas siem-precon él %
21 Te colocamos en los brazos de Dios
^ 1
DESPEDIDA
y
te co-lo-
que
j / > > p p"p~F~li- J'J J U ' J ^ i jun- to a sus a-mi-
gos
574
CANTOS PARA LAS
EXEQUIAS
CANTOS DE
575
DESPEDIDA
23
Despidamos todos juntos al hermano
I
Des-
m m
\ J> i i j i i
pi- da- mos to- dos jun- tos al her•0-
h
ma-
y e-
no
J> - j i ve-
cidn;
i
P
W-
mos
en
ñor
u- na o-
y
Jñor 4 en-i
^
to-
to- nc-
mos
la
í vic-to-
ba en sua- mis- tad.
r'-i
ra-
P^P^
y en-
no
rc-ci-
i
'r' ne-i1 mosj la¿ vic-J1 to-i ríaJ delj- Se-i
I
te
des-pi- da- mos to- dos jun- tos al her-
é ma-
ifi • r F r 'r,
le-
J< J O J) su ho-
J
y
te
re- ci-
ba en su a- mis-
r tad.°>" 2.Tu familia y amistades hoy presentes te desean que descanses junto a Dios; tu familia y amistades hoy presentes te despiden y te cantan el adiós hasta pronto, hasta el cielo.
576
CANTOS PARA LAS
EXEQUIAS
I
ÍNDICE DE TEXTOS BÍBLICOS
577
ÍNDICE DE TEXTOS BÍBLICOS
24 ¡Oh luz gozosa! (Deiss)
LECTURAS
y
T
j) j ~ "J i ^ j
¡ Oh luz
go - zo
f/ I U l L - U glo - ria
del
-
J sa
i J~ ^ [ r de
la
san - ta
L_J uJ T I
Pa - dre ce - les - te,
ín - mor - tal!
1||!LJ i
r 11
c r '' '
¡San - to
fe - liz
Je - su - cris Luden Deiss
y
'" to!
Macabeos 12, 43-46: Obró con gran rectitud y nobleza, pensando en la resurrección
444
Job 19, 23-27: Yo sé bien que mi defensor está vivo
445
Sabiduría 2, 1-5. 21-23: Dios creó al hombre para la inmortalidad 3, 1-6: Los aceptó como un holocausto agradable 3, 1-9: Los aceptó como un holocausto agradable 4, 7-15: La edad avanzada consiste en una vida sin tacha Isaías 25, 6. 7-9: El Señor destruirá la muerte para siempre. Lamentaciones 3, 17-26: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor 3, 22-26: Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor Daniel 12, 1-3: Los que duermen en el polvo despertarán
445 I53 122, 447 448
449, 503, 521
21, 450 504, 522
451
Mateo 5, 1-12: Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos 482 11, 25-30: Vengan a mí, y yo los aliviare 159, 483, 516
578
ÍNDICES
11, 25-30: Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla 11, 28-30: Vengan a mí, y yo los aliviaré 25, 1-13: ¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro! 25, 31-46: Vengan, benditos de mi Padre Marcos 10, 13-16: Dejen que los niños se acerquen a mí 15, 33-39; 16, 1-6: Dando un fuerte grito, expiró 15, 33-46: Jesús, dando un fuerte gritó, expiró Lucas 7, 11-17: Joven, yo te lo mando: levántate 12, 35-40: También ustedes estén preparados 23, 33. 39-43: Hoy estarás conmigo en el paraíso 23, 44-46. 50. 52-53; 24, 1-6: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu 24, 13-35: ¿No era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria? Juan 5, 24-29: Quien escucha mi palabra y cree, ha pasado de la muerte a la vida 6, 37-40: El que cree en el Hijo tendrá la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día 6, 51-58: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día 495, 7, 9-10. 15-17: Dios enjugará de sus ojos toda lágrima 11, 17-27: Yo soy la resurrección y la vida 11, 32-40: Si crees, verás la gloria de Dios 11, 32-45: ¡Lázaro, sal de ahí! 12, 23-28: Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto.. 14, 1-6: En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones 36, 42,
525 123 484 485
517 486 526
488 489 490 491 492
494 495 518 505 496 519 497 499 500
ÍNDICE DE TEXTOS BÍBLICOS
579
17, 24-26: Quiero que donde yo esté estén también conmigo los que me has dado 500 19, 16-18. 25-30: Inclinando la cabeza, entregó el espíritu 501 19, 25-30: Ahí está tu Madre 520, 527 Hechos de los apóstoles 10, 34-43: Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos
452
Romanos 5, 5-11: Justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final 5, 17-21: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia 6, 3-4. 8-9: Estamos seguros de que también viviremos con Cristo 6, 3-9: Llevemos una vida nueva 8, 14-23: Anhelamos la redención de nuestro cuerpo 8, 31-35. 37-39: ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? 14, 7-9: Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor 14, 7-9. 10-12: Ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto somos del Señor
470
1 Corintios 15, 20-23: En Cristo todos volverán a la vida 15, 20-22. 25-26: En Cristo todos volverán a la vida 15, 20-24. 25-28: En Cristo todos volverán a la vida 15, 51, 57: La muerte ha sido aniquilada por la victoria
512 26 471 472
2 Corintios 4f 14 5, i; Lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno 5, 1. 6-10: Dios nos tiene preparada en el cielo morada eterna
465 466 511 467 468 469 512
473 474
580
ÍNDICES
Efesios 1, 3-5: Dios nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo para que fuéramos santos
513
Filipenses 3, 20-21: Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo
475
1 Tesalonicenses 4, 13-14. 17-18: Estaremos siempre con el Señor
475
2 timoteo 2, 8-13: Si morimos con él, viviremos con él
476
1 Juan 3, 1-2: Veremos a Dios tal cual es 3, 14-16: Hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos
ÍNDICE DE TEXTOS BÍBLICOS
581
117: Te damos gracias Señor, porque eres bueno
64, 92, 113, 146, 187, 201, 246 317
118: Dichosos los que viven rectamente 121: Qué alegría sentí cuando me dijeron "Vayamos a la casa del Señor" 331 125: Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio 332 129: Desde el abismo de mis pecados clamo a t i . . . 20, 50, 175, 233 131: En favor de David no te olvides, Señor de sus desvelos... 333 133: Bendigan al Señor todos ustedes que son sus servidores... 334 148: Alaben al Señor en las alturas 335 SALMOS RESPONSORIALES
477 477
Apocalipsis 14, 13: Dichosos los que mueren en el Señor 453 20, 11—21, 1: Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras 453 21, 1. 3-5: Ya no habrá muerte 506 21, 1 -7: Ya no habrá muerte 454 SALMOS 24: A ti, Señor, levanto mi alma 308 41: Como el venado busca el agua de los ríos 310 50: Señor, apiádate de mí 312 92: Reina el Señor, vestido de grandeza 314 113, 1-8. 17-26: Al salir Israel de Egipto 32, 52, 81, 235 114: Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria.... 315 115: No dejé de confiar, aunque exclamaba: "Qué grande es mi desdicha" 316
22: 24: 41 y 42: 62: 102:
456,507. 457, 508, 523 . 458, 509 459 460
114 y 115: 121: 129: 142: 148:
461 462 463 464 510
ACLAMACIONES ANTES DEL EVANGELIO Mateo 11, 25 (Cfr) 25, 34
Juan 3, 16 6, 39 6, 40 6,51 11, 25. 26
479, 515 479
479 480, 515 480 480 480
2 Corintios 1, 3-4
515, 524
Filipenses 3, 20
481
2 timoteo 2, 11-12
481
Apocalipsis 1,5-6 14, 13
481,524 481
ÍNDICE GENERAL Decreto de la Sagrada Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos por el que se promulga la primera edición típica Decreto de la Sagrada Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos por el que se aprueba la versión castellana para México
7*
PRAENOTANDA
9*
I. Sentido de las exequias cristianas II. Formas de celebración Primera forma de celebración exequial Segunda forma de celebración exequial Tercera forma de celebración exequial
5*
9* 10* 10* 11 * 11*
III. Elementos que deben tenerse en cuenta en las exequias 12* El último adiós al cuerpo del difunto 12* La lectura de la palabra de Dios 12* Los salmos 13* Las oraciones 13* El Oficio de difuntos 13* Exequias y cremación del cadáver 14* IV. Funciones y ministerios de la celebración de las exequias 14* V. Adaptaciones que corresponden a las Conferencias Episcopales
16*
VI. Función del sacerdote en la preparación y organización de la celebración. 17* ORIENTACIONES DEL EPISCOPADO MEXICANO I. La muerte cristiana La realidad de la muerte
19* 19* 19*
INDÍCES
La resurrección de Cristo La Eucaristía Celebración de la misa II. Ministerios en las exequias Papel de la comunidad Otros ministerios La persona difunta
•.
III. LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS A) Diversas formas del rito exequial Celebración en casos extraordinarios Rito breve de las exequias Celebración de las exequias de los niños Celebración de la Eucaristía en las exequias B) Elementos dinámicos del rito Estructura general Rito de acogida Procesión o introducción del difunto en la iglesia... Iluminación del cirio pascual Celebración de la palabra de Dios Celebración de la Eucaristía Ultimo adiós al cuerpo del difunto Procesión al cementerio o despedida del féretro Bendición del sepulcro Alocución de un familiar. Preces finales C) Algunas normas especiales Preces en la iglesia y en el cementerio Salmos y cantos Liturgia de las Horas Vigilia comunitaria de oración Oración en la capilla ardiente Traslado del difunto a la iglesia, antes de la exequias Concelebración D) Utilización del ritual
19* 20* 20* 21* 21* 23* 23*
24* 24* 25* 25* 26* 26* 27* 27* 27* 28* 29* 29* 30* 30* 31* 32* 32* 33* 34* 34* 34* 35* 35* 36* 36* 36* 37*
ÍNDICE GENERAL
Libro I: PRECES DIVERSAS PARA ANTES DE LAS EXEQUIAS
jS5
1
Capítulo I: En el momento de expirar
4
Capítulo II: Colocación del cadáver en el ataúd
7
Capítulo III. Oraciones para antes de las exequias Formulario 1 (oración comunitaria) Formulario 2 (oración comunitaria) Formulario 3 (oración comunitaria) Formulario 4 (oración comunitaria) Formulario 5 (oración individual)
9 9 11 13 14 16
Capítulo IV: Vigilia comunitaria de oración por el difunto
18
Capítulo V: Liturgia de las Horas en el día de la muerte y del entierro Laudes Vísperas
26 27 28
Capítulo VI: Traslado y recepción de un difunto en la iglesia, antes de las exequias A) Forma típica B) Rito simplificado
30 30 39
Libro II: CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS CON CANTO Y DOS PROCESIONES (Forma típica)
45
Libro III: CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS SIN CANTO Y DOS PROCESIONES (Forma típica)
77
ÍNDICES
586
101
Libro V: RITO BREVE DE LA CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
117
Capítulo I: Celebración de las exequias sin participación del pueblo
129
131
Capítulo II: Celebración de las exequias en el cementerio.. 136 Formulario de las exequias en el cementerio, con dos estaciones 138 Formulario de las exequias en el cementerio con una sola estación 155 Capítulo III: Celebración de las exequias en el domicilio del difunto
sepelio del cadáver se celebra en otro momento Misa exequial
167
Capítulo V: Celebración de las exequias de un difunto no practicante, pero cuya familia pide la celebración cristiana del entierro
191
Capítulo VI: Celebración de las exequias de los que han donado su cuerpo
205
219 221
Libro VII: CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS DE LOS PÁRVULOS 229 Capítulo I: Exequias de un párvulo bautizado 231 Forma típica de las exequias de un párvulo bautizado, con cantos 232 Capítulo II: Rito simplificado de las exequias de un párvulo bautizado Capítulo III: Exequias de un párvulo no bautizado Libro VIII: EXEQUIAS EN CASOS ESPECIALES
Capítulo IV: Celebración de las exequias de varios difuntos en caso de accidente público 174
Capítulo VII: Celebración de las exequias en caso de cremación del cadáver
587
Capítulo VIII: Celebración de la misa exequial cuando el
Libro IV: RITO SIMPLIFICADO DE LAS EXEQUIAS SIN CANTO
Libro VI: CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS EN CASOS EXTRAORDINARIOS
ÍNDICE GENERAL
Capítulo I: En las exequias del obispo diocesano (residencial o emérito) Capítulo II: En las exequias de un obispo que no fue pastor propio
255 264 271
273 277
Capítulo III: En las exequias del párroco
206
(residencial o emérito)
280
Capítulo IV: En las exequias de un presbítero
283
Capítulo V: En las exequias de un diácono Capítulo VI: En las exequias de un religioso laico
286 289
ÍNDICES
588
Capítulo VII: En las exequias de una religiosa Libro IX: CELEBRACIONES NO EXEQUIALES POR LOS DIFUNTOS
291
293
Capítulo I: Traslado de un difunto a su sepultura definitiva
295
Capítulo II: Conmemoración de uno o varios difuntos en determinadas circunstancias
297
Preces para después de la misa
298
APÉNDICES
305
Apéndice I: Textos diversos
307
1. Salmos y respuestas
308
2. Responsorios
337
3. Oraciones
339
Para la estación en la casa del difunto Para la Liturgia de la palabra Junto al sepulcro Oraciones conclusivas en el cementerio Para las exequias de párvulos 4. Formularios para la plegaria universal 1-5. Formularios generales 6. En la muerte de un padre (una madre) de famlia... 7. En una muerte repentina 8. En una muerte después de larga o penosa enfermedad 9. En la muerte de un joven (una joven) 10. En la muerte de un niño (una niña) (1)
339 339 343 343 345 347 347 354 355 356 357 359
ÍNDICE GENERAL
11. 12. 13. 14.
En la muerte de un niño (una niña) (2) En una muerte por accidente En la muerte por homicidio o presunto suicidio... En la muerte de una persona alejada o en situación irregular 15. En la muerte de un obispo, un presbítero o un diácono 16. En la muerte de un religioso (una religiosa) 5. Palabras introductorias y de despedida para casos especiales • 1. Cuando la familia ha quedado muy desconcertada. 2. Por un difunto muy joven 3. Por un niño que ha llegado al uso de razón 4. En caso de un accidente público 5. En la muerte de un padre (madre) de familia 6. En una muerte repentina 7. En una muerte después de una larga enfermedad... 8. En una muerte por accidente 9. En una muerte por homicidio o supuesto suicidio.. 10. En la muerte de un presbítero 11. Ei) la muerte de un diácono 12. En la muerte de un religioso (una religiosa)
589
360 361 362 363 365 366
369 369 372 374 376 378 379 381 382 384 385 387 388
Apéndice II: Formulario completo para la misa de difuntos celebrada fuera de la iglesia (ORDINARIO DE LA MISA)
391
Apéndice III: Bendición del agua
409
Apéndice IV: Preces en el cementerio y bendición del sepulcro.. Formulario 1 Formulario II
410 410 413
590
ÍNDICES
Apéndice V: Esquema de lecturas A) Esquemas de lecturas para celebraciones comunes
417
III. Muerte de un anciano (anciana)
417
IV. Muerte de un niño (una niña)
I. El pecado causó la muerte
417
II. La creación fue también sometida a la frustración. III. Para redimirnos, Jesús se enfrentó a la muerte... IV. La muerte absorbida por la victoria: la Resurrección V. "Yo soy la Resurrección y la vida"; la fe que da la vida eterna VI. El bautismo, incorporación a la muerte y resurrección de Cristo VIL La Eucaristía, alimento de vida eterna VIII. Vivir y morir para el Señor. Estar preparados IX. La resurrección futura y el juicio de Dios X. El cielo y la felicidad de los justos
418 419
B) Esquemas de lecturas para algunas circunstancias
ÍNDICE GENERA L
420 422 424 425 427 430 432 435
I. Ante una muerte desconcertante 1. Muerte que deja un gran vacío 2. Muerte que conmueve a un pueblo o barrio 3. Muerte de un padre (una madre) de familia 4. Muerte repentina 5. Muerte después de larga o penosa enfermedad
435 435 436 436 437
II. Muerte de un joven (una joven) 1. Muerte natural 2. Muerte repentina 3. Muerte en accidente
439 439 441 441
438
llegado (llegada) al uso de razón Apéndice VI: Leccionario de las misas de difuntos I. Para las exequias de adultos Primeras lecturas del Antiguo Testamento Primeras lecturas del Nuevo Testamento en Tiempo pascual Salmos responsoriales Segundas lecturas del Nuevo Testamento Aclamaciones antes del Evangelio Evangelios
.5 v /
442
443 444 444 444 452 456 465 479 482
II. Exequias de niños bautizados Primeras lecturas del Antiguo Testamento Primeras lecturas del Antiguo Testamento en Tiempo pascual Salmos responsoriales Segundas lecturas del Nuevo Testamento Aclamaciones antes del Evangelio Evangelios
505 507 511 515 516
III. Exequias de niños no bautizados Primeras lecturas del Antiguo Testamento Salmos responsoriales Aclamaciones antes del Evangelio Evangelios
521 521 523 524 525
Apéndice VII: Homilías exequiales 1. El misterio de la muerte 2. Es una idea piadosa y santa rezar por los difuntos
503 503
528 528 531
ÍNDICES
3. En la muerte de un cristiano practicante 4. Cristo es la vida y resurrección de los muertos 5. Fe, Esperanza y oración por los difuntos
535 539 541
Apéndice VIII: Cantos para las exequias 1. Repertorio gregoriano 1. Kyrie 2. Sanctus 3. Agnus Dei 4. Lux aeterna 5. Levavi oculos meos 6. Ego sum resurrectio et vita 2. Cantos de entrada 7. El Señor te abra las puerta 8. Dios enjugará las lágrimas 9. Se alegrarán para el Señor 10. Dale el descanso, Señor 3. Salmos responsoriales 11. Salmo 122: A ti levanto mis ojos 12. Salmo 120: Levanto mis ojos a los montes 13. Salmo 129: Desde lo hondo 14. Salmo 129: A ti, Dios mío, levanto mi súplica 15. Salmo 22: El Señor es mi pastor 4. Cantos antes del Evangelio 16. Señor, tú tienes palabras 17. Aleluya. Tu palabra, Señor 5. Cantos de comunión 18. Yo soy el pan de vida 19. La muerte no es el final 6. Cantos de despedida 20. Tú fuiste sepultado 21. Te colocamos en los brazos de Dios 22. Que los ángeles te lleven 23. Despidamos todos iuntos al hermano 24. ¡Oh luz gozosa!
545 545 545 546 547 547 548 549 550 551 552 554 554 556 559 561 562 565 565 565 566 568 570 572 573 , 574 576